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Full text of "Obras completas; prólogo de Alberto Ghiraldo"

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POEMA    DEL    OTOÑO 
Y  OTROS  POEMAS 


POEMA      j^ 
DEL   OTOÑO 

Y   OTROS   POEMAS  M 

POR 

RUBÉN  DARÍO 

ILUSTRACIONES 


ENRIQUE  OCHOA 

Volumen  XI  de  las  obras  com- 
pletas. Adminislración:  Edi- 
torial MUNDO  LATINO 
Madrid 


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75/9 

03 

i/,  1 1 


DEDICATORIA 

A    MARIANO    MIGUEL  DE  VAL 


Y  sentimos  la  vida  pura, 
clara,  real, 

cuando  la  «nvuclvc  la  dulzura 
primaveral. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Ü  QUE  ESTÁS  LA  BARBA  EN 

LA  MANO 

meditabundo, 
¿has  dejado  pasar,  hermano, 
la  flor  del  mundo? 


Te  lamentas  de  los  ayeres 
con  quejas  vanas: 
¡aún  hay  promesas  de  placeres 
en  los  mañanas! 


11 


RUBÉN  DARÍO 


Aún  puedes  casar  la  olorosa 
rosa  y  el  lis, 

y  hay  mirtos  para  íu  orgiillosa 
cabeza  gris. 


El  alma  ahita  cruel  inmola 
lo  que  la  alegra, 
como  Zingua,  reina  de  Angola, 
lúbrica  negra. 


Tú  has  gozado  de  la  hora  amable, 
y  oyes  después 
la  imprecación  del  formidable 
Eclesiastés. 


El  domingo  de  amor  te  hechiza; 
mas  mira  cómo 
llega  el  miércoles  de  ceniza; 
Memento,  homo... 


12 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Por  eso  hacia  el  florido  monte 
las  alman  van, 
y  se  explican  Anacreonte 
y  Ornar  Kayam. 

Huyendo  del  mal,  de  improviso 
se  entra  en  el  mal 
por  la  puerta  del  paraíso 
artificial. 


Y,  no  obstante,  la  vida  es  bella, 
por  poseer 

la  perla,  la  rosa,  la  estrella 
y  la  mujer. 


Lucifer  brilla.  Canta  el  ronco 
mar.  Y  se  pierde 
Silvano  oculto  tras  el  tronco 
del  haya  verde. 


13 


RUBÉN  DARÍO 


y  sentimos  la  vida  pura, 
clara,  real, 

cuando  la  envuelve  la  dulzura 
primaveral. 


¿Para  qué  las  envidias  viles 
y  las  injurias, 

cuando  retuercen  sus  reptiles 
pálidas  furias? 


¿Para  qué  los  odios  funestos 
de  los  ingratos? 
¿Para  qué  los  lívidos  gestos 
de  los  Pilatos? 


jSi  lo  terreno  acaba,  en  suma, 
ciclo  e  infierno, 

y  nuestras  vidas  son  la  espuma 
de  un  mar  eterno! 


14 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Lavemos  bien  de  nuestra  veste 
la  amarga  prosa; 
soñemos  en  una  celeste, 
mística  rosa. 


Cojamos  la  flor  del  instante; 
jla  melodía 

de  la  mágica  alondra  cante 
la  miel  del  día! 


Amor  a  su  fiesta  convida 
y  nos  corona. 
Todos  tenemos  en  la  vida 
nuestra  Verona. 


Aun  en  la  hora  crepuscular 
canta  una  voz: 

«¡Ruth,  risueña,  viene  a  espigar 
para  Booz!> 


17 


RUBÉN  DARÍO 


Mas  coged  la  flor  del  instante, 
cuando  en  Oriente 
nace  el  alba  para  el  fragante 
adolescente. 


¡Oh!  Niño  que  con  Eros  juegas, 
niños  lozanos, 

danzad  como  las  ninfas  griegas 
y  los  silvanos. 


El  viejo  tiempo  todo  roe 
y  va  deprisa; 

sabed  vencerle,  Ciníia,  Cloc 
y  Cidalisa. 


Trocad  por  rosas  azahares, 
que  suena  el  son 
de  aquel  Cantar  de  los  Cantares 
de  Salomón. 


18 


Gozad  de  la  dulce  armonía.. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Príapo  vela  en  los  jardines 
que  Cipris  huella; 
Hecaíe  hace  aullar  los  mastines; 
mas  Diana  es  bella, 


y  apenas  envuelta  en  los  velos 
de  la  ilusión, 

baja  a  los  bosques  de  los  cielos 
por  Endimión. 


¡Adolescencia!  Amor  te  dora 
con  su  virtud; 

goza  del  beso  de  la  aurora, 
¡oh  juventud! 


¡Desventurado  el  que  ha  cogido 
tarde  la  flor! 

y  ¡ay  de  aquel  que  nunca  ha  sabido 
lo  que  es  amor! 


21 


U      B      E      N  DARÍO 


Yo  he  visto  en  tierra  tropical 
la  sangre  arder, 
como  en  un  cáliz  de  cristal, 
en  la  mujer. 


Y  en  todas  partes  la  que  ama 
y  se  consume 

como  una  flor  hecha  de  llama 
y  de  perfume. 


Abrasaos  en  esa  llama 
y  respirad 

ese  perfume  que  embalsama 
la  Humanidad. 


Gozad  de  la  carne,  ese  bien 
que  hoy  nos  hechiza, 
y  después  se  tornará  en 
polvo  y  ceniza. 


22 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Gozad  del  sol,  de  la  pagana 
luz  de  sus  fuegos; 
gozad  del  sol,  porque  mañana 
estaréis  ciegos. 


Gozad  de  la  dulce  harmonía 
que  a  Apolo  invoca; 
gozad  del  canto,  porque  un  día 
no  tendréis  boca. 


Gozad  de  la  tierra,  que  un 
bien  cierto  encierra; 
gozad,  porque  no  estáis  aún 
bajo  la  tierra. 


Apartad  el  temor  que  os  hiela 
y  que  os  restringe; 
la  paloma  de  Venus  vuela 
sóbrela  Esfinge. 


23 


RUBÉN  DARÍO 


Aún  vencen  muerte,  tiempo  y  hado 
las  amorosas; 

en  las  tumbas  se  han  encontrado 
mirtos  y  rosas. 


Aún  Anadiódema  en  sus  lidias 
nos  da  su  ayuda; 
aún  resurge  en  la  obra  de  Fidias 
Friné  desnuda. 


Vive  el  bíblico  Adán  robusto, 
de  sangre  humana, 
y  aún  siente  nuestra  lengua  el  gusto 
de  la  manzana. 


y  hace  de  este  globo  viviente 
fuerza  y  acción 
la  universal  y  omnipotente 
fecundación. 


24 


\ 


¡Vamos  al  reino  de  la  Muerte 
por  el  camino  del  Amor. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


El  corazón  del  ciclo  late 
por  la  victoria 

de  este  vivir,  que  es  un  combate 
y  es  una  gloria. 


Pues  aunque  hay  pena  y  nos  agravia 
el  sino  adverso, 
en  nosotros  corre  la  savia 
del  universo. 


Nuestro  cráneo  guarda  el  vibrar 
de  tierra  y  sol, 
como  el  ruido  de  la  mar 
el  caracol. 


La  sal  del  mar  en  nuestras  venas 
va  a  borbotones; 
tenemos  sangre  de  sirenas 
y  de  tritones. 


27 


RUBÉN  DARÍO 


A  nosotros  encinas,  lauros, 
frondas  espesas; 
tenemos  carne  de  centauros 
y  satiresas. 


En  nosotros  la  Vida  vierte 
fuerza  y  calor. 

¡Vamos  al  reino  de  la  Muerte 
por  el  camino  del  Amor! 


28 


INTERMEZZO  TROPICAL 


I— MEDIODÍA 


...  La  Isla  quema.  Arde  ti  escollo, 
y  el  azul  fuego  envía. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


I  Oí,  ROÍ   DES   ÉTÉS,   COMO  CAN- 
TABA  EL  CRIOLLO 
francés.  Un  mediodía 
y  el  azul  fuego  envía. 


Es  la  isla  del  Cardón,  en  Nicaragua, 
Pienso  en  Grecia,  en  Morea  o  en  Zacinío. 
Pues  al  brillo  del  cielo  y  al  carino  del  agua 
se  alza  en  frente  una  tropical  Corinto. 


37 


RUBÉN  DARÍO 


Penachos  verdes  de  palmeras.  Lejos, 
ruda  de  antigüedad,  grave  de  mito, 
la  tribu  en  roca  de  volcanes  viejos, 
que,  como  todo,  aguarda  su  instante  de  infinito. 


Un  ave  de  rapiña  pasa  a  pescar  y  torna 
con  un  pez  en  las  garras. 
Y  sopla  un  vaho  de  horno  que  abochorna 
y  tuesta  en  oro  las  cigarras. 


38 


II— VESPERAL 


I 


Conchas  color  de  rosa  y  de  reflejos 
áureos  .. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


A  PASADO  LA  SIESTA 

y  la  hora  del  Poniente  se  avecina, 

y  hay  ya  frescor  en  esta 

costa,  que  el  sol  del  Trópico  calcina. 

Hay  un  suave  alentar  de  aura  marina, 

y  el  Occidente  finge  una  floresta 

que  una  llama  de  púrpura  ilumina. 
Sobre  la  arena  dejan  los  cangrejos 

ía  ilegible  escritura  de  sus  huellas. 


43 


RUBÉN  DARÍO 


Conchas  color  de  rosa  y  de  reflejos 

áureos,  caracolillos  y  fragmentos  de  estrellas 

de  mar  forman  alfombra 

sonante  al  paso  en  la  armoniosa  orilla. 

y  cuando  Venus  brilla, 

dulce,  imperial  amor  de  la  divina  tarde, 

erco  que  en  la  onda  suena 

o  son  de  lira,  o  canto  de  sirena. 

Y  en  mi  alma  otro  lucero  como  el  de  Venus  arde. 


44 


ni~CANCIÓN   OTOÑAL 

AIRE    DE  «SEMINÓLE», 

DE   EGBERT   VA- 

NALSTYNE 


En  Occidente  húndese 
el  sol  crepuscular; 
vestido  de  oro  y  púrpura 
mañana  volverá. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


I 


N  OCCIDENTE  HÚNDESE 

el  sol  crepuscular; 

vestido  de  oro  y  púrpura 
mañana  volverá. 
En  la  vida  hay  crepúsculos 
que  nos  hacen  llorar, 
porque  hay  soles  que  pórtense 
y  no  vuelven  jamás. 


49 


RUBÉN  DARÍO 


CORO 


Vuela  la  mágica  ilusión 
en  un  ocaso  de  pasión, 
y  la  acompaña  una  canción 
del  corazón. 


Este  era  un  rey  de  Cólquida, 
o  qaizá  de  Thulé, 
un  rey  de  ensueños  líricos 
que  sonrió  una  vez. 
De  su  sonrisa  hermética 
jamás  se  supo  bien 
si  fué  doliente  y  pálida 
o  si  fué  de  placer. 


CORO 

Vuela  la  mágica  ilusión 
en  un  ocaso  de  pasión, 


50 


í 


POEMA  DEL  OTOÑO 


y  la  acompaña  una  canción 
del  corazón. 


La  tarde  melancólica 
solloza  sobre  el  mar. 
Brilla  en  el  cielo  véspero 
en  su  divina  paz. 
Y  hay  en  el  aire  trémulo 
ansias  de  suspirar 
porque  pasa  con  Céfiro 
como  el  alma  otoñal. 


CORO 

Vuela  la  mágica  ilusión 
en  un  ocaso  de  pasión, 
y  la  acompaña  una  canción 
del  corazón. 


51 


IV— RAZA 


POEMA  DEL  OTOÑO 


ISOPOS  Y  ESPADAS 
han  sido  precisos, 
unos  regando  el  agua 

y  otras  vertiendo  el  vino 

de  la  sangre.  Nutrieron 

de  tal  modo  a  la  raza  los  siglos. 

juntos  alientan  vastagos 
de  beatos  e  hijos 


55 


RUBÉN  DARÍO 


de  encomenderos  con 

los  que  tienen  el  signo 

de  descender  de  esclavos  africanos, 

o  de  soberbios  indios, 

como  el  gran  Nicarao,  que  un  puente  de  canoas 

brindó  al  cacique  amigo 

para  pasar  el  lago 

de  Managua.  Eso  es  épico  y  es  lírico. 


56 


V-  CANCIÓN 


P   o    E   M  A 


DEL 


OTOÑO 


INAS  QUE  DAIS 

AL  VIENTO, 

al  ciclo  y  a  la  mar 

la  mirada,  el  acento 

y  el  olor  de  azahar 

que  de  vuestros  cabellos 

bellos 

amamos  respirar; 


69 


R      V      B      E      N  DARÍO 


damas  de  sol  y  ensueño, 
de  luz  y  de  ilusión, 
que  anima  el  dios  risueño 
dueño  del  corazón, 
por  vuestros  ojos  cálidos, 
pálidos 
los  sonadores  son. 

Obras  de  arte  del  sacro 
artista  universal, 
tan  bello  simulacro 
dé  su  gracia  fatal 
y  en  tal  estatua  vibre, 
libre, 
la  psique  de  cristal. 

Pues  sois  de  la  existencia 
la  dicha  en  lo  fugaz, 

60 


damas  de  sol  y  ensueño. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


y  vuestra  dulce  ciencia 

suele  ser  eficaz, 

quémese  uno  en  tal  fuego; 

luego 

puede  dormirse  en  paz. 


63 


i 


Yc':) 


VI -A  DOÑA  BLANCA 
DE  ZELAYA 


POEMA  DEL  OTOÑO 


EÑORA:   DE    LAS    BLANCAS  QUE 

TENEMOS  NOTICIA 

la  primera  sería  Diana  la  Cazadora, 
a  menos  que  no  fuese  la  Diosa  de  justicia, 
o  la  que  nos  anuncia  la  entrada  de  la  Aurora. 


Después  hay  muchas  Blancas  entre  la  negra  historia, 
que  asiros  de  venturanza  para  los  pueblos  son, 
ya  perlas  de  consuelo,  o  diamante  de  gloria; 
por  ejemplo:  la  dulce  Blanca  de  Borbón. 


67 


RUBÉN  DARÍO 


En  un  fondo  de  azul,  como  una  estrella  brilla, 
siendo  como  la  reina  de  las  flores  de  lis, 
la  prestigiosa  doña  Blanca  de  Castilla, 
decoro  de  las  reinas  y  madre  de  San  Luis. 


En  un  ambiente  de  bizarría  y  fragancia, 
otra  blancura  viene  que  prestigia  y  que  da 
a  la  maravillosa  doña  Blanca  de  Francia 
la  música  de  triunfo  que  por  sus  nupcias  va. 


Y  en  lo  que  el  cronista  preciosamente  narra 
entre  lujos  de  justa  y  reflejos  de  lid 
nos  aparece  doña  Blanca  de  Navarra, 
orgullosa,  preclara  y  biznieta  del  Cid. 


Mas  ante  este  desfile  que  de  la  gloria  arranca, 
entre  tantas  blancuras  siendo  una  regia  flor, 
por  sencilla,  por  pura,  por  garrida  y  por  blanca, 
Blanca  de  Nicaragua  nos  será  la  mejor. 


68 


VIH— A  MARGA- 
RITA   DEBAYLE 


P   o   E   M  A  DEL  OTOÑO 


ARGARITA,  ESTÁ  LIN- 
DA LA  MAR, 
y  el  viento 

lleva  esencia  sutil  de  azahar; 

yo  siento 

en  el  alma  una  alondra  cantar: 

tu  acento. 

Margarita,  te  voy  a  contar 

un  cuento. 

a     Q     Q 


71 


U     B      E      N  DARÍO 


Este  era  un  rey  que  tenía 
un  palacio  de  diamantes, 
una  tienda  hecha  del  día 
y  un  rebaño  de  elefantes, 


un  kiosco  de  malaquita, 
un  gran  manto  de  tisú, 
y  una  gentil  princesita, 
tan  bonita, 
Margarita, 
tan  bonita  como  tú. 


Una  tarde  la  princesa 
vio  una  estrella  aparecer; 
la  princesa  era  traviesa 
y  la  quiso  ir  a  coger. 


La  quería  para  hacerla 
decorar  un  prendedor, 


72 


Y  siguió  camino  arriba, 
por  la  luna  y  más  allá; 


POEMA  DEL  OTO   N   O 


con  un  verso  y  una  perla, 
y  una  pluma  y  una  flor. 


Las  princesas  primorosas 
se  parecen  mucho  a  ti: 
cortan  lirios,  cortan  rosas, 
cortan  astros.  Son  así. 


Pues  se  fué  la  niña  bella, 
bajo  el  cielo  y  sobre  el  mar, 
a  cortar  la  blanca  estrella 
que  la  hacía  suspirar. 


Y  siguió  camino  arriba, 
por  la  luna  y  más  allá; 
mas  lo  malo  es  que  ella  iba 
sin  permiso  del  papá. 


75 


RUBÉN  DARÍO 


Cuando  estuvo  ya  de  vuelta 
de  los  parques  del  Señor, 
se  miraba  toda  envuelta 
en  un  dulce  resplandor. 


y  el  rey  dijo:  «¿Qué  te  has  hecho? 
Te  he  buscado  y  no  te  hallé; 
y  ¿qué  tienes  en  el  pecho, 
que  encendido  se  íe  ve?> 


La  princesa  no  mentía. 
Y  así,  dijo  la  verdad: 
«Fui  a  cortar  la  estrella  mía 
a  la  azul  inmensidad.» 


y  el  rey  clama:  «¿No  te  he  dicho 
que  el  azul  no  hay  que  tocar? 
;Qué  locura!  ¡Qué  capricho! 
El  Señor  se  va  a  enojar. » 


76 


«Fui  a  cortar  la  estrella  mía 
a  la  azul  inmensidad,> 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Y  dice  ella:  «No  hubo  intento; 
yo  me  fui  no  sé  por  qué; 
Por  las  olas  y  en  el  viento 
fui  a  la  estrella  y  la  corté.  > 


y  el  papá  dice  enojado: 
«Un  castigo  has  de  tener: 
vuelve  al  cielo,  y  lo  robado 
vas  ahora  a  devolver. » 


La  princesa  se  entristece 
por  su  dulce  flor  de  luz, 
cuando  entonces  aparece 
sonriendo  el  Buen  Jesús. 


Y  así  dice:  «En  mis  campiñas 
esa  rosa  le  ofrecí: 
son  mis  flores  de  las  niñas 
que  al  soñar  piensan  en  mí.» 

79 


RUBÉN  DARÍO 


Viste  cl  rey  ropas  brillantes, 
y  luego  hace  desfilar 
cuatrocientos  elefantes 
a  la  orilla  de  la  mar. 


La  princesiía  está  bella, 
pues  ya  tiene  el  prendedor 
en  que  lucen  con  la  estrella, 
verso,  perla,  pluma  y  flor. 


Margarita,  está  linda  la  mar, 
y  el  viento 

lleva  esencia  sutil  de  azahar: 
tu  aliento. . 

Ya  que  lejos  de  mí  vas  a  estar, 
guarda,  niña,  un  gentil  pensamiento 
al  que  un  día  te  quiso  contar 
un  cuento. 


80 


IX —  EN  CASA  DEL  DOCTOR 
LUIS  H.  DEBAYLE.— TOAST 


POEMA 


DEL 


OTOÑO 


5TA  CASA  DE  GRACIA  Y  DE  GLORIA 

ME  AUGURA, 

en  tan  dulces  momentos,  que  son  de  Epifanía, 
como  el  amanecer  de  un  encantado  día 
que  iniciase  las  horas  de  una  dicha  futura. 


Aquí  un  verbo  ha  brotado  que  anima  y  que  perdura, 
aquí  se  ha  consagrado  a  la  eterna  Harmonía 
por  las  rosas  de  idea  que  han  dado  al  alma  mía, 
en  sus  pétalos  frescos,  la  fragancia  más  pura. 


85 


RUBÉN  DARÍO 


Suaves  reminiscencias  de  los  primeros  años 
me  brindaron  consuelos  en  países  extraños, 
y  hoy  sé  por  el  Destino  prodigioso  y  fatal, 
que  si  es  amarga  y  dura  la  sal  de  que  habla  el  Dante, 
no  hay  miel  tan  deleitosa,  tan  fina  y  tan  fragante, 
como  la  miel  divina  de  la  íierra  natal. 


Y  para  Casimira 
el  oro  de  la  lira, 
y  las  flores  de  lis 
que  junten  la  fragancia 
de  Nicaragua  y  Francia 
por  su  adorado  Luis. 


86 


I 


SANTA  ELENA  DE  MONTENEGRO 


Hora  de  Crislo  en  cl  Calvario, 


P   o   E   M  A 


DEL 


OTOÑO 


ORA  DE  CRISTO  EN  EL 
CALVARIO, 
hora  de  terror  milenario, 
hora  de  sangre,  hora  de  osario. 


La  luna  huraño  humor  destila 
en  la  tumba  de  la  Sibila 
y  solvet  seclum  in  favila... 

Hecate  aullante  y  fosca  yerra, 
y  lanza  el  infierno  su  guerra 
por  las  pústulas  de  la  tierra. 


93 


RUBÉN  DARÍO 


El  hambre  medioeval  va  por 
sendas  de  sulfúreo  vapor 
y  olor  de  muerte.  ¡Horror,  horror! 

Ladran  con  un  furioso  celo 
los  canes  del  diablo  hacia  el  cielo 
por  la  boca  del  Mongibelo. 

Tiemblan  pueblos  en  desvarío 
de  hambre,  de  terror  y  de  frío... 
¡Dios  mío!  ¡Dios  mío!  ¡Dios  mío!... 

Como  en  la  dantesca  Comedia, 
nos  eriza  el  pelo  y  asedia 
el  espanto  de  la  Edad  Media. 


Pasan  furias  haciendo  gestos, 
pasan  mil  rostros  descompuestos; 
allá  arriba  hay  signos  funestos. 


94 


POEMA  DEL  O    1    O   Ñ   O 


Hay  pueblos  de  espectros  humanos 
que  van  mordiéndose  las  manos. 
Comienzan  su  obra  los  gusanos. 

Falta  la  terrible  trompeta. 
Mas  oye  el  alma  del  poeta 
crujir  los  huesos  del  planeta. 


Al  ruido  terráqueo,  un  ruido 
se  agrega  profundo,  inoído... 
Viene  de  lo  desconocido. 


Entretanto  la  muchedumbre 
grita  sin  fe,  sin  pan,  sin  lumbre, 
alocada  de  pesadumbre. 

Y  bajo  el  obscuro  destino 
se  oyen  rechinar  de  contino 
los  rojos  dientes  de  Hugolino. 

95- 


RUBÉN  DARÍO 


Y  iodo  espíritu  se  pasma 
al  ver  entre  el  fuego  v  el  miasma 
retorcerse  al  dolor-fantasma. 


Arruga  el  ceño  el  Deo  Ignoto, 
y  Átropos,  Laquesis  y  Cloto 
hacen  señas  al  Terremoto... 


Ululan  voces  lamentables; 
son  idénticos  y  espantables 
millonarios  y  miserables. 

Van  rebaños  dolientes...  Van 
visiones  de  duelo  y  afán 
cual  vio  en  su  apocalipsis  Juan. 

Y  sobre  ellas  ceniza  avienta 
el  corazón  de  la  tormenta, 
y  un  rincón  divino  revienta. 

'96 


¡Mas  oíd  un  celeste  allegro! 
Es  que  pasa  en  el  horror  negro 
Sania  Elena  de  Monícncgro. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Y  bajo  sus  pies  huye  el  suelo, 
y  sobre  sus  frentes  el  duelo 
cae  de  lo  triste  del  cielo. 

|Oh  asombro  y  miedo  de  lasMusas! 
¡Oh  cabelleras  de  Medusas! 
¡Oh  los  rictus  de  las  empusas! 

¡Oh  amarga  máscara  amarilla, 
ojos  do  luz  siniestra  brilla 
y  escenarios  de  pesadilla! 

Acres  relentes,  voz  que  hiere 
repentina,  gente  que  muere... 
¡Ayl  ¡Miserere!...  ¡Miserere! 


¡Jardines  que  hoy  son  cementerios 
destruidos  por  los  cauterios 
de  los  temerosos  Misterios! 


99 


RUBÉN  DARÍO 


Región  que  el  espanto  prefiere 
y  en  donde  la  Muerte  más  hiere... 
jAy!  ¡Miserere!...  ¡Miserere! 


¡Mas  oid  un  celeste  allegro! 
Es  que  pasa  en  el  horror  negro 
Santa  Elena  de  Montenegro. 


100 


^    GAITA  GALAICA    ^ 


POEMA  DEL  OTOÑO 


AITA    GALAICA,    SABES 

CANTAR 

lo  que  profundo  y  dulce  nos  es. 
Dices  de  amor,  y  dices  después 
de  un  amargor  como  el  de  la  mar. 


Canta.  Es  el  tiempo.  Haremos  danzar 
al  fino  verso  de  rítmicos  pies. 
Ya  nos  lo  dijo  el  Eclesiastés: 
tiempo  hay  de  todo:  hay  tiempo  de  amar, 


103 


RUBÉN  DARÍO 


tiempo  de  ganar,  tiempo  de  perder, 
tiempo  de  plantar,  tiempo  de  coger, 
tiempo  de  llorar,  tiem.po  de  reir. 


tiempo  de  rasgar,  tiempo  de  coser, 
tiempo  de  esparcir  y  de  recoger, 
tiempo  de  nacer,  tiempo  de  morir. 


104 


A  MISTRAL. 


r 


POEMA  DEL  OTOÑO 


ISTRAL!  LA  COPA  SANTA  LLENA  DE 
SANTO  VINO 
[^alza  el  mundo  por  ti, 
y  lleva  nueva  sangre  al  corazón  latino 
su  líquido  rubí. 


iGran  patriarcal  ¡Tu  canto  lleva  el  mistral  sonoro, 
canto  de  amor  y  fe, 
y  alza  su  palma  lírica  tu  Provenza  de  oro 
por  su  gran  Capoulié! 


Provenza,  que  cultiva  sus  olivos  y  parras, 
caida  el  verde  laurel, 
y  al  glorioso  son  de  liras  y  cigarras 
te  corona  con  él. 


107 


R      L      B      E      N  DARÍO 


Provenza  canta  himnos  para  su  rey  de  cantos, 
para  su  hijo  inmortal, 
y  dice  odas  pindáricas,  o  dice  salmos  santos, 
griega  y  pontifical. 


Y  las  hermanas  de  Mircia,  la  preciosa 
flor  que  el  Arquero  hirió, 
por  su  memoria  ofrendan  ramos  de  mirto  y  rosa 
a  quien  vida  le  dio. 


Sonad,  trompetas  que  anunciáis  la  victoria 
de  esc  amado  del  Sol, 
y  que  entre  vuestro  coro  se  oiga  tocando  a  gloria- 
un  clarín  español. 


y  que  sobre  los  mares  lleven  los  vientos  libres- 
la  divina  verdad, 
emperador  de  musas  y  rey  de  los  felibrcs! 
de  tu  inmortalidad. 


108 


EL  CLAVICORDIO 
DE    LA    ABUELA 


POEMA  DEL  OTOÑO 


iN  EL  CASTILLO,  FRESCA, 

LINDA, 

ia  marquesita  Rosalinda, 
mientras  la  blanda  brisa  vuela, 
con  su  pequeña  mano  blanca 
una  pavana  grave  arranca 
al  clavicordio  de  la  abuela. 


¡Notas  de  LuUy  y  de  Ramean! 
Versos  que  a  ella  recitó 
el  primo  rubio  tan  galán, 
que  tiene  el  aire  caprichoso, 


111 


RUBÉN  DARÍO 


y  que  es  gallardo  y  orgulloso 
como  un  mancebo  de  Roban. 


Va  la  manita  en  el  teclado 
como  si  fuese  un  lirio  alado 
lanzando  al  aire  la  canción, 
y  con  sonrisa  placentera 
sonríe  el  viejo  de  gorguera 
en  los  tapices  del  salón. 

En  el  tapiz  está  un  amor, 
y  una  pastora  da  una  flor 
al  pastorcito  que  la  anhela. 
Es  una  boca  en  flor  la  boca 
de  la  que  alegre  y  viva  toca 
el  clavicordio  de  la  abuela. 

Es  una  fresa,  es  una  guinda 
los  labios  son  de  Rosalinda, 
que  toca  y  toca  y  toca  más. 

112 


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¡Qué  linda  esfá  la  marquesifal 
Es  una  blanca  marf  arita. 


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i 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Tiene  en  su  rostro  abril  y  mayo; 
en  su  mirada  brilla  un  rayo; 
con  la  cabeza  hace  el  compás. 

¡Qué  linda  está  la  marquesita! 
Es  una  blanca  margarita, 
es  una  rosa,  es  un  jazmín. 
Su  cabellera  es  un  tesoro; 
si  ríe,  brota  un  canto  de  oro 
en  su  reir  de  querubín. 

El  cielo  tiene  sobre  el  traje: 
si  hay  una  nube,  es  un  encaje, 
espuma,  bruma,  suave  tul; 
como  ella  es  blanca  y  sonrosada, 
y  de  oro  puro  coronada, 
¡qué  bien  le  sienta  el  traje  azul! 

Ella  hacia  un  lado  inclina  suave 
la  cabecita,  como  un  ave 


115 


RUBÉN  DARÍO 


que  casi  va,  que  casi  vuela; 
y  alza  su  mano  el  son  sutil 
de  la  blancura  del  marfil 
del  clavicordio  de  la  abuela. 

La  niña,  dulce  cual  la  miel, 
canta  a  compás  rondó  y  rondel, 
canta  los  versos  de  Ronsard; 
y  cuando  lanza  en  su  clamor 
los  tiernos  versos  del  amor, 
se  pone  siempre  a  suspirar. 

Amor  sus  rosas  nuevas  brinda 
a  la  marquesa  Rosalinda, 
que  al  amor  corre  sin  cautela, 
sin  escuchar  que  en  el  teclado 
canta  un  amor  desengañado 
el  clavicordio  de  la  abuela. 

jAmar,  reir!  La  vida  es  corta. 
116 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Gozar  de  abril  es  lo  que  importa 
en  el  primer  loco  delirio; 
bello  es  que  el  leve  colibrí 
bata  alas  de  oro  y  carmesí 
sobre  la  nieve  azul  del  lirio. 


y  aunque  al  terrible  viaje  largo 
empuja  el  ronco  viento  amargo 
cuyo  siniestro  nombre  hiela, 
bien  es  que  al  pobre  viajador 
anime  el  vivo  son  de  amor 
del  clavicordio  de  la  abuela. 


117 


i 


LA   CARTUJA 
5? 


POEMA  DEL  OTOÑO 


STE  VETUSTO  MONASTERIO 

HA  VISTO, 

secos  de  orar  y  pálidos  de  ayuno, 
con  el  breviario  y  con  el  Santo  Cristo, 
a  los  callados  hijos  de  San  Bruno. 


A  los  que  en  su  existencia  solitaria, 
con  la  locura  de  la  cruz  y  al  vuelo 
místicamente  azul  de  la  plegaria, 
fueron  a  Dios  en  busca  de  consuelo. 


123 


U      B      E      N  DARÍO 


Mortificaron  con  las  disciplinas 
y  los  cilicios  la  carne  mortal 
y  opusieron,  orando,  las  divinas 
ansias  celestes  al  furor  sexual. 


La  soledad  que  amaba  jeremías, 
el  misterioso  profesor  de  llanto, 
y  el  silencio,  en  que  encuentran  harmonías 
el  soñador,  el  místico  y  el  santo, 


fueron  para  ellos  minas  de  diamantes 
que  cavan  los  mineros  serafines 
a  la  luz  de  los  cirios  parpadeantes 
y  al  son  de  las  campanas  de  maitines. 


Gustaron  las  harinas  celestiales 
en  el  maravilloso  simulacro, 
herido  el  cuerpo  bajo  los  sayales, 
el  espíritu  ardiente  en  amor  sacro. 

124 


POEMA 


DEL 


OTOÑO 


Vieron  la  nada  amarga  de  este  mundo, 
pozos  de  horror  y  dolores  extremos, 
y  hallaron  el  concepto  más  profundo 
en  el  profundo  f^ De  morir  íenemosT^ . 


y  como  a  Pablo  e  Hilarión  y  Antonio, 
a  pesar  de  cilicios  y  oraciones, 
les  presentó  con  su  hechizo,  el  demonio 
sus  mil  visiones  de  fornicaciones. 


y  fueron  castos  por  dolor  y  fe, 
y  fueron  pobres  por  la  santidad, 
y  fueron  obedientes  porque  fué 
su  reina  de  pies  blancos  la  humildad, 


Vieron  los  belcebúes  y  satanes 
que  esas  almas  humildes  y  apostólicas 
triunfaban  de  maléficos  afanes 
y  de  tantas  acedías  melancólicas. 


127 


JR      U      B      E      N  DARÍO 


Que  el  Mortui  esfis  del  candente  Pablo 
les  forjaba  corazas  arcangélicas 
y  que  nada  podría  hacer  el  diablo 
de  halagos  finos  o  añagazas  bélicas. 


¡Ah!  fuera  yo  de  esos  que  Dios  quería, 
y  que  Dios  quiere  cuando  así  le  place, 
dichosos  ante  el  temeroso  día 
de  losa  fría  y  ¡Requiescat  in  pace! 


Poder  matar  el  orgullo  perverso 
y  el  palpitar  de  la  carne  maligna, 
todo  por  Dios,  delante  el  Universo, 
-con  corazón  que  sufre  y  se  resigna. 


Sentir  la  unción  de  la  divina  mano, 
ver  florecer  de  eterna  luz  mi  anhelo, 
y  oir  como  un  Pitágoras  cristiano 
la  música  teológica  del  cielo. 

128 


POEMA'      DEL 


OTOÑO 


Y  al  fauno  que  hay  en  mí,  darle  la  ciencia, 
que  al  Ángel  hace  estremecer  las  alas. 
Por  la  oración  y  por  la  penitencia 
poner  en  fuga  a  las  diablesas  malas. 


Darme  otros  ojos,  no  estos  ojos  vivos 
que  gozan  en  mirar,  como  los  ojos 
de  los  sátiros  locos  medio-chivos, 
redondeces  de  nieve  y  labios  rojos. 


Darme  otra  boca  en  que  queden  impresos 
los  ardientes  carbones  del  asceta, 
y  no  esta  boca  en  que  vinos  y  besos 
aumentan  gulas  de  hombre  y  de  poeta. 


Darme  unas  manos  de  disciplinante 
que  me  dejen  el  lomo  ensangrentado, 
y  no  estas  manos  lúbricas  de  amante 
que  acarician  las  pomas  del  pecado. 


129 


RUBÉN  DARÍO 


Darme  una  sangre  que  me  deje  llenas 
las  venas  de  quietud  y  en  paz  los  sesos, 
y  no  esta  sangre  que  hace  arder  las  venas, 
vibrar  los  nervios  y  crujir  los  huesos. 


¡Y  quedar  libre  de  maldad  y  engaño 
y  sentir  una  mano  que  me  empuja 
a  la  cueva  que  acoge  al  ermitaño, 
o  al  silencio  y  la  paz  de  la  Cartuja! 


130 


PEQUEÑO 

POEMA 

DE 

CARNAVAL 


POEMA  DEL  OTOÑO 


A  Madame  Leopoldo  Lugones. 


A  MUCHO  QUE 
LEOPOLDO 

me  juzga  bajo  un  toldo 
de  penas,  al  rescoldo 
de  una  última  ilusión. 
O  bien  cual  hombre  adusto 
que  agriado  de  disgusto 
no  hincha  el  cuello  robusto 
lanzando  una  canción. 

133 


RUBÉN  DARÍO 


Juzga  este  ser  tiíánico 
con  buen  humor  tiránico 
que  estoy  lleno  de  pánico, 
desengaño  o  esplín, 
porque  ha  tiempo  no  mana 
ni  una  rima  galana, 
ni  una  prosa  profana 
de  mi  viejo  violín. 


Y  por  tales  cuidados 
me  vino  con  recados, 
lindamente  acordados, 
que  dice  que  le  dio 
primavera,  la  niña 
de  florida  basquina 
a  quien  por  la  campiña 
harto  perseguí  yo . 


No  hay  tal,  señora  mía. 
Y  aquí  vengo  este  día, 

134 


POEMA  DEL  OTOÑO 


lleno  de  poesía, 
pues  llega  el  Carnaval, 
a  hacer  sonar  en  graía 
hora,  lira  de  plata, 
flauta  que  olvidos  mata, 
y  sisíro  de  cristal. 


Pues  en  París  estamos, 
parisienses  hagamos 
los  más  soberbios  ramos 
de  flores  de  París, 
y  llenen  esta  estancia 
de  gloria  y  de  fragancia, 
bellas  rosas  de  Francia 
y  la  hortensia  y  la  lis. 


¡Viva  la  ciudad  santa 
—de  diabla  que  es— que  encanta 
con  tanta  gracia  y  tanta 
furia  de  porvenir; 

135 


RUBÉN  DARÍO 


que  es  la  única  en  el  mundo 
donde  en  sueños  me  hundo 
con  lo  dulce  y  profundo 
del  gozo  del  vivir! 


Viva,  con  sus  coronas 
de  laurel,  sus  sorbonas, 
y  sus  lindas  personas 
pérfidas  como  el  mar; 
viva,  con  «gamin»  lisio 
estudiante  y  aristo, 
y  el  gallo  nunca  visto 
y  el  gorrión  familiar. 


Yo  he  visto  a  Venus  bella, 
en  el  pecho  una  estrella, 
y  a  Mammón  ir  tras  ella 
que  con  ligero  pie 
proseguía  adelante, 
parándose  delante 

1S6 


ocnow^o 


POEMA  DEL  OTOÑO 


del  fuego  del  diamante 
de  la  rué  de  la  Paix. 


Creí  tras  los  macizos 
de  un  jardín,  los  carrizos 
oir,  llenos  de  hechizos, 
de  la  flauta  de  Pan. 
Reía  Primavera 
de  la  canción  ligera: 
el  griego  dios  no  era. 
Era  el  pobre  Lelián. 


y  ahora,  cuando  empache 
la  fiesta,  y  el  apache 
su  mensaje  despache 
a  la  Alegría  vil, 
dará  púrpura  a  Momo 
en  un  divino  asomo 
escapada  de  un  tomo 
la  sombra  de  Banville. 

139 


RUBÉN  DARÍO 


Las  musas  y  las  gracias 
vuelven  de  las  acacias 
con  sus  aristocracias 
doradas  por  el  luis; 
y  el  avaro  de  Plauío 
o  Moliere,  irá  incauto 
tras  las  huellas  del  auto 
al  café  de  París. 


Pero  lodo,  señora, 
lo  consagra  y  decora, 
lo  suaviza  y  lo  dora 
la  mágica  ciudad 
hecha  de  amor,  de  historia, 
de  placer  y  de  gloria, 
de  hechizo  y  de  victoria, 
de  triunfo  y  claridad. 


¡Vivan  los  Carnavales 
parisienses!  Los  males 


140 


POEMA  DEL  OTOÑO 


huyen  a  los  cristales 
de  la  viuda  Clicquot. 
¡y  pues  que  Primavera 
quería  un  canto,  fuera 
la  armoniosa  quimera 
que  llevo  dentro  yo! 


Y  de  nuevo  las  rosas 
y  las  profanas  prosas 
vayan  a  las  hermosas, 
al  aire,  al  cielo,  al  sol: 
vaya  el  verso  con  alas 
y  la  estrofa  de  galas 
y  suenen  cosas  galas 
con  el  modo  español. 


Así  verá  Lugones 
cómo  las  ilusiones 
reviven  a  los  sones 
del  canto  fraternal, 

141 


RUBÉN  DARÍO 


y  brota  cl  tallo  tierno 
en  otoño  o  invierno. 
¡Pues  Apolo  es  eterno 
y  el  arte  es  inmortal! 


Que  mire  nuestro  Orfeo 
cumplido  su  deseo 
y  que  no  encuentre  un  reo 
de  silencios  en  mí, 
y  para  mi  acomodo 
no  emplee  agudo  modo, 
pues,  «a  pesar  de  todo», 
nuestro  Hugo  no  era  así. 


¡Vivat  Gallia  Regina! 
aquí  nos  ilumina 
un  sol  que  no  declina; 
Eros  brinda  su  flor, 
Palas  nos  da  la  mano 
mientras  va  soberano 

142 


POEMA  DEL  OTOÑO 


rigiendo  su  aeroplano 
Icaro  vencedor. 


¡Ah  señora!  yo  expreso 
mi  graíittid,  mi  exceso 
de  gratitud,  y  beso 
tanto  ilustre  laurel. 
Celebro  aulas  sagradas, 
artes,  modas  lanzadas, 
y  las  damas  pintadas 
y  los  maítres  d hotel. 


y  puesta  la  careta 
ha  cantado  el  poeta 
con  cierta  voz  discreta 
que  propia  suya  es; 
y  reencontró  su  aurora, 
sin  viña  protectora 
o  caricia  traidora 
de  brebaje  escocés . 

145 


RUBÉN  DARÍO 


Sepa  la  Primavera 
que  mi  alma  es  compañera 
del  sol  que  ella  venera 
y  del  supremo  Pan. 
y  que  si  Apolo  ardiente 
la  llama,  de  repente, 
contestará:  ¡Presente, 
mi  capitán! 


144 


^  VALLDEMOSA  !^ 


10 


POEMA  DEL  O    2    O   Ñ   O 


AGO  CON  LOS  CORDEROS  Y  CON  LAS 

CABRAS  TREPO 

como  un  pastor  por  estos  mojitcs  de  Valldemosa, 
y  entre  olivares  pingües  y  entre  pinos  de  Alepo 
diviso  el  mar  azul  que  el  sol  baña  de  rosa. 


y  en  tanto  que  el  Mediterráneo  me  acaricia 
con  su  aliento  yodado  y  su  salino  aroma, 
creo  mirar  surgir  una  barca  fenicia, 
una  vela  de  Grecia,  un  trirreme  de  Roma. 


149 


RUBÉN  DARÍO 


y  me  saca  de  mi  éxtasis  en  la  dulce  mañana 
el  oir  que  del  campo  cercano  llegan  unas 
notas  de  evocadora  melopea  africana 
que  canta  una  payesa  recogiendo  aceitunas. 


Pían  los  libres  pájaros  en  los  vecinos  huertos; 
se  enredan  las  copiosas  viñas  a  las  higueras, 
y  muestra  el  sexual  higo  dos  labios  entreabiertos 
junto  al  ámbar  quemado  de  las  uvas  postreras. 


Plinio  llama  Baleares  lunda  bellicosas 
a  estas  islas  hermanas  de  las  islas  Pytiusas; 
yo  sé  que  coronadas  de  pámpanos  y  rosas 
aquí  a  un  tiempo  danzaron  ante  la  mar  las  musas 


y  si  a  esta  región  dieron  Catarina  y  Raimundo 
paz  que  a  Cristo  pidieron  Raimundo  y  Catarina, 
aun  se  oye  el  eco  de  la  flauta  que  dio  al  mundo 
con  la  música  pánica  vitalidad  divina. 


150 


LOS 

MOTIVOS 
DEL  LOBO 


I 


POEMA  DEL  OTOÑO 


L  VARÓN  QUE  TIENE  CORAZÓN 

DE  LIS, 

alma  de  querube,  lengua  celesíial, 
el  mínimo  y  dulce  Francisco  de  Asís, 
csfá  con  un  rudo  y  torvo  animal, 
bestia  temerosa,  de  sangre  y  de  robo, 
las  fauces  de  furia,  los  ojos  de  mal: 
el  lobo  de  Gubbia,  el  terrible  lobo. 
Rabioso  ha  asolado  los  alrededores, 


153 


.RUBÉN  DARÍO 


-cruel  ha  deshecho  iodos  los  rebaños; 
devoró  corderos,  devoró  pastores, 
y  son  incontables  sus  muertes  y  daños. 


Fuertes  cazadores  armados  de  hierros 
fueron  destrozados.  Los  duros  colmillos 
dieron  cuenta  de  los  más  bravos  perros, 
como  de  cabritos  y  de  corderinos. 


Francisco  salió: 
al  lobo  buscó 
•en  su  madriguera. 

Cerca  de  la  cueva  encontró  a  la  fiera 
enorme,  que  al  verle  se  lanzó  feroz 
contra  él.  Francisco,  con  su  dulce  voz, 
alzando  la  mano, 

al  lobo  furioso  dijo:— /P^z,  hermano 
lobo!  El  animal 

contempló  al  varón  de  tosco  sayal; 
dejó  su  aire  arisco, 

154 


POEMA  DEL  OTOÑO 


cerró  las  abiertas  fauces  agresivas, 

y  dijo: — ¡Está  bien,  hermano  Francisco! 

/Cd/77o/ -exclamo  el  santo.— ¿£5  ley  que  tú  vivas 

de  horror  y  de  muerte? 

¿La  sangre  que  vierte 

tu  hocico  diabólico,  el  duelo  y  espanto 

que  esparces,  el  llanto 

de  los  campesinos,  el  grito,  el  dolor 

de  tanta  criatura  de  Nuestro  Señor? 

¿No  han  de  contener  tu  encono  infernal? 

¿  Vienes  del  infíerno? 

¿  Te  ha  in fundido  acaso  su  rencor  eterno 

Luzbel  o  Belial? 

Y  el  gran  lobo,  humilde:— /fe  duro  el  invierno, 

y  es  horrible  el  hambre!  En  el  bosque  helado 

no  hallé  qué  comer;  y  busqué  el  ganado, 

y  en  veces  comí  ganado  y  pastor. 

¿La  sangre?  Yo  vi  más  de  un  cazador 

sobre  su  caballo,  llevando  el  azor 

al  puño;  o  correr  tras  el  jabalí, 

el  oso  o  el  ciervo;  y  a  más  de  uno  vi 


155 


R      L      B      E      N  DARÍO 


mancharse  de  sanóte,  herir,  torturar, 

de  las  roncas  trompas  al  sordo  clamor 

a  los  animales  de  Nuestro  Señor. 

y  no  era  por  hambre,  que  iban  a  cazar. 

Francisco,  responde:— £>?  el  hombre  existe 

mala  levadura. 

Cuando  nace  viene  con  pecado.  Es  triste. 

Mas  el  alma  simple  de  la  bestia  es  pura. 

Tú  vas  a  tener 

desde  hoy  que  comer. 

Dejarás  en  paz 

rebaños  y  gente  en  este  país. 

¡Que  Dios  melifique  tu  ser  montaraz! 

— Está  bien,  hermano  Francisco  de  Asís. 

— Ante  el  Señor,  que  todo  ata  y  desata , 

en  fe  de  promesa  tiéndeme  la  pata. 

El  lobo  tendió  la  pata  al  hermano 

de  Asís,  que  a  su  vez  le  alargó  la  mano. 

Fueron  a  la  aldea.  La  gente  veía 

y  lo  que  miraba  casi  no  creía. 

Tras  el  religioso  iba  el  lobo  fiero. 


156 


'...  Padre  nuestro,  que  estás  en  los  cielos. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


y,  baja  la  testa,  quieto  le  seguía 

como  un  can  de  casa,  o  como  un  cordero. 


Francisco  llamó  la  gente  a  la  plaza 

y  allí  predicó. 

y  á\\o\—He  aquí  una  amable  caza. 

El  hermano  lobo  se  viene  conmigo; 

me  Juró  no  ser  ya  nuestro  enemigo, 

y  no  repetir  su  ataque  sangriento. 

Vosotros,  en  cambio,  daréis  su  alimento 

a  la  pobre  bestia  de  Dios.— ¡Así sea!, 

contestó  la  gente  toda  de  la  aldea. 

Y  luego,  en  señal 

de  contentamiento 

movió  testa  y  cola  el  buen  animal, 

y  entró  con  Francisco  de  Asís  al  convento. 


Algún  tiempo  estuvo  el  lobo  tranquilo 

en  el  santo  asilo. 

Sus  bastas  orejas  los  salmos  oían 

\h9 


RUBÉN  DARÍO 


y  los  claros  ojos  se  Ic  humedecían. 

Aprendió  mil  gracias  y  hacía  mil  juegos 

cuando  a  la  cocina  iba  con  los  legos. 

y  cuando  Francisco  su  oración  hacía, 

el  lobo  las  pobres  sandalias  lamía. 

Salía  a  la  calle, 

iba  por  el  monte,  descendía  al  valle, 

entraba  a  las  casas  y  le  daban  algo 

de  comer.  Mirábanle  como  a  un  manso  galgo. 

Un  día,  Francisco  se  ausentó.  Y  el  lobo 

dulce,  el  lobo  manso  y  bueno,  el  lobo  probo, 

desapareció,  tornó  a  la  montaña, 

y  recomenzaron  su  aullido  y  su  saña. 

Otra  vez  sintióse  el  temor,  la  alarma, 

entre  los  vecinos  y  entre  los  pastores; 

<:olmaba  el  espanto  los  alrededores, 

de  nada  servían  el  valor  y  el  arma, 

pues  la  bestia  fiera 

no  dio  treguas  a  su  furor  jamás, 

como  si  tuviera 

fuegos  de  Moloch  y  de  Satanás. 


160 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Cuando  volvió  al  pueblo  el  divino  santo, 
todos  lo  buscaron  con  quejas  y  llanto, 
y  con  mil  querellas  dieron  testimonio 
de  lo  que  sufrían  y  perdían  tanto 
por  aquel  infam.e  lobo  del  demonio. 


Francisco  de  Asís  se  puso  severo. 
Se  fué  a  la  montaña 
a  buscar  al  falso  lobo  carnicero. 
Y  junto  a  su  cueva  halló  a  la  alimaña. 
— En  nombre  del  Padre  del  sacro  universo, 
conjuróte,  dijo,  ¡oh,  lobo  perverso!, 
a  que  me  respondas:  ¿Por  qué  has  vuelto  a!  mai? 
Contesta.  Te  escucho . 
Como  en  sorda  lucha,  habló  el  animal, 
la  boca  espumosa  y  el  ojo  fatal: 
—Hermano  Francisco,  no  te  acerques  mucho. .. 
Vo  estaba  tranquilo  allá,  en  el  convento, 
al  pueblo  salía, 
y  si  algo  me  daban  estaba  contento 


11  161 


RUBÉN  D      A      R     I      O 


y  manso  comía. 

Mas  empecé  a  ver  que  en  todas  las  casas 

estaban  la  Envidia,  la  Saña,  la  Ira, 

y  en  todos  los  rostros  ardían  las  brasas 

de  odio,  de  lujuria,  de  infamia  y  mentira. 

Hermanos  a  hermanos  hacían  la  guerra ^ 

perdían  los  débiles,  ganaban  los  malos, 

hembra  y  macho  eran  como  perro  y  pena^ 

y  un  buen  día  todos  me  dieron  de  palos. 

Me  vieron  humilde^  lamía  las  manos 

y  los  pies.  Seguía  tus  sagradas  leyes, 

todas  las  criaturas  eran  mis  hermanos, 

los  hermanos  hombres,  los  hermanos  bueyes, 

hermanas  estrellas  y  hermanos  gusanos, 

V  así,  me  apalearon  y  me  echaron  fuera. 

y  su  risa  fué  como  un  agua  hirviente, 

y  entre  mis  entrañas  revivió  la  fiera, 

y  me  sentí  lobo  malo  de  repente; 

mas  siempre  mejor  que  esa  mala  gente. 

y  recomencé  a  luchar  aquí, 

a  me  defender  y  a  me  alimentai . 


162 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Como  el  oso  hace,  como  el  Jabalí, 
que  para  vivir  tiene  que  matar. 
Déjame  en  el  monte,  déjame  en  el  risco, 
déjame  existir  en  mi  libertad, 
vete  a  tu  convento,  hermano  Francisco, 
sigue  tu  camino  y  tu  santidad. 


El  santo  de  Asís  no  le  dijo  nada. 
Le  miró  con  una  profunda  mirada, 
y  partió  con  lágrimas  y  con  desconsuelos, 
y  habló  al  Dios  eterno  con  su  corazón. 
El  viento  del  bosque  llevó  su  oración, 
que  era:  Padre  nuestro,  que  estás  en  los  cielos, 


165 


LA  ROSA  NIÑA 


A  Mademoiselle  Margarita  M.  Guido. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


RISTAL,  ORO  Y  ROSA.  ALBA  EN 

PALESTINA. 

Salen  los  írcs  reyes  de  adorar  al  rey, 
flor  de  infancia  llena  de  una  luz  divina 
que  humaniza  y  dora  la  muía  y  el  buey. 


Baltasar  medita,  mirando  la  estrella 
que  guía  en  la  altura.  Gaspar  sueña  en 
la  visión  sagrada.  Melchor  ve  en  aquella 
visión,  la  llegada  de  un  mágico  bien. 


167 


RUBÉN  DARÍO 


Las  cabalgaduras  sacuden  los  cuellos 
cubiertos  de  sedas  y  metales.  Frío 
matinal  refresca  belfos  de  camellos 
húmedos  de  gracia,  de  azur  y  rocío. 


Las  meditaciones  de  la  barba  sabia 
van  acompasando  los  plumajes  flavos, 
los  ágiles  trotes  de  potros  de  Arabia 
y  las  risas  blancas  de  negros  esclavos. 


¿De  dónde  vinieron  a  la  Epifanía? 
¿De  Persia?  ¿De  Egipto?  ¿De  la  India?  Es  en  vano 
cavilar.  Vinieron  de  la  Luz,  del  Día, 
del  Amor.  Inútil  pensar.  Tertuliano. 


El  fin  anunciaban  de  un  gran  cautiverio 
y  el  advenimiento  de  un  raro  tesoro. 
Traían  un  símbolo  de  triple  misterio, 
portando  el  incienso,  la  mirra  y  el  oro. 


168 


su  cuerpo  hecho  pétales  y  su  alma  hecha  olor. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


En  las  cercanías  de  Belén  se  para 
el  cortejo.  ¿A  causa?  A  causa  de  que 
una  dulce  niña  de  belleza  rara 
surge  ante  los  magos,  toda  ensueño  y  fe. 


— |Oh,  Reyes! — les  dice— Yo  soy  una  niña 
que  oyó  a  los  vecinos  pastores  cantar, 
y  desde  la  próxima  florida  campiña 
miró  vuestro  regio  cortejo  pasar. 


Yo  se  que  ha  nacido  Jesús  Nazareno, 
que  el  mundo  está  lleno  de  gozo  por  él, 
y  que  es  tan  rosado,  tan  lindo  y  tan  bueno, 
que  hace  al  sol  más  sol,  y  a  la  miel  más  miel. 


Aun  no  llega  el  día...  ¿Dónde  está  el  establo? 
Prestadme  la  estrella  para  ir  a  Belén. 
No  tengáis  cuidado  que  la  apague  el  diablo; 
con  mis  ojos  puros  la  cuidaré  bien. 


171 


RUBÉN  DARÍO 


Los  magos  quedaron  silenciosos.  Bella 
de  toda  belleza,  a  Belén  tornó 
la  estrella;  y  la  niña,  llevada  por  ella 
al  establo,  cuna  de  jesús,  entró. 


Pero  cuando  estuvo  junto  a  aquel  infante, 
en  cuyas  pupilas  miró  a  Dios  arder, 
se  quedó  pasmada,  pálido  el  semblante, 
porque  no  tenía  nada  que  ofrecer. 


La  Madre  miraba  su  niño-lucero; 
las  dos  bestias  buenas  daban  su  calor; 
sonreía  el  santo  viejo  carpintero; 
y  la  niña  estaba  temblando  de  amor. 


Allí  había  oro  en  cajas  reales, 
perfumes  en  frascos  de  hechura  oriental, 
inciensos  en  copas  de  finos  metales, 
y  quesos,  y  flores,  y  miel  de  panal. 


172 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Se  puso  rosada,  rosada,  rosada... 
ante  la  mirada  del  niño  Jesús. 
(Felizmente  que  era  su  madrina  una  hada, 
de  Anatole  France  o  el  doclor  Mardrús.) 

¡Qué  dar  a  ese  niño,  qué  dar  sino  ella! 
¿Qué  dar  a  ese  tierno,  divino  Señor? 
Le  hubiera  ofrecido  la  mágica  estrella, 
la  de  Baltasar,  Gaspar  y  Melchor... 

Mas  a  los  influjos  del  hada  amorosa, 
que  supo  el  secreto  de  aquel  corazón, 
se  fué  convirtiendo  poco  a  poco  en  rosa, 
en  rosa  más  bella  que  las  de  Sarón. 

La  metamorfosis  fué  santa  aquel  día. 
(La  sombra  lejana  de  Ovidio  aplaudía), 
pues  la  dulce  niña  ofreció  al  Señor, 
que  le  agradecía  y  le  sonreía, 
en  la  melodía  de  la  Epifanía, 
su  cuerpo  hecho  pétalos  y  su  alma  hecha  olor. 


173 


LA   CANCIÓN 
DE  LOS  OSOS 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Osos, 
osos  misteriosos, 
yo  os  diré  la  canción 
de  vuestra  misteriosa  evocación. 


SOS  NEGROS  y  VELLUDOS  DEL  RIÑON 

DE  LAS  MONTAÑAS, 

si  cnciosos  viejos  monjes  de  una  iglesia  inmemorial, 
vuestros  ritos  solitarios,  vuestras  prácticas  extrañas, 
las  humanas  alimañas 
neronizan  y  ensangrientan  la  selvosa  catedral.' 

12  177 


RUBÉN  DARÍO 


Osos  tristes  y  danzantes  que  los  zíngaros  de  cobre 
martirizan;  oso  esclavo,  oso  fúnebre,  oso  pobre, 
arrancado  a  las  entrañas  de  ios  montes  del  Tirol; 
sé  leer  en  vuestros  ojos  y  podemos  hablar  sobre 
AttaTroIl... 


Osos  blancosdelos  polos,  bellosososdiamantinos, 
nadie  sabe  que  venís, 

sobre  el  hielo,  de  un  imperio  de  hombres  blancos  y  divinos 
que  coronan  con  castillos  argentinos 
su  país. 

Osos, 
osos  misteriosos, 
yo  os  diré  la  canción 
de  vuestra  misteriosa  evocación. 


¡Arcas!  ¡Víctima  sangrienta!  Plantas,  flores,  ecos,  liras; 
-Malhadado  y  cruento  crimen  del  infausto  Lycaón; 


178 


POEMA  DEL  OTOÑO 


en  Arcadia  los  amores  y  los  cánticos  que  inspiras, 
y  en  el  cielo,  con  Calixto,  la  inmortal  constelación—- 
Los  dos  osos  son  asombro  para  el  Toro  y  el  León. 

¡Va  Criniso!  Muchas  ansias  lleva  el  mozo  y  vida  mucha; 
si  cual  toro  lucha  fiero,  como  oso  mejor  lucha 
quien  de  Egesta  será  esposo; 

cruje  el  monstruo  entre  sus  brazos  en  la  luchaque  se  escucha: 
¡Lucha,  osol  ¡Lucha,  oso!  ¡Lucha,  oso!  ¡Lucha,  oso! 

Bellos  osos  de  oro  rojo  que  ya  estáis  en  el  regazo 
del  azul  donde  el  zodiaco  sublimiza  su  visión; 
de  lira  hacedme  oir  el  son; 

dad  saludos  a  la  Virgen  en  mi  nombre,  y  un  zarpazo, 
si  podéis,  al  Escorpión. 

Osos, 
osos  misteriosos, 
yo  os  diré  la  canción 
de  vuestra  misteriosa  evocación. 

179 


RUBÉN  D      A      RIO 


Danzad  suave  y  cuerdamente; 
que  la  peluda  alpargata 
cubra  la  prudente  pata 
cuyo  paso  no  se  siente, 
y  bajo  la  huyente  frente 
mirad  con  ojo  mañero 
al  gitano, 

que  canta  con  voz  de  Oriente 
un  raro  canto  lejano 
y  hace  sonar  el  pandero 
con  la  mano 

con  que  remienda  el  caldero. 
A  los  sueldos  de  los  pobres 
encomienda  alrededor  vuestra  persona, 
y  en  el  parche  del  pandero  caen  los  cobres 
por  los  osos,  por  el  perro  y  por  la  mona. 

Osos, 
osos  misteriosos, 
yo  os  diré  la  canción 
de  vuestra  misteriosa  evocación. 


180 


fi■^>¿^- 


^ 


giíanüla  pintoresca, 
gifanilla  de  Cervantes, 


POEMA  DEL  OTOÑO 


A  vuestro  lado  va  la  giíanilla. 
Brilla 

su  mirada  de  negros  diamantes, 
y  su  boca  roja  es  fresca; 
giíanilla  pintoresca, 
gitanilla  de  Cervantes, 
o  Esmeralda  huguesca. 
Ya  vosotros  bien  sabéis  de  quién  os  hablo, 
Pues  cien  veces  junto  a  ella  contemplasteis  cola  y  cuernos 
del  señor  don  Diablo^ 
protector  de  las  lujurias  en  la  tierra  y  los  infiernos. 

Osos, 
osos  misteriosos, 
yo  os  diré  la  canción 
de  vuestra  misteriosa  evocación. 


Danzad,  osos,  oh  cofrades,  oh  poetas; 
id,  chafad  en  las  campiñas  los  tomillos  y  violetas, 
y  tornad  entre  las  flores  del  sendero. 


185 


RUBÉN  DARÍO 


y  danzad  en  el  suburbio  para  el  niño  y  el  obrero, 

para  el  hosco  vagabundo  de  las  escabrosas  rutas, 

para  el  pálido  bandido  que  regó  sangre  y  espanto^ 

y  para  las  prostitutas 

que  mastican  pan  de  crimen  y  de  llanto. 

Pues  vuestra  filosofía 

no  señala  diferencia  ni  da  halago  ni  reproche 

a  la  mística  azucena  que  adornó  el  pecho  del  día, 

o  a  la  lúgubre  mandragora  de  la  entraña  de  la  noche. 


Osos, 
osos  misteriosos, 
yo  os  diré  la  canción 
de  vuestra  misteriosa  evocación. 


Osos  ermitaños 
que  ponéis  pavores 
en  pastores 
y  rebaños; 
el  agudo  cazador  advierte 

184 


POEMA  DEL  O    r   O   N   O 


que  os  ponéis  en  cruz  aníe  Is  muerte, 

o  para  dar  el  formidable  abrazo 

que  ha  de  exprimir  la  vida 

contra  vuestro  regazo; 

vais  en  dos  patas  como  el  edanida, 

es  así  que  he  admirado 

vuestro  andar  de  canónigo,  o  bien  de  magistrado. 

Con  la  argolla  al  hocico  sacudís  vuestra  panza. 

¡Osos  sabios,  osos  fuertes  y  cautivos,  a  la  danza! 

Osos, 
osos  misteriosos, 
yo  os  diré  la  canción 
de  vuestra  misteriosa  evocación. 


Y  al  pasar  un  entierro 
os  he  visto  en  la  senda  con  la  mona  y  el  perro, 
entre  el  círculo  formado  por  hombres  zarrapastrosos. 
Grotescos  enterradores 
iban  conducicndoelcarrodepodredumbrey  de  flores; 


185 


RUBÉN  DARÍO 


<:omo  signo  de  respeto 

descubríanse  un  mendigo  y  un  soldado. 

El  gitano  se  acordó  de  su  amuleto. 

y  tú,  oso  danzarín  domesticado, 

se  diría  que  reías  como  estando  en  el  secreto 

del  finado, 

de  la  losa,  de  la  cruz  y  el  esqueleto. 

Osos, 
osos  místenosos, 
yo  os  diré  la  canción 
de  vuestra  misteriosa  evocación. 


Mas  no  el  réquiem,  ni  el  oremus,ni  el  responso  del  gangoso 
Chantre  llegue  a  vuestro  oído, 
sabio  y  suave  oso; 

mas  el  canto  de  las  zíngaras,  o  la  música  del  nido, 
o  la  estrofa  del  poeta, 
o  el  ruido  de  los  besos,  o  el  ruido 
<iel  amor  errante  ardiente  en  la  carreta. 


186 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Bien  sabéis:  la  vida  es  corta, 

y  teniendo  en  vuestras  fauces  una  torta, 

o  un  pana!, 

profesáis  vuestros  principios  más  allá  del  Bien  y  el  Mal. 


Osos, 
osos  misteriosos, 
yo  os  diré  la  canción 
de  vuestra  misteriosa  evocación. 


187 


RITMOS 
ÍNTIMOS 


Marfa,  en  la  primavera 
era 
como  una  divina  flor. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


ARIA,  EN  LA  PRIMAVERA 

era 
como  una  divina  flor. 
En  la  primavera  estamos, 

amos 
de  la  vida  y  del  amor. 


María,  sé  la  gallarda; 
arda 


13 


193 


RUBÉN  DARÍO 


tu  corazón  sin  razón, 
y  ten  la  dicha  que  espero, 

pero 
dentro  de  tu  corazón. 


¡Oh,  primaveral  María! 
Dios 

te  diera  tantos  diamantes 
como  los 
amantes 
que  te  besarán  los  pies. 


y  después, 
con  muchas  cosas  supremas, 
un  palacio  de  oro  y  gemas. 
y  después... 
Un  príncipe  enamorado 
a  tu  lado, 
para  besarte  los  pies. 

194 


POEMA  DEL  OTOÑO 


Estupendos  pavos  reales 
a  tus  males 
llevarán  consolación, 
y  soberanos  lebreles 
siempre  fieles, 
soñarán  tu  corazón. 


Estatua  viva  y  gallarda, 
por  ti  arda 
una  misteriosa  flor. 
Y  vibrante  y  anhelante 
sé  la  amante 
de  la  vida  y  del  amor. 


Deshójate  como  rosa. 
Sé  la  esposa 
de  toda  ilusión  fugaz, 
pues  el  tiempo  al  amor  muerde, 
y  la  ilusión  que  se  pierde 
ya  no  nos  vuelve  jamás. 

195 


U      B      E      N  DARÍO 


Y  así,  María,  sé  blanca, 
sé  rosada  y  sé  gentil, 
sé  melodiosa  y  sé  franca 
y  de  mañana  y  de  Abril. 


Sé  muy  fragante  y  muy  buena, 
parecida  a  la  azucena . 
Sé  apasionada  y  sé  fina, 
parecida  a  la  cnglantina. 
Sé  rosada  y  orgullosa 
como  si  fueras  la  rosa. 


En  fin,  María,  sé  bella, 
sé  parecida  a  la  estrella; 
toda  luz,  toda  claror. 
¡Vuela  del  mundo  pequeño, 
sé  parecida  al  ensueño 
al  ensueño  y  al  amor! 


196 


BALADA   DE  LA 

BELLA   NIÑA 

DEL  BRASIL 

K 


Es  una  princcsita  rosa 
que  amara  Katy  Grenaway. 


POEMA  DEL  O    2    O   N  O 


XISTE  UN  PAÍS  ENCAN- 
TADO 
donde  las  horas  son  tan  bellas 

que  el  tiempo  va  a  paso  callado 

sobre  diamantes,  bajo  estrellas. 

Odas,  cantares  o  querellas 

se  lanzan  al  aire  sutil 

en  gloria  de  perpetuo  Abril, 

pues  allí  la  flor  preferida 

para  mí,  es  Ana  Margarida, 

la  nina  bella  del  Brasil. 


20t 


RUBÉN  D      A      R      1 


Dulce,  dorada  y  primorosa, 
infanta  de  lírico  rey, 
Es  una  princcsiía  rosa 
que  amara  Katy  Grenaway. 
Buscará  por  la  eterna  ley 
el  pájaro  azul  de  Tylíil, 
si  tú,  oboe,  arpa,  anafil, 
cuando  Aurora  a  vivir  convida, 
adorable  a  Ana  Margarida, 
La  niña  bella  del  Brasil. 


ENVÍO 

¡Princesa  en  fior,  nada  en  la  vida 
hecho  de  oro,  rosa  y  marfil, 
iguala  a  esta  joya  querida: 
La  pequeña  Ana  Margarida, 
La  niña  bella  del  Brasil! 

Existe  un  mágico  Eldorado 
en  donde  Amor  de  rey  está, 

202 


POEMA  DEL  OTOÑO 


donde  hay  Tijuca  y  Corcovado, 
y  donde  canta  el  sabia. 
El  tesoro  divino  da 
allí  mil  hechizos  y  mil 
sueños;  mas  nada  tan  gentil 
como  la  flor  de  alba  encedida 
que  he  visto  en  Ana  Margarida, 
la  única  bella  del  Brasil. 


203 


DANZAS 
GYMNESIANAS 

BOLERAS 


T 


POEMA  DEL  OTOÑO 


ANZAN,  DANZAN  LOS 

PAYESES 

las  boleras  mallorquínas; 
forman  sus  ochos  y  eses 
al  son  de  las  bandolinas. 


Danzar  veo  una  pareja; 
él  danza  como  los  majos; 
ella  está  toda  bermeja 
y  tiene  los  ojos  bajos . 


207 


RUBÉN  DARÍO 


Canran  los  músicos  alto 
a  acompasados  compases; 
cl  bailarín  da  su  salto 
y  hay  pases  y  contrapases. 


Otra  mujer  se  aficiona, 
si  algo  gallarda  algo  fea, 
y  aunque  es  un  poco  jamona 
muy  bien  que  se  zarandea. 


Luego  va  una  adolescente 
calipigia  y  de  ojo  brujo, 
con  una  cara  inocente, 
de  hacer  pecar  a  un  cartujo. 


Y  al  vocerío  sonoro 
ella  gira  y  se  gobierna 
con  tal  cuidado  y  decoro 
que  apenas  se  ve  la  pierna. 


POEMA  DEL  OTOÑO 


La  payesiía  galana 
No  mueve,  en  su  fuga  arisca, 
el  talle,  a  la  gaditana, 
los  senos,  a  la  morisca. 


Sino  que  eJla,  como  el 
compañero  payesito, 
desempeñan  el  papel 
como  quien  oficia  un  rifo. 


Se  regocija  la  sala 
cuando  hecha  rosa  y  jazmín 
sale  una  alegre  zagala 
con  un  payés  chiquitín. 


A  ella  en  sus  vueltas  graciosas 
el  dulce  ritmo  la  impele, 
y  él  hace  unas  raras  cosas 
con  sus  brazos  de  pelele. 

14  209 


J^      U      B      E      N  DARÍO 


Los  mozos  están  gozosos, 
las  niñas  tienen  ojeras, 
y  hay  indicios  voluptuosos 
en  estas  graves  boleras. 


Ya  no  hay  buenos  feligreses, 
ya  no  hay  beatas  Catarinas... 
Danzan,  danzan  los  payeses 
las  boleras  mallorquínas. 


210 


ÍNDICE 

Páginas 

POEMA  DEL  OTOÑO 

Dedicatoria:  A  Mariano  Miguel  de  Val 7 

Intermezzo  tropical: 

í.— Mediodía 33 

II. -Vesperal 39 

IH.— Canción  otoñal 45 

IV.-Raza 53 

V.— Canción 57 

VI.— A  doña  Blanca  de  Zelayc 65 

VIH.— A  Margarita  Debayle 69 

IX.— En  casa  del  doctor  Luis  H.  Debayle —Toast . .  81 

Varia: 

Santa  Elena  de  Montenegro 89 

Gaita  galaica 101 

A  Mistral 105 

El  clavicordio  de  la  abuela 109 

OTROS  POEMAS 

La  Cartuja 121 

Pequeño  poema  de  carnaval 131 

Valldemosa 145 

Los  motivos  del  lobo ' .  151 

La  rosa  niña 165 

La  canción  de  los  osos 174 

Ritmos  íntimos 189 

Balada  de  la  bella  niña  del  Brasil 197 

Danzas  gynesianas 205 


v?. 


191 

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user  10:2176100447179504 


title.'Obras  completas;  pr<1ogo 
author:Ddr0o,  RubGn,  1867-1916 
Ítem  id: 31 761 06391 8890 
due: 8/9/2004, 23: 59 

ti  ti e: Obras  completas;  pr<logo 
author:Dar0o,  RubBn,  1867-1916 
Ítem  id:3i7fiinR.iqiqnnfi 


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