Skip to main content

Full text of "Obras completas de Diego Barros Arana .."

See other formats


This  is  a  digital  copy  of  a  book  that  was  preserved  for  generations  on  library  shelves  before  it  was  carefully  scanned  by  Google  as  part  of  a  project 
to  make  the  world's  books  discoverable  online. 

It  has  survived  long  enough  for  the  copyright  to  expire  and  the  book  to  enter  the  public  domain.  A  public  domain  book  is  one  that  was  never  subject 
to  copyright  or  whose  legal  copyright  term  has  expired.  Whether  a  book  is  in  the  public  domain  may  vary  country  to  country.  Public  domain  books 
are  our  gateways  to  the  past,  representing  a  wealth  of  history,  culture  and  knowledge  that's  often  difficult  to  disco  ver. 

Marks,  notations  and  other  marginalia  present  in  the  original  volume  will  appear  in  this  file  -  a  reminder  of  this  book's  long  journey  from  the 
publisher  to  a  library  and  finally  to  you. 

Usage  guidelines 

Google  is  proud  to  partner  with  librarles  to  digitize  public  domain  materials  and  make  them  widely  accessible.  Public  domain  books  belong  to  the 
public  and  we  are  merely  their  custodians.  Nevertheless,  this  work  is  expensive,  so  in  order  to  keep  providing  this  resource,  we  have  taken  steps  to 
prevent  abuse  by  commercial  parties,  including  placing  technical  restrictions  on  automated  querying. 

We  also  ask  that  you: 

+  Make  non-commercial  use  of  the  files  We  designed  Google  Book  Search  for  use  by  individuáis,  and  we  request  that  you  use  these  files  for 
personal,  non-commercial  purposes. 

+  Refrainfrom  automated  querying  Do  not  send  automated  queries  of  any  sort  to  Google's  system:  If  you  are  conducting  research  on  machine 
translation,  optical  character  recognition  or  other  áreas  where  access  to  a  large  amount  of  text  is  helpful,  please  contact  us.  We  encourage  the 
use  of  public  domain  materials  for  these  purposes  and  may  be  able  to  help. 

+  Maintain  attribution  The  Google  "watermark"  you  see  on  each  file  is  essential  for  informing  people  about  this  project  and  helping  them  find 
additional  materials  through  Google  Book  Search.  Please  do  not  remo  ve  it. 

+  Keep  it  legal  Whatever  your  use,  remember  that  you  are  responsible  for  ensuring  that  what  you  are  doing  is  legal.  Do  not  assume  that  just 
because  we  believe  a  book  is  in  the  public  domain  for  users  in  the  United  States,  that  the  work  is  also  in  the  public  domain  for  users  in  other 
countries.  Whether  a  book  is  still  in  copyright  varies  from  country  to  country,  and  we  can't  offer  guidance  on  whether  any  specific  use  of 
any  specific  book  is  allowed.  Please  do  not  assume  that  a  book's  appearance  in  Google  Book  Search  means  it  can  be  used  in  any  manner 
any  where  in  the  world.  Copyright  infringement  liability  can  be  quite  severe. 

About  Google  Book  Search 

Google's  mission  is  to  organize  the  world's  Information  and  to  make  it  universally  accessible  and  useful.  Google  Book  Search  helps  readers 
discover  the  world's  books  while  helping  authors  and  publishers  reach  new  audiences.  You  can  search  through  the  full  text  of  this  book  on  the  web 


at|http  :  //books  .  google  .  com/ 


Acerca  de  este  libro 

Esta  es  una  copia  digital  de  un  libro  que,  durante  generaciones,  se  ha  conservado  en  las  estanterías  de  una  biblioteca,  hasta  que  Google  ha  decidido 
escanearlo  como  parte  de  un  proyecto  que  pretende  que  sea  posible  descubrir  en  línea  libros  de  todo  el  mundo. 

Ha  sobrevivido  tantos  años  como  para  que  los  derechos  de  autor  hayan  expirado  y  el  libro  pase  a  ser  de  dominio  público.  El  que  un  libro  sea  de 
dominio  público  significa  que  nunca  ha  estado  protegido  por  derechos  de  autor,  o  bien  que  el  período  legal  de  estos  derechos  ya  ha  expirado.  Es 
posible  que  una  misma  obra  sea  de  dominio  público  en  unos  países  y,  sin  embargo,  no  lo  sea  en  otros.  Los  libros  de  dominio  público  son  nuestras 
puertas  hacia  el  pasado,  suponen  un  patrimonio  histórico,  cultural  y  de  conocimientos  que,  a  menudo,  resulta  difícil  de  descubrir. 

Todas  las  anotaciones,  marcas  y  otras  señales  en  los  márgenes  que  estén  presentes  en  el  volumen  original  aparecerán  también  en  este  archivo  como 
testimonio  del  largo  viaje  que  el  libro  ha  recorrido  desde  el  editor  hasta  la  biblioteca  y,  finalmente,  hasta  usted. 

Normas  de  uso 

Google  se  enorgullece  de  poder  colaborar  con  distintas  bibliotecas  para  digitalizar  los  materiales  de  dominio  público  a  fin  de  hacerlos  accesibles 
a  todo  el  mundo.  Los  libros  de  dominio  público  son  patrimonio  de  todos,  nosotros  somos  sus  humildes  guardianes.  No  obstante,  se  trata  de  un 
trabajo  caro.  Por  este  motivo,  y  para  poder  ofrecer  este  recurso,  hemos  tomado  medidas  para  evitar  que  se  produzca  un  abuso  por  parte  de  terceros 
con  fines  comerciales,  y  hemos  incluido  restricciones  técnicas  sobre  las  solicitudes  automatizadas. 

Asimismo,  le  pedimos  que: 

+  Haga  un  uso  exclusivamente  no  comercial  de  estos  archivos  Hemos  diseñado  la  Búsqueda  de  libros  de  Google  para  el  uso  de  particulares; 
como  tal,  le  pedimos  que  utilice  estos  archivos  con  fines  personales,  y  no  comerciales. 

+  No  envíe  solicitudes  automatizadas  Por  favor,  no  envíe  solicitudes  automatizadas  de  ningún  tipo  al  sistema  de  Google.  Si  está  llevando  a 
cabo  una  investigación  sobre  traducción  automática,  reconocimiento  óptico  de  caracteres  u  otros  campos  para  los  que  resulte  útil  disfrutar 
de  acceso  a  una  gran  cantidad  de  texto,  por  favor,  envíenos  un  mensaje.  Fomentamos  el  uso  de  materiales  de  dominio  público  con  estos 
propósitos  y  seguro  que  podremos  ayudarle. 

+  Conserve  la  atribución  La  filigrana  de  Google  que  verá  en  todos  los  archivos  es  fundamental  para  informar  a  los  usuarios  sobre  este  proyecto 
y  ayudarles  a  encontrar  materiales  adicionales  en  la  Búsqueda  de  libros  de  Google.  Por  favor,  no  la  elimine. 

+  Manténgase  siempre  dentro  de  la  legalidad  Sea  cual  sea  el  uso  que  haga  de  estos  materiales,  recuerde  que  es  responsable  de  asegurarse  de 
que  todo  lo  que  hace  es  legal.  No  dé  por  sentado  que,  por  el  hecho  de  que  una  obra  se  considere  de  dominio  público  para  los  usuarios  de 
los  Estados  Unidos,  lo  será  también  para  los  usuarios  de  otros  países.  La  legislación  sobre  derechos  de  autor  varía  de  un  país  a  otro,  y  no 
podemos  facilitar  información  sobre  si  está  permitido  un  uso  específico  de  algún  libro.  Por  favor,  no  suponga  que  la  aparición  de  un  libro  en 
nuestro  programa  significa  que  se  puede  utilizar  de  igual  manera  en  todo  el  mundo.  La  responsabilidad  ante  la  infracción  de  los  derechos  de 
autor  puede  ser  muy  grave. 

Acerca  de  la  Búsqueda  de  libros  de  Google 

El  objetivo  de  Google  consiste  en  organizar  información  procedente  de  todo  el  mundo  y  hacerla  accesible  y  útil  de  forma  universal.  El  programa  de 
Búsqueda  de  libros  de  Google  ayuda  a  los  lectores  a  descubrir  los  libros  de  todo  el  mundo  a  la  vez  que  ayuda  a  autores  y  editores  a  llegar  a  nuevas 


audiencias.  Podrá  realizar  búsquedas  en  el  texto  completo  de  este  libro  en  la  web,  en  la  páginalhttp  :  /  /books  .  google  .  com 


^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^v^ 

'  j^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^l 

J 

1 

1 

1 

[ELÍrDSTANr9RDj« 

J 

1 

V 

_^  UNIVCRSITV 

.' c 

-^SMÍb^rVi_ 

"i 

i' 

} 

QIFT  OF 

"^í-fivvfi^  íW*C^^5At^V^íf-«tv^*sfi- 

^^^^^ 

i 

^^^^^^^K                 ^^I^^^BPf^^ 

j                                              1 

^^^^^^^^^^^^^^^K^ 

í 

1 

1 

■^     i 

■k  ^ 

OBRAS   COMPLETAS 


DIEGO  BARROS  ARANA 


OBRAS   COMPLETAS 


DIEGO  BARROS  ARANA 


OBRAS  COMPLETAS 


DE 


DIEGO  BABEOS  ABANA 


TOMO  IV 


HISTORIA  LITERARIA 


""[^ísís; 


SASTIACio  HE  CUU.K 
IM3P3R3BNTA    C3B3R-SrA.NTBS 

BANDKKA,  50 
1Q08 


184942 


ADVERTENCIA. 


La  enseñanza  de  la  historia  literaria  formó  parte  de 
n  uestros  planes  de  estudios  desde  1848.  Se  empleó  primero 
como  texto  elemental  una  traducción  que  corria  manuscri- 
ta de  un  artículo  de  enciclopedia  escrito  por  el  célebre  lite- 
rato francés  M.  Philaréte  Chasles.  Lo  habia  trazado  para 
formar  parte  de  un  suplemento  de  la  Encyclopédie  moder- 
ne  de  Courtin,  en  que  se  publicaron  diversas  disertaciones 
jenerales  sobre  la  historia  de  las  ciencias,  de  las  artes  i  de 
las  letras.  Ese  artículo,  notable  por  la  elegancia  del  estilo 
i  por  la  seguridad  i  elevación  de  los  juicios  literarios,  no  es 
mas  que  una  mirada  rápida  i  sumaria  sobre  la  literatura, 
e  n  que  apenas  se  detiene  el  autor  en  ciertos  nombres  para 
c  onsagrarles  ocho  o  quince  líneas,  i  a  veces  menos,  i  que 
supone  en  el  lector  algunos  estudios  anteriores.  Los  mis- 
mos profesores  que  recomendaron  la  adopción  de  ese  ar- 
tículo como  libro  elemental,  reconocieron  que  la  mayor 
parte  de  él  era  del  todo  inútil  para  el  objeto;  i  por  eso  sólo 
tradujeron  e  hicieron  estudiar  lo  que  se  refiere  a  las  litera- 
turas orientales,  a  los  hebreos,  los  griegos  i  los  roma- 
nos ^. 


1  El  artículo  de  M.  Philakkte  Chaslks  ha  sido  reproducido 
por  su  autor  con  pequeñas  modificaciories,  i  bsjo  el  título  de  Es- 
c¡ui'sse   d'une  histoire géuérale  des  influences  Jittéraíres^  en  un  tomo 


NOCIONBS    DB   HISTORIA    LITERARIA 


..V  JBl  señor  don  Andrés  Bello,  que  había  indicado  i  sosteni- 
•  do  la  idea  de  introducir  este  estudio  en  nuestros  colejios 
como  complemento  indispensable  de  toda  educación  lite- 
raria, fué  el  primero  en  declarar  que  el  artículo  de  M.  Phi- 
laréte  Chasles  no  correspondía  en  manera  alguna  al  objeto 
a  que  se  le  destinaba.  Preparó  entonces  su  Compendio  de 
Ja  historia  de  la  literatura^  cuya  primera  parte  dio  á  luz 
en  1850.  Este  libro  es  una  simple  compilación  de  noticias 
biográficas  i  literarias  estractadas  de  las  obras  mas  reco- 
mendables qiie  se  han  escrito  sobre  la  materia;  pero  es  una 
compilación  ejecutada  por  la  mano  maestra  del  que  cono- 
cía perfectamente  la  importancia  i  el  carácter  de  cada  lite- 
ratura, de  cada  época  i  de  cada  escritor.  Desgraciadamen- 
te, el  señor  Bello  se  dejó  llevar  mas  allá  de  los  límites 
asignados  a  un  libro  puramente  elemental,  dio  un  gran 
desarrollo  al  estudio  de  la  literatura  griega,  i,  convencido 
de  este  error,  suspendió  su  trabajo  cuando  apenas  estaba 
comenzado. 

A  pesar  de  esto,  el  libro  del  señor  Bello  estuvo  en  uso  en 
nuestros  colejios  durante  algunos  años.  Comprendía  sólo 
el  examen  de  las  literaturas  orientales,  de  la  hebrea  i  de  la 
griega,  por  manera  que  la  enseñanza  de  este  ramo  quedó 
reducida  a  esos  solos  puntos.  No  se  enseñaba  una  sola  pa- 
labra sobre  las  letras  romanas  ni  sobre  la  de  los  pueblos 
modernos.  Un  estudio  tan  incompleto  no  podía  subsistir 
por  largo  tiempo  en  el  mismo  estado;  ¡  no  pudiendo  mejo- 
rarse convenientemente  pbr  falta  de  un  libro  elemental,  se 
suprimió  del  todo  dejando  la  enseñanza  de  la  literatura 
reducido  a  la  de  los  preceptos  de  la  retórica  i  de  la  poé- 
tica. 

Restablecida  la  enseñanza  de  la  historia  literaria  por  la 
rcformadel  plan  de  estudios  secundarios  acordadaen  1864, 
i  debiendo  cimentarla  en  el  Instituto  Nacional  de  una  ma- 


piiblicado  bajo  la  denominación  de  Etudes  sur  V Htitiquité  (1847  )• 
Basta  recorrer  a  la  lijera  ese  corto  artículo  para  convencerse  de 
que  no  ha  podido  servir  de  texto  elemental  de  historia  literaria. 


ADVERTENCIA 


ñera  mas  completa,  busqué  con  el  mas  afanoso  empeño  un 
libro  que  pudiera  servir  de  texto  a  los  alumnos.  Como  su- 
piese que  no  existia  en  la  lengua  castellana  un  tratado  de 
esta  naturaleza,  pedí  a  Europa  todos  los  que  con  el  mis- 
mo objeto  se  hubiesen  publicado  en  Francia  i  en  Inglate- 
rra. Proponíame  traducir  uno  de  ellos,  enganchando  por 
medio  de  notas  algunas  partes,  sobre  todo  la  referente  a 
la  literatura  española,  mal  conocida  i  poco  estimada  en 
jeneral  en  esos  países. 

Luego  me  convencí  de  que  este  pensamiento  era  irrealiza- 
ble. Los  libros  elementales  que  pude  reunir  me  probaron 
que  ninguno  de  ellos  satisfacía  las  necesidades  de  la  ense- 
ñanza en  Chile.  Algunos  limitaban  el  estudio  de  la  litera- 
tura de  un  pais  al  análisis  de  unos  pocos  escritores,  i  ni 
siquiera  nombraban  a  otros  que  han  ejercido  una  grande 
influencia.  Por  el  contrario,  otros  casi  no  contienen  mas 
que  listas  de  nombres  i  de  fechas,  como  si  sólo  se  hubiera 
querido  fijar  los  puntos  sobre  los  cuales  deben  recaer  las 
esplicaciones  del  profes'  r.  En  jeneral,  todos  ellos  dan  gran 
desarrollo  a  la  literatura  de  su  pais  respectivo,  i  pasan  de 
carrera  sobre  las  de  los  otros  pueblos.  Como  es  fácil  com- 
prender, ninguno  de  esos  libros  conviene  a  la  enseñanza 
que  se  da  en  nuestros  colejios.  Para  nosotros,  las  literatu- 
ras europeas,  tanto  antiguas  como  modernas,  deben  ser 
presentadas  con  un  espíritu  menos  esclusivo,  de  manera 
que,  aunque  por  las  consideraciones  de  lenguas,  de  gustos 
i  de  sentimientos,  unas  llamen  con  preferencia  la  atención, 
los  jóvenes  conozcan  que  deben  buscar  los  modelos  litera- 
rios en  todas  partes,  sin  esclusion  de  escuelas  ni  de  nacio- 
nalidades. Indudablemente,  para  nosotros  tiene  mas  im- 
portancia la  literatura  española,  que  es  la  literatura  de 
nuestra  lengua,  que  la  inglesa  o  la  alemana;  pero  seria  un 
absurdo  sostener  que  en  un  curso  de  historia  literaria  no 
se  ha  de  fijar  la  atención  de  los  alumnos  en  los  nombres  de 
Shakespeare  i  de  Mil  ton,  de  Klopstock  i  de  Goethe. 

Estas  consideraciones  me  hicieron    comprender  que  era 
indispensable  formar  un  nuevo  libro  elemental,  adaptado 


8  NOCIONES  DE   HISTOBIA   LITERARIA 

a  las  necesidades  de  la  enseñanza  en  Chile;  i  con  una  pro- 
funda desconfianza  en  mis  propias  fuerzas,  acometí  este 
trabajo  avanzando  poco  a  poco,  i  a  medida  que  yo  mismo 
iba  estudiando  con  alguna  prolijidad  i  detención  las  diver- 
sas fases  de  la  historia  literaria.  Así  se  comprende  que  este 
libro  me  haya^ostado  cerca  de  tres  años  de  trabajo  asiduo 
i  casi  constante. 

Siguiendo  un  plan  que  me  ha  parecido  el  mas  metódico 
i  el  mas  natural  de  un  libro  destinado  a  servir  de  texto  de 
enseñanza,  he  dividido  esta  historia  como  se  divide  ordina- 
riamente la  historia  civil,  en  tres  grandes  períodos;  i  he 
subdividido  cada  uno  de  éstos  en  secciones  que  se  refieren 
a  las  diferentes  nacionalidades.  Este  orden  me  ha  servido 
no  sólo  para  simphficar  el  estudio  haciendo  mas  clara  la 
esposicion  de  los  hechos,  sino*  también  para  esplicar  las  in- 
fluencias recíprocas  que  han  ejercido  unos  pueblos  sobre 
otros.  En  una  historia  de  la  literatura  destinada  a  otros 
US03  que  la  instrucción  elemental,  estas  divisiones  i  subdi" 
visiones  habrian  sido  inútiles  i  tal  vez  embarazosas;  pero 
en  un  libro  de  la  naturaleza  del  presente,  eran  indispen- 
sables. 

Aparte  de  ciertas  consideraciones,  casi  siempre  mui  cor- 
tas, sobre  el  oríjen  de  las  lenguas  modernas  i  el  carácter  de 
la  literatura  de  un  pueblo  o  de  un  período,  i  que  no  podían 
omitirse,  he  evitado  cuidadosamente  las  divagaciones  abs- 
tractas, las  disertaciones  jenerales  que  abundan  en  las  his- 
torias literarias.  Me  he  contraído  casi  esclusívamente  a 
dar  a  conocer  los  principales  escritores  de  cada  pais,  i  a 
examinar  sus  obras  por  medio  de  rasgos  que  expliquen  con 
claridad  i  precisión  el  talento  especial  i  la  importancia  de 
cada  uno. 

En  algunas  ocasiones,  esos  bocetos  literarios  son  el  re- 
sultado de  mi  observación  personal;  pero  con  frecuencia  los 
he  tomado  de  críticos  eminentes,  ya  sea  copiándolos  por» 
entero,  ya  estractándolos  i  abreviándolos.  He  cuidado  so- 
bre todo  apartarme  en  estos  juicios  críticos  de  las  tenden 
cias  eschisivistas  de  una  escuela  determinada,  porque  creo 


ADVERTENCIA  9 


que  el  objeto  principal  de  un  libro  de  la  naturaleza  del  pre- 
sente no  es  ensalzar  una  secta  literaria  sobre  las  otras,  si- 
no el  despertar  en  los  jóvenes  el  amor  por  la  lectura  de  los 
grandes  escritores. 

Como  no  pretendo  vestirme  con  un  ropaje  que  no  es  mío, 
he  señalado  por  medio  de  comillas,  i  con  el  nombre  del  au- 
tor, los  fragmentos  que  traslado  textualmente;  pero  como 
era  natural,  he  dejado  de  hacerlo  cada  vez  que  adaptando 
las  ideas  i  el  lenguaje  de  un  escritor,  introducia  alguna  in- 
novación, ya  fuera  abreviando,  añadiendo  algo  o  modifi- 
cando en  parte  su  pensamiento.  No  debe,  pues,  estrañarse 
si  en  el  curso  de  este  libro  se  encuentran  algunos  pasajes  en 
que  al  hacer  el  estracto  de  ciertos  juicios  críticos,  se  han  de- 
jado correr  mas  o  menos  íntegras  una  o  varias  frases  del 
autor  consultado.  **Este  procedimiento,  que  parecería  sin- 
gular en  un  libro  orijinal  i  de  primera  mano,  es  lejítimo  en 
un  libro  destinado  a  la  enseñanza,  dice  M.  Alfredo  Blot, 
crítico  francés  contemporáneo.  En  el  fondo,  estas  compi- 
laciones son  impersonales.  Lo  que  sepide  al  abreviador  es 
que  instruya.  Cuando  se  alcanza  este  objeto,  poco  impor- 
ta que  se  haya  escrito  bajo  el  dictado  de  los  maestros,  o 
revestido  con  un  estilo  propiolas  ideas  de  otro'\  Los  auto- 
res de  libros  elementales,  simples  compiladores  de  los  iilti- 
mos  descubrimientos  científicos,  literarios  o  históricos,  no 
son,  pues,  plajtarios,  puesto  que  no  se  atribuyen  la  inven- 
ción de  lo  que  han  recojido  después  de  estudios  atentos  i 
prolijos.  El  crimen  de  plajio  en  esta  clase  de  trabajos,  con- 
siste en  formar  un  libro  sin  un  plan  ni  un  pensamiento  pro- 
pio, con  trozos  estensos,  con  capítulos  casi  enteros,  copia- 
dos textualmente  de  dos  o  tres  autores,  única  fuente  de 
estudio  i  de  investigación. 

En  jeneral,  en  el  curso  de  este  libro  he  suprimido  las  no- 
tas, o  no  las  he  puesto  sino  cuando  era  necesario  agregar 
algún  hecho  que  no  cabia  en  el  texto.  Pero  como  es  indis- 
pensable señalar  las  fuentes  en  que  he  recojido  las  noticias 
que  consigno,  he  formado  una  lista  casi  completa  de  las 
obras  que  me  han  servido  de  guia.  La  publicación   de  esa 


10  NOCIONES   I>B   HISTORIA   LITERARIA 

lista,  que  irá  después  de  esta  Advertencia^  indicará  tam- 
bién a  los  jóvenes  estudiantes  los  libros  que  pueden  consul- 
tar si  desean  estender  el  caudal  de  sus  conocimientos,  ya 
que  en  un  tratado  elemental  no  pueden  encontrar  los  he- 
chos con  todo  el  desarrollo  posible. 

Antes  de  terminar  esta  Advertencia,  quiero  prevenir  una 
observación  que  talvez  habrá  de  hacerse  contra  el  empleo 
de  este  libro  como  texto  de  enseñanza.  Se  dirá  quizá  que  es 
mui  largo,  i  que  los  alumnos  no  podrán  aprenderlo  en  un 
año.  Esta  objeción  tendría  algún  valor  si  la  historia  litera- 
ria hubiera  de  estudiarse  de  memoria,  como  se  han  estudia- 
do antes  de  ahora  tantas  cosas  entre  nosotros;  pero  si  se 
ha  de  aprender  como  se  aprende  la  historia  civil,  evidente- 
mente es  una  ventaja  para  Ips  alumnos  el  que  el  libro  ele- 
mental se  detenga  en  algunos  puntos  para  darles  toda  la 
claridad  apetecible.  Los  que  han  tenido  que  trabajar  sobre 
esos  libros  en  que  las  materias  están  condensadas  como  en 
un  programa,  saben  cuánto  afán  imponen  ellos  a  los  estu- 
diantes para  que  comprendan  su  sentido.  Me  Hsonjeo  con 
el  pensamiento  de  que  en  esta  obra  hai  mui  pocos  pasajes 
que  necesitan  ser  leidos  mas  de  una  vez  para  que  se  les  en- 
tienda bien. 

Diego  Barros  Arana 


bibliografía 


Albert  (Paul).--í,íí  pdes/e,  1  vol.  en  12,  París,  1868. 

—  LaprosCf  1  vol.  en  12,  París,  1869. 

Estos  dos  volúmenes,  formados  por  las  lecciones  dadas 
en  la  Sorbona  a  un  auditorio  de  señoritas  por  este  distin- 
guido profesor,  contiene  la  historia  sumaria  de  cada  jéne- 
ro  literario,  estudiada  con  cuidado  i  escrita  con  un  nota- 
ble talento. 

—  Histoire  de  la  ¡ittérature  romaine,  2  vol.  en  8*^,  Pa- 
rís, 1871. 

Estaexcelentc  historia  de  la  literatura  latina,  que  forma 
parte  de  una  colección  de  historias  litei  arias  en  que  se  han 
publicado  las  obras  de  Baret,  Burnouf  i  Perrcns  (véanse 
estos  nombres  en  el  presente  catálogo),  tiene  para  los  jó- 
venes la  ventaja  de  contener  algunos  fragmentos  mui  es- 
cojidos  de  los  escritores  analizados. 

> 

—  Ja  littérature  franqaise,  des  íes  origines  á  la  fin  du 
XVl''  siécle.  1  vol.  en  12,  París,  1874.    • 

—  La  littérature  franqaiseau  XVIP  siéclef  1  vol.  en  1 2, 
París,  1874. 

—  La  littérature  frangaise  au  XVIIP  siécle,  1  vol.  en 
12,  París.  187^. 


12  NOCIONES   DE  HISTORIA   LITERARIA 

Estos  tres  interesantes  volúmenes  forman  una  historia 
completa  de  la  literatura  francesa  escrita  con  verdadera 
ciencia,  con  excelente  gusto  i  con  mucho  arte  literario.  Es 
una  obra  tan  agradable  i  amena  como  instructiva. 

Amador  de  los  Ríos  (José).— ií/s tona  crítrca  de  la  litera- 
tura española,  7  vol  en  4*=^,  Madrid,  1861-1865. 

Est^  prolija  historia  déla  literatura  española,  que  quedó 
inconclusa,  es  notable  por  la  grande  investigación;  pero 
es  tan  minuciosa  que  el  sétimo  volumen  apenas  llega  a  los 
principios  de  los  tiempos  modernos. 

Bachelet  et  Dezoitry. — Dictionnaire  general  de  biogra- 
phie  et  d'histoire,  de  mythólogie  atícienne  et  moder- 
ne,  des  antiquités,  etc.,  2  vols.  en  8*^,  a  dos  colum- 
nas, Parts,  1862. 

Los  juicios  críticos  que  en  este  diccionario  siguen  a  la 
biografía  de  cada  escritor,  aunque  jeneralmente  sumarios, 
son  de  ordinario  excelentes:  i  algunas  veces  los  he  seguido 
casi  fielmente. 

—  Dictionnaire  general  de  lettres,  des  beavx-artSy  etc., 
1  vol.  en  8*^  a  dos  columnas,  París,  1862. 

Este  diccionario,  formado  como  el  anterior,  con  la  cola- 
boración de  muchos  sabios  i  profesores,  contiene  buenos 
artículos  sobre  la  literatura  de  cada  pais,  i  ademas,  en  ar- 
tículos por  separado,  análisis  detenidos  de  las  obras  mas 
notables  de  todas  las  literaturas,  como  las  epopeyas,  o^as 
novelas  nías  famosas,  como  el  Quijote,  la  Clara  Harlo- 
\ve,  etc. 

Recomiendo  particularmente  a  los  jóvenes  estas  dos 
obras  como  libros  de  una  utilidad  indisputable. 

BaretíEügene). — Les  Troubadours  et  letir  inñuence  sur  la 
littérature  du  niidi  de  FEurope,  avec  des  extraits, 
etc.  1  vol.  en  8*?,  París,  1867. 

—  Ilistoire  de  la  littérature  espagnole  depuis  scs  ori- 
gines jusqu'  á  nos  jours,  1  vol.  en  8^,  París,  1863. 

Este  libro  no  escomo  podría  suponerse,  un  simple  estrac- 


bibliografía  13 


to  de  la  famosa  Historia  déla  literatura  española  deTick- 
ñor,  sino  una  historia  literaria  basada  en  parte  sobre  esa 
obra,  pero  que  supone  también  un  estudio  serio,  i  que  con- 
tiene algunos  juicios  críticos  verdaderamente  orijinales. 

Barrrbra  i  Lbirado  (Cayetano  Alberto  de  la).— Caíá- 
logo  biográfico  del  teatro  antiguo  español^  1  vol. 
en  8"^,  a  dos  columnas,  Madrid,  1860. 

Esta  obra,  a  pesar  de  su  modesto  titulo,  es  una  de  las 
obras  mas  eruditas  que  haya  producido  la  España  moder- 
na, i  es  indispensable  para  conocer  la  historia  de  su  teatro. 

Bello  (Andreís).— Compenrf/o  de  la  historia  de  la  literatu- 
ra, 1  vol.  en  4"^,  Santiago,  1850. 

No  contiene  mas  que  el  examen  de  las  literaturas  orien- 
tales, de  la  hebrea  i  de  la  griega,  pero  ésta  comprende 
también  la  literatura  bizantina. 

—  Opúsculos  literarios  i  críticos^  1  vol.  en  4*^,  San- 
tiago, 1850. 

Algunos  de  los  artículos  reunidos  en  esta  colección  son 
de  un  mérito  sobresaliente,  i  resuelven  cuestiones  de  gran- 
de importancia. 

—  Estudios  sobre  la  antigua  literatura  castellana  a 
propósito  de  la  Historia  de  la  literatura  española 
de  Ticknory  publicados  en  los  Anales  de  la  Universi- 
í/a<idel853,  54  i55. 

Estos  estudios,  obra  de  una  erudición  profunda,  tienen 
una  importancia  capital  para  conocer  ciertos  puntos  prin- 
cipales de  la  historia  literaria  de  la  edad  media. 

BoüTERWERK.—íí/síoire  de  la  littérature  espagnole,  tra- 
'  duite  de  rallemand,  2  vol.  en  S'^,  París,  1812. 

BuRETTE  ET  Charpentier.— CflA/ers  d'histoire  littéraire 
ancienne  et  moderne,  en  8^,  1838. 

Esta  obra  escrita  para  servir  de  continuación  a  un  curso 
de  historia  universal,   puede  distribuirse  en   siete  tomos 


14  NOCIONES   DB   HISTORIA   LTTEBARIA 

diferentes:  1^  literaturas  orientaíe»,  2^  Grecia,  3^  Roma. 
4'  la  edad  media,  5^  tiempos  modernos,  6^  i  7^  Francia. 
Aunque  esta  obra  no  es  constantemente  igual,  algunas  de 
sus  partes,  sobre  todo  las  que  ha  escrito  M.  Burette,  son 
notables  por  la  elegancia  i  por  la  segundad  de  los  juicios 
literarios. 

BuRNOiTF  (Emile).— Hísto/re  de  la  littérature  grecque,  2 
vol.  en  8^.  París,  1869. 

Esta  escelente  historia  comprende  el  análisis  de  todas  las 
producciones  del  jenio  griego  desde  los  tiempos  primitivos 
hasta  el  reinado  de  Justiniano. 

BuRON  (L.  L. )— /í/sío/re  abrégée  des  principales  littératu- 
res  de  PEurope  ancienne  et  moderne,  1  vol.  en  12*^, 
1867. 

Este  libro  casi  no  contiene  mas  que  listas  de  escritores  i 
de  obras,  acompañadas  pocas  veces  de  algunas  noticias 
biográficas  i  de  lijaros  juicios  literarios. 

Chassang  (A). — Histoiredu  román  dans  V antiquité grecque 
et  ¡atine,  1  vol.  en  \2'\  2'  edición,  París,  1862. 

C BASLES  (PHiLARETE).—Étuí/es  sur  ¡'antiquité^  1  vol.  en 
12,1847. 

—  Etudes  sur  VAUemagne,  1  vol.  en  12. 

—  Etudes   sur  V Anglaterre  au  XVIII^  siécle^    2    vol. 
en  12. 

—  Etudes  sur  F  Angla  terrean  XIX*^  siécle,  1  vol.  en  12. 

—  Etudes  sur  le  mayen  age,  1  vol.  en  12. 

Chauvin  (Víctor).— Les  Romanciers  grecs  et  latins^  1  vol. 
en  12,  París,  1864. 

Demogeot  i].)—Histoire  de  la   littérature  frangaise  depuis 


BIBLI06BAFÍA  15 


ses  origines  jusqu*  á  nous  jovrs^l  vol.  en  12,  2^ 
edición,  París,  1855. 

Este  libro,  así  como  los  dos  volúmenes  de  Pierron,  que 
mencionamos  mas  adelante,  forma  parte  de  la  historia 
universal  publicada  en  Francia  bajo  la  dirección  de  M. 
Víctor  Duruy,  i  constituye,  como  los  libros  referidos,  un 
buen  tratado  de  historia  literaria. 

Drioüx  (L'abbé).— H/sío/re  de  la  littérature  franqaise,  1 
vol.  en  12,  París. 

—  Précis  de  tbistoire  des  litttératures  étrangéres  an- 
ciennes  et  modernes^  1  vol.  en  12,  París. 

Esta  última  obra  compuesta  de  simples  extractos  de  dos 
o  tres  obras,  limita  el  estudio  de  cada  literatura  a  un  lijero 
análisis  de  unos  cuantos  autores,  i  omite  esas  considera- 
ciones indispensables  sobre  las  iiiiluencias  literarias,  el  orí« 
jen  de  las  lenguas,  etc. 

Duran  (Agustín). — Estudio  crítico  i  bibUográñco  sobre  el 
romancero  castellano^  introducción  del  tomo  X  de 
la  Biblioteca  de  autores  españoles,  publicada  por 
Rivadeneira. 

Egger  (Emile).— Me/no/res  de  littérature  ancicnife,  1  vol. 
en  8*^,  París,  1862. 

—  Mémoires  d'histoire  ancienne  et    de   philologie,   1 
vol.  en  8^,  París,  1863. 

Estas  obras  contienen  diversas  disertaciones  sobre  va- 
rios puntos  de  historia  i  literatura  antiguas,  tratadas 
con  una  erudición  verdaderamente  notable. 

EiCHoFF  (F.  G.)—Tableau  de  la  littérature  du  nord  au 
moyen  age  en  Allemagne  et  en  Angleterre,  en  Sean- 
dinavie  et  en  Slavonie,  1  vol.  en  8^,  París,  1857. 

—  Poésie  heroique  des  Indous,  comparée  á   Vépopée 
grecque  et  roinaine,  1  vol.  en  8*^,  1860. 


16  NOCIONES   DB   HISTORIA    LITERARIA 

Enault  (Louis). —Histoire  de  la  littérature  des  IndouSy 
1  Yol.  en  4^,  1860. 

Feillet  (Alphonse).— 7f/sío/re  de  la  littérature  grecque^ 
1  Yol.  en  12,  París,  1865. 

Este  libro  se  limita  a  dar  a  conocer  sólo  a  les  mas  gran- 
des escritores  griegos,  pero  se  detiene  bastante  en  cada 
uno  de  ellos,  analiza  algunas  de  sus  obras,  i  se  hace  leer 
con  verdadero  agrado. 

FosTER  (Mrs.  a.  F.) — Italian  literature,  1  yoI.  en  8"^,  Edim- 
burgo, 1853. 

Compendio  de  la  historia  literaria  de  Italia,  bastante 
completo  i  que  supone  un  estudio  detenido. 

Gayángos  (Pascual). — Los  libros  de  caballerías  en  España, 
Estudio  notable  de  crítica  i  de  bibliografía,  publica- 
do como  introducción  del  tomo  XL  de  la  Biblioteca 
de  autores  españoles. 

—  Estudio  sobre  los  prosadores  españoles  anterio' 
res  al  siglo  XV,  introducción  del  tomo  LI  de  la 
misma  Biblioteca. 

m 

Geruzez  (Eügéne). — Histoire  de  la  littérature  frangaise  de- 
puis  ses  origines  jusqu'á  la  révolution,  2  yoI.  en  18, 
París,  1861. 

—  Cours  de  littérature,  2  vol.  en  12,  París,  1865  (XIV 

edición) El  2^  tomo  es  un  resumen  compendiado, 

pero  bien  hecho,  de  las  historías  de  las  literaturas 
griega,  latina  i  francesa. 

GiNGüENÉ  (P.  l,.y— Histoire littéraire de ritalie,  9  yoI.  en  8*^, 
París,  1824. 

GosTiCK  (JosEPH).--Ger/22a/2  littérature,  1  yoI.  en  8"^,  Edim- 
burgo, 1849. 

Compendio  elemental,  pero  prolijo  de  la  historía  de  la 
literatura  alemana. 


BIBLIOORAPÍA  17 


Hallam  (Henry).— H/sío/re  de  la  littératvre  de  FEurope 
pendant  les  XV',  XVP  i  XV IP  siécles,  traduit  de 
Vanglais  par  Alphonse  Borghers,  4?  vo\.  en  8^,  Pa- 
rís,  1839-40. 

M.  Henrí  Martin,  en  su  Histoirc  de  France,  tomo  Vil, 
páj.  163,  hace  de  esta  erudita  obra  el  siguiente  merecido 
elojio:  "Es  el  primer  ensayo  de  historia  jeneral  de  la  lite- 
ratura moderna  acometidaen  proporciones  tan  estensas/* 

VEurope  au  moyen  age,  traduit  de  Fanglais  par 
Alph'  Borghers,  4  vol,  en  8*^,  Bruxelles, 

Los  últimos  capítulos  de  esta  importante  obra  son  refe- 
rentes a  la  historia  de  la  literatura  déla  edad  media,  i  son 
mui  útiles  para  conocer  la  formación  de  los  idiomas  mo- 
dernos. 

Herdhr. — Histoire  de  la  pocsie  des  hchreux,  traduit  de 
V AUemand por  Mme,  la  baronne  A.  de  Carlowitz, 
1  vol.  en  8*^,  París,  1844. 

Este  libro  es  mui  notable  por  la  elevación  fílosóñca  de  * 
la  crítica. 

History  ofihe  english language  and  literature,  1  vol.  en  12. 
Edimburgo,  1851. 

Este  libro,  publicado  sin  nombre  de  autor,  forma  parte 
de  una  excelente  colección  de  textos  elementales  ingleses. 

HoEFER. — Nouvelle  biographie genérale,  4r6  vol.  en  8*^  París. 

Esta  compilación,  en  que  han  tomado  parte  muchos 
sabios,  es  inferior  desde  el  punto  de  vista  literario  a  la  cé- 
lebre obra  de  Michaud;  pero  la  he  consultado  muchas 
veces,  i  casi  siempre  he  encontrado  importantes  indica- 
ciones. 

La  Harpe.— Coi/r5  de  littcraturc  avcienne  et  moderne,  3 
vol.  en  8*^  a  dos  columnas,  París. 

Laveleye  (E.  VK).'—Étude  sur  la  formatlon  des  cpopccs 
nationales,  en  12,  París,  1866. 

TOMO   IV  3 


18  NOCIONES   DE   HISTORIA    LITERARIA 

Introducción  estensa  i  niui  interesante  de  una  traduc- 
ción francesa  de  las  Edáas  escandinavas. 

Lefranc  íEmile). — Histoire  eleméntaire  et  critique  de  la 
littérature,  5  vol.  en  8^,  Paris. 

Tres  de  estos  volúmenes  están  consagrados  a  la  litera- 
tura francesa,  uno  a  las  literaturas  del  norte  i  otro  a  las 
del  mediodía  de  Europa.  La  obra  está  formada  por  una 
serie  de  biografías,  agrupadas  en  orden  cronolójico,  i  cada 
una  de  ellas  contiene  un  juicio  crítico.  Como  se  encuentran 
noticias  aun  de  escritores  mui  subalternos,  la  obra  es 
bastante  completa  i  aun  útil  para  consultarse.  Sin  em- 
bargo, se  puede  asegurar  que  en  toda  ella  bai  mui  pocas 
pajinas  que  sean  de  Lefranc:  todo  lo  demás  es  copiado 
de  aquí  i  de  allá.  A  pesar  de  todo,  los  libros  elementales 
de  Buroii  i  de  Drioux  son  casi  en  su  totalidad  extractados 
de  Lefranc. 

Lbmoine  (John).— J5t/ic?es  critiques  et  hiographiques^  1  vol. 
en  12,  Paris,  1852. 

Levi  Alvarez  (D.)  —  Précis  méthodique  de  Phistoire  nn- 
cienne  et  moderne  des  littératures  européennes  et 
orientales,  1  vol.  en  12,  Paris,  1867. 

Este  libro  es  un  compendio  mui  elemental,  i  reducido  en 
parte  a  simples  nomenclaturas,  pero  que  puede  ser  consul- 
tado con  provecho,  á  lo  menos  por  sus  clasificaciones. 

LoBECK  (Dr.  Justo  Florian).— ///síor/Ve  litterarum  roma 
narum  brevis  enarratio,  1  vol.  en  8*^,  Santiago, 
1861. 

Esta  obra  es  un  compendio  mui  bien  hecho  de  la  lite- 
ratura latina,  i  que  revela  un  gran  conocimiento  de  la 
materia. 

LoiSE  (Ferdinand). — Histoire  déla  pocsic  espaj^nole,  1  vol. 
en  8*^,  Bruxelles,  1868. 

Este  libro  no  es  un  estudio  verdaderamente  t)rijinal  sino 
por  su  forma  literaria,  que  es  casi  siempre  agradable  e  in- 
teresante. 


Bini.IOORAFfA  19 


Macaulay  (Lord  Thomas  B.)  —  Critical  and  historícal 
essays,  2  vol.  en  8"^,  London,  1860. 

—  Miscclaneous    writings,   2    vol.    en    8",    London, 
1860. 

Estas  dos  obras  contienen  algunos  estudios  biográficos 
•  i  críticos  del  primer  orden  sobre  varios  escritores  (Maqiiia- 
velo,  Bacon,  Johnson,  Ooldsmitli,  Dryden,  etc.). 

Martha  (B.  C.)— Les  Moralisies  sous  íErnpirc  romain^  1 
vol.  en  8*?,  París,  1860. 

—  I^pocme  de  Liwrécc,  1  vol.  en  8'^  París,  1869. 

Dos  obras  mni  notables,  en  que  el  autor,  saliendo  de  los 
límites  que  parecían  haberle  fijado  los  títulos  desús  libros, 
ha  agrupado  muchas  noticias  acerca  de  la  historia  de  las 
letras  latinas.  * 

MÉziERES  (Alfredo).— vSAa/respe/i re,  ses  oouvreset  ses  cri- 
tiques, 1  vol.  en  8.",  París,  1860. 

—  Prédécéseurs  et  contemporains  de  Shakespeare,  1 
vol.  en  18^,  París,  1868. 

—  Contemporains   ct    successcurs  de    Shakespeare,  1 
vol.  en  18,  París,  1864. 

Péirarque,  1  vol.  en  18,  París,  1868.. 

Estas  cu.itro  obras  son,  por  su  erudición  i  por  el  arte 
literario  con  que  han  sido  escritas,  tan  instructivas  como 
agradables 

MiCHAUD. —  fíioí»raphie   tmivcrscllc  /mcienne  ct   moderne, 
45  vol.  a  dos  col.  F^aris  (2'^  edición;. 

Esta  vasta  compilación  en  fpic  han  tr.ibajadocasi  todos 
los  escritores  mas  distinguidos  de  la  F'rancia,  forma  au- 
toridad en  materia  de  historia  de  las  ciencias  i  de  las  le- 
tras. La  he  eonsultíxdo  con  muchíi  frecuencia  i  siempre 
he  encontrarlo  mas  de  lo  (|ue  buscaba,  i  mas  también  de 
lo  que  se  requería  para  un  libro  como  el  presente. 


20  NOCIONES    I>K    HISTORIA    LITEIIAUIA 


MÜLLER  (Otfried).— H/sto/re  de  la  litiératvre grecquejus- 
qu'á  Alexandre  legrandy  traduitepar  K,  Hilkbrandy 
3  vol.  en  12  (2^  edic.)  París,  1866. 

Esta  obra,  que  puede  considerarse  mo«u mental  por  su 
erudición,  es  quizá  lo  mas  notable  que  se  haya  publicado 
como  historia  jeneral  de  la  literatura  griega. 

NiSARD  (D.) — Études  sur  les  poetes  latins  de  la  décadence^ 

2  vol.  18^,  3"^  edición,  Paris,  1867. 

Patín  (H.  J.  G.) — Etvdes  sur  les  tragiqucs  grecs,  oii  Examen 
critique  d'Eschyle,  de  Sophocle  et  d'Euripide,  pre- 
cede d'une  histoire  genérale  de  la  tragédie  grecque. 

3  vol.  en  8^=^,  1841—43. 

Esta  es  una  una  de  las  obras  que  hacen  mas  honor  a  la 
erudición  i  a  la  crítica  francesas. 

—  Études  sur  la  poésie  latine,  2  vol.  en  18^,   Paris 
1870. 

Perrens.— (F.  T.)— Histoire  de  la  littérature  italienne,  1 
vol.  en  8*^,  Paris,  1867. 

Este  compendio,  escrito  con  verdadero  conocimiento  de 
causa,  trae  la  historia  de  las  letras  italianas  hasta  los 
primeros  treinta  años  de  siglo  XIX. 

PiERRON  ( Ai.nxi9),— Histoire  de  íalittórnture  greeque,  Ivol. 
en  12,  Paris,  1857. 

—  Histoire  de  la  littérature  rowaine,  1    vol.  en  12, 
Paris,  1852. 

PuiBUSQUE  (A.  L.  dk). — Histoire  eornparée  des  littératures 
espagnoie  et  fraiK^aise,  2  vol.  en  8"^,  Paris,  1844. 

Quintana  (Manuel  ]o<'K).— Historia  de  !a  poesía  castella- 
na,  introducción  ai  Tesoro  del  parnaso  español. 
Este  estudio  es  uno  de  los  mejores  trozos  de  crítica   que 


niHLIOClHAFÍA  21 


se  hayan  publicado  en  España.  Es  notable  sobre  todo  por 
la  ilustración,  el  buen  gusto,  la  independencia  de  los  jui- 
cios literarios  i  por  la  ausencia  de  toda  idea  de  estrecho 
nacionalismo. 

Kenihk  (Ch.  a.  L.j—Encvclopcclie  moderne,  30  vol.  en  8*^, 
Paris,  1845—1850,  completada  después  con  12  vol. 
de  suplemento. 

Esta  enciclopedia,  reimpresión  mui  correjida  i  mejorada 
de  la  de  M.  Courtin,  contiene  algunos  artículos  de  crítica 
mui  notables.  Recordaré  sólo  los  destinados  a  la  litera- 
tura griega  por  M.  Artaud,  a  la  literatura  francesa,  por 
M.  Saint  Agnan  Choler,  a  la  historia  por  M.  Barante. 
Estos,  i  otros  que  seria  largo  enumerar,  me  han  sido  de 
grande  utilidad. 

RoBBRTSON  {WiuhiAM).— Introducción  a  la  Historia  de  Car- 
los V,  Cuadro  jeneral  de  los  progresos  de  la  civiliza- 
ción europea  durante  la  edad  media. 

Sacy  (Silvestre  dk).— Varietés  littéraires,  mora  íes  et  his- 
toriques,  2  vol.  en  8^,  Paris,  1858. 

Sainte  Beüve  (Ch.  A.)— Tablean  historique  et  critique  de 
la  poésie  frangaise,  au  XVI  siéclcy  1  vol.  en  8"^,  12, 
Paris,  1843. 

—  Causeries  du  lundi,   11   vol.  en   12,    Paris,  1851- 
1857. 

—  Les  nouveaux  lundis,  8  vol.  en  12,   Paris,    1861- 
1867. 

Salfi  (Fran^ois) Resume  de  Fhistoire  de  la  littérature 

italienne,  2  vol.  en  12,  Paris,  1826. 

Schlegel  (Federico).— ///sí or/Vi  de  la  literatura  antigua 
i  moderna,  traducida  al  castellano,  por  P.  C,  2  vol. 
en  8•^  Madrid,  1843. 


22  XOClOXRi    DE  HISTORIA   LITERARIA 

ScHLEGEL  'Guillermo  . — Cours  de  littératarcdramatique^ 
2  Yol.  en  18^,  París,  1865. 

De  las  obras  de  los  dos  hermanos  Schlegel  se  habla  en 
las  áltimas  pajinas  de  este  libro. 

Schoell'Maximiliex  FréderxcK— ///sto//r  abrégée  déla 
littératurc  grecqae,  depuis  son  orijiocjusqu  a  la  pri- 
se  de  Constantinopk,  8  vol.  en  8^,  París,  1823-25. 

—  Htstoire  abrégée  de  la  littérature  romaine^  4  vol.  en 
8^  París,  1815. 

SiLYELA  ^Maxoel  ).— Obras  postumas,  2  vol.  en  8^,  Madríd, 
1845. 

El  primer  tomo  contiene  una  reseña  históríca  de  la  lite- 
ratura española,  mui  rápida  i  sumaría,  pero  escrita  con 
verdadero  conocimiento  del  asunto  i  con  un  espírítu  críti» 
co  bastante  elevado. 

SiSMONDE  DE  SiSMONDi  íJea.n  Charlbs). — De  la  littérature 
du  midide  FEurope,  4  vol.  en  8^,  París,  1829. 

SouYESTRE  (Emile). —Cawser/es  historiques  et  littéraires,  3 
Yol.  enl2.  París,  1861. 

Esta  obra  contiene  las  lecciones  públicas  de  historía  de 
la  literatura  anticua  que  el  autor  habia  dado  en  algunas 
ciudades  de  la  Suiza  francesa. 

StaKl  (Madame  de'.— />e  la  littérature  considerée  dans  ses 
rapporís  nvec  les  institutions  sociales,  1  vol.  en  18, 
París. 

—  De  r AUemagne,  1  vol.  en  18,  París. 

Estas  dos  obras  son  concebidas  con  un  notable  espíritu 
de  crítica  ñlosólica  i  elevada. 

Taixe(A.  — f//sío/re  de  la  littcratureanglaise,  4:  yol,  enl2'', 
2*^  edición,  1866. 
Esta  obra  mas  que  una  historía  completa  de  la  literata- 


BIBLIOGRAFtA  *  23 


ra  inglesa,  es  una  serie  de  estudios  biográficos  i  críticos  de 
un  alto  mérito  sobre  los  principales  autores  ingleses. 

Talbot  (Euoene).— Pr/nc/pa/es  apoques  de  Fhistoire  Hité- 
raire,  2  vol.  en  12,  París,  1864. 

Bs  este  un  libro  elemental  recomendable  por  mas  de  un 
mérito.  Kl  2^  tomo,  consagrado  casi  todo  él  a  la  literatu- 
ra francesa,  me  ha  sido  de  grande  utilidad. 

Tastu  (Madame  Aimable).— Tai/e/iü  de  la  littérature  alie- 
mande^  1  vol.  París,  1844. 

—  Tablean  de  la  littératare  itaHenne^ttc,,  1  vol.  en  8*^, 
Tours,  1849. 

TiCKNOR  (Jorje). —///stor/a  cíe  la  literatura  española,  tra- 
ducida al  castellano  con  adiciones  i  notas  por  don 
Pascual  de  Gayángos  i  don  Enrique  Vedia,  4  vol.  en 
8^.  Madrid,  1851-1856. 

ViLLEMAiN.— Tafe/eaii  de  la  littérature  au  XVIII  siécle,  4 
vol.  en  12,  Paris,  1852. 

—  Tableau  de  Véloquence  chrétienne  au  IV  siécle,  1 
vol.  en  12,  Paris,  1851. 

—  Tableau  de  la  littérature  au  mayen  age  en  France, 
en  Italie,  en  Espagne  et  en  Angleterre,  1  vol.  en  12, 
Paris,  1851. 

—  Etudes  de  littérature  ancienne  et  étrangére,  1  vol. 
en  12,  Paris,  1849. 

ViARDOT  {Loví^}.— Etudes  sur  rhistoire  des  wstitutions  et 
de  la  littérature  en  Espagne,  1  vol.  en  8*^,  Paris, 
1835. 

Weber  {G.)—Histoire  de  la  littérature  allemande  depuis 
son  origine  jusqu' a  nos jours,  ir admíQ  de  Talleinand 
par  Fred.  Lauth,  1  vol.  en  12,  Paris,  1867. 


24  NOCIONtíS   Dto    HISTORIA    LITBUARIA 

A  los  jóvenes  que  deseen  estudiar  la  historia  de  la  literatura 
contemporánea  de  Europa,  recomendamos  una  colección  de  libros 
de  esta  naturaleza  que  publícala  librería Charpentier  de  París.  Dos 
volúmenes  de  ella,  el  de  M.  Roux  sobre  la  literatura  italiana,  i  el 
de  Barot  sobre  la  literatura  inglesa,  son  obras  notables  de  estu- 
dio i  de  sana  crítica. 


'RELIMINAHKS 


1.   Definiciones  de  la  historia  literaria.— 2    Su  oríjen. 
—3.    Manera  de  estudiarla. 

1. — La  historia  literaria  es  la  esposicion  cronolójica  i  crí- 
tica de  las  producciones  del  pensamiento  humano,  sea  en 
verso  o  en  prosa,  desde  los  tiempos  antiguos  hasta  nues- 
tros días.  Casi  podría  decirse  que  es  la  historia  del  espíritu 
humano.  Enumera,  clasificándolas,  las  obras  detodojéne- 
ro  que  han  aparecido  en  los  diferentes  pueblos,  las  juzga  i 
fija  su  valor  i  su  alcance.  Como  el  tiempo  en  que  cada  escri- 
tor ha  vivido  ejerce  una  influencia  incontestable  sobre  la  es- 
presión  de  sus  sentimientos  i  de  sus  ideas,  i  como  a  su  vez 
influye  sobre  el  espíritu  i  sobre  el  corazón  de  sus  semejantes, 
la  biografía  de  los  escritores  i  el  conocimiento  jeneral  de  los 
sucesos  del  tiempo  en  que  vivieron  son  una  parte  esencial 
de  la  historia  literaria.  Desde  este  punto  de  vista,  la  historia 
de  la  literatura  se  relaciona  con  la  historia  propiamente  di- 
cha, de  la  cual  no  es  mas  que  una  rama  particular.  En  efec- 
to, no  se  comprende  bien  el  papel  que  ha  desempeñado  en 
el  mundo  una  nación  sino  cuando  se  une  al  conomiento  de 
sus  actos  políticos  o  militares  el  de  las  evoluciones  intelec- 
tuales i  morales  que  lia  señalado  su  aparición  en  la  escena 
del  mundo  (Talhotj.   Nosotros  no  [jodemos  apreciar  debí- 


26  NOCIONES    DE   HISTORIA    LITERARIA 

damente  la  influencia  de  la  Grecia  i  de  Roma  si  sólo  conoce- 
mos sus  revoluciones,  sus  guerras  i  sus  conquistas  e  ignora- 
mos la  historia  de  su  desenvolvimiento  intelectual.  Aun  po- 
íl ria  decirse  que  a  nosotros  nos  interesa  mas  saber  quienes  fuc- 
Platon,  Virjilio,  Dante,  Shakespeare,  Cervantes,  Montes- 
quieu,  que  la  historia  de  los  soberanos  que  fueron  contem- 
poráneos de  esos  jenios. 

El  estudio  de  la  historia  literaria  nos  permite  elevarnos 
a  consideraciones  masjenerales  i  mas  vastas.  Se  ve  que  el 
espíritu  humano  sigue  una  marcha  regular,  i  que  a  pesar  de 
las  vicisitudes  porque  ha  pasado,  nada  interrumpe  el  desa- 
rrollo de  la  razón  i  de  la  actividad  humana,  esto  es  la  civi- 
lización i  el  progreso.  Sin  embargo,  causas  diversas,  debi- 
das al  clima,  a  las  costumbres  sociales,  a  las  ocupaciones 
constantes  de  cada  pueblo,  modifican  de  muchas  maneras 
la  serie  continua  de  la  educación  de  la  humanidad.  De  aquí 
resulta  en  cada  pais  un  espíritu  jeneral,  (|ue  inspira  a  los 
que  lo  habitan  una  conformidad  de  sentimientos  i  de  espre- 
tion,  que  determina  en  ellos  un  carácter  propio,  orijinal,  in- 
dividual, pero  que  admite  cambios  nacidos  de  las  modifica- 
ciones de  las  causas  que  influyen  sobre  el  movimiento  inte- 
lectual i  literario.  Por  consiguiente,  la  literatura  no  es  una, 
permanente,  constante;  tiene  sus  períodos  de  nacimiento,  de 
desarrollo  i  de  decadencia:  nace,  crece  i  muere  para  renacer, 
vivir  i  morir  otra  vez  mas  (Talbot). 

2 La  historia  de  hi  literatura  es  de  oríjen  moderno.  En 

gran  parte  pertenece  a  una  época  casi  reciente.  De  todo  lo 
que  los  antiguos  nos  han  dejado  sólo  se  acerca  a  la  hisforia 
literaria  un  capítulo  de  (¿uintiliano,  el  I  del  libro  X,  en  que 
este  autor  pasa  sumariamente  en  revista  los  poetas,  los 
oradores  i  los  historiadores  de  Grecia  i  de  Roma.  Los  otros 
libros  de  la  antigüedad  en  que  se  encuentran  agrupados  cu- 
riosos datos  biográficos  acerca  de  los  poetas  i  de  los  filóso- 
fos, carecen  del  método  i  del  alcance  de  una  verdadera  his- 
toria  de  la  literatura  o  de  la  filosofía. 

En  el  siglo  XVI,  el  gran  número  de  publicaciones  i  el  celo 
por  \a  ciencia  surjieron  la  idea  de  una  historia  universal  de 


PRELIMINARES 


Ja  literatura.  Con  todo,  los  ensayos  formados  en  esa  época, 
aunque  fruto  de  una  inmensa  erudición,  no  fueron  mas  que 
catálogos  de  autores  i  de  obras,  o  índices  razonados  de  to- 
dos los  ramos  del  saber  humano.  Al  principio  del  siglo  si- 
miente, el  gran  filósofo  ingles  Francisco  Bacon,en  el  segun- 
do libro  De  namentis  scientiarum,  decia  con  mucha  razón 
que  no  existia  una  verdader¿i  historia  de  las  letras;  i  según 
él,  la  historia  del  mundo  sin  la  historia  literaria  es  como 
una  ^estatua  de  Polifemo  privado  de  su  único  ojo.  Bacon 
traza  la  marcha  que  se  debe  seguir  para  llenar  este  vacío. 
El  oríjen  i  las  antigüedades  de  cada  ciencia,  los  métodos 
que  han  servido  para  su  enseñanza,  las  sectas  i  las  contro- 
versias a  que  ha  dado  oríjen,  los  colejios  i  las  academias  en 
que  ha  sido  cultivada,  sus  relaciones  con  el  gobierno  civil  i 
con  el  movimientode  la  sociedad,  las  causas  físicas  otempo- 
rales  que  han  podido  influir  sobre  su  estado,  son,  según  su 
plan,  elementos  esenciales  de  una  historia  literaria  (Ha- 
llam).  Casi  puede  decirse  que  sólo  en  el  siglo  XIX  se  ha 
escrito  la  historia  literaria  según  los  sabios  principios  del 
filósofo  ingles. 

3. — La  historia  literaria  no  puede  reducirse  a  la  historia 
del  espíritu  humano  en  siglos  determinados  como  el  de  Fe- 
ríeles en  Grecia  i  el  de  Augusto  en  Roma.  Tampoco  puede 
encerrarse  en  la  biografía  de  los  grandes  escritores  de  todos 
los  tiempos.  Así  como  la  historia  civil  estudia  el  desenvolvi- 
miento de  los  sucesos  hu:n:inos  dándose  cuenta  de  la  in- 
fluencia que  han  ejercido  los  unos  sobre  otros,  la  historia 
de  la  literatura  obrera  el  desarrollo  de  la  intelijencia,  espli- 
cando  la  influencia  de  ciertas  ideas  en  las  revoluciones  del 
espíritu,  i  las  consecuencias  de  esas  revoluciones.  Un  libro 
no  es  un  hecho  aislado  en  la  historia  de  la  intelijencia.  For 
p  jca  importancia  que  tenga,  ese  libro  ha  tenido  anteceden- 
tes que  lo  han  preparado.  Esa  influencia  no  está  limitada 
de  ordinario  a  los  compatriotas  i  a  los  contemporáneos  de 
su  autor;  se  estiende  a  los  países  vecinos  i  se  trasmite  de  si- 
glo en  siglo.  La  historia  de  la  literatura,  debe  estudiar  esos 


28  NOCIONES    DB    HISTORIA    LITERARIA 


antecedentes  i  esas  consecuencias,  a  fin  de  comprender  la 
verdadera  marcha  del  espíritu  humano.  , 

Contemplando  de  esta  manera  el  desenvolvimiento  de  las 
naciones,  se  descubre  una  arena  sin  límites,  todo  el  desarro- 
llo del  pensamiento  en  oriente  i  occidente.  Pero,  cuanta 
mas  grandeza  ofrece  este  cuadro,  tanto  mas  difícil  es  divi- 
dirlo i  clasificarlo  para  presentarlo  con  mayor  sencillez. 
Todo  parece  oscuro  cuando  se  quieren  estudiar  los  oríjenes. 
No  hai  época  ni  pueblo  civilizado,  cu\'a  literatura  i  cuyas 
artes  no  lleven  el  sello  de  una  imitación  o  de  una  copia. 
Siempre  algún  pueblo  anterior  o  vecino  parece  haber  legado 
o  comunicado  sus  creaciones  o  su  jénio  a  sus  descendientes, 
a  sus  aliados  i  aun  a  sus  enemigos.  La  India  ha  ejercido  su 
influencia  sobre  la  Grecia,  la  Grecia  sobre  Roma  i  Roma  so- 
bre el  resto  del  mundo.  Nuevas  influencias  han  venido  del 
norte  i  del  mediodía  a  mezclarse  con  estas  antiguas  tradi- 
ciones; de  modo  que  el  jénero  humano  se  ha  desarrollado 
de  una  manera  múltiple,  con  mil  influencias  combinadas  o 
contrastantes.  La  edad  moderna,  hija  de  todas  las  edades 
i  de  todas  las  influencias  que  la  preceden,  es  su  complemen- 
to i  su  resultado  (Philarete  Chasles). 

La  historia  de  la  literatura,  comprendida  en  su  verdadera 
estension,  debe  estudiar  esas  influencias  que  han  contribui- 
do al  desarrollo  del  espíritu  humano^al  través  de  los  siglos, 
modificando  las  opiniones  i  las  doctrinas  hasta  dejarlas  en 
el  estado  presente. 


PRIMERA  PARTE. 

TIEMPOS    ANTIGUOS. 

CAPITULO  PRIMERO. 

liiteratnra»    orientalem. 

1.  Riqueza  de  la  literatura  indiana. — 2.  Sus  mas  antiguos  rnonu- 
mentos.— 3.  El  Mahahharata, — 4-.  El  Ramny^ina.  —5.  El  Gita 
Goiinda, — 6.  Teatro  de  los  indios.  — 7.  Hl  apólogo.— 8.  Otros 

jéneros  literarios 9.  Influencia  de  la  literatura  i  de  la  lengua 

sánscrita. — 10.  El  Ejipto;  los  asirios  i  los  fenicios  —11.  El  al- 
fabeto  12.    La  Persia;    Zoroastro. — 13.    Literatura  de  los 

chinos;  su  escritura.- -14  Confucio,— 15.  Poesías,  novelas  i 
dramas  — 16.  Otras  producciones  literarias  de  los  chinos. — 17. 
Antigua  literatura  de  los  árabes 

1.— Se  ha  designado  con  el  nombre  de  antiguos  a  los 
griegos  ¡  después  de  ellos  a  los  romanos,  pero  no  les  con- 
viene esta  denominación  sino  con  relación  a  nosotros.  Los 
verdaderos  antiguos  son  los  indios,  los  ejipcios,  los  asi- 
rlos, los  persas,  los  chinos  i  los  hebreos. 

Las  producciones  intelectuales  que  tienen  el  sello  de  la 
mas  remota  antigüedad,  pertenecen  al  Indostan,  cuya  or- 
ganización teocrática   ha  subsivStido  hasta  nuestros  días 


30    4  NOCIONES    PR    HISTORIA    LITERARIA 


a  pesar  de  las  conquistas.  La  lengua  sacerdotal,  la  lenguíi 
perfecta  (tal  es  el  sentido  de  la  palabra  sans-crit),  no  tiene 
igual,  a  juicio  de  los  mas  sabios  orientalistas,  en  su  com- 
posición, i  en  su  vasta  i  fecunda  flexibilidad.  La  mayor 
parte  de  los  idiomas  modernos  proviene  de  ella,  su  común 
fuente  i  su  primitivo  tipo. 

Las  obras  que  componen  la  literatura  de  la  India  no 
son  producidas  en  un  pequeño  número  de  años  ni  aun  de 
siglos.  Sus  mas  antiguas  poesías  son  anteriores  a  los  mo- 
numentos literarios  mas  antiguos  que  conozcamos.  Alioreí 
mismo  no  se  puede  decir  que  la  literatura  sánscrita  esté 
terminada,  puesto  que  si  aquella  lengua  es  una  lengua 
muerta,  se  la  considera  todavía  como  un  verdadero  idio- 
ma literario,  i  en  ella  se  componen  obras  notables.  Así, 
pues,  la  literatura  de  la  India  es  tan  grande  por  su  dura- 
ción como  por  la  variedad  de  sus  monumentos. 

Por  desgracia,  es  poco  lo  que  se  conoce  de  la  inmensa  li- 
teratura indiana.  Las  traducciones  que  la  reproducen  pue- 
den ser  infieles,  i  acaso  hasta  los  orijinales  pueden  estar  al- 
terados. Pero,  cualquiera  que  sea  la  imperfección  de  estos 
documentos,  infunden  veneración  al  que  los  estudia.  En  los 
libros  indostánicos  se  hallan  todas  las  manifestaciones  en 
que  se  revela  la  intelijencia  humana,  epopeya,  fábula,  dra- 
mas, himnos,  metafísica,  moral.  Hn  ellos  se  conocen  todos 
los  sistemas  de  filosofía, desde  el  mas  completo  materia- 
lismo hasta  el  espiritualismo  mas  exaltado  en  que  se  supo- 
ne que  la  aparición  del  universo  es  una  ilusión,  un  sueño 
del  dios  Maya,  i  hasta  el  pantcismo  absoluto  que  abisma 
todas  las  existencias  en  una  eterna  i  misteriosa  unidad.  La 
poesía  participa  del  mismo  carácter.  La  epopeya  es  a  un 
mismo  tiempo  drama,  himno,  elejía,  visión,  sistema,  his- 
toria. 

El  estudio  de  la  historia  íIc  la  literatura  de  la  India  es 
difícil  por  la  ausencia  de  cronolojía,  i  por  !a  casi  impovsibi- 
lidadde  determinar  las  fechas  de  las  principales  obras  sáns- 
critas. Muchas  se  escapan  hasta  ahora  a  toda  clasifica- 
ción cronolójica:  su  fecha  puede  variar  algunas  veces  en  un 


LITERATURAS    ORIENTALES  31 

intervalo  de  mas  de  mil  años.  El  examen  crítico  i  compa- 
rativo de  las  doctrinas  que  encierran  otras  obras  ha  per- 
mitido a  algunos  sabios  indianistas  fijar  fechas  relativa- 
mente precisas. 

2. — Los  libros  mas  antiguos  que  existen  en  lengua  sáns- 
crita, son  los  VedaSf  colecciones  de  preces,  himnos  i  man- 
damientos; los  Puranas,  laberinto  inmenso  de  leyendas 
teolójicas  i  cosmogónicas;  i  el  código  de  Manú^  tratado 
completo  de  moral,  que  contiene  la  doctrina  poética  de  la 
divinidad,  de  la  creación  i  de  los  espíritus. 

3. — Las  dos  epopeyas  de  mas  fama  son  el  Mahahharata 
atribuido  a  Vyasa  i  el  Ramayana  de  Valmiki  ^  .  El  Mahab- 
Aara ¿a  celebra  el  combate  jeneral  que  armó  entre  sí  a  los 
héroes,  a  los  dioses,  i  a  los  jigantes.  Este  poema  consta  de 
200,000  versos,  i  parece  que  sólo  la  octava  parte  de  él  es 
la  obra  esclusiva  de  Vyasa.  Pero  cualquiera  que  sea  la  épo- 
ca en  que  ha  recibido  su  forma  actual,  la  base  de  la  ficción 
es  de  una  remota  antigüedad.  En  él  se  confunden  los  jéne- 
ros  lírico,  narrativo  i  sentencioso. 

4,— El  Ramayana  canta  a  Rama,  conquistador,  según  se 
cree  de  la  parte  rñeridional  del  Indostan,  poblada  entonces 
por  habitantes  salvajes,  i  de  la  isla  de  Ceilan.  Rama  es  el 
héroe  favorito  de  la  naturaleza;  se  le  representa  toda  la 
magnificencia  del  vigor,  de  la  juventud,  de  la  belleza,  i  del 
amor;  pero  casi  siempre  infeliz,  luchando  continuamente 
contra  los  peligros.  El  poema  está  lleno  de  sentencias  de  la 
sabiduría  antigua;  al  lado  de  los  combates  de  los  héroes  se 
ven  descritas  la  vida  interior  de  los  santos  solitarios,  sus 
silenciosas  meditaciones  i  sus  piadosas  pláticas.  En  sus 
descripciones  resplandece  una  riqueza  que  deslumhra  i  fati- 
ga. Se  cree  que  Valmiki  era  contemporáneo  de  su  héroe. 

5. — Entre  otras  obras  de  la  literatura  indiana,  figura  un 
poema  pastoral  titulado  Gita-Govinda,  destinado  a  cantar 
a  Krishna,  cuando  del  mismo   modo   que  el  Apolo  de  los 


I    Estos  poetas  vivían  probalílemente  entre  los  siglos  XV  i  XVI 
ante?  de  J.  C. 


32  NOCIONKS    Í)K    IIISTOUIA    LITERARIA 


griegos,  vagaba  en  la  tierra  como  pastor,  rodeado  de  nue- 
ve pastoras,  Este  poema,  cjue  sólo  es  conocido  en  Europa 
por  extractos,  ostenta  riíjucza  en  las  imájenes,  i  amor  por 
la  soledad,  asi  como  falta  de  vigor  i  de  interés.     ' 

6. — Los  indios  hicieron  también  grandes  progresos  en  el 
arte  dramático.  En  sus  dramas  los  detalles  mas  frivolos  se 
entretejen  con' los  acontecimientos  mas  importantes.  Hai 
en  ellos  una  trama  sumamente  complicada,  un  gran  núme- 
ro de  personajes,  un  diálogo  cuyo  colorido  i  cuyo  lenguaje 
varia  a  cada  instante,  una  poesía  elevada  en  una  parte, 
luego  conversaciones  vulgares  i  soeces,  una  variedad  en  fin, 
de  que  ninguna  otra  nación  ha  dado  ejemplo.  El  drama  in- 
dio, se  desenvuelve  con  gran  rapidez  i  en  medio  de  inciden- 
tes inesperados.  El  poeta  dramático  de  la  India  de  mas 
reputación  en  occidente  es  Kálidas,que  vivia  en  el  siglo  an- 
terior a  Jesucristo.  Los  autores  ingleses,  que  lo  han  dado  a 
conocer  en  Europa,  lo  comparan  a  Shakespeare. 

La  literatura  indiana  no  tiene  trajedias.  Habia  en  cam- 
bio piezas  enteramente  metafísicas  en  que  los  personajes 
eran  ideas.  Este  hecho  supone  un  público  como  no  ha  teni- 
do ningún  teatro  de  Europa. 

En  lo  material  el  teatro  indiano  se  parecia  mucho  al  de 
los  griegos:  formaba,  un  vastv>  recinto  al  aire  libre;  pero 
sus  espectáculos  no  eran  públicos,  i  la  concurrencia  se  com- 
ponia  de  la  corte  i  de  los  invitados. 

7 Entre  las  producciones  de  atjuclla  variada  literatura 

merece  particular  mención  el  apólogo  o  la  fábula  del  jénero 
esópico,  en  que  se  hizo  célebre  el  brahmán  Bilpai  o  Pilpai, 
sobre  cuya  historia  no  se  sabe  nada  de  cierto,  pero  al  cual 
se  considera  creador  de  este  jénero  literario. 

8. — Hai  una  peculiaridad  que  es  especial  a  esta  literatu- 
ra. Muchas  de  sus  obras  científicas,  de  derecho,  de  gramá- 
tica, de  astronomía,  de  medicina  i  de  arte  militar  sot?  escri. 
tasen  verso,  cuyo  ritmo  parece  haber  consistido,  como  el 
de  los  griegos  i  romanos,  en  la  alternación  de  sílabas  lar- 
gas i  breves. 

El  jénero  literario  menos  cultivado  entre  los  indios  fué 


F.ITElJATt'IJ AS    OKIKNTALKS  o3 


la  historia,  puesto  que  los  tiempos  pasados  se  recordaban 
sólo  por  tradiciones  poéticas  mas  o  menos  estravagantes. 

9.— El  Ejipto,  la  Eersia,  la  Fenicia,  la  Grecia,  todo  el 
oriente  antiguo  bebió  en  las  fuentes  de  las  tradiciones  i  de 
la  poesía  indianas.  En  ellas  se  encuentra  el  primer  jérmen 
de  las  teorías  filosóficas  que  mas  tarde  conmovieron  todo 
el  occidente.  Los  cuentos,  que  hasta  ahora  son  la  delicia 
de  la  Arabia  i  que  la  Europa  ha  recojido,  son  fruto  de  la 
imajinacion  indiana.  Muchos  principios  consignados  hoi 
en  la  moral  universal,  eran  conocidos  en  la  India  antigua. 
Los  sabios  modernos  ha  encontrado  las  raices  de  la 
antigua  lengua  del  Lacio  en  la  lengua  sagrada  de  los  bra- 
hamas. 

Del  sánscrito  proceden  las  lenguas  griega,  pérsica,  etrus- 
ca  i  teutónica.  La  construcción,  las  formas  gramaticales, 
las  raices  primitivas  del  griego  son  sánscritas.  Esto  sólo 
probaria  las  relaciones  que  hubo  entre  estas  dos  naciones. 
Por  consiguiente,  la  India,  tan  abatida  i  atrasada  hoi,  ha 
sido  la  cuna  de  la  civilización  i  de  la  literatura  de  los  pue- 
blos occidentales. 

10.— El  Ejipto  fué  el  primer  pais  iluminado  por  la  luz  que 
arrojaba  la  India.  La  mitolojía  de  ambos  paises  i  hasta  la 
división  de  la  sociedad  en  castas  que  trasmitian  de  padres 
a  hijos  las  mismas  costumbres  i  profesiones,  asemejan  mu- 
cho al  Ejipto  con  la  India.  Sin  embargo,  el  jenio  brillante 
de  este  último  pueblo  no  se  comunicó  al  Ejipto.  La  ciencia 
estaba  aquí  concentrada  en  los  sacerdotes,  los  cuales  la 
ocultaban  cuidadosamente  al  pueblo.  Este  estaba  conde- 
nado a  emplear  sus  brazos  en  construcciones  jigantescas 
que  maldecia.  De  la  civilización  ejipcia  no  quedan  mas  que 
los  monumentos  que  recuerdan  la  grandeza  de  una  nación 
i  la  esclavitud  de  sus  hijos.  Los  pocos  libros  ejipcios  de  que 
se  conserva  algún  recuerdo,  fueron  destruidos  después  que 
aquel  célebre  pueblo  perdió  su  independencia. 

La  Caldea,  la  Asiria  i  la  Babilonia  siguieron  el  mismo  ca- 
mino. Las  artes  industriales  fueron  cultivadas  con  buen  éxi- 
to en  estos  paises;  pero  su  historia  intelectual   no  puede  se- 

•JOMO    IV  H 


M  NOniONIOS    MB    HISTORIA    LITERARIA 


tialar  ninguna  obra  de  imajinacíon,  o  si  esas  obras  existie- 
ron, ellas  no  han  llegado  hasta  nosotros. 

Con  todo,  esas  naciones  han  contribuido  también  al  pro- 
greso del  jénero  humano.  La  ciencia  moral  de  los  ejipcios, 
la  astronomía  de  los  caldeos,  la  industria  de  los  babilonios 
i  el  comercio  de  la  Fenicia  han  dejado  vestí  jios  indelebles  en 
la  historia.  El  alfabeto  fenicio,  derivado  de  los  jeroglíficos 
que  lo  han  precedido,  ha  hecho  la  conquista  del  mundo. 

11. — Pero  ¿la  escritura  moderna  es  verdaderamente  de 
oríjen  fenicio?  Los  ejipcios,  los  asirios,  los  caldeos  se  dispu- 
tan el  honor  de  haber  creado  el  alfabeto.  Platón  creia  que 
la  invención  de  la  escritora  es  superior  a  la  intelijencia  de 
los  hombres,  i  que  éstos  no  han  tenido  conocimiento  deella 
sino  por  el  intermedio  de  alguna  divinidad.  Se  puede  asegu- 
rar que  la  escritura  no  ha  sido  el  producto  ni  de  una  inspi- 
ración sobrenatural,  ni  de  una  creación  espontánea,  sino 
que  se  formó  por  una  serie  de  ensayos  i  de  modificaciones, 
cuyo  recuerdo  no  ha  podido  conservar  la  historia.  De  la  re- 
presentación fiel  de  los  objetos,  primer  sistema  de  escritura 
de  todos  los  pueblos,  se  pasó  sin  duda  a  la  escritura  ideólo- 
jica  o  simbólica,  en  que  una  parte  de  los  signos,  arrancados 
de  su  sentido  natural,  adquirió  un  valor  emblemático  ya 
sea  para  abreviar  el  dibujo,  ya  para  representar  ideas  que 
no  podian  ser  reproducidas  fielmente.  Así  fué  como  se  usó 
un  círculo  para  representar  un  año,  dos  flechas  para  signi- 
ficar una  batalla,  un  pié  para  espresar  una  marcha. 

La  escritura  fonética,  que  es  la  que  usamos  nosotros,  en 
que  los  signos  representan  sonidos,  i  se  combinan  artificio- 
samente para  formar  las  palabras,  es  indudablemente  mui 
posterior.  Su  primer  oríjen  se  encuentra  en  los  ejipcios.  cu- 
yos jeroglíficos,  que  son  figuras  de  animales,  de  hombres,  de 
plantas  i  de  objetos  diversos,  sirvieron  para  pintar,  como 
por  medio  de  verdaderas  letras,  los  sonidos  de  una  lengua. 
Así,  una  águila  represéntala  vocal  a,  sonido  inicial  del  nom- 
bre de  esta  ave  en  lengua  ejipcia;  i  una  mano  la  consonante 
t  por  una  razón  análoga.  Pero  ¿por  qué  serie  de  simplifica- 
ciones llegaron  los  hombres  a  constituir  la  escritura  verda- 


1.1THEATITHA8    ORIKNTALKS  85 

defámente  fonética?  ¿Cuántos  siglos  debieron  trascurrir  pa. 
ra  consumar  esta  revolución?  La  historia  no  puede  deter- 
minarlo de  una  manera  precisa;  pero  se  atribuyen  jeneral- 
mente  a  los  fenicios  los  mas  notables  perfeccionamientos  de 
la  escritura,  o  a  lo  menos  la  introducción  del  alfabeto  en  la 
Grecia,  i  por  consecuencia  en  todo  el  mundo  civilizado. 

12.— La  literatura  persa  ha  dejado  monumentos  escritos 
de  una  grande  antigüedad.  Zoroastro,  lejislador  i  profeta, 
autor  o  reformador  de  la  relijion  de  los  magos,  i  del  cual  só- 
lo se  tienen  noticias  oscuras  i  confusas,  es  considerado  au- 
tor del  Zená-Avesta,  libro  sagrado  de  los  persas.  Se  ha  di- 
c  ho  que  Zoroastro  existió  algunos  millares  de  años  antes 
del  sitio  de  Troya:  algunos  lo  hacen  contemporáneo  de  Ni- 
n  o;  otros  de  Darío,  rei  dePersia;  pero  jeneralmente  los  críti- 
cos están  conformes  en  atribuirle  el  gran  libro  sagrado.  Zo- 
roastro enseñó  que  el  sol  era  la  obra  i  el  símbolo  de  la  divi- 
nidad i  nó  la  divinidad  misma;  predicó  la  fraternidad,  la 
beneficencia,  la  pureza  del  corazón  i  prescribió  la  monoga- 
mia. El  libro  que  se  le  atribuye,  es  una  compilación  de  doc- 
trinas, parecida  a  los  libros  sagrados  de  los  hebreos,  sobre 
la  omnipotencia  del  creador,  i  sobre  otros  puntos  del  dogma 
i  de  la  moral.  La  antigua  fe  de  los  persas  aparece  con  mas 
claridad  en  el  Desatir,  libro  sagrado  que  se  supone  anterior 
al  Zend'Avesta.  Ambos  fueron  escritos  en  zend.  lengua  sa- 
grada, muerta  ahora,  i  que  sólo  fué  hablada  en  las  provin- 
cias del  norte  del  im|)erio  persa.  La  moral  que  respira  el  li- 
bro de  Zoroastro  es  justamente  admirada  por  los  filósofos 
que  han  hecho  de  ella  un  prolijo  estudio.  El  Desaí/r  es  uno  de 
los  mas  curiosos  monumentos  de  la  antigüedad  oriental. 
Los  dos  libros  farsas  son  una  cadena  intermediaria  entreel 
arte  del  Fndostan  i  el  de  los  hebreos. 

13. — La  civilización  de  la  China  presen taun  carácter  espe- 
cialísimo.  Aunque  contemporánea  déla  civilización  indiana, 
no  ha  ejercido  influencia  alguna  en  el  mundo,  por  el  aisla- 
miento sistemático  en  que  los  chinos  han  vivido  siempre. 

Los  eruditos  europeos,  que  en  los  últimos  años  han  hecho 
nn  estudio  detenido  de   la  lengua,  de  la  literatura  i  de  las 


NOCIOXKS    ÜE    IIISTOFÍÍA    LITEUARIA 


ciencias  fie  los  chinos,  han  quedado  sorprendidos  de  las  nu- 
merosas riquezas  que  contienen.  En  su  entusiasmo,  han  lle- 
gado hasta  el  punto  de  atenuar  las  dificultades  que  presen- 
ta la  escritura  de  los  chinos.  Espresada  ésta  por  caracteres 
de  los  cuales  cada  uno  simboliza  una  palabra,  exije  un  estu- 
dio de  muchos  años  para  entender  el  pensamiento  escrito. 
Se  dice  que  la  escritura  de  los  chinos  emplea  hasta  80,000 
caracteres.  En  otro  tiempo  se  exijia  a  las  personas  que  pre- 
tendian  el  empleo  de  historiógrafos,  el  conocimiento  de  9,000 
caracteres.  En  nuestros  dias,  un  sabio  francés,  M.  Julien, 
sostiene  que  le  ha  bastado  conocer  2,400  para  leer  con  niui 
poco  trabajo  los  libros  de  filosofía,  de  historia  i  de  jeografia 
de  la  China.  Aun  así  la  dificultad  parece  insuperable  para 
los  que  estamos  acostumbrados  a  la  sencillez  de  nuestro  al- 
fabeto. Agregúese  a  esto  que  los  caracteres  chinos  han  su- 
frido grandes  modificaciones,  de  tai  manera  que  represen- 
tando en  su  oríjen  la  forma  esterna  del  objeto  a  que  se  refie- 
ren, han  llegado  a  formar  en  nuestros  dias  un  singular  agru- 
pamiento  de  líneas  i  de  rasgos. 

La  imprenta,  usada  en  la  China  quizá  desde  mucho  antes 
que  la  conocieran  los  europeos,  da  a  las  producciones  litera- 
rias una  activa  circulación.  Sus  escritos  forman  líneas  per- 
pendiculares que  se  suceden  de  derecha  a  izquierda.  Emplean 
un  papel  delgado,  pero  sólido;  i  para  escribir  usan  un  pinc*el 
en  lugar  de  pluma. 

14.— Es  estraordinaria  la  riqueza  de  la  literatura  de  la 
China  en  moralistas  admirables  por  la  pureza  de  la  doctri- 
na. Sobre  todos  se  distingue  Confucio,  que  existió  cinco  si- 
glos antes  de  la  era  cristiana.  Ninguno  de  los  emperadores 
de  la  China  goza  de  una  memoria  mas  venerada.  Su  moral 
es  sencilla  i  natural;  traza  los  deberes  del  hombre  sin  exaje- 
rarlos  i  reduciéndolos  a  un  corto  número  de  principios. 

15.— La  bella  literatura  se  comprende  en  la  China  de  un 
modo  mui  diferente  que  en  los  pueblos  occidentales.  Su  len- 
gua repudia  la  flexibilidad,  el  movimiento  i  el  cqlorido:  sus 
escritos  se  distinguen  por  la  estremada  menudencia  de  los 
pormenores,  por  la  pintura  de  prolijos  incidentes,  pero  en 


1  ITWKATl'HA.S    OKIKNTAI>BS 


ellos  no  se  descubren  los  caracteres  de  la  poesía  tal  como  la 
comprende  nuestra  civilización.  Los  chinos  tienen  gran  nú- 
mero de  novelas  i  de  dramas,  en  que  se  pueden  estudiar  las 
costumbres  íntimas  del  imperio:  el  enredo  es  injenioso,  los 
caracteres  están  pintados  al  natural;  pero  falta  en  esas  obras 
el  sentimiento  poético.  Los  dramas  no  son  mascjue  novelas 
dialogadas,  en  que  abundan  las  indecencias. 

En  la  poesía  de  los  chinos  raras  veces  los  sentimientos 
tiernos  inspiran  acentos  patéticos.  Está  llena  de  alusiones 
que  nosotros  no  podemos  comprender.  Parece,  sin  embar- 
go, que  en  las  primeras  edades  la  poesía  tuvo  un  carácter 
mas  elevado.  En  los  Kin<y,  vestijios  de  anti(|uísima  literatu- 
ra, restaurados  por  Confucio,  se  encuentran  discursos  de 
piedad  i  de  moral,  escritos  con  elocuencia,  himnos,  sátiras, 
epitalamios,  odas  morales,  poesía  de  costumbres,  llena  de 
bellas  imájenes,  a  un  tiempo  candorosa  i  sublime. 

1*^. — Los  chinos  han  cultivado  la  historia  con  mucho  es- 
mero; pero  sus  obras  históricas  son  regularmente  trabajos 
a  que  ha  concurrido  cierto  número  de   literatos,  i  que  se  re- 
comiendan por  la  prolijidad  de  los   detalles.  Los  chinos  tie- 
nen ademas  muchos  libros  de  derecho  publico,  de  lejislacion 
i  de  relijion;  pero  han  cultivado  también  la  jeografía  i  algu- 
nas ciencias  exactas  i  naturales.  Se  han  distinguido  también 
por  los  estudios  filolójicos,  entre  los  cuales  se  notan  algunos 
diccionarios  i  millares  de  volúmenes  sobre  el  oríjen  i  las  va- 
riaciones de  su  escritura.  Su  elocuencia  es  jeneralmente  so- 
bria: se  dice  que  los  chinos  no  emplean  en  sus  discursos  mo- 
vimientos súbitos  ni  arranques  apasionados:  desconocen  la 
acción  i  hasta  la,  entonación  que  suelen  usarse  en  los   dis- 
cursos. 

17. — El  aislamiento  tuvo  mui  distintos  efectos  entre  las 
tribus  nómades  de  la  Arabia.  La  poesía  del  árabe  en  el  de- 
sierto, es  decir  toda  su  literatura,  tiene  cierta  grandiosidad; 
pero  esta  grandiosidad  es  imiforme.  Sus  cantnsestán  llenos 
de  pinturas  animadas  d^  |a  vida  pastoral.  El  amor  a  la  li- 
l)ertad,  el  orgullo,  la  célebre  venganza,  las  querellas  de  sus 
tribus,  estallan  en  sus  cantos  con   acentos  rápidos,  atroces 


.'H  NOCIONKS    DH    IIINTOUIA     I.ITEUAKIA 

i  sublimes.  El  jenio  de  la  primitiva  literatura  arábiga  es  te- 
merario i  fogoso,  como  resultado  de  unaimajinacion  ardien- 
te i  excitada  por  la  vista  de  una  naturaleza  ruda  i  salvaje. 

La  poesía  arábiga  comenzó  a  desarrollarse  mas  conside- 
rablemente en  el  siglo  anterior  a  Malioma.  Se  celebraban 
certámenes  poéticos;  i  las  composiciones  premiadas,  escritas 
con  letras  de  oro,  se  colgaban  en  la  Kaaba,  santuario  inte- 
rior del  templo  de  la  Meca.  Pinturas  de  tempestades  i  de 
los  combates,  la  descripción  minuciosa  de  un  camello,  de  un 
caballo  o  de  una  gacela,  el  retrato  de  una  bella,  el  elojio  de 
un  sable  o  de  una  lanza,  son  otras  tantas  ideas  que  se  en- 
cuentran casi  constantemente  en  estos  poemas.  Algunos  eru- 
ditos tributan  a  esas  poesías  las  mayores  alabanzas.  Hasta 
nosotros  han  llegado  las  obras  i  los  nombres  de  siete  de  esos 
poetas. 

La  verdadera  edad  de  oro  de  la  literatura  arábiga  es  pos- 
terior a  la  predicación  de  Mahoma.  Las  letras  i  las  ciencias 
alcanzaron  entonces  a  un  alto  grado  de  riqueza  i  de  es- 
plendor. 


CAPITULO   11, 

liiterfttiira  hebrea. 

1.  Importancia  de  la  literatura  hebrea.— 2.  Antigüedad  de  la  li- 
teratura hebrea;  sus  diversos  períodos. — 3.  Clasificación  jenc- 
ral  de  los  libros  de  la  BibHa.—4.  Libros  históricos.— 5.  Libros 
poéticos.— 6.  Libros  morales  o  didácticos.— 7.  Libros  proféti- 

cos.— 8.  Traducciones   de   la    Biblia — 9    Libros    apócrifos 

lo    Carácter  jeneral  de  la  literatura  hebrea. 

1. — La  historia  completa  del  pueblo  hebreo,  sus  institu- 
ciones, sus  costumbres,  su  literatura  están  contenidas  en 
un  solo  libro  llamado  la  Biblia.  Este  libro,  que  encierra 
los  documentos  relijiosose  históricos  del  primer  pueblo  mo- 
uoteista,  ha  ejercido  una  acción  poderosa  sobre  la  civiliza- 
ción del  mundo;  i  por  este  solo  título  seria  de  grande  inte- 
rés, si  no  se  recomendase  ademas  por  su  mérito  literario. 
Ninguna  escuela  literaria  ha  impreso  a  su  estilo  un  carácter 
mas  eminentemente  pintoresco,  i  ninguna  ha  estado  mas 
exenta  de  toda  influencia  estranjera.  Así,  al  lado  de  la  in- 
fluencia que  han  ejercido  sobre  los  destinos  morales  de  la 
humanidad,  los  escritos  bíblicos  han  ejercido  otra  (jue  se  ha 
hecho  sentir  sobre  todas  las  literaturas  cristianas. 

2. — ¿De  que  época  datan  los  primeros  libros  de  la  Biblia? 
Algunos  críticos  pretenden  que  los  mas  antiguos,  en  la  for- 
ma en  que  han  llegado  hasta  nosotros,  no   pueden  remon- 


40  NOriOXKS    UV,    HISTORIA    IJTKKAlilA 


tar  mas  allá  de  los  tiempos  de  Salomón  o  de  David.  La 
iglesia  cree  que  el  Pentateuco,  o  los  cinco  libros  de  Moisés, 
fué  escrito  por  éste  mismo,  esto  es,  mas  de  mil  años  antes 
del  uso  de  la  escritura  en  Grecia.  Según  esto,  la  mayor  par- 
te de  los  libros  bíblicos  es  anterior  a  Heródoto,  el  padre  de 
la  historia  en  el  occidente;  i  la  literatura  hebrea  ha  tenido 
una  duración  mui  larga. 

íín  la  historia  de  la  literatura  de  los  hebreos  se  distin- 
guen dos  períodos.  El  primero,  que  se  llama  su  edad  de  oro, 
se  cierra  en  la  época  del  cautiverio  de  Babilonia:  el  segun- 
do, que  se  ha  comparado  a  la  edad  de  plata,  se  estiende 
hasta  la  estincion  de  la  lengua  hebrea  pura.  A  la  primera, 
íjue  se  hace  notar  por  un  estilo  nnis  atrevido  i  compacto, 
pertenecen,  entre  los  escritos  históricos,  el  Pentateuco,  los 
libros  de  los  Jueces  i  de  los  Reyes:  a  la  segunda,  cuyo  estilo 
es  en  jeneral  mas  fácil  i  mas  corrido,  i)ertenecen  los  libros 
de  lísJraSy  ác  Joñas,  de  Daniel,  etc. 

3. — Los  libros  bíblicos  nos  ofrecen  diversos  jéneros  de  escri- 
tos. Unos  son  históricos,  como  los  libros  de  Moisés,  de  Josué, 
etc.,  otros  son  poéticos,  otros  son  morales  i  otros  por  fin 
proféticos.  Algunos  de  los  libros  históricos  contienen  sólo 
episodios  referidos  en  forma  de  idilios,  como  los  libros  de 
Ruth  i  de  Tobías;  pero  la  división  anterior,  corresponde  a 
la  variedad  de  asuntos  tfatados  en  la  Biblia. 

4. — El  Pentateuco,  voz  griega  con  que  se  designan  los 
cinco  libros  de  Moisés,  i  que  los  judíos  llamaban  Thorah,  o 
enseñanza,  forman  la  base  de  la  doctrina  teogónica,  cos- 
mogónica i  social  de  los  hebreos.  Esos  libros  son  q\  Jénesis, 
historia  de  la  creación  i  de  los  primeros  hombres  hasta 
Moisés;  el  Éxodo,  (jue  comprende  la  historia  del  pueblo  de 
Dios  desde  su  salida  de  Ejipto  hasta  la  dedicación  del  ta- 
bernáculo en  el  desierto;  el  Levítico,  que  regla  los  detalles 
relativos  a  las  funciones  de  los  levitas,  ministros  del  culto; 
los  Números  que  contiene  el  rejistro  matriz  de  los  judíos,  la 
mansión  de  éstos  en  el  desierto  durante  cuarenta  años,  i 
los  principios  de  la  concjuista  de  la  tierra  de  Canaan;  el 
Dcutcronomio,  en  (jue  Moisés  desenvuelve  i  comenta  la  lei, 


IJTKIIATriJA     lll.r.UKA  41 

i  recuerda  los  acontecimientos  ocurridos  en  el  desierto.  To- 
do el  Pentateuco  está  escrito  con  inimitable  majestad  i  sen- 
cillez: la  parte  histórica  ofrece  el  cuadro  mas  vivo  de  las 
costumbres  patriarcales  i  primitivas;  el  primero  i  el  último 
de  estos  libros  presentan  un  carácter  particularmente  poé- 
tico. 

Los  otros  libros  históricos  no  ofrecen  la  sencilla  gran- 
diosidad de  los  primeros.  El  de  Josué  refiere  la  conquista  de 
la  Palestina  bajo  este  caudillo  i  la  repartición  del  territorio. 
El  libro  de  los  Jueces  trata  del  período  verdaderamente 
heroico.  El  de  Ruth,  completamente  desligado  de  las  otras 
historias,  es  una  especie  de  idilio  lleno  de  interesante  sen- 
cillez. Los  dos  de  Samuel  i  los  dos  de  los  Reyes  son  una  his- 
toria de  los  israelistas  durante  su  grandeza  i  su  decadencia 
por  la  división  del  reino  hasta  la  destrucción  del  dejudá. 
Las  Crónicas  o  Paralipómenes,  repiten  bajo  forma  mui 
abreviada  la  historia  contenida  en  los  libros  anteriores  i 
terminan  con  el  edicto  de  Ciro  en  favor  de  los  judíos.  Los 
de  Esdras  i  de  Nehemias,  llamados  comunmente  de  Hsdras, 
comienzan  por  la  vuelta  del  cautiverio  i  comprenden  un  pe- 
ríodo de  113  años. 

Entre  éstos  i  los  libros  de  los  M acábeos  hai  un  largo  in- 
tervalo. Contienen  éstos  la  historia  de  los  judíos  desde  Ale- 
jandro hasta  Antíoco  Nicanor.  La  historia  deja  de  ser  tan 
clara  como  en  los  libros  anteriormente  citados. 

La  serie  de  los  libros  consagrados  a  la  historia  nacional 
de  los  judíos  es  con  frecuencia  interrumpida  por  diversas 
relaciones  episódicas.  Hemos  hablado  ya  del  libro  de  Ruth; 
pero  hai  otros  no  menos  iiiterestintes.  El  de  Judit,  que  se 
refiere  a  la  época  de  la  invasión  asiria;el  de  Tobías  quecon- 
tiene  una  catética  historia  de  los  peores  dias del  cautiverio; 
el  de  Joñas;  el  de  Ester,  episodio  de  la  dominación  persa;  i 
t\(h  Daniel,  cuya  parce  histórica  está  consagrada  a  la  re- 
lación del  cautiverio.  En  esos  libros  biográficos,  se  ve  la  in- 
tervención milagrosa  de  la  providencia  con  respecto  a  indi- 
viduos escoj  idos,  como  en  los  o  tros  se  nota  la  acción  divina 
sobre  el  pueblo  elejido  por  Dios. 


42  NOOIONHS    l»M    lIlSrOUlA    MTKUAKIA 


5. — Es  difícil  rejonocer  en  las  obras  poéticas  de  los  judíos 
un  metro  fijo.  Los  versos  no  parecen  medidos  ni  por  el  n6- 
mero  de  las  sílabas  ni  por  la  cuantidad  prosódica.  No  por 
esto  son  desprovistos  de  ritmo  i  de  cadencia,  pero  el  ritmo 
está  limitado  a  cierta  simetríaentre  los  miembros  de  la  fra- 
se. La  lengua,  ademas,  adquiere  en  la  poesía  formas  parti- 
culares: las  palabras  toman  significaciones  i  las  frases  cons- 
trucciones que  son  especiales  al  verso.  A  veces  emplearon 
los  acrósticos.  Un  artificio  que  se  nota  casi  constantemente 
en  las  poesías  hebraicas  es  la  división  de  cada  estrofa  o  es- 
tancia en  dos  partes  que  ofrecen  ideas  análogas  i  a  veces 
opuestas,  o  presentan  una  misma  bajo  dos  asj>ectos  dife- 
rente^. Debían  cantarse  en  el  templo  recitando  el  sacerdote 
su  primera  parte,  a  la  cual  contestaba  el  pueblo  recitando 
el  resto  de  la  estrofa. 

Antes  de  la  época  de  David,  se  encuentran  en  la  Biblia 
diversos  fragmentos  poéticos  consignados  en  los  libros  his- 
tóricos. Pero  hai  en  ella  libros  enteros  de  poesía  i  en  éstos 
se  revela  todo  el  vigor  i  toda  la  magnificencia  del  jenio  he- 
braico. 

La  poesía  de  los  hebreosescasi  toda  lírica;  pero  hai  tam- 
bién en  ella  un'poemajustamente  admirado,  el  L/6ro  de  Job, 
que  es  el  primero  de  los  libros  poéticos  de  la  Biblia  por  el 
orden  que  se  le  ha  asignado,  i  es  ademas,  el  mas  hermoso 
monumento  de  la  alta  poesía  de  los  hebreos.  Se  ve  al  autor 
abordar  la&  cuestiones  mas  elevadas  de  la  moral  i  de  la  re- 
lijion.  En  ese  poema,  en  donde  se  describen  los  combates  de 
un  varón  confiado  en  Dios,  duramente  probado  por  desgra- 
cias i  padecimientos,  i  desconfiando  algún  tiempo  de  la  jus- 
ticia divina,  pero  convertido  luego  a  la  conformidad  en 
Dios,  parece  compuesto  para  la  edificación  relijiosa  del  pue- 
blo, i  es  una  gloriosa  justificación  de  la  providencia  i  de  sus 
medios  a  veces  incomprensibles,  pero  que  siempre  nos  guian 
al  bien.  Se  ignora  absolutamente  quién  es  el  autor  de  esta 
obra,  i  se  ha  discutido  cuál  sea  la  época  de  su  composición. 
Se  le  hacreido  anterior  a  Moisés,  sin  que  falte  quienes  la 
atribuyan  a  éste  mismo;  i  aun  algunos  críticos  piensan  que 


l.lTFKA'rrKA     IIKKUKA 


43 


el  Libro  de  Job  señala  el  límite  de  las  dos  edades  en  que  se 
ha  dividido  la  literatura  hebraica. 

El  libro  de  los  Salmos  o  Salterio,  es  una  recopilación  de 
trozos  líricos  de  toJaespecie,  en  número  de  ciento  cincuenta, 
compuesto  por  muchos  poetas,  en  diversasépocas,  desde  Da- 
vid hasta  la  destrucción  del  reino  de  Judá.  Algunos  son  pos- 
teriores a  la  vuelta  de  los  judíos  del  cautiverio.  David  pasa, 
sin  embargo,  por  autor  del  mayor  número  de  ellos,  i  es  con- 
siderado el  mas  notable  de  los  poetas  líricos  hebreos.  Los 
salmos  varían  mucho  entre  sí,  según  la  idea  o  afecto  domi- 
nante, ya  sea  el  homenaje  de  alabanza  i  gratitud  al  Eter- 
no, ya  la  admiración  de  sus  obras,  ya  el  regocijo  del  justo, 
ya  el  arrepentimiento  del  alma  pecadora,  ya  la  amargura 
de  la  tribulación,  y  a  el  ruego  fervoroso,  ya  las  anunciaciones 
de  la  ira  divina,  ya  la  visión  profética.  En  todos  ellos,  sin 
embargo,  se  notan  los  mismos  caracteres,  imájenes  gran- 
diosas, jigantescas  a  veces,  a  veces  incoherentes;  profunda 
fé,  suavísima  unción  del  sentimiento  reí ijioso, estilo  conciso 
i  vigoroso,  i  ninguna  apariencia  de  estudio. 

6.-- Entre  los  libros  morales  o  didácticos  se  distingue  el 
de  los  Proverbios  atribuido  a  Salomón.  Es  éste  un  tratado 
de  moral  en  que  se  recomienda  la  verdadera  sabiduría,  que 
consiste  en  la  recta  dirección  de  nuestros  actos  i  en  su  con- 
formidad a  la  lei  del  Señor,  dándose  sanos  consejos  para  la 
conducta  de  la  vida  en  todas  las  edades  i  condiciones.  Las 
sentencias  están  espresadas  en  frases  concisas,  en  fórmulas 
proverbiales,  adornadas  de  imájenes  vigorosas,  a  veces  de- 
masiado desnudas  para  el  refinamiento  de  los  tiempos  mo- 
dernos. El  EclesiAstes,  atribuido  también  a  Salomón,  tiene 
por  objeto  señalar  la  vanidad  de  las  cosas  terrenales  i  reco- 
mienda una  prudente  medianía  para  conservar  la  tranqui- 
lidad i  la  pureza  del  alma.  El  libro  de  la  Sabiduría  atribui- 
do con  menos  fundamento  a  Salomón,  i  que  ha  llegado 
hasta  nosotros  sólo  por  una  versión  griega,  se  dirije  en  es- 
pecial a  los  reyes  i  poderosos,  recomendando  la  sabiduría 
como  el  mejor  remedio  para  salvarnos  de  los  peligros  de  la 
vida.  Por  fin,  el  i?c/esiasí/co,   el   quinto  de  los  libros  mora- 


44  MM  inM.S    1>K    lllsTÍIIlA    I.ITKIíAIMA 


les,  no  es  mas  que  una  imitación  de  los  |)receclentes,  pero 
(le  formas  difusas  i  faltas  de  colorido.  Se  da  por  autor  de 
este  libro  a  yesus,  hijo  de  Syracli.  judío  asilado  en  Ejipto; 
j)ero  sólo  se  conocen  fragmentos  del  orijinal,  i  una  traduc- 
ción griejj^a. 

El  célebre  Cántico  de  los  cánticos  o  C^intnr  de  los  cantares, 
ha  sido  intercalado  en  el  numero  de  los  libros  morales.  Con- 
siderando con  ojos  humanos,  es  solo  un  canto  erótico  en 
que  el  ardor  del  amor  está  pintado  con  los  colores  mas  vi- 
vos. Este  |)oema,  profano  por  su  sentido  literal,  i  que  se- 
¡j^un  alofunos  autores  no  es  otra  cosa  que  el  epitalamio  del 
casamiento  de  Salomón  con  la  hija  del  rei  de  Ejipto,  ha  si- 
do interpretado  por  los  doctores  de  la  sinagoga  i  de  la  igle- 
sia como  una  alegoría  de  la  alianza  entre  Dios  i  la  iglesia. 

7.— En  la  época  de  la  división  del  reino  i  del  cautiverio  se 
hicieron  notar  los  discursos  prole  ticos,  jénero  literario  que 
se  puede  considerar  como  una  rama  de  la  poesía  didáctica 
de  los  hebreos,  i  que  data  desde  ocho  siglos  antes  de  la  era 
cristiana.  Los  profetas  han  sido  divididos  en  mayores  i  me- 
nores, según  la  importancia  de  sus  profecías;  pero  conside- 
rados desde  el  punto  de  vista  literario,  los  mas  notables  en- 
tre todos  ellos  son:  Isaías,  Jeremías,  Oseas,  Joel,  Amos, 
Miíjucas,  Nahum  i  Habacuc.  Se  considera  a  Isaías  el  mas 
puro  de  los  escritores  hebreos,  el  mas  elevado  en  las  ideas 
i  el  mas  copiosamente  magnífico  en  la  espresion.  Blair  lo 
mira  como  el  mas  eminente  de  todos  los  poetas  líricos. 

Jeremías,  contemporáneo  de  la  destrucción  del  estado 
por  Nabucodonosor,  resplandece  por  la  terrificante  subli- 
midad de  sus  pensamientos.  Su  libro  es  sombrío  como  el 
horizonte  político  de  su  cpoca.  Bajo  el  título  Trenos  o  La- 
mentaciones, se  atribuyen  a  este  poeta  cinco  conmovedo- 
ras elejías,  poesía  dejemidos,  en  que  se  llora  la  desolación 
de  la  ciudad  santa  i  la  esclavitud  del  pueblo. 

8. — La  mas  antigua  de  las  traducciones  de  la  Biblia  es  la 
versión  griega  llamada  de  los  Setenta,  Fué  nombrada  así 
por  (jue  la  ejecutan,  según  unos,  setenta  sabios  israelitas 
que    nemetrio  Palero   reunió  en  la  isla  del  Faro,  cerca   de 


l.n  KlíATIK  \    l¡KIU:i3A  45 


Alejandría,  i  según  otros  porque  se  llevó  a  cabo  bajo  los 
auspicios  del  sanhedrin,  o  senado  judío,  que  era  compuesto 
de  setenta  doctores.  La  versión  latina,  no  menos  célebre, 
conocida  bajo  el  nombre  de  Vuls^atn,  es  posterior  a  lo  me- 
nos en  cuatro  siglos  a  la  traducción  griega  que  acabamos  de 
citar.  San  Jerónimo  hizo  una  revisión  de  la  Vulgata  hacia 
el  año  880  de  la  era  cristiana.  Estas  dos  traducciones  no 
siempre  están  perfectamente  de  acuerdo  ni  entre  sí  ni  con 
el  orijinal. 

9. — Según  el  testimonio  que  se  encuentra  en  los  mismos 
libros  de  la  Biblia  que  nos  (|uedan,  hai  muchos  otros  que 
se  han  perdido.  Parece  también  que  los  libros  científicos  o 
morales  atribuidos  a  Salomón,  tenian  en  su  principio,  según 
toda  probabilidad,  la  forma  de  ¡loemas  didácticos. 

El  canon  de  los   libros   reconocidos  como   sagrados  por 
los  judíos  no  contiene  mas  que   veinticuatro.    Los   rabinos 
clasifican  entre  los  apócrifos  *,   muchos  de  los  que  admiten 
las  iglesias  cristianas  en   sus  ediciones  del   antiguo  Testa- 
mento.  Tal  es  el  libro  de  la  Sabiclana  de  Salomón  que  los 
])rotestantes  rechazan  también.   Otros  son   mirados  como 
ajjócrifos  por  ambas  partes:  tales  son  un  tercero  i  un  cuar- 
to libro  que  se  ha  querido  agregar  a  los  de  Esrlras,    Los   li- 
bros apócrifos  de  la  Biblia  se  dividen,  como  los  libroscanó- 
nicos,  en  composiciones  históricas  i  en  composiciones  poé- 
ticas: no  son  una  regla  de  fe,   pero  algunos   merecen  cierto 
respeto  i  no  dejan  de  tener  importancia  para  la  recta  inte- 
lijencia  de  la  sagrada  escritura.   Algunos  piensan  que  los 
libros  apócrifos  fueron  escritos   orijinariamente  en  caldeo, 
otros  creen  que  son  la  obra  de  los  judíos  helenistas  de  Ale- 
jandría, i  que  fueron  compuestos  orijinariamente  en  griego. 


*  Cuando  se  trata  de  los  libros  bíblicos,  la  palabra  apócrifo  tie- 
ne un  sentido  diferente  del  que  se  le  da  vulgarmente  en  la  literatu- 
ra Llámanse  apócrifos  aquellos  libros  a  los  cuales  no  se  atribuye 
un  oríjen  divino  o  revelado,  i  (pte  sin  ser  enteramente  falsos  no 
pueden  ser  invocados  como  regla  en  materia  de  reli¡it>n  ¡  de 
moral 


46  NOCIONES    I»K    HISTORIA    L1TF3RARIA 


10. — PvStiuHando  en  la  Biblia  sólo  las  formas  literarias, 
encontramos  que  hai  cuatro  que  dominan  principalmente: 
el  proverbio,  el  paralelismo,  la  visión  i  la  parábola  o  alego- 
ría. En  efecto,  los  aforismos  o  sentencias,  espresados  con 
mucha  sencillez,  pero  encerrando  un  pensamiento  profundo, 
abundan  en  la  Biblia.  El  paralelismo  consiste,  como  ya 
hemos  dicho,  en  la  división  de  cada  estancia  en  dos  porcio- 
nes^^de  sentido  análogo,  formando  un  ritmo  no  tanto  de  sí- 
labas como  de  ideas  o  sentimientos.  En  la  visión,  el  espíritu 
es  arrebatado  por  Dios  a  una  rejion  de  puras  contempla- 
ciones en  que  percibe  i  espresa  cosas  que  no  son  de  este- 
mundo.  La  alegoría  no  se  limita  a  ocultar  las  ideas  en  sím- 
bolos misteriosos  sino  que  domina  los  hechos  mismos,  que 
se  refieren  encerrando  un  sentido  simbólico  i  como  un  refle- 
jo anticipado  de  lo  futuro. 

La  literatura  hebrea  es  eminentemente  pintoresca,  pro- 
funda en  medio  de  la  mas  injenua  sencillez,  i  está  sembrada 
de  ün  melancólico  lirismo.  La  literatura  moderna  ha  en- 
contrado un  ancho  campo  de  inspiración  en  los  escritos  de 
los  judíos.  Milton  ha  tomado  del  ÍTcnes/s  el  argumento  de 
una  de  las  mas  hermosas  epopeyas  modernas:  Racine  ha 
encontrado  en  la  Biblia  asunto  para  magníficas  trajedias. 
Otros  poetas  han  estudiado  el  lirismo  en  David,  en  Isaías  i 
en  Jeremías;  i  hasta  los  mas  elocuentes  oradores  sagrados 
haií  ido  a  inspirarse  en  las  severas  pajinas  del  antiguo  Tes- 
tamento. 


CAPITULO  III. 
lilierRtnrM  icriem^M. 

(  PKIMBR  PERIODO.— DESDE  LOS  TIEMPOS  MAS  REMOTOS  HASTA 
LA  LEJISLACION  DE  SOLÓN.) 

1.  Orijinalirlad  e  importancia  de  la  literatura  griega.— 2.  Primiti- 
va poesía  de  los' griegos:  Orfeo  i  Musco.— "3.  Los  aedos.— 4.  Ho- 
mero —5.  Disensiones  a  que  han  dado  lugar  los  poemas  homé- 
ricos—6.  Diversas  hipótesis  acerca  de  su  oríjen. — 7.  Hesíodo. 
—8.  Tirteo  i  Safo.  -  9.  Solón. 

1.  —La  Grecia  ocupa  un  lugar  intermediario  entreel  orien- 
te i  el  occidente,  entre  la  cuna  de  las  sociedades  i  laciviliza- 
cion  moderna.  En  todos  los  pueblos  hai  un  rasgo  caracte- 
rístico que  distingue  la  marcha  de  su  civilización.  En  la 
Grecia  ese  rasgo  es  la  armonía.  El  jenio  griego  supo  esta- 
blecer el  mas  perfecto  acuerdo  entre  la  ¡dea  i  la  palabra,  la 
forma  i  el  color,  la  imájen  i  el  raciocinio.  Otros  pueblos 
precedieron  a  los  griegos  en  el  cultivo  de  las  letras;  pero 
ninguno  prestó  mas  atención  a  la  forma  estema.  La  supe- 
rioridad de  la  poesía  helénica  es  tan  incontestable,  que  los 
modernos,  imajinando  adjetivos  para  caracterizar  los  dife- 
rentes jéneros  literarios,  no  han  podido  hacer  nada  mejor 
que  sacar  esos  adjetivos  del  nombre  mismo  de  los  autores 
griegos;  la  poesía  homérica  es  sinónimo  de  la  epopeya;  la 


4S  NOCIONI<:S    DIO    lllSTf)Kl.\    IJTKK  \K!A 


poesía  pindárica  espresa  el  éxtasis  del  lirismo;  la  poesía 
anacreóntica  es  la  perfección  deljénero  gracioso;  por  fin, 
con  el -nombre  de  jénero  esópico  se  designa  ordinariamente 
el  apólogo. 

No  se  pueden  poner  en  duda  las  relaciones  de  la  Grecia 
con  el  oriente.  Las  poesías  i  las  tradiciones  primitivas  de 
los  griegos  están  conformes  con  las  mas  antiguas  tradicio- 
nes asiáticas.  Aprendieron  de  los  fenicios  el  arte  de  la  escri- 
tura; de  los  ejipcios  los  elementos  de  arquitectura  i  de  ma- 
temáticas; i  de  los  indios  algunas  de  sus  teorías  mitolójicas. 
Pero  si  en  los  tiempos  mas  remotos  los  griegos  tuvieron 
relaciones  de  parentesco  con  las  razas  del  Asia,  i  si  en  sus 
emigraciones  hacia  el  oeste,  trajeron  consigo  los  cantos,  la 
lengua  i  las  tradiciones  de  sus  abuelos,  no  es  menos  cierto 
que  se  desarrollaron  por  sí  mismos,  que  sacaron  de  su  pro- 
pio jenio  las  obras  de  su  literatura  i  de  sus  artes,  iquecrea- 
ron  casi  todos  los  jéneros,  desenvolviéndolos  i  perfeccionán- 
dolos por  un  trabajo  propio.  La  orijinalidad  i  la  perfección 
de  sus  obras  en  todo  jénero  han  hecho  de  ellos  los  precepto- 
res i  los  niodelos  de  loa  pueblos  que  han  venido  mas  tarde. 
Basta  para  la  gloria  del  pueblo  griego  el  haber  ejercido  so- 
bre los  modernos  una  influencia  tan  considerable. 

2. — El  nombre  de  Homero  e.-  el  primero  que  se  presenta 
cuando  se  trata  de  bosquejar  el  cuadro  de  la  literatura 
griega.  Pero  la  poesía  homérica  no  ha  podido  ser  el  estre- 
mo del  espíritu  griego:  su  misma  perfección  supone  ensayos 
anteriores  (jue  la  prepararon.  Es  preciso  admitir  nesaría- 
mente  una  éj)oca  literaria  ante-homérica,  hija  de  un  estado 
social  profundamente  diferente.  En  efecto,  las  tradiciones 
históricas  i  poéticas  revelan  que  antes  de  la  raza  helénica, 
a  la  cual  perteneció  Homero,  existió  la  raza  pelásjica,  aus- 
tera i  triste,  rejida  como  el  Ejipto,  por  doctrinas  sacerdota- 
les i  simbólicas.  La  Tracia  parece  haber  sido  entonces  el 
hogar  de  una  poesía,  hija  de  la  relijion.  Lo  que  se  sabe  de 
esta  época  ante-homérica  se  reduce  a  oscuras  tradiciones, 
o  mas  bien,  a  las  fábulas  i  a  las  ficciones  de  la  mitolojía. 
Los  nombres  fabulosos  de  Orfeo,    de   Museo  i  de  otros.  He- 


TJTKRATUIJA    OHTEÍIA  49 


nan  esta  época;  pero  al  fin,  é-^ta  se  detiene  en  la  guerra  de 
Troya,  primer  acontecimiento  en  que  comienza  realmente 
la  historia  de  Grecia. 

Las  numerosas  obras  poéticas  que  han  llegado  hasta 
nosotros  con  el  nombre  de  Oj  feo,  sonde  épocas  distintas 
i  mui  posteriores.  Dj  Museo  sólo  se  conocen  los  títulos  de 
algunos  poemas,  de  que  hace  mjncion  Hosíodo.  Un  poema 
conservado  hasta  nuestros  dias  con  su  nombre,  se  atribuye 
con  razón  a  otro  Museo,  que  vivia  probablemente  en  el  si- 
glo V  de  la  era  cristiana. 

3. — Entre  la  toma  de  Troya  i  la  aparición  de  Homero 
trascurrió  un  largo  intervalo  que  nos  es  imposible  llenar 
con  ningún  otro  nombre;  pero  no  se  puede  dudar  que  la 
poesía  floreció  en  este  intervalo.  Homero  mi^mo  nos  ensena 
que  antes  que  él,  otros  poetas  habian  tomado  la  guerra  de 
Troya  por  objeto  de  sus  cantos.  Los  poetas  de  esta  época, 
conocidos  con  el  nombre  de  uédos  (cantores),  formaban 
parte  del  séquito  de  los  reyes,  i  pueden  cí)mpararse  a  los 
trovadores  de  la  edad  media.  Esos  pof*tas  eran  improvisa- 
dores ins))¡rados  por  cada  circunstancia.  Los  acontecimien- 
tos producidos  por  Uiemigrajíiin  dj  los  pueblos,  las  gue- 
rras, las  espediciones  lejaii.is  i  las  revoluciones  interiores 
fueron  paradlos  un  tema  inagotable.  En  fin,  la  gúerréi  de 
Troya  estrechó  los  lazos  íL'  Io-í  p  leblos  griegos,  acrecentó 
por  tanto  su  p  >der  i  ej.rció  su  influ.'ncia  sobre  las  costum- 
bres i  las  instituciones,  i  preparó  la  revolución  democráti- 
ca. Esa  guerra  marca,  pues,  una  era  nueva  en  la  historia 
de  los  griegos. 

4.— Homero,  na. 'ido  en  Jonia,  tío  lejos  del  teatro  de  esta 
guerra,  fué  inspirado  por  los  recuerdos  vivos  que  ella  ha- 
bia  déjalo.  Na  la  se  sal>¿  de  p  )sitiv.)  sobre  la  vida  do  Ho- 
mero. Siete  ciu  lades  se  disput  iban  el  honor  de  haberle  da- 
do a  luz.  Se  ignora  la  ép  )ca  en  que  vivió:  el  cálculo  mas 
verolsímil  es  el  í|ue  fija  el  añ  >  10  ^)  antes  de  la  era  cristia- 
na. Si  le  supone  ci^go  i  desgr  iciatlo,  i  se  le  r/presenta  can- 
tando de  puerta  en  puerta  los  fragmentos  de  sus  inmor- 

Tí>Mü  IV  4 


50  NdCIONKS    Ui:    IIISTOUIA    A.1TKRAUIA 


tales  poema^;  pero  los  libros  en  que  están  consignadas  es- 
tas noticias  son  posteriores  a  él  a  lo  menos  en  900  años. 

Bajo  el  nombre  de  Homero  nos  quedan  dos  grandes  epo- 
peyas, la  Ilíada  i  la  Odisea.  La  primera  es  un  simple  epi- 
sodio de  la  guerra  de  Troya:  la  segunda  canta  las  aventu- 
ras de  Ulíses  hasta  su  vuelta  a  [taca.  La  Ilíada  relata  los 
hechos  que  pasaron  en  el  breve  espacio  de  cincuenta  i  un 
día  desde  la  rencilla  de  Aquíles  i  Agamenón  hasta  las  exe- 
quias de  Héctor.  Una  acción  particular,  la  ira  i  la  vengan- 
za de  Aquíles,  ofrece  al  poeta  la  ocasión  de  describir  com- 
bates, de  presentar  a  la  vista  escenas  de  un  profundo  inte- 
rés, i  de  referir  gran  número  de  sucesos  anteriores  a  la  dis- 
cordia. La  Odisea  narra  las  aventuras  de  Ulíses  desde  la 
destrucción  de  Troya  hasta  que  vuelve  a  Itaca,  arroja  desa 
casa  a  los  príncipes  que  dilapidaban  sus  bienes  i  triunfa 
de  todos  sus  enemigos  por  su  valor  i  su  prudencia;  pero  es- 
ta narración  de  peregrinaciones  está  hermoseada  con  di- 
vertidas i  variadas  escenas. 

Estos  poemas  pueden  ser  considerados  como  la  enciclo- 
pedia de  los  tiempos  heroicos:  pintan  i  resumen  toda  la  ci- 
vilización griega  de  esta  época.  Las  costumbres,  la  relijion, 
todo  el  estado  social  se  reproduce  en  rasgos  fieles  i  natura- 
les. Desde  este  punto  de  vista,  los  poemas  homéricos  tienen 
una  grande  importancia  porque  no  hai  otro  monumento 
de  tan  remota  antigüedad  en  que  se  encuentren  Consigna- 
das estas  noticias. 

El  carácter  esencial  de  Homero  es  la  naturalidad  i  la  sen- 
cillez; sus  cantos  trazan  la  infancia  del  jénero  humano  con 
el  candor  de  sus  costumbres  primitivas.  Sus  héroes  i  sus 
dioses  son  hombres  apenas  pulimentados  por  un  principio 
de  civilización.  Pero  hai  un  tinte  poético,  arrojado  sobre  la 
rudeza  de  esta  naturaleza  inculta.  Homero  agrada  a  todas 
las  edades;  cautiva  aun  en  las  pálidas  traducciones  en  que 
todas  las  bellezas  de  la  lengua  han  desaparecido.  Ehpc^ta 
emplea  imájenes  físicas,  i  por  decirlo  así  palpables.  Uno  de 
los  caracteres  mas  admirables  en  los  poemas  homéricos  es 
la  individualidad  de  los  personajes,  es  el  poder  de  creación 


MTKUATI  KA    OUIIXÍA  51 


que  barlado  a  cada  héroe  su  fisonomía  propia  i  claramente 
dibujada.  Así  el  reí  de  los  reyes,  Agamenón,  con  su  orgu- 
llo, el  sabio  Néstor  i  el  ardiente  Aquíles;  el  elocuente  i  aí>' 
tuto  Ulíses,  Héctor,  Andrómaca,  el  viejo  Priamo,  figuras 
g^rabadas  para  siempre  en  el  recuerdo  de  los  hombres  i  cu- 
yo tipo  nadie  puede  alterar,  son  otros  tantos  personajes 
reales,  i  otros  tantos  tipos  que  reproducen  los  matices  mo- 
rales de  humanidad.  Pero  hai  ademas  otro  arte  supremo 
en  Homero  que  consiste  en  elevar  los  caracteres  sin  desfi- 
gurarlos ni  quitarles  lo  que  tienen  de  verdad.  Helena,  a  pe- 
sar de  sus  debilidades  i  de  sus  crímenes,  no  nos  parece  un 
objeto  odioso.  Páris,  el  autor  de  tantas  calamidades,  apa- 
rece bajo  cierto  colorido  que  despieita  las  simpatías. 

5.- -A  pesar  de  la  inmensa  popularidad  deque  goza  el  nom- 
bre de  Homero,  la  crítica  moderna  ha  negado  la  autentici- 
dad de  esas  obras  i  hasta  la  existencia  del  poeta,  con  ar- 
gumentos tales  que  es  imposible  desconocer  su  fuerza. 

Sin  pretender  entrar  en  el  fondo  de  la  discusión  a  que  ha 
dado  oríjen  este  asunto,  vamos  a  señalar  sumariamente 
los  hechos  sobre  que  descansan  las  diversas  opiniones  de 
los  críticos,  i  en  seguida  a  enumerar  las  principales  hipóte- 
sis a  que  han  dado  lugar  los  poemas  homéricos. 

De  la  discusión  han  resultado  los  cuatro  hechos  siguien- 
tes: 1'  En  el  tiempo  en  que  fueron  compuesto  los  cantos 
que  hoi  forman  la  litada  i  la  Odisea,  los  griegos  no  cono- 
cian  el  arte  de  la  escritura.  2^  Hasta  el  tiempo  de  Solón  las 
poesías  homéricas  no  existian  mas  que  bajo  la  forma  frag- 
mentaria que  los  rapsodas  cantaban  sin  observar  un  orden 
regular.  Los  rapsodas  eran  cantores  viajeros  que  entrete- 
nían a  sus  oyentes,  en  reuniones  privadas  o  en  los  juegos 
páblicos,  con  cantos  ordinariamente  del  jénero  heroico, 
3^  Sólo  en  el  siglo  VI  antes  de  la  era  cristiana  se  ha  esta- 
blecido cierto  ordenen  estos  fragmentos,  fijándolos  por 
medio  de  una  redacción  escrita.  V^  Durante  el  intervalo 
trascurrido  entre  su  composición  prtmitivaiesta  redacción, 
los  poemas  homéricos  han  debido  sufrir  numerosas  altera- 
ciones. 


f)?  NOCIONES    I)K    HISTORIA    I.ITKttARIA 

6. — Estos  son  los  hechos  reconocidos  en  que  se  fundan  los 
críticos.  Notando  en  la  Ilínda  algunas  contradicciones  de 
detalle  en  la  narración  de  los  sucesos,  el  alemán  Federica 
Augusto  Wolf,  sostiene  que  la  Ilíada  i  la  Odisea  no  pue- 
den atribuirse  a  un  mismo  autor;  que  el  último  dees» 
tos  poemas,  cuya  unidad  reconoce,  es  mui  posterior  por 
su  composición  a  la  época  que  se  asigna  a  la  existencia 
de  Homero.  Por  lo  que  toca  a  la  Ilínda,  Wolf  i  los  críticos 
de  su  escuela  creen  que  es  una  reunión  de  poemitas  relacio- 
nados por  la  semejanza  del  asunto,  refundidos  por  muchas 
jeneraciones  de  rapsodas,  i  constituidos  en  una  epopeya  en 
tiempo  de  los  pisistrátidas.  Esta  hipótesis  está  fundada  so- 
bre un  hecho  probable,  a  saber,  que  antes  del  poema  exis- 
tieron cantos  desligados;  pero  es  inadmisible  que  la  simple 
coordinación  de  cantos  separados  haya  producido  la  mas 
admirable  de  las  formas  literarias,  la  que  han  imitado  los 
mas  grandes  poetas  délas  edades  subsiguientes  sin  poder 
igualarla.  Supongamos  que  alguien  se  propusiera  formar 
un  poemacon  las  piezas  poéticasespañolas  que  constituyen 
el  romancero  del  Cid.  Se  coordinará  una  serie  de  aconteci- 
mientos <jue  abrazarán  la  vida  entera  del  héroe  pero  falta- 
rá la  unidad  i  el  desarrollo  lójico  de  los  acontecimientos. 
Otro  crítico  alemán,  Godofredo  Hermann,  ha  propuesto 
una  hipótesis,  que  según  él,  esplica  a  la  vez  la  unidad  del 
conjunto  i  las  contradicciones  de  detalle  en  los  poemas  ho- 
méricos. Supone  la  existencia  de  dos  poemas  primitivos, 
una  Ilíadií  i  una  Odisea,  cuyo  autor  seria  Homero  o  cual- 
quier otro  poeta,  i  que  no  tendrian  mas  que  una  mediana 
estension.  Estos  poemas  primitivos  habrian  sido  desarro- 
llados sucesivamente  por  una  serie  de  poetas,  que  ensan- 
charon la  obra  de  sus  predecesores.  En  efecto,  no  son  raros 
los  ejemplos  de  poemas  formados  de  esta  manera;  pero 
entre  el  canto  primitivo  i  las  adiciones  sucesivas  se  nota 
siempre  una  desproporción  chocante  que  no  se  encuentra 
en  los  poemas  homéricos. 

El  historiador  ingles  Grote  jíropuso  una  nueva    hipóte- 
sis. Cree  que  la  Odisea  es  la  obra  de  un  solo  autor,  i  que  la 


LITKKATUUA    íiniKCA 


Hwda  es  formada  por  tíos  poemas  dilerentes;  una  Aquilei*  ' 
da^  destinada  a  cantar  la  cólera  de  Aquíles  i  una  Huida  en 
que  se  refiere  la  lucha  contra  Ilion  o  Troya.  Esta  injenio- 
sa  hipótesis  esplica  algunas  incoherencias  que  presenta  la 
Ilíadéi  actual,  pero  dos  j)oemas  refundidos  de  esa  manera 
ofrecerían  mayores  discordancias  en  el  estilo,  en  el  carácter 
de  los  personajes  i  en  la  sucesión  de  los  acontecimientos, 
mientras  que  el  poema  atribuido  a  Homero,  si  bien  posee 
ciertas  contradicciones  en  los  detalles,  en  los  caracteres  i  en 
el  estilo  tiene  una  admirable  unidad. 

Estas  hipótesis,  modificadas  en  parte  por  otros  escrito- 
res, no  alcanzan  a  constituir  un  argumento  decisivo  contra 
la  unidad  de  composición  de  la  litada  i  de  la  Odisea.  La 
opinión  que  atribuye  cada   uno  de  estos  poemas  a  un  solo 
autor,  salvo  las  interpolaciones  mas  o  menos  numerosas, 
es  la  mas  verosímil   i   la   única  que  resiste  a  la  discusión. 
Como  existen  entre  ambas  obras  notables  diferencias  en  la 
lengua  i  en  el  estilo,  la  mayor  parte  de  los  críticos  está  de 
acuerdo  en  considecar  a  la  Odisea  como  posterior  a  h'i  Ilía- 
da,  i  se  sostiene  que  esta  diferencia  de  tiempo  es  tal  que  los 
dos  poemas  no   han   podido  ser  compuestos  por  un  mismo 
hombre.  Desde  la  antigüedad  clásica,  algunos  gramáticos 
griegos  sostuvieron  la  diversidad  de  autores,  de  donde  les 
vino  el  nombre  de  corizontes  (separadores). 

Se  atribuyen  también  a  Homero  muchos  himnos,  i  un 
poemita  burlesco  cuyos  héroes  son  los  ratones  i  las  ranas. 
La  mayor  parte  de  los  críticos  está  conforme  en  declarar 
qae  esas  obras  son  mui  posteriores. 

7. — Homero  es  el  cantor  de  la  vida  heroica.  Hesíodo, 
coya  historia  completamente  desconocida  ha  dado  lugar  a 
muchas  hipótesis,  es  el  primer  representante  de  una  nueva 
era.  Se  le  supone  posterior  a  Homero  en  antigüedad,  i  na- 
tural de  Ascra  o  de  Cumas.  De  dieciseis  poemas  que  com- 
puso, sólo  nos  quedan  tres  sobre  asuntos  tan  diferentes,  que 
han  hecho  creer  que  pertenecian  a  otros  tantos  autores. 
Uno  de  ellos,  la  Teogonia  es  el  mas  antiguo  monumen- 
to que   se  conserva  de   la  historia  del  politeismo  griego. 


M  N()<:iONHS    l»K    HISTORIA    LITüRAKIA 


Otro  poema  está  destinado  a  cantar,  bajo  el  título  de  Los 
trabajos  i  los  dias,  los  beneficios  de  la  agricultuni.  cuyos 
preceptos  consigna.  El  tercer  poema  de  Hesíodo,  cuya  au- 
tenticidad ha  sido  niui  controvertiíla,  es  un  fra>í^mento  épi- 
co titulado  El  escudo  de  Hércules.  Bajo  formas  desprovis- 
tas de  grandeza  i  de  vigor,  Hcsíodo  ha  consignado  en  sus 
poemas  muciías  nociones  sobre  el  estado  social  e  industrial 
de  los  primitivos  griegos. 

S. — Después  de  Homero  i  de  Hcsíodo,  hai  en  la  historia  li- 
teraria de  la  (rrecia  una  laguna  de  siglos,  fin  este  intervalo 
se  preparó  la  revolución  (pie  dcbia  cambiar  la  constitución 
de  los  pequeños  estados.  Este  movimiento  comienza  con  el 
establecimiento  de  las  olimpiadas  (776  antes  de  Jesucristo). 
La  institucií>n  de  los  juegos  públicos  contribuia  a  formar  la 
unidad  nacional  acercando  las  diferentes  fracciones  de  la 
familia  helénica  i  creando  un  lazo  de  unión  entres  sus  di- 
versos pueblos.  La  poesía  lírica  nació  entonces  tomando 
diversos  caracteres  de  los  diversos  sentimientos  (|ue  la  ins- 
piraron. Esta  es  la  época  de  Calino  i  de  Tirteo,  cuyos  can- 
tos belicosos  inflamaban  el  valor  de  los  efesios  i  de  los  es- 
partanos, i  de  muchos  otros  poetas  relijiosos»  heroicos,  ele- 
jíacos,  de  cuyas  obras  no  conocemos  mas  que  fragmentos 
mui  incompletos.  Sólo  de  la  célebre  poetisa  Safo  de  I^ésbos  , 
ípie  floreció  hacia  el  año  GOO  antes  de  J.  C,  se  conservan 
dos  odas  eróticas  ardientes  de  pasión. 

9. — En  este  mismo  período  aparecieron  también  los  hom- 
bres que  dieron  a  los  j^eipieños  estados  de  la  Grecia  sus  pri- 
ras  constituciones.  El  mas  antiguo  de  todos,  Licurgo,  hizo 
de  Esparta  una  especie  de  con  vento  militar.  El  primero  (|ue 
contó  Atenas  fué  Dracon,  cuyas  leyes  escritas  con  caracte- 
res de  sangre,  fueron  abolidas  cu  breve.  En  fin.  Solón 
(r)4"0-559)  dio  a  los  atenienses  leyes  mas  en  armonía  con  el 
carácter  de  acpiel  pueblo.  Solón  fué  también  uno  de  los  sie- 
te sabios  de  la  Grecia,  i  compuso  poesías.  Una  plegaria  a 
las  musas,  Cv»mpuesta  en  estilo  grave  i  noble,  es  la  mas  be- 
lla de  las  reliípjias  que  nos  quedan  de  este  poeta,  lejislador 
i  filósofo. 


CAPITULO  IV. 


JLil«*ruiiirM  icrieicM. 


(SEr.üNDO  PERÍODO. -DKSDE   SOLÓN    HASTA  ALEJANDRO 
EL  <;i<ANDK.  j 


1.  Iniyiortaiicia  literíiria  de  este  se^^undo  |)eríodo. — ?.  Los  filóso- 
fos.—3.  La  poesía;  Píndaro. — 4.  Anacreonte  i  Siiuóoides.— 5. 
Hsopo.  -0.  Oríjen  de  la  trajedia. — 7.  Esquilo.— 8.  Sófocles.— 9. 
Eurípides. — 10.  Oríjen  de  la  comedia:  la  comedia  antigua. — 11. 
Aristófanes —12.  La  eomedia  media.— 13.  La  comedia  nueva; 
Menandro.— 14-  La  historia:  su  antigüedad.- 15  Heródoto  — 
ir».  Tacídides.-  17.  Jenofonte.  —  IS.  Los  sofistas. — 19.  Sócra- 
:es.  -20.  Pla'ton  i  .Aristóteles. — 21.  Teofrasto. — 22.  Hipócra- 
tes — 2»3.  La  oratoria.  —  24-.  Isócrates.  —  25.  Esquines. — 26. 
:  ^nióstenes. 


1.— Con  Solón  comienza  tanilúcn  la  época  mas  brillante  i 
mas  fecunda  de  la  literatura  griega.  Hasta  entonces  el 
.Asia  menor  i  las  islas  del  Mediterráneo  habian  sido  el  tea- 
tro de  la  literatura:  ahora  la  Grecia  propiamente  dicha,  i 
Atenas  en  particular,  van  a  ser  el  hogar  de  las  luces.  Los 
griegos  divididos  en  un  gran  número  de  estados  indepen- 
dientes, estaban  mui  débilmente  unidos  por  la  comunidad 
de  su  oríjen,  de  su  lengua  i  de  su  relijion,  por  la  repetición 
|)eriódica  de  los  juegos  solemnes  en  los  cuales  tomaba  par- 
te toda  la  nación,  i  en  fin,  por  el  consejo  de  los  Anfictiones, 


56  NOCIONES    l»K   niSTORlA    LITKHAHIA 

especie  de  centro  relijioso  en  que  se  trataban  algunas  veces 
los  intereses  políticos.  Las  guerras  médicas,  provocando  a 
los  pueblos  a  la  unión  para  rechazar  el  peligro  común,  es- 
trecharon estos  lazí)s;  i  desde  las  victorias  alcanzadas  so- 
bre los  persas  data  la  época  de  la  grandaza  de  la  Grecia. 

Mientras  la  ambición  de  los  griegos  no  conocia  nada 
mas  noble  ^|ue  los  premios  dados  en  los  juegos  solemnes  a 
la  ajilidad  i  a  la  fu**rza  corporal,  los  atenienses  se  mostra- 
ron sensibles  a  la  gloria  de  los  talentos  i  del  jenio.  En  Ate- 
nas, la  elocuencia  conducia  al  poder:  los  concursos  públi- 
cos, despertando  el  gusto  jcneral  i  popular  por  la  poesía, 
hicieron  nacer  una  jeneracion  que  elevó  el  arte  dramático  a 
un  alto  grado  de  perfección.  Hasta  entonces,  la  poesía 
abrazando  la  universalidad  de  la  vida  social,  habia  desem- 
peñado el  triple  oficio  de  la  historia,  de  la  filosofía  i  de  la 
relijion.  La  separación  de  estos  diversos  jéneros  i  el  empleo 
usual  de  la  prosa  datan  de  este  nuevo  período,  merced  al 
conocimiento  de  la  escritura,  que  se  estendió  en  la  Grecia 
por  el  siglo  VI  antes  de  J.  C.  junto  con  la  introducción  del 
papiro  ejipcio.  De  la  poesía  épica  nació  la  historia:  de  la 
poesía  sentenciosa,  !lamada^/7<5m/ca {ácgnómas,  sentencias 
morales)  bajo  la  cual  se  resumían  los  preceptos  de  la  sabi- 
duría práctica  i  de  la  csperiencia  de  la  vida,  nació  la  filo- 
sofía especulativa  en  que  se  ilustraron  tantos  jenios. 

2. — La  filosofía  griega  habia  nacido  como  la  poesía,  en  el 
Asia  menor.  Tomó  por  punto  de  partida  la  cuestión  del 
oríjen  i  del  principio  elemental  del  mundo;  i  trató  de  resol- 
verla dando  oríjen  a  tres  escuelas  diferentes. 

Tales  de  Mileto  (640  A.  J.  C.)  es  el  fundador  de  la  escue- 
la jónica.  Fué  el  primero  de  los  griegos  í|ue  se  ocupó  de  in- 
vestigaciones especulativas  sobre  el  oríjen  del  mundo;  i  el 
agua  fué  para  él  el  principio  de  donde  vienen  todas  las 
cosáis. 

Pitágoras  de  Sámos,  que  vivió  como  ói-l  años  antes  de 
Jesucristo,  es  el  jefe  de  la  escuela  que  lleva  su  nombre.  Se 
pretende  que  pasó  22  años  en  Ejipto  i  que  hizo  largos  estu- 
dios durante  sus  viajes.  Su  nombre  es  glorioso  en  la  histo- 


MTiiUA'n  n\  «ikiKOA  57 

riadel  desenvolvimiento  del  espíritu  humano  por  haber 
dado  un  vigoroso  impulso  a  las  ciencias  matemáticas  i  a 
la  moral. 

La  escuela  eleática  data  también  de  una  remota  antigüe- 
dad. Jenófanes  de  Colofón,  que  fué  contemporáneo  de  Pitá- 
goras,  la  fundó  en  Elea,  ciudad  de  Italia.  Mentificó  a  Dios 
con  el  mundo,  reduciendo  toda  la  realidad  del  universo  a  la 
intelijencia  como  la  sustancia  única,  i  creando  así  el  pan- 
teísmo idealista. 

La  filosofía  fué  considerada  por  estos  primeros  maestros 
i  por  sus  discípulos  como  la  ciencia  universal  de  que  se  des- 
prendían todos  los  otros  conocimientos  humanos.  La  arit- 
mética, la  astronomía,  el  oríjen  de  la  tierra  i  de  los  seres 
que  la  pueblan,  eran  estudiados  en  las  escuelas  de  los  filó- 
sofos. 

3. — La  poesía,  i  particularmente  el  jénero  lírico,  liego  tara- 
bien  en  poco  tiempo  a  un  alto  grado  de  perfección.  Pínda- 
ro,  nacido  en  Cinocéfalas  cerca  de  Tébas  en  Bcocia.  por  los 
años  550  antes  de  Jesucristo,  marca   la  transición  entre  la 
Grecia  antigua  i  la  Grecia  nueva.  Compuso  himnos  relijio- 
sos,  odas  triunfales,  canciones  báquicas,  epigramas,  etc., 
pero  no  nos  quedan  mas  que  cuarenta  i  cinco  cantos  de  vic- 
toria en  honor  de  los  vencedores  en  los  juegos  píiblicos  i  de 
las  divinidades  que  presidian  estas  fiestas.  Tienen  un  carác- 
ter solemne,  (|ue  suponen   una  representación  de  aparato, 
como  que  eran  compuestas  para  ser  cantadas  delante  de  la 
multitud  i  en  medio  de  un  espectáculo  pomposo,  Bl  poeta 
no  se  limitaba  a  hablar  de  la  hazaña  que  cantaba;  recorda- 
ba también  la  gloria  de  los  antepasados  de  su  héroe  i  de  las 
fábulas  que  envolvían  su  nacimiento.  Su  principal  carácter 
es  el  entusiasmo  lírico,  que  se  manifiesta  por  sus  movimien- 
tos fogosos  e  irregulares,  por  metáforas  itrevidas,  imájenes 
grandes  i  sublimes  en  medio  de  las  cuales  el  estilo  se  hace 
oscuro  a  fuerza  de  atrevimiento.  Los  críticos  de  la  antigüe- 
dad que  conocieron  todas  las  obras  de  Píndaro,  lo  conside- 
ran el  primero  de   los  poetfis   líricos.  **Pretender  igualar  a 
Píndaro,  dice  Horacio  en  una  de  sus  mejores  odas,  es  querer 


58  NOriíINKS    I)K    IIISTOMA     LITKHAUiA 


elevíirse  en  los  aires,  como  el   hijo   de    Délalo,  para  dar  des 
pues  su  nombre  al  cristal  de  los  mares/' 

4. — Los  otros  poetas  líricos  de  aquel  siglo  nos  son  muelle 
menos  conocidos  todavía.  Anacreonte  de  Téos  en  Jonia, 
establecido,  según  sí  cree,  en  Sámos,  en  la  corte  del  célebr 
tirano  Polícrates,  se  hizo  famoso  por  las  canciones  en  qu< 
cantaba.el  amor  i  los  placeres.  Toda  la  antigüedad  habh 
con  gran  admiración  de  este  p(»eta;  pero  las  obras  que  co 
rren  con  su  nombre,  compuestas  en  un  metro  semejante  a 
de  nuestras  anacreónticas, son  del  quinto  siglo  de  la  én 
cristiana.  Simónides  de  Ceos,  nacido  en  558  antes  de  J.  C 
cultivó  también  la  poesía  lírica.  Sus  principales  títulos  ch 
gloria  son  las  elejías  o  lamentaciones,  jénero  inventado  poi 
é^i  en  que  desplegó  un  estilo  lleno  de  elegancia  i  de  dulzura 
Los  pocos  fragmentos  que  quedan  de  este  poeta,  justiíicaí 
su  renombre. 

5 — En  esta  época  también  floreció ei.  Grecia,  según  la  tra 
dicion  jcneral,  uno  de  los  jenios  mas  orijinales  de  su  litera 
tura,  poeta  por  inspiración,  pero  que  talvez  escribia  suí 
obras  en  prosa  o  quizá  las  consignaba  simplemente  en  h 
memoria  de  sus  contemporáneos.  Era  éste,  Esopo,  esclavc 
en  Atenas  i  en  Sámos,  i  favorito  después  de  Creso,  rei  d< 
Lidia.  Su  vida  es  un  tejido  de  aventuras  muchas  veces  in 
verosímiles;  i  sus  obras  no  han  llegado  hasta  nosotros  baje 
su  forma  primitiva.  La  crítica  moderna  ha  puesto  en  dudí 
la  existencia  del  célebre  fabulista  con  razones  tales  que  nc 
es  dado  desconocer  su  fuerza.  De  todos  modos,  Esopo  no  ei 
el  inventor  del  apólogo,  puesto  que  hai  obras  de  este  jénerc 
mui  anteriores;  pero  lo  cultivó  con  verdadero  talento  en  U 
invención  de  sus  fábulas,  en  su  oportunidad  i  en  la  exacti 
tud  de  su  aplicación.  Los  escritores  antiguos  i  modernoí 
han  encontrado  en  los  apólogos  conocidos  con  el  nomhn 
de  Esopo  un  vasto  campo  de  imitación. 

G.— La  poesía  dramática  resultó  en  (irecia  del  concurso d< 
las  dos  grandes  formas  poéticasque  se  habian  desarrollado 
ya.  De  la  epopeya  tomó  la  narración,  que  luego  se  dividid 
en  diálogos:  la  poesía  lírica  le  dio  sus  coros. 


mti:k.\ti'I{a  <5RrK<;.\  59 

\i\  oríjen  de  I;i  trajedla  «»;rreii^£i  se  relaciona  con  la  relijion 
nacional,  lín  las  tiestas  de  los  dioses  una  parte  del  culto 
consistía  en  los  coros  que,  cantando  i  danzando  al  son  de 
mCisica,  representaban  alguna  fíibula  relativa  a  la  divini- 
dad <|ue  se  celebraba.  En  Atenas  estos  coros  hacían  parte 
de  Jas  fiestas  de  Baco.que  se  celebraban  a  la  época  de  las  ven- 
dimias. En  esas  fiestas  se  inmolaba  un  cabro  en  honor  de 
aquel  dios;  i  de  allí  nació  el  nombre  de  trajedia  (canto  del 
cabro  I  de  tragos  cabro)  i  ocie  (canto).  No  siempre  las  cosas 
mas  bellas  tienen  un  oríjen  hermoso. 

Téspis  i  Frínico,  contemporáneos  de  Pisístrato,  pasan 
por  los  inventores  de  la  trajedia.  Regularizaron  los  coros 
i  entrecortaron  el  canto  con  alguna  narración  recitada  por 
el  corifeo,  jefe  del  cí)r().  Este  recitado  recibió  el  nombre  de 
episodio,  i  era  sólo  la  parto  accesoria  i  accidental  de  la  pie- 
za; la  parte  fundamental  de  ella  fueron  siempre  los  coros 
cantados.  De  esos  primeros  ensayos  al  teatro  de  Esquilo  hai 
iin  cambio  tan  radical  i  completo  que  sólo  se  comprende  su- 
poniendo el  trabajo  constante  de  muchos  poetas.  La  poste- 
ridad, (jue  apenas  conoce  algunos  lijeros  fragmentos  de  los 
primeros  trájicos,  ha  darlo  a  Esquilo  el  glorioso  título  de 
padre  de  la  trajedia  griega. 

7. — Esquilo  era  ateniense,  nacido  en  el  pequeño  pueblo  de 
Eleúsis,  |)or  los  afios  de  523  antes  de  j.  C.  Guerrero  intrépi- 
do, se  distinguió  en  las  batallas  de  Maratón,  de  Salamina 
i  de  Platea.  No  sólo  dio  forma  al  poema  trájico  componien- 
do sesenta  o  noventa  piezas,  sino  que  inventólas  máquinas 
i  las  decí)raciones  del  teatro.  I)es¡)ues  de  una  larga  i  glorio- 
sa carrera,  vencido  por  Sófocles  en  una  jiusta  poética,  se  re- 
tiró a  Sicilia  cerca  del  rci  Rieron,  en  donde  murió  de  una 
edad  mui  avanzada.  Según  una  tradición  que  nadie  cree,  su 
muerte  fué  causada  |)ar  una  tortuga  (jue  una  águila  habia 
dejado  caer  sobre  su  cabeza. 

Esquilo  hizo  do  la  fábula  la  parte  esencial  del  poema  trá- 
jico, i  estableció  una  íntima  relación  entre  el  drama  i  el  co- 
ro. Comehzt)  por  introducir  un  segundo  actor,  i  después,  a 
ejemplo  de  su  rival,  el  joven  Sófocles,  un  tercero   i   a  veces 


60  NUl'IONES    l>W    HISTORIA    LITIJUAKIA 


un  cuarto.  Abrcvirt  los  coros  limitando  su  importancia,  i 
quiso  que  uno  íle  los  pL*rsonajes  atrajese  sobre  sí  todo  el  ín- 
teres, mostrándose  de  esa  manera  severo  observador  de  la 
unidad  de  acción.  Ene  ambio  descuido  las  unidades  de  tiem- 
po i  de  lu::^^  ir.  Los  planes  de  sus  trajedias  son  siempre  muí 
sencillos:  p  ircce  desconocer  el  arte  de  anudar  i  de  desenla- 
zar la  intri^^^a;  sin  embargo,  el  atrevimiento  de  las  ideas,  la 
grandiosid  1 1  de  los  caracteres  i  la  riqueza  del  estilo  hacen 
,  olvidar  los  defectos  de  la  fábula.  Esquilo  pone  en  escena  los 
dioses  i  los  senii-dioses;  i  cuando  intervienen  los  hombres, 
los  eleva  sobre  el  nivel  de  la  humanidad  por  la  enerjía  de 
sus  sentimientos  i  por  la  majestad  de  las  proporciones.  Só- 
lo han  llea^ado  hasta  nosotros  siete  piezas  de  este  célebre 
trájico;  pero  entre  éstas  se  encuentran  algunas  de  sus  obras 
mas  célebres.  De  este  número  es  Prometeo  encndenado,  que 
representa  a  este  simi-dios  castigado  por  Júpiter  i  atado  a 
una  roca  por  haber  robado  el  fuego  del  cielo  para  mejorar 
la  condición  de  los  hombres,  pero  conservando  en  medio  de 
los  tormentos  una  sublime  entereza,  como  el  emblema  de 
la  libertad  moral  que  sobrevive  en  el  hombre  al  poder  per- 
dido. 

8.--Sófocles  de  Colona,  ateniense  como  Esquilo,  pero  trein- 
ta años  menor  que  éste,  llevó  la  trajedia  a  la  mayor  perfec- 
ción que  conocieron  los  antiguos.  Concurrió  con  Esquilo  a 
un  certamen  i  lo  venció  cuando  sólo  tenia  veintinueve 
años.  El  pueblo  ateniense,  tan  apasionado  por  lo  bello,  pre- 
mió una  de  sus  trajedias  nombrándolo  jeneral  de  una  espe- 
dicion  a  Sámos,  en  compañía  de  Feríeles  i  de  Tucídides.  Só- 
focles, como  queda  dicho,  introdujo  un  tercer  personaje  en 
la  escena;  pero  hizo  mucho  mas  que  esto:  dio  importancia 
a  la  acción  dramática  i  la  desenvolvió  con  singular  habili- 
dad. El  coro  pasó  a  ser  la  parte  accesoria  de  la  pieza,  así 
como  antes  habia  sido  el  recitado.  De  esta  manera  su  drama 
fué  mas  animado  i  mas  interesante  que  el  de  todos  sus  an. 
tecesores.  El  interés  del  espectador  por  los  personajes  está 
hábilmente  graduado  de  escena  en  escena  i  se  sostiene  hasta 
el  desenlace.  La  invención  i  la  disposición  de  las  partes,  la 


T.ITMKATUUA    ORIIJGA  f>l 


elegancia  i  la  armoiiííi  continua  del  estilo,  la  claridad  habi- 
tual de  la  frase  i  la  rareza  de  los  defectos  constituyen  el  mé- 
rito de  Sófocles.  Un  conocimiento  profundo  dd  corazón  hu- 
mano le  permitió  |>intar  las  pasiones  i  los  caracteres  con 
singular  maestría.  Sólo  han  quedado  siete  trajedias  délas 
ciento  seis  que  Je  atribuyen  los  escritores  de  la  anti;;4Üedad. 

9. — Hemos  dicho  que  Es(|uilo  se  habia  batido  como  sol- 
dacK>  en  la  batalla  de  Salamina.  Se  refiere  (|uc  Sófocles,  en- 
tonces d  -  ed.'ul  de  quince  ailos,  cantó  el  himno  de  la  victo- 
ria a  la  cabeza  de  la  juventud  ateniense.  Se  cuenta  también 
que  el  dia  de  la  batalla  (480  antes  de  J.  C.)  nació  en  la  mis- 
ma isla  de  Salamina  un  joven  llamado  Eurípides  que  habia 
de  cultivar  la  trajedia  como  Es(|UÍlo  i  Sófocles.  Discípulí> 
del  hlósíjfo  Anaxá^i^oras  i  amigo  de  Sócrates,  llevó  a  la  es- 
cena las  ideas  i  el  lenguaje  de  la  filosofía  i  algunas  veces  el 
refinamiento  de  la  retórica.  Eurí|)ides  trata  siempre  de  con- 
mover i  de  excitar  la  compasión.  En  sus  obras  la  pasión  es 
lo  que  domina,  i  los  car.Mctéres  están  subordinados  a  los 
efectos  ])atéticos.  Su  estilo  es  claro,  elegante,  armonioso  i 
fácil:  con  frecuencia  tiene  pasajes  de  una  belleza  encantado- 
ra, 1  otras  veces  cae  en  trivialidades.  A  pesar  de  todos  sus 
defectos,  Eurípides  ejerce  una  seducción  irresistible,  i  sus 
obras  fueron  mui  apreciarlas  en  toda  la  Grecia.  Aristóteles 
lo  llama  el  mas  tiájico  de  los  |)oetas;  i  Plutarco  refiere  que 
después  de  la  derrota  de  los  atenienses  en  Sicilia,  muchos 
prisioneros  escaparon  de  la  muerte  o  de  la  esclavitud  reci- 
tando los  versos  de  Eurípides,  de  (|ue  gustaban  mucho  los 
vencedores. 

Eurípides  compuso  ciento  veintitrés  piezas  dramáticas, 
de  las  cuales  sólo  han  llegado  hasta  nosotros  dieciocho 
trajedias  i  un  drama  satírico  Es  éste  un  jénero  misto  en  el 
cuíit  aparecen  los  personajes  habi*:uales de  la  trajedia  cím  la 
dignidail  de  sus  costumbres  i  de  su  lenguaje,  es  decir,  dio- 
ses i  héroes,  pero  rebajados  por  la  familiaridad  de  la  intri 
gi  i  las  relaci(jnes  con  los  personajes  de  un  orden  subal- 
terno. 

10  -En  la  época  en  queflorecia  Eurípides,  la  comedia  ha- 


62  NiKIONES    I»i:    IIISTOKIA    MTKKAKIA 


bia  llegado  a  ser  en  Atenas  la  hurla  de  la  democracia,  de  la 
filosofía  i  hasta  de  la  trajedia.  Eurípides  mismo  habia  sido 
ridiculizado  con  estraordinario  rigor. 

La  comedia  tuvo  entre  los  griegos  un  oríjen  diferente  que 
la  trajedia.  En  las  ñestas  de  algunas  divinidades  campes- 
tres, los  habitantes  de  las  aldeas  se  reunia^  en  banquetes 
para  cantar  ciertos  coros,  en  los  cuales  reinaba  la  mas  de- 
senfrenada licencia.  Conducidos  en  carros,  se  trasladaban 
de  una  aldea  a  otra  atacando  a  los  paseantes  con  sus  sar- 
casmos. Tal  fué  el  oríjen  de  la  comedia;  pero  la  historia  de 
su  desenvolvimiento  nos  es  casi  enteramente  desconocida. 
Se  habla  de  Epicarmo,  poeta  dórico  que  vivió  en  Sicilia,  al 
cual  atribuyen  algunos  escritores  el  haber  inventado  una 
acción  cómica;  pero  sus  obras,  así  como  las  de  los  otros 
poetas  cómicos  anteriores  a  Aristófanes,  nos  son  conocidas 
por  numerosos  fragmentos  que  sólo  pueden  dar  una  escasa 
idea  de  su  jenio.  La  comedia  griega,  a  lómenos  para  la  pos- 
teridad, aparece  formada  de  repente  i  en  un  alto  grado  de 
perfección  en  los  últimos  años  del  siglo  V  antes  de  Jesu- 
cristo, 

A  pesar  de  la  diversidad  de  orijen  de  estos  dos  jéneros  de 
poesía  dramática,  el  coro  fué  común  a  ambos.  En  la  come- 
dia, sin  embargo,  tenia  una  importancia  especial.  Llamá- 
base parábasis  una  digresión  en  que  el  poeta,  representado 
por  el  coro,  se  dirijia  a  los  espectadores,  i  conversaba  con 
ellos  sobre  sí  mismo,  sus  rivales,  sus  enemigos  i  aun  sobre 
cuestiones  relativas  a  los  negocios  públicos.  La  parábasis, 
impacientemente  esperada  por  el  auditorio,  era  el  trozo 
capital  de  la  pieza,  porque  la  comedia  tenia  un  ca- 
rácter político  entre  los  atenienses,  i  era  el  complemento  de 
sus  instituciones  democráticas.  Atacaba  indistintamente  a 
los  particulares  o  a  los  hombres  de  estado.  Los  jefes  de  par- 
tido, losjenerales,  los  oradores,  los  escritores,  todos  esta- 
ban espuestos  a  sus  burlas.  El  teatro  era  una  tribuna  des- 
de la  cual  el  poeta  cómico  daba  consejos  sobre  los  negocios 
mas  importantes. 

11. — Aristófanes  es  el  autor  cómico  mas  antiguo  de  la 


MTKIÍATIJKA    r.KIBGA  {)0 

Grecia,  cuyas  obras  hayan  llegado  hasta  nosotros.  En  la 
historia  de  la  literatura  griega,  la  comedia  tal  como  la  cul- 
tivó Aristófanes,  es  denominada  la  comedia  antigua,  la  cual 
se  diferencia  mucho  de  este  jénero  de  literatura  como  es  culti- 
vado por  los  modernos.  Aristófanes  de  Atañas, misántropo 
brillante,  dotado  de  una  imajinacion  cáustica,  hizo  de  la  co- 
me lia  una  sátira  licenciosa,  que  no  perdonó  a  lo  mas  dis- 
tinguido de  su  patria,  ni  a  los  dioses.  Censuró  los  abusos 
i  las  faltas  del  gobierno,  las  intrigas  de  los  ambiciosos,  la 
incapacidad  de  los  jenerales,  la  venalidad  de  los  jueces  i  la 
necia  credulidad  de  la  muchedumbre.  Los  escritores  satíri- 
cos han  encontrado  siempre  en  todas  las  innovaciones  un 
ancho  campo  para  sus  burlas.  Aristófanes  tomó  también 
p«'irte  en  la  eterna  querella  de  las  ideas  antiguas  i  de  las  ideas 
nuevas;  i  haciéndose  el  defensor  de  las  primeras  se  burló 
con  una  audacia  increible  de  los  innovadores  i  del  pueblo 
ffue  los  seguia.  Pero  en  su  crítica  fué  injusto  i  cruel.  En  las 
Nubes,  Sócrates  fué  atrozmente  ridiculizado  como  sofista 
vulgar  i  como  un  maestro  pernicioso:  i  en  las  Ranas,  el 
poeta  se  burló  de  Eurípides.  Esas  comedias,  a  pesar  de  este 
defecto,  nos  presentan  el  cuadro  mas  fiel  de  las  costumbres 
de  Atenas.  Aristófanes  es  el  historiador  mas  verdadero  de 
la  vida  pública  i  privada  de  la  democracia  griega.  Nos  hace 
la  pintura  de  la  corrupción  naciente  en  Atenas  a  la  época 
de  la  guerra  del  Peloponeso,  con  una  enerjía  i  con  una  ver- 
dad de  colorido,  que  no  puede  ofrecer  ningún  otro  monu- 
mento histórico.  Desgraciadamente,  la  sal  ática  de  sus 
burlas  está  mezclada  con  bufonadas  de  un  cinismo  repug- 
nante. No  es  posible  buscar  en  ellas  la  verdad  de  los  carac- 
teres que  ha  censurado,  ni  mucho  menos  la  decencia.  De  se- 
senta comedias  de  Aristófanes  sólo  han  llegado  once  hasta 
nosotros.  Murió  este  poeta  por  los  años  386  antes  de  J.  C. 
La  comedia  personal,  castigo  a  veces  de  los  corruptores 
i  de  los  charlatanes,  pero  con  frecuencia  motivo  de  escán- 
dalo o  de  injusta  censura,  no  fué  modificada  sino  cuando 
espiró  la  libertad  política  en  Atenas.  Después  de  la  toma  de 
esta  ciudad  por  Lisandro,  i  bajo  el  gobierno  de  los  treinta 


Gl  NOCIONES    I)H   1IT8T011IA    WTKRARTA 


tíranos,  se  prohibió  por  una  leí  (404  antes  de  Jesucristo) 
presentar  en  la  escena  los  sucesos  del  dia  i  la?  personas  vi- 
vas. La  parábasis  fue  prohibida  terminantemente.  Este 
golpe  decisivo  puso  término  a  la  comedia  antigua. 

12. — Líi  comedia  media  tuvo  menos  brillo,  porque  no  se 
levantó  ningún  jenio  superior  que.  como  Aristófanes,  supie- 
ríi  ca|)tarse  el  entusiasmo  del  auditorio.  A  pesar  d^  la  pro- 
hibición legal,  la  comedia  no  perdió  casi  nada  de  su  amar- 
gura. Representáronse  acontecimientos  verdaderos  bajo 
nombres  supuestos.  Los  poetas  designaban,  por  medio  de 
alusiones,  los  caracteres  que  querian  entregar  a  la  risa  del 
público.  De  setenta  autores  que  se  ejercitaron  en  esta  espe- 
cie de  comedia,  íi  mas  de  sus  nombres,  nos  queda  Únicamen- 
te un  gran  número  de  fragmentos  mas  o  menos  adultera- 
dos. Aun  las  comedias  compuestas  por  Aristófanes  en  esta 
segunda  éj)Oca,  se  han  perdiilo  la  mayor  parte. 

13.— La  comedia  nueva  nació  con  Menandro  en  la  segun- 
da mitad  de  siglo  IV  antes  de  la  era  cristiana.    Menandro 
de  Atenas  estudió   la  filosofía  con   Teofrastro,  el  célebre 
autor  de  los  Curnctéres;  i  de   él    aprendió  el  arte  supe- 
rior de  pintar  las  costumbres.   Hace    la    censura    de   los 
vicios  i  do  los  defectos  del  corazón  humano  en  rasgos  jene- 
rales,  l)OS(|uejando,nó  las  pasiones  particulares  de  su  tiem- 
po, sino  las  (|ue  son  inherentes  a  la  naturaleza  humana.  In- 
Iroilujo  como  elemento  dramático  un  amor  verdadero,  tal 
como  el  que  han   Silbido  esplotar  los  escritores  modernos. 
Lii  variedad  en  los  caracteres  i  los  matices    de  éstos    esta- 
ban perfectamente  señalados,  en  medio  de  argumentos  casi 
siempre  sencillos  pero  interesantes. 

Las  obras  de  Menandro  no  han  llegado  hasta  nosotros; 
pero  U)S  fragmentos  que  se  conservan,  prueban  cuan  mere- 
cidos eran  los  elojios  que  le  tributaban  los  que  le  conocie- 
ron sus  obras.  Por  otra  parte,  Terencio,  el  célebre  cómico 
latino,  ha  imitado  a  Menandro,  dándonos  a  conocer  al 
,  través  de  la  imitación,  el  jenio  del  gran  poeta  griego.  Cé- 
sar mui  admirador  de  Terencio,  lo  llama  medio  Menandro, 
.lo  que  da  una  idea  aproximativa  del  valor  de  las  obras 
perdidas. 


LlTERATIIltA    (SIUKÍIA  '*5 


En  tiempo  de  Menandro  i  después  de  él,  florecieron  mas 
de  sesenta  autores  cómicos,  cuyas  obras  han  llegado  hasta 
nosotros. 

14. — La  historia  estuvo  en  su  principio  confundida  con  la 
poesía.  Los  poetas  heroicos  fueron  por  mucho  tiempo  los 
historiadores  de  la  Grecia,  porque  consignaban  en  sus  can- 
tos el  recuerdo  de  los  tiempos  pasados,  los  triunfos  de  los 
vencedores  en  los  juegos  públicos  i  las  hazañas  de  los  hé- 
roes. Bajo  la  forma  armoniosa  de  los  versos,  la  memoria 
conservaba  los  recuerdos  históricos  en  una  época  en  que  la 
escritura  era  desconocida.  En  el  siglo  VI  antes  de  nuestra 
era,  el  uso  mas  frecuente  de  la  escritura  dio  orfjen  al  naci- 
miento de  la  prosa,  es  decir,  los  hombres  tuvieron  otro  me- 
dio mas  sencillo  deconservar  i  de  trasmitir  a  la  posteridad, 
los  sucesos  pasados. 

Los  primeros  ensayos  históricos  datan  de  esa  misma 
época.  Los  escritores  recojieron  las  tradiciones  i  los  recuer- 
dos del  pasado,  confundidos  todavía  con  numerosas  fábu- 
las, i  los  espusieron  en  sus  libros.  Son  mui  reducidos  los 
fragmentos  que  nos  quedan  de  los  primitivos  historiadores 
de  la  Grecia.  La  posteridad  encuentra  formado  el  arte  his- 
tórico de  los  griegos  en  íleródoto,  i  por  eso  lo  ha  denomi- 
nado el  padre  de  la  historia.  Una  cosa  semejante  ha  pasado 
en  Ta  trajedia  i  en  la  comedia  con  Esquilo  i  Aristófanes. 

15.— Heródoto  de  Halicarnaso,  nacido  en  484  antes  de 
Jesucristo,  fué  un  viajero  infatigable  que  recorrió  casi  todos 
los  paises  conocidos,  la  Grecia,  la  Macedonia,  la  Tracia, 
una  porción  del  Asia,  el  Ejipto  i  otras  rejiones  del  África, 
recojiendo  en  todas  partes  los  materiales  de  una  historia. 
Su  plan  primitivo  no  comprendia  mas  que  las  guerras  entre 
persas  i  griegos,  pero  a  su  alrededor  fué  agrupando  varia- 
das noticias  hasta  formar  el  mas  rico  repertorio  histórico 
de  aquellos  tiempos.  Su  obra,  tal  como  ha  llegado  hasta 
nosotros,  está  dividida  en  nueve  libros,  a  cada  uno  de  los 
cuales  dieron  los  griegos  el  nombre  de  imade  las  nueve  mu- 
sas. Los  cuatro  libros  primeros  tratan  déla  historia  de  los 
asirios,  de  los  medos,  de  los  persas  i  de  los  ejipcios;  i  sirven 

TOMO  IV  T) 


6G  NOCIONES   DE  IlIOTORIA    LITERARIA 

de  introducción  a  los  cinco  últimos  que  encieran  la  narra- 
ción de  la  guerra  de  Jonia  i  de  las  guerras  médicas.  En  He- 
ródoto  se  percibe  la  inspiración  de  Homero.  La  misma  cla- 
ridad, la  misma  sencillez,  la  misma  variedad  pintoresca  en 
las  descripciones  i  en  las  narraciones,  la  misma  riqueza,  un 
poco  difusa  a  veces,  pero  siempre  llena  de  naturalidad  i  de 
armonía.  Heródotono  tiene  mas  propósito  queel  de  narrar 
la  vida  interior  de  sus  personajes,  los  motivos  de  sus  accio- 
nes i  las  causas  de  los  acontecimientos  se  revelan  por  el  mo- 
vimiento mismo  i  por  la  verdad  de  la  narración.  Algunas 
veces  es  crédulo  i  aun  supersticioso;  intercala  en  su  libíro 
multitud  de  cuentos,  con  frecuencia  maravillosos,  i  casi 
siempre  poco  dignos  de  crédito;  sin  embargo,  la  veracidad 
jeneral  de  sus  escritos  es  reconocida  en  nuestro  tiempo.  Las 
esploraciones  jeográficas  i  arqueolójicas  de  los  modernos 
en  los  paises  que  describió  Heródoto,  han  confirmado  sus 
aserciones.  Heródoto  pasó  los  últimos  años  de  su  vida  en 
Túrios,  en  Italia,  i  ahí  murió  en  una  edad  mui  avanzada, 
en  el  tiempo  de  la  guerra  del  Peloponeso. 

16. — Las  narraciones  de  Heródoto  revelan  la  infancia  del 
arte;  pero  antes  de  medio  siglo  la  historia  llegó  a  un  alto 
grado  de  elevación  en  manos  de  Tucídides.  Nacido  en  Ate- 
nas en  472  antes  de  Jesucristo,  Tucídides  era  hombre  de  es- 
tado i  guerrero,  i  tomó  una  parte  principal  en  la  guerra -del 
Peloponeso.  Mandaba  la  flota  ateniense  en  el  mar  Ejeo,  en 
el  octavo  año  de  aquella  guerra;  pero  no  habiendo  podido 
llegar  a  tiempo  para  impedir  la  toma  de  Anfípolis,  fué  con- 
denado a  destierro  i  se  estableció  durante  veinte  años  en 
varios  puntos  de  la  Grecia,  en  donde  recojió  materiales  para 
su  historia.  Nosotros  debemos  quizás  esta  obra  a  la  injus- 
ta severidad  de  los  atenienses.  La  compuso  vuelto  a  su  pa- 
tria, sin  terminarla  definitivamente,  porque  no  comprende 
mas  que  los  primeros  veintiún  años  de  esa  célebre  lucha 
entre  Esparta  i  Atenas. 

Tucídides  ha  tomado  la  historia  en  la  parte  en  que  la  ha- 
bia  dejado  Heródoto,  para  contar  esclusivamentela  guerra 
del  Peloponeso;  pero  no  se  asemeja  en  nada  al  historiador 


LITERATIJKA    GRIEGA  67 


a  quien  continúa.  La  sencillez  que  la  historia  tiene  en  ma- 
nos de  Heródoto  desaparece  en  el  libro  de  Tucídides.  El  pri- 
mero se  dilata  en  digresiones  siempre  amenas  e  interesan- 
tes, pero  estrañas  al  asunto  principal:  Tucídides  marcha 
derecho  a  su  objeto.  Heródoto  ve  en  los  sucesos  el  cumpli- 
miento de  las  órdenes  del  destino;  Tucídides  atribuye  el  de- 
senlace de  los  acontecimientos  a  la  habilidad  o  a  las  faltas 
de  los  hombres  de  estado  o  de  los  jenerales.  Heródoto  intro- 
dujo en  su  historia  los  diálogos:  Tucídides  creó  las  arengas, 
en  que  ha  sabido  hacer  entrar  la  política,  la  moral  i  la  tác- 
tica militar.  En  efecto.  los  admirables  discursos  que  Tucí- 
dides pone  en  boca  de  sus  personajes,  constituyen  un  recur- 
so histórico  para  trasmitir  al  lector-  las  noticias  que  el 
escritor  no  puede  hacer  entrar  en  la  narración.  El  alma  del 
historiador,  sus  juicios  sobre  los  acontecimientos  que  re- 
fiere, las  pasiones  políticas  que  describe,  el  carácter  del  pue- 
blo cuyos  anales  ha  trazado,  se  encuentran  principalmente 
en  los  discursos  que  pronuncian  los  personajes  de  Tucídi- 
des. La  oración  fúnebre  de  los  atenienses  muertos  en  los 
primeros  combates  de  la  guerra  del  Peloponeso,  que  el  his- 
toriadqr  pone  en  la  boca  de  Feríeles,  es  una  verdadera  obra 
maestra  de  elocuencia  i  de  elevación.  La  descripción  de  la 
peste  de  Atenas,  imitada  por  el  poeta  latino  Lucrecio,  ha 
servido  de  modelo  a  lá  mayor  parte  de  las  descripciones  que 
se  han  hecho  después,  pero  es  superior  a  todas  las  imitacio- 
nes. La  catástrofe  de  los  atenienses  en  Sicilia  es  uno  de  los 
trozos  mas  dramáticos  que  encierra  cualíjuicra  historia. 

La  historia  de  Tucídides  es  realmente  una  trajedia,  en 
que  Atenas  desempeña  el  primer  papel:  el  verdadero  interés 
consiste  en  saber  si  los  atenienses  serán  vencedores  o  ven- 
cidos. Tucídides  confunde  hábilmente  en  ella  la  causa  de  su 
patria  con  la  causa  de  la  civilización.  Se  puede  reprocharle, 
sin  embargo,  el  haber  dado  una  imájcn  incompleta  de  Ate- 
ñas.  En  su  obra  no  se  encuentra  una  sola  palabra  sobre  el 
magnífico  desarrollo  de  las  artes  bajo  Perícles,  ni  sobre  la 
comedia  antigua,  tan  íntimamente  ligada  a  la  política,  ni 
sobre  Sócrates  i  su  influencia  en  la  educación  de  la  juventud. 


68  NOCIONES    DR    IIISTOIIIA    LITERARIA 


17. — Tucídides  dejó  inconclusa  su  historia.  Un  escritor  de 
mucho  menos  mérito,  pero  notable  por  la  suavidad  del  esti- 
lo ¡por  la  variedad  de  sus  conocimientos,  se  encargó  de  con- 
tinuarla. Fue  éste  Jenofonte  de  Atenas  (nacido  en  447  an- 
tes de  J.  C),  discípulo  de  Sócrates  en  filosofía  i  de  Isócrates 
en  elocuencia.  Como  amigo  del  joven  Ciro  de  Persia,  tomó 
parte  en  la  espedicion  de  este  príncipe  contra  su  hermano 
Artajérjes,  en  una  división  de  ausiliares  griegos.  Después 
de  la  matanza  de  los  jeucrales  griegos,  Jenofonte,  aunque 
simple  voluntario,  dirijió  esa  admirable  retirada  de  los  diez 
mil,  de  que  mas  tarde  fué  el  historiador.  En  las  Helénicas 
trazó  la  historia  de  Grecia  desde  el  punto  en  que  la  habia 
dejado  Tucídides  hasta  después  de  la  batalla  de  Mantinea. 
En  el  Anábnsis  refirió  la  historia  de  la  espedicion  de  los 
griegos  a  Persia  i  de  la  retirada  de  los  diez  mil.  Compuso 
también  una  vida  de  Ajesilao;  i  una  novela  histórico-polí* 
tica  titulada  la  CiropcJia,  o  la  infancia  de  Ciro  el  grande  y 
en  la  cual  al  través  de  acontecimientos  i  bajo  nombres  to- 
mados a  la  historia  de  los  persas,  desarrolla  sus  ideas  so- 
bre la  educación  i  sobre  el  arte  de  la  guerra.  Jenofonte  es- 
cribió ademas  algunos  libros  filosóficos  en  que  espone  las 
doctrinas  de  Sócrates,  obras  didácticas  sobre  la  caza  i  el 
arte  militar,  i  opúsculos  políticos  sobre  el  gobierno  i  la  ha- 
cienda pública  de  Atenas.  Lafecundidad  de  Jenofonte  no 
es  su  único  mérito.  Los  antiguos  lo  llamaban  la  abeja  áti- 
ca, a  causa  de  la  suavidad  de  estilo.  Raras  veces  se  eleva, 
pero  agrada  siempre.  La  posteridad  le  debe  el  que  haya 
dado  a  conocer  con  gran  fidelidad  las  doctrinas  i  las  ideas 
de  Sócrates. 

18. — El  siglo  de  oro  de  la  literatura  griega,  nombre  con  que 
és  designado  el  siglo  de  Perícles  se  ilustró  también  por  los 
trabajos  de  los  mas  grandes  jenios  que  hayan  cultivado  la 
filosofía. 

Hasta  mediados  del  siglo  \  los  filósofos  i  sus  escuelas 
habian  estado  diseminados  en  todas  las  ciudades  de  la  Gre- 
cia. En  esa  época  Atenas  fué  su  cuartel  jeneral.  El  pueblo 
lo  denominó  sofista^  voz  griega  que  significa  hombre  hábil, 


Í.ITKRATl'RA    (:KIEf¡A  69 


sabio.  Gloriábanse  de  poseer  la  ciencia  universal,  discutian 
sobre  todas  las  materias  i  enseñaban  mediante  un  honora- 
rio el  arte  de  discutir.  El  fondo  de  la  sofística  era  un  escep- 
ticismo absoluto.  La  dialéctica  era  para  ellos  un  arma 
cómoda  en  el  arte  de  disputar  i  de  probar  indiferentemente 
el  pro  i  el  contra.  Los  sofistas  conservaron  por  largo 
*  tiempo  su  importancia  como  retóricos,  porque  en  un  esta- 
do democrático  en  donde  el  talento  de  la  palabra  era  de 
primera  necesidad,  cualquiera  (juc  aspirase  a  tomar  par- 
te en  los  negocios  públicos  debia  estudiar  el  arte  de  con- 
vencer. 

19. — Las  sutilezas  filosóficas  de  los  sofistas,  el  desemba- 
razo con  que  so^tenian  alternativamente  las  opiniones 
mas  opuestas  i  la  duda  universal  que  resultaba  de  sus 
principios,  habian  provocado  una  reacción  saludable.  Esta 
fué  principalmente  la  obra  de  Sócrates. 

La  historia  de  Sócrates  es  demasiada  conocida  para  que 
necesitemos  repetirla  aquí.  Su  ocupación  constante,  dice  el 
mas  ilustre  de  sus  discípulos,  era  persuadir  a  todos,  jóve- 
nes o  viejos,  que  sólo  la  virtud  es  la  fuente    de  todos   los 
bienes.  Durante  cuarenta  años  atacó   a  los  sofistas  descu- 
briendo el  artificio  i  la  vaciedad  de  sus  doctrinas    por    me- 
dio de  un  sistema  de  interrogaciones  destinadas    a  confun- 
dirlos, i  que  ha  merecido  el  nombre  de  método  Socrático. 
"Sócrates,  dice  Plutarco,  no  tenia  cátedra:  enseñaba  siem- 
pre i  en  todas  partes.  Siempre  i  en  todas  partes  el  buen  ciu- 
dadano encuentra  el  modo  de  desempeñar  su  misión**.  Con 
Sócrates,  la  filosofía  se  separa  definitivamente  de  las  otras 
ciencias,  cambia  de  carácter  i  de  dirección.   ** Hasta  él,  dice 
Cicerón,  la  filosofía    enseñaba  la  ciencia  de  los  números, 
los  principios  del  movimiento,  el  oríjen  de  la  jeneracion  i 
de  la  corrupción  de  todos  los  seres;  observaba  cuidadosa- 
mente el  tamaño,  las  distancias,  el   curso  de  los  astros,  en 
fin,  las  cosas  celestes.  Sócrates  fue  el    primero  que    la  hizo 
bajar  del  cielo  a  la  tierra'*.  En  efecto,   tomó   por  punto  de 
partida  el  hombre  mismo,  poniendo  en  práctica  la  inscrip- 
ción  del  templo    de    Délfos:   "conócete  a  tí  mismo**.  Por 


70  NOCTOXRS  DE   mSTORTA   LITERARIA 

este  medio  la  filosofía  se  sustrajo  a  las  vanas  especulacio- 
nes que  la  habian  estraviado  anteriormente.  Imprimió  a  la 
enseñanza  un  carácter  práctico;  creando  así  la  ciencia  de 
la  mora!;  i,  sin  combatir  abiertamente  las  creencias  de  sus 
compatriotas,  reveló  la  existencia  de  un  ser  superior  a  los 
dioses  del  Olimpo,  creador  i  regulador  del  Universo.  Sócra- 
te  no  ha  escrito  nada;  pero  el  espíritu  de  su  enseñanza  nos 
ha  sido  trasmitido  por  sus  discípulos. 

20.— Después  de  Sócrates,  otros  filósofos  fundaron  es- 
cuelas. La  mas  célebre  de  todas  fué  la  Academia^  que  tuvo 
por  jefe  a  Platón,  jenio  vasto  i  brillante  que  imia  todo  el 
encanto  de  la  inspiración  poética  a  las  concepciones  mas 
altas  de  la  razón. 

Nacido  en  Atenas  el  año  de  4?30  antes  de  J.  C,  e  hijo  de 
una  de  las  mas  ilustres  familias  de  su  ciudad  natal,  Platón 
se  aplicó  a  la  poesía  en  su  juventud,  pero  dio  a  su  inteli- 
jencia  un  nuevo  rumbo  cuando  oyó  las  lecciones  de  Sócra- 
tes; i  después  de  muchos  viajes  en  Grecia,  en  Italia,  en  Ejip- 
to  i  en  Sicilia,  volvió  a  Atenas  donde  abrió  en  los  jardines 
de  Academo  uncí  escuela  de  filosofía  que  tomó  el  nombre  de 
Academia.  Esta  famosa  escuela,  en  que  Platón  dio  sus  lec- 
ciones durante  cerca  de  medio  siglo,  fué  un  semillero  de 
hombres  virtuosos  i  de  pensadores  distinguidos.  Platón  vi- 
vió mas  de  ochenta  años;  i  al  morir  dejó  su  escuela  flore- 
ciente a  cargo  de  uno  de  sus  discípulos. 

Platón  elijió  el  diálogo  para  esplicar  sus  doctrinas  dán- 
doles de  este  modo  una  forma  hasta  cierto  punto  dramáti- 
ca, diferenciando  siempre  la  escena  i  los  caracteres,  entre 
los  cuales  sobresale  con  particular  viveza  i  propiedad  el  de 
Sócrates.  Entre  sus  cincuenta  i  seis  diálogos,  los  principa- 
les son:  el  Górjias  i  el  Protúgoras,  donde  los  sofistas  reci- 
ben un  cruel  castigo  por  medio  del  ridículo;  el  Fedon,  que 
pintando  con  admirable  sublimidad  los  últimos  momento^ 
de  Sócrates,  afirma  con  argumentos  invencibles  la  creencia 
en  la  inmortalidad  del  alma;  el  Fedro  i  el  Banquete^  discu- 
sión injeniosa,  profunda  i  poética  que  demuestra  la  espiri- 
tualidad del  amor,  cuyo  verdadero  objeto  es  la  virtud;  la 


LITERATURA   GRIEGA  71 


República,  ideal  de  una  sociedad  organizada  según  la  idea 
de  lo  justo,  tomada  en  un  sentido  absoluto  pero  que  con- 
duce a  los  mas  estraños  resultados;  Critoa,  en  que  hai  una 
hermosa  personificación  de  las  leyes  recordando  a  Sócrates 
sus  d;?beres  de  ciudadano. 

En  las  obras  de  Platón  se  encuentran  reunidos  el  espíritu 
poético  i  el  espíritu  filosófico.  Su  jenio  vasto  i  brillante  sa- 
be unir  todo  el  encanto  de  la  imajinacion  a  las  concepcio- 
nes mas  altas  del  pensamiento.  Como  escritor  es  conside- 
rado el  mas  puro  i  mas  perfecto  de  los  prosadores  griegos. 
** Las  palabras  que  componen  sus  frases,  dice  un  célebre 
crítico  francés,  Thomas,  las  frases  que  componen  el  discur- 
so, todo  se  atrae  i  desplega  armónicamente;  así  como  las 
ideas  se  encadenan  con  las  ideas**.  Por  lo  que  toca  a  su 
fondo,  sus  doctrinas  están  fundadas  en  el  principio  de  la 
unidad  de  Dios  i  de  la  inmortalidad  del  alma.  La  virtud  pa- 
ra el  hombre  consiste  en  el  esfuerzo  pan  alcanzar  a  la  se- 
mejanza con  su  criador.  No  hai  mas  que  una  virtud,  com- 
puesta de  cuatro  elementos,  prudencia,  justicia,  fortaleza  i 
templanza,  cuyo  ejercicio  nos  hace  alcanzar  nuestra  liber- 
tad, es  decir,  la  enerjía  moral  que  nos  eleva  sobre  los  inte- 
reses sensibles.  La  virtud  puede  aprenderse;  de  donde  se 
sigue  que  la  educación  es  un  cultivo  libre  i  moral  del  espíri- 
tu. Platón  ha  estendido  sus  doctrinas  filosóficas  al  estudio 
de  !a  política,  que  según  él,  no  es  mas  que  la  aplicación  en 
grande  de  la  lei  moral;  así  como  el  estado  no  es  mas  que  la 
reunión  de  una  masa  de  hombres  bajo  una  misma  lei,  cuyo 
objeto  es  la  libertad  i  la  concordia.  En  las.  artes,  que  son 
una  aplicación  de  las  fuerzas  del  pensamiento  humano  di- 
rijido  hacia  lo  ideal  por  medio  de  procedimientos  materia- 
les. Platón  asienta  que  el  principio  fundamental  es  la  be- 
lleza, la  cual,  como  representación  sensible  de  la  perfección 
física  i  moral,  es  una  con  lo  verdadero  i  con  lo  bueno. 

Aristóteles,  su  rival  en  gloria,  nació  en  Estajira,  en  Ma- 
cedonia,  el  año  de  384-  antes  de  J.  C.  Huérfíino  en  su  niñez, 
pasó  a  Atenas  a  la  edad  de  veintisiete  años,  siguió  las 
lecciones  de  Platón  hasta  la  muerte  de  este  filósofo,  i  vol- 


XOCIONKS    DE   HISTORIA    LITERARIA 


vio  mas  tarde  a  Macedonia  llamado  por  el  rei  Filipo,  que 
quería  confiarle  la  educación  de  su  hijo  Alejandro.  Cuando 
este  príncipe  emprendió  su  campaña  contra  el  imperio  per 
sa,  Aristóteles  se  estableció  en  Atenas  i  fundó  su  escuela. 
Enseñaba  paseándose  en  las  galerías  del  Liceo,  antiguo 
templo  de  Apolo  Liceo,  i  de  allí  nació  el  nombre  de  su  doc- 
trina llamada  peripatética  (de  per/patos^  paseo).  Acusado- 
de  impiedad  después  de  ¡a  muerte  de»Alejandro,  Aristóteles 
huyó  a  Cálsis,  en  Eubea,  i  aUí  murió  a  la  edad  de  sesenta  i 
dos  años. 

Jenio  enciclopédico,  pensador  profundo  i  observador  pers- 
picaz, Aristóteles  desterró  de  sus  obras  la  imajinacion. 
Abrazó  todos  los  ramos  de  investigación  científica  que  se 
habían  conocido  hasta  su  tiempo,  i  no  hubo  ninguno  que 
no  le  debiese  grandes  adelantamientos.  Inventó  la  injenio- 
sa  teoría  del  silojismo,  dio  el  primer  sistema  de  lójica  i  creó 
la  historia  natural.  Su  Metafísica,  primer  ensayo  en  una 
ciencia  nueva,  es  digna  todavía  de  estudiarse.  Su  Política 
está  llena  de  máximas  i  de  observaciones  admirables.  En 
su  Moral  resplandecen  ideas  tan  delicadas  como  sólidas  so- 
bre la  naturaleza  del  hombre,  espuestas  con  una  sencillez  a 
veces  sublime.  En  su  Retórica  i  en  su  Poética  se  elevó  a  una 
inmensa  altura  sobre  los  escritores  de  su  tiempo  promul- 
gando reglas  literarias  que  serán  respetadas  siempre.  La 
variedad  de  sus  conocimientos,  i  la  penetración  de  su  talen- 
to hacen  de  Aristóteles  uno  de  los  mas  grandes  jenios  que 
haya  producido  el  mundo,  i  un  escritor  muí  distinguido. 

Discípulo  asiduo  de  Platón  durante  veinte  años,  Aristó- 
teles es  considerado  comunmente  un  contradictor  perpetuo 
de  su  maestro.  Este  es  un  error:  lejos  de  marchar  siempre 
contra  las  doctrinas  platónicas,  no  ha  hecho  de  ordinario 
mas  que  darles  formas  mas  netas,  mas  científicas,  mas  con- 
formes a  la  rigorosa  severidad  de  la  razón.  No  se  debe  tam- 
poco aceptar  el  reproche  de  sequedad  i  de  aridez  que  se  ha 
hecho  a  su  estilo,  en  el  cual  por  el  contrarío,  Cicerón  admi- 
raba la  finura,  la  suavidad  i  la  variedad.  Debe  sí  decirse 
que  en  sus  escritos  domina  mas  la  razón  que  la  imajinacion. 


LITERATUnA    fSUlEOA 


Ha¡  en  ellos  una  tendencia  a  hacer  predominar  la  práctica 
sobre  la  teoría,  la  observación  de  los  hechos  sobre  la  espli- 
cacion  de  las  ideas.  Al  revés  de  Platón,  se  dirije  mas  a  la 
intelijencia  que  a  la  sensibilidad,  mas  a  la  lójica  que  a  las 
facultades  poéticas  de  nuestra  alma.  Colocando  delante 
del  hombre  un  fin  hacia  el  cual  debe  tender  el  ejercicio  simul- 
táneo de  la  razón  i  de  la  libertad,  hace  de  la  virtud  el  fun- 
damento del  soberano  bien. 

La  influencia  de  Platón  i  de  Aristóteles  sobre  la  posteri- 
dad ha  sido  inmensa.  El  idealismo  de  Platón  i  el  espíritu 
práctico  de  Aristóteles,  son  los  dos  polos  inmutables  de  los 
sistemas  filosóficos.  Aun  hoi  dia,  toda  filosofía  es  inevita- 
blemente aristotélica  o  platónica. 

21. — El  estudio  de  estas  escuelas  filosóficas  pertenece  pro- 
piamente a  la  historia  de  la  filosofía;  pero  aquí  debemos 
hablar  de  uno  de  esos  pensadores,  que  merece  un  lugar  en 
la  historia  literaria.  Teofrasto,  nacido  en  Ereso,  en  la  isla 
de  Lésbos  (371  años  antes  de  J.  C),  fué  el  discípulo,  o  mas 
bien  el  amigo  i  el  compañero  de  trabajos  de  Aristóteles,  i  el 
segundo  jefe  de  la  escuela  del  Liceo.  Su  nombre  era  Tirta- 
mo,  pero  sus  discípulos  lo  llamaron  Teofrasto  (divino  ha- 
blador). Compuso  un  gran  número  de  obras,  de  las  cuales 
sólo  han  llegado  hasta  nosotros  algunas  que  tratan  de  his- 
toria natural,  de  física  i  de  meteorolojía.  Pero  su  título  de 
gloria  es  otro  libro  que  conocemos  con  el  nombre  de  Los 
caractéreSy  i  que  quizás  es  formado  de  fragmentos  de  una 
obra  mas  estensa  en  que  el  autor  propondría  tipos  morales 
para  la  comedia.  Teofrasto  considera  un  vicio  o  una  ma- 
nía de  la  naturaleza  humana  o  de  la  jente  de  su  siglo;  lo 
nombra;  lo  define  o  lo  describe,  enumerando  rasgo  por  ras- 
go las  maneras  de  hablar  i  de  obrar  de  hombres  dominados 
por  ese  vicio  o  por  esa  manía.  Las  observaciones  son  exac- 
tas, delicadas  i  con  frecuencia  cómicas:  muchos  de  sus  per- 
sonajes se  presentan  como  seres  verdaderos  que  el  lector 
cree  reconocer;  pero  con  frecuencia  se  nota  monotonía,  ras- 
gos arbitrarios  i  a  veces  oscuros,  lo  que  hace  suponer  tam- 
bién que  la  obra  de  Teofrasto  ha  sido  retocada  por  manos 


74  NOCIONES   PE   mSTORIA    LITERARIA 

menos  hábiles.  Ese  libro,  debe  su  gran  reputación  al  mora- 
lista francés  La  Bruyére,  que  lo  tradujo  i  lo  imitó  en  el  si- 
glo XVII. 

22. — Entre  los  filósofos  contemporáneos  de  Sócrates  es 
preciso  colocar  a  Hipócrates,  que  aplicó  el  método  filosófi- 
co al  estudio  de  la  naturaleza  física  del  hombre  i  la  curación 
délas  dolencias  que  lo  aquejan.  Hipócrates  es  el  primer 
médico  i  uno  de  los  mas  grandes  escritores  de  la  antigüedad. 
Nacido  en  la  isla  de  Cos'  (460  años  antes  de  J.  C),  practicó 
la  medicina  en  Atenas  i  murió  de  una  edad  mui  avanzada. 
Sobre  su  vida  se  han  conservado  diversas  tradiciones  que 
la  crítica  no  acepta.  Se  le  ha  supuesto  curando  milagrosa- 
mente los  enfermos  de  la  peste  que  asoló  a  Atenas  en  tiem- 
po de  Feríeles  i  rechazando  los  ofrecimientos  hechos  por 
Artajérjes,  rei  de  Persia,  para  establecerse  en  sus  estados. 
Lo  que  parece  fuera  de  duda,  es  que  hizo  sus  estudios  via- 
jando en  la  Grecia  i  en  el  Asia  i  recojiendo  en  todas  partes 
las  observaciones  que  la  esperiencia  habia  reunido  sobre  la 
medicina;  pero  lo  que  hasta  su  época  habia  sido  preceptos 
prácticos,  fué  convertido  por  Hipócratesen  nociones  funda-' 
mentales  i  lójicas  de  la  ciencia.  Su  método  admirable  de 
describir  las  enfermedades,  la  exactitud  rigorosa  de  sus 
preceptos  de  réjimen,  la  observación  constante  de  la  natu- 
raleza que  lo  alejaba  de  toda  hipótesis  i  lo  hacia  fundarse 
solamente  en  la  esperimentacion,  en  un  tiempo  en  que  la 
anatomía  i  la  fisiolojía  estaban  mui  atrasadas,  colocan  a 
Hipócrates  en  el  número  de  los  sabios  mas  profundos  i  sa- 
gaces de  la  Grecia;  pero  su  talento  de  escritor,  la  singular 
concisión  para  encerrar  axiomas  complejos  en. un  simple 
aforismo,  hacen  que  sus  obras  sean  hasta  ahora  mui  esti- 
madas por  su  mérito  literario. 

23.— La  teoría  del  arte  de  la  palabra  habia  sido  inventa- 
da en  Sicilia;  pero  la  elocuencia  nació  en  Atenas.  Una  lei  de 
Solón  mandaba  que  cuando  se  reuniese  el  pueblo  para  tra- 
tar de  algún  negocio  grave,  un  heraldo  gritase:  ¿hai  algún 
ciudadano  mayor  de  cincuenta  años  que  quiera  tomar  la 
palabra?  La  democracia  pura,  que  formaba  la  esencia  del 


LITET?ATÍ  T?A   OHTEOA  75 


gobierno  de  Atenas,  fué,  pues,  el  oríjen  de  la  oratoria,  que 
constituyó  una  de  las  mas  vigorosas  i  espléndidas  manifes- 
taciones del  jenio  griego. 

Han  llegado  hasta  nosotros  algunas  obras  de  diez  ora- 
dores atenienses, fuera  délos  discursos  de  dudosa  autentici- 
dad que  se  encuentran  consignados  en  las  obras  históricas. 
Aunque  muchos  de  esos  discursos  se  refieren  sólo  a  asnutt» 
particulares,  a  pleitos  privados  sobre  cuestiones  de  intere- 
ses, revelan,  sin  embargo,  el  grado  de  perfección  a  que  al- 
canzó el  arte  oratorio,  i  contienen  importantes  noticias 
sobre  la  jurisprudencia  de  I09  atenienses  i  sobre  los  proce- 
dimientos judiciales.  Nos  limitaremos  aquí  a  dar  a  cono- 
cer sumariamente  a  los  principales  de  ellos. 

24. — Isócrates  de  Atenas  (436-438),  el  mas  célebre  de  to- 
dos los  profesores  de  elocuencia,  carecia  de  la  voz  i  de  la 
presencia  de  ánimo  tan  necesaria  para  el  ejercicio  de  la  ora- 
toria. Fundó  una  escuela  de  retórica  en  que  se  formaron 
los  mas  grandes  oradores  de  la  Grecia  i  compuso  varios 
discursos  que  fueron  jeneralmente  admirados.  Desde  su  es- 
cuela ejerció  una  poderosa  influencia  sobre  la  política  i  la 
administración  de  Atenas.  Después  de  la  batalla  de  Que- 
ronea,  para  no  sobrevivir  a  la  ruina  de  la  independencia  de 
su  patria,  se  dejó  morir  de  inanición  a  la  edad  de  noventa  i 
ocho  años.  El  mejor  discurso  de  los  veintiuno  que  nos 
han  quedado  de  Isócrates,  es  uno  titulado  Panejirico.  Los 
griegos  daban  ese  nombre  a  todo  discurso  pronunciado  de- 
lante de  un  gran  concurso  nacional.  El  Panejirico  de  Isó- 
crates, pronunciado,  según  se  cree,  en  los  juegos  olímpicos, 
tiene  por  objetos  ensalzar  la  preeminencia  de  Atenas  i  exci- 
tar a  los  griegos  para  hacer  la  guerra  a  los  persas.  ¡Sócra- 
tes no  es  un  orador  enérjico;  pero  se  le  considera  el  modelo 
de  la  pureza  ática. 

25. — Esquines  de  Atenas,  aunque  de  condición  oscura,  fué 
el  mas  ilustre  de  los  oradores  griegos  después  de  su  anta- 
gonista Demóstenes.  Cómico  en  su  juventud,  en  seguida 
abogado,  se  ejercitó  en  la  elocuencia  a  unaedad  avanzada,  i 
como  orador  tomó  parte  entonces  en  la  política.  El  pueblo 


76  NOCIONES    I>K    mSTOTlIA    LITERARIA 

* 

le  honró  con  importantes  misiones  a  Lacedemonia,  cerca 
de  Filipo  de  Macedonia  que  se  hallaba  en  aquel  pais  i  ante 
el  consejo  de  los  Anfictiones.  Colega  de  Demóstenes  en  la 
embajada  a  la  corte  de  Macedonia  (344),  se  declaró,  sin 
embargo,  entre  ellos  durante  esa  misma  misión  una  pro- 
funda enemistad.  Esquines,  hombre  oscuro  por  su  oríjen  i 
por  su  primera  educación,  pero  dotado  de  un  gran  talento, 
carecia  de  moralidad,  i  se  dejó  ganar  por  las  lisonjas  de 
Filipo,  i  tal  vez  por  su  jenerosidad.  Tenia  las  cualidades 
oratorias  que  seducen  al  pueblo;  pero  le  faltaba  la  conside- 
ración que  dan  una  vida  irreprochable,  la  fijeza  en  los  prin- 
pios  i  la  elevación  de  pensamientos.  Los  tres  discursos  que 
nos  quedan  de  Esquines  se  refieren  a  su  lucha  con  Demóste- 
nes, i  de  ellos  vamos  a  hablar  mas  adelante. 

26 Demóstenes  (385-322)  es  el  mas  grande  orador  de  la 

Grecia  i  quizás  de  todos  los  paises  i  de  todos  los  tiempos. 
A  la  edad  de  diecisiete  años  pronunció  contra  sus  tutores, 
que  habian  dilapidado  su  patrimonio,  cinco  alegatos  que 
hasta  ahora  se  conservan.  Habiendo  ganado  aquel  juicio, 
se  sintió  estimulado  a  arengar  al  póbHco  en  la  tribuna.  Su 
voz  débil,  su  respiración  laboriosa,  la  poca  gracia  de  su 
jesticulacion  i  lo  desordenado  de  sus  períodos  le  atrajeron 
los  silbos  de  la  muchedumbre.  Demóstenes  estuvo  a  punto 
de  renunciar  a  la  oratoria:  un  cómico  llamado  Sátiro  lo 
reanimó.  A  fuerza  de  ])aciencia  i  de  estudio,  Demóstenes 
triunfó  de  sus  defectos  naturales:  por  el  ejercicio,  fortificó  su 
pecho,  depuró  su  pronunciación,  corrijió  sus  movimientos  i 
acabó  por  hacerse  dueño  de  todos  estos  secretos  de  la  ora- 
toria a  que  los  antiguos  daban  tanta  importancia.  Algu- 
nos escritores  hablan  de  un  gabinete  subterráneo  en  que 
Demóstenes  se  encerraba  meses  enteros  copiando  a  Tucí- 
dides,  declamando,  meditando,  escribiendo.  A  la  edad 
veinticinco  años  reapareció  en  la  tribuna  pronunciando 
dos  oraciones  contra  Léptines,  autor  de  una  lei  que  impo- 
nia  a  todo  ciudadano  la  obligación  de  aceptar  funciones 
onerosas.  En  seguida  trabajó  mucho  en  causas  judiciales, 
haciendo  casi  siempre  el  papel  de  acusador  a  que  lo  incli- 


LITRRATÜHA    (miFíOA  77 


naba  su  jenio  áspero  i  violento.  Sin  embargo,  su  principal 
gloría  fué  adquirida  por  sus  discursos  políticos^  que  le  die- 
ron grande  influencia  en  el  gobierno  i  reanimaron  algún 
tanto  a  la  república  decadente.  Las  Wes  habian  perdido 
su  poder:  a  la  austeridad  de  las  costumbres  antiguas  ha- 
bian sucedido  la  lijereza,  la  pereza,  la  vanidad  i  una  pasión 
inmoderada  por  los  placeres  i  diversiones.  De  las  virtudes 
de  sus  padres  no  quedaban  ya  a  los  atenienses  mas  que  el 
amor  al  suelo  natal  que  los  hacia  susceptibles  todavía  de 
esfuerzos  heroicos  para  sostener  su  independencia.  Nadie 
mejor  que  Demóstenes  conoció  el  arte  de  exitarlos.  Adivinó 
los  proyectos  del  ambicioso  Filipo,  i  los  conoció  a  fondo 
durante  su  embajada  a  Lacedemonia.  Desde  entonces  no 
tuvo  mas  que  un  pensamiento,  el  de  levantar  a  Atenas  pa- 
ra poner  obstáculo  al  poder  siempre  creciente  del  rei  de 
Macedonia.  Por  todas  partes  le  busca  enemigos:  Filipo 
no  puede  dar  paso  sin  que  su  política  no  sea  descubier- 
ta. Demóstenes  no  se  cansa  de  anunciar  a  Atenas  el  peligro 
que  corre  i  de  llamarla  al  sentimiento  de  sus  deberes.  Las 
Filípicas  i  las  Olínticas  son  los  monumentos  de  esta  vijilan- 
cia  patriótica.  Esta  lucha  de  la  elocuencia  de  un  hombre 
contra  las  armas  de  un  gran  monarca  duró  los  catorce 
años  que  precedieron  a  la  subyugación  de  la  Grecia.  En 
ella,  Demóstenes  recibió  la  mas  honrosa  recompensa  a  que 
puede  aspirar  un  ciudadano.  Ctesifon  propuso  al  pueblo 
que  se  le  decretara  una  corona  de  oro:  Esquines,  enemista- 
do ya  con  Demóstenes,  se  declaró  en  contra  del  proyecto  i 
lo  acusó  de  grandes  delitos.  El  combate  de  la  elocuencia 
suscitado  entonces  entre  los  dos  mas  célebres  oradores, 
trajo  un  concurso  inmenso.  Demóstenes  triunfó,  i  su  anta- 
gonista fué  desterrado,  según  la  lei,  por  no  haber  obtenido 
la  quinta  parte  de  los  votos. 

Aquel  célebre  proceso,  que  duró  años  de  su  iniciación 
hasta  su  final  desenlace,  dio  lugar  al  mas  famoso  discurso 
de  Demóstenes,  que  es  conocido  con  el  nombre  de  Arenga 
por  la  corona;  pero  el  triunfo  de  éste  no  fué  duradero.  Es- 
quines habia  ido  a  Rodas  a  fundar  una  escuela  de  retórica, 


78  NOCIONES    DE    HISTORIA    ILITERARIA 

de  donde  se  trasladó  a  Sámos  para  acabar  sus  dias  pacífi- 
camente. Demóstenes  mucho  menos  feliz  que  él, fué  también 
condenado  al  destierro  bajo  el  reinado  de  Alejandro  Mag- 
no. Después  de  la  muerte  de  este  príncipe,  trató  todavía  de 
formar  una  liga  de  las  ciudades  griegas  contra  los  macedo- 
nios.  Antípatro  la  disuelve.  Demóstenes,  condenado  a 
muerte,  huye  a  la  isla  de  Calauría,  se  asila  en  el  templo  de 
Neptuno  i  allí  se  envenena  para  no  caer  vivo  en  manos  de 
sus  perseguidores. 

Demóstenes,  volvemos  a  repetirlo,  pasa  por  el  primer 
modelo  de  oratoria  que  nos  haya  legado  la  antigüedad. 
Sus  sesenta  i  un  discursos,  que  se  conservan,  son  un  monu- 
mento de  concisión  en  la  forma  i  de  fecundidad  en  las  prue- 
bas. La  lójica,  el  tejido  de  sus  razonamientos  es  indestruc- 
tible. Sus  discursos  están  llenos  de  calor,  de  vehemencia,  i 
aun  ahora,  después  de  mas  de  dos  mil  años,  nos  hacen  sen- 
tir las  impresiones  que  él  mismo  esperimentaba.  Su  dicción 
es  a  un  tiempo  magnífica  i  sencilla,  elaborada  con  un  arte 
supremo,  que  a  veces  se  deja  conocer,  pero  que  siempre  en- 
canta i  conmueve. 

Al  lado  de  esos  grandes  maestros  de  la  palabra  florecie- 
ron en  Atenas  otros  ilustres  oradores,  cuyas  obras,  o  a  lo 
menos  una  parte,  han  llegado  hasta  nosotros. 


CAPÍTULO  V. 

liiteratnra  yrlefc». 

(tercer  período.— desde  alejandro  hasta  el  siglo  iy 
de  nuestra  era.) 

1.  Alejandría  convertida  en  centro  del  movimiento  literario. — 2. 

Los  poetas  de  Alejandría.— 3  Teócríto. — 4.  Historia;  Polibio. 

—5.  Strabot).-  6.  Diodoro  de  Sicilia  i  Dionisio  deHalicarnaso. 

—7.  Flaviojosefo.— 8.  Plutarco.— 9.  Otros  historíadores 10. 

Pausáüias  i  Ptolemeo. — 11.  Ateneo  i  Diójenes  Laertio.— 12. 
Dion  Crisóstomo.— 13.  Luciano;  la  novela  griega. — 14.  Marco 
Aurelio. — 15.  Plotino;  I.onjino.- 16.  Opiano  i  Babrio. 

1.— Después  de  Demóstenes  i  de  Aristóteles,  la  literatura 
griega  cambia  de  carácter  i  de  dirección.  Desde  entonces 
produjo  jenios  menos  atrevidos  i  menos  fecundos,  pero  el 
progreso  de  las  luces  i  una  civilización  mas  jeneral  compen- 
san aquella  falta.  Los  jenios  inventores  se  hicieron  mas  ra- 
ros: pero  el  espíritu  crítico  se  desarrolló  en  proporción 
opuesta.  Hasta  entonces  Atenas  habia  sido  el  centro  prin- 
cipal de  las  letras  i  de  las  artes:  Alejandría,  la  nueva  capi- 
tal del  Ejipto,  la  reemplazó  en  su  influencia.  Por  su  posición 
admirable  entre  la  Europa,  el  Asia  i  el  África,  Alejandría  se 
hizo  el  depósito  del  comercio  del  mundo  i  la  confluencia  de 
las  doctrinas  orientales  que  vinieron  a  secundar  la  filosofía 
griega.  Los  Ptolemeos,\que  reinaron  con  alguna  gloria  en 


80  NOCIONES    I)K    IIISTOIIIA   LITIflRARlA 


Ejipto,  fomentaron  las  ciencias  i  las  artes.  La  famosa  biblio- 
teca de  Alejandría  i  el  Museo,  edificio  estenso  en  que  los  li- 
teratos i  los  sabios  mas  distinguidos  eran  mantenidos  a 
espensas  del  estado,  fueron  el  espléndido  asilo  de  las  letras 
i  de  los  literatos.  La  misma  abundancia  del  papiro  facilita- 
ba la  multiplicación  de  los  manuscritos.  El  papiro  es  una 
hermosa  planta  que  crece  en  Ejipto  a  orillas  de  los  rios  i  de 
los  lagos,  i  cuyos  tallos  formados  de  una  finísima  hoja  en- 
vuelta en  forma  de  rollo,  scrvian  en  vez  de  papel. 

Bajo  un  orden  semejante,  todo  concurxió  para  hacer  pre- 
valecer la  erudición  sobre  el  libre  desarrollo  de  las  intelijen- 
cias.  Así  fué  como  la  literatura  cambió  de  carácter.  Enton- 
ces hubo  sabios,  tal  como  los  comprendemos  en  el  dia.  En 
Alejandría  fué  trazado  el  círculo  de  conocimientos  humanos 
que  era  necesario  recorrer  para  aspirar  al  título  de  hombre 
de  letras.  En  la  corte  de  los  Ptolemeos  también,  la  protec- 
ción de  los  príncipes,  si  bien  contribuyó  poderosamente  al 
desenvolvimiento  de  las  ciencias  exactas  i  naturales,  de  las 
matemáticas,  la  astronomía,  la  botánica  i  la  medicina, 
produjo  un  mal  que  se  ha  desarrollado  siempre  en  circuns- 
tancias análogas.  El  espíritu  de  servilismo  se  hizo  sentir  en 
la  literatura,  prostituyéndose  ésta  hasta  convertirse  en 
una  baja  lisonja. 

2. — Los  poetas  de  Alejandría  eran  sabios,  pero  carecian 
de  imajinacion  i  de  gusto:  gastaban  mucha  paciencia  en 
hacer  anagramas  u  otras  futilezas  del  mismo  jénero.  Bas- 
taria  citar  a  Licofron,  autor  de  algunas  trajedias  que  no 
han  llegado  hasta  nosotros,  i  de  un  poema  titulado  Casnri' 
dra,  que  se  refiere  a  la  guerra  de  Troya,  i  que  es  sólo  un 
largo  enigma  casi  impenetrable  en  que  el  poeta  oscurece  in- 
tencionalmente  su  pensamiento  por  perífrasis  i  por  alusio- 
nes inintelijibles.  Apolonio  de  Rodas,  discípulo  del  anterior 
e  igualmente  erudito,  compuso  un  poema  titulado  Las  ar- 
gonáuticaSy  en  que  celebra  la  espedicion  de  los  argonautas 
en  busca  del  vellocino  de  oro,  revistiendo  la  narración  his- 
tórica con  versos  bien  hechos,  con  una  dicción  pura  i  con 
una  agradable  suavidad  de  estilo,  i  adornándola  ademas 


'  LirKHATI HA   (.hik<;a  81 

con  descripciones  pintorescas,  pero  sin  haber  podido  hacer 
un  verdadero  poema.  Arato  de  Solos,  (pie  floreció  250  años 
antes  de  J.  C,  compuso  un  poema  didáctico  titulado  Los 
fenómenos  i  las  se fw les,  en  que  espone  la  astronomía  i  la 
astrolojía,  es  decir,  el  curso  de  los  astros  i  su  influencia  so- 
bre el  porvenir.  Algunos  pasajes  de  esta  obra  revelan  un 
verdadero  poeta;  pero  a  pesar  de  ello,  Arato  es  sólo  el  mas 
celebre  de  los  poetas  (|ue  tomaron  la  ciencia  por  la  poesía. 

3. — En  esta  época,  sin  em})ar^o,  encontramos  un  verda- 
dero poeta,  en  Teócrito  de  Siracusa,  que  florecia  en  el  siglo 
III  antes  de  J.  C;  i  que  cultivó  en  Sicilia  i  en  Alejandría  el 
jénero  bucólico  o  pastoral.  Según  la  opinión  mas. común, 
esta  especie  de  poesía  nació  en  Sicilia.  El  mas  antiguo  poe- 
ta bucólico  de  la  Grecia  es  el  pastor  Dáfnis»  que  vino  a  ser 
el  héroe  de  la  pastoral  artificial.  Como  el  tiempo  no  ha  res- 
petado ningún  fragmento  de  las  obras  de  este  célebre  can- 
tor, Teócrito  pasa  por  el  creador  i  por  padre  de  este  jénero 
de  poesía.  Se  distingue  entre  todos  los  poetas  pastorales 
por  su  fidelidad  en  la  descripción  del  paisaje  en  que  coloca 
la  escena,  por  la  pintura  de  los  caracteres,  i  ])or  la  sencilla 
naturalidad  de  sus  cuadros. 

De  sus  obras  sólo  han  llegado  hasta  nosotros  treinta 
piezas  poéticas  reunidas  con  el  nombre  de  Idilios,  voz  que 
orijinariamente  significaba  pequeños  cuadros,  poesías  lije- 
ras.  Como  cierto  numero  délas  poesías  que  contiene  esa 
recopilación,  son  cantos  bucólicos,  la  palabra  Idilio  ha 
sido  considerada  mas  tarde  como  la  designación  del  jénero 
pastoral;  i  vulgarmente  se  considera  a  Teócrito  como  can- 
tor de  los  pastores.  Sin  embargo,  en  algunas  de  esas  poe- 
sías, tomando  alternativamente  el  tono  de  la  oda  i  el  de 
la  epopeya,  su  musa  se  eWva  casi  tan  alto  como  la  de 
Homero. 

4- Las  conquistas  de  Alejandro  ensancharon  el  campo 

de  la  historia.  Esta  es  la  época  en  íjue  floreció  Polibio  de 
Megalópolis  (205-123),  hombre  de  estado,  militar  forma- 
do por  Filopémen,  i  uno  de  los  jefes  de  la  liga  aquea.  A  la 
edad  de  cuarenta  años  fué  conducido  a  Roma  en  rehenes  i 

'lOMC»    IV  O 


82  XOCIONKS    l)K    HISTORIA    LITERARIA 


permaneció  allí  diecisiete.  Entonces  fué  el  amigo  i  compa- 
nero de  armas  del  joven.  Scipion  Emiliano.  Para  reunir  los 
materiales  de  la  grande  obra  que  proyectaba,  hizo  viajes  a 
Galia,  a  la  Iberia  i  hasta  al  mar  Atlántico.  Scipion  hizo  que 
se  le  permitiera  estudiar  los  libros  censuales,  rejistros  con- 
servados en  el  Capitolio,  i  los  otros  documentos  históricos. 
De  vuelta  a  Grecia,  Polibio  prestó  grandes  servicios  a  sus 
compatriotas  i  se  opuso  en  vano  a  la  guerra  contra  los  ro- 
manos. Esta  guerra  estalló  cuando  él  se  hallaba  con  Sci- 
pion en  África,  en  donde  asistió  a  la  toma  de  Cartago.  Po- 
libio no  volvió  a  Grecia  sino  después  de  la  toma  deCorinto; 
¡  entonces,  reducida  su  patria  a  provincia  romana,  recorrió 
el  Poloponeso  en  calidad  de  comisario,  estableció  el  nuevo 
réjimen  con  suavidad,  i  mereció. el  reconocimiento  de  los 
habitantes.  Después  de  un  viaje  a  Ejipto  i  a  España,  en 
que  acompañaba  a  Scipion,  volvió  a  Acaya  i  murió  en 
una  edad  mui  avanzada  de  resultas  de  una  caida  del  ca- 
ballo. 

Polibio  pasó  largos  años  preparando  materiales  i  escri- 
biendo una  prolija  Historia  jeneral  que  abrazaba  los  cin- 
cuenta i  tres  años  (de  220  a  146)  mas  notables  del  desen- 
volvimiento i  progreso  de  la  república  romana,  las  guerras 
púnicas  i  la  conquista  de  Grecia.  Desgraciadamente  no  nos 
quedan  mas  que  los  cinco  primeros  años  de  esta  historia  i 
algunos  fragmentos  desligados  del  resto.  Escritor  menos 
puro  i  elegante  talvez  que  los  historiadores  que  lo  habian 
precedido.  Polibio  era  en  cambio  un  hombre  de  una  grande 
honradez  i  poseía  un  profundo  buen  sentido.  Jamas  la  his- 
toria ha  sido  escrita  por  un  hombre  de  mas  juicio,  de  una 
penetración  mas  profunda  i  de  un  criterio  mas  libre  de 
toda  preocupación.  Pocos  escritores  han  reunido  en  mas 
alto  grado  los  conocimientos  militares  i  políticos  i  ningu- 
no ha  llevado  mas  lejos  la  imparcialidad  i  el  respeto  por  la 
verdad. 

5.— Convertida  en  provincia  romana,  la  Grecia  perdió 
hasta  su  nombre:  sus  vencedores  la  llamaron  Acaya.  La 
Grecia  ejipcia,  es  decir,  la  monarquía  de  los  Ptolomeos,  fué 


LlTEUAXrUA    GRIEGA  83 


reducida  también  a  provincia  romana.  Toda  sombra  de 
independencia  pereció  entonces;  pero  la  literatura  griega 
prolongó  todavía  su  existencia  durante  muchos  siglos  i 
siguió  arrojando  vivos  resplandores.  La  historia  i  la  jeo- 
grafía  siguieron  cultivándose  con  singular  pasión.  Stra- 
bon,  nacido  en  Amasea,  en  el  Asia  Menor,  a  mediados  del 
primer  siglo  antes  de  J.  C,  estudió  en  Alejandría  i  compuso 
unas  memorias  históricas  que  no  han  llegado  hasta  noso- 
tros, i  una  jeografía,  que  era  el  complemento  de  aquéllas. 
A  pesar  de  este  propósito  modesto  la  jeografía  de  Strabon 
es  una  obra  mui  notable  por  el  número  i  la  precisión  de  los 
detalles  que  contiene,  i  a  veces  por  el  juicio  i  la  profundidad 
de  las  frecuentes  reflexiones  que  hace  sobre  la  historia,  las 
instituciones  i  las  costumbres  de  los  diversos  pueblos. 

G. — Contemporáneo  de  Strabon  fué  Diodoro  de  Sicilia, 
que  en  los  cuarenta  libros  de  su  Bibiotcca  histórica  habia 
resumido  todo  lo  que  los  historiadores  precedentes  habian 
escrito  sobre  el  Ejipto,  la  Persia,  la  Grecia,  Roma  i  Carta- 
go.  Mas  de  la  mitad  de  la  obra  de  Diodoro  se  ha  perdido; 
pero  la  parte  que  nos  queda  es  una  mina  inagotable  de 
hechos  i  de  detalles  curiosos  que  no  se  encuentran  en  nin- 
guna otra  parte.  Bajo  el  título  de  Autií*üeda(les  romanas, 
Dionisio  de  Halicarnaso  compuso  una  historia  de  los  pri- 
meros tiempos  de  Roma,  de  la  cual  no  conocemos  mas  que 
una  parte  notable  por  su  exactitud. 

7. — Flavio  Josefo,  nacido  en  Jei  usalen  el  año  37  de  la  era 
cristiana,  habia  tomado  parte  en  la  rebelión  de  los  judíos 
contra  los  romanos,  después  de  haberse  opuesto  a  ella  con 
todo  su  poder.  Hecho  prisionero,  predijo  a  Flavio  Vespa- 
siano  su  futura  grandeza;  i  cumplida  la  predicción,  obtuvo 
su  libertad,  i  tomó  el  sobrenombre  de  Flavio,  para  indicar 
que  era  liberto  de  aquel  príncipe.  ."Xcompañó  a  Tito  en  el 
sitio  de  Jerusalen,  lo  siguió  después  a  Roma  i  jiasó  el  resto 
de  sus  dias  al  lado  de  la  familia  imperial.  Josefo  compuso 
varias  obras,  unas  en  hebreo,  que  él  mismo  traducia  al 
griego,  CííUio  la  Historia  de  ¡a  guerra  de  Jadea  i  otras  que 
compuso   primitivamente  en  griego,  como  las  Antigüeda- 


84  NO(  IONES    DE   IIISTOIUA    LITBlJAlilA 


(hs jtidaicns.  En  la  primera  refiere  con  gran  talento  i  colo- 
rido la  rebelión  de  Judea  i  la  destrucción  dejerusalen.  En 
la  segunda  cuenta  la  historia  del  pueblo  hebreo  con  grande 
habilidad,  pero  suprimiendo  de  ella  o  modificando  todo 
aquello  que,  a  su  juicio,  no  da  idea  favorable  de  sus  compa- 
triotas. Josefo  escribió  también  su  propia  vida,  notable 
por  la  claridad  i  por  las  noticias  que  contiene. 

8. — Pero  elmas  famoso  de  los  historiadores  de  esta  é|)oca 
así  como  también  de  todos  los  escritores  de  ella,  i  el  mas 
popular  de  todos  los  prosadores  de  la  antigüedad,  es  sin 
duda  Plutarco.  Nacido  en  (Jueronea,  en  Beocia,  el  año  50 
de  nuera  era,  estudió  la  filosofía  en  Atenas,  i  viajó  en  se- 
guida. En  Roma  enseñó  la  filosofía  al  emperador  Adriano, 
que  le  hizo  cónsul  i  gobernador  de  Iliria.  Vuelto  a  su  patria, 
fué  en  ella  majistrado  i  sacerdote  de  Apolo,  i  ahí  murió  de 
una  edad  mui  avanzada  en  medio  del  respeto  de  sus  com- 
patriotas. Por  sus  creencias  i  por  su  carácter.  Plutarco  fué 
casi  el  líltimo  representante  serio  del  politeismo  griego  i 
del  espíritu  de  los  tiempos  antiguos. 

Plutarco  escribió  sobre  muchas  materias.  Sus  Obras  mo- 
rales son  un  vasto  repertorio  de  anécdotas,  de  diserta- 
ciones i  de  consideraciones  sobre  las  materias  mas  diversas, 
en  que  se  encuentran  siempre  algo  que  instruye  o  que  de- 
leita. En  sus  Vicias  paralelas  traza  las  biografías  de  los  mas 
señalados  personajes  de  la  historia  griega  i  romana,  agru- 
pándolas artificiosamente  de  dos  en  dos  por  la  identidad 
de  los  ceractéres  para  compararlos  en  seguida;  Teseo  con 
Rómulo,  Licurgo  con  Xuma,  Temístocles  con  Camilo,  Arís- 
tides  con  Catón,  Alejandro  con  Julio  César,  Demóstenes 
con  Cicerón,  i  así  otras  muchas  hasta  el  número  de  cuaren- 
ta i  cuatro.  Compuso  también  algunas  biografías  sueltas. 
Como  escritor.  Plutarco  ha  snbido  revestir  sus  biografías 
de  una  sencillez  casi  inimitable.  Nos  j)rese:ita  a  los  i)erso" 
najes  no  sólo  en  los  negocios  [)úl)licos,  sino  en  el  seno  de  la 
familia,  i  mediante  anécdotas  no  siem¡)re  escojidas  con  se- 
vera crítica.  Se  distingue  particularmente  en  la  pintura  de 
los  caracteres;  pero  exajera    la   unidad   de  éstos   haciendo 


LTTtíRATniA    (iRIBGA  85 


aparecerá  cada  hombre  como  dominado  por  una  sola  idea, 
por  una  pasión  exclusiva,  o  como  dechado  de  una  virtud 
perfecta.  Plutarco  no  conoce  la  infinidad  de  matices  que  se- 
paran la  virtud  del  vicio.  Muí  poco  prolijo  como  historiador 
en  ciertas  ocasiones,  ha  consignado,  sin  embargo,  en  sus 
biografías  noticias  históricas  de  suma  importancia  i  ciertos 
datos  que  nos  dan  a  conocer  algunas  fases  de  la  civilización 
i  de  la  vida  social  de  los  griegos.  Sus  obras  están  serabra- 
clas  de  máximas  morales,  hijas  las  unas  de  la  filosofía,  fruto 
otras  de  un  patriotismo  sincero  i  a  veces  exajerado. 

9. — Después  de  Plutarco  flíjrecieron  muchos  otros  histo- 
riadores que  escribieron  sus  obras  en  griego.  Arriano  de 
Nicomedia,  nacido  en  el  segundo  siglo  de  la  era  cristiana, 
escribió,  aparte  de  una  obra  sobre  filosofía,  la  Historia  de 
la  espedicion  de,  Alejandro,  en  que  ha  imitado  el  estilo  de 
Jenofonte,  i  ha  consignado  las  mejores  noticias  sobre  aque- 
llas g^uerras  memorables.  Apiano  de  Alejandría  escribió 
una  historia  de  las  guerras  civiles  de  Roma,  en  que  ha  tra- 
zado el  cuadro  vigoroso  de  la  corrupción  del  imperio.  Dion 
Casio  escribió  una  historia  romana,  de  la  cual  se  conserva 
sólo  una  parte.  Herodiano  es  el  historiador  de  un  período 
de  cincuenta  i  nueve  años  del  imperio  romano,  desde  Mar- 
co Aurelio  hasta  Gordiano  el  joven,  i  ha  reunido  en  su  libro 
noticias  mui  interesantes.  Aunque  las  obras  de  estos  escri- 
tores tengan  una  grande  importancia  como  documentos 
históricos,  i  aunque  literariamente  no  carezcan  de  mérito, 
son  mui  inferiores  o  los  grandes  modelos  que  nos  ha  lega- 
do la  antigüedíid  en  el  arte  de  escribir  la  historia. 

10. — En  esta  época,  (segundo  siglo  de  la  era  cristiana), 
Horecieron  dos  grandes  jeógrafos.  Pausánias,  natural  de 
Frijia,  compuso  una  Descripción  de  la  Grecia,  que  contiene 
los  mas  prolijos  pormenores  sol)re  las  obras  de  arquitectu- 
ra, de  escultura  i  de  pintura  de  las  ciudades  griegas.  Clau- 
dio Ptolomeo,  natural  de  íijipto,  aprovechándose  de  algu- 
nos trabajos  anteriores  perdidos  j)cira  nosotros,  resumió 
todo  lo  que  los  antiguos  conocieron  sobre  la  jeografía 
matemática.  Su  Sistema  dejcognüía^  a  pesar  de  los    erro- 


R6  NOCIONES   DE   TTlSTOniA   LITERARIA 


res  que  contiene  respecto  de  la  ciencia  moderna,  es  una  obra 
monumental  de  estudio  i  de  observación. 

11. — Debemos  hablar  también  aquí  de  dos  escritores  grie- 
gos cuyas  obras,  sin  poseer  un  verdadero  mérito  literario 
contienen,  sin  embargo,  importantes  noticias  para  conocer 
la  literatura  i  la  filosofía  de  la  antigüedad.  Hablamos  de 
Ateneo  i  de  Diójenes  Laertio. 

Ateneo,  natural  de  Náucratis,  en  Ejipto,  vivia  a  fines  del 
segundo  siglo  de  la  era  cristiana  i  principios  del  siguiente,  i 
enseñaba  con  cierto  brillo  la  gramática  i  la  retórica.  Pero 
su  reputación  está  fundada  en  un  libro  que  compuso  con  el 
título  de  Las  cenas  de  los  sabios.  Es  esta  una  obra  preciosa 
por  las  estensas  citas  de  grandes  escritores  i  poetas,  cuyos 
trabajos  nos  serian  enteramente  desconocidos  sin  Ateneo. 
Esta  :jbra  no  nos  ha  llegado  completa,  pero  la  parte  que 
se  conserva  tiene  en  cierto  modo  la  importancia  de  una 
historia  literaria. 

Diójenes  Laertio,  era  orijinarlo  de  Laerte,  en  Cilicla,  de 
donde  le  vino  su  segundo  nombre,  i  vivia  en  el  siglo  III  de 
nuestra  era.  Compuso  un  libro  sobre  la  vida  de  los  grandes 
filósofos  griegos,  en  que  estos  están  clasificados  en  las  dos 
grandes  escuelas,  la  Jónica  i  la  Itálica,  dejando  un  libro 
entero  para  la  filosofía  de  Epicuro.  La  obra  de  Diójenes  es 
preciosa  por  la  muchedumbre  de  hechos  i  de  pormenores 
que  nos  suministra,  i  por  el  gran  número  de  pasajes  de  es- 
critos perdidos  que  nos  ha  conservado.  Con  frecuencia  cré- 
dulo e  inexacto,  es  sin  embargo,  mui  imparcial.  Su  libro, 
sin  ser  propiamente  un  resumen  histórico  de  la  filosofía,  fué 
escrito  en  una  época  en  que  esa  filosofía  iba  a  espirar,  i  tie- 
ne por  tanto  una  grande  importancia  para  la  posteridad. 

12. — La  retórica  i  la  elocuencia,  aunque  circunscritas  en 
esta  época  a  las  defensas  jurídicas  i  a  los  discursos  de  cere- 
monia, puesto  que  la  oratoria  de  la  antigua  democracia 
habia  enmudecido,  florecieron,  sin  embargo,  con  mucho 
brillo  i  alcanzaron  una  gran  boga.  Las  declamaciones  lle- 
garon a  ser  una  parte  de  las  fiestas  públicas,  una  necesidad 
para  el  ocio  de  los  ricos,  un  espectáculo  en  fin  que  reempla- 


LITERATURA    GRIEGA  87 


zaba  las  emociones  de  las  luchas  de  la  elocuencia  política. 

Este  jénero  falso  i  bastardo  hizo  célebres  a  algunos  retó- 
ricos de  segundo  mérito;  pero  brilló  en  el  un  hombre  que, 
por  su  talento  i  sus  virtudes,  merecia  haber  florecido  en  los 
mejores  tiempos  de  la  Grecia.  Dion,  nacido  en  Bitinia,  a 
mediados  del  primer  siglo  de  la  era  cristiana,  compuso  so- 
bre diversos  asuntos  de  filosofía,  de  moral  i  de  literatura 
un  número  de  discursos  i  de  disertaciones,  de  los  cuales  han 
llegado  ochenta,  que  forman  un  curso  completo  de  moral 
en  que  domina  la  doctrina  estoica.  Trata  en  ellas  muchas 
cuestiones  sociales,  del  destierro,  de  la  servidumbre,  de  la 
libertad,  de  las  enfermedades  morales;  aborda  también  las 
cuestiones  políticas,  i  siempre  deja  ver  una  alma  grande  e 
inclinada  al  bien. 

Dion  habia  viajado  i  estudiado  mucho,  i  el  estudio  habia 
desarrollado  su  carácter.  Estando  en  Siria,  Vespasiano, 
que  acababa  de  ser  nombrado  emperador,  le  consultó  lo 
que  debia  hacer  en  el  gobierno:  Dion  le  recomendó  que  res- 
tableciese la  república.  Sus  virtudes  lo  hicieron  sospechoso 
bajo  Domiciano:  refujióse  entonces  entre  los  escitas;  i  allí, 
cuando  se  supo  la  muerte  de  ese  emperador,  él  indujo  al 
ejército  del  Danubio  a  proclamar  a  Nerva.  En  Roma  llegó 
a  ser  el  consejero  íntimo  de  Trajano;  fué  elevado  a  altos 
honores  i  alcanzó  una  reputación  sólida  de  grande  orador 
i  de  hombre  probo.  Dion  pretendia  elevar  el  paganismo,  es- 
piritualizándolo por  la  moral,  en  una  época  en  que  tocaba 
a  su  fin  el  culto  de  los  dioses  del  Olimpo.  Sus  contemporá- 
neos dieron  a  Dion  el  sobrenombre  de  Crisóstomo  (boca  de 
oro)  con  que  es  jencral mente  conocido. 

13. — Otro  retórico  mas  brillante  o  a  lo  menos  mucho  mas 
popular,  comprendió  también  en  esa  época  (¡ue  habia  llega- 
do su  término  al  paganismo;  pero  en  vez  de  intentar  re- 
construir el  edificio,  como  Dion  Crisóstomo,  se  empeñó  en 
derribarlo  completamente.  Era  éste  Luciano,  nacido  en 
Samósata  en  Siria,  a  mediados  del  siglo  II  de  la  era  cristia- 
na. Cultivó  la  filosofía  i  la  oratoria  en  Atenas,  hizo  largos 
viajes  por  el  Asia  menor,   i  al  fin  enseñó  la  retórica  en  la 


88  NOCIONES    DK    HISTORIA    ILITERARIA 


Galia.  En  el  reinado  de  Marco  Aurelio  obtuvo  el  cargo  de 
intendente  de  una  parte  del  Bjipto.  Entre  el  paganismo  que 
desaparecia,  i  el  cristianismo,  combatido  todavía  por  los 
poderosos,  hubo  en  aquel  siglo  muchos  espíritus  escépticos 
e  indolentes  que  vcian  sin  inmutarse  la  lucha  entre  la  civi- 
lización antigua  i  el  elemento  nuevo  (¡ue  habia  de  modifi- 
carla. Luciano  es  el  mas  ilustre  ejemplo  de  esta  es|)ectante 
neutralidad.  Indiferente  a  todos  los  sistemas  filosóficos  en- 
tonces en  boga,  no  vio  en  ellos  mas  que  su  lado  débil,  el  que 
se  prestaba  al  ridículo.  Escritor  esmerado  i  elegante,  espí- 
ritu sarcástico  i  burlón,  Luciano  es  uno  de  los  tipos  mas 
orijinales  que  nos  ha  legado  la  literatura  antigua.  Casi  to- 
das sus  obras  tienen  la  forma  de  diálogos,,  que  son  verda- 
deras conversaciones,  realmente  dramáticas,  que  dejan  ver 
el  injenio  picante  i  la  sátira  acerada  de  Aristófanes.  La 
avaricia  de  los  viejos,  los  chascos  de  los  buscadores  de  he- 
rencias, la  credulidad  del  vulgo,  el  énfasis  de  los  retóricos, 
la  arrogancia  de  los  filósofos  son  para  él  fuentes  inagota- 
bles de  finísimas  burlas  i  de  agradables  lecciones.  Bajo  apa- 
riencias festivas  i  lijeras,  Luciano  encierra  un  profundo 
buen  sentido.  Se  le  ha  llamado  el  Yoltaire  de  su  tiempo; 
i  en  efecto,  es  difícil  encontrar  dos  jenios  que  ofrezcan  ma- 
yores semejanzas. 

Luciano  no  atacaba  sólo  a  los  filósofos;  de  sus  burlas  no 
se  escaparon  los  dioses  del  Olimpo.  Sus  Diálogos  de  los 
dioses  i  los  de  los  muertos  son  la  sátira  mas  atrevida  i  fe- 
liz que  se  haya  hecho  del  paganismo.  Los  dioses  están  des- 
pojados allí  de  todo  prestijio,  i  aparecen  como  hombres 
animados  de  todas  las  pasiones,  dejando  ver  sus  rivalida- 
des, sus  amores,  su  cólera  i  sus  tribulaciones  domésticas. 
Luciano  hizo  también  del  cristianismo  el  objeto  de  sus  ata- 
ques; pero  sus  dardos,  vagos  e  inciertos,  van  dirijidos  con- 
tra un  fantasma,  que  no  es  la  relijion  cristiana,  que  era  to- 
davía mal  conocida. 

Las  obras  mas  populares  de  Luciano  son  quizás  sus  no- 
velas. Este  jcncro  literario  no  era  completamente  descono- 
oido  a  los  griegos.    Los  filósofos  habian  empleado  la  narra- 


LITERATURA    (tRIEíIA  80 

cion  de  hechos  fabulosos  para  divulgar  sus  ideas.  La 
Ciropedia  de  Jenofonte,  la  Atlántida  de  Platón,  alegoría  en 
que  este  filósofo  espone  sus  teorías  políticas  i  sociales,  al- 
gunas de  las  disertaciones  de  Dion  Crisóstorao  i  muchas 
otras  obras  de  la  antigüedad,  son  verdaderas  novelas  de 
un  carácter  filosófico.  Con  el  título  de  biografías  de  Ho- 
mero, de  Esopo  i  de  otros  personajes,  se  compusieron  ver- 
daderas novelas  llenas  de  aventuras  de  pura  imajinacion. 
Pero  los  griegos  conocieron  también  novelas  de  otro  jénero, 
cuentos  de  un  carácter  amoroso,  ordinariamente  libres,  que 
sin  duda  se  conservaban  sólo  en  la  memoria,  i  que  se  supo- 
nian  orijinarios  de  la  rica  i  voluptuosa  Mileto,  de  donde  les 
vino  el  nombre  de  Cuentos  miksios.  \]n  tal  Arístides  de  Mi- 
leto, acerca  del  cual  se  ignora  hasta  el  siglo  en  que  vivió, 
reunió  algunos  de  esos  cuentos  en  un  libro,  que  no  ha  llega- 
do hasta  nosotros.  Fueron  también  comunes  las  historias 
maravillosas  de  metamorfosis,  o  trasformaciones  de  hom- 
bres en  plantas  o  en  animales,  i  los  viajes  a  paises  descono- 
cidos i  muchas  veces  fabulosos,  llenos  de  aventuras  por- 
tentosas. Luciano  compuso  una  obra  en  cada  uno  de  estos 
dos  jéneros  en  que  brilla  su  talento.  Lucio  o  El  Asno  es  la 
historia  de  la  transformación  de  un  hombre  en  asno  por  me- 
dio de  un  hechizo.  Las  aventuras  de  ese  asno,  que  termi' 
nan  por  su  vuelta  a  su  estado  de  hombre,  forman  una  no- 
vela sumamente  divertida,  pero  empañada  por  la  libertad 
excesiva  de  algunos  pasajes.  La  Historia  verdadera  es  la 
relación  de  un  viaje  imajinario  en  que  el  autor  recorre  paí- 
ses desconocidos  i  maravillosos,  visita  los  astros,  toma  par- 
te en  las  guerras  que  sostienen  sus  habitantes,  i  permanece 
siete  meses  en  una  isla  en  (jue  viven  los  grandes  hombres  de 
la  antigüedad.  En  ambas  novelas  domina  el  espíritu  bur- 
lón i  escéptico  de  Luciano. 

10. —Hemos  dicho  que  Luciano  contribuyó  poderosamen- 
te con  sus  burlas  a  desprcstijiar  el  politeismo  griego.  Su 
protector  Marco  Aurelio  ayudó  a  esta  obra  con  su  tole- 
rancia ilustrada,  mediante  la  cual  la  filosofía  derrocaba  a 
los  dioses  del  Olimpo,  i  el  cristianismo  traia   a  su   vez  nue- 


90  NOCIONES   DE   HISTORIA    LITERARIA 

VOS  elementos  de  civilización.  Aquel  filósofo  coronado,  i  co- 
ronado emperador  romano,  tiene  también  un  lugar  entre 
los  escritores  griegos.  Formado  en  la  escuela  de  los  filóso- 
fos estoicos,  Marco  Aurelio  probó  al  parecer  la  verdad  de 
una  profecía  de  Platón  que  hacia  del  reinado  de  la  filosofía 
la  condición  de  la  felicidad  de  los  pueblos.  Ademas  del  re- 
cuerdo de  sus  virtudes,  ha  dejado  un  libro  admirable  que 
contiene  Uis  observaciones  morales  que  escribia  para  su 
propio  uso.  Los  Pensamientos  de  Marco  Aurelio  son  má- 
ximas morales  que  escribia  en  griego  para  sí  mismo  i  sin 
intención  de  hacerlas  públicas.  Ese  libro  es  el  que  mas  se 
acerca  a  la  moral  del  evanjelio  de  cuantos  nos  ha  legado  la 
antigüedad  profana. 

Otro  emperador  romano,  Juliano,  denominado  el  após. 
tata,  escribió  también  en  griego,  en  un  estilo  brillante,  con 
el  proyecto  quimérico  de  combatir  el  cristianismo  i  de  reje- 
nerar  el  politeismo  esplicando  sus  absurdos  por  medio  de 
una  interpretación  mística  e  inaceptable. 

15.— La  filosofía  sufrió  en  esta  época  las  mismas  vicisitu- 
des de  resurrección  i  de  decadencia.  El  contacto  de  las  doc- 
trinas orientales  con  la  filosofía  griega,  i  la  fusión  que  se 
operó  entre  estos  dos  elementos  en  la  escuela  de  Alejandría, 
produjeron  una  revolución  de  la-  cual  el  mas  notable  repre- 
sentante fué  el  ejipcio  Plotino,  que  floreció  en  el  siglo  111  de 
la  era  cristiana.  Plotino  como  jefe  de  la  escuela  neo-plató- 
nica, trató  de  refundir  las  doctrinas  de  Platón  i  de  Aristó- 
teles con  las  doctrinas  orientales. 

Plotino  se  ocupó  también  en  estudiar  la  cuestión  de  lo 
bello,  definiendo  estaidea  como  esplendor  de  lo  verdadero. 
Ya  Platón  liabia  iniciado  el  estudio  de  estas  cuestiones 
dando  oríjen  a  la  ciencia  denominada  estética,  Plotino 
adelantó  sus  teorías;  pero  un  discípulo  suyo;  el  sirio  Lonji- 
no,  (jue  enseñó  la  retórica  en  Atenas,  la  adelantó  estraor- 
dinariamente.  De  las  muchas  obras  de  Lonjino,  sólo  nos 
quedan  algunos  fragmentos,  i  como  dos  tercios  de  su  Tra- 
tado de  lo  sublimcy  que  sirven  de  fundamento  a  su  renom- 
bre.   Bs  este  un  examen  elegante  c  injenioso  de  los  ciernen- 


LITERATUBA    GRIEGA  91 


tos  i  de  los  modelos  de  sublimidad  en  oratoria  ¡  en  poética, 
en  que  sin  embargo  no  se  ha  estudiado  filosóficamente  el 
oríjen  de  lo  sublime. 

16.— En  estos  siglos  de  decadencia  de  la  literatura  grie- 
ga, la  poesía  casi  no  se  deja  entrever.  La  poesía  lírica  no 
presenta  ninguna  huella.  La  trajedií  i  la  comedia  no  figu- 
ran ni  aun  de  nombre.  Al  mismo  tiempo  que  unosjéneros 
perecen  otros  se  alteran  i  debilitan.  Así,  los  ensayos  épi- 
cos, que  casi  nos  son  desconocidos,  son  simples  tratados 
cronolójicos  o  jeográficos,  en  que  se  encuentra  alguna  cien- 
cia, i  una  falta  casi  absoluta  de  inspiración. 

En  el  jénero  descriptivo,  floreció  sin  embargo  un  poeta 
que  merece  recordarse.  Opiano  de  Cilicia,  contemporáneo 
de  Marco  Aurelio,  compuso  dos  poemas,  uno  sobre  la  pes- 
ca i  otro  sobre  la  caza.  El  primero,  interesante  por  los  co- 
nocimientos de  historia  natural  que  encierra,  es  también 
notable  por  la  elegancia  i  la  pureza  continua  del  estilo.  El 
segundo  es  inferior.  Se  cree  con  algún  fundamente  que  cada 
una  de  estas  dos  obras  sea  de  un  poeta  distinto. 

Se  coloca  también  en  esta  última  época  de  la  literatura 
griega  el  nombre  de  un  poeta,  de  cuya  vida  i  de  cuya  patria 
no  se  tiene  la  mas  remota  noticia.  Babrio,  éste  es  su  nom- 
bre, es  autor  de  una  recopilación  de  fábulas  griegas  del  jé- 
nero esópico,  desconocidas  durante  muchos  siglos,  que  se 
suponen  escritas  en  tiempo  de  Augusto,  i  que  sólo  fueron 
encontradas  en  1840,  en  un  monasterio  del  monte  Atos. 
Algunas  de  estas  fábulas  son  pueriles  i  obscenas;  pero  a  ve- 
ces se  elevan  a  la  verdadera  poesía;  i  mas  de  una  de  esas 
narraciones  es  una  pequeña  obra  maestra. 

Las  letras  griegas  no  desaparecieron  con  estos  escrito- 
res. La  lengua  de  Homero  i  de  Platón  sirvió  todavía  a  nue- 
.vas  jeneraciones  de  prosadores  i  de  poetas;  pero  éstos,  aun- 
que herederos  del  jenio  helénico,  forman  parte  del  período 
denominado  bizantino. 


CAPITULO  VI. 

liJteratura  romana. 

(primer  período:  desde  los  tiempos  primitivos  hasta 
césar  i  cicerón.) 

1.  Carácter  jeneral  de  la  literatura  romana.— 2.  Primitivos  monu- 
mentos literarios,  anteriores  a  la  importación  del  gusto  grie- 
go.--.3.  Livio  Andrónico  i  Ncvio.— 4.  Enio.— 5.  La  comedia: 
Plauto  i  Terencio.—6.  La  sátira.— 7.  Historiadores:  Catón.— 
8.   La  elocuencia  i  la  ñlosoíia. 

1.  -Los  griegos,  como  hemos  visto,  recibieron  del  oriente 
la  herencia  de  las  doctrinas  ejipcias  e  indianas,  pero  las  im- 
pregnaron de  un  espíritu  nuevo,  i  crearon  formas  propias, 
de  modo  que  con  justo  título  se  les  puede  llamar  creadores. 
Otros  pueblos,  esencialmente  imitadores,  se  contentan  con 
marchar  siguiendo  la  huella  desús  predecesores.  Los  roma- 
nos deben  ser  considerados  en  este  segundo  rango.  Consa- 
grados enteramente  a  la  guerra  i  a  la  conquista,  cuando 
pretendieron  tener  literatura  i  artes,  se  contentaron  con 
imitar  a  los  griegos.  Sólo  crearon  la  sátira  i  la  epístola 
poética,  o  a  lo  menos  la  forma  de  estos  dos  jéneros.  Pero 
aun  reconociendo  esta  falta  de  orijinalidad  de  la  literatura 
romana,  es  menester  ir  a  buscar  entre  sus  escritores  los  mo- 
delos mas  perfectos  del  arte  de  la  imitación,  i  aun  en  ellos 


94  NOCIONES   DE    HISTORIA    LITERARIA 


se  percibe  la  influencia  de  las  costumbres  del  mas  orgulloso 
i  el  mas  atrevido  de  todos  los  pueblos  del  irmndo. 

A  la  época  de  la  fundación  de  Roma  había  en  la  Italia 
tantas  lenguas  como  pueblos  diferentes,  los  celtas  al  norte, 
los  etruscos  en  el  centro  con  los  samnitas  i  todas  las  tribus 
oseas.  Las  colonias  de  la  Grt^cia  estaban  al  sur.  Todas  es- 
tas razas  diversas  se  ajitaban  en  Italia  cuando  Roma  em- 
prendió su  grande  obra  de  monopolización  i  de  conquista. 
La  lucha  fué  larga,  pero  la  victoria  destruyó  la  lengua,  la 
libertad,  las  costumbres  de  los  vencidos.  Roma  en  su  carác- 
ter de  conquistadora,  se  lo  apropió  todo,  i  lo  convirtió  en 
provecho  del  progreso  de  su  propia  civilización.  La  lengua 
osea,  nacida  de  la  misma  fuente  del  idioma  de  los  griegos, 
vino  a  ser  el  foco  i  el  principal  elemento  del  latin,  modifica- 
do, sin  embargo,  por  otros  elementos,  i  particularmente  por 
la  lengua  griega. 

2. — El  período  de  quinientos  años  que  precedió  a  la  im- 
portación de  la  literatura  griega  en  Roma  no  ha  dejado 
mas  que  recuerdos  oscuros  i  fragmentos  incompletos.  Agri- 
cultores i  relijiosos  en  su  principio,  la  poesía  primitiva  de 
los  romanos  está  marcada  por  este  doble  oríjen.  Con  moti- 
vo de  la  institución  de  los  Arrales,  se  compusieron  los  pri- 
meros cantos  tradicionales  que  han  llegado  hasta  nosotros. 
Los  hermanos  Arvales  eran  una  corporación  de  doce  sacer- 
dotes que  todos  los  años,  a  principios  de  la  primavera, 
paseaban  en  los  campos  un  cerdo  lechon  para  obtener  la 
protección  de  los  dioses.  Los  eruditos  modernos,  venciendo 
grandes  dificultades,  han  alcanzado  a  interpretar  los  frag- 
mentos que  nos  quedan  de  aquel  canto,  i  se  ha  reconocido 
que  es  una  deesas  plegarias  que  los  labradores  de  todos  los 
países  dirijen  al  cielo  para  pedir  que  caigan  sus  dones  sobre 
los  campos. 

Los  cantos  de  los  sacerdotes  vSr'í //os,  llamados  Axfimenta 
se  refieren  también  a  las  ceremonias  relijiosas.  El  fervor  se 
espresaba  en  ellos  por  una  especie  de  delirio  obligado  i  por 
danzas  acompañadas  de  cantos  i  de  ceremonias  estra va- 
gantes. Esos  cantos  estaban  compuestos  en  un  idioma  que 


LITKKATI'RA   KOMANA  95 


no  se  entendía  en  tiempo  de  Horacio.  Ciertas  invectivas 
satíricas  dirijidas  por  los  soldados  a  los  triunfadores,  cier- 
tas fiestas  de  los  campos  celebradas  en  los  alrededores  de 
las  ciudades,  daban  también  lugar  a  bailes  en  que  se  mez- 
claban los  cantos  llamados  fesceninos,  i  a  diálogos  que  te- 
nian  alguna  apariencia  dramática.  Tal  es  el  oríjen  que  se 
atribuye  al  gusto  escénico  de  los  romanos.  Los  diálogos 
estaban  compuestos  en  versos  saturnio^,  horribles  a  juicio 
de  Horacio,  i  sobre  cuyo  artificio  métrico  discuten  mucho 
los  eruditos.  A  fines  del  siglo  IV  antes  de  Jesucristo,  la  in- 
troducción en  Roma  de  danzantes  i  de  actores  etruscos  dio 
una  forma  mas  regular  a  estos  elementos  groseros. 

Desde  esa  época  se  sintió  la  necesidad  de  reunir  en  una 
especie  de  catálogo  los  hechos  i  los  nombres  relativos  a  la 
política  i  a  la  relijion.  Se  habla  de  trabajos  de  estejénero 
atribuidos  a  Numa  Pompilio,  que  nos  son  desconocidos, 
como  lo  son  igualmente  los*  trabajos  de  sus  sucesores.  Se 
recuerdan  también  los  primeros  cuerpos  de  leyes,  algunos 
de  los  cuales  remontan  al  tiempo  de  la  monarquía.  A  prin- 
cipios del  siglo  IV,  siendo  necesario  poner  orden  en  esas 
disposiciones,  i  adaptar  la  lei  a  las  instituciones  republica- 
nas, los  decenviros,  después  de  haber  recojido  una  copia  de 
las  leyes  de  Atenas  i  de  las  otras  ciudades,  publicaron  la  lei 
de  las  Doce  Tablas,  código  compacto  que  fuéenseñado  a  los 
jóvenes.  Otras  leyes  posteriores  manifiestan  los  progresos 
rápidos  que  hizo  el  jenio  romano  reglamentando  las  rela- 
ciones de  la  vida  social. 

Parece  fuera  de  duda  que  durante  muchos  siglos  la  histo- 
ria de  Roma  estuvo  confiada  al  gran  pontífice,  el  cual  *Ve- 
cojia,  dice  Cicerón,  todos  los  acontecimientos  de  cada  año  i 
los  escribia  en  una  tabla  blanca,  que  esponia  en  su  casa  a 
fin  de  que  el  pueblo  pudiese  consultarlos.'*  Estos  libros  con- 
tenían sólo  algunas  notas,  añadidas  a  los  nombres  de  los 
majistrados  de  cada  año,  i  una  mención  lacónica  de  los  he- 
chos cstraordinarios,  en  forma  de  cuadros  cronolójicos.  De 
manera,  pues,  que  la  historia  que  nació  en  Grecia  de  la  poe- 
sía, tuvo  en  Roma  su  oríjen  en  una  especie  de  calendario. 


0()  NOCIONES    1>K    HISTORIA    LITERARIA 


A  estos  antiguos  monumentos  deben  agregarse  algunas 
inscripciones  destinadas  a  recordar  importantes  hechos  his- 
tóricos. Puede  señalarse  entre  éstas  la  inscripción  de  la  co- 
lumna de  Duilio,  elevada  en  memoria  de  la  victoria  naval 
alcanzada  sobre  los  cartajineses  en  260,  i  las  inscripciones 
de  las  tumbas  de  los^Scipiones.  La  historia  no  recuerda 
otras  producciones  literarias  d¿  los  romanos  anteriores  a 
la  época  en  que  se  Hizo  sentir  la  influencia  griega. 

»3. — Las  primeras  conquistas  de  los  romanos  estrecharon 
sus  relaciones  con  los  griegos  i  les  presentaron  la  ocasión 
de  conocer  el  arte  i  la  literatura  de  aquella  gran  nación.  Los 
romanos'la  imitaron;  pero  los  primeros  escritores  latinos 
fueron  griegos  de  nacimiento;  i  al  trasportar  a  Roma  la  lite- 
ratura de  su  patria,  cultivaron  i  perfeccionaron  la  lengua 
de  sus  conquistadores. 

El  sur  de  Italiaestaba  |>obladopor  colonias  griegas.  Los 
antiguos  conocian  esíi  rejion  con  el  nombre  de  \Ligna  Gre- 
cia, i  sus  habitantes  hablaban  el  griego.  Cuando  Tarento 
cayo  en  poder  de  los  romanos,  fué  llevado  a  Roma  un  pri- 
sionero llamado  Androníco,  que  en  el  repartimiento  ca\'6 
en  poderdel  cónsul  Livio  Salinátor.  Ese  prisionero  comenzó 
en  Roma  la  gloriosa  falanje  de  esclavos  sabios,  (jue  resca- 
taron su  libertad  por  medio  de  su  talento;  i  como  los  de- 
mas  libertos,  tomó  el  nombre  de  Livio  Androníco.  Cultivó 
diversos  jéneros  literarios:  compuso  himnos  relijiosí^s  i  tra- 
dujo en  versos  latinos  la  Odisea  de  Homero.  En  el  siglo  III 
antes  de  nuestra  era,  Androníco  hizo  representar  en  esa  ciu- 
dad la  primera  pieza  teatral,  sirviendo  él  mismo  de  actor. 
Compuso  cerca  de  veinte  obras  dramáticas  que  no  han  lle- 
gado hasta  nosotros,  pero  que  desarrollaron  entre  los  ro- 
manos el  gusto  por  este  jénero  de  composición. 

Casi  a  la  misma  época  otro  griego  de  Italia,  Cneo  Nevio, 
natural  de  Campania,  según  se  cree,  (jue  acompañó  al  ejér- 
cito romano  en  la  primera  guerra  púnica,  tradujo  en  versos 
latinos  la  Epojjeyn  de  Chipre  de  Stasincj,  i  escribió  algunas 
obras  dramáticas  imitadas  del  griego,  en  (jue  criticaba  con 
tanta  dureza  las  costumbres  romanas,  que  se  atrajo  el  odio 


LITERATURA    ROMANA  97 


de  la  aristocracia  i  fué  casti^ijado  con  prisión  i  destierro. 
Nevio  murió  en  Útica  (en  África)  el  año  550  de  Roma.  De 
sus  obras  sólo  han  llegado  hasta  nosotros  algunos  frag- 
mentos que  no  bastan  para  dar  una  idea  de  su  talento. 

4. — Pero  el  mas  célebre  de  todos  estos  poetas  enciclopédi- 
cos fué  Quinto  Enio,  griego  de  Italia  como  sus  antecesores, 
i  soldado  en  el  ejército  romano.  Amigo  de  Catón  el  antiguo 
i  de  Scipion  el  mayor,  obtuvo  los  derechos  de  ciudadano 
romano  i  vivió  en  la  capital  de  la  república  honrado  por  su 
ciencia  i  por  sus  talentos.  Según  Quintiliano,  Enio  es  el  in- 
ventor de  un  jcnero  nuevo  de  poesía,  la  sátira,  si  bien  los 
griegos  conocieron  la  esencia  de  ésta  i  la  cultivaron  en  sus 
comedias.  Como  autor  trájico,  Enio  imitó  a  Eurípides,  ma- 
nifestando,  sin  embargo,  cierto  desden  por  los  dioses  del 
paganismo.  Pero  la  obra  mas  notable  de  Enio, es  una  gran- 
de epopeya  escrita  en  versos  hexámetros  con  el  nombre  de 
Anales,  En  ella  la  historia  romana  estaba  revestida  con  for- 
mas poética?  i  vigorosas;  pero,  a  juzgar  por  los  fragmentos 
que  nos  quedan,  le  faltaban  muchos  délos  caracteres  del 
verdadero  poema  épico. 

Pacuvio,  sobrino  de  Enio,  i  Accio,  escritor  del  segundo 
siglo  antes  de  la  era  cristiana,  cultivaron  también  la  traje- 
diacon  aplauso  de  sus  cont<  m  )oráncos,  pero  con  poca  ori- 
jinalidad.  Los  trájicos  román  )S  apenas  pusieron  en  escena 
los  grandes  recuerdos  de  su  patria.  En  lugar  de  emplear  pa- 
ra sus  trajedias  las  magníficas  figuras  de  Camilo  i  de  Lu- 
crecia, prefirieron  de  ordinario  los  grandes  personajes  de  la 
antigua  Grecia.  Se  contentaron  co'i  retocar  el  drama  grie- 
go: lo  tiñeron  de  énfasis  i  lo  desnaturalizaron.  Las  bellezas 
declamatorias  reemplazaron  a  los  sencillos  acentos  de  la 
pasión  i  del  heroismo. 

5.— Hastíi  la  época  en  que  la  comedia  nueva  de  Atenas 
fué  importada  a  Roma,  no  se  conocian  en  este  pais  otras 
diversiones  de  esa  especie,  que  la  poesía  fescenina,  i  las  ate- 
lanas.  Eran  los  primeros  ciertos  versos  licenciosos  Canta- 
dos en  algunas  fiestas  privadas,  particularmente  en  las  fies- 

'lOMO    IV  7 


98  NOCIONES   DE    HISTORIA    LITERARIA 

tas  nupciales.  Estos  cantos  tuvieron  su  oríjen  en  Fescenia, 
ciudad  de  Etruria,  donde  eran  el  acompañamiento  de  las 
fiestas  campestres.  La  lei  de  las  Doce  Tablas  prohibió  es- 
presamente  que  en  esos  cantos  licenciosos  se  introdujesen 
jas  injurias  personales.  Las  atelanas  eran  especies  de  come- 
dias informes,  nombradas  así  de  Átela,  ciudad  de  los  Óseos, 
en  que  fueron  inventadas.  En  Roma,  eran  ejecutadas  por 
jóvenes  de  buena  familia  que  las  perfeccionaron.  Se  las  re- 
presentaba ordinariomente  después  de  una  trajedia,  i  ser- 
vian  sólo  para  producir  la  risa  por  sus  bufonadas  ordina- 
rias i  grotescas.  Estas  farsas  fueron  abandonadas  a  la  ple- 
be desde  que  la  Grecia  vencida  llevó  a  Roma  sus  elegantes 
espectáculos. 

La  comedia  griega  fué  trasplantada  a  Roma  por  Livio 
Androníco,  el  mismo  que  habia  importado  la  trajedia.  Des- 
de entonces,  la  población  ilustrada  no  quiso  mas  que  pie- 
zas griegas.  Sin  duda,  algunos  poetas  pensaron  componer 
sobre  este  modelo  comedias  verdaderamente  romanas,  pero 
no  se  conoce  el  resultado  de  sus  ensayos.  Todas  las  piezas 
que  conservamos  de  Planto  i  de  Terencio  están  modeladas 
tan  fielmente  sobre  las  comedias  griegas,  que  casi  se  las 
puede  considerar  como  simples  imitaciones,  por  mas  que 
ambos  autores  hayan  impreso  en  ellas  el  sello  de  su  propio 
jenio.  La  sociedad  griega  se  ofrece  siempre  a  nuestra  vista, 
i  la  escena  pasa  ordinariamente  en  Atenas. 

Planto  (227-183) nacidoen  la  Umbría, floreció  en  la  épo- 
ca de  la  segunda  guerra  púnica.  Autor,  actor  i  empresario 
de  teatro,  conoció  casi  todas  las  condiciones  déla  vida.  Fué 
rico,  i  se  vio  también  obligado  a  servir  a  un  molinero.  En 
medio  de  su  desgracia,  continuó  trabajando  para  el  teatro, 
que  lo  colmó  de  gloria.  Con  el  nombre  de  Planto,  los  roma- 
nos conocian  mas  de  ciento  treinta  comedias,  pero  los  mas 
distinguidos  gramáticos  sólo  reconocian  veintitrés  como 
auténticas.  Hasta  nosotros  han  llegado  veinte  que  dan  a 
conocer  de  una  manera  completa  el  jenio  de  este  autor.  Ba- 
jo formas  tomadas  a  los  escritores  de  la  comedia  nueva  de 
Grecia,  Planto  conserva  el  cuadro  de  la  vidainterior  de  Ro- 


LITERATURA    ROMANA  99 


ma.  Atacando  los  vicios  de  todas  las  clases  sociales,  supo 
sin  embargo,  evitar  el  resentimiento  de  los  grandes  i  com- 
placer a  los  pequeños.  Para  agradar  a  todos,  ha  unido  una 
elegancia  esquisita  a  los  trasportes  de  su  licenciosa  al(»gría. 
Es  un  poeta  culto  que  combina  un  plan  injenioso  con  ca- 
racteres bien  estudiados,  i  los  desarrolla  en  diálogos  llenos 
de  animación  i  de  alegría;  pero  empaña  estas  dotes  con  las 
groserías  que  estaban  destinadas  a  arrancar  los  aplausos 
del  populacho,  i  que  le  merecieron  las  censuras  de  Horacio 
1  de  muchos  críticos  posteriores.  Planto,  a  pesar  de  este  de- 
fecto, ha  proporcionado  modelos  llenos  de  observación  i  de 
colorido  a  los  mas  ilustres  escritores  del  teatro  mcderno. 
Moliere  ha  imitado  el  Anfítruon  del  poeta  latino;  i  la  Aula- 
¡aria  le  sirvió  de  tipo  para  la  composición  del  Avaro, 

Terencio  (192  J 59  antes  de  J.  C.)  tenia  nueve  años  cuan- 
do murió  Planto.  Como  la  mayor  parte  de  los  introducto- 
res de  l^i  poesía  dramática  en  Roma,  Terencio  no  era  de 
oríjen  latino.  Era  natural  de  Cartago;  pero  robado  mui  jo- 
ven por  unos  piratas,  fué  vendido  como  esclavo  i  h\  fin  lle- 
vado a  Roma  en  esa  humilde  condición.  Su  amo,  el  senador 
Terencio  Lucano,  le  dio  la  libertad  i  una  educación  liberal. 
Su  talento  le  valió  la  amistad  de  los  hombres  mas  distin- 
guidos de  su  tiempo.  Mucho  mas  culto  que  Planto,  Teren- 
cio es  el  poeta  de  lajente  ilustrada.  Las  huellas  de  la  lite- 
ratura griega,  son  evidentes  en  las  seis  comedias  que  nos 
ha  dejado.  Menandro  sobre  todo  es  el  modelo  que  se  ha 
propuesto  imitar.  Su  procedimiento  ordinario  consiste  en 
refundir  dos  o  mas  piezas  de  aquel  autor  en  una  sola,  de 
donde  resulta  una  doble  intriga  i  una  complicación  de  inci- 
dentes que,  si  no  prueban  mucha  invención,  aumentan  el 
interés  de  la  comedia.  Su  gran  mérito  está  en  la  verdad  de 
los  caracteres  i  de  las  costumbres,  en  la  pureza  i  en  la  ele- 
gancia del  estilo. 

Después  de  éstos,  florecieron  otros  poetas  cómicos,  algu- 
nos de  los  cuales  son  mui  eU)jiados  por  Horacio  i  p<ir  otros 
escritores  latinos;  pero  sus  obras  nos  son  conocidas  sólo 
por  tan  pequeños  fragmentos  que  no  bastan  para  inferir  si 


100  NOCIONES    DB   HISTORIA    LITERARIA 

las  alabanzas  que  les  tributaron  sus  contemporáneos  i  sus 
sucesores  eran  verdaderamente  justas. 

6. — La  sátira  fué  eljénero  verdaderamente  nacional  en  la 
literatura  romana.  La  sátira  de  los  griegos  era  la  comedia 
con  su  intriga,  sus  actores  i  sus  diálogos.  La  sátira  roma- 
na no  tenia  nada  de  eso:  fué  una  diatriba  violenta  contra 
ciertos  personajes  o  contra  los  vicios  i  las  ridiculeces  de  la 
sociedad.  Tomaba  indiferentemente  todas  las  formas  mé- 
tricas. Enio  fué  el  primero  que  la  cultivó.  El  nombre  de  la 
sátira,  que  por  una  casualidad  se  asemeja  a  la  denomina- 
ción griega  del  drama  satírico,  en  que  aparecian  los  sátiros, 
proviene  del  adjetivo  latino  satur,  harto,  repleto.  En  tiem- 
po de  la  cosecha  o  de  las  vendimias,  se  ofrecia  a  Céres  i  a 
Baco  un  jarrón  lleno  de  frutas  de  toda  especie:  esto  era  lo 
que  se  llamaba  lanx  satura,  fuente  en  que  están  mezcladas 
las  primicias.  La  facilidad  que  Enio  tenia  para  admitir  en 
este  jénero  todas  las  especies  de  ritmos  i  de  metros  le  hizo 
dar  el  nombre  de  sátira,  i  la  lengua  romana  consagró  esta 
denominación.  Por  la  misma  razón  se  llamó  íex  satura^ 
una  lei  que  contenia  muchos  títulos  sobre  diversas  ma- 
terias. 

Pacuvio,  el  sobrino  de  Enio,  hizo  también  sátiras,  pero 
el  mas  célebre  escritor  de  este  jénero  de  antes  de  Horacio 
fué  Cayo  Lucilio,  caballero  romano,  que  compuso  treinta 
libros  de  sátiras.  Soldado  en  España,  bajo  las  órdenes  de 
Scipion  el  Africano,  amigo  de  éste  i  de  los  hombres  mas  dis- 
tinguidos de  su  tiempo,  Lucilio  conoció  la  parte  mas  ilustre 
de  la  sociedad  romana  i  pudo  censurar  los  vicios  después 
de  una  observación  atenta.  Sus  obras  no  han  llegado  hasta 
nosotros;  pero  Horacio  i  Quintiliano,  que  las  conocieron» 
les  tributan  grandes  elojios.  El  primero  le  concede  mucha 
finura  i  urbanidad,  una  gran  pureza  de  dicción,  un  excelen- 
te juicio  en  la  elección  de  los  vicios  i  de  las  ridiculeces  que 
atacaba. 

7. — La  historia  tuvo  un  desarrollo  menos  brillanteen  es- 
te largo  período.  Comenzó  a  aparecer  en  el  siglo  III  antes 
dej.   C;  i  aun  los  primeros  historiadores  escribieron   en 


LITERATURA   ROMANA  lOl 


griego.  Quinto  Fabío  Pictor,  que  fué  el  primero  que  se  sir- 
vió de  la  lengua  nacional,  vivia  en  tiempo  de  la  segunda 
guerra  pánica;  pero  sus  obras  no  nos  son  conocidas  sino 
por  pequeños  fragmentos.  Después  de  éste,  el  célebre  Catón 
el  antiguo,  denominado  el  Censor,  compuso  en  siete  libros 
lí)s  Orí/enes  de  Roma.  El  conocimiento  que  poseia  de  los 
hechos  que  señalaron  los  primeros  tiempos  de  su  patria,  i 
su  posición  personal  en  medio  de  los  negocios  públicos  de- 
bian  dar  a  este  libro  un  alto  interés  histórico;  pero  desgra- 
ciadamente sólo  conocemos  algunos  fragmentos.  Catón 
escribió  también  muchas  obras  didácticas  sobre  la  educa- 
ción i  sobre  el  arte  militar;  pero  sólo  se  conserva  un  trata- 
do de  agricultura  titulado  De  re  rustica,  monumento  curio- 
so de  la  lengua,  de  las  costumbres  i  del  carácter  romano, 
del  cual  Catón  es  la  espresion  mas  vigorosa. 

En  los  historiadores  de  los  tiempos  subsiguientes  se  en- 
cuentran citados  los  nombres  de  muchos  escritores  que 
compusieron  libros  de  historia.  Sila  mismo  escribió  sus 
memorias.  Pero  todas  esas  obras  son  perdidas  para  no- 
sotros. 

8.— Desde  la  espulsion  de  los  reyes  la  elocuencia  fué  mui 
honrada  en  Roma,  porque  la  constitución  republicana  ne- 
cesitaba oradores.  Como  en  Atenas,  la  oratoria  era  en  Ro- 
ma el  oríjen  de  la  popularidad  i  llevaba  a  los  honores  i  a  la 
fortuna.  Cicerón  nos  ha  dejado  áridas  nomenclaturas  de 
oradores  romanos.  En  la  historia  de  Tito  Livio  se  encuen- 
tran hermosísimas  arengas  embellecidas  con  todos  los  re- 
cursos del  arte  oratorio;  pero  es  mui  probable  que  el  histo- 
riador tenga  una  parte  principal  en  esos  discursos.  Desgra- 
ciadamente, no  conocemos  otras  muestras  de  la  oratoria 
latina  de  aquella  época. 

La  filosofía  hizo  progresos  mucho  mas  tardíos.  En  los 
primeros  tiempos  de  la  República,  la  filosofía  era  del  todo 
desconocida.  La  antigua  austeridad  de  las  costumbres  ro- 
manas no  la  aceptaba  porque  la  creia  peligrosa  para  el  es- 
tado i  para  la  relijion.  La  introducción  de  una  ciencia  que 
enseñaba  el  pro  i  el  contra  i  que  hacia  alternativamente  el 


102          .".                NOCIONES    DE  HISTORIA    LITERARIA 
r^^ 

elojió-n-Ig. 'sátira  de  la  virtud,  alarmó  a  los  senadores  i  par- 
tieiüarmente  a  Catón  el  Censor.   Pero  la  iuventud  romana 
^."Se'd^jó  arrastrar  por  sus  lecciones,  i  en  breve  se  propagó  el 
.•.'•..entusiasmo  por  la  nueva  filosofía.   Luego  llegaron   otros 
'.*  V*  estranjeros;  i  a  pesar  de  las  frecuentes  prohibiciones  del  se- 
nado, el  gusto  por  la  filosofía  i  particularmente  por  las 
doctrinas  que  enseñaba  la  escuela  estoica,  adquirió  un  ver- 
dadero predominio  en  Roma. 

En  este  largo  período  de  seis  a  siete  siglos,  todos  los  jé- 
neros  literarios  habian  sido  cultivados  en  1^  lengua  latina; 
pero  el  jenio  de  Roma  esperaba  todavía  el  siglo  de  Augusto 
para  ostentar  todo  su  brillo  i  su  vigor. 


CAPITULO  VIII. 
liiteratara  Romana. 

íSe<íUNDO  FERIoDO:    DEHDK  riCEWON  I  CÉSAH  HASTA  FINEH  DEL  SIC.LO    DE  AüfíUHTO) 

1.  Importancia  literaria  de  este  segundo  período.— 2  Lucrecio. — 
3  Cátulo  — 4.  Yirjilio.— 5.  Horacio. — 6.  Ovidio  — 7  Tihulo  i 
Propercio.— 8  Publio  Siro.-9.  Varron — 10.  César— 11.  Ci- 
cerón.—12  Salustio  i  Cornelio  Ne|)ote  — 13.  Tito  Livio. — 14. 
Prematura  decadencia  de  las  letras  latinas. 

1.— El  retórico  Apolonio  Molón  decía  a  un  joven  que  es- 
cuchaba sus  lecciones  en  Rodas:  **Te  alabo  i  te  admiro;  p)e- 
ro  lloro  la  suerte  de  la  Grecia  viendo  que  la  sola  superiori- 
dad que  nos  queda,  la  del  saber  i  de  la  elocuencia,  va  a  pasar 
contigo  a  los  romanos.''  Este  joven  era  Cicerón,  el  jenio 
mas  vasto  i  mas  brillante  que  produjo  la  literatura  latina. 

Esas  palabras  envolvian  un  doble  pronóstico,  la  futura 
grandeza  de  Cicerón  i  la  revolución  literaria  que  iba  a  ope- 
rarse. Roma,  conquistadora  del  mundo,  recibió  de  los  ven- 
cidos los  primeros  elementos  de  su  literatura;  pero,  una  vez 
que  su  jenio  se  desarrolló  por  medio  de  la  imitación,  i  aun- 
que las  letras  romanas  quedaron  siempre  sujetas  a  la  in- 
fluencia griega,  alcanzaron  éstas  a  un  alto  grado  de  esplen- 
dor, comparable  sólo  al  brillo  del  siglo  de  Feríeles. 

En  el  primer  período  de  la  literatura  romana,  la  grande 


104  NOCIONES   DB    HISTORIA   LITERARIA 

obra  de  los  escritores  había  sido  la  formación  del  lenguaje; 
i  como  de  ordinario  no  se  crean  a  la  vez  la  lengua  i  las  ideas, 
las  traducciones  habian  sido  numerosas.  La  Grecia  habia 
suministrado  a  Roma  su  rica  colección  de  obras  maestras; 
habia  pensado  por  los  romanos,  cuyo  idioma  incompleto, 
no  permitia  grandes  progresos  literarios.  Pero  una  vez  que 
se  fijó  la  lengua,  la  iniajinacion  tomó  vuelo,  i  las  grandes 
creaciones  poéticas  no  se  dejaron  esperar.  El  ascendiente  de 
los  estudios  griegos,  que  la  juventud  romana  seguia  en  Ate- 
nas i  Rodas,  como  complemento  indispensable  de  toda  edu- 
cación bien  hecha,  cultivó  los  espíritus  i  depuró  el  gusto. 

Este  segundo  período  tiene  para  la  posteridad  una  im- 
portancia especial.  De  los  antiguos  escritores  latinos,  casi 
no  nos  quedan  mas  que  algunas  citaciones  sin  importancia 
i  los  testimonios  lisonjeros  de  los  hombres  que  vinieron  des- 
pués de  ellos.  En  el  período  que  vamos  a  recorrer,  la  epope- 
peya,  la  poesía  didáctica,  la  sátira,  la  oda,  la  historia  i  la 
elocuencia  se  han  conservado  hasta  nosotros  salvándose 
así  del  olvido  en  que  cayeron  las  obras  de  la  mayor  parte 
de  sus  predecesores. 

2. — Lucrecio  señala  el  principio  de  este  segundo  período. 
Nació  en  Roma  95  años  antes  dej.  C,  i,  según  se  dice,  se 
dio  la  muerte  a  la  edad  de  cuarenta  i  cuatro  años.  Se  ha  es- 
crito que  Lucrecio  era  loco  i  que  en  los  momentos  lúcidos 
compuso  su  gran  poema.  Esta  tradición  es  del  todo  inad- 
misible: el  poema  de  Lucrecio,  formado  de  seis  cantos,  en 
que  el  asunto  se  desenvuelve  hábilmente,  i  titulado  De  na- 
tura rerum  (De  la  naturaleza  de  las  cosas),  está  tan  estre- 
chamente entrelazado,  que  no  puede  ser  el  fruto  de  un  cere- 
bro enfermizo.  Contiene  una  esposicion  completa  del  siste- 
ma del  filósofo  griego  Epicuro,  esplicado  prolijamente  en 
todos  sus  detalles,  i  tal  como  no  nos  lo  dá  a  conocer  nin- 
guna otra  obra  de  la  antigüedad.  El  objeto  del  poeta  es 
tranquilizar  a  los  hombres  suprimiendo  los  temores  i  las 
esperanzas  en  la  vida  futura  i  en  los  dioses  del  paganismo, 
y  concluyendo  en  una  especie  de  panteismo  i  en  la  materia- 
lidad del  alma.  A  pesar  de  la  aridez  del  sistema  que  desarro- 


LITERATURA   ROMANA  ^  105 


Ha  en  su  poema,  Lucrecio  ha  sabido  hacerlo  interesante  con 
la  introducción  de  episodios  oportunos,  de  brillantes  des- 
cripciones i  de  cuadros  admirables.  Su  pintura  de  los  estra- 
gos de  la  peste,  de  la  creación  de  las  artes  i  de  los  primeros 
descubrimientos  de  la  industria  dejan  ver  un  gran  poeta. . 
Su  horror  por  los  abusos  sanguinarios  del  paganismo  i  su 
entusiasmo  por  el  espectáculo  de  las  fuerzas  naturales,  le 
inspiran  rasgos  de  la  mas  rica  sublimidad.  Le  faltan  a  ve- 
ces armonía  i  elegancia;  sin  embargo,  en  sus  descripciones 
i  en  sus  cuadros  se  halla  una  gracia  vigorosa  i  natural  que 
agrada  infinito.  Su  estilo  didáctico  es  seco  como  si  buscara 
sólo  la  lójica  del  raciocinio;  de  tal  manera  que  las  teorías 
físicas  i  filosóficas  desarrolladas  en  su  libro  parecerian  diri- 
jidas  únicamente  para  alcanzar  el  convencimiento,  si  no  se 
hallaran  revestidas  de  las  formas  poéticas  con  que  el  autor 
se  propone  agradar.  El  poema  de  Lucrecio  aunque  menos 
conocido  que  otras  obras  poéticas  de  los  romanos,  es  con- 
siderado por  eminentes  críticos  la  mas  preciada  joya  de  la 
literatura  latina;  i  jeneralmente  se  le  estima  como  el  mas 
notable  de  los  poemas  didácticos. 

3. — Su  contemporáneo  Cátulo  cultivó  mui  diversos  jéne- 
ros  de  poesía.  Nació  en  el  norte  de  la  Italia,  86  años  antes 
de  J.  C.  i  murió  a  los  treinta  de  edad,  dejando  un  nombre 
inmortal  en  las  letras  romanas.  Es  el  primero  délos  poetas 
latinos  en  el  jénero  erótico  i  lijero.  En  el  epigrama,  no  tiene 
otro  rival  que  Marcial,  que  vino  después  de  él;  i  en  la  elejía 
abrió  el  camino  a  Ovidio,  a  Propercio  i  a  Tíbulo,  como  lo 
abrió  a  Horacio  en  la  oda.  Dos  de  sus  poemas,  i4í /si  las  Bo- 
das de  Tétis  i  Peleo^  ofrecen  bellezas  dignas  de  Virjilio.  Las 
obras  de  Cátulo  poseen  una  graciosa  naturalidad,  i  una 
sencilla  elegancia.  En  sus  poesías  de  corta  estension,ha  dis- 
tribuido a  manos  llenas  la  sal  ática,  la  gracia  injeniosa,  el 
sarca.smo  amargo,  i  la  delicadeza  de  sentimientos.  Suespre- 
sion  es  a  veces  cruda,  como  sus  epigramas  son  en  ocasiones 
groseros;  pero  estos  defectos  son  el  fruto  de  una  época  en 
que  el  libertinaje  era  de  buen  tono  en  Roma. 
4. — Pero  el  mas  grande  de  los  poetas  de  este  siglo,  i  el  prín- 


106  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 


cipe  de  los  poetas  de  Roma,  es  Virjilio  Marón,  nacido  en 
Mantua,  en  el  norte  de  Italia,  el  año  70  antes  de  J.  C.  i 
muerto  a  la  edad  de  52  años.  Virjilio  fué  favorecido  por 
Augusto,  i  llevó  una  vida  tranquila  i  feliz.  Dedicado  a  las 
*  pacíficas  faenas  de  la  agricultura,  cultivó  con  buen  éxito 
tres  diferentes  jéneros  de  poesía,  el  pastoral,  el  didáctico  i 
el  épico.  En  sus  églogas,  denominadas  Bucólicas,  ^s  inferior 
a  Teócrito,  que  le  sirvió  de  modelo.  Sus  pastores  son  dema- 
siado elegantes  i  demasiado  injeniosos,  de  tal  modo  que  sus 
cuadros  i  sus  personajes  carecen  con  frecuencia  de  naturali- 
dad. En  las  Jeórjicás  i  en  \a  Eneida,  es  en  donde  se  debe  bus- 
car la  superioridad  de  este  gran  poeta.  Las  [eórjicas  son 
un  poema  didáctico  sobre  la  agricultura, dividido  en  cuatro 
libros:  el  primero  trata  del  cultivo  de  los  campos;  el  segun- 
do de  los  árboles  i  particularmente  del  olivo  i  de  la  vid;  el 
tercero  de  los  ganados;  i  el  cuarto  de  las  abejas,  cuyas  cos- 
tumbres merecian  un  lugar  aparte.  De  este  modo  el  interés 
va  creciendo  en  gradación.  Virjilio  varia  hasta  el  infinito 
las  formas  didácticas:  su  verso  es  sencillo  i  fácil  en  los  pre- 
ceptos, rico  i  brillante  en  Uis  descripciones.  Se  interesa  por 
las  plantas;  las  ama  o  las  aborrece  según  son  útiles  o  dañi- 
nas al  hombre.  Los  episodios  están  íntimamente  ligados  al 
pensamiento  del  autor.  En  medio  del  amor  al  campo  i  de  su 
admiración  por  la  agricultura,  Virjilio  deja  ver  sus  senti- 
mientos patrióticos;  i  lamentando  los  horrores  de  la  guerra 
civil,  ve  en  Augusto  el  término  de  ella,  i  en  el  imperio  el  úni- 
co gobierno  posible  de  esa  época. 

La  Eneida  es  el  primero  i  quizá  el  único  poema  épico  de 
la  literatura  latina.  Los  repetidos  ensayos  anteriores  a 
Virjilio,  deque  hablan  los  escritores  de  la  antigüedad,  no 
han  llegado  hasta  nosotros.  La  Eneida  deja  traslucir  el 
espíritu  de  imitación  de  los  poemas  homéricos,  i  sin  duda 
se  ha  quedado  atrás  en  el  interés  de  la  acción  i  en  la  pintu- 
ra de  los  caracteres;  pero  ningún  poema  antiguo  ni  moder- 
no es  mas  constantemente  bello  en  los  detalles  que  el  de  Vir- 
jilio. El  poeta  se  propuso  celebrar  los  oríjenes  tradicionales 
del   p'ieblo  romano,  i  el  establecimiento  de   Eneas  i  de  sus 


LITERATURA    ROMANA  107 


compañeros  en  la  Italia.  Los  seis  primeros  cantos,  que  sort 
casi  estraños  al  asunto,  son  los  mas  interesantes.  Forman 
tinaespecie  deOd/sea,esdecir,  un  tejido  de  aventuras  anima- 
das e  interesantes.  La  destrucción  de  Troya,  las  peregrina-- 
ciones  de  Eneas  i  de  sus  compañeros,  su  perman  ncia  en 
Cartago,  etc.,  sucesos  todos  anteriores  a  la  acción  princi- 
pal, que  es  el  establecimiento  de  los  tróvanos  en  Italia.  Su 
héroe,  Eneas,  es  frió  i  en  cierto  modo  vul^^ar:  por  eso  no 
despierta  tanto  nuestro  interés  como  algunos  de  los  otros 
personajes:  pero  Virjilioes  itiimitable  en  la  pintura  de  otros 
caracteres,  como  el  de  la  desgraciada  Dido,  la  r^^ina  de  Car- 
tago que  se  da  la  muerte  al  verse  abandonada  por  Eneas» 
i  en  el  estudio  de  las  pasiones  i  sobre  todo  de  las  pasiones 
suaves,  en  que  el  poeta  revela  su  penetrante  sensibilidad. 
Sus  versos  tienen  la  masesquisita  perfección:  poseen  una 
armonía  flexible,  variada,  que  se  eleva  i  se  abaja  con  ei 
asunto  i  que  refleja  con  una  admirable  espresion  1<js  mo- 
vimientos i  los  afjctos.  Virjilio  dejó  sin  concluir  su  poema 
i  aun  sin  retocarla  parte  que  habia  compuesto.  Al  morir 
pidió  que  sus  manuscritos  fueran  quemados.  Si  se  hubiera 
respetado  su  última  voluntad,  la  literatura  romana  ha- 
bría perdido  una  de  las  obras  que  mas  han  contribuido  a 
su  gloria. 

5. — Si  Virjilio  es  el  primero  de  los  poetas  épicos  de  Roma, 
Horacio  es  el  primero  de  los  líricos.  Nacido  en  Venusa  el 
año  64  antes  de  J.  C,  Quinto  Horacio  Flaco,  de  oríjen  hu- 
milde, hizo  algunos  estudios  en  Roma  i  en  Atenas.  En  esta 
ciudad  se  alistó  en  el  rango  de  tribuno  militar  en  el  ejérci- 
to de  Bruto  que  fué  derrotado  en  Filipos.  En  seguida  se 
acojió  al  indulto  proclamado  por  los  triunviros,  i  pasó  el 
resto  de  sus  dias  en  Roma,  mereciendo  en  sus  últimos  años 
la  mas  decidida  protección  de  Augusto  i  de  uno  de  los  cor- 
tesanos de  éste,  Mecenas,  el  célebre  protector  de  las  letras 
i  de  los  literatos.  Horacio  escribió  odas,  sátiras  i  epístolas, 
i  sobresalió  en  estos  tres  jéneros  componiendo  oliras  in- 
mortales que  vivirán  tanto  como  el  buen  gusto  en  mate- 
rias literarias. 


108  NOCIONES   DB    HISTORIA    LITERARIA 


La.s  Odas  de  Horacio  representan  bajo  todas  sus  fases 
la  poesía  lírica,  desde  el  ditirambo  mas  elevado  hasta  la 
canción.  La  flexibilidad  de  este  talento  tan  puro,  tan  va- 
riado, tan  poderoso,  que  ha  tocado  todas  las  cuerdas  de 
la  lira,  ha  sido  admirada  siempre  por  los  críticos.  Todos 
los  tonos  le  parecen  naturales:  celebra  alternativamente 
los  placeres,  la  grandeza  moral  i  los  destinos  de  la  patria; 
i  siempre  una  maravillosa  claridad  presta  su  luz  a  estas 
trasformaciones  del  talento  que  se  burla  de  las  dificulta- 
des. Las  Epístolas  de  Horacio,  jénero  nuevo,  que  llevó  a 
la  perfección,  dirijidas  a  sus  diversos  amigos,  a  su  protec- 
tor Mecenas  i  al  emperador  Augusto,  son  un  código  de 
buen  sentido,  de  buen  gusto  i  de  gracia.  El  Arte  poética 
no  es  mas  que  una  de  estas  epístolas.  Trata  en  ellas  de  la 
moral,  de  la  filosofía,  de  los  preceptos  i  de  la  historia  lite- 
raria con  un  tono  familiar  i  de  conversación  diferente  de 
la  elegancia  severa  de  ális  odas,  pero  llena  de  injenio  i  de 
lucidez.  Demasiado  libre  a  veces,  con  frecuencia  inclinado  a 
los  placeres,  Horacio  ha  juntado  a  los  juegos  de  su  injenio 
i  a  los  caprichos  de  su  imajinacion  un  profundo  buen  senti- 
do que  hace  que  sean  leidas  aun  aquellas  piezas  mas  licen- 
ciosas. En  sus  Sátiras,  Horacio  ataca  mas  los  defectos  que 
los  vicios.  Son  burlas  agradables  tan  desprovistas  de  amar- 
gura como  de  lisonja;  o  a  lo  menos  cuando  ésta  aparece,  es 
mui  injeniosa  i  toma  los  visos  del  reconocimiento  i  de  la 
amistad.  Su  espíritu  delicado  i  burlón  no  se  presta  a  las 
inspiraciones  del  odio.  En  sus  Sátiras  como  en  las  Epísto- 
las, Horacio  conversa  familiarmente,  i  pasa  en  revista  las 
pasiones  humanas,  en  particular  aquellas  que  son  mas  ene- 
migas de  la  felicidad,  como  la  ambición,  los  celos,  la  codi- 
cia i  la  avaricia.  Cuando  encuentra  en  su  camino  un  mal- 
vado, un  tonto,  un  importuno,  lo  hace  servir  de  prueba  de 
lo  que  ha  dicho,  pero  no  se  detiene  mucho  tiempo  en  vitu- 
perarlo. 

Colmado  de  favores  i  de  distinciones  por  el  poderoso  Me- 
cenas i  por  el  emperador  Augusto,  Horacio  pasó  la  última 
parte  de  su  vida  en  una  situación  que  garantizaba  su  inde- 


LITERATURA    ROMANA  109 


pendencia,  pero  que  no  le  hizo  olvidar  los  deberes  de  la 
gratitud  hacia  sus  benefactores.  En  sus  obras  recomienda, 
sobre  todo,  la  moderación  en  los  deseos  para  vivir  conten- 
to i  para  ser  feliz  él  mismo  practicó  esta  máxima  con  toda 
sinceridad.  Murió  a  los  cincuenta  i  siete  años  de  edad,  le- 
gando a  su  patria  i  a  la  posteridad  un  libro  de  poesías, 
que  le  han  asegurado  uno  de  los  nombres  mas  ilustres  de 
la  historia  literaria. 

6. — Si  Ovidio  no  puede  rivalizar  con  Horacio  ni  con  Vir- 
jilio  en  riqueza  de  inspiración,  los  aventaja  a  ambos  en  fe- 
cundidad. Ovidio  es  el  poeta  latino  de  quien  nos  han  que- 
dado mas  obras,  i  talvez  el  que  mas  poesías  compuso.  Na- 
cido en  el  sur  de  Italia  el  año  de  43  antes  de  J.  C,  Ovidio  se 
dedicó  desde  temprano  al  cultivo  de  la  poesía,  abandonan- 
do al  efecto  los  estudios  jurídicos  a  que  lo  destinaba  su  pa- 
dre. En  Roma  fué  amigo  de  Virjilio,  de  Gracio  i  de  otros 
poetas,  i  mereció  los  favores  de  Augusto.  El  año  9  de  nues- 
tra era  fué  relegado  por  orden  de  este  emperador,  a  Tomos, 
cerca  de  la  desembocadura  del  Danubio,  bajo  pretesto  de 
que  una  de  sus  obras  era  licenciosa,  pero  en  realidad  por 
otro  motivo  que  la  posteridad  no  ha  podido  conocer.  AlP 
murió  después  de  nueve  años  de  destierro. 

Aunque  se  han  perdido  muchas  obras  de  Ovidio  (decla- 
maciones, epigramas  i  una  trajedia  titulada  Medea)^  las 
que  nos  quedan  son,^como  ya  hemos  dicho,  mui  numerosas. 
Comprenden  poesías  de  cuatro  especies:  los  Amores,  cuyo 
héroe  es  el  mismo  Ovidio,  en  donde  describe  con  mas  injenio 
que  pasión  los  placeres  i  tormentos  del  amor;  las  Hero'tdas^ 
en  que  bajo  la  forma  de  cartas  que  supone  dirijidas  a  sus 
amantes  por  heroinas  tales  como  Safo,  Fedra,  etc.,  el  poe- 
ta analiza  hábilmente  las  pasiones  en  medio  de  difusas  refe- 
rencias a  la  mitolojía;  los  Tristes,  escritos  durante  su  des- 
tierro, en  que  el  poeta  se  queja  con  voz  dolorida  i  con  ver- 
dadero sentimiento  de  la  desgracia  de  su  situación;  las 
Epístolas  del  Ponto,  otra  obra  de  destierro  compuesta  de 
peticiones  dirijidas  a  sus  amigos  de  Roma  para  obtener  su 
intercesión  cerca  de  Augusto.  Ovidio  compuso  ademas  al- 


lio  NOCIONES   DB  HISTORIA   LITERARIA 

gunos  poemas  eróticos;  el  Arte  de  amar,  notable  por  el  in* 
jenio  i  la  gracia  del  estilo,  como  también  por  su  desmedida 
libertad;  los  Remedios  del  amor,  en  que  el  poeta  quiere  en- 
señar a  vencer  un  amor  desgraciado  por  la  ausencia,  las 
distracciones,  el  estudio  de  los  defectos  de  la  persona  ama- 
da, etc.;  los  Medicamentos  del  rostro,  fragmento  gracioso 
sobre  los  cosméticos  empleado  por  las  mujeres.  Ovidio  ha 
dejado  ademas  dos  poemas  mitolójicos:  los  Fastos,  enume- 
ración (le  las  principales  fiestas  en  el  orden  del  calendario, 
en  que  están  contadas  las  tradiciones  que  han  dado  lugar 
a  las  espresadas  fiestas,  con  cierto  aire  de  escepticismo  filo- 
sófico; i  las  Metamorfosis  compuestas  de  doscientas  cua- 
renta i  seis  fábulas  que  comienzan  en  el  caos  i  que  terminan 
en  la  muerte  de  Julio  César,  i  referentes  todas  ellas  a  las 
tradiciones  mitolójicas  de  los  griegos  i  los  romanos.  Ovidio 
ha  sal)ido  unir  en  un  conjunto  armónico  esa  multitud  de 
partf  s  heterojéneas,  ligarlas  por  transiciones  variadas  ani- 
mando |)intorcscamente  las  pasiones  humanas.  En  ésta, 
como  en  sus  otras  obras,  se  descubre  que  si  Oviedo  no  es  el 
mas  eminente  de  todos  los  jenios  poéticos,  de  Roma,  es  el 
mas  fácil  i  fibundante. 

7. — Hemos  visto  que  la  elejía,  creación  de  los  griegos,  ha- 
bla sido  cultivada  con  buen  éxito  por  los  romanos.  En  el 
siglo  de  Augusto,  dos  poetas  contemporáneos  de  Ovidio 
sobresalieron  en  este  jénero. 

Tibulo,  nacido  en  Roma  de  una  familia  rica  el  año  48 
antes  de  J.  C,  i  muerto  el  año  18  de  la  era  Cristina»  nos  ha 
legado  cuatro  libros  de  elejías  que  revelan  un  verdadero  je- 
nio poético.  El  gran  mérito  de  Tibulo  es  la  naturalidad,  la 
suavidad,  la  delicadeza  i  la  armonía.  Su  ternura  es  verda- 
dera, llena  de  abandono  i  de  melancolía,  aunque  un  poco 
afe  niñada.  En  Tibulo  no  hai  nada  de  romano:  ama  la  paz 
por  odio  a  la  espada.  La  monotonía,  que  se  le  puede  repro- 
char, nace  mas  que  de  su  talento,  del  jénero  literario  que 
cultiva. 

Muí  inferior  a  Tibulo  por  el  sentimiento  i  por  la  falta  de 
naturalidad,  Propercio  (nacido  en  Umbría  en  52  antes  de 


LITERATURA    ROMANA  111 


J.  C),  lo  sobrepuja  en  la  en  la  variedad  de  sus  composicio" 
nes,  en  la  vivacidad  i  a  veces  en  el  lirismo  de  su  estilo.  En* 
Propercio  se  desc^ubre  con  frecuencia  la  imitación  de  algu- 
nos poetas  griegos  de  la  decadencia,  de  los  cuales  ha  toma- 
do la  erudición  rebuscada  que  se  manifiesta  por  alusiones 
mitolójicas. 

8. — En  ^1  siglo  de  oro  de  la  literatura  romana  casi  todos 
los  jéneros  literarios  que  cultivaron  los  griegos  alcanzaron 
a  un  alto  grado  de  esplendor  i  perfección.  Sólo  el  teatro 
no  llegó  a  esa  altura.  Los  romanos  habian  poseido  dos 
autores  cómicos  de  verdadero  mérito,  i  algunos  tráji- 
cos,  c.uyas  obras  no  han  llegado  hasta  nosotros,  pero  que 
no  parecen  haber  sido  de  mérito  sobresaliente.  Esta  esteri- 
lidad tiene  una  esplicacion  sencilla:  el  pueblo  romano  esta- 
ba acostumbrado  a  espectáculos  que  debian causar  una  im- 
presión mas  profunda.  Las  luchas  de  gladiadores  i  los  com- 
bates de  fieras  lo  habian  habituado  a  verel  derramamiento 
verdadero  de  sangre  humana;  i  las  ficciones  teatrales  no 
podían  alcanzar  a  conmoverlo. 

Sin  embargo,  en  esa  época  se  cultivó  un  jénero  dramáti- 
co bastante  orijinal,  los  Mimos,  pequt-ñas  comedias  burles- 
cas de  oríjen  griego,  en  que  las  jesticulaciones  i  los  movi- 
miento teniíin  una'  grande  importancia,  i  que  representa- 
ban la  caricatura  fiel  de  ciertos  accidentes  de  la  vida  priva- 
da. En  este  jénero  se  distinguió  Publio  Siró,  esclavo  liberto 
natura]  de  Siria,  contemporáneo  de  César  i  de  Augusto 
Han  llegado  hasta  nosotros  lassentencias  morales  estraidas 
de  los  mimos  de  este  escritor,  que  prueban  que  en  sus  pie- 
zas habia  algo  mas  que  simples  bufonadas.  En  jeneral,  no 
son  mas  qtie  meros  proverbios  que  encierran  la  moral  i  la 
filosofía  práctica  de  aquella  época;  i  que  por  lo  tanto  dan 
a  conocer  el  espíritu  i  los  sentimientos  de  los  antiguos  ro- 
manos. Los  mimos,  espectáculos  destinados  al  populacho 
de  Roma,  perdieron  poco  a  poco  su  carácter  primitivo  i 
llegaron  a  convertirse  en  ese  jénero  de  composición  dramá- 
tica en  que  se  emplean  los  movimientos  como  único  medio 
de  espresion. 


112  NOCIONES    DB    HISTORIA    LITERARIA 

9. — La  historia  de  la  prosa  en  este  segundo  período  de  la 
literatura  roman«a  presenta  nombres  no  menos  ilustres  que 
los  que    dejamos    indicados  al  hablar  de  la  poesía.    Marco 
Terencio   Varron  (116  26  antes  de  J.  C),  teniente  de  Pom- 
peyo  en  la  guerra  contra  los  piratas  de  Sicilia,  i  de  Sesto 
Porapeyo  en  Lusitania  contra  César,  goza  de  la  reputación 
del  hombre  mas  erudito  de  su  siglo  i  de  haber  poseido  uno 
de  los  talentos  mas  enciclopédicos  de  la  antigüedad.  Amnis- 
tiado por  César,  proscrito  después  por  Marco   Antonio,  ¡ 
despojado  de  sus  bienes,  Varron  encontró  al  fin  una  protec- 
ción poderosa  en  Augusto,  que  le  confió  la  dirección  de   la 
biblioteca  de  los  Césares.  Gramático,  historiador,  filósofo  i 
poeta,  Varron  escribió  cerca  de  quinientas  obras,   de   las 
cuales  la  mayor  parte  se  ha  perdido  completamente.  Com- 
puso sátiras  mui  aplaudidas  por  sus  contemporáneos,    a 
las  cuales  les  dio  el  nombre  de  Menipeas^  por  el  nombre 
de   Menipo,  filósofo  cínico  mui  afamado  por  la  hiriente  vi- 
vacidad de  su  injenio.  Enio  habia  empleado  en  sus  sátiras 
metros  diferentes:  Varron  fué  mas  lejos  todavía,  i  mezcló  la 
prosa  con  versos  de  varios  metros.  Se  habla  de  una  de  esas 
sátiras  en  que  hacia  una  burla  injeniosa  del  primer  triunvi- 
rato. Los  pocos  fragmentos  que  nos  quedan  de  esas  sátiras 
no  bastan  para  manifestarnos  si  son  o  nó  fundados  los  elo- 
jios  que  les  tributaron  sus  contemporáneos. 

Se  conservan  igualmente  algunos  fragmentos  de  otras 
obras  de  Varron  s(»bre  historia,  filosofía  moral  i  literatura 
crítica;  pero  su  gran  reputación  proviene  de  un  tratado  de 
agricultura  (De  re  rustica ),  el  mejor  i  el  mas  metódico  que 
nos  haya  legado  la  antigüedad;  i  de  una  obra  sobre  la  len- 
gua latina  de  la  cual  conocemos  sólo  seis  libros,  que  se- 
rán la  cuarta  parte  de  lo  que  escribió,  i  que  revelan  una 
inmensa  erudición  filolójica  i  un  espíritu  profundamente 
observador. 

10.— Julio  César,  el  mas  grande  de  los  jenerales  roma- 
nos, i  uno  de  los  mas  notables  hombres  de  estado  de  una 
nación  que  produjo  tan  hábiles  políticos,  figura  también 
entre  los  primeros  escritores  de  su  siglo.    El  renombre  de 


LITERATURA   ROMANA  113 


este  ilustre  personaje  nos  exime  del  deber  de  dar  noticias 
acerca  de  su  vida. 

La  elocuencia  de  César  tiene  todas  las  cualidades  del  es- 
tadista i  del  guerrero,  la  vivacidad,  la  firmeza,  la  precisión. 
Uno  de  sus  discursos,  pronunciado  en  el  senado  romano  pa- 
ra combatir  la  pena  de  muerte  por  delitos  políticos,  cuan- 
do se  trataba  de  castigar  a  Catilina  i  a  sus  cómplices 
que  conspiraban  contra  la  república,  nos  ha  sido  conser- 
vado, talvez  con  notables  modificaciones  por  el  historiador 
Salustio,  i  hace  sentir  que  no  se  conserven  otras  'muestras. 
César  escribió  un  poema  didáctico  sobre  la  astronomía, 
ciencia  a  que  fué  mui  dedicado,  una  trajedia  i  un  trata- 
do de  gramática,  pero  no  han  llegado  hasta  nosotros. 

La  posteridad  no  conoce  mas  que  sus  escritos  histó- 
ricos, sus  Comentarios  sobre  ¡a  (guerra  de  las  Galias  i  so- 
bre la  guerra  civil,  **Estos  comentarios,  dice  Cicerón,  son 
una  obra  excelente:  el  estilo  es  puro,  fácil,  despojado  de  to- 
do adorno  oratorio,  i  por  decirlo  así,  desnudo:  se  ve  que  el 
autor  no  ha  querido  dejar  otra  cosa  que  materiales  para 
los  que  mas  tarde  quisieren  tratar  el  mismo  asunto.  Talvez 
algunos-escritores  vulgares  pretendan  bordar  esta  tela;  pe- 
ro los  hombres  de  buen  gusto  se  guardarán  bien  de  tocar- 
la.*' Este  juicio  ha  sido  confirmado  i  repetido  por  todos  los 
siglos.  La  claridad,  la  rapidez,  la  heroica  sencillez  de  la  na- 
rración, la  exactitud  de  los  detalles  estratéjicos,  hacen  de 
ese  libro  de  memorias,  escrito  sin  aparato,  i  talvez  de  carre- 
ra, uno  de  los  mas  preciosos  documentos  de  la  literatura 
i  de  la  historia  romana.  Los  grandes  jenerales  de  los  tiem- 
pos modernos.  Conde  i  Napoleón,  entre  otros,  leian  habi- 
tualmente  los  Comentarios  de  César,  buscando  en  ellos  úti- 
les lecciones.  César  ha  escrito  sus  memorias  como  Jenofonte 
escribió  su  AnAbasis,  es  decir,  habla  de  sí  mismo  en  tercera 
persona,  i  con  una  modestia  hábilmente  estudiada;  pero  se 
le  reprocha  el  pasar  mui  a  la  lijera  sobre  las  acciones  de 
otros,  o  el  alterar  los  hechos  cuando  habla  de  sí  mismo,  sea 
por  falta  de  memoria,  sea  intencionalmente. 

11. — Pero  el  escritor  mas  ilustre  de  este  período  i  de  toda 

Tí»MO  IV  8 


114  NOCIONES   DE    HISTORIA    LITERARIA 

la  literatura  romana  es  Marco  Tulio  Cicerón,  el  primero  de 
todos  los  oradores  en  la  elocuencia  judiciaria,  i  el  segundo 
en  la  elocuencia  política,  puesto  que  no  alcanzó  a  igualar  a 
Demóstenes.  No  tenemos  que  bosquejar  la  vida  de  un  perso- 
naje que  pertenece  todo  entero  a  la  historia.  Soldado  en  su 
juventud,  estudió  mas  tarde  la  filosofía  i  la  elocuencia  en 
Atenas  i  en  Rodas;  i  aunque  sus  primeros  escritos  fueron 
algunas  composiciones  poéticas  de  no  escaso  mérito,  su 
gran  reputación  provino  de  sus  defensas  como  abogado,  i 
mas  tarde  de  sus  magníficos  discursos  como  senador  i  co- 
mo hombre  público.  Sus  obras  oratorias  se  componen,  en 
lo  que  respecta  a  la  política,  de  un  discurso  sobre  la  lei  A/a- 
mV/a,  especie  de  arenga  de  aparato  en  alabanza  de  Pompe. 
yo;  de  tres  discursos  sobre  la  lei  agraria;  de  las  cuatro 
Catilinan'as  o  discursos.contra  Catiliua;  i  de  las  catorce 
Filípicas  contra  Antonio.  Los  otros  discursos  de  Cicerón, 
en  número  de  treinta  i  cuatro,  pertenecen  al  jénero  judicia- 
rio.  Son  famosos  entre  éstos  las  siete  Verrinas,  en  que  acu- 
só con  un  ardor  i  con  una  lójica  verdaderamente  admira- 
bles, a  Vérres  gobernador  de  Sicilia,  por  las  inicuas 
exacciones  ejercidas  allí.    . 

Las  dotes  oratorias  de  Cicerón  son  sin  disputa  de  pri- 
mer orden.  En  todos  sus  discursos  hai  jeneralmente  mucho 
orden:  comienza  por  un  exordio  bien  dispuesto  para  insi- 
nuarse a  sus  oyentes  i  granjearse  su  afecto.  Su  plan  es  cla- 
r3,  i  el  orden  de  sus  argumentos  el  mas  propio  para  con- 
vencer i  para  conmover:  todo  se  halla  en  su  propio  lugar. 
El  orador  no  intenta  apasionar  al  auditorio  sino  cuando 
está  seguro  de  haber  producido  el  convencimiento,  i  enton- 
ces es  felicísimo  para  ajitar  el  corazón  de  los  oyentes,  i  so- 
bre todo  las  pasiones  suaves.  No  ha  habido  escritor  alguno 
que  conozca  mejor  que  Cicerón  el  poder  de  las  palabras,  la 
claridad  i  el  vigor  que  la  estructura  gramatical  suele  dar  a 
la  sentencia.  Sin  embargo,  buscando  la  unidad,  amplifica 
los  pensamientos  culminantes,  quitando  a  sus  discursos  el 
relieve  de  ciertas  ideas  capitales;  pero  ha  conseguido,  en 
cambio,  ser  uniforme,  claro,  elegante  i  magnífico.  Esto  mis- 


LITERATURA    ROMANA  115 


mo  es  la  causa  de  uno  de  sus  pocos  defectos.  Cicerón  es  a 
veces  mas  pomposo  que  sólido,  i  es  difuso  cuando  convenia 
ser  preciso. 

Los  discursos  de  Cicerón  dejan  ver  el  arte  supremo  con 
que  han  sido  compuestos.  El  mismo  ha  enseñado  la  teoría 
del  arte  oratorio  en  un  libro  titulado  Del  orador.  Cicerón 
le  dio  la  forma  de  diálogo  para  hacer  mas  interesantes  los 
preceptos;  i  en  él  habla  de  cada  una  de  las  partes  del  arte 
oratorio  con  la  ciencia  i  con  la  profundidad  de  un  maestro 
esperimentando. 

Sus  obras  morales  i  filosóficas,  compuestas  también  en 
forma  de  diálogo  a  imitación  de  Platón,  están  escritas  con 
mucho  brillo,  con  un  estilo  mui  cuidado  i  con  verdadera 
elocuencia.  En  ninguna  parte,  la  filosofía  pagana  se  ha 
mostrado  bajo  una  forma  tan  seductora  como  en  los  escri- 
tos del  orador  romano.  El  Tratado  de  los  deberes  (De 
ofñciis)  señala  el  límite  a  que  alcanzó  la  moral  antigua  an- 
tes del  cristianismo.  Otros  tratados  (Las  cuestiones  tuscu- 
lanas  i  el  Diálogo  sobre  la  vejez)  no  son  menos  importantes; 
dan  todos  los  remedios  que  ofrece  la  sabiduría  humana 
contra  el  dolor,  la  vejez  i  la  muerte.  El  Sueño  de  Escipion, 
episodio  i  fragmento  de  la  República,  se  refiere  a  la  moral  i 
a  la  política  por  medio  de  consejos  dictados  por  la  pruden- 
cia i  la  esperiencia  sobre  el  gobierno  de  los  estados. 

Sus  Cartas  familiares  no  son  la  parte  menos  interesante 
de  sus  obras.  Ellas  nos  han  hecho  conocer  muchos  porme- 
nores de  la  vida  privada  de  los  romanos  i  lian  contribuido 
a  dar  una  idea  mas  completa  de  algunos  grandes  persona- 
jes de  su  historia.  En  todas  ellas,  por  otra  parte,  el  mérito 
literario  es  siempre  el  mismo.  Sea  que  Cicerón  converse  so- 
bre los  asuntos  mas  ordinarios  de  la  vida,  sea  que  trate 
con  sus  amigos  de  la  suerte  de  la  repíibiicH,  se  reconoce 
siempre  en  su  len^^uaje  al  hombre  de  jenio  i  de  buen  gusto. 

El  nombre  de  Cicerón  es,  como  dice  Quintiliano,  el  de  la 
elocuencia  misma;  pero  su  carácter  como  orador  i  como 
hombre  público  ha  sido  juzgado  de  mui  diversas  maneras. 
Aparte  de  una  vanidad  muchas   veces  pueril  que  se  deja 


116  NOCIONBS    DE  HIOTORIA    LITERARIA 

traslucir  en  sus  escritos,  i  particularmente  en  sus  cartas,  se 
le  ha  censurado  falta  de  carácter  en  circunstancias  en  que 
necesitó  manifestar  grande  entereza  **La  debilidad,  o  mas 
bien,  la  indecisión  que  se  le  reprocha,  dice  Géruzez,  a  pesar 
de  todas  las  pruebas  de  intrepidez  que  dio,  parece  nacer  de 
la  estension  de  sus  luces  i  de  su  probidad.  En  las  épocas  de 
discordia  i  de  corrupción,  en  que  la  línea  del  deljer  no  está 
bien  trazada,  los  que  quieren  seguirla  no  se  deciden  tan  fá- 
cilmente como  los  ambiciosos  i  los  intrigantes  que  van  al 
asalto  del  poder  i  de  lá  fortuna  sin  reparar  en  medios.*'  Ci- 
cerón, en  efecto,  no  tuvo  todas  las  cualidades  del  hombre 
de  estado;  pero  fué,  como  decia  Augusto,  **un  gran  ciudada- 
no que  amó  mucho  a  su  patria,  cuya  causa  jamas  aban- 
donó/' 

Cualesquiera  que  sean  los  defectos  que  se  reprochen  a  Ci- 
cerón como  hombre  público,  su  jenio  como  escritor  i  como 
orador  ha  sido  desde  la  antigüedad  un  motivo  de  admira- 
ción, **Este  grande  hombre,  dice  Villemain,  no  ha  perdido 
nada  de  su  gloria  al  través  de  los  siglos:  queda  en  primera 
línea  como  orador  i  como  escritor.  Quizas,  si  se  le  conside- 
ra en  el  conjunto  i  en  la  variedad  de  sus  obras,  es  permiti- 
do ver  en  él  al  primer  escritor  del  mundo;  i  aunque  las  crea- 
ciones mas  sublimes  i  mas  orijinales  del  arte  de  escribir 
pertenezcan  a  otros,  Cicerón  es  quizas  el  hombre  que  se  ha 
servido  de  la  palabra  con  mas  ciencia  i  con  mas  jenio,  r  que. 
en  la  perfección  habitual  de  su  elocuencia  i  de  su  estilo,  ha 
empleado  mas  bellezas  i  dejado  menos  defectos." 

12. — Mientras  la  elocuencia  política  i  judiciaria  lanzaba 
tan  vivos  resplandores,  la  historia  se  elevaba  a  las  cualida- 
des literarias  que  debian  constituirla  a  lo  menos  para  la 
posteridad,  en  un  reemplazante  de  la  tribuna  próxima  a 
enmudecer.  El  terreno  habla  sido  preparado  por  ensayos 
anteriores;  pero  luego  aparecieron  los  grandes  maestros  de 
que  se  enorgullece  la  literatura  latina. 

El  primero  de  los  grandes  historiadores,  en  el  orden  ero- 
nolójico,  después  de  César,  es  Crispo  Salustio,  nacido  en 
Amiterno  el  año  de  85  antes  de  J.  C.  Compuso  una  historia 


LITERATURA   ROMANA  117 


romana  desde  Sila  hasta  la  conjuración  de  Cati lina;  pero 
no  poseemos  de  esta  obra  mas  que  algunos  discursos  admi- 
rables. En  cambio  han  llegado  hasta  nosotros  dos  histo- 
rias particulares,  la  Guerra  de  Jugurta  i  la  Conjuración  de 
Cntilina,  Salustio  es  el  escritor  mas  preciso  i  mas  rigoroso 
que  haya  producido  la  literatura  latina.  Aunque  menos 
profundo  i  majestuoso  que  Tucídides,  a  quien  se  propuso 
imitar  en  su?  consideraciones  jenerales,  en  sus  retratos  i  en 
sus  discursos,  es  sin  embargo  un  gran  pintor  de  historia. 
Es  ademas  un  moralista  admirable.  Nada  es  mas  imponen- 
te que  el  tono  en  que  castiga  el  vicio  i  con  que  honra  la  vir- 
tud. Salustio  prodiga  talvez  demasiado  estos  cuadros,  i  en 
ellos  se  percibe  a  veces  alguna  afectación.  Sus  retratos  pue- 
den no  ser  a  veces  mui  exactos;  pero  siempre  son  admirables 
como  obra  de  arte.  En  sus  hi<itorias  no  se  encuentran  mas 
que  los  hechos  de  la  vida  pública;  por  ejemplo,  los  aconte- 
cimientos políticos  i  militares  de  la  guerra  de  Jugurta,  la 
topografía  de  los  combates,  pero  mui  poco  sobre  las  cos- 
tumbres i  la  jeografía  de  una  rejion  (el  norte  del  África), 
que  él  mismo  habia  gobernado.  No  hace  comprender  la  in- 
fluencia ni  cotiocer  los  pensamientos  políticos  de  Catilina: 
acoje  fácilmente  todas  las  imputaciones  odiosas  que  con- 
vienen a  sus  prevenciones  de  partido;  pero  se  muestra 
siempre  grande  escritor.  Ha  buscado  en  su  lenguaje  i  en  el 
colorido  jeneral  de  su  obra  ciertos  tintes  de  los  tiempos  an- 
tiguos, lo  que  en  ocasiones  perjudica  a  su  claridad.  Se  le 
reprocha  con  razón  no  haber  corroborado  sus  disertacio- 
nes morales  con  el  ejemplo  de  su  vida.  Salustio  fué  espulsa- 
do del  senado  i  castigado  por  los  censores.  Encargado  por 
Julio  César  del  gobierno  de  la  Numidia,  saqueó  esta  pro- 
vincia i  reunió  en  ella  inmensas  riquezas. 

Contemporáneo  de  Salustio  fué  Cornelio  Nepote,  de  cu- 
yas obras  históricas  no  conocemos  sino  sus  Vidas  de  los 
grandes  capitanes,  que  comprenden  las  biografías  de  veinte 
i  dos  jenerales  griegos  o  cartajineses  i  dos  de  personajes  ro- 
manos. Se  cree  que  aun  esta  obra  fué  retocada  en  el  siglo 
IV  de  la  era  cristiana,  i  que  nosotros  no  conocemos  del  li- 


118  NOCIONES    DE   HISTORIA    LITERARIA 

bro  de  Cornelio   Nepote  mas  que  «n  compendio  sumario 
pero  elegante,  i  sembrado  de  juiciosas  reflexiones. 

13. — Pero  el  mas  grande  de  los  historiadores  romanos  en 
el  siglo  de  Augusto  fué  Tito  Livio,  nacido  en  Padua  el  año 
de  58  antes  de  J.  C.  Se  sabe  que  fué  protejido  por  aquel  em- 
perador, i  que  durante  algún  tiempo  tuvo  a  su  cargo  ht 
educación  del  joven  Claudio,  que  mas  tarde  reinó  eu  Roma. 
Tito  Livio  empleó  mas  de  veinte  años  en  la  coinposi  ion  de 
su  grande  Historia  romana.  Este  hermoso  monumento  ele- 
vado a  la  gloria  de  una  gran  nación  nosha  llegado  mutila- 
do por  el  tiempo.  De  los  ciento  cuarenta  i  dos  libros  que 
contenia,  sólo  poseemos  treinta  i  cinco;  i  la  parte  mas  inte- 
resante es  la  que  nos  falta.  Tito  Livio,  siempre  prolijo  i  mi- 
nucioso, sabe  dar  a  los  acontecimientos  un  interés  dramá- 
tico: saca  a  la  escena  a  los  héroes  de  su  historia  retratán- 
dolos con  maestría,  i  poniendo  en  su  boca  discursos  que 
son  modelos  de  elocuencia.  Como  Tucídides,  Tito  Livio  se 
aprovechó  de  esos  discursos  para  hacer  entrar  en  su  obra 
las  noticias  que  no  cabian  en  la  narración;  i  aunque  ellos 
parecen  ser  un  simple  artificio  literario  elaborado  por  el 
historiador,  éste  ha  sabido  variar  hasta  lo  infinito  el  estilo 
de  esas  arengas  para  reflejar  en  ellas  el  alma  de  sus  perso- 
najes. 

Se  ha  reprochado  mucho  a  este  grande  historiador  su  su- 
perstición i  su  credulidad  a  causa  de  los  prodijios  i  de  las 
maravillas  de  que  está  sembrada  su  narración.  Pero  esos 
prodijios  eran  creídos  por  el  pueblo  romano,  formaban 
parte  esencial  de  sus  tradiciones  históricas  i  de  la  relijioa 
del  estado;  i  Tito  Livio,  que  se  propuso  contar  sencilla- 
mente loque  sus  contemporáneos  creian  como  historia,  ha 
consignado  esos  hechos  para  acabir  el  cuadro  de  las  cos- 
tumbres i  la  pintura  de  los  caracteres.  Por  esto  mismo,  la 
obra  monumental  de  Tito  Livio  no  merece  entero  crédito 
cuando  trata  de  la  historia  de  los  primeros  siglos  de  Ro- 
ma, no  porque  se  le  pueda  acusar  de  haberla  adulterado 
con  fábulas  de  su  invención,  sino  porque  esa  parte  de  los 
anales  de  su  patria  era  completamente  tradicional,  i  esas 


L.ITBRATÜRA    ROMANA  119 


tradiciones  no  habian  sido  alumbradas  con  la  antorcha 
de  la  crítica. 

Los  antiguos  colocaban  en  el  rango  de  los  grandes  histo- 
riadores a  TrogoPompeyo,  contemporáneo  de  Tito  Livio  i 
autor  de  una  Historia  de  Macedonia  i  de  los  oríjenes  del 
mundo.  De  esta  obra  no  conocemos  nosotros  mas  que  un 
extracto  mui  imperfecto  hecho  en  tiempo  de  los  Antoninos 
por  un  escritor  llamado  Justino. 

14. — Al  lado  de  estos  grandes  escritores  del  siglo  de  oro 
de  la  literatura  latina,  florecieron  muchos  otros  de  un  orden 
inferior,  o  que  a  lo  menos  no  son  tan  conocidos  de  la  poste- 
ridad por  haberse  perdido  todas  o  la  mayor  parte  de  las 
obras  que  compusieron.  Cicerón  nos  habla  en  uno  de  sus 
tratados  de  Quinto  Hortensio,  su  rival  en  la  oratoria  du- 
rante algunos  años,  i  lo  colma  de  alabanzas.  Se  recuerdan 
los  trabajos  históricosde  Pomponio  Ático,  de  Asinio  Polion 
i  de  muchos  otros  escritores,  cuyas  obras  están  completa- 
mente perdidas.  En  la  poesía  se  ejercitaron  Mecenas,  el  cé- 
lebre protector  de  las  letras  i  de  los  literatos,  Lucio  Vario  i 
otros,  cuyas  obras  tampoco  han  llegado  hasta  nuestros 
dias. 

Se  creería  que  el  siglo  de  Augusto  iba  a  ser  el  principio 
brillante  de  una  vigorosa  literatura.  Sin  embargo,  la  deca- 
dencia literaria  data  casi  de  la  misma  época  del  mayor  es- 
plendor de  las  letras  romanas.  Esta  decadenciano  fué  instan- 
tánea, el  gusto  no  se  estravió  en  un  momento;  pero  después 
de  medio  siglo  de  corrupción  i  de  tiranía,  la  literatura  ro- 
mana no  se  conocia  a  sí  misma.  La  poesía  se  cambió  en  de- 
clamación; la  historia  i  laelocuencia  fueron  la  propiedad  de 
los  retóricos,  que  hicieron  gala  de  un  lujo  banal  de  frases  i 
de  palabras.  El  establecimiento  i  el  progreso  del  despotismo, 
el  abatimiento  de  los  espíritus  por  la  esclavitud,  fueron  la 
causa  que  en  Romn,  como  en  todos  los  pueblos  civiliza- 
dos, limitó  el  desenvolvimiento  del  jenio  i  precipitó  su  deca- 
dencia. 

El  imperio  de  Augusto  fué  una  época  de  esplendor  en  la 
literatura,  porque  heredó  una  muchedumbre  de  jénios  naci- 


120  KOCIONBS   DE   HISTORIA    LITERARIA 

dos  bajo  la  república,  a  quienes  aseguró  el  descanso  mas 
bien  que  la  servidumbre.  Comparado,  en  efecto,  a  los  recien- 
tes furores  de  la  proscripción  i  a  las  tiranías  de  Mario  i  de 
Síla,  el  gobierno  de  Augusto  se  asemejaba  al  restablecimien- 
to de  las  leyes.  El  nombre  del  senado  era  poderoso  todavía; 
las  formas  de  la  república  habian  sido  conservadas;  habia 
aun  elecciones  populares;  i  la  usurpación  imperial  se  disfra- 
zaba porque  temia  la  luz.  Augusto  repetia  con  frecuencia 
que  no  se  sentía  con  fuerzas  para  gobernar  mas  de  diez  años; 
i  este  fínjido  desprendimiento  contribuia  a  mantener  un  sen- 
timiento de  libertad  en  las  almas.  Por  otra  parte,  Augusta 
tenia  en  todos  sus  hábitos  privados  i  en  su  vida  familiar  al- 
go de  sencillo  que  lo  acercaba  a  los  otros  ciudadanos.  Casi 
observaba  la  igualdad  republicana;  rehusaba  el  título  de 
señor  que  cincuenta  años  mas  tarde  fué  dado  en  Roma  aun 
a  los  personajes  menos  importantes.  No  tenia  ningún  fausto 
de  corte,  ninguna  imitación  de  los  déspotas  del  Asia.  A  juz- 
gar por  las  apariencias,  al  imperio  no  le  faltaba  mas  que  la 
grande  elocuencia,  la  elocuencia  del  foro  para  ser  igual  a  la 
república.  En  cambio,  la  gloria  de  Roma,  la  inmensidad  de 
su  imperio,  esta  sumisión  pacífica  de  tantos  pueblos  lison. 
jeaba  el  orgullo  de  los  romanos.  Se  creian  señores  de  laá 
otras  naciones  mas  bien  que  subditos  de  Augusto; i  Virjilio» 
no  pudiendo  denominarlos  el  pueblo  libre,  lo  llamaba  el  pue- 
blo reí.  De  esta  manera,  con  los  elementos  de  jenio  que  habia 
dejado  la  república,  debia  formarse  en  Roma  una  literatu- 
ra elegante  i  majestuosa.  Augusto  puso  todo  empeño  en  fa 
vorecerla  i  en  seducirla.  Durante  su  reinado,  la  literatura 
parecia  colocada  bajo  la  protección  de  la  gloria  i  de  la  li- 
bertad, porque  si  bien  es  cierto  que  Augusto  reservaba  los 
dones  i  los  honores  para  los  literatos  que  seguian  su  fortu- 
na, no  les  exijia  una  absoluta  sumisión,  i  ademas  soporta- 
ba la  independencia  de  los  otros. 

Aun  en  medio  de  su  esplendor,  la  litt^ratura  del  siglo  de 
Augusto  deja  traslucir  este  estado  de  cosas.  Se  percibe  que 
el  jenio  está  sujeto  por  cadenas,  que,  sin  embargo,  carga 
con  mucha  gracia.   Horacio  es  admirable  en  la  poesía  fami- 


LITERATURA    ROMANA  121 


liar  i  en  la  ironía  satírica;  pero  en  sus  odas  heroicas  se  nota 
que  falta  algo  de  la  antigua  alma  de  Roma.  Virjilio,  siem- 
pre suave,  carece  del  vigor  que  se  percibe  en  Lucrecio,  que 
fué  anterior  al  imperio.  El  jenio  poético  se  reconcentró  en 
los  trabajos  solitarios  i  pacíficos,  lejos  de  la  vida  pública, 
que  fué  el  campo  de  la  literatura  griega  del  siglo  de  Feríeles; 
i  la  imitación  debió  naturalmente  ocupar  una  gran  parte  de 
sus  producciones.  De  este  modo,  el  brillo  dé  las  letras,  naci", 
do  de  tantas  causas  que  templaban  el  poder  de  Augusto,  se 
alteró  aun  bajo  su  reinado.  La  afectación  i  el  mal  gusto, 
que  parecen  inseparables  de  las  costumbres  serviles,  comen- 
zaron a  marchitar  el  injenio  de  los  romanos.  Se  nota  esta 
corrupción  en  los  mas  grandes  poetas  de  este  tiempo,  en 
Ovidio,  sobretodo,  en  cuyas  largas elejías,  escritasen  el  des- 
tierro, se  descubre  con  frecuencia  el  abatimiento  que  la  ser- 
vidumbre impone  al  jenio. 

Si  esta  decadencia  prematura  se  deja  ver  aun  en  el  siglo 
de  Augusto,  ¿cuan  rápida  no  debia  ser  bajo  el  reinado  de 
sus  sucesores?  En  efecto,  se  la  ve  avanzar  al  mismo  tiempo 
que  la  tiranía.  Es  digno  de  notarse  el  odio  contra  la  litera- 
tura de  que  estabati  animado^  todos  esos  malos  emperado- 
res. Los  mas  insensatos  tenian  a  este  respecto  los  mismos 
instintos  que  los  mas  hábiles.  Tiberio,  reemplazando  la  dic- 
tadura moderada  de  Augusto  por  un  despotismo  sangui- 
nario, dio  el  primer  golpe  mortal  al  jenio  romano.  El  des- 
potismo, al  mismo  tiempo  que  hacia  enmudecer  las  letras 
por  la  esclavitud,  debia  en  cierto  modo  corromperlas  con 
sólo  suprimir  todo  sentimiento  del  bien  o  del  mal  por  el 
espectáculo  continuo  del  crimen  i  la  bajeza  premiados  en 
Roma.  (ViLLEMAiN,  De  la  corruption  des  lettres  romaines,) 


CAPITULO    VIII. 
liiteratara  Romana. 

(tercer  período,  desde  la  murrte  de  augusto  hasta  la 
destrucción  del  imperio.) 

1.  La  trajedía;  Séneca.— 2.  Lucano  — 3.  Otras  epopeyas —4.  La 
sátira;  Persiojjuvenal.— 5.  Kl  epigrama;  Marcial.— 6.  El  apó- 
logo; Pedro.— 7.  La  historia;  Tácito — 8.  Suetonio  i  Quinto 
Curcio.— 9.  Las  ciencias;  Plinio  el  antiguo.— 10.  Líi  filosofía; 
Séneca.— 11.  La  retórica;  Quintiliano. — 12.  Plinio  el  joven.— 
13.  Apuleyo.— 14.  Aulo  Jelio.— 15.  Últimos  poetas.— 16.  Últi- 
mos prosadores:  los  compiladores  de  la  Historia  Augusta. 

1. — La  decadencia  déla  literatura  romana,  iniciada  bajo 
el  reinado  de  Augusto,  lenta  e  imperceptible  en  su  principio, 
toma  cuerpo  i  se  desarrolla  rápidamente  desde  el  gobierno 
de  su  sucesor,  el  sombrío  Tiberio.  El  temor  a  una  muerte 
casi  siempre  segura  para  los  poetas  que  no  ensalzaban  el 
poder,  la  necesidad  i  el  gusto  del  servilismo,  la  rivalidad  o 
el  despotismo  de  los  emperadores,  pervierten  las  condicio- 
nes de  la  literatura  i  le  quitan  todo  sentimiento  del  bien  i 
del  mal.  Cuando  ese  despotismo,  en  lugar  de  ser  friamente 
perverso,  como  lo  era  bajo  Tiberio,  se  mostraba  por  medio 
de  un  bárbaro  frenesí,  como  sucedió  bajo  los  reinados  de 
Calígula  o  de  Nerón,  la  imajinacion   de  los  escritores  dejó 


124  NOCIONES    DE   HISTORIA    LITEBARIA 

ver  algo  de  esa  locura  desordenada  i  de  esos  vergonzosos 
caprichos  que  el  pueblo  romano  tenia  a  su  vista.  Esta  de- 
cadencia poderosa  e  irresistible,  pareció  detenerse  algunos 
momentos:  bajo  los  gobiernos  de  príncipes  mas  ilustrados  i 
mas  grandes,  bajo  Vespasiano,  Trajano,  Adriano  i  Marco 
Aurelio,  las  letras  latinas  hacen  todaviaun  último  esfuerzo 
para  salir  de  su  postración;  i  en  efecto,  dan  nacimiento  a 
algunos  jénios  vigorosos  que  no  alcanzaron,  sin  embargo, 
a  formar  una  verdadera  escuela,  ni  a  sustraer  las  letras  de 
su  ruina. 

Hemos  visto  que  el  teatro  trájico  de  los  romanos  nos  es 
casi  completamente  desconocido.  Podemos  decir  que  solo 
conocemos  un  solo  poeta  trájico,  i  éste  vivió  en  la  época  de 
la  decadencia.  Lucio  Aneo  Séneca,  éste  es  su  nombre,  era 
español  de  nacimiento,  natural  de  la  ciudad  de  Córdoba. 
Se  tienen  mui  escasas  noticias  acerca  de  su  vida.  Se  le  supo- 
ne hijo  de  un  célebre  filósofo  i  orador  del  mismo  nombre;  i 
aun  algunos  creen  que  fué  mui  posterior  a  éste  último,  ha- 
ciéndole, al  efecto,  contemporáneo  de  Trajano.  Sin  embar- 
go, como  el  estilo  i  las  ideas  morales  de  ambos  autores  pre- 
sen-tan mucha  analojía,es  probable,  i  así  se  cree  hoi  jeneral- 
mente,  que  los  dos  Sénecas  el  trájico  i  el  filósofo,  no  son 
mas  que  una  sola  persona  que  floreció  a  mediados  del  pri- 
mer siglo  de  la  era  cristiana  (3— -68  después  de  J.  C.) 

Con  el  nombre  de  Séneca  han  llegado  hasta  nosotros 
nueve  trajedias  formadas  sobre  asuntos^riegos,  tratados 
con  gran  vigor  i  riqueza  por  Sófocles  i  Eurípides.  Las  tra- 
jedias latinas,  sin  embargo,  están  modificadas,  no  sólo  en 
muchos  detalles,  sino  en  su  conjunto  jeneral  por  la  filosofía 
estoica  i  poruña  mezcla  no  siempre  feliz  de  máximas  i  de 
discursos  que  de  ordinario  perjudican  a  las  mejores  situa- 
ciones. Todas  estas  trajedias  parecen  escritas  mas  bien  pa- 
ra la  lectura  que  para  la  representación.  Nos  ha  llegado 
ademas  otra  obra  dramática  con  el  nombre  de  Séneca,  Oc- 
tavia^  basada  sobre  un  asunto  romano,  contemporánea 
del  autor,  desprovista  de  interés  i  escrita  al  parecer  para 
lisonjear  a  Nerón. 


litbrati;ra  romana  125 


2. — Un  sobrino  de  Séneca,  Lucano,  nacido  también  en 
Córdoba  el  año  38  de  la  era  cristiana,  es  quizas  el  mas  gran 
poeta  de  este  período  de  decadencia.  Después  de  haber  he- 
cho brillantes  estudios  de  filosofía  i  de  retórica  en  Roma 
i  en  Atenas,  fué  presentado  a  Nerón  por  su  tio,  i  mereció 
que  el  emperador  lo  colmase  de  honores.  Pero  Nerón  tenia 
entre  otras  locuras  la  de  creerse  poeta  i  la  de  celebrar  cer- 
támenes literarios  con  sus  cortesanos.  Lucano  que  se  atre- 
vió a  competir  con  él  en  una  de  esas  justas,  le  venció  i  ¡cosa 
singular!  mereció  que  se  le  concediese  el  premio  apesar  del 
terror  que  inspiraba  el  tirano.  La  venganza  de  Nerón  no  se 
hizo  esperar.  Prohibió  a  Lucano  que  declamase  en  público 
esos  discursos  de  ceremonia  que  habian  reemplazado  a  la 
antigua  elocuencia;  i  como  luego  descubriese  que  éste  ha- 
bia  tomado  parte  en  una  conspiración  malograda,  lo  hizo 
condenar  al  último  suplicio  concediéndole  por  única  gracia 
la  elección  de  la  muerte.  Lujano  se  hizo  abrir  las  venas,  i 
murió  a  los  veinte  i  siete  años  de  tdad,  dejando  dos  poe- 
mas, una  trajedia  i  muchas  poesías  sueltas  que  revelaban 
el  poder  de  su  talento. 

De  todas  esas  obras  solo  ha  llegado  hasta  nosotros  la 
Fnrsalia,  poema  épico  en  diez  cantos,  en  que  celebró  la  gue- 
rra civil  entre  César  i  Pompeyo.  Mas  que  una  epopeya  pro- 
piamente tal,  es  un  poema  heroico  i  filosófico,  notable  por 
la  fuerza  del  estilo,  la  elevación  de  los  pensamientos  i  el  vi- 
gor de  los  caracteres.  El  poeta  suprimió  en  su  obra  casi  to- 
do lo  que  los  poemas  suelen  tener  de  maravilloso:  solo  una 
vez  ha  empleado  los  resortes  sobrenaturales  poniendo  en 
escena  al  fantasma  de  la  patria  que  se  presenta  a  César 
cuando  éste  va  a  pasar  el  Rubicon.  Lucano  ha  dejado  a 
sus  héroes  las  proporciones  humanas  i  a  los  sucesos  un  aire 
demasiado  histórico,  aunque  los  ha  engalanado  con  las 
mas  hermosas  descripciones  i  con  interesantes  discursos. 
La  Farsalia  carece  ademas  de  unidad  épica,  tanto  en  su 
acción  como  en  los  lugcires  en  que  pasan  los  acontecimien- 
tos; pero  a  pesar  de  este  grave  defecto  i  de  que  su  estilo  es 
frecuentemente  hinchado  i   mas  sonoro  que  armonioso,  ese 


12í>  NOC IONES   DE   HISTORIA    LITERARIA 

poema  es  una  obra  de  alta  poesía.  Lucano,  muerto  a  los 
veinte  i  siete  años  de  edad,  no  pudo  componerun  poema  tan 
acabado  como  la  Eneida;  pero  por  la  belleza  intrínsecti  de 
los  detalles,  por  la  riqueza  de  las  descripciones  i  por  la  ver- 
dad de  los  caracteres,  se  ha  mantenido  a  la  altura  de  la 
epopeya. 

3. — La  Farsalia  no  fué  el  único  ensayo  de  poema  épico  en 
aquellos  siglos  de  decadencia;  pero  todos  los  otros  son  muí 
inferiores  a  la  famosa  obra  de  Lucano.  Valerio  Flaco,  naci- 
do en  el  norte  de  Italia,  floreció  bajo  Vespasiano  i  compu- 
so un  poema  con  el  tí  culo  de  las  ArgonáuticaSy  que  dejó 
inconcluso,  i  del  cual  conocemos  ocho  libros.  Es  una  imita- 
ción de  Apolonio  de  Rodas,  a  quien  ha  tomado  todo,  aun 
las  ideas  de  detalle.  La  acción  es  la  espedicion  de  los  Argo- 
nautas; i  a  causa  de  los  frecuentes  episodios  i  de  las  diva- 
gaciones poéticas,  no  se  sabe  cómo  ni  cuándo  terminará  el 
viaje  de  los  intrépidos  nave^jantes  que  conquistaron  el  ve- 
llocino de  oro.  El  poema  de  Valerio  Flaco,  amanerado  en 
el  estilo,  desordenado  en  la  erudición,  es  mui  inferior  al  ori- 
jinal;  si  bien  se  notan  en  él  algunas  descripciones  poéticas. 

Silio  Itálico  (25-100  después  de  J.  C.)  fué  también  un 
poeta  imitador.  Nacido  en  Italia,  según  unos,  en  España 
(en  la  ciudad  de  Itálica),  según  otros,  Silio  Itálico  se  ilustró 
primero  en  la  oratoria,  i  mas  tarde  se  dedicó  a  la  poesía, 
como  distracción  de  una  vida  pasada  en  medio  de  las  como- 
didades que  dan  el  lujo  i  la  fortuna,  i  de  los  afanes  de  la  po- 
lítica i  de  la  corte,  pues  fué  el  amigo  de  Nerón  i  desempeñó 
tres  veces  el  consulado.  Al  fin,  se  dejó  morir  de  hambre  pa- 
ra no  soportar  los  dolores  de  una  enfermedad  incurable. 
Aparte  de  algunas  poesías  de  corta  estension,  compuso  un 
poema  en  diez  i  siete  cantos,  en  que  se  propuso  celebrar  la 
segunda  guerra  púnica.  El  asunto  era  dramático,  nacional, 
i  bastante  remoto  para  que  el  poeta  pudiese  permitirse  la 
ficción  en  los  detalles:  Silio  Itálico,  sin  embargo,  lo  trató 
con  sumí  pobreza.  Tomó  todo  el  fondo  de  su  poema  a  Tito 
Livio  i  a  Polibio,  i  todas  sus  ideas  poéticas  a  Virjilio,  sal- 
vo las  imitaciones  secundarias.   De  ¿iquí  resultó  una  gran 


LITERATURA    ROMANA  127 


compilación  en  verso  en  que  los  personajes  no  carecen  de 
verdad  histórica,  pero  a  quienes  falta  elevación  i  nobleza 
poética. 

El  cuarto  poeta  épico  de  este  tiempo  fué  Publio  Stacio, 
nacido  en  Ñapóles  (61  después  de  J.  C),  i  uno  de  los  pre- 
ceptores de  Domiciano.  Poeta  mui  fecundo,  Stacio  compu- 
so muchas  obras,  de  las  cuales  solo  conocemos  algunas 
poesias  líricas  i  un  poema  épico,  la  Tebaida,  en  que  celebra 
la  guerra  civil  entre  los  hijos  de  Edipo.  Aunque  simple 
imitador  de  un  poema  griego  sobre  el  mismo  asunto  que 
no  ha  llegado  hasta  nosotros,  Stacio  es  verdaderamunte 
poeta,  i  su  obra  está  llena  de  imájenes  graciosas  i  de  cua- 
dros poéticos,  sobre  todo  cuando  hace  intervenir  los  afec- 
tos suaves.  En  cambio  tiene  todos  los  defectos  de  su  siglo, 
la  hinchazón,  la  exajeracion  de  los  caracteres,  la  manía 
de  las  sutilezas,  las  descripciones  pomposas,  i  sobre  todo 
las  lisonjas  prodigadas  a  un  tirano  repugnante,  Domi- 
ciano. 

4. — La  sátira   latina  es  en  este  período  el  retrato  fiel  de 
la  corrupción  romana.  En  tiempo  de  Horacio,  siglo  de  epi- 
cureismo i  de  decencia  aparente,  la  sátira  se.  ocultó  bajo 
la  forma  de  una  injeniosa   burla,  de  un  epigrama  severo, 
pero   amistoso.   Horacio  fué  un  censor  espiritual,  que  no 
pudo  abandonarse  a  los  impulsos  de  la  indignación,  por- 
que el  estado  de  la  sociedad  romana  en  que  vivia,  no  cho- 
caba  abiertamente  con   sus  ideas.  El  tercer  período  de  la 
sátira  romana  tiene  un  nuevo  alimento,  mas  irritante  tal 
vez  que  todos  los  otros,  la   opresión  i  el  ejemplo  del  poder. 
Los  ríjidos  estoicos,  los  hombres  virtuosos  que  Roma  ence- 
rraba en  su  seno,  se  levantaron  contra  este  desborde  de 
las  malas  pasiones  de  que  muchos  emperadores  daban  el 
primer  ejemplo.  La  degradación  deMesalina.las  saturnales 
de  Nerón,  fueron  el  tema  constante  de  declamaciones,  pa- 
gadas jeneralmen  te  con  el  último  suplicio.  En  estejénero, 
comprendido   bajo  este  segundo  aspecto,  brillaron  dos  de 
los  ilustres  poetas  de  esos  siglos  de  postración  i  de  deca- 
dencia, Persio  i  Juvenal. 


128  NOCIONBS   DB   HISTORIA   LITERARIA 

Aulo  Persio  Flaco,  nacido  en  Volaterra,  en  Toscana,  el 
año  34  de  la  era  cristiana,  pertenecia  al  orden  de  los  ca- 
balleros; i  después  de  haber  hecho  excelentes  estudios  en 
Roma,  compuso  numerosas  obras,  de  las  cuales  sólo  co- 
nocemos las  sátiras.  Persio  murió  a  la  edad  de  veintio- 
cho años  cuando  su  talento  habia  llegado  apenas  a  todo 
su  vigor. 

La  misión  del  poeta  satírico  nació  en  Persio  de  su  ar- 
diente amor  a  la  virtud  i  del  disgusto  que  le  inspiraba  la 
corrupción  de  sus  contemporáneos,  de  la  cual  estuvo  siem- 
pre alejado.  La  timidez  de  su  carácter  i  la  debilidad  de  su 
salud  lo  apartaron  del  trato  de  los  hombres.  Nacido  en  la 
opulencia,  educado  en  la  virtud,  Persio  no  tiene  esa  amar- 
gura que  la  envidia  da  a  los  miserables,  ni  en  la  persecu- 
ción del  vicio  esa  imprudencia  del  lenguaje  que  hace  al  mis- 
mo poeta  cómplice  de  la  corrupción  que  condena.  En  sus 
sátiras  se  reconoce  una  alma  joven  inspirada  por  la  doctri- 
na austera  de  la  escuela  estoica.  La  corrupción  para  Per- 
sio tiene  algo  de  abstracto;  así,  la  ataca  en  jeneral  i  nó  en 
los  individuos;  no  se  encarniza  contra  los  vicios  i  las  ridi- 
culeces de  lo.s  personajes  de  su  época;  i  ataca  sólo  los  es- 
travíos  jenerales  de  la  sociedad.  Su  estilo  es  trabajado;  i  el 
exceso  de  su  concisión  dejenera  en  oscuridad,  de  tal  modo 
que  para  tomar  el  sentido  de  su  pensamiento^  se  necesita  a 
veces  un  largo  estudio. 

Décimo  Junio  Juv^enal,  contemporáneo  de  Persio,  nació 
en  la  ciudad  de  Aquinio  el  año  42  de  la  era  cristiana,  i 
pasó  su  juventud  en  las  escuelas  de  los  retóricos.  Las  no- 
ticias que  ordinariamente  se  dan  sobre  su  vida  no  merecen 
entero  crédito;  pero  sus  obras  revelan  perfectamente  su 
carácter. 

Aunque  cqltivó  esclusivamente  el  jénero  satírico,  el  jenio 
dejuvenalno  tiene  nada  de  común  con  el  de  Persio.  En 
manos  de  éste,  la  sátira  era  jeneral:  aquél  por  el  contrario, 
la  hizo  enteramente  personal.  En  vez  de  emplear  la  burla  i  la 
ironía  como  Horacio,  Juvenal  parece  enrojecerse  de  cólera 
i  cargar  con  un  puñal  en  la  mano  contra  el  hombre  cuyas 


LITERATURA    ROMANA  1  2!> 


costumbres  censura  con  tanto  ardor.  Estudiando  sus  dieci- 
seis sátiras,  pasamos  en  revista  los  vicios  de  que  adolecia 
Roma,  la  corrupción  de  los  grandes,  la  degradación  del  se- 
nado que  delibera  con  Domiciano  sobre  la  mejor  manera 
de  preparar  un  pescado,  la  lujuria  de  Mesalina,  la  insolen- 
cia del  rico  para  con  el  pobre,  el  libertinaje  de  las  mujeres, 
sti  despotismo  i  sus  intrigas.  La  profundidad  i  la  perspica- 
cia de  Ju venal  no  ha  perdonado  ninguno  de  los  vicios  de  su 
siglo,  que  sin  embargo  eran  mui  numerosos.  Su  obra  es 
por  esto  mismo  la  pintura  mejor  i  mas  completa  de  la  so- 
ciedad romana  ¿ti  aquella  época,  pintura  que  refleja  el  in- 
terior de  la  vida  privada  y  la  plaza  pública,  al  rico  i  al  po- 
bre con  la  misma  tendencia  d^  censurar  amarga  i  enérjica- 
mente.  La  indignación  del  poeta  ha  hecho  sospechar  que 
en  sus  obras  hai  menos  odio  contra  el  vicio  que  cólera  o 
envidia  contra  los  corrompidos  felices.  Si  tuviera  tanto 
respeto  por  la  virtud,  como  el  odio  que  manifiesta  contra 
el  vicio,  se  añade,  no  habría  manchado  sus  versos  con 
tantas  imájones  libres  i  obcenas. 

Dj  esta  época  se  cree  j  neralmente  que  proviene  un  libro 
titulado  el  Satirnon,  en  que  se  ha  pensado  encontrar  la  his- 
toria del  libertinaje  de  Nerón  bajo  una  forma  alegórica  i 
novelesca.  Se  atribuye  esta  obra  a  Petronio,  cónsul  de  Biti- 
nia  i  favorito  de  N«.-ion.  Tácito  refiere  que  Petronio  tomó 
p  irte  en  una  conspiración  contra  su  protector,  i  que  descu. 
bierto  en  sus  trabajos,  se  diÓ  la  muerte  para  sustraerse  a  la 
venganza,  escribiendo  antes  de  morir  la  historia  de  la  co« 
mipcion  de  aquf  I  tirano.  De  aquí  proviene  que  se  le  haya 
atribuido  el  Satincon,  Pero  la  crítica  moderna  no  ha  reco- 
nocido la  auienticirlad  de  esta  obra,  de  que  solo  poseemos 
fragmentos  mas  o  menos  interesantes,  pero  casi  siempre 
obcen<»s  i  repng  antes. 

5. — El  ep'grama  fué  cultivado  en  Roma  en  este  tercer  pe- 
ríodo como  una  derivación  de  la  sátira.  Marcial,  nacido  en 
Bílbiiis  (hoi  Baul)ola)en  España,  el  año  40  de  la  era  cris- 
tiana, pasó  en  Roma  la  mayorparte  de  su  vida,  fué  elevado 
a  altos  honores  por  Tito  i  Domiciano,  i  es  hasta  ahora  el 

TOMO    IV  9 


130  NOCIÓME»    DE    HISTORIA    LITERARIA 


primero  de  los  poetas  epigramáticos.  Compuso  como  mil 
doscientos  epigramas  que  son  todavía  un  modelo  de  com- 
posición de  este  jénero,  aunque  muchos  de  ellos  son  obcenos 
i  vulgares.  Hirientes  en  su  mayor  parte,  li-^onjeros  algunos, 
como  los  madrigales  de  nuestros  dias,  todos  ayudan  pode- 
rosamente a  dar  a  conocer  la  sociedad  romana  para  la  cual 
fueron  escritos,  mostrándonos  muchos  de  sus  defectos  i  es- 
travíos.  El  cinismo  de  estilo,  las  groseras  obcenidades  que 
se  notan  en  muchos  de  ellos,  se  esplican  hasta  cierto  punto 
por  la  corrupción  délas  costumbre?  de  su  tiempo.  En  efecto, 
la  poesía  licenciosa  de  Marcial  no  mereció  de  sus  contem- 
poráneos la  dura  desaprobación  a  que  es  acreedora. 

6. — El  apólogo  fué  cultivado  en  este  siglo  por  Pedro,  poe- 
ta de  injenio  notable,  sobre  cuya  vida  se  tienen  mui  escasas 
noticias.  Se  le  supone  lil>erto  de  Augusto  i  faví)recido  por 
este  emperador,  i  mas  tarde  perseguido  por  Sejano,  bajo  el 
reinado  de  Tiberio.  Con  su  nombre  han  llegado  hasta  noso- 
tros noventa  fábulas  escritas  en  un  verso  fácil  i  agradable, 
cuyo  argumento  es  tomado  ordinariamente  de  los  apólo- 
gos griegos  atribuidos  a  Esopo.  El  apólogo  no  es  para  Pe- 
dro un  pequeño  drama  bajo  el  cual  se  oculta  la  moralidad: 
por  el  contrario,  estima  en  poco  la  narración  de  un  hecho, 
i  se  contrae  casi  esclusivamente  a  la  lección  moral.  De  aquí 
nace  cierta  se(|uedad  i  cierta  falta  de  interés,  corrw)  también 
un  espíritu  mas  moralizador  (]ue  malicioso.  Aunque  Pedro 
es  ün  escritor  casi  siempre  puro,  su  lenguaje  presenta  algu- 
nas alteraciones  que  indican  el  principio  de  la  'decadencia. 

7. — Si  en  los  primeros  tiempos  del  tercer  período  de  la  li- 
teratura romana  vemos  declinar  rápidnmeite  la  p  )esí  i,  la 
prosa  está  Ic^os  de  llevíir  el  mismo  rumbo.  Táeití)  en  la  his- 
toria, Quintiliano  en  la  retórica.  Séneca  en  la  filosofía  i  Pli- 
nio  en  las  ciencias,  mantuvieron  el  brillo  de  las  letnis  lati- 
nas en  una  época  en  (|ue  la  musa  de  Horacio  i  de  Virjdio 
parecia  haber  enmulecido. 

Después  de  Tisto  Livio  la  historia  romana  habia  sido  cul- 
tivada por  escritores  de  escaso  mérití).  Veleyo  Patérculo  i 
V^alerio  Máximo,  cpie  escribieroii  bajo  el  reinado  de  Tiberio, 


LITEll ATURA    KOMANA  131 


lian  consignado  en  sus  obras  algunas  noticias  interesantes 
sobre  ese  siglo,  retratos  vigorosos  i  cuadros  animados,  pero 
han  narrado  sumariamente  los  hechos,  i  por  último  se  de- 
jaron arrastrar  por  los  honores  i  la  ambición  hasta  lison- 
jear a  aquel  sombrío  tirano.  Es  menester  llegar  hasta  el 
reinado  de  Trajano  para  encontrar  en  Tácito  uno  de  los 
mas  grandes  historiadores  que  haya  producido  la  anti- 
güedad. 

C«)rnelio  Tácito  nació  en  Iterramna,  en  Umbría,  hacia  el 
año  60  después  de  J.  C.  Se  ignora  el  año  de  su  m  aerte,  pero 
se  sabe  que  alcanzó  a  los  honores  del  consulado  bajoNerva, 
cjue  escribió  bajo  el  reinado  de  Trajano,  i  que  se  casó  con  la 
hija  de  Julio  Agrícola,  el  célebre  jeneral  que  r^'dujo  la  mayor 
parte  de  la  Gran  Bretaña.  De  sus  obras  solo  nos  quedan 
una  vida  de  su  suegro;  un  tratado  sobre  las  costumb1"es  de 
los  jermanos,  cuadro  de  una  admirable  exactitud  que  supo- 
ne en  el  historiador  un  grande  espíritu  de  observación  i  que 
se  ha  considerado  como  una  amarga  crítica  de  la  corrup- 
ción romana:  los  Anales,  historia  del  imperio  desde  Augus- 
to hasta  Nerón,  de  la  cual  solo  conocemos  una  tercera  par- 
te; i  por  ultimo,  las  Hi:itorias,  narración  de  acontecimien- 
tos contemporáneos  al  autor  desde  Galba  hasta  la  maerte 
de  Domiciano,  que  también  conocemos  incompleta.  El  em- 
perador Tácito,  que  riji^  el  imperio  solo  unos  pocos  meses 
en  275,  pretendía  descender  del  historiador;  le  erijió  esta- 
tuas, i  mandó  que  sus  obras  fuesen  depositadas  en  las  bi- 
bliotecas publicas  i  que  el  gobierno  hiciese  sacar  numerosas 
copias  cada  diez  años.  Apesar  de   estas  precauciones,  las 
obras  de  Tácito  estuvieron  perdidas  casi  en  su  totalidad 
durante  mucho  tiempo;  i  cuando  se  las  encontró  estaban 
lastimosamente  mutiladas  e  incompletas. 

El  mérito  singular  de  Tácito  consiste  en  haber  unido  la 
elevación  de  un  alma  grande,  formada  por  la  virtud  i  el  pa- 
triotismo, al  espíritu  observador  de  un  filósofo  i  a  la  habi- 
lidad consumada  del  escritor,  ** Esa  alma,  dice  un  crítico' 
alemán,  Hegewisch,  alirfientada  desde  la  infancia  de  todo 
lo   que  el  espíritu   republicano  déla  antigua  Roma  habia 


132  NOCIONES   DB   HISTORIA    LITERARIA 

producido  de  grande  i  de  inmortal,  ardiente  de  patriotismo 
i  de  amor  por  la  verdadera  gloria,  penetrada  por  el  recuer- 
do de  los  fundadores  de  la  grandeza  romana,  de  sus  virtu- 
des cívicas,  llena  de  una  admiración  profunda  por  esos 
grandes  hombres  i  de  indignación  contra  toda  degradación 
del  carácter  antiguo  de  los  romanos,  desea  trasportarse  a 
un  ideal  de  pureza  i  de  patriotismo  de  que  lo  aleja  triste- 
mente el  cortejo  de  vicios  i  de  monstruosas  inmoralidades, 
en  medio  deí  cual  estaba  condenado  a  vivir  el  historiador. "^ 

Ausiliados  por  estas  cualidades.  Tácito  dio  a  sus  histo> 
rias  un  carácter  profundamente  moral,  convirtiéndolas  en 
un  castigo  severo  de  los  malvados,  i  en  un  premio  de  los 
pocos  hombres  virtuosos  que  aparecieron  en  aquel  siglo  de 
decajlencia  i  de  degradación.  Su  espíritu  observador  le  per- 
mite penetrar  en  el  fondo  del  corazón  i  encadenar  natural- 
mente las  causas  i  los  efectos  de  los  sucesos  históricos.  No 
se  limita  a  esponer  lo  que  ha  sucedido  refiriendo  los  hechos 
en  todos  sus  detalles.  Por  el  contrario  suprime  los  porme- 
nores que  pueden  servir  p'ira  caracterizar  a  un  hombre,  i 
se  limita  a  pronunciar  su  fallo  siempre  recto  i  justiciero.  Es 
un  filósofo  profumlo  que  ha  estudiado  la  natur¿ileza  huma- 
na bajo  todos  sus  aspectos  i  que  no  ve  en  la  historia  mas 
que  la  manifestación  esterior  de  los  móviles  que  tienen  in- 
fluencia sobre  el  hombre  i  que  determinan  su  acción. 

Como  escritor.  Tácito  es  considerado  el  primer  pintor  de 
la  antigüedad,  no  solo  por  la  habilidad  incomparable  con 
que  sabe  pintar  las  costumbres  i  bosquejar  lowS  retratos, 
sino  por  lo  animación  i  el  colorido  que  da  a  todas  sus  na- 
rraciones. Ningún  historiador  ha  reunido  con  la  misma  fe- 
licidad el  vigor  i  la  precisión  a  la  riqueza  i  a  la  abundancia 
de  las  imájenes.  Una  palabra  le  basta  para  indicar  el  ca- 
rácter de  un  personaje,  i  una  corta  reflexión  le  permite  pe- 
netrar en  el  secreto  de  todos  los  acontecimientos.  Su  estila 
sin  embargo,  deja  ver  algunas  irregularidades  gramatica- 
les, locuciones  viciosas,  i  por  fin  cierto  desden  por  lo  que  se 
refiere  a  la  lójica  del  estilo,  que  es  uno  de  los  caracteres  de 
una  época  de  decadencia. 


LITERATURA    ROMANA  133 


8. — La  historia  fué  cultivada  todavía  en  esta  época  por 
otros  escritores  de  menor  mérito,  pero  cuyas  obras  tienen 
para  nosotros  un  grande  interés. 

Cayo  Suetonio  Tranquilo,  que  floreció  bajo  los  reinados 
de  Trajano  i  de  Adriano,  aparte  de  varios  estudios  biográ- 
ficos de  algunos  gramáticos  i  de  algunos  poetas  de  que  so- 
lo conocemos  pequeños  fragmentos  nos  ha  dejado  un  libro 
inestimable  en  sus  Vidas  de  los  doce  Césares,  historia  de 
todos  los  emperadores  romanos  desde  Julio  César  hasta 
Domiciano.  Suetonio  se  ha  contraido  especialmente  a  con- 
tar la  vida  privada  tie  esos  príncipes,  penetrando  en  el  in- 
terior de  su  palacio,  observando  todo  lo  que  pasa  i  espo- 
niéndolo con  una  frialdad  i  una  indiferencia  que  son  una 
garantía  de  su  imparcialidad.  No  desplega  ninguno  de  los 
grandes  sentimiento  que  elevan  el  alma  de  Tácito  i  la  indig- 
nan contra  la  bajeza  i  la  corrupción  de  su  siglo:  no  ha  to- 
mado como  éste  el  tono  moralizador  paracondenar  el  vicio 
o  aplaudir  la  virtud;  pero  su  narración  minuciosa,  fria  i 
desapasionada  produce  en  el  ánimo  del  lector  impresiones 
mas  profunda  i  verdaderas.  Refiere  sólo  con  gran  sencillez, 
pero  sin  reflexiones  ni  críticas,  preciosos  detalles  privados 
sobre  los  caracteres,  las  virtudes,  los  vicios,  la  manera  de 
vestir  i  de  vivir  de  los  emperadores.  El  libro  de  Suetonio 
contiene,  como  debe  suponerse,  anécdotas  escandalosas  i 
escenas  repugnantes;  pero  sin  su  ausilio  la  posteridad  no 
conoceria  aquella  vid¿i  de  libertinaje  i  de  corrupción  que 
nos  da  a  conocer  las  costumbres  romanas  de  la  decadencia. 

Lucio  Aneo  Floro,  español  de  nacimiento  i  probablemen- 
te de  la  familia  de  Séneca,  escribió  bajo  el  reinado  de  Tra- 
jano un  compendio  de  historia  romana  desde  los  primeros 
^  tiempos  hasta  el  reinado  de  Augusto,  en  que  los  hechos  es- 
tán agrupados  con  grande  habilidad  i  los  caracteres  dise- 
ñados con  cierto  relieve,  i  en  que  se  descubre  una  unidad 
de  pensamiento  i  de  composición  mui  rara  en  obras  de  esta 
naturaleza. 

Otro  historiador  mui  famoso,  a  quien  se  coloca  jeneral- 
mente  en  esta  época,  auque  no  tenemos  ninguna  noticia  de 


1H4  MOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 

SU  vida,  es  Quinto  Curcio,  que  nos  ha  dejado  incompleta 
una  Historia  de  Alejandro,  o  mas  bien  una  novela,  cuyo 
héroe  es  el  famoso  reí  de  Macedonia.  Es  la  producción  de 
un  retórico  que  sacrifica  la  verdad  al  deseo  d^  dar  brillo  a  su 
libro  i  a  su  pasión  por  lo  maravilloso.  Las  arengas  que  po- 
ne en  boca  de  sus  héroes  son  ejercicios  de  escuela  en  que  no  se 
descubre  el  carácter  de  los  personajes  a  quienes  los  atribu- 
ye. Quinto  Curcio  carece  enteramente  de  crítica.  Ha  cono- 
cido superficialmente  los  buenos  historiadores  de  Alejandro 
Magno,  i  ha  seguido  con  preferencia  a^  algunos  escritores 
griegos  que  habían  desnaturalizado  su  historia,  con  nume- 
rosas fábulas. 

9.— La  literatura  científica  no  tiene  entre  los  romanos  re- 
presentantes tan  eminentes  como  entre  los  griegos.  No  se 
encuentran  en  Roma  observadores  atentos  de  la  naturale- 
za, jénios  verdaderamente  creadores,  sino  sabios  mas  mo- 
destos, simples  compiladores  délas  noticias  agrupadas  por 
otros;  pero  algunos  de  ellos  merecen  mencionarse  porque 
fueron  notables  escritores. 

A  este  número  pertenece  Columela,orijinario  de  España^ 
escritor  de  los  primeros  tiempos  de  la  decadencia,  que  com- 
puso un  tratado  de  agricultura  mui  estimado.  La  última 
parte  de  esta  obra  fué  escrita  en  verso,  i  tiene  por  objeto 
el  cultivo  de  los  jardines,  i  completa,  por  decirlo  así,  el 
poema  de  Virjilio,  en  que  esta  materia  no  se  encuentra 
tratada. 

Se  coloca  también  en  esta  época  a  Aurelio  Comelio  Cel- 
so, célebre  escritor  de  medicina,  de  cuya  vida  no  se  tienen 
noticias,  i  que  ha  recibido  de  sus  administradores  el  sobre- 
nombre de  Hipócrates  latino.  Lo  merece,  en  efecto,  sino 
por  la  ciencia,  a  lo  menos  por  su  elegante  precisión.  No  se 
sabe  si  Celso  ha  ejercido  la  medicina,  pero  es  evidente  que 
conocia  todos  sus  secretos. 

Pero  el  mas  notable  de  todos  los  escritores  latinos  que 
se  ocuparon  de  ciencias,  es  Cayo  Plinio  Segundo,  denomi- 
nado comunmente  Plinio  el  antiguo.  Nacido  en  Como,  en 
el  norte  de  Italia,  el  año  23  de  nuestra  era,  figuró  en  los 


LITERATURA    Rí)MANA  loí) 


altos  puestos  de  la  administración   pública,  se  distinguió 
como  jurisconsulto,  i  escribió  muchas  obras  sobre  historia 
civil,  filolojía  e  historia  natural.  Plinio  murió  en  Estabia  el 
año  79  asfixiado  por  las  emanaciones  gaseosas  que  se  des- 
prendían del   suelo' durante  la  terrible  erupción  del  Vesu- 
bio, que  sepultó  a  Herculano  i  a  Pompeya.  Guiado  por  su 
amor  a  la  ciencia,  se  habia  trasladado  a  aquella  ciudad 
para  observar  el  famoso  cataclismo  que  ocasionó  su  muerte. 
De  todas  las  obras  de  Plinio  solo  ha  llegado  hasta  nos- 
otros una  a  la  cual   la  posteridad  da  el  título  de  Historia 
nntural.  El  primer  libro  de  esta  obra  contiene  un  índice  de 
las  materias  i  una  lista  de  los  autores  que  consultó.  En  los 
restantes  trata  de  la  cosmografía  i  de  lajeografía,  déla 
histí^ria  de  los  animales  i  de  las  plantas,  de  las  sustancias 
minerales  o  vejetales  empleadas  en  la  medicina,  i  en  fin  de 
la  historia  de  los  metales,  de  la  escultura  i  de  la  pintura, 
como  también  de  los  principales  artistas,  i  de  las  mas  no 
tables  obras  maestras  del  comercio  i  de  la  industria.  Pli 
nio  no  es  un  observador  atento  como  Aristóteles,  sino  un 
compilador  curioso  que  ha  reunido  eo  su  obra  lo  que  en 
contraba  escrito  en  mis  de  dos  mil  autores,  la  mayor  par 
te  griegos,  i  casi  todos  perdidos  para  la  posteridad;  pero 
con  frecuencia  no  ha  podido  apreciar  la  verdad  de  esos  tes- 
timonios ni  comprender  lo  que  quisieron  decir.  En  una  pa 
labra,  es  un  autor  sin  crítica,  que  después  de  haber  pasado 
algunos  años  en  hacer  sus  estractos,   los  ha  colocado  en 
cierto  orden,   añadiéndoles  algunas  reflexiones  que  no  se 
refieren  a  la  ciencia  propiamente  dicha,   sino  que  ofrecen 
alternativamente  las  creencias  mas  supersticiosas  o  las  de- 
clamaciones de  una  filosofía  melancólica.  Apesar  de  la  ver- 
dad que  encierra  esta  crítica  hecha  por  la  ciencia  moder 
na,  la  obra    de    Plinio,  que  por  largos  siglos  indujo  en 
groseros  errores  a  muchos  naturalistas,  tiene  aun  en  nues- 
tros dias  una  grande  importancia.  Nos  esclarece  sobre  mu- 
chos puntos  de  la  vida,  los  antiguos  de  la  industria,  de  las 
artes,  de  las  costumbres  que  sin  ella  serian  oscuros  enig- 
mas. En  la  obra  de  Plinio,  ademas,  como  lo  observa  M.  Vi- 


136  NOCIONBS   DE    HISTORIA   L1TBRAR1A 


llemaín,  **se  nota  también  un  sentimiento  nuevo,  descono- 
cido en  los  buenos  tiempos  de  la  libertad  griega  i  romana: 
es  una  especie  de  afección  i  de  interés  por  ¡a  humanidad 
es  el  tratamiento  de  hombre,  sustituido  al  de  bárbaro;  es  el 
reproche  dirijido  a  César  por  la  sangre  que  ha  vertido;  es  el 
elojio  dispensado  al  mismo  Tiberio  porel  cuidado  que  tuvo 
de  abolir  en  Jermania  i  en  África  las  supersticiones  ho- 
micidas." 

10. — Hemos  dicho  que  la  elevación  de' Augusto  al  poder 
imperial  habia  muerto  la  elocuencia,  i  que  en  su  lugar  flo- 
reció otro  jénero  de  oratoria  que  sólo  se  manifestaba  por 
discursos  de  ceremonia.  Esta  es  la  época  de  los  retóricos, 
algunos  de  los  cuales  desplegaron  un  verdadero  talento  en 
obras  en  que  las  bellezas,  sin  embargo,  están  acompañadas 
por  muchas  sutilezas  i  por  frias  declamaciones,  i  en  que  se 
percibe  la  decadencia  del  buen  gusto. 

En  este  jénero  brilló  Séneca  el  filósofo,  a  quien  se  supone 
padre  de  Séneca  el  trájico,  i  que  probablemente  es  el  mismo 
personaje  que  compuso  las  trajedias  que  han  llegado  hasta 
nosotros  con  su  nombre.  Nacido  en  Córdoba,  en  España, 
el  año  3  de  la  era  cristiana,  fué  educado  en  Roma,  i  estrenó 
su  talento  en  el  foro  con  tanto  brillo  que  Calígula,  celoso 
de  su  popularidad,  quiso  condenarlo  a  muerte.  Entonces 
Séneca  se  consagró  a  la  filosofía;  pero  luego  fué  llamado  a 
los  honores  públicos  bajo  el  reinado  de  Claudio,  i  pasó  el 
resto  de  su  vida  en  una  posición  espectable,  alternativa- 
mente colmado  de  favores  o  perseguido,  pero  siempre  atra« 
yendo  sobre  sí  la  atención  de  sus  contemporáneos.  Perse- 
guido bajo  la  instigación  de  Mesalina,  fué  desterrado  a  la 
isla  de  Córcega,  i  pasó  allí  ocho  años;  hasta  que  Agripina, 
la  segunda  mujer  de  Claudio,  lo  llamó  a  la  corte  para  con- 
fiarle la  educación  de  Nerón.  Séneca  fué  impotente  para  re- 
primir los  malos  instintos  de  su  discípulo,  i  al  fin  tuvo 
que  doblegarse  en  cierto  modo  a  sus  caprichos,  creyendo 
sin  duda  suavizar  el  carácter  feroz  de  Nerón,  ya  que  no  le 
era  posible  darle  otra  dirección.  Bajo  el  reinado  de  ese  tira- 
no, fué  colmado  de  honores  i  de  riquezas  hasta  el  momento 


LITERATURA    ROMANA  137 


«n  que  un  capricho  de  su  mismo  protector  lo  obligó  a  dar- 
se la  muerte.  Séneca  se  hizo  abrirlas  venas  i  murió  con  va- 
lor, dejando  un  gran  nombre  manchado  por  la  sospecha  de 
no  haber  combatido  con  suficiente  enerjía  los  malos  ins- 
tintos de  Nerón  i  de  haber  escrito  la  apulojía  del  asesinato 
<le  Agripina. 

Entre  los  escritores  de  la  decadencia,  Séneca  es  uno  de 
los  mas  notables.  Sedujo  a  sus  contemporáneos  por  la  cua- 
lidades i  por  los  defectos  de  su  estilo:  sus  obras  admiradas 
«n  todas  partes,  fueron  puestas  en  manos  de  I9S  jóvenes  e 
hicieron  olvidar  en  las  escuelas  los  modelos  del  siglo  de 
Augusto.  En  los  siglos  posteriores,  en  la  edad  media  sobre 
todo,  Séneca  gozó  de  una  reputación  comparable  sólo  a  la 
de  Aristóteles:  su  nombre  era  sinónimo  de  ciencia.  Esta  re- 
putación provino  particularmente  de  sus  obras  oratorias. 
En  su  mayor  parte  son  éstas  disertaciones  sobre  ciertas 
cuesuonesjeneral mente  mui  frivolas,  en  que  Séneca  revela 
una  grande  habilid¿id  de  escritor  i  una  sutileza  de  injenio 
mui  al  gusto  de  los  ..controversistas  de  las  universidades  de 
la  edad  media.  Esas  disertaciones  dan  a  conocer  las  diver- 
sas cuestiones  que  se  ajitaban  en  las  escuelas  de  retórica 
durante  el  imperio.  Séneca  discute,  por  ejemplo,  si  los  tres- 
cientos espartanos  colocados  en  las  Termopilas  debian  o 
no  huir  siendo  abandonados  por  los  otros  griegos;  si  Cice- 
rón podia  o  no  solicitar  gracia  de  Marco  Antonio.  Las 
otras  disertaciones  son  talvez  menos  interesantes:  en  todas 
ellas,  sin  embargo,  se  encuentran  hermosos  pensamientos  i 
rasgos  de  una  verdadera  elocuencia,  pero  deslumhrados 
por  las  sutilezas  i  la  fria  declamación. 

El  gran  título  de  gloria  de  Séneca  en  sus  obras  filosófi- 
cas. Conociendo  a  fondo  el  corazón  humano,  estudiándolo 
en  medio  de  una  corte  brillante  i  corrompida  i  en  las  clases 
inferiores  de  la  sociedad,  habiendo  pasado  por  todas  las 
vicisitudes  a  que  están  espuestos  los  hombres,  elevándose 
alternativamente  de  la  condición  de  desterrado  al  colmo 
de  la  grandeza  para  precipitarse  en  seguida  en  el  abismo  de 
la  miseria.  Séneca  es  ante  todo  un  filósofo  práctico.  Tomó 


138  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITJIJRAHIA 


de  los  estoicos  su  severa  moral, i  difundió  en  sus  obras  pre- 
ceptos tan  sabios  i  tan  puros  para  la  práctica  de  la  vida» 
que  algunos  escritores  cristianos  han  sostenido  sin  funda- 
mento que  los  liabia  tomado  del  Evanjelio.  Sin  duda  las 
cartas  que  se  suponen  dirijidas  por  Séneca  a  San  Pablo  sen 
apócrifas;  aunque  no  es  imposible  que  el  célebre  filósofo  co- 
nicit-ra  las  doctrinas  del  cristianismo.  El  tratado  de  la  Cd- 
hra,  el  de  la  Clemencia,  en  que  se  cuenta  la  historia  de  la 
conspiración  de  Ciña,  el  tratado  de  la  Providencia,  los  sie- 
te libros  de  los  Beneficios^  i  sobre  todo,  la  compilación  de 
sus  Cartas  a  Lucillo,  (|ue  contienen,  por  trozos  dciligados, 
un  curso  completo  de  filosofía  moral,  abundan  en  lecciones 
de  verdadera  sabiduiía  i  ofrecen  un  vasto  campo  a  la  me- 
ditación. La  forma  esterna  de  todas  estas  obras,  que  atra- 
jo la  admiración  de  sus  contemporáneos  i  que  sin  duda  re- 
vela un  escritor  mui  distinguido,  se  aparta  mucho  de  la 
s?ncillez  i  de  la  noble  pureza  de  los  buenos  modelos  del  siglo 
dj  Augusto.  El  dffecto  de  Séneca  consiste  en  no  escribir  na- 
da naturalmente:  busca  siempre  el  defacto,  i  lo  consigue  por 
medio  de  procedimientos  uniformes,  la  brusquedad  de  los 
jiros,  la  frase  cortada,  el  lenguaje  metafórico  i  las  frecuen- 
tes antítesis.  ** Este  escritor,  dice  un  célebre  crítico,  rompe 
el  trozo  de  mármol  o  de  pórfiro  que  posee  para  convertir 
los  fragmentos  en  figuritas,  salientes  i  brillantes  sin  duda, 
pero  que  están  lejos  de  valer  la  estatua  que  un  arte  supe- 
rior habria  sacado  de  la  misma  materia". 

11. — Hemos  dicho  que  las  obras  de  Séneca  fueron  mui 
aplaudidas  por  sus  contemporáneos.  La  misma  afectación 
de  su  estilo,  fué  un  motivo  de  admiración.  Pero  el  buen  gus- 
to no  habia  desaparecido  del  todo;  i  una  voz  bien  templa- 
da se  hizo  oir  con  la  esperanza  de  restablecer  la  antigua 
pureza  de  la  literatura  romana.  Esa  voz  era  la  de  un  céle- 
bre orador  que  practicó  la  elocuencia  i  que  le  dio  reglas  con 
una  rara  erudición  i  con  una  gran  fijeza  de  principios. 

Mareo  Fabio  Quintiliano,este  es  el  nombré  de  ese  célebre 
orador,  nació  en  Calahorra,  en  España,  el  año  42,  después 
de  f.  C.   Cuando  apareció  en  Roma  en  todo  el  brillo  de  su 


LITERATIKA    ROMANA  139 


talento  de  orador  i  de  escritor,  la  pureza  del  gusto  estaba 
profundamente  alterada.  Séneca  se  había  levantado  con- 
tra los  autores  del  siglo  de  Augusto,  i  había  seducido  a  la 
juventud  con  la  lucidez  de  su  talento,  estraviándola  con'sus 
paradojas,  e  inclinándola  a  buscar  ante  todo  los  juegos  de 
palabras,  las  antítesis  i  los  adornos  brillantes.  Quintilíano 
protestó  contra  estos  errores,  presentando  a  sus  discípu- 
los los  admirables  modelos  que  ofrecen  Cicerón  i  los  otros 
grandes  jénios  que  florecieron  en  el  periodo  anterior.  Sus 
lecciones  no  fueron  infructuosas:  ellas  ejercieron  una  pode- 
rosa influencia  sobre  sus  contemporáneos,  i  contribuyeron 
a  formar  a  los  mas  ilustres  escritores  de  la  época  de  los 
Antonino^.  Quintiliano  vivió  en  Roma  colmado  de  distin- 
ciones, mereciendo  la  protección  de  varios  emperadores. 
Domiciano  le  confió  la  educación  de  su  familia;  i  el  célebre 
orador  se  creyó  obligado  por  el  reconocimiento,  a  alabar 
a  ese  monstruo  de  crueldad,  i  llevó  la  lisonja  hasta  compa- 
rarlo con  un  dios.  Quintiliano  murió  en  Roma  en  120,  des- 
pués de  haber  dirijido  por  largos  años  una  escuela  de  retó- 
rica, sostenida  por  los  emperadores  mediante  emolumentos 
muí  crecidos. 

Quintiliano  compuso  muchos  discursos  que  nos  son  casi 
desconocidos;  los  unos  eran  declamaciones  destinadas  para 
la  enseñanza,  como  las  cóntrovcrsiaJrde  Séneca:  los  otros 
simples  alegatos  jurídicos.  Pero  su  gran  fama  está  fundada 
en  un  libro,  en  que  con  el  título  de  Instituciones  oratorias, 
reunió  sus  doctrinas  sobre  la  retórica.  Esa  obra  es  un  tra- 
tado que  encierra  un  plan  de  estudios  completo  para  for- 
mar un  orador,  desde  los  primeros  elementos  de  la  gramá- 
tica hasta  e!  arte  propiamente  dicho,  la  invención,  la  dis- 
posición, la  elocución,  la  pronunciación,  la  memoria,  la  ac- 
ción, i  en  fin  las  costumbres.  Toma  a  su  discípulo  en  la 
cuna,  determina  el  carácter  de  su  educación  primaria,  i  lo 
sigue  en  su  desarrollo  hasta  que  se  halle  enteramente  for- 
mado. Su  erudición  literaria  le  sirve  para  colocar  el  ejem- 
plo al  lado  del  precepto,  haciendo  así  su  libro  tan  intere- 
sante como  instructivo,  al  mismo  tiempo  que  su  imajina- 


140  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 

cíon  le  suministra  comparaciones  ¡njeniosas,ímájenes  vivas 
i  una  belleza  de  elocución  que,  si  bien  es  mui  inferior  a  la  de 
Cicerón,  reviste  sus  preceptos  con  agradables  formas  lite- 
rarias. Quintiliano  se  ha  aprovechado  de  los  trabajos  de 
sus  antecesores,  compara  i  juzga  sus  sistemas;  pero  ha  aña- 
dido excelentes  preceptos  i  juiciosas  observaciones,  i  ha 
dado  a  sus  teorías  un  plan  propio  i  enteramente  nuevo,  lo 
que  ha  permitido  hacer  de  su  libro  una  especie  de  curso  de 
educación,  de  moral  i  de  literatura. 

12.— El  mas  ilustre  del  os  discípulos  de  Quintiliano  fué 
Plinio  el  joven,  nacido  en  Como  el  año  62  de  la  era  cristia- 
na, sobrino  e  hijo  adoptivo  de  Plinio  el  naturalista.  Plinio 
el  joven  es  el  escritor  mas  injenioso  i  el  mejor  orador  de  su 
tiempo.  Hizo  sus  primeros  ensayos  en  el  foro;  i  éstos  le  va- 
lieron la  amistad  de  Tácito  i  su  elevación  a  las  primeras 
dignidades  del  imperio.  Todos  sus  discursos  se  han  perdi- 
do; pero  nos  quedan  el  Pnnejírico  de  Trajnno,  pronunciado 
en  su  carácter  de  cónsul  delante  de  ese  emperador,  i  sus 
Cartas  familiares. 

El  Panejírico,  que  sin  duda  fué  retocado  por  su  autor 
después  de  haberlo  pronunciado  hasta  dejarlo  en  la  forma 
en  que  lo  conocemos,  es  un  monumento  de  elocuencia.  No 
se  comprende  cómo,  bnjo  el  imperio,  la  oratoria  habria  po- 
dido producir  un  trozo  mas  acabado.  El  el  »jio  obligado, 
pero  merecido  cuando  se  trataba  de  Trajano,  desciende 
rara  vez  a  la  lisonja,  i  puede  con  frecuencia  ser  tomado 
como  un  consejo  indirecto  o  como  un  estímulo.  Los  senti- 
mientos son  nobles,  los  pensamientos  vigorosos;  i  el  ador- 
no del  estilo  es-severo, sobre  todo  sise  com|>ara  con  la  afec- 
tación de  los  retóricos  contemporáneos.  Agreguemos  a  esto 
que  el  Panejírico  de  Trajano  está  lleno  de  hechos  que  la  his- 
toria ha  rccoj  i  do.  Las  Cartas  de  Plinio  el  joven  tienen  la 
misma  importancia  histórica,  junto  con  el  encantorde  una 
variedad  infinita,  revelado  por  un  estilo  elegante,  nervioso 
i  a  veces  satírico. 

13. — Los  últimos  escritores  notables  de  esta  época  del  re- 
nacimiento literario  iniciado  bajo  el  reinado  de  los  Antoni- 


LITERATURA    ROMANA  141 


nos,  son  Apuleyo  i  Aulo  Jelio,  cuyas  obras,  aunque  de  muí 
diverso  jénero,  ofrecen  un  poderoso  ausilio  para  conocer  la 
antigüedad. 

Lucio  Apuleyo  nació  en  Madaure,  en  África,  el  año  128 
después  de  J.  C.  Estudió  la  jurisprudencia,  la  retórica  i  la 
filosofía  neo-platónica  en  Roma  i  en  Atenas,  e  hizo  largos 
viajes  para  adquirir  nuevos  conocimientos.  De  vuelta  a  su 
patria,  restableció  su  fortuna  agotcida  por  un  casamiento 
ventajoso.  Acusado  de  haberse  hecho  amar  por  m¿ijia,  jus- 
tificó su  conducta  por  medio  de  su  Apolojín,  discurso  escri- 
to en  un  estilo  correcto  que  encierra  sobre  las  relijionesi  las 
supersticiones  antiguas  algunas  preciosas  nociones,  i  en 
que  el  autor  desplega  mucho  injenio  i  maneja  mui  hábil- 
mente la  sátira.  Ademas  de  algunos  fragmentos  de  decla- 
maciones, que  no  carecen  de  mérito,  Apuleyo  nos  ha  legado 
las  Metamorfosis,  novela  singular  (|ue  ha  merecido  ile  sus 
admiradores  el  nombre  enfácico  de  Asno  dó  oro,  con  que  es 
mas  conocida.  La  novela  de  Apuleyo  es  uüa  imitación  del 
Asno  de  Luciano,  esto  es,  la  hiscoria  de  1  is  aventuras  de 
un  hombre  convertido  en  asno  por  ciertos  secretos  de  ma- 
jia.  Tomando  el  fondo  de  su  narra.'ion  de  la  n*)vela  g 'iega^ 
Apuleyo  ha  trazad»)  un  cuadro  alegórico  de  las  costumbres 
depravadas  de  su  siglo  i  lo  ha  hecho  con  m  uho  injenio  i 
con  gran  conocimiento  de  los  hombre.  Algunos  de  sus  epi- 
sodios son  mui  injeniosos;  pc'ro  hai  uno,  el  de  Cupido  i  Psi- 
que, que  es  considerado  como  un  i  de  las  mis  hermosas  ma- 
ravillas dvT  la  imajinacion  antii^ua,  i  qUv!  ha  tenido  el  honor 
de  ser  imitada  pi)r  muchosescritoresm  xl^rnos,  entreoros, 
por  La- Fontal ne,  el  gran  fabulista  francés. 

14. — Auliojelio,  que  vivia  en  el  segunda)  siglo  de  la  era 
cristiana  (117-181))  es  un  gramático  i  un  retórico  d^*  gran- 
de eruiicion,  que  escribió  una  obra  mui  curiosa  sin  t)tro 
fin  que  el  de  suministrar  a  sus  hij  js  algunas  recreaciones 
literarias.  Bn  sus  variadas  lecturas  de  libr<)s  griegi>^  i  latir 
nos  i  durante  una  residencia  en  Atenas,  recojia  sin  orden  ni 
método  notas  de  todo  lo  que  llamaba  su  atención,  i  en  se- 
guida las  arregló  en  el  orden  que  se  le  presentaban  sus  es- 


142  NOCIONES  de:  historia  literaria 


tractos.  Sus  Noches  áticas  son  una  recopilación  deobser- 
vac¡í)nes  diversas  sobre  historia,  gramática  i  antigü.'dades 
en  que  los  filólogos  i  los  historiadores  modernos  han  en- 
contrado un  vasto  caudal  de  noticias,  que  se  habrían  per- 
dido sin  el  libro  de  Aulo  Jelio,  o  que  no  serian  conocidas 
sino  mui  imperfectamente,  /pesar  de  la  desigualdad  del 
estilo  i  del  desór  len  en  que  están  espuestas  las  materias, 
las  Noches  áticas  es  una  de  las  obras  mas  útiles  i  mas  inte- 
resantes que  nos  haya  lega  lo  la  antigüvida  1. 

15. — Después  de  estos  escritores,  la  decadencia  de  la  lite- 
ratura romana  fué  rápida  e  irresistible.  No  f.iltaron  algu- 
nos hí)mbres  de  verdadero  talento,  pero  sus  obras  revelan 
unaépí)ca  de  mal  gusto  i  de  abatimiento.  La  poesía,  sobre 
to  lo,  que  se  habia  mantenido  en  su  postraciíin  aun  bajo  el 
reinaílo  de  los  .\ntoninos,  no  pru  lujo  después  de  éstos  na- 
da que  merezca  llam  irse  notable.  Terenciano  Mauro,  p  )eta 
nacido  en  África,  i  que  probiblemente  vivia  en  tiempo  de 
Trajano.  compuso  un  poema  didáetico  sobre  la  prosodia  i 
el  arte  mécrieo  de  los  latinos,  en  que  los  preceptos  están  es- 
puestos con  clarilla  1  i  elegancia.  Calpurnio  de  Sicilia  i  Ne- 
mesiano,que  escribieron  b  ijo  el  reina  lo  de  Diocleciano,  cul- 
tivaron la  poesía  pastoral  con  algún  talento,  pero  sin  ori- 
jinalidad.  Ambos  son  imitadores  «le  Teócrito  i  <le  Virjilio. 

Algunos  de  esí)s  poetas  habrian  brillado  talvez  en  otro 
siglo;  pero  en  la  éj)oca  en  que  vivieron,  la  lengua  latina  ha- 
bia perdid<í  su  pureza,  i  la  literatura  que  ilustraron  Cice- 
rón, Virjilio  i  H  )rajio  estaba  a  punto  de  desaparecer. 

16.  —  La  prosa  siguió  en  estos  siglos  de  dt-cadencia  i  de 
postración  la  mism  i  m  ircha  rápida  e  irresistible  hacia  su 
wiina  que  habia  segtiid  )  la  p  )esí  i.  L  )s  pocos  escritores  que 
en  esta  época  |)reteiidieron  s  ic  ir  1  is  letras  ro. nanas  de  ese 
estado  de  al>  iciniento,  cayeron  en  la  afectacit)n  i  no  alcan- 
zaron a  elevarse  a  la  altur.i  a  q-K-a-ípiraban.  D:  este  nú:ne- 
ro  es  M  i:ro')io,  co  item^)  )rá  leo  iL'  Teo  losio,  que  compuso 
las  S  íturn  iIcs,  lihn)  esjnto  en  liálo^  )s,  pero  cuyo  fon  li>  es 
una  imitación  de  las  Noches  áticis  de  Aulo  Jelio.  L\  obra 
de  Macrobio  mucho  mas  pretenciosa  que  la  de  su  modelo. 


LITERATURA    ROMANA  143 


es  al  mismo  tiempo  mucho  menos  curioso  e  interesante  que 
aquella. 

La  historia  fué  cultivarla  por  numerosos  escritores;  pero 
todos  ellos  no  aumentan  en  mucho  los  fastos  literarios  de 
Roma.  Por  otra  parte,  arli.'mas  ríe  la  decadencia  del  gusto 
literario.  Ja  época  no  era  f  ivorable  para  esa  clase  de  traba- 
jos. Como  los  caprichos  dt-l  poder  absolutoeran  un  nelig^ro 
constante  para  el  histf)riador,  era  bien  difícil  componer 
una  historia  franca  e  imparcial  del  pueblo  romano  bajo  el 
réjimen  imperial.  El  miedf>  lo  minaba  todo.  Después  de  los 
Antoninos,  los  emperadores  no  permitieron  el  examen  de 
sus  actos,  que  ya  no  estaban  sometidos  a  las  deliberacio- 
nes del  senado.  Los  historiadores  queíb»ron  así  reducidos 
a  contar  los  acontecimientos  militares  sin  reflexiones  ni  crí- 
ticas. 

De  esta  manera  escribieron  los  compiladores  déla  Histo- 
ria Avf^vstfi,  colección  de  biografí  is  de  los  emperadores 
des'Ie  Adriano  hast"  Caro,  especie  de  cnntinu'icion  de  la 
obra  de  Suetonio,  aunqiie  de  escasísimo  mérito  literario.  Se 
atribuye  esta  cí>mpilacion  aséis  escritores  diferentes;  pero 
s61i>  uno  de  ellos,  Vopisco,  refiere  acontecimientos  de  que 
ha  s-do  testigo,  o  ha  hecho  investigaciones  serias  para  es- 
clarecer los  sucesos,  i  los  ha  ordeníido  con  algún  método  í 
con  cierto  juicio.  Los  demás  no  han  hecho  otra  cosa  que 
copiar  lo  (|ue  encontraban  escrito.  Según  las  fuentes  c\\\t 
han  consultado,  algunos  pasajes  están  escritos  en  un  estilo 
soportable,  pero  vienen  seguidos  de  otros  mui  malos.  **Tal 
es  la  falta  de  criterio  de  esto-^  historiadores,  dice  Schoell, 
que  con  fr'cuencia,  después  de  haber  estractado  un  autor, 
pasan  a  otro,  i  toman  de  él  los  mismos  acontedmientos, 
sin  percibir  esta  repetición:  así  es  como  algunos  hechos 
están  contados  hasta  tres  veces  Historiadores  que  no  sos- 
pechan lo  que  se  llama  crítica,  no  merecen  ninguna  confian- 
za." Apesar  de  la  exactitud  de  este  juicio,  aquella  compila- 
ción es  un  documento  precioso,  pon|ue  contiene  las  únicas 
noticia -í  que  poseamos  sobre  ciertos  períodos  de  la  historia 
del  imperio  romano,*  i  porque  nos  da  detalles  de  costumbres 


144  NOGIONBS   DB  HISTORIA   LITBRABIA 

de  aquellos  siglos  de  decadencia,  con  un  rico  caudal  de  anéc- 
dotas, en  las  cuales  se  detienen  con  particular  interés  los 
compiladores. 

La  literatura  romana  llegaba  entonces  a  su  término.  Un 
elemento  nuevo,  el  cristianismo  Jlevaba  a  cabo  en  esa  época 
un  revolución  completa.  El  latin,  pin  embargo,  no  desapa- 
reció: fué  cultivado  como  la  lengua  de  la  nueva  religión,  i 
conservado  durante  mucho  tiempo  como  el  idioma  de  las 
ciencias  i  de  las  letras. 


CAPITULO   IX 

MéOH  padreM  de  la  licleiiia. 

1.  El  evaqjelio.— 2.  Clasificación  jeneral  de  Iob  padres  de  la  igle* 
sia.— 3.  Padres  apostólicos  de  la  iglesia  griega  — 4-.  Padres 
apolojéticos;  Oríjcnes  — 5.  Padres  dogmáticos;  San  Atanasio. 
6.  San  Gregorio  Nadanceno  —7.  San  Basilio  i  San  Gregorio 
de  Nisa.-.8.  San  Crisóstomo.^B.  I^adres  apolojéticos  de  la 
iglesia  latina;  Tertuliano. — 10.  Lactancio  —  1 1 .  Padres  dog- 
máticos; San  Hilario.— 12.  San  Ambrosio. — 13.  San  Jeróni- 
mo.— 14.  San  Agnstin. 

1. — En  la  época  en  que  las  letras  griegas  i  romanas  co- 
menzaban a  decaer,  se  alzaba  en  el  seno  mismo  del  impe- 
rio una  nueva  literatura,  inspirada  por  un  espíritu  también 
nuevo.  La  predicación  del  evanjelio  hecha  por  los  discí- 
pulos de  Jesucristo,  era  el  oríjen  de  esta  revolución  litera- 
ria, que  fué  a  la  vez  la  causa  de  una  completa  revolución 
social. 

La  palabra  evanjelio  es  griega  en  su  oríjen,  i  signiñca 
buena  noticia;  pero  tiene  dos  sentidos  diferentes  según  sea 
empleada  por  los  escritores  profanos,  o  por  los  escritores 
sagrados  i  eclesiásticos.  Los  primeros  se  sirven  de  ella  para 
designar  una  buena  noticia  en  jeneral.  Los  últimos  han 
dado  este  nombre  a  la  segunda  parte  de  la  Biblia,  denomi- 
nada también  Nuevo  Testamento,  en  que  está  consignada 
la  noticia  de  la  venida  del  Mesías.  Posteriormente  se  lia 

TOMO    IV  10 


146  NOCIONES    1»E    HISTORIA    LITERARIA 

dado  el  título  de  evanjelio  a  cada  una  de  las  narraciones 
que  contienen  los  principales  sucesos  déla  vida  de  Jesucristo 
i  de  las  doctrinas  que  predicó. 

El  evanjelio,  la  buena  noticia,  fué  trasmitida  primero 
oralmente  por  los  apóstoles  i  por  sus  adeptos.  Los  discípu- 
los de  Jesús  iban  por  el  mundo  anunciando  las  circunstan- 
cias de  su  vida,  de  su  muerte  i  de  su  resurrección.  Pero  lue- 
go se  hizo  sentir  la  necesidad  de  conocer  de  una  manera 
mas  precisa  la  historia  del  Salvador;  i  entre  los  maestros 
de. la  nueva  fé  hubo  algunos  especialmente  encargados  de 
la  enseñanza  de  esta  historia:  estos  fueron  los  evanjelistas 
propiamente  dichos.  Otros  se  encargaron  de  otros  ramos 
de  la  enseñanza  cristiana.  Los  evanjelistas  a  fin  de  fijar 
mejor  en  la  memoria  las  diversas  circunstancias  de  la  vi- 
da de  Jesucrito,  ¡^la  consignaron  en  narraciones  particula- 
res. San  Lúeas  hace  referencia  a  esas  narraciones,  cuando 
dice  que  no  estando  sus  autores  perfectamente  informados, 
él  se  cree  en  el  deber  de  escribir  en  orden  los  hechos  verda- 
deros. 

La  iglesia  cristiana  ha  elejido  cuatro  de  esos  libros  o 
evanjelios,  que  han  sido  declarados  canónicos.  El  estudio 
detenido  de  estas  cuatro  obras  hace  creer  que  fueron  escri- 
tas en  el  orden  siguiente:  1*^  El  evanjelio  de  San  Mateo, 
compuesto  por  los  judíos  hacia  el  año  41  de  nuestra  era, 
en  hebreo  o  sirio  caldeo,  cuyo  testo  orijinal  fué  perdido  en 
el  siglo  XI,  i  del  cual  sólo  conocemos  una  traducción  griega 
i  otra  latina;  2^  El  evanjenlio  de  San  Marcos,  escrito  pri- 
mitivamente en  griego  para  los  romanos,  i  que  no  es  otra 
cosa  que.el  precedente  modificado  en  parte;  3^  El  evanjelio 
de  San  Lúeas,  escrito  en  grjego,  por  los  años  de  53  de  nues- 
tra era,  i  que  complétalos  otros  dos.  I  por  último,  4*^  El 
de  San  Juan,  escrito  también  en  griego,  como  sesenta  años 
después  de  la  muerte  de  Jesús,  para  los  cristianos  del  Asia 
menor.  De  estos  evanjelios,  el  primero  i  el  último,  son  los 
mas  notables.  Se  recomienda  el  de  San  Mateo  por  la  ele- 
vación i  la  profundidad,  por  el  grande  acopio  de  nociones 
para  conocer  la  moral  de  Jesucristo  i  por  la  enerjía  i  conci- 


LOS    PADRKS    1>K    LA    IGLESIA  147 


sion  de  su  estilo.  El  de  San  Juan  revela  un  fondo  vaporoso 
de  pasión  i  de  poesía  que  nos  hace  conocer  i  admirar  el 
alma  del  escritor. 

Estos  cuatro  libros,  aunque  de  un  mérito  literario  mui 
diferente,  han  sido  inspirados  por  un  mismo  espíritu  i  por 
los  mismos  sentimientos.  Los  cuatro  cuentan  los  mismos 
hechos;  pero  unos  tienen  mas  incidentes  i  pormenores  que 
otros,  de  tal  manera  que  todos  se  completan  entre  sí.  La 
iglesia,  declarándolos  auténticos  i  canónicos,  ha  considera- 
do apócrifos  los  otros  evanjelios  compuestos  en  diferentes 
tiempos  i  lugares  para  referir  también  la  vida  de  Jesús. 
Ya  hemos  dicho  en  otra  parte,  que  cuando  se  habla  de  la 
Biblia,  la  palabra  apócrifo  no  tiene  el  sentido  que  se  le  da 
ordinariamente.  Los  libros  bíblicos  denominados  apócri- 
fos son  aquellos  a  los  cuales  no  se  atribuj^e  un  oríjen  di- 
vino o  revelado,  i  que,  sin  ser  enteramente  falsos,  no  pue- 
den ser  invocados  como  regla  en  materia  de  relijion  i  de 
moral. 

2. — La  predicación  del  evanjelio  pasó  por  tres  períodos 
diferentes:  la  primera  predicación;  la  lucha  i  el  triunfo.  Esos 
atrevidos  propagandistas  que  consumaron  la  conquista 
del  imperio  romano  por  la  doctrina  cristiana  venciendo 
mil  peligros  i  sufriendo  muchos  de  ellos  el  martirio,  son  de- 
nominados padres  de  la  iglesia,  i  sus  escritos  hacen  regla 
en  materia  de  fé.  Los  predicadores  del  primer  período,  que 
con  sus  palabras  o  sus  escritos  dieron  a  conocer  la  vida  i 
la  moral  de  Jesucristo,  son  denominados  padres  apostóli- 
cos. Los  del  segundo,  que  hasta  el  reinado  de  Constantino 
tuvieron  que  luchar  contra  el  paganismo  para  defender  sus 
doctrinas  contra  las  calumnias  de  sus  enemigos,  son  deno- 
minados joaí/res  apolojéticos.  Los  del  tercero,  que  encontra- 
ron la  iglesia  victoriosa  de  las  creencias  paganas,  i  que  tu- 
vieron, sin  embargo,  que  contraer  sus  esfuerzos  contra  las 
sectas  disidentes  i  que  fijar  él  dogma  i  la  constitución  defi- 
nitiva de  la  iglesia,  merecieron  la  denominación  de  padres 
dogmáticos. 

En  el  rápido  bosquejo  que  vamos  a  trazar  de  los  trabajos 


148  NOCIONES    DK    HISTOUIA    UTPBARIA 

de  los  santos  padres,  distinguiremos  estos  tres  períodos; 
pero  hablaremos  primero  de  los  padres  de  la  iglesia  griega, 
i  en  seguida  de  los  de  iglesia  latina. 

S.^Entre  los  padres  del  primer  período  seria  necesario 
colocar  a  los  apóstoles  que,  como  San  Pablo,  predicaron  i 
escribieron  para  dar  a  conocer  la  doctrina  de  Jesucristo. 
Figuran  también  en  este  período  San  Bernabé,  San  Clemen- 
te papa,  San  Ignacio  obispo  de  Antioquía  i  San  Dionisio 
obispo  de  Alejandría,  que  dejaron  algunos  escritos,  homi- 
lías o  epístolas,  en  que  se  encuentran  hermosos  pasajes  i  en 
que  se  nota  un  estilo  puro  i  una  elocuencia  inspirada. 

4.— Entre  los  padres  apolojéticos  deben  colocarse  San  Jus- 
tino, notable  por  su  fé  i  por  la  sinceridad  fervorosa  de  su 
piedad  cristiana;  Hermas,  que  en  el  segundo  siglo  de  la  era 
cristiana  empleó,  como  Luciano,  las  armas  del  ridículo  para 
combatir  el  politeísmo,  pero  que,  a  diferencia  de  aquél,  se 
contrajo  a  defender  el  cristianismo;  San  Clemente  de  Ale- 
jandría, tan  notable  por  su  erudición  como  por  la  elegancia 
de  su  estilo  i  la  solidez  de  sus  principios;  i  por  último,  Orí- 
jenes,  discípulo  del  anterior,  que  es  uno  de  los  mas  hermo- 
sos jenios  del  cristianismo  naciente.  Director  de  la  escuela 
cristiana  de  Alejandría,  en  reemplazo  de  su  maestro,  le 
eclipsó  en  breve  por  su  reputación.  Los  paganos  acudian 
a  oir  sus  lecciones,  i  no  hubo  entre  ellos  mas  que  una  voz 
para  alabar  con  entusiasmo  la  estension  de  su  saber,  el  vi- 
gor de  su  espíritu,  el  encanto  de  su  elocución,  la  gracia  i  la 
unción  de  su  palabra.  Se  admiraban  al  mismo  tiempo  de 
su  desinterés  absoluto,  sus  austeridades  voluntarias  i  su 
perseverancia  en  la  meditación  i  en  la  oración.  Sus  discur- 
sos i  sus  ejemplos  inflamaban  de  tal  modo  a  sus  oyentes, 
que  se  vio  a  muchos  de  éstos  correr  al  martirio  al  salir  de 
sus  lecciones.  Este  maestro  elocuente  fué  también  un  escri- 
tor mui  fecundo.  Según  San  Jerónimo,  compuso  mas  volú- 
menes que  los  que  otros  habrían  podido  leer.  Son  notables 
sobre  todo  sus  trabajos  de  profunda  erudición  sobre  la 
Biblia  i  sus  traducciones  en  lengua  griega,  sus  homilías  o 
sermones,  i  sus  obras  de  controversia  contra  los  filósofos 


LOS    PADRÍJ8    DE  LA    IGLlCSlA  149 


paganos  enemigos  del  cristianismo.  Orfjenes  pensó  colocdf 
en  un  orden  sistemático  las  principales  partes  de  la  fe  cató- 
lica para  darle  una  esplicacion  científica;  pero  no  alcanzó  a 
ejecutar  esta  obra. 

5.— Pero  la  época  mas  brillante  de  esta  literatura  es  el 
período  de  los  padres  dogmáticos,  a  cuyo  influjo  debió  la 
iglesia  su  unidad  i  la  destruccio-i  de  las  herejías  que  surjie- 
ron  en  los  primeros  siglos.  En  esta  épocabrilláron  entfé 
los  padresgriegos  San  Atanasio,San  Gregorio  de  Nisa,San 
Gregorio  Nacianceno,  i  sobre  todos  ellos,  San  Basilio  i  Satí 
Juan  Crisóstomo. 

La  vida  de  San  Anastasio  es  una  prolongada  lucha  con- 
tra la  herejía  de  Arrio  i  contra  los  emperadores  que  qui- 
sieron sostener  el  arrianismo  o  restaurar  el  paganismo, 
lucha  mezclada  de  triunfos  i  de  reveses,  i  coronada  al  fin 
por  una  victoria  decisiva.  Nació  en  Alejandría,  hacia  el 
afio  296,  de  una  familia  distinguida.  San  Anastasio  se 
hizo  notar  en  el  concilio  de  Nicea  por  su  celosa  ortodojia  i 
por  su  elocuencia.  Elevado  a  la  dignidad  de  patriarca  de 
Alejandría,  fué  desde  entonces  el  sostén  i  el  guía  de  la  igle- 
sia de  Ejipto.  La  intrepidez  con  que  se  contrajo  al  cumpli- 
líiiento  de  sus  deberes  al  través  de  las  persecuciones  mas 
pertinaces,  le  granjearon  el  amor  i  la  veneración  de  los 
católicos,  para  quienes  sus  destierros  fueron  duelos  públi- 
cos, i  sus  restituciones  a  la  silla  patriarcal,  verdaderas 
triunfos.  El  2  de  mayo  del  año  373  murió  tranquilo  i  glo- 
rioso en  su  sede  de  Alejandría.  Mas  que  por  el  brillo  i  lo 
patético  del  estilo,  la  elocuencia  de  San  Anastasio  se  dis* 
tingue  por  el  vigor  i  la  lójica  del  razonamiento.  Su  pala- 
bra se  considera  como  la  fórmula  inmutable  de  la  doctri- 
na, porque  él  deslindó  i  fijó  todos  los  elementos  de  la  creen- 
cia católica,  en  que  resplandece  cierta  sencillez  luminosa 
qüt  arrastra  e  instruye  a  la  vez.  La  historia  le  admira 
por  la  firmeza  inquebrantable  de  su  carácter. 

6.— San  Gregorio  Nacianceno,  que  ocupa  un  puesto  dis- 
tinguido entre  los  poetas  cristianos,  merece  eofflo  orador, 
tin  rango  de  primer  orden.  Nacido  en  el  pueblecillo  de  Acian- 


150  NOCIONES   DE   HISTORIA    LITERARIA 

za,  á  inmediaciones  de  Nacianza,  cuya  iglesia  episcopal 
gobernó  algunos  años,  murió  en  un  retiro  el  año  389,  .en- 
tregado a  la  penitencia  i  al  cultivo  de  la  poesía.  Dotado 
de  una  alma  tierna  i  contemplativa,  sólo  por  abnegación 
aceptó  el  episcopado,  cuyas  penosas  obligaciones  cumplió 
con  celo  i  desprendimiento.  Las  obras  notables  de  este  pre- 
dicador lleno  de  unción  i  de  vehemencia,  son  numerosas,  i 
han  servido  de  modelo  a  los  oradores  cristianos. 
'  7. — Nacido  en  Cesárea  en  329,  amigoicondiscipulo.de 
San  Gregorio,  i  muerto  en  379,  San  Basilio,  sucesor  de  Eu- 
sebio  en  la  sede  de  aquella  ciudad,  no  llevó  esa  vida  de 
aventuras  i  de  azares  que  tanto  nos  interesa  en  la  historia 
de  San  Atanasio  i  de  San  Jerónimo;  pero  in^pone  respeto  el 
espectáculo  de  una  virtud  constante  unida  a  un  hermoso 
injenio.  San  Basiüo  fué  el  verdadero  obispo  del  evanjelio, 
el  padre  de  los  pobres.  Gastó  sus  rentas  en  obras  de  cari- 
dad, que  alcanzaban  no  sólo  a  los  cristianos,  sino  también 
a  los  herejes  i  a  los  judíos.  No  tenia  mas  que  una  sola  tú- 
nica i  se  alimentaba  sólo  con  pan  i  legumbres;  pero  em- 
pleaba grandes  tesoros  en  embellecer  a  Cesárea. 

**San  Basilio  i  San  Gregorio  de  Nacianza,  dice  M.  de  Vi- 
llemain,  son  los  primeros  modelos  de  esa  docta  i  piadosa 
elocuencia  consagrada  a  la  enseñanza  regular  del  pueblo. 
En  su  boca,  la  relijion  no  tiene  ese  ardor  en  que  se  consu- 
mia  el  celo  de  Atanasio:  no  es  la  espada  qire  corta  i  que 
divide,  sino  el  lazo  que  acerca  i  que  une  suavemente  las 
almas.  Menos  ocupada  del  dogma,  su  elocuencia  se  con- 
trae sobre  todo  a  la  reforma  de  las  costumbres  i  al  con- 
suelo de  los  aflijidos".  La  obra  maestra  de  San  Basilio 
tiene  por  objeto  esplicar  el  Jénesis  en  la  parte  relativa  a 
la  creación  del  mundo;  pero  compuso  ademas  muchas  obras 
dogmáticas  i  morales  como  también  panejíricos  i  escritos 
de  controversia  qu2  conservan  su  reputación  aun  en  núes 
tros  dias. 

San  Gregorio  de  Nisa,  hermano  menor  de  San  Basalio- 
siguió  la  misma  carrera  que  éste  con  un  brillo  casi  igual. 
Los  mismos  estudios  desarrollaron  su  jénio,  i  después  de 


LOS    PADRES   DE   LA    IGLESIA  151 


haber  enseñado  la  retórica  i  practicado  la  jurisprudencia, 
se  hizo  sacerdote  i  fué  elevado  en  372  a  la  silla  episcopal 
de  Nisa,  ciudad  de  la  Capadocia,que  ocupó  hasta  su  muer- 
te, ocurrida  en  396  a  la  edad  de  sesenta  i  cinco  años.  La 
pureza,  la  fuerza  i  la  magnificencia  de  su  estilo  le  señalan 
tin  puesto  elevado  entre  los  oradores  cristianos. 

8. — El  mas  famoso  de  los  padres  de  la  iglesia  griega  es 
sin  disputa  San  Juan  Crisóstomo,  que  no  tiene  en  la  elo- 
cuencia cristiana  otro  rival  que  San  Basilio,  a  quien  sobre- 
puja, a  1q  menos  por  su  fecundidad.  San  Juan  nació  en 
Antioquía  hacia  el  año  344,  i  fué  instruido  en  el  arte  ora- 
torio. Del  foro  pasó  al  piilpito  para  merecer  el  nombre  de 
Crisóstomo  (boca  de  oro),  como  otro  célebre  orador  i  filó- 
sofo profano.  Cuando  Antioquía  se  rebeló  contra  Teodo- 
sioise  entregó  a  la  consternación  temiendo  la  venganza 
imperial,  Crisóstomo  se  encontró  en  el  caso  de  calmar  dia- 
riaraente  las  pasiones  del  pueblo,  consolando  sus  miserias  i 
tristezas  i  persuadiendo  a  la  práctica  de  las  virtudes,  en 
tanto  que  se  obtenia  en  Constantinopla  el  perdón  de  Teo- 
dosio,  que  el  obispo  de  Antioquía,  Flavio,  fué  a  implorar 
de  rodillas.  Llamado  mas  tarde  a  la  sede  de  la  capital  del 
imperio,  desplegó  igual  celo  i  la  misma  elocuencia;  pero  las 
intrigas  de  una  corte  corrompida  acabaron  por  desposeer- 
lo: i  este  glorioso  apóstol  de  la  fe  cristiana  murió  en  el  des- 
tierro, conservando  siempre  su  inalterable  virtud.  Suélese 
comparar  a  San  Juan  Crisóstomo  con  Cicerón;  i  a  la  ver- 
dad, no  tendría  por  ello  de  qué  quejarse  el  orador  romano. 
El  estudio  de  las  obras  de  este  santo  padre  puede  por  sí 
sólo  bastar  a  formar  un  teólogo  consumado  i  un  orador 
excelente. 

Su  gloria  como  orador, consiste,  en  efecto,  en  haber  fijado 
el  verdadero  carácter  de  la  elocuencia  cristiana.  **Su  méto- 
do, dice  M.  Guillon,  llegó  a  ser  la  regla  de  este  jénero  i  el 
sello  de  la  verdad.  Este  evanjelio,  que  la  orgullosa  filosofía 
del  siglo  habia  desconocido,  fué  considerado  desde  entonces 
como  el  código  de  la  mas  perfecta  sabiduría  i  la  fuente  de 
las  mas  sublimes  concepciones  que  pudiesen  ofrecerse  al  jé- 


152  KoClONlfib   ÚE  HISTORIA   LITERARIA 

nio."  "Bajo  el  peso  de  la  palabra  de  Crisóstomo,  agrega  el 
mismo  autor,  el  paganismo  fué  vencido  en  la  tribuna;  como 
lo  había  sido  en  los  templos." 

9.— La  elocuencia  cristiana  comenzó  a  florecer  en  Rama 
en  el  siglo  II  de  la  nuestra  era.  La  iglesia  latina,  como  la 
iglesia  griega,  tuvo  sus  padres  apólojético,  que  defendieron 
la  rclijion  mientras  fué  necesario  combatir  cóütra  el  paga- 
nismo; i  sus  padres  dogmáticos,  que  purificaron  la  doctri- 
na, limpiándola  de  las  ideas  i  principios  con  que  las  sectas 
disidentes  habian  comenzado  a  enturbiarla. 

El  mas  notable  de  los  apolojistas  latinos  es  Tertuliano, 
nacido  en  Cartago  el  año  160  i  muerto  a  la  edad  de  85 
años.  Habiendo  recibido  una  excelente  educación  i  adqui- 
rido estensos  i  variados  conocimientos,  abrazó  el  cristia- 
nismo a  la  edad  de  treinta  años.  Después  de  haber  defendí- 
do  vigorosamente  la  iglesia  de  Jesucristo  í  su  doctrina,  ca- 
yó en  los  errores  de  Montano,  i  fundó  en  seguida  una  decta 
aparte. 

La  mas  famosa  de  las  obras  de  Tertuliano  es  su  ApolO" 
¡ética.  Compúsola  bajo  el  reinado  de  Séptimo  Severo  i  la 
dio  a  conocer  en  los  últimos  años  del  siglo  II.  Se  pregunta 
qué  crímenes  han  cometido  los  cristianos  para  ser  atormen- 
tados i  muertos,  i  examina  en  detalle  las  calumnias  forja- 
das contra  ellos  i  los  justifica  de  los  reproches  que  se  les 
han  hecho,  presentándolos  como  hombres  puros  por  su  con- 
ducta i  dóciles  i  sumisos  a  la  autoridad  del  soberano.  Su 
estilo  es  frecuentemente  duro  a  fuerza  de  vigor,  oscuro  a 
fuerza  de  precisión,  bárbaro  i  afectado  a  fuerza  de  ídeolojis- 
mo  i  de  brillo;  pero  estos  defectos  están  indemnizados  por 
la  belleza  de  las  imájenes,  por  la  profundidad  i  la  enerjía  de 
las  ideas  i  por  el  poder  patético  de  los  movimientos. 

Viene  en  seguida  San  Cipriano,  obispo  de  Cartago,  mar- 
tirizado en  258.  Aunque  su  estilo  se  resiente  del  mal  gusto 
de  la  época  i  de  la  rudeza  africana,  tiene  sin  embargo,  fuer- 
za i  elocuencia,  dejando  siempre  ver  una  alma  elevada.  Sus 
obras,  que  son  mui  numerosas,  ofrecen  un  cuadro  completo 


LOS  PADRBd  DB  LA   laLBSIA  153 

del  espíritu  i  de  la  vida,  de  la  disciplina  i  de  la  administra- 
ción de  !a  iglesia. 

10.— Lactancio,  que  vivió  en  los  siglos  III  i  lY,  que  fué 
testigo  de  la  persecución  de  Diocleciano  i  del  triunfo  de  la 
nacva  relijion  bajo  Constantino,  nació  en  África  i  muriér  en 
Tréveris  hacia  el  año  325.  En  su  juventud  fué  pagano  i,  por 
nombramiento  del  primero  de  aquellos  emperadores,  rejentó 
una  escuela  de  retórica  en  Nicomedia;  pero  las  persecucio- 
nes diríjidas  contra  los  cristianos,  lo  inclinaron  a  abrazar 
la  relijion  de  éstos,  i  fué  al  fin  uno  de  sus  mas  ilustres  apo- 
lojistas.  No  compuso  discursos,  sino  tratados  majistrales, 
notables  por  la  acertada  disposición  de  su  plan,  por  la 
abundancia  i  limpieza  del  estilo  i  por  la  elevación  de  la  elo- 
cuencia. Sus  Instituciones  divinas,  aunque  débiles  talvez  en 
su  parte  teolójica,  son  el  resultado  de  una  grande  erudición, 
i  contienen  una  vigorosa  refutación  de  los  errores  del  paga- 
nismo; pero  el  dogma  cristiano  no  se  encuentra  establecido 
con  toda  solidez  i  claridad.  Sus  dotes  de  escritor,  sin  em- 
bargo, le  han  merecido  el  glorioso  sobrenombre  de  Cicerón 
cristiano. 

11.— Entre  los  padres  dogmáticos  de  la  iglesia  latina, 
figuran  en  primera  línea  San  Hilario,  San  Ambrosio,  San 
Jerónimo  i  San  Agustin. 

San  Hilario  nació  en  Poitiers  a  principios  del  siglo  IV,  i 
murió  de  obispo  de  esta  misma  ciudad  en  367.  Por  el  denue- 
do de  su  carácter,  por  el  temple  superior  de  su  injenio,  San 
Hilario  fué  el  Atanasio  de  occidente.  Perseguido  i  victorioso 
como  éste, enemigo  implacable  del  arrianismo,  desencadenó 
contra  esta  secta  el  turbión  de  su  elocuencia  hasta  aniqui- 
larla, sin  que  se  escapara  de  sus  ataques  el  mismo  empera- 
dor. Su  obra  principal,  el  Tratado  de  la  Trinidad,  ha  fijado 
definitivamente  la  doctrina  sobre  este  punto. 

12.-^an  Ambrosio,  nacido  en  340  en  la  Galia  meridio- 
nal, era  miembro  de  una  familia  ilustre;  i  en  su  juventud  se 
distinguió  en  el  foro  i  en  el  desempeño  de  altos  puestos. 
Elevado,  sin  pretenderlo;  a  la  dignidad  de  arzobispo  de 
Milán,  ejerció  este  cargo  con  valor  i  con  celo  ejemplares.  Se 


154  NOCIONR8  DE  HISTORLA    LITBRA&IA 


ha  hecho  famosa  su  enerjía  por  hal>er  rechazado  de  la  cate- 
dral de  Milán  al  emperador  Teodosio,  que  quería  penetrar 
en  el  templo  sin  haber  hecho  antes  penitencia  por  las  ma- 
tanzas de  Tesalónica,  como  lo  exijia  San  Ambrosio.  Las 
numerosas  obras  de  este  santo  se  distinguen  por  la  firmeza 
de  sus  convicciones  i  por  la  suavidad  i  ternura  de  sus  senti- 
mientos; pero  están  también  afeadas  por  los  defectos  inhe- 
rentes al  mal  gusto  de  la  época.  Su  tratado  de  Los  deberes 
es  un  libro  de  moral  en  que  San  Ambrosio  ha  tomado  lo 
que  hai  de  mejor  en  el  libro  de  Cicerón  sobre  el  mismo  asun- 
to, pero  al  cual  ha  añadido  las  luces  nuevas  propagadas 
por  el  cristianismo. 

13. — San  Jerónimo,  nacido. en  Dalmacia  por  los  años  de 
331,  murió  en  Belén  el  año  420  de  Jesucristo.  Su  vida  es 
utío  de  los  mas  curiosos  episodios  del  cristianismo.  Dotado 
de  una  imajinacion  vigorosa  i  ardiente,  nutrido  a  la  vez 
con  la  ciencia  de  las  Jetras  profanas  i  con  la  de  las  Santas 
Escrituras,  San  Jerónimo  es  el  mas  orijinal  de  los  escritores 
católicos.  Sus  espresiones  son  varoniles;  i  aunque  es  poco 
igual  i  perfecto  en  su  estilo,  es  mucho  mas  elocuente  que 
otros  escritores  que  se  han  hecho  notar  por  su  esmero.  Las 
querellas  relijiosas  en  que  intervino  como  lidiador,  las  pa- 
siones mundanas  que  perturbaron  su  espíritu,  su  austeridad 
en  el  desierto  sus  lejanas  correrías,  la  ajitacion  de  las  ciu- 
dades i  la  calma  de  la  soledad,  todo  contríbuyó  a  robuste- 
cer i  a  exaltar  su  imajinacion,  así  como  sus  luchas  interio- 
res acabaron  por  imprimir  mayor  fuerza  a  su  injenio.  Po- 
cos escrítores  han  llevado  mas  lejos  el  don  de  cautivar  los 
espírítus  con  la  palabra.  Sus  obras  no  ofrecen  un  sólo  tro- 
zo que  no  pertenezca  por  el  vigor  persuasivo  al  jénero  ora- 
torío;  pero  en  sus  cartas  es  donde  brílla  mejor  su  elocuen- 
cia, porque  ha  derramado  en  ellas  toda  la  st^nsibilidad  de 
su  alma,  los  tesoros  de  su  erudición  i  de  su  entusiasmo  re- 
lijioso. 

14.— Llegamos  por  fin  al  hombre  mas  admirable  déla 
iglesia  latina.  Colocado  en  otro  siglo,  San  Agustin  habría 
sido  incomparable  por  la  estension  i  la  facilidad  de  su  inje- 


LOS    PADRES  DE   LA    IGLESIA  156 


nio.  Metafísica,  historia,  antigüedades,  ciencias,  costum- 
bres, artes,  todo  lo  abarcó.  Escribió  sobre  la  miisica  con  la 
misma  facilidad  que  sobre  el  libre  albedrío:  esplica  los  fenó- 
menos de  la  memoria  con  la  misma  firmeza  de  criterio  con 
que  razona  sobre  la  decadencia  romana.  Su  elocuencia,  aun- 
que empañada  a  veces  por  la  afectación  i  los  barbarismos 
de  una  época  de  decadencia,  es  a  menudo  sencilla  i  familiar, 
como  que  estaba  destinada  de  ordinario  a  los  habitantes 
incultos  i  casi  bárbaros  de  la  Mauritania.  Sus  obras,  in- 
menso depósito  de  ciencia  teolójica,  son  la  imájen  mas  viva 
de  la  sociedad  cristiana  de  fines  del  siglo  IV. 

San  Ambrosio  conquistó  para  la  iglesia  a  este  aguerrido 
i  formidable  campeón,  San  Agustin,  en  efecto,  fué  pagano 
de  oríjen.  Nació  en  Tagasto,  en  África,  en  354,  estudió  las 
letras  profanas  i  obtuvo  la  cátedra  de  elocuencia  en  Milán. 
Allí  se  convirtió  al  cristianismo  i  volvió  al  África,  en  donde 
fné  proclamado  obispo  de  Hipona.  En  este  puesto  se  dis- 
tinguió tanto  por  su  virtud  como  por  sus  talentos;  i  murió 
allí  (4?30)  durante  el  sitio  de  la  ciudad  puesto  por  los  ván- 
dalos. Las  obras  mas  célebres  de  este  santo  son  la  dudad 
de  Dios  i  \sis  Confesiones.  Sus  tratados  contra  los  herejes, 
sus  sermones,  sus  homilías  i  sus  obras  filosóficas  son  por 
su  número  i  por  su  mérito  un  testimonio  de  la  fecundidad  i 
de  la  pujanza  de  su  injenio.  Para  templar  la  admiración 
que  inspira  el  jenio  de  San  Agustin,  es  menester  añadir  que 
su  doctrina  sobre  la  gracia,  que  pone  en  peligro  el  libre  al- 
bedrío, ha  ocasionado  debates  que  han  ajitado  con  frecuen- 
cia la  iglesia. 

Después  de  estos  grandes  oradores,  es  menester  todavía 
citar  a  los  papas  San  León  i  San  Gregorio  Magno,  que  flo- 
recieron en  el  siglo  V,  i  que  dejaron  obras  notables  a  pesar 
de  haber  vivido  en  una  época  poco  favorable  para  las  le- 
tras. Con  ellos  se  estinguieron  en  el  occidente,  i  durante 
algunos  siglos,  los  últimos  restos  de  la  elocuencia  sagrada. 


PARTE  SEGUNDA. 

EDAD    MEDIA. 


CAPITULO  PRIMERO 


Gn^ntfe»  4iviMo»ir«  de  ln  literatura  de  la  Edad 

media. 

1.  Importancia  literaria  de  la  edad  media.— 2.  Clasifícacion  jene- 
ral  de  la  literatura  durante  este  período:  literatura  oriental; 
bizantina;  latina;  vulgar  o  literatura  de  las  lenguas  modernas. 

1.  '*Se  cuentan  en  la  historia  mas  de  diez  sigloB  durante 
!o8  cuales,  según  se  cree  jeneralmente,  el  espíritu  humano 
ha  retrogradado.  Una  porción  tan  considerable  de  los  tiem- 
pos que  nos  son  conocidos,  durante  la  cual  la  grande  obra 
de  la  perfectibilidad  hubiese  retrocedido,  seria  sin  duda 
una  fuerte  objeción  contra  el  sistema  de  progresión  en  las 
luces;  pero  esta  objeción,  que  si  fuese  fundada  seria  abru- 
madora, la  refuto  de  una  manera  sencilla.  No  pienso  que  la 
especie  humana  ha  retrogrado  en  esta  época:  creo,  por  eL 
contrario,  que  en  el  trascurso  de  estos  diez  siglos  se  han 
dado  pasos  inmensos. 


I 


15S  XOCKíXBS   DE    HISTORIA    LITERARIA 

''Me  parece  que  cuando  se  estudia  la  historia  se  adquie- 
re la  convicción  de  que  todos  los  acontecimientos  principa- 
les tienden  al  mismo  objeto,  la  civilización  universal.  Se  ve 
que  en  cada  siglo  nuevos  pueblos  han  sido  admitidos  al 
goce  de  los  beneficios  inherentes  al  orden  social;  i  que  la 
guerra,  a  pesar  de  todos  sus  desastres,  ha  estendido  con 
frecuencia  el  imperio  de  las  luces.  Los  romanos  civilizaron 
el  mundo  que  habian  sometido.  Un  pueblo  guerrero  reunió 
así  bajo  las  mismas  leyes  una  parte  del  mundo  para  civili- 
zarla conquistándola.  Las  naciones  del  norte  haciendo  de- 
saparecer durante  algún  tiempo  las  letras  i  las  artes  que 
reinaban  en  el  sur,  adquiriendo,  sin  embargo,  algunos  de 
los  conocimientos  que  poseian  los  vencidos;  i  los  habitan- 
tes de  mas  déla  mitad  de  la  Europa,  estraños  hasta  enton- 
ces a  la  sociedad  civilizada,  participaron  sus  ventajas. 

**La  invasión  de  los  bárbaros  fué  sin  duda  una  gran  des- 
gracia para  las  naciones  contemporáneas  de  esta  revolu- 
ción, pero  las  luces  se  propagaron  por  este  mismo  aconte- 
cimiento. Los  enervados  habitantes  del  sur,  mezclándose 
con  los  hombres  del  norte,  tomaron  de  ellos  una  especie  de 
enerjía  i  cierta  flexibilidad,  que  debian  servir  para  comple- 
tar las  facultades  intelectuales."  (Madame  de  Staél.  De 
la  Uttérature,) 

Se  ha  dicho  jeneralmente  que  la  edad  media  era  un  pa- 
réntesis, un  desierto  si  se  quiere,  colocado  entre  la  civiliza- 
ción antigua  i  la  civilización  moderna,  se  ha  creído  apo- 
yar esta  opinión  con  la  pobreza,  mui  exajerada,  de  la  lite- 
ratura de  los  tiempos  medios.  Sin  embargo,  seria  mui  di- 
fícil probar  que  durante  ese  período  se  haya  dejado  estin- 
guir  una  sola  chispa  de  la  ciencia  i  de  la  literatura  de  los 
tiempos  antiguos;  i  seria  mui  fácil  manifestar  que  bajo  mu- 
chas fases  la  literatura  i  las  ciencias  hicieron  grandes  pro- 
gresos en  esos  siglos  que  se  llamaban  Ijárbaros^  Las  letras, 
es  verdad,  perdieron  la  corrección  antigua,  i  no  alcanza* 
ron  al  razonamiento  que  constituye  el  mérito  de  las  litera- 
turas modernas:  pero  hicieron  ostentación  de  una  imajina- 
cion  poderosa,  formaron  la  transición  de  dos  épocas  mui 


LITERATURA    DK    T.A*   KDAD    MMDTA  159 

. . • 

diversas,  i  prepararon  el  gran  movimiento  revolucionario 
que  se  realizó  en  los  siglos  posteriores. 

2.— Estas  reflexiones  son  verdaderas  históricamente;  pero 
lajencracion  de  entonces  debió  llevar  una  existencia  mi- 
serable. El  imperio  se  encontró  rodeado  de  una  aterradora 
red  de  bárbaros.  En  el  Rhin,  en  el  Danubio,  en  África  i  en 
Asia,  las  irrupciones  repentinas  se  sucedían  a  cada  instan- 
te. Agregúense  a  esto  la  desorganización  interior,  la  co- 
rrupción jeneral,  los  goces  enervantes  del  lujo,  i  se  verá  que 
aquella  era  una  época  de  muerte  para  la  literatura.  La 
Italia  pasó  a  ocupar  un  rol  de  segundo  orden,  mientras 
que  en  Constantinopla  la  lengua  griega  se  perpetuaba  con 
una  literatura  mucho  menos  brillante  que  la  del  siglo  de 
Pendes,  pero  bastante  rica  todavía,  sobre  todo  en  traba- 
jos de  erudición  i  jurisprudencia.  Esta  literatura  es  deno- 
minada bizantina,  el  nombre  antiguo  de  la  capital  del  im- 
perio, Bizancio. 

El  occidente  de  la  Europa  estuvo  por  algunos  siglos  su- 
mido en  una  especie  de  postración  literaria  e  intelectual 
causada  por  la  decadencia  de  la  literatura  latina  i  por  el 
dcsquiciamento  social  producido  por  las  invasiones  de  los 
bárbaros  i  por  el  establecimiento  de  un  nuevo  orden  de  co- 
sas. El  arte  conservó,  sin  embargo,  todas  sus  ramas,  poe- 
sía, filosofía,  historia;  pero  en  su  admiración  por  los  inje- 
nios  de  la  decadencia  romana,  casi  todos  los  escritores  la- 
tinos de  la  edad  media  buscaron  los  modelos  secundarios,  i 
equivocaron  su  camino  creando  una  literatura  bastarda, 
pálida  i  enfermiza.  Por  fin,  nacieron  las  lenguas  modernas, 
es  decir,  el  latin  se  corrompió  con  el  contacto  de  las  lenguas 
bárbaras  del  norte,  i  entonces  nacieron  nuevas  literaturas, 
derivaciones  en  gran  parte  de  las  literaturas  de  la  antigüe- 
dad, aunque  modificadas  en  su  forma  i  en  su  fondo,  como 
que  también  era  el  fruto  i  el  reflejo  de  una  civilización  mui 
diferente.  Eljenio  moderno  comenzaba  a  manifestarse  en 
todo  su  esplendor. 

Pero  al  mismo  tiempo  que  se  desarrollaban  estas  dos  li- 
teraturas diversas  en  el  occidente,  es  decir,  la  latina  que 


160  NOCIONB8    DK   >il8Tü|tIA    LITBRAIIIA 

vivía  de  los  recuerdos  clásicos  de  la  antigüedad,  i  la  vulgar, 
hija  de  los  nuevos  idiomas,  i  al  mismo  tiempo  que  Constan- 
tinopla  era  el  centro  de  una  literatura  griega,  producto  de 
las  tradiciones  helénicas  i  de  la  civilización  cristiana,  se  de- 
sarrollaban otra  civilización  i  otra  literatura  en  el  oriente, 
de  que  fueron  creadores  los  árabes,  cuyas  conquistas  i  cu- 
yas influencias  se  hicieron  sentir  durante  muchos  años  en 
Europa. 

Según  esto,  la  literatura  de  la  edad  media  debe  ser  clasi- 
ficada en  tres  grupos  distintos:  1"  literatura  oriental  o  ará- 
biga; 2*  literatura  bizantina,  o  griega  moderna;  i  3^  litera- 
tura neo-latina  u  occidental.  Esta  última  debe  a  su  vez  di- 
vidirse en  otros  dos  grupos:  I*'  literatura  latina  propia^ 
mente  dicha;  i  2^  literatura  vulgar,  es  decir,  escrita  en  los 
idiomas  modernos,  derivados  muchos  de  ellos  del  latín,  o 
nacidos  de  las  relaciones  entre  conquistados  i  conquistado^ 
res  después  de  las  invasiones  que  destruyeron  el  imperio  ro- 
mano. 


CAPITULO  II. 
£i  itera  tur  as  orientales. 


El  Coran;  su  importancia  literaria.— 2.  Civilización  de  los  ára- 
bes; su  influencia  en  Occidente. — 3.  Literatura  arábiga;  la  his- 
toria i  la  jeografia. — 4?.  La  poesía.- -5.  Las  mil  i  una  noches.— 
6.  El  apólog^o;  Lockman. — 7.  Literatura  persa;  Ferduci  i  Sadi. 
—8.  Calila  i  Dimna, 


1.— Como  hemos  visto  en  otra  parte,  (Part.  I,  cap.  I), 
mucho  tiempo  antes  de  Mahoma  la  Arabia  tenia  un  lengua- 
je formado,  i  había  producido  poetas  de  alguna  distinción; 
pero  el  verdadero  desarrollo  de  su  jenio  literario  data  de  la 
reforma  predicada  por  el  profeta.  El  Coran,  cuya  perfec- 
ción literaria  fué  aducida  por  el  mismo  Mahoma  como  una 
prueba  de  que  era  una  obra  divina,  llegó  a  ser  el  estandar- 
te de  la  elocuencia  arábiga  i  el  modelo  de  las  futuras  com- 
posiciones. 

El  Coran  (Al-Coran,  que  en  árabe  significa  la  lectura)  es 

el  libro  sagrado  de  los  musulmanes,  i  fué  compuesto  por 

Mahoma.  Decía  éste  que  lo  habia  recibido  Üe  boca  del  án- 

jel  Gabriel  por  versitos  o  fragmentos  que  los  compañeros 

del  profeta  escribian  bajo  su  dictado  en  hojas  de  palma. 

Código  rclijioso,  moral,  civil,  criminal,  político  i  militar,  el 

Coran  es  para  los  musulmanes  la  fuente  de  toda  lei  i  de 

toda  ciencia.  Los  preceptos  morales,  muchas  de  sus  pres- 

TOMO   IV  11 


162  NOCIONES   DE   HIStÓRIA    LITERARIA 

cripcíones  i  de  los  hechos  referidos  en  él,  sontomadosde  las 
libros  sagrados  de  los  cristianos;  pero  todo  esto  está  mez^ 
ciado  con  las  tradiciones  arábigas  i  con  descripciones  ani- 
madas, pero  perdidas  en  medio  de  repeticiones  fastidiosas. 
Como  obra  literaria,  el  Coran  es  un  libro  sin  orden,  sin  uni- 
dad i  contradictorio  en  muchos  de  sus  capítulos.  El  estilo, 
que  es  árabe  puro,  es  mui  conciso,  i  a  veces  oscuro  a  causa 
de  las  elipsis  i  de  los  equívocos.  Los  mismos  árabes,  para 
comprender  su  sentido,  están  obligados  a  recurrir  a  los  nu. 
mcrosos  comentarios  que  se  han  hecho. 

Ese  libro,  fundamento  de  las  creencias  i  de  la  organiza- 
ción política  de  los  árabes,  es  también  la  primera  base  de 
su  literatura.  Mahoma,  en  efecto,  fijó  la  lengua  de  su  pa- 
tria, que  ya  habian  perfeccionado  los  poetas,  i  que  se  apre- 
suraron a  adoptar  los  pueblos  sometidos  al  yugo  del  isla- 
mismo. El  Coran  sirvió  de  modelo  para  las  reglas  de  la 
gramática  i  del  estilo.  Como  estaba  escrito  sin  vocales,  pe- 
dia ser  leido  i  esplicado  de  diferentes  maneras.  En  el  siglo 
VII  de  la  era  cristiana  se  estableció  la  vocalización  del  libro 
sagrado,  i  se  abrió  un  vasto  campo  a  las  esplicaciones  gra- 
maticales i  literarias.  El  arte  de  leer  i  de  interpretar  el  Co- 
ran dio  lugar  a  una  infinidad  de  escritos  de  toda  especie. 
Cuando  los  sectarios  de  Mahoma  emprendieron  la  conquista 
de  remotos  paises,  lejos  de  corromperse  por  el  contacto  de 
otros  idiomas,  el  árabe  se  enriqueció  con  una  multitud  de 
espresiones  nuevas,  se  desarrolló  i  llegó  a  ser  la  lengua  sa- 
bia del  oriente.  La  literatura  persa  no  fué  mas  que  una  di- 
visión de  la  literatura  árabe.  Pero  lo  que  hai  de  mas  curio- 
so i  mas  notable  es  que,  en  medio  de  los  numerosos  dialec- 
tos que  hablan  las  naciones  musulmanas  i  que  ofrecen  dife- 
rencias tan  radicales,  el  Coran  es  comprendido  por  todas,  i 
mantiene  en  medio  de  estas  poblaciones  tan  opuestns  por 
sus  costumbres  i  por  sus  usos,  una  especie  de  unidad  de  len- 
guaje i  de  sentimientos. 

2. — La  predicación  del  islamismo,  llevada  a  cabo  por  me- 
dio de  conquistas  militares  i  de  sangrientas  ajitaciones,  no 
fué  inmediatamente  favorable  al   cultivo   de  las  letras.  La 


LITERATURAS  ORIENTALES  163 

poesía  pareció  estinguirse.  Sin  embargo,  los  árabes,  ni  aun 
durante  el  fanatismo  de  esas  primeras  conquistas,  han  me- 
recido los  reproches  con  que  han  sido  condenados.  Se  les  ha 
hecho  responsables  de  la  pérdida  de  muchas  de  las  obras  de 
la  antigüedad,  refiriendo  que  incendiaron  la  famosa  biblio- 
teca de  Alejandría.  La  crítica  moderna  casi  ha  desmentido 
este  hecho.  Se  ha  demostrado  que  aquel  rico  depósito  de 
la  ciencia  i  de  la  literatura  antiguas  habia  sufrido  gran- 
des pérdidas  bajo  el  gobierno  de  los  emperadores  roma- 
nos; i  que  cuando  los  árabes  invadieron  el  Ejipto,  debia 
encontrarse  sumamente  reducida.  De  todos  modos,  si  el  fa- 
natismo relijioso  de  los  sectarios  de  Mahoma  pudo  hacerse 
culpable  de  ese  atentado  literario  destruyendo  los  últimos 
restos  de  la  célebre  biblioteca,  se  sabe  que  ese  espíritu  de 
vandalismo  no  se  conservó   por  largo   tiempo.  Bajo  el  rei- 
nado de  los  califas  Abasidas,  las  letras  comenzaron  a  pros- 
perar de  nuevo,  i  las  luces  de  la  ciencia  árabe  contribuye- 
ron a  alumbrar  a  la  Europa  en  una  época  en  que  la  mayor 
parte  del   Occidente  estaba  sumido  en   una  barbarie  casi 
completa. 

El  califa  Haroun-al-Raschidconvocólos  sabios  de  todos 
los  paises  a  su  corte  de  Bagdad,  premió  sus  trabajos  i  man- 
dó traducir  los  mas  afamados  aurores  griegos,  Aristóteles, 
Hipócrates,  Euclídes,  etc.,  (fines  del  siglo  VII  de  la  era  cris- 
tiana). Su  hijo  Almamoud,  después  de  una  guerra  contra 
los  emperadores  de  Constantinopla,hizola  paz  a  condición 
deque  sus  enemigos  le  cediesen  algunos  millares  de  libros  i 
permitiesen  ir  a  Bagdad  al  filósofo  León.  Fundó  escuelas, 
estableció  bibliotecas  i  mandó  ejecutar  grandes  trabajos  de 
un  carácter  puramente  científico. 

Bajo  los  Omniades,  las  letras  i  las  ciencias  no  fueron 
protejidas  con  menor  empeño.  La  ciudad  de  Córdoba  en 
España,  llegó  a  ser  en  el  Occidente  lo  que  Bagdad  era  en  el 
Oriente, un  ceVitro  científico  al  cual  concurrían  en  el  siglo  X 
l(is  sabios  de  todas  las  naciones  cristianas  a  estudiar  las 
matemáticas  i  la  medicina.  La  España  arábiga  contó  ade- 
mas catorce  universidades,  cinco  biblioteciis  i  muchos  colé- 


164  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 

jios  i  escuelas.  Se  atribuye  a  los  árabes  la  invención  de  los 
números  empleados  en  los  tiempos  modernos,  i  que  simpli- 
fica tanto  las  operaciones  aritméticas;  pero  se  cree  con  mu- 
cho  fundamento  que  este  sistema  de  numeración  fue  conoci- 
do en  los  últimos  años  del  imperio  romano.  Atribuyeseles 
igualmente  la  invención  del  áljebra,  que  talvez  aprendieron 
de  los  filósofos  griegos  de  la  escuela  de  Alejandría.  Cultiva- 
ron la  astronomía  i  la  jeodesia,  i  construyeron  mapas  de 
los  países  coaquistados.  Cultivando  la  alquimia,  fundaron 
la  química;  i  si  su  relijion  no  les  permitió  disecar  los  cadá- 
veres i  estudiar  la  anatomía,  hicieron  admirables  progresos 
en  la  terapéutica  i  en  la  botánica.  Se  les  niega  la  invención 
de  la  brújula,  del  papel  i  de  la  pólvora  que,  según  se  cree, 

ueron  inventos  tomados  por  los  árabes  de  los  chinos;  pero 
parece  fuera  de  duda  que  ellos  contribuyeron  a  hacerlos  co- 
nocer en  Europa  i  a  jeneralizar  su  uso.  Los  árabes  hicieron 
mas  que  esto  todavía;  comunicaron  a  los  europeos  las  obras 
de  algunos  de  los  sabios  de  la  antigüedad,  que,  como  las  de 

Aristóteles,  eran  imperfectamente  conocidas  en  el  Occi- 
dente. 

Esta  simple  enumeración  hará  conocer  la  influencia  que 
los  árabes  ejercieron  sobre  las  ciencias  i  la  industria  en  Eu- 
ropa. Su  literatura  tuvo  sin  duda  menos  importancia,  pero 
no  por  esto  dejó  de  hacerse  sentir  su  acción  sobre  las  leerás 
europeas. 

3. — El  movimiento  literario  no  fué  universal  entre  los  ára- 
bes, o  mas  bien  dicho,  no  abrazó  todos  los  ramos  de  la  lite- 
ratura. La  política  i  la  elocuencia  les  fueron  desconocidas: 
desde  las  predicaciones  de  Mahoma,  el  despotismo  oriental 
no  permitía  ajitar  de  viva  voz  o  por  escrito  las  grandes 
cuestiones  que  se  refieren  a  la  existencia  >ocial  i  política  de 
los  pueblos.  Rara  vez  hicieron  remontar  la  historia  mas  allá 
de  la  éjira,  porque  la  vida  política  de  los  árabes  databa 
solo  de  allí  i  porque  ellos  desdeñaban  todos  los  sucesos  an* 
teriores.  Aunque  hicieron  grandes  progresos  en  casi  todos 
los  jéneros  de  poesía,  no  cultivaron  el  drama.  La  filosofía, 
estudiada  en  Aristóteles,  se  redujo   a  algunas  argumenta- 


LITERATURAS  ORIENTALES  165 


Clones  escolásticas;  i  la  jurisprudencia,  así  como  la  metafí- 
sica, se  resumieron  en  el  Coran, 

Los  árabes  han  cultivado  la   historia  con  particular  ar- 
dor.  Las  obras  de  este  jéne^o  que  posee  su  literatura,  aun 
haciendo  abstracción   de  las  muchas  que  se  han  perdido, 
bastarian  para  formar  una  biblioteca.  En  jcneral,  los  his" 
toriadores  árabes  no  se  distinguen  por  el  talento  descrip" 
tivo:  son  ordinariamente  secos  i  áridos,  enuncian  los  nom. 
bres  propios  i  las  fech  as,   esponen  los  hechos  sin  método,  i 
entrelazan  fragmentos,  mas  o  menos  largos  de  poesías,  que 
con  frecuencia  tienen   escasa  relación  con  el  asunto  princj" 
pal,  i  numerosas  anécdotas  de  sospechosa  autenticidad  o 
máximas  triviales.  Sin  embargo,  esas  obras,  que  son  de  ab- 
soluta necesidad  para  conocer  la  historia  del  Oriente,  son 
mai  útiles  para  correjir  algunos  errores  i  llenar  muchos  va- 
cíos en  la  historia  délos   paises  occidentales  que,  como  la 
España,  estuvieron  en  contacto  con  los  árabes. 

Lajeografía  debe  a   los  árabes  grandes  progresos.   Sus 
vastas  conquistas,  el  gusto  que  tenian  por  los  viajes  lejanos 
i  de  aventuras,  el  deber  de  hacer  largas  peregrinaciones,  la 
•    necesidad  de  fundar  sobre  observaciones  astronómicas  la 
orientación  de  las  nuevas  mezquitas  que  elevaban  en  las 
ciudades  conquistadas,  arrojaron  yivas  luces  sobre  el  cono- 
cimieato  de  la  Tierra.  Muchos  escritores  árabes,  entre  los 
cuales  se  distingue  Abulfeda  (1272-1331),  historiador  igual- 
mente célebre,  han  contribuido  poderosamente  al  progreso 
íle  la  jeografía  en  la  edad  media.  Edrisi,  nacido  en  Ceuta  en 
1099,  i  educado  en  Córdoba,  construyó  en  la  corte  de  Ro* 
jcrio  II,  reí  de  Sicilia,   un  globo  jeográfico  en  que  estaban 
indicados  todos  los  paises  entonces  conocidos.   Este  globo 
no  ha  llegado  hasta  nosotros;  pero  sí  un  tratado  descripti- 
vo que  servia  para  su  esplicacion.   La  obra  de  Edrisi,  titu- 
lida  Distracciones  del  hombre  qne  desea  conocer  los  diver- 
sos paises  de]  mando,  contiene  todavía  errores  groseros, 
c  )piados  de  los  jeógrafos  de  la  antigüedad;  pero  en  muchos 
pantos  los  reforma  i  corrije  con  el  ausilio  de  los  itinerarios 
de  los  viajeros  posteriores.  Los  jeógrafos  de  Occidente,  sal- 


166  MOCIONES   DE   HISTORIA   LITERARIA 

vo  variaciones  mui  poco  importantes,  no  hicieron  mas  que 
copiar  a  Edrisi,   hasta  que  los  descubrimientos  de  los  por- 
tugueses en  el  siglo  XV  dieron  otro  rumbo  i  un  desarrollo 
mayor  a  la  jeografía.  Fueron  notables  sobre  todo,  los  pro- 
gresos de  los  árabes  en  jeografía  matemática,  en  que  to- 
mando por  base  los  conocimientos  de  la  escuela  de  Alejan- 
dría,  los  estendieron   i  perfeccionaron.  Dando  una  teoría 
mas  exacta  de  la  marcha  del  Sol,   los  árabes  corrijieron  un 
gran  número  de  faltas  en   las  tablas  de   Ptolemeo,  calcula" 
ron  mas  exactamente  la  oblicuidad  de  la  eclíptica,  la  excen- 
tricidad del  Sol,  su  movimiento  medwi  i  la  precesión  de  los 
.equinoccios;   determinaron  la  diferencia  que  existe  entre  el 
año  solar  i  el  año  sideral;  perfeccionaron  los  antiguos  ins- 
trumentos, e  inventaron  otros  con  cuya  ayuda  midieron  la 
circunferencia  del  globo  terrestre. 

4. — En  la  poesía,  los  árabes  hicieron  mayores  progresos 
que  en  cualquier  otro  ramo  de  la  literatura.  Hemos  habln-  * 
do  ya  de  los  cantos  anteriores  a  la  predicación  de  Mahoma  ^ 
pero  ese  carácter  primitivo  comenzó  a  perderse  poco  a 
poco,  i  la  poesía  arábiga  se  atavió  de  elegancia  i  se  hizo 
filosófica  i  sentenciosa.  No  hai  pueblo  que  haya  producido 
tan  gran  núnero  de  poetas  como  los  árabes,  nijénerode 
poesía  que  no  haya  sido  cultivado  porellos,  a  escepcion  del 
drama.  Aun  después  de  consumada  la  reforma  i  de  estable- 
cido el  islamismo,  el  talento  poético  fué  entre  los  árabes 
un  verdadero  poder.  El  poeta  reinaba  por  la  fuerza  del  jé- 
nio  como  los  califas  reinaban  por  el  derecho  divino.  Busca  - 
d(í  con  frecuencia  como  arbitro,  daba  su  fallo  en  las  dificul- 
tades que  se  suscitaban  en  las  familias.  En  una  nación  tan 
ávida  de  poesía,  cada  cual  se  esforzaba  por  adornar  su  me- 
moria con  piezas  poéticas.  Se  citan  los  nombres  de  muchos 
de  esos  poetas,  como  también  los  de  otros  que  adquirieron 
una  alta  reputación  recopilando  las  antiguas  poesías.  Bu 
todas  esas  obras  abundan  las  sentencias  i  proverbios  mo- 
rales, que  constituyen  entre  los  árabes  uno  de  los  elementos 
mas  sólidos  de  poesía. 

Hai  ademas  en  ella  otro  carácter  jeneral  i  común  a  toda 


LITERATURAS  ORIENTALES  167 

la  poesía  oriental.  **Nosotros,  dice  el  célebre  crítico  francés 
Ginguené,  cuidamos  de  suavizar  las  espresiones  figuradas: 
los  astáticos  se  empeñan  en  darles  mas  audacia  i  mas  teme- 
ridad: nosotros  exijimos  que  las  metáforas  se  insinúen  sin 
esfuerzo:  ellos  desean  que  se  precipiten  con  violencia.  Noso- 
tros queremos  que  no  sólo  tengan  brillo  sino  que  no  sean 
tomadas  de  mui  lejos:  ellos  van  a  tomar  a  cualquier  parte 
las  imájenes  que  amontonan  hasta  el  hastío.  En  ñn,  los 
poetas  europeos  buscan  sobre  todo  la  naturalidad,  el  agra- 
do, la  claridad:  los  poetas  asiáticos  aspiran  a  la  grandiosi- 
dad, al  lujo  i  a  ¡a  exajeracion.  Los  europeos  hallan  las  poe- 
sías orientales  hinchadas,  jigantescas  i  casi  locas,  mientras 
que  los  orientales  hallan  las  poesías  europeas  pálidas,  tími- 
das i  casi  arrastradas." 

Los  árabes  cultivaron  con  preferencia  la  oda,  el  idilio  i 
la  elejía.  No  les  faltaron  los  asuntos  épicos;  pero  no  se  for- 
mó nunca  un  poema  homérico.  Su  sistema  métrico  no  tenia 
una  gran  variedad,  i  aun  fueron  comunes  entre  ellos  las 
composiciones  monorímTcas.  Se  cree,  sin  embargo,  que  los 
españoles  tomaron  de  ellos  algunos  de  los  artificios  rítmi" 
eos  de  la  versificación  castellana. 

Las  alteraciones  sucesivas  del  gusto  poético  entre  los 
árabes  crearon  el  uso  de  una  prosa  rimada.  Sin  embargo, 
algunos  hombres  de  un  gran  talento  crearon  con  el  ausilio 
de  este  estilo  estravagante  obras  verdaderamente  notables. 
Se  recomienda  particularmente  el  Mokamat,  compuesto 
por  Hariri,  célebre  i  fecundo  escritor  del  siglo  XI.  Esa  pa- 
labra significa  sesiones  literarias;  i  en  efecto  la  obra  está 
formada  por  cincuenta  sesiones  que  son  otros  tantos  episo- 
dios de  la  vida  del  héroe  de  este  libro.  AbuZayd,  así  se  lla- 
ma este  personaje,  recorre  todas  las  condiciones  de  la  vida: 
predicador,  hace  verter  lágrimas;  abogado,  burla  al  juez; 
mendigo,  cojo,  ciego,  maestro  de  escuela,  improvisador, 
médico,  siempre  esplota  a  las  jentes.  Por  último,  hallán- 
dose al  fin  de  una  vida  llena  de  aventuras,  se  convierte  sin- 
ceramente i  se  entrega  a  las  prácticas  relijiosas.  La  narra- 
ción es  hecha  alternativamente  en  verso  o  en  prosa  rimada. 


IbS  NOCIONES  DE   HISTORIA   LITERARIA 

Esta  obra,  que  se  conserva  como  uno  de  los  mas  hermosos 
monumentos  de  la  literatura  arábiga,  hizo  olvidar  otras 
novelas  que  habian  gozado  de  una  gran  reputación. 

5. — Pero  la  obra  arábiga  verdaderamente  popular  entre 
las  naciones  occidentales,  es  la  que  lleva  por  titulo  Las  mil 
i  una  noches,  conocida  en  Europa  sólo  desde  principios  del 
siglo  XVIII,  por  la  traducción  que  de  ella  hizo  el  orienta- 
lista francés  Galland.  Según  la  fábula  de  este  libro,  un  so- 
berano esta  dispuesto  a  hacer  morir  a  su  mujer,  la  sultana 
Scheherazade;  pero  ésta,  lo  obliga  a  diferir  la  ejecución  dia 
por  dia,  durante  tres  años,  excitando  su  curiosidad  i  su  in- 
terés por  oir  el  dia  siguiente  la  continuación  o  el  fin  de  una 
historia  que  ella  ha  comenzado.  El  libro  carece  de  filosofía, 
de  un  propósito  verdaderamente  moral:  contiene  muchas 
locuras,  pero  es  fecundo  i  variado,  divierte  e  interesa.  Por 
el  empleo  de  lo  maravilloso,  lisonjea  la  inclinación  que  te- 
nemos a  dejamos  engañar,  i  nos  acerca  a  la  edad  de  las  ilu- 
siones infantiles.  Se  encuentra  en  esta  obra  una  pintura  fiel 
del  carácter  i  de  las  costumbres  de'los  pueblos  orientales:  a 
la  vista  del  lector  se  presentan  los  artificios  de  las  mujeres 
corrompidas  por  la  servidumbre,  las  astucias  de  los  escla- 
vos, etc. 

Se  ha  discutido  mucho  acerca  del  oríjen  probable  de  esa 
obra,  o  a  lo  menos  de  los  cuentos  que  la  forman.  Se  ha  su- 
puesto que  datan  de  una  remota  antigüedad,  i  que  su  pri- 
mera redacción  tuvo  lugar  en  la  India  o  en  la  Persia.  Un 
célebre  orientalista  francés,  Silvestre  de  Sacy,  cree  poder  es- 
tablecer definitivamente  que  este  libro  fué  escrito  en  lengua 
árabe  en  Siria,  a  fines  del  siglo  XIV  o  principios  del  siglo 
XV  de  nuestra  era,  i  que  su  autor  lo  dejó  incompleta,  dando 
lugar  a  que  copistas  posteriores  lo  continuaran  con  otros 
cuentos  de  menor  mérito.  Todo  esto  no  es  mas  que  una  hi- 
pótesis mas  o  menos  probable:  en  definitiva,  la  posteridad 
no  conoce  el  nombre  del  autor  de  Las  mil  i  una  noches;  i 
apenas  se  infiere  el  lugar  i  la  época  en  que  se  escribió  este 
libro  admirable. 


LITHRATURAS  ORJBNTALBS  169 

•?.— La  fábula  o  el  apólogo,  fué  otro  jéoero  literario  mni 
estimado  entre  los  árabes.  Se  aprecian  sobre  todo  las  que 
se  conocen  con  el  nombre  de  Lockman,  personaje  misterioso 
decayavidano  se  tiene  noticias  fidedignas.  Se  sabe  que 
existió  antes  de  Mahoma,  el  cual  dice  en  el  capítulo  XXXI 
del  Coran  que  la  sabiduría  de  Lockman  fué  un  don  de  Dios; 
pero  de  la  semejanza  que  hai  entre  las  tradiciones  referentes 
ala  vida  de  Esopo  i  a  la  del  fabulista  árabe,  i  de  la  igual- 
dad casi  constante  que  existe  entre  los  argumento?  de  los 
apólogos  de  ambos,  se  ha  pretendido  deducir  que  Esopo  i 
Lockman  son  una  misma  persona. 

7.- La  actividad  literaria  que  se  siguió  a  la  predicación 
del  islamismo  no  estuvo  limitada  a  los  árabes.  Otras  nació* 
nes  orientales  produjeron  también  escritores  de  grande  ha- 
bilidad e  importancia.  La  Persia  especialmente  fué  rica  en 
poesía,  en  el  tiempo  en  que  la  literatura  arábiga  comenzaba 
a  decaer.  La  época  de  su  mayor  riqueza  comienza  en  el  si- 
glo X  i  termina  en  el  XIV. 

A  este  período  pertenece  Ferduci   (siglo  XI;  autor  de 
Chab-Namab  o  libro  de  los  reyes,  poema  épico  de  ciento 
▼cinte  mil  versos,  cuya  acción  dura  3700  años,  i  que  tiene 
por  objeto  referir  la  historia  de  los  reyes  de  Persia.  Mas 
que  una  epopeya,  es  una  crónica  poética  enriquecida  con 
numerosos  episodios,  en  que  abundan  las  mas  variadas  in- 
venciones de  la  imajinacion  oriental.  Ferduci  celebra  prin- 
cipalmente la  guerra  de  los  persas  contra  los  tártaros  que, 
atisiliados  por  los  soberanos  de  la  India  i  de  la  China,  i  por 
todos  los  jenios. maléficos  i  los  encantadores  del  Asia,  inva- 
den la  Persia  i  se  establecen  en  ella,  hasta  que  el  heroico 
Rustan,  poniéndose  a  la  cabeza  de  sus  compatriotas,  arro- 
ja a  los  invasores,  i  íos  obliga  a  volver  a  sus  desiertos.  Este 
poema,  que  algunos  han  comparado  a  la  ///ada  de  Homero, 
tiene  hermosas  descripciones,  i  animadas  narraciones  de 
combates,  pero  sus  caracteres  son  poco  variados,  el  plan 
desordenado  i  sus  ideas  exajeradas  i  jigantescas. 

Otro  poeta  persa  de  gran   reputación  es  Sadi,  que  vivia 


170  NOCIONES    DB    HISTORIA    LITERARIA 


eñ  el  siglo  XIII,  >que  después  de  haberse  educado  en  Bag- 
dad, llevó  una  vida  de  aventuras.  Algunas  de  sus  obras  es- 
tán escritas  en  verso,  otras  en  prosa,  i  otras,  por  fin,  alter- 
nativamente en  prosa  i  verso.  De  este  número  es  Gulistan 
o  el  jardín  de  rosas,  colección  interesante  de  preceptos  polí- 
ticos i  morales,  de  sentencias  filosóficas  i  epigramáticas,  de 
anécdotas  i  rasgos  históricos.  Las  otras  obras  de  este  poe- 
ta son  mui  inferiores  a  la  que  dejamos  citada;  pero  en  todas 
ellas  domina  cierta  sencillez  de  estilo  i  cierta  naturalidad 
que  es  raro  hallar  en  los  otros  poetas  persas. 

En  el  siglo  siguiente  floreció  Hastíz,  que  goza  de  la  repu- 
tación del  primer  poeta  lírico  del  Asia.  En  sus  odas,  en  que 
canta  el  amor,  el  vino,  los  placeres,  se  muestra  tierno  i  sen- 
sible, i  a  veces licehcioso.  De  ordinario  envuelve  pensamien- 
tos profundos  c(m  espresiones  misteriosas. 

8  —  Los  persas  forman  el  único  pueblo  mahometano  que 
haya  cultivado  la  poesía  dramática.  Las  piezas  de  su  tea- 
tro tienen  cierta  analojía  con  los  dramas  relijiosos  de  las 
naciones  europeas  en  la  edad  media.  Abundan  también  en 
aquella  literatura  las  novelas,  cuentos  i  apólogos.  Los  per- 
sas imitaron  o  tradujeron  las  fábulas  indianas  de  Pilpai, 
de  tal  manera  que  a  ellos  ha  debido  en  gran  parte  el  Occi- 
dente el  conocimiento  de  aquellas  obras.  Con  el  nombre  de 
Calila  i  Dhnna  se  conoce  una  colección  de  apólogos  en  pro- 
sa, traducida  del  sánscrito  al  idioma  persa,  e  importada 
por  los  árabes  a  los  pueblos  de  Occidente.  Dos  animales, 
especie  de  chacales,  que  son  los  héroes  de  la  obra,  i  que  tie- 
nen los  nombres  que  le  sirven  de  título,  conversan  en  ella 
sobre  diversos  asuntos  i  se  cuentan  numerosos  apólogos  e 
historietas  en  que  la  crítica  moderna  cree  reconocer  la  re- 
producción de  las  fábulas  atribuiílas  a  Pilpai.  Este  libro 
tuvo  gran  reputación  en  Europa  durante  la  edad  media: 
sólo  en  España  se  hicieron  dos  traducciones  castellanas  an- 
tes del  siglo  XV. 

La  literatura  persa  es  mui  rica  en  obras  históricas.  Mu- 
chas de  ellas  han  sido  traducidas  a  las  lenguas  de  la  Euro- 


LITERATURAS    ORIRNTALBS  171 

pa  moderna,  i  particularmente  al  ingles  i  al  francés,  i  han 
prestado  útiles  servicios  para  el  conocimiento  de  la  histo- 
ria del  Oriente:  pero  hasta  ahora  se  las  conoce  superficial- 
mente. 


CAPITULO  III 
liiterNturi»  bi#.i»iitinii. 


1.   Carácter  jeneral  de  la  historia  i  de  la  literatura  bizantinas. — 
2.   Poesía;  epigramas.— 3.  Diversos  poemas;  Museo  i  Nonno. — 

4.  Imitadores  de  Homero;  Quinto  de  Smima  i  Trifiodoro.^ 

5.  La  novela;  Eliodoro  i  Aquiles  Tacio.— 6.  Longo.  —7.  La 
historia;  Zózimo  i  Procopio. — 8.  Los  jeógrafos;  Cosmasjndi- 
copleustes.— 9.  Decadencia  de  la  literatura  bizantina.*— 10.  Re- 
nacimiento en  el  siglo  IX;  Focio.— 11.  Vicisitudes  posteriores 
de  las  letras  griegas.  -12.  Últimos  historiadores;  Ana  Com- 
neno 13.  Influencia  de  la  civilización  bizantina  en  Occidente. 


1.— La  historia  política  del  imperio  de  Oriente  ofrece  en 
jeneral  un  escaso  ínteres,  i  de  ordinario  ha  sido  mirada  has. 
ta  con  cierta  indiferencia.  Fundado  en  395,  a  consecuencia 
de  la  muerte  de  Teodosio  el  grande  i  de  la  división  del  im- 
perio romano  entre  sus  dos  hijos,  se  sostuvo  en  pié  durante 
mas  de  mil  años  en  medio  de  calamidades  espantosas  que 
habrian  bastado  por  si  solas  para  destruirlo,  i  a  pesar  de 
los  diluvios  de  bárbaros  que  lo  acometieron  durante  todo 
el  curso  de  la  edad  media,  i  que  destruyeron  hasta  sus  ci- 
mientos el  imperio  de  Occidente.  **La  situación  inatacable 
de  la  capital,  cuya  suerte  decide  ordinariamente  de  todo, 
bajo  gobiernos  semejantes,  i  el  despotismo,  que  es  con  fre- 
cuencia el  último  apoyo  de  las  naciones  en  su  decadencia, 


174  NOCIONES  DE   HISTORIA    LITERARIA 


pueden  hasta  cierto  punto  esplicar  un  fenómeno  que  no  tie- 
ne semejante  en  la  historia  del  mundo*'  (Heerbn). 

El  imperio  de  Oriente,  conocido  también  con  el  nombre  de 
Bajo  Imperio,  era  un  despotismo  de  forma  regular,  que  en 
medio  de  frecuentes  revoluciones  conservaba  inalterable  su 
jenio  i  su  enervante  influencia  sobre  las  costumbres  i  sobre 
la  literatura.  Esasrevoluciorues  eran  tramadas  en  el  palacio 
mismo  de  los  emperadores  por  mujeres  ambiciosas  i  disolu- 
tas, que  inmolaban  a  sus  esposos  para  reinar  a  nombre  de 
sus  hijos  i  a  sus  hijos  para  coronar  a  sus  amantes;  por  hijos 
desnaturalizados  impacientes  por  subir  al  trono;  o  por  mi- 
nistros desleales  que,  viendo  vacilar  la  corona  sobre  la  frente 
de  sus  amos,  osaban  arrebatársela.  Produjéronlds  a  veces 
disenciones  puramente  teolójicas,  el  desafecto  del  clero  i  del 
pueblo  a  príncipes  que  se  arrogaban  el  derecho  de  interpre- 
tar el  dogma;  o  la  ambición  de  un  jeneral  victorioso  que  se 
aprovechaba  de  la  adhesión  de  su  «ejército  para  usurpar  el 
trono.  Pero  de  todos  modos  el  cetro  pasaba  de  una  mano 
a  otra  sin  que  la  organización  del  Estado  se  alterase:  el 
príncipe  destronado,  sus  hijos,  sus  fieles  partidarios  eran 
privados  de  la  vista,  aprisionados  en  monasterios  o  entre- 
gados al  suplicio;  i  al  cabo  de  pocos  dias  todo  recobraba 
su  acostumbrada  marcha,  sin  quejarnas  ocurriera  al  pue- 
blo el  pensamiento  de  valerse  de  las  circunstancias  para  re- 
cabar de  sus  tiranos  una  concesión  que  alijerase  el  yugo  o 
mitigase  su  miseria  (Bello,  estractando  a  Shoell),  El  nom- 
bre de  griego  del  Bajo  Imperio  sirve  todavía  en  las  lenguas 
modernas  para  espresar  un  pueblo  enervado  por  la  corrup- 
ción jeneral,  indiferente  a  la  prosperidad  pública,  al  despo- 
tismo o  a  la  libertad. 

La  influencia  de  este  orden  de  cosas  no  podia  dejar  de 
ser  fatal  a  las  ciencias  i  a  la  literatura.  En  efecto,  ese  pe- 
ríodo de  cerca  de  1100  años  no  es  mas  que  una  agonía  pro- 
longada del  jenio  literario  de  la  antigua  Grecia  Por  monó- 
tona (jue  sea  la  historia  civil  de  ese  período,  su  historia  li- 
teraria ofrece  un  interés  particular.  El  imperio  griego  no  ha 
esperimentado  ninguna  interrupción  entre  el  mundo  anti- 


LITBRATUKA   BIZANTINA  175 


guo  i  el  mod&mo,  es  decir,  no  ha  estado  sometido  al  paso 
de  la  barbarie,  de  nmtiefia.  que  mientras  en.  cL  tíLMáa  &e'  Ta 
Buropa  civilizada,  las  grandes  invasiones destruian  por  to- 
das partes  la  vieja  sociedad  i  la  recomenzaban  con  una  raza 
nueva,  el  imperio  griego  guardó  sus  leyes,  sus  costumbres  i 
la  forma  de  su  soberanía  h  ista  mediados  del  siglo  XV. 

Esa  época  de  la  literatura  griega,  denominada  jeneral- 
mente  período  bizantino^  del  nombre  antiguo  de  la  capital 
del  imperio,  produjo  algunos  cantos  poéticos  inspirados, 
estimables  tentativas  para  poner  en  boga   por  medio  de 
nuevas  epopeyas  las  tradiciones  de  los  tiempos  heroicos, 
historiadores    notables,    compilaciones    bibliográficas    de 
grande  erudición»  i  casi  todas  las  novelas  que  nos  ha  lega- 
do la  antigüedad.  La  lengua  griega,  hablada  en  la  mitad 
del  imperio  romano,  aun  bajo  la  supremacía  política  i  mili- 
tarde  Roma,  sirvió  de  instrumento  a  los  escritores  bizan- 
tinos. 

2.— A  la  época  de  la  fundación  del  imperio  de  Oriente,  la 
poesía  griega  estaba  reducida  casi  esclusivamente  a  epi- 
gramas e  inscripciones.  Conviene  observar  aquí  que  los 
epigramas  de  los  primero  .  días  de  la  literatura  bizantina 
eran  simplemente  elojios  puestos  en  versos  para  ensalzar 
al  emperador,  a  los  príncipes,  a  los  ministros  i  a  los  favo- 
ritos. Al  lado  de  estas  obras  se  compusieron  algunos  poe- 
mas didácticos  i  mitolójicos,  i  diversas  poesías  que  no  ca- 
recen de  cierto  mérito. 

3.— La  poesía  elejíaca,  o  mas  bien  erótica,   hizo  también 
oír  algunos  dulces  i  tiernos  acentos.  Museo  el  gramático, 
de  cuya  vida  no  se  tiene  ninguna  noticia   i  de  quien  se  su- 
pone que  existió  en  el  siglo  V,  cantó  en  un  estilo  armonio- 
so i  puro  los  amores  de  Hero  i  Leandro,  Este  poema,  com- 
puesto de  trescientos  cuarenta   hexámetros,   es  una  de  las 
producciones  mas  graciosas  de  la  musa  griega.  La  ternura 
de  los  dos  amantes,   la  delicadeza  misteriosa  de  sus  amo- 
res, sus  placeres  tan  naturales  i  tan   sencillos,  seguidos   de 
una  catástrofe  pronta,  todo  este  contraste  conmovedor,  i 
sin  embargo  tan  natural,  de  felicidad  i  de   infortunio,  está 


176  NOCIONES  DB   HISTORIA   LITERARIA 

hábilmente  presentado.  Museo  ha  sabido  unir  a  estas  opo- 
siciones morales  las  armonías  i  los  contrastes  de  los  luga- 
res. La  acción  que  se  abre  en  lá  primavera,  bajo  los  mas 
risueños  auspicios,  en  medio  de  la  pompa  i  de  la  alegría  de 
una  iiesta  relijiosa  en  honor  de  Venus  i  de  Adonis,  se  cierra 
a  entradas  de  invierno,  en  la  soledad  i  el  horror  de  una 
tempestad  en  que  perece  uno  de  los  héroes  del  poema.  La 
relación  de  este  fin  tan  triste  es  un  trozo  digno,  por  la  sen- 
cillez del  estilo  i  por  la  verdad  de  los  sentimientos,  de  los 
mejores  siglos  de  la  Grecia. 

Muí  inferior  a  Museo  es  Nonno,  oriundo  de  Panápolis 
en  el  Ejipto,  que  vivia  también  en  el  siglo  V  (nacido  pro- 
bablemente en  410).  Con  el  título  de  Dionisiacas,  compuso 
un  poema  en  cuarenta  i  ocho  cantos  en  honor  de  Baco. 
Nada  es  mas  desigual  que  este  poema:  a  rasgos  de  una  ver- 
dadera inspiración,  se  siguen  trozos  de  una  estéril  abun- 
dancia de  palabras.  El  predominio  del  elemento  descripti- 
vo i  el  abuso  de  la  erudición  mitolójica  hacen  fatigosa  su 
lectura,  en  que  por  otra  parte  se  nota  una  excelente  versi- 
ficación. Se  atribuye  también  a  Nonno  otro  poema  titula- 
do Paráfrasis  del  evanjelio  de  San  Juan. 

4.— Los  recuerdos  de  Troya  i  mas  que  todo,  la  admira- 
ción por  los  poemas  de  Homero,  produjeron  en  el  siglo  VI 
varios  poemas,  de  los  cuales  los  mas  famosos  fueron  los 
de  Quinto  de  Esmirna  i  de  Trifiodoro  de  Ejipto.  Quinto  es 
autor  de  un  poema  en  catorce  cantos  titulado  Paralipóme- 
nes,  o  lo  que  ha  sido  pmitido  por  Homero.  Este  poema, 
que  es  simplemente  una  continuación  de  la  Ilíada\  tiene  el 
defecto  de  todas  las  obras  de  los  poetas  de  Alejandría.  Es 
una  historia  en  verso  mas  bien  que  una  epopeya.  Quinto 
imita  algunas  veces  a  Homero  con  felicidad;  pero  no  sabe 
variar  las  descripciones  de  los  combates  ni  dar  unidad  de 
interés  i  de  acción. 

Trifiodoro  compuso  también  dos  poemas  imitando  a 
Homero.  Su  Odisea  en  veinticuatro  cantos  que  no  ha  lle- 
gado hasta  nosotros,  era  talvez  una  obra  de  paciencia  que 
revelaba  la  corrupción  del  gusto  de  la  época.  Se  dice  que 


LITERATl'RA    BIZANTINA  177 


en  cada  canto  el  poeta  se  abstuvo  de  usar  una  de  las  letras 
del  alfabeto:  otros  dicen  que  en  todo  el  poema  habia  des- 
terrado la  letra  s.  Triüod  >ro  compuso  otro  poeinéi  titula- 
do la  Destrucción  Je  Troya,  crónica  seca,  nial  ligadci  i  fal- 
ta de  vidií,  i  escrita  en  un  ieniJ^uaje  rebuscado  en  que  sólo 
se  encuentra  un  corto  pasaje  de  al^^un  interés.  Inferiores 
todavía  a  éste  son  otros  poetas  que  en  el  mismo  siglo  VI 
cantaron  en  versos  griegos  el  ríipto  de  iílena  i  la  vida  de 
Jesucristo. 

5.— Pero  el  jénero  cultivado  con  mejor  éxito  en  esta  época 
fie  la  literatura  griega,  es  sin   duda  la  novela.  Hemos  ha- 
blado ya  (páj.  89),   de  algunas  novelas  griegíis;  pero  sola- 
mente a  fines  del  siglo  IV  apareció   la  primera   relación  de 
aventiir¿is    imajinarias    escritas  en   prosa  con   algún  arte 
para  el  placer  del  lector,  tipo  primero  de  la  novela  de  amor 
como  se  comprende  en  nuestros  dias.   Un   escritor  llamado 
Heliudoro,  del  cual  se  cree  jeneralmente  que  sea  Hcliodoro 
de  Kmesa,  en  Fenicia,  que  mas  tarde  fué  obispo  de  Trica  en 
Tesalia,    compuso    las    Etió/jicnSf   historia   ficticia   de  los 
araures  de  Teajeénes  i  Cariclea,  hija  del  rei  de  Etiopía.  Esta 
novela  tiene  algunos  de  los  méritos  exijidos  en  las  compi>si- 
ci.>nes  de  este  jénero:  plan  regularmente  concebido,  intriga 
bien  anudada.  e[jisodios  oportuníiS,  caracteres   bien  soste- 
nidos i  acontecimientos  nuevos  i  verosímiles.   La  novela  de 
Heliodoro  ha  servicio  íIc  modelo   a  los  novelistas  grieg  is 
posteriores  i  a  muchos  escritores  modernos.   Lo  que  prin- 
cipalmente constituye  su  atractivo  es  la  delicadeza  cri>tia- 
na,  el  pud«)r  de  sentimiento,  la  castidad  de  los  afectos,  cjue 
hasta  entonces  oscuros  i  vagos    en  las    producciones  del 
mismo  jénero,  se  revelan  aquí  en  toda  su  naturalidad  i  en 
toda  su  gracia.  Las  costumbres,  sin  embargo,  son  ficticias: 
el  autor  no  describe  pueblo  ni  tiempo  alguno,  de  tal  manera 
que,  según  ese  libro,  no  se  po  Iria  indicar  en  qué  pais  ni  en 
qué  época  viven  los  personajes. 

Aquíles  Tacio  de  Alejandría  viene  en  seguida;  pero  sus 
Amores  de  Leusipa  i  Clitofon  son  mui  inferiores  a  la  nove- 
la de  Heliodoro.  Escrito   bajo  una  influencia  enteramente 

lOMO    IV  12 


178  NOCIONES    DB    HISTORIA    LITERARIA 

pagana,  i  como  una  alusión  continua  a  las  fábulas  volup- 
tuosas de  la  mitolojía,  ese  libro  es  menos  casto  en  sus  sen- 
timientos i  en  los  detalles,  menos  variado  en  los  caracte- 
res, menos  feliz  en  el  desenlace.  Los  sucesos,  es  verdad, 
tienen  verosimilitud,  i  la  composición  interés:  sus  cuadros 
son  numerosos  i  diversos,  sus  descripciones  variadas  aun- 
que mui  frecuentes,  i  sus  sentimientos  pintados  con  vigor; 
pero  se  pierde  en  digresiones,  i  dt-ja  entrever  las  huellas 
mas  chocantes  de  la  infamia  de  las  costumbres  antiguas. 

6. — Nada  se  sabe  de  positivo  acerca  de  la  vida  de  Aquíles 
Tacio,  i  ni  siquiera  la  época  exacta  en  que  escribió.  La  mis- 
ma incertidumbre  existe  respecto  de  otros  novelistas  que  se 
creen  posteriores  a  aquél.  El  mas  famoso  de  todos  ellos  es 
Longo,  cuyo  nombre  mismo  es  un  motivo  de  dudas,  puesto 
que  aunque  de  forma  latina  (Longus)  se  le  ve  al  frente  de 
un  libro  griego.  La  obra  de  éste  es  una  novela  pastoral  ti- 
.  tulada  Dáfnis  i  Cloe,  que  si  bien  manifiesta  poca  invención, 
no  carece  de  cierta  finura,  aun  cuando  se  deja  ver  el  arte  i 
el  cuidado  con  que  ha  sido  compuesta.  Una  pintura  mas 
viva  que  conmovedora  de  las  primeras  emociones  i  de  los 
primeros  sentimientos  de  dos  jóvenes  amantes,  criados  en 
la  sencillez  de  la  vida  campestre,  es  el  argumento  de  la 
obra;  pero  en  ella,  ninguna  idtra  de  bondad  moral  viene  a 
mezclarse  a  este  cuadro,  a  purificarlo  o  a  embellecerlo.  M. 
Villemain  cree  que  Dáfnis  i  Cloe  ha  servido  de  modelo  para 
la  composición  de  Pablo  i  Virjinta,  **Pero  la  superioridad 
del  autor  francés,  añade,  aparece  no  sólo  en  la  sencillez  del 
estilo,  en  la  naturalidad  i  verdad,  sino  en  la  pureza  moral 
i  en  ti  espíritu  de  pudor  cristiano  que  han  hecho  de  esta 
obra  una  de  las  producciones  mas  atractivas  de  los  tiem- 
pos modernos.  El  cuadro  de  Longo  no  es  mas  que  volup- 
tuoso: el  de  Bernardino  de  Saint-Pierre  es  apasionado  i 
casto.*' 

7. — Los  siglos  V  i  VI  de  la  era  cristiana  vieron  también 
brillar  grandes  historiadores  en  el  imperio  de  Oriente,  pero 
entre  todos  ellos  sobresalen  Zózimo  i  Procopio. 

El  primero  de  éstos,  que  vivia  en  el  siglo  V,  compuso  una 


JJTER ATURA   BIZANTINA  179 

— — — — fc 

historia  romana,  en  jeneral  poco  interesante  en  la  parte 
que  sé  refiere  a  los  sucesos  anteriores  a  la  vida  del  autor, 
pero  in  díspensable  para  conocer  a  fondo  la  decadencia  i  rui- 
na del  imperio  romano.  Zózimo  es  el  enemip^o  franco  i  de- 
clarado del  cristianismo,  al  cual  atribuye  el  ser  una  de  las 
causas  de  la  decadencia  del  imperio  i  es,  por  tanto,  enemi- 
go de  Constantino,  cuya  conducta  interpreta  de  ordinario 
con  mucha  severidad;  pero  aparte  de  la  pasión  que  deja  ver 
al  tratar  esos  puntos,  debeconsiderárseleconio  un  historia- 
dor verdaderamente  filósofo.  En  la  apreciación  de  los  hom- 
bres i  de  los  sucesos  muestra  una  penetración  i  una  exacti- 
tud de  juicio  admirables.  Aun  en  la  primera  parte  de  su 
obra,  Zózimo  no  es  un  simple  abreviador;  compara  las  au- 
toridades, i  resuelve  siempre  con  verdadera  sagacidad. 
Desgraciadamente,  su  obra  no  se  conserva  íntegra,  i  aun 
hai  motivos  para  creer  que  nunca  la  terminó. 

Procopio,  natural  de  Cesárea,  en  Palestina,  vivia  en  el 
siglo  VI.  Brilló  en  Ccnstantinopla  en  donde  desempeñó  el 
cargo  de  prefecto,  i  fué  secretario  de  Belisario  durante  sus 
campañas.  En  la  Historia  de  su  tiempo  refiere  los  sucesos 
interiores  i  las  guerras  del  imperio  contra  los  persas,  ván- 
dalos, moros  i  godos,  ya  como  testigo  de  vista,  ya  con  los 
mejores  informes.  Jeneralmente  verídico  i  sencillo  en  su  na- 
rración, es  sin  embargo,  lisonjero  i  cortesano  con  los  pode- 
rosos de  su  siglo.  Sin  duda,  para  correjir  esta  falta,  com- 
puso otra  obra  con  el  título  de  Anécdotas  o  historia  se- 
creta, que  escribió  en  sus  últimos  años  i  que  sólb  fué  cono- 
cida después  de  su  muerte.  Esta  es  la  historia  privada  i 
doméstica  de  su  siglo,  así  como  la  otra  era  la  historia  ofi- 
cial i  pública.  A  los  héroes  que  aparecen  con  cierta  majes- 
tad en  su  primera  obra,  Procopio  los  pinta  en  la  segunda 
con  todos  sus  vicios  i  debilidades;  a  Justiniano,  hipócrita  i 
cobarde;  a  la  emperatriz  Teodora,  ruin  i  vengativa;  i  a  Be- 
lisario, dominado  por  una  mujer  intrigante  i  disoluta.  La 
moral  no  puede  aprobar  este  compromiso  entre  la  verdad  i 
el  miedo;  pero  ¿la  responsabilidad  de  este  acto  debe  recaer 


180  NOCIONES   DE    HISTORIA    LITERARIA 


sobre  el  escritor   que  toma  estas  precauciones,   o  sobre  el 
príncipe  que  las  hacia  necesarias? 

8. — Al  lado  de  esos  historiadores,  es  preciso  colocar  a  los 
jeógrafos  entre  los  cuales  hai  algunos  mui  recomendables 
por  sus  investigaciones  prolijas  i  por  la  variedad  de  sus  co- 
nocimientos. Pero  el  mas  notable  de  todos  es  un  monje  de 
Alejandría  que  vivia  en  el  siglo  VI  i  que,  como  comerciante, 
habia  viajado  mucho  en  Afri'^a  i  en  Asia.  Conócesele  con  el 
nombre  de  Cosmns  Inclicopleastes,  palabras  que  sin  duda 
indican  sólo  su  profesión  de  viajero  i  Je  jcógrafo  (derivada 
de  cosmos,  mundo,  i  de  índico  p/e«s¿es,  navegador  india- 
no.) Cristiano  ferviente,  Cósmas  compuso  varias  obras 
con  el  objeto  de  demostrar  la  armonía  que,  según  él,  existe 
entre  las  Sagradas  Escrituras  i  las  ciencias  jeográfica  i  as- 
tronómica. De  sus  obras  sólo  nos  h  i  llegado  la  Topos^rafía 
cristinnR,  uno  de  los  libros  mis  curiosos  que  haya  produci- 
do la  edad  media.  *'Como  hai,  dice,  falsos  cristianos,  lecto- 
res de  las  Escrituras  que  se  atreven  a  sostener  que  la  Tierra 
es  esférica,  combato  esos  errores  tomados  de  los  griegos, 
por  medio  de  citaciones  irrefutables  de  los  libros  sagrados". 
Después  de  combatir  esa  doctrina  por  medio  d^  numerosas 
citaciones  de  la  Biblia,  entra  a  esponer  sus  propias  ideas. 
La  Tierra,  según  él,  es  un  rectángulo  limitado  por  todas 
partes  por  murallas  que  forman  encima  de  ella,  reuniéndo- 
se, el  firmamento  o  la  bóveda  celeste.  Para  esplicarse  el 
sistema  sideral,  supone  una  alta  montaña  al  rededor  de  la 
cual  jiran  las  estrellas,  la  Luna  i  el  Sol,  siendo  este  último 
mucho  mas  pequeño  que  la  Tierra.  Cósmas  combate  la  es- 
fericidad de  la  Tierra  no  sólo  por  m?dio  de  citaciones  bíbli- 
cas, sino  en  nombre  de  la  **sana  razón."  Encuentra  ridicu- 
las las  teorías  mas  verdadeiasifundamentaiesíie  Ptolemeo; 
i  al  hablar  de  los  antípodas  dice  que  esos  son  **cuentos  de 
viejas.''  Por  lo  que  toca  a  la  jeografía,  supone  que  el  rec- 
tángulo de  que  hemos  hablado  contiene  en  el  interior  otro 
mas  pequeño  formado  por  las  partes  conocidas  de  la  Euro- 
pa, e!  Asia  i  el  África,  las  cuales  están  rodeadas  por  el  océa- 
no. Al   lado  de  estos  absurdos  espuestos   con  un  candor 


litkrati:ra  bizantina  181 

admirable,  la  obra  de  Cósmas  contiene  noticias  mui  intere- 
santes respecto  de  los  paises  orientales,  casi  completamente 
desconocidos  de  los  europeos.  La  parte  cosmográfica  de  es- 
te libro  pudo  agradar  tal  vez  al  vulgo  de  los  lectores;  pero 
los  ho  mbres  ilustrados  c|uc  podiíin  apreciar  los  trabajos  de 
los  sabios  de  la  escuela  de  Alejandría,  continuaron  desen- 
tendiéndose de  las  teorías  de  Cósmas  i  respetando  los  [)rin- 
cipios  fundamentales  establecidos  por  Ftolemeo. 

9. — La  filosofía,  la  retórica,  la  gramática,  la  medicina  i 
las  ciencias  matemáticas  se  cultivaron  con  grande  ardor  en 
el  imperio  de  Oriente  durante  los  primeros  emperadores. 
Atenas  poseia  filósofos  que  esplicaban  las  obras  de  Platón 
i  de  Aristóteles,  i  profesores  de  gramática  i  de  retórica,  de- 
nominaciones bajo  las  cuales  se  comprendia  la  elocuencia  i 
todo  jénero  de  erudición  filolójica.  Constantinopla  i  otras 
íi:randes  ciudades  tenían  escuelas  de  derecho  i  de  teolojía. 
En  Edesa  (Mesopotamia  setentrional)  se  enseñaban  las  cien- 
cias en  griego  i  en  siriaco.  En  Bérito  (Fenicia)  florecia  la 
mas  celebrada  escuela  de  derecho.  Alejandría,  cuya  escuela 
habia  sido  destruida  por  Diocleciano,  continuaba  ahora 
siendo  el  centro  de  las  ciencias,  i  particularmente  de  la  me- 
dicina i  de  las  matemáticas.  Su  biblioteca,  sin  embargo, 
Iiabia  sido  dispersada  a  consecuencia  de  las  contiendas  reli- 
jiosas. 

No  fiíeron  los  bárbaros  del  norte  los  que  destru\^eron  es- 
tos establecimientos,  como  habia  pasado  en   el   Occidente- 
Fué  el  fanatismo  relijioso  de  los  emperadores  de  Constan- 
tinopla el  que  causó  tan  gran    mal.  Justiniano  quitó  a  los 
profesores  los  sueldos  que  sus  predecesores  les  habian  asig- 
nado, i  espulsó  de  Atenas  a  los  filósofos  i  retóricos  que  mi- 
raba como  enemigos  del   cristianismo.  Estos  encontraron 
un  asilo  en  la  corte  de  Cosróes,   rei   de  Persia.   Los  suceso- 
res de  Justiniano  que  no  conocian    mayor  prerrogativa  del 
poder  soberano  que  el  mantenimiento  de  la  ortodojia,  per- 
siguieron  a  los  sabios  de  Edesa,  por  ser  adictos  a  la  herejía 
de  Nestorio,  que  un  concilio   habia  condenado.  Justiniano, 
en  cambio,  dispuso  la  compilación  completa  de  los  tesoros 


182  NOCIONBS    DE    HISTORIA    LITERARIA 


de  la  jurisprudencia  romana;  i  bajo  sus  auspicios  el  emi- 
nente jurisconsulto  Triboniano  redujo  a  un  cuerpo  ordena- 
do de  leyes  las  disposiciones  reunidas  en  mas  de  mil  trata- 
dos que  existian  entonces.  Este  trabajo  colosal  fué  llevado 
a  cabo  en  catorce  meses,  con  el  ausiiio  de  otros  diez  juris- 
consultos que  estaban  a  las  órdenes  de  Triboniano. 

Otras  calamidades  aflijieron  a  la  literatura  griega  desde 
el  siglo  VIL  Las  conquistas  de  los  árabes  arrebataron  al 
imperio  una  gran  parte  de  su  territorio,  con  las  ciudades 
mas  sabias  i  cultas  del  Oriente.  Perdido  el  Ejipto  para  los 
griegos,  no  tuvieron  éstos  el.  papiro,  aquella  planta  pre- 
ciosa que  suministraba  a  los  antiguos  el  papel  para  la  es- 
critura. El  pergamino  llegó  a  ser  excesivamente  caro,  i  por 
tanto  los  manuscritos  alcanzaron  precios  fabulosos.  Las 
discordias  relijiosas  suscitadas  por  el  fanatismo  de  los  ico- 
noclastas (destructores  de  imájenes)  fueron  causa  de  la  des- 
trucción de  muchos  conventos  i  de  la  dispersión  de  sus  bi- 
bliotecas, último  asilo  de  la  moribunda  literatura.  Los  sa- 
bios griegos  solicitados  por  los  califas  de  Bagdad,  fueron  a 
prestar  a  la  civilización  arábiga  el  continjente  de  sus  luces. 

10. — Este  estado  de  cosas  duró  cerca  de  dos  siglos.  Por 
fin,  desde  fines  del  siglo  IX  se  hizo  sentir  una  especie  de  re- 
nacimiento que  algunos  emperadores  fomentaron  con  todo 
su  poder.  Desgraciadamente,  el  vigor  i  la  fecundidad  del  je- 
nio  griego  parecian  estinguidos.  Este  período  no  produjo 
mas  que  cronistas,  eruditos,  comentadores  de  gramática  i 
de  literatura. 

Esta  es  la  época  en  que  floreció  Focio  ( muerto  en  892). 
personaje  político  de  grande  importancia,  i  patriarca  de 
Constantinopla,  que  fué  oríjen  del  cisma  que  separó  la  igle- 
sia griega  de  la  latina.  Con  el  título  de  Miriobiblon  o  Bi- 
blioteca, compuso  un  libro  mui desordenado  de  bibliografía 
i  crítica  literaria  en  que  da  noticia  de  doscientas  setenta 
obras,  una  buena  parte  de  las  cuales  ho  nos  es  conocida 
sino  por  las  noticias  que  nos  ha  dejado  Focio.  En  medio  de 
una  gran  confusión,  están  analizados  los  historiadores,  los 
filósofos,  los  poetas,  los  teólogos,   los  jurisconsultos  i  los 


LITERATURA    BIZANTINA  183 


médicos,  sobre  todos  los  cuales  suministra  interesantes  no- 
ticias. 

11. — La  revolución  literaria  fué  fomentada  por  los  empe- 
radores de  la  familia   Comneno   hasta  mediados  del  siglo 
XII.  Los  estudios  cobraron   nuevo  vigor,   aun  cuando  la 
dirección  que  se  les  imprimió  no  fué  siempre  la  mas  acerta- 
da. Bajo  el  gobierno  funesto  de  los  emperadores  latinos,  en 
el  siglo  XIII,  decayeron   otra  vez  las  letras;  i  las  riquezas 
literarias  reunidas  en  la  época  anterior,  desaparecieron  en 
gran  parte,  en  los  incendios  que  asolaron  a  Constantino- 
pla.  La  lengua  griega,  corrompida  por  el  contacto  con  las 
lenguas  orientales,  con  el   latin  i  con   el  idioma  de  los  pue* 
bles  occidentales,  sufrió  una  modificación  tal,  que  fué  nece- 
sario estudiar  en  las  escuelas  el  griego  de   Heródoto  i  de 
Platón  como  se  estudia  una   lengua  muerta.  Por  último, 
los  emperadores  Paleólogos,   se  empeñaron  desde  el  siglo 
XIV  en  comunicar  a  los  espíritus  cierta  actividad  i   en 
sacudir"  el  letargo  jeneral,  pero   su   influencia  fué  casi  impo- 
tente. 

12. — Entre  los  escritores  de  este  siglo  de  decadencia  i  de 
postración  son  famosos  los  que  han  contribuido  a  formar 
la  copiosa  colección   de  historiadores  bizantinos,  que  han 
llegado  a  ser  para  la  posteridad  la  única  fuente  de  la  histo- 
ria de  la  edad  media  en  el  imperio  de  Oriente  i  en  los  paises 
limítrofes.  En  jeneral,  esos  historiadores  carecen  de  crítica 
dan  crédito  a  las  patrañas  mas  ridiculas,  i  dejan  ver  la  par 
cialidad  i  la  superstición;  pero  algunos  de  ellos  poseian  do 
tes  superiores  i  nos  han  dejado  obras  de  verdadero  mérito 
No  citaremos  aquí   mas  que   a   Ana  Comneno,  mujer   mui 
erudita,  hija  del  emperador   Alejo  I,  que  después  de  haber 
tramado  una  conspiración  contra  su   hermano   el  empera- 
dor Juan  II,  en  1118,  fué  perdonada  por  éste  i  reducida  a 
dominar  sobre  los  literatos  i  los  filósofos  ya  que  no  habia 
alcanzado  a  dominar  el   imperio.  Ana  escribió    la  historia 
del  reinado  de  su  padre  con  el  título  de  Alexiada^  apolojía 
constante  i  apasionada  de  aquel  emperador.    En  todas  sus 
pajinas  revela  el  estudio  de  los  antiguos  autores  clásicos:  el 


184  NOCIONES   DE   HISTORIA   LITERARIA 


estilo  es  para  ella  la  primera  cualidad  del  historiador,  i  por 
eso  lo  cubre  de  flores  i  lo  rccartra  de  erudición,  queriendo 
dar  a  la  historia  la  grandiosidad  de  la  epopeya.  Esa  obra 
nos  da  a  conocer  a  los  campeones  do  la  primera  cruzada,  a 
quienes  conoció  Ana  durante  la  residencia-de  éstos  enCons- 
tantinopla,  i  a  quienes  profesa  un  odio  que  no  ha  podido 
disimular. 

13. — No  faltaron  tampoco  los  poetas  en  esta  época  de 
decadencia.  En  el  siglo  XIT  se  compusieron  algunas  nove- 
las en  verso,  que  fueron  olvidadas  en  breve.  Otros  escrito- 
res compusieron  poemas  didácticos,  heroicos  o  encomiásti- 
cos de  ciertos  personajes,  pero  en  jeneral  apenas  son  poco 
conocidos  i  no  merecen  ningún  aprecio. 

Los  griegos  del  Bajo  Imperio,  volvemos  a  repetirlo,  no 
se  distinguieron  por  las  dotes  creadoras  de  la  imajinacion; 
pero  llevaron  a  cabo  grandes  trabajos  de  la  erudición  i  con- 
servaron las  obras  de  la  antigüedad,  jenerah'zándolas  en  el 
Occidente.  Si  desde  el  siglo  IV  enriquecieron  mui  poco  el 
dominio  de  la  literatura,  a  lo  menos  lo  conservaron  en 
cuanto  dependió  de  ellos;  i  en  el  siglo  XV,  cuando  la  con- 
quista de  Constantinopla  por  los  turcos  los  obligó  a  bus- 
car un  asilo  en  los  paises  del  Occidente,  ellos  tuvieron  la 
gloria  de  contribuir  a  la  revolución  del  renacimiento  que 
hizo  revivir  en  Europa  el  brillo  de  la  antigua  civilización 
intelectual. 


CAPITULO   IV. 

iJteratiira  latina  en  lá  ednd  media. 

1.  Literatura  contemporánea  de  las  invasiones:  los  poetas. — 2. 
Historiadores.— 3.  Escritores  enciclopédicos. — 4-.  Decadencia 
literaria  que  se  siguió  a  la  invasión 5.  Escasez  de  libros  du- 
rante los  primeros  siglos  de  la  edad  media.  -6.  Corrupción 
del  latin. — 7.  La  literatura  i  las  ciencias  se  asilan  en  los  claus- 
tros.— 8.  Primeros  albores  de  un  renacimiento  literario  parti- 
cularmente bajo  el  reinado  de  Cario  Magno— .9.  Juan   Scot. — 

10.  Las  universidades.    -11.  La  escolástica 12.    Literatura 

ascética;  la  Imitación  de  Jesucristo  13.  La  historia;  crónica 
fabu4osa  de  Turpin. — 14.  El  latin  fué  en  la  edad  media  el  idio- 
ma de  las  ciencias. 

1. — Uno  de  los  resultados  casi  inmediatos  del  estableci- 
miento de  los  pueblos  bárbaros  sobre  las  ruinas  del  impe- 
rio romano  de  Occidente,  fue  la  desaparición  de  la  litera- 
tura denominada  clásica,  i  la  pérdida  de  una  gran  parte  de 
los  tesoros  de  ciencia  que  se  liabian  acumulado  en  las  len- 
guas griega  i  latina.  Esta  revolución,  preparada  desde 
mucho  tiempo  atrás  por  la  decadencia  del  gusto  i  del  saber, 
fué  acelerada  en  el  siglo  V  por  las  desgracias  públicas,  i 
marchó  a  su  completo  fin  con  irresistible  rapidez. 

Sin  embargo,  en  medio  de  esta  revolución,  cuando  los 
bárbaros  amenazaban  oinvadian  por  todas  partes  el  impe- 
rio romano,  la  literatura  resistió  por  algunos  años  alamina 


186  NOCIONBS  DB   HISTORIA    LITBRARIA 

del  mundo  antiguo,  i  produjo  varios  poetas.  Claudiano  de 
Alejandría,  muerto  en 408.  poeta  pagano  en  un  siglo  en  que 
el  cristianismo  aseguraba  su  triunfo  definitivo,  compuso 
varias  obras  i  poemas,  el  mas  famoso  de  ios  cuales  es  uno 
que  tiene  por  asunto  el  Rapto  de  Proserpina.  El  é^ifasis  de 
este  poeta,  sa  estilo  declamatorio,  el  constante  rebusca- 
miento del  efecto  i  hasta  la  monotonía  del  ritmo  debían 
agradar  en  un  siglo  dej enerado;  pero  esos  defectos  no  bo- 
rran completamente  ciertas  cualidades  que  colocan  a  Clau- 
diano en  el  rango  de  los  poetas.  Rutilo  Numaciano,  galo 
de  Poitiers,  i  pagano  como  Claudiano,  pasa  por  uno  de  los 
mejores  versificadores  del  siglo  V.  Prefecto  de  Roma  en  413, 
volvió  a  su  patria  a  defender  sus  propiedades  contra  los 
bárbaros  que  acababan  de  invadir  la  Galia.  Compuso  en- 
tonces un  poema  titulado  De  reditu  (De  la  vuelta),  en  que 
espresa  en  armoniosos  versos  su  dolor  por  tener  que  dejar 
su  cortejo  de  amigos  i  la  ciudad  querida.  Sidonio  Apolina- 
rio,  galo  de  Lion,  cultivó  la  poesía  en  Roma  con  raro  ta- 
lento; i  elevado  al  rango  de  obispo  de  Clermont,  en  la 
Galia,  se  consagró  a  la  enseñanza  de  sus  feligreses  i  compu- 
so escritos  notables  sobre  el  d  jgma  i  la  moral  del  cristia- 
nismo. La  lengua  latina  tuvo  todavía  otros  poetas  con- 
temporáneos de  las  grandes  invasiones  del  imperio  romano 
o  poco  posteriores  a  ellas,  pero  quizas  todos  son  de  menos 
mérito  que  los  tres  que  dej  ¿irnos  mencionados. 

2. — No  faltaron  tampoco  los  historiadores  en  aquella 
época  de  destrucción.  VA  siglo  IV  habia  visto  florecer  eu 
Roma  a  Eutropo,  contemporáneo  de  Juliano,  que  compuso 
un  compendio  de  historia  romana  justamente  estimado;  i 
a  Aniiano  Marcelino,  que  vivía  en  la  misma  época,  i  que 
continuó  la  obra  de  Tácito,  adelantando  la  historia  de  los 
emperadores  hasta  el  reinado  de  Valente.  Amiano,  historia- 
dor imparcial  i  juicioso,  habria  brillado  en  un  siglo  de  me- 
jor gusto;  pero,  discípulo  dejenerado  de  los  grandes  histo- 
riadores, tiene  los  defectos  de  su  tiempo. 

Aun  entre  los  mismos  bárbaros  aparecieron  algunos  his- 
toriadores estimados  por  las  interesantes  noticias  que  con- 


LITERATURA    LATINA    BN    LA    BDAD    MEDIA  187 

signaron  en  sus  obras.  Jorriándes,  godo  de  oríjen  que  vivía 
en  Italia  a  mediados  del  siglo  VI,  i  que  habiéndose  hecho 
cristiano  abrazó  la  carrera  sacerdotal,  compuso  una  histo- 
ria latina  de  los  godos  que  por  haberse  perdido  otras  obras 
que  trataban  del  mismo  asunto,  ha  conservado  hasta 
nuestros  dias  grande  estimación.  San  Gregorio,  obispo.de 
Tours,  galo  de  oríjen  que  vivia  en  el  mismo  siglo,  i  que 
compuso  muchas  obras  sobre  relijion,  escribió  también  en 
un  latin  bárbaro,  pero  con  una  agradable  injenuidad,  la 
historia  de  los  francos  i  de  los  oríjenes  de  la  monarquía 
francesa  que  conserva  también  su  crédito.  Gíldas  el  sabio, 
bretón  de  nacimiento,  del  cual  no  se  tienen  noticias  mui 
exactas,  i  aun  se  le  confunde  con  otros  personajes  del  mis- 
mo nombre,  escribió  también  en  efíe  siglo  una  historia  de  la 
Gran  Bretaña,  mui  interesante  para  conocer  la  invasión  de 
los  sajones  i  las  luchas  c^ue  se  siguieron  a  este  suceso. 

3 Pero  los  escritores  mas  populares  de  esos  siglos  de 

irresistible  decadencia,  son  los  que  pusieron  en  boga  el  mé- 
todo enciclopédico  por  medio  de  compilaciones  mediocres 
de  todos  los  ramos  de  las  ciencias.  Boecio,  filósofo  i  políti- 
co romano,  educado  en  Atenas  i  elevado  a  las  mas  altas 
dignidades  por  Teodorico,  rei  ostrogodo  de  Italia,  aunque 
pertenece  al  número  de  esos  sabios  de  la  decadencia,  fué 
también  el  último  de  los  jenios  antiguos.  Después  de  haber 
enseñado  todas  las  ciencias  que  entonces  constituían  el  sa- 
ber humano  i  de  haber  desempeñado  las  altas  funciones  de 
cónsul  i  de  senador  en  la  corte  de  Teodorico,  Boecio  fué 
sacrificado  por  este  mismo  soberano,  i  ejecutado  en  Pavía 
en  medio  de  horribles  torturas  (524).  La  principal  obra  de 
Boecio,  el  Consuelo  de  lá  filosofía,  diálogo  en  prosa  i  en 
verso,  fué  escrito  en  su  prisión.  Allí  se  muestra  a  la  altura 
de  los  filósofos  de  la  antigüedad  por  la  elevación  de  los  sen- 
timientos i  por  un  estilo  que  no  carece  de  pureza. 

Los  otros  escritores  enciclopédicos  son  inferiores  a  Boe- 
cio. Marciano  Capella,  nacido  en  África  en  el  siglo  V,  com- 
paso dos  obras  en  que  reunió  con  mucha  superficialidad  i 
con  un  estilo  oscuro  i  bárbaro,  toda  la  ciencia  de  su  tiempo, 


188  NOCIONES   DB    HISTORIA    LITERARIA 


como  si  quisiera  salvarla  del  olvido  consignando  en  prosa  i 
en  verso  sus  ])rincipales  elementos.  Casiodoro  nacido  en  el 
sur  de  Italia,  figuró  en  la  primera  mitad  del  siglo  VI  como 
ministro  de  Teodorico  i  de  sus  sucesores,  i  como  escritor  de 
gran  nota.  Aparte  de  una  historia  de  los  godos,  que  solóse 
conoce  por  los  estractos  de  Jornándes,  Casiodoro  compuso 
tratados  de  gramática,  de  matemáticas  i  de  música,  en  que 
aparece  de  ordinario  la  sutileza  i  la  finura  i  a  veces  la  pro- 
fundidad del  pensamiento,  i  fijó  la  enseñanza  tal  como  fué 
seguida  durante  casi  toda  la  edad  media.  Por  fin,  San  Isi- 
doro, obispo  de  Sevilla,  que  vivia  a  fines  del  siglo  VI  i  prin 
cipios  del  VII,  compuso  muchas  obras  sobre  historia  i  reli- 
jión,  i  una  especie  de  enciclopedia  compendiada  de  toda  la 
erudición  de  su  tiempo. 

4. — Las  obras  de  estos  tres  escritores,  en  las  cuales  (sobre 
todo  en  las  de  los  últimos),  se  encuentran  pasajes  notables 
i  noticias  dignas  de  ser  estudiadas,  revelan,  con  todo,  el 
abatimiento  i  la  ruina  de  las  ciencias  i  de  la  literatura  en  el 
siglo  siguiente  a  la  destrucción  del  imperio  romano.  Según 
el  espíritu  i  los  preceptos  de  dichos  libros,  la  enseñanza  se 
dividió  mas  tarde  en  dos  cursos  de  estudio:  el  trivium,  que 
comprendia  la  gramática,  la  retórica  i  la  dialéctica;  i  el 
quadrivium,  que  comprendia  la  aritmética,  la  jeometría,  la 
música  i  la  astronomía.  Estos  ramos  de  estudio,  que  toma- 
ron el  nombre  de  las  siete  artes  liberales,  fueron  enseñados 
durante  algunos  siglos  con  toda  la  imperfección  posible. 
Bastará  decir  que  la  aritmética  de  Casiodoro  o  de  Capella 
se  limita  a  algunas  definicionesentremezcladas  de  absurdos 
supersticiosos  sobre  las  virtudes  de  ciertos  números  i  de 
cieitas  cifras. 

Aun  la  enseñanza  de  esas  nociones  superficiales  de  las 
ciencias  fué  posterior  a  la  primera  época  de  oscurantismo 
que  se  siguió  al  establecimiento  de  los  bárbaros.  Los  siglos 
VI  i  VII  marcan  la  época  del  mayor  atraso  i  de  la  mayor 
ignorancia  de  la  edad  media.  **Nc)  hacia  todavía  un  siglo 
que  los  bárbaros  se  habian  establecido  en  los  países  con- 
quistados, dice  el  historiador  Robertson,  i  ya  las  huellas  de 


LITERATURA    LATINA    EN    LA    EDAD    MKDIA  189 


los  conocimientos  i  de  la  cultura  que  los  romanos  hablan 
derramado  en  toila  la  Europa  estaban  completamente  bo- 
rradas. Se  descuidaban  o  se  habian  perdido  no  solamente 
esas  artes  de  elegancia  que  sirven  al  lujo  i  que  el  lujo  sos- 
tiene, sino  también  muchas  de  las  artes  a  las  cuales  debe- 
mos las  dulzuras  de  las  comodidades  de  la  vida.  En  esos 
tiempos  desgraciados,  apenas  se  conocían  los  nombres  de 
literatura,  de  filosofía  o  de  gusto;  o  si  se  hacia  algún  uso 
de  ellos  era  para  prostituirlos  aplicándolos  a  objetos  tan 
despreciables,  que  parece  que  no  se  conocia  su  verdadera 
acepción*'.  Los  bárbaros  atribuian  en  gran  parte  al  amor 
a  las  letras  la  decadencia  del  imperio  romano  i  la  corrup- 
ción de  la  costumbre  quehabia  facilitíido  la  conquista.  Una 
vez  establecidos  en  los  paises  concpiistados,  no  quisieron 
consentir  en  que  se  diese  a  sus  hijos  ninguna  especie  de  ins- 
trucción. Las  personas  de  mas  alto  rango  entre  ellos  no  sa- 
bían leer  ni  escribir.  Los  señores  se  limitaban  a  estampar 
al  pié  de  los  documentos  el  signo  déla  cruz,  de  donde  el  ver- 
bo signare  tomó  en  la  edad  media  el  significadt>  de  firmar. 
Esta  ignorancia  no  era  sólo  el  patrimonio  de  los  laicos: 
muchos  eclesiásticos  no  entendian  el  Breviario  que  estaban 
obligados  a  recitar  cada  dia,  i  aun  algunos  no  estaban  en 
estado  de  leerlo.  Un  gran  número  de  los  dignatarios  de  la 
iglesia  no  podia  firmar  los  cánones  de  los  concilios  de  que 
eran  miembros.  La  tradición  de  los  acontecimientos  pasa- 
dos se  perdia,  o  se  conservaba  sólo  en  crónicas  Urnas  de 
circunstancias  pueriles  i  de  cuentos  absurdos.  Los  mismo» 
códigos  de  leyes,  proi^ulgados  ordinariamente  por  los  con- 
cilios, dejaron  de  tener  autoridad,  i  fueron  sustituidos  por 
costumbres  vagas  i  estravagantes.  Los  |)ueblos,  sin  hber- 
tad,  sin  cultura,  sin  emulación,  cayeron  en  la  mas  profunda 
ignorancia.  Durante  cuatrocientos  años  (del  siglo  VI  al  X), 
la  Europa  entera  no  produjo  un  solo  autor  que  merezca  ser 
leido,  sea  por  la  elegancia  del  estilo,  sea  por  la  exactitud  o 
la  novedad  de  las  ideas  (Robkrtson). 

5. — Debe  señalarse  aquí  una  causa  que  contribuye  consi- 
derablemente a  producir  este  estado  de  ignorancia,  la  esca- 


190  NOCIONES    DE   HISTORIA    LITERARIA 

sez  de  libros.  Los  libros  de  los  antiguos  eran  escritos,  en 
tiras  de  pergamino  o  en  hojas  de  papiro,  que  se  conserva- 
ban enrolladas  en  forma  de  espiral,  de  donde  les  vino  el 
nombre  de  volumen  (espiral).  Esos  manuscritos  eran  exce- 
sivamente caros.  La  conquista  del  Ejipto  por  los  árabes  en 
el  siglo  VII  privó  a  la  Europa  del  papiro;  i  el  material  para 
escribir  se  hizo  mucho  mas  escaso  i  mas  costoso.  Se  puede 
juzgar  por  una  sola  circunstancia  de  la  dificultad  para  en- 
contrar materiales  de  escritura.  Se  conservan  todavía  algu- 
nos manuscritos  de  los  siglos  VlII  i  siguientes,  trazados  so- 
bre pergamino,  del  cual  se  habia  hecho  desaparCser  la  anti- 
gua escritura  para  sustituir  una  nueva.  Es  aprobable  quede 
esta  manera  se  hayan  perdido  muchas  obras  de  los  anti- 
guos. Se  raspaba  un  libro  de  Tito  Livio  o  de  Tácito  para 
reemplazarlo  por  la  vida  de  un  santo  o  las  oraciones  del 
misal.  Muchas  circunstancias  prueban  cuan  escasos  eran 
los  libros  en  los  tiempos  de  que  hablamos.  Habia  pocos 
particulares  que  poseyesen  algunos  volúmenes:  aun  ciertos 
monasterios  no  tenian  masque  un  misal.  El  precio  de  los 
libros  se  hizo  tan  subido  que  sólo  las  personas  o  corpora- 
ciones que  poseian  grandes  riquezas  podian  adquirirlos. 
Esto  esplica  por  qué  en  nuestros  dias  son  tan  excesivamen- 
te raros  los  manuscritos  anteriores  al  siglo  XI,  época  en 
que  se  jeneralizó  un  poco  el  uso  del  papel. 

6 — Otra  causa  que  se  oponia  al  cultivo  de  la  literatura 
en  aquellos  siglos  de  oscurantismo,  era  la  falta  de  un  idio- 
.ma  formado  que  sirviese  de  instrumento  a  los  poetas  i  a 
los  escritores.  El  latin,  hablado  aun  después  de  la  invasión 
de  los  bárbaros  en  casi  todo  el  imperio  romano  de  Occiden- 
te, pasaba  entonces  por  una  transformación  completa  de 
que  resultó  el  nacimiento  de  nuevos  idiomas.  Creemos  ne- 
cesario dar  a  conocer  aquí  sumariamente  esta  revolución. 

El  latin  en  toda  su  pureza,  tal  como  lo  leemos  en  los  me- 
jores autores  antiguos,  posee  una  sintaxis  complicada  i 
numerosas  formas  elípticas,  que  dan  vigor  i  elegancia  al 
estilo,  pero  que  no  pueden  ser  empleadas  fácilmente  por  el 
pueblo.  Ese  idioma  era,  según  la  hermosa  comparación  de 


LITBRATUBA    LATINA   EN   LA   BDAD   V1SDIA  191 

M.  Villemaín,  un  instruniento  delicado  que  sólo  un  artista 
p  uede  tocar  i  que  se  descompone  o  se  rompe  en  manos  gro- 
seras i  poco  diestras.  Aun  suponiendo  que  los  habitantes  de 
Roma  lo  hubiesen  hablado  con  pureza,  es  menester  no  olvi- 
dar que  el  latin  en  los  últimas  tiempos  de  la  república  o 
bajo  el  imperio,  no  era  el  idioma  de  una  sola  ciudad,  sino 
nna  lengua  esparcida  en  paises  en  que  no  era  la  lengua  or- 
dinaria, e  impuesta  por  la  conquista  a  una  gran  parte  de 
la  Italia,  como  lo  fué  mas  tarde  a  la  España  i  a  las  Galias. 
Así  encontramos  pruebas  de  una  época  mui  antigua  que 
manifiestan  que  los  solecismos,  las  locuciones  bárbaras,  las 
es  presiones  no  autorizadas  ()or  el  uso  de  los  buenos  escri- 
tores eran  mui  comunes,  aun  en  Roma;  i  de  jeneracion  en 
jeneracion,  estos  defectos  se  hicieron  mas  frecuentes  e  inevi- 
tables. Existia,  pues,  en  Roma,  al  lado  del  latin  clásico  de 
los  grandes  escritores,  un  dialecto  vulgar,  que  los  gramáti- 
sos  i  retóricos  llamaban  alternativamente  cuotidiano,  pe- 
destre, usual  i  rústico. 

Algunos  ejemplos  acabarán  de  dar  a  conocer  esta  co- 
rrupción del  latin,  que  al  fin  produjo  la  formación  de  las 
lenguas  nuevas.  La  declinación  latina  i  las  inflexiones  de 
los  verbos,  hacían  innecesario  el  uso  constante  de  las  pre- 
posiciones que  abundan  en  las  lenguas  modernas;  pero  en 
la  edad  media  se  tenia  un  conocimiento  tan  inexacto  de 
esas  circunstancias,  o  se  .confundían  con  tanta  frecuencia 
las  inflexiones  de  los  verbos  o  las  desinencias  de  los  casos, 
qne  fué  necesario  recurrir  a  las  preposiciones  para  reempla- 
zarlos. Así  las  preposiciones  de  i  ad  sirvieron,  como  se  ve 
en  las  escrituras  que  nos  quedan  de  los  siglos  VI  al  X,para 
espresar  el  jenitivo  i  el  dativo.  La  ausencia  de  los  artículos 
defini  Jo  e  indefinido  es  un  defecto  real  de  la  lengua  latina: 
las  palabras  Ule  i  unas  fueron  empleadas  para  llenar  esta 
necesidad,  i  pasaron  a  desempeñaren  las  lenguas  modernas 
el  oficio  de  artículos.  Establecióse  también  mayor  unifor- 
midad en  los  casos  de  los  nombres,  sea  suprimiendo  las  in- 
flexiones, sea  disminuyendo  su  número.  El  ausiliar  activo, 
qne  forma  la  diferencia  gramatical  mas  notable  entre  las 


192  NOOlONlíS   I)K    HISTORIA    LITERARIA 

len^juas  modernas  i  el  latin,  debió  su  introducción  a  una 
causa  ariálo<T^¿i,  la  neglijencici,  el  abandono  de  las  diversas 
inflexiones  de  los  tiempos;  a  lo  que  conviene  agregar  que 
desdeeste  punto  también  Ja  lengua  latina  es  singularmente 
defectuosa,  puesto  que  no  tiene  modo  de  distinguir  el  pasa- 
do indefiíii  lo  (ante  presente)  del  pasado  definido  (pretéri- 
to),/!:? hablado  de  bciblc  i.  Los  latinos  com  )  los  griegos  te- 
nian  hi  v  )z  |)asiva  en  su  conjugación,  i  aplicaban  el  verbo 
str  (sum)  (le  una  manera  accesorin,  en  los  tiempos  denomi- 
nados perfcctosi pluscuamperfectos, como  que  podían  dejar 
de  usar  este  recurso,  puesto  que  tenian  otros  medios  en  las 
variadas  iuflexiones  de  sus  verbos.  El  idioma  vulgar  que 
nacia  del  latín,  empleó  el  verbo  ser  para  todos  los  tiempos 
pasivos.  E-ito  era  mas  espcdito  i  mas  sencillo:  se  repetía  un 
verbo  que  se  sabia,  en  lugar  de  aprender  uno  nuevo.  Se 
unia  al  participio  pasado  de  cada  verbo  las  modifijaciones 
del  verbo  ser.  Las  lenguas  modernas  ofrecieron  desde  luego 
los  proceliuiientos  sencillos  i  fáciles  que  se  encuentran  en 
todos  los  i  liornas  actuales  de  la  Europa  latina.  Tomaron 
de  la  'euLCua  madre  las  palabras,  pero  no  siguieron  las  nu- 
merosas inflexiones  ni  la  construcción  que  complicaban  el 
idiom  i   le  Cicerón  i  de  Virjilio. 

E-íC  i  re\'«)lucion  fué,  como  debe  suponerse,  mui  lenta.  Se 
dice  qiK*  L-^  le  el  siglo  VI  liabia  pocas  personas  en  la  Galia 
que  cnieii  lie^cel  latin  de  Sfilustio;  pero  el  idioma  vulgar 
que  come  iz.iba  a  reemjjlazarlo,  era  enteramente  informe 
tod  iví.i.  .\1  is  adelantie,  cuando  aparecieron  los  primeros 
alb  )res  dj  un  renacimiento  literario,  se  miró  con  tanto  des- 


1  Se  aii  •!>  «ye  jeneral mente  a  la  influencia  de  las  lenguas  de!  nor- 
te la  inir»  l.uvion  del  verbo  aiisiliar  haber,  babfn  (en  godo);  sin 
embarg  ».  a  i.i  t*ii  los  eseritores  latinos  ilei  siglo  de  Augusto  se  en- 
cuentra i  »i  m  líos  del  empleo  del  verbo  habco  como  ausiliar:  De 
deparo  ^.it'<  ilictum  haheiy.  he  dicho  bastante  de  César.  Qucm 
ju^su<  h  thchat  (al  cual  había  ordena«lo),  dice  Salu-^tio,  Jui^urtha 
(§  LXX/.  v-t  js  i  otras  coincidencias  hacen  sospechar  que  existió 
una  reía  i  mi  primitiva  entre  esas  dos  lenguas.  Véase  sobre  este 
punto  a  Vii.-.KMAiN,  Tablenu  de  labttératurc  ait  moyeaái^e,  le^.  III. 


LITERATURA  LATTSX    BX  LA  EDAD  MEDIA         198 

den  esta  segunda  lenjjua,  que  el  esfuerzo  de  los  hombres 
mas  ¡lustrados  se  dirijió  a  restaurar  el  latín,  como  el  idioma 
indispensable  de  las  ciencias  i  de  las  letras.  A  pesar  de  esos 
esfuerzos,  las  lenguas  vulgares  siguieron  perfeccionándose  i 
desarrollándose. 

7. — Si  se  preguntan  cómo  pjidieron  conservarse  durante 
un  largo  período  de  cuatro  siglos  algunas  chispas  de  la  li- 
teratura antigua,  no  se  puede  dejar  de  íi tribuir  al  estableci- 
ftiiento  de  las  órdenes  relijiosas  el  haber  arrojado  un  puente 
al  través  de  este  caos  para  unir  entre  sí  la  civilización  anti- 
gua i  la  moderna. 

Hemos  dicho  antes  que  la  ignorancia  de  esos  siglos  se 
había  estendido  hasta  los  miembros  de  la  iglesia.  No  sólo 
era  común  el  encontrar  monjes  i  prelados  que  no  compren- 
dian  el  Breviario,  sino  que  algunos  mnjistradosde  la  iglesia 
habían  prohibido  la  lectura  de  los  escritores  profanos.  Fe- 
lizmente, San  Benito  (4S0-54-3),  cuya  orden  monástica, 
fundada  en  el  sur  de  Italia,  se  estendió  con  gran  rapidez  en 
el  Occidente,  prescribió  a  los  monjes  el  trabajo,  la  lectura, 
la  copia  i  la  reunión  de  libros,  sin  explicarse  sobre  la  natu- 
raleza de  ellos.  Este  fué  un  meflio  de  conservación  i  de  mul- 
tiplicación de  los  manuscritos  clásicos,  que  salvóde  su  com- 
pleta ruina  los  monumentos  literarios  de  la  antigüedad. 
Iduchos  conventos  se  hicieron  un  honor  en  reunir  libros  i  en 
formar  bibliotecas  mas  menos  numerosas.  Así  se  formaron 
los  primeros  centros  de  luz  que  debian  esclarecer  al  mundo 
oscurecido  por  las  tinieblas  de  los  primeros  siglos  de  la  edad 
media. 

Como  debe  suponerse,  el  cultivo  de  la  lengua  latina  lla- 
mó con  preferencia  la  atención  de  los  benedictinos,  como 
debia  llamar  la  de  los  otros  monjes  i  dignatarios  de  la  igle- 
sia. El  gobierno  del  papa  mantenia  relaciones  con  las  di- 
ferentes ilaciones  de  Europa,  de  suerte  que  una  lengua 
eomun  era  necesaria  a  la  iglesia.  Las  sagradas  escrituras 
i  la  liturjia,  por  otra  parte,  se  conservaban  sólo  en  latin  a 
la  época  en  que  esta  lengua  dejó  da.  ser  intelijible,  de  tal 
suerte  que    los  monjes   tuvieron    que    consagrarse  a  su 

TOMO    IT  IS 


194  N0UIONB8    DB  HISTORIA    LITERARIA 


estudio  para  entender  el  dogma  i  la  moral  del  cristia- 
nismo. 

8. — El  historiador  ingles  Hallam,que  ha  escritocon  rara 
erudición  la  historia  de  las  letras  en  esos  siglos  de  oscuran- 
tismo, reclama  para  las  Islas  Británicas  el  honor  de  haber 
abierto  la  marcha  en  la  restauración  de  las  ciencias.  Los 
monasterios  de  Irlanda  dejaban  ver  una  débil  luz  desde  el 
siglo  VI:  en  Inglaterra,  dos  legados  del  papa,  Teodoro  i 
Adriano,  jeneralizaron  poco  mas  tarde  el  conocimiento  del 
latin  i  del  griego  en  la  iglesia  anglo-sajona.  A  principios  del 
siglo  VIII,  Beda,  denominado  el  Venerable,  monje  del  mo- 
nasterio ingles  de  Jarrow,  muerto  en  735,  estudió  todas  las 
ciencias  de  su  tiempo,  i  compuso  mas  de  cincuenta  obras 
sobre  las  materias  mas  diversas,  para  la  instrucción  de  los 
relijiosos  en  su  convento.  Son  célebres  entre  éstas  su  Lójica, 
i  una  Historia  eclesiástica  de  los  ingleses  desde  Julio  César 
hasta  la  época  del  autor. 

Pero  el  primer  renacimiento  de  las  letrasdatade  la  época 
de  Cario  Magno.  Hasta  entonces,  los  eclesiásticos  habian 
sido  los  únicos  escritores,  i  todos  los  escritos  tenian  un  ca- 
rácter mas  o  menos  relijioso.  Desde  la  época  del  famoso  em- 
perador, sin  embargo,  el  injenio  se  dirijió  a  otros  asuntos; 
las  ciencias  profanas,  así  se  las  llamaba,  la  gramática,  la 
retórica,  la  astronomía,  comenzaron  a  ser  conocidas  en  las 
escuelas  de  la  iglesia.  Cario  Magno  tiene  la  gloria  de  haber 
levantado  las  letras  de  su  postración  i  de  haber  querido  ha- 
cer desaparecer  de  su  imperio  la  ignorancia  que  los  bar* 
baros  habian  sembrado  por  todas  partes.  Escribia  difícil- 
mente, i  aun  se  cree  que  no  sabia  hacerlo;  pero  no  por  esto 
deja  de  ser  uno  de  los  espíritus  mas  cultivados  de  su  tiem- 
po. Hizo  correjir  por  algunos  eruditos  griegos  o  sirios  los 
cuatro  Evanjelios,  comenzó  una  grama  tica  tudesca  o  alema- 
na, i  compuso  un  tratado  sobre  los  eclipses,  otro  sobre  las 
auroras  boreales  i  ciertas  poesías  latinas.  Es  probable  que 
en  estas  obras  tuvieran  una  parte  principal  sus  consejeros, 
pero  no  puede  ponerse  en  duda  el  celo  con  que  trabajó  en  el 
fomento  de  los  estudios.   En  una  de  sus  ordenanzas  o  capi- 


LITERATURA    LATINA    KN    LA    KDAD    MBDLV  195 

tu  lares  se  encuentran  estas  palabras:  **  Deseando  de  todo 
corazón  que  el  estado  de  nuestras  iglesias  se  mejoren  mas  i 
mas,  i  queriendo  elevar  por  un  cuidado  asiduo  el  cultivo  de 
las  letras,  que  casi  ha  ¡merecido  enteramente  por  la  inercia 
de  nuestros  antecesores,  excitamos  hasta  por  nuestro  ejem- 
plo al  estudio  de  las  artes  liberales  a  todos  los  que  puedan 
consagrarse  a  ellas.''  Creó  una  especie  de  academia  llama- 
da escuela  de  palacio,  de  que  formaban  parte  él  mismo,  sus 
hijos  i  sus  hijas  i  los  principales  personajes  de  la  corte. 
Cario  Magno  ademas  atrajo  a  su  lado  a  los  hombres  mas 
notables  de  su  siglo. 

El  mas  distinguido  de  todos  ellos  fué  Alcuino  (Alcuin), 
monje  sajón,  al  cual  llamó  a  su  corte  i  le  dio  la  rica  abadía 
de  San  Martin  de  Tours.  Escribió  éste  tratados  de  teolojía 
i  d¿  filosofía,  libros  de  historia  i  algunas  poesías  latinas: 
pero  todas  estas  obras,  si  bien  dejan  traslucir  un  estilo  su- 
perior al  de  su  época  i  una  variada  ilustración,  reflejan  poca 
orijinalidad  i  no  son  en  muchas  ocasiones  mas  que  ideas 
tomadas  de  Boecio  o  de  los  padres  de  la  iglesia. 

Al  lado  de  Cario  Magno  figuraron  también  otros  perso- 
najes, cuyas  obras  son  consultadas  todavía,  para  conocer 
la  historia  i  el  espíritu  de  los  siglos  bárbaros.  Mencionare- 
mos a  Ejinardo  (Éginhard),  secretario  de  Cario  Magno, 
que  escribió  en  latin  su  historia  i  los  anales  de  la  época.  Su 
Vida  de  Cario  Magno  se  distingue  por  un  arte  de  composi- 
ción muí  notable  en  aquel  siglo. 

9.-— EHmpulso  impreso  por  Cario  Magno  al  cultivo  de  las 
ciencias  i  de  las  letras  tendia  nada  menos  que  a  formar  una 
sociedad  laica  ilustrada,  lo  que  habria  niorlificado  comple- 
tamente la  civilización  de  la  edad  media;  pero  aunque  fué  se- 
gundado en  esta  empresa  por  alguno  de  sus  sucesores,  i 
particularmente  por  Carlos  el  calvo,  el  espíritu  jeneral  de 
la  época,  la  ignorancia  de  la  nobleza  i  las  guerras  civiles 
tan  frecuentes  en  aquellos  siglos,  pusieron  un  obstáculo  po- 
deroso a  la  difusión  de  las  luces  i  redujeron  la  enseñanza  a 
los  conventos  i  a  las  escuelas  episcopales.  En  Inglaterra, 
Alfredo  el  Grande  (muerto  en  901  j  secundó  este  impulso  da- 


196  K0CI0KB8   DE  IIIBTORIA   LITERARIA 

do  a  los  estudios  sin  conseguir  un  resultado  mas  satisfac- 
torio. 

Florecieron,  sin  embargo,  en  aquella  época  algunos  hom- 
bres distinguidos  por  su  ciencia  i  por  el  influjo  que  ejercie- 
ron sobre  su  siglo.  De  todos  ellos,  ninguno  ha  llamado  tan- 
to la  atención  como  el  irlandés  Juan  Scot  Erijena  (de  Erin, 
nombre  antiguo  de  Irlanda).  Nacido  en  los  primeros  años 
del  siglo  IX,  después  de  adquirir  la  mejor  educación  de  su 
tiempo,  viajó  por  Europa  ensanchanrlo  sus  conocimientos. 
Instruido  en  el  latin  i  en  las  ciencias  eclesiásticas  de  su  épo- 
ca, estudió  el  griego  i  el  liel)reo  i  se  hizo  conocedor  de  algu- 
nos de  los  clásicos  de  la  antigüedad.  .\  mediados  de  aquel 
siglo  se  estableció  en  la  brillante  corte  de  Carlos  el  calvo;  i 
allí  escribió  dos  grandes  obras  sobre  la  predestinación  5  la 
división  (le  la  naturaleza  en  que  consignó  opiniones  filosófi- 
cas enteramente  orijinales.  S\giin  Juan  Scot,  nuestra  inteli- 
jencia  está  ocupada  por  emanaciones  de  la  intelijencia  de 
Dios,  i  nuestras  ideas  principales  son  manifestaciones  del 
creador  en  el  seno  de  su  creatura,  como  lo  es  la  naturaleza 
misma.  Pero  lo  que  hai  de  mas  singular  en  sus  doctrinas  es 
el  desden  que  manifiesta  por  toda  autoridad  que  no  esté 
apoyada  en  la  razón. 

10. — ^Juan  Scot  puede  ser  consi'lerado  e!  primero  de  cierta 
especie  de  escritores  peculiares  de  la  edad  media  conocidos 
en  la  historia  literaria  con  la  denominación  áe escolásticos. 
En  este  tiempo,  así  como  en  el  siglo  siguiente,  sucedió  que 
ciertas  esrnelas  fundadas  en  diferentes  paises  de  Europa 
c  )menzaron  a  a  Iquirirmuclia  celebridad  i  a  atraer  un  gran 
número  de  estudiantes  como  también  a  asumir  aquel  carác- 
ter de  actividad  intelectual  en  todos  los  ramos  déla  ciencia 
que  pertenece  a  esas  corporaciones  conocidas  con  el  nom- 
bre de  iwiversidndcs.  Este  nombre,  sin  embargo,  no  fué  em- 
pleado sino  mucho  mas  tarde:  decíase  universltns  maíris- 
trorum  et  auditonim  (reunión  de  maestros  i  discípulos;  i 
de  allí  nació  la  palabra  con  que  han  sido  designadas  las  al- 
tas corporaciones  encargadas  de  la  enseñanzarLas  de  Pa- 


LÍTBHATüRA  LATINA  EK  tA  BDAC  MBDIA        197 


ris  i  Bolonia  fueron  las  mas  ant¡fj;iias;  pero  su  verdadera 
organización  es  posterior  al  siglo  XI. 

Esas  escudas  o  universidades,  fueron  de  «grande  utilidad 
para  la  proj^agacion  de  las  cii-ncias.  La  de  Bolonia  fué  fa- 
mosa en  la  ensenan/a  del  (Icrecho,  i  particularmente  de  la 
jur¡sj)rude!icia  roaiaiia.  La  universidad  de  Montpelier  fué 
la  mas  célebre  por  la  enseñan/./i  de  la  medicina.  Los  profe- 
sores de  esta  ciencia,  como  los  (pie  enseñaban  la  física,  la 
química  i  las  matcináticas,  habían  frecuentado  las  escuelas 
de  los  árabes  de  España.  Gerbet,  la  mas  alta  personifica- 
ción ele  la  ciencia  en  el  siglo  X,  mas  conocido  en  la  historia 
con  el  nombre  de  Silvestre  U.ípie  tomó  en  991)  al  ocupar  la 
silla  pontificia,  hizo  sus  estudios  entre  los  árabes  de  Espa- 
ña i  sorprendió  a  la  Europa  entera  por  sus  estensos  cono- 
cimientos en  jeometría,  en  mecánica  i  en  astronomía. 

IL—Pero  mientras  la  jurisprudencia,  la^  medicina  i  las 
ciencias  físicas  comenzaban  a  ser  cultivadas  en  muchas  es- 
cuelas o  universidades,  el  estudio  preferente  de  aquellos  fo- 
cos de  instrucción  era  la  filosofía  ola  teolojía  filosófica. 
El  nombre  de  escolástica  era  ordinariamente  aplicado  a 
estas  ciencias;  i  con  la  denominación  de  escolásticos,  fueron 
designados  aquellos  doctores  o  profesores  que  se  hicieron 
famosos  en  las  discusiones  teolójicas  i  filosóficas  de  la  edad 
media.  Las  universidades  de  Paris  i  de  Oxford  fueron  los 
mas  célebres  centros  de  la  filosofía  escolástica.  El  carácter 
ptculiar  de  esta  filosofía  consiste  en  el  estudio  de  la  metafí- 
caide  la  lójica  de  Aristóteles,  i  en  la  aplic¿icion  de  las  for- 
mas aristotélicas  del  raciíícinio  al  estudio  de  los  mas  suti- 
les problemas  de  la  teolojía.  La  lójica  de  Aristóteles  era  co- 
nocida en  Europa  por  medio  ríe  las  traducciones  latinas; 
pero  su  metafísica  fue  conocida  sólo  a  principios  del  siglo 
XII  por  el  intermedio  de  los  árabes,  i  acompañada  de  los 
sutiles  comentarios  de  los  filó<ofi;s  de  Bagdad  i  de  Cór- 
doba. 

La  filosofía  escolástica,  tan  famosa  durante  mucho  siglos 
hacaido  ahora  en  un  olvido  casi  completo.  Sin  embargo, el 


198  NOCIONES    DE   HISTORÍA.  LITERARIA 


espíritu  investigador  de  los  modernos  ha  ido  a  buscar  en 
los  escritos  que  nos  quedan  de  las  escuelas  de  la  edad  media 
la  filiación  i  la  historia  de  los  progresos  del  espíritu  huma- 
no. De  ese  estudio  resulta  que  algunos  de  esos  filósofos 
fueron  hombres  verdaderamente  superiores,  i  que  en  otro 
siglo,  i  libres  de  las  preocupaciones  de  su  tiempo,  habrian 
ejercido  una  poderosa  influencia  en  el  desenvolmiento  de  la 
humanidad.  Los  nombres  de  Roscelin,  Lanfranc,  San  An- 
selmo, Abelardo.  Pedro  Loijibardo,  Santo  Tomas,  Duns 
Scot  i  Ockam,  pertenecen  mas  propiamente  a  la  historia  de 
la  filosofía,  a  pesar  de  que  ellos  resumieron  casi  esclusiva- 
mente  la  ciencia  de  su  tiempo. 

Dos  fueron  los  mas  célebres  puntos  de  discusión  en  que 
estuvieron  divididos  los  famosos  argumentadores  de  la 
edad  media:  el  libre  arbitrio  i  la  realidad  de  las  ideas  uni- 
versales consideradas  como  si  tuviesen  una  existencia  inde- 
pendiente de  nuestro  espíritu.  Las  discusiones  a  que  dieron 
lugar  estas  dos  cuestiones  contribuyeron  singularmente  a 
desarrollar  la  sutileza  i  la  sagacidad  del  injenio  en  la  espli- 
cacion  i  la  distinción  de  las  ideas  abstractas;  pero  al  mismo 
tiempo  hicieron  nacer  una  multitud  de  especulaciones  minu- 
ciosas i  pueriles  con  desprecio  de  los  conocimientos  positi- 
vos especiales. 

De  cualquier  modo  que  sea,  las  discusiones  escolásticas 
desarrollaron  en  muchas  ciudades  de  Europa  una  gran  pa- 
sión por  el  estudio  i  contribuyeron  a  estirpar  la  profunda 
ignorancia  de  los  siglos  precedentes.  Se  eleva  a  muchos  mi- 
llares el  número  de  los  estudiantes  que  concurrrian  a  tales 
o  cuales  escuelas,  particularmente  a  la  de  Paris;  pero  este 
mismo  ardor  por  el  estudio  habria  tomado  una  dirección 
mas  feliz  si  no  hubiese  estado  absorbido  por  la  pasión  que 
inclinaba  los  espíritus  a  la  metafísica.  Las  ciencias  mate- 
máticas, la  filosofía  i  hasta  la  misma  historia,  fueron  casi 
desatendidas  durante  algunos  siglos. 

12. — Los  claustros,  i)r¡mcr  asilo  de  las  letras  durante  la 
edad  media,  tuvieron  también  una  literatura  propia,  apar- 
te de  esas  discusiones  filosóficas  i  teolójicas  en  que  con  fre- 


LTTERATITRA    LATINA    EN    LA    EDAD    M^blA  199 


cuencia  tomaban  parte  los  laicos.  La  vida  monástica,  las 
largas  horas  de  meditación  i  de  aislamiento,  la  soledad  del 
corazón  la  fermentación  secreta  de  las  pasiones  concentra- 
das en  sí  mismas,  hicieron  nacer  una  literatura  íntima  que 
sirvió  de  espresion  a  aquel  estado  de  cosas,  así  como  la  so- 
ciedad guerrera  i  mundana  se  revelaba  en  las  epopeyas  ca- 
ballerescas i  en  los  cantos  de  los  trovadores.  Sin  duda,  se 
ha  perdido  un  gran  número  de  esas  efusiones  místicas  i 
poéticas  que  reflejaban  la  calma  tranquila  de  la  vida  de  los 
claustros.  Sin  embargo,  nos  queda  un  monumento  admira- 
ble en  un  pequeño  libro  escrito  en  un  latin  defectuoso,  pero 
que  resume  toda  esa  filosofía  suave  i  melancólica  del  misti- 
cismo de  la  edad  media.  Ese  libro  se  llama  la  Imitación  de 
Jesucristo.  Enseña  a  imitar  a  Jesucristo,  a  despreciar  las 
vanidades  del  mundo,  a  ser  siempre  humildes,  manifestan- 
do la  felicidad  que  se  esperimenta  en  la  obediencia  i  en  la 
sumisión  a  los  superiores,  las  ventajas  de  la  adversidad  i 
del  amor  al  retiro  i  al  silencio.  Toda  la  obra  está  fundada 
sobre  una  profunda  humildad,  que  llega  hasta  a  sustituir 
la  voluntad  de  Dios,  la  de  los  superiores  i  aun  la  del  próji- 
mo a  la  nuestra,  a  desdeñar  las  vanidades  del  mundo,  a  so- 
portar con  paciencia  las  miserias  de  esta  vida,  i  a  no  espe- 
rar paz  i  felicidad  sino  en  la  vida  eterna.  Esta  obra,  tradu- 
cida muchas  veces  en  verso  i  prosa  a  las  lenguas  modernas, 
ha  sido  considerada  como  el  libro  mas  perfecto  por  la  uni- 
dad del  pensamiento  i  por  la  unción  relijiosa  que  lo  ha  dic- 
tado. Se  cuentan  cerca  de  dos  mil  ediciones  de  este  libro 
admirable. 

El  autor  de  la  Imitación  de  Jesucristo  dice  en  una  parte 
de  ella:  **¡Dios  mió!  Haced  que  yo  quede  ignorado.  Qué 
vuestro  nombre  sea  alabado  i  no  el  mió!'*  Este  voto  espre- 
sado con  tanto  fervor,  ha  sido  realizado:  la  posteridad  no 
conoce  el  nombre  del  auto:*  que  compuso  el  mas  hermoso 
libro  del  cristianismo  después  del  Evanjelio.  Mas  de  dos- 
cientas disertaciones  se  han  escrito  para  ilustrar  este  punto 
de  historia  literaria.  La  Francia,  la  Italia  i  la  Alemania  re- 
claman el  honor  de  haberle  dado  nacimiento;  i  se  han  pre- 


too  KOCIOKIDS  DB  mSTOHÍA  LITBRAKU 

sentado  tres  personajes  a  los  cuales  se  ha  atribuido  aquel 
libro.  Juan  Gesen  o  Gcrscn,abad  de  un  monasterio  de  Ix)m- 
bardía  en  el  siglo  XIII  es  el  pretendiente  señalado  por  lo8 
italianos.  Tomas  A.  Kcmpis,  canónigo  de  la  diócesis  de  Co- 
lonia, tiene  en  su  apoyo  a  los  críticos  alemanes  i  flamencos. 
Los  franceses  la  atribuyen  a  Juan  Gerson,  canciller  de  la 
universidad  de  Paris  en  el  siglo  XV.  A  pesar  de  tantas  dis- 
cusiones, la  crítica  moderna  está  reducida  hasta  ahora  a 
oponer  unas  a  otras  las  conjeturas  i  las  probabilidades. 
Cada  cual  demuestra  perentoriamente  que  sus  adversarios 
están  en  el  error,  pero  nadie  exhibe  una  prueba  que  haga 
desaparecer  todas  las  dudas:  la  polémica  no  ha  dado  mas 
que  resultados  negativos. 

En  nuestros  dias  lia  adquirido  gran  crédito  una  opinión 
que  sostiene  que  aquel  libro  es  una  obra  impersonal,  nacida 
en  hi  edad  media,  en  una  época  que  no  se  podría  fijar  con 
precisión,  i  conducida  por  desarrollos  sucesivos  a  la  forma 
en  que  se  encontraba  a  mediados  del  siglo  XV.  "¿Quién  sa- 
be, dice  M.  Michelet,  si  la  Imitación  no  ha  sido  la  epopeya 
interior  de  la  vida  monástica,  si  no  ha  sido  formada  poco  a 
poco,  si  no  ha  sido  suspendida  i  recomenzada,  si  no  ha  sido, 
en  ñn,  la  obra  colectiva  que  el  espíritu  monástico  de  la  edad 
media  nos  ha  Kgado  como  su  pensamiento  mas  profundo  í 
su  monumento  mas  glorioso?".  Se  ha  creido  reconocer  en 
las  diversas  partes  de  este  libro  interpolaciones  sucesivas 
de  formas  literarias  diferentes,  aunque  animadas  todas  por 
el  mismo  espíritu.  En  efecto,  la  unidad  no  existe  mas  que 
en  el  fondo  de  las  cosas  i  nó  en  la  forma;  porque  cada  libro 
es  un  todo,  cada  capítulo  es  una  instrucción  completa  i 
cada  versículo  tiene  un  sentido  propio.  La  Imitación  parece 
un  trabajo  colectivo  i  secular,  cuya  redacción  definitiva, 
obra  de  un  autor  desconocido,  de  Gerson  quizas,  fué  ejecu- 
tada a  fines  del  siglo  XIV  o  a  principios  del  XV. 

13.— En  los  claustros  se  cultivó  también  la  historia;  pero 
esta  rama  de  la  literatura  perdió  en  los  siglos  medios  el  ca- 
rácter vasto  i  jeiieral  que  le  habian  dado  los  escritores  de  la 
antigüedad.  Nació  entonces  la  Crónica,  nombre  con  e|  cual 


tTTttATVRA  LATmA  feX  tA  iBDAt)   HfeDlA  201 

9e  quería  designar  una  historia  redactada  según  el  orden 
cronolójico,  pero  que  ha  recibido  mas  tarde  una  significa- 
cien  mas  estensa,  refiriéndolo  sobre  todo  al  espíritu  de  las 
obras  a  las  cuales  se  aplicaba.  Son  enjeneral  historias  de- 
talladas de  un  pais,  de  una  localidad,  de  una  época,  o  de  un 
hombre,  escritas  por  un  testigo  ocular  o  por  un  contempo« 
raneo  que  ha  consignado  sin  comentarios  todo  lo  que  ha 
visto  o  lo  que  le  han  trasmitido.   Esas  crónicas,  mui  minu- 
ciosas en  ciertos  sucesos,  mui  incompletas  en  otros,  recar- 
gadas de  ordinario  de  invenciones  fabulosas  e  incrcibles» 
son,  sin  embargo,  las  únicas  fuentes  que  nos  quedan  para 
conocer  largos  períodos  de  la  historía  de  la  edad  media. 
Abundan  particularmente  las  que  se  refieren  a  la  historía 
de  Inglaterra,  de  Francia  i  de  Italia;  pero  las  crónicas  mas 
interesantes,  aquellas  que  reflejan  con  mas  colorído  i  ani- 
mación el  siglo  en  que  fueron  compuestas,  son  escrítas  en 
lengua  vulgar,  i  forman  por  esto  mismo  parte  de  otra  lite- 
ratura. 

La  mas  famosa  de  aquellas  obras  es  una  crónica  fabulo- 
sa atribuida  falsamente  a  Turpin,  arzobispo  de  Reims,  con- 
temporáneo de  Cario  Magno,  que  fué  considerada  durante 
mucho  tiempo  como  una  historia  verdadera.  Según  el  títu- 
lo de  la  obra,  De  la  vida  i  hechos  de  Cario  Magno  {De  vita 
et  gestis  Caroli  Magiii)^  el  autor  quería  contar  la  historía 
de  aquel  famoso  emperador;  pero  esceptuando  algunas  fra- 
ses consagradas  a  sus  primeras  proezas  i  a  su  muerte,  la 
crónica  se  limita  a  referír  la  espedicion  emprendida  contra 
los  sarracenos  de  España  i  la  derrota  de  la  retaguardia 
francesa  en  Roncesvalles.  Esta  crónica,  escrita  sin  duda  por 
algttn  eclesiástico,  asigna  un  objeto  relijioso  a  la  espedicion 
de  Cario  Magno;  el  emperador  inspirado  por  un  sueño  en 
qtie  se  le  ha  aparecido  el  apóstol  Santiago,  emprende  la 
campaña  para  salvar  del  poder  de  los  sarracenos  las  reli- 
quias de  este  santo;  construye  iglesias,  i  dota  monasterios 
para  alcanzar  el  cielo.  La  Crónica  de  Turpin^  considerada 
como  fuente  auténtica  de  las  leyendas  del  ciclo  carlovinjio, 
de  que  hablaremos  mas  adelante,  era  citada  como  una  es* 


202  NOCIONES   DB   HISTORIA    LITBRABIA 


pecie  de  fórmula,  i  aun  en  asuntos  enteramente  estraños  a 
ella,  por  los  poetas  que  en  los  siglos  XV  i  XVI  cantaron  las 
proezas  caballerescas.  Por  esto  se  ha  mirado  como  el  orí- 
jen  de  los  poemas  carlovinjios;  pero  ahora  está  probado 
que  la  crónica  es  por  el  contrario,  una  compilación  informe 
sacada  de  los  cantos  populares  rjue  tenia  por  héroes  a  Car- 
io Magno  i  a  Roldan,  i  en  la  cual  las  tradicciones  caballe- 
rescas han  perdido  lo  que  en  ellas  habia  de  mas  poético.  No 
se  sabe  la  época  en  que  fué  escrita  esta  famosa  crónica  ni  se 
conoce  quién  sea  el  autor.  Don  Andrés  Bello,  que  dilucidó 
esta  cuestión  con  una  asombrosa  erudición,  ha  probado 
que  la  crónica  fué  compuesta  mas  o  menos  el  año  1100;  que 
su  autor  era  eclesiástico,  i  que  sin  ser  español,  habia  resi- 
dido largo  tiempo  en  la  península  hasta  el  punto  de  conocer 
perfectamente  su  jeogr^fía;  i  cree  poder  sostener  que  su  au- 
tor fué  un  monje  francés  llamado  Dalmacio,  que  ocupó  en 
España  la  silla  episcopal  de  Iría,  que  fué  trasladada  mas 
tarde  a  Compostela.  La  Crónica  de  Tiirpin  por  su  escaso 
mérito  no  es  acreedora,  en  realidad,  a  estas  investigaciones: 
sin  embargo,  ellas  le  han  arrebatado  la  importancia  que  se 
le  habia  atribuido  creyéndola  el  oríjen  i  fundamento  de  la 
literatura  caballeresca. 

14. — Al  terminar  esta  rápida  revista  de  la  literatura  la- 
tina en  la  edad  media, es  menester  recordar  que  esa  lengua, 
estraña  ya  al  uso  vulgar  i  decaida  de  su  antiguo  esplendor, 
fué  el  idioma  en  que  escribieron  los  sabios  de  esos  siglos, 
los  alquimistas  que,  buscando  la  piedra  filosofal,  i  los  que 
estudiando  la  astrolojía  para  descubrir  el  porvenir  en  la 
marcha  de  los  astros,  fundaron  la  química  i  prepararon 
los  progresos  de  la  astronomía.  Alberto  el  Grande,  fraile 
alemán  de  la  orden  dominicana,  que  vivia  en  el  siglo  XIII, 
abrazó  tod^s  las  ciencias  e  hizo  importantes  descubrimien- 
tos sobre  las  propiedades  químicas  de  las  piedras,  de  los 
metales  i  de  las  sales.  Raimundo  Luí  i  o,  fraile  franciscano, 
natural  de  la  isla  de  Mallorca,  que  vivia  a  fines  de  ese  mis- 
mo siglo  i  principios  del  siguiente,  fijó  la  atención  sobre  los 
productos    volátiles  de  la  descomposición  de  los  cuerpos, 


LITBRATXmA    LATIXA    BX    LA    EDAD    MEDIA  203 

i  preparó  los  progresos  posteriores  de  la  química.  Rojerio 
Bacon.  ingles  de  nacimiento  que  vivió  en  el  mismo  siglo  i 
que  también  fué  fraile  franciscano,  fué  un  verdadero  prodi- 
jio  para  su  tiempo.  Reconoció  los  errores  del  calendario 
jaliano,  esplicó  su  causa  i  los  corrijió;  hizo  injeniosas  ob- 
servaciones sobre  la  óptica,  la  refracción  de  la  luz,  el  arco 
iris  ¡  el  tamañt)  aparente  de  los  cuerpos;  i  por  último  se  le 
atribuye  la  invención  de  la  pólvora.  Estos  i  otros  grandes 
jenios  que  escribieron  en  latin,  porque  las  lenguas  vulgares 
no  estaban  formadas  todavía  i  porque  por  esto  mismo  no 
se  las  consideraba  el  idioma  de  la  ciencia,  habrian  operado 
una  revolución  mas  importante  en  el  desenvolvimiento  dtl 
espíritu  humano  si  hubiesen  vivido  en  siglos  mas  adelan- 
tados. 


CAPITULO  V. 
lJter.*fnra  friiiieeiía. 


1.  Oríjcn  fie  la  lengra  frnncesn;  el  vascuence,  el  céltico  i  el  latín.— 
2.  Los  francos— 3.  Lengua  de  o»7i  lengua  de  oc,  -  4.  Forma- 
ción definitiva  del  francés.-  5.  Literatura  provcnzal:  los  tro- 
vadores— 6.  Corta  duración  de  esta  literatura.— 7.  Literatu- 
ra walona:  los  tru veres. — 8.  Cantos  épicos:  la  Chanson  de  Ro- 
Innd.  '  0.  Carácter  jeneral  de  los  poemas  del  ciclo  carlovinjio. 
—10.  Ciclo  del  rei  Arturo;  Wace  i  sus  imitadores — 11.  Ciclo  gre- 
co-asiático; la  Chanson  d* Alexfíndre.'—\2,  Incertidumbre  so- 
bre el  oríjen  de  estos  poemas. — 13.  Los /aib//Viux.— 14.  El  apólo- 
fro  i  la  sátira;  Román  du  Renart.  15.  La  alegoría;  Román  de 
Ja  /?oí»e.— 16.  Poesía  lírica;  Thibaut  i  Carlos  de  Orleans.  -  17. 
Teatro  francés  de  la  edad  media.— 18.  Las  crónicas;  ViHehar- 
douin  i  Joinville. — 19.  Froissart. 

1. — Los  diferentes  puebhiS  que  han  ocupado  el  suelo  de  la 
Francia  han  dejado  sus  huellas  en  la  lengua  francesa.  Sus 
idiomas  respectivos,  sobrepuestos  primero  unos  a  losotros, 
confundidos  en  seguida,  han  concurrido  a  formar  esta  len- 
gua en  proporciones  mui  desiguales. 

Según  las  mas  remotas  tradiciones,  la  Francia  fué  po- 
blada primeramente  por  los  iberos,  raza  de  oríjen  imperfec- 
tamente conocido,  que  se  estableció  en  la  rejion  del  sur  i 
que  ocupó  también  la  España.  Después  llegaron  los  celtas, 
pueblo  vigoroso  e  intelijente,  que  invadió  la  Europa  occi» 


206  NOCIONES   DB   HISTORIA   LITERARIA 

dental  muchos  siglos  antes  de  la  era  cristiana,  i  cuyo  idio- 
ma estaba  enlazado  por  su  oríjen  con  la  gran  familia  indo- 
europea, que  comprende  el  sánscrito,  el  zend,  i  los  que  se 
derivan  de  éstos.  Antes  de  la  conquista  romana,  se  habla- 
ba, pues,  en  la  Aquitania,  esto  es  el  pais  situado  inmedia- 
tamente al  norte  de  los  Pirineos,  el  idioma  ibérico,  llama- 
do comunmente  el  vascuense.  El  idioma  céltico  se  hablaba 
en  las  otras  partes  de  la  Galia. 

El  vascuence  no  subsiste  ahora  sino  en  las  faldas  de  los 
Pirineos  occidentales,  i  ha  suministrado  al  francés  un  nú- 
mero mui  pequeño'de  palabras.  Se  podria  citar  en  este  nú- 
mero la  voz  ennui  (enojuo.en  vascuence,  eno/o,  en  español). 
La  parte  del  céltico  en  la  formación  de  la  lengua  francesa 
es  indudablemente  mas  considerable.  Ese  idioma  estirpa- 
do  en  gran  parte  por  la  conquista  romana,  subsiste  toda- 
vía en  la  Baja  Bretaña.  Parece  queMos  fenicios  i  los  grie- 
gos, que  fundaron  diversas  colonias  en  la  costa  de  la  Ga- 
lia, no  ejercieron  una  verdadera  influencia  sobre  la  lengua 
del  pais. 

El  latín,  impuesto  por  la  conquista  romana,  llegó  a  ser 
desde  el  primer  siglo  de  la  era  cristiana,  la  lengua  dominan- 
te en  la  Galia.  El  idioma  nacional  desapareció  poco  a  poco 
por  influjo  de  la  civilización  de  los  conquistadores,  de  tal 
modo  que  en  el  siglo  IV  se  hablaba  el  latín  desde  los  Piri- 
neos hasta  el  Rhín;  i  la  población  indíjena,  con  mui  peque- 
ñas escepciones,  había  abandonado  su  lenguaje  nacional. 
Pero  el  latín,  que  dominaba  en  la  Galia,  no  era  esa  lengua 
elegante  de  los  escritores  del  siglode  Augusto,  ni  tampoco  el 
lenguaje  un  poco  viciado  de  los  escritores  de  la  decadencia: 
era  un  idioma  menos  culto  en  el  cual  se  habían  deslizado  al- 
gunas palabras  célticas  tomando  la  forma  latina. 

2. — Las  invasiones  de  los  bárbaros,  burgundas,  visigo- 
dos i  francos,  llevaron  de  la  Jermanía  idiomas  tan  estraños 
al  latín  como  al  céltico.  Esos  idiomas,  que  tenían  entre  sí 
una  grande  afinidad,  i  entre  los  cuales  el  de  los  francos  llegó 
a  prevalecer,  fueron  designados  con  la  denominación  común 
de  tudescos.  Esta  era  la  lengua  de  los  conquistadores,  que 


LITERATURA    FRANCESA  207 

pasaron  a  ser  también  los  señores  casi  esclusivos  del  terri- 
torio francés. 

Pero  en  la  monarquía  de  los  reyes  francos  se  hablaba 
ademas  otro  idioma  mucho  mas  popular,  el  idioma  de  los 
pueblos  conquistados,  cuya  base  principal  era  la  lengua  de 
los  romanos.  El  latín  notablemente  alterado  por  una  des- 
composición natural  en  la  boca  de  poblaciones  ignorantes  i 
sin  modelos  literarios,  i  por  la  introducción  de  términos  cél- 
ticos o  jermánicos,  tomó  el  nombre  de  lengua  romana. 

Hubo,  pues,  dos  idiomas  diferentes  en  la  misma  Galia 
durante  algunos  siglos;  pero  ambos  se  modificaron  recípro- 
camente por  el  contacto  íntimo  de  conquistadores  i  con- 
quistados. Por  un  momento,  el  tudesco  estuvo  a  punto  de 
adquirir  un  gran  predominio  sobre  el  otro.  Cario  Magno, 
tudesco  de  oríjen.  colocó  la  caf)ital  de  su  imperio  en  .\quis- 
gran  (Aix  la  Chapelle),a  las  puertas  del  territorio  jermáni- 
co,  i  dio  a  su  propio  idioma  una  grande  importancia  sobre 
la  lengua  romana,  derivada  del  latín.  Se  sabe  que  este  em- 
perador preparó  o  hizo  preparar  una  gramática  de  la  len- 
gua tudesca  o  alemana.  Pero  después  del  desmembramien- 
to del  imperio  carlovinjio,  Paris,  ciudad  mucho  mas  apar- 
tada del  territorio  jermánico,  vino  a  ser  la  capital  del  reino 
de  Francia;  i  allí  la  lengua  romana  recobró  su  supremacía. 

La  fuente  primera  del  francés  es  esta  lengua  romana,  for- 
mada por  la  mezcla  del  latin,  del  tudesco  i  de  algunas  pala- 
bras célticas.  Como  en  esta  mezcla  el  latin  ha  sido  con  mu- 
cho el  elemento  mas  considerable,  la  lengua  francesa  se  co- 
loca entre  las  del  oríjen  neo-latino.  No  se  llega  a  conocerla 
de  una  manera  profunda  sino  con  el  ausilio  del  latin.  El 
mas  antiguo  monumento  que  se  conozca  de  esta  lengua  es 
el  testo  del  juramento  que  Luis  el  jermánico  i  su  hermano 
Carlos  el  calvo  i,  nietos  de  Cario  Magno,  se  prestaron  recí- 


í  Creemos  interesante  transcribir  aquí  un  fragmento  (le  esta 
pieza.  Es  d  juramento  de  Luis  el  jermánico. 

"Pro  Deo  amur,  et  pro  christian  poplo,  et  nostro  commun  sal- 
rament,  dist  di  en  avant,  in  quant  Deus  savir  et  potir  me  dunat, 


908  XOCIOKBR    DW    HISTORIA    TJTBRABIA 

procamente  en  Estrasburgo  en  842.  Se  notan  ahí  algunas* 
de  esas  terminaciones  latinas  que  ahora  son  frecuentes  to- 
davía en  el  italiano  i  en  e^  español,  pero  la  influencia  del  tu- 
desco es  también  visible. 

3.— Esta  lengua  tomó  diversos  caracteres  i  recibió  dife- 
rentes nombres,  según  la  mayor  o  menor  influencia  del  la- 
tin.  En  el  norte  de  la  Francia,  donde  el  tudesco  dejó  mas 
profundas  huellas  i  le  comunicó  su  aspereza,  tomó  el  nom- 
bre de  romance  walon.  En  el  mediodía,  donde  la  presencia 
de  los  bárbaros  fué  mas  tardía  i  sus  invasiones  menos  fre- 
cuentes, i  donde  subsistió  en  cierto  modo  la  antigua  orga- 
nización, la  nueva  lengua  conservó  mejor  las  palabras  i  las 
terminaciones  sonoras  del  latín.  Abundante  en  vocales,  rica 
en  inflexiones,  tuvo  menos  eneijía,  pero  mas  gracia  i  suavi- 
dad: éste  fuéel  romance  provenzal.  En  el  norte,  el  tudesco 
ejercía  su  influencia,  porque  al  otro  lado  de  sus  fronteras, 
en  la  Jermania,se  hablaban  lenguas  análogas:  en  el  sur,  los 
provenzales  estaban  en  comunicación  con  la  España  i  con 
la  Italia,  en  donde  la  dominación  del  latin  era  mas  notable. 
Los  dominios  de  las  dos  lenguas  estaban  separados  por  el 
curso  del  rio  Loira.  La  primera  recibió  el  nombre  vulgar  de 
lengua  de  oil  (Jungue  d*oil):  la  segunda  el  de  la  lengua  de  oc 
{langue  d*oc),  denominaciones  tomadas  de  las  palabras 
por  medio  de  las  cuales  se  espresaba  en  cada  pais  la  afirma- 
ción sí. 


si  salvara  jeo  cist  meon  fradre  Karlo,  et  ín  adjudha  et  in  cadhuna 
cosa,  si  com  om  per  dreit  son  fradra  salvar  dist,  in  o  quid  il  mi  aU 
tresi  fazet,  et  ab  Ludhcr  nul  plaid  nunquam  prindrai,  qui,  meon 
vol,  cist  meon  fradre  Karle  in  damno  sit." 

Tbadüccion: — "Por  el  amor  de  Dios  i  por  el  pueblo  cristiano, 
nuestra  común  salvación,  de  este  dia  en  adelante  mientras  Dios 
me  dé  el  saber  i  el  poder,  yo  salvaré  a  mi  hermano  aquí  presente,  i 
le  seré  en  ayuda  en  cualquiera  cosa,  así  como  un  hombre,  según  la 
justicia,  del^e  salvar  a  su  hermano,  en  todo  lo  que  él  hiciese  de  la 
misma  manera  por  mí,  i  yo  no  haré  con  Lotario  ningún  convenio 
que,  por  mi  voluntad,  lleve  perjuicio  a  mi  hermano  Carlos  aquí 
prestnte/' 


LITERATURA    LATINA    EN    LA    EDAD    MEDÍA  209 

Las  relaciones  que  los  acontecimientos  políticos  i  los  en- 
laces de  diversos  príncipes  establecieron  entre  la  Francia 
meridional  i  la  Cataluña  i  el  Aragón,  i  el  brillo  de  las  cor- 
tes feudales  de  Arles  i  de  Tolosa,  dieron  a  la  lengua,  de  oc 
una  form.'i  notablemente  regular,  i  la  estmdieron  desde 
el  Loira  hasta  el  Ebro  i  el  Mediterráneo.  Esta  lengua,  cul- 
tivada por  los  trovadores,  recibió  en  la  guerra  contra  los 
albijenses,  a  principios  del  siglo  XII,  un  golpe  de  (jue  no 
debia  levantarse:  un  concilio  l¿i  proscribió  **conio  sospe- 
cha de  herejía,"  al  mismo  tiempo  en  que  los  estados  feu- 
dales donde  habia  estallado  la  guerra,  eran  absorbidos 
en  los  dominios  de  los  reyes  de  Francia.  Después  de  haber 
sido  una  lengua  literaria,  se  desmenbró  en  dialectos  vulga- 
res hallados  todavía  en  Cataluña,  en  Valencia  i  en  algunas 
de  las  provincias  meridionales  de  Francia.  Hasta  el  siglo 
XIV  la  diferencia  de  lenguaje  entre  el  norte  i  el  sur  era  tan 
notable  que,  bajo  el  reinado  de  Juan  el  Bueno,  fué  necesario 
reunir  dos  asambleas  distintas  de  estados  jenerales,  para 
representar  las  dos  diversas  ramas  del  idioma  francés. 

La  lengua  de  oil  fué  mas  tosca  en  su  nacimiento:  las  pa- 
labras latinas  revestidas  de  terminaciones  tudescas,  daban 
al  oído  un  sonido  duro.  Se  necesitó  de  mucho  tiempo  para 
suavizar  i  depurar  esta  lengua  i  para  darle  elegancia.  Los 
truveres  (trouveres)  de  Picardía,  de  Normandía,  de  Borgo- 
ña,  de  Champaña  i  de  Flándes  concurrieron  a  esta  forma- 
ción laboriosa.  Si  los  progresos  de  esta  lengua  fueron  len- 
tos durante  la  edad  media,  es  menester  atribuirlo  a  la  igno- 
rancia de  la  nobleza,  al  reinado  del  feudalismo  que  habia 
destruido  todo  centro  i  toda  autoridad  común,  a  las  des- 
gradas  de  la  guerra  contra  los  ingleses  i  al  predominio  en 
las  clases  instruidas  de  la  lengua  latina,  que  era  siempre  el 
idioma  de  la  relijion,  del  derecliQ  i  de  la  enseñanza. 

4-. —El  francés,  sin  embargo,  aparece  formado  en  el  siglo 
XIII;  a  lo  menos  entonces  lo  cultivaron  numerosos  escrito- 
res. Entre  otros  elementos  que  contribuyeron  a  enriquecer- 
lo» deben  contarse  el  árabe,  por  las  relaciones  con  las  es- 
cuelas de  los  moros  de  España,  i  por  efecto  de  las  cruzadas, 

lOMO   IV  14 


210  NOCIONES    DE  HISTORIA    LITERARIA 

i  el  griego  que  conocieron  los  franceses  en  Constantinopl 
pero  sus  verdaderas  fuentes  son  las  que  dejamos  señaladí 
mas  arriba.  P>n  el  siglo  XIII  esa  lengua  gozaba  de  prerrog 
tivas  semejantes  a  las  del  francés  moderno:  era  conocida  < 
casi  toda  la  Europa,  i  usada  como  una  especie  de  idion 
universal.  En  1275,  un  escritor  veneciano  traducía  al  fra 
ees  una  crónica  de  su  país  declarando  que  **esta  lengua  o 
rre  en  el  mundo,  i  que  es  mas  agradable  al  oído  que  cu 
quiera  otra.*'  Diez  años  mas  tarde,  Rninetto  Latini, 
maestro  del  Dante,  escribia  en  francés  un  libro,  **porque,d 
cia,  el  habla  de  Francia  es  mas  común  a  todas  las  jentes'\ 

5.— La  literatura  provenzal  se  desarrolló  con  mayor  r 
pidez  que  la  literatura  v^'alona.  Este  progreso  prematuí 
fué  el  resultado  de  las  circunstancias  en  medio  de  las  cual» 
habia  nacido.  El  mediodía  liabia  sido  siempre  mas  civiliz 
do  que  el  norte,  porque  la  influencia  romana  habia  sic 
mucho  mas  profunda.  La  invasión  de  los  bárbaros  hab: 
causado  allí  grandes  estragos;  pero  las  poblaciones  no  1: 
bian  estado  constantemente  ajitadas  i  combatidas  por  le 
terribles  trastornos  cjue  ensangrentaban  los  paises  situ; 
dos  al  norte  del  Loira.  Los  iiabitantes  del  sur  gozaban  c 
las  dulzuras  de  la  paz  bajo  un  réjimen  feudal  que  im)  tevu' 
la  dureza,  ni  conducia  a  los  mismos  excesos  de  crueldad  i  c 
venganza  que  se  hacian  sentir  bajo  el  gobierno  de  los  rud( 
señores  del  norte.  La  civilización  de  los  árabes  de  Espaf 
pudo  también  reflejarse  mejor  en  las  rejiones  del  mediod 
de  la  Francia. 

Casi  todo  lo  que  nos  (pieda  de  la  literatura  provenzal  e 
tá  representado  por  las  poesías  de  los  trovadores.  Es 
nombre,  derivado  de  una  voz  provenzal  troü6¿ir, encontra 
crear,  prueba  que  se  tenia  entonces  de  los  poetas  una  id< 
verdadera.  El  trovador  debia  cantar  sus  versos;  pero  cua 
do  no  tenia  el  talento  músico,  tomaba  un  juglar  a  su  se 
vicio.  Limitábanse  principalmente  a  celebrar  asuntos  ( 
amor,  o  mas  bien  de  galantería,  i  a  componer  sátiras  (sí 
ven  tes)  que  algunas  veces  eran  vivas  i  aceradas.  No  faltí 
tampoco  algunos  cantos  de  guerra,  ni  ciertos  diálogos  (te 


LITERATURA    LATINA     EN    LA    EI>AI)    MEDIA  211 

son,  (le  contentio)  en  que  dos  interlocutores  sostenían  dos 
opiniones  contradictorias,  de  ordinario  sobre  cuestiones 
de  amor  o  de  galantería  i  en  que  se  respondían  por  co- 
plas o  estrofas  de  una  medida  semejante.  Existían  también 
las  quéjíis  (phmhs),  elejías  destinadas  a  llorar  la  muerte  de 
un  amigo  o  de  un  héroe.  Pero  las  poesías  amorosas  o  ga- 
lantes formaban  en  su  ma\'or  parte  la  literatura  proven- 
zal.  Xo  tuvo  ni  dramas  ni  epopeyas;  i  parece  que  no  perci' 
bió  esta  falta.  Salvo  algunas  poesías  narrativas  que  po- 
drían compararse  al  poema  histórico,  no  se  nota  que  los 
poetas  pro  vénzales  hayan  hecho  esfuerzo  alguno  para 
agrandar  su  horizonte. 

Uno  de  los  principales  méritos  de  estas  poesías  consiste 
en  las  combinaciones  armónicas,  en  las  cadencias  simétri- 
cas, en  la  complicación  de  las  estrofas  i  en  la  repetición  de 
la  rima.  Los  trovadores  provenzales,  como  todos  los  poe- 
tas primitivos  de  las  lenguas  modernas,  tomaron  del  latín 
la  forma  de  su  versificación.  Es  inútil  repetir  aquí  que  toda 
composición  métrica  tanto  en  latín  como  en  griego,  era  un 
arreglo  de  versos  for^nados  de  pié  iguales  o  equivalentes; 
pero  en  el  desórdt;n  inherente  a  la  descomposición  del  latin, 
las  jentes  incultas,  en  lugar  de  tomar  por  base  en  los  ver- 
sos la  prolongación  relativa  de  los  sonidos,  tomaron  cada 
silaba  como  unidad  respecto  de  otra  sílaba:  no  se  midieron 
las  sílabas,  sino  que  se  contaron;  i  no  es  difícil  encontrar 
ejemplos  de  versos  en  que  se  ha  olvidado  la  cantidad  des- 
de los  primeros  tiempos  de  decadencia  de  la  literatura  la- 
^i"«i.  Fué  necesario  que  el  poeta  marcase  el  lugar  en  que 
había  cumplido  la  única  condición  que  se  exijia  de  él:  en- 
tonces apareció  la  rima,  la  cual,  según  la  espresion  de  M. 
Sainte-Beuve,  está  colocada  en  el  lugar  que  ocupa  como 
"na  campanada.píi  ra  advertir  que  concluye  un  verso  i  que 
^a  u  comenzar  otro.  La  rima  se  usó  en  la  versificación  la- 
tida en  la  época  de  la  corrupción  de  esta  lengua.  Escora- 
plíítamente  infundada  la  opinión  sostenida  por^grandes  es- 
critores i  que  atribuye  a  la  influencia  de  los  árabes  la 
introducción  de  la  rima  en  la  versificación    moderna.  Los 


212  NOCIONBS   DB    HISTORIA   LITBRARIA 

trovadores  provenzales  usaron  ordinariamente  la  rima 
consonante;  i  rara  vez  la  asonante;  todas  las  lenguas  mo- 
dernas han  seguido  emplean^do  la  primera;  Ips  castellanos 
emplean  con  frecuencia  la  segunda. 

6. — Esta  literatura  contó  dos  siglos  de  existencia.  >Io  se 
conoce  obra  alguna  de  ella  anterior  al  año  1100,  i  se  sabe 
que  fué  aniquilada  en  los  primeros  años  del  siglo  XIII.  Se 
conocen  las  vidas  de  cerca  de  ciento  cincuenta  trovadores, 
entre  los  cuales  se  cuentan  reyes,  príncipes  i  condes.  La  mo- 
nótona uniformidad  de  esta  literatura  nos  dispensa,  sin 
embargo,  de  entrar  aquí  en  detalles  sobre  aquellos  trova- 
dores. Sus  producciones  anuncian  un  vivo  sentimiento  del 
arie;  pero  faltó  el  tiempo  a  los  provenzales.  Su  lengua 
como  lengua  literaria,  i  su  literatura  fueron  arrastradas 
en  la  revolución  que  destruyó  su  nacionalidad.  Después  de 
la  guerra  contra  los  albijenses,  la  nacionalidad  provenzal 
fué  estinguida  en  su  primavera,  i  la  política  se  encargó  de 
impedir  que  reviviese.  En  1222,  se  fundó  en  Tolosa  la  uni- 
versidad  i  el  tribunal  de  la  inquisición,  se  prohibió  el  t-m- 
pleo  de  la  lengua  provenzal  en  los  actos  públicos  i  se  pros- 
cribieron los  libros  escritos  en  esta  lengua  para  hacer 
desaparecer  todo  lo  que  recordaba  la  nacionalidad  o  la  he- 
rejía. La  lengua  de  oc,  sin  embargo,  se  ha  perpetuado,  como 
ya  hemos  dicho,  en  algunos  dialectos  vulgares. 

7. — Al  lado  de  la  poesía  de  los  trovadores,  se  elevaba 
otra  poesía  menos  injeniosa,  la  de  los  truveres,  trovadores 
de  la  lengua  de  o/7,  o  francesa  propiamente  dicha.  Cual- 
quiera que  fuese  la  conformidad  primitiva  de  la  lengua  ro- 
mana del  mediodía  i  la  del  norte,  la  separación  en  el  siglo 
XII  era  visible:  la  lengua  de  los  truveres  i  la  de  los  trova- 
dores^ ofrecen  entonces  grandes  i  curiosas  diferencias  en  las 
palabras  i  en  el  espíritu.  Una  especie  de  vivacidad  burlona 
i  satírica  anima  también  la  lengua  de  los  truveres;  pero  en 
lugar  de  manifestarse  por  imájenes  brillantes  i  líricas  i  de 
tener  algo  de  musical,  su  espíritu  es  prosaico  i  produce  un 
cuento  mas  bien  que  una  oda.  En  sus  obras  no  hai  de  poe- 
sía mas  que  un  cierto  metro,  una  versificación  mui  grose- 


LITERATURA    LATINA    EN    LA    EDAD   MEDIA  213 

ra.  pocas  imájencs  i  casi  ninguna  armonía.  Cuando  se  exa» 
mina  el  objeto  de  sus  cantos,  la  diferencia  entre  el  trovador 
i  el  truver  se  hace  mas  sensible.  El  primero  se  ha  con- 
sagrado particularmente  al  jénero  lírico:  el  segundo,  por  el 
contrario,  se  contrae  a  asuntos  narrativos.  La  poesía  épi- 
ca es  especialmente  el  objeto  de  sus  cuidados.  Los  norman- 
dos, que  durante  algún  tiempo  habi?in  asolado  una  parte 
de  Francia,  fueron,  después  de  su  conversión,  los  mas  ar- 
dientes apasionados  de  ese  jénero. 

8. — Los  primeros  asuntos  cantados  por  la  musa  del  nor- 
te fueron  las  hazañas  de  los  paladines  de  Cario  Magno  o  de 
otros  personajes,  mitad  verdaderos,  mitad  ficticios,  que  se 
prestaban  para  servir  de  héroes  de  las  epopeyas  caballe- 
rescas. Conócense  con  el  nombre  de  chansons  de  gestes, 
los  romances  de  caballerías  en  que  se  celebran  las  acciones 
(en  latino-es  ía),  las  hazañas  délos  héroes,  por  medio  de 
coplas  raonofinias,  destinadas  a  ser  cantadas,  como  las 
rapsodias  de  los  antiguos  griegos,  con  acompañamiento 
de  música. 

La  mejor  i  mas  antigua  de  estas  informes  epopeyas  es  la 
Chanson  de  Roland,  que  por  un  arte  verdadero  de  compo- 
sición, por  la  fuerza  de  las  imájenes,  merece  ser  clasifica- 
da entre  las  composiciones  de  aquel  jénero.  Rolando,  cono- 
cido también  con  los  nombres  de  Orlando  i  de  Roldan,  es  el 
héroe  de  este  poema,  en  que  se  canta  la  espedicion  de  Car- 
io Magno  a  España  i  la  batalla  de  Roncesvalles.  Ignórase 
la  época  en  que  esta  obra  fué  compuesta:  se  cuenta  que  un 
truver,  llamado  Taillefer,  cantaba  un  fragmento  de  este 
poeraa  en  la  célebre  batalla  de  Hasting,  que  consumó  la 
conquista  de  la  Inglaterra  por  los  normandos  (1066);  pero 
la  obra  que  ha  llegado  hasta  nosotros  bajo  el  nombre  pro- 
blemático de  un  poeta  llamado  Théroulde,  parece  ser  de 
los  primeros  años  del  siglo  XII.  Es  posible,  sin  embargo, 
que  haya  existido  una  obra  primitiva,  contemporánea  tai- 
vez  de  Cario  Magno,  modificada  después  con  los  cambios  i 
ampliaciones  de  un  gusto  posterior,  pero  conservando 
siempre  el  carácter  guerrero  i  relijioso. 


214  NOCIONES   DB    HISTORIA    LITERARIA 


9.— Aceptando  esta  edad  probable  de  la  Chanson  de  Ro- 
land  seria  menester  considerarla  el  mas  antiguo  de  los  poe- 
mas del  ciclo  carlovinjio.  Con  este  nombre  se  conoce  en  la 
historia  de  la  literatura  un  conjunto  de  poemas  franceses 
de  la  edad  media  en  que  están  narradas  las  empresas  i  las 
conquistas  de  Cario  Magno  i  de  otros  jefes  de  la  raza  car- 
lovinjia.  El  jenio  de  Cario  Magno,  opuesto  a  la  debilidad 
de  sus  sucesores,  i  sus  gloriosas  proezas,  después  de  las 
cuales  el  imperio  franco  sufrió  la  vergüenza  de  las  invasio- 
nes normandas,  habian  dejado  en  el  pueblo  un  recuerdo 
imperecedero  de  respeto  i  admiración.  La  vida  del  grande 
emperador  llegó  a  ser  una  leyenda  que  cada  jenefacion  am- 
pliaba i  embellecia  a  su  gusto.  El  sentimiento  popular  bo- 
rró los  recuerdos  históricos;  i  Cario  Magno  llegó  a  ser  la 
personificación  del  cristianismo  triunfante  sobre  la  relijion 
musulmana.  Los  poetas  atribuyen  a  él  soló  todas  las  ha- 
zañas de  su  familia:  su  abuelo  Carlos  Martel,  el  verdadero 
vencedor  de  los  árabes  en  Poitiers  (732),  figura  apenas  en 
los  poemas  carlovinjios.  Los  terribles  recuerdos  que  habian 
dejado  en  la  Galia  las  invasiones  de  los  árabes  i  el  entu- 
siasmo de  los  pueblos  de  occidente  para  llevar  la  guerra  a 
Tierra  Santa,  esplican  la  causa  por  qué  en  la  tradición  po- 
pular todos  los  pueblos  no  cristianos  fueron' trasforma^los 
en  musulmanes,  i  todas  las  espediciones  de  Cario  Magno 
en  guerra  contra  los  infieles.  Los  sajones  i  los  hunos,  que 
aparecen  en  dos  de  esos  poemas  carlovinjios,  son  conside- 
rados sarracenos.  Los  poetas  fueron  mas  lejos  todavía 
que  la  imajinacion  popular;  i  cuando  el  ardor  de  las  cruza- 
das hubo  inflamado  todos  los  corazones,  ellos  hicieron  de 
Cario  Magno  el  héroe  de  estas  espediciones. 

En  todos  los  poemas  en  que  se  trata  de  celebrar  el  triunfo 
de  los  cristianos  sobre  los  musulmanes,  el  carácter  de  Car- 
io Magno  es  noble,  imponente  i  caballeresco.  Es  la  imájen 
de  una  reyecía  fuerte  i  grande  que  se  sostiene  por  su  propia 
majestad  i  por  el  respeto  que  inspira  a  los  pueblos.  Pero  la 
época  misma  en  que  estas  obras  fueron  compuestas,  época 


LITERATURA   LATINA    EX    LA    EDAD    MEDIA  2l5 

en  que  la  reyecía  era  atacada  diariamente  por  las  preten- 
siones feudales,  debia  imponer  a  los  poetas  la  obligación 
de  cantar  las  hazañas  de  los  señores  contra  el  rei.  En  las 
obras  de  esta  especie,  el  carácter  de  Cario  Magno  es  inde- 
ciso, disimulado  i  brutal.  Los  poetas  le  atribuyen  todas 
las  debilidades  de  sus  sucesores  respecto  de  los  poderosos 
señores  feudales. 

Los  poemas  carlovinjios  parecen  haber  sido  escritos  en- 
tre los  siglos  XII  i  XIV.  Algunos,  sin  embargo,  son  poste- 
riores al  año  1300;  pero  es  probable  que  sólo  sean  versio- 
nes o  paráfrasis  de  los  poemas  mas  antiguos.  El  interés 
principal  que  hasta  ahora  ofrecen  estas  obras  es  la  fiel  pin- 
tura de  la  edad  media,  el  espíritu  caballeresco  i  feudal,  a  la 
vez  que  la  superstición  relijiosa  de  los  paladines.  Comba- 
tes interminables,  luchas  contra  poderosos  encantadores, 
i  proezas  inauditas  i  maravillosas  llenan  de  ordinario  esos 
poemas.  Algunos  existen  en  prosa,  como  el  afamado  Fie- 
rahras;  pero  se  supone  que  son  traducciones  de  antiguas 
obras  poéticas,  i  pueden  considerarse  como  las  primeras 
entre  las  novelas  caballerescas,  tan  en  boga  en  los  siglos 
XV  i  XVL 

10. — El  segundo  ciclo  de  poemas  caballerescos  tienen  por 
héroe  a  Arturo,  rei  de  Bretaña,  i  es  conocido  indiferente- 
mente con  el  ncmibre  de  este  monarca,  i  con  el  de  Mesa  re- 
donda. La  baja  Bretaña  en  Francia,  como  hemos  dicho 
antes,  fué  el  último  asilo  de  la  lengua  céltica  en  el  continen- 
te, i  de  los  bardos  o  poetas  galos  que  celebraban  las  anti- 
g^uas  tradiciones.  A  principios  del  siglo  VI,  los  sajones  in- 
vadieron la  gran  Bretaña;  i  después  de  una  lucha,  cuya 
grandiosidad  han  exajerado  mucho  los  poetas,  los  breto- 
nes derrotados  i  fujitivos  se  establecieron  en  gran  número 
en  la  parte  de  la  Francia  conocida  hasta  ahora  con  su 
nombre.  La  poesía  conservó  el  recuerdo  de  losjíltimoe 
combates  de  la  independencia  que  el  valiente  Arturo  habia 
defendido  con  gran  gloria.  Ese  reyezuelo,  que  a  la  luz  de  la 
verdadera  historia  gobernaba  sólo  el  pequeño  reino  de  Gá- 


216  NOCIONES   DB   HISTORIA    LITERARIA 

les  i  que  era  un  jefe  bárbaro,  violento  i  pendenciero,  fué 
trasfigurado  por  la  imajinacion  de  los  poetas  populares  en 
una  especie  de  persoYiaje  mitolójico. 

A  mediados  del  siglo  XII  estas  tradiciones  poéticas  re- 
cibieron una  forma  fija.  Roberto  Wace,  natural  de  la  isla 
de  Jersey,  compuso  en  Caen,  en  Normandía,  una  larga  his- 
toria en  verso  en  que  cuenta  los  hechos  de  los  reyes  de  la 
Gran  Bretaña  casi  desde  la  ruina  de  Troya  hasta  el  año 
680  de  la  era  cristiana.  Este  poema  de  quince  mil  trescien- 
cientos  versos,  es  conocido  con  el  nombre  de  ídoman  de  Briit 
(romance  de  Bruto,  por  suponer  que  un  hombre  llamado 
Bruto,  nieto  de  Ascanio  i  biznieto  de  Bnéas,  fué  el  primer 
rei  de  la  Gran  Bretaña).  Wace  compuso  un  segundo  poema 
casi  tan  largo  como  el  primero,  en  que  refiere  la  histo- 
ria de  los  duques  de  Normandía  hasta  el  reinado  de  Enri- 
que I  de  Inglaterra.  Lleva  esta  obra  el  nombre  de  Román 
de  Rou  (Romance  de  Roll  o  Rollón,  jefe  normando  que  se 
estableció  en  Francia,  i  cuyos  sucesores  conquistaron  mas 
tarde  la  Inglaterra).  Estas  obras  reunieron  las  tradiciones 
fabulosas  consignadas  sin  duda  antes  de  esa  época  en  los 
cantos  bretones  i  en  las  crónicas  latinas;  pero  la  multitud 
de  incidentes  relativos  al  rei  Arturo  que  se  encuentren  en 
el  primero  de  esos  poemas,  han  servido  de  base  a  las  obras 
poéticas  que  constituyen  este  ciclo. 

Según  el  Román  de  Brut,  el  héroe  bretón  (o  gales,  del 
pais  de  Gales)  es  el  ideal  de  la  caballería.  Recorre  el  mundo 
libertándolo  de  jigantes  i  de  monstruos,  tiene  una  corte 
brillante  en  que  celebra  grandes  fiestas  i  en  que  reúne  la 
flor  de  los  reyes,  de  los  barones  i  de  los  caballeros.  Sién- 
tanse todos  ellos  alrededor  de  una  mesa,  que  por  ser  re- 
donda no  tiene  sitio  de  preferencia  i  permite  que  todos  los 
convidados  sean  servidos  sin  distinción,  cualesquiera  que 
sean  su  rango  i  sus  títulos.  Esos  caballeros,  como  los  (|ue 
acompañan  a  Cario  Magno,  están  animados  de  un  pensa- 
miento relijioso:  no  se  proponen  por  principal  objeto  com- 
batir a  los  sarracenos,  pero  en  algunas  de  las  obras  que 
forman  este  ciclo,  se  empeñan  en  buscar  un  vaso  sagrado 


LITERATURA    LATINA    KN    LA    BDAD    MEDIA  217 

(saint  graa/),  hecho  todo  él  de  una  sola  piedra  preciosa, 
que  después  de  haber  servido  en  la  última  cena  del  Salva- 
dor, fué  empleado  para  recojer  su  sangre. 

Pero  la  principal  diferencia  entre  los  poemas  de  ambos 
ciclos  no  está  allí.  Los  carlovinjios  están  animados  del  es" 
píritu  guerrero:  no  conocen  mas  que  una  virtud,  el  valor; 
un  sólo  crimen,  la  traición.  Los  poemas  del  ciclo  de  Arturo 
se  complican  con  todos  los  matices  del  amor,  de  la  casti- 
dad, del  misticismo  caballeresco,  esparcidos  sobre  un  fon- 
do de  poesía  i  de  sentimiento.  Esa  fábula  consignada  en  el 
libro  de  Wace,  abrió  un  nuevo  horizonte  a  los  poetas,  i  fué 
esplotada  con  bastante  felicidad  i  en  numerosas  obras  que 
han  llegíido  hasta  nosotros.  Chrestien  de  Troyes,  el  poeta 
mas  fecundo  i  estimado  del  siglo  XII,  pasa  por  autor  de 
cuatro  poemas  en  que  dominan  los  mismos  sentimientos 
que  caracterizan  a  las  obras  de  este  ciclo.  En  ese  mismo 
siglo,  la  tradición  poética  relativa  al  rei  Arturo  fué  con- 
signada en  prosa,  formando  así  la  verdadera  novela  caba- 
lleresca. Los  diferentes  Amadis^  tan  famosos  en  la  historia 
de  la  literatura  de  los  siglos  posteriores,  tienen  allí  su  orí- 
jen,  i  pertenecen  al  ciclo  de  la  mesa  redonda. 

11 La  antigüedad  greco-asiática,  proporcionó  también 

asunto  para  sus  cantos.  Sin  embargo,  la  materia  suminis- 
trada por  la  antigua  civilización  recibió  el  sello  común  en 
el  conjunto  de  obras  conocidas  con  el  nombre  de  ciclo  gre- 
co-asiático. La  mas  antigua  de  estas  obras  es  un  poema 
provenzai  en  que  se  cuentan  las  aventuras  de  un  caballero 
llamado  Raimundo  de  Bousquet,  el  cual  ofrece  mucha  se- 
mejanza con  el  Ulíses  de  Homero.  Esc  poema  que  data  de 
mediados  del.siglo  XI,  es  el  mas  antiguo  de  este  ciclo;  pero 
hai  otros  posteriores  en  que  se  celebran  el  sitio  de  Troya, 
la  espedicion  de  los  Argonautas  i  la  guerra  de  Tébas,  con 
caracteres  mui  diferentes  a  los  que  los  poetas  de  la  anti- 
g^üedad  hablan  dado  a  aquellos  sucesos.  Los  héroes  de  esas 
obras  son  los  mismos  que  figuran  en  los  poemas  de  las  lite- 
raturas clásicas;  pero  los  poetas  de  la  edad  media  los  con- 
vierten en  paladines  llenos  de  valor  i  de  galantería.  Esas 


218  NOCIONES    DE   HISTORIA    LITERARIA 

obras  en  que  la  antigüedad  ha  sufrido  un  cambio  caballe- 
resco, gracias  a  la  ignorancia  de  los  autores  i  al  gusto  de-' 
cidido  del  público,  dejaron  huellas  profundas  en  la  litera- 
tura de  la  Europa.  Sus  autores  no  conocian  los  escritos  de 
los  grandes  poetas  de  la  antigüedad;  pero  habían  estudia, 
do  los  sucesos  que  cantaban  en  escritores  de  segunda  o  ter- 
cera mano. 

Alejandro  el  Grande,  cuyas  hazañas  fueron  celebradas 
por  los  árabes,  los  persas  i  los  armenios,  suministró  a  los 
poetas  de  la  edad  media  un  abundante  campo  de  inspira- 
ción. En  el  siglo  XII,  utir  Ale/andriada  qh  versos  latinos, 
obra  de  Gautier  (Gualterio)  de  Lille,  era  enseñada  en  las 
escuelas;  pero  a  mediados  de  ese  siglo,  fué  compuesto  so- 
bre el  mismo  tema  uno  de  los  poemas  mas.  curiosos  de  la 
antigua  literatura  francesa.  La  Chanson  dAlexandre,  poe- 
ma de  mas  de  veinte  mil  versos  atribuidos  a  Lamberto  Li 
Cors  (le  court,  el  corto)  i  a  Alejandro  Bernay,  refiere  la 
conquista  del  célebre  rei  de  Macedonia  con  una  multitud 
de  aventuras  maravillosas  semejantes  a  las  que  se  encuen- 
tran en  los  otros  poemas  caballerescos.  Los  poetas  dan  a 
Alejandro,  por  compañero  de  sus  empresas,  doce  pares, 
como  los  que  acompañan  a  Cario  Magno,  lo  hacen  con- 
quistar castillos  encantados  i  ciudades  magníficas;  i  lo  ha- 
cen subir  a  los  aires  en  un  carro  que  arrastran  dragones, 
para  penetrar  después  en  los  abismos  del  océano.  Alejandro 
i  todos  sus  compañeros  toman  parte  en  torneos  i  en  fiestas 
características  de  la  edad  media. 

12.— Los  poemas  que  forman  estos  tres  ciclos  diferentes 
fueron,  sin  duda,  en  el  principio  composiciones  breves,  com- 
puestas i  cantadas  por  los  truveres  o  trovadores,  i  se  con- 
servan los  nombres  de  muchos  de  sus  autores;  pero  nuevas 
jeneraciones  de  poetas  las  ensancharon  posteriormente  co- 
rrijiéndolas  i  modificándolas  para  darles  la  estension  con 
que  han  llegado  hasta  nosotros.  En  todas  ellas,  dominan 
ciertos  caracteres  jenerales,  una  gran  pasión  por  las  em- 
presas militares,  i  por  los  resortes  maravillosos,  jigantes. 


LITERATURA    LATINA    HN    LA    BDAI>    MEDIA  219 

enanos,  encantadores,  animales  desconocidos,  caballos  ala- 
dos, armas  irresistibles. 

13. — Los  siglos  XI  i  XII  fueron  la  época  de  esos  poemas 
caballerescos;  pero  el  gusto  por  ellos  se  conservó,  sin  em- 
bargo, mas  largo  tiempo.  Los  truveres,  ademas,  abarca- 
ron luego  un  campo  mas  vasto  i  compusieron  obras  nota- 
bles de  imajinacion  i  de  gusto.  El  siglo  XIII  es  considera- 
do con  justicia  el  siglo  de  oro  de  la  literatura  francesa  de 
la  edad  media. 

Esta  es  la  época  de  los  ñibiiaux.  Con  este  nombre,  dimi- 
nutivo de  la  palabre  fahh  (fábula),  se  designan  ciertos 
cuentos  que  los  poetas  cantaban  de  ordinario  en  los  casti- 
llos de  los  feudales  para  distraerlos  en  su  aislamiento.  El 
autor  era  llamado  fábleor  o  fablier.  Estas  composiciones, 
escritas  en  verso  de  ocho  sílabas,  dejan  entrever  las  cuali" 
dades  esenciales  del  injenio  francés,  la  vivacidad,  el  buen 
sentido  maligno,  la  burla  alegre,  la  nitidez  de  la  forma,  la 
proporción.  Los  fabliaux  son  a  los  poemas  caballerescos, 
lo  que  la  comedia  es  a  la  trajedia.  Refieren  un  suceso  diver- 
tido, se  ocupan  mucho  de  mujeres  i  de  maridos,  de  clérigos 
i  de  frailes;  i  se  dispensan  de  ordinario  de  ser  morales:  rara 
vez  dejan  de  ser  libres  i  hasta  obscenos.  Cultivados  con  par- 
ticular interés  en  el  siglo  XIII,  han  sido  imitados  con  fre- 
cuencia por  los  poetas  modernos.  Uno  de  ellos  titulado 
Vilain  Miré  (mal  médico)  ha  servido  de  modelo  a  Moliere 
para  componer  su  comedia  El  médico  a  su  pesar  (í^e  méde- 
cin  malgré  lui),  que  ha  pasado  a  la  escena  española  con  el 
título  de  lil  médico  a  palos. 

14.— Los  poetas  franceses  de  ese  siglo  se  ocuparon  tam- 
bién del  apólogo,  al  cual  dieron  la  denominación  de  isopet, 
del  nombre  del  fabulista  griego  Esopo.  Son  famosos  entre 
otros  los  apólogos  compuestos  por  María  de  Francia,  poe- 
tisa natural  de  Compiégne,  de  cuj^a  vida  casi  no  se  tienen 
noticias.  Los  truveres  compusieron  también  sátiras  pican- 
tes que  cantaban  en  todas  partes,  i  que  el  pueblo  repetia 
con  su  natural  alegría;  pero  éstas  no  eran  obras  de  una 


220  NOCIONES   DE   HISTORIA   LITERARIA 

forma  distinta  i  propia  como  las  sátiras  de  Horacio  i  de 
Juvenal,  sino  apólogos  i  fabliaux  en  que  dominaba  la  ale- 
gría i  la  crítica. 

Es  famoso  entre  las  obras  de  este  jénero  un  poema  cono- 
cido con  el  nombre  de  K ornan  du  Renard  (romance  o  poe- 
ma del  zorro).  Basado  sobre  una  antigua  composición 
cuyo  oríjen  se  disputan  diversos  pueblos,  adquirió  todo  su 
desarrollo  en  el  siglo  XIII.  Luego  nacieron  otros  poemas 
destinados  a  celebrar  el  mismo  asunto,  que  reunidos  al  pri- 
mero formarían  mas  de  ochenta  mil  versos.  Se  diría  que  el 
primer  poema  es  un  centro  de  un  ciclo  de  epopeyas  cómicas 
i  burlescas  que  tienen  los  mismos  personajes.  El  asunto  de 
esta  obra  es  las  aventuras  de  un  zorro,  en  que  está  repre- 
sentada la  astucia,  que  recorre  toda  la  sociedad  feudal,  sin 
hacer  de  ella  otra  burla  que  el  contraste  de  los  personajes 
que  en  el  poema  son  simples  animales,  i  que  representan  en 
él  un  papel  análogo  al  que  les  corresponde  por  sus  instintos. 
El  zorro  llamado  Goupil  le  Renard,  es  alternativamente  ju- 
glar, peregrino,  médico,  caballero,  emperador;  i  siempre 
bellaco,  sale  bien  en  todas  las  empresas  que  acomete  i  bur- 
la a  todos  los  animales  con  quienes  se  encuentra. 

15. — Esta  pasión  de  alegoría,  tolerable  cuando  encierra 
un  principio  satírico,  se  convirtió  en  el  siglo  XIII  en  un 
verdadero  furor.  Todos  los  caracteres  de  esta  clase  de 
obras  se  encuentran  en  un  poema  célebre,  el  Román  de  la 
Rose  (el  romance  de  la  rosa)  alegoría  sabia  i  fastidiosa  de 
mas  de  veintidós  mil  versos,  en  que  se  trata  de  saber  si  el 
héroe  llegará  a  tomar  una  rosa  que  ha  divisado  en  un  jar- 
din,  que  defienden  veinte  abstracciones  personificadas,  ta- 
les como  el  Peligro,  la  Maledicencia,  la  Felonía,  la  Bajezat 
el  Odio  i  la  Avaricia.  El  héroe  tiene  por  ausiliares  otras 
cualidades,  con  cuya  protección  llega  al  palacio  del  Placer, 
donde  encuentra  al  Amor  en  medio  de  un  cortejo  de  perso- 
nificaciones. Es  fácil  presentir  cuan  fría  e  inanimada  es 
toda  esta  mitolojía  simbólica.  La  menor  aventura  de  un 
ser  vivo  i  real  despierta  mas  intereres  que  el  fuego  fantás- 
tico de  todas  estas  vanas  nebulosidades.  El  Román  de  la 


LITERATURA    LATINA    EN    LA    EDAD    MEDIA  221 


Rose  es  la  obra  de  dos  jeneraciones.  La  primera  parte  fué 
compuesta  por  Guillermo  de  Lorris,  contemporáneo  de  San 
Luis,  i  contiene,  a  pesar  de  su  monotonía,  algunos  detalles 
agradables  i  rasgos  de  sentimiento  i  descripciones  injenio- 
sas.  La  segunda  parte,  mucho  mas  estensa,  es  la  obra  de 
Juan  de  Meung  (siglo  XIV),*i  se  distingue  por  la  erudición 
i  el  espíritu  satírico.  Su  héroe  es  Falso  Semblante,  símbolo 
de  la  hipocresía,  i  su  asunto  es  todo  el  siglo  con  su  ciencia» 
su  corrupción,  sus  prácticas  supersticiosas  i  sus  preocupa- 
ciones. 

16. — La  poesía  lírica  de  esos  siglos  nos  ofrece  también 
una  multitud  de  composiciones  lijeras  que  son  casi  la  obra 
esclusiva  de  los  nobles,  de  los  condes  i  aun  de  los  príncipes. 
El  mas  célebre  de  todos  estos  grandes  señores  cancioneros 
es  Thibaut,  conde  de  Champagne  (1201-1253),  que  formó 
su  gusto  poético  en  el  estudio  de  las  obras  de  los  trovado- 
del  mediodía.  **Sus  canciones,  dice,  M.  Villemain,  están  es- 
critas en  ese  idioma  setentrional  de  la  Francia,  en  que  apa- 
rece ya  la  forma  francesa:  pero  se  encuentra,  sin  embargo, 
un  reflejo  de  los  trovadores.  Su  lenguaje  es  el  de  la  pasión 
delicada,  el  lenguaje  de  las  fiestas  i  de  los  cantos Thi- 
baut, mezcló  en  sus  versos  el  jenio  de  las   dos  nacijones  i  de 

las  dos  lenguas Es  la  primera  reputación  clásica,  en 

poesía  vulgar,  que  encontramos  en  la  Francia  septentrio- 
nal en  la  edad  media:  es  el  primer  escritor  que  se  cita  en 
todas  partes,  i  cuyos  versos  puedan  oirse  i  leerse.** 

Al  hallar  un  poeta  tan  notable  en  el  siglo  XIII,  se  podria 
creer  que  en  el  siglo  siguiente  la  poesía  se  desarrolló  de  una 
manera  brillante.  Pero  esta  época  no  fué  mas  que  un  tiem- 
po de  calamidades  i  de  desastres.  La  Francia,  humillada 
por  los  ingleses  en  los  campos  de  Crécy  i  de  Poitiers,  no  po- 
día pensar  mucho  en  su  gloria  literaria  en  el  momento  en 
que  su  propia  existencia  estaba  en  peligro. 

Es  menester  llegar  a  los  primeros  años  del  siglo  XV,  para 
encontrar  un  verdadero  poeta,  Carlos  de  Orleans,  nieto 
del  rei  de  Francia  Carlos  V.  Carlos  de  Orleans  que  vivió  en 
medio  de  las  guerras  civiles,  se  arrojó  en  ellas  para  vengar 


222  NOCIONES    DB    HISTORIA   LITERARIA 


a  SU  padre  que  había  sido  asesinado  por  el  duque  de  Bor- 
goña.  En  la  famosa  batalla  de  Azincourt  (1415),  i  cuando 
apenas  contaba  veinte  i  cuatro  años,  cayó  herido  i  prisio- 
nero en  poder  de  los  ingleses.  Durante  los  tristes  ocios  de 
un  cautiverio  de  veinte  iaños,  compuso  el  volumen  de  poe- 
sías que  lo  coloca  en  el  primer  ¿-ango  entre  los  poetas  de  su 
tiempo. 

Esa  obra  es,  ajuicio  de  M.  Villemain,  la  primera  produc- 
ción francesa  en  que  la  imajinacion  sea  correcta  i  natural, 
en  que  el  estilo  ofrezca  una  elegancia  prematura  para  su 
tiempo,  i  en  que  el  poeta  encuentre  esas  espresiones  que  no 
tienen  fecha,  i  que  viven  en  la  lengua  i  en  la  memoria  de  un 
pueblo.  Aunque  parezca  ligado  con  aquella  escuela  sutil  i 
alegórica  a  la  cual  sirve  de  código  el  Román  de  la  Rose; 
aunque  con  frecuencia  aparecen  en  sus  versos  personajes 
alegóricos,  sus  obras  respiran  gracia  i  sentimiento;  i  cuan- 
do lamenta  su  audiencia  de   la  patria,  es  poeta  de  corazón. 

17.— El  drama  nació  en  las  literaturas  modernas,  como 
habia  nacido  entre  los  griegos,  en  medio  de  las  fiestas  reli- 
jiosas.  Reprodujéronse  los  sucesos  que  recuerda  la  historia 
de  la  relijion,  primero  por  medio  de  figuras,  i  en  seguida, 
por  medio  de  los  mismos  sacerdotes  o  de  ios  fieles,  que,  to- 
mando el  rol  de  los  personajes,  traducían  sus  pensamientos 
i  sus  sentimientos  por  medio  de  la  acción  i  del  lenguaje  vul- 
gar. Las  guerras  contra  los  árabes  fueron  otro  motivo  de 
inspiración  dramática,  de  tal  suerte  que  en  el  teatro  apa- 
recían alternativamente  los  judíos  con  los  romanos,  i  los 
cristianos  con  los  sarracenos.  Los  actores  iban  i  venían, 
cambiando  algunas  palabras^  tratando  de  interesar  a  los 
espectadores,  mas  por  sus  trajes  i  por  su  acción  que  por 
sus  discursos. 

Estas  representaciones  se  hicieron  mas  frecuentes;  i  como 
interesaban  mucho  al  pueblo,  algunas  personas  piadosas 
tundaron  una  sociedad  particular,  autorizada  por  un  edic- 
to real  de  1402,  con  el  título  de  Cofradía  de  la  Pasión  i  que 
tenia  por  objeto  lA  representación  de  las  escenas  mas  inte- 
resantes del  Antiguo  i  Nuevo  Testamento.   Estas  piezas  to- 


LITERATURA    LATINA    KN    LA    EDAD    MBDLV  223 

marón  el  nombre  de  misterios.  Otras  dos  asociaciones  vi- 
nieron a  completar  el  teatro  francés  de  la  ed.'id  media.  La 
Basochc  (diminutivo  burlesco  de  basílica),  sociedad  funda- 
da por  los  abogados  i  ajen  tes  subalternos  de  justicia,  i  los 
mozos  de  buen  humor  (eníknts  sáns  souci)^  asociación  de 
estudiantes,  fueron  reconocidas  casi  en  la  misma  época,  i 
representaban  piezas  de  diferentes  caracteres,  designadas 
con  el  nombre  de  moralidades  (moralitésr)  las  de  los  prime- 
ros, i  de  tonterías  (sottises)  las  de  los  segundos.  Las  mora- 
lidades eran  piezas  alegóricas  o  representaciones  de  ciertos 
sucesos  de  invención  o  de  las  parábolas  del  Evarijelio,como 
el  hijo  pródigo,  etc.;  las  tonterías  eran  falsas  grotescas  des- 
tinadas a  hacer  reir  haciendo  la  crítica  de  la  sociedad  ente- 
ra. Las  dos  últimas  asociaciones,  aunque  independientes 
entre  sí,  solian  reunirse,  i  sus  producciones  se  confunden  de 
ordinario.  En  todas  estas  obras,  la  influencia  de  las  tradi- 
ciones del  teatro  antiguo  era  sumamente  débil. 

Los  misterios  ofrecian,  pues,  la  enseñanza  de  la  historia 
de  la  relijion  bajo  forma  dramática.  No  son  producciones 
tan  despreciables  como  algunos  han  creido,  puesto  que  en 
su  estudio  se  han  encontrado  frecuentes  rasgos  felices.  Per- 
feccionándose, habrían  podido  producir  la  trajedia.  Las 
otras  representaciones,  por  su  espíritu  burlón  i  satírico, 
recuerdan  la  comedia  política  de  los  antiguos,  i  de  esos  pri- 
meros jérmenes,  habría  podido  producirse  una  verdadera 
comedia.  El  renacimiento  iniciado  a  fines  del  siglo  XV, 
que,  haciendo  revivir  las  literaturas  clásicas,  echó  el  des- 
prestijio  sobre  las  producciones  toscas  e  imperfectas  de  la 
edad  media,  ahogó  por  entonces  estos  ensayos  del  teatro 
nacional  francés. 

18. — El  desenvolvimiento  de  la  prosa  fué  en  Francia,  co- 
mo de  ordinario,  posterior  al  cultivo  de  la  poesía.  Los  cro- 
nistas escribian  sus  obras  en  latin;  i  de  los  sermones  predi- 
cados en  lengua  vulgar,  como  de  los  tratados  relijiosos  que 
debieron  ser  comunes  en  la  edad  media,  no  nos  quedan 
muestras  anteriores  al   siglo  XIV.  Para  la  posteridad,  la 


224  NOCIONES    DR    HISTORIA   LITflRARlÁ 

« 

historia  fué  el  único  jénero  literario  cultivado  con  buen 
éxito  en  prosa  francesa. 

Uno  de  los  primeros  monumentos  de  esta  lengua,  i  la 
primera  crónica  francesa  es  la  relación  de  la  conquista  de 
Constantinopla  escrita  por  Godofredo  de  Villehardouin, 
caballero  nacido  en  Champaña  en  1167,  que  tomó  parte 
con  el  rango  de  mariscal  en  la  cruzada  que  dio  por  resulta- 
do el  establecimiento  de  un  imperio  francés  en  Constanti- 
nopla, i  que  obtuvo  la  ciudad  de  Mesinopla  con  todas  sus 
dependencias.  Retirado  en  esta  ciudad,  compuso  esa  obra 
que  le  ha  asegurado  el  renombre  de  que  goza.  Esa  crónica 
heroica,  escrita  con  una  noble  sencillez,  inaugura  digna- 
mente la  serie  de  trabajos  históricos  de  que  se  honra  la 
Francia.  Ese  cuadro,  por  la  unidad  de  su  acción,  una  sola 
empresa,  i  por  la  unidad  de  tiempo,  só1í>  nueveaños,  es  una 
especie  de  epopeya  primitiva  en  que  los  hechos  i  los  carac. 
teres  están  puestos  de  relitve  con  grandeza  i  naturalidad, 
Villehardouin  es,  sin  arte  i  sin  esfuerzo,  historiador,  orador 
i  poeta. 

Este  cronista  abre  el  siglo  XIII  con  un  libro  justamente 
estimado.  Cierra  ese  período  Juan,  señorde  Joinville,  natu- 
ral también  de  Champaña  i  amigo  de  San  Luis,  a  quien 
acompañó  en  muchas  de  sus  espediciones,  i  cuya  vida  escri- 
bió con  toda  franqueza  i  con  toda  verdad.  Su  libro,  mui 
notable  e  importante  como  documento,  lo  es  también  por 
su  mérito  literario.  El  ha  enriquecido  la  lengua  francesa 
con  una  multitud  de  jiros  particulares,  contribuyendo  así 
a  su  perfección. 

19.— El  siglo  XIV  ha  tenido  su  historiador  en  el  mas  cé- 
lebre de  los  cronistas,  Juan  Froissart,  clérigo  natural  de 
Valenciennes,  que  conocia  los  torneos  i  fiestas  de  su  siglo 
tanto  como  los  caballeros  i  paladines.  Se  propuso  escribir 
la  historia  de  su  tiempo;  pero,  como  necesitaba  adquirir 
informes  positivos,  i  como  en  esos  siglos  de  revueltas  i  gue- 
rras entre  los  señores,  en  que  las  relaciones  i  comunicacio- 
nes eran  casi  nulas,  no  habria  otro  medio  de  asegurarse  de 
los  hechos  que  el  recorrer  las  diversas  provincias  para  reco- 


LITERATURA    LATINA    ES    LA    MDAD    MBDIA  225 

jer  noticias  de  los  hombres  mas  intelijentes,  Froissart  se 
hizo  caballero  errante,  visitó  la  Escocia,  acompañó  al  prín- 
cipe negro  a  Aquitania,  Burdeos  i  España,  volvió  a  Ingla- 
terra, i,  en  seguida  visitó  la  Italia  con  el  duque  de  Clarence- 
Al  paáo  que  recojia  i  apuntaba  todo  jénero  de  noticias,  com- 
ponia  versos  delicados,  canciones  galantes  i  romances 
heroicos.  Pero  su  obra  monumental  es  la  Crónica  de  Fran- 
cia, de  Inglaterra,  de  Escocia,  de  España  i  de  Portugal, 
obra  estensa  en  que  ocupan  el  lugar  mas  importante  las 
dos  primeras  naciones,  pero  que  casi  puede  considerarse  la 
historia  universal  de  la  mayor  parte  de  su  siglo  (de  1326  a 
1400;. 

••Las  pinturas  de  la  vida  feudal,  dice  M.  Villemain,  tra- 
zadas por  Froissart,  presentan  todos  los  contrastes  de  ru- 
deza i  de  cortesía  caballeresca,  de  barbarie  i  de  humanidad. 
Una  infinita    variedad  nace  de;  su  natural  exactitud.  Su 

alma  es  un  espejo  en  que  se  refleja  toda  la  edad  media 

El  rei  Juan,   prisionero  en  la  tienda  del  príncipe  de  Gales, 

ofrece  una  pintura  admirable En  ciertas  descripciones 

de  batallas,  es  verdaderamente  homérico.  No  se  podría  des- 
cribir con  mas  vigor  esos  choques  de  hombres  armados 
qae  se  atacan.  Llegáis  al  castillo  de  Gastón  de  Foix,  i  veis 
que  es  imposible  pintar  con  mas  gracia  la  vida  ociosa,  las 
fiestas  de  esta  corte.  Pasáis  a  España,  i  la  tiranía  de  Pedro 
el  cruel,  el  atrevimiento  de  Enrique  de  Trastamara,  el  jenio 
del  Príncipe  negro,  se  presentan  delante  de  vosotros.  En- 
tráis a  Francia,  i  la  prudencia  de  Carlos  V.,  su  actividad, 
su  administración,  están  descritas  con  cuidado.  Grandes 
acontecimientos,  anécdotas  familiares,  nociones  diversas, 
todo  se  mezcla  i  se  sucede  sin  confusión.** 

La  Crónica  de  Froissart,  por  su  animación  i  su  colorido, 
es  única  para  conocer  la  edad  media. 

Tras  de  Froissart,  aparecieron  muchos  otros  historiado- 
res de  menor  mérito.  Cristina  de  Pisan,  poetisa  francesa,  aun- 
que nacida  en  Venecia,  compuso  también  una  Historia  de 
Carlos  F.,  que  se  consulta  todavía  con  ínteres.  Pero  ésta, 

TOMO   IV  15 


226  NOCIONES    DB   HISTORIA   LITERilRIA 

como  los  otros  historiadores  de  su  tiempo  i  de  la  primera 
mitad  del  siglo  XV,  no  alcanzó  a  dar  a  la  historia  ni  e^ 
color,  ni  la  animación  que  abundan  en  la  famosa  Crónica 
de  Froissart. 


CAPITULO  VI. 


lilterataras  española  i   portuguesa. 

1.  Oríjen  de  la  lengua  española;  los  iberos. — 2.  Los  celtas,  los  fe- 
nicios i  los  cartajineses. — 3.  Los  romanos. —4'.  Los  godos  — 5. 
Los  árabes.— 6.  Formación  de  la  lengua  castellana.— 7.  Diver- 
sos elementos  que  la  componen.— 8.  El  Poema,  del  Cid.— 9, 
Otros  poemas.— 10.  Gonzalo  de  Berceo.— 11.  Juan  Lorenzo  de 
Segura. — 12.  Don  Alfonso  el  sabio;  Las  siete  partidas.— 13, 
Otras  obras  de  don  Alfonso;  la  Crónica  jeneral,  las  Cánticas  i 
la  Conquista  de  Ultramar. — 14  El  infante  don  Juan  Manuel. 
15.  Juan  Kuiz,  arcipreste  de  Hita. — 16.  Don  Pedro  López  de 
Ayala;  sus  obras.— 17.  Rabbi  don  Santob.— 18.  El  Poema  de 
José.-^19,  Movimiento  literario  en  el  siglo  XV.— 20.  Don  Enri- 
que de  Villena.— 21.  Don  Iñigo  López  de  Mendoza,  marques 
de  Santillana.— 22.  Juan  de  Mena. — 23.  Jorje  Manrique.— 24. 
I..OS  Cancioneros;  carácter  jeneral  de  las  poesías  que  contienen. 
25.  El  Romancero.— 26,  Romances  caballerescos.  27.  Roman- 
ces históricos— 28.  Romances  moriscos. — 29.  Romances  de 
costumbres.— 30.  Romances  sobre  la  antigüedad  clásica.— 31. 
Eí  Centón  epistolario. — 32.  Fernán  Pérez  de  Guzman  i  Her- 
nando del  Pulgar. — 33.  Las  crónicas.-  34.  Alonso  de  la  Torre 
—35.  El  idioma  portugués.  -  36.  Primeros  poetas  portugueses. 
—  37.  Primeros  prosadores. 

1. — La  cuestión  de  saber  cuál  fué  la  lengua  primitiva  de 
España  ha  sido  discutida  durante  largo  tiempo  sin  que  se 
haya  podido  llegar  a  conclusiones  definitivas.  Entre  las  opi- 
niones vertidas  sobre  este  asunto,  se  ha  llegado  a  decir  que 
la  len^^a  castellana,  tal  como  se  hablaba  en  la  edad  me- 


228  NOCIONBS    DB   HISTORIA    LITBBARIA 


día,  era  contemporánea  del  latín,  i  aun,  que  este  idioma 
había  tomado  de  aquella  algunas  de  sus  voces  i  de  sus  for- 
mas. Una  antigüedad  semejante  se  ha  reclamado  también 
para  el  italiano  i  para  el  francés;  pero  esta  opinión  aconse- 
jada por  una  vanidad  nacional,  ha  sido  desatendida  jene- 
ralmente. 

La  filiación  de  la  lengua  española  o  castellana  es  mas 
oscura  que  la  de  cualquiera  otra  lengua  de  Europa.  El  país 
que  hoi  se  conoce  con  el  nombre  de  España  haesperimenta- 
do,  mas  que  otro  alguno  de  la  Europa  moderna,  revolucio- 
nes i  cambios  que  han  dejado  rastros  permanentes  en  su 
población,  en  su  lengua  i  en  su  literatura.  Ocupado  alter- 
nativamente por  hombres  de  razas  diferentes  i  de  lenguas 
opuestas,  todas  ellas  han  ejercido  una  influencia  sucesiva 
sobre  el  idioma  nacional  hasta  dejarlo  definitivamente 
constituido  después *de  mas  de  dos  mil  años  de  cambios  i 
modificaciones. 

Se  considera  jeneralmente  a  los  iberos  como  el  pueblo 
primitivo  que  pobló  la  península  española.  Por  descendien- 
tes de  ellos  son  tenidos  los  vascos,  que  después  de  ocupar 
todo  el  dilatado  territorio  de  aquel  país,  se  reconcentraron 
en  las  rejiones  vecinas  a  los  Pirineos,  conservando  hasta 
ahora  un  idioma  propio,  del  cual  se  encuentran,  sin  embar- 
>  go,  algunos  vestijios  en  el  castellano  moderno. 

2.— Losprimerosinvasores  de  la  España  fueron  los  celtas 
pueblo  de  oríjen  asiático,  que  había  ocupado  también  la 
Galia.  Parece  que  después  de  largas  luchas  con  los  anti- 
guos dominadores,  se  refundieron  las  dos  razas  i  las  dos 
lenguas;  pero  en  las  montañas  del  norte,  se  conservó  el  ibe- 
ro o  vascuence  en  toda  su  pureza,  hablado  por  tribus  va- 
roniles que  se  defendieron  victoriosamente  contra  la  inva- 
sión. El  idioma  de  los  celtas  se  trasluce  todavía  en  el  cas- 
tellano, así  como  en  el  francés  i  en  el  italiano,  aunque 
lijeramente  en  todos  ellos. 

Las  revolucicoies  posteriores  de  la  lengua  española  son 
mas  recientes  i  como  tales  mucho  mejor  conocidas.  Los  fe- 
nicios, el  pueblo  mas  comercial  de  la  antigüedad,  reconocie- 


LITERATURA B    K8PAN0LA    I    PORTUGUESA  239 


ron  las  costas  de  España  i  esplotaron  las  minas  de  metales 
preciosos  que  entonces  abundaban  en  la  península.  Duran- 
te largo  tiempo,  ellos  fueron  los  únicos  que  tuvieron  noti- 
cia de  esas  riquezas:  para  utilizarlas  fundaron  colonias,  i 
junto  con  su  comercio  introdujeron  sus  costumbres  i  su  len- 
gua en  una  gran  parte  de  la  rejion  del  sur. 

Mas  influencia  que  los  fenicios  ejercieron  todavía  los  car- 
tajineses  sobre  la  lengua  i  las  costumbres  de  los  españoles. 
Habiendo  recorrido  las  costas  de  la  península  como  simples 
comerciantes,  fundaron  también  colonias  quedefendiancon 
fuertes  guarniciones  para  imponer  a  la  población  indíjena; 
pero  después  de  la  guerra  púnica,  emprendieron  su  comple- 
ta conquista  i  ocupación.  Por  los  años  227  antes  de  la  era 
cristiana,  los  cartagineses  eran  dueños  de  casi  toda  la  re- 
jion del  sur  de  España  hasta  las  orillas  del  Ebro.  Su  lengua 
produjo,  como  debe  suponerse,  una  notable  revolución  en- 
tre los  idiomas  que  se  hablaban  en  la  península. 

3.— Es  sabido  que  la  dominación  cartajinesa  en  España 
no  fué  de  larga  duración.  Los  romanos,  después  de  una  lar- 
ga guerra,  vinieron  a  suplantarlos  i  a  establecerse  definiti- 
vamente en  la  península,  estableciendo  al  mismo  tiempo  su 
lengua  junto  con  su  civilización.  Encontraron  en  España 
ranchos  idiomas  diferentes,  diez,  según  el  historiador  ita- 
liano Luitprando,  que  vivia  en  el  siglo  X;  pero  esta  misma 
diversidad  de  lenguas  favoreció  su  estincion,  como  las  divi- 
siones políticas  favorecieron  el  sometimiento  de  todo  el 
pais.  Habria  sido,  sin  duda,  mucho  mas  difícil  desterrar  una 
lengua  única,  común  a  todas  las  partes  de  la  población, 
qne  esa  multitud  de  dialectos  que  no  tenian  la  fuerza  de  un 
lazo  nacional  ni  et  interés  de  una  literatura.  Estas  circuns- 
tancias esplican  el  progreso  del  latin  en  la  península,  de  tal 
modo  que  en  ninguna  parte,  fuera  de  la  Italia,  la  lengua 
latina,  fué  cultivada  tan  jeneral  i  tan  felizmente  como  en 
España.  Hemos  dicho  ya  que  este  pais  produjo  muchos  es- 
critores que,  como  Quintialiano,  Séneca,  Marcial  i  Lucano. 
honraron  las  letras  romanas  durante  el  imperio.  El  latin 
mantuvo  su  preponderancia  hasta  el  siglo  V  de  nuestra 


230  NOCIONES   DB    HISTORIA   LITERARIA 

era;  pero  es  probable  que  al  lado  de  esta  lengua  existieran 
dialectos  vulgares,  o  a  lo  tnénos  un  latin  corrompido  ha- 
blado por  el  pueblo. 

4.-— Cuando  las  bárbaros  del  norte  vinieron  a  reemplazar 
a  los  romanos  en  su  dominación  sobre  el  suelo  español, 
adoptaron  la  lengua  en  el  estado  en  que  la  encontraron. 
Los  godos,  sobre  todo,  se  inclinaban  mas  a  tomar  las  cos- 
tumbres i  el  idioma  de  los  vencidos  que  a  imponerles  los 
suyos;  pero  no  pudieron  despojarse  completamente  de  su 
propio  idioma  sin  dejar  huellas  profundas  en  el  que  se  ha- 
blaba en  España.  Las  lenguas  de  oríjen  jermánico  cambia- 
ron después  la  fisonomía  de  la  lengua  española,  ya  sea  por 
la  introducción  de  nuevas  voces,  ya  por  la  modificación  de 
la  estructura  gramatical.  Los  godos,  como  los  demás  pue- 
blos rudos,  aprendían  con  facilidad  palabras  aisladas  de 
una  lengua  mas  perfecta  que  la  suya;  pero  les  era  mas  difí- 
cil entender  el  espíritu  filosófico  de  su  gramática.  Así,  pues, 
al  paso  que  adoptaron  libremente  el  estenso  i  rico  vocabu- 
lario de  la  lengua  latina,  amoldaron  sus  complicadas  i  ar- 
tificiosas formas  al  mecanismo  mas  sencillo  i  natural  de 
sus  idiomas  nativos. 

5.— Cuando  se  consumaba  esta  revolución,  la  España  fué 
presa  de  una  invasión  rápida  e  imprevista  que  amenazaba 
destruir  los  restos  de  la  civilización  antigua  que  aun  que- 
daban en  pie  o  los  que  habian  surjido  bajo  los  últimos  do- 
minadores. A  principios  del  siglo  VIII,  los  árabes  se  apo- 
deraron de  la  España  i  arrojaron  a  los  visigodos  i  su  in- 
fluencia, espulsándolos  por  un  lado  hacia  las  costas  del 
Atlántico,  en  las  montañas  de  Asturias  i  de  Galicia,  i  por 
el  otro  hacia  los  Pirineos,  en  los  valles  de  Aragón.  Mucho 
mas  civilizados  que  las  hordas  jermánicas,  a  las  cuales 
reemplazaban  en  la  dominación  del  pais,  los  árabes  traían 
consigo  una  lengua  que  era  el  objeto  de  una  brillante  cultu- 
ra, i  que  por  lo  tanto  ejerció  su  influencia  en  la  formación 
del  español.  El  árabe  se  estendió  rápidamente  en  toda  Es- 
paña i  fué  adoptado  aun  por  algunos  príncipes  cristianos. 
Un  escritor  español,  que  escribia  en  latin,  en  Córdoba,  por 


LITERATURAS   ESPAÑOLA    I    PORTrOUESA  231 


•los  años  854,  dice  que  entre  mil  cristianos  era  difícil  hallar 
uno  que  supiese  escribir  una  carta  latina,  al  paso  que  mu- 
chos componian  versos  en  árabe.  Un  obispo  de  Sevilla  tra- 
dujo la  Biblia  en  lengua  árabe  para  ponerla  al  alcance  de 
los  cristianos.  El  idioma  de  los  conquistadores  llegó  a  ser, 
pues,  la  lengua  de  las  ciencias  i  de  la  jente  culta. 

6. — Pero  al  mismo  tiempo,  se  mantenia  en  pie  el  antiguo 
idioma  vulgar  en  las  provincias  del  norte  que  no  domina- 
ron los  conquistadores,  o  que  poco  a  poco  fueron  sustra- 
yéndose de  su  dominación.  El  aislamiento  en  que  vivian 
los  cristianos  i  la  influencia  de  diferentes  elementos,  dieron 
lugar  a  la  formación  de  diversos  dialectos  derivados  mas  o 
menos  del  latin  i  que,  como  tales,  recibieron  el  nombre  de 
romanos  o  romances.  Durante  la  lucha  entre  los  cristianos 
i  los  musulmanes,  hubo  tantos  dialectos  como  distintos 
estados  políticos;  pero  comenzaron  a  agruparse  i  refundir- 
se a  consecuencia  de  la  reunión  gradual  de  las  provincias,  i 
por  tanto,  a  disminuir  el  número  a  medida  que  desapare- 
cían las  divisiones  políticas  del  pais.  A  principios  del  siglo 
XII,  todos  estos  dialectos  podian  reducirse  a  tres  principa- 
les: los  de  Cataluña  i  Valencia,  que  traian  su  oríjen  del 
provenzal  o  la  lengua  de  oc;  el  gallego  nacido  en  la  costa 
occidental  de  la  península,  i  dio  oríjen  al  portugués;  i  el 
castellano  propiamente  dicho  que,  nacido  en  las  montañas 
de  Castilla  la  vieja,  siguió  invadiendo  al  sur  de  la  penínsu- 
la tan  luego  como  los  árabes  iban  perdiendo  el  territorio 
conquistado.  Esta  preponderancia  de  ese  dialecto  sobre 
todos  los  otros  es  debida  a  la  importancia  del  papel  que  el 
pueblo  que  lo  hablaba  desempeñó  en  la  guerra  contra  los 
musulmanes.  Cuando  los  cristianos  del  norte,  después  de 
una  lucha  tenaz  i  prolongada,  lograban  reconquistar  pal- 
mo a  palmo  el  suelo  de  la  patria,  iban  estendiendo  lenta- 
mente su  idioma  entre  aquellos  de  sus  compatriotas  que 
habian  vivido  bajo  el  yugo  de  los  árabes,  i  recibiendo  de 
éstos  las  voces  arábigas  que  pasaron  a  formar  parte  del 
español. 

No  es  fácil  fijar  la  época  en  que  se  consumó  esta  revolu- 


232  )(0C10NB6   DE    HISTORIA    LITBRARIA 


cion:  pero  todo  hace  creer  que  fue  lenta  e  iusensible.  El  mas 
antiguo  documento  que  ha  llegado  hasta  nosotros  en  esta 
lengua  es  la  confirmación  de  los  fueros  de  Aviles,  en  Astu" 
rías,  hecha  en  1155  por  Alfonso  VII;  i  por  lo  tanto  por  mui 
lenta  i  oscura  que  haya  sido  la  formación  del  castella- 
no, se  puede  asegurar  que  a  mediados  del  siglo  XII  había 
conseguido  ya  elevarse  a  la  categoría  de  lengua  escrita,  i 
figuraba  en  los  documentos  públicos  importantes  de  aquel 
tiempo  ^  Conocida  primero  con  el  nombre  de  romance, 
esa    lengua  tomó  luego  la  denominación  de  español,  del 


1  Aunque  se  ha  puesto  en  duda  la  autenticidad  de  este  docu- 
mento (V.  el  vohimen  publicado  en  Madrid  en  1865  con  el  título 
de  El  fuero  de  Aviles  por  don  Aureliano  Fernández  Guerra  i  Orbe), 
conserva  su  crédito  como  uno  de  los  monumentos  n^s  antiguos 
de  la  lengua  castellana.  Vamos  a  copiar  un  fragmento  para  que 
los  jóvenes  conozcan  algunas  líneas  de  los  primeros  ensayos  escri- 
tos en  idioma  español. 

**Hom  qui  soaver  perder;  si  sospecta  over  de  suo  vezino,  et  homo 
leal  sia  '1  vezino  que  ladrón  non  siat  de  altro  furto  provado  per 
concilio,  sálvese  per  sua  cabeza,  et  non  lide  por  en.  Et  si  homo  fur 
qui  leal  non  sit,  que  altro  furto  aia  facto  on  pro  vado  sea  per  con- 
cilio, deféndase  per  lith.  Et  si  lidiar  non  quisen  leve  ferro  kaldo: 
et  si  se  crcmar,  pectet  illo  aver  cum  suas  novenas  al  don  del  avcr^ 
et  sólidos  X  per  las  tangantes  al  maiorino.  Et  si  mulier  fur  que  in 
altro  furto  sia  prisa  provada  per  concilio,  leve  ferro  caldo.  Et  si 
marito  aver  o  párente  .o  filio,  que  la  defenda  et  lith  per  illa,  et  si 
vencido  fur.  pectet  la  aver  cum  suas  novenas,  et  X  sólido  a  mato- 
riño  per  suas  tangantes.'' 

Traducción.— El  hombre  que  su  haber  perdiere,  si  tuviere  sos- 
pecha de  su  vecino,  i  si  el  vecino  fuere  hombre  leal  que  no  sea  acu- 
sado de  otro  hurto  prohado  por  el  consejo  ( por  decisión  del  con- 
sejo;, sálvese  su  persona  i  no  lidie  por  esta  causa.  I  si  fuere  hom- 
bre que  no  sea  leal,  que  haya  hecho  otro  hurto  i  que  sea  prohado 
por  el  consejo,  defiéndase  por  lidia  (por  duelo  judicial).  I  si  no  qui- 
siere lidiar,  lleve  un  fierro  candente;  i  si  se  quemare  pague  aquello 
con  sus  novenas  (nueve  veces  su  valor)  al  dueño  del  haber,  i  diez 
sueldos  por  los  honorarios  al  juez.  1  si  fuere  mujer  que  en  otro 
hurto  probíido  por  consejo  fuere  tomada,  lleve  fierro  candente.  I 
si  tuviere  marido,  pariente  o  hijo  que  la  defienda,  lidie  por  ella:  i  si 
fuere  vencido,  pague  el  haber  con  sus  novenas,  i  diez  sueldos  al 
juez  por  sus  honorarios. 


LITBBATURA8    M8PAÑ0I.A'   I    POHTUGIJB8A  233 


pueblo  que  la  usó:  i  ha  sido  llamada  después  castellano, 
por  aquella  parte  del  pais  en  que  se  perfeccionó  i  cuyo  po- 
der político  predominó  mas  tarde. 

7. — Esa  primera  muestra  de  nuestra  lengua  revela  la  pre- 
ponderancia del  latin.  Diversas  veces  se  ha  tratado  de  sa- 
ber la  proporción  exacta  en  que  cada  una  de  las  lenguas 
componentes  contribuyó  a  la  Formación  del  castellano,  sin 
arribar  a  un  resultado  definitivo.  Un  erudito  español,  el 
padre  frai  Martin  Sarmiento,  que  estudió  detenidamente 
este  asunto  en  el  siglo  XVIII,  es  de  opinión  que  divididas 
las  voces  castellanas  en  cien  partes  iguales,  sesenta  son  la- 
tinas puras  o  corruptas,  diez  eclesiásticas  o  griegas,  diez 
septentrionales  (célticas,  visigodas,  etc.,  etc.),  diez  orienta- 
les (arábigas),  i  las  otras  diez  son  voces  de  las  Indias  orien- 
tales u  occidentales,  alemanas  o  del  lenguaje  de  los  jitanos 
Es  probable  que  este  cálculo  no  diste  mucho  de  la  verdad; 
pero  en  él  falta  el  elemento  vascuence,  i  talvez  se  da  al  ára- 
be mas  importancia  de  la  que  realmente  tiene,  porque  du' 
rante  mucho  tiempo  se  atribuyó  a  la  lengua  i  a  la  civiliza- 
ción de  ese  pueblo  una  influencia  exajerada.  Sea  de  esto  lo 
que  se  quiera,  hai  un  hecho  indudable,  i  es  que  el  óríjen  prin- 
cipal, el  cimiento,  por  decirio  así,  del  castellano,  se  encuen- 
tra en  el  latin. 

8. — Los  primeros  frutos  de  esa  lengua  i  de  esa  literatura 
nos  son  completamente»  desconocidos.  Es  probable  que  la 
musa  castellana  se  ejercitara  desde  tiempos  mui  antiguos 
en  la  poesía  lírica,  i  particularmente  en  los  cantos  heroicos 
para  recordar  las  proezas  de  los  campeones  que  brillaron 
en  la  guerra  contra  los  moros:  pero-  esas  producciones  no 
han  llegado  hasta  nosotros,  de  manera  que  la  posteridad 
considera  como  el  monumento  mas  venerable  de  la  litera- 
tura castellana  un  poema  de  mas  de  cuatro  mil  versos,  que 
ha  debido  ser  precedido  de  muchas  otras  obras  de  menor 
aliento. 

Como  las  Cbansons  de  gesta  de  los  truveres  franceses, 
que  indudablemente  fueron  conocidas  en  España  desde  una 
época  mui  lejana,  ese  poema  tiene  por  objeto  el  recordar 


234  NOCIONES    DE    HISTORIA   LITERARIA 

las  hazañas  militares  consignadas  en  la  memoria  del  pue- 
blo. Su  héroe  es  Rodrigo  o  Rui  Díaz  de  Vivar,  mas  conoci- 
do con  el  nombre  de  Cid  Campeador,  cuyas  proezas  en  la 
guerra  contra  los  moros  tienen  tanto  de  la  historia  como 
de  la  fábula,  i  a  quien  la  posteridad  considera  defensor  de  la 
España  contra  la  invasión  musulmana,  de  tal  modo  que  su 
imájen  i  su  nombre  han  llegado  a  apoderarse  de  la  fíintasía 
i  del  cariño  de  sus  conciudadanos  hasta  el  punto  que  la  his- 
toria i  la  tradición  se  complacen  en  rodearlo  con  una  larga 
serie  de  hechos  fabulosos,  dignos  sólo  de  los  paladines  de 
de  los  libros  caballerescos. 

El  poema  del  Cid  ha  sido  considerado  por  algunos  críti- 
cos una  obra  puramente  histórica,  una  crónica  rimada;  i 
en  efecto,  escasean  en  él  las  ficciones  poéticas  que  abundan 
en  las  obras  de  los  tiempos  medios.  Sin  embargo,  está  de- 
mostrado históricamente  que  algunos  de  los  hechos  referi- 
dos allí  no  han  podido  verificarse;  i  por  otra  parte  domina 
en  todo  el  poema  cierto  colorido  romántico  que  se  aviene 
mal  con  la  historia.  No  se  busque  en  él  la  unidad  de  acción: 
sólo  se  hallará  la  unidad  de  héroe,  el  Cid  que  toma  parte 
en  empresas  diferentes,  que  vence  i  arrolla  a  los  sarracenos 
en  todas  ellas  i  que  se  hace  respetar  de  su  propio  rei  por  la 
rectitud  de  sus  acciones  i  por  la  prudencia  de  sus  consejos. 
El  carácter  del  Cid,  que  se  desprende  noble  i  majestuoso  del 
medio  de  una  fábula  mui  complicada  i  heterojénea,  es  una 
verdadera  obra  maestra.  En  todas  ocasiones  se  muestra 
**buen  amigo,  desinteresado  i  jeneroso,  comedido  i  obedien- 
te subdito  de  un  rei  que  le  habia  tratado  mal,  dice  un  críti- 
co español,  don  Eujenio  de  Tapia.  En  las  cortes  de  Toledo 
aparece  como  un  hombre  superior  a  cuantos  le  rodean.  El 
rei  i  los  infantes  le  acatan:  todos  le  miran  con  asombro;  i 
él,  sin  orgullo,  sin  exajeracion,  sereno  como  el  águila  que 
vuela  sobre  la  nube  tormentosa,  presenta  su  queja,  pide 
satisfacción,  la  alcanza  i  vuelve  a  Valencia  a  morir  en  el 
seno  de  su  adorada  esposa,  cercado  de  gloriosos  laureles." 
No  faltan  en  el  poema  pasajes  notables  por  el  vigor  i  el  co- 
lorido, i  a  veces  por  la  animación  del  relato;  pero  se  notan 


LITERATURAS    HSPAÑOLA    I    PORTÜ(tUBSA  235 


muchas  transiciones,  i  sobre  todo  violentas  divisiones  en 
la  acción  i  en  la  manera  de  contarla.  **Aun  se  leeria  hoi 
con  gusto  esta  composición,  continúa  Tapia,  si  el  estilo  co- 
rrespondiese a  la  elevación  del  asunto;  pero  desgraciada- 
mente es  prosaico  i  aun  vulgar  en  la  mayor  parte,  aunque 
de  cuando  en  cuando  agrada  por  cierta  naturalidad  mui 
conforme  a  las  costumbres  de  aquellos  tiempos.  También 
tiene  a  veces  el  estilo  cierta  enerjía,  señaladamente  en  la 
descripción  de  los  combates;  mas  este  fuego  se  apaga  bien 
pronto,  i  vuelve  a  reinar  la  prosa  monótona,  fria  i  cansa- 
da. Digo  prosa,  porque  no  sólo  falta  el  colorido  poético, 
sino  porque  en  realidad  no  hai  sistema  alguno  de  versifi- 
cación, sino  renglones  desiguales,  unas  veces  de  docCySÍla- 
bas,  otras  de  catorce,  de  dieciseis,  i  aun  mas,  según  convie- 
ne al  autor  para  concluir  un  período.  Ya  toma  un  asonan- 
te, i  lo  sigue  hasta  hasta  que  le  cansa,  ya  un  consonante, 
i  hace  lo  mismo,  o  mezcla  unos  i  otros  a  su  antojo.*^ 

El  oríjen  de  este  poema  es  completamente  desconocido 
para  nosotros.  Conservado  en  un  manuscrito  al  cual  fal- 
tan algunas  hojas  al  principio,  una  en  el  medio  i  algunas 
líneas  sueltas  en  diversas  partes,  sólo  fué  dado  a  luz  por 
medio  de  la  imprenta  en  1779,  i  reimpreso  después  dos  ve- 
ces mas,  pero  siempre  con  groseros  errores,  nacidos  ya  de 
la  copia  única  que  existe,  ya  de  equivocaciones  de  sus  dife- 
rentes editores.  El  primero  de  éstos,  don  Tomas  Antonio 
Sánchez,  fué  el  que  le  dio  el  nombre  de  Poema  del  Cid,  con 
que  se  conoce  esta  obra.  Se  ignora  el  nombre  del  autor;  { 
aunque  al  fin  del  manuscrito  se  hallan  estas  palabras:  Pero 
Abat  lo  escribió,  se  supone  con  fundamento  que  éste  fué  so- 
lamente un  simple  copista.  Las  mismas  dudas  existen  res- 
pecto de  la  antigüedad  de  esta  obra:  don  Andrés  Bello,  que 
ha  estudiado  mejor  que  otro  alguno  esta  cuestión,  cree  que 
el  poema  en  su  forma  actual,  no  se  compuso  antes  del  siglo 
XIII,  ni  probablemente  antes  de  1221.  Algunos  críticos  dis- 
tinguidos han  llegado  a  creer  que  este  poema,  en  que,  como 
hemos  dicho,  se  descubren  ciertas  transiciones  en  la  acción 
i  en  el  relato,  es  formado  de  cantos  sueltos,  compuestos  por 


236  NOCIONBS    DK    HISTORIA    LITERARIA 

diversos  autores  i  reunidos  después  con  algún  método,  pera 
sin  poderle  dar  la  unidad  indispensable  en  una  obra  de  esta 
clase. 

9.— De  esta  misma  época  datan,  sin  duda,  tres  poemas  de 
autores  desconocidos,  que  sólo  fueron  publicados  en  1841. 
En  el  primero  se  cuenta  la  historia  fabulosa  de  Apolonia 
rei  de  Tiro,  i  constituye  una  especie  de  poema  caballeresco 
del  ciclo  greco  asiático,  lleno  de  aventuras  guerreras  i  ma- 
ravillosas. El  segundo  refiere  la  vida  de  Santa  María  Ejip- 
ciaca,  i  forma  un  poema  concebido  con  espíritu  relijioso  en 
que  está  contada  la  vida  de  esa  mujer  piadosa,  tan  conoci- 
da i  venerada  en  otro  tiempo,  con  los  caracteres  que  hacen 
desagradable  i  chocante  la  historia  de  las  liviandades  de 
sus  primeros  años.  La  crítica  ha  creido  reconocer  en  esta 
obra  una  incitación  de  algunos  de  los  antiguos  fablianx  de 
la  literatura  francesa.  El  tercero  tiene  por  objeto  la  ado- 
ración de  los  reyes  magos,  con  algunos  hechos  relativos  a 
los  primeros  años  de  la  vida  de  Jesús,  consignados  en  el 
evanjelio  i  en  la  tradición  piadosa  de  la  iglesia.  Estas  tres 
composiciones,  de  las  cuales  la  mas  estensa  i  la  mejor  es  la 
primera,  adolecen  de  la  misma  aspereza  de  versificación  de' 
poema  del  Cid,  pero  se  nota  en  ellas  mayor  perfección  en 
la  lengua  i  un  esfuerzo  a  modificar  la  estructura  de  la  es- 
tancia i  del  ritmo. 

10.— Hemos  dicho  que  todas  esas  obras  son  anónimas. 
Una  cosa  idéntica  ocurre  en  la  literatura  primera  de  las 
otras  naciones  de  Europa,  porque  la  gloria  literaria  era 
poco  codiciada  i  estimada,  i  los  escritores  no  tenian  mucho 
interés  en  poner  su  nombre  en  las  obras  quecomponian.  En 
el  siglo  XIII,  sin  embargo,  la  literatura  española  produjo 
dos  poetas,  de  cuya  vida  se  conocen  algunos  hechos,  que 
se  encuentran  consignados  en  sus  propios  versos. 

Uno  de  ellos,  llamado  Gonzalo,  clérigo  secular  agregado 
al  monasterio  de  san  Millan,  o  Emiliano,  en  la  diócesis  de 
Calahorra,  i  apellidado  Berceo  por  el  lugar  donde  nació, 
escribia  por  los  años  de  1220  a  1246,  i  compuso  nueve  poe- 
mas sobre  diversos  asuntos  relijiosos,  sacados  de  la  histo- 


IJTBRATURAS    ESPAÑOLA    I    PORTUGUBSA  237 

ría  de  la  madre  de  Jesucristo,  i  de  la  vida  de  algunos  san- 
tos. Con  escepcíoQ  de  algunos  pasajes,  todos  estos  poemas 
están  escritos  en  estancias  regulares  de  cuatro  versos  mo- 
norrímicos;  i  aunque  su  versificación  sea  de  ordinario  bas- 
tante imperfecta,  i  su  estilo  trivial  i  aun  bajo,  se  encuentran 
trozos  de  verdadera  poesía.  Es  notable  sobre  todo  uno 
titulado  el  Duelo  de  la  Vírjen,  en  que  se  refieren  los  dolores 
i  tormentos  de  la  madre  de  Jesús,  durante  la  pasión  i  muer- 
te de  su  hijo. 

11. — El  otro  poeta  a  que  nos  hemos  referido  es  Juan  Lo- 
renzo de  Segura,  clérigo  natural  de  Astorga  que  vi^rtaa me- 
diados del  siglo  XIII,  i  que  compuso  un  poema  como  de 
diez  mil  versos  para  celebrar  las  hazañas  de  Alejandro,  rei 
de  Macedonia.  Formado  sobre  el  poema  latino  de  Gautier 
de  Lille,  i  el  francés  de  Lambertto  Li-Cort  i  de  Alejandro 
Beraay,  el  poema  de  Segura  es  sólo  un  romance  caballeres- 
co en  que  el  famoso  rei  de  Macedonia  aparece  con  el  carác 
ter  i  las  inclinaciones  de  un  caballero  andante,  i  acomete 
empresas  sobrehumanas  de  las  que  sale  con  frecuencia  por 
medio  de  resortes  maravillosos.  Tanto  el  poema  francés 
como  el  castellano  han  dado  oríjen  en  sus  respectivas  len- 
guas a  la  denominación  de  un  verso,  el  alejandrino,  detrece 
sílabas  en  francés  i  de  catorce  en  castellano.  Aunque  la  ver* 
sificacion  de  Segura  no  posee  flexibilidad  i  aunque  su  obra 
sea  una  narración  prosaica  de  aventuras  que  se  aparta  po- 
co délos  dos  poemas  que  le  sirvieron  de  modelo,  es  un  do- 
cumento  importante  para  la  historia  déla  literatura  cas- 
tellana. 

12.— La  prosa  hizo  en  el  siglo  XIII  progresos  mas  sólidos 
i  rápidos  que  la  poesía.  No  puede  establecerse  ninguna 
comparación  sea  por  el  fondo  sea  por  la  forma,  entre  la  me- 
jor composición  poética  de  ese  siglo  i  la  recopilación  de  le- 
yes formada  por  Alfonso  X,  bajo  el  título  de  Las  Siete  Par- 
tidas, * 

Esrte  príncipe,  que  por  unánime  consentimiento  recibió  el 
nombre  de  sabio,  con  que  es  conocido  en  la  historia,  había 
nacido  para  al  cultivo  de  las  ciencias  i  de  las  letras,  mucho 


238  NOCIONES  DE   HISTORIA    LITERARIA 


mas  que  para  el  gobierno  de  vasallos  orgullosos  i  turbulen- 
tos. ''Contemplaba  el  cielo  i  miraba  las  estrellas,  dice  el 
historiador  Mariana;  mas  en  el  entretanto  perdió  la  tierra 
i  el  reino."  Durante  un  reinado  turbulento  i  ajitado  con 
guerras  esteriores  i  con  la  rebelión  de  su  propio  hijo,  Alfon- 
so el  sabio  se  ocupó  mas  de  la  ciencia  i  de  las  letras  que  de 
los  negocios  políticos;  i  si  en  el  gobierno  de  sus  estados  no 
llevó  a  cabo  empresas  tan  importantes  como  algunos  de 
sus  antecesores  o  de  sus  descendientes,  dio  su  nombre  a  un 
precioso  cuerpo  de  leyes  i  otras  obras  que  son  un  motivo 
de  orgullo  para  las  letras  españolas  de  la  edad  media. 

El  libro  conocido  con  el  nombre  de  Las  siete  Partidas  es 
un  cuerpo  de  leyes  formado  de  las  decretales  de  los  papas, 
de  los  códigos  romanos  publicados  bajo  el  reinado  de  Jus' 
liniano  i  del  Fuero  Juzgo,  antiguo  código  español.  Induda- 
blemente, Alfonso  el  sabio  asoció  a  sus  trabajos  numerosos 
colaboradores,  cuyas  tareas  dirijia  personalmente;  pero 
aun  después  de  eruditas  discusiones  sobre  este  punto,  no  se 
puede  asegurar  si  la  redacción  de  la  obra  le  pertenece.  Las 
Partidas  no  son  una  compilación  de  leyes  i  de  estatutos,  ni 
un  código  como  los  de  Justiniano  o  los  de  los  pueblos  mo- 
dernos. Son  mas  bien  una  serie  de  tratados  sobre  la  lejisla- 
cion,  la  relijion  i  la  moral,  divididos  según  la  materia,  en 
partes  (partidas),  títulos  i  leyes.  Muchas  veces  éstas  no 
tienen  forma  imperativa,  sino  que  se  discuten  en  ellas  los 
principios  morales  en  que  están  basadas  las  leyes,  o  se  dan 
noticias  de  las  opiniones  i  hábitos  de  aquel  tiempo,  lo  que 
hace  de  aquella  recopilación  una  mina  curiosa  e  inagotable 
para  el  estudio  de  las  antigüedades  españolas.  Las  Parti- 
das, sin  embargo,  encierran  un  sistema  completo  de  lejisla- 
cion  eclesiástica  i  civil,  deslindando  los  deberes  relativos  de 
un  rei  i  de  sus  subditos,  las  relaciones  de  la  iglesia  i  del  es- 
tado, i  la  organización  de  la  familia  i  de  la  sociedad.  Ese 
código  rechazado  por  largo  tiempo  en  varias  provincias  i 
ciudades,  que  estaban  rejidas  por  fueros  especiales,  fué  mas 
tarde  la  lei  invocada  i  reconocida  por  muchos  siglos  en  to- 
dos los  dominios  españoles. 


LITERATURAS    ESPAÑOLA    I    PORTUGUESA  239 

Si  por  SU  fondo  Las  siete  Partidas  son  el  resumen  de  la 
ciencia  política  i  social  del  siglo  XiII,  por  su'  estilo  son  su- 
periores a  todo  lo  que  hasta  entonces  habia  producido  la 
prosa  española;  i  aun  se  puede  afirmar  que  hasta  mediados 
del  siglo  XV,  esa  prosa  no  produjo  nada  que  inerezca  com- 
parársele en  pureza,  en  vigor  i  en  elevación. 

13. — Entre  las  otras  obras  atribuidas  a  aquel  rei,haiuna 
que  iguala  a  ese  código  en  importancia  literaria,  si  no  en 
valor  moral.  La  Crónica  jcner al  de  España,  la  mas  anti- 
gua i  la  mas  interesante  de  todas  las  crónicas  españolas, 
es  también  el  primer  trabajo  de  este  jénero  que  haya  sido 
hecho  en  una  lengua  moderna.  Comprende  desde  la  crea- 
ción del  mundo  hasta  la  muerte  de  Fernando  III  el  santo, 
padre  de  Alfonso  el  sabio,  i  constituye  un  monumento  cu- 
rioso desde  el  punto  de  vista  puramente  histórico,  i  como 
un  resumen  de  las  invenciones  poéticas  que  se  han  mezcla- 
do a  la  historia.  Los  autores  que  trabajaron  esta  Crónica 
bajo  la  dirección  del  monarca,  puesto  que  no  es  posible  su- 
poner que  este  mismo  la  haya  redactado,  tenian  la  inten- 
ción seria  de  escribir  la  historia  de  su  pais;  i  para  ello,  con- 
sultaron las  fuentesquepodian  conocer;  pero  faltándoles  to- 
dos los  datos  apetecibles,  aceptáronlas  tradiciones  conser 
vadasen  los  cantos  populares  i  sembraron  su  libro  de  narra- 
ciones poéticas  embellecidas  por  la  imajinacion  i  alterada 
por  recuerdos  remotos.  De  todos  modos  i  a  pesar  de  este 
defecto,  la  Crónica  atribuida  a  Alfonso  el  sabio  es  la  única 
fuente  de  noticias  de  una  gran  parte  de  la  historia  de  Espa- 
ña, i  está  escrita  con  una  injénua  i  agradable  sencillez  que 
Je  han  merecido  el  alto  honor  de  ser  comparada  al  libro  de 
Heródoto. 

Con  el  nombre  de  Alfonso  X  han  llegado  hasta  nosotros 
algunos  tratados  científicos  sobre  la  astronomía  i  la  alqui. 
mía,  en  los  cuales  los  críticos  modernos  no  han  visto  mas 
que  un  reflejo  de  la  ciencia  de  los  árabes  de  Córdoba,  algu- 
nos de  los  cuales  vivieron  en  Toledo  en  la  corte  misma  de 
reí  sabio.  Con  el  nombre  de  Cantigas  se  conoce  una  recopi- 
lación de  cantos  compuestos  en  honor  de  la  vírjen  i  escritos 


240  NOCIONES  DB  HISTORIA   LITBRARIA 

en  gallego.  Se  le  atribuyen  con  menos  fundamento  otras 
obras  en  verso  castellano;  i  una  estensa  historia  de  las  cru- 
zadas, mitad  romanescas,  mitad  histórica,  conocida  con  el 
nombre  de  la  Gran  conquista  de  Ultramary  que,  sin  embar- 
go, no  parece  ser  mas  que  la  traducción  libre  de  una  anti- 
gua crónica  francesa  en  que  la  historia  está  confundida  con 
las  difusas  fábulas  de  la  mitolojía  caballeresca. 

14. — El  siglo  XIV  en  España,  como  en  Francia  es  una 
edad  de  discordias  i  de  sangre.  Luchas  fratricidas  ensan- 
grentaron los  campos  de  Castilla:  la  violación  de  las  leyes 
divinas  i  humanas,  la  consumación  de  grandes  crímenes 
turbaron  la  tranquilidad  pública  i  detuvieron  en  su  desa. 
rrollo  la  literatura  que  habia  comenzado  a  tomar  un  gran 
vuelo.  Las  letras,  sin  embargo,  se  cultivaron  en  aquel  siglo 
por  diversos  escritores,  sobre  todos  los  cuales  dominan  el 
infante  don  Juan  Manuel  i  Juan  Ruiz,  mas  conocido  con  el 
nombre  de  arcipreste  de  Hita. 

Don  Juan  Manuel  era  nieto  de  Fernando  III  el  santo,  rei 
de  Castilla,  i  sobrino  de  Alfonso  el  sabio.  Fué  rejente  del 
reino  durante  la  minoridad  de  Alfonso  XI,  i  llevó  una  vida 
ajitada  por  las  contiendas  civiles  i  por  la  guerra  contra  los 
moros.  En  medio  de  estos  afanes  i  trabajos,  compuso  un 
gran  número  de  obras,  algunas  de  las  cuales  se  han  perdido 
desgraciadamente;  pero  han  llegado  otras  que  nos  dan  a 
conocer  su  jenioi  su  ilustración.  La  principal  de  todas  éstas 
tiene  por  título  El  conde  Lucanor.  Contiene  la  historia  de 
un  personaje  de  este  nombre,  sencillo  de  espíritu,  que  en  las 
circunstancias  difíciles  consulta  a  un  hombre  llamado  Pa- 
tronio,  el  cual  le  da  excelentes  consejos  envueltos  en  un  afo- 
rismo de  mora!,  que  encierra  siempre  la  solución  de  un  pro- 
blema de  conducta.  La  obra  es  notable  por  una  burla  seria 
i  por  el  injenio  con  que  los  principios  morales  se  presentan 
bajo  una  forma  sensible  a  la  razón  i  a  la  memoria.  Se  ha 
creido  que  este  libro  era  una  imitación  de  ciertas  obras 
orientales,  como  la  colección  de  apólogos  conocida  con  el 
nombre  Calila  i  Dimna^  de  la  cual  existia  una  traducción 
castellana.    Según  las  conjeturas  de  algunos  eruditos,   el 


LITERATURAS    BSPAIÍOLA    I    PORTUGUESA  241 

mismo  nombre  de  Lucanor,  proviene  de   Lucanam,  que  es 
para  los  áral>es  el  sabio  Lokman. 

15. — Juan  Ruiz  vivió  en  la  primera  mitad  del  siglo  XIV; 
se  le  supone  natural  de  Alcalá,  i  se  sabe  que  era  presbítero, 
que  vivia  de  ordinario  en  la  villa  de  Hita,  i  que  sufrió  una 
prisión  por  orden  de  un  arzobispo  de  Toledo,  durante  la 
cual  compuso  la  mayor  parte  de  sus  obras.    Forman  éstas 
cerca  de  siete  mil  versos,  en  los  críales  empleó  no  sólo  los 
metros  conocidos  hasta  entonces  en  la  poesía  castellana, 
sinoalgunos  otros  evidentemente  tomados  de  la  poesía  pro- 
venzal.  La  narración  de  las  aventuras  de  un  relijioso  sirve 
de  cuadro  a  una  multitud  de  composiciones  de  mérito  i  de 
carácter  diversos:  apólogos  agradables,  cuentos  grotescos, 
pastorales,  himnos  relijiosos,  capítulos  de  epopeyas  burles- 
cas, se  mezclan  a  la  ficción  perturbando  su  plan,  pero  dejan- 
do entrever  bajólas  formas  lijerasi  superficiales,  un  sentido 
profundo,  i  el  fondo  de  una  historia  verdadera,  que  talvez 
es  la  del  mismo  autor.  Las  obras  del  arcipreste  de  Hita 
abundan  en  alegorías;  pero  en  ellas  se  descubre  un  espíritu 
sagaz  de  crítica  i  de  burla.  Son  notables  entre  otros  frag- 
mentos ciertos  apólogos  imitados  de  algunos  fabulistas 
antiguos  con  rara  felicidad. 

Otros  escritores  españoles  siguieron  la  forma  simbólica 
adoptada  por  Juan  Ruiz;  pero  todas  sus  obras  son  pálidas 
ante  las  poesías  del  célebre  arcipreste  de  Hita. 

16.--A.  pesar  del  mérito  comparativo  de  estos  escritores 
se  puede  decir  que  el  vigoroso  impulso  dado  a  la  lengua  i  a 
la  literatura  española  por  el  rei  don  Alfonso  el  sabio  no  fué 
de  larga  duración,  Don  Pedro  López  de  Ayala,  aunque  pro- 
sador i  poeta  de  verdadero  talento;  es  inferior  a  los  buenos 
escritores  del  siglo  anterior. 

López  de  Avala,  por  su  nacimiento  i  por  su  carácter,  per- 
tenecia  a  esa  nobleza  española  altiva  i  guerrera  que  se  ilus- 
tró en  las  azarosas  discordias  civiles  de  la  última  mitad  del 
siglo  XIV.   Adherido  desde  su  juventud  a  la  persona  del  rei 
f  don  Pedro,  lo  sirvió  fielmente  hasta  que,  destronado  por 
su  hermano  el  bastardo  don  Enrique  de  Trastamara,  se  vio 

TOMO     IV  16 


242  NOCIONES    DB   HISTORIA    LITERARIA 

ese  soberano  reducido  a  abandonar  su  patria  i  a  buscar  un 
asilo  entre  los  ingleses,  que  entonces  dominaban  en  el  m^ 
diodía  de  la  Francia  (1366).  Creyéndose  desligado  de  todo 
juramento,  López  de  Avala  ofreció  su  espada  al  vencedor,  i 
recibió  el  título  de  gran  canciller  de  Castilla.  Combatiendo 
bajo  la  bandera  de  don  Enrique,  fué  hecho  prisionero  por 
los  ingleses  en  la  célebre  batalla  de  Nájera  (1367J  i  llevado 
a  Londres.  Después  de  su  cautiverio,  volvió  a  brillar  en 
Castilla  como  militar  i  como  diplomático,  fué  el  consejero 
indispensable  de  los  reyes  i  murió  en  14?07,  dejando  un  nom- 
bre ilustre  en  la  historia  i  en  las  letras. 

Con  el  nombre  de  López  de  Ayala  han  llegado  hasta  nc>- 
^  sotros  dos  obras  notables.  El  Rimado  de  pnlac/o,  libro  es- 
crito en  su  mayor  parte  durante  el  cautiverio  del  autor  en 
Inglaterra,  es  un  poema  didáctico  que  trata  de  los  deberes 
del  príncipe  i  de  sus  ministros  en  el  gobierno  del  estado,  en 
que  se  mezclan  sátiras  contra  la  corte,  i  contra  las  diversas 
clases  sociales,  con  reflexiones  morales  i  teolójicas  sobre  el 
decálogo,  sobre  los  siete  pecados  capitales  i  sobre  las  obras 
de  misericordia.  El  prólogo  encierra  una  confesión  jcncral 
del  autor;  i  el  epílogo  se  compone  de  himnos  en  honor  de  la 
vírjen.  En  todo  el  poema  se  revela  una  alma  elevada,  llena 
de  rectitud  i  de  humanidad,  que  da  reglas  de  gobierno  sa- 
bias aunque  sencillas,  i  que  deplora  los  males  de  la  guerra  i 
celebra  los  beneficios  de  la  paz. 

La  otra  obra  de  López  de  Ayala  es  una  Cróntca  en  que 
narra  las  guerras  civiles  entre  don  Pedro  i  don  Enrique. 
El  cronista  habia  traducido  a  Tito  Livio  en  lengua  cas  te 
llana,  i  lo  ha  imitado  poniendo  en  boca  de  los  personajes 
ciertas  arengas  que  tienen  ppr  objeto  dar  mas  relieve  a  sus 
propios  sentimientos  i  opiniones.  Esta  obra  deja  ver  un 
juicio  certero  para  apreciar  los  sucesos  i  los  hombres  i  un 
.profundo  buen  sentido  político.  **La  misma  impasibilidad 
del  cronista  en  medio  de  los  sucesos  mas  terribles,  dice  M. 
Villemain,  es  un  lenguaje  que  espresa  maravillosamente  la 
ferocidad  de  la  edad  media;  i  quizás  en  ninguna   parte  está 


LITERATURAS    ESPAÑOLA    I    PORTUGUESA  243 


reproducida  con  mayor  ñdelidad  la  sombría  dureza  del  je- 
nio  de  ese  tiempo." 

17.— No  se  podría  terminar  esta  rápida  revista  de  los  pro- 
gresos literarios  de  España  durante  el  siglo  XIV  sin  hablar 
de  algunos  judíos  o  moriscos  que  cultivaron  la  poesía  cas- 
tellana.  El  mas  famoso  es  Rabbi  don  Santob,  nombre  i)ro- 
bablemente  corrompido  del  hebreo  Rab  don  Sem  Tob  (el 
maestro  de  buen  nombre).   Este  escritor,  natural   de  Ca- 
rrion,  en  Castilla  la  vieja,  vivia  a  mediados  de  ese  siglo,  i 
compuso,  o  a  lo  menos  se  le  atribuyen,  varias  obras,  de  las 
cuales  sólo  dos  parecen  auténticas.   La  primera  conocida 
con  el  título  vulgar  de  Consejos  i  documentos  al  rei  don  Pe- 
dro,  es  un  poema  informe,  sin  plan  alguno,  destinado  a  dar 
preceptos  de  moral,  de  relijion  i  de  política,   lleno  de  consi- 
deraciones sobre  la  instabilidad  de  las  cosas  humanas,   la 
vanidad  de  las  riquezas  i  de  los  placeres,!  los  peligros  de  la 
ambición  i  de  la  avaricia.  A  pezar  de  las  repeticiones  frecuen- 
tes i  de  cierta  difusión,  este  poema  no  carece  de  gravedad  i 
de  solidez  en.  los  principios  ni  de  gracia  i  vigor  en  el  estilo. 
La  segunda  obra  de  Rabbi  don  Santob  es  mucho  mas  esti- 
mada.  Se  titula  Z)anirarfe /a  moerte,  i  es  una  especie  de  drama 
«o  que  figuran  la  muerte,  un  predicador  i  algunos  hombres 
de  diversas  edades.   Este  asunto,  mui  esplotado  durante  la 
edad  media,  está  revestido  del  carácter  sombrío  i  terrible 
con  que  los  poetas  de  esa  época  representaban  la  muerte,  a 
diferencia  de  los  escritores  de  la  antigüedad  que  habian  sa- 
bido darle  cierta  apariencia  melancólica  pero  no  rechazan- 
te. El  poema  está  sembrado  de  observaciones  morales  i  sa- 
tíricas i  de  sentencias  graves,  i  escrito  en   versos  de  arte 
mayor,  es  decir  de  doce  sílabas,  en   que  se  descubre  gracia, 
facilidad  i  armonía. 

18.— Las  otras  obras  castellanas  compuestas  por  judíos 
en  el  siglo  XIV,  algunas  de  las  cuales  son  igualmente  atri- 
buidas a  Rabbi  don  Santob,  no  carecen  de  mérito,  pero  son 
inferiores  a  las  dos  mencionadas.  Debemos  hablar  del  poe- 
ma de  José,  narración  poética  de  la  vida  del  hijo  de  Jacob, 
tal  como  se  encuentra  referida  en  uno  de  los  capítulos  del 


244  NOOIONBS   DB   HISTORIA    LITERARIA 


Coran.  Este  poema,  compuesto  sin  duda  por  algún  moro 
establecido  en  Castilla,  cuyo  nombre  no  se  conoce,  tiene  la 
particularidad  de  eistar  escrito  en  lengua  española  pero  con 
caracteres  arábigos,  de  tal  modo  que  durante  mucho  tiem- 
po se  le  consideró  como  una  obra  estraña  a  la  literatura 
castellana. 

10.— El  siglo  siguiente  es  para  la  historia  de  la  literatura 
española  una  época  del  mayor  interés  por  la  notable  acti- 
vidad literaria  que  la  caracteriza.  Tiempo  de  grandes  ajita- 
ciones  i  de  grandes  trabajos  de  organización,  el  siglo  XV  a 
la  [vez  que  afianzó  la  grandeza  i  el  poderío  de  la  España, 
preparó  todos  losjérmenes  del  resplandor  que  las  letras 
van  a  arrojar  en  el  siglo  XVI.  El  renacimiento  literario  se 
inicia  en  la  península!  junto  con  la  reunión  de  las  coronas 
de  Castilla  i  Aragón,  con  la  ruina  del  poder  de  los-árabes  i 
con  la  formación  de  la  nacionalidad  española. 

Este  período  fué  a  la  vez  una  edad  de  erudición  i  una  edad 
de  poesía:  de  erudición  en  la  aristocracia  i  de  poesía  en  el 
pueblo.  El  jenio  español,  grave,  severo  i  sentencioso,  sale 
de  repente  de  sus  tradiciones  nacionales  para  marchar  por 
las  huellas  de  la  literatura  de  Provenza,  de  la  Italia  i  de  la 
antigüedad  greco-latina.  Esta  fué  la  obra  de  los  nobles^ 
de  los  señores  poetas  que  descansaban  de  los  combates  en 
las  luchas  pacíficas  de  la  intelijencia  i  de  la  imajinacion.  El 
estadio  del  latin,  sejeneralizó  tanto,  que  muchas  señoras 
de  alto  rango  llegaron  a  comprender  el  idioma  de  Cicerón 
i  de  Virjilio.  A  esa  escuela  de  poetas  cultos  pertenecen  don 
Enrique  de  Villena,  el  marques  de  Santillana,  Juan  de  Me- 
na i  Jorje  Manrique. 

Mientras  que  los  poetas  de  la  corte  se  entregaban  a  su» 
juegos  de  injenio,  nacia  i  se  desarrollaba  en  el  seno  de  las 
masas  la  poesía  popular  que  ha  formado  el  Romancero. 

20.— Don  Enrique  de  Villena  (1384r-1434),  descendiente 
de  los  reyes  de  Aragón  por  su  padre,  i  de  los  reyes  de  Casti- 
lla por  su  madre,  ejerció  sobre  su  siglo  una  verdadera  ma. 
jistratura  literaria,  i  aunque  compuso  muchas  obras,  fué 
menos  notable  como  escritor  que  como  iniciador  i  propa- 


LITBRATUBAS   BSPAÑOLA    I    PORTUQUBSA  245 

gador  del  movimiento  literario.   Antes  que  los  reinos  de 
Castilla  i  de  Aragón  se  unieran  por  el  enlace  de  Fernando 
c  Isabel,  Villena  comenzó  a  unirlos  en  el  terreno  déla  litera- 
tura, entrelazando  la  poesía  castellana  a  la  poesía  proven- 
zal,  que  era  la  de  Aragón.   Estableció  en  Barcelona  una 
academia  (consistorio)  de  ]agaya  ciencia^  nombre  con  que 
era  distinguido  el  arte  de  los  trovadores,  i  en  seguida  creó 
en  Castilla  una  institución  semejante.   Hizo  mas  que  esto 
para  fomentar  el  cultivo  de  las  letras.  Fijó  las  reglas  de  la 
poesía  provenzal,  i  mostró  el  partido  que  se  podía  sacar  del 
latin  para  el  perfeccionamiento  de  la  literatura  española. 
En  efecto,  Villena  tradujo  al  castellano  la  Retórica  de  Ci- 
cerón, la  Farsalia  i  la  Eneida,  i  por  último  la  Divina  come- 
dia dal  Dante.  Todos  estos  trabajos  están  perdidos  en  su 
mayor  parte.   De  sus  obras  orijinales,  sólo  se  conocen  tres, 
el  Arte  cisoria,  o  Arte  de  cortar,  especie  de  ensayo  didáctico 
sobre  el  arte  culinario,  que  en  realidad  no  tiene  otro  mérito 
que  tal  o  cual  referencia  a  las  costumbres  españolas  del  si- 
glo XV,  el  Arte  de  trovar,  primer  libro  de  preceptos  litera- 
rios escrito  en  Castilla,  i  que  sólo  es  conocido  por  algunos 
fragmentos  que  se  conservan;  i  por  último  los  Trabajos  de 
Hércules,  que  muchos  críticos  han  señalado  como  un  poe- 
ma, i  que  en  realidad  es  sólo  una  obra  de  moral,  de  cortas 
dimensiones,  i  escrita  en  prosa.  Está  dividido  en  doce  ca- 
pítulos que  corresponden  a  los  doce  trabajos  de  aquel  semi- 
diós por  medio  de  alegorías  con  cada  uno  de  los 'doce  esta- 
dos principales  del  hombre,  el  rei,  el  prelado,  el  caballero, 
el  relijioso,  etc.  Bajo  la  forma  mitolójica,  este  libro  que  no 
carece  de  interés  ni  de  mérito  literario,  encierra  observacio- 
nes morales,  envueltas  en  citaciones  indijestas  de  algunos 
escritores  de  la  antigüedad  i  en  una  fatigosa  erudición. 

En  medio  de  las  ajitaciones  de  la  corte,  el  ilustre  Villena 
pasó  su  vida  reuniendo  manuscritos  en  varias  lenguas,  que 
él  mismo  poseía  con  cierta  perfección,  i  cultivó  las  ciencias 
ai  mismo  tiempo  que  las  letras.  Su  injenio  vasto  abrazaba 
la  filosofía,  las  matemáticas,  la  astrolojía  i  la  historia.  Pa- 
ra sus  contemporáneos,  tanta  ciencia  debia  ser  considerada 


246  NOCIONB8   DB  HISTORIA   LITBRARIA 

producto  de  majia;  i  en  efecto,  después  de  su  muerte  sus 
manuscritos  fueron  quemados,  bajo  la  inspección  de  un  frai- 
le dominicano,  como  obra  del  demonio.  Hoi  mismo,  la  re- 
putación de  nigromántico  es  entre  el  vulgo  español  insepa- 
rable del  nombre  de  Villena, 

21.--Don  Iñigo  López  de  Mendoza,  marques  de  Santilla- 
na  (1398-1458),  ha  dejado  en  la  historia  de  las  letras  es- 
pañolas una  reputación  mas  sólida  i  mas  duradera.  Políti- 
co i  militar  en  una  época  de  revueltas,  el  noble  marques  se 
distinguió  entre  los  señores  que  se  confederaron  contra  don 
Alvaro  de  Luna,  pero  conservó  siempre  la  entereza  de  su 
alma  i  la  rectitud  de  su  carácter  cuando  la  probidad  i  la 
buena fé  abandonaban  a  muchos.  Llevando  por  largo  tiem- 
po una  vida  llena  de  azares  en  los  campos  de  batalla  i  en 
los  consejos  del  rei,  el  marques  de  Santillana  no  descuidó 
jamas  el  estudio.  **La  ciencia,  decia,  no  embota  el  hierro 
de  la  lanza  ni  hace  floja  la  espada  en  la  mano  del  caballe- 
ro." Su  opulencia,  rival  de  la  de  los  reyes,  igualaba  a  su 
jenerosidad.  Los  hombres  de  letras  encontraban  en  él  un 
celoso  protector;  i  en  su  palacio  de  Guadalajara,  como  su- 
cedía entonces  en  el  palacio  del  rei  don  Juan  II,  los  poetas  i 
los  escritores  recibian  con  una  hospitalidad  espléndida,  to- 
pos los  homenajes  que  el  talento  puede  ambicionar. 

El  marques  de  Santillana  fué  iniciado  en  el  estudio  de  la 
poesía  provenzal  por  Vrllena;  i  en  efecto  imitó  de  ella  la  for- 
ma métrich;  i  durante  el  primer  tiempo  los  asuntos  fáciles  i 
lijeros  de  sus  obras.  Pertenecen  a  esta  última  clase  las  Can- 
ciones i  decires  i  las  Serranillas,  agradable  pastoral  en  que 
se  percibe  el  espíritu  de  imitación.  Sin  embargo,  en  sus  so- 
netos se  deja  ver  de  una  manera  mui  marcada  la  influencia 
de  los  poetas  italianos,  de  quienes  imitó  también  la  Come- 
dietta  de  Ponza,  especie  de  drama  que  tiene  por  asunto  la 
batalla  naval  de  este  nombre,  perdida  por  los  reyes  de  Ara- 
gón i  de  Navarra  contra  los  jenoveses.  Pero  el  verdadero 
talento  del  marques  se  revela  sobre  todo  en  sus  obras  ori- 
jinales.  El  jiro  sentencioso,  característico  del  jenio  espjañol 
se  encuentra  en  el  Diálogo  de  Blas  i  la  Fortuna^  en  que  el 


LITERATURAS    ESPAÑOLA    I    PORTUGUESA  247 


poeta  desarrolla  con  cierta  gracia  que  no  carece  de  vigor» 
la  doctrina  estoica  sobre  la  vanidad  de  las  cosas  del  mun- 
do, i  un  poema  sobre  la  caída  de  don  Alvaro  de  Luna,  que 
se  titula  Doctrinal  de  privados. 

La  obra  más  característica  del  marques  de  Santillana  es 
una  recopilación  de  proverbios  compuestos  para  la  instruc" 
cion  del  heredero  presuntivo  de  don  Juan  II,  i  que  por  ence- 
rrar cien  coplas  es  conocida  cnn  el  nombre  de  Centiloquio. 
Eti  esta  recopilación,  aumentada  por  el  mismo  autor  con 
glosas  curiosas,  se  debe  buscar  mas  que  la  poesía,  un  mo- 
numento del  jenio  particular  de  la  España. . 

Debemos  mencionar  también  aquí  otra  obra  del  marques 
de  Santillana  que  tiene  un  grande  interés  para  la  historia 
délas  letras.  Habiéndole  pedido  el  condestable  de  Portugal 
una  copia  de  sus  poesías,  el  marques  se  la  envió  con  una 
epístola,  a  manera  de  introducción,  que  contiene  un  curio- 
so resumen  de  las  reglas  de  la  poesía  provenzal,  i  una  noti- 
cia razonada  de  todos  los  poetas  españoles  anteriores  al 
autor  i  de  sus  contemporáneos  en  el  estranjero.  Esta  epís* 
tolíi  constituye  un  documento  importante  sobre  los  pri- 
meros tiempos  de  la  poesía  española,  así  como  sobre  la  lite- 
ratura de  la  Europa  meridional  en  la  edad  media. 

22.— Los  poetas  castellanos  del  siglo  XV  no  se  limitaron 
a  reproducir  la  poesía  provenzal.  Fueron  mas  lejos  toda- 
vía. Muchos  de  ellos  asistieron   a  las  célebres  escuelas  de 
Roma,  de  Florencia  i  de  Bolonia,  i  tomaron  de  los  poeta» 
latinos  e  italianos  no  tanto  la  forma  esterna  como  el  arti- 
fiáo  literario  en  la  distribución  de  las  materias  i  en  la  elec- 
ción de  los  asuntos.  Juan  de  Mena,  nacido  en   Córdoba  en 
1411  i  muerto  en  Torrelaguna  en  1456  de  resultas  de  una 
caida  del  caballo,  simboliza  esta  faz  de  la  poesía  castellana- 
Poeta  de  verdadero  talento,  Juan   Mena,  tal  vez  por  des- 
confianza de  sí  mismo,  no  se  atrevió  a  crear  formas  pro» 
pías,  i  fué  a  buscar  en  la  Divina  comedia  del  Dante,  el   pro- 
cedimiento artístico  para  la  composición  de  un  poema.  En 
esta  empresa,  mereció  el  castigo  de  la  mayor  parte  de  los 
imitadores:  no  pudo  construir  mas  que  un  mecanismo  se- 


218  MOCIONBS   DB   HIBTO&IA   LITKRABIA 

mejante  al  del  poeta  florentino;  pero  en  que  falta  la  vida,  i 
en  que  las  inspiraciones  de  la  naturaleza  están  reemplaza- 
das por  un  artificio  mas  o  menos  hábil. 

Dominado  por  sus  conocimientos  astrolójicos,  mitolóji- 
cos  e  históricos,  el  poeta  castellano  esperimenta  una  visión 
alegórica  que  va  a  revelarle  los  secretos  del  destino  huma- 
no. Vése  trasportado  en  el  carro  de  Belona  a  una  llanura 
envuelta  por  espesas  nubes  i  poblada  por  innumerables 
creaturas.  Se  hace  oir  un  gran  ruido;  i  de  repente  se  ofrece 
a  su  vista  una  mujer  joven,  de  májica  belleza  i  coronada  de 
flores.  Es  la  Providencia  en  persona,  que  tomándolo  por  la 
mano,  como  Beatriz  a  Dante,  lo  conduce  a  una  altura  desde 
donde  el  sol  de  la  verdad  disipa  la  niebla  que  ofuscaba  su 
vista.  Entonces  el  poeta  ve  los  tres  círculos  del  destiníi,  el 
Pasado,  el  Presente  i  el  Porvenir.  Este  último  está  cubierto 
por  un  velo  que  no  tiene  trasparencia  mas  que  para  la  mi- 
rada profética.  Solo  el  círculo  del  Presente  tiene  movimien- 
to; pero  los  tres  están  sometidos  a  la  influencia  de  los  siete 
planetas,  que  constituyen  los  siete  órdenes  o  divisiones  del 
poema.  La  historia  entera  con  sus  principales  personajes 
se  desarrolla  a  la  vista  de  Juan  Mena.  Todos  los  hombres 
están  gobernados  en  su  destino  por  la  influencia  de  tal  o 
cual  astro.  Sobre  su  frente  no  se  lee  mas  que  una  palabra: 
fatalidad. 

Tal  es  el  asunto  del  Laberinto,  poema  estravagantc  lle- 
no de  estrofas  de  pesada  erudición,  que  sin  duda  fueron  las 
mas  admiradas  por  sus  contemporáneos,  i  en  que  consagra 
muchos  pasajes  a  hacer  hiperbólicas  alabanzas  de  don  Juan 
II  de  Castilla.  Todo  esto  es  pálido  i  frió;  pero  Juan  de  Me- 
na celebra  los  hechos  mas  memorables  de  la  historia  de 
España,  su  jenio  poético  brilla  por  la  elevación  del  senti. 
miento  moral  i  por  los  impulsos  de  un  exaltado  patriotis- 
mo. Entonces  es  verdadero  poeta:  su  musa  encuentra  accn. 
tos  varoniles  que  han  triunfado  sobre  la  estravagancia  de 
ja  ficción  i  sobre  su  intempestiva  erudición.  Este  poema  que 
constaba  de  trescientas  octavas  de  versos  de  arte  mayor,  i  a 
las  cuales  se  agregan  otras  estrofas  de  sospechosa  aiüten- 


LITERATURAS   ESPAÑOLA   1   PORTUGUESA  249 

ticidad,  es  la  obra  maestra  de  Juan  de  Mena.  Sus  otras  poe- 
sías, en  que  domina  también  el  gusto  por  la  alegoría  erudi- 
ta, son  mui  inferiores  por  su  mérito  i  por  su  estension  al 
Laberinto. 

23.— Al  lado  de  los  anteriores,  aunque  en  segundo  térmi- 
no, brillaron  en  la  corte  de  don  Juan  II  muchos  otros  poe- 
tas eruditos,  algunos  de  los  cuales  son  notables  por  una 
verdadera  inspiración.  Pero  uno  sólo  de  ellos  supo  hacerse 
superior  al  gusto  de  su  siglo,  i  sacar  de  su  lira  acentos  tier 
nos  i  patéticos,  producidos  en  su  alma  por  una  inspiración 
profunda.  Jorjc  Manrique,  éste  era  su  nombre,  desccndia  de 
un  linaje  ilustre,  se  ilustróen  la  guerra  i  en  la  corte,  i  murió 
el  año  de  147i^  en  el  campo  de  batalla,  i  *'en  lo  mejor  de  su 
edad'*,  según  la  espresion  del  historiador  Mariana.   En  su 
juventud  liabia  compuesto  poesías  de  amor,  metafísicas  i 
alegóricas,  mui  al  gusto  de  su  siglo;  pero  el  dolor  causado 
por  la  muerte  de  su  padre,  que  era  un  cumplido  caballero, 
le  arrancó  una  elejía  de  quinientos  versos,  conocida  con  el 
modesto  título  de  Coplas  de  Jorje  Manrique.  Es  un  monu- 
mento elevado  por  la  piedad  filial,  que  por  su  colorido  i  su 
sentimiento  es  considerado  como  un  modelo  en  su  jénero. 
Este  poema,  aunque  compuesto  con  una  naturalidad  i  una 
sencillez  verdaderamente  inimitables,  es  la  obra  de  una 
emoción  reflexiva.  Según  el  poeta,  todo  lo  que  el  hombre 
hace  conduce  al  mismo  abismo,  la  muerte.  Pasa  en  revista 
todos  los  goces  mundanos,  los  torneos  i  las  fiestas  de  la 
corte,  en  que  brillaban  la  juventud  i  la  belleza.  Sus  jenero- 
«os  lamentos  se  estienden  a  todas  las  grandezas  que  ha 
visto  caer,  hasta  don  Alvaro  de  Luna,  cuyo  trájico  destino 
ie  merece  un  recuerdo  de  compasión.  De  aquí  nace  la  apaci- 
ble melancolía  de  esas  estrofas,  cuyo  ritmo  sencillo  i  delica- 
do ha  deservir  admirablemente  al  poeta  para  verter  sus 
sentimientos. 

24.-La  poesía  española  del  siglo  XV,  se  deja  conocer  tam- 
bién en  los  numerosos  Cancioneros,  recopilacioness  de  can- 
ciones de  diversos  autores,  en  que  están  confundidas  algu- 
nas obras  llenas  de  graciosa  poesía,  con   muchos  cantos 


250  NOCIONB8  DB  HISTORIA   LITORARIA 

empañados  por  una  pretenciosa  erudición.  Entre  estas 
compilaciones  se  distinguen  una  formada  por  Juan  Alfonso 
de  Baena,  judío  converso,  que  fué  secretario  de  don  Juan 
II,  i  otra  por  Femando  del  Castillo.  El  deseo  de  ser  injenio- 
sos  estravió  con  frecuencia  a  esos  poetas:  en  sus  versos,  la 
pasión  ha  sido  reemplazada  por  lo  rebuscado,  i  la  ternura 
por  el  injenio,  cuando  no  por  el  pedantismo.  Sus  versos  tie- 
nen rara  vez  un  sentimiento  verdadero;  careciendo  así  de 
los  elementos  indispensables  de  la  poesía,  la  naturalidad  i 
la  solidez.  Su  mérito  casi  esclusivo  consiste  en  haber  doble- 
gado la  lengua  por  la  gran  variedad  de  metros  que  usaron. 
Viviendo  en  un  siglo  caballeresco  i  poético  por  los  hechos, 
esos  poetas  no  cantaron  la  patria  ni  las  gloriosas  hazañas 
de  su  tiempo.  Pensar  como  Petrarca  i  como  los  trovadores 
provenzales,  modelar  en  cuanto  fuera  posible  sobre  el  mol- 
de latino,  tal  fué  el  újiico  propósito  de  muchos  injenios  rjue, 
mejor  encaminados,  habrian  logrado  hacerse  famosos.  A 
esas  poesías  no  se  les  puede  exijir  otro  interés,  ni  conceder 
otro  mérito  que  el  del  espresar  el  estado  del  espíritu  de  los 
caballeros  que  seguian  la  corte. 

25.— Pero  al  mismo  tiempo  se  cultivaba  en  España  otra 
poesía  verdaderamente  popular,  nó  una  epopeya,  sino  mu- 
chas epopeyas  en  mil  fragmentos  diversos  en  que  no  se  en- 
cuentra ningún  nombre  de  poeta,  pero  donde  se  respira  el 
alma  i  el  jenio  de  un  pueblo.  Todo  lo  que  los  españoles  han 
visto,  conocido,  sentido,  en  todas  las  épocas  de  su  historia» 
desde  el  reinado  de  los  godos  hasta  el  de  la  casa  de  Austria, 
i  todo  lo  que  han  tomado  de  las  otras  naciones,  ha  venido 
a  alimentar  estos  cantos  populares  a  que  se  ha  dado  el 
nombre  de  Romances,  Es  éste  un  conjunto  de  recuerdos  i  de 
tradiciones  nacionales  que  se  trasmitían  de  jeneracion  en 
jeneracion  en  todas  las  clases  de  la  sociedad,  como  un  teso- 
ro común,  como  una  herencia  de  gloria,  como  el  patrimo- 
nio de  la  intelijencia.  Esta  literatura  que  se  ha  formado  de 
siglo  en  siglo,  parte  por  parte,  no  pertenece  a  un  siglo  mas 
que  a  otro  ( LoisE,  Ilistoirc  de  la  poésie  espagnole).   El  ro- 


LITERATITRAfl    ESPAÑOLA    I    PORTÜOUBSA  351 

manee  nace  i  se  desarrolla  en  la  edad  media,  pero  se  culti- 
va también  con  brillo  en  los  tiempos  modemoá. 

El  Romancero  español  contiene  piezas  mui  diferentes  por 
su  jénero  i  por  su  mérito,  no  solo  por  su  asunto  sino  por  la 
fecha  de  su  composición.  Sucede  ademas  que  tnuchos  de  los 
cantos  verdaderamente  populares  i  primitivos  de  la  España 
han  sido  imitados  i  rehechos  posteriormente  por   Lope  de 
Vega,  Quevedo,  Timoneda,  Cervantes,  i  otros  poetas,  i  han 
perdido  así  en  naturalidad  i  sencillez  lo  que  han  ganado  en 
arte.  Los  eruditos  que  en  nuestros  dias  se  han  dedicado  a 
compilar  esos  romances  se  han  visto  por  esa  causa  en  la  ca- 
si imposibihdad  de  asignar  a  cada  pieza  una  fecha  aproxi- 
mativa.   Don   Agustin    Duran    que  ha  consagrado  a  este 
trabajo  el  estudio  paciente  de  muchos  años  i  una  rara  sa- 
gacidad, ha  distinguido   romances  de   ocho  épocas  diferen- 
tes; i  de  ellos  los  mas  antiguos  son  los  mejores  i  los  mas 
curiosos,  como  eco  natural  de  los  sentimientos  i  de  las  opi- 
niones populares.  Pero  considerando  no  tanto  la  diversi- 
dad de  fechas  como  la  variedad  de  asuntos,  el   Romancero 
puede  dividirse  en  cinco  grupos  diferentes,  cada  uno  de  los 
cuales  ofrece  elementos  poéticos  que  le  son  especiales:   1*^ 
los  romances  caballerescos;  2^  los  romances  histéricos;  3*^ 
los  romances  moriscos;  4*^  los,  romances  de  costumbre;  i  5*^ 
los  romances  que  se  refieren  a  la  antigüedad  fabulosa  o  his- 
tórica, i  que  son  los  peores  de  todos. 

26.— Los  romances  caballerescos  cantan  héroes  diferen- 
tes, históricos  los  unos,  imajinarios  los  otros,  pero  todos 
revestidos  de  un  tinte  poético  inspirado  por  un  patriotismo 
lleno  de  orgullo.  La  espedicion  de  Cario  Magno  a  España, 
qoe  terminó  por  la  jornada  de  Ronces  valles,  objeto  de  los 
poemas  franceses  del  ciclo  carlovinjio,  es  el  asunto  de  mu- 
chos romances;  pero  la  vanidad  española  opone  al  jefe  de 
los  francos  un  héroe  nacional,  Bernardo  del  Carpió,  fruto 
de  los  amores  furtivos  del  Conde  de  Saldaña  i  de  una  her- 
mana de  Alfonso  el  Casto.  Estos  son  los  elementos  fabulo- 
sos de  esos  cantos,  cuyo  final  desenlace  es  el  triunfo  del  hé- 
roecastellano  sobre  Cario  Magno  i  sus  doce  pares.  El  conde 


252  N0C10NB8    DIQ   HISTORIA    LITBBARIA 

Fernán  González,  que  reconquistó  a  Burgos  i  casi  toda 
Castilla  del  poder  de  los  árabes,  i  cuya  memoria  era  vene- 
rada por  los  españoles,  es  otro  de  los  héroes  de  los  roman- 
ces caballerescos.  Los  siete  infantes  de  Lara,  entregados 
por  traición  a  los  moros  por  su  tio  Rui  Velásquez,  i  venga- 
dos por  el  bastardo  Mudarra,  ofrecen  también  un  asunto 
animado  i  dramático  i  han  inspirado  algunas  de  las  mas 
hermosas  composiciones  del  Romancero.  Pero  cualquiera 
que  sea  el  interés  que  presentan  estos  diversos  asuntos,  el 
Cid  es  el  objeto  del  mayor  número  de  esos  romances,  i  sin 
duda  de  los  mas  hermosos.  Jamas  hubo  un  carácter  poéti- 
co mas  querido  por  un  pueblo.  La  imajinacion  española  se 
ha  complacido  en  dotar  a  su  héroe  de  las  mas  estimables  i 
de  las  mas  nobles  cualidades.  La  realidad  se  ha  perdido  en 
el  ideal;  í  en  lugar  del  condottiero  famoso  que  la  historia 
nos  muestra  valiente,  heroico,  sin  duda,  pero  poco  escru- 
puloso en  materia  de  lealtad,  de  humanidad  i  aun  de  reli- 
jion,  puesto  que  mas  de  una  vez  puso  su  espada  al  servicio 
de  los  emires  musulmanes  contra  su  propio  rei,  la  tradición 
poética  ha  hecho  de  él  un  héroe  perfecto,  un  vasallo  leal  i 
fiel,  un  campeón  de  la  iglesia,  un  caballero  cortes  i  desinte- 
resado, que  merece  a  cada  paso  la  protección  del  cielo.  Este 
carácter  ideal  ha  dado  oríjen  a  un  gran  número  de  roman- 
ces destinados  a  cantar  las  acciones  del  héroe  desde  su  in- 
fancia hasta  su  muerte.  Celebran  el  apoyo  prestado  por  el 
Cid  al  rei  don  Sancho,  su  fidelidad  al  ingrato  don  Alfonso, 
su  lucha  contra  los  moros,  la  conquista  de  Valencia,  el  ca- 
samiento de  sus  hijas  doña  Elvira  i  doña  Sol,  su  insulto 
vengado  en  los  infantes  de  Carrion,  i  por  último,  la  histo- 
ria desús  amorescondoñajimena.  Cuando  se  estudian  estos 
romances,  se  siente  que  la  leyenda  varonil  i  heroica  ha^'a 
sido  empeñada  a  veces  por  los  poetas  posteriores,  que  al 
rehacer  esos  romances  en  el  siglo  XVI,  introdujeron  en  ellos 
la  galantería  provenzal  o  italiana,  elemento  literario  des- 
conocido por  los  primitivos  poetas  populares  de  Castilla. 

27. — El  grupo  de  los  romances  históricos  abraza  la  histo- 
ria entera  de  España  hasta  terminar  el  siglo  XV.   En  este 


LITBUATURAH    ESPAÑOLA    I    F0RTUGUB8A  253 


vasto  cuadro,  la  imajinacion  popular  se  ha  apoderado  na- 
taralmente  de  todos  los  acontecimientos  que  debían  impre- 
sionarla. Ha  cantado  particularmente  la  conquista  de  Es- 
paña por  los  sarracenos,  causada  por  el  amor  de  don 
Rodrigo  hacia  la  Cava,  la  famosa  hija  del  conde  don  Ju- 
lián; la  defensa  de  Zamora  por  la  infanta  doña  Urraca;  las 
batallas  de  Rio  Verde  i  del  Rio  Salado;  él  sitio  de  Calatra- 
va  la  vieja;  la  adhesión  de  don  Diego  de  Mendoza  en  la  ba- 
talla de  Aljubarrota;  la  muerte  trájica  de  don  Alvaro  de 
Luna;  i  por  último,  el  sitio  de  Granada.  Todas  esas  compo- 
siciones marcadas  con  el  sello  de  una  encantadora  natura- 
lidad, son  una  fuente  variada  i  verdadera  de  inagotable  in- 
terés. -. 

28.— Los  romances  moriscos,  compuestos  en  los  últimos 
tiempos  del  poder  de  los  árabes  en  la  península  i  aun  des- 
pués de  la  toma  de  Granada,  no  presentan  en  jeneral  el  in- 
terés poderoso  que  tiene  la  poesía  natural  i  apasionada  Ce 
los  romances  anteriores;  pero  en  cambio,  tiene  un  color 
orijinal  que  toman  de  las  costumbres  i  de  los  usos  que 
describen.  Se  encuentra  en  ellos  algo  de  la  orijinalidad  orien- 
tal; i  no  se  pueden  leer  sin  impresión  los  amores  del  hermo- 
so Gazul  i  de  Xariza,  las  descripciones  de  las  justas  árabes 
en  la  rambla  de  Granada,  el  desafío  de  Alboacen  i  de  Ponce 
de  Lcon.  Añádase  a  esto  la  pintura  de  las  armas,  de  los 
corceles,  de  los  trajes  i  se  verá  que  toda  la  civilización 
árabe  de  la  península  aparece  a  nuestra  vista  en  estos  ro- 
mances. 

29.— La  imajinacion  del  pueblo  español  en  toda  su  liber- 
tad, tomando  alternativamente  el  tono  elejíaco,  pastoral, 
burlesco,  satírico  o  picaresco,  se  encuentra  en  esas  compo- 
siciones populares  que  hemos  denominado  romances  de 
costumbres.  Todos  los  asuntos  que  puede  suministrar  la 
vida  usual,  los  vicios  i  los  estravíos  de  un  pueblo,  los  ru- 
mores de  cada  dia,  son  tratados  con  esa  naturalidad  que 
constituye  hasta  ahora  su  principal  valor. 

30. — El  quinto  grupo  de  romances  es  el  que  posee  un  me- 
nor mérito.  Composiciones  pedantescas  i  de  un  jénero  falso. 


254  NOGIONBS   DB   HISTORIA  UTBRARIA 

están  basadas  en  hechos  verdaderos  o  fabulosos  de  la  anti- 
güedad, i  son  escritas  por  poetas  eruditos  que  han  suprimi- 
do de  ordinario  en  sus  obras  ese  aire  de  natural  injenuidad 
que  forma  el  principal  mérito  de  los  romances. 

31. — La  prosa  hizo  también  en  el  siglo  XV  progresos  mui 
notables.  La  mayor  parte  de  los  que  la  cultivaron  son  hom- 
bres de  estado  i  g..erreros  que  ocuparon  lósanos  de  des- 
canso en  trasmitir  a  la  posteridad  sus  juicios  sobre  los  hom- 
bres i  las  cosas  de  su  tiempo.  Fernán  Gómez  de  Cibdareal, 
médico  de  Juan  II,  es  considerado  autor  de  una  compila- 
ción de  cartas,  conocida  con  el  nombre  de  Centón  epistola- 
rio a  causa  del  número  de  ciento  cinco  epístolas  que  lo  for- 
man. Escritas  en  un  estilo  natural  ¡  a  veces  hiriente,  esas 
cartas  tienen,  a  mas  de  su  valor  literario,  una  verdadera 
importancia  histórica,  a  pesar  de  que  en  nuestro  tiempo  se 
ha  negado  su  autenticidad  con  razones  tales  que  no  es  po- 
sible desconocer  su  fuerza.  Es  probable,  sin  embargo,  i  esta 
es  la  opinión  de  los  críticos  mas  autorizados,  que  sobre  una 
base  verdadera  se  haj^an  hecho  interpolaciones  posteriores 
que  han  dado  lugar  a  las  justas  desconfianzas  con  que  ha 
comenzado  a  mirarse  aquella  compilación. 

32. — La  biografía  i  la  historia  fueron  cultivadas  no  sólo 
con  buen  gusto  literario,  sino  con  buen  sentido  poco  co- 
mún. No  se  encuentra  entre  esos  primeros  cronistas  espa- 
ñoles aquella  sencilla  naturalidad,  aquel  colorido  inimita- 
ble de  Froissart;  pero  se  halla  vigor  en  el  estilo,  gravedad 
en  la  narración  i  rectitud  en  los  juicios.  Fernán  Pérez  de 
Guzman,  nacido  en  1400,  que  en  su  mocedad  habla  cultiva- 
do la  poesía  erudita  i  alegórica,  después  de  una  vida  ajita- 
da  por  los  azares  de  la  guerra,  corrijió  i  continuó  una  cró- 
nica del  reinado  de  don  Juan  II,  que  habia  comenzado  Juan 
de  Mena.  Pero  su  mejor  obra  es  una  compilación  biográ- 
fica que  tiene  por  título  Jeneraciones  i  semblanzas.  Traza 
en  ella  con  mano  maestra  el  retrato  de  treinta  i  cuatro 
de  los  principales  personajes  de  su  tiempo;  cuenta  su  orí- 
jen  i  describe  la  parte  que  tomaron  en  los  acontecimien- 
tos públicos.  En  esta  obra,  escrita  en  estilo  grave,   sem- 


LITERATURAS   ESPAÑOLA    I    PORTUGUBSA  255 


brada  de  reflexiones  vigorosas  i  orijinales,  se  descubre  un 
espíritu  superior  a  su  siglo,  i  un  gran  carácter  lleno  de 
rectitud  e  imparcialidad  que  hace  plena  justicia  a  don 
Alvaro  de  Luna,  cuyo  poder  habia  combatido  Pérez  de 
Guzman. 

Hernando  del   Pulgar,  secretario   de  Enrique  IV  i  des- 
pués canciller  e  historiógrafo  de  los  reyes  católicos,  compu- 
so una  obra  análoga  con  el  título  de  Claros  varones  de  Cas- 
tilla.  Sus  retratos  biográficos  interesan  tanto  por  el  fondo, 
es  decir,  por  los  sucesos  que  narra,  como  por  la  forma  que 
ha  dado  a  sus  escritos,  por  su  estilo  rico,  injenioso,  senci- 
llo con  corrección,  conciso  con  elegancia.  Pinta  los  carac- 
teres con  rasgos  vigorosos,  sin  acritud  i  sin  lisonja,  i  mues- 
tra siempre  mucho  juicio  i  mucha  rectitud. 

33.*-Aparte  de  estos  trabajos,  la  literatura  española  de- 
siglo XV  cuenta  un  gran  número  de  crónicas,  entre  las  cual 
les  figura  la  de  don  Alvaro  de  Luna,  escrita  por  un  judío 
convertido,  que  tomó  el  nombre  de  Alvaro  García  de  Santa 
María.  El  exacto  conocimiento  de  los  hechos,  la  adhesión 
que  conservó  siempre  por  el  desgraciado  favorito  que  lo 
habia  honrado  con  su  confianza,  i  la  exaltación  causada  en 
su  ánimo  por  el  horror  de  la  catástrofe  que  llevó  al  cadalso 
a  su  protector,  han  hecho  de  Alvaro  García  un  escritor  de 
un  mérito  superior  por  la  elocuencia  que,  como  testigo  ocu- 
lar, ha  desplegado  al  narrar  los  sucesos  de  su  tiempo. 

Séf.— Este  período  de  la  prosa  castellana  se  cierra  con  una 
obra  de  moral  que,  con  el  título  de  Vision  deleitable^  com- 
puso el  bachiller  Alonso  de  la  Torre  para  instrucción  del 
príncipe  de  Navarra,  don  Carlos  de  Viana.  En  este  libro, 
enteramente  alegórico,  figuran  la  gramática,  la  música,  la 
astrolojía,  la  verdad,  la  razón  i*  la  naturaleza;  i  por  medio 
de  discursos  que  el  autor  les  hace  pronunciar,   traza  una 
reseña  de  cada  ciencia,  i  particularmente  de  la  moral.   La 
facilidad  i  la  elegancia  del  estilo,  a  pesar  de  las  trasposicio- 
nes estudiadas  i  violentas,  colocan  a  Alonso  de  la  Torre 
entre  los  mejores  prosadores  del  siglo  XV. 

Podríamos  recordar  aquí  los  primeros  ensayos  dramáti- 


256  NOCIONES    DB    HISTORIA    laTERARIA 


eos  españoles;  pero  ellos  pertenecen  mas  propiamente  al 
siglo  de  oro  de  la  literatura  castellana,  que  se  abre  al  co- 
menzar los  tiempos  modernos.  Después  de  tres  siglos  de  en- 
sayos literarios  mas  o  menos  felices,  la  lengua  aparece  casi 
completamente  formada;  i  la  poesía,  dejando  las  formas 
pedantescas  i  pretenciosas  que  la  habian  encadenado  du- 
rante mucho  tiempo,  busca  al  fin  en  otras  vías  un  campa 
mas  vasto  de  verdadera  inspiración. 

35. — La  literatura  portuguesa,  mucho  menos  conocida 
que  la  literatura  castellana,  ha  sido  confundida  de  ordina- 
rio con  ésta,  o  a  lo  menos  considerada  como  una  rama  su- 
ya, del  mismo  modo  que  se  ha  creido  que  su  lengua  no  era 
mas  que  un  dialecto  del  español.  La  semejanza  de  razas,  de 
condiciones  i  de  influencias  bajo  las  cuales  se  desarrollaron 
el  idioma  i  el  jenio  de  ambos  pueblos,  no  ha  permitido  a  la 
literatura  portuguesa  tener  una  fisonomía  bien  demarcada 
i  propia;  de  modo  que  aun  habiendo  producido  grandes 
prosadores  i  grandes  poetas,  i  aun  habiéndose  adelantado 
a  veces  a  la  literatura  castellana  en  el  orden  de  los  tiempos, 
i  en  el  mérito  de  algunas  de  su  obras,  no  siempre  se  le  ha 
reconocido  una  vida  independiente. 

La  oscuridad  en  que  están  envueltos  los  antiguos  idio- 
mas de  las  otras  provincias  de  la  península  ibérica,  existe 
también  respecto  del  Portugal.  Sin  embargo,  todo  hace 
creer  que  allí,  como  en  el  resto  de  la  España,  existian  los 
mismos  elementos  a  la  época  de  la  conquista  de  los  roma- 
nos; i  que,  si  bien  éstos  no  alcanzaron  a  imponer  completa- 
mente el  latin,  a  lo  menos  esta  lengua  estuvo  bastante  je- 
neralizada.  Los  bárbaros  del  norte  mezclaron  al  elemento 
romano  el  elemento  jermánico  o  gótico. 

El  idioma  formado  de  esta  manera,  como  hemos  visto 
anteriormente,  se  asiló  en  las  montañas  de  Galicia  después 
de  la  conquista  de  P^spaña  por  los  sarracenos.  Ese  idioma 
gallego,  derivado  principalmente  del  latin,  fué  como  hemos 
dicho,  el  oríjen  del  castellano,  i  lo  fué  igualmente  del  portu- 
gués. De  manera  que,  mientras  en  Castilla  se  formaba  i  de- 
sarrollaba una  lengua  sonora  i  vigorosa,  asimilándose  mu- 


LITBBATUBAS   ESPAÑOLA    I    PORTUGUESA  257 

chas  palabras  arábigas,  en  el  occidente  de  la  península,  en 
la  Lusitania,  se  formaba  otra  lengua  semejante  a  aquella, 
por  provenir  de  un  oríjen  CDmun,  pero  que  tomó  formas  di- 
versas bajo  el  influjo  de  elementos  estraños.   Los  idiomas 
diversos  de  los  numerosos  auxiliares  estranjeros  que  pasa- 
ron en  el  séquito  de  Enrique  de  Borgoña  a  ayudar  a  los 
portugueses  a  libertar  su  país  del  yugo  de  los  musulmanes, 
le  comunicaron  a  su  vez  muchas  voces  nuevas. 

Tales  fueron  las  circunstancias  históricas  de  la  formación 
del  portugués.  En  él  se  encuentra  una  de  las  formas  moder- 
nas de  esa  múltiple  lengua  romance  que  en  la  edad  media 
reemplazó  insensiblemente  al  latin,  como  éste  habia  reem- 
plazado a  las  lenguas  indíjenas  en  la  mayor  parte  de  las 
provincias  europeas  del  antiguo  imperio  romano.  En  el 
principio,  el  portugués  se  apartó  poco  del  gallego  o  idioma 
romance  de  la  provincia  española  de  Galicia;  pero  adquirió 
consistencia  i  solidez  desde  que  el  Portugal  alcanzó  una 
existencia  política  independiente. 

36.— La  dirección  que  desde  el  principiotomaron  los  es- 
fuerzos literarios  de  los  portugueses,  fué  esencialmente  poé- 
tica, i  sus  primeras  composiciones  escritas,  que  datan  de  la 
fundación  de  la  monarquía,  es  decir,  de  principios  del  siglo 
XII,  fueron  ejecutadas  bajo  la  influencia  i  a  imitación  de 
las  poesías  de  los  trovadores  del  mediodía  de  la  Francia. 
El  idioma  de  éstos  era  el  que  usaban  el  fundador  de  la  mo- 
narquía portuguesa,  i  sus  sucesores  inmediatos.  Los  poetas 
provenzales  visitaban  la  corte  portuguesa  para  entretener 
con  sus  cantos  a  los  grandes  señores,  i  despertaron  entre 
éstos  el  gusto  por  la  poesía  i  por  las  letras.  Entre  los  pri- 
[    meros  que  compusieron  versos  portugueses,  se  encuentran 
dos  señores  de  la  corte  del  rei  Alfonso  Enríquez,  el  segundo 
monarca  de  Portugal.  Estos  señores,  llamados  Gonzalo 
Henríquez  i  Egaz  Moniz  Coelho  escribieron  canciones,  mu- 
chas de  las  cuales  han  sido  conservadas. 

En  los  siglos  XIII  i  XIV,  la  poesía  fué  fomentada  por  el 
ejemplo  de  los  mismos  príncipes.  Diniz (Dionisio),  que  fundó 

TOMO   IV  17 


258  NOCIONES   DR   HISTORIA   LITERARIA 


ia  universidad  de  Coimbra,  Alfonso  IV  i  Pedro  el  cruel  se 
cuentan  entre  los  poetas  de  su  tiempo.  Los  cantos  atribuí, 
dos  a  este  último,  tienen  por  asunto  la  trájica  muerte  de 
Inés  de  Castro  i  son  el  reflejo  de  una  alma  agobiada  por  el 
dolor.  Todas  esas  poesías  son  simples  imitaciones  de  las 
canciones  provenzales;  pero  los  poetas  portugueses  fueron 
mas  tarde  a  buscar  sus  modelos  en  otra  parte.  El  infante 
don  Pedro,  hijo  de  Juan  II,  tradujo  muchos  sonetos  de  Pe- 
trarca, i  se  conquistó  uno  de  los  puestos  mas  elevados  en- 
tre los  escritores  del  primer  período  de  la  historia  literaria 
del  Portugal. 

La  prosa  no  produjo  mas  que  simples  cronistas.  En  los 
estudios  teolójicos,  cientíBcos  i  médicos,  cultivados  estos 
últimos  bajo  la  influencia  de  los  árabes,  se  empleaba  solo  el 
latin.  Los  reyes  instituyeron  el  cargo  de  cronistas  del  reino; 
i  uno  de  éstos  Fernán  López  (1380-1449),  que  fué  ademas 
guardián  de  los  archivos  del  Estado,  compuso  una  crónica 
del  reinado  de  don  Pedro  el  cruel  de  Portugal,  notable  por 
la  exactitud  i  por  las  cualidades  de  estilo.  Gómez  Eaniies 
de  Azurara,  cronista  oficial  también,  ha  dejado  varias 
obras  históricas  de  un  grande  interés,  en  que  ha  narrado, 
entre  otros  sucesos,  las  campañas  de  los  portugueses  en 
África. 

Algunos  reyes  cultivaron  igualmente  la  prosa  con  éxito 
notable.  Duarte  (Eduardo),  que  reinó  sólo  cinco  años  (1433- 
1438),  compuso  varias  obras,  dos  de  las  cuales  gozan  de 
cierta  reputación:  el  Arte  de!  caballero  i  el  Leal  consejero. 
Esta  última,  en  que  ese  príncipe  desplega  una  grande  ins- 
trucción para  su  tiempo,  es  un  tratado  de  moral  escrito  en 
un  estilo  serio  i  de  ordinario  elegante.  El  sucesor  del  rei 
Duarte,  Alfonso  V  el  Africano  (1438-1481),  no  solamente 
fomentó  los  estudios  históricos,  sino  que  escribió  sobre  la 
táctica  i  la  astronomía.  Su  Tratado  de  la  milicia  hace  co- 
nocer la  manera  de  combatir  de  los  antiguos  portugueses. 

Mientras  tanto,  la  universidad  de  Coimbra,  fundada, 
como  hemos  dicho,  por  el  rei  Diniz  (1290),  habia  jeneraliza- 


LITERATURAS   ESPAÑOLA   I   PORTUGUESA  259 

do  en  cierto  modo  el  gusto  por  los  estudios,  i  preparado  el 
renacimiento  literario,  que  se  inicia  en  el  siglo  XVI.  Enton- 
ces se  abre  para  el  Portugal  la  época  mas  brillante  de  su  li- 
teratura. 


CAPÍTULO  VIL 

Ijiteratiira  italiana. 

1.  Causas  que  retardaron  la  formación  del  italiano. — 2.  Forma- 
ción de  esta  lengua. — 3.  Literatura  latina  en  Italia.— 4.  Pri- 
mitiva poesía  italiana. — 5.  Dante  Alighieri;  la  Divina  comedia. 
— 6.  Movimiento  literario  del  siglo  XVI. — 7.  Francisco  Pe- 
trarca; sus  obras. — 8.  Bocaccio;  el  Decameron, — 9.  Influencia 
literaria  de  aquellos  escritores. 

1. — El  provenzal  había  llegado  a  su  mas  alto  grado  de 
cultura;  la  España  i  el  Portugal  habían  producido  algunos 
poetas;  la  lengua  de  oil  era  cultivada  en  el  norte  de  la  Fran- 
cia, antes  que  el  italiano  se  hubiese  conquistado  un  puesto 
entre  las  lenguas  de  Europa  i  que  se  hubiese  sospechado  la 
riqueza  de  un  idioma  nacido  oscuramente  entre  el  pueblo. 
Pero  un  gran  poeta  nació  en  el  siglo  XIII;  i  el  jenio  de  un 
solo  hombre  la  hizo  adelantarse  sobre  todas  sus  rivales. 
Este  hombre  es  el  Dante  (Sismondi). 

Ese  mi.smo^poeta,  en  una  obra  que  compuso  sobre  la  len- 
gua  vulgar,  nos  ha  esplicado  las  causas  de  este  atraso  del 
idioma  italiano.  "La  lengua  de  s/,  dice  Dante,  se  divide  en 
catorce  idiomas  que  ocupan  toda  la  Italia  a  uno  i  otro  lado 
de  los  Apeninos,  al  norte,  al  mediodía,  al  centro;  i  cada  uno 
de  estos  idiomas  se  gubdivide  en  un  gran  número,  de  tal 
manera  que  yo  podria  elevar  a  mil  los  dialectos,  las  varie- 
dades de  lenguaje  que  se  hablan  en  la  península.'*  En  me- 


262  NOCIONES    DB   HISTORIA   LITBRARIA 

dio  de  esta  multitud  de  idiomas,  los  hombres  de  algunos  co- 
nocimientos i  de  alguna  invención  que  querían  darse  a  en- 
tender mas  allá  de  los  límites  de  su  ciudad,  se  vieron  obli- 
gados a  emplear  una  lengua  mas  jeneral,  i  cultivaron  el 
latin  con  cuidadoso  anhelo.  Es  inmenso  el  número  de  escri- 
tores italianos  que  compusieron  obras  de  historia,  de  poe- 
sía o  de  ciencias  en  lengua  latina;  i  algunos  de  ellos  alcan- 
zaron a  cierto  grado  de  perfección  que  los  acerca  a  los  bue- 
nos escritores  de  la  antigüedad. 

2.— La  historia  del  oríjen  i  desenvolvimiento  de  la  lengua 
italiana  ha  sido  estudiada  con  rara  prolijidad. 

Leonardo  Bruni,  escritor  del  siglo  XV,  sostiene  que  el 
italiano  es  tan  antiguo  como  el  latin,  i  que  uno  i  otro  eran 
usados  en  la  antigua  Roma.  El  latin,  según  Bruni,  era  la 
lengua  que  los  hombres  ilustres  empleaban  en  sus  discursos 
públicos  i  en  sus  escritos;  mientras  que  lo  que  se  llama  ita- 
liano era  la  lengua  del  pueblo,  la  que  se  empleaba  en  la  con- 
versación familiar.  Esta  opinión,  sostenida  posteriormente 
por  otros  escritores,  está  fundada  principalmente  en  ciertas 
espresiones  que  Planto  i  Terencio  ponen  en  boca  de  aque 
líos  personajes  que  pertenecen  a  la  clase  plebeya,  i  las  cua- 
les ofrecen  cierta  semejanza  con  el  italiano.  Pero  este  hecha 
apreciado  en  su  justo  valor,  manifiesta  solamente  que  si 
bien  los  romanos  desterraron  la  lengua  primitiva  de  la  Ita- 
lia, no  pudieron  aboliría  i  estirparla  completamente,  de 
manera  que  existió  siempre  en  los  diversos  dialectos  some- 
tida a  transformaciones  parciales.  Esa  lengua  conjunta- 
mente con  el  latin,  tuvo  una  parte  principal  en  la  formación 
del  italiano. 

A  la  época  de  la  invasión  de  los  pueblos  del  norte,  el  la- 
tin, que  se  habia  corrompido  desde  tiempo  atrás,  acabó  por 
desnaturalizarse.  Así  es  como  las  radicales  góticas  i  lom- 
bardas se  naturalizaron  en  Italia,  como  se  introdujo  el  ar- 
tículo, como  se  sustituyeron  las  proposiciones  a  las  desi- 
nencias de  las  declinaciones,  i  como  el  verbo  ausiliar  domi- 
nó en  la  conjugación  italiana.  En  esta  última  lengua,  no 
puede  buscarse  el  latin  clásico  descompuesto  por  el  contac- 


LITERATURA    ITALIANA  263 

to  de  los  bárbaros,  sino  los  idiomas  de  éstos  refundidos  en 
el  latin  rustico  o  vulgar. 

No  se  puede  fijar  con  exactitud  la  época  de  la  formación 
del  italiano,  o,  mas  bien  dicho,  de  esa  gran  variedad  de  dia- 
lectos hablados  en  la  península  itálica.  Se  encuentran  ves- 
tijios  de  ella  desde  el  siglo  VIII  en  los  nombres  propios  de 
personas  i  de  lugares;  pero  el  monumento  mas  antiguo  que 
se  conozca  de  esta  nueva  lengua  data  de  1135;  i  es  una  ins- 
cripción en  verso  grabada  sobre  una  piedra  de  la  catedral 
de  Ferrara,  cuyo  significado  no  es  fácil  comprender,  si  bien 
el  carácter  jeneral  de  la  lengua  italiana  se  percibe  perfecta- 
mente. Entonces,  como  dice  Dante,  no  habia  en  toda  la  pe- 
nínsula un  idioma  uniforme:  numerosos  dialectos  mas  o 
menos  diferentes  entre  sí  formaban  el  idioma  vulgar  a  la 
época  en  que  una  literatura  fuerte  i  vigorosa  vino  a  dar 
unidad  a  esos  elementos  dispersos,  i  a  formar  el  instrumen- 
to con  que  desde  el  siglo  XIII  algunos  artífices  de  primer 
orden  comenzaron  a  componer  obras  admirables,  con  que 
se  ha  formado  ese  rico  monumento  del  injenio  moderno  que 
se  denomina  literatura  italiana. 

3. — Durante  el  largo  período  de  vacilaciones  i  de  forma- 
ción de  una  lengua,  el  jenio  italiano,  como  ya  hemos  dicho, 
empleó  el  latin  para  la  composición  de  sus  obras,  pero  no 
se  crea  por  esto  que  la  literatura  italiana  procede  inmedia- 
tamente de  la  literatura  latina:  las  letras  romanas,  preci- 
pitadas en  una  rápida  decadencia  desde  el  tiempo  de  los 
emperadores,  llegaron  a  un  estado  de  casi  completo  aniqui- 
lamiento cuando  Constantino  trasladó  a  Bizancio  la  capi- 
tal del  imperio.  Después  del  triunfo  del  cristianismo,  sólo  la 
literatura  eclesiástica  produjo  obras  notables.  La  invasión 
Je  los  bárbaros,  sin  embargo,  no  fué  en  Italia  tan  fatal 
para  las  letras  como  en  los  otros  pueblos  de  Europa.  Los 
vencedores  tomaron  algo  del  pueblo  conquistado;  i  los  re- 
yes godos  tuvieron  a  honor  el  protejer  el  cultivo  intelec- 
tual. En  la  época  de  Cario  Magno,  la  Italia  estaba  mas  ci- 
vilizada que  los  otros  pueblos  de  Europa.  Pero  también 
desde  esa  época,  las  tinieblas  van  haciéndose  mas  i  mas 


264  NOCIONES   DB   HISTORIA   LITERARIA 

densas.  Los  únicos  estudios  de  esas  edades  remotas  son  la 
jurisprudencia  i  la  teolojía;  i  aun  así,  miserables  disputas 
de  escuela  absorben  el  pequeño  número  de  injenios  que  se 
preocupan  todavía  de  estas  ciencias.  Las  palabras  se  sus- 
tituyen a  las  ideas;  la  sutileza  i  el  sofisma  toman  el  lugar 
de  la  sencillez  de  los  buenos  tiempos. 

El  pontificado  de  Gregorio  VII  (1073-1085)  vio  apare- 
cer las  primeras  luces  del  renacimiento  de  las  letras  en  Ita- 
lia. Este  papa  ordenó  que  cada  obispo  fundase  una  escuela 
para  la  enseñanza  de  las  letras.  En  el  mismo  tiempo  se  fun- 
daba en  Bolonia,  bajo  los  auspicios  de  la  condesa  Matilde, 
la  primera  universidad  para  la  enseñanza  de  la  jurispruden- 
cia romana.  Todos  los  grandes  hombres  de  esta  época  son 
eclesiásticos  o  prelados;  i  los  dos  mas  célebres,  aunque  na- 
cidos en  Italia,  pasaron  su  vida  lejos  de  la  patria.  Son  és- 
tos Lanfránco  de  Pavía,  que  fundó  una  escuela  famosa  en 
un  convento  de  Normandía,  i  su  discípulo  San  Anselmo,  ar- 
zobispo de  Cantorbery,  cuyas  obras  son  hoi  olvidadas, 
como  las  disputas  teolójicas  que  las  orijinaron,  pero  cuyos 
títulos  de  gloria  son  la  admiración  i  el  respeto  que  les  tri- 
butaron sus  contemporáneos. 

Desde  el  siglo  XIT,  las  cruzadas  establecieron  comunica- 
ciones entre  Constantinopla  i  la  Italia;  i  los  obispos  italia- 
nos enviados  en  embajada  al  imperio  de  Oriente,  se  inicia- 
ron en  el  estudio  de  la  lengua  i  de  la  literatura  de  los  grie- 
gos. Desgraciadamente  la  Iglesia  i  la  Italia  estaban  de  or- 
dinario envueltas  en  profundas  perturbaciones;  las  letras 
languidecían,  i  la  Italia  no  suministraba  otro  hombre  céle- 
bre que  Pedro  Lombardo,  el  maestro  de  las  sentencias^  teó- 
logo famoso  que  fué  a  fundar  escuela  a  Paris,  i  que  alcanzó 
el  rango  de  arzobispo  de  esta  ciudad.  La  literatura  se  redu- 
cía a  la  gramática  i  la  dialéctica;  i  no  tenia  mas  campo  que 
las  discusiones  de  las  escuelas.  El  italiano  no  existia  aun,  o 
si  se  hablaba  comunmente  una  lengua  vulgar,  ésta  no  se 
escribía.  El  latín,  convertido  ya  en  lengua  muerta,  era  el 
idioma  de  los  escritores  i  de  la  enseñanza,  i  había  perdido 
su  antigua  pureza.  Lo  que  hai  de  mas  notable  en  toda  esta 


LITERATURA   ITALUNA  265 


época  son  las  crónicas  locales.  Pisa,  Jénova,  Milán  i  Sicilia 
tenian^su  historiador  oficial  que  contaba  los  sucesos  de  que 
había  sido  testigo,  con  gran  parcialidad  sin  duda,  pero  nó 
sin  interés. 

Pero  la  literatura  latina  de  la  Italia  en  la  edad-media 
puede  presentar  dos  jenios  poderosos  en  el  campo  de  la  teo- 
lojía  i  de  las  controversias  escolásticas.  Santo  Tomas  de 
Aquino,  natural  de  Calabria  (1227-1274),  i  denominado 
por  sus  contemporáneos  el  Anjel  de  la  escuela^  cultivó  la 
teolojía  i  la  enseñó  con  una  penetración  i  con  una  profun- 
didad que  no  se  encuentran  en  los  escritores  de  esa  época. 
Nunca  facultades  mas  altas,  dice  M.   Ozanam,  se  hallaron 
reunidas  en  un  conjunto   mas  feliz;  pero  todas  estaban  do- 
minadas por  una  razón  alta,  solemne  i  poderosamente  me- 
ditativa". San  Buenaventura,  su  contemporáneo,  natural 
de  Toscana,  i  llamado  por  su  siglo  el  Doctor  seráfico,  aun- 
que dotado  de  una  intelijencia  menos  poderosa,  pero  alma 
templada  en  el  ejercicio  de  las  virtudes  mas  puras,  no  con- 
<íebiael  mundo  sino  por  la  caridad,  i  encaminaba  sus  estu- 
dios i  sus  escritos  a  la  enseñanza  de  esas  doctrinas. 

i.— Sin  embargo,  el  italiano  se  formaba  a  la  sombra  de 
€se  idioma  que  aquel  iba  a  destronar.  Dominando  desde 
largo  tiempo  en  las  clases  bajas  de  la  nación,  se  infiltraba 
poco  a  poco  en  las  altas  jerarquías  de  la  escala  social;  i  de- 
jando la  tosca  corteza  que  lo  hacia  poco  armonioso  en  la 
boca  del  pueblo,  se  revelaba  el  pensamiento  de  algunos 
hombres  privilejiados  con  todo  el  brillo  poético  de  su  por- 
venir. Este  desarrollo  de  la  lengua  fué  debido  particular- 
mente a  un  impulso  estraño  a  la  misma  Italia. 

Hemos  dicho  que  mientras  que  la  lengua  italiana  se  ela- 
boraba lenta  i  oscuramente,  *Íos  trovadores  provenzales, 
-eran  ya  célebres  por  sus  cuentos,  sus  versos  i  sus  tensons. 
Mirados  como  los  ministros  de  los  placeres  de  los  principes, 
dice  Shlfi,  el  elegante  historiador  de  la  literatura  italiana, 
ellos  eran  el  alma  i  el  adorno  principal  de  todas  las  fiestas 
públicas  i  particulares.  Federico  II  i  Manfredo,  su  hijo,  los 
atrajeron  a  la  corte  de  Palermo,  En  seguida,  Carlos  de  An- 


2(>6  NOCIONBS   DB   HISTORIA   LITERARIA 


jou,  conde  de  Provenza,  elevado  al  trono  de  Ñapóles,  ad- 
quirió una  grande  autoridad  sobre  la  Italia,  e  introdujo  en 
todas  partes  los  placeres  de  la  corte  i  el  gusto  por  los  tro- 
vadores. Los  italianos  comenzaron  por  imitarlos  i  acaba- 
ron bien  pronto  por  sobrepujarlos". 

El  primer  italiano  señalado,  como  poeta  provenzal  es  Al- 
berto Malaspina,  que  florecia  a  fines  del  siglo  XII.  La  in- 
fluencia de  esos  poetas  hizo  también  nacer  los  primeros 
poetas  italianos  que  se  sirvieron  de  la  lengua  de  su  pais. 
Desde  1220,  Federico  II  tuvo  en  Sicilia  una  corte  brillante^ 
donde  se  cultivó  la  poesía  nacional;  i  esta  escuela  fué  tan 
célebre,  que,  según  refiere  Dante,  en  su  tiempo  se  daba  el 
nombre  de  siciliana  a  toda  obra  en  verso.  Se  cita  como  el 
escrito  mas  antiguo  en  lengua  siciliana  una  canción  de 
Ciuido  d'  Alcamo,  de  cuya  vida  no  se  sabe  sino  que  vivia  a 
fines  del  siglo  XII.  Después  de  éste,  fué  el  mismo  Federico  II 
el  primer  poeta  de  Sicilia,  con  su  consejero  i  amigo  Pedro 
de  las  Viñas.  La  erudición  de\ese  príncipe  era  vasta  para 
su  siglo  i  para  un  emperador:  sabia  varias  lenguas,  era  un 
filósofo  escolástico  de  alguna  distinción,  i  escribió,  ademas 
de  sus  poesías,  una  obra  sobre  la  historia  natural.  Pedro 
de  las  Viñas,  natural  de  Cápua,  habia  hecho  sus  estudios 
en  Bolonia,  i  mereció  la  confianza  i  la  protección  de  aquel 
rei,  hasta  que  cre^-^éndose  éste  traicionado,  lo  encerró  en  un 
calabozo  i  lo  condenó  a  perder  la  vista.  El  viejo  servidor  se 
suicidó  de  desesperación.  De  él  nos  quedan  muchas  cancio- 
nes, casi  todas  amorosas,  una  de  las  cuales  es  por  su  forma 
un  verdadero  soneto,  primer  modelo  de  este  jénero  de  es- 
trofas. 

Dado  el  primer  impulso,  no  faltaron  imitadores.  En  Sici- 
lia se  hicieron  famosos  algunos  de  ellos:  i  en  Bolonia  se  for- 
mó de  1250  a  1270,  una  nueva  escuela  de  poesía  cuyo  jefe 
fué  Guido  Guinicelli.  Cuando  se  comparan  las  obras  de  este 
autor  con  las  de  sus  antecesores,  se  encuentran  en  ell&s  mas 
ilación  i  mas  arte  en  el  conjunto,  pero  tienen  por  asunto 
el  amor  caballeresco,  i  con  mui  pocas  escepciones,  son  com- 
puestas con  arreglo  al  gusto  i  al  sistema  de  los  trovadores. 


LITERATURA    ITALIANA  267 


"En  los  versos  de  todos  estos  poetas,  dice  Salfi,  se  recono- 
cen las  formas  de  la  poesía  provenzal.  Los  poetas  italianos 
se  las  han  apropiado,  las  han  desarrollado  mas  i  aun  las 
han  embellecido.  Tales  son  el  empleo  de  la  rima,  la  canción, 
sobre  la  cual  los  italianos  han  formado  su  oda,  i  la  dedica- 
toria que  siempre  la  termina;  las  narraciones  fabulosas  de 
aventuras  caballerescas  o  galantes;  las  moralidades  saca- 
das de  esas  mismas  narraciones,^  los  tensons  o  debates  poé- 
ticos; las  baladas,  i  sobre  todo  los  cuentos  que  tuvieron 
tanta  boga  en  Italia.  Ademas  de  estas  formas  puramente 
esteriores,  los  italianos  tomaron  de  los  provenzales  los  ji- 
ros de  pensamientos  injeniosos  o  galantes,  que  constituyen 
uno  de  los  caracteres  de  la  poesía  moderna. 

Fruto  de  este  movimiento  fueron  otros  muchos  poetas 
que  brillaron  en  Bolonia  i  en  To5cana,  cultivando  ese  mis- 
mo jénero  de  poesía  durante  el  siglo  XIII.  Este  siglo  vio 
también  florecer  a  Brunetto  Latini,  el  maestro  de  Dante, 
que  hizo  a  su  vez  algunos  versos  amorosos,  pero  que  culti- 
vó ademas  las  ciencias,  la  filosofía  i  la  literatura,  i  propagó 
ciertos  principios  de  buen  gusto  con  la  traducción  italiana 
de  algunos  fragmentos  de  Cicerón.   La  principal  obra  de 
Brunetto,  escrita  en  francés  con  el  título  de  Le  trésor  (el 
tesoro),  es  un  resumen  de  toda  la  ciencia  de  su  tiempo,  que 
él  habia  recojido  en  numerosos  viajes.   La  tendencia  hacia 
los  estudios  i  las  especulaciones  filosóficas  se  fortificó  por 
d  doble  efecto  de  los  preceptos  i  de  los  ejemplos  de  Brune- 
tto Latini,  produciendo  un  jénero  de  poesía  sabio,  abstrac- 
to i  filosófico  que  no  alcanzó  a  diseñarse  perfectamente  a 
causa  de  la  aparición  de  uno  de  esos  grandes  jenios  que  es- 
tán destinados  a  modificar  el  gusto  de  una  época  i  a  abrir 
nuevos  horizontes  a  la  imajinacion  i  a  la  poesía.  Ese  jenio 
era  Dante. 

5. — Durante  Alighieri,  cuyo  nombre  abreviado  ha  sido 
convertido  en  el  de  Dante,  inaugura  magníficamente  una 
civilización  nueva.  Nacido  en  Florencia  en  1265,  de  una 
familia  ilustre,  aunque  huérfano  desde  sus  primeros  años, 
estudió  en  su  ciudad  natal,  en  Bolonia  i  en  Padua,  i  adquj- 


268  NOCIONBJS    DB   HISTORIA    LITBRARIA 

rió  conocimientos  verdaderamente  enciclopédicos  en  las  le- 
tras, en  las  ciencias  i  en  las  ar'tes.  En  su  primera  edad  con- 
cibió un  amor  tan  vivo  como  puro  por  una  joven  de  rara 
belleza  i  discreción,  la  célebre  Beatriz  Portinari  de  quien  ha 
hecho  uno  de  los  tipos  mas  puros  i  mas  encantadores  de 
la  poesía,  i  cuya  muerte  prematura  penetró  su  alma  de  una 
melancolía  profunda,  sobreviviendo  en  él  ese  recuerdo  a 
todas  las  vicisitudes  de  su  ajitada  existencia.  Después  de  al- 
gunos años  de  un  matrimonio  en  que  no  encontró  la  paz  i  el 
consuelo  que  deseaba,  el  Dante  i  arrastrado  por  la  inquie- 
tud de  su  alma  motile^  como  él  mismo  dice,  se  arroja  en  la 
política,  combate  por  la  causa  de  losgüelfos  en  la  batalla  de 
Campaldino,  desempeña  varias  misiones  diplomáticas  i  al- 
canza el  puesto  de  miembro  del  consejo  supremo  de  Floren- 
cia en  1300.  Esta  era  la  época  en  que  las  facciones  interio- 
res, los  Cerchi  i  los  Donati,  o  como  entonces  se  les  llamaba, 
los  blancos  i  los  negros,  desgarraban  la  república  i  el  par- 
tido güelfo.  Dante  concibe  la  esperanza  de  restablecer  la 
paz  desterrando  de  Florencia  a  los  jefes  de  los  dos  bandos; 
pero  mientras  se  hallaba  en  Roma  desempeñando  una 
misión  de  la  república,  los  negros  consuman  una  revolución 
i  llaman  al  poder  a  Carlos  de  Valois,  príncipe  francés.  El 
partido  vencedor  saquea  su  casa,  confisca  sus  bienes,  des- 
tierra al  poeta  i  lo  condena  al  fuego  si  pretende  volver  a  su 
patria.  El  destierro  que  lo  aleja  de  su  querida  Florencia, 
sumió  al  Dante  en  una  profunda  desesperación;  i  aunque 
güelfo  hasta  entonces,  se  une  a  los  jibelinos,  toma  parte  en 
una  empresa  hifructuosa  contra  su  patria,  i  recorre  en  se- 
guida, devorado  por  un  profundo  dolor,  casi  toda  la  Italia, 
Verona,  Mantua  i  Ravena,  sin  hallaren  parte  alguna  la  paz 
apetecida.  En  esta  última  ciudad  murió  en  1321,  después 


1  Los  italianos  emplean  ordinariamente  el  artículo  definido  de- 
lante de  los  nombres  propios.  Esta  singularidad  gramatical  ha 
sido  seguida  en  otras  lenguas  modernas,  tratándose  de  los  nom- 
bres de  algunos  grandes  escritores  italianos.  Así  en  español  se  di- 
ce el  Dante,  el  Petrarca,  el  Taso,  el  Ariosto  etc. 


LITERATURA    ITALIANA  269 

de  haber  terminado  la  obra  que  lo  .ha  hecho  inmortal. 
El  Dante  escribió  sobre  diversas  materias  en  latin  i  en 
italiano.  En  el  primero  de  esos  idiomas  compuso  un  trata- 
do de  retórica  i  poética  titulada  De  eloquio  vulgar! {át  la 
elocuencia  vulgar),  i  en  la  segunda  la  Vita  nuova  (la  vida 
nueva),  en  que  ha  reunido  las  poesías  que  dan  a  conocer  su 
pasión  por  Beatriz  i  los  dolores  que  agobiaron  su  alma  en 
sa  juventud.  Pero,  aunque  en  algunas  se  encuentran  los 
destellos  de  su  jenio,  la  gran  fama  de  su  autor  descansa  so- 
bre un  poema  inmortal  que  lleva  el  título  de  Divina  come- 
dia. Este  qombre  de  comedia  no  tiene  absolutamente  nada 
de  común  con  las  piezas  de  teatro  que  llamamos  del  mismo 
modo:  entonces  no  se  conocia  el  drama  sino  por  las  obras 
de  la  antigüedad.  Dante  distinguia  en  su  libro  de  retórica 
tres  estilos  diferentes:  el  trájico,  el  cómico  i  el  elejíaco.  Des- 
tinaba el  estilo  sublime  para  la  trajedia;  el  que  viene  en  se- 
guida para  la  comedia;  i  el  lamen tativo,  que  conviene  a  los 
desgraciados,  para  la  elejía.  Es  claro  que  ha  dado  a  su 
poema  el  título  de  Comedia  porque  creia  haber  escrito  la 
mayor  parte  en  ese  estilo  medio  que  está  mas  abajo  del  su- 
blime i  mas  arriba  del  elejíaco.  El  epíteto  divina  se  esplica 
suficientemente  por  las  materias  teolójicas  de  que  trata  el 
poema. 

Este  poema,  uno  de  los  mas  vastos  monumentos  del  espí- 
ritu humano,  es  el  resumen,  a  veces  estravagante,  pero 
siempre  sorprendente  i  grandioso,  del  movimiento  intelec- 
tual i  de  la  sociedad  en  cuyo  seno  se  ha  compuesto.  Ábrese 
poruña  especie  de  prólogo  alegórico  en  que  el  poeta  supo- 
ne que  se  encontró  perdido  en  una  selva  oscura  en  medio 
del  camino  de  la  vida.  Habiendo  llegado  al  pie  de  una  alta 
colina,  quiere  subir  a  ella;  pero  tres  monstruos  terribles  se 
Jo  impiden.   Entonces  aparece  Virjilio,  enviado  por  la  divi- 
na Beatriz,  que  desde  los  cielos  vela  por  su  amigo,  i  se  ofre- 
ce a  servirle  de  guía  esplicándole  los  diversos  cuadros  de 
que  sucesivamente  son  testigos.  Pasan  ambos  las  formida- 
bles puertas  del  infierno  i  comienzan  su  1  ú  gubre  peregrina 
don.   Dante  i  su  guia  oyen  resonar  idiomas  diferentes,  ho- 


270  NOCIONES  I>B  HISTORIA  LITERARIA 

rríbles  lenguajes,  palabras  de  dolor,  acentos  de  cólera,  voces 
agudas  i  roncas,  i  el  choque  de  las  manos  que  redobla  el 
tumulto:  los  suspiros,  los  llantos,  los  jemidos,  el  rechinar 
de  los  dientes  llegan  sucesivamente  a  su  oidos.  El  infierno, 
según  el  poeta,  está  dispuesto  en  forma  de  espiral,  que  se 
va  estrechando  así  que  se  desciende:  los  viajeros  recorren 
sus  nueve  círculos  i  sus  numerosas  subdivisiones  donde  una 
multitud  infinita  espía  en  eternos  suplicios  las  faltas  come- 
tidas en  la  tierra  o  algunos  instantes  de  goces  mundanos. 
Habiendo  bajado  hasta  el  ultimo  círculo,  Dante  i  Virjilio 
encuentran  a  Satanás,  el  jefe  de  los  reinos  del  dolor,  monstruo 
de  tres  cabezas,  sumido  allí  en  el  corazón  mismo  de  la  tie- 
rra, como  la  base  del  edificio  infernal.   Los  dos  poetas  s« 
dejan  deslizar,   arrastrándose  por  las  espaldas  para  sali- 
del  abismo;  i  después  de  haber  atravesado  por  un  camim.  ^ 
surcado  por  un  arroj^o  de  sinuoso  curso,  salen  al  fin  paK:— 
volver  a  ver  las  estrellas.  En  esta  parte  del  poema,  desi  ^^ 
nada  con  el  nombre  de  El  infierno  {II  inferno),  la  mas  ac  ^ 
bada;  sin  duda,  i  la  mas  terriblemente  poética,  Dante  lr-3 
desplegado  toda  la  enerjía  de  su  jenio  i  todo  el  vigor  de  ^s 
imajinacion. 

Después  de  salir  del  abismo,  los  viajeros  llegan  al  pie   <i 
ima  montaña  que  comienzan  a  subir.  Allí  los  suaves  coló 
res  del  záfiro  oriental,  que  se  mezclan  a  la  serenidad  del  ^' 
re  puro,  vuelven  la  alegría  a  los  ojos  del  poeta  escapado  a/ 
aire  muerto  que  habia  entristecido  sus  miradas  i  su  cora- 
zón.  Dante  i  Virjilio  penetran  al  fin  en  el  purgatorio,  qae 
está  dividido  en  círculos  ascendentes,  así  como  el  infierno 
está  en  círculos  descendentes.   Los  viajeros  recorren  los  sie- 
te círculos,  en  que  se  purgan  los  siete  pecados  capitales,  i 
se  imponen  de  cuanto  pasa  en  los  reinos  de  la  purificación, 
sin  encontrar  allí  las  grandes  pasiones,  los  males  incura- 
bles; i  si  sólo  una  dulce  esperanza  que  ocupa  el  alma  de  los 
que  saben  que  sus  sufrimientos  son  pasajeros.   Dante  hace 
proferir  a  las  almas,*  amargas  críticas  sobre  los  vicios  del 
mundo  i  la  corrupción  de  la  corte  de  Roma. 

Dante  sigue  su  viaje  al  cielo;  pero  ya  no  le  acompaña 


LITERATURA    ITALIANA  271 


Virjilio,  poeta  pagano,  que  no  tiene  entrada  en  la  mansión 
de  los  elejidos.  La  hermosa  Beatriz,  símbolo  de  la  teolojía, 
es  la  que  conduce  íil  Dante  i  lo  hace  recorrer  los  cielps  de 
los  siete  planetas,  contestando  todas  sus  preguntas,  escla- 
reciendo todas  sus  dudas,  hasta  colocarlo  delante  del  divi- 
no triángulo,  en  cuya  descí  ipcion  se  estasía  i  abisma elpoe- 
ta,  desesperando  de  comprender  el  misterio  que  representa. 
Esta  parte  es  sin  duda  la  mas  débil  del  poema:  todalaima- 
jinacion  del  Dante  no  ha  bastado  para  revestir  de  formas 
poéticas  la  erudición  teolójica  de  que  ha  sembrado  esta  sec- 
ción de  su  obra. 

Conocido  este  tejido  informe  que  sirve  de  asunto  al  poe- 
ma se  puede  comprender  cuan  poderosa  imajinacion  ha  ne- 
cesitado Dante  para  trazar  el  plan  de  su  obra  i  para  darle 
unidad.  Pero  la  admiración  redobla  cuando  se  penetra  en 
los  detalles  de  esta  obra  jigantesca;  cuando  se  consideran 
los  diversos  personajes  de  este  drama^  místico,  esas  almas 
qiac  corren  sin  cesar  detras  de  un  inmenso  estandarte,  o 
bien  sacudidas  por  un  huracán  eterno,  marchando  bajo  una 
11  u  via  de  fuego,  cubiertas  con  capas  de  plomo  que  las  obli- 
gan a  doblar  la  cabeza,  acostadas  en  sepulcros  ardientes  o 
su rnid as  en  estanques  de  hielo,  mudas  e  inmóviles  por  el 
cx^ceso  del  dolor;  cuando  se  le  ve  conversar  con  las  almas  de 
grandes  personajes  antiguos  o  contemporáneos  del  autor, 
i  referir  su  historia  con  una  enerjía  de  estilo  i  con  un  colo- 
rido que  no   han  encontrado  imitadores;  i  cuando  se  leen 
esos  mil  episodios  enlazados  entre  sí  sólo  por  la  presencia 
;del  poeta.  Entonces  se  descubre  el  jenio  poderoso  del  Dante 
que  ha  dado  forma  i  unidad  a  tantas  concepciones  i  a  tan- 
tos pormenores.  Pensador  orijinal  i  vigoroso,  versificador 
brillante  i  armonioso,  gran  pintor  de  costumbres  i  de  ca- 
racteres, no  necesita  jamas  de  una  larga  frase  para  retra- 
tar a  un  hombre  i  aun  a  muchos  á  la  vez. 

Los  defectos  del  poeta  del  Dante  nacen  de  su  erudición, 
de  su  propio  jenio  i  de  las  ajitadas  pasiones  políticas  de  su 
siglo,  cuyo  retrato  fiel  ha  trazado.  Los  críticos  se  han  pre- 
guntado si  \r  Divina  comedia  era  un  poema  épico,  o  si  de- 


272  NOCIONES    DB   HISTORIA   LITERARIA 

hería  dársele  otro  nombre.  Esta  cuestión  no  tiene  en  rea- 
lidad una  grande  importancia:  si  se  ha  convenido  en  que  el 
nombre  de  epopeya  corresponde  a  las  obras  primitivas, 
orijinales,  nacionales,  que  llevan  el  sello  particular  de  un 
jenio  al  rededor  del  cual  vengan  a  preocuparse  todos  los 
escritores  de  la  misma  época  o  del  mismo  pais,  el  poema 
del  Dante  puede  ser  considerado  como  la  grande  epopeya 
de  la  Italia  en  la  edad  media.  Si  bien  es  cierto  que  faltan  la 
acción  heroica  i  la  unidad  épica,  allí  se  encuentran  retrata- 
das las  costumbres,  las  creencias,  la  ciencia  i  hasta  la  his- 
toria del  siglo  en  que  vivió  el  poeta.  Aunque  pronuncia  su 
fallo  como  soberano  juez  cuando  trata  de  los  mas  célebres 
personajes  colocados  en  el  infierno  o  en  el  paraiso  según  sus 
méritos  o  sus  faltas,  esos  fallos  no  son  sin  apelación.  Las 
pasiones  políticas  que  ajitaban  al  Dante  en  el  momento  de 
escribir,  lo  han  arrastrado  a  alabanzas  o  a  censuras  infun- 
dadas, que  en  realidad  dañan  a  la  severidad  de  su  obra;  pe- 
ro el  poeta  ha  observado  perfectamente  la  unidad  de  doc- 
trina. La  Divina  comedia  es  una  verdadera  enciclopedia  de 
los  conocimientos  del  siglo  en  que  fué  compuesta;  i  por  esto 
ha  sido  objeto  de  numerosos  comentarios.  Los  sabios  i  los 
teólogos  fueron  encargados  de  esplicar  lo  que  hubiese  en 
ella  de  oscuro;  i  se  fundaron  dos  cátedras,  una  en  Florencia 
i  otra  en  Bolonia,  para  comentar  este  gran  poema  a  la  ju- 
ventud estudiosa  de  la  Italia. 

6.— Dante  habia  dado  a  la  poesía  ua  poderoso  impulso. 
Distribuyendo  sus  pensamientos  en  estrofas  de  tres  versos 
endecasílabos  rimados  como  los  tercetos  castellanos,  habia 
enseñado  el  arte  de  encerrar  vigorosos  conceptos  o  anima- 
das descripciones  en  un  corto  número  de  palabras  sonoras 
i  armoniosas.  Su  nombre  como  poeta,  i  aun  deberíamos 
agregar  como  sabio,  domina  sobre  todo  un  siglo;  pero  se- 
ria una  injusticia  no  dar  a  conocer  el  movimiento  literario 
que  entonces  mismo  se  hizo  sentir  en  toda  la  Italia.  Esta 
fué  la  época  en  que  Roberto  de  Anjou,  rei  de  Ñapóles  i  con. 
de  de  Provenza,protejia  los  sabios  i  aun  tenia  la  noble  emu- 
lación de  igualarlos.  La  mayor  parte  de  los  príncipes  de 


IJTKRAJURA    ITALIANA  273 

Italia,  i  a  sq  ejemplo,  los  ciudadanos  ricos,  se  gToriaban  de 
protejer  a  los  escritores  i  a  los  artistas,  a  quienes  nunca  se 
han  dispensado  mayores  socorros  i  mayores  honores. 

La  aparición  de  la   Divina  comedia  hizo  nacer  muchas 
epopeyas  mas  o  menos  felices.  Ceceo  di  Ascoli,  astrólogo, 
profesor  en  Bolonia,  compuso  con  el  nombre  de  Acerba  (de 
Accrvum.  recopilación)  un  poema  en  que  trata,  con  un  es- 
tilo duro  i  desprovisto  de  elegancia  i  de  armonía,  de  las 
ciencias  astronómicas,  de  los  vicios,  de  las   virtudes,  de  la 
historia  i  de  la  relijion.  Acusado  de  impiedad  por  ciertas 
opiniones  consignadas  en  su  obra,  el  infeliz  poeta  fué  que- 
mado  vivo  en   Florencia  a  la  edad  de  setenta  años.   Fazio 
degli  Uberti,  en  otro   poema  titulado  Dittamondo^  narró 
un  viaje  alegórico  en   Italia,   Grecia  i  el  Asia;   su  obra  es 
una  especie  de  imitación   del  poema  del  Dante;  i  aunque 
alcanzó  gran   boga  en  el  siglo  XIV,    nndie  la    lee  ahora. 
Federico  Frezzi  en   su  Quadrirejio,   describió  los  reinos  del 
Amor,  de  Satanás,  de  los    Vicios,  de  las   Virtudes  i  de  Ve- 
nus; pero  la  erudición  teolójica  i  las  alusiones  a  los  suce- 
sos del  tiempo  del  poeta,  reemplazan  a  la  inspiración. 

Aparte  de  estas  obras  puramente  poéticas,  la  literatura 
italiana  del  siglo   XIV  puede  presentar  grandes  trabajos 
en  prosa  que  revelan  una  notable  cultura.  Las  universida- 
des de  Bolonia  i  de  Padua  dieron  impulso  al  movimiento 
científico  i  produjeron  eminentes  profesores  de  jurispruden- 
cia. La  historia  comenzaba  a  tener  intérpretes  que  hacen 
autoridad  por  la  lengua  i  por  Jos  hechos.  Juan  i  Mateo  Vi- 
liani  escribieron  con  talento  i  con  arte  verdaderamente  clá- 
sico la  historia  de  Florencia;  Andrés  Dandalo,  dux  de  Ve- 
necia,  consignó  en  una  interesante  obra  latina  la  historia 
de  su  patria.  Albertino   Mussato,  historiador  i  poeta,  na- 
tural de   Padua,  escribió  la  historia  del  emperador  Enri- 
que  VII  i  los  sucesos  de  su  tiempo,  a  la   vez  que  elejías  i 
églogas  de  mérito. 

7. — Pero  el  poeta  que  eclipsó  a  todos  los  de  su  época, 
es  Francisco  Petrarca,  que  después  de  haber  esperimeuta- 
do  la  influencia  de  la  poesía  provenzal,  ejerció  a  su  turno 

TOMO     IV  18 


274  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 

un  imperio'  incontestable  sobre  el  gusto  poético  de  la  Ita- 
lia i  de  la  Europa  entera.  Nacido  en  Arezzo,  cerca  de  Pa- 
dua,  en  1304,  Petrarca  pasó  su  juventud  en  el  sur  de  Fran- 
cia al  lado  de  su  familia,  que  hahia  seguido  a  Aviñon  a  la 
corte  pontificia.  Petrarca  cursó  la  jurisprudencia  en  Mont- 
pelier,  pero  la  poesía  i  la  elocuencia  fueron  sus  estudios 
favoritos.  Compuso  enlatin  sus  primeros  ensayos  poéticos, 
pero  luego  empleó  la  lengua  vulgar,  a  la  cual  comunicó  una 
gracia  i  una  suavidad  que  le  eran  desconocidas.  Se  sirvió 
de  ella  particularmente  para  celebrar  la  pasión  que  habia 
excitado  en  su  alma  la  hermosa  Laura  de  Noves,  esposa  de 
un  caballero  de  Aviñon,  por  la  cual  habia  concebido  desde 
la  edad  de  veinte  años  un  amor  cast-)  i  puro  que  ha  que- 
dado famoso  en  los  anales  de  la  poesía.  Buscando  un  re- 
medio contra  ese  amor  desgraciado  que  dominaba  su  espí- 
ritu, Petrarca  se  mezcló  en  los  negocios  públicos  fomentan- 
do el  movimiento  democrático  que  tuvo  lugar  en  Roma 
bajo  el  impulso  del  célebre  tribuno  Rienzzi,  i  desempeñando 
algunas  misiones  diplomáticas.  Viajó  también  por  el  norte 
de  la  Francia;  pero  a  todas  partes  le  acompañó  su  dolor, 
i  en  todas  partes,  también,  repitió  sus  cantos  de  amor,  los 
cuales,  si  bien  aumentaron  estraordinariamente  su  gloria, 
no  produjeron  ningún  alivio  a  sus  males.  El  senado  roma- 
no, por  sujestion  de  Roberto  de  Anjou,  rei  de  Ñapóles,  le 
ofreció  una  corona  de  laurel  que  debia  ceñir  en  medio  de 
una  fiesta  verdaderamente  triunfal.  En  efecto,  el  8  de  abril 
de  1341,  dia  de  Pascua,  Petrarca  recibió  al  Capitolio  ro- 
deado de  los  principales  ciudadanos  i  precedido  de  doce 
niños  que  cantaban  i  declamaban  sus  versos.  Allí  tuvo 
lugar  su  coronación  en  medio  de  una  suntuosa  solemni- 
dad. Por  fin,  ea  1348,  Laura  pereció  víctima  de  una  peste 
horrible  que  asolaba  el  mediodía  de  la  Europa.  Petrarca 
se  conservó  fiel  a  su  memoria:  durante  la  primera  parte  de 
su  vida  iiahia  cantado  las  perfecciones  de  Laura,  i  su  entu- 
siasmo se  liabia  elevado  hasta  el  éxtasis:  durante  la  segun- 
da mitad,  cantó  su  dolor;  i  sus  poesías  tomaron  un  acento 
profundamente  penetrante  i  Sí^lemne.  Después  de   numero- 


LMBKATITRA    ITALIANA  275 


sas  peregrinaciones,  durante  las  cuales  no  ceso  de  cantar 
a  Laura,  se  estableció  en  Arqua,  cerca  de  Padua.  Allí  se 
le  encontró  muerto  en  su  biblioteca  el  15  de  julio  de  1374, 
con  la  cabeza  encorvada  sobre  un  libro  abierto.  Un  ata- 
que de  apoplejía  fulminante  lo  habia  privado  de  la  vida  a 
la  edad  de  setenta  años. 

Petrarca  no  fué  sólo  un  gran  poeta,  fué  también  un  eru- 
dito ilustre  que  escribió  con  facilidad  i  elegancia  la  lengua 
de^Ciceron  i  de  Virjilio,i  que  compuso  en  ella  muchas  obras 
de  filosofía  i  un  poema  épico,  en  que,  con  el  título  de  África, 
celebraba  la  segunda  guerra  púnica,  i  particularmente  las 
hazañas  i  el  carácter  de  Escipion.  Petrarca  creia  que  esas 
composiciones  latinas  eran  el  fundamento  de  su  gloria,  i 
que  sus  poesías  italianas  eran  un  simple  accesorio.  La  pos- 
teridad ha  juzgado  en  este  asunto  de  mui  diversa  manera; 
sus  versos  latinos  no  son  conocidos  mas  que  por  algunos 
eruditos,  mientras  que  sus  sonetos  i  sus  canciones  son  po- 
pulares i  han  fundado  una  de  las  mas  altas  reputaciones 
poéticas  de  los  tiempos  modernos. 

Aparte  de  algunas  composiciones  puramente  patrióticas 
en  que  Petrarca  ostenta  un  amor  ardiente  por  la  Italia, 
Laura  ocupa  casi  esclusivamente  la  imajinacion  del  poeta. 
Para  celebrarla,  Petrarca  tn\fentó  una  poesía  nueva  que  no 
tenia  modelo  entre  los  antiguos  i  que  no  encontró  mas  que 
predecesores  mui  im perfectos  entre  los  trovadores.  Sin  du- 
íla  debe  mucho  al  Dante;  pero  viniendo  inmediatamente 
ílespues  del  gran  creador  de  la  poesía  italiana,  él  supo  a  su 
vez  ser  creador.  Debe  también  mucho  a  los  poetas  proven- 
zales;  pero  perfeccionó  infinitamente  los  elementos  que  to- 
mó de  ellos.  Dio  a  su  sutil  galantería  una  sinceridad  i  una 
l>e11eza  de  espresion  que  la  transformaron.  Tiene  sin  duda 
rilgunos  de  sus  defectos;  abusa  de  los  adornos,  prodiga  las 
inetáforas  no  siempre  exactas,  las  antítesis  con  frecuencia 
forzadas,  las  hipérboles  pueriles,  i  los  complica  hasta  ha- 
cerlos incomprensibles  u  oscuros;  pero  todas  estas  faltas 
;t|>énas  alteran  el  efecto  de  su  poesía,  elaborada  con  un  cui- 
<lado  infinito,  sin  que  el  trabajo   mas  minucioso  resfrie  su 


276  NOGIONBS  DB   HISTORIA   LITBBARIA 

inspiración.  La  vivacidad  i  la  pureza  de  los  sentimientos^ 
la  variedad  i  el  brillo  de  las  imájenes,  el  arte  esquisito  de  la 
composición,  la  elegancia  i  la  frescura  del  lenguaje  i  la  ar- 
monía de  la  versificación,  dan  a  sus  sonetos  i  a  sus  cancio- 
nes amorosas  un  encanto  que  quizas  no  ha  conseguido  nin- 
gún poeta. 

8. — Bocaccio  fué  para  la  prosa  lo  que  Dante  i  Petrarca  fue- 
ron para  la  poesía,  i  forma  con  ellos  el  famoso  triunvirato 
que  ocupa  casi  toda  la  historia  de  la  literatura  italiana  -de 
la  edad  media.  Sus  escritos  son  el  tipo  del  lenguaje  correcto 
i  elegante;  su  estilo  pintoresco  i  gracioso,  libre  en  sus  jiros, 
pero  siempre  castigado  en  sus  términos,  es  hasta  hoi  el  mo- 
delo de  los  prosadores  italianos. 

Hijo  natural  de  un  comercianteflorentino,  Juan  Bocaccio 
nació  en  Paris  en  1313.  En  Florencia  se  consagró  al  estudio 
de  la  literatura,  contra  la  voluntad  de  su  padre  que  queria 
dedicarlo  primero  al  comercio  i  después  al  foro.  Aprendió 
el  griego  i  el  latin,  i  compuso  varias  obras  en  esta  última 
lengua,  entre  otras  una  sobre  la  mitolojín  i  otra  sobre  la 
jeografía  antigua  que  suponen  una  grande  erudición.  Cul- 
tivó la  poesía  épica;  pero  abandonó  sus  ensayos  desespe- 
rando de  alcanzar  al  Dante.  La  lectura  de  las  obras  de  Pe- 
trarca le  hizo  abandonar  también  la  poesía  lírica  en  que 
habia  comenzado  a  distinguirse.  Parece  que  un  poder  secre- 
to arrastraba  a  Bocaccio  al  jénero  literario  que  habia  de 
constituir  su  gloria. 

Bocaccio  no  se  hizo  gran  prosador  el  mismo  dia  en  que 
comenzó  a  escribir  en  prosa  italiana.  En  la  serie  de  sus 
obras  de  esta  especie,  casi  todas  formadas  por  novelas  sa- 
tíricas de  aventuras  mas  o  menos  libres  i  licenciosas,  hai 
un  progreso  evidente  en  el  trascurso  de  los  añ(js.  Aunque 
algunas  de  ellas  posean  un  mérito  real  por  la  invención  del 
asunto  i  por  el  arte  literario,  es  su  última  obra  la  que  le  ha 
granjeado  su  gran  reputación,  i  la  que  le  ha  asegurado  su 
brillante  puesto  en  la  historia  de  las  letras.  El  Decameron 
(II  Decamerone),estQ  es  el  título,  es  una  simple  compilación 
de  cuentos  o  novelas  cortas,   basadas  algunas  sobre  histo- 


LITERATURA    ITALIANA  277 


rietas  poéticas,  o  f'abliaux  de  los  truveres,  pero  cuya  mayor 
parte  es  de  invención  de  Bocaccio. 

El  plan  del  Decameron  es  mui  sencillo.   Su  nombre  es 
-<:ompuesto  de  dos  voces  griegas  que  significan   diez  dias. 
J5n  la  época  de  la  terrible  peste  que  asolaba  a  Florencia  en 
1344,  diez  jóvenes,  siete  de  ellos   mujeres  i  tres  hombres,  se 
-retiran  al  campo  para  huir  del  contajio  i  distraerse  de  las 
lúgubres  ideas  que  dominaban  en  la  ciudad.  Cada  uno  debe 
-^rontar  una  historia  cada  dia,  durante  diez  dias;  de  manera 
^^ue  al  fin  del  término  fijado  se  completan  las  cien  novelas 
djue  componen  el  libro.  La  narración   se  abre  con  una  des- 
<rTÍpcion  de  la  peste,  trazada  en  estilo  natural  i  sencillo,  pe- 
-rocon  gran  penetración  i  profundidad.  Boccacio  se  muestra 
liistoriador,  filósofo  i  poeta.  Lucrecio,  Tucídides  e  Hipócra- 
tes parecian  haber  agotado  el  asunto;  pero  Boccacio  ha  sa- 
bido revelar  una  multitud  de   particularidades,  de  fenóme- 
nos físicos  i  morales,  que  denotan  un  espíritu  observador,  i 
firmeza  de  carácter  en  el  hombre  que  estudiaba  esos  hechos 
en  medio  de  los  mayores  peligros  i  de  las  escenas  de  la  mas 
espantosa  desolación.   Esta  especie  de  prólogo  forma  un 
verdadero  contraste  con  las  novelas  de  los  diez  dias. 

El  Decameron  es  una  obra  singular.  Hai  en  él  historias 
detodojénero,  serias  i  burlescas,  tristes  i  alegres,  satíri- 
cas! sentimentales.  Bocaccio  hapuestoen  escenacasi  todos 
los  tipos  sociales  cuyas  costumbres  i  cuya  vida  entran  en 
el  dominio  de  la  observación,  i  lo  ha  hecho  con  un  notable 
talento,  con  un  buen  humor  casi  constante  i  con  un  arte  de 
escritor  que  casi  ha  quedado  sin  rival.  Por  desgracia,  una 
parte  de  sus  cuentos   versa  sobre  asuntos  licenciosos  e  in- 
morales, en  que  los  hechos  mas  escandalosos  están  referi- 
dos con  una  vituperable  libertad  de  espresion.  Los  mari- 
dos burlados,  los  jóvenes  seductores,  los  viejos  avaros,  los 
caballeros,  los  frailes  i  las  monjas  desempeñan  un  papel 
principal.  Bocaccio  se  ha  reido  también  de  las  supersticio- 
nes relijiosas  de  la  edad-media;  i  ha  dejado  traslucir  al  tra- 
res  de  sus  burias  cierto  escepticismo  que  no  debió  ser  del 
agrado  de  los  hombres  de  su  siglo.  Así,  en  unos  de  los  cuen- 


278  NOCIONES    DB   HISTORIA    LITERARIA 

tos,  un  judío  dice  al  sultán  Saladino  que  las  relijiones  cris- 
tianas, hebrea  i  .musulmana  son  tres  jojas,  de  las  cuales 
sólo  una  es  la  verdaderamente  fina,  pero  que  no  es  posible 
distinguirla  de  las  otras  dos. 

Haciendo  abstracción  de  lo  que  hai  de  chocante  i  de  cen- 
surable en  el  Decameron,  Bocaccio  se  ha  granjeado  por  su 
mérito  literario  i  por  los  recursos  de  su  injenio  la  admira- 
ción de  todos  los  grandes  escritores.  La  Fontaine  ha  pues- 
to en  verso  francés  algunos  de  los  cuentos  del  novelista 
italiano.  Rabelais  i  Moliere  en  Francia,  Chaucer  i  Dryden 
en  Inglaterra,  han  encontrado  en  ellos  numerosos  inciden- 
tes que  imitar  o  que  reproducir  en  sus  obras.  La  prosa  ita- 
liana le  debe,  si  no  el  haberla  creado,  a  lo  menos  el  haberla 
elevado  a  un  rango  no  menos  distinguido  que  el  que  ocu- 
paba la  poesía. 

Bocaccio  empleó  en  un  trabajo  constante  la  mayor  parte 
de  su  vida.  Como  Petrarca,  buscaba  con  un  ardor  increíble 
los  manuscritos  antiguos,  i  exortaba a  sus  contemporáneos 
a  hacer  un  estudio  serio  de  los  escritores  griegos  i  romii- 
nos.  Lleno  de  admiración  por  el  Dante,  escribió  su  vida  i 
comentó  su  poema  desde  una  cátedra  de  Florencia.  Por  fin, 
murió  en  Certaldo,  en  1375,  a  la  edad  de  sesenta  i  dos 
años,  dejando  un  nombre  imperecedero  en  la  historia  de  las 
letras  italianas. 

9. — La  segunda  mitad  del  siglo  XIV  se  resintió  del  im- 
pu/so  dado  a  la  literatura  por  esos  tres  poderosos  jenios 
(|ue  cultivando  jéneros  tan  diversos,  fijaron  la  lengua  i 
abrieron  a  la  poesía  i  a  la  prosa  horizontes  desconocidos. 

Así  como  después  de  Dante  surjieron  numerosos  poetas 
épicos  i  después  de  Petrarca  muchos  poetas  líricos,  así  tam- 
bién detras  de  Bocaccio  nacieron  varios  novelistas  dotados 
algunos  de  ellos  de  un  injenio  burlón  i  satírico,  i  de  una 
imajinacion  rica  i  fecunda;  pero  que  carecian  del  arte  su- 
prema que  aquel  empleaba  en  la  composición  de  sus  cuen- 
tos. Pero  el  verdadero  trabajo  de  este  período  fué  el  estu- 
dio de  las  grandes  obras  de  la  antigüedad,  la  rebusca  de 
los  manuscritos  perdidos  durante  tanto  tiempo  i  la  restau- 


LITERATURA    ITALIANA  279 


^»" -ación  de  la  literatura  clásica.  Petrarca  i  Bocaccio  habian 
^  xiiciado  este  movimiento;  i   luego  encontraron  ardorosos 
i  xnitadores. 

¡untos  con  esos  trabajos  se  continuó  con  gran  ardor  el 
estudio  de  la  jurisprudencia,  de  la  astronomía  i  de  las  ma- 
temáticas. Las  universidades  producian  hombres  muí  no- 
tables en  todos  los  ramos  del  saber,  i  atraían  a  Italia  los 
sabios  mas  distinguidos  de  Europa.  La  península  iba  a 
ser  el  centro  desde  el  cual  debía  irradiar  la  luz  de  una  nue- 
va era,  conocida  en  la  historia  de  las  letras  i  de  las  artes 
con  el  nombre  de  Renacimiento, 


CAPITULO  VIII. 


Literaturas!  del  Norte 


1.  La  lengua  alemana.— 2.  Los  Mmnesin^er, — 3.  El  poema  de  ios 
Stbelangen,  ~4.  Poesía  alemana  anterior  al  siglo  XV.  — 5.  Lite- 
ratura escandinava.     6.   Literatura  eslava.       ' 


1. — La  lengua  alemana  ha  sido  considerada  largo  tiem- 
po, a  lo  menos  bajo  su  forma  mas  antigua,  como  una  len- 
gua radical  e  independiente  de  toda  derivación  estranjera. 
Sin  embargo,  los  trabajos  filolójicos  modernos  han  demos- 
trado sus  relaciones  no  sólo  con  el  griego  sino  también  con 
el  sánscrito  i  el  persa.  Forma  la  rama  moderna  mas  intere- 
sante de  la  familia  de  las  lenguas  indo-jermánicas,  i  puede 
ser  considerada  como  la  hermana  mayor,  sino  como  la  ma- 
dre del  flamenco,  del  holandés,  del  danés,  del  sueco  i  del  in- 
gles. La  historia  de  las  emigraciones  que  han  trasportado 
ese  idioma  del  Asia  a  la  Europa  ha  dado  lugar  a  muchas 
hipótesis  que  no  tenemos   para  qué  recordar  en  este  lugar. 

Desde  los  tiempos  mas  remotos,  la  lengua  jermánica  se 
ha  encontrado  dividida  en  idioma  del  sur  o  de  la  Alta  Ale- 
mania; i  en  idioma  del  norte  o  de  la  Baja  Alemania.  Sobre 
la  autoridad  de  Tácito,  se  habla  de  cantos  guerreros  com- 
puestos por  los  jer manos  ya  sea  para  celebrar  sus  triunfos, 
va  para  producir  el  entusiasmo  antes  de  entrar  al  combate. 
El  míis  antiguo  monumento  escrito  que  se  conozca  de  esta 


282  NOCIONES    DR   HISTORIA    LITifiRARlA 

lengua  parece  por  su  forma  estar  concebido  en  el  irlioma 
del  sur.  En  una  traducción  de  la  Biblia  hecha  por  lósanos 
de  360  |}or  Ulfilas,  obispo  de  los  godos  de  Mesia.  Este  li- 
bro que  nos  ha  dejado  incompleto,  es  todo  lo  queconoa- 
mos  en  la  lengua  gótica.  Se  atribuye  al  mismo  tiempo  a  sü 
autor,  aunque  sin  fundamento  bólido,  la  invención  de  los 
caracteres  de  formas  angulosas  usados  después  en  la  tras- 
cripción de  los  idiomas  jermánicos. 

El  dialecto  que  hablaban   los  francos  formaba  partede 
esos  idiomas;   pero   no  comenzó  a  escribirse  hasta  el  siglo 
VIL  Para  su  estudio  era  la  gramática  que  redactó  oque 
mandó  redactar  Cario  Magno.  Ese  libro,  asi  como  una  tra- 
ducción de  la  Biblia  que  mandó  hacer  Luis  I,  están  perdi- 
dos para  nosotros.  El  idioma  del  norte  prevaleció  bajólos 
emperadores  sajones;  pero  después  del  advenimiento  déla 
casa  de   Hohenstaufen  (1138),  una  nueva  rama  del  idioma 
de  la  Alta   Alemania,  el   dialecto  de  Suabia,  denomi:.ado 
alemán,  vino  a  ser  el  idioma  del  imperio;  i  desde  esta  época 
data  su  preponderancia  sobre  el  alemán   del  norte.  Ba3^ 
Otón  IV,  a  principios  del  siglo  XIII,  comenzó  a  ser  empica' 
do  en  las  dietas  i  en  los  documentos  püíblicos.   Forma   ^^ 
base  de  la  lengua  moderna,  i  aun  se  puede  decir  que  has*^ 
cierto  punto  subsiste  aun  en  la  Alsacia  i  en  la  Suiza. 

2. — A  pesar  de  las  modificaciones  sucesivas  introducida^ 
en  esta  lengua  por  la  influencia  de  los  diferentes  dialecto^ 
se  puede  decir  que  el  alemán  es  el  idioma  europeo  que  h^ 
sufrido  menos  alteración  durante  la  edad  media.  Se  conser- 
vó puramente  jermánico,  porque  ninguna  invasión  intro- 
dujo allí  un  elemento  nuevo.  Es  sorprendente  por  esto  mis- 
mo que  no  haya  producido  una  literatura  propia  antes  que 
los  otros  pueblos.  En  efecto,  las  obras  alemanas  anteriores 
al  siglo  XII  se  reducen  a  cantos  heroicos  i  relijiosos  que 
sólo  conocemos  por  referencias  o  por  simples  fragmentos,  : 
a  trabajos  mas  estensos  compuestos  en  lengua  latina.  Lí 
elevación  de  los  príncipes  de  la  casa  de  Hohenstaufen  abn 
la  era  d*»  los  grandes  dias  para  la  literatura  jermánico  d< 
la  edad  media. 


LITERATURAS    I>ML    NORTE  283 

Establecida  la  unidad  de  la  Alemania,  una  raza  de  sobe- 
ranos apasionados  por  la  guerra,   por  la  poesía  i  por  las 
artes  da  impulso  al  jenio  nacional;  i  por  todas  partes  se  le- 
vantan poetas  para  cantar  la  gloriosa  casa  de  los  Hohens- 
tatjfen.  Las  cruzadas,   las  guerras  de  Italia,  los  intereses 
délos  emperadores  en  el  sur  de   Francia,   ponen  a  los  pue- 
blos alemanes  en  contacto  con  el  mediodía.   Los  primeros 
acentos  de  la  poesía  italiana,  las  melodías  de  la  Provenza, 
los  poemas  de  los  tru veres  walones,   las  epopeyas  místicas 
¡caballerescas  fundadas  en  las  tradiciones  bretonas,  pene- 
tran en  los  países  jermánicos  i  producen  inspiraciones  ori- 
jinales.   La  imajinacion   de  la  Alemania  se  despierta  i  la 
lengua  se  desembaraza.  Ya  toma  esas  viejas  leyendas  cuyo 
gusto  habia  perdido,  i  las  consigna  en  obras  en  que  un 
estilo  mas  cultivado  no  borra,  sin  embargo,  la  heroica  ru- 
deza de  la  tradición;  ya  se  inspira  en  los  cantos  de  amor 
délos  poetas  provenzales  o  en   las  epopeyas  místicas  de  la 
Bretaña,  adornando  ambos  asuntos  con  ideas  i  con  senti- 
mientos que  le  son  propios. 

Viéronse,  en  efecto,  muchos  hombres  pertenecientes  a  las 
ciases  mas  elevadas  cultivar  la  poesía  como  un  medio  de 
''cgar  a  los  honores  o  a  la  fortuna.   A  imitación  de  los  tro- 
^'íidores,  los  Minnesinger  (cantores  de  amor),  aparecieron 
^•^  las  reuniones  brillantes  para  deleitar  al  auditorio.  Se 
^"uentan  mas  de  trescientos  poetas  que  ilustraron  esta  épo- 
^a.;i  se  ha  dicho  de  ellos  que  jamas  la  ternura,  la  adhesión, 
■^  unión  casi  mística  del  amorf^rrenal  i  de  los  éxtasis  celes- 
"^^^  han  encontrado  una  espresion  mas  suave.  Se  cita  como 
^1  mas  notable  de  todos  ellos  a  Walter  de  Vogelweide,  muer- 
do en  1288,  cuya  musa  lejos  de  cantar  sólo  el  amor  puro  i 
^Ipanejírico  de  las  mujeres,  no  fué  indiferente  a  ninguna  de 
'as  grandes  cuestiones  de  su  siglo. 

3.— La  poesía  épica  alemana  esplotó  también  en  esa  épo- 
ca diversos  asuntos,  nacionales  los  unos  sobre  los  antiguos 
jefes  jermanos,  feudales,  caballerescos  i  relijiosos  los  otros 
sobre  Cario  Magno  i  el  rei  Arturo  de  Bretaña.  El  mas  famo- 
so de  todos  ellos  es  formado  de  las  tradiciones  francas  bor- 


284  NociONBs  Dn  historia  literaria 


goñonas,  góticas  i  lombardas  que  se  refieren  a  los  nombre^' 
célebres  de  Herraanrico,  de  Atila  i  de  Teodorico.  Su  nombre 
es  los  Niebelungen  (los  hijos  de  la  nube,  de  Niebel,  nube,  i 
Jung,  hijo).  Esta  epopeya  que  los  críticos  alemanes  no  vaci- 
lan en  colocar  al  lado  i  aun  encima  de  la  Ilíada,  es  según  se 
cree,  un  conjunto  de  cantos  nacionales  de  una  remota  anti- 
güedad, a  los  cuales  uu  autor  desconocido  ha  dado,  por  los 
años  de  1210.  la  forma  bajo  la  cual  han  llegado  hasta  no- 
sotros. Se  atribuye  este  trabajo  a  cuatro  poetas  diferentes; 
pero  Enrique  de  Ofterdingen,  natural  de  Turinjia  es  el  que 
cuenta  con  mayor  número  de  sufrajios  en  las  discusiones 
histórico-literarias  a  que  esta  obra  ha  dado  lugar. 

En  los  Niebelungen  la  historia  se  mezcla  con  la  leyenda 
i  la  alegoría.  Los  hechos  históricos  son  la  ruina  de  la  anti- 
gua casa  de  Borgoña  i  las  proezas  de  Atila:  las  leyendas 
son  tomadas  de  las  tradiciones  escandinavas  modificadas 
por  los  sentimientos  cristianos;  i  la  alegoría  estriba  en  una 
lucha  incesante  entre  las  divinidades  de  la  luz  i  las  divini- 
dades de  las  tinieblas,  entre  las  fuerzas  emanadas  del  bueno 
i  del  mal  principio. 

Su  primera  parte  está  consagrada  a  la  narración  de  las 
aventuras  i  de  la  muerta  de  Siegfried.  Este  héroe,  hijo  del 
rei  de  los  Países  Bajos,  hace  un  viaje  a  Worms,  donde  resi- 
de Gunter,  rei  de  los  borgoñones.  Gracias  a  la  fuerza  i  al 
don  de  in visibilidad  que  leda  una  capa  májica,  ayuda  a  este 
príncipe  a  vencer  a  la  hermosa  Brunilda,  reina  guerrera  de 
Islanda  que  habia  jurado  no  cacarse  sino  con  su  vencedor. 
Gunter  realiza  sus  deseos;  i  queriendo  premiar  el  heroismo 
de  Siegfried,  sin  cuyo  brazo  no  habria  podido  realizar  sus 
propósitos,  le  da  en  matrimonio  a  su  hermana  Crimilda. 
Los  amores  de  estas  dos  parejas  constituyen  el  asunto  prin- 
cipal de  esta  parte  del  poema;  pero  la  felicidad  de  ambos 
guerreros  no  fue  de  larga  duración.  Brunilda,  elevada  al 
trono  de  los  borgoñones,  tiene  una  querella  con  Crimilda;  i 
sabe  entonces  que  no  es  Gunter  sino  Siegfried  el  que  la  ha 
vencido.  Llena  de  indignación  i  de  dolor,  Brunilda  toma 
una  venganza  terrible:  hace  asesinara  Siegfried  en  una  par- 


LITERATURAS    I>RL    NORTE  28j 


tida  de  caza,   i  arroja  al  Rin  el  tesoro  que  este  liéroe  había 
quitado  en  otro  tiempo  a  los  Niebelungen,   príncipes  esta- 
blecidos en  el  norte.    La  segunda  parte  refiere  la  venganza 
de  Crimilda.    Esta  princesa  meditnba  el  castigo  de  sus  ene- 
migos cuando  el  rei  de  los  Hunos,  el  poderoso  Etzel(Atila), 
pierde  a  su  mujer  i  quiere  casarse  en  segundas  nupcias.  Cri- 
milda, aunque  era  cristiana,  no  vacila  en  casarse  con  Atila. 
Después  de  siete  años  de  felicidad  doméstica  en  la  ciudad  de 
Yiena,  Crimilda  venga  cruelmente  la  muerte  de  su  primer 
marido:  invita  a  los  borgoñones,  que  el  poeta  llama  ahora 
Niebelungen,  a  una  fiesta  en  que  los  hace  asesmar,  iella  ma- 
ta por  su  propia  mano  al  que  habia  herido  a  su  infeliz  es- 
poso. 

Tal  es  en  su  conjunto,  i  desligado  de  las  hechos  episódicos 
que  lo  alargan  i  a  veces  lo  oscurecen,  el  asunto  del  poema 
de  los  Niebelungen,  la  epopeya  nacional  de  alemania.  A  pe- 
sar de  la  estra vagancia  de  algunos  detalles,  *de  la  difusión 
vaporosa  de  ciertas  figuras,  i  del  caos  en  que  están  confun- 
didos los  sucesos  finales,  no  se  puede  dejar  de  reconocer  en 
él  bellezas  reales,  profundas,  duraderas,  quese  ha  convenido 
en  llamar  clásicas.  *'Este  poema,  dice  uno  de  sus  traducto- 
res, M.  de  la  Laveleye,  ha  llegado  a  ser  el  objeto  de  la  vene- 
ración de  la  Alemania,  la  que  lo  considera  como  la  litada 
nacional.  En  todos  los  grados  de  la  enseñanza,  es  puesto 
en  manos  de  los  jóvenes,  que  lo  estudian  i  que  aprenden  de 
memoria  los  pasajes  mas  notables.  Los  profesores  los  es- 
plican  i  los  comentan  en  las  cátedras  de  las  universidades. 
Los  sabios  mas  afamados  le  han  consagrado  sus  veladas. 
Así  como  los  cantos  heroicos  que  celebraban  la  muerte  de 
Síegfried  o  la  venganza  de  Crimilda  resonaban  en  otro  tiem- 
po en  todas  partes  donde  se  hablaba  uno  de  los  dialectos 
del  viejo  idioma  jermánico,  así  también  en  nuestros  dias 
estepoema  ha  venido  a  ser  el  patrimonio  literario  común  de 
todos  los  pueblos  que  componen  la  Alemania  moderna.'* 

Ademas  de  esta  obra  orijinal,  que  los  alemanes  fundaron 
en  los  recuerdos  de  su  propia  historia,  compusieron  otros 
poemas  heroicos  que  se  refieren  a  las  crónicas  cario  vinjias  i 


'2Si]  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 


a  las  tradiciones  de  Arturo  i  de  la  mesa  redonda,  i  en  l^F=t 
cuales  se  descubre  de  ordinario  una  imitación  o  una  simjm» 
traducción  de  los  poemas  caballerescos  franceses.  Exist^^ 
ademas  tres  g-randes  epopeyas  alemanas  de  los  siglos  X-  J 
i  XIII,  imitadas  de  la  antigüedad,  i  que  tienen  por  asun^ífc 
las  aventuras  de  Eneas,  la  guerra  de  Troya  i  la  espedicic=z3 
de  los  Art^onautas.  Pero  aunque  en  algunas  de  esas  obr-^s 
se  encuentren  frecuentes  rasi^os  de  una  verdridera  poesía,  ^ 
poema  de  los  Niebelungen  mantiene  su  indisputable  suj.:^^ 
rioridad  sobre  todas  ellas. 

4. — La  poesía  alemana  sufrió  un  gran  golpe  con  la  cair^ 
de  los  Hohenstaufen.   No  se  levantó  sino  en  el  siglo  XVI  ♦ 
fué  para  revestirse  de  un  carácter  particular.  En  vez  de  h  .^» 
bitar  los  castillos  con  los   príncipes  i  los  nobles,  bajó  a  1^*^ 
ciudades  i  a  las  aldeas  entre  los   mas  humildes  artesanos 
Abriéronse  certámenes  poéticos  en   Maguncia,  en  Estras- 
burgo, en  Nüremberg;  pero  a  ellos  concurrían  sólo  zapa  te- ^ 
ros,  herreros,  sastres,  etc.  Estos  poetas  de  un  orden  nuevo, 
tomaron  el  nombre  de  Meistersaenger,   o  maestros  canto- 
res.  Sus  composiciones,  que  no  eran  mas  que  trozos  líricos, 
son  pálidas,  vulgares,  sin  inspiración,  i  desfiguran  los  gran- 
des asuntos  consagrados  por  la  época  precedente.   Sin  em- 
bargo, se  las  ha  conservado;  i   recorriéndolas  se  tlota  que 
ordinariamente  tenían  por  asunto  las  querellas  intestinas 
de  las  ciudades  de  Alemania.    El  tono  de  jovialidad  i  la  li- 
bre alegría  de  la  sátireí  forman  su  carácter  distintivo. 

En  breve,  la  tendencia  moral  i  alegórica  quitó  a  esos 
poetas  su  verdadero  elemento  lírico,  para  arrojarlos  en  el 
dominio  de  la  poesía  didáctica,  jénero  que  florecia  desde  el 
siglo  XIII,  i  que  sin  embargo,  no  habia  alcanzado  gran 
desarrollo.  Se  pueden  citar  como  pertenecientes  a  este  jéne- 
ro algunas  poesías  sentenciosas,  o  fábulas  esópicas.  La 
obra  mas  notable  entre  éstas,  es  el  NarrenschitTila  nave  de 
los  locos),  compuesta  por  Sebastian  Brandt  (1458-1520), 
en  que  el  poeta  ha  castigado,  con  una  indignación  mas  o 
menos  caballeresca,  los  vicios  i  las  ridiculeces  de  su  tiempo, 
suponiendo  una  nave  cargada  de  bibliómanos,  melómanos. 


LITBUATI  liAS    DBJ.    NOKTK  .-^87 


ebrios,  gastrónomos,  elegantes,  enamorados,  ambiciosos, 
jentiles,  hombres  i  campesinos,  i  que  se  embarcan  en  él 
mismo. 

La  inspiración  jermánica  parecia  haber  renunciado  defi- 
nitivamente a  los  grandes  poemas,  porque  entre  las  compo- 
siciones de  este  jénero  de  los  siglos  XIV  i  XV,  sólo  se  en- 
cuentran cuentos  rimados  que  versan  sobre  acontecimientos 
contemporáneos,  o  son  estractos  tomados  de  las  leyendas 
caballerescas.  En  cambio,  el  gusto  por  poesías  cortas  i  lije- 
ras,  i  por  las  novelas  se  hizo  jeneral.  Los  poetas  se  ocupa- 
ron sobre  todo  de  las  composiciones  aparentes  para  el  can- 
to, las  canciones  populares  o  baladas,  los  cánticos  guerre- 
ros, los  himnos  relijiosos,  que  se  multiplicaron  hasta  lo 
infinito,  ostentando  las  verdaderas  dotes  de  la  poesía. 

Los  primeros  ensayos  del  drama  nacieron  también  por 
'^::;nt6nces  en  la  Alemania.  Tras  de  los  misterios,  o  represen- 
"^aciones  de  ciertos  pasajes  de  la  historia  de  la  relijion,  apa- 
"■r-ecieron  en  Nüremberg,  a  mediados  del  siglo  XV,  bajo  el 
^^^  lombre  de  p/ezas  í/e  carnaval,  de  mascaradas  i  farsas,  las 
"X^rimeras  piezas  dramáticas.  Pero  estos  ensayos,  informes 
^i   groseros  todavía,  no  constituyen  un  jénero  literario. 

5. — La  prosa  alemana  se  hallaba  en  esa  época  mas  avan- 

-^=^.ada  que  en  las  otras   naciones.  Ensayándose  particular 

^*tnente  en  los  cuentos  i  en   las  novelas  imitadas  de  las  le- 

^I^endas    carlovinjias  i  de  las   novelas   francesas,   adquirió 

'^Cw.'onsistencia  i  armonía.  Luego  contó  la  historia    con   bas- 

^^ante  gracia  e  interés  en  numerosas  crónicas;  i  se  desarrolló 

'^t.jn  las  complicaciones  de  leyes  que  en  las   necesidades  de  la 

'^^poca  hicieron  escribir,  i  en  las  predicaciones  que  poducia 

^^1  movimiento  de   las  ideas  relijiosas.  Juan  Tauler,  fraile 

"^cdomicano,  natural  de  Alsacia,  que  vivia  en   la  primera  mi- 

^*ad  del  siglo  XIV  (1292-13()1 ),   compuso  sermones  i  obras 

^^eolójicas  notables  porel  hábil  empleo  que  supo  hacer  de  la 

'X^rosa,  i  que  son  estimadas  todavía   p<;r  el   misticismo   ar- 

•^liente  que  respiran  todas   sus  pajinas.    La  prosa  alemana 

¡ejercitó  también  en  la  argumentación  filosófica;  i  desde 

entonces  ostentó  la  facultad  de  combinar  las  palabras  i  de 


\ 


288  NOCIONBS    DB    HISTORIA    LITERARIA 

crear  nuevas  voces,  mediante  la  cual  el  idioma  adquirió 
una  estraordinaria  riqueza  para  la  esposicion  de  las  ideas 
mas  metafísicas  i  abstractas.  Lutero  debia  fijar  el  idioma 
nacional  perfeccionado  en  el  siglo  XVI. 

6. — El  mismo  oríjen  jermánico  tiene  la  literatura  escan- 
dinava. Las  Eddas,  recopilación  de  antiguos  cantos  poéti- 
cos de  los  paises  del  norte  i  de  tratados  en  prosa  sobre  la 
historia  i  la  moral,  son  la  fuente  mas  pura  de  la  mitolojía 
jermánica,  i  los  principales  monumentos  antes  de  la  intro- 
ducción del  cristianismo.  En  ellos  se  encuentra  una  parte 
de  los  hechos  del  poema  alemán  de  los  Niebelungen.  Esos 
cantos  estaban  compuestos  en  un  idioma  llamado  Norse, 
que  era  común  a  toda  la  Escandinavia,  pero  hablado  con 
variedad  de  dialectos.  Desde  el  siglo  X,  sin  embargo,  el  Nor- 
te dio  oríjen  a  las  lenguas  modernas  de  Noruega,  de  Suecia 
i  de  Dinamarca,  i  fué  conservado  únicamente  en  toda  su 
pureza  en  Islandia.  Allí  fué  donde  se  reunieron,  en  el  siglo 
XII,  los  libros  que  forman  las  Eddas.  Allí  también,  i  en  la 
misma  época,  un  célebre  personaje  llamado  Snorre  Sturle- 
son,  escribió  una  notable  historia  de  Noruega.  La  estéril 
isla  de  Islanda,  tan  olvidada  hoi,  fué  el  teatro  de  un  nota- 
ble movimiento  literario. 

En  la  remota  antigüedad  a  que  alcanzan  las  mas  leja- 
nas tradiciones  escandinavas,  se  encuentra  un  alfabeto 
designado  con  el  nombre  de  rúnico,  i  cuyos  caracteres  son 
conocidos  con  la  denominación  de  runas  (secreto),  por 
ser  conocidos  sólo  por  unos  pocos  sabios,  a  quienes  se  mi- 
raba como  magos  o  hechiceros.  Este  alfabeto,  que  diver- 
sas analojías  deforma  han  hecho  mirar  como  derivado 
ya  del  hebreo,  ya  del  griego,  no  nacia,  sin  embargo,  de  nin- 
gunícde  esas  lenguas.  Era  sólo  una  mezcla  de  caracteres 
simbólicos,  usados  principalmente  para  escribir  la  leuguu 
gótica  o  antigua  jermánica,  fuente  común  de  los  dialectos 
del  norte.  En  Noruega  se  encuentran  todavía  ruinas  con 
inscripciones  en  caracteres  rúnicos,  que  son  el  objeto  de  las 
discusiones  de  los  anticuarios  para  encontrarles  un  sentido. 


LITERATURAS   DEL   NORTE  289 

Parece  que  los  antiguos  escandinavos  escribían  sobre  ta- 
blas de  acacia. 

Junto  con  el  cristianismo  i  a  la  época  de  la  formación  de 
los  nuevos  idiomas,  penetró  en  el*  norte  la  influencia  del  me- 
diodía, i  llevó  allí  las  ideas  caballerescas  de  la  Francia. 
Compusiéronse  en  los  tres  reinos  muchos  poemas  según 
este  nuevo  espíritu.  En  unos  se  consignaban  las  narracio- 
nes heroicas  fundadas  en  los  antiguos  recuerdos  escandina- 
vos: en  otros  se  cantaron  las  hazañas  de  los  paladines  de 
las  cortes  de  Arturo  de  Bretaña  i  de  Cario  Magno,  mezclán- 
dolas con  episodios  nacionales.  Esos  poemas  revelan,  a 
juicio  de  los  intelijentes,  un  verdadero  vigor  poético. 

Las  tradiciones  primitivas  de  la  Escandinavia,  i  parti- 
cularmente de  la  Dinamarca,  se  encuentran  consignadas 
en  una  notable  crónica  latina  escrita  a  fines  del  siglo  XII. 
Su  autor  es  un  famoso  erudito  conocido  con  el  nombre  de 
Sajón  el  gramático,  que  recojió  con  gran  laboriosidad  to- 
das las  leyendas  antiguas  i  les  dio  forma  en  su  importante 
historia. 

7.— Desígnanse  con  el  nombre  de  literaturas  eslavas  las 
que  se  desarrollaron  en  Rusia,  en  Polonia  i  en  Bohemia. 
Sus  idiomas  respectivos  pertenecen  auna  sola  i  vasta  fa- 
milia subdividida  en  muchas  ramas.  Ese  tipo  común  parece 
nacer  de  lá  fuente  indo-persa,  i  por  lo  tanto,  reconocen  por 
oríjen  el  sánscrito  i  el  zend.  Esa  misma  lengua  estuvo  mui 
jeneralizada  en  el  territorio  que  forma  las  provincias  orien- 
tales de  la  Prusia  actual;  pero  bajo  la  influencia  del  idioma 
jermánico,  el  elemento  eslavo  casi  ha  desaparecido. 

Las  manifestaciones  de  las  literaturas  eslavas  durante 
la  edad  media  no  fueron  mui  numerosas.  La  Rusia  tuvo  al- 
gunos escritores  entre  los  siglos  XI  i  XV,  de  los  cuales  los 
mas  notables  fueron  Néstor,  monje  de  Kiew  (1056-1116), 
que  escribió  una  historia  del  imperio;  el  autor  desconocido 
de  un  poema  heroico  compuesto  en  el  siglo  XII  con  el  títu- 
lo de  Espedicion  de  Igor,  i  algunos  teólogos  que  florecieron 
doscientos  años  rñas  tarde.  Los  progresos  de  esta  litera- 
tura fueron  embarazados  por  las  conquistas  tártaras. 

TOMO    IV  lil 


290  NOCIONES   DE   HISTORIA    LITERARIA 

La  muestra  mas  antigua  de  la  literatura  polaca  filé  u: 
himno  a  la  Vírjen,  atribuido  a  San  Adalberto,  que  muri< 
en  1167.  Entre  aquel  tiempo  i  los  principios  del  siglo  XV] 
la  Polonia  produjo  un  número  considefable  de  sabios;  per< 
casi  todos  ellos  escribieron  en  latin,  porque  el  idioma  vul 
gar  era  usado  únicamente  en  los  cantos  populares. 

La  literatura  bohemia  fué  la  mas  importante  de  las  qui 
produjo  la  rama  eslava  en  la  edad  media.  En  ese  idioma 
hai  cerca  de  veinte  poemas  i  de  cincuenta  composiciones 
en  prosa  de  mérito  considerable,  antes  de  las  predicacionei 
de  Juan  Huss,  que  comunicaron  un  poderoso  impulso  a 
lenguaje  vulgar.  En  un  libro  como  el  presente,  seria  com 
pletamente  inoficioso  el  consignar  aquí  noticias  mas  deta 
Hadas  acerca  de  estas  diferentes  literaturas,  poco  conocida 
en  la  Europa  occidental,  i  que,  sin  embargo,  han  sido  es 
tudiadas  con  notable  prolijidad. 


CAPITULO  IX. 
liiter'atnra   inglesa. 

1-  Xos  bretones;  Ossian.— 2.  Los  sajones.— 3.  Normandos;  forma- 
ción de  la  lengua  inglesa.— 4.  Primeros  ensayos  poéticos;  Chati- 
cer.— 5.  Desarrollo  i  decadencia  de  la  literatura  inglesa  hasta 
el  siglo  XV. 

1.— La  literatura  inglesa  nació  i  se  desarrolló  mucho  mas 
^^-r"de  que  la  mayor  parte  de  las  literaturas  europeas.   A 
c^.i3sa  de  las  numerosas  conquistas  que  esperimentó,  la  In- 
glaterra tardó  mucho  tiempo  en  formar  su  idioma.  Mién- 
^^'^s  que  en  el  continente  se  pueden  considerar  las  invasio- 
^^s§  casi  terminadas  en  el  siglo  V,  se  las  ve  repetirse  en  In- 
glaterra hasta  el  siglo  XI,   llevando  cada  una  de  ellas,  los 
sajones,  los  daneses  i  los  normandos  franceses,  sus  diversas 
lenguas. 

El  primer  idioma  conocido  en  las  islas  británicas  fué  uno 
completamente  olvidado  hoi  en   la   Inglaterra  propia,  pero 
<|ue  existe  con  algunas  alteraciones  en  el  pais  de  Gales,  en 
las  montañas  de  Escocia,  en  muchas  partes  de  Irlanda;  i  en 
el  continente  en  la  provincia  francesa  de  Bretaña.  Esta  len- 
gua que  es  denominada  bretón  en  Gales  i  en  Francia,  gaé- 
lico  en  Escocia  e  irlandés  en   Irlanda,  era  el  idioma  de  los 
celtas,  que  como  hemos  visto  en  otra  parte,  invadieron  la 
Europa  occidental  muchos  siglos  antes  de  la  era  cristiana. 


292  NOCIÓNOS   DB  HISTORIA    LITBKARIA 

Las  conquistas  de  los  romanos  que  modificaron  las  lenguas 
primitivas  en  Francia  i  en  España,  i  que  impusieron  el  latín 
por  todas  partes,  casi  no  ejercieron  influencia  alguna  sobre 
la  lengua  que  se  hablaba  en  las  islas  británicas. 

Esa  lengua  tuvo  poetas  que  la  enriquecieron  i  perfeccio- 
naron con  cantos  guerreros  i  amorosos  de  los  cuales  se  con- 
servan cortos  recuerdos  en  las  montañas  de  Escocia.  A  me- 
diados del  siglo  XVIII  (1769—1762)  un  literato  escoces. 
James  Macpherson,  publicó  en  prosa  inglesa  una  colección 
de  poemas,  que  suponia  compuesto  por  üssian,  bardo  bre- 
tón o  gaélico,  del  siglo  IV  de  la  era  cristiana,  i  copiados 
algunos  siglos  después,  cuando  se  introdujo  en  Escocia  el 
arte  de  la  escritura.  Esos  poemas,  en  parte  heroicos,  cuen- 
tan con  un  estilo  rudo,  pero  vigoroso  i  sentimental  las  tra- 
diciones históricas  de  los  montañeses.  Su  publicación  pro- 
dujo una  gran  sensación  en  toda  Europa:  el  pretendido  Os- 
sian,  a  quien  se  suponia  ciego,  fué  elevado  por  muchos 
críticos  sobre  el  mismo  Homero.  Esta  admiración,  sin  em- 
bargo, no  fué  duradera:  eruditos  eminentes  declararon  que 
esos  poemas  eran  una  simple  impostura  Hteraria,  i  que  eran 
compuestos  por  el  mismo  Macpherson  imitando  sus  princi- 
pales rasgos  de  la  Biblia  i  de  algunos  poetas  de  la  antigüe- 
dad. Los  mismos  defensores  de  su  autenticidad  no  la  sos- 
tienen ya  de  una  manera  absoluta  i  se  han  visto  obligados 
a  reconocer  que  la  ma3'or  parte  de  su  redacción  actual  es 
moderna,  i  bien  creen  que  contiene  los  mas  antiguos  testimo- 
nios de  una  época  remota.  M.  Villemain,  que  ha  estudiado 
esta  cuestión  de  historia  literaria  con  tanta  erudición  como 
buen  gusto,  llega  a  las  conclusiones  siguientes:  **Ossian,  di- 
ce, no  es  mas  que  un  efecto  de  rejuvenecimiento  literario  por 
la  imitación  de  las  formas  antiguas,  uno  de  los  primeros 
ensayos  de  imitación  del  pensamiento  i  del  estilo,  común  a 
las  literaturas  envejecidas;  i  es  digno  de  notarse  que  parti- 
cularmente en  los  sentimientos  propios  del  siglo  XVIIl,  en 
esa  melancolía  poética,  en  esa  vaga  relijiosidad,  en  esa  tris- 
teza sustituida  al  culto,  Macpherson-Ossian  ha  sido  oriji- 
nal,  singular,   atrevido.  Es  el  hombre  del  siglo  XVIII  que 


LITERATURA    INGLESA  293 


interesa  bajo  la  máscara,  bajo  la  capa  del  bardo  ciego.  Su 
Osear,  su  Malvina,  su  Fingal,  todos  esos  personajes  que 
MacphersQn  ha  correjido,  embellecido  i  puesto  en  movi- 
miento en  su  poema,  tienen  un  reflejo  del  espíritu  sentimen- 
tal de  esa  época/' 

2.— En  el  siglo  V,  un  pueblo  llamado  sajón,  orijinario  de 
la    baja  Jermania,  invadió  el  pais  conocido  ahora  con  el 
nombre  de  Inglaterra,  i  arrojó  ^  sus  primitivos  habitantes 
a  las  rejiones  del  norte  i  del  occidente,  dondelos  descendien- 
tes5  de  éstos  conservan  todavía  su  antiguo  idioma.   De  una 
ra.ma  de  los  sajones,  denominada  los  anglos^  aquel  pais  to- 
rnas el  nombre  dé  Inglaterra,  i  su   lengua  fué  denominada 
ari  ^lo-sajona.   Era  ésta  una  rama  del   jermánico,  como  el 
d^^ues,  el  holandés  i  el  alemán,  que  como  hemos  dicho  en  el 
csi^pítulo  anterior,  era  el  idioma  de  los  antiguos  pobladores 
d^    la  Europa  central. 

Desde  esa  época  hasta  el  siglo  XI,  el  anglosajón  siguió 
«i^ndo,  con  mui  pequeños  cambios,  el  lenguaje  de  la  Ingla- 
teirra.  Recibió  sólo  algunas  voces  latinas,  llevadas  por  los 
tt^isioneros  que  predicaron  el  cristianismo,  i  otras  danesas, 
<^c>tnunicadas  por    los  intrépidos  guerreros  del  norte,  que 
^^as  de  una  vez  hicieron  sus  irrupciones  en  la  isla  preten- 
diendo establecerse  en  ella.  En  este  período,  la  literatura  no 
'^ué  descuidada  por  los  anglo-sajones.  Bastaría  recordar  los 
^'iombres  de  Gildas  i  de  Beda  el  venerable,  para  probar  que 
la  historia,  que  siempre  nace  en  los  pueblos  nuevos  después 
^e  la  poesía,  fué  también  cultivada;  pero  casi  todos  los  es- 
'^ritores  anglo-sajones  compusieron  sus  obras  en  latin.  Se 
xronservan,   sin  embargo,   algunos  fragmentos  de  cantos 
poéticos  en  anglo-sajon,  i  se  sabe  que  el  rei  Alfredo  empleó 
-ese  mismo  idioma    para  traducir  i    popularizar  algunas 
obras  notables  de  la  antigüedad. 

3. — Una  nueva  conquista  vino  a  producir  otra  revolución 
^n  la  lengua  i  en  la  literatura  de  la  Inglaterra.  Guillermo 
de  Normandía  invadió  i  conquistó  la  Inglaterra  en  1066,  i 
«ste  pais  fué  repartido  entre  los  capitanes  de  su  ejército  vic- 
torioso. Esos  capitanes,  aunque  por  sus  antepasados  eran 


294  MOCIONES   DB   HISTORIA    LITERARIA 


orijinarios  de  las  rejiones  del  norte,  eran  nacidos  en  Fran- 
cia, en  donde  sus  mayores  se  habían  establecido  dos  siglos 
antes,  hablaban  el  francés  i  tenian  los  hábitos  i  los  gustos 
de  los  pueblos  del  medio  dia.  Coexistieron  entonces  en  In- 
glaterra dos  lenguas  diferentes:  el  francés,  hablado  por  las 
altas  clases  sociales,  los  conquistadores;  i  el  sajón,  idioma 
del  pueblo  de  los  campos  i  de  las  ciudades,  de  los  conquista- 
dos. Desarrolláronse  igualmente  dos  literaturas.  Los  nor- 
mandos llevaron  a  Inglaterra  su  gusto  por  la  poesía  caba- 
lleresca, los  certámenes  poéticos,  las  fiestas  ostentosas  en 
que  un  cantor,  llamado  en  Inglaterra  menestrel,  celebraba 
un  suceso  heroico  o  el  ardor  de  una  pasión.  Los  poetas  can- 
taron principalmente  a  los  caballeros  del  ciclo  del  rei  Artu- 
ro, que  exaltaban  la  imajinacioa  de  los  normandos.  Ricar- 
do corazón  de  león,  el  valiente  campeón  de  la  tercera  cruza- 
da, fué  también  del  número  de  los  trovadores.  Sus  versos 
se  asemejan  mucho  a  los  que  hicieron  la  gloria  de  los  poetas 
de  Provenza.  Los  bardos  anglo-sajones,  por  su  parte,  aun- 
que despreciados  i  perseguidos,  se  habian  atrincherado  en 
su  antiguo  idioma,  i  en  .sus  baladas,  muchas  veces  heroicas, 
pero  siempre  hirientes  para  los  señores  normandos,  recor- 
daban los  antiguos  triunfos  i  las  recientes  desgracias  de  su 
raza.  Con  el  trascurso  del  tiempo,  estas  dos  lenguas  se  mez- 
claron gradualmente:  a  pesar  de  sus  prevenciones  mutuas, 
los  conquistados  i  los  conquistadores  se  acercaron,  i  forma- 
ron de  los  dos  un  idioma  común  que  vino  a  ser  la  base  del 
ingles.  El  sajón,  sin  embargo,  predominó  en  esta  mezcla  i 
fué  empleado  principalmente  para  espresar  las  ideas  mas 
familiares.  Se  ha  calculado  que  sobre  treinta  i  ocho  mil  vo- 
ces inglesas,  veintiocho  mil  son  de  procedencia  sajona. 

Esa  lengua  habia  servido  ya  en  el  siglo  XIII  para  la 
composición  de  dos  crónicas  poéticas  de  la  historia  de  In- 
glaterra, i  de  algunas  otras  obras  de  no  escaso  mérito;  pero 
el  francés  de  los  conquistadores  era  el  único  idioma  usado 
en  los  documentos  públicos.  Eduardo  III  le  quitó  este  pri- 
vilejio:  por  un  estatuto  de  1362,  mandó  que  todo  negocio 
sometido  a  los  tribunales  fuese  deltndido,  discutido  i  juzga- 


LITERATURA    INGLESA     ,  295 


do  en  ingles.   Esto  importaba  la  rehabilitación  oficial  del 
lenguaje  proscrito. 

4.  — Esta  declaración  díó  un  vigoroso  impulso  a  la  lengua 
i  a  la  literatura  inglesa.  Aparecieron  en  Inglaterra  nuevos 
poemas  históricos  de  largo  aliento,  en  que  secelebraban  las 
victorias  de  Eduardo  III  contra  los  franceses;  i  en  Escocia, 
para  cantar  las  hazañas  de  -Roberto  Bruce  en  sosten  de  la 
independencia  de  su  patria.  En  el  primero  de  esos  paises 
apareció  entonces  también  un  poeta  notable,  Guongland  o 
Langland,  que  hizo  una  crítica  hiriente  de  las  costumbres 
del  clero  ingles,  i  que  censuró  también  con  injenio  la  socie- 
dad laica.del  siglo  XIV. 

Pero  el  poeta  mas  notable  de  esta  época  es  Godofredo 
Chaucer,  que  es  llamado  el  padre  de  la  verdadera  poesía 
inglesa.  Floreció  en  las  cortes  de  Eduardo  III  i  de  Ricar 
Jo  II,  entre  los  años  de  1360  i  1400;  i  no  sólo  poseyó  un 
jenio  orijinal  de  primer  orden,  sino  que  lo  desarrolló  con 
los  viajes  i  con  los  mas  estensos  estudios  que  podian  hacer- 
se en  su  tiempo.  Desdeñando  las  crónicas  poéticas  i  los 
cantos  de  los  mepestreles,  Chaucer  quiso  escribir  con  la 
manera  regular  de  los  tres  grandes  jenios  de  la  literatura 
italiana,  tomando  la  alegoría  del  Dante,  la  ternura  de  Pe- 
trarca i  la  humorística  anécdota  de  Bocaccio  Observador 
atento  de  los  caracteres  i  de  las  costumbres,  Chaucer  pare- 
ce haber  conocido  mucho  el  mundo  i  las  ideas  de  su  siglo. 
Su  obra  capital  tiene  por  título  Los  cuentos  deCantorbery, 
¡consiste  en  una  colección  de  historietas  escritas  en  prosa, 
i  que  se  suponen  referidas  por  treinta  personas  diferentes 
que  hacen  una  peregrinación  a  Cantorbery.  La  obra  co- 
mienza con  una  descripción  de  la  comitiva  con  un  retrato 
^c  los  viajeros,  los  cuales  están  perfectamente  caracteriza- 
rlos, no  sólo  por  la  esposicion  del  poeta,  sino  por  el  espíri- 
tu de  los  sucesos  que  narran.  Los  cuentos  son  en  parte  his- 
torias burlescas  de  la  vida  ordinaria,  en  parte  cuentos  ro- 
mánticos de  caballería,  i  mui pocos  sonde  invención  orijinal 
^cl  poeta.  La  ideajeneral  de  la  obra,  ademas,  es  tomada 
del  Decameron  de  Bocaccio;  pero  Chaucer  ha  puesto  en  ella 


296  K0G10NB8   DB   HISTORIA  LITERARIA 

SU  injenio,  su  estilo  i  ha  hecho  nn  libro  verdaderamente 
propio  por  medio  de  la  sátira  acerada,  aunque  con  frecuen- 
cia licenciosa  de  los  hombres  i  de  las  costumbres  de  su  tiem- 
po. Chaucer  escribió  en  verso  muchos  poemas,  narrativos 
los  unos,  descriptivos  los  otros,  i  aun  algunos  alegóricos, 
al  gusto  de  su  siglo,  pero  oscuros  para  nosotros.  Imitó  las 
obras  poéticas  de  los  italianos  i  de  los  franceses,  i  ganó 
para  sí  la  mas  alta  reputación  literaria  de  la  Inglaterra  en 
la  edad-media.  A  él  se  le  atribuye  el  perfeccionamiento  de 
la  lengua  i  la  invención  de  muchos  artificios  métricos  que 
íibrieron  el  camino  a  los  poetas  posteriores. 

5.— La  prosa,  cultivada  también,  Vomo  lo  hentos  visto, 
con  habilidad  por  Chaucer,  hizo  rápidos  progresos  en  ma- 
nos de  otros  escritores  contemporáneos  o  posteriores  a  éste. 
Aunque  el  latin  era  la  lengua  culta,  el  idioma  de  la  teolojía, 
de  la  enseñanza  i  de  la  historia,  el  ingles  comenzó  a  ser  usa- 
do en  algunas  obras  de  jurisprudencia,  i  sirvió  luego  para 
trabajos  de  otro  jénero.  John  Mandeville,  célebre  viajero 
que  recorrió  los  paises  del  oriente  en  el  siglo  XIV,  escribió 
la  relación  de  sus  viajes  con  gran  naturalidad  e  interés. 
John  Wycliffe,  el  famoso  reformador  de  ese  mismo  siglo, 
popularizó  las  sagradas  escrituras  en  lengua  vulgar  i  escri 
bió  mucho  contra  el  papa  i  contra  la  iglesii  católica,  dando 
a  la  prosa  una  soltura  que  le  era  desconocida.  Otros  escri- 
tores compusieron  también  algunas  crónicas  en  lengua  in- 
glesa. 

Después  de  este  tiempo  de  pasajero  esplendor,  vino  para 
la  literatura  inglesa  un  período  de  oscuridad  i  retroceso. 
En  el  siglo  XV,  la  Inglaterra  quedó  absolutamente  estraña 
al  movimiento  literario  que  por  entonces  naciaen  Italia  i 
^e  jeneralizaba  en  una  gran  parte  de  Europa.  Abismado 
por  los  furores  de  la  guerra  civil,  el  pueblo  ingles  quería  en- 
gañar su  tristeza  i  sus  sufrimientos  por  algunas  canciones 
o  baladas,  cantos  de  verdaderas  lamentaciones.  La  histo- 
ria ha  conservado  el  recuerdo  de  una  estancia  que  el  infor- 
tunado Enrique  Vlcompuso  en  su  prisión  sobre  la  nada  del 
])oder  i  sobre  la  vanidad  de  las  grandezas.  Desde  la  muerte 


LITERATURA    INGLESA  297 


de  este  príncipe  hasta  el  advenimiento  de  los  Tudores,  no 
se  cita  mas  que  el  nombre  de  una  poetisa,  lady  Juliana,  que 
escribió  un  gran  número  de  poesías  en  el  convento  de  Spo- 
wel,  de  que  era  priora.  Pero  desde  que  la  paz  se  asentó 
bajo  bases  sólidas,  i  la  nación  adquirió,  junto  con  la  estabi- 
lidad, su  grandeza  i  su  preponderancia  nacjó  allí  una  lite- 
ratura rica  i  vigorosa  que  habia  de  ilustrar  en  los  tiempos 
modernos  las  obras  de  Shakespeare  i  de  Milton. 


PARTE  TERCERA. 

TIEMPOS       MODERNOS. 

CAPÍTULO  I. 
£1  Renacimiento. 

1.  Hl  renacimiento.— 2.  Impulso  dado  a  los  estudios  clásicos  en 
Italia.— 3.  Resultado  de  la  conquista  de  Constantinopla  por  los 
turcos.— 4.  Invención  de  la  imprenta.— 5.  Influencia  de  esta  in- 
vención —  El  renacimiento  se  propaga  fuera  de  Italia. — 7.  Im- 
portancia literaria  del  renacimiento. 

1 . — Se  da  el  nombre  de  Renacimiento  a  una  gran  revolu- 
ción literaria  i  artística  que  se  inicia  a  fines  del  siglo  XV  i 
se  propaga  a  principios  del  siguiente  en  Europa,  i  princi- 
palmente en  Italia  i  en  Francia,  bajo  la  influencia  de  las 
obras  maestras  de  la  antigüedad. 

"La  palabra  agradable  de  Renacimiento  no  recuerda  a 
los  amigos  de  lo  bello,  dice  M.  Michelet,  mas  que  el  adve- 
nimiento de  un  arte  nuevo  i  el  libre  desarrollo  de  la  fanta- 
sía. Para  el  erudito,  es  la  renovación  de  los  estudios  de  la 
antigüedad;  para  los  lejistas,  la  luz  que  comienza  a  lucir 
sobre  el  caos  discordante  de  las  antiguas  prácticas  jurídi- 


300  KOCIONBS  DE   HISTORIA   LITERARIA 

;     i  " 

cas.'*  Esa  revolución,  como  lo  manifiesta  en  seguida  esc 
mismo  autor,  tiene,  sin  embargo,  un  alcance  mucho  mayor 
todavía;  no  abraza  sólo  las  letras,  las  artes,  la  jurispru- 
dencia: inicia  también  el  progreso  sólido  i  racional  de  todas 
las  ciencias  i  señala  el  fin  de  todas  las  preocupaciones  vul- 
gares de  la  edad  media.  **Es  el  radiante  despertar  de  la  ra- 
zón humana,  dice  M.  Duruy,  la  primavera  de  la  inteli- 
jencia.*' 

2. —El  renacimiento  literario  no  fué  una  resurrección  re- 
pentina e  imprevista  de  las  letras  antiguas.  Desde  el  siglo 
XIV,  se  habia desarrollado  en  Italia  un  entusiasmo  ardien- 
te por  el  estudio  de  las  literaturas  griega  i  latina.  Dante, 
Petrarca  i  Bocaccio,  al  mismo  tiempo  que  creaban  la  poesía 
i  la  prosa  en  Italia,  contribuyeron  eficazmente  a  preparar 
este  movimiento  de  los  espíritus.  Mientras  revelaban  a  su 
patria  otros  destinos,  un  jenio  nacional  i  una  literatura 
nueva,  ensalzaron  el  latin,  pasaron  su  vida  en  la  admira- 
ción de  los  antiguos,  ostentaron  una  predilección  particu- 
lar por  las  obras  escritas  en  la  lengua  de  Roma,  i  consi- 
guieron quizá  sin  esperarlo,  que  sus  propios  escritos  fuesen 
en  cierto  modo  desdeñados  por  sus  contemporáneos,  para 
tributar  el  homenaje  de  la  admiración  a  las  obras  de  Virji- 
lio  i  Horacio. 

Dado  este  primer  impulso,  no  faltaron  quienes  imitasen 
aquel  mismo  empeño  en  estudiar  la  antigüedad.  Muchos 
príncipes  italianos,  Cosme  de  Médicis  en  Florencia,  Nicolás 
de  Este  en  Ferrara,  Alfonso  de  Aragón  en  Ñapóles,  i  el  Pa- 
pa Nicolás  V  en  Roma,  entre  otros,  empleaban  sus  tesoros 
en  descubrir  obras  antiguas,  asignando  al  mismo  tiempo 
fuertes  pensiones  a  los  eruditos  que  visitaban  las  mas  leja- 
nas bibliotecas.  El  oficio  de  copista  llegó  a  ser  considerado 
en  cierta  valía,  i  a  dar  ocupación  a  muchas  personas.  Por 
un  manuscrito  de  Tito  Livio,  Alfonso  de  Aragón,  reí  de  Ña- 
póles, renunciaba  a  hacer  la  guerra  a  los  florentinos.  En 
varias  ciudades  surjieron  profesores  de  griego  i  de  latin  que 
a  la  par  con  sus  discípulos  preconizaban  las  ventajas  de 
esas  dos  lenguas  muertas  sobre  todos  los  idiomas  vivos. 


EL   RBNACIMIBNTU  301 


Tradujéronse  algunas  obras  de  la  antigua  Grecia^  de 
Platón,  de  Plutarco,  de  Diodoro  de  Sicilia,  de  Jenofonte  i  de 
Strabon;pero  esas  traducciones  se  Imcian  en  lengua  latina. 
En  latín  se  escribieron  también  libros  de  historia  i  de  poe- 
sía, que  eran  mu  i  aplaudidos  en  toda  Italia.  Pocos  fueron 
los  eruditos  italianos  que  se  dignaron  escribir  en  su  propio 
idioma  su  correspondencia  familiar.  Fundáronse  acade- 
mias, para  el  estudio  de  la  filosofía  antigua  i  en  ellas  se  de- 
batieron con  grande  ardor,  de  palabras  i  por  escrito,  las 
doctrinas  de  Platón  i  de  Aristóteles.  Los  eruditos  no  se 
limitaron  a  buscar  los  manuscritos  de  la  edad  clásica,  a 
estudiar  sus  lenguas  i  a  interpretar  sus  obras  maestras; 
rebuscaron  las  antigüedades,  las  medallas,  los  monumen- 
tos de  todo  jénero:  formábanse  colecciones,  esplicábanse 
las  inscripciones,  sirviéndose  de  ellas  para  la  intelijencia  de 
los  autores,  los  cuales  ayudaban  a  su  turno  a  espHcar  los 
monumentos. 

"Es  interesante,   dice   Hallan,  investigar  cuáles  fueron 
las  causas  de  este  entusiasmo  por  la  antigüedad,  que  seña- 
^     16  el  principio  del  siglo  XV.  Fué  aquella  una  esplosion  del 
sentimiento  público,  en   apariencias    bastante  repentina, 
pero  en  realidad  preparada  por  muchas  circunstancias  que 
remontan  mas  alto  en  la  historia  de  Italia.  Los  italianos 
hablan  aprendido  desde  algunas  jeneraciones  a  identificar- 
se mas  i  mas  con  el  gran  pueblo  que  habia  conquistado  el 
mundo.  La  caida  de  la  casa  de  Suabia,  libertándolos  de  un   . 
yugo  estranjero,  les  habia  inspirado  un   sentimiento  mas 
orgulloso  de  su  nacionalidad:  al  mismo  tiempo,  el  título  de 
emperador  romano  era  asociado  sistemáticamente  por  un 
partido  a  las  antiguas  tradiciones.  El  estudio  del  derecho 
civil,  por  imperfecto  que  fuera,  produjo  a  lo  menos  el  efecto 
de  mantener  una  misteriosa  veneración  por  la  antigüedad. 
Los  monumentos  de  la  vieja  Italia  estaban  allí  como  testi- 
gos perpetuos:  descifráronse  sus  inscripciones.   Bastó  que 
un  pequeño  número  de  hombres  como   Petrarca  diesen  el 
primer  impulso  a  las  masas:  basto  que  se  honrase  la  cien- 
da  i  que  hubiese  medios  de  adquirirla.'*  La  revolución  eje- 


302  NOCIONES   DB   HISTORIA   LITERARIA 

cutada  en  Roma  en  la  primera  mitad  del  siglo  XIV  por  el 
tribuno  Rienzi  para  establecer  la  antigua  república,  es  un 
ejemplo  del  entusiasmo  que  despertaban  en  Italia  los  re- 
cuerdos de  los  tiempos  pasados.  Al  mismo  tiempo  que  los 
laicos  se  hacian  mas  instruidos  cada  dia,  los  escrúpulos  re- 
lijiosos,  que  en  siglos  menos  ilustrados  habian  prohibido  a 
los  clásicos  la  lectura  de  los  autores  paganos,  desaparecían 
gradualmente. 

3. — Los  italianos  comenzaron  el  estudio  de  la  antigüe- 
dad en  las  escuelas  de  Constantinopla.  Míis  tarde,  algunos 
sabios  bizantinos  pasaron  a  Italia  a  continuar  la  enseñan- 
za en  Roma,  en  Florencia  i  en  Milán,  atrayendo  a  su  alre- 
dedor una  numerosa  juventud,  ávida  de  saber.  Esos  sabios 
buscaban  en  la  Italia  la  paz  i  la  tranquilidad  que  no  encon- 
traban en  su  propia  patria,  próxima  a  sucumbir  bajo  el  pe- 
so de  la  conquista  de  los  turcos. 

Al  fin,  el  imperio  de  oriente  sucumbió.  La  toma  de  Cons- 
tantinopla por  Mahomet  II,  en  1453,  arrojó  a  las  orillas 
hospitalarias  de  la  entusiasta  Italia  algunos  sabios  griegos 
que  hasta  el  último  momento  habian  quedado  en  medio 
de  las  ruinas  del  imperio.  Llevaron  estos,  junto  con  el  cau- 
dal de  su  ciencia,  diversos  manuscritos  de  la  antigüedad 
helénica.  Figuraban  entre  ellos  Argyropoulo  i  Calc(^ndyIos, 
que  enseñaban  sucesivamente  su  propia  lengua,  Andrónico 
Calixto,  que,  según  se  cuenta,  ejerció  la  misma  profesión 
en  Roma  i  en  la  Grecia  propia,  i  Constantino  Lascaris,  des- 
cendiente de  una  familia  imperial,  que  durante  muchos  años 
dio  lecciones  en  Milán  i  después  en  Mesina. 

Pero  si  estos  sabios  pusieron  a  la  moda  el  cultivo  de  la 
ciencia,  si  contribuyeron  eficazmente  a  desarrollar  el  entu- 
siasmo siempre  creciente  por  los  recuerdos  literarios  de  la 
antigüedad  clásica,  inauguraron  también  esas  disputas 
casi  siempre  ociosas  que  apasionaban  los  espíritus.  Este 
fué  el  tiempo  de  las  querellas  entre  Platón  i  Aristóteles.  Dos 
griegos,  nombrados  ambos  Jorje  de  Trebisonda,  escribieron 
el  uno  en  pro  i  el  otro  en  contra  de  Platón.  Cosme  oe  Me- 
diéis fundó  en  Florencia  una  academia  platónica,  consagra- 


EL   RENACIMIENTO  303 


<ia  a  la  esplicacion  i  al  estudio  del  filósofo  cuyo  nombre  He- 
rraba.  Muchos  eruditos  italianos  se  engolfaban  en   esas 
cuestiones  con  un  ardor  inconcebible.  Juan  Pico  de  la  Mi- 
rándola (1463 — 1494)  caballero   noble  de  una  intelijencia 
maravillosa,  tomó  parte  en  esas  discusiones  arrancando  la 
admiración  de  sus  contemporáneos.  Tipo  verdadero  del  es- 
tudio i  del  saber  precoz,  Pico  de  la  Mirándola  habia  reco. 
rrido  las  mas  famosas  universidades  de  Italia  i  de  Francia, 
sabia  veintidós  lenguas  i  entre  ellas  el  latin,  el  griego,  el 
hebreo,  el  árabe  i  el  caldeo;  hablaba  con  rara  facilidad  de 
todas  las  ciencias,  i  a  la  edad  de  veintiún  años,  se  presentó 
en  Roma  a  sostener  en  las  escuelas  novecientas  proposicio- 
nes de  omni  re  scibih\  es  decir,  sobre  todos  los  asuntos  de 
ciencias,  que  son  un  prodijio  de  talento  mal  empleado.  En 
una  obra  titulada  HeptaptOf  en  que  se  declara  admirador 
ardiente  de  Platón,  se  propuso  esplicar  el  Jénesis  por  medio 
de  las  alegorías  que  a  cada  paso  se  encuentran  en  las  obras 
del  filósofo  griego . 

4.— La  escasez  de  libros,  como  hemos  dicho  en  otra  par- 
te, habia  sido  durante  la  edad  media  un  obstáculo  podero- 
so opuesto  al  desarrollo  de  las  ciencias  i  de  las  letras.  Las 
bibliotecas  mas  ricas  contaban  en  el  siglo  XV  apenas  algu- 
nos centenares  de  volúmenes,  i  las  materias  contenidas  en 
cada  uno  de  ellos  eran  mucho  mas  reducidas  que  la  de  cual- 
quiera de  nuestros  libros.  Carlos  V  rei  de  Francia,  elevó  a 
novecientos  el  número  de  los  volúmenes  de  la  biblioteca 
real  de  París.  Las  universidades  de  Oxford,  en  Inglaterra,  i 
la  de  Heidelberg  en  Alemania,  recibieron  como  legados  ines- 
timables, debidos  a  la  munificencia  de  dos  poderosos  prín- 
dpes,  la  primera  seiscientos  volúmenes  i  la  segunda  ciento 
veinte.  En  todos  los  centros  de  población  donde  existían 
universidades  o  escuelas,  se  habian  establecido  pequeñas 
colonias  de  copistas  que  trascribian  sobre  el  pergamino  i 
con  una  artística  prolijidad,  las  obras  mas  aplaudidas  de 
ese  tiempo  ^.  Una  de  las  invenciones  mas  maravillosas  del 

1   Se  ignora  la  fecha  precisa  de  la  introducción  del  papel  en  Bu- 


804  NOCIONES  DE   HISTORIA   LITERARIA 

injenio  humano  vino  a  canibíarcomo  por  encanto  aquel  es- 
tado de  cosas  i  a  ofrecer  un  importante  ausilio  al  movi- 
miento jeneral  de  los  espíritus.  Hablamos  de  la  imprenta, 
inventada  a  mediados  del  siglo  XV  para  poner  término  a 
las  tinieblas  de  la  edad  media  i  para  abrir  la  era  de  la  civi- 
lización moderna. 

La  invención  de  la  imprenta  ha  dado  oríjen  a  inmensas 
investigaciones  históricas  en  que  se  ha  ejercitado  una  asom- 
brosa erudición  sin  llegar  a  resultados  que  puedan  llamar- 
se definitivos.  En  las  líneas  siguiente  vamos  a  esponer  los 
hechos  que  se  aceptan  jeneralmente  como  verdaderos,  o  a 
lo  menos,  como  los  mejor  probados. 

Desde  fines  del  siglo  XIV  se  conocia  un  procedimiento 
mecánico  para  imprimir  por  medio  de  trozos  de  madera 
grabados.  Estas  impresiones  servian  ya  para  fabricar  car- 
tas de  naipes;  que  se  usaban  desde  el  siglo  anterior,  ya 
para  hacer  imájenes  de  santos,  sumamente  toscas,  que 
iban  acompañadas  de  algunas  líneas  de  testos,  grabadas 


ropa,  pero  todo  hace  creer  que  debió  ocurrir  entre  los  siglos  X 
i  XI. 

Parece  que  desde  fines  del  siglo  I  de  nuestra  era,   o  desde  princi: 
pios  del  II,  los  chinos  conocian  el  arte  de  convertir  en  hojas  seme- 
jantes a  nuestro  papel  las  cortezas  de  algunos  árboles,  i  los  frag- 
mentos de  las  telas  de  seda,  de  algodón  i  de  cáñamo.   Desde  650, 
se  fabricaba  en  Samarcanda  i  en  Bockara.    liste  papel  de  algodón, 
o  de  Damasco  (charta  damasceena),  como  entonces  se  le  llamaba, 
fué  conocido  luego  en  Europa.  Llevado  a  Ñapóles  por  los  griegos 
del  bajo  imperio,  fué  empleado  allí  frecuentemente  en  los  diplomas 
reales.  Los  árabes  lo  llevaron  también  a  España,  en  donde  la  in- 
dustria empleó  otro  material,  mui  abundante  en  este  país,  el  lino. 
De  aquí  pasó  a  Francia,  i  fué,  al  fin,  conocido  en  toda  la  Europa. 
Sin  embargo,  la  mayor  solidez  del  pergamino  aseguró   la   preemi- 
nencia de  éste  por  mui  largo  tiempo.   El  empleo  del  papel  en    los 
instrumentos  públicos  fué  formalmente  prohibido.   El  pergamino, 
ademas,  era  preferido  para  la  copia  de  los  libros;  pero  desde  fines 
del  siglo  XV,  el  papel  tuvo  la  preeminencia  no  sólo  por  sus  venta- 
jas para  recibir  la  impresión  tipográfica,   que  acababa  de   inven- 
tarse, sino  también  por  su  bajo  precio,   lo  que  ponia  los  libros  ¡il 
alcance  de  todo  el  mundo. 


KL  KMNACI MIENTO  *.iOb 


ifi^ualmente  en  la  madera.  Poco  a  poco  se  imprimieron  de 
este  modo  pajinas  enteras,  i  aun  se  formaron  pequeños  li- 
bros. Se  cree  con  fundatnento  que  todos  ellos  fueron  ejecu- 
tíidos  en  los  Paises  Bajos,  cuya  industria  eclipsaba  por  en- 
tonces la  de  todos  los  pueblos  del  centro  i  del  norte  Europa. 
I>ebemos  también  observar  aquí  que  ese  procedimiento  que 
consiste  en  hacer  impresiones  por  medio  de  tablas  de  ma- 
dera grabadas  ha  estado  en  uso  en  la  China  desde  tiempo 
inmemorial. 

Estos  trabajos  no  hicieron  mas  que  preparar  la  inven- 
ción de  la  imprenta  en  la  acepción  moderna  de  esta  pala- 
bra, es  decir,  por  medio  de  caracteres  movibles.    La  mayor 
parte  de  los  sabios  que  se  han   ocupado  de  la  historia  de 
este  invento,  lo  atribuyen  a  Juan  Gensfleisch,mas  conocido 
con  el  nombre  de  Gutenberg,  que  era  el  apellido  de  su  ma- 
dre. Nacido  en  Maguncia  por  los  años  de  1400.   salió  mui 
joven  de  esta  ciudad  con  toda  su  familia,   que  habia  sido 
desterrada  a  consecuencia  de  los  disturbios  políticos,   i  fué 
a  establecerse  en  Estrasburgo.  En  esta  ciudad,   Gutenberg 
concibió   la  idea  de  movilizar  los  caracteres,  es  decir,  de 
cortar  las  tablas  destinadas  a  la  impresión   en  pequeños 
paralelipípedos,  en  cada  uno  de  los  cuales  se  gravaba  una 
letra  del  alfabeto.  Se  sabe  en  efecto  que  en  1439  se  ocupaba 
en  estos  trabajos,  que  tenia  una  prensa  i  que  se  empeñaba 
en  mantener  su  industria  en  el  mas  profundo  secreto.   Esta 
reserva  se  espHca  perfectamente  por  dos  razones  conclu- 
yentes:   1*^    En  esa  época,   toda  industria  se   rodeaba  de 
misterio,   para  conservar  el   monopolio   de  cada  invento; 
2.*  Gutenberg,  sin  conocer  talvez  toda  la  importancia  de 
su  invención,  pensaba  sólo  en  imitar  los  libros  manuscri- 
tos por  un  método   mecánico,   para   bajar  el  costo  de  pro- 
ducf  ion  i  aumentar  considerablemente  las  utilidades  indus- 
triales. Se  cree  que  antes  de   1450  habia  impreso  ya  por 
^       medio  de  tipos  movibles  algunas  obras  de  un   reducido  níí- 
mero  de  pajinas;  pero  faltan  las  pruebas  para  fundar  esta 
trndicioi. 

Los  títulos  de  Gutenberg  a  la  prioridad  de  esta  inver.- 

TOMO   IV  20 


306  NOCIONES    DE  HISTORIA    LITERARIA 


cion  sor  puestos  en  duda  por  otros  eruditos,  que  la  atribu- 
yen a  Lorenzo  Coster,  de  Harlem,  en  Holanda.  Según  una 
tradición,  que  sólo  encontramos  consignada  a   mediados 
del  siglo  XVI,  es  decir,  un  siglo  después  de  la  invención  de 
la  imprenta,  pero  que  se  presenta   revestida  de  grandes 
apariencias  de  verdad,  Coster  habia  usado   las  letras  mo- 
vibles de  madera  desde  1430,   i   aun  habia  publicado  un  li- 
bro con  caracteres  mui  toscos.    La  tradición  agrega  que  un 
criado  infiel,  que  se  hu\'6  con  el  secreto,  se  estableció  en  Es-- 
trasburgo  o  en  Maguncia.    Este  abuso  de  confianza  fué5 
imputado  a  Gutenberg  o  a  Fust,  que  fué  mas  adelante  si^ 
socio;  pero  desde  que  la  inocencia  de  ambos  ha  sido  plena- 
mente reconocida,  la  acusación  de  fraude  cayó  sobre  uncm 
de  los  hermanos  de  Gutenberg.    Sin  embargo,   las  prueban 
presentadas  en  apoyo  de  estos  hechos  no  son  mui  concita 
yentes  ni  incontestables.   Por  el  contrario,   aun   acojienda^ 
las  pretensiones  de  Coster,   no  se   ve  ninguna  razón   par¿^^ 
pretender  que  (yutenherg  no   haya  podido,   por  su  part^= 
encontrar  una  idea  que,  dadas  las  condiciones  anteriores 
que  la  produjeron,  no  exijia  en  realidad   un  jenio  estrao:^^ 
dinario.  La  movilización  de  los  caracteres  no  era  mas  qc:^* 
una  parte  de  las  dificultades  de  la  empresa,  i  faltaba  tod^a- 
vía  crear  las  prensas  i  esa   multitud  de  aparatos  que  nec^^* 
sitó  el   arte  de  imprimir  desde   sus  primeros  dias;  i  es^c 
mérito   pertenece  incontestablemente  a   Gutenberg  i    sus 
asociados. 

En  efecto,   todos  los  escritores  están  de  acuerdo  en  un 
punto.   Hacia  1450,   Gutenberg,  que  estaba  de  vuelta  en 
Maguncia,  formó  una  asociación  con  el  objeto  de  esplotar 
el  nuevo  invento,  con  un  negociante  rico  de  esa  ciudad  ape« 
llidado   Fust,  el  cual  suministraba    fondos  considerables 
para  la  em|>resa.  Las  operaciones  subsiguientes  de  la  socie- 
dad no  son  bien  conocidas.  Se  habla  de  otro  socio  llamado 
Pedro  Scheffer,  al  cual  se  atribuyen  importantes   perfeccio- 
namientos en  Ui  invención,  i  entre  otros  la  fundición  de  ti- 
pos para  obtener  la  igualdad  en   la  forma  de  todos   los  ca- 


BL    RENACIMIENTO  307 


racteres.  Lo  que  es  evidente  es  que  desde  que  el  arte  de  im- 
primir dio  su  primer  paso  por  medio  de  la  movilización  de 
las  letras  de  madera,  la  industria  marchó  rápidamente,  pri- 
mero por  medio  de  letr&s  de  metal  grabadas  a  mano,  i  en 
seíjnida  por  el  invento  de  los  caracteres  fundidos.  La  poste- 
ridad, así  como  la  mayor  parte  de  los  eruditos  que  se  han 
dedicado  a  estas  investigaciones,  atribuyen  a  Gutemberg 
no  sólo  la  primera  idea  sino  también  la  ejecución  de  estas 
tres  modificaciones  en  el  desarrollo  i  en  el  progreso  de  la  im- 
prenta. Se  cree  jeneralmeute  que  el  primer  libro  impreso  fué 
una  biblia  latina,  designada  ordinariamente  con  el  nombre 
de  Biblia  Mazarina,  porque  a  mediados  del  siglo  último  se 
encontró  un  ejemplar  de  ella  en  la  biblioteca  del  cardenal 
Mazarino  en  Paris.  Este  libro  no  tiene  fecha;  pero  los  eru- 
ditos han  fijado  la  época  de  su  publicación  entre  los  años 
de  1450  i  l-i-oo.  ** Podemos  representarnos  en  la  imajina- 
cion,  dice  el  historiador  ingles  Hallam,  de  quien  tomamos 
principalmente  estas  -noticias,  este  venerable  i  magnífico 
volumen,  avanzando  a  la  cabeza  de  los  innumerables  millo- 
nes de  sus  sucesores,  i  llamando  en  cierto  modo  la  bendi- 
ción divina  sobre  el  nuevo  arte  que  consagra  sus  primicias 
al  servicio  del  cielo.*' 

5. — La  imprenta  nació  en  el  momento  en  que  era  mas  ne- 
cesaria, cuando  una  jcneracion  buscaba  con  grande  ansie- 
dad la  ciencia  i  la  literatura  de  los  siglos  pasados  para  tra- 
zar un  nuevo  sendero  ala  marcha  del  espíritu  humano.  **La 
invención  de  la  imprenta,  dice  M.  Didot,  separa  el  mundo 
antiguo  del  mundo  moderno;  abre  un  nuevo  horizonte  al 
jenio  del  hombre,  por  su  relación  íntima  con  las  ideas  pare- 
ce ser  un  nuevo  sentido  deque  todos  estamos  dotados.  Una 
inmensa  diferencia  lo  separa  de  los  otros  grandes  descubri- 
mientos de  la  misma  época,  la  pólvora  i  el  Nuevo  Mundo: 
otro  que  es  contemporáneo,  el  vapor,  no  podría  tampoco 
comparársele.  En  efecto,  esos  grandes  i  útiles  descubrimien- 
tos no  han  obrado  mas  que  sobre  la  parte  material  de  la 
humanidad:  la  pólvora  igualando  la  fuerza  bruta,  el  Nuevo 


/ 


808  NOCIONES   DB    HISTORIA    I.1TP3RAR1A 


Mundo  completando  los  dones  que  nos  ofrece  la  tierra;  eD 
fin  el  vapor,  acrecentando  las  fuerzas  productivas  del  hom- 
bre, que  liberta  del  exceso  de  trabajo  a  que  habia  sido  con- 
denado; mientras  que  la  imprenta,  que  no  ha  terminado 
aun  su  misión  de  ilustrar  al  mundo,  eleva  el  nivel  de  la  in. 
telijencia  humana  propagando  la  palabra  que  habia  fijada 
el  arte  de  escribir." 

La  invención  maravillosa  de  Gutenberg  fué  esplotada 
durante  algunos  años  sólo  por  la  sociedad  de  impresores 
establecida  en  Maguncia.  Esta  ciudad  fué  tomada  en  1462 
por  Adolfo,  conde  de  Nassau,   i  el  establecimiento  de  Fust  i 
de  sus  socios  fué  disuelto.   Los  trabajadores  que  se  habiai^ 
comprometido  a  guardar  secreto  bajo  la  fe  del  juramento^^ 
se  dispersaron  por  diferentes  partes;  i  creyéndose  desligado^ 
de  sus  obligaciones,   fueron  a  ejercer  su  industria  en  otro^ 
paises.  El   arte  de  imprimir  no  tardó  en  estenderse  en  la  ^ 
ciudades  inmediatas  alKhin,i  luego  en  casi  toda  Europa.  Ekti 
1465  se  estableció  la  primera  imprenta  en  Italia,  en  la  cita- 
dad  de  Subiaco.  Paris  poseyó  otra  en  1469.  Caxton,  el  pri- 
mer impresor  ingles,  se  estableció  en  Westminster  en  1474-- 
La  primera  imprenta  española  funcionó  en  Barcelona  en 
1475.  Otros  paises  i  ciudades  siguieron  este  ejemplo;  de  tai 
modo  que  en  1530  habia  en   Europa  doscientas  imprentas 
en  ejercicio. 

La  impresión  de  las  obras  de  la  antigüedad  clásica  que 
se  habian  salvado  de  las  borrascas  de  la  edad  media,  fuéei 
])rimer  trabajo  a  que  se  consagraron  los  impresores  del  si- 
glo XV.  Dieron  también  a  luz  algunas  obras  de  teolojía  i 
de  filosofía  escolástica,  i  muchos  tratados  ascéticos;  pero 
se  pub  ico  poco  en  lengua  vulgar,  por  considerarse  siempre 
el  latin  como  el  idioma  de  las  ciencias  i  de  las  letras.  En  je- 
neral,  el  número  de  ejemplares  de  cada  obra  que  se  impri- 
mía en  el  siglo  XV,  no  pasaba  de  algunos  centenares,  mal 
pocas  alcanzaron  el  honor  de  una  edición  de  mil  ejemplares, 
aunque  de  muchas  de  ellas  se  hicieron  numerosas  ediciones; 
pero  se  podrá  calcular  el  alcance  de  la  revolución  operada 
por  la  imprenta  tomando  en  cuenta  la  dificultad  que  antes 


EL    RBNACIMIBNTO        «  309 


-existía  para  proporcionarse  un  libro  *  .  Esos  viejos  volú- 
ixienes  que  señalan  el  oríjen  i  los  piimeros  progresos  del  ar- 
i:ede  imprimir,  se  conservan  hoi  cuidadosamente  en  las  bi- 
bliotecas, i  han  merecido  el  significativo  nombre  de  incuna- 
bles, voz  derivada  del  sustantivo  íatino  incunabula,  que 
significa  cuna. 

La  rápida  multiplicación  de  los  libros  no  fué  mas  que  el 
primer  beneficio  de  la  imprenta.  Pero,  ademas  de  facilitar 
losmedios  jenerales  de  instrucción,  ello  vino  a  dar  nueva 
vida  al  espíritu  de  investigación  prolija  que  ya  habia  co- 
menzado a  desarrollarse.  La  necesidad  de  publicar  testos 
bien  correjidos  i  depurados  de  los  errores  cometidos  por  los 
copistas,  proporcionó  ocupación  a  centenares  de  profesores 
para  coordinar  i  comentar  los  manuscritos.  Por  otra  par- 
te, la  facilidad  de  publicar  i  de  dar  gran  circulación  a  sus 
pensamientos,  desarrolló  en  muchos  hombres  el  deseo  de  es" 
tudiar  i  de  escribir.  Sin  duda  esta  misma  facilidad  fué  cau- 
sa de  que  los  escritores  meditaran  menos  sus  obras,  puli- 
mentaran menos  las  formas  literarias  por  el  deseo  de  darlas 
a  luz  cuanto  antes,  al  revés  los  que  hacian  los  injenios  de  la 
antigüedad  clásica;  pero  en  cambio  se  produjo  una  fernien* 
tacion  intelectual  que  el  mundo  no  habia  conocido  hasta 
entonces. 

6.— La  revt>lucion  literaria  i  artística  conocida  con  el 
nombre  de  Renacimiento  tuvo  su  oríjen,  como  hemos  visto, 
en  Italia.  La  admiración  apasionada,  el  culto  verdadero 
por  la  antigüedad,  nació  i  se  propagó  allí  antes  que  en  los 
otros  paises  de  Europa.  El  aislamiento  en  que  vivian  los 
pueblos  durante  la  edad  media,  impidió  el  queesemovimien- 


í  Existia,  en  la  biblioteca  de  los  Celestinos  de  Paris,  un  her- 
moso ejemplar  nianuscrito  de  los  Canotiés  de  Graciano:  el  copista 
anotó  en  el  que  habia  empleado  veintiún  meses  en  escribirlo.  Según 
esto,  tres  hombres  habrian  necesitado  1,750  años  para  copiar  tres 
rail  ejeniplares.  Por  medio  de  la  imprenta,  los  mismos  trabajado- 
res habrían  ejecutado  igual  número  de  ejemplares  en  menos  de  un 
año.  Este  cálculo  esplica  mejor  que  muchas  disertaciones,  la  im- 
portancia de  aquel  prodijioso  invento. 


310  NOCIONBS   DB   HISTORIA    LITERARIA 

to  se  jeneralizara  con  mayor  rapidez;  i  quizá  la  imprenta^ 
misma  no  habría  alcanzado  a  producir  su  difusión,  si  los 
sucesos  políticos  no  hubiesen  acercado  i  estrechado  a  las 
naciones  que  hasta  entonces  habian  vivido  en  grande  aleja- 
miento. 

La  espedicion  de  Carlos  VIH,  rei  de  Francia,  a  Ñapóles 
(1493)  llevó  primero  a  los  franceses  i  luego  a  los  españoles 
a  Italia.  Esos  estranjeros,  los  bárbaros,  como  los  llama- 
ban los  eruditos  italianos,  llegaron  a  la  península  precisa- 
mente en  el  momento  en  que  la  revolución  literaria  i  artís- 
tica se  pronunciaba  con  mayor  enerjía;  i  ellas  llevaron  a 
sus  paises  respectivos  el  gasto  por  las  letras  i  por  las  artes. 
La  antigüedad  tuvo  en  todas  partes  ardientes  guardianes; 
i  bajo  la  protección  jenerosa  i  decidida  de  los  monarcas,  se 
jeneralizó  el  conocimiento  de  los  libros  i  de  las  artes  grie- 
gas i  romanas,  formáronse  bibliotecas, coleccionáronse  pin- 
turas, estatuas,  monedas  i  otros  objetos  de  la  antigüedad, 
se  desarrolló  el  gusto  por  una  arquitectura  nueva  i  se  des- 
pertó en  todas  partes  la  pasión  por  el  estudio  i  por  la  imi- 
tación de  a(|ucllas  obras. 

7. — **E1  renacimiento,  dice  un  célebre  crítico  alemán,  Fe- 
derico Schlegel,  no  fué  una  vida  nueva:  fué  sólo  una  viíla 
ficticia,  fue  el  espíritu  de  una  filolojía  de  baja  lei  que  quiso 
reconstituir  la  antigüedad  en  medio  de  la  civilización  cris- 
tiana. Desdeña  las  lenguas  i  las  literaturas  nacionales  para 
copiar  servilmente  las  formas  de  una  lengua  muerta:  si  se 
hubiese  escuchado  a  los  humanistas,  los  franceses  i  los  ale- 
manes se  habrían  hechos  romanos,  los  cristianos  se  habrían 
vuelto  a  los  altares  de  Júpiter.*' 

Este  juicio  apasionadamente  severo  contra  la  revolución 
literaria  iniciada  al  terminar  el  siglo  XV,  tiene,  sin  embar^^o^ 
alguna  verdad.  Un  carácter  particular  de  esta  revolución 
es  que  los  hombres  de  ese  edad  miraban  mas  el  pasado 
que  el  porvenir.  No  se  creian,  como  dice  M.  Duru\%  bastan- 
te fuertes  por  sí  mismos,  como  se  creerán  sus  sucesores.  Si 
abandonan  los  maestros  que  seguian  hasta  entonces,  es 
para  buscar  los  maestros  mas  antiguos.   Deseaban  encon- 


EL    RENACIMIENTO  *U1 


trar  otro  mundo,  no  marchando  hacia  adelante,  sino  diri- 
jiendo  sus  miradas  hacia  atrás.  Como  Colon,  ellos  creian 
llegar  a  la  tierra  antigua;  i  en  su  camino  encontraron  una 
nueva  tierra. 

La  literatura  quiso  buscar  ante  todo  las  formas  antiguas 
tomando  por  modelo  los  grandes  escritores  de  la  edad  clá- 
sica, que  no  alcanzó  a  imitar.   La  poesía  perdióla  frescura. 
Ja  espontánea  naturalidad   de   la  délos   siglos  XII  i  XIII 
para  adaptarse  a  las  formas  castigadas  i  correcta  de  Virji 
lio  i  de  Horacio.  La  historia  perdió  la  animación  i  colorido 
de  las  buenas  crónicas  para  imitar  la  gravedad   de  los  his- 
toriadores antiguos,  para  copiar  sus  discursos,  sus  retra- 
tos i  sus  disertaciones.   La  erudición   llevó  mas  lejos  toda- 
yx^t,  a  los  escritores  de  esa  época:  muchos  de  ellos  prefirieron 
el  latin  a  los  idiomas  modernos  para  ¡a  composición  de  sus 
ohras  i  hasta  de  su  correspondencia  epistolar,   porque  l.'i 
opinión  de  la  jen  te  ilustrada  condenaba  el  empleo  de  la 
lengua  vulgar  en  las  obras  literarias.   Era  aquel  un  tiempo 
de  erudición  i  de  culteranismo  que  perjudicaba  ai   talento 
de  los  escritores.  Sin  embargo,  sucedió   al  fin   lo  que  acon- 
tece siempre  en  literatura.  Fueron  los  hombres  que  se  hicie- 
ron superiores  a  las  ideas  dominantes,  los  que  desdeñaron 
el  espíritu  de  servil  imitación,  los  que  buscaron  ante   todo 
la  naturalidad  i  el  libre   vuelo  de  la  imajinacion,   quienes 
c  impusieron  las  obras  notables  i   los  que  consiguieron  ha- 
cerse admirar  de  sus  contemporáneas  i  de  la  posteridad.  El 
cardenal  Bembo,  erudito  ilustre  i  protector  poderoso  de  las 
letras,  recomendaba  a  Ariosto  que  compusiera  su  epopeya 
en  latin:  si  el  poeta  de  Regio  hubiese  oido  ese  consejo,  el 
Orlando  Furioso  no  serirf  leido  por  nadie  en  nuestro  tiem- 
po,  i    su   nombre    apenas    seria    recordado    por   los  eru- 
ditos. 

Si  bajo  este  aspecto,  el  renacimiento  puede  ser  censurado 
en  cierto  modo  por  la  crítica  moderna,  si  la  pasión  exajera- 
da  por  los  escritores  de  la  antigüedad  clásica  condujo  los 
espíritus  a  esas  estravagancias,  es  preciso  convenir  en  que 
aquella  revolución  vino  abrir  nuevos  horizontes  a  la  inte- 


.^12  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 

lijencia  i  a  desterrar  las  tinieblas  de  la  edad  media.  Las 
ciencias,  faltas  de  todo  método,  marchaban  a  la  ventura, 
entregadas  a  prácticas  supersticiosas.  Las  lenguas  modernfi  s 
habian  adquirido  cierta  frescura  i  cierta  naturalidad,  pero 
carecian  de  elevación  i  de  nitidez.  Si  la  imajinacion,  el  buen 
sentido  i  la  alegría  se  dejaban  entreveren  los  escritos  tanto 
en  prosa  como  en  verso,  la  trivialidad,  la  difusión,  el  mal 
gusto  empañaban  los  mejores  libros.  El  estudio  de  la  anti- 
güedad, despertando  primero  el  amor  por  la  erudición,  de- 
sarrolló las  facultades  literarias,  la  imajinacion,  el  buen  gus- 
to i  el  criterio  i  mas  tarde  provocó  el  espíritu  de  libre  exa- 
men, la  libertad  del  pensamiento  i  el  principio  esperimental, 
como  base  única*de  las  ciencias  i  de  la  filosofía.  Este  espíritu 
de  discusión,  aplicado  desde  luego  a  las  cuestiones  teolójicas 
i  relijiosas,  aceleró  la  reforma  del  siglo  XVI;  i  produjo  después 
la  revolución  científico  moderna,  cuyo  primer  representante 
fué  Copérnico.  Copérnicío  (14?73 — 1543)  sacerdote  polaco, 
canónigo  de  la  diócesis  de  Frauenbur  fué,  como  se  sabe,  el 
primero  que  demostró  que  el  sol  era  el  centro  del  sistema 
planetario,  i  que  la  tierra  no  era  mas  que  uno  de  sus  satéli- 
tes. Tras  de  este  paso  majestuoso  en  el  progreso  de  las 
ciencias  de  observación,  se  las  ye  abandonar  la  vieja  rutina, 
marchar  con  seguridad  i  fijat*  por  fin  con  Bacon  i  Descar- 
tes el  método  científico  que  habia  de  transformarlo  todo 
en  los  tiempos  modernos. 


CAPITULO  II. 

fiiteratnra  italiana 

Siglo  xyi. — 1.  Epopeyas  caballerescas.  —  2.  Pulci  i  Boiardo.  —  3. 
ArÍDSto. — 4f.   Tasso. — 5.  Otros  jéneros   poéticos:  la  poesía  líri 

caja  poesía  didáctica,  la  sátira. — 6.  La  trajedia  i  la  comedia 

7.  Maquiavelo.  —  8  Guicciardine  i  Pablo  Jovio 9.  La  novela. 

— Siglo  xvii. — 10.  Decadencia  literaria. — 11.  Marini  i  Filicaia. 
— 12.  La  epopeya  épico-burlesca,  Tassoni. — 13.  El  drama. — 14. 
Los  prosadores:  la  historia. — Siglo  xviu. — 15.  Reacción  lite- 
raria. -  16.  El  teatro;  Zedo  i  Mafíei.  — 17.  Metastacio.  -18. 
Godoni. — 19.  Alfieri  — 20  Poesía  lírica:  Casti.— 21.  Prosado- 
res.— 22.  Beccaria  i  Filanguieri. — 23.  Conclusión. 

SIGLO     XYI 

1.— Después  de  un  siglo  de  estudios  clásicos,  la  Italia  ini- 
cia, como  hemos  visto,  el  renacimiento  literario  délos  tiem- 
pos modernos.  Aunque  según  el  espíritu  de  esta  revolución, 
el  latín  debia  ser  el  lenguaje  de  las  letras,  de  la  poesía  i  de 
la  prosa,  i  aunquedesde  mediados  del  siglo  XV  se  hizo  sentir 
una  verdadera  irrupción  de  poetas  latinos,  algunos  de  los 
cuales  merecieron  con  justicia  los  aplausos  que  le  tributa- 
ron sus  contemporáneos,  la  lengua  vulgar  fué,  como  debia 
serlo,  el  idioma  de  la  poesía  del  pueblo,  ne  los  improvisado- 
res que  entonces  pululaban  en  Italia,  i  el  instrumento  de 
una  poesía  mas  elevada  que  desplegó  toda  su  riqueza  i  to- 
do su  vigor  en  el  cultivo  de  la  epopeya. 


314  NOCIONES   DB   HISTORIA   LITERARIA 

La  epopeya  caballeresca  se  inspiró  en  Italia  en  la  cróni- 
ca fabulosa  de  Cario  Magno  i  de  los  doce  pares,  atribuida 
al  arzobispo  Turpin.  Pero  sirviéndose  del  nombre  de  Tur- 
pin  para  contar  las  historias  mas  maravillosas,  cada  autor 
introdujo  sin  escrúpulos  las  invenciones  i  los  caracteres  que 
le  suministraba  su  imajinacion.  La  familia  de  Carlomagna 
se  modifica  al  antojo  de  cada  cual,  como  se  modifica  tam- 
bién la  mitolojía  caballeresca,  revistiendo  a  los  paladines 
de  pasiones  i  de  sentimientos  que  los  poetas  anteriores  no 
les  habian  atribuido.  En  estos  poemas,  casi  siempre  el  poe- 
ta encuentra  medio  de  emparentar  con  el  gran  emperador 
o  con  sus  famosos  adalides  al  príncipe  italiano  que  lo  pro- 
teje.  Todos  esos  poemas  tienen  un  aire  de  familia  por  la 
incoherencia  en  el  estilo,  por  la  profusión  de  los  detalles  i 
por  las  mismas  fórmulas.  El  autor  comienza  cada  canto 
por  algunas  estrofas  estrañas  al  asunto,  por  una  oración 
muchas  veces,  i  lo  concluye  dirijiéndose  a  sus  lectores  para 
pedirles  su  induljencia. 

2.— Seria  inoficioso  el  detenernos  en  algunas  de  esas  cora- 
posiciones,  que,  si  bien  dejan  ver  cierta  imajinacion  en  los 
detalles,  no  están  marcadas  por  el  sello  de  una  verdadera 
orijinalidad.  Pero  sin  llegar  todavía  hasta  Ariosto,el  prín- 
cipe de  los  poetas  de  este  jénero,  es  preciso  hablar  de  dos 
que  le  abrieron  el  camino  que  aquel  le  habia  de  recorrer 
con  tanto  brillo. 

Luis  Pulci  (1432-1487),  el  menor  de  tres  hermanos  poe- 
tas, cultivó  la  poesía  en  Florencia,  su  patria,  en  la  corte  de  » 
Lorenzo  de  Médicis,  i  compuso  un  poema  justamente  céle- 
bre, que  fué  publicado  enVeneciaen  1481 .  Morgante  el  grande 
( Margante  maggiore),  tal  es  el  título  de  .la  obra,  es  un  poe- 
ma cómico  heroico  en  que  se  encuentran  cuentos  estrava- 
gantes,  pasajes  Hcenciosos  i  burlescos  al  lado  de  la  a)ta  poe- 
sía. El  héroe  verdadero  no  es  el  jigante,Morgante  sino  el  pa- 
ladín Orlando,  que  después  de  vencer  a  aquel  en  un  combate 
singular,  lo  bautiza  i  lo  hace  su  escudero.  La  acción  co- 
mienza en  el  momento  en  que  el  noble  caballero  es  desterra- 
do de  la  corte  por  las  intrigas  del  traidor  Ganelon  de   Ma- 


LITERATURA    ITALIANA  315 


í^uncia.ise  termina  en  la  batalla  deRoncesvallcs,  recomen- 
cío  una  serie  de  areiituras  maravillosas,  de  luchas  contra 
las  serpientes,  los  jigantes  i  ios  encantadores.  En  este  poe- 
ma, la  burla  mas  franca  está  mezclada  constantemente  con 
his  ideas  mas  serias.  Pulci  se  rie  de  todo,  de  Jas  disputas 
teolójicas.  de  algunas  ceremonias  relijiosas  i  hasta  ciertos 
]>asajes  de  la  Biblia:  pero  aunque  ostenta  orijinalidad  en 
los  detalles,  se  ha  sujetado  casi  siempre  a  la  mitolojía  ca- 
balleresca, de  la  cual  toma  los  hechos  principales  i  el  carác- 
ter de  los  héroes.  La  fina  galantería  de  los  paladines  no  se 
deja  entrever  todavía. 

El  conde  Mateo  Boiardo  íl4-34- — 14-94)  fué  todavía  mas 
orijinal.  Hombre  de  estado  en  Fernfra,  caballero  rico,  eru- 
dito distinguido,  Boiardo  estudiaba  i  escribia  sus  versos 
para  distraer  los  ocios  de  una  vida  pasada  en  la  opulencia. 
Como  Pulci,  él  tomó  por  héroe  a  Orlando,  pero  creándole 
un  carácter  concebido  bajo  otro  punto  de  vista,  i  llamando 
su  poema  Or/anc/o  enamorado.  Antes  de  Boiardo,  era  aquél 
un  caballero  valiente,  pero  brutal,  leal  i  denodaflo,  pero  in- 
diferente al  amor.  El  poeta  quiso  hacerlo  enamorado  i  creó 
para  él  el  tipo  encantador  de  Anjélica,  venida  del  reino  de 
Catai  (la  China)  a  la  corte  de  Cario  Magno.  liai  dos  arro- 
yos que  tienen  una  grande  importancia  en  el  poema,  el  del 
Amor  i  el  del  Odio.  Anjélica  bebe  el  primero,  i  se  enamora 
ardientemente  de  Reinaldo:  Reinaldo  bebe  en  el  segundo  i 
concibe  un  odio  violento  por  la  princesa,  que  a  su  vez  ins- 
pira a  Orlando  un  amor  vehemente.  De  este  modo,  Reinaldo 
huj'e  constantemente  de  Anjélica,  que  lo  persigue  en  todas 
partes.  Esta  idea  bastante  feliz,  que  sirve  de  fondo  al  poe- 
ma, está  embellecida  por  episodios  maravillosos,  aventuras 
i  combates  contra  monstruos  i  jigantes.  Los  personajes  se- 
cundarios vienen  a  agruparse  al  rededor  de  aquel  triunvi- 
rato, ostentando  cada  cual  un  carácter  propio,  perfecta- 
mente diseñado,  i  tomando  parte  en  escenas  llenas  de  ani- 
mación i  de  colorido.  Del  mismo  modo,  al  lado  de  la  acción 
principal,  se  desenvuelven  numerosos  incidentes  en  que  bri- 
lla la  gracia  i  la  imajinacion  del  ])oeta. 


316  NOCIONES    UB    HI810RIA    LITERARIA 

Este  poema  compuesto  de  setenta  i  nueve  cantos,  quedó 
inconcluso  por  muerte  del  autor  i  solo  fué  publicado  en 
1495.  Un  poeta  florentino,  Francisco  Berni  (1490—1536), 
rehizo  mas  tarde  el  Orlando  enamorado^  despojándolo  de 
las  formas  serias  que  Boiardo  le  habia  dado,  pero  siguien- 
do su  acción  canto  por  canto,  con  e¡  mas  escrupuloso  cui- 
dado. Dejando  a  su  an teces c:)r  todo  el  mérito  de  la  inven- 
ción, Berni  ha  revestido  sus  ídeai  con  otro  estilo  mas  ale- 
gre, mas  libre  i  mas  armonioso. 

3. — La  obra  de  Boiardo  produjo  una  grande  admiración 
en  el  siglo  XV;  pero  ha  (jucdado  eclipsada  por  otro  poema 
caballeresco  escrito  para  servirle  de  continuación.  Quere- 
mos hablar  del  Orlando  furioso  de  Ariosto. 

Ludo  vico  Ariosto  (1474 — 1533),  natural  de  Regio  de 
Módena,  pasó  su  vida  en  Ferrara  al  lado  de  los  príncipes 
de  la  casa  de  Este.  Después  de  haber  estudiado  la  jurispru- 
dencia, desempeñó  algunos  cargos  públicos;  pero  su  pasión 
por  las  letras  i  por  la  poesía  lo  sustrajo  casi  completamen- 
te de  las  otras  ocupaciones.  Compuso  sátiras,  elejías  i  uira 
comedia;  pero  todas  estas  obras,  aunque  provistas  de  mé- 
rito, le  habrían  asignado  un  lugar  de  poeta  de  segundo  or- 
den si  no  hubiera  escrito  su  inmortal  poema. 

El  Orlando  furioso  fue  publicado  por  primera  vez  en 
1516,  si  bien  los  seis  ííltimos  cantos  no  salieron  a  luz  hasta 
1532.  Tres  acciones  f)rincipales  se  dividen  el  poema:  1^  los 
amores  i  las  hazañas  de  Rojerio  i. de  Bradomanta,cuyo  ma- 
trimonio forma  el  desenlace  de  la  obra;  2^  la  guerra  imaji- 
naria  (jue  los  sarracenos  hicieron  a  Cario  Magno,  i  los  es- 
fuerzos de  este  emperador  i  de  sus  paladines  para  libertar 
la  Francia  i  la  Europa  de  estos  bárbaros;  3*^  el  amor  de  Or- 
lando por  la  insensible  Anjélica,  i  la  locura  de  aquel,  a  la 
vez  terrible  i  conmovedora,  cuando  sabe  el  casamiento  de 
esta  reina  con  el  hermoso  Medoro.  En  medio  de  estas  tres 
acciones,  que  el  autor  lleva  casi  siempre  de  frente,  nace  una 
multitud  de  incidentes  maravillosos  que  se  entrelazan  sin 
dañar  el  conjunto.  Algunas  veces  el  autor  olvida  su  asunto 
para  contar  una  historieta  que  se  le  ocurre,  después  de  lo 


[JTBKATIJRA    ITALIANA  317 


cual  se  escusa  de  su  distracción,  i  toma  de  nuevo  el  hilo  de 
su  historia.  Esos  episodios  burlescos  o  tristes,  libres  o  seve- 
ros, graciosos  o  terribles,  están  siempre  encadenados  con 
grande  arte.  Como  la  epopeya  caballeresca  admite  todos 
los  tonos,  Ariosto  ha  podido  dar  un  libre  vuelo  a  su  jenio 
inventivo,  siendo  patético,  heroico  i  cómico  según  las  cir- 
cunstancias que  refiere.  Describe  sin  cesar  combates  terri- 
bles; pero  siempre  encuentra  medios  de  variar  hasta  lo  infi- 
nito las  descripciones  que  nos  hace. "De  ordinario,  cuando 
cuenta  un  hecho  increíble,  añade  con  gran  naturalidad:  **Yo 
no  lo  habria  creido:  pero  Turpin  lo  ha  escrito  i  es  menester 
creerle'*;  i  aun  entonces  atribuye  a  la  crónica  fabulosa  de 
Turpin  lo  que  ésta  no  dice.  Los  rasgos  de  la  mas  profun- 
da ironía  están  sembrados  con  profusión  en  todo  el  poema. 
Citaremos  sólo  dos.  Astolfo  hace  un  viaje  a  la  luna  a  bus- 
car la  razón  de  su  primo  Orlando,  i  encuentra  la  suya  i  la 
de  muchas  otras  personas  que  hasta  entonces  habia  creido 
raui  cuerdas.  El  ánjel  San  Miguel,  enviado  a  la  tierra  para 
buscar  el  silencio,  se  dirije  a  un  convento  de  frailea  donde 
no  encuentra  mas  que  la  discordia  bullici(jsa.  La  variedad 
de  los  personajes,  de  sus  caracteres,  de  sus  situaciones  i  de 
las  descripciones  es  infinita.  Ariosto  ha  llegado  a  crear  se- 
res fantásticos  que  pueden  considerarse  reales,  tan  familia- 
res son  a  nuestra  imajinacion:  tal  es  el  caballo  alado,  el  hi. 
pógrifo,  en  el  cual  viajan  Anjélica  i  Rojerio.  Todos  los  tonos 
del  estilo  son  naturales  al  autor;  su  colorido,  de  una  frescu- 
ra estremada,  se  adapta  a  los  cuadros  i  a  los  retratos  mas 
diversos.  La  versificación  se  distingue  por  la  riqueza,  la  ele- 
gancia, la  armonía,  i  por  un  gracioso  abandono  que  proba- 
ria unaprodijiosa  espontaneidad,  si  no  se  supiera  que  Arios- 
to pulia  i  limaba  sus  obras  con  un  cuidado  verdaderamente 
esquisito.  En  resumen,  ningún  poeta  ha  igualado  a  Ariosto 
<n  este  jénero  de  epopeya,  en  que  la  imajinacion  se  dilata  en 
un  campo  mucho  mas  vasto  que  el  de  la  epopeya  puramen- 
te heroica. 

4. — Muchos  otros  poemas  del  mismo  jénero  aparecieron 
por  entonces  en  Italia,   que  si  bien  alcanzaron  cierta  boga, 


318 


NOCIONES    DB   HISTOIUA   LITERARIA 


ahora  están  casi  olvidados.  Tras  de  las  epopeyas  de  Cario 
•  Magno  i  los  doce  pares,  vinieron  otras  tomadas  de  asuntos 
antiguos,  sobre  todo  de  la  Uíada  i  de  la  Odisea.  Hubo  tam- 
bién j)oemas  del  ciclo  bretón  sobre  el  rei  Arturo  i  la  mesa 
redonda,  en  que  la  imajinacion  italiana  se  desplegó  libre- 
mente creando  nuevos  f)etsonajes  i  aventuras  maravillosas. 
Bernardo  Tasso  (1493— 1 569),  natural  de  Bérgamo  i  padre 
del  famoso  poeta  de  este  nombre,  compuso  el  mas  célebre 
poema  de  este  ciclo,  Amadis  de  /*>anc/a,inntacion  de  la  no 
vela  caballeresca  de  ese  título,  ostentando  una  imajinacion 
rica  en  las  descripciones,  en  las  aventuras  i  en  los  caracte- 
res, un  estilo  correcto,  una  versificación  pura,  noble  i  agra- 
dable. Esa  epopeya  ocupa,  sin  embargo,  un  lugar  secunda- 
rio aliado  del  inmortal  poema  de  Ariosto. 

Pero  el  jenio  italiano  tenia  otro  campo  no  menos  vasto 
en  (jue  espaciarse,  la  epopeya  hcroico-séria.  Estefué  el  jé- 
nero  que  llevó  a  la  perfección  Torcuato  Tasso. 

Este  poeta,  conocido  con  el  nombre  de  el  Tasso,  nació  en 
1544,  en  Sorrento,  en  el  reino  de  Ñapóles.  Desde  su  niñez, 
acostumbró  su  oido  a  la  armonía  poética  aprendiendo  de 
memoria  los  versos  de  su  ])adre.  Dotado  de  una  intelijcncia 
precoz,  sabia  el  griego  i  el  latin  a  los  nueve  años,  escribía 
en  verso  i  en  prosa,  i  recibió  poco  mas  tarde  los  tftulos  de 
doctoren  teolojía,  filosofía  i  jurisprudencia.  A  la  edad  de 
diecisiete  años,  habia  publicado  en  Venecia  una  epopeya 
caballeresca  en  doce  cantos,  titulada  Reinaido^que  mereció 
una  favorable  acojida;  pero  en  lugar  de  descansar  sobre  sus 
laureles,  no  pensó  desde  entonces  mas  que  en  una  obra  de 
una  grandiosidad  mas  seria  i  de  un  interés  mas  sólido.  Dis- 
traido  algún  tiempo  de  este  trabajo  por  el  tumulto  de  la 
corte  de  Ferrara,  donde  lo  habia  introducido  la  protección 
amistosa  del  cardenal  Luis  de  Este,  por  una  pasión  secreta 
hacia  la  princesa  Leonor,  hermana  del  duque  Alfonso,  por 
un  viaje  a  Francia  cerca  del  rei  Carlos  IX,  i  por  la  publica- 
ción de  una  encantadora  pastoral,  la  Aminta^  el  Tasso  ter- 
minó al  fin,  a  principios  del  año  1575,  el  poema  que  lo  ha- 
bia hecho  inmortal.  Sea  fatiga,  sea  disposición  física, desde 


LITERATIHA     ITALIANA  ÍUH 

«sta  época  la  salud  del  poeta  sufrió  una  conmoción  dolo  ro- 
sa i  terrible  que  acabó  |)or  perturbar  su  juicio.  Su  imajina- 
don  se  llenó  de  vanos  terrores,   de   injustas  desconfianzas. 
Desde  entonces  su  vida  fué  un  tejido  de  aventuras,   de  difi- 
cultades, de  pendencias  i  de  persecuciones  que  la  tradición 
ha  cxajerado  f|uizá.    Después  de  azarosas  peregrinaciones, 
e/  Tasso  fué  encerrado  en  un  hospital   de    locos  en  Ferrara 
(lo89j,  i  retenido  allí  durante  siete  anos.    Los  sufrimientos 
<Je  su  prisión  han  inspirado  muchas  veces  la  poesía  moder- 
na.    Al  fin  la  influencia  de  algunos  príncipes  i  señores  italia- 
nos alcanzó  la  libertad  del  Tasso;  pero  su  desgracia  no  ce- 
só con  esto.  Vióse  obligado   a   reccorrcr  de   nuevo   varias 
ciucJades  de  Italia,  llevando  una  vida  llena  de  azares  i  de 
contratiempos.  En  Roma,  bajo  el  pontificado   de  Clemente 
Vlll^  se  le  preparaba  una  coronación  triunfal  en  el  Capito- 
lio, semejante  a  la  de  Petrarca:   la  muerte  lo  sorprendió  el 
23  de  abril  de  1595,  en  un  convento  de  R'^)ma,  antes  de  la 
^^^íremonia  que  se  había  dispuesto. 

El   Tasso   ha  escrito   prodijiosamente:   trajedias,  come- 
*^ias,  sonetos,   madrigales,   discursos   filosóficos,  cartas  fa- 
miliares,   refutaciones,    apolojías;    pero   su   mas    hermoso 
título  de  gloria  es  su  gran  epopeya, /eri/Se'í/en  libertada,  o 
Tclacion  semi-histórica  i  semi-romancsca  de  la  primera  cru- 
zada, asunto  cuya  elección  i   cuya  feliz  ejecución  lo  acercan 
a  Homero,  a  Virjilio   i  al  Dante.  La  acción  comienza  el  dia 
en  que  los  cruzados  van  a  plantar  sus  tiendas  delante  de  la 
ciudad  santa,  i  acaba  después  de  la  gran  batalla  contra  los 
sarracenos  de  Ejipto.  F*ero,  en  esta  marcha  noble  i  sencilla 
de  la  epopeya,  el  Tasso  ha  sabido  encuadrar  una  multitud 
de  episodios  que    enriquecen   la  acción   principal  sin  debili- 
tarla. El    patético  episodio  de  Olindo  i  de  Sofronia,  que  se 
declaran  culpables    de  un  robo   que  no  han  cometido  para 
salvar  a  los  cristianos    de  Jerusalen,  i  que  cuando  están  en 
la  hoguera  para  ser  quemados  vivos,  son  libertados  por  la 
<^uerrera  Clorinda;  el    amor  romanesco  de  Tancredo  hacia 
esta  ultima;  la  fuga  de  Herminia;  los  jardines  de  Armida; 
el  viaje  descriptivo  de  los  dos  libertadores  de  Reinaldo;  el 


320  XOCIOXKS    I»B    HISTORIA    T.ITflRARIA 


combate  de  Tancredo  i  de  Argante;  i  las  maravillas  de  la 
selva  encantada  son  otros  tantos  pasajes,  que,  annque  in- 
dependientes a  veces  de  la  acción  principal,  encantan  al 
lector. 

La  narración  de  los  combates,  la  descripción  de  los  lu- 
gares i  el   retrato  de    los  caracteres,  revelan  gran  riqueza 
de  imajinacion,  i   un   notable  arte  de  escritor.  **EUTasso, 
dice  Voltaire,  tiene  tanto  fuego  como  Homero  en  las  bata- 
llas, con  mas  variedad.  Todos  sus  héroes  tienen  caracteres 
diferentes;  como  los  de  la   Ufada,  i  algunos  de  estos  carac- 
teres están  mejor  presentados,  mas  fuertemente  descritos  i 
mejor  sostenidos*'.  Aunque  en  este  elojio  hai  cierta  exajera — 
cion,  no  se  puede  dejar  de  reconocer  que,  cuando  se  ha  leidf^- 
\ajernsalen  libertada,  no  es  posible  olvidar  o  confundir  lo5= 
caracteres.   Argante  es  el  feroz  jigante  asiático  que  une  lav 
insolencia  i  la  brutalidad   al  vigor  corporal  i  a  la  bravura. 
Tancredo  i  Reinaldo  son   nobles  paladines  de  la  Edad  Me 
dia,  valientes  i  enamorados,  que  vacilan  sólo  entre  el  amo^ 
a  su  dama  i  el  amor  a  Dios,   o  mas  bien,  que  unen  ámbo^ 
sentimientos  en  un  corazón  fiel  i   sincero,  Godofredo  repre 
senta  a  la  vez  el  jeneral  de  ejército  i  el  soldado  piadoso  qu^E 
no  ve  en  el  fin  de  la  cruzada  mas  que  la  corona  de  espinan. 
Solimán,  el  sultán  de  Nicea,   no  es  grande  sino  por  su  odio 
contra  los  cristianos.    Los  caracteres  secundarios  están 
trazados  con  igual  maestría.  Uno  sólo  hai  ideal  en  el  poema 
Clorinda  la  guerrera,  especie  de  amazona  de  la  antigüedad. 
Armida  es  la  hada  qne  se  deja  impresionar  por  los  encan- 
tos de  Reinaldo,  i  que  nos   muestra  el   lado  hermoso  de  la 
majia,  mientras  el  encantador  Ismen  es  el  mal  jenio  que  el 
demonio  suscita  contra  los  cruzados,  i  que  muere  aplasta- 
do por  un  golpe  de  ballesta.    Mas  prudente  que  sus  antece- 
sores i  que  algunos  de  sus   contemporáneos,  ha  suprimido 
esa  monstruosa  contusión  de  la  mitolojía  pagana  i  de  los 
milagros  cristianos,  conservando   las  hadas  de  la  edad  me- 
dia, los  encantos  i  las  conjuraciones  májicas. 

A  las  bellezas  que  resultan  del   asunto  mismo,  el  Tasso 
ha  añadido  las  gracias  de  un  estilo  siempre  claro,  armo* 


LITERATURA   ITALIANA  321 


nioso  i  preciso,  sin  que  esto  escluya  la  riqueza  i  la  vivaci- 
dad en  las  imájenes  i  en  la  narración.  Cuando  el  asunto 
exije  elevación,  la  lengua  italiana  abandona  su  suavidad 
natural  i  toma  en  manos  del  poeta  un  carácter  nuevo,  lleno 
de  majestad  i  de  fuerza. 

5.— La  gloria  del  Tasso  eclipsó  la  de  todos  los  poetas  de 
su  tiempo,  así  como,  medio  siglo  antes,  Ariosto  habia  os- 
curecido a  sus  contemporáne<js;  pero  tras  de  él,  aparecie- 
ron diversos  ensayos  épicos  que  hoi  están  casi  olvidados. 
El  tiempo  de  la  epopeya  caballeresca  habia  pasado;  i  como 
sucede  casi  siempre,  después  de  lo  serio,  vino  la  parodia. 
Nacieron  entonces  Igis  burlas  del  carácterguerrero,  desarro- 
lladas en  obras  estensas;  en  que  abundan  las  estravagan-. 
cias  mas  grotescas  de  los  paladines,  descritas  ordinaria- 
mente de  una  manera  vivíi  i  pintoresca. 

Junto  con  estos  jéneros,  el  jenio  italiano  habia  cultivado 
la  poesía  lírica  i  pastoral,  el  poema  didáctico  i  descriptivo, 
i  la  sátira.  Las  mujeres  mismas  no  fueron  estrañas  fil  mo- 
vimiento literario  de  este  siglo:  algunas  de  ellas  escribieron 
versos  agradables  en  el  idioma  vulgar,  i  aun  en  latin  i  en 
griego,  o  se  distinguieron  por  una  ilustración  tan  variada 
como  sólida  en  literatura  i  en  filosofía. 

Lorenzo  de  Mediéis  denominado  el  Magnífico  (1448 — 
1492),  gobernador  de  Florencia,  habia  dado  a  la  poesía 
una  protección  i  un  impulso  cuyas  consecuencias  se  hicie- 
ron sentir  en  breve.  líl  mismo  escribió  canciones,  églogas  i 
poesías  morales  notables  por  la  elegancia  del  estilo  i  la 
fuerza  de  los  pensamientos.  Anjel  Ambrogini,  mas  conocido 
con  el  nombre  de  Píjliziano  ( 1454—1494?),  sabio  universal, 
filósofo  por  obedecer  al  gusto  de  su  tiempo,  pero  poeta  por 
naturaleza,  a  los  catorce  años  comj)uso  en  honor  de  Julián 
de  Mediéis,  vendedor  en  un  torneo,  ciento  cincuenta  octa- 
vas que  son  considerarlas  todavía  como  una  de  las  obras 
maestnis  de  la  lengua  italiana.  Poliziano,  ademas,  escribió 
canciones  populares,  una  pieza  teatral  sobre  Orfeo,  que  es 
estimada  como  el  modelo  de  la  prim^rra  composición  dra- 
mática moderna,  poesías    griegas  i    latinas,  i  diversos  tra-, 

TOMO   IV  21 


822  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 

tados  sobre  historia,  filosofía  i  jurispradencia;  Jacobo  San- 
nazar  (1458— 1530),  poeta  napolitano,  de  oríjen  español, 
que  escribia  con  la  misma  elegancia  el  latin  o  la  lengua 
vulgar,  espresó  sus'  sentimientos  patrióticos  en  sonetos 
armoniosos,  i  mereció  el  nombre  de  Virjilio  cristiano  por 
sus  pastorales,  que  son  modelos  de  elegancia  i  de  suavidad. 
Los  otros  poetas  líricos  italianos  de  esa  época  son  inferio- 
res a  los  tres  nombrados, 

La  poesía  didáctica  i  descriptiva  tratólas  materias  mas 
variadas.  Cantáronse  los  misterios  de  la  relijion  i  los  su- 
cesos mas  memorables  de  su  historia,  las  tradiciones  de  la 
mitol ojia  griega  con  la  descripción  de  la  residencia  encan- 
tada de  los  dioses  del  politeismo,  los  preceptos  de  la  moral, 
los  principios  de  la  medicina  i  de  alquimia,  i  hasta  las  re- 
glas de  la  gramática  i  de  la  métrica.  En  algunas  de  esas 
obras,  la  imajinacion  italiana  brilla  con  todo  su  esplendor. 
La  alegoría  es  de  ordinario  bien  conducida  i  las  descrip- 
ciones son  ricas  i  armoniosas. 

La  sátira  tuvo  también  en  ese  siglo  distinguidos  repre- 
sentantes. La  degradación  política  de  la  Italia  en  una 
época  de  tanto  esplendor  literario,  llevaba  a  las  armas  ese 
amargo  descontento  que  se  manifiesta  en  las  sátiras.  En 
este  jénero,  se  distinguió  Francisco  Berni,  de  quien  dijimos 
mas  atrás  que  habia  dailo  nueva  forma  al  Orlando  ennmo- 
rfido  de  Boiardo.  Aunque  canónigo  de  la  catedral  de  Flo- 
rencia, i  aunque  dotado  de  un  carácter  suave  i  bondadoso, 
atacó  de  frente  todos  los  vicios  i  todos  los  estravíos  de  su 
tiempo,  conservando  siempre  la  sonrisa  en  los  labios, 
como  si  el  criticar  no  hubiese  sido  para  él  mas  que  una  di- 
versión i  un  simple  pasatiempo.  Las  sátiras  de  Berni,  frias 
e  indiferentes  en  apariencia,  llevaban  siempre  un  gran  fon- 
do (le  malicia.  Sus  burlas,  muchas  veces  crueles  i  persona- 
Ios,  no  se  detuvieron  ni  siíjuiera  ante  el  mismo  clero,  íjue 
aborrccia  sistemáticamente.  En  una  de  sus  sátiras,  pre- 
tendia  (jue  la  peste  era  un  bien,  porque  libertaba  al  hom- 
bre, primero  de  morir  rodeado  de  frailes,  i  en  seguida  de  los 
gastos  de  entierro.  Esta  tendencia  del  espíritu  burlón  fué 


LITERATURA   ITALIAÍÍA  ^2^ 


mas  lejos  todavía.  Francisco  Molza  (1489  1544),  poeta 

natural  de  Módena  que  escribía  también  indiferentemente 

en  latín  e  italiano,  cantó  la  felicidad  terrestre  de  los  esco. 

mulgados,  que  no  tenían    nada  que  ver  con  la  corte  de 

Roma  ni  con  sus  adeptos. 

Pero  los  escritores  satíricos  mas  famosos  de  la  Italia  en 
el  siglo  XVI  fueron  el  Aretino  i  el  Aríosto,  cada  uno  en  su 
jénero.   Pedro  Bacci,  natural  de  Arezzo  en   Toscana  (1492- 
1559),  mas  conocido  con  el  nombre  de  Aretino,  atrabilia- 
rio como  escritor  i  como  crítico,  panejirísta  i  calumniador, 
mereció,  sin  embargo,  el  apodo  de  divino,  que  él  mismo  se 
daba  con  una  arrogancia  inconcebible.  Poseia  injenio,  íma 
jinacion,  delicadeza  aun  en  sus  estravíos  mas  vituperables 
pero  se  le  considera  el  tipo  de  los  escritores  dignos  del  des 
precio  universal.   Sus  obras  son   numerosas,  i  todas  respí 
ran  la  ironía  mas  amarga,  todas  pintan  de  color  negro  ei 
siglo  i  sus  mas  negros  personajes.   El  Aretino  no  perdona 
ba  anadie:  amigos  o  enemigos  eran  sacrificados  por  los  ace 
rados  filos  de  su  pluma;  i  muchos  grandes  señores  le  paga 
ban   pensiones  para  escapar  a  sus  burlas.    La  sátira  de 
Aretino  era  eminentemente  orijinal:  él  no  habia  estudiado 
los  clásicos  para  imitarlos;  pero  habia  tomado  la  sociedad 
como  se  encontraba  en   su   tiempo,   con  el  libertinaje  uni- 
versal i  el  cinismo  mas  cómodo  en  las  ideas  políticas;  i  fre- 
cuentemente, aun  en  medio  de  Ins   mentiras  i  de  las  calum- 
nias que  respiran  sus  obras,  se  dejan  ver  tristes  verdades 
espuestas  a  toda  luz  con  una  enerjía  terrible. 

El  Aretino  poseia  un  carácter  torcido  i  malo:  el  Ariosto, 
por  el  contrario,  era  un  buen  hombre,  que  nimca  tuvo  hiél 
en  el  corazón,  i  sí  sólo  algunas  impaciencias.  Hizo  sátiras 
como  Horacio,  pero  con  menos  jénio  filosófico,  porque  en- 
contró mas  de  un  defecto  intolerable  en  la  sociedad  en  que 
vivia,  porque  tuvo  por  protector  a  un  cardenal  vanidoso  i 
prosaico.  Hipólito  de  Este,  que  creía  que  el  Orlando  ena- 
morado era  sólo  un  conjunto  de  sonrisas  mas  o  menos  di- 
vertidas, í  por  último,  porque  nunca  gozó  de  esas  ventajas 
ílc  la  vida  que  aseguran  la  independencia  del  escritor.   Por 


324  MOCIONES  DB  HISTORIA  LITERARIA 

lo  demás,  sus  cuadros  son  fínos  i  espirituales,  algunas  re- 
ces violentos,  pero  sin  acritud.  En  sus  sátiras,  como  en  las 
de  casi  todos  los  poetas  de  su  siglo,  los  eclesiásticos,  gran- 
des o  pequeños,  los  frailes  i  los  cardenales,  son  las  primeras 
víctimas  de  las  burlas. 

6.— La  poesía  dramática  alcanzó  también  en  .italia  en. el 
siglo  XVI  cierto  grado  de  esplendor.  Habíase  desarrollado 
este  arte  allí  mucho  antes  que  en  los  otros  paises  de  Euro- 
pa. Desde  el  siglo  XIV,  los  italianos  tenian  representacio- 
nes dramáticas  i  poseian  obras  de  cierto  mérito.  El  drama 
de  entonces,  sin  embargo,  con  tenia  todos  los  jérmenes  de  la. 
trajedia,  de  la  comedia,  del  drama  pastoral,  de  la  ópera^ 
misma.  La  pieza  no  tenia  verdadera  esposicion,  ni  intriga^ 
ni  desenlace:  se  pasaba  de  una  idea  a  otra  con  plena  lícen — 
cia,  atropellando  las  reglas  teatrales  i  las  unidades  griegas,^ 

A  la  época  del  renacimiento,  las  representaciones  dramá- 
ticas formaban  la  principal  diversión  de  todas  las  cortes^ 
sin  esceptuar  la  de  Roma.  León  X  hizo  representar  a  su 
costa  la  trajedia  de  Sofonisba  que  el  Trissino  le  había  dedi- 
cado. Juan  Jorje  Trissino  (14781550),  caballero  veneciano 
que  sirvió  en  diversas  ocasiones  como  embajador  del  papa, 
cultivó  con  talento  la  epopeya  antigua  i  devolvió  a  la  tra- 
jedia toda  la  sencillez  del  teatro  griego.   Los  coros  resuci- 
taron para  ocupar  la  escena  cuando  por  la  marcha  de  la 
acción,  aquella  debía  quedar  vacía,  i  para  llenar  el  interva- 
lo de  los  entreactos.   La  trajedia  tuvo  una  acción  bien  des- 
arrollada i  caracteres  diseñados  con  arte.  Sofonisba  es  esa 
orguUosa  princesa  de  Numidia  que  bebe  el  veneno  de  Masi- 
nisa  para  no  dejarse  amarrar  al  carro  de  triunfo  de  Esci- 
pión. 

Dado  este  impulso,  la  trajedia  siguió  su  marcha  de  pro- 
greso. Los  asuntos  griegos  tratados  por  Sófocles  i  Eurípi- 
des fueron  imitados  con  regular  acierto  por  los  poetas  ita- 
lianos del  siglo  XVI,  o  se  tomaron  de  ellos  los  caracteres 
principales,  las  situaciones  mas  dramáticas  para  apli^^arlas 
a  otros  asuntos.  Pero  luego  nació  un  movimiento  mas 
orijinal  todavía.  Los  poetas  buscaron  en  la  historia  roma- 


LITERATURA    ITALIANA  325 

1 

na  sucesos  que  la  trajedia  no  había  esplotado.  El  Aretino 
tomó  de  Tito  Livio  el  argumento  de  su  Horacio,  que  trató 
con  toda  la  seriedad  trájica,  respetando  fielmente  la  histo- 
ria i  manifestando  en  los  detalles  un  gran  conocimiento  de 
los  usos  civiles  i  relijiosos  de  la  antigua  Roma.  Otros  toma- 
ron asuntos  mas  modernos:  así  el  Tasso  compuso  el  Tor- 
rísmundo,  trajedia  romanesca  basada  sobre  los  amores 
desgraciados  de  este  rei  de  los  godos  con  una  hija  descono- 
cida de  un  rei  de  Noruega.  En  todas  las  piezas  de  esta  úl- 
tima especie,  se  desplega  libremente  el  talento  lírico  de  los 
poetas  italianos;  pero  su  acción  es  violenta,  terrible,  recar- 
gada de  pasiones  desenfrenadas  i  de  crímenes  atroces,  que 
nos  recuerdan  las  mayores  exajeraciones  del  romanticismo  * 
moderno. 

La  comedia  no  habia  existido  en  Italia  antes  del  siglo 
XVI  mas  queenfel  estado  de   farsa  o  de  pantomina.   En 
esta  época  de  renacimiento,  los  escritores  fueron  a  buscar 
sus  modelos  en  la  antigüedad  clásica.  Las  comedias  de 
Planto  i  de  Terencio  fueron  estudiadas  i  aun  representadas, 
ya  traducidas  al  italiano,  ya  en  latín.   En  esta  escuela  se 
'ornió  una  pléyade  de  autores  cómicos  tan  notables  por  el 
talento  como  por  la  inmoralidad.  El  primero  en  orden  cro- 
nolójico  fué  el   cardenal   Bernardo  de  Dovizio  de  Bibbiena 
(14'701520),  que  hizo  representar  delante  de  León  X  su 
Calandria,  comedia  divertida  por  la  intriga  i  por  lo  grotes- 
co de  los  caracteres,   pero  excesivamente  libre  por  el  argu- 
mento i  por  el  lenguaje. 

El  Ariosto  cultivó  también  este  jénero  imitando  a  Plan- 
to i  a  Terencio.  Sus  comedias  son  menos  libres  en  la  espre- 
sion  que  la  del'cardenal  Bibbiena,  pero  no  son  menos  inmo- 
rales. A  pesar  de  esto,  es  todavía  uno  de  los  autores  cómi- 
cos mas  aplaudidos  en  Italia  por  lo  picante  de  la  intriga, 
por  la  animación  del  diálogo,  por  la  soltura  i  claridad,  que 
no  tienen  iguales  en  la  poesía  italiana.  Ademas,  pocos  es- 
critores han  tenido  en  el  mismo  grado  que  el  Ariosto  el  don 
de  pintar  los  caracteres,  los  vicios  i  las  .ridiculeces  de  los 
hombres. 


.-(26  NOCIONBH    Dfl    HISTORIA    LITERARIA 


Al  lado  de  éstos,  la  Italia  del  siglo  XVI  contó  muchos 
otros  autores  cómicos  de  mas  o  menos  injenio,  que  fueron 
aplaudidos  por  sus  contemporáneos.  Deberemos  citar  sólo 
a  dos  de  ellos.  El  Aretino,  tan  famoso  por  sus  sátiras,  com- 
puso  también  cinco  comedias  en  que  ha  bosquejado  bien  al- 
gunos accidentes  de  las  costumbres  de  su  siglo.  El  otro  es 
Nicolás  Maquiavelo,  de  cuyos  escritos  políticos  e  históricos 
hablaremos  mas  adelante.  Entre  las  obras  dramáticas  de 
éste,  se  distingue  la  Mandragora,  comedia  licenciosa,  cuya 
intriga  es  hábilmente  dirijida  i  cuyos  caracteres  son  traza- 
dos con  la  mas  franca  alegría.  Esta  pieza,  que  es  considera- 
da por  algunos  críticos  como  la  mejor  del  teatro  italiano, 
fué  representada  con  aplauso  en  la  corte  de  LeonX.  Es  una 
sátira  amarga  de  los  charlatanes,  de  los  abogados  i  hasta 
de  los  frailes;  empañada  por  la  libertad  de  la  espresion  i  de 
algunos  incidentes  de  su  fábula. 

La  comedia  no  pasó  mas  lejos  en  el  siglo  XVI  después  de 
las  obras  de  Maqniavclo,  del  Ariosto  i  del  Aretino:  perma- 
neció estacionaria  como  la  trajedia  en  el  punto  a  que  se 
habia  elevado.  Es  menester  llegar  al  siglo  siguiente  para 
encontrar  una  verdadera  innovación  en  el  jénero  dramá- 
tico. 

Sin  embargo,  no  se  puede  dejar  "pasar  desapercibido  e| 
drama  pastoral,  cuyos  primeros  ensayos  pertenecen  a  la 
edad  media,  pero  que  hizo  revivir  con  nuevo  ardor  el  estu- 
dio de  las  literaturas  clásicas,  i  en  especial,  de  las  obras  de 
Teócrito  i  de  Virjilio,  en  la  época  del  renacimiento.  Las  pri- 
meras obras  de  esta  clase  fueron  églogas  dialogadas,  frias 
i  pesadas,  en  que  se  morían  dos  o  tres  personas  en  medio 
de  largas  elejías  i  tle  tristes  lamentaciones,  en  que  el  mérito 
del  estilo  no  suplia  la  falta  de  pasión,  en  que  las  ninfas  de- 
sempeñaban el  primer  papel  i  en  (¡ue  se  presentaban  los 
pastores  como  las  víctimas  del  amor,  pero  sin  in^pimrel 
interés.  El  Tasso,  (|uc  ya  se  habia  hecho  célebre  en  otros 
jéneros, quiso  crear  al  drama  pastoral  un  brillante  destino, 
i  compuso  la  Aminta  Í1573). 

lista  obra  es  el  modelo  de  ese  estilo   delicado  i  gracioso, 


LITERATURA    ITALIANA  327 


i  de  ese  jénero  literario  mui  poco  natural  que  estuvo  tan  en 
boga  en  el  siglo  XVI.  Su  argumento  es  sencillo  i  suplan 
está  fácilmente  desenvuelto,  Amjrntas  (i  no  Aminta  como 
decimos  nosotros),  nieto  del  dios  Pan,  ama  a  Silvia,  nieta 
del  rio  que  baña  aquella  comarca  (los  alrededores  de  Ferra- 
ra). Ellos  han  pasado  junto  su  juventud,  nunca  se  han  se- 
parado; pero  el  dia  en  que  Amyntas  declara  su  amor,  Silvia 
ofendida  lo  destierra  de  su  presencia.  Sin  embargo,  aquél 
tuvo  ocasión  de  salvar  a  Silvia  délas  violencias  de  un  viejo 
sátiro;  pero  la  pastora,  tan  pronto  como  se  ve  libre,  i  siem- 
pre indiferente  al  amor,  huye  al  bosque,  Amyntas  recibe  la 
falsa  noticia  de  que  Silvia  ha  sido  devorada  por  los  lobos: 
la  desesperación  se  apodera  de  él,  i  va  a  precipitarse  de  lo 
alto  de  una  roca.  Cuando  Silvia  sabe  la  muerte  de  su  aman- 
te, se  enternece,  corre  en  su  busca  para  rendir  al  cadáver  el 
último  tributo;  pero  encuentra  a  Amyntas  en  medio  de  los 
pastoresque  lo  vuelven  a  la  vida,  porque  un  zarzal  lo  habia 
detenido  en  su  cairla,  i  sólo  estaba  desmayado.  Silvia  lo 
colma  de  caricias;  i  el  himeneo  asegura  la  felicidad  de  am- 
bos pastores.  El  éxito  de  la  Aminta  fue  preparado  por  la 
situación  de  la  sociedad  italiana,  que  queria  descansar  de 
las  sangrientas  ajitaciones  en  la  representación  de  las  esce- 
nas campestres;  pero  provino  principalmente  de  la  estrema- 
da elegancia  del  estilo,  de  la  variedad  de  los  jiros  i  de  las 
imájenes,  i  de  ese  corte  fácil  i  armonioso  de  sus  versos  desi- 
guales. El  cielo,  la  luz  de  los  paisajes  italianos,  animan, 
alumbran  esta  encantadora  composición,  en  que  el  poeta 
ha  encontrado  el  arte  de  vaciar  con  una  naturalidad  per- 
fecta i  con  un  talento  maravilloso  los  pasajes,mas  agrada- 
bles de  los  poetas  pastorales  de  Grecia*  i  de  Roma.  La  tra- 
ducción de  la  .lm//7¿a  en  verso  castellano  hecha  por  Juan 
de  Jáuregui,  es  consicl;írada  clásica,  a  pesar  de  cierto  ama- 
neramiento que  le  ha  hecho  perder  una  parte  de  la  natura- 
lidad del  orijinal. 

La  misma  delicadeza  de  estilo  se  encuentra  en  el  Pastor 

fído  (el  fiel  pastor)  de  Juan  Bautista  Guarini.  poeta  ferra- 

^res  (1537—1612;  i   rival  del  Tasso.  Su  argumento  está  to- 


328  NCCIONB8   DB   HISTORIA   UTBRARIA 

mado  de  una  leyenda  de  la  antigua  Grecia.  Una  ninfa  olvi- 
da los  votos  de  amor  que  ha  hecho  a  un  joven  pastor,  sa- 
cerdote de  Üiana:esta  diosa  castiga  aquella  falta  enviando 
a  la  Arcadia  una  peste  atroz  que  la  desoía.  El  oráculo,  a 
quien  consultan  los  arcadios  aterrorizados)  declara  que  la 
ninfa  debe  ser  sacrificada  por  ese  mismo  sacerdote.  La  víc- 
tima avanza  hacia  el  altar;  pero  el  sacrificador,  siempre 
enamorado,  en  vez  de  herirla  se  da  la  muerte  a  sí  mismo:  la 
ninfa  en  medio  de  la  desesperación,  se  inmola  sobre  el  cadá- 
ver de  su  amante.  Guarini  ha  complicado  esta  acción  por 
medio  de  numerosos  incidentes,  i  la  ha  adornado  con  dan> 
zas,  pantomima  i  canto,  alargando  su  pieza  hasta  darle 
siete  mil  versos.  En  realidad,  su  obra  no  tiene  mas  de  pas- 
toral que  el  carácter  de  los  personajes  i  debería  mas  bien 
ser  clasificada  como  un  drama  trájico.  A  pesar  de  su  féilta 
de  naturalidad  en  algunos  incidentes  i  de  cierta  sutileza  de 
estilo,  esta  obra  contiene  trozos  de  una  rara  belleza,  que 
no  han  podido  ser  imitados  por  los  numerosos  escritores 
que,  después  del  Tasso  i  de  Guarini,  han  querído  cultivar 
en  Italia  la  comedia  pastoral. 

7. —  La  prosa  italiana  no  hizo  menores  progresos  en 
aquel  siglo.  Aunque  el  estudio  de  las  lenguas  antiguas  es- 
tuviera estendido  en  toda  la  península,  i  aunque  la  im- 
prenta multiplicase  con  gran  prodigalidad  las  obras  de  la 
edad  clásica  i  el  latin  fuera  por  mucho  tiempo  el  idioma 
de  las  letras  i  de  las  ciencias,  la  lengua  vulgar  seguia  ga- 
nando terreno,  i  acabó  por  suplantarlo.  Esta  revolución, 
mui  lenta  en  sus  primeros  pasos,  quedó  casi  completamen- 
te consumada  a  mediados  del  siglo  XVL  No  solamente  se 
usaba  el  italiano  en  los  escritos,  sino  que  se  compusieron 
grandes  tratados  sobre  la  excelencia  de  esta  lengua  i  sobre 
los  medios  de  usarla  con  ventaja. 

El  mas  célebre  de  los  prosadores  de  ese  tiempo  i  uno  de 
los  mas  famosos  que  haya  producido  la  Italia,  es  Nicolás 
Maquiavelo  (Nicolo  di  Machiavelli).  Nació  en  Florencia 
en  14G8  de  una  familia  cuyos  miembros  habian  ocupado 
altos  empleos  en  su  patria,   Maquiavelo  desempeñó  eleva- 


LITERATURA    ITALIANA  329 

dos  cargos  í  sirvió  treinta  i  dos  legaciones  cerca  de  varios 
príncipes.  AI  lado  de  éstos,  i  particularmente  en  la  corte 
deCéfar  Borjia,  pudo  conocer  de  cerca  las  perfidias,  las 
maldades  i  los  crímenes  de  que  se  componia  el  arte  de  rei- 
nar. Comprometido  en  Florencia  en  una  conjuración  que 
fué  descubierta  i  sofocada  por  la  facción  opuesta  (1512)» 
apresado  i  torturado  por  orden  de  los  Médicis,  Maquiave- 
lo  sufrió  estas  pruebas  terribles  con  un  valor  heroico,  sin 
descubrir  los  nombres  de  sus  cómplices.  Puesto  en  liber- 
tad, pasó  el  resto  de  sus  dias  en  la  pobreza  i  en  el  retiro, 
escribiendo  las  obras  que  lo  han  hecho  famoso.  Maquiave- 
lo  murió  en  1527. 

La  mas  conocida  i  la  mas  célebre  de  las  obras  de  Ma- 
quiavelo  tiene  por  título  Tratado  del  Príncipe,  En  ella  ha 
consignado  todas  sus  reflexiones  sobre  el  gobierno  abso- 
luto, i  constituye,  por  decirlo  así,  el  código  de  la  tiranía 
mas  infame  e  inmoral.  Enseña,  en  efecto,  como  un  usurpa- 
dor hábil,  que  no  está  contenido  por  ningún  principio  de 
moral,  puede  consolidar  su  poder  no  considerando  los  gru- 
pos sociales  mas  que  como  combinaciones  de  intereses 
contrarios  i  de  cálculos  egoistas,  en  que  la  autoridad  co- 
rresponde de  derecho  al  mas  fuerte,  es  decir,  al  mas  malo  i 
al  mas  hipócrita.  ¿Participaba  el  autor  de  estas  opiniones 
inmorales,  señalaba  sólo  hechos  conocidos  de  su  tiempo, 
o  hacia  la  crítica  disimulada  de  la  política  de  su  siglo? 
••Dudamos,  dice  Lord  Macaulay  que  haya  en  la  historia  li- 
teraria un  hombre  tan  jeneralmente  odioso  como  el  de  Ma- 
quiavelo.  Las  espresiones  que  se  emplean  de  ordinario  para 
designarlo,  parecen  implicar  que  ha  sido  el  tentador,  el 
mal  espíritu,  el  revelador  de  la  ambición  i  de  la  venganza, 
el  inventor  orijinal  del  perjurio,  que  antes  de  la  publica- 
ción del  Príncipe,  su  obra  fatal,  no  hubo  jamas  ni  un  hi 
pócrita,  ni  un  tirano,  ni  un  traidor,  ni  una  virtud  finjida, 
ni  un  crimen  utilitario.  En  efecto,  es  casi  imposible  a  los 
que  no  están  instruidos  en  la  historia  i  en  la  literatura  de 
Italia,  el  leer  sin  horror  i  sin  estupefacción  el  célebre  tra- 
tado que  ha  traido  tantos  ataques  al  nombre  de  Maquia" 


.     B30  NOCIÓN iQ8   DE    HISTORIA    LITBRARIA 

velo.  La  ostentación  de  una  perversidad  tan  desnada  i,  sii 
embargo,  tan  poco  vergonzosa,  la  atrocidad  fría,  juiciosc 
reducida  a  ciencia,  parecen  ser  de  un  demonio  mas  bie 
que  de  un  hombre,  aunque  éste  fuese  el  mas  depravad 
de  los  hombres.  Los  principios  que  el  malvado  mas  endt 
recido  osaria  apenas  invocar  por  una  reticencia  delant 
del  mas  esperimentado  de  sus  cómplices,  o  que  no  ^e  con 
fesaria  a  sí  mismo  sin  disfrazarlos  bajo  algún  sofisma  ate 
nuante,  son  profesados  sin  el  menor  circunloquio,  i  toma 
dos  por  axiomas  fundamentales  de  toda  la  ciencia  política 
No  es,  pues,  singular  que  los  lectores  vulgares  considercí 
al  autor  de  tal  libro  como  la  mas  depravada  i  la  mas  dea 
vergonzada  de  las  criaturas  humanas.  Pero  los  hombre 
prudentes  se  sienten  inclinados  a  mirar  de  cerca  i  con  ui 
ojo  desconfiado  a  los  ánjeles  i  los  demonios  que  se  forja  1í 
muchedumbre;  i  en  el  caso  que  nos  ocupa,  diversas  circuns 
tancias  han  conducido  aun  a  los  observadores  superficiale 
a  poner  en  tela  de  juicio  la  decisión  del  vulgo.  Es  notorii 
que  Maquiavclo  fué  durante  toda  su  vida  un  celoso  rcpu 
blicano.  El  mismo  año  en  que  compuso  su  manual  del  art 
de  reinar,  sufrió  la  prisión  i  la  tortura  por  la  causa  de  lai 
libertades  públicas.  Parece  inconcebible  que  el  mártir  de  h 
libertad  haya  podido  convertirse  deliberadamente  en  após 
tol  de  la  tiranía.  Por  esto,  muchos  autores  eminentes  har 
tratado  de  descubrir  en  esta  obra  desgraciada  un  sentid c 
oculto,  mas  conciliable  con  el  carácter  i  con  la  conducta  de 
autor,  que  el  sentido  que  se  revela  a  primera  vista'*.  Se  ha 
pretendido  que  Maquiavelo,  íi\  paso  que  enseñaba  a  los 
príncipes  a  constituirse  en  tiranos,  enseñaba  también  a  loa 
pueblos  a  desembarazarse  de  la  tiranía;  pero  es  probable 
que  el  célebre  escritor  no  tuvo  otro  propósito  que  el  de  re- 
ducir a  axiomas  la  política  de  su  siglo,  perversa  i  desleal, 
(|iie  autorizal)a  los  mayores  crímenes  para  llegar  a  un  fin 
<kscadí),  (|ue  sacrificaba  al  individuo,  su  fortuna,  su  vida  i 
lia.«í:ta  su  honradez,  para  alcanzar  la  prospei^iilad  de!  estíido 
a  la  del  príncipe. 

Maquiavelo  ha  escrito  también  sobre  muchas  otras  ma- 


LITERATURA    ITALI '  NA  331 


tenas,  aparte  de  su  correspondencia  diplomática  que  tiene 
un  grande  interés  para  la  historia  de  ese  siglo.  Sus  Discur- 
sos sobre  Tito  Livio,  donde  estudia  las  causas  de  la  gran- 
deza de  los  romanos  i  de  la  debilidad  de  otros  pueblos,  ma- 
nifiestan una  erudición  profunda,  un  juicio  seguro,  una 
singular  fuerza  de  espíritu  para  jeneralizar,  i  un  gran  cono- 
cimiento del  corazón  humano.  Su  Historia  de  Florencia  es 
una  obra  maestra  de  claridad  i  de  elegancia  en  cuanto  al 
<stilo,  i  de  crítica  histórica  respecto  a  los  pensamientos, 
a  pesar  de  su  odio  sistemático  al  poderde  los  papas.  El  au- 
-tor  se  ha  ocupado  menos  de  las  guerras  esteriores  que  de 
los  movimientos  interiores  i  de  sus  perturbaciones  demo- 
cráticas. Por  último,  en  su  Arte  de  //i  guerra, escrito  en  for- 
ma de  diálogo,  Maquiavelo  ha  enseñado  a  la  posteridad  la 
manera  cómo  peleaban  los  soldados  del  siglo  XV,  con  una 
multitud  de  pormenores  de  un  alto  interés  histórico. 

8.— La  reputación  de  Maquiavelo  ha  eclipsado  la  de  los 
otros  escritores  políticos  de  su  siglo;  pero  como  historia- 
dor, tuvo  un  rival  poderoso  en  Francisco  Guicciardini,  si 
no  en  la  profundidad  filosófica  i  en  el  vigor  para  reproducir 
]a  verdad  con  unas  cuantas  pinceladas,  a  lo  menos  por  el 
arte  literario,  por  la  claridad  de  esposicion  i  por  el  estudio 
prolijo  i  concienzudo  de  los  hechos. 

Nacido  en  F'lorencia  en  1482,  Guicciardini  fué  en  su  ju- 
ventud profesor  de  jurisprudencia,  desempeñó  mas  tarde 
una  misión  diplomática  cerca  del  rei  de  Espfiña  i  varios 
cargos  políticos  i  militares  por  orden  de  diversos  papas,  i 
pasó  sus  últimos  años  en  el  retiro,  consagrado  a  poner  en 
orden  sus  recuerdos  i  a  escribir  la  obra  que  lo  ha  hecho  in- 
mortal, La  fí/.síor/a  de  Italia  de  Guicciardini  comienza  en 
1494  con  la  invasión  de  los  franceses  bajo  Carlos  VIII,  i 
termina  en  1584.  Está  dividida  en  veinte  libros,  de  los  cua- 
les los  dieciseis  primeros  son  de  un  mérito  superior.  La 
muerte  sorprendió  al  autor  en  1540,  antes  de  haber  revisa- 
do los  cuatro  últimos.  A  esta  circunstancia  debe  atribuirse 
el  que  aquella  obra   famosa  circulara  manuscrita  durante 


332  NOCIONB8   DB   HISTOBIA   LITBRARIA 


mas  de  veinte  años  sin  alcanzar  los  honores  de  la  im- 
presión. 

Concebida  i  ejecutada  sobre  el  plan  i  según  el  método  de 
los  antiguos,  la  historia  de  Guicciardini  abunda  en  retra- 
tos bien  dibujados  i  en  discursos  de  una  prolijidad  a  veces 
fatigosa,  pero  donde  se  encuentran  rasgos  elocuentes,  pen- 
samientos nuevos  i  profundos,  imájenes  verdaderas  i  pal- 
pables que  hacen  olvidar  que  el  autor  se  sustituye  al  perso- 
naje que  pone  en  escena.  Verídico,  imparcial  hasta  el  punto 
daño  paliar  ningún  hecho  histórico,  trata  a  la  corte  de 
Roma,  a  la  cual  servia,  con  la  misma  libertad  que  a  sus 
enemigos.  Al  revés  de  Maquiavelo,  Guicciardini  se  muestra 
siempre  amigo  de  la  humanidad  i  de  la  justicia,  enemigo  de 
los  abusos  del  poder  soberano,  vengador  de  la  virtud  opri- 
mida por  la  arbitrariedad,  filósofo  ilustrado,  político  hábil, 
republicano  prudente.  Su  estilo,  a  veces  nervioso  i  enér- 
j ico,  a  veces  vivo  i  rápido,  siempre  correcto,  armonioso  i 
elegante,  cautiva  i  encanta  al  lector. 

Al  lado  de  esos  dos  grandes  maestros  en  el  arte  de  escri- 
bir la  historia,  figura  sobre  otros  muchos  un  escritor  de 
mérito  distinguido,  cuyas  obras  son  leidas  con  interés.  Pa- 
blo Jovio  (Paolo  Govioj,  eclesiástico  natural  de  Como 
(1483-1552),  i  protejido  alternativamente  por  los  mas  no- 
tables personajes^ nacionales  o  estranjeros  que  intervinie- 
ron en  los  negocios  de  Italia,  escribió  en  latin  varias  obras 
i  entre  ellas  una  historia  jenenil  de  su  tiempo  i  muchos  elo- 
jios  biográficos  de  contemporáneos  suyos.  Reconociendo 
el  buen  método  de  su  plan,  la  claridad  i  elegancia  de  su  es- 
tilo, i  la  abundancia  de  las  noticias  que  consigna  en  sus 
obras,  se  debe  censurarle  la  parcialidad  con  que  ha  ensal- 
zado a  los  protectores  que  le  pagan  sus  elojios  i  denigrado 
con  sus  sátiras  a  los  que  se  mostraban  poco  jenerosos. 

9. — Eneljénero  novelesco,  volvemos  a  encontrar  toda- 
vía a  Maquiavelo.  Una  novela  suya  titulada  Belphegor,  es 
una  sátira  de  las  mujeres  en  jeneral,  i  de  la  suya  propia  en 
particular,  según  se  dice.  Como  todas  sus  obras,  ésta  está 
escrita  en  un  estilo  vivo  i  brillante  i  con  una  elegancia  que 


LITBRATUKA   ITALIANA  333 


la  ha  hecho  colocar  en  el  número  de  los  textos  clásicos  de  la 
lengua. 

En  jeneral,  la*;  novelas  italianas  del  siglo  XVI,  se  distin- 
guen por  la  orijinalidad  a  veces  estravagante  de  la  fábula, 
i  con  frecuencia  por  la  purera  del  estilo;  pero  se  ostenta 
también  en  casi  todas  ellas  una  licencia  desmedida  en  los 
sucesos  que  se  narran  i  hasta  en  el  lenguaje.  Cintio  Giral- 
di,  médico  i  poeta  ferrares  (1504-1575).  i  Sebastian  Erizzo, 
anticuario  veneciano  (1522-1585),  quisieron  moderar  por 
su  ejemplo  la  libertad  de  la  mayor  parte  de  los  íiovelistas; 
pero  tuvieron  pocos  lectores  en  medio  de  la  corrupción  je- 
neral.  Shakspeare  tomó  mas  tarde  del  primero  de  ellos  el 
argumento  del  Ótelo,  al  cual  dio  nueva  vida  en  su  drama 
inmortal.  Las  únicas  novelas  que  estuvieron  exertas  de 
ese  defecto  fueron  las  que  pertenecen  al  jénero  trájico.  De 
este  número  es  Romeo  i  Julieta  de  Luis  da  Porto,  poeta  i 
novelista  nacido  en  Vicencio  en  1485,  que,  tratando  un 
asunto  basado  en  una  antigua  tradición,  preparó  también 
una  acción  que  ha  inmortalizado  el  mismo  Shakspeare. 

SIGLO  xvii 

10. — La  literatura  italiana  del  siglo  XVI  habia  sido  la 
mas  rica  i  la  mas  brillante  de  toda  la  Europa.  Desde  prin- 
cipio del  siglo  siguiente,  comienza  a  percibirse  una  sensible 
decadencia  política.  Aunque  el  papel  de  los  diversos  esta- 
dos que  componian  la  península  fué  en  cierto  modo  pasivo 
desde  que  principiaron  las  guerras  de  Italia,  hubo  siempre 
algún  movimiento  en  las  luchas  sostenidas  por  Venecia  i 
por  los  papas  para  arrojar  fuera  a  los  bárbaros,  Pero  des- 
de que  las  armas  decidieron  definitivamente  quién  seria  el 
señor,  desde  que  la  dominación  absoluta  de  la  España  no 
encuentra  rivales  ni  contradictores  en  el  Milanesado,  en 
Ñapóles  i  en  Sicilia,  el  espíritu  pú])lico  desaparece,  i  la  pos- 
tración literaria  cunde  con  gran  rapidez. 

Aun  en  los  estados  que  escaparon  a  la  dominación,  pero 
nó  a  la  influencia  española,  las  letras  no  tenian  mas  por- 


334  NOCIÓN B8    DB   HISTORIA    LITBRARIA 


vemir.  En  Venecia,  la  tiranía  del  consejo  de  los  diez,  con 
su  sistema  de  prohibición  universal,  hacia  imposible  todo 
desarrollo  literario.  En  Florencia,  los  últimos  Mediéis» 
fieles  a  sus  tradiciones  de  familia,  protejian  aun  las  artes 
i  las  ciencias;  pero  su  protección  no  se  atrevía  a  luchar  con 
el  poder  de  la  inquisición,  i  tuvo  que  limitarse  a  las  cien- 
cias  o  a  las  bellas  artes.  Los  Médicis  no  ptidieron  salvar 
a  Galileo  del  poder  de  los  inquisidores,  que  lo  obligaron  a 
abjurar  su  herejía  astronómica  (1533).  Las  familias  de 
los  otros  príncipes  italianos  habían  decaido  tanto  que  ni 
aun  podian  ejercer  ese  patronato  literarrio,  último  resto  de 
su  soberanía. 

11. — Los  poetas  italianos  de  esta  época  de  decadencia 
que  se  inicia  en  los  últimos  años  del  siglo  XVI  i  que  se  es- 
tiende hasta  mediados  del  siglo  XVIII,  son  conocidos  en  la 
historia  literaria  con  el  nombre  de  secentisti  (seiscientis- 
tas),del  número  1600,  que  ha  pasado  a  designar  la  falta  de 
gusto. 

El  primero  de  estos  poetas  por  orden  cronolójico  tuvo 
algo  de  mas  varonil  que  sus  contemporáneos.  Gabriel  Cliia- 
brera,  nacido  en  Savona  a  mediados  del  sig'o  XVI  i  muerto 
en  1637,  pasó  su  larga  vida  consagrado  al  cultivo  de  la 
poesía,  i  escribió  cinco  poemas  caballerescos, muchas  come- 
dias destinadas  a  tener  acompañamiento  de  música  i  que 
son  las  primeras  en  este  jénero,  i  tres  volúmenes  de  poesías 
líricas  en  que  está  fundada  su  re[)utacion.  Abandonando 
las  huellas  trazadas  por  Petrarca,  la  canción  i  el  soneto,  se 
hizo  nuevo  remontando  en  su  imitación  en  busca  de  mode- 
los mas  antiguos,  Píndaro  i  Anacreon.  Los  imitó  en  efecto 
algunas  veces  con  felicidad;  pero  se  reprocha  a  su  estilo  mu- 
cho arte  i  rcl)uscamiento. 

Viene  en  seguida  Juan  Bautista  Marini  (1569-1625),  el 
héroe  de  esta  época  de  decadencia,  a  (juien  Sismondi  llama 
el  gran  corruptor  del  gusto  de  los  italianos.  Nacido  en  Ña- 
póles en  el  seno  de  una  familia  acomodada,  Marini  se  sepa- 
ró (le  su  padre,  que  quería  dedicarlo  a  la  carrera  del  foro, 
pasó  a  Roma  i  en   seguida  a  Saboya,   donde  cultivó  libre- 


LITERATURA   ITALIANA  335 


mente  la  poesía,  al  mismo  tiempo  que  desempeñaba  algu- 
nos cargos  públicos.  Engolfado  en  querellas  de  oríjen  lite- 
rario, pero  que  alguna  vez  pusieron  en  peligro  su  vida,  Ma" 
rini  se  trasladó  a  Francia,  donde  la  reina  Maria  de  Médicis 
lo  tomó  bajo  su  protección. 

Dotado  de  un  verdadero  talento  i  de  una  facilidad  mara- 
villosa, puso  una  versificación  feliz,  un  estilo  vivo  i  pinto- 
resco al  servicio  de  una  imajinacion  sin  freno;  i  los  contem- 
poráneos acabaron  por  creer  con  él  que  mientras  mas  se 
alejaba  el  escritor  de  la  naturalidad  mas  se  acercaba  a  la 
verdadera  poesía.  Ademas  de  un  gran  número  de  madriga- 
les i  de  sonetos,  Marini  escribió  un  poema  con  el  título  de 
Adónisy  que  le  valió  la  mayor  parte  de  su  celebridad,  i  que 
es  un  resumen  de  sus  cualidades  i  de  sus  defectos.  Se  encuen- 
tran en  é\  los  recuerdos  de  la  mitolojía  griega  mezclados  a 
las  leyendas  jermánicas.  El  Amor,  irritado  contra  su  ma- 
dre, hace  venir  del  fondo  de  la  Arabia  al  hermoso  Adonis, 
íKl  cual  ella  se  enamora  perdidamente.  Marte, celoso  del  re- 
cien venido,  se  confabula  con  una  hada  maléfica  que  se  roba 
a  .-Vdónis.  Este,  sin  embargo,  vuelve  al  lado  de  la  diosa, 
ptro  muere  en  la  caza  como  lo  hace  morir  Ovidio,  bajo  el 
diente  de  un  jabalí.  La  exajeracion  en  el  estilo,  las  figuras 
ampulosas,  los  juegos  de  injenio  i  de  palabras,  i  sobre  todo, 
la  falta  de  naturalidad,  son  los  defectos  que  empañan  esta 
obra,  en  cpie,  sin  embargo,  se  encuentran  las  verdaderas 
dotes  de  insjJracion  i  una  agradable  armonía  en  la  versifi- 
cación. A  pesar  de  todo,  Marini  gozó  largo  tiempo  de  una 
gran  nombradía.  Sus  admiradores  dieron  a  ese  estilo  afee, 
tadf;  el  nombre  de  marinesco.  En  Francia  i  en  España,  se  le 
tributó  un  verdadero  culto,  (|ue  en  realidad  no  prueba  gran 
cosa  en  favor  del  gusto  entonces  reinante.  Cuando  Marini 
volvió  a  Italia,  obtuvo  un  triunfo  a  su  |)aso  por  Roma,  i  al 
fin  murió  en  Ñapóles  rodeado  de  elojios  i  de  respe co. 

Los  aplausos  tributados  a  Marini  produjeron,  como  de- 
bía esperarse,  un  gran  número  de  imitadores  que  gozaron 
tambierí  en  su  tiempo  de  una  alta  reputación  en  toda  Ita- 
lia. Pocos  fueron  los  poetas  que  conservaron  la  tradición  de 


336  NOGIONBS    DB   HISTORIA   LITBRARIA 

la  sencillez  i  del  buen  gusto,  o  que  lloraron  la  decadencia 
moral  i  política  de  la  patria  con  acentos  dignos  de  este 
grande  asunto.  A  este  número  pertenece  el  Florentino  Vi- 
cente Felicaia  (1642-1707),  el  mas  noble,  el  mas  moral  i  el 
mas  patriota  de  los  poetas  italianos.  Muchas  de  sus  obras 
tienen  por  objeto  la  Italia  decaída  de  su  antiguo  esplendor; 
pero  las  mas  justamente  célebres  canean  las  victorias  de  los 
cristianos  sobre  los  turcos  que  habian  sitiado  a  Viena  i  que 
fueron  derrotados  por  el  rei  de  Polonia,  Juan  Sobieski. 

12. — La  literatura  italiana  del  siglo  XVII  es  mui  rica  en 
poemas  didácticos.  Diversos  poetas  cantaron  la  filosofía 
moral,  el  arte  de  la  navegación,  el  cultivo  de  la  seda,  i  has- 
ta los  principios  de  la  versificación.  Pero  entre  todas  las 
obras  poéticas  de  alguna  estension,  son  las  epopeyas  bur- 
lescas las  mas  justamente  célebres. 

La  mas  famosa  de  todas  es  el  Cubo  robado  (la  Secchia 
rápita)  de  Alejandro  Tassoni.  Nacido  en  Módena  (1563)  i 
muerto  en  1635,  Tassoni  desempeñó  en  su  patria  impor- 
tantes destinos  i  escribió  varias  obras,  de  las  cuales  el  poe- 
ma mencionado  es  la  mas  famosa.  El  asunto  está  tomado 
de  lino  de  los  recuerdos  históricos  de  Módena. 

En  una  de  las  numerosas  guerras  del  siglo  XIII,  los  mo- 
deneses  penetraron  a  mano  armada  en  Bolonia  i  tomaron 
un  cubo  qué  encontraron  atado  a  la  cuerda  de  un  pozo  ea 
meíjio  de  la  ciudad,  llevándi)lo  al  campanario  de  la  cate- 
dral de  Módena,  donde  lo  conservaron  hasta  el  siglo  XVII 
como  un  trofeo  militar.  Sobre  este  asunto,  mui  favorable 
para  la  burla,  el  poeta  ha  escrito  doce  cantos  épicos,  en  que 
ha  sabido  aplicar  con  buen  éxito,  el  estilo  heroico  a  los  ob- 
jetos mas  lijeros  i  mas  ridículos,  i  mezclar  lo  grotesco  a  lo 
serio.  Tassoni,  no  contento  con  celebrar  todos  los  inciden, 
tes  burlescos  a  que  da  lugar  este  asunto,  introduce  también 
a  los  dioses  del  Olimpo,  que  se  interesan  en  tomar  parte  en 
la  guerra  accediendo  así  a  las  súplicas  de  los  belijerante*S; 
pero  aquellos  aparecen  en  la  escena  revestidos  de  un  carác- 
ter grotesco  (jue  da  a  la  obra  un  sabor  especial.  Dotado  de 
un  espíritu  injenioso  i  sin  hiél,  de  una  graciosa  facilidad,  de 


LITERATURA    ITALIANA  337 


una  alegría  Hjera,  i  empleando  una  versificación  cuidada,  el 
poeta  casi  hace  olvidar  algunas  trivialidades  de  su  obra  i 
ciertos  pasajes  poco  noble.  Al  lado  de  ella,  los  otros  poe- 
mas burlescos  italianos  compuestos  en  ese  mismo  siglo,  ca- 
ái  son  desconocidos. 

13. — La  comedia  italiana  de  esta  época  deja  ver  también 
los  síntomas  de  la  decadencia  literaria.  No  hablamos  aquí 
de  la  ópera  o  drama  en  música,  cuyo  primer  ensaN'o  fué  re- 
presentado en  1594.,  i  que  tomó  gran  desarrollo  en  el  siglo 
siguiente.  En  jeneral,  las  comedias  italianas  de  este  tiempo 
compuestas  con  el  solo  objeto  de  agradar  al  populacho,  no 
se  elevaron  mas  allá  de  la  farsa,  en  que  los  puntapiés  i  los 
golpes  que  se  dan  los  personajes  ocupan  el  primer  lugar.  El 
gusto  de  lo  estraordinario  i  de  lo  maravilloso  rompia  toda 
unidad  en  la  acción  aun  en  las  piezas  serias.  Veíanse  en 
ellas  monstruos,  combates,  muchedumbres  de  pueblo,  ca- 
rros que  corrian  en  la  escena  tirados  por  caballos  verdade- 
ros, en  fin,  todos  los  resortes  que  en  nuestro  tiempo  ha 
puesto  en  juego  la  escuela  romántica. 

14-.— Esta  afectación  literaria,  ese  falso  brillo  que  con 
tanto  anhelo  buscaban  los  poetas,  invadió  también  la  ora- 
toria i  casi  todos  los  jéneros  en  prosa.  Los  prosadores  bus- 
caban ante  todo  los  efectos  de  palabras,  los  pensamientos 
rebuscados  i  sorprendentes,  los  jiros  inesperados;  pero  hubo 
algunos  de  ellos  que,  apartándose  cuando  era  posible  de  ese 
mal  camino,  dejaron  obras  duraderas.  Vamos  a  ocuparnos 
lijeramente  de' tres  de  ellos. 

Galileo  Galilei,  nacido  en  I^isa  en  1564,  enseñó  las  mate- 
máticas en  Florencia  i  en  Padua,  inventó  curiosos  instru- 
mentos de  observación,  tales  como  el  péndulo  i  el  telesco- 
pio, i  cultivó  las  ciencias  aplicando  a  su  estudio  el  método 
esperimental.  Así  fué  como  llegó  a  probar  la  verdad  del  sis- 
tema planetario  de  Copérnico,  quien  medio  siglo  antes  ha- 
bía anunciado  que  la  tierra  jiraba  al  rededor  del  sol.  No  es 
éste  lugar  (le  referir  las  persecuciones  que  estos  descubri- 
mientos atrajeron  a  Galileo,  ni  la  retractación  que  se  vio 
obh'gado  a  hacer  para  recobrar  su   libertad.  Juzgado  sim- 

TOMO    IV  22 


338  NOCIONBS    DB    HISTORIA   LITERARIA 

plemente  como  escritor,  el  sabio  materna  tico  se  recomienda 
por  la  pureza  del  estilo,  por  una  elocuencia  fácil  i  llena  de 
gracia,  i  por  un  gran  vigor  de  raciocinio  cuando  combate 
los  errores  de  los  pretendidos  sabios  que  en  pleno  siglo 
XVII  vivían  aun  enredados  en  las  discusiones  escolásticas 
Es  notable  entre  otra  piezas  una  estensa  carta  en  que  re- 
fiere el  proceso  que  se  le  siguió  en  Roma  para  obligarlo  a 
abjurar  sus  errores  astronómicos.  Galileo  murió  en  Floren- 
cip  en  1641,  el  mismo  año  que  nació  en  Inglaterra  Isaac 
Newton,  uno  de  los  mas  portentosos  injenios  que  la  ciencia 
haya  producido. 

Enrique  Caterino  Dávila,  aunque  descendiente  de  una  fa- 
milia española,  nació  en  los  alrededores  de  Padua  en  1576. 
Habiendo  pasado  a  Francia  de  mui  corta  edad,  sirvió  en  la 
corte  de  Catalina  de  Médicis,  i  después  en  el  ejército  de  Enri- 
que IV,  i  tomó  parte  en  casi  todas  las  guerras  civiles  que 
mantuvieron  ajitado  a  aquel  pais  en  la  última  parte  del  si- 
glo XVI.  De  vuelta  a  Italia,  i  después  del  prolijo  estudio 
de  todos  los  documentos,  escribió  una  minuciosa  Historia 
de  las  guerras  civiles  de  Francia  de  1559  a  1598.  Aunque 
falto  de  fuerza  i  de  gusto  por  el  excesivo  refinamiento.  Dá- 
vila escribe  con  elegancia  i  rapidez,  cuenta  los  sucesos  con 
orden,  con  claridad  i  con  buen  método,  i  juzga  los  aconte- 
cimientos i  los  hombres  con  una  gran  frialdad  i  bajo  cierto 
punto  de  vista  filosófica  que  revelan  al  discípulo  aventaja- 
do de  Maquiavelo.  Dávila  murió  asesinado  en  Verona  en 
1(331. 

Pedro  Sarpi  (15521623),  mas  conocido  con  en  el  nom- 
bre de  I"ra  Paolo  (juc  él  mismo  se  dio  al  abrazar  la  vida 
monástica,  era  un  fraile  veneciano  famoso  por  su  ciencia  i 
por  las  escentricidades  de  su  carácter.  Sarpi  es  conocido 
]>articularmente  por  una  Historia  del  Concilio  de  Trento, 
obra  notable  |)or  la  manera  orijinal  de  esponer  los  hechos, 
de  anudarlos  i  de  juzgarlos,  por  la  elección  de  los  materia- 
les, 1  por  un  estilo  claro,  nutrido  i  agradable,  pero  escrita 
con  espíritu  manifiesto  de  hostilidad  a  la  corte  de  Roma,  lo 
íjue  a  veces  daña  a  la  rectitud  del  juicio  del  autor,  i   lo  que 


LITERATURA    ITALIANA  339 


ha  hecho  creer  que  éste  profesaba  secretamente  ideas  calvi- 
tiistas.  Para  refutar  esta  obra,  el  cardenal  Pallavicino 
<  1607*1667)  escribió  otra  historia  del  mismo  concilio  nota- 
ble por  el  grande  acopio  de  documentos  i  noticias  i  por  el 
^rte  con  que  las  ha  coordinado. 

SIGLO  XVIII 

15.— La  literatura  italiana  habia  ejercido  una  grande  in- 
fluencia en  Francia  duranteel  siglo  XVII,  en  el  siglosiguien- 
te,  fué  al  contrario  la  influencia  francesa  la  que  predominó 
en  Italia,  e  introdujo  en  ella  las  ideas  filosóficas  que  enton- 
ces ocupaban  todos  los  espíritus.  Ya  los  italianos  habian 
tratado  de  operar  una  reacción  contra  la  escuela  de  Mari- 
ni,  para  volver  a  la  lengua  su  elegante  sencillez.  La  reina 
Cristina  de  Succia,  después  de  haber  abdicado  su  corona, 
se  habia  establecido  en  Roma,  i  en  1690,  reunió  en  el  pala- 
cio de  Corsini  una  sociedad  de  sabios  i  de  literatos  con  el 
nombre  de  Arcadia  romana.  Sus  miembros,  hombres  i  mu- 
jeres, eran  inscritos  con  un  nombre  de  pastores  griegos,  i  al 
principio  concurrian  a  las  sesiones  con  el  traje  de  pastores 
de  Arcadia.  Para  corresponder  a  su  título,  los  arcades  cul- 
tivaron esclusivamente  la  poesía  pastoral;  i  en  breve  no  se 
vio  en  toda  la  Italia  mas  que  poetas  bucólicos  que  aumen- 
taban de  una  manera  sorprendente  las  églogas,  los  idilios  i 
ios  sonetos,  perdiendo  al  cabo  toda  orijinahdad.  Pero  si  es- 
ta sociedad  no  se  distinguió  mucho  por  las  obras  que  pro- 
dujo, prestó  grandes  servicios  depurando  el  gusto,  i  volvien- 
do al  estilo  la  sencillez  que  habia  perdido.  La  influencia 
francesa  vino  en  breve  a  consumar  esta  revolución. 

Esta  influencia  de  la  escuela  filosófica  no  se  hizo  sentir 
solamente  en  las  ideas  sino  también  en  el  estilo.  Los  auto- 
res itaHanos  tomaron  de  ella  la  elegante  precisión;  el  jiro 
natural,  vivo  i  feliz  de  la  frase,  i  fueron  hasta  aumentar  su 
propio  idioma  con  numerosos  neolojismos.  Compusiéron- 
se entonces  ademas  grandes  trabajos  de  crítica  sobre  la  len- 
gua, que  demostraron  su   valor  intrínseco   i  las  ventajas 


340  NOCIONES   DB   HISTORIA    LITERARIA 

de  la  naturalidad   para  dar  brillo  i  realce  en   los  pensa- 
mientos. 

No  fué  menor  la  importancia  de  esta  revolución  por  1í>- 
que  toca  al  fondo  de  las  grandes  obras  que  entonces  se  com- 
pusieron, Juan  Baustista  Vico,  filósofo  napolitano  (1664 — 
1744),  fundó  en  Italia  la  filosofía  de  la  historia,  buscándole 
una  base  indestructible  en  el  estudio  de  la  sociedad,  i  pro- 
bando que  el  escepticismo  razonado  es  uno  de  los  medios 
mas  seguros  de  investigación.  Estos  estudios  aplicados  por 
algunos  hombres  de  un  mérito  sólido,  produjeron  en  breve 
una  notable  literatura  histórico  filosófica. 

16. — La  revolución  se  hizo  sentir  en  el  drama  antes  que 
en  cualquier  otro  jénero  de  bella  literatura.  La  ópera,  com- 
puesta de  drama  i  de  música,  estaba  por  esto  mismo  es- 
puesta a  dejenerar.  En  efecto,  a  principios  del  siglo  XVIIL 
la  música  habia  dominado  de  tal  suerte  que  la  parte  litera- 
ria había  sido  completamente  sacrificada.  Apostólo  Zeno 
(1568 — 1750),  literato  veneciano  de  una  inmensa  erudición, 
emprendió  una  reforma  que  se  creia  necesaria;  i  aparte  de 
muchas  otras  obras  de  diferentes  jéneros,  escribió  sesenta  i 
tres  piezas  dramáticas,  trajedias,  comedias,  óperas,  etc. 
Admirador  de  los  griegos  i  de  la  trajedia  francesa,  trató  de 
asuntos  griegos  según  el  método  clásico  de  los  grandes 
trájicos  franceses.  Aunqne  mui  poco  orijinal  de  ordinario, 
i  aunque  ha  revestido  de  cierta  monotonía  los  asuntos  que 
trata,  Zeno  puede  considerarse  como  el  iniciador  de  la  re. 
forma  en  el  arte  dramático. 

Casi  en  la  misma  época,  otro  poeta  de  grande  ilustración 
también,  Escipion  Maffei  (1675 — 1755),  caballero  noble  de 
Verona,  autor  de  algunas  obras  históricas  i  de  un  tratado 
crítico  sobre  el  teatro,  compuso  una  trajedia  que  hizo  gran- 
de impresión  en  toda  Italia.  La  Mérope,  tal  es  su  título, 
tiene  por  objeto  probar  que  un  asunto  trájico  no  necesita 
del  amor  para  interesar  a  los  espectadores.  El  autor  ha 
descuidado  algo  la  forma  esterior  de  su  obra,  i  ha  multipli- 
cado los  acontecimientos  haciéndolos  confusos  e  inverosí- 
miles; pero  estos  defectos  están  compensados  por  el  interés 


LITERATURA    ITALIANA  341 


siempre  creciente  que  exita  entre  los  espectadores  una  an- 
siedad continua. 

17.— Los  nombres  de  Zeno  i  de  Maffei,  aunque  familiares 
todavía  para  los  literatos,  han  perdido  mucho  de  su  popu- 
laridad aun  en  la  misma  Italia.  No  sucede  lo  mismo  con 
otros  tres  poetas  dramáticos,  que  consumaron  la  revolu- 
ción literaria.  Queremos  hablar  de  Metastasio,  de  Goldoni 
i  de  Alfieri. 

Perí)  Antonio  Trapassi,  mas  conocido  con  el  nombre  de 
Metastasio,  que  él  mismo  se  dio  ^  nació  en  los  estados  de 
la  iglesia  en  169S,  de  una  familia  de  artesanos;  pero  reci- 
bió una  esmerada  educación  bajo  el  amparo  de  un  podero- 
so protector,  que  al  fin  le  dejó  en  herencia  toda  su  fortuna. 
Desde  mui  joven,  Metastasio  cultivó  la  poesía  dramática 
con  jenio  fecundo,  imajinacion  lijera  i  sensibilidad  delicada. 
Brilló  poco  en  el  jénero  trájico,  que  era  el  que  estimaba 
mas;  pero  no  tiene  rival  en  el  drama  lírico,  que  elevó  a  la 
mayor  altura  a  que  ha  alcanzado  jamas.  Colmado  de 
aplausos  en  Italia  i  en  Francia,  vivió,  sin  embargo,  en  la 
corte  de  Viena,  donde  los  'emperadores  Carlos  VI  i  José  II 
lo  honraron  con  los  favores  mas  distinguidos  a  que  haya 
podido  aspirar  literato  alguno,  sin  perder  por  un  instante 
su  modestia  i  su  sencillez  habituales.  Allí  murió  en  1782, 
a  la  edad  de  ochenta  i  dos  años. 

Metastasio  ha  dejado,  ademas  de  un  gran  numero  de 
idilios,  de  elejías  i  de  sonetos,  sesenta  i  tres  trajedias  líricas 
u  óperas,  doce  oratorios  o   melodramas  sagrados,  cuyos 


1  El  nombre  de  Trapassi  significa  cambio.  El  poeta  tradujo 
«sta  palabra  en  griego  i  se  llamó  Metastasio.  Este  jénero  de  va- 
riación de  nombres  no  ha  sido  raro  entre  los  literatos  i  los  sabios 
europeos  después  del  renacimiento.  Gerardo  Kaufmíinn,  célebre 
jeógrafo  alemán  (1512—1594?)  cuyo  apellido  significa  mercader^  lo 
tradujo  al  latin  i  se  llamó  Mercator,  con  que  es  justamente  cono- 
cido por  haber  inventado  una  proyección  orijinal  para  la  cons- 
trucción de  las  cart«s  jeográficas.  El  famoso  Erasmo  de  Roter- 
dam, uno  de  los  mas  ilustrados  sabios  de  la  época  del  renacimien- 
to (14-67-1536),  tomó  este  nombre  del  griego,  traduciendo  a  este 
idioma  su  nombre  Desiré,  que  significa  De^eado 


342  NOCIONES   DB   HISTORIA    LITERARIA 

asuntos  son  tomados  regularmente  de  las  sagradas  escri- 
turas, i  cuarenta  i  ocho  cantatas,  poemas  cortos  compues- 
tos de  recitados  i  de  canto,  en  que  el  recitado  espone  el 
asunto  i  el  aria  cantada  espresa  el  sentimiento  que  ese 
asunto  hace  nacer.  "La  reputación  de  Metastasio,  dice  el 
famoso  crítico  alemán  Guillermo  Schlegel,  ha  oscurecido  la 
de  Apostólo  Zeno,  porque  proponiéndose  un  mismo  objeto» 
aquél  tuvo  un  talento  mucho  mas  flexible  i  supo  doblegar- 
se mejor  a  las  conveniencias  de  la  música.  Una  pureza  per- 
fecta en  la  dicción  i  una  gracia  i  una  elegancia  sostenida 
han  hecho  mirar  a  Metastasio  por  sus  compatriotas  como 
un  autor  clásico,  i  por  decirlo  así,  como  el  Racine  de  la  Ita- 
lia. Tiene  sobre  todo  una  suavidad  encantadora  en  los 
versos  destinados  al  canto.  Jamas  poeta  alguno  ha  poseído 
quizá  en  el  mismo  grado  el  don  reunir  en  un  estrecho  espa- 
cio los  rasgos  mas  conmovedores  en  una  situación  pato- 
tica.  Los  monólogos  líricos,  al  fin  de  las  escenas,  son  la 
espresion  armoniosa  mas  concisa  i  mas  exacta  a  la  vez,  de 
una  disposición  del  ánimo.  Es  menester,  sin  embargo,  con- 
venir en  que  Metastasio  no  pinta  las  pasiones  mas  que  bajo 
colores  mui  jenerales,  no  da  a  los  sentimientos  del  corazón 
nada  que  pertenezca  al  carácter  individual  ni  a  la  contem- 
plación universal.  Así,  sus  piezas  no  son  concebidas  vigo- 
rosamente..: Cuando  se  han  leido  algunas  se  las  conoce  a 
todas.  Es  menester,  sin  embargo,  no  ser  mui  severo:  lo?, 
héroes  de  Metastasio  son  galanes,  es  verdad:  sus  heroinas 
llevan  la  delicadeza  hasta  la  exajeracion;  pero  quizá  no  se 
ha  censurado  esta  poesía  afeminada,  sino  porque  no  se 
pensaba  en  la  naturaleza  de  la  ópera." 

18. — Carlos  Goldoni,  el  mas  célebre  poeta  cómico  de  Ita* 
lia,  nació  en  Venecia  en  1707.  Arrastrado  por  una  inclina- 
ción irresistible  hacia  el  arte  dramático,  desdeñó  las  diver- 
sas carreras  a  que  quiso  dedicarlo  su  padre  i  se  contrajo 
sólo  a  trabajar  para  el  teatro.  Dotado  de  un  espíritu  sagaz 
i  observador  i  de  una  fecundidad  verdaderamente  prodijio- 
sa,  Goldoni  compuso  cerca  de  ciento  cincuenta  piezas.  La 
gran  variedad  de  los  asuntos  que  trata  le  ha  suministrado 


LITERATURA    ITALIANA  34i^ 


la  ocasión  de  poner  en  escena  todas  las  clases  de  hombres 
desde  la  jente  de  corte  hasta  el  populacho,  i  de  represen- 
tarlos tales  como  eran  en  su  país  i  en  su  tiempo.  Ya  son 
escenas  domésticas,  familias  pintadas  en  el  interior;  ya  es- 
tados de  la  sociedad  i  de  los  hombres  públicos,  representa- 
dos en  sus  funciones;  i  ya  caracteres  particulares  sea  de 
hombres,  sea  de  mujeres  en  situación  que  los  hacen  resal- 
tar; éstas  son  las  mas  numerosas,  porque  la  comedia  de 
carácter  era  el  objeto  principal  de  sus  trabajos.  Goldoni 
no  se  limitó  sólo  a  este  retrato  de  las  condiciones  sociales: 
puso  también  en  escena  a  algunos  hombres  célebres  en  las 
letras,  como  Terencio,  Moliere  i  el  Tasso,  con  los  rasgos 
jenerales  que  pueden  convenir  a  todos  los  hombres  de  esta 
clase  i  las  pasiones  a  que  están  sujetos  o  que  se  suscitan  a 
su  alrededor,  i  con  los  rasgos-particulares  del  carácter  i  de 
la  vida  del  grande  hombre  que  se  exhibe  en  el  teatro. 

Se  ha  llamado  a  Goldoni  el  Moliere  italiano;  i  en  efecto 
ha  llevado  a  cabo  en  el  teatro  italiano  una  revolución  se- 
mejante a  la  que  consumó  el  gran  cómico  francés,  reem- 
plazando las  farsas  burlescas  por  verdaderas  comedias  de 
intriga  i  de  carácter.  Sin  embarí^jo,  no  tiene  ni  el  jenio  ni 
la  fuerza  de  concepción  de  Moliere,  a  quien  habia  tomado 
por  modelo,  i  que  sin  duda  le  sujirió  los  medios  de  abrir 
un  nuevo  camino  a  la  literatura  cómica  italiana.  Goldoni, 
por  otra  parte,  componía  sus  obras  rápidamente,  i  esta 
rapidez  ha  dañado  con  frecuencia  a  la  pureza  de  su  lengua- 
je por  el  empleo  de  espresiones  impropias  i  de  jiros  vicio- 
sos. 

Estos  defectos  le  acarrearon  críticas  amargas  e  injustas 
de  algunos  de  sus  compatriotas.  Sus  piezas  fueron  paro- 
diadas, al  mismo  tiempo  que  se  le  hacia  una  guerra  cruel 
de  epigramas.  Goldoni  no  pudo  soportar  estos  ultrajes  i 
se  retiró  a  París,  donde  murió  en  1791,  después  de  treinta 
años  de  residencia  fuera  de  su  patria. 

19. — La  trajedia,  abandonada  por  la  ópera  hasta  el  tiem- 
po de  Maffei,  hizo  desde  entonces  vigorosos  esfuerzos  para 
salir  de  su  postración.   Los  grandes  trájicos  franceses  del 


344  KOCIONBS    DB   HISTORIA    LITBRARÍA 

siglo  XVII  fueron  los  modelos  de  los  poetas  italianos.  Víc- 
tor Alfieri,  nacido  en  Asti  en  el  Piamonte  en  1749,  quiso 
innovar  todavía,  i  lo  consiguió  añadiendo  a  la  poesia  un 
jénero  nuevo  de  trajedia.  Después  de  una  juventud  tempes- 
tuosa i  disipada,  se  decidió  a  los  veinte  i  seis  años  a  reco- 
menzar sus  estudios,  buscando  en  ellos  los  elementos  para 
consumar  una  reacción  contra  las  ideas  literarias  predo- 
minantes, que  eran  nacidas  de  la  escuela  clásica  francesa. 
Su  vida  inactiva  i  desaplicada,  se  hizo  de  repente  laborío 
sa.  En  menos  de  siete  años,  compuso  catorce  trajedias  i 
escribió  muchas  otras  obras  tanto  en  prosa  como  en  verso. 
Ha  tomado  el  asunto  de  sus  trajedias  ya  de  la  mitolojía 
griega,  ya  de  la  historia  romana  o  de  los  acontecimientos 
modernos. 

Alíieri  poseia  un  carácter  altivo,  elevado,  violento,  impa- 
ciente, i  un  instinto  de  independencia  que  le  hacia  aborre- 
cer toda  especie  de  servidumbre  i  de  despotismo.  Desplegó 
todas  esas  cualidades  en  sus  piezas,  e  inspiró  esos  mismos 
sentimientos  a  sus  propios  personajes,  lo  que  los  hace  de 
ordinario  uniformes.  Concibió  un  sistema  dramático  en- 
teramente contrario  al  de  Metastasio,  en  el  cual  encontra- 
ba mucha  molicie:  quiso  dar  a  la  trajedia  esa  dignidad  que 
le  habian  dado  los  griegos,  consagrándola  a  los  intereses 
(le  su  siglo  í  de  su  pais  para  rejenerar  por  medio  de  ella  al 
pueblo  italiano.  Imitador,  casi  a  su  pesar,  del  teatro  clá- 
sico francés,  se  somete  a  la  lejislacion  clásica  mas  rigorosa 
por  lo  que  toca  a  las  unidades  dromáticas.  Sencillo  en  la 
construcción  del  drama,  casi  no  admite  los  golpes  de  esce- 
na, las  sorpresas,  los  reconocimientos  inesperados.  Elo- 
cuente i  vigoroso  en  las  pasiones  fuertes,  habla  rara  vez 
al  corazón,  i  es  mas  orador  que  poeta.  En  sus  manos,  la 
trajedia  queda  reducida  a  los  personajes  importantes:  Al- 
fieri proscribe  los  personajes  subalternos,  los  confidentes 
ociosos,  los  amores  inútiles.  De  este  modo  la  acción  está 
mas  condensada,  pero  también  hai  mayor  sequedad,  i  los 
soliloquios  se  multiplican.  El  diálogo  es  rápido  i  preciso, 
el  estilo  varonil  i  sin  adornos,  el   ritmo  grave  i  severo,  la 


LITERATURA    ITALIANA  345 

dicción  algunas  veces  dura  i  de  un  laconismo  pretencioso. 
Alfieri  trabajaba  con  una  gran  constancia  estudiaba  i  pu- 
lia  sus  obras  con  particular  esmero;  i  cuando  la  muerte  lo 
sorprendió  a  los  cincuenta  i  cuatro  años  de  edad,  en  1803^ 
ysi  dejaba  un  material  considerable  que  le  ha  asegurado  su 
reputación  en  la  historia  literaria  de  Italia. 

20. — Al  lado  de  estos  grandes  poetas,  figuraron  en  Italia 
muchos  otros  de  menos  mérito,  sin  duda,  pero  que  poseian 
un  verdadero  talento  i  que  gozaron  de  una  gran  re])uta- 
cion.  Cantaron  a  veces  asuntos  serios,  pero  en  jeneral 
preferían  para  sus  versos  accidentes  ordinarios  de  la  vida, 
la  burla  de  un  avaro,  la  muerte  de  un  perro  querido,  etc. 
Era  aquel  un  siglo  de  improvisadores  en  que  la  poesía  era 
considerada  jeneralmente  como  objeto  de  diversión  i  de 
placer,  a  pesar  de  los  esfuerzos  de  algunos  hombres  que 
I>ensaron  convertirla  en  un  instrumento  de  moral  i  de  ele- 
vación. 

El  mas  notable  de  estos  poetas  lijeros  fué  el  abate  Juan 
Bautista  Casti,  nacido  en  1721  i  muerto  en  1803.   Alumno 
primero  i    después   profesor  de  un  seminario,   Casti  viajó 
mas  tarde  por  casi  toda  la  Europa,  i  mereció  la  protección 
de  varios  soberanos,  i  particularmente  de  Catalina  de  Ru- 
sia i  del  Emperador  de   Alemania  José  II,  que   le  aseguró 
una  considerable  pensión  vitalicia.   Casti  escribia  en  verso 
con  una  facilidad  verdaderamente  maravillosa,  aunque  de 
ordinario  con  poca  elevación.  Compuso  novelas    galantes 
en  el  jénero  de  Bocaccio,  pero  mas  licenciosa  todavía,  dos 
óperas  cómicas,  una  parodia  de  la  conjuración  de  Catili- 
na  en  que  Cicerón  es  el  héroe  cómico,  i  una  gran  cantidad 
de  sonetos  sobre  asuntos  lijeros  i  con  frecuencia  licencio- 
sos.  Cien  de  ellos  tienen   por   objeto   hacer  la  burla  de  un 
acreedor,  verdadero  o    finjido,  a  quien   debia  algunas  mo- 
nedas.   Pero  su  obra  capital  es  un  poema  heroico,  cómico, 
los  Animales parlanteSy  que  ha  gozado  de  cierta  nombra- 
día.    No  es  otra  cosa    que  la  fábula  esópica  desarrollada 
^n  poema  regular,  dirijida  sobre  todo  contra   las  cortes  i 
los  cortesanos.  Esta  alegoría  poética  i  satírica  es  orijinal  i 


346  N0C10B8   DB   HISTORIA    LITERARIA 


divertida,  bien  que  demasiado  prolija  i  escrita  en  un  estilo 
con  frecuencia  flojo,  que  deja  traslucir  la  improvisación. 

Este  gusto  por  la  poesía  lijera  produjo,  como  debia  es- 
perarse, la  protesta  de  algunos  críticos  de  un  mérito  dis- 
tinguido; pero  a  pesar  de  todo,  el  espíritu  de  burla  rápida 
i  superficial  fué  uno  de  los  caracteres  distintivos  de  la  poe- 
sía lírica  italiana  del  siglo  XVIII. 

21. — Los  prosadores  italianos  de  este  siglo  fueron  mas 
bien  eruditos  que  literatos.  Pedro  Giannone,  abogado  na- 
politano (1676—1748),  escribió  una  prolija  historia  del  rei- 
no de  Ñapóles;  pero  mas  que  a  la  relación  de  los  aconte- 
cimientos interiores,  se  contrajo  al  estudio  de  las  leyes  i 
de  las  costumbres  del  reino  i  a  todos  los  puntos  que  tienen 
relación  con  la  constitución  civil  i  eclesiástica.  Su  obra 
es  mucho  mas  notable  por  la  investigación  que  por  el  arte» 
Luis  Antonio  Muratori,  sabio  modenes  (1672 — 1750),  es- 
tudió la  historia  de  Italia  con  una  gran  laboriosidad,  re- 
copiló todos  los  escritores  antiguos  desde  el  año  500  has- 
ta el  de  1500,  facilitando  de  esta  manera  los  trabajos  de 
los  que  después  se  han  consagrado  a  la  investigación  de 
la  historia  italiana,  i  compuso  por  fin  los  Anales  de  Italia^ 
obra  estensa  i  prolija  que  se  estima  mucho  por  su  impar- 
cialidad i  por  su  exactitud. 

Lo  que  Muratori  habia  hecho  con  la  historia  civil,  lo 
ejecutó  con  la  historia  literaria  otro  escritor  igualmente 
erudito  e  igualmente  investigador.  Jerónimo  Tiraboschi, 
nacido  en  Bérgamo  en  1731  i  muerto  en  1794,  compuso 
una  monumental  Historia  de  la  literatura  italiana,  que 
comienza  en  la  historia  de  los  etruscos  i  se  detiene  a  fines 
del  siglo  XVI  I.  A  pesar  de  haber  anunciado  que  queria  es- 
cribir sobre  la  literatura  i  no  sobre  los  literatos  de  Italia» 
Tiraboschi  se  estiende  sobre  la  biografía  de  los  autores  res 
tituyendo  a  cada  cual  sus  obras  aunque  sean  desconoci- 
das o  anónimas,  determinando  las  fechas  precisas,  i  dis- 
cutiendo con  grande  erudición  algunos  puntos  de  historia 
literarin  intrincados  i  oscuros;  pero  entra  poco  en  el  exa- 
men de  las  obras,  no  hace  conocer  sus  opiniones  i  su  mé- 


LITEUATURA    ITALIANA  347 


rito  relativo,  i  nunca  presenta  un  juicio  que  sea  propio  al 
historiador.  La  obra  de  Tiraboschi  es  por  esto  mismo  un 
arsenal  inmenso  de  excelentes  materiales;  que  serán  estu- 
diados por  todos  los  que  deseen  conocer  a  fondo  la  litera- 
tura italiana;  pero  no  puede  considerarse  como  una  verda- 
dera historia  literaria. 

22. — No  terminaremos  esta  rápida  reseña  de  los  prosa- 
dores italianos  del  siglo  XVIII  sin  hablar  de  dos  que,  aun- 
que inspirados  por  las  ideas  filosóficas  francesas,  supieron 
posesionarse  de  ellas  i  dar  a  sus  obras  el  sello  de  una  ver- 
dadera orijinalidad  por  la  elevación  de  sus  ¡deas  i  por  el 
talento  i  el  vigor  con  que  fueron  espuestas.  Hablaremos 
de  Beccaria  i  de  Filangieri. 

César  Bonesana,   marques  du   Beccaria,  nació  en  Milán 
en  1738  i  murió  en  179+.  Fortificado  con  buenos  estudios 
filosóficos  i  después  de  haberse  señalado  como  periodista, 
publicó  en  1764  un  Tratado  de  los  delitos  /  de  las  penas, 
libro  pequeño,  pero  que  señala  el  principio  de  una  revolu- 
ción completaen  materia  de  lejislacion  penal.  En  esta  obra, 
Beccaria  estaca  ardorosamente  las    preocupaciones  mas 
arraigadas,  condena  los  procedimientos  secietos,  la  tortu- 
ra, los  suplicios  atroces;   declara  inútil  i  bárbara  la  pena 
de  muerte,  pide  la  abolición  del   apremio  personal,  la  pro- 
porcionalidad de  las  penas  a  los  delitos,  i  la  separación 
dei  poder  judicial  i  del  poder  lejislativo.  Este  libro,   obra 
de  un  corazón   sensible  i  jeneroso,  inspirado,  como  ya  he- 
mos dicho,  en  las  doctrinas  filosóficas  francesas,  no  descue- 
lla verdaderamente  por  su  orijinalidad,  pero  está  escrito 
con  precisión  i  con  vigor,  i  produjo  en  todas  partes  un  ar- 
doroso entusiasmo  entre  las  almas  liberales  i  bien  inten- 
cionadas, como  también  acarreó  al  autor  numerosos  ene- 
migos entre  los  partidarios  del  réjimen  vicioso  i  corrompi. 
do  que  comenzaba  a  desplomarse.   Fué  necesario  la  inter- 
vención de  poderosos  protectores  para  libertar  a  Beccaria 
de  injustas  persecuciones. 

Cayetano  Filangieri,  nacido  en  Ñapóles  en  1752,  i  muer- 
to en  1788,  debe  su  inmensa  reputación  a  una  obra  publi- 


348  NOGIONBS   DE   HISTORIA    LITERARIA 

cada  en  los  últimos  años  de  su  vida  con  el  título  de  Cien- 
cia de  la  lejislacion.  Trata  en  ella  de  las  reglas  jenerales  de 
la  lejislacion  universal,  de  las  leyes  políticas  i  económicas, 
de  las  leyes  criminales,  de  la  educación,  de  las  costumbres, 
de  la  instrucción  pública,  i  por  último,  de  las  leyes  relati- 
vas a  la  relijion.  **E1  amor  a  la  verdad  i  al  progreso,  dice 
Mr.  Villemain,  que  distinguia  a  Beccaria  i  a  los  otros  filó- 
sofos italianos,  obedeciendo  a  la  influencia  francesa  del  si- 
glo XVIII,  se  encuentra  con  mas  elocuencia  en  Filangieri. 
Lejislador  filantrópico,  piensa  que  la  filosofía  debe  refor- 
mar las  naciones  que  los  gobiernos  son  demasiado  lentos  i 
demasiado  tímidos  en  sus  reformas.  La  Ciencia  de  la  lejis- 
lacion es  un  libro  hecho  de  carrera  por  un  hombre  dema-  . 
siado  joven,  para  una  nación  demasiado  joven  también, 
pero  lleno  de  un  sentimiento  jeneroso  i  puro,  i  de  verdades 
practicables.  No  se  limita  a  describir  las  leyes  existentes, 
sino  que  no  piensa  mas  que  en  reformar.  Son  mui  sabias, 
sobre  todo  las  que  propone  respecto  de  las  le\'es  crimina- 
les. Filangieri  critica  vivamente  la  constitución  política  de 
Inglaterra,  cosa  estraña  en  una  época  es  que  casi  todos  los 
filósofos  presentaban  como  modelo  de  buen  gobierno  al 
gobierno  ingles* \ 

23.— Los  trastornos  que  la  revolución  produjo  en  Italia, 
el  espíritu  militar  i  las  ideas  de  libertad  que  ella  despertó, 
las  aspiraciones  a  la  unidad  que  han  sido  la  consecuencia, 
han  tenido,  como  era  natural,  un  grande  influjo  en  la  lite- 
ratura italiana.  En  el  lenguaje,  el  partido  de  los  puristas 
tuvo  una  tendencia  pronunciada  a  libertarse  de  las  locu- 
ciones francesas,  i  a  remontar  a  la  frente  nacional  de  Dante 
i  de  los  otros  escritores.  En  poesías  se  trabó  una  lucha  en- 
tre los  clásicos  que  quedaban  fieles  a  las  tradiciones  mito- 
lójicas,  i  U  s  románticos  a  quienes  el  conocimiento  de  las 
literaturas  inglesa  i  alemana,  habia  abierto  horizontes  nue- 
vos. Los  puristas  han  triunfado;  pero  los  estados  sucesi- 
vos de  opresión  i  de  revuelta,  de  desaliento  i  de  excitación 
política  porque  ha  pasado  la  Italia  hasta  nuestros  dias, 
no  han  dejado  a  los  espíritus  bastante  calma  para  adhe* 


literati:ka    italiana  349 


rirse  fuertemente  a  las  cuestiones  literarias,  i  la  querella 
entre  los  clásicos  i  los  románticos  están  aun  por  deci- 
dirse. 

Estas  diversas  escuelas  han  producido  escritores  de  mu- 
cha distinción.  Así  al  lado  de  los  puristas  i  de  los  clásicos 
se  ha  colocado  Vicente  Monti,  poeta  dramático  ferrares 
(1754-1828)  cuyas  obras  son  notables  por  la  nobleza  de 
los  caracteres,  la  enerjía  de  los  sentimientos  i  la  sencillez 
de  la  acción,  al  mismo  tiempo  que  por  la  elegancia,  la 
armonía  i  la  poesía  del  lenguaje.  A  la  misma  escuela  per 
tenecen  otros  dos  escritores  igualmente  distinguidos.  Hugo 
Foseólo  i  Silvio  Pellico.  El  primero,  natural  de  la  isla  de 
Zanta  (1776— 1827),  es  menos  conocido  por  sus  trajedias, 
imitadas  de  Alfieri,  que  por  sus  trabajos  de  crítica  sobre 
los  grandes  escritores  italianos  de  la  edad  media,  i  por 
sus  Ultimas  cartas  de  Jacobo  Ortiz^  imitación  vigorosa  del 
Werther  de  Goethe.  Silvio  Pellico,  poeta  i  literato  pia- 
montes  (1788— 1854-),  autor  de  siete  trajedias,  de  varias 
poesías  i  de  un  tratado  de  moral  {Los  deberes)^  es  célebre 
sobre  todo  por  un  libro  pequeño  {Mis  prisiones),  en  que  re- 
fiere los  sufrimientos  de  nueve  años  de  cautividad  por  de- 
litos políticos  con  una  sencillez  conmovedora  i  con  la  sua- 
ve resignación  de  un  mártir  que  no  ha  concebido  ningún  , 
odio  contra  sus  perseguidores. 

La  escuela  romántica  puede  exhibir  representantes  no 
menos  distinguidos.  Kl  mas  famoso  de  todos  es  Alejandro 
Manzoni,  poeta  i  novelista  milanes  nacido  en  1784  i  muer- 
to en  1873,  autor  de  dos  trajedias,  de  muchas  poesías, 
entre  las  que  descuella  un  canto  elejíaco  a  la  muerte  de 
Napoleón,  i  de  una  novela,  Los  desposados,  cuadro  bri- 
llante, animado  i  concienzudo  de  las  costumbres  i  de  la 
historia  del  siglo  XVII  en  el  norte  de  Italia.  Al  lado  de  él, 
se  ha  formado  una  falanje  de  poetas  i  de  novelistas  nota- 
bles por  su  talento  ardiente  i  vigoroso. 

La  historia  ha  sido  cultivada  en  el  siglo  XIX  con  tanto 
cuidado  como  buen  éxito.  A  parte  de  algunos  sabios  que 
han    hecho  las  mas  prolijas  investigaciones,  debemos  ter- 


350  NOCIONES    [>B   HISTORIA    LITERARIA 


minar  esta  rápida  reseña  consignando  el  nombre  de  César 
Cantú,  fecundo  escritor  milancs  nacido  en  1805.  Poeta  i 
novelista,  es  ademas  autor  de  una  notable  Historut  Uni- 
versal i  de  otra  Historia  de  los  Italianos,  frutos  ambos  de 
una  estensa  I  variada  instrucción  i  de  un  talento  fácil  i 
metódico  para  combinar  i  distribuir  los  materiales. 


^l^^&í^  i^.í^-1^; 


CAPITULO  III. 
Literatura  española. 


'^■^^  »Lo  XVI.— 1.  El  renacimiento  en  España. — 2.  Boscan  i  Garcilaso. 
— 3.  Frai  Luis  de  León  i  Fernando  de  Herrera. — 4.  Oríjenes 
del  teatro  español. — 5.  Primeros  autores  conocidos. — 6  La 
epopeya:  Ercilla.  —7.  Poesía  didáctica;  Céspedes. — 8.  Novelas 
caballerescas. — 9.  Novelas  pastorales. — 10.  Novelas  picares- 
cas.— 11.  Historiadores;  Hurtado  de  Mendoza  i  Mariana. — 
12.  Escritores  políticos  i  místicos — Siglo  xvii. — 13.  Miguel 
de  Cervantes  Saavedra. — 14.  Pon  Quijote. — 15.  Algunas  opi- 
niones a  que  ha  dado  lugar  esta  obra.  —16.  Lope  de  Vega. — 
17.  Calderón.  — 18.  Otros  autores  dramáticos;  Tirso  de  Moli- 
na, Alarcon,  Moreto  i  Roja». — 19.  Poetas  líricos;  Rioja  i  los 
Arjensola.— 20.  Quevedo.  — 21.  Góúgora:  el  culteranismo.— 
22.  Los  historiadores;  Solis,  Moneada  i  Meló— 23.  Conside- 
raciones jenerales  sobre  la  edad  de  oro  de  la  literatura  espa- 
ñola.—Síglo  XYiii.— 24  Influencia  de  la  literatura  francesa  so- 
bre la  española.— 25.  Iriarte  i  Samaniego.— 26.  Meléndez  Val- 
des,  Jovellanos,  Cien  fuegos  i  Moratin.— 27.  Prosadores;  Peijóo 
e  Isla — 28.   Conclusión. 

SIGLO    XVI. 

1. — El  siglo  Xv^  fué  para  la  España  una  época  de  erudi- 
ción, casi  de  adoración  por  la  antigüedad.  Junto  con  !a 
influencia  que  ejercieron  los  poetas  italianos  del  siglo  XIY, 
comenzó  a  hacer  sentir  la  suva  la  literatura  clásica  latina, 
que  al  fin  alcanzó  un  verdadero  culto  en  toda  la  sociedad 


852     •  NOCIOXB8    DB    HISTORIA    LITERARIA 

ilustrada.  Antonio  de  Lebrija,  conocido  comunmente  con 
el  nombre  latino  de  Nebrissensis  ^  (1444  —  1522),  fué,  pue- 
de decirse  así,  el  iniciador  de  este  movimiento.  Después 
de  diez  años  de  estudios  en  Italia,  aquel  célebre  erudito  je- 
neralizó  en  España  el  conocimiento  del  latin  entre  los  ca- 
balleros i  aun  entre  las  mujeres  de  la  alta  sociedad.  La 
reina  Isabel  i  su  hija  Juana  estudiáronla  lengua  de  Cice- 
rón i  de  Virjilio.  Otros  eruditos,  italianos  en  su  mayor  par- 
te, comunicaron  nuevo  impulso  a  este  renacimiento. 

Constituida  politicamente  por  la  unión  de  Aragón  i 
Castilla,  i  |K)r  la  conquista  del  reino  moro  de  Granada  pro- 
tejida  por  la  inquisición  contra  las  convulsiones  suscitadas 
por  la  reforma,  i  por  los  triunfos  de  Carlos  V,  sobre  los 
comuneros  contra  las  rebeliones  interiores,  la  España  se 
vio  libre  de  revueltas  i  pudo  contraer  todas  sus  fuerzas  a 
dilatíir  sus  dominios  en  Italia  i  en  el  nuevo  mundo. 

A  la  sombra  de  este  estado  de  cosas,  se  desarrolló  la  li- 
teratura española  a  principios  del  siglo  XVI;  pero  casi  to- 
dos sus  jéneros  sufrieron  la  influencia  italiana.  La  conquis- 
ta (le  Ñapóles  i  del  Milanesado  inició  a  los  es¡)añoles  en  el 
conocimiento  de  las  artes  i  de  la  literatura  italianas.  En 
el  siglo  precedente,  Dante  i  Petrarca  no  habian  sido  cono- 
cidos en  Castilla  mas  que  de  lejos:  bajo  Carlos  V  i  durante 
los  reinados  siguientes,  la  P^spíiña  entera,  puede  decirse  así, 
fué  en  cierto  modo  a  admirarlos  en  su  propia  patria. 

2. — Los  iniciadores  de  la  revolución  que  colocó  la  poesía 
castellana  en  la  huella  abierta  por  la  Italia,  fueron  Bosciii 
i  Garcilaso  de  la  Vega. 

Juan  Boscan  Almogader  (1485—1543)  era  un  caballero 
natural  fie  Barcelona.  Repudiando  su  lengua  nativa,  la  ca- 
talana, se  ejercitó  desde  su  juventud  en  escribir  versos  cas- 
tellanos en  el  estilo  i  en  las  formas    usadas  en  el  siglo  XV. 


1  La  ciudad  de  I^ebrija,  en  Andídiicía,  era  llamada  Xebrissa 
por  los  romanos.  Como  este  escriior  latinizó  su  ihombre,  se  dcci.i 
Antonio  Nebrissensis;  de  donde  resultó  el  hábito  vulgar  de  llamar- 
lo Nebrija  en  lugar  de  Lebrija. 


LITERATURA    ESPAÑOLA  353 

Habiendo  conocido  en  Granada  a  Andrés  Navagiero,  em- 
bajador de  Venecia  i  hombre  docto  en  materias  literarias, 
éste  lo  persuadió  a  que  adoptase  el  endecasílabo  italiano  i 
a  que  introdujese  en  la  lengua  de  Castilla  el  soneto,  la  can- 
ción i  las  otras  formas  de  poesía  lírica  usadas  en  Italia. 
Esta  conversación,  referida  por  el  mismo  Boscan,  produjo 
el  efecto  de  cambiar  las  formas  déla  poesía  de  todo  un 
pueblo.  La  primera  tentativa  tuvounéxito  inesperado. Los 
versos  de  Boscan,  aunque  notables  por  la  corrección  i  la  ar- 
monía, carecen  de  colorido  i  poseen  cierta  rudeza  que  los  ale 
ja  del  modelo  que  el  poeta  se  propuso  imitar.  Aunque  Bos- 
can escribía  por  mero  pasatiempo  i  sin  pretender  el  título 
de  reformador,  sus  poesías  ejercieron  una  grande  influencia. 
Garcilaso  de  la  Vega,  descendiente  de  una  de  las  familias 
mas  ilustres  de  España,  nació  en  Toledo  en  1503  i  sirvió 
en  los  ejércitos  de  Carlos  V  en  Italia,  en  Alemania  i  en 
África.  En  la  desgraciada  campaña  del  eniperador  a  Pro- 
venza,  Garcilaso  fué  muerto  de  una  pedrada  a  la  edad  de 
33  años  en  el  asalto  de  una  torre  que  defendia  un  puñado 
de  paisanos.  Sin  estudios  clásicos  verdaderamente  serios  i 
ayudado  sólo  por  su  talento  i  por  su  gusto,  Garcilaso  saca 
de  repente  la  poesía  española  de  su  infancia,  la  hace  mar- 
char por  las  huellas  de  los  antiguos  i  de  los  modernos  mas 
célebres,  i  adornándola  con  las  gracias  i  con  los  sentimientos 
tomados  en  su  propia  alma,  le  da  un  lenguaje  puro,  elegan- 
te i  armonioso.  Sus  obras  se  reducen  a  treinta  i  siete  sone- 
tos, cinco  canciones,  una  epístola  en  el  jénero  lijero,  i  tres 
í'stensas  églogas  que  fueron  representadas  en  diversas  oca- 
siones. Son  estas  últimas  las  mas  aplaudidas  de  sus  obras. 
"Sus  bellos  pasajes,  dice  Quintana,  corren  de  boca  en  boca 
por  todos  los  que  gustan  de  pensamientos  tiernos  i  de 
imájenes  apacibles;  i  si  no  es  el  mas  grande  poeta  castella- 
no, esel  mas  clásico  a  lo  menos,  el  que  se  ha  conciliado  mas 
aplausos  i  m^s  votos,  aquel  cuya  reputación  se  ha  mante- 
nido mas  intacta,  i  que  probablemente  no  perecerá  mien- 
tras haya  lengua  i  poesía  castellanas.  Los  estranjeros  le 
llaman  el  Petrarca  español." 

TOMO  IV  23 


354  NOCIONES  DE   HISTORIA   LITERARIA 

Esta  revolución  iniciada  por  Boscan  i  Garctlaso  no 
consumó  sin  oposición.   El  antiguo  sistema  conservó  p  ^^_r- 
ti  larios,  entre  los  cuales  se  distinguen   Cristóbal  del  C  ^^^  s- 
t¡llejo(1494? — 1576),  autor  de  algunas  comedias  de  po^cz^o 
mérito,  pero  poeta  satírico  notable  por  la  gracia  i  la  na.fc   u- 
ralidad.  En  las  que  escribió  contra  los  petrarqaistas,  EJm.sí 
llamaba  a  Boscan  i  a  Garcilaso,  comparaba  la  novedad  m   ^• 
troducida  por  éstos  en  la  poesía  castellana  a  las  predic^  -^"  • 
ciones  de  Lutero;  i  haciendo  comparecer  a  aquellos  en       ^^ 
otro  mundo  ante  el  tribunal   de  Juan  de  Mena,  de  Jor;;iJ^ 
Manrique  i  de  otros  poetas   anteriores,  ponia  en  hocRC^^ 
éstos  la  condenación  terminante  de  la  nueva  poesía. 

3.— El  impulso  dado  por  Garcilaso  fué  seguido  por  otrrr:^^ 
injenios  de  su  tiempo,  pero  todos  mui  inferiores  a  él.  Pai^ —  ^ 
encontrar  un  escritor  en  que  el  arte  haga  algún  progreso  ^ 
en  que  se  noten  lo^  acentos  inspirados  i  sublimes  que  con^^- 
tituyen  la  verdadera  poesía  lírica,  es  preciso  buscarleen  frz.  ai 
Luis  de  León. 

Nacido  en  Granada  en  1527,  Luis  de  León  entró  m^m^ji 
joven  en  un  convento  de  agustinos  de  Salamanca,  fué  prcí^- 
fesor  de  teolojía  en  la  universidad  de  esta  ciudad  i  se  ^ra  »t 
jeó  una  gran  reputación  como  comentador  de  la  Bibli^ri. 
Denunciado  al  tribunal  de  la  inquisición  por  una  esplic*^' 
cion  del  sentido  místico  del  Cántico  de  los  cánticos,  sufrió 
uña  penosa  prisión  de  cinco  años,  durante  los  cuales  ^^ 
tramitó  un  proceso  cjue  al  fin  dio  por  resultado  la  declara* 
cion  (le  su  inocencia.  Vuelto  al  goce  de  su  libertad  i  al  Cl^' 
sempefio  de  sus  cátedras,  frai  Luis  de  León  fué  provine!  -^^' 
(le  su  orden  i  murió  en  1591. 

Este  ilustre  relijioso  escribió  algunos  tratados  ascética  ^^ 
n()tal)lcs  por  la  |)¡e(lad  cristiana  i  por  la  pureza  de  la  (1"5  '^'* 
cion  i  tradujo  o  imitó  muchos  salmos  de  David  i  las  cltI  ^^  ^ 
gas  (k-  A'irjilio;  pero  es  famoso  sobre  todo  como  j)(»et  -^ 
Alma  j)ura,  elevada,  enérjiea,  frai  Luis  de  León  une  a  eí^ti  ^ 
dotes  una  razón  vigorosa  i  una  imajinacion  ins|»iratl£::^ 
Alimentado  en  la  lectura  de  la  Sagrada  Escritura,  toin 
de  ella  sin  í|uererIo  sus  golj)es   mas   vigorosos.    Uniendo 


'i. 


LITERATURA    ESPAÑOLA  355 


a  meditación  asidua  de  la  Biblia  el  estudio  de  la  antigüe- 
3ad  profana,  se  ha  propuesto  a  Horacio  por  modelo,  i  mez- 
rla  con  orijinalidad  a  los  movimientos  líricos  del  poeta  pa- 
cano la  suavidad  del  cristianismo.  En  Horacio  aprendió  a 
;cr  sencillo  en  la  espresion  de  los'  mas  altos  pensamientos, 
grande  sin  énfasis,  natural  sin  vulgaridad.  Es  el  primer 
^oeta  castellano  que  se  haya  abstenido  de  imitar  a  la  Pro- 
■renza  i  a  la  Italia.  Las  dos  fuentes  de  que  emana  su  poesía 
íon  la  relijion  i  la  patria.  Sólo  cuando  Je  falta  la  inspira- 
ción, pierde  su  colorido;  pero  aun  entonces  conserva  cierta 
navidad  de  lenguaje.  Entre  sus  odas,  se  recomiendan  par- 
icularmente  la  Vida  del  campo  i  la  Profecía  del  Tajo,  imi- 
adas  de  Horacio,  i  la  Noche  serena  i  la  Ascensión  del  Se- 
íor,  que  son  de  un  carácter  puramente  relijioso. 

El  rival  de  frai  Luis  de  León  fué  Fernando  de  Herrera, 
llamado  el  divino   por  sus  contemporáneos.  Nacido  en  Se- 
villa en  1534,  Herrera  hizo  estudios  verdaderamente  asom- 
brosos para  su  tiempo,   llegando  a  familiarizarse  con  las 
lenguas  latinas,  griega  i  hebrea.   De  su  vida  se  sabe  que  re- 
cibió las   primeras  órdenes  sacerdotales,  que  vivió  de  los 
frutos  de  un  beneficio  eclesiástico,  i  que  murió  en   1597- 
Sus  amigos  lo  estimaban  por  su  saber,  por  la  amenidad  de 
su  trato  i  por  sus  virtudes. 

Herrera  se  dedicó,  a  imitación  de  los  grandes  escritores 
antiguos,  a  formar  un  lenguaje  poético  que  compitiese  en 
pompa  i  en  riqueza  con  e!  que  ellos  usaron  en  sus  versos. 
I'íi  parte  física  de  la  lengua  estaba  ya  fijada;  pero  en  ma- 
nos de  este  poeta,  la  parte  pintoresca  recibió  grandes  me- 
J'>ras.  A  este  esmero  añadió  el  cuidado  de  agradar  al  oido 
P^^r  medio  de  la  armonía  imitativa,  haciendo  que  los  soni- 
dos tuviesen  analojía  con  la  imájen.  Por  lo  que  toca  íil 
fondo  de  su  poesía.  Herrera  dio  al  amor  un  tono  mas  ideal 
í  nías  sublime  convirtiéndolo  en  una  cs[)ccie  de  relijion, 
^•^cnta  de  toda  intervención  de  los  sentidos  i  reduciendo 
su  actividad  a  admirar  i  a  adorar  continuamente  las  per- 
fecciones de  la  cosa  amada.  Sin  embargo,  los  sonetos  i  las 
elejías  de   Herrera,   consagrados    de  ordinario  a  espresar 


356  N0CI0NB8  DB  FU8TORIA    LITBRAJUA 

esos  sentimientos,  hacen  sospechar  que  su  amor  sea  una 
simple  ficción  poética,  porque  en  ellos  se  percibe  mas  estu- 
dio i  sutileza  que  verdadera  pasión.  Pero  su>  jenio  vigoroso 
brilla  en  toda  su  grandeza  i  con  todo  su  esplendor  en  la 
oda  elevada.  Cantando  la  victoria  de  Lepanto  o  la  trájica 
muerte  de  don  Sebastian  rei  de  Portugal,  Herrera  es  verda. 
deramente  poeta.  Su  himno  a  la  gran  victoria  de  los  cris- 
tianos contra  los  musulmanes  es  una  obra  maestra  de  no. 
bleza  i  de  vigor.  El  poeta  adopta  el  estilo  bíblico,  el  tono 
del  profeta  para  cantar  dignamente  este  gran  triunfo,  que 
en  su  ilimitado  entusiasmo  relijioso,  atribuye  sólo  a  la  pro- 
tección del  Dios  de  los  ejércitos. 

4.— En  España,  como  en  todos  los  países  nacidos  de  la 
dominación  romana,  el  arte  dramático  nació  de  los  restos 
del  paganismo  conservados  por  las  costumbres  populares. 
Las  representaciones  sensibles  del  culto  caido  sobrevivie. 
ron  naturalmente  a  las  creencias  que  aquellas  simboliza- 
ban; i  largo  tiempo  después  de  su  conversión  al  cristianis- 
mo, el  pueblo  reproducia  aun  en  sus  diversiones  los  cantos 
i  losjuegos  de  las  relijiones  paganas.  En  el  siglo  VI,  estos 
restos  del  paganismo  formaban  un  conjunto  de  diversiones, 
que  era  como  la  representación  popular  de  las  pompas  del 
antiguo  culto.  El  pueblo  gustaba  por  hábito  i  por  necesi- 
dad de  estos  espectáculos,  cuyo  óríjen  habia  olvidado  sin 
duda.  El  clero,  cuyo  esfuerzo  no  alcanzaron  a  prescribirlos, 
tuvo  la  idea  de  santificarlos  aplicándolos  a  las  fiestas  del 
culto  católico:  las  representaciones  dramáticas  tuvieron  la- 
gar en  las  iglesias  en  presencia  i  con  la  cooperación  de  los 
ministros  del  culto.  Representábase,  por  ejemplo,  en  la  fies- 
ta de  la  natividad  del  Señor,  el  viaje  de  los  reyes  magos 
que,  conducidos  por  la  estrella  maravillosa,  iban  a  Belén  a 
adorar  al  hijo  de  Dios. 

Al  principio,  las  piezas  de  este  jénero  eran  compuestas  en 
el  latin  corrompido  que  hablaban  los  frailes  de  la  edad  media; 
pero  luego  se  introdujeron  en  ellas  algunos  cantos  en  el  idio. 
ma  vulgar.  Este  tomó  al  fin  su  verdadera  importancia:  los 
diálogos  de  los  actores,  aunque  concebidos  en  su  estilo  rus- 


LiTEü atura'  española  357 


tico,  eran  escritos  en  verso.  Poco  a  poco  se  aplicó  esta  es- 
{>ecie  de  drama  a  los  asuntos  de  la  vida  ordinaria,  abriendo 
así  lina  vida  nueva  al  arte  naciente.  Estos  fuegos  escénicos 
se  dividieron  naturalmente  en  dos  clases:  las  representacio- 
nes piadosas  i  las  representaciones  profanas.  Esta  revolu- 
c¡  on  efectuada  a  fines  del  siglo  XV,   se  operó  sin  influencia 
estiranjera,  sin  intervención  de  la  literatura  sabia,  de  suerte 
q-ue  la  popularidad  fué  siempre  su  carácter  principal.  Los 
dos  jéneros,  el  piadoso  i  el  profano, fueron  cultivados  hasta 
el    siglo  XVIII  con  el   mismo  celo,  con  un  éxito  igual  i  por 
lo^  mismos  autores. 

S. — El  primer  período  del  teatro  español  comprende  cua-. 
tro  autores  principales,  cuyas  producciones  pueden  dar  una 
id^^  de  lo  que  fué  en  su  principio  el  arte  dramático  en  aquel 
pa.js.  El  mas  antiguo  de  todos  ellos,  Juan  de  la  Encina 
("L  -4.68—1534)  era  un  eclesiástico  natural  de  la  villa  de  En- 
cina, en  los  alrededores  de  Salamanca,  que  hizo  la  peregri- 
nación de  la  Tierra  Santa  i  que  residió  largo  tiempo  en  Ro- 
v^Sk,  como  cantor  de  la  capilla  de  León  X.  Comenzó  por  tra- 
dueir,  o  mas  bien,  por  parafrasear  las  églogas  de  Virjilio;  i 
después  compuso  piecesitas  dialogadas  en  estrofas  líricas, 
algunas  de  las  cuales  indican  la  intención  de  representar  o 
mas  bien  de  cantar  los  tormentos  del  amor.  La  mayor  phr- 
te  de  ellas  tratan  de  asuntos  relijiosos,  relativos  a  la  muer- 
te i  a  la  resurrección   del  Salvador.  Sólo  en  dos  piezas  se 
notn  un  principio  de  intención  dramática.  Aunque  las  pie- 
zas dé  Juan  de  la  Encina  no  sean,  en  jeneral,  mas  que  ensa- 
yos informes,  merece  ser  mirado  como  un  gran  poeta  a  cau- 
sa de  la  armonía  de  su  versificación,   de  la  pureza  i  de  la 
elegancia  de  su  lenguaje.  Se  encuentran  en  ella  trozos  de 
qtie  las  literaturas  mas  felices  i   mas  avanzadas  podrian 
enorgullecerse. 

El  portugués  Jil  Vicente  (1480 — 1557)  fue  amigo  i  dis- 
cípulo de'Juan  de  la  Encina,  i  cultivó  en  lengua  españoL'i  el 
drama  naciente  con  un  verdadero  talento.  Sus  piezas,  en 
ctianto  a  la  forma  i  a  laintencion  dramática,  no  son  mucho 
lUas  avanzadas  que  la  de  su  predecesor;  pero  son  mas  desa- 


858  NOCIONES   DE    HISTORIA    LITERARIA 

rroUadas,  presentan  mas  detalles,  un  alcance  mas  poético  i, 
sobre  todo,  mas  variedad  en  la  condición  de  los  perso- 
najes. 

Bartolomé  Torres  Naharro,  contemporáneo  de  los  ante- 
riores, era  un  eclesiástico  natural  de  un  villorrio  vecino  a 
Badajoz,  i  vivió  algún  tiempo  cautivo  entre  los  moros  de 
Arjel,  i  pasó  sus  últimos  años  en  Italia.  Este  poeta  habia 
estudiado  a  Plauto  i  parecía  imitarlo  en  sus  obras.  En  efec- 
to, aunque  todavía  no  está  creada  la  acción  regular,  se  per- 
cibe en  sus  piezas  el  propósito  de  agrupar  sus  invenciones 
al  rededor  de  un  asunto  principal,  i  una  tendencia  manifies- 
ta a  trasportar  al  drama  los  personajes  i  los  acontecimien 
tos  de  la  vida  real. 

En  el  desarrollo  posterior  del  drama  español,  tuvo  gran- 
de influencia  una  novela  dialogada  justamente  célebre  pu- 
blicad¿i  a  fines  del  siglo  XV.  Es  ésta  \s.' Celestina,  llamada 
así  por  el  nombre  de  su  principal  personaje.  Celestina  es 
una  vieja  que  toma  el  disfraz  de  la  devoción  para  cometer 
sus  maldades,  recorriendo  las  iglesias  i  los  conventos.  Ca- 
listo,  caballero  gallardo,  se  enamora  de  la  joven  i  hermosa 
Melibea  i  se  dirije  a  Celestina.  Esta  pone  en  juego  las  ace- 
chanzas mas  infernales  i  hace  triunfar  la  seducción.  Des- 
j)ues  (le  muchas  aventuras  mui  bien  desarrolladas,  Calixto 
se  mata  saltando  una  pared;  i  Melibea,  en  medio  de  la  ma- 
yor desesperación,  confiesa  sus  faltas  a  su  padre  i  se  preci- 
pita de  una  alta  torre.  Esta  novela  está  dividida  en  vein- 
tiún actos  o  jornadas;  pero  no  se  representó  nunca.  El  ar- 
gumento es  mui  poca  cosa,  todo  el  mérito  de  la  obra  con- 
siste en  los  caracteres  i  en  los  detalles,  que  están  llenos  de 
vigor,  de  verdad  i  de  encanto.  Son  notables,  entre  otros 
rasgos,  los  caracteres  de  los  |)ersonajes  principales,  i  las 
sentencias  i  proverbios  que  el  autor  pone  en  boca  de  todos 
ellos.  Toda  la  obra  ha  sido  escrita  en  prosa:  la  lengua  cas- 
tellana no  tiene  ningún  libro  escrito  en  un  estilo  mas  natu- 
ral, inas  puro  i  mas  elegante.  Esta  obra  fué  impresa  mu- 
clias  veces  sin  nombre  de  autor,  i  por  tanto  era  atribuida  a 
muchos  escritores  celebres;  pero  posteriormente  un  corree* 


í 


LITEKATUHA    ESPAÑOLA  ¿^59 


tor  de  pruebas  de  una  imprenta  observó  que  en  un  prólogo 
en  verso  puesto  al  frente  de  la  obra,  las  letras  iniciales  de 
cíida  verso,  unidas  entre  sí,  formaban  el  nombre  de  Fernan- 
do de  Rojas,  que  debía  ser  el  autor  de  la  obra.  Rojas  era  un 
allegado  que  florecía  a  principios  del  siglo XVI,  i  que  temía 
C'uic  la  obra  pareciese  indigna  de  la  gravedad  de  su  profe- 
sio>n,  aun  cuando  su  propósito  era  correjirlos  vicios  pintán- 
dcz>  los  con  toda  enerjía.  Pero  cuando   los  aplausos  con  que 
fue  recibido  su  libro  lo  hubieron  absuelto  en  cierto  modo,  se 
co  :K=ifesó  autor.  Su  obra  hí\  sido  de  tal  modo  celebrada  en  el 
es  fc  ranjero,  que  solo  en  lengua  francesa  ha  sido  traducida 
CL»  ^itro  veces. 

Usta  novela  fué  cuidadosamente  estudiada  por  un  céle- 
bi.-<=±  poeta  a  quien  con  justicia  se  proclama  el  verdadero  pa- 
dt-<^  del  teatro  español.  Lope  de  Rueda,  éste  era  su  nombre, 
nc^^MÓ  en  Sevilla  por  los  años   1500  i  murió  en  Córdoba  en 
1^  137.   Fué  a  la  vez  autor  dramático,  miembro  i  jefe  de  una 
ctz^  «Tipañía  de  cómicos,  a  cuya  cabeza  recorrió  una  gran  par- 
te   de  la  España  dando  representaciones.  Al  principio,  com- 
pi^^íso  sólo  pequeños  diálogos  que  se  recitaban  en  los  entre- 
acrtos;  pero  luego  formó  comedias  sobre  un  asunto  dado,  i 
oü  xros  personajes  eran  pintados  con  una  rara  perfección.  Se 
ad  «nira  principalmente  la  sal  de  su   burla,  la  viveza  de  su 
di^^logo,  el  jiro  castigado  de   su  frase  i   la  armonía  del  es- 
tilcD. 

El  desarrollo  del  tea  ti  o  nacional  español  se  encontró 
bt~tiscaraente  interrumpido  por  una  revolución  literariaque 
<*í"í:i.enazaba  cambiar  para  siempre  su  forma  i  su  fondo.  Los 
esii>añoles  habían  traído  de  Italia  elconocímiento  i  el  gusto 
P^~>  r-  la  literatura  clásica,  tomaron  con  pasión  el  estudio  de 
í<^2?^  antiguos  modelos,  i  muchos  eruditos  se  ejercitaron  en 
tr^^ducirlos  i  en  imitarlos.  Entre  1560  i  1580,  se  formó  este 
tc^^  tro  rival  del  que  comenzaba  a  desarrollarse  en  P^spaña. 
L^^S5  piezas  de  esta  época  pertenecen  mas  o  menos  a  la  imi- 
^^c^ion  de  las  formas  antiguas.  Unas  reproducen  los  asun- 
tas déla  literatura  clásica:  otras,  aunque  buscando  sus 
a^í^umentos  en  la  historia  o  en  las  costumbres  modernas. 


360  MOGIONBS   DB   HISTORIA   LITERARIA 

tratan  de  ajustarse  cuanto  es  posible  a  las  reglas  del  dra- 
ma antiguo.  Todas  las  piezas  de  esta  época  que  no  son 
simples  traducciones  no  pueden  considerarse  sino  come 
dramas  informes  en  que  dominad  mal  gusto:  se  ven  en  ellas 
las  imájenes  i  los  lugares  comunes  de  la  literatura  clásica 
torpemente  asociados  a  los  jiros  romanescos  del  teatro  es* 
pañol.  Estos  ensayos  de  restauración  clásica,  en  que  toma 
ron  parte  algunos  poetas  de  distinción^  entre  otros  el  gran 
Cervantes,  se  malograron,  i  el  teatro  nacional  pudo  elevar 
se  en  breve  a  la  altura  a  que  debía  alcanzar. 

6.— La  grandeza  política  de  la  España  en  el  siglo  XVI, 
la  gloria  de  tantos  triunfos,  de  tantas  conquistas  i  de  tan- 
tos descubrimientos,  debia  estimular  el  injenio  castellano 
al  cultivo  de  la  poesía  épica.  En  efecto,  seducidos  por  el  es- 
tudio de  la  antigüedad  que  acababa  de  salir  de  sus  ruinas, 
i  por  el  ejemplo  de  las  grandes  composiciones  poéticas  de 
Italia,  algunos  versificadores  se  inflamaron  con  el  laudable 
deseo  de  inmortalizar  en  sus  versos  las  grandezas  de  la  pa- 
tria. La  España  tuvo  así  mas  de  cincuenta  poemas  mas  o 
menos  estensos  destinados  a  cantar  asuntos  relijiosos,  ca- 
ballerescos, guerreros  i  ^patrióticos;  pero  en  jeneral  sus  au- 
tores no  compusieron  mas  que  pesadas  crónicas  en  verso, 
vaciadas  de  ordinario  sobre  el  molde  de  las  grandes  epof^e- 
yas  italianas,  pero  concebidas  sin  jenio  i  sin  ninguna  mues- 
tra de  ese  vigor  de  imajinacion  que  distingue  al  verdadero 
poeta  épico.  De  esta  censura  debe  esceptuarsesólo  La  Arau- 
cana de  Ercilla. 

Don  Alfonso  de  Ercilla  i  Zúñiga  nació  en  Madrid  en 
1533.  En  su  primera  juventud,  sirvió  de  paje  del  príncipe 
real,  después  Felipe  II,  a  quien  acompañó  en  sus  viajes  a 
Alemania  i  Flándes.  Hallábase  en  Londres  con  el  príncipe, 
que  habia  ido  a  Inglaterra  a  celebrar  su  matrimonio  con 
la  reina  María  Tudor,  cuando  se  supo  allí  la  rebelión  de  los 
indios  de  Chile,  i  la  muerte  del  gobernador  español  de  esta 
provincia,  Pedro  de  Valdivia.  Preparóse  con  gran  presteza 
una  nueva  espedicion  bajo  el  mando  del  capitán  Jerónimo 
de  Alderete.  Ercilla,  joven   de  veinte  i  un  años,  ardiente  e 


f 


LITERATURA    ESPAÑOLA  301 


impetuoso,  se  enroló  en  el  ejército  i  se  embarcó  para  Amé- 
'i'íca,  no  buscando  el  oro,  como  la  mayor  parte  de  sus  cora- 
patriotas,  sino  un  campo  en  que  ilustrar  su  nombre.  Alde- 
irete  murió  durante  el  viaje:  en  su  lu^ar,  tomó  el  mando  de 
J^s  tropas  don  García  Hurtado  de  Mendoza,  el  hijo  de^  vi- 
x-«i  del  Perú.  A  las  órdenes  de  este  jefe,  Ercilla  hizo  la  glo- 
i^íosa  campaña  que  dio  por  resultado  la  momentánea  paci- 
ficación del  territorio  araucano.   No  es  éste  el  tiempo  de 
■-"acordar  los  incidentes  de  aquella  vida  llena  de  aventuras 
i    de  peligros  que  él  mismo  ha  referido  en  su  poema.  Vuelto 
^1^1   fin  a  España,  pasó  sus  últimos  años  en  la  corte,  pero  lle- 
v-^xído  una  vida  en  cierto   modo   alejada  de  los  honores,  i 
murió  en  1594. 

X^a  Araucana  es  un  poema  de  grande  estension.  Contiene 
tT-^inta  i  siete  cantos  en  octavas  reales  semejantes  en  su  es- 
t:i:""tictura  i,  aun  podria  decirse,  en  su  elegancia,  a  las  estro- 
fas  de  los  poetas  épicos  italianos  del  siglo  XVI.  El  poeta 
<1  vto,  al  conocimiento  de  la  literatura  de  su  tiempo,  unia  la 
í^ctura  de  las  grandes  obras  poéticas  de  la  antigüedad  {:]á- 
s^ca,  no  ha  tomado  de  ellas  mas  que  ciertos  atavíos  de  for- 
"^^3.;  pero  no  los  ha  imitado  en  el  arte  de  la  esposicion  del 
^í^uiito  i  de  la  combinación  de  la  fábula.  Comienza  por  ha- 
^^r  una  descripción  sumaria  pero  exacta  del  territorio  chi- 
*^iio  i  de  sus  habitantes  primitivos,  tal  como  podria  exijirse 
^"^  lana  obra  puramente  histórica.  Voltaire,  que  juzga  este 
í^^^e'ma  con  notable  induljencia,  aplaude  esta  introducción. 
-Bste  principio,  dice  que  seria  insoportable  en  cualquier 
^^^i"o  poema,  es  aquí  necesario,  i  no  desagrada  en  un  asun- 
^^^  ouya  escena  pasa  en  el  otro   trópico,  i  cuyos  héroes  son 
^^-Iv-ajes  que  nos  habrían  sido  siempre  desconocidos  si  Erci- 
^^  no  los  hubiese  celebrado.    El  asunto,  que  era  nuevo,  ha 
^^Cílio  nacer  pensamientos  nuevos  también".  El  desenvolvi- 
^^^i^tjto  de  toda  la  acción,  sigue  el  orden  cronolójico  de  los 
^^c>Titecimientos.  La  verdad  se  muestra  casi  sin  accesorios, 
^^^^1  sin  personajes  ficticios;  como  si  el  poema  fuese  sólo  una 
"^^^toria  narrada  de  una  manera  brillante,  pero  conservan- 
do siempre  su  carácter  de  cuadro  fiel  de  los  hechos.  El  mis- 


NOCIONES    OB    HISTORIA   LITERARIA 


mo  Ercílla  dice  en  varias  partes  de  su  libro  que  escfibe  sólo 
una  historia  de  verso. 

Este  es  el  carácter  esencial  de  la  primera  parte  de  La 
Araucana,  que  fué  publicada  en  Madrid  en  1570.  El  poeta 
conoció  entonces  que  la  simple  narración  en  verso  de  los 
hechos  históricos  acabaria  por  parecer  monótona,  i  se  em- 
peñó en  sembrar  las  dos  partes  restantes  de  su  poema  (pu- 
blicadas la  segunda  en  1570  i  la  tercera  en  1590)  de  inci- 
dentes creados  en  su  imajinacion  í  de  episodios  destinados 
a  reanimar  el  interés.  Ercilla  inventa  entonces  la  aparición 
de  Belona  que  refiere  al  poeta  la  batalla  de  San  Quintin;  la 
descripción  de  la  caverna  del  encantador  Fitan,  desde  don- 
de  asiste  el  espíritu  a  la  batalla  de  Lepanto;  la  disputa  que 
tienen  dos  soldados  durante  una  marcha,  acerca  de  la 
muerte  de  Dido  permite  a  Ercilla,  como  caballero  cumplido, 
defender  la  virtud  de  esta  reina  contra  las  imputaciones 
calumniosas  de  Virjilio.  Estos  episodios,  demasiado  desli- 
gados del  asunto  principal,  son  por  esto  mismo  mui  poco 
interesantes. 

La  falta  de  un  plan  verdaderamente  épico  hace  (|ue  la 
acción  no  llegue  a  un  desenlace  como  el  que  debe  servir  de 
termino  a  una  epopeya.  Así  es  que  después  de  cantar  los 
triunfos  de  los  españoles  sobre  los  araucanos,  Ercilla  refie- 
re sumariamente  la  rebelión  de  Lope  de  Aguirre,  llamado 
el  tirano,  en  los  valles  orientales  del  Perú,  i  habla  de  la 
muerte  de  don  Sebastian,  rei  de  Portugal,  lo  que  le  permite 
defender  las  pretensiones  de  Felipe  II  a  esa  corona.  El  poe- 
ta termina  su  obra  recordando  los  desencantos  de  su  vejez, 
i  la  ruina  de  sus  esperanzas,  i  anunciando  el  proyecto  de 
consagrar  sus  últimos  días  a  la   penitencia  i  a  la  devoción. 

Si  todos  estos  incidentes  estraños  a  la  acción  no  alcm- 
zan  a  darle  la  grandiosidad  épica,  no  quitan  tampoco  a  La 
Araucana  su  mérito  indisputable  de  documento  histórico, 
s  )bre  todo  tratándose  de  sucesos  en  que  el  poeta  ha  toma- 
do ])arte  i  que  no  es  posible  estudiar  en  otra  fuente.  Un  ob- 
servador medianamente  acostumbrado  a  este  jénero  de 
investigaciones,   descubre  sin   mucha   dificultad    la    parte 


f 


IJTKUATL'RA    KSPANOLA  SlJ:] 


ú  til  para  la  historia,  dejando  a  un   lado  los  accesorios  poé- 
ticos. 

Como  conjunto,  volvemos   a   repetirlo,  Lh  Araucana  no 

ess   una  verdadera  epopv^va;  pero  en  los  detalles,  puede  com- 

p^^tircon  las  mas  acabadas  obras  del  arte.  Iinladescri¡)cion 

d^  los  lugares,  Ercilla  emplea  una  precisión  elegante  i  llena 

ti  ef*  claridad.    Rn  la   narración   de  los  combates  desplega  un 

^'  cii^rdadero  vigor  poético  con   rasgos   siempre  nuevos  i  ani- 

'^^'i.  ados.  Algunos  de  sus  caracteres  son  tríizados  con    mano 

í^"i  ^estra,  sobre  todo  cuando  el  poeta  hace  hablar  a  suspcr- 

^  <^^najes.  Algunos  de  esos  discursos  son,  a  juicio  de  Voltaire, 

^  ^-^^periores  a  los  de  los  héroes  de  Homero.  Por  otra  parte, 

''=^>-  versificación   fluida  i  armoniosa,  la  feliz  construcción  de 

^^  ^  estrofa,  a  la  cual  sólo  selepodria  reprochar  cierta  pobre- 

^  -^"^en  la  rima,  defecto  mui   disculpable  en  una  época  en  que 

'^*^  '   )cran  conocidos  aun  todos  los  recursos  de   líi  lengua,  ha- 

^  ^-^n  de  este  poema  una  de  K'is  mas  preciadas  joyas  de  la  lite- 

^'^  «altura  española. 

Aparte  de  todos  estos  atractivos  La  Arnncann  ofreceotro 

^  iteres  especialísimo.  Niice  éste  del  cíirácter  noble  i  elevado 

'^  <?I  mismo  Ercilla.    En  efecto,  se  leen  con  un  verdadero  pla- 

^-^  ^er  los  numerosos  pasajes  en  ((ue  el  poeta,  actor  también  en 

*^  ^  js  sucesos  que   narra,   deja  descubrir  su  carácter  siempre 

"*^  "^ííal,  sus  sentimientos   humanos  en   favor  de  los  indios,  i  su 

^~Xlma  incontrastable  en  la  desgracia. 

7. — Hemos  dicho   (piecon   escepcion  de  Ln  ArnucíninV^^ 

^^^^tros  ensayos  de  poemas  épicjs  españoles  casi  no  merecen 

^"^ecordarse.  Se  encuentran  a  veces  en  ellos  rasgos  brillantes, 

^^^i^scenas  animadas,    versificación   cuidada;  pero  analizados 

^=^n  su  conjunto,  aun  los  mejores  son  mal  concebidos,  desor- 

^  leñados,  i  tan  lánguidos,  que  es  casi  imposible  terminar  la 

lectura  de  uno  de  ellos.   Casi  lo  mismo  podríamos  decir  de 

Aos  poemas  didácticos,  contraidos  en  su  mayor  parte  acon- 

^^ignar  las  reg!as  de  la  j)oética.  DjIk'iuos,  sin  embargo,  hacvr 

^n  este  jénero   otra  esce|)cion  en  favor  de  Céspedes,  i  de  su 

poema  incompleto  sobre  el  arte  de  la  pintura. 

Pablo  de  Céspedes  (153S—1()()S)  era  natural  de  Córdo- 


364  NOCIONBS   DB   HISTORIA    LITBRARIA 

ba:  hizo  brillantes  estudios  de  lenguas  i  de  literaturas  clá- 
sicas, cultivó  las  bellas  artes  en  Italia  i  fué  pintor,  escultor 
i  arquitecto.  Su  ciudad  natal  conserva  todavía  con  orgullo 
algunos  de  sus  cuadros  mas  famosos.  De  su  obra,  que  tal 
vez  dejó  inconclusa  i  sin  correjir,  sólo  han  llegado  hasta 
nosotros  seiscientos  versos  distribuidos  en  armoniosas  oc- 
tavas. Estos  cortos  fragmentos,  que  ni  siquiera  tienen  uni- 
dad entre  sí,  no  pueden  dar  idea  alguna  del  plan  del  poema, 
pero  hai  en  ellos  ciertas  descripciones  como  la  del  caballo 
i  la  de  los  útiles  que  emplea  un  pintor,  que  dejan  ver  un 
verdadero  poeta.  Es  igualmente  notable  el  trozo  en  que 
celebra  a  los  grandes  filósofos  i  a  los  grandes  poetas, 
cuyas  obras  duran  mas  que  los  monumentos  i  las  ciu- 
dades. 

8 La  prosa  española  llevó  también  en  el  siglo  XVI  su 

marcha  de  progreso.  Empleáronla  distinguidos  escritoresen 
la  novela,  en  la  historia  i  en  las  obras  morales  i  políticas.  La 
novela,  sobre  todo,  fué  cultivada  con  grande  ardor. 

Los  romances  caballerescos  habian  comenzado  a  caer  en 
el  olvido  en  Francia,  enltaliai  en  Inglaterra.  Las  ¡deas  mo- 
dernas habian  traido  consigo  nuevas  costumbres;  i  las  aven- 
turas estra vagantes  i  burlescas  de  los  Orlandosi  de  los  Rei- 
naldos  eran  leidas  con  gran  placer,  no  ya  en  las  serias  epo- 
peyas de  la  edad  media,  sino  en  los  ]K)emas  cómicosherói- 
cos  de  la  escuela  moderna  italiana.  Sólo  la  España  habia 
conservado  íntegras  todas  las  tradiciones  caballerescas  i  el 
entusiasmo  militar  i  relijioso  mantenido  por  el  recuerdo  de 
la  lucha  contra  los  moros.  Los  romances  populares  no  ha- 
bian cesado  de  celebrar  la  memoria  de  los  viejos  cristianos, 
vencedores  o  vencidos  combatiendo  a  los  sarracenos.  Así  se 
esplica  cómo  nació  en  este  pais,  en  medio  de  la  decadencia 
jeneral  de  las  ideas  i  de  Ins  tradiciones  caballerescas,  una  fa- 
milia de  novelas  en  que  los  sentimientos  borrados  en  otras 
partes,  reaparecían  en  su  enerjía  primitiva,  con  un  aire  de 
novedad  tomado  del  clima  i  del  suelo  natal. 

La  mas  notable  de  estas  novelas  es  una  que  se  titula 
Amadis  de  Caula,  publicada   en   Salamanca  en  1519.  Por 


LITERATURA   ESPAÑOLA  365 


largo  tiempo  se  ha  discutido  la  cuestión  de  saber  quién  es 
d  autor  de  este  libro,  i  se  le  ha  atribuido  un  oríjen  portu- 
guez  o  francés:  parece,  sin  embargo,  que  sobre  una  antigua 
novela  se  formó  la  obra  española;  i  que  ésta  bajo* la  forma 
en  que  fué  dada  a  luz  pertenece  a  un  escritor  castellano  lla- 
mado García  Ordóñez  de  Moltalvo,  que  vivía  a  fines  del  si- 
glo XV.  Por  su  fondo  es  uno  de  los  romances  del  cielo  del 
rei  Arturo,  cuya  escena  pasa  en  su  mayor  parte  en  el  pais 
de  Gales,  en  Inglaterra.  Pero  al  retocar  el  libro  que  le  sir- 
vió de  base  para  su  novela,  Ordóñez  de  Montalvo  lo  ha 
adornado  de  aventuras  nuevas,  con  arengas  o  discursos 
imitados  de  los  historiadores  de  la  antigüedad,  con  cartas, 
diálogos  i  descripciones  ajustadas  al  gusto  del  renaci- 
miento. El  mérito  real  de  este  libro  es  el  haber  purificado 
este  jénero  de  composición  romanesca  por  un  sentimiento 
elevado  de  delicadeza  de  la  edad  media,  para  traernos  al 
umbral  de  la  vida  i  de  la  delicadeza  de  los  tiempos  moder- 
nos. Aun  en  medio  de  la  exajeracion  de  sentimientos  indis- 
pensables en  esta  clase  de  obras,  se  encuentra  en  sus  carac- 
teres i  en  su  acción  un  gran  fondo  de  verdad  que  hace  que 
esta  obra  haya  sobrevivido  al  torbellino  de  imitaciones  que 
se  le  siguieron,  i  que  mientras  éstas  son  completamente 
desconocidas,  aquella  conserve  todavía  su  crédito  i  su  esti- 
mación. Desde  el  punto  de  vista  del  estilo,  esta  obra  merece 
ser  estudiada  aun  como  una  de  las  mejores  fuentes  de  la 
lengua  española. 

9. — Los  antiguos  libros  de  caballerías  ofrecian  la  pintura 
de  las  costumbres,  de  los  sentimientos  i  de  las  ideas  parti- 
culares de  la  edad  media.  Los  inhábiles  imitadores  de  estas 
epopeyas  romanescas,  condenados  a  exajerar  los  defectos. 
de  sus  predecesores  para  ofrecer  alguna  novedad,  cayeron 
en  inconcebibles  estravíos  de  imajinacion,  verdaderamente 
peligrosos  para  la  razón  i  para  el  gusto.  El  público  princi- 
pió a  cansarse  de  esas  eternas  historias  de  castillos  encan- 
tados, de  grandes  espadas,  de  jigantes  vencidos  i  de  mons- 
truos inmolados.  Algunos  escritores  comenzaron  a  aban, 
donar  el  cuadro  caballeresco  pero  como  los  cuentos  han 


:^66  XOCIONBS    DE   HISTORIA    LITERARIA 

tenido  siempre  tan  grande  atractivo  para  el  hombre,  se 
bascó  otro  campo,  i  en  lugar  de  caballeros  andantes,  los 
héroes  de  la  novela  fueron  los  pastores. 

Es  un  hecho  curioso  de  la  literatura  moderna  cómo  esta 
manía  paistoral  se  apoderó  de  toda  la  Europa  al  terminar 
la  edad  media  i  duró  casi  todo  un  siglo.  La  admiración  por 
los  idilios  de  Teócrito  i  por  las  églogas  de  Vi rj  i  lio  a  la  épo- 
ca del  renacimiento,  produjo  en  todas  partes  el  deseo  de 
imitarlos. 

-  Las  primeras  obras  de  éste  jénero  fueron,  como  hemos 
visto,  diálogosen  versos  adaptables  ala  representación  dra- 
mática; pero  en  1504,  el  poeta  napolitano  Jacobo  Sannazar 
compuso  una  narración  en  prosa  con  el  título  de  Arcadia ,^ 
en  que  estaban  mezclados  versos,  décimas,  sonetos,  etc.,  i 
donde  figuraban  pastores  de  fantasía,  contando  en  ella  el 
poeta,  bajo  nombres  finjidos,  las  aventuras  de  su  propia 
vida  i  sobre  todo  la  historia  de  un  amor  des>j;raciado  que 
la  ocupó  toda  entera.  Esta  obra,  que  tuvo  un  éxito  prodi- 
jioso,  estimuló  las  imitaciones  que  se  le  siguieron.  La  lite- 
ratura española  produjo  muchos  libros  de  esta  naturaleza; 
pero  sólo  dos  de  ellos  son  dignos  de  que  hagamos  aquí  es- 
pecial mención. 

\^R  Diana  ilejorje  de  Monteniayor,  publicada  en  154-Ó, 
es  el  mas  antiguo  de  ellos.  Su  autor  '1520-15G4)  era  por- 
tugués de  nacimiento,  viajó  en  Europa  como  cantor  de  la 
capilla  ambulante  de  Fcli])e  II,  i  por  iiltimo  se  domicilió  en 
España,  cuyo  idioma  cultivó  con  rara  perfección»  i  donde 
pereció  en  un  duelo.  Montcmayor  no  se  inspira  en  la  anti- 
güedad, (|ue  61  desconoce:  su  modelo  es  Sannazar.  Como  él, 
vivió  bajo  el  imperio  de  una  pasión  desgraciada;  i  como  C\ 
l)uscó  taniÍ3¡en  un  asunto  novelesco  e  interesante  para  refe- 
rir sus  penas,  i  contar  sus  |>r()])¡as  íiven  turas  mezcladas  con 
las  *!•.*  sus  aniii(()s.  lia  efs.*et(),  los  pasto¡*es  de  la  Diana  ocul- 
tan torios  ])ersonajes  reales,  como  lo  advierte  el  autor  en 
el  ()reraci(>:  él  mismo  a])arece  bajo  el  nombre  del  enamora- 
do i  in<.!ancólico  Sireno.  Esta  circunstancia  tuvo  sin  duda 
al;;una  influencia  en  el  éxito  de  esta  obra;  pero  la  primera 


LITERATURA    ESPAÑOLA  o67 

causa  de  la  gran  popularidad  de  este  libro,  es  la  admirable 
pureza  del  estilo.  Montemayor  pertenece  a  ese  siglo  en  que 
la  imajinacion  española,  en  su  primera  frescura,  no  ha  sido 
marchitada  por  el  contajio  del  culteranismo.  Es  notable, 
sobre  todo,  la  elegancia  de  los  versos  de  que  está  sembrada 
la  narración. 

La  novela  de  Montemayor  no  quedó  concluida.  Otros 
escritores  quisieron  terminarla;  pero  sólo  una  de  esas  con- 
tinuaciones se  acerca  al  orijinal.  Un  escritor  valenciano, 
Gaspar  Jil  Polo  (1516-1572)  dio  a  luz  la  Diana  enamora- 
da,  novela  en  prosa  mezclada  de  muchos  versos,  como  la 
obra  que  queria  continuar.  Jil  Polo  toma  los  personajes  en 
la  situación  en  que  los  habia  dejado  su  predecesor;  pero 
cambia  completamente  la  acción  con  habilidad  i  buen  gus- 
to. Así  Diana,  insensible  al  amor  de  Sireno  en  la  novela  de 
Montemayor,  se  enamora  apasionamente  del  joven  pas- 
tor, que  a  su  vez  se  hace  indiferente.  Al  fin  una  encantado* 
ra  consigue  reunir  a  los  dos  amantes  en  una  pasión  mutua. 
Inferior  a  su  predecesor  en  la  invención,  Jil  Polo  cambia  sólo 
los  papeles  sin  crear  nuevos  caracteres;  pero  la  elegancia  sos. 
tenida  del  estilo,  la  nitidez  de  la  espresÍGn,el  brillante  colo- 
rido del  pensamiento,  que  ha  conservado  en  la  parte  poética 
de  la  novela,  constituyen  el  verdadero  mérito  de  su  obra. 

10. — Pista  clase  de  novelas,  en  que  se  ejercitaron  niuclios 
otros  injenios,  i  entre  ellos  el  mismo  Cervantes,  no  produ- 
jo mas  obras  notables  que  las  que  dejamos  señaladas.  En 
cambio,  los  españoles  cultivaron  con  rara  felicidad  el  jéne- 
rc>  picaresco,  iniájen  viva  de  las  costumbres  de  la  España 
del  siglo  XYI,  espresion  pintoresca  de  su  estado  político  i 
civil,  de  su  orgullo  en  medio  de  la  mendicidad,  de  sus  llagas 
sociales  i  sobre  todo,  del  espíritu  aventurero  inherente  a  la 
raza.  La  novela  picaresca,  cuyos  héroes  son  los  mendigos, 
los  bandid  )s,  los  estudiantes,  los  jitanos,  los  espadachines, 
no  es  una  imitación,  como  jiodrici  creerse  de  los  fablianx 
franceses  que  ins¡)iraron  a  Boccacio  i  a  otros  escritores:  es 
una  propiedad  tan  esclusiva  de  la  imajinacion  española 
(jue  el  nombre  con   (|ue  se  designa  este  jénero  no  tiene  tra- 


368  NOCIONBS  DB   HISTORIA   LITERARIA 


duccion  ni  equivalente  en  ninguna  otra  lengua.  Nacieron 
de  la  necesidad  de  renovar  el  interés  agotado  por  las  estra- 
vagancias  monótonas  de  las  novelas  caballerescas,  i  las 
elegancias  refinadas  de  la  novela  pastoral.  Del  ideal  exaje- 
rado  en  aquellos  dos  jéneros,  se  cayó,  buscando  la  verdadt 
en  el  realismo  de  mas  baja  clase. 

La  fantasía  de  un  estudiante  de  la  alta  aristocracia 
abrió  la  carrera  en  que  se  precipitaron  después  de  él  otros 
escritores  de  inferior  jerarquía.  Don  Diego  Hurtado  de 
Mendoza,  nacido  en  Granada  en  1503  i  muerto  en  Vallado- 
lid  en  1575,  fué  a  la  vez  diplomático,  militar,  historiador 
i  poeta,  i  figuró  en  su  época  por  su  ilustre  nacimiento,  por 
la  entereza  de  su  carácter,  por  su  gran  talento  político  i 
por  su  amor  a  las  letras  i  a  las  ciencias.  Siendo  joven  toda- 
vía compuso  una  novela  de  corta  estension,  pero  de  gran- 
de alcance  social,  que  vio  la  luz  pública  sin  nombre  de  su 
autor.  Lazarillo  de  Tórwes,  éste  es  su  título,  es  la  historia 
de  un  niño  espósito,  mendigo  desde  su  nacimiento,  recojido 
por  un  ciego  maligno  que  se  servia  de  él  como  de  un  ins- 
trumento de  conmiseración.  Las  circunstancias  de  vida  lle- 
na de  aventuras  i  de  sinsabores,  han  producido  en  su  cora- 
zón un  gran  fondo  de  misantropía:  pero  la  desgracia  no  lo 
abate;  soporta  su  destino  con  una  resignación  filosófica;  i 
desde  lo  alto  de  su  miseria  juzga  a  todo  el  mundo  que  lo 
rodea.  Ha  estudiado  sucesivamente  todas  las  clases  socia- 
les de  su  nación:  ha  mostrado  a  los  nobles  con  sus  orgullo- 
sas  miserias,  con  una  capa  ostentosa,  con  una  espada  de 
la  mejor  fábrica  de  Toledo,  pero  que  no  tienen  que  comer, 
que  por  ser  nobles  no  consienten  en  ser  comerciantes  ni  en 
tener  una  profesión,  i  que  prefieren  que  su  lacayo  mendigue 
para  ellos  algunos  maravedises;  ha  pintado  el  interior  de 
los  conventos,  la  codicia  de  los  frailes  i  los  piadosos  frau- 
des con  que  esplotaban  al  pobre  pueblo.  Esta  novela  es  un 
verdadero  cuadro,  o  mas  bien  una  serie  de  cuadros  en  que 
las  figuras  se  destacan  del  fondo  de  las  circunstancias,  con 
todo  el  poder  de  colorido  que  caracteriza  a  los  pintores  es- 
pañoles. Hurtado  de  Mendoza  se  ha  reido  de  todo  con  un 


LITERATURA    ESPAÑOLA  369 


bviacn  humor  que  deja  traslucir  la  amargura  de  una  crítica 
acr^rada. 

El  nuevo  jénero  hizo  furor:  el  gusto  picaresco  tuvo  un 
período  brillante  en  la  historia  de  la  literatura  española, 
I>^To  aunque  todos  los  otros  ensayos  son  pálidos  al  lado 
^l^^I  Lazarillo,  se  produjeron  otras  obras  notables  no  tanto 
fx^r  el  fondo  satírico  como  por  la  amena  variedad  de  las 
'«^  xr enturas.  Entre  los  escritores  que  cultivaron  este  ¡enero 
s^  distinguen  particularmente  Mateo  Alemán,  escritor  an- 
^^xluz  que  florcciaa  fines  del  siglo  XVI,  i  Vicente  Espinel, 
l><^eta  de  cierta  distinción,  natural  de  Ronda  (1544  1634). 
Srl  primero  es  autor  de  Guzman  de  Alfnrache,  i  el  segundo 
^^  algunas  novelas  del  mismo  jénero,  la  mas  notable  de  las 
^^^ales  es  El  escudero  Marcos  de  Ohregon.  Ambas  obras  se 
^  partan  en  cierto  modo  del  sendero  abierto  por  Hurtado 
^«  Mendoza:  la  narración  ha  perdido  algo  de  su  naturali- 
dad i  de  su  sencillez;  las  aventuras  están  contadas  con  ma- 
>^or  desarrollo  i  acompañadas  de  reflexiones  morales,  algu- 
*XíiS  veces  difusas  e  innecesarias. 

11. — En  el  jénero  histórico  es  donde  la  prosa  española 
Via  elevado  sus  mas  hermosos  monumentos  en  el  siglo 
XVI.  Algunos  de  sus  historiadores  fueron  hombres  de  esta- 
do, capitanes  célebres,  pero  casi  todos  poseyeron  notables 
talentos  literarios  para  comprender  la  belleza  artística  de 
las  obras  maestras  de  la  antigüedad  i  amaron  el  arte  para 
tratar  de  imitarlo.  Pero  si  la  España  cuenta  muchos  his- 
toriadores artistas,  posee  también  un  gran  número  de  com- 
piladores. Los  reyes  nombrabiin  un  empleado  con  el  tít.Jo 
de  cronista  que  tenia  el  encargo  de  escribir  la  historia  de 
8u  tiempo;  i  cuando  el  descubrimiento  del  nuevo  mundo 
abrió  un  nuevo  teatro  a  la  actividad  de  los  castellanos,  se 
creó  también  el  cargo  de  cronista  de  Indias.  Florinn  de 
Ocamp.-),  historiógrafo  de  Carlos  V,  compuso  una  Crónica 
jeneral  de  España,  que  fué  continuada  por  Ambrosio  de 
Morales  hasta  la  reunión  de  las  coronas  de  Castilla  i  de 
Aragón.  Ambas  obras,  notables  por  el  conjunto  de  hechos 
que  contienen,  están,  sin  embargo,  escritas  en  poca  crítica 

TOMO  IV  24 


'ólO  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 


i  con  desaliño  en  el  estilo.  Gonzalo  Fernández  de  Oviedo, 
nacido  en  Austria  en  1478.  viajó  largo  tiempo  en  America, 
i  como  cronista  de  Indias,  compuso  entre  otras  obras,  una 
notable  Historiajeneral  i  natural  de  his  Indias  que  sólo  ha 
sido  publicada  por  completo  hace  pocos  años.  Esta  obra, 
aunque  algo  desordenada  en  la  narración,  está  concebida 
con  un  espíritu  recto  i  escrita  con  una  elegante  sobriedad 
de  estilo.  Pero  el  mas  notable  de  estos  cronistas  es  Jeróni- 
mo Zurita  (1512—1581  ,  natural  de  Zaragoza,  que  compu- 
so los  Anales  históricos  de  Aragón,  con  grande  acopio  de 
hechos  no  sólo  para  conocer  hi  historia  propiamente  dicha, 
sino  también  las  instituciones  políticas  de  aquel  interesante 
reino. 

Aunque  esos  cronistas  conocian  mas  o  menos  los  gran- 
des modelos  de  la  antigüedad  clásica,  se  puede  decir  que  fal- 
ta el  arte  en  sus  obras.    Pero   otros  escritores  dieron  a  la 
historia  todo  el  esplendor  a  que  alcanzó  en   ese  siglo.    Don 
Diego  Hurtado  de  Mendoza,  de  quien  hemos  hablado  pí)co 
antes  como  novelista,  se  habia  retirado  a  su  ciudad   natal. 
Granada,  como  confinado  por  el  rei,  i  con  el  deseo  de  pasar 
allí  sus  últimos  años,  cuando  estalló  la  grande  insurrección 
de  los  moriscos.  Mendoza  estudió  las  causas  políticas;  vio 
que  la  opresión  mas  cruel,  los   ultrajes   mas   violentos,  las 
perfidias  mas  injustificables  ejercidas  por  la  autoridad  civil 
i  por  la  inquisición,   habian   producido  la  desesperación  de 
ese  desgraciado  resto  de  los  árabes:    vio   nacer  la  insurrec- 
ción a  la  señal  del  último  de   los   Abencerrajes,   estenderse 
rápidamente  en  las  Al puj arras,  i  los  sangrientos  combates 
de  la  lucha,  la  represión  mas  sangrienta  todavía,  la  destruc- 
ción de  poblaciones  enteras  i  la   venta  de  los   vencidos  co- 
mo miserables  esclavos  (15G8— 1570).  El   noble  caballero, 
testigo  desa()asionado  de  esta  guerra,  recojió  todas  las  no- 
ticias i  documentos,  i  escribió  su   historia  con  una  grande 
habilidad.  Felipe  II  no  toleraba  crítica  de  sus  actos:   Men- 
doza, no  pudiendo  pronunciar  su  juicio, se  limitó  a  consig- 
nar los  hechos  con  toda  claridad.  La  sola  arenga  que   ha 
introducido  en  su  obra  a  la  manera  de  los  antiguos,  se  en- 


LITERATURA    ESPAÑOLA  371 


cuentra  en  la  boca  de  uno  de  los  principales  jefes  de  la  insu- 
rrección, ocultando  así  hábilmente  la  censura  contra  el  sis- 
tema empleado  por  el  rei.   La  Historia  de  I¿i  guerrn  contra 
Icjs  moriscos  de  Granada  es  ademas  una  obra  maestra  de 
elegancia  histórica.   Tomando  el  asunto   por  su   lado  mas 
serio.  Mendoza  ha  querido   reproducir  la  manera  de  los 
/L^ríiTid-'S  escritores  de  la  antigüedad:  su   modelo  es   visible- 
nicnte  Salustio.  Favorecido  por  el  oríjen  latino  del  español, 
i  rn  i  ta  los  jiros  i  las  sentencias,    i  algunas  veces  la  concisión 
i    li^i.sta  la  oscuridad  del  orijinal.  Su  estilo  tiene   nn   relieve 
í>«^clcroso,  un  vigor  admirable,  i  con  frecuencia  cierto  énfa- 
s¡25    i  cierta  pompa  que  no  le  sientan  mal.   A  pesar  de   todas 
**i-*^    precauciones,  su  obra  no  obtuvo  permiso   parala  im- 
í^'^^^ion  i  circuló  manuscrita  hasta  1610  en   que  fué  |)ubli- 
^^^<rl  a.    A  esta  circun'itancia  se  atribuyen  algunas  incorrec- 
^*^^>  ríes  de  estilo  que  se  notan  en  ella. 

^Bnjo  un  plan  mucho  mas  vasto  ha  sido   trazada  la   Ws- 
^^-^'^áa  jenerul  de  España   del  padre  Mariana.    Nacido  en  la 
*^*^^c]a(l  de  Talaveraen  1537,  el  padre  Juan  de  Mariíma  en- 
*-^^  mui  joven  en  la  Compañía  de  Jesús  i  se  hizo  famoso  co- 
*'*^<'->  profesor  en  Roma  i  en  Paris.  Diversos  escritos  en  que 
■^^^eia  ostentación  de  la  independencia   de  su  carácter,  i  del 
"^^gor  de  sus   convicciones,  contribuyeron  a  darle  celebri- 
^*  ^d.    En  uno  de  ellos  en  que  se  trata  de  la  autoridad   real, 
T^urtiendo  del   principio  de  la  soberanía  popular,  llega  a 
'determinar  ciertos  casos  en  que  es  permitido  a  un  simple 
l^articular  el  dar  muerte  al  depositario  de  la  autoridad,  al 
^ei.   El  otro  reveló  al  público  los  robos  que  se  cometian  en 
'a  fabricación  de  las  monedas.   Por  fin,  en  otro  tratado 
^lesMibria  con  singular  franqueza  las  desgracias  de  que  es- 
taba amenazada  la  Compañía  de  Jesús,   si  no  correjia  los 
clesórdenes  de  su  gobierno,  sobre  lo  cual  daba  buenos  con- 
^5ejc>s.   Un  hombre  semejante,  a  pesar  de  su  prodijioso  mé- 
Hto  i  de  sus  vastos  conocimientos,  no  jiodia  tomar  parte 
tíii  la  dirección  de  la  compañía.  En  efecto,  el  padre  Mariana 
murió  en  162 1,  a  los  ochenta  i  siete  añ.).s  de  edad,  sin  haber 
obtenido  ninguna  de  las  dignidades  de  su  orden. 


\ 


372  NOCIONBS   DE   HISTORIA    LITERARIA 

Las  obras  que  acabamos  de  recordar  no  son  las  que  han 
dado  su  inmensa  fama  al  pa  Ire  M  iriana.  Su  gloria  descan- 
sa sobre  un  monumento  mas  duradero,  la  Historia  jeneraí 
de  España,  Escribióla  primero  en  latin,  lengua  en  que  ha- 
bía compuesto  sus  otras  obras;  pero  queriendo  hacerla 
verdaderamente  popular  i  siguiendo  el  consejo  de  algunos 
amigos,  la  tradujo  él  mismo  al  castellano  corrijiéndola  i 
completándola  hasta  la  muerte  de  Fernando  el  católico,  en 
1516.  Mas  tarde  le  añadió  un  bosquejo  compendioso  hasta 
su  tiempo.  Comprende  esta  obra  la  historia  de  España 
desde  los  tiempos  primitivos  i  fabulosos  en  que  supone  que 
un  de  hijo  Jafet,  llamado  Tübal,  llevó  los  primeros  pobla- 
dores a  la  península  ibérica.  Según  sus  propias  palabras,  no 
se  propuso  escribir  una  historia  crítica,  ni  mucho  menos 
detenerse  en  todos  los  detalles,  lo  que  le  habría  impuesto 
un  trabajo  infinito;  quiso  solamente  adornar  con  el  estilo 
los  materiales  reunidos  por  sus  predecesores.  Si  hubiera 
sido  necesario  comprobar  todos  los  hechos,  anadia,  se  ha- 
brían pasado  muchos  centenares  de  años  antes  que  se  hu- 
biese ofrecido  una  historia  de  España  a  la  curiosidad  i  a 
la  instrucción  de  sus  compatriotas.  El  historiador  ha  es- 
crito, pues,  como  Tito  Livio,  consignando  en  su  obra  todo 
lo  que  en  su  tiempo  pasaba  por  historia,  ordenando  los 
hechos  i  metodizando  la  esposicion  para  darles  toda  la  cla- 
ridad apetecible.  Por  esto  mismo  su  libro  debe  ser  leido 
con  precaución;  pero  no  por  esto  se  le  debe  considerar  in- 
digno de  su  fama.  Mariana  sabe  dar  colorido  a  su  narra- 
ción i  vigor  a  las  pinturas  de  los  caracteres.  Su  estilo  es 
noble  i  puro,  sin  ninguna  mezcla  de  afectación  ni  de  falso 
brillo.  Su  gravedad  dejenera  a  veces  en  aridez,  su  conci- 
sión en  dureza;  sus  máximas  en  lugares  comunes  de  moral. 
Pero  reina  en  este  vasto  conjunto  algo  de  grande  i  de  im- 
ponente que  dependa;  del  arte  con  que  el  escritor  hace  en- 
trar en  su  obra  los  hechos  mas  considerables  que  han 
pasado  en  el  mundo.  Se  le  ha  reprochado  la  ausencia  de  esas 
consideraciones  jenerales  sobre  las  leyes^  las  costumbres, 
las  causas  de  la  grandeza  i  de  la  decadencia  de  los  impe- 


LITERATURA    ESPAÑOLA  373 


ríos  que  se  encuentran  en  los  historiadores  modernos;  pero 
estas  faltas,  que  nacen  del  tiempo  en  que  escribió  i  de  la 
manera  como  entonces  se  comprendia  la  historia,  están 
compensadas  con  el  buen  sentido  que  ostenta  en  cada  una 
de  sus  pajinas,  con  el  colorido  de  que  reviste  los  hechos. 
Bajo  este  punto  de  vista,  ningún  historiador  español  ha 
igualado  todavía  al  padre  Mariana,  que  por  otra  parte  se 
conserva  su  obra  aun  hoi  diacomo  el  modelo  del  castellano 
clásico. 

12. — Bajo  el  réjimen  despótico  a  que  estuvo  sometida  la 
España  desde  el  siglo  XVI  por  el  absolutismo  de  los  reyes  i 
por  el  terror  de  la  inquisición,  no  debia  esperarse  que  este 
país  produjese  escritores  políticos  ni  mucho  menos  filóso- 
fos. En  los  siglos  anteriores  se  encuentran  espíritus  tran- 
quilos vigorosos,  que  raciocinan  sobre  la  libertad  en  la  ple- 
nitud de  su  buen  sentido,  sin  calor  ficticio  i  sin  declama- 
ción. Desde  esta  época,  la  imajinacion  parece  reemplazar  a 
la  razón:  los  escritores  tienen  que  apelar  a  la  novela  o  a  la 
historia  para  emitir  sus  ideas,  otrabajar  sobre  palabras, 
porque  les  están  vedados  los  grandes  asuntos.  Un  gusto 
detestable  le  hace  tomar  una  metáfora  por  un  pensamiento 
T  confundir  la  elocución  con  la  elocuencia.  Juan  Luis  Vives 
^1492-1540),  natural  de  Valencia,  el  mas  distinguido  hu- 
mianista  español  del  siglo  XVI,  vivió  siempre  fuera  de  su 
'j)atria.  i  ademas  escribió  en  latin. 

Entre  los  escritores  españoles  que  disertando  sobre  la 
^«noral  i  la  política,  se  han   elevado  a  alguna  altura,  debe- 
^■nos  mencionar  a  Antonio  de  Guevara  i  a  Antonio  Pérez.  El 
primero  era  un  fraile  franciscano  natura'l  de  la  provincia  de 
-Álava  (1470-1545)  que  alcanzó  el  puesto  de  obispo  de  Cá- 
^iz.  Su  obra  principal  es  una  especie  de  novela  política  i  fi- 
losófica titulada  Marco  Aurelio  o  reloj  de  príncipes.  Traza 
en  ella  un  retrato  fantástico  del  famoso  emperador  roma  no 
para  servir  de  modelo  a  Carlos   V,  ostentando  algo  de  la 
gravedad  imponente  i  varonil  de  los  escritores  de  la  anti- 
güedad, a  quienes  ha  querido  imitar,  i  acompañando  su  es- 
posición  de  máximas  i  sentencias  que  revelan  una  intelijcn- 


374  NOCIONER    1>K   HISTORIA    LITRRARIA 

da  habituada  a  los  negocios  de  estado  i  un  corazón  recto. 
Antonio  Pérez  (1539  1611),  el  célebre  ministro  de  Felipe  II, 
mucho  menos  puro,  pero  no  menos  hábil,  ocupa  un  lugar 
distinguido  en  las  letras  españolas  por  sus  Relaciones,  o 
memorias  históricas  con  que  ha  pretendido  justificarse  des- 
pués de  su  fuga  de  España  de  los  cargos  que  le  hacia  el  rei  i 
por  los  cuales  fué  sometido  ajuicio  ante  la  inquisición.        , 

Entre  los  prosadores  españoles  que  florecían  en  este  si- 
glo, es  preciso  contar  a  los  escrit')res  místicos.  Algunos  de 
ellos  son  hasta  ahora  modelos  de  estilo;  i  todos  ejercieron 
una  poderosa  influencia  sobre  las  ideas  de  su  siglo,  mani- 
festadas por  una  notable  inclinación  ala  vida  contempla- 
tiva, por  la  multiplicación  de  los  conventos  i  de  los  monas- 
terios, por  la  grandiosa  magnificencia  de  los  monumentos 
relijiosos,  i  por  los  tesoros  consagra  ios  a  su  adorno.  Nos 
limitaremos  a  recordar  aquí  a  los  mas  famosos  de  esos  es- 
critores. 

Teresa  de  Cepeda,  canonizada  por  la  iglesia  con  el  nom- 
bre de  Santa  Teresa  de  Jesús,  nació  en  la  ciudad  de  Avila  en 
1515,  fué  monja  carmelita,  ocupó  su  vida  en  la  reforma  de 
su  orden  i  en  la  práctica  de  las  virtudes  ascéticas,  i  murió 
en  1582,  dejando  un  nombre  ilustre  en  la  historia  de  las  le- 
tras españolas,  i  la  fama  de  su  santidad  consignada  en  la 
tradición  i  en  numerosos  documentos.  Santa  Teresa  escri- 
bió, aparte  de  su  correspondencia,  cuatro  obras  justamen- 
te admiradas  por  la  fe  profunda,  por  la  piedad  fervorosa 
que  respiran  i  por  el  tono  vigoroso  i  natural  en  que  están 
concebidas.  Las  mas  notable  de  esas  obras  es  su  propia  vi- 
da, escrita  no  por  un  impulso  de  vanidad  sino  cediendo  a 
los  mandatos  de  su  confesor. 

Juan  de  Ávila  (15001569),  llamado  el  apóstol  de  Anda- 
lucía, ha  dejado  sermones  llenos  de  vida,  de  ardor  i  de  pa- 
sión; pero  que  rápidamenee  improvisados,  dejan  mucho  que 
desear  por  lo  que  respecta  a  la  forma.  Fué  el  amigo  de  fríii 
Luis  de  Granada,  que  aprendió  en  sus  defectos  a  moderai 
el  fuego  de  su  juvenil  elocuencia. 

Frai   Luis  de  Granada,   relijioso  dominico,   natural   dt 


f 


LITERATURA    ESPAÑOLA  375 


Granada  (1504-1588),  ocupó  los  mas  altos  puestos  cíe  su 
orden  i  escribió  numerosas  obras  que  le  han  asegurado  el 
renombre  del  primer  escritor  místico  de  España.  Conocedor 
profundo  de  la  antigüedad,  admirador  apasionado  de  Cice- 
rón, ha  trasportado  a  sus  sermones  algo  de  la  perfección 
antigua.  Los  críticos  españoles  lo  consideran  el  primer  pro- 
sador de  su  siglo.  Admiran,  sobre  todo,  la  abundancia,  la 
enerjía,  la  majestad  de  su  estilo,  cualidades  que  van  siem- 
pre acompañadas  de  la  elegancia  en  la  espresion  i  de  la  per- 
fección en  el  período. 

Estos  escritores,  considerados  como  modelos  de  ascetis- 
mo, no  se  sustrajeron  en  su  tiempo  a  la  desconfianza  de  la 
inquisición.  El  terrible  tribunal,  encargado  de  mantener  la 
pureza  de  la  fe,  creyó  descubrir  en  las  obras  de  los  mas  dis- 
tinguidos escritores  místicos  españoles  tendencias  a  la  im- 
piedad o  errores  condenables;  i  de  allí  nacieron  las  persecu- 
ciones de  que  fueron  víctimas  muchos  de  ellos.  Cuando  frai 
Luis  de  León,  frai  Juan  de  Avila,  San  Juan  de  la  Cruz,  San- 
ta Teresa,  frai  Luis  de  Granada  i  otros  escritores  de  piedad 
igualmente  acendrada,  se  atraian  las  sospechas  de  la  inqui- 
sición, i  se  acarreaban  sus  censuras,  ¿podria  el  pensamiento 
elevaise  a  las  rejiones  de  la  filosofía  i  de  las  ciencias  políti- 
cas i  sociales? 

SIGLO  xvii 

13 El  siglo  de  oro  de  la  literatura  española  no  es  pro* 

piamente  el  siglo  XVL  La  época  de  mayor  grandeza  lite- 
raria comienza  entonces,  es  verdad;  pero  continúa  i  se  de- 
sarrolla en  el  siguiente,  en  que  fl  orecieron  Cervantes,  Lope 
de  Vega,  Calderón  i  muchos  otros  injenios  de  que  vamos  a 
ocuparnos. 

Miguel  de  Cervantes Saavedra  es  sin  disputad  mas  gran- 
de escritor  español  i  el  mas  popular  de  todos  los  escritores 
de  cualquier  tiempo  i  de  cualquier  pais.  Su  obra  capital  ha 
sido  traducida  muchas  veces  a  todos  los  idiomas  de  Euro- 
pa, i  lo  que  es  mas  singular,  vertida  al  latin,  puesta  en  ver- 


37f'  NOCIONES    DE   HISTORIA    LITERARIA 

SO,  en  Inglaterra  ¡  en  Italia,  ilustrada  por  insignes  dibu- 
jantes i  admirada  por  los  mas  grandes  críticos.  I  sin  em- 
bargo, un  siglo  después  de  su  muerte  la  España  no  sabia 
nada  de  la  vida  de  tan  ilustre  escritor:  como  sucedia  con 
Homero,  ocho  ciudades  se  disputaban  el  honor  de  haberlo 
visto  nacer.  Hoi,  por  fortuna,  todas  las  dudas  se  han  disi- 
pado: la  historia  de  Cervantes  es  casi  perfectamente  cono- 
cida; i  la  España,  tardía  siempre  para  premiar  a  sus  inje- 
nios,  le  ha  elevado  una  modesta  estatua,  honor  que  no  ha 
alcanzado,  según  creemos,  ningún  otro  escritor  español. 

Nació  Cervantes  en  Alcalá  de  Henares  el  8  de  octubre  de 
154-7,  de  una  familia  noble  pero  pobre.  Hizo  sus  estudios 
en  Madrid,  i  allí  hizo  también  su  primer  estreno  litera- 
rio a  la  edad  de  veinte  i  ua  años,  componiendo  algunos 
versos  en  honor  de  Isabel  de  Valois,  tercera  mujer  de 
Felipe  II,  para  celebrar  su  arribo  a  España.  P^sta  era  la 
época  en  que  el  famoso  Lope  de  Rueda  representaba  sus 
dramas  ¡)opulares.  Cervantes  se  aficionó  a  este  jénero  de 
espectáculos;  i  quizá  esta  circunstancia  ejerció  una  grande 
influencia  en  su  carrera  literaria. 

lin  15G9  Cervantes  pasó  a  Italia  como  avuda  de  cáma- 
i  secretario  dei  cardenal  Aq  laviva,  que  habia  ido  a  Espa- 
ña a  preparar  una  coalición  de  las  potencias  cristianas 
contra  los  turcos;  pero  arrastrado  por  su  ardor  militar  se 
embarcó  como  soldado  en  las  galeras  de  don  Juan  de  Aus- 
tria, i  a  su  lado  se  batió  heroicamente  en  la  memorablejor- 
nada  de  Lepanto.  Cervantes  recibió  en  la  pelea  tres  heri- 
das, una  de  las  cuales  le  dejó  inutilizada  para  siempre  la 
mano  izquierda.  Cuando  en  sus  últimos  años  sus  émulos 
le  reprochai):in  ser  m meo,  el  célebre  escritor  decia  lleno  de 
un  justo  orgullo:  **mi  mancjuedad  no  ha  nacido  en  una  ta- 
berna sino  en  la  mas  alta  ocasión  (jue  vieron  los  siglos  pa- 
sados, los  presentes,  ni  esperan  ver  los  venideros**.  Después 
de  diversas  campañas,  Cervantes  volvia  a  su  patria  cuan- 
do la  nave  í|ue  m  )ntal)afué  apresada  por  los  corsarios  ber- 
beriscos, i  llevado  a  Arjel.  Allí  sufrió  un  largo  i  duro  cauti- 
verio durante  el  cual  hizo  muchas  i  mui  atrevidas  tentati- 


LITERATURA    ESPAÑOLA  377 


I        vas  de  evasión.  Rescatado  en  1580  por  los  frailes  mercena- 
F        r-¡os,  sirvió  todavía  como  soldado  en  Portugal  i  en  la  es- 
oíaadra  del  almirante  Santa  Cruz, en  su  espedicion  en  las  is- 
las Azores  (1584). 

Ea  este  mism  i  añ)  publicó  la  primera   parte  de   una  no- 

ir^a  pastoral,  la  Gnlatea,  que  ha  dejado  inconclusa.  En  esta 

olDra,  escrita  a  imitación  de  la  Diana  de   Montemnyor  i  de 

l^m.  dejil  Polo,   Cervantes    ha  puesto   en   escena,   bajo  los 

rm  ombres  de  pastores,  a  sí  mismo,  a  su  mujer  i  algunos  es- 

c  "«"itores  amigos  suyos.  Un  estilo    puro,  descripciones  bri- 

'  1  -tintes  i  situaciones  llenas  de  interés  no   indemnizan   mas 

c^    ^mje  en  parte  la  falta  de  plan  i  de  sencillez,  ni  hacen  desapa- 

I"  ^^cer  lo  que  este  ¡enero  tiene  en  sí  de  falso. 

Este  HbTo  comenzó  la  reputación  de  Cervantes.   Trabajó 

^  «~»  seguida  para  el  teatro   tanto  por    necesidad    como  por 

ST'^JSto.  e  hizo  representar  cerca  de  treinta  comedias  i   una 

^  '•^ajedia, mas  regulares  i  masmoralesque  las  de  ese  tiempo, 

P^^ro  igualmente  complicada  de  incidentes  romanescos  o  de 

^'•^  venciones  fantásticas.  Aunque  sus  piezas  dramáticas  son 

^"^^u¡  poco  interesantes,'  se  le  puede  considerar    como  el  mas 

^ventajado  de  los  escritores  españoles  que  pretendieron  re- 

*^<>rmarel  teatro  con  la  imitación  de  las  obras  clásicas  de 

la  antigüedad  o  de  la  Italia  moderna.    I.a   mayor  partf  de 

^sas  piezas  se  ha  perdido. 

El  teatro  no  proporcionó  a  Cervantes  recursos  que  ase- 
gurasen su  existencia.  La  aparición  de  Lope  de  Vega  eclip- 
só su  fama  casi  completamente.  En  medio  de  las  angustias 
de  su  situación,  solicitó  del  rei  que  se  le  diese  alguna  ocu- 
pacionen  América,  **refujio  i  amparo  de  los  desesperados  de 
España",  como  él  mismo  decia.  Todo  lo  que  pudo  conseguir 
fué  el  cargo  de  ájente  de  un  comisario  de  víveres  de  líi  es- 
cuadraen  Cádiz  i  poco  después  el  modesto  destino  de  cobra" 
dor  de  contribuciones  en  Andalucía.  El  provecho  que  obtu- 
vo en  este  empleo  fué  una  prisión  i  un  proceso  por  la  pér- 
dida de  algunos  fondos  acaecida  contra  toda  previsión. 
Encargado  mas  tarde  de  percibir  las  entradas  de  la  orden 
de  San  Juan  en  los  pueblos  de    la  Mancha,  Cervantes  fué 


378  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 

todavía  víctima  de  otra  violencia.  Los  deudores  se  subk 
varón,  sin  que  la  autoridad  local  quisiese  intervenir  en  < 
negocio;  i  el  cobrador  fué  puesto  en  una  prisión  en  el  pm 
blo  de  Argamacilla.  Allí  fué  donde  concibió  el  plan  de  Do 
Quijote^  cuya  primera  parte  publicó  en  Madrid  en   1605. 

Aunque  esta  obra  alcanzó  una  gran  popularidad  al  poc 
tiempo  de  publicada,  el  resto  de  la  vida  de  Cervantes  fu 
siempre  una  serie  no  interrumpida  de  aventuras  i  de  ni¡s< 
rias.  El  trabajo  era  talvez  el  único  consuelo  de  sus  maleí 
Entonces  fué  cuando  escribió  sus  Novelas  ejemplares,  cuei 
tos  cortos,  sentimentales  los  unos,  críticos  i  picarescos  1< 
otros,  que  por  el  buen  plan  i  por  la  naturalidad  del  estil 
son  considerados  como  modelos  en  su  jénero.  Mientras  tai 
to,  parece  que  Cervantes  daba  por  terminada  su  obra  cap 
tal,  Don  Quijote.  Habia  dejado  a  su  héroe  de  vuelta  en  s 
casa  después  de  sus  singulares  aventuras;  pero  en  1614,  u 
émulo  suyo,  que  se  cree  sea  el  padre  dominicano  frai  Lui 
de  Aliaga,  dio  a  luz  con  el  nombre  supuesto^e  Avellanedc 
una  pretendida  continuación,  en  que  abundaban  las  alusic 
nes  injuriosas  contra  Cervantes.  DHerminóse  entonces  éí 
tea  publicar  su  segunda  parte  (1615)  que  termina  con  1 
sentida  muerte  de  su  héroe,  digno  coronamiento  de  su  obr 
inimitable.  Por  fin,  poco  antes  de  su  fallecimiento,  Cerv/ír 
tes  terminó  otra  novela,  Persiles  i  Sljismunda,  historia  n 
cargada  de  aventuras,  verdadero  dédalo  de  hechos  dram¿ 
ticos,  pero  mal  coordinados,  que  sólo  es  digno  de  su  non 
bre  por  el  estilo.  Cervantes  murió  el  23  de  abril  de  1611 
sin  ver  publicada  esta  novela  que  era  la  obra  de  su  vejes 
de  su  predilección. 

14.— Si  no  hubiese  escrito  el  Don  Quijote,  Cervantes  oci 
paria  un  puesto  distinguido  en  la  historia  de  las  letras  cí 
pañolas;  pero  esta  sola  obra  le  ha  dado  el  alto  rango  qu 
tiene  en  la  historia  de  la  literatura  universal.  El  objet 
aparente  que  se  propuso  Cervantes  al  escribirla,  fué  el  ri 
destruir  las  novelas  de  caballerías  de  que  estaba  inundad 
la  España:  el  mismo  ha  declarado  de  la  manera  mas  term 
nante  este  propósito.  Ha  imajinado   para  esto  la   histori 


LITKUATURA    E8l»AN(>r,A  H7Í) 

de  un  hidalgo  que  pierde  el  juicio  con  la  lectura  de  esa  clase 
de  libros,  i  que  creyéndose  en   la  época  de  los  paladines  i  de 
los  encantadores,  se  resuelve  a  salir  al  mundo,  cubierto  con 
una  armadura  vieja  i  mohosa  i  montado  en  un  mal  rocín, 
para  correr  aventuras,   reparar  injusticias,  socorrer  a  los 
^>primidos  i  defender  a  las  damas.   Fuera  de  la  caballería, 
<lon  Quijote  es  un  modelen  de  buen  sentido  i  de  razón,  un 
<c:rítico  llení)  de  sal  i  de  finura,  un  pensador  Rventajadr>  i 
profundo.  Su  estravío  mental   lo  aleja,  sin  embargo,  de  la 
^da  práctica:  sus  ojos  están   fijos  sobre  su  imajinaria  Dul- 
cinea del  Toboso,  su  mente  no  piensa  mas  que  en  jigantc^, 
encantadores  i  paladines.   Del  contraste  completo  que  exis- 
te entre  estas  ilusiones  de  su  desordenada  fantasía  i  la  ver- 
dad de  la  vida  real,  resulta  ese  conjunto  armonioso  i  agra- 
dable que  nos  deleita  i  encanta.   El  inmenso  jigante  de  cien 
brazos  que  ve  don  Quijote  es  un   molino  de  viento;  esos 
innumerables  ejércitos  venidos  de  oriente  i  de  occidente  que 
están  próximos  a  entrar  en  combate  ¡  cuyos  jefes  cree  reco- 
nocer, son  rebaños  de  pacíficas  ovejas;  ese  castillo  de  eleva- 
das almenas,  rodeado  de  fosos  profundos,  es  una  miserable 
venta;  esa  brillante  castellana,  esa  princesa  encantada,  es 
M^aritornes,  la  mas  fea  de  las  sirvientes  de  una  posada;  el 
yelmo  de  oro  de  Mambrino,  quitado  por  don  Quijote  en  un 
combate  singular,  es  simplemente  una  bacía  de  barbero. 

A.I  lado  del  caballero  está  Sancho    Panza,  el  rústico  es- 
^^dero,  que  no  participa  de  las  locuras  de  su  amo,  a  quien 
acompaña  montado  sobre  un  asno,  pero  que  se  deja  ganar 
poco  a  poco  por  sus  brillantes  promesas.  Sancho  es  la  ma- 
teria, la  personificación  mas  natural  de  la  utilidad  desear" 
^ada:  todas  las  cualidades  del  hombre  vulgar  se  encuen- 
tran en  su  carácter.   La   bondad,  la  fidelidad,  la  sensibili- 
dad que  posee   en  cierto  grado,   hacen  escusar  su  sensuali- 
dad, su  glotonería,   su  pureza,   su  egoismo.  Estos  dos  per- 
sonajes se  completan  el  uno  al  otro,  i  se  hacen  resaltar  mu- 
damente, de  tal   manera  que  no  se  puede  concebir  a  don 
Quijote  sin  su  escudero  i  al  escudero  sin  su  amo,  así  como 


380  NOCIONES    DB   HISTORIA    LITERARIA 

cada  uno  está  identificado  a  su  cabalgadura:  el  caballero 
a  Rocinante,  Sandio  a  su  rucio. 

Tales  son  los  protagonistas  de  este  drama  admirable  de 
cien  actos  diversos.  Abierta  la  escena,  las  aventuras  se  su- 
ce<len,  siempre  nuevas  i  siempre  cómicas:  ios  golpes  i  los 
accidentes  de  todo  jénero  llueven  sobre  el  caballero  andan- 
te i  sobre  su  escudero;  apaleados,  manteados,  estropeados, 
conservan  toda  su  serenidad  i  discuten  sobre  la  injusticia  i 
los  vicios  de  los  hombres.  Don  Quijote  aplica  juiciosamente 
a  las  circunstancias  algunas  máxim  is  filosóficas,  i  Sancha 
responde  al  pensamiento  de  su  amo  con  un  rosario  de  pro- 
verbios. En  todas  las  situaciones,  don  Quijote  conserva  su 
caballeresca  gravedad;  i  cuando  se  trata  de  asuntos  estra- 
ñosalos(|ue  han  producido  su  monomanía,  desplega  un 
juicio  admirable  i  a  veces  una  elocuencia  distinguida.  Con- 
vertido en  gobernador  de  la  ínsula  Barataria.  Sancho  reina 
i  juzga  como  un  Salomón  de  aldea,  sin  salir  jamas  de  los 
límites  (le  la  mas  franca  i  espontánea  naturalidad. 

Alejados  como  estamos  del  siglo  de  Cervantes,  nosotros 
no  podemos  encontrar  la  clave  de  las  innumeral)les  alusio- 
nes que  debe  contener  su   libro,   i  que  sin  duda  fueron  jene- 
ralmente  comprendidas  entonces;  pero   lo   que  es  de  todo 
tiempo,  i  lo  que  constituye  a  nuestros  ojos  el  principal  mé- 
rito'de  la  novela,  es  la  perfecta  organización  del  plan,  es  Ic^ 
acabado  de  los  detalles,  la  riqueza  singular  d¿  los  inciden  — 
tes,  la  elegancia  i  la  admirable  pureza  del  estilo,  la  armonías 
esqjuisita  que  resulta  del  contraste  de  los  caracteres,  tantea 
principales  como  accesorias.  Cervantes,   ademas,  pinta  coi^ 
una  escrupulosa   fiJelidad  el  aspecto   del  pais,  las  costum — 
bres  de  los  habitantes,  la  fisonomía  de  líis  ciudades  i  de  lo^ 
despoblados. 

15. — Hemos  vi«to  que  el  objeto  aparente  que  se  propuso- 
Cervantes  al  escribir  su  libro  inmortal  fue  el  de  destruir' 
por  el  ridículo  las  novelas  de  caballerías.  Talvez  éste  fué  su 
propósito  al  emprender  la  obra;  pero  una  vez  en  el  trabajo, 
su  imajiuacion  se  ensanchó,  cobró  vuelo  i  se  remontó  a  un 
campo  mas  vasto.  En    medio   délos  numerosos  incidentes 


LITERATURA   ESPAÑOLA  381 


que  sobrevienen  al  desventurado  caballero,  Cervantes  ha 
sabido  introducir  sus  juicios  personales  sobre  algunas  de 
las  cuestiones  mas  importantes  de  la  literatura,  de  la  mo- 
ral i  de  la  política,  las  reflexionen  de  todo  jénero  que  en  el 
curso  de  su  larga  vida  habia  formado  su  jenio  escrutador 
sobre  todas  las  clases,  sobre  todos  los  vicios,  sobre  todas 
las  ridiculeces  de  la  sociedad  de  su  tiempo.  Si  su  obra  fuese 
sólo  una  crítica  injeniosa  de  las  novelas  decaballerías,  aun- 
que hubiese  conseguido  destruirlas  para  siempre,  estaría 
hoi  olvidada,  como  tantos  libros  de  circunstancias  que 
sólo  consulta  después  uno  que  otro  erudito.  Es  preciso, 
pues,  que  haya  en  Don  Quijote  otro  mérito,  otro  pensa- 
miento, que  asegure  la  inmortalidad  que  se  tiene  con- 
quistada. 

No  han  faltado  las  teorías  especulativas  sobre  este  pun 
to  de  historia  literaria.   Se  ha  creido   reconocer  en  el  libro 
de  Cervantes  un  poema  inspirado  por  la  Eneida  o  por  la 
Odisea,  o  por  otras  obras  clásicas.  Es  evidente,  sin  embar- 
ga, que  Cervantes  no  ha  imitado  a  nadie,  porque  los  inje- 
nios  colosales  cuando   obran  inspirados,   no   tienen   mas 
guia  que  su  propio  jenio.   Los  opiniones  que  sostienen  qtie 
Cervantes  ha  querido  ridiculizar  en   su  obra  a  Carlos  V  o 
al  duque  de  Lerma,  el  valido  de  Felipe  III,  no  merecen  ser 
examinadas.  Don  Quijote  no  tiene  nada  de  ese  espíritu  po- 
lítico amargo  i  concentrado  que  respiran  otros  libros.  No 
1108  detendremos  en  combatir  otra  opinión  que  supone  que 
Cervantes  quizo  hacer  su   propio  retrato,  refiriendo  las 
contrariedades  de  su  vida  en  una  forma  alegórica  i  ponien- 
do sus  ideas  en  boca  de  don  Quijote. 

Pero  la  crítica  filosóAv^^a  alemana  no  se  ha  detenido  en 
la  impresión  lijera  i  risueña  que  resulta  de  Don  Quijote,  i 
ha  querido  ver  en  esta  obra  otra  cosa  mas.  Bouterwek  co- 
^enzó  atribuyendo  a  Cervantes  una  idea  mas  alta  que  la 
de  querer  desacreditar  las  malas  novelas  de  caballerías, 
^^endo  que  esta  seria  sólo  una  intención  ocasional  i  se- 
^ndaria  Otro  crítico  distinguido  por  su  ciencia  i  por  su 
Juicio,  Sismondi,  se  ha  encargado  de  desarrollar  i  de  dar 


382  NOCIONES   DE    lilSTOIilA   LITBRABIA 

cuerpo  al  pensamiento  insinuado  por  Bouterwek.  **Lain 
vención  fundamental  de  Don  Quijote,  dice  Sismondi,  ese 
contraste  eterno  del  espíritu  poético  i  del  espíritu  de  la  pro 
sa.  La  imajinacion,  la  sensibilidad,  todas  las  cualidades  je 
nerosas  tienden  a  la  exaltación  de  don  Quijote.  Los  hom 
bres  de  una  alma  elevada  se  proponen  en  la  vida  el  ser  lo; 
defensores  de  los  débiles,  el  apoyo  de  los  oprimidos,  lo 
campeones  de  la  justicia  i  de  la  inocencia.  Como  don  Qui 
jote,  encuentran  por  todas  partes  la  imájen  de  la  virtud  j 
que  rinden  culto;  creen  que  el  desinterés,  la  nobleza,  el  valoi 
que  la  caballería  andante,  en  fin,  reina  aun;  i  sin  calcula 
sus  fuerzas,  se  esponen  por  servir  a  los  ingratos,  se  sacrifí 
can  a  las  leyes  i  a  los  principios  de  un  orden  imajinaric 
Este  sacrificio  continuo  del  heroismo,  estas  ilusiones  de  1¡ 
virtud,  son  lo  que  la  historia  del  jénero  humano  nos  prc 
senta  de  mas  noble  i  de  mas  conmovedor...:  es  el  tema  d 
la  alta  poesía,  que  no  es  otra  co^a  que  el  culto  de  los  senti 
mientos  desinteresados...  Se  presiente  ya  por  que  alguna 
personas  han  considerado  a  Don  Quijote  como  el  libro  ma 
triste  que  se  haya  escrito  jamas;  i  en  efecto,  la  idea  funda 
mental,  la  moral  del  libro,  es  profundamente  triste...  Cei 
vántes  nos  pinta  en  don  Quijote  un  hombre  cumplido, 
que,  sin  embargo,  es  el  objeto  constante  del  ridículo...  Su 
empresas  mas  jenerosas  no  le  producen  mas  que  palizas 
golpes.*'  Esta  opinión,  desarrollada  con  mucho  injenio,  lu 
hecho  lei  durante  algún  tiempo,  en  materia  de  crítica  lite 
raria. 

En  estas  diferentes  maneras  de  apreciar  aquella  obra  in 
mortal,  hai  mucho  de  la  intelijencia  i  de  las  inclinaciones  es 
peciales  de  cada  crícico.Cada  lectUKíes  como  un  licor  que  s 
tiñe  del  color  i  toma  el  sabor  del  vaso  en  que  se  sirve.  I  sii 
embargo,  la  obra  de  Cervantes  parece  no  prestarse  a  esa 
interpretaciones  especulativas.  Criticando  los  malos  libro 
de  caballerías,  el  escritor  se  ha  dejado  arrastrar  por  su  j( 
nio,  ha  agrupado  las  observaciones  que  acerca  del  mund 
le  sujeria  su  esperiencia,  i  les  ha  dado  vida  por  medio  d 
una  acción  tan  sencilla  como  admirablemente  llevada  a  s 


I.ITERATITRA    ESPAÑOLA  383 


lesenlace.  Es  preciso,  pues,  quitar  a  Don  Quijote  ese  mérito 
leí  velo  ¡  del  misterio,  aun  a  r¡es«fo  de  disminuir  su  valor 
ante  algunos  espíritus.  Cervantes  ha  hecho  una  obra  maes^ 
tra.  «lo  una  claridad  perfecta,  agradable,  sensata,  sin  prece. 
líente  en  la  antigüedad,  sin  reproducción  en  lostiemj)os  mo- 
dernos, sin  abrigar,  quizá,  ninguno  de  los  pensamientos  que 
la  crítica  especulativa  le  ha  atribuido.  Pensando  hacer  un 
libro  de  circunstancias,  su  jenio  colosal  creó  un  libro  para 
lodos  los  tiempos  i  para  todos  los  hombres. 

16. — Con.temporáneos  de  Cervantes  fueron  los  mas  gran- 
iles  j^'uios  que  ha  producido  la  poesía  española.  Cultivaron 
:as¡  todos  ellos  el  drama,  i  apartándose  de  los  ensayos  de 
restauración  clásica  intentada  a  fines  del  siglo  XVI,  eleva- 
ron rápidamente  el  teatro  nacional  a  la  mayor  altura  a  que 
lebia  alcanzcir  en  manos  de  Lope  de  Vega.  Como  sucede 
siempre,  la  posteridad  ha  sido  injusta  con  los  antecesores 
Je  este  poeta,  i  le  ha  atribuido  el  honor  de  haber  trasfor. 
n.'ido  el  ilrama  castelhino  croéindo  piezas  orijinales  i  dis- 
luestas  artísticamente.  Sin  embargo,  en  su  tiempo  la  refor. 
na  habia  sido  iniciada  por  poetas  dramáticos  que  mereceu 
|ue  se  recuerden  sus  nombres  i  sus  obras. 

El  arte  dramático  debió  sus  mas  notables  progresos  a 
ina  escuela  literaria  que  se  habia  creado  en  Valenciíi,  de  la 
mal  formaban  jjarte  varios  injenios  justamente  admirados. 
Bl  mas  famoso  de  todos  fué  don  Guillen  de  Castro  (1569- 
1631 ),  poeta  fecundo,  (|ue  compuso  la  mayor  parte  de  sus 
)iezas,  en  particular  a(|uellas  a  que  debe  su  celebridad,  an- 
tes que  Lope  de  Vega  hubiese  alcanzado  la  soberanía  abso- 
uta  en  el  teatro.  Talento  serio  i  grave.  Castro  se  propone 
ron  mover  mas  bien  que  divertir.  De  todos  los  escritores 
Iramáticos  españoles  es  el  (|ue  ha  mostrado  mas  respeto 
>  )r  las  tradiciones  de  su  pais.  En  ellas  encontró  un  verda- 
loro  caudal  de  ins[)iracion  (pie  supo  esplotar  con  felicidad. 
^^as  mocedades  del  Cid,  su  obra  maestra,  está  fundada  en 
os  romances  que  contienen  esas  tradiciones.  El  drama  está 
lividido  en  dos  partes:  la  primena,  que  ha  imitado  i  en  par- 
:e  traducido  el  célebre  trájico  francés  Pedro  Corneille,  se  de- 


384  NOCIÓNOS    DE   HISTORIA  LITERARIA 

senlaza  por  el  casamiento  del  Cid  con  Jimena;  la  segur 
versa  sobre  la  vida  del  héroe  durante  el  reinado  de  don  S 
cho  i  el  sitio  de  Zamora.  Son  en  realidad  dos  piezas  difer 
tes,  enlazadas  entre  sí  por  la  unidad  del  héroe:  el  Cid  do 
na  siempre  en  la  escena.  En  medio  de  situaciones  altamei 
dramáticas  que  el  poeta  sabe  encadenar,  el  honor  nacioi 
se  encuentra  entero  con  su  valor  indomable,  su  fé  entusi 
ta,  su  lealtad  incorraptible.  El  sentimiento  del  patriotisi 
mas  verdadero  i  mas  elevado  se  ostenta  en  toda  la  pieza 
medio  de  una  constante  lucha  de  afectos  contrarios/  C 
neille  mismo,  que  lo  ha  copiado  casi  fielmente  en  algui 
escenas,  ha  quedado  en  ciertos  detalles  mas  abajo  que 
poeta  español;  peo  ha  sabido  en  cambio  crear  un  conjuí 
mas  armónico  i  mas  grandioso,  porque  el  jenio  sabe  en 
aun  imitando. 

17.— Las  obras  dramáticas  de  don  Guillen  de  Castro  f 
ron  afamadas  dentro  i  fuera  de  España;  pero  la  fecundid 
inagotable  de  Lope  de  Vega  vino  a  eclipsar  con  su  repu 
cion  inmensa  la  de  todos  sus  antecesores.  Nació  Lope  Fé 
de  Vega  Carpió  en  Madrid,  el  año  1362.  A  la  edad  de  cin 
años,  dicen  sus  biógrafos  i  él  mismo  lo  indica,  compor 
versos  que  hacia  escribir  por  otros.  En  su  ciudad  natal  hi 
sus  estudios  de  gramática  i  de  retórica;  pero  a  la  edad 
catorce  años,  su  espíritu  inquieto  lo  indujo  a  fugarse  de 
casa  paterna  para  correr  el  mundo.  Después  de  haber  t 
mado  parte  en  una  espedicion  a  la  isla  Tercera  (una  de  1 
Azores),  cursó  la  filosofía  en  la  famosa  universidad  de  / 
cala,  por  instancias  del  obispo  de  Avila  que  se  habia  cons 
tuido  en  su  protector.  Sus  estudios  clásicos,  sin  erabarg 
no  fueron  nunca  completos,  como  se  deja  ver  en  sus  obra 
El  resto  de  su  juventu  1  fué  un  tejido  de  aventuras  estrac 
diñarías,  algunas  de  las  cuales  fueron  dos  procesos  que 
le  siguieron  por  asuntos' orijinados  de  lances  amoroso 
A  consecuencia  de  un  fluelo  en  que  hirió  a  su  adversario,  s 
frió  un  destierro  a  Valencia.  Sea  por  patriotismo  o  por  p 
breza,  Lope  de  Vega  se  alistó  como  soldado  en  la  armac 
invencible,  dispuesta  por  Felipe  IT  contra  Inglaterra,  i  si 


LITERATURA  ESPAÑOLA  385 


vio  mas  tarde  como  secretario  de  algunos  grandes  señores 

-c'spañoles.  Viudo  dos  veces,   abrazó  la  carrera  eclesiástica, 

ssin  renunciar  a  la  poesía,  i  sin  someterse  a  la  clausura  con- 

^^entual.  Mas  de  dos  tercios  de  sus  obras  dramáticas  fueron 

<^ompuestas  después  que  el  autor   recibió  las  órdenes  sacer- 

^lotales.   Parece,  sin  embargo,    que  el  exceso  de  devoción 

^rabrevió  sus  dias.  Lope  de  Vega  murió  en    Madrid  en  1635» 

r»-  la  edad  de  setenta  i  tres  años. 

Jamas  poeta  alguno  gozó  durante  su  vida  de  mayores 
cronsíderaciones.  Dante,  Tasso,  Canioens.   Cervantes,  vivie- 
x"on  i  murieron  oscuramente  o  tuvieron   que  soportar  una 
vida  llena  de  desgracias.    Lope  de  Vega  fué  admirado  por 
sus    contemporáneos,  i  obtuvo  por  sus  obras  grandes  su- 
mas de  dinero  (jue  repartía  jenerosamente.  Cervantes  lo  lla- 
maba injenio  monstruo  de  naturaleza;  cuando  Lope  pasa- 
ba por  la  calle,  la  muchedumbre  se  estrechaba  a  su  alrede- 
dor; el  rei  mismo  hacia  parar  su  coche  para  mirarlo,  i  los 
niños  lo  seguian  en  medio  de  gritos  de  entusiasta  alegría^ 
El  nombre  de  fénix  de  los  injenioSy  con  que  es  conocido  to- 
davía, resonaba  sin  cesaren  sus  oidos.  El  papa  Urbano  VIII 
le  envió  la  cruz  de  Malta  con  los  títulos  de  doctor  en  teolo- 
jía  i  de  fiscal  apostólico.  En  fin.  el  dia  de  su  muerte,  sus  fu- 
nerales fueron  celebrados  con  una  pompa  real.   Nueve  obis- 
pos oficiaron  durante  nueve  dias  por  el  reposo  de  su  alma; 
^cl  teatro  no  se  dejó  sobrepasar  por  la  iglesia. 

La  historia  literaria  no  recuerda  una  fecundidad  mas 
prodijiosa.  Se  dice  que  compuso  mil  ochocientas  comedias 
profanas,  i  cuatrocientas  relijiosas.  A  éstas  hai  que  agregar 
las  numerosas  obras  de  otro  jénero,  poemas  épicos  i  poesías 
líricas,  con  las  cuales  se  hacen  subir  sus  escritos  a  la  enor- 
"le  cifra  de  veinte  i  un  millones  de  versos.  Se  ha  calculado 
M^eha  debido  escribir  durante  toda  su  vida,  inclusa  la  ni- 
'*^,  el  tiempo  de  sus  viajes  i  de  sus  correrías  militares,  no- 
vecientos versos  por  dia.  Un  erudito  bibliógrafo  español 
contemporáneo,  don  Cayetano  de  la  Barrera,  ha  reducido 
^-considerablemente  estas  cifras,  manifestando  con  citacio- 
nes del  mismo  Lope,  que  ya  en  tiempo  de  éste  era  común  el 

TOMO  IV  2ó 


f  < 

íO* 


386  XOCIOXBH    DE    HISTORIA    LITBRARIA 


,  atribuirle  obras  que  nunca  habia  visto;  pero  no  por  eso  la 
fecundidad  de  este  escritor  deja  de  ser  un  prodijio  portento- 
so. El  mismo  ha  dicho  que  muchas  de  sus  piezas  no  le  cos- 
taron mas  de  un  dia  de  trabajo  '• 

Lope  de  Vega  pretendió  a  la  universalidad  en  todos  los 
jcneros  poéticos;  pero  no  sólo  en  el  teatro  fué  verdadera-* 
mente  creador.  En  los  demás  se  contentó  con  imitar;  i  no 
siempre  fué  feliz.  Compuso  como  el  Tasso  una  Jerusalen 
conquistada,  para  contar  la  espedicion  de  Ricardo  Corazón 
(le  León  a  la  Palestina,  poema  que  está  mui  lejos  del  oriji 
nal.  La  hermosura  de  Anjélica,  con  que  quiso  continuar 
el  Orlando  furioso  de  Ariosto  no  se  acerca  siquiera  al  mo- 
delo. Sus  otras  epopeyas,  sin  contar  en  este  número  los 
poemas  de  un  carácter  relijioso,  son  la  Corona  trájica,  o 
historia  poética  de  los  infortunios  de  María  Stuardo;  la 
Circe,  ampliación  no  mui  feliz  de  un  episodio  de  la  Odisea, 
i  la  Dragontea  en  que  celebra  la  muerte  del  marino  ingles 
IVancisco  Drake,  a  quien  maldice  con  grande  enerjia,  lla- 
mándolo aborto  del  infierno.  Si  en  estas  obras  Lope  no  fué 
afortunado,  cultivó  en  cíimbio  la  sátira,  la  epístola,  la  églo- 
ga, la  letrilla  burlesca,  la  canción  tierna,  el  soneto  i  el  ro- 
mance con  rara  felicidad.  En  esta  rápida  e  incompleta  enu- 
meración, debemos  recordar  un  ensayo  de  poema  didáctico 
titulado  Arte  nuevo  de  hacer  comedias:  una  novela  pasto- 
red  en  verso;  la  (ratomaquia,  poema  burlesco  dé  gran  méri- 
to cuyos  héroes  son  los  gatos,  i  dos  novelas  en  prosa. 

Pero  para  apreciar  la  grandeza  del  jenio  de  Lopede  Vega 
es  preciso  estudiar  sus  dramas.  El  ha  creado  las  dos  gran- 
des clases  de  piezas  del  teatro  español,  las  comedias  divinas 
i  las  comedias  humanas.  Las  primeras  versan  sobre  la  vida 
<le  algún  santo,  o  son  simples  ficciones  alegóricas  cuyos 
|)ersonajes  eran  la  muerte,   el  pecado,  el  maometisto  elju- 


i  Así  lo  dice  en  su  égloga  a  Claudio,  pñj.^Sl  del  tomo  XXXVIII 
<Ie  la  BihliotccH  (h  Autores  Españoles  de  Rivadeneirn. 

"Pues  mas  de  ciento  en  horas  veinticuatro 
Pa,saron  de  las  musas  al  teatro** 


LITERATURA    RSPAÑOLA  :Í87 

(leismo,  la  candad,  la  justicia,  etc.,  por  medio  de  los  cuales 
<?l  poeta  esplicaba  uno  de  los  dogpias  de  la  relijion  o  un 
principio  de  la  moral  cristiana.  Estas  piezas,  que  estuvie- 
ron mui  en  boga  en  España,  i  que  eran  representadas  en 
ciertos  dias  de  gran  solemnidad  relijiosa,  son  conocidascon 
d  nombre  de  autos  sacramentales.  Las  comedias  humanas 
■eran  también  de  dos  clases;  las  unas  heroicas,  cuyos  perso- 
najes i  cuya  acción  son  tomados  de  la  historia;  las  otras 
<le  aventuras  inventadas  a  imitación  de  la  vida  real  i  ordi- 
naria. Estas  ííltigias, que  losespañoles  hanelevado  a  cierto 
grado  de  perfección,  se  conocen  con  el  nombre  de  comedias 
<¡e  capa  i  espada,  por  los  lances  que  abundan  en  ellas.  En 
esta  clase  es  también  en  la  que  mas  ha  descollado  Lope  de 
Vega;  pero  ha  tratado  con  raro  talento  la  historia,  las  tra- 
diciones relijiosas,  los  personajes  alegóricos,  las  comedias 
de  costumbre,  de  intriga  i  de  carácter. 

La  trama  de  sus  piezas  es  ordinariamente  mui  compli- 
cada; las  intrigas  se  cruzan  en  todos  sentidos,  los  inciden- 
tes se  suceden  i  el  desenlace  sorprende  a  todo  el  mundo.  En 
«US  comedias  de  capa  i  espada  hai  ciertos  caracteres  que 
reaparecen  siempre  pintados  con  una  fidelidad  singular,  el 
vejete,  el  galán,  la  dama,  la  vieja,  el  criado  i  el  gracioso. 
Aparte  de  estos  personajes  que  se  repiten  en  casi  todas  las 
]»iezas  con  caracteres  casi  idénticos,  Lope  se  cuida  poco  de 
los  otros  accesorios.   Una  vez  concebida  la  idea;  primera, 
-agrupaba  descuidadamente  las  escenas  burlescas  i  las  sen- 
timentales, proseguia  su  intriga  hasta  el  fin,  reuniendo  to- 
llos los  incidentes  que  se  levenian  a  la  imajinacion;  i  cuando 
-<reia  que  la  pieza  iba  a  salir  mui  larga,  cortaba  brusca- 
Tiiente  los  nudos  que  habia  formado  i  casaba  a  todas  las 
|)arejas  de  amantes  que  tenia  entre  las  m*anos.  En  verdad, 
no  podia  exijirse  mas  a  un  hombre  que  en  veinticuatro  ho- 
ras debia  inventar  el  asunto  de  sus  piezas,  crear  los  perso. 
Tiajes  i  versificar  sus  diálogos.  Por  otra  parte, el  público  no 
l)uscaba  en  el  teatro  mas  que  los  contrastes  cómicos,   las 
-escenas  burlescas  i  los  episodios  conmovedores:  poco  le  im- 
1  cortaba  que  las  leyes  del  gusto  fuesen   violadas  a   cada 


388  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 


paso,  que  los  preceptos  referentes  a  las  unidades  fuesen 
atropellados  de  una  manera  chocante.  Lope  de  Vega  cono- 
cía esto  mismo,  i  por  eso  se  cuidaba  principalmente  de 
agradar  a  los  espectadores  sin  acordarse  de  las  reglas  lite- 
rarias ^  .  De  esta  manera,  compuso  escenas  admirables^ 
pero  piezas  imperfectas  i  descuidadas  en  que  se  descubre  la 
precipitación,  i  por  decirlo  así,  la  improvisación.  Si  hai  al- 
gún hombre  de  quien  se  pueda  decir  que  es  superior  a  sus 
obras,  ese  es  Lope  de  Vega.  En  efecto,  dotado  de  un  talento 
creador  de  primer  orden,  fijó  la  forma  del  'drama  español, 
ejerció  sobre  la  literatura  de  su  patria  una  influencia  in- 
mensa, i  compuso  obras  numerosas  que  revelan  su  injenio; 
pero  ninguna  puede  ser  citada  como  modelo.  Lope  cultivó 
todos  los  jéneros  dramáticos,  el  cómico  i  el  serio,  pero  en 
ambos  ha  sido  sobrepujado  por  algunos  de  sus  compatrio- 
tas. Pero  cualesquiera  que  sean  sus  defectos,  la  crítica  re- 
conoce en  este  fecundo  poeta  al  iniciador  de  una  revolución 
literaria  que  otros  consumaron  felizmente.  Uno  de  sus  mas 
juiciosos  biógrafos.  Lord  Holland,  ha  dicho  con  mucha  ra- 
zón: **Si  Lope  de  Vega  no  hubiese  escrito,  quizá  no  habrian 
existido  jamas  las  obras  maestras  deCorneille  i  de  Moliere; 
i  si  nosotros  no  conociésemos  las  obras  de  éstos,  Lope  pa- 
saría aun  por  uno  de. los  mas  grandes  autores  dramáticos 
de  Europa." 

17. — El  fénit  de  los  injenios,  como  se  llama  todavía  a 


1  En  su  Arte  nueio  de  hacer  comedias  (páj.  230  del  tomo 
XXX VIH  de  la  Biblioteca  de  Autores  Españolea)  se  encuentran 
estos  versos: 

**I  cuando  he  de  escribir  una  comedia 
Encierro  los  preceptos  con  cien  llaves; 
Saco  a  Terencio  i  Plauto  de  mi  estunio 
Para  que  no  me  den  voces... 


1  escribo  por  el  arte  que  inventaron 
Los  que  el  vulgar  aplauso  pretendieron; 
Porque,  como  las  paga  el  vulgo,  es  justo 
Hablarle  en  necio  para  darle  gusto.'' 


LITERATURA  ESPAÑOLA  389 


Lope  de  Vega,  fué  el  modelo  de  sus  contemporáneos  i  de 
sus  sucesores.  Sus  imitadores,  sin  embargo,  que  no  tenian 
su  jenio,  exajeraron  sus  defectos  copiando  sus  procedimien- 
tos. Pero  en  el  tiempo  en  que  la  España  perdia  su  influen- 
cia política,  iluminaba  todavía  al  mundo  con  los  últimos 
rayos  de  su  gloria  literaria  bajo  la  protección  de  un  rei 
apasionado  por  el  teatro,  Felipe  IV,  poeta  dramático  él 
mismo,  según  una  tradición  jeneralmente  aceptada.  Otros 
injenios  vinieron  a  desarrollar  el  teatro  español  completan- 
do la  obra  de  Lope  de  Vega.  El  mas  notable  de  todos,  sino 
por  otros  méritos  a  lo  menos  por  la  fecundidad,  es  don  Pe- 
<lro  Calderón  de  la  Barca. 

Nacido  en  Madrid  en  1600,   Calderón  hizo  buenos  estu- 
dios literarios,  i  desde  mui  temprano  dio  muestras  de  sus 
talentos  poéticos.  Sin  embargo,  se  enroló  en  el  ejército  co- 
mo simple  soldado  e  hizo  algunas  campañas  en  los  Paises- 
Bajos  i  en  Italia,  que  le  permitieron  conocer  el  mundo.  Fe- 
lipe IV  oyó  hablar  de  sus  talentos  como  autor  dramático  i 
lo  llamó  a  Madrid  en   1636,   para  ofrecerle  los  medios  de 
representar  sus  piezas.  Desde  luego  alcanzó  una  gran  popu- 
laridad junto  con  la  protección  decidida  del  monarca.  Hizo 
todavía  una  nueva  campaña  en  Cataluña  para  sofocar  la 
insurrección  que  habia  estallado  allí;  pero  su  principal  ocu- 
pación fué  la  poesía  dramática  que  enriqueció  considerable- 
mente. Calderón  tenia  casi  la  fecundidad  de  Lope  de  Vega. 
"Se  cuentan  entre  sus  obras  127  comedias,  95  autos  sacra- 
mentales i  muchas  otras  poesías  no  dialogadas.  A  la  edad 
^le  cincuenta  i  un  años  recibió  las  órdenes  sacerdotales,  i 
--<lesde  entonces  se  contrajo  especialmente  a  escribir  stis  aú- 
llos  sacramentales  i  otras  poesía?    relijiosas.    Murió   en 
11681,  en  el  pleno  uso  de  su  intelijencia,  trabajando  hasta 
^1  último  dia  de  su  vida  i  gozando  de  los  aplausos  a  que  lo 
•'licieron  acreedor  su  obras. 

Calderón  no  intentó  grandes  mudanzas  en  punto  a  las 
í^ormas  dramáticas.  No  aumentó  jénero  nuevo  al  teatro,  ni 
■~nodicó  en  cosa  alguna  importante  las  formas  ya  consa- 
gradas por  Lope  de  Vega;  en  cambio  manifestó  mas  cono- 


i 


390  NOCIONRS    DE    HISTORIA    TJTEKARIA 


cimiento  en  la  combinación  de  los  incidentes,  i  en  la  dispo- 
sición del  plan.  Dio  a  todo  un  nuevo  colorido,  i  bien  puede 
dtcirse  que  hastn  una  fisonomía  enteramente  nueva.  Su 
drama  es  mas  ideal  i  con  tendencias  mas  poéticas,  i  por 
consiguiente  menos  real  i  positivo  que  e!  de  su  predecesor. 
Las  mismas  situaciones  i  los  mismos  caracteres  reaparecen 
con  frecuencia;  pero  su  jenio  fértil  ha  sabido  encontrar  una 
admirable  complicación  de  intriga  en  medio  de  estos  resor- 
tes uniformes.  Los  encantos  de  una  versificación  siempre 
elegante  i  fácil,  aunque  afeada  a  veces  por  el  culteranismo^ 
de  que  hablaremos  mas  adelante,  arrojan  un  velo  sobre  los 
defectos  de  sus  composiciones.  Sus  piezas  relijiosas  fueron 
las  mas  admiradas  por  los  contemporáneos  de  Calderón ;= 
hoi  su  gloria  descansa  sobre  todo  en  las  comedias  de  capa 
i  espada,  tejidos  de  aventuras  recargados  quizá,  pero  con  — 

cébidos  con  tíilento  i  desenvueltos  con  grande  habilidad 

Algunos  críticos  han  exajerado  sin  embargo  la  importan 
cia  literaria  de  Calderón:  Guillermo  Schiegel  ha'llegado  ;k^ 
asignarle  el  primer  lugar  entre  los  dramáticos  modernos 
En  esta  opinión  del  famoso  profesor  alemán,  desarrolladaE= 
por  él  con  bastante  estension,  debe  notarse  sobre  todo  un?^^^ 
parte  considerable  del  espíritu  de  secta:  Schiegel  veia  em 
Calderón  al  iniciador  del  romanticismo  moderno,  i  por  es(  j 
no  ha  vacilado  en  darle  un  puesto  que  en  realidad  no  le  co  ^ 
rresponde. 

18.— Al  lado  de  estos  dos  grandes  astros  de  la  escena  es  ^ 
pañola,  brillaron  muchos  otros  injenios,  casi  todos  ello^ 
menos  fecundos  que  Lope  i  Calderón,  pero  entre  los  cualeí¡==! 
hai  algunos  que  perfeccionaron  el  arte  dramático  mediantes 
un  estudio  mas  detenido  de  los  caracteres  i  de  la  acción^ 
Hablaremos  sólo  de  cuatro  de  ellos,  que  son  sin  disputa  to^ 
mas  notables. 

Tirso  de  Molina,  cuyo  verdadero  nombre  es  Gabriel  Te- 
Hez  (1570-1648),  fué  un  poeta  mui  fecundo,  natural  de  Ma- 
drid. Después  de  haber  hecho  buenos  estudios  clásicos,  i 
haber  llevado  una  juventud  ajitada,  se  hizo  fraile  mercena- 
rio i  alcanzó  a  ocupar  algunos  puestos  elevados  en  su  ór- 


LITERATURA   ESPAÑOLA  391 


den.  Fué  predicador,  teólogo  e  historiador,  escribió  nume- 
rosas poesías  de  varios  jéneros  i  cerca  de  trescientas  come- 
dias. De  éstas,  que  en  su  mayor  parte  fueron  compuestas 
antes  que  Tirso  de  Molina  se  hiciese  sacerdote,  sólo  nos 
quedan  setenta  i  siete  que  bastan  para  darlo  a  conocer. 
Sus  piezas  históricas  i  relijiosas  no  tienen  importancia;  la 
verdadera  orijinalidad  de  este  poeta  está  en  sus  comedias 
de  intriga  i  en  sus  comedias  de  carácter,  de  la  cual  puede 
considerarse  el  creador  entre  los  españoles.  Sus  argumen- 
tos se  asemejan  casi  todos;  la  invención  no  existe  mas  que 
en  los  detalles  en  los  cuales  Tirso  agrupa  hábilmente  los 
mas  variados  incidentes,  sin  acordarse  muchas  veces  de  la 
decencia.  Lo  que  lo  distingue  sobre  todo  de  sus  paedeceso- 
res  es  la  picante  vivacidad,  los  rasgos  maliciosos,  i  la  incom- 
parable jovialidad  de  sus  burlas,  concebidas  casi  siempre 
en  el  estilo  mas  natural  i  mas  verdadero.  A  él  se  debe  la 
creación  del  tipo  de  Don  Juan,  el  libertino  audaz  i  sacrilego, 
que  ha  servido  mas  tarde  para  la  formación  de  muchos 
dramas  i  poemas.  Tirso  lo  tomó  de  las  tradiciones  popula- 
res de  Sevilla,  i  le  dio  vida  en  una  de  sus  comedias  mas 
aplaudidas,  pero  que  sin  embargo  no  es  la  mejor  de  sus 
obras. 

Donjuán  Ruiz  de  Alarcon  nació  en  Tasco,  pueblo  minero 
de  Méjico,  por  los  años  de  1580.  Después  de  haber  hecho 
sus  estudios  en  América  i  en  Salamanca,  hasta  obtener  el 
título  de  licenciado  en  leyes,  llevó  la  vida  de  pretendiente 
en  busca  de  algún  destino.  Residió  en  Sevilla  i  en  Madrid, 
i  como  no  viera  realizadas  sus  pretensiones,  se  dedicó  a  la 
poesía  i  al  teatro,  i  compuso  muchas  comedias  de  carácter, 
veinte  de  las  cuales  se  conservan  i  gozan  de  una  justa  esti- 
mación. Su  jenio  violento,  su  nacimiento  americano  i  hasta 
sus  defectos  físicos,  pues  era  jorobado,  le  atrajeron  las  bur- 
las i  las  sátiras  de  algunos  poetas  contemporáneos.  Al  fin 
obtuvo  el  empleo  de  relator  del  consejo  de  Indias,  que  des- 
empeñó hasta  su  muerte,  ocurrida  en  1639.  Los  dramas 
de  Alarcon  suponen  un  estudio  notable  de  las  pasiones  i  de 
los  resortes  teatrales;  pero  su  orijinalidad  se  manifiesta 


392  NOCIOMBS   DB   HISTORIA    LITERARIA 


sobre  todo  en  sus  comedías,  i  consiste  precisamente  en  la 
intención  filosófica.  El  ha  elevado  este  jénero  literario  de 
la  pintura  esclusiva  de  las  costumbres  a  la  pintura  de  los 
caracteres.  Para  esto,  renunció  resueltamente  al  interés 
de  la  intriga  que  exijia  el  público  español  como  primera 
necesidad  de  una  obra  dramática,  para  elevarse  hasta  los 
tipos  jenerales  de  la  humanidad.  Moralista  en  medio  de 
hombres  que  tenian  imajinacion  sobre  todo,  pretende  co- 
rrejir  cuando  sus  contemporáneos  querían  sólo  agradar. 
Alarcon  miraba  en  tan  poco  la  aprobación  que  podía  dis- 
pensarle el  vulgo  que,  en  una  época  en  que  comentaba  la 
corrupción  del  gusto,  se  mantuvo  fiel  a  los  graneles  escrito- 
res del  siglo  XVI,  i  escapó  casi  enteramente  al  contajio  del 
culteranismo,  entonces  jeneral.  Estas  circunstancias  esplí- 
can  en  parte  el  poco  aprecio  que  se  hizo  de  sus  comedias,  i 
el  desden  con  que  lo  miraban  sus  émulos.  En  efecto,  la  sen- 
cillez, la  claridad,  la  pureza  del  estilo  de  Alarcon,  hacen 
olvidar  que  han  pasado  dos  siglos  sobre  sus  obras. 

Don  Agustín  Moreto  fué  natural  de  Madrid  (16181669). 
De  su  vida  casi  no  se  tienen  otras  noticias  que  las  de  haber 
abrazado  el  estado  sacerdotal  i  haber  pasado  sus  últimos 
años  en  la  mayor  austeridad.  Aunque  los  dramas  histó- 
ricos de  Moreto  sean  concebidos  con  talento  i  escritos  con 
vigor,  no  se  debe  buscar  en  ellos  el  jenio  particular  de  este 
autor.  Se  le  encontrará  sí  en  las  comedías  en  que  se  propu- 
so desarrollar  un  carácter  particular.  Tomaba  a  veces  la 
acción  de  alguna  pieza  olvidada  o  desconocida  de  sus  pre- 
decesores; pero  la  hacia  orijinal  en  sus  manos,  porque  po- 
seía en  alto  grado  el  arte  de.  la  composición.  Sus  intrigas, 
menos  complicadas  que  las  de  Calderón  i  Lope,  se  anudan 
i  desenlazan  mas  naturalmente.  Su  estilo  por  otra  par- 
te, es  mas  sencillo,  i  en  jeneral  mas  adaptado  a  la  co- 
media. Todas  estas  circunstancias  han  hecho  que  esas 
piezas,  aunque  no  las  mas  orijinales,  sean  las  mas 
acabadas  del  teatro  español.  **Me  parece,  dice  Viardot, 
que  si  se  abriese  un  concurso  entre  todos  los  teatros  de 
Europa  i  fuese    necesario  representar   el  de    España   por 


LITERATURA    ESPAÑOLA  393 


una  sola  pieza,  no  se  podría  elejir  nada  mejor,  entre  las  in- 
numerables riquezas  que  posee,  que  la  comedia  de  Moreto 
titulada  El  desden  con  el  desden,  de  que  Moliere  ha  hecho 
una  imitación  descolorida.** 

Si  El  desden  con  él  desden  de  Moreto  es  la  mejor  come- 
dia española,  el  mejor  drama,  en  la  acepción  especial  de  esta 
]>alabra,  es  García  del  Castañar  de  don  Francisco  de  Ro- 
jas. De  la  vida  de  este  poeta  se  sabe  sólo  que  nació  en  To- 
ledo en  1607,  que  vivió  ordinariamente  en  la  corte,  que  fué 
caballero  de  la  orden  de  Santiago  i  que  escribió  muchas 
obras  dramáticas,  de  las  cuales  no  todas  se  conservan.  Sus 
autos  sacramentales,  que  son  numerosos,  casf  no  son  leidos 
-en  nuestro  tiempo  sino  por  algunos  curiosos  eruditos.  Hai 
piezas  suyas  que  son  de  una  estravagancia  i  de  una  afecta- 
ción singulares.  Mas  tarde  se  corrijió  de  estos  defectos  de 
juventud;  i  cuando  la  reflexión  concentró  las  riquezas  de  su 
injenio,  en  vez  de  perderlas  en  trabajos  medio  improvisa- 
dos, como  algunos  de  sus  predecesores,  se  contrajo  a  for- 
mar obras  maestras.  Algunas  de  sus  comedias  de  costum- 
bres son  justamente  estimadas;  pero  es  en  el  drama  propia- 
mente dicho,  eh  el  retrato  délas  pasiones  fuertes  i  vigorosas 
i  de  los  caracteres  elevados,  donde  Rojas  desplega  todos 
los  recursos  de  su  jenio. 

Pero  cualquiera  que  sea  el  mérito  de  todos  estos  poetas, 
<ís  preciso  reconocer  que  el  teatro  español  no  ha  pintado 
mas  que  a  los  españoles.  De  allí  nace  su  grande  importan- 
cia bajo  el  punto  de  vista  histórico.  Revela  los  sentimien- 
tos mas  íntimos  de  la  nación,  la  galantería  caballeresca,  el 
espíritu  relijioso,  el  buen  humor;  pero  carece  de  esa  jenera- 
lidad  en  la  pintura  de  los  caracteres;  que  constituye  el  pri- 
mer mérito  del  teatro  francés.  Al  lado  de  estos  defectos, 
ofrece  eminentes  cualidades,  el  interés,  la  invención  dramá- 
tica en  el  tejido  de  la  fábula,  i  por  fin  la  pasión.  El  drama 
•español,  ademas,  aspira  siempre  a  la  grandiosidad,  i  algu- 
nas veces  exajera;  pero  jamas  idealiza  el  crimen,  como  se 
ha  pretendido  hacerlo  después  en  otros  paises;  i  se  deja 
^tras  la  naturalidad,  no  pretende  dorar  lo  que  es  inmundo. 


894  NOilONRS    I>fi   HISTORIA   LITERARIA 


Los  poetas  dramáticos  de  España,  por  inclinación  natural» 
se  proponen  pintar  los  grandes  sentimientos,  los  grandes 
sacrificios  por  un  interés  de  amor,  de  familia,  de  patria:  el 
honor  es  el  alma  del  teatro  i  el  Cid  su  símbolo  inmortal. 
Aun  la  pintura  de  preocupaciones  falsas  i  hasta  peligrosas, 
tiene  por  escusa  el  ser  las  preocupaciones  de  un  siglo,  que, 
después  de  todo,  no  era  mas  que  la  exajcracion  de  una  idea 
moral,  respetable  en  principio.  En  fin,  el  arte  del  diálogo 
fué  elevado  por  esos  poetas  a  un  alto  grado  de  perfección. 
Son  ellos  los  que  han  enseñado  ese  arte  a  los  grandes  auto- 
res dramáticos  franceses  del  siglo  de  Luis  XIV. 

19.—  Esta  era  de  prosperidad  de  la  poesía  dramática,  fué 
como  debe  suponerse,  contemporánea  de  un  gran  desarro- 
llo de  los  otros  jéneros  literarios.  La  poesía  lírica,  sobre 
todo,  tuvo  todavía  mayor  número  de  adeptos  que  en  el  si- 
glo anterior.  Los  romances  populares  de  esta  época  son 
también  mui  numerosos,  i  abrazaron  todos  los  asuntos  que 
trataban  los  antiguos  poetas.  Muchos  de  los  mas  ilustres 
poetas  de  los  siglos  XVI  i  XVII,  Lope  de  Vega,  Cervantes, 
etc.,  rehicieron  los  antiguos  romances,  dando  a  su  lenguaje 
formas  mas  nuevas  i  mas  estudiadas;  pero  la  naturalidad 
de  este  jénero  de  composiciones  desapareció  también  en 
parte. 

Pero  el  mas  grande  délos  poetas  líricos  españoles  deeste 
siglo,  i  uno  de  los  mas  notables  que  haya  producido  la  Es» 
paña,  es  don  Francisco  de  Rioja.  Nacido  en  Sevilla  por  los 
años  de  1600,  Rioja  abrazó  el  estado  eclesiástico  desem- 
peñó las  temibles  funciones  de  miembro  del  tribunal  de  la 
inquisición  en  Madrid,  i  obtuvo  la  protección  del  famoso 
conde  duque  de  Olivares,  a  quien  sirvió  como  bibliotecario. 
La  desgracia  de  su  protector  le  acarreó  algunas  persecu- 
ciones, después  de  las  cuales  se  asiló  en  un  convento  de  su 
ciudad  natal,  donde  murió  en  1658.  Hombre  de  una  vasta 
ilustración,  Rioja  la  empleó,  no  en  revestir  sus  versos  de  for- 
mas eruditas,  sino  en  darle  toda  la  perfección  apetecible  en 
los  detalles  i  en  hacerlas  sencillas  i  puras.  Sólo  se  conservan 
algunas  de  sus  obras;  pero  por  su  elegancia  i  por  su  bueii 


\ 


LITERATURA    B8PAÑ0LA  395 


gusto,  son  consideradas  en  España  como  el  mejor  modelo 
que  pueda  ser  presentado  a  las  meditaciones  de  la  juventud. 
Respiran  todas  ellas  un  sentimiento  de  fílosofía  melancóli- 
ca que  sabe  contenerse  en  sus  justos  límites.  Aparte  de  al- 
gunas piezas  cortas,  recomendables  por  la  armonía  i  el 
buen  gusto,  es  notable  su  Epístola  moral  a  Fabio,  por  la 
elevación  de  los  pensamientos,  la  solidez  de  las  máximas  i 
el  vigor  de  la  inspiración. 

La  canción  a  Las  ruinas  de  Itálica,  inspirada  por  el 
recuerdo  de  la  grandeza  romana,  considerada  como  el  trozo 
mas  acabado  de  todo  el  parnaso  español,  i  que  se  atribuyó 
durante  algún  tiempo  a  Rioja,  fué  escrita  por  Rodrigo  de 
Caro,  ecleéiástico  andaluz  mui  erudito  que  dejó  algunas 
obras  en  prosa  bastante  estimadas.^ 

Inferiores  a  Rioja,  pero  también  mui  celebrados,  son  los 
dos  hermanos  Arjensola,  jemelos  no  por  el  nacimiento,  ni 
por  la  posición  que  ocuparon,  pero  sí  por  el  carácter,  el  ta- 
lento, la  instrucción  i  el  estilo.  Lupercio  i  Bartolomé  Leo- 
nardo de  Arjensola  *^  nacieron  en  Barbastro,  en  el  Aragón, 
el  primero  en  1565  i  el  segundo  en  1566.  El  mayor  siguió 
la  carrera  de  los  empleos  en  España  i  en  Ñapóles,  fué  cro- 
nista de  la  corona  de  Aragón,  con  cuyo  motivo  compuso 
una  obra  histórica  mui  apreciable  por  las  noticias  que  con- 
tiene: murió  en  1613.  El  segundo,  Bartolomé,  fué  sacerdo- 
te, escribió  también  una  nistoria  de  la  conquista  de  las  is- 
las Moldeas  por  los  españoles,  i  murió  en  1631.  En  los  mo- 
mentos en  que  la  literatura  española  marchaba  a  su  deca- 
dencia por  el  influjo  del  culteranismo,  loshernanos  Arjenso- 
la desempeñaron  el  papel  de  moderadores,  i  sin  producir 
obras  maestras,  mantuvieron  el  gusto  cuando  comenzaba 
a  perderse.  **Sin  intentar  dismmuir  la  justa  e&timacion  que 

1  Caro  nació  en  1585  i  murió  en  164-8.  V.  el  Manual  de  Com- 
posición Literaria,  Sección  VII,  §  VI. 

-  El  apellido  de  estos  dos  poetas  era  Leonardo  de  Arjensola.  Su 
padre,  Juan  Leonardo,  era  un  italiano  de  Ravena,  i  su  madre  una 
señora  aragonesa,  llamada  Alfonsa  de  Arjensola.  En  la  literatura 
española  son  conocidos  principalmente  con  el  apellido  materno. 


396  NOCIONES  DE  HISTORIA  LITERARIA 

se  debe  a  los  Arjensola,  dice  Quintana,  nos  parece  que  su 
fama  es  mucho  maj-or  que  su  mérito;  i  que  si  la  lengua  es- 
|)año]a  les  debe  mucho  por  el  esmero  i  la  propiedad  con  que 
la  escribiac,  la  poesía  no  tanto,  donde  su  reputación  está 
al  parecer  mas  afíanzada  en  los  vicios  que  les  faltan  que  en 
las  virtudes  que  poseen.*' 

20. — Al  lado  de  estos  poetas  figura  uno  de  los  jenios  mas 
singulares  de  la  literatura  española,  cuyo  nombre  es  popu- 
lar en  todas  partes  donde  se  habla  la  lengua  castellana,  i 
cuj'^as  obras  abrazan  casi  todos  los  jéneros  literarios.  Ha- 
blamos de  don  Francisco  de  Quevedo  i  Villegas.  Nacido  en 
Madrid  en  1580,  era  por  sus  conocimientos  filolójicos,  jurí- 
dicos i  teolójicos,  un  verdadero  sabio  al  salir  de  la  univer- 
sidad de  Alcalá.  Su  vida  entera  fué  un  tejido  de  las  mas  es- 
t rañas  aventuras.  En  la  noche  del  jueves  santo  (1600),  se 
hallaba  en  una  iglesia  cuando  un  caballero  desconocido  se 
acerca  a  una  señora  i  le  da  una  bofetada.  Quevedo  se  hace 
el  defensor  de  la  dama  ultrajada,  provoca  al  agresor  a  un 
duelo,  i  le  deja  muerto  en  el  pórtico  de  la  iglesia.  Obligado 
a  huir  de  las  persecuciones  de  la  justicia,  Quevedo  pasó  a 
Sicilia  para  buscar  un  asilo  al  lado  del  virei  duque  de  Osu- 
na, que  era  su  protector.  Como  ájente  de  éste,  de«?empeñ6 
diversas  comisiones  diplomáticas  en  Italia.  De  vuelta  a  Es- 
paña, arrastrado  en  la  desgracia  de  su  protector,  a  quien 
se  acusaba  nada  menos  que  de  haber  intentado  hacer  inde- 
pendiente el  reino  de  Ñapóles,  sufrió  tres  años  de  prisión 
( 1620-1623).  Llamado  nuevamente  a  la  corte,  i  nombrado 
secretario  del  rei,  se  le  acusó  en  breve  de  ser  autor  de  una 
sátira  sangrienta  contra  el  conde-duque  de  Olivares,  i  de 
nuevo  fué  sometido  a  una  dura  prisión  (1639)  en  que  pasó 
otros  cuatro  años.  Al  fin,  después  de  muchas  aventuras  en 
la  corte,  en  que  tuvieron  parte  las  asechanzas  que  le  ten- 
dian  algunas  damas  principales  para  vengarse  de  su  mor- 
dacidad contra  las  mujeres,  murió  en  1645,  dejando  en  la 
historia  de  las  letras  españolas  uno  de  los  nombres  mas 
ilustres  que  ellas  recuerden. 

Ouevedo  se  ejercitó  en  casi  todos  los  jéneros,  desde  la  le- 


LITERATURA    ESPAÑOLA  397 

trilla  hasta  la  comedia;  desde  los  escritos  mas  serios  de 
moral  i  de  relijion  hasta  la  sátira  mas  hiriente  i  mas  gro- 
tesca. Su  obras  serias,  entre  las  cuales  se  distinguen  la  Vida 
de  San  Pablo,  la  Vida  de  Marco  Bruto  i  la  Política  de  Dios, 
son  notables  por  la  unión  de  la  mas  pura  moral  i  délos  mas 
elevados  pensamientos  políticos,  pero  cuyo  estilo  está  con 
frecuencia  empañado  por  los  diversos  jéneros  de  afectación 
que  caracterizan  a  todos  los  escritores  españoles  de  esta 
época  en  materias  de  filosofía  i  de  política.  En  el  jénero  sa- 
tírico i  con  frecuencia  burlesco,  descuellan  El  sueño  de  las 
calaveras,  El  alguacil  alguacilado.  Las  zahúrdas  de  Plu- 
ton,  publicado  primero  con  el  título  de  El  sueño  del  inñer- 
no,  i  las  Cartas  del  caballero  de  la  tenaza,  ^s  famosa  igual- 
raen  te  El  gran  tacaño  o  Historia  del  buscón,  novela  del  jé- 
nero picaresco.  En  las  obras  de  esta  segunda  clase  es  donde 
se  debe  buscar  el  verdadero  jenio  de  Quevedo.  Allí  se  en- 
cuentran esos  rasgos  espirituales,  esas  ilusiones  picantes, 
esas  metáforas  felices,  esas  vivas  imájenes  que  han  enrique- 
cido la  lengua  española  con  una  multitud  de  proverbios  fa- 
miliares. Por  ellas  es  uno  de  los  escritores  mas  populares 
de  su  patria,  donde  es  conocido  i  designado  como  el  padre 
de  la  risa,  el  tesoro  de  los  chistes,  el  maestro  de  la  agudeza 
i  de  la  jocosidad.  Desgraciadamente,  estremado  en  todo, 
Quevedo  no  sabe  guardar  en  la  elección  de  sus  burlas  la  me- 
sura del  buen  gusto,  de  la  decencia,  ni  aun  la  claridad  en  la 
elección  de  sus  espresiones.  Su  sátira,  aunque  demasiado 
violenta  casi  de  ordinario,  deja  ver,  sin  embargo,  una  alma 
jenerosa  i  atrevida  que  condena  los  vicios  de  su  tiempo  sin 
pensar  en  los  sinsabores  que  esa  crítica  ha  de  acarrearle. 

Las  obras  poéticas  de  Quevedo  fueron  igualmente  nu- 
merosas; i  es  probable  que  las  que  conocemos,  que  casi  en 
su  totalidad  sólo  vieron  la  luz  pública  después  de  su  muer- 
te, sólo  sean  una  parte  reducida  de  las  que  compuso.  Desde 
luego,  sus  comedias  han  desaparecido  casi  del  todo.  Las 
demás  poesías,  así  como  sus  obras  en  prosa,  son  de  dos  jé 
ñeros  diferentes:  serias  las  unas,  destinadas  a  asuntos  mo- 
rales o  filosóficos;  lijeras,  burlonas  i  satíricas  las  otras.  En 


398  NOCIONES    I>M    HISTORIA    LITKUAKIA 


/imbos  jéneros  domina  un  estilo  análogo  al  de  sus  obras  en 
prosa.  Afectado  i  casi  oscuro  en  la  poesía  seria,  Quevedo 
revela  en  el  jénero  burlesco  una  sal  cómica,  viva,  aunque  a 
veces  grosera;  de  ordinario  una  amargura  digna  de  Juve- 
nal  i  un  injenio  prodijioso  para  agrupar  equívocos,  retrué- 
canos i  alusiones  de  toda  especie,  en  ocasiones  inintelijibles 
para  nosotros.  Sus  sonetos  burlescos,  imitados  del  italia- 
no, son  los  mejores  que  se  han  escrit<>  en  lengua  castellana, 
Sus  romances,  sus  quintillas,  sus  canciones  son  a  veces  ini- 
mitables por  la  gracia  i  por  el  buen  humor.  Pero  en  todas 
estas  composiciones,  Quevedo  no  ha  querido  contenerse 
siempre  en  los  límites  de  la  naturalidad  i  del  buen  gusto,  i 
frecuentemente  ha  llevado  la  caricatura  hasta  el  exceso.  En 
prueba  de  ello  podríamos  citar  el  fragmento  de  un  poema 
i)urlesco  sobre  el  asunto  de  los  amores  de  Orlando,  escrito 
a  la  manera  de  Berni,  pero  tan  recargado  de  estravagan- 
cia  que  la  imitación  ha  perdido  toda  la  delicadeza  i  buen 
sabor  del  orijinal. 

21.— Este  inagotable  arsenal  de  burlas  fué  puesto  algu- 
nas veces  al  servicio  de  una  buena  causa.  Quevedo  quiso 
<lesterrar  de  la  poesía  española  una  pedante  afectación,  o 
mas  bien  una  estraordinaria  cstravagancia  de  formas  que 
en  su  tiempo  estaba  mui  en  boga;  i  en  efecto  la  censuró  con 
amargura,  pero  sin  conseguir  el  resultado  que  se  proponía. 
El  gusto  literario  pasaba  entonces  en  España  por  una  re- 
volución semejante  a  la  que  Marini  habia  producido  en 
Italia;  i  todos  los  esfuerzos  de  injenios  poderosos  fueron 
impotentes  para  contenerlo  en  sus  estravíos. 

Se  atribuye  esta  perversión  del  gusto  en  España  a  un 
poeta  de  verdadero  talento,  don  Luis  de  Góngora  (1516— 
1628).  Nacido  en  Córdoba;  Góngora  hizo  buenos  estudios 
literarios  i  abrazó  la  carrera  eclesiástica  para  librarse  de 
la  miseria.  Sus  primeras  obras  poéticas,  que  consisten  en 
sonetos,  canciones  i  romances,  son  notables  por  la  natura- 
lidad i  por  la  gracia,  i  lo  colocan  en  la  categoría  de  los  me- 
jores poetas  líricos  de  España.  Pero  disgustado^del  poco 
aprecio  que  sus  contemporáneos  hacían  de  sus  obras,  Gón- 


I 


LITBRATIRA    KSPAXOLA  3i>9 


;i^ora  concibió  la  idea  de  crear  para  la  poesía  seria  un  estilo 
'Has  elevado,  que  denominó  estilo  culto.  **  Quiso,  dice  Lope 
<le  Vega,  enriquecer  el  arte  i  aun   la  lengua  con  tales  exor- 
'^ liciones  i  figuras,  cuales  nunca  fueron  imajinadas,  ni  hasta 
stx  tiempo  vistas".  Con  este   propósito,  i  mediante  todo  el 
í^T-abajo  iniajinable,  formó  un  lenguaje  particular  i  lleno  de 
^^fttravagancias,  que  desafiaba  todas  las  reglas   recibidas 
I  >  orla  lengua  española  en  prosa  i   verso.  Se  esforzó  sobre 
^c:>do  en  introducir  en  esta  nueva  lengua  las  inversiones  i 
I  >^s  construcciones  del  griego  i   del   latin,  i  en  apartar  los 
^íS  ustantivos  de  las  palabras  que  los  modifican  mas  inme- 
suatamente.  Para  conseguir  este  resultado,  le  fué  también 
«"lecesario  inventar  una    nueva  manera  de  puntuar,  sin  la 
^•ual  no  se  habria  podido  adivinar  jamas  el  sentido  de  sus 
versos,  los  cuales  a  pesar  de  este  recurso,  son  de  una  oscu- 
ridad casi  indecifrable.  No  contento  con  haber  desfigurado 
así  la  lengua,  quiso  dar  a  la  dicción  mas  dignidad  i  a  cada 
palabra  una  intención  profunda.    Las   voces  conocidas  to- 
maron en  sus  versos  una  significación  nueva,  lín  fin,  para 
acabar  de  perfeccionar  este  estilo  culto,  vació  en  sus  versos 
toda  su  erudición  en  mitolojía  i  en  jeografía    antigua,  con 
lo  que  la  oscuridad  fué  todavía  mas  completa.  En  esta  for- 
ma literaria,  que  se  llamó  el  nuevo  arte,  escribió  Góngora 
^us  Soledades,  su  Polifemo,  i   algunas  poesías  cortas,  mui 
aplaudidas  en  su  tiempo  i  menospreciadas  ahora. 

Góngora,  sin  embargo,  era  un  hombre  de  jenio  que  supo 
sacar  cierto  provecho  de  estas  formas  estravagantes.  Pero 
el  nuevo  arte  tuvo  en  poco  tiempo  numerosos  imitadores 
(|ue  le  cultivaron  con  mucho  menos  talento.  '*A  muchos  ha 
llevado  la  novedad  a  este  jénero  de  poesía,  dice  Lope  de 
Vega,  i  no  se  han  engañado,  pues  en  el  estilo  antiguo  en 
su  vida  llegaran  a  ser  poetas,  i  en  el  moderno  lo  son  en  el 
mismo  dia;  porque  con  a(|uellas  trasposiciones,  cuatro  pre- 
ceptos i  seis  voces  latinas,  frases  enfáticas,  se  hallan  levan- 
tados a  donde  ellos  mismos  no  se  conocen  ni  sé  si  se  entien- 
den". El  estilo  culto  invadió  todos  los  jéneros  poéticos,  i 
pasó  también  a  la  prosa   i   hasta   a   la  oratoria  sagrada. 


400  NOCIONES    1>K    HISTORIA    LITERA lU A 


Basta  abrir  algunos  libros  españoles  de  esa  época  i  de  todo 
el  resto  del  siglo  XVII,  para  encentrar  en  ellos,  salvo  muí 
pocas  escepciones,  ese  estilo  pretencioso  que  bajo  las  apa- 
riencias mas  trabajadas  i  oscuras,  no  encierra  mas  que 
pensamientos  vulgares,  interpretados  muchas  veces  por 
prolijos  comentadores.  Lo  que  prueba  el  poder  de  la  nueva 
escuela  es  que  el  mismo  Lope  de  Vega,  que  la  condenaba  de 
una  manera  tan  esplícita,  que  Quevedo,  que  la  combatió 
toda  su  vida  con  raro  injenio,  i  que  Calderón,  que  poseia 
un  talento  de  primer  orden,  cedieron  algunas  veces^a  las 
exijencias  de  la  moda. 

22.— El  culteranismo  invadió,  como  hemos  dicho,  la  pro- 
sa; pero  algunos  escritores  pudieron  sin  escapar  sino  com- 
pletamente, a  lo  menos  en  gran  parte  a  la  corrupción  jene- 
ral.  Debemos  recordar  aquí  los  nombres  de  tres  historia- 
dores distinguidos,  que  hasta  ahora  son  presentados  como 
modelos  de  arte  i  de  estilo.  Son  estos  Solis,  Moneada 
i  Meló. 

Don  Antonio  de  Solis  (1610-1686)  nació  en  la  ciudad  de 
Alcalá  de  Henares,  hizo  excelentes  estudios  clásicos  i  se  de- 
dicó desde  su  juventud  al  cultivo  de  la  poesía  dramática, 
en  la  que  alcanzó  una  justa  nombradía.  Después  de  desem- 
pefíar  diversos  destinos  importantes,  Solis,  como  tantos 
otros  poetas  españoles,  recibió  las  órdenes  sacerdotales.  El 
rei  le  confió  el  cargo  de  cronista  de  Indias;  i  en  desempeño 
de  este  destino  escribió  el  libro  que  lo  ha  hecho  célebre.  Su 
Historia  de  la  conquista  de  la  América  setentrional,  publi- 
cada en  1684,  es  la  narración  de  las  campabas  de  Hernán 
Cortés  en  la  Nueva  España  hasta  la  ocupación  de  la  ciudad 
de  Méjico.  Esta  obra  es  un  verdadero  monumento  literario 
por  lo  que  toca  al  esti  lo  i  al  arte  de  la  disposición.  El  asun- 
to se  desarrolla  con  una  gran  maestría,  deteniéndose  el  au- 
tor en  aquellas  partes  que  mas  interesan,  i  avivando  siem 
pre  la  excitación  del  lector,  de  tal  manera  que  la  historia 
])arece  tomar  la  grandiosidad  de  la  epopej^a.  Sus  formas 
literarias  tienen  una  pureza,  una  corrección  i  una  armonía 
verdaderamente  inimita1)les.  Esta  obra  mereció  los  hono- 


LITERATURA    BSPANOLA  401 


res  de  ser  impresa  muchas  veces  i  traducida  a  casi  todos 
los  idiomas;  pero  para  la  posteridad  que  busca  en  la  histo- 
ria algo  mas  que  los  efectos  del  arte  i  la  elegancia  del  esti- 
lo, Solis  es  una  especie  de  Quinto  Curcio,  español  que,  me- 
nos empeñado  en  instruir  que  en  ngradar,  hace  intervenir 
en  su  historia  la  imajinacion  del  poeta,  subordina  la  ver- 
dad a  los  adornos,  i  busca  los  incidentes  que  pueden  des- 
pertar la  curiosidad  o  el  interés,  mas  bien  que  los  que  tie- 
nen una  verdatlera  importancia  histórica.  Con  este  mismo 
objeto,  el  autor  hace  pronunciar  a  los  indios  de  Méjico  dis- 
cursos floridos  i  solemnes,  como  si  se  tratara  de  los  retóri- 
cos de  Atenas  i  de  los  senadores  de  Roma.  Solis,  por  otra 
parte,  aunque  mui  superior  a  los  historiadores  españoles 
de  su  tiempo  por  las  dotes  del  csti  o,  no  lo  es  ni  por  la  crí- 
tica ni  por  la  filosofía.  Cree  en  las  patrañas  mas  ridiculas, 
como  las  apariciones  de  santos  i  del  diablo;  i  ha  ensalzado 
a  los  conquistffdores  de  Méjico  sin  acordarse  un  momento 
de  los  principios  de  la  moral  que  a(iuellos  ultrajaban  a  ca- 
da paso. 

Don  Francisco  de  Moneada  i  don  Francisco  Manuel  de 
Meló  son  inferiores  a  Si>lis,  pero  goz.'in  sin  embargo  de  una 
gran  nombradla  en  las  historia  de  las  letras  españolas.  El 
primero  (1586—1633),  valenciano  de  oríjen,pertenecia  a  la 
alta  nobleza  española  i  fué  jeneralísimo  de  los  ejércitos  de 
Felipa  IV  i  gobernador  de  los  estados  de  Flándes. 

Con  el  título  de  Espclicion  de  los  catalanes  i  nrago  neses 
contra  los  turcos  /^A/e;f 05,  escribió  en  un  pequeño  volumen 
las  proezas  de  una  división  de  aventureros  españoles  en  el 
imperio  de  Orienteen  los  primaros  años  del  siglo  XIV.  Este 
asunto,  interesante  porsí  mismo,  ha  sido  tratado  con  gran- 
de habilidad,.  Aunque  Moneada  ha  dado  a  su  narración 
cierto  aire  romanesco,  la  historia  estuliada  en  buenas  fuen- 
tes, no  ha  perdido  nada  de  su  solilez  ni  de  su  gravedad. 

Meló  (1611— 1667)  era  portugués  de  nacimiento,   pero 
escribiael  español  en  verso  i  prosa  con  rara  felicidad.  Su  vi- 
da está  sembrada  de  las  m  is  singulares  peripecias.  Militar 
en    Flándes  i  en  Cataluña,  perseguido  varias    veces  en  lis- 
'lOMO  jv  2G 


402  NOCIONES   DB  HISTORIA   LITERARIA 

paña  i  Portugal,  Meló  cultivó  las  letras  como  descanso  de 
las  ajitaciones  de  su  vida.  La  Historia  de  los  movimientos 
de  Cataluña  en  tiempo  de  Felipe  IV es  su  obra  capital. 

Refiere  sólo  los  principios  de  la  insurrección  catalana; 
pero  si  la  obra  ha  quedado  incompleta,  ofrece  por  el  arte 
de  la  composición,  por  el  estilo  i  por  la  independencia  i  la 
sinceridad  del  autor,  un  cuadro  tan  animado  como  ver- 
dadero de  una  rebelión  famosa  en  la  historia  de  Es- 
paña. 

23.— Al  terminar  esta  rápida  reseña  de  la  historia  de  la 
edad  de  oro  de  la  literatura  española,  nos  será  permitido 
hacer  algunas  consideraciones  jenera les  para  completar  su 
estudio. 

Bn  la  literatura  española,  como  ha  podido  verse,  el  do- 
minio de  la  poesía  es  verdaderamente  inmenso.  Todos  los 
jéneros  que  ella  encierní  han  sido  cultivados  con  mas  o  me- 
nos buen  éxito,  i  todos  han  producidos  sus  frutos.  Pero, 
como  lo  ()b>erva  Quintana,  el  jéiiero  poético  de  esta  época 
no  se  alzó  al  nivel  de  las  circunstancias  que  por  todas  par- 
tes le  rodeaban.  Las  musís  castellanas,  sordas,  indiferen- 
tes a  la  ajitacion  universal  en  que  la  líspaña  desem|)eñaba 
el  papel  mas  im|)ortaiite,  apenas  saben  inspirar  a  sus  favo- 
ritos otra  cosíi  que  moralidades  vagas,  imájenes  campes- 
tres, amores  i  galantería.  E^-eptuando  uno  que  otro  trozo 
lírico,  como  ciertas  canciones  heroicas  de  Fernando  de 
Herrera,  la  poesía  española  en  que  se  cantan  las  glorias 
nacionales,  aun  incluyendo  en  ella  los  diversos  ensayos  de 
poemas  épicos,  no  está  a  la  altura  del  asunto.  La  Arauca- 
na misma  no  alcanza  a  ser  una  escepcion  de  esta  idea  jene- 
ral,  puesto  que  los  verdaderos  héroes  de  este  poema  no  son 
los  es|>añoIes  sino  los  indios.  A  esta  falta  de  grandeza 
en  el  asunto  puede  agregarse  otro  defecto  jeneral.  Por  mas  . 
que  muchos  de  estos  |)í)etas  hayan  poseido  un  talento  ad- 
mirable i  un  conocimiento  sóli  lo  de  la  literatura  clásica, 
no  es  comim  en  ellos  la  elegancia  sostenida  i  la  |)erfeccion 
del  gusto,  que  otros  autores  modernos  han  bebido  en  las 
mismas  fuentes.   Esto  ha  díido  oríjen  a  la  contrariedad  de 


LITERATURA    ESPAÑOLA  403 


opiniones  sobre  el  mérito  de  los  antiguos  poetas  españoles, 
a  qnienes  algunos  reputan  como  modelos  excelentes,  mién~ 
tras  que  otros  los  desprecian  hasta  el  punto  de  considerar- 
los indignos  de  leerse. 

En  el  dominio  de  la  prosa,  muchos  jéneros  han  quedado 
completamente  estériles.  Las  producciones  intelectuales  que 
constituyen  el  mas  justo  título  de  orgullo  de  las  lenguas 
estranjeras,  son  precisamente  las  que  faltan  en  la  lengua 
española.  Así,  por  ejtmplo,  no  se  encuentra  ninguna  obra 
de  filosofía,  sea  que  se  mantenga  en  el  campo  de  la  especu- 
lación, como  la  metafísica,  sea  que  descienda  a  la  aplica- 
ción en  la  lejislacion  i  la  política;  ninguna  obra  de  ciencia 
ya  sea  natural  o  exacta,  que  por  la  elevación  del  estilo  i  del 
asunto  merezca  un  verdadero  renombre  literario.  Aun  en 
relijion,  la  Bspaña  posee  un  caudal  inmenso  de  escritores 
ascéticos  i  de  teólog  )S  que  se  i)ierden  en  un  diluvio  de  sutile- 
zas; pero  nose  busque  en  esta  literatura  verdaderos  filósofos 
cjue  pDr  la  elocuencia  i  l«'i  profundidad  merezcan  la  esti- 
mación de  las  nuevas  jeneraciones.  Así.  para  vo  tomar 
comparaciones  mas  que  en  la  literatura  francesa,  en  Espa- 
ña no  se  encuentran  Descartes  ni  Pasc;il;  Montesquieu  n¡ 
Rosseau;  Buñon  ni  Cuvier;  Bossuet  ni  Fenelon. 

¿A   qué  deben   atribuirse  estos  vncíos?  Será,  como  han 

iretendido  algunos  espíritus  sistemáticos,  al  clima  meridio- 

al  que  solo  desarrtílla  las  dotes  de  la  iniajinacion?  Pero  la 

^sicion  jec^gráfica  de  la  Italia  es  la  misma  que  l.'i  de  Espa- 

i;  i  sin  embargo,  allí  se  encuentra  la  aparición  simultánea 

la  reflexión  filpsófica  i  de  la  im.'íjinacion  poética,  de  Dan- 

i  de  Galileo,  de  Aiiosto  i  de  Colon,  de  Petrarca  i  de  Ma- 

iavejo,  del  Tasso  i  de  Torricelli,  de  Alfieri  i  de  Volta.  La 

isa  de  la   ausencia   de  nombres  filosóficos  de  España  es 

a  mui  diversa.  Es  la  inquisición,  que   ahogando  la  liber- 

del  pensamiento,  ha  impeJilo  el  (le«<arrollo  de  las  inte- 

tcias;  que  proscribiendo  la  historia  de  la  guerra  de  Gra- 

a  de  Hurtado  de  Mendoza,   mutihmdo  el  i^azarillo  de 

nes,  persiguienílo  hasta   los  mas  ardorosos  escritores 

:icos,  ha  comprometido  gravemente  el  porvenir  filosó- 

le  España,  bajo  su  mano  de  fierro. 


/ 
404  NOGIONBB   DB   HISTORIA   LITBEIARIA 


SIGLO   XVIII 

24. — La  decadencia  literaria  de  la  Bspaña,  como  hemos 
visto,  comienza  a  mediados  del  siglo  XVII.  DesiJe  e¿a  épo- 
ca, i  casi  sin  otra  escepcion  que  Solis,  la  literatura  españo. 
la,  vaciada  por  el  mal  gusto,  decaida  de  su  antiguo  esplen- 
dor como  la  grandeza  nacional,  no  produce  mas  que  jenios 
mediocres,  i  casi  poJr  a  decirse  nulos.  La  postración  habia 
llegado  a  su  colmo,  cuando  nuevas  influencias  vinieron  a 
comunicar  otra  savia  a  aquel  cadáver  próximo  a  descom- 
ponerse. 

La  historia  de  la  literatura  española  como  espresion  orí, 
jinal  i  espontánea  del  jenio  de  la  España,  termina  con  la  es- 
tincion  de  la  dinastía  austríaca.  La  elevación  de  la  casa  de 
Borbon,  llevando  a  la  península  las  vigorosas  tradiciones 
del  gobierno  de  Luis  XIV,  introdujo  junto  con  uji  gusto 
mas  depurado  i  mas  correcto,  las  instituciones  mas  litera- 
rias de  la  Francia.  Creáronse  entonces  bajo  los  auspicios 
del  nuevo  rei,  Felipe  V,  numenjsas  academias  en  toda  Es- 
paña, que  fueron  otros  tantos  propagadores  del  gusto  fran- 
cés en  las  letras  i  en  las  artes.  Esta  revolución,  operada  por  " 
la  fuerza  de  las  cosas,  i  cuando  las  letras  castellanas  habían  a 
llegiido  al  último  punto  de  su  postración,  reveló  inmediata-  — 

mente  a  los  españoles  el  mal  proiluciilo  por  el  culteranis 

mo;  i  a  pesar  de  las  resistencias  opuestas  por  aigunos  par — 
tidarios  exaltados  de  la  antigua  escuela  nacional,  la  litera^  • 
tura  clásica  francesa  vino  a  ser  el  modelo  de  los  mas  distin-  -. 
guidos  escritores  españoles  del  siglo  XVIII. 

El  primer  síntoma  de  esta  revolución  en  el  gusto  fué  1f=3 
publicación  (1737)  de  la  Poética  de  don  Ignacio  de  Luzan  m 
que  llegó  a  ser  en  poco  tiempo  el  có.ligo  literario  de  los  me-^ 
jores  escritores.  Nacido  en  Zaragoza,  pero  educado  en  Ita.^ 
lia,  Luzan  (1702— 1754«),  desempeñó  en  Francia  destinos 
diplomáticos,  que  le  |)ermit¡eron  estudiar  las  literatunis  es^^ 
tranjeras,  i  en  España  el  cargo  de  ministro  de  comercio  qu^  -* 
le  permitió  prestar  protección  i  estímulo  a  los  literatos 


LITERATURA    ESPAÑOLA  405 

Buscó  los  principios  de  su  Poética  en  las  literaturas  anti- 
guas i  estranjeras;  los  espuso  con  juicio  sano  i  seguro,  i  con 
una  erudición  oportuna  i  sin  pretensiones;  pero,  arrastrado 
por  su  deseo  de  acercarse  al  clasicismo  francés,  fué  excesi- 
vamente severo  con  muchos  de  los  antiguos  poetas  españo- 
les, i  sobre  todo  con  Lope  de  Vega  i  Góngora.  Queriendo 
unir  el  ejemplo  al  consejo,  compuso  algunas  obras  poéticas, 
despojadas,  es  verdad,  de  los  defectos  del  culteranismo,  i 
cuidados  en  todos  sus  detalles,  pero  también  faltas  de  fuego 
i  de  vigor. 

Entre  los  mas  ardorosos  sectarios  de  esta  revolución  se 
cuentan,  don  Nicolás  Fernández  de  Moratin  i  don  José  Ca- 
dalso. El  primero  (1737—1780).  ademas  de  algunas  poe- 
sías líricas,  sátiras  i  epigramas,  compuso  un  poema  didác- 
tico sobre  l.'i  cazíi,  un  corto  ensayo  de  epopeya  coii  el  título 
de  Las  naves  de  Cortes  destrvidas,  i  tres  piezas  dramáti- 
cas. *'Moratin,  dice  Quintana,  es  ya  un  verdadero  poeta... 
La  naturaleza  le  habia  dotado  (Je  una  imajinacion  mas 
grande  i  robusta  que  amena  i  delicada,  i  su  injenio  se  incli- 
naba mas  a  lo  apacible.  Así  es  que  donde  quiera  que  la  ma- 
teria cuadraba  con  el  carácter  de  su  espíritu,  mostraba  fue- 
go, fantasía  i  orijinalidad,  i  sacaba  de  la  lira  española  to- 
nos mucho  mas  altos  i  felices  que  los  demás  poetas  de  su 
época,  i  dignos  de  los  mejores  tiempos  de  la  musa  castella' 
na.  Es  lástima  que  escribiese  tan  de  prisa,  i  que  confiado  en 
sus  felices  disposiciones  ien  el  conocimiento  que  tenia  en  las 
reglas  del  arte,  creyese  que  esto  bastaba  para  ejercitarse  en 
jéneros  tan  distintos  entre  sí." 

En  Cadalso  se  nota  una  tendencia  mas  señalada  a  la  imi- 
tación estranjera.  Nacido  en  Cádiz  en  1741,  Cadalso  hizo 
buenos  estudios,  cultivó  las  letras  con  verdadero  amor, 
abrazó  la  carrera  militar  i  fué  muerto  en  el  sitio  de  Jibral- 
tar,  en  1782.  Como  prosador  i  como  poeta,  imitó  constan- 
temente las  formas  estranjeras,  i  particularmente  las  fran- 
cesas. Un  opúsculo  satírico  quecon  el  título  de  Los  eruditos 
a  ¡a  violeta,  publicó  contra  la  superficialidad  de  los  estu- 
dios de  su  tiempo,  es  un  modelo  de  gracia  i  de  buena  crítica. 


406  NOCIONB8   DB    HISTORIA    LITERARIA 

25.— La  poesía  dramática,  que  en  manos  de  los  indignos 
sucesores  de  Calderón,  habla  caido  en  la  mayor  degrada- 
ción, recibió  también  la  influencia  poderosa  de  la  literatura 
clásica  francesa.  Tradujéronse  al  castellano  las  trajedias  de 
Corneille  i  de  Racine,  i  las  comedias  de  Moliere;  pero  las 
imitaciones  españolas  quedaron  siempre  mui  abajo  de  los 
orijinales.  Pero  esta  revolución  no  se  hizo  sin  vivas  resis- 
tencias de  parte  de  algunos  injenios  españoles.  Don  Vicente 
García  de  la  Huerta  (1729-1797)  fué  el  mas  impetuoso  de 
todos.  Atrabiliario  i  orgulloso  por  carácter,  se  encarnizó 
contra  la  nueva  escuela,  ensalzando  a  los  anti^^uos  poetas 
españoles  a  quienes  atacaban  sin  piedad  los  imitadores  de 
la  literatura  francesa.  Dotado  de  mas  voluntad  que  de  ta- 
lento verdadero.  Huerta  no  hizo  en  realidad  mas  que  infla- 
mar la  guerra  literaria,  apasionando  asilos  espíritus  que» 
huyendo  de  los  términos  medios,  se  alejaban  también  de  la 
verdad  i  de  la  razón. 

En  efecto,  el  deseo  de  no  acercarse  a  los  poetas  españoles 
de  los  tiempos  de  Góngora,  llevó  demasiado  lejos  a  algunos 
escritores  del  siglo  XVIH,  a  Iriarte  i  a  Samaniego,  entre 
otros,  que  dotados  de  instrucción  i  de  talento,  i  cultivando 
los  dos  un  mismo  jénero  literario,  revistieron  sus  obras  de 
una  sencillez  casi  prosaica. 

Don  Tomas  de  Iriarte  (1750-1791)  era  natural  de  Tene- 
rife, en  las  islas  Canarias:  hizo  hueros  estudios  literarios 
i  sirvió  en  Madrid  un  destino  de  archivero.  Compuso  algu- 
nas epístolas  i  dos  poemas  didácticos,  uno  sobre  la  música 
i  otro  sobre  el  dibujo;  pero  es  principalmente  célebre  por 
sus  Fábulas  literarias.  La  moral  de  éstas  tiene  la  particu- 
laridad de  ser  completamente  literaria, es  decir, el  autor,  en 
vez  de  censurar  los  vicios  del  corazón,  se  contrae  a  sustraer 
al  escritor  de  los  errores  del  estilo  i  del  gusto,  i  algunas  ve- 
ces a  reirse  de  los  estravíos  de  la  jente  de  letras.  Iriarte  des- 
plega'en  sus  fábulas  un  injenio  creador  en  sus  argumentos, 
i  bastante  habilidad  para  adaptarlos  a  la  crítica  literaria. 
Su  estilo  siem|)re  puro,  tiene  una  claridad  i  una  naturalidad 
constantes.  Pero  su  horror  por  los  enormes  defectos  intro- 


LITERATURA     ESPAÑOLA  407 

ducidos  por  el  culteranismo,  lo  arrojó  a  un  estremo  no  me- 
nos vitup>erable.  La  sencillez  habitual  de  sus  versos  va  has- 
ta lo  prosaico. 

Don  Félix  Maria  Samaniego  (1745— 1801),  heredero  de 
una  fortuna  considerable,  se  contmjo  al  estudio  i  cultivó  la 
poesía  por  mero  pasatiempo.  Sus  fábulas,  imitadas  i  casi 
traducidas  del  célebre  fabulista  francés  La  Fontaine,  son  el 
fundamento  de  su  gloria.  Samnniego  las  escribió  para 
los  niños  de  las  escuelas,  i  empleó  ?n  ellas  ordinariamente, 
junto  con  la  naturalidad  i  la  malicia  del  modelo  que  imi- 
tíiba,  una  versificación  Huida  i  armoniosa,  un  estilo  correc- 
to i  claro  i  una  sobriedad  que  casi  escluye  todo  adorno. 

La  influencia  de  la  literatura  francesa  se  limitó,  pues,  a 
dar  al  estilo  correv.cion,  sencillez  i  claridad,  desterrando  los 
abusos  del  culteranismo;  pero  no  consiguió  restaurar  ni  el 
entusiasmo  ni  el  vigor  de  los  buenos  poetas  castellanos  de 
la  época  anterior.  Casi  se  |)ue(le  decir  que  fuera  de  ciertos 
pasajes  de  Moratin,  la  poesía  debía  considerarse  muerta. 
Los  Luzan,  los  Cadalso,  los  Iriarte  son  sin  duda  hombres 
de  talento,  injenios  elegantes,  (jue  sabian  limar  i  pulir  sus 
escritos;  pero  Us  faltó  ese  impulso  vigoroso  que  constituye 
la  verdadera  poesía. 

26. —  Pero  tras  de  estos  poetas  vinieron  otros,  que  aun- 
que nacidos  bajo  la  nueva  escuela,  supieron  dar  a  sus  poe- 
sías la  elevación  junto  cí)n  la  sencillez.  Bajo  el  reinado  de 
Carlos  III  se  inauguró  una  nueva  época  ])ara  las  letras  es- 
pañolas. Este  monarca  que  prestó  una  jenerosa  protección 
al  estudio  razonado  de  las  ciencias,  desconocido  antes  de 
entonces  en  España,  fomentó  también  la  bella  literatura 
concediendo  mas  amplia  libertad  de  íiccion  a  los  que  líi  cul- 
tivaban. La  inquisición,  auncjue  menos  violenta,  (|uedó 
siempre  en  pié;  pero  se  limitó  la  censura  previa  de  loses 
critos,  i  se  permitió  tratar  todas  las  materias,  con  tal  que 
no  se  atacase  directamente  la  relijion  i  la  autoridad,  real. 
Las  ciencias  de  observación,  sin  llegar  a  un  alto  grado  de 
desarrollo,  comenzaron  a  cultivarse  bajo  el  patrocinio  del 


408  KOOIONBS   DB  HISTORIA   LITBRAKIA 

rei,  i  las  letras  alcanzaron  una  nueva  era  de  prosperidad^ 
que  por  desgracia  no  fué  de  larga  duración. 

Don  Juan  Meléndez  Valdes  (1754— 1817)es  quizá  el  mas 
ilustre  poeta  de  esta  nueva  era.  Cultivó  la  anacreóntica,  la 
elejía,  la  égloga,  el  romance  serio  i  la  oda  heroica;  i  eií  to- 
das estas  clames  de  poesía  desplegó  una  suavidad  de  senti- 
mientos, una  corrección  de  gusto  i  una  delicadeza  de  arte 
que  si  bien  no  lo  colocan  sobre  los  grandes  poetas  de  la  edad 
de  oro,  lo  acercan  a  ellos.  Aun  podria  decirse  que  Meléndez 
los  aventajó  a  todos  por  la  perfección  constante  de  sus 
obras.  Sin  embargo,  su  carácter  propendia  mas  ala  gracia, 
a  la  morbidez  i  a  la  ternura  que  al  vigor  i  a  la  enerjfa,  lo 
que  da  a  sus  versos  un  tono  de  continua  afeminación  que 
les  quita  casi  toda  la  fuerzR  i  toda  variedad.  Este  mismo 
defecto  lo  hace  repetir  muchos  sus  descripciones  campestres 
i  caer  con  frecuencia  en  una  especie  de  desagradable  mono- 
tonía. 

Contemporáneos  i  admiradores  suyos  fueron  don  Gaspar 
Melchor  de  Jovellanos  ( 174.4—1811)  i  don  Nicasio  Alvarez 
de  Cienfuegos  (1764—1809).  El  primero,  hombre  de  estado 
ilustre  por  su  honradez,  economista  distinguido,  gran  ju- 
risconsulto, cultivó  con  gusto  el  drama,  la  sátira  i  la  poe- 
sía lírica,  en  medio  de  las  ajitaciones  de  una  vida  siempre 
ocupada.  El  segundo,  aparte  de  algunas  trnjedias  poco 
leidas  hoi,  se  ejercitó  en  la  oda  i  en  la  epístola.  La  pasión 
de  lo  grande  i  de  lo  honrado  anima  sus  versos  líricos.  ''Su 
imajinacion  tan  ardiente  como  viva,  dice  Quintana,  se  po- 
nia  fácilmente  al  nivel  de  estos  sentimientos.  Nadie  lo  exce- 
de en  fuerza  i  en  vehemencia,  i  no  seria  mucho  decir  que 
tampoco  nadie  le  igtiaha.  Aun(|ue  el  fondo  de  ideas  sobre 
que  su  imajinacion  se  ejercita  puede  decirse  tomado  de  la 
filosofía  francesa,  no  ciertamente  el  tono  ni  el  carácter,  que 
guardan  mas  semejanza  con  la  poesía  osiánica  i  con  la  poe- 
sía alemana'*. 

La  historia  de  la  poesía  española  de  esta  época  cuen 
todavía  otro  nombre  célebre,  que  gozó  por  largos  años  d 
una  popularidad  inmensa,  i  que  aun  conserva  ungranpreí 


LITBRATURA    B8PA&0LA  409 

tijio.  Don  Leandro  Fernández  de  Moratin  (1760—1828), 
hijo  de  otro  poeta  afamado,  merece  por  la  pureza  del  estilo, 
por  la  elegancia  de  sus  versos,  por  el  buen  gusto  constante 
i  por  la  inspiración  verdadera,  uno  de  los  mas  elevados 
puestos  entre  los  poetas  líricos  españoles.  ''Siguiendo  las 
huellas  de  su  padre,  dice  Ticknor,  modificó  sin  embargo  su 
estilo,  de  tal  manera  que  bajo  la  influencia  de  los  poetas 
italianos,  llegó  a  conciliar  la  ternura  i  delicadeza  de  la  len- 
gua italiana  con  la  pureza  i  enerjía  del  castellano.  Obsérva- 
,  se  ésto  particularmente  en  sus  odas  i  sonetos,  i  en  el  bello 
coro  de  Los  padres  del  limbo^  composición  solemne  que  se 
acerca  a  la  majestad  fervorosa  de  frai  Luis  de  León.  Sus  ro- 
mances son  mas  nacionales  por  su  entonación;  pero  las 
poesfas  mejores  i  mas  interesantes  de  este  autor,  son  aque- 
llas en  que  se  abandona  por  completo  a  las  impresiones  de 
su  propio  temperamento  o  de  sus  afectos." 

Ejercitóse  también  Moratin  en  la  comedia  de  carácter. 
Tomando  por  modelo  a  Moliere,  el  poeta  español  compuso 
sus  piezas  con  argumentos  mui  sencillos,  pero  desenvueltos 
C!on  gran  cuidado,  i  escribió  sobre  todo  con   una  naturali- 
dad i  con  una  limpieza  de  estilo   verdaderamente  notables. 
El  rigorismo  con  que  se  somete  a  los  preceptos  que  reglan 
íl  arte  dramatice»,  su  respeto  por  todas  las  tradiciones  del 
eatro  clásico  francés  del  siglo  XVII,  han  podido  ser  censu- 
ados por  el  romanticismo  moderno.  Pero,  a  pesar  de  estas 
ijusticias  pasajeras  de  la  opinión,  don  Leandro  Fernández 
*  Moratin  ocupará  siepipreen  el  parnaso  español  un  lugar 
>norable  al  lado  de  Calderón,  de   Moreto  i  de  Alarcon. 
27.-— A  principios  del  siglo  X  VIH  la  prosa  española  se  ha- 
ba en  peor  estado  que  la  poesía.  La  afectación  i  el  culte- 
lismo  habian  corrompido  el  gusto  de  tal  manera,  que 
\to  el  orador  sagrado  como  el  escritor  profano  no  emplea- 
\  otro  lenguaje  que  una  jerga  que  habia  llegado  a  hacer- 
lintelijible  por  la  pretensio:;  de  encerrar  pensamientos 
liosos  i  de  usar  voces  i  jiros  estraños  a  la  índole  de  la 
ua.  Sólo.cuando  estos  abusos  fueron  intolerables  setra- 
í  ponerles  un  dique.  Algunos  hombres  de  juicio,  en  la 


410  MOCIONES   OB   HISTORIA    LITBRARIA 

misma  época  en  que  Luzan  acometíala  reforma  poétíca tra- 
taron de  reintegrar  en  las  producciones  de  la  prosa  la  razón 
desterrada  de  ella  desde  tanto  tiempo  atrás.  Crearon  al 
efecto  los  primeros  ensayos  de  crítica  literaria,  concebidos 
en  iin  estilo  mas  natural  i  sencillo  que  el  que  se  usaba  co- 
munmente, i  destinados  a  ensalzar  la  forma  clásica  de  los 
grandes  escritores  franceses.  Estas  laudables  tentativas  tu- 
vieron un  resultado  funesto;  la  frase  española  ha  ganado 
sin  duda  en  claridad  i  en  sencillez;  pero  al  formarse  sobre 
el  tipo  francés,  ha  perdido  su  carácter  nacional.  La  revolu- 
ción es  menos  sensible  en  poesía  por  la  necesidad  en  (|ue  se 
encuentra  el  poeta  de  recurrir  a  los  antiguos  modelos;  |jero 
en  prosa,  la  modificación  ha  sido  llevada  tan  lejos  que  en 
ninguna  parte  se  encuentra  la  lengua  que  usaron  frai  Luis 
de  Granada,  Mendoza  i  Cervantes.  Los  que  han  querido 
imitarlos,  han  caido  en  una  afectación  vituperable. 

Entre  los  primeros  escritores  que  aceptaron  esta  reforma 
de  la  prosa  no  faltan  algunos  eruditos  que,  consagrándose 
al  estudio  de  la  historia  civil  o  de  la  historia  literaria,  com- 
pusieron obras  notables  por  la  investigación  i  por  el  crite- 
rio. El  padre  Enrique  Flores  (1701—1773),  don  Antonio 
Capmany  i  Montpaiau  (1742—1813),  i  el  jesuita  Francis- 
co Masdeu  (1740—1817),  pertenecen  al  primer  grupo.  El 
padre  Martin  Sarmiento  (1695—1770),  don  Juan  Antonio 
F'eliicer  (1740—1806)  i  don  Gregorio  Mayans  i  Ciscar  ■  1699 
— 1781),  pertenecen  al  segundo.  Pero  los  modelos  de  buena 
prosa  de  este  siglo  se  deben  buscar  especialmente  en  los  es- 
critos de  Feijóo  i  de  Isla . 

El  padre  benedictino  frai  Benito  Jerónimo  Feijóo  (1701  — 
1764),  es  autor  de  muchas  obras,  la  mas  importante  de  las 
cuales  es  el  Teatro  crítico  universal,  colección  inmensa  de 
tratados  sueltos  sobre  una  gran  variedad  de  materias.  Do- 
tado de  una  vasta  erudición  adquirida  en  cuarenta  años  de 
estudios,  Feijóo  recorre  en  esa  obra  la  moral,  la  física,  la 
metafísica,  la  mcíHciiia,  la  astronomía,  la  historia,  la  gra 
mática,  la  política,  combatiendo  los  errores  i  las  preocupa- 
ciones que  la  intolerancia,    la   superstición  i  la  ignorancia 


LITBRATIJRA    B>PAÑOLA  411 


habían  sembrado  a  manos  llenas  en  España,  i  enseñando 
las  reliólas  que  pueden  conducimos  al  descubrimiento  de  la 
verdad.  Con  el  progreso  jeneral  de  las  luces  i  de  las  ciencias, 
sus  ideas  que  se  estimaron  tan  atrevidas  en  su  tiempo,  nos 
parecen  hoi  mui  atrasadas  i  mui  tfmidas.  En  una  época  en 
que  las  universidades  españolas  sostenían  firmemente  que 
no  habia  nada  que  sacar  de  Newton  para  formar  buenos 
filósofos,  i  que  Descartes  i  Gassendi  estaban  en  m«iyordesn- 
cuerdo  que  Aristóteles  con  la  verdad  revelada,  se  necesitaba 
un  gran  valor  moral  para  acometer  la  obra  que  emprendió 
Feijóo.  Sus  trabajos,  en  efecto,  sirvieron  mas  a  la  causa  de 
la  civilización  que  todo  lo  que  se  habia  escrito  en  España 
desde  un  siglo  atrás.  No  se  busque,  sin  embargo,  en  las  obras 
de  este  escritor  la  verdadera  orijinalidad:  sus  ideas  i  sus  co- 
nocimientos son  tomados  de  los  libros  franceses,  i  hasta  su 
estilo  se  resiente  de  la  influencia  de  los  modelos  que  tenia  a 
1^  vista.  Sus  doctrinas  i  su  método  de  demostración  eran 
nuevos  solamente  para  España,  que  hasta  mediados  del  si- 
glo XVIII  permaneciacompletamenteestraña  al  movimien- 
to científico  europeo. 

El  padre  jesuíta  José  Francisco  de  Isla (1703 — 1781), cul- 
tivó con  preferencia  el  jénero  satírico,  i  escribió  entre  otras 
obras  una  novela  notable,  poco  leida  hoi,  pero  que  en  su 
época  le  dio  un  gran  renombre.  La  Historia  del  fumoso  pre- 
dicador frni  Jerundio  de  Campazas,  es  la  biografía  imajina- 
ria  (1^  un  predicador,  su  nacimiento,  sus  estuílios  en  el  con- 
vento, i  sus  aventuras  como  misionero.  El  padre  Isla  ha 
copiado  del  natural  los  incidentes  de  su  novela,  las  descrip- 
ciones i  los  episodios  de  la  vida  monástica  i  devota;  i  por 
eso  su  libro  es  el  retrato  fiel  de  una  buena  parte  de  la  socie- 
dad española  del  siglo  XVIII.  Con  él  se  ha  propuesto  com- 
batir el  gusto  detestable  que  se  habia  apoderado  de  la  elo- 
cuencia del  pulpito,  bajo  la  influencia  del  culteranismo,  del 
mismo  modo  que  Cervantes,  en  una  obra  mucho  mas  famo- 
sa, se  dedicó  a  combatir  las  estravagancias  de  los  libros  de 
caballerías.  El  padre  Isla  ha  conseguido  su  objeto:  las  pa- 
labras que  pone  en  boca  de  su  héroe,  copiadas,  según  se  ase- 


412  NOCIONnS   DB  HISTORIA  UTBRARIA 

gura,  de  sermones  verdaderos,  son  de  tal  modo  ridiculas 
que  atrajeron  el  desden  hacia  las  predicaciones  pretenciosas 
i  absurdas  de  aquella  época  i  contribuyeron  a  depurar  el 
gusto  viciado  i  corrompido.  El  éxito  que  alcanzó  aquella 
obra  poco  después  de  su  publicación  fué  verdaderamente 
prodijioso;  el  estilo  puro  i  notable  por  la  ir'  nía  filia  i  pican- 
te, contribuyó  sin  duda  a  este  resultado.  Pero  ísa  estima- 
cion  ha  decaido  algo  en  nuestro  tiempo,  cuando  han  dejado 
de  existir  los  defectos  que  aquella  quiso  correj:r.  En  electo, 
el  conjunto  de  la  novela  es  fastidioso;  las  aventuras  de  un 
mal  predicador  no  podian  suministrar  materia  para  un  li- 
bro verdaderamente  interesante.  Sólo  un  jénio  de  primer 
orden  como  el  autor  del  Quijote^  ha  podido  hacer  una  obra 
de  mérito  eterno  de  una  novela  escrita  con  un  propósito  de 
circunstancias. 

28.— La  influencia  de  la  revolución  francesa  se  hizo  sen- 
tir en  España  como  en  todo  el  resto  de  Europa.  La  liber 
tad  política,  aunque  asentada  siempre  sobre  bases  débiles, 
ha  producido  el  movimiento  intelectual.  El  renacimiento 
literario  ha  sido  ausiliado  particularmente  por  los  refujia- 
dos  políticos  que  en  el  estranjero completaron  sus  estudios. 
La  literatura  moderna  española  ha  tomado  algo  de  to- 
das partes;  i  al  fin  estudiando  prolijamente  los  modelos 
nacionales  que  ofrecian  los  siglos  XVI  i  XVII,  ha  adqui- 
rido alguna  orijinalidad,  aunque  no  todavía  una  iniciativa 
vigorosa. 

Don  Manuel  José  Quintana  (1872-1857).  poeta,  crítico 
e  historiador,  es  uno  de  los  mas  poderosos  iniciadores  de 
este  movimiento.  Sus  poesías  líricas  i  sus  dramas,  notables 
por  el  buen  gusto  constante,  continúan  mediante  la  pureza 
de  la  lengua,  la  tradición  de  los  antiguos  poetas  españoles. 
Sus  estudios  críticos,  concebidos  con  un  espíritu  libre  de 
toda  preocupación  de  nacionalidad,  han  cornjido  el  gusto 
español,  enseñando  lo  que  hai  de  bueno  i  lo  que  hai  de 
malo  en  la  antigua  poesía.  Sus  Vidas  de  españoles  célebres 
son,  por  la  investigación  i  por  el  arte,  verdaderos  modelos 
de  biografías. 


LITBR ATURA   BSPAÑOLA  418 

Don  P^rí\nc¡sco  Martínez  de  la  Rosa  i  don  Anjel  de  Saa- 
vedra,  duque  de  Sívas,  pertenece  a  la  misma  escuela  de 
Quintana,  i  han  contribuido  a  la  misma  obra  de  rejenera.- 
cion  literaria.  El  primero  (17891862),  personaje  político  a 
la  vez  que  literato,  ha  cultivado  casi  todos  los  jéneros,  la 
poesía  lírica,  la  poesía  didáctica,  el  drama,  la  trajedia,  la  co* 
media,  la  historia,  la  novela  i  la  crítica  literaria;  i  aunque 
en  ninguno  de  ellos  ha  compuesto  verdaderas  obras  maesi- 
tras,  en  todos  ha  desplegado  mucho  estudio  i  notables  do- 
tes de  escritor.  El  duque  de  Rívas  (17911865),  poeta,  ante 
todo,  ha  celebrado  en  su  Moro  Espósito  i  en  otras  leyen- 
das de  menor  estension,  las  antiguas  tradiciones  españolas 
con  un  buen  gusto  adquirido  en  el  estudio  de  las  literatu- 
ras estranjeras. 

Dado  el   primer  impulso  por  estos  i  otros  escritores  de 
mérito  inferior,   las   letras  españolas  han  tomado   mayor 
vuelo  en  manos  de  una  nueva  jeneracion.  Pertenecen  a  ella 
«ntre  otros  muchos  escritores  i   poetas  don  Mariano  )osé 
Je  Larra  (1800  1837),  escritor  humorista  i  uno  de  los  mas 
intclijentes  propagadores  de  la  revolución  literaria  que  pre- 
tendía concillar  la  orijinalidad  española  con  la  imitación 
<le  la  Francia;  don  José  de   Bspronceda  (18  )8  1842)  cuyas 
obras  poéticas  llevan  el  sello  de  una  sombría  enerjía  que  lo 
acerca  a  los   poetas  mas  distinguidos  de  la  escuela  rrmAn. 
"tica  moderna;   don   Modesto   Lafuente  (1806  1866)  autor 
•Je  una  estensa  i  apreciable  Historia  de  Espuñn,  escrita  se- 
^un  los  principios  de  la  ciítica  moderna;  don  Antonio  jil  \ 
:2árate  (1791  1861),   poeta  dr.amático  que  sabe  buscar  los 
•afectos  del  arte  mediante  un  notable  conocimiento  del  cora- 
,3son   humano;  don  Manuel  Bretón  de  los  Herreros  (1796- 
1873),  autor  cómico  de  una  gran  fecundidad  que  sabe  pin- 
gar en  sus  obras  los  caracteres  i  las  costumbres  nacionales; 
d  por  último,  don  José  Zorrilla,  nacido  en  1817,  poeta  igual- 
mente fccundí),  cuyos  versos   siempre  armoniosos  i  fáciles, 
revelan   un  injenio  rico,  pero  también   mui  poco  estudio  i 
^meditación.  Al  lado  de  ellos   han  brillado  muchos  otros  es- 
^:ritores  que  seria  largo  enumerar. 


414  NOCIONES   DB  HISTORIA   LITERARIA 

A  pesar  de  esto,  la  Kspaña  moderna  no  ha  producido 
acín  un  jefe  deescuela  que  venga  a  dar  cohesión  a  elementos 
dispersos  i  a  imprimir  a  la  literatura  un  carácter  verdade- 
ramente nacional.  La  poesía  lírica,  la  poesía  dramática,  la 
historia  i  la  novela,  a  pesar  del  talento  de  algunos  de  sus 
autores,  carecen  aun  de  una  decidida  superioridad.  La  Es- 
paña es  todavía  un  discípulo  de  la  Italia,  de  la  Alemania, 
de  la  Inglaterra  i  sobre  todo  de  la  Francia,  al  cual  falta  la 
verdadera  iniciativa,  i  "que,  como  dice  muí  bien  un  distin- 
guido crítico  francés,  M.  Baret,  no  se  mueve  sino  bajo  un 
impulso  venido  de  afuera,  semejante  a  un  convaleciente  que 
después  de  una  larga  enfermedad  vacila  i  busca  un  apoyo." 


CAPITULO  IV. 


liiteratara  francesa. 


Si<-i  i.o  XVI.— 1.  Últimos  escritores  del  siglo  XV;  Villon  t  Comines. 
—2.  El  renacimiento  en  Francia.— 3.  Poesía;  Marot.  Konsard, 

Mallierbe,   Repnier 4.  Litf  ratura  dramáiica— 5.  Lu  poesía; 

Rabelais.— 6.  Mortaijiíne.— 7.  Otros  prosadores,  la  Sñtira  Me- 

nifjea,     Siü.o  xvii.— 8.  El  teatro. —  9.  Corneille 10.  Hacine. 

11.  La  Fontaine 12.  Boileaii.— 1»3.  Mol¡ére.-14  Otros  poe- 
tas.— 15.  Los  prosadores;  Balzac. — 16.  Descartts.  17.  Pas- 
cal.—  18.  Bossnet.  —  19.  Fenelon.  — 20.  Otros  predicadores; 
Bourdaloiie,  Flévhier,  Massillon.— 21.  Los  moralistas;  la  Ro- 
clirfoiicault  i  La  Bruvére.— 22.  Otros  prosadores;  Saint  Simón, 
Madcmoisselle  de  Sciidtry,  ma<lame  de  Scvignc. — Siglo  xyiii.— 

23.  Carácter  jcneral   de  la  literatura  francesa  de  este  siglo. — 

24.  Le  Sage.-  25.  Montesquitru.-  26.  Voltaire 27.  Juan  Ja- 
cobo  Rousseau.— 28    Los  enciclopedistas 29.  Las  cienciae; 

Bulfon.— »30  La  poe>ía;  Beaumarchais  i  Bernardino  de  Saint- 
Fierre. — 31.  La  revolución. — 32    Conclusión. 

SIGLO  XVI 

^  ."-La  historia  de  la  literatura  francesa  de  la  edad  media 

^^   ^^ierra  con  dos  grandes  escritores,  que  por  la  flexibilidad 

^^    «9u  estilo,  la  novedad  de  las  ideas  i  hasta  por  sus  senti- 

^^*^ntos  parecen  pertenecer  a  una  época  adelantada.  Sin 

^''*^í)argo,  aunque  contemporáneos  del  renacimiento, no  era- 

T^^^<in   las  formas  sabias  que  aquella  revolución  puso  ala 

'^^da;  buscan  sólo  la  naturalidad  i  la  verdad,  la  encuen- 


Ilv>  MOCIONBS  DB   HISTORIA  LITBRARIA 

tran  i  la  vierten  sin  atavíos  estraños  i  sin  graneles  esfuer- 
zos. Queremos  hablar  de  Villon  i  de  Comines,  j)oeta  el  pri- 
mero, historiador  el  segundo. 

Francisco  Villon,  nacido  en  París  en  1431,  no  es  conocido 
mas  que  por  sus  versos  en  que  ha  trazado  el  cuadro,  a  ve- 
ces alegre,  a  veces  melancólico,  de  sus  placeres,  de  sus  des- 
gracias i  de  los  espedientes  vergonzosos  a  que  lo  precipita, 
ron  la  ociosidad,  la  miseria  i  sus  inclinaciones.  Apresado 
flos  veces  i  condenado  a  la  horca  por  robos,  debió  su  sal  /a- 
cion  a  Luis  XI.  que  se  dejó  impresionar  por  las  poesías  en 
que  Villon  se  despcdia  de  la  vida  entre  risas  i  lágrimas. 
Criado  en  las  calles  de  París,  parroquiano  de  las  pulperías, 
sus  obras  dejan  conocer  los  lugares  que  frecuentaba  el  au- 
tor. Sus  cuentos  jeneralmente  obscenos  i  sus  poesías  líricas 
casi  siempre  libres  i  burlescas^  reflejan  el  carácter  del  estu- 
diante libertino,  i  del  libertino  de  baja  lei;  pero  cuando  no 
se  ríe, cuando  se  enternece  seriamente,  habla  con  una  gracia 
encantadora  i  con  el  acento  de  un  poeta  filósofo,  de  la  fraji- 
lidad  de  los  bienes  de  la  tierra.  Villon,  a  pesar  de  todos  sus 
defectos,  hace  época  en  la  historia  de  la  literatura  francesa. 
En  sus  manos,  la  poesía  se  desembaraza  de  la  erudición  iii- 
dijesta,  de  la  fastidiosa  galantetía,  de  las  alegorías  metafí- 
sicas i  alambicadas  que  estíiban  a  la  moda. 

Felipe  de  Comines,  nacido  en  Flándes  en'1445  i  muerto 
en  Francia  en  1509,  pasó  los  primeros  años  de  su  vidíi  al 
lado  (le  los  duques  de  Borgoña;  pero  liabiendo  abandonado 
al  ííinioso  Carlos  el  Temerario,  Luis  XI  lo  colmó  de  hono- 
res i  (le  riquezas,  i  le  confió  importantes  cargos  i\u*^  Comi- 
nes desempeñó  bajo  ese  rei  i  bajo  su  sucesor,  no  sin  alternat 
tivas  i  contrastes  de  fortuna.  Por  su  intelijencia.por  su  ins- 
trucción, i  sobre  todo  por  su  conocimiento  del  mundo,  Co- 
mines fué  un  esperto  consejero  de  los  reyes  i  un  hábil  diplo- 
mático. Retirado  del  servicio  en  sus  últimos  años,  ocupó 
sus  ocios  en  escribir  8us  Memorias,  en  que  contando  con 
toda  frialdad  los  sucesos  de  su  tiempo,  se  muestra  político 
lleno  de  sagacidad  i  de  penetración,  observador  de  un  juicio 
recto  i  sano,  i  narrador  verídico.   N¡  las  persecuciones  que 


LITERATURA    FRANCESA  "    417 


sufrió  de  unos»  ni  los  beneficios  con  que  otros  lo  colmaron 
han  influido  sobre  sus  juicios.  Siguiendo  las  ideas  de  su 
tiempo,  Comines  juzga  de  las  acciones  buenas  o  malas,  no 
por  los  principios  de  la  justicia,  sino  por  los  resultados  que 
ellas  producen;  pero  sino  como  moralista,  a  lo  menos  como 
hombre  versado  en  los  negocios,  ha  mostrado  que  el  res- 
peto por  los  bienes  ajenos  i  por  la  vida  de  los  hombres,  es 
la  mayor  de  las  habilidades.  A  diferencia  de  los  cronistas 
anteriores,  Comines,  sin  dejar  de  ser  natural,  es  menos  sen- 
cillo, pero  también  es  mucho  mas  claro,  mas  correcto  i  ma^ 
elevado. 

2. — Comines  habia  ensanchado  el  campo  de  sus  estudios 
durante  las  guerras  de  Italia.  Consideradas  desde  el  punto 
<le   vista   literario,  estas  guerras  prestaron  un  servicio  in- 
menso a  la  Francia.  En  esa  península,  ajitada  entonces  por 
la  revolución  del  renacimiento,  los  franceses  se  impregna- 
ron insensiblemente  de  las  nuevas  ideas,  i  volvieron  a  su 
patria  llevando  junto  con  algunos  manuscritos  de  la  anti 
güedad,   los  sabios  i  los  artistas  que  quisieron  seguirlos. 
Luis  XII  i  Francisco  I  fueron   los  promotores  de  esa  emi- 
gracion  literaria  que  iba  a  transformar  el  gusto  i  los  estu- 
dios en  Francia.   Bajo  el  patrocinio  del  segundo  de  estos 
monarcas  se  fundó  en  París  un  célebre  colejio  para  la  ense- 
ñanza de  las  lenguas  griega   i  hebrea,  que  casi  nadie  cono- 
cía. El  latin  mismo,  que  era  todavía  el  idioma  de  los  tribu- 
nales, fué  estudiado  mejor,  i  sacado  por  fin  de  la  corrupción 
♦n  que  lo  habia  sumido  la  ignorancia.  La  imprenta,  favore- 
cida igualmente  por  el  rei,  publicó  centenares  de  libros  an- 
tiguos,  que  pasaron  a  ser  los  modelos  de  los  escritores  de 
«^se  siglo.  La  filosofía,  la  medicina,  la  jurisprudencia,  la  ar- 
^tteolojía  i  la  filolojía  hicieron  grandes  progresos  en  manos 
^e  algunos  hombres  que  devorados  por  la  ambición  de  sa- 
"^i",   lo  revolucionaron  todo  i  echaron   los  cimientos  de  la 
^'"uidicion  moderna. 

Pero,  si  tanto  en   Italia  como  en  Francia,  la  tendencia 
J^Ti^ral  de  esta  revolución  era  el  restablecimiento  de  la  an- 
^'giíedad  i  de  los  idiomas  clásicos,  en  uno  i  otro  pais  el  es- 
i"c>Mo  IV  27 


418  NOCIONES   DE    HISTORIA   LITERARIA 

píritu  moderno  luchó  con  los  eruditos,  i  al  fin  los  venció. 
Los  mismos  reyes  Luis  XII  i  Francisco  I,  no  tanto  por 
respeto  a  la  lengua  de  Cicerón  i  de  Virjilio,  como  por  deste- 
rrar una  costumbre  que  no  tenia  razón  de  existir,  proscri- 
bieron de  los  tribunales  de  justicia  el  empleo  del  latin  bár- 
baro i  degradado  de  la  edad  media,  mandando  que  en 
adelante,  el  lenguaje  forense  fuera  el  francés.  Escritores  dis- 
tinguidos, poetas  i  prosadores,  conservando  la  tradición 
literaria  de  la  edad  media,  así  como  su  sentimiento  i  su  na- 
turalidad, intentaron  amalgamar  esas  dotes  con  la  correc- 
ción de  la  literatura  antigua,  i  dieron  a  la  poesía  i  a  la  pro- 
sa un  poderoso  impulso  imprimiéndoles  un  carácter  verda- 
deramente nacional. 

3.— El  movimiento  poético,  sin  embargo,  fué  menos  vi- 
goroso que  el  de  la  prosa.  Faltaron  jenios  verdaderamente 
creadores;  pero  cada  dia  seña4a  un  progreso,  cada  nombre 
una  tentativa  hacia  direcciones  nuevas,  i  después  de  tres 
esfuerzos  diferentes,  la  verdadera  poesía  nacional  que  V¡- 
llon  habia  dejado  en  la  infancia,  llegó  a  fines  del  siglo  XVI 
a  un  estado  vecino  a  la  virilidad. 

Clemente  Marot  (1495—1544),  representa  la  primera  de 
esas  revoluciones.  Paje  de  Margarita  de  Navarra,  hermana 
de  Francisco  I.  en  su  juventud,  Marot  hizo  con  este  rei  las 
campañas  de  Italia,  i  con  él  cayó  prisionero  en  Pavía.  Acu- 
sado de  abrigar  simpatías  por  la  relijion  reformada,  el  poe- 
ta sufrió  prisiones,  procesos  i  persecusiones  que  lo  obliga- 
ron a  salir  dos  veces  de  Francia,  i  a  pasar  sus  últimos  dias 
en  Turin.  Inferior  aVillon  por  el  jenio,pero  mucho  mas  cul- 
tivado, supo  ser  elegante  sin  dejar  de  ser  popular.  Marot 
encontró  el  secreto  de  agradar  al  pueblo  i  a  los  grandes, 
cultivando  la  poesía  burlesca  con  buen  humor,  pero  sin  ba- 
jar hasta  la  chocarrerin.  Imitó  a  los  escritores  latinos  e  ita- 
lianos, pero  respetó  las  condiciones  de  la  lengua  francesa,  i 
la  enriqueció  considerablemente.  Sus  obras  consisten  en 
epístoUis,  baladas,  epigramas,  rondos,  especie  de  composi- 
ción particular  a  la  poesía  francesa,  i  en  una  traducción  de 
los  salmos,    (jue    manifiesta  que    la  elevación  en  el  tono 


LITERATURA   FRANCESA  419 


1  la  seriedad  no  se  avenían  bien  con  el  talento    de  Marot . 
Este  jénero  de  poesías  tuvo  muchos  imitadores;  pero  esa 
naturalidad  singular,  esa  ausencia  de  toda  afectación,  que 
constituye  el  encanto  de  los  escritos  de  Marot.  era  un  de- 
fecto para  los  espíritus  eruditos.   Pedro  de  Ronsard  (1525- 
1585),  es  el  jefe  de  una  nueva  escuela.   Después  de  diversos 
viajes  por  varias  partes  de  Europa,   que  le  permitieron  co- 
nocer otras  lenguas  vivas,  i  sintiéndose  atacado  de  una  sor- 
dera completa,  se  consagró  con  una  avidez  insaciable  al  es- 
tudio del  latín,  del  griego  i  de  las  literaturas  antiguas. 
Asociado  con  otros  escritores,  que  son  denominados  en  la 
historia  de  la  literatura  con  el  nombre  de  la  pléy^dcy  conci- 
bió el  proyecto  de  rejenerar  la  lengua  francesa  i  de  adap- 
tarla a  ciertos  jéneros  de  poesía  descuidados  o  desconoci- 
dos hasta  entonces,  i  de  enriquecerla  con  jiros  i  con  pala- 
bras tomadas  de  las  lenguas  griega  i  latina.  El  mas  ilustre 
de  sus  adeptos,  Joaquín  Du-Bellaj'   (1524-1560),  lanzó  el 
manifiesto  de  la  nueva  escuela.   **Las  vijilias  pasadas  en  el 
estudio,  decía,  son  las  alas  con  que  los  escritos  de  los  hom- 
bres suben  al  cielo.  Leed  i  releed  día  i  noche  los  modelos 
griegos  i  latinos...  Reemplazad   las  canciones  por  las  odas, 
las  burlas  grotescas  por  la  sátira,  las  farsas  i  las  moralida- 
des por  las  comedias  i  las  trajedias:   escojed  según  los  pre- 
ceptos de  Aristóteles,  algunos  de  esos  viejos  romances  fran- 
ceses i  haced  renacer  al  mundo  una  admirable  Ilíada  o  una 
laboriosa  Eneida,^'  En  seguida,  las  odas,  las  epopeyas,  los 
scDnetos,  las  trajedias,  los  ensayos  de  todo  jénero  anuncia- 
<3  CDS  en  ese  manifiesto,  aparecieron  de  repente.   Ronsard  fué 
el   jefe  reconocido  de  la  escuela,  i  mereció  de  sus  contempo- 
r,^S.neos  una  admiración  que  rara  vez  han  alcanzado  los  poe- 
t,^^.s,  ique  no  ha  confirmado  la  posteridad.   Era  sin  duda 
i»  «r^a  noble  empresa  la  reforma  del    lenguaje,  i  la  inaugura- 
^»  <ZDn  de  nuevos  jéneros  i  de  nuevas  formas  poéticas;  pero  se 
<|  w-:»iso  marchar  muí  de  prisa,  i  no  se  logró  el  objeto  deseado. 
í^  ^::=3nsard  escribió  odas  según  el  modelo  de  Píndaro,empren- 
<^  '^  ^  una  epopeya,  la  Franciada,  imitada  de  la  Eneida  i  de  la 
í^^"^^rsa//a,  i  que  no  pudo  concluir,  introdujo  en  la  literatura 


420  NOCIONES   DE   HISTORIA    LITBRABJA 

francesa  el  himno  i  el  epitalamio;  pero  en  todos  estos  jéne- 
ros  reproducidos  de  la  antigüedad,  confundió  de  la  manera 
mas  estravagante  las  c:ístumbres  antiguas  i  las  costum- 
bres modernas,  ahogó  la  poesía  bajo  el  peso  de  la  erudición,, 
i  desnaturalizó  la  lengua  por  una  multitud  de  inversiones^ 
de  desinencias  i  de  palabras  nuevas.  Sin  embargo,  tiene  bos- 
quejos felices,  fecundidad,  i  cierta  elevación  que  era  un  pro- 
greso en  la  poesía  francesa.  Por  una  singular  anomalía, 
Ronsard  era  particularmente  poeta  en  los  jéneros  que  mas 
desdeñaba,  la  canción  i  la  poesía  familiar. 

Esta  segunda  faz  de  la  poesía  francesa  del  siglo  XVI  no 
fué  de  larga  duración.  Entre  la  naturalidad  de  Marot  que 
sólo  admitia  el  tono  familiar,  i  el  arte  pretencioso  de  Ron- 
sard, había  un  término  medio.  A  Francisco  Malherbe(1555 
—1628).  cabe  la  gloria  de  haberlo  hallado.  Aunque  favore- 
cido por  Enrique  IV  i  por  Luis  XIII,  vivió  siempre  pobre», 
mas  ocupado  de  sus  versos  que  de  su.  fortuna.  Malherbe  ha- 
bia  comenzado  por  ser  ronsardista,  como  el  mismo  dice, 
pero  su  buen  sentido  i  su  talento  regular  lo  inclinaron  a  to- 
mar otro  camino  i  lo  hicieron  jefe  de  una  nueva  escuela.  Do- 
tado de  un  talento  mas  vigoroso  que  fecundo,  de  un  juicio 
recto  i  de  un  gusto  severo  mas  bien  que  de  una  imajinacion 
brillante,  poeta  por  arte  i  dramático  por  naturaleza,  Mal- 
herbe emprendió  a  la  vez  la  reforma  de  la  versificación  i  de 
la  lengua,  i  prosiguió  su  empresa  hasta  el  fin  de  sus  días 
con  una  constancia  singular.  Como  poeta,  su  gloria  no  con- 
siste solamente  en  haber  perfeccionado  el  mecanismo  de  los 
versos,  depurado  el  lenguaje  poético,  i  **reducido  la  musa 
a  las  reglas  del  deber,**  como  dice  Boileau,  sino  en  haber 
creado  en  Francia  el  jcnero  lírico  elevado  i  en  haber  llevado 
la  elocuencia  a  la  poesía.  Sus  odas  i  sus  estancias,  compues- 
tas i  limadas  con  una  paciencia  i  con  un  trabajo  infinitos, 
están  llenas  de  fuerza,  de  armonía  i  de  elevación,  con  un  ji- 
ro vigoroso  de  pensamiento,  de  versificación  i  de  estilo  de 
que  no  se  tenia  idea  antes  de  él,  i  que  pocas  veces  se  encuen- 
tra en  los  poetas  posteriores.  Los  discípulos  de  esta  nueva 
escuela  han  quedado  mui  atrás  de  su  ilustre  fundador. 


LITERATURA    FRANCESA  421 


Se  puede  decir  que  el  mérito  principal  de  Malherbe  con» 
siste  en  la  severidad  del  gusto.  Esta  cualidad  falta  a  otro 
poeta  contemporáneo  suyo  mui  distinguido  por  el  jenio  i 
por  la  pureza  del  estilo,  a  Maturino  Regnier  (1573-1613). 
Destinado  en  su  juventud  a  la  carrera  eclesiástica,  recibió 
en  efecto,  las  primeras  órdenes,  hizo  dos  viajes  a  Roma,  i 
vivió  favorecido  por  el  rei;  pero  su  afición  a  los  placeres  del 
mundo  i  su  pasión  por  la  poesía  lo  ocuparon  toda  su  vida. 
Sus  obras  se  componen  principalmente  de  sátiras,  i  ellas  re- 
velan que  Regnier  no  debió  todos  sus  triunfos  a  un  trabajo 
profundo  i  asiduo.  Se  distingue  sobre  todo  en  escojer  el  ri- 
dículo i  en  pintarlo  con  rasgos  indelebles.  Ademas  de  las 
frecuentes  imitaciones  de  los  poetas  latinos,  ha  tomado 
mucho  de  los  escritores  satíricos  italianos,  lo  que  disminu- 
ye el  mérito  de  orijinalidad;  pero  aparté  de  que  en  esa  épo- 
ca la  sátira, como  jénero  literario  era  desconocida  en  Fran- 
cia, el  gusto  imperfecto  i  la  lengua  informe  todavía,  Regnier 
:leja  ver  siempre  un  talento  propio  i  un  espíritu  observador 
lleno  de  finura,  de  sagacidad,  de  buen  sentido  i  de  una  ma- 
icia  esquisita  i  casi  sin  arte.  Por  ¡a  pureza  i  por  la  riqueza, 
5u  estilo  es  superior  al  de  todos  los  poetas  franceses  que  lo 
precedieron,  i  aun  hoi  mismo  agrada  por  su  vigorosa 
ínerjía. 

4. — La  literatura  dramática  pasó  por  las  mismas  tras- 
brmaciones  que  la  poesía  lírica.  Durante  la  mayor  parte 
leí  siglo  XVI,  el  arte  estuvo  reducido  como  en  la  época 
interior  a  las  moralidades  (moralités),  a  las  farsas,  i  a  las 
onterías  {sotises).  Numerosas  persecuciones  dirijidas  con- 
ra  el  teatro,  inclinaban  los  injenios  a  la  comedia  de  cos- 
umbres,  puesto  que  se  les  prohibieron  las  libertades  satin- 
as i  todas  las  personalidades. 

Pero  al  fin,  el  manifiesto  de  Du-Bellay  vino  a  abrir 
luevo  rumbo  al  arte  dramático.  Buscóse,  como  en  la  poe- 
ía  lírica,  nuevo  campo  en  la  imitación  de  la  antigüedad, 
^ntes  de  seguir  las  huellas  de  los  antiguos,  los  poetas  tra- 
lujeron  algunas  piezas  de  Sófocles,  de  Eurípides  i  de 
Aristófanes.  Las  imitaciones  no  se  hicieron  esperar:  varios 


422  N0C10KE8   DB  .HISTORIA   LITERARIA 


poetas  de  la  escuela  de  Ronsard, entre  los  cuales  descollaba 
Estévan  Jodelle  (1532-1573),  compusieron  dramas  cuya 
intriga  tenia  algo  de  orijinal,  pero  cuya  acción  era  griega 
o  romana,  i  en  que  copiaban  servilmente  el  carácter  del 
teatro  antiguo.  Sólo  a  fines  del  siglo,  el  drama  se  apart6 
de  ese  camino;  i  entonces  el  teatro  español,  i  mui  en  parti- 
cular las  obras  de  Lope  de  Vega,  que  en  esa  época  comen- 
zaban a  estar  mui  en  boga,  fué  el  modelo  de  los  poetas 
franceses. 

5. — Hasta  el  siglo  XVI  la  prosa  francesa  casi  nosehabia 
ejercitado  mas  que  en  las  crónicas.  En  esa  época  se  la  ve 
tratar  todos  los  asuntos  i  desarrollarse  en  las  obras  mas 
variadas.  Francisco  Rabelais,  nacido  en  Turena  en  1487  i 
muerto  en  Paris  en  1553,  es  el  iniciador  de  esta  revolución. 
Se  han  escrito  muchas  tradiciones  de  dudosa  veracidad  i 
muchas  anécdotas  sobre  su  vida;  pero  lo  que  hai  de  verdad 
es  que  Rabelais,  médico  i  sabio  de  profesión,  comenzó  desde 
temprano  una  vida  disipada,  i  llena  de  contradicciones  i  de 
aventuras,  en  que  la  piedad  na  tuvo  siempre  la  mayor  par- 
te, aunque  fué  fraile  franciscano,  benedictino,  clérigo  secu- 
lar i  por  último  cura  de  Meudon.  A  pesar  de  su  profundo 
buen  sentido,  i  de  su  inmensa  erudición  en  literatura  anti- 
gua, su  imajinacion  que  no  tiene  otro  rival  que  la  de  Aris- 
tófanes, lo  arrastra  sin  cesar,  quizá  contra  su  voluntad, 
mas  allá  de  los  límites  de  la  licencia. 

La  obra  que  le  ha  asegurado  la  inmoitalidad  es  una  no- 
vela satírica  i  alegórica  que  tiene  por  título  Hechos  i  dichos 
del  j ¡gante  Gargantúa  i  de  su  hijo  PantagrueL  En  reali- 
dad,  este  libro  no  pertenece  a  jénero  alguno  determinado, 
no  se  somete  a  ningún  orden,  no  imita  ningún  modelo,  no 
permite  ninguna  imitación.  Todo  allí  es  fantástico  i  oriji- 
nal. Las  aventuras  singularmente  variadas  del  personaje 
principal,  forman  un  cuadro  injenioso  en  que  se  encuentran 
todas  las  cualidades,  todos  los  defectos,  todos  los  jéneros 
desde  el  injenio  mas  fino  i  la  imajinacion  mas  viva,  hasta 
las  invenciones  mas  desvergonzadas  i  la  mas  grosera  inco- 
herencia de  ideas,  desde  la  sátira  mas  elevada  hasta  las  bu- 


) 


LITERATUUA    FRANCESA  32íí 


fonadas  mas  grotescas  i  aun  algunas  veces  las  mas  obce- 
nas.  **Este  libro,  ha  dicho  La  Bruyére,  es  un  monstruoso 
conjunto  de  una  moral  fina  e  injeniosa  i  de  una  sucia  co- 
rrupción: donde  es  malo,  pasa  los  límites  de  lo  peor:  forma 
el  encanto  de  la  canalla:  donde  es  bueno,  va  hasta  lo  esquí-  , 
sito  i  lo  excelente:  puede  ser  uno  de  los  bocados  mas  deli- 
cados/' La  sátira  fina, las  consideraciones  filosóficas  llenas 
de  grandeza  i  de  atrevimiento,  el  odio  por  ciertos  vicios  de 
su  tiempo  que  estalla  en  vehementes  indignaciones  o  en  bu- 
fonadas picantes,  las  alusiones  cuya  audacia  sin  velo  es 
llevada  hasta  la  temeridad,  la  comedia  con  todo  su  injenio, 
la  sátira  bajo  todas  las  formas,  sátira  relijiosa,  sátira  filo- 
sófica, científica,  política;  lo  serio,  lo  grotesco,  la  burla,  la 
alta  erudición,  todo  está  confundido,  sin  orden,  sin  regla, 
sin  plan  concebido  de  antemano,  presentando  el  conjunto 
mas  estra  vagan  te  i  también  el  mas  curioso,  el  mas  sor- 
prendente i  el  mas  atrayente  que  se  puede  encontrar.  Este 
interés  incesante,  este  mérito  sin  lado  débil,  es  debido, 
aparte  de  la  orijinalidad  de  la  invención,  i  del  vigor  del 
pensamiento,  a  las  inapreciables  cualidades  del  estilo.  Este 
estilo  firme,  elegante,  cuidado,  dotado  de  una  notabfe  pre- 
cisión i  de  un  gran  colorido,  añade  vigor  al  pensamiento. 
(Saint-Agnan  Choler). 

Se  han  escrito  muchas  obras  sobre  el  libro  de  Rabelais, 
se  le  ha  censurado  con  injusticia  i  se  le  ha  ensalzado  con 
exajeracion.  Los  comentadores,  violentando  con  frecuencia 
su  sentido,  como  cuando  se  trata  del  monumento  inmortal 
de  Cervantes,  han  dichoque  la  caprichosa  burla  era  un  velo 
arrojado  sobre  un  pensamiento  serio,  i  se  han  dado  nom- 
bres reales  a  sus  personajes  fantásticos  i  un  sentido  pro- 
fundo a  las  bufonadas  mas  claras.  Según  ellos,  Grangou- 
sier,  el  rei  bueno  i  suave,  es  Luis  XII;  Gargantúa,  la  fuerza 
que  se  desplega  sin  reflexión,  es  Francisco  I;  Pantagruel,  el 
poder  benévolo  i  fuerte,  Enrique  II;  Picrochole,  la  ambición 
sin  prudencia,  Maximiliano  Sforza;  Panurgo,  la  audacia, 
la  malicia,  el  sarcasmo  forradg  de  buen  sentido,. la  capaci- 
dad que  se  aplica  a  todo,  pero  poco  escrupulosa  en  los  me- 


424  NOGIONBS   DB  HISTORIA   LITERARIA 

dios  de  triunfo,  el  cardenal  de  Lorena;  i  así  los  demás  per- 
sonajes. Este  sistema  de  interpretación,  así  como  otros  que 
se  han  aplicado  al  libro  de  Rabelais,son  mas  injeniosos  que 
sólidos»  i  no  resisten  a  una  crítica  detenida.  El  autor,  como 
dice  el  historiador  de  Thou,  **ha  puesto  en  escena,  bajo 
nombres  falsos  todas  las  condiciones  de  la  sociedad;  todos 
los  órdenes  del  estado,  i  los  ha  entregado  a  la  risa  del  pue- 
blo;'' pero  para  ello  ha  creado  tipos  iinajtnarios,  como  sue- 
len hacerlo  los  grandes  maestros. 

6. — Rabelais,  abordó,  riendo,  las  mas  altas  cuestiones 
sociales,  i  les  buscó  una  solución  sin  abandonar  un  instan- 
te su  buen  humor.  Otro  escritor  igualmente  ilustre.  Miguel 
de  Montaigne,  siguiendo  un  camino  mui  diferente,  reunió 
en  un  libro  no  menos  singular  todas  las  observaciones  que 
el  estudio  i  la  esperiencia  le  habian  sujerido  sobre  el  hom- 
bre i  la  sociedad.  Nacido  en  Perigord  en  1533,  Montaigne- 
desempeñó,  como  maire  de  Burdeos,  un  papel  importante 
en  los  trastornos  civiles  que  produjeron  las  contiendas  reH- 
jiosas,  conservando  siempre  la  serenidad  de  su  alma  i  la 
honradez  de  su  corazón,  i  murió  en  1592.  La  educación  es- 
merada que  le  hizo  dar  su  padre,  lo  inició  desde  temprana 
en  el  conocimiento  profundo  de  los  escritores  de  la  antigüe- 
dad, i  le  preparó  para  ser  un  verdadero  escritor.  Montaig. 
ne  debe  su  celebridad  a  una  ojjra  sin  plan,  sin  asuntos  es- 
]>eciales,  titulada'  Ensayos,  porque  quiso,  dice,  hacer  en 
este  libro  el  ensayo  de  sus  facultades  naturales.  Es  unai 
amalgama  de  historia,  de  moral,  de  filosofía,  de  política  i 
de  literatura,  dividida  en  tres  libros,  subdivididos  en  capí- 
tulos, repertorio  abundante  de  recuerdos  de  una  vasta  eru- 
dición i  de  reflexiones  nacidas  de  esos  recuerdos.  En  ella, 
las  cuestiones  se  siguen  i  se  encadenan  llamadas  lai?  unas 
por  las  otras,  i  no  traidas  de  intento  por  una  resolución 
concebida  de  antemano.  **La  inagotable  memoria  de  Mon- 
taigne, dice  M.  Villemain,  pone  a  su  disposición  todo  lo 
que  los  hombres  han  pensado.  Su  juicio,  su  gusto,  su  instin- 
to, su  mismo  capricho  le  suministran  fácilmente  pensamien- 
tos nuevos.  Sol)re  cada  materia  comienza  por  decir  lo  que 


LITBRATIRA    FRANCESA  425 


«abe,  i,  lo  que  vale  mas,  ^caba  por  decir  lo  que  cree.  Este 
hombre  que  eri  la  discusión  cita  todas  las  autoridades,  es- 
cucha todos  los  partidos,  acoje  todas  las  opiniones,  cuan- 
do al  fin  llega  a  decidir,  no  consulta  mas  que  el  suyo,  i  da 
su  parecer  no  porque  lo  crea  bueno,  sino  porque  es  duyo. 
Esta  marcha  es  larga,  pero  es  agradable  e  instructiva:  en- 
sena a  dudar,  i  este  principio  de  la  sabiduría  es  algunas  ve- 
ces el  ííltimo  término.'*  ¿Quién  sabe?  es  con  frecuencia  la 
última  palabra  que  se  obtiene  de  él  sobre  los  problemas 
mas  graves  i  mas  serios. 

Esta  obra  en  que  están  tratadas  tantas  i  tan  variadas 
cuesti"ines,  es  considerada  hoi  como  el  primer  monumento 
de  la  literatura  clásica  francesa,  porque  a  pesar  de  esa  fal- 
ta de  plan,  que  re  vela  que  Montaigne  escribía  sus  ideas  como 
se  le  presentaban  a  la  mente,  se  deja  ver  en  todas  sus  pajinas 
un  espíritu  eminentemente  filosóficoii  observador.  Los  pen- 
samientos vienen  sin6rden;pero  el  lector  los  encuentra  siem 
pre  oportunos;  porque  es  imposible  traducirlaideaen  un  len- 
guaje mas  pintoresco,  mas  vigoroso,  mas  preciso,  mas  nutri- 
-do  de  sustancia  i  deimájenes.  **Su  estilo,  continúa  M.  Ville. 
main,  es  una  alegoría  siempre  verdadera,  en  que  todas  las 
-fibstracciones  del  espíritu  visten  una  forma  material,  to- 
man un  cuerpo,  un  rostro,  i  por  decirlo  así,  se  dejan  tocar 
i  manejar.  Montaigne  abusa  con  frecuencia  de  sus  lectores. 
Esos  capítulos  que  hablan  de  todoescepto  de  lo  que  prome- 
tiael  título,  esas  digresiones  que  se  embarazan  unas  a  otras, 
^sos  largos  paréntesis,  podrían  fatigar.. .si  un  rasgo  inespe- 
rado, un  pensamiento  injénuo  i  vigoroso,  una  palabra  ori- 
jinal  no  reavivasen  nuestra  atención  a  cada  paso''. 

7.— Al  lado  de  estos  dos  grandes  prosadores,  la  Francia 
posej'-ó  en  el  siglo  XVI  muchos  otros  que  le  son  inferiores 
ísino  por  la  forma  literaria,  a  lo  menos  por  la  variedad  de 
los  conocimientos  i  por  la  novedad  de  las  ideas.  Algunos 
<1e  ellos,  sin  embargo,  ejercieron  grande  influencia  sobre  su 
siglo  i  contribuyeron  eficazmente  a  fijar  la  lengua.  Vamos 
^s\  recordar  a  la  lijera  los  nombres  de  los  mas  notables. 

Juan  Calvino  (1509-1564),  considerado  siempre  como 


426  NOCIONES   DE   HISTORIA    LITERARIA 

hombre  de  secta,  i  pocas  veces  como  escritor,  ha  escrito 
sin  embargo,  pajinas  en  qae  ostenta  un  estilo  firme,  auste- 
ro i  de  una  corrección  rara  para  su  época.  Se  le  llama  por 
esto  mismo  uno  de  los  padres  de  la  lengua  francesa. 

Santiago  Amyot  1513—1593),  ocupa  un  puesto  distin- 
guido entre  los  escritores  orijinales  por  sus  traducciones  de 
Plutarco  i  de  Longo.  El  candor,  la  elegancia  i  la  riqueza  de 
su  lenguaje  han  transformado  i  naturalizado  en  Francia 
los  escritores  que  imita.  Su  traducción  de  Plutarco  ha  lle- 
gado a  ser  una  de  las  obras  clásicas  mas  estimadas  de  una 
literatura  que  posee  tanto  i  tan  ricos  monumentos. 

Pedro  de  Bourdeilles,  señor  de  Brantome,  conocido  jene- 
raímente  con  este  último  nombre  (1527 — 1614),  escribió- 
por  fragmentos  biográficos  la  historia  de  todos  los  escán- 
dalos de  su  siglo.  Sin  pronunciar  jamas  su  juicio,  i  sin  dis — 
tinguir  quizá  lo  justo  ^e  lo  injusto,   Brantome  ha  contado» 
con  gran  naturalidad  todo  lo  que  sabia,  consignando  asE" 
en  sus  obras  importantes  datos  deque  se  han  aprovechadc^»— 
los  historiadores  subsiguientes. 

Pero,  si  es  inútil  prolongar  esta  nomenclatura  de  prosa 

dores  franceses  del  siglo  XVI,  es  indispensable,  en  cambio^^  » 
recordar  una  obra  que,  aunque  publicada  bajo  el  anónimo»^  ^* 
i  aunque  escrita  con  un  propósito  de  circunstancias,  hizo-i^  ^^ 
un  gran  ruido  en  su  época  i  conserva  todavía  su  crédito,^  ^*» 
como  monumento  de  burla  picante  i  de  alta  elocuencia.  En^cL^^^^ 
medio  de  las  pasiones  relijiosas  i  de  los  graves  intereses^^  "^^ 
que  impulsaban   los   partidos  a  los  medios  estremos,  com*^ —  ^ 

prendiendo  en  ellos  el  asesinato,  cuando,  la  Liga  se  obsti ^ 

naba  en  no  reconocer  a  Enrique  IV  i  en  prolongar  la  gue-  - — "  ' 
rra  civil,  cuando  el  rei  de  España  enviaba  a  la  causa  cató-  —  *•' 
lica  soldados  i  dinero,  i  cuando  los  estados  jenerales  se 
reunian  i  se  separaban  sin  haber  resuelto  nada,  algunos 
hombres  de  talento  i  de  patriotismo  se  asociaron  para 
combatir  con  la  pluma  las  ambiciones  maléficas  i  ridiculas 
de  los  caudillos  de  la  Liga,  i  compusieron  la  Sátira  Meni- 
pea  (1593),  llamada  así  en  memoria  del  cínico  Menipo,  que 
Varron   i   Luciano  habían  hecho  intervenir  en  sus  sátiras. 


LITERATURA    FRAN'CKSA  427 


Se  encuentra  en  esta  obra  el  sello  diverso  de  muchos  talen- 
tos igualmente  notables.  Uno  puso  en  juego  la  burla  mas 
fina  i  mas  hiriente,  otro  los  acentos  de  la  elocuencia  mas 
varonil,  todos  ese  injenio  francés  siempre  presto  para 
consolarse  del  infortunio  riéndose  de  los  que  lo  producen- 
Los  autores  de  la  Menipea  eran  hombre  honrados  i  con- 
vencidos, católicos  sinceros  i  al  mismo  tiempo  escritores  de 
primer  orden.  No  escucharon  mas  que  la  voz  de  su  concien- 
cia i  de  su  amor  por  el  bien  público;  el  sentimiento  del  de- 
ber les  dio  el  valor  de  decir  la  verdad.  Pedro  Le-Roy,  canó- 
nigo de  la  catedral  de  Rouen.  concibió  la  idea  primera, 
trazó  el  plan  de  la  obra,  i  escribió  una  parte  de  ella;  pero 
fué  ayudado  por  otros  injenios  escojidos.  La  Menipea  pro- 
dujo un  efecto  maravilloso;  fué  reimpresa  varias  veces  en 
pocas  semanas,  i  contribuyó  a  la  pacificación  jeneral, 
atrayendo  al  sentimiento  de  la  verdad  i  de  la  justicia  a  los 
espíritus  a  quienes  cegaba  la  intolerancia  i  la  ambición. 
£lla  dio  a  la  Liga  un  golpe  mas  terrible  que  la  batalla 
de  Ivr}\ 

SIGLO  XVII 

8. — La  verdadera  edad  de  oro  de  la  literatura  francesa 
«n  el  siglo  XVII,  denominado  comunmente  siglo  de  Luis 
XIV,  por  el  nombre  del  monarca  bajo  cuyo  reinado  se  de- 
sarrolló ese  gran  movimiento  de  los  espíritus.  Fué  entón- 
eles cuando  el  gusto  de  lo  bello  en  las  letras  i  en  las  artes 
xrino  a  ser  uno  de  las  rasgos  distintivos  del  carácter  nacio- 
X3al,  cuando  grandes  prosadores,  grandes  poetas  i  grandes 
^.rtistas  dan  a  la  civilización  francesa,  fina  i  culta  ya,  algo 
tíe  esa  majestad  i  de  ese  esplendor  que  caracterizan  a  los 
grandes  siglos  XVl,  o  las  tendencias  sociales,  políticas  i 
emancipadoras  del  siglo  XVIII;  pero  no  se  puede  negar 
Yiana  profunda  admiración  a  la  riqueza  i  a  la  grandiosidad 
<3el  período  literario  que  vamos  a  pasar  en  rápida  revista. 

La  nueva  era  literaria  se  inaugura  con  grandes  progre- 
sos en  el  arte  dramático.  Al   lado  del  teatro  mas  bien  po- 


428  NOGIONBS   DB    HISTORIA    LITBRARIA 

pulachero  que  popular  del  siglo  XV,  se  había  formado  en 
el  siguiente,  como  hemos  visto,  un  teatro  sabio  i  pedantes- 
co, obra  de  los  discípulos  de  Ronsard.  En  esas  obras  co- 
leadas con  poca  intelijencia  de  los  griegos  i  de  los  latinos, 
no  se  encuentran  otros  méritos  que  el  estilo,  algunos  ver- 
sos líricos  i  las  declamaciones  del  gusto  de  Séneca.  Este 
jénero  de  obras  no  tuvo  una  larga  vida;  desde  fines  del  si- 
glo XVI  se  formó  un  teatro  verdaderamente  popular,  no 
grosero  como  el  de  los  cofrades  de  la  Pasión,  ni  pedante 
como  el  Jodelle,  sino  capaz  divertir  a  los  espectadores  de 
todas  las  condiciones.  Alejandro  Hardy,  poeta  de  una 
compañía  de  cómicos,  fué  considerado  en  los  primeros  años 
del  siglo  XVII  como  el  jefe  de  una  gran  revolución  en  el 
arte  dramático.  En  realidad,  no  tenia  otro  mérito  que  la 
fecundidad  i  cierta  riqueza  en  la  versificación;  pero  imitan- 
do a  les  latinos,  a  los  italianos,  i  particularmente  a  los  es- 
pañoles, compuso  trajedias,  comedias,  pastorales,  histo 
rias  dramáticas  i  traji-comedias. 

El  año  de  la  muerte  de  Hardy  (1629),  es  una  gran  fecha 
literaria.  El  vio  terminar  el  privilejio  de  los  cofrades  de  la 
Pasión,  comenzar  dos  teatros  duraderos  i  definitivos,  colo- 
car a  los  autores  i  a  los  cómicos  bajo  la  alta  dirección  del 
])oderoso  ministro,  cardenal  de  Richelieu,  promulgar  las 
reglas  de  Aristóteles  como  el  código  de  la  poesía,  represen- 
tar la  primera  trajedia  regular  i  admitir  la  primera  come- 
dia de  un  poeta  llegado  de  Kouen,  que  se  llamaba  Pedro 
Corneille.  En  el  sentido  mas  rigoroso,  éste  es  el  padre  de  la 
trajedia  francesa.  Otros  poetas  habian  conocido  i  practica- 
<lo  3'a  las  reglas  de  Aristóteles;  pero  no  habian  llegado  a 
pulimentar  i  a  mejorar  la  forma  del  drama. 

9. — Corneille,  nacido  en  Rouen  en  1606  i  muerto  en  Paris 
en  1684,  estudió  la  jurisprudencia  i  fué  abogado  de  algún 
crédito,  pero  el  amor,  según  se  dice,  lo  hizo  poeta,  i  la  poe- 
sía lo  arrebató  al  foro.  Habiéndose  trasladado  a  Paris,  se 
ensayó  primero  en  la  comedia,  i  escribió  algunas  que  hicie- 
ron desde  luego  cierto  ruido.  Compuestas  según  el  gusto 
poco  severo  de  las  piezas  de  su   tiempo,  pero  mas  razona- 


LITERATURA    FRANCESA  429 


bles  en  el  fondo,  i  escritas  con  mas  corrección,  con  mas  ani- 
mación i  con  mas  injenio,  esas  obras  anunciaron  un  poeta 
distinguido  i  un  talento  verdadero.  F*oco  mas  tarde,  su  je. 
nio  trájico  se  reveló  por  la  Medea,  pieza  imitada  de  Séneca, 
sin  arte  i  sin  verosimilitud,  pero  en  donde  brillan  rasgos  de 
elocuencia  i  de  sublimidad.  Por  fin,  en  1636,  sacó  de  un 
drama  español  de  Guillen  de  Castro  la  trajedia  titulada  Et 
Cid  que  debia  hacer  inmortal  su  nombre.  Inspirado  por 
este  noble  i  patético  asunto,  el  jenio  vigoroso  i  profundo 
de  Corneille  creó,  por  decirlo  así,  de  un  solo  golpe,  el  tipo 
de  la  trajedia  clásica  francesa,  esa  incomparable  forma  dra- 
mática, en  la  cual  con  asuntos  sencillos  i  de  una  rigorosa 
unidad,  sin  cambios  de  escena,  sin  máquina,  sin  incidentes 
estraordinarios,  por  sólo  el  desarrollo  de  las  situaciones^ 
de  los  caracteres  i  de  los  sentimientos,  sostenido  por  un  es 
tilo  puro,  noble  i  poético  a  la  vez  que  elocuente,  el  poeta 
atrae  i  conmueve  los  espíritus  mostrándoles  sobre  todo  las 
grandes  luchas  morales,  i  el  movimiento  de  las  pasiones 
humanas  en  lucha  con  las  necesidades  o  con  la  virtud.  El 
éxito  brillante  del  C/d  descontentó  a  Richelieu:  la  trajedia 
fué  el  objeto  de  críticas  mezquinas  i  poco  sinceras,  pero  la 
admiración  unánime  de  la  F'rancia  aseguró  su  triunfo.  Can. 
sado  de  oir  decir  que  carecia  de  inventiva,  i  que  tomaba  el 
fondo  desús  piezas  de  otros  teatros,  Corneille  hizo  repre 
sentar  su  Horacio  (1639),  pintura  elocuente  de  la  antigua 
virtud  romana,  elevándose  por  el  amor  a  la  patria  sobre 
las  mas  tiernas  afecciones  de  la  familia;  i  luego  muchas 
otras  trajedias  eminentemente  orijinales. 

No  se  limitó  Corneille  al  jénero  trájico.  Escribió  también 
comedias,   i  algunas  de  ellas  fueron  obras  maestras.  To- 
mando por  modelo  La  verdad  sospechosa  del  poeta  espa- 
ñol Alarcon,  pero  adaptánd  ila  perfectamente  a  las  ideas  i 
a  las  costumbres  francesas  de  su  tiempo,  i  vistiéndola  con 
un  estilo  lleno  de  movimiento,  de  naturalidad  i  de  sal  cómi- 
^si,  escribió  el  Embustero  (Le  menteur)  i  creó  en  Francia^ 
por  medio  de  una  imitación,  la  verdadera  comedia  de  ca- 
^S^cter.  Corneille,  ademas,  dio  a  luz  muchas  poesías  líricas; 


430  NOCIONES   DB    HISTORIA    LITERARIA 

pero  ni  en  estas  obras  ni  en  todas  sus  trajedias  se  debe  buscar 
la  perfección  constante,  porque  dotado  de  mas  jenio  que 
gusto,  se  dejó  arrastrar  algunas  veces  por  el  deseo  de  pro- 
ducir el  efecto  teatral,  o  por  las  tendencias  todavía  incier- 
tas de  la  literatura  de  su  época.  Sin  embargo,  cualesquiera 
que  sean  estos  defectos  de  detalle,  Corneille,  es  el  primero 
de  los  trájicos  del  mundo  que  haya  excitado  el  sentimiento 
de  la  admiración,  i  que  haya  hecho  de  él  la  base  de  la  traje- 
dia.  Nos  sorprende  por  la  grandeza  de  los  sentimientos  i 
por  la  elevación  de  los  caracteres.  Sus  piezas  elevan  el  alma 
sin  desesperarla,  porque  a  la  altura  a  que  nos  trasporta 
sentimos  que  la  virtud,  de  que  nos  ofrece  un  ejemplo  acaba- 
do, no  es  superior  a  nuestras  fuerzas  i  que  podemos  alcan- 
zarla. Mas  heroico  que  patético  i  conmovedor,  tiene  con 
todo  acentos  de  ternura  i  de  suavidad  apasionada.  Por  lo 
demás,  no  hai  nada  que  desdeñar  en  sus  obras:  aun  las  me- 
nos buenas  tienen  alguna  grandeza,  i  ofrecen  un  ancho  cam- 
po al  estudio  i  a  la  observación. 

10.— Corneille  vivia  aun,  i  ya  tenia  un  sucesor.  Juan  Ra- 
cine,  que  vivió  entre  los  años  de  1639  i  1699,  alcanzó  el  se- 
gundo puesto  en  la  historia  de  la  trajedia  francesa,  si  bien 
muchos  de  sus  contemporáneos  le  asignaron  el  primero. 
Fortificado  con  sólidos  estudios  en  la  severa  escuela  de 
Port-Ro\'al,  adquirió  allí  el  conocimiento  i  la  admiración 
de  las  obras  maestras  de  la  antigüedad.  Después  de  algu- 
nos ensayos  imperfectos,  que  sin  embargo  revelan  el  jérmen 
de  su  talento,  hizo  representar  en  1669  el  Británico,  traje- 
dia basada  en  uno  de  los  mas  admirables  capítulos  de  Tá- 
cito, que  marca  el  principio  de  su  gloria.  Muchas  otras  pie- 
zas fundadas  en  la  historia  antigua  i  en  la  historia  moder- 
na afianzaron  esa  gloria  sobre  cimientos  indestructibles. 
Racine  fué  mas  lejos  todavía:  sacó  de  la  Biblia  la  acción  de 
dos  trajedias  admirables,  la  Ester  i  la  i4ta//a,  i  compuso 
una  comedia  justamente  estimada.  Los  litigantes  (Les  plai- 
deurs), hurla  agradable  e  incisiva  de  las  jen  tes  que  frecuentan 
los  tribunales  de  justicia  o  que  intervienen  en  su  idminis- 
tracion,  i  alguiías  poesías  líricas.  Escribió  además  una  his- 


LITERATURA    FRANCESA  431 

toria  de  la  escuela  de  Port-Royal  i  las  cartas  familiares, 
que  le  han  asegurado  un  puesto  eminente  entre  los  escritores 
epistolares  i  los  prosadores  franceses. 

Racine,  dejando  a  Corneille  la  grandeza  ideal  de  los  ca- 
racteres i  la  representación  de  los  combates  de  la  voluntad 
contra  la  pasión,  quiso  analizar  la  marcha  i  las  revolucio- 
nes de  los  sentimientos  en  el  alma  humana  ¡  mostrar  el  cu- 
rioso espectáculo  de  esos  resortes  morales  que  imprimen  a 
las  pasiones  una  marcha  tan  desordenada  en  apariencia, 
tan  regular  i  tan  lójica  en  realidad. 

No  se  ha  empeñado  como  su  antecesor  en  la  pintura  de 
las  pasiones  fuertes,  de  los  caracteres  estremos,  ni  de  las 
tendencias  ideales  i  caballerescas,   lo  que  quita  algo  de  su 
grandeza  a  la  trajedia;  pero  ha  retratado  con  gran  felici- 
dad las  pasiones  suaves,  el  amor,  el   pudor,   la   ternura  de 
una  madre,  la  probidad,  la  adhesión,  la  fidelidad.  Sin  em- 
bargo, este  método  que  consiste  en  poner  en  escena  las  abs- 
tracciones morales  bajo  formas  de  individualidades  mui 
completas  para  ser  verdaderas,  esta  propensión  a  adornar- 
lo  todo,  a  embellecerlo,   a  suavizarlo,  esta    tendencia  a 
reemplazar  la  emoción  que  resulta  de  los  hechos  por  esa 
especie  de  interés  que  trae  consigo   la  perfecta  ejecución   de 
un  plan  meditado,  no  es  lo  que  un  espectador  va  a  buscar 
al  teatro  ni  lo  que  se  reclama  de  un  poeta  dramático.   Por 
otra  parte,  la  misma  perfección  pareja  i  constante  que  se 
encuentra  en  el  teatro  de  Racine,  tanto  en  la  concepción 
como  en  la  ejecución  de  la  obra,  en  el  pensamiento  como  en 
el  estilo,  esa  armonía  tan  igual,  esa  corrección  tan  sosteni- 
da, tienen  también  sus  inconvenientes.  La  poesía  es  como 
Anteo:  no  se  eleva  a  los  sublimes  espacios  sino  a  condición 
de  reponer  a  veces  sus  fuerzas  tocando  la  tierra,  i  la  perfec- 
ción no  puede  existir  uniforme  sino  manteniéndose  en  cierta 
elevación,  i  sin  p()der  subir  de  allí.  Racine  cuida  con  tanto 
ira  teres  el  plan  de  sus  trajedias  como  la  construcción  de  cada 
1^X10  de  sus  versos,  i  la  elección  de  cada  una  de  sus  palabras. 
Bn  su  elocución  no  se  puede  cambiar,   añadir  o  suprimir 
^1^0,  porque  todo  está  bien  dispuesto,  bien  elejido,  bien  co- 


432  NOCIONES   DB    HISTORIA    LITERARIA 


locado.  Una  trajedia  de  Racine  puede  ser  comparada  a  una 
llanura  hermosa  pero  uniforme,  al  azul  inalterable  de  un 
cielo  puro;  pero  nuestra  vista  se  cansa  de  esa  misma  uni- 
formidad, i  prefiere  las  grandes  montañas  que  se  elevan  a 
las  rejiones  de  donde  se  desprende  el  rayo  i  que  tienen  a  sus 
pies  hondos  precipicios. 

11. — Al  lado  de  los  mas  gloriosos  nombres  de  la  litera- 
tura francesa  del  siglo  XVII  es  menester  colocar  el  de  un 
poeta  que,  sin  cultivar  los  grandes  jéneros  literarios,  sin  bri- 
llar en  la  corte  como  alguno  de  sus  contemporáneos,  i  sin 
tener  siquiera  una  conciencia  cabal  de  su  jenio,  compuso 
obras  maestras  de  naturalidad  i  de  arte,  sin  precedente  en 
la  literatura  antigua,  i  sin  imitadores  felices  en  los  tiempos 
modernos.  «Nuestro  verdadero  Homero,  el  Homero  de  los 
franceses  ¿quién  lo  creeria?  es  La  Fontaine»,dice  un  célebre 
crítico.  «En  él,  dice  M.  Demogeot,  se  realiza  de  la  manera 
mas  completa  la  fusión  de  todos  los  elementos  del  pasado 
en  el  seno  de  un  pensamiento  moderno,  dotado  de  la  oriji- 
nalidad  mas  poderosa...  La  Fontaine,  añade  mas  adelante, 
el  mas  sencillo,  el  menos  pretensioso  de  los  poetas,  es  el 
único  que  relaciona  el  siglo  XVII  a  la  vez  al  pasado  i  al 
porvenir». 

Juan  de  La  Fontaine  (1621-1695)  recibió  por  indolencia 
suya  una  educación   mui   descuidada,  i  llegó  a  la  edad   de 
veinte  i  dos  años  sin  dejar  presentir  su  jenio.   Una  oda  de 
Malherbe  que  oyó  leer  un  día  despertó  en  su  alma  el   senti- 
miento poético.  Entonces  recomenzó  sus  estudios  sin  inte- 
rés i  sin  ambición,  creyendo  que  el  estudio  era  una  simple 
distracción.  Leyó  los  antiguos  autores  franceses,  los  admi- 
ró i  aprendió  en   ellos  los  resortes  de  la  lengua.  Estudió 
igualmente  los  escritores  italianos,  i  para  llegar  a  conocer 
a  fondo   los  poetas  antiguos,   aprendió  el  latin   bastante 
bien;  pero  en  estos  estudios  hechos  sin  un  plan  fijo,    sin   el 
propósito  de  adquirir  nombradla,  la  orijinalidad  de  su  je 
nio  fué  bastante  poderosa  para  asimilarse  tantos  elementos 
diversos  sin  perder  un  solo  rasgo   de  su  carácter  propio. 
Las  obligaciones  de  un  empleo,  el  cuidado  de  la  familia,    la 


LlTBRATt'RA    FRANCESA  433 

conservación  de  su  patrimonio,  fueron  trabas  que  La  Fon- 
taine  no  sufrió  largo  tiempo.  Vendió  su  empleo,  descuidó  a 
su  mujer  i  a  sus  hijos,  a  quienes  olvidó  también  en  breve, 
consumió  su  patrimonio;  i  perezoso,  indolente  siempre  so- 
bre su  porvenir,  sin  escrúpulos  de  amor  propio  i  sin  ambi- 
ciones de  ningún  jénero,  pasó  el  resto  de  su  vida  recibiendo 
favores  de  sus  amigos,  durmiendo  mucho,  i  trabajando  sólo 
cuando  la  inspiración  venia  naturalmente  a  ponerle  la  plu- 
ma en  la  mano.  Tocaba  i  retocaba  incesantemente  lo  que 
liabia  escrito,  de  tal  manera  que  esa  distracción  perpetua, 
esa  distancia  por  todos  los  negocios  de  la  vida  que  se  le 
reprocha,  era  sólo  una  meditación  continua  i  perpetua. 
Marcaba  con  el  mayor  cuidado  todas  las  divisiones  del  dis- 
curso, las  comas,  las  interjecciones.  Así  es  como  se  trabaja 
para  la  posteridad  i  como  se  levantan  monumentos  indes- 
tructibles de  perfección  i  de  belleza. 

Hasta  la  edad  de  cuarenta  años,  La  Fontaine  parecia 
esperar  sin  impaciencia,  i  en  una  suave  pereza,  la  tardía 
madurez  de  su  jenio.  Sus  primeros  ensayos  fueron  algunas 
poesías  de  circunstancias  que  respiraban  naturalidad  en  los 
sentimientos  i  en  laespresion.  En  seguida  escribió  sus  Cueii' 
tos,  narraciones  poéticas  de  aventuras  divertidas  i  con  fre- 
cuencia mui  poco  morales,  que  muestran  una  faz  del  gusto 
i  de  las  costumbres  de  aquel  siglo,  encubierta  hasta  enton- 
ces por  el  brillo  de  una  decencia  oficial  i  de  una  literatura 
grave  i  solemne.  Esos  Cuentos  son  la  última  i  definitiva  re- 
fundición de  los  fabliaux^que  desde  la  edad  media divertian 
u  la  Europa.  Tomando  las  fábulas  de  Bocaccio  o  de  las  poe- 
sías narrativas  conservadas  por  la  tradición.  La  Fontaine 
ha  sabido  ser  oríjinal  en  la  imitación,  revistiendo  sus  histo 
rielas  con  un  injenio  puramente  francés  i  con  una  sencillez 
llena  de  la  mas  fina  malicia. 

Esta  obra,  es,  sin  embargo,  la  menos  conocida  entre  las 
que  hacen  la  gloria  de  La  Fontaine.  Sus  Fábulas  lo  eleva- 
ron a  la  altura  que  ocupa  tanto  por  la  pureza  irreprocha- 
ble de  su  moral,  como  por  la  inimitable  perfección  de  su  es- 
tilo. El  apólogo,  tal  como  lo  ha  comprendido  La  Fontaine, 

TOMO  JV  28 


4M  N0CI0NB8   DB  HISTORIA    LITERARIA 

es  una  de  las  mas  felices  creaciones  del  espíritu  humano, 
porque  reúne  todos  los  recursos  de  la  poesía  en  un  pequeño 
espacio.  Pertenece  a  la  epopeya  por  la  narración,  aljénero 
descriptivo  por  los  cuadros,  al  drama  por  el  juego  de  los 
personajes  i  la  pintura  de  los  caracteres,  a  la  poesía  gnó- 
mica por  los  preceptos,  al  lirismo  por  la  elevación  del  pen- 
samiento i  por  los  encantos  del  estilo.  A  estas  cualidades 
literarias  añade  las  aptitudes  de  artista  i  pensador,  lleva- 
das al  mas  alto  grado  de  perfección  o  deenerjía.  El  primero 
de  todos  los  fabulistas,  La  Fontaine  ha  hecho  de  cada  apó- 
logo un  pequeño  drama,  en  que  arroja  a  manos  llenas  las 
pinturas  i  las  imájenes  tomadas  en  la  observación  del  mun- 
do moral,  i  del  mundo  físico,  i  todas  de  una  verdad  fami- 
liar, graciosa,  cómica  o  conmovedora. 

La  Fontaine  declara  aun  en  el  frontispicio  de  su  libro 
que  no  ha  hecho  mas  que  poner  en  verso  los  apólogos  de  la 
antigüedad,  los  orientales,  los  griegos  i  los  romanos.  En 
efecto,  con  escepcion  de  unas  pocas  fábulas  orijinales,  las 
demás  tienen  por  base  un  asunto  tomado  de  Esopo,  de  Pe- 
dro o  de  otros  escritores;  pero  en  sus  manos,  esos  asuntos 
pasan  a  ser  completamente  orijinales.  La  orijinalidad  poé- 
tica no  consiste  en  inventar  una  acción,  sino  en  descubrir  la 
poesía  que  tiene  esa  acción.  Los  jenios  mas  creadores  de  or- 
dinario no  han  inventado  otra  cosa.  La  invención  de  La 
F'ontaine  consiste  en  su  manera  de  contar,  en  su  estilo  ad- 
mirable, en  esa  feliz  imajinacion  que  siembra  por  todo  el  in- 
terés i  la  vida,  en  esa  buena  fe,  en  esa  aparente  credulidad 
del  narrador,  en  esa  seriedad  con  que  mezcla  las  mas  gran- 
des cosas  a  las  pequeñas.  La  cualidad  característica  i  dis- 
tintiví'i  de  La  Fontaine  es  su  inimitable  candor.  El  lector  se 
imajina  oir  a  un  hombre  sencillo  que  cree  los  cuentos  de  la 
niñez  i  que  espera  que  se  los  crean.  Su  erudición,  su  elocuen- 
cia su  filosofía, su  imajinacion.  su  memoria,  su  sensibilidad, 
todo  se  pone  en  ejercicio  para  interesar.  Por  eso  es,  volve- 
mos a  repetirlo,  que  la  fábula  tal  como  la  comprendió  el 
poeta  francés,  no  tiene  precedente  en  la  antigüedad,  i    por 


LITERATURA    FRANCBSA  435 


•eso  también  ha  quedado  muí  arriba  de  todos  sus  imitado- 
res modernos. 

12. — Pero  no  se  crea  que  en  la  época  en  que  Racine  i  La 
Fontaine  comenzaron  a  escribir,  el  gusto  francés  estaba  for- 
mado, i  que  las  obras  de  esos  i  de  otros  grandes  poetas  de 
aquel  siglo  fueron  aplaudidas  desde  el  primer  momento.  Le- 
jos de  eso,  el  gusto  incierto  admitía  confusamente  lo  bueno 
i  lo  mediocre,  i  una  muchedumbre  de  escritores  de  escaso 
mérito  embarazaba  el  camino  que  debian  recorrer  los  hom- 
bres de  verdadero  jenio.  Muchos  de  éstos  tuvieron  rivales 
mui  aplaudidos  en  su  época  i  completamente  olvidados 
ahora.  La  poesía  imitaba  todavía  los  modelos  legados  por 
la  antigüedad,  por  la  Italia  i  por  la  España,  pero  no  se  ha- 
bia  jeneralizado  el  arte  de  dar  vigor  a  esas  imitaciones,  i  de 
hacerlas  propiamente  orijinales,  como  lo  hizo  La  Fontaine 
con  la  mayor  parte  de  sus  fábulas,  i  Corneille  con  alguna 
de  sus  trajedias.  Faltaba  todavía  acertar  el  gusto:  esta  fué 
la  obra  de  Boileau. 

Nicolás  Boileau  Despréaux  nació  en  Paris  en  1636,  i  mu- 
rió en  1711.  Destinado  por  sus  padres  a  la 'carrera  del 
foro,  él  abandonó  los  estudios  legales  para  dedicarse  a  la 
jurisprudencia  literaria,  llegó  a  ser  el  gran  juez  de  la  litera- 
tura de  su  tiempo,  i  dio,  como  lejislador  del  Parnaso,  leyes 
que  hasta  ahora  están  en  vigor.  La  gloria  de  Boileau  con- 
siste en  haber  desembrollado  el  arte  confuso  del  siglo 
XVII,  en  haber  asignado  a  cada  hombre  i  a  cada  cosa  su 
rango  en  la  estimación  pública,  en  haberlo  hecho  con  un 
discernimiento  infalible,  con  un  valor  intrépido,  i  en  fin,  en 
haber  dado  sus  sentencias  en  versos  tan  armoniosos,  en 
tina  forma  tan  feliz,  en  un  lenguaje  tan  perfecto,  que  no  se 
puede  retocar  nada  sin  desmejorarlo. 

Nadie  podia  ejercer  esta  dictadura  literaria  con  mas 
justo  título  que  Boileau.  Poseia  todas  las  cualidades 
opuestas  a  los  defectos  que  queria  correjir.  Pero  sobre  to- 
cias las  dotes  poéticas,  sobre  la  imajinacion  i  sobre  la  sen- 
sibilidad, estaba  su  razón  clara,  serena,  despejada  de  toda 


436  N0C10NBU9    1>B  HIRTOKIA   LITERARIA 

preocupación,  de  todo  estravío  de  gusto.  Su  Arte  poética^ 
superior  a  la  de  Horacio  por  la  disposición  de  las  materias 
i  porque  comprende  mejor  casi  todos  los  jéneros  de  poesía, 
es  la  esposicion  mas  clara,  mas  nítida  i  mas  elegante  de  las 
doctrinas  que  consisten  en  colocar  siempre  la  razón  sobre 
la  imajinacion,  en  preferir  lo  verdadero  en  su  sencillez  a  lo 
bello  disfrazado  bajo  la  hinchazón  i  bajóla  hipérbole.  Para 
unir  el  ejemplo  a  la  doctrina,  Boileau  escribió  muchas  otras 
obras.  De  sus  nueve  Sátiras,  compuestas  todas  con  gusto 
delicado,  con  un  injenio  hiriente  pero  sin  odio,  i  con  la  pu- 
reza de  estilo  que  domina  en  todos  sus  escritos,  cuatro  son 
esclusivamente  literarias,  i  las  otras  cinco  contienen  ras- 
gos picantes  i  oportunos  contra  los  malos  escritores.  Sus 
Epístolas,  obras  de  la  madurez  de  la  razón  i  de  la  fuerza 
del  talento,  se  refieren  a  muchos  asuntos,  pero  todas  ellas 
son  notables  bajo  su  aspecto  moral  i  bajo  su  aspecto  lite- 
rario. Por  último,  el  Lutrin,  poema  heroico  sobre  un  asun- 
to cómico  en  que  el  autor  ha  revelado  que  conocia  a  fondo 
todo  el  poder  de  la  maquinaria  épica,  el  arte  de  pintar  los 
caracteres,  de  describir  los  combates  i  de  hacer  reir  conser- 
vando la  mas  imperturbable  seriedad,  narrando  los  acon- 
tecimientos mas  vulgares  i  grotescos  sin  palabras  descom- 
puestas, sin  imájenes  indignas  de  la  poesía  mas  templada. 
La  querella  de  los  canónigos  de  una  catedral  sobre  la  colo- 
cación que  debia  tener  cierto  facistol,  ha  permitido  a  Boi- 
leau introducir  en  su  poema  con  rara  felicidad  los  mas  di- 
fíciles resortes  épicos,  la  personificación  de  cualidades  abs- 
tractas, como  la  discordia,  la  fama  i  la  molicie. 

Es  preciso  reconocer  que  la  orijinalidad  absoluta  no  es 
el  don  de  Boileau.  El  habia  estudiado  mucho  las  literatu- 
ras antiguas,  i  se  habia  asimilado  con  gran  talento  i  con 
gran  gusto  las  formas  cuidadas  i  el  espíritu  de  Horacio  i 
de  otros  poetas;  pero  ha  sabido  revestir  la  imitación  de  im 
colorido  nuevo  i  de  cierta  novedad  que  casi  vale  tanto 
como  la  orijinalidad  misma.  Por  otra  parte,  cualesquiera 
que  sean  los  reproches  que  bajo  este  concepto  deban  hacér- 
sele, no  se  puede  negar  que  Boileau  ha  prestado  servicios 


LITERATURA   FRANCBSA  437 


indisputables.  La  guerra  obstinada  que  declaró  a  los  ri- 
madores que  se  creían  poetas,  ha  hecho  triunfar  el  gusto  i 
ha  ilustrado  la  admiración  que  vacilaba  entre  lo  verdadero 
i  lo  falso,  i  ha  hecho  servir  la  burla  al  progreso  del  buen 
gusto  i  de  la  moral  en  literatura. 

13. — Un  dia  Luis  XIV  preguntaba  a  Boileau  cuál  era  el 
«scritor  que  mas  honraba  su  reinado. — **Moliére",  respon- 
dió Boileau  sin  vacilar.  Pero  Moliere  no  es  sólo  el  honor 
del  reinado  de  Luis  XIV;  lo  es  de  la  Francia,  de  la  Europa, 
del  mundo  entero;  es  el  primer  autor  cómico  de  todas  las 
■edades  i  de  todos  los  paises.  Nadie  como  él  ha  conseguido 
crear  personajestan  vivos  i  que  sean  al  mismo  tiempo  tipos 
jenerales  de  la  humanidad.  Sus  contemporáneos  se  recono- 
cian  en  sus  piezas;  i  nosotros,  salvo  la  diferencia  de  hábitos, 
i  casi  de  trajes,  vemos  allí  nuestros  retratos.  Otros  cómicos 
lian  podido  igualarle  en  el  chiste,  en  el  arte  de  esposieion, 
en  el  buen  humor;  pero  ninguno  se  le  acerca  en  la  profundi- 
dad filosófica,  en  el  verdadero  estudio  de  las  pasiones  ordi- 
narias de  la  vida  i  en  el  retrato  acabado  de  los  caracteres. 

Juan  Bautista  Poquelin,  que  se  ha  hecho  inmortal  con 
«el  nombre  de  Moliere, nació  en  Parisel  15  de  enero  de  1622. 
Era  hijo  de  un  modesto  tapicero;  pero  habiendo  asistido  a 
algunas  representaciones  tomó  tal  gusto  por  el  teatro  que 
comenzó  a  estudiar  con  un  ardor  admirable,  i  al  fin  se  en- 
roló en  una  compañía  de  cómicos  que  recorria  las  provin- 
cias. Habia  compuesto  algunas  comedias  cuando  en  1658, 
fué  a  representar  en  un  teatro  de  Paris.  Sus  talentos  de 
actor,  i  mas  que  todo  su  jenio  de  escritor  le  merecieron  los 
favores  de  Luis  XIV.  Desgraí^iado  en  sus  afeccionas  con3''u- 
gales,  i  después  de  una  vida  llena  de  ajitaciones,  Moliere 
murió  víctima  de  su  adhesión  a  los  cómicos  que  estaban 
colocados  bajo  sus  órdenes.  Aunque  mui  indispuesto,  quiso 
representar  una  de  sus  comedias  mas  admirables.  El  enfer- 
mo de  aprehensión  (Le  malade  imaginaire)  para  no  privar 
de  su  sustento  diario  a  los  empleados  del  teatro,  i  murió 
pocas  horas  después  de  la  representación,  a  los  cincuenta  i 
un  años  de  edad,  el  17  de  febrero  de  1673. 


438  NOCIONES   DE   HISTORIA    LITBRARIA 

El  teatro  que  nos  queda  de  Moliere  consiste  en  treinta 
piezas,  trabajadas  en  el  espacio  de  veinte  años.  La  mitad, 
a  lo  menos,  es  formada  por  obras  maestras;  i  catorce  de 
ellas  son  escritas  en  verso.  Moliere  ha  suprimido  casi  por 
completo  las  grotescas  bufonadas  i  las  costumbres  de  con- 
vención que  reinaban  en  el  teatro,  i  en  su  lugar  ha  puesto 
en  la  escena  el  cuadro  fiel  de  la  realidad,  la  pintura  de  las 
pasiones  jenerales  i  de  los  caracteres.  El  pone  en  pccion 
esta  verdad  sorprendente  en  las  costumbres  por  medio  de 
una  fábula  verosímil  i  de  una  proporcionada  estension, » 
da  a  los  caracteres  que  crea  tal  relieve,  que  sus  tipos  pasan 
a  ocupar  un  puesto  en  la  familia  humana,  no  como  una  in- 
dividualidad particular,  sino  para  representar  las  varieda* 
des  mas  distintas  de  la  especie  Este  es  el  supremo  esfuerzo 
del  arte. 

Moliere  nos  instruye  mas  que  la  esperiencia.  El  nos  ha 
dado  a  conocer  la  clase  media  i  la  nobleza,  los  mercaderes^ 
los  médicos,  los  notarios,  los  provincianos,  los  pedan tes»^ 
los  rabiosos,  los  fanfarrones,  los  intrigantes,  los  malvados*^ 
las  sirvientes,  los  criados  i  los  amos;  ha  puesto  en  escena* 
siempre  con  el  mismo  buen  éxito,  las  ridiculeces  de  la  igno- 
rancia pretenciosa,  los  peligros  de  la  inocencia  entregada  a 
sf  misma,  el  candor  rústico,  la  devoción  obstinada,  la  au 
toritlad  paterna,  el  res|>eto  filial,  la  avaricia,  la  prodigali- 
dad, la  debilidad,  la  hipocresía,  el  amor  bajo  todas  sus  for- 
mas, en  todas  las  edades  i  en  todas  las  condiciones,  los 
celos,  el  matrimonio  con  sus  escollos,  el  libertinaje,  en  una 
palabra  todos  los  sentimientos  i  todos  los  caracteres  jene- 
rales de  la  humanidad  con  una  sorprendente  exactitud.  La 
comedia,  tal  como  la  ha  comprendido  Moliere,  no  es  una 
advertencia  estéril,  sino  una  enseñanza  indirecta  en  que  la 
lección  se  mezcla  al  placer,  en  que  el  poeta  nos  enseña  a  reir 
sin  acritud  i  nos  hace  aprovechar  sin  fatiga.  Moliere,  ob- 
servador profundo,  filósofo  práctico,  sin  cólera  i  sin  debili- 
dad, alma  elevada  i  tierna,  corazón  jeneroso,  ha  cumplidcv 
con  la  dignidad  del  jenio  su  misión  de  poeta  i  de  moralista. 
La  crítica  coloca  en   primer  orden  entre  sus  piezas  El  A/i- 


LITERATURA    FRANCESA  439 


sántropo  {Le  Misantrhope),  Tartufo  i  ¡as  majeres  sabias 
{Les  femmes  savantes).  Al  lado  de  ella,  sin  embargo,  es  me- 
nester colocar  El  avaro  {Uavare)  i  Ei  enfermo  de  aprehen- 
sión [Le  malade  imaginaire);  pero  en  todas  sus  piezas,  aun 
en  los  rápidos  bocetos  que  improvisaba  para  divertir  a  la 
corte  o  al  público,  se  descubre  al  gran  pintor,  al  observa- 
dor profundo  de  los  vicios  i  de  las  ridiculeces  de  la  humani- 
dad. En  todas  ellas  domina  el  mismo  estilo  incorrecto  i 
descuidado  a  veces,  pero  siempre  sólido  i  vigoroso:  su  prosa 
es  nítida  i  firme;  i  su  verso  espresivo  i  bien  cortado  es  uno 
con  el  pensamiento,  al  cual  da  siempre  un  jiro  sentencioso 
pero  natural. 

Moliere  tuvo  en  vida  rivales  i  enemigos  que  le  reprocha- 
ron el  haber  tomado  algunos  de  sus  asuntos  del  teatro  de 
Planto  o  de  las  comedias  españolas,  sin  embargo  de  que 
esos  mismos  asuntos  han  adquirido  por  el  arte  del  gran 
poeta  un  sello  de  orijinaliSad;  pero  en  nuestro  tiempo  se 
le  estudia  i  se  le  admira  en  todas  partes.  Si  bien  la  escuela 
romántica  moderna  ha  pretendido  alguna  vez  menoscabar 
su  mérito,  los  grandes  maestros  han  pronunciado  un  juicio, 
que  han  confirmado  todos  los  hombres  de  verdadero  gusto. 
•'Moliere,  ha  dicho  Goethe,  es  tan  grande  que  cada  vez  que 
se  lee  se  esperimenta  una  nueva  sorpresa.  Es  un  hombre 
único:  sus  piezas  tocan  a  la  trajedia,  porque  sobrecojen,  i 
nadie  se  atreve  a  imitarlo.'' 

14. — Al  lado  de  estos  grandes  jenios  poéticos  del  siglo 
XVII,  la  Francia  produjo  muchos  otros  que  con  justo  títu- 
lo ocupan  un  lugar  distinguido  en  el  Parnaso.  Pero  vivie- 
ron en  una  época  de  jigantes;  i  sus  nombres  han  quedado 
no  completamente  oscurecidos,  pero  a  lo  menos  eclipsados 
ante  la  gloria  de  sus  contemporáneos.  Algunos  de  ellos  me- 
recen, sin  embargo,  ser  estudiados. 

Juan  Francisco  Regnard  (1656— 171C),  que  seria  un 
gran  poeta  cómico,  si  Moliere  no  hubiera  elevado  este  arte 
a  tanta  altura,  hace  brillar  por  su  propio  mérito  el  jenio 
prodijioso  de  su  antecesor.  Regnard  divierte  pero  no  ins- 
truye ni  tampoco  corrije:  divierte  sacrificando  con  frecuen- 


440  N0C10NBS    DB   HISTORIA    LITBRARIA 

<cia  la  verdad;  i  aunque  sus  comedias  tienen  una  acción 
bien  comprendida  i  bien  desenvuelta,  no  poseen  caracteres 
jenerales  perfectamente  demarcados;  ni  señalan  con  clari- 
dad los  vicios  que  pretenden  corréjir.  Todo  su  teatro  no 
contiene  una  sola  lección  moral  ni  un  carácter  propiamen- 
te dicho. 

Juan  Bautista  Rousseau  (1670—1741),  que  algunos  crí- 
ticos han  denominado  el  primer  poeta  lírico  de  Francia, 
posee  mas  armonía  que  vigor,  mas  industria  que  inspira- 
ción, i  tiene  en  un  alto  grado  las  cualidades  secundarias 
del  poeta  i  del  escritor.  La  musa  francesa  no  ha  ostentado 
jamas  mayor  melodía,  i  pocas  veces  mas  pompa  esterior 
que  la  que  ostenta  Rousseau;  pero  en  sus  obras  no  debe 
buscarse  el  fuego  sagrado  de  la  verdadera  inspiración.  Su 
lejítima  superioridad  no  se  encuentra  en  sus  odas  sagradas 
ni  en  sus  odas  profanas,  en  que  se  cree  descubrir  que  los 
sentimientos  son  pura  ficción:  es  menester  buscarla  en  sus 
epigramas. 

Antonio  de  Lamotte  Houdar  (1672—1731)  ha  hecho 
odas  de  todo  jénero  que  ahora  se  leen  mui  poco  i  que  están 
casi  Olvidadas,  aunque  se  encuentran  en  ellas  hermosísi- 
mas estrofas,  i  auncjue  en  el  jénero  anacreóntico  se  haya 
colocado  cerca  de  los  poetas  mas  hábiles.  Ha  hecho  tam. 
bien  fábulas;  i  entre  ellas,  hai  algunas  injeniosas;  pero  por 
desgracia  de  su  gloria,  vinieron  después  de  las  de  La  Fon- 
taine. 

15 La  prosa  siguió  en  Francia;  en  el  siglo  XVII,  una 

marcha  semejante  a  la  poesía. 

La  gloria  de  haber  iniciado  este  movimiento  pertenece 
a  Juan  Luis  Gncz,  señor  de  Balzac  (1594 — 1664).  Admira- 
dor apasionado  de  de  la  lengua  i  de  la  literatura  latinas, 
conocedor  de  las  lenguas  italiana  i  española,  que  en  esa 
época  estaban  definitivamente  formadas,  gramático  labo- 
rioso e  intelijente,  Balzac  supo  antes  que  ningún  otro  dar 
ritmo,  elegancia  i  dignidad  a  la  prosa  francesa.  Se  le  admi- 
ró largo  tiempo  como  un  grande  escritor;  i  en  realidad  tie- 
ne todas  las  esterioridades,  pero  carece  siempre  de  natura* 


LITERATURA    FRANCB8A  441 


lidad,  i  con  frecuencia  de  solidez.  Sin  embargo,  su  Arístipo, 
estudio  de  lo  que  debe  pasar  al  rededor  del  príncipe,  i  su 
Sócrates  cristiano,  armonía  de  la  razón  i  de  la  fe,  tienen 
muchas  pajinas  admirables,  en  que  la  elevación  de  los  pen- 
samientos está  en  relación  con  la  nobleza  del  lenguaje.  La 
recopilación  de  sus  cartas  deja  ver  las  cualidades  del  escri- 
tor artista. 

16. — Otros  escritores  retóricos  como  Balzac,  cu  tivaron 
la  lengua  francesa  enriqueciéndola  con  nuevas  voces  i  con 
jiros  mas  desembarazados  i  elegantes;  pero  no  tuvo  sus 
verdaderos  maestros,  no  llegó  a  su  completo  deí?arrollo  si- 
no cuando  sirvió  de  instrumento  a  una  revolución  radical 
en  la  filosofía,  i  cuando  la  palabra  pasó  a  ser  fielmente 
una  idea. 

Reinaba  entóncej  una  especie  de  fermentación  en  los  es- 
píritus que  debia  conducirlos  a  consumar  un  gran  cambio 
en  los  métodos  de  observación  i  en  la  dirección  de  las  inte- 
lijencias.  El  renacimiento  del  siglo  XV  habia  despertado  a 
toda  la  Europa;  Colon  i  sus  compañeros  i  sucesores  habian 
descubierto  un  nuevo  mundo  i  probado  la  figura  esférica  de 
la  tierra;  Copérnico  habia  echado  las  bases  de  la  astrono- 
mía moderna  descubriendo  el  sistema  solar,  que  Kepler  i 
Galileo  comprobaban  con  nuevas  observaciones;  la  medici- 
na buscaba  en  la  observación  i  en  la  esperiencia  la  única 
fuente  de  luz  i  de  razón,  pero  las  universidades  seguian  aun 
los  sistemas  de  fátil  controversia  que  se  usaban  en  la  edad 
media.  Mientras  las  ciencias  daban  pasos  aislados  para 
llegar  al  descubrimiento  de  la  verdad,  el  principio  de  auto- 
ridad, la  sentencia  dictatorial  concebida  en  estas  breves 
palabras:  **el  maestro  lo  ha  dicho*',  resolvía  todas  las  cues- 
tiones, que  se  ventilaban  en  los  cuerpos  literarios  i  científi- 
cos. Francisco  Bacon,  en  Inglaterra,  habia  iniciado  la  gran 
revolución  proponiendo  ensanchar  el  campo  del  saber  hu- 
mano por  medio  de  la  observación  esperimental.  Entonces 
fué  cuando  apareció  Descartes,  i  cuando  la  revolución  em- 
prendida en  Inglaterra  en  el  dominio  de  la  filosofía,  fué 
consumada  para  siempre. 


442  NOCIONES   DE    H18TORIA    UITBRAUA 

Renato  Descartes  nació  en  la  Haya,  en  Totirena,en  1596. 
A  los  dieciseis  años  habia  adquirido  toda  la  ciencia  que  se 
daba  en  los  colejios,  i  conoció  que  habia  un  gran  vacío.  Pe- 
ro, en  lugar  de  abandonarse  a  la  duda,  el  niño  comprendió 
que  si  la  ciencia  no  existia  aun,  la  verdad  existia  i  que  era 
menester  buscarla.  Desde  entonces  renunció  a  los  libros  que 
no  le  enseñaban  nada,  i  no  quiso  buscar  otro  maestro  que 
la  razón.  Estudió  los  hombres  en  los  viajes  i  en  la  guerra,  i 
estudió  sobre  todo  la  única  ciencia  que  satisficiese  su  espí- 
ritu, las  matemáticas.  Desligó  el  áljebra  de  las  considera- 
ciones estrañas,  i  después  de  hacerla  progresar  por  la  abs 
tracción,  la  aplicó  a  la  jeometría  i  por  medio  de  la  jenerali- 
zacion  del  cálculo,  resolvió  como  jugando  los  problemas 
jeométricos  que  habian  detenido  a  toda  la  antigüedad. 

Pero  estos  maravillosos  descubrimientos  no  eran  mas 
que  los  primeros  ensayos  de  su  jenio.  Aislándose  del  trato 
de  los  hombres  para  consagrarse  enteramente  a  la  medita, 
cion,  escribió  en  Holanda  su  famoso  Discurso  sobre  el  mé- 
todo, i  tras  ésta,  muchas  otras  obras  de  un  carácter  filosó- 
fico, que  hicieron  gran  ruido  desde  su  primera  publicación, 
i  que  si  bien  le  atrajeron  nuevos  discípulos,  le  suscitaron 
igualmente  enemigos  temibles.  A  fin  de  escapar  a  sus  ace- 
chanzas, Descartes  se  refujió  cerca  de  la  reina  Cristina  de 
Suecia,  que  lo  habia  llamado  a  su  corte.  No  pudo,  sin  em- 
bargo, resistir  al  rigor  del  clima,  i  murió  en  Bstocolmo  en 
febrero  de  1650. 

Descartes  habia  comenzado  por  desechar  provisoriamen- 
te de  su  espíritu  todas  las  creencias  admitidas  hasta  enton- 
ces, **a  fin,  decia,  de  colocar  mas  tarde  otras  mejores,  o  bien 
las  mismas,  cuando  las  hubiere  ajustado  al  nivel  de  la  ra- 
zón." Para  reconstruir  el  edificio,  se  creó  un  método  toma- 
do de  las  ciencias  que  habia  estudiado  largamente.  No  ad- 
mitir mas  (¡ue  lo  evidente,  dividir  las  dificultades  para  ven- 
cerlas, ir  siempre  de  lo  simple  a  lo  compuesto,  hacer  siempre 
separaciones,  tales  son  las  cuatro  reglas  que  dirijieron  su 
marcha.  El  encadenamiento  que  observaba  en  las  propor- 
ciones matemáticas,  le  daba  la  esperanza  de  encontrar  algo 


LITERATURA    FKANCB^-A  443 


de  parecido  en  todas  las  cosas  que  pueden  caer  bajo  el  cono- 
cimiento del  hombre. 

Este  solo  método  importaba  en  los  dominios  de  la  filoso- 
fía i  de  la  investigación  científica  una  verdadera  revolución, 
cuyo  análisis  no  es  de  este  lugar.  Pero  su  libro  hizo  otra  re- 
volución no  menos  notable  en  el  dominio  de  la  literatura. 
El  estilo  de  Descartes  es  el  de  la  verdadera  elocuencia.  Es 
admirable  por  la  naturalidad,  la  verdad,  la  precisión,  la 
trasparencia,  la  limpieza:  la  palabra  i  el  pensamiento  son 
consustanciales,  es  decir,  que  es  imposible  separar  la  una  de 
la  otra.  En  todas  partes,  el  deseo  de  probar  lo  arrastra  so- 
bre el  cuidado  de  adornar:  condensado  como  la  lójica,  ní- 
tido como  el  razonamiento,  la  frase  se  desarrolla  sin  apara- 
to, se  sigue  i  se  encadena  sin  otro  lazo  que  el  del  sentido. 

17. — El  estilo  de  Descartes  no  se  dirije  mas  que  a  la  inte- 
lijcncia.  Apóstol  de  la  razón,  él  desdeña  todos  los  atavíos 
que  animan  i  vivifican  el  discurso,  porque  para  producir  el 
convencimiento  no  son  necesarios  los  adornos.  Es  menester 
llegar  a  Pascal  para  encontrar  en  la  prosa  francesa  el  alma 
i  el  corazón  del  escritor  unidos  a  todas  las  gracias  del  es- 
tilo. 

Blas  Pascal  nació  en  Clermont  en  1623.  Desde  su  niñez 
asombró  a  sus  padres  por  el  poder  de  su  jenio.  A  los  doce 
años,  solo  i  sin  libros,  inventaba  los  elementos  de  jeome- 
tría,  cuyos  términos  ignoraba,  i  a  los  dieciseis  componia 
un  notable  tratado  de  secciones  cónicas.  Su  constitución 
débil  i  enfermiza  se  doblegó  bajo  el  peso  de  esa  actividad 
devoradora,  de  tal  modo  que  desde  los  veinte  años  no  pasó 
un  solo  dia  sin  sufrir,  i  murió  al  fin  en  1662,  a  los  treinta  i 
nueve  de  su  edad,  sin  haber  terminado  algunas  desús  obras, 
pero  dejando  uno  de  los  mas  brillantes  nombres  que  recuer- 
den la  historia  de  las  ciencias  i  de  las  letras.  La  física,  las 
matemáticas  i  la  mecánica  le  deben  algunos  de  sus  mas  no- 
tables descubrimientos;  i  la  literatura  dos  libros  que  vivi- 
rán mientras  se  conserve  recuerdo  de  la  lengua  francesa. 

No  es  éste  el  lugar  de  dar  a  conocer  las  famosas  cues- 
tiones entre  jansenistas  i  molinistas  que  ajitaron  a  los  teó- 


444  NOCIONBS    DB   HISTORIA   LITERARIA 

logos  durante  la  primera  mitad  del  siglo  XVII.  La  famosa 
escuela  de  Port-Royal,  que  servia  de  asilo  a  los  mas  distin- 
guidos sectarios  de  las  doctrinas  de  Jansenio,  tuvo  que  lu- 
char con  los  jusuitas,  partidarios  de  Molina,  sobre  el  dog- 
ma de  la  gracia  i  de  la  predestinación.  La  autoridad  ecle- 
siástica i  los  doctores  de  la  Sorbona  condenaron*  a  los  jan- 
senistas. Pascal,  que  pertenecía  de  corazón  a  la  escuela 
condenada,  creyó  ver  en  ese  fallo  una  resolución  que  mas 
que  la  voz  de  la  razón,  era  el  fruto  de  la  influencia  de  los 
jesuitas.  No  pudicndo,  sin  separarse  de  lleno  de  la  iglesia, 
defender  abiertamente  lo  que  ella  condenaba,  los  discípulos 
de  Jansenio  dirijieron  contra  los  molinistas  escritos  anóni- 
mos o  seudónimos  que  revelan  el  ardor  con  que  se  debatia 
aquella  cuestión. 

Las  mas  notables  de  esas  producciones  son  sin  disputa 
las  Cartas  a  un  provincial,  firmadas  con  el  nombre  de  Luis 
de  Montalto,  i  escritas  por  Pascal,  i  mas  conocidas  con  el 
nombre  popular  de  Cartas  provinciales.  Son  diez  i  ocho 
epístolas  que  aparecieron  sucesivamente  en  opúsculos  se- 
parados desde  enero  de  1656  hasta  marzo  de  1657.  Las 
cuatro  primeras  no  tienen  otro  objeto  que  las  disputas  so- 
bre la  gracia  i  la  censura  pronunciada  por  la  Sorbona.  En 
las  siguientes,  Pascal*  ataca  directamente  a  los  jesuitas  pa- 
ra condenar  su  casuística,  su  doctrina  de  la  probabilidad, 
su  política  i  la  moral  relajada  de  muchos  de  sus  teólogos; 
i  los  persigue  con  el  ridículo  i  la  invectiva,  empleando  pa- 
ra esto  un  talento  cómico  i  una  elevación  de  estilo  descono- 
cido hasta  entonces  **La  precisión,  la  claridad,  una  elegan- 
cia desconocida,  dice  M.  Villemain,  una  burla  hiriente  i  na- 
tural, palabras  que  la  memoria  conserva,  hicieron  popular 
el  triunfo  de  Pascal.  Admiraríamos  menos  las  Cartas  pro- 
vinciales si  no  hubiesen  sido  escritas  antes  que  escri!>iese 
Moliere.  Pascal  ha  adivinado  la  buena  comedia.  Intro- 
duce en  la  escena  muchos  actores:  un  indiferente  que  recibe 
todas  las  confidencias  de  la  cólera  i  de  la  pasión,  hombres 
de  partido  sinceros,  falsos  hombres  de  partido,  mas  atre- 
vidos que  los  otros,  conciliadores  de  buena  fe,   rechazados 


LITERATURA    FRAN*CE6A  445 

en  todas  partes,  hipócritas  siempre  acojidos.  Es  una  ver- 
dadera comedia  de  costumbres  sin  Ja  apariencia  de  tal". 
Aparte  de  estos  méritos  puramente  literarios,  las  Provin- 
ciales son  una  obra  maestra  de  dialéctica  por  la  instruc- 
ción que  revelan,  por  la  hábil  disposición  de  las  pruebas,  i 
por  la  claridad  i  fluidez  con  que  se  desprenden  las  deduccio- 
nes. Si  se  puede  reprochar  a  Pascal  el  haber  atribuido  a 
una  sociedad  entera  las  opiniones  de  algunos  de  sus  miem- 
bros, jamas  se  ha  podido  negar  que  esos  opúsculos  reuni- 
dos cuidadosamente,  han  contribuido  mas  que  otro  libro 
a  fijar  la  prosa  francesa  i  a  darle  el  gusto  por  una  elocuen- 
cia verdadera  i  natural.  Las  cuestiones  entre  jansenistas  i 
molinistas  están  hoi  completamente  olvidadas,  como  to- 
dos los  escritos  a  que  dieron  motivo:  sólo  los  de  Pascal  vi- 
ven como  un  monumento  literario. 

Otro  trabajo  mas  grave,  pero  menos  ardiente,  ocupó  los 
últimos  años  de  Pascal  en  los  intervalos  que  les  dejaban 
libres  sus  sufrimientos  físicos  i  las  prácticas  austeras.  Em- 
prendió una  apolojía  del  cristianismo  contra  los  escépti- 
eos  i  los  incrédulos,  ya  mui  numerosos,  i  mas  amenazado- 
res para  la  relijion  que  todas  las  herejías.  Con  su  ardor 
acostumbrado,  se  ocupó  en  recojer  los  argumentos  de 
la  incredulidad  razonada,  para  destruirlos  por  medio  del 
raciocinio  puesto  al  servicio  de  la  fe,  con  ese  poder  de  de- 
ducción, ese  rigor  de  análisis  que  la  jeometría  le  habia  en- 
señado, i  que  pasando  de  sus  ideas  a  su  lenguaje,  produ- 
cía el  vigor  i  la  orijinalidad  inimitables  de  su  estilo.  La 
muerte  lo  sorprendió  en  este  trabajo;  los  fragmentos  que 
dejó  escritos  de  carrera,  sin  ser  revisados  i  en  desorden, 
han  sido  recojidos  i  publicados  con  el  nombre  de  Pensa* 
mientoSy  i  atestiguan  su  poderosa  intelijencia  i  su  gran  ta- 
lento de  escritor.  Las  primeras  ediciones  de  estosfragmen- 
tos  fueron,  sin  embargo,  incompletas  i  defectuosas:  sólo  en 
1844  se  han  publicado  los  Pensamientos  en  su  forma  ver- 
dadera, después  dcf  una  escrupulosa  revisión  de  los  manus- 
critos orijinales. 

18.— Aunque  el  cultivo  de  la  palabra  i  la  disposición  ora- 


446  KOCIOKES   DE   HISTORIA   LITERARIA 

toría  sean  un  gusto  particular  de  la  nación  francesa,  la 
verdadera  elocuencia,  en  el  sentido  usual  de  esta  voz  fué 
largo  tiempo  desconocida  en  Francia.  La  elocuencia  foren- 
se se  había  estraviado  largo  tiempo  en  una  imitación  infor- 
me de  la  antigüedad.  Los  oradores  políticos  no  tenían  un 
campo  de  acción:  i  cuando  en  los  consejos  del  rei  o  en  otras 
corporaciones,  cuvas  sesiones  no  fueron  nunca  públicas,  se 
trataba  de  los  negocios  del  estado,  se  iba  di^recho  al  asunto 
en  debate,  cuidándose  mui  poco  de  la  forma.  En  fin,  ios 
oradores  sagrados,  permitiéndose  todos  los  estravíos  de 
una  imajinacion  desordenada,  no  alcanzaron  a  la  verdadera 
elocuencia. 

De  estos  tres  jéneros  de  elocuencia,  fué  el  último  el  que 
llegó  antes  que  ningún  otro  a  la  perfección.  El  siglo  de  Luis 
XIV que  vio  elevarse  grandes  poetas  i  grandes  filósofos,  vio 
también  lo?  mas  grandes  oradores  sagrados  que  el  mundo 
haya  conocido;  ¡  a  la  cabeza  de  éstos  a  Bossuet,  llamado 
el  ííltimo  de  los  padres  de  la  iglesia  por  su  fe  i  por  su  cien- 
cia, tomando  en  cuenta  e'  orden  cronolójico;  [>ero  el  pri- 
mero de  los  escritores  sagrados  por  su  talento  i  por  su  arte 
literario. 

Santiago  Benigno  Bossuet  nació  en  Dijon  en  1627.  Des- 
pués íle  haber  hecho  brillantes  i  concienzudos  estudios  en 
su  ciu  huí  natal  i  en  París,  recibió  las  órdenes  eclesiásticas, 
i  se\ió  elevado  naturalmente  i  por  su  propio  mérito  al  ran- 
go de  obispo  de  Meaux,  diócesis  subalterna,  es  verdad,  pero 
desde  donde  fué  el  jefe  i  el  director  del  clero  francés.  Bossuet 
pasó  su  vida  entera  en  el  trabajo,  no  solo  como  escritor  i 
predicador,  sino  como  defensor  de  las  prerrogativas  de  la 
iglesia  francesa  contra  las  pretensiones  de  la  corte  romana. 
.Murió  en  1704  dejando  en  sus  numerosas  obras  un  reper- 
torio inmenso  de  su  sal)er  i  el  monumento  indestructible  de 
su  gloria. 

Teólogo,  orador,  historiador,  filósofo  i  político,  Bossuet 
ha  cultivado  diversos  jéneros  con  la  misma  rectitud  de  jui- 
cio, con  la  misma  ciencia  i  con  el  mismo  talento  literario. 
Aunque  sus  sermones  sean  una  obra  acabada  en  su  clase. 


LITERATURA  FRANCHSA  447 

íiunquela  crítica  los  haya  considerado  un  verdadero  tesoro 
<\e  elocuencia  i  de  razón,  se  estiman  sobre  todo  las  seis  ora- 
ciones fúnebres  que  pronunció  durante  el  largo  trascurso 
<le  sus  predicaciones.  Ellas  se  desarrollan  a  la  vista  de  la 
])osteridad  como  las  pajinas  de  una  imponente  historia. 
Cada  discurso  parece  'ser  una  parte  de  un  vasto  conjunto 
en  que  los  grandes  acontecimientos  i  los  personajes  ilustres 
ile  la  época  aparecen  alternativamente  iluminados  por  la 
antorcha  lúgubre  de  las  solemnidades  de  la  muerte.  Parece 
que  la  providencia  los  llama  sucesivamente,  a  los  hombres 
i  a  los  sucesos,  a  los  pies  del  orador  que  va  a  juzgarlos.  La 
elevación  de  los  pensamientos,  la  grandeza  de  las  imájenes, 
la  magnificencia  del  estilo,  no  lo  abandonan  un  momento 
cuando  recorriendo  la  vida  de  los  muertos  saca  de  ella 
grandes  i  terribles  lecciones  para  los  vivos.  Pero,  por  san. 
tas  que  sean  las  lecciones  dadas  por  Bossuet  en  sus  oracio- 
ciones  fúnebres,  la  verdad  déla  historia,  santa  también, 
tiene  que  reclamar  contra  la  mayor  parte  de  sus  aprecia- 
ciones. Eí3te  es  el  escollo  casi  inevitable  de  este  jénero  de 
elocuencia:  el  orador  se  ve  fácilmente  arrastrado  a  erijir  en 
tipos  cumplidos  de  virtud,  algunos  personajes  mui  alejados 
de  este  ideal. 

Hai  otro  jénero  literario  cultivado,  casi  podría  decirse 
creado  por  Bossuet,  la  filosofía  de  la  historia,  a  la  cual  aplicó 
el  arte  oratorio  que  se  ostenta  en  sus  otras  obras.  Su  Discurso 
sobre  la  historia  universal  nos  muestra  a  la  humanidad  aji- 
lándose en  vano  en  la  tierra,  donde  cree  obrar  con  comple- 
ta independencia,  mientras  que  una  mano  invisible,  pero 
.siempre  presente,  la  guia  hacia  un  fin  que  sólo  Dios  conoce. 
Bossuet  es  el  primer  historiador  que  hnya  presentado  a  los 
hombres  obrando  bajo  la  mano  de  Dios;  pero  nadie  habia 
concebido  la  historia  del  jénero  humanb  en  un  conjunto  tan 
armonioso  en  que  todos  los  hechos  examinados  desde  una 
grande  altura,  están  encadenados  en  una  idea  capital,  co- 
mo en  la  epopeya  mas  interesante  i  majestuosa.  Lo  que  en 
la  pluma  de  otro  escritor  no  habria  sido  mas  que  un  cua- 
dro crónolójico,  una  fría  esposicion  de  hechos  i  de  fechas. 


i4S  NOCIONES   1>B    HISTORIA   LITERARIA 

se  anima  i  vivifica  en  manos  de  Bossuet.  Los  pensamientos, 
las  observaciones  jenerales,  se  mezclan  a  los  hechos,  se 
combinan  con  la  narración  i  adquieren  tal  fuerza  i  precisión 
que  aceleran  la  marcha  de  la  historia  en  lugar  de  retardar 
la,  como  sucede  de  ordinario.  El  estilo  pinta  las  ideas  i  ]•> 
deja  ver  todo.  Se  admiran  particularinente  los  capitule  s 
que  destina  a  la  Persia,  a  la  Grecia,  al  Ejipto  i  a  Roma. 

No  es  éste  el  lugar  de  examinar  el  talento  de  Bossuet 
como  teólogo,  como  político  i  como  polemista;  pero  en  to- 
das sus  obras,  aun  en  las  mas  Hjeras,  dominan  las  mismas 
dotes  de  estilo,  que  le  han  valido  la  gloria  de  ser  considera- 
do uno  de  los  mas  grandes  escritores  del  mundo.  •'Bossutt. 
dice  un  célebre  historiador  de  Francia,  H.  Martin,  form.'i 
por  sí  solo  un  mundo  aparte  en  el  gran  mundo  literario  del 
siglo  XVII.  Los  otros  son  hijos  adoptivos  de  Roma  i  de 
Grecia:  él  también  ha  pasado  por  Roma,  |3ero  viene  de  mas 
lejos,  trasporta  el  oriente  a  occidente  por  alianzas  de  pala- 
bras de  un  atrevimiento  i  de  una  novedad  increibles,  por 
figuras  jigantescas  que  no  le  ha  sujerido  el  gusto  europeo, 
pero  que  él  sabe  someter  a  las  leyes  de  la  proporción  lle- 
vando la  medida  de  la  misma  inmensi«lad.  Tal  es  el  fruto 
de  su  frecuente  contacto  con  la  Biblia,  único  alimento  bas- 
tante fuerte  para  su  alma.  Los  otros  teólogos  estudiaban 
fríamente  la  Escritura  como  la  materia  de  su  ciencia.  Bos- 
suet ve  en  ella  la  ciencia  viva,  la  palabra  siempre  vibrante 
e  inflamada:  hace  suyos  a  la  vez  el  espíritu  i  la  forma  tan- 
to como  lo  i  erniite  la  diferencia  de  tiempos  i  de  lenguas." 

19.- Adversario  de  Bossuet  en  algunas  discusiones  teo- 
lójicas,  i  su  rival  en  gloria  literaria,  fue  Fenelon,  el  célebre 
arzobispo  de  Cambrai.  Ambos  marchaban  sin  embargo  íiI 
mismo  objeto,  la  unidad  relijiosa  de  la  Francia;  pero  áni- 
bcs  imprimieron  a  suá  escritos  un  sello  especial,  lo  que  ha 
permitido  la  diversidad  de  apreciaciones.  Bossuet  es  tod»» 
vigor  i  enerjía:  F'enelon  descuella  por  la  suavidad  i  la  dul- 
zura en  sus  escritos  i  en  su  carácter. 

Francisco  de  Saligiiac  de  Lamothe-Fenelon,  nació  en  d 
castillo  de  sus  padres,  en  Perigord,  el  año  de  1631.  Üespucs 


LITERATURA  FRANCB8A  449 


de  haber  hecho  brillantes  estudios,  i  de  haber  recibido  las 
órdenes  sacerdotales,  se  ocupó  en  la  enseñanza  i  en  la  pre- 
dicación entre  los  protestantes.  Luis  IV  le  confió  la  educa- 
ción de  su  nieto,  el  duque  de  Borgoña,  heredero  del  trono, 
que  murió  antes  de  reinar,  i  lo  elevó  al  arzobispado  de 
Cambrai.  Entonces  hacia  su  reaparición  en  Francia  la  doc- 
trina mística  del  quietismo,  que  hacia  consistir  la  perfec- 
ción del  amí)r  divino  en  una  contemplación  pasiva,  en  una 
inacción  completa  de  las  facultades  del  alma,  en  una  indi- 
ferencia absoluta,  en  una  quietad  jeneral,  por  todo  lo  qué 
pueda  ocurrimos  en  este  estado.  Fenelon  se  inclinó  en  fa- 
vor de  la  nueva  secta,  i  en  vez  de  condenarla,  como  lo  exi- 
jia  Bossuet,  la  sostuvo  lucidamente  en  sus  escritos.  Este 
fué  el  oríjcn  de  una  ruidosa  controversia  entre  los  dos  ilus- 
tres prelados,  en  que  se  interesaron  todos  los  fieles.  El  papa 
intervino,  al  fin,  i  condenó  la  nueva  doctrina;  pero,  aun- 
que Fenelon  se  sometió  a  la  decisión  de  Roma  con  una  sua- 
ve humildad,  perdió  desde  entonces  la  estimación  de  Luis 
XIV.  Poco  después,  su  desgracia  fué  completa.  F*enelon  ha- 
bía escrito  para  la  educación  de  su  real  discípulo  una  no- 
vela, Tclémaco,  en  que  bajo  las  apariencias  de  un  encade- 
namiento de  aventuras  romanescas,  enseñaba,  junto  con  la 
admiración  por  la  antigüedad  clásica,  el  horrorporlos  ma- 
los gobiernos  i  la  moral  mas  pura.  La  publicación  de  ese 
libro,  hecha  por  la  indiscreción  de  un  escribiente  encargado 
de  copiarlo,  le  atrajo  nuevos  disgustos.  Luis  XIV  creyó 
ver  en  él  una  amarga  sátira  de  su  gobierno;  i  todas  las 
protestaciones  de  Fenelon  no  pudieron  libertarlo  de  caer 
en  desgracia  i  de  que  su  libro,  aunque  escrito  sin  ninguna 
intención  oculta,  fuese  prohibido  en  Francia.  En  esa  situa- 
ción murió  Fenelon  en  los  primeros  dias  de  1715,  con  el 
dolor  de  ver  que  por  la  muerte  del  duque  de  Borgoña,  su 
discípulo,  la  Francia  no  seria  gobernada  por  el  hombre  a 
quien  él  habia  sabido  inocular  los  principios  de  una  virtud 
sólida. 

"Aunque    Fenelon  haya  escrito  mucho,   dice  M.   Ville- 
main,  jamas  pareció  buscar  la  gloria  de  autor;  todas  sus 

TOMO  IV  29 


450  NCCIONBS    DE    HISTORIA   LITERARIA 


obras  fueron  inspiradas  por  los  deberes  de  su  estado,  por 
sus  desgracias  o  por  las  de  su  patria.  La  mayor  parte  de 
ellas  no  fué  conocida  sino  después  de  su  muerte."  Se  han 
conservado  algunos  sermones  menos  vigorosos  i  cuidados 
que  los  que  nos  quedan  de  los  grandes  jenios  del  pulpito 
francés,  pero  en  que  se  deseu]>reuna  imajinacion  fácil  i  viva 
i  una  elegancia  natural.  Sus  diversos  estudios  relativos  a 
la  retórica  i  sobre  todo  sus  Diálogos  sobre  la  elocuencia^ 
por  la  solidez  de  sus  principios  i  por  el  arte  con  que  los  de- 
sarrolla, lo  colocan  en  el  primer  rango  entre  los  críticos,  i 
sil  ven  para  esplicar  la  sencillez  orijinal  de  sus  propios  es- 
critos. Sus  Fábulas  escritas  en  prosa,  sus  Diálogos  de  los 
muertos  i  sus  Vidas  de  los  ñlósofos  antiguos,  son  libros  de 
educación  en  que  el  hábil  escritor  ha  sabido  desarrollar  en 
el  estilo  mas  natural  i  agradable  la  moral  mas  pura  i  mas 
sim|)ática. 

Pero  la  obra  capital  de  Fenelon  es  su  Telémaco,  novela 
poética,  o  si  se  quiere,  epopeya  en  prosa,  en  que  el  héroe  es 
el  hijo  de  Ulíses,  i  el  asunto  las  peregrinaciones  de  ese  joven 
que  recorre  muchos  paises  buscando  a  su  padre  después  de 
la  ruina  de  Troya.  Un  estudio  acabado  de  la  antigüedad, 
la  imitación,  ?^^  se  quiere,  de  Homero  i  de  Sófocles,  de  Jeno- 
fonte, de  Platón  i  de  Virjilio,  han  permitido  a  Fenelon  for- 
mar un  tejido  de  aventuras  interesantes  i  bien  encadena- 
das, en  cuya  lectura  se  cree  respirar  el  aire  de  la  antigua 
Grecia,  en  cuya  moral  ha  demostrado  la  manera  de  educar 
a  los  príncipes,  de  fortificar  sus  corazones  en  la  virtud  i  de 
enseñarles  que  su  verdadera  gloria  i  su  íínica  felicidad  con- 
siste en  hacer  felices  a  los  pueblos  que  gobiernan.  Todos 
los  incidentes  del  poema,  toda  la  variedad  de  aventuras  te- 
rribles o  conmovedoras  que  retardan  la  reunión  de  Ulíses  i 
<le  Telemaco,  no  son  mas  que  grados  por  los  cuales  el  jo- 
ven príncipe  se  forma  las  cualidades  mas  puras  i  perfec- 
ciona el  carácter  mas  estimable  i  mas  jeneroso.  La  grande 
orijinalidad  del  Tclcmnco  no  consiste  en  el  tejido  injenioso 
<le  esas  aventuras  ni  en  el  vivo  reflejo  de  la  antigüedad  al 
través  de  las  formas  i  de  unalengrua  moderna:  se  encuentra. 


LITIO&ATUKA    FllANCBSA  451 

como  lo  ha  observado  M.  Villemain,  en  la  feliz  inspiración 
del  espíritu  cristiano  en  medio  de  los  recuerdos  del  paga- 
nismo. Con  una  habilidad  infinita,  Fenelon  ha  tomado  a 
manos  llenas  pensamientos  i  teorías  de  la  filosofía  antigua; 
pero  los  ha  depurado,  i  ha  sabido  asociar  a  las  tradicio- 
nes paganas  la  moral  del  evanjelio,  sin  que  el  gusto  tenga 
que  qufjarse  jamas  de  esta  difícil  trasformacion.  El  estilo 
mismo  es  una  mezcla  de  gracia  i  de  vigor  en  que  el  gusto 
antiguo  está  revestido  deformas  modernas  i  que  servirá  de 
eterno  modelo. 

Fenelon  es,  ademas,  autor  de  muchas  obras  filosófico- 
relijiosas.  Al  lado  de  una  lójica  vigorosa,  desplega  en  ellas 
la  imajinacion  en  las  descripciones,  i  una  grande  elegancia, 
pinta  la  naturaleza,  e  iguala  las  riquezas  i  los  colores  con 
el  brillo  del  estilo  i  con  los  sentimientos  tiernos  i  apasiona- 
dos que  brotan  de  su  corazón.  En  éstos,  como  en  los  demás 
escritos  de  Fenelon,  "se  siente,  dice  uno  de  sus  contemporá- 
neos, La-Bru>'ére,  la  fuerza  i  el  ascendiente  de  este  talento 
raro,  sea  que  predique  sin  preparación,  sea  que  pronuncie 
un  discurso  escudiado  i  oratorio,  sea  que  esplique  sus  pen- 
samientos en  la  conversación." 

20.— La  oratoria  sagrada  produjo  todavía  en  Francia, 
en  este  siglo,  muchos  otros  escritores  de  gran  mérito.  El 
analizarlos  a  todos  ellos,  aunque  sólo  fuera  muí  lijeramen- 
te,  nos  llevaría  demasiado  lejos.  Nos  vemos  por  tanto  redu- 
cidos a  no  hablar  sino  de  los  principales. 

El  padre  Luis  Bourdaloue  (1632-1704),  jesuíta  de  un 
raro  talento  i  de  una  notable  instrucción,  se  ocupó  muchos 
años  en  la  enseñanza,  i  no  se  hizo  predicador  sino  cuando 
t?ra  ya  un  literato  formado  i  un  teólogo  formidable;  i  en- 
tonces ya  podia  competir  con  Bossuet  en  elocuencia.  Sus 
sermones  atraian  al  templo  una  numerosa  concurrencia, 
ísierapre  ávida  de  oirlo,  a  pesar  que  descuidaba  todos  los 
medios  de  agradar  que  suministran  la  pasión  i  los  artifi- 
<.MOs  del  lenguaje.  La  severidad  de  su  estilo  iguala  al  rigor 
de  sus  razonamientos.  El  poder  de  Bourdaloue  se  encuen- 
tra en  la  autoridad  de  la  verdad  i  de  la  lójica.   Se  admiran 


452  N0CI0NB8   DB   HISTORIA    UTSIRARIA 

la  fecundidad  ¡  los  recursos  de  su  talento  inagotable,  que 
sabía  dar  iK,vedad  a  los  asuntos  profundizándolos.  Com- 
puso muchos  sermones  sobre  la  pasión  de  Jesucristo:  si  se 
les  considera  aisladamente,  el  asunto  aparece  agotado  en 
cada  uno  de  ellos;  si  se  les  compara,  no  se  encuentra  una 
sola  repetición. 

Fléchier  *  (1632-1710),  clérigo  secular,  es  notable  sobre 
todo  como  escritor.  La  elección  de  las  palabras,  la  armonía 
del  lengnaie,  el  jiro  injenioso  del  pensamiento,  el  arte  de  co- 
locar las  imájenes  i  de  encontrar  los  movimientos  oratorios 
convenientes  al  sentimiento  que  espresa,  producen  algunas 
veces  los  efectos  de  la  grande  elocuencia.  Pero  se  en^añaria 
quien  no  viese  en  Fléchier  mas  que  un  retórico  injenioso  que 
finje  la  elocuencia  con  habilidad.  Fléchier  es  realmente  ora- 
dor; pero  distrae  la  atención  con  los  atavíos  que  emplea 
para  adornar  pensamientos  sólidos.  La  oración  fúnebre  de 
Turena  es  su  obra  maestra.  Sus  escritos  históricos  son  mui 
inferiores  a  sus  producciones  oratorias. 

Juan  Bautista  Masillon  (1663-1742),  sacerdote  de  la 
congregación  del  Oratorio,  fué  por  largos  años  profesor,  lo 
que  le  permitió  ensanchar  el  campo  de  sus  estudios  clásicos. 
No  hai  un  orador  cristiano  que  haya  movido  las  pasiones 
con  mas  verdad  i  con  mas  poder.  Los  discursos  de  Masi- 
llon descubren  todos  los  misterios  i  todas  las  llagas  del 
alma  humana,  i  señalan  el  remedio  para  ellas,  dando  leccio- 
nes a  los  depositarios  del  poder  i  de  las  riquezas  i  consuelos 
a  los  que  sufren  en  las  últimas  escalas  de  la  sociedad  hu- 
mana. Son  famosos  particularmente  sus  sermones  de  cua- 
resma. 

21.— La  Francia  del  siglo  XVII  conoció  otros  moralis- 
tas que,  fuera  del  templo  i  lejos  del  teatro  donde  Moliere 
daba  sus  eternas  lecciones,  señalaron  los  vicios  i  las  ridicu- 
leces de  los  hombres  con  una  gran  finura  de  observación  i 
con  un  notable  talento  literario.  El  duque  de  La  Rochefou- 


1  El  nombre  de  Fléchier  era  Esprit,  que  como  nombre  propio  oo 
liene,  según  creemos,  traducción  en  castellano. 


LITERATURA   FBANCBSA  453 


cault  (Francisco  de  Marcíllac)  1613-1680), dio  la  forma  de 
pensamientos  sueltos,  i  el  nombre  de  Máximas,  a  una  serie 
de  observaciones  sobre  el  carácter  humano,  escritas  c<»n  ele- 
gancia, naturalidad  i  gracia,  en  que  parece  querer  probar 
que  todas  las  acciones  humanas  no  tienen  ma'<  que  un  solo 
móvil,  el  amor  propio.  Estejénero  de  escritos,  aparte  del 
principio  demasiado  absoluto  que  el  autor  ha  desenvuelto, 
tiene  algo  de  monótono  en  su  concisión  afectada.  Otro  es- 
critor mas  eminente,  La  Bruyére,  evitó  este  escollo  con  un 
arte  supremo. 

Juan  de  La  Bruyére,  nacido,  según  la  opinión  mas  fun- 
dada en  Paris,  en  1645,  i  muerto  en  1696,  llevó  una  vida 
oscura  hasta  que  publicó  un  libro  admirable,  el  único  que 
haya  escrito,  i  que  lo  hizo  célebre  en  pocos  ílias.  Tan  poco 
caso  se  hacia  de  él  que  para  encontrar  un  editor  que  qnisie- 
ra  dar  a  luz  su  manuscrito,  La  Bruyére  lo  ol)sequió  íi  un 
librero  para  que  dotase  a  una  hija  con  el  producto  de  la 
venta.  Nueve  ediciones  se  agotaron  en  pocos  años:  ti  autor 
fué  llevado  a  la  academia  francesa:  los  grandes  escritores 
se  honraron  con  su  amistad;  i  los  grandes  señores  tuvieron 
a  gloria  el  favorecerlo. 

El  libro  de  La  Bruyére  se  titula  Los  caracteres.  Según  su 
título,  era  una  traducrion  de  los  famosos  retratos  morales 
que  trazó  Teofrasto,  los  cuales  completó  el  moralista  fran- 
cés con  una  galería  de  retratos  orijinales,  modelados  sobre 
los  homl)res  de  su  siglo,  convirtiendo  las  ideas  abstractas 
«n   fisonomías  reales,  en  hombres  que  viven,  que  hablam 
que  obran.  **En  el  espacio  de  pocas  líneas,  dice  La-Harpe, 
pone  sus  personajes  en  escenas  de  mil  maneras  diferentes;  i 
«n  una  pajina  agota  todas  las  ridiculeces  de  un  necio,  o  to- 
cios los  vicios  de  un  malvado,  o  toda  la  historia  de  una  pa. 
^ion,  o  todos  los  rasgos  de  una  semejanza  moral.  Ningún 
prosador  ha  inventado  mas  espresiones  nueva-?,  ni  ha  crea- 
do mas  jiros  vigorosos  o  picantes.  Su  concisiones  pinto- 
resca i  su  r(ipidez  luminosa.'*   Como  sabe  que  nadie  tendrá 
paciencia  para  leer  una  serie  numerosa  de  retratos,  varia 
Viasta  lo  infinito  sus  formas  de  esposicion.  Al  retrato  pro* 


454  NOCIONfCS    DB   HISTORIA    LITERARIA 

píamente  dicho,  sustituye  aquí  una  anécdota,  acá  un  diálo- 
go, en  otra  parte  una  máxima  jenera!,  algunas  veces  anili* 
sis  abstractos.  Es  tan  variado  como  si  muchos  injenios  hu- 
biesen trabajado  en  la  misma  obra;  pero  en  todas  partes  se 
percibe  la  presencia  de  un  juez  severo,  de  un  homlire  honra- 
do, de  un  buen  ciudadano  herido  en  su  corazón;  de  un  hom- 
bre de  juicio  i  de  gusto  a  quien  apesadumbra  a  veces,  i  a 
veces  fastidia  la  necedad  de  los  otros.  Sea  que  cuente,  sea 
que  pinte,  sea  que  analice,  su  estilo  est¿  llen<i  de  vivacidad» 
de  sal,  de  amargura,  de  ironía;  i  con  frecuencia,  una  sola 
palabra  colocada  al  fin,  deja  ver  su  sentimiento  comprimida 
hasta  entonces;  i  aun  ajgunas  veces  su  reticencia  misma 
hace  comprender  su  |>ensam¡ento. 

22.— La  historia  tuvo  en  Francia  durante  e!  siglo  XVII 
un  gran  número  de  representantes  distinguichiS,  que  la  es- 
tudiaron con  verdadera  pasión  i  que  la  escribieron  con  cier- 
to arte.  Sin  embargo,  las  obras  mas  acabadas  desde  el  pun- 
to de  vista  literario,  son  poco  estimadas  en  nuestros  dias» 
porque  sus  autores  buscaron  mas  la  idea  de  agradar  que 
la  de  representar  los  hechos  i  los  tiempos  con  ese  colorido 
prolij«>  i  profundamente  verdadero  que  los  modernos  exi- 
jen  en  las  obras  de  esta  naturaleza.  Subsisten,  con  todo,  i 
conservan  su  mérito;  los  trabajos  de  erudita  investigación 
en  que,  con  una  laboriosidad  admirable,  se  agruparon  los 
materiales  que  han  utilizado  los  historiadores  subsiguien- 
tes. El  mas  famoso  entre  los  escritores  de  este  jénero  es 
Claudio  Fleury  (161-0-1723),  sacerdote  secular,  que  con 
una  erudición  verdaderamente  prodijiosa  i  con  un  método 
notable  escribió  una  estensa  Historia  eclesiástica  que  al- 
canza hasta  1517.  En  ella  se  encuentran,  junto  con  la  his- 
toria de  la  iglesia  las  noticias  mas  curiosas  que  es  posible 
recojcr  sobre  los  progresos  de  la  civilización  al  travesde  los 
siglos  medios. 

La  historia  del  reinado  de  Luis  XIV  con  sus  grandezas 
i  sus  miserias,  mejor  que  en  todos  los  historiadores  de  ese 
siglo,  se  encuentra  consignada  en  una  obra  mui  volumino- 
sa que  tiene  por  título  Memorias  del  duquede  Saiat  Simon^ 


LiTBRATUKA    FRANCB8A  455 


libro  Único  en  su  jénero  por  la  verdad  constante  de  sus 
narraciones  i  por  la  serenidad  imperturbable  con  que  ha 
sido  escrito.  Su  autor  Luis  de  Roubray,  duque  de  Saint 
Simón  (1675-1755),  pariente  i  ahijado  del  rei,  vivió  casi 
siempre  en  la  corte,  conoció  a  todos  los  hombres  que  figu- 
raron en  su  época  i  bajo  la  rejencia  del  duque  de  Orleans,  i 
ha  consignado  en  su  obra  todo  lo  que  vio,  todo  lo  que  supo 
de  una  manera  auténtica,  i  ha  formado  así  una  mina  fe- 
cunda e  inagotable  en  que  la  historia  ha  ido  a  buscar  no- 
ticias i  colorido.  Toda  obra  análoga  parece  pálida  i  pobre 
al  lado  de  ésta.  Es  un  drama  siempre  en  movimiento,  i  que 
se  renueva  siempre,  en  que  se  suceden  los  acontecimien- 
tos, las  escenas  de  la  corte,  los  matrimonios,  Ic^s  favores  i 
las  desgracias  como  un  flujo  i  reflujo  de  innumerables  fiso- 
nomías. Síiint  Simón,  sin  ser  escritor  de  profesión,  tiene 
un  tino  admirable  no  sólo  para  penetrar  a  fondo  los  secre- 
tos de  la  corte,  los  pliegues  mas  ocultos  del  corazón  huma- 
no, i  la  acción  de  las  diversas  pasiones,  sino  también  para 
darlo  a  conocer  todo  con  una  naturalidad  inimitable  i  con 
un  interés  que  no  hace  fatigosa  la  lectura  de  una  obra  in- 
mensa. 

Las  novelas  de  ese  siglo  son  también  ún  ausiliar  pode- 
roso para  conocer  aquella  sociedad.  En  efecto,  bajo  nom- 
bres persas, griegos  i  romanos,  bajo  el  disfraz  de  aventuras 
¡majinarias  i  estravagantes,  los  novelistas  dieron  a  cono- 
cer a  muchos  personajes  famosos  i  particularmente  a  las 
mujeres  literatas,  i  consignaron  tn  sus. libros  noticias  im- 
portantes para  la  historia.  El  mas  famoso  entre  los  escri- 
tores de  este  jénero  es  Magdalena  de  Scudéry  (1607-1701), 
mas  conocida  con  el  nombre  de  Mademoiselle  de  Scudéry, 
cuyas  interminables  novelas  fueron  el  encanto  de  los  lec- 
tores de  su  siglo.  Hoi  nadie  lee  esas  obras  para  buscar  en 
ellas  el  entretenimiento;  pero  los  eruditos  que  la  consul- 
tan con  gran  prolijidad  han  encontrado  noticias  fidedig- 
nas para  escribir  la  noticia  íntima  i  familiar  de  aquella  so- 
ciedad. 

Un  ausilio  no  menos  importante  para  conocer  la  historia 


456  NOCIOHSB  DB   HlSTgMA   U' 


i  el  espirita  de  ese  siglo,  presta  la  compilación  de  las  cartas 
de  madama  Sevigné.  María  de  Rabutin-Chantal,  mar- 
quesa de  Sevigné  (1626  1696),  ocupa  un  lugar  eminente  en 
la  literatura  francesa  nada  mas  que  por  la  puhlicacion  de 
su  correspondencia  epistolar  hecha  muchos  años  des]>aes 
su  muerte,  si  bien  fué  conocida  de  sus  contem|)<)iáneos  por 
medio  de  copias  que  admiraban  los  literatos.  Rsta  mujer, 
dotada  de  una  rara  instrucción,  escribia  sus  cartns  a  una 
hija  ausente,  con  un  estilo  tan  natural,  tan  fácil,  i  sin  em- 
bargo, tan  animado  i  tan  pintoresco,  que  los  críticos  han 
Hegíido  a  decir  que  la  literatura  francesa  no  tirne  libro  al- 
guno que  refleje  mejor  el  injenio  nacional.  A  elKns  se  referia 
sin  duda  La  Bruyére  cuando  decia  que  las  mujeres  "en- 
cuentran jiros  i  espresiones  que  con  frecuencia  son  en  los 
hombres  el  efecto  de  un  largo  trabajo  i  de  una  penosa  re- 
busca. Ellas  son  felices  ep  la  elección  de  las  pxilíibras,  que 
colocan  tan  bien  que  por  conocidas  que  nos  sean  tienen  el 
encanto  de  la  novedad  i  parecen  ser  hechas  únicamente  pa- 
ra el  uso  que  ellas  les  dan.  Ellas  no  mas  pueden  hacer  leer 
en  una  sola  palabra  todo  un  sentimiento  i  verter  delicada- 
mente un  pensamiento  que  es  delicado.  Ella,  tienen  un  en- 
cadenamiento inimitable  en  el  discurso,  que  se  sigue  natu- 
ralmente i  que  no  está  ligado  sino  por  el  sentido."  Estas 
palabras  hacen  el  retrato  ^literario  de  Madama  S^'vigné; 
pero  sus  cartas  encierran  ademas  una  cantidad  infinita  i 
vanada  de  hechos  históricos,  de  finas  alusiones,  de  detalles 
interesantes,  de  anécdotas  escritas  con  plena  independen- 
cia de  injenio  i  de  estilo,  de  apreciaciones  juiciosas  de  los 
acontecimientos  i  de  los  personajes,  i  de  juicios  literarios 
casi  siempre  ratificados  por  la  posteridad. 

SIGLO    XVIII 

23. — Después  del  siglo  brillante  que  acabamos  de  reco- 
rrer en  rápida  revista,  la  literatura  francesa  pasó  por  una 
reforma  radical.  El  espíritu  literario  i  social  del  siglo  XVII 
estaba  dominado  por  la  influencia  de  tres  elementos  que  es 


UTBRATÜRA  FRANCESA  457 


fácil  reconocer  en  todas  las  manifestaciones  literarias.  La 
antigüedad  reanimada  i  rejuvenecida  por  el  renacimiento; 
la  relijion  practicada  sin  disjusion;  i  el  poder  monárquico 
soportado  sin  resistencia.  La  poesía  bajo  todas  sus  formas 
aspirando  siempre  a  la  corrección,  ala  armonía  i  a  la  gran- 
diosidad antiguas;el  sentimiento  relijioso  manifestado  aun 
por  los  filósofos  que  enseñaban  que  la  duda  razonada  era 
el  camino  mas  seguro  para  llegar  a  la  ciencia;  i  la  venera- 
ción constante  por  el  ^^^r^n  re/,  aparecen  mas  o  menos  en 
todas  las  obras  literarias  de  ese  siglo. 

Pero,  a  medida  que  la  sociedad  francesa  envejece,  el  en* 
tusiíismo  se  cstingue,  las  ideas  se  hacen  mas  positivas  i  el 
fondo  domina  sobre  la  forma.  Así  el  siglo  XVIII  es  el  siglo 
de  la  prosa.  Fecundo  en  hombres  de  injenio,  en  escritores 
elocuentes,  en  sabios  profundos,  es  casi  estéril  en  poetas. 
Montes(|uieu  i  Buffiín,  dos  de  las  mas  altas  glorias  de  la 
nueva  época,  declaraban  paladinamente  su  antipatía  por 
los  jéiieros  poéticos.  **La  poesía  lírica,  decia  el  primero,  es 
una  armoniosa  estravagancia."  Oyendo  BuíTon  leer  unos 
versos  que  lo  impresionaban,  no  encontró  mejor  modo  de 
espresar  su  admira.ion  que  decir:  **¡Esto  es  bello  como  la 
prosa!" 

Pero  éste  no  es  propiamente  el  carácter  distintivo  de  la 
literatura  del  siglo  XVIII.  A  la  creencia  dócil  de  la  época 
anterior,  ala  sumisión  humilde  a  la  autoridad  real,  sucedió 
un  espíritu  de  discusión  que  no  respetaba  nada.  La  litera- 
tura no  se  encerró  como  en  el  siglo  precedente  en  el  dominio 
del  arte,  sino  que  lo  invadió  todo  pretendiendo  reglarlo 
todo.  Su  obra  es  principalmente  subversiva.  Las  creencias, 
las  costumbres,  las  antiguas  instituciones  son  el  blanco  de 
sus  golpes  formidables.  Ataca  las  relijiones  positivas,  ame- 
naza la  r  yecía,  rompe  con  la  tradición  histórica  i  busca  en 
otras  fuentes  el  principio  de  lo  justo  i  de  lo  verdadero.  Era 
aquello  una  obra  de  destrucción  de  todo  el  pasado  acome- 
tida en  nombre  de  la  razgn  i  de  la  filosofía.  Esta  última  pa- 
labra tomó  un  sentido  especial,  que  conserva  todavía  cuan- 
do se  trata  de  ese  siglo:  es  la  hostilidad  a  todas  las  cosas 


458  NOCIONES  DB  HISTORIA  L.ITBRAKIA 

establecidas,  la  oposición  razonada  en  materias  de  relijion, 
de  moral  i  de  política. 

El  gobierno,  las  instituciones,  la  lejislacion,  la  ciencia 
mism;i  estaban  sin  duda  mucho  mas  atrás  de  lo  que  exijia 
este  movimiento  de  los  espíritus;  pero  la  literatura  se  con- 
quistó la  importancia  de  un  poder  publico,  a  pesar  de  todas 
las  trabíis  que  se  le  oponian  inútilmente.  Los  literatos  no 
fueron  una  casta  aislada  que  gozaba  aparte  de  sus  oscuros 
honores:  lejías  de  eso,  ellos  reinaron  en  la  opinión  por  el 
derecho  del  talento  i  de  la  moda.  Sus  nombres  i  sus  oliras 
no  redujeron  su  acción  al  sólo  recinto  de  la  patria;  pasaron 
mas  allá  i  fueron  a  ejercer  su  influencia  en  lejanos  paises. 
Así,  esa  revolución  provocada  en  parte  por  el  ejemplo  prác- 
tico de  las  libertades  civiles  i  políticas  de  que  gozaba  en  esa 
época  la  Inglaterra,  fué  aceptada  en  casi  toda  Europa  por 
los  talentos  mas  aventajados,  lo  que  dio  al  movimiento  un 
espíritu  desconocido  hasta  entonces.  Se  llegó  a  soñar  en 
una  lengua  común  a  todos  los  pueblos  de  Europa,  a  todas 
las  naciones  del  globo,  que  sirviera  de  lazo  a  la  gran  socie- 
dad humana,  i  se  indicó  el  francés  como  el  idioma  mas 
apropiado  para  esta  obra. 

24. — Estudiando  cronolójicamente  la  historia  literaria 
de  este  siglo,  el  primer  nombre  ilustre  que  se  nos  presenta 
es  el  de  Le  Sage,  en  cuyas  obras  no  se  encuentran  todavía 
desru  rolladas  las  tendencias  revolucionarias. 

Renato  Le  Sage  '1668—1745),  merece  por  mas  de  un 
motivo  el  título  del  primer  novelista  francés.  Fortificado 
con  un  estudio  prolijo  de  los  escritores  españoles,  conoc*e- 
dor  profundo  de  su  teatro,  de  sus  novelas  i  de  sus  poesías, 
aprendió  en  ellos  el  arte  de  inventar  i  de  encadenar  aven- 
turas; i  en  Moliere  la  manera  de  pintar  los  caracteres  po- 
niéndolos en  acción  i  haciéndolos  hablar.  Compuso  varias 
comedias,  una  de  las  cuales,  Ti/rca reí,  critica  de  los  ban. 
queros  de  entonces,  es  una  obra  maestra,  i  muchas  nove- 
las, mas  o  menos  imitadas  del  español.  Pero  c\Jil  Blas  de 
Santillann,  publicada  por  partes  entre  1715  i  1735,  eclipsó 


iJTHRATURA  FRANCIMA  459 


todas  SUS  obras  i  le  conquistó  un  nombre  inmortal  en  la 
historia  literaria. 

Lo  que  asegura  a  una  novela  la  fama  i  la  duración  no 
es  únicamente  la  pintura  de  las  pasiones,  la  disposición  de 
la  intriga,  el  interés  de  las  aventuras,  la  multiplicidad  de 
las  escenas  que  producen  la  emoción:  es,  ante  todo,  la  ver- 
dad permanente  de  los  caracteres,  la  naturalidad  constan- 
te de  los  tipos,  el  cuidado  prolijo  del  estilo.  Esto  es  lo  que 
Le  Sage  ha  sal)ido  hacer  con  una  habilidad  verdaderamen- 
te asombrosa.  El  héroe  principal,  Jil  Blas,  que  cuenta  él 
mismo  su  historia  con  sus  propias  reflexiones,  parece  un 
personaje  tan  real  que  no  se  puede  dudar  de  su  existencia. 
Es  a  la  vez  un  carácter  tan  verdadero,  un  tipo  tan  humano, 
que  se  encuentran  en  él  todas  las  debilidades,  todas  las 
miserias  i  todos  los  sentimientos  honrados  que  un  corazón 
puede  tener  en  jérmen.  Naturalmente  bueno,  dejándose  ven- 
cer a  veces  por  el  ejemplo  i  por  la  ocasión;  pero,  víctima 
constante  de  las  acechanzas  de  otros  i  a  veces  de  su  propia 
vanidad,  Jil  Blas  tiene  bastante  injenio  para  reirse  de  las 
tonterías  estrañas;  i  bastante  honradez  para  reirse  de  sí 
mismo. 

**Si  examinamos  los  detalles,  dice  Saint-Marc  Girardin, 
¡cuánta  finura  de  observación  cuando  Le  Sage  nos  muestra 
a  Jil  Blas  que,  burlado  en  su  pobreza,  lo  es  mas  en  su  opu- 
lencia, pero  que  se  eleva,  por  decirlo  así,  de  las  manos  de 
los  bribones  subalternos  a  las  de  los  bribones  titulados, 
siempre  engañado,  pero  ahora  con  mas  ceremonia!"  El 
héroe  de  la  novela  que  recorre  todas  las  condiciones  de  la 
vida,  que  de  la  cocina  pasa  a  las  antesalas  de  palacio;  que 
de  criado  humilde  llega  a  ser  el  confidente  de  un  ministro, 
encuentra  por  todas  partes  caracteres  diferentes,  o  mas 
bien  dicho  una  galería  interminable  Je  fatuos,  de  viciosos, 
de  malvados  que  retrata  sin  odio,  sin  pasión  pero  sí  con  un 
colorido  indeleble,  poniéndolos  en  acción  con  tanta  verdad 
que  nosotros  creemos  reconocerlos  i  que  se  graban  en  nues- 
tra memoria  de  una    manera  indeleble.   **La  gracia  i  la  fa- 


460  MOCIOKBS    DB   HISTORIA    UTERARIA 

cílidad  del  estilo,  añade  Saint- Marc  Girardin,  han  perpe- 
tuado i  ensanchado  cada  dia  la  fama  de  esta  novela.  En 
efecto,  su  espresion  es  como  su  pensamiento,  sencilla  i  sin 
afectación;  rápida  i  espiritual,  se  presta  con  flexibilidad  a 
la  alegría  en  la  narración,  i  a  la  sátira  en  los  retratos.  Pa- 
rece que  en  cierto  modo  Le  Sage  ha  querido  pintar  su  es- 
tilo cuando  el  conde-duque  de  Olivares,  después  de  haber 
leido  una  memoria  redactada  por  Jil  Blas,  le  dice:  **Santi- 
llana,  tu  estilo  es  conciso  i  aun  elegante:  no  tiene  mas  de- 
fecto que  el  ser  bastante  natural".  Esa  senciHcz  que  podia 
deSc'igradar  al  conde-duque,  ha  agradado  i  agradará  siem- 
pre al  público,  que  en  una  novela  quiere  que  el  estilo,  siem- 
pre rápido  i  fácil,  se  preste  a  la  impaciencia  de  su  curio- 
sidad/' 

La  España  es  el  teatro  en  que  tienen  lugar  las  aventa- 
ras de  Jil  Blas,  Le  Sage  habia  hecho  un  estudio  tan  deteni- 
do de  la  literatura,  de  la  historia  i  de  la  jeografía  de  la 
península,  que  sin  haberla  visitado  nunca  ha  podido  retra- 
tarla con  gran  fidelidad.  Esta  circunstancia  ha  hecho  que 
se  ponga  en  discusión  la  orijinalidad  de  su  obra  inmortal. 
Voltaire,  de  quien  Le  Sage  ha  hecho  en  su  novela  un  retra- 
to burlesco  bajo  el  nombre  de  Gabriel  Triaquero,  el  poeta 
a  lamoílaen  Valencia,  anunció  con  una  lijcreza  im|>erdo- 
nabIe  que  eiy//  Bhis  de  SnntíUnna  era  tomado  pí>r  entero 
de  una  novela  picaresca  española.  La  vida  del  escudero 
Marcos  de  Ohregon,  Basta  examinar  a  la  lijera  esta  obra 
para  conocer  cuan  antoj-idiza  es  esa  opinión.  Posterior- 
mente, dos  escritores  españoles,  el  padre  Isla  en  el  siglo  pa- 
sado, i  «Ion  Juan  Antonio  Llórente  en  nuestra  época,  han 
querido  revindicar  para  España  la  gloria  de  haber  dado 
nacimiento  a  esta  obra,  sosteniendo  que  Le  Sage  debió  ha- 
berla traducido  de  algún  manuscrito  castellano,  que  des- 
truyó sin  duda  para  ocultar  el  fraude.  Esta  opinión,  como 
se  com|)renderá,  no  tiene  otro  valor  que  una  afirmación 
sin  pruebas  i  sin  fundamentos  sólidos. 

Esta  cuestión  ha  sido  dilucidada  con  grande  erudición. 
Dejando  a  un  lado  las  pueriles  exijenciasde  un  mal  entendí- 


LITKRATUKA    FRANCESA  461 

do  amor  propio  nacional,  se  puede  afirmar  que  la  discusión 
ha  producido  resultados  positivos.  Es  tan  absurdo  soste- 
ner que  la  novela  de  Le  Sage  ha  sido  traducida  por  entero 
de  un  español,  impreso  o  manuscrito,  como  el  afirmar  que 
todo  en  ella  es  orijinal,  como  el  Don  Quijote^  o  como  cual- 
quier otro  libro  que  no  ha  tenido  precedente  en  la  literatura 
anterior.  Le  Síige  conocia  a  fondo  el  teatro  i  los  novelistas 
españoles,  tomó  de  ellos  algunos  caracteres,  numerosos  in- 
cidentes, i  episodios  casi  completos, como  es  fácil  reconocer; 
pero  los  encuadró  en  un  tejido  orijinal,  en  que  no  ha  retra- 
tado a  la  España  i  los  españoles  solamente,  sino  los  vicios 
i  las  ridiculeces  de  todos  los  tiempo,  i  de  todos  los  lugares. 
La  crítica  ilustrada  ha  reconociilo  que  muchos  de  los  per- 
sonajes de  la  novela  son  retratos  satíricos  de  algunos  con- 
temporáneos de  Le  Sage,  como  Gabriel  Triaquero,  i  que  al- 
gunos de  los  incidentes  son  copiados  de  hechos  verdaderos 
ocurridos  en  Francia.  Por  último,  la  disposición  jeneral,  el 
carácter  filosófico  délas  lecciones  morales,  la  burla  cons- 
tante de  los  grandes  señores,  de  los  ministros,  de  los  prín- 
cipes i  de  los  favoritos,  el  jiro  incisivo,  franco  i  directo  de  la 
sátira,  la  composición,  el  estilo  i  el  gusto  de  la  obra  son 
eminentemente  franceses.  La  orijinalidaddel  libro  de  Le  Sa- 
ge ha  sido,  ()ues,  defendida  victoriosamente  i  reconocida;  i 
esa  orijinalidad  aun  circunscrita  a  estos  límites,  es  un  mé- 
rito que  casi  vale  tanto  como  la  creación  absoluta.  **No  es, 
dice  WalterScott,  el  simple  cuadro  de  una  Listoria,  ni  aun 
la  adopción  de  detalles  inventados  por  un  autor  anterior, 
lo  que  constituye  el  crimen  literario  deplajio.  El  propietario 
de  un  terreno  de  donde  un  escultor  saca  su  arcilla,  podría 
pretender  con  el  mismo  derecho  la  propiedad  de  las  figuras 
que  este  artista  forma  con  sus  ded  )S  creadores.  En  ambos 
casos  la  cuestión  es  la  misma:  poco  importa  de  donde  viene 
lamateriji  |)rima  i  sin  forma,  pero¿dequién  recibe  su  mérito 
i  su  excelencia?" 

25.— Aunque  el//7  Blas  de  SantiUnna,  por  sus  formas  cui- 
dadas i  aun  por  la  imitación  española  en  una  época  en  que 
los  franceses  iban  a  buscar  sus  modelos  en  la  literatura 


4fí2  KOCIONE»    I>B    HISTORIA   UTHRARIA 


inglesa,  parece  pertenecer  al  siglo  XVII,  la  crítica  acerada, 
la  burla  constante  de  la  corte  i  de  los  cortesanos  son  entera- 
mente del  siglo  XVIII,  que  comenzaba  a  revolverlo  todo 
con  una  audacia  inconcebible.  Pero  Le  Sage  se  liabia  dete- 
nido en  ciertos  límites:  otros  escritores  fueron  mucho  mas 
lejos  en  esta  obra  de  destrucción  de  las  antiguas  sociedades. 
Carlos  de  Secondat,  barón  de  Mí)ntesquieu,  nacido  cerca 
de  Burdeos  en  1689,  i  muerto  en  1755,  vigorizado  por  in- 
mensos estudios,  no  se  contentó  con  ridiculizar  la  sociedad 
de  su  tiempo  sino  que  pensó  en  reformarla.  Majistrado  en 
su  juventud,  dejó  luego  la  carrera  judicial,  por  la  que  no 
tenia  inclinaciones,  i  después  de  algunos  años  de  residencia 
en  Paris  i  de  haber  viajado  en  Italia,  en  Inglaterra,  en  Ale- 
mania i  en  Holanda,  se  retiró  a  sus  tierras  patrimoniales, 
i  allí  se  consagró  completamente  al  trabajo  de  una  grande 
obra  que  lo  ha  hecho  inmortal,  i  que  ejerció  una  grande 
influencia  sobre  su  siglo. 

Su  primer  estreno  fué  un  libro  titulado  Cartas  persianas 
( Lettrcs  persannes)  sátira  incisiva  de  las  costumbres  de  la 
época.  Montesquieu  supone  que  muchos  persas  que  viajan 
por  Europa,  se  escriben  entre  sí,  i  con  sus  amigos  de  Ispa- 
han,  sirviéndose  hábilmente  de  este  cuadro  para  hacer  con- 
trastar las  costumbres  deoccidente  con  lasdel  oriente.  Una 
intriga  de  serrallo  da  unidad  a  la  cartas,  i  excita  la  curiosi- 
dad (le  los  lectores.  En  medio  de  estas  pinturas  orientales, 
de  esas  burlas  lijeras  en  apariencia,  i  muchas  veces  dema- 
siado libres,  se  deja  ver  el  jenio  de  un  observador  profundo 
que  encuentra  sólidos  motivos  de  crítica  en  cuanto  ve,  i 
que  señala  los  males  que  descubre  en  el  gobierno,  en  las 
costumbres,  en  el  comercio  i  en  la  industria  con  una  eneijia 
que  no  deja  lugar  a  duda  sobre  sus  verdaderas  intenciones. 
Mas  tarde,  creyendo  que  la  esperiencia  adquirida  es  el 
mejor  medio  de  guiarnos  en  el  porvenir,  i  que  mirar  hacia 
atrás  sirve  mucho  para  marchar  hacia  adelante,  Montes- 
(juieu  volvió  su  vista  a  la  antigüedad,  profundiza  la  histo- 
ria romana,  i  escribe  sus  Consideraciones  sobre  la  grande- 
za i  ¡a  decadencia  de  los  romanos.   Este  libro,   aunque  de 


LITERATURA  FRANCESA  463 


raui  corta  estension.  es  un  modelo  de  crítica  histórica,  en 
que  Montesquieu  ha  revelado  el  talento  de  un  escritor  de 
primer  orden.  No  se  podría  llevar  mas  lejos  la  precisión  del 
estilo  i  la  firmeza  del  pensamiento:  cada  frase  es  una  idea 
^spresada  con  todo  vigor. 

Pero  la  grande  obra  de  Montesquieu,  la  que  ocu])ó  toda 
su  vida,  i  el  primer  libro  del  siglo  XVIII,  es  el  Espíritu  de 
las  leyes.  Escrito  después  de  veinte  años  de  constante  me- 
ditación i  publicado  en  Jinebra,  cuando  algunos  de  sus 
amigos  le  decian  que  era  indigno  de  su  nombre,  este  libro 
tuvo  veinte  i  dos  ediciones  en  dieciocho  meses,  i  fué  tradu- 
cido inmediatamente  a  casi  todas  las  lenguas  de  Europa. 
Estudiando  los  gobiernos  en  su  oríjen  i  las  leyes  a  la  luz  de 
la  razón,  Montesquieu  analiza  las  diferentes  formas  de  go- 
Tiierno  i  hace  el  estudio  de  todas  las  lejislaciones.  En  ningu- 
na parte  se  encuentra  una  aversión  mas  declarada,  una 
crítica  mas  amarga  i  mas  sangrienta  del  despotismo;  en 
ninguna  parte  una  pintura  mas  apasionada  de  las  monar- 
quías templadas  i  libres,  i  aun  mas  inclinaciones  en  favor 
de  las  repúblicas  i  de  los  gobiernos  populares.  Sorprende 
sobre  todo  el  elojio  de  la  constitución  inglesa,  que  Mon- 
tesquieu habia  estudiado  de  cerca.  Nadie  combatió  mas 
eficazmente  que  él  los  últimos  restos  de  la  barbarie,  la  cruel- 
dad en  las  leyes,  la  esclavitud,  i  sobre  todo  la  esclavitud  de 
los  negros,  la  contradicción  chocante  entre  una  moral  di- 
vina i  un  culto  perseguidor.  Esta  obra,  en  que  están  exa- 
minadas con  vista  certera  todas  las  cuestiones  sociales, 
tiene  ademas  el  mérito  de  estar  dispuesta  con  un  orden,  un 
método  i  una  claridad  admirables,  de  tal  modo  que  no  hai 
capítulo  que  no  conduzca  a  alguna  conclusión  ni  frase  que 
no  haga  pensar.  Quizá  no  se  le  podria  reprochar  otro  de- 
fecto, aparte  de  algunos  descuidos  en  ciertos  puntos,  que 
el  no  haber  tratado  todas  las  materias  con  la  misma  de- 
tención i  escrupulosidad. 

26. — **Cuando  las  familias  se  conservan  largo  tiempo, 
dice  Goethe,  la  naturaleza  acaba  por  producir,  un  indivi- 
duo, que  reuniendo  las  cualidades  de  sus  antepasados,  reu- 


401  NOCIONB8   DB   HISTORIA   LITBRARIA 

ne  i  espresa  en  su  conjunto  las  disposiciones  que  hasta  en- 
tonces se  habian  mostrado  aisladas  i  en  jérmen.  Lo  mismo 
sucede  con  las  naciones,  que  encuentran  algún  dia  su  espre- 
sion  en  un  individuo  único.  Esto  es  lo  que  ha  ocurrido  con 
Luis  XIV,  el  rei  francés  en  toda  la  fuerza  de  la  palabra;  i 
esto  es  también  lo  que  ha  ocurrido  con  Voltaire,  el  francés 
supremo,  el  escritor  que  ha  estado  mas  en  armonía  con  su 
nación.*'  I  ciertamente,  si  el  siglo  XVII  es  el  siglo  del  rei 
Luis  XIV,  el  siglo  XVIII  es  el  siglo  del  rei  Voltaire.  Las 
gnindes  figuras  que  están  a  su  alrededor,  pueden  compa- 
rarse a  los  satélites  que  rodean  a  un  astro  mas  brillante.— 
Vaniiis  a  dar  a  conocer  sumariamente  este  jenio  singular, 
recorricnilo  a  la  tijera  las  diversas  faces  de  su  vida,  para 
pasar  en  revista  sus  obras,  que  abrazaron  todos  los  jéne- 
ros  i  que  trataron  casi  todas  las  ciencias. 

Francisco  María  Arouet,  mas  conocido  con  el  nombre  de 
Volt  lirc,  nació  en  París  en  1G94.  Su  padre,  que  era  nota- 
rio, quiso  dedicarlo  a  la  carrera  del  foro;  pero  el  joven 
Arouet,  después  de  haber  hecho  regulares  estudios  clásicos 
en  uii  colcjio  de  jesuitas,  manifestó  desde  temprano  una 
afición  tan  decidida  por  la  poesía  i  por  la  vida  del  mundo, 
que  sn  padre  se  vio  al  fin  obligado  a  alejarlo  de  París  i  a 
renunciar  íi  sus  esperanzas.  Desarrollóse  desde  luego  en  él 
ese  injenio  incisivo  i  burlón  que  constituyó  mas  tarde  su 
arma  mas  pi^derosa  i  terrible.  Cuando  apenas  contaba 
veinte  años  de  edad  se  habia  adquirido  ya  tal  reputación 
en  líis  tertulias  literarias,  que  habiendo  circulado  una  sá- 
tira sangrienta  contra  el  reinado  de  Luis  XIV,  que  acaba- 
ba de  morir,  Arouet  fué  encerrado  en  la  Bastilla  durante 
un  año  entero,  porque  se  lecreia,  sin  fundamento  alguno, 
autor  de  los  versos  injuriosos  para  la  memoría  del  rei  di- 
funto. Esta  prisión  le  dió  a  conocer  la  injusticia  i  la  arLi- 
trariedad,  contra  las  cuales  combatió  mas  tarde  con  tanto 
ardor,  i  lo  obligó  a  trabajar.  Allí,  sin  pluma  ni  papel,  com- 
puso su  primera  trajedia,  el  Ed¡po,  i  la  mayor  parte  de  una 
epopeya.  Al  salir  de  la  prisión,  declarando  que  hasta  enton- 
ces habia  sido  mui  desgraciado  con  el  nombre  de    Arouet, 


LITERATURA    FRANCESA  466 


O  abandonó  i  tomó  en  su  lugar  el  de  Voltaíre,  con  que  se 
la  hecho  tan  famoso  K 

El  teatro  fué  el  punto  de  apoyo  de  la  popularidad  de 
/^oltaire.  El  Edipo,  representado  en  1718,  inició  su  reputa- 
ion  literaria,  que  se  sostuvo  con  muchas  otras  trajedias, 
con  algunas  comedias.  Desde  su  primera  obra  introdujo 
n  la  escena  mas  de  una  innovación,  que  desarrolló  en  el 
urso  de  su  larga  carrera.  Simplificó  la  acción,  hizo  diálo- 
gos mas  cortos,  suprimió  las  conversaciones  amorosas  i 
jalantes,  i  buscó  efectos  nuevos  para  el  espectáculo,  el  gus- 

0  del  aparato  i  de  los  colores  locales,  las  máximas  frecuen- 
es,  las  sentencias  filosóficas,  las  alusiones  que  de  ordinario 
evelan  la  presencia  del  poeta  i  perjudican  a  la  ilusión, 
)ero  que  cambian  el  teatro  en  tribuna  i  dan  un  cuerpo  a 
odas  las  ideas  nuevas  que  el  siglo  sujiere  al  poeta,  i  que 
'ste  devuelve  al  siglo  revestidas  con  el  ropaje  de  la  elocuen- 
ia.  Voltaire  modificó  así  el  jénero  literario  (jue  habian  ilus- 
;rado   Corneille  i  Racine,-  buscó  un  campo  de  imitación  en 

1  teatro  ingles,  i  particularmente  en  los  dramas  de  Shaks- 
eare  i  creó  algunas  piezas  que  merecieron  el  grande  aplau- 
:)  que  le  tributaron  sus  contemporáneos.  Su  obra  maestra 

la  Zaira,  trajedia  cristiana,  fundada  en  los  recuerdos  de 
5  cruzadas,  i  representada  mucho  mas  tarde.   La  crítica 
considera  el  primer  trájico  francés,  después  de  Corneille 
e  Racine. 

^u   talento  le  abrió  los  salones  de  los  grandes  señores; 

1  luego  tuvo  Voltaire  motivos  para  arrepentirse  de  ser 

migo  de  los  nobles.  A  consecuencia  de  una  disputa  aca- 

da  con  el  caballero  de   Rohan-Chabot,   éste  se  vengó 


\\  nombre  de  Voltaire  es  un  anagrama  del  que  antes  usaba 
'scritor,  Arovct  I.j.  le  jeune,  el  joven,  porque  tenia  un  herma- 
yor    Es  menester  advertir  que  según  la  ortografía  de  entón- 
t' i  la  /  eran  consideradas  como  la  misma  letra;  i  que  igual 
ucedia  con  la  u  i  la  v\  de  manera  que  el  anagrama  es  com- 
perfecto. Escritores  muí  acreditados  dicen,   sin  embargo, 
'taire  tomó  este  nombre  de  la  denominación  que  se  daba  a 
ueña  propiedad  rústica  de  su  madre. 

IV  30 


4G6  NOGiONias  db  historia  literaria 


como  noble  i  como  cobarde,  haciendo  que  sus  lacayos  apa 
leasen  una  noche  a  su  adversario.  Voltaire,  que  no  tenía 
If^cayos,  aprendió  la  esgrima  i  el  ingles,  la  esgrima  para 
provocar  a  un  duelo  a  Rohan-Chabot,  i  el  ingles  para  huir 
a  Inglaterra.  Pero  su  provocación  fué  recibida  con  despre- 
cio, i  el  ministro  mandó  encerrar  de  nuevo  en  la  Bastilla 
al  hombre  que  sin  títulos  i  sin  nobleza  pretendia  medir  sus 
armas  con  un  gran  señor.  Voltaire  se  consideró  feliz  con 
salir  de  la  prisión  para  marchar  al  destierro  (1726). 

La  Inglaterra  fué  por  tres  años  el  lugar  de  su  residencia. 
Este  destierro  tuvo  una  importancia  decisiva  en  su  carrera 
posterior.  Allí  estudió  la  literatura,  la  política,  la  lejisla- 
cion,  las  costumbres  i  las  ciencias  de  un  pais  que  gozaba 
de  una  gran  libertad  en  una  época  en  que  la  ma\'or  parte 
de  las  naciones  del  continente  vivian  oprimidas  por  el  mas 
absoluto  despotismo.  Ai)roveclió  también  de  este  destierro 
para  dar  la  última  mano  i  para  publicar  la  epopeya  que 
habia  principiado  en  la  Bastilla.  Con  el  noml)re  de  La  liga, 
un  amigo  infiel  habia  publicado  poco  antes  en  Francia  una 
edición  incompleta  e  incorrecta  de  ese  poema.  Voltaire  lo 
corrijió  cuidadosamente  i  lo  dio  a  la  prensa  (1728),  con  el 
título  de  la  Enriíuln,  (¡ue  conserva  todavía.  Canta  en  él  a 
Enricjue  IV  i  el  sitio  de  Paris;  i  para  dar  a  su  obra  el  inte- 
rés épico,  intercala  por  via  de  episodios  la  historia  de  las 
guerras  civiles  entre  católicos  i  ])ro  testan  tes,  i  la  matanza 
de  San  Bartolomé,  cjue  Bririque  refiere  a  la  reina  Isabel  de 
Inglaterra.  Este  poema  escrito  cuando  Voltaire  no  habia 
adquirido  aun  todo  el  desarrollo  de  su  jenio,  i  cuando, 
como  él  mismo  lo  dice,  no  conocia  en  (jué  consiste  la  grjm- 
diosidad  del  jétiero  épico,  no  merece  el  título  de  epopeva 
con  (|iie  lo  saludaron  sus  contemporáneos.  Su  j>lan  carece 
de  unidad,  i  la  acción  de  grandeza  i  de  verdadero  ínte- 
res. Hai  en  él  liL-rniosas  descripciones,  episodios  felices,  re- 
tratos llenos  de  vigor;  pero  no  se  encuentran  esos  cuadros 
de  costumbres  locales  (|ue  hacen  el  encanto  de  otras  e|^o- 
peyas;  i  en  el  conjunto  reina  cierta  frialdad  que  produce  el 
cansancio  en   el   ánimo  del    lector.    El   asunto  elejido,  por 


LITERATURA     FRANCESA  467 


Otra  parte,  no  le  permitía  introducir  en  la  acción  esos  re- 
sortes que  dan  tono  i  vigor  a  la.epopeya.  Así  fué  que  la  ad- 
miración de  sus  contemporáneos  se  convirtió  mas  tarde  en 
un  injusto  desden  por  una  obra  que  revela,  sin  embargo, 
un  verdadero  talento  poético.  **En  la  Enriada,  decia  Deli- 
lle,  no  hai  siquiera  pasto  para  alimentar  caballos,  ni  agua 
para  saciar  su  sed''. 

Vol taire  volvió  a  Francia  con  mas  gloria,  con  nuevos 
conocimientos  i  con  veinte  proyectos  de  obras  en  que  se 
proponia  desarrollar  las  ideas  adquiridas  durante  su  des- 
tierro i,  sobre  todo,  dar  a  conocer  la  Inglaterra,  que  lo  ha- 
bía fascinado.  Nuevas  obras  dréimá ticas  lo  colmaron  de 
aplausos;  i  la  Historia  de  Carlos  Xlly  rei  de  Sueaay  reveló 
que  no  sólo  sabia  componer  un  libro  histórico,  sino  que 
era  uno  de  los  mas  grandes  prosadores  que  hubiera  tenido 
la  Francia.  Bse  libro,  dispuesto  con  un  arte  irreprochable, 
es  hasta  ahora  un  modelo  de  narración  elegante  i  fácil  i  de 
verdadero  estilo  histórico.  Pero  los  escritos  que  le  granjea- 
ron el  titulo  de  corifeo  de  las  ideas  de  su  siglo,  no  son  esos. 
Al  mismo  tiempo  que  popularizaba  en  Francia  los  descu- 
brimientos científicos  de  Newton,  que  daba  a  conocer  por 
sus  imitaciones  el* teatro  de  Shakspeare,  publicaba  sus  fa- 
mosas Cartas  sobre  los  ingleses,  mas  conocidas  con  el  nom- 
bre de  Cartas  ñíosóñcas,  en  que,  bajo  el  pretcsto  de  hacer 
conocer  la  Inglaterra,  combatia  indirectamente  todas  las 
.  ¡deas  recibidas  en  filosofía,  en  política  i  en  relijion  i  ataca- 
ba todas  las  oj)iniones  del  siglo  de  Luis  XIV,  la  autoridad 
del  clero  i  del  poder  absoluto.  Esta  obra,  así  como  una  pie- 
za poética  en  que  ponía  en  duda,  o  mas  bien  negaba  la  di- 
vinidad de  Jesucristo,  fueron  quemadas  por  la  mano  del 
verdugo,  le  atrajeron  una  nueva  persecución  i  lo  obligaron 
a  fugar  de  París  i  a  ir  a  buscar  un  asilo  en  un  castillo  de 
Champagne. 

Animado  por  una  actividad  verdaderamente  prodijiosa 
i  compartiendo  su  vida  entre  los  placeres  mundanos  i  un 
trabajo  constante,  lanzó  desde  su  retiro  nuevas  obras  dra- 
máticas, poesías  líricas  de  un  carácter  filosófico,  lil  Siglo 


468  NOCIONES    DB   HISTORIA    LITERARIA 

de  Lais  XIV,  historia  admirable  de  un  reinado  famoso,  i  eí 
Ensayo  sobre  las  costumbres  i  el  espíritu  de  las  naciones^ 
que  debia  hacer  una  revolución  en  el  arte  de  escribir  la  his- 
toria. Tomando  los  hechos  desde  la  época  de  CarloMagno, 
en  que  se  habia  detenido  Bossuet  en  su  célebre  Discurso  so- 
bre ¡a  historia  universal,  pero  colocándose  desde  un  punto 
de  vista  diametralmente  opuesto,  ha  referido  la  historia  de 
los  pueblos  de  Europa  hasta  mediados  del  siglo  XVII  con 
una  claridad  i  una  elegancia  inimitables,  pero  también  con 
una  prevención  injusta  contra  el  cristianismo,  al  cual  atri- 
buye todos  los  males  de  la  humanidad. 

La  reputación  de  Vol taire  fué  inmensa  desde  entonces. 
Su  escepticismo,  burlón  i  lijero  en  el  principio,  serio  i  razo- 
nado mas  adelante,  su  espíritu  de  crítica  de  todas  las 
instituciones  i  de  todas  las  creencias  de  su  época,  su  odio 
al  despotismo,  su  amor  por  la  libertad  del  pensamiento, 
pasaron  a  ser  el  programa  de  la  filosofía,  de  la  ciencia  i  de 
la  literatura  de  su  si^lo.  Su  incomparable  talento  de  escri- 
tor popularizaba  las  ideas  mas  abstractas  i  complejas,  i  su 
injenio  satírico  cautivaba  a  todos  los  lectores.  Federico  II 
de  Prusia,  filósofo  también  como  Voltaire,  lo  llamó  a  su 
corte,  i  lo  retuvo  allí  durante  tres  años  para  distraer  en  la 
conversación  i  en  el  estudio  los  ocios  que  le  permitian  to- 
mar los  afanes  del  gobierno.  Pero  esta  amistad,  iniciada 
bajo  los  mejores  auspicios,  se  convirtió  luego  en  una  mal 
disimulada  antipatía.  Voltaire  se  convenció  al  fin  de  que 
los  re^-es,  aun  los  reyes  filósofos,  eran  malos  amigos;  i  des- 
pués de  varias  peregrinaciones,  fué  a  establecerse  definiti- 
vamente  al  castillo  de  Ferne\%  en  la  frontera  del  cantón  de 
Jinebra  en  Suiza  (1758). 

Veinte  aiíos  vivió  allí  rodeado  de  todas  las  comodidades 
apetecibles.  Voltaire  habia  heredado  de  su  padre  una  for- 
tuna considerable,  que  él  incrementó  con  el  producto  de  sus 
escritos.  El  Patriarca  de  Ferney,  como  se  le  llamaba,  era 
una  potencia  i  un  ídolo.  De  todos  los  paises  de  Europa  iban 
a  verlo  en  peregrinación,  i  recibia  hospitalariamente  a  to- 
dos los  que  lo  visitaban.   Tenia  correspondencia  seguida 


LITERATURA    FRANCESA  469 

con  muchos  soberanos  que  le  prodigaban  las  lisonjas  para 
rendir  homenaje  a  la  opinión  pública,  que  habia  llegado  a 
ser  la  reina  del  mundo.  En  medio  de  esta  corte,  Voltaire 
pasaba  su  vida  en  el  trabajo,  escribia  versos, comedias,  tra- 
jedias,  sátiras,  novelas  en  que  bajo  las  formas  lijeras  desa- 
rrollaba su  crítica  siempre  acerada  e  hiriente  contra  la 
relijion  i  las  instituciones  de  su  siglo.  Merced  al  réjimen 
hijiénico  que  se  habia  prescrito, llegó  a  los  ochenta  i  cuatro 
años  conservando  toda  su  actividad  i  toda  su  intelijencia. 
Entonces  fué  llamado  a  Paris  para  gozar  de  un  triunfo  que 
no  habia  alcanzado  ningún  escritor.  Se  le  paseó  por  las  ca- 
lles, se  le  llevó  al  teatro  para  coronar  su  busto,  i  se  le  acla- 
mó el  primer  poeta  i  el  primer  filósofo  de  su  siglo.  Dos  me- 
ses mas  tarde  (el  30  de  mayo  de  1778)  murió  después  de 
haber  pasado  algunos  dias  en  un  estado  de  letarjia  que  le 
habia  hecho  perder  todo  conocimiento. 

Las  obras  de  Voltaire  forman  un  repertorio  inmenso  en 
<iue  están  tratadas  con  mas  o  menos  estension  todas  las 
cuestiones  que  ajitaron  a  sp  siglo.  La  poesía  bajo  todas 
sus  formas;  la  historia,  la  novela,  la  filosofía,  la  física,  la 
polémica  relijiosa  sobre  todo,  están  comprendidas  en  esa 
vasta  compilación,  marcada  toda  ella,  a  pesar  de  la  diver- 
sidad de  matices  i  de  algunas  diverjenciasde  detalles,  con  el 
sello  del  jenio  que  ha  querido  desarrollar  un  pensamiento 
largo  tiempo  meditado  i  que  ha  adquirido  toda  su  fijeza  i 
consistencia. 

Sobre  el  teatro  de  Voltaire,  así  como  sobre  su  ensayo  de 
poema  épico,  hemos  dicho  mas  arriba  algunas  palabras  que 
resumen  la  opinión  de  los  críticos  mas  esperimentados.  En 
sus  otras  poesías  que  ocupan  un  puesto  entre  las  mejores 
de  su  siglo,  dominan  las  cualidades  jenerales  de  su  jenio  i 
de  su  estilo;  elevación  filosófica,  calor  no  siempre  sostenido 
i  alusiones  frecuentes  contra  las  ideas  de  su  siglo,  en  las 
obras  serias;  un  buen  humor  inagotable,  una  crítica  atre- 
vida i  universal  en  sus  sátiras  i  en  sus  poesías  burlescas. 
Debe  censurársele,  sin  embargo,  el  haber  profanado  la  me- 
moria de  Juana  de  DWrc,  falseándola  historia  i  haciendo 


470  NOCIONES   DB   HISTORIA   LrmtARIA 

reír  a  costa  de  uno  de  los  tipos  mas  puros  de  patriotismo  i 
de  heroicidad. 

Voltaire  historiador,  es  el  prosador  por  excelencia,  i  el 
creador,  puede  decirse  así,  de  la  historia  filosófica,  tal  como 
la  entienden  los  modernos.  Comprendiendo  claramente  que 
la  historia  de  un  pueblo  no  es  la  de  sus  reyes  i  de  sus  cau- 
dillos, la  de  las  guerras  o  de  los  tratados;  que  la  historia 
de  las  costumbres,  de  las  artes,  de  las  ciencias  i  de  las  leyes 
son  la  parte  pnnci¡)al  de  los  anales  de  las  naciones;  que  el 
jénero  humano  no  ha  sido  creado  para  dar  brillo  a  los  ta- 
lentos políticos  i  militares  de  algunos  individuos;  i  que  lo 
que|mas  import.i  que  conozcan  los  hombres  es  los  efectos 
que  han  producido  pnra  la  felicidad  o  la  desgracia  de  la 
humanidad  las  preocupaciones,  las  luces,  las  virtudes  o  los 
vicios,  los  US' s,  la  industria  i  las  leyes  de  los  diferentes 
siglos;  Voltaire  se  propuso  escribir  la  historia  verdadera- 
mente crítica  i  razonada  haciendo  intervenir  junto  con  los 
hechos  todos  los  elementos  de  civilización  para  demostrar 
la  influencia  recíproca  que  ellos  ejercen  sobre  la  marcha  de 
la  humanidad,  i  si  no  vio  completamente  cumplidos  sus 
propósitos,  los  realizó  en  gran  parte  i  abrió  el  camino  que 
con  tanto  lustre  han  seguido  los  historiadores  modernos. 
Su  Ensayo  sobre  las  costumbres  es,  desde  este  punto  de 
vista,  i  sobre  todas  sus  obras  históricas,  un  libro  capitíil: 
pero  es  menester  convenir  en  que  su  odio  sistemático  al 
cristianismo,  así'como  su  falta  de  estudios  mas  prolijos 
sobre  algunos  hechos,  lo  han  estraviado  con  frecuencia. 
**Sin  embargo,  dice  Barante,  este  libro  es  cómodo  t  ins- 
tructivo, de  un  estilo  agradable  i  natural;  los  hechos  están 
bien  dispuestos,  los  detalles  dados  con  mesura,  las  reflexio- 
nes son  algunas  veces  lijeras  pero  frecuentemente  sensatas: 
el  cuadro  de  algunas  épocas,  los  retratos  de  muchos  gran- 
des hombres  son  trazados  con  un  vigor  i  con  una  vivaci- 
dad notables:  pocas  historias  modernas  son  mas  útiles  i 
mas  agradables  para  leerse."  Basta  recorrer  las  pajinas 
que  Voltaire  ha  dedicado  al  descubrimiento  de  AíPérica» 
trazadas  de  carrera  i  antes  que  se  hubieran  hecho  las  prcli- 


LITERATURA    FRANCB8A  471    ' 


jas  investiíjaciones  de  que  Colon  ha  sido  objeto,  para  com- 
prender cuan  "grande  era  la  sagacidad  histórica  de  aquel 
distinguido  escritor. 

No  insistiremos  aquí  sobre  las  obrns  filosóficas  de  Vol- 
taire.  Sus  teorías  están  repartidas  en  todos  sCis  libros  i  con- 
densadas  también  en  algunos  de  ellos,  como  su  Diccionario 
filosóñco.  En  ellas  reclama  siempre,  con  una  vigorosa  ener- 
jía,  contra  la^  preocupaciones  i  contra  los  abusos,  en  nom-  • 
bre  de  la  justicia  i  del  buen  sentido;  pero  con  frecuencia  se 
deja  arrastrar  por  los  caprichos  de  su  humor  hasta  la  eter- 
nidad i  hace  intervenir  siempre  la  cuestión  relijiosa, confun- 
diendo en  la  misma  proscripción  la  doctrina  evanjélica  i 
las  ciegas  supersticiones.  Por  esto  mismo  es  difícil  juzgar 
a  Voltaire  sin  ciertas  restricciones,  si  se  quiere  ser  justo 
e  imparcial.  Sus  partidarios  i  sus  enemigos  caen  alterna- 
tivamente en  la  pasión  que  quiere  absolverlo  todo  o  con- 
denarlo todo:  la  verdad  está  en  el  medio.  Si  debe  censurár- 
sele su  exaltado  espíritu  de  partido,  su  odio  sistemático 
contra  todo  lo  existente,  su  perpetuo  reir,  debe  también  re- 
conocérsele su  talento  de  escritor,  su  enerjía  para  condenar 
los  abusos,  su  jenio  cosmopolita  i  la  gran  variedad  de  sus  . 
conocimientos. 

Voltaire,  en  efecto,  trata  todos  los  asuntos  con  igual  fa- 
cilidad; i  a  juzgarlo  por  las  primeras  impresiones,  se  creeria 
que  habia  hecho  estudios  profundos  sobre  todas  materias. 
Sin  embargo, esta  admiración  desaparece  desde  que  se  estu- 
dian las  cosas  mas  de  cerca;  i  la  crítica  ha  probado  que  el 
adquirir  conocimientos  sólidos  sobre  tanta  variedad  de 
asuntos  es  mas  de  lo  que  se  puede  alcanzar  aun  con  inteli- 
jenciás  tan  poderosas  como  la  de  Voltaire.  Para  probarlo» 
bastaria  citar  una  obra  mui  erudita:  Cartas  de  algunos  ju- 
díos portugueses,  alemanes  i  polacos  a  M.  de  Voltaire,  en 
que  su  autor,  Antonio  Guenée  (1717-1803),  sacerdote  fran- 
cés de  raros  conocimientos  en  la  lengua  i  en  la  literatura  de 
los  hebreos,  refutó  victoriosamente  muchas  de  sus  opiniones, 
no  sólo  con  gran  ciencia  sino  con  un  sarcasmo  comparable 
al  de  su  rival. 


472  NOCIONES   DB   HISTORIA   UTMRARIA 

27.--Las  tendencias  de  Yoltaire  están  clara  i  esplícita- 
mente  manifestadas  en  todos  sus  escritos.  No  sucede  lo  mis. 
mo  con  otro  escritor  casi  igualmente  célebre,  cuvo  nombre 
se  asocia  al  suyo  cada  vez  que  se  habla  de  la  obra  revolu- 
cionaría de  las  fílósofos  del  sigJo  XVIII.  Rousseau  fué  para 
sus  contemporáneos,  i  es  todavía  para  la  posteridad,  un  ca- 
rácter inesplicable.  En  su  vida  todo  es  raro  i  singular;  i  en 
sus  escritos,  marcados  con  el  sello  de  un  gran  talento,  se 
descubre  un  amor  tan  pronunciado  por  todo  lo  que  es  pa- 
radójico, que  el  espíritu  no  puede  darse  cuenta  exacta  de 
sus  inclinaciones. 

Juan  Jacobo  Rousseau  nació  en  Jinebra  en  1712.  Hijo  de 
padres  pobres,  hizo  en  su  niñez  estudios  mui  reducidos  i  su- 
perficiales, i  llevó  una  vida  llena  de  aventuras,  sin  ocuparse 
de  las  letras  que  mas  tarde  habian  de  hacer  su  gloria.  Ha- 
biendo concebido  un  nuevo  sistema  para  la  escritura  de  la 
música,  pasó  a  Paris  creyendo  sacar  partido  de  su  invento; 
pero  los  artistas  lo  miraron  con  desprecio.  Rousseau  se 
consagró  entonces  al  estudio  con  uria  gran  pasión,  i  se  ocu- 
pó en  la  enseñanza  de  algunas  familias  i  en  la  composición 
de  óperas  que  no  pudo  hacer  representar.  Su  talento  de  es- 
critor no  se  reveló  sino  a  la  edad  de  treinta  i  siete  años  i 
por  una  circunstancia  singular.  La  academia  de  Dijon  habia 
propuesto  para  un  premio  de  elocuencia  el  tema  siguiente: 
**¿EI  progreso  de  las  ciencias  i  de  las  artes  ha  contribuido  a 
corromper  o  a  depurar  las  costumbres?"  Testigo  de  la  mas 
grande  corrupción  en  medio  de  la  societlad  mas  culta  que 
hubiera  existido,  Rousseau  trató  este  asunto  en  un  discur- 
so lleno  de  paradojas,  pero  brillante  por  el  atrevimiento  de 
las  imájenes,  la  novedad  de  las  ideas  i  el  colorido  del  estilo, 
i  alcanzó  el  premio  ofrecido.  Según  él,  las  letras  i  las  cien- 
cias habian  corrompido  el  mundo:  para  correjirlo,  era  pre- 
ciso volver  a  la  naturalidad,  a  la  sencillez,  a  las  virtudes 
primitivas.  Voltaire,  que  siempre  tenia  una  palabra  pican- 
te para  caracterizar  los  sucesos  de  su  época,  dijo  con  mucha 
oportunidad  después  de  haber  leido  ese  discurso — **Rous- 
seau  nos  hace  sentir  el  que  no  andemos  en  cuatro  patas." 


LITERATURA  FRANCESA  473 


Inmensa  fué  la  reputación  que  le  dio  este  escrito.  La  mis- 
ma estravagancia  de  sus  conclusiones  llamó  la  atención  so- 
bre Rousseau,  i  le  granjeó  la  amistad  de  muchos  literatos; 
pero  su  carácter  misantrópico  i  rencilloso,  i  hasta  su  falta 
de  civilidad,  contribuyeron  a  aislarlo.  Vivia  retirado  en  el 
campo  cuando  supo  que  uno  de  sus  amigos,  D'Alembert,  de 
vuelta  de  un  viaje  a  Suiza,  habia  espresado  su  pesar  de  que 
no  hubiese  teatro  en  Jinebra.  Se  creería  que  Rousseau,  que 
habia  escrito  algunas  comedias,  debia  apoyar  esa  opinión» 
pero  lejos  de  eso,  se  aprov^ejhó  de  esta  ocasión  para  publi- 
car un  opúsculo  famoso  titulado  Cartas  sobre  los  espec- 
táculos, para  probar  que  la  mejor  comedia  es  siempre funes- 
ca  a  las  costumbres  públicas. 

Estos  dos  escritos  que  revelan  en  Rousseau  su  pasión 
decidida  por  la  paradoja,  porgrande  que  sea  su  mérito  lite- 
rario, iTt)  le  habrían  dado  la  fama  de  que  goza;  pero  sus  úl- 
timas obras,  lo  colocan  en  el  alto  rango  que  ocupa.  La  pri- 
mera de  éstas,  en  orden  cronolójico,  fué  Julia  o  la  nueva 
Eloísa,  novela  epistolar  en  que  trata  bajo  formas  seducto- 
ras las  mas  arduas  cuestiones  de  moral.  La  novela  francesa 
casi  no  habia  sido  hasta  entonces  mas  que  una  sencilla  na- 
rración de  aconteciniientos:  Rousseau,  hizo  en  ella  la  pintu- 
ra analítica  de  los  sentimientos,  i  encontró  así  el  secreto  de 
trazar  todos  los  movimientos  del  alma  en  medio  de  un  dra- 
ma conmovedor.  La  invención  no  es  notable;  i  los  senti- 
mientos, encuadrados  en  una  intriga  de  una  moralidad 
equívoca,  son  falsos  i  exajerados;  pero  muchas  disertacio- 
nes filosóficas,  por  ejemplo,  las  cartas  sobre  el  duelo  i  sobre 
el  suicidio,  se  elevan  a  una  grande  altura  de  estilo. 

Pero  las  obras  en  que  Rousseau  ha  vaciado  sus  ideas  re- 
formadoras son  el  Contrato  social  i  el  Emilio,  El  primero 
es  un  tratado  de  derecho  público  revestido  de  una  forma 
severa,pero  brillante.  La  precisión  del  estilo,  el  estrecho  en- 
cadenamiento de  las  proposiciones  i  el  tono  dogmático  c 
imponente  del  lenguaje  son  sus  principales  méritos  literarios. 
El  hombre,  dice  Rousseau,  nace  libre,  i  si  sale  de  su  estado 
natural  es  por  un  acto  de  su  voluntad  i  en  virtud  de  un  con- 


474  XOCIOXBS   DE    HISTORIA    LITKRARIA 


trato  que  hace  con  los  otros  hombres.  El  Est;ido  descansa 
sobre  esta  convención;  de  modo  que  el  conjunto  de  las  v«>- 
luntades  particulares,  el  pneblQ,  es  el  único  S4»l)erano«  i  su 
voluntad  es  absoluta  e  inviolable.  Estas  teorías,  eminente- 
mente  novadoras,  están  desarrolladas  con  claridad  i  ener- 

El  Emilio  contiene  su  sistema  de  educación.  Sejrun  él,  el 
hombre  nace  bueno:  la  sociedad  lo  deprava.  Es  preciso  vol- 
ver al  estado  de  naturaleza,  reconstruir  la  sociedad,  i  dar 
una  educa  :iin  nueva  a  las  nuevas  jeneraciones.  Para  desa- 
rrollar su  sistema,  coloca  al  niño  fuera  de  la  civilización  pre- 
sente i  del  contacto  de  los  demás  hí)mbres:  en  vez  de  com- 
batir sus  instintos  i  sus  pasiones  naturales,  las  dtrja  desa- 
rrollarse libremente,  para  que  el  mismo  niño  construya  el 
sistema  de  sus  confxrimientos  e  invente  todo  lo  (|ue  necesita 
saljer  en  materia  de  ciencia  i  de  virtud.  Se^n  Rou  ^seau, 
conviene  que  el  joven  pase  el  mayor  tiempo  posible  sin  que 
se  le  den  a  conocer  las  ideas  de  Dios  i  de  relijion.  "Para  que 
la  educación  de  Emilio  se  logre,  dice  M.  Méziéres,  es  preciso 
que  Emilio  habite  una  casa  aislada,  que  nadie  penetre  en 
ella,  que  el  alumno  no  oiga  otra  voz  que  la  de  su  maestro^ 
no  reciba  mas  que  los  ejemplos  autorizados  por  él.  Una  con- 
versación (le  algunos  minutos  con  un  estraño  podría  des 
truir  el  efecto  «le  muchos  años  de  precauciones.  Emilio  no 
del)e  aprender  ma*<  que  lo  que  le  importa  saber,  i  esto  en  una 
época  determinada,  en  circunstancias  previstas.  Si  sal)e  al 
gunacosa  mas  pronto  o  mas  tarde,  el  edificio  se  desploma... 
Rousseau  nos  anunciaba  un  qiedio  infalible  de  educar  a  los 
niños;  pero  su  procedimiento  no  seria  aplicable  quizá  mas 
que  una  sola  vez  en  todo  un  siglo."  Este  libro,  escrito  con 
una  elocuencia  que  cautiva  i  arrastra,  resume  todas  las  ideas 
de  Rousseau,  i  es  una  mezcla  de  verdades  i  de  quimeras  pe- 
ligrosas. El  aislamiento  del  niño,  en  la  forma  propuesta,  no 
puede  dejar  de  conducirlo  a  la  mas  salvaje  barbarie.  Sí  la 
teoría  fundamental  de  esta  obra  es  un  grande  absurdo,  es 
necesario  convenir  en  que  ella  nos  hace  meditar  sobre  noso- 
tros mismos  i  sobre  nuestros  deberes.    Las  ideas  sociales  i 


LITBU ATURA    FKANCK8A  475 


relíjiosas  de  este  libro  fueron  condenadas  por  los  catóticos 
en  París,  por  los  calvinistas  en  Jinebra;  la  obra  fué  quema- 
da, como  terriblemente  [)erniciosa.  i  el  autor  tuvo  que  bus- 
car un  refujio  en  Inglaterra. 

Esta  vida  llena  de  contratiempos  i  de  las  vicisitudes  mas 
singulares,  llegó  a  su  término  de  una  manera  igualmente 
singular.  El  3  de  julio  de  1778  se  le  encontró  muerto  en  su 
habitación,  con  una  herida  en  la  cabeza,  sin  que  se  hayasa- 
bido  si  esta  catástrofe  era  el  resultado  de  un  suicidio  o  la 
consecuencia  de  una  apoplejía.  Entre  sus  papeles  se  encon- 
tró el  manuscrito  de  sus  Confesiones^  historia  patética  de 
sus  sufrimientos  i  de  su  orgullo.  Hasta  entonces,  las  memo- 
rias auto-biográficas  tenian  por  objeto  ordinario  el  referir 
la  historia  de  los  sucesos  en  que  el  autor  habia  tomado  par- 
te; pero  I<otisseau  ha  contado  con  grande  habilidad  su  vidíi 
íntima,  todos  los  sufrimientos  de  su  existencia,  i  t<jdas  las 
miserias  de  su  naturaleza,  sin  tratar  de  disimular  lo  que  en 
ella  habia  de  mas  indigno  i  de  mas  repugnante. 

Cualesquiera  que  sean  las  apreciaciones  que  puedan  ha- 
cerse de  las  doctrinas  filosóficas  i  sociales  de  Juan  Jacobo 
Rousseau,  es  preciso  reconocer  un  grande  escritor  en  todas 
sus  obras.  Su  estilo  es  lleno  de  pompa,  pero  corre  siempre 
fácil  i  siempre  natural.  Aun  en  sus  sofismas  más  inacepta- 
bles, su  razonamiento  es  tan  condensado  que  no  puede  dejar 
de  hacer  una  profunda  impresión.  El  prestijio  de  su  lengua- 
je es  tal  que  hace  pasar  al  espíritu  de  sus  lectores  todos  los 
sentimientos  que  lo  ajitaban  al  escribir.  Pero  tomando  sus 
obras  en  conjunto,  se  encuentran  en  ellas  tantas  paradojas 
que  con  un  poco  de  cuidado  se  pueden  sacar  de  allí  las  doc- 
trinas mas  contradictorias  i  opuestas.  Pocos  adversarios 
mas  francos  i  resueltos  ha  tenido  el  cristianismo;  i  sin  em- 
bargo, de  sus  diversos  libros  se  ha  estractado  una  apolojía 
evanjélica.  Esas  obras,  a  pesar  de  todo,  ejercieron  una  in- 
fluencia incontestable  en  su  época,  i  prepararon  muchas  de 
las  teorías  que  se  desarrollaron  mas  tarde. 

28.— Hemos  hecho  un  análisis  mas  detenido  de  Montes- 
quieu,  de  Voltaire  i  de  Rousseau,  porque  presiden  el  movi- 


476  NOciONns  db  historia  literaria 

miento  filosófico  del  siglo  XVIII;  pero  tras  de  ellos  viene  una 
falanje  de  soldados  cuyas  doctrinas  mas  o  menos  análogas, 
contribuyeron  a  consumar  la  revolución  de  los  espíritus  que 
trajo  por  resultado  la  revolución  francesa. 

Las  ideas  de  esos  aud'.ices  pensadores,  i  casi  podría  decir- 
se las  de  su  siglo,  están  concentradas  en  una  obra  famosa 
que  se  llama  la  Enciclopedia,  publicación  inmensa  por  su 
estension,  atrevida  i  revolucionaría  por  sus  tendencias.  Ba- 
jo la  forma  de  un  diccionario  universal  i  razonado  de  cien- 
cias i  artes,  esta  obra,  espresion  completa  del  movimiento 
filosófico,  novador,  crítico  e  irrelijioso  del  siglo  XVIII,  tu- 
vo por  objeto  resumir  desde  el  punto  de  vista  del  libre  pen- 
samiento, todos  los  conocimientos,  las  ideas  i  la  historia  de 
la  humanidad,  combatiendo  las  creencias,  las  costumbres  i 
las  instituciones  del  pasado,  ha  Enciclopedia  fué  concebida 
i  llevada  a  cabo  en  un  período  de  veinte  años  (1751—1772) 
por  el  espíritu  entusiasta  e  infatigable  de  un  sólo  hombre, 
Diderot,  a  cuya  voz  se  reunieron  majistrados,  jenerales,  in- 
jenieros,  literatos  i  sobre  todo  los  filósofos,  en  la  acepción 
que  entonces  se  daba  a  esta  palabra. 

Dionisio  Diderot  (1713—1784),  escritor  fogoso,  pero  de- 
sigual, fué  el  alma  de  la  empresa.  No  sólo  escribió  numero- 
sos artículos  sobre  filosofía,  relijion,  historia,  política,  gra- 
mática i  artes  mecánicas,  sino  que  lo  revisó  todo,  e  impri" 
mió  a  la  obra  entera  nó  un  carácter  constante  de  unidad, 
que  le  falta,  pero  sí  una  dirección jeneral hacia  un  objetoco- 
mun,  la  libertad  de  pensar  i  de  escribir,  la  soberanía  de  los 
pueblos  i  el  poder  de  las  artes  i  de  la  industria.  La  publica* 
cion  de  la  Enciclopedia,  mui  combatida  en  nombre  de  la  re- 
lijion, fué  embarazada  muchas  veces:  algunos  de  los  cola- 
boradores se  fatigaron  en  vista  de  los  entorpecimientos  que 
se  suscitaban;  pero  Diderot  siguió  siempre  en  el  trabajo  i 
alcanzó  a  verlo  terminado. 

El  mas  constante  de  sus  colaboradores  fué  Juan  D'Alem- 
bert  (1717— 1783j,  matemático  distinguido,  que  3'a  había 
alcanzado  un  brillante  renombre  en  las  ciencias,  antes  de 
cultivar  la  literatura.  Su  obra  capital,  como  escritor,  es  el 


LIIBRATURA  FKANX'BSA  477 


discurso  preliminar  fie  la  Enciclopedia,  bosquejo  jeneral  i 
elegante  en  que  pasa  en  revista  todas  las  ciencias,  indican- 
do con  gran  talento  i  con  sólida  instrucción,  la  historia  su- 
maria de  cada  una,  su  objeto  i  las  relaciones  mutuas  que 
tienen  entre  sí. 

Voltaire  i  Montesquieu  trabajaron  también  en  esta  obra 
monumental;  pero  junto  con  ellos  se  distinguieron  muchos 
otros  escritores  que  seria  largo  enumerar.  Recordaremos 
sólo  a  Turgot  (1727—1781).  el  célebre  ministro  de  Luis 
XVI,  que  s  n  dejar  una  obra  verdaderamente  tal,  reveló  en 
cada  uno  de  sus  escritos  i  aun  en  los  documentos  públicos 
que  salian  de  su  mano,  un  notable  talento  de  escritor,  i  un 
jenio  filosófico  de  primer  orden. 

29.— Este  espíritu  lleno  de  actividad  i  de  enerjía  de  que 
estaba  animado  ese  poder  que  se  denomina  la  filosofía  del 
siglo  XVIII,  no  tenia  por  íínico  objeto  atacar  i  destruir 
cuanto  cxistin.  Por  el  contrario,  sobre  las  ruinas  del  pasa- 
do levantaba  un  nuevo  edificio  mucho  mas  sólido  i  consis- 
tente que  el  anterior.  Uno  de  los  resultados  mas  inmediatos 
de  esa  revolución  fué  el  impulso  vigoroso  que  recibieron  las 
ciencias.  El  método  esperimental  i  de  observación,  cuyas 
reglas  habia  trazado  Bacon,  fué  rigorosamente  aplicado,  i 
a  su  sombra  nacieron  nuevas  ciencias  o  se  perfeccionaron 
de  una  manera  sorprendente  las  queyaexistian.  Aunque  no 
fueron  franceses  todos  los  reformadores  en  materias  cientí- 
ficas, a  la  Francia  cupo  la  gloria  indisputable  de  haber  da- 
do el  impulso  al  movimiento  i  de  haberle  servido  de  centro. 

Aplicando  la  esperiencia  i  la  observación  al  estudio  de  las 
sociedades  i  por  decirlo  así,  de  la  fisiolojía  social,  se  encon- 
traron las  leyes  que  reglan  la  producción  i  la  distribución 
de  las  riquezas,  i  se  dio  un  cuerpo  a  las  doctrinas  que  sobre 
los  impuestos  i  la  prosperidad  material  de  las  naciones  ha- 
bían sido  enunciadas  en  diferentes  tiempos.  Esta  ciencia  que 
recibió  el  nombre  impropio  de  economía  política,  colocó  la 
primera  fuente  de  la  riqueza  en  el  trabajo,  en  una  época  en 
que  las  preocupaciones  reinantes  lo  consideraban  todavía 
deshonroso;  i  pidió  la  libertad  industrial,  cuando  un  siste- 


478  NOCIONES    DB   HISTOKIA    LITERARIA 

nía  absurdo  de  gremios  i  corporaciones  en  la  industria  ma- 
nufacturera, i  de  trabas  monstruosas  en  el  comercio  i  en  la 
agricultura,  impedían  el  desarrollo  de  la  riqueza  pública. 

Pero  estos  progresos  fueron  todavía  mas  sólidos  i  mas 
palpables  en  las  ciencias  exactas  i  naturales.  Después  deuna 
serie  de  descubrimientos  portentosos  en  astronomía,  La- 
Place  pudo  fijar  la  marcha  i  las  revoluciones  de  los  astros 
con  la  misma  seguridad  con  que  se  señala  l.i  marcha  de  un 
reloj,  i  dar  a  su  libro  inmortal  el  título  tan  verdadero  como 
hermoso  de  Mecúnicn  celeste.  La  tierra  fué  casi  enteramen- 
te reconocida  por  numerosas  espediciones  científicas,  ingle- 
sas i  francesas  en  su  mayor  parte,  i  lo  que  es  mas,  estudia- 
da prolijamente  su  verdadera  forma,  i  medido  su  tamaño. 
La  física,  en  manos  de  observadores  de  una  alta  intelijen- 
cia,  entre  otras  muchas  cosas,  descubrió  en  la  naturaleza 
fuerzas  desconocidas,  el  vapor  i  la  electricidad,  cuyo  poder 
aun  no  han  acabado  de  aplicar  las  nuevas  jeneraciones.  La 
química  que  por  falta  de  buenos  métodos  no  habia  hecho 
mas  que  oi)servar  fenómenos  aislados  sin  deducir  leyes  je- 
nerales,  fué  elevada  al  rango  de  verdadera  ciencia  por  el  jé- 
nio  vigoroso  de  Lavoisier.  La  historia  natural,  la  zoolojía, 
la  botánica  i  la  jeolojía,  alcanzaron  su  verdadero  desarro- 
llo por  el  trabajo  incesante  de  una  falanje  tle  sabios,  a  cuya 
cabeza  están  colocados  Huffon,  Linneo  i  Cuvier. 

Buffuii  es,  ademas,  uno  de  los  mas  grandes  escritores  de 
la  Francia.  Nacido  en  1707,  Jorje  Luis  Lcclerc,  conde  de 
Buffon,  pasó  casi  su  vida  entera  consagrado  al  estudio 
de  la  historia  natural,  aprovechando  para  esto  el  puesto 
de  director  del  jardin  del  rei,  «ahora  jardín  de  plantas,  de 
Paris.  Ayudado  por  algunos  colabora<lorcs  mas  prolijos 
que  él,  Buffon  confiaba  a  é.-^tos  las  clasificaciones  científi- 
cas, la  descripción  técnica  de  los  animales,  i  él  trataba  las 
consideraciones  jer^erales,  los  grandes  cuadros  de  la  natu- 
raleza, lascostiunbres  de  loscuadrúpedos  i  de  las  aves,  todo 
a(|uelIo  en  fin,  en  que  podia  dar  libre  vuelo  a  su  prodijioso 
talento  de  escritor.  Su  obra  colosal  fué  recibida  en  todas 
partes  con  aplausos  entusiastas:  dos  academias  le  llamaron 


LITBRATI^RA    FKANCBSA  479 


a  SU  seno:  se  le  elevó  una  estatua  en  el  museo  de  historia 
natural,  que  tanto  liabia  enriquecido;  i  su  muerte  ocurrida 
en  1788,  fué  considerada  una  calamidad  para  las  ciencias  i 
para  las  letras.  Buffon  puede  considerarse  el  primer  histo- 
riador de  nuestro  planeta,  cuyas  trasformaciones  ha  des- 
crito con  rara  sagacidad  en  una  época  en  que  la  jeolojía  no 
habia  sido  creada;  i  el  gran  pintor  del  hombre  i  de  los  ani- 
males. La  ciencia  moderna  ha  encontrado  muchos  errores 
de  detalle  i  muchos  vacíos  en  su  obra;  pero  sus  contempo- 
ráneos i  la  posteridad  están  de  acuerdo  en  considerarlo  un 
escritor  de  primer  orden.  La  elevación  de  las  ideas,  la  pom- 
pa i  majestad  (le  lasimájenes,  la  noble  gravedad  de  la  espre- 
sion,la  armonía  constante  delestilo  son  sólo  algunas  de  las 
dotes  literarias  de  este  admirable  pintor  de  la  naturaleza. 
Deben  también  tomarse  en  cuenta  las  tendencias  filosóficas 
i  humanitarias  de  sus  escritos;  que  lo  han  hecho  llamar^ 
tanto  por  ellas  conio  por  la  jeneralidad  de  las  materias  que 
trata,  el  Plinio  moderno.  Bastaria  citar  en  apoyo  de  esta 
opinión  la  brillante  pajina  en  que  ha  condenado  la  esclavi- 
tud de  la  raza  negra. 

30.— La  poesía,  hemos  dicho  ya,  tuvo  en  el  siglo  XVIII 
una  importancia  secundaria.  En  efecto,  en  el  movimiento 
jeneral,  la  prosa  atrae  naturalmente  todas  las  miradas;  i 
los  poetas,  por  mas  que  entre  ellos  hubiera  algunos  do- 
tados de  mérito  notable,  ocupan  el  segundo  término.  La 
poesía,  a  pesar  de  todo,  i  aunque  muchas  veces  sus  for- 
mas sean  elegantes  i  correctas,  no  refleja  sino  raras  veces 
la  revolución  de  los  espíritus.  Entre  otros  jéneros,  se  cul. 
tivó  con  predilección  la  poesía  descriptiva,  lánguida  i  mo 
nótona  en  su  conjunto,  aunque  contiene  con  frecuencia  ver- 
daderas bellezas  de  detalle.  Otros  poetas  de  talento  fácil 
i  agradable  buscaron  asuntos  burlescos  para  componer 
poemas  de  formas  serias.  Esto  fué  lo  que  hizo  Juan  Bau- 
tista Gressct  (1709-1777j,  poeta  orijinal  i  lleno  de  gracia, 
que  cantó  las  aventuras  de  un  loro  en  el  poema  titulado 
Vertvcrt, 

La  trajediá  tuvo  también   muchos    apasionados,   pero 


480  NO0IONB8   I)B   HISTORIA   LITERARIA 

fuera  de  Voltaire,  de  cuyas  obras  dramáticas  hemos  habla- 
do mas  atrás,  el  teatro  trájico  francés  del  siglo  XVIII,  a 
pesar  de  (|ue  posee  muchas  obras,  no  puede  ofrecer  verdade- 
ros modelos.  En  la  comedia  no  faltaron  hombres  de  un 
verdadero  talento;  pero,  **se  puede  decir,  añade  un  crítico 
moderno,  M.  Etienne,  que  el  espejo  de  que  habla  Moliere,  i 
en  cual  reproducía  la  imájen  de  la  sociedad  estaba  roto,  i 
que  los  poetas  cómicos  del  siglo  XVIII  recojieron  los  pe- 
dazos para  tomar  algunas  imájenes  aisladas  del  mundo 
que  pasaba  delante  de  ellos.'*  Así  fué  como  Le-Sagc  se  apo- 
deró el  tipo  de  los  ajiotistas,  para  representarlo  en  una  co- 
media famosa. 

Uno  de  esos  autores  cómicos  supo,  sin  embargo,  reflejar 
en  sus  obras  ese  espíritu  de  crítica  que  dominaba  en  todas 
partes.  Pedro  Agustin  Carón  de  Beaumarchais  (1732- 
1799j,  relojero,  comerciante,  diplomático,  proveedor  de 
ejército,  hombre  de  acción  ])or  gusto,  que  escribia  para 
distraerse,  lanzó  al  teatro  la  burla  hf)stil  a  la  autoridad. 
El  Biirbcro  ele  Scvillíiy  i  sobre  todo  ¿7  matrimonio  de  Fi 
garó,  que  le  sirve  de  continuación,  era  la  crítica  amarga  de 
esos  hombres  que  ])ara  ocupar  una  brillante  ocupación  en 
el  mundo  **se  bandado  sólo  el  trabajo  de  nacer**.  La  ad- 
ministración de  justicia,  la  jerarquía  aristocrática,  el  clero, 
todo  sufría  en  esas  comedias  de  Beaumarchais  los  golpes 
acerados  de  una  censura  llena  de  sal  i  de  injenio.  A(|uellas^ 
obras  que  por  sí  solas  tienen  cierto  mérito,  alcanzaron  en 
su  época  una  boga  a  que  no  habría  aspirado  jamas  cómico 
algimo  en  el  mundo. 

Al  lado  (le  los  poetas  del  siglo  XVIII  es  menester  colo- 
car un  prosador  que  sembró  la  poesía  «i  manos  llenas  en 
todas  las  obras  que  salieron  de  su  pluma.  Beniardino  de 
Saint  rierre  (1737-1814),  habia  hecho  algunos  estudios 
científicos;  i  después  de  ciertos  viajes  en  las  colonias  fran- 
cesas como  injeniero  militar,  se  hizo  escritor.  Sus  Estudios 
de  Jn  jiniurulezH  dejan  o  un  lado  las  leyes  i  las  clasificacio- 
nes de  la  ciencia:  en  ellos  se  encuentran  los  errores  mas  in- 
concebibles en  física  i  en  historia  natural,   pero  se  hallan 


LITERATURA  FRANCESA  481 


también  allí  los  cuadros  encantadores  en  que  pinta  las  be- 
llezas de  la  creación,  la  poesía  i  la  gracia  de  los  detalles,  un 
estilo  sencillo  i  animado  i  el  sentimiento  de  admiración  por 
la  naturaleza.  Pero  su  obra  capital  es   Pablo  i  Virjinia, 
novela  pastoral  del  gusto  mas  puro,  concepción  nueva, 
completamente  orijinal,  **que  se  admira  con  el  corazón  i  se 
aplaude  llorando**.  En  el  seno  de  una  naturaleza  rica  e 
imponente,  la  isla  de  Francia,  se  desarrolla  esa  sencilla  i 
feliz  creación  en  que  se  descubren  los  sentimientos  delicados 
delidilio  junto  con  el  dolor  de  la  elejía  mas  tierna  i  desga- 
rradora.  Ese  libro,  publicado  la  víspera  de  la  revolución 
de  1789,  produjo  una  impresión  inmensa  en  los  mismos  es- 
píritus que  comenzaban  a  sentirse  ajitados  por  las  pasiones 
mas  violentas  i  ardorosas.  La  descripción  de  la  naturaleza 
tropical  es  admirada  todavía  como  el  título  principal  del 
escritor  artista  que,  según  la  espresion  de  la  crítica  mo- 
derna, sabia  pintar  con  la  pluma. 

31. — La  verdadera  literatura  de  la  revolución  está  en  la 
tribuna.  A  la  elocuencia  de  los  grandes  oradores  de  esa 
época  podría  reprochársele  talvez  el  defecto  de  ser  dema- 
siado literaria.  Las  teorías  de  Montesquieu  i  de  Rousseau 
encontraron  entonces  en  las  asambleas  revolucionarias  ar- 
dientes sostenedores,  entre  los  cuales  dominan  Mirabeau 
con  toda  la  superioridad  del  jenio,  i  Vergniaud  por  la  tran- 
quilidad de  espíritu  i  la  pureza  del  lenguaje,  cualquiera  que 
sea  la  exaltación  de  Ja  pasión  que  lo  anima.  Es  menester 
buscar  en  la  historia  de  esas  asambleas  la  elocuencia  de 
esos  oradores,  que  sacaban  de  la  lucha  i  de  !a  contradic- 
ción la  mejor  parte  de  su  poder.  Sus  discursos,  considera- 
dos aisladamente,  pierden  mucho  de  ^u  valor.  Porel  efecto 
local,  ellos  han  igualado  i  a  veces  sobrepujado  a  los  ora- 
dores de  la  antigüedad;  pero  no  siempre  tuvieron  el  arte  de 
.  fijar  en  el  estilo  toda  la  pasión  que  los  ajitaba.  Para  apre- 
ciar debidamente  sus  talentos  oratorios,  es  menester  estu- 
diarlos en  la  historia  misma,  frente  a  frente  de  las  circuns- 
tancias que  los  hacian  hablar  i  obrar. 

Durante  todo  el  siglo  XVIII,  la  literatura  forma  una 

TOMO    IV  31 


482  KOCIONBS   DB  HISTORIA   UTSEARIA 

gran  corriente  que  arrastra  los  espíritus  a  las  innovacio* 
nes  políticas.  Llegada  la  época  de  la  revolución,  parece  re- 
concentrarse en  el  recinto  de  esas  asambleas;  pero  con  es- 
cepcion  de  los  tres  o  cuatro  años  mas  tempestuosos,  el  do- 
minio de  la  literatura  no  queda  enteramente  estéril.  Las 
letras  buscaron  un  asilo  lejos  de  las  borrascas  revolucio- 
narias, i  volvieron  a  brillar  de  nuevo  en  el  teatro,  en  el 
campo  de  la  poesía,  en  la  crítica  razonada  i  en  la  propaga- 
ción de  las  ciencias;  pero  en  jeneral,  respetaron  las  tradicio- 
nes del  pasado,  de  manera  que  la  literatura  carecía  de  un 
sello  de  verdadera  orijinalidad,  i  parecia  no  haber  recibido 
el  movimiento  que  la  revolución  había  impreso  a  todos  los 
elementos  sociales. 

La  política  de  Napoleón  durante  el  consulado  i  el  impe- 
rio, aunque  muí  favorable  a  las  ciencias  i  a  todas  las  aplL 
caciones  prácticas  de  la  intelijencia,  fué  contraria  a  la  li- 
teratura propiamente  dicha.  El  despotismo  imperial  no 
admitía  las  especulaciones  del  jenio,de  manera  que,  a  pesar 
de  los  halagos  i  de  las  promesas  del  poder,  casi  todos  los 
escritores,  í  en  particular  los  de  verdadero  talento;  le  fue- 
ron decididamente  hostiles.  La  literatura  del  imperio  no 
fué  mas  que  el  ensayo  de  un  arte,  de  un  pasatiempo  inte- 
lectual, sin  acción  i  sin  poder  en  la  sociedad.  Esta  época  no 
debia  ser  estéril  en  literatura;  pero  el  movimiento  literario 
estaba,  por  decirlo  así,  fuera  del  imperio,  i  vivía  en  el  es- 
tranjero  o  en  el  destierro. 

32.— En  efecto,  lejos  de  la  Francia  vivían  los  escritores 
que  debían  imprimir  a  la  literatura  un  carácter  de  verda- 
dera orijinalidad,  Chateaubriand  i  Madama  de  Stael.  El 
primero  1768- 1848  ,  poeta  en  prosa,  cultivó  a  la  vez  mu- 
chos jéneros  sin  ser  en  ninguno  de  ellos  vigorosamente  su- 
perior i  orijinal;  pero  por  su  talento  descriptivo,  por  su 
estilo  lleno  de  colorido  i  por  sus  tendencias  políticas  i  so 
ciales,  ejerció  una  grande  influencia  sobre  su  siglo.  Chateau-. 
brinnd,  aprovechando  el  cansancio  jeneral  que  la  revolu- 
ción había  producido,  el  horror  que  inspiraba  la  sangre 
vertida  en  el  cadalso  i  en  los  campos  de  batalla,  i  el  vacío 


LITBRATUKA    FRANCESA  483 

que  dejaba  en  los  espíritus  la  supresión  del  sentimiento  re- 
lijioso,  contrajo  sus  fuerzas  a  combatir  el  escepticismo  del 
siglo  XVIII;  i  sus  numerosos  libros,  fruto  todos  ellos  de  un 
verdadero  talento,  ejercieron  una  influencia  poderosa  sobre 
los  corazones,  que  ya  estaban  preparados  para  dejarse  do- 
minar. 

Madama  de  Stael  (1766-1817),  dotada  de  un  talento 
notable  para  la  observación  moral  i  de  un  arte  lleno  de 
elocuencia,  contrajo  sus  fuerzas,  no  a  combatir  las  tenden- 
cias liberales  sino  a  dirijirlas  en  un  sentido  razonable.  Cul- 
tivó la  novela  con  verdadero  gusto,  estudió  las  pasiones 
-con  elevación  filosófica,  desarrolló  la  lei  del  progreso  en  el 
"estudio  de  las  literaturas,  i  enseñó  a  los  franceses  que  en 
las  naciones  del  norte,  en  Alemania  sobre  todo,  había  un 
verdadero  jenio  literario. 

Esos  dos  grandes  escritores  imprimieron  un  impulso  vi- 
goroso a  la  literatura,  apartando  los  espíritus  de  los  sen- 
deros trillados.  El  primero  enseñó  a  los  poetas;  la  segunda 
a  los  prosadores.  Los  filósofos,  los  historiadores,  los  poe- 
tas i  los  naturalistas  fueron  a  buscar  en  el  mundo  moral 
un  campo  de  estudio  i  de  meditación.  La  literatura  buscó 
en  los  siglos  pasados  un  campo  de  inspiración;  i  los  estu- 
dios históricos  renacieron  con  un  ardor  inconcebible  i  con 
un  espíritu  de  crítica  juiciosa  casi  desconocido. 

En  breve  se  manifestaron  entre  los  jóvenes,  i  bajo  la  di- 
rección de  un  jefe  poderoso  por  el  talento,  Víctor  Hugo, 
nuevas  tendencias  literarias.  Desde  el  renacimiento,  i  so- 
bre todo  desde  el  siglo  XVII,  las  obras  maestras  de  las  li- 
teraturas antiguas  eran  la  única  regla  del  gusto.  En  los 
escritos  de  Madama  de  Stael  se  descubre  ya  una  tendencia 
en  busca  de  otro  ideal,  o  a  lo  menos  se  manifiesta  que  las 
literaturas  del  norte  habian  alcanzado  a  la  belleza  con 
otrcis  modelos  que  los  que  nos  han  legado  las  literaturas 
clásicas.  Pero  la  revolución  no  fué  llevada  a  cabo  sino 
mas  adelante.  De  repente,  muchos  escritores  de  un  talento 
incontestable,  protestaron  contra  aquella  regla  inflexible  i 
absoluta  que  condenaba  para  siempre  el  jenio  a  moverse 


484  NOCIONES    DE    hlSTOklA    UTERAKlA 

en  un  círculo  mui  estrecho,  i  oponía  al  progreso  una  barre- 
ra casi  insubsanable.  Esta  revolución  iniciada  en  1822,  re- 
cibió el  nonibre  de  romanticismo,  denominación  vaga  para 
ideas  mal  definidas.  En  1827,  Víctor  Hugo  lanzó  el  mani- 
fiesto del  partido  en  el  prefacio  de  uno  de  sus  dramas,  ti- 
tulado CromweIL  Ese  manifiesto  era  la  declaración  de 
guerra  contra  todas  las  reglas  convencionales  del  arte:  la 
nueva  escuela  no  buscaba  preceptos  definidos  ni  modelos 
irreprochables;  quería  sólo  que  las  reglas  naciesen  de  la 
naturaleza  i  como  las  condiciones  de  existencia  de  cada 
asunto. 

La  es(*uela  romántica  tuvo  sectarios  ardorosos  en  Fran- 
cia. Las  literaturas  alemana  e  inglesa,  que  también  habian 
tenido  sus  románticos, en  el  sentido  que  se  dio  a  esta  espre. 
sion,  ejercieron  una  vigorosa  influencia.  Pero  el  romanti- 
cismo francés  se  dejó  llevar,  en  el  teatro  sobre  todo,  a  las 
mayores  estravagaiicias.  Las  pasiones  mas  fuertes  i  desor- 
denadas, los  contrastes  mas  violentos,  los  caracteres  mas 
exajerados,  fueron  exhibidos  en  la  escena.  La  lucha  entre 
la  escuela  clásica  que  reconocía  por  jefe  a  Boileau,  i  la  ro- 
mántica o  moderna,  fué  tenaz  i  encarnizada,  pero  no  duró 
largo  tiempo.  **En  resumen,  decia  el  mismo  Víctor  Hugo 
algunos  años  mas  tarde  en  el  prefacio  de  otro  drama,  el  ro- 
manticismo a  pesar  de  sus  exajeraciones,  prestó  al  arte  el 
eminente  servicio  de  acabar  por  el  ridículo  con  toda  regla 
arbitraria.  Hoi  dia,  esas  miserables  palabras  de  clásico  i  de 
romántico  que  sirvieron  durante  la  lucha,  no  son  mas  que 
un  recuerdo:  **el  arte  sólo  ha  quedado*'.  En  efecto,  la  litera- 
tura ha  buscado  un  camino  mas  seguro  en  el  realismo,  imi- 
tación de  la  vida  real,  sin  las  exajeraciones  del  romanticis- 
mo, sin  la  frialdad  pálida  de  la  imitación  clásica. 

Durante  esta  lucha  i  después  de  ella,  casi  todos  los  jéne- 
ros  en  verso  i  prosa  han  sido  honrosamente  representados 
en  Francia  en  el  siglo  XIX,  i  algunos  de  ellos  con  gran  bri- 
llo. Es  verdad  que  la  poesía  épica  se  puede  considerar  casi 
muerta;  pero  en  cambio  han  nacido  o  se  han  desarrollado 
otros  jéneros  que  la  reemplazan.   Como  no  entra  en  el  cua- 


LITERATURA    FRANCESA  485 

dro  reducido  que  nos  hemos  trazado  el  analizar  la  litera- 
tura de  nuestro  siglo,  lo  que  nos  Uevaria  demasiado  lejos» 
nos  vemos  obligados  a  indicar  sólo  algunos  nombres  délos 
escritores  que  han  adquirido  mayor  fama. 

La  poesía  lírica  ha  encontrado  sentimientos  tiernos  i 
apasionados,  a  la  vez  que  acentos  armoniosos  i  casi  podría 
decirse  sublimes,  si  bien  ha  sufrido  muchas  veces  la  influen- 
cia estranjera.  Sus  mas  distinguidos  representantes  han 
sido  Alfonso  de  Lamartine  (1790  1869),  Víctor  Hugo 
(1802).  Alfredo  de  Musset  (1810-1857),  Alfredo  de  Vijrny 
Í1799  1863)i  Augusto  Brizeux  (1806  1858).  La  sátira,  cul- 
tivada con  rara  felicidiad  por  Enrique  Ausjusto  Barbier 
(1805),  ha  encontrado  en  la  canción  el  medio  de  espresion 
míis  popular,  en  que,  bajo  las  formas  de  una  burla  cómica 
i  alegre,  se  encierran  pensamientos  elevados  i  conmovedo- 
res. Juan  Pedro  Beránger  (1780-1 857) es  con  mucho  el  mas 
famoso  de  todos  los  poetas  que  la  han  usado  como  melio 
de  censura  de  los  gobiernos,  de  las  costumbresi  de  las  preo- 
cupaciones. 

El  teatro  no  ha  producido  trajedias  que  posean  la  gran- 
diosidad que  Corneille  i  Racine  supieron  darles,  ni  comedias 
comparables  aun  a  los  cuadros  secundarios  de  Moliere; 
pero  en  su  lugar  ha  nacido  el  drama,  ese  jénero  misto  que 
reúne  en  sí  aquellas  dos  especies.  Con  inclinaciones  i  con 
gusto  diferentes,  se  han  ilustrado  en  este  arte  Víctor  Hugo, 
Alejandro  Dumas  (1803-1870),  Casimiro  Delavigne  (1793- 
1843)  i  Eujenio  Scribe  (1791-1861). 

Pero  si  en  la  poesía  es  preciso  reconocer  que  el  jenio  fran- 
cés no  ha  desplegado  en  el  siglo  XIX  una  superioridad  in- 
contestable sobre  los  otros  siglos,  en  la  prosa,  i  sobre  todo 
en  los  jéneros  que  mas  necesitan  del  raciocinio  i  del  estudio, 
su  literatura  dejará  huellas  indelebles  en  la  historia  de  los 
progresos  del  espíritu  humano. 

Jamas  la  historia  ha  sido  mas  jeneralmente  cultivada  en 
Francia,  ni  con  mas  ardor,  ni  comprendida  con  mas  inteli- 
jencia,  ni  escrita  con  mas  interés.  La  historia  no  es  ya, 
como  lo  fué  or  liuariamente  en  otros  siglos,  la  narración  de 


486  KOCIOXBS  DB   HI8TOKIA  UTSKABIA 

los  hechos,  Mseados  con  frecaeiicia  no  sólo  en  su  espíritu* 
sino  materialnmte,  ni  tampoco  ana  reprodnccioa  mas  o 
menos  servil  de  los  Historiadores  anteriores.  Se  distingue 
por  nna  crítica  ilustrada,  compulsa  los  hechos  en  las  me- 
morias, en  las  crónicas,  en  los  documentos,  en  las  medallas 
en  los  monumentos,  en  las  ruinas,  en  £n.  en  todo  lo  que  nos 
queda  de  las  edades  pasadas,  i  ha  llegado  «  ser  no  sólo  ve- 
rídicas sino  también  literaria.  Las  instítuciones»  los  pro- 
gresos políticos,  la  lejislacion,  las  costumbres,  las  ideas,  los 
trajes,  las  ciencias,  las  artes,  las  letras,  todo  entra  en  d 
dominio  de  la  historia,  de  tal  modo  que  el  cuadro  de  los 
siglos  pasados  es  ahora  tan  completo  como  instructivo  e 
interesante.  En  este  movimiento  en  que  han  tomado  parte 
casi  todas  las  naciones  modernas,  la  Francia  ocupa  el  pri> 
mer  lugar;  i  entre  los  numerosos  escritores  que  le  han  im- 
preso un  vigoroso  impulso,  descuellan  Francisco  Gnizot 
1 1 787-1874,. \gustin  Thierry  1795-1844  ,  Sismondi  1773- 
1842,  Julio  Michelet  ;  1798— 1873,  Guillermo  Barante 
(1782-186S  ,  Augusto  Mignet  1796  i  .\doIib  Thiers  1^197  . 

La  jeografía.  que  ha  sido  llamada  con  mucha  oportuni- 
dad uno  de  los  ojos  de  ta  historia,  esciende  también  sus 
dominios  como  consecuencia  de  numerosos  viajes  en  que 
se  estudian  no  sólo  la  naturaleza  de  los  países  leíanos,  si- 
no también  sus  monumentos,  sus  antigüedades  i  su  his- 
toria. 

La  crítica  literaria  ocupa  un  puesto  mui  elevado  en  l->s 
trabajos  modernos.  Se  distingue  por  el  iuienio,  por  !a  cien- 
cia i  sobre  todo  por  las  formas  cuidadas  i  cultas  que  se  le 
han  dado.  Juzga  ieneralmente  con  imparcialidad  i  con  ta- 
lento; colocándose  bajo  el  punto  de  vista  del  autor,  toman- 
do en  consideración  el  tiempo  en  que  vivió  i  apreciando  siis 
obras  en  conjunto,  antes  de  analizar  minuciosamente  I*:* 
detalles.  Abel  Francisco  Villemain  179<j  1S70  ,  Gasiaro 
Planche  1  S0>-1  S5S  .  .\^jstin  Sainre-Beuve  1S«-H-1S^V  , 
sjn  "os  n:.is  a!t?s  representantes  de  ia  crítica  siooema. 
ene  cuenta  c?n  tantos  escritores  famosos  a  su  serrxrtc- 

La  ncTe'.a  tiene  también  en  el  sisrlo  XIX   un   la^ratr   ntni 


LITERATURA  FRANCESA  487 


importante.  Ha  querido  sobre  todo^ reflejar  las  costumbres 
contemporáneas,  estudiar  la  vida  íntima,  propagar  las  re- 
formas sociales  i  popularizar  principios  abstractos.  Pero 
en  el  torbellino  de  novelistas  de  nuestra  época,  ¿cuántos 
conseguirán  legar  su  nombre  a  la  posteridad? 

Las  ciencias  morales  i  políticas,  así  como  los  grandes  es- 
tudios de'erudicion  en  filolojía  i  antigüedades  históricas  i 
literarias,  ocupan  un  lugar  mui  importante  entre  los  tra- 
bajos del  siglo  XIX;  pero  su  análisis  no  entra,  por  mas  de 
un  motivo,  en  el  reducido  cuadro  de  la  historia  literaria  que 
nos  hemos  trazado.  Antes  de  terminar  esta  reseña,  debe- 
mos, sin  embargo,  indicar  como  una  de  las  faces  del  movi- 
miento literario  de  la  época  contemporánea  en  Francia,  la 
vulgarización  de  las  ciencias  exactas  i  naturales  por  medio 
de  obras  escritas  con  gran  claridad,  con  una  elegancia  sos- 
tenida i  con  un  notable  arte  literario. 


CAPITULO  V. 

Literatura  portan^nesa. 

1.   Poesía  portuguesa  en  el  siglo  XVI. — 2.   Camoens.— 3.   Los 
prosadores;  Juan  de  Barros.— 4.   Conclusión. 

1.— La  literatura  portuguesa  es  la  menos  rica  de  las  que 
poseen  las  naciones  occidentales  de  Europa.  Cuenta,  es 
verdad,  un  crecido  número  de  escritores,  pero  sólo  algunos 
de  ellos  han  dejado  obras  maestras,  i  mui  pocos  son  los  que 
han  ejercido  influencia  sobre  las  otras  literaturas  o  que  a 
lo  menos  han  alcanzado  que  sus  obras  sean  conocidas  fue- 
ra de  los  límites  del  Portugal.  Por  otra  parte,  la  semejanza 
de  la  lengua  portuguesa  con  la  lengua  castellana,  ha  hecho 
que  se  considere  muchas  veces  a  aquella  literatura  como 
una  simple  derivación  de  la  literatura  española.  Muchos 
escritores  portugueses  que  escribian  indiferentemente  en  las 
dos  lenguas,  han  contribuido  a  dar  consistencia  a  esta 
opinión. 

La  verdadera  edad  de  oro  de  la  literatura  portuguesa  es 
el  siglo  XVI,  i  comienza  en  el  reinado  de;  don  Manuel.  El 
jenio  nacional  exaltado  con  la  gloria  de  las  navegaciones 
lejanas  i  de  las  conquistas  en  la  India,  ostenta  todo  su  vi- 
gor en  la  poesía  i  en  la  prosa.  Las  primeras  producciones 
fueron,  sin  embargo,  pastorales  llenas  de  sentimiento  i  de 
animación,  en  c(ue  los  personajes,  pastores  i  pescadores, 


490  NOCIONES   DE   HISTORIA   UTERAKIA 

cuentan  sus  aventuras  con  notable  naturalidad.  Bernardi- 
no  Ril^eiro,  jentil  hombre  de  la  Cámara  del  re¡,  pasa  por  el 
iniciador  de  este  jénero  en  Portugal,  i  ha  dejado,  junto  con 
una  novela  en  prosa,  algunas  églogas  en  que  se  complace 
en  describir  sin  cesar  la  lenta  desesperación  de  un  amor  des- 
graciado. Muchos  otros  poetas  cultivaron  después  de  él 
este  mismo  jénero  de  poesía  con  grande  aplauso  de  sus  con- 
temporáneos. 

Luego  nacieron  otros  jéneros,  la  oda  heroica,  el  cántico 
místico  i  la  elejía.  Francisco  Saa  de  Miranda  (1493-1558  s 
caballero  de  alta  alcurnia  i  de  grande  erudición,  que  escri- 
bia  con  la  misma  facilidad  el  portugués  que  el  castellano, 
estimuló  a  los  poetas  al  estudio  de  la  antigüedad  clásica, 
enriíjueció  considerablemente  la  lengua  con  nuevos  metros 
i  nuevos  jiros  e  imitó  algunas  comedias  de  Planto  i  de  Te- 
rencio.  Antonio  Ferreira  (1528-1569)  pasó  por  el  lejislador 
del  parnaso  lusitano  i  es  denominado  el  Horacio  portu- 
gués. Entre  otras  muchas  obras,  en  que  se  notan  nuevas 
formas  introducidas  en  el  lenguaje,  es  autor  de  una  pieza 
dramática,  Inés  de  Castro,  que  es  considerada  una  de  las 
mas  antiguas  trajedias  regulares  de  los  tiempos  modernos. 
Esta  obra  ha  tenido  el  honor  de  ser  traducida  dos  veces  al 
francés.  Por  lo  demás,  el  teatro  tuvo  en  Portugal  el  mismo 
oríjen  que  en  España,  i  sus  primeros  ensayos  se  confunden 
con  frecuencia.  Bastaria  citar  el  nombre  del  portugués  Jil 
Vicente,  que  fué,  como  hemos  visto  en  otra  parte,  uno  de 
los  creadores  del  teatro  español. 

2. — Pero,  al  lado  de  estas  obras,  i  desde  mediados  del  si- 
glo XVI,  la  musa  portuguesa  comenzó  a  inspirarse  en  el 
renombre  de  las  grandes  hazañas  de  la  época.  Las  memo- 
rables espediciones  a  la  India,  las  victorias  i  las  conquistas 
alcanzadas  en  África  i  en  el  oriente,  fueron  el  objeto  de  nu- 
merosas epopeyas  en  que  el  patriotismo  mas  ardiente  i  mu- 
chas veces  una  rica  imajinacion  produjeron  cantos  dignos 
del  poema  épico  en  toda  su  grandeza  i  magnificencia.  To- 
das esas  obras,  sin  embargo,  son  pálidas  al  lado  de  la  epo- 


LITERATURA  PORTUGUESA  491 

peya  inmortal  de  Camoens,  que  basta  para  dar  lustre  a  la 
poesía  portuguesa. 

Luis  de  Camoens,  vastago  de  una  familia  ilustre  pero 
pobre,  nació  en  Lisboa  en  1524.  En  la  célebre  universidad 
de  Coimbra  hizo  sus  estudios  i  se  aficionó  particularmente 
a  la  historia  i  a  la  mitolojía.  El  resto  de  su  vida  fué  un  te- 
jido constante  de  aventuras  i  de  miserias  que  sus  biógrafos 
no  han  podido  conocer  perfectamente.  Habiendo  contraido 
una  pasión  violenta  por  una  dama  principal  de  la  corte, 
sacrificó  a  ella  su  porvenir  i  se  hizo  poeta  para  cantar  sus 
amores.  Para  mejorar  su  fortuna,  o  talvez  para  olvidar 
esa  pasión,  se  enroló  como  voluntario  en  una  espedicion 
que  partia  para  Marruecos.  En  el  sitio  de  Ceuta  perdió  un 
ojo  de  un  balazo;  i  cuando  creia  que  su  heroismo  le  merece- 
ria  alguna  recompensa,  se  vio  olvidado,  i  se  lanzó  en  busea 
de  nuevas  aventuras  en  tas  Indias.  Camoens  desplegó  en 
todas  partes  un  valor  indomable  i  aa  talento  superior;  pe- 
ro sus  servicios  no  fueron  mejor  atendidos.  Al  fin^  lanzó 
•una  sátira  violenta  contra  la  administración  de  las  colo- 
nias portuguesas;  i  entonces  se  le  mandó  a  Macao  con  un 
destino,  pero  en  realidad  para  alejarlo  de  la  India.  Nuevas 
desgracias  le  esperaban  todavía:  acusósele  de  malversación 
de  los  fondos  confiados  a  su  cuidado;  i  sólo  después  de  un 
largo  proceso  pudo  probar  su  honradez.  Camoens  volvió  al 
fin  a  Lisboa,  i  allí  publico  el  poema  que  lo  ha  hecho  inmor- 
tal (1572).  Esta  obra  no  mejoró,  sin  embargo,  su  situa- 
ción; i  siete  años  después  el  gran  poeta  moria  oscuramente 
en  un  hospital.  Este  hombre  ilustre,  al  cual  se  elevaron  mo- 
numentos después  de  su  muerte,  porque  habia  compuesto 
una  obra  imperecedera,  vivió  durante  los  últimos  años  con 
el  producto  de  las  limosnas  que  un  negro  esclavo,  que  ha- 
bia llevado  de  la  India,  recojia  de  noche  en  las  calles  de 
Lisboa. 

Tres  piezas  teatrales,  numerosos  sonetos,  églogas,  odas 
i  sátiras  han  llegado  hasta  nosotros  con  el  nombre  de  Ca- 
moens, pero  esas  obras,  que  indudablemente  tienen  cierto 


492  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 


mérito,  no  son  las  que  le  han  conquistado  el  gran  renom- 
bre de  poeta.  Su  obra  está  basada  en  el  poema  titulado 
Los  Lusiadas,  o  descendientes  de  Luso,  hermano  de  Baco, 
que  según  una  tradición  fabulosa,  se  estableció  en  la  rejion 
occidental  de  la  península  ibérica,  i  le  dio  el  nombre  de  Lu- 
sitania  con  que  en  otro  tiempo  fué  conocido  el  Portugal. 

El  asunto  de  ese  poema  es  el  descubrimiento  de  la  India 
por  Vasco  de  Gama;  pero  cantando  esta  espedicion  memo- 
rable, Camoens  ha  introducido  en  su  obra  los  cuadros  mas 
brillantes,  los  recuerdos  mas  populares  de  toda  la  historia 
nacional.  El  poema  se  abre  por  la  pintura  de  la  escuadra 
portuguesa  que  navega  en  las  c  )stas  orientales  del  África. 
Los  dioses  se  reúnen  en  el  Olimpo,  porque  saben  que  del 
éxito  de  esta  empresa  depende  la  suerte  del  mundo  oriental. 
Júpiter  declara  que  los  portugueses  lograrán  su  intento,  i 
que  los  decretos  del  destino  les  prometen  un  nuevo  imperio. 
Baco  combate  la  resolución  del  rei  de  los  dioses;  pero  Venus 
i  Marta  se  declaran  en  favor  de  los  lusitanos,  i  envían  a* 
Mercurio  a  la  tierra  para  que  les  sirva  de  guía,  i  los  lleve  a 
Mozambique.  Baco,  bajo  las  apariencias  de  un  viejo,  suble- 
va el  fanatismo  relijioso  de  los  musulmanes  que  habitan 
aquella  rejion.  Allí  se  empeña  una  batalla;  pero  los  infieles 
son  derrotados,  i  la  escuadra  victoriosa  continúa  su  mar- 
cha bajo  la  dirección  de  un  piloto  moro,  el  cual  aconseja  a 
los  portugueses  que  se  dirijan  a  Quiloa.  Todo  estaba  pre- 
parado para  su  ruina  en  aquel  lugar;  pero  la  protección  de 
Venus  los  salva  de  todos  los  peligros.  Al  fin  llegan  a  Melin- 
de,  donde  son  recibidos  por  el  rei  del  pais  con  una  obsequio- 
sa hospitalidad.  La  admiración  que  nace  en  el  pecho  del 
jefe  árabe,  prepara  al  lector  para  un  episodio  que  ocupa  la 
mayor  parte  del  poema,  i  en  que  se  encuentran  los  pasajes 
mas  acabados  i  grandiosos. 

Gama  cuenta  al  rei  la  historia  del  Portugal,  las  hazañas 
de  sus  hijos  en  las  guerras  contra  los  árabes  dominadores 
de  la  península  ibérica,  sus  conquistas  en  África,  sus  espedi- 
ciones  lejanas,  i  por  último  su  viaje  a  la  India.  En  esta  re- 
lación, sembrada,  como  debe  suponerse,  de  episodio  ssubal- 


LÍTBU ATURA    POKTUGUMSA  41\] 


temos,  Camoens  se  ha  alzado  a  la  altura  de  los  mas  gran- 
des poetas  épicos.  La  figura  de  Gama  dasaparece,  es  ver- 
dad; pero  en  su  lugar  se  levantan  otras  no  menos  grandio- 
sas e  interesantes.  Dos  de  esos  pasajes  son  especialmente 
celebrados:  la  muerte  de  Inés  de  Castro,  esposa  del  infante 
don  Pedro,  mandada  asesinar  por  el  rei  don  Alfonso,  padre 
del  príncipe;  i  la  aparición  del  jigante  Adamastor,  personi- 
ficación del  cabo  de  las  Tormentas  o  de  Buena  Esperanza, 
que  trata  en  vano  de  impedir  a  los  portugueses  el  paso  para 
los  mares  de  la  India. 

La  narración  de  esta  historia  impresiona  al  rei  de  Melin- 
de.  Lleno  de  admiración  por  ese  pueblo  valeroso,  da  a  Gama 
un  piloto  fiel  que  dirije  sus  naves  hacia  la  India.  Nuevos 
episodios  se  entrelazan  otra  vez  con  la  acción  principal. 
Acaece  una  tempestad  descrita  con  un  colorido  digno  de 
Virjilio;  los  portugueses  hacen  votos  a  Jesucristo  para  que 
los  libre  de  este  nuevo  peligro;  i  Venus  se  presenta  para 
tranquilizar  las  olas.  Al  fin,  los  navegantes  llegan  a  Cali- 
cut,  con  cuyo  rei  celebran  alianza  antes  de  volver  a  Europa 
a  anunciar  el  resultado  de  su  viaje.  Para  recompensar  el 
valor  de  estos  héroes,  Venus  los  atrae  a  una  isla  encantada, 
que  pueblan  bellísimas  ninfas,  representantes  de  todas  las 
nobles  virtudes.  En  la  cima  de  una  montaña,  en  un  palacio 
de  oro  i  de  cristal,  Tétis  le  anuncia  el  porvenir  glorioso  que 
está  deparado  al  Portugal.  Así,  bajo  la  forma  de  profecía, 
el  poeta  pasa  en  revista  las  hazañas  i  las  conquistas  poste- 
riores de  sus  compatriotas.  El  poema  ^  termina  con  la 
vuelta  de  los  portugueses  a  Lisboa. 

**No  se  puede  negar,  dice  Sismondi,  que  el  asunto  elejido 
por  Camoens  es  grande  i  verdaderamente  heroico.  Es  ver- 
dad que  en  la  epopeya  portuguesa,  el  héroe  es  un  pueblo  i 
nó  un  hombre;  pero  no  solamente  es  brillante  la  empresa 
sino  que  sus  resultados  tienen  también  una  importancia 
que  se  refleja  en  todo  el  plan  i  leda  el  interés  i  la  vida.  Es  el 
descubrimiento  del  paso  a  las  Indias,  la  comunicación  esta- 
blecida entre  los  paises  de  la  nueva  i  de  la  antigua  civiliza- 
ción, en  fin,  el  acrecentamiento  ilimitado  del  poder  europeo. 


491  X0CI05E8    DB   HISTORIA    LITKBABIA 

Hai  allí  un  contraste  verdaderamente  épico  entre  las  cos- 
tumbres del  oriente  i  las  del  occidente;  i  si  este  contraste  no 
aparece  siempre  con  bastante  fuerza,  suministra,  sin  embar- 
go, numerosas  bellezas  para  justificar  la  admiración.** 

Se  ha  criticado  con  frecuencia  a  Camoens  la  parte  mara- 
villosa de  su  poema  por  la  intervención  simultánea  del  cris- 
tianismo i  de  la  mitolojía  griega.  Aunque  este  defecto  sea 
basta  cierto  punto  justificable  atendida  la  época  en  que  es- 
cribió el  poeta,  i  tomando  ^n  cuenta  que  las  divinidades  pa- 
ganas son  para  él  personificaciones  alegóricas  mas  bien  que 
seres  reales,  es  evidente,  con  todo,  que  habría  sido  mas  inte- 
resante poner  en  escena  las  divinidades  de  la  India  comba- 
tiendo resueltamente  a  los  portugueses,  i  dejándose  al  fin 
vencer  por  ellos. 

Pero  si  el  poema  de  Camoens  adolece  de  este  defecto,  si 
en  realidad  no  hai  én  él  una  verdadera  unidad  de  acción,  la 
grandiosidad  en  el  conjunto  i  la  esmerada  belleza  en  los  de- 
talles, indemnizan  de  sobra  esos  defectos.  Su  versificación, 
formada  por  estrofas  de  ocho  versos  endecasílabos,  se  adap- 
ta bien  a  todos  los  tonos,  i  es  alternativamente  graciosa, 
enérjica,  tierna  i  apasionada,  pero  siempre  noble  en  la  es- 
presion  i  oríjinal  en  las  ideas.  Su  patriotismo  lo  arrastra 
coíi  frecuencia  a  rasgos  de  un  grande  orgullo  nacional;  pero 
del>e  tomarse  en  cuenta  que  Camoens  escribia  en  un  tiempo 
en  que  los  portugueses  ejecutaban  hazañas  verdaderamente 
portentosas. 

3. — La  prosa  no  se  ostentó  con  menos  exuberancia  que 
la  poesía  durante  el  siglo  de  oro  de  la  literatura  portugue- 
sa. Numerosas  novelas  de  caballerías,  historias  prolijas  e 
interesantes,  animadas  relaciones  de  viajes,  fueron  las  obras 
que  mas  abun(|^ron  en  esa  época.  El  jenio  nacional,  excita- 
do por  tantas  glorias,  se  manifestó  en  la  prosa  con  cierto 
vanidoso  patriotismo,  es  verdad,  pero  también  con  un  ta- 
lento muchas  veces  superior. 

Durante  algún  tiempo  se  ha  creído  que  las  mas  famosas 
novelas  caballerescas  eran  de  oríjen  portugués,  tan  gran- 
de era  la  pasión  de  este  pueblo  por  ese  jénero  de  literatura; 


LITERATURA    PORTUGUBSA  495 

pero  después  se  ha  probado  que  muchas  de  las  obras  que 
parecían  oríjinales  son  simples  traducciones,  mas  o  menos 
modificadas.  Sin  embargo,  es  todavía  mui  considerable  el 
caudal  que  queda  como  propiedad  esclusiva  de  los  portu- 
gueses. 

En  ellas  se  ejercitó  un  célebre  escritor  que  se  ha  conquis- 
tado una  gran  fama  como  historiador.  Juan  de  Barros, 
nacido  en  Viceo  en  1496  i  muerto  en  157C,  fué  paje  en  la 
corte  del  rei  don  Manuel,  gobernador  de  los  establecimien- 
tos portugueses  de  Guinea  i  después  tesorero  jeneral  de  las 
colonias.  Dotado  de  una  vasta  erudición.  Barros  escribió 
en  su  juventud  una  novela  de  caballerías  titulada  Ciarí- 
mundo,  mas  notable  por  el  estilo  que  por  la  invención  i  el 
interés.  Mas  tarde,  aprovechándose  de  las  ventajas  que  le 
ofrecia  su  destino  para  consultar  los  documentos  oficiales, 
pasó  cerca  de  cuarenta  años  consagrado  al  estudio  de  la 
historia  nacional,  i  particularmente  al  de  las  conquistas  de 
los  portugueses  en  el  oriente.  Su  plan  era  sin  duda  mui  vas- 
to, pero  no  alcanzó  a  escribir  mas  que  una  parte  de  la  obra 
que  meditaba.  Sus  Décadas  de  Asia  son  la  historia  de  los 
descubrimientos  i  conquistas  de  los  portuguesesen  la  India, 
escrita  con  gran  exaltación  patriótica,  pero  con  un  espíritu 
de  rectitud  i  justicia  que  lo  lleva  hasta  ;*eferirlo  todo  con 
verdad,  i  a  condenar  lo  que  considera  malo,  aunque  se  tra- 
te de  Gama  o  de  cualquiera  de  los  prohombres  de  esas  cam- 
pañas. En  esa  historia  se  descubre  una  investigación  proli- 
ja de  los  hechos,  i  un  gran  cuidado  para  dar  a  conocer  la 
jeografía,  las  costumbres  e  instituciones  de  los  diversos 
pueblos,  así  como  el  carácter  moral  de  los  personajes.  Ba- 
rros es  denominado  por  sus  compatriotas  el  Tito  Livio 
portugués;  i  en  efecto,  ha  imitado  con  habilidad  al  historia- 
dor latino,  introduciendo  en  su  libro  las  arengas  i  los  retra- 
tos que  se  encuentran  en  los  escritores  antiguos.  Su  estilo, 
ademas,  es  elegante  i  puro,  i  contribuyó  a  fijar  la  lengua, 
de  la  cual  Barros  compuso  una  gramática,  que  hasta  ahora 
goza  de  crédito. 

Muchos  otros  historiadores  continuaron  la  obra  de  Ba- 


496  MOCIONES   DB   HISTORIA    LITERARIA 

rros,  o  escribieron  sobre  otros  sucesos.  Aquí  sólo  recorda- 
remos el  nombre  de  un  célebre  viajero,  Fernando  Méndez 
Pinto,  que  después  de  haber  recorrido  la  India,  la  Etiopía, 
la  Arabia  Feliz,  la  China,  la  Tartaria  i  la  maj'or  parte  del 
archipiélago  oriental,  de  haber  sido  tres  veces  pautivo  i 
vendido  veintisiete  como  esclavo,,  escribió  sus  aventuras 
con  una  naturalidad  i  con  una  orijinalidaddeespresion  que 
han  hecho  que  se  le  considere  clásico.  Las  esploraciones  re- 
cientes en  los  paises  que  visitó  Méndez  Pinto  han  probado 
que  no  eran  invenciones  de  un  espíritu  caballeresco  las  no- 
ticias que  durante  mucho  tiempo  despertaron  la  desconfian- 
za de  los  críticos. 

4. — Después  de  esta  época,  comienza  para  la  literatura 
portuguesa  una  era  de  visible  decadencia.  La  conquista  del 
reino  por  Felipe  II  de  España,  fué  la  señal  de  ese  decaimien- 
to, que  se  continuó  durante  cerca  de  dos  siglos,  a  pesar  de 
los  esfuerzos  de  algunos  talentos  privilejiados.  Las  ideas  de 
la  escuela  clásica  francesa  penetraron  allí  desde  principios 
del  siglo  XVIII;  pero  la  revolución  literaria  fué  tardía  e 
incompleta.  No  han  faltado,  es  verdad,  predicadores  nota- 
bles, poetas  de  cierta  distinción,  historiadores  prolijos  i 
aun  elegantes,  i  eruditos  ilustres;  pero  faltaron  esos  jenios 
que  imprimen  un  carácter  nuevo  a  las  literaturas  o  que  ha- 
cen sentir  una  vigorosa  influencia. 

Es  menester  llegar  al  siglo  XIX  para  encontrar  el  prin- 
cipio de  una  verdadera  revolución  literaria  en  el  Portugal. 
En  ella  han  tomado  parte  algunos  anticuarios  mui  eruditos 
i  varios  publicistas;  pero  no  es  éste  el  lugar  de  ocuparse  de 
sus  obras.  Debemos  sí  mencionar  a  Francisco  Manuel  del 
Nacimiento  (1734-1819)  que  después  de  haber  estudiado 
prolijamente  las  literaturas  estranjeras,  cultivó  la  poesía 
lírica  con  raro  talento,  tradujo  con  admirable  felicidad  las 
fábulas  de  La  Fontaine,  i  puso  en  verso  Los  Mártires  de 
Chateaubriand;  al  padre  José  Agustin  de  Macedo,  que  ha 
cultivado  con  buen  éxito  casi  todos  los  jéneros  de  poesía 
i  que  es  el  autor  de  un  poema  titulado  El  Oriente,  sobre  el 
mismo  asunto  de  Los  Lusiadas,  que  los  críticos  portugue- 


LITERATURA  PORTUGUESA  497 


ses  consideran  apasionadamente  como  la  primera  epopeya 
de  nuestro  siglo;  i  por  último,  Alejandro  Herculano  (1810) 
autor  de  varias  obras,  i  entre  otras  de  una  Historia  del 
Portí/ora/,  incompleta  todavía,  escrita  bajo  el  punto  de  vista 
filosófico  i  elevado  en  que  se  colocan  los  mas  eminentes 
inaestros  de  nuestra  época  en  el  arte  de  investigar  i  de  es- 
cribir la  historia. 


TOMO    IV 


32- 


CAPITULO  VI. 

Eilteratnra  In^^leifia. 

1.  Hl  renacimiento  en  Inglaterra.  -  2.  Prosadores;  More,  Burton 
i  Raleigh.-  3.  Bacon.-  4.  La  poe§¡a;  el  teatro.-  5.  Shakspea- 
re.— 6.  Milton.-7.  Butler  i  Dryden.— 8.  Hobbeai  Locke.-9. 
Poetas  del  siglo  XVIII;  Pope. — 10.  Young  i  Thompson. — 11. 
I. os  Et.sayistas;  Addison  i  Blair. — 12.  Los  novelistas;  Swift  i 
De  Foe— 13.  Otros  novelistas;  Richarson. -  14.  Los  historia- 
dores; Hume,  Robertson  i  Gibbon.  — 15.  Otros  prosadores. — 
16.  Siglo  XIX;  Walter  Scott  i  Bjron.— 17.  Conclusión. 

1.— El  renacimiento  penetró  en  Iglaterra  después  de  ha- 
ber revolucionado  los  espíritus  en  Italia  i  en  Francia.  Opri- 
mida por  el  despotismo  bajo  el  reinado  de  los  primeros 
Tudores,  salvada  apenas  de  los  horrores  de  una  sangrienta 
guerra  civil,  ajilada  por  las  violentas  discordias  relijiosas, 
aquella  nación  produjo  en  los  principios  del  siglo  XVI 
algunos  poetas  de  eacasomérito,  controversistas  en  mate- 
rias teolójicas,  cronistas  minuciosos  i  prolijos;  pero  bajo 
el  punto  de  vista  literario,  talvez  no  se  podria  citar  otro 
<fscritor  de  verdadero  fondo  que  Tomas  More,  de  quien  ha- 
blaremos mas  adelante.  En  la  segunda  mitad  de  esejsiglo, 
bajo  el  reinado  de  Isabel,  la  literatura  inglesa  llega  casi 
súbitamente  a  un  alto  grado  de  esplendor.  El  estudio  de 
las  obras  de  la  antigüedad  clásica  propagadas  por  la  im- 
prenta, la  mayor  libertad  concedida  a  sus  subditos  por  esa 


QOO  HOCIOKB8   DB  HISTORIA   IJTBHARIA 

reina,  el  espectáculo  de  la  grandeza  naciente  de  la  patria^ 
el  orgullo  de  las  victorias  i  de  las  grandes  empresas,  realiza- 
das, despiertan  súbitamente  el  jenio  nacional  i  producen  las 
obras  mas  orijinales,  sino  las  mas  perfectas  de  la  literatura 
inglesa. 

La  reina  Isabel,  por  la  protección  jenerosa  que  dispensó 
a  las  letras,  ha  merecido  dar  su  nombre  a  la  era  literaria 
que  se  abre  con  el  Renacimiento  i  se  termina  con  la  revolu- 
ción inglesa,  comprendiendo,  como  es  fácil  ver,  a  escritores 
que  brillaron  antes  i  después  de  su  reinado.  Dotada  de  un 
verdadero  talento  natural,  la  reina  sabia  el  griego  i  el  latín 
i,  según  se  dice,  ella  misma  cultivaba  la  poesía;  pero  su  ver- 
dadero mérito  no  se  debe  buscar  sino  en  la  dirección  que 
dio  a  los  espíritus.  En  efecto,  el  estudio  de  las  bellas  letras 
fué  en  cierto  modo,  considerado  como  un  requisito  indis- 
pensable de  todo  hombre  de  corte,  i  todas  las  fiestas  de  pa* 
lacio  tuvieron  alguna  manifestación  literaria.  Esto  mismo 
fué  causa  de  que  la  literatura  de  esta  era,  a  lo  menos  en  su 
principio,  estuviera  casi  completamente  circunscrita  a  la 
alta  aristocracia. 

2. — Si  se  quisieran  resumir  los  caracteres  jenerales  de  los 
escritores  de  este  período,  i  particularmente  de  los  prosado- 
res, se  reconocería  que  lo  que  domina  en  ellos  es  la  lil>ertad 
de  composición  reunida  a  cierto  amor  por  la  antigüedad. 
Allí  no  se  encuentran  ni  escuelas  ni  jéneros  determinados. 
Muchos  poetas  escriben  en  prosa  i  muchos  prosadores  ha- 
cen  versos.  Los  mismos  hombres  se  ejercitan  en  los  asuntos 
mas  variados  i  en  aparíencia  los  mas  opuestos;  pero  todos 
o  a  lo  menos  muchos  de  ellos  dan  a  sus  obras  un  sello  de 
verdadera  orí jinalidad.  Vamosa  pasarlosen  rápida  revista, 
señalando  sólo  los  mas  notables. 

Tomas  More,  mas  conocido  con  el  nombre  latino  de  Mo. 
rus  (14-80-1535',  fué  un  gran  4^anci  11er  de  Inglaterra  bajo  el 
tiránico  reinado  de  Enrique  VIII.  desplegó  en  el  poder  una 
honradez  i  una  firmeza  que  le  valieron  una  injusta  persecu- 
ción de  parte  del  monarca,  i  por  último,  el  ser  decapitado. 
De  sus  numerosas  obras,  escrítas  en  su  mayor  parte  enlatin. 


LITERATURA    INGLESA  '  »»  501 


sólo  una  es  verdaderamente  memorable,  la  í7íop/a,  palabra 
formada  de  dos  voces  griegas  que  significan  ninguna  parte. 
El  autor  refiere _un  viaje  a  una  isla  imajinaria  de  ese  nom" 
bre,  donde  se  encuentra  establecido  un  gobierno  democrá- 
tico perfecto  i  una  sociedad  completamente  feliz.  Allí  viven 
todos  los  hombres  contentos,  sin  conocer  la  propiedad,  en 
una  apacible  comunidad  de  bienes  i  de  intereses,  consagra- 
dos al  trabajo  i  rodeados  de  comodidades,  pero  con  modes- 
tia, porque  el  lujo  está  espresamcnte  prohibido  por  la  lei. 
Su  plan  de  gobierno  ideal  está  desarrollado  en  todos  sus 
detalles;  pero  si  More  es  poderoso  en  la  crítica  de  lo  que 
existia,  es  mui  inferior  en  la  invención  del  orden  de  cosas 
que  quiere  sustituir.  A  pesar  de  este  defecto,  la  obra  de  More 
obtuvo  gran  boga  ala  época  de  su  publicación  i  aun  ahora 
se  lee  con  agrado.  Ella  llamaba  la  atención  de  los  espíritus 
pensadores  hacia  la  necesidad  de  acometer  una  reforma  ra- 
dical  en  la  organización  de  las  sociedades.  La  palabra  aío- 
pia  ha  pasado  a  significar  en  las  lenguas  modernas  un  es- 
tado de  cosas  perfecto,  pero  ideal  e  irrealizable  i  que  no  se 
encuentra  en  ninguna  parte. 

More  escribió  su  obra  en  latin,  si  bien  circuló  en  breve 
traducida  al  ingles.  Esta  lengua,  por  otra  parte,  adquiría 
cada  dia  mas  vigor,  i  se  adaptaba  a  todo  jénero  de  obras. 
Un  caballero  noble  por  su  nacimiento  i  distinguido  por 
su  cultura,  Felipe  Sidney  (1554-1586)  introdujo  en  Ingla- 
terra la  novela  pastoral,  a  imitación  de  las  obras  italianas 
i  españolas  de  esta  clase,  i  en  ellas  mezcló  el  verso  i  la  prosa 
con  gran  aplauso  de  sus  contemporáneos.  Otro  escritor  de 
una  inmensa  erudición,  Roberto  Burton  (1576-1639),  lla- 
mado el  Montaigne  ingles,  compuso  un  libro  oríjinalísimo 
con  el  título  de  Anatomía  de  la  melancolía^  en  que  analiza 
las  diferentes  clases  de  melancolía,  i  presenta  una  increible 
cantidad  de  citaciones  singulares  de  los  clásicos  antiguos 
i  de  los  escritores  latinos  modernos,  con  una  reunión  de 
crítica  delicada,  de  sencillez,  de  razón  i  de  credulidad,  que 
lo  lleva  hasta  admitir  la  "astrolojía  judiciaria.  **Eneste  cua- 
dro suministrado  por  la  edad  media,   dice  M.  Taine,  Bur- 


502  MOGIONB8  DB  HISTORIA  LJTIIBARfá 

ton,  como  hombre  del  renacimiento,  lo  amasa  todo,  la  pin- 
tura literaria  de  las  pasiones  i  la  descripción  médica  de  la 
enajenadon  mental,  los  detalles  de  hospital  con  la  sátira  de 
las  necedades  humanas,  los  documentos  físiolójicos  al  lado 
de  las  confidencias  personales,  las  recetas  de  boticario  con 
los  consejos  morales,  las  observaciones  sobre  el  amor  con 
la  historia  de  una  enfermedad;"  De  este  conjunto  raro,  re- 
sulta, sin  embargo,  un  fondo  singular  de  pensamientos  ori- 
iinales  i  estimables,  que  muchos  escritores  posteriores  han 
esplotado  con  ventaja. 

Contemporáneo  suyo  fué  el  caballero  sir  Walter  Raleigh 
(1552—1618),  tan  famoso  por  su  espíritu  emprendedor,  por 
sus  campañas  militares  contra  los  españoles,  por  sus  des* 
cubrimientos  i  espediciones  en  el  Nuevo  Mundo,  por  su  ca- 
rácter heroico  i  cortesano  a  la  ves  i  por  su  fin  trájico,  pues 
murió  en  el  patíbulo  bajo  el  reinado  de  Jacobo  I,  mas  que 
por  sus  faltas,  por  debilidad  del  rei  que  queria  aplacar  así 
el  odio  de  la  corte  de  España,  cuyas  posesiones  fi^aleighha- 
bia  hostilizado  crudamente.  En  medio  de  una  vida  llena  de 
ajitaciones  encontró  tiempo  para  componer  algunas  poesías 
i  para  comenzar  una  Historia  del  mundos  especie  de  histo* 
ria  universal,  qtie_de)ó«in  haber  salido  todavía  de  los  tiem- 
pos^antiguos.  En  ella  se  encuentran  muchas  digresiones 
inútiles  i  absurdas  que  la  critica  no  habia  aun  suprimido 
de  la  historia,  pero  se  ve  fácilmente  que  Raleigh  ha  creado 
en  ese  libro  el  jénero  i  el  estilo  histórico  que  debia  inspirar 
mas  tarde  tan  notables  trabajos.  ""La  historia  de  los  grie* 
gos  i  de  los  romanos,  dice  Haliam,  está  contada  alK  de  una 
manera  mas  completa  i  mas  exacta  que  lo  que  habia  sido 
hasta  entonces  por  ningún  historiador  ingles  i  con  una  elo- 
cuencia sencilla,  que  ha  dado  a  este  libro  una  reputación 
clásica  en  nuestra  lengua."  Su  estilo  ha  envejecido  poco,  a 
pesar  del  tiempo;  i  en  jeneral,  es  menos  pedantesco  que  la 
mayor  parte  de  sus  contemporáneos,  rara  vez  bajo  i  nunca 
afectado. 

3. — Pero  el  jenio  verdaderamente  profundo  i  grandioso 
de  la  literatura  inglesa  de  este  periodo,  es  Francisco  Bacon 


UTBBATUKA    INGLBSA  503 


(1560-1626).  Abogado  en  el  consejo  de  la  reina  Isabel»  pro- 
curador jeneral  de  la  corona,  gran  canciller  de  Inglaterra, 
barón  de  Veralan  i  conde  de  Sant-Alban,  Bacon,  amparado 
por  su  talento  de  primer  orden  i  por  poderosos  protectores, 
recorrió  los  mas  altos  puestos;  pero  no  siempre  sacó  incó- 
lumes su  honor  i  su  delicadeza.  Fué  ingrato  i  hasta  hostil 
con  algunos  de  sus  bienhechores»  i  en  el  ejercicio  de  sus  al- 
tos cargos  se  dejó  corromper  por  el  cohecho.  Su  nombre 
como  hombre  público  seria  maldecido  si  Bacon  no  hubiera 
operado  en  la  filosofía  i  en  la  dirección  de  la  intelijencia  en 
los  estudios  la  mas  importante  i  trascendental  de  las  revolu- 
ciones. 

.  Disgustado  con  los  abusos  del  método  silojístico  de  Aris- 
tóteles, que  entonces  se  usaba  en  todas  las  escuelas,  i  que 
mas  que  como  un  instrumento  para  llegar  al  descubrimien- 
to de  la  verdad,  servia  sólo  para  sostener  i  alargar  discu- 
siones inútiles  i  sin  resultado  práctico,  Bacon  creó  para  las 
ciencias  un  método  nuevo,  el  estudio  de  la  naturaleza,  la 
esperiencia  fecundada  por  la  inducción.  Con  este  objeto 
emprendió  la  renovación  i  la  clasificación  de  los  conocimien- 
tos humanos;  pero  de  su  obra  proyectada  con  el  titulo  de 
Instaurado  magna  (la  gran  restauración),  no  publicó  mas 
que  dos  partes,  que  dan  a  conocer  perfectamente  su  pen> 
Sarniento.  Una  de  ellas  se  titula  De  dlgnitatis  et  augmen- 
tis  scientiarum  (De  la  dignidad  i  aumento  de  las  ciencia.s)  i 
la  otra  Novam  org^num  (Bl  nuevo  órgano).  Bacon  publicó 
muchas  obras,  i  entre  ellas  algunas  de  historia;  i  aunque 
parece  que  las  escribió  todas  en  ingles,  dio  a  luz  la  mas  im- 
portante en  latín,  como  lo  hacian  casi  todos  los  sabios  i 
filósofos  de  su  época,  para  que  pudieran  ser  leidas  en  la  Eu- 
ropa entera.  Su  estilo  jeneral  se  distingue  por  la  elegancia, 
la  vivacidad  i  la  precisión. 

A  pesar  de  los  ataques  dirijidos  muchas  veces  contra  su 
gloria,  Bacon  es  una  alta  i  vasta  intelijencia.  Espíritu  teó 
rico  i  práctico  a  la  vez,  poseía  esa  percepción  i  ese  golpe  de 
vista  del  jenio  que  sin  conocer  los  detalles  de  las  cosas, 
abraza  i  domina  el  conjunto,  juzga  el  pasado,  comprende  el 


504  NOCIOXB8  DB   BI8TOUA    ttTMSLAMIA 

presenté  i  domina  el  porvenir.  Sas  jnicíos  sobre  la  anti^e- 
dad,  la  edad  media,  el  estado  de  las  ciencias  en  sn  época  i 
sns  progresos  faturos,  son  los  de  un  hombre  superior  a  sn 
tiempo  i  dotado  del  instinto  profético.  No  ha  contribnido 
al  progreso  de  las  ciencias  con  descubrimientos  positivos,  i 
aun  su  método  no  ha  sido  jeneralmente  comprendido  i  vul- 
garizado sino  en  el  siglo  XVIII;  pero  ha  indicado  el  camino 
en  que  la  ciencia  debia  entrar  para  marchar  a  pasos  de  ji- 
gante.  Es  verdad  que  antes  de  Bacon  se  habian  hecho  des- 
cubrimientos tan  importantes  como  los  de  Copémico  por 
la  aplicación  del  método  esperimental;  es  cierto  también 
que  algunos  espíritus  pensadores  habian  protestado  contra 
esa  filosofía  de  palabras  i  de  silojismos  que  gastaba  las  in- 
telijencias  en  discusiones  inútiles;  pero  era  necesario  formu- 
lar este  método  para  impedir  que  el  espíritu  moderno  se  es- 
traviase  bajo  el  poder  aparente  de  la  argumentación  que 
habia  perdido  a  tantos  filósofos;  era  preciso  demostrar  que 
de  la  observación  de  los  fenómenos  del  mundo  físico  debian 
salir  las  maravillas  de  las  artes  i  de  la  industria,  i  que  sólo 
bajo  esta  condición  podía  el  hombre  establecer  su  domina- 
ción sobre  la  naturaleza. 

Bacon  desempeñó  esta  tarea  con  tal  superioridad  de  je- 
nio  que  ha  oscurecido  a  aquellos  de  sus  predecesores  i  a  sus 
contemporáneos  que  se  ocuparon  en  el  mismo  trabajo.  Es 
cierto  que  se  limitó  a  trazar  el  camino  de  las  ciencias  físicas, 
i  que  Descartes  hizo  medio  siglo  después  mas  uni  versal  i  com- 
pleta esta  gran  revolución,  pero  también  es  verdad  que  el 
filósofo  ingles  anunció  al  mundo  moderno  el  sendero  de  la 
ciencia  i  de  la  industriaen  su  alianza  indisoluble.  "Los  gran- 
des progresos  efectuados  hasta  ahora  por  la  ciencia  bajo  el 
impulso  del  nuevo  método,  no  son,  dice  Lord  Macaulav, 
mas  que  algunos  de  sus  frutos  i  de  sus  primeros  frutos;  pero 
ésta  es  una  filosofía  que  no  descansa  nunca,  que  nunca  lie* 
ga  a  su  destino  i  que  nunca  es  perfecta.  Su  lei  es  la  lei  del 
progreso.  Un  punto  que  ayer  era  invisible,  es  hoi  su  térmi- 
no, i  mañana  será  su  punto  departida''. 

4. — La  poesía  no  se  desarrolló  con  menos  vigor  que  la 


LITERATURA   INGLBSA  505 


prosa  en  este  período  de  la  literatura  inglesa.  Se  dice  que  la 
corte  de  Isabel  tuvo  mas  de  sesenta  poetas.  La  mitolojía 
de  la  antigüedad  clásica  era  el  primer  elemento  de  la  poesía 
de  esa  época.  Servia  no  sólo  para  embellecer  los  cantos,  si- 
no para  hacer  aparecer  a  los  grandes  personajes  contempo- 
ráneos encubiertos  con  el  velo  i  con  el  nombre  de  los  dioses 
i  semi-dioses.  El  mas  famoso  de  los  poetas  de  esta  escuela 
es  Edmundo  Spencer  ( 1553-1599),  que  gozó  de  una  pensión 
considerable  que  le  pagaba  la  corona.  Su  obra  principal  es 
La  reina  de  las  hadas  (The  fairy  queen),  poema  caballeres- 
co i  alegórico  en  que  el  reí  Arturo  desempeña  el  principal  pa- 
pel. Spencer  reúne  la  alusión  a  la  alegoría,  i  designa  bajo 
nombres  de  convención  algunos  de  los  personajes  mas  cono- 
cidos de  su  tiempo.  Se  admira  sobre  todo  el  lujo  delasimá- 
jenes  de  su  estilo  i  la  melodia  del  ritmo  de  sus  versos,  cuali- 
dades ambas  que  le  dan  un  alto  puesto  entre  los  poetas  in- 
gleses. Su  imajinacion  no  es  menos  poderosa  que  las  del 
Ariosto  i  del  Tasso,  a  quienes  imitaba;  pero  la  alegoría  con- 
tinuada sin  cesar,  hac*  menos  agradable  la  lectura  de  su 
obra,  i  sobre  todo,  menos  comprensible. 

Pero  la  poesía  de  ese  siglo  encontró  un  campo  mas  vas" 
to  todavía  en  el  teatro.  El  drama  habia  nacido  en  Inglate- 
rra como  en  el  resto  de  la  Europa,  de  las  moralidades  i  mis- 
terios de  la  edad  media.  Representábanse  los  principales  su- 
cesos del  antiguo  i  del  nuevo  testamento,  los  milagros  ope- 
rados por  los  santos,  el  martirio  sufrido  por  algunos  de 
ellos.  Desde  el  reinado  de  Enrique  VIII.  las  representacio- 
nes habian  servido  para  propagar  la  reforma  reiijiosa  i  pa- 
ra ridiculizar  el  catolicismo  romano.  Insensiblemente,  el  ar- 
te se  jeneralizó  i  se  perfeccionó.  Los  cómicos  obtuvieron,  al 
fin,  de  la  reina  Isabel  el  permiso  de  establecer  un  teatro  fijo 
en  un  antiguo  convento  de  frailes. 

No  podemos  consignar  aquí  todas  las  visicitudes  porque 
pasó  el  teatro  ingles  para  llegar  en  pocos  años  al  alto  gra- 
do de  esplendor  a  que  alcanzó  mas  tarde  en  manos  de  Shaks* 
peare,  pero  debemos  nombrar  a  uno  de  sus  predecesores,  i 
a  uno  de  sus  contemporáneos,  Cristóbal  Marlowe  (1562- 


506  NOCIONENS  DB   1U8TORIA  LITERARIA 

1593)  qae  produjo  mas  de  una  vez  los  acentoema»  elevados 
de  la  trajedia,  i  a  Ben  (Benjamín)  Johnson  (1574  1637), 
poeta  i  actor  como  Shakspeare,  el  mas  clásico  de  los  auto- 
res dramáticos  de  esta  época,  que  ha  compuesto  trajedias 
romanas  i  comedias  regulares.  Pero  todos  ellos  fueron  os- 
curecidos por  un  jenio  mas  poderoso,  que  se  conquistó  uno 
de  los  mas  altos  puestos  en  la  historia  de  la  literatura  de 
todos  los  tiempos  i  de  todos  los  pueblos. 

5. — Guillermo  Shakspeare  nació  en  Strafford,  sobre  el 
Avon,  en  el  condado  de  Warwick,  el  año  de  1564.  S-j  histo- 
ria está  sembrada  de  dudas  i  de  oscuridades.  Se  ha  discuti- 
do sin  llegar  a  resultado  si  habia  recibido  alguna  instruc- 
ción, si  era  un  hombre  grosero  e  ignorante,  o  si  poseia  vas- 
tos conocimientos.  La  tradición  refiere  que  después  de  ha- 
ber comenzado  su  educación  en  las  escuelas  públicas,  fué  su- 
cesivamente carnicero,  vendedor  de  lanas,  cazador  furtivo, 
caballerizo  en  la  puerta  del  teatro  de  Southwark,  en  Lon- 
dres, tramoyista,  actor,  poeta  lírico,  autor  dramático,  i  en 
fin  director  del  teatro  de  Black-Friars  (frailes  negros),  i  pro- 
tejido de  la  reina  Isabel.  Casado  mui  joven  con  una  niña 
menor  que  él,  i  padre  de  tres  hijos,  Shakspeare  habia  dejado 
su  ciudad  natal  i  su  familia  para  seguir  esa  vida  accidenta- 
da en  que  ha  encontrado  su  gloria  inmortal.  Al  fin,  murió 
el  23  de  abril  de  1616  K 


1  El  23  de  abril  de  1616  murió  también  en  Madrid  Miguel  de 
Cervantes  Saavedra,  el  famoso  autor  del  Quijote.  Muchos  autores 
han  apuntado  esta  coincidencia;  pero  pocos  se  han  fijado  en  que 
en  esa  época  se  habia  aceptado  ya  en  España  el  calendario  grego- 
riano; mientras  que  en  Inglaterra  se  seguía  contando  el  tiempo  por 
el  antiguo  sistema.  De  manera,  pues,  que  Cervantes  murió  diez 
días  antes  que  Shakspeare. 

La  vida  del  célebre  poeta  ingles  está  sembrada  de  incertidntn- 
bres,  como  ya  hemos  dicho.  La  primera  duda  queencuentra  el  bió- 
grafo que  quiera  contar  la  vida  de  Shakspeare  es  el  modo  de  escri- 
bir su  nombre.  Un  erudito  moierno,  Mr.  José  Hunter,  señala  vein- 
ticinco formas  diferentes.  Las  mas  autorizadas  de  ellas  son  las  tres 
que  siguen:  Shakespcar,  Shakespeare  i  Shakspeare.  Esta  última,, 
que  es  la  que  nosotros  seguimos,  es  la  mas  jeneralmente  aceptada 


LITERATURA    INQLA8A  507 


Las  primeras  obras  de  Shakspeare  fueron  poesías  cortas^ 
sonetos  o  poemas  narrativos  que,  a  no  tener  su  nombre, 
talvez  no  se  recordarían  ahora.  Sólo  mas  tarde  comenzó  a 
trabajar  para  el  teatro,  i  compuso  treinta  i  seis  piezas  en 
que  se  encuentran  todos  los  jéneros  dramáticos,  desde  la 
comedia  ma3  alegre  i  risueña  hasta  la  trajedia  mas  tétrica 
i  sombría.  Aunque  mui  desiguales  en  su  mérito  relativo,  i 
aunque  diferentes  en  su  carácter  i  en  sus  tendencias,  todas 
esas  piezas  están  marcadas  con  un  sello  especial  que  revela 
un  jenio  vigoroso.  No  hai  escritor  alguno  sobre  quien  se 
hayan  pronunciado  juicios  mas  contradictorios.  Voltaire 
que  en  su  juventud  lo  habia  dado  a  conocer  en  Francia,  i 
que  lo  habia  imitado,  lo  llamó  mas  tarde  salvaje,  ébrio^ 
farsante  de  tabladillos,  bufón  lleno  de  escenas  ridiculas  i  de 
monstruosas  irregularidades;  i  esta  opinión  estuvo  en  boga 
durante  algún  tiempo.  En  efecto,  para  los  que  han  admi- 
rado la  rara  perfección  del  teatro  clásico  francés,  el  desor- 
den de  las  piezas  de  Shakspeare  debia  parecer  horrible  i  ab- 
surdo. En  cambio,  los  espíritus  penetrantes  que  ven  las 
bellezas  reales  i  profundas  al  través  de  formas  irregulares, 
las  almas  sensibles  que  se  dejan  impresionar  por  el  juego  de 
las  grandes  pasioaes  puestas  en  ejercicio  con  desgreño  sin 
duda,  pero  con  ve  'dadero  conocimiento  del  corazón  huma- 
no, no  pueden  dejar  de  encontrar  en  Shakspeare  una  mina 
inagotable  de  las  mas  conmovedoras  emociones.  Nuestra 
época,  menos  apegada  a  las  reglas  absolutas  e  indeclina- 
bles de  una  crítica  restrictiva,  mas  intelijente  i  mas  impar- 
cial, descubriendo  la  belleza  donde  existe  realmente,  sin 
fijarse  en  escuelas  ni  en  principios  esclusivos,  ha  hecho  plena 
justicia  al  eminente  trájico  ingles;  i  su  rehabilitación  es  un 
hecho  incontestable  en  la  literatura. 

El  sistema  dramático  que  Shakspeare  se  creó,  no  se  pa- 
rece en  nada  a  los  sistemas  de  la  antigüedad  clásica;  i  es 
esto  lo  que  lo  hace  príndj^almente  orijinal.  La  traje  dia  es 
para  él  la  representación  de  acontecimientos  terribles  o  sin- 
glares en  midió  de  los  cuales  vienen  a  agruparse  lo  serio  i 
lo  cómico,  lo  patético  i  lo  burlesco.  Su  gran  mérito  consiste 


506  NOCIONES    f>E    IIISTOKIA   UTKRASIA 


en  la  variedad  :  en  la  profundidad  de  las  concepciones.  Hai 
machas  obras  mas  perfectas  i  acabadas  qne  lassnyas,  pero 
el  teatro  no  conoce  nada  mas  poderoso.  En  efecto,  nadie 
ha  excitado  mejor  la  temara  i  el  horror,  la  conmoción  i  el 
espanto.  La  muerte  con  todo  sa  tétrico  colorido,  la  mise- 
ria, la  locara  son  medios  draiñáticos  delante  de  los  cuales 
no  retrocede,  i  que  por  el  contrario  esplota  con  un  jenio  su- 
perior. Xlacbetb^  Ricardo  11^  El  reí  Lear,  Hamiet,  Ricar- 
do ///son  las  mas  sombrías  espresiones  de  sa  pensamiento 
dramático;  pero  al  lado  de  esos  caadros  trájicos,  de  esos 
tipos  de  hombres  vigorosos,  enérjicos,  ásperos  i  toscos,  i 
como  para  dar  descanso  al  ánimo  del  lector,  Shakspeare 
les  opone  los  caracteres  de  mujeres,  las  imájenes  mas  sua- 
ves, las  figuras  mas  encantadoras  i  casi  celestes,  Ofelia, 
Julieta,  Desdémona,  Miranda.  Junto  con  los  personales 
agradables  o  terribles  se  mezclan  tipos  groseros  i  burlescos, 
sepultureros  jugando  con  las  calaveras.  Ha  creado  ademas, 
un  mundo  nuevo  de  seres  sobrenaturales;  pero  sus  sombras 
i  sus  brujas  están  descritas  con  circunstancias  de  tan  mis- 
teriosa gravedad,  hablan  un  lenguaje  tan  peculiar  que  con- 
mueven fuertemente  nuestra  alma.  Los  caracteres  de 
S;iaksf)eare  por  otra  parte,  tienen  una  existencia  propia, 
in'lependiente  de  la  acción  del  drama; i  no  son  como  en  casi 
todo  el  teatro  clásico  francés  el  reflejo  de  una  pasión  abso- 
luta que  los  domina,  sino  hombres  como  los  que  vemos  en 
el  mundo  animados  de  muchas  pasiones,  de  las  cuales  una 
sobresale  entre  las  otras.  Rn  jeneral,  Shakspeare  no  estu- 
dia un  acto  en  particular  sino  toda  una  vida. 

Las  comedias  de  Shakspeare  no  han  alcanzado  a  la  mis- 
ma altura,  porque  ademas  de  la  irregularidad  del  plan,  no 
se  descubre  en  ellas  ese  pensamiento  moral  de  crítica,  que 
exije  este  jénero  de  composiciones.  Hai  en  ellas  caracteres 
bien  pintados,  escenas  divertidas,  impresiones  variadas, 
jjero,  a  fjesar  de  lo  que  pretenden  algunos  críticos  apasiona- 
dos, el  espíritu  no  encuentra  allí  un  propósito  fijo  desarro- 
llado con  naturalidad.  La  mas  estimada  de  todas  es  la  qnc 
se  titula  Las  alegres  comadres  de  Windsor. 


[ 


LITERATURA    INGLESA  509 


Algunas  veces,  Shakspeare  ha  abandonado  el  mundo  real 
para  lanzarse  en  el  mundo  de  los  espíritus.  Su  poderosa 
imajinacion  se  desplega  mas  atrevidamente  en  esas  piezas 
fantásticas  que  abrazan  el  inmenso  espacio  délo  maravillo- 
so. Crea  entonces  personajes  que  no  tienen  existencia  real, 
que  obedecen  a  su  capricho  i  no  a  las  leyes  de  la  lójica,  que 
la  imajinacion  presenta  en  la  escena  i  que  hace  desaparecer 
a  su  antojo,  sin  motivos  aparentes.  Esos  seres  sobrenatu- 
rales no  tienen  el  aspecto  lúgubre  de  la^  apariciones  de  sus 
trajedias,  sino  que  representan  loque  hai  de  mas  agradable 
en  las  ficciones  de  la  poesía  del  norte.  La  tempestad  i  El 
sueño  de  una  noche  de  verano  pertenecen  a  este  jénero;  i  la 
gracia  poética  de  la  creación,  hace  olvidar  lo  que  les  falta 
de  verdad  i  de  razón. 

No  se  deben  buscar  en  el  teatro  de  Shakspeare  las  reglas 
fundamentales  del  drama.  El  poeta  marcha  con  una  liber- 
tad que  no  conoce  mas  principios  que  las  inspiraciones  de 
su  jenio.  Las  escenas  se  suceden  muchas  veces  sin  encadena- 
miento aparente:  el  autor  hace  viajar  la  acción  de  comarca 
en  comarca.  Con  frecuencia  el  drama  encierra  casi  la  vida 
entera  de  un  hombre  o  a  lo  menos  todo  un  reinado.  La  ac- 
ción se  enreda  i  se  complica  con  acciones  subalternas  que 
muchas  veces  no  conducen  al  desenlace.  No  se  busque,  pues, 
allí  las  unidades  de  lugar,  de  tiempo  i  de  acción;  se  encon- 
trará sólo  la  unidad  de  interés  i  de  carácter,  con  que  nos 
mantiene  en  suspenso,  ajitados  i  conmovidos.  La  crítica,  ál 
ocuparse  de  Shakspeare,  no  debe  detenerse  tampoco  en  las 
imperfecciones  de  detalle,  en  las  groserías  que  pone  en  boca 
de  algunos  personajes,  en  los  errores  históricos  i  en  otros 
descuidos  subalternos.  Esos  defectos,  nacidos  unos  de  la 
época  en  que  escribió  el  poeta,  otros  de  su  falta  de  instruc- 
ción, i  algunos  del  descuido  con  que  se  hicieron  las  primeras 
ediciones  de  sus  obras,  no  alcanzan  a  empañarlas.  Los  dife- 
rentes poetas  que  en  íos  siglos  posteriores  han  imitado  esos 
dramas  depurándolos  de  todas  esas  imperfecciones  i  ajus- 
tándolos  algo  a  las  reglas  del  arte,  han  compuesto  piezas 
frias,  mas  o  menos  lánguidas,  que  no  producen  esas  emocio- 


510  NOCIONB8   DB  HISTORIA   UTHRARIA 

nes  violentas  que  sólo  sabe  producir  el  jenio,  i  que  Shaks- 
peare  hace  nacer  en  nuestra  alma  cuando  se  posesiona  de 
ella  por  medio  de  alguna  de  sus  obras  inmortales. 

6.— Después  de  este  gran  período,  la  literatura  inglesa 
pasa  por  una  época  que  puede  llamarse  de  transición.  Las 
guerras  civiles  de  mediados  del  siglo  XVII,  las  violentas  ají- 
taciones  revolucionarias,  los  cambios  de  gobierno  i  las  per- 
secuciones políticas,  distrajeron  por  algún  tiempo  los  áni- 
mos del  cultivó  de  la  literatura;  pero  después  de  la  restau- 
ración de  los  Bstuardos,  las  letras  renacieron  con  nuevo 
vigpr^i  aunque. comenzaron  a  perder  algo  de  su  varonil  ori- 
jinalidad  del  siglo  precedente,  se  acercaron  mansltt^pstídícr 
cion,  o  mas  bien  dicho,  corríjieron  alguno  de  sus  estravícs. 

El  poeta  mas  célebre  de  este  nuevo  período,  i  uno  de  los 
mas  ilustres  que  hava  producido  la  Inglaterra  es  Juan  Mil- 
ton.  Nacido  en  Londres  en  1608,  recibió  una  educación  clá- 
sica de  las  mas  cuidadas  bajo  la  dirección  de  un  austero  pu- 
ritano, e  hizo  en  seguida  interesantes  viajes  de  estudio  en 
Francia  i  en  Italia.  Disponíase  a  partir  para  Grecia  cuando 
supo  que  acababa  de  estallar  la  revolución  en  Inglaterra  i 
que  esa  revolución  exijia  el  esfuerzo  de  todos  sus  compa- 
triotas. 

Vuelto  a  Londres,  comenzó  por  publicar  algunos  poe- 
mas  en  ingles,  en  griego  i  en  latin,  que  lo  dieron  a  conocer; 
i  abanderizándose  luego  en  el  partido  puritano,  dio  a  luz 
diversos  folletos  mitad  políticos,  mitad  teolójicos  para  de- 
fender la  revolución,  i  para  sostener  la  libertad  relijiosa  i  la 
libertad  de  enseñanza  contra  la  iglesia  anglicana  i  las  uni 
versidades.  Esos  escritos  atrajeron  sobre  él  la  atención. 
Cromwell  lo  hizo  secretario  del  consejo  de  estado  para  las 
traducciones  del  latin;  pero  los  esfuerzos  de  Milton  para 
encaminar  al  Protector  por  una  via  mas  liberal  fueron  im- 
potentes; i  se  vio  reducido  a  llevar  la  vida  de  un  empleado 
oscuro.  Al  fin,  la  restauración  de  los  Estuardos  lo  alejó  de 
ese  destino.  Milton,  pobre,  enfermo,  ciego,  pasó  sus  últi- 
mos dias  solitario,  casi  sin  mas  compañía  que  la  de  sus  dos 
hijas  queridas.  Pero  su  jenio  sublime  estaba  siempre  con  él; 


LITERATURA    INGLESA  511 


i  en  medio  de  la  miseria  i  de  aquella  perpetua  noche  que  ro- 
dea a  los  ciegos,  meditaba  los  versos  del  célebre  poema  que 
lo  ha  hecho  inmortal,  i  los  hacia  escribir  por  sus  hijas.  Ese 
poema  era  El  Paraíso  perdido^  una  de  las  mas  grandiosas 
epopeyas  que  conserven  los  fastos  literarios.  Su  publica- 
ción pasó  casi  desadvertida.  El  librero  que  hizo  la  primera 
edición  pagó  sólo  diez  libras  esterlinas  por  el  manuscrito. 
Alilton  murió  en  1674  sin  saber  quizá  que  legaba  a  su  pa- 
tria un  verdadero  monumento.  Sólo  algunos  años  mas  tar- 
de, la  crítica  razonada  mostró  a  la  Inglaterra  que  Milton 
no  era  inferior  a  Homero. 

El  asunto  del  Paraíso  perdido  está  tomado  de  los  prime- 
ros capítulos  del  Jénesís.  Canta  Milton  la  vida  de  Adán  i 
Eva  en  el  paraiso  terrenal,  los  artiñcios  de  Satanás,  la  ten- 
tación, la  caida  i  el  castigo  de  los  primeros  hombres.  Por 
medio  de  un  episodio, el  poeta  refiere  la  rebelión  délos  ánje- 
les  malos,  i  su  descenso  al  infierno  después  de  haber  sido  ven- 
cidos en  los  terribles  combates  que  tuvieron  lugar  en  el  cie- 
lo. Se  refiere  que  Milton  concibió  el  primer  pensamiento  de 
su  poema  viendo  en  Italia  la  representación  de  una  de  esas 
piezas  teatrales  denominadas  Misterios,  cuyo  asunto  era 
la  desolxfdiencia  del  primer  hombre.  Esta  pieza  que  se  con- 
serva aun,  así  como  muchos  otros  poemas  de  la  Edad  Me- 
dia o  de  tiempos  posteriores,  abrazan  el  mismo  cuadro  que 
se  trazó  Milton;  pero  éste  con  un  jenio  mas  poderoso  que 
todos  sus  antecesores,  fué  verdaderamente  creador,  dando 
una  forma  nueva  i  grandiosa  a  hechos  perfectamente  cono- 
cidos por  todos  los  lectores. 

Milton,  como  se  ve,  tomó  un  rumbo  estraordinario  i 
nuevo  en  la  poesía,  dice  Hugo  Blair,  en  el  excelente  estudio 
crítico  que  ha  hecho  de  este  poema,  i  que  nosotros  estrac- 
tamos  fielmente  al  trazar  estas  líneas.  Apenas  abrimos  su 
Hbro  nos  hallamos  en  un  mundo  invisible  i  rodeados  de  se- 
res celestes  e  infernales.  Anjeles  i  demonios  son  los  actores 
principales  del  poema:  i  lo  que  seria  maravilloso  en  otra 
composición  es  aquí  el  efecto  del  curso  natural  de  las  cosas. 
Por  ser  este  asunto  tan  ajeno  de  los  negocios  de  este  mun. 


512  NOCIONES   Di)  HISTORIA    LITERARIA 


do,  se  ha  creído  por' algunos  que  esa  obra  no  podía  ser  co- 
locada en  el  número  de  la?  epopeyas;  pero  désele  el  nombre 
que  se  quiera,  í  siempre  resultará  que  es  uno  de  los  mayores 
esfuerzos  del  jenio  poético,  í  que  su  majestad  í  sublimidad 
es  igual  a  cuantas  producciones  tienen  aquel  título. 

El  asunto  que  Milton  escojió  correspondía  a  su  atrevida 
sublimidad.  Es  verdaderamente  maravilloso  cómo,  con  tan 
pocos  materiales  como  suministra  la  Biblia,  ha  podido  le- 
vantar un  ediñcio  tan  regular  i  completo  i  llenar  el  poema 
de  tantos  i  tan  variados  incidentes.  A  veces  se  presentan 
hechos  áridos  i  poco  agradables:  a  veces  también  el  autor 
parece  mas  bien  metafísico  i  teólogo  que  poeta;  pero  el  con- 
junto de  la  obra  es  de  tal  manera  interesante  que  nos  arro- 
ba i  nos  domina.  Varia  el  campo  de  acción  recorriendo  el 
cielo,  la  tierra  i  los  infiernos  sin  interrumpir  la  unidad  del 
plan.  Nos  presenta  al  lado  de  escenas  terribles,  otras  de 
una  suavidad  encantadora,  como  cuando  describe  las  ino- 
centes i  tranquilas  ocupaciones  de  Adán  i  Eva  en  el  paraí- 
so. Una  variedad  semejante  existe  en  los  caracteres,  a  pesar 
de  que  la  naturaleza  del  asunto  no  permite  la  introducción 
de  muchos  personajes.  Satanás  es  el  carácter  mas  acabado 
del  poema:  Milton  no  le  ha  dado  el  colorido  siempre  sinies- 
tro de  un  espíritu  infernal:  lejos  de  eso,  lo  ha  hecho  hermo- 
so por  su  figura,  valiente  i  leal  a  los  suyos  i  susceptible  de 
remordimientos  por  sus  faltas.  Alguna  vez  se  compadece  de 
sus  propias  víctimas;  pero  su  ambición  i  sus  remordimien- 
tos lo  estravian.  En  una  palabra,  el  Satanás  del  poema  no 
es  peor  que  muchos  conspiradores  cuyos  hechos  recuerda  la 
historia.  Los  ánjeles,  aunque  retratados  con  caracteres  dis- 
tintos, se  diferencian  poco  entre  sí.  Pero  donde  Milton  es 
menos  feliz  es  en  la  pintura  de  Dios,  i  sobre  todo  en  los  diá- 
logos que  supone  entre  el  padre  i  el  hijo.  En  cambio  los  re. 
tratos  físicos  i  morales  de  los  primeros  hombres  son  verda- 
deramente acabados. 

El  gran  distintivo  i  la  excelencia  de  Milton  es  la  sublirai. 
dad.  Bajo  este  aspecto  no  tiene  otro  rival  que  Homero; 
pero  éste  nos  cautiva  por  el  fuego  i  la  impetuosidad,  mién- 


LITERATURA    INítLESA  51o 


tras  que  aquél  nos  sorprende  por  lo  grandioso  i  por  lo  ele- 
vado. Sus  descripciones  terrenales  demuestran  una  imaji- 
nacion  fértil  i  rica,  i  son  por  la  gracia  i  ei  candor  verdade- 
ros modelos  en  su  clase.  Se  recomienda  entre  todas  la  pin- 
tura bellísima  del  paraiso.  Es  preciso  reconocer,  sin  embar- 
go, que  como  casi  todos  los  jenios  elevados  i  atrevidos,  no 
siempre  es  uniforme,  i  que  a  veces  se  enj^olfa  en  cuestiones 
teolójicas  o  metafísicas  que  sientan  mal  en  el  poema. 

7. — Contemporáneos  de  Milton  fueron  rauchí)S  otros 
poetas,  dos  de  los  cuales,  aunque  inferiores  en  jenio,  goza- 
ron en  su  tiempo  de  una  reputación  mucho  mas  grande  que 
la  del  cantor  del  Paraíso  perdido.  En  vez  de  figurar  como 
éste  en  las  filas  del  partido  republicano,  ambos  fueron  rea- 
listas, i  vivieron  por  tanto  en  favor  en  la  Corte  de  Car- 
los II,  cuando  Milton  llevaba  una  vida  miserable  i  oscura. 

Uno  de  ellos,  Samuel  Butler  (1612-1680)  publicó  poco 
después  de  la  restauración  de  los  Estuardos,  una  epopeya 
cómico- burlesca  que  por  su  carácter  de  sátira  política  mas 
(|ue  por  su  solo  mérito,  fué  muí  aplaudida  en  Inglaterra, 
sobre  todo,  por  los  realistas.  Hadíbras,  este  es  el  título 
del  poema,  es  un  juez  presbiteriano  que  como  don  Quijote 
sale  al  mundo  a  reparar  injusticias  i  enderezar  entuertos, 
acompañado  de  su  secretario,  especie  de  Sancho  Panza  fa- 
nático, taimado  i  charlatán  que  pasa  en  disputa  perpetua 
con  su  amo.  La  imitación  de  la  inmortal  novela  española 
es  evidente;  pero  el  poema  ingles,  a  pesar  de  ser  largo  i  pe- 
sado en  muchas  de  sus  descripciones,  de  contener  trozos  de 
mui  mal  gusto,  i  de  encerrar  alusiones  que  ahora  es  difícil 
comprender,  abunda  en  rasgos  de  un  verdadero  buen  hu- 
mor i  en  observaciones  de  costumbres  bien  escojidas. 

El  otro  poeta  es  Juan  Dryden  (1631-1700),  formado  en 
cierto  modo  en  el  estudio  de  los  grandes  escritores  franct- 
ses  del  siglo  de  Luis  XIV,  cuya  corrección  i  cuyo  gusto 
quiso  importar  en  Inglaterra.  En  el  curso  de  su  larga 
carrera  literaria  se  vio  colmado  de  favores  bajo  el  gobierno 
de  la  restauración,  i  pobre  i  abatido  después  de  la  revolu- 
ción de  1688,  que  elevó  al  trono  a  Guillermo  III.   Dryden 

TOMO   IV  33 


514  N0010KB8  DB   HISTORIA    LITHRARIA 


tradujo  en  verso  ingles  a  Virjilio,  a  Persio  i  a  Juvenal,  es- 
cribió veintisiete  piezas  teatrales,  trajedias  i  comedias,  fá- 
Vmlas,  poesías  líricas  i  sátiras  relijiosas  i  políticas.  De  todas 
sus  obras,  las  trajedias  son  las  menos  buenas,  i  sus  sátiras 
son  las  mas  notables.  Su  estilo  alimentado  por  las  remi- 
niscencias de  la  antigüedad  clásica,  tiene  sin  embargo  un 
vigor  i  una  pureza  verdadera;  i  al  través  de  él  se  deja  ver 
una  poesía  apasionada  i  brillante.  A  pesar  de  los  defectos 
que  se  le  reprochan,  se  ha  dicho  de  Dryden  que  pocas  nacio- 
nes han  producido  un  escritor  que  haya  enriquecido  la  len- 
gua con  mayor  variedad  de  modelos. 

8.— La  mayor  parte  de  los  prosadores  ingleses  de  este 
período  se  ocupó  en  discutir  las  cuestiones  políticas  i  reli- 
jiosas suscitadas  por  la  revolución.  No  faltaron  es  verdad 
cronistas  que  narraran  aquellos  grandes  acontecimientos, 
ni  sabios  que  se  ocupasen  esclusivamente  en  estudiar  las 
abstracciones  de  la  ciencia;  pero  los  principios  fundamenta- 
les de  la  administración  civil  i  eclesiástica  preocuparon 
principalmente  los  espíritus  en  una  época  en  que  la  revolu- 
ción queria  poner  término  a  los  abusos  i  cimentar  sobre 
sólidas  bases  el  gobierno  del  estado  i  de  la  iglesia. 

Los  escritores  mas  notables  que  entraron  en  estas  dis- 
cusiones son  Hobl3es  i  Locke.  Ambos  difieren  notablemente 
en  la  aplicación  de  sus  principios  filosóficos  a  la  política, 
pues  mientras  el  primero  fué  el  sostenedor  ardiente  de  los 
principios  autoritarios,  el  segundo  proclamó  resueltamente 
la  soberanía  popular. 

Tomas  Hobbes  ^1588-1679)  defendió  el  materialismo 
con  todas  sus  consecuencias  aplicadas  a  la  moral  i  a  la  po- 
lítica. Se^un  él,  el  hombre  es  el  cuerpo,  i  laciencia  del  hom- 
bre es  la  ciencia  del  cuerpo:  el  alma  es  el  resultado  de  la 
organización:  el  conocimiento  es  el  resultado  de  la  sensa- 
ción, que  es  producida  por  imájenes  sensibles.  Las  violen- 
cias con  (pie  se  iniciaba  la  revolución  inglesa,  lo  indujeron 
a  escribir  varias  obras  sobre  política,  la  mas  notable  de 
las  cuales  es  una  que  se  titula  T^viatan,  en  que  sostiene 
que  la  tínica  fuente  de  se*íuridad,   que  es  el  gran  fin  del  go- 


LITBHATUBA    INGLESA  515 


bierno,  reside  en  la  forma  monárquica  sin  intervención  del 
pueblo.  Hobbes  cree  que  la  fuerza  i  el  derecho  son  sinóni- 
mos; i  que  siendo  aquélla  la  que  funda  i  derroca  el  poder, 
todo  gobierno  fuerte  es  lejítimo  por  este  solo  hecho.  Es 
mui  singular  que  mientras  Hobbes  sostiene  la  necesidad 
de  una  iglesia  establecida  en  Inglaterra,  esprese  dudas 
acerca  de  la  existencia  de  Dios,  que  este  filósofo  no  consi- 
dera como  una  condición  indispensable  para  el  sosteni- 
miento del  culto.  Pero,  cualesquiera  que  sean  los  absurdos 
de  este  sistema,  es  preciso  reconocer  que  el  libro  de  Hobbes 
está  escrito  con  un  verdadero  talento,  lo  que  hace  mirar  a 
éste  como  uno  de  los  mas  grandes  pensadores  ingleses. 

Juan  Locke  (1632-1704)  es  considerado  el  primer  meta- 
físico  de  Inglaterra;  pero  aunque  sus  obras  filosóficas  son 
notables  aun  desde  el  punto  de  vista  del  estilo,  no  es  este 
el  lugar  de  analizarlas.  Debemos  sí  recordar  su  Ensayo  so- 
Lie  el  gobierno  civily  que  tuvo  por  oVjjeto  justificar  la  revo- 
lución de  Inglaterra  de  1688.  Esta  obra  es  el  primer  libro 
metódico  i  razonado  en  que  el  principio  de  la  soberanía 
popular  esté  desarrollado  en  toda  su  estension  i  en  toda  su 
fuerza.  Para  apreciar  debidamente  su  mérito  es  convcnien 
te  recordar  que  ella  precedió  con  muchos  años  de  anticipa- 
ción a  los  escritos  en  que  Montesquieu  i  Rousseau  dieron 
mayor  desenvolvimiento  a  esos  mismos  principios.  Locke 
es  célebre,  pueá,  no  sólo  por  el  mérito  indisputable  de  sus 
escritos,  sino  por  la  influencia  inmensa  que  éstos  ejercieron 
sobre  el  movimiento  político-filosófico  del  siglo  XVIII. 

9. — Esa  revolución  que  Locke  defendía  con  tanta  habili- 
dad Fué  también  la  causa  de  una  verdadera  revolución  en 
la  literatura  inglesa.  Pistablecido  un  gobierno  popular  i 
afianzada  la  libertad,  las  letras  pudieron  tomar  un  desen- 
volvimiento mucho  mayor.  La  influencia  de  la  literatura 
irancesa  se  hizo  sentir  entonces  en  Inglaterra,  desarrollando 
el  gusto  i  la  corrección  en  las  formas,  i  en  el  fondo  el  buen 
sentido  que  impide  los  estravíos.  El  nuevo  período  que  se 
abre  con  los  reinados  de  Guillermo  i  de  Ana,  es  indudable- 
mente menos  rigoroso  i  menos  espontáneo  que  el  siglo  lite- 


516  KOaOVB8  DB  H19TOKIA   UTB&AKlA 

rarío  de  Isabel;  pero  en  cambio,  í  sin  dejar  de  ser  orijinal« 
es  mucho  mas  rico  en  escritores;  i  éstos  alcanzaron  an  alto 
grado  de  corrección  i  de  elegancia.  Jamas  la  lengua  inglesa 
ha  sido  empleada  con  mas  gn^o  ni  escrita  con  mas  arte. 

Los  poetas  no  tienen  nada  de  esa  arrogancia  ni  de  esa 
desigualdad  poderosa  que  distinguen  a  los  prosadores-  del 
reinado  de  Isabel.  Por  el  contrario,  son  claros,  precisos,  so- 
brios i  razonadores,  como  si  hubieran  querido  demostrar 
que  la  poesía  no  escluve  la  lójica  i  que  en  vez  de  residir  en 
las  palabras  mas  o  menos  sonoras,  reside  en  las  ideas  i  en 
los  sentimientos.  Alejandro  Pope  (1688-1744),  el  mas  céle- 
bre poeta  de  este  período  i  uno  de  los  mas  famosos  que  ha- 
ya producido  la  Inglaterra,  representa  mejor  que  nadie 
esta  faz  de  la  poesía  inglesa.  Fortificado  con  excelentes  es- 
tudios clásicos,  mostró  desde  sus  primeros  años  un  raro 
talento  poético.  La  Selva  de  Windsor,  poema  publicado 
cuando  sólo  contaba  quince  años,  es  una  obra  maestra  en 
el  jénero  descriptivo  i  revela  un  sentimiento  verdadero  de 
las  bellezas  de  la  naturaleza  Su  Ensayo  sobre  la  crítica,  es- 
crito a  los  veintiún  años,  es  un  poema  inferior  al  Arte  poé* 
tica  de  Boileau,  pero  es  la  obra  de  un  gusto  seguro  i  perfec- 
tamente formado.  La  Epístola  de  Eloísa  a  Abelardo  deja 
ver  que  Pope  conocia  todos  los  secretos  del  arte  i  que 
poseia  el  sentimiemto  delicado  del  poeta,  i  queda  mucho 
mas  arriba  que  todas  las  imitaciones  que  de  ella  se  han  he- 
cho. A  estas  poesías  deben  agregarse  las  traducciones  en 
verso  de  los  poemas  de  Homero,  una  de  las  cuales,  la  de  la 
Ilíada,  es  considerada  como  una  obra  maestra  de  versifi- 
cación. 

Pero  el  jenio  poético  de  Pope  se  ostenta  también  en  otros 
trabajos  mas  importantes.  El  robo  del  cadejo  de  cabello 
( Rape  ofthe  lock )  es  un  poema  cómico  heroico,  del  carácter 
del  Latrin  de  Boileau,  en  que  no  se  refiere  otra  aventura 
que  el  robo  de  algunos  cabellos  que  un  joven  corta  de  las 
trenzas  de  una  niña,  pero  en  que  el  autor  hace  intervenir 
seres  sobrenaturales,  sílfides,  jenios  benéficos  i  maléficos,  i 
desenvuelve  la  acción  con  tanto  gusto,  que  la  crítica  ha  di- 


LITERATURA    INGLESA  517 

cho  que  poema  es  una  de  las  producciones  mas  encantado- 
ras de  la  imajinacion  en  el  jénero  lijero.  Lr  Dunciada,  o  la 
guerra  de  los  tontos,  es  un  poema  satírico,  hiriente,  desa- 
piadado contra  los  libreros  i  los  literatos  que  no  eran  de 
sus  simpatías.  Al  lado  de  estas  obras  de  un  carácter  alegre, 
Pope  ha  compuesto  otras  que  por  la  elevación  de  los  pen- 
samientos i  la  grandiosidad  del  asunto,  revelan  un  verda- 
rlero  filósofo.  Su  Ensayo  sobre  el  hombre,  epístolas  filosófi- 
cas, i  sus  Epístolas  morales,  son  estudios  de  un  rango 
superior,  escritos  con  un  gran  talento  de  observación  i  con 
un  gusto  casi  irreprochable. 

\  pesar  de  haber  cultivado  jéneros  tan  variados,  Pope  se 
mantiene  siempre  a  una  altura  conveniente.  Pvs  sin  disputa 
el  mas  clásico  de  los  poetas  ingleses,  pero  no  puede  compe 
tir  en  grandiosidad  con  Shakspeare  ni  con  Milton.  Sus 
cualidades  principales  son  el  juicio  unido  al  jenio,  una  gran 
concisión,  una  rara  felicidad  de  espresion.  i  una  versifica- 
ción melodiosa.  Sin  embargo,  para  apreciar  sus  obras  es 
menester  estudiarlas  en  sus  detalles,  donde  resplandecen 
las  bellezas  hábilmente  distribuidas,  porque  examinadas  en 
el  conjunto  se  encuentra  que  aunque  posee ior  de  un  gran 
talento,  no  lo  empleó  en  una  obra  verdaderamente  grande 
i  sólida. 

10. — Pope  es  el  mas  célebre  de  los  poetas  ingleses  del  si- 
glo XYIII;  pero  tras  de  él  aparecen  muchos  otros  que  go- 
zaron del  aplauso  de  sus  contemporáneos,  i  (|ue  todavía 
son  leidos  i  admirados.  Entre  ellos  se  distinguen  Young  i 
Thompson,  no  sólo  por  el  mérito  de  sus  obras,  sino  por 
haber  creado  jéneros  nuevos,  puede  decirse  así. 

Eduardo  Young  (1681-1765)  había  cultivado  la  poesía 
lírica  i  la  trajedia  hasta  la  edad  de  sesenta  años  sin  adqui- 
rir un  nombre,  cuando  las  desgracias  domésticas,  la  muer 
te  de  las  personas  mas  queridas,  conmovieron  fuertemente 
su  alma,  i  le  comunicaron  una  sombría  inspiración.  Este  es 
el  oríjen  de  un  poema  elejíaco  de  cerca  de  diez  mil  versos, 
compuesto  i  rublicado  por  partes  desligadas  entre  sí,  i  titu- 
lado Meditaciones  de  la  noche,  que  de  noche  era  cuando  se 


518  NOCIONBS    DB   HISTORIA    LITERARIA 

entregaba  a  los  e:xcesos  de  su  dolor.  Young  debe  su  inmor- 
talidad a  esta  obra.  En  ella,  su  imajinacion,  dominada  por 
una  lágubre  melancolía,  se  complace  en  recordar  las  ideas 
de  muerte,  de  nada  i  de  eternidad;  i  pinta  con  los  colores 
mas  terribles  los  cuadros  que  puede  suministrar  el  recuerda 
de  nuestra  destrucción.  No  teme  a  ninguna  imájen,  descien- 
de a  los  detalles  mas  rechazantes,  porque  todo  le  parece 
bueno  con  tal  que  impresione  el  espíritu  del  lector.  Por  esa 
es  que  en  las  Noches  de  Young,  al  lado  de  pensamientos 
de  verdadera  sublimidad,  se  encuentran  detalles  groseros^ 
cierta  monotonía  i  algo  de  estudiado  i  de  artificial. 

Santiago  Thompson  (1700-1748)  fué  un  poeta  mui  fecun- 
do, que  compuso  algunas  trajedias,  dos  poemas  alegóricos 
i  muchas  poesías  líricas.  Su  celebridad  comenzó  con  la  pu- 
blicación de  un  p.)emita  titulado  El  Invierno,  que  vendió  a 
un  librero  de  Londres  en  tres  guineas,  i  que  fué  recibido  con 
grande  aplauso.  No  era,  sin  embargo,  mas  que  la  cuarta 
parte  de  un  poema  mas  estenso  que  lleva  el  título  de  Las 
estaciones,  '*Este  poema,  dice  M.  Coquerel,  es  una  obra 
maestra  desde  el  principio  hasta  el  fin.  En  ningún  tiempo 
se  ha  compuesto  un  libro  en  que  el  jénero  descriptivo  sea 
menos  monótono  i  mas  atrayente,  en  que  la  naturaleza  ha- 
ya sido  pintada  con  caracteres  mas  grandiosos  i  fieles.  Es 
notable  sobre  todo  la  elección  que  el  autor  hace  de  los  cua- 
dros mas  naturales  que  ofrece  el  campo".  Thompson  ha  sa- 
bido evitar  la  trivialidad,  sin  caer  jamas  en  la  hinchazón,  i 
mezclar  hábilmente  las  reflexiones  morales  a  todas  las  es- 
cenas de  la  naturaleza.  Para  variar  sus  cuadros,  ademas, 
ha  introducido  oportunos  episodios,  que  encantan  al  lec- 
tor. Este  poema  que  ha  dado  oríjen  al  jénero  descriptivo, 
que  estuvo  tan  en  boga  en  Francia  en  el  siglo  XVIII,  es 
todavía  superior  a  todas  sus  imitaciones. 

11.— En  este  período  de  la  historia  de  la  Gran  Bretaña 
nació  un  nuevo  jénero  que  ha  dado  oríjen  a  las  revistas 
modernas.  Durante  las  guerras  de  relijion  del  siglo  anterior 
se  habian  fundado  en  Inglaterra  los  primeros  diarios  o  pe- 
riódicos de  noticias;  pero  en  los  primeros  años  del   siglo 


LITERATURA   INGLESA  519 


XVIII  (1709)  apareció  un  periódico  semanal  destinado  a 
estudiar  i  popularizar  cuestiones  de  otro  jénero,  la  litera- 
tura, las  costumbres  nacionales,  los  rasgos  jenerales  de  la 
naturaleza  humana.  José  Addison  (1672  1719)  es,  puede 
decirse  así,  el  fundador  de  este  jénero  que  la  historia  Hcera- 
ria  conoce  con  el  nombre  de  Ensayos.  Aunque  Addison  se 
iiabia  dado  a  conocer  por  poesías  inglesas  i  latinas,  que  no 
carecen  de  mérito,  i  por  una  trajedia  Catón,  que  fué  mui 
aplaudida,  su  verdadero  título  de  gloria  es  El  Espectador 
revista  literaria  justamente  célebre.  En  esta  recopilación 
de  tratados  filosóficos,  morales  i  críticos,  se  muestra  alter- 
nativamente moralista  sabio,  observador  penetrante  de  la 
naturaleza  humana,  censor  a  veces  severo,  a  veces  compla- 
ciente, de  los  vicios  i  ridiculeces  de  su  tiempo,  i  sobre  todo, 
escritor  puro,  claro  i  elegante.  **Todo  el  que  quiera  formar- 
se un  estilo  verdaderamente  ingles,  dice  Johnson,  familiar 
sin  trivialidad,  noble  sin  hinchazón  i  elegante  sin  afecta- 
ción, debe  estudiar  dia  i  noche  las  obras  de  Addison." 

El  Espectador  es  el  primer  ensayo  de  crítica  verdadera- 
mente razonada  i  fundamental,  como  se  comprende  en 
nuestro  tiempo.  Tras  de  esa  publicación  nacieron  muchas 
otras  de  un  carácter  puramente  literario  i  filosófico,  así 
como  después  de  Addison  surjieron  muchos  otros  críticos 
de  un  mérito  distinguido.  Figura  entre  éstos,  Samuel  John- 
son (1709-1784),  conocido  por  un  gran  número  de  escritos 
de  diversos  jéneros,  pero  sobre  todo  por  sus  Vidas  de  los 
poetas  ingleses,  con  que  contribuyó  a  fijar  el  gusto,  i  mas 
que  todo  la  estimación  hasta  entonces  incierta  del  mérito 
relativo  de  los  grandes  escritores  de  los  siglos  anteriores. 

Pero  el  crítico  mas  distinguido  que  produjo  la  Inglate- 
rra en  ese  siglo  fué  Hugo  Blair  (1718-1800)  predicador  es- 
coces de  gran  nota  i  profesor  de  retórica  i  bellas  letras  en 
Edimburgo.  Blair  es  sobre  todo  célebre  por  la  publicación 
de  sus  Lecciones  de  literatura  o  Curso  de  bellas  letras, 
que  es  sin  disputa  uno  de  los  mejores  tratados  que  sobre  la 
materia  se  hayan  escrito  en  las  lenguas  modernas.  Prolijo 
i  minucioso  en  la  esposicion  de  las  doctrinas,  imparcial  i 


520  NOCIOÜB6    DB   HISTORIA   LITB&ARIA 


justiciero  en  la  crítica  de  los  autores  estraños  o  nacionales; 
Blair  revela  en  toda  su  obra  esa  corrección  de  gusto  que 
sólo  se  alcanza  poseyendo  dotes  mui  aventajadas  i  después 
de  haber  hecho  estensos  i  profundos  estudios^ 

12.— La  novela  llegó  también  en  este  período  a  un  alto 
grado  de  perfección.  Ya  no  fué  una  historia  informe  de 
aventuras  estra vagantes,  ni  un  cuento  basado  en  costum- 
bres de  pura  invención:  lejos  de  eso,  las  novelas  inglesas 
del  siglo  XVilI  son  el  fruto  de  un  estudio  detenido  del  co- 
razón humano,  de  las  costumbres  i  de  las  ideas  morales,  i 
fueron  escritas  con  grande  arte  literario. 

Considerados  los  novelistas  ingleses  por  el  orden  ero- 
lójico,  el  primero  es  Swift,  si  bien  el  carácter  de  las  tenden- 
cias de  sus  obras  inclinarian  a  colocarlo  entre  los  escritores 
satíricos.  Jonatas  Swift  (1667-1744),  era  un  clérigo  irlan- 
dés, de  gran  talento,  pero  escéptico  i  mordaz,  incisivo,  que 
escribiíi  sobre  política,  sobre  relijion  i  sobre  literatura,  sem- 
brando el  ridículo  i  la  burla  en  todas  partes,  riéndose  de 
todo  sin  compasión  i  con  una  amargura  constante. 

Sus  obras  fueron  casi  siempre  escritos  de  circunstancias, 
i  aimque  todas  ellas  revelen  un  escritor  potleroso,  han  per- 
dido mucho  de  su  boga.  Sólo  una  de  ellas  conserva  su  po- 
pularidad, i  goza  del  prestijio  de  esos  rarísimos  libros  que 
se  leen  con  gusto  en  todas  las  edades  de  la  vida.  Los  viajes 
de  Gulliver,  tal  es  su  título,  es  la  historia  fabulosa  de  las 
peregrinaciones  de  un  viajero  ingles  en  los  paisesmas  mara- 
villosos que  es  posible  concebir.  Uno  de  ellos,  Lilliput,  es 
poblado  por  hombrecillos  que  sólo  miden  cuatro  o  cinco 
pulgadas  de  estatura:  en  otro,  Brobdingnag,  Gulliver  en- 
cuentra jigantes  que  miden  veinte  a  treinta  varas  de  alto; 
en  otro,  por  fin,  halla  la  sociedad  de  los  caballos  que  se  go- 
biernan como  pueblo  civilizado.  La  idea  jeneral  de  la  novela 
no  es  del  todo  orijinal,  puesto  que  Luciano  habia  referido 
historias  semejantes  en  el  siglo  II  de  la  era  cristiana;  pero 
lo  que  sí  constituye  el  mérito  del   libro  de  Swift  es  el  arte 
admirable  con  que  ha  sido  escrito  i  la  prodijiosa  anima- 
ción que  sostiene  toda  la  fábula  i  particularmente  el  viaje 


UTBRATURA  UÍOLB0A  521 


de  GulHver  entre  los  enanos  í  los  jigantes,  que  son  las  par- 
tes mejores  de  la  obra.  Hai  momentos  en  que  el  lector  se 
olvida  de  que  se  le  hace  viajar  en  un  pais  imposible:  tan 
naturales,  tan  vivas  i  tan  proporcionadas  son  las  invencio- 
nes. Ese  libro  que  encanta  a  los  niños  i  que  deleita  a  los 
hombres,  como  una  ficción  inocente,  es  una  sátira  acerada 
contra  la  sociedad  europea  en  jeneral,  i  contra  muchos  per- 
sonajes en  particular.  Walter  Scott  ha  esplicado  las  nume- 
rosas alusiones  que  contiene  esa  novela,  i  los  retratos  que 
Svvift  ha  hecho  de  muchos  de  sus  contemporáneos;  pero 
esas  alusiones  no  tienen  valor  alguno  para  nosotros  i  si  ese 
libro  vive,  es  porque  tiene  un  mérito  literario  superior  a  los 
intereses  del  momento. 

Muí  diferentes  son  las  tendencias  de  otra  famosa  novela 
publicada  en  esa  misma  época  con  el  título  de  Robinson 
Crusoe.  Su  autor,  Daniel  De  Foe  (1663-1731),  era  un  es- 
critor mui  fecundo  que  tomó  parte  en  numerosas  polémicas 
políticas,  i  que  después  de  haber  desempeñado  diversos  car- 
gos públicos,  dio  a  luz  muchas  novelas  i  algunas  poesías. 
Una  de  esas  novelas  Ip  ha  hecho  inmortal,  porque  sus 
otras  obras  apenas  son  conocidas. 

La  historia  de  ese  libro  es  justamente  célebre.  Habia  lle- 
gado a  Inglaterra  un  marinero  escoces,  Alejandro  Selkirk, 
que  habiendo  sido  abandonado  por  sus  jefes  en  la  isla  de 
Juan  Fernández,  habia  pasado  cinco  años  solo  en  aquel  lu- 
gar desierto.  Las  aventuras  i  desgracias  de  ese  marinero 
produjeron  cierta  sensación.  De  Foe  tomó  de  ellas  el  asunto 
para  una  novela,  i  supuso  que  Robinson  Crusoe,  joven  dis- 
tinguido que  emprende  viajes  lejanos  a  disgusto  de  sus  pa- 
dres, es  arrojado  a  una  isla  despoblada,  por  una  tempes- 
tad que  destrozó  su  nave.  La  manera  admirable  como  ha 
desarrollado  un  asunto  que  era  tan  conocido  del  público, 
es  lo  que  constituye  la  orijinalidad  del  libro.  El  plan  está 
bien  concebido:  los  incidentes  mas  naturales  i  sencillos  vie- 
nen a  agruparse  alrededor  de  la  acción  principal;  i  todo, 
los  hechos  i  los  sentimientos,  tienen  la  mayor  verosimilitud 
a  que  puede  aspirar  la  novela-  No  se  encuentran  allí  páji- 


522  NOCIONES   DE   HISTORIA   LITBBABIA 

ñas  brillantes  ni  pretenciosas;  el  estilo  corre  con  tanta  sen- 
cillez i  naturalidad  como  la  acción,  asi  como  sus  máximas 
morales  se  desprenden  sin  esfuerzo  alguno.  La  ilusión  que 
de  aquí  resulta  es  tan  completa  que  el  lector  no  puede  com- 
prender que  todo  aquello  no  sea  la  historia  de  los  sufri- 
mientos de  un  hombre  abandonado  a  la  mas  terrible  sole- 
dad. Sólo  en  las  últimas  partes  que  contienen  las  aventuras 
de  Robinson  después  que  fué  sacado  de  la  isla  por  un  buque 
ingles,  i  que  De  Foé  agregó  en  las  ediciones  posteriores  de 
su  libro,  el  interés  desaparece  en  gran  parte.  Traducido  a 
todas  las  lenguas  de  Europa,  imitado  muchas  veces,  el  Ro- 
binson Crusoe  es  leido  en  todas  las  edades,  i  conserva  su 
mérito  como  una  de  las  novelas  mas  interesantes  que  se 
han  escrito. 

13.--Esa  misma  sencillez,  esa  estraordinaría  naturalidad 
constituyen  el  mérito  de  otros  dos  grandes  novelistas  in- 
gleses de  ese  mismo  siglo.  Olivero  Gold-smith  (17281774). 
que  hizo  versos  excelentes,  compuso  también  una  novela, 
EL  Vicario  de  Wakeñeld,  que  es  considerada  como  una  obra 
maestra  de  sencillez  en  el  estilo  i  en  la  intriga,  i  de  pureza 
e  injenuidad  en  los  sentimientos  i  en  los  caracteres.  Enrique 
Fielding  (1707-1754),  autor  de  muchas  novelas,  es  famoso 
sobre  todo  por  una  que  se  titula  Tom  Jones,  que  a  juicio 
de  algunos  críticos  ingleses,  lo  coloca  entre  Cervantes  i  Le 
Sage.  Fielding,  en  efecto,  es  el  pintor  espiritual  i  verdadero 
de  la  sociedad  i  de  la  vida  real.  No  trata  de  conmover  las 
pasiones,  ni  de  ajitar  el  corazón,  sino  que  interesa  viva- 
mente a  la  intelijencia  por  la  variedad  i  la  exactitud  de  los 
cuadros  que  le  presenta. 

Pero  el  mas  famoso  de  los  novelistas  ingleses  de  este  si- 
glo es  Samuel  Richardson  (1689-1761)  que  creó,  puede  de- 
cirse así,  una  nueva  clase  de  novelas,  aquella  que  tiene  por 
objeto  el  estudio  analítico  de  las  pasiones  humanas.  Nacido 
en  una  condición  humilde,  tipógrafo  en  su  juventud,  i  mas 
tarde  dueño  de  una  imprenta,  Richardson  comenzó  a  escri- 
bir a  la  edad  de  cincuenta  años,  i  en  los  momentos  que  le 
dejaban  libres  sus  ocupaciones  industriales.  Sus  obras  cons- 


LITlfiRATURA    INOLVSA  523 

tan  de  tres  novelas.  Pamela,  Clara  Harlowe  i  Grandison, 
que, a  pesar  de  su  estension, serán  siempre  la  admiración  de 
todos  los  hombres  de  gusto  i  de  sentimiento.  Su  aparición 
produjo  una  sensación  profunda  en  Inglaterra  i  en  toda  la 
Huropa.  La  historia  de  la  publicación  de  la  Clara  Harlowe 
es  una  especie  de  novela.  El  público  se  interesaba  tan  viva- 
mente por  la  suerte  de  sus  personajes,  que  desde  el  cuarto 
tomo  se  escribía  de  todas  partes  al  autor  suplicándole  que 
salvase  a  la  pobre  Clara  de  los  peligros  que  la  rodeaban. 
Richardson  mismo  parecia  vacilar  i  al  fin  terminó  una  de 
las  obras  mas  interesantes  que  haya  producido  el  espíritu 
humano  en  medio  de  la  impaciencia  i  de  laexcitacionconque 
millares  de  lectores  esperaban  el  desenlace. 

Jamas  moralista  alguno  dio  un  análisis  mas  exacto,  una 
pintura  mas  fiel  del  corazón  del  hombre  i  de  los  matices  in- 
finitos que  encierra.  La  forma  epistolar  que  habia  adopta- 
do Richardson  le  permitió  bosquejar  por  completo  los  ca- 
racteres i  señalar  .cada  uno  de  sus  sentimientos  con  rara 
prolijidad,  i  ha  entrelazado  las  cartas  con  tanto  artificio, 
que  la  acción. aumenta  siempre  su  interés,  haciendo  resal- 
tar a  cada  paso  los  contrastes  mas  admirables.  Podriasólo 
reprochársele  la  excesiva  estension  que  ha  dado  a  sus  nove- 
las, alargando  i  multiplicando  las  cartas  i  algunos  inciden- 
tes sin  necesidad  real  para  su  desenvolvimiento. 

14. — La  Francia  aprendió  en  el  estudio  de  los  novelistas 
ingleses  la  manera  injeniosa  de  hacer  el  análisis  detenido  de 
las  pasiones  humanas  en  un  libro  que  por  ser  destinado  al 
entretenimiento  debia  encontrar  mas  lectores  que  un  sim- 
ple asunto  de  moral.  La  Nueva  Eloísa  de  Rousseau  i  mu- 
chas otras  novelas  de  pasión  publicadas  en  Francia,  fueron 
inspiradas  en  las  obras  de  Richardson.  En  cambio,  la  In- 
glaterra buscó  un  modelo  que  imitar  en  algunos  historia- 
dores franceses  i  particularmente  en  Voltaire. 

**Hasta  mediados  del  siglo  XVIII,  dice  M.  Villemain, 
ningún  libro  habia  alcanzado,  ni  siquiera  acercádose,  en 
Inglaterra  a  ese  gran  carácter  de  la  composición  histórica, 


524  KOCIOXES   DE   HIST«»UIA    UTBRARIA 

de  que  la  antigüedad  nos  ha  dejado  tan  admirables  mode- 
los." 

La  publicación  del  Ensayo  sobre  las  costumbres,  que 
enseñaba  a  estudiar  la  historia,  nó  en  los  hechos  aislados 
sino  en  su  relación  con  todos  los  elementos  sociales,  i  enca- 
denando los  acontecimientos  como  una  sucesión  no  inte- 
rrumpida de  causas  i  efectos,  inició  una  verdadera  rcToln- 
cion  en  el  arte  histórico,  que  fué  fecundada  en  Inglaterra 
por  tres  jenios,  que,  aplicando  a  él  una  intelijencia  de  pri- 
mer orden,  construyeron  monumentos  admirables  que  resis- 
ten todavía  a  la  acción  destructora  del  gusto  i  del  tiempo, 
cuando  tantas  obras  históricas,  mui  aplaudidas  por  sus 
contemporáneos,  han  caidoen  el  mas  profundo  olvido.  Esos 
tres  escritores  son  Hume,  Robertson  i  Gibbon. 

David  Hume  (171 1—1776»,  era  un  escritor  escoces  que  ya 
se  habia  hecho  notar  por  varios  escritos  ñlosóficos  en  que 
hace  ostentación  del  mas  franco  escepticismo,  cuando  em- 
prendió la  composición  de  su  famosa  Historia  de  Inglate 
rra.  Mirada  al  principio  con  cierta  indiferencia,  como  si  se 
tratara  de  una  de  esas  compilaciones  que  se  fabrican  de 
carrera,  esa  obra  llamó  en  breve  la  atención  de  todos  los 
hombres  distinguidos  i  adquirió  el  crédito  áe  que  goza  has- 
ta ahora. 

Esa  historia,  sin  embargo,  no  se  recomienda  por  la  pro- 
lija exactitud  de  los  hechos  ni  por  la  amenidad  de  sus  for- 
mas. Hume  no  era  un  investigador  laborioso,  ni  tampoco 
un  escritor  que  se  esmeraba  mucho  en  correjir  el  estilo;  pero 
sí  era  un  filósofo  de  gran  penetración,  que  sabe  dar  a  cada 
suceso  i  a  cada  tiempo  su  verdadera  importancia,  que  des- 
cubre el  carácter  de  los  hombres,  que  relaciona  los  hechos 
con  las  leyes  i  las  costumbres,  que  percibe  las  causas  i  los 
efectos,  i  que  escribe  con  gran  sobriedad  de  estilo,  pero  se- 
guro de  que  da  a  todas  las  cosas  su  exacto  colorido.  Se  le 
han  criticado  algunos  errores  de  detalle,  se  le  ha  censurado 
su  espíritu  antirelijioso,  i  sobre  todo,  antieclesiástico,  se  le 
ha  condenado  su  moral  como  fácil  i  acomodaticia;  pero  no 
se  ha  podido  despojar  a  su  libro  de  la  solidez  de  sus  consi- 


LITERATURA    INGLESA  525 


deraciones  jenerales,  del  conocimiento  profundo  de  la  hu- 
manidad i  de  su  exactitud  de  conjunto  que  muchas  veces 
no  pueden  alcanzar  aun  los  que  mejor  han  estudiado  los 
pormenores. 

Guillermo  Robertson  (1721—1793),  cura  presbiteriano  en 
Escocia,  ofrece  cualidades  mui  diferentes.  Habíase  distin- 
guido desde  su  niñez  por  la  suavidad  de  su  carácter  i  por 
una  ardiente  aplicación  que  le  sirvió  para  adquirir  en  su 
juventud  una  erudición  prodijiosa.  Sus  cuadernos'de  estu- 
dios, que  se  conservan  cuidadosamente,  tienen  esta  inscrip 
cion:  Vita  sine  litteris  mors  est  (La  vida  sin  el  estudio  es  la 
muerte),  que  da  a  conocer  su  pasión.  Robertson  comenzó 
su  carrera  literaria  como  predicador,  corrijiendo  en  la  ora- 
toria sagrada  los  defectos  que  habian  introducido  la  afec- 
tación i  el  mal  gusto;  pero  luego  se  consagró  a  otros  tra- 
bajos que  le  han  granjeado  un  renombre  inmortal. 

La  primera  obra  histórica  fué  una  Historia  de  Escocia, 
escrita  con  mucho  método,  i  después  de  haber  hecho  las 
mas  prolijas  investigaciones.  En  seguida  publicó  la  Histo- 
ria del  emperador  Carlos  F,  que  es  considerada  su  obra 
capital,  i  que  contiene  por  via  de  introducción  una  mirada 
jeneral  sobre  la  edad  media,  verdadera  obra  maestra  de 
ciencia  i  de  arte.  El  último  de  sus  grandes  trabajos  es  una 
Historia  de  América,  igualmente  célebre.  Robertson  se  dis- 
tingue por  su  laboriosidad  esquisita  para  reunir  i  para  es- 
tudiar los  materiales,  por  su  sagacidad  para  comparar  las 
autoridades  i  para  discernir  la  verdad,  por  el  talento  me- 
tódico con  que  se  traza  el  plan  de  su  obra,  calculando  no  el 
efecto  de  sorpresa  que  se  pretende  producir  en  el  ánimo  del 
lector,  sino  la  manera  de  presentarle  los  hechos  con  toda  la 
claridad  i  trasparencia  que  se  puede  apetecer.  Su  estilo  sen- 
cillo i  suave  se  presta  admirablemente  a  dar  animación  i 
colorido  a  la  narración,  i  a  las  descripciones  que  con  mano 
de  maestro  ha  trazado  en  sus  obras.  Frió  i  desapasionado 
en  sus  juicios,  distribuye  el  elojio  i  la  censura  sin  tener  otra 
guia  que  la  justicia,  i  sin  ceder  a  prevenciones  de  naciona- 
lidad i  de  secta.  Sus  consideraciones  filosóficas  suponen 


526  KCCIOXB8   DB   H15TOUA   LinKA&IA 

nn  convencimiento  cabal  de  los  hechos  i  nna  penetración 
casi  inconcebible  en  el  hombre  que  ha  pasado  sn  vida  lejos 
de  los  negocios  públicos  i  hasta  del  bullicio  de  la  ciudad. 
Sus  obras  han  sido  sometidas  a  un  escrupuloso  examen  por 
la  erudición  moderna:  i  han  salido  casi  incólumes  de  tan 
dura  prueba. 

En  cuanto  al  arte  literario  se  le  ha  reprochado  sólo  el  re- 
legar a  las  notas  ciertas  noticias  llenas  de  interés  i  de  eru- 
dición, que  habrían  quedado  mejor  en  el  testo.  En  cuanto  al 
fondo,  se  le  han  críticado  vanos  errores  históricos,  algunos 
de  los  cuales,  es  menester  no  disimularlo,  son  de  gravedad. 
Para  disculpar  aRobertson  de  esta  acusación  bastará  decir 
que  en  la  época  en  que  él  escribió,  el  historiador  estaba  re- 
ducido a  estudiar  los  hechos  en  los  libros  impresos  o  manus- 
critos que  podia  tener  a  la  mano,  i  que  I03  archivos  euro- 
peos, i  particularmente  los  españoles,  estaban  perfectamente 
cerrados  para  los  nacionales  i  principalmente  para  los  es- 
tranjeros.  Así  es  como  Rotertson  ha  podido  escribir  que 
Carlos  V  después  de  su  abdicación  llevó  en  el  monasterio 
de  Yuste  una  vida  alejada  de  toda  intervención  en  los*  ne- 
gocios públicos,  porque  así  lo  habian  dicho  otros  historia* 
dores,  i  porque  no  pudo  conocer  los  documentos  que  sólo 
han  esplotado  los  investigadores  modernos.   Pero   aun  en 
este  punto,  debe  decirse  que  muchas  de  las  críticas  que  se 
han  hecho  a  Kobertson  i  particularmente  a  su  Historia  de 
América,  son  injustas  i  pueríles;  i  que  sus  obras  conservan 
su  gran  mérito  aun  después  que  eruditos  eminentes  han  es- 
tudiado atentamente  algunos  de  los  sucesos  que  aquel   na- 
rró en  sus  obras. 

Eduardo  Gibbon  (1737-1794)  completa  el  tríunvirato 
de  los  grandes  historíadores  ingleses.  Protestante  de  naci- 
miento, se  hizo  católico  por  convicción,  pero  volvió  luego 
a  la  antigua  creencia  por  obedecer  a  sus  padres,  i  acabó 
al  fin  por  ser  escéptico.  Mientras  tanto,  una  pasión  ardien- 
te por  el  estudio  lo  preparaba  para  los  trabajos  de  la  mas 
ardua  erudición.  Viajó  por  varios  paises  de  Europa,  i  ha- 
llándose en  Roma  en   1764,  concibió  la  idea  de  escríbir  la 


LITERATURA  INGLKSA  527 


Historia  de  la  decadencia  i  taina  del  imperio  romano.  Mas 
de  veinte  años  trabajó  en  esta  obra  colosal  con  una  con- 
tracción i  con  una  paciencia  infinitas.  En  ella  se  encuentran 
reunidos  casi  todos  los  méritos  que  pueden  adornar  a  un 
historiador,  conocimiento  profundo  de  los  monumentos, 
una  lectura  inmensa  i  cuidada,  investigación  de  los  mate- 
riales mas  desconocidos,  comparación  injeniosa  de  todos 
los  datos  que  puede  ofrecer  a  la  historia,  reconstrucción 
del  pasado  por  el  trabajo  i  el  cálculo,  un  estilo  límpido, 
elegante  i  vigoroso;  pero  sus  ideas  filosóficas,  o  mas  bien 
dicho  la  falta  de  principios  fijos  en  moral,  en  política  i  en 
economía  política,  lo  estravian  con  frecuencia.  La  hostili- 
dad al  cristianismo  lo  ha  hecho  cometer  verdaderas  abe- 
rraciones: Gibbon  lo  acusa  de  haber  destruido  el  mundo 
romano  destruyendo  la  armonía  de  este  vasto  imperio, 
cuya  fuerza  arranca  su  admiración  ♦estravia  en  cierto  mo- 
do su  juicio.  A  pesar  de  estos  defectos,  la  obra  de  Gibbon 
subsiste  como  uno  de  los  mas  grandiosos  monumentos  del 
arte  histórico  de  los  modernos.  "Antes  de  Gibbon,  dice  M. 
Guizot,  no  se  habria  hecho  una  obra  semejante,  i  aunque 
habría  podido  perfeccionar  ciertas  partes,  es  verdad  que 
después  de  él  no  queda  nada  por  hacerse".  De  mui  pocas 
obras  históricas  habria  podido  hacer  un  elojio  semejante 
un  juez  tan  distinguido. 

15.— El  jenio  ingles  tuvo  muchos  otros  medios  de  mani- 
festación durante  el  si/^lo  que  acabamos  de  recorrer  a  la 
lijera.  Sin  hacer  mérito  de  los  grandes  trabajos  emprendi- 
dos en  materia  de  ciencias  exactas  i  naturales,  i  de  los  no- 
tables descubrimientos  jeográficos,  debemos  indicar  aquí, 
aunque  esto  no  entre  en  el  cuadro  de  este  libro,  que  la  In- 
glaterra del  siglo  XVIII  produjo  eminentes  filósofos,  entre 
los  que  descuellan  Berkerley,  Reid  i  Djgald  Steward;  gran- 
des ecomistas,uno  de  los  cuales,  Adam  Smith  (17123-1790), 
fué  el  primero  que  en  una  obra  justamente  famosa,  fijó  los 
principios  i  señaló  los  límites  de  la  economía  política;  i  al- 
gunos normalistas  de  gran  distinción. 

Entre  estos  merecen  ser  colocados  los  humoristas.  Esta 


528  NOCIONES    DE    HISTORIA    UTERARIA 

palabra  que  ha  servido  de  tema  a  tan  delicadas  i  sutiles 
disertaciones,  i  que  se  ha  oscurecido  tratando  de  aplicarla, 
es  mas  fácil  de  comprenderse  que  de  definirse.   Indica  al 
hombre  que  se  entrega  a  su  biimor  con  inde|)endencia,  i 
que  encuentra  el  medio  de  interesar  a  los  otros  según  su 
capricho.   Lorenzo  Sterne    1713-1768)   puso  a  la  moda 
esa  mezcla  de  sentimiento  i  de  lijereza  que  constituye   la 
esencia  de  este  jénero,  i   es  considerado  hasta  ahora  como 
el  mas  célebre  de  los  humoristas  ingleses.  Su   Vinje  senti- 
mental, en  que  refiere  lo  que  le  ha  ocurrido  durante  un  via- 
je en  Francia,  está  compuesto  de  una  serie  de  escenas  o  de 
episodios  desligados,  pero  llenos  de  una  rara  perfección  en 
los  detalles.    Dando  cuenta  de  sus  sentimientos  i  de  sus 
ideas,  Sterne  se  muestra  observador  profundo,  inclinado  a 
moralizar;  pero  al  lado  de  lo  patético  coloca  rasgos  inje- 
niosos  i  picantes  destinados  a  hacer  reír.   Los  retratos  de 
los  diversos  personajes  son   trazados  con   mano  maestra. 
La  influencia  de  Sterne  se  ha  hecho  sentir  dentro  i  fuera  de 
Inglaterra;  i  el  jénero  humorístico,  cultivado  en  muchos 
libros,  forma  también  en  nuestro  tiempo  uno  de  los  ele- 
mentos indispensables  del   periodismo  moderno.   Eí  viaje 
al  rededor  de  mi  cuarto  por  Javier  de  Maistre  (1764-1852) 
es  uno  de  los  libros  mas  admirables  que  se  hayan  compues- 
to en  este  jénero,  i  uno  de  los  mas  bien  escritos  que  cuente 
la  literatura  francesa  moderna. 

Son  notables  también  en  este  siglo  de  la  literatura  in- 
glesa los  escritores  políticos,  no  sólo  por  la  novelad  de  las 
ideas  sino  por  las  dotes  del  estilo.  Se  distingue  por  ambos 
motivos  una  serie  de  cartas  anónimas  publicadas  desde 
el  año  1769  hasta  1771,  llamadas  comunmente  Cíirtas  de 
Junius,  por  el  nombre  supuesto  con  que  aparecían  suscri- 
tas.  Destinadas  a  señalar  las  agresiones  de  la  corona  i  los 
errores  administrativos,  el  autor  desplegó,  junto  con  un 
conocimiento  perfecto  de  la  constitución  inglesa,   un  inje- 
nio   poderoso,   un   sarcasmo  delicado,    una  habilidad   es- 
traordinaria  para  retorcer  los  argumentos  de  sus  contra- 
rios i  una  pureza  de  estilo  que  hace  de  cada  una  de  esas 


LITBR ATIERA    INGLESA  620 


cartas  el  mas  incisivo  i  el  mas  espiritual  de  los  folletos  po- 
líticos. La  crítica  moderna  ha  discutido  largamente  sobre 
quien  puede  ser  el  autor  de  este  libro;  i  por  medio  de  con- 
jeturas mas  o  menos  fundadas,  lo  ha  atribuido  a  diversas 
personas;  pero  como  hasta  ahora  no  se  han  aducido  prue- 
bas verdaderamente  concluyentes,  se  debe  decir  que  el 
nombre  del  autor  de  las  Cartas  de  Junius  es  desconocido 
por  la  posteridad. 

Las  discusiones  políticas  tuvieron  un  campo  mas  vasto 
todavía  en  el  seno  del  parlamento.  La  elocuencia  parla- 
mentaria, nacida  en  Inglaterra  con  la  revolución  de  168S, 
recibió  en  el  siglo  siguiente  el  mas  portentoso  desarrollo. 
Las  cuestiones  de  mas  alta  importancia  fueran  discutidas 
en  la  tribuna  por  hombres  de  verdadero  jenio.  La  abo- 
lición del  tráfico  de  negros,  la  emancipación  de  los  católi- 
cos, la  libertad  de  las  colonias,  i  otros  asuntos  de  menos 
importancia  ajitaron  las  intelijencias  mas  elevadas  i 
crearon  en  el  parlamento  una  elocuencia  robusta  i  vigoro- 
sa, mas  profunda  que  apasionada,  mas  conmovedora  que 
brillante.  Los  nombres  de  Lord  Chatam,  de  Burke,  de 
Fox  i  de  Pitt,  los  mas  ilustres  en  aquella  pléyade  de  gran- 
des oradores,  pertenecen,  sin  embargo,  a  la  historia  po- 
lítica de  la  Gran  Bretaña  mas  bien  que  a  la  historia  literaria. 
16.— Al  cerrar  el  siglo  XVIII,  se  inició  en  Inglaterra 
una  profunda  revolución  literaria.  La  crítica  alemana  ha- 
bía combatido  el  apego  rutinero  a  las  reglas  arbitrarias 
dictadas  por  los  preceptistas  franceses,  i  buscando  para  el 
arte  un  campo  mas  vasto  i  mas  rico  que  la  simple  imitación 
de  los  poetas  antiguos.  La  poesía  de  la  edad  media,  mas 
natural  i  mas  espontánea,  pero  también  mucho  menos  per- 
fecta, era  presentada  como  un  modelo  que  a  mas  de  ser  sus- 
ceptible de  perfeccionamientos,  oponia  menos  trabas  al  li- 
bre vuelo  de  la  imajinacion  del  poeta.  Esta  revolución  que 
se  llama  jeneralmente  romanticismo,  fué  aceptada  fácilmen- 
te en  Inglaterra;  i  en  vez  del  método  i  de  la  mesura  que 
eran  los  signos  característicos  de  la  edad  precedente,  la  fan- 
tasía cobró  ensanche  i  pareció  absorberlo  todo. 

TOMO  IV  34 


530  NOCIONES  DE  HISTORIA  LITERARIA 


Una' verdadera  falaaje  de  poetas  proclamó  i  sostuvo  es- 
te movimiento,  creando  una  nueva  poesía  lírica  en  que  el 
alma  se  extasía  en  sus  mas  secretas  emociones.  De  entre 
ellos  surjieron  particularmente  dos  que  por  su  jenio  colosal 
han  ejercido  una  influencia  decisiva  en  la  literatura  contem- 
poránea. Son  éstos  Lord  Byron  i  sir  Walter  Scott. 

Walter  Scott  (1771—1832)  era  un  hombre  de  una  pro- 
dijiosa  erudición,  que  conocia  perfectamente  todas  las  an- 
tigüedades históricas  i  literarias  de  la  Gran  Bretaña,  i  en 
particular  de  Escocia,  su  patria.  Fortificado  su  espíritu 
con  esos  conocimientos,  formado  su  gusto  por  la  literatura 
moderna  de  la  Alemania  i  por  la  poesía  de  los  antiguos 
bardos  o  poetas,  dotado  de  una  gran  facilidad  de  versifica- 
ción, i  de  una  imnajinacion  poderosa,  pero  que  jamas  salía 
de  los  límites  trazados  por  el  buen  sentido,  Walter  Scott 
compuso  i  publicó  una  serie  de  poemas  o  cuentos  poéticos 
que  hacian  revivir  las  costumbres  i  las  ideas  de  los  tiempos 
caballerescos  o  de  las  guerras  civiles  de  Inglaterra  i  Esco- 
cia. Esos  poemas  fueron  recibidos  por  el  público  con  una 
avidez  que  hasta  entonces  no  tenia  precedente  en  la  histo- 
ria de  la  literatura  inglesa;  pero  la  aparición  de  Lord  Byron 
i  el  entusiasmo  que  produjeron  desde  luego  sus  primeras 
poesías,  inclinaron  a  Walter  Scott  a  cambiar  de  rumbo,  i  a 
buscar  en  otro  jénero  literario  un  campo  mas  vasto  de  ins- 
piración i  de  gloria. 

En  1814-  emprendió  la  publicación  de  una  serie  de  nove- 
las históricas,  que  desde  la  primera,  líarer/r,  produjeron 
una  inmensa  impresión.  Poniendo  en  ejercicio  una  imajina- 
cion  rica  i  vigorosa,  empleando  todos  los  tesoros  de  su 
erudición,  quiso  hacer  revivir  el  pasado  por  medio  de  cua- 
dros llenos  de  interés  i  de  vida  sobre  un  tejido  de  aventuras 
e  incidentes  romanescos;  i  creando  algunos  personajes  ima- 
jinarios,  al  lado  de  personajes  reales,  nos  da  a  conocer  las 
costumbres,  i  las  ideas  de  otros  tiemjx^s,  bajo  una  faz  que 
la  historia  no  puede  presentarnos.  Walter  Scott  es  el  verda- 
dero creador  de  este  jénero  literario,  i  hasta  ahora  queda 
mucho  mas  arriba  que  todos  sus  imitadores.  Esas  novelas 


i^lTERATURA  INGLBSA  531 


han  hecho  popular  en  los  dominios  de  la  literatura  una  re- 
jion  de  la  Gran  Bretaña  poco  conocida  i  poco  poetizada,  la 
Escocia  entera,  con  sus  montañas,  sus  lagos,  sus  paisajes, 
sus  monumentos,  sus  castillos,  sus  chozas  i  sobre  todo  sus 
personajes  de  todo  tiempo  i  de  todos  los  estados,  desde  el 
barón  hasta  el  pescador,  desde  el  rei  hasta  los  jitanos.  A 
pesar  de  esto,  i  aunque  el  héroe  jmncipal  de  cada  novela 
sea  casi  siempre  escoces  o  ingles,  Walter  Scott  ha  recorrído 
otros  paises,  la  Inglaterra,  la  Francia,  la  Palestina,  bos- 
quejando costumbres  diferentes,  pero  bien  estudiadas  i  bieti 
descritas.  De  esta  manera  ha  hecho  intervenir  en  sus  nove- 
las, entre  otras,  las  importantes  figuras  históricas  de  Isa- 
bel, de  Jacobo  I,  i  de  Carlos  II,  reyes  de  Inglaterra,  de  Luis 
XI  rei  de  Francia,  de  María  Estuardo,  de  Carlos  el  teme- 
rario, de  Cromwell  i  de  muchos  otros  personajes  de  un  or- 
den secundario,  a  los  cuales  conocemos  en  la  vida  domésti- 
ca, despojados  de  toda  la  grandeza  de  aparato  que  de  or- 
dinario los  rodea  en  la  historia. 

Cuando  consideramos  a  Walter  Scott  como  pintor  de  ca- 
racteres, cuando  examinamos  sobre  todos  los  tipos  inven- 
tados por  él,  quedamos  sorprendidos  por  la  fecundidad  de 
su  invención  i  por  el  vigor,  la  novedad  i  la  fidelidad  de  sus 
cuadros.  No  ha  buscado  como  otros  novelistas;  seres  que 
pueden  llamase  abstractos,  personificaciones  de  ciertas  pa- 
siones especiales,  sino  tipo  reales,  cuyas  ideas  i  cuyos  hábi- 
tos comunican  a  nuestro  espíritu  toda  la  ilusión  de  que  éste 
es  susceptible.  En  la  descripción  de  los  objetos  estemos  i  par- 
ticularmente en  la  de  los  cuadros  de  la  naturaleza,  Walter 
Scott  es  un  artista  consumado;  pero  cuando  describe  un 
acontecimiento,  desplega  un  poder  mas  alto  todavía,  por- 
que conoce  el  alcance  de  todas  las  circunstancias  que  pue- 
den interesar  al  lector,  i  las  combina  con  gran  maestría 
para  producir  el  efecto  apetecido.  Aunque  no  se  proponga, 
co  mo  otros  novelistas,  inculcar  principios  de  moral,  la  mo- 
rali  dad  resulta  de  la  acción  misma,  porque  todas  ellas  re- 
flejan los  sentimientos  jenerosos  emanados  de  una  alma 
pura,  las  emociones  tiernas,   el  entusiasmo  por  todo  lo  que 


532  NOCIONES    DB    HISTORIA     LITERARIA 

es  noble  i  bueno;  porque  todas  fortifican  nuestra  confianza 
en  la  virtud  i  nuestro  odio  al  vicio. 

Las  novelas  de  Walter  Scott  se  elevan  al  número  de  vein- 
tisiete, aunque  no  todas  son  de  un  mérito  igual.  Aparte  de 
sus  obras  poéticas,  de  que  N^a  hemos  dado  cuenta,  escribió 
también  numerosas  obras  históricas  i  críticas;  de  tal  mane- 
ra que  considerado  en  su  conjunto,  se  puede  asegurar  que 
es  uno  de  los  jenios  mas  fecundos  de  nuestro  siglo.  No  es, 
pues,  de  estrañarse  que  muchas  de  sus  novelas  adolezcan  de 
algunos  defectos,  de  cierta  dificultad  en  la  esposicion,  de 
'descuidos  en  el  lenguaje  i  de  entorptcimintos  en  la  marcha 
de  la  acción;  pero  la  verdad  es  que,  si  bien  algunas  de  ellas 
cansan  i  fatigan  durante  la  lectura  de  las  primeras  pajinas, 
casi  todas  despiertan  en  breve  en  nuestro  espíritu  un  inte- 
rés profundo  que  se  mantiene  hasta  el  fin,  i  dejan  grabados 
en  nuestra  memoria  recuerdos  indelebles  por  la  pintura  de 
los  caracteres,  por  las  descripciones  de  las  localidades  i  por 
la  vida  de  la  acción. 

Lord  Byronfjorje  Gordon  B^^ron,  (1788— 182-t),esun  je- 
nio  de  mui  diversa  especie,  i  sin  disputa  el  mas  gran  poeta 
del  siglo  XIX.  Su  vida,  pasada  en  la  opulencia  i  en  la  disi. 
pación,  en  viajes  por  el  continente  i  en  ajitaciones  borras- 
cosas, le  dejó  sin  embargo  tiempo  para  estudiar  i  para  es- 
cribir poemas,  dramas,  odas,  elejías,  etc.,  que  forman  uno 
de  los  mas  ricos  conjuntos  de  poesías  que  haya  producido 
la  inspiración  de  un  hombre.  **Su  imajinacion,  dice  M.  V¡- 
llemain,  es  inagotable  para  pintarse  a  sí  mismo,  para  descu- 
brir todas  las  heridas  de  su  alma,  todas  las  inquietudes  de 
su  espíritu;  para  profundizarlas  i  para  exajerarlas.  Pero 
fuera  de  sí  mismo,  inventa  poco.  Entre  tantos  actores  co- 
mo aparecen  en  sus  poemas,  no  hai  mas  que  un  solo  tipo  de 
hombre  i  un  solo  tipo  de  mujer  vigorosamente  concebidos: 
el  uno  sombrío,  altivo,  devorado  por  el  pesar  o  insaciable 
de  placer;  la  otra  tierna,  fiel,  sumisa,  pero  capaz  de  todo 
por  amor.  Ese  hombre  es  el  mismo  poeta:  esa  mujer  es  la 
que  querría  su  orgullo Byron.escéptico  atrevido  en  mo- 
ral i  en  relijion,  o  mas  bien  discípulo  involuntario  dele-ccp- 


í 


LITERATURA    INGLESA  583 


ticismo  francés,  no  es  novador  en  las  cuestiones  de  arte  i  de 
gusto.  Su  innovación  se  encuentra  en  la  orijinalidad  de 
sus  impresiones  i  de  su  fisonomía,  i  nó  en  una  teoría  litera- 
ria. Por  principios  i  por  estudio  obedecia  al  gusto  antiguo 
i  a  los  mas  puros  modelos  del   siglo  de  la   reina  Ana,  cuya 

lengua  espresiva  i  sabia  poesía  admirablemente A  pesar 

de  su  entera  misantropía  i  del  desden  que  afecta  por  sus  lec- 
tores, como  por  el  resto  de  los  hombres,  era  singularmente 
respetuoso  por  la  moda,  i  dócil  al  gusto  de  la  multitud.  De 
allí  han  nacido  esas  formas  estravagantes  i  rápidas  para 
despertar  la  curiosidad  i  atraerse  la  impaciencia  de  un  si- 
glo escéptico  i  político Ninguna  belleza  de  la  poesía  clá- 
sica ha  sido  rehusada  a  Byron:  se  inclinaba  naturamente  a 
las  formas  mas  elevadas  del  arte,  i  a  la  pompa  sabia  del 
lenguaje.  A  nuestro  juicio,  su  obra  maestra  es  el  poema 
incompleto,  mitad  serio,  mitad  bufón,  en  que  ha  vaciado 
confundidas  todas  sus  fantasías;  es  Don  Juan,  poema  sin 
regla  i  sin  freno,  como  el  héroe,  pero  lleno  de  fuego,  de  in- 
jenio,  de  graciai  de  enerjía.  En  el  fondo,  este  héroe  no  es 
mas  que  una  variante  del  mismo  Byron De  la  diversi- 
dad de  las  aventuras  nace  un  encanto  singular  de  poesía. 
Es  verdad  que  no  se  encuentra  ahí  mas  que  las  fáciles  in- 
venciones de  la  novela,  pero  ¡cuánto  arte  en  la  narración!  i 
cuando  el  autor  toca  la  historia  ¡qué  vigor  poético!  La»pin- 
tura  del  sitio  de  Ismailoff  es  uno  de  los  mas  sublimes  cua- 
dros de  guerra  que  jamas  se  hayan  trazado.  Desgraciada- 
mente, este  espíritu,  por  pretensión  o  por  lijereza,  tiene  fre- 
cuentemente la  terrible  ironí  i  del  corazón,  i  difama  igual- 
mente la  gloria,  la  virtud  i  el  infortunio*'. 

17.— La  influencia  de  Walter  Scott  i  de  Byron  en  las  lite- 
raturas modernas  ha  sido  verdaderamente  inmensa.  Imi- 
tados con  mas  o  menos  fidelidad  en  casi  todos  los  paiscs, 
ambos  conservan  todavía  la  preeminencia, el  primero  entre 
los  novelistas  i  el  segundo  entre  los  poetas  de  la  escuela 
romántica.  Al  lado  de  ellos,  sin  embargo,  la  Gran  Bretaña 
ha  producido  otros  poetas  i  novelistas  menos  ilustres  que 
aquellos  dos  jenios,  pero  justamente  famosos.  Bastaria  ci- 


534  NOCIONES    DE    HISTORIA  LITERARIA 

tar  los  nombres  de  Tomas  Moore  (1780-1852),  nacido  en 
Irlanda,  cuyas  poesías  revelan  un  patriotismo  ardiente, 
una  iraajinacion  poderosa  i  una  armoniosa  suavidad  en  las 
pinturas  tiernas  i  delicadas;  de  Guillermo  Thackeray  (181  1- 
1864),  cuyos  estudios  de  costumbres  i  cuyas  novelas  le  han 
granjeado  la  reputación  de  uno  de  los  mas  injeniosos  críti- 
cos sociales  de  nuestra  época;  i  de  Carlos  Dickens  (1812- 
1870),  pintor  no  menos  admirable  de  la  sociedad  inglesa, 
de  sus  virtudes  i  de  sus  vicios. 

El  carácter  distintivo  de  la  literatura  inglesa  contemp  o- 
ránea  es  el  predominio  de  la  prosa  sobre  la  poesía;  i  en  la 
prosa,  la  superioridad  de  la  historia  i  de  la  novela.  Toma  s 
Babington  Macaulay  (1800-1859),  el  primero  de  los  histo- 
riadores ingleses  del  siglo  XIX,  se  ha  hecho  el  contempo  - 
raneo  de  los  sufrimientos  del  pasado,  tanto  es  el  fuego  que 
emplea  en  condenarlos,  tan  apasionado  es  el  amor  que  tie- 
ne por  las  libertades  públicas,  tan  vivo  es  el  colorido  que 
emplea  para  darnos  a  conocer  bajo  todas  sus  faces  los  su- 
cesos de  otros  siglos,  revelando  siempre  la  elevación  i  la 
jenerosidad  de  sus  sentimientos.  Con  un  arte  infinito,  i 
conservando  siempre  la  mas  perfectci  unidad,  ha  hecho  en- 
trar en  la  historia  las  descripciones  de  las  localidades,  los 
cuadros  de  costumbres,  los  retratos  de  los  hombres,  i  la 
narración  de  los  hechos. 

El  tdioma  ingles  es  también  en  nuestros  dias  el  instru- 
mento de  una  vigorosa  literatura  en  los  Estados  Unidos. 
Al  lado  de  Fenimore  Cooper  (1789-1851),  el  mas  feliz  délos 
novelistas  que  han  tomado  por  modelo  a  Walter  Scott, 
han  surjido  allí  poetas  tan  notables  como  Enrique  Long- 
fellow  (1807)  e  historiadores  tan  ilustres  como  Washing- 
ton Irving  (1783-1859),  Guillermo  H.  Prescott  (1796-1859  ) 
i  Juan  L.  Motley  (1814-1873);  pero  no  entra  en  el  cuadro 
de  este  libro  el  dar  a  conocer  la  literatura  propiamente 
contemporánea. 


CAPITULO    VIJ. 

fjiteratara  alemana. 

1 El  renacimiento  en  Alemania.— 2    Literatura  del  siglo  XVI. — 

3.   Las  dos  escuelas  de  Silesia  en  el  siglo  XVIÍ.—- 4.   La  literatu- 
ra alemana  en  la  primera  mitad  del  siglo  XVÍII.— 5.   Klopstok. 

— 6.    I^ssing.— 7.  Gesner.— 8.   VVieland 9.  Goethe 10.  Schi- 

11er.— 11.  Prosadores;  Herder. — 12.   Müller 13.  La  crítica  li- 
teraria; los  Schlegel.  —14.   Conclusión. 

1.— La  rejeneracion  intelectual  producida  por  el  renaci- 
miento, se  hizo  sentir  en  Alemania  desde  fines  del  siglo  XV. 

Los  pueblos  jermánicos,  así  como  la  Italia  i  la  Franci/i, 
volvieron  sus  miradas  hacia  la  antigüedad  para  profundi- 
zar el  estudio  de  las  literaturas  clásicas.  Grandes  eruditos^ 
hicieron  conocer  los  mejores  autores  griegos  i  latinos,  e 
inspiraron  el  gusto  por  este  estudio.  La  reforma  vino  en- 
tonces a  apartar  los  espíritus  de  los  trabajos  literarios  i  a 
dar  un  carácter  relijioso,  político  i  social  a  aquella  impor- 
tante revolución. 

Esa  renovación  de  los  estudios  clásicos,  iniciada  por 
Juan  Reuchlin  (1455-1522),  uno  de  los  hombres  mas  erudi- 
tos i  uno  de  los  filólogos  mas  profundos  de  su  tiempo,  fué 
secundada  por  dos  hombres  de  un  gran  talento  i  de  una 
instrucción  inmensa,  por  Erasmo  i  por  Melanchton.  El 
primero  de  ellos,  Desiré  (deseado)  Gérard  (1467-1536)  que 
tradujo  su  nombre  al  griego  i  se  llamó  Erasmo,  enseñó  las 


536  sorioxBS  de  historia  lttckjuua 

lengcas  clásicas  en  Holanda,  sn  patria,  en  Inglaterra,  en 
Suiza  i  en  Alemania,  escribió  muchas  obras  en  que  el  inje- 
nio  alegre  i  picante  se  encuentra  unido  a  una  vasta  cien- 
cia, i  ha  merecido  el  sobrenombre  de  Voltaire  latino,  por 
ciertas  analojías  de  estiio  i  de  creencias  con  el  célebre  filó- 
sofo francés.  El  segundo,  Felipe  Schwartzerde  tierra  ne- 
gra (1497-1560  ,  que  también  tradujo  al  griego  su  apellido 
i  se  llamó  Melanchton,  enseñó  las  lenguas  clásicas  i  la  filo- 
sofía, se  alistó  mas  tarde  en  las  filas  de  los  reformadores,  a 
quienes  pretendió  en  vano  reunir  en  una  doctrina,  i  compu- 
so muchas  obras  de  controversia  relijiosa,  de  filosofía,  de 
retórica  i  de  gramática  que  revelan  sus  vastísimos  estudios. 
Todos  ellos  reformaron  la  enseñanza  en  las  escuelas  i  crea- 
ron una  jeneracion  de  hombres  distinguidos  que  debian 
ilustrarse  ea  el  cultivo  de  todas  las  ciencias. 

2. — Todos  estos  sabios  escribieron  sus  obras  en  latin. 
Martin  Lutero  (1483-151^1,  el  famoso  promotor  de  la  re- 
forma relijiosa  en  el  siglo  XVI,  es  también  el  fundador, 
puede  decirse  así,  de  la  lengua  alemana  moderna;  i  eierció 
por  sus  cánticos,  por  sus  sermones  i  por  sus  otras  obras 
una  influencia  profunda  sobre  la  literatura  nacional.  Su 
traducción  de  la  Biblia,  que  obtuvo  desde  el  principio  una 
boga  estraordinaria,  reunió  los  dialectos  de  la  alta  i  de  la 
baja  Alemania,  i  fué  por  su  forma  el  fundamento  de  la  len- 
gua, así  como  por  su  fondo  lo  fué  de  las  nuevas  doctrinas 
relijiosas.  La  enerjía  de  su  espresion,  el  calor  ^Hgoroso  de 
su  lenguaje,  hicieron  de  ese  libro  el  modelo  de  la  prosa  du- 
rante dos  siglos.  Sus  otros  escritos  i  particularmente  sus 
cánticos  de  iglesia,  enriquecieron  también  e!  idioma  con 
nuevas  voces  i  con  nuevos  jiros,  sujeridos  por  su  imajina- 
cion  ardiente  i  apasionada. 

La  prosa  alemana  se  ejercitó,  como  debe  suponerse,  en 
las  interminables  cuestiones  teolójicas  i  políticas  a  que  dio 
lugar  la  reforma  relijiosa.  Compusiéronse  también  algunas 
crónicas  sobre  los'sucesos  de  ese  tiempo,  i  algunas  novelas 
en  que  se  consignaban  las  tradiciones  romanescas  i  popu- 
lares de  la  Alemania.  Entre  esas  produ:ciones  hai  algunas 


LITERATl  RA    ALEMANA  537 


que  son  una  simple  traducción  o  imitación  de  los  libros  de 
caballerías  de  la  literatura  francesa. 

Los  poetas  fueron  muchos  mas  numerosos  en  el  siglo 
XVI;  pero  en  jeneral,  la  poesía  hizo  progresos  menos  no- 
tables que  la  prosa.  Su  mas  distinguido  representante  es 
Hans  Sachs  (14'94-1576),  hijo  de  un  sastre  de  Nüremberg, 
i  él  mismo  zapatero  en  su  ciudad  natal,  que  era  entonces  el 
centro  del  movimiento  artístico,  científico  i  literario.  Tenia 
veintiún  años  cuando  estalló  la  reforma  relijiosa:  abrazó 
su  causa  con  fervor  i  saludó  a  Lutero  en  una  pieza  poética 
con  el  título  de  Ruiseñor  de  Witetnbergy  pero  no  adoptó  en 
sus  obras  el  tono  apasionado  i  violento  de  los  novadores. 
Poeta  lírico  i  dramático,  dando  a  todo  lo  que  tocaba  su 
pluma  un  carácter  nuevo,  Hans  Sachs  se  distingue  sobre 
todo  por  una  asombrosa  fecundidad  comparable  sólo  a  la 
de  ciertos  poetas  españoles.  Sus  obras  constan  de*  208  co- 
medias o  trajedias,  1700  farsas  teatrales,  4200  piezas  poé* 
ticas,  narraciones  bíblicas,  cuentos,  fábulas,  cantos  de  gue- 
rra, cánticos  relijiosos,  canciones  alegres.  No  se  busque  en 
sus  obras  un  poeta  de  verdadero  jenio,  ni  una  llama  crea- 
dora; pero  sí  se  encontrará  una  gran  naturalidad,  mucha 
sensatez  i  ui\buen  humor  inagotable.  Ha  pintado  la  vida 
real  en  el  tono  mas  sencillo,  pero  con  el  colorido  de  la  ver- 
dad, i  ha  ejercido  sobre  sus  contemporáneos  una  poderosa 
influencia  no  sólo  por  la  belleza  de  sus  versos  sino  por  la 
templanza  de  sus  sentimientos,  estraña  i  casi  inconcebible 
en  una  época  de  violencias.  Todos  los  otros  poetas  de  su 
siglo  quedan  oscurecidos  ante  la  gloria  de  su  nombre. 

3. — La  reforma,  que  habia  impreso  al  principio  un  im- 
pulso tan  vigoroso  al  espíritu  jermánico  acabó  por  ejercer 
sobre  la  literatura  una  influencia  funesta.  Desde  luego  no 
era  posible  aplicarse  al  estudio  literario  porque  no  se  go- 
zaba del  reposo  i  de  la  tranquilidad  necesarios  para  el  cul- 
tivo de  las  letras.  Desde  la  segunda  mitad  del  siglo  XVI  se 
percibe  ya  que  el  hábito  de  las  controversias  relijiosas  ha 
enjendrado  una  escolástica  nueva  en  que  protestantes  i  ca- 
tólicos se  pierden  en  discusiones  interminables  en  que  no 


538  NOCIONES    DB   HISTORIA    LITERARIA 

se  puede  buscar  el  verdadero  seatimiento  literario.  Las  le- 
tras cayeron  así  en  un  estado  de  postración  o  sólo  tu  vieron 
manifestaciones  en  que  se  en^uen  tra  siempre  una  gran  vul- 
garidad. La  guerra  de  treinta  años,  que  preocupó  a  casi 
toda  la  Alemania,  i  que  al  fin  la  dejó  sometida  en  política 
a  todas  las  influenncias  esterio^es,  produjo  también  la  do- 
minación estranjera  en  literatura.  **S*  descubren  las  hue- 
llas de  esta  dominación  en  la  lengua,  en  las  corporaciones 
sabias;  en  la  forma  i  en  el  fondo  de  la  poesía  alemana,  dice 
Weber.  La  lengua  alemana  perdió  el  carácter  sencillo  i 
enérjico  que  Lutero  le  habia  impreso ,  i  se  alteró  con  la  in- 
troducción de  una  multitud  de  palabras  tomadas  a  las  len. 
guas  antiguas  i  romanas.  Los  poetas  a  lemanes  tomaron 
sobre  todo  por  modelo  al  italiano  Marini,  cuyo  estilo  es 
pintoresco  pero  ampuloso,  i  a  los  mas  pulimentados  de  los 
autores  franceses.  Desde  esta  época,  la  literatura  francesa 
fué  durante  m^s  de  un  siglo  el  modelo  de  la  poesía  ale* 
mana.'* 

La  Silesia,  que  habia  sufrido  con  la  guerra  de  treinta 
años  mucho  menos  que  todo  el  resto  de  la  Alemania,  fué 
el  único  asilo  que  quedó  a  las  letras;  i  de  allí  salieron  los 
principales  representantes  de  esa  triste  literatura  del  siglo 
XVII.  Se  distinguen  en  este  período  dos  escuelas  silesia- 
nas.  La  primera  fué  fundada  por  Martin  Opitz  (15Ví7- 
1639),  poeta  correcto,  talento  metódico,  que,  fundándose 
en  las  reglas  del  arte  antiguo  i  tomando  por  modelo  la  li. 
teratura  clásica,  creó  una  nueva  forma  poética.  A  pesar  de 
la  grande  estimación  de  sus  contemporáneos,  Opitz  no  es 
notable  por  su  carácter  ni  por  sus  escritos.  A  fuerza  de  li- 
sonjas obtuvo  el  favor  de  los  grandes,  i  no  empleó  su  in- 
fluencia en  favorecer  a  los  hombres  de  verdadero  talento. 
Carecia  de  imajinacion  i  de  profundidad,  i  daba  la  mas 
grande  importancia  a  la  perfecccion  de  la  forma,  a  la  pure- 
za del  lenguaje,  a  la  constru;:cion  de  los  versos,  a  los  jiros 
espirituales  i  sorprendentes.  Su  poesía  es  la  poesía  del 
buen  sentido,  clara,  armoniosa,  metódica,  pero  casi  siempre 
fria.   No  se  ensayó  ni  en  la  epopeya  ni  en  el  jénero   drama- 


LITERATURA    ALEMANA  539 


tico;  perfeccionó  sólo  la  poesía  lírica,  escribió  cantos  sa- 
grados i  profanos,  i  poemas  didácticos  i  descriptivos.  Su 
influencia  se  hizo  sentir  particularmente  sobre  los  versifica- 
dores a  quienes  dio  excelentes  preceptos  i  buenos  modelos. 

Esta  primera  escuela  silesiana  tuvo  un  graa  niímero  de 
adeptos,  todos  ellos  inferiores  a  su  fundador;  pero  la  fria 
imitación  de  la  literatura  clásica  francesa,  el  gusto  por  la 
corrección  i  el  deseo  de  alcanzar  a  la  elegancia,  produjeron 
una  reacción  violenta,  i  luego  la  creación  de  una  segunda 
escuela  silesiana,  cuyo  jefe  fué  Cristian  Hoffmann  (1618 — 
1669).  Versado  en  el  estudio  de  la  antigüedad  i  de  los 
poetas  estranjeros,  i  poseedor  de  una  verdadera  inspira- 
ción, tomó  de  los  franceses  la  galantería  i  de  los  italianos 
ese  recargo  de  adornos  de  la  escuela  de  Marini  que  habia 
corrompido  el  gusto  poético.  Sus  poemas  críticos  son  fáci- 
les i  elegantes;  pero  con  frecuencia  licenciosos.  Sus  poemas 
espresan  la  alegría  i  el  amor  al  placer,  mezclados  de  sensua- 
lidad. Su  estilo  está  empañado  por  lo  rebuscado  i  por  una 
pretensiosa  afectación  de  sensibilidad.  En  él,  como  en  los 
otros  poetas  de  esta  segunda  escuela  silesiana,  se  descu- 
bren los  mismos  defectos,  la  hinchazón,  la  exajeracion,  un 
amor  excesivo  por  la  forma,  figuras  i  epítetos  insípidos,  to- 
mados de  los  escritores  franceses  e  italianos  que  le  servian 
de  modelo. 

Si  un  injenio  de  primer  orden  se  levanta  en  medio  de  este 
abatimiento  literario,  no  viendo  nada  de  vivo,  escribirá 
para  la  Europa  en  una  lengua  que  no  es  la  suya.  Esto  fué 
lo  que  ocurrió  en  Alemania  durante  el  siglo  XVII.  Un  gran 
número  de  sabios,  entre  los  cuales  domina  el  astrónomo 
Kepler,  habian  ensanchado  con  sus  obras  i  sus  descubri- 
mientos todos  los  romos  de  la  ciencia  empleando  siempre 
la  lengua  latina,  cuando  apareció  Godofredo  Guillermo 
Leibnitz  (1648-1716),  uno  de  los  mas  grandes  jenios  que 
hayan  existido,  i  el  talento  mas  universal  de  los  tiempos 
modernos.  Filósofo,  teólogo,  matemático,  físico,  juriscon- 
sulto, historiador  i  filólogo  a  la  vez,  cultivó  con  gran  dis- 
tinción casi  todos  los  ramos  de  los  conocimientos  huma- 


540  NOCIONES    DE    HISTORIA    LITERARIA 

nos;  pero  conservó  el  latin  como  el  idioma  de  la  ciencia. 
Leibnitz  fué  el  rival  de  Isaac  Newton  (1642~1727j,  el  pri- 
mero de  los  sabios  de  Inglaterra,  el  mas  grande  de  los  ma- 
temáticos, de  los  físicos  i  de  los  astrónomos;  pero  si  sus 
contemporáneos  estuvieron  diverjentes  en  la  estimación  de 
estos  dos  colosos,  la  posteridad,  mucho  mas  justiciera,  ha 
dado  a  cada  uno  la  gloria  que  le  corresponde. 

4. — Durante  la  primera  mitad  del  siglo  XVIII,  el  estado 
de  la  lengua  i  de  la  educación  alemanas  era  verdaderamen- 
te deplorable.  En  las  cortes  i  en  la  sociedad  de  tono  no  se 
hablaba  ni  se  leia  mas  que  el  francés.  El  idioma  i  la  litera- 
tura de  la  Francia  eran  considerados  en  todas  partes  como 
superiores  o  a  lo  menos  ¡guales  a  la  antigua  literatura  clá- 
sica. El  latin,  dominaba,  entre  tanto,  en  las  universidades» 
porque  los  sabios  profesores  creian  indigno  de  ellos  el  escri- 
bir o  el  enseñar  en  la  lengua  del  pueblo.  Así  fué  que  al  ini- 
iciarse  una  reacion  contra  aquel  estado  de  cosas,  se  empleó 
la  primera  parte  de  aquel  siglo  en  discutir  los  principios  del 
gusto,  las  reglas  de  la  gramática  i  en  fijar  lo  que  habia  de 
incierto  en  la  lengua. 

La  imitación  francesa  era  a  principios  del  siglo  el  ideal 
de  la  literatura.  Juan  Cristóbal  Gottsched-  (1700-1766), 
prusiano  de  oríjen,  ejerció  en  este  sentido  una  grande  in- 
fluencia sobre  sus  contemporáneos,  como  profesor,  como 
poeta  i  como  crítico.  En  una  revista  literaria,  en  la  ense- 
ñanza, en  todas  partes  recomendaba  la  literatura  clásica 
francesa  como  el  modelo  mas  digno  de  imitación;  i  uniendo 
el  ejemplo  a  la  doctrina,  compuso  trajedias  calcadas  sobre 
las  de  Racine  que  tuvieron  gran  boga  en  su  tiempo.  Sus 
preceptos,  reunidos  en  una  obra  especial,  fueron  lei  en  mu- 
chas escuelas. 

La  reacion  contra  este  sistema  tuvo  su  oríjen  en  la  Sui- 
za. Alberto  de  Haller  (1708-1777),  natural  de  Berna,  uno 
de  los  primeros  sabios  antiguos  i  modernos,  botánico,  ana- 
tomista, historiador  i  poeta,  manifestó  prácticamente,  i 
por  medio  de  sus  escritos,  que  la  poesía  no  se  hallaba  sólo 
en   hi  imitación  francesa.   Espíritu  severo,   algunas  veces 


LITERATURA    ALEMANA  541 


sombrío  i  melancólico,  apasionado  por  los  escritores  ingle- 
ses, campeón  de  las  creencias  cristianas  en  un  siglo  de 
escepticismo,  es  notable  como  escritor  por  la  enerjía  i  la 
flexibilidad  de  su  lenguaje,  bien  que  su  estilo,  que  él  se  em- 
peñaba en  hacer  rápido  i  condensado,  sea  algunas  veces 
oscuro.  Su  obra  mas  notable  es  un  poema  didáctico,  Los 
Alpes,  que  encierra  una  descripción  pintoresca  de  los  luga- 
res grandiosos  de  la  Suiza,  una  pintura  de  sus  costumbres 
primitivas  i  el  elojio  de  una  vida  sencilla. 

Haller,  sin  embargo,  no  pretendió  fundar  escuela,  ni 
abrir  discusión  sobre  las  teorías  literarias.  Otro  escritor 
suizo  Juan  Jacobo  Bodmer  (1698«-1783),  poeta  frío,  pero 
crítico  entusiasta,  ejerció  una  influencia  considerable  so 
bre  la  literatura  alemana  por  la  censura  razonada  de  la  po- 
sía  moderna,  i  por  la  rehabilitación  de  la  antigua  poesía. 
Combatiendo  ardorosamente  la  imitación  de  los  escritores 
franceses,  avivó  el  sentimiento  nacional,  opuso  la'poesía 
del  norte  a  la  poesía  de  los  pueblos  neo-latinos,  publicó  los 
cantos  de  los  Minnesinger,  tradujo  a  Mil  ton  i  despertó  el 
entusiasmo  por  otro  ideal.  Ayudáronle  en  esta  empresa 
otros  críticos  distinguidos;  muchos  jóvenes  escritores  se 
agruparon  al  rededor  de  la  nueva  escuela;  i  Gottsched  pu- 
do ver  el  descrédito  de  sus  doctrinas,  cuando  S2  creia  aun 
en  el  colmo  de  su  gloria. 

5.— El  primer  poeta  de  jenio  que  se  hizo  famoso  en  la 
nueva  escuela  fué  Federico  Teófilo  KIopstock  (1724-1803), 
poeta  sajón  de  mérito  notable  i  de  una  gran  fecundidad. 
Pasó  su  vida  en  Suiza,  cerca  de  Bodmer,  en  Dinamarca,  o 
en  diversas  provincias  de  Alemania,  i  gozó  en  su  tiempo  de 
una  reputación  literaria  de  que  no  había  gozado  ningún 
escritor  alemán  antes  que  él  KIopstock  compuso  trajedias, 
odas,  un  poema  heroico  i  algunas  obras  en  prosa  sobre  lite- 
ratura i  gramática,  pero  es  célebre  principalmente  por  una 
epopeya  en  que  bajo  el  título  de  Mesiada,  canta  la  vida  de 
Jesucristo.  La  acción  comienza  en  el  momento  en  que  los 
enemigos  de  Jesús  piden  su  muerte;  i  el  desenlace  es  el  triun- 
fo de  la  misericordia  de  Dios  i  la  reconciliación  del  jénero 


542  NOCIONES    DE   HISTORIA   LITERARIA 

humano  con  su  creador.  Aunque  el  poeta  no  haya  dividi- 
do su  obra  en  dos  partes,  los  diez  primeros  cantos  forman 
un  poema  completo  que  termina  con  la  muerte  del  Salva- 
dor; los  diez  últimos,  llenos  de  himnos  que  se  cantan  en  el 
cielo  están  consagrados  a  Jesucristo.  La  falta  de  acción, 
o  mas  bien  de  peripecias,  sobre  todo  en  la  segunda  parte, 
constituye  gran  defecto  de  este  poema.  Su  asunto,  dema- 
siado conocido,  no  podia  ser  alterado,  i  apenas  embellecido 
con  algunas  circunstancias  estrañis.  Todo  el  talento  de 
KIopstock,  esencialmente  lírico  i  descriptivo,  está  en  la 
ejecución.  Son  admirables,  sobre  todo,  los  retratos  de  algu- 
nos apóstoles,  de  sus  ánjeles  guardianes  i  de  otros  perso- 
najes, a  pesar  de  que  los  discursos  que  el  poeta  pone  en  sus 
bocas,  son  demasiado  kirgos  i  pomposos.  Hai  también  al- 
gunos episodios  justamente  aplaudidos. 

A  pesar  de  los  defectos  indicados,  el  poema  de  KIops- 
tock obtuvo  un  triunfo  espléndido.  La  crítica  no  tuvo  en  él 
mas  que  las  bellezas  i  la  gran  tendencia  que  el  poeta  de- 
claraba públicamente  de  crear  una  poesía  nacional  alema- 
na. KIopstock  alcanzó  este  objeto:  i  e!  movimiento  impre- 
so por  él  sobrevivió  a  su  triunfo.  En  nuestro  tiempo,  la 
Mcsiada  es  mucho  menos  leida:  se  la  lee  sólo  por  fragmen- 
tos, porque  la  monotonía  del  conjunto  la  hace  fatigosa; 
pero  es  considerada  siempre  como  imo  de  los  monumentos 
de  la  literatura  alemana,  por  la  influencia  que  ejerció  sobre 
ella. 

6. — Mientras  que  KIopstock  purifica  las  imajinaciones 
trazándoles  un  camino  que  no  es  la  imitación  ciega  de  una 
literatura  estraña,  otro  escritor  de  gran  mérito,  I^ssing, 
cooperando  a  la  misma  revolución,  aguza  i  fortifica  las 
intelijencias.  Efrain  Lessing  (1729-1781),  poeta,  filósofo, 
erudito,  periodista,  innovador  lleno  de  ideas,  escritor  de 
primer  orden  en  la  polémica,  era  tani4)ien  orijinario  de  Sa- 
jonia.  L'jssing  se  ensayó  en  el  drama  con  poca  felicidad  en 
el  principio;  pero  luego,  su  jenio  impetuoso,  apartándose 
de  las  reglas  de  la  escuela  clásica,  quiso  dar  a  las  obras 
teatrales  un  carácter  verdaderamente  nacional,  se  inclinó 


LITERATURA    ALI<:MAN'A  543 


un  poco  a  los  modelos  ingleses,  i  al  fin  salió  airoso  en  su 
empresa,  pues  tanto  sus  comedias  como  sus  dramas  respi- 
ran un  sentimiento  verdaderamente  alemán.  Compuso 
tíimbien  una  colección  de  fábulas,  con  el  propósito  de  dar 
a  este  jénero  la  sencillez  i  la  brevedad  de  que  los  antiguos 
habian  dejado  algunos  modelos  i  de  probar  que  el  apólogo 
no  necesita  del  adorno  del  verso  para  su  perfección.  Las 
fábulas  de  Lessing,  a  pesar  de  la  naturalidad  con  que  han 
sido  escritas,  ofrecen  alguna  oscuridad  por  su  desmedida 
precisión,  i  las  sentencias  morales  son  algo  rebuscadas. 
Ademas,  esos  apólogos  no  se  gravan  fuertemente  en  la 
memoria:  \^a  sea  porc^ue  su  acción  es  apenas  sensible,  ya 
porque  sus  observaciones  son  demasiado  metafísicas. 

La  acción  de  Lessing  sobre  la  literatura  alemana  se 
hizo  sentir  particularmente  por  su  crítica;  i  si  él  creó,  como 
se  le  reconoce,  el  verdadero  teatro  alemán,  fué  por  sus  con- 
sejos i  por  sus  lecciones,  mas  bien  que  por  las  obras  dra- 
máticfis  que  escribió.  Antes  de  él,  no  se  representaban  en 
Alemania  mas  que  traducciones  o  pálidas  imitaciones  del 
teatro  francés.  Deseoso  de  dotar  a  su  pais  de  un  teatro 
nacional,  combatió  lo  que  encontraba  defectuoso  en  los 
clásicos  franceses,  i  se  consagró  a  esta  tarea  con  una  espe- 
cie de  animosidad  apasionada,  que  frecuentemente  lo  hace 
injusto,  pero,  que  puede  disculpársele  por  las  raices  profun" 
das  que  tenían  las  ideas  que  él  queria  combatir.  Su  obra 
capital  en  este  jénero  de  trabajos,  tiene  el  título  singular 
de  LüocQoíi.  La  tituló  así  porque  una  corporación  entre  el 
grupo  famoso  que  representa  la  muerte  de  este  desgraciado 
padre  i  el  magnífico  episodio  de  Virjilio  en  que  está  conta- 
do este  suceso,  le  sirvió  de  punto  de  partida:  pero  su  libro 
tiene  ademas  un  segundo  título  que  esplica  mas  claramen- 
te su  objeto:  este  es  Límites  déla  pintura  i  de  la  poesía, 
Lessing  llega  en  este  libro  a  consecuencias  enteramente 
opuestíis  a  las  teorías  de  esa  época.  Piensa  que  el  fin  su- 
premo de  la  poesía  es  el  ideal  de  la  acción,  del  mismo  modo 
que  el  del  arte  plástico  es  la  belleza  corporal  i  el  ideal  de 
la  forma  humana,   que  la  pintura  i  el  arte  oratorio  no  de- 


54i  NOCIONES    DE   HISTORIA    LITERARIA 

ben  estar  mezclados  con  la  poesía,  i  que  por  consecuencia 
la  poesía  pintoresca  i  descriptiva  es  un  absurdo.  En  ésta 
como  en  sus  otras  obras  se  perciben  una  grande  erudición, 
un  orusto  sólidamente  formado  i  notables  dotes  de  estilo. 
**Lessing,  dice  madama  de  Stael,  escribió  en  prosa  con  una 
nitidez  i  con  una  precisión  enteramente  nuevas:  la  profun- 
didad de  los  pensamientos  embaraza  con  frecuencia  el  esti- 
lo de  los  escritores  de  la  nueva  escuela  alemana;  pero  Les- 
sin,  no  menos  profundo,  tenia  algo  de  áspero  en  el  carácter 
que  le  hacia  encontrar  las  palabras  mas  precisas  i  mas  in- 
cisivas*'. 

7. — Al  lado  de  Klopstock  i  de  Lessing,  tomando  el  ejem- 
plo de  aquel  i  los  preceptos  de  éste,  se  formó  en  Alemania 
una  jeneracion  de  poetas  que,  apartándose  del  sendero  tri- 
llado hasta  mediados  de  ese  siglo,  robustecieron  la  nueva 
escuela  que  en  el  occidente  de  Europa  fué  bautizada,  como 
hemos  visto  en  otra  parte,  con  el  nombre  poco  significativo 
de  Romanticismo.  Entre  ellos  se  distinguió,  mas  aun  que 
por  su  talento,  por  la  popularidad  de  que  gozó  en  su  siglo, 
un  pintor  suizo,  Salomón  Gesner  (1730-1788)  que  intentó 
hacer  revivir  la  poesía  pastoral.  Gesner  compuso  algunos 
dramas  bien  distribuidos  i  desarrollados,  imitó  la  famosa 
novela  de  Longo  i  escribió  algunos  poemtis  poco  estima- 
dos. Sus  obras  capitales  son  sus  Idilios  i  un  poema  bíblico 
titulado  La  muerte  de  Abel.  Se  distinguen  los  primeros  por 
la  gracia  i  la  naturalidad  de  ciertos  sentimientos:  **su  len- 
guaje azucarado  i  sentimental,  dice  Weber,  no  impide  el  re- 
conocerla ausenciade  ideas,  de  acción  i  de  naturalidad.  Sus 
pastores  son  jente  de  mundo  que  el  poeta  reviste  con  la  tú- 
nica pastoral  para  trasportarlos  a  los  campos.'*  Aunque 
en  ellos  no  se  encuentra  la  vida  real,  obtuvieron  en  su 
tiempo  una  reputación  inmensa,  sobre  todo  en  Francia. 
La  muerte  de  Abel  es  una  imitación  de  Milton  i  de  la  Bi- 
blia, en  que  ha  sabido  unir  a  la  ternura  de  los  sentimien- 
tos, las  bellezas  varoniles  de  la  alta  poesía,  i  ha  espresado 
con  verdad  esa  sencillez  de  las  costumbres  patriarcales. 
Se  le  reprochan  cierta  debilidad  en  los  caracteres  de  los  per- 


LITERATURA    ALEMANA  545 


sonajcs,  frecuentes  repeticiones,  descripciones  monótonas  i 
una  difusión  que  no  es  rara  en  los  escritores  alemanes. 

8.— La  literatura  alemana  no  habia  realizado  todavía 
todas  las  promesas  de  la  nueva  escuela  cuando  apareció  un 
escritor  de  un  talento  singular,  pero  mas  fácil  que  profun- 
do, dispuesto  a  darle  otra  dirección  .o  a  lo  menos  a  cultivar 
otros  jéneros  menos  conocidos.  Era  éste  Cristóbal  Martin 
Wieland  (1733-1813),  natural  de  Würtemberg,  poeta  de 
una  rara  fecundidad,  prosador  ameno  i  animado,  i  hombie 
dotado  de  una  grande  instrucción.  Bn  el  curso.de  su  larga 
carrera  literaria,  cambió  algunas  veces  de  sistema.  Fué  en 
su  juventud  el  admirador  de  Klopstock  i  el  amigo  de  Bod- 
mer;  luego  se  aficionó  a  los  filósofos  franceses  del  siglo  XVIII 
i  se  hizo  escéptico  i  burlón. 

Las  obras  de  Wieland  son  de  muchos  jéneros.  Compuso 
poemas  filosóficos  i  descriptivos,  cuentos  en  verso,  dramas, 
poesías  morales,  poemas  caballerescos,  sátiras,  novelas  en 
prosa.  En  todas  sus  obras  ostentó  la  misma  facilidad;  i  to- 
das ellas  le  granjearon  un  gran  renombre,  que,  sin  embar- 
go, ha  perdido  ya  mucho  de  su  prestijio.  La  mas  popular 
de  todas  es  Oberon,  poema  caballeresco  formado  sobre  la 
base  de  un  antiguo  fabliau  francés  i  escrito  con  una  riqueza 
de  detalles  que  lo  acerca  a  la  epopeya  inmortal  del  Ariosto. 
Su  asunto  es  el  viaje  de  Huon,  caballero  franco,  a  quien 
Cario  Magno  condena  en  castigode  un  crimen  a  ir  a  Bag- 
dad para  arrancar  cuatro  dient2s  i  un  cadejo  de  barba  al 
sultán  i  para  ir  a  robarle  su  hija.  Huon,  escapando  a  todos 
los  peligros,  hace  este  viaje  i  vuelve  a  Paris,  donde  obtiene 
su  perdón.  El  poema  ofrece  rasgos  maestros  en  todos  los 
jéneros,  burlesco,  descriptivo,  satírico,  delicado  i  patético. 
Algunos  pasajes  son  verdaderamente  admirables.  Entre  sus 
obras  en  prosa  descuellan  ciertos  escritos  satíricos  sobre  las 
cuestiones  políticas  del  tiempo  de  la  revolución  francesa,  i 
algunas  novelas  filosóficas.  Sobresale  particularmente  en 
el  arte  de  narrar. 

Esa  universalidad  de  talento,  esa  lijereza  de  estilo,   la 
causticidad  de  sus  burlas,  han  hecho  que  Wieland  sea  Ua- 

Tí)MO  IV  35 


54^  XOCIO»»    DE   HI«TOKLA    UTBBAKIA 

mado  con  fFecnencia  el  Voltaire  de  la  Alemania.  En  efecto, 
como  el  filósofo  de  Femey,  el  poeta  alemán  escribió  en  to- 
dos los  jéneros,  i  en  algunos  se  mostró  superior;  pero  en 
Voltaire  se  encuentra  un  propósito  fijo,  bien  definido  i  bien 
desarrollado,  el  destruir  todas  las  preocupaciones  i  las 
creencias  de  su  siglo,  mientras  que  el  buen  humor  de  Wie- 
land  no  obedece  a  un  sistema  determinado.  Por  otra  par- 
te, iniciado  en  el  conocimiento  de  la  antigüedad  i  en  el  de 
las  literaturas  modernas,  Wieland,  que  poseia  un  maravi- 
lloso talento  de  asimilación,  se  apoderó  de  muchas  ideas 
estrañas,  sin  perder, sin  embargo,  nada  de  su  propia  indivi- 
dualidad, pues  vestía  sus  escrítoscon  un  estilo  elegante  i  es- 
piritual, aunque  a  veces  algo  difuso,  que  le  era  propio.  Dos 
críticos  mui  distinguidos,  aunque  apasionados,  los  herma- 
nos Schiegel,  hicieron  por  esto  mismo  una  crítica  amarga 
de  Wieland.  Invitaron  a  Luciano,  a  Aristóteles,  a  Horacio, 
a  Cervantes,  a  Shakspeare,  a  Voltaire  i  a  todos  los  que  tu- 
vieran algún  reclamo  que  hacer,  a  reunirse  en  junta  de 
acreedores  a  fin  de  hacer  valer  sus  derechos  contra  Wieland. 
Su  reputación,  en  efecto,  no  se  ha  sostenido  a  la  altura  que 
alcanzó  en  su  siglo. 

9. — La  rejeneracion  de  la  escena  i  de  la  poesía  alemana, 
comenzada  porLessing,fué  acabada  por  Goethe.  Juan  Wolf- 
grang  Goethe  '1749  - 1832  •,  el  poeta  mas  grande  de  la  .Ale- 
mania i  una  de  las  mas  elevadas  i  vigorosas  intelijencias  del 
siglo  XIX,  nació  en  la  ciudad  libre  de  Francfort,  hizo 
brillantes  estudios  i  alcanzó  en  pocos  años  el  alto  puesto 
que  su  nombre  ocupa  todavía  en  la  historia  literaria  de  su 
patria.  La  poesía  de  Klopstock.  la  crítica  de  Lessing  i  la 
ciencia  de  Buffon  Oa  historia  natural;,  por  la  cual  tomó 
una  verdadera  pasión,  fueron  los  guias  de  su  educación  li- 
teraria; pero  en  1772,  cuando  apenas  contaba  veintitrés 
años,  hizo  representar  Goetz  de  Berlicbingen,  drama  en  el 
jénero  de  los  de  Shaksp>eare,  que  fué  acojido  en  toda  la  Ale- 
mania con  la  mas  profunda  admiración.  El  héroe  es  un  cé- 
lebre personaje  de  Würleraberg  que  habiendo  perdido  una 
mano  en   las  guerras  intestinas  de  fines  del  siglo   XV,  la 


LITERATURA    ALBMANA  547 


reemplazó  por  una  mano  de  fierro  i  sigaió  su  carrera  mili- 
tar con  un  ardor  inquebrantable.  Goethe  ha  bosquejado  a 
grandes  rasgos  la  vida  de  ese  hombre  singular:  pero  ha 
agrupado  a  su  alrededor  la  vida  social  de  la  Alemania  de 
esa  época,  con  las  rivalidades  de  los  diversos  Estados,  las 
rebeliones  constantes,  las  amenazas  de  los  turcos  i  la  pro- 
ximidad de  la  reforma  relijiosa.  Puede  criticarse  ese  dra- 
ma de  falta  de  proporciones,  sobre  todo  si  se  le  aplican  las 
reglas  del  teatro  clásico,  pero  en  él  se  encontrará  siempre 
el  mérito  de  representar  las  costumbres,  los  hábitos,  las 
creencias  de  la  época  con  tanto  vigor  como  verdad,  i  de  re- 
flejar las  aspiraciones  liberales  de  la  Alemania  en  tiempo 
del  autor. 

Las  obras  restantes  de  Goethe  son  doce  dramas,  traje- 
dias  o  comedias,  casi  todas  de  un  gran  mérito  por  el  poder 
de  la  creación  i  por  el  vigor  de  los  caracteres,  diez  óperas, 
numerosas  poesías  líricas,  cuatro  novelas,  tres  poemas 
narrativos,  cuatro  obras  de  memorias  o  de  viajes,  i  cinco 
tratados  de  ciencias,  de  historia  natural  o  de  física.  En  la 
imposibilidad  de  dar  a  conocer  cada  una  de  estas  obras,  va- 
mos a  analizar  las  mas  notables,  tratando  en  seguida  de 
reunir  algunos  de  los  rasgos  distintivos  de  la  fisonomía  li- 
teraria de  este  grande  escritor. 

La  mas  afamada  novela  de  Goethe  es  Werther,  Espone 
en  ella  la  vida  de  un  joven  imbuido  en  las  ideas  de  su  tiem- 
po que  busca  la  soledad  para  dar  libre  curso  a  su  melanco- 
lía, i  que,  presa  de  un  amor,  acaba  por  el  suicidio.  Los  ca- 
racteres están  tan  bien  concebidos,  la  narración  tan  bien 
encadenada,  que  la  aparición  de  esta  novela  fué  un  verda- 
dero acontecimiento  que  despertó  una  tempestad  de  aproba- 
ciones i  de  contradicciones.  Las  almas  tiernas  i  apasiona- 
das elevaron  a  su  autor  al  rango  de  los  dioses.  Los  talentos 
mas  desconocidos,  los  jenios  perseguidos,  las  pasiones  ter- 
minadas por  la  muerte  o  el  suicidio  fueron  ele  mentos  espio- 
tados  por  muchos  novelistas.  Los  ortodojos  luteranos  alza- 
ron la  voz  contra  un  libro  en  el  cual  el  suicidio  es  el  herois- 
mo.  Sea  lo  que  se  quiera,  la  verdad  es  que  hoi  mismo  no  po- 


548  SOCIOSBS    DK   HKTOKIA    UTBMLAXIX 

demos  leer  Wertber  sin  scntinios  TiTamentc  ajitados   por 
las  mas  profundas  emociones  que  la  kctara  poede  producir. 
Pero  la  obra  colosal  del  Goethe  es  Fausto.  Por  so  asun- 
to i  por  su  forma  no  puede  ser  clasificada  en  ninguno  de  los 
jéneros  literarios  conocidos,  pues  aunque  tiene  la  forma 
dramática,  por  su  estension  i  por  su  carácter  jeneral  no  es 
hecha  para  la  representación  escénica.  S^un  una  antigua 
tradición,  Fausto  era  un  májico  famoso  que  Tiria  a  fines 
del  siglo  XV  i  a  principios  dd  siglo   XVI.  Deseoso  de  pro- 
fundizar los  arcanos  de  las  ciencias  ocultas  i  de  procurarse 
recursos  para  satisfacer  todas  sus  pasiones,  celebra  con  el 
diablo  un  pacto  de  veinticuatro  años,  i  recibe  como  serri* 
dor  al  demonio  Mefistófeles,  con  el  cual  visya  Uerando  una 
Tida  de  placeres  i  de  borrascosas  aventuras.  Cumplido  el 
plazo,  Fausto  fiíé  llevado  al  infierno  por  Satanás.  La  his- 
toria de  los  prodijios  operados  por  Fausto  fué  esplotada, 
ya  para  divertir  al  pueblo,  va  para  mostrarle  los  peligros 
de  sortilegios  i  de  una  vida  en  que  las  pasiones  no  tienen 
ningún  freno.  No  sólo  se  escribieron  sobre  este  asunto  na- 
rraciones en  prosa  i  con  apariencias  históricas,  »no  que  la 
poesía  se  apoderó  de  la  tradición  i  aun  sacó  varias  veces  a 
la  escena  dramática  a  Fausto  i  sus  hechizos.  Al  apoderarse 
de  esta  leyenda,  Goethe  ha  renovado  ese  Fausto  de  la  edad 
media  apropiándolo  a  las  nuevas  doctrinas,  a  las  nuevas 
dudas,  a  los  destinos  nuevos  de  la  humanidad.  En  vez  dd 
Fausto  sensual  i  carioso,  con  inclinaciones  groseras  que  lo 
rebajan  i  lo  deprimen,  tal  como  lo  había  concebido  el  pue- 
blo  alemán  del  siglo  XV,  Goethe  ha  creado  un  sabio  lleno 
de  aspiraciones  elevadas  que  lo  hacen  simpático  i  admira* 
ble,  i  ha  animado  su  cuadro  con  un  sentimiento  profundo 
de  la  grandeza  a  que  aspira  nuestra  época. 

Goethe  pone  en  escena  un  espíritu  vigoroso  que  ha  pro- 
fundizado todos  los  conocimientos  humanos  sin  encontrar 
satisfacción  para  su  conciencia.  Está  preocupado  por  el 
pensamiento  del  suicidio,  que  considera  eomo  un  medio  de 
romper  ios  lazos  corporales  queie  i mped i an  descubrir  los 
secretos  de  la  naturaleza.  De  re|>ente,  cuando  va  a  acercar 


LITERATIRA    ALEMANA  549 


a  sus  labios  la  copa  qae  contiene  el  veneno  fatal,  los  cantos 
de  Pascua  que  celebran  la  resurrección  de  Jesucristo,  llegan 
a  sus  oidos  i  le  recuerdan  los  años  tranquilos  de  su  juven- 
tud, el  tiempo  feliz  en  que  la  f¿  le  aseguraba  la  paz  del  alma 
i  en  que  todos  sus  esfuerzos  tendian  sólo  a  satisfacer  las  ne- 
cesidades lejitimas.  Fausto  renuncia  a  su  proyecte,  i  quiere 
volver  a  la  fé;  pero  ha  saboreado  el  fruto  del  árbol  de  la 
ciencia,  vacila  i  al   fin  cae  en  los  lazos  que  Satanás  le  tiene 
tendidos.  Sin  cuidados  por  la  vida  futura,  libertado  de  la 
necesidad  de  conocer  sus  arcanos,  rejuvenecido,  i  lleno  de 
ardor  i  de  temeridad,  se  lanza  guiado  por  Mefistófeles,  el 
espíritu  infernal,  en   busca  de  los  placeres  i  de  los  goces. 
Fausto,  héroe  del  mundo  intelectual,  recorre  el  mismo  cami- 
no de  borrascosos  pasatiempos  de  los  héroes  del  mundo  de 
los  sentidos,  pero  no  encuentra  la  apetecida  satisfacción. 
Por  un  instante  la  felicidad  le  sonríe:  una  mujer,   Margari- 
ta, suave  i  santa  criatura,  uno  de  los  tipos  mas  perfectos 
i  armoniosos  que  haya  formado  la  imajinacion  de  los  poe- 
tas, le  entrega  su  corazón.  Margarita  pierde  al  fin  su  ino- 
cencia i  su  virtud:  el  amor  i  la  seducción  hacen  que  aquella 
felicidad  consista  en  placeres  sensuales,    i  precipitan  a  esa 
pobre  niña  a  las  mayores  faltas.   Envenena  a  su  madre, 
ahoga   a  su  hijo,  deja  que  Fausto  mate   a  su  hermano  en 
un  duelo.   La  justicia  pide  cuenta  de  estas  faltas  a  Marga- 
rita^ ella  las  espía  con  dolor,  se  niega  a  salir  de  la  prisión,  i 
el  cielo  la  perdona  porque  se  ha  arrepentido.  Aquí  termina 
la  primera  parte  del  poema.  En  la  segunda,  publicada  mu- 
chos años  después,  los  mismos  personajes    aparecen    bajo 
una  forma  simbólica,  oscura,  estra vagante,  algunas  veces 
inintelijible.  Margarita  aparece  en  el  coro   celestial  de   los 
penitentes.   Fausto  es  viejo;  no  piensa  mas  que  en    hacerse 
útil  a  los  hombres.  Muere,  i  su  alma  purificada  es  llevada 
por  los  ánjeles  a  la  mansión  eterna.  Goethe  ha  espuesto  «quí 
simbólicamente  sus  estudios  sobre  la  naturaleza  i  la  anti- 
güedad, de  cuyo  enlace  resulta  un  jenio  sin  alas,  la    poesía 
romántica. 
En  esta  obra  grandiosa  i  singular,  que  casi  resiste  a  todo 


ásO  wocimnm  tm  hvtviua  lítvlakia 


análtsts,  se  cncacntra  mejor  que  eo  caalqiiiera  otra  parte, 
la  TÍda  íntjnia  del  autor  i  sos  sentimieatos  de  hombre  i  de 
artista.  Este  poema,  curo  plan  concibió  Goethe  en  so  jo- 
Tentad,  i  qoe  no  acabó  sino  na  año  antes  de  so  moertc  lo 
ocopó  dorante  la  major  parte  de  so  rida.  De  ahí  nace  la 
gran  difemicia  qoe  se  nota  entre  las  dos  partes  de  la  obra. 
Aonqoe  no  es  posible  pmetrar  ciertos  pasaies  oscoros.  cier- 
tas vagoedades  qoe  dgan  ver  la  proTondidad  de  algunas 
ideas,  no  se  poede  desconocer  qoe  el  Fausto  encierra  todo 
lo  mas  sobüme  qoe  ha  podido  producir  ooo  de  los  ienios 
poéticos  tatyoT  dotados,  i  on  estadio  profondo  de  la  nato* 
raleza  homana. 

"Goethe,  a  qoien  sos  compatriotas  han  Mamado  d  Apolo 
MasagetB  director  de  las  mosas^,  dice  M.  Philarete  Chas- 
Íes,  í  qoe  en  efecto  ha  dado  el  impolso  a  todos  los  espiritos 
i  favorecido  todos  los  desarrollos  de  la  Alemania,  no  es  de 
fácil  comprensión  en  e¡  conionto  de  sos  obras:  tan  flexibles 
i  variables  son  las  modificaciones  de  so  pensamiento.  Para 
mochos  de  sos  lectores,  so  prestijio  consiste  en  la  melodía 
de  on  estilo  a  la  vez  elegante,  poro,  flexible,  colorido,  ar- 
monioso. El  campesino  repite  las  canciones  de  Goethe;  el 
hombrede mundo  recorre  sos  pájina<  pintorescas; el  filósofo 
busca  la  llave  de  hfs  enigmas  qoe  encierra  la  mayor  parte 
de  sus  obras.  Entre  los  admiradores  de  este  hombre  sor- 
prendente se  encuentran  los  espíritus  mas  profundos  i  las 
intelijencias  mas  frivolas."  Pero  el  secreto  de  su  superiori- 
dad, no  se  encuentra  sólo  en  el  arte  de  adaptarse  a  todos 
los  gustos:  bajo  esas  formas  poéticas-reside  la  razón,  fna, 
serena,  imperturbable,  que  no  se  deja  arrastrar  por  la  mo- 
da ni  por  la  imajinacion. 

10. — Bl  nombre  de  Goethe  está  asociado  por  la  amistad, 
por  el  jenio  i  por  la  influencia  ejercida  sobre  la  literatura 
de  su  siglo,  al  de  otro  gran  poeta,  Federico  Schiller  1759 
-lSo5  .  Hijo  de  un  capitán  del  reino  de  Wiirtemberg, 
Schiller.  y)or  obediencia  a  su  padre,  recorrió  los  estutlios 
ecle^siásticos,  la  jurisprudencia  i  la  medicina  en  busca  de 
una  carrera   profesional:   i  en  efecto,   alcanzó  al  puesto  de 


LITRRATURA    ALEMANA  551 


cirujano  de  ejército.  Pero  su  pasión  por  la  literatura  i  por 
la  poesía  en  particular  era  tan  poderosa  que  luego  lo  aban 
donó  todo  para  entregarse  por  completo  a  su  cultivo.  Des- 
pués de  algunos  ensayos  de  poca  importancia,  Schiller  hizo 
representar  un  drama  titulado  Los  bandidos,  que  fijó  su 
reputación.  Esta  pieza  terrible,  protesta  audaz  contra  to- 
dos los  lazos  que  pueden  encadenar  al  hombre  a  un  orden 
social  absurdo  i  arbitrario,  por  sus  pasiones  profundas, 
por  sus  caracteres  i  por  los  hechos,  que  sin  duda  salen  de 
los  límites  naturales,  ejerció  una  impresión  irresistible  so 
bre  la  impetuosa  juventud,  i  dio  oríjcn  a  una  serie  de  nove- 
las en  que  los  bandidos  eran  hombres  estimables,  que  bus- 
caban en  los  bosques  la  independencia  de  que  no  podian 
gozar  en  las  ciudades.  Cuéntase  que  en  medio  del  entusias- 
mo producido  por  la  representación,  hubo  jóvenes  dispues- 
tos a  reunirse  para  formaren  las  selvas  una  de  esas  aso- 
ciaciones que  Schiller  habia  retratado  con  tanta  enerjía. 

Este  triunfo  lo  precipitó  de  lleno  en  la  carrera  literaria. 
Poeta  lírico  i  dramático,  novelista,  historiador,  filósofo  i 
crítico,  Schiller  cultivó  todos  estos  jéiieros  con  verdadera 
superioridad.  A  él  se  debe  el  haber  popularizado  en  escritos 
llenos  de  sagaz  observación  i  de  buen  gusto  literario  las 
metafísicas  teorías  de  Kant  sobre  lo  bello.  Sus  obras  histó- 
ricas, la  Historia  de  la  revolución  de  los  Paises  Bajos  i  la 
Historia  de  la  guerra  de  treinta  años,  pueden  haber  enveje- 
cido, es  decir,  el  estudio  mas  profundo  de  las  fuentes  histó- 
ricas puede  haber  ensanchado  i  rectificado  las  informacio- 
nes sobre  aquellos  sucesos,  pero  esas  dos  obras  conservan 
su  mérito  como  un  ensayo  de  alianza  entre  la  poesía  des- 
criptiva para  engalanar  la  narración  de  los  sucesos  sin  ha- 
cerles perder  su  verdad. 

Sin  embargo,  son  sus  poesías  líricas  i  sus  dramas  las 
obras  que  revelan  toda  la  estension  de  su  jenio,  las  que  es- 
plican  su  influencia  literaria  i  las  que  conservan  la  estima- 
ción que  se  granjearon  desde  sus  primeros  dias.  Schiller  es 
uno  de  los  mas  grandes  jefes  de  la  escuela  romántica:  es 
ante  todo  un  poeta  idealista  que  trasforma   todo  lo  que 


552  NOCIONES  DE   HISTORIA   LITERARIA 

toca.  Ennoblece  las  pasiones,  aun  las  que  nacen  del  crimen 
o  que  conducen  a  él;  purifica  el  amor  revistiéndolo  de  cierta 
inocencia;  arroja  hasta  sobre  la  fealdad  moral  un  barniz 
que  sin  disculparla,  la  hace  soportable  a  la  vista.  Schiller^ 
creador  de  los  sentimientos  puros  i  consoladores,  encuen- 
tra en  su  corazón  el  secreto  de  estas  trasformaciones,  na 
siempre  naturales,  es  verdad,  pero  siempre  hermosas.  Esta 
tendencia  idealista  no  esplicaria  por  sí  sola  la  aprobación 
universal  que  han  encontrado  sus  obras  en  todo  el  mundo 
civilizado,  porque,  fuera  de  lord  Byron  i  de  Walter  Scott^ 
no  existe  quizas  un  autor  moderno  que  haya  encontrado 
tantos  traductores  o  imitadores.  Pero  esta  predilección 
instintiva  tiene  vsu  fundamento  en  el  carácter  humanitario 
de  sus  obras;  pues,  si  bien  Schiller  ha  hecho  vibrar  ante 
todo  las  fibras  de  la  naturaleza  alemana,  su  amor  exalta- 
do por  los  derechos  del  jénero  humano  le  ha  hecho  hablar 
un  lenguaje  que  ha  debido  ser  comprendido  por  todos  los 
corazones  jenerosos,  sin  distinción  de  nacionalidad.  Exami- 
nando sus  trajedias,  se  encuentra  en  cada  una  de  ellas  una 
idea  jeneral  que  interesa  a  todos  los  hombres,  desarrollada 
a  veces,  es  cierto,  con  alguna  declamación  inútil,  pero  de 
ordinario  con  buen  gusto.  En  Los  bandidos  es  el  odio  con- 
tra la  arbitrariedad  social;  en  Fiesko^la  lucha  del  republica- 
nismo contra  las  usurpaciones  monárquicas,  en  Intriga  i 
amor,  el  odio  de  la  clase  media  contra  la  aristocracia,  la 
lucha  del  amor  con  las  combinaciones  maquiavélicas;  en 
Don  Carlos,  por. un  feliz  anacronismo,  se  encuentra  el  siglo 
XVIII  con  sus  ideas  de  reforma  en  presencia  del  despotis- 
mo real  i  de  las  tradiciones  tiránicas,  la  filosofía  delante 
de  la  inquisición:  en  Wallenstein  vemos  la  alta  ambición 
de  una  poderosa  individualidad  que  quiere  esplotar  en  su 
provecho  esclusivo  i  egoista  las  dificultades  de  una  guerra 
civil;  en  María  Estuardo  se  nota  una  protesta  contraías 
persecuciones  relijiosas  por  medio  de  la  presencia  de  dos 
cultos  hostiles,  simbolizados  por  dos  reinas  rivales;  en 
¡uaná  D'Arc  i  en  Guillermo  Tell,  por  fin,  se  ve  el  amor  del 
suelo  natal  que  se  levanta  contra  la  invasión  estranjera. 


LITERATT  RA    ALEMANA  553 


Eli  todos  estos  dramas,  ademas,  aparecen  caracteres  de 
una  anjélíca  pureza  que  encantan  al  lector.  En  sus  poesías 
líricas,  notables  siempre  por  la  profundidad  de  las  ¡deas  i 
el  calor  del  penaamienio,  se  encuentra  de  ordinario  el  mis- 
mo carácter  filosófico  i  didáctico. 

Schiller  i  Goethe,  como  hemos  dicho  mas  arriba,  vivie- 
ron en  una  comunidad  literaria  noble  i  fraternal,  en  su  co- 
rrespondencia, que  ha  sido  publicada  toda,  los  dos  poetas 
se  alientan  el  uno  ai  otro,  se  comunican  sus  inspiracio- 
nes; i  sin  celos  secretos,  sin  entusiasmo  mezquino,  consa- 
grados completamente  al  culto  de  lo  ideal,  dieron  a  la  Ale- 
mania i  al  mundo  entero  el  mas  magnífico  ejemplo  del 
sacerdocio  del  arte.  La  misma  muerte  de  Schiller  no  inte- 
rrumpió esa  estrecha  intimidad  de  estas  dos  grandes  al- 
mas: en  la  última  faz  de  la  carrera  de  Goethe,  durante  los 
últimos  veintisiete  años  de  su  vida,  cuando  su  jenio  tomó 
posesión  del  mundo  entero,  por  decirlo  así,  se  encuentran 
siempre  el  recuerdo  i  la  inspiración  de  su  amigo. 

11. — Estos  dos  nombres  bastarianpara  constituir  la  glo- 
ria de  un  siglo;  pero  al  lado  de  ellos  la  Alemania  cuenta 
una  falanje  de  poetas,  cuyo  análisis  no  puede  tener  cabida 
en  un  libro  de  la  naturaleza  del  presente.  Cerca  de  ellos,  los 
filósofos  especulativos  revuelven  todos  los  sistemas  anti- 
guos, crean  nuevas  doctrinas  i  fundan  nuevas  escuelas. 
Algunos  aplican  la  filosofía  al  estudio  del  arte  i  crean  la 
estética,  la  ciencia  de  lo  bello;  otros  la  aplican  al  estudio 
comparado  de  las  antiguas  relijiones  i  fundan  la  verdadera 
ciencia  de  la  mitolojía:  otros  la  aplican  al  estudio  de  las 
lenguas  i  fundan  la  ciencia  de  la  filolojía  comparada:  otros, 
en  fin,  la  aplican  a  la  historia,  i  después  de  prolijas  investi- 
gaciones, creen  poder  establecer  la  lei  fundamental  de  la 
marcha  de  la  humanidad. 

A  este  número  pertenece  Juan  Teófilo  Herder  (1744 — 
1803),  célebre  predicador  prusiano,  que  fué  a  la  vez  litera- 
to, teólogo,  filósofo,  crítico  i  filólogo,  i  que  ejerció  una  grande 
influencia  sobre  su  tiempo  por  sus  numerosos  escritos  i 
por  sus  trabajos.  Como  filósofo,  es  un  escritor  elocuente 


554  NOCIOKBS    DE    HI8TORIA    LITERARIA 

de  una  imajinacion  rica  i  fecunda,  de  un  espíritu  mas  esten- 
so que  profundo,  animado  de  pensamientos  nobles  i  jene- 
rosos  aunque  con  frecuencia  superficial.  Pero  donde  es  ver- 
daderamente orijinal  i  donde  hace  sentir  sus  méritos  supe- 
riores, es  en  una  obra  titulada  Ideas  sobre  la  filosofía  de 
la  historia  de  la  humanidad,  **Desde  mis  tiernos  años,  dice 
él  mismo,  cuando  el  campo  de  la  ciencia  se  desplegaba  a  mi 
vista  con  toda  la  frescura  de  la  mañana,   me  asaltó  con 
frecuencia  el  pensamiento  de  examinar  si  lo  que  nos  intere- 
sa mas,  la  historia  jeneral  de  la  humanidad,  tiene  también 
su  filosofía  i  su  ciencia,  puesto   que  todo  en  el  mundo  la 
tiene.  Todo  me  invitaba  a  ello,  la  metafísica  i  la  moral,  la 
física  i  la  historia  natural   i  sobre  todo  la  relijion."   Ese 
libro  es  el  fruto  de  sus  prolijos  i   variados  estudios  i  de  su 
constante  observación.  Herder  cree  que  la  relijion  es  la 
mas  antigua  i  la  mas  santa  de  las  tradiciones;  i  después  de 
estudiar  la  composición  de  la  Tierra  i  de  la  naturaleza  se- 
gún la  ciencia  de  su  tiempo,  trata  de  ponerla  en   armonía 
con  la  historia  de  la  creación  según  Moisés.  Se  empeña  en 
descubrir  en  la  organización  misma  del  hombre  el  jérmen 
de  sus  facultades  intelectuales,  el  amor  al  prójimo,   la  fé 
relijiosa  etc.,  i  acaba  por  presentarlo  como  el  intermediario 
entre  dos  mundos.  Su  imajinacion  levanta  temerariamente 
i  con  una  magnificencia  oriental   un  edificio  de  tradiciones 
de  donde  emanan   las  ciencias,  las  artes  i   los  gobiernos. 
Recorre  sin  descanso  el  penoso  camino  de  las  esperiencias  i 
de  las  analojías  i  la  historia   de   todos  los  ramos  de  los  co- 
nocimientos humanos,   hasta  que  al  fin  puede  colocarse  en 
la  cima  i  abrazarlos  con  una  sola  mirada.   De  este   modo, 
nos  conduce  bajo  todas  las  zonas,  nos  trasporta   a    todos 
los  tiempos.    El  mundo  material  i  la  vida  humana,  los  re- 
cuerdos del   pasado  i  los  presentimientos  del   porver.ir  se 
desarrollan  en  un  libro  ante  los  ojos  asombrados  de  sus 
lectores.  Esta  obra,  llena  de  noble  entusiasmo,  de  un  estilo 
rico  i  colorido,  produjo  un  efecto  prodijioso.  La  ciencia  mo- 
derna, las  investigaciones  i  los  estudios  mas  prolijos,  han 
podido  modificar  algunos  de  sus  puntos  de  partida,  la  filo- 


IJTER ATURA    A LOMAN A  555 


Sofía  ha  podido  rectificar  alguna  de  sus  conclusiones;  pero 
apesar  de  todo,  la  obra  de  Herder  subsiste  como  un  mo- 
numento de  ciencia,  de  observación  i  de  estilo. 

Herder,  ademas,  ha  prestado  «grandes  servicios  a  la  lite- 
ratura como  crítico  i  como  erudito.  Por  su  manera  nueva 
i  elevada,  por  la  elocuencia  entusiasta  con  que  sabe  espo- 
ner i  apreciar  los  monumentos  de  la  poesía  de  los  pueblos 
antiguos  i  en  especial  de  los  hebreos,  ha  contribuido  mu- 
cho en  Alemania  a  la  revolución  que  se  ha  operado  en  la 
manera  de  estudiar  la  historia  i  de  hacer  la  crítica  de  las 
obras  del  arte  i  de  la  literatura,  revolución  que  ha  llegado 
a  hacerse  universal  en  Europa. 

12. — La  historia  propiamente  dicha,  fué  cultivada  tam- 
bién en  este  tiempo  con  gran  profundidad  de  estudios,  i  con 
mucho  talento  en  la  manera  de  escribirla.  Se  distingue  en- 
tre todos  los  historiadores  alemanes  un  suizo,  Juan  de  Mü- 
11er  (17521809),  que  desempeñó  en  la  enseñanza  i  en  la  po- 
lítica un  papel  importante.  Ademas  de  muchas  disertacio- 
nes sobre  varios  puntos  de  historia,  que  revelan  una  gran 
erudición,  compuso  dos  obras  justamente  célebres.  La  mas 
estensa  de  ellas,  la  Historia  de  la  confederación  suiza,  no 
alcanza,  sin  embargo,  mas  que  hasta  los  primeros  años  de 
los  tiempos  modernos.  Una  filosofía  profunda  i  un  senti- 
miento indefinible  de  verdad  que  le  permite  descubrir  la  luz 
aun  en  las  fuentes  mas  desacreditadas,  se  unen  en  esa  obra 
al  vigor,  a  la  dignidad  i  a  la  orijinalidad  del  estilo.  Müller 
comienza  su  obra  por  los  oríjenes  de  la  Suiza,  i  entra  en  al- 
gunos detalles  sobre  las  guerras  de  los  helvecios  contra  la 
república  romana;  pero  la  narración  adquiere  todo  su  de- 
sarrollo desde  la  caida  del  imperio  de  Occidente,  cuando  se 
forman  las  nuevas  nacionalidades.  La  vida  con  que  pinta 
el  teatro  de  los  acontecimientos,  las  costumbres  i  los  pro- 
gresos sociales  de  los  pueblos,  la  filosofía  con  que  encadena 
las  causas  i  los  efectos,  han  hecho  que  se  le  llame  el  Tucídi- 
des  moderno.  Su  Historia  universal  refleja  las  mismas  do- 
tes. Recorre  en  rápida  revista  todos  los  sucesos  pasados 
señalando  con  mano  de  maestro  los  puntos  culminantes  de 


556  XOCIOXRS   DE   HISTORIA    UTKRASIA 

];j  historia  i  los  cuadros  íenerales  de  los  progresos  de  la  ci- 
vilización. Los  sucesos  están  referidos  samariainente  como 
debia  hacerse  en  una  obra  de  corta  estension;  pero  jamas 
se  ha  escrito  nn  compendio  en  que  los  hechos  hayan  sido 
mas  sólidamente  estudiados,  en  que  estén  espuestos  con 
mas  seguridad,  i  en  que  exista  mayor  unidad  de  pensamien- 
to desde  el  principio  hasta  el  fin.  En  efecto,  leyendo  la  His- 
torta  universal  á^  Müller  se  adquiere  la  convicción  de  que 
el  autor  sabia  toda  la  historia  con  una  rara  profundidad, 
de  que  escribia  de  memoria,  sin  consultar  un'Kbro,  sin  bus- 
car una  fecha,  porque  todo  estaba  reunido  de  antemano  en 
su  mente.  Por  eso  es  que,  a  pesar  de  tantos  i  tantos  com- 
pendios de  historia  como  se  han  escrito  después,  el  li- 
bro de  Müller  conserva  siempre  su  valor  i  su  importancia. 
13. — Al  lado  de  los  historiadores  de  las  guerras  i  de  las 
conquistas  se  colocan  los  historiadores  de  la  literatura. 
Hemos  dicho  ya  que  los  alemanes  fueron  los  primeros  que 
dieron  á  la  crítica  literaria  un  carácter  mas  jeneral  i  eleva- 
do que  el  que  se  conocia  ordinariamente.  No  se  limitaron 
a  la  aplicación  de  las  reglas  de  la  retórica,  a  la  indicación 
de  los  defectos  o  de  las  bellezas  de  detalle:  buscaron  en  las 
obras  el  conjunto  i  el  espíritu  de  un  hombre,  de  una  época, 
de  una  nación,  demostrando  las  influencias  de  circunstan- 
cias estrañas  al  dominio  literario.  Es  cierto  que  este  siste- 
ma ha  conducido  con  frecuencia  a  establecer  teorías  oscuras 
i  embrolladas,  a  crear  sistemas  arbitrarios,  mas  injeniosos 
que  verdaderos,  i  a  buscar  en  las  obras  de  la  intelijencia  un 
principio  oculto  que  talvez  no  ha  existido  jamas;  pero  tam- 
bién es  verdad  que  este  jénero  de  crítica,  cuando  está  con- 
tenido en  sus  justos  límites,  es  mucho  mas  provechoso  i  en- 
seña mucho  mas  que  el  análisis  minucioso  de  un  escrito 
cuando  sólo  se  busca  si  se  han  aplicado  o  no  los  preceptos 
de  composición  i  de  gramática. 

Se  distinguen  en  primera  fila  entre  los  críticos  alemanes 
los  dos  hermanos  Schlegel,  Augusto  Guillermo  il767- 
1845)  i  Carlos  Federico  '1772-1829^  por  su  erudición  in- 
mensa, por  sus  estudios  filolójicos,  por  sus  grandes  traba- 


LITBBATURA    ALEMANA  557 


jos  sobre  las  literaturas  orientales  i  por  haber  unido  sus 
nombres  a  grandes  teorías  literarias.  El  primero  de  ellos, 
considerado  el  primer  crítico  alemán,  es  el  mas  vigoroso 
sostenedor  del  romanticismo  moderno.  Su  obra  capital  es 
el  Curso  de  literatura  dramática^  redacción  de  las  lecciones 
que  sobre  esta  materia  habia  dado  en  Viena  en  1808. 
"Este  curso,  dice  Mma.  de  Stael,  no  es  una  nomenclatura 
estéril  de  los  trabíijos  de  los  diversos  autores:  el  espíritu 
de  cada  literatura  está  tomado  allí  con  la  imajinacion  de 
un  poeta:  se  siente  que  para  producir  tales  resultados  se 
necesitan  estudios  estraordinarios:  pero  la  erudición  no  se 
percibe  en  esta  obra  sino  por  el  conocimiento  perfecto  de 
las  obras  maestras.  Se  goza  en  pocas  pajinas  del  trabajo 
de  toda  una  vida:  cada  juicio  pronunciado  por  el  autor, 
cada  epíteto  aplicado  a  los  escritores  de  que  habla,  es  her- 
moso, justo,  preciso  i  animado.  G.  Schlegcl  ha  encontrado 
el  arte  de  tratar  las  obras  maestras  de  la  poesía  como  las 
maravillas  de  la  naturaleza,  i  de  pintarlas  con  coloresvivos 
que  no  daflan  a  la  felicidad  del  dibujo."  Este  magnífico 
elojio  es  justiciero  hasta  cierto  punto.  Schlegcl  es  un  críti- 
co tan  profundo  como  brillante  del  teatro  antiguo:  repre- 
*  senta  la  fisonomía  literaria  de  los  trájicos  griegos  i  de  los 
cómicos,  así  griegos  como  romanos,  con  una  fidelidad  ini- 
mitable, i  con  un  colorido  tan  vigoroso  como  límpido  i  se- 
reno; pero  al  hablar  del  teatro  moderno,  si  bien  es  verdad 
que  su  talento  i  su  ilustración  lo  acompañan  siempre,  lo 
abandona  la  imparcialidad.  El  respeto  de  las  reglas  llama- 
das aristotélicas,  que  constituyen  el  fundamento  del  siste- 
ma literario  sobre  el  cual  está  construido  el  teatro  clásico 
francés  del  siglo  XYII,  es  para  Schlegcl  una  causa  directa 
c  inevitable  de  una  verbosa  i  solemne  esterilidad.  Corneille, 
Racine,  Moliere  mismo,  cuyas  grandes  dotes  cómicas  no  se 
pueden  poner  en  duda,  como  no  se  puede  negar  la  luz  del 
medio  dia,  son  condenados  sin  piedad  por  el  célebre  crítico 
alemán,  que  eleva  en  su  lugar  a  Sh^J^speare  i  a  Calderón, 
porque  despreciando  las  reglas,  estudiaron  solo  el  gran  li- 
bro de  la  naturaleza.  Estas  teorías,  que  sirvieron  para  po- 


558  NOCIONB8    DH  HISTORIA   LITBRARIA 

pularizar  en  una  gran  parte  de  Europa  los  principios  de  la 
escuela  romántica,  son  demasiado  absolutas  para  ser  jus- 
tas i  verdaderas;  pero  ellas  no  quitan  sino  una  parte  de  su 
mérito  a  una  de  las  obras  mas  notables  que  haya  produ- 
cido  la  crítica  moderna. 

Su  hermano  F'ederico,  con  menos  orijinalidad,  poseia  co- 
nocimientos no  menos  vastos  i  una  distinguida  penetra- 
ción de  crítico,  i  era  igualmente  apasionado  aunque  con 
apariencias  de  mayor  frialdad  i  templanza.  Habiendo  abra- 
zado la  relijion  católica  i  estableddose  bajo  el  amparo  de 
la  corte  de  Viena,  se  hizo  en  sus  Lecciones  sobre  la  ñlosofía 
de  la  historia,  el  defensor  de  las  preocupaciones  nobiliarias 
i  aristocráticas,  el  enemigo  de  los  principios  constituciona- 
les, el  sostenedor  de  la  reacción  que  sucedió  en  Europa  des- 
pués de  la  revolución.  Federico  Schlegel,  sin  embargo,  es 
el  primero  que  dio  la  idea  jeneral  de  una  historia  literaria. 
Su  Historia  de  la  literatura  antigua  i  moderna^  a  pesar  de 
que  respira  sentimientos  análogos  i  de  que  se  muestra 
en  ella  partidario  firme  pero  frió  i  circunspecto  de  la  escue- 
la romántica,  qde  su  hermano  habia  sostenido  con  mas  ar- 
dor, revela  una  instrucción  tan  vasta  como  sólida;  i  contri- 
buyó a  desacreditar  los  principios  esclusivistas  i  arbitra- 
rios en  materia  de  literatura  i  de  arte. 

14. — **Quizá  no  esté  lejos  el  tiempo  en  que  sé  trate  menos 
de  los  escritores  que  del  desarrollo  de  la  nación  entera,  di- 
le  Federico  Schlegel.  Entonces  no  serán  los  escritores  los 
que  formen  un  público,  como  en  Iús  épocas  anteriores,  será 
mas  bien  la  nación  la  que,  según  sus  necesidades  intelec- 
tuales i  el  movimiento  de  su  vida  íntima,  suscite  i  forme 
escritores.*'  El  célebre  crítico  aspiraba  a  una  era  de  grande 
ilustración,  en  que  el  escritor  lejos  de  imponer  sus  ideas  i 
su  gusto  al  publico,  reciba  el  impulso  de  la  opinión.  Estos 
deeosSe  lian  realizado  en  cierto  modo  en  Alemania  des- 
pués de  la  muerte  de  Goethe.  En  efecto,  se  ha  abierto  en- 
tonces un  período  menos  notable  es  verdad  por  los  hom- 
bres gloriosos  i  las  obras  de  jenio,  que  por  una  infatigable 
actividad  literaria  que  se  desplega  en  todos  sentidos.  Este 


1 


LITERATURA    ALBMANA  559 


nuevo  período  no  puede  presentar  un  Lessing  o  un  K!ops- 
tock,  un  Goethe  o  un  Schillep;  pero  cuenta  en  cambio  un 
nCiinero  infinito  de  poetas,  de  novelistas,  de  críticos  i  de 
historiadores.  Todas  las  transformaciones  del  pensamiento 
público  son  reproducidas  fiel  i  prontamente  por  centenares 
de  escritores.  Al  mismo  tiempo,  todos  los  ramos  de  las 
ciencias  son  cultivados  i  profundizados  con  una  pasión  i 
con  una  laboriosidad  que  hacen  el  orgullo  de  nuestro  siglo. 
Pero  el  verdadero  héroe  de  la  historia  literaria  de  estaépo- 
ca,  no  es  tal  jenio  creador  que  abre  a  los  hombres  de  su 
tiempo  horizontes  nuevos;  es  la  nación  misma,  es  la  Alema- 
nia entera,  qu^  se  desenvuelve  ávida  de  saber  i  ajitada  por 
un  vigoroso  poder  intelectual. 

En  otro  tiempo,  la  literatura  tenia  su  asiento  en  lugares 
determinados,  que  parecia  preferir  a  los  otros:  llevaba  así 
el  sello  de  cada  país,  lo  que  le  daba  un  carácter  local.  En  el 
siglo  presente,  el  sentimiento  nacional  se  desarrolla,  i  la 
literatura,  así  como  el  pueblo,  marcha  a  la  unidad,  pene- 
tra en  todas  partes,  se  hace  mas  nacional,  pierde  todo  se- 
llo local  i  abraza  la  patria  entera.  **Las  capitales  con  sus 
teatros,  sus  museos,  dice  Weber,  las  relaciones  que  se  for- 
man i  la  emulación  que  se  produce,  las  ciudades  que  poseen 
universidades  con  sus  bibliotecas  i  sus  círculos  literarios, 
en  fin,  aquellas  en  que  el  comercio  de  librería  se  hace  en 
grande  escala,  como  Leipzig,  Stuttgart,  Francfort,  Berlin 
etc.,  traen  naturalmente  a  los  poetas  i  en  jeneral  a  los  lite- 
ratos. La  literatura  esperimenta  siempre,  pues,  la  influen- 
cia de  ciertos  lugares,  de  ciertos  hombres;  pero  en  vano  se 
buscaria  en  nuestra  época  un  centro  literario  semejante  a 
los  que  han  existido  en  otro  tiempo.  Berlin  es  el  asiento  de 
la  filosofía  i  de  ías  ciencias  especulativas,  Munich  la  escue- 
la de  las  bellas  artes,  Leipzig  i  Dresie  el  centro  de  la  crítica, 
del  arte  dramático  i  de  las  bellas  letras:  sin  embargo,  la 
vida  intelectual  se  ha  desarrollado  en  otras  partes  i  se  han 
visto  salir   escritores  de  todas  las  provincias  de  Alema- 


nia. 


'»  i 


í  Al  terminar  el  capítulo  VIH  de  la  segunda  parte  de  este  libro, 


560  NOCIONES  DE  HISTORIA  LITERARIA 

dimos  algunas  noticias  sobre  las  literaturas  escandinavas  i  esla- 
vas, no  verdaderamente  para  hacer  un  análisis  por  lijero  que  fue- 
se, de  sus  escritores,  sino  para  manifestar  el  enlace  o  la  separación 
que  existe  entre  ellas  i  la  literatura  alemana.  En  una  obra  de  la 
naturaleza  de  la  presente,  por  otra  parte,  ese  análisis  sería  com- 
pletamente inoficioso,  desde  que  se  trata  de  producciones  casi 
ajenas  a  nuestro  gusto  i  que  en  realidad  no  han  ejercido  una  ver^ 
dedera  inñuencia  sobre  la  literatura  universal. 

Aunque  quisiéramos  detenernos  en  las  obras  que  han  producido 
las  lenguas  escandinavas  i  eslavas,  estaríamos  reducidos  a  seña- 
lar sólo  unos  pocos  nombres,  ademas  de  los  que  hemos  indicado 
incidentalmente  en  el  curso  de  este  libro,  como  el  del  polaco  Co- 
pérnico,  i  el  del  holandés  Erasmo.  Nos  bastará  apuntar  en  esta 
nota  dos  nombres  para  salvar  toda  omisión  de  importancia. 

Carlos  Lineo,  en  latin  Linníeus  (1707—1778)  el  lamoso  natura- 
lista sueco,  es  el  mas  grande  de  los  botánicos  del  siglo  XVIII.  Por 
sus  inmensos  trabajos  i  por  el  método  que  introdujo,  fué  el  lejis- 
lador  i  el  renovador  de  la  botánica.  Desembrolló  los  trabajos 
confusos  de  sus  predecesores,  creó  para  los  vejetales  una  clasifica- 
ción sencilla  i  fácil  e  inventó  para  los  seres  organizados  esa  admi- 
rable denominación  binaria  que  impide  a  la  ciencia  el  caer  en  el 
caos  mas  oscuro.  Aunque  Lineo  escribia  en  latin,  i  aunque  sus 
obras  no  sean  de  un  carácter  literario,  ejercieron  sin  embargo  una 
profunda  inñuencia  sobre  la  ciencia  de  su  siglo,  i  aun  sobre  la  li- 
teratura, facilitando  la  adquisición  de  conocimientos  que  la  poesía 
ha  utilizado  con  gran  provecho. 

Adán  Oehlenschlaeger  (1779  -1^50),  el  mas  grande  de  los  poe- 
tas daneses,  ha  compuesto  dramas,  comedías,  óperas,  poesías 
lincas  i  místicas,  i  novelas;  i  en  todos  esos  ¡eneros  ha  desplegado 
las  mismas  dotes  que  lo  colocan  en  el  ndra^ro  de  los  jenios  mas 
felices.  Su  principal  mérito  consiste  en  haber  creado  un  teatro 
verdaderamente  nacional;  i  si  bien  sus  piezas  no  se  adaptan  per- 
fectamente al  t^usto  de  los  pueblos  del  mediodía  de  Europa,  un 
ojo  esperimentado  descubre  en  medio  de  las  máximas  morales  que 
allí  abundan  i  délos  largos  discursos,  situaciones  verdaderamen- 
te dramáticas  i  pasiones  bien  estudiadas. 


FIN  DEL  TOMO  IV 


LISTA    ALFABÉTICA 

DB    LOS   ESCRITORES 

ANALIZADOS  EN  ESTE  LIBRO* 


Paja. 

—Abelardo,   Pedro   (1079 

1142) 198 

Abnlfeda(1272-1331)...   164 
— Accío,  siglo  II,  A.  de  J  C.      97 
—Ad«lberto,San,  siglo XII   290 
Addisnn     José     (1672 

-1719) 519 

Agiistin,  San  (354    130)   155 
Alarcon,    Juan    Ruiz    de 

(1530-1639) 391 

Alberto  el  Grande  (1193 

-1205) 202 

Alcuino    (725-804) 195 

Alemán,     Mateo    (siglo 

XVI) 

Alfieri,     Víctor    (1749- 

1803) 

Alfonso  X  ti  Sabio,  (siglo 

XIII) 

—Alfonso  IV,  siglo  XIIL... 


I 


369 

344 

237 
258 


Pájs. 

-Alfonso    V    el    Africano, 

(1438-1481) 258 

Ambrogini,   Arjel  (1454 

-1494) 321 

Ambrosio,  San,  siglo  IV.   153 
Aniiano  Marcelino,  siglo 

IV 186 

-Amos,  784  A.  de  J.  C 44 

-Amyot,  Santiago,  (1513 

-1593) 426 

Ana  Comneno,  siglo  XI..  183 
Anacreonte,  siglo  VI,  A. 

de  J.  C 58 

Andronico,  Livio,    siglo 

III,  A.  dej.  C 96 

-Anselmo  de  Cantorberv, 

San  (1033-1109).  1*98,264 
-Apiano  de  Alejandría  si- 
glo II 85 


*  Se  han  señalado  con  un  —  los  que  solo  están  mencionados  en  el 
libro. 

TOMO  IV  3G 


562 


9O0IOXR8   DE   HISTORIA   LITBRABIA 


Páj». 

Apolonio,  de  Rodas  (276 

— 186A.  dcj.  C.) 80 

Apuleyo,  Lucio.  128 141 

Aquilcs  Tacio  (siglo  III)   177 
Arato  de  Solos,  250   A. 

J.  C 81 

Aretino,  (Véase  Bacci)...  323 
Ariosto,  Ludo  vico  (1474 

-1533) 316 

Aristídes  de  Mileto 89 

Aristófanes,    450   de  A. 

T.  C 62 

Aristóteles,     384  A.    de 

J.  C 71 

Arjensola,  Bartolomé 
Leonardo  de  (15661631 )  395 
Arjensola,  Lupercio  Leo- 
nardo de  (1565-1613)  395 
-Arriano   de    Nicomedia, 

siglc  II 85 

Atanasio,  San  (296373)  149 

Ateneo,  siglo  II 86 

-Ático,  Pomponio   (110- 

33A.  dej.  C) 119 

Aulo  lelio  (117-180)....  141 
^vila.    Frai  Juan   de 
(1500-1569) 374 


Babrio,  siglo  III  (?) 91 

Bacci,  Pedro,  el  Aretino 

(1492-1559) 323 

Bacon,  Francisco  (1560 

-1626) 503 

Bacon,    Rojerio,    siglo 

XIII 203 

Baena,  Juan  Alfonso  de, 

siglo  XV 251    ; 

Balzac   de  (1594-1664)  440   ¡ 
-Barante,    Guillermo 

(1782-1868) 486   i 

-Barbier,  Enrique  Augus-  I 

to.  1805 485  I 

Barros.  Juan  de  (1469     ¡ 

-1570) 495 

Basilio,  San  (329-379)  150   ' 


Pájs. 

Beaamarchais      (1732 — 

1799) 480 

Beccaria  (1738-1794)...   347 

Beda,  siglo  VIII 194 

— Béranger,    Juan     Pedro, 

(1780-1857) 484 

Berceo  Gonzalo  de,  siglo 

XIII 23t> 

—  Bernabé,  San,  siglo  1 148 

Bemav,  Alejandro  de,  si- 
glo Xn 218 

Bemi,  Francisco    (1490 

—1536) 322 

Bibbiena,  Bernardo  (1470 

—1520) 325 

Bilpai  o  Pilpai 32  i  170 

Blair,  Hugo  (1718-1800)  519 
Bocaccio  (1313—1375)..   276 

Boecio,  siglo  VI 187 

Bodmer,    Juan     Jacobo 

(1698-1783) 541 

Boiardo,  Mateo  (1434— 

1494) 315 

Boileau  Despréaux,  Nico- 
lás  (1636-1711) 435 

Boscan    .Almogader, 

Juan  (1485— 1542) 352 

Bossuet  (1627—1704)...  446 
Bourdaloue(1632-1704)  451 
Brandt,  Sebastian  (1458 

-1520) 286 

Brantóme  (1527-1614)  426 
— Bretón   de  los  Herreros 

(1796-1873) 413 

— Brizeux.  Augusto  (1806 

-1858) 485 

Bruneto  Latini,    siglo 

XIII 210  i  267 

Buenaventura,  San,     si- 
glo XIII 265 

Bufíon  (1707-1788)....  478 
Burton,  Roberto    fl576 

1639) 501 

Butler,     Samuel    (1612 

-1680) 513 

Byron.     Lord    Jorje 
(1788-1824) 532 


LISTA    ALFABáriGA 


563 


Pájs, 

o 

Cadalso.    José    (1741- 

1782) 405 

Calderón    de   la    Barca. 

Pedro  (1600-1681)....   389 
-Calino,  siglo  VII  A.  de  J.  C     54 
-Calpurnio  de  Sicilia,  si- 
glo III 141 

Calvino,    Juan    (1509- 

1564) 425 

Camoens,  Luis  de  (1524 

-1579) 491 

-Cantií,  César,  1805 350 

-Capmany  i   Montpaiau, 
Antonio,    (1742-1813)  410 
Cario  Magno,  (742-814)  194 
Carlos  de  Orleans,  siglo 

XV 221 

Caro,  Rodrigo  de  (1585 

—1648) 395 

Casiodoro,  siglo  VI 188 

Casti,      Juan     Bautista 

(1721—1803) 345 

Castillejo,  Cristóbal  del 

(1494-1576) 354 

Castillo,    Fernando  del, 

siglo  XV 251 

Castro,    Guillen    de 

(1569-1631) 383 

Catón,    el    Censor,    225 

A.  de  J.  C 101 

Catulo,  86,  A.  de  J.  C  ...   105 
Ceceo   di    Ascoli    (1257 

-1327) 273 

Celso,  Aurelio  Cornelio, 

siglo  1 134 

Cervantes  Sa  a  ved  ra,  Mi- 
guel de   (1547-1616)  375 
César,  Julio,  (101-44  A. 

dej.  C.) 112 

Céspedes,     Pablo    de 

(1538-1608) 363 

Cicerón,     Marco    Tulio 

(107-44  A.  deJ.  O...  114 
Cienfuegos,    Nicasio    Al- 

varez  de  (1764-1809)  407 


PáJR- 

Ctpríano,  San,  siglo  III  152 
— Ciuldo   d'Alcaxno,    siglo 

XII 266. 

— Claudiano  de    Alejandria 

(365-408) 186 

-Clemente,  San,  siglo  I...   148 
—Clemente    de    Alejan- 
dría, siglo  II 147 

— Coelho,  Egaz  Moniz,  si- 
glo XII 257 

C^olumela,  siglo  1 134- 

ConTimines,  Felipe  de 

(1445—1509) 4ia 

Confucio,  siglo  V,  A.  J.  C     37 
— Cooper,  Fenimore    1789 

-1815) 534. 

Corneille.    Pedro      1606 

-1684) 428 

Cornelio    Nepote,    siglo 

I,  A.  deJ.  C: 117 

Cósmas     Indicopleustes, 

siglo  Vi 180 

—Cristina  de  Pisan,  siglo 

XIV 225 

Oh 

Chateaubriand    (1768— 

1848) 482- 

Chaucer,  God  ofredo 

(1360-1400) 295 

Cbiabrera,  Gabriel,  siglo 

XVI 334 

Chrestien  de  Troves, 

siglo  XII \ 217 

D 

—  Oáfnis 81 

D'Alembert,  Juan  (1717 

^-1783) 476^ 

—Dándolo,    Andrés,    siglo 

XIV 27a 

Dante     Alighieri     ^265 

-132i) 267 

Dalmacio,  siglo  XI 202 

David,  siglo  XI,  A.  de J.C     4a 


564 


S'OCIOXBS   UB   mSTOKIA   UTBRAKIA 


Pájs. 

DáTÍla,  Enrique    Cateri- 

no    (1576-1631y 338 

'Dclari^e,    Casimiro 

(1793-1843) 4S5 

Demdstcncs      (385-322 

A.  J.  C; 76 

Descartes.        Renato 

(1596—1650; 442 

Diderot.  Dionisio  ^1713 

—1784) 476 

De    Foé     Daniel    (1663 

-1731) 521 

-Dickens     Carlos  (1812- 

1870) 534 

-Diniz,    1261 257 

Diodoro  de  Sicilia,  siglo 

L  A.  dej.  C 83 

Diójenes,   Laertio,    siglo 

III 86 

-Dion,  Casio,  155  A.  J  C.     85 
Dion,  Crisóstomo.  siglo  I      87 

'Dionisio,  San,  264 148 

'Dionisio  de  'lalicarna^o, 

siglo  I 82 

-Dracon,  siglo  VII.  A.  de 

J.  C 54 

Dryílcn.     Juan     (1631— 

1700) 513 

-Duarte  (siglo  XV; 258 

Du-Bella}-,       Joaquín 

(1524-1560) 419 

-Dumas.  Alejandro  (1803 

—1870) 485 

£ 

Edrisi,  1099 165 

Ejinardo,  siglo  IX 105 

Encina,  Juan  déla  (1468 

—1534) 357 

Enio,  (Juinto   (239     169 

A.  de  J.  C.) 97 

-Enrique  VI,  siglo  XV 296 

-Epicarmo,    (siglo    V,   A. 

de  J.  C.)  61 

Erasmo     (1469-1536). 

341  i  535 


I   _ 


Pi>. 

Ercilla   i   Znñiga,    don 

Alonso  (1533—1594).  360 
-Erizz),  Sebastian   (1522 

-1585) 333 

Ésdras,  siglo  V.  A.  de J.  C.  42 

Esopo,  siglo  VI,  A.  de J-  C.  58 
Espine],  Vicente  (1544  — 

1634) 369 

— Espronceda,     José    de 

11808-1842) 413 

Esquilo.  525,  A.  de  J.  C.  59 
Esquines,  siglo  IV,  A.  de 

J.  C 75 

Eurípides,  480,  A.  de J.  C .  61 

-Eutropo,  siglo  IV 186 

F 


Fabio  Píctor,  Quinto,  si- 
glo III,  A.  de  J.  C 101 

Pazzio.  degli  Uberti,  siglo 
XIV 273 

Federico  II  (1184  — 
1250) 266 

Fedio,  siglo  1 130 

Feijóo.  Benito  Jerónimo 
(1701-1764) 410 

-Felijie  IV,  siglo  XVII 389 

Fenelon(1651     1715)...  448 

F*  rduci.  siglo  XI 169 

Ferreira,  Antonio  (1528 
—1569) 490 

Fielding.  Enrique  (1707 
—1754) 522 

Filangieri,  Cayetano 
(1752—1788). 347 

Filioaia,  Vicente  (1642— 
1707) 336 

Fléchier(1632-1710K...  452 

Fieurv,  Claudio  (1640  - 
1723) 454= 

Flores  Enrique  (1701  - 
1773) 41C 

Floro,  Lucio  Aneo,  si- 
glo I 135 

Focio,  siglo  IX 18S 


LISTA    ALFABÉTICA 


565 


Pájs. 

-Foseólo,  Hugo  (1776- 
1827) 349 

-Frezzi,    Federico    (siglo 

XIV-  1416) 273 

-Ftínico  siglo  V,  (A.  de 
J.   C.) 59 

-Froissart,Juan,sigloXIV   224 

G 

Galileo  (1564-1641)....  337 
García  de  Santa  María,  l»'^' 

Alvaro,  siglo  XV 255 

Garcilaso    de   la    Vega 

(1503-1536) 353 

-Gautier    de    Lille,    siglo 

XII 218 

-Gesen,  Juan  (siglo  XIII).  200 
-Gerson,Juan( siglo XIII)  200 
Gesner.   Salomón    (1730 

—  1788) 346 

Giannonc,   Pedro   (1676 

—1748) 346 

Gibbon,   Eduardo  (1737 

-1794) 526 

-Gíldas,  siglo  VI 187 

-Giraldi,     Cintio    (1504- 

1575) 333 

Goethe.  Juan  W.  (1749- 

1832) 546 

Goldoni,   Carlos   (1707- 

1791) 34^ 

Goldsmith,  Olivero  (1728 

-1774 522 

Gómez    de    Cibdareal, 

Fernán,  siglo  XV 254 

-Gómez  Eatmes  de  Azura- 

ra,  siglo  XV 258 

Góngora,  Luis  de  (1561- 

1628) 398 

Gottsched.  Juan  Cristó- 
bal (1700-1766) 540 

Granada,     frai   Luis    de 

(15041588) 374 

Gregorio,  San,  obispo  de 

Tours,  siglo  VI 187 

-Gregorio  Magno,  San,  si- 
glo V 155 


Pájb. 

Gregorio      Nacianceno, 

San,   siglo  IV 149 

(iregorio  de    Nisa,    San, 

siglo  IV 150 

Gresset,  Juan    Bautista 

(17091777) 479 

Guarini,   Juan    Bautista 

(1537-1612) 327 

Guenée,    Antonio   (1717- 

1803) 382 

Guevara,     Antonio    de 

(1470-1545) 373 

Guicciardini,  Francisco 

(1482  1540) 331 

Guinicelli,  siglo  XIII 266 

-  Guizot,  Francisco  (1787 

-1874) 487 

H 

-  Habacuc  (610  A.  J.  C.)..     44 
Haller,    Alberto    (1708- 

1777) 540 

Hardy,  Alejandro  (1560 

1629) 428 

Hartri,  siglo  XI 167 

Hasfiz,  siglo  XIV 170 

Heliodoro,  siglo  IV 177. 

-Henríquez,   Gonzalo,    si- 
glo XII 257 

Herculano,  Alejandro, 

1810 497 

Herder,     Juan    Teófilo 

(1744-1-803) 553 

Hermas,  siglo  II 148 

Herodiano,  siglo  II 85 

Heródoto,  484  A.  de  J.  C.  65 
Herrera,     Fernando    de 

(1534-1597) 355 

Hesíodo 53 

Hilario,  San,  siglo  IV 153 

Hipócrates    (460   A.    de 

J.C.) 74 

Hobbes,    Tomas    (1588- 

1679) 514 

Hoffmann.  Cristian 

(1618-1669) 539 

Homero  (1000  A.  J.C.)..  49 


566 


NOCIONES    DB   HISTORIA    LITERARIA 


PáJB. 

Horacio    Flaco,    Quinto 

(64  A.  de  J.  C.) 107 

-Hortensio,  Quinto  (113 
A.  de  J.  C.) 119 

Huerta,    Vicente    García 
de  la  (1729-1797) 416 

Hugo.  Víctor  (1802) 483 

Hume.    David     (1711- 
1776) 524 

Hurtado     de    Mendoza, 
don  Diego  (1503  1575) 

368  i  370 

-Huss,  Juan  (13731415)  290 


—Ignacio,  San,  siglo  1 148 

Iriarte,  Tomas  de  (1750 

-1791) 406 

Irving,     Washington 

(1783-1859) 534 

Isaías,  siglo     III   A.  de 

J   C 44 

Isidoro,  San,  siglo  VI.  ...  188 
Isla,    fosé    PVancisco  de 

(17Ó3-1781) 417 

Is6crates,436  334A.J.C.      75 

J 

-Jenófanes    de    Colofón , 

541,  A.  de  J.  C. 57 

Jenofonte,  447,  A.  de  J.  C.  68 
jeremías,  629,  A.  de  J.  C.  44 
Jerónimo,  San  (331420)  154 
lil   Polo,   Gaspar  (1516 

1572) 367 

Jil,  Vicente  (1480-1557).  357 
Jil    i   Zarate,    Antonio 

(1791-1861) 413 

Jodelle,    Esteban   (1532- 

1573) 422 

-Joel,  siglo  VIH,  A.  J.  C.      44 
-Johnson,    Ben    o    Benja- 
mín (1574  1637) 506 

Johnson,  Samuel,  (1709- 


Pájs. 

1784) 519 

Joinville,  Juan  de,  siglo 

XIII 224 

— Jorje     de       Trebizondar, 

(1396-1486) 302 

— Jornñndes,  siglo  IV 187 

Josefo,  Flavio,  37 83 

-Josué,  (siglo  XVII  A.  de 

J.C.) 41 

Jovellanos,  Gaspar  Mel- 
chor de  (1744-1811)...  408 
Jovio,  Pablo  (1483  1552)  332 

— Juan,  San,  siglo  I l46 

Juan    Crisóstomo,    San, 

344 151 

Juan   Manuel,  siglo  XIV  240 

Juliana,  Lady 297 

—Juliano,  siglo  IV 56 

— Justino,  San,  siglo  II 148 

Juvenal,    Décimo    Junio, 

42 128 

K 

Kálidas,   (siglo  I.  A.   de 

J.  C) 32 

— Kémpis,  Tomas  A.  (siglo 

XI) 200 

Klopstock,  Federico  Teó- 
filo, (1721-1803) 541 

L 

La-Bruvére,      Juan      de, 

(1645-1696) 453 

Lactancio,  siglo  III 153 

La    Fontaine,   Juan    de, 
(1621-1695) 432 

—  Lafuente,     Modesto    de, 

(1806  1866) 413 

— Lamartine,  Alfonso    de, 

(17901869) 485 

—  Lamberto  li  Cors,  siglo 

XII ,   218 

Lamotte  Houdar,  Anto- 
nio de  (1672-1731) 44-0 


LISTA    ALFABÉTICA 


567 


Páj8. 

-  Lanfranc      (1005-1089) 

198  i  264 

-La-Place  (1749.1827)....  478 
LaRochefoucault  (1613 

1680) ; 452 

-Larra,  Mariano  José  de, 

(18091837) 413 

Lebrija  o  Nebrija,  Anto- 
nio de,  (14441522)....  352 
Leibnitz,  Godofredo  Gui- 
llermo, (16481716) 539 

-León,  San,  siglo  V 155 

Leon.frai  Luis  de,  (1527- 

1591) 354 

I>e-Roy,      Pedro,      siglo 

XVI 427 

Le-Sage,   Renato   (1668- 

1745) 458 

Lessing,  Efrain  (1729 

-1781) 542 

Licofron,    siglo  II  A.  de 

J.C 80 

-Licurgo,  siglo   IX   A.  de 

J.C 54 

-Linneo,     Carlos     (1707- 

1778) 560 

Locke,  Juan  (1632  1704)  515 

Lockman 241  i  169 

-Lombardo,  Pedro,  siglo 

XII 198  i  264 

-Longfellow.     Enrique, 

1808 534 

Longland    o   Langland, 

siglos  XIV 295 

Longo,  siglo  IV  o   V 178 

Lonjino, siglo  ill 90 

Lope    de    Vega   (  1562- 

1635) 384 

-López,    Fernán    (1380- 

1449) 258 

López  de   Ayala,  Pedro, 

siglo  XIV 241 

López  de  Mendoza,  Iñigo 

(1391-1458) 246 

Lorris,  Guillermo  de,  si- 

gloXlII 221 

Lucano,  38 125 


Páj8. 

Lúeas,  San,  siglo  1 146 

Luciano,  siglo  II 87  i  148 

Lucilio  Cayo,    siglo    II, 

A.  dej.  C 100 

Lucrecio,  95,  A.  de  J.  C.  104 
Lulio,    Raimundo,  siglo 

XIII 202 

—  Lutero   Martin  (1483  - 

1546) 536 

Luzan,  Ignacio  de  (1702 
—1754) 404 

M 

Mi»caulay,    Tomas    B. 

(1800—1859) 534 

— Macedo.   José    Agustín, 

sigloXlX 496 

Macpherson.    Santiago, 

siglo  XVIII 292 

Macrobio,  siglo   V 142 

Mafíei,    Escipion  (1675- 

1755) 340 

Mahoma  (571-632) 161 

Maistre,  Javier  de  (1764 

-1852) 528 

— Malaspina,  Alberto,  siglo 

XII 266 

Malherbe,    Francisco 

(1555-1628) 420 

—  Mandeville,    John,  siglo 

XIV : 296 

Manrique,    Jorje,  siglo 

XV 249 

Manzoni,  Alejandro 

(1784-1873) 349 

Maquiavelo,  Nicolás 

(1468-1527)326,  328  i  332 

Marcial,  40 129 

—Marciano  Capella,   siglo 

V 187 

Marco  Aurelio,  siglo  II...      89 

—  Marcos,  San,  siglo  1 146 

María  de  Francia,  siglo 

XIII 219 

Mariana,  Juan  de  (1537- 
1624) 371 


P*^ 

J, 

=r  :t     Frfircisco  ñe 

".  ~-*- 

-JT'-.f. 

401 

1 

r:rz^  Z 

:-T-    'MÍ^tl""¿ 

— 

—  ■"■  ^- '  * 

424 

± 

.-— ■ 

-    '    '■    ^-     !  OT\t 

.""-I  - 

-!"■--» 

.W 

jl 

-  -— . 

-km        IfiSÍ*- 

V52 

• 

— . 

'■i--rrr-^    «175*- 

-_> 

.. 

»» 

^ 

-*. 

•:t:jl*      17s4 

«."^  ■ 

53; 

± 

~.  ?^ 

=-ir  :— r-sic  oe.  si- 

, 

r  - 

■ 

>» 

> . 

^i::". 

l^TET-i-:*     FfT- 

- 

■  -r- .  r- 

:=í    Z""^^I*'2Sí 

4il* 

-k 

Tiirrr. 

"i.:-.**  Frr- 

.=-:í^r 

re    :*.T-i7^í 

4**1 

^ 

-^- 

■  :TniE«       I+Ñ»- 

" 

•.líi 

i 

- — 

-  j-¿a--s    :"=íiN 

-,,> 

3y2 

.A 

-r- 

"  :UT  1      I^I*  . 

:^.^ 

1 

.  'rr 

-.irrr       I  •  ".  2- 

" 

^     ' 

VpJ> 

■.■ 

•:--:    r- 

.    -  iTf  .-.r:r.rK> 

re    -'*.'» 


""i  -I  j    s  _  ■» 


■:c    re     "1* '-i-f**.-*    4-*' 


LISTA    ALFABÉTICA 


569 


Páj8. 

-INcwton,    Isaac    (1642- 

1727) 54^ 

Nonno,  410 176 

Nutnaciano,  Rutilio,  siglo 
V 186 


-.-.Ocampo,    F lorian   de,  si- 

>rloXVI 369 

— Ockam  (1280-1347) 198 

Ochlenschlaeger,    Adán 

(1779  1850).... 560 

Ofterdin^en,    Enrique  de, 

siglo  XIÍI 285 

Opianode  Cilicia,  siglo  II      91 
— Opitz,    Martin    (159  7- 

1639) 538 

Ordoñez  de   Monta  I  vo, 

García,  siglo  XV 365 

— Orfeo,  siglo  XIII  A.  de  J.  C     48 

Oríjenes  (185-254) 147 

— Oséaí,siglo  VIH,  A.  dej. 

C 44 

Ossian,  siglo  IV 292 

Ovidio,  43,  A.J.  C 109 

Oviedo.  Gonzalo  Fernán- 
dez de  (1478  1557) 370 


-Pablo,  San.  siglo  1 148 

Pacuvio.  220  A.J.  C 100 

Pallavicino  (1607  1667)  339 
Pascal,  Blas  (1623-1662)  443 

Pausánias,  siglo  II 85 

-Pedro,  don,  siglo  XIV....   258 

-Pedro  el  Cruel,  1320 258 

-Pedro  de  las  Viñas,  1190  266 
Pellicer,     íuan    Antonio 

(17401806) 410 

Pellico,    vSilvio    (1788- 

1854) 349 

Pérez,    Antonio   (15  39- 

1611) 374 

Pérez   de    (ruzman,    Fer- 
nán, siglo  XV 254 

Persio  Flaco,  Aulo,  34....   128 


-Petronio,  siglo  I 129 

Petrarca,     Francisco 

(1304-1374) 273 

Pico    de    la    Mirándola, 

Juan   (1463  1494) 303 

Pilpai  o  Bilpai.: 32  i  170 

Píndaro.  520  A.  de  J.  C.  57 
-Pitágoras  de  Sámos,  541 

A.  de  J  C 56 

Planche,  Gustavo  (1808- 

1856) 486 

Platón  (430  o  427347) 

A.deJ.  C 70 

Planto  (227-183)  A.  de  J. 

C 98 

Plinio  el  Antiguo,  23 134 

Plinioeljóven.  62 140 

Plotino,  siglo  III 90 

Plutarco,  50 84 

Polibio  (205-1 23)  A.deJ. 

C 81 

-Polion,  Asinio  (siglo  I)..  119 
-Pompeyo,  Trogo  (siglo  I 

A.deJ.  C) 119 

Pope,  Alejandro    (1688- 

1744) 516 

Porto,  Luis  da,  1485 333 

-  Prescott,    Guillermo    H. 

(1796  1859) 534 

Procopio,  siglo  VI 178 

Propercio,  52  A.  J.  C 110 

Ptolomeo,  Claudio,  siglo 

II 85 

Pulci,  Luis  (14321487)..  314 
Pulgar.  Hernando  del,  si- 
glo XV 255 

Q 

Quevedo  i  Villegas,  Fran- 
cisco (15801645) 396 

Quintana,  Manuel  José 
(1772-1857) 412 

Quintiliano,  Marco  Fa- 
bio,  42 138 

-  Quinto  Curcio 134 

Quinto  de  Smima,  siglo 

VI 176 


570 


NOCIONB8    DB   HISrORIA    L'TBHVRIA 


Páj8. 


R 


Rabbí,  don  Santob,  siglo 

XIV 243 

Rabelais,     Francisco 

(1487-1553) 422 

Racine,  Juan  (1639-1699)  430 
Raleigh.  Walter    (1552- 

1618) 502 

Regnard,  Juan  Francisco 

(1656-1710) 439 

Regnier,    Maturino, 

(15731613) 421 

— Reuchlin,  Juan  (1455- 

1522) 535 

Ribeiro,  Bernardino,sig1o 

XVI 490 

— Ricardo    Corazón    de 

Lcon,  1157 295 

Richard  son,    Samuel 

(1689  1761) 522 

Rioja,  Francisco  de  (1600- 

1658) 394 

Robertson     Guillermo 

(1721-1793) 525 

Rojas,  Fernando  de,  siglo 

XIV 359 

Rojas,      Francisco       de, 

(1607-1660) 393 

Ronsard,  Pedro  de  (1525 

1585) 419 

— Roscelin,  siglo  XI 198 

Rousseau,  Juan  Bautista 

(1670-1741) 440 

Rousseau,   Juan   Jacobo 

(1712  1778) 472 

Rueda.    Lope  de   (1500- 

1567) 359 

Ruiz,  Juan,  siglo   XIV...   241 

S 

Saa  de  Miranda.  Fran- 
cisco (1493-1558) 490 

Síiavedra,  Anjel  (1791- 
1865) 413 

Sachs,  Hans  (1491- 
1576) 537 

Sadi,  siglo  XIII 169 


Pájg. 

-Safo,  600,  A.  de  J.  C 54 

Saint- Fierre,  Bernardino 

de  (17371814) 480 

Saint-Simon,   Luis  de 

Roubrais.  duque  de 

(1675  1755) 454 

-Sainte-Beuve.   Agustín 

(1804-1869) 480 

Sajón  el  dramático,  siglo 

XII 289 

Salomón   (siglo    XI   A. 

deJ.C.)..... 42 

Salustio,  Crispo  (85  A 

de  J.  C.) 116 

Samaniego,  Félix  María 

(1745-1801) 407 

Sannazar,  Jacobo  (1458- 

1530) 322 

Sarmiento,  M  artin 

(16951770) 410 

Sarpi.  Pedro (1552-1623)  338 
Schiller,  Federico  (1759- 

1805) 550 

Schlegel,  Federico  (1772- 

1829) 556 

Schlegel,  Guillermo  (1 767 

1845) 556 

-Schwartzerde,     Felipe 

(1497  1560) 536 

Scot  Erijena,  Juan,  siglo 

IV 196 

-Scott,  I)uns(1275) 1  -8 

Scott.  Walter  (1771- 

1832) 530 

-Scribe,  Ku  j  e  n  i  o  (1791- 

1861)....". 485 

Scudérv,     Mademoisselle 

(16071701) 455 

Segura,  Juan  Lorenzo  de, 

siglo  XIII 237 

Séneca  el  Filósofo.  3 136 

Séneca  el  Trájico,  368...  136 
Sevigné,  María  de  Rabu- 

tin  Chanta!,  marquesa 

de  (1626-1696) 456 

Shakspeare,  G  u  i  1 1  e  r  rao 

(1562-1616) 506 


LISTA    ALFABÉTICA 


571 


Páj8. 

Sidncy,  Felipe  (1554- 

1586) 501 

-Sidonio,  Apolinarío,    si- 
glo V 186 

-Sila   o  Sula  (136-78  A. 

de  J.  C) 101 

Silio  Itálico  (25-1 00) 126 

Silvestre    II,    (Gerbert,) 

930 197 

Simónides  de  Céos,  558 

A.  J.  C 58 

Siró.  Publio    (44  A.  de 

J.C.) 111 

-Sismondi  (1773-1842)....  486 
-Smith,     A  d  a  m    (1723- 

1790) 527 

Snorre   Sturleson,   siglo 

XII 288 

Sócrates,   siglo  V,  (A.  de 

J.  C) 69 

Sófocles,  siglo  V,  (A.    de 

J..C) 60 

Solis.  Antonio  de  (1610- 

1686) 400 

Solón  (640-559,    A.   d  e 

J.  C.) 54 

■Spencer,  Edmundo  (1553 

1599) 505 

Stacio,  Publio,  61 127 

Stáel,  Madama  de  Í1766 

1817) 483 

Sterne,   Lorenzo    (1713- 

1768) 528 

Strabon,  siglo  I,  A.  de.... 

J.C... 83 

Suetonio,  siglo  1 133 

Swift,    Jonatas     (1677- 

1744) 520 

T 

Tácito,  Cornelio,  60 131 

-Tales  de  Mileto  (610   A. 

dej.  C.) 56 

Tasso,  Bernardo  (1493- 

1569) 318  i  326 

Tasso,  Torcuato  (1544- 

1595) 318 


Páj». 

Tassoni,  Alejandro 

(1565-1635) 336 

-Taulerjuan(  1292-1361)  287 

Teócrito,  siglo  III,  A.  de 
J.  C 81 

Teofrasto,  371  A.  J.  C...      73 

Terenciano,    Mauro,   si- 
glo I 97 

Terencio  192159  A.deJ. 
C 99 

Teresa  de  Jesús,  Santa 

(15151582) 374 

-Tertuliano,  160 152 

-Téspis,  siglo  V,  A .  de  J.  C.     59 
-Thackerav,  Guillermo 
(1811-1864) 534 

Theroulde,  siglo  XII 153 

Thibaut,  siglo  XIV 221 

-Thierry,   Agustin  (1795- 

1844) 486 

-Thiers,    Adolfo,    (1797- 
1877) 468 

Thompson,  San  tiag  o 
(1700-1748) 518 

Tibulo.  44  A.  de  J.C 110 

Tiraboschi,  Jerónimo 
(17311794) : 346 

Tirso  de  Molina  (1570- 

1618) 390 

-Tirteo,  siglo  VIII  A.  de 

J.  C , 54 

Tito  Ltvio,  58  A.  de  J.  C   118 
-Tomas  de  Aquino,  Santo 
(1227-1274) 198,   265 

Torre,   Alonso  de  la,  si- 
glo XV 255 

Torres  Naharro,  Barto- 
lomé, siglo  XV 358 

Trapassi,  Pedro  Antonio 
(vcase  Metastasio) 341 

Triboniano,  siglo  VI 182 

Trifiodoro,  siglo  VI 176 

Trissino,  Juan   Jorje 
(1478-1550) 324 

Tucídides(472  A.de  J.C.)     66 

Turgot  (1727-1781) 476 

U 
Ulfílas,  siglo  IV 278 


572 


NOCIONBB    DB   HISTORIA    I.ITBRARIA 


Páj8. 

V 

Valerio  Flaco,  siglo  1 126 

—Valerio  Máximo,  siglo  I.   130 
-Valmiki.    siglo    XV    (A. 

deJ.C.).. - 31 

—Vario,  Lucio,  siglo  I  (A. 

de  J.  C) 119 

Varron,  Marco  Terencio, 

116  (A.  de  J.C) 112 

—Velejo,  Patérculo,  siglo  I  130 
-Vergniaud  (1759  1793)..  481 
Vico,  Juan  Bautista, 

(1664-1744) 340 

-Vignv,  Alfredo  de  (1799- 

1863) 485 

-Villani,  Juan,  siglo  XIV.   273 
—Vi  lian  i,   Mateo,  siglo 

XIV 273 

Villthardouin,  Godofredo 

de,  siglo  XII 224 

— Villemain,   Abel  Francis- 
co (1800-1870) 486 

Villena,  Enrique  de  (1384- 

1434) 244 

Villon,  Francisco  (1431)  416 
Virjilio    Marón,     70    A. 

fie  J.C 106 

— Vives,  Juan  luis  (1492- 

1540) 373 


Vogelweide,  Walter  de. 
siglo  XIII 28a 

Voltaire,  Francisco  Ma- 
ría Arouet  (1694-1778)  464 

Vopisco,  siglo  lll 143^ 

Vyasa,  siglo  XV  (A.  de 
J.  C) 31 

W 

Wace.  Roberto, siglo  XII    216^ 
Wicleff,  John,  siglo  XIV.    296 
Wieland,  Cristóbal  Mar- 
tin  (1733-1813) 545 


Young,  Eduardo  (1681- 
1765) 517 


Zeno.  Apostólo  (1668- 

1750) 340 

Zoroastro 35 

—  Zorrilla,  José  (1817) 413 

Zózimo,  siglo  V 178 

Zurita,  Jerónimo  (1512- 
1581) 370 


iNDKTE 


DB    LAS 


OBRAS  ANÓNIMAS  DE  QUE  SE  HABLA  EX  ESTE  LIBRO 


Páj8. 

Calina  i  Dimna 170 

Cántico  de  los  cánticos  o 

cantar  de  los  cantares,     44 

Cartfis  de  Juntas 528 

Crónicas  o  Paralipóme- 

nes 41 

Cuentos  milesios 89 

De  la   vida  i  hechos   de 

Cario  Magno 201 

Desatir 35 

Bddas  (Las) 288 

Esf tedie  ion  de  Igor, 289 

Gita  Govinda 31 

Imitación  de  Jesucristo..,   199 


Pájs. 

Job  (Libro  de) 42 

José  (hoema  de) 243 

King 37 

Maná  (Código  de) 31 

Mil  i  una  noches  ( Las )...  162 

Niebtlungen 288 

Poema  del  Cid 233 

Puranas 31 

Román  du  Renard. 220 

Romancero  castellano....  250 
Saímos  o  Salterio  { Libro 

de  los) 43 

Satiricon 1  29 

Vedas  (Los) 31 


ÍNDICE 

DE  LOS  CAPÍTULOS. 


P4ji- 

ADVERTENCIA 5 

BIBLIOGRAFÍA  .11 

PRELIMINARES. 

1.  Definiciones  fie  la  historia  literaria 25 

2.  Su  oríjen 26 

3.  Manera  de  estudiarla  27 


b7(\  NOCIONB8    DB   HISTORIA    LITBRABIA 


Parte  primera- 


TIEMPOS  ANTIGUOS. 
CAPÍTULO  PRIMERO. 

LITERATURAS    ORIENTALES. 

Páj8. 

1.  Riqueza  de  la  literatura  indiana 29 

2.  Sus  mas  antiguos  monumentos 31 

'3.  El  Mahabharata 31 

4.  E\  Ramajrana 31 

5.  El  GitaGovinda 31 

6.  Teatro  de  los  indios 32 

7.  El  apólogo 32 

8.  Otros  jéneros  literarios 32 

9    Influencia  de  la  literatura  i  de  la  lengua  sanscristas ....  33 

10.  El  Ejipto;  los  asirios  i  los  fenicios 33 

11.  El  alfabeto 34 

12.  La  Persia;  Zoroastro 35 

13.  Literatura  de  los  chinos;  su  escritura 35 

14.  Confucio ; 36 

15    Poesías,  novelas  i  dramas 36 

16.  Otras  producciones  literarias  de  los  chinos 37 

17.  Antigua  literatura  de  los  árabes 37 

CAPÍTULO  II. 

LITERATURA    HEBREA. 

1.  Importancia  de  la  literatura  hebrea  3tt 

2.  Antigüedad  de   la  literatura  hebrea;  sus  diversos  pe- 

ríodos    39 

3.  Clasificación  jeneral  de  los  libros  de  la  Biblia 40 

4.  Libro^  históricos 40 

5.  Libros  poéticos  42 


:tNl>ICIfl  517 


Pájf». 

*   6.   Líbos  morrales  o  didácticos 4f3 

7.  Libros  profetices -^^ 

8.  Traducciones  de  la  Biblia 44 

9.  Libros  apócrifos 45 

10.  Carácter  jeneral  de  la  literatura  hebrea. 45 

CAPÍTULO  III. 

l-ITERATURA    GRIEGA.  , 

(Primer período:— Desde  los  tiempos  mas  remotos  hasta  la 
lejislacion  de  Solón.) 

1.  Orijinalidad  e  importancia  de  la  literatura  griega 47 

2.  Primitiva  poesía  de  los  griegos:  Orfeo  i  Museo 48 

3.  Los  aédos 49 

4.  Homero  49 

5.  Discusiones  a  que  han  dado  lugar  l^s  poemas  homé- 

ricos    51 

6.  Diversas  hipótesis  acerca  de  su  oríjen 52 

7.  Hesíodo  53 

8.  Tirteo  i  Safo 53 

9.  Solón *. 54 

CAPÍTULO  IV. 

LITERATURA    GRIEGA. 

(Segundo  período:— Desde  Solón  hasta  Alejandro  el  Grande.) 

1.  Importancia  literaria  de  este  segundo  período 55 

2.  Los  filósofos 56 

3.  La  poesía;  Píndaro 57 

4.  Anacreonte  i  Simónides 58 

5.  Esopo  58 

6.  Oríjen  de  la  trajedia 59 

7.  Esquilo 59 

8.  Sófocles  60 

9.  Eurípides 61 

10.  Oríjen  de  la  comedia;  la  comedia  antigua 62 

TOMO   IV  37 


578  Nooioxnas  db  historia  utbraria 


Pájt. 


11.  Aristófanes 62 

12.  La  comedia  media 64 

13.  La  comedia  nueva;  Menandro 13 

14.  La  histpría;  su  antigüedad 65 

15.  Heródoto  65 

16.  Tucídides 66 

17.  Jenofonte 68 

18.  Sofistas 68 

19.  Sócrates 69 

20.  Platón  i  Aristótdcs^ 70 

21.  Teofrasto  73 

22.  Hipócrates 74 

23.  La  oratoria  74 

24.  Isócrates 75 

25.  Esquines 75 

26.  Demóstenes 76 

CAPÍTULO  V. 

UTBRATURA     GRIBGA. 

{Tercer  período: ^Desde  Alejandro^  hasta  el  siglo  IV  de 
nuestra  era.) 

1.  Alejandna  convertida  en  centro  del  movimiento  lite- 

rario   79 

2.  Los  poetas  de  Alejandría 80 

3.  Tcócrito 81 

4.  Historia;  Polibio 81 

5.  Strabon  82 

6.  Diodoro  de  Sicilia  i  Dionisio  de  Halicarnaso  83 

7.  Flavio  Josefo 83 

8.  Plutarco 84 

9.  Otros  historiadores 84 

10.  Pausánias  i  Ptolomeo 85 

11.  Ateneo  i  Diójenes  Laertio 86 

12.  Dion  Crisóstomo 87 

13.  Luciano;  la  novela  griega 87 

14.  Marco  Aurelio 89 

15.  Plotino;  Lonjino 90 

16.  Opiano  i  Babrio 91 


iNDIGB  579 


CAPÍTULO  VI. 


LITERATURA    ROMANA. 


{Primer  período:— Desde  /os  tiempos  primitivos  basta 
César  i  Cicerón,) 

PáJH. 

1.  Carácter  jeaeral  de  la  literatura  romana 9«H 

2.  Primitivos  mona men tos  literarios,  anteriores  a  la  im- 

portación del  gusto  griego .* 94 

3.  Livio  Andrónico  i  Nevio 96 

4.  Enio 97 

5.  La  comedia;  Planto  i  Terencio 97 

6.  La  sátira : 100 

7.  Historiadores;  Catón 101 

8.  La  elocuencia  i  la  filosofía 101 


CAPÍTULO  VIL 

LITERATURA    ROMANA. 

(Segundo periodo:  —Desde  Cicerón  i  César  hasta  fines  de! 
siglo  de  Augusto,) 

1.  Importancia  literaria  de  este  segundo  período 103 

2.  Lucrecio 104 

3.  Catulo 105 

4.  VirjíHo 105 

5.  Horacio  107 

6.  Ovidio 109 

7.  Tibulo  i  Propercio 110 

8.  Publio  Siró 111 

9.  Varron 112 

10.  César 112 

11.  Cicerón 113 

12.  Salustio  i  Cornelio  Nepote 116 

13.  Tito  Livio 118 

14.  Prematura  decadencia  de  las  letras  latinas 119 


.580  NOCIONES   I)B  HISTORIA   LITERARIA 


CAPÍTULO  VIII. 

LITERATURA    ROMANA. 

(Tercer  período:— Desde  la  muerte  de  Augusto  hasta  la 
destrucción  del  Imperio,) 

PájP* 

1.  La  trajcdia;  Séneca 123 

2.  Lucano 125 

3.  Otras  epopeyas ; 126 

4?.  La  sátira;  Persio  i  Juvcnal 127 

•  5.  El  epigrama;  Manrial 12í> 

6.  El  apólogo;  Pedro 130 

7.  La  historia;  Tácito  130 

8.  Suetonio  i  Quinto  Curcio 133 

9.  Las  ciencias;  Plinio  el  Antiguo 134 

10.  La  filosofía;  Séneca 136 

11.  La  retórica;  Quintiliano 138 

12.  Plinio  el  Joven 139 

13.  Apuleyo 141 

14.  Aulo  Jelio  141 

15.  Últimos  poetas 142 

16.  Últimos  prosadores;  los  compiladores  de  la  Historia 

Augusta : 14-2 

CAPÍTULO  IX. 

LOS  PADRES  DE   LA  IGLESIA. 

1.  El  Evanjelio 145 

2.  Clasifícacion  jeneral  de  los  padres  de  la  iglesia 147 

3.  Padres  apostólicos  de  la  iglesia  griega  148 

4.  Padres  apolojéticos;  Oríjenes 148 

5.  Padres  dogmáticos;  San  Atanasio 149 

6.  San  Gregorio  Nacianceno 149 

7.  San  Basilio  i  San  Gregorio  de  Nisa 150 

8.  San  Juan  Crisóstomo 151 

9.  Padres  apolojéticos  de  la  iglesia  latina;  Tertuliano 152 

10.  Lactancio 153 

11.  Padres  dogmáticos;  San  Hilario  153 

12.  San  Ambrosio 153 

13.  San  Jerónimo  153 

14.  San  Agustin  154 


Índice  581 


Parte  segunda. 


EDAD   MEDIA. 
CAPÍTULO    PRIMERO. 

GRANDES  DIVISIÓN BS  DB  LA  LITERATURA  DE  LA  EDAD   MEDIA. 

Pájs. 

1.  Importancia  literaria  de  la  edad  media 157 

2.  Clasiñcacion  jeneral  de  la  literatura  durante  este  pe- 

ríodo: literatura  oriental;  bizantina;  latina;  vulgar  o 
literatura  de  las  lenguas  modernas 159 

CAPÍTULO  n. 

LITERATURAS    ORIENTALES. 

1.  El  Coran;  SU  importancia  literaria  161 

2.  Civilización  de  los  árabes;  su  influencia  en  Occidente...  162 

3.  Literatura  arábiga;  la  historia  i  la  jeografía 164 

4.  La  poesía  166 

5.  Las  mil  i  una  noches 168 

6.  El  apólogo;  Lockman 169 

7.  Literatura  persa;  Ferduci  i  Sadi 169 

8.  Calila  i  Dimna 170 


CAPÍTULO  III. 


LITERATURA    BIZANTINA. 


1.  Carácter  jeneral  de  la  historia  i  de  la  literatura  bizan-. 

tinas  173 

2.  Poesías;  epigramas  175 

3.  Diversos  poemas;  Museo  i  Nonno 175 

4.  Imitadores  de  Homero;  Quinto  de  Smirna  i  Trifiodoro  176 

5.  La  novela;  Heliodoro  i  Aquíles  Tacio 177 

6.  Longo 178 

7.  La  historia;  Zózimo  i  Procopio 178 

8.  Los  jeógrafos;  Cosmas  Indicopleustes 180 

9.  Decadencia  de  la  literatura  bizantina 181 


582  N0010NB8  DB   HISTORIA   UTBRARIA 

Pájt. 

10.  Renadmíento  en  el  siglo  IX;  Focio 182 

11.  Vicisitudes  posteriores  de  las  letras  griegas 183 

12.  Últimos  historiadores;  Ana  Comneno 183 

13.  Influencia  de  la  civiüsacion  bizantina  en  Occidente 184 

CAPITULO  IV. 

LITERATURA  LATINA  EN  LA  EDAD  MEMA. 

1.  Literatura    contemporánea    de    las    invasiones;    los 

poetas 185 

2.  Historiadores  186 

3.  Escritores  enciclopédicos 187 

4.  Decadencia  literaria  que  se  siguió  a  la  invasión 188 

5.  Escasez  de  libros  durante  los  primeros  siglos  de  la 

edad  media 188 

6.  Corrupción  del  latin 190 

7.  La  literatura  i  las  ciencias  se  asilan  en  los  claustros...  193 

8.  Primeros  albores  de  un  renacimiento  literario,  parti- 

cularmente bajo  el  reinado  de  Cario  Magno 194 

9.  JuanScot 196 

10.  Las  universidades 

11.  La  escolástica 197 

12.  Literatura  ascética;  la  Imitación  de  Jesucristo 198 

13.  La  historia;  crónica  fabulosa  de  Turpin 200 

14.  El  latin  fué  en  la  edad  media  el  idioma  de  las  ciencias  202 

CAPITULO  V. 

LITEKATÜRA    FRANCESA. 

1.  Oríjen  de  la  lengua  francesa;  el  vascuence,  el  céltico  i 

el  latin  205 

2.  Los  francos 206 

3.  Lengua  de  oi7  i  lengua  de  oc 208 

4.  Formación  definitiva  del  francés 209 

5.  Literatura  provenzal;  los  trovadores 210 

6.  Corta  duración  de  esta  literatura 212 

7.  Literatura  walona;  los  tru veres 212 

8.  Cantos  épicos;  la  Chanson  de  Roland 213 

9.  Carácter  jeneral  de  los  poemas  del  ciclo  carlovinjio 214 

10.  Ciclo  del  rei  Arturo;  Wace  i  sus  imitadores 215 

11.  Ciclo  greco-asiático;  la  Chanson  d*  Alexandre  217 


ÍNDICB  583 

Pájt. 

12.  Incertidumbre  sobre  el  oríjen  de  estos  poemas 218 

13.  Los  ÍHbtiaux 219 

14.  £1  apólogo  i  la  sátira;  Román  da  Renart 219 

15.  La  alegoría;  Román  de  la  Rose 220 

16.  Poesía  lírica;  Thibant  í  Carlos  de  Orleans 221 

17.  Teatro  francés  de  la  edad  inedia 222 

18.  Las  crónicas;  Villehardoain  i  Joinville 223 

19.  Proitfsart 224 

CAPÍTULO  VI. 

LITERATURAS  ESPAÑOLA  I  PORTUGUESA. 

1.  Oríjen  de  la  lengua  española;  los  íberos 227 

2.  Los  celtas,  los  fenicios  i  los  cartajineses 228 

3.  Los  romanos 229 

4.  Los  godos 230 

5.  Los  árabes 230 

6.  Formación  de  la  lengua  castellana  231 

7.  Diversos  elementos  que  la  componen 233 

8.  El  Poema  del  Cid. 233 

9.  Otros  poemas 236 

10.  Gonzalo  de  Berceo 236 

11.  Juan  Lorenzo  de  Se|2:ura 237 

12.  Don  Alfonso  el  Sabio;  Las  siete  partidas 237 

13.  Otras  obras  de  don  Alfonso;  la  Crónica  jeneral,  las  241 

Cantigas  i  la  Conquista  de  Ultramar 239 

14.  El  infante  don  Juan  Manuel 240 

15.  Juan  Ruiz,  arcipreste  de  Hita 

16.  Don  Pedro  López  de  Ayala;  sus  obras 241 

17.  Rabbi  don  Santob 243 

18.  E\  Poema  de  José  243 

19.  Movimiento  literario  en  el  siglo  XV 244 

20.  Don  Enrique  de  Villena  244 

21.  Don  Iñigo  López  de  Mendoza,  marques  de  Santillana  246 

22.  Juan  de  Mena 247 

23.  Jorje  Manrique 249 

24.  Los  Cancioneros;  carácter  jeneral  de  las  poesías  que 

contienen  249 

25.  El -^ojnancero 251 

26.  Romances  caballerescos 251 

27.  Romances  históricos 251 


584  NOCIONRS   DB  HISTORIA   LITERARIA 

PáJK. 

28.  Romances  moriscos 253 

29.  Romances  de  costumbres 253 

30.  Romances  sobre  la  antigüedad  clásica  253 

31.  El  Centón  epistolario 254 

32.  Fernán  Pérez  de  Guzman  i  Hernando  del  Pulgar 254- 

33.  Las  crónicas 255 

34.  Alonso  de  la  Torre 255 

35.  El  idioma  portugués 256 

36.  Primeros  poetas  portugueses 257 

37.  Primeros  prosadores 258 

CAPÍTULO  VIL 

LITERATURA    ITALIANA. 

1.  Causas  que  retardaron  la  formación  del  italiano 261 

2.  Formación  de  esta  lengua 262 

3.  Literatura  latina  en  Italia 263 

4.  Primitiva  poesía  italiana 265 

5.  Dante  Alighieri;  \a  Divina  Comedia 267 

6.  Movimiento  literario  del  siglo  XIY 272 

7.  Francisco  Petrarca:  sus  obras 273 

8.  Bocaccio;  el  Decamcron 276 

9.  Influencia  literaria  de  aquellos  escritores :..  278 

CAPÍTULO  VIII. 

LITERATURAS    DEL    NORTE. 

1.  La  lengua  alemana  281 

2.  Los  Minnesinger 282 

3.  1¿\  ^zemsi  át  \os  Niebelangcn 283 

4.  Poesía  alemana  anterior  al  siglo  XV 286 

5.  Literatura  escandinava 287 

6.  Literatura  eslava  289 

CAPÍTULO  IX. 

LITERATURA    INGLESA. 

1.  Los  bretones;  Ossian 291 

2.  Los  sajones 293 


Índice  585 


Páj8. 


3.  Los  normandos;  formación  de  la  lengua  inglesa 293 

4-.  Primeros  ensayos  poéticos;  Chaucer 295 

5.  Desarrollo  i  decadencia  de  la  literatura  inglesa  hasta 

el  siglo  XV 296 


Parte  tercera. 


TIEMPOS  MODERNOS. 
CAPÍTULO  PRIMERO. 

EL    RENACIMIENTO. 

1.  El  renacimiento 299 

2.  Impulso  dado  a  los  estudios  clásicos  en  Italia 300 

3.  Resultado  de  la  conquista  de  Constantinopla  por  los 

turcos 302 

4.  Invención  de  la  imprenta  304 

5.  Influencia  de  esta  invención 307 

6.  El  renacimiento  se  propaga  fuera  de  Italia 309 

7.  Importancia  literaria  del  renacimiento 310 

CAPÍTULO  II. 

LITERATURA    ITALIANA. 

Siglo  xvi — 1.  Epopeyas  caballerescas 313 

2.  Pulci  i  Boiardo 314 

3.  Ariosto 316 

4.  Tasso 317 

3,  Otros  jéneros  poéticos;  la  poesía  lírica,  la  poesía  didác- 
tica, la  sátira  321 

6.  La  trajedia  i  la  comedia 324 

7.  Maquiavelo 328 

8.  Guicciardini  i  Pablo  Jovio 331 

9.  La  novela 332 

Siglo  XYIL -10.  Decadencia  literaria 333 

11.   Marini  i  Filicaia 334 


586  NOCIONBS   DB   HISTORIA   LITBRARIA 

•Pájt. 

12.  La  epopeya  épico-burlesca;  Tassoni 336 

13.  £1  drama .'. 337 

14.  Los  prosadores;  la  historia 337 

Siglo  xvm.  -15.  Reacción  literaria 339 

16.  El  teatro;  Zeno  i  Maffei 340 

17.  Metastasio  341 

18.  Goldoni 342 

19.  Alfieri 343 

20.  Poesia  lírica;  Cásti 345 

21.  Prosadores 346 

22.  Beccaria  i  Filangieri 347 

23.  Conclusión 348 

CAPÍTULO  IlL 

LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Siglo  xiv.— 1.  El  renacimiento  en  España 351 

2.  Boscan  i  Garcilaso 352 

3.  Frai  Luis  de  León  i  Femando  de  Herrera 354 

4.  Oríjenes  del  teatro  español 356 

5.  Primeros  autores  conocidos 357 

6.  La  epopeya;  Erdlla 360 

7.  Poesía  didáctica;  Céspedes 363 

8.  Novelas  caballerescas 364 

9.  Novelas  pastorales 365 

10.  Novelas  picarescas 367 

11.  Historiadores;  Hurtado  de  Mendoza  i  Mariana 369 

12.  Escritores  políticos  i  místicos 373 

Siglo  X VIL— 13.  Miguel  de  Cervantes  Saavedra 375 

14.  Don  Quijote 378 

15.  Algunas  opiniones  a  que  ha  dado  lugar  esta  obra  380 

16.  Lope  de  Vega 384 

17.  Calderón 388 

18.  Otros  autores  dramáticos;  Tirso  de  Molina,  Alarcon, 

Moreto  i  Rojas 390 

19.  Poetas  líricos;  Rioja  i  los  Arjensola 394 

20.  Quevedo 396 

21.  Góngora;  el  culteranismo 398 

22.  Los  historia  Jores;  SoHs,  Moneada  i  Meló 400 

23.  Consideraciones  jenerales  sobre  la  edad  de  oro  de  la  li- 

teratura española  402 


iNDICB  587 

Siglo  xyui. — 24.  Influencia  de  la  literatura  francesa  sobre 

la  española 404 

25.  Iríarte  i  Samaniego 406 

26.  Meléndez  Valdes,  Jovellanos,  Cienfuegos  i  Moratin 407 

27.  Prosadores;  Feijó  o  e  Isla 409 

28.  Conclusión 412 

,  CAPÍTULO  IV. 

LITERATURA    FRAMCBSA. 

Siglo  xvi.— 1.  Últimos  escritores  del  siglo  XV;  Villon  i  Com- 

mines 415 

2.  El  renacimiento  en  Francia 417 

3.  Poesía;  Marot,  Ronsard,  Malherbe,  Regnier 418 

4.  Literatura  dramática 422 

5.  La  prosa;  Rabelais  422 

6.  Montaigne 424 

7.  Otros  prosadores;  la  Sátira  Menipea 425 

Siglo  xvu. — 8.  El  teatro 427 

9.  Comeillc 428 

10.  Racinc 430 

11.  LaFontainc  432 

12.  Boileau  435 

13.  Moliere  437 

14.  Otros  poetas 439 

15.  Los  prosadores;  Balzac 440 

16.  Descartes 441 

17.  Pascal 4Í.3 

18.  Bossuet 443 

19.  Fenelon  448 

20.  Otros  predicadores;  Bourdaloue,   Flécbier,  Massillon..  451 

21.  Los  moralistas;  La  Rochefoucault  i  La  Bruyére 452 

22.  Otros  prosadores;  Saint  Simón,  Mademoiselle  de  Scu- 

déry,  Madame  de  Sevigné 454 

Siglo  xvm. — 23.  Carácter  jeneral  de  la  literatura  francesa 

de  este  siglo 456 

24.  Le  Sage 458 

25.  Montesquieu 461 

26.  Voltaire 463 

27.  Juan  Jacobo  Rousseau 472 

28.  Los  enciclopedistas 475 


588  NOGIONBS    DB    HI8TORIA   LITERARIA 

Páj8. 

29.  Las  ciencias;  BufFon 477 

30.  La  poesía;  Beaumarchais  í  Bernardino  de  Saint  Fierre  479 

31.  La  revolución 481 

32.  Conclusión  482 

CAPÍTULO  V. 

LITERATURA    PORTUGUESA. 

1.  Poesía  portuguesa  en  el  siglo  XVI 489 

2.  Camoens  490 

3.  Los  prosadores;  Juan  de  Barros 494 

4.  Conclusión 496 

CAPÍTULO  VI. 

LITERATURA    INGLESA. 

1.  El  renacimiento  en  Inglaterra 499 

2.  Prosadores;  More,  Burton  i  Raleigh 500 

3.  Bacon 502 

4.  La  poesía;  el  teatro  504 

5.  Shakspeare  506 

6.  Milton 510 

7.  Butler  i  Dryden 513 

8.  Hobbes  i  Locke  514 

9.  Poetas  del  siglo  XVIII;  Pope  515 

10.  Young  i  Thompson  517 

11.  Los  e/2saj'/sías;  Addison  i  Blair 518 

12.  Los  novelistas;  Swift  i  De  Foé 520 

13.  Otros  novelistas;  Richardson  522 

14.  Los  historiadores;  Hume,  Robertson  i  Gibbon a  523 

15.  Otros  prosadores 527 

16.  Siglo  XIX;  Walter  Scott  i  Byron  529 

17.  Conclusión 533 

CAPÍTULO  VIL 

LITERATURA    ALEMANA. 

1.  El  renacimiento  en  Alemania 535 

2.  Literatura  del  siglo  XVI 536 

3.  Las  dos  escuelas  de  Silesia  en  el  siglo  XVII 537 


^ 


INDICB  589 

J5 

Pájs. 

4.  La  literatura  alemana  en  la  primera  mitad  del  siglo 

XVIII  540 

5.  Klosptok 541 

6.  Lessing : 542 

7.  Gesner 544 

8.  Wicland  545 

9.  Goethe : 546 

10.  Schiller 550 

11.  Prosadores;  Herder  553 

12.  Müller 555 

13.  La  crítica  literaria;  los  Schlegel 556 

14.  Conclusión 558 

Lista    alfabética   »e  los  escritores  analizados  en 

ESTE  libro 561 

Índice  de  las  obras  anónimas  de  que  se  habla  en  este 

LIBRO 573 

Índice  de  los  capítulos 575 


y