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OBRAS COMPLETAS
DIEGO BARROS ARANA
OBRAS COMPLETAS
DIEGO BARROS ARANA
OBRAS COMPLETAS
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DIEGO BABEOS ABANA
TOMO IV
HISTORIA LITERARIA
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SASTIACio HE CUU.K
IM3P3R3BNTA C3B3R-SrA.NTBS
BANDKKA, 50
1Q08
184942
ADVERTENCIA.
La enseñanza de la historia literaria formó parte de
n uestros planes de estudios desde 1848. Se empleó primero
como texto elemental una traducción que corria manuscri-
ta de un artículo de enciclopedia escrito por el célebre lite-
rato francés M. Philaréte Chasles. Lo habia trazado para
formar parte de un suplemento de la Encyclopédie moder-
ne de Courtin, en que se publicaron diversas disertaciones
jenerales sobre la historia de las ciencias, de las artes i de
las letras. Ese artículo, notable por la elegancia del estilo
i por la seguridad i elevación de los juicios literarios, no es
mas que una mirada rápida i sumaria sobre la literatura,
e n que apenas se detiene el autor en ciertos nombres para
c onsagrarles ocho o quince líneas, i a veces menos, i que
supone en el lector algunos estudios anteriores. Los mis-
mos profesores que recomendaron la adopción de ese ar-
tículo como libro elemental, reconocieron que la mayor
parte de él era del todo inútil para el objeto; i por eso sólo
tradujeron e hicieron estudiar lo que se refiere a las litera-
turas orientales, a los hebreos, los griegos i los roma-
nos ^.
1 El artículo de M. Philakkte Chaslks ha sido reproducido
por su autor con pequeñas modificaciories, i bsjo el título de Es-
c¡ui'sse d'une histoire géuérale des influences Jittéraíres^ en un tomo
NOCIONBS DB HISTORIA LITERARIA
..V JBl señor don Andrés Bello, que había indicado i sosteni-
• do la idea de introducir este estudio en nuestros colejios
como complemento indispensable de toda educación lite-
raria, fué el primero en declarar que el artículo de M. Phi-
laréte Chasles no correspondía en manera alguna al objeto
a que se le destinaba. Preparó entonces su Compendio de
Ja historia de la literatura^ cuya primera parte dio á luz
en 1850. Este libro es una simple compilación de noticias
biográficas i literarias estractadas de las obras mas reco-
mendables qiie se han escrito sobre la materia; pero es una
compilación ejecutada por la mano maestra del que cono-
cía perfectamente la importancia i el carácter de cada lite-
ratura, de cada época i de cada escritor. Desgraciadamen-
te, el señor Bello se dejó llevar mas allá de los límites
asignados a un libro puramente elemental, dio un gran
desarrollo al estudio de la literatura griega, i, convencido
de este error, suspendió su trabajo cuando apenas estaba
comenzado.
A pesar de esto, el libro del señor Bello estuvo en uso en
nuestros colejios durante algunos años. Comprendía sólo
el examen de las literaturas orientales, de la hebrea i de la
griega, por manera que la enseñanza de este ramo quedó
reducida a esos solos puntos. No se enseñaba una sola pa-
labra sobre las letras romanas ni sobre la de los pueblos
modernos. Un estudio tan incompleto no podía subsistir
por largo tiempo en el mismo estado; ¡ no pudiendo mejo-
rarse convenientemente pbr falta de un libro elemental, se
suprimió del todo dejando la enseñanza de la literatura
reducido a la de los preceptos de la retórica i de la poé-
tica.
Restablecida la enseñanza de la historia literaria por la
rcformadel plan de estudios secundarios acordadaen 1864,
i debiendo cimentarla en el Instituto Nacional de una ma-
piiblicado bajo la denominación de Etudes sur V Htitiquité (1847 )•
Basta recorrer a la lijera ese corto artículo para convencerse de
que no ha podido servir de texto elemental de historia literaria.
ADVERTENCIA
ñera mas completa, busqué con el mas afanoso empeño un
libro que pudiera servir de texto a los alumnos. Como su-
piese que no existia en la lengua castellana un tratado de
esta naturaleza, pedí a Europa todos los que con el mis-
mo objeto se hubiesen publicado en Francia i en Inglate-
rra. Proponíame traducir uno de ellos, enganchando por
medio de notas algunas partes, sobre todo la referente a
la literatura española, mal conocida i poco estimada en
jeneral en esos países.
Luego me convencí de que este pensamiento era irrealiza-
ble. Los libros elementales que pude reunir me probaron
que ninguno de ellos satisfacía las necesidades de la ense-
ñanza en Chile. Algunos limitaban el estudio de la litera-
tura de un pais al análisis de unos pocos escritores, i ni
siquiera nombraban a otros que han ejercido una grande
influencia. Por el contrario, otros casi no contienen mas
que listas de nombres i de fechas, como si sólo se hubiera
querido fijar los puntos sobre los cuales deben recaer las
esplicaciones del profes' r. En jeneral, todos ellos dan gran
desarrollo a la literatura de su pais respectivo, i pasan de
carrera sobre las de los otros pueblos. Como es fácil com-
prender, ninguno de esos libros conviene a la enseñanza
que se da en nuestros colejios. Para nosotros, las literatu-
ras europeas, tanto antiguas como modernas, deben ser
presentadas con un espíritu menos esclusivo, de manera
que, aunque por las consideraciones de lenguas, de gustos
i de sentimientos, unas llamen con preferencia la atención,
los jóvenes conozcan que deben buscar los modelos litera-
rios en todas partes, sin esclusion de escuelas ni de nacio-
nalidades. Indudablemente, para nosotros tiene mas im-
portancia la literatura española, que es la literatura de
nuestra lengua, que la inglesa o la alemana; pero seria un
absurdo sostener que en un curso de historia literaria no
se ha de fijar la atención de los alumnos en los nombres de
Shakespeare i de Mil ton, de Klopstock i de Goethe.
Estas consideraciones me hicieron comprender que era
indispensable formar un nuevo libro elemental, adaptado
8 NOCIONES DE HISTOBIA LITERARIA
a las necesidades de la enseñanza en Chile; i con una pro-
funda desconfianza en mis propias fuerzas, acometí este
trabajo avanzando poco a poco, i a medida que yo mismo
iba estudiando con alguna prolijidad i detención las diver-
sas fases de la historia literaria. Así se comprende que este
libro me haya^ostado cerca de tres años de trabajo asiduo
i casi constante.
Siguiendo un plan que me ha parecido el mas metódico
i el mas natural de un libro destinado a servir de texto de
enseñanza, he dividido esta historia como se divide ordina-
riamente la historia civil, en tres grandes períodos; i he
subdividido cada uno de éstos en secciones que se refieren
a las diferentes nacionalidades. Este orden me ha servido
no sólo para simphficar el estudio haciendo mas clara la
esposicion de los hechos, sino* también para esplicar las in-
fluencias recíprocas que han ejercido unos pueblos sobre
otros. En una historia de la literatura destinada a otros
US03 que la instrucción elemental, estas divisiones i subdi"
visiones habrian sido inútiles i tal vez embarazosas; pero
en un libro de la naturaleza del presente, eran indispen-
sables.
Aparte de ciertas consideraciones, casi siempre mui cor-
tas, sobre el oríjen de las lenguas modernas i el carácter de
la literatura de un pueblo o de un período, i que no podían
omitirse, he evitado cuidadosamente las divagaciones abs-
tractas, las disertaciones jenerales que abundan en las his-
torias literarias. Me he contraído casi esclusívamente a
dar a conocer los principales escritores de cada pais, i a
examinar sus obras por medio de rasgos que expliquen con
claridad i precisión el talento especial i la importancia de
cada uno.
En algunas ocasiones, esos bocetos literarios son el re-
sultado de mi observación personal; pero con frecuencia los
he tomado de críticos eminentes, ya sea copiándolos por»
entero, ya estractándolos i abreviándolos. He cuidado so-
bre todo apartarme en estos juicios críticos de las tenden
cias eschisivistas de una escuela determinada, porque creo
ADVERTENCIA 9
que el objeto principal de un libro de la naturaleza del pre-
sente no es ensalzar una secta literaria sobre las otras, si-
no el despertar en los jóvenes el amor por la lectura de los
grandes escritores.
Como no pretendo vestirme con un ropaje que no es mío,
he señalado por medio de comillas, i con el nombre del au-
tor, los fragmentos que traslado textualmente; pero como
era natural, he dejado de hacerlo cada vez que adaptando
las ideas i el lenguaje de un escritor, introducia alguna in-
novación, ya fuera abreviando, añadiendo algo o modifi-
cando en parte su pensamiento. No debe, pues, estrañarse
si en el curso de este libro se encuentran algunos pasajes en
que al hacer el estracto de ciertos juicios críticos, se han de-
jado correr mas o menos íntegras una o varias frases del
autor consultado. **Este procedimiento, que parecería sin-
gular en un libro orijinal i de primera mano, es lejítimo en
un libro destinado a la enseñanza, dice M. Alfredo Blot,
crítico francés contemporáneo. En el fondo, estas compi-
laciones son impersonales. Lo que sepide al abreviador es
que instruya. Cuando se alcanza este objeto, poco impor-
ta que se haya escrito bajo el dictado de los maestros, o
revestido con un estilo propiolas ideas de otro'\ Los auto-
res de libros elementales, simples compiladores de los iilti-
mos descubrimientos científicos, literarios o históricos, no
son, pues, plajtarios, puesto que no se atribuyen la inven-
ción de lo que han recojido después de estudios atentos i
prolijos. El crimen de plajio en esta clase de trabajos, con-
siste en formar un libro sin un plan ni un pensamiento pro-
pio, con trozos estensos, con capítulos casi enteros, copia-
dos textualmente de dos o tres autores, única fuente de
estudio i de investigación.
En jeneral, en el curso de este libro he suprimido las no-
tas, o no las he puesto sino cuando era necesario agregar
algún hecho que no cabia en el texto. Pero como es indis-
pensable señalar las fuentes en que he recojido las noticias
que consigno, he formado una lista casi completa de las
obras que me han servido de guia. La publicación de esa
10 NOCIONES I>B HISTORIA LITERARIA
lista, que irá después de esta Advertencia^ indicará tam-
bién a los jóvenes estudiantes los libros que pueden consul-
tar si desean estender el caudal de sus conocimientos, ya
que en un tratado elemental no pueden encontrar los he-
chos con todo el desarrollo posible.
Antes de terminar esta Advertencia, quiero prevenir una
observación que talvez habrá de hacerse contra el empleo
de este libro como texto de enseñanza. Se dirá quizá que es
mui largo, i que los alumnos no podrán aprenderlo en un
año. Esta objeción tendría algún valor si la historia litera-
ria hubiera de estudiarse de memoria, como se han estudia-
do antes de ahora tantas cosas entre nosotros; pero si se
ha de aprender como se aprende la historia civil, evidente-
mente es una ventaja para Ips alumnos el que el libro ele-
mental se detenga en algunos puntos para darles toda la
claridad apetecible. Los que han tenido que trabajar sobre
esos libros en que las materias están condensadas como en
un programa, saben cuánto afán imponen ellos a los estu-
diantes para que comprendan su sentido. Me Hsonjeo con
el pensamiento de que en esta obra hai mui pocos pasajes
que necesitan ser leidos mas de una vez para que se les en-
tienda bien.
Diego Barros Arana
bibliografía
Albert (Paul).--í,íí pdes/e, 1 vol. en 12, París, 1868.
— LaprosCf 1 vol. en 12, París, 1869.
Estos dos volúmenes, formados por las lecciones dadas
en la Sorbona a un auditorio de señoritas por este distin-
guido profesor, contiene la historia sumaria de cada jéne-
ro literario, estudiada con cuidado i escrita con un nota-
ble talento.
— Histoire de la ¡ittérature romaine, 2 vol. en 8*^, Pa-
rís, 1871.
Estaexcelentc historia de la literatura latina, que forma
parte de una colección de historias litei arias en que se han
publicado las obras de Baret, Burnouf i Perrcns (véanse
estos nombres en el presente catálogo), tiene para los jó-
venes la ventaja de contener algunos fragmentos mui es-
cojidos de los escritores analizados.
>
— Ja littérature franqaise, des íes origines á la fin du
XVl'' siécle. 1 vol. en 12, París, 1874. •
— La littérature franqaiseau XVIP siéclef 1 vol. en 1 2,
París, 1874.
— La littérature frangaise au XVIIP siécle, 1 vol. en
12, París. 187^.
12 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
Estos tres interesantes volúmenes forman una historia
completa de la literatura francesa escrita con verdadera
ciencia, con excelente gusto i con mucho arte literario. Es
una obra tan agradable i amena como instructiva.
Amador de los Ríos (José).— ií/s tona crítrca de la litera-
tura española, 7 vol en 4*=^, Madrid, 1861-1865.
Est^ prolija historia déla literatura española, que quedó
inconclusa, es notable por la grande investigación; pero
es tan minuciosa que el sétimo volumen apenas llega a los
principios de los tiempos modernos.
Bachelet et Dezoitry. — Dictionnaire general de biogra-
phie et d'histoire, de mythólogie atícienne et moder-
ne, des antiquités, etc., 2 vols. en 8*^, a dos colum-
nas, Parts, 1862.
Los juicios críticos que en este diccionario siguen a la
biografía de cada escritor, aunque jeneralmente sumarios,
son de ordinario excelentes: i algunas veces los he seguido
casi fielmente.
— Dictionnaire general de lettres, des beavx-artSy etc.,
1 vol. en 8*^ a dos columnas, París, 1862.
Este diccionario, formado como el anterior, con la cola-
boración de muchos sabios i profesores, contiene buenos
artículos sobre la literatura de cada pais, i ademas, en ar-
tículos por separado, análisis detenidos de las obras mas
notables de todas las literaturas, como las epopeyas, o^as
novelas nías famosas, como el Quijote, la Clara Harlo-
\ve, etc.
Recomiendo particularmente a los jóvenes estas dos
obras como libros de una utilidad indisputable.
BaretíEügene). — Les Troubadours et letir inñuence sur la
littérature du niidi de FEurope, avec des extraits,
etc. 1 vol. en 8*?, París, 1867.
— Ilistoire de la littérature espagnole depuis scs ori-
gines jusqu' á nos jours, 1 vol. en 8^, París, 1863.
Este libro no escomo podría suponerse, un simple estrac-
bibliografía 13
to de la famosa Historia déla literatura española deTick-
ñor, sino una historia literaria basada en parte sobre esa
obra, pero que supone también un estudio serio, i que con-
tiene algunos juicios críticos verdaderamente orijinales.
Barrrbra i Lbirado (Cayetano Alberto de la).— Caíá-
logo biográfico del teatro antiguo español^ 1 vol.
en 8"^, a dos columnas, Madrid, 1860.
Esta obra, a pesar de su modesto titulo, es una de las
obras mas eruditas que haya producido la España moder-
na, i es indispensable para conocer la historia de su teatro.
Bello (Andreís).— Compenrf/o de la historia de la literatu-
ra, 1 vol. en 4"^, Santiago, 1850.
No contiene mas que el examen de las literaturas orien-
tales, de la hebrea i de la griega, pero ésta comprende
también la literatura bizantina.
— Opúsculos literarios i críticos^ 1 vol. en 4*^, San-
tiago, 1850.
Algunos de los artículos reunidos en esta colección son
de un mérito sobresaliente, i resuelven cuestiones de gran-
de importancia.
— Estudios sobre la antigua literatura castellana a
propósito de la Historia de la literatura española
de Ticknory publicados en los Anales de la Universi-
í/a<idel853, 54 i55.
Estos estudios, obra de una erudición profunda, tienen
una importancia capital para conocer ciertos puntos prin-
cipales de la historia literaria de la edad media.
BoüTERWERK.—íí/síoire de la littérature espagnole, tra-
' duite de rallemand, 2 vol. en S'^, París, 1812.
BuRETTE ET Charpentier.— CflA/ers d'histoire littéraire
ancienne et moderne, en 8^, 1838.
Esta obra escrita para servir de continuación a un curso
de historia universal, puede distribuirse en siete tomos
14 NOCIONES DB HISTORIA LTTEBARIA
diferentes: 1^ literaturas orientaíe», 2^ Grecia, 3^ Roma.
4' la edad media, 5^ tiempos modernos, 6^ i 7^ Francia.
Aunque esta obra no es constantemente igual, algunas de
sus partes, sobre todo las que ha escrito M. Burette, son
notables por la elegancia i por la segundad de los juicios
literarios.
BuRNOiTF (Emile).— Hísto/re de la littérature grecque, 2
vol. en 8^. París, 1869.
Esta escelente historia comprende el análisis de todas las
producciones del jenio griego desde los tiempos primitivos
hasta el reinado de Justiniano.
BuRON (L. L. )— /í/sío/re abrégée des principales littératu-
res de PEurope ancienne et moderne, 1 vol. en 12*^,
1867.
Este libro casi no contiene mas que listas de escritores i
de obras, acompañadas pocas veces de algunas noticias
biográficas i de lijaros juicios literarios.
Chassang (A). — Histoiredu román dans V antiquité grecque
et ¡atine, 1 vol. en \2'\ 2' edición, París, 1862.
C BASLES (PHiLARETE).—Étuí/es sur ¡'antiquité^ 1 vol. en
12,1847.
— Etudes sur VAUemagne, 1 vol. en 12.
— Etudes sur V Anglaterre au XVIII^ siécle^ 2 vol.
en 12.
— Etudes sur F Angla terrean XIX*^ siécle, 1 vol. en 12.
— Etudes sur le mayen age, 1 vol. en 12.
Chauvin (Víctor).— Les Romanciers grecs et latins^ 1 vol.
en 12, París, 1864.
Demogeot i].)—Histoire de la littérature frangaise depuis
BIBLI06BAFÍA 15
ses origines jusqu* á nous jovrs^l vol. en 12, 2^
edición, París, 1855.
Este libro, así como los dos volúmenes de Pierron, que
mencionamos mas adelante, forma parte de la historia
universal publicada en Francia bajo la dirección de M.
Víctor Duruy, i constituye, como los libros referidos, un
buen tratado de historia literaria.
Drioüx (L'abbé).— H/sío/re de la littérature franqaise, 1
vol. en 12, París.
— Précis de tbistoire des litttératures étrangéres an-
ciennes et modernes^ 1 vol. en 12, París.
Esta última obra compuesta de simples extractos de dos
o tres obras, limita el estudio de cada literatura a un lijero
análisis de unos cuantos autores, i omite esas considera-
ciones indispensables sobre las iiiiluencias literarias, el orí«
jen de las lenguas, etc.
Duran (Agustín). — Estudio crítico i bibUográñco sobre el
romancero castellano^ introducción del tomo X de
la Biblioteca de autores españoles, publicada por
Rivadeneira.
Egger (Emile).— Me/no/res de littérature ancicnife, 1 vol.
en 8*^, París, 1862.
— Mémoires d'histoire ancienne et de philologie, 1
vol. en 8^, París, 1863.
Estas obras contienen diversas disertaciones sobre va-
rios puntos de historia i literatura antiguas, tratadas
con una erudición verdaderamente notable.
EiCHoFF (F. G.)—Tableau de la littérature du nord au
moyen age en Allemagne et en Angleterre, en Sean-
dinavie et en Slavonie, 1 vol. en 8^, París, 1857.
— Poésie heroique des Indous, comparée á Vépopée
grecque et roinaine, 1 vol. en 8*^, 1860.
16 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
Enault (Louis). —Histoire de la littérature des IndouSy
1 Yol. en 4^, 1860.
Feillet (Alphonse).— 7f/sío/re de la littérature grecque^
1 Yol. en 12, París, 1865.
Este libro se limita a dar a conocer sólo a les mas gran-
des escritores griegos, pero se detiene bastante en cada
uno de ellos, analiza algunas de sus obras, i se hace leer
con verdadero agrado.
FosTER (Mrs. a. F.) — Italian literature, 1 yoI. en 8"^, Edim-
burgo, 1853.
Compendio de la historia literaria de Italia, bastante
completo i que supone un estudio detenido.
Gayángos (Pascual). — Los libros de caballerías en España,
Estudio notable de crítica i de bibliografía, publica-
do como introducción del tomo XL de la Biblioteca
de autores españoles.
— Estudio sobre los prosadores españoles anterio'
res al siglo XV, introducción del tomo LI de la
misma Biblioteca.
m
Geruzez (Eügéne). — Histoire de la littérature frangaise de-
puis ses origines jusqu'á la révolution, 2 yoI. en 18,
París, 1861.
— Cours de littérature, 2 vol. en 12, París, 1865 (XIV
edición) El 2^ tomo es un resumen compendiado,
pero bien hecho, de las historías de las literaturas
griega, latina i francesa.
GiNGüENÉ (P. l,.y— Histoire littéraire de ritalie, 9 yoI. en 8*^,
París, 1824.
GosTiCK (JosEPH).--Ger/22a/2 littérature, 1 yoI. en 8"^, Edim-
burgo, 1849.
Compendio elemental, pero prolijo de la historía de la
literatura alemana.
BIBLIOORAPÍA 17
Hallam (Henry).— H/sío/re de la littératvre de FEurope
pendant les XV', XVP i XV IP siécles, traduit de
Vanglais par Alphonse Borghers, 4? vo\. en 8^, Pa-
rís, 1839-40.
M. Henrí Martin, en su Histoirc de France, tomo Vil,
páj. 163, hace de esta erudita obra el siguiente merecido
elojio: "Es el primer ensayo de historia jeneral de la lite-
ratura moderna acometidaen proporciones tan estensas/*
VEurope au moyen age, traduit de Fanglais par
Alph' Borghers, 4 vol, en 8*^, Bruxelles,
Los últimos capítulos de esta importante obra son refe-
rentes a la historia de la literatura déla edad media, i son
mui útiles para conocer la formación de los idiomas mo-
dernos.
Herdhr. — Histoire de la pocsie des hchreux, traduit de
V AUemand por Mme, la baronne A. de Carlowitz,
1 vol. en 8*^, París, 1844.
Este libro es mui notable por la elevación fílosóñca de *
la crítica.
History ofihe english language and literature, 1 vol. en 12.
Edimburgo, 1851.
Este libro, publicado sin nombre de autor, forma parte
de una excelente colección de textos elementales ingleses.
HoEFER. — Nouvelle biographie genérale, 4r6 vol. en 8*^ París.
Esta compilación, en que han tomado parte muchos
sabios, es inferior desde el punto de vista literario a la cé-
lebre obra de Michaud; pero la he consultado muchas
veces, i casi siempre he encontrado importantes indica-
ciones.
La Harpe.— Coi/r5 de littcraturc avcienne et moderne, 3
vol. en 8*^ a dos columnas, París.
Laveleye (E. VK).'—Étude sur la formatlon des cpopccs
nationales, en 12, París, 1866.
TOMO IV 3
18 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
Introducción estensa i niui interesante de una traduc-
ción francesa de las Edáas escandinavas.
Lefranc íEmile). — Histoire eleméntaire et critique de la
littérature, 5 vol. en 8^, Paris.
Tres de estos volúmenes están consagrados a la litera-
tura francesa, uno a las literaturas del norte i otro a las
del mediodía de Europa. La obra está formada por una
serie de biografías, agrupadas en orden cronolójico, i cada
una de ellas contiene un juicio crítico. Como se encuentran
noticias aun de escritores mui subalternos, la obra es
bastante completa i aun útil para consultarse. Sin em-
bargo, se puede asegurar que en toda ella bai mui pocas
pajinas que sean de Lefranc: todo lo demás es copiado
de aquí i de allá. A pesar de todo, los libros elementales
de Buroii i de Drioux son casi en su totalidad extractados
de Lefranc.
Lbmoine (John).— J5t/ic?es critiques et hiographiques^ 1 vol.
en 12, Paris, 1852.
Levi Alvarez (D.) — Précis méthodique de Phistoire nn-
cienne et moderne des littératures européennes et
orientales, 1 vol. en 12, Paris, 1867.
Este libro es un compendio mui elemental, i reducido en
parte a simples nomenclaturas, pero que puede ser consul-
tado con provecho, á lo menos por sus clasificaciones.
LoBECK (Dr. Justo Florian).— ///síor/Ve litterarum roma
narum brevis enarratio, 1 vol. en 8*^, Santiago,
1861.
Esta obra es un compendio mui bien hecho de la lite-
ratura latina, i que revela un gran conocimiento de la
materia.
LoiSE (Ferdinand). — Histoire déla pocsic espaj^nole, 1 vol.
en 8*^, Bruxelles, 1868.
Este libro no es un estudio verdaderamente t)rijinal sino
por su forma literaria, que es casi siempre agradable e in-
teresante.
Bini.IOORAFfA 19
Macaulay (Lord Thomas B.) — Critical and historícal
essays, 2 vol. en 8"^, London, 1860.
— Miscclaneous writings, 2 vol. en 8", London,
1860.
Estas dos obras contienen algunos estudios biográficos
• i críticos del primer orden sobre varios escritores (Maqiiia-
velo, Bacon, Johnson, Ooldsmitli, Dryden, etc.).
Martha (B. C.)— Les Moralisies sous íErnpirc romain^ 1
vol. en 8*?, París, 1860.
— I^pocme de Liwrécc, 1 vol. en 8'^ París, 1869.
Dos obras mni notables, en que el autor, saliendo de los
límites que parecían haberle fijado los títulos desús libros,
ha agrupado muchas noticias acerca de la historia de las
letras latinas. *
MÉziERES (Alfredo).— vSAa/respe/i re, ses oouvreset ses cri-
tiques, 1 vol. en 8.", París, 1860.
— Prédécéseurs et contemporains de Shakespeare, 1
vol. en 18^, París, 1868.
— Contemporains ct successcurs de Shakespeare, 1
vol. en 18, París, 1864.
Péirarque, 1 vol. en 18, París, 1868..
Estas cu.itro obras son, por su erudición i por el arte
literario con que han sido escritas, tan instructivas como
agradables
MiCHAUD. — fíioí»raphie tmivcrscllc /mcienne ct moderne,
45 vol. a dos col. F^aris (2'^ edición;.
Esta vasta compilación en fpic han tr.ibajadocasi todos
los escritores mas distinguidos de la F'rancia, forma au-
toridad en materia de historia de las ciencias i de las le-
tras. La he eonsultíxdo con muchíi frecuencia i siempre
he encontrarlo mas de lo (|ue buscaba, i mas también de
lo que se requería para un libro como el presente.
20 NOCIONES I>K HISTORIA LITEIIAUIA
MÜLLER (Otfried).— H/sto/re de la litiératvre grecquejus-
qu'á Alexandre legrandy traduitepar K, Hilkbrandy
3 vol. en 12 (2^ edic.) París, 1866.
Esta obra, que puede considerarse mo«u mental por su
erudición, es quizá lo mas notable que se haya publicado
como historia jeneral de la literatura griega.
NiSARD (D.) — Études sur les poetes latins de la décadence^
2 vol. 18^, 3"^ edición, Paris, 1867.
Patín (H. J. G.) — Etvdes sur les tragiqucs grecs, oii Examen
critique d'Eschyle, de Sophocle et d'Euripide, pre-
cede d'une histoire genérale de la tragédie grecque.
3 vol. en 8^=^, 1841—43.
Esta es una una de las obras que hacen mas honor a la
erudición i a la crítica francesas.
— Études sur la poésie latine, 2 vol. en 18^, Paris
1870.
Perrens.— (F. T.)— Histoire de la littérature italienne, 1
vol. en 8*^, Paris, 1867.
Este compendio, escrito con verdadero conocimiento de
causa, trae la historia de las letras italianas hasta los
primeros treinta años de siglo XIX.
PiERRON ( Ai.nxi9),— Histoire de íalittórnture greeque, Ivol.
en 12, Paris, 1857.
— Histoire de la littérature rowaine, 1 vol. en 12,
Paris, 1852.
PuiBUSQUE (A. L. dk). — Histoire eornparée des littératures
espagnoie et fraiK^aise, 2 vol. en 8"^, Paris, 1844.
Quintana (Manuel ]o<'K).— Historia de !a poesía castella-
na, introducción ai Tesoro del parnaso español.
Este estudio es uno de los mejores trozos de crítica que
niHLIOClHAFÍA 21
se hayan publicado en España. Es notable sobre todo por
la ilustración, el buen gusto, la independencia de los jui-
cios literarios i por la ausencia de toda idea de estrecho
nacionalismo.
Kenihk (Ch. a. L.j—Encvclopcclie moderne, 30 vol. en 8*^,
Paris, 1845—1850, completada después con 12 vol.
de suplemento.
Esta enciclopedia, reimpresión mui correjida i mejorada
de la de M. Courtin, contiene algunos artículos de crítica
mui notables. Recordaré sólo los destinados a la litera-
tura griega por M. Artaud, a la literatura francesa, por
M. Saint Agnan Choler, a la historia por M. Barante.
Estos, i otros que seria largo enumerar, me han sido de
grande utilidad.
RoBBRTSON {WiuhiAM).— Introducción a la Historia de Car-
los V, Cuadro jeneral de los progresos de la civiliza-
ción europea durante la edad media.
Sacy (Silvestre dk).— Varietés littéraires, mora íes et his-
toriques, 2 vol. en 8^, Paris, 1858.
Sainte Beüve (Ch. A.)— Tablean historique et critique de
la poésie frangaise, au XVI siéclcy 1 vol. en 8"^, 12,
Paris, 1843.
— Causeries du lundi, 11 vol. en 12, Paris, 1851-
1857.
— Les nouveaux lundis, 8 vol. en 12, Paris, 1861-
1867.
Salfi (Fran^ois) Resume de Fhistoire de la littérature
italienne, 2 vol. en 12, Paris, 1826.
Schlegel (Federico).— ///sí or/Vi de la literatura antigua
i moderna, traducida al castellano, por P. C, 2 vol.
en 8•^ Madrid, 1843.
22 XOClOXRi DE HISTORIA LITERARIA
ScHLEGEL 'Guillermo . — Cours de littératarcdramatique^
2 Yol. en 18^, París, 1865.
De las obras de los dos hermanos Schlegel se habla en
las áltimas pajinas de este libro.
Schoell'Maximiliex FréderxcK— ///sto//r abrégée déla
littératurc grecqae, depuis son orijiocjusqu a la pri-
se de Constantinopk, 8 vol. en 8^, París, 1823-25.
— Htstoire abrégée de la littérature romaine^ 4 vol. en
8^ París, 1815.
SiLYELA ^Maxoel ).— Obras postumas, 2 vol. en 8^, Madríd,
1845.
El primer tomo contiene una reseña históríca de la lite-
ratura española, mui rápida i sumaría, pero escrita con
verdadero conocimiento del asunto i con un espírítu críti»
co bastante elevado.
SiSMONDE DE SiSMONDi íJea.n Charlbs). — De la littérature
du midide FEurope, 4 vol. en 8^, París, 1829.
SouYESTRE (Emile). —Cawser/es historiques et littéraires, 3
Yol. enl2. París, 1861.
Esta obra contiene las lecciones públicas de historía de
la literatura anticua que el autor habia dado en algunas
ciudades de la Suiza francesa.
StaKl (Madame de'.— />e la littérature considerée dans ses
rapporís nvec les institutions sociales, 1 vol. en 18,
París.
— De r AUemagne, 1 vol. en 18, París.
Estas dos obras son concebidas con un notable espíritu
de crítica ñlosólica i elevada.
Taixe(A. — f//sío/re de la littcratureanglaise, 4: yol, enl2'',
2*^ edición, 1866.
Esta obra mas que una historía completa de la literata-
BIBLIOGRAFtA * 23
ra inglesa, es una serie de estudios biográficos i críticos de
un alto mérito sobre los principales autores ingleses.
Talbot (Euoene).— Pr/nc/pa/es apoques de Fhistoire Hité-
raire, 2 vol. en 12, París, 1864.
Bs este un libro elemental recomendable por mas de un
mérito. Kl 2^ tomo, consagrado casi todo él a la literatu-
ra francesa, me ha sido de grande utilidad.
Tastu (Madame Aimable).— Tai/e/iü de la littérature alie-
mande^ 1 vol. París, 1844.
— Tablean de la littératare itaHenne^ttc,, 1 vol. en 8*^,
Tours, 1849.
TiCKNOR (Jorje). —///stor/a cíe la literatura española, tra-
ducida al castellano con adiciones i notas por don
Pascual de Gayángos i don Enrique Vedia, 4 vol. en
8^. Madrid, 1851-1856.
ViLLEMAiN.— Tafe/eaii de la littérature au XVIII siécle, 4
vol. en 12, Paris, 1852.
— Tableau de Véloquence chrétienne au IV siécle, 1
vol. en 12, Paris, 1851.
— Tableau de la littérature au mayen age en France,
en Italie, en Espagne et en Angleterre, 1 vol. en 12,
Paris, 1851.
— Etudes de littérature ancienne et étrangére, 1 vol.
en 12, Paris, 1849.
ViARDOT {Loví^}.— Etudes sur rhistoire des wstitutions et
de la littérature en Espagne, 1 vol. en 8*^, Paris,
1835.
Weber {G.)—Histoire de la littérature allemande depuis
son origine jusqu' a nos jours, ir admíQ de Talleinand
par Fred. Lauth, 1 vol. en 12, Paris, 1867.
24 NOCIONtíS Dto HISTORIA LITBUARIA
A los jóvenes que deseen estudiar la historia de la literatura
contemporánea de Europa, recomendamos una colección de libros
de esta naturaleza que publícala librería Charpentier de París. Dos
volúmenes de ella, el de M. Roux sobre la literatura italiana, i el
de Barot sobre la literatura inglesa, son obras notables de estu-
dio i de sana crítica.
'RELIMINAHKS
1. Definiciones de la historia literaria.— 2 Su oríjen.
—3. Manera de estudiarla.
1. — La historia literaria es la esposicion cronolójica i crí-
tica de las producciones del pensamiento humano, sea en
verso o en prosa, desde los tiempos antiguos hasta nues-
tros días. Casi podría decirse que es la historia del espíritu
humano. Enumera, clasificándolas, las obras detodojéne-
ro que han aparecido en los diferentes pueblos, las juzga i
fija su valor i su alcance. Como el tiempo en que cada escri-
tor ha vivido ejerce una influencia incontestable sobre la es-
presión de sus sentimientos i de sus ideas, i como a su vez
influye sobre el espíritu i sobre el corazón de sus semejantes,
la biografía de los escritores i el conocimiento jeneral de los
sucesos del tiempo en que vivieron son una parte esencial
de la historia literaria. Desde este punto de vista, la historia
de la literatura se relaciona con la historia propiamente di-
cha, de la cual no es mas que una rama particular. En efec-
to, no se comprende bien el papel que ha desempeñado en
el mundo una nación sino cuando se une al conomiento de
sus actos políticos o militares el de las evoluciones intelec-
tuales i morales que lia señalado su aparición en la escena
del mundo (Talhotj. Nosotros no [jodemos apreciar debí-
26 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
damente la influencia de la Grecia i de Roma si sólo conoce-
mos sus revoluciones, sus guerras i sus conquistas e ignora-
mos la historia de su desenvolvimiento intelectual. Aun po-
íl ria decirse que a nosotros nos interesa mas saber quienes fuc-
Platon, Virjilio, Dante, Shakespeare, Cervantes, Montes-
quieu, que la historia de los soberanos que fueron contem-
poráneos de esos jenios.
El estudio de la historia literaria nos permite elevarnos
a consideraciones masjenerales i mas vastas. Se ve que el
espíritu humano sigue una marcha regular, i que a pesar de
las vicisitudes porque ha pasado, nada interrumpe el desa-
rrollo de la razón i de la actividad humana, esto es la civi-
lización i el progreso. Sin embargo, causas diversas, debi-
das al clima, a las costumbres sociales, a las ocupaciones
constantes de cada pueblo, modifican de muchas maneras
la serie continua de la educación de la humanidad. De aquí
resulta en cada pais un espíritu jeneral, (|ue inspira a los
que lo habitan una conformidad de sentimientos i de espre-
tion, que determina en ellos un carácter propio, orijinal, in-
dividual, pero que admite cambios nacidos de las modifica-
ciones de las causas que influyen sobre el movimiento inte-
lectual i literario. Por consiguiente, la literatura no es una,
permanente, constante; tiene sus períodos de nacimiento, de
desarrollo i de decadencia: nace, crece i muere para renacer,
vivir i morir otra vez mas (Talbot).
2 La historia de hi literatura es de oríjen moderno. En
gran parte pertenece a una época casi reciente. De todo lo
que los antiguos nos han dejado sólo se acerca a la hisforia
literaria un capítulo de (¿uintiliano, el I del libro X, en que
este autor pasa sumariamente en revista los poetas, los
oradores i los historiadores de Grecia i de Roma. Los otros
libros de la antigüedad en que se encuentran agrupados cu-
riosos datos biográficos acerca de los poetas i de los filóso-
fos, carecen del método i del alcance de una verdadera his-
toria de la literatura o de la filosofía.
En el siglo XVI, el gran número de publicaciones i el celo
por \a ciencia surjieron la idea de una historia universal de
PRELIMINARES
Ja literatura. Con todo, los ensayos formados en esa época,
aunque fruto de una inmensa erudición, no fueron mas que
catálogos de autores i de obras, o índices razonados de to-
dos los ramos del saber humano. Al principio del siglo si-
miente, el gran filósofo ingles Francisco Bacon,en el segun-
do libro De namentis scientiarum, decia con mucha razón
que no existia una verdader¿i historia de las letras; i según
él, la historia del mundo sin la historia literaria es como
una ^estatua de Polifemo privado de su único ojo. Bacon
traza la marcha que se debe seguir para llenar este vacío.
El oríjen i las antigüedades de cada ciencia, los métodos
que han servido para su enseñanza, las sectas i las contro-
versias a que ha dado oríjen, los colejios i las academias en
que ha sido cultivada, sus relaciones con el gobierno civil i
con el movimientode la sociedad, las causas físicas otempo-
rales que han podido influir sobre su estado, son, según su
plan, elementos esenciales de una historia literaria (Ha-
llam). Casi puede decirse que sólo en el siglo XIX se ha
escrito la historia literaria según los sabios principios del
filósofo ingles.
3. — La historia literaria no puede reducirse a la historia
del espíritu humano en siglos determinados como el de Fe-
ríeles en Grecia i el de Augusto en Roma. Tampoco puede
encerrarse en la biografía de los grandes escritores de todos
los tiempos. Así como la historia civil estudia el desenvolvi-
miento de los sucesos hu:n:inos dándose cuenta de la in-
fluencia que han ejercido los unos sobre otros, la historia
de la literatura obrera el desarrollo de la intelijencia, espli-
cando la influencia de ciertas ideas en las revoluciones del
espíritu, i las consecuencias de esas revoluciones. Un libro
no es un hecho aislado en la historia de la intelijencia. For
p jca importancia que tenga, ese libro ha tenido anteceden-
tes que lo han preparado. Esa influencia no está limitada
de ordinario a los compatriotas i a los contemporáneos de
su autor; se estiende a los países vecinos i se trasmite de si-
glo en siglo. La historia de la literatura, debe estudiar esos
28 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
antecedentes i esas consecuencias, a fin de comprender la
verdadera marcha del espíritu humano. ,
Contemplando de esta manera el desenvolvimiento de las
naciones, se descubre una arena sin límites, todo el desarro-
llo del pensamiento en oriente i occidente. Pero, cuanta
mas grandeza ofrece este cuadro, tanto mas difícil es divi-
dirlo i clasificarlo para presentarlo con mayor sencillez.
Todo parece oscuro cuando se quieren estudiar los oríjenes.
No hai época ni pueblo civilizado, cu\'a literatura i cuyas
artes no lleven el sello de una imitación o de una copia.
Siempre algún pueblo anterior o vecino parece haber legado
o comunicado sus creaciones o su jénio a sus descendientes,
a sus aliados i aun a sus enemigos. La India ha ejercido su
influencia sobre la Grecia, la Grecia sobre Roma i Roma so-
bre el resto del mundo. Nuevas influencias han venido del
norte i del mediodía a mezclarse con estas antiguas tradi-
ciones; de modo que el jénero humano se ha desarrollado
de una manera múltiple, con mil influencias combinadas o
contrastantes. La edad moderna, hija de todas las edades
i de todas las influencias que la preceden, es su complemen-
to i su resultado (Philarete Chasles).
La historia de la literatura, comprendida en su verdadera
estension, debe estudiar esas influencias que han contribui-
do al desarrollo del espíritu humano^al través de los siglos,
modificando las opiniones i las doctrinas hasta dejarlas en
el estado presente.
PRIMERA PARTE.
TIEMPOS ANTIGUOS.
CAPITULO PRIMERO.
liiteratnra» orientalem.
1. Riqueza de la literatura indiana. — 2. Sus mas antiguos rnonu-
mentos.— 3. El Mahahharata, — 4-. El Ramny^ina. —5. El Gita
Goiinda, — 6. Teatro de los indios. — 7. Hl apólogo.— 8. Otros
jéneros literarios 9. Influencia de la literatura i de la lengua
sánscrita. — 10. El Ejipto; los asirios i los fenicios —11. El al-
fabeto 12. La Persia; Zoroastro. — 13. Literatura de los
chinos; su escritura.- -14 Confucio,— 15. Poesías, novelas i
dramas — 16. Otras producciones literarias de los chinos. — 17.
Antigua literatura de los árabes
1.— Se ha designado con el nombre de antiguos a los
griegos ¡ después de ellos a los romanos, pero no les con-
viene esta denominación sino con relación a nosotros. Los
verdaderos antiguos son los indios, los ejipcios, los asi-
rlos, los persas, los chinos i los hebreos.
Las producciones intelectuales que tienen el sello de la
mas remota antigüedad, pertenecen al Indostan, cuya or-
ganización teocrática ha subsivStido hasta nuestros días
30 4 NOCIONES PR HISTORIA LITERARIA
a pesar de las conquistas. La lengua sacerdotal, la lenguíi
perfecta (tal es el sentido de la palabra sans-crit), no tiene
igual, a juicio de los mas sabios orientalistas, en su com-
posición, i en su vasta i fecunda flexibilidad. La mayor
parte de los idiomas modernos proviene de ella, su común
fuente i su primitivo tipo.
Las obras que componen la literatura de la India no
son producidas en un pequeño número de años ni aun de
siglos. Sus mas antiguas poesías son anteriores a los mo-
numentos literarios mas antiguos que conozcamos. Alioreí
mismo no se puede decir que la literatura sánscrita esté
terminada, puesto que si aquella lengua es una lengua
muerta, se la considera todavía como un verdadero idio-
ma literario, i en ella se componen obras notables. Así,
pues, la literatura de la India es tan grande por su dura-
ción como por la variedad de sus monumentos.
Por desgracia, es poco lo que se conoce de la inmensa li-
teratura indiana. Las traducciones que la reproducen pue-
den ser infieles, i acaso hasta los orijinales pueden estar al-
terados. Pero, cualquiera que sea la imperfección de estos
documentos, infunden veneración al que los estudia. En los
libros indostánicos se hallan todas las manifestaciones en
que se revela la intelijencia humana, epopeya, fábula, dra-
mas, himnos, metafísica, moral. Hn ellos se conocen todos
los sistemas de filosofía, desde el mas completo materia-
lismo hasta el espiritualismo mas exaltado en que se supo-
ne que la aparición del universo es una ilusión, un sueño
del dios Maya, i hasta el pantcismo absoluto que abisma
todas las existencias en una eterna i misteriosa unidad. La
poesía participa del mismo carácter. La epopeya es a un
mismo tiempo drama, himno, elejía, visión, sistema, his-
toria.
El estudio de la historia íIc la literatura de la India es
difícil por la ausencia de cronolojía, i por !a casi impovsibi-
lidadde determinar las fechas de las principales obras sáns-
critas. Muchas se escapan hasta ahora a toda clasifica-
ción cronolójica: su fecha puede variar algunas veces en un
LITERATURAS ORIENTALES 31
intervalo de mas de mil años. El examen crítico i compa-
rativo de las doctrinas que encierran otras obras ha per-
mitido a algunos sabios indianistas fijar fechas relativa-
mente precisas.
2. — Los libros mas antiguos que existen en lengua sáns-
crita, son los VedaSf colecciones de preces, himnos i man-
damientos; los Puranas, laberinto inmenso de leyendas
teolójicas i cosmogónicas; i el código de Manú^ tratado
completo de moral, que contiene la doctrina poética de la
divinidad, de la creación i de los espíritus.
3. — Las dos epopeyas de mas fama son el Mahahharata
atribuido a Vyasa i el Ramayana de Valmiki ^ . El Mahab-
Aara ¿a celebra el combate jeneral que armó entre sí a los
héroes, a los dioses, i a los jigantes. Este poema consta de
200,000 versos, i parece que sólo la octava parte de él es
la obra esclusiva de Vyasa. Pero cualquiera que sea la épo-
ca en que ha recibido su forma actual, la base de la ficción
es de una remota antigüedad. En él se confunden los jéne-
ros lírico, narrativo i sentencioso.
4,— El Ramayana canta a Rama, conquistador, según se
cree de la parte rñeridional del Indostan, poblada entonces
por habitantes salvajes, i de la isla de Ceilan. Rama es el
héroe favorito de la naturaleza; se le representa toda la
magnificencia del vigor, de la juventud, de la belleza, i del
amor; pero casi siempre infeliz, luchando continuamente
contra los peligros. El poema está lleno de sentencias de la
sabiduría antigua; al lado de los combates de los héroes se
ven descritas la vida interior de los santos solitarios, sus
silenciosas meditaciones i sus piadosas pláticas. En sus
descripciones resplandece una riqueza que deslumhra i fati-
ga. Se cree que Valmiki era contemporáneo de su héroe.
5. — Entre otras obras de la literatura indiana, figura un
poema pastoral titulado Gita-Govinda, destinado a cantar
a Krishna, cuando del mismo modo que el Apolo de los
I Estos poetas vivían probalílemente entre los siglos XV i XVI
ante? de J. C.
32 NOCIONKS Í)K IIISTOUIA LITERARIA
griegos, vagaba en la tierra como pastor, rodeado de nue-
ve pastoras, Este poema, cjue sólo es conocido en Europa
por extractos, ostenta riíjucza en las imájenes, i amor por
la soledad, asi como falta de vigor i de interés. '
6. — Los indios hicieron también grandes progresos en el
arte dramático. En sus dramas los detalles mas frivolos se
entretejen con' los acontecimientos mas importantes. Hai
en ellos una trama sumamente complicada, un gran núme-
ro de personajes, un diálogo cuyo colorido i cuyo lenguaje
varia a cada instante, una poesía elevada en una parte,
luego conversaciones vulgares i soeces, una variedad en fin,
de que ninguna otra nación ha dado ejemplo. El drama in-
dio, se desenvuelve con gran rapidez i en medio de inciden-
tes inesperados. El poeta dramático de la India de mas
reputación en occidente es Kálidas,que vivia en el siglo an-
terior a Jesucristo. Los autores ingleses, que lo han dado a
conocer en Europa, lo comparan a Shakespeare.
La literatura indiana no tiene trajedias. Habia en cam-
bio piezas enteramente metafísicas en que los personajes
eran ideas. Este hecho supone un público como no ha teni-
do ningún teatro de Europa.
En lo material el teatro indiano se parecia mucho al de
los griegos: formaba, un vastv> recinto al aire libre; pero
sus espectáculos no eran públicos, i la concurrencia se com-
ponia de la corte i de los invitados.
7 Entre las producciones de atjuclla variada literatura
merece particular mención el apólogo o la fábula del jénero
esópico, en que se hizo célebre el brahmán Bilpai o Pilpai,
sobre cuya historia no se sabe nada de cierto, pero al cual
se considera creador de este jénero literario.
8. — Hai una peculiaridad que es especial a esta literatu-
ra. Muchas de sus obras científicas, de derecho, de gramá-
tica, de astronomía, de medicina i de arte militar sot? escri.
tasen verso, cuyo ritmo parece haber consistido, como el
de los griegos i romanos, en la alternación de sílabas lar-
gas i breves.
El jénero literario menos cultivado entre los indios fué
F.ITElJATt'IJ AS OKIKNTALKS o3
la historia, puesto que los tiempos pasados se recordaban
sólo por tradiciones poéticas mas o menos estravagantes.
9.— El Ejipto, la Eersia, la Fenicia, la Grecia, todo el
oriente antiguo bebió en las fuentes de las tradiciones i de
la poesía indianas. En ellas se encuentra el primer jérmen
de las teorías filosóficas que mas tarde conmovieron todo
el occidente. Los cuentos, que hasta ahora son la delicia
de la Arabia i que la Europa ha recojido, son fruto de la
imajinacion indiana. Muchos principios consignados hoi
en la moral universal, eran conocidos en la India antigua.
Los sabios modernos ha encontrado las raices de la
antigua lengua del Lacio en la lengua sagrada de los bra-
hamas.
Del sánscrito proceden las lenguas griega, pérsica, etrus-
ca i teutónica. La construcción, las formas gramaticales,
las raices primitivas del griego son sánscritas. Esto sólo
probaria las relaciones que hubo entre estas dos naciones.
Por consiguiente, la India, tan abatida i atrasada hoi, ha
sido la cuna de la civilización i de la literatura de los pue-
blos occidentales.
10.— El Ejipto fué el primer pais iluminado por la luz que
arrojaba la India. La mitolojía de ambos paises i hasta la
división de la sociedad en castas que trasmitian de padres
a hijos las mismas costumbres i profesiones, asemejan mu-
cho al Ejipto con la India. Sin embargo, el jenio brillante
de este último pueblo no se comunicó al Ejipto. La ciencia
estaba aquí concentrada en los sacerdotes, los cuales la
ocultaban cuidadosamente al pueblo. Este estaba conde-
nado a emplear sus brazos en construcciones jigantescas
que maldecia. De la civilización ejipcia no quedan mas que
los monumentos que recuerdan la grandeza de una nación
i la esclavitud de sus hijos. Los pocos libros ejipcios de que
se conserva algún recuerdo, fueron destruidos después que
aquel célebre pueblo perdió su independencia.
La Caldea, la Asiria i la Babilonia siguieron el mismo ca-
mino. Las artes industriales fueron cultivadas con buen éxi-
to en estos paises; pero su historia intelectual no puede se-
•JOMO IV H
M NOniONIOS MB HISTORIA LITERARIA
tialar ninguna obra de imajinacíon, o si esas obras existie-
ron, ellas no han llegado hasta nosotros.
Con todo, esas naciones han contribuido también al pro-
greso del jénero humano. La ciencia moral de los ejipcios,
la astronomía de los caldeos, la industria de los babilonios
i el comercio de la Fenicia han dejado vestí jios indelebles en
la historia. El alfabeto fenicio, derivado de los jeroglíficos
que lo han precedido, ha hecho la conquista del mundo.
11. — Pero ¿la escritura moderna es verdaderamente de
oríjen fenicio? Los ejipcios, los asirios, los caldeos se dispu-
tan el honor de haber creado el alfabeto. Platón creia que
la invención de la escritora es superior a la intelijencia de
los hombres, i que éstos no han tenido conocimiento deella
sino por el intermedio de alguna divinidad. Se puede asegu-
rar que la escritura no ha sido el producto ni de una inspi-
ración sobrenatural, ni de una creación espontánea, sino
que se formó por una serie de ensayos i de modificaciones,
cuyo recuerdo no ha podido conservar la historia. De la re-
presentación fiel de los objetos, primer sistema de escritura
de todos los pueblos, se pasó sin duda a la escritura ideólo-
jica o simbólica, en que una parte de los signos, arrancados
de su sentido natural, adquirió un valor emblemático ya
sea para abreviar el dibujo, ya para representar ideas que
no podian ser reproducidas fielmente. Así fué como se usó
un círculo para representar un año, dos flechas para signi-
ficar una batalla, un pié para espresar una marcha.
La escritura fonética, que es la que usamos nosotros, en
que los signos representan sonidos, i se combinan artificio-
samente para formar las palabras, es indudablemente mui
posterior. Su primer oríjen se encuentra en los ejipcios. cu-
yos jeroglíficos, que son figuras de animales, de hombres, de
plantas i de objetos diversos, sirvieron para pintar, como
por medio de verdaderas letras, los sonidos de una lengua.
Así, una águila represéntala vocal a, sonido inicial del nom-
bre de esta ave en lengua ejipcia; i una mano la consonante
t por una razón análoga. Pero ¿por qué serie de simplifica-
ciones llegaron los hombres a constituir la escritura verda-
1.1THEATITHA8 ORIKNTALKS 85
defámente fonética? ¿Cuántos siglos debieron trascurrir pa.
ra consumar esta revolución? La historia no puede deter-
minarlo de una manera precisa; pero se atribuyen jeneral-
mente a los fenicios los mas notables perfeccionamientos de
la escritura, o a lo menos la introducción del alfabeto en la
Grecia, i por consecuencia en todo el mundo civilizado.
12.— La literatura persa ha dejado monumentos escritos
de una grande antigüedad. Zoroastro, lejislador i profeta,
autor o reformador de la relijion de los magos, i del cual só-
lo se tienen noticias oscuras i confusas, es considerado au-
tor del Zená-Avesta, libro sagrado de los persas. Se ha di-
c ho que Zoroastro existió algunos millares de años antes
del sitio de Troya: algunos lo hacen contemporáneo de Ni-
n o; otros de Darío, rei dePersia; pero jeneralmente los críti-
cos están conformes en atribuirle el gran libro sagrado. Zo-
roastro enseñó que el sol era la obra i el símbolo de la divi-
nidad i nó la divinidad misma; predicó la fraternidad, la
beneficencia, la pureza del corazón i prescribió la monoga-
mia. El libro que se le atribuye, es una compilación de doc-
trinas, parecida a los libros sagrados de los hebreos, sobre
la omnipotencia del creador, i sobre otros puntos del dogma
i de la moral. La antigua fe de los persas aparece con mas
claridad en el Desatir, libro sagrado que se supone anterior
al Zend'Avesta. Ambos fueron escritos en zend. lengua sa-
grada, muerta ahora, i que sólo fué hablada en las provin-
cias del norte del im|)erio persa. La moral que respira el li-
bro de Zoroastro es justamente admirada por los filósofos
que han hecho de ella un prolijo estudio. El Desaí/r es uno de
los mas curiosos monumentos de la antigüedad oriental.
Los dos libros farsas son una cadena intermediaria entreel
arte del Fndostan i el de los hebreos.
13. — La civilización de la China presen taun carácter espe-
cialísimo. Aunque contemporánea déla civilización indiana,
no ha ejercido influencia alguna en el mundo, por el aisla-
miento sistemático en que los chinos han vivido siempre.
Los eruditos europeos, que en los últimos años han hecho
nn estudio detenido de la lengua, de la literatura i de las
NOCIOXKS ÜE IIISTOFÍÍA LITEUARIA
ciencias fie los chinos, han quedado sorprendidos de las nu-
merosas riquezas que contienen. En su entusiasmo, han lle-
gado hasta el punto de atenuar las dificultades que presen-
ta la escritura de los chinos. Espresada ésta por caracteres
de los cuales cada uno simboliza una palabra, exije un estu-
dio de muchos años para entender el pensamiento escrito.
Se dice que la escritura de los chinos emplea hasta 80,000
caracteres. En otro tiempo se exijia a las personas que pre-
tendian el empleo de historiógrafos, el conocimiento de 9,000
caracteres. En nuestros dias, un sabio francés, M. Julien,
sostiene que le ha bastado conocer 2,400 para leer con niui
poco trabajo los libros de filosofía, de historia i de jeografia
de la China. Aun así la dificultad parece insuperable para
los que estamos acostumbrados a la sencillez de nuestro al-
fabeto. Agregúese a esto que los caracteres chinos han su-
frido grandes modificaciones, de tai manera que represen-
tando en su oríjen la forma esterna del objeto a que se refie-
ren, han llegado a formar en nuestros dias un singular agru-
pamiento de líneas i de rasgos.
La imprenta, usada en la China quizá desde mucho antes
que la conocieran los europeos, da a las producciones litera-
rias una activa circulación. Sus escritos forman líneas per-
pendiculares que se suceden de derecha a izquierda. Emplean
un papel delgado, pero sólido; i para escribir usan un pinc*el
en lugar de pluma.
14.— Es estraordinaria la riqueza de la literatura de la
China en moralistas admirables por la pureza de la doctri-
na. Sobre todos se distingue Confucio, que existió cinco si-
glos antes de la era cristiana. Ninguno de los emperadores
de la China goza de una memoria mas venerada. Su moral
es sencilla i natural; traza los deberes del hombre sin exaje-
rarlos i reduciéndolos a un corto número de principios.
15.— La bella literatura se comprende en la China de un
modo mui diferente que en los pueblos occidentales. Su len-
gua repudia la flexibilidad, el movimiento i el cqlorido: sus
escritos se distinguen por la estremada menudencia de los
pormenores, por la pintura de prolijos incidentes, pero en
1 ITWKATl'HA.S OKIKNTAI>BS
ellos no se descubren los caracteres de la poesía tal como la
comprende nuestra civilización. Los chinos tienen gran nú-
mero de novelas i de dramas, en que se pueden estudiar las
costumbres íntimas del imperio: el enredo es injenioso, los
caracteres están pintados al natural; pero falta en esas obras
el sentimiento poético. Los dramas no son mascjue novelas
dialogadas, en que abundan las indecencias.
En la poesía de los chinos raras veces los sentimientos
tiernos inspiran acentos patéticos. Está llena de alusiones
que nosotros no podemos comprender. Parece, sin embar-
go, que en las primeras edades la poesía tuvo un carácter
mas elevado. En los Kin<y, vestijios de anti(|uísima literatu-
ra, restaurados por Confucio, se encuentran discursos de
piedad i de moral, escritos con elocuencia, himnos, sátiras,
epitalamios, odas morales, poesía de costumbres, llena de
bellas imájenes, a un tiempo candorosa i sublime.
1*^. — Los chinos han cultivado la historia con mucho es-
mero; pero sus obras históricas son regularmente trabajos
a que ha concurrido cierto número de literatos, i que se re-
comiendan por la prolijidad de los detalles. Los chinos tie-
nen ademas muchos libros de derecho publico, de lejislacion
i de relijion; pero han cultivado también la jeografía i algu-
nas ciencias exactas i naturales. Se han distinguido también
por los estudios filolójicos, entre los cuales se notan algunos
diccionarios i millares de volúmenes sobre el oríjen i las va-
riaciones de su escritura. Su elocuencia es jeneralmente so-
bria: se dice que los chinos no emplean en sus discursos mo-
vimientos súbitos ni arranques apasionados: desconocen la
acción i hasta la, entonación que suelen usarse en los dis-
cursos.
17. — El aislamiento tuvo mui distintos efectos entre las
tribus nómades de la Arabia. La poesía del árabe en el de-
sierto, es decir toda su literatura, tiene cierta grandiosidad;
pero esta grandiosidad es imiforme. Sus cantnsestán llenos
de pinturas animadas d^ |a vida pastoral. El amor a la li-
l)ertad, el orgullo, la célebre venganza, las querellas de sus
tribus, estallan en sus cantos con acentos rápidos, atroces
.'H NOCIONKS DH IIINTOUIA I.ITEUAKIA
i sublimes. El jenio de la primitiva literatura arábiga es te-
merario i fogoso, como resultado de unaimajinacion ardien-
te i excitada por la vista de una naturaleza ruda i salvaje.
La poesía arábiga comenzó a desarrollarse mas conside-
rablemente en el siglo anterior a Malioma. Se celebraban
certámenes poéticos; i las composiciones premiadas, escritas
con letras de oro, se colgaban en la Kaaba, santuario inte-
rior del templo de la Meca. Pinturas de tempestades i de
los combates, la descripción minuciosa de un camello, de un
caballo o de una gacela, el retrato de una bella, el elojio de
un sable o de una lanza, son otras tantas ideas que se en-
cuentran casi constantemente en estos poemas. Algunos eru-
ditos tributan a esas poesías las mayores alabanzas. Hasta
nosotros han llegado las obras i los nombres de siete de esos
poetas.
La verdadera edad de oro de la literatura arábiga es pos-
terior a la predicación de Mahoma. Las letras i las ciencias
alcanzaron entonces a un alto grado de riqueza i de es-
plendor.
CAPITULO 11,
liiterfttiira hebrea.
1. Importancia de la literatura hebrea.— 2. Antigüedad de la li-
teratura hebrea; sus diversos períodos. — 3. Clasificación jenc-
ral de los libros de la BibHa.—4. Libros históricos.— 5. Libros
poéticos.— 6. Libros morales o didácticos.— 7. Libros proféti-
cos.— 8. Traducciones de la Biblia — 9 Libros apócrifos
lo Carácter jeneral de la literatura hebrea.
1. — La historia completa del pueblo hebreo, sus institu-
ciones, sus costumbres, su literatura están contenidas en
un solo libro llamado la Biblia. Este libro, que encierra
los documentos relijiosose históricos del primer pueblo mo-
uoteista, ha ejercido una acción poderosa sobre la civiliza-
ción del mundo; i por este solo título seria de grande inte-
rés, si no se recomendase ademas por su mérito literario.
Ninguna escuela literaria ha impreso a su estilo un carácter
mas eminentemente pintoresco, i ninguna ha estado mas
exenta de toda influencia estranjera. Así, al lado de la in-
fluencia que han ejercido sobre los destinos morales de la
humanidad, los escritos bíblicos han ejercido otra (jue se ha
hecho sentir sobre todas las literaturas cristianas.
2. — ¿De que época datan los primeros libros de la Biblia?
Algunos críticos pretenden que los mas antiguos, en la for-
ma en que han llegado hasta nosotros, no pueden remon-
40 NOriOXKS UV, HISTORIA IJTKKAlilA
tar mas allá de los tiempos de Salomón o de David. La
iglesia cree que el Pentateuco, o los cinco libros de Moisés,
fué escrito por éste mismo, esto es, mas de mil años antes
del uso de la escritura en Grecia. Según esto, la mayor par-
te de los libros bíblicos es anterior a Heródoto, el padre de
la historia en el occidente; i la literatura hebrea ha tenido
una duración mui larga.
íín la historia de la literatura de los hebreos se distin-
guen dos períodos. El primero, que se llama su edad de oro,
se cierra en la época del cautiverio de Babilonia: el segun-
do, que se ha comparado a la edad de plata, se estiende
hasta la estincion de la lengua hebrea pura. A la primera,
íjue se hace notar por un estilo nnis atrevido i compacto,
pertenecen, entre los escritos históricos, el Pentateuco, los
libros de los Jueces i de los Reyes: a la segunda, cuyo estilo
es en jeneral mas fácil i mas corrido, i)ertenecen los libros
de lísJraSy ác Joñas, de Daniel, etc.
3. — Los libros bíblicos nos ofrecen diversos jéneros de escri-
tos. Unos son históricos, como los libros de Moisés, de Josué,
etc., otros son poéticos, otros son morales i otros por fin
proféticos. Algunos de los libros históricos contienen sólo
episodios referidos en forma de idilios, como los libros de
Ruth i de Tobías; pero la división anterior, corresponde a
la variedad de asuntos tfatados en la Biblia.
4. — El Pentateuco, voz griega con que se designan los
cinco libros de Moisés, i que los judíos llamaban Thorah, o
enseñanza, forman la base de la doctrina teogónica, cos-
mogónica i social de los hebreos. Esos libros son q\ Jénesis,
historia de la creación i de los primeros hombres hasta
Moisés; el Éxodo, (jue comprende la historia del pueblo de
Dios desde su salida de Ejipto hasta la dedicación del ta-
bernáculo en el desierto; el Levítico, que regla los detalles
relativos a las funciones de los levitas, ministros del culto;
los Números que contiene el rejistro matriz de los judíos, la
mansión de éstos en el desierto durante cuarenta años, i
los principios de la concjuista de la tierra de Canaan; el
Dcutcronomio, en (jue Moisés desenvuelve i comenta la lei,
IJTKIIATriJA lll.r.UKA 41
i recuerda los acontecimientos ocurridos en el desierto. To-
do el Pentateuco está escrito con inimitable majestad i sen-
cillez: la parte histórica ofrece el cuadro mas vivo de las
costumbres patriarcales i primitivas; el primero i el último
de estos libros presentan un carácter particularmente poé-
tico.
Los otros libros históricos no ofrecen la sencilla gran-
diosidad de los primeros. El de Josué refiere la conquista de
la Palestina bajo este caudillo i la repartición del territorio.
El libro de los Jueces trata del período verdaderamente
heroico. El de Ruth, completamente desligado de las otras
historias, es una especie de idilio lleno de interesante sen-
cillez. Los dos de Samuel i los dos de los Reyes son una his-
toria de los israelistas durante su grandeza i su decadencia
por la división del reino hasta la destrucción del dejudá.
Las Crónicas o Paralipómenes, repiten bajo forma mui
abreviada la historia contenida en los libros anteriores i
terminan con el edicto de Ciro en favor de los judíos. Los
de Esdras i de Nehemias, llamados comunmente de Hsdras,
comienzan por la vuelta del cautiverio i comprenden un pe-
ríodo de 113 años.
Entre éstos i los libros de los M acábeos hai un largo in-
tervalo. Contienen éstos la historia de los judíos desde Ale-
jandro hasta Antíoco Nicanor. La historia deja de ser tan
clara como en los libros anteriormente citados.
La serie de los libros consagrados a la historia nacional
de los judíos es con frecuencia interrumpida por diversas
relaciones episódicas. Hemos hablado ya del libro de Ruth;
pero hai otros no menos iiiterestintes. El de Judit, que se
refiere a la época de la invasión asiria;el de Tobías quecon-
tiene una catética historia de los peores dias del cautiverio;
el de Joñas; el de Ester, episodio de la dominación persa; i
t\(h Daniel, cuya parce histórica está consagrada a la re-
lación del cautiverio. En esos libros biográficos, se ve la in-
tervención milagrosa de la providencia con respecto a indi-
viduos escoj idos, como en los o tros se nota la acción divina
sobre el pueblo elejido por Dios.
42 NOOIONHS l»M lIlSrOUlA MTKUAKIA
5. — Es difícil rejonocer en las obras poéticas de los judíos
un metro fijo. Los versos no parecen medidos ni por el n6-
mero de las sílabas ni por la cuantidad prosódica. No por
esto son desprovistos de ritmo i de cadencia, pero el ritmo
está limitado a cierta simetríaentre los miembros de la fra-
se. La lengua, ademas, adquiere en la poesía formas parti-
culares: las palabras toman significaciones i las frases cons-
trucciones que son especiales al verso. A veces emplearon
los acrósticos. Un artificio que se nota casi constantemente
en las poesías hebraicas es la división de cada estrofa o es-
tancia en dos partes que ofrecen ideas análogas i a veces
opuestas, o presentan una misma bajo dos asj>ectos dife-
rente^. Debían cantarse en el templo recitando el sacerdote
su primera parte, a la cual contestaba el pueblo recitando
el resto de la estrofa.
Antes de la época de David, se encuentran en la Biblia
diversos fragmentos poéticos consignados en los libros his-
tóricos. Pero hai en ella libros enteros de poesía i en éstos
se revela todo el vigor i toda la magnificencia del jenio he-
braico.
La poesía de los hebreosescasi toda lírica; pero hai tam-
bién en ella un'poemajustamente admirado, el L/6ro de Job,
que es el primero de los libros poéticos de la Biblia por el
orden que se le ha asignado, i es ademas, el mas hermoso
monumento de la alta poesía de los hebreos. Se ve al autor
abordar la& cuestiones mas elevadas de la moral i de la re-
lijion. En ese poema, en donde se describen los combates de
un varón confiado en Dios, duramente probado por desgra-
cias i padecimientos, i desconfiando algún tiempo de la jus-
ticia divina, pero convertido luego a la conformidad en
Dios, parece compuesto para la edificación relijiosa del pue-
blo, i es una gloriosa justificación de la providencia i de sus
medios a veces incomprensibles, pero que siempre nos guian
al bien. Se ignora absolutamente quién es el autor de esta
obra, i se ha discutido cuál sea la época de su composición.
Se le hacreido anterior a Moisés, sin que falte quienes la
atribuyan a éste mismo; i aun algunos críticos piensan que
l.lTFKA'rrKA IIKKUKA
43
el Libro de Job señala el límite de las dos edades en que se
ha dividido la literatura hebraica.
El libro de los Salmos o Salterio, es una recopilación de
trozos líricos de toJaespecie, en número de ciento cincuenta,
compuesto por muchos poetas, en diversasépocas, desde Da-
vid hasta la destrucción del reino de Judá. Algunos son pos-
teriores a la vuelta de los judíos del cautiverio. David pasa,
sin embargo, por autor del mayor número de ellos, i es con-
siderado el mas notable de los poetas líricos hebreos. Los
salmos varían mucho entre sí, según la idea o afecto domi-
nante, ya sea el homenaje de alabanza i gratitud al Eter-
no, ya la admiración de sus obras, ya el regocijo del justo,
ya el arrepentimiento del alma pecadora, ya la amargura
de la tribulación, y a el ruego fervoroso, ya las anunciaciones
de la ira divina, ya la visión profética. En todos ellos, sin
embargo, se notan los mismos caracteres, imájenes gran-
diosas, jigantescas a veces, a veces incoherentes; profunda
fé, suavísima unción del sentimiento reí ijioso, estilo conciso
i vigoroso, i ninguna apariencia de estudio.
6.-- Entre los libros morales o didácticos se distingue el
de los Proverbios atribuido a Salomón. Es éste un tratado
de moral en que se recomienda la verdadera sabiduría, que
consiste en la recta dirección de nuestros actos i en su con-
formidad a la lei del Señor, dándose sanos consejos para la
conducta de la vida en todas las edades i condiciones. Las
sentencias están espresadas en frases concisas, en fórmulas
proverbiales, adornadas de imájenes vigorosas, a veces de-
masiado desnudas para el refinamiento de los tiempos mo-
dernos. El EclesiAstes, atribuido también a Salomón, tiene
por objeto señalar la vanidad de las cosas terrenales i reco-
mienda una prudente medianía para conservar la tranqui-
lidad i la pureza del alma. El libro de la Sabiduría atribui-
do con menos fundamento a Salomón, i que ha llegado
hasta nosotros sólo por una versión griega, se dirije en es-
pecial a los reyes i poderosos, recomendando la sabiduría
como el mejor remedio para salvarnos de los peligros de la
vida. Por fin, el i?c/esiasí/co, el quinto de los libros mora-
44 MM inM.S 1>K lllsTÍIIlA I.ITKIíAIMA
les, no es mas que una imitación de los |)receclentes, pero
(le formas difusas i faltas de colorido. Se da por autor de
este libro a yesus, hijo de Syracli. judío asilado en Ejipto;
j)ero sólo se conocen fragmentos del orijinal, i una traduc-
ción griejj^a.
El célebre Cántico de los cánticos o C^intnr de los cantares,
ha sido intercalado en el numero de los libros morales. Con-
siderando con ojos humanos, es solo un canto erótico en
que el ardor del amor está pintado con los colores mas vi-
vos. Este |)oema, profano por su sentido literal, i que se-
¡j^un alofunos autores no es otra cosa que el epitalamio del
casamiento de Salomón con la hija del rei de Ejipto, ha si-
do interpretado por los doctores de la sinagoga i de la igle-
sia como una alegoría de la alianza entre Dios i la iglesia.
7.— En la época de la división del reino i del cautiverio se
hicieron notar los discursos prole ticos, jénero literario que
se puede considerar como una rama de la poesía didáctica
de los hebreos, i que data desde ocho siglos antes de la era
cristiana. Los profetas han sido divididos en mayores i me-
nores, según la importancia de sus profecías; pero conside-
rados desde el punto de vista literario, los mas notables en-
tre todos ellos son: Isaías, Jeremías, Oseas, Joel, Amos,
Miíjucas, Nahum i Habacuc. Se considera a Isaías el mas
puro de los escritores hebreos, el mas elevado en las ideas
i el mas copiosamente magnífico en la espresion. Blair lo
mira como el mas eminente de todos los poetas líricos.
Jeremías, contemporáneo de la destrucción del estado
por Nabucodonosor, resplandece por la terrificante subli-
midad de sus pensamientos. Su libro es sombrío como el
horizonte político de su cpoca. Bajo el título Trenos o La-
mentaciones, se atribuyen a este poeta cinco conmovedo-
ras elejías, poesía dejemidos, en que se llora la desolación
de la ciudad santa i la esclavitud del pueblo.
8. — La mas antigua de las traducciones de la Biblia es la
versión griega llamada de los Setenta, Fué nombrada así
por (jue la ejecutan, según unos, setenta sabios israelitas
que nemetrio Palero reunió en la isla del Faro, cerca de
l.n KlíATIK \ l¡KIU:i3A 45
Alejandría, i según otros porque se llevó a cabo bajo los
auspicios del sanhedrin, o senado judío, que era compuesto
de setenta doctores. La versión latina, no menos célebre,
conocida bajo el nombre de Vuls^atn, es posterior a lo me-
nos en cuatro siglos a la traducción griega que acabamos de
citar. San Jerónimo hizo una revisión de la Vulgata hacia
el año 880 de la era cristiana. Estas dos traducciones no
siempre están perfectamente de acuerdo ni entre sí ni con
el orijinal.
9. — Según el testimonio que se encuentra en los mismos
libros de la Biblia que nos (|uedan, hai muchos otros que
se han perdido. Parece también que los libros científicos o
morales atribuidos a Salomón, tenian en su principio, según
toda probabilidad, la forma de ¡loemas didácticos.
El canon de los libros reconocidos como sagrados por
los judíos no contiene mas que veinticuatro. Los rabinos
clasifican entre los apócrifos *, muchos de los que admiten
las iglesias cristianas en sus ediciones del antiguo Testa-
mento. Tal es el libro de la Sabiclana de Salomón que los
])rotestantes rechazan también. Otros son mirados como
ajjócrifos por ambas partes: tales son un tercero i un cuar-
to libro que se ha querido agregar a los de Esrlras, Los li-
bros apócrifos de la Biblia se dividen, como los libroscanó-
nicos, en composiciones históricas i en composiciones poé-
ticas: no son una regla de fe, pero algunos merecen cierto
respeto i no dejan de tener importancia para la recta inte-
lijencia de la sagrada escritura. Algunos piensan que los
libros apócrifos fueron escritos orijinariamente en caldeo,
otros creen que son la obra de los judíos helenistas de Ale-
jandría, i que fueron compuestos orijinariamente en griego.
* Cuando se trata de los libros bíblicos, la palabra apócrifo tie-
ne un sentido diferente del que se le da vulgarmente en la literatu-
ra Llámanse apócrifos aquellos libros a los cuales no se atribuye
un oríjen divino o revelado, i (pte sin ser enteramente falsos no
pueden ser invocados como regla en materia de reli¡it>n ¡ de
moral
46 NOCIONES I»K HISTORIA L1TF3RARIA
10. — PvStiuHando en la Biblia sólo las formas literarias,
encontramos que hai cuatro que dominan principalmente:
el proverbio, el paralelismo, la visión i la parábola o alego-
ría. En efecto, los aforismos o sentencias, espresados con
mucha sencillez, pero encerrando un pensamiento profundo,
abundan en la Biblia. El paralelismo consiste, como ya
hemos dicho, en la división de cada estancia en dos porcio-
nes^^de sentido análogo, formando un ritmo no tanto de sí-
labas como de ideas o sentimientos. En la visión, el espíritu
es arrebatado por Dios a una rejion de puras contempla-
ciones en que percibe i espresa cosas que no son de este-
mundo. La alegoría no se limita a ocultar las ideas en sím-
bolos misteriosos sino que domina los hechos mismos, que
se refieren encerrando un sentido simbólico i como un refle-
jo anticipado de lo futuro.
La literatura hebrea es eminentemente pintoresca, pro-
funda en medio de la mas injenua sencillez, i está sembrada
de ün melancólico lirismo. La literatura moderna ha en-
contrado un ancho campo de inspiración en los escritos de
los judíos. Milton ha tomado del ÍTcnes/s el argumento de
una de las mas hermosas epopeyas modernas: Racine ha
encontrado en la Biblia asunto para magníficas trajedias.
Otros poetas han estudiado el lirismo en David, en Isaías i
en Jeremías; i hasta los mas elocuentes oradores sagrados
haií ido a inspirarse en las severas pajinas del antiguo Tes-
tamento.
CAPITULO III.
lilierRtnrM icriem^M.
( PKIMBR PERIODO.— DESDE LOS TIEMPOS MAS REMOTOS HASTA
LA LEJISLACION DE SOLÓN.)
1. Orijinalirlad e importancia de la literatura griega.— 2. Primiti-
va poesía de los' griegos: Orfeo i Musco.— "3. Los aedos.— 4. Ho-
mero —5. Disensiones a que han dado lugar los poemas homé-
ricos—6. Diversas hipótesis acerca de su oríjen. — 7. Hesíodo.
—8. Tirteo i Safo. - 9. Solón.
1. —La Grecia ocupa un lugar intermediario entreel orien-
te i el occidente, entre la cuna de las sociedades i laciviliza-
cion moderna. En todos los pueblos hai un rasgo caracte-
rístico que distingue la marcha de su civilización. En la
Grecia ese rasgo es la armonía. El jenio griego supo esta-
blecer el mas perfecto acuerdo entre la ¡dea i la palabra, la
forma i el color, la imájen i el raciocinio. Otros pueblos
precedieron a los griegos en el cultivo de las letras; pero
ninguno prestó mas atención a la forma estema. La supe-
rioridad de la poesía helénica es tan incontestable, que los
modernos, imajinando adjetivos para caracterizar los dife-
rentes jéneros literarios, no han podido hacer nada mejor
que sacar esos adjetivos del nombre mismo de los autores
griegos; la poesía homérica es sinónimo de la epopeya; la
4S NOCIONI<:S DIO lllSTf)Kl.\ IJTKK \K!A
poesía pindárica espresa el éxtasis del lirismo; la poesía
anacreóntica es la perfección deljénero gracioso; por fin,
con el -nombre de jénero esópico se designa ordinariamente
el apólogo.
No se pueden poner en duda las relaciones de la Grecia
con el oriente. Las poesías i las tradiciones primitivas de
los griegos están conformes con las mas antiguas tradicio-
nes asiáticas. Aprendieron de los fenicios el arte de la escri-
tura; de los ejipcios los elementos de arquitectura i de ma-
temáticas; i de los indios algunas de sus teorías mitolójicas.
Pero si en los tiempos mas remotos los griegos tuvieron
relaciones de parentesco con las razas del Asia, i si en sus
emigraciones hacia el oeste, trajeron consigo los cantos, la
lengua i las tradiciones de sus abuelos, no es menos cierto
que se desarrollaron por sí mismos, que sacaron de su pro-
pio jenio las obras de su literatura i de sus artes, iquecrea-
ron casi todos los jéneros, desenvolviéndolos i perfeccionán-
dolos por un trabajo propio. La orijinalidad i la perfección
de sus obras en todo jénero han hecho de ellos los precepto-
res i los niodelos de loa pueblos que han venido mas tarde.
Basta para la gloria del pueblo griego el haber ejercido so-
bre los modernos una influencia tan considerable.
2. — El nombre de Homero e.- el primero que se presenta
cuando se trata de bosquejar el cuadro de la literatura
griega. Pero la poesía homérica no ha podido ser el estre-
mo del espíritu griego: su misma perfección supone ensayos
anteriores (jue la prepararon. Es preciso admitir nesaría-
mente una éj)oca literaria ante-homérica, hija de un estado
social profundamente diferente. En efecto, las tradiciones
históricas i poéticas revelan que antes de la raza helénica,
a la cual perteneció Homero, existió la raza pelásjica, aus-
tera i triste, rejida como el Ejipto, por doctrinas sacerdota-
les i simbólicas. La Tracia parece haber sido entonces el
hogar de una poesía, hija de la relijion. Lo que se sabe de
esta época ante-homérica se reduce a oscuras tradiciones,
o mas bien, a las fábulas i a las ficciones de la mitolojía.
Los nombres fabulosos de Orfeo, de Museo i de otros. He-
TJTKRATUIJA OHTEÍIA 49
nan esta época; pero al fin, é-^ta se detiene en la guerra de
Troya, primer acontecimiento en que comienza realmente
la historia de Grecia.
Las numerosas obras poéticas que han llegado hasta
nosotros con el nombre de Oj feo, sonde épocas distintas
i mui posteriores. Dj Museo sólo se conocen los títulos de
algunos poemas, de que hace mjncion Hosíodo. Un poema
conservado hasta nuestros dias con su nombre, se atribuye
con razón a otro Museo, que vivia probablemente en el si-
glo V de la era cristiana.
3. — Entre la toma de Troya i la aparición de Homero
trascurrió un largo intervalo que nos es imposible llenar
con ningún otro nombre; pero no se puede dudar que la
poesía floreció en este intervalo. Homero mi^mo nos ensena
que antes que él, otros poetas habian tomado la guerra de
Troya por objeto de sus cantos. Los poetas de esta época,
conocidos con el nombre de uédos (cantores), formaban
parte del séquito de los reyes, i pueden cí)mpararse a los
trovadores de la edad media. Esos pof*tas eran improvisa-
dores ins))¡rados por cada circunstancia. Los acontecimien-
tos producidos por Uiemigrajíiin dj los pueblos, las gue-
rras, las espediciones lejaii.is i las revoluciones interiores
fueron paradlos un tema inagotable. En fin, la gúerréi de
Troya estrechó los lazos íL' Io-í p leblos griegos, acrecentó
por tanto su p >der i ej.rció su influ.'ncia sobre las costum-
bres i las instituciones, i preparó la revolución democráti-
ca. Esa guerra marca, pues, una era nueva en la historia
de los griegos.
4.— Homero, na. 'ido en Jonia, tío lejos del teatro de esta
guerra, fué inspirado por los recuerdos vivos que ella ha-
bia déjalo. Na la se sal>¿ de p )sitiv.) sobre la vida do Ho-
mero. Siete ciu lades se disput iban el honor de haberle da-
do a luz. Se ignora la ép )ca en que vivió: el cálculo mas
verolsímil es el í|ue fija el añ > 10 ^) antes de la era cristia-
na. Si le supone ci^go i desgr iciatlo, i se le r/presenta can-
tando de puerta en puerta los fragmentos de sus inmor-
Tí>Mü IV 4
50 NdCIONKS Ui: IIISTOUIA A.1TKRAUIA
tales poema^; pero los libros en que están consignadas es-
tas noticias son posteriores a él a lo menos en 900 años.
Bajo el nombre de Homero nos quedan dos grandes epo-
peyas, la Ilíada i la Odisea. La primera es un simple epi-
sodio de la guerra de Troya: la segunda canta las aventu-
ras de Ulíses hasta su vuelta a [taca. La Ilíada relata los
hechos que pasaron en el breve espacio de cincuenta i un
día desde la rencilla de Aquíles i Agamenón hasta las exe-
quias de Héctor. Una acción particular, la ira i la vengan-
za de Aquíles, ofrece al poeta la ocasión de describir com-
bates, de presentar a la vista escenas de un profundo inte-
rés, i de referir gran número de sucesos anteriores a la dis-
cordia. La Odisea narra las aventuras de Ulíses desde la
destrucción de Troya hasta que vuelve a Itaca, arroja desa
casa a los príncipes que dilapidaban sus bienes i triunfa
de todos sus enemigos por su valor i su prudencia; pero es-
ta narración de peregrinaciones está hermoseada con di-
vertidas i variadas escenas.
Estos poemas pueden ser considerados como la enciclo-
pedia de los tiempos heroicos: pintan i resumen toda la ci-
vilización griega de esta época. Las costumbres, la relijion,
todo el estado social se reproduce en rasgos fieles i natura-
les. Desde este punto de vista, los poemas homéricos tienen
una grande importancia porque no hai otro monumento
de tan remota antigüedad en que se encuentren Consigna-
das estas noticias.
El carácter esencial de Homero es la naturalidad i la sen-
cillez; sus cantos trazan la infancia del jénero humano con
el candor de sus costumbres primitivas. Sus héroes i sus
dioses son hombres apenas pulimentados por un principio
de civilización. Pero hai un tinte poético, arrojado sobre la
rudeza de esta naturaleza inculta. Homero agrada a todas
las edades; cautiva aun en las pálidas traducciones en que
todas las bellezas de la lengua han desaparecido. Ehpc^ta
emplea imájenes físicas, i por decirlo así palpables. Uno de
los caracteres mas admirables en los poemas homéricos es
la individualidad de los personajes, es el poder de creación
MTKUATI KA OUIIXÍA 51
que barlado a cada héroe su fisonomía propia i claramente
dibujada. Así el reí de los reyes, Agamenón, con su orgu-
llo, el sabio Néstor i el ardiente Aquíles; el elocuente i aí>'
tuto Ulíses, Héctor, Andrómaca, el viejo Priamo, figuras
g^rabadas para siempre en el recuerdo de los hombres i cu-
yo tipo nadie puede alterar, son otros tantos personajes
reales, i otros tantos tipos que reproducen los matices mo-
rales de humanidad. Pero hai ademas otro arte supremo
en Homero que consiste en elevar los caracteres sin desfi-
gurarlos ni quitarles lo que tienen de verdad. Helena, a pe-
sar de sus debilidades i de sus crímenes, no nos parece un
objeto odioso. Páris, el autor de tantas calamidades, apa-
rece bajo cierto colorido que despieita las simpatías.
5.- -A pesar de la inmensa popularidad deque goza el nom-
bre de Homero, la crítica moderna ha negado la autentici-
dad de esas obras i hasta la existencia del poeta, con ar-
gumentos tales que es imposible desconocer su fuerza.
Sin pretender entrar en el fondo de la discusión a que ha
dado oríjen este asunto, vamos a señalar sumariamente
los hechos sobre que descansan las diversas opiniones de
los críticos, i en seguida a enumerar las principales hipóte-
sis a que han dado lugar los poemas homéricos.
De la discusión han resultado los cuatro hechos siguien-
tes: 1' En el tiempo en que fueron compuesto los cantos
que hoi forman la litada i la Odisea, los griegos no cono-
cian el arte de la escritura. 2^ Hasta el tiempo de Solón las
poesías homéricas no existian mas que bajo la forma frag-
mentaria que los rapsodas cantaban sin observar un orden
regular. Los rapsodas eran cantores viajeros que entrete-
nían a sus oyentes, en reuniones privadas o en los juegos
páblicos, con cantos ordinariamente del jénero heroico,
3^ Sólo en el siglo VI antes de la era cristiana se ha esta-
blecido cierto ordenen estos fragmentos, fijándolos por
medio de una redacción escrita. V^ Durante el intervalo
trascurrido entre su composición prtmitivaiesta redacción,
los poemas homéricos han debido sufrir numerosas altera-
ciones.
f)? NOCIONES I)K HISTORIA I.ITKttARIA
6. — Estos son los hechos reconocidos en que se fundan los
críticos. Notando en la Ilínda algunas contradicciones de
detalle en la narración de los sucesos, el alemán Federica
Augusto Wolf, sostiene que la Ilíada i la Odisea no pue-
den atribuirse a un mismo autor; que el último dees»
tos poemas, cuya unidad reconoce, es mui posterior por
su composición a la época que se asigna a la existencia
de Homero. Por lo que toca a la Ilínda, Wolf i los críticos
de su escuela creen que es una reunión de poemitas relacio-
nados por la semejanza del asunto, refundidos por muchas
jeneraciones de rapsodas, i constituidos en una epopeya en
tiempo de los pisistrátidas. Esta hipótesis está fundada so-
bre un hecho probable, a saber, que antes del poema exis-
tieron cantos desligados; pero es inadmisible que la simple
coordinación de cantos separados haya producido la mas
admirable de las formas literarias, la que han imitado los
mas grandes poetas délas edades subsiguientes sin poder
igualarla. Supongamos que alguien se propusiera formar
un poemacon las piezas poéticasespañolas que constituyen
el romancero del Cid. Se coordinará una serie de aconteci-
mientos <jue abrazarán la vida entera del héroe pero falta-
rá la unidad i el desarrollo lójico de los acontecimientos.
Otro crítico alemán, Godofredo Hermann, ha propuesto
una hipótesis, que según él, esplica a la vez la unidad del
conjunto i las contradicciones de detalle en los poemas ho-
méricos. Supone la existencia de dos poemas primitivos,
una Ilíadií i una Odisea, cuyo autor seria Homero o cual-
quier otro poeta, i que no tendrian mas que una mediana
estension. Estos poemas primitivos habrian sido desarro-
llados sucesivamente por una serie de poetas, que ensan-
charon la obra de sus predecesores. En efecto, no son raros
los ejemplos de poemas formados de esta manera; pero
entre el canto primitivo i las adiciones sucesivas se nota
siempre una desproporción chocante que no se encuentra
en los poemas homéricos.
El historiador ingles Grote jíropuso una nueva hipóte-
sis. Cree que la Odisea es la obra de un solo autor, i que la
LITKKATUUA íiniKCA
Hwda es formada por tíos poemas dilerentes; una Aquilei* '
da^ destinada a cantar la cólera de Aquíles i una Huida en
que se refiere la lucha contra Ilion o Troya. Esta injenio-
sa hipótesis esplica algunas incoherencias que presenta la
Ilíadéi actual, pero dos j)oemas refundidos de esa manera
ofrecerían mayores discordancias en el estilo, en el carácter
de los personajes i en la sucesión de los acontecimientos,
mientras que el poema atribuido a Homero, si bien posee
ciertas contradicciones en los detalles, en los caracteres i en
el estilo tiene una admirable unidad.
Estas hipótesis, modificadas en parte por otros escrito-
res, no alcanzan a constituir un argumento decisivo contra
la unidad de composición de la litada i de la Odisea. La
opinión que atribuye cada uno de estos poemas a un solo
autor, salvo las interpolaciones mas o menos numerosas,
es la mas verosímil i la única que resiste a la discusión.
Como existen entre ambas obras notables diferencias en la
lengua i en el estilo, la mayor parte de los críticos está de
acuerdo en considecar a la Odisea como posterior a h'i Ilía-
da, i se sostiene que esta diferencia de tiempo es tal que los
dos poemas no han podido ser compuestos por un mismo
hombre. Desde la antigüedad clásica, algunos gramáticos
griegos sostuvieron la diversidad de autores, de donde les
vino el nombre de corizontes (separadores).
Se atribuyen también a Homero muchos himnos, i un
poemita burlesco cuyos héroes son los ratones i las ranas.
La mayor parte de los críticos está conforme en declarar
qae esas obras son mui posteriores.
7. — Homero es el cantor de la vida heroica. Hesíodo,
coya historia completamente desconocida ha dado lugar a
muchas hipótesis, es el primer representante de una nueva
era. Se le supone posterior a Homero en antigüedad, i na-
tural de Ascra o de Cumas. De dieciseis poemas que com-
puso, sólo nos quedan tres sobre asuntos tan diferentes, que
han hecho creer que pertenecian a otros tantos autores.
Uno de ellos, la Teogonia es el mas antiguo monumen-
to que se conserva de la historia del politeismo griego.
M N()<:iONHS l»K HISTORIA LITüRAKIA
Otro poema está destinado a cantar, bajo el título de Los
trabajos i los dias, los beneficios de la agricultuni. cuyos
preceptos consigna. El tercer poema de Hesíodo, cuya au-
tenticidad ha sido niui controvertiíla, es un fra>í^mento épi-
co titulado El escudo de Hércules. Bajo formas desprovis-
tas de grandeza i de vigor, Hcsíodo ha consignado en sus
poemas muciías nociones sobre el estado social e industrial
de los primitivos griegos.
S. — Después de Homero i de Hcsíodo, hai en la historia li-
teraria de la (rrecia una laguna de siglos, fin este intervalo
se preparó la revolución (pie dcbia cambiar la constitución
de los pequeños estados. Este movimiento comienza con el
establecimiento de las olimpiadas (776 antes de Jesucristo).
La institucií>n de los juegos públicos contribuia a formar la
unidad nacional acercando las diferentes fracciones de la
familia helénica i creando un lazo de unión entres sus di-
versos pueblos. La poesía lírica nació entonces tomando
diversos caracteres de los diversos sentimientos (|ue la ins-
piraron. Esta es la época de Calino i de Tirteo, cuyos can-
tos belicosos inflamaban el valor de los efesios i de los es-
partanos, i de muchos otros poetas relijiosos» heroicos, ele-
jíacos, de cuyas obras no conocemos mas que fragmentos
mui incompletos. Sólo de la célebre poetisa Safo de I^ésbos ,
ípie floreció hacia el año GOO antes de J. C, se conservan
dos odas eróticas ardientes de pasión.
9. — En este mismo período aparecieron también los hom-
bres que dieron a los j^eipieños estados de la Grecia sus pri-
ras constituciones. El mas antiguo de todos, Licurgo, hizo
de Esparta una especie de con vento militar. El primero (|ue
contó Atenas fué Dracon, cuyas leyes escritas con caracte-
res de sangre, fueron abolidas cu breve. En fin. Solón
(r)4"0-559) dio a los atenienses leyes mas en armonía con el
carácter de acpiel pueblo. Solón fué también uno de los sie-
te sabios de la Grecia, i compuso poesías. Una plegaria a
las musas, Cv»mpuesta en estilo grave i noble, es la mas be-
lla de las reliípjias que nos quedan de este poeta, lejislador
i filósofo.
CAPITULO IV.
JLil«*ruiiirM icrieicM.
(SEr.üNDO PERÍODO. -DKSDE SOLÓN HASTA ALEJANDRO
EL <;i<ANDK. j
1. Iniyiortaiicia literíiria de este se^^undo |)eríodo. — ?. Los filóso-
fos.—3. La poesía; Píndaro. — 4. Anacreonte i Siiuóoides.— 5.
Hsopo. -0. Oríjen de la trajedia. — 7. Esquilo.— 8. Sófocles.— 9.
Eurípides. — 10. Oríjen de la comedia: la comedia antigua. — 11.
Aristófanes —12. La eomedia media.— 13. La comedia nueva;
Menandro.— 14- La historia: su antigüedad.- 15 Heródoto —
ir». Tacídides.- 17. Jenofonte. — IS. Los sofistas. — 19. Sócra-
:es. -20. Pla'ton i .Aristóteles. — 21. Teofrasto. — 22. Hipócra-
tes — 2»3. La oratoria. — 24-. Isócrates. — 25. Esquines. — 26.
: ^nióstenes.
1.— Con Solón comienza tanilúcn la época mas brillante i
mas fecunda de la literatura griega. Hasta entonces el
.Asia menor i las islas del Mediterráneo habian sido el tea-
tro de la literatura: ahora la Grecia propiamente dicha, i
Atenas en particular, van a ser el hogar de las luces. Los
griegos divididos en un gran número de estados indepen-
dientes, estaban mui débilmente unidos por la comunidad
de su oríjen, de su lengua i de su relijion, por la repetición
|)eriódica de los juegos solemnes en los cuales tomaba par-
te toda la nación, i en fin, por el consejo de los Anfictiones,
56 NOCIONES l»K niSTORlA LITKHAHIA
especie de centro relijioso en que se trataban algunas veces
los intereses políticos. Las guerras médicas, provocando a
los pueblos a la unión para rechazar el peligro común, es-
trecharon estos lazí)s; i desde las victorias alcanzadas so-
bre los persas data la época de la grandaza de la Grecia.
Mientras la ambición de los griegos no conocia nada
mas noble ^|ue los premios dados en los juegos solemnes a
la ajilidad i a la fu**rza corporal, los atenienses se mostra-
ron sensibles a la gloria de los talentos i del jenio. En Ate-
nas, la elocuencia conducia al poder: los concursos públi-
cos, despertando el gusto jcneral i popular por la poesía,
hicieron nacer una jeneracion que elevó el arte dramático a
un alto grado de perfección. Hasta entonces, la poesía
abrazando la universalidad de la vida social, habia desem-
peñado el triple oficio de la historia, de la filosofía i de la
relijion. La separación de estos diversos jéneros i el empleo
usual de la prosa datan de este nuevo período, merced al
conocimiento de la escritura, que se estendió en la Grecia
por el siglo VI antes de J. C. junto con la introducción del
papiro ejipcio. De la poesía épica nació la historia: de la
poesía sentenciosa, !lamada^/7<5m/ca {ácgnómas, sentencias
morales) bajo la cual se resumían los preceptos de la sabi-
duría práctica i de la csperiencia de la vida, nació la filo-
sofía especulativa en que se ilustraron tantos jenios.
2. — La filosofía griega habia nacido como la poesía, en el
Asia menor. Tomó por punto de partida la cuestión del
oríjen i del principio elemental del mundo; i trató de resol-
verla dando oríjen a tres escuelas diferentes.
Tales de Mileto (640 A. J. C.) es el fundador de la escue-
la jónica. Fué el primero de los griegos í|ue se ocupó de in-
vestigaciones especulativas sobre el oríjen del mundo; i el
agua fué para él el principio de donde vienen todas las
cosáis.
Pitágoras de Sámos, que vivió como ói-l años antes de
Jesucristo, es el jefe de la escuela que lleva su nombre. Se
pretende que pasó 22 años en Ejipto i que hizo largos estu-
dios durante sus viajes. Su nombre es glorioso en la histo-
MTiiUA'n n\ «ikiKOA 57
riadel desenvolvimiento del espíritu humano por haber
dado un vigoroso impulso a las ciencias matemáticas i a
la moral.
La escuela eleática data también de una remota antigüe-
dad. Jenófanes de Colofón, que fué contemporáneo de Pitá-
goras, la fundó en Elea, ciudad de Italia. Mentificó a Dios
con el mundo, reduciendo toda la realidad del universo a la
intelijencia como la sustancia única, i creando así el pan-
teísmo idealista.
La filosofía fué considerada por estos primeros maestros
i por sus discípulos como la ciencia universal de que se des-
prendían todos los otros conocimientos humanos. La arit-
mética, la astronomía, el oríjen de la tierra i de los seres
que la pueblan, eran estudiados en las escuelas de los filó-
sofos.
3. — La poesía, i particularmente el jénero lírico, liego tara-
bien en poco tiempo a un alto grado de perfección. Pínda-
ro, nacido en Cinocéfalas cerca de Tébas en Bcocia. por los
años 550 antes de Jesucristo, marca la transición entre la
Grecia antigua i la Grecia nueva. Compuso himnos relijio-
sos, odas triunfales, canciones báquicas, epigramas, etc.,
pero no nos quedan mas que cuarenta i cinco cantos de vic-
toria en honor de los vencedores en los juegos píiblicos i de
las divinidades que presidian estas fiestas. Tienen un carác-
ter solemne, (|ue suponen una representación de aparato,
como que eran compuestas para ser cantadas delante de la
multitud i en medio de un espectáculo pomposo, Bl poeta
no se limitaba a hablar de la hazaña que cantaba; recorda-
ba también la gloria de los antepasados de su héroe i de las
fábulas que envolvían su nacimiento. Su principal carácter
es el entusiasmo lírico, que se manifiesta por sus movimien-
tos fogosos e irregulares, por metáforas itrevidas, imájenes
grandes i sublimes en medio de las cuales el estilo se hace
oscuro a fuerza de atrevimiento. Los críticos de la antigüe-
dad que conocieron todas las obras de Píndaro, lo conside-
ran el primero de los poetfis líricos. **Pretender igualar a
Píndaro, dice Horacio en una de sus mejores odas, es querer
58 NOriíINKS I)K IIISTOMA LITKHAUiA
elevíirse en los aires, como el hijo de Délalo, para dar des
pues su nombre al cristal de los mares/'
4. — Los otros poetas líricos de aquel siglo nos son muelle
menos conocidos todavía. Anacreonte de Téos en Jonia,
establecido, según sí cree, en Sámos, en la corte del célebr
tirano Polícrates, se hizo famoso por las canciones en qu<
cantaba.el amor i los placeres. Toda la antigüedad habh
con gran admiración de este p(»eta; pero las obras que co
rren con su nombre, compuestas en un metro semejante a
de nuestras anacreónticas, son del quinto siglo de la én
cristiana. Simónides de Ceos, nacido en 558 antes de J. C
cultivó también la poesía lírica. Sus principales títulos ch
gloria son las elejías o lamentaciones, jénero inventado poi
é^i en que desplegó un estilo lleno de elegancia i de dulzura
Los pocos fragmentos que quedan de este poeta, justiíicaí
su renombre.
5 — En esta época también floreció ei. Grecia, según la tra
dicion jcneral, uno de los jenios mas orijinales de su litera
tura, poeta por inspiración, pero que talvez escribia suí
obras en prosa o quizá las consignaba simplemente en h
memoria de sus contemporáneos. Era éste, Esopo, esclavc
en Atenas i en Sámos, i favorito después de Creso, rei d<
Lidia. Su vida es un tejido de aventuras muchas veces in
verosímiles; i sus obras no han llegado hasta nosotros baje
su forma primitiva. La crítica moderna ha puesto en dudí
la existencia del célebre fabulista con razones tales que nc
es dado desconocer su fuerza. De todos modos, Esopo no ei
el inventor del apólogo, puesto que hai obras de este jénerc
mui anteriores; pero lo cultivó con verdadero talento en U
invención de sus fábulas, en su oportunidad i en la exacti
tud de su aplicación. Los escritores antiguos i modernoí
han encontrado en los apólogos conocidos con el nomhn
de Esopo un vasto campo de imitación.
G.— La poesía dramática resultó en (irecia del concurso d<
las dos grandes formas poéticasque se habian desarrollado
ya. De la epopeya tomó la narración, que luego se dividid
en diálogos: la poesía lírica le dio sus coros.
mti:k.\ti'I{a <5RrK<;.\ 59
\i\ oríjen de I;i trajedla «»;rreii^£i se relaciona con la relijion
nacional, lín las tiestas de los dioses una parte del culto
consistía en los coros que, cantando i danzando al son de
mCisica, representaban alguna fíibula relativa a la divini-
dad <|ue se celebraba. En Atenas estos coros hacían parte
de Jas fiestas de Baco.que se celebraban a la época de las ven-
dimias. En esas fiestas se inmolaba un cabro en honor de
aquel dios; i de allí nació el nombre de trajedia (canto del
cabro I de tragos cabro) i ocie (canto). No siempre las cosas
mas bellas tienen un oríjen hermoso.
Téspis i Frínico, contemporáneos de Pisístrato, pasan
por los inventores de la trajedia. Regularizaron los coros
i entrecortaron el canto con alguna narración recitada por
el corifeo, jefe del cí)r(). Este recitado recibió el nombre de
episodio, i era sólo la parto accesoria i accidental de la pie-
za; la parte fundamental de ella fueron siempre los coros
cantados. De esos primeros ensayos al teatro de Esquilo hai
iin cambio tan radical i completo que sólo se comprende su-
poniendo el trabajo constante de muchos poetas. La poste-
ridad, (jue apenas conoce algunos lijeros fragmentos de los
primeros trájicos, ha darlo a Esquilo el glorioso título de
padre de la trajedia griega.
7. — Esquilo era ateniense, nacido en el pequeño pueblo de
Eleúsis, |)or los afios de 523 antes de j. C. Guerrero intrépi-
do, se distinguió en las batallas de Maratón, de Salamina
i de Platea. No sólo dio forma al poema trájico componien-
do sesenta o noventa piezas, sino que inventólas máquinas
i las decí)raciones del teatro. I)es¡)ues de una larga i glorio-
sa carrera, vencido por Sófocles en una jiusta poética, se re-
tiró a Sicilia cerca del rci Rieron, en donde murió de una
edad mui avanzada. Según una tradición que nadie cree, su
muerte fué causada |)ar una tortuga (jue una águila habia
dejado caer sobre su cabeza.
Esquilo hizo do la fábula la parte esencial del poema trá-
jico, i estableció una íntima relación entre el drama i el co-
ro. Comehzt) por introducir un segundo actor, i después, a
ejemplo de su rival, el joven Sófocles, un tercero i a veces
60 NUl'IONES l>W HISTORIA LITIJUAKIA
un cuarto. Abrcvirt los coros limitando su importancia, i
quiso que uno íle los pL*rsonajes atrajese sobre sí todo el ín-
teres, mostrándose de esa manera severo observador de la
unidad de acción. Ene ambio descuido las unidades de tiem-
po i de lu::^^ ir. Los planes de sus trajedias son siempre muí
sencillos: p ircce desconocer el arte de anudar i de desenla-
zar la intri^^^a; sin embargo, el atrevimiento de las ideas, la
grandiosid 1 1 de los caracteres i la riqueza del estilo hacen
, olvidar los defectos de la fábula. Esquilo pone en escena los
dioses i los senii-dioses; i cuando intervienen los hombres,
los eleva sobre el nivel de la humanidad por la enerjía de
sus sentimientos i por la majestad de las proporciones. Só-
lo han llea^ado hasta nosotros siete piezas de este célebre
trájico; pero entre éstas se encuentran algunas de sus obras
mas célebres. De este número es Prometeo encndenado, que
representa a este simi-dios castigado por Júpiter i atado a
una roca por haber robado el fuego del cielo para mejorar
la condición de los hombres, pero conservando en medio de
los tormentos una sublime entereza, como el emblema de
la libertad moral que sobrevive en el hombre al poder per-
dido.
8.--Sófocles de Colona, ateniense como Esquilo, pero trein-
ta años menor que éste, llevó la trajedia a la mayor perfec-
ción que conocieron los antiguos. Concurrió con Esquilo a
un certamen i lo venció cuando sólo tenia veintinueve
años. El pueblo ateniense, tan apasionado por lo bello, pre-
mió una de sus trajedias nombrándolo jeneral de una espe-
dicion a Sámos, en compañía de Feríeles i de Tucídides. Só-
focles, como queda dicho, introdujo un tercer personaje en
la escena; pero hizo mucho mas que esto: dio importancia
a la acción dramática i la desenvolvió con singular habili-
dad. El coro pasó a ser la parte accesoria de la pieza, así
como antes habia sido el recitado. De esta manera su drama
fué mas animado i mas interesante que el de todos sus an.
tecesores. El interés del espectador por los personajes está
hábilmente graduado de escena en escena i se sostiene hasta
el desenlace. La invención i la disposición de las partes, la
T.ITMKATUUA ORIIJGA f>l
elegancia i la armoiiííi continua del estilo, la claridad habi-
tual de la frase i la rareza de los defectos constituyen el mé-
rito de Sófocles. Un conocimiento profundo dd corazón hu-
mano le permitió |>intar las pasiones i los caracteres con
singular maestría. Sólo han quedado siete trajedias délas
ciento seis que Je atribuyen los escritores de la anti;;4Üedad.
9. — Hemos dicho que Es(|uilo se habia batido como sol-
dacK> en la batalla de Salamina. Se refiere (|uc Sófocles, en-
tonces d - ed.'ul de quince ailos, cantó el himno de la victo-
ria a la cabeza de la juventud ateniense. Se cuenta también
que el dia de la batalla (480 antes de J. C.) nació en la mis-
ma isla de Salamina un joven llamado Eurípides que habia
de cultivar la trajedia como Es(|UÍlo i Sófocles. Discípulí>
del hlósíjfo Anaxá^i^oras i amigo de Sócrates, llevó a la es-
cena las ideas i el lenguaje de la filosofía i algunas veces el
refinamiento de la retórica. Eurí|)ides trata siempre de con-
mover i de excitar la compasión. En sus obras la pasión es
lo que domina, i los car.Mctéres están subordinados a los
efectos ])atéticos. Su estilo es claro, elegante, armonioso i
fácil: con frecuencia tiene pasajes de una belleza encantado-
ra, 1 otras veces cae en trivialidades. A pesar de todos sus
defectos, Eurípides ejerce una seducción irresistible, i sus
obras fueron mui apreciarlas en toda la Grecia. Aristóteles
lo llama el mas tiájico de los |)oetas; i Plutarco refiere que
después de la derrota de los atenienses en Sicilia, muchos
prisioneros escaparon de la muerte o de la esclavitud reci-
tando los versos de Eurípides, de (|ue gustaban mucho los
vencedores.
Eurípides compuso ciento veintitrés piezas dramáticas,
de las cuales sólo han llegado hasta nosotros dieciocho
trajedias i un drama satírico Es éste un jénero misto en el
cuíit aparecen los personajes habi*:uales de la trajedia cím la
dignidail de sus costumbres i de su lenguaje, es decir, dio-
ses i héroes, pero rebajados por la familiaridad de la intri
gi i las relaci(jnes con los personajes de un orden subal-
terno.
10 -En la época en queflorecia Eurípides, la comedia ha-
62 NiKIONES I»i: IIISTOKIA MTKKAKIA
bia llegado a ser en Atenas la hurla de la democracia, de la
filosofía i hasta de la trajedia. Eurípides mismo habia sido
ridiculizado con estraordinario rigor.
La comedia tuvo entre los griegos un oríjen diferente que
la trajedia. En las ñestas de algunas divinidades campes-
tres, los habitantes de las aldeas se reunia^ en banquetes
para cantar ciertos coros, en los cuales reinaba la mas de-
senfrenada licencia. Conducidos en carros, se trasladaban
de una aldea a otra atacando a los paseantes con sus sar-
casmos. Tal fué el oríjen de la comedia; pero la historia de
su desenvolvimiento nos es casi enteramente desconocida.
Se habla de Epicarmo, poeta dórico que vivió en Sicilia, al
cual atribuyen algunos escritores el haber inventado una
acción cómica; pero sus obras, así como las de los otros
poetas cómicos anteriores a Aristófanes, nos son conocidas
por numerosos fragmentos que sólo pueden dar una escasa
idea de su jenio. La comedia griega, a lómenos para la pos-
teridad, aparece formada de repente i en un alto grado de
perfección en los últimos años del siglo V antes de Jesu-
cristo,
A pesar de la diversidad de orijen de estos dos jéneros de
poesía dramática, el coro fué común a ambos. En la come-
dia, sin embargo, tenia una importancia especial. Llamá-
base parábasis una digresión en que el poeta, representado
por el coro, se dirijia a los espectadores, i conversaba con
ellos sobre sí mismo, sus rivales, sus enemigos i aun sobre
cuestiones relativas a los negocios públicos. La parábasis,
impacientemente esperada por el auditorio, era el trozo
capital de la pieza, porque la comedia tenia un ca-
rácter político entre los atenienses, i era el complemento de
sus instituciones democráticas. Atacaba indistintamente a
los particulares o a los hombres de estado. Los jefes de par-
tido, losjenerales, los oradores, los escritores, todos esta-
ban espuestos a sus burlas. El teatro era una tribuna des-
de la cual el poeta cómico daba consejos sobre los negocios
mas importantes.
11. — Aristófanes es el autor cómico mas antiguo de la
MTKIÍATIJKA r.KIBGA {)0
Grecia, cuyas obras hayan llegado hasta nosotros. En la
historia de la literatura griega, la comedia tal como la cul-
tivó Aristófanes, es denominada la comedia antigua, la cual
se diferencia mucho de este jénero de literatura como es culti-
vado por los modernos. Aristófanes de Atañas, misántropo
brillante, dotado de una imajinacion cáustica, hizo de la co-
me lia una sátira licenciosa, que no perdonó a lo mas dis-
tinguido de su patria, ni a los dioses. Censuró los abusos
i las faltas del gobierno, las intrigas de los ambiciosos, la
incapacidad de los jenerales, la venalidad de los jueces i la
necia credulidad de la muchedumbre. Los escritores satíri-
cos han encontrado siempre en todas las innovaciones un
ancho campo para sus burlas. Aristófanes tomó también
p«'irte en la eterna querella de las ideas antiguas i de las ideas
nuevas; i haciéndose el defensor de las primeras se burló
con una audacia increible de los innovadores i del pueblo
ffue los seguia. Pero en su crítica fué injusto i cruel. En las
Nubes, Sócrates fué atrozmente ridiculizado como sofista
vulgar i como un maestro pernicioso: i en las Ranas, el
poeta se burló de Eurípides. Esas comedias, a pesar de este
defecto, nos presentan el cuadro mas fiel de las costumbres
de Atenas. Aristófanes es el historiador mas verdadero de
la vida pública i privada de la democracia griega. Nos hace
la pintura de la corrupción naciente en Atenas a la época
de la guerra del Peloponeso, con una enerjía i con una ver-
dad de colorido, que no puede ofrecer ningún otro monu-
mento histórico. Desgraciadamente, la sal ática de sus
burlas está mezclada con bufonadas de un cinismo repug-
nante. No es posible buscar en ellas la verdad de los carac-
teres que ha censurado, ni mucho menos la decencia. De se-
senta comedias de Aristófanes sólo han llegado once hasta
nosotros. Murió este poeta por los años 386 antes de J. C.
La comedia personal, castigo a veces de los corruptores
i de los charlatanes, pero con frecuencia motivo de escán-
dalo o de injusta censura, no fué modificada sino cuando
espiró la libertad política en Atenas. Después de la toma de
esta ciudad por Lisandro, i bajo el gobierno de los treinta
Gl NOCIONES I)H 1IT8T011IA WTKRARTA
tíranos, se prohibió por una leí (404 antes de Jesucristo)
presentar en la escena los sucesos del dia i la? personas vi-
vas. La parábasis fue prohibida terminantemente. Este
golpe decisivo puso término a la comedia antigua.
12. — Líi comedia media tuvo menos brillo, porque no se
levantó ningún jenio superior que. como Aristófanes, supie-
ríi ca|)tarse el entusiasmo del auditorio. A pesar d^ la pro-
hibición legal, la comedia no perdió casi nada de su amar-
gura. Representáronse acontecimientos verdaderos bajo
nombres supuestos. Los poetas designaban, por medio de
alusiones, los caracteres que querian entregar a la risa del
público. De setenta autores que se ejercitaron en esta espe-
cie de comedia, íi mas de sus nombres, nos queda Únicamen-
te un gran número de fragmentos mas o menos adultera-
dos. Aun las comedias compuestas por Aristófanes en esta
segunda éj)Oca, se han perdiilo la mayor parte.
13.— La comedia nueva nació con Menandro en la segun-
da mitad de siglo IV antes de la era cristiana. Menandro
de Atenas estudió la filosofía con Teofrastro, el célebre
autor de los Curnctéres; i de él aprendió el arte supe-
rior de pintar las costumbres. Hace la censura de los
vicios i do los defectos del corazón humano en rasgos jene-
rales, l)OS(|uejando,nó las pasiones particulares de su tiem-
po, sino las (|ue son inherentes a la naturaleza humana. In-
Iroilujo como elemento dramático un amor verdadero, tal
como el que han Silbido esplotar los escritores modernos.
Lii variedad en los caracteres i los matices de éstos esta-
ban perfectamente señalados, en medio de argumentos casi
siempre sencillos pero interesantes.
Las obras de Menandro no han llegado hasta nosotros;
pero U)S fragmentos que se conservan, prueban cuan mere-
cidos eran los elojios que le tributaban los que le conocie-
ron sus obras. Por otra parte, Terencio, el célebre cómico
latino, ha imitado a Menandro, dándonos a conocer al
, través de la imitación, el jenio del gran poeta griego. Cé-
sar mui admirador de Terencio, lo llama medio Menandro,
.lo que da una idea aproximativa del valor de las obras
perdidas.
LlTERATIIltA (SIUKÍIA '*5
En tiempo de Menandro i después de él, florecieron mas
de sesenta autores cómicos, cuyas obras han llegado hasta
nosotros.
14. — La historia estuvo en su principio confundida con la
poesía. Los poetas heroicos fueron por mucho tiempo los
historiadores de la Grecia, porque consignaban en sus can-
tos el recuerdo de los tiempos pasados, los triunfos de los
vencedores en los juegos públicos i las hazañas de los hé-
roes. Bajo la forma armoniosa de los versos, la memoria
conservaba los recuerdos históricos en una época en que la
escritura era desconocida. En el siglo VI antes de nuestra
era, el uso mas frecuente de la escritura dio orfjen al naci-
miento de la prosa, es decir, los hombres tuvieron otro me-
dio mas sencillo deconservar i de trasmitir a la posteridad,
los sucesos pasados.
Los primeros ensayos históricos datan de esa misma
época. Los escritores recojieron las tradiciones i los recuer-
dos del pasado, confundidos todavía con numerosas fábu-
las, i los espusieron en sus libros. Son mui reducidos los
fragmentos que nos quedan de los primitivos historiadores
de la Grecia. La posteridad encuentra formado el arte his-
tórico de los griegos en íleródoto, i por eso lo ha denomi-
nado el padre de la historia. Una cosa semejante ha pasado
en Ta trajedia i en la comedia con Esquilo i Aristófanes.
15.— Heródoto de Halicarnaso, nacido en 484 antes de
Jesucristo, fué un viajero infatigable que recorrió casi todos
los paises conocidos, la Grecia, la Macedonia, la Tracia,
una porción del Asia, el Ejipto i otras rejiones del África,
recojiendo en todas partes los materiales de una historia.
Su plan primitivo no comprendia mas que las guerras entre
persas i griegos, pero a su alrededor fué agrupando varia-
das noticias hasta formar el mas rico repertorio histórico
de aquellos tiempos. Su obra, tal como ha llegado hasta
nosotros, está dividida en nueve libros, a cada uno de los
cuales dieron los griegos el nombre de imade las nueve mu-
sas. Los cuatro libros primeros tratan déla historia de los
asirios, de los medos, de los persas i de los ejipcios; i sirven
TOMO IV T)
6G NOCIONES DE IlIOTORIA LITERARIA
de introducción a los cinco últimos que encieran la narra-
ción de la guerra de Jonia i de las guerras médicas. En He-
ródoto se percibe la inspiración de Homero. La misma cla-
ridad, la misma sencillez, la misma variedad pintoresca en
las descripciones i en las narraciones, la misma riqueza, un
poco difusa a veces, pero siempre llena de naturalidad i de
armonía. Heródotono tiene mas propósito queel de narrar
la vida interior de sus personajes, los motivos de sus accio-
nes i las causas de los acontecimientos se revelan por el mo-
vimiento mismo i por la verdad de la narración. Algunas
veces es crédulo i aun supersticioso; intercala en su libíro
multitud de cuentos, con frecuencia maravillosos, i casi
siempre poco dignos de crédito; sin embargo, la veracidad
jeneral de sus escritos es reconocida en nuestro tiempo. Las
esploraciones jeográficas i arqueolójicas de los modernos
en los paises que describió Heródoto, han confirmado sus
aserciones. Heródoto pasó los últimos años de su vida en
Túrios, en Italia, i ahí murió en una edad mui avanzada,
en el tiempo de la guerra del Peloponeso.
16. — Las narraciones de Heródoto revelan la infancia del
arte; pero antes de medio siglo la historia llegó a un alto
grado de elevación en manos de Tucídides. Nacido en Ate-
nas en 472 antes de Jesucristo, Tucídides era hombre de es-
tado i guerrero, i tomó una parte principal en la guerra -del
Peloponeso. Mandaba la flota ateniense en el mar Ejeo, en
el octavo año de aquella guerra; pero no habiendo podido
llegar a tiempo para impedir la toma de Anfípolis, fué con-
denado a destierro i se estableció durante veinte años en
varios puntos de la Grecia, en donde recojió materiales para
su historia. Nosotros debemos quizás esta obra a la injus-
ta severidad de los atenienses. La compuso vuelto a su pa-
tria, sin terminarla definitivamente, porque no comprende
mas que los primeros veintiún años de esa célebre lucha
entre Esparta i Atenas.
Tucídides ha tomado la historia en la parte en que la ha-
bia dejado Heródoto, para contar esclusivamentela guerra
del Peloponeso; pero no se asemeja en nada al historiador
LITERATIJKA GRIEGA 67
a quien continúa. La sencillez que la historia tiene en ma-
nos de Heródoto desaparece en el libro de Tucídides. El pri-
mero se dilata en digresiones siempre amenas e interesan-
tes, pero estrañas al asunto principal: Tucídides marcha
derecho a su objeto. Heródoto ve en los sucesos el cumpli-
miento de las órdenes del destino; Tucídides atribuye el de-
senlace de los acontecimientos a la habilidad o a las faltas
de los hombres de estado o de los jenerales. Heródoto intro-
dujo en su historia los diálogos: Tucídides creó las arengas,
en que ha sabido hacer entrar la política, la moral i la tác-
tica militar. En efecto. los admirables discursos que Tucí-
dides pone en boca de sus personajes, constituyen un recur-
so histórico para trasmitir al lector- las noticias que el
escritor no puede hacer entrar en la narración. El alma del
historiador, sus juicios sobre los acontecimientos que re-
fiere, las pasiones políticas que describe, el carácter del pue-
blo cuyos anales ha trazado, se encuentran principalmente
en los discursos que pronuncian los personajes de Tucídi-
des. La oración fúnebre de los atenienses muertos en los
primeros combates de la guerra del Peloponeso, que el his-
toriadqr pone en la boca de Feríeles, es una verdadera obra
maestra de elocuencia i de elevación. La descripción de la
peste de Atenas, imitada por el poeta latino Lucrecio, ha
servido de modelo a lá mayor parte de las descripciones que
se han hecho después, pero es superior a todas las imitacio-
nes. La catástrofe de los atenienses en Sicilia es uno de los
trozos mas dramáticos que encierra cualíjuicra historia.
La historia de Tucídides es realmente una trajedia, en
que Atenas desempeña el primer papel: el verdadero interés
consiste en saber si los atenienses serán vencedores o ven-
cidos. Tucídides confunde hábilmente en ella la causa de su
patria con la causa de la civilización. Se puede reprocharle,
sin embargo, el haber dado una imájcn incompleta de Ate-
ñas. En su obra no se encuentra una sola palabra sobre el
magnífico desarrollo de las artes bajo Perícles, ni sobre la
comedia antigua, tan íntimamente ligada a la política, ni
sobre Sócrates i su influencia en la educación de la juventud.
68 NOCIONES DR IIISTOIIIA LITERARIA
17. — Tucídides dejó inconclusa su historia. Un escritor de
mucho menos mérito, pero notable por la suavidad del esti-
lo ¡por la variedad de sus conocimientos, se encargó de con-
tinuarla. Fue éste Jenofonte de Atenas (nacido en 447 an-
tes de J. C), discípulo de Sócrates en filosofía i de Isócrates
en elocuencia. Como amigo del joven Ciro de Persia, tomó
parte en la espedicion de este príncipe contra su hermano
Artajérjes, en una división de ausiliares griegos. Después
de la matanza de los jeucrales griegos, Jenofonte, aunque
simple voluntario, dirijió esa admirable retirada de los diez
mil, de que mas tarde fué el historiador. En las Helénicas
trazó la historia de Grecia desde el punto en que la habia
dejado Tucídides hasta después de la batalla de Mantinea.
En el Anábnsis refirió la historia de la espedicion de los
griegos a Persia i de la retirada de los diez mil. Compuso
también una vida de Ajesilao; i una novela histórico-polí*
tica titulada la CiropcJia, o la infancia de Ciro el grande y
en la cual al través de acontecimientos i bajo nombres to-
mados a la historia de los persas, desarrolla sus ideas so-
bre la educación i sobre el arte de la guerra. Jenofonte es-
cribió ademas algunos libros filosóficos en que espone las
doctrinas de Sócrates, obras didácticas sobre la caza i el
arte militar, i opúsculos políticos sobre el gobierno i la ha-
cienda pública de Atenas. Lafecundidad de Jenofonte no
es su único mérito. Los antiguos lo llamaban la abeja áti-
ca, a causa de la suavidad de estilo. Raras veces se eleva,
pero agrada siempre. La posteridad le debe el que haya
dado a conocer con gran fidelidad las doctrinas i las ideas
de Sócrates.
18. — El siglo de oro de la literatura griega, nombre con que
és designado el siglo de Perícles se ilustró también por los
trabajos de los mas grandes jenios que hayan cultivado la
filosofía.
Hasta mediados del siglo \ los filósofos i sus escuelas
habian estado diseminados en todas las ciudades de la Gre-
cia. En esa época Atenas fué su cuartel jeneral. El pueblo
lo denominó sofista^ voz griega que significa hombre hábil,
Í.ITKRATl'RA (:KIEf¡A 69
sabio. Gloriábanse de poseer la ciencia universal, discutian
sobre todas las materias i enseñaban mediante un honora-
rio el arte de discutir. El fondo de la sofística era un escep-
ticismo absoluto. La dialéctica era para ellos un arma
cómoda en el arte de disputar i de probar indiferentemente
el pro i el contra. Los sofistas conservaron por largo
* tiempo su importancia como retóricos, porque en un esta-
do democrático en donde el talento de la palabra era de
primera necesidad, cualquiera (juc aspirase a tomar par-
te en los negocios públicos debia estudiar el arte de con-
vencer.
19. — Las sutilezas filosóficas de los sofistas, el desemba-
razo con que so^tenian alternativamente las opiniones
mas opuestas i la duda universal que resultaba de sus
principios, habian provocado una reacción saludable. Esta
fué principalmente la obra de Sócrates.
La historia de Sócrates es demasiada conocida para que
necesitemos repetirla aquí. Su ocupación constante, dice el
mas ilustre de sus discípulos, era persuadir a todos, jóve-
nes o viejos, que sólo la virtud es la fuente de todos los
bienes. Durante cuarenta años atacó a los sofistas descu-
briendo el artificio i la vaciedad de sus doctrinas por me-
dio de un sistema de interrogaciones destinadas a confun-
dirlos, i que ha merecido el nombre de método Socrático.
"Sócrates, dice Plutarco, no tenia cátedra: enseñaba siem-
pre i en todas partes. Siempre i en todas partes el buen ciu-
dadano encuentra el modo de desempeñar su misión**. Con
Sócrates, la filosofía se separa definitivamente de las otras
ciencias, cambia de carácter i de dirección. ** Hasta él, dice
Cicerón, la filosofía enseñaba la ciencia de los números,
los principios del movimiento, el oríjen de la jeneracion i
de la corrupción de todos los seres; observaba cuidadosa-
mente el tamaño, las distancias, el curso de los astros, en
fin, las cosas celestes. Sócrates fue el primero que la hizo
bajar del cielo a la tierra'*. En efecto, tomó por punto de
partida el hombre mismo, poniendo en práctica la inscrip-
ción del templo de Délfos: "conócete a tí mismo**. Por
70 NOCTOXRS DE mSTORTA LITERARIA
este medio la filosofía se sustrajo a las vanas especulacio-
nes que la habian estraviado anteriormente. Imprimió a la
enseñanza un carácter práctico; creando así la ciencia de
la mora!; i, sin combatir abiertamente las creencias de sus
compatriotas, reveló la existencia de un ser superior a los
dioses del Olimpo, creador i regulador del Universo. Sócra-
te no ha escrito nada; pero el espíritu de su enseñanza nos
ha sido trasmitido por sus discípulos.
20.— Después de Sócrates, otros filósofos fundaron es-
cuelas. La mas célebre de todas fué la Academia^ que tuvo
por jefe a Platón, jenio vasto i brillante que imia todo el
encanto de la inspiración poética a las concepciones mas
altas de la razón.
Nacido en Atenas el año de 4?30 antes de J. C, e hijo de
una de las mas ilustres familias de su ciudad natal, Platón
se aplicó a la poesía en su juventud, pero dio a su inteli-
jencia un nuevo rumbo cuando oyó las lecciones de Sócra-
tes; i después de muchos viajes en Grecia, en Italia, en Ejip-
to i en Sicilia, volvió a Atenas donde abrió en los jardines
de Academo uncí escuela de filosofía que tomó el nombre de
Academia. Esta famosa escuela, en que Platón dio sus lec-
ciones durante cerca de medio siglo, fué un semillero de
hombres virtuosos i de pensadores distinguidos. Platón vi-
vió mas de ochenta años; i al morir dejó su escuela flore-
ciente a cargo de uno de sus discípulos.
Platón elijió el diálogo para esplicar sus doctrinas dán-
doles de este modo una forma hasta cierto punto dramáti-
ca, diferenciando siempre la escena i los caracteres, entre
los cuales sobresale con particular viveza i propiedad el de
Sócrates. Entre sus cincuenta i seis diálogos, los principa-
les son: el Górjias i el Protúgoras, donde los sofistas reci-
ben un cruel castigo por medio del ridículo; el Fedon, que
pintando con admirable sublimidad los últimos momento^
de Sócrates, afirma con argumentos invencibles la creencia
en la inmortalidad del alma; el Fedro i el Banquete^ discu-
sión injeniosa, profunda i poética que demuestra la espiri-
tualidad del amor, cuyo verdadero objeto es la virtud; la
LITERATURA GRIEGA 71
República, ideal de una sociedad organizada según la idea
de lo justo, tomada en un sentido absoluto pero que con-
duce a los mas estraños resultados; Critoa, en que hai una
hermosa personificación de las leyes recordando a Sócrates
sus d;?beres de ciudadano.
En las obras de Platón se encuentran reunidos el espíritu
poético i el espíritu filosófico. Su jenio vasto i brillante sa-
be unir todo el encanto de la imajinacion a las concepcio-
nes mas altas del pensamiento. Como escritor es conside-
rado el mas puro i mas perfecto de los prosadores griegos.
** Las palabras que componen sus frases, dice un célebre
crítico francés, Thomas, las frases que componen el discur-
so, todo se atrae i desplega armónicamente; así como las
ideas se encadenan con las ideas**. Por lo que toca a su
fondo, sus doctrinas están fundadas en el principio de la
unidad de Dios i de la inmortalidad del alma. La virtud pa-
ra el hombre consiste en el esfuerzo pan alcanzar a la se-
mejanza con su criador. No hai mas que una virtud, com-
puesta de cuatro elementos, prudencia, justicia, fortaleza i
templanza, cuyo ejercicio nos hace alcanzar nuestra liber-
tad, es decir, la enerjía moral que nos eleva sobre los inte-
reses sensibles. La virtud puede aprenderse; de donde se
sigue que la educación es un cultivo libre i moral del espíri-
tu. Platón ha estendido sus doctrinas filosóficas al estudio
de !a política, que según él, no es mas que la aplicación en
grande de la lei moral; así como el estado no es mas que la
reunión de una masa de hombres bajo una misma lei, cuyo
objeto es la libertad i la concordia. En las. artes, que son
una aplicación de las fuerzas del pensamiento humano di-
rijido hacia lo ideal por medio de procedimientos materia-
les. Platón asienta que el principio fundamental es la be-
lleza, la cual, como representación sensible de la perfección
física i moral, es una con lo verdadero i con lo bueno.
Aristóteles, su rival en gloria, nació en Estajira, en Ma-
cedonia, el año de 384- antes de J. C. Huérfíino en su niñez,
pasó a Atenas a la edad de veintisiete años, siguió las
lecciones de Platón hasta la muerte de este filósofo, i vol-
XOCIONKS DE HISTORIA LITERARIA
vio mas tarde a Macedonia llamado por el rei Filipo, que
quería confiarle la educación de su hijo Alejandro. Cuando
este príncipe emprendió su campaña contra el imperio per
sa, Aristóteles se estableció en Atenas i fundó su escuela.
Enseñaba paseándose en las galerías del Liceo, antiguo
templo de Apolo Liceo, i de allí nació el nombre de su doc-
trina llamada peripatética (de per/patos^ paseo). Acusado-
de impiedad después de ¡a muerte de»Alejandro, Aristóteles
huyó a Cálsis, en Eubea, i aUí murió a la edad de sesenta i
dos años.
Jenio enciclopédico, pensador profundo i observador pers-
picaz, Aristóteles desterró de sus obras la imajinacion.
Abrazó todos los ramos de investigación científica que se
habían conocido hasta su tiempo, i no hubo ninguno que
no le debiese grandes adelantamientos. Inventó la injenio-
sa teoría del silojismo, dio el primer sistema de lójica i creó
la historia natural. Su Metafísica, primer ensayo en una
ciencia nueva, es digna todavía de estudiarse. Su Política
está llena de máximas i de observaciones admirables. En
su Moral resplandecen ideas tan delicadas como sólidas so-
bre la naturaleza del hombre, espuestas con una sencillez a
veces sublime. En su Retórica i en su Poética se elevó a una
inmensa altura sobre los escritores de su tiempo promul-
gando reglas literarias que serán respetadas siempre. La
variedad de sus conocimientos, i la penetración de su talen-
to hacen de Aristóteles uno de los mas grandes jenios que
haya producido el mundo, i un escritor muí distinguido.
Discípulo asiduo de Platón durante veinte años, Aristó-
teles es considerado comunmente un contradictor perpetuo
de su maestro. Este es un error: lejos de marchar siempre
contra las doctrinas platónicas, no ha hecho de ordinario
mas que darles formas mas netas, mas científicas, mas con-
formes a la rigorosa severidad de la razón. No se debe tam-
poco aceptar el reproche de sequedad i de aridez que se ha
hecho a su estilo, en el cual por el contrarío, Cicerón admi-
raba la finura, la suavidad i la variedad. Debe sí decirse
que en sus escritos domina mas la razón que la imajinacion.
LITERATUnA fSUlEOA
Ha¡ en ellos una tendencia a hacer predominar la práctica
sobre la teoría, la observación de los hechos sobre la espli-
cacion de las ideas. Al revés de Platón, se dirije mas a la
intelijencia que a la sensibilidad, mas a la lójica que a las
facultades poéticas de nuestra alma. Colocando delante
del hombre un fin hacia el cual debe tender el ejercicio simul-
táneo de la razón i de la libertad, hace de la virtud el fun-
damento del soberano bien.
La influencia de Platón i de Aristóteles sobre la posteri-
dad ha sido inmensa. El idealismo de Platón i el espíritu
práctico de Aristóteles, son los dos polos inmutables de los
sistemas filosóficos. Aun hoi dia, toda filosofía es inevita-
blemente aristotélica o platónica.
21. — El estudio de estas escuelas filosóficas pertenece pro-
piamente a la historia de la filosofía; pero aquí debemos
hablar de uno de esos pensadores, que merece un lugar en
la historia literaria. Teofrasto, nacido en Ereso, en la isla
de Lésbos (371 años antes de J. C), fué el discípulo, o mas
bien el amigo i el compañero de trabajos de Aristóteles, i el
segundo jefe de la escuela del Liceo. Su nombre era Tirta-
mo, pero sus discípulos lo llamaron Teofrasto (divino ha-
blador). Compuso un gran número de obras, de las cuales
sólo han llegado hasta nosotros algunas que tratan de his-
toria natural, de física i de meteorolojía. Pero su título de
gloria es otro libro que conocemos con el nombre de Los
caractéreSy i que quizás es formado de fragmentos de una
obra mas estensa en que el autor propondría tipos morales
para la comedia. Teofrasto considera un vicio o una ma-
nía de la naturaleza humana o de la jente de su siglo; lo
nombra; lo define o lo describe, enumerando rasgo por ras-
go las maneras de hablar i de obrar de hombres dominados
por ese vicio o por esa manía. Las observaciones son exac-
tas, delicadas i con frecuencia cómicas: muchos de sus per-
sonajes se presentan como seres verdaderos que el lector
cree reconocer; pero con frecuencia se nota monotonía, ras-
gos arbitrarios i a veces oscuros, lo que hace suponer tam-
bién que la obra de Teofrasto ha sido retocada por manos
74 NOCIONES PE mSTORIA LITERARIA
menos hábiles. Ese libro, debe su gran reputación al mora-
lista francés La Bruyére, que lo tradujo i lo imitó en el si-
glo XVII.
22. — Entre los filósofos contemporáneos de Sócrates es
preciso colocar a Hipócrates, que aplicó el método filosófi-
co al estudio de la naturaleza física del hombre i la curación
délas dolencias que lo aquejan. Hipócrates es el primer
médico i uno de los mas grandes escritores de la antigüedad.
Nacido en la isla de Cos' (460 años antes de J. C), practicó
la medicina en Atenas i murió de una edad mui avanzada.
Sobre su vida se han conservado diversas tradiciones que
la crítica no acepta. Se le ha supuesto curando milagrosa-
mente los enfermos de la peste que asoló a Atenas en tiem-
po de Feríeles i rechazando los ofrecimientos hechos por
Artajérjes, rei de Persia, para establecerse en sus estados.
Lo que parece fuera de duda, es que hizo sus estudios via-
jando en la Grecia i en el Asia i recojiendo en todas partes
las observaciones que la esperiencia habia reunido sobre la
medicina; pero lo que hasta su época habia sido preceptos
prácticos, fué convertido por Hipócratesen nociones funda-'
mentales i lójicas de la ciencia. Su método admirable de
describir las enfermedades, la exactitud rigorosa de sus
preceptos de réjimen, la observación constante de la natu-
raleza que lo alejaba de toda hipótesis i lo hacia fundarse
solamente en la esperimentacion, en un tiempo en que la
anatomía i la fisiolojía estaban mui atrasadas, colocan a
Hipócrates en el número de los sabios mas profundos i sa-
gaces de la Grecia; pero su talento de escritor, la singular
concisión para encerrar axiomas complejos en. un simple
aforismo, hacen que sus obras sean hasta ahora mui esti-
madas por su mérito literario.
23.— La teoría del arte de la palabra habia sido inventa-
da en Sicilia; pero la elocuencia nació en Atenas. Una lei de
Solón mandaba que cuando se reuniese el pueblo para tra-
tar de algún negocio grave, un heraldo gritase: ¿hai algún
ciudadano mayor de cincuenta años que quiera tomar la
palabra? La democracia pura, que formaba la esencia del
LITET?ATÍ T?A OHTEOA 75
gobierno de Atenas, fué, pues, el oríjen de la oratoria, que
constituyó una de las mas vigorosas i espléndidas manifes-
taciones del jenio griego.
Han llegado hasta nosotros algunas obras de diez ora-
dores atenienses, fuera délos discursos de dudosa autentici-
dad que se encuentran consignados en las obras históricas.
Aunque muchos de esos discursos se refieren sólo a asnutt»
particulares, a pleitos privados sobre cuestiones de intere-
ses, revelan, sin embargo, el grado de perfección a que al-
canzó el arte oratorio, i contienen importantes noticias
sobre la jurisprudencia de I09 atenienses i sobre los proce-
dimientos judiciales. Nos limitaremos aquí a dar a cono-
cer sumariamente a los principales de ellos.
24. — Isócrates de Atenas (436-438), el mas célebre de to-
dos los profesores de elocuencia, carecia de la voz i de la
presencia de ánimo tan necesaria para el ejercicio de la ora-
toria. Fundó una escuela de retórica en que se formaron
los mas grandes oradores de la Grecia i compuso varios
discursos que fueron jeneralmente admirados. Desde su es-
cuela ejerció una poderosa influencia sobre la política i la
administración de Atenas. Después de la batalla de Que-
ronea, para no sobrevivir a la ruina de la independencia de
su patria, se dejó morir de inanición a la edad de noventa i
ocho años. El mejor discurso de los veintiuno que nos
han quedado de Isócrates, es uno titulado Panejirico. Los
griegos daban ese nombre a todo discurso pronunciado de-
lante de un gran concurso nacional. El Panejirico de Isó-
crates, pronunciado, según se cree, en los juegos olímpicos,
tiene por objetos ensalzar la preeminencia de Atenas i exci-
tar a los griegos para hacer la guerra a los persas. ¡Sócra-
tes no es un orador enérjico; pero se le considera el modelo
de la pureza ática.
25. — Esquines de Atenas, aunque de condición oscura, fué
el mas ilustre de los oradores griegos después de su anta-
gonista Demóstenes. Cómico en su juventud, en seguida
abogado, se ejercitó en la elocuencia a unaedad avanzada, i
como orador tomó parte entonces en la política. El pueblo
76 NOCIONES I>K mSTOTlIA LITERARIA
*
le honró con importantes misiones a Lacedemonia, cerca
de Filipo de Macedonia que se hallaba en aquel pais i ante
el consejo de los Anfictiones. Colega de Demóstenes en la
embajada a la corte de Macedonia (344), se declaró, sin
embargo, entre ellos durante esa misma misión una pro-
funda enemistad. Esquines, hombre oscuro por su oríjen i
por su primera educación, pero dotado de un gran talento,
carecia de moralidad, i se dejó ganar por las lisonjas de
Filipo, i tal vez por su jenerosidad. Tenia las cualidades
oratorias que seducen al pueblo; pero le faltaba la conside-
ración que dan una vida irreprochable, la fijeza en los prin-
pios i la elevación de pensamientos. Los tres discursos que
nos quedan de Esquines se refieren a su lucha con Demóste-
nes, i de ellos vamos a hablar mas adelante.
26 Demóstenes (385-322) es el mas grande orador de la
Grecia i quizás de todos los paises i de todos los tiempos.
A la edad de diecisiete años pronunció contra sus tutores,
que habian dilapidado su patrimonio, cinco alegatos que
hasta ahora se conservan. Habiendo ganado aquel juicio,
se sintió estimulado a arengar al póbHco en la tribuna. Su
voz débil, su respiración laboriosa, la poca gracia de su
jesticulacion i lo desordenado de sus períodos le atrajeron
los silbos de la muchedumbre. Demóstenes estuvo a punto
de renunciar a la oratoria: un cómico llamado Sátiro lo
reanimó. A fuerza de ])aciencia i de estudio, Demóstenes
triunfó de sus defectos naturales: por el ejercicio, fortificó su
pecho, depuró su pronunciación, corrijió sus movimientos i
acabó por hacerse dueño de todos estos secretos de la ora-
toria a que los antiguos daban tanta importancia. Algu-
nos escritores hablan de un gabinete subterráneo en que
Demóstenes se encerraba meses enteros copiando a Tucí-
dides, declamando, meditando, escribiendo. A la edad
veinticinco años reapareció en la tribuna pronunciando
dos oraciones contra Léptines, autor de una lei que impo-
nia a todo ciudadano la obligación de aceptar funciones
onerosas. En seguida trabajó mucho en causas judiciales,
haciendo casi siempre el papel de acusador a que lo incli-
LITRRATÜHA (miFíOA 77
naba su jenio áspero i violento. Sin embargo, su principal
gloría fué adquirida por sus discursos políticos^ que le die-
ron grande influencia en el gobierno i reanimaron algún
tanto a la república decadente. Las Wes habian perdido
su poder: a la austeridad de las costumbres antiguas ha-
bian sucedido la lijereza, la pereza, la vanidad i una pasión
inmoderada por los placeres i diversiones. De las virtudes
de sus padres no quedaban ya a los atenienses mas que el
amor al suelo natal que los hacia susceptibles todavía de
esfuerzos heroicos para sostener su independencia. Nadie
mejor que Demóstenes conoció el arte de exitarlos. Adivinó
los proyectos del ambicioso Filipo, i los conoció a fondo
durante su embajada a Lacedemonia. Desde entonces no
tuvo mas que un pensamiento, el de levantar a Atenas pa-
ra poner obstáculo al poder siempre creciente del rei de
Macedonia. Por todas partes le busca enemigos: Filipo
no puede dar paso sin que su política no sea descubier-
ta. Demóstenes no se cansa de anunciar a Atenas el peligro
que corre i de llamarla al sentimiento de sus deberes. Las
Filípicas i las Olínticas son los monumentos de esta vijilan-
cia patriótica. Esta lucha de la elocuencia de un hombre
contra las armas de un gran monarca duró los catorce
años que precedieron a la subyugación de la Grecia. En
ella, Demóstenes recibió la mas honrosa recompensa a que
puede aspirar un ciudadano. Ctesifon propuso al pueblo
que se le decretara una corona de oro: Esquines, enemista-
do ya con Demóstenes, se declaró en contra del proyecto i
lo acusó de grandes delitos. El combate de la elocuencia
suscitado entonces entre los dos mas célebres oradores,
trajo un concurso inmenso. Demóstenes triunfó, i su anta-
gonista fué desterrado, según la lei, por no haber obtenido
la quinta parte de los votos.
Aquel célebre proceso, que duró años de su iniciación
hasta su final desenlace, dio lugar al mas famoso discurso
de Demóstenes, que es conocido con el nombre de Arenga
por la corona; pero el triunfo de éste no fué duradero. Es-
quines habia ido a Rodas a fundar una escuela de retórica,
78 NOCIONES DE HISTORIA ILITERARIA
de donde se trasladó a Sámos para acabar sus dias pacífi-
camente. Demóstenes mucho menos feliz que él, fué también
condenado al destierro bajo el reinado de Alejandro Mag-
no. Después de la muerte de este príncipe, trató todavía de
formar una liga de las ciudades griegas contra los macedo-
nios. Antípatro la disuelve. Demóstenes, condenado a
muerte, huye a la isla de Calauría, se asila en el templo de
Neptuno i allí se envenena para no caer vivo en manos de
sus perseguidores.
Demóstenes, volvemos a repetirlo, pasa por el primer
modelo de oratoria que nos haya legado la antigüedad.
Sus sesenta i un discursos, que se conservan, son un monu-
mento de concisión en la forma i de fecundidad en las prue-
bas. La lójica, el tejido de sus razonamientos es indestruc-
tible. Sus discursos están llenos de calor, de vehemencia, i
aun ahora, después de mas de dos mil años, nos hacen sen-
tir las impresiones que él mismo esperimentaba. Su dicción
es a un tiempo magnífica i sencilla, elaborada con un arte
supremo, que a veces se deja conocer, pero que siempre en-
canta i conmueve.
Al lado de esos grandes maestros de la palabra florecie-
ron en Atenas otros ilustres oradores, cuyas obras, o a lo
menos una parte, han llegado hasta nosotros.
CAPÍTULO V.
liiteratnra yrlefc».
(tercer período.— desde alejandro hasta el siglo iy
de nuestra era.)
1. Alejandría convertida en centro del movimiento literario. — 2.
Los poetas de Alejandría.— 3 Teócríto. — 4. Historia; Polibio.
—5. Strabot).- 6. Diodoro de Sicilia i Dionisio deHalicarnaso.
—7. Flaviojosefo.— 8. Plutarco.— 9. Otros historíadores 10.
Pausáüias i Ptolemeo. — 11. Ateneo i Diójenes Laertio.— 12.
Dion Crisóstomo.— 13. Luciano; la novela griega. — 14. Marco
Aurelio. — 15. Plotino; I.onjino.- 16. Opiano i Babrio.
1.— Después de Demóstenes i de Aristóteles, la literatura
griega cambia de carácter i de dirección. Desde entonces
produjo jenios menos atrevidos i menos fecundos, pero el
progreso de las luces i una civilización mas jeneral compen-
san aquella falta. Los jenios inventores se hicieron mas ra-
ros: pero el espíritu crítico se desarrolló en proporción
opuesta. Hasta entonces Atenas habia sido el centro prin-
cipal de las letras i de las artes: Alejandría, la nueva capi-
tal del Ejipto, la reemplazó en su influencia. Por su posición
admirable entre la Europa, el Asia i el África, Alejandría se
hizo el depósito del comercio del mundo i la confluencia de
las doctrinas orientales que vinieron a secundar la filosofía
griega. Los Ptolemeos,\que reinaron con alguna gloria en
80 NOCIONES I)K IIISTOIIIA LITIflRARlA
Ejipto, fomentaron las ciencias i las artes. La famosa biblio-
teca de Alejandría i el Museo, edificio estenso en que los li-
teratos i los sabios mas distinguidos eran mantenidos a
espensas del estado, fueron el espléndido asilo de las letras
i de los literatos. La misma abundancia del papiro facilita-
ba la multiplicación de los manuscritos. El papiro es una
hermosa planta que crece en Ejipto a orillas de los rios i de
los lagos, i cuyos tallos formados de una finísima hoja en-
vuelta en forma de rollo, scrvian en vez de papel.
Bajo un orden semejante, todo concurxió para hacer pre-
valecer la erudición sobre el libre desarrollo de las intelijen-
cias. Así fué como la literatura cambió de carácter. Enton-
ces hubo sabios, tal como los comprendemos en el dia. En
Alejandría fué trazado el círculo de conocimientos humanos
que era necesario recorrer para aspirar al título de hombre
de letras. En la corte de los Ptolemeos también, la protec-
ción de los príncipes, si bien contribuyó poderosamente al
desenvolvimiento de las ciencias exactas i naturales, de las
matemáticas, la astronomía, la botánica i la medicina,
produjo un mal que se ha desarrollado siempre en circuns-
tancias análogas. El espíritu de servilismo se hizo sentir en
la literatura, prostituyéndose ésta hasta convertirse en
una baja lisonja.
2. — Los poetas de Alejandría eran sabios, pero carecian
de imajinacion i de gusto: gastaban mucha paciencia en
hacer anagramas u otras futilezas del mismo jénero. Bas-
taria citar a Licofron, autor de algunas trajedias que no
han llegado hasta nosotros, i de un poema titulado Casnri'
dra, que se refiere a la guerra de Troya, i que es sólo un
largo enigma casi impenetrable en que el poeta oscurece in-
tencionalmente su pensamiento por perífrasis i por alusio-
nes inintelijibles. Apolonio de Rodas, discípulo del anterior
e igualmente erudito, compuso un poema titulado Las ar-
gonáuticaSy en que celebra la espedicion de los argonautas
en busca del vellocino de oro, revistiendo la narración his-
tórica con versos bien hechos, con una dicción pura i con
una agradable suavidad de estilo, i adornándola ademas
' LirKHATI HA (.hik<;a 81
con descripciones pintorescas, pero sin haber podido hacer
un verdadero poema. Arato de Solos, (pie floreció 250 años
antes de J. C, compuso un poema didáctico titulado Los
fenómenos i las se fw les, en que espone la astronomía i la
astrolojía, es decir, el curso de los astros i su influencia so-
bre el porvenir. Algunos pasajes de esta obra revelan un
verdadero poeta; pero a pesar de ello, Arato es sólo el mas
celebre de los poetas (|ue tomaron la ciencia por la poesía.
3. — En esta época, sin em})ar^o, encontramos un verda-
dero poeta, en Teócrito de Siracusa, que florecia en el siglo
III antes de J. C; i que cultivó en Sicilia i en Alejandría el
jénero bucólico o pastoral. Según la opinión mas. común,
esta especie de poesía nació en Sicilia. El mas antiguo poe-
ta bucólico de la Grecia es el pastor Dáfnis» que vino a ser
el héroe de la pastoral artificial. Como el tiempo no ha res-
petado ningún fragmento de las obras de este célebre can-
tor, Teócrito pasa por el creador i por padre de este jénero
de poesía. Se distingue entre todos los poetas pastorales
por su fidelidad en la descripción del paisaje en que coloca
la escena, por la pintura de los caracteres, i ])or la sencilla
naturalidad de sus cuadros.
De sus obras sólo han llegado hasta nosotros treinta
piezas poéticas reunidas con el nombre de Idilios, voz que
orijinariamente significaba pequeños cuadros, poesías lije-
ras. Como cierto numero délas poesías que contiene esa
recopilación, son cantos bucólicos, la palabra Idilio ha
sido considerada mas tarde como la designación del jénero
pastoral; i vulgarmente se considera a Teócrito como can-
tor de los pastores. Sin embargo, en algunas de esas poe-
sías, tomando alternativamente el tono de la oda i el de
la epopeya, su musa se eWva casi tan alto como la de
Homero.
4- Las conquistas de Alejandro ensancharon el campo
de la historia. Esta es la época en íjue floreció Polibio de
Megalópolis (205-123), hombre de estado, militar forma-
do por Filopémen, i uno de los jefes de la liga aquea. A la
edad de cuarenta años fué conducido a Roma en rehenes i
'lOMC» IV O
82 XOCIONKS l)K HISTORIA LITERARIA
permaneció allí diecisiete. Entonces fué el amigo i compa-
nero de armas del joven. Scipion Emiliano. Para reunir los
materiales de la grande obra que proyectaba, hizo viajes a
Galia, a la Iberia i hasta al mar Atlántico. Scipion hizo que
se le permitiera estudiar los libros censuales, rejistros con-
servados en el Capitolio, i los otros documentos históricos.
De vuelta a Grecia, Polibio prestó grandes servicios a sus
compatriotas i se opuso en vano a la guerra contra los ro-
manos. Esta guerra estalló cuando él se hallaba con Sci-
pion en África, en donde asistió a la toma de Cartago. Po-
libio no volvió a Grecia sino después de la toma deCorinto;
¡ entonces, reducida su patria a provincia romana, recorrió
el Poloponeso en calidad de comisario, estableció el nuevo
réjimen con suavidad, i mereció. el reconocimiento de los
habitantes. Después de un viaje a Ejipto i a España, en
que acompañaba a Scipion, volvió a Acaya i murió en
una edad mui avanzada de resultas de una caida del ca-
ballo.
Polibio pasó largos años preparando materiales i escri-
biendo una prolija Historia jeneral que abrazaba los cin-
cuenta i tres años (de 220 a 146) mas notables del desen-
volvimiento i progreso de la república romana, las guerras
púnicas i la conquista de Grecia. Desgraciadamente no nos
quedan mas que los cinco primeros años de esta historia i
algunos fragmentos desligados del resto. Escritor menos
puro i elegante talvez que los historiadores que lo habian
precedido. Polibio era en cambio un hombre de una grande
honradez i poseía un profundo buen sentido. Jamas la his-
toria ha sido escrita por un hombre de mas juicio, de una
penetración mas profunda i de un criterio mas libre de
toda preocupación. Pocos escritores han reunido en mas
alto grado los conocimientos militares i políticos i ningu-
no ha llevado mas lejos la imparcialidad i el respeto por la
verdad.
5.— Convertida en provincia romana, la Grecia perdió
hasta su nombre: sus vencedores la llamaron Acaya. La
Grecia ejipcia, es decir, la monarquía de los Ptolomeos, fué
LlTEUAXrUA GRIEGA 83
reducida también a provincia romana. Toda sombra de
independencia pereció entonces; pero la literatura griega
prolongó todavía su existencia durante muchos siglos i
siguió arrojando vivos resplandores. La historia i la jeo-
grafía siguieron cultivándose con singular pasión. Stra-
bon, nacido en Amasea, en el Asia Menor, a mediados del
primer siglo antes de J. C, estudió en Alejandría i compuso
unas memorias históricas que no han llegado hasta noso-
tros, i una jeografía, que era el complemento de aquéllas.
A pesar de este propósito modesto la jeografía de Strabon
es una obra mui notable por el número i la precisión de los
detalles que contiene, i a veces por el juicio i la profundidad
de las frecuentes reflexiones que hace sobre la historia, las
instituciones i las costumbres de los diversos pueblos.
G. — Contemporáneo de Strabon fué Diodoro de Sicilia,
que en los cuarenta libros de su Bibiotcca histórica habia
resumido todo lo que los historiadores precedentes habian
escrito sobre el Ejipto, la Persia, la Grecia, Roma i Carta-
go. Mas de la mitad de la obra de Diodoro se ha perdido;
pero la parte que nos queda es una mina inagotable de
hechos i de detalles curiosos que no se encuentran en nin-
guna otra parte. Bajo el título de Autií*üeda(les romanas,
Dionisio de Halicarnaso compuso una historia de los pri-
meros tiempos de Roma, de la cual no conocemos mas que
una parte notable por su exactitud.
7. — Flavio Josefo, nacido en Jei usalen el año 37 de la era
cristiana, habia tomado parte en la rebelión de los judíos
contra los romanos, después de haberse opuesto a ella con
todo su poder. Hecho prisionero, predijo a Flavio Vespa-
siano su futura grandeza; i cumplida la predicción, obtuvo
su libertad, i tomó el sobrenombre de Flavio, para indicar
que era liberto de aquel príncipe. ."Xcompañó a Tito en el
sitio de Jerusalen, lo siguió después a Roma i jiasó el resto
de sus dias al lado de la familia imperial. Josefo compuso
varias obras, unas en hebreo, que él mismo traducia al
griego, CííUio la Historia de ¡a guerra de Jadea i otras que
compuso primitivamente en griego, como las Antigüeda-
84 NO( IONES DE IIISTOIUA LITBlJAlilA
(hs jtidaicns. En la primera refiere con gran talento i colo-
rido la rebelión de Judea i la destrucción dejerusalen. En
la segunda cuenta la historia del pueblo hebreo con grande
habilidad, pero suprimiendo de ella o modificando todo
aquello que, a su juicio, no da idea favorable de sus compa-
triotas. Josefo escribió también su propia vida, notable
por la claridad i por las noticias que contiene.
8. — Pero elmas famoso de los historiadores de esta é|)oca
así como también de todos los escritores de ella, i el mas
popular de todos los prosadores de la antigüedad, es sin
duda Plutarco. Nacido en (Jueronea, en Beocia, el año 50
de nuera era, estudió la filosofía en Atenas, i viajó en se-
guida. En Roma enseñó la filosofía al emperador Adriano,
que le hizo cónsul i gobernador de Iliria. Vuelto a su patria,
fué en ella majistrado i sacerdote de Apolo, i ahí murió de
una edad mui avanzada en medio del respeto de sus com-
patriotas. Por sus creencias i por su carácter. Plutarco fué
casi el líltimo representante serio del politeismo griego i
del espíritu de los tiempos antiguos.
Plutarco escribió sobre muchas materias. Sus Obras mo-
rales son un vasto repertorio de anécdotas, de diserta-
ciones i de consideraciones sobre las materias mas diversas,
en que se encuentran siempre algo que instruye o que de-
leita. En sus Vicias paralelas traza las biografías de los mas
señalados personajes de la historia griega i romana, agru-
pándolas artificiosamente de dos en dos por la identidad
de los ceractéres para compararlos en seguida; Teseo con
Rómulo, Licurgo con Xuma, Temístocles con Camilo, Arís-
tides con Catón, Alejandro con Julio César, Demóstenes
con Cicerón, i así otras muchas hasta el número de cuaren-
ta i cuatro. Compuso también algunas biografías sueltas.
Como escritor. Plutarco ha snbido revestir sus biografías
de una sencillez casi inimitable. Nos j)rese:ita a los i)erso"
najes no sólo en los negocios [)úl)licos, sino en el seno de la
familia, i mediante anécdotas no siem¡)re escojidas con se-
vera crítica. Se distingue particularmente en la pintura de
los caracteres; pero exajera la unidad de éstos haciendo
LTTtíRATniA (iRIBGA 85
aparecerá cada hombre como dominado por una sola idea,
por una pasión exclusiva, o como dechado de una virtud
perfecta. Plutarco no conoce la infinidad de matices que se-
paran la virtud del vicio. Muí poco prolijo como historiador
en ciertas ocasiones, ha consignado, sin embargo, en sus
biografías noticias históricas de suma importancia i ciertos
datos que nos dan a conocer algunas fases de la civilización
i de la vida social de los griegos. Sus obras están serabra-
clas de máximas morales, hijas las unas de la filosofía, fruto
otras de un patriotismo sincero i a veces exajerado.
9. — Después de Plutarco flíjrecieron muchos otros histo-
riadores que escribieron sus obras en griego. Arriano de
Nicomedia, nacido en el segundo siglo de la era cristiana,
escribió, aparte de una obra sobre filosofía, la Historia de
la espedicion de, Alejandro, en que ha imitado el estilo de
Jenofonte, i ha consignado las mejores noticias sobre aque-
llas g^uerras memorables. Apiano de Alejandría escribió
una historia de las guerras civiles de Roma, en que ha tra-
zado el cuadro vigoroso de la corrupción del imperio. Dion
Casio escribió una historia romana, de la cual se conserva
sólo una parte. Herodiano es el historiador de un período
de cincuenta i nueve años del imperio romano, desde Mar-
co Aurelio hasta Gordiano el joven, i ha reunido en su libro
noticias mui interesantes. Aunque las obras de estos escri-
tores tengan una grande importancia como documentos
históricos, i aunque literariamente no carezcan de mérito,
son mui inferiores o los grandes modelos que nos ha lega-
do la antigüedíid en el arte de escribir la historia.
10. — En esta época, (segundo siglo de la era cristiana),
Horecieron dos grandes jeógrafos. Pausánias, natural de
Frijia, compuso una Descripción de la Grecia, que contiene
los mas prolijos pormenores sol)re las obras de arquitectu-
ra, de escultura i de pintura de las ciudades griegas. Clau-
dio Ptolomeo, natural de íijipto, aprovechándose de algu-
nos trabajos anteriores perdidos j)cira nosotros, resumió
todo lo que los antiguos conocieron sobre la jeografía
matemática. Su Sistema dejcognüía^ a pesar de los erro-
R6 NOCIONES DE TTlSTOniA LITERARIA
res que contiene respecto de la ciencia moderna, es una obra
monumental de estudio i de observación.
11. — Debemos hablar también aquí de dos escritores grie-
gos cuyas obras, sin poseer un verdadero mérito literario
contienen, sin embargo, importantes noticias para conocer
la literatura i la filosofía de la antigüedad. Hablamos de
Ateneo i de Diójenes Laertio.
Ateneo, natural de Náucratis, en Ejipto, vivia a fines del
segundo siglo de la era cristiana i principios del siguiente, i
enseñaba con cierto brillo la gramática i la retórica. Pero
su reputación está fundada en un libro que compuso con el
título de Las cenas de los sabios. Es esta una obra preciosa
por las estensas citas de grandes escritores i poetas, cuyos
trabajos nos serian enteramente desconocidos sin Ateneo.
Esta :jbra no nos ha llegado completa, pero la parte que
se conserva tiene en cierto modo la importancia de una
historia literaria.
Diójenes Laertio, era orijinarlo de Laerte, en Cilicla, de
donde le vino su segundo nombre, i vivia en el siglo III de
nuestra era. Compuso un libro sobre la vida de los grandes
filósofos griegos, en que estos están clasificados en las dos
grandes escuelas, la Jónica i la Itálica, dejando un libro
entero para la filosofía de Epicuro. La obra de Diójenes es
preciosa por la muchedumbre de hechos i de pormenores
que nos suministra, i por el gran número de pasajes de es-
critos perdidos que nos ha conservado. Con frecuencia cré-
dulo e inexacto, es sin embargo, mui imparcial. Su libro,
sin ser propiamente un resumen histórico de la filosofía, fué
escrito en una época en que esa filosofía iba a espirar, i tie-
ne por tanto una grande importancia para la posteridad.
12. — La retórica i la elocuencia, aunque circunscritas en
esta época a las defensas jurídicas i a los discursos de cere-
monia, puesto que la oratoria de la antigua democracia
habia enmudecido, florecieron, sin embargo, con mucho
brillo i alcanzaron una gran boga. Las declamaciones lle-
garon a ser una parte de las fiestas públicas, una necesidad
para el ocio de los ricos, un espectáculo en fin que reempla-
LITERATURA GRIEGA 87
zaba las emociones de las luchas de la elocuencia política.
Este jénero falso i bastardo hizo célebres a algunos retó-
ricos de segundo mérito; pero brilló en el un hombre que,
por su talento i sus virtudes, merecia haber florecido en los
mejores tiempos de la Grecia. Dion, nacido en Bitinia, a
mediados del primer siglo de la era cristiana, compuso so-
bre diversos asuntos de filosofía, de moral i de literatura
un número de discursos i de disertaciones, de los cuales han
llegado ochenta, que forman un curso completo de moral
en que domina la doctrina estoica. Trata en ellas muchas
cuestiones sociales, del destierro, de la servidumbre, de la
libertad, de las enfermedades morales; aborda también las
cuestiones políticas, i siempre deja ver una alma grande e
inclinada al bien.
Dion habia viajado i estudiado mucho, i el estudio habia
desarrollado su carácter. Estando en Siria, Vespasiano,
que acababa de ser nombrado emperador, le consultó lo
que debia hacer en el gobierno: Dion le recomendó que res-
tableciese la república. Sus virtudes lo hicieron sospechoso
bajo Domiciano: refujióse entonces entre los escitas; i allí,
cuando se supo la muerte de ese emperador, él indujo al
ejército del Danubio a proclamar a Nerva. En Roma llegó
a ser el consejero íntimo de Trajano; fué elevado a altos
honores i alcanzó una reputación sólida de grande orador
i de hombre probo. Dion pretendia elevar el paganismo, es-
piritualizándolo por la moral, en una época en que tocaba
a su fin el culto de los dioses del Olimpo. Sus contemporá-
neos dieron a Dion el sobrenombre de Crisóstomo (boca de
oro) con que es jencral mente conocido.
13. — Otro retórico mas brillante o a lo menos mucho mas
popular, comprendió también en esa época (¡ue habia llega-
do su término al paganismo; pero en vez de intentar re-
construir el edificio, como Dion Crisóstomo, se empeñó en
derribarlo completamente. Era éste Luciano, nacido en
Samósata en Siria, a mediados del siglo II de la era cristia-
na. Cultivó la filosofía i la oratoria en Atenas, hizo largos
viajes por el Asia menor, i al fin enseñó la retórica en la
88 NOCIONES DK HISTORIA ILITERARIA
Galia. En el reinado de Marco Aurelio obtuvo el cargo de
intendente de una parte del Bjipto. Entre el paganismo que
desaparecia, i el cristianismo, combatido todavía por los
poderosos, hubo en aquel siglo muchos espíritus escépticos
e indolentes que vcian sin inmutarse la lucha entre la civi-
lización antigua i el elemento nuevo (¡ue habia de modifi-
carla. Luciano es el mas ilustre ejemplo de esta es|)ectante
neutralidad. Indiferente a todos los sistemas filosóficos en-
tonces en boga, no vio en ellos mas que su lado débil, el que
se prestaba al ridículo. Escritor esmerado i elegante, espí-
ritu sarcástico i burlón, Luciano es uno de los tipos mas
orijinales que nos ha legado la literatura antigua. Casi to-
das sus obras tienen la forma de diálogos,, que son verda-
deras conversaciones, realmente dramáticas, que dejan ver
el injenio picante i la sátira acerada de Aristófanes. La
avaricia de los viejos, los chascos de los buscadores de he-
rencias, la credulidad del vulgo, el énfasis de los retóricos,
la arrogancia de los filósofos son para él fuentes inagota-
bles de finísimas burlas i de agradables lecciones. Bajo apa-
riencias festivas i lijeras, Luciano encierra un profundo
buen sentido. Se le ha llamado el Yoltaire de su tiempo;
i en efecto, es difícil encontrar dos jenios que ofrezcan ma-
yores semejanzas.
Luciano no atacaba sólo a los filósofos; de sus burlas no
se escaparon los dioses del Olimpo. Sus Diálogos de los
dioses i los de los muertos son la sátira mas atrevida i fe-
liz que se haya hecho del paganismo. Los dioses están des-
pojados allí de todo prestijio, i aparecen como hombres
animados de todas las pasiones, dejando ver sus rivalida-
des, sus amores, su cólera i sus tribulaciones domésticas.
Luciano hizo también del cristianismo el objeto de sus ata-
ques; pero sus dardos, vagos e inciertos, van dirijidos con-
tra un fantasma, que no es la relijion cristiana, que era to-
davía mal conocida.
Las obras mas populares de Luciano son quizás sus no-
velas. Este jcncro literario no era completamente descono-
oido a los griegos. Los filósofos habian empleado la narra-
LITERATURA (tRIEíIA 80
cion de hechos fabulosos para divulgar sus ideas. La
Ciropedia de Jenofonte, la Atlántida de Platón, alegoría en
que este filósofo espone sus teorías políticas i sociales, al-
gunas de las disertaciones de Dion Crisóstorao i muchas
otras obras de la antigüedad, son verdaderas novelas de
un carácter filosófico. Con el título de biografías de Ho-
mero, de Esopo i de otros personajes, se compusieron ver-
daderas novelas llenas de aventuras de pura imajinacion.
Pero los griegos conocieron también novelas de otro jénero,
cuentos de un carácter amoroso, ordinariamente libres, que
sin duda se conservaban sólo en la memoria, i que se supo-
nian orijinarios de la rica i voluptuosa Mileto, de donde les
vino el nombre de Cuentos miksios. \]n tal Arístides de Mi-
leto, acerca del cual se ignora hasta el siglo en que vivió,
reunió algunos de esos cuentos en un libro, que no ha llega-
do hasta nosotros. Fueron también comunes las historias
maravillosas de metamorfosis, o trasformaciones de hom-
bres en plantas o en animales, i los viajes a paises descono-
cidos i muchas veces fabulosos, llenos de aventuras por-
tentosas. Luciano compuso una obra en cada uno de estos
dos jéneros en que brilla su talento. Lucio o El Asno es la
historia de la transformación de un hombre en asno por me-
dio de un hechizo. Las aventuras de ese asno, que termi'
nan por su vuelta a su estado de hombre, forman una no-
vela sumamente divertida, pero empañada por la libertad
excesiva de algunos pasajes. La Historia verdadera es la
relación de un viaje imajinario en que el autor recorre paí-
ses desconocidos i maravillosos, visita los astros, toma par-
te en las guerras que sostienen sus habitantes, i permanece
siete meses en una isla en (jue viven los grandes hombres de
la antigüedad. En ambas novelas domina el espíritu bur-
lón i escéptico de Luciano.
10. —Hemos dicho que Luciano contribuyó poderosamen-
te con sus burlas a desprcstijiar el politeismo griego. Su
protector Marco Aurelio ayudó a esta obra con su tole-
rancia ilustrada, mediante la cual la filosofía derrocaba a
los dioses del Olimpo, i el cristianismo traia a su vez nue-
90 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
VOS elementos de civilización. Aquel filósofo coronado, i co-
ronado emperador romano, tiene también un lugar entre
los escritores griegos. Formado en la escuela de los filóso-
fos estoicos, Marco Aurelio probó al parecer la verdad de
una profecía de Platón que hacia del reinado de la filosofía
la condición de la felicidad de los pueblos. Ademas del re-
cuerdo de sus virtudes, ha dejado un libro admirable que
contiene Uis observaciones morales que escribia para su
propio uso. Los Pensamientos de Marco Aurelio son má-
ximas morales que escribia en griego para sí mismo i sin
intención de hacerlas públicas. Ese libro es el que mas se
acerca a la moral del evanjelio de cuantos nos ha legado la
antigüedad profana.
Otro emperador romano, Juliano, denominado el após.
tata, escribió también en griego, en un estilo brillante, con
el proyecto quimérico de combatir el cristianismo i de reje-
nerar el politeismo esplicando sus absurdos por medio de
una interpretación mística e inaceptable.
15.— La filosofía sufrió en esta época las mismas vicisitu-
des de resurrección i de decadencia. El contacto de las doc-
trinas orientales con la filosofía griega, i la fusión que se
operó entre estos dos elementos en la escuela de Alejandría,
produjeron una revolución de la- cual el mas notable repre-
sentante fué el ejipcio Plotino, que floreció en el siglo 111 de
la era cristiana. Plotino como jefe de la escuela neo-plató-
nica, trató de refundir las doctrinas de Platón i de Aristó-
teles con las doctrinas orientales.
Plotino se ocupó también en estudiar la cuestión de lo
bello, definiendo estaidea como esplendor de lo verdadero.
Ya Platón liabia iniciado el estudio de estas cuestiones
dando oríjen a la ciencia denominada estética, Plotino
adelantó sus teorías; pero un discípulo suyo; el sirio Lonji-
no, (jue enseñó la retórica en Atenas, la adelantó estraor-
dinariamente. De las muchas obras de Lonjino, sólo nos
quedan algunos fragmentos, i como dos tercios de su Tra-
tado de lo sublimcy que sirven de fundamento a su renom-
bre. Bs este un examen elegante c injenioso de los ciernen-
LITERATUBA GRIEGA 91
tos i de los modelos de sublimidad en oratoria ¡ en poética,
en que sin embargo no se ha estudiado filosóficamente el
oríjen de lo sublime.
16.— En estos siglos de decadencia de la literatura grie-
ga, la poesía casi no se deja entrever. La poesía lírica no
presenta ninguna huella. La trajedií i la comedia no figu-
ran ni aun de nombre. Al mismo tiempo que unosjéneros
perecen otros se alteran i debilitan. Así, los ensayos épi-
cos, que casi nos son desconocidos, son simples tratados
cronolójicos o jeográficos, en que se encuentra alguna cien-
cia, i una falta casi absoluta de inspiración.
En el jénero descriptivo, floreció sin embargo un poeta
que merece recordarse. Opiano de Cilicia, contemporáneo
de Marco Aurelio, compuso dos poemas, uno sobre la pes-
ca i otro sobre la caza. El primero, interesante por los co-
nocimientos de historia natural que encierra, es también
notable por la elegancia i la pureza continua del estilo. El
segundo es inferior. Se cree con algún fundamente que cada
una de estas dos obras sea de un poeta distinto.
Se coloca también en esta última época de la literatura
griega el nombre de un poeta, de cuya vida i de cuya patria
no se tiene la mas remota noticia. Babrio, éste es su nom-
bre, es autor de una recopilación de fábulas griegas del jé-
nero esópico, desconocidas durante muchos siglos, que se
suponen escritas en tiempo de Augusto, i que sólo fueron
encontradas en 1840, en un monasterio del monte Atos.
Algunas de estas fábulas son pueriles i obscenas; pero a ve-
ces se elevan a la verdadera poesía; i mas de una de esas
narraciones es una pequeña obra maestra.
Las letras griegas no desaparecieron con estos escrito-
res. La lengua de Homero i de Platón sirvió todavía a nue-
.vas jeneraciones de prosadores i de poetas; pero éstos, aun-
que herederos del jenio helénico, forman parte del período
denominado bizantino.
CAPITULO VI.
liJteratura romana.
(primer período: desde los tiempos primitivos hasta
césar i cicerón.)
1. Carácter jeneral de la literatura romana.— 2. Primitivos monu-
mentos literarios, anteriores a la importación del gusto grie-
go.--.3. Livio Andrónico i Ncvio.— 4. Enio.— 5. La comedia:
Plauto i Terencio.—6. La sátira.— 7. Historiadores: Catón.—
8. La elocuencia i la ñlosoíia.
1. -Los griegos, como hemos visto, recibieron del oriente
la herencia de las doctrinas ejipcias e indianas, pero las im-
pregnaron de un espíritu nuevo, i crearon formas propias,
de modo que con justo título se les puede llamar creadores.
Otros pueblos, esencialmente imitadores, se contentan con
marchar siguiendo la huella desús predecesores. Los roma-
nos deben ser considerados en este segundo rango. Consa-
grados enteramente a la guerra i a la conquista, cuando
pretendieron tener literatura i artes, se contentaron con
imitar a los griegos. Sólo crearon la sátira i la epístola
poética, o a lo menos la forma de estos dos jéneros. Pero
aun reconociendo esta falta de orijinalidad de la literatura
romana, es menester ir a buscar entre sus escritores los mo-
delos mas perfectos del arte de la imitación, i aun en ellos
94 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
se percibe la influencia de las costumbres del mas orgulloso
i el mas atrevido de todos los pueblos del irmndo.
A la época de la fundación de Roma había en la Italia
tantas lenguas como pueblos diferentes, los celtas al norte,
los etruscos en el centro con los samnitas i todas las tribus
oseas. Las colonias de la Grt^cia estaban al sur. Todas es-
tas razas diversas se ajitaban en Italia cuando Roma em-
prendió su grande obra de monopolización i de conquista.
La lucha fué larga, pero la victoria destruyó la lengua, la
libertad, las costumbres de los vencidos. Roma en su carác-
ter de conquistadora, se lo apropió todo, i lo convirtió en
provecho del progreso de su propia civilización. La lengua
osea, nacida de la misma fuente del idioma de los griegos,
vino a ser el foco i el principal elemento del latin, modifica-
do, sin embargo, por otros elementos, i particularmente por
la lengua griega.
2. — El período de quinientos años que precedió a la im-
portación de la literatura griega en Roma no ha dejado
mas que recuerdos oscuros i fragmentos incompletos. Agri-
cultores i relijiosos en su principio, la poesía primitiva de
los romanos está marcada por este doble oríjen. Con moti-
vo de la institución de los Arrales, se compusieron los pri-
meros cantos tradicionales que han llegado hasta nosotros.
Los hermanos Arvales eran una corporación de doce sacer-
dotes que todos los años, a principios de la primavera,
paseaban en los campos un cerdo lechon para obtener la
protección de los dioses. Los eruditos modernos, venciendo
grandes dificultades, han alcanzado a interpretar los frag-
mentos que nos quedan de aquel canto, i se ha reconocido
que es una deesas plegarias que los labradores de todos los
países dirijen al cielo para pedir que caigan sus dones sobre
los campos.
Los cantos de los sacerdotes vSr'í //os, llamados Axfimenta
se refieren también a las ceremonias relijiosas. El fervor se
espresaba en ellos por una especie de delirio obligado i por
danzas acompañadas de cantos i de ceremonias estra va-
gantes. Esos cantos estaban compuestos en un idioma que
LITKKATI'RA KOMANA 95
no se entendía en tiempo de Horacio. Ciertas invectivas
satíricas dirijidas por los soldados a los triunfadores, cier-
tas fiestas de los campos celebradas en los alrededores de
las ciudades, daban también lugar a bailes en que se mez-
claban los cantos llamados fesceninos, i a diálogos que te-
nian alguna apariencia dramática. Tal es el oríjen que se
atribuye al gusto escénico de los romanos. Los diálogos
estaban compuestos en versos saturnio^, horribles a juicio
de Horacio, i sobre cuyo artificio métrico discuten mucho
los eruditos. A fines del siglo IV antes de Jesucristo, la in-
troducción en Roma de danzantes i de actores etruscos dio
una forma mas regular a estos elementos groseros.
Desde esa época se sintió la necesidad de reunir en una
especie de catálogo los hechos i los nombres relativos a la
política i a la relijion. Se habla de trabajos de estejénero
atribuidos a Numa Pompilio, que nos son desconocidos,
como lo son igualmente los* trabajos de sus sucesores. Se
recuerdan también los primeros cuerpos de leyes, algunos
de los cuales remontan al tiempo de la monarquía. A prin-
cipios del siglo IV, siendo necesario poner orden en esas
disposiciones, i adaptar la lei a las instituciones republica-
nas, los decenviros, después de haber recojido una copia de
las leyes de Atenas i de las otras ciudades, publicaron la lei
de las Doce Tablas, código compacto que fuéenseñado a los
jóvenes. Otras leyes posteriores manifiestan los progresos
rápidos que hizo el jenio romano reglamentando las rela-
ciones de la vida social.
Parece fuera de duda que durante muchos siglos la histo-
ria de Roma estuvo confiada al gran pontífice, el cual *Ve-
cojia, dice Cicerón, todos los acontecimientos de cada año i
los escribia en una tabla blanca, que esponia en su casa a
fin de que el pueblo pudiese consultarlos.'* Estos libros con-
tenían sólo algunas notas, añadidas a los nombres de los
majistrados de cada año, i una mención lacónica de los he-
chos cstraordinarios, en forma de cuadros cronolójicos. De
manera, pues, que la historia que nació en Grecia de la poe-
sía, tuvo en Roma su oríjen en una especie de calendario.
0() NOCIONES 1>K HISTORIA LITERARIA
A estos antiguos monumentos deben agregarse algunas
inscripciones destinadas a recordar importantes hechos his-
tóricos. Puede señalarse entre éstas la inscripción de la co-
lumna de Duilio, elevada en memoria de la victoria naval
alcanzada sobre los cartajineses en 260, i las inscripciones
de las tumbas de los^Scipiones. La historia no recuerda
otras producciones literarias d¿ los romanos anteriores a
la época en que se Hizo sentir la influencia griega.
»3. — Las primeras conquistas de los romanos estrecharon
sus relaciones con los griegos i les presentaron la ocasión
de conocer el arte i la literatura de aquella gran nación. Los
romanos'la imitaron; pero los primeros escritores latinos
fueron griegos de nacimiento; i al trasportar a Roma la lite-
ratura de su patria, cultivaron i perfeccionaron la lengua
de sus conquistadores.
El sur de Italiaestaba |>obladopor colonias griegas. Los
antiguos conocian esíi rejion con el nombre de \Ligna Gre-
cia, i sus habitantes hablaban el griego. Cuando Tarento
cayo en poder de los romanos, fué llevado a Roma un pri-
sionero llamado Androníco, que en el repartimiento ca\'6
en poderdel cónsul Livio Salinátor. Ese prisionero comenzó
en Roma la gloriosa falanje de esclavos sabios, (jue resca-
taron su libertad por medio de su talento; i como los de-
mas libertos, tomó el nombre de Livio Androníco. Cultivó
diversos jéneros literarios: compuso himnos relijiosí^s i tra-
dujo en versos latinos la Odisea de Homero. En el siglo III
antes de nuestra era, Androníco hizo representar en esa ciu-
dad la primera pieza teatral, sirviendo él mismo de actor.
Compuso cerca de veinte obras dramáticas que no han lle-
gado hasta nosotros, pero que desarrollaron entre los ro-
manos el gusto por este jénero de composición.
Casi a la misma época otro griego de Italia, Cneo Nevio,
natural de Campania, según se cree, (jue acompañó al ejér-
cito romano en la primera guerra púnica, tradujo en versos
latinos la Epojjeyn de Chipre de Stasincj, i escribió algunas
obras dramáticas imitadas del griego, en (jue criticaba con
tanta dureza las costumbres romanas, que se atrajo el odio
LITERATURA ROMANA 97
de la aristocracia i fué casti^ijado con prisión i destierro.
Nevio murió en Útica (en África) el año 550 de Roma. De
sus obras sólo han llegado hasta nosotros algunos frag-
mentos que no bastan para dar una idea de su talento.
4. — Pero el mas célebre de todos estos poetas enciclopédi-
cos fué Quinto Enio, griego de Italia como sus antecesores,
i soldado en el ejército romano. Amigo de Catón el antiguo
i de Scipion el mayor, obtuvo los derechos de ciudadano
romano i vivió en la capital de la república honrado por su
ciencia i por sus talentos. Según Quintiliano, Enio es el in-
ventor de un jcnero nuevo de poesía, la sátira, si bien los
griegos conocieron la esencia de ésta i la cultivaron en sus
comedias. Como autor trájico, Enio imitó a Eurípides, ma-
nifestando, sin embargo, cierto desden por los dioses del
paganismo. Pero la obra mas notable de Enio, es una gran-
de epopeya escrita en versos hexámetros con el nombre de
Anales, En ella la historia romana estaba revestida con for-
mas poética? i vigorosas; pero, a juzgar por los fragmentos
que nos quedan, le faltaban muchos délos caracteres del
verdadero poema épico.
Pacuvio, sobrino de Enio, i Accio, escritor del segundo
siglo antes de la era cristiana, cultivaron también la traje-
diacon aplauso de sus cont< m )oráncos, pero con poca ori-
jinalidad. Los trájicos román )S apenas pusieron en escena
los grandes recuerdos de su patria. En lugar de emplear pa-
ra sus trajedias las magníficas figuras de Camilo i de Lu-
crecia, prefirieron de ordinario los grandes personajes de la
antigua Grecia. Se contentaron co'i retocar el drama grie-
go: lo tiñeron de énfasis i lo desnaturalizaron. Las bellezas
declamatorias reemplazaron a los sencillos acentos de la
pasión i del heroismo.
5.— Hastíi la época en que la comedia nueva de Atenas
fué importada a Roma, no se conocian en este pais otras
diversiones de esa especie, que la poesía fescenina, i las ate-
lanas. Eran los primeros ciertos versos licenciosos Canta-
dos en algunas fiestas privadas, particularmente en las fies-
'lOMO IV 7
98 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
tas nupciales. Estos cantos tuvieron su oríjen en Fescenia,
ciudad de Etruria, donde eran el acompañamiento de las
fiestas campestres. La lei de las Doce Tablas prohibió es-
presamente que en esos cantos licenciosos se introdujesen
jas injurias personales. Las atelanas eran especies de come-
dias informes, nombradas así de Átela, ciudad de los Óseos,
en que fueron inventadas. En Roma, eran ejecutadas por
jóvenes de buena familia que las perfeccionaron. Se las re-
presentaba ordinariomente después de una trajedia, i ser-
vian sólo para producir la risa por sus bufonadas ordina-
rias i grotescas. Estas farsas fueron abandonadas a la ple-
be desde que la Grecia vencida llevó a Roma sus elegantes
espectáculos.
La comedia griega fué trasplantada a Roma por Livio
Androníco, el mismo que habia importado la trajedia. Des-
de entonces, la población ilustrada no quiso mas que pie-
zas griegas. Sin duda, algunos poetas pensaron componer
sobre este modelo comedias verdaderamente romanas, pero
no se conoce el resultado de sus ensayos. Todas las piezas
que conservamos de Planto i de Terencio están modeladas
tan fielmente sobre las comedias griegas, que casi se las
puede considerar como simples imitaciones, por mas que
ambos autores hayan impreso en ellas el sello de su propio
jenio. La sociedad griega se ofrece siempre a nuestra vista,
i la escena pasa ordinariamente en Atenas.
Planto (227-183) nacidoen la Umbría, floreció en la épo-
ca de la segunda guerra púnica. Autor, actor i empresario
de teatro, conoció casi todas las condiciones déla vida. Fué
rico, i se vio también obligado a servir a un molinero. En
medio de su desgracia, continuó trabajando para el teatro,
que lo colmó de gloria. Con el nombre de Planto, los roma-
nos conocian mas de ciento treinta comedias, pero los mas
distinguidos gramáticos sólo reconocian veintitrés como
auténticas. Hasta nosotros han llegado veinte que dan a
conocer de una manera completa el jenio de este autor. Ba-
jo formas tomadas a los escritores de la comedia nueva de
Grecia, Planto conserva el cuadro de la vidainterior de Ro-
LITERATURA ROMANA 99
ma. Atacando los vicios de todas las clases sociales, supo
sin embargo, evitar el resentimiento de los grandes i com-
placer a los pequeños. Para agradar a todos, ha unido una
elegancia esquisita a los trasportes de su licenciosa al(»gría.
Es un poeta culto que combina un plan injenioso con ca-
racteres bien estudiados, i los desarrolla en diálogos llenos
de animación i de alegría; pero empaña estas dotes con las
groserías que estaban destinadas a arrancar los aplausos
del populacho, i que le merecieron las censuras de Horacio
1 de muchos críticos posteriores. Planto, a pesar de este de-
fecto, ha proporcionado modelos llenos de observación i de
colorido a los mas ilustres escritores del teatro mcderno.
Moliere ha imitado el Anfítruon del poeta latino; i la Aula-
¡aria le sirvió de tipo para la composición del Avaro,
Terencio (192 J 59 antes de J. C.) tenia nueve años cuan-
do murió Planto. Como la mayor parte de los introducto-
res de l^i poesía dramática en Roma, Terencio no era de
oríjen latino. Era natural de Cartago; pero robado mui jo-
ven por unos piratas, fué vendido como esclavo i h\ fin lle-
vado a Roma en esa humilde condición. Su amo, el senador
Terencio Lucano, le dio la libertad i una educación liberal.
Su talento le valió la amistad de los hombres mas distin-
guidos de su tiempo. Mucho mas culto que Planto, Teren-
cio es el poeta de lajente ilustrada. Las huellas de la lite-
ratura griega, son evidentes en las seis comedias que nos
ha dejado. Menandro sobre todo es el modelo que se ha
propuesto imitar. Su procedimiento ordinario consiste en
refundir dos o mas piezas de aquel autor en una sola, de
donde resulta una doble intriga i una complicación de inci-
dentes que, si no prueban mucha invención, aumentan el
interés de la comedia. Su gran mérito está en la verdad de
los caracteres i de las costumbres, en la pureza i en la ele-
gancia del estilo.
Después de éstos, florecieron otros poetas cómicos, algu-
nos de los cuales son mui eU)jiados por Horacio i p<ir otros
escritores latinos; pero sus obras nos son conocidas sólo
por tan pequeños fragmentos que no bastan para inferir si
100 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
las alabanzas que les tributaron sus contemporáneos i sus
sucesores eran verdaderamente justas.
6. — La sátira fué eljénero verdaderamente nacional en la
literatura romana. La sátira de los griegos era la comedia
con su intriga, sus actores i sus diálogos. La sátira roma-
na no tenia nada de eso: fué una diatriba violenta contra
ciertos personajes o contra los vicios i las ridiculeces de la
sociedad. Tomaba indiferentemente todas las formas mé-
tricas. Enio fué el primero que la cultivó. El nombre de la
sátira, que por una casualidad se asemeja a la denomina-
ción griega del drama satírico, en que aparecian los sátiros,
proviene del adjetivo latino satur, harto, repleto. En tiem-
po de la cosecha o de las vendimias, se ofrecia a Céres i a
Baco un jarrón lleno de frutas de toda especie: esto era lo
que se llamaba lanx satura, fuente en que están mezcladas
las primicias. La facilidad que Enio tenia para admitir en
este jénero todas las especies de ritmos i de metros le hizo
dar el nombre de sátira, i la lengua romana consagró esta
denominación. Por la misma razón se llamó íex satura^
una lei que contenia muchos títulos sobre diversas ma-
terias.
Pacuvio, el sobrino de Enio, hizo también sátiras, pero
el mas célebre escritor de este jénero de antes de Horacio
fué Cayo Lucilio, caballero romano, que compuso treinta
libros de sátiras. Soldado en España, bajo las órdenes de
Scipion el Africano, amigo de éste i de los hombres mas dis-
tinguidos de su tiempo, Lucilio conoció la parte mas ilustre
de la sociedad romana i pudo censurar los vicios después
de una observación atenta. Sus obras no han llegado hasta
nosotros; pero Horacio i Quintiliano, que las conocieron»
les tributan grandes elojios. El primero le concede mucha
finura i urbanidad, una gran pureza de dicción, un excelen-
te juicio en la elección de los vicios i de las ridiculeces que
atacaba.
7. — La historia tuvo un desarrollo menos brillanteen es-
te largo período. Comenzó a aparecer en el siglo III antes
dej. C; i aun los primeros historiadores escribieron en
LITERATURA ROMANA lOl
griego. Quinto Fabío Pictor, que fué el primero que se sir-
vió de la lengua nacional, vivia en tiempo de la segunda
guerra pánica; pero sus obras no nos son conocidas sino
por pequeños fragmentos. Después de éste, el célebre Catón
el antiguo, denominado el Censor, compuso en siete libros
lí)s Orí/enes de Roma. El conocimiento que poseia de los
hechos que señalaron los primeros tiempos de su patria, i
su posición personal en medio de los negocios públicos de-
bian dar a este libro un alto interés histórico; pero desgra-
ciadamente sólo conocemos algunos fragmentos. Catón
escribió también muchas obras didácticas sobre la educa-
ción i sobre el arte militar; pero sólo se conserva un trata-
do de agricultura titulado De re rustica, monumento curio-
so de la lengua, de las costumbres i del carácter romano,
del cual Catón es la espresion mas vigorosa.
En los historiadores de los tiempos subsiguientes se en-
cuentran citados los nombres de muchos escritores que
compusieron libros de historia. Sila mismo escribió sus
memorias. Pero todas esas obras son perdidas para no-
sotros.
8.— Desde la espulsion de los reyes la elocuencia fué mui
honrada en Roma, porque la constitución republicana ne-
cesitaba oradores. Como en Atenas, la oratoria era en Ro-
ma el oríjen de la popularidad i llevaba a los honores i a la
fortuna. Cicerón nos ha dejado áridas nomenclaturas de
oradores romanos. En la historia de Tito Livio se encuen-
tran hermosísimas arengas embellecidas con todos los re-
cursos del arte oratorio; pero es mui probable que el histo-
riador tenga una parte principal en esos discursos. Desgra-
ciadamente, no conocemos otras muestras de la oratoria
latina de aquella época.
La filosofía hizo progresos mucho mas tardíos. En los
primeros tiempos de la República, la filosofía era del todo
desconocida. La antigua austeridad de las costumbres ro-
manas no la aceptaba porque la creia peligrosa para el es-
tado i para la relijion. La introducción de una ciencia que
enseñaba el pro i el contra i que hacia alternativamente el
102 .". NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
r^^
elojió-n-Ig. 'sátira de la virtud, alarmó a los senadores i par-
tieiüarmente a Catón el Censor. Pero la iuventud romana
^."Se'd^jó arrastrar por sus lecciones, i en breve se propagó el
.•.'•..entusiasmo por la nueva filosofía. Luego llegaron otros
'.* V* estranjeros; i a pesar de las frecuentes prohibiciones del se-
nado, el gusto por la filosofía i particularmente por las
doctrinas que enseñaba la escuela estoica, adquirió un ver-
dadero predominio en Roma.
En este largo período de seis a siete siglos, todos los jé-
neros literarios habian sido cultivados en 1^ lengua latina;
pero el jenio de Roma esperaba todavía el siglo de Augusto
para ostentar todo su brillo i su vigor.
CAPITULO VIII.
liiteratara Romana.
íSe<íUNDO FERIoDO: DEHDK riCEWON I CÉSAH HASTA FINEH DEL SIC.LO DE AüfíUHTO)
1. Importancia literaria de este segundo período.— 2 Lucrecio. —
3 Cátulo — 4. Yirjilio.— 5. Horacio. — 6. Ovidio — 7 Tihulo i
Propercio.— 8 Publio Siro.-9. Varron — 10. César— 11. Ci-
cerón.—12 Salustio i Cornelio Ne|)ote — 13. Tito Livio. — 14.
Prematura decadencia de las letras latinas.
1.— El retórico Apolonio Molón decía a un joven que es-
cuchaba sus lecciones en Rodas: **Te alabo i te admiro; p)e-
ro lloro la suerte de la Grecia viendo que la sola superiori-
dad que nos queda, la del saber i de la elocuencia, va a pasar
contigo a los romanos.'' Este joven era Cicerón, el jenio
mas vasto i mas brillante que produjo la literatura latina.
Esas palabras envolvian un doble pronóstico, la futura
grandeza de Cicerón i la revolución literaria que iba a ope-
rarse. Roma, conquistadora del mundo, recibió de los ven-
cidos los primeros elementos de su literatura; pero, una vez
que su jenio se desarrolló por medio de la imitación, i aun-
que las letras romanas quedaron siempre sujetas a la in-
fluencia griega, alcanzaron éstas a un alto grado de esplen-
dor, comparable sólo al brillo del siglo de Feríeles.
En el primer período de la literatura romana, la grande
104 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
obra de los escritores había sido la formación del lenguaje;
i como de ordinario no se crean a la vez la lengua i las ideas,
las traducciones habian sido numerosas. La Grecia habia
suministrado a Roma su rica colección de obras maestras;
habia pensado por los romanos, cuyo idioma incompleto,
no permitia grandes progresos literarios. Pero una vez que
se fijó la lengua, la iniajinacion tomó vuelo, i las grandes
creaciones poéticas no se dejaron esperar. El ascendiente de
los estudios griegos, que la juventud romana seguia en Ate-
nas i Rodas, como complemento indispensable de toda edu-
cación bien hecha, cultivó los espíritus i depuró el gusto.
Este segundo período tiene para la posteridad una im-
portancia especial. De los antiguos escritores latinos, casi
no nos quedan mas que algunas citaciones sin importancia
i los testimonios lisonjeros de los hombres que vinieron des-
pués de ellos. En el período que vamos a recorrer, la epope-
peya, la poesía didáctica, la sátira, la oda, la historia i la
elocuencia se han conservado hasta nosotros salvándose
así del olvido en que cayeron las obras de la mayor parte
de sus predecesores.
2. — Lucrecio señala el principio de este segundo período.
Nació en Roma 95 años antes dej. C, i, según se dice, se
dio la muerte a la edad de cuarenta i cuatro años. Se ha es-
crito que Lucrecio era loco i que en los momentos lúcidos
compuso su gran poema. Esta tradición es del todo inad-
misible: el poema de Lucrecio, formado de seis cantos, en
que el asunto se desenvuelve hábilmente, i titulado De na-
tura rerum (De la naturaleza de las cosas), está tan estre-
chamente entrelazado, que no puede ser el fruto de un cere-
bro enfermizo. Contiene una esposicion completa del siste-
ma del filósofo griego Epicuro, esplicado prolijamente en
todos sus detalles, i tal como no nos lo dá a conocer nin-
guna otra obra de la antigüedad. El objeto del poeta es
tranquilizar a los hombres suprimiendo los temores i las
esperanzas en la vida futura i en los dioses del paganismo,
y concluyendo en una especie de panteismo i en la materia-
lidad del alma. A pesar de la aridez del sistema que desarro-
LITERATURA ROMANA ^ 105
Ha en su poema, Lucrecio ha sabido hacerlo interesante con
la introducción de episodios oportunos, de brillantes des-
cripciones i de cuadros admirables. Su pintura de los estra-
gos de la peste, de la creación de las artes i de los primeros
descubrimientos de la industria dejan ver un gran poeta. .
Su horror por los abusos sanguinarios del paganismo i su
entusiasmo por el espectáculo de las fuerzas naturales, le
inspiran rasgos de la mas rica sublimidad. Le faltan a ve-
ces armonía i elegancia; sin embargo, en sus descripciones
i en sus cuadros se halla una gracia vigorosa i natural que
agrada infinito. Su estilo didáctico es seco como si buscara
sólo la lójica del raciocinio; de tal manera que las teorías
físicas i filosóficas desarrolladas en su libro parecerian diri-
jidas únicamente para alcanzar el convencimiento, si no se
hallaran revestidas de las formas poéticas con que el autor
se propone agradar. El poema de Lucrecio aunque menos
conocido que otras obras poéticas de los romanos, es con-
siderado por eminentes críticos la mas preciada joya de la
literatura latina; i jeneralmente se le estima como el mas
notable de los poemas didácticos.
3. — Su contemporáneo Cátulo cultivó mui diversos jéne-
ros de poesía. Nació en el norte de la Italia, 86 años antes
de J. C. i murió a los treinta de edad, dejando un nombre
inmortal en las letras romanas. Es el primero délos poetas
latinos en el jénero erótico i lijero. En el epigrama, no tiene
otro rival que Marcial, que vino después de él; i en la elejía
abrió el camino a Ovidio, a Propercio i a Tíbulo, como lo
abrió a Horacio en la oda. Dos de sus poemas, i4í /si las Bo-
das de Tétis i Peleo^ ofrecen bellezas dignas de Virjilio. Las
obras de Cátulo poseen una graciosa naturalidad, i una
sencilla elegancia. En sus poesías de corta estension,ha dis-
tribuido a manos llenas la sal ática, la gracia injeniosa, el
sarca.smo amargo, i la delicadeza de sentimientos. Suespre-
sion es a veces cruda, como sus epigramas son en ocasiones
groseros; pero estos defectos son el fruto de una época en
que el libertinaje era de buen tono en Roma.
4. — Pero el mas grande de los poetas de este siglo, i el prín-
106 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
cipe de los poetas de Roma, es Virjilio Marón, nacido en
Mantua, en el norte de Italia, el año 70 antes de J. C. i
muerto a la edad de 52 años. Virjilio fué favorecido por
Augusto, i llevó una vida tranquila i feliz. Dedicado a las
* pacíficas faenas de la agricultura, cultivó con buen éxito
tres diferentes jéneros de poesía, el pastoral, el didáctico i
el épico. En sus églogas, denominadas Bucólicas, ^s inferior
a Teócrito, que le sirvió de modelo. Sus pastores son dema-
siado elegantes i demasiado injeniosos, de tal modo que sus
cuadros i sus personajes carecen con frecuencia de naturali-
dad. En las Jeórjicás i en \a Eneida, es en donde se debe bus-
car la superioridad de este gran poeta. Las [eórjicas son
un poema didáctico sobre la agricultura, dividido en cuatro
libros: el primero trata del cultivo de los campos; el segun-
do de los árboles i particularmente del olivo i de la vid; el
tercero de los ganados; i el cuarto de las abejas, cuyas cos-
tumbres merecian un lugar aparte. De este modo el interés
va creciendo en gradación. Virjilio varia hasta el infinito
las formas didácticas: su verso es sencillo i fácil en los pre-
ceptos, rico i brillante en Uis descripciones. Se interesa por
las plantas; las ama o las aborrece según son útiles o dañi-
nas al hombre. Los episodios están íntimamente ligados al
pensamiento del autor. En medio del amor al campo i de su
admiración por la agricultura, Virjilio deja ver sus senti-
mientos patrióticos; i lamentando los horrores de la guerra
civil, ve en Augusto el término de ella, i en el imperio el úni-
co gobierno posible de esa época.
La Eneida es el primero i quizá el único poema épico de
la literatura latina. Los repetidos ensayos anteriores a
Virjilio, deque hablan los escritores de la antigüedad, no
han llegado hasta nosotros. La Eneida deja traslucir el
espíritu de imitación de los poemas homéricos, i sin duda
se ha quedado atrás en el interés de la acción i en la pintu-
ra de los caracteres; pero ningún poema antiguo ni moder-
no es mas constantemente bello en los detalles que el de Vir-
jilio. El poeta se propuso celebrar los oríjenes tradicionales
del p'ieblo romano, i el establecimiento de Eneas i de sus
LITERATURA ROMANA 107
compañeros en la Italia. Los seis primeros cantos, que sort
casi estraños al asunto, son los mas interesantes. Forman
tinaespecie deOd/sea,esdecir, un tejido de aventuras anima-
das e interesantes. La destrucción de Troya, las peregrina--
ciones de Eneas i de sus compañeros, su perman ncia en
Cartago, etc., sucesos todos anteriores a la acción princi-
pal, que es el establecimiento de los tróvanos en Italia. Su
héroe, Eneas, es frió i en cierto modo vul^^ar: por eso no
despierta tanto nuestro interés como algunos de los otros
personajes: pero Virjilioes itiimitable en la pintura de otros
caracteres, como el de la desgraciada Dido, la r^^ina de Car-
tago que se da la muerte al verse abandonada por Eneas»
i en el estudio de las pasiones i sobre todo de las pasiones
suaves, en que el poeta revela su penetrante sensibilidad.
Sus versos tienen la masesquisita perfección: poseen una
armonía flexible, variada, que se eleva i se abaja con ei
asunto i que refleja con una admirable espresion 1<js mo-
vimientos i los afjctos. Virjilio dejó sin concluir su poema
i aun sin retocarla parte que habia compuesto. Al morir
pidió que sus manuscritos fueran quemados. Si se hubiera
respetado su última voluntad, la literatura romana ha-
bría perdido una de las obras que mas han contribuido a
su gloria.
5. — Si Virjilio es el primero de los poetas épicos de Roma,
Horacio es el primero de los líricos. Nacido en Venusa el
año 64 antes de J. C, Quinto Horacio Flaco, de oríjen hu-
milde, hizo algunos estudios en Roma i en Atenas. En esta
ciudad se alistó en el rango de tribuno militar en el ejérci-
to de Bruto que fué derrotado en Filipos. En seguida se
acojió al indulto proclamado por los triunviros, i pasó el
resto de sus dias en Roma, mereciendo en sus últimos años
la mas decidida protección de Augusto i de uno de los cor-
tesanos de éste, Mecenas, el célebre protector de las letras
i de los literatos. Horacio escribió odas, sátiras i epístolas,
i sobresalió en estos tres jéneros componiendo oliras in-
mortales que vivirán tanto como el buen gusto en mate-
rias literarias.
108 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
La.s Odas de Horacio representan bajo todas sus fases
la poesía lírica, desde el ditirambo mas elevado hasta la
canción. La flexibilidad de este talento tan puro, tan va-
riado, tan poderoso, que ha tocado todas las cuerdas de
la lira, ha sido admirada siempre por los críticos. Todos
los tonos le parecen naturales: celebra alternativamente
los placeres, la grandeza moral i los destinos de la patria;
i siempre una maravillosa claridad presta su luz a estas
trasformaciones del talento que se burla de las dificulta-
des. Las Epístolas de Horacio, jénero nuevo, que llevó a
la perfección, dirijidas a sus diversos amigos, a su protec-
tor Mecenas i al emperador Augusto, son un código de
buen sentido, de buen gusto i de gracia. El Arte poética
no es mas que una de estas epístolas. Trata en ellas de la
moral, de la filosofía, de los preceptos i de la historia lite-
raria con un tono familiar i de conversación diferente de
la elegancia severa de ális odas, pero llena de injenio i de
lucidez. Demasiado libre a veces, con frecuencia inclinado a
los placeres, Horacio ha juntado a los juegos de su injenio
i a los caprichos de su imajinacion un profundo buen senti-
do que hace que sean leidas aun aquellas piezas mas licen-
ciosas. En sus Sátiras, Horacio ataca mas los defectos que
los vicios. Son burlas agradables tan desprovistas de amar-
gura como de lisonja; o a lo menos cuando ésta aparece, es
mui injeniosa i toma los visos del reconocimiento i de la
amistad. Su espíritu delicado i burlón no se presta a las
inspiraciones del odio. En sus Sátiras como en las Epísto-
las, Horacio conversa familiarmente, i pasa en revista las
pasiones humanas, en particular aquellas que son mas ene-
migas de la felicidad, como la ambición, los celos, la codi-
cia i la avaricia. Cuando encuentra en su camino un mal-
vado, un tonto, un importuno, lo hace servir de prueba de
lo que ha dicho, pero no se detiene mucho tiempo en vitu-
perarlo.
Colmado de favores i de distinciones por el poderoso Me-
cenas i por el emperador Augusto, Horacio pasó la última
parte de su vida en una situación que garantizaba su inde-
LITERATURA ROMANA 109
pendencia, pero que no le hizo olvidar los deberes de la
gratitud hacia sus benefactores. En sus obras recomienda,
sobre todo, la moderación en los deseos para vivir conten-
to i para ser feliz él mismo practicó esta máxima con toda
sinceridad. Murió a los cincuenta i siete años de edad, le-
gando a su patria i a la posteridad un libro de poesías,
que le han asegurado uno de los nombres mas ilustres de
la historia literaria.
6. — Si Ovidio no puede rivalizar con Horacio ni con Vir-
jilio en riqueza de inspiración, los aventaja a ambos en fe-
cundidad. Ovidio es el poeta latino de quien nos han que-
dado mas obras, i talvez el que mas poesías compuso. Na-
cido en el sur de Italia el año de 43 antes de J. C, Ovidio se
dedicó desde temprano al cultivo de la poesía, abandonan-
do al efecto los estudios jurídicos a que lo destinaba su pa-
dre. En Roma fué amigo de Virjilio, de Gracio i de otros
poetas, i mereció los favores de Augusto. El año 9 de nues-
tra era fué relegado por orden de este emperador, a Tomos,
cerca de la desembocadura del Danubio, bajo pretesto de
que una de sus obras era licenciosa, pero en realidad por
otro motivo que la posteridad no ha podido conocer. AlP
murió después de nueve años de destierro.
Aunque se han perdido muchas obras de Ovidio (decla-
maciones, epigramas i una trajedia titulada Medea)^ las
que nos quedan son,^como ya hemos dicho, mui numerosas.
Comprenden poesías de cuatro especies: los Amores, cuyo
héroe es el mismo Ovidio, en donde describe con mas injenio
que pasión los placeres i tormentos del amor; las Hero'tdas^
en que bajo la forma de cartas que supone dirijidas a sus
amantes por heroinas tales como Safo, Fedra, etc., el poe-
ta analiza hábilmente las pasiones en medio de difusas refe-
rencias a la mitolojía; los Tristes, escritos durante su des-
tierro, en que el poeta se queja con voz dolorida i con ver-
dadero sentimiento de la desgracia de su situación; las
Epístolas del Ponto, otra obra de destierro compuesta de
peticiones dirijidas a sus amigos de Roma para obtener su
intercesión cerca de Augusto. Ovidio compuso ademas al-
lio NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
gunos poemas eróticos; el Arte de amar, notable por el in*
jenio i la gracia del estilo, como también por su desmedida
libertad; los Remedios del amor, en que el poeta quiere en-
señar a vencer un amor desgraciado por la ausencia, las
distracciones, el estudio de los defectos de la persona ama-
da, etc.; los Medicamentos del rostro, fragmento gracioso
sobre los cosméticos empleado por las mujeres. Ovidio ha
dejado ademas dos poemas mitolójicos: los Fastos, enume-
ración (le las principales fiestas en el orden del calendario,
en que están contadas las tradiciones que han dado lugar
a las espresadas fiestas, con cierto aire de escepticismo filo-
sófico; i las Metamorfosis compuestas de doscientas cua-
renta i seis fábulas que comienzan en el caos i que terminan
en la muerte de Julio César, i referentes todas ellas a las
tradiciones mitolójicas de los griegos i los romanos. Ovidio
ha sal)ido unir en un conjunto armónico esa multitud de
partf s heterojéneas, ligarlas por transiciones variadas ani-
mando |)intorcscamente las pasiones humanas. En ésta,
como en sus otras obras, se descubre que si Oviedo no es el
mas eminente de todos los jenios poéticos, de Roma, es el
mas fácil i fibundante.
7. — Hemos visto que la elejía, creación de los griegos, ha-
bla sido cultivada con buen éxito por los romanos. En el
siglo de Augusto, dos poetas contemporáneos de Ovidio
sobresalieron en este jénero.
Tibulo, nacido en Roma de una familia rica el año 48
antes de J. C, i muerto el año 18 de la era Cristina» nos ha
legado cuatro libros de elejías que revelan un verdadero je-
nio poético. El gran mérito de Tibulo es la naturalidad, la
suavidad, la delicadeza i la armonía. Su ternura es verda-
dera, llena de abandono i de melancolía, aunque un poco
afe niñada. En Tibulo no hai nada de romano: ama la paz
por odio a la espada. La monotonía, que se le puede repro-
char, nace mas que de su talento, del jénero literario que
cultiva.
Muí inferior a Tibulo por el sentimiento i por la falta de
naturalidad, Propercio (nacido en Umbría en 52 antes de
LITERATURA ROMANA 111
J. C), lo sobrepuja en la en la variedad de sus composicio"
nes, en la vivacidad i a veces en el lirismo de su estilo. En*
Propercio se desc^ubre con frecuencia la imitación de algu-
nos poetas griegos de la decadencia, de los cuales ha toma-
do la erudición rebuscada que se manifiesta por alusiones
mitolójicas.
8. — En ^1 siglo de oro de la literatura romana casi todos
los jéneros literarios que cultivaron los griegos alcanzaron
a un alto grado de esplendor i perfección. Sólo el teatro
no llegó a esa altura. Los romanos habian poseido dos
autores cómicos de verdadero mérito, i algunos tráji-
cos, c.uyas obras no han llegado hasta nosotros, pero que
no parecen haber sido de mérito sobresaliente. Esta esteri-
lidad tiene una esplicacion sencilla: el pueblo romano esta-
ba acostumbrado a espectáculos que debian causar una im-
presión mas profunda. Las luchas de gladiadores i los com-
bates de fieras lo habian habituado a verel derramamiento
verdadero de sangre humana; i las ficciones teatrales no
podían alcanzar a conmoverlo.
Sin embargo, en esa época se cultivó un jénero dramáti-
co bastante orijinal, los Mimos, pequt-ñas comedias burles-
cas de oríjen griego, en que las jesticulaciones i los movi-
miento teniíin una' grande importancia, i que representa-
ban la caricatura fiel de ciertos accidentes de la vida priva-
da. En este jénero se distinguió Publio Siró, esclavo liberto
natura] de Siria, contemporáneo de César i de Augusto
Han llegado hasta nosotros lassentencias morales estraidas
de los mimos de este escritor, que prueban que en sus pie-
zas habia algo mas que simples bufonadas. En jeneral, no
son mas qtie meros proverbios que encierran la moral i la
filosofía práctica de aquella época; i que por lo tanto dan
a conocer el espíritu i los sentimientos de los antiguos ro-
manos. Los mimos, espectáculos destinados al populacho
de Roma, perdieron poco a poco su carácter primitivo i
llegaron a convertirse en ese jénero de composición dramá-
tica en que se emplean los movimientos como único medio
de espresion.
112 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
9. — La historia de la prosa en este segundo período de la
literatura roman«a presenta nombres no menos ilustres que
los que dejamos indicados al hablar de la poesía. Marco
Terencio Varron (116 26 antes de J. C), teniente de Pom-
peyo en la guerra contra los piratas de Sicilia, i de Sesto
Porapeyo en Lusitania contra César, goza de la reputación
del hombre mas erudito de su siglo i de haber poseido uno
de los talentos mas enciclopédicos de la antigüedad. Amnis-
tiado por César, proscrito después por Marco Antonio, ¡
despojado de sus bienes, Varron encontró al fin una protec-
ción poderosa en Augusto, que le confió la dirección de la
biblioteca de los Césares. Gramático, historiador, filósofo i
poeta, Varron escribió cerca de quinientas obras, de las
cuales la mayor parte se ha perdido completamente. Com-
puso sátiras mui aplaudidas por sus contemporáneos, a
las cuales les dio el nombre de Menipeas^ por el nombre
de Menipo, filósofo cínico mui afamado por la hiriente vi-
vacidad de su injenio. Enio habia empleado en sus sátiras
metros diferentes: Varron fué mas lejos todavía, i mezcló la
prosa con versos de varios metros. Se habla de una de esas
sátiras en que hacia una burla injeniosa del primer triunvi-
rato. Los pocos fragmentos que nos quedan de esas sátiras
no bastan para manifestarnos si son o nó fundados los elo-
jios que les tributaron sus contemporáneos.
Se conservan igualmente algunos fragmentos de otras
obras de Varron s(»bre historia, filosofía moral i literatura
crítica; pero su gran reputación proviene de un tratado de
agricultura (De re rustica ), el mejor i el mas metódico que
nos haya legado la antigüedad; i de una obra sobre la len-
gua latina de la cual conocemos sólo seis libros, que se-
rán la cuarta parte de lo que escribió, i que revelan una
inmensa erudición filolójica i un espíritu profundamente
observador.
10.— Julio César, el mas grande de los jenerales roma-
nos, i uno de los mas notables hombres de estado de una
nación que produjo tan hábiles políticos, figura también
entre los primeros escritores de su siglo. El renombre de
LITERATURA ROMANA 113
este ilustre personaje nos exime del deber de dar noticias
acerca de su vida.
La elocuencia de César tiene todas las cualidades del es-
tadista i del guerrero, la vivacidad, la firmeza, la precisión.
Uno de sus discursos, pronunciado en el senado romano pa-
ra combatir la pena de muerte por delitos políticos, cuan-
do se trataba de castigar a Catilina i a sus cómplices
que conspiraban contra la república, nos ha sido conser-
vado, talvez con notables modificaciones por el historiador
Salustio, i hace sentir que no se conserven otras 'muestras.
César escribió un poema didáctico sobre la astronomía,
ciencia a que fué mui dedicado, una trajedia i un trata-
do de gramática, pero no han llegado hasta nosotros.
La posteridad no conoce mas que sus escritos histó-
ricos, sus Comentarios sobre ¡a (guerra de las Galias i so-
bre la guerra civil, **Estos comentarios, dice Cicerón, son
una obra excelente: el estilo es puro, fácil, despojado de to-
do adorno oratorio, i por decirlo así, desnudo: se ve que el
autor no ha querido dejar otra cosa que materiales para
los que mas tarde quisieren tratar el mismo asunto. Talvez
algunos-escritores vulgares pretendan bordar esta tela; pe-
ro los hombres de buen gusto se guardarán bien de tocar-
la.*' Este juicio ha sido confirmado i repetido por todos los
siglos. La claridad, la rapidez, la heroica sencillez de la na-
rración, la exactitud de los detalles estratéjicos, hacen de
ese libro de memorias, escrito sin aparato, i talvez de carre-
ra, uno de los mas preciosos documentos de la literatura
i de la historia romana. Los grandes jenerales de los tiem-
pos modernos. Conde i Napoleón, entre otros, leian habi-
tualmente los Comentarios de César, buscando en ellos úti-
les lecciones. César ha escrito sus memorias como Jenofonte
escribió su AnAbasis, es decir, habla de sí mismo en tercera
persona, i con una modestia hábilmente estudiada; pero se
le reprocha el pasar mui a la lijera sobre las acciones de
otros, o el alterar los hechos cuando habla de sí mismo, sea
por falta de memoria, sea intencionalmente.
11. — Pero el escritor mas ilustre de este período i de toda
Tí»MO IV 8
114 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
la literatura romana es Marco Tulio Cicerón, el primero de
todos los oradores en la elocuencia judiciaria, i el segundo
en la elocuencia política, puesto que no alcanzó a igualar a
Demóstenes. No tenemos que bosquejar la vida de un perso-
naje que pertenece todo entero a la historia. Soldado en su
juventud, estudió mas tarde la filosofía i la elocuencia en
Atenas i en Rodas; i aunque sus primeros escritos fueron
algunas composiciones poéticas de no escaso mérito, su
gran reputación provino de sus defensas como abogado, i
mas tarde de sus magníficos discursos como senador i co-
mo hombre público. Sus obras oratorias se componen, en
lo que respecta a la política, de un discurso sobre la lei A/a-
mV/a, especie de arenga de aparato en alabanza de Pompe.
yo; de tres discursos sobre la lei agraria; de las cuatro
Catilinan'as o discursos.contra Catiliua; i de las catorce
Filípicas contra Antonio. Los otros discursos de Cicerón,
en número de treinta i cuatro, pertenecen al jénero judicia-
rio. Son famosos entre éstos las siete Verrinas, en que acu-
só con un ardor i con una lójica verdaderamente admira-
bles, a Vérres gobernador de Sicilia, por las inicuas
exacciones ejercidas allí. .
Las dotes oratorias de Cicerón son sin disputa de pri-
mer orden. En todos sus discursos hai jeneralmente mucho
orden: comienza por un exordio bien dispuesto para insi-
nuarse a sus oyentes i granjearse su afecto. Su plan es cla-
r3, i el orden de sus argumentos el mas propio para con-
vencer i para conmover: todo se halla en su propio lugar.
El orador no intenta apasionar al auditorio sino cuando
está seguro de haber producido el convencimiento, i enton-
ces es felicísimo para ajitar el corazón de los oyentes, i so-
bre todo las pasiones suaves. No ha habido escritor alguno
que conozca mejor que Cicerón el poder de las palabras, la
claridad i el vigor que la estructura gramatical suele dar a
la sentencia. Sin embargo, buscando la unidad, amplifica
los pensamientos culminantes, quitando a sus discursos el
relieve de ciertas ideas capitales; pero ha conseguido, en
cambio, ser uniforme, claro, elegante i magnífico. Esto mis-
LITERATURA ROMANA 115
mo es la causa de uno de sus pocos defectos. Cicerón es a
veces mas pomposo que sólido, i es difuso cuando convenia
ser preciso.
Los discursos de Cicerón dejan ver el arte supremo con
que han sido compuestos. El mismo ha enseñado la teoría
del arte oratorio en un libro titulado Del orador. Cicerón
le dio la forma de diálogo para hacer mas interesantes los
preceptos; i en él habla de cada una de las partes del arte
oratorio con la ciencia i con la profundidad de un maestro
esperimentando.
Sus obras morales i filosóficas, compuestas también en
forma de diálogo a imitación de Platón, están escritas con
mucho brillo, con un estilo mui cuidado i con verdadera
elocuencia. En ninguna parte, la filosofía pagana se ha
mostrado bajo una forma tan seductora como en los escri-
tos del orador romano. El Tratado de los deberes (De
ofñciis) señala el límite a que alcanzó la moral antigua an-
tes del cristianismo. Otros tratados (Las cuestiones tuscu-
lanas i el Diálogo sobre la vejez) no son menos importantes;
dan todos los remedios que ofrece la sabiduría humana
contra el dolor, la vejez i la muerte. El Sueño de Escipion,
episodio i fragmento de la República, se refiere a la moral i
a la política por medio de consejos dictados por la pruden-
cia i la esperiencia sobre el gobierno de los estados.
Sus Cartas familiares no son la parte menos interesante
de sus obras. Ellas nos han hecho conocer muchos porme-
nores de la vida privada de los romanos i lian contribuido
a dar una idea mas completa de algunos grandes persona-
jes de su historia. En todas ellas, por otra parte, el mérito
literario es siempre el mismo. Sea que Cicerón converse so-
bre los asuntos mas ordinarios de la vida, sea que trate
con sus amigos de la suerte de la repíibiicH, se reconoce
siempre en su len^^uaje al hombre de jenio i de buen gusto.
El nombre de Cicerón es, como dice Quintiliano, el de la
elocuencia misma; pero su carácter como orador i como
hombre público ha sido juzgado de mui diversas maneras.
Aparte de una vanidad muchas veces pueril que se deja
116 NOCIONBS DE HIOTORIA LITERARIA
traslucir en sus escritos, i particularmente en sus cartas, se
le ha censurado falta de carácter en circunstancias en que
necesitó manifestar grande entereza **La debilidad, o mas
bien, la indecisión que se le reprocha, dice Géruzez, a pesar
de todas las pruebas de intrepidez que dio, parece nacer de
la estension de sus luces i de su probidad. En las épocas de
discordia i de corrupción, en que la línea del deljer no está
bien trazada, los que quieren seguirla no se deciden tan fá-
cilmente como los ambiciosos i los intrigantes que van al
asalto del poder i de lá fortuna sin reparar en medios.*' Ci-
cerón, en efecto, no tuvo todas las cualidades del hombre
de estado; pero fué, como decia Augusto, **un gran ciudada-
no que amó mucho a su patria, cuya causa jamas aban-
donó/'
Cualesquiera que sean los defectos que se reprochen a Ci-
cerón como hombre público, su jenio como escritor i como
orador ha sido desde la antigüedad un motivo de admira-
ción, **Este grande hombre, dice Villemain, no ha perdido
nada de su gloria al través de los siglos: queda en primera
línea como orador i como escritor. Quizas, si se le conside-
ra en el conjunto i en la variedad de sus obras, es permiti-
do ver en él al primer escritor del mundo; i aunque las crea-
ciones mas sublimes i mas orijinales del arte de escribir
pertenezcan a otros, Cicerón es quizas el hombre que se ha
servido de la palabra con mas ciencia i con mas jenio, r que.
en la perfección habitual de su elocuencia i de su estilo, ha
empleado mas bellezas i dejado menos defectos."
12. — Mientras la elocuencia política i judiciaria lanzaba
tan vivos resplandores, la historia se elevaba a las cualida-
des literarias que debian constituirla a lo menos para la
posteridad, en un reemplazante de la tribuna próxima a
enmudecer. El terreno habla sido preparado por ensayos
anteriores; pero luego aparecieron los grandes maestros de
que se enorgullece la literatura latina.
El primero de los grandes historiadores, en el orden ero-
nolójico, después de César, es Crispo Salustio, nacido en
Amiterno el año de 85 antes de J. C. Compuso una historia
LITERATURA ROMANA 117
romana desde Sila hasta la conjuración de Cati lina; pero
no poseemos de esta obra mas que algunos discursos admi-
rables. En cambio han llegado hasta nosotros dos histo-
rias particulares, la Guerra de Jugurta i la Conjuración de
Cntilina, Salustio es el escritor mas preciso i mas rigoroso
que haya producido la literatura latina. Aunque menos
profundo i majestuoso que Tucídides, a quien se propuso
imitar en su? consideraciones jenerales, en sus retratos i en
sus discursos, es sin embargo un gran pintor de historia.
Es ademas un moralista admirable. Nada es mas imponen-
te que el tono en que castiga el vicio i con que honra la vir-
tud. Salustio prodiga talvez demasiado estos cuadros, i en
ellos se percibe a veces alguna afectación. Sus retratos pue-
den no ser a veces mui exactos; pero siempre son admirables
como obra de arte. En sus hi<itorias no se encuentran mas
que los hechos de la vida pública; por ejemplo, los aconte-
cimientos políticos i militares de la guerra de Jugurta, la
topografía de los combates, pero mui poco sobre las cos-
tumbres i la jeografía de una rejion (el norte del África),
que él mismo habia gobernado. No hace comprender la in-
fluencia ni cotiocer los pensamientos políticos de Catilina:
acoje fácilmente todas las imputaciones odiosas que con-
vienen a sus prevenciones de partido; pero se muestra
siempre grande escritor. Ha buscado en su lenguaje i en el
colorido jeneral de su obra ciertos tintes de los tiempos an-
tiguos, lo que en ocasiones perjudica a su claridad. Se le
reprocha con razón no haber corroborado sus disertacio-
nes morales con el ejemplo de su vida. Salustio fué espulsa-
do del senado i castigado por los censores. Encargado por
Julio César del gobierno de la Numidia, saqueó esta pro-
vincia i reunió en ella inmensas riquezas.
Contemporáneo de Salustio fué Cornelio Nepote, de cu-
yas obras históricas no conocemos sino sus Vidas de los
grandes capitanes, que comprenden las biografías de veinte
i dos jenerales griegos o cartajineses i dos de personajes ro-
manos. Se cree que aun esta obra fué retocada en el siglo
IV de la era cristiana, i que nosotros no conocemos del li-
118 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
bro de Cornelio Nepote mas que «n compendio sumario
pero elegante, i sembrado de juiciosas reflexiones.
13. — Pero el mas grande de los historiadores romanos en
el siglo de Augusto fué Tito Livio, nacido en Padua el año
de 58 antes de J. C. Se sabe que fué protejido por aquel em-
perador, i que durante algún tiempo tuvo a su cargo ht
educación del joven Claudio, que mas tarde reinó eu Roma.
Tito Livio empleó mas de veinte años en la coinposi ion de
su grande Historia romana. Este hermoso monumento ele-
vado a la gloria de una gran nación nosha llegado mutila-
do por el tiempo. De los ciento cuarenta i dos libros que
contenia, sólo poseemos treinta i cinco; i la parte mas inte-
resante es la que nos falta. Tito Livio, siempre prolijo i mi-
nucioso, sabe dar a los acontecimientos un interés dramá-
tico: saca a la escena a los héroes de su historia retratán-
dolos con maestría, i poniendo en su boca discursos que
son modelos de elocuencia. Como Tucídides, Tito Livio se
aprovechó de esos discursos para hacer entrar en su obra
las noticias que no cabian en la narración; i aunque ellos
parecen ser un simple artificio literario elaborado por el
historiador, éste ha sabido variar hasta lo infinito el estilo
de esas arengas para reflejar en ellas el alma de sus perso-
najes.
Se ha reprochado mucho a este grande historiador su su-
perstición i su credulidad a causa de los prodijios i de las
maravillas de que está sembrada su narración. Pero esos
prodijios eran creídos por el pueblo romano, formaban
parte esencial de sus tradiciones históricas i de la relijioa
del estado; i Tito Livio, que se propuso contar sencilla-
mente loque sus contemporáneos creian como historia, ha
consignado esos hechos para acabir el cuadro de las cos-
tumbres i la pintura de los caracteres. Por esto mismo, la
obra monumental de Tito Livio no merece entero crédito
cuando trata de la historia de los primeros siglos de Ro-
ma, no porque se le pueda acusar de haberla adulterado
con fábulas de su invención, sino porque esa parte de los
anales de su patria era completamente tradicional, i esas
L.ITBRATÜRA ROMANA 119
tradiciones no habian sido alumbradas con la antorcha
de la crítica.
Los antiguos colocaban en el rango de los grandes histo-
riadores a TrogoPompeyo, contemporáneo de Tito Livio i
autor de una Historia de Macedonia i de los oríjenes del
mundo. De esta obra no conocemos nosotros mas que un
extracto mui imperfecto hecho en tiempo de los Antoninos
por un escritor llamado Justino.
14. — Al lado de estos grandes escritores del siglo de oro
de la literatura latina, florecieron muchos otros de un orden
inferior, o que a lo menos no son tan conocidos de la poste-
ridad por haberse perdido todas o la mayor parte de las
obras que compusieron. Cicerón nos habla en uno de sus
tratados de Quinto Hortensio, su rival en la oratoria du-
rante algunos años, i lo colma de alabanzas. Se recuerdan
los trabajos históricosde Pomponio Ático, de Asinio Polion
i de muchos otros escritores, cuyas obras están completa-
mente perdidas. En la poesía se ejercitaron Mecenas, el cé-
lebre protector de las letras i de los literatos, Lucio Vario i
otros, cuyas obras tampoco han llegado hasta nuestros
dias.
Se creería que el siglo de Augusto iba a ser el principio
brillante de una vigorosa literatura. Sin embargo, la deca-
dencia literaria data casi de la misma época del mayor es-
plendor de las letras romanas. Esta decadenciano fué instan-
tánea, el gusto no se estravió en un momento; pero después
de medio siglo de corrupción i de tiranía, la literatura ro-
mana no se conocia a sí misma. La poesía se cambió en de-
clamación; la historia i laelocuencia fueron la propiedad de
los retóricos, que hicieron gala de un lujo banal de frases i
de palabras. El establecimiento i el progreso del despotismo,
el abatimiento de los espíritus por la esclavitud, fueron la
causa que en Romn, como en todos los pueblos civiliza-
dos, limitó el desenvolvimiento del jenio i precipitó su deca-
dencia.
El imperio de Augusto fué una época de esplendor en la
literatura, porque heredó una muchedumbre de jénios naci-
120 KOCIONBS DE HISTORIA LITERARIA
dos bajo la república, a quienes aseguró el descanso mas
bien que la servidumbre. Comparado, en efecto, a los recien-
tes furores de la proscripción i a las tiranías de Mario i de
Síla, el gobierno de Augusto se asemejaba al restablecimien-
to de las leyes. El nombre del senado era poderoso todavía;
las formas de la república habian sido conservadas; habia
aun elecciones populares; i la usurpación imperial se disfra-
zaba porque temia la luz. Augusto repetia con frecuencia
que no se sentía con fuerzas para gobernar mas de diez años;
i este fínjido desprendimiento contribuia a mantener un sen-
timiento de libertad en las almas. Por otra parte, Augusta
tenia en todos sus hábitos privados i en su vida familiar al-
go de sencillo que lo acercaba a los otros ciudadanos. Casi
observaba la igualdad republicana; rehusaba el título de
señor que cincuenta años mas tarde fué dado en Roma aun
a los personajes menos importantes. No tenia ningún fausto
de corte, ninguna imitación de los déspotas del Asia. A juz-
gar por las apariencias, al imperio no le faltaba mas que la
grande elocuencia, la elocuencia del foro para ser igual a la
república. En cambio, la gloria de Roma, la inmensidad de
su imperio, esta sumisión pacífica de tantos pueblos lison.
jeaba el orgullo de los romanos. Se creian señores de laá
otras naciones mas bien que subditos de Augusto; i Virjilio»
no pudiendo denominarlos el pueblo libre, lo llamaba el pue-
blo reí. De esta manera, con los elementos de jenio que habia
dejado la república, debia formarse en Roma una literatu-
ra elegante i majestuosa. Augusto puso todo empeño en fa
vorecerla i en seducirla. Durante su reinado, la literatura
parecia colocada bajo la protección de la gloria i de la li-
bertad, porque si bien es cierto que Augusto reservaba los
dones i los honores para los literatos que seguian su fortu-
na, no les exijia una absoluta sumisión, i ademas soporta-
ba la independencia de los otros.
Aun en medio de su esplendor, la litt^ratura del siglo de
Augusto deja traslucir este estado de cosas. Se percibe que
el jenio está sujeto por cadenas, que, sin embargo, carga
con mucha gracia. Horacio es admirable en la poesía fami-
LITERATURA ROMANA 121
liar i en la ironía satírica; pero en sus odas heroicas se nota
que falta algo de la antigua alma de Roma. Virjilio, siem-
pre suave, carece del vigor que se percibe en Lucrecio, que
fué anterior al imperio. El jenio poético se reconcentró en
los trabajos solitarios i pacíficos, lejos de la vida pública,
que fué el campo de la literatura griega del siglo de Feríeles;
i la imitación debió naturalmente ocupar una gran parte de
sus producciones. De este modo, el brillo dé las letras, naci",
do de tantas causas que templaban el poder de Augusto, se
alteró aun bajo su reinado. La afectación i el mal gusto,
que parecen inseparables de las costumbres serviles, comen-
zaron a marchitar el injenio de los romanos. Se nota esta
corrupción en los mas grandes poetas de este tiempo, en
Ovidio, sobretodo, en cuyas largas elejías, escritasen el des-
tierro, se descubre con frecuencia el abatimiento que la ser-
vidumbre impone al jenio.
Si esta decadencia prematura se deja ver aun en el siglo
de Augusto, ¿cuan rápida no debia ser bajo el reinado de
sus sucesores? En efecto, se la ve avanzar al mismo tiempo
que la tiranía. Es digno de notarse el odio contra la litera-
tura de que estabati animado^ todos esos malos emperado-
res. Los mas insensatos tenian a este respecto los mismos
instintos que los mas hábiles. Tiberio, reemplazando la dic-
tadura moderada de Augusto por un despotismo sangui-
nario, dio el primer golpe mortal al jenio romano. El des-
potismo, al mismo tiempo que hacia enmudecer las letras
por la esclavitud, debia en cierto modo corromperlas con
sólo suprimir todo sentimiento del bien o del mal por el
espectáculo continuo del crimen i la bajeza premiados en
Roma. (ViLLEMAiN, De la corruption des lettres romaines,)
CAPITULO VIII.
liiteratara Romana.
(tercer período, desde la murrte de augusto hasta la
destrucción del imperio.)
1. La trajedía; Séneca.— 2. Lucano — 3. Otras epopeyas —4. La
sátira; Persiojjuvenal.— 5. Kl epigrama; Marcial.— 6. El apó-
logo; Pedro.— 7. La historia; Tácito — 8. Suetonio i Quinto
Curcio.— 9. Las ciencias; Plinio el antiguo.— 10. Líi filosofía;
Séneca.— 11. La retórica; Quintiliano. — 12. Plinio el joven.—
13. Apuleyo.— 14. Aulo Jelio.— 15. Últimos poetas.— 16. Últi-
mos prosadores: los compiladores de la Historia Augusta.
1. — La decadencia déla literatura romana, iniciada bajo
el reinado de Augusto, lenta e imperceptible en su principio,
toma cuerpo i se desarrolla rápidamente desde el gobierno
de su sucesor, el sombrío Tiberio. El temor a una muerte
casi siempre segura para los poetas que no ensalzaban el
poder, la necesidad i el gusto del servilismo, la rivalidad o
el despotismo de los emperadores, pervierten las condicio-
nes de la literatura i le quitan todo sentimiento del bien i
del mal. Cuando ese despotismo, en lugar de ser friamente
perverso, como lo era bajo Tiberio, se mostraba por medio
de un bárbaro frenesí, como sucedió bajo los reinados de
Calígula o de Nerón, la imajinacion de los escritores dejó
124 NOCIONES DE HISTORIA LITEBARIA
ver algo de esa locura desordenada i de esos vergonzosos
caprichos que el pueblo romano tenia a su vista. Esta de-
cadencia poderosa e irresistible, pareció detenerse algunos
momentos: bajo los gobiernos de príncipes mas ilustrados i
mas grandes, bajo Vespasiano, Trajano, Adriano i Marco
Aurelio, las letras latinas hacen todaviaun último esfuerzo
para salir de su postración; i en efecto, dan nacimiento a
algunos jénios vigorosos que no alcanzaron, sin embargo,
a formar una verdadera escuela, ni a sustraer las letras de
su ruina.
Hemos visto que el teatro trájico de los romanos nos es
casi completamente desconocido. Podemos decir que solo
conocemos un solo poeta trájico, i éste vivió en la época de
la decadencia. Lucio Aneo Séneca, éste es su nombre, era
español de nacimiento, natural de la ciudad de Córdoba.
Se tienen mui escasas noticias acerca de su vida. Se le supo-
ne hijo de un célebre filósofo i orador del mismo nombre; i
aun algunos creen que fué mui posterior a éste último, ha-
ciéndole, al efecto, contemporáneo de Trajano. Sin embar-
go, como el estilo i las ideas morales de ambos autores pre-
sen-tan mucha analojía,es probable, i así se cree hoi jeneral-
mente, que los dos Sénecas el trájico i el filósofo, no son
mas que una sola persona que floreció a mediados del pri-
mer siglo de la era cristiana (3— -68 después de J. C.)
Con el nombre de Séneca han llegado hasta nosotros
nueve trajedias formadas sobre asuntos^riegos, tratados
con gran vigor i riqueza por Sófocles i Eurípides. Las tra-
jedias latinas, sin embargo, están modificadas, no sólo en
muchos detalles, sino en su conjunto jeneral por la filosofía
estoica i poruña mezcla no siempre feliz de máximas i de
discursos que de ordinario perjudican a las mejores situa-
ciones. Todas estas trajedias parecen escritas mas bien pa-
ra la lectura que para la representación. Nos ha llegado
ademas otra obra dramática con el nombre de Séneca, Oc-
tavia^ basada sobre un asunto romano, contemporánea
del autor, desprovista de interés i escrita al parecer para
lisonjear a Nerón.
litbrati;ra romana 125
2. — Un sobrino de Séneca, Lucano, nacido también en
Córdoba el año 38 de la era cristiana, es quizas el mas gran
poeta de este período de decadencia. Después de haber he-
cho brillantes estudios de filosofía i de retórica en Roma
i en Atenas, fué presentado a Nerón por su tio, i mereció
que el emperador lo colmase de honores. Pero Nerón tenia
entre otras locuras la de creerse poeta i la de celebrar cer-
támenes literarios con sus cortesanos. Lucano que se atre-
vió a competir con él en una de esas justas, le venció i ¡cosa
singular! mereció que se le concediese el premio apesar del
terror que inspiraba el tirano. La venganza de Nerón no se
hizo esperar. Prohibió a Lucano que declamase en público
esos discursos de ceremonia que habian reemplazado a la
antigua elocuencia; i como luego descubriese que éste ha-
bia tomado parte en una conspiración malograda, lo hizo
condenar al último suplicio concediéndole por única gracia
la elección de la muerte. Lujano se hizo abrir las venas, i
murió a los veinte i siete años de tdad, dejando dos poe-
mas, una trajedia i muchas poesías sueltas que revelaban
el poder de su talento.
De todas esas obras solo ha llegado hasta nosotros la
Fnrsalia, poema épico en diez cantos, en que celebró la gue-
rra civil entre César i Pompeyo. Mas que una epopeya pro-
piamente tal, es un poema heroico i filosófico, notable por
la fuerza del estilo, la elevación de los pensamientos i el vi-
gor de los caracteres. El poeta suprimió en su obra casi to-
do lo que los poemas suelen tener de maravilloso: solo una
vez ha empleado los resortes sobrenaturales poniendo en
escena al fantasma de la patria que se presenta a César
cuando éste va a pasar el Rubicon. Lucano ha dejado a
sus héroes las proporciones humanas i a los sucesos un aire
demasiado histórico, aunque los ha engalanado con las
mas hermosas descripciones i con interesantes discursos.
La Farsalia carece ademas de unidad épica, tanto en su
acción como en los lugcires en que pasan los acontecimien-
tos; pero a pesar de este grave defecto i de que su estilo es
frecuentemente hinchado i mas sonoro que armonioso, ese
12í> NOC IONES DE HISTORIA LITERARIA
poema es una obra de alta poesía. Lucano, muerto a los
veinte i siete años de edad, no pudo componerun poema tan
acabado como la Eneida; pero por la belleza intrínsecti de
los detalles, por la riqueza de las descripciones i por la ver-
dad de los caracteres, se ha mantenido a la altura de la
epopeya.
3. — La Farsalia no fué el único ensayo de poema épico en
aquellos siglos de decadencia; pero todos los otros son muí
inferiores a la famosa obra de Lucano. Valerio Flaco, naci-
do en el norte de Italia, floreció bajo Vespasiano i compu-
so un poema con el tí culo de las ArgonáuticaSy que dejó
inconcluso, i del cual conocemos ocho libros. Es una imita-
ción de Apolonio de Rodas, a quien ha tomado todo, aun
las ideas de detalle. La acción es la espedicion de los Argo-
nautas; i a causa de los frecuentes episodios i de las diva-
gaciones poéticas, no se sabe cómo ni cuándo terminará el
viaje de los intrépidos nave^jantes que conquistaron el ve-
llocino de oro. El poema de Valerio Flaco, amanerado en
el estilo, desordenado en la erudición, es mui inferior al ori-
jinal; si bien se notan en él algunas descripciones poéticas.
Silio Itálico (25-100 después de J. C.) fué también un
poeta imitador. Nacido en Italia, según unos, en España
(en la ciudad de Itálica), según otros, Silio Itálico se ilustró
primero en la oratoria, i mas tarde se dedicó a la poesía,
como distracción de una vida pasada en medio de las como-
didades que dan el lujo i la fortuna, i de los afanes de la po-
lítica i de la corte, pues fué el amigo de Nerón i desempeñó
tres veces el consulado. Al fin, se dejó morir de hambre pa-
ra no soportar los dolores de una enfermedad incurable.
Aparte de algunas poesías de corta estension, compuso un
poema en diez i siete cantos, en que se propuso celebrar la
segunda guerra púnica. El asunto era dramático, nacional,
i bastante remoto para que el poeta pudiese permitirse la
ficción en los detalles: Silio Itálico, sin embargo, lo trató
con sumí pobreza. Tomó todo el fondo de su poema a Tito
Livio i a Polibio, i todas sus ideas poéticas a Virjilio, sal-
vo las imitaciones secundarias. De ¿iquí resultó una gran
LITERATURA ROMANA 127
compilación en verso en que los personajes no carecen de
verdad histórica, pero a quienes falta elevación i nobleza
poética.
El cuarto poeta épico de este tiempo fué Publio Stacio,
nacido en Ñapóles (61 después de J. C), i uno de los pre-
ceptores de Domiciano. Poeta mui fecundo, Stacio compu-
so muchas obras, de las cuales solo conocemos algunas
poesias líricas i un poema épico, la Tebaida, en que celebra
la guerra civil entre los hijos de Edipo. Aunque simple
imitador de un poema griego sobre el mismo asunto que
no ha llegado hasta nosotros, Stacio es verdaderamunte
poeta, i su obra está llena de imájenes graciosas i de cua-
dros poéticos, sobre todo cuando hace intervenir los afec-
tos suaves. En cambio tiene todos los defectos de su siglo,
la hinchazón, la exajeracion de los caracteres, la manía
de las sutilezas, las descripciones pomposas, i sobre todo
las lisonjas prodigadas a un tirano repugnante, Domi-
ciano.
4. — La sátira latina es en este período el retrato fiel de
la corrupción romana. En tiempo de Horacio, siglo de epi-
cureismo i de decencia aparente, la sátira se. ocultó bajo
la forma de una injeniosa burla, de un epigrama severo,
pero amistoso. Horacio fué un censor espiritual, que no
pudo abandonarse a los impulsos de la indignación, por-
que el estado de la sociedad romana en que vivia, no cho-
caba abiertamente con sus ideas. El tercer período de la
sátira romana tiene un nuevo alimento, mas irritante tal
vez que todos los otros, la opresión i el ejemplo del poder.
Los ríjidos estoicos, los hombres virtuosos que Roma ence-
rraba en su seno, se levantaron contra este desborde de
las malas pasiones de que muchos emperadores daban el
primer ejemplo. La degradación deMesalina.las saturnales
de Nerón, fueron el tema constante de declamaciones, pa-
gadas jeneralmen te con el último suplicio. En estejénero,
comprendido bajo este segundo aspecto, brillaron dos de
los ilustres poetas de esos siglos de postración i de deca-
dencia, Persio i Juvenal.
128 NOCIONBS DB HISTORIA LITERARIA
Aulo Persio Flaco, nacido en Volaterra, en Toscana, el
año 34 de la era cristiana, pertenecia al orden de los ca-
balleros; i después de haber hecho excelentes estudios en
Roma, compuso numerosas obras, de las cuales sólo co-
nocemos las sátiras. Persio murió a la edad de veintio-
cho años cuando su talento habia llegado apenas a todo
su vigor.
La misión del poeta satírico nació en Persio de su ar-
diente amor a la virtud i del disgusto que le inspiraba la
corrupción de sus contemporáneos, de la cual estuvo siem-
pre alejado. La timidez de su carácter i la debilidad de su
salud lo apartaron del trato de los hombres. Nacido en la
opulencia, educado en la virtud, Persio no tiene esa amar-
gura que la envidia da a los miserables, ni en la persecu-
ción del vicio esa imprudencia del lenguaje que hace al mis-
mo poeta cómplice de la corrupción que condena. En sus
sátiras se reconoce una alma joven inspirada por la doctri-
na austera de la escuela estoica. La corrupción para Per-
sio tiene algo de abstracto; así, la ataca en jeneral i nó en
los individuos; no se encarniza contra los vicios i las ridi-
culeces de lo.s personajes de su época; i ataca sólo los es-
travíos jenerales de la sociedad. Su estilo es trabajado; i el
exceso de su concisión dejenera en oscuridad, de tal modo
que para tomar el sentido de su pensamiento^ se necesita a
veces un largo estudio.
Décimo Junio Juv^enal, contemporáneo de Persio, nació
en la ciudad de Aquinio el año 42 de la era cristiana, i
pasó su juventud en las escuelas de los retóricos. Las no-
ticias que ordinariamente se dan sobre su vida no merecen
entero crédito; pero sus obras revelan perfectamente su
carácter.
Aunque cqltivó esclusivamente el jénero satírico, el jenio
dejuvenalno tiene nada de común con el de Persio. En
manos de éste, la sátira era jeneral: aquél por el contrario,
la hizo enteramente personal. En vez de emplear la burla i la
ironía como Horacio, Juvenal parece enrojecerse de cólera
i cargar con un puñal en la mano contra el hombre cuyas
LITERATURA ROMANA 1 2!>
costumbres censura con tanto ardor. Estudiando sus dieci-
seis sátiras, pasamos en revista los vicios de que adolecia
Roma, la corrupción de los grandes, la degradación del se-
nado que delibera con Domiciano sobre la mejor manera
de preparar un pescado, la lujuria de Mesalina, la insolen-
cia del rico para con el pobre, el libertinaje de las mujeres,
sti despotismo i sus intrigas. La profundidad i la perspica-
cia de Ju venal no ha perdonado ninguno de los vicios de su
siglo, que sin embargo eran mui numerosos. Su obra es
por esto mismo la pintura mejor i mas completa de la so-
ciedad romana ¿ti aquella época, pintura que refleja el in-
terior de la vida privada y la plaza pública, al rico i al po-
bre con la misma tendencia d^ censurar amarga i enérjica-
mente. La indignación del poeta ha hecho sospechar que
en sus obras hai menos odio contra el vicio que cólera o
envidia contra los corrompidos felices. Si tuviera tanto
respeto por la virtud, como el odio que manifiesta contra
el vicio, se añade, no habría manchado sus versos con
tantas imájones libres i obcenas.
Dj esta época se cree j neralmente que proviene un libro
titulado el Satirnon, en que se ha pensado encontrar la his-
toria del libertinaje de Nerón bajo una forma alegórica i
novelesca. Se atribuye esta obra a Petronio, cónsul de Biti-
nia i favorito de N«.-ion. Tácito refiere que Petronio tomó
p irte en una conspiración contra su protector, i que descu.
bierto en sus trabajos, se diÓ la muerte para sustraerse a la
venganza, escribiendo antes de morir la historia de la co«
mipcion de aquf I tirano. De aquí proviene que se le haya
atribuido el Satincon, Pero la crítica moderna no ha reco-
nocido la auienticirlad de esta obra, de que solo poseemos
fragmentos mas o menos interesantes, pero casi siempre
obcen<»s i repng antes.
5. — El ep'grama fué cultivado en Roma en este tercer pe-
ríodo como una derivación de la sátira. Marcial, nacido en
Bílbiiis (hoi Baul)ola)en España, el año 40 de la era cris-
tiana, pasó en Roma la mayorparte de su vida, fué elevado
a altos honores por Tito i Domiciano, i es hasta ahora el
TOMO IV 9
130 NOCIÓME» DE HISTORIA LITERARIA
primero de los poetas epigramáticos. Compuso como mil
doscientos epigramas que son todavía un modelo de com-
posición de este jénero, aunque muchos de ellos son obcenos
i vulgares. Hirientes en su mayor parte, li-^onjeros algunos,
como los madrigales de nuestros dias, todos ayudan pode-
rosamente a dar a conocer la sociedad romana para la cual
fueron escritos, mostrándonos muchos de sus defectos i es-
travíos. El cinismo de estilo, las groseras obcenidades que
se notan en muchos de ellos, se esplican hasta cierto punto
por la corrupción délas costumbre? de su tiempo. En efecto,
la poesía licenciosa de Marcial no mereció de sus contem-
poráneos la dura desaprobación a que es acreedora.
6. — El apólogo fué cultivado en este siglo por Pedro, poe-
ta de injenio notable, sobre cuya vida se tienen mui escasas
noticias. Se le supone lil>erto de Augusto i faví)recido por
este emperador, i mas tarde perseguido por Sejano, bajo el
reinado de Tiberio. Con su nombre han llegado hasta noso-
tros noventa fábulas escritas en un verso fácil i agradable,
cuyo argumento es tomado ordinariamente de los apólo-
gos griegos atribuidos a Esopo. El apólogo no es para Pe-
dro un pequeño drama bajo el cual se oculta la moralidad:
por el contrario, estima en poco la narración de un hecho,
i se contrae casi esclusivamente a la lección moral. De aquí
nace cierta se(|uedad i cierta falta de interés, corrw) también
un espíritu mas moralizador (]ue malicioso. Aunque Pedro
es ün escritor casi siempre puro, su lenguaje presenta algu-
nas alteraciones que indican el principio de la 'decadencia.
7. — Si en los primeros tiempos del tercer período de la li-
teratura romana vemos declinar rápidnmeite la p )esí i, la
prosa está Ic^os de llevíir el mismo rumbo. Táeití) en la his-
toria, Quintiliano en la retórica. Séneca en la filosofía i Pli-
nio en las ciencias, mantuvieron el brillo de las letnis lati-
nas en una época en (|ue la musa de Horacio i de Virjdio
parecia haber enmulecido.
Después de Tisto Livio la historia romana habia sido cul-
tivada por escritores de escaso mérití). Veleyo Patérculo i
V^alerio Máximo, cpie escribieroii bajo el reinado de Tiberio,
LITEll ATURA KOMANA 131
lian consignado en sus obras algunas noticias interesantes
sobre ese siglo, retratos vigorosos i cuadros animados, pero
han narrado sumariamente los hechos, i por último se de-
jaron arrastrar por los honores i la ambición hasta lison-
jear a aquel sombrío tirano. Es menester llegar hasta el
reinado de Trajano para encontrar en Tácito uno de los
mas grandes historiadores que haya producido la anti-
güedad.
C«)rnelio Tácito nació en Iterramna, en Umbría, hacia el
año 60 después de J. C. Se ignora el año de su m aerte, pero
se sabe que alcanzó a los honores del consulado bajoNerva,
cjue escribió bajo el reinado de Trajano, i que se casó con la
hija de Julio Agrícola, el célebre jeneral que r^'dujo la mayor
parte de la Gran Bretaña. De sus obras solo nos quedan
una vida de su suegro; un tratado sobre las costumb1"es de
los jermanos, cuadro de una admirable exactitud que supo-
ne en el historiador un grande espíritu de observación i que
se ha considerado como una amarga crítica de la corrup-
ción romana: los Anales, historia del imperio desde Augus-
to hasta Nerón, de la cual solo conocemos una tercera par-
te; i por ultimo, las Hi:itorias, narración de acontecimien-
tos contemporáneos al autor desde Galba hasta la maerte
de Domiciano, que también conocemos incompleta. El em-
perador Tácito, que riji^ el imperio solo unos pocos meses
en 275, pretendía descender del historiador; le erijió esta-
tuas, i mandó que sus obras fuesen depositadas en las bi-
bliotecas publicas i que el gobierno hiciese sacar numerosas
copias cada diez años. Apesar de estas precauciones, las
obras de Tácito estuvieron perdidas casi en su totalidad
durante mucho tiempo; i cuando se las encontró estaban
lastimosamente mutiladas e incompletas.
El mérito singular de Tácito consiste en haber unido la
elevación de un alma grande, formada por la virtud i el pa-
triotismo, al espíritu observador de un filósofo i a la habi-
lidad consumada del escritor, ** Esa alma, dice un crítico'
alemán, Hegewisch, alirfientada desde la infancia de todo
lo que el espíritu republicano déla antigua Roma habia
132 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
producido de grande i de inmortal, ardiente de patriotismo
i de amor por la verdadera gloria, penetrada por el recuer-
do de los fundadores de la grandeza romana, de sus virtu-
des cívicas, llena de una admiración profunda por esos
grandes hombres i de indignación contra toda degradación
del carácter antiguo de los romanos, desea trasportarse a
un ideal de pureza i de patriotismo de que lo aleja triste-
mente el cortejo de vicios i de monstruosas inmoralidades,
en medio deí cual estaba condenado a vivir el historiador. "^
Ausiliados por estas cualidades. Tácito dio a sus histo>
rias un carácter profundamente moral, convirtiéndolas en
un castigo severo de los malvados, i en un premio de los
pocos hombres virtuosos que aparecieron en aquel siglo de
decajlencia i de degradación. Su espíritu observador le per-
mite penetrar en el fondo del corazón i encadenar natural-
mente las causas i los efectos de los sucesos históricos. No
se limita a esponer lo que ha sucedido refiriendo los hechos
en todos sus detalles. Por el contrario suprime los porme-
nores que pueden servir p'ira caracterizar a un hombre, i
se limita a pronunciar su fallo siempre recto i justiciero. Es
un filósofo profumlo que ha estudiado la natur¿ileza huma-
na bajo todos sus aspectos i que no ve en la historia mas
que la manifestación esterior de los móviles que tienen in-
fluencia sobre el hombre i que determinan su acción.
Como escritor. Tácito es considerado el primer pintor de
la antigüedad, no solo por la habilidad incomparable con
que sabe pintar las costumbres i bosquejar lowS retratos,
sino por lo animación i el colorido que da a todas sus na-
rraciones. Ningún historiador ha reunido con la misma fe-
licidad el vigor i la precisión a la riqueza i a la abundancia
de las imájenes. Una palabra le basta para indicar el ca-
rácter de un personaje, i una corta reflexión le permite pe-
netrar en el secreto de todos los acontecimientos. Su estila
sin embargo, deja ver algunas irregularidades gramatica-
les, locuciones viciosas, i por fin cierto desden por lo que se
refiere a la lójica del estilo, que es uno de los caracteres de
una época de decadencia.
LITERATURA ROMANA 133
8. — La historia fué cultivada todavía en esta época por
otros escritores de menor mérito, pero cuyas obras tienen
para nosotros un grande interés.
Cayo Suetonio Tranquilo, que floreció bajo los reinados
de Trajano i de Adriano, aparte de varios estudios biográ-
ficos de algunos gramáticos i de algunos poetas de que so-
lo conocemos pequeños fragmentos nos ha dejado un libro
inestimable en sus Vidas de los doce Césares, historia de
todos los emperadores romanos desde Julio César hasta
Domiciano. Suetonio se ha contraido especialmente a con-
tar la vida privada tie esos príncipes, penetrando en el in-
terior de su palacio, observando todo lo que pasa i espo-
niéndolo con una frialdad i una indiferencia que son una
garantía de su imparcialidad. No desplega ninguno de los
grandes sentimiento que elevan el alma de Tácito i la indig-
nan contra la bajeza i la corrupción de su siglo: no ha to-
mado como éste el tono moralizador paracondenar el vicio
o aplaudir la virtud; pero su narración minuciosa, fria i
desapasionada produce en el ánimo del lector impresiones
mas profunda i verdaderas. Refiere sólo con gran sencillez,
pero sin reflexiones ni críticas, preciosos detalles privados
sobre los caracteres, las virtudes, los vicios, la manera de
vestir i de vivir de los emperadores. El libro de Suetonio
contiene, como debe suponerse, anécdotas escandalosas i
escenas repugnantes; pero sin su ausilio la posteridad no
conoceria aquella vid¿i de libertinaje i de corrupción que
nos da a conocer las costumbres romanas de la decadencia.
Lucio Aneo Floro, español de nacimiento i probablemen-
te de la familia de Séneca, escribió bajo el reinado de Tra-
jano un compendio de historia romana desde los primeros
^ tiempos hasta el reinado de Augusto, en que los hechos es-
tán agrupados con grande habilidad i los caracteres dise-
ñados con cierto relieve, i en que se descubre una unidad
de pensamiento i de composición mui rara en obras de esta
naturaleza.
Otro historiador mui famoso, a quien se coloca jeneral-
mente en esta época, auque no tenemos ninguna noticia de
1H4 MOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
SU vida, es Quinto Curcio, que nos ha dejado incompleta
una Historia de Alejandro, o mas bien una novela, cuyo
héroe es el famoso reí de Macedonia. Es la producción de
un retórico que sacrifica la verdad al deseo d^ dar brillo a su
libro i a su pasión por lo maravilloso. Las arengas que po-
ne en boca de sus héroes son ejercicios de escuela en que no se
descubre el carácter de los personajes a quienes los atribu-
ye. Quinto Curcio carece enteramente de crítica. Ha cono-
cido superficialmente los buenos historiadores de Alejandro
Magno, i ha seguido con preferencia a^ algunos escritores
griegos que habían desnaturalizado su historia, con nume-
rosas fábulas.
9.— La literatura científica no tiene entre los romanos re-
presentantes tan eminentes como entre los griegos. No se
encuentran en Roma observadores atentos de la naturale-
za, jénios verdaderamente creadores, sino sabios mas mo-
destos, simples compiladores délas noticias agrupadas por
otros; pero algunos de ellos merecen mencionarse porque
fueron notables escritores.
A este número pertenece Columela,orijinario de España^
escritor de los primeros tiempos de la decadencia, que com-
puso un tratado de agricultura mui estimado. La última
parte de esta obra fué escrita en verso, i tiene por objeto
el cultivo de los jardines, i completa, por decirlo así, el
poema de Virjilio, en que esta materia no se encuentra
tratada.
Se coloca también en esta época a Aurelio Comelio Cel-
so, célebre escritor de medicina, de cuya vida no se tienen
noticias, i que ha recibido de sus administradores el sobre-
nombre de Hipócrates latino. Lo merece, en efecto, sino
por la ciencia, a lo menos por su elegante precisión. No se
sabe si Celso ha ejercido la medicina, pero es evidente que
conocia todos sus secretos.
Pero el mas notable de todos los escritores latinos que
se ocuparon de ciencias, es Cayo Plinio Segundo, denomi-
nado comunmente Plinio el antiguo. Nacido en Como, en
el norte de Italia, el año 23 de nuestra era, figuró en los
LITERATURA Rí)MANA loí)
altos puestos de la administración pública, se distinguió
como jurisconsulto, i escribió muchas obras sobre historia
civil, filolojía e historia natural. Plinio murió en Estabia el
año 79 asfixiado por las emanaciones gaseosas que se des-
prendían del suelo' durante la terrible erupción del Vesu-
bio, que sepultó a Herculano i a Pompeya. Guiado por su
amor a la ciencia, se habia trasladado a aquella ciudad
para observar el famoso cataclismo que ocasionó su muerte.
De todas las obras de Plinio solo ha llegado hasta nos-
otros una a la cual la posteridad da el título de Historia
nntural. El primer libro de esta obra contiene un índice de
las materias i una lista de los autores que consultó. En los
restantes trata de la cosmografía i de lajeografía, déla
histí^ria de los animales i de las plantas, de las sustancias
minerales o vejetales empleadas en la medicina, i en fin de
la historia de los metales, de la escultura i de la pintura,
como también de los principales artistas, i de las mas no
tables obras maestras del comercio i de la industria. Pli
nio no es un observador atento como Aristóteles, sino un
compilador curioso que ha reunido eo su obra lo que en
contraba escrito en mis de dos mil autores, la mayor par
te griegos, i casi todos perdidos para la posteridad; pero
con frecuencia no ha podido apreciar la verdad de esos tes-
timonios ni comprender lo que quisieron decir. En una pa
labra, es un autor sin crítica, que después de haber pasado
algunos años en hacer sus estractos, los ha colocado en
cierto orden, añadiéndoles algunas reflexiones que no se
refieren a la ciencia propiamente dicha, sino que ofrecen
alternativamente las creencias mas supersticiosas o las de-
clamaciones de una filosofía melancólica. Apesar de la ver-
dad que encierra esta crítica hecha por la ciencia moder
na, la obra de Plinio, que por largos siglos indujo en
groseros errores a muchos naturalistas, tiene aun en nues-
tros dias una grande importancia. Nos esclarece sobre mu-
chos puntos de la vida, los antiguos de la industria, de las
artes, de las costumbres que sin ella serian oscuros enig-
mas. En la obra de Plinio, ademas, como lo observa M. Vi-
136 NOCIONBS DE HISTORIA L1TBRAR1A
llemaín, **se nota también un sentimiento nuevo, descono-
cido en los buenos tiempos de la libertad griega i romana:
es una especie de afección i de interés por ¡a humanidad
es el tratamiento de hombre, sustituido al de bárbaro; es el
reproche dirijido a César por la sangre que ha vertido; es el
elojio dispensado al mismo Tiberio porel cuidado que tuvo
de abolir en Jermania i en África las supersticiones ho-
micidas."
10. — Hemos dicho que la elevación de' Augusto al poder
imperial habia muerto la elocuencia, i que en su lugar flo-
reció otro jénero de oratoria que sólo se manifestaba por
discursos de ceremonia. Esta es la época de los retóricos,
algunos de los cuales desplegaron un verdadero talento en
obras en que las bellezas, sin embargo, están acompañadas
por muchas sutilezas i por frias declamaciones, i en que se
percibe la decadencia del buen gusto.
En este jénero brilló Séneca el filósofo, a quien se supone
padre de Séneca el trájico, i que probablemente es el mismo
personaje que compuso las trajedias que han llegado hasta
nosotros con su nombre. Nacido en Córdoba, en España,
el año 3 de la era cristiana, fué educado en Roma, i estrenó
su talento en el foro con tanto brillo que Calígula, celoso
de su popularidad, quiso condenarlo a muerte. Entonces
Séneca se consagró a la filosofía; pero luego fué llamado a
los honores públicos bajo el reinado de Claudio, i pasó el
resto de su vida en una posición espectable, alternativa-
mente colmado de favores o perseguido, pero siempre atra«
yendo sobre sí la atención de sus contemporáneos. Perse-
guido bajo la instigación de Mesalina, fué desterrado a la
isla de Córcega, i pasó allí ocho años; hasta que Agripina,
la segunda mujer de Claudio, lo llamó a la corte para con-
fiarle la educación de Nerón. Séneca fué impotente para re-
primir los malos instintos de su discípulo, i al fin tuvo
que doblegarse en cierto modo a sus caprichos, creyendo
sin duda suavizar el carácter feroz de Nerón, ya que no le
era posible darle otra dirección. Bajo el reinado de ese tira-
no, fué colmado de honores i de riquezas hasta el momento
LITERATURA ROMANA 137
«n que un capricho de su mismo protector lo obligó a dar-
se la muerte. Séneca se hizo abrirlas venas i murió con va-
lor, dejando un gran nombre manchado por la sospecha de
no haber combatido con suficiente enerjía los malos ins-
tintos de Nerón i de haber escrito la apulojía del asesinato
<le Agripina.
Entre los escritores de la decadencia, Séneca es uno de
los mas notables. Sedujo a sus contemporáneos por la cua-
lidades i por los defectos de su estilo: sus obras admiradas
«n todas partes, fueron puestas en manos de I9S jóvenes e
hicieron olvidar en las escuelas los modelos del siglo de
Augusto. En los siglos posteriores, en la edad media sobre
todo, Séneca gozó de una reputación comparable sólo a la
de Aristóteles: su nombre era sinónimo de ciencia. Esta re-
putación provino particularmente de sus obras oratorias.
En su mayor parte son éstas disertaciones sobre ciertas
cuesuonesjeneral mente mui frivolas, en que Séneca revela
una grande habilid¿id de escritor i una sutileza de injenio
mui al gusto de los ..controversistas de las universidades de
la edad media. Esas disertaciones dan a conocer las diver-
sas cuestiones que se ajitaban en las escuelas de retórica
durante el imperio. Séneca discute, por ejemplo, si los tres-
cientos espartanos colocados en las Termopilas debian o
no huir siendo abandonados por los otros griegos; si Cice-
rón podia o no solicitar gracia de Marco Antonio. Las
otras disertaciones son talvez menos interesantes: en todas
ellas, sin embargo, se encuentran hermosos pensamientos i
rasgos de una verdadera elocuencia, pero deslumhrados
por las sutilezas i la fria declamación.
El gran título de gloria de Séneca en sus obras filosófi-
cas. Conociendo a fondo el corazón humano, estudiándolo
en medio de una corte brillante i corrompida i en las clases
inferiores de la sociedad, habiendo pasado por todas las
vicisitudes a que están espuestos los hombres, elevándose
alternativamente de la condición de desterrado al colmo
de la grandeza para precipitarse en seguida en el abismo de
la miseria. Séneca es ante todo un filósofo práctico. Tomó
138 NOCIONES DE HISTORIA LITJIJRAHIA
de los estoicos su severa moral, i difundió en sus obras pre-
ceptos tan sabios i tan puros para la práctica de la vida»
que algunos escritores cristianos han sostenido sin funda-
mento que los liabia tomado del Evanjelio. Sin duda las
cartas que se suponen dirijidas por Séneca a San Pablo sen
apócrifas; aunque no es imposible que el célebre filósofo co-
nicit-ra las doctrinas del cristianismo. El tratado de la Cd-
hra, el de la Clemencia, en que se cuenta la historia de la
conspiración de Ciña, el tratado de la Providencia, los sie-
te libros de los Beneficios^ i sobre todo, la compilación de
sus Cartas a Lucillo, (|ue contienen, por trozos dciligados,
un curso completo de filosofía moral, abundan en lecciones
de verdadera sabiduiía i ofrecen un vasto campo a la me-
ditación. La forma esterna de todas estas obras, que atra-
jo la admiración de sus contemporáneos i que sin duda re-
vela un escritor mui distinguido, se aparta mucho de la
s?ncillez i de la noble pureza de los buenos modelos del siglo
dj Augusto. El dffecto de Séneca consiste en no escribir na-
da naturalmente: busca siempre el defacto, i lo consigue por
medio de procedimientos uniformes, la brusquedad de los
jiros, la frase cortada, el lenguaje metafórico i las frecuen-
tes antítesis. ** Este escritor, dice un célebre crítico, rompe
el trozo de mármol o de pórfiro que posee para convertir
los fragmentos en figuritas, salientes i brillantes sin duda,
pero que están lejos de valer la estatua que un arte supe-
rior habria sacado de la misma materia".
11. — Hemos dicho que las obras de Séneca fueron mui
aplaudidas por sus contemporáneos. La misma afectación
de su estilo, fué un motivo de admiración. Pero el buen gus-
to no habia desaparecido del todo; i una voz bien templa-
da se hizo oir con la esperanza de restablecer la antigua
pureza de la literatura romana. Esa voz era la de un céle-
bre orador que practicó la elocuencia i que le dio reglas con
una rara erudición i con una gran fijeza de principios.
Mareo Fabio Quintiliano,este es el nombré de ese célebre
orador, nació en Calahorra, en España, el año 42, después
de f. C. Cuando apareció en Roma en todo el brillo de su
LITERATIKA ROMANA 139
talento de orador i de escritor, la pureza del gusto estaba
profundamente alterada. Séneca se había levantado con-
tra los autores del siglo de Augusto, i había seducido a la
juventud con la lucidez de su talento, estraviándola con'sus
paradojas, e inclinándola a buscar ante todo los juegos de
palabras, las antítesis i los adornos brillantes. Quintilíano
protestó contra estos errores, presentando a sus discípu-
los los admirables modelos que ofrecen Cicerón i los otros
grandes jénios que florecieron en el periodo anterior. Sus
lecciones no fueron infructuosas: ellas ejercieron una pode-
rosa influencia sobre sus contemporáneos, i contribuyeron
a formar a los mas ilustres escritores de la época de los
Antonino^. Quintiliano vivió en Roma colmado de distin-
ciones, mereciendo la protección de varios emperadores.
Domiciano le confió la educación de su familia; i el célebre
orador se creyó obligado por el reconocimiento, a alabar
a ese monstruo de crueldad, i llevó la lisonja hasta compa-
rarlo con un dios. Quintiliano murió en Roma en 120, des-
pués de haber dirijido por largos años una escuela de retó-
rica, sostenida por los emperadores mediante emolumentos
muí crecidos.
Quintiliano compuso muchos discursos que nos son casi
desconocidos; los unos eran declamaciones destinadas para
la enseñanza, como las cóntrovcrsiaJrde Séneca: los otros
simples alegatos jurídicos. Pero su gran fama está fundada
en un libro, en que con el título de Instituciones oratorias,
reunió sus doctrinas sobre la retórica. Esa obra es un tra-
tado que encierra un plan de estudios completo para for-
mar un orador, desde los primeros elementos de la gramá-
tica hasta e! arte propiamente dicho, la invención, la dis-
posición, la elocución, la pronunciación, la memoria, la ac-
ción, i en fin las costumbres. Toma a su discípulo en la
cuna, determina el carácter de su educación primaria, i lo
sigue en su desarrollo hasta que se halle enteramente for-
mado. Su erudición literaria le sirve para colocar el ejem-
plo al lado del precepto, haciendo así su libro tan intere-
sante como instructivo, al mismo tiempo que su imajina-
140 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
cíon le suministra comparaciones ¡njeniosas,ímájenes vivas
i una belleza de elocución que, si bien es mui inferior a la de
Cicerón, reviste sus preceptos con agradables formas lite-
rarias. Quintiliano se ha aprovechado de los trabajos de
sus antecesores, compara i juzga sus sistemas; pero ha aña-
dido excelentes preceptos i juiciosas observaciones, i ha
dado a sus teorías un plan propio i enteramente nuevo, lo
que ha permitido hacer de su libro una especie de curso de
educación, de moral i de literatura.
12.— El mas ilustre del os discípulos de Quintiliano fué
Plinio el joven, nacido en Como el año 62 de la era cristia-
na, sobrino e hijo adoptivo de Plinio el naturalista. Plinio
el joven es el escritor mas injenioso i el mejor orador de su
tiempo. Hizo sus primeros ensayos en el foro; i éstos le va-
lieron la amistad de Tácito i su elevación a las primeras
dignidades del imperio. Todos sus discursos se han perdi-
do; pero nos quedan el Pnnejírico de Trajnno, pronunciado
en su carácter de cónsul delante de ese emperador, i sus
Cartas familiares.
El Panejírico, que sin duda fué retocado por su autor
después de haberlo pronunciado hasta dejarlo en la forma
en que lo conocemos, es un monumento de elocuencia. No
se comprende cómo, bnjo el imperio, la oratoria habria po-
dido producir un trozo mas acabado. El el »jio obligado,
pero merecido cuando se trataba de Trajano, desciende
rara vez a la lisonja, i puede con frecuencia ser tomado
como un consejo indirecto o como un estímulo. Los senti-
mientos son nobles, los pensamientos vigorosos; i el ador-
no del estilo es-severo, sobre todo sise com|>ara con la afec-
tación de los retóricos contemporáneos. Agreguemos a esto
que el Panejírico de Trajano está lleno de hechos que la his-
toria ha rccoj i do. Las Cartas de Plinio el joven tienen la
misma importancia histórica, junto con el encantorde una
variedad infinita, revelado por un estilo elegante, nervioso
i a veces satírico.
13. — Los últimos escritores notables de esta época del re-
nacimiento literario iniciado bajo el reinado de los Antoni-
LITERATURA ROMANA 141
nos, son Apuleyo i Aulo Jelio, cuyas obras, aunque de muí
diverso jénero, ofrecen un poderoso ausilio para conocer la
antigüedad.
Lucio Apuleyo nació en Madaure, en África, el año 128
después de J. C. Estudió la jurisprudencia, la retórica i la
filosofía neo-platónica en Roma i en Atenas, e hizo largos
viajes para adquirir nuevos conocimientos. De vuelta a su
patria, restableció su fortuna agotcida por un casamiento
ventajoso. Acusado de haberse hecho amar por m¿ijia, jus-
tificó su conducta por medio de su Apolojín, discurso escri-
to en un estilo correcto que encierra sobre las relijionesi las
supersticiones antiguas algunas preciosas nociones, i en
que el autor desplega mucho injenio i maneja mui hábil-
mente la sátira. Ademas de algunos fragmentos de decla-
maciones, que no carecen de mérito, Apuleyo nos ha legado
las Metamorfosis, novela singular (|ue ha merecido ile sus
admiradores el nombre enfácico de Asno dó oro, con que es
mas conocida. La novela de Apuleyo es uüa imitación del
Asno de Luciano, esto es, la hiscoria de 1 is aventuras de
un hombre convertido en asno por ciertos secretos de ma-
jia. Tomando el fondo de su narra.'ion de la n*)vela g 'iega^
Apuleyo ha trazad») un cuadro alegórico de las costumbres
depravadas de su siglo i lo ha hecho con m uho injenio i
con gran conocimiento de los hombre. Algunos de sus epi-
sodios son mui injeniosos; pc'ro hai uno, el de Cupido i Psi-
que, que es considerado como un i de las mis hermosas ma-
ravillas dvT la imajinacion antii^ua, i qUv! ha tenido el honor
de ser imitada pi)r muchosescritoresm xl^rnos, entreoros,
por La- Fontal ne, el gran fabulista francés.
14. — Auliojelio, que vivia en el segunda) siglo de la era
cristiana (117-181)) es un gramático i un retórico d^* gran-
de eruiicion, que escribió una obra mui curiosa sin t)tro
fin que el de suministrar a sus hij js algunas recreaciones
literarias. Bn sus variadas lecturas de libr<)s griegi>^ i latir
nos i durante una residencia en Atenas, recojia sin orden ni
método notas de todo lo que llamaba su atención, i en se-
guida las arregló en el orden que se le presentaban sus es-
142 NOCIONES de: historia literaria
tractos. Sus Noches áticas son una recopilación deobser-
vac¡í)nes diversas sobre historia, gramática i antigü.'dades
en que los filólogos i los historiadores modernos han en-
contrado un vasto caudal de noticias, que se habrían per-
dido sin el libro de Aulo Jelio, o que no serian conocidas
sino mui imperfectamente, /pesar de la desigualdad del
estilo i del desór len en que están espuestas las materias,
las Noches áticas es una de las obras mas útiles i mas inte-
resantes que nos haya lega lo la antigüvida 1.
15. — Después de estos escritores, la decadencia de la lite-
ratura romana fué rápida e irresistible. No f.iltaron algu-
nos hí)mbres de verdadero talento, pero sus obras revelan
unaépí)ca de mal gusto i de abatimiento. La poesía, sobre
to lo, que se habia mantenido en su postraciíin aun bajo el
reinaílo de los .\ntoninos, no pru lujo después de éstos na-
da que merezca llam irse notable. Terenciano Mauro, p )eta
nacido en África, i que probiblemente vivia en tiempo de
Trajano. compuso un poema didáetico sobre la prosodia i
el arte mécrieo de los latinos, en que los preceptos están es-
puestos con clarilla 1 i elegancia. Calpurnio de Sicilia i Ne-
mesiano,que escribieron b ijo el reina lo de Diocleciano, cul-
tivaron la poesía pastoral con algún talento, pero sin ori-
jinalidad. Ambos son imitadores «le Teócrito i <le Virjilio.
Algunos de esí)s poetas habrian brillado talvez en otro
siglo; pero en la éj)oca en que vivieron, la lengua latina ha-
bia perdid<í su pureza, i la literatura que ilustraron Cice-
rón, Virjilio i H )rajio estaba a punto de desaparecer.
16. — La prosa siguió en estos siglos de dt-cadencia i de
postración la mism i m ircha rápida e irresistible hacia su
wiina que habia segtiid ) la p )esí i. L )s pocos escritores que
en esta época |)reteiidieron s ic ir 1 is letras ro. nanas de ese
estado de al> iciniento, cayeron en la afectacit)n i no alcan-
zaron a elevarse a la altur.i a q-K-a-ípiraban. D: este nú:ne-
ro es M i:ro')io, co item^) )rá leo iL' Teo losio, que compuso
las S íturn iIcs, lihn) esjnto en liálo^ )s, pero cuyo fon li> es
una imitación de las Noches áticis de Aulo Jelio. L\ obra
de Macrobio mucho mas pretenciosa que la de su modelo.
LITERATURA ROMANA 143
es al mismo tiempo mucho menos curioso e interesante que
aquella.
La historia fué cultivarla por numerosos escritores; pero
todos ellos no aumentan en mucho los fastos literarios de
Roma. Por otra parte, arli.'mas ríe la decadencia del gusto
literario. Ja época no era f ivorable para esa clase de traba-
jos. Como los caprichos dt-l poder absolutoeran un nelig^ro
constante para el histf)riador, era bien difícil componer
una historia franca e imparcial del pueblo romano bajo el
réjimen imperial. El miedf> lo minaba todo. Después de los
Antoninos, los emperadores no permitieron el examen de
sus actos, que ya no estaban sometidos a las deliberacio-
nes del senado. Los historiadores queíb»ron así reducidos
a contar los acontecimientos militares sin reflexiones ni crí-
ticas.
De esta manera escribieron los compiladores déla Histo-
ria Avf^vstfi, colección de biografí is de los emperadores
des'Ie Adriano hast" Caro, especie de cnntinu'icion de la
obra de Suetonio, aunqiie de escasísimo mérito literario. Se
atribuye esta cí>mpilacion aséis escritores diferentes; pero
s61i> uno de ellos, Vopisco, refiere acontecimientos de que
ha s-do testigo, o ha hecho investigaciones serias para es-
clarecer los sucesos, i los ha ordeníido con algún método í
con cierto juicio. Los demás no han hecho otra cosa que
copiar lo (|ue encontraban escrito. Según las fuentes c\\\t
han consultado, algunos pasajes están escritos en un estilo
soportable, pero vienen seguidos de otros mui malos. **Tal
es la falta de criterio de esto-^ historiadores, dice Schoell,
que con fr'cuencia, después de haber estractado un autor,
pasan a otro, i toman de él los mismos acontedmientos,
sin percibir esta repetición: así es como algunos hechos
están contados hasta tres veces Historiadores que no sos-
pechan lo que se llama crítica, no merecen ninguna confian-
za." Apesar de la exactitud de este juicio, aquella compila-
ción es un documento precioso, pon|ue contiene las únicas
noticia -í que poseamos sobre ciertos períodos de la historia
del imperio romano,* i porque nos da detalles de costumbres
144 NOGIONBS DB HISTORIA LITBRABIA
de aquellos siglos de decadencia, con un rico caudal de anéc-
dotas, en las cuales se detienen con particular interés los
compiladores.
La literatura romana llegaba entonces a su término. Un
elemento nuevo, el cristianismo Jlevaba a cabo en esa época
un revolución completa. El latin, pin embargo, no desapa-
reció: fué cultivado como la lengua de la nueva religión, i
conservado durante mucho tiempo como el idioma de las
ciencias i de las letras.
CAPITULO IX
MéOH padreM de la licleiiia.
1. El evaqjelio.— 2. Clasificación jeneral de Iob padres de la igle*
sia.— 3. Padres apostólicos de la iglesia griega — 4-. Padres
apolojéticos; Oríjcnes — 5. Padres dogmáticos; San Atanasio.
6. San Gregorio Nadanceno —7. San Basilio i San Gregorio
de Nisa.-.8. San Crisóstomo.^B. I^adres apolojéticos de la
iglesia latina; Tertuliano. — 10. Lactancio — 1 1 . Padres dog-
máticos; San Hilario.— 12. San Ambrosio. — 13. San Jeróni-
mo.— 14. San Agnstin.
1. — En la época en que las letras griegas i romanas co-
menzaban a decaer, se alzaba en el seno mismo del impe-
rio una nueva literatura, inspirada por un espíritu también
nuevo. La predicación del evanjelio hecha por los discí-
pulos de Jesucristo, era el oríjen de esta revolución litera-
ria, que fué a la vez la causa de una completa revolución
social.
La palabra evanjelio es griega en su oríjen, i signiñca
buena noticia; pero tiene dos sentidos diferentes según sea
empleada por los escritores profanos, o por los escritores
sagrados i eclesiásticos. Los primeros se sirven de ella para
designar una buena noticia en jeneral. Los últimos han
dado este nombre a la segunda parte de la Biblia, denomi-
nada también Nuevo Testamento, en que está consignada
la noticia de la venida del Mesías. Posteriormente se lia
TOMO IV 10
146 NOCIONES 1»E HISTORIA LITERARIA
dado el título de evanjelio a cada una de las narraciones
que contienen los principales sucesos déla vida de Jesucristo
i de las doctrinas que predicó.
El evanjelio, la buena noticia, fué trasmitida primero
oralmente por los apóstoles i por sus adeptos. Los discípu-
los de Jesús iban por el mundo anunciando las circunstan-
cias de su vida, de su muerte i de su resurrección. Pero lue-
go se hizo sentir la necesidad de conocer de una manera
mas precisa la historia del Salvador; i entre los maestros
de. la nueva fé hubo algunos especialmente encargados de
la enseñanza de esta historia: estos fueron los evanjelistas
propiamente dichos. Otros se encargaron de otros ramos
de la enseñanza cristiana. Los evanjelistas a fin de fijar
mejor en la memoria las diversas circunstancias de la vi-
da de Jesucrito, ¡^la consignaron en narraciones particula-
res. San Lúeas hace referencia a esas narraciones, cuando
dice que no estando sus autores perfectamente informados,
él se cree en el deber de escribir en orden los hechos verda-
deros.
La iglesia cristiana ha elejido cuatro de esos libros o
evanjelios, que han sido declarados canónicos. El estudio
detenido de estas cuatro obras hace creer que fueron escri-
tas en el orden siguiente: 1*^ El evanjelio de San Mateo,
compuesto por los judíos hacia el año 41 de nuestra era,
en hebreo o sirio caldeo, cuyo testo orijinal fué perdido en
el siglo XI, i del cual sólo conocemos una traducción griega
i otra latina; 2^ El evanjenlio de San Marcos, escrito pri-
mitivamente en griego para los romanos, i que no es otra
cosa que.el precedente modificado en parte; 3^ El evanjelio
de San Lúeas, escrito en grjego, por los años de 53 de nues-
tra era, i que complétalos otros dos. I por último, 4*^ El
de San Juan, escrito también en griego, como sesenta años
después de la muerte de Jesús, para los cristianos del Asia
menor. De estos evanjelios, el primero i el último, son los
mas notables. Se recomienda el de San Mateo por la ele-
vación i la profundidad, por el grande acopio de nociones
para conocer la moral de Jesucristo i por la enerjía i conci-
LOS PADRKS 1>K LA IGLESIA 147
sion de su estilo. El de San Juan revela un fondo vaporoso
de pasión i de poesía que nos hace conocer i admirar el
alma del escritor.
Estos cuatro libros, aunque de un mérito literario mui
diferente, han sido inspirados por un mismo espíritu i por
los mismos sentimientos. Los cuatro cuentan los mismos
hechos; pero unos tienen mas incidentes i pormenores que
otros, de tal manera que todos se completan entre sí. La
iglesia, declarándolos auténticos i canónicos, ha considera-
do apócrifos los otros evanjelios compuestos en diferentes
tiempos i lugares para referir también la vida de Jesús.
Ya hemos dicho en otra parte, que cuando se habla de la
Biblia, la palabra apócrifo no tiene el sentido que se le da
ordinariamente. Los libros bíblicos denominados apócri-
fos son aquellos a los cuales no se atribuj^e un oríjen di-
vino o revelado, i que, sin ser enteramente falsos, no pue-
den ser invocados como regla en materia de relijion i de
moral.
2. — La predicación del evanjelio pasó por tres períodos
diferentes: la primera predicación; la lucha i el triunfo. Esos
atrevidos propagandistas que consumaron la conquista
del imperio romano por la doctrina cristiana venciendo
mil peligros i sufriendo muchos de ellos el martirio, son de-
nominados padres de la iglesia, i sus escritos hacen regla
en materia de fé. Los predicadores del primer período, que
con sus palabras o sus escritos dieron a conocer la vida i
la moral de Jesucristo, son denominados padres apostóli-
cos. Los del segundo, que hasta el reinado de Constantino
tuvieron que luchar contra el paganismo para defender sus
doctrinas contra las calumnias de sus enemigos, son deno-
minados joaí/res apolojéticos. Los del tercero, que encontra-
ron la iglesia victoriosa de las creencias paganas, i que tu-
vieron, sin embargo, que contraer sus esfuerzos contra las
sectas disidentes i que fijar él dogma i la constitución defi-
nitiva de la iglesia, merecieron la denominación de padres
dogmáticos.
En el rápido bosquejo que vamos a trazar de los trabajos
148 NOCIONES DK HISTOUIA UTPBARIA
de los santos padres, distinguiremos estos tres períodos;
pero hablaremos primero de los padres de la iglesia griega,
i en seguida de los de iglesia latina.
S.^Entre los padres del primer período seria necesario
colocar a los apóstoles que, como San Pablo, predicaron i
escribieron para dar a conocer la doctrina de Jesucristo.
Figuran también en este período San Bernabé, San Clemen-
te papa, San Ignacio obispo de Antioquía i San Dionisio
obispo de Alejandría, que dejaron algunos escritos, homi-
lías o epístolas, en que se encuentran hermosos pasajes i en
que se nota un estilo puro i una elocuencia inspirada.
4.— Entre los padres apolojéticos deben colocarse San Jus-
tino, notable por su fé i por la sinceridad fervorosa de su
piedad cristiana; Hermas, que en el segundo siglo de la era
cristiana empleó, como Luciano, las armas del ridículo para
combatir el politeísmo, pero que, a diferencia de aquél, se
contrajo a defender el cristianismo; San Clemente de Ale-
jandría, tan notable por su erudición como por la elegancia
de su estilo i la solidez de sus principios; i por último, Orí-
jenes, discípulo del anterior, que es uno de los mas hermo-
sos jenios del cristianismo naciente. Director de la escuela
cristiana de Alejandría, en reemplazo de su maestro, le
eclipsó en breve por su reputación. Los paganos acudian
a oir sus lecciones, i no hubo entre ellos mas que una voz
para alabar con entusiasmo la estension de su saber, el vi-
gor de su espíritu, el encanto de su elocución, la gracia i la
unción de su palabra. Se admiraban al mismo tiempo de
su desinterés absoluto, sus austeridades voluntarias i su
perseverancia en la meditación i en la oración. Sus discur-
sos i sus ejemplos inflamaban de tal modo a sus oyentes,
que se vio a muchos de éstos correr al martirio al salir de
sus lecciones. Este maestro elocuente fué también un escri-
tor mui fecundo. Según San Jerónimo, compuso mas volú-
menes que los que otros habrían podido leer. Son notables
sobre todo sus trabajos de profunda erudición sobre la
Biblia i sus traducciones en lengua griega, sus homilías o
sermones, i sus obras de controversia contra los filósofos
LOS PADRÍJ8 DE LA IGLlCSlA 149
paganos enemigos del cristianismo. Orfjenes pensó colocdf
en un orden sistemático las principales partes de la fe cató-
lica para darle una esplicacion científica; pero no alcanzó a
ejecutar esta obra.
5.— Pero la época mas brillante de esta literatura es el
período de los padres dogmáticos, a cuyo influjo debió la
iglesia su unidad i la destruccio-i de las herejías que surjie-
ron en los primeros siglos. En esta épocabrilláron entfé
los padresgriegos San Atanasio,San Gregorio de Nisa,San
Gregorio Nacianceno, i sobre todos ellos, San Basilio i Satí
Juan Crisóstomo.
La vida de San Anastasio es una prolongada lucha con-
tra la herejía de Arrio i contra los emperadores que qui-
sieron sostener el arrianismo o restaurar el paganismo,
lucha mezclada de triunfos i de reveses, i coronada al fin
por una victoria decisiva. Nació en Alejandría, hacia el
afio 296, de una familia distinguida. San Anastasio se
hizo notar en el concilio de Nicea por su celosa ortodojia i
por su elocuencia. Elevado a la dignidad de patriarca de
Alejandría, fué desde entonces el sostén i el guía de la igle-
sia de Ejipto. La intrepidez con que se contrajo al cumpli-
líiiento de sus deberes al través de las persecuciones mas
pertinaces, le granjearon el amor i la veneración de los
católicos, para quienes sus destierros fueron duelos públi-
cos, i sus restituciones a la silla patriarcal, verdaderas
triunfos. El 2 de mayo del año 373 murió tranquilo i glo-
rioso en su sede de Alejandría. Mas que por el brillo i lo
patético del estilo, la elocuencia de San Anastasio se dis*
tingue por el vigor i la lójica del razonamiento. Su pala-
bra se considera como la fórmula inmutable de la doctri-
na, porque él deslindó i fijó todos los elementos de la creen-
cia católica, en que resplandece cierta sencillez luminosa
qüt arrastra e instruye a la vez. La historia le admira
por la firmeza inquebrantable de su carácter.
6.— San Gregorio Nacianceno, que ocupa un puesto dis-
tinguido entre los poetas cristianos, merece eofflo orador,
tin rango de primer orden. Nacido en el pueblecillo de Acian-
150 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
za, á inmediaciones de Nacianza, cuya iglesia episcopal
gobernó algunos años, murió en un retiro el año 389, .en-
tregado a la penitencia i al cultivo de la poesía. Dotado
de una alma tierna i contemplativa, sólo por abnegación
aceptó el episcopado, cuyas penosas obligaciones cumplió
con celo i desprendimiento. Las obras notables de este pre-
dicador lleno de unción i de vehemencia, son numerosas, i
han servido de modelo a los oradores cristianos.
' 7. — Nacido en Cesárea en 329, amigoicondiscipulo.de
San Gregorio, i muerto en 379, San Basilio, sucesor de Eu-
sebio en la sede de aquella ciudad, no llevó esa vida de
aventuras i de azares que tanto nos interesa en la historia
de San Atanasio i de San Jerónimo; pero in^pone respeto el
espectáculo de una virtud constante unida a un hermoso
injenio. San Basiüo fué el verdadero obispo del evanjelio,
el padre de los pobres. Gastó sus rentas en obras de cari-
dad, que alcanzaban no sólo a los cristianos, sino también
a los herejes i a los judíos. No tenia mas que una sola tú-
nica i se alimentaba sólo con pan i legumbres; pero em-
pleaba grandes tesoros en embellecer a Cesárea.
**San Basilio i San Gregorio de Nacianza, dice M. de Vi-
llemain, son los primeros modelos de esa docta i piadosa
elocuencia consagrada a la enseñanza regular del pueblo.
En su boca, la relijion no tiene ese ardor en que se consu-
mia el celo de Atanasio: no es la espada qire corta i que
divide, sino el lazo que acerca i que une suavemente las
almas. Menos ocupada del dogma, su elocuencia se con-
trae sobre todo a la reforma de las costumbres i al con-
suelo de los aflijidos". La obra maestra de San Basilio
tiene por objeto esplicar el Jénesis en la parte relativa a
la creación del mundo; pero compuso ademas muchas obras
dogmáticas i morales como también panejíricos i escritos
de controversia qu2 conservan su reputación aun en núes
tros dias.
San Gregorio de Nisa, hermano menor de San Basalio-
siguió la misma carrera que éste con un brillo casi igual.
Los mismos estudios desarrollaron su jénio, i después de
LOS PADRES DE LA IGLESIA 151
haber enseñado la retórica i practicado la jurisprudencia,
se hizo sacerdote i fué elevado en 372 a la silla episcopal
de Nisa, ciudad de la Capadocia,que ocupó hasta su muer-
te, ocurrida en 396 a la edad de sesenta i cinco años. La
pureza, la fuerza i la magnificencia de su estilo le señalan
tin puesto elevado entre los oradores cristianos.
8. — El mas famoso de los padres de la iglesia griega es
sin disputa San Juan Crisóstomo, que no tiene en la elo-
cuencia cristiana otro rival que San Basilio, a quien sobre-
puja, a 1q menos por su fecundidad. San Juan nació en
Antioquía hacia el año 344, i fué instruido en el arte ora-
torio. Del foro pasó al piilpito para merecer el nombre de
Crisóstomo (boca de oro), como otro célebre orador i filó-
sofo profano. Cuando Antioquía se rebeló contra Teodo-
sioise entregó a la consternación temiendo la venganza
imperial, Crisóstomo se encontró en el caso de calmar dia-
riaraente las pasiones del pueblo, consolando sus miserias i
tristezas i persuadiendo a la práctica de las virtudes, en
tanto que se obtenia en Constantinopla el perdón de Teo-
dosio, que el obispo de Antioquía, Flavio, fué a implorar
de rodillas. Llamado mas tarde a la sede de la capital del
imperio, desplegó igual celo i la misma elocuencia; pero las
intrigas de una corte corrompida acabaron por desposeer-
lo: i este glorioso apóstol de la fe cristiana murió en el des-
tierro, conservando siempre su inalterable virtud. Suélese
comparar a San Juan Crisóstomo con Cicerón; i a la ver-
dad, no tendría por ello de qué quejarse el orador romano.
El estudio de las obras de este santo padre puede por sí
sólo bastar a formar un teólogo consumado i un orador
excelente.
Su gloria como orador, consiste, en efecto, en haber fijado
el verdadero carácter de la elocuencia cristiana. **Su méto-
do, dice M. Guillon, llegó a ser la regla de este jénero i el
sello de la verdad. Este evanjelio, que la orgullosa filosofía
del siglo habia desconocido, fué considerado desde entonces
como el código de la mas perfecta sabiduría i la fuente de
las mas sublimes concepciones que pudiesen ofrecerse al jé-
152 KoClONlfib ÚE HISTORIA LITERARIA
nio." "Bajo el peso de la palabra de Crisóstomo, agrega el
mismo autor, el paganismo fué vencido en la tribuna; como
lo había sido en los templos."
9.— La elocuencia cristiana comenzó a florecer en Rama
en el siglo II de la nuestra era. La iglesia latina, como la
iglesia griega, tuvo sus padres apólojético, que defendieron
la rclijion mientras fué necesario combatir cóütra el paga-
nismo; i sus padres dogmáticos, que purificaron la doctri-
na, limpiándola de las ideas i principios con que las sectas
disidentes habian comenzado a enturbiarla.
El mas notable de los apolojistas latinos es Tertuliano,
nacido en Cartago el año 160 i muerto a la edad de 85
años. Habiendo recibido una excelente educación i adqui-
rido estensos i variados conocimientos, abrazó el cristia-
nismo a la edad de treinta años. Después de haber defendí-
do vigorosamente la iglesia de Jesucristo í su doctrina, ca-
yó en los errores de Montano, i fundó en seguida una decta
aparte.
La mas famosa de las obras de Tertuliano es su ApolO"
¡ética. Compúsola bajo el reinado de Séptimo Severo i la
dio a conocer en los últimos años del siglo II. Se pregunta
qué crímenes han cometido los cristianos para ser atormen-
tados i muertos, i examina en detalle las calumnias forja-
das contra ellos i los justifica de los reproches que se les
han hecho, presentándolos como hombres puros por su con-
ducta i dóciles i sumisos a la autoridad del soberano. Su
estilo es frecuentemente duro a fuerza de vigor, oscuro a
fuerza de precisión, bárbaro i afectado a fuerza de ídeolojis-
mo i de brillo; pero estos defectos están indemnizados por
la belleza de las imájenes, por la profundidad i la enerjía de
las ideas i por el poder patético de los movimientos.
Viene en seguida San Cipriano, obispo de Cartago, mar-
tirizado en 258. Aunque su estilo se resiente del mal gusto
de la época i de la rudeza africana, tiene sin embargo, fuer-
za i elocuencia, dejando siempre ver una alma elevada. Sus
obras, que son mui numerosas, ofrecen un cuadro completo
LOS PADRBd DB LA laLBSIA 153
del espíritu i de la vida, de la disciplina i de la administra-
ción de !a iglesia.
10.— Lactancio, que vivió en los siglos III i lY, que fué
testigo de la persecución de Diocleciano i del triunfo de la
nacva relijion bajo Constantino, nació en África i muriér en
Tréveris hacia el año 325. En su juventud fué pagano i, por
nombramiento del primero de aquellos emperadores, rejentó
una escuela de retórica en Nicomedia; pero las persecucio-
nes diríjidas contra los cristianos, lo inclinaron a abrazar
la relijion de éstos, i fué al fin uno de sus mas ilustres apo-
lojistas. No compuso discursos, sino tratados majistrales,
notables por la acertada disposición de su plan, por la
abundancia i limpieza del estilo i por la elevación de la elo-
cuencia. Sus Instituciones divinas, aunque débiles talvez en
su parte teolójica, son el resultado de una grande erudición,
i contienen una vigorosa refutación de los errores del paga-
nismo; pero el dogma cristiano no se encuentra establecido
con toda solidez i claridad. Sus dotes de escritor, sin em-
bargo, le han merecido el glorioso sobrenombre de Cicerón
cristiano.
11.— Entre los padres dogmáticos de la iglesia latina,
figuran en primera línea San Hilario, San Ambrosio, San
Jerónimo i San Agustin.
San Hilario nació en Poitiers a principios del siglo IV, i
murió de obispo de esta misma ciudad en 367. Por el denue-
do de su carácter, por el temple superior de su injenio, San
Hilario fué el Atanasio de occidente. Perseguido i victorioso
como éste, enemigo implacable del arrianismo, desencadenó
contra esta secta el turbión de su elocuencia hasta aniqui-
larla, sin que se escapara de sus ataques el mismo empera-
dor. Su obra principal, el Tratado de la Trinidad, ha fijado
definitivamente la doctrina sobre este punto.
12.-^an Ambrosio, nacido en 340 en la Galia meridio-
nal, era miembro de una familia ilustre; i en su juventud se
distinguió en el foro i en el desempeño de altos puestos.
Elevado, sin pretenderlo; a la dignidad de arzobispo de
Milán, ejerció este cargo con valor i con celo ejemplares. Se
154 NOCIONR8 DE HISTORLA LITBRA&IA
ha hecho famosa su enerjía por hal>er rechazado de la cate-
dral de Milán al emperador Teodosio, que quería penetrar
en el templo sin haber hecho antes penitencia por las ma-
tanzas de Tesalónica, como lo exijia San Ambrosio. Las
numerosas obras de este santo se distinguen por la firmeza
de sus convicciones i por la suavidad i ternura de sus senti-
mientos; pero están también afeadas por los defectos inhe-
rentes al mal gusto de la época. Su tratado de Los deberes
es un libro de moral en que San Ambrosio ha tomado lo
que hai de mejor en el libro de Cicerón sobre el mismo asun-
to, pero al cual ha añadido las luces nuevas propagadas
por el cristianismo.
13. — San Jerónimo, nacido. en Dalmacia por los años de
331, murió en Belén el año 420 de Jesucristo. Su vida es
utío de los mas curiosos episodios del cristianismo. Dotado
de una imajinacion vigorosa i ardiente, nutrido a la vez
con la ciencia de las Jetras profanas i con la de las Santas
Escrituras, San Jerónimo es el mas orijinal de los escritores
católicos. Sus espresiones son varoniles; i aunque es poco
igual i perfecto en su estilo, es mucho mas elocuente que
otros escritores que se han hecho notar por su esmero. Las
querellas relijiosas en que intervino como lidiador, las pa-
siones mundanas que perturbaron su espíritu, su austeridad
en el desierto sus lejanas correrías, la ajitacion de las ciu-
dades i la calma de la soledad, todo contríbuyó a robuste-
cer i a exaltar su imajinacion, así como sus luchas interio-
res acabaron por imprimir mayor fuerza a su injenio. Po-
cos escrítores han llevado mas lejos el don de cautivar los
espírítus con la palabra. Sus obras no ofrecen un sólo tro-
zo que no pertenezca por el vigor persuasivo al jénero ora-
torío; pero en sus cartas es donde brílla mejor su elocuen-
cia, porque ha derramado en ellas toda la st^nsibilidad de
su alma, los tesoros de su erudición i de su entusiasmo re-
lijioso.
14.— Llegamos por fin al hombre mas admirable déla
iglesia latina. Colocado en otro siglo, San Agustin habría
sido incomparable por la estension i la facilidad de su inje-
LOS PADRES DE LA IGLESIA 156
nio. Metafísica, historia, antigüedades, ciencias, costum-
bres, artes, todo lo abarcó. Escribió sobre la miisica con la
misma facilidad que sobre el libre albedrío: esplica los fenó-
menos de la memoria con la misma firmeza de criterio con
que razona sobre la decadencia romana. Su elocuencia, aun-
que empañada a veces por la afectación i los barbarismos
de una época de decadencia, es a menudo sencilla i familiar,
como que estaba destinada de ordinario a los habitantes
incultos i casi bárbaros de la Mauritania. Sus obras, in-
menso depósito de ciencia teolójica, son la imájen mas viva
de la sociedad cristiana de fines del siglo IV.
San Ambrosio conquistó para la iglesia a este aguerrido
i formidable campeón, San Agustin, en efecto, fué pagano
de oríjen. Nació en Tagasto, en África, en 354, estudió las
letras profanas i obtuvo la cátedra de elocuencia en Milán.
Allí se convirtió al cristianismo i volvió al África, en donde
fné proclamado obispo de Hipona. En este puesto se dis-
tinguió tanto por su virtud como por sus talentos; i murió
allí (4?30) durante el sitio de la ciudad puesto por los ván-
dalos. Las obras mas célebres de este santo son la dudad
de Dios i \sis Confesiones. Sus tratados contra los herejes,
sus sermones, sus homilías i sus obras filosóficas son por
su número i por su mérito un testimonio de la fecundidad i
de la pujanza de su injenio. Para templar la admiración
que inspira el jenio de San Agustin, es menester añadir que
su doctrina sobre la gracia, que pone en peligro el libre al-
bedrío, ha ocasionado debates que han ajitado con frecuen-
cia la iglesia.
Después de estos grandes oradores, es menester todavía
citar a los papas San León i San Gregorio Magno, que flo-
recieron en el siglo V, i que dejaron obras notables a pesar
de haber vivido en una época poco favorable para las le-
tras. Con ellos se estinguieron en el occidente, i durante
algunos siglos, los últimos restos de la elocuencia sagrada.
PARTE SEGUNDA.
EDAD MEDIA.
CAPITULO PRIMERO
Gn^ntfe» 4iviMo»ir« de ln literatura de la Edad
media.
1. Importancia literaria de la edad media.— 2. Clasifícacion jene-
ral de la literatura durante este período: literatura oriental;
bizantina; latina; vulgar o literatura de las lenguas modernas.
1. '*Se cuentan en la historia mas de diez sigloB durante
!o8 cuales, según se cree jeneralmente, el espíritu humano
ha retrogradado. Una porción tan considerable de los tiem-
pos que nos son conocidos, durante la cual la grande obra
de la perfectibilidad hubiese retrocedido, seria sin duda
una fuerte objeción contra el sistema de progresión en las
luces; pero esta objeción, que si fuese fundada seria abru-
madora, la refuto de una manera sencilla. No pienso que la
especie humana ha retrogrado en esta época: creo, por eL
contrario, que en el trascurso de estos diez siglos se han
dado pasos inmensos.
I
15S XOCKíXBS DE HISTORIA LITERARIA
''Me parece que cuando se estudia la historia se adquie-
re la convicción de que todos los acontecimientos principa-
les tienden al mismo objeto, la civilización universal. Se ve
que en cada siglo nuevos pueblos han sido admitidos al
goce de los beneficios inherentes al orden social; i que la
guerra, a pesar de todos sus desastres, ha estendido con
frecuencia el imperio de las luces. Los romanos civilizaron
el mundo que habian sometido. Un pueblo guerrero reunió
así bajo las mismas leyes una parte del mundo para civili-
zarla conquistándola. Las naciones del norte haciendo de-
saparecer durante algún tiempo las letras i las artes que
reinaban en el sur, adquiriendo, sin embargo, algunos de
los conocimientos que poseian los vencidos; i los habitan-
tes de mas déla mitad de la Europa, estraños hasta enton-
ces a la sociedad civilizada, participaron sus ventajas.
**La invasión de los bárbaros fué sin duda una gran des-
gracia para las naciones contemporáneas de esta revolu-
ción, pero las luces se propagaron por este mismo aconte-
cimiento. Los enervados habitantes del sur, mezclándose
con los hombres del norte, tomaron de ellos una especie de
enerjía i cierta flexibilidad, que debian servir para comple-
tar las facultades intelectuales." (Madame de Staél. De
la Uttérature,)
Se ha dicho jeneralmente que la edad media era un pa-
réntesis, un desierto si se quiere, colocado entre la civiliza-
ción antigua i la civilización moderna, se ha creído apo-
yar esta opinión con la pobreza, mui exajerada, de la lite-
ratura de los tiempos medios. Sin embargo, seria mui di-
fícil probar que durante ese período se haya dejado estin-
guir una sola chispa de la ciencia i de la literatura de los
tiempos antiguos; i seria mui fácil manifestar que bajo mu-
chas fases la literatura i las ciencias hicieron grandes pro-
gresos en esos siglos que se llamaban Ijárbaros^ Las letras,
es verdad, perdieron la corrección antigua, i no alcanza*
ron al razonamiento que constituye el mérito de las litera-
turas modernas: pero hicieron ostentación de una imajina-
cion poderosa, formaron la transición de dos épocas mui
LITERATURA DK T.A* KDAD MMDTA 159
. . •
diversas, i prepararon el gran movimiento revolucionario
que se realizó en los siglos posteriores.
2.— Estas reflexiones son verdaderas históricamente; pero
lajencracion de entonces debió llevar una existencia mi-
serable. El imperio se encontró rodeado de una aterradora
red de bárbaros. En el Rhin, en el Danubio, en África i en
Asia, las irrupciones repentinas se sucedían a cada instan-
te. Agregúense a esto la desorganización interior, la co-
rrupción jeneral, los goces enervantes del lujo, i se verá que
aquella era una época de muerte para la literatura. La
Italia pasó a ocupar un rol de segundo orden, mientras
que en Constantinopla la lengua griega se perpetuaba con
una literatura mucho menos brillante que la del siglo de
Pendes, pero bastante rica todavía, sobre todo en traba-
jos de erudición i jurisprudencia. Esta literatura es deno-
minada bizantina, el nombre antiguo de la capital del im-
perio, Bizancio.
El occidente de la Europa estuvo por algunos siglos su-
mido en una especie de postración literaria e intelectual
causada por la decadencia de la literatura latina i por el
dcsquiciamento social producido por las invasiones de los
bárbaros i por el establecimiento de un nuevo orden de co-
sas. El arte conservó, sin embargo, todas sus ramas, poe-
sía, filosofía, historia; pero en su admiración por los inje-
nios de la decadencia romana, casi todos los escritores la-
tinos de la edad media buscaron los modelos secundarios, i
equivocaron su camino creando una literatura bastarda,
pálida i enfermiza. Por fin, nacieron las lenguas modernas,
es decir, el latin se corrompió con el contacto de las lenguas
bárbaras del norte, i entonces nacieron nuevas literaturas,
derivaciones en gran parte de las literaturas de la antigüe-
dad, aunque modificadas en su forma i en su fondo, como
que también era el fruto i el reflejo de una civilización mui
diferente. Eljenio moderno comenzaba a manifestarse en
todo su esplendor.
Pero al mismo tiempo que se desarrollaban estas dos li-
teraturas diversas en el occidente, es decir, la latina que
160 NOCIONB8 DK >il8Tü|tIA LITBRAIIIA
vivía de los recuerdos clásicos de la antigüedad, i la vulgar,
hija de los nuevos idiomas, i al mismo tiempo que Constan-
tinopla era el centro de una literatura griega, producto de
las tradiciones helénicas i de la civilización cristiana, se de-
sarrollaban otra civilización i otra literatura en el oriente,
de que fueron creadores los árabes, cuyas conquistas i cu-
yas influencias se hicieron sentir durante muchos años en
Europa.
Según esto, la literatura de la edad media debe ser clasi-
ficada en tres grupos distintos: 1" literatura oriental o ará-
biga; 2* literatura bizantina, o griega moderna; i 3^ litera-
tura neo-latina u occidental. Esta última debe a su vez di-
vidirse en otros dos grupos: I*' literatura latina propia^
mente dicha; i 2^ literatura vulgar, es decir, escrita en los
idiomas modernos, derivados muchos de ellos del latín, o
nacidos de las relaciones entre conquistados i conquistado^
res después de las invasiones que destruyeron el imperio ro-
mano.
CAPITULO II.
£i itera tur as orientales.
El Coran; su importancia literaria.— 2. Civilización de los ára-
bes; su influencia en Occidente. — 3. Literatura arábiga; la his-
toria i la jeografia. — 4?. La poesía.- -5. Las mil i una noches.—
6. El apólog^o; Lockman. — 7. Literatura persa; Ferduci i Sadi.
—8. Calila i Dimna,
1.— Como hemos visto en otra parte, (Part. I, cap. I),
mucho tiempo antes de Mahoma la Arabia tenia un lengua-
je formado, i había producido poetas de alguna distinción;
pero el verdadero desarrollo de su jenio literario data de la
reforma predicada por el profeta. El Coran, cuya perfec-
ción literaria fué aducida por el mismo Mahoma como una
prueba de que era una obra divina, llegó a ser el estandar-
te de la elocuencia arábiga i el modelo de las futuras com-
posiciones.
El Coran (Al-Coran, que en árabe significa la lectura) es
el libro sagrado de los musulmanes, i fué compuesto por
Mahoma. Decía éste que lo habia recibido Üe boca del án-
jel Gabriel por versitos o fragmentos que los compañeros
del profeta escribian bajo su dictado en hojas de palma.
Código rclijioso, moral, civil, criminal, político i militar, el
Coran es para los musulmanes la fuente de toda lei i de
toda ciencia. Los preceptos morales, muchas de sus pres-
TOMO IV 11
162 NOCIONES DE HIStÓRIA LITERARIA
cripcíones i de los hechos referidos en él, sontomadosde las
libros sagrados de los cristianos; pero todo esto está mez^
ciado con las tradiciones arábigas i con descripciones ani-
madas, pero perdidas en medio de repeticiones fastidiosas.
Como obra literaria, el Coran es un libro sin orden, sin uni-
dad i contradictorio en muchos de sus capítulos. El estilo,
que es árabe puro, es mui conciso, i a veces oscuro a causa
de las elipsis i de los equívocos. Los mismos árabes, para
comprender su sentido, están obligados a recurrir a los nu.
mcrosos comentarios que se han hecho.
Ese libro, fundamento de las creencias i de la organiza-
ción política de los árabes, es también la primera base de
su literatura. Mahoma, en efecto, fijó la lengua de su pa-
tria, que ya habian perfeccionado los poetas, i que se apre-
suraron a adoptar los pueblos sometidos al yugo del isla-
mismo. El Coran sirvió de modelo para las reglas de la
gramática i del estilo. Como estaba escrito sin vocales, pe-
dia ser leido i esplicado de diferentes maneras. En el siglo
VII de la era cristiana se estableció la vocalización del libro
sagrado, i se abrió un vasto campo a las esplicaciones gra-
maticales i literarias. El arte de leer i de interpretar el Co-
ran dio lugar a una infinidad de escritos de toda especie.
Cuando los sectarios de Mahoma emprendieron la conquista
de remotos paises, lejos de corromperse por el contacto de
otros idiomas, el árabe se enriqueció con una multitud de
espresiones nuevas, se desarrolló i llegó a ser la lengua sa-
bia del oriente. La literatura persa no fué mas que una di-
visión de la literatura árabe. Pero lo que hai de mas curio-
so i mas notable es que, en medio de los numerosos dialec-
tos que hablan las naciones musulmanas i que ofrecen dife-
rencias tan radicales, el Coran es comprendido por todas, i
mantiene en medio de estas poblaciones tan opuestns por
sus costumbres i por sus usos, una especie de unidad de len-
guaje i de sentimientos.
2. — La predicación del islamismo, llevada a cabo por me-
dio de conquistas militares i de sangrientas ajitaciones, no
fué inmediatamente favorable al cultivo de las letras. La
LITERATURAS ORIENTALES 163
poesía pareció estinguirse. Sin embargo, los árabes, ni aun
durante el fanatismo de esas primeras conquistas, han me-
recido los reproches con que han sido condenados. Se les ha
hecho responsables de la pérdida de muchas de las obras de
la antigüedad, refiriendo que incendiaron la famosa biblio-
teca de Alejandría. La crítica moderna casi ha desmentido
este hecho. Se ha demostrado que aquel rico depósito de
la ciencia i de la literatura antiguas habia sufrido gran-
des pérdidas bajo el gobierno de los emperadores roma-
nos; i que cuando los árabes invadieron el Ejipto, debia
encontrarse sumamente reducida. De todos modos, si el fa-
natismo relijioso de los sectarios de Mahoma pudo hacerse
culpable de ese atentado literario destruyendo los últimos
restos de la célebre biblioteca, se sabe que ese espíritu de
vandalismo no se conservó por largo tiempo. Bajo el rei-
nado de los califas Abasidas, las letras comenzaron a pros-
perar de nuevo, i las luces de la ciencia árabe contribuye-
ron a alumbrar a la Europa en una época en que la mayor
parte del Occidente estaba sumido en una barbarie casi
completa.
El califa Haroun-al-Raschidconvocólos sabios de todos
los paises a su corte de Bagdad, premió sus trabajos i man-
dó traducir los mas afamados aurores griegos, Aristóteles,
Hipócrates, Euclídes, etc., (fines del siglo VII de la era cris-
tiana). Su hijo Almamoud, después de una guerra contra
los emperadores de Constantinopla,hizola paz a condición
deque sus enemigos le cediesen algunos millares de libros i
permitiesen ir a Bagdad al filósofo León. Fundó escuelas,
estableció bibliotecas i mandó ejecutar grandes trabajos de
un carácter puramente científico.
Bajo los Omniades, las letras i las ciencias no fueron
protejidas con menor empeño. La ciudad de Córdoba en
España, llegó a ser en el Occidente lo que Bagdad era en el
Oriente, un ceVitro científico al cual concurrían en el siglo X
l(is sabios de todas las naciones cristianas a estudiar las
matemáticas i la medicina. La España arábiga contó ade-
mas catorce universidades, cinco biblioteciis i muchos colé-
164 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
jios i escuelas. Se atribuye a los árabes la invención de los
números empleados en los tiempos modernos, i que simpli-
fica tanto las operaciones aritméticas; pero se cree con mu-
cho fundamento que este sistema de numeración fue conoci-
do en los últimos años del imperio romano. Atribuyeseles
igualmente la invención del áljebra, que talvez aprendieron
de los filósofos griegos de la escuela de Alejandría. Cultiva-
ron la astronomía i la jeodesia, i construyeron mapas de
los países coaquistados. Cultivando la alquimia, fundaron
la química; i si su relijion no les permitió disecar los cadá-
veres i estudiar la anatomía, hicieron admirables progresos
en la terapéutica i en la botánica. Se les niega la invención
de la brújula, del papel i de la pólvora que, según se cree,
ueron inventos tomados por los árabes de los chinos; pero
parece fuera de duda que ellos contribuyeron a hacerlos co-
nocer en Europa i a jeneralizar su uso. Los árabes hicieron
mas que esto todavía; comunicaron a los europeos las obras
de algunos de los sabios de la antigüedad, que, como las de
Aristóteles, eran imperfectamente conocidas en el Occi-
dente.
Esta simple enumeración hará conocer la influencia que
los árabes ejercieron sobre las ciencias i la industria en Eu-
ropa. Su literatura tuvo sin duda menos importancia, pero
no por esto dejó de hacerse sentir su acción sobre las leerás
europeas.
3. — El movimiento literario no fué universal entre los ára-
bes, o mas bien dicho, no abrazó todos los ramos de la lite-
ratura. La política i la elocuencia les fueron desconocidas:
desde las predicaciones de Mahoma, el despotismo oriental
no permitía ajitar de viva voz o por escrito las grandes
cuestiones que se refieren a la existencia >ocial i política de
los pueblos. Rara vez hicieron remontar la historia mas allá
de la éjira, porque la vida política de los árabes databa
solo de allí i porque ellos desdeñaban todos los sucesos an*
teriores. Aunque hicieron grandes progresos en casi todos
los jéneros de poesía, no cultivaron el drama. La filosofía,
estudiada en Aristóteles, se redujo a algunas argumenta-
LITERATURAS ORIENTALES 165
Clones escolásticas; i la jurisprudencia, así como la metafí-
sica, se resumieron en el Coran,
Los árabes han cultivado la historia con particular ar-
dor. Las obras de este jéne^o que posee su literatura, aun
haciendo abstracción de las muchas que se han perdido,
bastarian para formar una biblioteca. En jcneral, los his"
toriadores árabes no se distinguen por el talento descrip"
tivo: son ordinariamente secos i áridos, enuncian los nom.
bres propios i las fech as, esponen los hechos sin método, i
entrelazan fragmentos, mas o menos largos de poesías, que
con frecuencia tienen escasa relación con el asunto princj"
pal, i numerosas anécdotas de sospechosa autenticidad o
máximas triviales. Sin embargo, esas obras, que son de ab-
soluta necesidad para conocer la historia del Oriente, son
mai útiles para correjir algunos errores i llenar muchos va-
cíos en la historia délos paises occidentales que, como la
España, estuvieron en contacto con los árabes.
Lajeografía debe a los árabes grandes progresos. Sus
vastas conquistas, el gusto que tenian por los viajes lejanos
i de aventuras, el deber de hacer largas peregrinaciones, la
• necesidad de fundar sobre observaciones astronómicas la
orientación de las nuevas mezquitas que elevaban en las
ciudades conquistadas, arrojaron yivas luces sobre el cono-
cimieato de la Tierra. Muchos escritores árabes, entre los
cuales se distingue Abulfeda (1272-1331), historiador igual-
mente célebre, han contribuido poderosamente al progreso
íle la jeografía en la edad media. Edrisi, nacido en Ceuta en
1099, i educado en Córdoba, construyó en la corte de Ro*
jcrio II, reí de Sicilia, un globo jeográfico en que estaban
indicados todos los paises entonces conocidos. Este globo
no ha llegado hasta nosotros; pero sí un tratado descripti-
vo que servia para su esplicacion. La obra de Edrisi, titu-
lida Distracciones del hombre qne desea conocer los diver-
sos paises de] mando, contiene todavía errores groseros,
c )piados de los jeógrafos de la antigüedad; pero en muchos
pantos los reforma i corrije con el ausilio de los itinerarios
de los viajeros posteriores. Los jeógrafos de Occidente, sal-
166 MOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
vo variaciones mui poco importantes, no hicieron mas que
copiar a Edrisi, hasta que los descubrimientos de los por-
tugueses en el siglo XV dieron otro rumbo i un desarrollo
mayor a la jeografía. Fueron notables sobre todo, los pro-
gresos de los árabes en jeografía matemática, en que to-
mando por base los conocimientos de la escuela de Alejan-
dría, los estendieron i perfeccionaron. Dando una teoría
mas exacta de la marcha del Sol, los árabes corrijieron un
gran número de faltas en las tablas de Ptolemeo, calcula"
ron mas exactamente la oblicuidad de la eclíptica, la excen-
tricidad del Sol, su movimiento medwi i la precesión de los
.equinoccios; determinaron la diferencia que existe entre el
año solar i el año sideral; perfeccionaron los antiguos ins-
trumentos, e inventaron otros con cuya ayuda midieron la
circunferencia del globo terrestre.
4. — En la poesía, los árabes hicieron mayores progresos
que en cualquier otro ramo de la literatura. Hemos habln- *
do ya de los cantos anteriores a la predicación de Mahoma ^
pero ese carácter primitivo comenzó a perderse poco a
poco, i la poesía arábiga se atavió de elegancia i se hizo
filosófica i sentenciosa. No hai pueblo que haya producido
tan gran núnero de poetas como los árabes, nijénerode
poesía que no haya sido cultivado porellos, a escepcion del
drama. Aun después de consumada la reforma i de estable-
cido el islamismo, el talento poético fué entre los árabes
un verdadero poder. El poeta reinaba por la fuerza del jé-
nio como los califas reinaban por el derecho divino. Busca -
d(í con frecuencia como arbitro, daba su fallo en las dificul-
tades que se suscitaban en las familias. En una nación tan
ávida de poesía, cada cual se esforzaba por adornar su me-
moria con piezas poéticas. Se citan los nombres de muchos
de esos poetas, como también los de otros que adquirieron
una alta reputación recopilando las antiguas poesías. Bu
todas esas obras abundan las sentencias i proverbios mo-
rales, que constituyen entre los árabes uno de los elementos
mas sólidos de poesía.
Hai ademas en ella otro carácter jeneral i común a toda
LITERATURAS ORIENTALES 167
la poesía oriental. **Nosotros, dice el célebre crítico francés
Ginguené, cuidamos de suavizar las espresiones figuradas:
los astáticos se empeñan en darles mas audacia i mas teme-
ridad: nosotros exijimos que las metáforas se insinúen sin
esfuerzo: ellos desean que se precipiten con violencia. Noso-
tros queremos que no sólo tengan brillo sino que no sean
tomadas de mui lejos: ellos van a tomar a cualquier parte
las imájenes que amontonan hasta el hastío. En ñn, los
poetas europeos buscan sobre todo la naturalidad, el agra-
do, la claridad: los poetas asiáticos aspiran a la grandiosi-
dad, al lujo i a ¡a exajeracion. Los europeos hallan las poe-
sías orientales hinchadas, jigantescas i casi locas, mientras
que los orientales hallan las poesías europeas pálidas, tími-
das i casi arrastradas."
Los árabes cultivaron con preferencia la oda, el idilio i
la elejía. No les faltaron los asuntos épicos; pero no se for-
mó nunca un poema homérico. Su sistema métrico no tenia
una gran variedad, i aun fueron comunes entre ellos las
composiciones monorímTcas. Se cree, sin embargo, que los
españoles tomaron de ellos algunos de los artificios rítmi"
eos de la versificación castellana.
Las alteraciones sucesivas del gusto poético entre los
árabes crearon el uso de una prosa rimada. Sin embargo,
algunos hombres de un gran talento crearon con el ausilio
de este estilo estravagante obras verdaderamente notables.
Se recomienda particularmente el Mokamat, compuesto
por Hariri, célebre i fecundo escritor del siglo XI. Esa pa-
labra significa sesiones literarias; i en efecto la obra está
formada por cincuenta sesiones que son otros tantos episo-
dios de la vida del héroe de este libro. AbuZayd, así se lla-
ma este personaje, recorre todas las condiciones de la vida:
predicador, hace verter lágrimas; abogado, burla al juez;
mendigo, cojo, ciego, maestro de escuela, improvisador,
médico, siempre esplota a las jentes. Por último, hallán-
dose al fin de una vida llena de aventuras, se convierte sin-
ceramente i se entrega a las prácticas relijiosas. La narra-
ción es hecha alternativamente en verso o en prosa rimada.
IbS NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
Esta obra, que se conserva como uno de los mas hermosos
monumentos de la literatura arábiga, hizo olvidar otras
novelas que habian gozado de una gran reputación.
5. — Pero la obra arábiga verdaderamente popular entre
las naciones occidentales, es la que lleva por titulo Las mil
i una noches, conocida en Europa sólo desde principios del
siglo XVIII, por la traducción que de ella hizo el orienta-
lista francés Galland. Según la fábula de este libro, un so-
berano esta dispuesto a hacer morir a su mujer, la sultana
Scheherazade; pero ésta, lo obliga a diferir la ejecución dia
por dia, durante tres años, excitando su curiosidad i su in-
terés por oir el dia siguiente la continuación o el fin de una
historia que ella ha comenzado. El libro carece de filosofía,
de un propósito verdaderamente moral: contiene muchas
locuras, pero es fecundo i variado, divierte e interesa. Por
el empleo de lo maravilloso, lisonjea la inclinación que te-
nemos a dejamos engañar, i nos acerca a la edad de las ilu-
siones infantiles. Se encuentra en esta obra una pintura fiel
del carácter i de las costumbres de'los pueblos orientales: a
la vista del lector se presentan los artificios de las mujeres
corrompidas por la servidumbre, las astucias de los escla-
vos, etc.
Se ha discutido mucho acerca del oríjen probable de esa
obra, o a lo menos de los cuentos que la forman. Se ha su-
puesto que datan de una remota antigüedad, i que su pri-
mera redacción tuvo lugar en la India o en la Persia. Un
célebre orientalista francés, Silvestre de Sacy, cree poder es-
tablecer definitivamente que este libro fué escrito en lengua
árabe en Siria, a fines del siglo XIV o principios del siglo
XV de nuestra era, i que su autor lo dejó incompleta, dando
lugar a que copistas posteriores lo continuaran con otros
cuentos de menor mérito. Todo esto no es mas que una hi-
pótesis mas o menos probable: en definitiva, la posteridad
no conoce el nombre del autor de Las mil i una noches; i
apenas se infiere el lugar i la época en que se escribió este
libro admirable.
LITHRATURAS ORJBNTALBS 169
•?.— La fábula o el apólogo, fué otro jéoero literario mni
estimado entre los árabes. Se aprecian sobre todo las que
se conocen con el nombre de Lockman, personaje misterioso
decayavidano se tiene noticias fidedignas. Se sabe que
existió antes de Mahoma, el cual dice en el capítulo XXXI
del Coran que la sabiduría de Lockman fué un don de Dios;
pero de la semejanza que hai entre las tradiciones referentes
ala vida de Esopo i a la del fabulista árabe, i de la igual-
dad casi constante que existe entre los argumento? de los
apólogos de ambos, se ha pretendido deducir que Esopo i
Lockman son una misma persona.
7.- La actividad literaria que se siguió a la predicación
del islamismo no estuvo limitada a los árabes. Otras nació*
nes orientales produjeron también escritores de grande ha-
bilidad e importancia. La Persia especialmente fué rica en
poesía, en el tiempo en que la literatura arábiga comenzaba
a decaer. La época de su mayor riqueza comienza en el si-
glo X i termina en el XIV.
A este período pertenece Ferduci (siglo XI; autor de
Chab-Namab o libro de los reyes, poema épico de ciento
▼cinte mil versos, cuya acción dura 3700 años, i que tiene
por objeto referir la historia de los reyes de Persia. Mas
que una epopeya, es una crónica poética enriquecida con
numerosos episodios, en que abundan las mas variadas in-
venciones de la imajinacion oriental. Ferduci celebra prin-
cipalmente la guerra de los persas contra los tártaros que,
atisiliados por los soberanos de la India i de la China, i por
todos los jenios. maléficos i los encantadores del Asia, inva-
den la Persia i se establecen en ella, hasta que el heroico
Rustan, poniéndose a la cabeza de sus compatriotas, arro-
ja a los invasores, i íos obliga a volver a sus desiertos. Este
poema, que algunos han comparado a la ///ada de Homero,
tiene hermosas descripciones, i animadas narraciones de
combates, pero sus caracteres son poco variados, el plan
desordenado i sus ideas exajeradas i jigantescas.
Otro poeta persa de gran reputación es Sadi, que vivia
170 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
eñ el siglo XIII, >que después de haberse educado en Bag-
dad, llevó una vida de aventuras. Algunas de sus obras es-
tán escritas en verso, otras en prosa, i otras, por fin, alter-
nativamente en prosa i verso. De este número es Gulistan
o el jardín de rosas, colección interesante de preceptos polí-
ticos i morales, de sentencias filosóficas i epigramáticas, de
anécdotas i rasgos históricos. Las otras obras de este poe-
ta son mui inferiores a la que dejamos citada; pero en todas
ellas domina cierta sencillez de estilo i cierta naturalidad
que es raro hallar en los otros poetas persas.
En el siglo siguiente floreció Hastíz, que goza de la repu-
tación del primer poeta lírico del Asia. En sus odas, en que
canta el amor, el vino, los placeres, se muestra tierno i sen-
sible, i a veces licehcioso. De ordinario envuelve pensamien-
tos profundos c(m espresiones misteriosas.
8 — Los persas forman el único pueblo mahometano que
haya cultivado la poesía dramática. Las piezas de su tea-
tro tienen cierta analojía con los dramas relijiosos de las
naciones europeas en la edad media. Abundan también en
aquella literatura las novelas, cuentos i apólogos. Los per-
sas imitaron o tradujeron las fábulas indianas de Pilpai,
de tal manera que a ellos ha debido en gran parte el Occi-
dente el conocimiento de aquellas obras. Con el nombre de
Calila i Dhnna se conoce una colección de apólogos en pro-
sa, traducida del sánscrito al idioma persa, e importada
por los árabes a los pueblos de Occidente. Dos animales,
especie de chacales, que son los héroes de la obra, i que tie-
nen los nombres que le sirven de título, conversan en ella
sobre diversos asuntos i se cuentan numerosos apólogos e
historietas en que la crítica moderna cree reconocer la re-
producción de las fábulas atribuiílas a Pilpai. Este libro
tuvo gran reputación en Europa durante la edad media:
sólo en España se hicieron dos traducciones castellanas an-
tes del siglo XV.
La literatura persa es mui rica en obras históricas. Mu-
chas de ellas han sido traducidas a las lenguas de la Euro-
LITERATURAS ORIRNTALBS 171
pa moderna, i particularmente al ingles i al francés, i han
prestado útiles servicios para el conocimiento de la histo-
ria del Oriente: pero hasta ahora se las conoce superficial-
mente.
CAPITULO III
liiterNturi» bi#.i»iitinii.
1. Carácter jeneral de la historia i de la literatura bizantinas. —
2. Poesía; epigramas.— 3. Diversos poemas; Museo i Nonno. —
4. Imitadores de Homero; Quinto de Smima i Trifiodoro.^
5. La novela; Eliodoro i Aquiles Tacio.— 6. Longo. —7. La
historia; Zózimo i Procopio. — 8. Los jeógrafos; Cosmasjndi-
copleustes.— 9. Decadencia de la literatura bizantina.*— 10. Re-
nacimiento en el siglo IX; Focio.— 11. Vicisitudes posteriores
de las letras griegas. -12. Últimos historiadores; Ana Com-
neno 13. Influencia de la civilización bizantina en Occidente.
1.— La historia política del imperio de Oriente ofrece en
jeneral un escaso ínteres, i de ordinario ha sido mirada has.
ta con cierta indiferencia. Fundado en 395, a consecuencia
de la muerte de Teodosio el grande i de la división del im-
perio romano entre sus dos hijos, se sostuvo en pié durante
mas de mil años en medio de calamidades espantosas que
habrian bastado por si solas para destruirlo, i a pesar de
los diluvios de bárbaros que lo acometieron durante todo
el curso de la edad media, i que destruyeron hasta sus ci-
mientos el imperio de Occidente. **La situación inatacable
de la capital, cuya suerte decide ordinariamente de todo,
bajo gobiernos semejantes, i el despotismo, que es con fre-
cuencia el último apoyo de las naciones en su decadencia,
174 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
pueden hasta cierto punto esplicar un fenómeno que no tie-
ne semejante en la historia del mundo*' (Heerbn).
El imperio de Oriente, conocido también con el nombre de
Bajo Imperio, era un despotismo de forma regular, que en
medio de frecuentes revoluciones conservaba inalterable su
jenio i su enervante influencia sobre las costumbres i sobre
la literatura. Esasrevoluciorues eran tramadas en el palacio
mismo de los emperadores por mujeres ambiciosas i disolu-
tas, que inmolaban a sus esposos para reinar a nombre de
sus hijos i a sus hijos para coronar a sus amantes; por hijos
desnaturalizados impacientes por subir al trono; o por mi-
nistros desleales que, viendo vacilar la corona sobre la frente
de sus amos, osaban arrebatársela. Produjéronlds a veces
disenciones puramente teolójicas, el desafecto del clero i del
pueblo a príncipes que se arrogaban el derecho de interpre-
tar el dogma; o la ambición de un jeneral victorioso que se
aprovechaba de la adhesión de su «ejército para usurpar el
trono. Pero de todos modos el cetro pasaba de una mano
a otra sin que la organización del Estado se alterase: el
príncipe destronado, sus hijos, sus fieles partidarios eran
privados de la vista, aprisionados en monasterios o entre-
gados al suplicio; i al cabo de pocos dias todo recobraba
su acostumbrada marcha, sin quejarnas ocurriera al pue-
blo el pensamiento de valerse de las circunstancias para re-
cabar de sus tiranos una concesión que alijerase el yugo o
mitigase su miseria (Bello, estractando a Shoell), El nom-
bre de griego del Bajo Imperio sirve todavía en las lenguas
modernas para espresar un pueblo enervado por la corrup-
ción jeneral, indiferente a la prosperidad pública, al despo-
tismo o a la libertad.
La influencia de este orden de cosas no podia dejar de
ser fatal a las ciencias i a la literatura. En efecto, ese pe-
ríodo de cerca de 1100 años no es mas que una agonía pro-
longada del jenio literario de la antigua Grecia Por monó-
tona (jue sea la historia civil de ese período, su historia li-
teraria ofrece un interés particular. El imperio griego no ha
esperimentado ninguna interrupción entre el mundo anti-
LITBRATUKA BIZANTINA 175
guo i el mod&mo, es decir, no ha estado sometido al paso
de la barbarie, de nmtiefia. que mientras en. cL tíLMáa &e' Ta
Buropa civilizada, las grandes invasiones destruian por to-
das partes la vieja sociedad i la recomenzaban con una raza
nueva, el imperio griego guardó sus leyes, sus costumbres i
la forma de su soberanía h ista mediados del siglo XV.
Esa época de la literatura griega, denominada jeneral-
mente período bizantino^ del nombre antiguo de la capital
del imperio, produjo algunos cantos poéticos inspirados,
estimables tentativas para poner en boga por medio de
nuevas epopeyas las tradiciones de los tiempos heroicos,
historiadores notables, compilaciones bibliográficas de
grande erudición» i casi todas las novelas que nos ha lega-
do la antigüedad. La lengua griega, hablada en la mitad
del imperio romano, aun bajo la supremacía política i mili-
tarde Roma, sirvió de instrumento a los escritores bizan-
tinos.
2.— A la época de la fundación del imperio de Oriente, la
poesía griega estaba reducida casi esclusivamente a epi-
gramas e inscripciones. Conviene observar aquí que los
epigramas de los primero . días de la literatura bizantina
eran simplemente elojios puestos en versos para ensalzar
al emperador, a los príncipes, a los ministros i a los favo-
ritos. Al lado de estas obras se compusieron algunos poe-
mas didácticos i mitolójicos, i diversas poesías que no ca-
recen de cierto mérito.
3.— La poesía elejíaca, o mas bien erótica, hizo también
oír algunos dulces i tiernos acentos. Museo el gramático,
de cuya vida no se tiene ninguna noticia i de quien se su-
pone que existió en el siglo V, cantó en un estilo armonio-
so i puro los amores de Hero i Leandro, Este poema, com-
puesto de trescientos cuarenta hexámetros, es una de las
producciones mas graciosas de la musa griega. La ternura
de los dos amantes, la delicadeza misteriosa de sus amo-
res, sus placeres tan naturales i tan sencillos, seguidos de
una catástrofe pronta, todo este contraste conmovedor, i
sin embargo tan natural, de felicidad i de infortunio, está
176 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
hábilmente presentado. Museo ha sabido unir a estas opo-
siciones morales las armonías i los contrastes de los luga-
res. La acción que se abre en lá primavera, bajo los mas
risueños auspicios, en medio de la pompa i de la alegría de
una iiesta relijiosa en honor de Venus i de Adonis, se cierra
a entradas de invierno, en la soledad i el horror de una
tempestad en que perece uno de los héroes del poema. La
relación de este fin tan triste es un trozo digno, por la sen-
cillez del estilo i por la verdad de los sentimientos, de los
mejores siglos de la Grecia.
Muí inferior a Museo es Nonno, oriundo de Panápolis
en el Ejipto, que vivia también en el siglo V (nacido pro-
bablemente en 410). Con el título de Dionisiacas, compuso
un poema en cuarenta i ocho cantos en honor de Baco.
Nada es mas desigual que este poema: a rasgos de una ver-
dadera inspiración, se siguen trozos de una estéril abun-
dancia de palabras. El predominio del elemento descripti-
vo i el abuso de la erudición mitolójica hacen fatigosa su
lectura, en que por otra parte se nota una excelente versi-
ficación. Se atribuye también a Nonno otro poema titula-
do Paráfrasis del evanjelio de San Juan.
4.— Los recuerdos de Troya i mas que todo, la admira-
ción por los poemas de Homero, produjeron en el siglo VI
varios poemas, de los cuales los mas famosos fueron los
de Quinto de Esmirna i de Trifiodoro de Ejipto. Quinto es
autor de un poema en catorce cantos titulado Paralipóme-
nes, o lo que ha sido pmitido por Homero. Este poema,
que es simplemente una continuación de la Ilíada\ tiene el
defecto de todas las obras de los poetas de Alejandría. Es
una historia en verso mas bien que una epopeya. Quinto
imita algunas veces a Homero con felicidad; pero no sabe
variar las descripciones de los combates ni dar unidad de
interés i de acción.
Trifiodoro compuso también dos poemas imitando a
Homero. Su Odisea en veinticuatro cantos que no ha lle-
gado hasta nosotros, era talvez una obra de paciencia que
revelaba la corrupción del gusto de la época. Se dice que
LITERATl'RA BIZANTINA 177
en cada canto el poeta se abstuvo de usar una de las letras
del alfabeto: otros dicen que en todo el poema habia des-
terrado la letra s. Triüod >ro compuso otro poeinéi titula-
do la Destrucción Je Troya, crónica seca, nial ligadci i fal-
ta de vidií, i escrita en un ieniJ^uaje rebuscado en que sólo
se encuentra un corto pasaje de al^^un interés. Inferiores
todavía a éste son otros poetas que en el mismo siglo VI
cantaron en versos griegos el ríipto de iílena i la vida de
Jesucristo.
5.— Pero el jénero cultivado con mejor éxito en esta época
fie la literatura griega, es sin duda la novela. Hemos ha-
blado ya (páj. 89), de algunas novelas griegíis; pero sola-
mente a fines del siglo IV apareció la primera relación de
aventiir¿is imajinarias escritas en prosa con algún arte
para el placer del lector, tipo primero de la novela de amor
como se comprende en nuestros dias. Un escritor llamado
Heliudoro, del cual se cree jeneralmente que sea Hcliodoro
de Kmesa, en Fenicia, que mas tarde fué obispo de Trica en
Tesalia, compuso las Etió/jicnSf historia ficticia de los
araures de Teajeénes i Cariclea, hija del rei de Etiopía. Esta
novela tiene algunos de los méritos exijidos en las compi>si-
ci.>nes de este jénero: plan regularmente concebido, intriga
bien anudada. e[jisodios oportuníiS, caracteres bien soste-
nidos i acontecimientos nuevos i verosímiles. La novela de
Heliodoro ha servicio íIc modelo a los novelistas grieg is
posteriores i a muchos escritores modernos. Lo que prin-
cipalmente constituye su atractivo es la delicadeza cri>tia-
na, el pud«)r de sentimiento, la castidad de los afectos, cjue
hasta entonces oscuros i vagos en las producciones del
mismo jénero, se revelan aquí en toda su naturalidad i en
toda su gracia. Las costumbres, sin embargo, son ficticias:
el autor no describe pueblo ni tiempo alguno, de tal manera
que, según ese libro, no se po Iria indicar en qué pais ni en
qué época viven los personajes.
Aquíles Tacio de Alejandría viene en seguida; pero sus
Amores de Leusipa i Clitofon son mui inferiores a la nove-
la de Heliodoro. Escrito bajo una influencia enteramente
lOMO IV 12
178 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
pagana, i como una alusión continua a las fábulas volup-
tuosas de la mitolojía, ese libro es menos casto en sus sen-
timientos i en los detalles, menos variado en los caracte-
res, menos feliz en el desenlace. Los sucesos, es verdad,
tienen verosimilitud, i la composición interés: sus cuadros
son numerosos i diversos, sus descripciones variadas aun-
que mui frecuentes, i sus sentimientos pintados con vigor;
pero se pierde en digresiones, i dt-ja entrever las huellas
mas chocantes de la infamia de las costumbres antiguas.
6. — Nada se sabe de positivo acerca de la vida de Aquíles
Tacio, i ni siquiera la época exacta en que escribió. La mis-
ma incertidumbre existe respecto de otros novelistas que se
creen posteriores a aquél. El mas famoso de todos ellos es
Longo, cuyo nombre mismo es un motivo de dudas, puesto
que aunque de forma latina (Longus) se le ve al frente de
un libro griego. La obra de éste es una novela pastoral ti-
. tulada Dáfnis i Cloe, que si bien manifiesta poca invención,
no carece de cierta finura, aun cuando se deja ver el arte i
el cuidado con que ha sido compuesta. Una pintura mas
viva que conmovedora de las primeras emociones i de los
primeros sentimientos de dos jóvenes amantes, criados en
la sencillez de la vida campestre, es el argumento de la
obra; pero en ella, ninguna idtra de bondad moral viene a
mezclarse a este cuadro, a purificarlo o a embellecerlo. M.
Villemain cree que Dáfnis i Cloe ha servido de modelo para
la composición de Pablo i Virjinta, **Pero la superioridad
del autor francés, añade, aparece no sólo en la sencillez del
estilo, en la naturalidad i verdad, sino en la pureza moral
i en ti espíritu de pudor cristiano que han hecho de esta
obra una de las producciones mas atractivas de los tiem-
pos modernos. El cuadro de Longo no es mas que volup-
tuoso: el de Bernardino de Saint-Pierre es apasionado i
casto.*'
7. — Los siglos V i VI de la era cristiana vieron también
brillar grandes historiadores en el imperio de Oriente, pero
entre todos ellos sobresalen Zózimo i Procopio.
El primero de éstos, que vivia en el siglo V, compuso una
JJTER ATURA BIZANTINA 179
— — — — fc
historia romana, en jeneral poco interesante en la parte
que sé refiere a los sucesos anteriores a la vida del autor,
pero in díspensable para conocer a fondo la decadencia i rui-
na del imperio romano. Zózimo es el enemip^o franco i de-
clarado del cristianismo, al cual atribuye el ser una de las
causas de la decadencia del imperio i es, por tanto, enemi-
go de Constantino, cuya conducta interpreta de ordinario
con mucha severidad; pero aparte de la pasión que deja ver
al tratar esos puntos, debeconsiderárseleconio un historia-
dor verdaderamente filósofo. En la apreciación de los hom-
bres i de los sucesos muestra una penetración i una exacti-
tud de juicio admirables. Aun en la primera parte de su
obra, Zózimo no es un simple abreviador; compara las au-
toridades, i resuelve siempre con verdadera sagacidad.
Desgraciadamente, su obra no se conserva íntegra, i aun
hai motivos para creer que nunca la terminó.
Procopio, natural de Cesárea, en Palestina, vivia en el
siglo VI. Brilló en Ccnstantinopla en donde desempeñó el
cargo de prefecto, i fué secretario de Belisario durante sus
campañas. En la Historia de su tiempo refiere los sucesos
interiores i las guerras del imperio contra los persas, ván-
dalos, moros i godos, ya como testigo de vista, ya con los
mejores informes. Jeneralmente verídico i sencillo en su na-
rración, es sin embargo, lisonjero i cortesano con los pode-
rosos de su siglo. Sin duda, para correjir esta falta, com-
puso otra obra con el título de Anécdotas o historia se-
creta, que escribió en sus últimos años i que sólb fué cono-
cida después de su muerte. Esta es la historia privada i
doméstica de su siglo, así como la otra era la historia ofi-
cial i pública. A los héroes que aparecen con cierta majes-
tad en su primera obra, Procopio los pinta en la segunda
con todos sus vicios i debilidades; a Justiniano, hipócrita i
cobarde; a la emperatriz Teodora, ruin i vengativa; i a Be-
lisario, dominado por una mujer intrigante i disoluta. La
moral no puede aprobar este compromiso entre la verdad i
el miedo; pero ¿la responsabilidad de este acto debe recaer
180 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
sobre el escritor que toma estas precauciones, o sobre el
príncipe que las hacia necesarias?
8. — Al lado de esos historiadores, es preciso colocar a los
jeógrafos entre los cuales hai algunos mui recomendables
por sus investigaciones prolijas i por la variedad de sus co-
nocimientos. Pero el mas notable de todos es un monje de
Alejandría que vivia en el siglo VI i que, como comerciante,
habia viajado mucho en Afri'^a i en Asia. Conócesele con el
nombre de Cosmns Inclicopleastes, palabras que sin duda
indican sólo su profesión de viajero i Je jcógrafo (derivada
de cosmos, mundo, i de índico p/e«s¿es, navegador india-
no.) Cristiano ferviente, Cósmas compuso varias obras
con el objeto de demostrar la armonía que, según él, existe
entre las Sagradas Escrituras i las ciencias jeográfica i as-
tronómica. De sus obras sólo nos h i llegado la Topos^rafía
cristinnR, uno de los libros mis curiosos que haya produci-
do la edad media. *'Como hai, dice, falsos cristianos, lecto-
res de las Escrituras que se atreven a sostener que la Tierra
es esférica, combato esos errores tomados de los griegos,
por medio de citaciones irrefutables de los libros sagrados".
Después de combatir esa doctrina por medio d^ numerosas
citaciones de la Biblia, entra a esponer sus propias ideas.
La Tierra, según él, es un rectángulo limitado por todas
partes por murallas que forman encima de ella, reuniéndo-
se, el firmamento o la bóveda celeste. Para esplicarse el
sistema sideral, supone una alta montaña al rededor de la
cual jiran las estrellas, la Luna i el Sol, siendo este último
mucho mas pequeño que la Tierra. Cósmas combate la es-
fericidad de la Tierra no sólo por m?dio de citaciones bíbli-
cas, sino en nombre de la **sana razón." Encuentra ridicu-
las las teorías mas verdadeiasifundamentaiesíie Ptolemeo;
i al hablar de los antípodas dice que esos son **cuentos de
viejas.'' Por lo que toca a la jeografía, supone que el rec-
tángulo de que hemos hablado contiene en el interior otro
mas pequeño formado por las partes conocidas de la Euro-
pa, e! Asia i el África, las cuales están rodeadas por el océa-
no. Al lado de estos absurdos espuestos con un candor
litkrati:ra bizantina 181
admirable, la obra de Cósmas contiene noticias mui intere-
santes respecto de los paises orientales, casi completamente
desconocidos de los europeos. La parte cosmográfica de es-
te libro pudo agradar tal vez al vulgo de los lectores; pero
los ho mbres ilustrados c|uc podiíin apreciar los trabajos de
los sabios de la escuela de Alejandría, continuaron desen-
tendiéndose de las teorías de Cósmas i respetando los [)rin-
cipios fundamentales establecidos por Ftolemeo.
9. — La filosofía, la retórica, la gramática, la medicina i
las ciencias matemáticas se cultivaron con grande ardor en
el imperio de Oriente durante los primeros emperadores.
Atenas poseia filósofos que esplicaban las obras de Platón
i de Aristóteles, i profesores de gramática i de retórica, de-
nominaciones bajo las cuales se comprendia la elocuencia i
todo jénero de erudición filolójica. Constantinopla i otras
íi:randes ciudades tenían escuelas de derecho i de teolojía.
En Edesa (Mesopotamia setentrional) se enseñaban las cien-
cias en griego i en siriaco. En Bérito (Fenicia) florecia la
mas celebrada escuela de derecho. Alejandría, cuya escuela
habia sido destruida por Diocleciano, continuaba ahora
siendo el centro de las ciencias, i particularmente de la me-
dicina i de las matemáticas. Su biblioteca, sin embargo,
Iiabia sido dispersada a consecuencia de las contiendas reli-
jiosas.
No fiíeron los bárbaros del norte los que destru\^eron es-
tos establecimientos, como habia pasado en el Occidente-
Fué el fanatismo relijioso de los emperadores de Constan-
tinopla el que causó tan gran mal. Justiniano quitó a los
profesores los sueldos que sus predecesores les habian asig-
nado, i espulsó de Atenas a los filósofos i retóricos que mi-
raba como enemigos del cristianismo. Estos encontraron
un asilo en la corte de Cosróes, rei de Persia. Los suceso-
res de Justiniano que no conocian mayor prerrogativa del
poder soberano que el mantenimiento de la ortodojia, per-
siguieron a los sabios de Edesa, por ser adictos a la herejía
de Nestorio, que un concilio habia condenado. Justiniano,
en cambio, dispuso la compilación completa de los tesoros
182 NOCIONBS DE HISTORIA LITERARIA
de la jurisprudencia romana; i bajo sus auspicios el emi-
nente jurisconsulto Triboniano redujo a un cuerpo ordena-
do de leyes las disposiciones reunidas en mas de mil trata-
dos que existian entonces. Este trabajo colosal fué llevado
a cabo en catorce meses, con el ausiiio de otros diez juris-
consultos que estaban a las órdenes de Triboniano.
Otras calamidades aflijieron a la literatura griega desde
el siglo VIL Las conquistas de los árabes arrebataron al
imperio una gran parte de su territorio, con las ciudades
mas sabias i cultas del Oriente. Perdido el Ejipto para los
griegos, no tuvieron éstos el. papiro, aquella planta pre-
ciosa que suministraba a los antiguos el papel para la es-
critura. El pergamino llegó a ser excesivamente caro, i por
tanto los manuscritos alcanzaron precios fabulosos. Las
discordias relijiosas suscitadas por el fanatismo de los ico-
noclastas (destructores de imájenes) fueron causa de la des-
trucción de muchos conventos i de la dispersión de sus bi-
bliotecas, último asilo de la moribunda literatura. Los sa-
bios griegos solicitados por los califas de Bagdad, fueron a
prestar a la civilización arábiga el continjente de sus luces.
10. — Este estado de cosas duró cerca de dos siglos. Por
fin, desde fines del siglo IX se hizo sentir una especie de re-
nacimiento que algunos emperadores fomentaron con todo
su poder. Desgraciadamente, el vigor i la fecundidad del je-
nio griego parecian estinguidos. Este período no produjo
mas que cronistas, eruditos, comentadores de gramática i
de literatura.
Esta es la época en que floreció Focio ( muerto en 892).
personaje político de grande importancia, i patriarca de
Constantinopla, que fué oríjen del cisma que separó la igle-
sia griega de la latina. Con el título de Miriobiblon o Bi-
blioteca, compuso un libro mui desordenado de bibliografía
i crítica literaria en que da noticia de doscientas setenta
obras, una buena parte de las cuales ho nos es conocida
sino por las noticias que nos ha dejado Focio. En medio de
una gran confusión, están analizados los historiadores, los
filósofos, los poetas, los teólogos, los jurisconsultos i los
LITERATURA BIZANTINA 183
médicos, sobre todos los cuales suministra interesantes no-
ticias.
11. — La revolución literaria fué fomentada por los empe-
radores de la familia Comneno hasta mediados del siglo
XII. Los estudios cobraron nuevo vigor, aun cuando la
dirección que se les imprimió no fué siempre la mas acerta-
da. Bajo el gobierno funesto de los emperadores latinos, en
el siglo XIII, decayeron otra vez las letras; i las riquezas
literarias reunidas en la época anterior, desaparecieron en
gran parte, en los incendios que asolaron a Constantino-
pla. La lengua griega, corrompida por el contacto con las
lenguas orientales, con el latin i con el idioma de los pue*
bles occidentales, sufrió una modificación tal, que fué nece-
sario estudiar en las escuelas el griego de Heródoto i de
Platón como se estudia una lengua muerta. Por último,
los emperadores Paleólogos, se empeñaron desde el siglo
XIV en comunicar a los espíritus cierta actividad i en
sacudir" el letargo jeneral, pero su influencia fué casi impo-
tente.
12. — Entre los escritores de este siglo de decadencia i de
postración son famosos los que han contribuido a formar
la copiosa colección de historiadores bizantinos, que han
llegado a ser para la posteridad la única fuente de la histo-
ria de la edad media en el imperio de Oriente i en los paises
limítrofes. En jeneral, esos historiadores carecen de crítica
dan crédito a las patrañas mas ridiculas, i dejan ver la par
cialidad i la superstición; pero algunos de ellos poseian do
tes superiores i nos han dejado obras de verdadero mérito
No citaremos aquí mas que a Ana Comneno, mujer mui
erudita, hija del emperador Alejo I, que después de haber
tramado una conspiración contra su hermano el empera-
dor Juan II, en 1118, fué perdonada por éste i reducida a
dominar sobre los literatos i los filósofos ya que no habia
alcanzado a dominar el imperio. Ana escribió la historia
del reinado de su padre con el título de Alexiada^ apolojía
constante i apasionada de aquel emperador. En todas sus
pajinas revela el estudio de los antiguos autores clásicos: el
184 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
estilo es para ella la primera cualidad del historiador, i por
eso lo cubre de flores i lo rccartra de erudición, queriendo
dar a la historia la grandiosidad de la epopeya. Esa obra
nos da a conocer a los campeones do la primera cruzada, a
quienes conoció Ana durante la residencia-de éstos enCons-
tantinopla, i a quienes profesa un odio que no ha podido
disimular.
13. — No faltaron tampoco los poetas en esta época de
decadencia. En el siglo XIT se compusieron algunas nove-
las en verso, que fueron olvidadas en breve. Otros escrito-
res compusieron poemas didácticos, heroicos o encomiásti-
cos de ciertos personajes, pero en jeneral apenas son poco
conocidos i no merecen ningún aprecio.
Los griegos del Bajo Imperio, volvemos a repetirlo, no
se distinguieron por las dotes creadoras de la imajinacion;
pero llevaron a cabo grandes trabajos de la erudición i con-
servaron las obras de la antigüedad, jenerah'zándolas en el
Occidente. Si desde el siglo IV enriquecieron mui poco el
dominio de la literatura, a lo menos lo conservaron en
cuanto dependió de ellos; i en el siglo XV, cuando la con-
quista de Constantinopla por los turcos los obligó a bus-
car un asilo en los paises del Occidente, ellos tuvieron la
gloria de contribuir a la revolución del renacimiento que
hizo revivir en Europa el brillo de la antigua civilización
intelectual.
CAPITULO IV.
iJteratiira latina en lá ednd media.
1. Literatura contemporánea de las invasiones: los poetas. — 2.
Historiadores.— 3. Escritores enciclopédicos. — 4-. Decadencia
literaria que se siguió a la invasión 5. Escasez de libros du-
rante los primeros siglos de la edad media. -6. Corrupción
del latin. — 7. La literatura i las ciencias se asilan en los claus-
tros.— 8. Primeros albores de un renacimiento literario parti-
cularmente bajo el reinado de Cario Magno— .9. Juan Scot. —
10. Las universidades. -11. La escolástica 12. Literatura
ascética; la Imitación de Jesucristo 13. La historia; crónica
fabu4osa de Turpin. — 14. El latin fué en la edad media el idio-
ma de las ciencias.
1. — Uno de los resultados casi inmediatos del estableci-
miento de los pueblos bárbaros sobre las ruinas del impe-
rio romano de Occidente, fue la desaparición de la litera-
tura denominada clásica, i la pérdida de una gran parte de
los tesoros de ciencia que se liabian acumulado en las len-
guas griega i latina. Esta revolución, preparada desde
mucho tiempo atrás por la decadencia del gusto i del saber,
fué acelerada en el siglo V por las desgracias públicas, i
marchó a su completo fin con irresistible rapidez.
Sin embargo, en medio de esta revolución, cuando los
bárbaros amenazaban oinvadian por todas partes el impe-
rio romano, la literatura resistió por algunos años alamina
186 NOCIONBS DB HISTORIA LITBRARIA
del mundo antiguo, i produjo varios poetas. Claudiano de
Alejandría, muerto en 408. poeta pagano en un siglo en que
el cristianismo aseguraba su triunfo definitivo, compuso
varias obras i poemas, el mas famoso de ios cuales es uno
que tiene por asunto el Rapto de Proserpina. El é^ifasis de
este poeta, sa estilo declamatorio, el constante rebusca-
miento del efecto i hasta la monotonía del ritmo debían
agradar en un siglo dej enerado; pero esos defectos no bo-
rran completamente ciertas cualidades que colocan a Clau-
diano en el rango de los poetas. Rutilo Numaciano, galo
de Poitiers, i pagano como Claudiano, pasa por uno de los
mejores versificadores del siglo V. Prefecto de Roma en 413,
volvió a su patria a defender sus propiedades contra los
bárbaros que acababan de invadir la Galia. Compuso en-
tonces un poema titulado De reditu (De la vuelta), en que
espresa en armoniosos versos su dolor por tener que dejar
su cortejo de amigos i la ciudad querida. Sidonio Apolina-
rio, galo de Lion, cultivó la poesía en Roma con raro ta-
lento; i elevado al rango de obispo de Clermont, en la
Galia, se consagró a la enseñanza de sus feligreses i compu-
so escritos notables sobre el d jgma i la moral del cristia-
nismo. La lengua latina tuvo todavía otros poetas con-
temporáneos de las grandes invasiones del imperio romano
o poco posteriores a ellas, pero quizas todos son de menos
mérito que los tres que dej ¿irnos mencionados.
2. — No faltaron tampoco los historiadores en aquella
época de destrucción. VA siglo IV habia visto florecer eu
Roma a Eutropo, contemporáneo de Juliano, que compuso
un compendio de historia romana justamente estimado; i
a Aniiano Marcelino, que vivía en la misma época, i que
continuó la obra de Tácito, adelantando la historia de los
emperadores hasta el reinado de Valente. Amiano, historia-
dor imparcial i juicioso, habria brillado en un siglo de me-
jor gusto; pero, discípulo dejenerado de los grandes histo-
riadores, tiene los defectos de su tiempo.
Aun entre los mismos bárbaros aparecieron algunos his-
toriadores estimados por las interesantes noticias que con-
LITERATURA LATINA BN LA BDAD MEDIA 187
signaron en sus obras. Jorriándes, godo de oríjen que vivía
en Italia a mediados del siglo VI, i que habiéndose hecho
cristiano abrazó la carrera sacerdotal, compuso una histo-
ria latina de los godos que por haberse perdido otras obras
que trataban del mismo asunto, ha conservado hasta
nuestros dias grande estimación. San Gregorio, obispo.de
Tours, galo de oríjen que vivia en el mismo siglo, i que
compuso muchas obras sobre relijion, escribió también en
un latin bárbaro, pero con una agradable injenuidad, la
historia de los francos i de los oríjenes de la monarquía
francesa que conserva también su crédito. Gíldas el sabio,
bretón de nacimiento, del cual no se tienen noticias mui
exactas, i aun se le confunde con otros personajes del mis-
mo nombre, escribió también en efíe siglo una historia de la
Gran Bretaña, mui interesante para conocer la invasión de
los sajones i las luchas c^ue se siguieron a este suceso.
3 Pero los escritores mas populares de esos siglos de
irresistible decadencia, son los que pusieron en boga el mé-
todo enciclopédico por medio de compilaciones mediocres
de todos los ramos de las ciencias. Boecio, filósofo i políti-
co romano, educado en Atenas i elevado a las mas altas
dignidades por Teodorico, rei ostrogodo de Italia, aunque
pertenece al número de esos sabios de la decadencia, fué
también el último de los jenios antiguos. Después de haber
enseñado todas las ciencias que entonces constituían el sa-
ber humano i de haber desempeñado las altas funciones de
cónsul i de senador en la corte de Teodorico, Boecio fué
sacrificado por este mismo soberano, i ejecutado en Pavía
en medio de horribles torturas (524). La principal obra de
Boecio, el Consuelo de lá filosofía, diálogo en prosa i en
verso, fué escrito en su prisión. Allí se muestra a la altura
de los filósofos de la antigüedad por la elevación de los sen-
timientos i por un estilo que no carece de pureza.
Los otros escritores enciclopédicos son inferiores a Boe-
cio. Marciano Capella, nacido en África en el siglo V, com-
paso dos obras en que reunió con mucha superficialidad i
con un estilo oscuro i bárbaro, toda la ciencia de su tiempo,
188 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
como si quisiera salvarla del olvido consignando en prosa i
en verso sus ])rincipales elementos. Casiodoro nacido en el
sur de Italia, figuró en la primera mitad del siglo VI como
ministro de Teodorico i de sus sucesores, i como escritor de
gran nota. Aparte de una historia de los godos, que solóse
conoce por los estractos de Jornándes, Casiodoro compuso
tratados de gramática, de matemáticas i de música, en que
aparece de ordinario la sutileza i la finura i a veces la pro-
fundidad del pensamiento, i fijó la enseñanza tal como fué
seguida durante casi toda la edad media. Por fin, San Isi-
doro, obispo de Sevilla, que vivia a fines del siglo VI i prin
cipios del VII, compuso muchas obras sobre historia i reli-
jión, i una especie de enciclopedia compendiada de toda la
erudición de su tiempo.
4. — Las obras de estos tres escritores, en las cuales (sobre
todo en las de los últimos), se encuentran pasajes notables
i noticias dignas de ser estudiadas, revelan, con todo, el
abatimiento i la ruina de las ciencias i de la literatura en el
siglo siguiente a la destrucción del imperio romano. Según
el espíritu i los preceptos de dichos libros, la enseñanza se
dividió mas tarde en dos cursos de estudio: el trivium, que
comprendia la gramática, la retórica i la dialéctica; i el
quadrivium, que comprendia la aritmética, la jeometría, la
música i la astronomía. Estos ramos de estudio, que toma-
ron el nombre de las siete artes liberales, fueron enseñados
durante algunos siglos con toda la imperfección posible.
Bastará decir que la aritmética de Casiodoro o de Capella
se limita a algunas definicionesentremezcladas de absurdos
supersticiosos sobre las virtudes de ciertos números i de
cieitas cifras.
Aun la enseñanza de esas nociones superficiales de las
ciencias fué posterior a la primera época de oscurantismo
que se siguió al establecimiento de los bárbaros. Los siglos
VI i VII marcan la época del mayor atraso i de la mayor
ignorancia de la edad media. **Nc) hacia todavía un siglo
que los bárbaros se habian establecido en los países con-
quistados, dice el historiador Robertson, i ya las huellas de
LITERATURA LATINA EN LA EDAD MKDIA 189
los conocimientos i de la cultura que los romanos hablan
derramado en toila la Europa estaban completamente bo-
rradas. Se descuidaban o se habian perdido no solamente
esas artes de elegancia que sirven al lujo i que el lujo sos-
tiene, sino también muchas de las artes a las cuales debe-
mos las dulzuras de las comodidades de la vida. En esos
tiempos desgraciados, apenas se conocían los nombres de
literatura, de filosofía o de gusto; o si se hacia algún uso
de ellos era para prostituirlos aplicándolos a objetos tan
despreciables, que parece que no se conocia su verdadera
acepción*'. Los bárbaros atribuian en gran parte al amor
a las letras la decadencia del imperio romano i la corrup-
ción de la costumbre quehabia facilitíido la conquista. Una
vez establecidos en los paises concpiistados, no quisieron
consentir en que se diese a sus hijos ninguna especie de ins-
trucción. Las personas de mas alto rango entre ellos no sa-
bían leer ni escribir. Los señores se limitaban a estampar
al pié de los documentos el signo déla cruz, de donde el ver-
bo signare tomó en la edad media el significadt> de firmar.
Esta ignorancia no era sólo el patrimonio de los laicos:
muchos eclesiásticos no entendian el Breviario que estaban
obligados a recitar cada dia, i aun algunos no estaban en
estado de leerlo. Un gran número de los dignatarios de la
iglesia no podia firmar los cánones de los concilios de que
eran miembros. La tradición de los acontecimientos pasa-
dos se perdia, o se conservaba sólo en crónicas Urnas de
circunstancias pueriles i de cuentos absurdos. Los mismo»
códigos de leyes, proi^ulgados ordinariamente por los con-
cilios, dejaron de tener autoridad, i fueron sustituidos por
costumbres vagas i estravagantes. Los |)ueblos, sin hber-
tad, sin cultura, sin emulación, cayeron en la mas profunda
ignorancia. Durante cuatrocientos años (del siglo VI al X),
la Europa entera no produjo un solo autor que merezca ser
leido, sea por la elegancia del estilo, sea por la exactitud o
la novedad de las ideas (Robkrtson).
5. — Debe señalarse aquí una causa que contribuye consi-
derablemente a producir este estado de ignorancia, la esca-
190 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
sez de libros. Los libros de los antiguos eran escritos, en
tiras de pergamino o en hojas de papiro, que se conserva-
ban enrolladas en forma de espiral, de donde les vino el
nombre de volumen (espiral). Esos manuscritos eran exce-
sivamente caros. La conquista del Ejipto por los árabes en
el siglo VII privó a la Europa del papiro; i el material para
escribir se hizo mucho mas escaso i mas costoso. Se puede
juzgar por una sola circunstancia de la dificultad para en-
contrar materiales de escritura. Se conservan todavía algu-
nos manuscritos de los siglos VlII i siguientes, trazados so-
bre pergamino, del cual se habia hecho desaparCser la anti-
gua escritura para sustituir una nueva. Es aprobable quede
esta manera se hayan perdido muchas obras de los anti-
guos. Se raspaba un libro de Tito Livio o de Tácito para
reemplazarlo por la vida de un santo o las oraciones del
misal. Muchas circunstancias prueban cuan escasos eran
los libros en los tiempos de que hablamos. Habia pocos
particulares que poseyesen algunos volúmenes: aun ciertos
monasterios no tenian masque un misal. El precio de los
libros se hizo tan subido que sólo las personas o corpora-
ciones que poseian grandes riquezas podian adquirirlos.
Esto esplica por qué en nuestros dias son tan excesivamen-
te raros los manuscritos anteriores al siglo XI, época en
que se jeneralizó un poco el uso del papel.
6 — Otra causa que se oponia al cultivo de la literatura
en aquellos siglos de oscurantismo, era la falta de un idio-
.ma formado que sirviese de instrumento a los poetas i a
los escritores. El latin, hablado aun después de la invasión
de los bárbaros en casi todo el imperio romano de Occiden-
te, pasaba entonces por una transformación completa de
que resultó el nacimiento de nuevos idiomas. Creemos ne-
cesario dar a conocer aquí sumariamente esta revolución.
El latin en toda su pureza, tal como lo leemos en los me-
jores autores antiguos, posee una sintaxis complicada i
numerosas formas elípticas, que dan vigor i elegancia al
estilo, pero que no pueden ser empleadas fácilmente por el
pueblo. Ese idioma era, según la hermosa comparación de
LITBRATUBA LATINA EN LA BDAD V1SDIA 191
M. Villemaín, un instruniento delicado que sólo un artista
p uede tocar i que se descompone o se rompe en manos gro-
seras i poco diestras. Aun suponiendo que los habitantes de
Roma lo hubiesen hablado con pureza, es menester no olvi-
dar que el latin en los últimas tiempos de la república o
bajo el imperio, no era el idioma de una sola ciudad, sino
nna lengua esparcida en paises en que no era la lengua or-
dinaria, e impuesta por la conquista a una gran parte de
la Italia, como lo fué mas tarde a la España i a las Galias.
Así encontramos pruebas de una época mui antigua que
manifiestan que los solecismos, las locuciones bárbaras, las
es presiones no autorizadas ()or el uso de los buenos escri-
tores eran mui comunes, aun en Roma; i de jeneracion en
jeneracion, estos defectos se hicieron mas frecuentes e inevi-
tables. Existia, pues, en Roma, al lado del latin clásico de
los grandes escritores, un dialecto vulgar, que los gramáti-
sos i retóricos llamaban alternativamente cuotidiano, pe-
destre, usual i rústico.
Algunos ejemplos acabarán de dar a conocer esta co-
rrupción del latin, que al fin produjo la formación de las
lenguas nuevas. La declinación latina i las inflexiones de
los verbos, hacían innecesario el uso constante de las pre-
posiciones que abundan en las lenguas modernas; pero en
la edad media se tenia un conocimiento tan inexacto de
esas circunstancias, o se .confundían con tanta frecuencia
las inflexiones de los verbos o las desinencias de los casos,
qne fué necesario recurrir a las preposiciones para reempla-
zarlos. Así las preposiciones de i ad sirvieron, como se ve
en las escrituras que nos quedan de los siglos VI al X,para
espresar el jenitivo i el dativo. La ausencia de los artículos
defini Jo e indefinido es un defecto real de la lengua latina:
las palabras Ule i unas fueron empleadas para llenar esta
necesidad, i pasaron a desempeñaren las lenguas modernas
el oficio de artículos. Establecióse también mayor unifor-
midad en los casos de los nombres, sea suprimiendo las in-
flexiones, sea disminuyendo su número. El ausiliar activo,
qne forma la diferencia gramatical mas notable entre las
192 NOOlONlíS I)K HISTORIA LITERARIA
len^juas modernas i el latin, debió su introducción a una
causa ariálo<T^¿i, la neglijencici, el abandono de las diversas
inflexiones de los tiempos; a lo que conviene agregar que
desdeeste punto también Ja lengua latina es singularmente
defectuosa, puesto que no tiene modo de distinguir el pasa-
do indefiíii lo (ante presente) del pasado definido (pretéri-
to),/!:? hablado de bciblc i. Los latinos com ) los griegos te-
nian hi v )z |)asiva en su conjugación, i aplicaban el verbo
str (sum) (le una manera accesorin, en los tiempos denomi-
nados perfcctosi pluscuamperfectos, como que podían dejar
de usar este recurso, puesto que tenian otros medios en las
variadas iuflexiones de sus verbos. El idioma vulgar que
nacia del latín, empleó el verbo ser para todos los tiempos
pasivos. E-ito era mas espcdito i mas sencillo: se repetía un
verbo que se sabia, en lugar de aprender uno nuevo. Se
unia al participio pasado de cada verbo las modifijaciones
del verbo ser. Las lenguas modernas ofrecieron desde luego
los proceliuiientos sencillos i fáciles que se encuentran en
todos los i liornas actuales de la Europa latina. Tomaron
de la 'euLCua madre las palabras, pero no siguieron las nu-
merosas inflexiones ni la construcción que complicaban el
idiom i le Cicerón i de Virjilio.
E-íC i re\'«)lucion fué, como debe suponerse, mui lenta. Se
dice qiK* L-^ le el siglo VI liabia pocas personas en la Galia
que cnieii lie^cel latin de Sfilustio; pero el idioma vulgar
que come iz.iba a reemjjlazarlo, era enteramente informe
tod iví.i. .\1 is adelantie, cuando aparecieron los primeros
alb )res dj un renacimiento literario, se miró con tanto des-
1 Se aii •!> «ye jeneral mente a la influencia de las lenguas de! nor-
te la inir» l.uvion del verbo aiisiliar haber, babfn (en godo); sin
embarg ». a i.i t*ii los eseritores latinos ilei siglo de Augusto se en-
cuentra i »i m líos del empleo del verbo habco como ausiliar: De
deparo ^.it'< ilictum haheiy. he dicho bastante de César. Qucm
ju^su< h thchat (al cual había ordena«lo), dice Salu-^tio, Jui^urtha
(§ LXX/. v-t js i otras coincidencias hacen sospechar que existió
una reía i mi primitiva entre esas dos lenguas. Véase sobre este
punto a Vii.-.KMAiN, Tablenu de labttératurc ait moyeaái^e, le^. III.
LITERATURA LATTSX BX LA EDAD MEDIA 198
den esta segunda lenjjua, que el esfuerzo de los hombres
mas ¡lustrados se dirijió a restaurar el latín, como el idioma
indispensable de las ciencias i de las letras. A pesar de esos
esfuerzos, las lenguas vulgares siguieron perfeccionándose i
desarrollándose.
7. — Si se preguntan cómo pjidieron conservarse durante
un largo período de cuatro siglos algunas chispas de la li-
teratura antigua, no se puede dejar de íi tribuir al estableci-
ftiiento de las órdenes relijiosas el haber arrojado un puente
al través de este caos para unir entre sí la civilización anti-
gua i la moderna.
Hemos dicho antes que la ignorancia de esos siglos se
había estendido hasta los miembros de la iglesia. No sólo
era común el encontrar monjes i prelados que no compren-
dian el Breviario, sino que algunos mnjistradosde la iglesia
habían prohibido la lectura de los escritores profanos. Fe-
lizmente, San Benito (4S0-54-3), cuya orden monástica,
fundada en el sur de Italia, se estendió con gran rapidez en
el Occidente, prescribió a los monjes el trabajo, la lectura,
la copia i la reunión de libros, sin explicarse sobre la natu-
raleza de ellos. Este fué un meflio de conservación i de mul-
tiplicación de los manuscritos clásicos, que salvóde su com-
pleta ruina los monumentos literarios de la antigüedad.
Iduchos conventos se hicieron un honor en reunir libros i en
formar bibliotecas mas menos numerosas. Así se formaron
los primeros centros de luz que debian esclarecer al mundo
oscurecido por las tinieblas de los primeros siglos de la edad
media.
Como debe suponerse, el cultivo de la lengua latina lla-
mó con preferencia la atención de los benedictinos, como
debia llamar la de los otros monjes i dignatarios de la igle-
sia. El gobierno del papa mantenia relaciones con las di-
ferentes ilaciones de Europa, de suerte que una lengua
eomun era necesaria a la iglesia. Las sagradas escrituras
i la liturjia, por otra parte, se conservaban sólo en latin a
la época en que esta lengua dejó da. ser intelijible, de tal
suerte que los monjes tuvieron que consagrarse a su
TOMO IT IS
194 N0UIONB8 DB HISTORIA LITERARIA
estudio para entender el dogma i la moral del cristia-
nismo.
8. — El historiador ingles Hallam,que ha escritocon rara
erudición la historia de las letras en esos siglos de oscuran-
tismo, reclama para las Islas Británicas el honor de haber
abierto la marcha en la restauración de las ciencias. Los
monasterios de Irlanda dejaban ver una débil luz desde el
siglo VI: en Inglaterra, dos legados del papa, Teodoro i
Adriano, jeneralizaron poco mas tarde el conocimiento del
latin i del griego en la iglesia anglo-sajona. A principios del
siglo VIII, Beda, denominado el Venerable, monje del mo-
nasterio ingles de Jarrow, muerto en 735, estudió todas las
ciencias de su tiempo, i compuso mas de cincuenta obras
sobre las materias mas diversas, para la instrucción de los
relijiosos en su convento. Son célebres entre éstas su Lójica,
i una Historia eclesiástica de los ingleses desde Julio César
hasta la época del autor.
Pero el primer renacimiento de las letrasdatade la época
de Cario Magno. Hasta entonces, los eclesiásticos habian
sido los únicos escritores, i todos los escritos tenian un ca-
rácter mas o menos relijioso. Desde la época del famoso em-
perador, sin embargo, el injenio se dirijió a otros asuntos;
las ciencias profanas, así se las llamaba, la gramática, la
retórica, la astronomía, comenzaron a ser conocidas en las
escuelas de la iglesia. Cario Magno tiene la gloria de haber
levantado las letras de su postración i de haber querido ha-
cer desaparecer de su imperio la ignorancia que los bar*
baros habian sembrado por todas partes. Escribia difícil-
mente, i aun se cree que no sabia hacerlo; pero no por esto
deja de ser uno de los espíritus mas cultivados de su tiem-
po. Hizo correjir por algunos eruditos griegos o sirios los
cuatro Evanjelios, comenzó una grama tica tudesca o alema-
na, i compuso un tratado sobre los eclipses, otro sobre las
auroras boreales i ciertas poesías latinas. Es probable que
en estas obras tuvieran una parte principal sus consejeros,
pero no puede ponerse en duda el celo con que trabajó en el
fomento de los estudios. En una de sus ordenanzas o capi-
LITERATURA LATINA KN LA KDAD MBDLV 195
tu lares se encuentran estas palabras: ** Deseando de todo
corazón que el estado de nuestras iglesias se mejoren mas i
mas, i queriendo elevar por un cuidado asiduo el cultivo de
las letras, que casi ha ¡merecido enteramente por la inercia
de nuestros antecesores, excitamos hasta por nuestro ejem-
plo al estudio de las artes liberales a todos los que puedan
consagrarse a ellas.'' Creó una especie de academia llama-
da escuela de palacio, de que formaban parte él mismo, sus
hijos i sus hijas i los principales personajes de la corte.
Cario Magno ademas atrajo a su lado a los hombres mas
notables de su siglo.
El mas distinguido de todos ellos fué Alcuino (Alcuin),
monje sajón, al cual llamó a su corte i le dio la rica abadía
de San Martin de Tours. Escribió éste tratados de teolojía
i d¿ filosofía, libros de historia i algunas poesías latinas:
pero todas estas obras, si bien dejan traslucir un estilo su-
perior al de su época i una variada ilustración, reflejan poca
orijinalidad i no son en muchas ocasiones mas que ideas
tomadas de Boecio o de los padres de la iglesia.
Al lado de Cario Magno figuraron también otros perso-
najes, cuyas obras son consultadas todavía, para conocer
la historia i el espíritu de los siglos bárbaros. Mencionare-
mos a Ejinardo (Éginhard), secretario de Cario Magno,
que escribió en latin su historia i los anales de la época. Su
Vida de Cario Magno se distingue por un arte de composi-
ción muí notable en aquel siglo.
9.-— EHmpulso impreso por Cario Magno al cultivo de las
ciencias i de las letras tendia nada menos que a formar una
sociedad laica ilustrada, lo que habria niorlificado comple-
tamente la civilización de la edad media; pero aunque fué se-
gundado en esta empresa por alguno de sus sucesores, i
particularmente por Carlos el calvo, el espíritu jeneral de
la época, la ignorancia de la nobleza i las guerras civiles
tan frecuentes en aquellos siglos, pusieron un obstáculo po-
deroso a la difusión de las luces i redujeron la enseñanza a
los conventos i a las escuelas episcopales. En Inglaterra,
Alfredo el Grande (muerto en 901 j secundó este impulso da-
196 K0CI0KB8 DE IIIBTORIA LITERARIA
do a los estudios sin conseguir un resultado mas satisfac-
torio.
Florecieron, sin embargo, en aquella época algunos hom-
bres distinguidos por su ciencia i por el influjo que ejercie-
ron sobre su siglo. De todos ellos, ninguno ha llamado tan-
to la atención como el irlandés Juan Scot Erijena (de Erin,
nombre antiguo de Irlanda). Nacido en los primeros años
del siglo IX, después de adquirir la mejor educación de su
tiempo, viajó por Europa ensanchanrlo sus conocimientos.
Instruido en el latin i en las ciencias eclesiásticas de su épo-
ca, estudió el griego i el liel)reo i se hizo conocedor de algu-
nos de los clásicos de la antigüedad. .\ mediados de aquel
siglo se estableció en la brillante corte de Carlos el calvo; i
allí escribió dos grandes obras sobre la predestinación 5 la
división (le la naturaleza en que consignó opiniones filosófi-
cas enteramente orijinales. S\giin Juan Scot, nuestra inteli-
jencia está ocupada por emanaciones de la intelijencia de
Dios, i nuestras ideas principales son manifestaciones del
creador en el seno de su creatura, como lo es la naturaleza
misma. Pero lo que hai de mas singular en sus doctrinas es
el desden que manifiesta por toda autoridad que no esté
apoyada en la razón.
10. — ^Juan Scot puede ser consi'lerado e! primero de cierta
especie de escritores peculiares de la edad media conocidos
en la historia literaria con la denominación áe escolásticos.
En este tiempo, así como en el siglo siguiente, sucedió que
ciertas esrnelas fundadas en diferentes paises de Europa
c )menzaron a a Iquirirmuclia celebridad i a atraer un gran
número de estudiantes como también a asumir aquel carác-
ter de actividad intelectual en todos los ramos déla ciencia
que pertenece a esas corporaciones conocidas con el nom-
bre de iwiversidndcs. Este nombre, sin embargo, no fué em-
pleado sino mucho mas tarde: decíase universltns maíris-
trorum et auditonim (reunión de maestros i discípulos; i
de allí nació la palabra con que han sido designadas las al-
tas corporaciones encargadas de la enseñanzarLas de Pa-
LÍTBHATüRA LATINA EK tA BDAC MBDIA 197
ris i Bolonia fueron las mas ant¡fj;iias; pero su verdadera
organización es posterior al siglo XI.
Esas escudas o universidades, fueron de «grande utilidad
para la proj^agacion de las cii-ncias. La de Bolonia fué fa-
mosa en la ensenan/a del (Icrecho, i particularmente de la
jur¡sj)rude!icia roaiaiia. La universidad de Montpelier fué
la mas célebre por la enseñan/./i de la medicina. Los profe-
sores de esta ciencia, como los (pie enseñaban la física, la
química i las matcináticas, habían frecuentado las escuelas
de los árabes de España. Gerbet, la mas alta personifica-
ción ele la ciencia en el siglo X, mas conocido en la historia
con el nombre de Silvestre U.ípie tomó en 991) al ocupar la
silla pontificia, hizo sus estudios entre los árabes de Espa-
ña i sorprendió a la Europa entera por sus estensos cono-
cimientos en jeometría, en mecánica i en astronomía.
IL—Pero mientras la jurisprudencia, la^ medicina i las
ciencias físicas comenzaban a ser cultivadas en muchas es-
cuelas o universidades, el estudio preferente de aquellos fo-
cos de instrucción era la filosofía ola teolojía filosófica.
El nombre de escolástica era ordinariamente aplicado a
estas ciencias; i con la denominación de escolásticos, fueron
designados aquellos doctores o profesores que se hicieron
famosos en las discusiones teolójicas i filosóficas de la edad
media. Las universidades de Paris i de Oxford fueron los
mas célebres centros de la filosofía escolástica. El carácter
ptculiar de esta filosofía consiste en el estudio de la metafí-
caide la lójica de Aristóteles, i en la aplic¿icion de las for-
mas aristotélicas del raciíícinio al estudio de los mas suti-
les problemas de la teolojía. La lójica de Aristóteles era co-
nocida en Europa por medio ríe las traducciones latinas;
pero su metafísica fue conocida sólo a principios del siglo
XII por el intermedio de los árabes, i acompañada de los
sutiles comentarios de los filó<ofi;s de Bagdad i de Cór-
doba.
La filosofía escolástica, tan famosa durante mucho siglos
hacaido ahora en un olvido casi completo. Sin embargo, el
198 NOCIONES DE HISTORÍA. LITERARIA
espíritu investigador de los modernos ha ido a buscar en
los escritos que nos quedan de las escuelas de la edad media
la filiación i la historia de los progresos del espíritu huma-
no. De ese estudio resulta que algunos de esos filósofos
fueron hombres verdaderamente superiores, i que en otro
siglo, i libres de las preocupaciones de su tiempo, habrian
ejercido una poderosa influencia en el desenvolmiento de la
humanidad. Los nombres de Roscelin, Lanfranc, San An-
selmo, Abelardo. Pedro Loijibardo, Santo Tomas, Duns
Scot i Ockam, pertenecen mas propiamente a la historia de
la filosofía, a pesar de que ellos resumieron casi esclusiva-
mente la ciencia de su tiempo.
Dos fueron los mas célebres puntos de discusión en que
estuvieron divididos los famosos argumentadores de la
edad media: el libre arbitrio i la realidad de las ideas uni-
versales consideradas como si tuviesen una existencia inde-
pendiente de nuestro espíritu. Las discusiones a que dieron
lugar estas dos cuestiones contribuyeron singularmente a
desarrollar la sutileza i la sagacidad del injenio en la espli-
cacion i la distinción de las ideas abstractas; pero al mismo
tiempo hicieron nacer una multitud de especulaciones minu-
ciosas i pueriles con desprecio de los conocimientos positi-
vos especiales.
De cualquier modo que sea, las discusiones escolásticas
desarrollaron en muchas ciudades de Europa una gran pa-
sión por el estudio i contribuyeron a estirpar la profunda
ignorancia de los siglos precedentes. Se eleva a muchos mi-
llares el número de los estudiantes que concurrrian a tales
o cuales escuelas, particularmente a la de Paris; pero este
mismo ardor por el estudio habria tomado una dirección
mas feliz si no hubiese estado absorbido por la pasión que
inclinaba los espíritus a la metafísica. Las ciencias mate-
máticas, la filosofía i hasta la misma historia, fueron casi
desatendidas durante algunos siglos.
12. — Los claustros, i)r¡mcr asilo de las letras durante la
edad media, tuvieron también una literatura propia, apar-
te de esas discusiones filosóficas i teolójicas en que con fre-
LTTERATITRA LATINA EN LA EDAD M^blA 199
cuencia tomaban parte los laicos. La vida monástica, las
largas horas de meditación i de aislamiento, la soledad del
corazón la fermentación secreta de las pasiones concentra-
das en sí mismas, hicieron nacer una literatura íntima que
sirvió de espresion a aquel estado de cosas, así como la so-
ciedad guerrera i mundana se revelaba en las epopeyas ca-
ballerescas i en los cantos de los trovadores. Sin duda, se
ha perdido un gran número de esas efusiones místicas i
poéticas que reflejaban la calma tranquila de la vida de los
claustros. Sin embargo, nos queda un monumento admira-
ble en un pequeño libro escrito en un latin defectuoso, pero
que resume toda esa filosofía suave i melancólica del misti-
cismo de la edad media. Ese libro se llama la Imitación de
Jesucristo. Enseña a imitar a Jesucristo, a despreciar las
vanidades del mundo, a ser siempre humildes, manifestan-
do la felicidad que se esperimenta en la obediencia i en la
sumisión a los superiores, las ventajas de la adversidad i
del amor al retiro i al silencio. Toda la obra está fundada
sobre una profunda humildad, que llega hasta a sustituir
la voluntad de Dios, la de los superiores i aun la del próji-
mo a la nuestra, a desdeñar las vanidades del mundo, a so-
portar con paciencia las miserias de esta vida, i a no espe-
rar paz i felicidad sino en la vida eterna. Esta obra, tradu-
cida muchas veces en verso i prosa a las lenguas modernas,
ha sido considerada como el libro mas perfecto por la uni-
dad del pensamiento i por la unción relijiosa que lo ha dic-
tado. Se cuentan cerca de dos mil ediciones de este libro
admirable.
El autor de la Imitación de Jesucristo dice en una parte
de ella: **¡Dios mió! Haced que yo quede ignorado. Qué
vuestro nombre sea alabado i no el mió!'* Este voto espre-
sado con tanto fervor, ha sido realizado: la posteridad no
conoce el nombre del auto:* que compuso el mas hermoso
libro del cristianismo después del Evanjelio. Mas de dos-
cientas disertaciones se han escrito para ilustrar este punto
de historia literaria. La Francia, la Italia i la Alemania re-
claman el honor de haberle dado nacimiento; i se han pre-
too KOCIOKIDS DB mSTOHÍA LITBRAKU
sentado tres personajes a los cuales se ha atribuido aquel
libro. Juan Gesen o Gcrscn,abad de un monasterio de Ix)m-
bardía en el siglo XIII es el pretendiente señalado por lo8
italianos. Tomas A. Kcmpis, canónigo de la diócesis de Co-
lonia, tiene en su apoyo a los críticos alemanes i flamencos.
Los franceses la atribuyen a Juan Gerson, canciller de la
universidad de Paris en el siglo XV. A pesar de tantas dis-
cusiones, la crítica moderna está reducida hasta ahora a
oponer unas a otras las conjeturas i las probabilidades.
Cada cual demuestra perentoriamente que sus adversarios
están en el error, pero nadie exhibe una prueba que haga
desaparecer todas las dudas: la polémica no ha dado mas
que resultados negativos.
En nuestros dias lia adquirido gran crédito una opinión
que sostiene que aquel libro es una obra impersonal, nacida
en hi edad media, en una época que no se podría fijar con
precisión, i conducida por desarrollos sucesivos a la forma
en que se encontraba a mediados del siglo XV. "¿Quién sa-
be, dice M. Michelet, si la Imitación no ha sido la epopeya
interior de la vida monástica, si no ha sido formada poco a
poco, si no ha sido suspendida i recomenzada, si no ha sido,
en ñn, la obra colectiva que el espíritu monástico de la edad
media nos ha Kgado como su pensamiento mas profundo í
su monumento mas glorioso?". Se ha creido reconocer en
las diversas partes de este libro interpolaciones sucesivas
de formas literarias diferentes, aunque animadas todas por
el mismo espíritu. En efecto, la unidad no existe mas que
en el fondo de las cosas i nó en la forma; porque cada libro
es un todo, cada capítulo es una instrucción completa i
cada versículo tiene un sentido propio. La Imitación parece
un trabajo colectivo i secular, cuya redacción definitiva,
obra de un autor desconocido, de Gerson quizas, fué ejecu-
tada a fines del siglo XIV o a principios del XV.
13.— En los claustros se cultivó también la historia; pero
esta rama de la literatura perdió en los siglos medios el ca-
rácter vasto i jeiieral que le habian dado los escritores de la
antigüedad. Nació entonces la Crónica, nombre con e| cual
tTTttATVRA LATmA feX tA iBDAt) HfeDlA 201
9e quería designar una historia redactada según el orden
cronolójico, pero que ha recibido mas tarde una significa-
cien mas estensa, refiriéndolo sobre todo al espíritu de las
obras a las cuales se aplicaba. Son enjeneral historias de-
talladas de un pais, de una localidad, de una época, o de un
hombre, escritas por un testigo ocular o por un contempo«
raneo que ha consignado sin comentarios todo lo que ha
visto o lo que le han trasmitido. Esas crónicas, mui minu-
ciosas en ciertos sucesos, mui incompletas en otros, recar-
gadas de ordinario de invenciones fabulosas e incrcibles»
son, sin embargo, las únicas fuentes que nos quedan para
conocer largos períodos de la historía de la edad media.
Abundan particularmente las que se refieren a la historía
de Inglaterra, de Francia i de Italia; pero las crónicas mas
interesantes, aquellas que reflejan con mas colorído i ani-
mación el siglo en que fueron compuestas, son escrítas en
lengua vulgar, i forman por esto mismo parte de otra lite-
ratura.
La mas famosa de aquellas obras es una crónica fabulo-
sa atribuida falsamente a Turpin, arzobispo de Reims, con-
temporáneo de Cario Magno, que fué considerada durante
mucho tiempo como una historia verdadera. Según el títu-
lo de la obra, De la vida i hechos de Cario Magno {De vita
et gestis Caroli Magiii)^ el autor quería contar la historía
de aquel famoso emperador; pero esceptuando algunas fra-
ses consagradas a sus primeras proezas i a su muerte, la
crónica se limita a referír la espedicion emprendida contra
los sarracenos de España i la derrota de la retaguardia
francesa en Roncesvalles. Esta crónica, escrita sin duda por
algttn eclesiástico, asigna un objeto relijioso a la espedicion
de Cario Magno; el emperador inspirado por un sueño en
qtie se le ha aparecido el apóstol Santiago, emprende la
campaña para salvar del poder de los sarracenos las reli-
quias de este santo; construye iglesias, i dota monasterios
para alcanzar el cielo. La Crónica de Turpin^ considerada
como fuente auténtica de las leyendas del ciclo carlovinjio,
de que hablaremos mas adelante, era citada como una es*
202 NOCIONES DB HISTORIA LITBRABIA
pecie de fórmula, i aun en asuntos enteramente estraños a
ella, por los poetas que en los siglos XV i XVI cantaron las
proezas caballerescas. Por esto se ha mirado como el orí-
jen de los poemas carlovinjios; pero ahora está probado
que la crónica es por el contrario, una compilación informe
sacada de los cantos populares rjue tenia por héroes a Car-
io Magno i a Roldan, i en la cual las tradicciones caballe-
rescas han perdido lo que en ellas habia de mas poético. No
se sabe la época en que fué escrita esta famosa crónica ni se
conoce quién sea el autor. Don Andrés Bello, que dilucidó
esta cuestión con una asombrosa erudición, ha probado
que la crónica fué compuesta mas o menos el año 1100; que
su autor era eclesiástico, i que sin ser español, habia resi-
dido largo tiempo en la península hasta el punto de conocer
perfectamente su jeogr^fía; i cree poder sostener que su au-
tor fué un monje francés llamado Dalmacio, que ocupó en
España la silla episcopal de Iría, que fué trasladada mas
tarde a Compostela. La Crónica de Tiirpin por su escaso
mérito no es acreedora, en realidad, a estas investigaciones:
sin embargo, ellas le han arrebatado la importancia que se
le habia atribuido creyéndola el oríjen i fundamento de la
literatura caballeresca.
14. — Al terminar esta rápida revista de la literatura la-
tina en la edad media, es menester recordar que esa lengua,
estraña ya al uso vulgar i decaida de su antiguo esplendor,
fué el idioma en que escribieron los sabios de esos siglos,
los alquimistas que, buscando la piedra filosofal, i los que
estudiando la astrolojía para descubrir el porvenir en la
marcha de los astros, fundaron la química i prepararon
los progresos de la astronomía. Alberto el Grande, fraile
alemán de la orden dominicana, que vivia en el siglo XIII,
abrazó tod^s las ciencias e hizo importantes descubrimien-
tos sobre las propiedades químicas de las piedras, de los
metales i de las sales. Raimundo Luí i o, fraile franciscano,
natural de la isla de Mallorca, que vivia a fines de ese mis-
mo siglo i principios del siguiente, fijó la atención sobre los
productos volátiles de la descomposición de los cuerpos,
LITBRATXmA LATIXA BX LA EDAD MEDIA 203
i preparó los progresos posteriores de la química. Rojerio
Bacon. ingles de nacimiento que vivió en el mismo siglo i
que también fué fraile franciscano, fué un verdadero prodi-
jio para su tiempo. Reconoció los errores del calendario
jaliano, esplicó su causa i los corrijió; hizo injeniosas ob-
servaciones sobre la óptica, la refracción de la luz, el arco
iris ¡ el tamañt) aparente de los cuerpos; i por último se le
atribuye la invención de la pólvora. Estos i otros grandes
jenios que escribieron en latin, porque las lenguas vulgares
no estaban formadas todavía i porque por esto mismo no
se las consideraba el idioma de la ciencia, habrian operado
una revolución mas importante en el desenvolvimiento dtl
espíritu humano si hubiesen vivido en siglos mas adelan-
tados.
CAPITULO V.
lJter.*fnra friiiieeiía.
1. Oríjcn fie la lengra frnncesn; el vascuence, el céltico i el latín.—
2. Los francos— 3. Lengua de o»7i lengua de oc, - 4. Forma-
ción definitiva del francés.- 5. Literatura provcnzal: los tro-
vadores— 6. Corta duración de esta literatura.— 7. Literatu-
ra walona: los tru veres. — 8. Cantos épicos: la Chanson de Ro-
Innd. ' 0. Carácter jeneral de los poemas del ciclo carlovinjio.
—10. Ciclo del rei Arturo; Wace i sus imitadores — 11. Ciclo gre-
co-asiático; la Chanson d* Alexfíndre.'—\2, Incertidumbre so-
bre el oríjen de estos poemas. — 13. Los /aib//Viux.— 14. El apólo-
fro i la sátira; Román du Renart. 15. La alegoría; Román de
Ja /?oí»e.— 16. Poesía lírica; Thibaut i Carlos de Orleans. - 17.
Teatro francés de la edad media.— 18. Las crónicas; ViHehar-
douin i Joinville. — 19. Froissart.
1. — Los diferentes puebhiS que han ocupado el suelo de la
Francia han dejado sus huellas en la lengua francesa. Sus
idiomas respectivos, sobrepuestos primero unos a losotros,
confundidos en seguida, han concurrido a formar esta len-
gua en proporciones mui desiguales.
Según las mas remotas tradiciones, la Francia fué po-
blada primeramente por los iberos, raza de oríjen imperfec-
tamente conocido, que se estableció en la rejion del sur i
que ocupó también la España. Después llegaron los celtas,
pueblo vigoroso e intelijente, que invadió la Europa occi»
206 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
dental muchos siglos antes de la era cristiana, i cuyo idio-
ma estaba enlazado por su oríjen con la gran familia indo-
europea, que comprende el sánscrito, el zend, i los que se
derivan de éstos. Antes de la conquista romana, se habla-
ba, pues, en la Aquitania, esto es el pais situado inmedia-
tamente al norte de los Pirineos, el idioma ibérico, llama-
do comunmente el vascuense. El idioma céltico se hablaba
en las otras partes de la Galia.
El vascuence no subsiste ahora sino en las faldas de los
Pirineos occidentales, i ha suministrado al francés un nú-
mero mui pequeño'de palabras. Se podria citar en este nú-
mero la voz ennui (enojuo.en vascuence, eno/o, en español).
La parte del céltico en la formación de la lengua francesa
es indudablemente mas considerable. Ese idioma estirpa-
do en gran parte por la conquista romana, subsiste toda-
vía en la Baja Bretaña. Parece queMos fenicios i los grie-
gos, que fundaron diversas colonias en la costa de la Ga-
lia, no ejercieron una verdadera influencia sobre la lengua
del pais.
El latín, impuesto por la conquista romana, llegó a ser
desde el primer siglo de la era cristiana, la lengua dominan-
te en la Galia. El idioma nacional desapareció poco a poco
por influjo de la civilización de los conquistadores, de tal
modo que en el siglo IV se hablaba el latín desde los Piri-
neos hasta el Rhín; i la población indíjena, con mui peque-
ñas escepciones, había abandonado su lenguaje nacional.
Pero el latín, que dominaba en la Galia, no era esa lengua
elegante de los escritores del siglode Augusto, ni tampoco el
lenguaje un poco viciado de los escritores de la decadencia:
era un idioma menos culto en el cual se habían deslizado al-
gunas palabras célticas tomando la forma latina.
2. — Las invasiones de los bárbaros, burgundas, visigo-
dos i francos, llevaron de la Jermanía idiomas tan estraños
al latín como al céltico. Esos idiomas, que tenían entre sí
una grande afinidad, i entre los cuales el de los francos llegó
a prevalecer, fueron designados con la denominación común
de tudescos. Esta era la lengua de los conquistadores, que
LITERATURA FRANCESA 207
pasaron a ser también los señores casi esclusivos del terri-
torio francés.
Pero en la monarquía de los reyes francos se hablaba
ademas otro idioma mucho mas popular, el idioma de los
pueblos conquistados, cuya base principal era la lengua de
los romanos. El latín notablemente alterado por una des-
composición natural en la boca de poblaciones ignorantes i
sin modelos literarios, i por la introducción de términos cél-
ticos o jermánicos, tomó el nombre de lengua romana.
Hubo, pues, dos idiomas diferentes en la misma Galia
durante algunos siglos; pero ambos se modificaron recípro-
camente por el contacto íntimo de conquistadores i con-
quistados. Por un momento, el tudesco estuvo a punto de
adquirir un gran predominio sobre el otro. Cario Magno,
tudesco de oríjen. colocó la caf)ital de su imperio en .\quis-
gran (Aix la Chapelle),a las puertas del territorio jermáni-
co, i dio a su propio idioma una grande importancia sobre
la lengua romana, derivada del latín. Se sabe que este em-
perador preparó o hizo preparar una gramática de la len-
gua tudesca o alemana. Pero después del desmembramien-
to del imperio carlovinjio, Paris, ciudad mucho mas apar-
tada del territorio jermánico, vino a ser la capital del reino
de Francia; i allí la lengua romana recobró su supremacía.
La fuente primera del francés es esta lengua romana, for-
mada por la mezcla del latin, del tudesco i de algunas pala-
bras célticas. Como en esta mezcla el latin ha sido con mu-
cho el elemento mas considerable, la lengua francesa se co-
loca entre las del oríjen neo-latino. No se llega a conocerla
de una manera profunda sino con el ausilio del latin. El
mas antiguo monumento que se conozca de esta lengua es
el testo del juramento que Luis el jermánico i su hermano
Carlos el calvo i, nietos de Cario Magno, se prestaron recí-
í Creemos interesante transcribir aquí un fragmento (le esta
pieza. Es d juramento de Luis el jermánico.
"Pro Deo amur, et pro christian poplo, et nostro commun sal-
rament, dist di en avant, in quant Deus savir et potir me dunat,
908 XOCIOKBR DW HISTORIA TJTBRABIA
procamente en Estrasburgo en 842. Se notan ahí algunas*
de esas terminaciones latinas que ahora son frecuentes to-
davía en el italiano i en e^ español, pero la influencia del tu-
desco es también visible.
3.— Esta lengua tomó diversos caracteres i recibió dife-
rentes nombres, según la mayor o menor influencia del la-
tin. En el norte de la Francia, donde el tudesco dejó mas
profundas huellas i le comunicó su aspereza, tomó el nom-
bre de romance walon. En el mediodía, donde la presencia
de los bárbaros fué mas tardía i sus invasiones menos fre-
cuentes, i donde subsistió en cierto modo la antigua orga-
nización, la nueva lengua conservó mejor las palabras i las
terminaciones sonoras del latín. Abundante en vocales, rica
en inflexiones, tuvo menos eneijía, pero mas gracia i suavi-
dad: éste fuéel romance provenzal. En el norte, el tudesco
ejercía su influencia, porque al otro lado de sus fronteras,
en la Jermania,se hablaban lenguas análogas: en el sur, los
provenzales estaban en comunicación con la España i con
la Italia, en donde la dominación del latin era mas notable.
Los dominios de las dos lenguas estaban separados por el
curso del rio Loira. La primera recibió el nombre vulgar de
lengua de oil (Jungue d*oil): la segunda el de la lengua de oc
{langue d*oc), denominaciones tomadas de las palabras
por medio de las cuales se espresaba en cada pais la afirma-
ción sí.
si salvara jeo cist meon fradre Karlo, et ín adjudha et in cadhuna
cosa, si com om per dreit son fradra salvar dist, in o quid il mi aU
tresi fazet, et ab Ludhcr nul plaid nunquam prindrai, qui, meon
vol, cist meon fradre Karle in damno sit."
Tbadüccion: — "Por el amor de Dios i por el pueblo cristiano,
nuestra común salvación, de este dia en adelante mientras Dios
me dé el saber i el poder, yo salvaré a mi hermano aquí presente, i
le seré en ayuda en cualquiera cosa, así como un hombre, según la
justicia, del^e salvar a su hermano, en todo lo que él hiciese de la
misma manera por mí, i yo no haré con Lotario ningún convenio
que, por mi voluntad, lleve perjuicio a mi hermano Carlos aquí
prestnte/'
LITERATURA LATINA EN LA EDAD MEDÍA 209
Las relaciones que los acontecimientos políticos i los en-
laces de diversos príncipes establecieron entre la Francia
meridional i la Cataluña i el Aragón, i el brillo de las cor-
tes feudales de Arles i de Tolosa, dieron a la lengua, de oc
una form.'i notablemente regular, i la estmdieron desde
el Loira hasta el Ebro i el Mediterráneo. Esta lengua, cul-
tivada por los trovadores, recibió en la guerra contra los
albijenses, a principios del siglo XII, un golpe de (jue no
debia levantarse: un concilio l¿i proscribió **conio sospe-
cha de herejía," al mismo tiempo en que los estados feu-
dales donde habia estallado la guerra, eran absorbidos
en los dominios de los reyes de Francia. Después de haber
sido una lengua literaria, se desmenbró en dialectos vulga-
res hallados todavía en Cataluña, en Valencia i en algunas
de las provincias meridionales de Francia. Hasta el siglo
XIV la diferencia de lenguaje entre el norte i el sur era tan
notable que, bajo el reinado de Juan el Bueno, fué necesario
reunir dos asambleas distintas de estados jenerales, para
representar las dos diversas ramas del idioma francés.
La lengua de oil fué mas tosca en su nacimiento: las pa-
labras latinas revestidas de terminaciones tudescas, daban
al oído un sonido duro. Se necesitó de mucho tiempo para
suavizar i depurar esta lengua i para darle elegancia. Los
truveres (trouveres) de Picardía, de Normandía, de Borgo-
ña, de Champaña i de Flándes concurrieron a esta forma-
ción laboriosa. Si los progresos de esta lengua fueron len-
tos durante la edad media, es menester atribuirlo a la igno-
rancia de la nobleza, al reinado del feudalismo que habia
destruido todo centro i toda autoridad común, a las des-
gradas de la guerra contra los ingleses i al predominio en
las clases instruidas de la lengua latina, que era siempre el
idioma de la relijion, del derecliQ i de la enseñanza.
4-. —El francés, sin embargo, aparece formado en el siglo
XIII; a lo menos entonces lo cultivaron numerosos escrito-
res. Entre otros elementos que contribuyeron a enriquecer-
lo» deben contarse el árabe, por las relaciones con las es-
cuelas de los moros de España, i por efecto de las cruzadas,
lOMO IV 14
210 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
i el griego que conocieron los franceses en Constantinopl
pero sus verdaderas fuentes son las que dejamos señaladí
mas arriba. P>n el siglo XIII esa lengua gozaba de prerrog
tivas semejantes a las del francés moderno: era conocida <
casi toda la Europa, i usada como una especie de idion
universal. En 1275, un escritor veneciano traducía al fra
ees una crónica de su país declarando que **esta lengua o
rre en el mundo, i que es mas agradable al oído que cu
quiera otra.*' Diez años mas tarde, Rninetto Latini,
maestro del Dante, escribia en francés un libro, **porque,d
cia, el habla de Francia es mas común a todas las jentes'\
5.— La literatura provenzal se desarrolló con mayor r
pidez que la literatura v^'alona. Este progreso prematuí
fué el resultado de las circunstancias en medio de las cual»
habia nacido. El mediodía liabia sido siempre mas civiliz
do que el norte, porque la influencia romana habia sic
mucho mas profunda. La invasión de los bárbaros hab:
causado allí grandes estragos; pero las poblaciones no 1:
bian estado constantemente ajitadas i combatidas por le
terribles trastornos cjue ensangrentaban los paises situ;
dos al norte del Loira. Los iiabitantes del sur gozaban c
las dulzuras de la paz bajo un réjimen feudal que im) tevu'
la dureza, ni conducia a los mismos excesos de crueldad i c
venganza que se hacian sentir bajo el gobierno de los rud(
señores del norte. La civilización de los árabes de Espaf
pudo también reflejarse mejor en las rejiones del mediod
de la Francia.
Casi todo lo que nos (pieda de la literatura provenzal e
tá representado por las poesías de los trovadores. Es
nombre, derivado de una voz provenzal troü6¿ir, encontra
crear, prueba que se tenia entonces de los poetas una id<
verdadera. El trovador debia cantar sus versos; pero cua
do no tenia el talento músico, tomaba un juglar a su se
vicio. Limitábanse principalmente a celebrar asuntos (
amor, o mas bien de galantería, i a componer sátiras (sí
ven tes) que algunas veces eran vivas i aceradas. No faltí
tampoco algunos cantos de guerra, ni ciertos diálogos (te
LITERATURA LATINA EN LA EI>AI) MEDIA 211
son, (le contentio) en que dos interlocutores sostenían dos
opiniones contradictorias, de ordinario sobre cuestiones
de amor o de galantería i en que se respondían por co-
plas o estrofas de una medida semejante. Existían también
las quéjíis (phmhs), elejías destinadas a llorar la muerte de
un amigo o de un héroe. Pero las poesías amorosas o ga-
lantes formaban en su ma\'or parte la literatura proven-
zal. Xo tuvo ni dramas ni epopeyas; i parece que no perci'
bió esta falta. Salvo algunas poesías narrativas que po-
drían compararse al poema histórico, no se nota que los
poetas pro vénzales hayan hecho esfuerzo alguno para
agrandar su horizonte.
Uno de los principales méritos de estas poesías consiste
en las combinaciones armónicas, en las cadencias simétri-
cas, en la complicación de las estrofas i en la repetición de
la rima. Los trovadores provenzales, como todos los poe-
tas primitivos de las lenguas modernas, tomaron del latín
la forma de su versificación. Es inútil repetir aquí que toda
composición métrica tanto en latín como en griego, era un
arreglo de versos for^nados de pié iguales o equivalentes;
pero en el desórdt;n inherente a la descomposición del latin,
las jentes incultas, en lugar de tomar por base en los ver-
sos la prolongación relativa de los sonidos, tomaron cada
silaba como unidad respecto de otra sílaba: no se midieron
las sílabas, sino que se contaron; i no es difícil encontrar
ejemplos de versos en que se ha olvidado la cantidad des-
de los primeros tiempos de decadencia de la literatura la-
^i"«i. Fué necesario que el poeta marcase el lugar en que
había cumplido la única condición que se exijia de él: en-
tonces apareció la rima, la cual, según la espresion de M.
Sainte-Beuve, está colocada en el lugar que ocupa como
"na campanada.píi ra advertir que concluye un verso i que
^a u comenzar otro. La rima se usó en la versificación la-
tida en la época de la corrupción de esta lengua. Escora-
plíítamente infundada la opinión sostenida por^grandes es-
critores i que atribuye a la influencia de los árabes la
introducción de la rima en la versificación moderna. Los
212 NOCIONBS DB HISTORIA LITBRARIA
trovadores provenzales usaron ordinariamente la rima
consonante; i rara vez la asonante; todas las lenguas mo-
dernas han seguido emplean^do la primera; Ips castellanos
emplean con frecuencia la segunda.
6. — Esta literatura contó dos siglos de existencia. >Io se
conoce obra alguna de ella anterior al año 1100, i se sabe
que fué aniquilada en los primeros años del siglo XIII. Se
conocen las vidas de cerca de ciento cincuenta trovadores,
entre los cuales se cuentan reyes, príncipes i condes. La mo-
nótona uniformidad de esta literatura nos dispensa, sin
embargo, de entrar aquí en detalles sobre aquellos trova-
dores. Sus producciones anuncian un vivo sentimiento del
arie; pero faltó el tiempo a los provenzales. Su lengua
como lengua literaria, i su literatura fueron arrastradas
en la revolución que destruyó su nacionalidad. Después de
la guerra contra los albijenses, la nacionalidad provenzal
fué estinguida en su primavera, i la política se encargó de
impedir que reviviese. En 1222, se fundó en Tolosa la uni-
versidad i el tribunal de la inquisición, se prohibió el t-m-
pleo de la lengua provenzal en los actos públicos i se pros-
cribieron los libros escritos en esta lengua para hacer
desaparecer todo lo que recordaba la nacionalidad o la he-
rejía. La lengua de oc, sin embargo, se ha perpetuado, como
ya hemos dicho, en algunos dialectos vulgares.
7. — Al lado de la poesía de los trovadores, se elevaba
otra poesía menos injeniosa, la de los truveres, trovadores
de la lengua de o/7, o francesa propiamente dicha. Cual-
quiera que fuese la conformidad primitiva de la lengua ro-
mana del mediodía i la del norte, la separación en el siglo
XII era visible: la lengua de los truveres i la de los trova-
dores^ ofrecen entonces grandes i curiosas diferencias en las
palabras i en el espíritu. Una especie de vivacidad burlona
i satírica anima también la lengua de los truveres; pero en
lugar de manifestarse por imájenes brillantes i líricas i de
tener algo de musical, su espíritu es prosaico i produce un
cuento mas bien que una oda. En sus obras no hai de poe-
sía mas que un cierto metro, una versificación mui grose-
LITERATURA LATINA EN LA EDAD MEDIA 213
ra. pocas imájencs i casi ninguna armonía. Cuando se exa»
mina el objeto de sus cantos, la diferencia entre el trovador
i el truver se hace mas sensible. El primero se ha con-
sagrado particularmente al jénero lírico: el segundo, por el
contrario, se contrae a asuntos narrativos. La poesía épi-
ca es especialmente el objeto de sus cuidados. Los norman-
dos, que durante algún tiempo habi?in asolado una parte
de Francia, fueron, después de su conversión, los mas ar-
dientes apasionados de ese jénero.
8. — Los primeros asuntos cantados por la musa del nor-
te fueron las hazañas de los paladines de Cario Magno o de
otros personajes, mitad verdaderos, mitad ficticios, que se
prestaban para servir de héroes de las epopeyas caballe-
rescas. Conócense con el nombre de chansons de gestes,
los romances de caballerías en que se celebran las acciones
(en latino-es ía), las hazañas délos héroes, por medio de
coplas raonofinias, destinadas a ser cantadas, como las
rapsodias de los antiguos griegos, con acompañamiento
de música.
La mejor i mas antigua de estas informes epopeyas es la
Chanson de Roland, que por un arte verdadero de compo-
sición, por la fuerza de las imájenes, merece ser clasifica-
da entre las composiciones de aquel jénero. Rolando, cono-
cido también con los nombres de Orlando i de Roldan, es el
héroe de este poema, en que se canta la espedicion de Car-
io Magno a España i la batalla de Roncesvalles. Ignórase
la época en que esta obra fué compuesta: se cuenta que un
truver, llamado Taillefer, cantaba un fragmento de este
poeraa en la célebre batalla de Hasting, que consumó la
conquista de la Inglaterra por los normandos (1066); pero
la obra que ha llegado hasta nosotros bajo el nombre pro-
blemático de un poeta llamado Théroulde, parece ser de
los primeros años del siglo XII. Es posible, sin embargo,
que haya existido una obra primitiva, contemporánea tai-
vez de Cario Magno, modificada después con los cambios i
ampliaciones de un gusto posterior, pero conservando
siempre el carácter guerrero i relijioso.
214 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
9.— Aceptando esta edad probable de la Chanson de Ro-
land seria menester considerarla el mas antiguo de los poe-
mas del ciclo carlovinjio. Con este nombre se conoce en la
historia de la literatura un conjunto de poemas franceses
de la edad media en que están narradas las empresas i las
conquistas de Cario Magno i de otros jefes de la raza car-
lovinjia. El jenio de Cario Magno, opuesto a la debilidad
de sus sucesores, i sus gloriosas proezas, después de las
cuales el imperio franco sufrió la vergüenza de las invasio-
nes normandas, habian dejado en el pueblo un recuerdo
imperecedero de respeto i admiración. La vida del grande
emperador llegó a ser una leyenda que cada jenefacion am-
pliaba i embellecia a su gusto. El sentimiento popular bo-
rró los recuerdos históricos; i Cario Magno llegó a ser la
personificación del cristianismo triunfante sobre la relijion
musulmana. Los poetas atribuyen a él soló todas las ha-
zañas de su familia: su abuelo Carlos Martel, el verdadero
vencedor de los árabes en Poitiers (732), figura apenas en
los poemas carlovinjios. Los terribles recuerdos que habian
dejado en la Galia las invasiones de los árabes i el entu-
siasmo de los pueblos de occidente para llevar la guerra a
Tierra Santa, esplican la causa por qué en la tradición po-
pular todos los pueblos no cristianos fueron' trasforma^los
en musulmanes, i todas las espediciones de Cario Magno
en guerra contra los infieles. Los sajones i los hunos, que
aparecen en dos de esos poemas carlovinjios, son conside-
rados sarracenos. Los poetas fueron mas lejos todavía
que la imajinacion popular; i cuando el ardor de las cruza-
das hubo inflamado todos los corazones, ellos hicieron de
Cario Magno el héroe de estas espediciones.
En todos los poemas en que se trata de celebrar el triunfo
de los cristianos sobre los musulmanes, el carácter de Car-
io Magno es noble, imponente i caballeresco. Es la imájen
de una reyecía fuerte i grande que se sostiene por su propia
majestad i por el respeto que inspira a los pueblos. Pero la
época misma en que estas obras fueron compuestas, época
LITERATURA LATINA EX LA EDAD MEDIA 2l5
en que la reyecía era atacada diariamente por las preten-
siones feudales, debia imponer a los poetas la obligación
de cantar las hazañas de los señores contra el rei. En las
obras de esta especie, el carácter de Cario Magno es inde-
ciso, disimulado i brutal. Los poetas le atribuyen todas
las debilidades de sus sucesores respecto de los poderosos
señores feudales.
Los poemas carlovinjios parecen haber sido escritos en-
tre los siglos XII i XIV. Algunos, sin embargo, son poste-
riores al año 1300; pero es probable que sólo sean versio-
nes o paráfrasis de los poemas mas antiguos. El interés
principal que hasta ahora ofrecen estas obras es la fiel pin-
tura de la edad media, el espíritu caballeresco i feudal, a la
vez que la superstición relijiosa de los paladines. Comba-
tes interminables, luchas contra poderosos encantadores,
i proezas inauditas i maravillosas llenan de ordinario esos
poemas. Algunos existen en prosa, como el afamado Fie-
rahras; pero se supone que son traducciones de antiguas
obras poéticas, i pueden considerarse como las primeras
entre las novelas caballerescas, tan en boga en los siglos
XV i XVL
10. — El segundo ciclo de poemas caballerescos tienen por
héroe a Arturo, rei de Bretaña, i es conocido indiferente-
mente con el ncmibre de este monarca, i con el de Mesa re-
donda. La baja Bretaña en Francia, como hemos dicho
antes, fué el último asilo de la lengua céltica en el continen-
te, i de los bardos o poetas galos que celebraban las anti-
g^uas tradiciones. A principios del siglo VI, los sajones in-
vadieron la gran Bretaña; i después de una lucha, cuya
grandiosidad han exajerado mucho los poetas, los breto-
nes derrotados i fujitivos se establecieron en gran número
en la parte de la Francia conocida hasta ahora con su
nombre. La poesía conservó el recuerdo de losjíltimoe
combates de la independencia que el valiente Arturo habia
defendido con gran gloria. Ese reyezuelo, que a la luz de la
verdadera historia gobernaba sólo el pequeño reino de Gá-
216 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
les i que era un jefe bárbaro, violento i pendenciero, fué
trasfigurado por la imajinacion de los poetas populares en
una especie de persoYiaje mitolójico.
A mediados del siglo XII estas tradiciones poéticas re-
cibieron una forma fija. Roberto Wace, natural de la isla
de Jersey, compuso en Caen, en Normandía, una larga his-
toria en verso en que cuenta los hechos de los reyes de la
Gran Bretaña casi desde la ruina de Troya hasta el año
680 de la era cristiana. Este poema de quince mil trescien-
cientos versos, es conocido con el nombre de ídoman de Briit
(romance de Bruto, por suponer que un hombre llamado
Bruto, nieto de Ascanio i biznieto de Bnéas, fué el primer
rei de la Gran Bretaña). Wace compuso un segundo poema
casi tan largo como el primero, en que refiere la histo-
ria de los duques de Normandía hasta el reinado de Enri-
que I de Inglaterra. Lleva esta obra el nombre de Román
de Rou (Romance de Roll o Rollón, jefe normando que se
estableció en Francia, i cuyos sucesores conquistaron mas
tarde la Inglaterra). Estas obras reunieron las tradiciones
fabulosas consignadas sin duda antes de esa época en los
cantos bretones i en las crónicas latinas; pero la multitud
de incidentes relativos al rei Arturo que se encuentren en
el primero de esos poemas, han servido de base a las obras
poéticas que constituyen este ciclo.
Según el Román de Brut, el héroe bretón (o gales, del
pais de Gales) es el ideal de la caballería. Recorre el mundo
libertándolo de jigantes i de monstruos, tiene una corte
brillante en que celebra grandes fiestas i en que reúne la
flor de los reyes, de los barones i de los caballeros. Sién-
tanse todos ellos alrededor de una mesa, que por ser re-
donda no tiene sitio de preferencia i permite que todos los
convidados sean servidos sin distinción, cualesquiera que
sean su rango i sus títulos. Esos caballeros, como los (|ue
acompañan a Cario Magno, están animados de un pensa-
miento relijioso: no se proponen por principal objeto com-
batir a los sarracenos, pero en algunas de las obras que
forman este ciclo, se empeñan en buscar un vaso sagrado
LITERATURA LATINA KN LA BDAD MEDIA 217
(saint graa/), hecho todo él de una sola piedra preciosa,
que después de haber servido en la última cena del Salva-
dor, fué empleado para recojer su sangre.
Pero la principal diferencia entre los poemas de ambos
ciclos no está allí. Los carlovinjios están animados del es"
píritu guerrero: no conocen mas que una virtud, el valor;
un sólo crimen, la traición. Los poemas del ciclo de Arturo
se complican con todos los matices del amor, de la casti-
dad, del misticismo caballeresco, esparcidos sobre un fon-
do de poesía i de sentimiento. Esa fábula consignada en el
libro de Wace, abrió un nuevo horizonte a los poetas, i fué
esplotada con bastante felicidad i en numerosas obras que
han llegíido hasta nosotros. Chrestien de Troyes, el poeta
mas fecundo i estimado del siglo XII, pasa por autor de
cuatro poemas en que dominan los mismos sentimientos
que caracterizan a las obras de este ciclo. En ese mismo
siglo, la tradición poética relativa al rei Arturo fué con-
signada en prosa, formando así la verdadera novela caba-
lleresca. Los diferentes Amadis^ tan famosos en la historia
de la literatura de los siglos posteriores, tienen allí su orí-
jen, i pertenecen al ciclo de la mesa redonda.
11 La antigüedad greco-asiática, proporcionó también
asunto para sus cantos. Sin embargo, la materia suminis-
trada por la antigua civilización recibió el sello común en
el conjunto de obras conocidas con el nombre de ciclo gre-
co-asiático. La mas antigua de estas obras es un poema
provenzai en que se cuentan las aventuras de un caballero
llamado Raimundo de Bousquet, el cual ofrece mucha se-
mejanza con el Ulíses de Homero. Esc poema que data de
mediados del.siglo XI, es el mas antiguo de este ciclo; pero
hai otros posteriores en que se celebran el sitio de Troya,
la espedicion de los Argonautas i la guerra de Tébas, con
caracteres mui diferentes a los que los poetas de la anti-
g^üedad hablan dado a aquellos sucesos. Los héroes de esas
obras son los mismos que figuran en los poemas de las lite-
raturas clásicas; pero los poetas de la edad media los con-
vierten en paladines llenos de valor i de galantería. Esas
218 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
obras en que la antigüedad ha sufrido un cambio caballe-
resco, gracias a la ignorancia de los autores i al gusto de-'
cidido del público, dejaron huellas profundas en la litera-
tura de la Europa. Sus autores no conocian los escritos de
los grandes poetas de la antigüedad; pero habían estudia,
do los sucesos que cantaban en escritores de segunda o ter-
cera mano.
Alejandro el Grande, cuyas hazañas fueron celebradas
por los árabes, los persas i los armenios, suministró a los
poetas de la edad media un abundante campo de inspira-
ción. En el siglo XII, utir Ale/andriada qh versos latinos,
obra de Gautier (Gualterio) de Lille, era enseñada en las
escuelas; pero a mediados de ese siglo, fué compuesto so-
bre el mismo tema uno de los poemas mas. curiosos de la
antigua literatura francesa. La Chanson dAlexandre, poe-
ma de mas de veinte mil versos atribuidos a Lamberto Li
Cors (le court, el corto) i a Alejandro Bernay, refiere la
conquista del célebre rei de Macedonia con una multitud
de aventuras maravillosas semejantes a las que se encuen-
tran en los otros poemas caballerescos. Los poetas dan a
Alejandro, por compañero de sus empresas, doce pares,
como los que acompañan a Cario Magno, lo hacen con-
quistar castillos encantados i ciudades magníficas; i lo ha-
cen subir a los aires en un carro que arrastran dragones,
para penetrar después en los abismos del océano. Alejandro
i todos sus compañeros toman parte en torneos i en fiestas
características de la edad media.
12.— Los poemas que forman estos tres ciclos diferentes
fueron, sin duda, en el principio composiciones breves, com-
puestas i cantadas por los truveres o trovadores, i se con-
servan los nombres de muchos de sus autores; pero nuevas
jeneraciones de poetas las ensancharon posteriormente co-
rrijiéndolas i modificándolas para darles la estension con
que han llegado hasta nosotros. En todas ellas, dominan
ciertos caracteres jenerales, una gran pasión por las em-
presas militares, i por los resortes maravillosos, jigantes.
LITERATURA LATINA HN LA BDAI> MEDIA 219
enanos, encantadores, animales desconocidos, caballos ala-
dos, armas irresistibles.
13. — Los siglos XI i XII fueron la época de esos poemas
caballerescos; pero el gusto por ellos se conservó, sin em-
bargo, mas largo tiempo. Los truveres, ademas, abarca-
ron luego un campo mas vasto i compusieron obras nota-
bles de imajinacion i de gusto. El siglo XIII es considera-
do con justicia el siglo de oro de la literatura francesa de
la edad media.
Esta es la época de los ñibiiaux. Con este nombre, dimi-
nutivo de la palabre fahh (fábula), se designan ciertos
cuentos que los poetas cantaban de ordinario en los casti-
llos de los feudales para distraerlos en su aislamiento. El
autor era llamado fábleor o fablier. Estas composiciones,
escritas en verso de ocho sílabas, dejan entrever las cuali"
dades esenciales del injenio francés, la vivacidad, el buen
sentido maligno, la burla alegre, la nitidez de la forma, la
proporción. Los fabliaux son a los poemas caballerescos,
lo que la comedia es a la trajedia. Refieren un suceso diver-
tido, se ocupan mucho de mujeres i de maridos, de clérigos
i de frailes; i se dispensan de ordinario de ser morales: rara
vez dejan de ser libres i hasta obscenos. Cultivados con par-
ticular interés en el siglo XIII, han sido imitados con fre-
cuencia por los poetas modernos. Uno de ellos titulado
Vilain Miré (mal médico) ha servido de modelo a Moliere
para componer su comedia El médico a su pesar (í^e méde-
cin malgré lui), que ha pasado a la escena española con el
título de lil médico a palos.
14.— Los poetas franceses de ese siglo se ocuparon tam-
bién del apólogo, al cual dieron la denominación de isopet,
del nombre del fabulista griego Esopo. Son famosos entre
otros los apólogos compuestos por María de Francia, poe-
tisa natural de Compiégne, de cuj^a vida casi no se tienen
noticias. Los truveres compusieron también sátiras pican-
tes que cantaban en todas partes, i que el pueblo repetia
con su natural alegría; pero éstas no eran obras de una
220 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
forma distinta i propia como las sátiras de Horacio i de
Juvenal, sino apólogos i fabliaux en que dominaba la ale-
gría i la crítica.
Es famoso entre las obras de este jénero un poema cono-
cido con el nombre de K ornan du Renard (romance o poe-
ma del zorro). Basado sobre una antigua composición
cuyo oríjen se disputan diversos pueblos, adquirió todo su
desarrollo en el siglo XIII. Luego nacieron otros poemas
destinados a celebrar el mismo asunto, que reunidos al pri-
mero formarían mas de ochenta mil versos. Se diría que el
primer poema es un centro de un ciclo de epopeyas cómicas
i burlescas que tienen los mismos personajes. El asunto de
esta obra es las aventuras de un zorro, en que está repre-
sentada la astucia, que recorre toda la sociedad feudal, sin
hacer de ella otra burla que el contraste de los personajes
que en el poema son simples animales, i que representan en
él un papel análogo al que les corresponde por sus instintos.
El zorro llamado Goupil le Renard, es alternativamente ju-
glar, peregrino, médico, caballero, emperador; i siempre
bellaco, sale bien en todas las empresas que acomete i bur-
la a todos los animales con quienes se encuentra.
15. — Esta pasión de alegoría, tolerable cuando encierra
un principio satírico, se convirtió en el siglo XIII en un
verdadero furor. Todos los caracteres de esta clase de
obras se encuentran en un poema célebre, el Román de la
Rose (el romance de la rosa) alegoría sabia i fastidiosa de
mas de veintidós mil versos, en que se trata de saber si el
héroe llegará a tomar una rosa que ha divisado en un jar-
din, que defienden veinte abstracciones personificadas, ta-
les como el Peligro, la Maledicencia, la Felonía, la Bajezat
el Odio i la Avaricia. El héroe tiene por ausiliares otras
cualidades, con cuya protección llega al palacio del Placer,
donde encuentra al Amor en medio de un cortejo de perso-
nificaciones. Es fácil presentir cuan fría e inanimada es
toda esta mitolojía simbólica. La menor aventura de un
ser vivo i real despierta mas intereres que el fuego fantás-
tico de todas estas vanas nebulosidades. El Román de la
LITERATURA LATINA EN LA EDAD MEDIA 221
Rose es la obra de dos jeneraciones. La primera parte fué
compuesta por Guillermo de Lorris, contemporáneo de San
Luis, i contiene, a pesar de su monotonía, algunos detalles
agradables i rasgos de sentimiento i descripciones injenio-
sas. La segunda parte, mucho mas estensa, es la obra de
Juan de Meung (siglo XIV),*i se distingue por la erudición
i el espíritu satírico. Su héroe es Falso Semblante, símbolo
de la hipocresía, i su asunto es todo el siglo con su ciencia»
su corrupción, sus prácticas supersticiosas i sus preocupa-
ciones.
16. — La poesía lírica de esos siglos nos ofrece también
una multitud de composiciones lijeras que son casi la obra
esclusiva de los nobles, de los condes i aun de los príncipes.
El mas célebre de todos estos grandes señores cancioneros
es Thibaut, conde de Champagne (1201-1253), que formó
su gusto poético en el estudio de las obras de los trovado-
del mediodía. **Sus canciones, dice, M. Villemain, están es-
critas en ese idioma setentrional de la Francia, en que apa-
rece ya la forma francesa: pero se encuentra, sin embargo,
un reflejo de los trovadores. Su lenguaje es el de la pasión
delicada, el lenguaje de las fiestas i de los cantos Thi-
baut, mezcló en sus versos el jenio de las dos nacijones i de
las dos lenguas Es la primera reputación clásica, en
poesía vulgar, que encontramos en la Francia septentrio-
nal en la edad media: es el primer escritor que se cita en
todas partes, i cuyos versos puedan oirse i leerse.**
Al hallar un poeta tan notable en el siglo XIII, se podria
creer que en el siglo siguiente la poesía se desarrolló de una
manera brillante. Pero esta época no fué mas que un tiem-
po de calamidades i de desastres. La Francia, humillada
por los ingleses en los campos de Crécy i de Poitiers, no po-
día pensar mucho en su gloria literaria en el momento en
que su propia existencia estaba en peligro.
Es menester llegar a los primeros años del siglo XV, para
encontrar un verdadero poeta, Carlos de Orleans, nieto
del rei de Francia Carlos V. Carlos de Orleans que vivió en
medio de las guerras civiles, se arrojó en ellas para vengar
222 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
a SU padre que había sido asesinado por el duque de Bor-
goña. En la famosa batalla de Azincourt (1415), i cuando
apenas contaba veinte i cuatro años, cayó herido i prisio-
nero en poder de los ingleses. Durante los tristes ocios de
un cautiverio de veinte iaños, compuso el volumen de poe-
sías que lo coloca en el primer ¿-ango entre los poetas de su
tiempo.
Esa obra es, ajuicio de M. Villemain, la primera produc-
ción francesa en que la imajinacion sea correcta i natural,
en que el estilo ofrezca una elegancia prematura para su
tiempo, i en que el poeta encuentre esas espresiones que no
tienen fecha, i que viven en la lengua i en la memoria de un
pueblo. Aunque parezca ligado con aquella escuela sutil i
alegórica a la cual sirve de código el Román de la Rose;
aunque con frecuencia aparecen en sus versos personajes
alegóricos, sus obras respiran gracia i sentimiento; i cuan-
do lamenta su audiencia de la patria, es poeta de corazón.
17.— El drama nació en las literaturas modernas, como
habia nacido entre los griegos, en medio de las fiestas reli-
jiosas. Reprodujéronse los sucesos que recuerda la historia
de la relijion, primero por medio de figuras, i en seguida,
por medio de los mismos sacerdotes o de ios fieles, que, to-
mando el rol de los personajes, traducían sus pensamientos
i sus sentimientos por medio de la acción i del lenguaje vul-
gar. Las guerras contra los árabes fueron otro motivo de
inspiración dramática, de tal suerte que en el teatro apa-
recían alternativamente los judíos con los romanos, i los
cristianos con los sarracenos. Los actores iban i venían,
cambiando algunas palabras^ tratando de interesar a los
espectadores, mas por sus trajes i por su acción que por
sus discursos.
Estas representaciones se hicieron mas frecuentes; i como
interesaban mucho al pueblo, algunas personas piadosas
tundaron una sociedad particular, autorizada por un edic-
to real de 1402, con el título de Cofradía de la Pasión i que
tenia por objeto lA representación de las escenas mas inte-
resantes del Antiguo i Nuevo Testamento. Estas piezas to-
LITERATURA LATINA KN LA EDAD MBDLV 223
marón el nombre de misterios. Otras dos asociaciones vi-
nieron a completar el teatro francés de la ed.'id media. La
Basochc (diminutivo burlesco de basílica), sociedad funda-
da por los abogados i ajen tes subalternos de justicia, i los
mozos de buen humor (eníknts sáns souci)^ asociación de
estudiantes, fueron reconocidas casi en la misma época, i
representaban piezas de diferentes caracteres, designadas
con el nombre de moralidades (moralitésr) las de los prime-
ros, i de tonterías (sottises) las de los segundos. Las mora-
lidades eran piezas alegóricas o representaciones de ciertos
sucesos de invención o de las parábolas del Evarijelio,como
el hijo pródigo, etc.; las tonterías eran falsas grotescas des-
tinadas a hacer reir haciendo la crítica de la sociedad ente-
ra. Las dos últimas asociaciones, aunque independientes
entre sí, solian reunirse, i sus producciones se confunden de
ordinario. En todas estas obras, la influencia de las tradi-
ciones del teatro antiguo era sumamente débil.
Los misterios ofrecian, pues, la enseñanza de la historia
de la relijion bajo forma dramática. No son producciones
tan despreciables como algunos han creido, puesto que en
su estudio se han encontrado frecuentes rasgos felices. Per-
feccionándose, habrían podido producir la trajedia. Las
otras representaciones, por su espíritu burlón i satírico,
recuerdan la comedia política de los antiguos, i de esos pri-
meros jérmenes, habría podido producirse una verdadera
comedia. El renacimiento iniciado a fines del siglo XV,
que, haciendo revivir las literaturas clásicas, echó el des-
prestijio sobre las producciones toscas e imperfectas de la
edad media, ahogó por entonces estos ensayos del teatro
nacional francés.
18. — El desenvolvimiento de la prosa fué en Francia, co-
mo de ordinario, posterior al cultivo de la poesía. Los cro-
nistas escribian sus obras en latin; i de los sermones predi-
cados en lengua vulgar, como de los tratados relijiosos que
debieron ser comunes en la edad media, no nos quedan
muestras anteriores al siglo XIV. Para la posteridad, la
224 NOCIONES DR HISTORIA LITflRARlÁ
«
historia fué el único jénero literario cultivado con buen
éxito en prosa francesa.
Uno de los primeros monumentos de esta lengua, i la
primera crónica francesa es la relación de la conquista de
Constantinopla escrita por Godofredo de Villehardouin,
caballero nacido en Champaña en 1167, que tomó parte
con el rango de mariscal en la cruzada que dio por resulta-
do el establecimiento de un imperio francés en Constanti-
nopla, i que obtuvo la ciudad de Mesinopla con todas sus
dependencias. Retirado en esta ciudad, compuso esa obra
que le ha asegurado el renombre de que goza. Esa crónica
heroica, escrita con una noble sencillez, inaugura digna-
mente la serie de trabajos históricos de que se honra la
Francia. Ese cuadro, por la unidad de su acción, una sola
empresa, i por la unidad de tiempo, só1í> nueveaños, es una
especie de epopeya primitiva en que los hechos i los carac.
teres están puestos de relitve con grandeza i naturalidad,
Villehardouin es, sin arte i sin esfuerzo, historiador, orador
i poeta.
Este cronista abre el siglo XIII con un libro justamente
estimado. Cierra ese período Juan, señorde Joinville, natu-
ral también de Champaña i amigo de San Luis, a quien
acompañó en muchas de sus espediciones, i cuya vida escri-
bió con toda franqueza i con toda verdad. Su libro, mui
notable e importante como documento, lo es también por
su mérito literario. El ha enriquecido la lengua francesa
con una multitud de jiros particulares, contribuyendo así
a su perfección.
19.— El siglo XIV ha tenido su historiador en el mas cé-
lebre de los cronistas, Juan Froissart, clérigo natural de
Valenciennes, que conocia los torneos i fiestas de su siglo
tanto como los caballeros i paladines. Se propuso escribir
la historia de su tiempo; pero, como necesitaba adquirir
informes positivos, i como en esos siglos de revueltas i gue-
rras entre los señores, en que las relaciones i comunicacio-
nes eran casi nulas, no habria otro medio de asegurarse de
los hechos que el recorrer las diversas provincias para reco-
LITERATURA LATINA ES LA MDAD MBDIA 225
jer noticias de los hombres mas intelijentes, Froissart se
hizo caballero errante, visitó la Escocia, acompañó al prín-
cipe negro a Aquitania, Burdeos i España, volvió a Ingla-
terra, i, en seguida visitó la Italia con el duque de Clarence-
Al paáo que recojia i apuntaba todo jénero de noticias, com-
ponia versos delicados, canciones galantes i romances
heroicos. Pero su obra monumental es la Crónica de Fran-
cia, de Inglaterra, de Escocia, de España i de Portugal,
obra estensa en que ocupan el lugar mas importante las
dos primeras naciones, pero que casi puede considerarse la
historia universal de la mayor parte de su siglo (de 1326 a
1400;.
••Las pinturas de la vida feudal, dice M. Villemain, tra-
zadas por Froissart, presentan todos los contrastes de ru-
deza i de cortesía caballeresca, de barbarie i de humanidad.
Una infinita variedad nace de; su natural exactitud. Su
alma es un espejo en que se refleja toda la edad media
El rei Juan, prisionero en la tienda del príncipe de Gales,
ofrece una pintura admirable En ciertas descripciones
de batallas, es verdaderamente homérico. No se podría des-
cribir con mas vigor esos choques de hombres armados
qae se atacan. Llegáis al castillo de Gastón de Foix, i veis
que es imposible pintar con mas gracia la vida ociosa, las
fiestas de esta corte. Pasáis a España, i la tiranía de Pedro
el cruel, el atrevimiento de Enrique de Trastamara, el jenio
del Príncipe negro, se presentan delante de vosotros. En-
tráis a Francia, i la prudencia de Carlos V., su actividad,
su administración, están descritas con cuidado. Grandes
acontecimientos, anécdotas familiares, nociones diversas,
todo se mezcla i se sucede sin confusión.**
La Crónica de Froissart, por su animación i su colorido,
es única para conocer la edad media.
Tras de Froissart, aparecieron muchos otros historiado-
res de menor mérito. Cristina de Pisan, poetisa francesa, aun-
que nacida en Venecia, compuso también una Historia de
Carlos F., que se consulta todavía con ínteres. Pero ésta,
TOMO IV 15
226 NOCIONES DB HISTORIA LITERilRIA
como los otros historiadores de su tiempo i de la primera
mitad del siglo XV, no alcanzó a dar a la historia ni e^
color, ni la animación que abundan en la famosa Crónica
de Froissart.
CAPITULO VI.
lilterataras española i portuguesa.
1. Oríjen de la lengua española; los iberos. — 2. Los celtas, los fe-
nicios i los cartajineses. — 3. Los romanos. —4'. Los godos — 5.
Los árabes.— 6. Formación de la lengua castellana.— 7. Diver-
sos elementos que la componen.— 8. El Poema, del Cid.— 9,
Otros poemas.— 10. Gonzalo de Berceo.— 11. Juan Lorenzo de
Segura. — 12. Don Alfonso el sabio; Las siete partidas.— 13,
Otras obras de don Alfonso; la Crónica jeneral, las Cánticas i
la Conquista de Ultramar. — 14 El infante don Juan Manuel.
15. Juan Kuiz, arcipreste de Hita. — 16. Don Pedro López de
Ayala; sus obras.— 17. Rabbi don Santob.— 18. El Poema de
José.-^19, Movimiento literario en el siglo XV.— 20. Don Enri-
que de Villena.— 21. Don Iñigo López de Mendoza, marques
de Santillana.— 22. Juan de Mena. — 23. Jorje Manrique.— 24.
I..OS Cancioneros; carácter jeneral de las poesías que contienen.
25. El Romancero.— 26, Romances caballerescos. 27. Roman-
ces históricos— 28. Romances moriscos. — 29. Romances de
costumbres.— 30. Romances sobre la antigüedad clásica.— 31.
Eí Centón epistolario. — 32. Fernán Pérez de Guzman i Her-
nando del Pulgar. — 33. Las crónicas.- 34. Alonso de la Torre
—35. El idioma portugués. - 36. Primeros poetas portugueses.
— 37. Primeros prosadores.
1. — La cuestión de saber cuál fué la lengua primitiva de
España ha sido discutida durante largo tiempo sin que se
haya podido llegar a conclusiones definitivas. Entre las opi-
niones vertidas sobre este asunto, se ha llegado a decir que
la len^^a castellana, tal como se hablaba en la edad me-
228 NOCIONBS DB HISTORIA LITBBARIA
día, era contemporánea del latín, i aun, que este idioma
había tomado de aquella algunas de sus voces i de sus for-
mas. Una antigüedad semejante se ha reclamado también
para el italiano i para el francés; pero esta opinión aconse-
jada por una vanidad nacional, ha sido desatendida jene-
ralmente.
La filiación de la lengua española o castellana es mas
oscura que la de cualquiera otra lengua de Europa. El país
que hoi se conoce con el nombre de España haesperimenta-
do, mas que otro alguno de la Europa moderna, revolucio-
nes i cambios que han dejado rastros permanentes en su
población, en su lengua i en su literatura. Ocupado alter-
nativamente por hombres de razas diferentes i de lenguas
opuestas, todas ellas han ejercido una influencia sucesiva
sobre el idioma nacional hasta dejarlo definitivamente
constituido después *de mas de dos mil años de cambios i
modificaciones.
Se considera jeneralmente a los iberos como el pueblo
primitivo que pobló la península española. Por descendien-
tes de ellos son tenidos los vascos, que después de ocupar
todo el dilatado territorio de aquel país, se reconcentraron
en las rejiones vecinas a los Pirineos, conservando hasta
ahora un idioma propio, del cual se encuentran, sin embar-
> go, algunos vestijios en el castellano moderno.
2.— Losprimerosinvasores de la España fueron los celtas
pueblo de oríjen asiático, que había ocupado también la
Galia. Parece que después de largas luchas con los anti-
guos dominadores, se refundieron las dos razas i las dos
lenguas; pero en las montañas del norte, se conservó el ibe-
ro o vascuence en toda su pureza, hablado por tribus va-
roniles que se defendieron victoriosamente contra la inva-
sión. El idioma de los celtas se trasluce todavía en el cas-
tellano, así como en el francés i en el italiano, aunque
lijeramente en todos ellos.
Las revolucicoies posteriores de la lengua española son
mas recientes i como tales mucho mejor conocidas. Los fe-
nicios, el pueblo mas comercial de la antigüedad, reconocie-
LITERATURA B K8PAN0LA I PORTUGUESA 239
ron las costas de España i esplotaron las minas de metales
preciosos que entonces abundaban en la península. Duran-
te largo tiempo, ellos fueron los únicos que tuvieron noti-
cia de esas riquezas: para utilizarlas fundaron colonias, i
junto con su comercio introdujeron sus costumbres i su len-
gua en una gran parte de la rejion del sur.
Mas influencia que los fenicios ejercieron todavía los car-
tajineses sobre la lengua i las costumbres de los españoles.
Habiendo recorrido las costas de la península como simples
comerciantes, fundaron también colonias quedefendiancon
fuertes guarniciones para imponer a la población indíjena;
pero después de la guerra púnica, emprendieron su comple-
ta conquista i ocupación. Por los años 227 antes de la era
cristiana, los cartagineses eran dueños de casi toda la re-
jion del sur de España hasta las orillas del Ebro. Su lengua
produjo, como debe suponerse, una notable revolución en-
tre los idiomas que se hablaban en la península.
3.— Es sabido que la dominación cartajinesa en España
no fué de larga duración. Los romanos, después de una lar-
ga guerra, vinieron a suplantarlos i a establecerse definiti-
vamente en la península, estableciendo al mismo tiempo su
lengua junto con su civilización. Encontraron en España
ranchos idiomas diferentes, diez, según el historiador ita-
liano Luitprando, que vivia en el siglo X; pero esta misma
diversidad de lenguas favoreció su estincion, como las divi-
siones políticas favorecieron el sometimiento de todo el
pais. Habria sido, sin duda, mucho mas difícil desterrar una
lengua única, común a todas las partes de la población,
qne esa multitud de dialectos que no tenian la fuerza de un
lazo nacional ni et interés de una literatura. Estas circuns-
tancias esplican el progreso del latin en la península, de tal
modo que en ninguna parte, fuera de la Italia, la lengua
latina, fué cultivada tan jeneral i tan felizmente como en
España. Hemos dicho ya que este pais produjo muchos es-
critores que, como Quintialiano, Séneca, Marcial i Lucano.
honraron las letras romanas durante el imperio. El latin
mantuvo su preponderancia hasta el siglo V de nuestra
230 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
era; pero es probable que al lado de esta lengua existieran
dialectos vulgares, o a lo tnénos un latin corrompido ha-
blado por el pueblo.
4.-— Cuando las bárbaros del norte vinieron a reemplazar
a los romanos en su dominación sobre el suelo español,
adoptaron la lengua en el estado en que la encontraron.
Los godos, sobre todo, se inclinaban mas a tomar las cos-
tumbres i el idioma de los vencidos que a imponerles los
suyos; pero no pudieron despojarse completamente de su
propio idioma sin dejar huellas profundas en el que se ha-
blaba en España. Las lenguas de oríjen jermánico cambia-
ron después la fisonomía de la lengua española, ya sea por
la introducción de nuevas voces, ya por la modificación de
la estructura gramatical. Los godos, como los demás pue-
blos rudos, aprendían con facilidad palabras aisladas de
una lengua mas perfecta que la suya; pero les era mas difí-
cil entender el espíritu filosófico de su gramática. Así, pues,
al paso que adoptaron libremente el estenso i rico vocabu-
lario de la lengua latina, amoldaron sus complicadas i ar-
tificiosas formas al mecanismo mas sencillo i natural de
sus idiomas nativos.
5.— Cuando se consumaba esta revolución, la España fué
presa de una invasión rápida e imprevista que amenazaba
destruir los restos de la civilización antigua que aun que-
daban en pie o los que habian surjido bajo los últimos do-
minadores. A principios del siglo VIII, los árabes se apo-
deraron de la España i arrojaron a los visigodos i su in-
fluencia, espulsándolos por un lado hacia las costas del
Atlántico, en las montañas de Asturias i de Galicia, i por
el otro hacia los Pirineos, en los valles de Aragón. Mucho
mas civilizados que las hordas jermánicas, a las cuales
reemplazaban en la dominación del pais, los árabes traían
consigo una lengua que era el objeto de una brillante cultu-
ra, i que por lo tanto ejerció su influencia en la formación
del español. El árabe se estendió rápidamente en toda Es-
paña i fué adoptado aun por algunos príncipes cristianos.
Un escritor español, que escribia en latin, en Córdoba, por
LITERATURAS ESPAÑOLA I PORTrOUESA 231
•los años 854, dice que entre mil cristianos era difícil hallar
uno que supiese escribir una carta latina, al paso que mu-
chos componian versos en árabe. Un obispo de Sevilla tra-
dujo la Biblia en lengua árabe para ponerla al alcance de
los cristianos. El idioma de los conquistadores llegó a ser,
pues, la lengua de las ciencias i de la jente culta.
6. — Pero al mismo tiempo, se mantenia en pie el antiguo
idioma vulgar en las provincias del norte que no domina-
ron los conquistadores, o que poco a poco fueron sustra-
yéndose de su dominación. El aislamiento en que vivian
los cristianos i la influencia de diferentes elementos, dieron
lugar a la formación de diversos dialectos derivados mas o
menos del latin i que, como tales, recibieron el nombre de
romanos o romances. Durante la lucha entre los cristianos
i los musulmanes, hubo tantos dialectos como distintos
estados políticos; pero comenzaron a agruparse i refundir-
se a consecuencia de la reunión gradual de las provincias, i
por tanto, a disminuir el número a medida que desapare-
cían las divisiones políticas del pais. A principios del siglo
XII, todos estos dialectos podian reducirse a tres principa-
les: los de Cataluña i Valencia, que traian su oríjen del
provenzal o la lengua de oc; el gallego nacido en la costa
occidental de la península, i dio oríjen al portugués; i el
castellano propiamente dicho que, nacido en las montañas
de Castilla la vieja, siguió invadiendo al sur de la penínsu-
la tan luego como los árabes iban perdiendo el territorio
conquistado. Esta preponderancia de ese dialecto sobre
todos los otros es debida a la importancia del papel que el
pueblo que lo hablaba desempeñó en la guerra contra los
musulmanes. Cuando los cristianos del norte, después de
una lucha tenaz i prolongada, lograban reconquistar pal-
mo a palmo el suelo de la patria, iban estendiendo lenta-
mente su idioma entre aquellos de sus compatriotas que
habian vivido bajo el yugo de los árabes, i recibiendo de
éstos las voces arábigas que pasaron a formar parte del
español.
No es fácil fijar la época en que se consumó esta revolu-
232 )(0C10NB6 DE HISTORIA LITBRARIA
cion: pero todo hace creer que fue lenta e iusensible. El mas
antiguo documento que ha llegado hasta nosotros en esta
lengua es la confirmación de los fueros de Aviles, en Astu"
rías, hecha en 1155 por Alfonso VII; i por lo tanto por mui
lenta i oscura que haya sido la formación del castella-
no, se puede asegurar que a mediados del siglo XII había
conseguido ya elevarse a la categoría de lengua escrita, i
figuraba en los documentos públicos importantes de aquel
tiempo ^ Conocida primero con el nombre de romance,
esa lengua tomó luego la denominación de español, del
1 Aunque se ha puesto en duda la autenticidad de este docu-
mento (V. el vohimen publicado en Madrid en 1865 con el título
de El fuero de Aviles por don Aureliano Fernández Guerra i Orbe),
conserva su crédito como uno de los monumentos n^s antiguos
de la lengua castellana. Vamos a copiar un fragmento para que
los jóvenes conozcan algunas líneas de los primeros ensayos escri-
tos en idioma español.
**Hom qui soaver perder; si sospecta over de suo vezino, et homo
leal sia '1 vezino que ladrón non siat de altro furto provado per
concilio, sálvese per sua cabeza, et non lide por en. Et si homo fur
qui leal non sit, que altro furto aia facto on pro vado sea per con-
cilio, deféndase per lith. Et si lidiar non quisen leve ferro kaldo:
et si se crcmar, pectet illo aver cum suas novenas al don del avcr^
et sólidos X per las tangantes al maiorino. Et si mulier fur que in
altro furto sia prisa provada per concilio, leve ferro caldo. Et si
marito aver o párente .o filio, que la defenda et lith per illa, et si
vencido fur. pectet la aver cum suas novenas, et X sólido a mato-
riño per suas tangantes.''
Traducción.— El hombre que su haber perdiere, si tuviere sos-
pecha de su vecino, i si el vecino fuere hombre leal que no sea acu-
sado de otro hurto prohado por el consejo ( por decisión del con-
sejo;, sálvese su persona i no lidie por esta causa. I si fuere hom-
bre que no sea leal, que haya hecho otro hurto i que sea prohado
por el consejo, defiéndase por lidia (por duelo judicial). I si no qui-
siere lidiar, lleve un fierro candente; i si se quemare pague aquello
con sus novenas (nueve veces su valor) al dueño del haber, i diez
sueldos por los honorarios al juez. 1 si fuere mujer que en otro
hurto probíido por consejo fuere tomada, lleve fierro candente. I
si tuviere marido, pariente o hijo que la defienda, lidie por ella: i si
fuere vencido, pague el haber con sus novenas, i diez sueldos al
juez por sus honorarios.
LITBBATURA8 M8PAÑ0I.A' I POHTUGIJB8A 233
pueblo que la usó: i ha sido llamada después castellano,
por aquella parte del pais en que se perfeccionó i cuyo po-
der político predominó mas tarde.
7. — Esa primera muestra de nuestra lengua revela la pre-
ponderancia del latin. Diversas veces se ha tratado de sa-
ber la proporción exacta en que cada una de las lenguas
componentes contribuyó a la Formación del castellano, sin
arribar a un resultado definitivo. Un erudito español, el
padre frai Martin Sarmiento, que estudió detenidamente
este asunto en el siglo XVIII, es de opinión que divididas
las voces castellanas en cien partes iguales, sesenta son la-
tinas puras o corruptas, diez eclesiásticas o griegas, diez
septentrionales (célticas, visigodas, etc., etc.), diez orienta-
les (arábigas), i las otras diez son voces de las Indias orien-
tales u occidentales, alemanas o del lenguaje de los jitanos
Es probable que este cálculo no diste mucho de la verdad;
pero en él falta el elemento vascuence, i talvez se da al ára-
be mas importancia de la que realmente tiene, porque du'
rante mucho tiempo se atribuyó a la lengua i a la civiliza-
ción de ese pueblo una influencia exajerada. Sea de esto lo
que se quiera, hai un hecho indudable, i es que el óríjen prin-
cipal, el cimiento, por decirio así, del castellano, se encuen-
tra en el latin.
8. — Los primeros frutos de esa lengua i de esa literatura
nos son completamente» desconocidos. Es probable que la
musa castellana se ejercitara desde tiempos mui antiguos
en la poesía lírica, i particularmente en los cantos heroicos
para recordar las proezas de los campeones que brillaron
en la guerra contra los moros: pero- esas producciones no
han llegado hasta nosotros, de manera que la posteridad
considera como el monumento mas venerable de la litera-
tura castellana un poema de mas de cuatro mil versos, que
ha debido ser precedido de muchas otras obras de menor
aliento.
Como las Cbansons de gesta de los truveres franceses,
que indudablemente fueron conocidas en España desde una
época mui lejana, ese poema tiene por objeto el recordar
234 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
las hazañas militares consignadas en la memoria del pue-
blo. Su héroe es Rodrigo o Rui Díaz de Vivar, mas conoci-
do con el nombre de Cid Campeador, cuyas proezas en la
guerra contra los moros tienen tanto de la historia como
de la fábula, i a quien la posteridad considera defensor de la
España contra la invasión musulmana, de tal modo que su
imájen i su nombre han llegado a apoderarse de la fíintasía
i del cariño de sus conciudadanos hasta el punto que la his-
toria i la tradición se complacen en rodearlo con una larga
serie de hechos fabulosos, dignos sólo de los paladines de
de los libros caballerescos.
El poema del Cid ha sido considerado por algunos críti-
cos una obra puramente histórica, una crónica rimada; i
en efecto, escasean en él las ficciones poéticas que abundan
en las obras de los tiempos medios. Sin embargo, está de-
mostrado históricamente que algunos de los hechos referi-
dos allí no han podido verificarse; i por otra parte domina
en todo el poema cierto colorido romántico que se aviene
mal con la historia. No se busque en él la unidad de acción:
sólo se hallará la unidad de héroe, el Cid que toma parte
en empresas diferentes, que vence i arrolla a los sarracenos
en todas ellas i que se hace respetar de su propio rei por la
rectitud de sus acciones i por la prudencia de sus consejos.
El carácter del Cid, que se desprende noble i majestuoso del
medio de una fábula mui complicada i heterojénea, es una
verdadera obra maestra. En todas ocasiones se muestra
**buen amigo, desinteresado i jeneroso, comedido i obedien-
te subdito de un rei que le habia tratado mal, dice un críti-
co español, don Eujenio de Tapia. En las cortes de Toledo
aparece como un hombre superior a cuantos le rodean. El
rei i los infantes le acatan: todos le miran con asombro; i
él, sin orgullo, sin exajeracion, sereno como el águila que
vuela sobre la nube tormentosa, presenta su queja, pide
satisfacción, la alcanza i vuelve a Valencia a morir en el
seno de su adorada esposa, cercado de gloriosos laureles."
No faltan en el poema pasajes notables por el vigor i el co-
lorido, i a veces por la animación del relato; pero se notan
LITERATURAS HSPAÑOLA I PORTÜ(tUBSA 235
muchas transiciones, i sobre todo violentas divisiones en
la acción i en la manera de contarla. **Aun se leeria hoi
con gusto esta composición, continúa Tapia, si el estilo co-
rrespondiese a la elevación del asunto; pero desgraciada-
mente es prosaico i aun vulgar en la mayor parte, aunque
de cuando en cuando agrada por cierta naturalidad mui
conforme a las costumbres de aquellos tiempos. También
tiene a veces el estilo cierta enerjía, señaladamente en la
descripción de los combates; mas este fuego se apaga bien
pronto, i vuelve a reinar la prosa monótona, fria i cansa-
da. Digo prosa, porque no sólo falta el colorido poético,
sino porque en realidad no hai sistema alguno de versifi-
cación, sino renglones desiguales, unas veces de docCySÍla-
bas, otras de catorce, de dieciseis, i aun mas, según convie-
ne al autor para concluir un período. Ya toma un asonan-
te, i lo sigue hasta hasta que le cansa, ya un consonante,
i hace lo mismo, o mezcla unos i otros a su antojo.*^
El oríjen de este poema es completamente desconocido
para nosotros. Conservado en un manuscrito al cual fal-
tan algunas hojas al principio, una en el medio i algunas
líneas sueltas en diversas partes, sólo fué dado a luz por
medio de la imprenta en 1779, i reimpreso después dos ve-
ces mas, pero siempre con groseros errores, nacidos ya de
la copia única que existe, ya de equivocaciones de sus dife-
rentes editores. El primero de éstos, don Tomas Antonio
Sánchez, fué el que le dio el nombre de Poema del Cid, con
que se conoce esta obra. Se ignora el nombre del autor; {
aunque al fin del manuscrito se hallan estas palabras: Pero
Abat lo escribió, se supone con fundamento que éste fué so-
lamente un simple copista. Las mismas dudas existen res-
pecto de la antigüedad de esta obra: don Andrés Bello, que
ha estudiado mejor que otro alguno esta cuestión, cree que
el poema en su forma actual, no se compuso antes del siglo
XIII, ni probablemente antes de 1221. Algunos críticos dis-
tinguidos han llegado a creer que este poema, en que, como
hemos dicho, se descubren ciertas transiciones en la acción
i en el relato, es formado de cantos sueltos, compuestos por
236 NOCIONBS DK HISTORIA LITERARIA
diversos autores i reunidos después con algún método, pera
sin poderle dar la unidad indispensable en una obra de esta
clase.
9.— De esta misma época datan, sin duda, tres poemas de
autores desconocidos, que sólo fueron publicados en 1841.
En el primero se cuenta la historia fabulosa de Apolonia
rei de Tiro, i constituye una especie de poema caballeresco
del ciclo greco asiático, lleno de aventuras guerreras i ma-
ravillosas. El segundo refiere la vida de Santa María Ejip-
ciaca, i forma un poema concebido con espíritu relijioso en
que está contada la vida de esa mujer piadosa, tan conoci-
da i venerada en otro tiempo, con los caracteres que hacen
desagradable i chocante la historia de las liviandades de
sus primeros años. La crítica ha creido reconocer en esta
obra una incitación de algunos de los antiguos fablianx de
la literatura francesa. El tercero tiene por objeto la ado-
ración de los reyes magos, con algunos hechos relativos a
los primeros años de la vida de Jesús, consignados en el
evanjelio i en la tradición piadosa de la iglesia. Estas tres
composiciones, de las cuales la mas estensa i la mejor es la
primera, adolecen de la misma aspereza de versificación de'
poema del Cid, pero se nota en ellas mayor perfección en
la lengua i un esfuerzo a modificar la estructura de la es-
tancia i del ritmo.
10.— Hemos dicho que todas esas obras son anónimas.
Una cosa idéntica ocurre en la literatura primera de las
otras naciones de Europa, porque la gloria literaria era
poco codiciada i estimada, i los escritores no tenian mucho
interés en poner su nombre en las obras quecomponian. En
el siglo XIII, sin embargo, la literatura española produjo
dos poetas, de cuya vida se conocen algunos hechos, que
se encuentran consignados en sus propios versos.
Uno de ellos, llamado Gonzalo, clérigo secular agregado
al monasterio de san Millan, o Emiliano, en la diócesis de
Calahorra, i apellidado Berceo por el lugar donde nació,
escribia por los años de 1220 a 1246, i compuso nueve poe-
mas sobre diversos asuntos relijiosos, sacados de la histo-
IJTBRATURAS ESPAÑOLA I PORTUGUBSA 237
ría de la madre de Jesucristo, i de la vida de algunos san-
tos. Con escepcíoQ de algunos pasajes, todos estos poemas
están escritos en estancias regulares de cuatro versos mo-
norrímicos; i aunque su versificación sea de ordinario bas-
tante imperfecta, i su estilo trivial i aun bajo, se encuentran
trozos de verdadera poesía. Es notable sobre todo uno
titulado el Duelo de la Vírjen, en que se refieren los dolores
i tormentos de la madre de Jesús, durante la pasión i muer-
te de su hijo.
11. — El otro poeta a que nos hemos referido es Juan Lo-
renzo de Segura, clérigo natural de Astorga que vi^rtaa me-
diados del siglo XIII, i que compuso un poema como de
diez mil versos para celebrar las hazañas de Alejandro, rei
de Macedonia. Formado sobre el poema latino de Gautier
de Lille, i el francés de Lambertto Li-Cort i de Alejandro
Beraay, el poema de Segura es sólo un romance caballeres-
co en que el famoso rei de Macedonia aparece con el carác
ter i las inclinaciones de un caballero andante, i acomete
empresas sobrehumanas de las que sale con frecuencia por
medio de resortes maravillosos. Tanto el poema francés
como el castellano han dado oríjen en sus respectivas len-
guas a la denominación de un verso, el alejandrino, detrece
sílabas en francés i de catorce en castellano. Aunque la ver*
sificacion de Segura no posee flexibilidad i aunque su obra
sea una narración prosaica de aventuras que se aparta po-
co délos dos poemas que le sirvieron de modelo, es un do-
cumento importante para la historia déla literatura cas-
tellana.
12.— La prosa hizo en el siglo XIII progresos mas sólidos
i rápidos que la poesía. No puede establecerse ninguna
comparación sea por el fondo sea por la forma, entre la me-
jor composición poética de ese siglo i la recopilación de le-
yes formada por Alfonso X, bajo el título de Las Siete Par-
tidas, *
Esrte príncipe, que por unánime consentimiento recibió el
nombre de sabio, con que es conocido en la historia, había
nacido para al cultivo de las ciencias i de las letras, mucho
238 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
mas que para el gobierno de vasallos orgullosos i turbulen-
tos. ''Contemplaba el cielo i miraba las estrellas, dice el
historiador Mariana; mas en el entretanto perdió la tierra
i el reino." Durante un reinado turbulento i ajitado con
guerras esteriores i con la rebelión de su propio hijo, Alfon-
so el sabio se ocupó mas de la ciencia i de las letras que de
los negocios políticos; i si en el gobierno de sus estados no
llevó a cabo empresas tan importantes como algunos de
sus antecesores o de sus descendientes, dio su nombre a un
precioso cuerpo de leyes i otras obras que son un motivo
de orgullo para las letras españolas de la edad media.
El libro conocido con el nombre de Las siete Partidas es
un cuerpo de leyes formado de las decretales de los papas,
de los códigos romanos publicados bajo el reinado de Jus'
liniano i del Fuero Juzgo, antiguo código español. Induda-
blemente, Alfonso el sabio asoció a sus trabajos numerosos
colaboradores, cuyas tareas dirijia personalmente; pero
aun después de eruditas discusiones sobre este punto, no se
puede asegurar si la redacción de la obra le pertenece. Las
Partidas no son una compilación de leyes i de estatutos, ni
un código como los de Justiniano o los de los pueblos mo-
dernos. Son mas bien una serie de tratados sobre la lejisla-
cion, la relijion i la moral, divididos según la materia, en
partes (partidas), títulos i leyes. Muchas veces éstas no
tienen forma imperativa, sino que se discuten en ellas los
principios morales en que están basadas las leyes, o se dan
noticias de las opiniones i hábitos de aquel tiempo, lo que
hace de aquella recopilación una mina curiosa e inagotable
para el estudio de las antigüedades españolas. Las Parti-
das, sin embargo, encierran un sistema completo de lejisla-
cion eclesiástica i civil, deslindando los deberes relativos de
un rei i de sus subditos, las relaciones de la iglesia i del es-
tado, i la organización de la familia i de la sociedad. Ese
código rechazado por largo tiempo en varias provincias i
ciudades, que estaban rejidas por fueros especiales, fué mas
tarde la lei invocada i reconocida por muchos siglos en to-
dos los dominios españoles.
LITERATURAS ESPAÑOLA I PORTUGUESA 239
Si por SU fondo Las siete Partidas son el resumen de la
ciencia política i social del siglo XiII, por su' estilo son su-
periores a todo lo que hasta entonces habia producido la
prosa española; i aun se puede afirmar que hasta mediados
del siglo XV, esa prosa no produjo nada que inerezca com-
parársele en pureza, en vigor i en elevación.
13. — Entre las otras obras atribuidas a aquel rei,haiuna
que iguala a ese código en importancia literaria, si no en
valor moral. La Crónica jcner al de España, la mas anti-
gua i la mas interesante de todas las crónicas españolas,
es también el primer trabajo de este jénero que haya sido
hecho en una lengua moderna. Comprende desde la crea-
ción del mundo hasta la muerte de Fernando III el santo,
padre de Alfonso el sabio, i constituye un monumento cu-
rioso desde el punto de vista puramente histórico, i como
un resumen de las invenciones poéticas que se han mezcla-
do a la historia. Los autores que trabajaron esta Crónica
bajo la dirección del monarca, puesto que no es posible su-
poner que este mismo la haya redactado, tenian la inten-
ción seria de escribir la historia de su pais; i para ello, con-
sultaron las fuentesquepodian conocer; pero faltándoles to-
dos los datos apetecibles, aceptáronlas tradiciones conser
vadasen los cantos populares i sembraron su libro de narra-
ciones poéticas embellecidas por la imajinacion i alterada
por recuerdos remotos. De todos modos i a pesar de este
defecto, la Crónica atribuida a Alfonso el sabio es la única
fuente de noticias de una gran parte de la historia de Espa-
ña, i está escrita con una injénua i agradable sencillez que
Je han merecido el alto honor de ser comparada al libro de
Heródoto.
Con el nombre de Alfonso X han llegado hasta nosotros
algunos tratados científicos sobre la astronomía i la alqui.
mía, en los cuales los críticos modernos no han visto mas
que un reflejo de la ciencia de los árabes de Córdoba, algu-
nos de los cuales vivieron en Toledo en la corte misma de
reí sabio. Con el nombre de Cantigas se conoce una recopi-
lación de cantos compuestos en honor de la vírjen i escritos
240 NOCIONES DB HISTORIA LITBRARIA
en gallego. Se le atribuyen con menos fundamento otras
obras en verso castellano; i una estensa historia de las cru-
zadas, mitad romanescas, mitad histórica, conocida con el
nombre de la Gran conquista de Ultramary que, sin embar-
go, no parece ser mas que la traducción libre de una anti-
gua crónica francesa en que la historia está confundida con
las difusas fábulas de la mitolojía caballeresca.
14. — El siglo XIV en España, como en Francia es una
edad de discordias i de sangre. Luchas fratricidas ensan-
grentaron los campos de Castilla: la violación de las leyes
divinas i humanas, la consumación de grandes crímenes
turbaron la tranquilidad pública i detuvieron en su desa.
rrollo la literatura que habia comenzado a tomar un gran
vuelo. Las letras, sin embargo, se cultivaron en aquel siglo
por diversos escritores, sobre todos los cuales dominan el
infante don Juan Manuel i Juan Ruiz, mas conocido con el
nombre de arcipreste de Hita.
Don Juan Manuel era nieto de Fernando III el santo, rei
de Castilla, i sobrino de Alfonso el sabio. Fué rejente del
reino durante la minoridad de Alfonso XI, i llevó una vida
ajitada por las contiendas civiles i por la guerra contra los
moros. En medio de estos afanes i trabajos, compuso un
gran número de obras, algunas de las cuales se han perdido
desgraciadamente; pero han llegado otras que nos dan a
conocer su jenioi su ilustración. La principal de todas éstas
tiene por título El conde Lucanor. Contiene la historia de
un personaje de este nombre, sencillo de espíritu, que en las
circunstancias difíciles consulta a un hombre llamado Pa-
tronio, el cual le da excelentes consejos envueltos en un afo-
rismo de mora!, que encierra siempre la solución de un pro-
blema de conducta. La obra es notable por una burla seria
i por el injenio con que los principios morales se presentan
bajo una forma sensible a la razón i a la memoria. Se ha
creido que este libro era una imitación de ciertas obras
orientales, como la colección de apólogos conocida con el
nombre Calila i Dimna^ de la cual existia una traducción
castellana. Según las conjeturas de algunos eruditos, el
LITERATURAS BSPAIÍOLA I PORTUGUESA 241
mismo nombre de Lucanor, proviene de Lucanam, que es
para los áral>es el sabio Lokman.
15. — Juan Ruiz vivió en la primera mitad del siglo XIV;
se le supone natural de Alcalá, i se sabe que era presbítero,
que vivia de ordinario en la villa de Hita, i que sufrió una
prisión por orden de un arzobispo de Toledo, durante la
cual compuso la mayor parte de sus obras. Forman éstas
cerca de siete mil versos, en los críales empleó no sólo los
metros conocidos hasta entonces en la poesía castellana,
sinoalgunos otros evidentemente tomados de la poesía pro-
venzal. La narración de las aventuras de un relijioso sirve
de cuadro a una multitud de composiciones de mérito i de
carácter diversos: apólogos agradables, cuentos grotescos,
pastorales, himnos relijiosos, capítulos de epopeyas burles-
cas, se mezclan a la ficción perturbando su plan, pero dejan-
do entrever bajólas formas lijerasi superficiales, un sentido
profundo, i el fondo de una historia verdadera, que talvez
es la del mismo autor. Las obras del arcipreste de Hita
abundan en alegorías; pero en ellas se descubre un espíritu
sagaz de crítica i de burla. Son notables entre otros frag-
mentos ciertos apólogos imitados de algunos fabulistas
antiguos con rara felicidad.
Otros escritores españoles siguieron la forma simbólica
adoptada por Juan Ruiz; pero todas sus obras son pálidas
ante las poesías del célebre arcipreste de Hita.
16.--A. pesar del mérito comparativo de estos escritores
se puede decir que el vigoroso impulso dado a la lengua i a
la literatura española por el rei don Alfonso el sabio no fué
de larga duración, Don Pedro López de Ayala, aunque pro-
sador i poeta de verdadero talento; es inferior a los buenos
escritores del siglo anterior.
López de Avala, por su nacimiento i por su carácter, per-
tenecia a esa nobleza española altiva i guerrera que se ilus-
tró en las azarosas discordias civiles de la última mitad del
siglo XIV. Adherido desde su juventud a la persona del rei
f don Pedro, lo sirvió fielmente hasta que, destronado por
su hermano el bastardo don Enrique de Trastamara, se vio
TOMO IV 16
242 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
ese soberano reducido a abandonar su patria i a buscar un
asilo entre los ingleses, que entonces dominaban en el m^
diodía de la Francia (1366). Creyéndose desligado de todo
juramento, López de Avala ofreció su espada al vencedor, i
recibió el título de gran canciller de Castilla. Combatiendo
bajo la bandera de don Enrique, fué hecho prisionero por
los ingleses en la célebre batalla de Nájera (1367J i llevado
a Londres. Después de su cautiverio, volvió a brillar en
Castilla como militar i como diplomático, fué el consejero
indispensable de los reyes i murió en 14?07, dejando un nom-
bre ilustre en la historia i en las letras.
Con el nombre de López de Ayala han llegado hasta nc>-
^ sotros dos obras notables. El Rimado de pnlac/o, libro es-
crito en su mayor parte durante el cautiverio del autor en
Inglaterra, es un poema didáctico que trata de los deberes
del príncipe i de sus ministros en el gobierno del estado, en
que se mezclan sátiras contra la corte, i contra las diversas
clases sociales, con reflexiones morales i teolójicas sobre el
decálogo, sobre los siete pecados capitales i sobre las obras
de misericordia. El prólogo encierra una confesión jcncral
del autor; i el epílogo se compone de himnos en honor de la
vírjen. En todo el poema se revela una alma elevada, llena
de rectitud i de humanidad, que da reglas de gobierno sa-
bias aunque sencillas, i que deplora los males de la guerra i
celebra los beneficios de la paz.
La otra obra de López de Ayala es una Cróntca en que
narra las guerras civiles entre don Pedro i don Enrique.
El cronista habia traducido a Tito Livio en lengua cas te
llana, i lo ha imitado poniendo en boca de los personajes
ciertas arengas que tienen ppr objeto dar mas relieve a sus
propios sentimientos i opiniones. Esta obra deja ver un
juicio certero para apreciar los sucesos i los hombres i un
.profundo buen sentido político. **La misma impasibilidad
del cronista en medio de los sucesos mas terribles, dice M.
Villemain, es un lenguaje que espresa maravillosamente la
ferocidad de la edad media; i quizás en ninguna parte está
LITERATURAS ESPAÑOLA I PORTUGUESA 243
reproducida con mayor ñdelidad la sombría dureza del je-
nio de ese tiempo."
17.— No se podría terminar esta rápida revista de los pro-
gresos literarios de España durante el siglo XIV sin hablar
de algunos judíos o moriscos que cultivaron la poesía cas-
tellana. El mas famoso es Rabbi don Santob, nombre i)ro-
bablemente corrompido del hebreo Rab don Sem Tob (el
maestro de buen nombre). Este escritor, natural de Ca-
rrion, en Castilla la vieja, vivia a mediados de ese siglo, i
compuso, o a lo menos se le atribuyen, varias obras, de las
cuales sólo dos parecen auténticas. La primera conocida
con el título vulgar de Consejos i documentos al rei don Pe-
dro, es un poema informe, sin plan alguno, destinado a dar
preceptos de moral, de relijion i de política, lleno de consi-
deraciones sobre la instabilidad de las cosas humanas, la
vanidad de las riquezas i de los placeres,! los peligros de la
ambición i de la avaricia. A pezar de las repeticiones frecuen-
tes i de cierta difusión, este poema no carece de gravedad i
de solidez en. los principios ni de gracia i vigor en el estilo.
La segunda obra de Rabbi don Santob es mucho mas esti-
mada. Se titula Z)anirarfe /a moerte, i es una especie de drama
«o que figuran la muerte, un predicador i algunos hombres
de diversas edades. Este asunto, mui esplotado durante la
edad media, está revestido del carácter sombrío i terrible
con que los poetas de esa época representaban la muerte, a
diferencia de los escritores de la antigüedad que habian sa-
bido darle cierta apariencia melancólica pero no rechazan-
te. El poema está sembrado de observaciones morales i sa-
tíricas i de sentencias graves, i escrito en versos de arte
mayor, es decir de doce sílabas, en que se descubre gracia,
facilidad i armonía.
18.— Las otras obras castellanas compuestas por judíos
en el siglo XIV, algunas de las cuales son igualmente atri-
buidas a Rabbi don Santob, no carecen de mérito, pero son
inferiores a las dos mencionadas. Debemos hablar del poe-
ma de José, narración poética de la vida del hijo de Jacob,
tal como se encuentra referida en uno de los capítulos del
244 NOOIONBS DB HISTORIA LITERARIA
Coran. Este poema, compuesto sin duda por algún moro
establecido en Castilla, cuyo nombre no se conoce, tiene la
particularidad de eistar escrito en lengua española pero con
caracteres arábigos, de tal modo que durante mucho tiem-
po se le consideró como una obra estraña a la literatura
castellana.
10.— El siglo siguiente es para la historia de la literatura
española una época del mayor interés por la notable acti-
vidad literaria que la caracteriza. Tiempo de grandes ajita-
ciones i de grandes trabajos de organización, el siglo XV a
la [vez que afianzó la grandeza i el poderío de la España,
preparó todos losjérmenes del resplandor que las letras
van a arrojar en el siglo XVI. El renacimiento literario se
inicia en la península! junto con la reunión de las coronas
de Castilla i Aragón, con la ruina del poder de los-árabes i
con la formación de la nacionalidad española.
Este período fué a la vez una edad de erudición i una edad
de poesía: de erudición en la aristocracia i de poesía en el
pueblo. El jenio español, grave, severo i sentencioso, sale
de repente de sus tradiciones nacionales para marchar por
las huellas de la literatura de Provenza, de la Italia i de la
antigüedad greco-latina. Esta fué la obra de los nobles^
de los señores poetas que descansaban de los combates en
las luchas pacíficas de la intelijencia i de la imajinacion. El
estadio del latin, sejeneralizó tanto, que muchas señoras
de alto rango llegaron a comprender el idioma de Cicerón
i de Virjilio. A esa escuela de poetas cultos pertenecen don
Enrique de Villena, el marques de Santillana, Juan de Me-
na i Jorje Manrique.
Mientras que los poetas de la corte se entregaban a su»
juegos de injenio, nacia i se desarrollaba en el seno de las
masas la poesía popular que ha formado el Romancero.
20.— Don Enrique de Villena (1384r-1434), descendiente
de los reyes de Aragón por su padre, i de los reyes de Casti-
lla por su madre, ejerció sobre su siglo una verdadera ma.
jistratura literaria, i aunque compuso muchas obras, fué
menos notable como escritor que como iniciador i propa-
LITBRATUBAS BSPAÑOLA I PORTUQUBSA 245
gador del movimiento literario. Antes que los reinos de
Castilla i de Aragón se unieran por el enlace de Fernando
c Isabel, Villena comenzó a unirlos en el terreno déla litera-
tura, entrelazando la poesía castellana a la poesía proven-
zal, que era la de Aragón. Estableció en Barcelona una
academia (consistorio) de ]agaya ciencia^ nombre con que
era distinguido el arte de los trovadores, i en seguida creó
en Castilla una institución semejante. Hizo mas que esto
para fomentar el cultivo de las letras. Fijó las reglas de la
poesía provenzal, i mostró el partido que se podía sacar del
latin para el perfeccionamiento de la literatura española.
En efecto, Villena tradujo al castellano la Retórica de Ci-
cerón, la Farsalia i la Eneida, i por último la Divina come-
dia dal Dante. Todos estos trabajos están perdidos en su
mayor parte. De sus obras orijinales, sólo se conocen tres,
el Arte cisoria, o Arte de cortar, especie de ensayo didáctico
sobre el arte culinario, que en realidad no tiene otro mérito
que tal o cual referencia a las costumbres españolas del si-
glo XV, el Arte de trovar, primer libro de preceptos litera-
rios escrito en Castilla, i que sólo es conocido por algunos
fragmentos que se conservan; i por último los Trabajos de
Hércules, que muchos críticos han señalado como un poe-
ma, i que en realidad es sólo una obra de moral, de cortas
dimensiones, i escrita en prosa. Está dividido en doce ca-
pítulos que corresponden a los doce trabajos de aquel semi-
diós por medio de alegorías con cada uno de los 'doce esta-
dos principales del hombre, el rei, el prelado, el caballero,
el relijioso, etc. Bajo la forma mitolójica, este libro que no
carece de interés ni de mérito literario, encierra observacio-
nes morales, envueltas en citaciones indijestas de algunos
escritores de la antigüedad i en una fatigosa erudición.
En medio de las ajitaciones de la corte, el ilustre Villena
pasó su vida reuniendo manuscritos en varias lenguas, que
él mismo poseía con cierta perfección, i cultivó las ciencias
ai mismo tiempo que las letras. Su injenio vasto abrazaba
la filosofía, las matemáticas, la astrolojía i la historia. Pa-
ra sus contemporáneos, tanta ciencia debia ser considerada
246 NOCIONB8 DB HISTORIA LITBRARIA
producto de majia; i en efecto, después de su muerte sus
manuscritos fueron quemados, bajo la inspección de un frai-
le dominicano, como obra del demonio. Hoi mismo, la re-
putación de nigromántico es entre el vulgo español insepa-
rable del nombre de Villena,
21.--Don Iñigo López de Mendoza, marques de Santilla-
na (1398-1458), ha dejado en la historia de las letras es-
pañolas una reputación mas sólida i mas duradera. Políti-
co i militar en una época de revueltas, el noble marques se
distinguió entre los señores que se confederaron contra don
Alvaro de Luna, pero conservó siempre la entereza de su
alma i la rectitud de su carácter cuando la probidad i la
buena fé abandonaban a muchos. Llevando por largo tiem-
po una vida llena de azares en los campos de batalla i en
los consejos del rei, el marques de Santillana no descuidó
jamas el estudio. **La ciencia, decia, no embota el hierro
de la lanza ni hace floja la espada en la mano del caballe-
ro." Su opulencia, rival de la de los reyes, igualaba a su
jenerosidad. Los hombres de letras encontraban en él un
celoso protector; i en su palacio de Guadalajara, como su-
cedía entonces en el palacio del rei don Juan II, los poetas i
los escritores recibian con una hospitalidad espléndida, to-
pos los homenajes que el talento puede ambicionar.
El marques de Santillana fué iniciado en el estudio de la
poesía provenzal por Vrllena; i en efecto imitó de ella la for-
ma métrich; i durante el primer tiempo los asuntos fáciles i
lijeros de sus obras. Pertenecen a esta última clase las Can-
ciones i decires i las Serranillas, agradable pastoral en que
se percibe el espíritu de imitación. Sin embargo, en sus so-
netos se deja ver de una manera mui marcada la influencia
de los poetas italianos, de quienes imitó también la Come-
dietta de Ponza, especie de drama que tiene por asunto la
batalla naval de este nombre, perdida por los reyes de Ara-
gón i de Navarra contra los jenoveses. Pero el verdadero
talento del marques se revela sobre todo en sus obras ori-
jinales. El jiro sentencioso, característico del jenio espjañol
se encuentra en el Diálogo de Blas i la Fortuna^ en que el
LITERATURAS ESPAÑOLA I PORTUGUESA 247
poeta desarrolla con cierta gracia que no carece de vigor»
la doctrina estoica sobre la vanidad de las cosas del mun-
do, i un poema sobre la caída de don Alvaro de Luna, que
se titula Doctrinal de privados.
La obra más característica del marques de Santillana es
una recopilación de proverbios compuestos para la instruc"
cion del heredero presuntivo de don Juan II, i que por ence-
rrar cien coplas es conocida cnn el nombre de Centiloquio.
Eti esta recopilación, aumentada por el mismo autor con
glosas curiosas, se debe buscar mas que la poesía, un mo-
numento del jenio particular de la España. .
Debemos mencionar también aquí otra obra del marques
de Santillana que tiene un grande interés para la historia
délas letras. Habiéndole pedido el condestable de Portugal
una copia de sus poesías, el marques se la envió con una
epístola, a manera de introducción, que contiene un curio-
so resumen de las reglas de la poesía provenzal, i una noti-
cia razonada de todos los poetas españoles anteriores al
autor i de sus contemporáneos en el estranjero. Esta epís*
tolíi constituye un documento importante sobre los pri-
meros tiempos de la poesía española, así como sobre la lite-
ratura de la Europa meridional en la edad media.
22.— Los poetas castellanos del siglo XV no se limitaron
a reproducir la poesía provenzal. Fueron mas lejos toda-
vía. Muchos de ellos asistieron a las célebres escuelas de
Roma, de Florencia i de Bolonia, i tomaron de los poeta»
latinos e italianos no tanto la forma esterna como el arti-
fiáo literario en la distribución de las materias i en la elec-
ción de los asuntos. Juan de Mena, nacido en Córdoba en
1411 i muerto en Torrelaguna en 1456 de resultas de una
caida del caballo, simboliza esta faz de la poesía castellana-
Poeta de verdadero talento, Juan Mena, tal vez por des-
confianza de sí mismo, no se atrevió a crear formas pro»
pías, i fué a buscar en la Divina comedia del Dante, el pro-
cedimiento artístico para la composición de un poema. En
esta empresa, mereció el castigo de la mayor parte de los
imitadores: no pudo construir mas que un mecanismo se-
218 MOCIONBS DB HIBTO&IA LITKRABIA
mejante al del poeta florentino; pero en que falta la vida, i
en que las inspiraciones de la naturaleza están reemplaza-
das por un artificio mas o menos hábil.
Dominado por sus conocimientos astrolójicos, mitolóji-
cos e históricos, el poeta castellano esperimenta una visión
alegórica que va a revelarle los secretos del destino huma-
no. Vése trasportado en el carro de Belona a una llanura
envuelta por espesas nubes i poblada por innumerables
creaturas. Se hace oir un gran ruido; i de repente se ofrece
a su vista una mujer joven, de májica belleza i coronada de
flores. Es la Providencia en persona, que tomándolo por la
mano, como Beatriz a Dante, lo conduce a una altura desde
donde el sol de la verdad disipa la niebla que ofuscaba su
vista. Entonces el poeta ve los tres círculos del destiníi, el
Pasado, el Presente i el Porvenir. Este último está cubierto
por un velo que no tiene trasparencia mas que para la mi-
rada profética. Solo el círculo del Presente tiene movimien-
to; pero los tres están sometidos a la influencia de los siete
planetas, que constituyen los siete órdenes o divisiones del
poema. La historia entera con sus principales personajes
se desarrolla a la vista de Juan Mena. Todos los hombres
están gobernados en su destino por la influencia de tal o
cual astro. Sobre su frente no se lee mas que una palabra:
fatalidad.
Tal es el asunto del Laberinto, poema estravagantc lle-
no de estrofas de pesada erudición, que sin duda fueron las
mas admiradas por sus contemporáneos, i en que consagra
muchos pasajes a hacer hiperbólicas alabanzas de don Juan
II de Castilla. Todo esto es pálido i frió; pero Juan de Me-
na celebra los hechos mas memorables de la historia de
España, su jenio poético brilla por la elevación del senti.
miento moral i por los impulsos de un exaltado patriotis-
mo. Entonces es verdadero poeta: su musa encuentra accn.
tos varoniles que han triunfado sobre la estravagancia de
ja ficción i sobre su intempestiva erudición. Este poema que
constaba de trescientas octavas de versos de arte mayor, i a
las cuales se agregan otras estrofas de sospechosa aiüten-
LITERATURAS ESPAÑOLA 1 PORTUGUESA 249
ticidad, es la obra maestra de Juan de Mena. Sus otras poe-
sías, en que domina también el gusto por la alegoría erudi-
ta, son mui inferiores por su mérito i por su estension al
Laberinto.
23.— Al lado de los anteriores, aunque en segundo térmi-
no, brillaron en la corte de don Juan II muchos otros poe-
tas eruditos, algunos de los cuales son notables por una
verdadera inspiración. Pero uno sólo de ellos supo hacerse
superior al gusto de su siglo, i sacar de su lira acentos tier
nos i patéticos, producidos en su alma por una inspiración
profunda. Jorjc Manrique, éste era su nombre, desccndia de
un linaje ilustre, se ilustróen la guerra i en la corte, i murió
el año de 147i^ en el campo de batalla, i *'en lo mejor de su
edad'*, según la espresion del historiador Mariana. En su
juventud liabia compuesto poesías de amor, metafísicas i
alegóricas, mui al gusto de su siglo; pero el dolor causado
por la muerte de su padre, que era un cumplido caballero,
le arrancó una elejía de quinientos versos, conocida con el
modesto título de Coplas de Jorje Manrique. Es un monu-
mento elevado por la piedad filial, que por su colorido i su
sentimiento es considerado como un modelo en su jénero.
Este poema, aunque compuesto con una naturalidad i una
sencillez verdaderamente inimitables, es la obra de una
emoción reflexiva. Según el poeta, todo lo que el hombre
hace conduce al mismo abismo, la muerte. Pasa en revista
todos los goces mundanos, los torneos i las fiestas de la
corte, en que brillaban la juventud i la belleza. Sus jenero-
«os lamentos se estienden a todas las grandezas que ha
visto caer, hasta don Alvaro de Luna, cuyo trájico destino
ie merece un recuerdo de compasión. De aquí nace la apaci-
ble melancolía de esas estrofas, cuyo ritmo sencillo i delica-
do ha deservir admirablemente al poeta para verter sus
sentimientos.
24.-La poesía española del siglo XV, se deja conocer tam-
bién en los numerosos Cancioneros, recopilacioness de can-
ciones de diversos autores, en que están confundidas algu-
nas obras llenas de graciosa poesía, con muchos cantos
250 NOCIONB8 DB HISTORIA LITORARIA
empañados por una pretenciosa erudición. Entre estas
compilaciones se distinguen una formada por Juan Alfonso
de Baena, judío converso, que fué secretario de don Juan
II, i otra por Femando del Castillo. El deseo de ser injenio-
sos estravió con frecuencia a esos poetas: en sus versos, la
pasión ha sido reemplazada por lo rebuscado, i la ternura
por el injenio, cuando no por el pedantismo. Sus versos tie-
nen rara vez un sentimiento verdadero; careciendo así de
los elementos indispensables de la poesía, la naturalidad i
la solidez. Su mérito casi esclusivo consiste en haber doble-
gado la lengua por la gran variedad de metros que usaron.
Viviendo en un siglo caballeresco i poético por los hechos,
esos poetas no cantaron la patria ni las gloriosas hazañas
de su tiempo. Pensar como Petrarca i como los trovadores
provenzales, modelar en cuanto fuera posible sobre el mol-
de latino, tal fué el újiico propósito de muchos injenios rjue,
mejor encaminados, habrian logrado hacerse famosos. A
esas poesías no se les puede exijir otro interés, ni conceder
otro mérito que el del espresar el estado del espíritu de los
caballeros que seguian la corte.
25.— Pero al mismo tiempo se cultivaba en España otra
poesía verdaderamente popular, nó una epopeya, sino mu-
chas epopeyas en mil fragmentos diversos en que no se en-
cuentra ningún nombre de poeta, pero donde se respira el
alma i el jenio de un pueblo. Todo lo que los españoles han
visto, conocido, sentido, en todas las épocas de su historia»
desde el reinado de los godos hasta el de la casa de Austria,
i todo lo que han tomado de las otras naciones, ha venido
a alimentar estos cantos populares a que se ha dado el
nombre de Romances, Es éste un conjunto de recuerdos i de
tradiciones nacionales que se trasmitían de jeneracion en
jeneracion en todas las clases de la sociedad, como un teso-
ro común, como una herencia de gloria, como el patrimo-
nio de la intelijencia. Esta literatura que se ha formado de
siglo en siglo, parte por parte, no pertenece a un siglo mas
que a otro ( LoisE, Ilistoirc de la poésie espagnole). El ro-
LITERATITRAfl ESPAÑOLA I PORTÜOUBSA 351
manee nace i se desarrolla en la edad media, pero se culti-
va también con brillo en los tiempos modemoá.
El Romancero español contiene piezas mui diferentes por
su jénero i por su mérito, no solo por su asunto sino por la
fecha de su composición. Sucede ademas que tnuchos de los
cantos verdaderamente populares i primitivos de la España
han sido imitados i rehechos posteriormente por Lope de
Vega, Quevedo, Timoneda, Cervantes, i otros poetas, i han
perdido así en naturalidad i sencillez lo que han ganado en
arte. Los eruditos que en nuestros dias se han dedicado a
compilar esos romances se han visto por esa causa en la ca-
si imposibihdad de asignar a cada pieza una fecha aproxi-
mativa. Don Agustin Duran que ha consagrado a este
trabajo el estudio paciente de muchos años i una rara sa-
gacidad, ha distinguido romances de ocho épocas diferen-
tes; i de ellos los mas antiguos son los mejores i los mas
curiosos, como eco natural de los sentimientos i de las opi-
niones populares. Pero considerando no tanto la diversi-
dad de fechas como la variedad de asuntos, el Romancero
puede dividirse en cinco grupos diferentes, cada uno de los
cuales ofrece elementos poéticos que le son especiales: 1*^
los romances caballerescos; 2^ los romances histéricos; 3*^
los romances moriscos; 4*^ los, romances de costumbre; i 5*^
los romances que se refieren a la antigüedad fabulosa o his-
tórica, i que son los peores de todos.
26.— Los romances caballerescos cantan héroes diferen-
tes, históricos los unos, imajinarios los otros, pero todos
revestidos de un tinte poético inspirado por un patriotismo
lleno de orgullo. La espedicion de Cario Magno a España,
qoe terminó por la jornada de Ronces valles, objeto de los
poemas franceses del ciclo carlovinjio, es el asunto de mu-
chos romances; pero la vanidad española opone al jefe de
los francos un héroe nacional, Bernardo del Carpió, fruto
de los amores furtivos del Conde de Saldaña i de una her-
mana de Alfonso el Casto. Estos son los elementos fabulo-
sos de esos cantos, cuyo final desenlace es el triunfo del hé-
roecastellano sobre Cario Magno i sus doce pares. El conde
252 N0C10NB8 DIQ HISTORIA LITBBARIA
Fernán González, que reconquistó a Burgos i casi toda
Castilla del poder de los árabes, i cuya memoria era vene-
rada por los españoles, es otro de los héroes de los roman-
ces caballerescos. Los siete infantes de Lara, entregados
por traición a los moros por su tio Rui Velásquez, i venga-
dos por el bastardo Mudarra, ofrecen también un asunto
animado i dramático i han inspirado algunas de las mas
hermosas composiciones del Romancero. Pero cualquiera
que sea el interés que presentan estos diversos asuntos, el
Cid es el objeto del mayor número de esos romances, i sin
duda de los mas hermosos. Jamas hubo un carácter poéti-
co mas querido por un pueblo. La imajinacion española se
ha complacido en dotar a su héroe de las mas estimables i
de las mas nobles cualidades. La realidad se ha perdido en
el ideal; í en lugar del condottiero famoso que la historia
nos muestra valiente, heroico, sin duda, pero poco escru-
puloso en materia de lealtad, de humanidad i aun de reli-
jion, puesto que mas de una vez puso su espada al servicio
de los emires musulmanes contra su propio rei, la tradición
poética ha hecho de él un héroe perfecto, un vasallo leal i
fiel, un campeón de la iglesia, un caballero cortes i desinte-
resado, que merece a cada paso la protección del cielo. Este
carácter ideal ha dado oríjen a un gran número de roman-
ces destinados a cantar las acciones del héroe desde su in-
fancia hasta su muerte. Celebran el apoyo prestado por el
Cid al rei don Sancho, su fidelidad al ingrato don Alfonso,
su lucha contra los moros, la conquista de Valencia, el ca-
samiento de sus hijas doña Elvira i doña Sol, su insulto
vengado en los infantes de Carrion, i por último, la histo-
ria desús amorescondoñajimena. Cuando se estudian estos
romances, se siente que la leyenda varonil i heroica ha^'a
sido empeñada a veces por los poetas posteriores, que al
rehacer esos romances en el siglo XVI, introdujeron en ellos
la galantería provenzal o italiana, elemento literario des-
conocido por los primitivos poetas populares de Castilla.
27. — El grupo de los romances históricos abraza la histo-
ria entera de España hasta terminar el siglo XV. En este
LITBUATURAH ESPAÑOLA I F0RTUGUB8A 253
vasto cuadro, la imajinacion popular se ha apoderado na-
taralmente de todos los acontecimientos que debían impre-
sionarla. Ha cantado particularmente la conquista de Es-
paña por los sarracenos, causada por el amor de don
Rodrigo hacia la Cava, la famosa hija del conde don Ju-
lián; la defensa de Zamora por la infanta doña Urraca; las
batallas de Rio Verde i del Rio Salado; él sitio de Calatra-
va la vieja; la adhesión de don Diego de Mendoza en la ba-
talla de Aljubarrota; la muerte trájica de don Alvaro de
Luna; i por último, el sitio de Granada. Todas esas compo-
siciones marcadas con el sello de una encantadora natura-
lidad, son una fuente variada i verdadera de inagotable in-
terés. -.
28.— Los romances moriscos, compuestos en los últimos
tiempos del poder de los árabes en la península i aun des-
pués de la toma de Granada, no presentan en jeneral el in-
terés poderoso que tiene la poesía natural i apasionada Ce
los romances anteriores; pero en cambio, tiene un color
orijinal que toman de las costumbres i de los usos que
describen. Se encuentra en ellos algo de la orijinalidad orien-
tal; i no se pueden leer sin impresión los amores del hermo-
so Gazul i de Xariza, las descripciones de las justas árabes
en la rambla de Granada, el desafío de Alboacen i de Ponce
de Lcon. Añádase a esto la pintura de las armas, de los
corceles, de los trajes i se verá que toda la civilización
árabe de la península aparece a nuestra vista en estos ro-
mances.
29.— La imajinacion del pueblo español en toda su liber-
tad, tomando alternativamente el tono elejíaco, pastoral,
burlesco, satírico o picaresco, se encuentra en esas compo-
siciones populares que hemos denominado romances de
costumbres. Todos los asuntos que puede suministrar la
vida usual, los vicios i los estravíos de un pueblo, los ru-
mores de cada dia, son tratados con esa naturalidad que
constituye hasta ahora su principal valor.
30. — El quinto grupo de romances es el que posee un me-
nor mérito. Composiciones pedantescas i de un jénero falso.
254 NOGIONBS DB HISTORIA UTBRARIA
están basadas en hechos verdaderos o fabulosos de la anti-
güedad, i son escritas por poetas eruditos que han suprimi-
do de ordinario en sus obras ese aire de natural injenuidad
que forma el principal mérito de los romances.
31. — La prosa hizo también en el siglo XV progresos mui
notables. La mayor parte de los que la cultivaron son hom-
bres de estado i g..erreros que ocuparon lósanos de des-
canso en trasmitir a la posteridad sus juicios sobre los hom-
bres i las cosas de su tiempo. Fernán Gómez de Cibdareal,
médico de Juan II, es considerado autor de una compila-
ción de cartas, conocida con el nombre de Centón epistola-
rio a causa del número de ciento cinco epístolas que lo for-
man. Escritas en un estilo natural ¡ a veces hiriente, esas
cartas tienen, a mas de su valor literario, una verdadera
importancia histórica, a pesar de que en nuestro tiempo se
ha negado su autenticidad con razones tales que no es po-
sible desconocer su fuerza. Es probable, sin embargo, i esta
es la opinión de los críticos mas autorizados, que sobre una
base verdadera se haj^an hecho interpolaciones posteriores
que han dado lugar a las justas desconfianzas con que ha
comenzado a mirarse aquella compilación.
32. — La biografía i la historia fueron cultivadas no sólo
con buen gusto literario, sino con buen sentido poco co-
mún. No se encuentra entre esos primeros cronistas espa-
ñoles aquella sencilla naturalidad, aquel colorido inimita-
ble de Froissart; pero se halla vigor en el estilo, gravedad
en la narración i rectitud en los juicios. Fernán Pérez de
Guzman, nacido en 1400, que en su mocedad habla cultiva-
do la poesía erudita i alegórica, después de una vida ajita-
da por los azares de la guerra, corrijió i continuó una cró-
nica del reinado de don Juan II, que habia comenzado Juan
de Mena. Pero su mejor obra es una compilación biográ-
fica que tiene por título Jeneraciones i semblanzas. Traza
en ella con mano maestra el retrato de treinta i cuatro
de los principales personajes de su tiempo; cuenta su orí-
jen i describe la parte que tomaron en los acontecimien-
tos públicos. En esta obra, escrita en estilo grave, sem-
LITERATURAS ESPAÑOLA I PORTUGUBSA 255
brada de reflexiones vigorosas i orijinales, se descubre un
espíritu superior a su siglo, i un gran carácter lleno de
rectitud e imparcialidad que hace plena justicia a don
Alvaro de Luna, cuyo poder habia combatido Pérez de
Guzman.
Hernando del Pulgar, secretario de Enrique IV i des-
pués canciller e historiógrafo de los reyes católicos, compu-
so una obra análoga con el título de Claros varones de Cas-
tilla. Sus retratos biográficos interesan tanto por el fondo,
es decir, por los sucesos que narra, como por la forma que
ha dado a sus escritos, por su estilo rico, injenioso, senci-
llo con corrección, conciso con elegancia. Pinta los carac-
teres con rasgos vigorosos, sin acritud i sin lisonja, i mues-
tra siempre mucho juicio i mucha rectitud.
33.*-Aparte de estos trabajos, la literatura española de-
siglo XV cuenta un gran número de crónicas, entre las cual
les figura la de don Alvaro de Luna, escrita por un judío
convertido, que tomó el nombre de Alvaro García de Santa
María. El exacto conocimiento de los hechos, la adhesión
que conservó siempre por el desgraciado favorito que lo
habia honrado con su confianza, i la exaltación causada en
su ánimo por el horror de la catástrofe que llevó al cadalso
a su protector, han hecho de Alvaro García un escritor de
un mérito superior por la elocuencia que, como testigo ocu-
lar, ha desplegado al narrar los sucesos de su tiempo.
Séf.— Este período de la prosa castellana se cierra con una
obra de moral que, con el título de Vision deleitable^ com-
puso el bachiller Alonso de la Torre para instrucción del
príncipe de Navarra, don Carlos de Viana. En este libro,
enteramente alegórico, figuran la gramática, la música, la
astrolojía, la verdad, la razón i* la naturaleza; i por medio
de discursos que el autor les hace pronunciar, traza una
reseña de cada ciencia, i particularmente de la moral. La
facilidad i la elegancia del estilo, a pesar de las trasposicio-
nes estudiadas i violentas, colocan a Alonso de la Torre
entre los mejores prosadores del siglo XV.
Podríamos recordar aquí los primeros ensayos dramáti-
256 NOCIONES DB HISTORIA laTERARIA
eos españoles; pero ellos pertenecen mas propiamente al
siglo de oro de la literatura castellana, que se abre al co-
menzar los tiempos modernos. Después de tres siglos de en-
sayos literarios mas o menos felices, la lengua aparece casi
completamente formada; i la poesía, dejando las formas
pedantescas i pretenciosas que la habian encadenado du-
rante mucho tiempo, busca al fin en otras vías un campa
mas vasto de verdadera inspiración.
35. — La literatura portuguesa, mucho menos conocida
que la literatura castellana, ha sido confundida de ordina-
rio con ésta, o a lo menos considerada como una rama su-
ya, del mismo modo que se ha creido que su lengua no era
mas que un dialecto del español. La semejanza de razas, de
condiciones i de influencias bajo las cuales se desarrollaron
el idioma i el jenio de ambos pueblos, no ha permitido a la
literatura portuguesa tener una fisonomía bien demarcada
i propia; de modo que aun habiendo producido grandes
prosadores i grandes poetas, i aun habiéndose adelantado
a veces a la literatura castellana en el orden de los tiempos,
i en el mérito de algunas de su obras, no siempre se le ha
reconocido una vida independiente.
La oscuridad en que están envueltos los antiguos idio-
mas de las otras provincias de la península ibérica, existe
también respecto del Portugal. Sin embargo, todo hace
creer que allí, como en el resto de la España, existian los
mismos elementos a la época de la conquista de los roma-
nos; i que, si bien éstos no alcanzaron a imponer completa-
mente el latin, a lo menos esta lengua estuvo bastante je-
neralizada. Los bárbaros del norte mezclaron al elemento
romano el elemento jermánico o gótico.
El idioma formado de esta manera, como hemos visto
anteriormente, se asiló en las montañas de Galicia después
de la conquista de P^spaña por los sarracenos. Ese idioma
gallego, derivado principalmente del latin, fué como hemos
dicho, el oríjen del castellano, i lo fué igualmente del portu-
gués. De manera que, mientras en Castilla se formaba i de-
sarrollaba una lengua sonora i vigorosa, asimilándose mu-
LITBBATUBAS ESPAÑOLA I PORTUGUESA 257
chas palabras arábigas, en el occidente de la península, en
la Lusitania, se formaba otra lengua semejante a aquella,
por provenir de un oríjen CDmun, pero que tomó formas di-
versas bajo el influjo de elementos estraños. Los idiomas
diversos de los numerosos auxiliares estranjeros que pasa-
ron en el séquito de Enrique de Borgoña a ayudar a los
portugueses a libertar su país del yugo de los musulmanes,
le comunicaron a su vez muchas voces nuevas.
Tales fueron las circunstancias históricas de la formación
del portugués. En él se encuentra una de las formas moder-
nas de esa múltiple lengua romance que en la edad media
reemplazó insensiblemente al latin, como éste habia reem-
plazado a las lenguas indíjenas en la mayor parte de las
provincias europeas del antiguo imperio romano. En el
principio, el portugués se apartó poco del gallego o idioma
romance de la provincia española de Galicia; pero adquirió
consistencia i solidez desde que el Portugal alcanzó una
existencia política independiente.
36.— La dirección que desde el principiotomaron los es-
fuerzos literarios de los portugueses, fué esencialmente poé-
tica, i sus primeras composiciones escritas, que datan de la
fundación de la monarquía, es decir, de principios del siglo
XII, fueron ejecutadas bajo la influencia i a imitación de
las poesías de los trovadores del mediodía de la Francia.
El idioma de éstos era el que usaban el fundador de la mo-
narquía portuguesa, i sus sucesores inmediatos. Los poetas
provenzales visitaban la corte portuguesa para entretener
con sus cantos a los grandes señores, i despertaron entre
éstos el gusto por la poesía i por las letras. Entre los pri-
[ meros que compusieron versos portugueses, se encuentran
dos señores de la corte del rei Alfonso Enríquez, el segundo
monarca de Portugal. Estos señores, llamados Gonzalo
Henríquez i Egaz Moniz Coelho escribieron canciones, mu-
chas de las cuales han sido conservadas.
En los siglos XIII i XIV, la poesía fué fomentada por el
ejemplo de los mismos príncipes. Diniz (Dionisio), que fundó
TOMO IV 17
258 NOCIONES DR HISTORIA LITERARIA
ia universidad de Coimbra, Alfonso IV i Pedro el cruel se
cuentan entre los poetas de su tiempo. Los cantos atribuí,
dos a este último, tienen por asunto la trájica muerte de
Inés de Castro i son el reflejo de una alma agobiada por el
dolor. Todas esas poesías son simples imitaciones de las
canciones provenzales; pero los poetas portugueses fueron
mas tarde a buscar sus modelos en otra parte. El infante
don Pedro, hijo de Juan II, tradujo muchos sonetos de Pe-
trarca, i se conquistó uno de los puestos mas elevados en-
tre los escritores del primer período de la historia literaria
del Portugal.
La prosa no produjo mas que simples cronistas. En los
estudios teolójicos, cientíBcos i médicos, cultivados estos
últimos bajo la influencia de los árabes, se empleaba solo el
latin. Los reyes instituyeron el cargo de cronistas del reino;
i uno de éstos Fernán López (1380-1449), que fué ademas
guardián de los archivos del Estado, compuso una crónica
del reinado de don Pedro el cruel de Portugal, notable por
la exactitud i por las cualidades de estilo. Gómez Eaniies
de Azurara, cronista oficial también, ha dejado varias
obras históricas de un grande interés, en que ha narrado,
entre otros sucesos, las campañas de los portugueses en
África.
Algunos reyes cultivaron igualmente la prosa con éxito
notable. Duarte (Eduardo), que reinó sólo cinco años (1433-
1438), compuso varias obras, dos de las cuales gozan de
cierta reputación: el Arte de! caballero i el Leal consejero.
Esta última, en que ese príncipe desplega una grande ins-
trucción para su tiempo, es un tratado de moral escrito en
un estilo serio i de ordinario elegante. El sucesor del rei
Duarte, Alfonso V el Africano (1438-1481), no solamente
fomentó los estudios históricos, sino que escribió sobre la
táctica i la astronomía. Su Tratado de la milicia hace co-
nocer la manera de combatir de los antiguos portugueses.
Mientras tanto, la universidad de Coimbra, fundada,
como hemos dicho, por el rei Diniz (1290), habia jeneraliza-
LITERATURAS ESPAÑOLA I PORTUGUESA 259
do en cierto modo el gusto por los estudios, i preparado el
renacimiento literario, que se inicia en el siglo XVI. Enton-
ces se abre para el Portugal la época mas brillante de su li-
teratura.
CAPÍTULO VIL
Ijiteratiira italiana.
1. Causas que retardaron la formación del italiano. — 2. Forma-
ción de esta lengua. — 3. Literatura latina en Italia.— 4. Pri-
mitiva poesía italiana. — 5. Dante Alighieri; la Divina comedia.
— 6. Movimiento literario del siglo XVI. — 7. Francisco Pe-
trarca; sus obras. — 8. Bocaccio; el Decameron, — 9. Influencia
literaria de aquellos escritores.
1. — El provenzal había llegado a su mas alto grado de
cultura; la España i el Portugal habían producido algunos
poetas; la lengua de oil era cultivada en el norte de la Fran-
cia, antes que el italiano se hubiese conquistado un puesto
entre las lenguas de Europa i que se hubiese sospechado la
riqueza de un idioma nacido oscuramente entre el pueblo.
Pero un gran poeta nació en el siglo XIII; i el jenio de un
solo hombre la hizo adelantarse sobre todas sus rivales.
Este hombre es el Dante (Sismondi).
Ese mi.smo^poeta, en una obra que compuso sobre la len-
gua vulgar, nos ha esplicado las causas de este atraso del
idioma italiano. "La lengua de s/, dice Dante, se divide en
catorce idiomas que ocupan toda la Italia a uno i otro lado
de los Apeninos, al norte, al mediodía, al centro; i cada uno
de estos idiomas se gubdivide en un gran número, de tal
manera que yo podria elevar a mil los dialectos, las varie-
dades de lenguaje que se hablan en la península.'* En me-
262 NOCIONES DB HISTORIA LITBRARIA
dio de esta multitud de idiomas, los hombres de algunos co-
nocimientos i de alguna invención que querían darse a en-
tender mas allá de los límites de su ciudad, se vieron obli-
gados a emplear una lengua mas jeneral, i cultivaron el
latin con cuidadoso anhelo. Es inmenso el número de escri-
tores italianos que compusieron obras de historia, de poe-
sía o de ciencias en lengua latina; i algunos de ellos alcan-
zaron a cierto grado de perfección que los acerca a los bue-
nos escritores de la antigüedad.
2.— La historia del oríjen i desenvolvimiento de la lengua
italiana ha sido estudiada con rara prolijidad.
Leonardo Bruni, escritor del siglo XV, sostiene que el
italiano es tan antiguo como el latin, i que uno i otro eran
usados en la antigua Roma. El latin, según Bruni, era la
lengua que los hombres ilustres empleaban en sus discursos
públicos i en sus escritos; mientras que lo que se llama ita-
liano era la lengua del pueblo, la que se empleaba en la con-
versación familiar. Esta opinión, sostenida posteriormente
por otros escritores, está fundada principalmente en ciertas
espresiones que Planto i Terencio ponen en boca de aque
líos personajes que pertenecen a la clase plebeya, i las cua-
les ofrecen cierta semejanza con el italiano. Pero este hecha
apreciado en su justo valor, manifiesta solamente que si
bien los romanos desterraron la lengua primitiva de la Ita-
lia, no pudieron aboliría i estirparla completamente, de
manera que existió siempre en los diversos dialectos some-
tida a transformaciones parciales. Esa lengua conjunta-
mente con el latin, tuvo una parte principal en la formación
del italiano.
A la época de la invasión de los pueblos del norte, el la-
tin, que se habia corrompido desde tiempo atrás, acabó por
desnaturalizarse. Así es como las radicales góticas i lom-
bardas se naturalizaron en Italia, como se introdujo el ar-
tículo, como se sustituyeron las proposiciones a las desi-
nencias de las declinaciones, i como el verbo ausiliar domi-
nó en la conjugación italiana. En esta última lengua, no
puede buscarse el latin clásico descompuesto por el contac-
LITERATURA ITALIANA 263
to de los bárbaros, sino los idiomas de éstos refundidos en
el latin rustico o vulgar.
No se puede fijar con exactitud la época de la formación
del italiano, o, mas bien dicho, de esa gran variedad de dia-
lectos hablados en la península itálica. Se encuentran ves-
tijios de ella desde el siglo VIII en los nombres propios de
personas i de lugares; pero el monumento mas antiguo que
se conozca de esta nueva lengua data de 1135; i es una ins-
cripción en verso grabada sobre una piedra de la catedral
de Ferrara, cuyo significado no es fácil comprender, si bien
el carácter jeneral de la lengua italiana se percibe perfecta-
mente. Entonces, como dice Dante, no habia en toda la pe-
nínsula un idioma uniforme: numerosos dialectos mas o
menos diferentes entre sí formaban el idioma vulgar a la
época en que una literatura fuerte i vigorosa vino a dar
unidad a esos elementos dispersos, i a formar el instrumen-
to con que desde el siglo XIII algunos artífices de primer
orden comenzaron a componer obras admirables, con que
se ha formado ese rico monumento del injenio moderno que
se denomina literatura italiana.
3. — Durante el largo período de vacilaciones i de forma-
ción de una lengua, el jenio italiano, como ya hemos dicho,
empleó el latin para la composición de sus obras, pero no
se crea por esto que la literatura italiana procede inmedia-
tamente de la literatura latina: las letras romanas, preci-
pitadas en una rápida decadencia desde el tiempo de los
emperadores, llegaron a un estado de casi completo aniqui-
lamiento cuando Constantino trasladó a Bizancio la capi-
tal del imperio. Después del triunfo del cristianismo, sólo la
literatura eclesiástica produjo obras notables. La invasión
Je los bárbaros, sin embargo, no fué en Italia tan fatal
para las letras como en los otros pueblos de Europa. Los
vencedores tomaron algo del pueblo conquistado; i los re-
yes godos tuvieron a honor el protejer el cultivo intelec-
tual. En la época de Cario Magno, la Italia estaba mas ci-
vilizada que los otros pueblos de Europa. Pero también
desde esa época, las tinieblas van haciéndose mas i mas
264 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
densas. Los únicos estudios de esas edades remotas son la
jurisprudencia i la teolojía; i aun así, miserables disputas
de escuela absorben el pequeño número de injenios que se
preocupan todavía de estas ciencias. Las palabras se sus-
tituyen a las ideas; la sutileza i el sofisma toman el lugar
de la sencillez de los buenos tiempos.
El pontificado de Gregorio VII (1073-1085) vio apare-
cer las primeras luces del renacimiento de las letras en Ita-
lia. Este papa ordenó que cada obispo fundase una escuela
para la enseñanza de las letras. En el mismo tiempo se fun-
daba en Bolonia, bajo los auspicios de la condesa Matilde,
la primera universidad para la enseñanza de la jurispruden-
cia romana. Todos los grandes hombres de esta época son
eclesiásticos o prelados; i los dos mas célebres, aunque na-
cidos en Italia, pasaron su vida lejos de la patria. Son és-
tos Lanfránco de Pavía, que fundó una escuela famosa en
un convento de Normandía, i su discípulo San Anselmo, ar-
zobispo de Cantorbery, cuyas obras son hoi olvidadas,
como las disputas teolójicas que las orijinaron, pero cuyos
títulos de gloria son la admiración i el respeto que les tri-
butaron sus contemporáneos.
Desde el siglo XIT, las cruzadas establecieron comunica-
ciones entre Constantinopla i la Italia; i los obispos italia-
nos enviados en embajada al imperio de Oriente, se inicia-
ron en el estudio de la lengua i de la literatura de los grie-
gos. Desgraciadamente la Iglesia i la Italia estaban de or-
dinario envueltas en profundas perturbaciones; las letras
languidecían, i la Italia no suministraba otro hombre céle-
bre que Pedro Lombardo, el maestro de las sentencias^ teó-
logo famoso que fué a fundar escuela a Paris, i que alcanzó
el rango de arzobispo de esta ciudad. La literatura se redu-
cía a la gramática i la dialéctica; i no tenia mas campo que
las discusiones de las escuelas. El italiano no existia aun, o
si se hablaba comunmente una lengua vulgar, ésta no se
escribía. El latín, convertido ya en lengua muerta, era el
idioma de los escritores i de la enseñanza, i había perdido
su antigua pureza. Lo que hai de mas notable en toda esta
LITERATURA ITALUNA 265
época son las crónicas locales. Pisa, Jénova, Milán i Sicilia
tenian^su historiador oficial que contaba los sucesos de que
había sido testigo, con gran parcialidad sin duda, pero nó
sin interés.
Pero la literatura latina de la Italia en la edad-media
puede presentar dos jenios poderosos en el campo de la teo-
lojía i de las controversias escolásticas. Santo Tomas de
Aquino, natural de Calabria (1227-1274), i denominado
por sus contemporáneos el Anjel de la escuela^ cultivó la
teolojía i la enseñó con una penetración i con una profun-
didad que no se encuentran en los escritores de esa época.
Nunca facultades mas altas, dice M. Ozanam, se hallaron
reunidas en un conjunto mas feliz; pero todas estaban do-
minadas por una razón alta, solemne i poderosamente me-
ditativa". San Buenaventura, su contemporáneo, natural
de Toscana, i llamado por su siglo el Doctor seráfico, aun-
que dotado de una intelijencia menos poderosa, pero alma
templada en el ejercicio de las virtudes mas puras, no con-
<íebiael mundo sino por la caridad, i encaminaba sus estu-
dios i sus escritos a la enseñanza de esas doctrinas.
i.— Sin embargo, el italiano se formaba a la sombra de
€se idioma que aquel iba a destronar. Dominando desde
largo tiempo en las clases bajas de la nación, se infiltraba
poco a poco en las altas jerarquías de la escala social; i de-
jando la tosca corteza que lo hacia poco armonioso en la
boca del pueblo, se revelaba el pensamiento de algunos
hombres privilejiados con todo el brillo poético de su por-
venir. Este desarrollo de la lengua fué debido particular-
mente a un impulso estraño a la misma Italia.
Hemos dicho que mientras que la lengua italiana se ela-
boraba lenta i oscuramente, *Íos trovadores provenzales,
-eran ya célebres por sus cuentos, sus versos i sus tensons.
Mirados como los ministros de los placeres de los principes,
dice Shlfi, el elegante historiador de la literatura italiana,
ellos eran el alma i el adorno principal de todas las fiestas
públicas i particulares. Federico II i Manfredo, su hijo, los
atrajeron a la corte de Palermo, En seguida, Carlos de An-
2(>6 NOCIONBS DB HISTORIA LITERARIA
jou, conde de Provenza, elevado al trono de Ñapóles, ad-
quirió una grande autoridad sobre la Italia, e introdujo en
todas partes los placeres de la corte i el gusto por los tro-
vadores. Los italianos comenzaron por imitarlos i acaba-
ron bien pronto por sobrepujarlos".
El primer italiano señalado, como poeta provenzal es Al-
berto Malaspina, que florecia a fines del siglo XII. La in-
fluencia de esos poetas hizo también nacer los primeros
poetas italianos que se sirvieron de la lengua de su pais.
Desde 1220, Federico II tuvo en Sicilia una corte brillante^
donde se cultivó la poesía nacional; i esta escuela fué tan
célebre, que, según refiere Dante, en su tiempo se daba el
nombre de siciliana a toda obra en verso. Se cita como el
escrito mas antiguo en lengua siciliana una canción de
Ciuido d' Alcamo, de cuya vida no se sabe sino que vivia a
fines del siglo XII. Después de éste, fué el mismo Federico II
el primer poeta de Sicilia, con su consejero i amigo Pedro
de las Viñas. La erudición de\ese príncipe era vasta para
su siglo i para un emperador: sabia varias lenguas, era un
filósofo escolástico de alguna distinción, i escribió, ademas
de sus poesías, una obra sobre la historia natural. Pedro
de las Viñas, natural de Cápua, habia hecho sus estudios
en Bolonia, i mereció la confianza i la protección de aquel
rei, hasta que cre^-^éndose éste traicionado, lo encerró en un
calabozo i lo condenó a perder la vista. El viejo servidor se
suicidó de desesperación. De él nos quedan muchas cancio-
nes, casi todas amorosas, una de las cuales es por su forma
un verdadero soneto, primer modelo de este jénero de es-
trofas.
Dado el primer impulso, no faltaron imitadores. En Sici-
lia se hicieron famosos algunos de ellos: i en Bolonia se for-
mó de 1250 a 1270, una nueva escuela de poesía cuyo jefe
fué Guido Guinicelli. Cuando se comparan las obras de este
autor con las de sus antecesores, se encuentran en ell&s mas
ilación i mas arte en el conjunto, pero tienen por asunto
el amor caballeresco, i con mui pocas escepciones, son com-
puestas con arreglo al gusto i al sistema de los trovadores.
LITERATURA ITALIANA 267
"En los versos de todos estos poetas, dice Salfi, se recono-
cen las formas de la poesía provenzal. Los poetas italianos
se las han apropiado, las han desarrollado mas i aun las
han embellecido. Tales son el empleo de la rima, la canción,
sobre la cual los italianos han formado su oda, i la dedica-
toria que siempre la termina; las narraciones fabulosas de
aventuras caballerescas o galantes; las moralidades saca-
das de esas mismas narraciones,^ los tensons o debates poé-
ticos; las baladas, i sobre todo los cuentos que tuvieron
tanta boga en Italia. Ademas de estas formas puramente
esteriores, los italianos tomaron de los provenzales los ji-
ros de pensamientos injeniosos o galantes, que constituyen
uno de los caracteres de la poesía moderna.
Fruto de este movimiento fueron otros muchos poetas
que brillaron en Bolonia i en To5cana, cultivando ese mis-
mo jénero de poesía durante el siglo XIII. Este siglo vio
también florecer a Brunetto Latini, el maestro de Dante,
que hizo a su vez algunos versos amorosos, pero que culti-
vó ademas las ciencias, la filosofía i la literatura, i propagó
ciertos principios de buen gusto con la traducción italiana
de algunos fragmentos de Cicerón. La principal obra de
Brunetto, escrita en francés con el título de Le trésor (el
tesoro), es un resumen de toda la ciencia de su tiempo, que
él habia recojido en numerosos viajes. La tendencia hacia
los estudios i las especulaciones filosóficas se fortificó por
d doble efecto de los preceptos i de los ejemplos de Brune-
tto Latini, produciendo un jénero de poesía sabio, abstrac-
to i filosófico que no alcanzó a diseñarse perfectamente a
causa de la aparición de uno de esos grandes jenios que es-
tán destinados a modificar el gusto de una época i a abrir
nuevos horizontes a la imajinacion i a la poesía. Ese jenio
era Dante.
5. — Durante Alighieri, cuyo nombre abreviado ha sido
convertido en el de Dante, inaugura magníficamente una
civilización nueva. Nacido en Florencia en 1265, de una
familia ilustre, aunque huérfano desde sus primeros años,
estudió en su ciudad natal, en Bolonia i en Padua, i adquj-
268 NOCIONBJS DB HISTORIA LITBRARIA
rió conocimientos verdaderamente enciclopédicos en las le-
tras, en las ciencias i en las ar'tes. En su primera edad con-
cibió un amor tan vivo como puro por una joven de rara
belleza i discreción, la célebre Beatriz Portinari de quien ha
hecho uno de los tipos mas puros i mas encantadores de
la poesía, i cuya muerte prematura penetró su alma de una
melancolía profunda, sobreviviendo en él ese recuerdo a
todas las vicisitudes de su ajitada existencia. Después de al-
gunos años de un matrimonio en que no encontró la paz i el
consuelo que deseaba, el Dante i arrastrado por la inquie-
tud de su alma motile^ como él mismo dice, se arroja en la
política, combate por la causa de losgüelfos en la batalla de
Campaldino, desempeña varias misiones diplomáticas i al-
canza el puesto de miembro del consejo supremo de Floren-
cia en 1300. Esta era la época en que las facciones interio-
res, los Cerchi i los Donati, o como entonces se les llamaba,
los blancos i los negros, desgarraban la república i el par-
tido güelfo. Dante concibe la esperanza de restablecer la
paz desterrando de Florencia a los jefes de los dos bandos;
pero mientras se hallaba en Roma desempeñando una
misión de la república, los negros consuman una revolución
i llaman al poder a Carlos de Valois, príncipe francés. El
partido vencedor saquea su casa, confisca sus bienes, des-
tierra al poeta i lo condena al fuego si pretende volver a su
patria. El destierro que lo aleja de su querida Florencia,
sumió al Dante en una profunda desesperación; i aunque
güelfo hasta entonces, se une a los jibelinos, toma parte en
una empresa hifructuosa contra su patria, i recorre en se-
guida, devorado por un profundo dolor, casi toda la Italia,
Verona, Mantua i Ravena, sin hallaren parte alguna la paz
apetecida. En esta última ciudad murió en 1321, después
1 Los italianos emplean ordinariamente el artículo definido de-
lante de los nombres propios. Esta singularidad gramatical ha
sido seguida en otras lenguas modernas, tratándose de los nom-
bres de algunos grandes escritores italianos. Así en español se di-
ce el Dante, el Petrarca, el Taso, el Ariosto etc.
LITERATURA ITALIANA 269
de haber terminado la obra que lo .ha hecho inmortal.
El Dante escribió sobre diversas materias en latin i en
italiano. En el primero de esos idiomas compuso un trata-
do de retórica i poética titulada De eloquio vulgar! {át la
elocuencia vulgar), i en la segunda la Vita nuova (la vida
nueva), en que ha reunido las poesías que dan a conocer su
pasión por Beatriz i los dolores que agobiaron su alma en
sa juventud. Pero, aunque en algunas se encuentran los
destellos de su jenio, la gran fama de su autor descansa so-
bre un poema inmortal que lleva el título de Divina come-
dia. Este qombre de comedia no tiene absolutamente nada
de común con las piezas de teatro que llamamos del mismo
modo: entonces no se conocia el drama sino por las obras
de la antigüedad. Dante distinguia en su libro de retórica
tres estilos diferentes: el trájico, el cómico i el elejíaco. Des-
tinaba el estilo sublime para la trajedia; el que viene en se-
guida para la comedia; i el lamen tativo, que conviene a los
desgraciados, para la elejía. Es claro que ha dado a su
poema el título de Comedia porque creia haber escrito la
mayor parte en ese estilo medio que está mas abajo del su-
blime i mas arriba del elejíaco. El epíteto divina se esplica
suficientemente por las materias teolójicas de que trata el
poema.
Este poema, uno de los mas vastos monumentos del espí-
ritu humano, es el resumen, a veces estravagante, pero
siempre sorprendente i grandioso, del movimiento intelec-
tual i de la sociedad en cuyo seno se ha compuesto. Ábrese
poruña especie de prólogo alegórico en que el poeta supo-
ne que se encontró perdido en una selva oscura en medio
del camino de la vida. Habiendo llegado al pie de una alta
colina, quiere subir a ella; pero tres monstruos terribles se
Jo impiden. Entonces aparece Virjilio, enviado por la divi-
na Beatriz, que desde los cielos vela por su amigo, i se ofre-
ce a servirle de guía esplicándole los diversos cuadros de
que sucesivamente son testigos. Pasan ambos las formida-
bles puertas del infierno i comienzan su 1 ú gubre peregrina
don. Dante i su guia oyen resonar idiomas diferentes, ho-
270 NOCIONES I>B HISTORIA LITERARIA
rríbles lenguajes, palabras de dolor, acentos de cólera, voces
agudas i roncas, i el choque de las manos que redobla el
tumulto: los suspiros, los llantos, los jemidos, el rechinar
de los dientes llegan sucesivamente a su oidos. El infierno,
según el poeta, está dispuesto en forma de espiral, que se
va estrechando así que se desciende: los viajeros recorren
sus nueve círculos i sus numerosas subdivisiones donde una
multitud infinita espía en eternos suplicios las faltas come-
tidas en la tierra o algunos instantes de goces mundanos.
Habiendo bajado hasta el ultimo círculo, Dante i Virjilio
encuentran a Satanás, el jefe de los reinos del dolor, monstruo
de tres cabezas, sumido allí en el corazón mismo de la tie-
rra, como la base del edificio infernal. Los dos poetas s«
dejan deslizar, arrastrándose por las espaldas para sali-
del abismo; i después de haber atravesado por un camim. ^
surcado por un arroj^o de sinuoso curso, salen al fin paK:—
volver a ver las estrellas. En esta parte del poema, desi ^^
nada con el nombre de El infierno {II inferno), la mas ac ^
bada; sin duda, i la mas terriblemente poética, Dante lr-3
desplegado toda la enerjía de su jenio i todo el vigor de ^s
imajinacion.
Después de salir del abismo, los viajeros llegan al pie <i
ima montaña que comienzan a subir. Allí los suaves coló
res del záfiro oriental, que se mezclan a la serenidad del ^'
re puro, vuelven la alegría a los ojos del poeta escapado a/
aire muerto que habia entristecido sus miradas i su cora-
zón. Dante i Virjilio penetran al fin en el purgatorio, qae
está dividido en círculos ascendentes, así como el infierno
está en círculos descendentes. Los viajeros recorren los sie-
te círculos, en que se purgan los siete pecados capitales, i
se imponen de cuanto pasa en los reinos de la purificación,
sin encontrar allí las grandes pasiones, los males incura-
bles; i si sólo una dulce esperanza que ocupa el alma de los
que saben que sus sufrimientos son pasajeros. Dante hace
proferir a las almas,* amargas críticas sobre los vicios del
mundo i la corrupción de la corte de Roma.
Dante sigue su viaje al cielo; pero ya no le acompaña
LITERATURA ITALIANA 271
Virjilio, poeta pagano, que no tiene entrada en la mansión
de los elejidos. La hermosa Beatriz, símbolo de la teolojía,
es la que conduce íil Dante i lo hace recorrer los cielps de
los siete planetas, contestando todas sus preguntas, escla-
reciendo todas sus dudas, hasta colocarlo delante del divi-
no triángulo, en cuya descí ipcion se estasía i abisma elpoe-
ta, desesperando de comprender el misterio que representa.
Esta parte es sin duda la mas débil del poema: todalaima-
jinacion del Dante no ha bastado para revestir de formas
poéticas la erudición teolójica de que ha sembrado esta sec-
ción de su obra.
Conocido este tejido informe que sirve de asunto al poe-
ma se puede comprender cuan poderosa imajinacion ha ne-
cesitado Dante para trazar el plan de su obra i para darle
unidad. Pero la admiración redobla cuando se penetra en
los detalles de esta obra jigantesca; cuando se consideran
los diversos personajes de este drama^ místico, esas almas
qiac corren sin cesar detras de un inmenso estandarte, o
bien sacudidas por un huracán eterno, marchando bajo una
11 u via de fuego, cubiertas con capas de plomo que las obli-
gan a doblar la cabeza, acostadas en sepulcros ardientes o
su rnid as en estanques de hielo, mudas e inmóviles por el
cx^ceso del dolor; cuando se le ve conversar con las almas de
grandes personajes antiguos o contemporáneos del autor,
i referir su historia con una enerjía de estilo i con un colo-
rido que no han encontrado imitadores; i cuando se leen
esos mil episodios enlazados entre sí sólo por la presencia
;del poeta. Entonces se descubre el jenio poderoso del Dante
que ha dado forma i unidad a tantas concepciones i a tan-
tos pormenores. Pensador orijinal i vigoroso, versificador
brillante i armonioso, gran pintor de costumbres i de ca-
racteres, no necesita jamas de una larga frase para retra-
tar a un hombre i aun a muchos á la vez.
Los defectos del poeta del Dante nacen de su erudición,
de su propio jenio i de las ajitadas pasiones políticas de su
siglo, cuyo retrato fiel ha trazado. Los críticos se han pre-
guntado si \r Divina comedia era un poema épico, o si de-
272 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
hería dársele otro nombre. Esta cuestión no tiene en rea-
lidad una grande importancia: si se ha convenido en que el
nombre de epopeya corresponde a las obras primitivas,
orijinales, nacionales, que llevan el sello particular de un
jenio al rededor del cual vengan a preocuparse todos los
escritores de la misma época o del mismo pais, el poema
del Dante puede ser considerado como la grande epopeya
de la Italia en la edad media. Si bien es cierto que faltan la
acción heroica i la unidad épica, allí se encuentran retrata-
das las costumbres, las creencias, la ciencia i hasta la his-
toria del siglo en que vivió el poeta. Aunque pronuncia su
fallo como soberano juez cuando trata de los mas célebres
personajes colocados en el infierno o en el paraiso según sus
méritos o sus faltas, esos fallos no son sin apelación. Las
pasiones políticas que ajitaban al Dante en el momento de
escribir, lo han arrastrado a alabanzas o a censuras infun-
dadas, que en realidad dañan a la severidad de su obra; pe-
ro el poeta ha observado perfectamente la unidad de doc-
trina. La Divina comedia es una verdadera enciclopedia de
los conocimientos del siglo en que fué compuesta; i por esto
ha sido objeto de numerosos comentarios. Los sabios i los
teólogos fueron encargados de esplicar lo que hubiese en
ella de oscuro; i se fundaron dos cátedras, una en Florencia
i otra en Bolonia, para comentar este gran poema a la ju-
ventud estudiosa de la Italia.
6.— Dante habia dado a la poesía ua poderoso impulso.
Distribuyendo sus pensamientos en estrofas de tres versos
endecasílabos rimados como los tercetos castellanos, habia
enseñado el arte de encerrar vigorosos conceptos o anima-
das descripciones en un corto número de palabras sonoras
i armoniosas. Su nombre como poeta, i aun deberíamos
agregar como sabio, domina sobre todo un siglo; pero se-
ria una injusticia no dar a conocer el movimiento literario
que entonces mismo se hizo sentir en toda la Italia. Esta
fué la época en que Roberto de Anjou, rei de Ñapóles i con.
de de Provenza,protejia los sabios i aun tenia la noble emu-
lación de igualarlos. La mayor parte de los príncipes de
IJTKRAJURA ITALIANA 273
Italia, i a sq ejemplo, los ciudadanos ricos, se gToriaban de
protejer a los escritores i a los artistas, a quienes nunca se
han dispensado mayores socorros i mayores honores.
La aparición de la Divina comedia hizo nacer muchas
epopeyas mas o menos felices. Ceceo di Ascoli, astrólogo,
profesor en Bolonia, compuso con el nombre de Acerba (de
Accrvum. recopilación) un poema en que trata, con un es-
tilo duro i desprovisto de elegancia i de armonía, de las
ciencias astronómicas, de los vicios, de las virtudes, de la
historia i de la relijion. Acusado de impiedad por ciertas
opiniones consignadas en su obra, el infeliz poeta fué que-
mado vivo en Florencia a la edad de setenta años. Fazio
degli Uberti, en otro poema titulado Dittamondo^ narró
un viaje alegórico en Italia, Grecia i el Asia; su obra es
una especie de imitación del poema del Dante; i aunque
alcanzó gran boga en el siglo XIV, nndie la lee ahora.
Federico Frezzi en su Quadrirejio, describió los reinos del
Amor, de Satanás, de los Vicios, de las Virtudes i de Ve-
nus; pero la erudición teolójica i las alusiones a los suce-
sos del tiempo del poeta, reemplazan a la inspiración.
Aparte de estas obras puramente poéticas, la literatura
italiana del siglo XIV puede presentar grandes trabajos
en prosa que revelan una notable cultura. Las universida-
des de Bolonia i de Padua dieron impulso al movimiento
científico i produjeron eminentes profesores de jurispruden-
cia. La historia comenzaba a tener intérpretes que hacen
autoridad por la lengua i por Jos hechos. Juan i Mateo Vi-
liani escribieron con talento i con arte verdaderamente clá-
sico la historia de Florencia; Andrés Dandalo, dux de Ve-
necia, consignó en una interesante obra latina la historia
de su patria. Albertino Mussato, historiador i poeta, na-
tural de Padua, escribió la historia del emperador Enri-
que VII i los sucesos de su tiempo, a la vez que elejías i
églogas de mérito.
7. — Pero el poeta que eclipsó a todos los de su época,
es Francisco Petrarca, que después de haber esperimeuta-
do la influencia de la poesía provenzal, ejerció a su turno
TOMO IV 18
274 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
un imperio' incontestable sobre el gusto poético de la Ita-
lia i de la Europa entera. Nacido en Arezzo, cerca de Pa-
dua, en 1304, Petrarca pasó su juventud en el sur de Fran-
cia al lado de su familia, que hahia seguido a Aviñon a la
corte pontificia. Petrarca cursó la jurisprudencia en Mont-
pelier, pero la poesía i la elocuencia fueron sus estudios
favoritos. Compuso enlatin sus primeros ensayos poéticos,
pero luego empleó la lengua vulgar, a la cual comunicó una
gracia i una suavidad que le eran desconocidas. Se sirvió
de ella particularmente para celebrar la pasión que habia
excitado en su alma la hermosa Laura de Noves, esposa de
un caballero de Aviñon, por la cual habia concebido desde
la edad de veinte años un amor cast-) i puro que ha que-
dado famoso en los anales de la poesía. Buscando un re-
medio contra ese amor desgraciado que dominaba su espí-
ritu, Petrarca se mezcló en los negocios públicos fomentan-
do el movimiento democrático que tuvo lugar en Roma
bajo el impulso del célebre tribuno Rienzzi, i desempeñando
algunas misiones diplomáticas. Viajó también por el norte
de la Francia; pero a todas partes le acompañó su dolor,
i en todas partes, también, repitió sus cantos de amor, los
cuales, si bien aumentaron estraordinariamente su gloria,
no produjeron ningún alivio a sus males. El senado roma-
no, por sujestion de Roberto de Anjou, rei de Ñapóles, le
ofreció una corona de laurel que debia ceñir en medio de
una fiesta verdaderamente triunfal. En efecto, el 8 de abril
de 1341, dia de Pascua, Petrarca recibió al Capitolio ro-
deado de los principales ciudadanos i precedido de doce
niños que cantaban i declamaban sus versos. Allí tuvo
lugar su coronación en medio de una suntuosa solemni-
dad. Por fin, ea 1348, Laura pereció víctima de una peste
horrible que asolaba el mediodía de la Europa. Petrarca
se conservó fiel a su memoria: durante la primera parte de
su vida iiahia cantado las perfecciones de Laura, i su entu-
siasmo se liabia elevado hasta el éxtasis: durante la segun-
da mitad, cantó su dolor; i sus poesías tomaron un acento
profundamente penetrante i Sí^lemne. Después de numero-
LMBKATITRA ITALIANA 275
sas peregrinaciones, durante las cuales no ceso de cantar
a Laura, se estableció en Arqua, cerca de Padua. Allí se
le encontró muerto en su biblioteca el 15 de julio de 1374,
con la cabeza encorvada sobre un libro abierto. Un ata-
que de apoplejía fulminante lo habia privado de la vida a
la edad de setenta años.
Petrarca no fué sólo un gran poeta, fué también un eru-
dito ilustre que escribió con facilidad i elegancia la lengua
de^Ciceron i de Virjilio,i que compuso en ella muchas obras
de filosofía i un poema épico, en que, con el título de África,
celebraba la segunda guerra púnica, i particularmente las
hazañas i el carácter de Escipion. Petrarca creia que esas
composiciones latinas eran el fundamento de su gloria, i
que sus poesías italianas eran un simple accesorio. La pos-
teridad ha juzgado en este asunto de mui diversa manera;
sus versos latinos no son conocidos mas que por algunos
eruditos, mientras que sus sonetos i sus canciones son po-
pulares i han fundado una de las mas altas reputaciones
poéticas de los tiempos modernos.
Aparte de algunas composiciones puramente patrióticas
en que Petrarca ostenta un amor ardiente por la Italia,
Laura ocupa casi esclusivamente la imajinacion del poeta.
Para celebrarla, Petrarca tn\fentó una poesía nueva que no
tenia modelo entre los antiguos i que no encontró mas que
predecesores mui im perfectos entre los trovadores. Sin du-
íla debe mucho al Dante; pero viniendo inmediatamente
ílespues del gran creador de la poesía italiana, él supo a su
vez ser creador. Debe también mucho a los poetas proven-
zales; pero perfeccionó infinitamente los elementos que to-
mó de ellos. Dio a su sutil galantería una sinceridad i una
l>e11eza de espresion que la transformaron. Tiene sin duda
rilgunos de sus defectos; abusa de los adornos, prodiga las
inetáforas no siempre exactas, las antítesis con frecuencia
forzadas, las hipérboles pueriles, i los complica hasta ha-
cerlos incomprensibles u oscuros; pero todas estas faltas
;t|>énas alteran el efecto de su poesía, elaborada con un cui-
<lado infinito, sin que el trabajo mas minucioso resfrie su
276 NOGIONBS DB HISTORIA LITBBARIA
inspiración. La vivacidad i la pureza de los sentimientos^
la variedad i el brillo de las imájenes, el arte esquisito de la
composición, la elegancia i la frescura del lenguaje i la ar-
monía de la versificación, dan a sus sonetos i a sus cancio-
nes amorosas un encanto que quizas no ha conseguido nin-
gún poeta.
8. — Bocaccio fué para la prosa lo que Dante i Petrarca fue-
ron para la poesía, i forma con ellos el famoso triunvirato
que ocupa casi toda la historia de la literatura italiana -de
la edad media. Sus escritos son el tipo del lenguaje correcto
i elegante; su estilo pintoresco i gracioso, libre en sus jiros,
pero siempre castigado en sus términos, es hasta hoi el mo-
delo de los prosadores italianos.
Hijo natural de un comercianteflorentino, Juan Bocaccio
nació en Paris en 1313. En Florencia se consagró al estudio
de la literatura, contra la voluntad de su padre que queria
dedicarlo primero al comercio i después al foro. Aprendió
el griego i el latin, i compuso varias obras en esta última
lengua, entre otras una sobre la mitolojín i otra sobre la
jeografía antigua que suponen una grande erudición. Cul-
tivó la poesía épica; pero abandonó sus ensayos desespe-
rando de alcanzar al Dante. La lectura de las obras de Pe-
trarca le hizo abandonar también la poesía lírica en que
habia comenzado a distinguirse. Parece que un poder secre-
to arrastraba a Bocaccio al jénero literario que habia de
constituir su gloria.
Bocaccio no se hizo gran prosador el mismo dia en que
comenzó a escribir en prosa italiana. En la serie de sus
obras de esta especie, casi todas formadas por novelas sa-
tíricas de aventuras mas o menos libres i licenciosas, hai
un progreso evidente en el trascurso de los añ(js. Aunque
algunas de ellas posean un mérito real por la invención del
asunto i por el arte literario, es su última obra la que le ha
granjeado su gran reputación, i la que le ha asegurado su
brillante puesto en la historia de las letras. El Decameron
(II Decamerone),estQ es el título, es una simple compilación
de cuentos o novelas cortas, basadas algunas sobre histo-
LITERATURA ITALIANA 277
rietas poéticas, o f'abliaux de los truveres, pero cuya mayor
parte es de invención de Bocaccio.
El plan del Decameron es mui sencillo. Su nombre es
-<:ompuesto de dos voces griegas que significan diez dias.
J5n la época de la terrible peste que asolaba a Florencia en
1344, diez jóvenes, siete de ellos mujeres i tres hombres, se
-retiran al campo para huir del contajio i distraerse de las
lúgubres ideas que dominaban en la ciudad. Cada uno debe
-^rontar una historia cada dia, durante diez dias; de manera
^^ue al fin del término fijado se completan las cien novelas
djue componen el libro. La narración se abre con una des-
<rTÍpcion de la peste, trazada en estilo natural i sencillo, pe-
-rocon gran penetración i profundidad. Boccacio se muestra
liistoriador, filósofo i poeta. Lucrecio, Tucídides e Hipócra-
tes parecian haber agotado el asunto; pero Boccacio ha sa-
bido revelar una multitud de particularidades, de fenóme-
nos físicos i morales, que denotan un espíritu observador, i
firmeza de carácter en el hombre que estudiaba esos hechos
en medio de los mayores peligros i de las escenas de la mas
espantosa desolación. Esta especie de prólogo forma un
verdadero contraste con las novelas de los diez dias.
El Decameron es una obra singular. Hai en él historias
detodojénero, serias i burlescas, tristes i alegres, satíri-
cas! sentimentales. Bocaccio hapuestoen escenacasi todos
los tipos sociales cuyas costumbres i cuya vida entran en
el dominio de la observación, i lo ha hecho con un notable
talento, con un buen humor casi constante i con un arte de
escritor que casi ha quedado sin rival. Por desgracia, una
parte de sus cuentos versa sobre asuntos licenciosos e in-
morales, en que los hechos mas escandalosos están referi-
dos con una vituperable libertad de espresion. Los mari-
dos burlados, los jóvenes seductores, los viejos avaros, los
caballeros, los frailes i las monjas desempeñan un papel
principal. Bocaccio se ha reido también de las supersticio-
nes relijiosas de la edad-media; i ha dejado traslucir al tra-
res de sus burias cierto escepticismo que no debió ser del
agrado de los hombres de su siglo. Así, en unos de los cuen-
278 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
tos, un judío dice al sultán Saladino que las relijiones cris-
tianas, hebrea i .musulmana son tres jojas, de las cuales
sólo una es la verdaderamente fina, pero que no es posible
distinguirla de las otras dos.
Haciendo abstracción de lo que hai de chocante i de cen-
surable en el Decameron, Bocaccio se ha granjeado por su
mérito literario i por los recursos de su injenio la admira-
ción de todos los grandes escritores. La Fontaine ha pues-
to en verso francés algunos de los cuentos del novelista
italiano. Rabelais i Moliere en Francia, Chaucer i Dryden
en Inglaterra, han encontrado en ellos numerosos inciden-
tes que imitar o que reproducir en sus obras. La prosa ita-
liana le debe, si no el haberla creado, a lo menos el haberla
elevado a un rango no menos distinguido que el que ocu-
paba la poesía.
Bocaccio empleó en un trabajo constante la mayor parte
de su vida. Como Petrarca, buscaba con un ardor increíble
los manuscritos antiguos, i exortaba a sus contemporáneos
a hacer un estudio serio de los escritores griegos i romii-
nos. Lleno de admiración por el Dante, escribió su vida i
comentó su poema desde una cátedra de Florencia. Por fin,
murió en Certaldo, en 1375, a la edad de sesenta i dos
años, dejando un nombre imperecedero en la historia de las
letras italianas.
9. — La segunda mitad del siglo XIV se resintió del im-
pu/so dado a la literatura por esos tres poderosos jenios
(|ue cultivando jéneros tan diversos, fijaron la lengua i
abrieron a la poesía i a la prosa horizontes desconocidos.
Así como después de Dante surjieron numerosos poetas
épicos i después de Petrarca muchos poetas líricos, así tam-
bién detras de Bocaccio nacieron varios novelistas dotados
algunos de ellos de un injenio burlón i satírico, i de una
imajinacion rica i fecunda; pero que carecian del arte su-
prema que aquel empleaba en la composición de sus cuen-
tos. Pero el verdadero trabajo de este período fué el estu-
dio de las grandes obras de la antigüedad, la rebusca de
los manuscritos perdidos durante tanto tiempo i la restau-
LITERATURA ITALIANA 279
^»" -ación de la literatura clásica. Petrarca i Bocaccio habian
^ xiiciado este movimiento; i luego encontraron ardorosos
i xnitadores.
¡untos con esos trabajos se continuó con gran ardor el
estudio de la jurisprudencia, de la astronomía i de las ma-
temáticas. Las universidades producian hombres muí no-
tables en todos los ramos del saber, i atraían a Italia los
sabios mas distinguidos de Europa. La península iba a
ser el centro desde el cual debía irradiar la luz de una nue-
va era, conocida en la historia de las letras i de las artes
con el nombre de Renacimiento,
CAPITULO VIII.
Literaturas! del Norte
1. La lengua alemana.— 2. Los Mmnesin^er, — 3. El poema de ios
Stbelangen, ~4. Poesía alemana anterior al siglo XV. — 5. Lite-
ratura escandinava. 6. Literatura eslava. '
1. — La lengua alemana ha sido considerada largo tiem-
po, a lo menos bajo su forma mas antigua, como una len-
gua radical e independiente de toda derivación estranjera.
Sin embargo, los trabajos filolójicos modernos han demos-
trado sus relaciones no sólo con el griego sino también con
el sánscrito i el persa. Forma la rama moderna mas intere-
sante de la familia de las lenguas indo-jermánicas, i puede
ser considerada como la hermana mayor, sino como la ma-
dre del flamenco, del holandés, del danés, del sueco i del in-
gles. La historia de las emigraciones que han trasportado
ese idioma del Asia a la Europa ha dado lugar a muchas
hipótesis que no tenemos para qué recordar en este lugar.
Desde los tiempos mas remotos, la lengua jermánica se
ha encontrado dividida en idioma del sur o de la Alta Ale-
mania; i en idioma del norte o de la Baja Alemania. Sobre
la autoridad de Tácito, se habla de cantos guerreros com-
puestos por los jer manos ya sea para celebrar sus triunfos,
va para producir el entusiasmo antes de entrar al combate.
El míis antiguo monumento escrito que se conozca de esta
282 NOCIONES DR HISTORIA LITifiRARlA
lengua parece por su forma estar concebido en el irlioma
del sur. En una traducción de la Biblia hecha por lósanos
de 360 |}or Ulfilas, obispo de los godos de Mesia. Este li-
bro que nos ha dejado incompleto, es todo lo queconoa-
mos en la lengua gótica. Se atribuye al mismo tiempo a sü
autor, aunque sin fundamento bólido, la invención de los
caracteres de formas angulosas usados después en la tras-
cripción de los idiomas jermánicos.
El dialecto que hablaban los francos formaba partede
esos idiomas; pero no comenzó a escribirse hasta el siglo
VIL Para su estudio era la gramática que redactó oque
mandó redactar Cario Magno. Ese libro, asi como una tra-
ducción de la Biblia que mandó hacer Luis I, están perdi-
dos para nosotros. El idioma del norte prevaleció bajólos
emperadores sajones; pero después del advenimiento déla
casa de Hohenstaufen (1138), una nueva rama del idioma
de la Alta Alemania, el dialecto de Suabia, denomi:.ado
alemán, vino a ser el idioma del imperio; i desde esta época
data su preponderancia sobre el alemán del norte. Ba3^
Otón IV, a principios del siglo XIII, comenzó a ser empica'
do en las dietas i en los documentos püíblicos. Forma ^^
base de la lengua moderna, i aun se puede decir que has*^
cierto punto subsiste aun en la Alsacia i en la Suiza.
2. — A pesar de las modificaciones sucesivas introducida^
en esta lengua por la influencia de los diferentes dialecto^
se puede decir que el alemán es el idioma europeo que h^
sufrido menos alteración durante la edad media. Se conser-
vó puramente jermánico, porque ninguna invasión intro-
dujo allí un elemento nuevo. Es sorprendente por esto mis-
mo que no haya producido una literatura propia antes que
los otros pueblos. En efecto, las obras alemanas anteriores
al siglo XII se reducen a cantos heroicos i relijiosos que
sólo conocemos por referencias o por simples fragmentos, :
a trabajos mas estensos compuestos en lengua latina. Lí
elevación de los príncipes de la casa de Hohenstaufen abn
la era d*» los grandes dias para la literatura jermánico d<
la edad media.
LITERATURAS I>ML NORTE 283
Establecida la unidad de la Alemania, una raza de sobe-
ranos apasionados por la guerra, por la poesía i por las
artes da impulso al jenio nacional; i por todas partes se le-
vantan poetas para cantar la gloriosa casa de los Hohens-
tatjfen. Las cruzadas, las guerras de Italia, los intereses
délos emperadores en el sur de Francia, ponen a los pue-
blos alemanes en contacto con el mediodía. Los primeros
acentos de la poesía italiana, las melodías de la Provenza,
los poemas de los tru veres walones, las epopeyas místicas
¡caballerescas fundadas en las tradiciones bretonas, pene-
tran en los países jermánicos i producen inspiraciones ori-
jinales. La imajinacion de la Alemania se despierta i la
lengua se desembaraza. Ya toma esas viejas leyendas cuyo
gusto habia perdido, i las consigna en obras en que un
estilo mas cultivado no borra, sin embargo, la heroica ru-
deza de la tradición; ya se inspira en los cantos de amor
délos poetas provenzales o en las epopeyas místicas de la
Bretaña, adornando ambos asuntos con ideas i con senti-
mientos que le son propios.
Viéronse, en efecto, muchos hombres pertenecientes a las
ciases mas elevadas cultivar la poesía como un medio de
''cgar a los honores o a la fortuna. A imitación de los tro-
^'íidores, los Minnesinger (cantores de amor), aparecieron
^•^ las reuniones brillantes para deleitar al auditorio. Se
^"uentan mas de trescientos poetas que ilustraron esta épo-
^a.;i se ha dicho de ellos que jamas la ternura, la adhesión,
■^ unión casi mística del amorf^rrenal i de los éxtasis celes-
"^^^ han encontrado una espresion mas suave. Se cita como
^1 mas notable de todos ellos a Walter de Vogelweide, muer-
do en 1288, cuya musa lejos de cantar sólo el amor puro i
^Ipanejírico de las mujeres, no fué indiferente a ninguna de
'as grandes cuestiones de su siglo.
3.— La poesía épica alemana esplotó también en esa épo-
ca diversos asuntos, nacionales los unos sobre los antiguos
jefes jermanos, feudales, caballerescos i relijiosos los otros
sobre Cario Magno i el rei Arturo de Bretaña. El mas famo-
so de todos ellos es formado de las tradiciones francas bor-
284 NociONBs Dn historia literaria
goñonas, góticas i lombardas que se refieren a los nombre^'
célebres de Herraanrico, de Atila i de Teodorico. Su nombre
es los Niebelungen (los hijos de la nube, de Niebel, nube, i
Jung, hijo). Esta epopeya que los críticos alemanes no vaci-
lan en colocar al lado i aun encima de la Ilíada, es según se
cree, un conjunto de cantos nacionales de una remota anti-
güedad, a los cuales uu autor desconocido ha dado, por los
años de 1210. la forma bajo la cual han llegado hasta no-
sotros. Se atribuye este trabajo a cuatro poetas diferentes;
pero Enrique de Ofterdingen, natural de Turinjia es el que
cuenta con mayor número de sufrajios en las discusiones
histórico-literarias a que esta obra ha dado lugar.
En los Niebelungen la historia se mezcla con la leyenda
i la alegoría. Los hechos históricos son la ruina de la anti-
gua casa de Borgoña i las proezas de Atila: las leyendas
son tomadas de las tradiciones escandinavas modificadas
por los sentimientos cristianos; i la alegoría estriba en una
lucha incesante entre las divinidades de la luz i las divini-
dades de las tinieblas, entre las fuerzas emanadas del bueno
i del mal principio.
Su primera parte está consagrada a la narración de las
aventuras i de la muerta de Siegfried. Este héroe, hijo del
rei de los Países Bajos, hace un viaje a Worms, donde resi-
de Gunter, rei de los borgoñones. Gracias a la fuerza i al
don de in visibilidad que leda una capa májica, ayuda a este
príncipe a vencer a la hermosa Brunilda, reina guerrera de
Islanda que habia jurado no cacarse sino con su vencedor.
Gunter realiza sus deseos; i queriendo premiar el heroismo
de Siegfried, sin cuyo brazo no habria podido realizar sus
propósitos, le da en matrimonio a su hermana Crimilda.
Los amores de estas dos parejas constituyen el asunto prin-
cipal de esta parte del poema; pero la felicidad de ambos
guerreros no fue de larga duración. Brunilda, elevada al
trono de los borgoñones, tiene una querella con Crimilda; i
sabe entonces que no es Gunter sino Siegfried el que la ha
vencido. Llena de indignación i de dolor, Brunilda toma
una venganza terrible: hace asesinara Siegfried en una par-
LITERATURAS I>RL NORTE 28j
tida de caza, i arroja al Rin el tesoro que este liéroe había
quitado en otro tiempo a los Niebelungen, príncipes esta-
blecidos en el norte. La segunda parte refiere la venganza
de Crimilda. Esta princesa meditnba el castigo de sus ene-
migos cuando el rei de los Hunos, el poderoso Etzel(Atila),
pierde a su mujer i quiere casarse en segundas nupcias. Cri-
milda, aunque era cristiana, no vacila en casarse con Atila.
Después de siete años de felicidad doméstica en la ciudad de
Yiena, Crimilda venga cruelmente la muerte de su primer
marido: invita a los borgoñones, que el poeta llama ahora
Niebelungen, a una fiesta en que los hace asesmar, iella ma-
ta por su propia mano al que habia herido a su infeliz es-
poso.
Tal es en su conjunto, i desligado de las hechos episódicos
que lo alargan i a veces lo oscurecen, el asunto del poema
de los Niebelungen, la epopeya nacional de alemania. A pe-
sar de la estra vagancia de algunos detalles, *de la difusión
vaporosa de ciertas figuras, i del caos en que están confun-
didos los sucesos finales, no se puede dejar de reconocer en
él bellezas reales, profundas, duraderas, quese ha convenido
en llamar clásicas. *'Este poema, dice uno de sus traducto-
res, M. de la Laveleye, ha llegado a ser el objeto de la vene-
ración de la Alemania, la que lo considera como la litada
nacional. En todos los grados de la enseñanza, es puesto
en manos de los jóvenes, que lo estudian i que aprenden de
memoria los pasajes mas notables. Los profesores los es-
plican i los comentan en las cátedras de las universidades.
Los sabios mas afamados le han consagrado sus veladas.
Así como los cantos heroicos que celebraban la muerte de
Síegfried o la venganza de Crimilda resonaban en otro tiem-
po en todas partes donde se hablaba uno de los dialectos
del viejo idioma jermánico, así también en nuestros dias
estepoema ha venido a ser el patrimonio literario común de
todos los pueblos que componen la Alemania moderna.'*
Ademas de esta obra orijinal, que los alemanes fundaron
en los recuerdos de su propia historia, compusieron otros
poemas heroicos que se refieren a las crónicas cario vinjias i
'2Si] NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
a las tradiciones de Arturo i de la mesa redonda, i en l^F=t
cuales se descubre de ordinario una imitación o una simjm»
traducción de los poemas caballerescos franceses. Exist^^
ademas tres g-randes epopeyas alemanas de los siglos X- J
i XIII, imitadas de la antigüedad, i que tienen por asun^ífc
las aventuras de Eneas, la guerra de Troya i la espedicic=z3
de los Art^onautas. Pero aunque en algunas de esas obr-^s
se encuentren frecuentes rasi^os de una verdridera poesía, ^
poema de los Niebelungen mantiene su indisputable suj.:^^
rioridad sobre todas ellas.
4. — La poesía alemana sufrió un gran golpe con la cair^
de los Hohenstaufen. No se levantó sino en el siglo XVI ♦
fué para revestirse de un carácter particular. En vez de h .^»
bitar los castillos con los príncipes i los nobles, bajó a 1^*^
ciudades i a las aldeas entre los mas humildes artesanos
Abriéronse certámenes poéticos en Maguncia, en Estras-
burgo, en Nüremberg; pero a ellos concurrían sólo zapa te- ^
ros, herreros, sastres, etc. Estos poetas de un orden nuevo,
tomaron el nombre de Meistersaenger, o maestros canto-
res. Sus composiciones, que no eran mas que trozos líricos,
son pálidas, vulgares, sin inspiración, i desfiguran los gran-
des asuntos consagrados por la época precedente. Sin em-
bargo, se las ha conservado; i recorriéndolas se tlota que
ordinariamente tenían por asunto las querellas intestinas
de las ciudades de Alemania. El tono de jovialidad i la li-
bre alegría de la sátireí forman su carácter distintivo.
En breve, la tendencia moral i alegórica quitó a esos
poetas su verdadero elemento lírico, para arrojarlos en el
dominio de la poesía didáctica, jénero que florecia desde el
siglo XIII, i que sin embargo, no habia alcanzado gran
desarrollo. Se pueden citar como pertenecientes a este jéne-
ro algunas poesías sentenciosas, o fábulas esópicas. La
obra mas notable entre éstas, es el NarrenschitTila nave de
los locos), compuesta por Sebastian Brandt (1458-1520),
en que el poeta ha castigado, con una indignación mas o
menos caballeresca, los vicios i las ridiculeces de su tiempo,
suponiendo una nave cargada de bibliómanos, melómanos.
LITBUATI liAS DBJ. NOKTK .-^87
ebrios, gastrónomos, elegantes, enamorados, ambiciosos,
jentiles, hombres i campesinos, i que se embarcan en él
mismo.
La inspiración jermánica parecia haber renunciado defi-
nitivamente a los grandes poemas, porque entre las compo-
siciones de este jénero de los siglos XIV i XV, sólo se en-
cuentran cuentos rimados que versan sobre acontecimientos
contemporáneos, o son estractos tomados de las leyendas
caballerescas. En cambio, el gusto por poesías cortas i lije-
ras, i por las novelas se hizo jeneral. Los poetas se ocupa-
ron sobre todo de las composiciones aparentes para el can-
to, las canciones populares o baladas, los cánticos guerre-
ros, los himnos relijiosos, que se multiplicaron hasta lo
infinito, ostentando las verdaderas dotes de la poesía.
Los primeros ensayos del drama nacieron también por
'^::;nt6nces en la Alemania. Tras de los misterios, o represen-
"^aciones de ciertos pasajes de la historia de la relijion, apa-
"■r-ecieron en Nüremberg, a mediados del siglo XV, bajo el
^^^ lombre de p/ezas í/e carnaval, de mascaradas i farsas, las
"X^rimeras piezas dramáticas. Pero estos ensayos, informes
^i groseros todavía, no constituyen un jénero literario.
5. — La prosa alemana se hallaba en esa época mas avan-
-^=^.ada que en las otras naciones. Ensayándose particular
^*tnente en los cuentos i en las novelas imitadas de las le-
^I^endas carlovinjias i de las novelas francesas, adquirió
'^Cw.'onsistencia i armonía. Luego contó la historia con bas-
^^ante gracia e interés en numerosas crónicas; i se desarrolló
'^t.jn las complicaciones de leyes que en las necesidades de la
'^^poca hicieron escribir, i en las predicaciones que poducia
^^1 movimiento de las ideas relijiosas. Juan Tauler, fraile
"^cdomicano, natural de Alsacia, que vivia en la primera mi-
^*ad del siglo XIV (1292-13()1 ), compuso sermones i obras
^^eolójicas notables porel hábil empleo que supo hacer de la
'X^rosa, i que son estimadas todavía p<;r el misticismo ar-
•^liente que respiran todas sus pajinas. La prosa alemana
¡ejercitó también en la argumentación filosófica; i desde
entonces ostentó la facultad de combinar las palabras i de
\
288 NOCIONBS DB HISTORIA LITERARIA
crear nuevas voces, mediante la cual el idioma adquirió
una estraordinaria riqueza para la esposicion de las ideas
mas metafísicas i abstractas. Lutero debia fijar el idioma
nacional perfeccionado en el siglo XVI.
6. — El mismo oríjen jermánico tiene la literatura escan-
dinava. Las Eddas, recopilación de antiguos cantos poéti-
cos de los paises del norte i de tratados en prosa sobre la
historia i la moral, son la fuente mas pura de la mitolojía
jermánica, i los principales monumentos antes de la intro-
ducción del cristianismo. En ellos se encuentra una parte
de los hechos del poema alemán de los Niebelungen. Esos
cantos estaban compuestos en un idioma llamado Norse,
que era común a toda la Escandinavia, pero hablado con
variedad de dialectos. Desde el siglo X, sin embargo, el Nor-
te dio oríjen a las lenguas modernas de Noruega, de Suecia
i de Dinamarca, i fué conservado únicamente en toda su
pureza en Islandia. Allí fué donde se reunieron, en el siglo
XII, los libros que forman las Eddas. Allí también, i en la
misma época, un célebre personaje llamado Snorre Sturle-
son, escribió una notable historia de Noruega. La estéril
isla de Islanda, tan olvidada hoi, fué el teatro de un nota-
ble movimiento literario.
En la remota antigüedad a que alcanzan las mas leja-
nas tradiciones escandinavas, se encuentra un alfabeto
designado con el nombre de rúnico, i cuyos caracteres son
conocidos con la denominación de runas (secreto), por
ser conocidos sólo por unos pocos sabios, a quienes se mi-
raba como magos o hechiceros. Este alfabeto, que diver-
sas analojías deforma han hecho mirar como derivado
ya del hebreo, ya del griego, no nacia, sin embargo, de nin-
gunícde esas lenguas. Era sólo una mezcla de caracteres
simbólicos, usados principalmente para escribir la leuguu
gótica o antigua jermánica, fuente común de los dialectos
del norte. En Noruega se encuentran todavía ruinas con
inscripciones en caracteres rúnicos, que son el objeto de las
discusiones de los anticuarios para encontrarles un sentido.
LITERATURAS DEL NORTE 289
Parece que los antiguos escandinavos escribían sobre ta-
blas de acacia.
Junto con el cristianismo i a la época de la formación de
los nuevos idiomas, penetró en el* norte la influencia del me-
diodía, i llevó allí las ideas caballerescas de la Francia.
Compusiéronse en los tres reinos muchos poemas según
este nuevo espíritu. En unos se consignaban las narracio-
nes heroicas fundadas en los antiguos recuerdos escandina-
vos: en otros se cantaron las hazañas de los paladines de
las cortes de Arturo de Bretaña i de Cario Magno, mezclán-
dolas con episodios nacionales. Esos poemas revelan, a
juicio de los intelijentes, un verdadero vigor poético.
Las tradiciones primitivas de la Escandinavia, i parti-
cularmente de la Dinamarca, se encuentran consignadas
en una notable crónica latina escrita a fines del siglo XII.
Su autor es un famoso erudito conocido con el nombre de
Sajón el gramático, que recojió con gran laboriosidad to-
das las leyendas antiguas i les dio forma en su importante
historia.
7.— Desígnanse con el nombre de literaturas eslavas las
que se desarrollaron en Rusia, en Polonia i en Bohemia.
Sus idiomas respectivos pertenecen auna sola i vasta fa-
milia subdividida en muchas ramas. Ese tipo común parece
nacer de lá fuente indo-persa, i por lo tanto, reconocen por
oríjen el sánscrito i el zend. Esa misma lengua estuvo mui
jeneralizada en el territorio que forma las provincias orien-
tales de la Prusia actual; pero bajo la influencia del idioma
jermánico, el elemento eslavo casi ha desaparecido.
Las manifestaciones de las literaturas eslavas durante
la edad media no fueron mui numerosas. La Rusia tuvo al-
gunos escritores entre los siglos XI i XV, de los cuales los
mas notables fueron Néstor, monje de Kiew (1056-1116),
que escribió una historia del imperio; el autor desconocido
de un poema heroico compuesto en el siglo XII con el títu-
lo de Espedicion de Igor, i algunos teólogos que florecieron
doscientos años rñas tarde. Los progresos de esta litera-
tura fueron embarazados por las conquistas tártaras.
TOMO IV lil
290 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
La muestra mas antigua de la literatura polaca filé u:
himno a la Vírjen, atribuido a San Adalberto, que muri<
en 1167. Entre aquel tiempo i los principios del siglo XV]
la Polonia produjo un número considefable de sabios; per<
casi todos ellos escribieron en latin, porque el idioma vul
gar era usado únicamente en los cantos populares.
La literatura bohemia fué la mas importante de las qui
produjo la rama eslava en la edad media. En ese idioma
hai cerca de veinte poemas i de cincuenta composiciones
en prosa de mérito considerable, antes de las predicacionei
de Juan Huss, que comunicaron un poderoso impulso a
lenguaje vulgar. En un libro como el presente, seria com
pletamente inoficioso el consignar aquí noticias mas deta
Hadas acerca de estas diferentes literaturas, poco conocida
en la Europa occidental, i que, sin embargo, han sido es
tudiadas con notable prolijidad.
CAPITULO IX.
liiter'atnra inglesa.
1- Xos bretones; Ossian.— 2. Los sajones.— 3. Normandos; forma-
ción de la lengua inglesa.— 4. Primeros ensayos poéticos; Chati-
cer.— 5. Desarrollo i decadencia de la literatura inglesa hasta
el siglo XV.
1.— La literatura inglesa nació i se desarrolló mucho mas
^^-r"de que la mayor parte de las literaturas europeas. A
c^.i3sa de las numerosas conquistas que esperimentó, la In-
glaterra tardó mucho tiempo en formar su idioma. Mién-
^^'^s que en el continente se pueden considerar las invasio-
^^s§ casi terminadas en el siglo V, se las ve repetirse en In-
glaterra hasta el siglo XI, llevando cada una de ellas, los
sajones, los daneses i los normandos franceses, sus diversas
lenguas.
El primer idioma conocido en las islas británicas fué uno
completamente olvidado hoi en la Inglaterra propia, pero
<|ue existe con algunas alteraciones en el pais de Gales, en
las montañas de Escocia, en muchas partes de Irlanda; i en
el continente en la provincia francesa de Bretaña. Esta len-
gua que es denominada bretón en Gales i en Francia, gaé-
lico en Escocia e irlandés en Irlanda, era el idioma de los
celtas, que como hemos visto en otra parte, invadieron la
Europa occidental muchos siglos antes de la era cristiana.
292 NOCIÓNOS DB HISTORIA LITBKARIA
Las conquistas de los romanos que modificaron las lenguas
primitivas en Francia i en España, i que impusieron el latín
por todas partes, casi no ejercieron influencia alguna sobre
la lengua que se hablaba en las islas británicas.
Esa lengua tuvo poetas que la enriquecieron i perfeccio-
naron con cantos guerreros i amorosos de los cuales se con-
servan cortos recuerdos en las montañas de Escocia. A me-
diados del siglo XVIII (1769—1762) un literato escoces.
James Macpherson, publicó en prosa inglesa una colección
de poemas, que suponia compuesto por üssian, bardo bre-
tón o gaélico, del siglo IV de la era cristiana, i copiados
algunos siglos después, cuando se introdujo en Escocia el
arte de la escritura. Esos poemas, en parte heroicos, cuen-
tan con un estilo rudo, pero vigoroso i sentimental las tra-
diciones históricas de los montañeses. Su publicación pro-
dujo una gran sensación en toda Europa: el pretendido Os-
sian, a quien se suponia ciego, fué elevado por muchos
críticos sobre el mismo Homero. Esta admiración, sin em-
bargo, no fué duradera: eruditos eminentes declararon que
esos poemas eran una simple impostura Hteraria, i que eran
compuestos por el mismo Macpherson imitando sus princi-
pales rasgos de la Biblia i de algunos poetas de la antigüe-
dad. Los mismos defensores de su autenticidad no la sos-
tienen ya de una manera absoluta i se han visto obligados
a reconocer que la ma3'or parte de su redacción actual es
moderna, i bien creen que contiene los mas antiguos testimo-
nios de una época remota. M. Villemain, que ha estudiado
esta cuestión de historia literaria con tanta erudición como
buen gusto, llega a las conclusiones siguientes: **Ossian, di-
ce, no es mas que un efecto de rejuvenecimiento literario por
la imitación de las formas antiguas, uno de los primeros
ensayos de imitación del pensamiento i del estilo, común a
las literaturas envejecidas; i es digno de notarse que parti-
cularmente en los sentimientos propios del siglo XVIIl, en
esa melancolía poética, en esa vaga relijiosidad, en esa tris-
teza sustituida al culto, Macpherson-Ossian ha sido oriji-
nal, singular, atrevido. Es el hombre del siglo XVIII que
LITERATURA INGLESA 293
interesa bajo la máscara, bajo la capa del bardo ciego. Su
Osear, su Malvina, su Fingal, todos esos personajes que
MacphersQn ha correjido, embellecido i puesto en movi-
miento en su poema, tienen un reflejo del espíritu sentimen-
tal de esa época/'
2.— En el siglo V, un pueblo llamado sajón, orijinario de
la baja Jermania, invadió el pais conocido ahora con el
nombre de Inglaterra, i arrojó ^ sus primitivos habitantes
a las rejiones del norte i del occidente, dondelos descendien-
tes5 de éstos conservan todavía su antiguo idioma. De una
ra.ma de los sajones, denominada los anglos^ aquel pais to-
rnas el nombre dé Inglaterra, i su lengua fué denominada
ari ^lo-sajona. Era ésta una rama del jermánico, como el
d^^ues, el holandés i el alemán, que como hemos dicho en el
csi^pítulo anterior, era el idioma de los antiguos pobladores
d^ la Europa central.
Desde esa época hasta el siglo XI, el anglosajón siguió
«i^ndo, con mui pequeños cambios, el lenguaje de la Ingla-
teirra. Recibió sólo algunas voces latinas, llevadas por los
tt^isioneros que predicaron el cristianismo, i otras danesas,
<^c>tnunicadas por los intrépidos guerreros del norte, que
^^as de una vez hicieron sus irrupciones en la isla preten-
diendo establecerse en ella. En este período, la literatura no
'^ué descuidada por los anglo-sajones. Bastaría recordar los
^'iombres de Gildas i de Beda el venerable, para probar que
la historia, que siempre nace en los pueblos nuevos después
^e la poesía, fué también cultivada; pero casi todos los es-
'^ritores anglo-sajones compusieron sus obras en latin. Se
xronservan, sin embargo, algunos fragmentos de cantos
poéticos en anglo-sajon, i se sabe que el rei Alfredo empleó
-ese mismo idioma para traducir i popularizar algunas
obras notables de la antigüedad.
3. — Una nueva conquista vino a producir otra revolución
^n la lengua i en la literatura de la Inglaterra. Guillermo
de Normandía invadió i conquistó la Inglaterra en 1066, i
«ste pais fué repartido entre los capitanes de su ejército vic-
torioso. Esos capitanes, aunque por sus antepasados eran
294 MOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
orijinarios de las rejiones del norte, eran nacidos en Fran-
cia, en donde sus mayores se habían establecido dos siglos
antes, hablaban el francés i tenian los hábitos i los gustos
de los pueblos del medio dia. Coexistieron entonces en In-
glaterra dos lenguas diferentes: el francés, hablado por las
altas clases sociales, los conquistadores; i el sajón, idioma
del pueblo de los campos i de las ciudades, de los conquista-
dos. Desarrolláronse igualmente dos literaturas. Los nor-
mandos llevaron a Inglaterra su gusto por la poesía caba-
lleresca, los certámenes poéticos, las fiestas ostentosas en
que un cantor, llamado en Inglaterra menestrel, celebraba
un suceso heroico o el ardor de una pasión. Los poetas can-
taron principalmente a los caballeros del ciclo del rei Artu-
ro, que exaltaban la imajinacioa de los normandos. Ricar-
do corazón de león, el valiente campeón de la tercera cruza-
da, fué también del número de los trovadores. Sus versos
se asemejan mucho a los que hicieron la gloria de los poetas
de Provenza. Los bardos anglo-sajones, por su parte, aun-
que despreciados i perseguidos, se habian atrincherado en
su antiguo idioma, i en .sus baladas, muchas veces heroicas,
pero siempre hirientes para los señores normandos, recor-
daban los antiguos triunfos i las recientes desgracias de su
raza. Con el trascurso del tiempo, estas dos lenguas se mez-
claron gradualmente: a pesar de sus prevenciones mutuas,
los conquistados i los conquistadores se acercaron, i forma-
ron de los dos un idioma común que vino a ser la base del
ingles. El sajón, sin embargo, predominó en esta mezcla i
fué empleado principalmente para espresar las ideas mas
familiares. Se ha calculado que sobre treinta i ocho mil vo-
ces inglesas, veintiocho mil son de procedencia sajona.
Esa lengua habia servido ya en el siglo XIII para la
composición de dos crónicas poéticas de la historia de In-
glaterra, i de algunas otras obras de no escaso mérito; pero
el francés de los conquistadores era el único idioma usado
en los documentos públicos. Eduardo III le quitó este pri-
vilejio: por un estatuto de 1362, mandó que todo negocio
sometido a los tribunales fuese deltndido, discutido i juzga-
LITERATURA INGLESA , 295
do en ingles. Esto importaba la rehabilitación oficial del
lenguaje proscrito.
4. — Esta declaración díó un vigoroso impulso a la lengua
i a la literatura inglesa. Aparecieron en Inglaterra nuevos
poemas históricos de largo aliento, en que secelebraban las
victorias de Eduardo III contra los franceses; i en Escocia,
para cantar las hazañas de -Roberto Bruce en sosten de la
independencia de su patria. En el primero de esos paises
apareció entonces también un poeta notable, Guongland o
Langland, que hizo una crítica hiriente de las costumbres
del clero ingles, i que censuró también con injenio la socie-
dad laica.del siglo XIV.
Pero el poeta mas notable de esta época es Godofredo
Chaucer, que es llamado el padre de la verdadera poesía
inglesa. Floreció en las cortes de Eduardo III i de Ricar
Jo II, entre los años de 1360 i 1400; i no sólo poseyó un
jenio orijinal de primer orden, sino que lo desarrolló con
los viajes i con los mas estensos estudios que podian hacer-
se en su tiempo. Desdeñando las crónicas poéticas i los
cantos de los mepestreles, Chaucer quiso escribir con la
manera regular de los tres grandes jenios de la literatura
italiana, tomando la alegoría del Dante, la ternura de Pe-
trarca i la humorística anécdota de Bocaccio Observador
atento de los caracteres i de las costumbres, Chaucer pare-
ce haber conocido mucho el mundo i las ideas de su siglo.
Su obra capital tiene por título Los cuentos deCantorbery,
¡consiste en una colección de historietas escritas en prosa,
i que se suponen referidas por treinta personas diferentes
que hacen una peregrinación a Cantorbery. La obra co-
mienza con una descripción de la comitiva con un retrato
^c los viajeros, los cuales están perfectamente caracteriza-
rlos, no sólo por la esposicion del poeta, sino por el espíri-
tu de los sucesos que narran. Los cuentos son en parte his-
torias burlescas de la vida ordinaria, en parte cuentos ro-
mánticos de caballería, i mui pocos sonde invención orijinal
^cl poeta. La ideajeneral de la obra, ademas, es tomada
del Decameron de Bocaccio; pero Chaucer ha puesto en ella
296 K0G10NB8 DB HISTORIA LITERARIA
SU injenio, su estilo i ha hecho nn libro verdaderamente
propio por medio de la sátira acerada, aunque con frecuen-
cia licenciosa de los hombres i de las costumbres de su tiem-
po. Chaucer escribió en verso muchos poemas, narrativos
los unos, descriptivos los otros, i aun algunos alegóricos,
al gusto de su siglo, pero oscuros para nosotros. Imitó las
obras poéticas de los italianos i de los franceses, i ganó
para sí la mas alta reputación literaria de la Inglaterra en
la edad-media. A él se le atribuye el perfeccionamiento de
la lengua i la invención de muchos artificios métricos que
íibrieron el camino a los poetas posteriores.
5.— La prosa, cultivada también, Vomo lo hentos visto,
con habilidad por Chaucer, hizo rápidos progresos en ma-
nos de otros escritores contemporáneos o posteriores a éste.
Aunque el latin era la lengua culta, el idioma de la teolojía,
de la enseñanza i de la historia, el ingles comenzó a ser usa-
do en algunas obras de jurisprudencia, i sirvió luego para
trabajos de otro jénero. John Mandeville, célebre viajero
que recorrió los paises del oriente en el siglo XIV, escribió
la relación de sus viajes con gran naturalidad e interés.
John Wycliffe, el famoso reformador de ese mismo siglo,
popularizó las sagradas escrituras en lengua vulgar i escri
bió mucho contra el papa i contra la iglesii católica, dando
a la prosa una soltura que le era desconocida. Otros escri-
tores compusieron también algunas crónicas en lengua in-
glesa.
Después de este tiempo de pasajero esplendor, vino para
la literatura inglesa un período de oscuridad i retroceso.
En el siglo XV, la Inglaterra quedó absolutamente estraña
al movimiento literario que por entonces naciaen Italia i
^e jeneralizaba en una gran parte de Europa. Abismado
por los furores de la guerra civil, el pueblo ingles quería en-
gañar su tristeza i sus sufrimientos por algunas canciones
o baladas, cantos de verdaderas lamentaciones. La histo-
ria ha conservado el recuerdo de una estancia que el infor-
tunado Enrique Vlcompuso en su prisión sobre la nada del
])oder i sobre la vanidad de las grandezas. Desde la muerte
LITERATURA INGLESA 297
de este príncipe hasta el advenimiento de los Tudores, no
se cita mas que el nombre de una poetisa, lady Juliana, que
escribió un gran número de poesías en el convento de Spo-
wel, de que era priora. Pero desde que la paz se asentó
bajo bases sólidas, i la nación adquirió, junto con la estabi-
lidad, su grandeza i su preponderancia nacjó allí una lite-
ratura rica i vigorosa que habia de ilustrar en los tiempos
modernos las obras de Shakespeare i de Milton.
PARTE TERCERA.
TIEMPOS MODERNOS.
CAPÍTULO I.
£1 Renacimiento.
1. Hl renacimiento.— 2. Impulso dado a los estudios clásicos en
Italia.— 3. Resultado de la conquista de Constantinopla por los
turcos.— 4. Invención de la imprenta.— 5. Influencia de esta in-
vención — El renacimiento se propaga fuera de Italia. — 7. Im-
portancia literaria del renacimiento.
1 . — Se da el nombre de Renacimiento a una gran revolu-
ción literaria i artística que se inicia a fines del siglo XV i
se propaga a principios del siguiente en Europa, i princi-
palmente en Italia i en Francia, bajo la influencia de las
obras maestras de la antigüedad.
"La palabra agradable de Renacimiento no recuerda a
los amigos de lo bello, dice M. Michelet, mas que el adve-
nimiento de un arte nuevo i el libre desarrollo de la fanta-
sía. Para el erudito, es la renovación de los estudios de la
antigüedad; para los lejistas, la luz que comienza a lucir
sobre el caos discordante de las antiguas prácticas jurídi-
300 KOCIONBS DE HISTORIA LITERARIA
; i "
cas.'* Esa revolución, como lo manifiesta en seguida esc
mismo autor, tiene, sin embargo, un alcance mucho mayor
todavía; no abraza sólo las letras, las artes, la jurispru-
dencia: inicia también el progreso sólido i racional de todas
las ciencias i señala el fin de todas las preocupaciones vul-
gares de la edad media. **Es el radiante despertar de la ra-
zón humana, dice M. Duruy, la primavera de la inteli-
jencia.*'
2. —El renacimiento literario no fué una resurrección re-
pentina e imprevista de las letras antiguas. Desde el siglo
XIV, se habia desarrollado en Italia un entusiasmo ardien-
te por el estudio de las literaturas griega i latina. Dante,
Petrarca i Bocaccio, al mismo tiempo que creaban la poesía
i la prosa en Italia, contribuyeron eficazmente a preparar
este movimiento de los espíritus. Mientras revelaban a su
patria otros destinos, un jenio nacional i una literatura
nueva, ensalzaron el latin, pasaron su vida en la admira-
ción de los antiguos, ostentaron una predilección particu-
lar por las obras escritas en la lengua de Roma, i consi-
guieron quizá sin esperarlo, que sus propios escritos fuesen
en cierto modo desdeñados por sus contemporáneos, para
tributar el homenaje de la admiración a las obras de Virji-
lio i Horacio.
Dado este primer impulso, no faltaron quienes imitasen
aquel mismo empeño en estudiar la antigüedad. Muchos
príncipes italianos, Cosme de Médicis en Florencia, Nicolás
de Este en Ferrara, Alfonso de Aragón en Ñapóles, i el Pa-
pa Nicolás V en Roma, entre otros, empleaban sus tesoros
en descubrir obras antiguas, asignando al mismo tiempo
fuertes pensiones a los eruditos que visitaban las mas leja-
nas bibliotecas. El oficio de copista llegó a ser considerado
en cierta valía, i a dar ocupación a muchas personas. Por
un manuscrito de Tito Livio, Alfonso de Aragón, reí de Ña-
póles, renunciaba a hacer la guerra a los florentinos. En
varias ciudades surjieron profesores de griego i de latin que
a la par con sus discípulos preconizaban las ventajas de
esas dos lenguas muertas sobre todos los idiomas vivos.
EL RBNACIMIBNTU 301
Tradujéronse algunas obras de la antigua Grecia^ de
Platón, de Plutarco, de Diodoro de Sicilia, de Jenofonte i de
Strabon;pero esas traducciones se Imcian en lengua latina.
En latín se escribieron también libros de historia i de poe-
sía, que eran mu i aplaudidos en toda Italia. Pocos fueron
los eruditos italianos que se dignaron escribir en su propio
idioma su correspondencia familiar. Fundáronse acade-
mias, para el estudio de la filosofía antigua i en ellas se de-
batieron con grande ardor, de palabras i por escrito, las
doctrinas de Platón i de Aristóteles. Los eruditos no se
limitaron a buscar los manuscritos de la edad clásica, a
estudiar sus lenguas i a interpretar sus obras maestras;
rebuscaron las antigüedades, las medallas, los monumen-
tos de todo jénero: formábanse colecciones, esplicábanse
las inscripciones, sirviéndose de ellas para la intelijencia de
los autores, los cuales ayudaban a su turno a espHcar los
monumentos.
"Es interesante, dice Hallan, investigar cuáles fueron
las causas de este entusiasmo por la antigüedad, que seña-
^ 16 el principio del siglo XV. Fué aquella una esplosion del
sentimiento público, en apariencias bastante repentina,
pero en realidad preparada por muchas circunstancias que
remontan mas alto en la historia de Italia. Los italianos
hablan aprendido desde algunas jeneraciones a identificar-
se mas i mas con el gran pueblo que habia conquistado el
mundo. La caida de la casa de Suabia, libertándolos de un .
yugo estranjero, les habia inspirado un sentimiento mas
orgulloso de su nacionalidad: al mismo tiempo, el título de
emperador romano era asociado sistemáticamente por un
partido a las antiguas tradiciones. El estudio del derecho
civil, por imperfecto que fuera, produjo a lo menos el efecto
de mantener una misteriosa veneración por la antigüedad.
Los monumentos de la vieja Italia estaban allí como testi-
gos perpetuos: descifráronse sus inscripciones. Bastó que
un pequeño número de hombres como Petrarca diesen el
primer impulso a las masas: basto que se honrase la cien-
da i que hubiese medios de adquirirla.'* La revolución eje-
302 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
cutada en Roma en la primera mitad del siglo XIV por el
tribuno Rienzi para establecer la antigua república, es un
ejemplo del entusiasmo que despertaban en Italia los re-
cuerdos de los tiempos pasados. Al mismo tiempo que los
laicos se hacian mas instruidos cada dia, los escrúpulos re-
lijiosos, que en siglos menos ilustrados habian prohibido a
los clásicos la lectura de los autores paganos, desaparecían
gradualmente.
3. — Los italianos comenzaron el estudio de la antigüe-
dad en las escuelas de Constantinopla. Míis tarde, algunos
sabios bizantinos pasaron a Italia a continuar la enseñan-
za en Roma, en Florencia i en Milán, atrayendo a su alre-
dedor una numerosa juventud, ávida de saber. Esos sabios
buscaban en la Italia la paz i la tranquilidad que no encon-
traban en su propia patria, próxima a sucumbir bajo el pe-
so de la conquista de los turcos.
Al fin, el imperio de oriente sucumbió. La toma de Cons-
tantinopla por Mahomet II, en 1453, arrojó a las orillas
hospitalarias de la entusiasta Italia algunos sabios griegos
que hasta el último momento habian quedado en medio
de las ruinas del imperio. Llevaron estos, junto con el cau-
dal de su ciencia, diversos manuscritos de la antigüedad
helénica. Figuraban entre ellos Argyropoulo i Calc(^ndyIos,
que enseñaban sucesivamente su propia lengua, Andrónico
Calixto, que, según se cuenta, ejerció la misma profesión
en Roma i en la Grecia propia, i Constantino Lascaris, des-
cendiente de una familia imperial, que durante muchos años
dio lecciones en Milán i después en Mesina.
Pero si estos sabios pusieron a la moda el cultivo de la
ciencia, si contribuyeron eficazmente a desarrollar el entu-
siasmo siempre creciente por los recuerdos literarios de la
antigüedad clásica, inauguraron también esas disputas
casi siempre ociosas que apasionaban los espíritus. Este
fué el tiempo de las querellas entre Platón i Aristóteles. Dos
griegos, nombrados ambos Jorje de Trebisonda, escribieron
el uno en pro i el otro en contra de Platón. Cosme oe Me-
diéis fundó en Florencia una academia platónica, consagra-
EL RENACIMIENTO 303
<ia a la esplicacion i al estudio del filósofo cuyo nombre He-
rraba. Muchos eruditos italianos se engolfaban en esas
cuestiones con un ardor inconcebible. Juan Pico de la Mi-
rándola (1463 — 1494) caballero noble de una intelijencia
maravillosa, tomó parte en esas discusiones arrancando la
admiración de sus contemporáneos. Tipo verdadero del es-
tudio i del saber precoz, Pico de la Mirándola habia reco.
rrido las mas famosas universidades de Italia i de Francia,
sabia veintidós lenguas i entre ellas el latin, el griego, el
hebreo, el árabe i el caldeo; hablaba con rara facilidad de
todas las ciencias, i a la edad de veintiún años, se presentó
en Roma a sostener en las escuelas novecientas proposicio-
nes de omni re scibih\ es decir, sobre todos los asuntos de
ciencias, que son un prodijio de talento mal empleado. En
una obra titulada HeptaptOf en que se declara admirador
ardiente de Platón, se propuso esplicar el Jénesis por medio
de las alegorías que a cada paso se encuentran en las obras
del filósofo griego .
4.— La escasez de libros, como hemos dicho en otra par-
te, habia sido durante la edad media un obstáculo podero-
so opuesto al desarrollo de las ciencias i de las letras. Las
bibliotecas mas ricas contaban en el siglo XV apenas algu-
nos centenares de volúmenes, i las materias contenidas en
cada uno de ellos eran mucho mas reducidas que la de cual-
quiera de nuestros libros. Carlos V rei de Francia, elevó a
novecientos el número de los volúmenes de la biblioteca
real de París. Las universidades de Oxford, en Inglaterra, i
la de Heidelberg en Alemania, recibieron como legados ines-
timables, debidos a la munificencia de dos poderosos prín-
dpes, la primera seiscientos volúmenes i la segunda ciento
veinte. En todos los centros de población donde existían
universidades o escuelas, se habian establecido pequeñas
colonias de copistas que trascribian sobre el pergamino i
con una artística prolijidad, las obras mas aplaudidas de
ese tiempo ^. Una de las invenciones mas maravillosas del
1 Se ignora la fecha precisa de la introducción del papel en Bu-
804 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
injenio humano vino a canibíarcomo por encanto aquel es-
tado de cosas i a ofrecer un importante ausilio al movi-
miento jeneral de los espíritus. Hablamos de la imprenta,
inventada a mediados del siglo XV para poner término a
las tinieblas de la edad media i para abrir la era de la civi-
lización moderna.
La invención de la imprenta ha dado oríjen a inmensas
investigaciones históricas en que se ha ejercitado una asom-
brosa erudición sin llegar a resultados que puedan llamar-
se definitivos. En las líneas siguiente vamos a esponer los
hechos que se aceptan jeneralmente como verdaderos, o a
lo menos, como los mejor probados.
Desde fines del siglo XIV se conocia un procedimiento
mecánico para imprimir por medio de trozos de madera
grabados. Estas impresiones servian ya para fabricar car-
tas de naipes; que se usaban desde el siglo anterior, ya
para hacer imájenes de santos, sumamente toscas, que
iban acompañadas de algunas líneas de testos, grabadas
ropa, pero todo hace creer que debió ocurrir entre los siglos X
i XI.
Parece que desde fines del siglo I de nuestra era, o desde princi:
pios del II, los chinos conocian el arte de convertir en hojas seme-
jantes a nuestro papel las cortezas de algunos árboles, i los frag-
mentos de las telas de seda, de algodón i de cáñamo. Desde 650,
se fabricaba en Samarcanda i en Bockara. liste papel de algodón,
o de Damasco (charta damasceena), como entonces se le llamaba,
fué conocido luego en Europa. Llevado a Ñapóles por los griegos
del bajo imperio, fué empleado allí frecuentemente en los diplomas
reales. Los árabes lo llevaron también a España, en donde la in-
dustria empleó otro material, mui abundante en este país, el lino.
De aquí pasó a Francia, i fué, al fin, conocido en toda la Europa.
Sin embargo, la mayor solidez del pergamino aseguró la preemi-
nencia de éste por mui largo tiempo. El empleo del papel en los
instrumentos públicos fué formalmente prohibido. El pergamino,
ademas, era preferido para la copia de los libros; pero desde fines
del siglo XV, el papel tuvo la preeminencia no sólo por sus venta-
jas para recibir la impresión tipográfica, que acababa de inven-
tarse, sino también por su bajo precio, lo que ponia los libros ¡il
alcance de todo el mundo.
KL KMNACI MIENTO *.iOb
ifi^ualmente en la madera. Poco a poco se imprimieron de
este modo pajinas enteras, i aun se formaron pequeños li-
bros. Se cree con fundatnento que todos ellos fueron ejecu-
tíidos en los Paises Bajos, cuya industria eclipsaba por en-
tonces la de todos los pueblos del centro i del norte Europa.
I>ebemos también observar aquí que ese procedimiento que
consiste en hacer impresiones por medio de tablas de ma-
dera grabadas ha estado en uso en la China desde tiempo
inmemorial.
Estos trabajos no hicieron mas que preparar la inven-
ción de la imprenta en la acepción moderna de esta pala-
bra, es decir, por medio de caracteres movibles. La mayor
parte de los sabios que se han ocupado de la historia de
este invento, lo atribuyen a Juan Gensfleisch,mas conocido
con el nombre de Gutenberg, que era el apellido de su ma-
dre. Nacido en Maguncia por los años de 1400. salió mui
joven de esta ciudad con toda su familia, que habia sido
desterrada a consecuencia de los disturbios políticos, i fué
a establecerse en Estrasburgo. En esta ciudad, Gutenberg
concibió la idea de movilizar los caracteres, es decir, de
cortar las tablas destinadas a la impresión en pequeños
paralelipípedos, en cada uno de los cuales se gravaba una
letra del alfabeto. Se sabe en efecto que en 1439 se ocupaba
en estos trabajos, que tenia una prensa i que se empeñaba
en mantener su industria en el mas profundo secreto. Esta
reserva se espHca perfectamente por dos razones conclu-
yentes: 1*^ En esa época, toda industria se rodeaba de
misterio, para conservar el monopolio de cada invento;
2.* Gutenberg, sin conocer talvez toda la importancia de
su invención, pensaba sólo en imitar los libros manuscri-
tos por un método mecánico, para bajar el costo de pro-
ducf ion i aumentar considerablemente las utilidades indus-
triales. Se cree que antes de 1450 habia impreso ya por
^ medio de tipos movibles algunas obras de un reducido níí-
mero de pajinas; pero faltan las pruebas para fundar esta
trndicioi.
Los títulos de Gutenberg a la prioridad de esta inver.-
TOMO IV 20
306 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
cion sor puestos en duda por otros eruditos, que la atribu-
yen a Lorenzo Coster, de Harlem, en Holanda. Según una
tradición, que sólo encontramos consignada a mediados
del siglo XVI, es decir, un siglo después de la invención de
la imprenta, pero que se presenta revestida de grandes
apariencias de verdad, Coster habia usado las letras mo-
vibles de madera desde 1430, i aun habia publicado un li-
bro con caracteres mui toscos. La tradición agrega que un
criado infiel, que se hu\'6 con el secreto, se estableció en Es--
trasburgo o en Maguncia. Este abuso de confianza fué5
imputado a Gutenberg o a Fust, que fué mas adelante si^
socio; pero desde que la inocencia de ambos ha sido plena-
mente reconocida, la acusación de fraude cayó sobre uncm
de los hermanos de Gutenberg. Sin embargo, las prueban
presentadas en apoyo de estos hechos no son mui concita
yentes ni incontestables. Por el contrario, aun acojienda^
las pretensiones de Coster, no se ve ninguna razón par¿^^
pretender que (yutenherg no haya podido, por su part^=
encontrar una idea que, dadas las condiciones anteriores
que la produjeron, no exijia en realidad un jenio estrao:^^
dinario. La movilización de los caracteres no era mas qc:^*
una parte de las dificultades de la empresa, i faltaba tod^a-
vía crear las prensas i esa multitud de aparatos que nec^^*
sitó el arte de imprimir desde sus primeros dias; i es^c
mérito pertenece incontestablemente a Gutenberg i sus
asociados.
En efecto, todos los escritores están de acuerdo en un
punto. Hacia 1450, Gutenberg, que estaba de vuelta en
Maguncia, formó una asociación con el objeto de esplotar
el nuevo invento, con un negociante rico de esa ciudad ape«
llidado Fust, el cual suministraba fondos considerables
para la em|>resa. Las operaciones subsiguientes de la socie-
dad no son bien conocidas. Se habla de otro socio llamado
Pedro Scheffer, al cual se atribuyen importantes perfeccio-
namientos en Ui invención, i entre otros la fundición de ti-
pos para obtener la igualdad en la forma de todos los ca-
BL RENACIMIENTO 307
racteres. Lo que es evidente es que desde que el arte de im-
primir dio su primer paso por medio de la movilización de
las letras de madera, la industria marchó rápidamente, pri-
mero por medio de letr&s de metal grabadas a mano, i en
seíjnida por el invento de los caracteres fundidos. La poste-
ridad, así como la mayor parte de los eruditos que se han
dedicado a estas investigaciones, atribuyen a Gutemberg
no sólo la primera idea sino también la ejecución de estas
tres modificaciones en el desarrollo i en el progreso de la im-
prenta. Se cree jeneralmeute que el primer libro impreso fué
una biblia latina, designada ordinariamente con el nombre
de Biblia Mazarina, porque a mediados del siglo último se
encontró un ejemplar de ella en la biblioteca del cardenal
Mazarino en Paris. Este libro no tiene fecha; pero los eru-
ditos han fijado la época de su publicación entre los años
de 1450 i l-i-oo. ** Podemos representarnos en la imajina-
cion, dice el historiador ingles Hallam, de quien tomamos
principalmente estas -noticias, este venerable i magnífico
volumen, avanzando a la cabeza de los innumerables millo-
nes de sus sucesores, i llamando en cierto modo la bendi-
ción divina sobre el nuevo arte que consagra sus primicias
al servicio del cielo.*'
5. — La imprenta nació en el momento en que era mas ne-
cesaria, cuando una jcneracion buscaba con grande ansie-
dad la ciencia i la literatura de los siglos pasados para tra-
zar un nuevo sendero ala marcha del espíritu humano. **La
invención de la imprenta, dice M. Didot, separa el mundo
antiguo del mundo moderno; abre un nuevo horizonte al
jenio del hombre, por su relación íntima con las ideas pare-
ce ser un nuevo sentido deque todos estamos dotados. Una
inmensa diferencia lo separa de los otros grandes descubri-
mientos de la misma época, la pólvora i el Nuevo Mundo:
otro que es contemporáneo, el vapor, no podría tampoco
comparársele. En efecto, esos grandes i útiles descubrimien-
tos no han obrado mas que sobre la parte material de la
humanidad: la pólvora igualando la fuerza bruta, el Nuevo
/
808 NOCIONES DB HISTORIA I.1TP3RAR1A
Mundo completando los dones que nos ofrece la tierra; eD
fin el vapor, acrecentando las fuerzas productivas del hom-
bre, que liberta del exceso de trabajo a que habia sido con-
denado; mientras que la imprenta, que no ha terminado
aun su misión de ilustrar al mundo, eleva el nivel de la in.
telijencia humana propagando la palabra que habia fijada
el arte de escribir."
La invención maravillosa de Gutenberg fué esplotada
durante algunos años sólo por la sociedad de impresores
establecida en Maguncia. Esta ciudad fué tomada en 1462
por Adolfo, conde de Nassau, i el establecimiento de Fust i
de sus socios fué disuelto. Los trabajadores que se habiai^
comprometido a guardar secreto bajo la fe del juramento^^
se dispersaron por diferentes partes; i creyéndose desligado^
de sus obligaciones, fueron a ejercer su industria en otro^
paises. El arte de imprimir no tardó en estenderse en la ^
ciudades inmediatas alKhin,i luego en casi toda Europa. Ekti
1465 se estableció la primera imprenta en Italia, en la cita-
dad de Subiaco. Paris poseyó otra en 1469. Caxton, el pri-
mer impresor ingles, se estableció en Westminster en 1474--
La primera imprenta española funcionó en Barcelona en
1475. Otros paises i ciudades siguieron este ejemplo; de tai
modo que en 1530 habia en Europa doscientas imprentas
en ejercicio.
La impresión de las obras de la antigüedad clásica que
se habian salvado de las borrascas de la edad media, fuéei
])rimer trabajo a que se consagraron los impresores del si-
glo XV. Dieron también a luz algunas obras de teolojía i
de filosofía escolástica, i muchos tratados ascéticos; pero
se pub ico poco en lengua vulgar, por considerarse siempre
el latin como el idioma de las ciencias i de las letras. En je-
neral, el número de ejemplares de cada obra que se impri-
mía en el siglo XV, no pasaba de algunos centenares, mal
pocas alcanzaron el honor de una edición de mil ejemplares,
aunque de muchas de ellas se hicieron numerosas ediciones;
pero se podrá calcular el alcance de la revolución operada
por la imprenta tomando en cuenta la dificultad que antes
EL RBNACIMIBNTO « 309
-existía para proporcionarse un libro * . Esos viejos volú-
ixienes que señalan el oríjen i los piimeros progresos del ar-
i:ede imprimir, se conservan hoi cuidadosamente en las bi-
bliotecas, i han merecido el significativo nombre de incuna-
bles, voz derivada del sustantivo íatino incunabula, que
significa cuna.
La rápida multiplicación de los libros no fué mas que el
primer beneficio de la imprenta. Pero, ademas de facilitar
losmedios jenerales de instrucción, ello vino a dar nueva
vida al espíritu de investigación prolija que ya habia co-
menzado a desarrollarse. La necesidad de publicar testos
bien correjidos i depurados de los errores cometidos por los
copistas, proporcionó ocupación a centenares de profesores
para coordinar i comentar los manuscritos. Por otra par-
te, la facilidad de publicar i de dar gran circulación a sus
pensamientos, desarrolló en muchos hombres el deseo de es"
tudiar i de escribir. Sin duda esta misma facilidad fué cau-
sa de que los escritores meditaran menos sus obras, puli-
mentaran menos las formas literarias por el deseo de darlas
a luz cuanto antes, al revés los que hacian los injenios de la
antigüedad clásica; pero en cambio se produjo una fernien*
tacion intelectual que el mundo no habia conocido hasta
entonces.
6.— La revt>lucion literaria i artística conocida con el
nombre de Renacimiento tuvo su oríjen, como hemos visto,
en Italia. La admiración apasionada, el culto verdadero
por la antigüedad, nació i se propagó allí antes que en los
otros paises de Europa. El aislamiento en que vivian los
pueblos durante la edad media, impidió el queesemovimien-
í Existia, en la biblioteca de los Celestinos de Paris, un her-
moso ejemplar nianuscrito de los Canotiés de Graciano: el copista
anotó en el que habia empleado veintiún meses en escribirlo. Según
esto, tres hombres habrian necesitado 1,750 años para copiar tres
rail ejeniplares. Por medio de la imprenta, los mismos trabajado-
res habrían ejecutado igual número de ejemplares en menos de un
año. Este cálculo esplica mejor que muchas disertaciones, la im-
portancia de aquel prodijioso invento.
310 NOCIONBS DB HISTORIA LITERARIA
to se jeneralizara con mayor rapidez; i quizá la imprenta^
misma no habría alcanzado a producir su difusión, si los
sucesos políticos no hubiesen acercado i estrechado a las
naciones que hasta entonces habian vivido en grande aleja-
miento.
La espedicion de Carlos VIH, rei de Francia, a Ñapóles
(1493) llevó primero a los franceses i luego a los españoles
a Italia. Esos estranjeros, los bárbaros, como los llama-
ban los eruditos italianos, llegaron a la península precisa-
mente en el momento en que la revolución literaria i artís-
tica se pronunciaba con mayor enerjía; i ellas llevaron a
sus paises respectivos el gasto por las letras i por las artes.
La antigüedad tuvo en todas partes ardientes guardianes;
i bajo la protección jenerosa i decidida de los monarcas, se
jeneralizó el conocimiento de los libros i de las artes grie-
gas i romanas, formáronse bibliotecas, coleccionáronse pin-
turas, estatuas, monedas i otros objetos de la antigüedad,
se desarrolló el gusto por una arquitectura nueva i se des-
pertó en todas partes la pasión por el estudio i por la imi-
tación de a(|ucllas obras.
7. — **E1 renacimiento, dice un célebre crítico alemán, Fe-
derico Schlegel, no fué una vida nueva: fué sólo una viíla
ficticia, fue el espíritu de una filolojía de baja lei que quiso
reconstituir la antigüedad en medio de la civilización cris-
tiana. Desdeña las lenguas i las literaturas nacionales para
copiar servilmente las formas de una lengua muerta: si se
hubiese escuchado a los humanistas, los franceses i los ale-
manes se habrían hechos romanos, los cristianos se habrían
vuelto a los altares de Júpiter.*'
Este juicio apasionadamente severo contra la revolución
literaria iniciada al terminar el siglo XV, tiene, sin embar^^o^
alguna verdad. Un carácter particular de esta revolución
es que los hombres de ese edad miraban mas el pasado
que el porvenir. No se creian, como dice M. Duru\% bastan-
te fuertes por sí mismos, como se creerán sus sucesores. Si
abandonan los maestros que seguian hasta entonces, es
para buscar los maestros mas antiguos. Deseaban encon-
EL RENACIMIENTO *U1
trar otro mundo, no marchando hacia adelante, sino diri-
jiendo sus miradas hacia atrás. Como Colon, ellos creian
llegar a la tierra antigua; i en su camino encontraron una
nueva tierra.
La literatura quiso buscar ante todo las formas antiguas
tomando por modelo los grandes escritores de la edad clá-
sica, que no alcanzó a imitar. La poesía perdióla frescura.
Ja espontánea naturalidad de la délos siglos XII i XIII
para adaptarse a las formas castigadas i correcta de Virji
lio i de Horacio. La historia perdió la animación i colorido
de las buenas crónicas para imitar la gravedad de los his-
toriadores antiguos, para copiar sus discursos, sus retra-
tos i sus disertaciones. La erudición llevó mas lejos toda-
yx^t, a los escritores de esa época: muchos de ellos prefirieron
el latin a los idiomas modernos para ¡a composición de sus
ohras i hasta de su correspondencia epistolar, porque l.'i
opinión de la jen te ilustrada condenaba el empleo de la
lengua vulgar en las obras literarias. Era aquel un tiempo
de erudición i de culteranismo que perjudicaba ai talento
de los escritores. Sin embargo, sucedió al fin lo que acon-
tece siempre en literatura. Fueron los hombres que se hicie-
ron superiores a las ideas dominantes, los que desdeñaron
el espíritu de servil imitación, los que buscaron ante todo
la naturalidad i el libre vuelo de la imajinacion, quienes
c impusieron las obras notables i los que consiguieron ha-
cerse admirar de sus contemporáneas i de la posteridad. El
cardenal Bembo, erudito ilustre i protector poderoso de las
letras, recomendaba a Ariosto que compusiera su epopeya
en latin: si el poeta de Regio hubiese oido ese consejo, el
Orlando Furioso no serirf leido por nadie en nuestro tiem-
po, i su nombre apenas seria recordado por los eru-
ditos.
Si bajo este aspecto, el renacimiento puede ser censurado
en cierto modo por la crítica moderna, si la pasión exajera-
da por los escritores de la antigüedad clásica condujo los
espíritus a esas estravagancias, es preciso convenir en que
aquella revolución vino abrir nuevos horizontes a la inte-
.^12 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
lijencia i a desterrar las tinieblas de la edad media. Las
ciencias, faltas de todo método, marchaban a la ventura,
entregadas a prácticas supersticiosas. Las lenguas modernfi s
habian adquirido cierta frescura i cierta naturalidad, pero
carecian de elevación i de nitidez. Si la imajinacion, el buen
sentido i la alegría se dejaban entreveren los escritos tanto
en prosa como en verso, la trivialidad, la difusión, el mal
gusto empañaban los mejores libros. El estudio de la anti-
güedad, despertando primero el amor por la erudición, de-
sarrolló las facultades literarias, la imajinacion, el buen gus-
to i el criterio i mas tarde provocó el espíritu de libre exa-
men, la libertad del pensamiento i el principio esperimental,
como base única*de las ciencias i de la filosofía. Este espíritu
de discusión, aplicado desde luego a las cuestiones teolójicas
i relijiosas, aceleró la reforma del siglo XVI; i produjo después
la revolución científico moderna, cuyo primer representante
fué Copérnico. Copérnicío (14?73 — 1543) sacerdote polaco,
canónigo de la diócesis de Frauenbur fué, como se sabe, el
primero que demostró que el sol era el centro del sistema
planetario, i que la tierra no era mas que uno de sus satéli-
tes. Tras de este paso majestuoso en el progreso de las
ciencias de observación, se las ye abandonar la vieja rutina,
marchar con seguridad i fijat* por fin con Bacon i Descar-
tes el método científico que habia de transformarlo todo
en los tiempos modernos.
CAPITULO II.
fiiteratnra italiana
Siglo xyi. — 1. Epopeyas caballerescas. — 2. Pulci i Boiardo. — 3.
ArÍDSto. — 4f. Tasso. — 5. Otros jéneros poéticos: la poesía líri
caja poesía didáctica, la sátira. — 6. La trajedia i la comedia
7. Maquiavelo. — 8 Guicciardine i Pablo Jovio 9. La novela.
— Siglo xvii. — 10. Decadencia literaria. — 11. Marini i Filicaia.
— 12. La epopeya épico-burlesca, Tassoni. — 13. El drama. — 14.
Los prosadores: la historia. — Siglo xviu. — 15. Reacción lite-
raria. - 16. El teatro; Zedo i Mafíei. — 17. Metastacio. -18.
Godoni. — 19. Alfieri — 20 Poesía lírica: Casti.— 21. Prosado-
res.— 22. Beccaria i Filanguieri. — 23. Conclusión.
SIGLO XYI
1.— Después de un siglo de estudios clásicos, la Italia ini-
cia, como hemos visto, el renacimiento literario délos tiem-
pos modernos. Aunque según el espíritu de esta revolución,
el latín debia ser el lenguaje de las letras, de la poesía i de
la prosa, i aunquedesde mediados del siglo XV se hizo sentir
una verdadera irrupción de poetas latinos, algunos de los
cuales merecieron con justicia los aplausos que le tributa-
ron sus contemporáneos, la lengua vulgar fué, como debia
serlo, el idioma de la poesía del pueblo, ne los improvisado-
res que entonces pululaban en Italia, i el instrumento de
una poesía mas elevada que desplegó toda su riqueza i to-
do su vigor en el cultivo de la epopeya.
314 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
La epopeya caballeresca se inspiró en Italia en la cróni-
ca fabulosa de Cario Magno i de los doce pares, atribuida
al arzobispo Turpin. Pero sirviéndose del nombre de Tur-
pin para contar las historias mas maravillosas, cada autor
introdujo sin escrúpulos las invenciones i los caracteres que
le suministraba su imajinacion. La familia de Carlomagna
se modifica al antojo de cada cual, como se modifica tam-
bién la mitolojía caballeresca, revistiendo a los paladines
de pasiones i de sentimientos que los poetas anteriores no
les habian atribuido. En estos poemas, casi siempre el poe-
ta encuentra medio de emparentar con el gran emperador
o con sus famosos adalides al príncipe italiano que lo pro-
teje. Todos esos poemas tienen un aire de familia por la
incoherencia en el estilo, por la profusión de los detalles i
por las mismas fórmulas. El autor comienza cada canto
por algunas estrofas estrañas al asunto, por una oración
muchas veces, i lo concluye dirijiéndose a sus lectores para
pedirles su induljencia.
2.— Seria inoficioso el detenernos en algunas de esas cora-
posiciones, que, si bien dejan ver cierta imajinacion en los
detalles, no están marcadas por el sello de una verdadera
orijinalidad. Pero sin llegar todavía hasta Ariosto,el prín-
cipe de los poetas de este jénero, es preciso hablar de dos
que le abrieron el camino que aquel le habia de recorrer
con tanto brillo.
Luis Pulci (1432-1487), el menor de tres hermanos poe-
tas, cultivó la poesía en Florencia, su patria, en la corte de »
Lorenzo de Médicis, i compuso un poema justamente céle-
bre, que fué publicado enVeneciaen 1481 . Morgante el grande
( Margante maggiore), tal es el título de .la obra, es un poe-
ma cómico heroico en que se encuentran cuentos estrava-
gantes, pasajes Hcenciosos i burlescos al lado de la a)ta poe-
sía. El héroe verdadero no es el jigante,Morgante sino el pa-
ladín Orlando, que después de vencer a aquel en un combate
singular, lo bautiza i lo hace su escudero. La acción co-
mienza en el momento en que el noble caballero es desterra-
do de la corte por las intrigas del traidor Ganelon de Ma-
LITERATURA ITALIANA 315
í^uncia.ise termina en la batalla deRoncesvallcs, recomen-
cío una serie de areiituras maravillosas, de luchas contra
las serpientes, los jigantes i ios encantadores. En este poe-
ma, la burla mas franca está mezclada constantemente con
his ideas mas serias. Pulci se rie de todo, de Jas disputas
teolójicas. de algunas ceremonias relijiosas i hasta ciertos
]>asajes de la Biblia: pero aunque ostenta orijinalidad en
los detalles, se ha sujetado casi siempre a la mitolojía ca-
balleresca, de la cual toma los hechos principales i el carác-
ter de los héroes. La fina galantería de los paladines no se
deja entrever todavía.
El conde Mateo Boiardo íl4-34- — 14-94) fué todavía mas
orijinal. Hombre de estado en Fernfra, caballero rico, eru-
dito distinguido, Boiardo estudiaba i escribia sus versos
para distraer los ocios de una vida pasada en la opulencia.
Como Pulci, él tomó por héroe a Orlando, pero creándole
un carácter concebido bajo otro punto de vista, i llamando
su poema Or/anc/o enamorado. Antes de Boiardo, era aquél
un caballero valiente, pero brutal, leal i denodaflo, pero in-
diferente al amor. El poeta quiso hacerlo enamorado i creó
para él el tipo encantador de Anjélica, venida del reino de
Catai (la China) a la corte de Cario Magno. liai dos arro-
yos que tienen una grande importancia en el poema, el del
Amor i el del Odio. Anjélica bebe el primero, i se enamora
ardientemente de Reinaldo: Reinaldo bebe en el segundo i
concibe un odio violento por la princesa, que a su vez ins-
pira a Orlando un amor vehemente. De este modo, Reinaldo
huj'e constantemente de Anjélica, que lo persigue en todas
partes. Esta idea bastante feliz, que sirve de fondo al poe-
ma, está embellecida por episodios maravillosos, aventuras
i combates contra monstruos i jigantes. Los personajes se-
cundarios vienen a agruparse al rededor de aquel triunvi-
rato, ostentando cada cual un carácter propio, perfecta-
mente diseñado, i tomando parte en escenas llenas de ani-
mación i de colorido. Del mismo modo, al lado de la acción
principal, se desenvuelven numerosos incidentes en que bri-
lla la gracia i la imajinacion del ])oeta.
316 NOCIONES UB HI810RIA LITERARIA
Este poema compuesto de setenta i nueve cantos, quedó
inconcluso por muerte del autor i solo fué publicado en
1495. Un poeta florentino, Francisco Berni (1490—1536),
rehizo mas tarde el Orlando enamorado^ despojándolo de
las formas serias que Boiardo le habia dado, pero siguien-
do su acción canto por canto, con e¡ mas escrupuloso cui-
dado. Dejando a su an teces c:)r todo el mérito de la inven-
ción, Berni ha revestido sus ídeai con otro estilo mas ale-
gre, mas libre i mas armonioso.
3. — La obra de Boiardo produjo una grande admiración
en el siglo XV; pero ha (jucdado eclipsada por otro poema
caballeresco escrito para servirle de continuación. Quere-
mos hablar del Orlando furioso de Ariosto.
Ludo vico Ariosto (1474 — 1533), natural de Regio de
Módena, pasó su vida en Ferrara al lado de los príncipes
de la casa de Este. Después de haber estudiado la jurispru-
dencia, desempeñó algunos cargos públicos; pero su pasión
por las letras i por la poesía lo sustrajo casi completamen-
te de las otras ocupaciones. Compuso sátiras, elejías i uira
comedia; pero todas estas obras, aunque provistas de mé-
rito, le habrían asignado un lugar de poeta de segundo or-
den si no hubiera escrito su inmortal poema.
El Orlando furioso fue publicado por primera vez en
1516, si bien los seis ííltimos cantos no salieron a luz hasta
1532. Tres acciones f)rincipales se dividen el poema: 1^ los
amores i las hazañas de Rojerio i. de Bradomanta,cuyo ma-
trimonio forma el desenlace de la obra; 2^ la guerra imaji-
naria (jue los sarracenos hicieron a Cario Magno, i los es-
fuerzos de este emperador i de sus paladines para libertar
la Francia i la Europa de estos bárbaros; 3*^ el amor de Or-
lando por la insensible Anjélica, i la locura de aquel, a la
vez terrible i conmovedora, cuando sabe el casamiento de
esta reina con el hermoso Medoro. En medio de estas tres
acciones, que el autor lleva casi siempre de frente, nace una
multitud de incidentes maravillosos que se entrelazan sin
dañar el conjunto. Algunas veces el autor olvida su asunto
para contar una historieta que se le ocurre, después de lo
[JTBKATIJRA ITALIANA 317
cual se escusa de su distracción, i toma de nuevo el hilo de
su historia. Esos episodios burlescos o tristes, libres o seve-
ros, graciosos o terribles, están siempre encadenados con
grande arte. Como la epopeya caballeresca admite todos
los tonos, Ariosto ha podido dar un libre vuelo a su jenio
inventivo, siendo patético, heroico i cómico según las cir-
cunstancias que refiere. Describe sin cesar combates terri-
bles; pero siempre encuentra medios de variar hasta lo infi-
nito las descripciones que nos hace. "De ordinario, cuando
cuenta un hecho increíble, añade con gran naturalidad: **Yo
no lo habria creido: pero Turpin lo ha escrito i es menester
creerle'*; i aun entonces atribuye a la crónica fabulosa de
Turpin lo que ésta no dice. Los rasgos de la mas profun-
da ironía están sembrados con profusión en todo el poema.
Citaremos sólo dos. Astolfo hace un viaje a la luna a bus-
car la razón de su primo Orlando, i encuentra la suya i la
de muchas otras personas que hasta entonces habia creido
raui cuerdas. El ánjel San Miguel, enviado a la tierra para
buscar el silencio, se dirije a un convento de frailea donde
no encuentra mas que la discordia bullici(jsa. La variedad
de los personajes, de sus caracteres, de sus situaciones i de
las descripciones es infinita. Ariosto ha llegado a crear se-
res fantásticos que pueden considerarse reales, tan familia-
res son a nuestra imajinacion: tal es el caballo alado, el hi.
pógrifo, en el cual viajan Anjélica i Rojerio. Todos los tonos
del estilo son naturales al autor; su colorido, de una frescu-
ra estremada, se adapta a los cuadros i a los retratos mas
diversos. La versificación se distingue por la riqueza, la ele-
gancia, la armonía, i por un gracioso abandono que proba-
ria unaprodijiosa espontaneidad, si no se supiera que Arios-
to pulia i limaba sus obras con un cuidado verdaderamente
esquisito. En resumen, ningún poeta ha igualado a Ariosto
<n este jénero de epopeya, en que la imajinacion se dilata en
un campo mucho mas vasto que el de la epopeya puramen-
te heroica.
4. — Muchos otros poemas del mismo jénero aparecieron
por entonces en Italia, que si bien alcanzaron cierta boga,
318
NOCIONES DB HISTOIUA LITERARIA
ahora están casi olvidados. Tras de las epopeyas de Cario
• Magno i los doce pares, vinieron otras tomadas de asuntos
antiguos, sobre todo de la Uíada i de la Odisea. Hubo tam-
bién j)oemas del ciclo bretón sobre el rei Arturo i la mesa
redonda, en que la imajinacion italiana se desplegó libre-
mente creando nuevos f)etsonajes i aventuras maravillosas.
Bernardo Tasso (1493— 1 569), natural de Bérgamo i padre
del famoso poeta de este nombre, compuso el mas célebre
poema de este ciclo, Amadis de /*>anc/a,inntacion de la no
vela caballeresca de ese título, ostentando una imajinacion
rica en las descripciones, en las aventuras i en los caracte-
res, un estilo correcto, una versificación pura, noble i agra-
dable. Esa epopeya ocupa, sin embargo, un lugar secunda-
rio aliado del inmortal poema de Ariosto.
Pero el jenio italiano tenia otro campo no menos vasto
en (jue espaciarse, la epopeya hcroico-séria. Estefué el jé-
nero que llevó a la perfección Torcuato Tasso.
Este poeta, conocido con el nombre de el Tasso, nació en
1544, en Sorrento, en el reino de Ñapóles. Desde su niñez,
acostumbró su oido a la armonía poética aprendiendo de
memoria los versos de su ])adre. Dotado de una intelijcncia
precoz, sabia el griego i el latin a los nueve años, escribía
en verso i en prosa, i recibió poco mas tarde los tftulos de
doctoren teolojía, filosofía i jurisprudencia. A la edad de
diecisiete años, habia publicado en Venecia una epopeya
caballeresca en doce cantos, titulada Reinaido^que mereció
una favorable acojida; pero en lugar de descansar sobre sus
laureles, no pensó desde entonces mas que en una obra de
una grandiosidad mas seria i de un interés mas sólido. Dis-
traido algún tiempo de este trabajo por el tumulto de la
corte de Ferrara, donde lo habia introducido la protección
amistosa del cardenal Luis de Este, por una pasión secreta
hacia la princesa Leonor, hermana del duque Alfonso, por
un viaje a Francia cerca del rei Carlos IX, i por la publica-
ción de una encantadora pastoral, la Aminta^ el Tasso ter-
minó al fin, a principios del año 1575, el poema que lo ha-
bia hecho inmortal. Sea fatiga, sea disposición física, desde
LITERATIHA ITALIANA ÍUH
«sta época la salud del poeta sufrió una conmoción dolo ro-
sa i terrible que acabó |)or perturbar su juicio. Su imajina-
don se llenó de vanos terrores, de injustas desconfianzas.
Desde entonces su vida fué un tejido de aventuras, de difi-
cultades, de pendencias i de persecuciones que la tradición
ha cxajerado f|uizá. Después de azarosas peregrinaciones,
e/ Tasso fué encerrado en un hospital de locos en Ferrara
(lo89j, i retenido allí durante siete anos. Los sufrimientos
<Je su prisión han inspirado muchas veces la poesía moder-
na. Al fin la influencia de algunos príncipes i señores italia-
nos alcanzó la libertad del Tasso; pero su desgracia no ce-
só con esto. Vióse obligado a reccorrcr de nuevo varias
ciucJades de Italia, llevando una vida llena de azares i de
contratiempos. En Roma, bajo el pontificado de Clemente
Vlll^ se le preparaba una coronación triunfal en el Capito-
lio, semejante a la de Petrarca: la muerte lo sorprendió el
23 de abril de 1595, en un convento de R'^)ma, antes de la
^^^íremonia que se había dispuesto.
El Tasso ha escrito prodijiosamente: trajedias, come-
*^ias, sonetos, madrigales, discursos filosóficos, cartas fa-
miliares, refutaciones, apolojías; pero su mas hermoso
título de gloria es su gran epopeya, /eri/Se'í/en libertada, o
Tclacion semi-histórica i semi-romancsca de la primera cru-
zada, asunto cuya elección i cuya feliz ejecución lo acercan
a Homero, a Virjilio i al Dante. La acción comienza el dia
en que los cruzados van a plantar sus tiendas delante de la
ciudad santa, i acaba después de la gran batalla contra los
sarracenos de Ejipto. F*ero, en esta marcha noble i sencilla
de la epopeya, el Tasso ha sabido encuadrar una multitud
de episodios que enriquecen la acción principal sin debili-
tarla. El patético episodio de Olindo i de Sofronia, que se
declaran culpables de un robo que no han cometido para
salvar a los cristianos de Jerusalen, i que cuando están en
la hoguera para ser quemados vivos, son libertados por la
<^uerrera Clorinda; el amor romanesco de Tancredo hacia
esta ultima; la fuga de Herminia; los jardines de Armida;
el viaje descriptivo de los dos libertadores de Reinaldo; el
320 XOCIOXKS I»B HISTORIA T.ITflRARIA
combate de Tancredo i de Argante; i las maravillas de la
selva encantada son otros tantos pasajes, que, annque in-
dependientes a veces de la acción principal, encantan al
lector.
La narración de los combates, la descripción de los lu-
gares i el retrato de los caracteres, revelan gran riqueza
de imajinacion, i un notable arte de escritor. **EUTasso,
dice Voltaire, tiene tanto fuego como Homero en las bata-
llas, con mas variedad. Todos sus héroes tienen caracteres
diferentes; como los de la Ufada, i algunos de estos carac-
teres están mejor presentados, mas fuertemente descritos i
mejor sostenidos*'. Aunque en este elojio hai cierta exajera —
cion, no se puede dejar de reconocer que, cuando se ha leidf^-
\ajernsalen libertada, no es posible olvidar o confundir lo5=
caracteres. Argante es el feroz jigante asiático que une lav
insolencia i la brutalidad al vigor corporal i a la bravura.
Tancredo i Reinaldo son nobles paladines de la Edad Me
dia, valientes i enamorados, que vacilan sólo entre el amo^
a su dama i el amor a Dios, o mas bien, que unen ámbo^
sentimientos en un corazón fiel i sincero, Godofredo repre
senta a la vez el jeneral de ejército i el soldado piadoso qu^E
no ve en el fin de la cruzada mas que la corona de espinan.
Solimán, el sultán de Nicea, no es grande sino por su odio
contra los cristianos. Los caracteres secundarios están
trazados con igual maestría. Uno sólo hai ideal en el poema
Clorinda la guerrera, especie de amazona de la antigüedad.
Armida es la hada qne se deja impresionar por los encan-
tos de Reinaldo, i que nos muestra el lado hermoso de la
majia, mientras el encantador Ismen es el mal jenio que el
demonio suscita contra los cruzados, i que muere aplasta-
do por un golpe de ballesta. Mas prudente que sus antece-
sores i que algunos de sus contemporáneos, ha suprimido
esa monstruosa contusión de la mitolojía pagana i de los
milagros cristianos, conservando las hadas de la edad me-
dia, los encantos i las conjuraciones májicas.
A las bellezas que resultan del asunto mismo, el Tasso
ha añadido las gracias de un estilo siempre claro, armo*
LITERATURA ITALIANA 321
nioso i preciso, sin que esto escluya la riqueza i la vivaci-
dad en las imájenes i en la narración. Cuando el asunto
exije elevación, la lengua italiana abandona su suavidad
natural i toma en manos del poeta un carácter nuevo, lleno
de majestad i de fuerza.
5.— La gloria del Tasso eclipsó la de todos los poetas de
su tiempo, así como, medio siglo antes, Ariosto habia os-
curecido a sus contemporáne<js; pero tras de él, aparecie-
ron diversos ensayos épicos que hoi están casi olvidados.
El tiempo de la epopeya caballeresca habia pasado; i como
sucede casi siempre, después de lo serio, vino la parodia.
Nacieron entonces Igis burlas del carácterguerrero, desarro-
lladas en obras estensas; en que abundan las estravagan-.
cias mas grotescas de los paladines, descritas ordinaria-
mente de una manera vivíi i pintoresca.
Junto con estos jéneros, el jenio italiano habia cultivado
la poesía lírica i pastoral, el poema didáctico i descriptivo,
i la sátira. Las mujeres mismas no fueron estrañas fil mo-
vimiento literario de este siglo: algunas de ellas escribieron
versos agradables en el idioma vulgar, i aun en latin i en
griego, o se distinguieron por una ilustración tan variada
como sólida en literatura i en filosofía.
Lorenzo de Mediéis denominado el Magnífico (1448 —
1492), gobernador de Florencia, habia dado a la poesía
una protección i un impulso cuyas consecuencias se hicie-
ron sentir en breve. líl mismo escribió canciones, églogas i
poesías morales notables por la elegancia del estilo i la
fuerza de los pensamientos. Anjel Ambrogini, mas conocido
con el nombre de Píjliziano ( 1454—1494?), sabio universal,
filósofo por obedecer al gusto de su tiempo, pero poeta por
naturaleza, a los catorce años comj)uso en honor de Julián
de Mediéis, vendedor en un torneo, ciento cincuenta octa-
vas que son considerarlas todavía como una de las obras
maestnis de la lengua italiana. Poliziano, ademas, escribió
canciones populares, una pieza teatral sobre Orfeo, que es
estimada como el modelo de la prim^rra composición dra-
mática moderna, poesías griegas i latinas, i diversos tra-,
TOMO IV 21
822 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
tados sobre historia, filosofía i jurispradencia; Jacobo San-
nazar (1458— 1530), poeta napolitano, de oríjen español,
que escribia con la misma elegancia el latin o la lengua
vulgar, espresó sus' sentimientos patrióticos en sonetos
armoniosos, i mereció el nombre de Virjilio cristiano por
sus pastorales, que son modelos de elegancia i de suavidad.
Los otros poetas líricos italianos de esa época son inferio-
res a los tres nombrados,
La poesía didáctica i descriptiva tratólas materias mas
variadas. Cantáronse los misterios de la relijion i los su-
cesos mas memorables de su historia, las tradiciones de la
mitol ojia griega con la descripción de la residencia encan-
tada de los dioses del politeismo, los preceptos de la moral,
los principios de la medicina i de alquimia, i hasta las re-
glas de la gramática i de la métrica. En algunas de esas
obras, la imajinacion italiana brilla con todo su esplendor.
La alegoría es de ordinario bien conducida i las descrip-
ciones son ricas i armoniosas.
La sátira tuvo también en ese siglo distinguidos repre-
sentantes. La degradación política de la Italia en una
época de tanto esplendor literario, llevaba a las armas ese
amargo descontento que se manifiesta en las sátiras. En
este jénero, se distinguió Francisco Berni, de quien dijimos
mas atrás que habia dailo nueva forma al Orlando ennmo-
rfido de Boiardo. Aunque canónigo de la catedral de Flo-
rencia, i aunque dotado de un carácter suave i bondadoso,
atacó de frente todos los vicios i todos los estravíos de su
tiempo, conservando siempre la sonrisa en los labios,
como si el criticar no hubiese sido para él mas que una di-
versión i un simple pasatiempo. Las sátiras de Berni, frias
e indiferentes en apariencia, llevaban siempre un gran fon-
do (le malicia. Sus burlas, muchas veces crueles i persona-
Ios, no se detuvieron ni siíjuiera ante el mismo clero, íjue
aborrccia sistemáticamente. En una de sus sátiras, pre-
tendia (jue la peste era un bien, porque libertaba al hom-
bre, primero de morir rodeado de frailes, i en seguida de los
gastos de entierro. Esta tendencia del espíritu burlón fué
LITERATURA ITALIAÍÍA ^2^
mas lejos todavía. Francisco Molza (1489 1544), poeta
natural de Módena que escribía también indiferentemente
en latín e italiano, cantó la felicidad terrestre de los esco.
mulgados, que no tenían nada que ver con la corte de
Roma ni con sus adeptos.
Pero los escritores satíricos mas famosos de la Italia en
el siglo XVI fueron el Aretino i el Aríosto, cada uno en su
jénero. Pedro Bacci, natural de Arezzo en Toscana (1492-
1559), mas conocido con el nombre de Aretino, atrabilia-
rio como escritor i como crítico, panejirísta i calumniador,
mereció, sin embargo, el apodo de divino, que él mismo se
daba con una arrogancia inconcebible. Poseia injenio, íma
jinacion, delicadeza aun en sus estravíos mas vituperables
pero se le considera el tipo de los escritores dignos del des
precio universal. Sus obras son numerosas, i todas respí
ran la ironía mas amarga, todas pintan de color negro ei
siglo i sus mas negros personajes. El Aretino no perdona
ba anadie: amigos o enemigos eran sacrificados por los ace
rados filos de su pluma; i muchos grandes señores le paga
ban pensiones para escapar a sus burlas. La sátira de
Aretino era eminentemente orijinal: él no habia estudiado
los clásicos para imitarlos; pero habia tomado la sociedad
como se encontraba en su tiempo, con el libertinaje uni-
versal i el cinismo mas cómodo en las ideas políticas; i fre-
cuentemente, aun en medio de Ins mentiras i de las calum-
nias que respiran sus obras, se dejan ver tristes verdades
espuestas a toda luz con una enerjía terrible.
El Aretino poseia un carácter torcido i malo: el Ariosto,
por el contrario, era un buen hombre, que nimca tuvo hiél
en el corazón, i sí sólo algunas impaciencias. Hizo sátiras
como Horacio, pero con menos jénio filosófico, porque en-
contró mas de un defecto intolerable en la sociedad en que
vivia, porque tuvo por protector a un cardenal vanidoso i
prosaico. Hipólito de Este, que creía que el Orlando ena-
morado era sólo un conjunto de sonrisas mas o menos di-
vertidas, í por último, porque nunca gozó de esas ventajas
ílc la vida que aseguran la independencia del escritor. Por
324 MOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
lo demás, sus cuadros son fínos i espirituales, algunas re-
ces violentos, pero sin acritud. En sus sátiras, como en las
de casi todos los poetas de su siglo, los eclesiásticos, gran-
des o pequeños, los frailes i los cardenales, son las primeras
víctimas de las burlas.
6.— La poesía dramática alcanzó también en .italia en. el
siglo XVI cierto grado de esplendor. Habíase desarrollado
este arte allí mucho antes que en los otros paises de Euro-
pa. Desde el siglo XIV, los italianos tenian representacio-
nes dramáticas i poseian obras de cierto mérito. El drama
de entonces, sin embargo, con tenia todos los jérmenes de la.
trajedia, de la comedia, del drama pastoral, de la ópera^
misma. La pieza no tenia verdadera esposicion, ni intriga^
ni desenlace: se pasaba de una idea a otra con plena lícen —
cia, atropellando las reglas teatrales i las unidades griegas,^
A la época del renacimiento, las representaciones dramá-
ticas formaban la principal diversión de todas las cortes^
sin esceptuar la de Roma. León X hizo representar a su
costa la trajedia de Sofonisba que el Trissino le había dedi-
cado. Juan Jorje Trissino (14781550), caballero veneciano
que sirvió en diversas ocasiones como embajador del papa,
cultivó con talento la epopeya antigua i devolvió a la tra-
jedia toda la sencillez del teatro griego. Los coros resuci-
taron para ocupar la escena cuando por la marcha de la
acción, aquella debía quedar vacía, i para llenar el interva-
lo de los entreactos. La trajedia tuvo una acción bien des-
arrollada i caracteres diseñados con arte. Sofonisba es esa
orguUosa princesa de Numidia que bebe el veneno de Masi-
nisa para no dejarse amarrar al carro de triunfo de Esci-
pión.
Dado este impulso, la trajedia siguió su marcha de pro-
greso. Los asuntos griegos tratados por Sófocles i Eurípi-
des fueron imitados con regular acierto por los poetas ita-
lianos del siglo XVI, o se tomaron de ellos los caracteres
principales, las situaciones mas dramáticas para apli^^arlas
a otros asuntos. Pero luego nació un movimiento mas
orijinal todavía. Los poetas buscaron en la historia roma-
LITERATURA ITALIANA 325
1
na sucesos que la trajedia no había esplotado. El Aretino
tomó de Tito Livio el argumento de su Horacio, que trató
con toda la seriedad trájica, respetando fielmente la histo-
ria i manifestando en los detalles un gran conocimiento de
los usos civiles i relijiosos de la antigua Roma. Otros toma-
ron asuntos mas modernos: así el Tasso compuso el Tor-
rísmundo, trajedia romanesca basada sobre los amores
desgraciados de este rei de los godos con una hija descono-
cida de un rei de Noruega. En todas las piezas de esta úl-
tima especie, se desplega libremente el talento lírico de los
poetas italianos; pero su acción es violenta, terrible, recar-
gada de pasiones desenfrenadas i de crímenes atroces, que
nos recuerdan las mayores exajeraciones del romanticismo *
moderno.
La comedia no habia existido en Italia antes del siglo
XVI mas queenfel estado de farsa o de pantomina. En
esta época de renacimiento, los escritores fueron a buscar
sus modelos en la antigüedad clásica. Las comedias de
Planto i de Terencio fueron estudiadas i aun representadas,
ya traducidas al italiano, ya en latín. En esta escuela se
'ornió una pléyade de autores cómicos tan notables por el
talento como por la inmoralidad. El primero en orden cro-
nolójico fué el cardenal Bernardo de Dovizio de Bibbiena
(14'701520), que hizo representar delante de León X su
Calandria, comedia divertida por la intriga i por lo grotes-
co de los caracteres, pero excesivamente libre por el argu-
mento i por el lenguaje.
El Ariosto cultivó también este jénero imitando a Plan-
to i a Terencio. Sus comedias son menos libres en la espre-
sion que la del'cardenal Bibbiena, pero no son menos inmo-
rales. A pesar de esto, es todavía uno de los autores cómi-
cos mas aplaudidos en Italia por lo picante de la intriga,
por la animación del diálogo, por la soltura i claridad, que
no tienen iguales en la poesía italiana. Ademas, pocos es-
critores han tenido en el mismo grado que el Ariosto el don
de pintar los caracteres, los vicios i las .ridiculeces de los
hombres.
.-(26 NOCIONBH Dfl HISTORIA LITERARIA
Al lado de éstos, la Italia del siglo XVI contó muchos
otros autores cómicos de mas o menos injenio, que fueron
aplaudidos por sus contemporáneos. Deberemos citar sólo
a dos de ellos. El Aretino, tan famoso por sus sátiras, com-
puso también cinco comedias en que ha bosquejado bien al-
gunos accidentes de las costumbres de su siglo. El otro es
Nicolás Maquiavelo, de cuyos escritos políticos e históricos
hablaremos mas adelante. Entre las obras dramáticas de
éste, se distingue la Mandragora, comedia licenciosa, cuya
intriga es hábilmente dirijida i cuyos caracteres son traza-
dos con la mas franca alegría. Esta pieza, que es considera-
da por algunos críticos como la mejor del teatro italiano,
fué representada con aplauso en la corte de LeonX. Es una
sátira amarga de los charlatanes, de los abogados i hasta
de los frailes; empañada por la libertad de la espresion i de
algunos incidentes de su fábula.
La comedia no pasó mas lejos en el siglo XVI después de
las obras de Maqniavclo, del Ariosto i del Aretino: perma-
neció estacionaria como la trajedia en el punto a que se
habia elevado. Es menester llegar al siglo siguiente para
encontrar una verdadera innovación en el jénero dramá-
tico.
Sin embargo, no se puede dejar "pasar desapercibido e|
drama pastoral, cuyos primeros ensayos pertenecen a la
edad media, pero que hizo revivir con nuevo ardor el estu-
dio de las literaturas clásicas, i en especial, de las obras de
Teócrito i de Virjilio, en la época del renacimiento. Las pri-
meras obras de esta clase fueron églogas dialogadas, frias
i pesadas, en que se morían dos o tres personas en medio
de largas elejías i tle tristes lamentaciones, en que el mérito
del estilo no suplia la falta de pasión, en que las ninfas de-
sempeñaban el primer papel i en (¡ue se presentaban los
pastores como las víctimas del amor, pero sin in^pimrel
interés. El Tasso, (|uc ya se habia hecho célebre en otros
jéneros, quiso crear al drama pastoral un brillante destino,
i compuso la Aminta Í1573).
lista obra es el modelo de ese estilo delicado i gracioso,
LITERATURA ITALIANA 327
i de ese jénero literario mui poco natural que estuvo tan en
boga en el siglo XVI. Su argumento es sencillo i suplan
está fácilmente desenvuelto, Amjrntas (i no Aminta como
decimos nosotros), nieto del dios Pan, ama a Silvia, nieta
del rio que baña aquella comarca (los alrededores de Ferra-
ra). Ellos han pasado junto su juventud, nunca se han se-
parado; pero el dia en que Amyntas declara su amor, Silvia
ofendida lo destierra de su presencia. Sin embargo, aquél
tuvo ocasión de salvar a Silvia délas violencias de un viejo
sátiro; pero la pastora, tan pronto como se ve libre, i siem-
pre indiferente al amor, huye al bosque, Amyntas recibe la
falsa noticia de que Silvia ha sido devorada por los lobos:
la desesperación se apodera de él, i va a precipitarse de lo
alto de una roca. Cuando Silvia sabe la muerte de su aman-
te, se enternece, corre en su busca para rendir al cadáver el
último tributo; pero encuentra a Amyntas en medio de los
pastoresque lo vuelven a la vida, porque un zarzal lo habia
detenido en su cairla, i sólo estaba desmayado. Silvia lo
colma de caricias; i el himeneo asegura la felicidad de am-
bos pastores. El éxito de la Aminta fue preparado por la
situación de la sociedad italiana, que queria descansar de
las sangrientas ajitaciones en la representación de las esce-
nas campestres; pero provino principalmente de la estrema-
da elegancia del estilo, de la variedad de los jiros i de las
imájenes, i de ese corte fácil i armonioso de sus versos desi-
guales. El cielo, la luz de los paisajes italianos, animan,
alumbran esta encantadora composición, en que el poeta
ha encontrado el arte de vaciar con una naturalidad per-
fecta i con un talento maravilloso los pasajes,mas agrada-
bles de los poetas pastorales de Grecia* i de Roma. La tra-
ducción de la .lm//7¿a en verso castellano hecha por Juan
de Jáuregui, es consicl;írada clásica, a pesar de cierto ama-
neramiento que le ha hecho perder una parte de la natura-
lidad del orijinal.
La misma delicadeza de estilo se encuentra en el Pastor
fído (el fiel pastor) de Juan Bautista Guarini. poeta ferra-
^res (1537—1612; i rival del Tasso. Su argumento está to-
328 NCCIONB8 DB HISTORIA UTBRARIA
mado de una leyenda de la antigua Grecia. Una ninfa olvi-
da los votos de amor que ha hecho a un joven pastor, sa-
cerdote de Üiana:esta diosa castiga aquella falta enviando
a la Arcadia una peste atroz que la desoía. El oráculo, a
quien consultan los arcadios aterrorizados) declara que la
ninfa debe ser sacrificada por ese mismo sacerdote. La víc-
tima avanza hacia el altar; pero el sacrificador, siempre
enamorado, en vez de herirla se da la muerte a sí mismo: la
ninfa en medio de la desesperación, se inmola sobre el cadá-
ver de su amante. Guarini ha complicado esta acción por
medio de numerosos incidentes, i la ha adornado con dan>
zas, pantomima i canto, alargando su pieza hasta darle
siete mil versos. En realidad, su obra no tiene mas de pas-
toral que el carácter de los personajes i debería mas bien
ser clasificada como un drama trájico. A pesar de su féilta
de naturalidad en algunos incidentes i de cierta sutileza de
estilo, esta obra contiene trozos de una rara belleza, que
no han podido ser imitados por los numerosos escritores
que, después del Tasso i de Guarini, han querído cultivar
en Italia la comedia pastoral.
7. — La prosa italiana no hizo menores progresos en
aquel siglo. Aunque el estudio de las lenguas antiguas es-
tuviera estendido en toda la península, i aunque la im-
prenta multiplicase con gran prodigalidad las obras de la
edad clásica i el latin fuera por mucho tiempo el idioma
de las letras i de las ciencias, la lengua vulgar seguia ga-
nando terreno, i acabó por suplantarlo. Esta revolución,
mui lenta en sus primeros pasos, quedó casi completamen-
te consumada a mediados del siglo XVL No solamente se
usaba el italiano en los escritos, sino que se compusieron
grandes tratados sobre la excelencia de esta lengua i sobre
los medios de usarla con ventaja.
El mas célebre de los prosadores de ese tiempo i uno de
los mas famosos que haya producido la Italia, es Nicolás
Maquiavelo (Nicolo di Machiavelli). Nació en Florencia
en 14G8 de una familia cuyos miembros habian ocupado
altos empleos en su patria, Maquiavelo desempeñó eleva-
LITERATURA ITALIANA 329
dos cargos í sirvió treinta i dos legaciones cerca de varios
príncipes. AI lado de éstos, i particularmente en la corte
deCéfar Borjia, pudo conocer de cerca las perfidias, las
maldades i los crímenes de que se componia el arte de rei-
nar. Comprometido en Florencia en una conjuración que
fué descubierta i sofocada por la facción opuesta (1512)»
apresado i torturado por orden de los Médicis, Maquiave-
lo sufrió estas pruebas terribles con un valor heroico, sin
descubrir los nombres de sus cómplices. Puesto en liber-
tad, pasó el resto de sus dias en la pobreza i en el retiro,
escribiendo las obras que lo han hecho famoso. Maquiave-
lo murió en 1527.
La mas conocida i la mas célebre de las obras de Ma-
quiavelo tiene por título Tratado del Príncipe, En ella ha
consignado todas sus reflexiones sobre el gobierno abso-
luto, i constituye, por decirlo así, el código de la tiranía
mas infame e inmoral. Enseña, en efecto, como un usurpa-
dor hábil, que no está contenido por ningún principio de
moral, puede consolidar su poder no considerando los gru-
pos sociales mas que como combinaciones de intereses
contrarios i de cálculos egoistas, en que la autoridad co-
rresponde de derecho al mas fuerte, es decir, al mas malo i
al mas hipócrita. ¿Participaba el autor de estas opiniones
inmorales, señalaba sólo hechos conocidos de su tiempo,
o hacia la crítica disimulada de la política de su siglo?
••Dudamos, dice Lord Macaulay que haya en la historia li-
teraria un hombre tan jeneralmente odioso como el de Ma-
quiavelo. Las espresiones que se emplean de ordinario para
designarlo, parecen implicar que ha sido el tentador, el
mal espíritu, el revelador de la ambición i de la venganza,
el inventor orijinal del perjurio, que antes de la publica-
ción del Príncipe, su obra fatal, no hubo jamas ni un hi
pócrita, ni un tirano, ni un traidor, ni una virtud finjida,
ni un crimen utilitario. En efecto, es casi imposible a los
que no están instruidos en la historia i en la literatura de
Italia, el leer sin horror i sin estupefacción el célebre tra-
tado que ha traido tantos ataques al nombre de Maquia"
. B30 NOCIÓN iQ8 DE HISTORIA LITBRARIA
velo. La ostentación de una perversidad tan desnada i, sii
embargo, tan poco vergonzosa, la atrocidad fría, juiciosc
reducida a ciencia, parecen ser de un demonio mas bie
que de un hombre, aunque éste fuese el mas depravad
de los hombres. Los principios que el malvado mas endt
recido osaria apenas invocar por una reticencia delant
del mas esperimentado de sus cómplices, o que no ^e con
fesaria a sí mismo sin disfrazarlos bajo algún sofisma ate
nuante, son profesados sin el menor circunloquio, i toma
dos por axiomas fundamentales de toda la ciencia política
No es, pues, singular que los lectores vulgares considercí
al autor de tal libro como la mas depravada i la mas dea
vergonzada de las criaturas humanas. Pero los hombre
prudentes se sienten inclinados a mirar de cerca i con ui
ojo desconfiado a los ánjeles i los demonios que se forja 1í
muchedumbre; i en el caso que nos ocupa, diversas circuns
tancias han conducido aun a los observadores superficiale
a poner en tela de juicio la decisión del vulgo. Es notorii
que Maquiavclo fué durante toda su vida un celoso rcpu
blicano. El mismo año en que compuso su manual del art
de reinar, sufrió la prisión i la tortura por la causa de lai
libertades públicas. Parece inconcebible que el mártir de h
libertad haya podido convertirse deliberadamente en após
tol de la tiranía. Por esto, muchos autores eminentes har
tratado de descubrir en esta obra desgraciada un sentid c
oculto, mas conciliable con el carácter i con la conducta de
autor, que el sentido que se revela a primera vista'*. Se ha
pretendido que Maquiavelo, íi\ paso que enseñaba a los
príncipes a constituirse en tiranos, enseñaba también a loa
pueblos a desembarazarse de la tiranía; pero es probable
que el célebre escritor no tuvo otro propósito que el de re-
ducir a axiomas la política de su siglo, perversa i desleal,
(|iie autorizal)a los mayores crímenes para llegar a un fin
<kscadí), (|ue sacrificaba al individuo, su fortuna, su vida i
lia.«í:ta su honradez, para alcanzar la prospei^iilad de! estíido
a la del príncipe.
Maquiavelo ha escrito también sobre muchas otras ma-
LITERATURA ITALI ' NA 331
tenas, aparte de su correspondencia diplomática que tiene
un grande interés para la historia de ese siglo. Sus Discur-
sos sobre Tito Livio, donde estudia las causas de la gran-
deza de los romanos i de la debilidad de otros pueblos, ma-
nifiestan una erudición profunda, un juicio seguro, una
singular fuerza de espíritu para jeneralizar, i un gran cono-
cimiento del corazón humano. Su Historia de Florencia es
una obra maestra de claridad i de elegancia en cuanto al
<stilo, i de crítica histórica respecto a los pensamientos,
a pesar de su odio sistemático al poderde los papas. El au-
-tor se ha ocupado menos de las guerras esteriores que de
los movimientos interiores i de sus perturbaciones demo-
cráticas. Por último, en su Arte de //i guerra, escrito en for-
ma de diálogo, Maquiavelo ha enseñado a la posteridad la
manera cómo peleaban los soldados del siglo XV, con una
multitud de pormenores de un alto interés histórico.
8.— La reputación de Maquiavelo ha eclipsado la de los
otros escritores políticos de su siglo; pero como historia-
dor, tuvo un rival poderoso en Francisco Guicciardini, si
no en la profundidad filosófica i en el vigor para reproducir
]a verdad con unas cuantas pinceladas, a lo menos por el
arte literario, por la claridad de esposicion i por el estudio
prolijo i concienzudo de los hechos.
Nacido en F'lorencia en 1482, Guicciardini fué en su ju-
ventud profesor de jurisprudencia, desempeñó mas tarde
una misión diplomática cerca del rei de Espfiña i varios
cargos políticos i militares por orden de diversos papas, i
pasó sus últimos años en el retiro, consagrado a poner en
orden sus recuerdos i a escribir la obra que lo ha hecho in-
mortal, La fí/.síor/a de Italia de Guicciardini comienza en
1494 con la invasión de los franceses bajo Carlos VIII, i
termina en 1584. Está dividida en veinte libros, de los cua-
les los dieciseis primeros son de un mérito superior. La
muerte sorprendió al autor en 1540, antes de haber revisa-
do los cuatro últimos. A esta circunstancia debe atribuirse
el que aquella obra famosa circulara manuscrita durante
332 NOCIONB8 DB HISTOBIA LITBRARIA
mas de veinte años sin alcanzar los honores de la im-
presión.
Concebida i ejecutada sobre el plan i según el método de
los antiguos, la historia de Guicciardini abunda en retra-
tos bien dibujados i en discursos de una prolijidad a veces
fatigosa, pero donde se encuentran rasgos elocuentes, pen-
samientos nuevos i profundos, imájenes verdaderas i pal-
pables que hacen olvidar que el autor se sustituye al perso-
naje que pone en escena. Verídico, imparcial hasta el punto
daño paliar ningún hecho histórico, trata a la corte de
Roma, a la cual servia, con la misma libertad que a sus
enemigos. Al revés de Maquiavelo, Guicciardini se muestra
siempre amigo de la humanidad i de la justicia, enemigo de
los abusos del poder soberano, vengador de la virtud opri-
mida por la arbitrariedad, filósofo ilustrado, político hábil,
republicano prudente. Su estilo, a veces nervioso i enér-
j ico, a veces vivo i rápido, siempre correcto, armonioso i
elegante, cautiva i encanta al lector.
Al lado de esos dos grandes maestros en el arte de escri-
bir la historia, figura sobre otros muchos un escritor de
mérito distinguido, cuyas obras son leidas con interés. Pa-
blo Jovio (Paolo Govioj, eclesiástico natural de Como
(1483-1552), i protejido alternativamente por los mas no-
tables personajes^ nacionales o estranjeros que intervinie-
ron en los negocios de Italia, escribió en latin varias obras
i entre ellas una historia jenenil de su tiempo i muchos elo-
jios biográficos de contemporáneos suyos. Reconociendo
el buen método de su plan, la claridad i elegancia de su es-
tilo, i la abundancia de las noticias que consigna en sus
obras, se debe censurarle la parcialidad con que ha ensal-
zado a los protectores que le pagan sus elojios i denigrado
con sus sátiras a los que se mostraban poco jenerosos.
9. — Eneljénero novelesco, volvemos a encontrar toda-
vía a Maquiavelo. Una novela suya titulada Belphegor, es
una sátira de las mujeres en jeneral, i de la suya propia en
particular, según se dice. Como todas sus obras, ésta está
escrita en un estilo vivo i brillante i con una elegancia que
LITBRATUKA ITALIANA 333
la ha hecho colocar en el número de los textos clásicos de la
lengua.
En jeneral, la*; novelas italianas del siglo XVI, se distin-
guen por la orijinalidad a veces estravagante de la fábula,
i con frecuencia por la purera del estilo; pero se ostenta
también en casi todas ellas una licencia desmedida en los
sucesos que se narran i hasta en el lenguaje. Cintio Giral-
di, médico i poeta ferrares (1504-1575). i Sebastian Erizzo,
anticuario veneciano (1522-1585), quisieron moderar por
su ejemplo la libertad de la mayor parte de los íiovelistas;
pero tuvieron pocos lectores en medio de la corrupción je-
neral. Shakspeare tomó mas tarde del primero de ellos el
argumento del Ótelo, al cual dio nueva vida en su drama
inmortal. Las únicas novelas que estuvieron exertas de
ese defecto fueron las que pertenecen al jénero trájico. De
este número es Romeo i Julieta de Luis da Porto, poeta i
novelista nacido en Vicencio en 1485, que, tratando un
asunto basado en una antigua tradición, preparó también
una acción que ha inmortalizado el mismo Shakspeare.
SIGLO xvii
10. — La literatura italiana del siglo XVI habia sido la
mas rica i la mas brillante de toda la Europa. Desde prin-
cipio del siglo siguiente, comienza a percibirse una sensible
decadencia política. Aunque el papel de los diversos esta-
dos que componian la península fué en cierto modo pasivo
desde que principiaron las guerras de Italia, hubo siempre
algún movimiento en las luchas sostenidas por Venecia i
por los papas para arrojar fuera a los bárbaros, Pero des-
de que las armas decidieron definitivamente quién seria el
señor, desde que la dominación absoluta de la España no
encuentra rivales ni contradictores en el Milanesado, en
Ñapóles i en Sicilia, el espíritu pú])lico desaparece, i la pos-
tración literaria cunde con gran rapidez.
Aun en los estados que escaparon a la dominación, pero
nó a la influencia española, las letras no tenian mas por-
334 NOCIÓN B8 DB HISTORIA LITBRARIA
vemir. En Venecia, la tiranía del consejo de los diez, con
su sistema de prohibición universal, hacia imposible todo
desarrollo literario. En Florencia, los últimos Mediéis»
fieles a sus tradiciones de familia, protejian aun las artes
i las ciencias; pero su protección no se atrevía a luchar con
el poder de la inquisición, i tuvo que limitarse a las cien-
cias o a las bellas artes. Los Médicis no ptidieron salvar
a Galileo del poder de los inquisidores, que lo obligaron a
abjurar su herejía astronómica (1533). Las familias de
los otros príncipes italianos habían decaido tanto que ni
aun podian ejercer ese patronato literarrio, último resto de
su soberanía.
11. — Los poetas italianos de esta época de decadencia
que se inicia en los últimos años del siglo XVI i que se es-
tiende hasta mediados del siglo XVIII, son conocidos en la
historia literaria con el nombre de secentisti (seiscientis-
tas),del número 1600, que ha pasado a designar la falta de
gusto.
El primero de estos poetas por orden cronolójico tuvo
algo de mas varonil que sus contemporáneos. Gabriel Cliia-
brera, nacido en Savona a mediados del sig'o XVI i muerto
en 1637, pasó su larga vida consagrado al cultivo de la
poesía, i escribió cinco poemas caballerescos, muchas come-
dias destinadas a tener acompañamiento de música i que
son las primeras en este jénero, i tres volúmenes de poesías
líricas en que está fundada su re[)utacion. Abandonando
las huellas trazadas por Petrarca, la canción i el soneto, se
hizo nuevo remontando en su imitación en busca de mode-
los mas antiguos, Píndaro i Anacreon. Los imitó en efecto
algunas veces con felicidad; pero se reprocha a su estilo mu-
cho arte i rcl)uscamiento.
Viene en seguida Juan Bautista Marini (1569-1625), el
héroe de esta época de decadencia, a (juien Sismondi llama
el gran corruptor del gusto de los italianos. Nacido en Ña-
póles en el seno de una familia acomodada, Marini se sepa-
ró (le su padre, que quería dedicarlo a la carrera del foro,
pasó a Roma i en seguida a Saboya, donde cultivó libre-
LITERATURA ITALIANA 335
mente la poesía, al mismo tiempo que desempeñaba algu-
nos cargos públicos. Engolfado en querellas de oríjen lite-
rario, pero que alguna vez pusieron en peligro su vida, Ma"
rini se trasladó a Francia, donde la reina Maria de Médicis
lo tomó bajo su protección.
Dotado de un verdadero talento i de una facilidad mara-
villosa, puso una versificación feliz, un estilo vivo i pinto-
resco al servicio de una imajinacion sin freno; i los contem-
poráneos acabaron por creer con él que mientras mas se
alejaba el escritor de la naturalidad mas se acercaba a la
verdadera poesía. Ademas de un gran número de madriga-
les i de sonetos, Marini escribió un poema con el título de
Adónisy que le valió la mayor parte de su celebridad, i que
es un resumen de sus cualidades i de sus defectos. Se encuen-
tran en é\ los recuerdos de la mitolojía griega mezclados a
las leyendas jermánicas. El Amor, irritado contra su ma-
dre, hace venir del fondo de la Arabia al hermoso Adonis,
íKl cual ella se enamora perdidamente. Marte, celoso del re-
cien venido, se confabula con una hada maléfica que se roba
a .-Vdónis. Este, sin embargo, vuelve al lado de la diosa,
ptro muere en la caza como lo hace morir Ovidio, bajo el
diente de un jabalí. La exajeracion en el estilo, las figuras
ampulosas, los juegos de injenio i de palabras, i sobre todo,
la falta de naturalidad, son los defectos que empañan esta
obra, en cpie, sin embargo, se encuentran las verdaderas
dotes de insjJracion i una agradable armonía en la versifi-
cación. A pesar de todo, Marini gozó largo tiempo de una
gran nombradía. Sus admiradores dieron a ese estilo afee,
tadf; el nombre de marinesco. En Francia i en España, se le
tributó un verdadero culto, (|ue en realidad no prueba gran
cosa en favor del gusto entonces reinante. Cuando Marini
volvió a Italia, obtuvo un triunfo a su |)aso por Roma, i al
fin murió en Ñapóles rodeado de elojios i de respe co.
Los aplausos tributados a Marini produjeron, como de-
bía esperarse, un gran número de imitadores que gozaron
tambierí en su tiempo de una alta reputación en toda Ita-
lia. Pocos fueron los poetas que conservaron la tradición de
336 NOGIONBS DB HISTORIA LITBRARIA
la sencillez i del buen gusto, o que lloraron la decadencia
moral i política de la patria con acentos dignos de este
grande asunto. A este número pertenece el Florentino Vi-
cente Felicaia (1642-1707), el mas noble, el mas moral i el
mas patriota de los poetas italianos. Muchas de sus obras
tienen por objeto la Italia decaída de su antiguo esplendor;
pero las mas justamente célebres canean las victorias de los
cristianos sobre los turcos que habian sitiado a Viena i que
fueron derrotados por el rei de Polonia, Juan Sobieski.
12. — La literatura italiana del siglo XVII es mui rica en
poemas didácticos. Diversos poetas cantaron la filosofía
moral, el arte de la navegación, el cultivo de la seda, i has-
ta los principios de la versificación. Pero entre todas las
obras poéticas de alguna estension, son las epopeyas bur-
lescas las mas justamente célebres.
La mas famosa de todas es el Cubo robado (la Secchia
rápita) de Alejandro Tassoni. Nacido en Módena (1563) i
muerto en 1635, Tassoni desempeñó en su patria impor-
tantes destinos i escribió varias obras, de las cuales el poe-
ma mencionado es la mas famosa. El asunto está tomado
de lino de los recuerdos históricos de Módena.
En una de las numerosas guerras del siglo XIII, los mo-
deneses penetraron a mano armada en Bolonia i tomaron
un cubo qué encontraron atado a la cuerda de un pozo ea
meíjio de la ciudad, llevándi)lo al campanario de la cate-
dral de Módena, donde lo conservaron hasta el siglo XVII
como un trofeo militar. Sobre este asunto, mui favorable
para la burla, el poeta ha escrito doce cantos épicos, en que
ha sabido aplicar con buen éxito, el estilo heroico a los ob-
jetos mas lijeros i mas ridículos, i mezclar lo grotesco a lo
serio. Tassoni, no contento con celebrar todos los inciden,
tes burlescos a que da lugar este asunto, introduce también
a los dioses del Olimpo, que se interesan en tomar parte en
la guerra accediendo así a las súplicas de los belijerante*S;
pero aquellos aparecen en la escena revestidos de un carác-
ter grotesco (jue da a la obra un sabor especial. Dotado de
un espíritu injenioso i sin hiél, de una graciosa facilidad, de
LITERATURA ITALIANA 337
una alegría Hjera, i empleando una versificación cuidada, el
poeta casi hace olvidar algunas trivialidades de su obra i
ciertos pasajes poco noble. Al lado de ella, los otros poe-
mas burlescos italianos compuestos en ese mismo siglo, ca-
ái son desconocidos.
13. — La comedia italiana de esta época deja ver también
los síntomas de la decadencia literaria. No hablamos aquí
de la ópera o drama en música, cuyo primer ensaN'o fué re-
presentado en 1594., i que tomó gran desarrollo en el siglo
siguiente. En jeneral, las comedias italianas de este tiempo
compuestas con el solo objeto de agradar al populacho, no
se elevaron mas allá de la farsa, en que los puntapiés i los
golpes que se dan los personajes ocupan el primer lugar. El
gusto de lo estraordinario i de lo maravilloso rompia toda
unidad en la acción aun en las piezas serias. Veíanse en
ellas monstruos, combates, muchedumbres de pueblo, ca-
rros que corrian en la escena tirados por caballos verdade-
ros, en fin, todos los resortes que en nuestro tiempo ha
puesto en juego la escuela romántica.
14-.— Esta afectación literaria, ese falso brillo que con
tanto anhelo buscaban los poetas, invadió también la ora-
toria i casi todos los jéneros en prosa. Los prosadores bus-
caban ante todo los efectos de palabras, los pensamientos
rebuscados i sorprendentes, los jiros inesperados; pero hubo
algunos de ellos que, apartándose cuando era posible de ese
mal camino, dejaron obras duraderas. Vamos a ocuparnos
lijeramente de' tres de ellos.
Galileo Galilei, nacido en I^isa en 1564, enseñó las mate-
máticas en Florencia i en Padua, inventó curiosos instru-
mentos de observación, tales como el péndulo i el telesco-
pio, i cultivó las ciencias aplicando a su estudio el método
esperimental. Así fué como llegó a probar la verdad del sis-
tema planetario de Copérnico, quien medio siglo antes ha-
bía anunciado que la tierra jiraba al rededor del sol. No es
éste lugar (le referir las persecuciones que estos descubri-
mientos atrajeron a Galileo, ni la retractación que se vio
obh'gado a hacer para recobrar su libertad. Juzgado sim-
TOMO IV 22
338 NOCIONBS DB HISTORIA LITERARIA
plemente como escritor, el sabio materna tico se recomienda
por la pureza del estilo, por una elocuencia fácil i llena de
gracia, i por un gran vigor de raciocinio cuando combate
los errores de los pretendidos sabios que en pleno siglo
XVII vivían aun enredados en las discusiones escolásticas
Es notable entre otra piezas una estensa carta en que re-
fiere el proceso que se le siguió en Roma para obligarlo a
abjurar sus errores astronómicos. Galileo murió en Floren-
cip en 1641, el mismo año que nació en Inglaterra Isaac
Newton, uno de los mas portentosos injenios que la ciencia
haya producido.
Enrique Caterino Dávila, aunque descendiente de una fa-
milia española, nació en los alrededores de Padua en 1576.
Habiendo pasado a Francia de mui corta edad, sirvió en la
corte de Catalina de Médicis, i después en el ejército de Enri-
que IV, i tomó parte en casi todas las guerras civiles que
mantuvieron ajitado a aquel pais en la última parte del si-
glo XVI. De vuelta a Italia, i después del prolijo estudio
de todos los documentos, escribió una minuciosa Historia
de las guerras civiles de Francia de 1559 a 1598. Aunque
falto de fuerza i de gusto por el excesivo refinamiento. Dá-
vila escribe con elegancia i rapidez, cuenta los sucesos con
orden, con claridad i con buen método, i juzga los aconte-
cimientos i los hombres con una gran frialdad i bajo cierto
punto de vista filosófica que revelan al discípulo aventaja-
do de Maquiavelo. Dávila murió asesinado en Verona en
1(331.
Pedro Sarpi (15521623), mas conocido con en el nom-
bre de I"ra Paolo (juc él mismo se dio al abrazar la vida
monástica, era un fraile veneciano famoso por su ciencia i
por las escentricidades de su carácter. Sarpi es conocido
]>articularmente por una Historia del Concilio de Trento,
obra notable |)or la manera orijinal de esponer los hechos,
de anudarlos i de juzgarlos, por la elección de los materia-
les, 1 por un estilo claro, nutrido i agradable, pero escrita
con espíritu manifiesto de hostilidad a la corte de Roma, lo
íjue a veces daña a la rectitud del juicio del autor, i lo que
LITERATURA ITALIANA 339
ha hecho creer que éste profesaba secretamente ideas calvi-
tiistas. Para refutar esta obra, el cardenal Pallavicino
< 1607*1667) escribió otra historia del mismo concilio nota-
ble por el grande acopio de documentos i noticias i por el
^rte con que las ha coordinado.
SIGLO XVIII
15.— La literatura italiana habia ejercido una grande in-
fluencia en Francia duranteel siglo XVII, en el siglosiguien-
te, fué al contrario la influencia francesa la que predominó
en Italia, e introdujo en ella las ideas filosóficas que enton-
ces ocupaban todos los espíritus. Ya los italianos habian
tratado de operar una reacción contra la escuela de Mari-
ni, para volver a la lengua su elegante sencillez. La reina
Cristina de Succia, después de haber abdicado su corona,
se habia establecido en Roma, i en 1690, reunió en el pala-
cio de Corsini una sociedad de sabios i de literatos con el
nombre de Arcadia romana. Sus miembros, hombres i mu-
jeres, eran inscritos con un nombre de pastores griegos, i al
principio concurrian a las sesiones con el traje de pastores
de Arcadia. Para corresponder a su título, los arcades cul-
tivaron esclusivamente la poesía pastoral; i en breve no se
vio en toda la Italia mas que poetas bucólicos que aumen-
taban de una manera sorprendente las églogas, los idilios i
ios sonetos, perdiendo al cabo toda orijinahdad. Pero si es-
ta sociedad no se distinguió mucho por las obras que pro-
dujo, prestó grandes servicios depurando el gusto, i volvien-
do al estilo la sencillez que habia perdido. La influencia
francesa vino en breve a consumar esta revolución.
Esta influencia de la escuela filosófica no se hizo sentir
solamente en las ideas sino también en el estilo. Los auto-
res itaHanos tomaron de ella la elegante precisión; el jiro
natural, vivo i feliz de la frase, i fueron hasta aumentar su
propio idioma con numerosos neolojismos. Compusiéron-
se entonces ademas grandes trabajos de crítica sobre la len-
gua, que demostraron su valor intrínseco i las ventajas
340 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
de la naturalidad para dar brillo i realce en los pensa-
mientos.
No fué menor la importancia de esta revolución por 1í>-
que toca al fondo de las grandes obras que entonces se com-
pusieron, Juan Baustista Vico, filósofo napolitano (1664 —
1744), fundó en Italia la filosofía de la historia, buscándole
una base indestructible en el estudio de la sociedad, i pro-
bando que el escepticismo razonado es uno de los medios
mas seguros de investigación. Estos estudios aplicados por
algunos hombres de un mérito sólido, produjeron en breve
una notable literatura histórico filosófica.
16. — La revolución se hizo sentir en el drama antes que
en cualquier otro jénero de bella literatura. La ópera, com-
puesta de drama i de música, estaba por esto mismo es-
puesta a dejenerar. En efecto, a principios del siglo XVIIL
la música habia dominado de tal suerte que la parte litera-
ria había sido completamente sacrificada. Apostólo Zeno
(1568 — 1750), literato veneciano de una inmensa erudición,
emprendió una reforma que se creia necesaria; i aparte de
muchas otras obras de diferentes jéneros, escribió sesenta i
tres piezas dramáticas, trajedias, comedias, óperas, etc.
Admirador de los griegos i de la trajedia francesa, trató de
asuntos griegos según el método clásico de los grandes
trájicos franceses. Aunqne mui poco orijinal de ordinario,
i aunque ha revestido de cierta monotonía los asuntos que
trata, Zeno puede considerarse como el iniciador de la re.
forma en el arte dramático.
Casi en la misma época, otro poeta de grande ilustración
también, Escipion Maffei (1675 — 1755), caballero noble de
Verona, autor de algunas obras históricas i de un tratado
crítico sobre el teatro, compuso una trajedia que hizo gran-
de impresión en toda Italia. La Mérope, tal es su título,
tiene por objeto probar que un asunto trájico no necesita
del amor para interesar a los espectadores. El autor ha
descuidado algo la forma esterior de su obra, i ha multipli-
cado los acontecimientos haciéndolos confusos e inverosí-
miles; pero estos defectos están compensados por el interés
LITERATURA ITALIANA 341
siempre creciente que exita entre los espectadores una an-
siedad continua.
17.— Los nombres de Zeno i de Maffei, aunque familiares
todavía para los literatos, han perdido mucho de su popu-
laridad aun en la misma Italia. No sucede lo mismo con
otros tres poetas dramáticos, que consumaron la revolu-
ción literaria. Queremos hablar de Metastasio, de Goldoni
i de Alfieri.
Perí) Antonio Trapassi, mas conocido con el nombre de
Metastasio, que él mismo se dio ^ nació en los estados de
la iglesia en 169S, de una familia de artesanos; pero reci-
bió una esmerada educación bajo el amparo de un podero-
so protector, que al fin le dejó en herencia toda su fortuna.
Desde mui joven, Metastasio cultivó la poesía dramática
con jenio fecundo, imajinacion lijera i sensibilidad delicada.
Brilló poco en el jénero trájico, que era el que estimaba
mas; pero no tiene rival en el drama lírico, que elevó a la
mayor altura a que ha alcanzado jamas. Colmado de
aplausos en Italia i en Francia, vivió, sin embargo, en la
corte de Viena, donde los 'emperadores Carlos VI i José II
lo honraron con los favores mas distinguidos a que haya
podido aspirar literato alguno, sin perder por un instante
su modestia i su sencillez habituales. Allí murió en 1782,
a la edad de ochenta i dos años.
Metastasio ha dejado, ademas de un gran numero de
idilios, de elejías i de sonetos, sesenta i tres trajedias líricas
u óperas, doce oratorios o melodramas sagrados, cuyos
1 El nombre de Trapassi significa cambio. El poeta tradujo
«sta palabra en griego i se llamó Metastasio. Este jénero de va-
riación de nombres no ha sido raro entre los literatos i los sabios
europeos después del renacimiento. Gerardo Kaufmíinn, célebre
jeógrafo alemán (1512—1594?) cuyo apellido significa mercader^ lo
tradujo al latin i se llamó Mercator, con que es justamente cono-
cido por haber inventado una proyección orijinal para la cons-
trucción de las cart«s jeográficas. El famoso Erasmo de Roter-
dam, uno de los mas ilustrados sabios de la época del renacimien-
to (14-67-1536), tomó este nombre del griego, traduciendo a este
idioma su nombre Desiré, que significa De^eado
342 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
asuntos son tomados regularmente de las sagradas escri-
turas, i cuarenta i ocho cantatas, poemas cortos compues-
tos de recitados i de canto, en que el recitado espone el
asunto i el aria cantada espresa el sentimiento que ese
asunto hace nacer. "La reputación de Metastasio, dice el
famoso crítico alemán Guillermo Schlegel, ha oscurecido la
de Apostólo Zeno, porque proponiéndose un mismo objeto»
aquél tuvo un talento mucho mas flexible i supo doblegar-
se mejor a las conveniencias de la música. Una pureza per-
fecta en la dicción i una gracia i una elegancia sostenida
han hecho mirar a Metastasio por sus compatriotas como
un autor clásico, i por decirlo así, como el Racine de la Ita-
lia. Tiene sobre todo una suavidad encantadora en los
versos destinados al canto. Jamas poeta alguno ha poseído
quizá en el mismo grado el don reunir en un estrecho espa-
cio los rasgos mas conmovedores en una situación pato-
tica. Los monólogos líricos, al fin de las escenas, son la
espresion armoniosa mas concisa i mas exacta a la vez, de
una disposición del ánimo. Es menester, sin embargo, con-
venir en que Metastasio no pinta las pasiones mas que bajo
colores mui jenerales, no da a los sentimientos del corazón
nada que pertenezca al carácter individual ni a la contem-
plación universal. Así, sus piezas no son concebidas vigo-
rosamente..: Cuando se han leido algunas se las conoce a
todas. Es menester, sin embargo, no ser mui severo: lo?,
héroes de Metastasio son galanes, es verdad: sus heroinas
llevan la delicadeza hasta la exajeracion; pero quizá no se
ha censurado esta poesía afeminada, sino porque no se
pensaba en la naturaleza de la ópera."
18. — Carlos Goldoni, el mas célebre poeta cómico de Ita*
lia, nació en Venecia en 1707. Arrastrado por una inclina-
ción irresistible hacia el arte dramático, desdeñó las diver-
sas carreras a que quiso dedicarlo su padre i se contrajo
sólo a trabajar para el teatro. Dotado de un espíritu sagaz
i observador i de una fecundidad verdaderamente prodijio-
sa, Goldoni compuso cerca de ciento cincuenta piezas. La
gran variedad de los asuntos que trata le ha suministrado
LITERATURA ITALIANA 34i^
la ocasión de poner en escena todas las clases de hombres
desde la jente de corte hasta el populacho, i de represen-
tarlos tales como eran en su país i en su tiempo. Ya son
escenas domésticas, familias pintadas en el interior; ya es-
tados de la sociedad i de los hombres públicos, representa-
dos en sus funciones; i ya caracteres particulares sea de
hombres, sea de mujeres en situación que los hacen resal-
tar; éstas son las mas numerosas, porque la comedia de
carácter era el objeto principal de sus trabajos. Goldoni
no se limitó sólo a este retrato de las condiciones sociales:
puso también en escena a algunos hombres célebres en las
letras, como Terencio, Moliere i el Tasso, con los rasgos
jenerales que pueden convenir a todos los hombres de esta
clase i las pasiones a que están sujetos o que se suscitan a
su alrededor, i con los rasgos-particulares del carácter i de
la vida del grande hombre que se exhibe en el teatro.
Se ha llamado a Goldoni el Moliere italiano; i en efecto
ha llevado a cabo en el teatro italiano una revolución se-
mejante a la que consumó el gran cómico francés, reem-
plazando las farsas burlescas por verdaderas comedias de
intriga i de carácter. Sin embarí^jo, no tiene ni el jenio ni
la fuerza de concepción de Moliere, a quien habia tomado
por modelo, i que sin duda le sujirió los medios de abrir
un nuevo camino a la literatura cómica italiana. Goldoni,
por otra parte, componía sus obras rápidamente, i esta
rapidez ha dañado con frecuencia a la pureza de su lengua-
je por el empleo de espresiones impropias i de jiros vicio-
sos.
Estos defectos le acarrearon críticas amargas e injustas
de algunos de sus compatriotas. Sus piezas fueron paro-
diadas, al mismo tiempo que se le hacia una guerra cruel
de epigramas. Goldoni no pudo soportar estos ultrajes i
se retiró a París, donde murió en 1791, después de treinta
años de residencia fuera de su patria.
19. — La trajedia, abandonada por la ópera hasta el tiem-
po de Maffei, hizo desde entonces vigorosos esfuerzos para
salir de su postración. Los grandes trájicos franceses del
344 KOCIONBS DB HISTORIA LITBRARÍA
siglo XVII fueron los modelos de los poetas italianos. Víc-
tor Alfieri, nacido en Asti en el Piamonte en 1749, quiso
innovar todavía, i lo consiguió añadiendo a la poesia un
jénero nuevo de trajedia. Después de una juventud tempes-
tuosa i disipada, se decidió a los veinte i seis años a reco-
menzar sus estudios, buscando en ellos los elementos para
consumar una reacción contra las ideas literarias predo-
minantes, que eran nacidas de la escuela clásica francesa.
Su vida inactiva i desaplicada, se hizo de repente laborío
sa. En menos de siete años, compuso catorce trajedias i
escribió muchas otras obras tanto en prosa como en verso.
Ha tomado el asunto de sus trajedias ya de la mitolojía
griega, ya de la historia romana o de los acontecimientos
modernos.
Alíieri poseia un carácter altivo, elevado, violento, impa-
ciente, i un instinto de independencia que le hacia aborre-
cer toda especie de servidumbre i de despotismo. Desplegó
todas esas cualidades en sus piezas, e inspiró esos mismos
sentimientos a sus propios personajes, lo que los hace de
ordinario uniformes. Concibió un sistema dramático en-
teramente contrario al de Metastasio, en el cual encontra-
ba mucha molicie: quiso dar a la trajedia esa dignidad que
le habian dado los griegos, consagrándola a los intereses
(le su siglo í de su pais para rejenerar por medio de ella al
pueblo italiano. Imitador, casi a su pesar, del teatro clá-
sico francés, se somete a la lejislacion clásica mas rigorosa
por lo que toca a las unidades dromáticas. Sencillo en la
construcción del drama, casi no admite los golpes de esce-
na, las sorpresas, los reconocimientos inesperados. Elo-
cuente i vigoroso en las pasiones fuertes, habla rara vez
al corazón, i es mas orador que poeta. En sus manos, la
trajedia queda reducida a los personajes importantes: Al-
fieri proscribe los personajes subalternos, los confidentes
ociosos, los amores inútiles. De este modo la acción está
mas condensada, pero también hai mayor sequedad, i los
soliloquios se multiplican. El diálogo es rápido i preciso,
el estilo varonil i sin adornos, el ritmo grave i severo, la
LITERATURA ITALIANA 345
dicción algunas veces dura i de un laconismo pretencioso.
Alfieri trabajaba con una gran constancia estudiaba i pu-
lia sus obras con particular esmero; i cuando la muerte lo
sorprendió a los cincuenta i cuatro años de edad, en 1803^
ysi dejaba un material considerable que le ha asegurado su
reputación en la historia literaria de Italia.
20. — Al lado de estos grandes poetas, figuraron en Italia
muchos otros de menos mérito, sin duda, pero que poseian
un verdadero talento i que gozaron de una gran re])uta-
cion. Cantaron a veces asuntos serios, pero en jeneral
preferían para sus versos accidentes ordinarios de la vida,
la burla de un avaro, la muerte de un perro querido, etc.
Era aquel un siglo de improvisadores en que la poesía era
considerada jeneralmente como objeto de diversión i de
placer, a pesar de los esfuerzos de algunos hombres que
I>ensaron convertirla en un instrumento de moral i de ele-
vación.
El mas notable de estos poetas lijeros fué el abate Juan
Bautista Casti, nacido en 1721 i muerto en 1803. Alumno
primero i después profesor de un seminario, Casti viajó
mas tarde por casi toda la Europa, i mereció la protección
de varios soberanos, i particularmente de Catalina de Ru-
sia i del Emperador de Alemania José II, que le aseguró
una considerable pensión vitalicia. Casti escribia en verso
con una facilidad verdaderamente maravillosa, aunque de
ordinario con poca elevación. Compuso novelas galantes
en el jénero de Bocaccio, pero mas licenciosa todavía, dos
óperas cómicas, una parodia de la conjuración de Catili-
na en que Cicerón es el héroe cómico, i una gran cantidad
de sonetos sobre asuntos lijeros i con frecuencia licencio-
sos. Cien de ellos tienen por objeto hacer la burla de un
acreedor, verdadero o finjido, a quien debia algunas mo-
nedas. Pero su obra capital es un poema heroico, cómico,
los Animales parlanteSy que ha gozado de cierta nombra-
día. No es otra cosa que la fábula esópica desarrollada
^n poema regular, dirijida sobre todo contra las cortes i
los cortesanos. Esta alegoría poética i satírica es orijinal i
346 N0C10B8 DB HISTORIA LITERARIA
divertida, bien que demasiado prolija i escrita en un estilo
con frecuencia flojo, que deja traslucir la improvisación.
Este gusto por la poesía lijera produjo, como debia es-
perarse, la protesta de algunos críticos de un mérito dis-
tinguido; pero a pesar de todo, el espíritu de burla rápida
i superficial fué uno de los caracteres distintivos de la poe-
sía lírica italiana del siglo XVIII.
21. — Los prosadores italianos de este siglo fueron mas
bien eruditos que literatos. Pedro Giannone, abogado na-
politano (1676—1748), escribió una prolija historia del rei-
no de Ñapóles; pero mas que a la relación de los aconte-
cimientos interiores, se contrajo al estudio de las leyes i
de las costumbres del reino i a todos los puntos que tienen
relación con la constitución civil i eclesiástica. Su obra
es mucho mas notable por la investigación que por el arte»
Luis Antonio Muratori, sabio modenes (1672 — 1750), es-
tudió la historia de Italia con una gran laboriosidad, re-
copiló todos los escritores antiguos desde el año 500 has-
ta el de 1500, facilitando de esta manera los trabajos de
los que después se han consagrado a la investigación de
la historia italiana, i compuso por fin los Anales de Italia^
obra estensa i prolija que se estima mucho por su impar-
cialidad i por su exactitud.
Lo que Muratori habia hecho con la historia civil, lo
ejecutó con la historia literaria otro escritor igualmente
erudito e igualmente investigador. Jerónimo Tiraboschi,
nacido en Bérgamo en 1731 i muerto en 1794, compuso
una monumental Historia de la literatura italiana, que
comienza en la historia de los etruscos i se detiene a fines
del siglo XVI I. A pesar de haber anunciado que queria es-
cribir sobre la literatura i no sobre los literatos de Italia»
Tiraboschi se estiende sobre la biografía de los autores res
tituyendo a cada cual sus obras aunque sean desconoci-
das o anónimas, determinando las fechas precisas, i dis-
cutiendo con grande erudición algunos puntos de historia
literarin intrincados i oscuros; pero entra poco en el exa-
men de las obras, no hace conocer sus opiniones i su mé-
LITEUATURA ITALIANA 347
rito relativo, i nunca presenta un juicio que sea propio al
historiador. La obra de Tiraboschi es por esto mismo un
arsenal inmenso de excelentes materiales; que serán estu-
diados por todos los que deseen conocer a fondo la litera-
tura italiana; pero no puede considerarse como una verda-
dera historia literaria.
22. — No terminaremos esta rápida reseña de los prosa-
dores italianos del siglo XVIII sin hablar de dos que, aun-
que inspirados por las ideas filosóficas francesas, supieron
posesionarse de ellas i dar a sus obras el sello de una ver-
dadera orijinalidad por la elevación de sus ¡deas i por el
talento i el vigor con que fueron espuestas. Hablaremos
de Beccaria i de Filangieri.
César Bonesana, marques du Beccaria, nació en Milán
en 1738 i murió en 179+. Fortificado con buenos estudios
filosóficos i después de haberse señalado como periodista,
publicó en 1764 un Tratado de los delitos / de las penas,
libro pequeño, pero que señala el principio de una revolu-
ción completaen materia de lejislacion penal. En esta obra,
Beccaria estaca ardorosamente las preocupaciones mas
arraigadas, condena los procedimientos secietos, la tortu-
ra, los suplicios atroces; declara inútil i bárbara la pena
de muerte, pide la abolición del apremio personal, la pro-
porcionalidad de las penas a los delitos, i la separación
dei poder judicial i del poder lejislativo. Este libro, obra
de un corazón sensible i jeneroso, inspirado, como ya he-
mos dicho, en las doctrinas filosóficas francesas, no descue-
lla verdaderamente por su orijinalidad, pero está escrito
con precisión i con vigor, i produjo en todas partes un ar-
doroso entusiasmo entre las almas liberales i bien inten-
cionadas, como también acarreó al autor numerosos ene-
migos entre los partidarios del réjimen vicioso i corrompi.
do que comenzaba a desplomarse. Fué necesario la inter-
vención de poderosos protectores para libertar a Beccaria
de injustas persecuciones.
Cayetano Filangieri, nacido en Ñapóles en 1752, i muer-
to en 1788, debe su inmensa reputación a una obra publi-
348 NOGIONBS DE HISTORIA LITERARIA
cada en los últimos años de su vida con el título de Cien-
cia de la lejislacion. Trata en ella de las reglas jenerales de
la lejislacion universal, de las leyes políticas i económicas,
de las leyes criminales, de la educación, de las costumbres,
de la instrucción pública, i por último, de las leyes relati-
vas a la relijion. **E1 amor a la verdad i al progreso, dice
Mr. Villemain, que distinguia a Beccaria i a los otros filó-
sofos italianos, obedeciendo a la influencia francesa del si-
glo XVIII, se encuentra con mas elocuencia en Filangieri.
Lejislador filantrópico, piensa que la filosofía debe refor-
mar las naciones que los gobiernos son demasiado lentos i
demasiado tímidos en sus reformas. La Ciencia de la lejis-
lacion es un libro hecho de carrera por un hombre dema- .
siado joven, para una nación demasiado joven también,
pero lleno de un sentimiento jeneroso i puro, i de verdades
practicables. No se limita a describir las leyes existentes,
sino que no piensa mas que en reformar. Son mui sabias,
sobre todo las que propone respecto de las le\'es crimina-
les. Filangieri critica vivamente la constitución política de
Inglaterra, cosa estraña en una época es que casi todos los
filósofos presentaban como modelo de buen gobierno al
gobierno ingles* \
23.— Los trastornos que la revolución produjo en Italia,
el espíritu militar i las ideas de libertad que ella despertó,
las aspiraciones a la unidad que han sido la consecuencia,
han tenido, como era natural, un grande influjo en la lite-
ratura italiana. En el lenguaje, el partido de los puristas
tuvo una tendencia pronunciada a libertarse de las locu-
ciones francesas, i a remontar a la frente nacional de Dante
i de los otros escritores. En poesías se trabó una lucha en-
tre los clásicos que quedaban fieles a las tradiciones mito-
lójicas, i U s románticos a quienes el conocimiento de las
literaturas inglesa i alemana, habia abierto horizontes nue-
vos. Los puristas han triunfado; pero los estados sucesi-
vos de opresión i de revuelta, de desaliento i de excitación
política porque ha pasado la Italia hasta nuestros dias,
no han dejado a los espíritus bastante calma para adhe*
literati:ka italiana 349
rirse fuertemente a las cuestiones literarias, i la querella
entre los clásicos i los románticos están aun por deci-
dirse.
Estas diversas escuelas han producido escritores de mu-
cha distinción. Así al lado de los puristas i de los clásicos
se ha colocado Vicente Monti, poeta dramático ferrares
(1754-1828) cuyas obras son notables por la nobleza de
los caracteres, la enerjía de los sentimientos i la sencillez
de la acción, al mismo tiempo que por la elegancia, la
armonía i la poesía del lenguaje. A la misma escuela per
tenecen otros dos escritores igualmente distinguidos. Hugo
Foseólo i Silvio Pellico. El primero, natural de la isla de
Zanta (1776— 1827), es menos conocido por sus trajedias,
imitadas de Alfieri, que por sus trabajos de crítica sobre
los grandes escritores italianos de la edad media, i por
sus Ultimas cartas de Jacobo Ortiz^ imitación vigorosa del
Werther de Goethe. Silvio Pellico, poeta i literato pia-
montes (1788— 1854-), autor de siete trajedias, de varias
poesías i de un tratado de moral {Los deberes)^ es célebre
sobre todo por un libro pequeño {Mis prisiones), en que re-
fiere los sufrimientos de nueve años de cautividad por de-
litos políticos con una sencillez conmovedora i con la sua-
ve resignación de un mártir que no ha concebido ningún ,
odio contra sus perseguidores.
La escuela romántica puede exhibir representantes no
menos distinguidos. Kl mas famoso de todos es Alejandro
Manzoni, poeta i novelista milanes nacido en 1784 i muer-
to en 1873, autor de dos trajedias, de muchas poesías,
entre las que descuella un canto elejíaco a la muerte de
Napoleón, i de una novela, Los desposados, cuadro bri-
llante, animado i concienzudo de las costumbres i de la
historia del siglo XVII en el norte de Italia. Al lado de él,
se ha formado una falanje de poetas i de novelistas nota-
bles por su talento ardiente i vigoroso.
La historia ha sido cultivada en el siglo XIX con tanto
cuidado como buen éxito. A parte de algunos sabios que
han hecho las mas prolijas investigaciones, debemos ter-
350 NOCIONES [>B HISTORIA LITERARIA
minar esta rápida reseña consignando el nombre de César
Cantú, fecundo escritor milancs nacido en 1805. Poeta i
novelista, es ademas autor de una notable Historut Uni-
versal i de otra Historia de los Italianos, frutos ambos de
una estensa I variada instrucción i de un talento fácil i
metódico para combinar i distribuir los materiales.
^l^^&í^ i^.í^-1^;
CAPITULO III.
Literatura española.
'^■^^ »Lo XVI.— 1. El renacimiento en España. — 2. Boscan i Garcilaso.
— 3. Frai Luis de León i Fernando de Herrera. — 4. Oríjenes
del teatro español. — 5. Primeros autores conocidos. — 6 La
epopeya: Ercilla. —7. Poesía didáctica; Céspedes. — 8. Novelas
caballerescas. — 9. Novelas pastorales. — 10. Novelas picares-
cas.— 11. Historiadores; Hurtado de Mendoza i Mariana. —
12. Escritores políticos i místicos — Siglo xvii. — 13. Miguel
de Cervantes Saavedra. — 14. Pon Quijote. — 15. Algunas opi-
niones a que ha dado lugar esta obra. —16. Lope de Vega. —
17. Calderón. — 18. Otros autores dramáticos; Tirso de Moli-
na, Alarcon, Moreto i Roja». — 19. Poetas líricos; Rioja i los
Arjensola.— 20. Quevedo. — 21. Góúgora: el culteranismo.—
22. Los historiadores; Solis, Moneada i Meló— 23. Conside-
raciones jenerales sobre la edad de oro de la literatura espa-
ñola.—Síglo XYiii.— 24 Influencia de la literatura francesa so-
bre la española.— 25. Iriarte i Samaniego.— 26. Meléndez Val-
des, Jovellanos, Cien fuegos i Moratin.— 27. Prosadores; Peijóo
e Isla — 28. Conclusión.
SIGLO XVI.
1. — El siglo Xv^ fué para la España una época de erudi-
ción, casi de adoración por la antigüedad. Junto con !a
influencia que ejercieron los poetas italianos del siglo XIY,
comenzó a hacer sentir la suva la literatura clásica latina,
que al fin alcanzó un verdadero culto en toda la sociedad
852 • NOCIOXB8 DB HISTORIA LITERARIA
ilustrada. Antonio de Lebrija, conocido comunmente con
el nombre latino de Nebrissensis ^ (1444 — 1522), fué, pue-
de decirse así, el iniciador de este movimiento. Después
de diez años de estudios en Italia, aquel célebre erudito je-
neralizó en España el conocimiento del latin entre los ca-
balleros i aun entre las mujeres de la alta sociedad. La
reina Isabel i su hija Juana estudiáronla lengua de Cice-
rón i de Virjilio. Otros eruditos, italianos en su mayor par-
te, comunicaron nuevo impulso a este renacimiento.
Constituida politicamente por la unión de Aragón i
Castilla, i |K)r la conquista del reino moro de Granada pro-
tejida por la inquisición contra las convulsiones suscitadas
por la reforma, i por los triunfos de Carlos V, sobre los
comuneros contra las rebeliones interiores, la España se
vio libre de revueltas i pudo contraer todas sus fuerzas a
dilatíir sus dominios en Italia i en el nuevo mundo.
A la sombra de este estado de cosas, se desarrolló la li-
teratura española a principios del siglo XVI; pero casi to-
dos sus jéneros sufrieron la influencia italiana. La conquis-
ta (le Ñapóles i del Milanesado inició a los es¡)añoles en el
conocimiento de las artes i de la literatura italianas. En
el siglo precedente, Dante i Petrarca no habian sido cono-
cidos en Castilla mas que de lejos: bajo Carlos V i durante
los reinados siguientes, la P^spíiña entera, puede decirse así,
fué en cierto modo a admirarlos en su propia patria.
2. — Los iniciadores de la revolución que colocó la poesía
castellana en la huella abierta por la Italia, fueron Bosciii
i Garcilaso de la Vega.
Juan Boscan Almogader (1485—1543) era un caballero
natural fie Barcelona. Repudiando su lengua nativa, la ca-
talana, se ejercitó desde su juventud en escribir versos cas-
tellanos en el estilo i en las formas usadas en el siglo XV.
1 La ciudad de I^ebrija, en Andídiicía, era llamada Xebrissa
por los romanos. Como este escriior latinizó su ihombre, se dcci.i
Antonio Nebrissensis; de donde resultó el hábito vulgar de llamar-
lo Nebrija en lugar de Lebrija.
LITERATURA ESPAÑOLA 353
Habiendo conocido en Granada a Andrés Navagiero, em-
bajador de Venecia i hombre docto en materias literarias,
éste lo persuadió a que adoptase el endecasílabo italiano i
a que introdujese en la lengua de Castilla el soneto, la can-
ción i las otras formas de poesía lírica usadas en Italia.
Esta conversación, referida por el mismo Boscan, produjo
el efecto de cambiar las formas déla poesía de todo un
pueblo. La primera tentativa tuvounéxito inesperado. Los
versos de Boscan, aunque notables por la corrección i la ar-
monía, carecen de colorido i poseen cierta rudeza que los ale
ja del modelo que el poeta se propuso imitar. Aunque Bos-
can escribía por mero pasatiempo i sin pretender el título
de reformador, sus poesías ejercieron una grande influencia.
Garcilaso de la Vega, descendiente de una de las familias
mas ilustres de España, nació en Toledo en 1503 i sirvió
en los ejércitos de Carlos V en Italia, en Alemania i en
África. En la desgraciada campaña del eniperador a Pro-
venza, Garcilaso fué muerto de una pedrada a la edad de
33 años en el asalto de una torre que defendia un puñado
de paisanos. Sin estudios clásicos verdaderamente serios i
ayudado sólo por su talento i por su gusto, Garcilaso saca
de repente la poesía española de su infancia, la hace mar-
char por las huellas de los antiguos i de los modernos mas
célebres, i adornándola con las gracias i con los sentimientos
tomados en su propia alma, le da un lenguaje puro, elegan-
te i armonioso. Sus obras se reducen a treinta i siete sone-
tos, cinco canciones, una epístola en el jénero lijero, i tres
í'stensas églogas que fueron representadas en diversas oca-
siones. Son estas últimas las mas aplaudidas de sus obras.
"Sus bellos pasajes, dice Quintana, corren de boca en boca
por todos los que gustan de pensamientos tiernos i de
imájenes apacibles; i si no es el mas grande poeta castella-
no, esel mas clásico a lo menos, el que se ha conciliado mas
aplausos i m^s votos, aquel cuya reputación se ha mante-
nido mas intacta, i que probablemente no perecerá mien-
tras haya lengua i poesía castellanas. Los estranjeros le
llaman el Petrarca español."
TOMO IV 23
354 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
Esta revolución iniciada por Boscan i Garctlaso no
consumó sin oposición. El antiguo sistema conservó p ^^_r-
ti larios, entre los cuales se distinguen Cristóbal del C ^^^ s-
t¡llejo(1494? — 1576), autor de algunas comedias de po^cz^o
mérito, pero poeta satírico notable por la gracia i la na.fc u-
ralidad. En las que escribió contra los petrarqaistas, EJm.sí
llamaba a Boscan i a Garcilaso, comparaba la novedad m ^•
troducida por éstos en la poesía castellana a las predic^ -^" •
ciones de Lutero; i haciendo comparecer a aquellos en ^^
otro mundo ante el tribunal de Juan de Mena, de Jor;;iJ^
Manrique i de otros poetas anteriores, ponia en hocRC^^
éstos la condenación terminante de la nueva poesía.
3.— El impulso dado por Garcilaso fué seguido por otrrr:^^
injenios de su tiempo, pero todos mui inferiores a él. Pai^ — ^
encontrar un escritor en que el arte haga algún progreso ^
en que se noten lo^ acentos inspirados i sublimes que con^^-
tituyen la verdadera poesía lírica, es preciso buscarleen frz. ai
Luis de León.
Nacido en Granada en 1527, Luis de León entró m^m^ji
joven en un convento de agustinos de Salamanca, fué prcí^-
fesor de teolojía en la universidad de esta ciudad i se ^ra »t
jeó una gran reputación como comentador de la Bibli^ri.
Denunciado al tribunal de la inquisición por una esplic*^'
cion del sentido místico del Cántico de los cánticos, sufrió
uña penosa prisión de cinco años, durante los cuales ^^
tramitó un proceso cjue al fin dio por resultado la declara*
cion (le su inocencia. Vuelto al goce de su libertad i al Cl^'
sempefio de sus cátedras, frai Luis de León fué provine! -^^'
(le su orden i murió en 1591.
Este ilustre relijioso escribió algunos tratados ascética ^^
n()tal)lcs por la |)¡e(lad cristiana i por la pureza de la (1"5 '^'*
cion i tradujo o imitó muchos salmos de David i las cltI ^^ ^
gas (k- A'irjilio; pero es famoso sobre todo como j)(»et -^
Alma j)ura, elevada, enérjiea, frai Luis de León une a eí^ti ^
dotes una razón vigorosa i una imajinacion ins|»iratl£::^
Alimentado en la lectura de la Sagrada Escritura, toin
de ella sin í|uererIo sus golj)es mas vigorosos. Uniendo
'i.
LITERATURA ESPAÑOLA 355
a meditación asidua de la Biblia el estudio de la antigüe-
3ad profana, se ha propuesto a Horacio por modelo, i mez-
rla con orijinalidad a los movimientos líricos del poeta pa-
cano la suavidad del cristianismo. En Horacio aprendió a
;cr sencillo en la espresion de los' mas altos pensamientos,
grande sin énfasis, natural sin vulgaridad. Es el primer
^oeta castellano que se haya abstenido de imitar a la Pro-
■renza i a la Italia. Las dos fuentes de que emana su poesía
íon la relijion i la patria. Sólo cuando Je falta la inspira-
ción, pierde su colorido; pero aun entonces conserva cierta
navidad de lenguaje. Entre sus odas, se recomiendan par-
icularmente la Vida del campo i la Profecía del Tajo, imi-
adas de Horacio, i la Noche serena i la Ascensión del Se-
íor, que son de un carácter puramente relijioso.
El rival de frai Luis de León fué Fernando de Herrera,
llamado el divino por sus contemporáneos. Nacido en Se-
villa en 1534, Herrera hizo estudios verdaderamente asom-
brosos para su tiempo, llegando a familiarizarse con las
lenguas latinas, griega i hebrea. De su vida se sabe que re-
cibió las primeras órdenes sacerdotales, que vivió de los
frutos de un beneficio eclesiástico, i que murió en 1597-
Sus amigos lo estimaban por su saber, por la amenidad de
su trato i por sus virtudes.
Herrera se dedicó, a imitación de los grandes escritores
antiguos, a formar un lenguaje poético que compitiese en
pompa i en riqueza con e! que ellos usaron en sus versos.
I'íi parte física de la lengua estaba ya fijada; pero en ma-
nos de este poeta, la parte pintoresca recibió grandes me-
J'>ras. A este esmero añadió el cuidado de agradar al oido
P^^r medio de la armonía imitativa, haciendo que los soni-
dos tuviesen analojía con la imájen. Por lo que toca íil
fondo de su poesía. Herrera dio al amor un tono mas ideal
í nías sublime convirtiéndolo en una cs[)ccie de relijion,
^•^cnta de toda intervención de los sentidos i reduciendo
su actividad a admirar i a adorar continuamente las per-
fecciones de la cosa amada. Sin embargo, los sonetos i las
elejías de Herrera, consagrados de ordinario a espresar
356 N0CI0NB8 DB FU8TORIA LITBRAJUA
esos sentimientos, hacen sospechar que su amor sea una
simple ficción poética, porque en ellos se percibe mas estu-
dio i sutileza que verdadera pasión. Pero su> jenio vigoroso
brilla en toda su grandeza i con todo su esplendor en la
oda elevada. Cantando la victoria de Lepanto o la trájica
muerte de don Sebastian rei de Portugal, Herrera es verda.
deramente poeta. Su himno a la gran victoria de los cris-
tianos contra los musulmanes es una obra maestra de no.
bleza i de vigor. El poeta adopta el estilo bíblico, el tono
del profeta para cantar dignamente este gran triunfo, que
en su ilimitado entusiasmo relijioso, atribuye sólo a la pro-
tección del Dios de los ejércitos.
4.— En España, como en todos los países nacidos de la
dominación romana, el arte dramático nació de los restos
del paganismo conservados por las costumbres populares.
Las representaciones sensibles del culto caido sobrevivie.
ron naturalmente a las creencias que aquellas simboliza-
ban; i largo tiempo después de su conversión al cristianis-
mo, el pueblo reproducia aun en sus diversiones los cantos
i losjuegos de las relijiones paganas. En el siglo VI, estos
restos del paganismo formaban un conjunto de diversiones,
que era como la representación popular de las pompas del
antiguo culto. El pueblo gustaba por hábito i por necesi-
dad de estos espectáculos, cuyo óríjen habia olvidado sin
duda. El clero, cuyo esfuerzo no alcanzaron a prescribirlos,
tuvo la idea de santificarlos aplicándolos a las fiestas del
culto católico: las representaciones dramáticas tuvieron la-
gar en las iglesias en presencia i con la cooperación de los
ministros del culto. Representábase, por ejemplo, en la fies-
ta de la natividad del Señor, el viaje de los reyes magos
que, conducidos por la estrella maravillosa, iban a Belén a
adorar al hijo de Dios.
Al principio, las piezas de este jénero eran compuestas en
el latin corrompido que hablaban los frailes de la edad media;
pero luego se introdujeron en ellas algunos cantos en el idio.
ma vulgar. Este tomó al fin su verdadera importancia: los
diálogos de los actores, aunque concebidos en su estilo rus-
LiTEü atura' española 357
tico, eran escritos en verso. Poco a poco se aplicó esta es-
{>ecie de drama a los asuntos de la vida ordinaria, abriendo
así lina vida nueva al arte naciente. Estos fuegos escénicos
se dividieron naturalmente en dos clases: las representacio-
nes piadosas i las representaciones profanas. Esta revolu-
c¡ on efectuada a fines del siglo XV, se operó sin influencia
estiranjera, sin intervención de la literatura sabia, de suerte
q-ue la popularidad fué siempre su carácter principal. Los
dos jéneros, el piadoso i el profano, fueron cultivados hasta
el siglo XVIII con el mismo celo, con un éxito igual i por
lo^ mismos autores.
S. — El primer período del teatro español comprende cua-.
tro autores principales, cuyas producciones pueden dar una
id^^ de lo que fué en su principio el arte dramático en aquel
pa.js. El mas antiguo de todos ellos, Juan de la Encina
("L -4.68—1534) era un eclesiástico natural de la villa de En-
cina, en los alrededores de Salamanca, que hizo la peregri-
nación de la Tierra Santa i que residió largo tiempo en Ro-
v^Sk, como cantor de la capilla de León X. Comenzó por tra-
dueir, o mas bien, por parafrasear las églogas de Virjilio; i
después compuso piecesitas dialogadas en estrofas líricas,
algunas de las cuales indican la intención de representar o
mas bien de cantar los tormentos del amor. La mayor phr-
te de ellas tratan de asuntos relijiosos, relativos a la muer-
te i a la resurrección del Salvador. Sólo en dos piezas se
notn un principio de intención dramática. Aunque las pie-
zas dé Juan de la Encina no sean, en jeneral, mas que ensa-
yos informes, merece ser mirado como un gran poeta a cau-
sa de la armonía de su versificación, de la pureza i de la
elegancia de su lenguaje. Se encuentran en ella trozos de
qtie las literaturas mas felices i mas avanzadas podrian
enorgullecerse.
El portugués Jil Vicente (1480 — 1557) fue amigo i dis-
cípulo de'Juan de la Encina, i cultivó en lengua españoL'i el
drama naciente con un verdadero talento. Sus piezas, en
ctianto a la forma i a laintencion dramática, no son mucho
lUas avanzadas que la de su predecesor; pero son mas desa-
858 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
rroUadas, presentan mas detalles, un alcance mas poético i,
sobre todo, mas variedad en la condición de los perso-
najes.
Bartolomé Torres Naharro, contemporáneo de los ante-
riores, era un eclesiástico natural de un villorrio vecino a
Badajoz, i vivió algún tiempo cautivo entre los moros de
Arjel, i pasó sus últimos años en Italia. Este poeta habia
estudiado a Plauto i parecía imitarlo en sus obras. En efec-
to, aunque todavía no está creada la acción regular, se per-
cibe en sus piezas el propósito de agrupar sus invenciones
al rededor de un asunto principal, i una tendencia manifies-
ta a trasportar al drama los personajes i los acontecimien
tos de la vida real.
En el desarrollo posterior del drama español, tuvo gran-
de influencia una novela dialogada justamente célebre pu-
blicad¿i a fines del siglo XV. Es ésta \s.' Celestina, llamada
así por el nombre de su principal personaje. Celestina es
una vieja que toma el disfraz de la devoción para cometer
sus maldades, recorriendo las iglesias i los conventos. Ca-
listo, caballero gallardo, se enamora de la joven i hermosa
Melibea i se dirije a Celestina. Esta pone en juego las ace-
chanzas mas infernales i hace triunfar la seducción. Des-
j)ues (le muchas aventuras mui bien desarrolladas, Calixto
se mata saltando una pared; i Melibea, en medio de la ma-
yor desesperación, confiesa sus faltas a su padre i se preci-
pita de una alta torre. Esta novela está dividida en vein-
tiún actos o jornadas; pero no se representó nunca. El ar-
gumento es mui poca cosa, todo el mérito de la obra con-
siste en los caracteres i en los detalles, que están llenos de
vigor, de verdad i de encanto. Son notables, entre otros
rasgos, los caracteres de los |)ersonajes principales, i las
sentencias i proverbios que el autor pone en boca de todos
ellos. Toda la obra ha sido escrita en prosa: la lengua cas-
tellana no tiene ningún libro escrito en un estilo mas natu-
ral, inas puro i mas elegante. Esta obra fué impresa mu-
clias veces sin nombre de autor, i por tanto era atribuida a
muchos escritores celebres; pero posteriormente un corree*
í
LITEKATUHA ESPAÑOLA ¿^59
tor de pruebas de una imprenta observó que en un prólogo
en verso puesto al frente de la obra, las letras iniciales de
cíida verso, unidas entre sí, formaban el nombre de Fernan-
do de Rojas, que debía ser el autor de la obra. Rojas era un
allegado que florecía a principios del siglo XVI, i que temía
C'uic la obra pareciese indigna de la gravedad de su profe-
sio>n, aun cuando su propósito era correjirlos vicios pintán-
dcz> los con toda enerjía. Pero cuando los aplausos con que
fue recibido su libro lo hubieron absuelto en cierto modo, se
co :K=ifesó autor. Su obra hí\ sido de tal modo celebrada en el
es fc ranjero, que solo en lengua francesa ha sido traducida
CL» ^itro veces.
Usta novela fué cuidadosamente estudiada por un céle-
bi.-<=± poeta a quien con justicia se proclama el verdadero pa-
dt-<^ del teatro español. Lope de Rueda, éste era su nombre,
nc^^MÓ en Sevilla por los años 1500 i murió en Córdoba en
1^ 137. Fué a la vez autor dramático, miembro i jefe de una
ctz^ «Tipañía de cómicos, a cuya cabeza recorrió una gran par-
te de la España dando representaciones. Al principio, com-
pi^^íso sólo pequeños diálogos que se recitaban en los entre-
acrtos; pero luego formó comedias sobre un asunto dado, i
oü xros personajes eran pintados con una rara perfección. Se
ad «nira principalmente la sal de su burla, la viveza de su
di^^logo, el jiro castigado de su frase i la armonía del es-
tilcD.
El desarrollo del tea ti o nacional español se encontró
bt~tiscaraente interrumpido por una revolución literariaque
<*í"í:i.enazaba cambiar para siempre su forma i su fondo. Los
esii>añoles habían traído de Italia elconocímiento i el gusto
P^~> r- la literatura clásica, tomaron con pasión el estudio de
í<^2?^ antiguos modelos, i muchos eruditos se ejercitaron en
tr^^ducirlos i en imitarlos. Entre 1560 i 1580, se formó este
tc^^ tro rival del que comenzaba a desarrollarse en P^spaña.
L^^S5 piezas de esta época pertenecen mas o menos a la imi-
^^c^ion de las formas antiguas. Unas reproducen los asun-
tas déla literatura clásica: otras, aunque buscando sus
a^í^umentos en la historia o en las costumbres modernas.
360 MOGIONBS DB HISTORIA LITERARIA
tratan de ajustarse cuanto es posible a las reglas del dra-
ma antiguo. Todas las piezas de esta época que no son
simples traducciones no pueden considerarse sino come
dramas informes en que dominad mal gusto: se ven en ellas
las imájenes i los lugares comunes de la literatura clásica
torpemente asociados a los jiros romanescos del teatro es*
pañol. Estos ensayos de restauración clásica, en que toma
ron parte algunos poetas de distinción^ entre otros el gran
Cervantes, se malograron, i el teatro nacional pudo elevar
se en breve a la altura a que debía alcanzar.
6.— La grandeza política de la España en el siglo XVI,
la gloria de tantos triunfos, de tantas conquistas i de tan-
tos descubrimientos, debia estimular el injenio castellano
al cultivo de la poesía épica. En efecto, seducidos por el es-
tudio de la antigüedad que acababa de salir de sus ruinas,
i por el ejemplo de las grandes composiciones poéticas de
Italia, algunos versificadores se inflamaron con el laudable
deseo de inmortalizar en sus versos las grandezas de la pa-
tria. La España tuvo así mas de cincuenta poemas mas o
menos estensos destinados a cantar asuntos relijiosos, ca-
ballerescos, guerreros i ^patrióticos; pero en jeneral sus au-
tores no compusieron mas que pesadas crónicas en verso,
vaciadas de ordinario sobre el molde de las grandes epof^e-
yas italianas, pero concebidas sin jenio i sin ninguna mues-
tra de ese vigor de imajinacion que distingue al verdadero
poeta épico. De esta censura debe esceptuarsesólo La Arau-
cana de Ercilla.
Don Alfonso de Ercilla i Zúñiga nació en Madrid en
1533. En su primera juventud, sirvió de paje del príncipe
real, después Felipe II, a quien acompañó en sus viajes a
Alemania i Flándes. Hallábase en Londres con el príncipe,
que habia ido a Inglaterra a celebrar su matrimonio con
la reina María Tudor, cuando se supo allí la rebelión de los
indios de Chile, i la muerte del gobernador español de esta
provincia, Pedro de Valdivia. Preparóse con gran presteza
una nueva espedicion bajo el mando del capitán Jerónimo
de Alderete. Ercilla, joven de veinte i un años, ardiente e
f
LITERATURA ESPAÑOLA 301
impetuoso, se enroló en el ejército i se embarcó para Amé-
'i'íca, no buscando el oro, como la mayor parte de sus cora-
patriotas, sino un campo en que ilustrar su nombre. Alde-
irete murió durante el viaje: en su lu^ar, tomó el mando de
J^s tropas don García Hurtado de Mendoza, el hijo de^ vi-
x-«i del Perú. A las órdenes de este jefe, Ercilla hizo la glo-
i^íosa campaña que dio por resultado la momentánea paci-
ficación del territorio araucano. No es éste el tiempo de
■-"acordar los incidentes de aquella vida llena de aventuras
i de peligros que él mismo ha referido en su poema. Vuelto
^1^1 fin a España, pasó sus últimos años en la corte, pero lle-
v-^xído una vida en cierto modo alejada de los honores, i
murió en 1594.
X^a Araucana es un poema de grande estension. Contiene
tT-^inta i siete cantos en octavas reales semejantes en su es-
t:i:""tictura i, aun podria decirse, en su elegancia, a las estro-
fas de los poetas épicos italianos del siglo XVI. El poeta
<1 vto, al conocimiento de la literatura de su tiempo, unia la
í^ctura de las grandes obras poéticas de la antigüedad {:]á-
s^ca, no ha tomado de ellas mas que ciertos atavíos de for-
"^^3.; pero no los ha imitado en el arte de la esposicion del
^í^uiito i de la combinación de la fábula. Comienza por ha-
^^r una descripción sumaria pero exacta del territorio chi-
*^iio i de sus habitantes primitivos, tal como podria exijirse
^"^ lana obra puramente histórica. Voltaire, que juzga este
í^^^e'ma con notable induljencia, aplaude esta introducción.
-Bste principio, dice que seria insoportable en cualquier
^^^i"o poema, es aquí necesario, i no desagrada en un asun-
^^^ ouya escena pasa en el otro trópico, i cuyos héroes son
^^-Iv-ajes que nos habrían sido siempre desconocidos si Erci-
^^ no los hubiese celebrado. El asunto, que era nuevo, ha
^^Cílio nacer pensamientos nuevos también". El desenvolvi-
^^^i^tjto de toda la acción, sigue el orden cronolójico de los
^^c>Titecimientos. La verdad se muestra casi sin accesorios,
^^^^1 sin personajes ficticios; como si el poema fuese sólo una
"^^^toria narrada de una manera brillante, pero conservan-
do siempre su carácter de cuadro fiel de los hechos. El mis-
NOCIONES OB HISTORIA LITERARIA
mo Ercílla dice en varias partes de su libro que escfibe sólo
una historia de verso.
Este es el carácter esencial de la primera parte de La
Araucana, que fué publicada en Madrid en 1570. El poeta
conoció entonces que la simple narración en verso de los
hechos históricos acabaria por parecer monótona, i se em-
peñó en sembrar las dos partes restantes de su poema (pu-
blicadas la segunda en 1570 i la tercera en 1590) de inci-
dentes creados en su imajinacion í de episodios destinados
a reanimar el interés. Ercilla inventa entonces la aparición
de Belona que refiere al poeta la batalla de San Quintin; la
descripción de la caverna del encantador Fitan, desde don-
de asiste el espíritu a la batalla de Lepanto; la disputa que
tienen dos soldados durante una marcha, acerca de la
muerte de Dido permite a Ercilla, como caballero cumplido,
defender la virtud de esta reina contra las imputaciones
calumniosas de Virjilio. Estos episodios, demasiado desli-
gados del asunto principal, son por esto mismo mui poco
interesantes.
La falta de un plan verdaderamente épico hace (|ue la
acción no llegue a un desenlace como el que debe servir de
termino a una epopeya. Así es que después de cantar los
triunfos de los españoles sobre los araucanos, Ercilla refie-
re sumariamente la rebelión de Lope de Aguirre, llamado
el tirano, en los valles orientales del Perú, i habla de la
muerte de don Sebastian, rei de Portugal, lo que le permite
defender las pretensiones de Felipe II a esa corona. El poe-
ta termina su obra recordando los desencantos de su vejez,
i la ruina de sus esperanzas, i anunciando el proyecto de
consagrar sus últimos días a la penitencia i a la devoción.
Si todos estos incidentes estraños a la acción no alcm-
zan a darle la grandiosidad épica, no quitan tampoco a La
Araucana su mérito indisputable de documento histórico,
s )bre todo tratándose de sucesos en que el poeta ha toma-
do ])arte i que no es posible estudiar en otra fuente. Un ob-
servador medianamente acostumbrado a este jénero de
investigaciones, descubre sin mucha dificultad la parte
f
IJTKUATL'RA KSPANOLA SlJ:]
ú til para la historia, dejando a un lado los accesorios poé-
ticos.
Como conjunto, volvemos a repetirlo, Lh Araucana no
ess una verdadera epopv^va; pero en los detalles, puede com-
p^^tircon las mas acabadas obras del arte. Iinladescri¡)cion
d^ los lugares, Ercilla emplea una precisión elegante i llena
ti ef* claridad. Rn la narración de los combates desplega un
^' cii^rdadero vigor poético con rasgos siempre nuevos i ani-
'^^'i. ados. Algunos de sus caracteres son tríizados con mano
í^"i ^estra, sobre todo cuando el poeta hace hablar a suspcr-
^ <^^najes. Algunos de esos discursos son, a juicio de Voltaire,
^ ^-^^periores a los de los héroes de Homero. Por otra parte,
''=^>- versificación fluida i armoniosa, la feliz construcción de
^^ ^ estrofa, a la cual sólo selepodria reprochar cierta pobre-
^ -^"^en la rima, defecto mui disculpable en una época en que
'^*^ ' )cran conocidos aun todos los recursos de líi lengua, ha-
^ ^-^n de este poema una de K'is mas preciadas joyas de la lite-
^'^ «altura española.
Aparte de todos estos atractivos La Arnncann ofreceotro
^ iteres especialísimo. Niice éste del cíirácter noble i elevado
'^ <?I mismo Ercilla. En efecto, se leen con un verdadero pla-
^-^ ^er los numerosos pasajes en ((ue el poeta, actor también en
*^ ^ js sucesos que narra, deja descubrir su carácter siempre
"*^ "^ííal, sus sentimientos humanos en favor de los indios, i su
^~Xlma incontrastable en la desgracia.
7. — Hemos dicho (piecon escepcion de Ln ArnucíninV^^
^^^^tros ensayos de poemas épicjs españoles casi no merecen
^"^ecordarse. Se encuentran a veces en ellos rasgos brillantes,
^^^i^scenas animadas, versificación cuidada; pero analizados
^=^n su conjunto, aun los mejores son mal concebidos, desor-
^ leñados, i tan lánguidos, que es casi imposible terminar la
lectura de uno de ellos. Casi lo mismo podríamos decir de
Aos poemas didácticos, contraidos en su mayor parte acon-
^^ignar las reg!as de la j)oética. DjIk'iuos, sin embargo, hacvr
^n este jénero otra esce|)cion en favor de Céspedes, i de su
poema incompleto sobre el arte de la pintura.
Pablo de Céspedes (153S—1()()S) era natural de Córdo-
364 NOCIONBS DB HISTORIA LITBRARIA
ba: hizo brillantes estudios de lenguas i de literaturas clá-
sicas, cultivó las bellas artes en Italia i fué pintor, escultor
i arquitecto. Su ciudad natal conserva todavía con orgullo
algunos de sus cuadros mas famosos. De su obra, que tal
vez dejó inconclusa i sin correjir, sólo han llegado hasta
nosotros seiscientos versos distribuidos en armoniosas oc-
tavas. Estos cortos fragmentos, que ni siquiera tienen uni-
dad entre sí, no pueden dar idea alguna del plan del poema,
pero hai en ellos ciertas descripciones como la del caballo
i la de los útiles que emplea un pintor, que dejan ver un
verdadero poeta. Es igualmente notable el trozo en que
celebra a los grandes filósofos i a los grandes poetas,
cuyas obras duran mas que los monumentos i las ciu-
dades.
8 La prosa española llevó también en el siglo XVI su
marcha de progreso. Empleáronla distinguidos escritoresen
la novela, en la historia i en las obras morales i políticas. La
novela, sobre todo, fué cultivada con grande ardor.
Los romances caballerescos habian comenzado a caer en
el olvido en Francia, enltaliai en Inglaterra. Las ¡deas mo-
dernas habian traido consigo nuevas costumbres; i las aven-
turas estra vagantes i burlescas de los Orlandosi de los Rei-
naldos eran leidas con gran placer, no ya en las serias epo-
peyas de la edad media, sino en los ]K)emas cómicosherói-
cos de la escuela moderna italiana. Sólo la España habia
conservado íntegras todas las tradiciones caballerescas i el
entusiasmo militar i relijioso mantenido por el recuerdo de
la lucha contra los moros. Los romances populares no ha-
bian cesado de celebrar la memoria de los viejos cristianos,
vencedores o vencidos combatiendo a los sarracenos. Así se
esplica cómo nació en este pais, en medio de la decadencia
jeneral de las ideas i de Ins tradiciones caballerescas, una fa-
milia de novelas en que los sentimientos borrados en otras
partes, reaparecían en su enerjía primitiva, con un aire de
novedad tomado del clima i del suelo natal.
La mas notable de estas novelas es una que se titula
Amadis de Caula, publicada en Salamanca en 1519. Por
LITERATURA ESPAÑOLA 365
largo tiempo se ha discutido la cuestión de saber quién es
d autor de este libro, i se le ha atribuido un oríjen portu-
guez o francés: parece, sin embargo, que sobre una antigua
novela se formó la obra española; i que ésta bajo* la forma
en que fué dada a luz pertenece a un escritor castellano lla-
mado García Ordóñez de Moltalvo, que vivía a fines del si-
glo XV. Por su fondo es uno de los romances del cielo del
rei Arturo, cuya escena pasa en su mayor parte en el pais
de Gales, en Inglaterra. Pero al retocar el libro que le sir-
vió de base para su novela, Ordóñez de Montalvo lo ha
adornado de aventuras nuevas, con arengas o discursos
imitados de los historiadores de la antigüedad, con cartas,
diálogos i descripciones ajustadas al gusto del renaci-
miento. El mérito real de este libro es el haber purificado
este jénero de composición romanesca por un sentimiento
elevado de delicadeza de la edad media, para traernos al
umbral de la vida i de la delicadeza de los tiempos moder-
nos. Aun en medio de la exajeracion de sentimientos indis-
pensables en esta clase de obras, se encuentra en sus carac-
teres i en su acción un gran fondo de verdad que hace que
esta obra haya sobrevivido al torbellino de imitaciones que
se le siguieron, i que mientras éstas son completamente
desconocidas, aquella conserve todavía su crédito i su esti-
mación. Desde el punto de vista del estilo, esta obra merece
ser estudiada aun como una de las mejores fuentes de la
lengua española.
9. — Los antiguos libros de caballerías ofrecian la pintura
de las costumbres, de los sentimientos i de las ideas parti-
culares de la edad media. Los inhábiles imitadores de estas
epopeyas romanescas, condenados a exajerar los defectos.
de sus predecesores para ofrecer alguna novedad, cayeron
en inconcebibles estravíos de imajinacion, verdaderamente
peligrosos para la razón i para el gusto. El público princi-
pió a cansarse de esas eternas historias de castillos encan-
tados, de grandes espadas, de jigantes vencidos i de mons-
truos inmolados. Algunos escritores comenzaron a aban,
donar el cuadro caballeresco pero como los cuentos han
:^66 XOCIONBS DE HISTORIA LITERARIA
tenido siempre tan grande atractivo para el hombre, se
bascó otro campo, i en lugar de caballeros andantes, los
héroes de la novela fueron los pastores.
Es un hecho curioso de la literatura moderna cómo esta
manía paistoral se apoderó de toda la Europa al terminar
la edad media i duró casi todo un siglo. La admiración por
los idilios de Teócrito i por las églogas de Vi rj i lio a la épo-
ca del renacimiento, produjo en todas partes el deseo de
imitarlos.
- Las primeras obras de éste jénero fueron, como hemos
visto, diálogosen versos adaptables ala representación dra-
mática; pero en 1504, el poeta napolitano Jacobo Sannazar
compuso una narración en prosa con el título de Arcadia ,^
en que estaban mezclados versos, décimas, sonetos, etc., i
donde figuraban pastores de fantasía, contando en ella el
poeta, bajo nombres finjidos, las aventuras de su propia
vida i sobre todo la historia de un amor des>j;raciado que
la ocupó toda entera. Esta obra, que tuvo un éxito prodi-
jioso, estimuló las imitaciones que se le siguieron. La lite-
ratura española produjo muchos libros de esta naturaleza;
pero sólo dos de ellos son dignos de que hagamos aquí es-
pecial mención.
\^R Diana ilejorje de Monteniayor, publicada en 154-Ó,
es el mas antiguo de ellos. Su autor '1520-15G4) era por-
tugués de nacimiento, viajó en Europa como cantor de la
capilla ambulante de Fcli])e II, i por iiltimo se domicilió en
España, cuyo idioma cultivó con rara perfección» i donde
pereció en un duelo. Montcmayor no se inspira en la anti-
güedad, (|ue 61 desconoce: su modelo es Sannazar. Como él,
vivió bajo el imperio de una pasión desgraciada; i como C\
l)uscó taniÍ3¡en un asunto novelesco e interesante para refe-
rir sus penas, i contar sus |>r()])¡as íiven turas mezcladas con
las *!•.* sus aniii(()s. lia efs.*et(), los pasto¡*es de la Diana ocul-
tan torios ])ersonajes reales, como lo advierte el autor en
el ()reraci(>: él mismo a])arece bajo el nombre del enamora-
do i in<.!ancólico Sireno. Esta circunstancia tuvo sin duda
al;;una influencia en el éxito de esta obra; pero la primera
LITERATURA ESPAÑOLA o67
causa de la gran popularidad de este libro, es la admirable
pureza del estilo. Montemayor pertenece a ese siglo en que
la imajinacion española, en su primera frescura, no ha sido
marchitada por el contajio del culteranismo. Es notable,
sobre todo, la elegancia de los versos de que está sembrada
la narración.
La novela de Montemayor no quedó concluida. Otros
escritores quisieron terminarla; pero sólo una de esas con-
tinuaciones se acerca al orijinal. Un escritor valenciano,
Gaspar Jil Polo (1516-1572) dio a luz la Diana enamora-
da, novela en prosa mezclada de muchos versos, como la
obra que queria continuar. Jil Polo toma los personajes en
la situación en que los habia dejado su predecesor; pero
cambia completamente la acción con habilidad i buen gus-
to. Así Diana, insensible al amor de Sireno en la novela de
Montemayor, se enamora apasionamente del joven pas-
tor, que a su vez se hace indiferente. Al fin una encantado*
ra consigue reunir a los dos amantes en una pasión mutua.
Inferior a su predecesor en la invención, Jil Polo cambia sólo
los papeles sin crear nuevos caracteres; pero la elegancia sos.
tenida del estilo, la nitidez de la espresÍGn,el brillante colo-
rido del pensamiento, que ha conservado en la parte poética
de la novela, constituyen el verdadero mérito de su obra.
10. — Pista clase de novelas, en que se ejercitaron niuclios
otros injenios, i entre ellos el mismo Cervantes, no produ-
jo mas obras notables que las que dejamos señaladas. En
cambio, los españoles cultivaron con rara felicidad el jéne-
rc> picaresco, iniájen viva de las costumbres de la España
del siglo XYI, espresion pintoresca de su estado político i
civil, de su orgullo en medio de la mendicidad, de sus llagas
sociales i sobre todo, del espíritu aventurero inherente a la
raza. La novela picaresca, cuyos héroes son los mendigos,
los bandid )s, los estudiantes, los jitanos, los espadachines,
no es una imitación, como jiodrici creerse de los fablianx
franceses que ins¡)iraron a Boccacio i a otros escritores: es
una propiedad tan esclusiva de la imajinacion española
(jue el nombre con (|ue se designa este jénero no tiene tra-
368 NOCIONBS DB HISTORIA LITERARIA
duccion ni equivalente en ninguna otra lengua. Nacieron
de la necesidad de renovar el interés agotado por las estra-
vagancias monótonas de las novelas caballerescas, i las
elegancias refinadas de la novela pastoral. Del ideal exaje-
rado en aquellos dos jéneros, se cayó, buscando la verdadt
en el realismo de mas baja clase.
La fantasía de un estudiante de la alta aristocracia
abrió la carrera en que se precipitaron después de él otros
escritores de inferior jerarquía. Don Diego Hurtado de
Mendoza, nacido en Granada en 1503 i muerto en Vallado-
lid en 1575, fué a la vez diplomático, militar, historiador
i poeta, i figuró en su época por su ilustre nacimiento, por
la entereza de su carácter, por su gran talento político i
por su amor a las letras i a las ciencias. Siendo joven toda-
vía compuso una novela de corta estension, pero de gran-
de alcance social, que vio la luz pública sin nombre de su
autor. Lazarillo de Tórwes, éste es su título, es la historia
de un niño espósito, mendigo desde su nacimiento, recojido
por un ciego maligno que se servia de él como de un ins-
trumento de conmiseración. Las circunstancias de vida lle-
na de aventuras i de sinsabores, han producido en su cora-
zón un gran fondo de misantropía: pero la desgracia no lo
abate; soporta su destino con una resignación filosófica; i
desde lo alto de su miseria juzga a todo el mundo que lo
rodea. Ha estudiado sucesivamente todas las clases socia-
les de su nación: ha mostrado a los nobles con sus orgullo-
sas miserias, con una capa ostentosa, con una espada de
la mejor fábrica de Toledo, pero que no tienen que comer,
que por ser nobles no consienten en ser comerciantes ni en
tener una profesión, i que prefieren que su lacayo mendigue
para ellos algunos maravedises; ha pintado el interior de
los conventos, la codicia de los frailes i los piadosos frau-
des con que esplotaban al pobre pueblo. Esta novela es un
verdadero cuadro, o mas bien una serie de cuadros en que
las figuras se destacan del fondo de las circunstancias, con
todo el poder de colorido que caracteriza a los pintores es-
pañoles. Hurtado de Mendoza se ha reido de todo con un
LITERATURA ESPAÑOLA 369
bviacn humor que deja traslucir la amargura de una crítica
acr^rada.
El nuevo jénero hizo furor: el gusto picaresco tuvo un
período brillante en la historia de la literatura española,
I>^To aunque todos los otros ensayos son pálidos al lado
^l^^I Lazarillo, se produjeron otras obras notables no tanto
fx^r el fondo satírico como por la amena variedad de las
'«^ xr enturas. Entre los escritores que cultivaron este ¡enero
s^ distinguen particularmente Mateo Alemán, escritor an-
^^xluz que florcciaa fines del siglo XVI, i Vicente Espinel,
l><^eta de cierta distinción, natural de Ronda (1544 1634).
Srl primero es autor de Guzman de Alfnrache, i el segundo
^^ algunas novelas del mismo jénero, la mas notable de las
^^^ales es El escudero Marcos de Ohregon. Ambas obras se
^ partan en cierto modo del sendero abierto por Hurtado
^« Mendoza: la narración ha perdido algo de su naturali-
dad i de su sencillez; las aventuras están contadas con ma-
>^or desarrollo i acompañadas de reflexiones morales, algu-
*XíiS veces difusas e innecesarias.
11. — En el jénero histórico es donde la prosa española
Via elevado sus mas hermosos monumentos en el siglo
XVI. Algunos de sus historiadores fueron hombres de esta-
do, capitanes célebres, pero casi todos poseyeron notables
talentos literarios para comprender la belleza artística de
las obras maestras de la antigüedad i amaron el arte para
tratar de imitarlo. Pero si la España cuenta muchos his-
toriadores artistas, posee también un gran número de com-
piladores. Los reyes nombrabiin un empleado con el tít.Jo
de cronista que tenia el encargo de escribir la historia de
8u tiempo; i cuando el descubrimiento del nuevo mundo
abrió un nuevo teatro a la actividad de los castellanos, se
creó también el cargo de cronista de Indias. Florinn de
Ocamp.-), historiógrafo de Carlos V, compuso una Crónica
jeneral de España, que fué continuada por Ambrosio de
Morales hasta la reunión de las coronas de Castilla i de
Aragón. Ambas obras, notables por el conjunto de hechos
que contienen, están, sin embargo, escritas en poca crítica
TOMO IV 24
'ólO NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
i con desaliño en el estilo. Gonzalo Fernández de Oviedo,
nacido en Austria en 1478. viajó largo tiempo en America,
i como cronista de Indias, compuso entre otras obras, una
notable Historiajeneral i natural de his Indias que sólo ha
sido publicada por completo hace pocos años. Esta obra,
aunque algo desordenada en la narración, está concebida
con un espíritu recto i escrita con una elegante sobriedad
de estilo. Pero el mas notable de estos cronistas es Jeróni-
mo Zurita (1512—1581 , natural de Zaragoza, que compu-
so los Anales históricos de Aragón, con grande acopio de
hechos no sólo para conocer hi historia propiamente dicha,
sino también las instituciones políticas de aquel interesante
reino.
Aunque esos cronistas conocian mas o menos los gran-
des modelos de la antigüedad clásica, se puede decir que fal-
ta el arte en sus obras. Pero otros escritores dieron a la
historia todo el esplendor a que alcanzó en ese siglo. Don
Diego Hurtado de Mendoza, de quien hemos hablado pí)co
antes como novelista, se habia retirado a su ciudad natal.
Granada, como confinado por el rei, i con el deseo de pasar
allí sus últimos años, cuando estalló la grande insurrección
de los moriscos. Mendoza estudió las causas políticas; vio
que la opresión mas cruel, los ultrajes mas violentos, las
perfidias mas injustificables ejercidas por la autoridad civil
i por la inquisición, habian producido la desesperación de
ese desgraciado resto de los árabes: vio nacer la insurrec-
ción a la señal del último de los Abencerrajes, estenderse
rápidamente en las Al puj arras, i los sangrientos combates
de la lucha, la represión mas sangrienta todavía, la destruc-
ción de poblaciones enteras i la venta de los vencidos co-
mo miserables esclavos (15G8— 1570). El noble caballero,
testigo desa()asionado de esta guerra, recojió todas las no-
ticias i documentos, i escribió su historia con una grande
habilidad. Felipe II no toleraba crítica de sus actos: Men-
doza, no pudiendo pronunciar su juicio, se limitó a consig-
nar los hechos con toda claridad. La sola arenga que ha
introducido en su obra a la manera de los antiguos, se en-
LITERATURA ESPAÑOLA 371
cuentra en la boca de uno de los principales jefes de la insu-
rrección, ocultando así hábilmente la censura contra el sis-
tema empleado por el rei. La Historia de I¿i guerrn contra
Icjs moriscos de Granada es ademas una obra maestra de
elegancia histórica. Tomando el asunto por su lado mas
serio. Mendoza ha querido reproducir la manera de los
/L^ríiTid-'S escritores de la antigüedad: su modelo es visible-
nicnte Salustio. Favorecido por el oríjen latino del español,
i rn i ta los jiros i las sentencias, i algunas veces la concisión
i li^i.sta la oscuridad del orijinal. Su estilo tiene nn relieve
í>«^clcroso, un vigor admirable, i con frecuencia cierto énfa-
s¡25 i cierta pompa que no le sientan mal. A pesar de todas
**i-*^ precauciones, su obra no obtuvo permiso parala im-
í^'^^^ion i circuló manuscrita hasta 1610 en que fué |)ubli-
^^^<rl a. A esta circun'itancia se atribuyen algunas incorrec-
^*^^> ríes de estilo que se notan en ella.
^Bnjo un plan mucho mas vasto ha sido trazada la Ws-
^^-^'^áa jenerul de España del padre Mariana. Nacido en la
*^*^^c]a(l de Talaveraen 1537, el padre Juan de Mariíma en-
*-^^ mui joven en la Compañía de Jesús i se hizo famoso co-
*'*^<'-> profesor en Roma i en Paris. Diversos escritos en que
■^^^eia ostentación de la independencia de su carácter, i del
"^^gor de sus convicciones, contribuyeron a darle celebri-
^* ^d. En uno de ellos en que se trata de la autoridad real,
T^urtiendo del principio de la soberanía popular, llega a
'determinar ciertos casos en que es permitido a un simple
l^articular el dar muerte al depositario de la autoridad, al
^ei. El otro reveló al público los robos que se cometian en
'a fabricación de las monedas. Por fin, en otro tratado
^lesMibria con singular franqueza las desgracias de que es-
taba amenazada la Compañía de Jesús, si no correjia los
clesórdenes de su gobierno, sobre lo cual daba buenos con-
^5ejc>s. Un hombre semejante, a pesar de su prodijioso mé-
Hto i de sus vastos conocimientos, no jiodia tomar parte
tíii la dirección de la compañía. En efecto, el padre Mariana
murió en 162 1, a los ochenta i siete añ.).s de edad, sin haber
obtenido ninguna de las dignidades de su orden.
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372 NOCIONBS DE HISTORIA LITERARIA
Las obras que acabamos de recordar no son las que han
dado su inmensa fama al pa Ire M iriana. Su gloria descan-
sa sobre un monumento mas duradero, la Historia jeneraí
de España, Escribióla primero en latin, lengua en que ha-
bía compuesto sus otras obras; pero queriendo hacerla
verdaderamente popular i siguiendo el consejo de algunos
amigos, la tradujo él mismo al castellano corrijiéndola i
completándola hasta la muerte de Fernando el católico, en
1516. Mas tarde le añadió un bosquejo compendioso hasta
su tiempo. Comprende esta obra la historia de España
desde los tiempos primitivos i fabulosos en que supone que
un de hijo Jafet, llamado Tübal, llevó los primeros pobla-
dores a la península ibérica. Según sus propias palabras, no
se propuso escribir una historia crítica, ni mucho menos
detenerse en todos los detalles, lo que le habría impuesto
un trabajo infinito; quiso solamente adornar con el estilo
los materiales reunidos por sus predecesores. Si hubiera
sido necesario comprobar todos los hechos, anadia, se ha-
brían pasado muchos centenares de años antes que se hu-
biese ofrecido una historia de España a la curiosidad i a
la instrucción de sus compatriotas. El historiador ha es-
crito, pues, como Tito Livio, consignando en su obra todo
lo que en su tiempo pasaba por historia, ordenando los
hechos i metodizando la esposicion para darles toda la cla-
ridad apetecible. Por esto mismo su libro debe ser leido
con precaución; pero no por esto se le debe considerar in-
digno de su fama. Mariana sabe dar colorido a su narra-
ción i vigor a las pinturas de los caracteres. Su estilo es
noble i puro, sin ninguna mezcla de afectación ni de falso
brillo. Su gravedad dejenera a veces en aridez, su conci-
sión en dureza; sus máximas en lugares comunes de moral.
Pero reina en este vasto conjunto algo de grande i de im-
ponente que dependa; del arte con que el escritor hace en-
trar en su obra los hechos mas considerables que han
pasado en el mundo. Se le ha reprochado la ausencia de esas
consideraciones jenerales sobre las leyes^ las costumbres,
las causas de la grandeza i de la decadencia de los impe-
LITERATURA ESPAÑOLA 373
ríos que se encuentran en los historiadores modernos; pero
estas faltas, que nacen del tiempo en que escribió i de la
manera como entonces se comprendia la historia, están
compensadas con el buen sentido que ostenta en cada una
de sus pajinas, con el colorido de que reviste los hechos.
Bajo este punto de vista, ningún historiador español ha
igualado todavía al padre Mariana, que por otra parte se
conserva su obra aun hoi diacomo el modelo del castellano
clásico.
12. — Bajo el réjimen despótico a que estuvo sometida la
España desde el siglo XVI por el absolutismo de los reyes i
por el terror de la inquisición, no debia esperarse que este
país produjese escritores políticos ni mucho menos filóso-
fos. En los siglos anteriores se encuentran espíritus tran-
quilos vigorosos, que raciocinan sobre la libertad en la ple-
nitud de su buen sentido, sin calor ficticio i sin declama-
ción. Desde esta época, la imajinacion parece reemplazar a
la razón: los escritores tienen que apelar a la novela o a la
historia para emitir sus ideas, otrabajar sobre palabras,
porque les están vedados los grandes asuntos. Un gusto
detestable le hace tomar una metáfora por un pensamiento
T confundir la elocución con la elocuencia. Juan Luis Vives
^1492-1540), natural de Valencia, el mas distinguido hu-
mianista español del siglo XVI, vivió siempre fuera de su
'j)atria. i ademas escribió en latin.
Entre los escritores españoles que disertando sobre la
^«noral i la política, se han elevado a alguna altura, debe-
^■nos mencionar a Antonio de Guevara i a Antonio Pérez. El
primero era un fraile franciscano natura'l de la provincia de
-Álava (1470-1545) que alcanzó el puesto de obispo de Cá-
^iz. Su obra principal es una especie de novela política i fi-
losófica titulada Marco Aurelio o reloj de príncipes. Traza
en ella un retrato fantástico del famoso emperador roma no
para servir de modelo a Carlos V, ostentando algo de la
gravedad imponente i varonil de los escritores de la anti-
güedad, a quienes ha querido imitar, i acompañando su es-
posición de máximas i sentencias que revelan una intelijcn-
374 NOCIONER 1>K HISTORIA LITRRARIA
da habituada a los negocios de estado i un corazón recto.
Antonio Pérez (1539 1611), el célebre ministro de Felipe II,
mucho menos puro, pero no menos hábil, ocupa un lugar
distinguido en las letras españolas por sus Relaciones, o
memorias históricas con que ha pretendido justificarse des-
pués de su fuga de España de los cargos que le hacia el rei i
por los cuales fué sometido ajuicio ante la inquisición. ,
Entre los prosadores españoles que florecían en este si-
glo, es preciso contar a los escrit')res místicos. Algunos de
ellos son hasta ahora modelos de estilo; i todos ejercieron
una poderosa influencia sobre las ideas de su siglo, mani-
festadas por una notable inclinación ala vida contempla-
tiva, por la multiplicación de los conventos i de los monas-
terios, por la grandiosa magnificencia de los monumentos
relijiosos, i por los tesoros consagra ios a su adorno. Nos
limitaremos a recordar aquí a los mas famosos de esos es-
critores.
Teresa de Cepeda, canonizada por la iglesia con el nom-
bre de Santa Teresa de Jesús, nació en la ciudad de Avila en
1515, fué monja carmelita, ocupó su vida en la reforma de
su orden i en la práctica de las virtudes ascéticas, i murió
en 1582, dejando un nombre ilustre en la historia de las le-
tras españolas, i la fama de su santidad consignada en la
tradición i en numerosos documentos. Santa Teresa escri-
bió, aparte de su correspondencia, cuatro obras justamen-
te admiradas por la fe profunda, por la piedad fervorosa
que respiran i por el tono vigoroso i natural en que están
concebidas. Las mas notable de esas obras es su propia vi-
da, escrita no por un impulso de vanidad sino cediendo a
los mandatos de su confesor.
Juan de Ávila (15001569), llamado el apóstol de Anda-
lucía, ha dejado sermones llenos de vida, de ardor i de pa-
sión; pero que rápidamenee improvisados, dejan mucho que
desear por lo que respecta a la forma. Fué el amigo de fríii
Luis de Granada, que aprendió en sus defectos a moderai
el fuego de su juvenil elocuencia.
Frai Luis de Granada, relijioso dominico, natural dt
f
LITERATURA ESPAÑOLA 375
Granada (1504-1588), ocupó los mas altos puestos cíe su
orden i escribió numerosas obras que le han asegurado el
renombre del primer escritor místico de España. Conocedor
profundo de la antigüedad, admirador apasionado de Cice-
rón, ha trasportado a sus sermones algo de la perfección
antigua. Los críticos españoles lo consideran el primer pro-
sador de su siglo. Admiran, sobre todo, la abundancia, la
enerjía, la majestad de su estilo, cualidades que van siem-
pre acompañadas de la elegancia en la espresion i de la per-
fección en el período.
Estos escritores, considerados como modelos de ascetis-
mo, no se sustrajeron en su tiempo a la desconfianza de la
inquisición. El terrible tribunal, encargado de mantener la
pureza de la fe, creyó descubrir en las obras de los mas dis-
tinguidos escritores místicos españoles tendencias a la im-
piedad o errores condenables; i de allí nacieron las persecu-
ciones de que fueron víctimas muchos de ellos. Cuando frai
Luis de León, frai Juan de Avila, San Juan de la Cruz, San-
ta Teresa, frai Luis de Granada i otros escritores de piedad
igualmente acendrada, se atraian las sospechas de la inqui-
sición, i se acarreaban sus censuras, ¿podria el pensamiento
elevaise a las rejiones de la filosofía i de las ciencias políti-
cas i sociales?
SIGLO xvii
13 El siglo de oro de la literatura española no es pro*
piamente el siglo XVL La época de mayor grandeza lite-
raria comienza entonces, es verdad; pero continúa i se de-
sarrolla en el siguiente, en que fl orecieron Cervantes, Lope
de Vega, Calderón i muchos otros injenios de que vamos a
ocuparnos.
Miguel de Cervantes Saavedra es sin disputad mas gran-
de escritor español i el mas popular de todos los escritores
de cualquier tiempo i de cualquier pais. Su obra capital ha
sido traducida muchas veces a todos los idiomas de Euro-
pa, i lo que es mas singular, vertida al latin, puesta en ver-
37f' NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
SO, en Inglaterra ¡ en Italia, ilustrada por insignes dibu-
jantes i admirada por los mas grandes críticos. I sin em-
bargo, un siglo después de su muerte la España no sabia
nada de la vida de tan ilustre escritor: como sucedia con
Homero, ocho ciudades se disputaban el honor de haberlo
visto nacer. Hoi, por fortuna, todas las dudas se han disi-
pado: la historia de Cervantes es casi perfectamente cono-
cida; i la España, tardía siempre para premiar a sus inje-
nios, le ha elevado una modesta estatua, honor que no ha
alcanzado, según creemos, ningún otro escritor español.
Nació Cervantes en Alcalá de Henares el 8 de octubre de
154-7, de una familia noble pero pobre. Hizo sus estudios
en Madrid, i allí hizo también su primer estreno litera-
rio a la edad de veinte i ua años, componiendo algunos
versos en honor de Isabel de Valois, tercera mujer de
Felipe II, para celebrar su arribo a España. P^sta era la
época en que el famoso Lope de Rueda representaba sus
dramas ¡)opulares. Cervantes se aficionó a este jénero de
espectáculos; i quizá esta circunstancia ejerció una grande
influencia en su carrera literaria.
lin 15G9 Cervantes pasó a Italia como avuda de cáma-
i secretario dei cardenal Aq laviva, que habia ido a Espa-
ña a preparar una coalición de las potencias cristianas
contra los turcos; pero arrastrado por su ardor militar se
embarcó como soldado en las galeras de don Juan de Aus-
tria, i a su lado se batió heroicamente en la memorablejor-
nada de Lepanto. Cervantes recibió en la pelea tres heri-
das, una de las cuales le dejó inutilizada para siempre la
mano izquierda. Cuando en sus últimos años sus émulos
le reprochai):in ser m meo, el célebre escritor decia lleno de
un justo orgullo: **mi mancjuedad no ha nacido en una ta-
berna sino en la mas alta ocasión (jue vieron los siglos pa-
sados, los presentes, ni esperan ver los venideros**. Después
de diversas campañas, Cervantes volvia a su patria cuan-
do la nave í|ue m )ntal)afué apresada por los corsarios ber-
beriscos, i llevado a Arjel. Allí sufrió un largo i duro cauti-
verio durante el cual hizo muchas i mui atrevidas tentati-
LITERATURA ESPAÑOLA 377
I vas de evasión. Rescatado en 1580 por los frailes mercena-
F r-¡os, sirvió todavía como soldado en Portugal i en la es-
oíaadra del almirante Santa Cruz, en su espedicion en las is-
las Azores (1584).
Ea este mism i añ) publicó la primera parte de una no-
ir^a pastoral, la Gnlatea, que ha dejado inconclusa. En esta
olDra, escrita a imitación de la Diana de Montemnyor i de
l^m. dejil Polo, Cervantes ha puesto en escena, bajo los
rm ombres de pastores, a sí mismo, a su mujer i algunos es-
c "«"itores amigos suyos. Un estilo puro, descripciones bri-
' 1 -tintes i situaciones llenas de interés no indemnizan mas
c^ ^mje en parte la falta de plan i de sencillez, ni hacen desapa-
I" ^^cer lo que este ¡enero tiene en sí de falso.
Este HbTo comenzó la reputación de Cervantes. Trabajó
^ «~» seguida para el teatro tanto por necesidad como por
ST'^JSto. e hizo representar cerca de treinta comedias i una
^ '•^ajedia, mas regulares i masmoralesque las de ese tiempo,
P^^ro igualmente complicada de incidentes romanescos o de
^'•^ venciones fantásticas. Aunque sus piezas dramáticas son
^"^^u¡ poco interesantes,' se le puede considerar como el mas
^ventajado de los escritores españoles que pretendieron re-
*^<>rmarel teatro con la imitación de las obras clásicas de
la antigüedad o de la Italia moderna. I.a mayor partf de
^sas piezas se ha perdido.
El teatro no proporcionó a Cervantes recursos que ase-
gurasen su existencia. La aparición de Lope de Vega eclip-
só su fama casi completamente. En medio de las angustias
de su situación, solicitó del rei que se le diese alguna ocu-
pacionen América, **refujio i amparo de los desesperados de
España", como él mismo decia. Todo lo que pudo conseguir
fué el cargo de ájente de un comisario de víveres de líi es-
cuadraen Cádiz i poco después el modesto destino de cobra"
dor de contribuciones en Andalucía. El provecho que obtu-
vo en este empleo fué una prisión i un proceso por la pér-
dida de algunos fondos acaecida contra toda previsión.
Encargado mas tarde de percibir las entradas de la orden
de San Juan en los pueblos de la Mancha, Cervantes fué
378 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
todavía víctima de otra violencia. Los deudores se subk
varón, sin que la autoridad local quisiese intervenir en <
negocio; i el cobrador fué puesto en una prisión en el pm
blo de Argamacilla. Allí fué donde concibió el plan de Do
Quijote^ cuya primera parte publicó en Madrid en 1605.
Aunque esta obra alcanzó una gran popularidad al poc
tiempo de publicada, el resto de la vida de Cervantes fu
siempre una serie no interrumpida de aventuras i de ni¡s<
rias. El trabajo era talvez el único consuelo de sus maleí
Entonces fué cuando escribió sus Novelas ejemplares, cuei
tos cortos, sentimentales los unos, críticos i picarescos 1<
otros, que por el buen plan i por la naturalidad del estil
son considerados como modelos en su jénero. Mientras tai
to, parece que Cervantes daba por terminada su obra cap
tal, Don Quijote. Habia dejado a su héroe de vuelta en s
casa después de sus singulares aventuras; pero en 1614, u
émulo suyo, que se cree sea el padre dominicano frai Lui
de Aliaga, dio a luz con el nombre supuesto^e Avellanedc
una pretendida continuación, en que abundaban las alusic
nes injuriosas contra Cervantes. DHerminóse entonces éí
tea publicar su segunda parte (1615) que termina con 1
sentida muerte de su héroe, digno coronamiento de su obr
inimitable. Por fin, poco antes de su fallecimiento, Cerv/ír
tes terminó otra novela, Persiles i Sljismunda, historia n
cargada de aventuras, verdadero dédalo de hechos dram¿
ticos, pero mal coordinados, que sólo es digno de su non
bre por el estilo. Cervantes murió el 23 de abril de 1611
sin ver publicada esta novela que era la obra de su vejes
de su predilección.
14.— Si no hubiese escrito el Don Quijote, Cervantes oci
paria un puesto distinguido en la historia de las letras cí
pañolas; pero esta sola obra le ha dado el alto rango qu
tiene en la historia de la literatura universal. El objet
aparente que se propuso Cervantes al escribirla, fué el ri
destruir las novelas de caballerías de que estaba inundad
la España: el mismo ha declarado de la manera mas term
nante este propósito. Ha imajinado para esto la histori
LITKUATURA E8l»AN(>r,A H7Í)
de un hidalgo que pierde el juicio con la lectura de esa clase
de libros, i que creyéndose en la época de los paladines i de
los encantadores, se resuelve a salir al mundo, cubierto con
una armadura vieja i mohosa i montado en un mal rocín,
para correr aventuras, reparar injusticias, socorrer a los
^>primidos i defender a las damas. Fuera de la caballería,
<lon Quijote es un modelen de buen sentido i de razón, un
<c:rítico llení) de sal i de finura, un pensador Rventajadr> i
profundo. Su estravío mental lo aleja, sin embargo, de la
^da práctica: sus ojos están fijos sobre su imajinaria Dul-
cinea del Toboso, su mente no piensa mas que en jigantc^,
encantadores i paladines. Del contraste completo que exis-
te entre estas ilusiones de su desordenada fantasía i la ver-
dad de la vida real, resulta ese conjunto armonioso i agra-
dable que nos deleita i encanta. El inmenso jigante de cien
brazos que ve don Quijote es un molino de viento; esos
innumerables ejércitos venidos de oriente i de occidente que
están próximos a entrar en combate ¡ cuyos jefes cree reco-
nocer, son rebaños de pacíficas ovejas; ese castillo de eleva-
das almenas, rodeado de fosos profundos, es una miserable
venta; esa brillante castellana, esa princesa encantada, es
M^aritornes, la mas fea de las sirvientes de una posada; el
yelmo de oro de Mambrino, quitado por don Quijote en un
combate singular, es simplemente una bacía de barbero.
A.I lado del caballero está Sancho Panza, el rústico es-
^^dero, que no participa de las locuras de su amo, a quien
acompaña montado sobre un asno, pero que se deja ganar
poco a poco por sus brillantes promesas. Sancho es la ma-
teria, la personificación mas natural de la utilidad desear"
^ada: todas las cualidades del hombre vulgar se encuen-
tran en su carácter. La bondad, la fidelidad, la sensibili-
dad que posee en cierto grado, hacen escusar su sensuali-
dad, su glotonería, su pureza, su egoismo. Estos dos per-
sonajes se completan el uno al otro, i se hacen resaltar mu-
damente, de tal manera que no se puede concebir a don
Quijote sin su escudero i al escudero sin su amo, así como
380 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
cada uno está identificado a su cabalgadura: el caballero
a Rocinante, Sandio a su rucio.
Tales son los protagonistas de este drama admirable de
cien actos diversos. Abierta la escena, las aventuras se su-
ce<len, siempre nuevas i siempre cómicas: ios golpes i los
accidentes de todo jénero llueven sobre el caballero andan-
te i sobre su escudero; apaleados, manteados, estropeados,
conservan toda su serenidad i discuten sobre la injusticia i
los vicios de los hombres. Don Quijote aplica juiciosamente
a las circunstancias algunas máxim is filosóficas, i Sancha
responde al pensamiento de su amo con un rosario de pro-
verbios. En todas las situaciones, don Quijote conserva su
caballeresca gravedad; i cuando se trata de asuntos estra-
ñosalos(|ue han producido su monomanía, desplega un
juicio admirable i a veces una elocuencia distinguida. Con-
vertido en gobernador de la ínsula Barataria. Sancho reina
i juzga como un Salomón de aldea, sin salir jamas de los
límites (le la mas franca i espontánea naturalidad.
Alejados como estamos del siglo de Cervantes, nosotros
no podemos encontrar la clave de las innumeral)les alusio-
nes que debe contener su libro, i que sin duda fueron jene-
ralmente comprendidas entonces; pero lo que es de todo
tiempo, i lo que constituye a nuestros ojos el principal mé-
rito'de la novela, es la perfecta organización del plan, es Ic^
acabado de los detalles, la riqueza singular d¿ los inciden —
tes, la elegancia i la admirable pureza del estilo, la armonías
esqjuisita que resulta del contraste de los caracteres, tantea
principales como accesorias. Cervantes, ademas, pinta coi^
una escrupulosa fiJelidad el aspecto del pais, las costum —
bres de los habitantes, la fisonomía de líis ciudades i de lo^
despoblados.
15. — Hemos vi«to que el objeto aparente que se propuso-
Cervantes al escribir su libro inmortal fue el de destruir'
por el ridículo las novelas de caballerías. Talvez éste fué su
propósito al emprender la obra; pero una vez en el trabajo,
su imajiuacion se ensanchó, cobró vuelo i se remontó a un
campo mas vasto. En medio délos numerosos incidentes
LITERATURA ESPAÑOLA 381
que sobrevienen al desventurado caballero, Cervantes ha
sabido introducir sus juicios personales sobre algunas de
las cuestiones mas importantes de la literatura, de la mo-
ral i de la política, las reflexionen de todo jénero que en el
curso de su larga vida habia formado su jenio escrutador
sobre todas las clases, sobre todos los vicios, sobre todas
las ridiculeces de la sociedad de su tiempo. Si su obra fuese
sólo una crítica injeniosa de las novelas decaballerías, aun-
que hubiese conseguido destruirlas para siempre, estaría
hoi olvidada, como tantos libros de circunstancias que
sólo consulta después uno que otro erudito. Es preciso,
pues, que haya en Don Quijote otro mérito, otro pensa-
miento, que asegure la inmortalidad que se tiene con-
quistada.
No han faltado las teorías especulativas sobre este pun
to de historia literaria. Se ha creido reconocer en el libro
de Cervantes un poema inspirado por la Eneida o por la
Odisea, o por otras obras clásicas. Es evidente, sin embar-
ga, que Cervantes no ha imitado a nadie, porque los inje-
nios colosales cuando obran inspirados, no tienen mas
guia que su propio jenio. Los opiniones que sostienen qtie
Cervantes ha querido ridiculizar en su obra a Carlos V o
al duque de Lerma, el valido de Felipe III, no merecen ser
examinadas. Don Quijote no tiene nada de ese espíritu po-
lítico amargo i concentrado que respiran otros libros. No
1108 detendremos en combatir otra opinión que supone que
Cervantes quizo hacer su propio retrato, refiriendo las
contrariedades de su vida en una forma alegórica i ponien-
do sus ideas en boca de don Quijote.
Pero la crítica filosóAv^^a alemana no se ha detenido en
la impresión lijera i risueña que resulta de Don Quijote, i
ha querido ver en esta obra otra cosa mas. Bouterwek co-
^enzó atribuyendo a Cervantes una idea mas alta que la
de querer desacreditar las malas novelas de caballerías,
^^endo que esta seria sólo una intención ocasional i se-
^ndaria Otro crítico distinguido por su ciencia i por su
Juicio, Sismondi, se ha encargado de desarrollar i de dar
382 NOCIONES DE lilSTOIilA LITBRABIA
cuerpo al pensamiento insinuado por Bouterwek. **Lain
vención fundamental de Don Quijote, dice Sismondi, ese
contraste eterno del espíritu poético i del espíritu de la pro
sa. La imajinacion, la sensibilidad, todas las cualidades je
nerosas tienden a la exaltación de don Quijote. Los hom
bres de una alma elevada se proponen en la vida el ser lo;
defensores de los débiles, el apoyo de los oprimidos, lo
campeones de la justicia i de la inocencia. Como don Qui
jote, encuentran por todas partes la imájen de la virtud j
que rinden culto; creen que el desinterés, la nobleza, el valoi
que la caballería andante, en fin, reina aun; i sin calcula
sus fuerzas, se esponen por servir a los ingratos, se sacrifí
can a las leyes i a los principios de un orden imajinaric
Este sacrificio continuo del heroismo, estas ilusiones de 1¡
virtud, son lo que la historia del jénero humano nos prc
senta de mas noble i de mas conmovedor...: es el tema d
la alta poesía, que no es otra co^a que el culto de los senti
mientos desinteresados... Se presiente ya por que alguna
personas han considerado a Don Quijote como el libro ma
triste que se haya escrito jamas; i en efecto, la idea funda
mental, la moral del libro, es profundamente triste... Cei
vántes nos pinta en don Quijote un hombre cumplido,
que, sin embargo, es el objeto constante del ridículo... Su
empresas mas jenerosas no le producen mas que palizas
golpes.*' Esta opinión, desarrollada con mucho injenio, lu
hecho lei durante algún tiempo, en materia de crítica lite
raria.
En estas diferentes maneras de apreciar aquella obra in
mortal, hai mucho de la intelijencia i de las inclinaciones es
peciales de cada crícico.Cada lectUKíes como un licor que s
tiñe del color i toma el sabor del vaso en que se sirve. I sii
embargo, la obra de Cervantes parece no prestarse a esa
interpretaciones especulativas. Criticando los malos libro
de caballerías, el escritor se ha dejado arrastrar por su j(
nio, ha agrupado las observaciones que acerca del mund
le sujeria su esperiencia, i les ha dado vida por medio d
una acción tan sencilla como admirablemente llevada a s
I.ITERATITRA ESPAÑOLA 383
lesenlace. Es preciso, pues, quitar a Don Quijote ese mérito
leí velo ¡ del misterio, aun a r¡es«fo de disminuir su valor
ante algunos espíritus. Cervantes ha hecho una obra maes^
tra. «lo una claridad perfecta, agradable, sensata, sin prece.
líente en la antigüedad, sin reproducción en lostiemj)os mo-
dernos, sin abrigar, quizá, ninguno de los pensamientos que
la crítica especulativa le ha atribuido. Pensando hacer un
libro de circunstancias, su jenio colosal creó un libro para
lodos los tiempos i para todos los hombres.
16. — Con.temporáneos de Cervantes fueron los mas gran-
iles j^'uios que ha producido la poesía española. Cultivaron
:as¡ todos ellos el drama, i apartándose de los ensayos de
restauración clásica intentada a fines del siglo XVI, eleva-
ron rápidamente el teatro nacional a la mayor altura a que
lebia alcanzcir en manos de Lope de Vega. Como sucede
siempre, la posteridad ha sido injusta con los antecesores
Je este poeta, i le ha atribuido el honor de haber trasfor.
n.'ido el ilrama castelhino croéindo piezas orijinales i dis-
luestas artísticamente. Sin embargo, en su tiempo la refor.
na habia sido iniciada por poetas dramáticos que mereceu
|ue se recuerden sus nombres i sus obras.
El arte dramático debió sus mas notables progresos a
ina escuela literaria que se habia creado en Valenciíi, de la
mal formaban jjarte varios injenios justamente admirados.
Bl mas famoso de todos fué don Guillen de Castro (1569-
1631 ), poeta fecundo, (|ue compuso la mayor parte de sus
)iezas, en particular a(|uellas a que debe su celebridad, an-
tes que Lope de Vega hubiese alcanzado la soberanía abso-
uta en el teatro. Talento serio i grave. Castro se propone
ron mover mas bien que divertir. De todos los escritores
Iramáticos españoles es el (|ue ha mostrado mas respeto
> )r las tradiciones de su pais. En ellas encontró un verda-
loro caudal de ins[)iracion (pie supo esplotar con felicidad.
^^as mocedades del Cid, su obra maestra, está fundada en
os romances que contienen esas tradiciones. El drama está
lividido en dos partes: la primena, que ha imitado i en par-
:e traducido el célebre trájico francés Pedro Corneille, se de-
384 NOCIÓNOS DE HISTORIA LITERARIA
senlaza por el casamiento del Cid con Jimena; la segur
versa sobre la vida del héroe durante el reinado de don S
cho i el sitio de Zamora. Son en realidad dos piezas difer
tes, enlazadas entre sí por la unidad del héroe: el Cid do
na siempre en la escena. En medio de situaciones altamei
dramáticas que el poeta sabe encadenar, el honor nacioi
se encuentra entero con su valor indomable, su fé entusi
ta, su lealtad incorraptible. El sentimiento del patriotisi
mas verdadero i mas elevado se ostenta en toda la pieza
medio de una constante lucha de afectos contrarios/ C
neille mismo, que lo ha copiado casi fielmente en algui
escenas, ha quedado en ciertos detalles mas abajo que
poeta español; peo ha sabido en cambio crear un conjuí
mas armónico i mas grandioso, porque el jenio sabe en
aun imitando.
17.— Las obras dramáticas de don Guillen de Castro f
ron afamadas dentro i fuera de España; pero la fecundid
inagotable de Lope de Vega vino a eclipsar con su repu
cion inmensa la de todos sus antecesores. Nació Lope Fé
de Vega Carpió en Madrid, el año 1362. A la edad de cin
años, dicen sus biógrafos i él mismo lo indica, compor
versos que hacia escribir por otros. En su ciudad natal hi
sus estudios de gramática i de retórica; pero a la edad
catorce años, su espíritu inquieto lo indujo a fugarse de
casa paterna para correr el mundo. Después de haber t
mado parte en una espedicion a la isla Tercera (una de 1
Azores), cursó la filosofía en la famosa universidad de /
cala, por instancias del obispo de Avila que se habia cons
tuido en su protector. Sus estudios clásicos, sin erabarg
no fueron nunca completos, como se deja ver en sus obra
El resto de su juventu 1 fué un tejido de aventuras estrac
diñarías, algunas de las cuales fueron dos procesos que
le siguieron por asuntos' orijinados de lances amoroso
A consecuencia de un fluelo en que hirió a su adversario, s
frió un destierro a Valencia. Sea por patriotismo o por p
breza, Lope de Vega se alistó como soldado en la armac
invencible, dispuesta por Felipe IT contra Inglaterra, i si
LITERATURA ESPAÑOLA 385
vio mas tarde como secretario de algunos grandes señores
-c'spañoles. Viudo dos veces, abrazó la carrera eclesiástica,
ssin renunciar a la poesía, i sin someterse a la clausura con-
^^entual. Mas de dos tercios de sus obras dramáticas fueron
<^ompuestas después que el autor recibió las órdenes sacer-
^lotales. Parece, sin embargo, que el exceso de devoción
^rabrevió sus dias. Lope de Vega murió en Madrid en 1635»
r»- la edad de setenta i tres años.
Jamas poeta alguno gozó durante su vida de mayores
cronsíderaciones. Dante, Tasso, Canioens. Cervantes, vivie-
x"on i murieron oscuramente o tuvieron que soportar una
vida llena de desgracias. Lope de Vega fué admirado por
sus contemporáneos, i obtuvo por sus obras grandes su-
mas de dinero (jue repartía jenerosamente. Cervantes lo lla-
maba injenio monstruo de naturaleza; cuando Lope pasa-
ba por la calle, la muchedumbre se estrechaba a su alrede-
dor; el rei mismo hacia parar su coche para mirarlo, i los
niños lo seguian en medio de gritos de entusiasta alegría^
El nombre de fénix de los injenioSy con que es conocido to-
davía, resonaba sin cesaren sus oidos. El papa Urbano VIII
le envió la cruz de Malta con los títulos de doctor en teolo-
jía i de fiscal apostólico. En fin. el dia de su muerte, sus fu-
nerales fueron celebrados con una pompa real. Nueve obis-
pos oficiaron durante nueve dias por el reposo de su alma;
^cl teatro no se dejó sobrepasar por la iglesia.
La historia literaria no recuerda una fecundidad mas
prodijiosa. Se dice que compuso mil ochocientas comedias
profanas, i cuatrocientas relijiosas. A éstas hai que agregar
las numerosas obras de otro jénero, poemas épicos i poesías
líricas, con las cuales se hacen subir sus escritos a la enor-
"le cifra de veinte i un millones de versos. Se ha calculado
M^eha debido escribir durante toda su vida, inclusa la ni-
'*^, el tiempo de sus viajes i de sus correrías militares, no-
vecientos versos por dia. Un erudito bibliógrafo español
contemporáneo, don Cayetano de la Barrera, ha reducido
^-considerablemente estas cifras, manifestando con citacio-
nes del mismo Lope, que ya en tiempo de éste era común el
TOMO IV 2ó
f <
íO*
386 XOCIOXBH DE HISTORIA LITBRARIA
, atribuirle obras que nunca habia visto; pero no por eso la
fecundidad de este escritor deja de ser un prodijio portento-
so. El mismo ha dicho que muchas de sus piezas no le cos-
taron mas de un dia de trabajo '•
Lope de Vega pretendió a la universalidad en todos los
jcneros poéticos; pero no sólo en el teatro fué verdadera-*
mente creador. En los demás se contentó con imitar; i no
siempre fué feliz. Compuso como el Tasso una Jerusalen
conquistada, para contar la espedicion de Ricardo Corazón
(le León a la Palestina, poema que está mui lejos del oriji
nal. La hermosura de Anjélica, con que quiso continuar
el Orlando furioso de Ariosto no se acerca siquiera al mo-
delo. Sus otras epopeyas, sin contar en este número los
poemas de un carácter relijioso, son la Corona trájica, o
historia poética de los infortunios de María Stuardo; la
Circe, ampliación no mui feliz de un episodio de la Odisea,
i la Dragontea en que celebra la muerte del marino ingles
IVancisco Drake, a quien maldice con grande enerjia, lla-
mándolo aborto del infierno. Si en estas obras Lope no fué
afortunado, cultivó en cíimbio la sátira, la epístola, la églo-
ga, la letrilla burlesca, la canción tierna, el soneto i el ro-
mance con rara felicidad. En esta rápida e incompleta enu-
meración, debemos recordar un ensayo de poema didáctico
titulado Arte nuevo de hacer comedias: una novela pasto-
red en verso; la (ratomaquia, poema burlesco dé gran méri-
to cuyos héroes son los gatos, i dos novelas en prosa.
Pero para apreciar la grandeza del jenio de Lopede Vega
es preciso estudiar sus dramas. El ha creado las dos gran-
des clases de piezas del teatro español, las comedias divinas
i las comedias humanas. Las primeras versan sobre la vida
<le algún santo, o son simples ficciones alegóricas cuyos
|)ersonajes eran la muerte, el pecado, el maometisto elju-
i Así lo dice en su égloga a Claudio, pñj.^Sl del tomo XXXVIII
<Ie la BihliotccH (h Autores Españoles de Rivadeneirn.
"Pues mas de ciento en horas veinticuatro
Pa,saron de las musas al teatro**
LITERATURA RSPAÑOLA :Í87
(leismo, la candad, la justicia, etc., por medio de los cuales
<?l poeta esplicaba uno de los dogpias de la relijion o un
principio de la moral cristiana. Estas piezas, que estuvie-
ron mui en boga en España, i que eran representadas en
ciertos dias de gran solemnidad relijiosa, son conocidascon
d nombre de autos sacramentales. Las comedias humanas
■eran también de dos clases; las unas heroicas, cuyos perso-
najes i cuya acción son tomados de la historia; las otras
<le aventuras inventadas a imitación de la vida real i ordi-
naria. Estas ííltigias, que losespañoles hanelevado a cierto
grado de perfección, se conocen con el nombre de comedias
<¡e capa i espada, por los lances que abundan en ellas. En
esta clase es también en la que mas ha descollado Lope de
Vega; pero ha tratado con raro talento la historia, las tra-
diciones relijiosas, los personajes alegóricos, las comedias
de costumbre, de intriga i de carácter.
La trama de sus piezas es ordinariamente mui compli-
cada; las intrigas se cruzan en todos sentidos, los inciden-
tes se suceden i el desenlace sorprende a todo el mundo. En
«US comedias de capa i espada hai ciertos caracteres que
reaparecen siempre pintados con una fidelidad singular, el
vejete, el galán, la dama, la vieja, el criado i el gracioso.
Aparte de estos personajes que se repiten en casi todas las
]»iezas con caracteres casi idénticos, Lope se cuida poco de
los otros accesorios. Una vez concebida la idea; primera,
-agrupaba descuidadamente las escenas burlescas i las sen-
timentales, proseguia su intriga hasta el fin, reuniendo to-
llos los incidentes que se levenian a la imajinacion; i cuando
-<reia que la pieza iba a salir mui larga, cortaba brusca-
Tiiente los nudos que habia formado i casaba a todas las
|)arejas de amantes que tenia entre las m*anos. En verdad,
no podia exijirse mas a un hombre que en veinticuatro ho-
ras debia inventar el asunto de sus piezas, crear los perso.
Tiajes i versificar sus diálogos. Por otra parte, el público no
l)uscaba en el teatro mas que los contrastes cómicos, las
-escenas burlescas i los episodios conmovedores: poco le im-
1 cortaba que las leyes del gusto fuesen violadas a cada
388 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
paso, que los preceptos referentes a las unidades fuesen
atropellados de una manera chocante. Lope de Vega cono-
cía esto mismo, i por eso se cuidaba principalmente de
agradar a los espectadores sin acordarse de las reglas lite-
rarias ^ . De esta manera, compuso escenas admirables^
pero piezas imperfectas i descuidadas en que se descubre la
precipitación, i por decirlo así, la improvisación. Si hai al-
gún hombre de quien se pueda decir que es superior a sus
obras, ese es Lope de Vega. En efecto, dotado de un talento
creador de primer orden, fijó la forma del 'drama español,
ejerció sobre la literatura de su patria una influencia in-
mensa, i compuso obras numerosas que revelan su injenio;
pero ninguna puede ser citada como modelo. Lope cultivó
todos los jéneros dramáticos, el cómico i el serio, pero en
ambos ha sido sobrepujado por algunos de sus compatrio-
tas. Pero cualesquiera que sean sus defectos, la crítica re-
conoce en este fecundo poeta al iniciador de una revolución
literaria que otros consumaron felizmente. Uno de sus mas
juiciosos biógrafos. Lord Holland, ha dicho con mucha ra-
zón: **Si Lope de Vega no hubiese escrito, quizá no habrian
existido jamas las obras maestras deCorneille i de Moliere;
i si nosotros no conociésemos las obras de éstos, Lope pa-
saría aun por uno de. los mas grandes autores dramáticos
de Europa."
17. — El fénit de los injenios, como se llama todavía a
1 En su Arte nueio de hacer comedias (páj. 230 del tomo
XXX VIH de la Biblioteca de Autores Españolea) se encuentran
estos versos:
**I cuando he de escribir una comedia
Encierro los preceptos con cien llaves;
Saco a Terencio i Plauto de mi estunio
Para que no me den voces...
1 escribo por el arte que inventaron
Los que el vulgar aplauso pretendieron;
Porque, como las paga el vulgo, es justo
Hablarle en necio para darle gusto.''
LITERATURA ESPAÑOLA 389
Lope de Vega, fué el modelo de sus contemporáneos i de
sus sucesores. Sus imitadores, sin embargo, que no tenian
su jenio, exajeraron sus defectos copiando sus procedimien-
tos. Pero en el tiempo en que la España perdia su influen-
cia política, iluminaba todavía al mundo con los últimos
rayos de su gloria literaria bajo la protección de un rei
apasionado por el teatro, Felipe IV, poeta dramático él
mismo, según una tradición jeneralmente aceptada. Otros
injenios vinieron a desarrollar el teatro español completan-
do la obra de Lope de Vega. El mas notable de todos, sino
por otros méritos a lo menos por la fecundidad, es don Pe-
<lro Calderón de la Barca.
Nacido en Madrid en 1600, Calderón hizo buenos estu-
dios literarios, i desde mui temprano dio muestras de sus
talentos poéticos. Sin embargo, se enroló en el ejército co-
mo simple soldado e hizo algunas campañas en los Paises-
Bajos i en Italia, que le permitieron conocer el mundo. Fe-
lipe IV oyó hablar de sus talentos como autor dramático i
lo llamó a Madrid en 1636, para ofrecerle los medios de
representar sus piezas. Desde luego alcanzó una gran popu-
laridad junto con la protección decidida del monarca. Hizo
todavía una nueva campaña en Cataluña para sofocar la
insurrección que habia estallado allí; pero su principal ocu-
pación fué la poesía dramática que enriqueció considerable-
mente. Calderón tenia casi la fecundidad de Lope de Vega.
"Se cuentan entre sus obras 127 comedias, 95 autos sacra-
mentales i muchas otras poesías no dialogadas. A la edad
^le cincuenta i un años recibió las órdenes sacerdotales, i
--<lesde entonces se contrajo especialmente a escribir stis aú-
llos sacramentales i otras poesía? relijiosas. Murió en
11681, en el pleno uso de su intelijencia, trabajando hasta
^1 último dia de su vida i gozando de los aplausos a que lo
•'licieron acreedor su obras.
Calderón no intentó grandes mudanzas en punto a las
í^ormas dramáticas. No aumentó jénero nuevo al teatro, ni
■~nodicó en cosa alguna importante las formas ya consa-
gradas por Lope de Vega; en cambio manifestó mas cono-
i
390 NOCIONRS DE HISTORIA TJTEKARIA
cimiento en la combinación de los incidentes, i en la dispo-
sición del plan. Dio a todo un nuevo colorido, i bien puede
dtcirse que hastn una fisonomía enteramente nueva. Su
drama es mas ideal i con tendencias mas poéticas, i por
consiguiente menos real i positivo que e! de su predecesor.
Las mismas situaciones i los mismos caracteres reaparecen
con frecuencia; pero su jenio fértil ha sabido encontrar una
admirable complicación de intriga en medio de estos resor-
tes uniformes. Los encantos de una versificación siempre
elegante i fácil, aunque afeada a veces por el culteranismo^
de que hablaremos mas adelante, arrojan un velo sobre los
defectos de sus composiciones. Sus piezas relijiosas fueron
las mas admiradas por los contemporáneos de Calderón ;=
hoi su gloria descansa sobre todo en las comedias de capa
i espada, tejidos de aventuras recargados quizá, pero con —
cébidos con tíilento i desenvueltos con grande habilidad
Algunos críticos han exajerado sin embargo la importan
cia literaria de Calderón: Guillermo Schiegel ha'llegado ;k^
asignarle el primer lugar entre los dramáticos modernos
En esta opinión del famoso profesor alemán, desarrolladaE=
por él con bastante estension, debe notarse sobre todo un?^^^
parte considerable del espíritu de secta: Schiegel veia em
Calderón al iniciador del romanticismo moderno, i por es( j
no ha vacilado en darle un puesto que en realidad no le co ^
rresponde.
18.— Al lado de estos dos grandes astros de la escena es ^
pañola, brillaron muchos otros injenios, casi todos ello^
menos fecundos que Lope i Calderón, pero entre los cualeí¡==!
hai algunos que perfeccionaron el arte dramático mediantes
un estudio mas detenido de los caracteres i de la acción^
Hablaremos sólo de cuatro de ellos, que son sin disputa to^
mas notables.
Tirso de Molina, cuyo verdadero nombre es Gabriel Te-
Hez (1570-1648), fué un poeta mui fecundo, natural de Ma-
drid. Después de haber hecho buenos estudios clásicos, i
haber llevado una juventud ajitada, se hizo fraile mercena-
rio i alcanzó a ocupar algunos puestos elevados en su ór-
LITERATURA ESPAÑOLA 391
den. Fué predicador, teólogo e historiador, escribió nume-
rosas poesías de varios jéneros i cerca de trescientas come-
dias. De éstas, que en su mayor parte fueron compuestas
antes que Tirso de Molina se hiciese sacerdote, sólo nos
quedan setenta i siete que bastan para darlo a conocer.
Sus piezas históricas i relijiosas no tienen importancia; la
verdadera orijinalidad de este poeta está en sus comedias
de intriga i en sus comedias de carácter, de la cual puede
considerarse el creador entre los españoles. Sus argumen-
tos se asemejan casi todos; la invención no existe mas que
en los detalles en los cuales Tirso agrupa hábilmente los
mas variados incidentes, sin acordarse muchas veces de la
decencia. Lo que lo distingue sobre todo de sus paedeceso-
res es la picante vivacidad, los rasgos maliciosos, i la incom-
parable jovialidad de sus burlas, concebidas casi siempre
en el estilo mas natural i mas verdadero. A él se debe la
creación del tipo de Don Juan, el libertino audaz i sacrilego,
que ha servido mas tarde para la formación de muchos
dramas i poemas. Tirso lo tomó de las tradiciones popula-
res de Sevilla, i le dio vida en una de sus comedias mas
aplaudidas, pero que sin embargo no es la mejor de sus
obras.
Donjuán Ruiz de Alarcon nació en Tasco, pueblo minero
de Méjico, por los años de 1580. Después de haber hecho
sus estudios en América i en Salamanca, hasta obtener el
título de licenciado en leyes, llevó la vida de pretendiente
en busca de algún destino. Residió en Sevilla i en Madrid,
i como no viera realizadas sus pretensiones, se dedicó a la
poesía i al teatro, i compuso muchas comedias de carácter,
veinte de las cuales se conservan i gozan de una justa esti-
mación. Su jenio violento, su nacimiento americano i hasta
sus defectos físicos, pues era jorobado, le atrajeron las bur-
las i las sátiras de algunos poetas contemporáneos. Al fin
obtuvo el empleo de relator del consejo de Indias, que des-
empeñó hasta su muerte, ocurrida en 1639. Los dramas
de Alarcon suponen un estudio notable de las pasiones i de
los resortes teatrales; pero su orijinalidad se manifiesta
392 NOCIOMBS DB HISTORIA LITERARIA
sobre todo en sus comedías, i consiste precisamente en la
intención filosófica. El ha elevado este jénero literario de
la pintura esclusiva de las costumbres a la pintura de los
caracteres. Para esto, renunció resueltamente al interés
de la intriga que exijia el público español como primera
necesidad de una obra dramática, para elevarse hasta los
tipos jenerales de la humanidad. Moralista en medio de
hombres que tenian imajinacion sobre todo, pretende co-
rrejir cuando sus contemporáneos querían sólo agradar.
Alarcon miraba en tan poco la aprobación que podía dis-
pensarle el vulgo que, en una época en que comentaba la
corrupción del gusto, se mantuvo fiel a los graneles escrito-
res del siglo XVI, i escapó casi enteramente al contajio del
culteranismo, entonces jeneral. Estas circunstancias esplí-
can en parte el poco aprecio que se hizo de sus comedias, i
el desden con que lo miraban sus émulos. En efecto, la sen-
cillez, la claridad, la pureza del estilo de Alarcon, hacen
olvidar que han pasado dos siglos sobre sus obras.
Don Agustín Moreto fué natural de Madrid (16181669).
De su vida casi no se tienen otras noticias que las de haber
abrazado el estado sacerdotal i haber pasado sus últimos
años en la mayor austeridad. Aunque los dramas histó-
ricos de Moreto sean concebidos con talento i escritos con
vigor, no se debe buscar en ellos el jenio particular de este
autor. Se le encontrará sí en las comedías en que se propu-
so desarrollar un carácter particular. Tomaba a veces la
acción de alguna pieza olvidada o desconocida de sus pre-
decesores; pero la hacia orijinal en sus manos, porque po-
seía en alto grado el arte de. la composición. Sus intrigas,
menos complicadas que las de Calderón i Lope, se anudan
i desenlazan mas naturalmente. Su estilo por otra par-
te, es mas sencillo, i en jeneral mas adaptado a la co-
media. Todas estas circunstancias han hecho que esas
piezas, aunque no las mas orijinales, sean las mas
acabadas del teatro español. **Me parece, dice Viardot,
que si se abriese un concurso entre todos los teatros de
Europa i fuese necesario representar el de España por
LITERATURA ESPAÑOLA 393
una sola pieza, no se podría elejir nada mejor, entre las in-
numerables riquezas que posee, que la comedia de Moreto
titulada El desden con el desden, de que Moliere ha hecho
una imitación descolorida.**
Si El desden con él desden de Moreto es la mejor come-
dia española, el mejor drama, en la acepción especial de esta
]>alabra, es García del Castañar de don Francisco de Ro-
jas. De la vida de este poeta se sabe sólo que nació en To-
ledo en 1607, que vivió ordinariamente en la corte, que fué
caballero de la orden de Santiago i que escribió muchas
obras dramáticas, de las cuales no todas se conservan. Sus
autos sacramentales, que son numerosos, casf no son leidos
-en nuestro tiempo sino por algunos curiosos eruditos. Hai
piezas suyas que son de una estravagancia i de una afecta-
ción singulares. Mas tarde se corrijió de estos defectos de
juventud; i cuando la reflexión concentró las riquezas de su
injenio, en vez de perderlas en trabajos medio improvisa-
dos, como algunos de sus predecesores, se contrajo a for-
mar obras maestras. Algunas de sus comedias de costum-
bres son justamente estimadas; pero es en el drama propia-
mente dicho, eh el retrato délas pasiones fuertes i vigorosas
i de los caracteres elevados, donde Rojas desplega todos
los recursos de su jenio.
Pero cualquiera que sea el mérito de todos estos poetas,
<ís preciso reconocer que el teatro español no ha pintado
mas que a los españoles. De allí nace su grande importan-
cia bajo el punto de vista histórico. Revela los sentimien-
tos mas íntimos de la nación, la galantería caballeresca, el
espíritu relijioso, el buen humor; pero carece de esa jenera-
lidad en la pintura de los caracteres; que constituye el pri-
mer mérito del teatro francés. Al lado de estos defectos,
ofrece eminentes cualidades, el interés, la invención dramá-
tica en el tejido de la fábula, i por fin la pasión. El drama
•español, ademas, aspira siempre a la grandiosidad, i algu-
nas veces exajera; pero jamas idealiza el crimen, como se
ha pretendido hacerlo después en otros paises; i se deja
^tras la naturalidad, no pretende dorar lo que es inmundo.
894 NOilONRS I>fi HISTORIA LITERARIA
Los poetas dramáticos de España, por inclinación natural»
se proponen pintar los grandes sentimientos, los grandes
sacrificios por un interés de amor, de familia, de patria: el
honor es el alma del teatro i el Cid su símbolo inmortal.
Aun la pintura de preocupaciones falsas i hasta peligrosas,
tiene por escusa el ser las preocupaciones de un siglo, que,
después de todo, no era mas que la exajcracion de una idea
moral, respetable en principio. En fin, el arte del diálogo
fué elevado por esos poetas a un alto grado de perfección.
Son ellos los que han enseñado ese arte a los grandes auto-
res dramáticos franceses del siglo de Luis XIV.
19.— Esta era de prosperidad de la poesía dramática, fué
como debe suponerse, contemporánea de un gran desarro-
llo de los otros jéneros literarios. La poesía lírica, sobre
todo, tuvo todavía mayor número de adeptos que en el si-
glo anterior. Los romances populares de esta época son
también mui numerosos, i abrazaron todos los asuntos que
trataban los antiguos poetas. Muchos de los mas ilustres
poetas de los siglos XVI i XVII, Lope de Vega, Cervantes,
etc., rehicieron los antiguos romances, dando a su lenguaje
formas mas nuevas i mas estudiadas; pero la naturalidad
de este jénero de composiciones desapareció también en
parte.
Pero el mas grande délos poetas líricos españoles deeste
siglo, i uno de los mas notables que haya producido la Es»
paña, es don Francisco de Rioja. Nacido en Sevilla por los
años de 1600, Rioja abrazó el estado eclesiástico desem-
peñó las temibles funciones de miembro del tribunal de la
inquisición en Madrid, i obtuvo la protección del famoso
conde duque de Olivares, a quien sirvió como bibliotecario.
La desgracia de su protector le acarreó algunas persecu-
ciones, después de las cuales se asiló en un convento de su
ciudad natal, donde murió en 1658. Hombre de una vasta
ilustración, Rioja la empleó, no en revestir sus versos de for-
mas eruditas, sino en darle toda la perfección apetecible en
los detalles i en hacerlas sencillas i puras. Sólo se conservan
algunas de sus obras; pero por su elegancia i por su bueii
\
LITERATURA B8PAÑ0LA 395
gusto, son consideradas en España como el mejor modelo
que pueda ser presentado a las meditaciones de la juventud.
Respiran todas ellas un sentimiento de fílosofía melancóli-
ca que sabe contenerse en sus justos límites. Aparte de al-
gunas piezas cortas, recomendables por la armonía i el
buen gusto, es notable su Epístola moral a Fabio, por la
elevación de los pensamientos, la solidez de las máximas i
el vigor de la inspiración.
La canción a Las ruinas de Itálica, inspirada por el
recuerdo de la grandeza romana, considerada como el trozo
mas acabado de todo el parnaso español, i que se atribuyó
durante algún tiempo a Rioja, fué escrita por Rodrigo de
Caro, ecleéiástico andaluz mui erudito que dejó algunas
obras en prosa bastante estimadas.^
Inferiores a Rioja, pero también mui celebrados, son los
dos hermanos Arjensola, jemelos no por el nacimiento, ni
por la posición que ocuparon, pero sí por el carácter, el ta-
lento, la instrucción i el estilo. Lupercio i Bartolomé Leo-
nardo de Arjensola *^ nacieron en Barbastro, en el Aragón,
el primero en 1565 i el segundo en 1566. El mayor siguió
la carrera de los empleos en España i en Ñapóles, fué cro-
nista de la corona de Aragón, con cuyo motivo compuso
una obra histórica mui apreciable por las noticias que con-
tiene: murió en 1613. El segundo, Bartolomé, fué sacerdo-
te, escribió también una nistoria de la conquista de las is-
las Moldeas por los españoles, i murió en 1631. En los mo-
mentos en que la literatura española marchaba a su deca-
dencia por el influjo del culteranismo, loshernanos Arjenso-
la desempeñaron el papel de moderadores, i sin producir
obras maestras, mantuvieron el gusto cuando comenzaba
a perderse. **Sin intentar dismmuir la justa e&timacion que
1 Caro nació en 1585 i murió en 164-8. V. el Manual de Com-
posición Literaria, Sección VII, § VI.
- El apellido de estos dos poetas era Leonardo de Arjensola. Su
padre, Juan Leonardo, era un italiano de Ravena, i su madre una
señora aragonesa, llamada Alfonsa de Arjensola. En la literatura
española son conocidos principalmente con el apellido materno.
396 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
se debe a los Arjensola, dice Quintana, nos parece que su
fama es mucho maj-or que su mérito; i que si la lengua es-
|)año]a les debe mucho por el esmero i la propiedad con que
la escribiac, la poesía no tanto, donde su reputación está
al parecer mas afíanzada en los vicios que les faltan que en
las virtudes que poseen.*'
20. — Al lado de estos poetas figura uno de los jenios mas
singulares de la literatura española, cuyo nombre es popu-
lar en todas partes donde se habla la lengua castellana, i
cuj'^as obras abrazan casi todos los jéneros literarios. Ha-
blamos de don Francisco de Quevedo i Villegas. Nacido en
Madrid en 1580, era por sus conocimientos filolójicos, jurí-
dicos i teolójicos, un verdadero sabio al salir de la univer-
sidad de Alcalá. Su vida entera fué un tejido de las mas es-
t rañas aventuras. En la noche del jueves santo (1600), se
hallaba en una iglesia cuando un caballero desconocido se
acerca a una señora i le da una bofetada. Quevedo se hace
el defensor de la dama ultrajada, provoca al agresor a un
duelo, i le deja muerto en el pórtico de la iglesia. Obligado
a huir de las persecuciones de la justicia, Quevedo pasó a
Sicilia para buscar un asilo al lado del virei duque de Osu-
na, que era su protector. Como ájente de éste, de«?empeñ6
diversas comisiones diplomáticas en Italia. De vuelta a Es-
paña, arrastrado en la desgracia de su protector, a quien
se acusaba nada menos que de haber intentado hacer inde-
pendiente el reino de Ñapóles, sufrió tres años de prisión
( 1620-1623). Llamado nuevamente a la corte, i nombrado
secretario del rei, se le acusó en breve de ser autor de una
sátira sangrienta contra el conde-duque de Olivares, i de
nuevo fué sometido a una dura prisión (1639) en que pasó
otros cuatro años. Al fin, después de muchas aventuras en
la corte, en que tuvieron parte las asechanzas que le ten-
dian algunas damas principales para vengarse de su mor-
dacidad contra las mujeres, murió en 1645, dejando en la
historia de las letras españolas uno de los nombres mas
ilustres que ellas recuerden.
Ouevedo se ejercitó en casi todos los jéneros, desde la le-
LITERATURA ESPAÑOLA 397
trilla hasta la comedia; desde los escritos mas serios de
moral i de relijion hasta la sátira mas hiriente i mas gro-
tesca. Su obras serias, entre las cuales se distinguen la Vida
de San Pablo, la Vida de Marco Bruto i la Política de Dios,
son notables por la unión de la mas pura moral i délos mas
elevados pensamientos políticos, pero cuyo estilo está con
frecuencia empañado por los diversos jéneros de afectación
que caracterizan a todos los escritores españoles de esta
época en materias de filosofía i de política. En el jénero sa-
tírico i con frecuencia burlesco, descuellan El sueño de las
calaveras, El alguacil alguacilado. Las zahúrdas de Plu-
ton, publicado primero con el título de El sueño del inñer-
no, i las Cartas del caballero de la tenaza, ^s famosa igual-
raen te El gran tacaño o Historia del buscón, novela del jé-
nero picaresco. En las obras de esta segunda clase es donde
se debe buscar el verdadero jenio de Quevedo. Allí se en-
cuentran esos rasgos espirituales, esas ilusiones picantes,
esas metáforas felices, esas vivas imájenes que han enrique-
cido la lengua española con una multitud de proverbios fa-
miliares. Por ellas es uno de los escritores mas populares
de su patria, donde es conocido i designado como el padre
de la risa, el tesoro de los chistes, el maestro de la agudeza
i de la jocosidad. Desgraciadamente, estremado en todo,
Quevedo no sabe guardar en la elección de sus burlas la me-
sura del buen gusto, de la decencia, ni aun la claridad en la
elección de sus espresiones. Su sátira, aunque demasiado
violenta casi de ordinario, deja ver, sin embargo, una alma
jenerosa i atrevida que condena los vicios de su tiempo sin
pensar en los sinsabores que esa crítica ha de acarrearle.
Las obras poéticas de Quevedo fueron igualmente nu-
merosas; i es probable que las que conocemos, que casi en
su totalidad sólo vieron la luz pública después de su muer-
te, sólo sean una parte reducida de las que compuso. Desde
luego, sus comedias han desaparecido casi del todo. Las
demás poesías, así como sus obras en prosa, son de dos jé
ñeros diferentes: serias las unas, destinadas a asuntos mo-
rales o filosóficos; lijeras, burlonas i satíricas las otras. En
398 NOCIONES I>M HISTORIA LITKUAKIA
/imbos jéneros domina un estilo análogo al de sus obras en
prosa. Afectado i casi oscuro en la poesía seria, Quevedo
revela en el jénero burlesco una sal cómica, viva, aunque a
veces grosera; de ordinario una amargura digna de Juve-
nal i un injenio prodijioso para agrupar equívocos, retrué-
canos i alusiones de toda especie, en ocasiones inintelijibles
para nosotros. Sus sonetos burlescos, imitados del italia-
no, son los mejores que se han escrit<> en lengua castellana,
Sus romances, sus quintillas, sus canciones son a veces ini-
mitables por la gracia i por el buen humor. Pero en todas
estas composiciones, Quevedo no ha querido contenerse
siempre en los límites de la naturalidad i del buen gusto, i
frecuentemente ha llevado la caricatura hasta el exceso. En
prueba de ello podríamos citar el fragmento de un poema
i)urlesco sobre el asunto de los amores de Orlando, escrito
a la manera de Berni, pero tan recargado de estravagan-
cia que la imitación ha perdido toda la delicadeza i buen
sabor del orijinal.
21.— Este inagotable arsenal de burlas fué puesto algu-
nas veces al servicio de una buena causa. Quevedo quiso
<lesterrar de la poesía española una pedante afectación, o
mas bien una estraordinaria cstravagancia de formas que
en su tiempo estaba mui en boga; i en efecto la censuró con
amargura, pero sin conseguir el resultado que se proponía.
El gusto literario pasaba entonces en España por una re-
volución semejante a la que Marini habia producido en
Italia; i todos los esfuerzos de injenios poderosos fueron
impotentes para contenerlo en sus estravíos.
Se atribuye esta perversión del gusto en España a un
poeta de verdadero talento, don Luis de Góngora (1516—
1628). Nacido en Córdoba; Góngora hizo buenos estudios
literarios i abrazó la carrera eclesiástica para librarse de
la miseria. Sus primeras obras poéticas, que consisten en
sonetos, canciones i romances, son notables por la natura-
lidad i por la gracia, i lo colocan en la categoría de los me-
jores poetas líricos de España. Pero disgustado^del poco
aprecio que sus contemporáneos hacían de sus obras, Gón-
I
LITBRATIRA KSPAXOLA 3i>9
;i^ora concibió la idea de crear para la poesía seria un estilo
'Has elevado, que denominó estilo culto. ** Quiso, dice Lope
<le Vega, enriquecer el arte i aun la lengua con tales exor-
'^ liciones i figuras, cuales nunca fueron imajinadas, ni hasta
stx tiempo vistas". Con este propósito, i mediante todo el
í^T-abajo iniajinable, formó un lenguaje particular i lleno de
^^fttravagancias, que desafiaba todas las reglas recibidas
I > orla lengua española en prosa i verso. Se esforzó sobre
^c:>do en introducir en esta nueva lengua las inversiones i
I >^s construcciones del griego i del latin, i en apartar los
^íS ustantivos de las palabras que los modifican mas inme-
suatamente. Para conseguir este resultado, le fué también
«"lecesario inventar una nueva manera de puntuar, sin la
^•ual no se habria podido adivinar jamas el sentido de sus
versos, los cuales a pesar de este recurso, son de una oscu-
ridad casi indecifrable. No contento con haber desfigurado
así la lengua, quiso dar a la dicción mas dignidad i a cada
palabra una intención profunda. Las voces conocidas to-
maron en sus versos una significación nueva, lín fin, para
acabar de perfeccionar este estilo culto, vació en sus versos
toda su erudición en mitolojía i en jeografía antigua, con
lo que la oscuridad fué todavía mas completa. En esta for-
ma literaria, que se llamó el nuevo arte, escribió Góngora
^us Soledades, su Polifemo, i algunas poesías cortas, mui
aplaudidas en su tiempo i menospreciadas ahora.
Góngora, sin embargo, era un hombre de jenio que supo
sacar cierto provecho de estas formas estravagantes. Pero
el nuevo arte tuvo en poco tiempo numerosos imitadores
(|ue le cultivaron con mucho menos talento. '*A muchos ha
llevado la novedad a este jénero de poesía, dice Lope de
Vega, i no se han engañado, pues en el estilo antiguo en
su vida llegaran a ser poetas, i en el moderno lo son en el
mismo dia; porque con a(|uellas trasposiciones, cuatro pre-
ceptos i seis voces latinas, frases enfáticas, se hallan levan-
tados a donde ellos mismos no se conocen ni sé si se entien-
den". El estilo culto invadió todos los jéneros poéticos, i
pasó también a la prosa i hasta a la oratoria sagrada.
400 NOCIONES 1>K HISTORIA LITERA lU A
Basta abrir algunos libros españoles de esa época i de todo
el resto del siglo XVII, para encentrar en ellos, salvo muí
pocas escepciones, ese estilo pretencioso que bajo las apa-
riencias mas trabajadas i oscuras, no encierra mas que
pensamientos vulgares, interpretados muchas veces por
prolijos comentadores. Lo que prueba el poder de la nueva
escuela es que el mismo Lope de Vega, que la condenaba de
una manera tan esplícita, que Quevedo, que la combatió
toda su vida con raro injenio, i que Calderón, que poseia
un talento de primer orden, cedieron algunas veces^a las
exijencias de la moda.
22.— El culteranismo invadió, como hemos dicho, la pro-
sa; pero algunos escritores pudieron sin escapar sino com-
pletamente, a lo menos en gran parte a la corrupción jene-
ral. Debemos recordar aquí los nombres de tres historia-
dores distinguidos, que hasta ahora son presentados como
modelos de arte i de estilo. Son estos Solis, Moneada
i Meló.
Don Antonio de Solis (1610-1686) nació en la ciudad de
Alcalá de Henares, hizo excelentes estudios clásicos i se de-
dicó desde su juventud al cultivo de la poesía dramática,
en la que alcanzó una justa nombradía. Después de desem-
pefíar diversos destinos importantes, Solis, como tantos
otros poetas españoles, recibió las órdenes sacerdotales. El
rei le confió el cargo de cronista de Indias; i en desempeño
de este destino escribió el libro que lo ha hecho célebre. Su
Historia de la conquista de la América setentrional, publi-
cada en 1684, es la narración de las campabas de Hernán
Cortés en la Nueva España hasta la ocupación de la ciudad
de Méjico. Esta obra es un verdadero monumento literario
por lo que toca al esti lo i al arte de la disposición. El asun-
to se desarrolla con una gran maestría, deteniéndose el au-
tor en aquellas partes que mas interesan, i avivando siem
pre la excitación del lector, de tal manera que la historia
])arece tomar la grandiosidad de la epopej^a. Sus formas
literarias tienen una pureza, una corrección i una armonía
verdaderamente inimita1)les. Esta obra mereció los hono-
LITERATURA BSPANOLA 401
res de ser impresa muchas veces i traducida a casi todos
los idiomas; pero para la posteridad que busca en la histo-
ria algo mas que los efectos del arte i la elegancia del esti-
lo, Solis es una especie de Quinto Curcio, español que, me-
nos empeñado en instruir que en ngradar, hace intervenir
en su historia la imajinacion del poeta, subordina la ver-
dad a los adornos, i busca los incidentes que pueden des-
pertar la curiosidad o el interés, mas bien que los que tie-
nen una verdatlera importancia histórica. Con este mismo
objeto, el autor hace pronunciar a los indios de Méjico dis-
cursos floridos i solemnes, como si se tratara de los retóri-
cos de Atenas i de los senadores de Roma. Solis, por otra
parte, aunque mui superior a los historiadores españoles
de su tiempo por las dotes del csti o, no lo es ni por la crí-
tica ni por la filosofía. Cree en las patrañas mas ridiculas,
como las apariciones de santos i del diablo; i ha ensalzado
a los conquistffdores de Méjico sin acordarse un momento
de los principios de la moral que a(iuellos ultrajaban a ca-
da paso.
Don Francisco de Moneada i don Francisco Manuel de
Meló son inferiores a Si>lis, pero goz.'in sin embargo de una
gran nombradla en las historia de las letras españolas. El
primero (1586—1633), valenciano de oríjen,pertenecia a la
alta nobleza española i fué jeneralísimo de los ejércitos de
Felipa IV i gobernador de los estados de Flándes.
Con el título de Espclicion de los catalanes i nrago neses
contra los turcos /^A/e;f 05, escribió en un pequeño volumen
las proezas de una división de aventureros españoles en el
imperio de Orienteen los primaros años del siglo XIV. Este
asunto, interesante porsí mismo, ha sido tratado con gran-
de habilidad,. Aunque Moneada ha dado a su narración
cierto aire romanesco, la historia estuliada en buenas fuen-
tes, no ha perdido nada de su solilez ni de su gravedad.
Meló (1611— 1667) era portugués de nacimiento, pero
escribiael español en verso i prosa con rara felicidad. Su vi-
da está sembrada de las m is singulares peripecias. Militar
en Flándes i en Cataluña, perseguido varias veces en lis-
'lOMO jv 2G
402 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
paña i Portugal, Meló cultivó las letras como descanso de
las ajitaciones de su vida. La Historia de los movimientos
de Cataluña en tiempo de Felipe IV es su obra capital.
Refiere sólo los principios de la insurrección catalana;
pero si la obra ha quedado incompleta, ofrece por el arte
de la composición, por el estilo i por la independencia i la
sinceridad del autor, un cuadro tan animado como ver-
dadero de una rebelión famosa en la historia de Es-
paña.
23.— Al terminar esta rápida reseña de la historia de la
edad de oro de la literatura española, nos será permitido
hacer algunas consideraciones jenera les para completar su
estudio.
Bn la literatura española, como ha podido verse, el do-
minio de la poesía es verdaderamente inmenso. Todos los
jéneros que ella encierní han sido cultivados con mas o me-
nos buen éxito, i todos han producidos sus frutos. Pero,
como lo ()b>erva Quintana, el jéiiero poético de esta época
no se alzó al nivel de las circunstancias que por todas par-
tes le rodeaban. Las musís castellanas, sordas, indiferen-
tes a la ajitacion universal en que la líspaña desem|)eñaba
el papel mas im|)ortaiite, apenas saben inspirar a sus favo-
ritos otra cosíi que moralidades vagas, imájenes campes-
tres, amores i galantería. E^-eptuando uno que otro trozo
lírico, como ciertas canciones heroicas de Fernando de
Herrera, la poesía española en que se cantan las glorias
nacionales, aun incluyendo en ella los diversos ensayos de
poemas épicos, no está a la altura del asunto. La Arauca-
na misma no alcanza a ser una escepcion de esta idea jene-
ral, puesto que los verdaderos héroes de este poema no son
los es|>añoIes sino los indios. A esta falta de grandeza
en el asunto puede agregarse otro defecto jeneral. Por mas .
que muchos de estos |)í)etas hayan poseido un talento ad-
mirable i un conocimiento sóli lo de la literatura clásica,
no es comim en ellos la elegancia sostenida i la |)erfeccion
del gusto, que otros autores modernos han bebido en las
mismas fuentes. Esto ha díido oríjen a la contrariedad de
LITERATURA ESPAÑOLA 403
opiniones sobre el mérito de los antiguos poetas españoles,
a qnienes algunos reputan como modelos excelentes, mién~
tras que otros los desprecian hasta el punto de considerar-
los indignos de leerse.
En el dominio de la prosa, muchos jéneros han quedado
completamente estériles. Las producciones intelectuales que
constituyen el mas justo título de orgullo de las lenguas
estranjeras, son precisamente las que faltan en la lengua
española. Así, por ejtmplo, no se encuentra ninguna obra
de filosofía, sea que se mantenga en el campo de la especu-
lación, como la metafísica, sea que descienda a la aplica-
ción en la lejislacion i la política; ninguna obra de ciencia
ya sea natural o exacta, que por la elevación del estilo i del
asunto merezca un verdadero renombre literario. Aun en
relijion, la Bspaña posee un caudal inmenso de escritores
ascéticos i de teólog )S que se i)ierden en un diluvio de sutile-
zas; pero nose busque en esta literatura verdaderos filósofos
cjue pDr la elocuencia i l«'i profundidad merezcan la esti-
mación de las nuevas jeneraciones. Así. para vo tomar
comparaciones mas que en la literatura francesa, en Espa-
ña no se encuentran Descartes ni Pasc;il; Montesquieu n¡
Rosseau; Buñon ni Cuvier; Bossuet ni Fenelon.
¿A qué deben atribuirse estos vncíos? Será, como han
iretendido algunos espíritus sistemáticos, al clima meridio-
al que solo desarrtílla las dotes de la iniajinacion? Pero la
^sicion jec^gráfica de la Italia es la misma que l.'i de Espa-
i; i sin embargo, allí se encuentra la aparición simultánea
la reflexión filpsófica i de la im.'íjinacion poética, de Dan-
i de Galileo, de Aiiosto i de Colon, de Petrarca i de Ma-
iavejo, del Tasso i de Torricelli, de Alfieri i de Volta. La
isa de la ausencia de nombres filosóficos de España es
a mui diversa. Es la inquisición, que ahogando la liber-
del pensamiento, ha impeJilo el (le«<arrollo de las inte-
tcias; que proscribiendo la historia de la guerra de Gra-
a de Hurtado de Mendoza, mutihmdo el i^azarillo de
nes, persiguienílo hasta los mas ardorosos escritores
:icos, ha comprometido gravemente el porvenir filosó-
le España, bajo su mano de fierro.
/
404 NOGIONBB DB HISTORIA LITBEIARIA
SIGLO XVIII
24. — La decadencia literaria de la Bspaña, como hemos
visto, comienza a mediados del siglo XVII. DesiJe e¿a épo-
ca, i casi sin otra escepcion que Solis, la literatura españo.
la, vaciada por el mal gusto, decaida de su antiguo esplen-
dor como la grandeza nacional, no produce mas que jenios
mediocres, i casi poJr a decirse nulos. La postración habia
llegado a su colmo, cuando nuevas influencias vinieron a
comunicar otra savia a aquel cadáver próximo a descom-
ponerse.
La historia de la literatura española como espresion orí,
jinal i espontánea del jenio de la España, termina con la es-
tincion de la dinastía austríaca. La elevación de la casa de
Borbon, llevando a la península las vigorosas tradiciones
del gobierno de Luis XIV, introdujo junto con uji gusto
mas depurado i mas correcto, las instituciones mas litera-
rias de la Francia. Creáronse entonces bajo los auspicios
del nuevo rei, Felipe V, numenjsas academias en toda Es-
paña, que fueron otros tantos propagadores del gusto fran-
cés en las letras i en las artes. Esta revolución, operada por "
la fuerza de las cosas, i cuando las letras castellanas habían a
llegiido al último punto de su postración, reveló inmediata- —
mente a los españoles el mal proiluciilo por el culteranis
mo; i a pesar de las resistencias opuestas por aigunos par —
tidarios exaltados de la antigua escuela nacional, la litera^ •
tura clásica francesa vino a ser el modelo de los mas distin- -.
guidos escritores españoles del siglo XVIII.
El primer síntoma de esta revolución en el gusto fué 1f=3
publicación (1737) de la Poética de don Ignacio de Luzan m
que llegó a ser en poco tiempo el có.ligo literario de los me-^
jores escritores. Nacido en Zaragoza, pero educado en Ita.^
lia, Luzan (1702— 1754«), desempeñó en Francia destinos
diplomáticos, que le |)ermit¡eron estudiar las literatunis es^^
tranjeras, i en España el cargo de ministro de comercio qu^ -*
le permitió prestar protección i estímulo a los literatos
LITERATURA ESPAÑOLA 405
Buscó los principios de su Poética en las literaturas anti-
guas i estranjeras; los espuso con juicio sano i seguro, i con
una erudición oportuna i sin pretensiones; pero, arrastrado
por su deseo de acercarse al clasicismo francés, fué excesi-
vamente severo con muchos de los antiguos poetas españo-
les, i sobre todo con Lope de Vega i Góngora. Queriendo
unir el ejemplo al consejo, compuso algunas obras poéticas,
despojadas, es verdad, de los defectos del culteranismo, i
cuidados en todos sus detalles, pero también faltas de fuego
i de vigor.
Entre los mas ardorosos sectarios de esta revolución se
cuentan, don Nicolás Fernández de Moratin i don José Ca-
dalso. El primero (1737—1780). ademas de algunas poe-
sías líricas, sátiras i epigramas, compuso un poema didác-
tico sobre l.'i cazíi, un corto ensayo de epopeya coii el título
de Las naves de Cortes destrvidas, i tres piezas dramáti-
cas. *'Moratin, dice Quintana, es ya un verdadero poeta...
La naturaleza le habia dotado (Je una imajinacion mas
grande i robusta que amena i delicada, i su injenio se incli-
naba mas a lo apacible. Así es que donde quiera que la ma-
teria cuadraba con el carácter de su espíritu, mostraba fue-
go, fantasía i orijinalidad, i sacaba de la lira española to-
nos mucho mas altos i felices que los demás poetas de su
época, i dignos de los mejores tiempos de la musa castella'
na. Es lástima que escribiese tan de prisa, i que confiado en
sus felices disposiciones ien el conocimiento que tenia en las
reglas del arte, creyese que esto bastaba para ejercitarse en
jéneros tan distintos entre sí."
En Cadalso se nota una tendencia mas señalada a la imi-
tación estranjera. Nacido en Cádiz en 1741, Cadalso hizo
buenos estudios, cultivó las letras con verdadero amor,
abrazó la carrera militar i fué muerto en el sitio de Jibral-
tar, en 1782. Como prosador i como poeta, imitó constan-
temente las formas estranjeras, i particularmente las fran-
cesas. Un opúsculo satírico quecon el título de Los eruditos
a ¡a violeta, publicó contra la superficialidad de los estu-
dios de su tiempo, es un modelo de gracia i de buena crítica.
406 NOCIONB8 DB HISTORIA LITERARIA
25.— La poesía dramática, que en manos de los indignos
sucesores de Calderón, habla caido en la mayor degrada-
ción, recibió también la influencia poderosa de la literatura
clásica francesa. Tradujéronse al castellano las trajedias de
Corneille i de Racine, i las comedias de Moliere; pero las
imitaciones españolas quedaron siempre mui abajo de los
orijinales. Pero esta revolución no se hizo sin vivas resis-
tencias de parte de algunos injenios españoles. Don Vicente
García de la Huerta (1729-1797) fué el mas impetuoso de
todos. Atrabiliario i orgulloso por carácter, se encarnizó
contra la nueva escuela, ensalzando a los anti^^uos poetas
españoles a quienes atacaban sin piedad los imitadores de
la literatura francesa. Dotado de mas voluntad que de ta-
lento verdadero. Huerta no hizo en realidad mas que infla-
mar la guerra literaria, apasionando asilos espíritus que»
huyendo de los términos medios, se alejaban también de la
verdad i de la razón.
En efecto, el deseo de no acercarse a los poetas españoles
de los tiempos de Góngora, llevó demasiado lejos a algunos
escritores del siglo XVIH, a Iriarte i a Samaniego, entre
otros, que dotados de instrucción i de talento, i cultivando
los dos un mismo jénero literario, revistieron sus obras de
una sencillez casi prosaica.
Don Tomas de Iriarte (1750-1791) era natural de Tene-
rife, en las islas Canarias: hizo hueros estudios literarios
i sirvió en Madrid un destino de archivero. Compuso algu-
nas epístolas i dos poemas didácticos, uno sobre la música
i otro sobre el dibujo; pero es principalmente célebre por
sus Fábulas literarias. La moral de éstas tiene la particu-
laridad de ser completamente literaria, es decir, el autor, en
vez de censurar los vicios del corazón, se contrae a sustraer
al escritor de los errores del estilo i del gusto, i algunas ve-
ces a reirse de los estravíos de la jente de letras. Iriarte des-
plega'en sus fábulas un injenio creador en sus argumentos,
i bastante habilidad para adaptarlos a la crítica literaria.
Su estilo siem|)re puro, tiene una claridad i una naturalidad
constantes. Pero su horror por los enormes defectos intro-
LITERATURA ESPAÑOLA 407
ducidos por el culteranismo, lo arrojó a un estremo no me-
nos vitup>erable. La sencillez habitual de sus versos va has-
ta lo prosaico.
Don Félix Maria Samaniego (1745— 1801), heredero de
una fortuna considerable, se contmjo al estudio i cultivó la
poesía por mero pasatiempo. Sus fábulas, imitadas i casi
traducidas del célebre fabulista francés La Fontaine, son el
fundamento de su gloria. Samnniego las escribió para
los niños de las escuelas, i empleó ?n ellas ordinariamente,
junto con la naturalidad i la malicia del modelo que imi-
tíiba, una versificación Huida i armoniosa, un estilo correc-
to i claro i una sobriedad que casi escluye todo adorno.
La influencia de la literatura francesa se limitó, pues, a
dar al estilo correv.cion, sencillez i claridad, desterrando los
abusos del culteranismo; pero no consiguió restaurar ni el
entusiasmo ni el vigor de los buenos poetas castellanos de
la época anterior. Casi se |)ue(le decir que fuera de ciertos
pasajes de Moratin, la poesía debía considerarse muerta.
Los Luzan, los Cadalso, los Iriarte son sin duda hombres
de talento, injenios elegantes, (jue sabian limar i pulir sus
escritos; pero Us faltó ese impulso vigoroso que constituye
la verdadera poesía.
26. — Pero tras de estos poetas vinieron otros, que aun-
que nacidos bajo la nueva escuela, supieron dar a sus poe-
sías la elevación junto cí)n la sencillez. Bajo el reinado de
Carlos III se inauguró una nueva época ])ara las letras es-
pañolas. Este monarca que prestó una jenerosa protección
al estudio razonado de las ciencias, desconocido antes de
entonces en España, fomentó también la bella literatura
concediendo mas amplia libertad de íiccion a los que líi cul-
tivaban. La inquisición, auncjue menos violenta, (|uedó
siempre en pié; pero se limitó la censura previa de loses
critos, i se permitió tratar todas las materias, con tal que
no se atacase directamente la relijion i la autoridad, real.
Las ciencias de observación, sin llegar a un alto grado de
desarrollo, comenzaron a cultivarse bajo el patrocinio del
408 KOOIONBS DB HISTORIA LITBRAKIA
rei, i las letras alcanzaron una nueva era de prosperidad^
que por desgracia no fué de larga duración.
Don Juan Meléndez Valdes (1754— 1817)es quizá el mas
ilustre poeta de esta nueva era. Cultivó la anacreóntica, la
elejía, la égloga, el romance serio i la oda heroica; i eií to-
das estas clames de poesía desplegó una suavidad de senti-
mientos, una corrección de gusto i una delicadeza de arte
que si bien no lo colocan sobre los grandes poetas de la edad
de oro, lo acercan a ellos. Aun podria decirse que Meléndez
los aventajó a todos por la perfección constante de sus
obras. Sin embargo, su carácter propendia mas ala gracia,
a la morbidez i a la ternura que al vigor i a la enerjfa, lo
que da a sus versos un tono de continua afeminación que
les quita casi toda la fuerzR i toda variedad. Este mismo
defecto lo hace repetir muchos sus descripciones campestres
i caer con frecuencia en una especie de desagradable mono-
tonía.
Contemporáneos i admiradores suyos fueron don Gaspar
Melchor de Jovellanos ( 174.4—1811) i don Nicasio Alvarez
de Cienfuegos (1764—1809). El primero, hombre de estado
ilustre por su honradez, economista distinguido, gran ju-
risconsulto, cultivó con gusto el drama, la sátira i la poe-
sía lírica, en medio de las ajitaciones de una vida siempre
ocupada. El segundo, aparte de algunas trnjedias poco
leidas hoi, se ejercitó en la oda i en la epístola. La pasión
de lo grande i de lo honrado anima sus versos líricos. ''Su
imajinacion tan ardiente como viva, dice Quintana, se po-
nia fácilmente al nivel de estos sentimientos. Nadie lo exce-
de en fuerza i en vehemencia, i no seria mucho decir que
tampoco nadie le igtiaha. Aun(|ue el fondo de ideas sobre
que su imajinacion se ejercita puede decirse tomado de la
filosofía francesa, no ciertamente el tono ni el carácter, que
guardan mas semejanza con la poesía osiánica i con la poe-
sía alemana'*.
La historia de la poesía española de esta época cuen
todavía otro nombre célebre, que gozó por largos años d
una popularidad inmensa, i que aun conserva ungranpreí
LITBRATURA B8PA&0LA 409
tijio. Don Leandro Fernández de Moratin (1760—1828),
hijo de otro poeta afamado, merece por la pureza del estilo,
por la elegancia de sus versos, por el buen gusto constante
i por la inspiración verdadera, uno de los mas elevados
puestos entre los poetas líricos españoles. ''Siguiendo las
huellas de su padre, dice Ticknor, modificó sin embargo su
estilo, de tal manera que bajo la influencia de los poetas
italianos, llegó a conciliar la ternura i delicadeza de la len-
gua italiana con la pureza i enerjía del castellano. Obsérva-
, se ésto particularmente en sus odas i sonetos, i en el bello
coro de Los padres del limbo^ composición solemne que se
acerca a la majestad fervorosa de frai Luis de León. Sus ro-
mances son mas nacionales por su entonación; pero las
poesfas mejores i mas interesantes de este autor, son aque-
llas en que se abandona por completo a las impresiones de
su propio temperamento o de sus afectos."
Ejercitóse también Moratin en la comedia de carácter.
Tomando por modelo a Moliere, el poeta español compuso
sus piezas con argumentos mui sencillos, pero desenvueltos
C!on gran cuidado, i escribió sobre todo con una naturali-
dad i con una limpieza de estilo verdaderamente notables.
El rigorismo con que se somete a los preceptos que reglan
íl arte dramatice», su respeto por todas las tradiciones del
eatro clásico francés del siglo XVII, han podido ser censu-
ados por el romanticismo moderno. Pero, a pesar de estas
ijusticias pasajeras de la opinión, don Leandro Fernández
* Moratin ocupará siepipreen el parnaso español un lugar
>norable al lado de Calderón, de Moreto i de Alarcon.
27.-— A principios del siglo X VIH la prosa española se ha-
ba en peor estado que la poesía. La afectación i el culte-
lismo habian corrompido el gusto de tal manera, que
\to el orador sagrado como el escritor profano no emplea-
\ otro lenguaje que una jerga que habia llegado a hacer-
lintelijible por la pretensio:; de encerrar pensamientos
liosos i de usar voces i jiros estraños a la índole de la
ua. Sólo.cuando estos abusos fueron intolerables setra-
í ponerles un dique. Algunos hombres de juicio, en la
410 MOCIONES OB HISTORIA LITBRARIA
misma época en que Luzan acometíala reforma poétíca tra-
taron de reintegrar en las producciones de la prosa la razón
desterrada de ella desde tanto tiempo atrás. Crearon al
efecto los primeros ensayos de crítica literaria, concebidos
en iin estilo mas natural i sencillo que el que se usaba co-
munmente, i destinados a ensalzar la forma clásica de los
grandes escritores franceses. Estas laudables tentativas tu-
vieron un resultado funesto; la frase española ha ganado
sin duda en claridad i en sencillez; pero al formarse sobre
el tipo francés, ha perdido su carácter nacional. La revolu-
ción es menos sensible en poesía por la necesidad en (|ue se
encuentra el poeta de recurrir a los antiguos modelos; |jero
en prosa, la modificación ha sido llevada tan lejos que en
ninguna parte se encuentra la lengua que usaron frai Luis
de Granada, Mendoza i Cervantes. Los que han querido
imitarlos, han caido en una afectación vituperable.
Entre los primeros escritores que aceptaron esta reforma
de la prosa no faltan algunos eruditos que, consagrándose
al estudio de la historia civil o de la historia literaria, com-
pusieron obras notables por la investigación i por el crite-
rio. El padre Enrique Flores (1701—1773), don Antonio
Capmany i Montpaiau (1742—1813), i el jesuita Francis-
co Masdeu (1740—1817), pertenecen al primer grupo. El
padre Martin Sarmiento (1695—1770), don Juan Antonio
F'eliicer (1740—1806) i don Gregorio Mayans i Ciscar ■ 1699
— 1781), pertenecen al segundo. Pero los modelos de buena
prosa de este siglo se deben buscar especialmente en los es-
critos de Feijóo i de Isla .
El padre benedictino frai Benito Jerónimo Feijóo (1701 —
1764), es autor de muchas obras, la mas importante de las
cuales es el Teatro crítico universal, colección inmensa de
tratados sueltos sobre una gran variedad de materias. Do-
tado de una vasta erudición adquirida en cuarenta años de
estudios, Feijóo recorre en esa obra la moral, la física, la
metafísica, la mcíHciiia, la astronomía, la historia, la gra
mática, la política, combatiendo los errores i las preocupa-
ciones que la intolerancia, la superstición i la ignorancia
LITBRATIJRA B>PAÑOLA 411
habían sembrado a manos llenas en España, i enseñando
las reliólas que pueden conducimos al descubrimiento de la
verdad. Con el progreso jeneral de las luces i de las ciencias,
sus ideas que se estimaron tan atrevidas en su tiempo, nos
parecen hoi mui atrasadas i mui tfmidas. En una época en
que las universidades españolas sostenían firmemente que
no habia nada que sacar de Newton para formar buenos
filósofos, i que Descartes i Gassendi estaban en m«iyordesn-
cuerdo que Aristóteles con la verdad revelada, se necesitaba
un gran valor moral para acometer la obra que emprendió
Feijóo. Sus trabajos, en efecto, sirvieron mas a la causa de
la civilización que todo lo que se habia escrito en España
desde un siglo atrás. No se busque, sin embargo, en las obras
de este escritor la verdadera orijinalidad: sus ideas i sus co-
nocimientos son tomados de los libros franceses, i hasta su
estilo se resiente de la influencia de los modelos que tenia a
1^ vista. Sus doctrinas i su método de demostración eran
nuevos solamente para España, que hasta mediados del si-
glo XVIII permaneciacompletamenteestraña al movimien-
to científico europeo.
El padre jesuíta José Francisco de Isla (1703 — 1781), cul-
tivó con preferencia el jénero satírico, i escribió entre otras
obras una novela notable, poco leida hoi, pero que en su
época le dio un gran renombre. La Historia del fumoso pre-
dicador frni Jerundio de Campazas, es la biografía imajina-
ria (1^ un predicador, su nacimiento, sus estuílios en el con-
vento, i sus aventuras como misionero. El padre Isla ha
copiado del natural los incidentes de su novela, las descrip-
ciones i los episodios de la vida monástica i devota; i por
eso su libro es el retrato fiel de una buena parte de la socie-
dad española del siglo XVIII. Con él se ha propuesto com-
batir el gusto detestable que se habia apoderado de la elo-
cuencia del pulpito, bajo la influencia del culteranismo, del
mismo modo que Cervantes, en una obra mucho mas famo-
sa, se dedicó a combatir las estravagancias de los libros de
caballerías. El padre Isla ha conseguido su objeto: las pa-
labras que pone en boca de su héroe, copiadas, según se ase-
412 NOCIONnS DB HISTORIA UTBRARIA
gura, de sermones verdaderos, son de tal modo ridiculas
que atrajeron el desden hacia las predicaciones pretenciosas
i absurdas de aquella época i contribuyeron a depurar el
gusto viciado i corrompido. El éxito que alcanzó aquella
obra poco después de su publicación fué verdaderamente
prodijioso; el estilo puro i notable por la ir' nía filia i pican-
te, contribuyó sin duda a este resultado. Pero ísa estima-
cion ha decaido algo en nuestro tiempo, cuando han dejado
de existir los defectos que aquella quiso correj:r. En electo,
el conjunto de la novela es fastidioso; las aventuras de un
mal predicador no podian suministrar materia para un li-
bro verdaderamente interesante. Sólo un jénio de primer
orden como el autor del Quijote^ ha podido hacer una obra
de mérito eterno de una novela escrita con un propósito de
circunstancias.
28.— La influencia de la revolución francesa se hizo sen-
tir en España como en todo el resto de Europa. La liber
tad política, aunque asentada siempre sobre bases débiles,
ha producido el movimiento intelectual. El renacimiento
literario ha sido ausiliado particularmente por los refujia-
dos políticos que en el estranjero completaron sus estudios.
La literatura moderna española ha tomado algo de to-
das partes; i al fin estudiando prolijamente los modelos
nacionales que ofrecian los siglos XVI i XVII, ha adqui-
rido alguna orijinalidad, aunque no todavía una iniciativa
vigorosa.
Don Manuel José Quintana (1872-1857). poeta, crítico
e historiador, es uno de los mas poderosos iniciadores de
este movimiento. Sus poesías líricas i sus dramas, notables
por el buen gusto constante, continúan mediante la pureza
de la lengua, la tradición de los antiguos poetas españoles.
Sus estudios críticos, concebidos con un espíritu libre de
toda preocupación de nacionalidad, han cornjido el gusto
español, enseñando lo que hai de bueno i lo que hai de
malo en la antigua poesía. Sus Vidas de españoles célebres
son, por la investigación i por el arte, verdaderos modelos
de biografías.
LITBR ATURA BSPAÑOLA 418
Don P^rí\nc¡sco Martínez de la Rosa i don Anjel de Saa-
vedra, duque de Sívas, pertenece a la misma escuela de
Quintana, i han contribuido a la misma obra de rejenera.-
cion literaria. El primero (17891862), personaje político a
la vez que literato, ha cultivado casi todos los jéneros, la
poesía lírica, la poesía didáctica, el drama, la trajedia, la co*
media, la historia, la novela i la crítica literaria; i aunque
en ninguno de ellos ha compuesto verdaderas obras maesi-
tras, en todos ha desplegado mucho estudio i notables do-
tes de escritor. El duque de Rívas (17911865), poeta, ante
todo, ha celebrado en su Moro Espósito i en otras leyen-
das de menor estension, las antiguas tradiciones españolas
con un buen gusto adquirido en el estudio de las literatu-
ras estranjeras.
Dado el primer impulso por estos i otros escritores de
mérito inferior, las letras españolas han tomado mayor
vuelo en manos de una nueva jeneracion. Pertenecen a ella
«ntre otros muchos escritores i poetas don Mariano )osé
Je Larra (1800 1837), escritor humorista i uno de los mas
intclijentes propagadores de la revolución literaria que pre-
tendía concillar la orijinalidad española con la imitación
<le la Francia; don José de Bspronceda (18 )8 1842) cuyas
obras poéticas llevan el sello de una sombría enerjía que lo
acerca a los poetas mas distinguidos de la escuela rrmAn.
"tica moderna; don Modesto Lafuente (1806 1866) autor
•Je una estensa i apreciable Historia de Espuñn, escrita se-
^un los principios de la ciítica moderna; don Antonio jil \
:2árate (1791 1861), poeta dr.amático que sabe buscar los
•afectos del arte mediante un notable conocimiento del cora-
,3son humano; don Manuel Bretón de los Herreros (1796-
1873), autor cómico de una gran fecundidad que sabe pin-
gar en sus obras los caracteres i las costumbres nacionales;
d por último, don José Zorrilla, nacido en 1817, poeta igual-
mente fccundí), cuyos versos siempre armoniosos i fáciles,
revelan un injenio rico, pero también mui poco estudio i
^meditación. Al lado de ellos han brillado muchos otros es-
^:ritores que seria largo enumerar.
414 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
A pesar de esto, la Kspaña moderna no ha producido
acín un jefe deescuela que venga a dar cohesión a elementos
dispersos i a imprimir a la literatura un carácter verdade-
ramente nacional. La poesía lírica, la poesía dramática, la
historia i la novela, a pesar del talento de algunos de sus
autores, carecen aun de una decidida superioridad. La Es-
paña es todavía un discípulo de la Italia, de la Alemania,
de la Inglaterra i sobre todo de la Francia, al cual falta la
verdadera iniciativa, i "que, como dice muí bien un distin-
guido crítico francés, M. Baret, no se mueve sino bajo un
impulso venido de afuera, semejante a un convaleciente que
después de una larga enfermedad vacila i busca un apoyo."
CAPITULO IV.
liiteratara francesa.
Si<-i i.o XVI.— 1. Últimos escritores del siglo XV; Villon t Comines.
—2. El renacimiento en Francia.— 3. Poesía; Marot. Konsard,
Mallierbe, Repnier 4. Litf ratura dramáiica— 5. Lu poesía;
Rabelais.— 6. Mortaijiíne.— 7. Otros prosadores, la Sñtira Me-
nifjea, Siü.o xvii.— 8. El teatro. — 9. Corneille 10. Hacine.
11. La Fontaine 12. Boileaii.— 1»3. Mol¡ére.-14 Otros poe-
tas.— 15. Los prosadores; Balzac. — 16. Descartts. 17. Pas-
cal.— 18. Bossnet. — 19. Fenelon. — 20. Otros predicadores;
Bourdaloiie, Flévhier, Massillon.— 21. Los moralistas; la Ro-
clirfoiicault i La Bruvére.— 22. Otros prosadores; Saint Simón,
Madcmoisselle de Sciidtry, ma<lame de Scvignc. — Siglo xyiii.—
23. Carácter jcneral de la literatura francesa de este siglo. —
24. Le Sage.- 25. Montesquitru.- 26. Voltaire 27. Juan Ja-
cobo Rousseau.— 28 Los enciclopedistas 29. Las cienciae;
Bulfon.— »30 La poe>ía; Beaumarchais i Bernardino de Saint-
Fierre. — 31. La revolución. — 32 Conclusión.
SIGLO XVI
^ ."-La historia de la literatura francesa de la edad media
^^ ^^ierra con dos grandes escritores, que por la flexibilidad
^^ «9u estilo, la novedad de las ideas i hasta por sus senti-
^^*^ntos parecen pertenecer a una época adelantada. Sin
^''*^í)argo, aunque contemporáneos del renacimiento, no era-
T^^^<in las formas sabias que aquella revolución puso ala
'^^da; buscan sólo la naturalidad i la verdad, la encuen-
Ilv> MOCIONBS DB HISTORIA LITBRARIA
tran i la vierten sin atavíos estraños i sin graneles esfuer-
zos. Queremos hablar de Villon i de Comines, j)oeta el pri-
mero, historiador el segundo.
Francisco Villon, nacido en París en 1431, no es conocido
mas que por sus versos en que ha trazado el cuadro, a ve-
ces alegre, a veces melancólico, de sus placeres, de sus des-
gracias i de los espedientes vergonzosos a que lo precipita,
ron la ociosidad, la miseria i sus inclinaciones. Apresado
flos veces i condenado a la horca por robos, debió su sal /a-
cion a Luis XI. que se dejó impresionar por las poesías en
que Villon se despcdia de la vida entre risas i lágrimas.
Criado en las calles de París, parroquiano de las pulperías,
sus obras dejan conocer los lugares que frecuentaba el au-
tor. Sus cuentos jeneralmente obscenos i sus poesías líricas
casi siempre libres i burlescas^ reflejan el carácter del estu-
diante libertino, i del libertino de baja lei; pero cuando no
se ríe, cuando se enternece seriamente, habla con una gracia
encantadora i con el acento de un poeta filósofo, de la fraji-
lidad de los bienes de la tierra. Villon, a pesar de todos sus
defectos, hace época en la historia de la literatura francesa.
En sus manos, la poesía se desembaraza de la erudición iii-
dijesta, de la fastidiosa galantetía, de las alegorías metafí-
sicas i alambicadas que estíiban a la moda.
Felipe de Comines, nacido en Flándes en'1445 i muerto
en Francia en 1509, pasó los primeros años de su vidíi al
lado (le los duques de Borgoña; pero liabiendo abandonado
al ííinioso Carlos el Temerario, Luis XI lo colmó de hono-
res i (le riquezas, i le confió importantes cargos i\u*^ Comi-
nes desempeñó bajo ese rei i bajo su sucesor, no sin alternat
tivas i contrastes de fortuna. Por su intelijencia.por su ins-
trucción, i sobre todo por su conocimiento del mundo, Co-
mines fué un esperto consejero de los reyes i un hábil diplo-
mático. Retirado del servicio en sus últimos años, ocupó
sus ocios en escribir 8us Memorias, en que contando con
toda frialdad los sucesos de su tiempo, se muestra político
lleno de sagacidad i de penetración, observador de un juicio
recto i sano, i narrador verídico. N¡ las persecuciones que
LITERATURA FRANCESA " 417
sufrió de unos» ni los beneficios con que otros lo colmaron
han influido sobre sus juicios. Siguiendo las ideas de su
tiempo, Comines juzga de las acciones buenas o malas, no
por los principios de la justicia, sino por los resultados que
ellas producen; pero sino como moralista, a lo menos como
hombre versado en los negocios, ha mostrado que el res-
peto por los bienes ajenos i por la vida de los hombres, es
la mayor de las habilidades. A diferencia de los cronistas
anteriores, Comines, sin dejar de ser natural, es menos sen-
cillo, pero también es mucho mas claro, mas correcto i ma^
elevado.
2. — Comines habia ensanchado el campo de sus estudios
durante las guerras de Italia. Consideradas desde el punto
<le vista literario, estas guerras prestaron un servicio in-
menso a la Francia. En esa península, ajitada entonces por
la revolución del renacimiento, los franceses se impregna-
ron insensiblemente de las nuevas ideas, i volvieron a su
patria llevando junto con algunos manuscritos de la anti
güedad, los sabios i los artistas que quisieron seguirlos.
Luis XII i Francisco I fueron los promotores de esa emi-
gracion literaria que iba a transformar el gusto i los estu-
dios en Francia. Bajo el patrocinio del segundo de estos
monarcas se fundó en París un célebre colejio para la ense-
ñanza de las lenguas griega i hebrea, que casi nadie cono-
cía. El latin mismo, que era todavía el idioma de los tribu-
nales, fué estudiado mejor, i sacado por fin de la corrupción
♦n que lo habia sumido la ignorancia. La imprenta, favore-
cida igualmente por el rei, publicó centenares de libros an-
tiguos, que pasaron a ser los modelos de los escritores de
«^se siglo. La filosofía, la medicina, la jurisprudencia, la ar-
^tteolojía i la filolojía hicieron grandes progresos en manos
^e algunos hombres que devorados por la ambición de sa-
"^i", lo revolucionaron todo i echaron los cimientos de la
^'"uidicion moderna.
Pero, si tanto en Italia como en Francia, la tendencia
J^Ti^ral de esta revolución era el restablecimiento de la an-
^'giíedad i de los idiomas clásicos, en uno i otro pais el es-
i"c>Mo IV 27
418 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
píritu moderno luchó con los eruditos, i al fin los venció.
Los mismos reyes Luis XII i Francisco I, no tanto por
respeto a la lengua de Cicerón i de Virjilio, como por deste-
rrar una costumbre que no tenia razón de existir, proscri-
bieron de los tribunales de justicia el empleo del latin bár-
baro i degradado de la edad media, mandando que en
adelante, el lenguaje forense fuera el francés. Escritores dis-
tinguidos, poetas i prosadores, conservando la tradición
literaria de la edad media, así como su sentimiento i su na-
turalidad, intentaron amalgamar esas dotes con la correc-
ción de la literatura antigua, i dieron a la poesía i a la pro-
sa un poderoso impulso imprimiéndoles un carácter verda-
deramente nacional.
3.— El movimiento poético, sin embargo, fué menos vi-
goroso que el de la prosa. Faltaron jenios verdaderamente
creadores; pero cada dia seña4a un progreso, cada nombre
una tentativa hacia direcciones nuevas, i después de tres
esfuerzos diferentes, la verdadera poesía nacional que V¡-
llon habia dejado en la infancia, llegó a fines del siglo XVI
a un estado vecino a la virilidad.
Clemente Marot (1495—1544), representa la primera de
esas revoluciones. Paje de Margarita de Navarra, hermana
de Francisco I. en su juventud, Marot hizo con este rei las
campañas de Italia, i con él cayó prisionero en Pavía. Acu-
sado de abrigar simpatías por la relijion reformada, el poe-
ta sufrió prisiones, procesos i persecusiones que lo obliga-
ron a salir dos veces de Francia, i a pasar sus últimos dias
en Turin. Inferior aVillon por el jenio,pero mucho mas cul-
tivado, supo ser elegante sin dejar de ser popular. Marot
encontró el secreto de agradar al pueblo i a los grandes,
cultivando la poesía burlesca con buen humor, pero sin ba-
jar hasta la chocarrerin. Imitó a los escritores latinos e ita-
lianos, pero respetó las condiciones de la lengua francesa, i
la enriqueció considerablemente. Sus obras consisten en
epístoUis, baladas, epigramas, rondos, especie de composi-
ción particular a la poesía francesa, i en una traducción de
los salmos, (jue manifiesta que la elevación en el tono
LITERATURA FRANCESA 419
1 la seriedad no se avenían bien con el talento de Marot .
Este jénero de poesías tuvo muchos imitadores; pero esa
naturalidad singular, esa ausencia de toda afectación, que
constituye el encanto de los escritos de Marot. era un de-
fecto para los espíritus eruditos. Pedro de Ronsard (1525-
1585), es el jefe de una nueva escuela. Después de diversos
viajes por varias partes de Europa, que le permitieron co-
nocer otras lenguas vivas, i sintiéndose atacado de una sor-
dera completa, se consagró con una avidez insaciable al es-
tudio del latín, del griego i de las literaturas antiguas.
Asociado con otros escritores, que son denominados en la
historia de la literatura con el nombre de la pléy^dcy conci-
bió el proyecto de rejenerar la lengua francesa i de adap-
tarla a ciertos jéneros de poesía descuidados o desconoci-
dos hasta entonces, i de enriquecerla con jiros i con pala-
bras tomadas de las lenguas griega i latina. El mas ilustre
de sus adeptos, Joaquín Du-Bellaj' (1524-1560), lanzó el
manifiesto de la nueva escuela. **Las vijilias pasadas en el
estudio, decía, son las alas con que los escritos de los hom-
bres suben al cielo. Leed i releed día i noche los modelos
griegos i latinos... Reemplazad las canciones por las odas,
las burlas grotescas por la sátira, las farsas i las moralida-
des por las comedias i las trajedias: escojed según los pre-
ceptos de Aristóteles, algunos de esos viejos romances fran-
ceses i haced renacer al mundo una admirable Ilíada o una
laboriosa Eneida,^' En seguida, las odas, las epopeyas, los
scDnetos, las trajedias, los ensayos de todo jénero anuncia-
<3 CDS en ese manifiesto, aparecieron de repente. Ronsard fué
el jefe reconocido de la escuela, i mereció de sus contempo-
r,^S.neos una admiración que rara vez han alcanzado los poe-
t,^^.s, ique no ha confirmado la posteridad. Era sin duda
i» «r^a noble empresa la reforma del lenguaje, i la inaugura-
^» <ZDn de nuevos jéneros i de nuevas formas poéticas; pero se
<| w-:»iso marchar muí de prisa, i no se logró el objeto deseado.
í^ ^::=3nsard escribió odas según el modelo de Píndaro,empren-
<^ '^ ^ una epopeya, la Franciada, imitada de la Eneida i de la
í^^"^^rsa//a, i que no pudo concluir, introdujo en la literatura
420 NOCIONES DE HISTORIA LITBRABJA
francesa el himno i el epitalamio; pero en todos estos jéne-
ros reproducidos de la antigüedad, confundió de la manera
mas estravagante las c:ístumbres antiguas i las costum-
bres modernas, ahogó la poesía bajo el peso de la erudición,,
i desnaturalizó la lengua por una multitud de inversiones^
de desinencias i de palabras nuevas. Sin embargo, tiene bos-
quejos felices, fecundidad, i cierta elevación que era un pro-
greso en la poesía francesa. Por una singular anomalía,
Ronsard era particularmente poeta en los jéneros que mas
desdeñaba, la canción i la poesía familiar.
Esta segunda faz de la poesía francesa del siglo XVI no
fué de larga duración. Entre la naturalidad de Marot que
sólo admitia el tono familiar, i el arte pretencioso de Ron-
sard, había un término medio. A Francisco Malherbe(1555
—1628). cabe la gloria de haberlo hallado. Aunque favore-
cido por Enrique IV i por Luis XIII, vivió siempre pobre»,
mas ocupado de sus versos que de su. fortuna. Malherbe ha-
bia comenzado por ser ronsardista, como el mismo dice,
pero su buen sentido i su talento regular lo inclinaron a to-
mar otro camino i lo hicieron jefe de una nueva escuela. Do-
tado de un talento mas vigoroso que fecundo, de un juicio
recto i de un gusto severo mas bien que de una imajinacion
brillante, poeta por arte i dramático por naturaleza, Mal-
herbe emprendió a la vez la reforma de la versificación i de
la lengua, i prosiguió su empresa hasta el fin de sus días
con una constancia singular. Como poeta, su gloria no con-
siste solamente en haber perfeccionado el mecanismo de los
versos, depurado el lenguaje poético, i **reducido la musa
a las reglas del deber,** como dice Boileau, sino en haber
creado en Francia el jcnero lírico elevado i en haber llevado
la elocuencia a la poesía. Sus odas i sus estancias, compues-
tas i limadas con una paciencia i con un trabajo infinitos,
están llenas de fuerza, de armonía i de elevación, con un ji-
ro vigoroso de pensamiento, de versificación i de estilo de
que no se tenia idea antes de él, i que pocas veces se encuen-
tra en los poetas posteriores. Los discípulos de esta nueva
escuela han quedado mui atrás de su ilustre fundador.
LITERATURA FRANCESA 421
Se puede decir que el mérito principal de Malherbe con»
siste en la severidad del gusto. Esta cualidad falta a otro
poeta contemporáneo suyo mui distinguido por el jenio i
por la pureza del estilo, a Maturino Regnier (1573-1613).
Destinado en su juventud a la carrera eclesiástica, recibió
en efecto, las primeras órdenes, hizo dos viajes a Roma, i
vivió favorecido por el rei; pero su afición a los placeres del
mundo i su pasión por la poesía lo ocuparon toda su vida.
Sus obras se componen principalmente de sátiras, i ellas re-
velan que Regnier no debió todos sus triunfos a un trabajo
profundo i asiduo. Se distingue sobre todo en escojer el ri-
dículo i en pintarlo con rasgos indelebles. Ademas de las
frecuentes imitaciones de los poetas latinos, ha tomado
mucho de los escritores satíricos italianos, lo que disminu-
ye el mérito de orijinalidad; pero aparté de que en esa épo-
ca la sátira, como jénero literario era desconocida en Fran-
cia, el gusto imperfecto i la lengua informe todavía, Regnier
:leja ver siempre un talento propio i un espíritu observador
lleno de finura, de sagacidad, de buen sentido i de una ma-
icia esquisita i casi sin arte. Por ¡a pureza i por la riqueza,
5u estilo es superior al de todos los poetas franceses que lo
precedieron, i aun hoi mismo agrada por su vigorosa
ínerjía.
4. — La literatura dramática pasó por las mismas tras-
brmaciones que la poesía lírica. Durante la mayor parte
leí siglo XVI, el arte estuvo reducido como en la época
interior a las moralidades (moralités), a las farsas, i a las
onterías {sotises). Numerosas persecuciones dirijidas con-
ra el teatro, inclinaban los injenios a la comedia de cos-
umbres, puesto que se les prohibieron las libertades satin-
as i todas las personalidades.
Pero al fin, el manifiesto de Du-Bellay vino a abrir
luevo rumbo al arte dramático. Buscóse, como en la poe-
ía lírica, nuevo campo en la imitación de la antigüedad,
^ntes de seguir las huellas de los antiguos, los poetas tra-
lujeron algunas piezas de Sófocles, de Eurípides i de
Aristófanes. Las imitaciones no se hicieron esperar: varios
422 N0C10KE8 DB .HISTORIA LITERARIA
poetas de la escuela de Ronsard, entre los cuales descollaba
Estévan Jodelle (1532-1573), compusieron dramas cuya
intriga tenia algo de orijinal, pero cuya acción era griega
o romana, i en que copiaban servilmente el carácter del
teatro antiguo. Sólo a fines del siglo, el drama se apart6
de ese camino; i entonces el teatro español, i mui en parti-
cular las obras de Lope de Vega, que en esa época comen-
zaban a estar mui en boga, fué el modelo de los poetas
franceses.
5. — Hasta el siglo XVI la prosa francesa casi nosehabia
ejercitado mas que en las crónicas. En esa época se la ve
tratar todos los asuntos i desarrollarse en las obras mas
variadas. Francisco Rabelais, nacido en Turena en 1487 i
muerto en Paris en 1553, es el iniciador de esta revolución.
Se han escrito muchas tradiciones de dudosa veracidad i
muchas anécdotas sobre su vida; pero lo que hai de verdad
es que Rabelais, médico i sabio de profesión, comenzó desde
temprano una vida disipada, i llena de contradicciones i de
aventuras, en que la piedad na tuvo siempre la mayor par-
te, aunque fué fraile franciscano, benedictino, clérigo secu-
lar i por último cura de Meudon. A pesar de su profundo
buen sentido, i de su inmensa erudición en literatura anti-
gua, su imajinacion que no tiene otro rival que la de Aris-
tófanes, lo arrastra sin cesar, quizá contra su voluntad,
mas allá de los límites de la licencia.
La obra que le ha asegurado la inmoitalidad es una no-
vela satírica i alegórica que tiene por título Hechos i dichos
del j ¡gante Gargantúa i de su hijo PantagrueL En reali-
dad, este libro no pertenece a jénero alguno determinado,
no se somete a ningún orden, no imita ningún modelo, no
permite ninguna imitación. Todo allí es fantástico i oriji-
nal. Las aventuras singularmente variadas del personaje
principal, forman un cuadro injenioso en que se encuentran
todas las cualidades, todos los defectos, todos los jéneros
desde el injenio mas fino i la imajinacion mas viva, hasta
las invenciones mas desvergonzadas i la mas grosera inco-
herencia de ideas, desde la sátira mas elevada hasta las bu-
)
LITERATUUA FRANCESA 32íí
fonadas mas grotescas i aun algunas veces las mas obce-
nas. **Este libro, ha dicho La Bruyére, es un monstruoso
conjunto de una moral fina e injeniosa i de una sucia co-
rrupción: donde es malo, pasa los límites de lo peor: forma
el encanto de la canalla: donde es bueno, va hasta lo esquí- ,
sito i lo excelente: puede ser uno de los bocados mas deli-
cados/' La sátira fina, las consideraciones filosóficas llenas
de grandeza i de atrevimiento, el odio por ciertos vicios de
su tiempo que estalla en vehementes indignaciones o en bu-
fonadas picantes, las alusiones cuya audacia sin velo es
llevada hasta la temeridad, la comedia con todo su injenio,
la sátira bajo todas las formas, sátira relijiosa, sátira filo-
sófica, científica, política; lo serio, lo grotesco, la burla, la
alta erudición, todo está confundido, sin orden, sin regla,
sin plan concebido de antemano, presentando el conjunto
mas estra vagan te i también el mas curioso, el mas sor-
prendente i el mas atrayente que se puede encontrar. Este
interés incesante, este mérito sin lado débil, es debido,
aparte de la orijinalidad de la invención, i del vigor del
pensamiento, a las inapreciables cualidades del estilo. Este
estilo firme, elegante, cuidado, dotado de una notabfe pre-
cisión i de un gran colorido, añade vigor al pensamiento.
(Saint-Agnan Choler).
Se han escrito muchas obras sobre el libro de Rabelais,
se le ha censurado con injusticia i se le ha ensalzado con
exajeracion. Los comentadores, violentando con frecuencia
su sentido, como cuando se trata del monumento inmortal
de Cervantes, han dichoque la caprichosa burla era un velo
arrojado sobre un pensamiento serio, i se han dado nom-
bres reales a sus personajes fantásticos i un sentido pro-
fundo a las bufonadas mas claras. Según ellos, Grangou-
sier, el rei bueno i suave, es Luis XII; Gargantúa, la fuerza
que se desplega sin reflexión, es Francisco I; Pantagruel, el
poder benévolo i fuerte, Enrique II; Picrochole, la ambición
sin prudencia, Maximiliano Sforza; Panurgo, la audacia,
la malicia, el sarcasmo forradg de buen sentido,. la capaci-
dad que se aplica a todo, pero poco escrupulosa en los me-
424 NOGIONBS DB HISTORIA LITERARIA
dios de triunfo, el cardenal de Lorena; i así los demás per-
sonajes. Este sistema de interpretación, así como otros que
se han aplicado al libro de Rabelais,son mas injeniosos que
sólidos» i no resisten a una crítica detenida. El autor, como
dice el historiador de Thou, **ha puesto en escena, bajo
nombres falsos todas las condiciones de la sociedad; todos
los órdenes del estado, i los ha entregado a la risa del pue-
blo;'' pero para ello ha creado tipos iinajtnarios, como sue-
len hacerlo los grandes maestros.
6. — Rabelais, abordó, riendo, las mas altas cuestiones
sociales, i les buscó una solución sin abandonar un instan-
te su buen humor. Otro escritor igualmente ilustre. Miguel
de Montaigne, siguiendo un camino mui diferente, reunió
en un libro no menos singular todas las observaciones que
el estudio i la esperiencia le habian sujerido sobre el hom-
bre i la sociedad. Nacido en Perigord en 1533, Montaigne-
desempeñó, como maire de Burdeos, un papel importante
en los trastornos civiles que produjeron las contiendas reH-
jiosas, conservando siempre la serenidad de su alma i la
honradez de su corazón, i murió en 1592. La educación es-
merada que le hizo dar su padre, lo inició desde temprana
en el conocimiento profundo de los escritores de la antigüe-
dad, i le preparó para ser un verdadero escritor. Montaig.
ne debe su celebridad a una ojjra sin plan, sin asuntos es-
]>eciales, titulada' Ensayos, porque quiso, dice, hacer en
este libro el ensayo de sus facultades naturales. Es unai
amalgama de historia, de moral, de filosofía, de política i
de literatura, dividida en tres libros, subdivididos en capí-
tulos, repertorio abundante de recuerdos de una vasta eru-
dición i de reflexiones nacidas de esos recuerdos. En ella,
las cuestiones se siguen i se encadenan llamadas lai? unas
por las otras, i no traidas de intento por una resolución
concebida de antemano. **La inagotable memoria de Mon-
taigne, dice M. Villemain, pone a su disposición todo lo
que los hombres han pensado. Su juicio, su gusto, su instin-
to, su mismo capricho le suministran fácilmente pensamien-
tos nuevos. Sol)re cada materia comienza por decir lo que
LITBRATIRA FRANCESA 425
«abe, i, lo que vale mas, ^caba por decir lo que cree. Este
hombre que eri la discusión cita todas las autoridades, es-
cucha todos los partidos, acoje todas las opiniones, cuan-
do al fin llega a decidir, no consulta mas que el suyo, i da
su parecer no porque lo crea bueno, sino porque es duyo.
Esta marcha es larga, pero es agradable e instructiva: en-
sena a dudar, i este principio de la sabiduría es algunas ve-
ces el ííltimo término.'* ¿Quién sabe? es con frecuencia la
última palabra que se obtiene de él sobre los problemas
mas graves i mas serios.
Esta obra en que están tratadas tantas i tan variadas
cuesti"ines, es considerada hoi como el primer monumento
de la literatura clásica francesa, porque a pesar de esa fal-
ta de plan, que re vela que Montaigne escribía sus ideas como
se le presentaban a la mente, se deja ver en todas sus pajinas
un espíritu eminentemente filosóficoii observador. Los pen-
samientos vienen sin6rden;pero el lector los encuentra siem
pre oportunos; porque es imposible traducirlaideaen un len-
guaje mas pintoresco, mas vigoroso, mas preciso, mas nutri-
-do de sustancia i deimájenes. **Su estilo, continúa M. Ville.
main, es una alegoría siempre verdadera, en que todas las
-fibstracciones del espíritu visten una forma material, to-
man un cuerpo, un rostro, i por decirlo así, se dejan tocar
i manejar. Montaigne abusa con frecuencia de sus lectores.
Esos capítulos que hablan de todoescepto de lo que prome-
tiael título, esas digresiones que se embarazan unas a otras,
^sos largos paréntesis, podrían fatigar.. .si un rasgo inespe-
rado, un pensamiento injénuo i vigoroso, una palabra ori-
jinal no reavivasen nuestra atención a cada paso''.
7.— Al lado de estos dos grandes prosadores, la Francia
posej'-ó en el siglo XVI muchos otros que le son inferiores
ísino por la forma literaria, a lo menos por la variedad de
los conocimientos i por la novedad de las ideas. Algunos
<1e ellos, sin embargo, ejercieron grande influencia sobre su
siglo i contribuyeron eficazmente a fijar la lengua. Vamos
^s\ recordar a la lijera los nombres de los mas notables.
Juan Calvino (1509-1564), considerado siempre como
426 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
hombre de secta, i pocas veces como escritor, ha escrito
sin embargo, pajinas en qae ostenta un estilo firme, auste-
ro i de una corrección rara para su época. Se le llama por
esto mismo uno de los padres de la lengua francesa.
Santiago Amyot 1513—1593), ocupa un puesto distin-
guido entre los escritores orijinales por sus traducciones de
Plutarco i de Longo. El candor, la elegancia i la riqueza de
su lenguaje han transformado i naturalizado en Francia
los escritores que imita. Su traducción de Plutarco ha lle-
gado a ser una de las obras clásicas mas estimadas de una
literatura que posee tanto i tan ricos monumentos.
Pedro de Bourdeilles, señor de Brantome, conocido jene-
raímente con este último nombre (1527 — 1614), escribió-
por fragmentos biográficos la historia de todos los escán-
dalos de su siglo. Sin pronunciar jamas su juicio, i sin dis —
tinguir quizá lo justo ^e lo injusto, Brantome ha contado»
con gran naturalidad todo lo que sabia, consignando asE"
en sus obras importantes datos deque se han aprovechadc^»—
los historiadores subsiguientes.
Pero, si es inútil prolongar esta nomenclatura de prosa
dores franceses del siglo XVI, es indispensable, en cambio^^ »
recordar una obra que, aunque publicada bajo el anónimo»^ ^*
i aunque escrita con un propósito de circunstancias, hizo-i^ ^^
un gran ruido en su época i conserva todavía su crédito,^ ^*»
como monumento de burla picante i de alta elocuencia. En^cL^^^^
medio de las pasiones relijiosas i de los graves intereses^^ "^^
que impulsaban los partidos a los medios estremos, com*^ — ^
prendiendo en ellos el asesinato, cuando, la Liga se obsti ^
naba en no reconocer a Enrique IV i en prolongar la gue- - — " '
rra civil, cuando el rei de España enviaba a la causa cató- — *•'
lica soldados i dinero, i cuando los estados jenerales se
reunian i se separaban sin haber resuelto nada, algunos
hombres de talento i de patriotismo se asociaron para
combatir con la pluma las ambiciones maléficas i ridiculas
de los caudillos de la Liga, i compusieron la Sátira Meni-
pea (1593), llamada así en memoria del cínico Menipo, que
Varron i Luciano habían hecho intervenir en sus sátiras.
LITERATURA FRAN'CKSA 427
Se encuentra en esta obra el sello diverso de muchos talen-
tos igualmente notables. Uno puso en juego la burla mas
fina i mas hiriente, otro los acentos de la elocuencia mas
varonil, todos ese injenio francés siempre presto para
consolarse del infortunio riéndose de los que lo producen-
Los autores de la Menipea eran hombre honrados i con-
vencidos, católicos sinceros i al mismo tiempo escritores de
primer orden. No escucharon mas que la voz de su concien-
cia i de su amor por el bien público; el sentimiento del de-
ber les dio el valor de decir la verdad. Pedro Le-Roy, canó-
nigo de la catedral de Rouen. concibió la idea primera,
trazó el plan de la obra, i escribió una parte de ella; pero
fué ayudado por otros injenios escojidos. La Menipea pro-
dujo un efecto maravilloso; fué reimpresa varias veces en
pocas semanas, i contribuyó a la pacificación jeneral,
atrayendo al sentimiento de la verdad i de la justicia a los
espíritus a quienes cegaba la intolerancia i la ambición.
£lla dio a la Liga un golpe mas terrible que la batalla
de Ivr}\
SIGLO XVII
8. — La verdadera edad de oro de la literatura francesa
«n el siglo XVII, denominado comunmente siglo de Luis
XIV, por el nombre del monarca bajo cuyo reinado se de-
sarrolló ese gran movimiento de los espíritus. Fué entón-
eles cuando el gusto de lo bello en las letras i en las artes
xrino a ser uno de las rasgos distintivos del carácter nacio-
X3al, cuando grandes prosadores, grandes poetas i grandes
^.rtistas dan a la civilización francesa, fina i culta ya, algo
tíe esa majestad i de ese esplendor que caracterizan a los
grandes siglos XVl, o las tendencias sociales, políticas i
emancipadoras del siglo XVIII; pero no se puede negar
Yiana profunda admiración a la riqueza i a la grandiosidad
<3el período literario que vamos a pasar en rápida revista.
La nueva era literaria se inaugura con grandes progre-
sos en el arte dramático. Al lado del teatro mas bien po-
428 NOGIONBS DB HISTORIA LITBRARIA
pulachero que popular del siglo XV, se había formado en
el siguiente, como hemos visto, un teatro sabio i pedantes-
co, obra de los discípulos de Ronsard. En esas obras co-
leadas con poca intelijencia de los griegos i de los latinos,
no se encuentran otros méritos que el estilo, algunos ver-
sos líricos i las declamaciones del gusto de Séneca. Este
jénero de obras no tuvo una larga vida; desde fines del si-
glo XVI se formó un teatro verdaderamente popular, no
grosero como el de los cofrades de la Pasión, ni pedante
como el Jodelle, sino capaz divertir a los espectadores de
todas las condiciones. Alejandro Hardy, poeta de una
compañía de cómicos, fué considerado en los primeros años
del siglo XVII como el jefe de una gran revolución en el
arte dramático. En realidad, no tenia otro mérito que la
fecundidad i cierta riqueza en la versificación; pero imitan-
do a les latinos, a los italianos, i particularmente a los es-
pañoles, compuso trajedias, comedias, pastorales, histo
rias dramáticas i traji-comedias.
El año de la muerte de Hardy (1629), es una gran fecha
literaria. El vio terminar el privilejio de los cofrades de la
Pasión, comenzar dos teatros duraderos i definitivos, colo-
car a los autores i a los cómicos bajo la alta dirección del
])oderoso ministro, cardenal de Richelieu, promulgar las
reglas de Aristóteles como el código de la poesía, represen-
tar la primera trajedia regular i admitir la primera come-
dia de un poeta llegado de Kouen, que se llamaba Pedro
Corneille. En el sentido mas rigoroso, éste es el padre de la
trajedia francesa. Otros poetas habian conocido i practica-
<lo 3'a las reglas de Aristóteles; pero no habian llegado a
pulimentar i a mejorar la forma del drama.
9. — Corneille, nacido en Rouen en 1606 i muerto en Paris
en 1684, estudió la jurisprudencia i fué abogado de algún
crédito, pero el amor, según se dice, lo hizo poeta, i la poe-
sía lo arrebató al foro. Habiéndose trasladado a Paris, se
ensayó primero en la comedia, i escribió algunas que hicie-
ron desde luego cierto ruido. Compuestas según el gusto
poco severo de las piezas de su tiempo, pero mas razona-
LITERATURA FRANCESA 429
bles en el fondo, i escritas con mas corrección, con mas ani-
mación i con mas injenio, esas obras anunciaron un poeta
distinguido i un talento verdadero. F*oco mas tarde, su je.
nio trájico se reveló por la Medea, pieza imitada de Séneca,
sin arte i sin verosimilitud, pero en donde brillan rasgos de
elocuencia i de sublimidad. Por fin, en 1636, sacó de un
drama español de Guillen de Castro la trajedia titulada Et
Cid que debia hacer inmortal su nombre. Inspirado por
este noble i patético asunto, el jenio vigoroso i profundo
de Corneille creó, por decirlo así, de un solo golpe, el tipo
de la trajedia clásica francesa, esa incomparable forma dra-
mática, en la cual con asuntos sencillos i de una rigorosa
unidad, sin cambios de escena, sin máquina, sin incidentes
estraordinarios, por sólo el desarrollo de las situaciones^
de los caracteres i de los sentimientos, sostenido por un es
tilo puro, noble i poético a la vez que elocuente, el poeta
atrae i conmueve los espíritus mostrándoles sobre todo las
grandes luchas morales, i el movimiento de las pasiones
humanas en lucha con las necesidades o con la virtud. El
éxito brillante del C/d descontentó a Richelieu: la trajedia
fué el objeto de críticas mezquinas i poco sinceras, pero la
admiración unánime de la F'rancia aseguró su triunfo. Can.
sado de oir decir que carecia de inventiva, i que tomaba el
fondo desús piezas de otros teatros, Corneille hizo repre
sentar su Horacio (1639), pintura elocuente de la antigua
virtud romana, elevándose por el amor a la patria sobre
las mas tiernas afecciones de la familia; i luego muchas
otras trajedias eminentemente orijinales.
No se limitó Corneille al jénero trájico. Escribió también
comedias, i algunas de ellas fueron obras maestras. To-
mando por modelo La verdad sospechosa del poeta espa-
ñol Alarcon, pero adaptánd ila perfectamente a las ideas i
a las costumbres francesas de su tiempo, i vistiéndola con
un estilo lleno de movimiento, de naturalidad i de sal cómi-
^si, escribió el Embustero (Le menteur) i creó en Francia^
por medio de una imitación, la verdadera comedia de ca-
^S^cter. Corneille, ademas, dio a luz muchas poesías líricas;
430 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
pero ni en estas obras ni en todas sus trajedias se debe buscar
la perfección constante, porque dotado de mas jenio que
gusto, se dejó arrastrar algunas veces por el deseo de pro-
ducir el efecto teatral, o por las tendencias todavía incier-
tas de la literatura de su época. Sin embargo, cualesquiera
que sean estos defectos de detalle, Corneille, es el primero
de los trájicos del mundo que haya excitado el sentimiento
de la admiración, i que haya hecho de él la base de la traje-
dia. Nos sorprende por la grandeza de los sentimientos i
por la elevación de los caracteres. Sus piezas elevan el alma
sin desesperarla, porque a la altura a que nos trasporta
sentimos que la virtud, de que nos ofrece un ejemplo acaba-
do, no es superior a nuestras fuerzas i que podemos alcan-
zarla. Mas heroico que patético i conmovedor, tiene con
todo acentos de ternura i de suavidad apasionada. Por lo
demás, no hai nada que desdeñar en sus obras: aun las me-
nos buenas tienen alguna grandeza, i ofrecen un ancho cam-
po al estudio i a la observación.
10.— Corneille vivia aun, i ya tenia un sucesor. Juan Ra-
cine, que vivió entre los años de 1639 i 1699, alcanzó el se-
gundo puesto en la historia de la trajedia francesa, si bien
muchos de sus contemporáneos le asignaron el primero.
Fortificado con sólidos estudios en la severa escuela de
Port-Ro\'al, adquirió allí el conocimiento i la admiración
de las obras maestras de la antigüedad. Después de algu-
nos ensayos imperfectos, que sin embargo revelan el jérmen
de su talento, hizo representar en 1669 el Británico, traje-
dia basada en uno de los mas admirables capítulos de Tá-
cito, que marca el principio de su gloria. Muchas otras pie-
zas fundadas en la historia antigua i en la historia moder-
na afianzaron esa gloria sobre cimientos indestructibles.
Racine fué mas lejos todavía: sacó de la Biblia la acción de
dos trajedias admirables, la Ester i la i4ta//a, i compuso
una comedia justamente estimada. Los litigantes (Les plai-
deurs), hurla agradable e incisiva de las jen tes que frecuentan
los tribunales de justicia o que intervienen en su idminis-
tracion, i alguiías poesías líricas. Escribió además una his-
LITERATURA FRANCESA 431
toria de la escuela de Port-Royal i las cartas familiares,
que le han asegurado un puesto eminente entre los escritores
epistolares i los prosadores franceses.
Racine, dejando a Corneille la grandeza ideal de los ca-
racteres i la representación de los combates de la voluntad
contra la pasión, quiso analizar la marcha i las revolucio-
nes de los sentimientos en el alma humana ¡ mostrar el cu-
rioso espectáculo de esos resortes morales que imprimen a
las pasiones una marcha tan desordenada en apariencia,
tan regular i tan lójica en realidad.
No se ha empeñado como su antecesor en la pintura de
las pasiones fuertes, de los caracteres estremos, ni de las
tendencias ideales i caballerescas, lo que quita algo de su
grandeza a la trajedia; pero ha retratado con gran felici-
dad las pasiones suaves, el amor, el pudor, la ternura de
una madre, la probidad, la adhesión, la fidelidad. Sin em-
bargo, este método que consiste en poner en escena las abs-
tracciones morales bajo formas de individualidades mui
completas para ser verdaderas, esta propensión a adornar-
lo todo, a embellecerlo, a suavizarlo, esta tendencia a
reemplazar la emoción que resulta de los hechos por esa
especie de interés que trae consigo la perfecta ejecución de
un plan meditado, no es lo que un espectador va a buscar
al teatro ni lo que se reclama de un poeta dramático. Por
otra parte, la misma perfección pareja i constante que se
encuentra en el teatro de Racine, tanto en la concepción
como en la ejecución de la obra, en el pensamiento como en
el estilo, esa armonía tan igual, esa corrección tan sosteni-
da, tienen también sus inconvenientes. La poesía es como
Anteo: no se eleva a los sublimes espacios sino a condición
de reponer a veces sus fuerzas tocando la tierra, i la perfec-
ción no puede existir uniforme sino manteniéndose en cierta
elevación, i sin p()der subir de allí. Racine cuida con tanto
ira teres el plan de sus trajedias como la construcción de cada
1^X10 de sus versos, i la elección de cada una de sus palabras.
Bn su elocución no se puede cambiar, añadir o suprimir
^1^0, porque todo está bien dispuesto, bien elejido, bien co-
432 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
locado. Una trajedia de Racine puede ser comparada a una
llanura hermosa pero uniforme, al azul inalterable de un
cielo puro; pero nuestra vista se cansa de esa misma uni-
formidad, i prefiere las grandes montañas que se elevan a
las rejiones de donde se desprende el rayo i que tienen a sus
pies hondos precipicios.
11. — Al lado de los mas gloriosos nombres de la litera-
tura francesa del siglo XVII es menester colocar el de un
poeta que, sin cultivar los grandes jéneros literarios, sin bri-
llar en la corte como alguno de sus contemporáneos, i sin
tener siquiera una conciencia cabal de su jenio, compuso
obras maestras de naturalidad i de arte, sin precedente en
la literatura antigua, i sin imitadores felices en los tiempos
modernos. «Nuestro verdadero Homero, el Homero de los
franceses ¿quién lo creeria? es La Fontaine»,dice un célebre
crítico. «En él, dice M. Demogeot, se realiza de la manera
mas completa la fusión de todos los elementos del pasado
en el seno de un pensamiento moderno, dotado de la oriji-
nalidad mas poderosa... La Fontaine, añade mas adelante,
el mas sencillo, el menos pretensioso de los poetas, es el
único que relaciona el siglo XVII a la vez al pasado i al
porvenir».
Juan de La Fontaine (1621-1695) recibió por indolencia
suya una educación mui descuidada, i llegó a la edad de
veinte i dos años sin dejar presentir su jenio. Una oda de
Malherbe que oyó leer un día despertó en su alma el senti-
miento poético. Entonces recomenzó sus estudios sin inte-
rés i sin ambición, creyendo que el estudio era una simple
distracción. Leyó los antiguos autores franceses, los admi-
ró i aprendió en ellos los resortes de la lengua. Estudió
igualmente los escritores italianos, i para llegar a conocer
a fondo los poetas antiguos, aprendió el latin bastante
bien; pero en estos estudios hechos sin un plan fijo, sin el
propósito de adquirir nombradla, la orijinalidad de su je
nio fué bastante poderosa para asimilarse tantos elementos
diversos sin perder un solo rasgo de su carácter propio.
Las obligaciones de un empleo, el cuidado de la familia, la
LlTBRATt'RA FRANCESA 433
conservación de su patrimonio, fueron trabas que La Fon-
taine no sufrió largo tiempo. Vendió su empleo, descuidó a
su mujer i a sus hijos, a quienes olvidó también en breve,
consumió su patrimonio; i perezoso, indolente siempre so-
bre su porvenir, sin escrúpulos de amor propio i sin ambi-
ciones de ningún jénero, pasó el resto de su vida recibiendo
favores de sus amigos, durmiendo mucho, i trabajando sólo
cuando la inspiración venia naturalmente a ponerle la plu-
ma en la mano. Tocaba i retocaba incesantemente lo que
liabia escrito, de tal manera que esa distracción perpetua,
esa distancia por todos los negocios de la vida que se le
reprocha, era sólo una meditación continua i perpetua.
Marcaba con el mayor cuidado todas las divisiones del dis-
curso, las comas, las interjecciones. Así es como se trabaja
para la posteridad i como se levantan monumentos indes-
tructibles de perfección i de belleza.
Hasta la edad de cuarenta años, La Fontaine parecia
esperar sin impaciencia, i en una suave pereza, la tardía
madurez de su jenio. Sus primeros ensayos fueron algunas
poesías de circunstancias que respiraban naturalidad en los
sentimientos i en laespresion. En seguida escribió sus Cueii'
tos, narraciones poéticas de aventuras divertidas i con fre-
cuencia mui poco morales, que muestran una faz del gusto
i de las costumbres de aquel siglo, encubierta hasta enton-
ces por el brillo de una decencia oficial i de una literatura
grave i solemne. Esos Cuentos son la última i definitiva re-
fundición de los fabliaux^que desde la edad media divertian
u la Europa. Tomando las fábulas de Bocaccio o de las poe-
sías narrativas conservadas por la tradición. La Fontaine
ha sabido ser oríjinal en la imitación, revistiendo sus histo
rielas con un injenio puramente francés i con una sencillez
llena de la mas fina malicia.
Esta obra, es, sin embargo, la menos conocida entre las
que hacen la gloria de La Fontaine. Sus Fábulas lo eleva-
ron a la altura que ocupa tanto por la pureza irreprocha-
ble de su moral, como por la inimitable perfección de su es-
tilo. El apólogo, tal como lo ha comprendido La Fontaine,
TOMO JV 28
4M N0CI0NB8 DB HISTORIA LITERARIA
es una de las mas felices creaciones del espíritu humano,
porque reúne todos los recursos de la poesía en un pequeño
espacio. Pertenece a la epopeya por la narración, aljénero
descriptivo por los cuadros, al drama por el juego de los
personajes i la pintura de los caracteres, a la poesía gnó-
mica por los preceptos, al lirismo por la elevación del pen-
samiento i por los encantos del estilo. A estas cualidades
literarias añade las aptitudes de artista i pensador, lleva-
das al mas alto grado de perfección o deenerjía. El primero
de todos los fabulistas, La Fontaine ha hecho de cada apó-
logo un pequeño drama, en que arroja a manos llenas las
pinturas i las imájenes tomadas en la observación del mun-
do moral, i del mundo físico, i todas de una verdad fami-
liar, graciosa, cómica o conmovedora.
La Fontaine declara aun en el frontispicio de su libro
que no ha hecho mas que poner en verso los apólogos de la
antigüedad, los orientales, los griegos i los romanos. En
efecto, con escepcion de unas pocas fábulas orijinales, las
demás tienen por base un asunto tomado de Esopo, de Pe-
dro o de otros escritores; pero en sus manos, esos asuntos
pasan a ser completamente orijinales. La orijinalidad poé-
tica no consiste en inventar una acción, sino en descubrir la
poesía que tiene esa acción. Los jenios mas creadores de or-
dinario no han inventado otra cosa. La invención de La
F'ontaine consiste en su manera de contar, en su estilo ad-
mirable, en esa feliz imajinacion que siembra por todo el in-
terés i la vida, en esa buena fe, en esa aparente credulidad
del narrador, en esa seriedad con que mezcla las mas gran-
des cosas a las pequeñas. La cualidad característica i dis-
tintiví'i de La Fontaine es su inimitable candor. El lector se
imajina oir a un hombre sencillo que cree los cuentos de la
niñez i que espera que se los crean. Su erudición, su elocuen-
cia su filosofía, su imajinacion. su memoria, su sensibilidad,
todo se pone en ejercicio para interesar. Por eso es, volve-
mos a repetirlo, que la fábula tal como la comprendió el
poeta francés, no tiene precedente en la antigüedad, i por
LITERATURA FRANCBSA 435
•eso también ha quedado muí arriba de todos sus imitado-
res modernos.
12. — Pero no se crea que en la época en que Racine i La
Fontaine comenzaron a escribir, el gusto francés estaba for-
mado, i que las obras de esos i de otros grandes poetas de
aquel siglo fueron aplaudidas desde el primer momento. Le-
jos de eso, el gusto incierto admitía confusamente lo bueno
i lo mediocre, i una muchedumbre de escritores de escaso
mérito embarazaba el camino que debian recorrer los hom-
bres de verdadero jenio. Muchos de éstos tuvieron rivales
mui aplaudidos en su época i completamente olvidados
ahora. La poesía imitaba todavía los modelos legados por
la antigüedad, por la Italia i por la España, pero no se ha-
bia jeneralizado el arte de dar vigor a esas imitaciones, i de
hacerlas propiamente orijinales, como lo hizo La Fontaine
con la mayor parte de sus fábulas, i Corneille con alguna
de sus trajedias. Faltaba todavía acertar el gusto: esta fué
la obra de Boileau.
Nicolás Boileau Despréaux nació en Paris en 1636, i mu-
rió en 1711. Destinado por sus padres a la 'carrera del
foro, él abandonó los estudios legales para dedicarse a la
jurisprudencia literaria, llegó a ser el gran juez de la litera-
tura de su tiempo, i dio, como lejislador del Parnaso, leyes
que hasta ahora están en vigor. La gloria de Boileau con-
siste en haber desembrollado el arte confuso del siglo
XVII, en haber asignado a cada hombre i a cada cosa su
rango en la estimación pública, en haberlo hecho con un
discernimiento infalible, con un valor intrépido, i en fin, en
haber dado sus sentencias en versos tan armoniosos, en
tina forma tan feliz, en un lenguaje tan perfecto, que no se
puede retocar nada sin desmejorarlo.
Nadie podia ejercer esta dictadura literaria con mas
justo título que Boileau. Poseia todas las cualidades
opuestas a los defectos que queria correjir. Pero sobre to-
cias las dotes poéticas, sobre la imajinacion i sobre la sen-
sibilidad, estaba su razón clara, serena, despejada de toda
436 N0C10NBU9 1>B HIRTOKIA LITERARIA
preocupación, de todo estravío de gusto. Su Arte poética^
superior a la de Horacio por la disposición de las materias
i porque comprende mejor casi todos los jéneros de poesía,
es la esposicion mas clara, mas nítida i mas elegante de las
doctrinas que consisten en colocar siempre la razón sobre
la imajinacion, en preferir lo verdadero en su sencillez a lo
bello disfrazado bajo la hinchazón i bajóla hipérbole. Para
unir el ejemplo a la doctrina, Boileau escribió muchas otras
obras. De sus nueve Sátiras, compuestas todas con gusto
delicado, con un injenio hiriente pero sin odio, i con la pu-
reza de estilo que domina en todos sus escritos, cuatro son
esclusivamente literarias, i las otras cinco contienen ras-
gos picantes i oportunos contra los malos escritores. Sus
Epístolas, obras de la madurez de la razón i de la fuerza
del talento, se refieren a muchos asuntos, pero todas ellas
son notables bajo su aspecto moral i bajo su aspecto lite-
rario. Por último, el Lutrin, poema heroico sobre un asun-
to cómico en que el autor ha revelado que conocia a fondo
todo el poder de la maquinaria épica, el arte de pintar los
caracteres, de describir los combates i de hacer reir conser-
vando la mas imperturbable seriedad, narrando los acon-
tecimientos mas vulgares i grotescos sin palabras descom-
puestas, sin imájenes indignas de la poesía mas templada.
La querella de los canónigos de una catedral sobre la colo-
cación que debia tener cierto facistol, ha permitido a Boi-
leau introducir en su poema con rara felicidad los mas di-
fíciles resortes épicos, la personificación de cualidades abs-
tractas, como la discordia, la fama i la molicie.
Es preciso reconocer que la orijinalidad absoluta no es
el don de Boileau. El habia estudiado mucho las literatu-
ras antiguas, i se habia asimilado con gran talento i con
gran gusto las formas cuidadas i el espíritu de Horacio i
de otros poetas; pero ha sabido revestir la imitación de im
colorido nuevo i de cierta novedad que casi vale tanto
como la orijinalidad misma. Por otra parte, cualesquiera
que sean los reproches que bajo este concepto deban hacér-
sele, no se puede negar que Boileau ha prestado servicios
LITERATURA FRANCBSA 437
indisputables. La guerra obstinada que declaró a los ri-
madores que se creían poetas, ha hecho triunfar el gusto i
ha ilustrado la admiración que vacilaba entre lo verdadero
i lo falso, i ha hecho servir la burla al progreso del buen
gusto i de la moral en literatura.
13. — Un dia Luis XIV preguntaba a Boileau cuál era el
«scritor que mas honraba su reinado. — **Moliére", respon-
dió Boileau sin vacilar. Pero Moliere no es sólo el honor
del reinado de Luis XIV; lo es de la Francia, de la Europa,
del mundo entero; es el primer autor cómico de todas las
■edades i de todos los paises. Nadie como él ha conseguido
crear personajestan vivos i que sean al mismo tiempo tipos
jenerales de la humanidad. Sus contemporáneos se recono-
cian en sus piezas; i nosotros, salvo la diferencia de hábitos,
i casi de trajes, vemos allí nuestros retratos. Otros cómicos
lian podido igualarle en el chiste, en el arte de esposieion,
en el buen humor; pero ninguno se le acerca en la profundi-
dad filosófica, en el verdadero estudio de las pasiones ordi-
narias de la vida i en el retrato acabado de los caracteres.
Juan Bautista Poquelin, que se ha hecho inmortal con
«el nombre de Moliere, nació en Parisel 15 de enero de 1622.
Era hijo de un modesto tapicero; pero habiendo asistido a
algunas representaciones tomó tal gusto por el teatro que
comenzó a estudiar con un ardor admirable, i al fin se en-
roló en una compañía de cómicos que recorria las provin-
cias. Habia compuesto algunas comedias cuando en 1658,
fué a representar en un teatro de Paris. Sus talentos de
actor, i mas que todo su jenio de escritor le merecieron los
favores de Luis XIV. Desgraí^iado en sus afeccionas con3''u-
gales, i después de una vida llena de ajitaciones, Moliere
murió víctima de su adhesión a los cómicos que estaban
colocados bajo sus órdenes. Aunque mui indispuesto, quiso
representar una de sus comedias mas admirables. El enfer-
mo de aprehensión (Le malade imaginaire) para no privar
de su sustento diario a los empleados del teatro, i murió
pocas horas después de la representación, a los cincuenta i
un años de edad, el 17 de febrero de 1673.
438 NOCIONES DE HISTORIA LITBRARIA
El teatro que nos queda de Moliere consiste en treinta
piezas, trabajadas en el espacio de veinte años. La mitad,
a lo menos, es formada por obras maestras; i catorce de
ellas son escritas en verso. Moliere ha suprimido casi por
completo las grotescas bufonadas i las costumbres de con-
vención que reinaban en el teatro, i en su lugar ha puesto
en la escena el cuadro fiel de la realidad, la pintura de las
pasiones jenerales i de los caracteres. El pone en pccion
esta verdad sorprendente en las costumbres por medio de
una fábula verosímil i de una proporcionada estension, »
da a los caracteres que crea tal relieve, que sus tipos pasan
a ocupar un puesto en la familia humana, no como una in-
dividualidad particular, sino para representar las varieda*
des mas distintas de la especie Este es el supremo esfuerzo
del arte.
Moliere nos instruye mas que la esperiencia. El nos ha
dado a conocer la clase media i la nobleza, los mercaderes^
los médicos, los notarios, los provincianos, los pedan tes»^
los rabiosos, los fanfarrones, los intrigantes, los malvados*^
las sirvientes, los criados i los amos; ha puesto en escena*
siempre con el mismo buen éxito, las ridiculeces de la igno-
rancia pretenciosa, los peligros de la inocencia entregada a
sf misma, el candor rústico, la devoción obstinada, la au
toritlad paterna, el res|>eto filial, la avaricia, la prodigali-
dad, la debilidad, la hipocresía, el amor bajo todas sus for-
mas, en todas las edades i en todas las condiciones, los
celos, el matrimonio con sus escollos, el libertinaje, en una
palabra todos los sentimientos i todos los caracteres jene-
rales de la humanidad con una sorprendente exactitud. La
comedia, tal como la ha comprendido Moliere, no es una
advertencia estéril, sino una enseñanza indirecta en que la
lección se mezcla al placer, en que el poeta nos enseña a reir
sin acritud i nos hace aprovechar sin fatiga. Moliere, ob-
servador profundo, filósofo práctico, sin cólera i sin debili-
dad, alma elevada i tierna, corazón jeneroso, ha cumplidcv
con la dignidad del jenio su misión de poeta i de moralista.
La crítica coloca en primer orden entre sus piezas El A/i-
LITERATURA FRANCESA 439
sántropo {Le Misantrhope), Tartufo i ¡as majeres sabias
{Les femmes savantes). Al lado de ella, sin embargo, es me-
nester colocar El avaro {Uavare) i Ei enfermo de aprehen-
sión [Le malade imaginaire); pero en todas sus piezas, aun
en los rápidos bocetos que improvisaba para divertir a la
corte o al público, se descubre al gran pintor, al observa-
dor profundo de los vicios i de las ridiculeces de la humani-
dad. En todas ellas domina el mismo estilo incorrecto i
descuidado a veces, pero siempre sólido i vigoroso: su prosa
es nítida i firme; i su verso espresivo i bien cortado es uno
con el pensamiento, al cual da siempre un jiro sentencioso
pero natural.
Moliere tuvo en vida rivales i enemigos que le reprocha-
ron el haber tomado algunos de sus asuntos del teatro de
Planto o de las comedias españolas, sin embargo de que
esos mismos asuntos han adquirido por el arte del gran
poeta un sello de orijinaliSad; pero en nuestro tiempo se
le estudia i se le admira en todas partes. Si bien la escuela
romántica moderna ha pretendido alguna vez menoscabar
su mérito, los grandes maestros han pronunciado un juicio,
que han confirmado todos los hombres de verdadero gusto.
•'Moliere, ha dicho Goethe, es tan grande que cada vez que
se lee se esperimenta una nueva sorpresa. Es un hombre
único: sus piezas tocan a la trajedia, porque sobrecojen, i
nadie se atreve a imitarlo.''
14. — Al lado de estos grandes jenios poéticos del siglo
XVII, la Francia produjo muchos otros que con justo títu-
lo ocupan un lugar distinguido en el Parnaso. Pero vivie-
ron en una época de jigantes; i sus nombres han quedado
no completamente oscurecidos, pero a lo menos eclipsados
ante la gloria de sus contemporáneos. Algunos de ellos me-
recen, sin embargo, ser estudiados.
Juan Francisco Regnard (1656— 171C), que seria un
gran poeta cómico, si Moliere no hubiera elevado este arte
a tanta altura, hace brillar por su propio mérito el jenio
prodijioso de su antecesor. Regnard divierte pero no ins-
truye ni tampoco corrije: divierte sacrificando con frecuen-
440 N0C10NBS DB HISTORIA LITBRARIA
<cia la verdad; i aunque sus comedias tienen una acción
bien comprendida i bien desenvuelta, no poseen caracteres
jenerales perfectamente demarcados; ni señalan con clari-
dad los vicios que pretenden corréjir. Todo su teatro no
contiene una sola lección moral ni un carácter propiamen-
te dicho.
Juan Bautista Rousseau (1670—1741), que algunos crí-
ticos han denominado el primer poeta lírico de Francia,
posee mas armonía que vigor, mas industria que inspira-
ción, i tiene en un alto grado las cualidades secundarias
del poeta i del escritor. La musa francesa no ha ostentado
jamas mayor melodía, i pocas veces mas pompa esterior
que la que ostenta Rousseau; pero en sus obras no debe
buscarse el fuego sagrado de la verdadera inspiración. Su
lejítima superioridad no se encuentra en sus odas sagradas
ni en sus odas profanas, en que se cree descubrir que los
sentimientos son pura ficción: es menester buscarla en sus
epigramas.
Antonio de Lamotte Houdar (1672—1731) ha hecho
odas de todo jénero que ahora se leen mui poco i que están
casi Olvidadas, aunque se encuentran en ellas hermosísi-
mas estrofas, i auncjue en el jénero anacreóntico se haya
colocado cerca de los poetas mas hábiles. Ha hecho tam.
bien fábulas; i entre ellas, hai algunas injeniosas; pero por
desgracia de su gloria, vinieron después de las de La Fon-
taine.
15 La prosa siguió en Francia; en el siglo XVII, una
marcha semejante a la poesía.
La gloria de haber iniciado este movimiento pertenece
a Juan Luis Gncz, señor de Balzac (1594 — 1664). Admira-
dor apasionado de de la lengua i de la literatura latinas,
conocedor de las lenguas italiana i española, que en esa
época estaban definitivamente formadas, gramático labo-
rioso e intelijente, Balzac supo antes que ningún otro dar
ritmo, elegancia i dignidad a la prosa francesa. Se le admi-
ró largo tiempo como un grande escritor; i en realidad tie-
ne todas las esterioridades, pero carece siempre de natura*
LITERATURA FRANCB8A 441
lidad, i con frecuencia de solidez. Sin embargo, su Arístipo,
estudio de lo que debe pasar al rededor del príncipe, i su
Sócrates cristiano, armonía de la razón i de la fe, tienen
muchas pajinas admirables, en que la elevación de los pen-
samientos está en relación con la nobleza del lenguaje. La
recopilación de sus cartas deja ver las cualidades del escri-
tor artista.
16. — Otros escritores retóricos como Balzac, cu tivaron
la lengua francesa enriqueciéndola con nuevas voces i con
jiros mas desembarazados i elegantes; pero no tuvo sus
verdaderos maestros, no llegó a su completo deí?arrollo si-
no cuando sirvió de instrumento a una revolución radical
en la filosofía, i cuando la palabra pasó a ser fielmente
una idea.
Reinaba entóncej una especie de fermentación en los es-
píritus que debia conducirlos a consumar un gran cambio
en los métodos de observación i en la dirección de las inte-
lijencias. El renacimiento del siglo XV habia despertado a
toda la Europa; Colon i sus compañeros i sucesores habian
descubierto un nuevo mundo i probado la figura esférica de
la tierra; Copérnico habia echado las bases de la astrono-
mía moderna descubriendo el sistema solar, que Kepler i
Galileo comprobaban con nuevas observaciones; la medici-
na buscaba en la observación i en la esperiencia la única
fuente de luz i de razón, pero las universidades seguian aun
los sistemas de fátil controversia que se usaban en la edad
media. Mientras las ciencias daban pasos aislados para
llegar al descubrimiento de la verdad, el principio de auto-
ridad, la sentencia dictatorial concebida en estas breves
palabras: **el maestro lo ha dicho*', resolvía todas las cues-
tiones, que se ventilaban en los cuerpos literarios i científi-
cos. Francisco Bacon, en Inglaterra, habia iniciado la gran
revolución proponiendo ensanchar el campo del saber hu-
mano por medio de la observación esperimental. Entonces
fué cuando apareció Descartes, i cuando la revolución em-
prendida en Inglaterra en el dominio de la filosofía, fué
consumada para siempre.
442 NOCIONES DE H18TORIA UITBRAUA
Renato Descartes nació en la Haya, en Totirena,en 1596.
A los dieciseis años habia adquirido toda la ciencia que se
daba en los colejios, i conoció que habia un gran vacío. Pe-
ro, en lugar de abandonarse a la duda, el niño comprendió
que si la ciencia no existia aun, la verdad existia i que era
menester buscarla. Desde entonces renunció a los libros que
no le enseñaban nada, i no quiso buscar otro maestro que
la razón. Estudió los hombres en los viajes i en la guerra, i
estudió sobre todo la única ciencia que satisficiese su espí-
ritu, las matemáticas. Desligó el áljebra de las considera-
ciones estrañas, i después de hacerla progresar por la abs
tracción, la aplicó a la jeometría i por medio de la jenerali-
zacion del cálculo, resolvió como jugando los problemas
jeométricos que habian detenido a toda la antigüedad.
Pero estos maravillosos descubrimientos no eran mas
que los primeros ensayos de su jenio. Aislándose del trato
de los hombres para consagrarse enteramente a la medita,
cion, escribió en Holanda su famoso Discurso sobre el mé-
todo, i tras ésta, muchas otras obras de un carácter filosó-
fico, que hicieron gran ruido desde su primera publicación,
i que si bien le atrajeron nuevos discípulos, le suscitaron
igualmente enemigos temibles. A fin de escapar a sus ace-
chanzas, Descartes se refujió cerca de la reina Cristina de
Suecia, que lo habia llamado a su corte. No pudo, sin em-
bargo, resistir al rigor del clima, i murió en Bstocolmo en
febrero de 1650.
Descartes habia comenzado por desechar provisoriamen-
te de su espíritu todas las creencias admitidas hasta enton-
ces, **a fin, decia, de colocar mas tarde otras mejores, o bien
las mismas, cuando las hubiere ajustado al nivel de la ra-
zón." Para reconstruir el edificio, se creó un método toma-
do de las ciencias que habia estudiado largamente. No ad-
mitir mas (¡ue lo evidente, dividir las dificultades para ven-
cerlas, ir siempre de lo simple a lo compuesto, hacer siempre
separaciones, tales son las cuatro reglas que dirijieron su
marcha. El encadenamiento que observaba en las propor-
ciones matemáticas, le daba la esperanza de encontrar algo
LITERATURA FKANCB^-A 443
de parecido en todas las cosas que pueden caer bajo el cono-
cimiento del hombre.
Este solo método importaba en los dominios de la filoso-
fía i de la investigación científica una verdadera revolución,
cuyo análisis no es de este lugar. Pero su libro hizo otra re-
volución no menos notable en el dominio de la literatura.
El estilo de Descartes es el de la verdadera elocuencia. Es
admirable por la naturalidad, la verdad, la precisión, la
trasparencia, la limpieza: la palabra i el pensamiento son
consustanciales, es decir, que es imposible separar la una de
la otra. En todas partes, el deseo de probar lo arrastra so-
bre el cuidado de adornar: condensado como la lójica, ní-
tido como el razonamiento, la frase se desarrolla sin apara-
to, se sigue i se encadena sin otro lazo que el del sentido.
17. — El estilo de Descartes no se dirije mas que a la inte-
lijcncia. Apóstol de la razón, él desdeña todos los atavíos
que animan i vivifican el discurso, porque para producir el
convencimiento no son necesarios los adornos. Es menester
llegar a Pascal para encontrar en la prosa francesa el alma
i el corazón del escritor unidos a todas las gracias del es-
tilo.
Blas Pascal nació en Clermont en 1623. Desde su niñez
asombró a sus padres por el poder de su jenio. A los doce
años, solo i sin libros, inventaba los elementos de jeome-
tría, cuyos términos ignoraba, i a los dieciseis componia
un notable tratado de secciones cónicas. Su constitución
débil i enfermiza se doblegó bajo el peso de esa actividad
devoradora, de tal modo que desde los veinte años no pasó
un solo dia sin sufrir, i murió al fin en 1662, a los treinta i
nueve de su edad, sin haber terminado algunas desús obras,
pero dejando uno de los mas brillantes nombres que recuer-
den la historia de las ciencias i de las letras. La física, las
matemáticas i la mecánica le deben algunos de sus mas no-
tables descubrimientos; i la literatura dos libros que vivi-
rán mientras se conserve recuerdo de la lengua francesa.
No es éste el lugar de dar a conocer las famosas cues-
tiones entre jansenistas i molinistas que ajitaron a los teó-
444 NOCIONBS DB HISTORIA LITERARIA
logos durante la primera mitad del siglo XVII. La famosa
escuela de Port-Royal, que servia de asilo a los mas distin-
guidos sectarios de las doctrinas de Jansenio, tuvo que lu-
char con los jusuitas, partidarios de Molina, sobre el dog-
ma de la gracia i de la predestinación. La autoridad ecle-
siástica i los doctores de la Sorbona condenaron* a los jan-
senistas. Pascal, que pertenecía de corazón a la escuela
condenada, creyó ver en ese fallo una resolución que mas
que la voz de la razón, era el fruto de la influencia de los
jesuitas. No pudicndo, sin separarse de lleno de la iglesia,
defender abiertamente lo que ella condenaba, los discípulos
de Jansenio dirijieron contra los molinistas escritos anóni-
mos o seudónimos que revelan el ardor con que se debatia
aquella cuestión.
Las mas notables de esas producciones son sin disputa
las Cartas a un provincial, firmadas con el nombre de Luis
de Montalto, i escritas por Pascal, i mas conocidas con el
nombre popular de Cartas provinciales. Son diez i ocho
epístolas que aparecieron sucesivamente en opúsculos se-
parados desde enero de 1656 hasta marzo de 1657. Las
cuatro primeras no tienen otro objeto que las disputas so-
bre la gracia i la censura pronunciada por la Sorbona. En
las siguientes, Pascal* ataca directamente a los jesuitas pa-
ra condenar su casuística, su doctrina de la probabilidad,
su política i la moral relajada de muchos de sus teólogos;
i los persigue con el ridículo i la invectiva, empleando pa-
ra esto un talento cómico i una elevación de estilo descono-
cido hasta entonces **La precisión, la claridad, una elegan-
cia desconocida, dice M. Villemain, una burla hiriente i na-
tural, palabras que la memoria conserva, hicieron popular
el triunfo de Pascal. Admiraríamos menos las Cartas pro-
vinciales si no hubiesen sido escritas antes que escri!>iese
Moliere. Pascal ha adivinado la buena comedia. Intro-
duce en la escena muchos actores: un indiferente que recibe
todas las confidencias de la cólera i de la pasión, hombres
de partido sinceros, falsos hombres de partido, mas atre-
vidos que los otros, conciliadores de buena fe, rechazados
LITERATURA FRAN*CE6A 445
en todas partes, hipócritas siempre acojidos. Es una ver-
dadera comedia de costumbres sin Ja apariencia de tal".
Aparte de estos méritos puramente literarios, las Provin-
ciales son una obra maestra de dialéctica por la instruc-
ción que revelan, por la hábil disposición de las pruebas, i
por la claridad i fluidez con que se desprenden las deduccio-
nes. Si se puede reprochar a Pascal el haber atribuido a
una sociedad entera las opiniones de algunos de sus miem-
bros, jamas se ha podido negar que esos opúsculos reuni-
dos cuidadosamente, han contribuido mas que otro libro
a fijar la prosa francesa i a darle el gusto por una elocuen-
cia verdadera i natural. Las cuestiones entre jansenistas i
molinistas están hoi completamente olvidadas, como to-
dos los escritos a que dieron motivo: sólo los de Pascal vi-
ven como un monumento literario.
Otro trabajo mas grave, pero menos ardiente, ocupó los
últimos años de Pascal en los intervalos que les dejaban
libres sus sufrimientos físicos i las prácticas austeras. Em-
prendió una apolojía del cristianismo contra los escépti-
eos i los incrédulos, ya mui numerosos, i mas amenazado-
res para la relijion que todas las herejías. Con su ardor
acostumbrado, se ocupó en recojer los argumentos de
la incredulidad razonada, para destruirlos por medio del
raciocinio puesto al servicio de la fe, con ese poder de de-
ducción, ese rigor de análisis que la jeometría le habia en-
señado, i que pasando de sus ideas a su lenguaje, produ-
cía el vigor i la orijinalidad inimitables de su estilo. La
muerte lo sorprendió en este trabajo; los fragmentos que
dejó escritos de carrera, sin ser revisados i en desorden,
han sido recojidos i publicados con el nombre de Pensa*
mientoSy i atestiguan su poderosa intelijencia i su gran ta-
lento de escritor. Las primeras ediciones de estosfragmen-
tos fueron, sin embargo, incompletas i defectuosas: sólo en
1844 se han publicado los Pensamientos en su forma ver-
dadera, después dcf una escrupulosa revisión de los manus-
critos orijinales.
18.— Aunque el cultivo de la palabra i la disposición ora-
446 KOCIOKES DE HISTORIA LITERARIA
toría sean un gusto particular de la nación francesa, la
verdadera elocuencia, en el sentido usual de esta voz fué
largo tiempo desconocida en Francia. La elocuencia foren-
se se había estraviado largo tiempo en una imitación infor-
me de la antigüedad. Los oradores políticos no tenían un
campo de acción: i cuando en los consejos del rei o en otras
corporaciones, cuvas sesiones no fueron nunca públicas, se
trataba de los negocios del estado, se iba di^recho al asunto
en debate, cuidándose mui poco de la forma. En fin, ios
oradores sagrados, permitiéndose todos los estravíos de
una imajinacion desordenada, no alcanzaron a la verdadera
elocuencia.
De estos tres jéneros de elocuencia, fué el último el que
llegó antes que ningún otro a la perfección. El siglo de Luis
XIV que vio elevarse grandes poetas i grandes filósofos, vio
también lo? mas grandes oradores sagrados que el mundo
haya conocido; ¡ a la cabeza de éstos a Bossuet, llamado
el ííltimo de los padres de la iglesia por su fe i por su cien-
cia, tomando en cuenta e' orden cronolójico; [>ero el pri-
mero de los escritores sagrados por su talento i por su arte
literario.
Santiago Benigno Bossuet nació en Dijon en 1627. Des-
pués íle haber hecho brillantes i concienzudos estudios en
su ciu huí natal i en París, recibió las órdenes eclesiásticas,
i se\ió elevado naturalmente i por su propio mérito al ran-
go de obispo de Meaux, diócesis subalterna, es verdad, pero
desde donde fué el jefe i el director del clero francés. Bossuet
pasó su vida entera en el trabajo, no solo como escritor i
predicador, sino como defensor de las prerrogativas de la
iglesia francesa contra las pretensiones de la corte romana.
.Murió en 1704 dejando en sus numerosas obras un reper-
torio inmenso de su sal)er i el monumento indestructible de
su gloria.
Teólogo, orador, historiador, filósofo i político, Bossuet
ha cultivado diversos jéneros con la misma rectitud de jui-
cio, con la misma ciencia i con el mismo talento literario.
Aunque sus sermones sean una obra acabada en su clase.
LITERATURA FRANCHSA 447
íiunquela crítica los haya considerado un verdadero tesoro
<\e elocuencia i de razón, se estiman sobre todo las seis ora-
ciones fúnebres que pronunció durante el largo trascurso
<le sus predicaciones. Ellas se desarrollan a la vista de la
])osteridad como las pajinas de una imponente historia.
Cada discurso parece 'ser una parte de un vasto conjunto
en que los grandes acontecimientos i los personajes ilustres
ile la época aparecen alternativamente iluminados por la
antorcha lúgubre de las solemnidades de la muerte. Parece
que la providencia los llama sucesivamente, a los hombres
i a los sucesos, a los pies del orador que va a juzgarlos. La
elevación de los pensamientos, la grandeza de las imájenes,
la magnificencia del estilo, no lo abandonan un momento
cuando recorriendo la vida de los muertos saca de ella
grandes i terribles lecciones para los vivos. Pero, por san.
tas que sean las lecciones dadas por Bossuet en sus oracio-
ciones fúnebres, la verdad déla historia, santa también,
tiene que reclamar contra la mayor parte de sus aprecia-
ciones. Eí3te es el escollo casi inevitable de este jénero de
elocuencia: el orador se ve fácilmente arrastrado a erijir en
tipos cumplidos de virtud, algunos personajes mui alejados
de este ideal.
Hai otro jénero literario cultivado, casi podría decirse
creado por Bossuet, la filosofía de la historia, a la cual aplicó
el arte oratorio que se ostenta en sus otras obras. Su Discurso
sobre la historia universal nos muestra a la humanidad aji-
lándose en vano en la tierra, donde cree obrar con comple-
ta independencia, mientras que una mano invisible, pero
.siempre presente, la guia hacia un fin que sólo Dios conoce.
Bossuet es el primer historiador que hnya presentado a los
hombres obrando bajo la mano de Dios; pero nadie habia
concebido la historia del jénero humanb en un conjunto tan
armonioso en que todos los hechos examinados desde una
grande altura, están encadenados en una idea capital, co-
mo en la epopeya mas interesante i majestuosa. Lo que en
la pluma de otro escritor no habria sido mas que un cua-
dro crónolójico, una fría esposicion de hechos i de fechas.
i4S NOCIONES 1>B HISTORIA LITERARIA
se anima i vivifica en manos de Bossuet. Los pensamientos,
las observaciones jenerales, se mezclan a los hechos, se
combinan con la narración i adquieren tal fuerza i precisión
que aceleran la marcha de la historia en lugar de retardar
la, como sucede de ordinario. El estilo pinta las ideas i ]•>
deja ver todo. Se admiran particularinente los capitule s
que destina a la Persia, a la Grecia, al Ejipto i a Roma.
No es éste el lugar de examinar el talento de Bossuet
como teólogo, como político i como polemista; pero en to-
das sus obras, aun en las mas Hjeras, dominan las mismas
dotes de estilo, que le han valido la gloria de ser considera-
do uno de los mas grandes escritores del mundo. •'Bossutt.
dice un célebre historiador de Francia, H. Martin, form.'i
por sí solo un mundo aparte en el gran mundo literario del
siglo XVII. Los otros son hijos adoptivos de Roma i de
Grecia: él también ha pasado por Roma, |3ero viene de mas
lejos, trasporta el oriente a occidente por alianzas de pala-
bras de un atrevimiento i de una novedad increibles, por
figuras jigantescas que no le ha sujerido el gusto europeo,
pero que él sabe someter a las leyes de la proporción lle-
vando la medida de la misma inmensi«lad. Tal es el fruto
de su frecuente contacto con la Biblia, único alimento bas-
tante fuerte para su alma. Los otros teólogos estudiaban
fríamente la Escritura como la materia de su ciencia. Bos-
suet ve en ella la ciencia viva, la palabra siempre vibrante
e inflamada: hace suyos a la vez el espíritu i la forma tan-
to como lo i erniite la diferencia de tiempos i de lenguas."
19.- Adversario de Bossuet en algunas discusiones teo-
lójicas, i su rival en gloria literaria, fue Fenelon, el célebre
arzobispo de Cambrai. Ambos marchaban sin embargo íiI
mismo objeto, la unidad relijiosa de la Francia; pero áni-
bcs imprimieron a suá escritos un sello especial, lo que ha
permitido la diversidad de apreciaciones. Bossuet es tod»»
vigor i enerjía: F'enelon descuella por la suavidad i la dul-
zura en sus escritos i en su carácter.
Francisco de Saligiiac de Lamothe-Fenelon, nació en d
castillo de sus padres, en Perigord, el año de 1631. Üespucs
LITERATURA FRANCB8A 449
de haber hecho brillantes estudios, i de haber recibido las
órdenes sacerdotales, se ocupó en la enseñanza i en la pre-
dicación entre los protestantes. Luis IV le confió la educa-
ción de su nieto, el duque de Borgoña, heredero del trono,
que murió antes de reinar, i lo elevó al arzobispado de
Cambrai. Entonces hacia su reaparición en Francia la doc-
trina mística del quietismo, que hacia consistir la perfec-
ción del amí)r divino en una contemplación pasiva, en una
inacción completa de las facultades del alma, en una indi-
ferencia absoluta, en una quietad jeneral, por todo lo qué
pueda ocurrimos en este estado. Fenelon se inclinó en fa-
vor de la nueva secta, i en vez de condenarla, como lo exi-
jia Bossuet, la sostuvo lucidamente en sus escritos. Este
fué el oríjcn de una ruidosa controversia entre los dos ilus-
tres prelados, en que se interesaron todos los fieles. El papa
intervino, al fin, i condenó la nueva doctrina; pero, aun-
que Fenelon se sometió a la decisión de Roma con una sua-
ve humildad, perdió desde entonces la estimación de Luis
XIV. Poco después, su desgracia fué completa. F*enelon ha-
bía escrito para la educación de su real discípulo una no-
vela, Tclémaco, en que bajo las apariencias de un encade-
namiento de aventuras romanescas, enseñaba, junto con la
admiración por la antigüedad clásica, el horrorporlos ma-
los gobiernos i la moral mas pura. La publicación de ese
libro, hecha por la indiscreción de un escribiente encargado
de copiarlo, le atrajo nuevos disgustos. Luis XIV creyó
ver en él una amarga sátira de su gobierno; i todas las
protestaciones de Fenelon no pudieron libertarlo de caer
en desgracia i de que su libro, aunque escrito sin ninguna
intención oculta, fuese prohibido en Francia. En esa situa-
ción murió Fenelon en los primeros dias de 1715, con el
dolor de ver que por la muerte del duque de Borgoña, su
discípulo, la Francia no seria gobernada por el hombre a
quien él habia sabido inocular los principios de una virtud
sólida.
"Aunque Fenelon haya escrito mucho, dice M. Ville-
main, jamas pareció buscar la gloria de autor; todas sus
TOMO IV 29
450 NCCIONBS DE HISTORIA LITERARIA
obras fueron inspiradas por los deberes de su estado, por
sus desgracias o por las de su patria. La mayor parte de
ellas no fué conocida sino después de su muerte." Se han
conservado algunos sermones menos vigorosos i cuidados
que los que nos quedan de los grandes jenios del pulpito
francés, pero en que se deseu]>reuna imajinacion fácil i viva
i una elegancia natural. Sus diversos estudios relativos a
la retórica i sobre todo sus Diálogos sobre la elocuencia^
por la solidez de sus principios i por el arte con que los de-
sarrolla, lo colocan en el primer rango entre los críticos, i
sil ven para esplicar la sencillez orijinal de sus propios es-
critos. Sus Fábulas escritas en prosa, sus Diálogos de los
muertos i sus Vidas de los ñlósofos antiguos, son libros de
educación en que el hábil escritor ha sabido desarrollar en
el estilo mas natural i agradable la moral mas pura i mas
sim|)ática.
Pero la obra capital de Fenelon es su Telémaco, novela
poética, o si se quiere, epopeya en prosa, en que el héroe es
el hijo de Ulíses, i el asunto las peregrinaciones de ese joven
que recorre muchos paises buscando a su padre después de
la ruina de Troya. Un estudio acabado de la antigüedad,
la imitación, ?^^ se quiere, de Homero i de Sófocles, de Jeno-
fonte, de Platón i de Virjilio, han permitido a Fenelon for-
mar un tejido de aventuras interesantes i bien encadena-
das, en cuya lectura se cree respirar el aire de la antigua
Grecia, en cuya moral ha demostrado la manera de educar
a los príncipes, de fortificar sus corazones en la virtud i de
enseñarles que su verdadera gloria i su íínica felicidad con-
siste en hacer felices a los pueblos que gobiernan. Todos
los incidentes del poema, toda la variedad de aventuras te-
rribles o conmovedoras que retardan la reunión de Ulíses i
<le Telemaco, no son mas que grados por los cuales el jo-
ven príncipe se forma las cualidades mas puras i perfec-
ciona el carácter mas estimable i mas jeneroso. La grande
orijinalidad del Tclcmnco no consiste en el tejido injenioso
<le esas aventuras ni en el vivo reflejo de la antigüedad al
través de las formas i de unalengrua moderna: se encuentra.
LITIO&ATUKA FllANCBSA 451
como lo ha observado M. Villemain, en la feliz inspiración
del espíritu cristiano en medio de los recuerdos del paga-
nismo. Con una habilidad infinita, Fenelon ha tomado a
manos llenas pensamientos i teorías de la filosofía antigua;
pero los ha depurado, i ha sabido asociar a las tradicio-
nes paganas la moral del evanjelio, sin que el gusto tenga
que qufjarse jamas de esta difícil trasformacion. El estilo
mismo es una mezcla de gracia i de vigor en que el gusto
antiguo está revestido deformas modernas i que servirá de
eterno modelo.
Fenelon es, ademas, autor de muchas obras filosófico-
relijiosas. Al lado de una lójica vigorosa, desplega en ellas
la imajinacion en las descripciones, i una grande elegancia,
pinta la naturaleza, e iguala las riquezas i los colores con
el brillo del estilo i con los sentimientos tiernos i apasiona-
dos que brotan de su corazón. En éstos, como en los demás
escritos de Fenelon, "se siente, dice uno de sus contemporá-
neos, La-Bru>'ére, la fuerza i el ascendiente de este talento
raro, sea que predique sin preparación, sea que pronuncie
un discurso escudiado i oratorio, sea que esplique sus pen-
samientos en la conversación."
20.— La oratoria sagrada produjo todavía en Francia,
en este siglo, muchos otros escritores de gran mérito. El
analizarlos a todos ellos, aunque sólo fuera muí lijeramen-
te, nos llevaría demasiado lejos. Nos vemos por tanto redu-
cidos a no hablar sino de los principales.
El padre Luis Bourdaloue (1632-1704), jesuíta de un
raro talento i de una notable instrucción, se ocupó muchos
años en la enseñanza, i no se hizo predicador sino cuando
t?ra ya un literato formado i un teólogo formidable; i en-
tonces ya podia competir con Bossuet en elocuencia. Sus
sermones atraian al templo una numerosa concurrencia,
ísierapre ávida de oirlo, a pesar que descuidaba todos los
medios de agradar que suministran la pasión i los artifi-
<.MOs del lenguaje. La severidad de su estilo iguala al rigor
de sus razonamientos. El poder de Bourdaloue se encuen-
tra en la autoridad de la verdad i de la lójica. Se admiran
452 N0CI0NB8 DB HISTORIA UTSIRARIA
la fecundidad ¡ los recursos de su talento inagotable, que
sabía dar iK,vedad a los asuntos profundizándolos. Com-
puso muchos sermones sobre la pasión de Jesucristo: si se
les considera aisladamente, el asunto aparece agotado en
cada uno de ellos; si se les compara, no se encuentra una
sola repetición.
Fléchier * (1632-1710), clérigo secular, es notable sobre
todo como escritor. La elección de las palabras, la armonía
del lengnaie, el jiro injenioso del pensamiento, el arte de co-
locar las imájenes i de encontrar los movimientos oratorios
convenientes al sentimiento que espresa, producen algunas
veces los efectos de la grande elocuencia. Pero se en^añaria
quien no viese en Fléchier mas que un retórico injenioso que
finje la elocuencia con habilidad. Fléchier es realmente ora-
dor; pero distrae la atención con los atavíos que emplea
para adornar pensamientos sólidos. La oración fúnebre de
Turena es su obra maestra. Sus escritos históricos son mui
inferiores a sus producciones oratorias.
Juan Bautista Masillon (1663-1742), sacerdote de la
congregación del Oratorio, fué por largos años profesor, lo
que le permitió ensanchar el campo de sus estudios clásicos.
No hai un orador cristiano que haya movido las pasiones
con mas verdad i con mas poder. Los discursos de Masi-
llon descubren todos los misterios i todas las llagas del
alma humana, i señalan el remedio para ellas, dando leccio-
nes a los depositarios del poder i de las riquezas i consuelos
a los que sufren en las últimas escalas de la sociedad hu-
mana. Son famosos particularmente sus sermones de cua-
resma.
21.— La Francia del siglo XVII conoció otros moralis-
tas que, fuera del templo i lejos del teatro donde Moliere
daba sus eternas lecciones, señalaron los vicios i las ridicu-
leces de los hombres con una gran finura de observación i
con un notable talento literario. El duque de La Rochefou-
1 El nombre de Fléchier era Esprit, que como nombre propio oo
liene, según creemos, traducción en castellano.
LITERATURA FBANCBSA 453
cault (Francisco de Marcíllac) 1613-1680), dio la forma de
pensamientos sueltos, i el nombre de Máximas, a una serie
de observaciones sobre el carácter humano, escritas c<»n ele-
gancia, naturalidad i gracia, en que parece querer probar
que todas las acciones humanas no tienen ma'< que un solo
móvil, el amor propio. Estejénero de escritos, aparte del
principio demasiado absoluto que el autor ha desenvuelto,
tiene algo de monótono en su concisión afectada. Otro es-
critor mas eminente, La Bruyére, evitó este escollo con un
arte supremo.
Juan de La Bruyére, nacido, según la opinión mas fun-
dada en Paris, en 1645, i muerto en 1696, llevó una vida
oscura hasta que publicó un libro admirable, el único que
haya escrito, i que lo hizo célebre en pocos ílias. Tan poco
caso se hacia de él que para encontrar un editor que qnisie-
ra dar a luz su manuscrito, La Bruyére lo ol)sequió íi un
librero para que dotase a una hija con el producto de la
venta. Nueve ediciones se agotaron en pocos años: ti autor
fué llevado a la academia francesa: los grandes escritores
se honraron con su amistad; i los grandes señores tuvieron
a gloria el favorecerlo.
El libro de La Bruyére se titula Los caracteres. Según su
título, era una traducrion de los famosos retratos morales
que trazó Teofrasto, los cuales completó el moralista fran-
cés con una galería de retratos orijinales, modelados sobre
los homl)res de su siglo, convirtiendo las ideas abstractas
«n fisonomías reales, en hombres que viven, que hablam
que obran. **En el espacio de pocas líneas, dice La-Harpe,
pone sus personajes en escenas de mil maneras diferentes; i
«n una pajina agota todas las ridiculeces de un necio, o to-
cios los vicios de un malvado, o toda la historia de una pa.
^ion, o todos los rasgos de una semejanza moral. Ningún
prosador ha inventado mas espresiones nueva-?, ni ha crea-
do mas jiros vigorosos o picantes. Su concisiones pinto-
resca i su r(ipidez luminosa.'* Como sabe que nadie tendrá
paciencia para leer una serie numerosa de retratos, varia
Viasta lo infinito sus formas de esposicion. Al retrato pro*
454 NOCIONfCS DB HISTORIA LITERARIA
píamente dicho, sustituye aquí una anécdota, acá un diálo-
go, en otra parte una máxima jenera!, algunas veces anili*
sis abstractos. Es tan variado como si muchos injenios hu-
biesen trabajado en la misma obra; pero en todas partes se
percibe la presencia de un juez severo, de un homlire honra-
do, de un buen ciudadano herido en su corazón; de un hom-
bre de juicio i de gusto a quien apesadumbra a veces, i a
veces fastidia la necedad de los otros. Sea que cuente, sea
que pinte, sea que analice, su estilo est¿ llen<i de vivacidad»
de sal, de amargura, de ironía; i con frecuencia, una sola
palabra colocada al fin, deja ver su sentimiento comprimida
hasta entonces; i aun ajgunas veces su reticencia misma
hace comprender su |>ensam¡ento.
22.— La historia tuvo en Francia durante e! siglo XVII
un gran número de representantes distinguichiS, que la es-
tudiaron con verdadera pasión i que la escribieron con cier-
to arte. Sin embargo, las obras mas acabadas desde el pun-
to de vista literario, son poco estimadas en nuestros dias»
porque sus autores buscaron mas la idea de agradar que
la de representar los hechos i los tiempos con ese colorido
prolij«> i profundamente verdadero que los modernos exi-
jen en las obras de esta naturaleza. Subsisten, con todo, i
conservan su mérito; los trabajos de erudita investigación
en que, con una laboriosidad admirable, se agruparon los
materiales que han utilizado los historiadores subsiguien-
tes. El mas famoso entre los escritores de este jénero es
Claudio Fleury (161-0-1723), sacerdote secular, que con
una erudición verdaderamente prodijiosa i con un método
notable escribió una estensa Historia eclesiástica que al-
canza hasta 1517. En ella se encuentran, junto con la his-
toria de la iglesia las noticias mas curiosas que es posible
recojcr sobre los progresos de la civilización al travesde los
siglos medios.
La historia del reinado de Luis XIV con sus grandezas
i sus miserias, mejor que en todos los historiadores de ese
siglo, se encuentra consignada en una obra mui volumino-
sa que tiene por título Memorias del duquede Saiat Simon^
LiTBRATUKA FRANCB8A 455
libro Único en su jénero por la verdad constante de sus
narraciones i por la serenidad imperturbable con que ha
sido escrito. Su autor Luis de Roubray, duque de Saint
Simón (1675-1755), pariente i ahijado del rei, vivió casi
siempre en la corte, conoció a todos los hombres que figu-
raron en su época i bajo la rejencia del duque de Orleans, i
ha consignado en su obra todo lo que vio, todo lo que supo
de una manera auténtica, i ha formado así una mina fe-
cunda e inagotable en que la historia ha ido a buscar no-
ticias i colorido. Toda obra análoga parece pálida i pobre
al lado de ésta. Es un drama siempre en movimiento, i que
se renueva siempre, en que se suceden los acontecimien-
tos, las escenas de la corte, los matrimonios, Ic^s favores i
las desgracias como un flujo i reflujo de innumerables fiso-
nomías. Síiint Simón, sin ser escritor de profesión, tiene
un tino admirable no sólo para penetrar a fondo los secre-
tos de la corte, los pliegues mas ocultos del corazón huma-
no, i la acción de las diversas pasiones, sino también para
darlo a conocer todo con una naturalidad inimitable i con
un interés que no hace fatigosa la lectura de una obra in-
mensa.
Las novelas de ese siglo son también ún ausiliar pode-
roso para conocer aquella sociedad. En efecto, bajo nom-
bres persas, griegos i romanos, bajo el disfraz de aventuras
¡majinarias i estravagantes, los novelistas dieron a cono-
cer a muchos personajes famosos i particularmente a las
mujeres literatas, i consignaron tn sus. libros noticias im-
portantes para la historia. El mas famoso entre los escri-
tores de este jénero es Magdalena de Scudéry (1607-1701),
mas conocida con el nombre de Mademoiselle de Scudéry,
cuyas interminables novelas fueron el encanto de los lec-
tores de su siglo. Hoi nadie lee esas obras para buscar en
ellas el entretenimiento; pero los eruditos que la consul-
tan con gran prolijidad han encontrado noticias fidedig-
nas para escribir la noticia íntima i familiar de aquella so-
ciedad.
Un ausilio no menos importante para conocer la historia
456 NOCIOHSB DB HlSTgMA U'
i el espirita de ese siglo, presta la compilación de las cartas
de madama Sevigné. María de Rabutin-Chantal, mar-
quesa de Sevigné (1626 1696), ocupa un lugar eminente en
la literatura francesa nada mas que por la puhlicacion de
su correspondencia epistolar hecha muchos años des]>aes
su muerte, si bien fué conocida de sus contem|)<)iáneos por
medio de copias que admiraban los literatos. Rsta mujer,
dotada de una rara instrucción, escribia sus cartns a una
hija ausente, con un estilo tan natural, tan fácil, i sin em-
bargo, tan animado i tan pintoresco, que los críticos han
Hegíido a decir que la literatura francesa no tirne libro al-
guno que refleje mejor el injenio nacional. A elKns se referia
sin duda La Bruyére cuando decia que las mujeres "en-
cuentran jiros i espresiones que con frecuencia son en los
hombres el efecto de un largo trabajo i de una penosa re-
busca. Ellas son felices ep la elección de las pxilíibras, que
colocan tan bien que por conocidas que nos sean tienen el
encanto de la novedad i parecen ser hechas únicamente pa-
ra el uso que ellas les dan. Ellas no mas pueden hacer leer
en una sola palabra todo un sentimiento i verter delicada-
mente un pensamiento que es delicado. Ella, tienen un en-
cadenamiento inimitable en el discurso, que se sigue natu-
ralmente i que no está ligado sino por el sentido." Estas
palabras hacen el retrato ^literario de Madama S^'vigné;
pero sus cartas encierran ademas una cantidad infinita i
vanada de hechos históricos, de finas alusiones, de detalles
interesantes, de anécdotas escritas con plena independen-
cia de injenio i de estilo, de apreciaciones juiciosas de los
acontecimientos i de los personajes, i de juicios literarios
casi siempre ratificados por la posteridad.
SIGLO XVIII
23. — Después del siglo brillante que acabamos de reco-
rrer en rápida revista, la literatura francesa pasó por una
reforma radical. El espíritu literario i social del siglo XVII
estaba dominado por la influencia de tres elementos que es
UTBRATÜRA FRANCESA 457
fácil reconocer en todas las manifestaciones literarias. La
antigüedad reanimada i rejuvenecida por el renacimiento;
la relijion practicada sin disjusion; i el poder monárquico
soportado sin resistencia. La poesía bajo todas sus formas
aspirando siempre a la corrección, ala armonía i a la gran-
diosidad antiguas;el sentimiento relijioso manifestado aun
por los filósofos que enseñaban que la duda razonada era
el camino mas seguro para llegar a la ciencia; i la venera-
ción constante por el ^^^r^n re/, aparecen mas o menos en
todas las obras literarias de ese siglo.
Pero, a medida que la sociedad francesa envejece, el en*
tusiíismo se cstingue, las ideas se hacen mas positivas i el
fondo domina sobre la forma. Así el siglo XVIII es el siglo
de la prosa. Fecundo en hombres de injenio, en escritores
elocuentes, en sabios profundos, es casi estéril en poetas.
Montes(|uieu i Buffiín, dos de las mas altas glorias de la
nueva época, declaraban paladinamente su antipatía por
los jéiieros poéticos. **La poesía lírica, decia el primero, es
una armoniosa estravagancia." Oyendo BuíTon leer unos
versos que lo impresionaban, no encontró mejor modo de
espresar su admira.ion que decir: **¡Esto es bello como la
prosa!"
Pero éste no es propiamente el carácter distintivo de la
literatura del siglo XVIII. A la creencia dócil de la época
anterior, ala sumisión humilde a la autoridad real, sucedió
un espíritu de discusión que no respetaba nada. La litera-
tura no se encerró como en el siglo precedente en el dominio
del arte, sino que lo invadió todo pretendiendo reglarlo
todo. Su obra es principalmente subversiva. Las creencias,
las costumbres, las antiguas instituciones son el blanco de
sus golpes formidables. Ataca las relijiones positivas, ame-
naza la r yecía, rompe con la tradición histórica i busca en
otras fuentes el principio de lo justo i de lo verdadero. Era
aquello una obra de destrucción de todo el pasado acome-
tida en nombre de la razgn i de la filosofía. Esta última pa-
labra tomó un sentido especial, que conserva todavía cuan-
do se trata de ese siglo: es la hostilidad a todas las cosas
458 NOCIONES DB HISTORIA L.ITBRAKIA
establecidas, la oposición razonada en materias de relijion,
de moral i de política.
El gobierno, las instituciones, la lejislacion, la ciencia
mism;i estaban sin duda mucho mas atrás de lo que exijia
este movimiento de los espíritus; pero la literatura se con-
quistó la importancia de un poder publico, a pesar de todas
las trabíis que se le oponian inútilmente. Los literatos no
fueron una casta aislada que gozaba aparte de sus oscuros
honores: lejías de eso, ellos reinaron en la opinión por el
derecho del talento i de la moda. Sus nombres i sus oliras
no redujeron su acción al sólo recinto de la patria; pasaron
mas allá i fueron a ejercer su influencia en lejanos paises.
Así, esa revolución provocada en parte por el ejemplo prác-
tico de las libertades civiles i políticas de que gozaba en esa
época la Inglaterra, fué aceptada en casi toda Europa por
los talentos mas aventajados, lo que dio al movimiento un
espíritu desconocido hasta entonces. Se llegó a soñar en
una lengua común a todos los pueblos de Europa, a todas
las naciones del globo, que sirviera de lazo a la gran socie-
dad humana, i se indicó el francés como el idioma mas
apropiado para esta obra.
24. — Estudiando cronolójicamente la historia literaria
de este siglo, el primer nombre ilustre que se nos presenta
es el de Le Sage, en cuyas obras no se encuentran todavía
desru rolladas las tendencias revolucionarias.
Renato Le Sage '1668—1745), merece por mas de un
motivo el título del primer novelista francés. Fortificado
con un estudio prolijo de los escritores españoles, conoc*e-
dor profundo de su teatro, de sus novelas i de sus poesías,
aprendió en ellos el arte de inventar i de encadenar aven-
turas; i en Moliere la manera de pintar los caracteres po-
niéndolos en acción i haciéndolos hablar. Compuso varias
comedias, una de las cuales, Ti/rca reí, critica de los ban.
queros de entonces, es una obra maestra, i muchas nove-
las, mas o menos imitadas del español. Pero c\Jil Blas de
Santillann, publicada por partes entre 1715 i 1735, eclipsó
iJTHRATURA FRANCIMA 459
todas SUS obras i le conquistó un nombre inmortal en la
historia literaria.
Lo que asegura a una novela la fama i la duración no
es únicamente la pintura de las pasiones, la disposición de
la intriga, el interés de las aventuras, la multiplicidad de
las escenas que producen la emoción: es, ante todo, la ver-
dad permanente de los caracteres, la naturalidad constan-
te de los tipos, el cuidado prolijo del estilo. Esto es lo que
Le Sage ha sal)ido hacer con una habilidad verdaderamen-
te asombrosa. El héroe principal, Jil Blas, que cuenta él
mismo su historia con sus propias reflexiones, parece un
personaje tan real que no se puede dudar de su existencia.
Es a la vez un carácter tan verdadero, un tipo tan humano,
que se encuentran en él todas las debilidades, todas las
miserias i todos los sentimientos honrados que un corazón
puede tener en jérmen. Naturalmente bueno, dejándose ven-
cer a veces por el ejemplo i por la ocasión; pero, víctima
constante de las acechanzas de otros i a veces de su propia
vanidad, Jil Blas tiene bastante injenio para reirse de las
tonterías estrañas; i bastante honradez para reirse de sí
mismo.
**Si examinamos los detalles, dice Saint-Marc Girardin,
¡cuánta finura de observación cuando Le Sage nos muestra
a Jil Blas que, burlado en su pobreza, lo es mas en su opu-
lencia, pero que se eleva, por decirlo así, de las manos de
los bribones subalternos a las de los bribones titulados,
siempre engañado, pero ahora con mas ceremonia!" El
héroe de la novela que recorre todas las condiciones de la
vida, que de la cocina pasa a las antesalas de palacio; que
de criado humilde llega a ser el confidente de un ministro,
encuentra por todas partes caracteres diferentes, o mas
bien dicho una galería interminable Je fatuos, de viciosos,
de malvados que retrata sin odio, sin pasión pero sí con un
colorido indeleble, poniéndolos en acción con tanta verdad
que nosotros creemos reconocerlos i que se graban en nues-
tra memoria de una manera indeleble. **La gracia i la fa-
460 MOCIOKBS DB HISTORIA UTERARIA
cílidad del estilo, añade Saint- Marc Girardin, han perpe-
tuado i ensanchado cada dia la fama de esta novela. En
efecto, su espresion es como su pensamiento, sencilla i sin
afectación; rápida i espiritual, se presta con flexibilidad a
la alegría en la narración, i a la sátira en los retratos. Pa-
rece que en cierto modo Le Sage ha querido pintar su es-
tilo cuando el conde-duque de Olivares, después de haber
leido una memoria redactada por Jil Blas, le dice: **Santi-
llana, tu estilo es conciso i aun elegante: no tiene mas de-
fecto que el ser bastante natural". Esa senciHcz que podia
deSc'igradar al conde-duque, ha agradado i agradará siem-
pre al público, que en una novela quiere que el estilo, siem-
pre rápido i fácil, se preste a la impaciencia de su curio-
sidad/'
La España es el teatro en que tienen lugar las aventa-
ras de Jil Blas, Le Sage habia hecho un estudio tan deteni-
do de la literatura, de la historia i de la jeografía de la
península, que sin haberla visitado nunca ha podido retra-
tarla con gran fidelidad. Esta circunstancia ha hecho que
se ponga en discusión la orijinalidad de su obra inmortal.
Voltaire, de quien Le Sage ha hecho en su novela un retra-
to burlesco bajo el nombre de Gabriel Triaquero, el poeta
a lamoílaen Valencia, anunció con una lijcreza im|>erdo-
nabIe que eiy// Bhis de SnntíUnna era tomado pí>r entero
de una novela picaresca española. La vida del escudero
Marcos de Ohregon, Basta examinar a la lijera esta obra
para conocer cuan antoj-idiza es esa opinión. Posterior-
mente, dos escritores españoles, el padre Isla en el siglo pa-
sado, i «Ion Juan Antonio Llórente en nuestra época, han
querido revindicar para España la gloria de haber dado
nacimiento a esta obra, sosteniendo que Le Sage debió ha-
berla traducido de algún manuscrito castellano, que des-
truyó sin duda para ocultar el fraude. Esta opinión, como
se com|)renderá, no tiene otro valor que una afirmación
sin pruebas i sin fundamentos sólidos.
Esta cuestión ha sido dilucidada con grande erudición.
Dejando a un lado las pueriles exijenciasde un mal entendí-
LITKRATUKA FRANCESA 461
do amor propio nacional, se puede afirmar que la discusión
ha producido resultados positivos. Es tan absurdo soste-
ner que la novela de Le Sage ha sido traducida por entero
de un español, impreso o manuscrito, como el afirmar que
todo en ella es orijinal, como el Don Quijote^ o como cual-
quier otro libro que no ha tenido precedente en la literatura
anterior. Le Síige conocia a fondo el teatro i los novelistas
españoles, tomó de ellos algunos caracteres, numerosos in-
cidentes, i episodios casi completos, como es fácil reconocer;
pero los encuadró en un tejido orijinal, en que no ha retra-
tado a la España i los españoles solamente, sino los vicios
i las ridiculeces de todos los tiempo, i de todos los lugares.
La crítica ilustrada ha reconociilo que muchos de los per-
sonajes de la novela son retratos satíricos de algunos con-
temporáneos de Le Sage, como Gabriel Triaquero, i que al-
gunos de los incidentes son copiados de hechos verdaderos
ocurridos en Francia. Por último, la disposición jeneral, el
carácter filosófico délas lecciones morales, la burla cons-
tante de los grandes señores, de los ministros, de los prín-
cipes i de los favoritos, el jiro incisivo, franco i directo de la
sátira, la composición, el estilo i el gusto de la obra son
eminentemente franceses. La orijinalidaddel libro de Le Sa-
ge ha sido, ()ues, defendida victoriosamente i reconocida; i
esa orijinalidad aun circunscrita a estos límites, es un mé-
rito que casi vale tanto como la creación absoluta. **No es,
dice WalterScott, el simple cuadro de una Listoria, ni aun
la adopción de detalles inventados por un autor anterior,
lo que constituye el crimen literario deplajio. El propietario
de un terreno de donde un escultor saca su arcilla, podría
pretender con el mismo derecho la propiedad de las figuras
que este artista forma con sus ded )S creadores. En ambos
casos la cuestión es la misma: poco importa de donde viene
lamateriji |)rima i sin forma, pero¿dequién recibe su mérito
i su excelencia?"
25.— Aunque el//7 Blas de SantiUnna, por sus formas cui-
dadas i aun por la imitación española en una época en que
los franceses iban a buscar sus modelos en la literatura
4fí2 KOCIONE» I>B HISTORIA UTHRARIA
inglesa, parece pertenecer al siglo XVII, la crítica acerada,
la burla constante de la corte i de los cortesanos son entera-
mente del siglo XVIII, que comenzaba a revolverlo todo
con una audacia inconcebible. Pero Le Sage se liabia dete-
nido en ciertos límites: otros escritores fueron mucho mas
lejos en esta obra de destrucción de las antiguas sociedades.
Carlos de Secondat, barón de Mí)ntesquieu, nacido cerca
de Burdeos en 1689, i muerto en 1755, vigorizado por in-
mensos estudios, no se contentó con ridiculizar la sociedad
de su tiempo sino que pensó en reformarla. Majistrado en
su juventud, dejó luego la carrera judicial, por la que no
tenia inclinaciones, i después de algunos años de residencia
en Paris i de haber viajado en Italia, en Inglaterra, en Ale-
mania i en Holanda, se retiró a sus tierras patrimoniales,
i allí se consagró completamente al trabajo de una grande
obra que lo ha hecho inmortal, i que ejerció una grande
influencia sobre su siglo.
Su primer estreno fué un libro titulado Cartas persianas
( Lettrcs persannes) sátira incisiva de las costumbres de la
época. Montesquieu supone que muchos persas que viajan
por Europa, se escriben entre sí, i con sus amigos de Ispa-
han, sirviéndose hábilmente de este cuadro para hacer con-
trastar las costumbres deoccidente con lasdel oriente. Una
intriga de serrallo da unidad a la cartas, i excita la curiosi-
dad (le los lectores. En medio de estas pinturas orientales,
de esas burlas lijeras en apariencia, i muchas veces dema-
siado libres, se deja ver el jenio de un observador profundo
que encuentra sólidos motivos de crítica en cuanto ve, i
que señala los males que descubre en el gobierno, en las
costumbres, en el comercio i en la industria con una eneijia
que no deja lugar a duda sobre sus verdaderas intenciones.
Mas tarde, creyendo que la esperiencia adquirida es el
mejor medio de guiarnos en el porvenir, i que mirar hacia
atrás sirve mucho para marchar hacia adelante, Montes-
(juieu volvió su vista a la antigüedad, profundiza la histo-
ria romana, i escribe sus Consideraciones sobre la grande-
za i ¡a decadencia de los romanos. Este libro, aunque de
LITERATURA FRANCESA 463
raui corta estension. es un modelo de crítica histórica, en
que Montesquieu ha revelado el talento de un escritor de
primer orden. No se podría llevar mas lejos la precisión del
estilo i la firmeza del pensamiento: cada frase es una idea
^spresada con todo vigor.
Pero la grande obra de Montesquieu, la que ocu])ó toda
su vida, i el primer libro del siglo XVIII, es el Espíritu de
las leyes. Escrito después de veinte años de constante me-
ditación i publicado en Jinebra, cuando algunos de sus
amigos le decian que era indigno de su nombre, este libro
tuvo veinte i dos ediciones en dieciocho meses, i fué tradu-
cido inmediatamente a casi todas las lenguas de Europa.
Estudiando los gobiernos en su oríjen i las leyes a la luz de
la razón, Montesquieu analiza las diferentes formas de go-
Tiierno i hace el estudio de todas las lejislaciones. En ningu-
na parte se encuentra una aversión mas declarada, una
crítica mas amarga i mas sangrienta del despotismo; en
ninguna parte una pintura mas apasionada de las monar-
quías templadas i libres, i aun mas inclinaciones en favor
de las repúblicas i de los gobiernos populares. Sorprende
sobre todo el elojio de la constitución inglesa, que Mon-
tesquieu habia estudiado de cerca. Nadie combatió mas
eficazmente que él los últimos restos de la barbarie, la cruel-
dad en las leyes, la esclavitud, i sobre todo la esclavitud de
los negros, la contradicción chocante entre una moral di-
vina i un culto perseguidor. Esta obra, en que están exa-
minadas con vista certera todas las cuestiones sociales,
tiene ademas el mérito de estar dispuesta con un orden, un
método i una claridad admirables, de tal modo que no hai
capítulo que no conduzca a alguna conclusión ni frase que
no haga pensar. Quizá no se le podria reprochar otro de-
fecto, aparte de algunos descuidos en ciertos puntos, que
el no haber tratado todas las materias con la misma de-
tención i escrupulosidad.
26. — **Cuando las familias se conservan largo tiempo,
dice Goethe, la naturaleza acaba por producir, un indivi-
duo, que reuniendo las cualidades de sus antepasados, reu-
401 NOCIONB8 DB HISTORIA LITBRARIA
ne i espresa en su conjunto las disposiciones que hasta en-
tonces se habian mostrado aisladas i en jérmen. Lo mismo
sucede con las naciones, que encuentran algún dia su espre-
sion en un individuo único. Esto es lo que ha ocurrido con
Luis XIV, el rei francés en toda la fuerza de la palabra; i
esto es también lo que ha ocurrido con Voltaire, el francés
supremo, el escritor que ha estado mas en armonía con su
nación.*' I ciertamente, si el siglo XVII es el siglo del rei
Luis XIV, el siglo XVIII es el siglo del rei Voltaire. Las
gnindes figuras que están a su alrededor, pueden compa-
rarse a los satélites que rodean a un astro mas brillante.—
Vaniiis a dar a conocer sumariamente este jenio singular,
recorricnilo a la tijera las diversas faces de su vida, para
pasar en revista sus obras, que abrazaron todos los jéne-
ros i que trataron casi todas las ciencias.
Francisco María Arouet, mas conocido con el nombre de
Volt lirc, nació en París en 1G94. Su padre, que era nota-
rio, quiso dedicarlo a la carrera del foro; pero el joven
Arouet, después de haber hecho regulares estudios clásicos
en uii colcjio de jesuitas, manifestó desde temprano una
afición tan decidida por la poesía i por la vida del mundo,
que sn padre se vio al fin obligado a alejarlo de París i a
renunciar íi sus esperanzas. Desarrollóse desde luego en él
ese injenio incisivo i burlón que constituyó mas tarde su
arma mas pi^derosa i terrible. Cuando apenas contaba
veinte años de edad se habia adquirido ya tal reputación
en líis tertulias literarias, que habiendo circulado una sá-
tira sangrienta contra el reinado de Luis XIV, que acaba-
ba de morir, Arouet fué encerrado en la Bastilla durante
un año entero, porque se lecreia, sin fundamento alguno,
autor de los versos injuriosos para la memoría del rei di-
funto. Esta prisión le dió a conocer la injusticia i la arLi-
trariedad, contra las cuales combatió mas tarde con tanto
ardor, i lo obligó a trabajar. Allí, sin pluma ni papel, com-
puso su primera trajedia, el Ed¡po, i la mayor parte de una
epopeya. Al salir de la prisión, declarando que hasta enton-
ces habia sido mui desgraciado con el nombre de Arouet,
LITERATURA FRANCESA 466
O abandonó i tomó en su lugar el de Voltaíre, con que se
la hecho tan famoso K
El teatro fué el punto de apoyo de la popularidad de
/^oltaire. El Edipo, representado en 1718, inició su reputa-
ion literaria, que se sostuvo con muchas otras trajedias,
con algunas comedias. Desde su primera obra introdujo
n la escena mas de una innovación, que desarrolló en el
urso de su larga carrera. Simplificó la acción, hizo diálo-
gos mas cortos, suprimió las conversaciones amorosas i
jalantes, i buscó efectos nuevos para el espectáculo, el gus-
0 del aparato i de los colores locales, las máximas frecuen-
es, las sentencias filosóficas, las alusiones que de ordinario
evelan la presencia del poeta i perjudican a la ilusión,
)ero que cambian el teatro en tribuna i dan un cuerpo a
odas las ideas nuevas que el siglo sujiere al poeta, i que
'ste devuelve al siglo revestidas con el ropaje de la elocuen-
ia. Voltaire modificó así el jénero literario (jue habian ilus-
;rado Corneille i Racine,- buscó un campo de imitación en
1 teatro ingles, i particularmente en los dramas de Shaks-
eare i creó algunas piezas que merecieron el grande aplau-
:) que le tributaron sus contemporáneos. Su obra maestra
la Zaira, trajedia cristiana, fundada en los recuerdos de
5 cruzadas, i representada mucho mas tarde. La crítica
considera el primer trájico francés, después de Corneille
e Racine.
^u talento le abrió los salones de los grandes señores;
1 luego tuvo Voltaire motivos para arrepentirse de ser
migo de los nobles. A consecuencia de una disputa aca-
da con el caballero de Rohan-Chabot, éste se vengó
\\ nombre de Voltaire es un anagrama del que antes usaba
'scritor, Arovct I.j. le jeune, el joven, porque tenia un herma-
yor Es menester advertir que según la ortografía de entón-
t' i la / eran consideradas como la misma letra; i que igual
ucedia con la u i la v\ de manera que el anagrama es com-
perfecto. Escritores muí acreditados dicen, sin embargo,
'taire tomó este nombre de la denominación que se daba a
ueña propiedad rústica de su madre.
IV 30
4G6 NOGiONias db historia literaria
como noble i como cobarde, haciendo que sus lacayos apa
leasen una noche a su adversario. Voltaire, que no tenía
If^cayos, aprendió la esgrima i el ingles, la esgrima para
provocar a un duelo a Rohan-Chabot, i el ingles para huir
a Inglaterra. Pero su provocación fué recibida con despre-
cio, i el ministro mandó encerrar de nuevo en la Bastilla
al hombre que sin títulos i sin nobleza pretendia medir sus
armas con un gran señor. Voltaire se consideró feliz con
salir de la prisión para marchar al destierro (1726).
La Inglaterra fué por tres años el lugar de su residencia.
Este destierro tuvo una importancia decisiva en su carrera
posterior. Allí estudió la literatura, la política, la lejisla-
cion, las costumbres i las ciencias de un pais que gozaba
de una gran libertad en una época en que la ma\'or parte
de las naciones del continente vivian oprimidas por el mas
absoluto despotismo. Ai)roveclió también de este destierro
para dar la última mano i para publicar la epopeya que
habia principiado en la Bastilla. Con el noml)re de La liga,
un amigo infiel habia publicado poco antes en Francia una
edición incompleta e incorrecta de ese poema. Voltaire lo
corrijió cuidadosamente i lo dio a la prensa (1728), con el
título de la Enriíuln, (¡ue conserva todavía. Canta en él a
Enricjue IV i el sitio de Paris; i para dar a su obra el inte-
rés épico, intercala por via de episodios la historia de las
guerras civiles entre católicos i ])ro testan tes, i la matanza
de San Bartolomé, cjue Bririque refiere a la reina Isabel de
Inglaterra. Este poema escrito cuando Voltaire no habia
adquirido aun todo el desarrollo de su jenio, i cuando,
como él mismo lo dice, no conocia en (jué consiste la grjm-
diosidad del jétiero épico, no merece el título de epopeva
con (|iie lo saludaron sus contemporáneos. Su j>lan carece
de unidad, i la acción de grandeza i de verdadero ínte-
res. Hai en él liL-rniosas descripciones, episodios felices, re-
tratos llenos de vigor; pero no se encuentran esos cuadros
de costumbres locales (|ue hacen el encanto de otras e|^o-
peyas; i en el conjunto reina cierta frialdad que produce el
cansancio en el ánimo del lector. El asunto elejido, por
LITERATURA FRANCESA 467
Otra parte, no le permitía introducir en la acción esos re-
sortes que dan tono i vigor a la.epopeya. Así fué que la ad-
miración de sus contemporáneos se convirtió mas tarde en
un injusto desden por una obra que revela, sin embargo,
un verdadero talento poético. **En la Enriada, decia Deli-
lle, no hai siquiera pasto para alimentar caballos, ni agua
para saciar su sed''.
Vol taire volvió a Francia con mas gloria, con nuevos
conocimientos i con veinte proyectos de obras en que se
proponia desarrollar las ideas adquiridas durante su des-
tierro i, sobre todo, dar a conocer la Inglaterra, que lo ha-
bía fascinado. Nuevas obras dréimá ticas lo colmaron de
aplausos; i la Historia de Carlos Xlly rei de Sueaay reveló
que no sólo sabia componer un libro histórico, sino que
era uno de los mas grandes prosadores que hubiera tenido
la Francia. Bse libro, dispuesto con un arte irreprochable,
es hasta ahora un modelo de narración elegante i fácil i de
verdadero estilo histórico. Pero los escritos que le granjea-
ron el titulo de corifeo de las ideas de su siglo, no son esos.
Al mismo tiempo que popularizaba en Francia los descu-
brimientos científicos de Newton, que daba a conocer por
sus imitaciones el* teatro de Shakspeare, publicaba sus fa-
mosas Cartas sobre los ingleses, mas conocidas con el nom-
bre de Cartas ñíosóñcas, en que, bajo el pretcsto de hacer
conocer la Inglaterra, combatia indirectamente todas las
. ¡deas recibidas en filosofía, en política i en relijion i ataca-
ba todas las oj)iniones del siglo de Luis XIV, la autoridad
del clero i del poder absoluto. Esta obra, así como una pie-
za poética en que ponía en duda, o mas bien negaba la di-
vinidad de Jesucristo, fueron quemadas por la mano del
verdugo, le atrajeron una nueva persecución i lo obligaron
a fugar de París i a ir a buscar un asilo en un castillo de
Champagne.
Animado por una actividad verdaderamente prodijiosa
i compartiendo su vida entre los placeres mundanos i un
trabajo constante, lanzó desde su retiro nuevas obras dra-
máticas, poesías líricas de un carácter filosófico, lil Siglo
468 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
de Lais XIV, historia admirable de un reinado famoso, i eí
Ensayo sobre las costumbres i el espíritu de las naciones^
que debia hacer una revolución en el arte de escribir la his-
toria. Tomando los hechos desde la época de CarloMagno,
en que se habia detenido Bossuet en su célebre Discurso so-
bre ¡a historia universal, pero colocándose desde un punto
de vista diametralmente opuesto, ha referido la historia de
los pueblos de Europa hasta mediados del siglo XVII con
una claridad i una elegancia inimitables, pero también con
una prevención injusta contra el cristianismo, al cual atri-
buye todos los males de la humanidad.
La reputación de Vol taire fué inmensa desde entonces.
Su escepticismo, burlón i lijero en el principio, serio i razo-
nado mas adelante, su espíritu de crítica de todas las
instituciones i de todas las creencias de su época, su odio
al despotismo, su amor por la libertad del pensamiento,
pasaron a ser el programa de la filosofía, de la ciencia i de
la literatura de su si^lo. Su incomparable talento de escri-
tor popularizaba las ideas mas abstractas i complejas, i su
injenio satírico cautivaba a todos los lectores. Federico II
de Prusia, filósofo también como Voltaire, lo llamó a su
corte, i lo retuvo allí durante tres años para distraer en la
conversación i en el estudio los ocios que le permitian to-
mar los afanes del gobierno. Pero esta amistad, iniciada
bajo los mejores auspicios, se convirtió luego en una mal
disimulada antipatía. Voltaire se convenció al fin de que
los re^-es, aun los reyes filósofos, eran malos amigos; i des-
pués de varias peregrinaciones, fué a establecerse definiti-
vamente al castillo de Ferne\% en la frontera del cantón de
Jinebra en Suiza (1758).
Veinte aiíos vivió allí rodeado de todas las comodidades
apetecibles. Voltaire habia heredado de su padre una for-
tuna considerable, que él incrementó con el producto de sus
escritos. El Patriarca de Ferney, como se le llamaba, era
una potencia i un ídolo. De todos los paises de Europa iban
a verlo en peregrinación, i recibia hospitalariamente a to-
dos los que lo visitaban. Tenia correspondencia seguida
LITERATURA FRANCESA 469
con muchos soberanos que le prodigaban las lisonjas para
rendir homenaje a la opinión pública, que habia llegado a
ser la reina del mundo. En medio de esta corte, Voltaire
pasaba su vida en el trabajo, escribia versos, comedias, tra-
jedias, sátiras, novelas en que bajo las formas lijeras desa-
rrollaba su crítica siempre acerada e hiriente contra la
relijion i las instituciones de su siglo. Merced al réjimen
hijiénico que se habia prescrito, llegó a los ochenta i cuatro
años conservando toda su actividad i toda su intelijencia.
Entonces fué llamado a Paris para gozar de un triunfo que
no habia alcanzado ningún escritor. Se le paseó por las ca-
lles, se le llevó al teatro para coronar su busto, i se le acla-
mó el primer poeta i el primer filósofo de su siglo. Dos me-
ses mas tarde (el 30 de mayo de 1778) murió después de
haber pasado algunos dias en un estado de letarjia que le
habia hecho perder todo conocimiento.
Las obras de Voltaire forman un repertorio inmenso en
<iue están tratadas con mas o menos estension todas las
cuestiones que ajitaron a sp siglo. La poesía bajo todas
sus formas; la historia, la novela, la filosofía, la física, la
polémica relijiosa sobre todo, están comprendidas en esa
vasta compilación, marcada toda ella, a pesar de la diver-
sidad de matices i de algunas diverjenciasde detalles, con el
sello del jenio que ha querido desarrollar un pensamiento
largo tiempo meditado i que ha adquirido toda su fijeza i
consistencia.
Sobre el teatro de Voltaire, así como sobre su ensayo de
poema épico, hemos dicho mas arriba algunas palabras que
resumen la opinión de los críticos mas esperimentados. En
sus otras poesías que ocupan un puesto entre las mejores
de su siglo, dominan las cualidades jenerales de su jenio i
de su estilo; elevación filosófica, calor no siempre sostenido
i alusiones frecuentes contra las ideas de su siglo, en las
obras serias; un buen humor inagotable, una crítica atre-
vida i universal en sus sátiras i en sus poesías burlescas.
Debe censurársele, sin embargo, el haber profanado la me-
moria de Juana de DWrc, falseándola historia i haciendo
470 NOCIONES DB HISTORIA LrmtARIA
reír a costa de uno de los tipos mas puros de patriotismo i
de heroicidad.
Voltaire historiador, es el prosador por excelencia, i el
creador, puede decirse así, de la historia filosófica, tal como
la entienden los modernos. Comprendiendo claramente que
la historia de un pueblo no es la de sus reyes i de sus cau-
dillos, la de las guerras o de los tratados; que la historia
de las costumbres, de las artes, de las ciencias i de las leyes
son la parte pnnci¡)al de los anales de las naciones; que el
jénero humano no ha sido creado para dar brillo a los ta-
lentos políticos i militares de algunos individuos; i que lo
que|mas import.i que conozcan los hombres es los efectos
que han producido pnra la felicidad o la desgracia de la
humanidad las preocupaciones, las luces, las virtudes o los
vicios, los US' s, la industria i las leyes de los diferentes
siglos; Voltaire se propuso escribir la historia verdadera-
mente crítica i razonada haciendo intervenir junto con los
hechos todos los elementos de civilización para demostrar
la influencia recíproca que ellos ejercen sobre la marcha de
la humanidad, i si no vio completamente cumplidos sus
propósitos, los realizó en gran parte i abrió el camino que
con tanto lustre han seguido los historiadores modernos.
Su Ensayo sobre las costumbres es, desde este punto de
vista, i sobre todas sus obras históricas, un libro capitíil:
pero es menester convenir en que su odio sistemático al
cristianismo, así'como su falta de estudios mas prolijos
sobre algunos hechos, lo han estraviado con frecuencia.
**Sin embargo, dice Barante, este libro es cómodo t ins-
tructivo, de un estilo agradable i natural; los hechos están
bien dispuestos, los detalles dados con mesura, las reflexio-
nes son algunas veces lijeras pero frecuentemente sensatas:
el cuadro de algunas épocas, los retratos de muchos gran-
des hombres son trazados con un vigor i con una vivaci-
dad notables: pocas historias modernas son mas útiles i
mas agradables para leerse." Basta recorrer las pajinas
que Voltaire ha dedicado al descubrimiento de AíPérica»
trazadas de carrera i antes que se hubieran hecho las prcli-
LITERATURA FRANCB8A 471 '
jas investiíjaciones de que Colon ha sido objeto, para com-
prender cuan "grande era la sagacidad histórica de aquel
distinguido escritor.
No insistiremos aquí sobre las obrns filosóficas de Vol-
taire. Sus teorías están repartidas en todos sCis libros i con-
densadas también en algunos de ellos, como su Diccionario
filosóñco. En ellas reclama siempre, con una vigorosa ener-
jía, contra la^ preocupaciones i contra los abusos, en nom- •
bre de la justicia i del buen sentido; pero con frecuencia se
deja arrastrar por los caprichos de su humor hasta la eter-
nidad i hace intervenir siempre la cuestión relijiosa, confun-
diendo en la misma proscripción la doctrina evanjélica i
las ciegas supersticiones. Por esto mismo es difícil juzgar
a Voltaire sin ciertas restricciones, si se quiere ser justo
e imparcial. Sus partidarios i sus enemigos caen alterna-
tivamente en la pasión que quiere absolverlo todo o con-
denarlo todo: la verdad está en el medio. Si debe censurár-
sele su exaltado espíritu de partido, su odio sistemático
contra todo lo existente, su perpetuo reir, debe también re-
conocérsele su talento de escritor, su enerjía para condenar
los abusos, su jenio cosmopolita i la gran variedad de sus .
conocimientos.
Voltaire, en efecto, trata todos los asuntos con igual fa-
cilidad; i a juzgarlo por las primeras impresiones, se creeria
que habia hecho estudios profundos sobre todas materias.
Sin embargo, esta admiración desaparece desde que se estu-
dian las cosas mas de cerca; i la crítica ha probado que el
adquirir conocimientos sólidos sobre tanta variedad de
asuntos es mas de lo que se puede alcanzar aun con inteli-
jenciás tan poderosas como la de Voltaire. Para probarlo»
bastaria citar una obra mui erudita: Cartas de algunos ju-
díos portugueses, alemanes i polacos a M. de Voltaire, en
que su autor, Antonio Guenée (1717-1803), sacerdote fran-
cés de raros conocimientos en la lengua i en la literatura de
los hebreos, refutó victoriosamente muchas de sus opiniones,
no sólo con gran ciencia sino con un sarcasmo comparable
al de su rival.
472 NOCIONES DB HISTORIA UTMRARIA
27.--Las tendencias de Yoltaire están clara i esplícita-
mente manifestadas en todos sus escritos. No sucede lo mis.
mo con otro escritor casi igualmente célebre, cuvo nombre
se asocia al suyo cada vez que se habla de la obra revolu-
cionaría de las fílósofos del sigJo XVIII. Rousseau fué para
sus contemporáneos, i es todavía para la posteridad, un ca-
rácter inesplicable. En su vida todo es raro i singular; i en
sus escritos, marcados con el sello de un gran talento, se
descubre un amor tan pronunciado por todo lo que es pa-
radójico, que el espíritu no puede darse cuenta exacta de
sus inclinaciones.
Juan Jacobo Rousseau nació en Jinebra en 1712. Hijo de
padres pobres, hizo en su niñez estudios mui reducidos i su-
perficiales, i llevó una vida llena de aventuras, sin ocuparse
de las letras que mas tarde habian de hacer su gloria. Ha-
biendo concebido un nuevo sistema para la escritura de la
música, pasó a Paris creyendo sacar partido de su invento;
pero los artistas lo miraron con desprecio. Rousseau se
consagró entonces al estudio con uria gran pasión, i se ocu-
pó en la enseñanza de algunas familias i en la composición
de óperas que no pudo hacer representar. Su talento de es-
critor no se reveló sino a la edad de treinta i siete años i
por una circunstancia singular. La academia de Dijon habia
propuesto para un premio de elocuencia el tema siguiente:
**¿EI progreso de las ciencias i de las artes ha contribuido a
corromper o a depurar las costumbres?" Testigo de la mas
grande corrupción en medio de la societlad mas culta que
hubiera existido, Rousseau trató este asunto en un discur-
so lleno de paradojas, pero brillante por el atrevimiento de
las imájenes, la novedad de las ideas i el colorido del estilo,
i alcanzó el premio ofrecido. Según él, las letras i las cien-
cias habian corrompido el mundo: para correjirlo, era pre-
ciso volver a la naturalidad, a la sencillez, a las virtudes
primitivas. Voltaire, que siempre tenia una palabra pican-
te para caracterizar los sucesos de su época, dijo con mucha
oportunidad después de haber leido ese discurso — **Rous-
seau nos hace sentir el que no andemos en cuatro patas."
LITERATURA FRANCESA 473
Inmensa fué la reputación que le dio este escrito. La mis-
ma estravagancia de sus conclusiones llamó la atención so-
bre Rousseau, i le granjeó la amistad de muchos literatos;
pero su carácter misantrópico i rencilloso, i hasta su falta
de civilidad, contribuyeron a aislarlo. Vivia retirado en el
campo cuando supo que uno de sus amigos, D'Alembert, de
vuelta de un viaje a Suiza, habia espresado su pesar de que
no hubiese teatro en Jinebra. Se creería que Rousseau, que
habia escrito algunas comedias, debia apoyar esa opinión»
pero lejos de eso, se aprov^ejhó de esta ocasión para publi-
car un opúsculo famoso titulado Cartas sobre los espec-
táculos, para probar que la mejor comedia es siempre funes-
ca a las costumbres públicas.
Estos dos escritos que revelan en Rousseau su pasión
decidida por la paradoja, porgrande que sea su mérito lite-
rario, iTt) le habrían dado la fama de que goza; pero sus úl-
timas obras, lo colocan en el alto rango que ocupa. La pri-
mera de éstas, en orden cronolójico, fué Julia o la nueva
Eloísa, novela epistolar en que trata bajo formas seducto-
ras las mas arduas cuestiones de moral. La novela francesa
casi no habia sido hasta entonces mas que una sencilla na-
rración de aconteciniientos: Rousseau, hizo en ella la pintu-
ra analítica de los sentimientos, i encontró así el secreto de
trazar todos los movimientos del alma en medio de un dra-
ma conmovedor. La invención no es notable; i los senti-
mientos, encuadrados en una intriga de una moralidad
equívoca, son falsos i exajerados; pero muchas disertacio-
nes filosóficas, por ejemplo, las cartas sobre el duelo i sobre
el suicidio, se elevan a una grande altura de estilo.
Pero las obras en que Rousseau ha vaciado sus ideas re-
formadoras son el Contrato social i el Emilio, El primero
es un tratado de derecho público revestido de una forma
severa,pero brillante. La precisión del estilo, el estrecho en-
cadenamiento de las proposiciones i el tono dogmático c
imponente del lenguaje son sus principales méritos literarios.
El hombre, dice Rousseau, nace libre, i si sale de su estado
natural es por un acto de su voluntad i en virtud de un con-
474 XOCIOXBS DE HISTORIA LITKRARIA
trato que hace con los otros hombres. El Est;ido descansa
sobre esta convención; de modo que el conjunto de las v«>-
luntades particulares, el pneblQ, es el único S4»l)erano« i su
voluntad es absoluta e inviolable. Estas teorías, eminente-
mente novadoras, están desarrolladas con claridad i ener-
El Emilio contiene su sistema de educación. Sejrun él, el
hombre nace bueno: la sociedad lo deprava. Es preciso vol-
ver al estado de naturaleza, reconstruir la sociedad, i dar
una educa :iin nueva a las nuevas jeneraciones. Para desa-
rrollar su sistema, coloca al niño fuera de la civilización pre-
sente i del contacto de los demás hí)mbres: en vez de com-
batir sus instintos i sus pasiones naturales, las dtrja desa-
rrollarse libremente, para que el mismo niño construya el
sistema de sus confxrimientos e invente todo lo (|ue necesita
saljer en materia de ciencia i de virtud. Se^n Rou ^seau,
conviene que el joven pase el mayor tiempo posible sin que
se le den a conocer las ideas de Dios i de relijion. "Para que
la educación de Emilio se logre, dice M. Méziéres, es preciso
que Emilio habite una casa aislada, que nadie penetre en
ella, que el alumno no oiga otra voz que la de su maestro^
no reciba mas que los ejemplos autorizados por él. Una con-
versación (le algunos minutos con un estraño podría des
truir el efecto «le muchos años de precauciones. Emilio no
del)e aprender ma*< que lo que le importa saber, i esto en una
época determinada, en circunstancias previstas. Si sal)e al
gunacosa mas pronto o mas tarde, el edificio se desploma...
Rousseau nos anunciaba un qiedio infalible de educar a los
niños; pero su procedimiento no seria aplicable quizá mas
que una sola vez en todo un siglo." Este libro, escrito con
una elocuencia que cautiva i arrastra, resume todas las ideas
de Rousseau, i es una mezcla de verdades i de quimeras pe-
ligrosas. El aislamiento del niño, en la forma propuesta, no
puede dejar de conducirlo a la mas salvaje barbarie. Sí la
teoría fundamental de esta obra es un grande absurdo, es
necesario convenir en que ella nos hace meditar sobre noso-
tros mismos i sobre nuestros deberes. Las ideas sociales i
LITBU ATURA FKANCK8A 475
relíjiosas de este libro fueron condenadas por los catóticos
en París, por los calvinistas en Jinebra; la obra fué quema-
da, como terriblemente [)erniciosa. i el autor tuvo que bus-
car un refujio en Inglaterra.
Esta vida llena de contratiempos i de las vicisitudes mas
singulares, llegó a su término de una manera igualmente
singular. El 3 de julio de 1778 se le encontró muerto en su
habitación, con una herida en la cabeza, sin que se hayasa-
bido si esta catástrofe era el resultado de un suicidio o la
consecuencia de una apoplejía. Entre sus papeles se encon-
tró el manuscrito de sus Confesiones^ historia patética de
sus sufrimientos i de su orgullo. Hasta entonces, las memo-
rias auto-biográficas tenian por objeto ordinario el referir
la historia de los sucesos en que el autor habia tomado par-
te; pero I<otisseau ha contado con grande habilidad su vidíi
íntima, todos los sufrimientos de su existencia, i t<jdas las
miserias de su naturaleza, sin tratar de disimular lo que en
ella habia de mas indigno i de mas repugnante.
Cualesquiera que sean las apreciaciones que puedan ha-
cerse de las doctrinas filosóficas i sociales de Juan Jacobo
Rousseau, es preciso reconocer un grande escritor en todas
sus obras. Su estilo es lleno de pompa, pero corre siempre
fácil i siempre natural. Aun en sus sofismas más inacepta-
bles, su razonamiento es tan condensado que no puede dejar
de hacer una profunda impresión. El prestijio de su lengua-
je es tal que hace pasar al espíritu de sus lectores todos los
sentimientos que lo ajitaban al escribir. Pero tomando sus
obras en conjunto, se encuentran en ellas tantas paradojas
que con un poco de cuidado se pueden sacar de allí las doc-
trinas mas contradictorias i opuestas. Pocos adversarios
mas francos i resueltos ha tenido el cristianismo; i sin em-
bargo, de sus diversos libros se ha estractado una apolojía
evanjélica. Esas obras, a pesar de todo, ejercieron una in-
fluencia incontestable en su época, i prepararon muchas de
las teorías que se desarrollaron mas tarde.
28.— Hemos hecho un análisis mas detenido de Montes-
quieu, de Voltaire i de Rousseau, porque presiden el movi-
476 NOciONns db historia literaria
miento filosófico del siglo XVIII; pero tras de ellos viene una
falanje de soldados cuyas doctrinas mas o menos análogas,
contribuyeron a consumar la revolución de los espíritus que
trajo por resultado la revolución francesa.
Las ideas de esos aud'.ices pensadores, i casi podría decir-
se las de su siglo, están concentradas en una obra famosa
que se llama la Enciclopedia, publicación inmensa por su
estension, atrevida i revolucionaría por sus tendencias. Ba-
jo la forma de un diccionario universal i razonado de cien-
cias i artes, esta obra, espresion completa del movimiento
filosófico, novador, crítico e irrelijioso del siglo XVIII, tu-
vo por objeto resumir desde el punto de vista del libre pen-
samiento, todos los conocimientos, las ideas i la historia de
la humanidad, combatiendo las creencias, las costumbres i
las instituciones del pasado, ha Enciclopedia fué concebida
i llevada a cabo en un período de veinte años (1751—1772)
por el espíritu entusiasta e infatigable de un sólo hombre,
Diderot, a cuya voz se reunieron majistrados, jenerales, in-
jenieros, literatos i sobre todo los filósofos, en la acepción
que entonces se daba a esta palabra.
Dionisio Diderot (1713—1784), escritor fogoso, pero de-
sigual, fué el alma de la empresa. No sólo escribió numero-
sos artículos sobre filosofía, relijion, historia, política, gra-
mática i artes mecánicas, sino que lo revisó todo, e impri"
mió a la obra entera nó un carácter constante de unidad,
que le falta, pero sí una dirección jeneral hacia un objetoco-
mun, la libertad de pensar i de escribir, la soberanía de los
pueblos i el poder de las artes i de la industria. La publica*
cion de la Enciclopedia, mui combatida en nombre de la re-
lijion, fué embarazada muchas veces: algunos de los cola-
boradores se fatigaron en vista de los entorpecimientos que
se suscitaban; pero Diderot siguió siempre en el trabajo i
alcanzó a verlo terminado.
El mas constante de sus colaboradores fué Juan D'Alem-
bert (1717— 1783j, matemático distinguido, que 3'a había
alcanzado un brillante renombre en las ciencias, antes de
cultivar la literatura. Su obra capital, como escritor, es el
LIIBRATURA FKANX'BSA 477
discurso preliminar fie la Enciclopedia, bosquejo jeneral i
elegante en que pasa en revista todas las ciencias, indican-
do con gran talento i con sólida instrucción, la historia su-
maria de cada una, su objeto i las relaciones mutuas que
tienen entre sí.
Voltaire i Montesquieu trabajaron también en esta obra
monumental; pero junto con ellos se distinguieron muchos
otros escritores que seria largo enumerar. Recordaremos
sólo a Turgot (1727—1781). el célebre ministro de Luis
XVI, que s n dejar una obra verdaderamente tal, reveló en
cada uno de sus escritos i aun en los documentos públicos
que salian de su mano, un notable talento de escritor, i un
jenio filosófico de primer orden.
29.— Este espíritu lleno de actividad i de enerjía de que
estaba animado ese poder que se denomina la filosofía del
siglo XVIII, no tenia por íínico objeto atacar i destruir
cuanto cxistin. Por el contrario, sobre las ruinas del pasa-
do levantaba un nuevo edificio mucho mas sólido i consis-
tente que el anterior. Uno de los resultados mas inmediatos
de esa revolución fué el impulso vigoroso que recibieron las
ciencias. El método esperimental i de observación, cuyas
reglas habia trazado Bacon, fué rigorosamente aplicado, i
a su sombra nacieron nuevas ciencias o se perfeccionaron
de una manera sorprendente las queyaexistian. Aunque no
fueron franceses todos los reformadores en materias cientí-
ficas, a la Francia cupo la gloria indisputable de haber da-
do el impulso al movimiento i de haberle servido de centro.
Aplicando la esperiencia i la observación al estudio de las
sociedades i por decirlo así, de la fisiolojía social, se encon-
traron las leyes que reglan la producción i la distribución
de las riquezas, i se dio un cuerpo a las doctrinas que sobre
los impuestos i la prosperidad material de las naciones ha-
bían sido enunciadas en diferentes tiempos. Esta ciencia que
recibió el nombre impropio de economía política, colocó la
primera fuente de la riqueza en el trabajo, en una época en
que las preocupaciones reinantes lo consideraban todavía
deshonroso; i pidió la libertad industrial, cuando un siste-
478 NOCIONES DB HISTOKIA LITERARIA
nía absurdo de gremios i corporaciones en la industria ma-
nufacturera, i de trabas monstruosas en el comercio i en la
agricultura, impedían el desarrollo de la riqueza pública.
Pero estos progresos fueron todavía mas sólidos i mas
palpables en las ciencias exactas i naturales. Después deuna
serie de descubrimientos portentosos en astronomía, La-
Place pudo fijar la marcha i las revoluciones de los astros
con la misma seguridad con que se señala l.i marcha de un
reloj, i dar a su libro inmortal el título tan verdadero como
hermoso de Mecúnicn celeste. La tierra fué casi enteramen-
te reconocida por numerosas espediciones científicas, ingle-
sas i francesas en su mayor parte, i lo que es mas, estudia-
da prolijamente su verdadera forma, i medido su tamaño.
La física, en manos de observadores de una alta intelijen-
cia, entre otras muchas cosas, descubrió en la naturaleza
fuerzas desconocidas, el vapor i la electricidad, cuyo poder
aun no han acabado de aplicar las nuevas jeneraciones. La
química que por falta de buenos métodos no habia hecho
mas que oi)servar fenómenos aislados sin deducir leyes je-
nerales, fué elevada al rango de verdadera ciencia por el jé-
nio vigoroso de Lavoisier. La historia natural, la zoolojía,
la botánica i la jeolojía, alcanzaron su verdadero desarro-
llo por el trabajo incesante de una falanje tle sabios, a cuya
cabeza están colocados Huffon, Linneo i Cuvier.
Buffuii es, ademas, uno de los mas grandes escritores de
la Francia. Nacido en 1707, Jorje Luis Lcclerc, conde de
Buffon, pasó casi su vida entera consagrado al estudio
de la historia natural, aprovechando para esto el puesto
de director del jardin del rei, «ahora jardín de plantas, de
Paris. Ayudado por algunos colabora<lorcs mas prolijos
que él, Buffon confiaba a é.-^tos las clasificaciones científi-
cas, la descripción técnica de los animales, i él trataba las
consideraciones jer^erales, los grandes cuadros de la natu-
raleza, lascostiunbres de loscuadrúpedos i de las aves, todo
a(|uelIo en fin, en que podia dar libre vuelo a su prodijioso
talento de escritor. Su obra colosal fué recibida en todas
partes con aplausos entusiastas: dos academias le llamaron
LITBRATI^RA FKANCBSA 479
a SU seno: se le elevó una estatua en el museo de historia
natural, que tanto liabia enriquecido; i su muerte ocurrida
en 1788, fué considerada una calamidad para las ciencias i
para las letras. Buffon puede considerarse el primer histo-
riador de nuestro planeta, cuyas trasformaciones ha des-
crito con rara sagacidad en una época en que la jeolojía no
habia sido creada; i el gran pintor del hombre i de los ani-
males. La ciencia moderna ha encontrado muchos errores
de detalle i muchos vacíos en su obra; pero sus contempo-
ráneos i la posteridad están de acuerdo en considerarlo un
escritor de primer orden. La elevación de las ideas, la pom-
pa i majestad (le lasimájenes, la noble gravedad de la espre-
sion,la armonía constante delestilo son sólo algunas de las
dotes literarias de este admirable pintor de la naturaleza.
Deben también tomarse en cuenta las tendencias filosóficas
i humanitarias de sus escritos; que lo han hecho llamar^
tanto por ellas conio por la jeneralidad de las materias que
trata, el Plinio moderno. Bastaria citar en apoyo de esta
opinión la brillante pajina en que ha condenado la esclavi-
tud de la raza negra.
30.— La poesía, hemos dicho ya, tuvo en el siglo XVIII
una importancia secundaria. En efecto, en el movimiento
jeneral, la prosa atrae naturalmente todas las miradas; i
los poetas, por mas que entre ellos hubiera algunos do-
tados de mérito notable, ocupan el segundo término. La
poesía, a pesar de todo, i aunque muchas veces sus for-
mas sean elegantes i correctas, no refleja sino raras veces
la revolución de los espíritus. Entre otros jéneros, se cul.
tivó con predilección la poesía descriptiva, lánguida i mo
nótona en su conjunto, aunque contiene con frecuencia ver-
daderas bellezas de detalle. Otros poetas de talento fácil
i agradable buscaron asuntos burlescos para componer
poemas de formas serias. Esto fué lo que hizo Juan Bau-
tista Gressct (1709-1777j, poeta orijinal i lleno de gracia,
que cantó las aventuras de un loro en el poema titulado
Vertvcrt,
La trajediá tuvo también muchos apasionados, pero
480 NO0IONB8 I)B HISTORIA LITERARIA
fuera de Voltaire, de cuyas obras dramáticas hemos habla-
do mas atrás, el teatro trájico francés del siglo XVIII, a
pesar de (|ue posee muchas obras, no puede ofrecer verdade-
ros modelos. En la comedia no faltaron hombres de un
verdadero talento; pero, **se puede decir, añade un crítico
moderno, M. Etienne, que el espejo de que habla Moliere, i
en cual reproducía la imájen de la sociedad estaba roto, i
que los poetas cómicos del siglo XVIII recojieron los pe-
dazos para tomar algunas imájenes aisladas del mundo
que pasaba delante de ellos.'* Así fué como Le-Sagc se apo-
deró el tipo de los ajiotistas, para representarlo en una co-
media famosa.
Uno de esos autores cómicos supo, sin embargo, reflejar
en sus obras ese espíritu de crítica que dominaba en todas
partes. Pedro Agustin Carón de Beaumarchais (1732-
1799j, relojero, comerciante, diplomático, proveedor de
ejército, hombre de acción ])or gusto, que escribia para
distraerse, lanzó al teatro la burla hf)stil a la autoridad.
El Biirbcro ele Scvillíiy i sobre todo ¿7 matrimonio de Fi
garó, que le sirve de continuación, era la crítica amarga de
esos hombres que ])ara ocupar una brillante ocupación en
el mundo **se bandado sólo el trabajo de nacer**. La ad-
ministración de justicia, la jerarquía aristocrática, el clero,
todo sufría en esas comedias de Beaumarchais los golpes
acerados de una censura llena de sal i de injenio. A(|uellas^
obras que por sí solas tienen cierto mérito, alcanzaron en
su época una boga a que no habría aspirado jamas cómico
algimo en el mundo.
Al lado (le los poetas del siglo XVIII es menester colo-
car un prosador que sembró la poesía «i manos llenas en
todas las obras que salieron de su pluma. Beniardino de
Saint rierre (1737-1814), habia hecho algunos estudios
científicos; i después de ciertos viajes en las colonias fran-
cesas como injeniero militar, se hizo escritor. Sus Estudios
de Jn jiniurulezH dejan o un lado las leyes i las clasificacio-
nes de la ciencia: en ellos se encuentran los errores mas in-
concebibles en física i en historia natural, pero se hallan
LITERATURA FRANCESA 481
también allí los cuadros encantadores en que pinta las be-
llezas de la creación, la poesía i la gracia de los detalles, un
estilo sencillo i animado i el sentimiento de admiración por
la naturaleza. Pero su obra capital es Pablo i Virjinia,
novela pastoral del gusto mas puro, concepción nueva,
completamente orijinal, **que se admira con el corazón i se
aplaude llorando**. En el seno de una naturaleza rica e
imponente, la isla de Francia, se desarrolla esa sencilla i
feliz creación en que se descubren los sentimientos delicados
delidilio junto con el dolor de la elejía mas tierna i desga-
rradora. Ese libro, publicado la víspera de la revolución
de 1789, produjo una impresión inmensa en los mismos es-
píritus que comenzaban a sentirse ajitados por las pasiones
mas violentas i ardorosas. La descripción de la naturaleza
tropical es admirada todavía como el título principal del
escritor artista que, según la espresion de la crítica mo-
derna, sabia pintar con la pluma.
31. — La verdadera literatura de la revolución está en la
tribuna. A la elocuencia de los grandes oradores de esa
época podría reprochársele talvez el defecto de ser dema-
siado literaria. Las teorías de Montesquieu i de Rousseau
encontraron entonces en las asambleas revolucionarias ar-
dientes sostenedores, entre los cuales dominan Mirabeau
con toda la superioridad del jenio, i Vergniaud por la tran-
quilidad de espíritu i la pureza del lenguaje, cualquiera que
sea la exaltación de Ja pasión que lo anima. Es menester
buscar en la historia de esas asambleas la elocuencia de
esos oradores, que sacaban de la lucha i de !a contradic-
ción la mejor parte de su poder. Sus discursos, considera-
dos aisladamente, pierden mucho de ^u valor. Porel efecto
local, ellos han igualado i a veces sobrepujado a los ora-
dores de la antigüedad; pero no siempre tuvieron el arte de
. fijar en el estilo toda la pasión que los ajitaba. Para apre-
ciar debidamente sus talentos oratorios, es menester estu-
diarlos en la historia misma, frente a frente de las circuns-
tancias que los hacian hablar i obrar.
Durante todo el siglo XVIII, la literatura forma una
TOMO IV 31
482 KOCIONBS DB HISTORIA UTSEARIA
gran corriente que arrastra los espíritus a las innovacio*
nes políticas. Llegada la época de la revolución, parece re-
concentrarse en el recinto de esas asambleas; pero con es-
cepcion de los tres o cuatro años mas tempestuosos, el do-
minio de la literatura no queda enteramente estéril. Las
letras buscaron un asilo lejos de las borrascas revolucio-
narias, i volvieron a brillar de nuevo en el teatro, en el
campo de la poesía, en la crítica razonada i en la propaga-
ción de las ciencias; pero en jeneral, respetaron las tradicio-
nes del pasado, de manera que la literatura carecía de un
sello de verdadera orijinalidad, i parecia no haber recibido
el movimiento que la revolución había impreso a todos los
elementos sociales.
La política de Napoleón durante el consulado i el impe-
rio, aunque muí favorable a las ciencias i a todas las aplL
caciones prácticas de la intelijencia, fué contraria a la li-
teratura propiamente dicha. El despotismo imperial no
admitía las especulaciones del jenio,de manera que, a pesar
de los halagos i de las promesas del poder, casi todos los
escritores, í en particular los de verdadero talento; le fue-
ron decididamente hostiles. La literatura del imperio no
fué mas que el ensayo de un arte, de un pasatiempo inte-
lectual, sin acción i sin poder en la sociedad. Esta época no
debia ser estéril en literatura; pero el movimiento literario
estaba, por decirlo así, fuera del imperio, i vivía en el es-
tranjero o en el destierro.
32.— En efecto, lejos de la Francia vivían los escritores
que debían imprimir a la literatura un carácter de verda-
dera orijinalidad, Chateaubriand i Madama de Stael. El
primero 1768- 1848 , poeta en prosa, cultivó a la vez mu-
chos jéneros sin ser en ninguno de ellos vigorosamente su-
perior i orijinal; pero por su talento descriptivo, por su
estilo lleno de colorido i por sus tendencias políticas i so
ciales, ejerció una grande influencia sobre su siglo. Chateau-.
brinnd, aprovechando el cansancio jeneral que la revolu-
ción había producido, el horror que inspiraba la sangre
vertida en el cadalso i en los campos de batalla, i el vacío
LITBRATUKA FRANCESA 483
que dejaba en los espíritus la supresión del sentimiento re-
lijioso, contrajo sus fuerzas a combatir el escepticismo del
siglo XVIII; i sus numerosos libros, fruto todos ellos de un
verdadero talento, ejercieron una influencia poderosa sobre
los corazones, que ya estaban preparados para dejarse do-
minar.
Madama de Stael (1766-1817), dotada de un talento
notable para la observación moral i de un arte lleno de
elocuencia, contrajo sus fuerzas, no a combatir las tenden-
cias liberales sino a dirijirlas en un sentido razonable. Cul-
tivó la novela con verdadero gusto, estudió las pasiones
-con elevación filosófica, desarrolló la lei del progreso en el
"estudio de las literaturas, i enseñó a los franceses que en
las naciones del norte, en Alemania sobre todo, había un
verdadero jenio literario.
Esos dos grandes escritores imprimieron un impulso vi-
goroso a la literatura, apartando los espíritus de los sen-
deros trillados. El primero enseñó a los poetas; la segunda
a los prosadores. Los filósofos, los historiadores, los poe-
tas i los naturalistas fueron a buscar en el mundo moral
un campo de estudio i de meditación. La literatura buscó
en los siglos pasados un campo de inspiración; i los estu-
dios históricos renacieron con un ardor inconcebible i con
un espíritu de crítica juiciosa casi desconocido.
En breve se manifestaron entre los jóvenes, i bajo la di-
rección de un jefe poderoso por el talento, Víctor Hugo,
nuevas tendencias literarias. Desde el renacimiento, i so-
bre todo desde el siglo XVII, las obras maestras de las li-
teraturas antiguas eran la única regla del gusto. En los
escritos de Madama de Stael se descubre ya una tendencia
en busca de otro ideal, o a lo menos se manifiesta que las
literaturas del norte habian alcanzado a la belleza con
otrcis modelos que los que nos han legado las literaturas
clásicas. Pero la revolución no fué llevada a cabo sino
mas adelante. De repente, muchos escritores de un talento
incontestable, protestaron contra aquella regla inflexible i
absoluta que condenaba para siempre el jenio a moverse
484 NOCIONES DE hlSTOklA UTERAKlA
en un círculo mui estrecho, i oponía al progreso una barre-
ra casi insubsanable. Esta revolución iniciada en 1822, re-
cibió el nonibre de romanticismo, denominación vaga para
ideas mal definidas. En 1827, Víctor Hugo lanzó el mani-
fiesto del partido en el prefacio de uno de sus dramas, ti-
tulado CromweIL Ese manifiesto era la declaración de
guerra contra todas las reglas convencionales del arte: la
nueva escuela no buscaba preceptos definidos ni modelos
irreprochables; quería sólo que las reglas naciesen de la
naturaleza i como las condiciones de existencia de cada
asunto.
La es(*uela romántica tuvo sectarios ardorosos en Fran-
cia. Las literaturas alemana e inglesa, que también habian
tenido sus románticos, en el sentido que se dio a esta espre.
sion, ejercieron una vigorosa influencia. Pero el romanti-
cismo francés se dejó llevar, en el teatro sobre todo, a las
mayores estravagaiicias. Las pasiones mas fuertes i desor-
denadas, los contrastes mas violentos, los caracteres mas
exajerados, fueron exhibidos en la escena. La lucha entre
la escuela clásica que reconocía por jefe a Boileau, i la ro-
mántica o moderna, fué tenaz i encarnizada, pero no duró
largo tiempo. **En resumen, decia el mismo Víctor Hugo
algunos años mas tarde en el prefacio de otro drama, el ro-
manticismo a pesar de sus exajeraciones, prestó al arte el
eminente servicio de acabar por el ridículo con toda regla
arbitraria. Hoi dia, esas miserables palabras de clásico i de
romántico que sirvieron durante la lucha, no son mas que
un recuerdo: **el arte sólo ha quedado*'. En efecto, la litera-
tura ha buscado un camino mas seguro en el realismo, imi-
tación de la vida real, sin las exajeraciones del romanticis-
mo, sin la frialdad pálida de la imitación clásica.
Durante esta lucha i después de ella, casi todos los jéne-
ros en verso i prosa han sido honrosamente representados
en Francia en el siglo XIX, i algunos de ellos con gran bri-
llo. Es verdad que la poesía épica se puede considerar casi
muerta; pero en cambio han nacido o se han desarrollado
otros jéneros que la reemplazan. Como no entra en el cua-
LITERATURA FRANCESA 485
dro reducido que nos hemos trazado el analizar la litera-
tura de nuestro siglo, lo que nos Uevaria demasiado lejos»
nos vemos obligados a indicar sólo algunos nombres délos
escritores que han adquirido mayor fama.
La poesía lírica ha encontrado sentimientos tiernos i
apasionados, a la vez que acentos armoniosos i casi podría
decirse sublimes, si bien ha sufrido muchas veces la influen-
cia estranjera. Sus mas distinguidos representantes han
sido Alfonso de Lamartine (1790 1869), Víctor Hugo
(1802). Alfredo de Musset (1810-1857), Alfredo de Vijrny
Í1799 1863)i Augusto Brizeux (1806 1858). La sátira, cul-
tivada con rara felicidiad por Enrique Ausjusto Barbier
(1805), ha encontrado en la canción el medio de espresion
míis popular, en que, bajo las formas de una burla cómica
i alegre, se encierran pensamientos elevados i conmovedo-
res. Juan Pedro Beránger (1780-1 857) es con mucho el mas
famoso de todos los poetas que la han usado como melio
de censura de los gobiernos, de las costumbresi de las preo-
cupaciones.
El teatro no ha producido trajedias que posean la gran-
diosidad que Corneille i Racine supieron darles, ni comedias
comparables aun a los cuadros secundarios de Moliere;
pero en su lugar ha nacido el drama, ese jénero misto que
reúne en sí aquellas dos especies. Con inclinaciones i con
gusto diferentes, se han ilustrado en este arte Víctor Hugo,
Alejandro Dumas (1803-1870), Casimiro Delavigne (1793-
1843) i Eujenio Scribe (1791-1861).
Pero si en la poesía es preciso reconocer que el jenio fran-
cés no ha desplegado en el siglo XIX una superioridad in-
contestable sobre los otros siglos, en la prosa, i sobre todo
en los jéneros que mas necesitan del raciocinio i del estudio,
su literatura dejará huellas indelebles en la historia de los
progresos del espíritu humano.
Jamas la historia ha sido mas jeneralmente cultivada en
Francia, ni con mas ardor, ni comprendida con mas inteli-
jencia, ni escrita con mas interés. La historia no es ya,
como lo fué or liuariamente en otros siglos, la narración de
486 KOCIOXBS DB HI8TOKIA UTSKABIA
los hechos, Mseados con frecaeiicia no sólo en su espíritu*
sino materialnmte, ni tampoco ana reprodnccioa mas o
menos servil de los Historiadores anteriores. Se distingue
por nna crítica ilustrada, compulsa los hechos en las me-
morias, en las crónicas, en los documentos, en las medallas
en los monumentos, en las ruinas, en £n. en todo lo que nos
queda de las edades pasadas, i ha llegado « ser no sólo ve-
rídicas sino también literaria. Las instítuciones» los pro-
gresos políticos, la lejislacion, las costumbres, las ideas, los
trajes, las ciencias, las artes, las letras, todo entra en d
dominio de la historia, de tal modo que el cuadro de los
siglos pasados es ahora tan completo como instructivo e
interesante. En este movimiento en que han tomado parte
casi todas las naciones modernas, la Francia ocupa el pri>
mer lugar; i entre los numerosos escritores que le han im-
preso un vigoroso impulso, descuellan Francisco Gnizot
1 1 787-1874,. \gustin Thierry 1795-1844 , Sismondi 1773-
1842, Julio Michelet ; 1798— 1873, Guillermo Barante
(1782-186S , Augusto Mignet 1796 i .\doIib Thiers 1^197 .
La jeografía. que ha sido llamada con mucha oportuni-
dad uno de los ojos de ta historia, esciende también sus
dominios como consecuencia de numerosos viajes en que
se estudian no sólo la naturaleza de los países leíanos, si-
no también sus monumentos, sus antigüedades i su his-
toria.
La crítica literaria ocupa un puesto mui elevado en l->s
trabajos modernos. Se distingue por el iuienio, por !a cien-
cia i sobre todo por las formas cuidadas i cultas que se le
han dado. Juzga ieneralmente con imparcialidad i con ta-
lento; colocándose bajo el punto de vista del autor, toman-
do en consideración el tiempo en que vivió i apreciando siis
obras en conjunto, antes de analizar minuciosamente I*:*
detalles. Abel Francisco Villemain 179<j 1S70 , Gasiaro
Planche 1 S0>-1 S5S . .\^jstin Sainre-Beuve 1S«-H-1S^V ,
sjn "os n:.is a!t?s representantes de ia crítica siooema.
ene cuenta c?n tantos escritores famosos a su serrxrtc-
La ncTe'.a tiene también en el sisrlo XIX un la^ratr ntni
LITERATURA FRANCESA 487
importante. Ha querido sobre todo^ reflejar las costumbres
contemporáneas, estudiar la vida íntima, propagar las re-
formas sociales i popularizar principios abstractos. Pero
en el torbellino de novelistas de nuestra época, ¿cuántos
conseguirán legar su nombre a la posteridad?
Las ciencias morales i políticas, así como los grandes es-
tudios de'erudicion en filolojía i antigüedades históricas i
literarias, ocupan un lugar mui importante entre los tra-
bajos del siglo XIX; pero su análisis no entra, por mas de
un motivo, en el reducido cuadro de la historia literaria que
nos hemos trazado. Antes de terminar esta reseña, debe-
mos, sin embargo, indicar como una de las faces del movi-
miento literario de la época contemporánea en Francia, la
vulgarización de las ciencias exactas i naturales por medio
de obras escritas con gran claridad, con una elegancia sos-
tenida i con un notable arte literario.
CAPITULO V.
Literatura portan^nesa.
1. Poesía portuguesa en el siglo XVI. — 2. Camoens.— 3. Los
prosadores; Juan de Barros.— 4. Conclusión.
1.— La literatura portuguesa es la menos rica de las que
poseen las naciones occidentales de Europa. Cuenta, es
verdad, un crecido número de escritores, pero sólo algunos
de ellos han dejado obras maestras, i mui pocos son los que
han ejercido influencia sobre las otras literaturas o que a
lo menos han alcanzado que sus obras sean conocidas fue-
ra de los límites del Portugal. Por otra parte, la semejanza
de la lengua portuguesa con la lengua castellana, ha hecho
que se considere muchas veces a aquella literatura como
una simple derivación de la literatura española. Muchos
escritores portugueses que escribian indiferentemente en las
dos lenguas, han contribuido a dar consistencia a esta
opinión.
La verdadera edad de oro de la literatura portuguesa es
el siglo XVI, i comienza en el reinado de; don Manuel. El
jenio nacional exaltado con la gloria de las navegaciones
lejanas i de las conquistas en la India, ostenta todo su vi-
gor en la poesía i en la prosa. Las primeras producciones
fueron, sin embargo, pastorales llenas de sentimiento i de
animación, en c(ue los personajes, pastores i pescadores,
490 NOCIONES DE HISTORIA UTERAKIA
cuentan sus aventuras con notable naturalidad. Bernardi-
no Ril^eiro, jentil hombre de la Cámara del re¡, pasa por el
iniciador de este jénero en Portugal, i ha dejado, junto con
una novela en prosa, algunas églogas en que se complace
en describir sin cesar la lenta desesperación de un amor des-
graciado. Muchos otros poetas cultivaron después de él
este mismo jénero de poesía con grande aplauso de sus con-
temporáneos.
Luego nacieron otros jéneros, la oda heroica, el cántico
místico i la elejía. Francisco Saa de Miranda (1493-1558 s
caballero de alta alcurnia i de grande erudición, que escri-
bia con la misma facilidad el portugués que el castellano,
estimuló a los poetas al estudio de la antigüedad clásica,
enriíjueció considerablemente la lengua con nuevos metros
i nuevos jiros e imitó algunas comedias de Planto i de Te-
rencio. Antonio Ferreira (1528-1569) pasó por el lejislador
del parnaso lusitano i es denominado el Horacio portu-
gués. Entre otras muchas obras, en que se notan nuevas
formas introducidas en el lenguaje, es autor de una pieza
dramática, Inés de Castro, que es considerada una de las
mas antiguas trajedias regulares de los tiempos modernos.
Esta obra ha tenido el honor de ser traducida dos veces al
francés. Por lo demás, el teatro tuvo en Portugal el mismo
oríjen que en España, i sus primeros ensayos se confunden
con frecuencia. Bastaria citar el nombre del portugués Jil
Vicente, que fué, como hemos visto en otra parte, uno de
los creadores del teatro español.
2. — Pero, al lado de estas obras, i desde mediados del si-
glo XVI, la musa portuguesa comenzó a inspirarse en el
renombre de las grandes hazañas de la época. Las memo-
rables espediciones a la India, las victorias i las conquistas
alcanzadas en África i en el oriente, fueron el objeto de nu-
merosas epopeyas en que el patriotismo mas ardiente i mu-
chas veces una rica imajinacion produjeron cantos dignos
del poema épico en toda su grandeza i magnificencia. To-
das esas obras, sin embargo, son pálidas al lado de la epo-
LITERATURA PORTUGUESA 491
peya inmortal de Camoens, que basta para dar lustre a la
poesía portuguesa.
Luis de Camoens, vastago de una familia ilustre pero
pobre, nació en Lisboa en 1524. En la célebre universidad
de Coimbra hizo sus estudios i se aficionó particularmente
a la historia i a la mitolojía. El resto de su vida fué un te-
jido constante de aventuras i de miserias que sus biógrafos
no han podido conocer perfectamente. Habiendo contraido
una pasión violenta por una dama principal de la corte,
sacrificó a ella su porvenir i se hizo poeta para cantar sus
amores. Para mejorar su fortuna, o talvez para olvidar
esa pasión, se enroló como voluntario en una espedicion
que partia para Marruecos. En el sitio de Ceuta perdió un
ojo de un balazo; i cuando creia que su heroismo le merece-
ria alguna recompensa, se vio olvidado, i se lanzó en busea
de nuevas aventuras en tas Indias. Camoens desplegó en
todas partes un valor indomable i aa talento superior; pe-
ro sus servicios no fueron mejor atendidos. Al fin^ lanzó
•una sátira violenta contra la administración de las colo-
nias portuguesas; i entonces se le mandó a Macao con un
destino, pero en realidad para alejarlo de la India. Nuevas
desgracias le esperaban todavía: acusósele de malversación
de los fondos confiados a su cuidado; i sólo después de un
largo proceso pudo probar su honradez. Camoens volvió al
fin a Lisboa, i allí publico el poema que lo ha hecho inmor-
tal (1572). Esta obra no mejoró, sin embargo, su situa-
ción; i siete años después el gran poeta moria oscuramente
en un hospital. Este hombre ilustre, al cual se elevaron mo-
numentos después de su muerte, porque habia compuesto
una obra imperecedera, vivió durante los últimos años con
el producto de las limosnas que un negro esclavo, que ha-
bia llevado de la India, recojia de noche en las calles de
Lisboa.
Tres piezas teatrales, numerosos sonetos, églogas, odas
i sátiras han llegado hasta nosotros con el nombre de Ca-
moens, pero esas obras, que indudablemente tienen cierto
492 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
mérito, no son las que le han conquistado el gran renom-
bre de poeta. Su obra está basada en el poema titulado
Los Lusiadas, o descendientes de Luso, hermano de Baco,
que según una tradición fabulosa, se estableció en la rejion
occidental de la península ibérica, i le dio el nombre de Lu-
sitania con que en otro tiempo fué conocido el Portugal.
El asunto de ese poema es el descubrimiento de la India
por Vasco de Gama; pero cantando esta espedicion memo-
rable, Camoens ha introducido en su obra los cuadros mas
brillantes, los recuerdos mas populares de toda la historia
nacional. El poema se abre por la pintura de la escuadra
portuguesa que navega en las c )stas orientales del África.
Los dioses se reúnen en el Olimpo, porque saben que del
éxito de esta empresa depende la suerte del mundo oriental.
Júpiter declara que los portugueses lograrán su intento, i
que los decretos del destino les prometen un nuevo imperio.
Baco combate la resolución del rei de los dioses; pero Venus
i Marta se declaran en favor de los lusitanos, i envían a*
Mercurio a la tierra para que les sirva de guía, i los lleve a
Mozambique. Baco, bajo las apariencias de un viejo, suble-
va el fanatismo relijioso de los musulmanes que habitan
aquella rejion. Allí se empeña una batalla; pero los infieles
son derrotados, i la escuadra victoriosa continúa su mar-
cha bajo la dirección de un piloto moro, el cual aconseja a
los portugueses que se dirijan a Quiloa. Todo estaba pre-
parado para su ruina en aquel lugar; pero la protección de
Venus los salva de todos los peligros. Al fin llegan a Melin-
de, donde son recibidos por el rei del pais con una obsequio-
sa hospitalidad. La admiración que nace en el pecho del
jefe árabe, prepara al lector para un episodio que ocupa la
mayor parte del poema, i en que se encuentran los pasajes
mas acabados i grandiosos.
Gama cuenta al rei la historia del Portugal, las hazañas
de sus hijos en las guerras contra los árabes dominadores
de la península ibérica, sus conquistas en África, sus espedi-
ciones lejanas, i por último su viaje a la India. En esta re-
lación, sembrada, como debe suponerse, de episodio ssubal-
LÍTBU ATURA POKTUGUMSA 41\]
temos, Camoens se ha alzado a la altura de los mas gran-
des poetas épicos. La figura de Gama dasaparece, es ver-
dad; pero en su lugar se levantan otras no menos grandio-
sas e interesantes. Dos de esos pasajes son especialmente
celebrados: la muerte de Inés de Castro, esposa del infante
don Pedro, mandada asesinar por el rei don Alfonso, padre
del príncipe; i la aparición del jigante Adamastor, personi-
ficación del cabo de las Tormentas o de Buena Esperanza,
que trata en vano de impedir a los portugueses el paso para
los mares de la India.
La narración de esta historia impresiona al rei de Melin-
de. Lleno de admiración por ese pueblo valeroso, da a Gama
un piloto fiel que dirije sus naves hacia la India. Nuevos
episodios se entrelazan otra vez con la acción principal.
Acaece una tempestad descrita con un colorido digno de
Virjilio; los portugueses hacen votos a Jesucristo para que
los libre de este nuevo peligro; i Venus se presenta para
tranquilizar las olas. Al fin, los navegantes llegan a Cali-
cut, con cuyo rei celebran alianza antes de volver a Europa
a anunciar el resultado de su viaje. Para recompensar el
valor de estos héroes, Venus los atrae a una isla encantada,
que pueblan bellísimas ninfas, representantes de todas las
nobles virtudes. En la cima de una montaña, en un palacio
de oro i de cristal, Tétis le anuncia el porvenir glorioso que
está deparado al Portugal. Así, bajo la forma de profecía,
el poeta pasa en revista las hazañas i las conquistas poste-
riores de sus compatriotas. El poema ^ termina con la
vuelta de los portugueses a Lisboa.
**No se puede negar, dice Sismondi, que el asunto elejido
por Camoens es grande i verdaderamente heroico. Es ver-
dad que en la epopeya portuguesa, el héroe es un pueblo i
nó un hombre; pero no solamente es brillante la empresa
sino que sus resultados tienen también una importancia
que se refleja en todo el plan i leda el interés i la vida. Es el
descubrimiento del paso a las Indias, la comunicación esta-
blecida entre los paises de la nueva i de la antigua civiliza-
ción, en fin, el acrecentamiento ilimitado del poder europeo.
491 X0CI05E8 DB HISTORIA LITKBABIA
Hai allí un contraste verdaderamente épico entre las cos-
tumbres del oriente i las del occidente; i si este contraste no
aparece siempre con bastante fuerza, suministra, sin embar-
go, numerosas bellezas para justificar la admiración.**
Se ha criticado con frecuencia a Camoens la parte mara-
villosa de su poema por la intervención simultánea del cris-
tianismo i de la mitolojía griega. Aunque este defecto sea
basta cierto punto justificable atendida la época en que es-
cribió el poeta, i tomando ^n cuenta que las divinidades pa-
ganas son para él personificaciones alegóricas mas bien que
seres reales, es evidente, con todo, que habría sido mas inte-
resante poner en escena las divinidades de la India comba-
tiendo resueltamente a los portugueses, i dejándose al fin
vencer por ellos.
Pero si el poema de Camoens adolece de este defecto, si
en realidad no hai én él una verdadera unidad de acción, la
grandiosidad en el conjunto i la esmerada belleza en los de-
talles, indemnizan de sobra esos defectos. Su versificación,
formada por estrofas de ocho versos endecasílabos, se adap-
ta bien a todos los tonos, i es alternativamente graciosa,
enérjica, tierna i apasionada, pero siempre noble en la es-
presion i oríjinal en las ideas. Su patriotismo lo arrastra
coíi frecuencia a rasgos de un grande orgullo nacional; pero
del>e tomarse en cuenta que Camoens escribia en un tiempo
en que los portugueses ejecutaban hazañas verdaderamente
portentosas.
3. — La prosa no se ostentó con menos exuberancia que
la poesía durante el siglo de oro de la literatura portugue-
sa. Numerosas novelas de caballerías, historias prolijas e
interesantes, animadas relaciones de viajes, fueron las obras
que mas abun(|^ron en esa época. El jenio nacional, excita-
do por tantas glorias, se manifestó en la prosa con cierto
vanidoso patriotismo, es verdad, pero también con un ta-
lento muchas veces superior.
Durante algún tiempo se ha creído que las mas famosas
novelas caballerescas eran de oríjen portugués, tan gran-
de era la pasión de este pueblo por ese jénero de literatura;
LITERATURA PORTUGUBSA 495
pero después se ha probado que muchas de las obras que
parecían oríjinales son simples traducciones, mas o menos
modificadas. Sin embargo, es todavía mui considerable el
caudal que queda como propiedad esclusiva de los portu-
gueses.
En ellas se ejercitó un célebre escritor que se ha conquis-
tado una gran fama como historiador. Juan de Barros,
nacido en Viceo en 1496 i muerto en 157C, fué paje en la
corte del rei don Manuel, gobernador de los establecimien-
tos portugueses de Guinea i después tesorero jeneral de las
colonias. Dotado de una vasta erudición. Barros escribió
en su juventud una novela de caballerías titulada Ciarí-
mundo, mas notable por el estilo que por la invención i el
interés. Mas tarde, aprovechándose de las ventajas que le
ofrecia su destino para consultar los documentos oficiales,
pasó cerca de cuarenta años consagrado al estudio de la
historia nacional, i particularmente al de las conquistas de
los portugueses en el oriente. Su plan era sin duda mui vas-
to, pero no alcanzó a escribir mas que una parte de la obra
que meditaba. Sus Décadas de Asia son la historia de los
descubrimientos i conquistas de los portuguesesen la India,
escrita con gran exaltación patriótica, pero con un espíritu
de rectitud i justicia que lo lleva hasta ;*eferirlo todo con
verdad, i a condenar lo que considera malo, aunque se tra-
te de Gama o de cualquiera de los prohombres de esas cam-
pañas. En esa historia se descubre una investigación proli-
ja de los hechos, i un gran cuidado para dar a conocer la
jeografía, las costumbres e instituciones de los diversos
pueblos, así como el carácter moral de los personajes. Ba-
rros es denominado por sus compatriotas el Tito Livio
portugués; i en efecto, ha imitado con habilidad al historia-
dor latino, introduciendo en su libro las arengas i los retra-
tos que se encuentran en los escritores antiguos. Su estilo,
ademas, es elegante i puro, i contribuyó a fijar la lengua,
de la cual Barros compuso una gramática, que hasta ahora
goza de crédito.
Muchos otros historiadores continuaron la obra de Ba-
496 MOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
rros, o escribieron sobre otros sucesos. Aquí sólo recorda-
remos el nombre de un célebre viajero, Fernando Méndez
Pinto, que después de haber recorrido la India, la Etiopía,
la Arabia Feliz, la China, la Tartaria i la maj'or parte del
archipiélago oriental, de haber sido tres veces pautivo i
vendido veintisiete como esclavo,, escribió sus aventuras
con una naturalidad i con una orijinalidaddeespresion que
han hecho que se le considere clásico. Las esploraciones re-
cientes en los paises que visitó Méndez Pinto han probado
que no eran invenciones de un espíritu caballeresco las no-
ticias que durante mucho tiempo despertaron la desconfian-
za de los críticos.
4. — Después de esta época, comienza para la literatura
portuguesa una era de visible decadencia. La conquista del
reino por Felipe II de España, fué la señal de ese decaimien-
to, que se continuó durante cerca de dos siglos, a pesar de
los esfuerzos de algunos talentos privilejiados. Las ideas de
la escuela clásica francesa penetraron allí desde principios
del siglo XVIII; pero la revolución literaria fué tardía e
incompleta. No han faltado, es verdad, predicadores nota-
bles, poetas de cierta distinción, historiadores prolijos i
aun elegantes, i eruditos ilustres; pero faltaron esos jenios
que imprimen un carácter nuevo a las literaturas o que ha-
cen sentir una vigorosa influencia.
Es menester llegar al siglo XIX para encontrar el prin-
cipio de una verdadera revolución literaria en el Portugal.
En ella han tomado parte algunos anticuarios mui eruditos
i varios publicistas; pero no es éste el lugar de ocuparse de
sus obras. Debemos sí mencionar a Francisco Manuel del
Nacimiento (1734-1819) que después de haber estudiado
prolijamente las literaturas estranjeras, cultivó la poesía
lírica con raro talento, tradujo con admirable felicidad las
fábulas de La Fontaine, i puso en verso Los Mártires de
Chateaubriand; al padre José Agustin de Macedo, que ha
cultivado con buen éxito casi todos los jéneros de poesía
i que es el autor de un poema titulado El Oriente, sobre el
mismo asunto de Los Lusiadas, que los críticos portugue-
LITERATURA PORTUGUESA 497
ses consideran apasionadamente como la primera epopeya
de nuestro siglo; i por último, Alejandro Herculano (1810)
autor de varias obras, i entre otras de una Historia del
Portí/ora/, incompleta todavía, escrita bajo el punto de vista
filosófico i elevado en que se colocan los mas eminentes
inaestros de nuestra época en el arte de investigar i de es-
cribir la historia.
TOMO IV
32-
CAPITULO VI.
Eilteratnra In^^leifia.
1. Hl renacimiento en Inglaterra. - 2. Prosadores; More, Burton
i Raleigh.- 3. Bacon.- 4. La poe§¡a; el teatro.- 5. Shakspea-
re.— 6. Milton.-7. Butler i Dryden.— 8. Hobbeai Locke.-9.
Poetas del siglo XVIII; Pope. — 10. Young i Thompson. — 11.
I. os Et.sayistas; Addison i Blair. — 12. Los novelistas; Swift i
De Foe— 13. Otros novelistas; Richarson. - 14. Los historia-
dores; Hume, Robertson i Gibbon. — 15. Otros prosadores. —
16. Siglo XIX; Walter Scott i Bjron.— 17. Conclusión.
1.— El renacimiento penetró en Iglaterra después de ha-
ber revolucionado los espíritus en Italia i en Francia. Opri-
mida por el despotismo bajo el reinado de los primeros
Tudores, salvada apenas de los horrores de una sangrienta
guerra civil, ajilada por las violentas discordias relijiosas,
aquella nación produjo en los principios del siglo XVI
algunos poetas de eacasomérito, controversistas en mate-
rias teolójicas, cronistas minuciosos i prolijos; pero bajo
el punto de vista literario, talvez no se podria citar otro
<fscritor de verdadero fondo que Tomas More, de quien ha-
blaremos mas adelante. En la segunda mitad de esejsiglo,
bajo el reinado de Isabel, la literatura inglesa llega casi
súbitamente a un alto grado de esplendor. El estudio de
las obras de la antigüedad clásica propagadas por la im-
prenta, la mayor libertad concedida a sus subditos por esa
QOO HOCIOKB8 DB HISTORIA IJTBHARIA
reina, el espectáculo de la grandeza naciente de la patria^
el orgullo de las victorias i de las grandes empresas, realiza-
das, despiertan súbitamente el jenio nacional i producen las
obras mas orijinales, sino las mas perfectas de la literatura
inglesa.
La reina Isabel, por la protección jenerosa que dispensó
a las letras, ha merecido dar su nombre a la era literaria
que se abre con el Renacimiento i se termina con la revolu-
ción inglesa, comprendiendo, como es fácil ver, a escritores
que brillaron antes i después de su reinado. Dotada de un
verdadero talento natural, la reina sabia el griego i el latín
i, según se dice, ella misma cultivaba la poesía; pero su ver-
dadero mérito no se debe buscar sino en la dirección que
dio a los espíritus. En efecto, el estudio de las bellas letras
fué en cierto modo, considerado como un requisito indis-
pensable de todo hombre de corte, i todas las fiestas de pa*
lacio tuvieron alguna manifestación literaria. Esto mismo
fué causa de que la literatura de esta era, a lo menos en su
principio, estuviera casi completamente circunscrita a la
alta aristocracia.
2. — Si se quisieran resumir los caracteres jenerales de los
escritores de este período, i particularmente de los prosado-
res, se reconocería que lo que domina en ellos es la lil>ertad
de composición reunida a cierto amor por la antigüedad.
Allí no se encuentran ni escuelas ni jéneros determinados.
Muchos poetas escriben en prosa i muchos prosadores ha-
cen versos. Los mismos hombres se ejercitan en los asuntos
mas variados i en aparíencia los mas opuestos; pero todos
o a lo menos muchos de ellos dan a sus obras un sello de
verdadera orí jinalidad. Vamosa pasarlosen rápida revista,
señalando sólo los mas notables.
Tomas More, mas conocido con el nombre latino de Mo.
rus (14-80-1535', fué un gran 4^anci 11er de Inglaterra bajo el
tiránico reinado de Enrique VIII. desplegó en el poder una
honradez i una firmeza que le valieron una injusta persecu-
ción de parte del monarca, i por último, el ser decapitado.
De sus numerosas obras, escrítas en su mayor parte enlatin.
LITERATURA INGLESA ' »» 501
sólo una es verdaderamente memorable, la í7íop/a, palabra
formada de dos voces griegas que significan ninguna parte.
El autor refiere _un viaje a una isla imajinaria de ese nom"
bre, donde se encuentra establecido un gobierno democrá-
tico perfecto i una sociedad completamente feliz. Allí viven
todos los hombres contentos, sin conocer la propiedad, en
una apacible comunidad de bienes i de intereses, consagra-
dos al trabajo i rodeados de comodidades, pero con modes-
tia, porque el lujo está espresamcnte prohibido por la lei.
Su plan de gobierno ideal está desarrollado en todos sus
detalles; pero si More es poderoso en la crítica de lo que
existia, es mui inferior en la invención del orden de cosas
que quiere sustituir. A pesar de este defecto, la obra de More
obtuvo gran boga ala época de su publicación i aun ahora
se lee con agrado. Ella llamaba la atención de los espíritus
pensadores hacia la necesidad de acometer una reforma ra-
dical en la organización de las sociedades. La palabra aío-
pia ha pasado a significar en las lenguas modernas un es-
tado de cosas perfecto, pero ideal e irrealizable i que no se
encuentra en ninguna parte.
More escribió su obra en latin, si bien circuló en breve
traducida al ingles. Esta lengua, por otra parte, adquiría
cada dia mas vigor, i se adaptaba a todo jénero de obras.
Un caballero noble por su nacimiento i distinguido por
su cultura, Felipe Sidney (1554-1586) introdujo en Ingla-
terra la novela pastoral, a imitación de las obras italianas
i españolas de esta clase, i en ellas mezcló el verso i la prosa
con gran aplauso de sus contemporáneos. Otro escritor de
una inmensa erudición, Roberto Burton (1576-1639), lla-
mado el Montaigne ingles, compuso un libro oríjinalísimo
con el título de Anatomía de la melancolía^ en que analiza
las diferentes clases de melancolía, i presenta una increible
cantidad de citaciones singulares de los clásicos antiguos
i de los escritores latinos modernos, con una reunión de
crítica delicada, de sencillez, de razón i de credulidad, que
lo lleva hasta admitir la "astrolojía judiciaria. **Eneste cua-
dro suministrado por la edad media, dice M. Taine, Bur-
502 MOGIONB8 DB HISTORIA LJTIIBARfá
ton, como hombre del renacimiento, lo amasa todo, la pin-
tura literaria de las pasiones i la descripción médica de la
enajenadon mental, los detalles de hospital con la sátira de
las necedades humanas, los documentos físiolójicos al lado
de las confidencias personales, las recetas de boticario con
los consejos morales, las observaciones sobre el amor con
la historia de una enfermedad;" De este conjunto raro, re-
sulta, sin embargo, un fondo singular de pensamientos ori-
iinales i estimables, que muchos escritores posteriores han
esplotado con ventaja.
Contemporáneo suyo fué el caballero sir Walter Raleigh
(1552—1618), tan famoso por su espíritu emprendedor, por
sus campañas militares contra los españoles, por sus des*
cubrimientos i espediciones en el Nuevo Mundo, por su ca-
rácter heroico i cortesano a la ves i por su fin trájico, pues
murió en el patíbulo bajo el reinado de Jacobo I, mas que
por sus faltas, por debilidad del rei que queria aplacar así
el odio de la corte de España, cuyas posesiones fi^aleighha-
bia hostilizado crudamente. En medio de una vida llena de
ajitaciones encontró tiempo para componer algunas poesías
i para comenzar una Historia del mundos especie de histo*
ria universal, qtie_de)ó«in haber salido todavía de los tiem-
pos^antiguos. En ella se encuentran muchas digresiones
inútiles i absurdas que la critica no habia aun suprimido
de la historia, pero se ve fácilmente que Raleigh ha creado
en ese libro el jénero i el estilo histórico que debia inspirar
mas tarde tan notables trabajos. ""La historia de los grie*
gos i de los romanos, dice Haliam, está contada alK de una
manera mas completa i mas exacta que lo que habia sido
hasta entonces por ningún historiador ingles i con una elo-
cuencia sencilla, que ha dado a este libro una reputación
clásica en nuestra lengua." Su estilo ha envejecido poco, a
pesar del tiempo; i en jeneral, es menos pedantesco que la
mayor parte de sus contemporáneos, rara vez bajo i nunca
afectado.
3. — Pero el jenio verdaderamente profundo i grandioso
de la literatura inglesa de este periodo, es Francisco Bacon
UTBBATUKA INGLBSA 503
(1560-1626). Abogado en el consejo de la reina Isabel» pro-
curador jeneral de la corona, gran canciller de Inglaterra,
barón de Veralan i conde de Sant-Alban, Bacon, amparado
por su talento de primer orden i por poderosos protectores,
recorrió los mas altos puestos; pero no siempre sacó incó-
lumes su honor i su delicadeza. Fué ingrato i hasta hostil
con algunos de sus bienhechores» i en el ejercicio de sus al-
tos cargos se dejó corromper por el cohecho. Su nombre
como hombre público seria maldecido si Bacon no hubiera
operado en la filosofía i en la dirección de la intelijencia en
los estudios la mas importante i trascendental de las revolu-
ciones.
. Disgustado con los abusos del método silojístico de Aris-
tóteles, que entonces se usaba en todas las escuelas, i que
mas que como un instrumento para llegar al descubrimien-
to de la verdad, servia sólo para sostener i alargar discu-
siones inútiles i sin resultado práctico, Bacon creó para las
ciencias un método nuevo, el estudio de la naturaleza, la
esperiencia fecundada por la inducción. Con este objeto
emprendió la renovación i la clasificación de los conocimien-
tos humanos; pero de su obra proyectada con el titulo de
Instaurado magna (la gran restauración), no publicó mas
que dos partes, que dan a conocer perfectamente su pen>
Sarniento. Una de ellas se titula De dlgnitatis et augmen-
tis scientiarum (De la dignidad i aumento de las ciencia.s) i
la otra Novam org^num (Bl nuevo órgano). Bacon publicó
muchas obras, i entre ellas algunas de historia; i aunque
parece que las escribió todas en ingles, dio a luz la mas im-
portante en latín, como lo hacian casi todos los sabios i
filósofos de su época, para que pudieran ser leidas en la Eu-
ropa entera. Su estilo jeneral se distingue por la elegancia,
la vivacidad i la precisión.
A pesar de los ataques dirijidos muchas veces contra su
gloria, Bacon es una alta i vasta intelijencia. Espíritu teó
rico i práctico a la vez, poseía esa percepción i ese golpe de
vista del jenio que sin conocer los detalles de las cosas,
abraza i domina el conjunto, juzga el pasado, comprende el
504 NOCIOXB8 DB BI8TOUA ttTMSLAMIA
presenté i domina el porvenir. Sas jnicíos sobre la anti^e-
dad, la edad media, el estado de las ciencias en sn época i
sns progresos faturos, son los de un hombre superior a sn
tiempo i dotado del instinto profético. No ha contribnido
al progreso de las ciencias con descubrimientos positivos, i
aun su método no ha sido jeneralmente comprendido i vul-
garizado sino en el siglo XVIII; pero ha indicado el camino
en que la ciencia debia entrar para marchar a pasos de ji-
gante. Es verdad que antes de Bacon se habian hecho des-
cubrimientos tan importantes como los de Copémico por
la aplicación del método esperimental; es cierto también
que algunos espíritus pensadores habian protestado contra
esa filosofía de palabras i de silojismos que gastaba las in-
telijencias en discusiones inútiles; pero era necesario formu-
lar este método para impedir que el espíritu moderno se es-
traviase bajo el poder aparente de la argumentación que
habia perdido a tantos filósofos; era preciso demostrar que
de la observación de los fenómenos del mundo físico debian
salir las maravillas de las artes i de la industria, i que sólo
bajo esta condición podía el hombre establecer su domina-
ción sobre la naturaleza.
Bacon desempeñó esta tarea con tal superioridad de je-
nio que ha oscurecido a aquellos de sus predecesores i a sus
contemporáneos que se ocuparon en el mismo trabajo. Es
cierto que se limitó a trazar el camino de las ciencias físicas,
i que Descartes hizo medio siglo después mas uni versal i com-
pleta esta gran revolución, pero también es verdad que el
filósofo ingles anunció al mundo moderno el sendero de la
ciencia i de la industriaen su alianza indisoluble. "Los gran-
des progresos efectuados hasta ahora por la ciencia bajo el
impulso del nuevo método, no son, dice Lord Macaulav,
mas que algunos de sus frutos i de sus primeros frutos; pero
ésta es una filosofía que no descansa nunca, que nunca lie*
ga a su destino i que nunca es perfecta. Su lei es la lei del
progreso. Un punto que ayer era invisible, es hoi su térmi-
no, i mañana será su punto departida''.
4. — La poesía no se desarrolló con menos vigor que la
LITERATURA INGLBSA 505
prosa en este período de la literatura inglesa. Se dice que la
corte de Isabel tuvo mas de sesenta poetas. La mitolojía
de la antigüedad clásica era el primer elemento de la poesía
de esa época. Servia no sólo para embellecer los cantos, si-
no para hacer aparecer a los grandes personajes contempo-
ráneos encubiertos con el velo i con el nombre de los dioses
i semi-dioses. El mas famoso de los poetas de esta escuela
es Edmundo Spencer ( 1553-1599), que gozó de una pensión
considerable que le pagaba la corona. Su obra principal es
La reina de las hadas (The fairy queen), poema caballeres-
co i alegórico en que el reí Arturo desempeña el principal pa-
pel. Spencer reúne la alusión a la alegoría, i designa bajo
nombres de convención algunos de los personajes mas cono-
cidos de su tiempo. Se admira sobre todo el lujo delasimá-
jenes de su estilo i la melodia del ritmo de sus versos, cuali-
dades ambas que le dan un alto puesto entre los poetas in-
gleses. Su imajinacion no es menos poderosa que las del
Ariosto i del Tasso, a quienes imitaba; pero la alegoría con-
tinuada sin cesar, hac* menos agradable la lectura de su
obra, i sobre todo, menos comprensible.
Pero la poesía de ese siglo encontró un campo mas vas"
to todavía en el teatro. El drama habia nacido en Inglate-
rra como en el resto de la Europa, de las moralidades i mis-
terios de la edad media. Representábanse los principales su-
cesos del antiguo i del nuevo testamento, los milagros ope-
rados por los santos, el martirio sufrido por algunos de
ellos. Desde el reinado de Enrique VIII. las representacio-
nes habian servido para propagar la reforma reiijiosa i pa-
ra ridiculizar el catolicismo romano. Insensiblemente, el ar-
te se jeneralizó i se perfeccionó. Los cómicos obtuvieron, al
fin, de la reina Isabel el permiso de establecer un teatro fijo
en un antiguo convento de frailes.
No podemos consignar aquí todas las visicitudes porque
pasó el teatro ingles para llegar en pocos años al alto gra-
do de esplendor a que alcanzó mas tarde en manos de Shaks*
peare, pero debemos nombrar a uno de sus predecesores, i
a uno de sus contemporáneos, Cristóbal Marlowe (1562-
506 NOCIONENS DB 1U8TORIA LITERARIA
1593) qae produjo mas de una vez los acentoema» elevados
de la trajedia, i a Ben (Benjamín) Johnson (1574 1637),
poeta i actor como Shakspeare, el mas clásico de los auto-
res dramáticos de esta época, que ha compuesto trajedias
romanas i comedias regulares. Pero todos ellos fueron os-
curecidos por un jenio mas poderoso, que se conquistó uno
de los mas altos puestos en la historia de la literatura de
todos los tiempos i de todos los pueblos.
5. — Guillermo Shakspeare nació en Strafford, sobre el
Avon, en el condado de Warwick, el año de 1564. S-j histo-
ria está sembrada de dudas i de oscuridades. Se ha discuti-
do sin llegar a resultado si habia recibido alguna instruc-
ción, si era un hombre grosero e ignorante, o si poseia vas-
tos conocimientos. La tradición refiere que después de ha-
ber comenzado su educación en las escuelas públicas, fué su-
cesivamente carnicero, vendedor de lanas, cazador furtivo,
caballerizo en la puerta del teatro de Southwark, en Lon-
dres, tramoyista, actor, poeta lírico, autor dramático, i en
fin director del teatro de Black-Friars (frailes negros), i pro-
tejido de la reina Isabel. Casado mui joven con una niña
menor que él, i padre de tres hijos, Shakspeare habia dejado
su ciudad natal i su familia para seguir esa vida accidenta-
da en que ha encontrado su gloria inmortal. Al fin, murió
el 23 de abril de 1616 K
1 El 23 de abril de 1616 murió también en Madrid Miguel de
Cervantes Saavedra, el famoso autor del Quijote. Muchos autores
han apuntado esta coincidencia; pero pocos se han fijado en que
en esa época se habia aceptado ya en España el calendario grego-
riano; mientras que en Inglaterra se seguía contando el tiempo por
el antiguo sistema. De manera, pues, que Cervantes murió diez
días antes que Shakspeare.
La vida del célebre poeta ingles está sembrada de incertidntn-
bres, como ya hemos dicho. La primera duda queencuentra el bió-
grafo que quiera contar la vida de Shakspeare es el modo de escri-
bir su nombre. Un erudito moierno, Mr. José Hunter, señala vein-
ticinco formas diferentes. Las mas autorizadas de ellas son las tres
que siguen: Shakespcar, Shakespeare i Shakspeare. Esta última,,
que es la que nosotros seguimos, es la mas jeneralmente aceptada
LITERATURA INQLA8A 507
Las primeras obras de Shakspeare fueron poesías cortas^
sonetos o poemas narrativos que, a no tener su nombre,
talvez no se recordarían ahora. Sólo mas tarde comenzó a
trabajar para el teatro, i compuso treinta i seis piezas en
que se encuentran todos los jéneros dramáticos, desde la
comedia ma3 alegre i risueña hasta la trajedia mas tétrica
i sombría. Aunque mui desiguales en su mérito relativo, i
aunque diferentes en su carácter i en sus tendencias, todas
esas piezas están marcadas con un sello especial que revela
un jenio vigoroso. No hai escritor alguno sobre quien se
hayan pronunciado juicios mas contradictorios. Voltaire
que en su juventud lo habia dado a conocer en Francia, i
que lo habia imitado, lo llamó mas tarde salvaje, ébrio^
farsante de tabladillos, bufón lleno de escenas ridiculas i de
monstruosas irregularidades; i esta opinión estuvo en boga
durante algún tiempo. En efecto, para los que han admi-
rado la rara perfección del teatro clásico francés, el desor-
den de las piezas de Shakspeare debia parecer horrible i ab-
surdo. En cambio, los espíritus penetrantes que ven las
bellezas reales i profundas al través de formas irregulares,
las almas sensibles que se dejan impresionar por el juego de
las grandes pasioaes puestas en ejercicio con desgreño sin
duda, pero con ve 'dadero conocimiento del corazón huma-
no, no pueden dejar de encontrar en Shakspeare una mina
inagotable de las mas conmovedoras emociones. Nuestra
época, menos apegada a las reglas absolutas e indeclina-
bles de una crítica restrictiva, mas intelijente i mas impar-
cial, descubriendo la belleza donde existe realmente, sin
fijarse en escuelas ni en principios esclusivos, ha hecho plena
justicia al eminente trájico ingles; i su rehabilitación es un
hecho incontestable en la literatura.
El sistema dramático que Shakspeare se creó, no se pa-
rece en nada a los sistemas de la antigüedad clásica; i es
esto lo que lo hace príndj^almente orijinal. La traje dia es
para él la representación de acontecimientos terribles o sin-
glares en midió de los cuales vienen a agruparse lo serio i
lo cómico, lo patético i lo burlesco. Su gran mérito consiste
506 NOCIONES f>E IIISTOKIA UTKRASIA
en la variedad : en la profundidad de las concepciones. Hai
machas obras mas perfectas i acabadas qne lassnyas, pero
el teatro no conoce nada mas poderoso. En efecto, nadie
ha excitado mejor la temara i el horror, la conmoción i el
espanto. La muerte con todo sa tétrico colorido, la mise-
ria, la locara son medios draiñáticos delante de los cuales
no retrocede, i que por el contrario esplota con un jenio su-
perior. Xlacbetb^ Ricardo 11^ El reí Lear, Hamiet, Ricar-
do ///son las mas sombrías espresiones de sa pensamiento
dramático; pero al lado de esos caadros trájicos, de esos
tipos de hombres vigorosos, enérjicos, ásperos i toscos, i
como para dar descanso al ánimo del lector, Shakspeare
les opone los caracteres de mujeres, las imájenes mas sua-
ves, las figuras mas encantadoras i casi celestes, Ofelia,
Julieta, Desdémona, Miranda. Junto con los personales
agradables o terribles se mezclan tipos groseros i burlescos,
sepultureros jugando con las calaveras. Ha creado ademas,
un mundo nuevo de seres sobrenaturales; pero sus sombras
i sus brujas están descritas con circunstancias de tan mis-
teriosa gravedad, hablan un lenguaje tan peculiar que con-
mueven fuertemente nuestra alma. Los caracteres de
S;iaksf)eare por otra parte, tienen una existencia propia,
in'lependiente de la acción del drama; i no son como en casi
todo el teatro clásico francés el reflejo de una pasión abso-
luta que los domina, sino hombres como los que vemos en
el mundo animados de muchas pasiones, de las cuales una
sobresale entre las otras. Rn jeneral, Shakspeare no estu-
dia un acto en particular sino toda una vida.
Las comedias de Shakspeare no han alcanzado a la mis-
ma altura, porque ademas de la irregularidad del plan, no
se descubre en ellas ese pensamiento moral de crítica, que
exije este jénero de composiciones. Hai en ellas caracteres
bien pintados, escenas divertidas, impresiones variadas,
jjero, a fjesar de lo que pretenden algunos críticos apasiona-
dos, el espíritu no encuentra allí un propósito fijo desarro-
llado con naturalidad. La mas estimada de todas es la qnc
se titula Las alegres comadres de Windsor.
[
LITERATURA INGLESA 509
Algunas veces, Shakspeare ha abandonado el mundo real
para lanzarse en el mundo de los espíritus. Su poderosa
imajinacion se desplega mas atrevidamente en esas piezas
fantásticas que abrazan el inmenso espacio délo maravillo-
so. Crea entonces personajes que no tienen existencia real,
que obedecen a su capricho i no a las leyes de la lójica, que
la imajinacion presenta en la escena i que hace desaparecer
a su antojo, sin motivos aparentes. Esos seres sobrenatu-
rales no tienen el aspecto lúgubre de la^ apariciones de sus
trajedias, sino que representan loque hai de mas agradable
en las ficciones de la poesía del norte. La tempestad i El
sueño de una noche de verano pertenecen a este jénero; i la
gracia poética de la creación, hace olvidar lo que les falta
de verdad i de razón.
No se deben buscar en el teatro de Shakspeare las reglas
fundamentales del drama. El poeta marcha con una liber-
tad que no conoce mas principios que las inspiraciones de
su jenio. Las escenas se suceden muchas veces sin encadena-
miento aparente: el autor hace viajar la acción de comarca
en comarca. Con frecuencia el drama encierra casi la vida
entera de un hombre o a lo menos todo un reinado. La ac-
ción se enreda i se complica con acciones subalternas que
muchas veces no conducen al desenlace. No se busque, pues,
allí las unidades de lugar, de tiempo i de acción; se encon-
trará sólo la unidad de interés i de carácter, con que nos
mantiene en suspenso, ajitados i conmovidos. La crítica, ál
ocuparse de Shakspeare, no debe detenerse tampoco en las
imperfecciones de detalle, en las groserías que pone en boca
de algunos personajes, en los errores históricos i en otros
descuidos subalternos. Esos defectos, nacidos unos de la
época en que escribió el poeta, otros de su falta de instruc-
ción, i algunos del descuido con que se hicieron las primeras
ediciones de sus obras, no alcanzan a empañarlas. Los dife-
rentes poetas que en íos siglos posteriores han imitado esos
dramas depurándolos de todas esas imperfecciones i ajus-
tándolos algo a las reglas del arte, han compuesto piezas
frias, mas o menos lánguidas, que no producen esas emocio-
510 NOCIONB8 DB HISTORIA UTHRARIA
nes violentas que sólo sabe producir el jenio, i que Shaks-
peare hace nacer en nuestra alma cuando se posesiona de
ella por medio de alguna de sus obras inmortales.
6.— Después de este gran período, la literatura inglesa
pasa por una época que puede llamarse de transición. Las
guerras civiles de mediados del siglo XVII, las violentas ají-
taciones revolucionarias, los cambios de gobierno i las per-
secuciones políticas, distrajeron por algún tiempo los áni-
mos del cultivó de la literatura; pero después de la restau-
ración de los Bstuardos, las letras renacieron con nuevo
vigpr^i aunque. comenzaron a perder algo de su varonil ori-
jinalidad del siglo precedente, se acercaron mansltt^pstídícr
cion, o mas bien dicho, corríjieron alguno de sus estravícs.
El poeta mas célebre de este nuevo período, i uno de los
mas ilustres que hava producido la Inglaterra es Juan Mil-
ton. Nacido en Londres en 1608, recibió una educación clá-
sica de las mas cuidadas bajo la dirección de un austero pu-
ritano, e hizo en seguida interesantes viajes de estudio en
Francia i en Italia. Disponíase a partir para Grecia cuando
supo que acababa de estallar la revolución en Inglaterra i
que esa revolución exijia el esfuerzo de todos sus compa-
triotas.
Vuelto a Londres, comenzó por publicar algunos poe-
mas en ingles, en griego i en latin, que lo dieron a conocer;
i abanderizándose luego en el partido puritano, dio a luz
diversos folletos mitad políticos, mitad teolójicos para de-
fender la revolución, i para sostener la libertad relijiosa i la
libertad de enseñanza contra la iglesia anglicana i las uni
versidades. Esos escritos atrajeron sobre él la atención.
Cromwell lo hizo secretario del consejo de estado para las
traducciones del latin; pero los esfuerzos de Milton para
encaminar al Protector por una via mas liberal fueron im-
potentes; i se vio reducido a llevar la vida de un empleado
oscuro. Al fin, la restauración de los Estuardos lo alejó de
ese destino. Milton, pobre, enfermo, ciego, pasó sus últi-
mos dias solitario, casi sin mas compañía que la de sus dos
hijas queridas. Pero su jenio sublime estaba siempre con él;
LITERATURA INGLESA 511
i en medio de la miseria i de aquella perpetua noche que ro-
dea a los ciegos, meditaba los versos del célebre poema que
lo ha hecho inmortal, i los hacia escribir por sus hijas. Ese
poema era El Paraíso perdido^ una de las mas grandiosas
epopeyas que conserven los fastos literarios. Su publica-
ción pasó casi desadvertida. El librero que hizo la primera
edición pagó sólo diez libras esterlinas por el manuscrito.
Alilton murió en 1674 sin saber quizá que legaba a su pa-
tria un verdadero monumento. Sólo algunos años mas tar-
de, la crítica razonada mostró a la Inglaterra que Milton
no era inferior a Homero.
El asunto del Paraíso perdido está tomado de los prime-
ros capítulos del Jénesís. Canta Milton la vida de Adán i
Eva en el paraiso terrenal, los artiñcios de Satanás, la ten-
tación, la caida i el castigo de los primeros hombres. Por
medio de un episodio, el poeta refiere la rebelión délos ánje-
les malos, i su descenso al infierno después de haber sido ven-
cidos en los terribles combates que tuvieron lugar en el cie-
lo. Se refiere que Milton concibió el primer pensamiento de
su poema viendo en Italia la representación de una de esas
piezas teatrales denominadas Misterios, cuyo asunto era
la desolxfdiencia del primer hombre. Esta pieza que se con-
serva aun, así como muchos otros poemas de la Edad Me-
dia o de tiempos posteriores, abrazan el mismo cuadro que
se trazó Milton; pero éste con un jenio mas poderoso que
todos sus antecesores, fué verdaderamente creador, dando
una forma nueva i grandiosa a hechos perfectamente cono-
cidos por todos los lectores.
Milton, como se ve, tomó un rumbo estraordinario i
nuevo en la poesía, dice Hugo Blair, en el excelente estudio
crítico que ha hecho de este poema, i que nosotros estrac-
tamos fielmente al trazar estas líneas. Apenas abrimos su
Hbro nos hallamos en un mundo invisible i rodeados de se-
res celestes e infernales. Anjeles i demonios son los actores
principales del poema: i lo que seria maravilloso en otra
composición es aquí el efecto del curso natural de las cosas.
Por ser este asunto tan ajeno de los negocios de este mun.
512 NOCIONES Di) HISTORIA LITERARIA
do, se ha creído por' algunos que esa obra no podía ser co-
locada en el número de la? epopeyas; pero désele el nombre
que se quiera, í siempre resultará que es uno de los mayores
esfuerzos del jenio poético, í que su majestad í sublimidad
es igual a cuantas producciones tienen aquel título.
El asunto que Milton escojió correspondía a su atrevida
sublimidad. Es verdaderamente maravilloso cómo, con tan
pocos materiales como suministra la Biblia, ha podido le-
vantar un ediñcio tan regular i completo i llenar el poema
de tantos i tan variados incidentes. A veces se presentan
hechos áridos i poco agradables: a veces también el autor
parece mas bien metafísico i teólogo que poeta; pero el con-
junto de la obra es de tal manera interesante que nos arro-
ba i nos domina. Varia el campo de acción recorriendo el
cielo, la tierra i los infiernos sin interrumpir la unidad del
plan. Nos presenta al lado de escenas terribles, otras de
una suavidad encantadora, como cuando describe las ino-
centes i tranquilas ocupaciones de Adán i Eva en el paraí-
so. Una variedad semejante existe en los caracteres, a pesar
de que la naturaleza del asunto no permite la introducción
de muchos personajes. Satanás es el carácter mas acabado
del poema: Milton no le ha dado el colorido siempre sinies-
tro de un espíritu infernal: lejos de eso, lo ha hecho hermo-
so por su figura, valiente i leal a los suyos i susceptible de
remordimientos por sus faltas. Alguna vez se compadece de
sus propias víctimas; pero su ambición i sus remordimien-
tos lo estravian. En una palabra, el Satanás del poema no
es peor que muchos conspiradores cuyos hechos recuerda la
historia. Los ánjeles, aunque retratados con caracteres dis-
tintos, se diferencian poco entre sí. Pero donde Milton es
menos feliz es en la pintura de Dios, i sobre todo en los diá-
logos que supone entre el padre i el hijo. En cambio los re.
tratos físicos i morales de los primeros hombres son verda-
deramente acabados.
El gran distintivo i la excelencia de Milton es la sublirai.
dad. Bajo este aspecto no tiene otro rival que Homero;
pero éste nos cautiva por el fuego i la impetuosidad, mién-
LITERATURA INítLESA 51o
tras que aquél nos sorprende por lo grandioso i por lo ele-
vado. Sus descripciones terrenales demuestran una imaji-
nacion fértil i rica, i son por la gracia i ei candor verdade-
ros modelos en su clase. Se recomienda entre todas la pin-
tura bellísima del paraiso. Es preciso reconocer, sin embar-
go, que como casi todos los jenios elevados i atrevidos, no
siempre es uniforme, i que a veces se enj^olfa en cuestiones
teolójicas o metafísicas que sientan mal en el poema.
7. — Contemporáneos de Milton fueron rauchí)S otros
poetas, dos de los cuales, aunque inferiores en jenio, goza-
ron en su tiempo de una reputación mucho mas grande que
la del cantor del Paraíso perdido. En vez de figurar como
éste en las filas del partido republicano, ambos fueron rea-
listas, i vivieron por tanto en favor en la Corte de Car-
los II, cuando Milton llevaba una vida miserable i oscura.
Uno de ellos, Samuel Butler (1612-1680) publicó poco
después de la restauración de los Estuardos, una epopeya
cómico- burlesca que por su carácter de sátira política mas
(|ue por su solo mérito, fué muí aplaudida en Inglaterra,
sobre todo, por los realistas. Hadíbras, este es el título
del poema, es un juez presbiteriano que como don Quijote
sale al mundo a reparar injusticias i enderezar entuertos,
acompañado de su secretario, especie de Sancho Panza fa-
nático, taimado i charlatán que pasa en disputa perpetua
con su amo. La imitación de la inmortal novela española
es evidente; pero el poema ingles, a pesar de ser largo i pe-
sado en muchas de sus descripciones, de contener trozos de
mui mal gusto, i de encerrar alusiones que ahora es difícil
comprender, abunda en rasgos de un verdadero buen hu-
mor i en observaciones de costumbres bien escojidas.
El otro poeta es Juan Dryden (1631-1700), formado en
cierto modo en el estudio de los grandes escritores franct-
ses del siglo de Luis XIV, cuya corrección i cuyo gusto
quiso importar en Inglaterra. En el curso de su larga
carrera literaria se vio colmado de favores bajo el gobierno
de la restauración, i pobre i abatido después de la revolu-
ción de 1688, que elevó al trono a Guillermo III. Dryden
TOMO IV 33
514 N0010KB8 DB HISTORIA LITHRARIA
tradujo en verso ingles a Virjilio, a Persio i a Juvenal, es-
cribió veintisiete piezas teatrales, trajedias i comedias, fá-
Vmlas, poesías líricas i sátiras relijiosas i políticas. De todas
sus obras, las trajedias son las menos buenas, i sus sátiras
son las mas notables. Su estilo alimentado por las remi-
niscencias de la antigüedad clásica, tiene sin embargo un
vigor i una pureza verdadera; i al través de él se deja ver
una poesía apasionada i brillante. A pesar de los defectos
que se le reprochan, se ha dicho de Dryden que pocas nacio-
nes han producido un escritor que haya enriquecido la len-
gua con mayor variedad de modelos.
8.— La mayor parte de los prosadores ingleses de este
período se ocupó en discutir las cuestiones políticas i reli-
jiosas suscitadas por la revolución. No faltaron es verdad
cronistas que narraran aquellos grandes acontecimientos,
ni sabios que se ocupasen esclusivamente en estudiar las
abstracciones de la ciencia; pero los principios fundamenta-
les de la administración civil i eclesiástica preocuparon
principalmente los espíritus en una época en que la revolu-
ción queria poner término a los abusos i cimentar sobre
sólidas bases el gobierno del estado i de la iglesia.
Los escritores mas notables que entraron en estas dis-
cusiones son Hobl3es i Locke. Ambos difieren notablemente
en la aplicación de sus principios filosóficos a la política,
pues mientras el primero fué el sostenedor ardiente de los
principios autoritarios, el segundo proclamó resueltamente
la soberanía popular.
Tomas Hobbes ^1588-1679) defendió el materialismo
con todas sus consecuencias aplicadas a la moral i a la po-
lítica. Se^un él, el hombre es el cuerpo, i laciencia del hom-
bre es la ciencia del cuerpo: el alma es el resultado de la
organización: el conocimiento es el resultado de la sensa-
ción, que es producida por imájenes sensibles. Las violen-
cias con (pie se iniciaba la revolución inglesa, lo indujeron
a escribir varias obras sobre política, la mas notable de
las cuales es una que se titula T^viatan, en que sostiene
que la tínica fuente de se*íuridad, que es el gran fin del go-
LITBHATUBA INGLESA 515
bierno, reside en la forma monárquica sin intervención del
pueblo. Hobbes cree que la fuerza i el derecho son sinóni-
mos; i que siendo aquélla la que funda i derroca el poder,
todo gobierno fuerte es lejítimo por este solo hecho. Es
mui singular que mientras Hobbes sostiene la necesidad
de una iglesia establecida en Inglaterra, esprese dudas
acerca de la existencia de Dios, que este filósofo no consi-
dera como una condición indispensable para el sosteni-
miento del culto. Pero, cualesquiera que sean los absurdos
de este sistema, es preciso reconocer que el libro de Hobbes
está escrito con un verdadero talento, lo que hace mirar a
éste como uno de los mas grandes pensadores ingleses.
Juan Locke (1632-1704) es considerado el primer meta-
físico de Inglaterra; pero aunque sus obras filosóficas son
notables aun desde el punto de vista del estilo, no es este
el lugar de analizarlas. Debemos sí recordar su Ensayo so-
Lie el gobierno civily que tuvo por oVjjeto justificar la revo-
lución de Inglaterra de 1688. Esta obra es el primer libro
metódico i razonado en que el principio de la soberanía
popular esté desarrollado en toda su estension i en toda su
fuerza. Para apreciar debidamente su mérito es convcnien
te recordar que ella precedió con muchos años de anticipa-
ción a los escritos en que Montesquieu i Rousseau dieron
mayor desenvolvimiento a esos mismos principios. Locke
es célebre, pueá, no sólo por el mérito indisputable de sus
escritos, sino por la influencia inmensa que éstos ejercieron
sobre el movimiento político-filosófico del siglo XVIII.
9. — Esa revolución que Locke defendía con tanta habili-
dad Fué también la causa de una verdadera revolución en
la literatura inglesa. Pistablecido un gobierno popular i
afianzada la libertad, las letras pudieron tomar un desen-
volvimiento mucho mayor. La influencia de la literatura
irancesa se hizo sentir entonces en Inglaterra, desarrollando
el gusto i la corrección en las formas, i en el fondo el buen
sentido que impide los estravíos. El nuevo período que se
abre con los reinados de Guillermo i de Ana, es indudable-
mente menos rigoroso i menos espontáneo que el siglo lite-
516 KOaOVB8 DB H19TOKIA UTB&AKlA
rarío de Isabel; pero en cambio, í sin dejar de ser orijinal«
es mucho mas rico en escritores; i éstos alcanzaron an alto
grado de corrección i de elegancia. Jamas la lengua inglesa
ha sido empleada con mas gn^o ni escrita con mas arte.
Los poetas no tienen nada de esa arrogancia ni de esa
desigualdad poderosa que distinguen a los prosadores- del
reinado de Isabel. Por el contrario, son claros, precisos, so-
brios i razonadores, como si hubieran querido demostrar
que la poesía no escluve la lójica i que en vez de residir en
las palabras mas o menos sonoras, reside en las ideas i en
los sentimientos. Alejandro Pope (1688-1744), el mas céle-
bre poeta de este período i uno de los mas famosos que ha-
ya producido la Inglaterra, representa mejor que nadie
esta faz de la poesía inglesa. Fortificado con excelentes es-
tudios clásicos, mostró desde sus primeros años un raro
talento poético. La Selva de Windsor, poema publicado
cuando sólo contaba quince años, es una obra maestra en
el jénero descriptivo i revela un sentimiento verdadero de
las bellezas de la naturaleza Su Ensayo sobre la crítica, es-
crito a los veintiún años, es un poema inferior al Arte poé*
tica de Boileau, pero es la obra de un gusto seguro i perfec-
tamente formado. La Epístola de Eloísa a Abelardo deja
ver que Pope conocia todos los secretos del arte i que
poseia el sentimiemto delicado del poeta, i queda mucho
mas arriba que todas las imitaciones que de ella se han he-
cho. A estas poesías deben agregarse las traducciones en
verso de los poemas de Homero, una de las cuales, la de la
Ilíada, es considerada como una obra maestra de versifi-
cación.
Pero el jenio poético de Pope se ostenta también en otros
trabajos mas importantes. El robo del cadejo de cabello
( Rape ofthe lock ) es un poema cómico heroico, del carácter
del Latrin de Boileau, en que no se refiere otra aventura
que el robo de algunos cabellos que un joven corta de las
trenzas de una niña, pero en que el autor hace intervenir
seres sobrenaturales, sílfides, jenios benéficos i maléficos, i
desenvuelve la acción con tanto gusto, que la crítica ha di-
LITERATURA INGLESA 517
cho que poema es una de las producciones mas encantado-
ras de la imajinacion en el jénero lijero. Lr Dunciada, o la
guerra de los tontos, es un poema satírico, hiriente, desa-
piadado contra los libreros i los literatos que no eran de
sus simpatías. Al lado de estas obras de un carácter alegre,
Pope ha compuesto otras que por la elevación de los pen-
samientos i la grandiosidad del asunto, revelan un verda-
rlero filósofo. Su Ensayo sobre el hombre, epístolas filosófi-
cas, i sus Epístolas morales, son estudios de un rango
superior, escritos con un gran talento de observación i con
un gusto casi irreprochable.
\ pesar de haber cultivado jéneros tan variados, Pope se
mantiene siempre a una altura conveniente. Pvs sin disputa
el mas clásico de los poetas ingleses, pero no puede compe
tir en grandiosidad con Shakspeare ni con Milton. Sus
cualidades principales son el juicio unido al jenio, una gran
concisión, una rara felicidad de espresion. i una versifica-
ción melodiosa. Sin embargo, para apreciar sus obras es
menester estudiarlas en sus detalles, donde resplandecen
las bellezas hábilmente distribuidas, porque examinadas en
el conjunto se encuentra que aunque posee ior de un gran
talento, no lo empleó en una obra verdaderamente grande
i sólida.
10. — Pope es el mas célebre de los poetas ingleses del si-
glo XYIII; pero tras de él aparecen muchos otros que go-
zaron del aplauso de sus contemporáneos, i (|ue todavía
son leidos i admirados. Entre ellos se distinguen Young i
Thompson, no sólo por el mérito de sus obras, sino por
haber creado jéneros nuevos, puede decirse así.
Eduardo Young (1681-1765) había cultivado la poesía
lírica i la trajedia hasta la edad de sesenta años sin adqui-
rir un nombre, cuando las desgracias domésticas, la muer
te de las personas mas queridas, conmovieron fuertemente
su alma, i le comunicaron una sombría inspiración. Este es
el oríjen de un poema elejíaco de cerca de diez mil versos,
compuesto i rublicado por partes desligadas entre sí, i titu-
lado Meditaciones de la noche, que de noche era cuando se
518 NOCIONBS DB HISTORIA LITERARIA
entregaba a los e:xcesos de su dolor. Young debe su inmor-
talidad a esta obra. En ella, su imajinacion, dominada por
una lágubre melancolía, se complace en recordar las ideas
de muerte, de nada i de eternidad; i pinta con los colores
mas terribles los cuadros que puede suministrar el recuerda
de nuestra destrucción. No teme a ninguna imájen, descien-
de a los detalles mas rechazantes, porque todo le parece
bueno con tal que impresione el espíritu del lector. Por esa
es que en las Noches de Young, al lado de pensamientos
de verdadera sublimidad, se encuentran detalles groseros^
cierta monotonía i algo de estudiado i de artificial.
Santiago Thompson (1700-1748) fué un poeta mui fecun-
do, que compuso algunas trajedias, dos poemas alegóricos
i muchas poesías líricas. Su celebridad comenzó con la pu-
blicación de un p.)emita titulado El Invierno, que vendió a
un librero de Londres en tres guineas, i que fué recibido con
grande aplauso. No era, sin embargo, mas que la cuarta
parte de un poema mas estenso que lleva el título de Las
estaciones, '*Este poema, dice M. Coquerel, es una obra
maestra desde el principio hasta el fin. En ningún tiempo
se ha compuesto un libro en que el jénero descriptivo sea
menos monótono i mas atrayente, en que la naturaleza ha-
ya sido pintada con caracteres mas grandiosos i fieles. Es
notable sobre todo la elección que el autor hace de los cua-
dros mas naturales que ofrece el campo". Thompson ha sa-
bido evitar la trivialidad, sin caer jamas en la hinchazón, i
mezclar hábilmente las reflexiones morales a todas las es-
cenas de la naturaleza. Para variar sus cuadros, ademas,
ha introducido oportunos episodios, que encantan al lec-
tor. Este poema que ha dado oríjen al jénero descriptivo,
que estuvo tan en boga en Francia en el siglo XVIII, es
todavía superior a todas sus imitaciones.
11.— En este período de la historia de la Gran Bretaña
nació un nuevo jénero que ha dado oríjen a las revistas
modernas. Durante las guerras de relijion del siglo anterior
se habian fundado en Inglaterra los primeros diarios o pe-
riódicos de noticias; pero en los primeros años del siglo
LITERATURA INGLESA 519
XVIII (1709) apareció un periódico semanal destinado a
estudiar i popularizar cuestiones de otro jénero, la litera-
tura, las costumbres nacionales, los rasgos jenerales de la
naturaleza humana. José Addison (1672 1719) es, puede
decirse así, el fundador de este jénero que la historia Hcera-
ria conoce con el nombre de Ensayos. Aunque Addison se
iiabia dado a conocer por poesías inglesas i latinas, que no
carecen de mérito, i por una trajedia Catón, que fué mui
aplaudida, su verdadero título de gloria es El Espectador
revista literaria justamente célebre. En esta recopilación
de tratados filosóficos, morales i críticos, se muestra alter-
nativamente moralista sabio, observador penetrante de la
naturaleza humana, censor a veces severo, a veces compla-
ciente, de los vicios i ridiculeces de su tiempo, i sobre todo,
escritor puro, claro i elegante. **Todo el que quiera formar-
se un estilo verdaderamente ingles, dice Johnson, familiar
sin trivialidad, noble sin hinchazón i elegante sin afecta-
ción, debe estudiar dia i noche las obras de Addison."
El Espectador es el primer ensayo de crítica verdadera-
mente razonada i fundamental, como se comprende en
nuestro tiempo. Tras de esa publicación nacieron muchas
otras de un carácter puramente literario i filosófico, así
como después de Addison surjieron muchos otros críticos
de un mérito distinguido. Figura entre éstos, Samuel John-
son (1709-1784), conocido por un gran número de escritos
de diversos jéneros, pero sobre todo por sus Vidas de los
poetas ingleses, con que contribuyó a fijar el gusto, i mas
que todo la estimación hasta entonces incierta del mérito
relativo de los grandes escritores de los siglos anteriores.
Pero el crítico mas distinguido que produjo la Inglate-
rra en ese siglo fué Hugo Blair (1718-1800) predicador es-
coces de gran nota i profesor de retórica i bellas letras en
Edimburgo. Blair es sobre todo célebre por la publicación
de sus Lecciones de literatura o Curso de bellas letras,
que es sin disputa uno de los mejores tratados que sobre la
materia se hayan escrito en las lenguas modernas. Prolijo
i minucioso en la esposicion de las doctrinas, imparcial i
520 NOCIOÜB6 DB HISTORIA LITB&ARIA
justiciero en la crítica de los autores estraños o nacionales;
Blair revela en toda su obra esa corrección de gusto que
sólo se alcanza poseyendo dotes mui aventajadas i después
de haber hecho estensos i profundos estudios^
12.— La novela llegó también en este período a un alto
grado de perfección. Ya no fué una historia informe de
aventuras estra vagantes, ni un cuento basado en costum-
bres de pura invención: lejos de eso, las novelas inglesas
del siglo XVilI son el fruto de un estudio detenido del co-
razón humano, de las costumbres i de las ideas morales, i
fueron escritas con grande arte literario.
Considerados los novelistas ingleses por el orden ero-
lójico, el primero es Swift, si bien el carácter de las tenden-
cias de sus obras inclinarian a colocarlo entre los escritores
satíricos. Jonatas Swift (1667-1744), era un clérigo irlan-
dés, de gran talento, pero escéptico i mordaz, incisivo, que
escribiíi sobre política, sobre relijion i sobre literatura, sem-
brando el ridículo i la burla en todas partes, riéndose de
todo sin compasión i con una amargura constante.
Sus obras fueron casi siempre escritos de circunstancias,
i aimque todas ellas revelen un escritor potleroso, han per-
dido mucho de su boga. Sólo una de ellas conserva su po-
pularidad, i goza del prestijio de esos rarísimos libros que
se leen con gusto en todas las edades de la vida. Los viajes
de Gulliver, tal es su título, es la historia fabulosa de las
peregrinaciones de un viajero ingles en los paisesmas mara-
villosos que es posible concebir. Uno de ellos, Lilliput, es
poblado por hombrecillos que sólo miden cuatro o cinco
pulgadas de estatura: en otro, Brobdingnag, Gulliver en-
cuentra jigantes que miden veinte a treinta varas de alto;
en otro, por fin, halla la sociedad de los caballos que se go-
biernan como pueblo civilizado. La idea jeneral de la novela
no es del todo orijinal, puesto que Luciano habia referido
historias semejantes en el siglo II de la era cristiana; pero
lo que sí constituye el mérito del libro de Swift es el arte
admirable con que ha sido escrito i la prodijiosa anima-
ción que sostiene toda la fábula i particularmente el viaje
UTBRATURA UÍOLB0A 521
de GulHver entre los enanos í los jigantes, que son las par-
tes mejores de la obra. Hai momentos en que el lector se
olvida de que se le hace viajar en un pais imposible: tan
naturales, tan vivas i tan proporcionadas son las invencio-
nes. Ese libro que encanta a los niños i que deleita a los
hombres, como una ficción inocente, es una sátira acerada
contra la sociedad europea en jeneral, i contra muchos per-
sonajes en particular. Walter Scott ha esplicado las nume-
rosas alusiones que contiene esa novela, i los retratos que
Svvift ha hecho de muchos de sus contemporáneos; pero
esas alusiones no tienen valor alguno para nosotros i si ese
libro vive, es porque tiene un mérito literario superior a los
intereses del momento.
Muí diferentes son las tendencias de otra famosa novela
publicada en esa misma época con el título de Robinson
Crusoe. Su autor, Daniel De Foe (1663-1731), era un es-
critor mui fecundo que tomó parte en numerosas polémicas
políticas, i que después de haber desempeñado diversos car-
gos públicos, dio a luz muchas novelas i algunas poesías.
Una de esas novelas Ip ha hecho inmortal, porque sus
otras obras apenas son conocidas.
La historia de ese libro es justamente célebre. Habia lle-
gado a Inglaterra un marinero escoces, Alejandro Selkirk,
que habiendo sido abandonado por sus jefes en la isla de
Juan Fernández, habia pasado cinco años solo en aquel lu-
gar desierto. Las aventuras i desgracias de ese marinero
produjeron cierta sensación. De Foe tomó de ellas el asunto
para una novela, i supuso que Robinson Crusoe, joven dis-
tinguido que emprende viajes lejanos a disgusto de sus pa-
dres, es arrojado a una isla despoblada, por una tempes-
tad que destrozó su nave. La manera admirable como ha
desarrollado un asunto que era tan conocido del público,
es lo que constituye la orijinalidad del libro. El plan está
bien concebido: los incidentes mas naturales i sencillos vie-
nen a agruparse alrededor de la acción principal; i todo,
los hechos i los sentimientos, tienen la mayor verosimilitud
a que puede aspirar la novela- No se encuentran allí páji-
522 NOCIONES DE HISTORIA LITBBABIA
ñas brillantes ni pretenciosas; el estilo corre con tanta sen-
cillez i naturalidad como la acción, asi como sus máximas
morales se desprenden sin esfuerzo alguno. La ilusión que
de aquí resulta es tan completa que el lector no puede com-
prender que todo aquello no sea la historia de los sufri-
mientos de un hombre abandonado a la mas terrible sole-
dad. Sólo en las últimas partes que contienen las aventuras
de Robinson después que fué sacado de la isla por un buque
ingles, i que De Foé agregó en las ediciones posteriores de
su libro, el interés desaparece en gran parte. Traducido a
todas las lenguas de Europa, imitado muchas veces, el Ro-
binson Crusoe es leido en todas las edades, i conserva su
mérito como una de las novelas mas interesantes que se
han escrito.
13.--Esa misma sencillez, esa estraordinaría naturalidad
constituyen el mérito de otros dos grandes novelistas in-
gleses de ese mismo siglo. Olivero Gold-smith (17281774).
que hizo versos excelentes, compuso también una novela,
EL Vicario de Wakeñeld, que es considerada como una obra
maestra de sencillez en el estilo i en la intriga, i de pureza
e injenuidad en los sentimientos i en los caracteres. Enrique
Fielding (1707-1754), autor de muchas novelas, es famoso
sobre todo por una que se titula Tom Jones, que a juicio
de algunos críticos ingleses, lo coloca entre Cervantes i Le
Sage. Fielding, en efecto, es el pintor espiritual i verdadero
de la sociedad i de la vida real. No trata de conmover las
pasiones, ni de ajitar el corazón, sino que interesa viva-
mente a la intelijencia por la variedad i la exactitud de los
cuadros que le presenta.
Pero el mas famoso de los novelistas ingleses de este si-
glo es Samuel Richardson (1689-1761) que creó, puede de-
cirse así, una nueva clase de novelas, aquella que tiene por
objeto el estudio analítico de las pasiones humanas. Nacido
en una condición humilde, tipógrafo en su juventud, i mas
tarde dueño de una imprenta, Richardson comenzó a escri-
bir a la edad de cincuenta años, i en los momentos que le
dejaban libres sus ocupaciones industriales. Sus obras cons-
LITlfiRATURA INOLVSA 523
tan de tres novelas. Pamela, Clara Harlowe i Grandison,
que, a pesar de su estension, serán siempre la admiración de
todos los hombres de gusto i de sentimiento. Su aparición
produjo una sensación profunda en Inglaterra i en toda la
Huropa. La historia de la publicación de la Clara Harlowe
es una especie de novela. El público se interesaba tan viva-
mente por la suerte de sus personajes, que desde el cuarto
tomo se escribía de todas partes al autor suplicándole que
salvase a la pobre Clara de los peligros que la rodeaban.
Richardson mismo parecia vacilar i al fin terminó una de
las obras mas interesantes que haya producido el espíritu
humano en medio de la impaciencia i de laexcitacionconque
millares de lectores esperaban el desenlace.
Jamas moralista alguno dio un análisis mas exacto, una
pintura mas fiel del corazón del hombre i de los matices in-
finitos que encierra. La forma epistolar que habia adopta-
do Richardson le permitió bosquejar por completo los ca-
racteres i señalar .cada uno de sus sentimientos con rara
prolijidad, i ha entrelazado las cartas con tanto artificio,
que la acción. aumenta siempre su interés, haciendo resal-
tar a cada paso los contrastes mas admirables. Podriasólo
reprochársele la excesiva estension que ha dado a sus nove-
las, alargando i multiplicando las cartas i algunos inciden-
tes sin necesidad real para su desenvolvimiento.
14. — La Francia aprendió en el estudio de los novelistas
ingleses la manera injeniosa de hacer el análisis detenido de
las pasiones humanas en un libro que por ser destinado al
entretenimiento debia encontrar mas lectores que un sim-
ple asunto de moral. La Nueva Eloísa de Rousseau i mu-
chas otras novelas de pasión publicadas en Francia, fueron
inspiradas en las obras de Richardson. En cambio, la In-
glaterra buscó un modelo que imitar en algunos historia-
dores franceses i particularmente en Voltaire.
**Hasta mediados del siglo XVIII, dice M. Villemain,
ningún libro habia alcanzado, ni siquiera acercádose, en
Inglaterra a ese gran carácter de la composición histórica,
524 KOCIOXES DE HIST«»UIA UTBRARIA
de que la antigüedad nos ha dejado tan admirables mode-
los."
La publicación del Ensayo sobre las costumbres, que
enseñaba a estudiar la historia, nó en los hechos aislados
sino en su relación con todos los elementos sociales, i enca-
denando los acontecimientos como una sucesión no inte-
rrumpida de causas i efectos, inició una verdadera rcToln-
cion en el arte histórico, que fué fecundada en Inglaterra
por tres jenios, que, aplicando a él una intelijencia de pri-
mer orden, construyeron monumentos admirables que resis-
ten todavía a la acción destructora del gusto i del tiempo,
cuando tantas obras históricas, mui aplaudidas por sus
contemporáneos, han caidoen el mas profundo olvido. Esos
tres escritores son Hume, Robertson i Gibbon.
David Hume (171 1—1776», era un escritor escoces que ya
se habia hecho notar por varios escritos ñlosóficos en que
hace ostentación del mas franco escepticismo, cuando em-
prendió la composición de su famosa Historia de Inglate
rra. Mirada al principio con cierta indiferencia, como si se
tratara de una de esas compilaciones que se fabrican de
carrera, esa obra llamó en breve la atención de todos los
hombres distinguidos i adquirió el crédito áe que goza has-
ta ahora.
Esa historia, sin embargo, no se recomienda por la pro-
lija exactitud de los hechos ni por la amenidad de sus for-
mas. Hume no era un investigador laborioso, ni tampoco
un escritor que se esmeraba mucho en correjir el estilo; pero
sí era un filósofo de gran penetración, que sabe dar a cada
suceso i a cada tiempo su verdadera importancia, que des-
cubre el carácter de los hombres, que relaciona los hechos
con las leyes i las costumbres, que percibe las causas i los
efectos, i que escribe con gran sobriedad de estilo, pero se-
guro de que da a todas las cosas su exacto colorido. Se le
han criticado algunos errores de detalle, se le ha censurado
su espíritu antirelijioso, i sobre todo, antieclesiástico, se le
ha condenado su moral como fácil i acomodaticia; pero no
se ha podido despojar a su libro de la solidez de sus consi-
LITERATURA INGLESA 525
deraciones jenerales, del conocimiento profundo de la hu-
manidad i de su exactitud de conjunto que muchas veces
no pueden alcanzar aun los que mejor han estudiado los
pormenores.
Guillermo Robertson (1721—1793), cura presbiteriano en
Escocia, ofrece cualidades mui diferentes. Habíase distin-
guido desde su niñez por la suavidad de su carácter i por
una ardiente aplicación que le sirvió para adquirir en su
juventud una erudición prodijiosa. Sus cuadernos'de estu-
dios, que se conservan cuidadosamente, tienen esta inscrip
cion: Vita sine litteris mors est (La vida sin el estudio es la
muerte), que da a conocer su pasión. Robertson comenzó
su carrera literaria como predicador, corrijiendo en la ora-
toria sagrada los defectos que habian introducido la afec-
tación i el mal gusto; pero luego se consagró a otros tra-
bajos que le han granjeado un renombre inmortal.
La primera obra histórica fué una Historia de Escocia,
escrita con mucho método, i después de haber hecho las
mas prolijas investigaciones. En seguida publicó la Histo-
ria del emperador Carlos F, que es considerada su obra
capital, i que contiene por via de introducción una mirada
jeneral sobre la edad media, verdadera obra maestra de
ciencia i de arte. El último de sus grandes trabajos es una
Historia de América, igualmente célebre. Robertson se dis-
tingue por su laboriosidad esquisita para reunir i para es-
tudiar los materiales, por su sagacidad para comparar las
autoridades i para discernir la verdad, por el talento me-
tódico con que se traza el plan de su obra, calculando no el
efecto de sorpresa que se pretende producir en el ánimo del
lector, sino la manera de presentarle los hechos con toda la
claridad i trasparencia que se puede apetecer. Su estilo sen-
cillo i suave se presta admirablemente a dar animación i
colorido a la narración, i a las descripciones que con mano
de maestro ha trazado en sus obras. Frió i desapasionado
en sus juicios, distribuye el elojio i la censura sin tener otra
guia que la justicia, i sin ceder a prevenciones de naciona-
lidad i de secta. Sus consideraciones filosóficas suponen
526 KCCIOXB8 DB H15TOUA LinKA&IA
nn convencimiento cabal de los hechos i nna penetración
casi inconcebible en el hombre que ha pasado sn vida lejos
de los negocios públicos i hasta del bullicio de la ciudad.
Sus obras han sido sometidas a un escrupuloso examen por
la erudición moderna: i han salido casi incólumes de tan
dura prueba.
En cuanto al arte literario se le ha reprochado sólo el re-
legar a las notas ciertas noticias llenas de interés i de eru-
dición, que habrían quedado mejor en el testo. En cuanto al
fondo, se le han críticado vanos errores históricos, algunos
de los cuales, es menester no disimularlo, son de gravedad.
Para disculpar aRobertson de esta acusación bastará decir
que en la época en que él escribió, el historiador estaba re-
ducido a estudiar los hechos en los libros impresos o manus-
critos que podia tener a la mano, i que I03 archivos euro-
peos, i particularmente los españoles, estaban perfectamente
cerrados para los nacionales i principalmente para los es-
tranjeros. Así es como Rotertson ha podido escribir que
Carlos V después de su abdicación llevó en el monasterio
de Yuste una vida alejada de toda intervención en los* ne-
gocios públicos, porque así lo habian dicho otros historia*
dores, i porque no pudo conocer los documentos que sólo
han esplotado los investigadores modernos. Pero aun en
este punto, debe decirse que muchas de las críticas que se
han hecho a Kobertson i particularmente a su Historia de
América, son injustas i pueríles; i que sus obras conservan
su gran mérito aun después que eruditos eminentes han es-
tudiado atentamente algunos de los sucesos que aquel na-
rró en sus obras.
Eduardo Gibbon (1737-1794) completa el tríunvirato
de los grandes historíadores ingleses. Protestante de naci-
miento, se hizo católico por convicción, pero volvió luego
a la antigua creencia por obedecer a sus padres, i acabó
al fin por ser escéptico. Mientras tanto, una pasión ardien-
te por el estudio lo preparaba para los trabajos de la mas
ardua erudición. Viajó por varios paises de Europa, i ha-
llándose en Roma en 1764, concibió la idea de escríbir la
LITERATURA INGLKSA 527
Historia de la decadencia i taina del imperio romano. Mas
de veinte años trabajó en esta obra colosal con una con-
tracción i con una paciencia infinitas. En ella se encuentran
reunidos casi todos los méritos que pueden adornar a un
historiador, conocimiento profundo de los monumentos,
una lectura inmensa i cuidada, investigación de los mate-
riales mas desconocidos, comparación injeniosa de todos
los datos que puede ofrecer a la historia, reconstrucción
del pasado por el trabajo i el cálculo, un estilo límpido,
elegante i vigoroso; pero sus ideas filosóficas, o mas bien
dicho la falta de principios fijos en moral, en política i en
economía política, lo estravian con frecuencia. La hostili-
dad al cristianismo lo ha hecho cometer verdaderas abe-
rraciones: Gibbon lo acusa de haber destruido el mundo
romano destruyendo la armonía de este vasto imperio,
cuya fuerza arranca su admiración ♦estravia en cierto mo-
do su juicio. A pesar de estos defectos, la obra de Gibbon
subsiste como uno de los mas grandiosos monumentos del
arte histórico de los modernos. "Antes de Gibbon, dice M.
Guizot, no se habria hecho una obra semejante, i aunque
habría podido perfeccionar ciertas partes, es verdad que
después de él no queda nada por hacerse". De mui pocas
obras históricas habria podido hacer un elojio semejante
un juez tan distinguido.
15.— El jenio ingles tuvo muchos otros medios de mani-
festación durante el si/^lo que acabamos de recorrer a la
lijera. Sin hacer mérito de los grandes trabajos emprendi-
dos en materia de ciencias exactas i naturales, i de los no-
tables descubrimientos jeográficos, debemos indicar aquí,
aunque esto no entre en el cuadro de este libro, que la In-
glaterra del siglo XVIII produjo eminentes filósofos, entre
los que descuellan Berkerley, Reid i Djgald Steward; gran-
des ecomistas,uno de los cuales, Adam Smith (17123-1790),
fué el primero que en una obra justamente famosa, fijó los
principios i señaló los límites de la economía política; i al-
gunos normalistas de gran distinción.
Entre estos merecen ser colocados los humoristas. Esta
528 NOCIONES DE HISTORIA UTERARIA
palabra que ha servido de tema a tan delicadas i sutiles
disertaciones, i que se ha oscurecido tratando de aplicarla,
es mas fácil de comprenderse que de definirse. Indica al
hombre que se entrega a su biimor con inde|)endencia, i
que encuentra el medio de interesar a los otros según su
capricho. Lorenzo Sterne 1713-1768) puso a la moda
esa mezcla de sentimiento i de lijereza que constituye la
esencia de este jénero, i es considerado hasta ahora como
el mas célebre de los humoristas ingleses. Su Vinje senti-
mental, en que refiere lo que le ha ocurrido durante un via-
je en Francia, está compuesto de una serie de escenas o de
episodios desligados, pero llenos de una rara perfección en
los detalles. Dando cuenta de sus sentimientos i de sus
ideas, Sterne se muestra observador profundo, inclinado a
moralizar; pero al lado de lo patético coloca rasgos inje-
niosos i picantes destinados a hacer reír. Los retratos de
los diversos personajes son trazados con mano maestra.
La influencia de Sterne se ha hecho sentir dentro i fuera de
Inglaterra; i el jénero humorístico, cultivado en muchos
libros, forma también en nuestro tiempo uno de los ele-
mentos indispensables del periodismo moderno. Eí viaje
al rededor de mi cuarto por Javier de Maistre (1764-1852)
es uno de los libros mas admirables que se hayan compues-
to en este jénero, i uno de los mas bien escritos que cuente
la literatura francesa moderna.
Son notables también en este siglo de la literatura in-
glesa los escritores políticos, no sólo por la novelad de las
ideas sino por las dotes del estilo. Se distingue por ambos
motivos una serie de cartas anónimas publicadas desde
el año 1769 hasta 1771, llamadas comunmente Cíirtas de
Junius, por el nombre supuesto con que aparecían suscri-
tas. Destinadas a señalar las agresiones de la corona i los
errores administrativos, el autor desplegó, junto con un
conocimiento perfecto de la constitución inglesa, un inje-
nio poderoso, un sarcasmo delicado, una habilidad es-
traordinaria para retorcer los argumentos de sus contra-
rios i una pureza de estilo que hace de cada una de esas
LITBR ATIERA INGLESA 620
cartas el mas incisivo i el mas espiritual de los folletos po-
líticos. La crítica moderna ha discutido largamente sobre
quien puede ser el autor de este libro; i por medio de con-
jeturas mas o menos fundadas, lo ha atribuido a diversas
personas; pero como hasta ahora no se han aducido prue-
bas verdaderamente concluyentes, se debe decir que el
nombre del autor de las Cartas de Junius es desconocido
por la posteridad.
Las discusiones políticas tuvieron un campo mas vasto
todavía en el seno del parlamento. La elocuencia parla-
mentaria, nacida en Inglaterra con la revolución de 168S,
recibió en el siglo siguiente el mas portentoso desarrollo.
Las cuestiones de mas alta importancia fueran discutidas
en la tribuna por hombres de verdadero jenio. La abo-
lición del tráfico de negros, la emancipación de los católi-
cos, la libertad de las colonias, i otros asuntos de menos
importancia ajitaron las intelijencias mas elevadas i
crearon en el parlamento una elocuencia robusta i vigoro-
sa, mas profunda que apasionada, mas conmovedora que
brillante. Los nombres de Lord Chatam, de Burke, de
Fox i de Pitt, los mas ilustres en aquella pléyade de gran-
des oradores, pertenecen, sin embargo, a la historia po-
lítica de la Gran Bretaña mas bien que a la historia literaria.
16.— Al cerrar el siglo XVIII, se inició en Inglaterra
una profunda revolución literaria. La crítica alemana ha-
bía combatido el apego rutinero a las reglas arbitrarias
dictadas por los preceptistas franceses, i buscando para el
arte un campo mas vasto i mas rico que la simple imitación
de los poetas antiguos. La poesía de la edad media, mas
natural i mas espontánea, pero también mucho menos per-
fecta, era presentada como un modelo que a mas de ser sus-
ceptible de perfeccionamientos, oponia menos trabas al li-
bre vuelo de la imajinacion del poeta. Esta revolución que
se llama jeneralmente romanticismo, fué aceptada fácilmen-
te en Inglaterra; i en vez del método i de la mesura que
eran los signos característicos de la edad precedente, la fan-
tasía cobró ensanche i pareció absorberlo todo.
TOMO IV 34
530 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
Una' verdadera falaaje de poetas proclamó i sostuvo es-
te movimiento, creando una nueva poesía lírica en que el
alma se extasía en sus mas secretas emociones. De entre
ellos surjieron particularmente dos que por su jenio colosal
han ejercido una influencia decisiva en la literatura contem-
poránea. Son éstos Lord Byron i sir Walter Scott.
Walter Scott (1771—1832) era un hombre de una pro-
dijiosa erudición, que conocia perfectamente todas las an-
tigüedades históricas i literarias de la Gran Bretaña, i en
particular de Escocia, su patria. Fortificado su espíritu
con esos conocimientos, formado su gusto por la literatura
moderna de la Alemania i por la poesía de los antiguos
bardos o poetas, dotado de una gran facilidad de versifica-
ción, i de una imnajinacion poderosa, pero que jamas salía
de los límites trazados por el buen sentido, Walter Scott
compuso i publicó una serie de poemas o cuentos poéticos
que hacian revivir las costumbres i las ideas de los tiempos
caballerescos o de las guerras civiles de Inglaterra i Esco-
cia. Esos poemas fueron recibidos por el público con una
avidez que hasta entonces no tenia precedente en la histo-
ria de la literatura inglesa; pero la aparición de Lord Byron
i el entusiasmo que produjeron desde luego sus primeras
poesías, inclinaron a Walter Scott a cambiar de rumbo, i a
buscar en otro jénero literario un campo mas vasto de ins-
piración i de gloria.
En 1814- emprendió la publicación de una serie de nove-
las históricas, que desde la primera, líarer/r, produjeron
una inmensa impresión. Poniendo en ejercicio una imajina-
cion rica i vigorosa, empleando todos los tesoros de su
erudición, quiso hacer revivir el pasado por medio de cua-
dros llenos de interés i de vida sobre un tejido de aventuras
e incidentes romanescos; i creando algunos personajes ima-
jinarios, al lado de personajes reales, nos da a conocer las
costumbres, i las ideas de otros tiemjx^s, bajo una faz que
la historia no puede presentarnos. Walter Scott es el verda-
dero creador de este jénero literario, i hasta ahora queda
mucho mas arriba que todos sus imitadores. Esas novelas
i^lTERATURA INGLBSA 531
han hecho popular en los dominios de la literatura una re-
jion de la Gran Bretaña poco conocida i poco poetizada, la
Escocia entera, con sus montañas, sus lagos, sus paisajes,
sus monumentos, sus castillos, sus chozas i sobre todo sus
personajes de todo tiempo i de todos los estados, desde el
barón hasta el pescador, desde el rei hasta los jitanos. A
pesar de esto, i aunque el héroe jmncipal de cada novela
sea casi siempre escoces o ingles, Walter Scott ha recorrído
otros paises, la Inglaterra, la Francia, la Palestina, bos-
quejando costumbres diferentes, pero bien estudiadas i bieti
descritas. De esta manera ha hecho intervenir en sus nove-
las, entre otras, las importantes figuras históricas de Isa-
bel, de Jacobo I, i de Carlos II, reyes de Inglaterra, de Luis
XI rei de Francia, de María Estuardo, de Carlos el teme-
rario, de Cromwell i de muchos otros personajes de un or-
den secundario, a los cuales conocemos en la vida domésti-
ca, despojados de toda la grandeza de aparato que de or-
dinario los rodea en la historia.
Cuando consideramos a Walter Scott como pintor de ca-
racteres, cuando examinamos sobre todos los tipos inven-
tados por él, quedamos sorprendidos por la fecundidad de
su invención i por el vigor, la novedad i la fidelidad de sus
cuadros. No ha buscado como otros novelistas; seres que
pueden llamase abstractos, personificaciones de ciertas pa-
siones especiales, sino tipo reales, cuyas ideas i cuyos hábi-
tos comunican a nuestro espíritu toda la ilusión de que éste
es susceptible. En la descripción de los objetos estemos i par-
ticularmente en la de los cuadros de la naturaleza, Walter
Scott es un artista consumado; pero cuando describe un
acontecimiento, desplega un poder mas alto todavía, por-
que conoce el alcance de todas las circunstancias que pue-
den interesar al lector, i las combina con gran maestría
para producir el efecto apetecido. Aunque no se proponga,
co mo otros novelistas, inculcar principios de moral, la mo-
rali dad resulta de la acción misma, porque todas ellas re-
flejan los sentimientos jenerosos emanados de una alma
pura, las emociones tiernas, el entusiasmo por todo lo que
532 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
es noble i bueno; porque todas fortifican nuestra confianza
en la virtud i nuestro odio al vicio.
Las novelas de Walter Scott se elevan al número de vein-
tisiete, aunque no todas son de un mérito igual. Aparte de
sus obras poéticas, de que N^a hemos dado cuenta, escribió
también numerosas obras históricas i críticas; de tal mane-
ra que considerado en su conjunto, se puede asegurar que
es uno de los jenios mas fecundos de nuestro siglo. No es,
pues, de estrañarse que muchas de sus novelas adolezcan de
algunos defectos, de cierta dificultad en la esposicion, de
'descuidos en el lenguaje i de entorptcimintos en la marcha
de la acción; pero la verdad es que, si bien algunas de ellas
cansan i fatigan durante la lectura de las primeras pajinas,
casi todas despiertan en breve en nuestro espíritu un inte-
rés profundo que se mantiene hasta el fin, i dejan grabados
en nuestra memoria recuerdos indelebles por la pintura de
los caracteres, por las descripciones de las localidades i por
la vida de la acción.
Lord Byronfjorje Gordon B^^ron, (1788— 182-t),esun je-
nio de mui diversa especie, i sin disputa el mas gran poeta
del siglo XIX. Su vida, pasada en la opulencia i en la disi.
pación, en viajes por el continente i en ajitaciones borras-
cosas, le dejó sin embargo tiempo para estudiar i para es-
cribir poemas, dramas, odas, elejías, etc., que forman uno
de los mas ricos conjuntos de poesías que haya producido
la inspiración de un hombre. **Su imajinacion, dice M. V¡-
llemain, es inagotable para pintarse a sí mismo, para descu-
brir todas las heridas de su alma, todas las inquietudes de
su espíritu; para profundizarlas i para exajerarlas. Pero
fuera de sí mismo, inventa poco. Entre tantos actores co-
mo aparecen en sus poemas, no hai mas que un solo tipo de
hombre i un solo tipo de mujer vigorosamente concebidos:
el uno sombrío, altivo, devorado por el pesar o insaciable
de placer; la otra tierna, fiel, sumisa, pero capaz de todo
por amor. Ese hombre es el mismo poeta: esa mujer es la
que querría su orgullo Byron.escéptico atrevido en mo-
ral i en relijion, o mas bien discípulo involuntario dele-ccp-
í
LITERATURA INGLESA 583
ticismo francés, no es novador en las cuestiones de arte i de
gusto. Su innovación se encuentra en la orijinalidad de
sus impresiones i de su fisonomía, i nó en una teoría litera-
ria. Por principios i por estudio obedecia al gusto antiguo
i a los mas puros modelos del siglo de la reina Ana, cuya
lengua espresiva i sabia poesía admirablemente A pesar
de su entera misantropía i del desden que afecta por sus lec-
tores, como por el resto de los hombres, era singularmente
respetuoso por la moda, i dócil al gusto de la multitud. De
allí han nacido esas formas estravagantes i rápidas para
despertar la curiosidad i atraerse la impaciencia de un si-
glo escéptico i político Ninguna belleza de la poesía clá-
sica ha sido rehusada a Byron: se inclinaba naturamente a
las formas mas elevadas del arte, i a la pompa sabia del
lenguaje. A nuestro juicio, su obra maestra es el poema
incompleto, mitad serio, mitad bufón, en que ha vaciado
confundidas todas sus fantasías; es Don Juan, poema sin
regla i sin freno, como el héroe, pero lleno de fuego, de in-
jenio, de graciai de enerjía. En el fondo, este héroe no es
mas que una variante del mismo Byron De la diversi-
dad de las aventuras nace un encanto singular de poesía.
Es verdad que no se encuentra ahí mas que las fáciles in-
venciones de la novela, pero ¡cuánto arte en la narración! i
cuando el autor toca la historia ¡qué vigor poético! La»pin-
tura del sitio de Ismailoff es uno de los mas sublimes cua-
dros de guerra que jamas se hayan trazado. Desgraciada-
mente, este espíritu, por pretensión o por lijereza, tiene fre-
cuentemente la terrible ironí i del corazón, i difama igual-
mente la gloria, la virtud i el infortunio*'.
17.— La influencia de Walter Scott i de Byron en las lite-
raturas modernas ha sido verdaderamente inmensa. Imi-
tados con mas o menos fidelidad en casi todos los paiscs,
ambos conservan todavía la preeminencia, el primero entre
los novelistas i el segundo entre los poetas de la escuela
romántica. Al lado de ellos, sin embargo, la Gran Bretaña
ha producido otros poetas i novelistas menos ilustres que
aquellos dos jenios, pero justamente famosos. Bastaria ci-
534 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
tar los nombres de Tomas Moore (1780-1852), nacido en
Irlanda, cuyas poesías revelan un patriotismo ardiente,
una iraajinacion poderosa i una armoniosa suavidad en las
pinturas tiernas i delicadas; de Guillermo Thackeray (181 1-
1864), cuyos estudios de costumbres i cuyas novelas le han
granjeado la reputación de uno de los mas injeniosos críti-
cos sociales de nuestra época; i de Carlos Dickens (1812-
1870), pintor no menos admirable de la sociedad inglesa,
de sus virtudes i de sus vicios.
El carácter distintivo de la literatura inglesa contemp o-
ránea es el predominio de la prosa sobre la poesía; i en la
prosa, la superioridad de la historia i de la novela. Toma s
Babington Macaulay (1800-1859), el primero de los histo-
riadores ingleses del siglo XIX, se ha hecho el contempo -
raneo de los sufrimientos del pasado, tanto es el fuego que
emplea en condenarlos, tan apasionado es el amor que tie-
ne por las libertades públicas, tan vivo es el colorido que
emplea para darnos a conocer bajo todas sus faces los su-
cesos de otros siglos, revelando siempre la elevación i la
jenerosidad de sus sentimientos. Con un arte infinito, i
conservando siempre la mas perfectci unidad, ha hecho en-
trar en la historia las descripciones de las localidades, los
cuadros de costumbres, los retratos de los hombres, i la
narración de los hechos.
El tdioma ingles es también en nuestros dias el instru-
mento de una vigorosa literatura en los Estados Unidos.
Al lado de Fenimore Cooper (1789-1851), el mas feliz délos
novelistas que han tomado por modelo a Walter Scott,
han surjido allí poetas tan notables como Enrique Long-
fellow (1807) e historiadores tan ilustres como Washing-
ton Irving (1783-1859), Guillermo H. Prescott (1796-1859 )
i Juan L. Motley (1814-1873); pero no entra en el cuadro
de este libro el dar a conocer la literatura propiamente
contemporánea.
CAPITULO VIJ.
fjiteratara alemana.
1 El renacimiento en Alemania.— 2 Literatura del siglo XVI. —
3. Las dos escuelas de Silesia en el siglo XVIÍ.—- 4. La literatu-
ra alemana en la primera mitad del siglo XVÍII.— 5. Klopstok.
— 6. I^ssing.— 7. Gesner.— 8. VVieland 9. Goethe 10. Schi-
11er.— 11. Prosadores; Herder. — 12. Müller 13. La crítica li-
teraria; los Schlegel. —14. Conclusión.
1.— La rejeneracion intelectual producida por el renaci-
miento, se hizo sentir en Alemania desde fines del siglo XV.
Los pueblos jermánicos, así como la Italia i la Franci/i,
volvieron sus miradas hacia la antigüedad para profundi-
zar el estudio de las literaturas clásicas. Grandes eruditos^
hicieron conocer los mejores autores griegos i latinos, e
inspiraron el gusto por este estudio. La reforma vino en-
tonces a apartar los espíritus de los trabajos literarios i a
dar un carácter relijioso, político i social a aquella impor-
tante revolución.
Esa renovación de los estudios clásicos, iniciada por
Juan Reuchlin (1455-1522), uno de los hombres mas erudi-
tos i uno de los filólogos mas profundos de su tiempo, fué
secundada por dos hombres de un gran talento i de una
instrucción inmensa, por Erasmo i por Melanchton. El
primero de ellos, Desiré (deseado) Gérard (1467-1536) que
tradujo su nombre al griego i se llamó Erasmo, enseñó las
536 sorioxBS de historia lttckjuua
lengcas clásicas en Holanda, sn patria, en Inglaterra, en
Suiza i en Alemania, escribió muchas obras en que el inje-
nio alegre i picante se encuentra unido a una vasta cien-
cia, i ha merecido el sobrenombre de Voltaire latino, por
ciertas analojías de estiio i de creencias con el célebre filó-
sofo francés. El segundo, Felipe Schwartzerde tierra ne-
gra (1497-1560 , que también tradujo al griego su apellido
i se llamó Melanchton, enseñó las lenguas clásicas i la filo-
sofía, se alistó mas tarde en las filas de los reformadores, a
quienes pretendió en vano reunir en una doctrina, i compu-
so muchas obras de controversia relijiosa, de filosofía, de
retórica i de gramática que revelan sus vastísimos estudios.
Todos ellos reformaron la enseñanza en las escuelas i crea-
ron una jeneracion de hombres distinguidos que debian
ilustrarse ea el cultivo de todas las ciencias.
2. — Todos estos sabios escribieron sus obras en latin.
Martin Lutero (1483-151^1, el famoso promotor de la re-
forma relijiosa en el siglo XVI, es también el fundador,
puede decirse así, de la lengua alemana moderna; i eierció
por sus cánticos, por sus sermones i por sus otras obras
una influencia profunda sobre la literatura nacional. Su
traducción de la Biblia, que obtuvo desde el principio una
boga estraordinaria, reunió los dialectos de la alta i de la
baja Alemania, i fué por su forma el fundamento de la len-
gua, así como por su fondo lo fué de las nuevas doctrinas
relijiosas. La enerjía de su espresion, el calor ^Hgoroso de
su lenguaje, hicieron de ese libro el modelo de la prosa du-
rante dos siglos. Sus otros escritos i particularmente sus
cánticos de iglesia, enriquecieron también e! idioma con
nuevas voces i con nuevos jiros, sujeridos por su imajina-
cion ardiente i apasionada.
La prosa alemana se ejercitó, como debe suponerse, en
las interminables cuestiones teolójicas i políticas a que dio
lugar la reforma relijiosa. Compusiéronse también algunas
crónicas sobre los'sucesos de ese tiempo, i algunas novelas
en que se consignaban las tradiciones romanescas i popu-
lares de la Alemania. Entre esas produ:ciones hai algunas
LITERATl RA ALEMANA 537
que son una simple traducción o imitación de los libros de
caballerías de la literatura francesa.
Los poetas fueron muchos mas numerosos en el siglo
XVI; pero en jeneral, la poesía hizo progresos menos no-
tables que la prosa. Su mas distinguido representante es
Hans Sachs (14'94-1576), hijo de un sastre de Nüremberg,
i él mismo zapatero en su ciudad natal, que era entonces el
centro del movimiento artístico, científico i literario. Tenia
veintiún años cuando estalló la reforma relijiosa: abrazó
su causa con fervor i saludó a Lutero en una pieza poética
con el título de Ruiseñor de Witetnbergy pero no adoptó en
sus obras el tono apasionado i violento de los novadores.
Poeta lírico i dramático, dando a todo lo que tocaba su
pluma un carácter nuevo, Hans Sachs se distingue sobre
todo por una asombrosa fecundidad comparable sólo a la
de ciertos poetas españoles. Sus obras constan de* 208 co-
medias o trajedias, 1700 farsas teatrales, 4200 piezas poé*
ticas, narraciones bíblicas, cuentos, fábulas, cantos de gue-
rra, cánticos relijiosos, canciones alegres. No se busque en
sus obras un poeta de verdadero jenio, ni una llama crea-
dora; pero sí se encontrará una gran naturalidad, mucha
sensatez i ui\buen humor inagotable. Ha pintado la vida
real en el tono mas sencillo, pero con el colorido de la ver-
dad, i ha ejercido sobre sus contemporáneos una poderosa
influencia no sólo por la belleza de sus versos sino por la
templanza de sus sentimientos, estraña i casi inconcebible
en una época de violencias. Todos los otros poetas de su
siglo quedan oscurecidos ante la gloria de su nombre.
3. — La reforma, que habia impreso al principio un im-
pulso tan vigoroso al espíritu jermánico acabó por ejercer
sobre la literatura una influencia funesta. Desde luego no
era posible aplicarse al estudio literario porque no se go-
zaba del reposo i de la tranquilidad necesarios para el cul-
tivo de las letras. Desde la segunda mitad del siglo XVI se
percibe ya que el hábito de las controversias relijiosas ha
enjendrado una escolástica nueva en que protestantes i ca-
tólicos se pierden en discusiones interminables en que no
538 NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
se puede buscar el verdadero seatimiento literario. Las le-
tras cayeron así en un estado de postración o sólo tu vieron
manifestaciones en que se en^uen tra siempre una gran vul-
garidad. La guerra de treinta años, que preocupó a casi
toda la Alemania, i que al fin la dejó sometida en política
a todas las influenncias esterio^es, produjo también la do-
minación estranjera en literatura. **S* descubren las hue-
llas de esta dominación en la lengua, en las corporaciones
sabias; en la forma i en el fondo de la poesía alemana, dice
Weber. La lengua alemana perdió el carácter sencillo i
enérjico que Lutero le habia impreso , i se alteró con la in-
troducción de una multitud de palabras tomadas a las len.
guas antiguas i romanas. Los poetas a lemanes tomaron
sobre todo por modelo al italiano Marini, cuyo estilo es
pintoresco pero ampuloso, i a los mas pulimentados de los
autores franceses. Desde esta época, la literatura francesa
fué durante m^s de un siglo el modelo de la poesía ale*
mana.'*
La Silesia, que habia sufrido con la guerra de treinta
años mucho menos que todo el resto de la Alemania, fué
el único asilo que quedó a las letras; i de allí salieron los
principales representantes de esa triste literatura del siglo
XVII. Se distinguen en este período dos escuelas silesia-
nas. La primera fué fundada por Martin Opitz (15Ví7-
1639), poeta correcto, talento metódico, que, fundándose
en las reglas del arte antiguo i tomando por modelo la li.
teratura clásica, creó una nueva forma poética. A pesar de
la grande estimación de sus contemporáneos, Opitz no es
notable por su carácter ni por sus escritos. A fuerza de li-
sonjas obtuvo el favor de los grandes, i no empleó su in-
fluencia en favorecer a los hombres de verdadero talento.
Carecia de imajinacion i de profundidad, i daba la mas
grande importancia a la perfecccion de la forma, a la pure-
za del lenguaje, a la constru;:cion de los versos, a los jiros
espirituales i sorprendentes. Su poesía es la poesía del
buen sentido, clara, armoniosa, metódica, pero casi siempre
fria. No se ensayó ni en la epopeya ni en el jénero drama-
LITERATURA ALEMANA 539
tico; perfeccionó sólo la poesía lírica, escribió cantos sa-
grados i profanos, i poemas didácticos i descriptivos. Su
influencia se hizo sentir particularmente sobre los versifica-
dores a quienes dio excelentes preceptos i buenos modelos.
Esta primera escuela silesiana tuvo un graa niímero de
adeptos, todos ellos inferiores a su fundador; pero la fria
imitación de la literatura clásica francesa, el gusto por la
corrección i el deseo de alcanzar a la elegancia, produjeron
una reacción violenta, i luego la creación de una segunda
escuela silesiana, cuyo jefe fué Cristian Hoffmann (1618 —
1669). Versado en el estudio de la antigüedad i de los
poetas estranjeros, i poseedor de una verdadera inspira-
ción, tomó de los franceses la galantería i de los italianos
ese recargo de adornos de la escuela de Marini que habia
corrompido el gusto poético. Sus poemas críticos son fáci-
les i elegantes; pero con frecuencia licenciosos. Sus poemas
espresan la alegría i el amor al placer, mezclados de sensua-
lidad. Su estilo está empañado por lo rebuscado i por una
pretensiosa afectación de sensibilidad. En él, como en los
otros poetas de esta segunda escuela silesiana, se descu-
bren los mismos defectos, la hinchazón, la exajeracion, un
amor excesivo por la forma, figuras i epítetos insípidos, to-
mados de los escritores franceses e italianos que le servian
de modelo.
Si un injenio de primer orden se levanta en medio de este
abatimiento literario, no viendo nada de vivo, escribirá
para la Europa en una lengua que no es la suya. Esto fué
lo que ocurrió en Alemania durante el siglo XVII. Un gran
número de sabios, entre los cuales domina el astrónomo
Kepler, habian ensanchado con sus obras i sus descubri-
mientos todos los romos de la ciencia empleando siempre
la lengua latina, cuando apareció Godofredo Guillermo
Leibnitz (1648-1716), uno de los mas grandes jenios que
hayan existido, i el talento mas universal de los tiempos
modernos. Filósofo, teólogo, matemático, físico, juriscon-
sulto, historiador i filólogo a la vez, cultivó con gran dis-
tinción casi todos los ramos de los conocimientos huma-
540 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
nos; pero conservó el latin como el idioma de la ciencia.
Leibnitz fué el rival de Isaac Newton (1642~1727j, el pri-
mero de los sabios de Inglaterra, el mas grande de los ma-
temáticos, de los físicos i de los astrónomos; pero si sus
contemporáneos estuvieron diverjentes en la estimación de
estos dos colosos, la posteridad, mucho mas justiciera, ha
dado a cada uno la gloria que le corresponde.
4. — Durante la primera mitad del siglo XVIII, el estado
de la lengua i de la educación alemanas era verdaderamen-
te deplorable. En las cortes i en la sociedad de tono no se
hablaba ni se leia mas que el francés. El idioma i la litera-
tura de la Francia eran considerados en todas partes como
superiores o a lo menos ¡guales a la antigua literatura clá-
sica. El latin, dominaba, entre tanto, en las universidades»
porque los sabios profesores creian indigno de ellos el escri-
bir o el enseñar en la lengua del pueblo. Así fué que al ini-
iciarse una reacion contra aquel estado de cosas, se empleó
la primera parte de aquel siglo en discutir los principios del
gusto, las reglas de la gramática i en fijar lo que habia de
incierto en la lengua.
La imitación francesa era a principios del siglo el ideal
de la literatura. Juan Cristóbal Gottsched- (1700-1766),
prusiano de oríjen, ejerció en este sentido una grande in-
fluencia sobre sus contemporáneos, como profesor, como
poeta i como crítico. En una revista literaria, en la ense-
ñanza, en todas partes recomendaba la literatura clásica
francesa como el modelo mas digno de imitación; i uniendo
el ejemplo a la doctrina, compuso trajedias calcadas sobre
las de Racine que tuvieron gran boga en su tiempo. Sus
preceptos, reunidos en una obra especial, fueron lei en mu-
chas escuelas.
La reacion contra este sistema tuvo su oríjen en la Sui-
za. Alberto de Haller (1708-1777), natural de Berna, uno
de los primeros sabios antiguos i modernos, botánico, ana-
tomista, historiador i poeta, manifestó prácticamente, i
por medio de sus escritos, que la poesía no se hallaba sólo
en hi imitación francesa. Espíritu severo, algunas veces
LITERATURA ALEMANA 541
sombrío i melancólico, apasionado por los escritores ingle-
ses, campeón de las creencias cristianas en un siglo de
escepticismo, es notable como escritor por la enerjía i la
flexibilidad de su lenguaje, bien que su estilo, que él se em-
peñaba en hacer rápido i condensado, sea algunas veces
oscuro. Su obra mas notable es un poema didáctico, Los
Alpes, que encierra una descripción pintoresca de los luga-
res grandiosos de la Suiza, una pintura de sus costumbres
primitivas i el elojio de una vida sencilla.
Haller, sin embargo, no pretendió fundar escuela, ni
abrir discusión sobre las teorías literarias. Otro escritor
suizo Juan Jacobo Bodmer (1698«-1783), poeta frío, pero
crítico entusiasta, ejerció una influencia considerable so
bre la literatura alemana por la censura razonada de la po-
sía moderna, i por la rehabilitación de la antigua poesía.
Combatiendo ardorosamente la imitación de los escritores
franceses, avivó el sentimiento nacional, opuso la'poesía
del norte a la poesía de los pueblos neo-latinos, publicó los
cantos de los Minnesinger, tradujo a Mil ton i despertó el
entusiasmo por otro ideal. Ayudáronle en esta empresa
otros críticos distinguidos; muchos jóvenes escritores se
agruparon al rededor de la nueva escuela; i Gottsched pu-
do ver el descrédito de sus doctrinas, cuando S2 creia aun
en el colmo de su gloria.
5.— El primer poeta de jenio que se hizo famoso en la
nueva escuela fué Federico Teófilo KIopstock (1724-1803),
poeta sajón de mérito notable i de una gran fecundidad.
Pasó su vida en Suiza, cerca de Bodmer, en Dinamarca, o
en diversas provincias de Alemania, i gozó en su tiempo de
una reputación literaria de que no había gozado ningún
escritor alemán antes que él KIopstock compuso trajedias,
odas, un poema heroico i algunas obras en prosa sobre lite-
ratura i gramática, pero es célebre principalmente por una
epopeya en que bajo el título de Mesiada, canta la vida de
Jesucristo. La acción comienza en el momento en que los
enemigos de Jesús piden su muerte; i el desenlace es el triun-
fo de la misericordia de Dios i la reconciliación del jénero
542 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
humano con su creador. Aunque el poeta no haya dividi-
do su obra en dos partes, los diez primeros cantos forman
un poema completo que termina con la muerte del Salva-
dor; los diez últimos, llenos de himnos que se cantan en el
cielo están consagrados a Jesucristo. La falta de acción,
o mas bien de peripecias, sobre todo en la segunda parte,
constituye gran defecto de este poema. Su asunto, dema-
siado conocido, no podia ser alterado, i apenas embellecido
con algunas circunstancias estrañis. Todo el talento de
KIopstock, esencialmente lírico i descriptivo, está en la
ejecución. Son admirables, sobre todo, los retratos de algu-
nos apóstoles, de sus ánjeles guardianes i de otros perso-
najes, a pesar de que los discursos que el poeta pone en sus
bocas, son demasiado kirgos i pomposos. Hai también al-
gunos episodios justamente aplaudidos.
A pesar de los defectos indicados, el poema de KIops-
tock obtuvo un triunfo espléndido. La crítica no tuvo en él
mas que las bellezas i la gran tendencia que el poeta de-
claraba públicamente de crear una poesía nacional alema-
na. KIopstock alcanzó este objeto: i e! movimiento impre-
so por él sobrevivió a su triunfo. En nuestro tiempo, la
Mcsiada es mucho menos leida: se la lee sólo por fragmen-
tos, porque la monotonía del conjunto la hace fatigosa;
pero es considerada siempre como imo de los monumentos
de la literatura alemana, por la influencia que ejerció sobre
ella.
6. — Mientras que KIopstock purifica las imajinaciones
trazándoles un camino que no es la imitación ciega de una
literatura estraña, otro escritor de gran mérito, I^ssing,
cooperando a la misma revolución, aguza i fortifica las
intelijencias. Efrain Lessing (1729-1781), poeta, filósofo,
erudito, periodista, innovador lleno de ideas, escritor de
primer orden en la polémica, era tani4)ien orijinario de Sa-
jonia. L'jssing se ensayó en el drama con poca felicidad en
el principio; pero luego, su jenio impetuoso, apartándose
de las reglas de la escuela clásica, quiso dar a las obras
teatrales un carácter verdaderamente nacional, se inclinó
LITERATURA ALI<:MAN'A 543
un poco a los modelos ingleses, i al fin salió airoso en su
empresa, pues tanto sus comedias como sus dramas respi-
ran un sentimiento verdaderamente alemán. Compuso
tíimbien una colección de fábulas, con el propósito de dar
a este jénero la sencillez i la brevedad de que los antiguos
habian dejado algunos modelos i de probar que el apólogo
no necesita del adorno del verso para su perfección. Las
fábulas de Lessing, a pesar de la naturalidad con que han
sido escritas, ofrecen alguna oscuridad por su desmedida
precisión, i las sentencias morales son algo rebuscadas.
Ademas, esos apólogos no se gravan fuertemente en la
memoria: \^a sea porc^ue su acción es apenas sensible, ya
porque sus observaciones son demasiado metafísicas.
La acción de Lessing sobre la literatura alemana se
hizo sentir particularmente por su crítica; i si él creó, como
se le reconoce, el verdadero teatro alemán, fué por sus con-
sejos i por sus lecciones, mas bien que por las obras dra-
máticfis que escribió. Antes de él, no se representaban en
Alemania mas que traducciones o pálidas imitaciones del
teatro francés. Deseoso de dotar a su pais de un teatro
nacional, combatió lo que encontraba defectuoso en los
clásicos franceses, i se consagró a esta tarea con una espe-
cie de animosidad apasionada, que frecuentemente lo hace
injusto, pero, que puede disculpársele por las raices profun"
das que tenían las ideas que él queria combatir. Su obra
capital en este jénero de trabajos, tiene el título singular
de LüocQoíi. La tituló así porque una corporación entre el
grupo famoso que representa la muerte de este desgraciado
padre i el magnífico episodio de Virjilio en que está conta-
do este suceso, le sirvió de punto de partida: pero su libro
tiene ademas un segundo título que esplica mas claramen-
te su objeto: este es Límites déla pintura i de la poesía,
Lessing llega en este libro a consecuencias enteramente
opuestíis a las teorías de esa época. Piensa que el fin su-
premo de la poesía es el ideal de la acción, del mismo modo
que el del arte plástico es la belleza corporal i el ideal de
la forma humana, que la pintura i el arte oratorio no de-
54i NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
ben estar mezclados con la poesía, i que por consecuencia
la poesía pintoresca i descriptiva es un absurdo. En ésta
como en sus otras obras se perciben una grande erudición,
un orusto sólidamente formado i notables dotes de estilo.
**Lessing, dice madama de Stael, escribió en prosa con una
nitidez i con una precisión enteramente nuevas: la profun-
didad de los pensamientos embaraza con frecuencia el esti-
lo de los escritores de la nueva escuela alemana; pero Les-
sin, no menos profundo, tenia algo de áspero en el carácter
que le hacia encontrar las palabras mas precisas i mas in-
cisivas*'.
7. — Al lado de Klopstock i de Lessing, tomando el ejem-
plo de aquel i los preceptos de éste, se formó en Alemania
una jeneracion de poetas que, apartándose del sendero tri-
llado hasta mediados de ese siglo, robustecieron la nueva
escuela que en el occidente de Europa fué bautizada, como
hemos visto en otra parte, con el nombre poco significativo
de Romanticismo. Entre ellos se distinguió, mas aun que
por su talento, por la popularidad de que gozó en su siglo,
un pintor suizo, Salomón Gesner (1730-1788) que intentó
hacer revivir la poesía pastoral. Gesner compuso algunos
dramas bien distribuidos i desarrollados, imitó la famosa
novela de Longo i escribió algunos poemtis poco estima-
dos. Sus obras capitales son sus Idilios i un poema bíblico
titulado La muerte de Abel. Se distinguen los primeros por
la gracia i la naturalidad de ciertos sentimientos: **su len-
guaje azucarado i sentimental, dice Weber, no impide el re-
conocerla ausenciade ideas, de acción i de naturalidad. Sus
pastores son jente de mundo que el poeta reviste con la tú-
nica pastoral para trasportarlos a los campos.'* Aunque
en ellos no se encuentra la vida real, obtuvieron en su
tiempo una reputación inmensa, sobre todo en Francia.
La muerte de Abel es una imitación de Milton i de la Bi-
blia, en que ha sabido unir a la ternura de los sentimien-
tos, las bellezas varoniles de la alta poesía, i ha espresado
con verdad esa sencillez de las costumbres patriarcales.
Se le reprochan cierta debilidad en los caracteres de los per-
LITERATURA ALEMANA 545
sonajcs, frecuentes repeticiones, descripciones monótonas i
una difusión que no es rara en los escritores alemanes.
8.— La literatura alemana no habia realizado todavía
todas las promesas de la nueva escuela cuando apareció un
escritor de un talento singular, pero mas fácil que profun-
do, dispuesto a darle otra dirección .o a lo menos a cultivar
otros jéneros menos conocidos. Era éste Cristóbal Martin
Wieland (1733-1813), natural de Würtemberg, poeta de
una rara fecundidad, prosador ameno i animado, i hombie
dotado de una grande instrucción. Bn el curso.de su larga
carrera literaria, cambió algunas veces de sistema. Fué en
su juventud el admirador de Klopstock i el amigo de Bod-
mer; luego se aficionó a los filósofos franceses del siglo XVIII
i se hizo escéptico i burlón.
Las obras de Wieland son de muchos jéneros. Compuso
poemas filosóficos i descriptivos, cuentos en verso, dramas,
poesías morales, poemas caballerescos, sátiras, novelas en
prosa. En todas sus obras ostentó la misma facilidad; i to-
das ellas le granjearon un gran renombre, que, sin embar-
go, ha perdido ya mucho de su prestijio. La mas popular
de todas es Oberon, poema caballeresco formado sobre la
base de un antiguo fabliau francés i escrito con una riqueza
de detalles que lo acerca a la epopeya inmortal del Ariosto.
Su asunto es el viaje de Huon, caballero franco, a quien
Cario Magno condena en castigode un crimen a ir a Bag-
dad para arrancar cuatro dient2s i un cadejo de barba al
sultán i para ir a robarle su hija. Huon, escapando a todos
los peligros, hace este viaje i vuelve a Paris, donde obtiene
su perdón. El poema ofrece rasgos maestros en todos los
jéneros, burlesco, descriptivo, satírico, delicado i patético.
Algunos pasajes son verdaderamente admirables. Entre sus
obras en prosa descuellan ciertos escritos satíricos sobre las
cuestiones políticas del tiempo de la revolución francesa, i
algunas novelas filosóficas. Sobresale particularmente en
el arte de narrar.
Esa universalidad de talento, esa lijereza de estilo, la
causticidad de sus burlas, han hecho que Wieland sea Ua-
Tí)MO IV 35
54^ XOCIO»» DE HI«TOKLA UTBBAKIA
mado con fFecnencia el Voltaire de la Alemania. En efecto,
como el filósofo de Femey, el poeta alemán escribió en to-
dos los jéneros, i en algunos se mostró superior; pero en
Voltaire se encuentra un propósito fijo, bien definido i bien
desarrollado, el destruir todas las preocupaciones i las
creencias de su siglo, mientras que el buen humor de Wie-
land no obedece a un sistema determinado. Por otra par-
te, iniciado en el conocimiento de la antigüedad i en el de
las literaturas modernas, Wieland, que poseia un maravi-
lloso talento de asimilación, se apoderó de muchas ideas
estrañas, sin perder, sin embargo, nada de su propia indivi-
dualidad, pues vestía sus escrítoscon un estilo elegante i es-
piritual, aunque a veces algo difuso, que le era propio. Dos
críticos mui distinguidos, aunque apasionados, los herma-
nos Schiegel, hicieron por esto mismo una crítica amarga
de Wieland. Invitaron a Luciano, a Aristóteles, a Horacio,
a Cervantes, a Shakspeare, a Voltaire i a todos los que tu-
vieran algún reclamo que hacer, a reunirse en junta de
acreedores a fin de hacer valer sus derechos contra Wieland.
Su reputación, en efecto, no se ha sostenido a la altura que
alcanzó en su siglo.
9. — La rejeneracion de la escena i de la poesía alemana,
comenzada porLessing,fué acabada por Goethe. Juan Wolf-
grang Goethe '1749 - 1832 •, el poeta mas grande de la .Ale-
mania i una de las mas elevadas i vigorosas intelijencias del
siglo XIX, nació en la ciudad libre de Francfort, hizo
brillantes estudios i alcanzó en pocos años el alto puesto
que su nombre ocupa todavía en la historia literaria de su
patria. La poesía de Klopstock. la crítica de Lessing i la
ciencia de Buffon Oa historia natural;, por la cual tomó
una verdadera pasión, fueron los guias de su educación li-
teraria; pero en 1772, cuando apenas contaba veintitrés
años, hizo representar Goetz de Berlicbingen, drama en el
jénero de los de Shaksp>eare, que fué acojido en toda la Ale-
mania con la mas profunda admiración. El héroe es un cé-
lebre personaje de Würleraberg que habiendo perdido una
mano en las guerras intestinas de fines del siglo XV, la
LITERATURA ALBMANA 547
reemplazó por una mano de fierro i sigaió su carrera mili-
tar con un ardor inquebrantable. Goethe ha bosquejado a
grandes rasgos la vida de ese hombre singular: pero ha
agrupado a su alrededor la vida social de la Alemania de
esa época, con las rivalidades de los diversos Estados, las
rebeliones constantes, las amenazas de los turcos i la pro-
ximidad de la reforma relijiosa. Puede criticarse ese dra-
ma de falta de proporciones, sobre todo si se le aplican las
reglas del teatro clásico, pero en él se encontrará siempre
el mérito de representar las costumbres, los hábitos, las
creencias de la época con tanto vigor como verdad, i de re-
flejar las aspiraciones liberales de la Alemania en tiempo
del autor.
Las obras restantes de Goethe son doce dramas, traje-
dias o comedias, casi todas de un gran mérito por el poder
de la creación i por el vigor de los caracteres, diez óperas,
numerosas poesías líricas, cuatro novelas, tres poemas
narrativos, cuatro obras de memorias o de viajes, i cinco
tratados de ciencias, de historia natural o de física. En la
imposibilidad de dar a conocer cada una de estas obras, va-
mos a analizar las mas notables, tratando en seguida de
reunir algunos de los rasgos distintivos de la fisonomía li-
teraria de este grande escritor.
La mas afamada novela de Goethe es Werther, Espone
en ella la vida de un joven imbuido en las ideas de su tiem-
po que busca la soledad para dar libre curso a su melanco-
lía, i que, presa de un amor, acaba por el suicidio. Los ca-
racteres están tan bien concebidos, la narración tan bien
encadenada, que la aparición de esta novela fué un verda-
dero acontecimiento que despertó una tempestad de aproba-
ciones i de contradicciones. Las almas tiernas i apasiona-
das elevaron a su autor al rango de los dioses. Los talentos
mas desconocidos, los jenios perseguidos, las pasiones ter-
minadas por la muerte o el suicidio fueron ele mentos espio-
tados por muchos novelistas. Los ortodojos luteranos alza-
ron la voz contra un libro en el cual el suicidio es el herois-
mo. Sea lo que se quiera, la verdad es que hoi mismo no po-
548 SOCIOSBS DK HKTOKIA UTBMLAXIX
demos leer Wertber sin scntinios TiTamentc ajitados por
las mas profundas emociones que la kctara poede producir.
Pero la obra colosal del Goethe es Fausto. Por so asun-
to i por su forma no puede ser clasificada en ninguno de los
jéneros literarios conocidos, pues aunque tiene la forma
dramática, por su estension i por su carácter jeneral no es
hecha para la representación escénica. S^un una antigua
tradición, Fausto era un májico famoso que Tiria a fines
del siglo XV i a principios dd siglo XVI. Deseoso de pro-
fundizar los arcanos de las ciencias ocultas i de procurarse
recursos para satisfacer todas sus pasiones, celebra con el
diablo un pacto de veinticuatro años, i recibe como serri*
dor al demonio Mefistófeles, con el cual visya Uerando una
Tida de placeres i de borrascosas aventuras. Cumplido el
plazo, Fausto fiíé llevado al infierno por Satanás. La his-
toria de los prodijios operados por Fausto fué esplotada,
ya para divertir al pueblo, va para mostrarle los peligros
de sortilegios i de una vida en que las pasiones no tienen
ningún freno. No sólo se escribieron sobre este asunto na-
rraciones en prosa i con apariencias históricas, »no que la
poesía se apoderó de la tradición i aun sacó varias veces a
la escena dramática a Fausto i sus hechizos. Al apoderarse
de esta leyenda, Goethe ha renovado ese Fausto de la edad
media apropiándolo a las nuevas doctrinas, a las nuevas
dudas, a los destinos nuevos de la humanidad. En vez dd
Fausto sensual i carioso, con inclinaciones groseras que lo
rebajan i lo deprimen, tal como lo había concebido el pue-
blo alemán del siglo XV, Goethe ha creado un sabio lleno
de aspiraciones elevadas que lo hacen simpático i admira*
ble, i ha animado su cuadro con un sentimiento profundo
de la grandeza a que aspira nuestra época.
Goethe pone en escena un espíritu vigoroso que ha pro-
fundizado todos los conocimientos humanos sin encontrar
satisfacción para su conciencia. Está preocupado por el
pensamiento del suicidio, que considera eomo un medio de
romper ios lazos corporales queie i mped i an descubrir los
secretos de la naturaleza. De re|>ente, cuando va a acercar
LITERATIRA ALEMANA 549
a sus labios la copa qae contiene el veneno fatal, los cantos
de Pascua que celebran la resurrección de Jesucristo, llegan
a sus oidos i le recuerdan los años tranquilos de su juven-
tud, el tiempo feliz en que la f¿ le aseguraba la paz del alma
i en que todos sus esfuerzos tendian sólo a satisfacer las ne-
cesidades lejitimas. Fausto renuncia a su proyecte, i quiere
volver a la fé; pero ha saboreado el fruto del árbol de la
ciencia, vacila i al fin cae en los lazos que Satanás le tiene
tendidos. Sin cuidados por la vida futura, libertado de la
necesidad de conocer sus arcanos, rejuvenecido, i lleno de
ardor i de temeridad, se lanza guiado por Mefistófeles, el
espíritu infernal, en busca de los placeres i de los goces.
Fausto, héroe del mundo intelectual, recorre el mismo cami-
no de borrascosos pasatiempos de los héroes del mundo de
los sentidos, pero no encuentra la apetecida satisfacción.
Por un instante la felicidad le sonríe: una mujer, Margari-
ta, suave i santa criatura, uno de los tipos mas perfectos
i armoniosos que haya formado la imajinacion de los poe-
tas, le entrega su corazón. Margarita pierde al fin su ino-
cencia i su virtud: el amor i la seducción hacen que aquella
felicidad consista en placeres sensuales, i precipitan a esa
pobre niña a las mayores faltas. Envenena a su madre,
ahoga a su hijo, deja que Fausto mate a su hermano en
un duelo. La justicia pide cuenta de estas faltas a Marga-
rita^ ella las espía con dolor, se niega a salir de la prisión, i
el cielo la perdona porque se ha arrepentido. Aquí termina
la primera parte del poema. En la segunda, publicada mu-
chos años después, los mismos personajes aparecen bajo
una forma simbólica, oscura, estra vagante, algunas veces
inintelijible. Margarita aparece en el coro celestial de los
penitentes. Fausto es viejo; no piensa mas que en hacerse
útil a los hombres. Muere, i su alma purificada es llevada
por los ánjeles a la mansión eterna. Goethe ha espuesto «quí
simbólicamente sus estudios sobre la naturaleza i la anti-
güedad, de cuyo enlace resulta un jenio sin alas, la poesía
romántica.
En esta obra grandiosa i singular, que casi resiste a todo
ásO wocimnm tm hvtviua lítvlakia
análtsts, se cncacntra mejor que eo caalqiiiera otra parte,
la TÍda íntjnia del autor i sos sentimieatos de hombre i de
artista. Este poema, curo plan concibió Goethe en so jo-
Tentad, i qoe no acabó sino na año antes de so moertc lo
ocopó dorante la major parte de so rida. De ahí nace la
gran difemicia qoe se nota entre las dos partes de la obra.
Aonqoe no es posible pmetrar ciertos pasaies oscoros. cier-
tas vagoedades qoe dgan ver la proTondidad de algunas
ideas, no se poede desconocer qoe el Fausto encierra todo
lo mas sobüme qoe ha podido producir ooo de los ienios
poéticos tatyoT dotados, i on estadio profondo de la nato*
raleza homana.
"Goethe, a qoien sos compatriotas han Mamado d Apolo
MasagetB director de las mosas^, dice M. Philarete Chas-
Íes, í qoe en efecto ha dado el impolso a todos los espiritos
i favorecido todos los desarrollos de la Alemania, no es de
fácil comprensión en e¡ conionto de sos obras: tan flexibles
i variables son las modificaciones de so pensamiento. Para
mochos de sos lectores, so prestijio consiste en la melodía
de on estilo a la vez elegante, poro, flexible, colorido, ar-
monioso. El campesino repite las canciones de Goethe; el
hombrede mundo recorre sos pájina< pintorescas; el filósofo
busca la llave de hfs enigmas qoe encierra la mayor parte
de sus obras. Entre los admiradores de este hombre sor-
prendente se encuentran los espíritus mas profundos i las
intelijencias mas frivolas." Pero el secreto de su superiori-
dad, no se encuentra sólo en el arte de adaptarse a todos
los gustos: bajo esas formas poéticas-reside la razón, fna,
serena, imperturbable, que no se deja arrastrar por la mo-
da ni por la imajinacion.
10. — Bl nombre de Goethe está asociado por la amistad,
por el jenio i por la influencia ejercida sobre la literatura
de su siglo, al de otro gran poeta, Federico Schiller 1759
-lSo5 . Hijo de un capitán del reino de Wiirtemberg,
Schiller. y)or obediencia a su padre, recorrió los estutlios
ecle^siásticos, la jurisprudencia i la medicina en busca de
una carrera profesional: i en efecto, alcanzó al puesto de
LITRRATURA ALEMANA 551
cirujano de ejército. Pero su pasión por la literatura i por
la poesía en particular era tan poderosa que luego lo aban
donó todo para entregarse por completo a su cultivo. Des-
pués de algunos ensayos de poca importancia, Schiller hizo
representar un drama titulado Los bandidos, que fijó su
reputación. Esta pieza terrible, protesta audaz contra to-
dos los lazos que pueden encadenar al hombre a un orden
social absurdo i arbitrario, por sus pasiones profundas,
por sus caracteres i por los hechos, que sin duda salen de
los límites naturales, ejerció una impresión irresistible so
bre la impetuosa juventud, i dio oríjcn a una serie de nove-
las en que los bandidos eran hombres estimables, que bus-
caban en los bosques la independencia de que no podian
gozar en las ciudades. Cuéntase que en medio del entusias-
mo producido por la representación, hubo jóvenes dispues-
tos a reunirse para formaren las selvas una de esas aso-
ciaciones que Schiller habia retratado con tanta enerjía.
Este triunfo lo precipitó de lleno en la carrera literaria.
Poeta lírico i dramático, novelista, historiador, filósofo i
crítico, Schiller cultivó todos estos jéiieros con verdadera
superioridad. A él se debe el haber popularizado en escritos
llenos de sagaz observación i de buen gusto literario las
metafísicas teorías de Kant sobre lo bello. Sus obras histó-
ricas, la Historia de la revolución de los Paises Bajos i la
Historia de la guerra de treinta años, pueden haber enveje-
cido, es decir, el estudio mas profundo de las fuentes histó-
ricas puede haber ensanchado i rectificado las informacio-
nes sobre aquellos sucesos, pero esas dos obras conservan
su mérito como un ensayo de alianza entre la poesía des-
criptiva para engalanar la narración de los sucesos sin ha-
cerles perder su verdad.
Sin embargo, son sus poesías líricas i sus dramas las
obras que revelan toda la estension de su jenio, las que es-
plican su influencia literaria i las que conservan la estima-
ción que se granjearon desde sus primeros dias. Schiller es
uno de los mas grandes jefes de la escuela romántica: es
ante todo un poeta idealista que trasforma todo lo que
552 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
toca. Ennoblece las pasiones, aun las que nacen del crimen
o que conducen a él; purifica el amor revistiéndolo de cierta
inocencia; arroja hasta sobre la fealdad moral un barniz
que sin disculparla, la hace soportable a la vista. Schiller^
creador de los sentimientos puros i consoladores, encuen-
tra en su corazón el secreto de estas trasformaciones, na
siempre naturales, es verdad, pero siempre hermosas. Esta
tendencia idealista no esplicaria por sí sola la aprobación
universal que han encontrado sus obras en todo el mundo
civilizado, porque, fuera de lord Byron i de Walter Scott^
no existe quizas un autor moderno que haya encontrado
tantos traductores o imitadores. Pero esta predilección
instintiva tiene vsu fundamento en el carácter humanitario
de sus obras; pues, si bien Schiller ha hecho vibrar ante
todo las fibras de la naturaleza alemana, su amor exalta-
do por los derechos del jénero humano le ha hecho hablar
un lenguaje que ha debido ser comprendido por todos los
corazones jenerosos, sin distinción de nacionalidad. Exami-
nando sus trajedias, se encuentra en cada una de ellas una
idea jeneral que interesa a todos los hombres, desarrollada
a veces, es cierto, con alguna declamación inútil, pero de
ordinario con buen gusto. En Los bandidos es el odio con-
tra la arbitrariedad social; en Fiesko^la lucha del republica-
nismo contra las usurpaciones monárquicas, en Intriga i
amor, el odio de la clase media contra la aristocracia, la
lucha del amor con las combinaciones maquiavélicas; en
Don Carlos, por. un feliz anacronismo, se encuentra el siglo
XVIII con sus ideas de reforma en presencia del despotis-
mo real i de las tradiciones tiránicas, la filosofía delante
de la inquisición: en Wallenstein vemos la alta ambición
de una poderosa individualidad que quiere esplotar en su
provecho esclusivo i egoista las dificultades de una guerra
civil; en María Estuardo se nota una protesta contraías
persecuciones relijiosas por medio de la presencia de dos
cultos hostiles, simbolizados por dos reinas rivales; en
¡uaná D'Arc i en Guillermo Tell, por fin, se ve el amor del
suelo natal que se levanta contra la invasión estranjera.
LITERATT RA ALEMANA 553
Eli todos estos dramas, ademas, aparecen caracteres de
una anjélíca pureza que encantan al lector. En sus poesías
líricas, notables siempre por la profundidad de las ¡deas i
el calor del penaamienio, se encuentra de ordinario el mis-
mo carácter filosófico i didáctico.
Schiller i Goethe, como hemos dicho mas arriba, vivie-
ron en una comunidad literaria noble i fraternal, en su co-
rrespondencia, que ha sido publicada toda, los dos poetas
se alientan el uno ai otro, se comunican sus inspiracio-
nes; i sin celos secretos, sin entusiasmo mezquino, consa-
grados completamente al culto de lo ideal, dieron a la Ale-
mania i al mundo entero el mas magnífico ejemplo del
sacerdocio del arte. La misma muerte de Schiller no inte-
rrumpió esa estrecha intimidad de estas dos grandes al-
mas: en la última faz de la carrera de Goethe, durante los
últimos veintisiete años de su vida, cuando su jenio tomó
posesión del mundo entero, por decirlo así, se encuentran
siempre el recuerdo i la inspiración de su amigo.
11. — Estos dos nombres bastarianpara constituir la glo-
ria de un siglo; pero al lado de ellos la Alemania cuenta
una falanje de poetas, cuyo análisis no puede tener cabida
en un libro de la naturaleza del presente. Cerca de ellos, los
filósofos especulativos revuelven todos los sistemas anti-
guos, crean nuevas doctrinas i fundan nuevas escuelas.
Algunos aplican la filosofía al estudio del arte i crean la
estética, la ciencia de lo bello; otros la aplican al estudio
comparado de las antiguas relijiones i fundan la verdadera
ciencia de la mitolojía: otros la aplican al estudio de las
lenguas i fundan la ciencia de la filolojía comparada: otros,
en fin, la aplican a la historia, i después de prolijas investi-
gaciones, creen poder establecer la lei fundamental de la
marcha de la humanidad.
A este número pertenece Juan Teófilo Herder (1744 —
1803), célebre predicador prusiano, que fué a la vez litera-
to, teólogo, filósofo, crítico i filólogo, i que ejerció una grande
influencia sobre su tiempo por sus numerosos escritos i
por sus trabajos. Como filósofo, es un escritor elocuente
554 NOCIOKBS DE HI8TORIA LITERARIA
de una imajinacion rica i fecunda, de un espíritu mas esten-
so que profundo, animado de pensamientos nobles i jene-
rosos aunque con frecuencia superficial. Pero donde es ver-
daderamente orijinal i donde hace sentir sus méritos supe-
riores, es en una obra titulada Ideas sobre la filosofía de
la historia de la humanidad, **Desde mis tiernos años, dice
él mismo, cuando el campo de la ciencia se desplegaba a mi
vista con toda la frescura de la mañana, me asaltó con
frecuencia el pensamiento de examinar si lo que nos intere-
sa mas, la historia jeneral de la humanidad, tiene también
su filosofía i su ciencia, puesto que todo en el mundo la
tiene. Todo me invitaba a ello, la metafísica i la moral, la
física i la historia natural i sobre todo la relijion." Ese
libro es el fruto de sus prolijos i variados estudios i de su
constante observación. Herder cree que la relijion es la
mas antigua i la mas santa de las tradiciones; i después de
estudiar la composición de la Tierra i de la naturaleza se-
gún la ciencia de su tiempo, trata de ponerla en armonía
con la historia de la creación según Moisés. Se empeña en
descubrir en la organización misma del hombre el jérmen
de sus facultades intelectuales, el amor al prójimo, la fé
relijiosa etc., i acaba por presentarlo como el intermediario
entre dos mundos. Su imajinacion levanta temerariamente
i con una magnificencia oriental un edificio de tradiciones
de donde emanan las ciencias, las artes i los gobiernos.
Recorre sin descanso el penoso camino de las esperiencias i
de las analojías i la historia de todos los ramos de los co-
nocimientos humanos, hasta que al fin puede colocarse en
la cima i abrazarlos con una sola mirada. De este modo,
nos conduce bajo todas las zonas, nos trasporta a todos
los tiempos. El mundo material i la vida humana, los re-
cuerdos del pasado i los presentimientos del porver.ir se
desarrollan en un libro ante los ojos asombrados de sus
lectores. Esta obra, llena de noble entusiasmo, de un estilo
rico i colorido, produjo un efecto prodijioso. La ciencia mo-
derna, las investigaciones i los estudios mas prolijos, han
podido modificar algunos de sus puntos de partida, la filo-
IJTER ATURA A LOMAN A 555
Sofía ha podido rectificar alguna de sus conclusiones; pero
apesar de todo, la obra de Herder subsiste como un mo-
numento de ciencia, de observación i de estilo.
Herder, ademas, ha prestado «grandes servicios a la lite-
ratura como crítico i como erudito. Por su manera nueva
i elevada, por la elocuencia entusiasta con que sabe espo-
ner i apreciar los monumentos de la poesía de los pueblos
antiguos i en especial de los hebreos, ha contribuido mu-
cho en Alemania a la revolución que se ha operado en la
manera de estudiar la historia i de hacer la crítica de las
obras del arte i de la literatura, revolución que ha llegado
a hacerse universal en Europa.
12. — La historia propiamente dicha, fué cultivada tam-
bién en este tiempo con gran profundidad de estudios, i con
mucho talento en la manera de escribirla. Se distingue en-
tre todos los historiadores alemanes un suizo, Juan de Mü-
11er (17521809), que desempeñó en la enseñanza i en la po-
lítica un papel importante. Ademas de muchas disertacio-
nes sobre varios puntos de historia, que revelan una gran
erudición, compuso dos obras justamente célebres. La mas
estensa de ellas, la Historia de la confederación suiza, no
alcanza, sin embargo, mas que hasta los primeros años de
los tiempos modernos. Una filosofía profunda i un senti-
miento indefinible de verdad que le permite descubrir la luz
aun en las fuentes mas desacreditadas, se unen en esa obra
al vigor, a la dignidad i a la orijinalidad del estilo. Müller
comienza su obra por los oríjenes de la Suiza, i entra en al-
gunos detalles sobre las guerras de los helvecios contra la
república romana; pero la narración adquiere todo su de-
sarrollo desde la caida del imperio de Occidente, cuando se
forman las nuevas nacionalidades. La vida con que pinta
el teatro de los acontecimientos, las costumbres i los pro-
gresos sociales de los pueblos, la filosofía con que encadena
las causas i los efectos, han hecho que se le llame el Tucídi-
des moderno. Su Historia universal refleja las mismas do-
tes. Recorre en rápida revista todos los sucesos pasados
señalando con mano de maestro los puntos culminantes de
556 XOCIOXRS DE HISTORIA UTKRASIA
];j historia i los cuadros íenerales de los progresos de la ci-
vilización. Los sucesos están referidos samariainente como
debia hacerse en una obra de corta estension; pero jamas
se ha escrito nn compendio en que los hechos hayan sido
mas sólidamente estudiados, en que estén espuestos con
mas seguridad, i en que exista mayor unidad de pensamien-
to desde el principio hasta el fin. En efecto, leyendo la His-
torta universal á^ Müller se adquiere la convicción de que
el autor sabia toda la historia con una rara profundidad,
de que escribia de memoria, sin consultar un'Kbro, sin bus-
car una fecha, porque todo estaba reunido de antemano en
su mente. Por eso es que, a pesar de tantos i tantos com-
pendios de historia como se han escrito después, el li-
bro de Müller conserva siempre su valor i su importancia.
13. — Al lado de los historiadores de las guerras i de las
conquistas se colocan los historiadores de la literatura.
Hemos dicho ya que los alemanes fueron los primeros que
dieron á la crítica literaria un carácter mas jeneral i eleva-
do que el que se conocia ordinariamente. No se limitaron
a la aplicación de las reglas de la retórica, a la indicación
de los defectos o de las bellezas de detalle: buscaron en las
obras el conjunto i el espíritu de un hombre, de una época,
de una nación, demostrando las influencias de circunstan-
cias estrañas al dominio literario. Es cierto que este siste-
ma ha conducido con frecuencia a establecer teorías oscuras
i embrolladas, a crear sistemas arbitrarios, mas injeniosos
que verdaderos, i a buscar en las obras de la intelijencia un
principio oculto que talvez no ha existido jamas; pero tam-
bién es verdad que este jénero de crítica, cuando está con-
tenido en sus justos límites, es mucho mas provechoso i en-
seña mucho mas que el análisis minucioso de un escrito
cuando sólo se busca si se han aplicado o no los preceptos
de composición i de gramática.
Se distinguen en primera fila entre los críticos alemanes
los dos hermanos Schlegel, Augusto Guillermo il767-
1845) i Carlos Federico '1772-1829^ por su erudición in-
mensa, por sus estudios filolójicos, por sus grandes traba-
LITBBATURA ALEMANA 557
jos sobre las literaturas orientales i por haber unido sus
nombres a grandes teorías literarias. El primero de ellos,
considerado el primer crítico alemán, es el mas vigoroso
sostenedor del romanticismo moderno. Su obra capital es
el Curso de literatura dramática^ redacción de las lecciones
que sobre esta materia habia dado en Viena en 1808.
"Este curso, dice Mma. de Stael, no es una nomenclatura
estéril de los trabíijos de los diversos autores: el espíritu
de cada literatura está tomado allí con la imajinacion de
un poeta: se siente que para producir tales resultados se
necesitan estudios estraordinarios: pero la erudición no se
percibe en esta obra sino por el conocimiento perfecto de
las obras maestras. Se goza en pocas pajinas del trabajo
de toda una vida: cada juicio pronunciado por el autor,
cada epíteto aplicado a los escritores de que habla, es her-
moso, justo, preciso i animado. G. Schlegcl ha encontrado
el arte de tratar las obras maestras de la poesía como las
maravillas de la naturaleza, i de pintarlas con coloresvivos
que no daflan a la felicidad del dibujo." Este magnífico
elojio es justiciero hasta cierto punto. Schlegcl es un críti-
co tan profundo como brillante del teatro antiguo: repre-
* senta la fisonomía literaria de los trájicos griegos i de los
cómicos, así griegos como romanos, con una fidelidad ini-
mitable, i con un colorido tan vigoroso como límpido i se-
reno; pero al hablar del teatro moderno, si bien es verdad
que su talento i su ilustración lo acompañan siempre, lo
abandona la imparcialidad. El respeto de las reglas llama-
das aristotélicas, que constituyen el fundamento del siste-
ma literario sobre el cual está construido el teatro clásico
francés del siglo XYII, es para Schlegcl una causa directa
c inevitable de una verbosa i solemne esterilidad. Corneille,
Racine, Moliere mismo, cuyas grandes dotes cómicas no se
pueden poner en duda, como no se puede negar la luz del
medio dia, son condenados sin piedad por el célebre crítico
alemán, que eleva en su lugar a Sh^J^speare i a Calderón,
porque despreciando las reglas, estudiaron solo el gran li-
bro de la naturaleza. Estas teorías, que sirvieron para po-
558 NOCIONB8 DH HISTORIA LITBRARIA
pularizar en una gran parte de Europa los principios de la
escuela romántica, son demasiado absolutas para ser jus-
tas i verdaderas; pero ellas no quitan sino una parte de su
mérito a una de las obras mas notables que haya produ-
cido la crítica moderna.
Su hermano F'ederico, con menos orijinalidad, poseia co-
nocimientos no menos vastos i una distinguida penetra-
ción de crítico, i era igualmente apasionado aunque con
apariencias de mayor frialdad i templanza. Habiendo abra-
zado la relijion católica i estableddose bajo el amparo de
la corte de Viena, se hizo en sus Lecciones sobre la ñlosofía
de la historia, el defensor de las preocupaciones nobiliarias
i aristocráticas, el enemigo de los principios constituciona-
les, el sostenedor de la reacción que sucedió en Europa des-
pués de la revolución. Federico Schlegel, sin embargo, es
el primero que dio la idea jeneral de una historia literaria.
Su Historia de la literatura antigua i moderna^ a pesar de
que respira sentimientos análogos i de que se muestra
en ella partidario firme pero frió i circunspecto de la escue-
la romántica, qde su hermano habia sostenido con mas ar-
dor, revela una instrucción tan vasta como sólida; i contri-
buyó a desacreditar los principios esclusivistas i arbitra-
rios en materia de literatura i de arte.
14. — **Quizá no esté lejos el tiempo en que sé trate menos
de los escritores que del desarrollo de la nación entera, di-
le Federico Schlegel. Entonces no serán los escritores los
que formen un público, como en Iús épocas anteriores, será
mas bien la nación la que, según sus necesidades intelec-
tuales i el movimiento de su vida íntima, suscite i forme
escritores.*' El célebre crítico aspiraba a una era de grande
ilustración, en que el escritor lejos de imponer sus ideas i
su gusto al publico, reciba el impulso de la opinión. Estos
deeosSe lian realizado en cierto modo en Alemania des-
pués de la muerte de Goethe. En efecto, se ha abierto en-
tonces un período menos notable es verdad por los hom-
bres gloriosos i las obras de jenio, que por una infatigable
actividad literaria que se desplega en todos sentidos. Este
1
LITERATURA ALBMANA 559
nuevo período no puede presentar un Lessing o un K!ops-
tock, un Goethe o un Schillep; pero cuenta en cambio un
nCiinero infinito de poetas, de novelistas, de críticos i de
historiadores. Todas las transformaciones del pensamiento
público son reproducidas fiel i prontamente por centenares
de escritores. Al mismo tiempo, todos los ramos de las
ciencias son cultivados i profundizados con una pasión i
con una laboriosidad que hacen el orgullo de nuestro siglo.
Pero el verdadero héroe de la historia literaria de estaépo-
ca, no es tal jenio creador que abre a los hombres de su
tiempo horizontes nuevos; es la nación misma, es la Alema-
nia entera, qu^ se desenvuelve ávida de saber i ajitada por
un vigoroso poder intelectual.
En otro tiempo, la literatura tenia su asiento en lugares
determinados, que parecia preferir a los otros: llevaba así
el sello de cada país, lo que le daba un carácter local. En el
siglo presente, el sentimiento nacional se desarrolla, i la
literatura, así como el pueblo, marcha a la unidad, pene-
tra en todas partes, se hace mas nacional, pierde todo se-
llo local i abraza la patria entera. **Las capitales con sus
teatros, sus museos, dice Weber, las relaciones que se for-
man i la emulación que se produce, las ciudades que poseen
universidades con sus bibliotecas i sus círculos literarios,
en fin, aquellas en que el comercio de librería se hace en
grande escala, como Leipzig, Stuttgart, Francfort, Berlin
etc., traen naturalmente a los poetas i en jeneral a los lite-
ratos. La literatura esperimenta siempre, pues, la influen-
cia de ciertos lugares, de ciertos hombres; pero en vano se
buscaria en nuestra época un centro literario semejante a
los que han existido en otro tiempo. Berlin es el asiento de
la filosofía i de ías ciencias especulativas, Munich la escue-
la de las bellas artes, Leipzig i Dresie el centro de la crítica,
del arte dramático i de las bellas letras: sin embargo, la
vida intelectual se ha desarrollado en otras partes i se han
visto salir escritores de todas las provincias de Alema-
nia.
'» i
í Al terminar el capítulo VIH de la segunda parte de este libro,
560 NOCIONES DE HISTORIA LITERARIA
dimos algunas noticias sobre las literaturas escandinavas i esla-
vas, no verdaderamente para hacer un análisis por lijero que fue-
se, de sus escritores, sino para manifestar el enlace o la separación
que existe entre ellas i la literatura alemana. En una obra de la
naturaleza de la presente, por otra parte, ese análisis sería com-
pletamente inoficioso, desde que se trata de producciones casi
ajenas a nuestro gusto i que en realidad no han ejercido una ver^
dedera inñuencia sobre la literatura universal.
Aunque quisiéramos detenernos en las obras que han producido
las lenguas escandinavas i eslavas, estaríamos reducidos a seña-
lar sólo unos pocos nombres, ademas de los que hemos indicado
incidentalmente en el curso de este libro, como el del polaco Co-
pérnico, i el del holandés Erasmo. Nos bastará apuntar en esta
nota dos nombres para salvar toda omisión de importancia.
Carlos Lineo, en latin Linníeus (1707—1778) el lamoso natura-
lista sueco, es el mas grande de los botánicos del siglo XVIII. Por
sus inmensos trabajos i por el método que introdujo, fué el lejis-
lador i el renovador de la botánica. Desembrolló los trabajos
confusos de sus predecesores, creó para los vejetales una clasifica-
ción sencilla i fácil e inventó para los seres organizados esa admi-
rable denominación binaria que impide a la ciencia el caer en el
caos mas oscuro. Aunque Lineo escribia en latin, i aunque sus
obras no sean de un carácter literario, ejercieron sin embargo una
profunda inñuencia sobre la ciencia de su siglo, i aun sobre la li-
teratura, facilitando la adquisición de conocimientos que la poesía
ha utilizado con gran provecho.
Adán Oehlenschlaeger (1779 -1^50), el mas grande de los poe-
tas daneses, ha compuesto dramas, comedías, óperas, poesías
lincas i místicas, i novelas; i en todos esos ¡eneros ha desplegado
las mismas dotes que lo colocan en el ndra^ro de los jenios mas
felices. Su principal mérito consiste en haber creado un teatro
verdaderamente nacional; i si bien sus piezas no se adaptan per-
fectamente al t^usto de los pueblos del mediodía de Europa, un
ojo esperimentado descubre en medio de las máximas morales que
allí abundan i délos largos discursos, situaciones verdaderamen-
te dramáticas i pasiones bien estudiadas.
FIN DEL TOMO IV
LISTA ALFABÉTICA
DB LOS ESCRITORES
ANALIZADOS EN ESTE LIBRO*
Paja.
—Abelardo, Pedro (1079
1142) 198
Abnlfeda(1272-1331)... 164
— Accío, siglo II, A. de J C. 97
—Ad«lberto,San, siglo XII 290
Addisnn José (1672
-1719) 519
Agiistin, San (354 130) 155
Alarcon, Juan Ruiz de
(1530-1639) 391
Alberto el Grande (1193
-1205) 202
Alcuino (725-804) 195
Alemán, Mateo (siglo
XVI)
Alfieri, Víctor (1749-
1803)
Alfonso X ti Sabio, (siglo
XIII)
—Alfonso IV, siglo XIIL...
I
369
344
237
258
Pájs.
-Alfonso V el Africano,
(1438-1481) 258
Ambrogini, Arjel (1454
-1494) 321
Ambrosio, San, siglo IV. 153
Aniiano Marcelino, siglo
IV 186
-Amos, 784 A. de J. C 44
-Amyot, Santiago, (1513
-1593) 426
Ana Comneno, siglo XI.. 183
Anacreonte, siglo VI, A.
de J. C 58
Andronico, Livio, siglo
III, A. dej. C 96
-Anselmo de Cantorberv,
San (1033-1109). 1*98,264
-Apiano de Alejandría si-
glo II 85
* Se han señalado con un — los que solo están mencionados en el
libro.
TOMO IV 3G
562
9O0IOXR8 DE HISTORIA LITBRABIA
Páj».
Apolonio, de Rodas (276
— 186A. dcj. C.) 80
Apuleyo, Lucio. 128 141
Aquilcs Tacio (siglo III) 177
Arato de Solos, 250 A.
J. C 81
Aretino, (Véase Bacci)... 323
Ariosto, Ludo vico (1474
-1533) 316
Aristídes de Mileto 89
Aristófanes, 450 de A.
T. C 62
Aristóteles, 384 A. de
J. C 71
Arjensola, Bartolomé
Leonardo de (15661631 ) 395
Arjensola, Lupercio Leo-
nardo de (1565-1613) 395
-Arriano de Nicomedia,
siglc II 85
Atanasio, San (296373) 149
Ateneo, siglo II 86
-Ático, Pomponio (110-
33A. dej. C) 119
Aulo lelio (117-180).... 141
^vila. Frai Juan de
(1500-1569) 374
Babrio, siglo III (?) 91
Bacci, Pedro, el Aretino
(1492-1559) 323
Bacon, Francisco (1560
-1626) 503
Bacon, Rojerio, siglo
XIII 203
Baena, Juan Alfonso de,
siglo XV 251 ;
Balzac de (1594-1664) 440 ¡
-Barante, Guillermo
(1782-1868) 486 i
-Barbier, Enrique Augus- I
to. 1805 485 I
Barros. Juan de (1469 ¡
-1570) 495
Basilio, San (329-379) 150 '
Pájs.
Beaamarchais (1732 —
1799) 480
Beccaria (1738-1794)... 347
Beda, siglo VIII 194
— Béranger, Juan Pedro,
(1780-1857) 484
Berceo Gonzalo de, siglo
XIII 23t>
— Bernabé, San, siglo 1 148
Bemav, Alejandro de, si-
glo Xn 218
Bemi, Francisco (1490
—1536) 322
Bibbiena, Bernardo (1470
—1520) 325
Bilpai o Pilpai 32 i 170
Blair, Hugo (1718-1800) 519
Bocaccio (1313—1375).. 276
Boecio, siglo VI 187
Bodmer, Juan Jacobo
(1698-1783) 541
Boiardo, Mateo (1434—
1494) 315
Boileau Despréaux, Nico-
lás (1636-1711) 435
Boscan .Almogader,
Juan (1485— 1542) 352
Bossuet (1627—1704)... 446
Bourdaloue(1632-1704) 451
Brandt, Sebastian (1458
-1520) 286
Brantóme (1527-1614) 426
— Bretón de los Herreros
(1796-1873) 413
— Brizeux. Augusto (1806
-1858) 485
Bruneto Latini, siglo
XIII 210 i 267
Buenaventura, San, si-
glo XIII 265
Bufíon (1707-1788).... 478
Burton, Roberto fl576
1639) 501
Butler, Samuel (1612
-1680) 513
Byron. Lord Jorje
(1788-1824) 532
LISTA ALFABáriGA
563
Pájs,
o
Cadalso. José (1741-
1782) 405
Calderón de la Barca.
Pedro (1600-1681).... 389
-Calino, siglo VII A. de J. C 54
-Calpurnio de Sicilia, si-
glo III 141
Calvino, Juan (1509-
1564) 425
Camoens, Luis de (1524
-1579) 491
-Cantií, César, 1805 350
-Capmany i Montpaiau,
Antonio, (1742-1813) 410
Cario Magno, (742-814) 194
Carlos de Orleans, siglo
XV 221
Caro, Rodrigo de (1585
—1648) 395
Casiodoro, siglo VI 188
Casti, Juan Bautista
(1721—1803) 345
Castillejo, Cristóbal del
(1494-1576) 354
Castillo, Fernando del,
siglo XV 251
Castro, Guillen de
(1569-1631) 383
Catón, el Censor, 225
A. de J. C 101
Catulo, 86, A. de J. C ... 105
Ceceo di Ascoli (1257
-1327) 273
Celso, Aurelio Cornelio,
siglo 1 134
Cervantes Sa a ved ra, Mi-
guel de (1547-1616) 375
César, Julio, (101-44 A.
dej. C.) 112
Céspedes, Pablo de
(1538-1608) 363
Cicerón, Marco Tulio
(107-44 A. deJ. O... 114
Cienfuegos, Nicasio Al-
varez de (1764-1809) 407
PáJR-
Ctpríano, San, siglo III 152
— Ciuldo d'Alcaxno, siglo
XII 266.
— Claudiano de Alejandria
(365-408) 186
-Clemente, San, siglo I... 148
—Clemente de Alejan-
dría, siglo II 147
— Coelho, Egaz Moniz, si-
glo XII 257
C^olumela, siglo 1 134-
ConTimines, Felipe de
(1445—1509) 4ia
Confucio, siglo V, A. J. C 37
— Cooper, Fenimore 1789
-1815) 534.
Corneille. Pedro 1606
-1684) 428
Cornelio Nepote, siglo
I, A. deJ. C: 117
Cósmas Indicopleustes,
siglo Vi 180
—Cristina de Pisan, siglo
XIV 225
Oh
Chateaubriand (1768—
1848) 482-
Chaucer, God ofredo
(1360-1400) 295
Cbiabrera, Gabriel, siglo
XVI 334
Chrestien de Troves,
siglo XII \ 217
D
— Oáfnis 81
D'Alembert, Juan (1717
^-1783) 476^
—Dándolo, Andrés, siglo
XIV 27a
Dante Alighieri ^265
-132i) 267
Dalmacio, siglo XI 202
David, siglo XI, A. de J.C 4a
564
S'OCIOXBS UB mSTOKIA UTBRAKIA
Pájs.
DáTÍla, Enrique Cateri-
no (1576-1631y 338
'Dclari^e, Casimiro
(1793-1843) 4S5
Demdstcncs (385-322
A. J. C; 76
Descartes. Renato
(1596—1650; 442
Diderot. Dionisio ^1713
—1784) 476
De Foé Daniel (1663
-1731) 521
-Dickens Carlos (1812-
1870) 534
-Diniz, 1261 257
Diodoro de Sicilia, siglo
L A. dej. C 83
Diójenes, Laertio, siglo
III 86
-Dion, Casio, 155 A. J C. 85
Dion, Crisóstomo. siglo I 87
'Dionisio, San, 264 148
'Dionisio de 'lalicarna^o,
siglo I 82
-Dracon, siglo VII. A. de
J. C 54
Dryílcn. Juan (1631—
1700) 513
-Duarte (siglo XV; 258
Du-Bella}-, Joaquín
(1524-1560) 419
-Dumas. Alejandro (1803
—1870) 485
£
Edrisi, 1099 165
Ejinardo, siglo IX 105
Encina, Juan déla (1468
—1534) 357
Enio, (Juinto (239 169
A. de J. C.) 97
-Enrique VI, siglo XV 296
-Epicarmo, (siglo V, A.
de J. C.) 61
Erasmo (1469-1536).
341 i 535
I _
Pi>.
Ercilla i Znñiga, don
Alonso (1533—1594). 360
-Erizz), Sebastian (1522
-1585) 333
Ésdras, siglo V. A. de J. C. 42
Esopo, siglo VI, A. de J- C. 58
Espine], Vicente (1544 —
1634) 369
— Espronceda, José de
11808-1842) 413
Esquilo. 525, A. de J. C. 59
Esquines, siglo IV, A. de
J. C 75
Eurípides, 480, A. de J. C . 61
-Eutropo, siglo IV 186
F
Fabio Píctor, Quinto, si-
glo III, A. de J. C 101
Pazzio. degli Uberti, siglo
XIV 273
Federico II (1184 —
1250) 266
Fedio, siglo 1 130
Feijóo. Benito Jerónimo
(1701-1764) 410
-Felijie IV, siglo XVII 389
Fenelon(1651 1715)... 448
F* rduci. siglo XI 169
Ferreira, Antonio (1528
—1569) 490
Fielding. Enrique (1707
—1754) 522
Filangieri, Cayetano
(1752—1788). 347
Filioaia, Vicente (1642—
1707) 336
Fléchier(1632-1710K... 452
Fieurv, Claudio (1640 -
1723) 454=
Flores Enrique (1701 -
1773) 41C
Floro, Lucio Aneo, si-
glo I 135
Focio, siglo IX 18S
LISTA ALFABÉTICA
565
Pájs.
-Foseólo, Hugo (1776-
1827) 349
-Frezzi, Federico (siglo
XIV- 1416) 273
-Ftínico siglo V, (A. de
J. C.) 59
-Froissart,Juan,sigloXIV 224
G
Galileo (1564-1641).... 337
García de Santa María, l»'^'
Alvaro, siglo XV 255
Garcilaso de la Vega
(1503-1536) 353
-Gautier de Lille, siglo
XII 218
-Gesen, Juan (siglo XIII). 200
-Gerson,Juan( siglo XIII) 200
Gesner. Salomón (1730
— 1788) 346
Giannonc, Pedro (1676
—1748) 346
Gibbon, Eduardo (1737
-1794) 526
-Gíldas, siglo VI 187
-Giraldi, Cintio (1504-
1575) 333
Goethe. Juan W. (1749-
1832) 546
Goldoni, Carlos (1707-
1791) 34^
Goldsmith, Olivero (1728
-1774 522
Gómez de Cibdareal,
Fernán, siglo XV 254
-Gómez Eatmes de Azura-
ra, siglo XV 258
Góngora, Luis de (1561-
1628) 398
Gottsched. Juan Cristó-
bal (1700-1766) 540
Granada, frai Luis de
(15041588) 374
Gregorio, San, obispo de
Tours, siglo VI 187
-Gregorio Magno, San, si-
glo V 155
Pájb.
Gregorio Nacianceno,
San, siglo IV 149
(iregorio de Nisa, San,
siglo IV 150
Gresset, Juan Bautista
(17091777) 479
Guarini, Juan Bautista
(1537-1612) 327
Guenée, Antonio (1717-
1803) 382
Guevara, Antonio de
(1470-1545) 373
Guicciardini, Francisco
(1482 1540) 331
Guinicelli, siglo XIII 266
- Guizot, Francisco (1787
-1874) 487
H
- Habacuc (610 A. J. C.).. 44
Haller, Alberto (1708-
1777) 540
Hardy, Alejandro (1560
1629) 428
Hartri, siglo XI 167
Hasfiz, siglo XIV 170
Heliodoro, siglo IV 177.
-Henríquez, Gonzalo, si-
glo XII 257
Herculano, Alejandro,
1810 497
Herder, Juan Teófilo
(1744-1-803) 553
Hermas, siglo II 148
Herodiano, siglo II 85
Heródoto, 484 A. de J. C. 65
Herrera, Fernando de
(1534-1597) 355
Hesíodo 53
Hilario, San, siglo IV 153
Hipócrates (460 A. de
J.C.) 74
Hobbes, Tomas (1588-
1679) 514
Hoffmann. Cristian
(1618-1669) 539
Homero (1000 A. J.C.).. 49
566
NOCIONES DB HISTORIA LITERARIA
PáJB.
Horacio Flaco, Quinto
(64 A. de J. C.) 107
-Hortensio, Quinto (113
A. de J. C.) 119
Huerta, Vicente García
de la (1729-1797) 416
Hugo. Víctor (1802) 483
Hume. David (1711-
1776) 524
Hurtado de Mendoza,
don Diego (1503 1575)
368 i 370
-Huss, Juan (13731415) 290
—Ignacio, San, siglo 1 148
Iriarte, Tomas de (1750
-1791) 406
Irving, Washington
(1783-1859) 534
Isaías, siglo III A. de
J C 44
Isidoro, San, siglo VI. ... 188
Isla, fosé PVancisco de
(17Ó3-1781) 417
Is6crates,436 334A.J.C. 75
J
-Jenófanes de Colofón ,
541, A. de J. C. 57
Jenofonte, 447, A. de J. C. 68
jeremías, 629, A. de J. C. 44
Jerónimo, San (331420) 154
lil Polo, Gaspar (1516
1572) 367
Jil, Vicente (1480-1557). 357
Jil i Zarate, Antonio
(1791-1861) 413
Jodelle, Esteban (1532-
1573) 422
-Joel, siglo VIH, A. J. C. 44
-Johnson, Ben o Benja-
mín (1574 1637) 506
Johnson, Samuel, (1709-
Pájs.
1784) 519
Joinville, Juan de, siglo
XIII 224
— Jorje de Trebizondar,
(1396-1486) 302
— Jornñndes, siglo IV 187
Josefo, Flavio, 37 83
-Josué, (siglo XVII A. de
J.C.) 41
Jovellanos, Gaspar Mel-
chor de (1744-1811)... 408
Jovio, Pablo (1483 1552) 332
— Juan, San, siglo I l46
Juan Crisóstomo, San,
344 151
Juan Manuel, siglo XIV 240
Juliana, Lady 297
—Juliano, siglo IV 56
— Justino, San, siglo II 148
Juvenal, Décimo Junio,
42 128
K
Kálidas, (siglo I. A. de
J. C) 32
— Kémpis, Tomas A. (siglo
XI) 200
Klopstock, Federico Teó-
filo, (1721-1803) 541
L
La-Bruvére, Juan de,
(1645-1696) 453
Lactancio, siglo III 153
La Fontaine, Juan de,
(1621-1695) 432
— Lafuente, Modesto de,
(1806 1866) 413
— Lamartine, Alfonso de,
(17901869) 485
— Lamberto li Cors, siglo
XII , 218
Lamotte Houdar, Anto-
nio de (1672-1731) 44-0
LISTA ALFABÉTICA
567
Páj8.
- Lanfranc (1005-1089)
198 i 264
-La-Place (1749.1827).... 478
LaRochefoucault (1613
1680) ; 452
-Larra, Mariano José de,
(18091837) 413
Lebrija o Nebrija, Anto-
nio de, (14441522).... 352
Leibnitz, Godofredo Gui-
llermo, (16481716) 539
-León, San, siglo V 155
Leon.frai Luis de, (1527-
1591) 354
I>e-Roy, Pedro, siglo
XVI 427
Le-Sage, Renato (1668-
1745) 458
Lessing, Efrain (1729
-1781) 542
Licofron, siglo II A. de
J.C 80
-Licurgo, siglo IX A. de
J.C 54
-Linneo, Carlos (1707-
1778) 560
Locke, Juan (1632 1704) 515
Lockman 241 i 169
-Lombardo, Pedro, siglo
XII 198 i 264
-Longfellow. Enrique,
1808 534
Longland o Langland,
siglos XIV 295
Longo, siglo IV o V 178
Lonjino, siglo ill 90
Lope de Vega ( 1562-
1635) 384
-López, Fernán (1380-
1449) 258
López de Ayala, Pedro,
siglo XIV 241
López de Mendoza, Iñigo
(1391-1458) 246
Lorris, Guillermo de, si-
gloXlII 221
Lucano, 38 125
Páj8.
Lúeas, San, siglo 1 146
Luciano, siglo II 87 i 148
Lucilio Cayo, siglo II,
A. dej. C 100
Lucrecio, 95, A. de J. C. 104
Lulio, Raimundo, siglo
XIII 202
— Lutero Martin (1483 -
1546) 536
Luzan, Ignacio de (1702
—1754) 404
M
Mi»caulay, Tomas B.
(1800—1859) 534
— Macedo. José Agustín,
sigloXlX 496
Macpherson. Santiago,
siglo XVIII 292
Macrobio, siglo V 142
Mafíei, Escipion (1675-
1755) 340
Mahoma (571-632) 161
Maistre, Javier de (1764
-1852) 528
— Malaspina, Alberto, siglo
XII 266
Malherbe, Francisco
(1555-1628) 420
— Mandeville, John, siglo
XIV : 296
Manrique, Jorje, siglo
XV 249
Manzoni, Alejandro
(1784-1873) 349
Maquiavelo, Nicolás
(1468-1527)326, 328 i 332
Marcial, 40 129
—Marciano Capella, siglo
V 187
Marco Aurelio, siglo II... 89
— Marcos, San, siglo 1 146
María de Francia, siglo
XIII 219
Mariana, Juan de (1537-
1624) 371
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LISTA ALFABÉTICA
569
Páj8.
-INcwton, Isaac (1642-
1727) 54^
Nonno, 410 176
Nutnaciano, Rutilio, siglo
V 186
-.-.Ocampo, F lorian de, si-
>rloXVI 369
— Ockam (1280-1347) 198
Ochlenschlaeger, Adán
(1779 1850).... 560
Ofterdin^en, Enrique de,
siglo XIÍI 285
Opianode Cilicia, siglo II 91
— Opitz, Martin (159 7-
1639) 538
Ordoñez de Monta I vo,
García, siglo XV 365
— Orfeo, siglo XIII A. de J. C 48
Oríjenes (185-254) 147
— Oséaí,siglo VIH, A. dej.
C 44
Ossian, siglo IV 292
Ovidio, 43, A.J. C 109
Oviedo. Gonzalo Fernán-
dez de (1478 1557) 370
-Pablo, San. siglo 1 148
Pacuvio. 220 A.J. C 100
Pallavicino (1607 1667) 339
Pascal, Blas (1623-1662) 443
Pausánias, siglo II 85
-Pedro, don, siglo XIV.... 258
-Pedro el Cruel, 1320 258
-Pedro de las Viñas, 1190 266
Pellicer, íuan Antonio
(17401806) 410
Pellico, vSilvio (1788-
1854) 349
Pérez, Antonio (15 39-
1611) 374
Pérez de (ruzman, Fer-
nán, siglo XV 254
Persio Flaco, Aulo, 34.... 128
-Petronio, siglo I 129
Petrarca, Francisco
(1304-1374) 273
Pico de la Mirándola,
Juan (1463 1494) 303
Pilpai o Bilpai.: 32 i 170
Píndaro. 520 A. de J. C. 57
-Pitágoras de Sámos, 541
A. de J C 56
Planche, Gustavo (1808-
1856) 486
Platón (430 o 427347)
A.deJ. C 70
Planto (227-183) A. de J.
C 98
Plinio el Antiguo, 23 134
Plinioeljóven. 62 140
Plotino, siglo III 90
Plutarco, 50 84
Polibio (205-1 23) A.deJ.
C 81
-Polion, Asinio (siglo I).. 119
-Pompeyo, Trogo (siglo I
A.deJ. C) 119
Pope, Alejandro (1688-
1744) 516
Porto, Luis da, 1485 333
- Prescott, Guillermo H.
(1796 1859) 534
Procopio, siglo VI 178
Propercio, 52 A. J. C 110
Ptolomeo, Claudio, siglo
II 85
Pulci, Luis (14321487).. 314
Pulgar. Hernando del, si-
glo XV 255
Q
Quevedo i Villegas, Fran-
cisco (15801645) 396
Quintana, Manuel José
(1772-1857) 412
Quintiliano, Marco Fa-
bio, 42 138
- Quinto Curcio 134
Quinto de Smima, siglo
VI 176
570
NOCIONB8 DB HISrORIA L'TBHVRIA
Páj8.
R
Rabbí, don Santob, siglo
XIV 243
Rabelais, Francisco
(1487-1553) 422
Racine, Juan (1639-1699) 430
Raleigh. Walter (1552-
1618) 502
Regnard, Juan Francisco
(1656-1710) 439
Regnier, Maturino,
(15731613) 421
— Reuchlin, Juan (1455-
1522) 535
Ribeiro, Bernardino,sig1o
XVI 490
— Ricardo Corazón de
Lcon, 1157 295
Richard son, Samuel
(1689 1761) 522
Rioja, Francisco de (1600-
1658) 394
Robertson Guillermo
(1721-1793) 525
Rojas, Fernando de, siglo
XIV 359
Rojas, Francisco de,
(1607-1660) 393
Ronsard, Pedro de (1525
1585) 419
— Roscelin, siglo XI 198
Rousseau, Juan Bautista
(1670-1741) 440
Rousseau, Juan Jacobo
(1712 1778) 472
Rueda. Lope de (1500-
1567) 359
Ruiz, Juan, siglo XIV... 241
S
Saa de Miranda. Fran-
cisco (1493-1558) 490
Síiavedra, Anjel (1791-
1865) 413
Sachs, Hans (1491-
1576) 537
Sadi, siglo XIII 169
Pájg.
-Safo, 600, A. de J. C 54
Saint- Fierre, Bernardino
de (17371814) 480
Saint-Simon, Luis de
Roubrais. duque de
(1675 1755) 454
-Sainte-Beuve. Agustín
(1804-1869) 480
Sajón el dramático, siglo
XII 289
Salomón (siglo XI A.
deJ.C.)..... 42
Salustio, Crispo (85 A
de J. C.) 116
Samaniego, Félix María
(1745-1801) 407
Sannazar, Jacobo (1458-
1530) 322
Sarmiento, M artin
(16951770) 410
Sarpi. Pedro (1552-1623) 338
Schiller, Federico (1759-
1805) 550
Schlegel, Federico (1772-
1829) 556
Schlegel, Guillermo (1 767
1845) 556
-Schwartzerde, Felipe
(1497 1560) 536
Scot Erijena, Juan, siglo
IV 196
-Scott, I)uns(1275) 1 -8
Scott. Walter (1771-
1832) 530
-Scribe, Ku j e n i o (1791-
1861)....". 485
Scudérv, Mademoisselle
(16071701) 455
Segura, Juan Lorenzo de,
siglo XIII 237
Séneca el Filósofo. 3 136
Séneca el Trájico, 368... 136
Sevigné, María de Rabu-
tin Chanta!, marquesa
de (1626-1696) 456
Shakspeare, G u i 1 1 e r rao
(1562-1616) 506
LISTA ALFABÉTICA
571
Páj8.
Sidncy, Felipe (1554-
1586) 501
-Sidonio, Apolinarío, si-
glo V 186
-Sila o Sula (136-78 A.
de J. C) 101
Silio Itálico (25-1 00) 126
Silvestre II, (Gerbert,)
930 197
Simónides de Céos, 558
A. J. C 58
Siró. Publio (44 A. de
J.C.) 111
-Sismondi (1773-1842).... 486
-Smith, A d a m (1723-
1790) 527
Snorre Sturleson, siglo
XII 288
Sócrates, siglo V, (A. de
J. C) 69
Sófocles, siglo V, (A. de
J..C) 60
Solis. Antonio de (1610-
1686) 400
Solón (640-559, A. d e
J. C.) 54
■Spencer, Edmundo (1553
1599) 505
Stacio, Publio, 61 127
Stáel, Madama de Í1766
1817) 483
Sterne, Lorenzo (1713-
1768) 528
Strabon, siglo I, A. de....
J.C... 83
Suetonio, siglo 1 133
Swift, Jonatas (1677-
1744) 520
T
Tácito, Cornelio, 60 131
-Tales de Mileto (610 A.
dej. C.) 56
Tasso, Bernardo (1493-
1569) 318 i 326
Tasso, Torcuato (1544-
1595) 318
Páj».
Tassoni, Alejandro
(1565-1635) 336
-Taulerjuan( 1292-1361) 287
Teócrito, siglo III, A. de
J. C 81
Teofrasto, 371 A. J. C... 73
Terenciano, Mauro, si-
glo I 97
Terencio 192159 A.deJ.
C 99
Teresa de Jesús, Santa
(15151582) 374
-Tertuliano, 160 152
-Téspis, siglo V, A . de J. C. 59
-Thackerav, Guillermo
(1811-1864) 534
Theroulde, siglo XII 153
Thibaut, siglo XIV 221
-Thierry, Agustin (1795-
1844) 486
-Thiers, Adolfo, (1797-
1877) 468
Thompson, San tiag o
(1700-1748) 518
Tibulo. 44 A. de J.C 110
Tiraboschi, Jerónimo
(17311794) : 346
Tirso de Molina (1570-
1618) 390
-Tirteo, siglo VIII A. de
J. C , 54
Tito Ltvio, 58 A. de J. C 118
-Tomas de Aquino, Santo
(1227-1274) 198, 265
Torre, Alonso de la, si-
glo XV 255
Torres Naharro, Barto-
lomé, siglo XV 358
Trapassi, Pedro Antonio
(vcase Metastasio) 341
Triboniano, siglo VI 182
Trifiodoro, siglo VI 176
Trissino, Juan Jorje
(1478-1550) 324
Tucídides(472 A.de J.C.) 66
Turgot (1727-1781) 476
U
Ulfílas, siglo IV 278
572
NOCIONBB DB HISTORIA I.ITBRARIA
Páj8.
V
Valerio Flaco, siglo 1 126
—Valerio Máximo, siglo I. 130
-Valmiki. siglo XV (A.
deJ.C.).. - 31
—Vario, Lucio, siglo I (A.
de J. C) 119
Varron, Marco Terencio,
116 (A. de J.C) 112
—Velejo, Patérculo, siglo I 130
-Vergniaud (1759 1793).. 481
Vico, Juan Bautista,
(1664-1744) 340
-Vignv, Alfredo de (1799-
1863) 485
-Villani, Juan, siglo XIV. 273
—Vi lian i, Mateo, siglo
XIV 273
Villthardouin, Godofredo
de, siglo XII 224
— Villemain, Abel Francis-
co (1800-1870) 486
Villena, Enrique de (1384-
1434) 244
Villon, Francisco (1431) 416
Virjilio Marón, 70 A.
fie J.C 106
— Vives, Juan luis (1492-
1540) 373
Vogelweide, Walter de.
siglo XIII 28a
Voltaire, Francisco Ma-
ría Arouet (1694-1778) 464
Vopisco, siglo lll 143^
Vyasa, siglo XV (A. de
J. C) 31
W
Wace. Roberto, siglo XII 216^
Wicleff, John, siglo XIV. 296
Wieland, Cristóbal Mar-
tin (1733-1813) 545
Young, Eduardo (1681-
1765) 517
Zeno. Apostólo (1668-
1750) 340
Zoroastro 35
— Zorrilla, José (1817) 413
Zózimo, siglo V 178
Zurita, Jerónimo (1512-
1581) 370
iNDKTE
DB LAS
OBRAS ANÓNIMAS DE QUE SE HABLA EX ESTE LIBRO
Páj8.
Calina i Dimna 170
Cántico de los cánticos o
cantar de los cantares, 44
Cartfis de Juntas 528
Crónicas o Paralipóme-
nes 41
Cuentos milesios 89
De la vida i hechos de
Cario Magno 201
Desatir 35
Bddas (Las) 288
Esf tedie ion de Igor, 289
Gita Govinda 31
Imitación de Jesucristo.., 199
Pájs.
Job (Libro de) 42
José (hoema de) 243
King 37
Maná (Código de) 31
Mil i una noches ( Las )... 162
Niebtlungen 288
Poema del Cid 233
Puranas 31
Román du Renard. 220
Romancero castellano.... 250
Saímos o Salterio { Libro
de los) 43
Satiricon 1 29
Vedas (Los) 31
ÍNDICE
DE LOS CAPÍTULOS.
P4ji-
ADVERTENCIA 5
BIBLIOGRAFÍA .11
PRELIMINARES.
1. Definiciones fie la historia literaria 25
2. Su oríjen 26
3. Manera de estudiarla 27
b7(\ NOCIONB8 DB HISTORIA LITBRABIA
Parte primera-
TIEMPOS ANTIGUOS.
CAPÍTULO PRIMERO.
LITERATURAS ORIENTALES.
Páj8.
1. Riqueza de la literatura indiana 29
2. Sus mas antiguos monumentos 31
'3. El Mahabharata 31
4. E\ Ramajrana 31
5. El GitaGovinda 31
6. Teatro de los indios 32
7. El apólogo 32
8. Otros jéneros literarios 32
9 Influencia de la literatura i de la lengua sanscristas .... 33
10. El Ejipto; los asirios i los fenicios 33
11. El alfabeto 34
12. La Persia; Zoroastro 35
13. Literatura de los chinos; su escritura 35
14. Confucio ; 36
15 Poesías, novelas i dramas 36
16. Otras producciones literarias de los chinos 37
17. Antigua literatura de los árabes 37
CAPÍTULO II.
LITERATURA HEBREA.
1. Importancia de la literatura hebrea 3tt
2. Antigüedad de la literatura hebrea; sus diversos pe-
ríodos 39
3. Clasificación jeneral de los libros de la Biblia 40
4. Libro^ históricos 40
5. Libros poéticos 42
:tNl>ICIfl 517
Pájf».
* 6. Líbos morrales o didácticos 4f3
7. Libros profetices -^^
8. Traducciones de la Biblia 44
9. Libros apócrifos 45
10. Carácter jeneral de la literatura hebrea. 45
CAPÍTULO III.
l-ITERATURA GRIEGA. ,
(Primer período:— Desde los tiempos mas remotos hasta la
lejislacion de Solón.)
1. Orijinalidad e importancia de la literatura griega 47
2. Primitiva poesía de los griegos: Orfeo i Museo 48
3. Los aédos 49
4. Homero 49
5. Discusiones a que han dado lugar l^s poemas homé-
ricos 51
6. Diversas hipótesis acerca de su oríjen 52
7. Hesíodo 53
8. Tirteo i Safo 53
9. Solón *. 54
CAPÍTULO IV.
LITERATURA GRIEGA.
(Segundo período:— Desde Solón hasta Alejandro el Grande.)
1. Importancia literaria de este segundo período 55
2. Los filósofos 56
3. La poesía; Píndaro 57
4. Anacreonte i Simónides 58
5. Esopo 58
6. Oríjen de la trajedia 59
7. Esquilo 59
8. Sófocles 60
9. Eurípides 61
10. Oríjen de la comedia; la comedia antigua 62
TOMO IV 37
578 Nooioxnas db historia utbraria
Pájt.
11. Aristófanes 62
12. La comedia media 64
13. La comedia nueva; Menandro 13
14. La histpría; su antigüedad 65
15. Heródoto 65
16. Tucídides 66
17. Jenofonte 68
18. Sofistas 68
19. Sócrates 69
20. Platón i Aristótdcs^ 70
21. Teofrasto 73
22. Hipócrates 74
23. La oratoria 74
24. Isócrates 75
25. Esquines 75
26. Demóstenes 76
CAPÍTULO V.
UTBRATURA GRIBGA.
{Tercer período: ^Desde Alejandro^ hasta el siglo IV de
nuestra era.)
1. Alejandna convertida en centro del movimiento lite-
rario 79
2. Los poetas de Alejandría 80
3. Tcócrito 81
4. Historia; Polibio 81
5. Strabon 82
6. Diodoro de Sicilia i Dionisio de Halicarnaso 83
7. Flavio Josefo 83
8. Plutarco 84
9. Otros historiadores 84
10. Pausánias i Ptolomeo 85
11. Ateneo i Diójenes Laertio 86
12. Dion Crisóstomo 87
13. Luciano; la novela griega 87
14. Marco Aurelio 89
15. Plotino; Lonjino 90
16. Opiano i Babrio 91
iNDIGB 579
CAPÍTULO VI.
LITERATURA ROMANA.
{Primer período:— Desde /os tiempos primitivos basta
César i Cicerón,)
PáJH.
1. Carácter jeaeral de la literatura romana 9«H
2. Primitivos mona men tos literarios, anteriores a la im-
portación del gusto griego .* 94
3. Livio Andrónico i Nevio 96
4. Enio 97
5. La comedia; Planto i Terencio 97
6. La sátira : 100
7. Historiadores; Catón 101
8. La elocuencia i la filosofía 101
CAPÍTULO VIL
LITERATURA ROMANA.
(Segundo periodo: —Desde Cicerón i César hasta fines de!
siglo de Augusto,)
1. Importancia literaria de este segundo período 103
2. Lucrecio 104
3. Catulo 105
4. VirjíHo 105
5. Horacio 107
6. Ovidio 109
7. Tibulo i Propercio 110
8. Publio Siró 111
9. Varron 112
10. César 112
11. Cicerón 113
12. Salustio i Cornelio Nepote 116
13. Tito Livio 118
14. Prematura decadencia de las letras latinas 119
.580 NOCIONES I)B HISTORIA LITERARIA
CAPÍTULO VIII.
LITERATURA ROMANA.
(Tercer período:— Desde la muerte de Augusto hasta la
destrucción del Imperio,)
PájP*
1. La trajcdia; Séneca 123
2. Lucano 125
3. Otras epopeyas ; 126
4?. La sátira; Persio i Juvcnal 127
• 5. El epigrama; Manrial 12í>
6. El apólogo; Pedro 130
7. La historia; Tácito 130
8. Suetonio i Quinto Curcio 133
9. Las ciencias; Plinio el Antiguo 134
10. La filosofía; Séneca 136
11. La retórica; Quintiliano 138
12. Plinio el Joven 139
13. Apuleyo 141
14. Aulo Jelio 141
15. Últimos poetas 142
16. Últimos prosadores; los compiladores de la Historia
Augusta : 14-2
CAPÍTULO IX.
LOS PADRES DE LA IGLESIA.
1. El Evanjelio 145
2. Clasifícacion jeneral de los padres de la iglesia 147
3. Padres apostólicos de la iglesia griega 148
4. Padres apolojéticos; Oríjenes 148
5. Padres dogmáticos; San Atanasio 149
6. San Gregorio Nacianceno 149
7. San Basilio i San Gregorio de Nisa 150
8. San Juan Crisóstomo 151
9. Padres apolojéticos de la iglesia latina; Tertuliano 152
10. Lactancio 153
11. Padres dogmáticos; San Hilario 153
12. San Ambrosio 153
13. San Jerónimo 153
14. San Agustin 154
Índice 581
Parte segunda.
EDAD MEDIA.
CAPÍTULO PRIMERO.
GRANDES DIVISIÓN BS DB LA LITERATURA DE LA EDAD MEDIA.
Pájs.
1. Importancia literaria de la edad media 157
2. Clasiñcacion jeneral de la literatura durante este pe-
ríodo: literatura oriental; bizantina; latina; vulgar o
literatura de las lenguas modernas 159
CAPÍTULO n.
LITERATURAS ORIENTALES.
1. El Coran; SU importancia literaria 161
2. Civilización de los árabes; su influencia en Occidente... 162
3. Literatura arábiga; la historia i la jeografía 164
4. La poesía 166
5. Las mil i una noches 168
6. El apólogo; Lockman 169
7. Literatura persa; Ferduci i Sadi 169
8. Calila i Dimna 170
CAPÍTULO III.
LITERATURA BIZANTINA.
1. Carácter jeneral de la historia i de la literatura bizan-.
tinas 173
2. Poesías; epigramas 175
3. Diversos poemas; Museo i Nonno 175
4. Imitadores de Homero; Quinto de Smirna i Trifiodoro 176
5. La novela; Heliodoro i Aquíles Tacio 177
6. Longo 178
7. La historia; Zózimo i Procopio 178
8. Los jeógrafos; Cosmas Indicopleustes 180
9. Decadencia de la literatura bizantina 181
582 N0010NB8 DB HISTORIA UTBRARIA
Pájt.
10. Renadmíento en el siglo IX; Focio 182
11. Vicisitudes posteriores de las letras griegas 183
12. Últimos historiadores; Ana Comneno 183
13. Influencia de la civiüsacion bizantina en Occidente 184
CAPITULO IV.
LITERATURA LATINA EN LA EDAD MEMA.
1. Literatura contemporánea de las invasiones; los
poetas 185
2. Historiadores 186
3. Escritores enciclopédicos 187
4. Decadencia literaria que se siguió a la invasión 188
5. Escasez de libros durante los primeros siglos de la
edad media 188
6. Corrupción del latin 190
7. La literatura i las ciencias se asilan en los claustros... 193
8. Primeros albores de un renacimiento literario, parti-
cularmente bajo el reinado de Cario Magno 194
9. JuanScot 196
10. Las universidades
11. La escolástica 197
12. Literatura ascética; la Imitación de Jesucristo 198
13. La historia; crónica fabulosa de Turpin 200
14. El latin fué en la edad media el idioma de las ciencias 202
CAPITULO V.
LITEKATÜRA FRANCESA.
1. Oríjen de la lengua francesa; el vascuence, el céltico i
el latin 205
2. Los francos 206
3. Lengua de oi7 i lengua de oc 208
4. Formación definitiva del francés 209
5. Literatura provenzal; los trovadores 210
6. Corta duración de esta literatura 212
7. Literatura walona; los tru veres 212
8. Cantos épicos; la Chanson de Roland 213
9. Carácter jeneral de los poemas del ciclo carlovinjio 214
10. Ciclo del rei Arturo; Wace i sus imitadores 215
11. Ciclo greco-asiático; la Chanson d* Alexandre 217
ÍNDICB 583
Pájt.
12. Incertidumbre sobre el oríjen de estos poemas 218
13. Los ÍHbtiaux 219
14. £1 apólogo i la sátira; Román da Renart 219
15. La alegoría; Román de la Rose 220
16. Poesía lírica; Thibant í Carlos de Orleans 221
17. Teatro francés de la edad inedia 222
18. Las crónicas; Villehardoain i Joinville 223
19. Proitfsart 224
CAPÍTULO VI.
LITERATURAS ESPAÑOLA I PORTUGUESA.
1. Oríjen de la lengua española; los íberos 227
2. Los celtas, los fenicios i los cartajineses 228
3. Los romanos 229
4. Los godos 230
5. Los árabes 230
6. Formación de la lengua castellana 231
7. Diversos elementos que la componen 233
8. El Poema del Cid. 233
9. Otros poemas 236
10. Gonzalo de Berceo 236
11. Juan Lorenzo de Se|2:ura 237
12. Don Alfonso el Sabio; Las siete partidas 237
13. Otras obras de don Alfonso; la Crónica jeneral, las 241
Cantigas i la Conquista de Ultramar 239
14. El infante don Juan Manuel 240
15. Juan Ruiz, arcipreste de Hita
16. Don Pedro López de Ayala; sus obras 241
17. Rabbi don Santob 243
18. E\ Poema de José 243
19. Movimiento literario en el siglo XV 244
20. Don Enrique de Villena 244
21. Don Iñigo López de Mendoza, marques de Santillana 246
22. Juan de Mena 247
23. Jorje Manrique 249
24. Los Cancioneros; carácter jeneral de las poesías que
contienen 249
25. El -^ojnancero 251
26. Romances caballerescos 251
27. Romances históricos 251
584 NOCIONRS DB HISTORIA LITERARIA
PáJK.
28. Romances moriscos 253
29. Romances de costumbres 253
30. Romances sobre la antigüedad clásica 253
31. El Centón epistolario 254
32. Fernán Pérez de Guzman i Hernando del Pulgar 254-
33. Las crónicas 255
34. Alonso de la Torre 255
35. El idioma portugués 256
36. Primeros poetas portugueses 257
37. Primeros prosadores 258
CAPÍTULO VIL
LITERATURA ITALIANA.
1. Causas que retardaron la formación del italiano 261
2. Formación de esta lengua 262
3. Literatura latina en Italia 263
4. Primitiva poesía italiana 265
5. Dante Alighieri; \a Divina Comedia 267
6. Movimiento literario del siglo XIY 272
7. Francisco Petrarca: sus obras 273
8. Bocaccio; el Decamcron 276
9. Influencia literaria de aquellos escritores :.. 278
CAPÍTULO VIII.
LITERATURAS DEL NORTE.
1. La lengua alemana 281
2. Los Minnesinger 282
3. 1¿\ ^zemsi át \os Niebelangcn 283
4. Poesía alemana anterior al siglo XV 286
5. Literatura escandinava 287
6. Literatura eslava 289
CAPÍTULO IX.
LITERATURA INGLESA.
1. Los bretones; Ossian 291
2. Los sajones 293
Índice 585
Páj8.
3. Los normandos; formación de la lengua inglesa 293
4-. Primeros ensayos poéticos; Chaucer 295
5. Desarrollo i decadencia de la literatura inglesa hasta
el siglo XV 296
Parte tercera.
TIEMPOS MODERNOS.
CAPÍTULO PRIMERO.
EL RENACIMIENTO.
1. El renacimiento 299
2. Impulso dado a los estudios clásicos en Italia 300
3. Resultado de la conquista de Constantinopla por los
turcos 302
4. Invención de la imprenta 304
5. Influencia de esta invención 307
6. El renacimiento se propaga fuera de Italia 309
7. Importancia literaria del renacimiento 310
CAPÍTULO II.
LITERATURA ITALIANA.
Siglo xvi — 1. Epopeyas caballerescas 313
2. Pulci i Boiardo 314
3. Ariosto 316
4. Tasso 317
3, Otros jéneros poéticos; la poesía lírica, la poesía didác-
tica, la sátira 321
6. La trajedia i la comedia 324
7. Maquiavelo 328
8. Guicciardini i Pablo Jovio 331
9. La novela 332
Siglo XYIL -10. Decadencia literaria 333
11. Marini i Filicaia 334
586 NOCIONBS DB HISTORIA LITBRARIA
•Pájt.
12. La epopeya épico-burlesca; Tassoni 336
13. £1 drama .'. 337
14. Los prosadores; la historia 337
Siglo xvm. -15. Reacción literaria 339
16. El teatro; Zeno i Maffei 340
17. Metastasio 341
18. Goldoni 342
19. Alfieri 343
20. Poesia lírica; Cásti 345
21. Prosadores 346
22. Beccaria i Filangieri 347
23. Conclusión 348
CAPÍTULO IlL
LITERATURA ESPAÑOLA.
Siglo xiv.— 1. El renacimiento en España 351
2. Boscan i Garcilaso 352
3. Frai Luis de León i Femando de Herrera 354
4. Oríjenes del teatro español 356
5. Primeros autores conocidos 357
6. La epopeya; Erdlla 360
7. Poesía didáctica; Céspedes 363
8. Novelas caballerescas 364
9. Novelas pastorales 365
10. Novelas picarescas 367
11. Historiadores; Hurtado de Mendoza i Mariana 369
12. Escritores políticos i místicos 373
Siglo X VIL— 13. Miguel de Cervantes Saavedra 375
14. Don Quijote 378
15. Algunas opiniones a que ha dado lugar esta obra 380
16. Lope de Vega 384
17. Calderón 388
18. Otros autores dramáticos; Tirso de Molina, Alarcon,
Moreto i Rojas 390
19. Poetas líricos; Rioja i los Arjensola 394
20. Quevedo 396
21. Góngora; el culteranismo 398
22. Los historia Jores; SoHs, Moneada i Meló 400
23. Consideraciones jenerales sobre la edad de oro de la li-
teratura española 402
iNDICB 587
Siglo xyui. — 24. Influencia de la literatura francesa sobre
la española 404
25. Iríarte i Samaniego 406
26. Meléndez Valdes, Jovellanos, Cienfuegos i Moratin 407
27. Prosadores; Feijó o e Isla 409
28. Conclusión 412
, CAPÍTULO IV.
LITERATURA FRAMCBSA.
Siglo xvi.— 1. Últimos escritores del siglo XV; Villon i Com-
mines 415
2. El renacimiento en Francia 417
3. Poesía; Marot, Ronsard, Malherbe, Regnier 418
4. Literatura dramática 422
5. La prosa; Rabelais 422
6. Montaigne 424
7. Otros prosadores; la Sátira Menipea 425
Siglo xvu. — 8. El teatro 427
9. Comeillc 428
10. Racinc 430
11. LaFontainc 432
12. Boileau 435
13. Moliere 437
14. Otros poetas 439
15. Los prosadores; Balzac 440
16. Descartes 441
17. Pascal 4Í.3
18. Bossuet 443
19. Fenelon 448
20. Otros predicadores; Bourdaloue, Flécbier, Massillon.. 451
21. Los moralistas; La Rochefoucault i La Bruyére 452
22. Otros prosadores; Saint Simón, Mademoiselle de Scu-
déry, Madame de Sevigné 454
Siglo xvm. — 23. Carácter jeneral de la literatura francesa
de este siglo 456
24. Le Sage 458
25. Montesquieu 461
26. Voltaire 463
27. Juan Jacobo Rousseau 472
28. Los enciclopedistas 475
588 NOGIONBS DB HI8TORIA LITERARIA
Páj8.
29. Las ciencias; BufFon 477
30. La poesía; Beaumarchais í Bernardino de Saint Fierre 479
31. La revolución 481
32. Conclusión 482
CAPÍTULO V.
LITERATURA PORTUGUESA.
1. Poesía portuguesa en el siglo XVI 489
2. Camoens 490
3. Los prosadores; Juan de Barros 494
4. Conclusión 496
CAPÍTULO VI.
LITERATURA INGLESA.
1. El renacimiento en Inglaterra 499
2. Prosadores; More, Burton i Raleigh 500
3. Bacon 502
4. La poesía; el teatro 504
5. Shakspeare 506
6. Milton 510
7. Butler i Dryden 513
8. Hobbes i Locke 514
9. Poetas del siglo XVIII; Pope 515
10. Young i Thompson 517
11. Los e/2saj'/sías; Addison i Blair 518
12. Los novelistas; Swift i De Foé 520
13. Otros novelistas; Richardson 522
14. Los historiadores; Hume, Robertson i Gibbon a 523
15. Otros prosadores 527
16. Siglo XIX; Walter Scott i Byron 529
17. Conclusión 533
CAPÍTULO VIL
LITERATURA ALEMANA.
1. El renacimiento en Alemania 535
2. Literatura del siglo XVI 536
3. Las dos escuelas de Silesia en el siglo XVII 537
^
INDICB 589
J5
Pájs.
4. La literatura alemana en la primera mitad del siglo
XVIII 540
5. Klosptok 541
6. Lessing : 542
7. Gesner 544
8. Wicland 545
9. Goethe : 546
10. Schiller 550
11. Prosadores; Herder 553
12. Müller 555
13. La crítica literaria; los Schlegel 556
14. Conclusión 558
Lista alfabética »e los escritores analizados en
ESTE libro 561
Índice de las obras anónimas de que se habla en este
LIBRO 573
Índice de los capítulos 575
y