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I
OBRAS
DR
D. R SARMIENTO
PUBLICADAS BAJO LOS AUSPICIOS DBL GOBÍRRNO
ARGRNTINO
TOMO XL
LOS OESFALLECIMIEIITOS Y LOS DESVÍOS
política de (880
BUENOS AIRKS
7^77 — Iii&pr<)aia y Litognifla ■ ICarUtio llorcuon. Corrientes M29.
iOOO
OBRAS
DR
E). F. SARMIENTO
PUBLICADAS BAJO LOS AUSPICIOS DEL GOBIERNO
ARGENTINO
TOMO XL
LOS OESFALLECIMIEIITOS Y LOS DESVÍOS
política de 1880
BUENOS AIKKS
-jtiry — Imprtíuu y Litografía « Mariaoo Moreao», Corri«ntM K29.
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OBRAS
DB
D. F. SARMIENTO
OBRAS
DR
D. F. SARMIENTO
PUBLICADAS BAJO LOS AUSPICIOS DEL GOBIERNO
ARGENTINO
TOMO Xl_
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS
^ POLÍTICA DE 1880
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BUENOS AIRES
7877 «Imprenta y Litografla «Mañano Morenos, Corrientes 829
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Of Bv.c-'03 A.V.3
EDITOR
A. BELIN SARMIENTO
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LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS '
{Bl Nacional, Enero 33 de 1879.)
Las agitaciones de los pueblos libres, llevan á veces á la
anarquía ó las guerras civiles, y fatigados de tanto malestar
culpan á la libertad del mal ; y un día en hora menguada,
86 dice: suprimamos la libertad, que de ello se tiene la
culpa.
Creamos asi á Rosas, cansados de la libertad que había
costado veinte años apenas de decepciones y experimentos.
Dejamos el camino, la huella traqueada, culpando á la
huella y no ¿ las piedras, del dolor que nos causaba cami-
nar por senderos apenas practicados.
Estos son los desfallecimientos de los pueblos que recorren
el camino del Lacio. Las elecciones han traído escándalos,
fraudes, revoluciones. Suprimamos las elecciones, nos deci-
mos, que asi cesará el escándalo. ¡Qué días felices aquellos
cuando las elecciones sean un simulacro caballeresco, como
en los torneos de la edad media, en que los campeones se
batían con armas corteces, con lanzas sin moharra! Cuidado^
que abandonáis el camino trillado, la huella áspera, pero
practicada ; fuera de la cual, no hay sino pedruscos agudos
y despeñaderos.
Mejorad el camino; armaos de cascos de hierro para
garantiros; pero no abandonéis jamas el viejo y transitado
sendero. Si la libertad es incómoda, es porque no hay
libertad y seguridad: hay libertad para los tiranuelos, que
son los que hacen violencia á la libertad agena, por la
coacción ó el fraude, dos modos de violar la libertad.
Robustezcamos las libertades de todos, conteniendo por la
fuerza y la ley al que intenta hacer la violencia ó esca-
6 OBRAS ÜE SAKMIBMTO
motearla; robustezcamos la conciencia moral de gober-
nados y gobernantes, para suprimir el fraude. Las elecciones
jamas. ^r " ^.**:
Ya hemos andado mueho- :<:aiiano*L no volvamos hacia
.tr». E, fraude ,,1..*ÍÍÚ*¿S,Á.ÍUÍ . I. b.i.. No 1»
sustituyambs l§i íattfga, ({ue es peor.
. No t¿jF nh libertad ni Constitución libre, sin la prueba de
: \j. :ta oleccidn, que es lo que ha dado en llamarse la lucha.
; • - ' La lucha está á la base misma de todas las instituciones
humanas; y suprimirla, atenuarla, falsearla por convenios
entre partes, es simplemente destruir el gobierno, y prepa-
rar el camino al arbitrario, á lo desconocido, ó alguna
monstruosidad sin nombre.
El gobierno, las leyes, los reglamentos, las Constituciones
mismas, se han creado para mantener la lucha en los tér-
minos que aseguran la libertad de la opinión de cada uno,
aun siendo reputada mala.
Hay lucha diaria en las Cámaras, en los consejos, en las
elecciones; pero hay reglas para ponerla término.
La mitad mas uno, en las Legislaturas, los dos tercios en
casos privilegiados, el quorum^ la pluralidad en materia
electoral, etc., son las condiciones y el término de la lucha.
El reglamento en los cuerpos colegiados, la ley apoyada en
la fuerza en las reuniones populares, fijan el límite de donde
no ha de salir la lucha.
En la decadencia de las repúblicas, como en los últimos
días de Roma, la lucha en los comicios y en las curias dege-
neró en combates, y cansada la desgarrada ciudad de Inchfl»
fraticidas, concedió el Senado, á Augusto el Emperador! A
uso extra-oficial de la potestad tribunicia de convocar los
comicios, sin ser tribuno, para conciliar en la lucha, evi-
tándola, indicando la materia ó la persona sometida á
votación.
Las elecciones cesaron para siempre; y vinieron Tiberio,
Nerón, Caligula y la muerte de la libertad.
Pero nosotros no formamos una república en decadencia-
Si lo estuviera por la acción de causas locales, levantarían
sus principios y sus reglas en el coucenso universal, el ejem-
plo de las otras repúblicas del mundo, pues no estamos
solos, como Roma, en la tierra, con nuestra forma de
gobierno, sino que somos al contrario la consecuencia y la
LOS DBSFALLBCDOBNTOS T LOS DESVÍOS 7
aplicación, aunque imperfecta, de las instituciones libres
prevalentes en nuestro siglo.
Nuestro deber es hacer desaparecer las deficiencias en
la práctica, y sin suprimir la lucha, regularizarla, conte-
nerla en los limites que le impone la verdad y la tran-
quilidad pública.
No hallando ejemplo y modelos en los tiempos moder-
nos, de estas supresiones de luchas, que el cansancio y
la laxitud de principios sugiere, no siendo voz técnica ni
aceptada la conciliación de las voluntades, de los hombres
ó los partidos para hacer realisabie una Constitución, que
para cada renovación de funcionarios, para cada proyecto
en discusión^ supone divergencia de opiniones, tendencias,
ó propósitos, tenemos que volver los ojos á los pasados
tiempos, para encontrar temperamentos parecidos.
Habíanse encamado en Roma las aspiraciones oligarcas
de Syla, en Pompeyo, las populares de Mario, en Julio
César. Para las buenas gentes, fué un augurio de paz y
de que no se irían k las manos los dos grandes caudillos,
la conciliación que se llamó el triunvirato^ por entrar como
un valor nominal. Craso que nada representaba. Julio
César llevó & su consocio á Farsalia, para mostrar lo que
valen las conciliaciones. Octavio y Marco Antonio aca-
baron en Actium,otra conciliación de los partidos; y Roma
y el mundo, con el imperio, supieron k qué abismos condu-
cen estos expedientes, de suprimir las luchas por la conci-
liación de los caudillos.
Nuestra conciliación microscópica, nos venía de una
situación tirante y prolongada de años entre dos encar-
naciones de tendencias opuestas, los óptimos como se
llamaban los que sostenían á. Pompeyo, los populares como
los de César. Nadie se oculta este origen de la concilia-
ción; pero muerta una de sus encarnaciones, la otra perdió
su razón de ser y dejó de ser un peligro de nuevos con-
flictos, quedando la República libre de influencias per-
turbadoras.
El peligro está ahora en continuar el sistema ya inútil
en Buenos Aires, peligroso y exótico, cuando se le quiere
aplicar á las provincias, donde no hay Alsinas, ni Mitres
que dividan los ánimos, ni han quedado pompeyanos de
aquella lucha, como quedaron en España.
8 OBRAS DB 8ARMXBNT0
El deber de la política es ahora ajustar mas y mas Io&
resortes de la lucha le^jal que la Constitución presupone,
y aprovechar de las victorias que el principio de la conti-
nuidad pacifica del gobierno ha venido obteniendo. No
habrá violencia en las elecciones. Dígalo el gobierno»
con la voz firme del que se siente en su derecho y llena
un deber; y no habr& violencia; porque la violencia se
insinúa en ánimos pacíficos, por la casi seguridad de la
impunidad.
En cuanto á la coacción de los empleados, la opinión va
marchando, y reclama y obtiene declaraciones oficiales^
como reprobaciones prodiga* á los que apelan al fraude
pata fingir mayorías. Así, pues, sin sacudimientos, hemos
de avanzar en el camino que traza el sistema de gobierno,
que tiene ppr base la voluntad y la opinión del ma-
yor número, legalmente expresada, aunque no^ sea la
mejor.
Empresa dificil, pero no desesperada, porque haya una
parte del pueblo mas ilustrada, mas rica, ó mas aceptada,
que crea que su voluntad ó sus ideas son la regla de lo
justo, de lo conveniente y de lo bueno; aunque crea que
puede sustraerse á las prescripciones de la Constitución
hecha para ser realizada por la voluntad hasta de los
ignorantes.
La conciliación que no sea entre Mario y Syla, entre César
y Pompeyo, entre Octavio y Marco Antonio, entre los del
abraco de Vergara, ó entre Lavaile y Rosas, todos, todos
al mando de ejércitos en pugna, ó con fuerzas fuera de la
Constitución. La conciliación entre ciudadanos para ele-
gir, para gobernar, á la sombrado una Constitución, siente
á aldea; á pequenez, á oligarquía, porque no se concibe
como se le pasaría la palabra, ni quien lo haría á treinta
millones de habitantes, que forman en término medio las
naciones modernas constituidas.
Y aunque se diga que somos dos millones y que podemos
ser influidos para entraír en arreglos, téngase presente
que ocupan mas espacio que cuarenta millones en otras
partes, y que no son ni con el telégrafo accesibles los
habitantes, teniendo intereses y preocupaciones locales
cada^uno délos grupos. La conciliación ha de ir á obrar
á tontas y á locas, á la distancia.
LOS DB8FALLBCIMIBNT08 T LOS DESVÍOS 9
Reducida é. la capital donde tuvo origen y causa justifi-
cable coaio expediente, supone que en los partidos no hay
en realidad principios, sino ambiciones que pueden con-
tentarse, destnteresando de la lucha k los mas cons-
picuos.
Dá por resultado en fin, que Presidentes y Gobernadores
son los consejeros mas hábiles y mas prudentes, pudiendo
llamar insensatos á ios que no crean siquiera útiles para
ellos mismos el establecer un nuevo procedimiento, para
asegurar el mejor acierto en la elección.
Prudencia y habilidad sin embargo, no f^arantida ni por
I09 años, ni por la experiencia del país en que- viven, bisoño
en achaques de instituciones, agenas á la raza á que perte-
necen, tan destituida en Europa como en América de ante-
cedentes políticos, y condenada á. imitación y adaptación
de las instituciones de otros paises, ó expuesta á ensayos
de su propia invención, como los del doctor Francia ó del
estanciero Rosas, ó de los que desde 1810 hasta 1826 crea-
ron gobiernos sui gétieris de Juntas, Triunviratos, Comisión
de Vigilancia, Estatutos, que todos trajeron por resultado
la anarquía, la guerra y la disolución, con que nos amena-
zan todavía estos inventores, para salir del paso, de conci-
liaciones bajo la protección é inspiración de gobernantes,
y de listas mixtas para engañarse, creyendo que con ello
tienen la opinión pública, el saber y patriotismo llamados
al gobierno.
Una palabra diremos sobre las listas mixtas, para mos-
trar los peligros del procedimiento.
Si los partidos tienen los mismos principios no hay nece-
sidad de listas mixtas. Si son personales, eso es otra cosa;
pero partidos personales no nombran un funcionario único,
sino tienen dos caras, ó no tiene ninguna.
Suponemos una lista mixta, que dá una Cámara mixta
en proporciones iguales. Lticha para nombrar Presidente.
Convenio previo para arreglarse.
El Presidente dobe nombrar comisiones mixtas, si es fiel
al programa. Es probable que las nombre á su beneplácito,
y tenemos, un arbitro.
Como son en igual número el pro y el contra, si las lis-
tas mixtas son una realidad, en él empate, frecuente, ine-
vitable, el Presidente no dará una solución mixta. El
10 OimA8 l>B 8AKMIBNT0
Presidente tendrá mayor influencia en la sanción de las
leyes, que la Cámara.
Gomo no hay ni puede haber mayorías pronunciadas,
siendo mixtas las listas, bastará la influencia de un
pelo de afuera, para inclinar la balanza durante el
debate.
En todo caso, el Congreso no podrá nunca reunir dos
tercios de votos, que es la garantía suprema que le dá la
Constitución para oponerse á las decisiones del Ejecutivo,
ó lo que llamarían ponerlo en jaque. No habrá Congreso,
pues, sino un cuerpo concebido débil, y sin acción propia.
Alguien lo conducirá de afuera.
Las elecciones mismas, se resentirán de la influencia de
los previos manejos.
Bajo el imperio de la conciliación, se hizo la última
renovación de la Legislatura, y no hubo mayoría de paii;i-
dos que celebrasen elecciones, no obstante estar poblados
al parecer de nacionalistas y autonomistas conciliados;
razón por la cual, media provincia no celebró elecciones.
En las anteriores, los republicanos se aproximaron en
número á autonomistas y mitristas conciliados, dado que
estos fuesen la mayoría. Han de ser muy pobre cosa las
elecciones conciliadas.
En San Juan, se sabia quién seria el Gobernador, veinte
años antes de irá elegirlo; pero como ni benavidistas ni
opositores asistían á la ceremonia, á un travieso le ocurrió
citar inopinadamente á sus partidarios liberales, á concurrir
en número, y eligieron Diputado al Congreso al Gober-
nador actual y en funciones. General D. Nazario Benavides.
Era gran conciliador.
Recomendamos la receta para elecciones, bajo el imperio
de la conciliación y del fastidio.
Nada diremos del imperio de la intriga, que tal sistema
trae. Ya lo hemos visto en ejercicio.
Comité que se reúne de un lado; y Comité del otro, para
nombrar un Gobernador mixto^ con el juego de damas por
delante. Avanza un tanto negro el uno; avanza uno blanco
el otro; dama, exclama el primero, jaque ó chancho, le
responde el otro, diciendo que se ha vengado con ello de
sus adversarios.
El carácter argentino, pecaba antes de franco y de ir
L08 DBSFAI.IJB0ÍMUBHTO8 Y LOS DBSYIOS 1 1
derecho á sus fines, tanto al frente del enemigo, como en
la política.
Unos veinte años de conciliación, bastarán para hacerlo
maquiavelo ó jesuita, según el sentido de la frase vulgari
que ha hecho un adjetivo de la lengua, de un sistema de
acción.
No nos salgamos de la huella !
SUPRIIIR LA LUCHA
{El tíaeUmal, Octubre 19 de 1878.)
No podemos, mal que nos cueste, suprimir k nuestro
turno la política, de las columnas de un diario esencial-
mente político, cuando todos los demás comentan, inter-
pretan, y explican un programa político, electoral, que ha
simbolizado el Presidente en el banquete del Club Indus-
trial, con la frase que nos sirve de epígrafe. El conato del
Presidente será suprimir la lucha de los partidos, en la
elección del futuro Presidente; y si le fallase este plan, como
en Corrientes donde fué su animo decidido suprimir la lucha,
cosa que no logró, no ponerse al frente de los luchadores,
como entonces, sino tenerse á distancia de los partidos.
Hemos buscado en vano el acuerdo que debiera reinar
en los diarios, con respecto á la interpretación y traducción
de la frase, y á falta de la concordancia que debiera reinar,
cada uno tiene su sistema de interpretación, ya sea lite-
ral, figurativa, ó simbólica, como ocurre en la explicación
de los mitos griegos, que unos creen son el reflejo de
hechos reales ocurridos á reyes, príncipes y héroes que
fueron mas tarde deificados, ó bien la personificación de la
naturaleza, del sol. Febo, la luz, aurora, el brillante lucero.
Venus, etc.
La supresión de la lucha electoral puede ser, pues, un hecho,
ó bien un manejo ó amaño, y tener su realización en uno y
otro sentido: «¿A.1 lado de quien se inclinará el prestigio y
el poder déla autoridad nacional?» pregunta un diario, y
la pregunta sin tener nada de maliciosa ni espiritual, es
bastante para traer las frases al terreno práctico de los
hechos. Este intérprete es de los que creen que los anti-
guos dioses, Neptuno, Marte, fueron hombres de carne y
12 OfiRAS DB SARMIENTO
huesos. Hay quien ha explicado, creo que es Méry, el
famoso viaje á la Colchida, tras el vellocino de oro, lla-
mando simplemente á. Jason, comerciante importador de
las lanas primeras de Crimea en Grecia.
¿Será asi lo de suprimir la lucha?
No lo entiende de ese modo un bien intencionado, que
«deduce que está resuelto el Presidente & no proteger k
ninguno de los círculos que pretendan propiciarse los
favores del poder, con lo cual garante el triunfo de la opi-
nión independiente del país.»
Seria de preguntarle, por lo bajo, al autor de la frase»
si ese es realmente su pensamiento. El triunfo de la opi-
nión independiente supone el vencimiento de la opinión
dependiente de algo, y desde que hay triunfos en el juego»
la previa supresión de la liiCha, es una graciosa charada-
Mejor cuadraría esta segunda lucha, que entonces garan-
tiría el triunfo de la opinión en las elecciones, función en
efecto ordinaria y esencial del gobierno, pues para eso ha
sido creada la autoridad.
«Se declara opositor k la lucha apasionada,» repite otro»
dándose por mas entendido. Pero suprimir la lucha^ no es
estorbar que sea apasionada, sino que no exista ni haya
lugar á luchar.
«Ha manifestado el propósito de ponerse al servicio de
una política que dé por resultado la solución pacifica á
la difícil cuestión que nos ocupa.»
¿Es esto mas claro que lo de la oposición á la lucha
apasionada?
No citamos las interpretaciones malevolentes. Este es
inconveniente de las ideas políticaa expresadas con tér-
minos que no son de su vocabulario.
Suprimir la lucha, no es reprimir el desorden ni conte-
ner las pasiones de los que diñeren en propósitos en los
limites del derecho, sino quitar el motivo de la lucha, en
las elecciones de Presidente.
Cómo se conseguiría tal resultado?
Sugiriendo un candidato que convenga á todos los parti«
dos, y este creemos que es, sin embajes ni misterios, el
significado de la frase.
Pero hay un sugeridor de candidato, mas bien dicho, un
elector de candidato excelente, irreprochable á juicio del
LOS DBSFALLBCiMISNTpS Y LOS DBSVIOS 13
que lo escoge é indica; y ya\ tenemos una entidad nueva
en el sistema electoral, y una política de acción prepara-
toria, unos trabajos electorales en que según la pregunta
de uno de los intérpretes «el prestigio y el poder de la
autoridad nacional» se pondrán en campaña.
No sería aventurado decir que ya lo está, sin conocimiento
del pueblo que va en un año mas 4 decir en las urnas
electorales que vota por el tal hoy X, para Presidente
futuro.
Y lejos de dudar que tales propósitos se tengan y reali-
cen, nos inclinamos á creer que serán coronados de
éxito.
Una duda nos queda, empero, y es saber si en la sub-
siguiente renovación de la presidencia volverá á adoptarse
el mismo sistema, porque tan bueno y cumplido supone-
mos el éxito del primer ensayo, que haya de quedar como
un feliz precedente. Resultado: función orgánica de todos
los futuros presidentes: suprimir la lucha electoral, traba-
jando desde dos años antes para encontrar, discernir y
propiciar el Buey Apis que debe suceder al que le precede
en la adoración de los pueblos.
Admitimos la excelente intención del propósito, y hasta
estaríamos dispuestos á perdonar los errores involunta-
rios, que en la elección habrán de cometerse inevitable-
mente, sino ahora, mas tarde. Pero temblamos, al presentir
que hombres menos sinceros que los presentes, hagan
mal uso del poder é influencia que se les prepara, y en-
tonces, adiós elecciones, adiós opinión independiente^ es decir,
la opinión que no sea la opinión del Grande Elector.
No creemos que haya llegado el caso de correr estas
aventuras. Los presidentes que se han sucedido, desde
que nuestro sistema electoral funciona libremente, no dan
lugar & temer que escalen el Gobierno hombres indignos,
ineptos ó perversos. Cualquiera que sea la malevolencia
de los partidos, la administración Mitre, fué lo que el país
daba de si, sin que hombres que le fueren infinitamente
superiores, quedaran pospuestos ó desairados. La que le
siguiói tenia la misma importancia, y llenaba los propó-
sitos del gobierno, según la medida y capacidad de las
fuerzas del país. Ni el uno ni el otro eran hombres oscu-
ros, dentro y fuera del pais, y, descendidos del poder, no
14 0BKA8 0B «ARMIKNTO
han desmerecido en el concepto de aquellos que en algo,
ó en mucho los tuvieron antes. Sin duda que las aprecia-
ciones que déla actual presidencia hacia no ha mucho un
diario que hemos combatido, no han de ser parte para
menguar y oscurecer sus títulos á la consideración pública,
ni ahora, ni mas tarde, aun vuelto & la vida privada;
pero también habrá de convenirse en que nada, en materia
de acierto político y de tino en la elección y conocimiento
de los hombres, lo pondría tan alto sobre sus predeceso-
res, sobre la opinión pública presente y lo que es mas
sobre el consenso universal, para lanzarse en la vía peli-
grosa de la elección previa en ejercicio de un juicio
tutelar.
Esta consideración última, es de mucho peso. Toda la
lucha con los reyes, al entrar en las formas constitucio-
nales, fué precisamente, la de hacerles abandonar el go-
bierno para dejarle, ya que eran inamovibles, su acción k
la opinión de los gobernados.
Ningún gobierno de la tierra ha emprendido la improba
tarea de suprimir la lucha de los partidos: porque el segun-
do acto es la supresión de toda voluntad; se suprime la
violencia de la lucha, por la no autorización de los partidos,
en sus jefes y en sus doctrinas, y por la fuerza que conserva
la tranquilidad y hace cumplir las leyes. De ahí no pasa
la acción del gobierno.
Gustaríanos mas oír que el alto funcionario tiene predi-
lecciones y pertenece & un partido, que saber que afectando
no pertenecer á ninguno nos hará la merced de darse un
sucesor que sea del agrado de todos y satisfaga ademas
las necesidades reales del país, como las de la opinión.
Ya se diseñan candidatos. ¿Es entre estos que va á
hacerse la selección?
Dudámoslo, y tememos por el contrario que á dejarlos
frustrados tiendan necesariamente las combinaciones.
¿ Se suprimirla la lucha ? Al preguntarlo, no entendemos
la lucha armada, la lucha fuera de la Constitución. Habla*-
mos de la lucha apasionada, de la lucha electoral, como es
en Bélgica, cuando se trata de elegir Diputados entre cleri-
cales y libre pensadores; como es en Francia entre repu-
blicanos y bonapartistas, etc.
Se suprime la lucha? Lo repetimos, puede acontecer,
J
LOS DB8FALLBCIMISNT0S T LOS DESVÍOS 15
tanTacil es en nuestros pueblos bisónos» imprimir á los
sucesos una falsa dirección; pero no debe asi no mas
abandonarse el camino que siguen todas las naciones
constituidas, no debe salir del sistema de lucha^ que supone
nuestra organización politica.
La lucha supone la libertad, y tiene por base la facultad
de pensar, lo que nos hace que miremos de distintos mo-
dos unos de otros los hechos, los hombres y las cosas.
Suprimir la lucha, supone que hay derecho para hacerlo,
que hay capacidad personal, para esperar mayor acierto,
y que lo que no se doble ante la fuerza ó la influencia que
suprime, es digno de vituperio. Gobiernos refractarios^ era
una consecuencia natural y aun castigo á la politica que
provocó esta palabra. Vemos en el ensayo de supresión de
tener candidatos refractarios, gobernadores refractarios,
pueblos, partidos y hombres públicos refractarios, y la tran-
quilidad de Corrientes, donde ha sido suprimido un mal
partido.
LAS REVOLUCIONES DESPÓTICAS
{El Nacional, Enero 4 de 1878.)
Allá en tiempo de entonces, y en tierras no muy remo-
tas, hubo una vez un Presidente, el mas legitimo que haya
tenido el pais. Pero al andar de pocos articules, el mas
legitimo de los legítimos, resultó ser electo de un modo mas
vicioBOj imperfecto é irregtüar que el que k precedió, que por
tanto seria el mas legitimo, ó el peor de los legitimes.
Los que asi usan de la voz legitimo^ deben ser abogados,
sabiendo que los hijos naturales pueden ser legitimados,
por subsiguiente matrimonio.
Un paso mas ha dado la cuestión, y ya estamos en pleno
despotismo. El Presidente número 4^, fué un déspota y los
que intentaren mostrar que era un déspota, legitimo, serán
los nuevos sectarios del despotismo.
Para abreviar términos, según la doctrina, las revolucio-
nes acaban con los despotismos. Nada parece mas sencillo,
mas obvio y mas aceptado; y sin embargo; nada es mas
contrario á la verdad histórica y á los principios constitu-
cionales* Hemos de hacer el último esfuerzo, para acabar
f
16 OBRikS DB SARMIENTO
|.. con el espirita revolucioDario que ha abierto c&tedra en
La Nación^ y solo pedimos á nuestros oponentes que ños
escuchen.
[ ' Las revoluciones son como las lenguas de Esopo, lo mejor
y lo peor que Dios ha creado.
El derecho de hacer revoluciones, es el mismo y con la
misma justiñcacion,que el derecho de cualquiera á asesinar
k Lincoln, Prim» Urquiza^ Sarmiento, Guillermo I» Hum-
berto, Alfonso, Prado, etc., etc., buenos, malos, republicanos,
monarcas, lo que caiga.
Las revoluciones no prueban que se ejercía violencia
sobre los pueblos, sino al contrario, que no se ejercía, pues
bajo los despotismos, cuanta mas violencia ejercen, menos
revoluciones se intentan. Las revoluciones son hijas de la
libertad, que dejan campo abierto á las pasiones, donde no
imperan, como en el pueblo inglés, principios arraigados
por siglos de paciente y pacifica labor.
Vamos á demostrar, con la historia de los grandes des-
potismos modernos, que todos fueron hijos de una revolu-
ción militar y que los pueblos fueron impotentes, para
oponer después de subyugados, la fuerza k la fuerza, como
Be dice, pues los pueblos, bajo todo régimen de gobierno,
no tienen otra fuerza que la que está bajo las órdenes del
gobierno. La revolución tiene que comenzar por un motín
militar.
El primero que cuenta la historia moderna, es el motín
militar del General Monck, en Inglaterrai que de la noche k
la mañana declaró gobierno legitimo á la dinastía de los
Stuardos, sostenedora del poder absoluto de los reyes,
aboliendo la República.
El pueblo inglés no pudo libertarse de esta tiranía, sino
llamando & un principe extranjero, el príncipe de Orange,
de Holanda, con un ejército extranjero por base.
El 18 de Brumario fué depuesto en Francia el Directorio
republicano, por una revolución del General Bonaparte, motin
militar^ que estableció el imperio despótico,
£1 pueblo francés, no pudo en catorce años libertarse por
revoluciones y solo se vio libre de él, por la conquista de
la Francia por los ejércitos extranjeros, perdiendo todos los
territorios y países qne la República había anexado.
Con la libertad adquirida hasta cierto grado, bajo los
LOS DBSFALLSCIMlBNTOli T LOS DBSYIOS 17
Borbones y Luis Felipe, la Francia continuó haciendo
revoluciones estériles^ creyendo con ellas conquistar las
libertades que le faltaban hasta que: un motin militar^ res-
tableció el imperio absoluto de Napoleón III.
La Francia fué impotente por medio de revoluciones
para recuperar en veinte años su libertad, hasta que la
derrota de Sedan destruyó el imperio y pudo fundarse la
República revolucionaria que acabó en la Comuna, destrui-
da por Thiers y castigada, para establecer la República no
revolucionaria de hoy.
Rosas, el héroe del Desierto^ estableció por medio del
ejército el despotismo^ apoyado por el pueblo cansado de
revoluciones.
Arrepentido de su error, el pueblo no intentó revolución
alguna, sino es la de Maza, que habria sido un motin militar;
y no fué libertado sino por el concurso de las fuerzas com-
binadas del Brasil, Uruguay, y algunos gobiernos, y jefes
argentinos.
La revolución del Sur de los Estados Unidos, tenia por
objeto, no la libertad de los blancos, sino mantener la escla-
vitud de los negros, lo que prueba que las revoluciones no
son precisamente en favor de la libertad y del derecho;
pero esa revolución fué sofocada, y no debe constar sino
como escarmiento del recurso á las revoluciones.
El último ensayo de motin militar, ó de juzgamiento li*
brado & los generales de los ejércitos, en cuanto á la legiti-
midad de un gobierno, perdió á la Francia en la desastrosa
guerra de Alemania. Prisionero en Sedan el Emperador^
una asonada en París creó un gobierno de hecho^ el mas ile-
gitimo que haya presentado la historia; pero todos los
mariscales y generales del imperio reconocieron en él al
gobierno de su patria, sin pretender legitimarlo con su obe-
diencia, excepto el Mariscal Bazaine, que al mando de
160.000 hombres, la única esperanza de salvación que á la
Francia quedaba, se creyó autorizado para obrar de su
cuenta, desconociendo el gobierno de hecho y entrando en
relaciones con la Emperatriz depuesta y con el enemigo.
Su conducta fué sometida á un consejo de guerra, que lo
sentenció á la degradación y k ser pasado por las armas.
Este último y mas reciente hecho, prueba contra los
Tomo zl.— 3
18 OBRAS DK SAKMIICNTO
teoristas de las revoluciones^ como instrumentos de libertad,
qae todas las que han currido en este siglo, han sido
para establecer el despotismo, y que los pueblos han sido
impotentes para libertarse por revoluciones.
Las revoluciones^ como correctivo de los defectos, vicios y
falta de educación política, para arribar á un mejor estado
de cosas, han quedado en práctica solo en la América
española, desde Méjico hasta Buenos Aires, sin que en
sesenta años de trastornos, cambios, guerras patrióticas y
liberales» se haya logrado otra cosa que crear centenares de
Generales y deudas de centenares de millones, y hoy esta-
mos en la República Argentina por saber si hubo jamas
'¿«Ivierno legítimo, hasta el dichoso día de la conciliación,
que no acabó, sin embargo con los gobiernos electores.
Erróneo, es decir, que la 4» Presidencia y para Buenos
Aires la 8\ fuese despótica, como se insinúa, aunque hubiese
en ella los defectos inevitables en todo gobierno. Hubo
libertad para sus opositores, hasta la licencia, y tanta, que
en la prensa, en los clubs, en las Cámaras, en los comicios,
en los corrillos se anunció, se preparó y se proclamó la
revolución.
La pretendida revolución de Setiembre, la inspiraba un
partido organizado, poniendo á la cabeza el candidato no
electo, y tenía, si triunfaba, que deponer las autoridades de
antemano constituidas, y principiar de nuevo todo un sis-
tema de gobierno.
La revolución apareció, sin embargo, en un motin müiiar
de gefes nacionales en servicio de deber y honor, bajo el
Presidente que les había dado la comisión de mando de fuer-
zas, que no eran de ellos, sino del Poder Ejecutivo Nacio-
nal, porque es preciso advertir que las fuerzas nacionales
no están á disposición ni de un partido, ni de un jefe militar,
ni del pueblo, ni de la Corte Suprema, ni de los Jueces, ni
del Congreso, sino únicamente del Poder Ejecutivo, cuyo
Presidente es ademas Comandante General de las fuerzas de
mar y tierra, y solo él puede darle órdenes.
Tócanos demostrar como corrió el país entonces el riesgo
de caer bajo un despotismo militar, mas duradero, mas
incontrastable, cuantos mas cómplices tenía.
Las revoluciones necesitan estorbar la contra-revolución^
y ante el gobierno nacido de la victoria, la legitimidad y
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESTlOS 19
derecho son crímenes imperdonables, en presencia de la
necesidad de la propia conservación.
Habría quedado con ella establecido que la República
Argentina, en veinte años transcurridos desde la primera
revolución de Setiembre, no había producido mas hombre
idóneo, para gobernarla que el que encabezaba la segunda
revolución del mismo mes, pues como Ministro, General,
Gobernador y Presidente, llena toda la historia gubernativa,
excepto cinco años del gobierno que derrocaba, desde la
revolución que separó á Buenos Aires de la República, hasta
la revolución que la conquistaba en Pavón, y hasta la revo-
lución de 1874, que le devolvía el poder.
Esta situación de un hombre en frente de las institucio-
nes regulares, es lo que los griegos llaman el Tyrannos,
que no quiere decir cruel, ni déspota, sino el hombre
que está, acaso por su mérito mismo, sobre las institu-
ciones.
Andando el tiempo, y como consecuencia del gobierno y
de los mandos militares que en tan largo lapso había ejer-
cido en el ejército, resultó también que la mayor parte de
los Generales de la República eran'ó sus parientes, ó sus
deudores y partidarios personales, á tal grado que después
de amnistiado, se constituyó Gerente y apoderado de la
pléyade de Generales suyosy no admitiendo grados para sí,
que no vinieren acompañados de los grados de. los demás,
aun de aquellos que el Gobierno ó el Congreso no habían
amnistiado. Este hecho es sin ejemplo en la historia; este
es el tirano antiguo.
Asi se revelan los hechos que disimulan con el nombre
de opinión pública y de revoluciones, que no son mas
que motines müUareSf como los de César, Pompeyo, Marco
Antonio, cada uno con su ejército propio^ con sus veteranos;
iuyos y no de la República. Con el motin militar y con la
amnistía^ se puso de manifiesto lo que el gobierno había
venido palpando antes, y es que había un jefe militar y
político, prestigioso á justo título, que tenía á su devoción y
disposición los mas activos Generales y el doble de Corone-
les, que fiaban en su discreción y patriotismo mas que en
los preceptos de la Constitución y la disciplina, para corre-
gir elecciones y cambiar gobiernos; discreción y patriotismo,
sea dicho en disfavor de nuestros prohombres, que usa
20 OimÁ0 DB 8AKM1BNT0
cualquier General, en cualquiera República hispano-
americana, desde hace sesenta años.
Estos son los tiranos de la América.
LAS REVOLUCIONES MOTINES
{El Nacional, Baero 7 de 1879.)
Hemos de perseguir sin descanso, las doctrinas disolven-
tes que, suprimiendo las formas constitucionales, hacen
reposar la legitimidad de los gobiernos, sobre una preten-
dida legitimación postuma^ ya sea voluntaria de parte de
los adversarios de) gobierno, ya sea previo motin militar,
revolución, batallas, muertos, millones gastados, derrotas»
y subsiguiente amnistía y perdón, con la subsiguiente con-
ciliación, tras la cual y á duras penas, y á, fuerza de pasar
uno ó dos poderes del Estado por las Horcas Gaudinas, se
le otorga al Sn la legiHmacion^ solicitada al parecer.
No: esta nueva forma de gobierno republicano» descono-
cida en el mundo, es inconciliable con la libertad, con la
tranquilidad pública. Cuesta muchos millones y entrega el
pais á la anarquía.
La Constitución prescribe la forma y tiempo de elegir
Presidentes.
El Congreso es Juez de sus elecciones ó de las que le estén
confiadas.
Los actos del Congreso, debidamente proclamados son
leyes.
Las leyes obligan k todos los habitantes. Se obede-
cen, nó por que son buenas, sino por que son leyes. Dura
leXj ui lex.
Esta obediencia es impuesta por la fuerza que se
llama la sanción de la ley» la santificación, la pena, el cas-
tigo.
La revolución como remedio, es un crimen, definido, no
por nosotros» sino por las leyes; prohibido por la Constitu-
ción, diciendo: «Es delito de sedición invocar el nombre del
pueblo para hacer peticiones armadas, ni deliberar, ni
gobernar por otras autoridades y otros órganos que los BR.
del pueblo y autoridades establecidas».
El que amotinare al ejército para pedir remedio á algún
LOS DBSFALLBaMinSTOS Y LOS DESVÍOS 21
mal político, comete sedición. Ei que diere maniñestos, en
que delibera que está violada la Constitución, sino lo hace
en el seno del Congreso, comete rebelión y destruye la base
de la Constitución.
Las doctrinas que combatimos, no tienen sostenedores
entre los regnícolas del mundo, ni entre los repúblicos
norte-americanos.
No son tampoco argentinos, ni de Buenos Aires, ni de los
nacionalistas revolucionarios, sino que son comunes á toda
la América española, practicadas en cada sección, general-
mente por militares políticos, con pronunciamientos^ mani-
fiestos, motines de cuartel, ó algaradas populares, siempre
hallando que en países tan libres, tan educados como
Méjico, Boliviaó la República Argentina, haya algún desal-
mado, algún monstruo, que se atreva á no ser el modelo
de todas las virtudes de los ángeles, y tengan su punta de
bellacos cuando gobiernan, lo mismo quetenían, y de sobra,
cuando eran ciudadanos.
Como no escribimos para los habitantes de la Luna,
vamos á mostrar que las ideas de orden, de regularidad,
han ganado inmenso terreno, no obstante las conciliaciones
que parecían dar pábulo por la escandalosa impunidad, á
los revolucionarios.
La revolución, palabra sin sentido en los gobiernos cons-
tituidos, no puede hacerse sino por motines militares, pues
los que quisieran apelar á las armas, no podrían hacerlo
con éxito, en presencia de las fuerzas nacionales creadas
para mantener la tranquilidad contra enemigos exteriores é
interiores; porque la ley reconoce enemigos interiores lo mismo
que exteriores, y para reprimirlos ó repelerlos, ha creado
una fuerza armada.
La revolución se hace, pues, haciendo faltar á sus deberes
á los jefes ó sargentos de los cuerpos, que están encarga-
dos por la ley de combatirla. Así han sido todas las revo-
luciones despóticas y militares modernas, incluso la de
Setiembre de 1874, que se empeña hoy en erigirse en sis-
tema complementario de las leyes que proveen á la manera
de renovar los poderes públicos.
Tenemos, pues, que analizar la composición actual del
ejército argentino, para mostrar que la amenaza de nue-
vos motines militare^, bajo la influencia de jefes revolu"
22 OBiU.8 DE SARMIENTO
cionarios, va perdiendo, si no ha perdido ya del todo su
valor.
El ejército argentino, en actividad de servicio, es hoy
conservador.
Se ha roto la tradición revolucionaria, que traía por sus
jefes, desde muchos años atrás, desde la lucha contra Ro-
sas en la República Oriental, desde la lucha contra Urquiza
en Buenos Aires, hasta la lucha contra el Gobierno Nacio-
nal, en 1874. Un Rivarola decía, viendo ei primer reming-
ton: con veinticinco de estos yo hago una revolución.
Hé ahí el tipo del espíritu revolucionario.
Las tradiciones de los ejércitos son como su alma, hasta
que algún acontecimiento las interrumpe ó cambia. La
caballería argentina dio en huir delante de los indios y de
los cristianos, sin combate, huyendo por huir, no obstante
la presencia de jefes tenidos por valientes. Esto duró hasta
1861, en que en la Cañada de Gromez, no huyó la caballería,
como no huyó en Caucete, como no huyó en el Paraguay,
hasta que hoy, hasta los paisanos hacen frente á los indios
y los derrotan, ha^ta que al fin nuestra caballería en
pequeñas divisiones, ha acometido las tolderías misteriosas
antes de los indios, y un guapo ha ido con veinte y cinco
hombres á clavar su lanza en las falda de los Andes, y otro
ha tenido con veinte soldados, el gusto de dar agua á sus
caballos en las turbias ondas del Colorado.
¿Por qué huían antes sin combate? Porque otra vez ya
habían huido sin peligro.
¿Por qué acometen ahora aventuras tan extrañas? Porque
se ha hecho gloria y tradición ya, acometer los peligros
de la Pampa.
Lo mismo sucede con el espíritu revolucionario. La
Francia tuvo que emprender la conquista de Argel, para
alejar el ejército imperial por tradición, napoleónica por
culto, diez años después de muerto Napoleón. Chile tuvo
que emprender la guerra del Perú, para regenerar el ejér-
cito, revolucionario hasta 1840.
La conquista de la pampa por nuestro ejército, después
de las derrotas de la Verde y de Santa Rosa, en que fueron
desprestigiados los antiguos jefes tradicionalmente revolu-
cionarios, ha regenerado nuestro ejército y separado del
mando á ios que traían por una larga práctica la noción
LOS DBSFALLBCIMIBNTOS Y LOS DESVÍOS 23
de que el ejército era juez de elecciones y sostenedor de
partidos.
Todos los jefes en actividad en nuestro ejército, son los
que han hecho sus primeras armas combatiendo revolucio-
nes; mientras que los antiguos jefes hoy separados, hicieron
sus primeras armas sosteniendo revoluciones.
Los Coroneles que mandaban nuestras fuerzas, sotí los
oficiales subalternos que combatieron la revolución del
Chacho, las revoluciones de Jordán, la revolución de Setiem-
bre. Esa fué su escuela política; sostener al gobierno de
su paiS| sin pedirle cada Coronel, le someta á su examen
sus títulos y decidir su legitimidad. Bástales saber que ese
es el gobierno de su país.
Lo mas notable de este cambio de ideas en el ejército es
que se mostraba espontáneamente en sus filas, aun entre
las clases subalternas. Cuando el Coronel Borjes conspi-
raba, sus jefes subalternos lo traían con sentinela de vista.
Timóte tomaba el desierto para no seguirlo. El Comandante
La Concha fué abandonado por su regimiento, cuando no
había fuerza que lo persiguiere al salir de Córdoba; y se
sabe las ejecuciones de sargentos, para aterrorizar, llevando
los cuerpos desarmados en las marchas.
La epopeya de la conquista de la Pampa hasta los Andes,
que tiene fascinado á todos, no es ni tradición ni inspira-
ción de los antiguos jefes políticos-revolucionarios, sino que
sale del espíritu que los combatió, de Alsina el primer paso,
de Roca la ejecución. Ni la conciliación puede lisonjearse
de tener parte en esta regeneración del ejército, ni en aque-
lla cosecha de laureles. Parece providencial que Borges,
Rivas, Mitre y otros Generales creados en las luchas revo-
lucionarias, depusieron sus armas ante los Villegas, Winter,
Roca, Lagos, Nelson, Levalle, que pertenecen á la nueva
generación no revolucionaria del ejército; y es providencial
que se haya presentado un campo neutro, que no sea gue-
rra civil, que satisfaga una gran necesidad pública, que
acabe el drama secular de la conquista del territorio, con-
cluyendo con los salvajes y dando paz á la República, para
que el ejército moderno, el ejército no revolucionario, tenga
una grande, una inmensa gloria, que le sirva de fé de
bautismo, principiando á ejecutar y consagrando el princi-
pio de que el ejército está constituido por la ley para repeler
Zi OBRAS DB 8ARMIBNTO
invasiones y reprimir revoluciones, y á las órdenes del Poder
Ejecutivo, no de jefes antiguos y prestigiosos. No hay
pretorianos ya para proclamar emperadores. Creemos, pues,
que todos los síntomas señalan ya la terminación de las
revoluciones, por medio de motines militares. El General
Roca, no es el mentor, jefe y guía de los valientes jefes que
han conquistado sus laureles en las Playas de Lujan, ó en D.
Gonzalo, ó en la Verde, ó en las campañas contra el salvaje.
Es él mismo, uno de.ellos y nada maa No era esta la posi-
ción del Brigadier Mitre, con respecto á la pléyade de
Generales y jefes suyos, que seguían sus inspiraciones, olvi-
dando sus deberes.
La amnistía les ha dejado una posición honorable; pero
se comprende que no volverían al mando en jefe de los ejér-
citos, que han hecho la conquista de la Pampa sin chocar
con el buen sentido y aun con su propia delicadeza. No irían
á cosechar lo que no sembraron.
Un elemento nuevo empieza ademas á entrar en nuestro
ejército, y es los alumnos que prepara la escuela militar,
extraños k las pasadas luchas políticas, y fuertes con su
propio mérito cientiñco, como título de admisión; y, á. no
ser que el contacto diario con la prensa revolucionaria per-
vierta sus espíritus, dándoles falsas nociones de sus debe-
res, llevarán al ejército, con mas estricta observancia de
la disciplina militar, mayor instrucción para hacer mas
duradera la gloria de que el ejército se ha cubierto.
No hay, pues, mucho que temer de la prédica revolticiO'
naria de la prensa.
Se acabó el ejército revolucionario, por la separación de
la vieja levadura.
Entra recien nuestro ejército á desempeñar las funcio-
nes de fuerza para hacer cumplir las leyes. Son extrañas
las faces que el ejército ha presentado desde su origen.
Instrumento glorioso de la Independencia, se disipa dan-
do libertad á las otras Repúblicas, no volviendo sino jefes y
oficiales que llevan nuestras armas al Brasil por la integri-
dad de nuestro territorio.
Un inmenso levantamiento de las milicias rurales con los
Comandantes de campaña, que se encarna al fin en Rosas,
interrumpe la tradición militar de la Independencia, hasta
que en sitio de una ciudad extranjera vuelve á reanudarse
LOS DBSFALLECIMIKMTOS Y LOS DESVÍOS 25
el roto hilo de las tradiciones militares, y arroja de nuevo
en la República las nociones de la táctica y disciplina anti-
gua, con el fermento político y revolucionario en que nació.
Nuestro ejército fué revolucionario hasta 1860, y sus jefes
conservaron hasta Generales los hábitos de ejército de par-
tido. Desde 1870, quebrantada esa tradición por el desca-
labro, el ejército es hoy nacional y gubernativo, como en
todo el mundo.
EL SEHOR eOBERNADOR
POR TABLAS
(El Nacional, KneTO 9 áei8^9.)
No podemos negarle á La Nación, la rara habilidad
con que lanza sus indirectas de Padre Cobos, sobre gobier-
nos electores. Parecería que era de fastidiar la eterna
historia de la política electoral de un Presidente, que dado
caso fuese un hecho histórico, para hecho histórico ya
bastaba. No hay que temer que vuelva á tener ocasión de
ponerla en práctica. No se esplicaria la insistencia, sino
tuviese sus aplicaciones prácticas y de actualidad.
Ahora comprendemos el objeto de aquella fustigación, á
un antiguo Presidente.
Es la treta de las mamas, cuando quieren corregir las
malas propensiones desús chicuelos á quienes cuentan con
grandes aspavientos lo que le sucedió á una niñita muy
mala, que robaba azúcar ú otras golosinas y se ensuciaba '
el vestido, etc. Nuestro contendor tiene un niño elector,
que amenaza robarse los terrones de azúcar, y le saca el
ejemplo de aquel Presidente muy mato, con su política
electoral, á quien tantas cosas le sucedieran, para escar-
miento de gobernadores electores y de otros niños traviesos
que quisieran seguir sus huellas.
De cuando en cuando, la alegoría aquella de la política
electoral pasada, cae en la realidad, aunque por decoro y
prudencia la presente rodeada de nebulosidades oratorias.
Renace, nos decía ayer, el temor de que el poder oficial, , .
atente nuevamente á la base del sistema democrático...»
Toda vez que el porfer se decida á convertirse en W^cíor.. .»
,.
26 OBRAS DB SARMIENTO
Mientras subsiste la probabilidad de que el pueblo pueda
ser suplantado, ó la opinión pública burlada por los mane-
jos y los actos indebidos del poder oficiaL . .»
Vamos! Hable clarot Qué poder oQcial es el que trata
de suplantar al pueblo? El nacional no es^ pues el espíritu
de La Nación lo inspira. Será por ventura el provincial?
Esa tenemos?
El gobernador nombrado por los comités en conciliación,
hace, al año, «renacer el temor de que se atente nuevamen-
te contra la base del sistema representativo?»
Los partidos que se conciliaron para nombrarlo, son cita,
dos ahora para ponerle centinela de vista, como presunto
elector?
Para tratar tal cuestión de actualidad, no era necesario
ir á sacudir el polvo de los archivos del Congreso, según se
hizo el aparato, á fin de descubrir en nuestra historia un
Presidente elector, rara avisl ó ir á buscar en la oscuridad
de las Provincias, que nos envidian nuestra pureza electo-
I ral, ejemplos de aquella mala política.
Parece que no necesitamos lecciones pasadas, ni de afue-
ra, para hallar que la mala yerba también se presenta aquí
expontánea, como si fuera indígena.
Entrando así en el terreno de los hechos prácticos, y
dejando á un lado las imputaciones á otros, para disimular
las alusiones patentes al gobernador conciliador de Buenos
Aires, poca cosa tendríamos que objetar á La Nación en
su campaña abierta contra futuros gobernadores electores,
si dejase en paz á los que revistió de este epíteto para
desimular su ataque.
.^ Hemos rechazado una falsificación histórica, en cuanto
se refería á una política electoral. En cuanto á la cuestión
misma del abuso electoral del poder oficial^ no hemos esta
vez entrado en el debate, por tener mas filosofía sobre las
causas y la extensión del mal, que la que admite la pobre
discusión de cuerpo presente, como la junta de médicos
en rededor del lecho del enfermo.
Ha de llegar el momento en que nos esplayemos sobre
i \ este punto, sin relación á los poderes oficialei, que provocan
"i los temores de La Nación,
Esos temores mismos, que los inspira el funcionario
creado por la conciliación, de que se suplantaría á la opi-^
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 27
nion, debiera mostrarles á los que tanta fe tenían en su
droga, que el mal es mas profundo de lo que se imaginan,
y que el tiempo ha de trascurrir en cortar el cáncer, como
lo dice La República^ para verlo reaparecer al día siguiente,
de darlo por extirpado, renaciendo el temor de que el poder
oficial etc.. .
Habríamos de acompañar á La Nación á trabajar sincera-
mente para corregir los abusos electorales en las costum-
bres, en los partidos y en los gobernantes mismos. No son
sus correligionarios los que nos darían el ejemplo de la
pureza de intención, al denunciarlo. No es de sus actuales
filas de donde han salido las tentativas para mejorar
nuestras leyes electorales, á fin de hacer desaparecer los
abusos que fomentaban.
En cuanto á las aplicaciones que de las doctrinas electo-
rales se hacen por los puritanos de circunstancias, para
su pleito actual, dirémosles que por lo que á. nosotros res-
pecta, están combatiendo un fantasma. Nosotros no gober-
namos en la administración provincial de Buenos Aires, ya
que La Nación puede asegurarnos que el Gobierno Nacional
no profesa nuestras doctrinas.
i^as doctrinas que desvirtúa, son tan aplicables ai Go-
bierno Nacional como al Provincial, porque son las doctri-
nas de gobierno, de orden, de libertad de todos los pueblos
constituidos.
Puede ser que el nuestro esté menos adelantado en capa-
cidad electoral que los otros, lo que no es culpa nuestra.
Hay fraude, por falta de electores concienzudos, ó por
falta de conciencia en las clases cultas. Los que encubren
este triste hecho, pueden decir si han dejado de hacer
fraude ellos, ó evitado la violencia. Nosotros podemos
repetir con orgullo, que no hemos apelado nunca á tales
resortes, no habiendo tenido interés personal en ninguna
elección, y profesando ademas principios mas severos que
los que se ostentan hoy, como arma de lucha, contra el go-
bernante que crearon.
Hablando del nombramiento de Jueces de Paz, La Naaian
lo saludó, diciendo que ni en los tiempos en que las elec-
ciones eran arma de guerra (aludiendo á 1858 y 60 en Bue-
nos Aires) el poder oficial había obrado con mas pardalidad.
Es posible qne así sea; pero esa es cuestión que no nos
28 OBHkiS DR 8AR1ÍIBNT0
atañe, pues que no formamos parte de la administración de
Buenos Aires.
Aun la frase poder oficial^ inventada para cohonestar el
ataque, revela el falseamiento de las ideas de que se ali*
montan sus correligionarios. Como no hay mas poder que el
oficiaU pues oñciales son el legislativo y el ejecutivo, el
epíteto oficial está demás, y arguye que hay otro poder
que el poder público, legal, que es el Poder Ejecutivo, que
lo desempeña el Dr. Tejedor.
Asi establecido el significado de las palabras, vamos á
quitar lo de antiguo y encubierto que tiene una elucubra-
ción, que viene con el nombre de fuerza.
«Queda notificado el pueblo, se nos dice por ironía: La
fuerza, y sino basta, el fraude, serán los encargados (por
el Dr. Tejedor) de hacer elecciones.»
«Tiene el pueblo que decidirse á oponer la fueir%a á la
fuerxa^ y á impedir el fraude.»
Nota: Vaya preparando el susodicho pueblo los cuatro ó
seis millones de fuertes, que puede costarle el empleo de
la fuerza contra la fuerza. No hay otro poder que el oficial;
no hay otra fuerza^ que la pública; y no se opone la fuerza
á la fuerza en las elecciones, i
«En vez de elecciones, quieren batallar.»
Nota: Es curioso el cargo! El que se propone oponer la
fuerza á la fuerza, es el que da batallas. Dejando obrar á
la fuerza pública, sin darle batallas, sucederá lo que en
Bal van era, que se traerán á la policía cincuenta homicidas,
el Juez les dará fianza de cárcel segura y en eso acabará
todo, sin mas efusión de sangre y sin gasto de dinero.
No es culpa del saliente si no entrega en paz el gobierno
al entrante, donde hay políticos, como los de La Nación^ que
aconsejan al pueblo desde ahora oponer la fuerza á la fuer-
za. En Setiembre no pretendieron tanto, sino que decían
oponer la fuerza al fraude; y el fraude era, si existía, hecho
en las elecciones de Buenos Aires, en que ahora se convie-
ne que ninguna política electoral de afuera tuvo parte.
No sabemos si la fuerza será la ley para el Gobernador de
Buenos Aires, Dr. Tejedor, en las elecciones. Lo que es
seguro, es que nosotros no la tenemos por tal; pero es
digno de poner en parangón dos periodos del mismo artícu-
lo, para ver la sinceridad de estos cargos.
LOS DE8PALLBCIM1BNT08 T LOS DBSVIOS 20
«Tienen que decidirse (el pueblo) á oponer ¡a fuerza á ¡a
fiierxa.j^
Y mas abajo.
t& posMe que el partido k quien se incita á aeudir á la
fuerza, encuentre otra mayor.»
Hay paciencia!
En el primer parágrafo incita á oponer la fuerza á la
fuerza en las elecciones y en el segundo, parece dejar en-
tender que somos nosotros los que aconsejamos al pueblo
que se decida k oponer la fuerza á la fuerza.
Todo este enredo, viene de que la oración no tiene sujeto.
Es del Gobernador de quien se habla, y no de nosotros. La
ley del Gobernador será la fuerza, vaya norabuena, pero,
puesto que ya se conviene en que el ejército nacional no
tomará parte en esta patriada, por ser elecciones provin-
ciales las que hará elDr. Tejedor y no nosotros, prevendre-
mos simplemente, que así como no hay poder oficial^ por
no haber poder oficioso; así no hay fuerza^ ni chica ni grande,
que oponer á la fuerza pública, de que dispone el gobierno
para conservar el orden, sobre todo en las elecciones.
No se opone fuerza á fuerza, y es criminal decir como
una amenaza, que si el gobierno del Dr. Tejedor emplea
la fuerza de policía en evitar que peleen en las elecciones
ó impidan el votar libremente, se opondrá otra fuerza. El
que quisiere oponerle fuerza, debe ser llevado á la cárcel
directamente como es la costumbre en pueblos cristianos.
Los periódicos ilustrados de Inglaterra, traían copiada,
de fotografía, una lámina de las últimas elecciones de
Nueva York, en la cual, al lado de la mesa electoral misma
está una cárcel improvisada de tablones, para esas eleccio-
nes, á donde los policemen están empujando á dos ó tres
ciudadanos perturbadores, para calmarles un poco el pa-
triotismo.
Pero aquí, no sucede eso. El Gobernador será el culpa-
ble, la fuerza será la que debe ser encerrada en una cárcel,
y solo dejan la fuerza mayor que va á oponérsele á la
fuerza pública.
Nuestros Rivarolas no ven en el remington, sino la arma
inventada para hacer revoluciones; y sin proponérselo,
llaman poder ofidál al del gobierno, porque n» peUo tienen
otro poder, que está por ahí y que es mayor que el poder
30 OBRAS BB SARMIENTO
oñcial, y una fuerza oculta que oponer á la fuerza pú-
blica.
Y para ello nos culpan k nosotros» que nada tenemos que
ver en estos enredos, de incitar al gobernador de Buenos
Aires, Dr. Tejedor, á tener por la ley suya la fuerza.
Haga lo que quiera ó deba el Gobierno, nos lavamos las
manos desde ahora.
Solo diríamos que lo que es nosotros, que no somos poder
oficial^ ni Jefe de Foliciai ni encargados de guardar la tran-
quilidad pública, deseáramos ver esa fuerza mayor que la
de policía, ya que no es la del ejército que no profesa
ahora la vieja doctrina de andar haciendo elecciones en la
frontera. Está muy ocupada con los indios!
La verdad es que no pueden hablar de nada, ni aun de
principios, sin que ée les escape la confesión de que la pa-
nacea para curar todos nuestros males, es una peleíta, á
bala, en las elecciones, oponiendo la fuerza á la fuerza; y
una revolucioncita, aunque ya no sea con el ejército, pues
al Presidente actual no le gustan esas bromas, en que
siempre sale mal, aunque venza. Una revolucioncita pro-
vincial, vamos, que le objetarían? Baratitai Correrá poca
sangre?
ESAS AGUAS PASARON!
(Bl Nackmal, Enero llde 1879.)
Presentaba el grave Dr. Velez, Ministro entonces de Go-
bierno, un proyecto á la Cámara, para la abolición del
Enfíteusis, y al leerlo un Senador no menos grave, ó con
aires de serlo, pidió al Secretario leyera un 'papel que se le
había dado de antemano. Leyó un dictamen del Asesor D.
Dalmacio Vélez, dos años antes, en favor del Enfíteusis.
— Ya concluyó, Señor Secretario? observó el aludido, con
su acento cordobés, que exageraba ez-profeso, cuando lan-
zaba alguna de esas saetas, que se han incrustado en la
lengua ó en la historia argentina. «cDíchosos los hombres
como el señor Senador, dijo, que opinan hoy como opina-
ban cuando tenían quince añost Yo tengo setenta y todavía
estoy aprendiendo. Esas aguas pasaron!
Con mas gracia fulminó diez años después, M. Thiers, á
LOS DBSFALLEGIMIENTOS T LOS DESVÍOS 31
un joven que lo contradecía en la Asamblea, por iguales
medios:
— Lo conozco, decía en ante-salas, desde niño: lo he teni-
do en mis rodillas. Ya entonces pensaba, en economía
política, lo que piensa ahora.
Velezy Thiers ocupan un lugar muy alto en la historia
de sus países respectivos, mientras que la historia y aun
los contemporáneos, ignoran como se llamaban sus con-
tradictores.
Y Thiers mas que Velez. tenía derecho de apelar al juicio
y opinión de la edad madura del Thiers histórico, contra
el Thiers de partido y de combate.
Thiers había sido monarquista orleanista, y sin embargo,
por celos de nuance política en el mismo partido, llevando
la oposición contra M. Guizot, su rival en el ministerio,
hasta desencadenar las pasiones revolucionarias, imperia-
listas, ligitimistas y republicanos rojos, y socialistas, con-
tribuyó ¿ la caída del gobierno mismo, que había sostenido
y servido hasta entonces, dejando la Francia librada á los
azares de la anarquía.
Asustado de su propia obra, y viendo abismarse la repú-
blica con el virtuoso General Cavaignac, él contribuyó á
prestijiaf al principe Napoleón, que llevó á la presidencia;
pero que obedeciendo á. su propia ley dinástica, se hizo de-
clarar emperador. Thiers era ante la historia, moral ú oca-
sionalmente, la causa primera del desastre. Tuvo la virtud
de aceptarlo, sin sostenerlo, como un hecho histórico,
reconociendo la autoridad del imperio.
Llegado el gran desastre do la guerra alemana, que él
fui el único en toda Francia, que quiso conjurar, no se ocupó
de la cuestión del gobierno revolucionario de la defensa
(tardía!) y recorrió todas las cortes de Europa, implorando
la intervención que le negaron todos; pero regularizado el
gobierno, con una asamblea orleanista, imperialista y legi-
timista en mayoría^ lo nombraron presidente, sin constitu-
ción y sin poder ejecutivo constituido. En el ejercicio de
esas funciones, y con el espectáculo por delante de los
hechos históricos, de la comuna^ vergonzosa parodia de la
república democrática y social, y tres dinastías que se dis-
putaban el gobierno, el revolucionario contra los Borbones,
el ministro de losorleanes, el introductor del lobo en el redil
32 OBRA« DB BARMIBMTO
con el principe Napoleón, dijo á ia Asamblea, «que era pre-
ciso salir del provisorio, y que la república (que habia
conribatido treinta años) era el único gobierno posible,» y
sus aníiguoi compañeros orleanistas, y los imperialistas, y los
legitimistas lo depusieron, porque no era ya el Thiers mo-
narquiita^ aunque constitucional y un tanto revolucionarioi
de sus primeros años.
La historia ha fallado. La República francesa, modera-
da, sin revoluciones, con gobierno hasta hoy rejido por las
doctrinas de Thiers, con sus compañeros Dufaure y Jules
Simón, antes sus ministros, es el modelo de la Europa y
después de tan grandes desastres, la Francia ha Tuelto á
ocupar su posición decente^ ante los pueblos y los gobier-
nos.
Aqui, en Buenos Aires y no en Francia (sino se exeptuan
las maldiciones de Cavaignac) se ha publicado por un co-
munista una diatriba contra M. Thiers, en que se acumulan
los cargos que hacen pesar sobre su memoria, aquellos á
quienes contuvo en sus ideas extremas. Pueden leerlo, los
que quieran hallar inconsecuencias y contradicciones. Pero
la historia y la gratitud del pueblo francés, y el respeto de
todas las naciones han fallado, tomando el hombre de Estado,
de setenta y seis años, por el hombre definitivo, el hombre
como él quiso ser, y no como ensayó ser, en una larga carrera,
en un medio cambiante, á merced de revoluciones y moti-
nes militares, teniendo que ser sucesivamente monarquista,
imperialistas, republicano rojo y moderado, según las faces
que la historia contemporánea iba presentando.
Tocábale, en efecto, vivir en un siglo y ser parte de una
nación librada á merced de las facciones, de que él mismo
formaba parte, tratando de resucitarla revolución de ochen-
la y nueve los unos, con la apoteosis de Marat, Rol>espierre
y la Montaña; el imperio, otros, con sus glorias y sus
conquistas; los reyes legítimos, algunos» con su derecho
divino y su pabellón blanco, pugnando un gran núme»
ro» con Louis Blanc, por realizar la República demooráiica y
social, dando ftia y fr^ébo^ como un derecho, y ensayando
los talleres nacionales.
Eutre tendencias tan opu<9Stas« y las mv^narqui^tas tan
reaccionarias» las republicanas di;$o2vente9 y revoíucio*
narias» pues tuvo M. Thiers que deíen^ter Ut pnfpieiiad^
LOS DBSFALLECIIOSNTOS T LOS DESTIOS 33
contra el axioma de I^udhon^ üa propiedad es tí robo, con el
caal se quería llevar, como un progreso, la sociedad á los
tiempos de Adán y Eva, cuando la tierra estaba desierta, —
M. Thiers, el viejo Thiers, que había contribuido á la caida
del gobierno de sus simpatías personales, de Luis Felipe,
estudiando las causas de perturbación tan profunda, tan
incurable en ochenta años de revoluciones y desastres, de
glorías y humillaciones, de monarquías, repúblicas, irape- |
ríos y comunas, creyó descubrir el secreto, y puso su brazo,
su fama y su verdadera gloría á aplicarlo; y este secre^x),
era dar al gobierno su poder legítimo, sus medios legales
0 de reprimir el desorden, de evitar los cambios bruscos y
turbulentos de que la Francia era el juguete hacía casi un
siglo. Aplicóle á la Comuna su receta, el mismo Thiers,
que consultado por el rey en 1830, si se haría uso de la fuer-
za para contener la revolución, descabellada y sin otra
bandera que hacer renunciar á M. Guizot el ministerio,
desaconsejó la medida, habiendo sesenta mil hombres de
linea en París, y dejando sucumbir al Gobierno.
¿No habría sido mejor, emplear ese remedio contra los
tntneurs de una sociedad alborotada, en esos movimientos
nerviosos de un momento, y ahorrádole para lo futuro, esos
mismos combates mas sangríentos, contra el Presidente
Cavaignac, el imperio de veinte años, la humillación de ser
por su causa conquistada la Francia, asediado París, y ren-
dido por hambre, perdiendo dos provincias y dos mil millo-
nes de pesos fuertes, entre defensa estéril y rescate vergon-
zoso? Eso es lo que se dijo el hombre de Estado, y lo
realizó. 0
Parmenion apelaba de Alejandro exitado por el entusias-
mo del vino, ante Alejandro cuando estuviese en el pleno
oso de su razón; del Alejandao del hecho actual; al Alejan-
dro de mas tarde; y seria pobre argumento, que los france-
ses apelasen hoy del Thiers, del Dufaure, republicanos mo-
derados 7 gobernando, al Thiers y al Dufaure, ministros de
Luis Felipe, y según la moda de entonces, opositores revo-
lucionaríos contra su propio gobierno, cuando estaban
fuera del poder.
Aplicando estos modos de proceder á nuestras pobres
cuestiones de aldea, (permítasenos la frase, para distinguir-
Tono ZL.^S
I 34 OBRA0 DB 8ARMIB3ÍTO
t
»
j las, de lo que el lenguaje humano llama retolucionís, que no
i son las peleas de mal criados en las elecciones) los Már-
moles Tienen á leemos un informe dado, en un caso
revolucionario, apelando con él del hombre viejo, que piensa /
bajo los limites de una Constitución, después de veinte de /
ejercicio regular, de otro modo, al parecer, de lo que acon-
sejaba como individuo, en las luchas y cuestiones que esta-
ban preparando la constitución del país, por medio de
batallas, tratados, revueltas y protestas.
Al apelar del hombre de gobierno de hoy, atleta de las
pasadas luchas, del hombre cargado de años, y de experien-
cia, al joven ardoroso de los antiguos combates, se da por
sentado que aquellas que fueron sus doctrinas de entonces
son las sanas doctrinas, y que las que profesa hoy, son las
malas, para estimular á los gobiernos á oprimir á los pue-
blos, enseñando que en las elecciones no debe aponerse la
fuerza & la fuerza; porque no hay mas fuerza legal que la
fuerza pública, doctrina perverza sin duda, que ha hecho la
gloria de los Thiers, los Dufaure y la Asamblea francesa, y
que ha puesto término en Francia al reinado de las Comu-
nas, de los emperadores, de los orleanistas, de los socialis-
tas, y de^ primero que pueda reunir un grupo de exaltados^
á que se juntan los crimínales, y librar á la conquista del
extranjero el territorio, y á la humillación la patria, que
siempre es ese fruto el de todas aquellas patriadas.
Apelamos á los regnícolas y repúblicos modernos de la
Inglaterra, de la Francia y de los Estados unidos, para que
nos citen un escritor que sostenga que los partidos tienen
el derecho de lanzar al país en los desastres de las revolu-
i ciones, bajo una constitución que las prohibe; y se nos
f contesta que ellos, los incurables revolucionarios de la
' América del Sur, tienen su regnícola casero, de combate,
cuyas antiguas opiniones siguen hoy; pues que para estos
valetudinarios no pasan los años; y conceden k ese antiguo
guía el honor de clausurarlo eternamente su maestro, su
mentor, devolviendo las doctrinas que de él recibieron y
lanzándoselas á la cara deplorando que no se haya quedado
donde se quedaron ellos, sin que el transcurso de tantos
años, la sucesión de tantos cambios inútiles! les haya ense-
ñado nada.
* - ¿Y por qué, si tanto respetáis esas doctrinas y el repúblico
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVIOS 35
que las emitió, no las respetáis ahora, ni respetáis al mismo
repúblico, que después de los años, tras el estudio práctico*
y trasladádonseá los lugares, ha visto funcionar la república
y obrarse cambios en las ideas que siguen, con su siglo,
los grandes hombres de su época ?
Pero no. Es preciso derrocar al Dr. Tejedor, que ellos
nombraron Gobernador en conciliación; es preciso derrocar
por revoluciones, á todos los otros Gobernadores electores,
que bajo el gobierno de que forman parte ellos y no noso-
tros, se han creado, y para ello oponer la fuerza á la
fuerza^ bajo la Constitución y la conciliación; y anatema sit
el que no proclame y reconozca tan grandes derechos y
su aplicación I
Anatema, dice un extranjero, trasladado de La Libertad
al Pueblo Argentino, entre cuyos pliegues se oculta como
una vinchuca. Repudíelo Buenos Aires, porque es el ene-
migo provinciano que tiene I
« No sabemos quienes serán los que mueran si hay com-
bate», le sugiere cautelosamente un filántropo, que por lo
visto no ha muerto nunca, y no sabe lo que es morir una
vez por tudas, porque toda esta alharaca de principios, de
libertad, tiene en el fondo sus restricciones mentales. En
Francia, luchan lealmente republicanos é imperialistas, en
la prensa y en las elecciones, y con tal que no aconsejen
revoluciones ni desobediencia al gobierno existente, libres
son los imperialistas de preconizar las ventajas del despo-
tismo uni-personal del imperio militar de los Napoleones,
sin que ningún republicano les aconseje ser prudente», por
que si el furor popular, si la.,, aun antes de las elecciones,
aun antes del combate en aquel dies Ule, dies irce, anunciada
republicana, constitucional, conciUadamentel. . jEhl nietos
de vuestros abuelos, despotismo !
Taine ha hecho el proceso á la revolución francesa, mos-
trando, como el mal hijo de Noé, las desnudeces de su
padre ebrio; y Taine ha sido nombrado miembro de la
Academia francesa, por su talento y sus dotes de estilo.
El cónclave de los nacionalistas decrépitos, ha condenado
ya á su padre, al ostracismo los unos, á la muerte los otros,
en los futuros combates que preparan, oponiendo la fuerza]
á la fuerza pública legal, y señalándola con el dedo !
36 OIIRA8 Vm SAKMimTO
Qué república y qué libertad 1 Sentimos no ser Arqui-
medea, para decir k estos soldados romanos: Déjennos
acabar estos escritos» y después mátennos I
EJEIPLOS REVOLUCIONARIOS
Creíamos que ciertos hechos no serían invocados como
ejemplo para imitarse, y que en los días que alcanzamos,
la razón pública nos pondría á cubierto de loe desvarios
mas resaltantes.
Han habido en nuestro país anarquías, trastornos^ revuel-
tas. Debemos recordar estos hechos subversivos^ para
deplorarlos y para bendecir el día en que fundamos un
régimen constitucional, á fin de que no se reproduzcan,
sino como un crimen digno de la mas severa repre-
sión.
Pero recordarlos, para fundar un derecho con ellos, no
parece á la verdad posible, sino lo viésemos escrito y clara-
mente confesado.
Es cierto que hubieron revoluciones. Las hubieron ahora
veinte años. Las hubieron sobre todo el año 20. Pero
para no retrogradar al año 20, es que los pueblos argen^
tinos se dieron una Constitución, y juraron obedecerla como
la ley suprema.
Después de la Constitución, las revueltas son legal y mo-
ralmente imposibles.
¿Por qué?
Por que cada cuestión tiene un juez supremo, cuyo fallo,
puede ser errado ó verdadero, como todos los fallos huma-
nos, pero que no es dado á nadie recusar.
¿Hay elecciones du(losas?
Un partida dice — si. Otro partido dice— no.
Luego, la guerra?
No*-Luego el fallo del Juez Supremo, instituido por la
ley constitucional, para poner paz entre los partidos y dár-
sela^ á los pueblos.
El Congreso es el juez de las elecciones en el orden
naeional— y cuando el Congreso dice:— si, — ^hay un deber
de obediencia en todos los argentinos, y nadie puede al-
zarse contra su decisión, sin rebelión y sin crimen.
LOS DESFALLBCIMISMTOS T LOS DRSVIOS 37
Véase sino á donde nos conduciría la doctrina opuesta
— A anular la Constitución — á suprimir las contribucio-
nes— á vivir bajo el imperio de la fuerza, en medio de la
anarquía y de la sangre.
Se debe obediencia, se dice, á los gobiernos legítimos; pero
somos nosotros, un partido, unos centenares de ciudadanoSi
los que nos encargamos de decidir 8i*hay ó no tal legi-
timidad?
Así, pues, la legitimidad de los gobiernos, la paz de la
Nación depende, en último resorte, de la voluntad de unos
cuántos?
En valde la Constitución ha dicho que tal cuestión será
resuelta por los poderes públicos, y en general por el Con-
greso. Nosotros declaramos que los tales poderes son de
hecho y que el Congreso es ilegitimo.
Resultado. Tenemos el derecho para anegar la Nación
en sangre, siempre que se nos ocurre, porque no hay otra
regla sino nuestra buena voluntad ó nuestro juicio impar-
cial y recto. Por cierto muy imparcial y soberanamente
repto desde que nos discernimos el triunfo, contra el
fallo del juez verdadero, haciéndonos á la vez juez y
parte.
He ahi la doctrina, puesta en transparencia.
Es necesario salir de estos extravíos sin justificación y
sin nombre. Las revoluciones no han fundado derechos,
ni son ejemplos.
Los movimientos subversivos anteriores á la Constitu-
cion, no pueden ser invocados, porque la Constitución se
dio precisamente para fundar la paz pública é impedir que
los ciudadanos se hagan entre si la guerra.
Nuestro gran modelo estaría, por el contrario en el año
veinte?
Hay errores, hay deficencias, hay imperfecciones. Pero
errores, deficencias é imperfecciones, no se curan cavando
el abismo de la guerra civil. ¿Dónde está el remedio? En
el adelanto de los pueblos, y en el ejercicio de las mismas
instituciones.
He ahí lo que la razón proclama. Una pelea en las calles
ó en los campos, no es una panacea que pueda ser reco-
mendada entre seres racionales.
38 OBRAS DB SAitMlEXTO
HAN DE SER HOIRXOOS EN LA DISCUSIÓN
(El Nacional, Eoero U 1879.)
Con La dación actual, no hay discusión posible. Solo
nos toca rectíGcaria y hacerla mantener en los términos
de la verdad y de la honradez política.
Pueden sus redactores equivocarse ; pueden tener razón;
pero no les es permitido sustituir su pensamiento al ageno
y tergiversar las aserciones.
Tarea ingrata, pero necesaria. Puede á fuerza de inven-
ciones, de suposiciones, embaucar á sus lectores^ como lo
está haciendo.
Sin mas preámbulo, entraremos en materia, sobre la
legitimidad de los gobiernos.
La Nación :
« La República Argentina no tiene gobierno de derecho
divino, no es país conquistado, ni está sometido al poder
brutal de la fuerxa.
El Nacional :
Convenido en todas sus partes; por eso fueron persegui-
dos y derrotados los que en Setiembre apelaron al poder
brutal de la fuerza. Fuerza mas bruta no ha habido.
« La Nación tiene un pacto que es la Constitución.»
Una Constitución es una ley, y no un pacto, porque no
hay partes contratantes. El pueblo no pacta consigo mismo.
Un pacto dice: yo haré. Una ley dice: tú harás. Los
revolucionarios del Sur de los Estados Unidos, pretendían
que la Union (la Constitución) era un pacto entre Estados,
que podían rescindir cuando no les convieniese.
La Nación:
«De repente nos salen al encuentro unos alemanes, que
aplicándonos las leyes de Alsacia y Lorena, se apellidan
conquistadores, y dicen : oc Somos la autorídad^ no por pació
social^ no por la Constitución^ sino por la fuerxa.
«c En adelante nosotros elegiremos los sucesores^ y el pueblo obede-
cerá. I Ay si resiste I Esclavo ó emigrado, y tratado como asesino
sino se somete. Nos declaramos con derecho de estérminarlos sino
acatan ntiestra autoridad,!»
Falsiñcacion de texto, poniendo con comillas su propio
LOS DSSFALXfCIllIENTOS T LOÍ DE^MOS 39
embuste, para hacer creer al lector que tal ha dicho El
NíicioiuiL Es delito en lo escrito, lo mismo que la falsifica-
ción de escrituras ó pagares. No ha dicho El yacioniü nada
de eso.
La yacion :
€ Nosotros no sabíamos nada.de tales conquistadores
alemanes.»
Es que son politicos muy crioUiíos, que no saben lo que
pasa en el mundo, ni los principios mas vulgares del
derecho público. No teniendo nadie derecho á vivir á la
sombra de gobierno y leyes que no reconoce, el gobierno
alemán previno á los alsacianos que quisiesen conservai'^e
franceses y no alemanes, abandonasen el territorio, pues
un hombre no puede ser reconocido extranjero en su propio
país. Ningún liberal del mundo halló abusiva esta medida^
solo La .V^cíoii^que cree que se puede mascar á dos carrillos,
estar bajo la protección de autoridades que desconoce, y
hacer uso del derecho de derrocarlas.
La Nación:
€ Nos dicen que han de perseguir las doctrinas disolven-
tes, que suprimiendo las formas constitucionales hacen
reposar la legitimidad de los gobiernos en una pretendida
legitimación póstuna.»
«Qué formas constitucionales?»
c La fuerza, la conquista, la obediencia ciega, el derecho
de castas privilegiadas?!
El Nacional:
No. Esas no son formas constitucionales*
Las formas constitucionales son: elegir un Presidente
irrevocable^ por seis años, teniendo en sus manos la fuerza
publica^ para desarmar, derrotar, y someter á los tribuna-
les (ó perdonarlos) á los impacientes que amotinan el
ejército el 24, de Setiembre, veinte días antes que se cumpla
el término de su mandato.
Si hay duda en la legitimidad de las elecciones, « Las
Cámaras son jueces de las elecciones; y su fallo es irrevoca-
ble, no obstante lo que piensen los que creen lo contrario ;
pero sin derecho de apelar á las armas, dar manifiestos,
haciéndose Jueces de elecciones, y sobre todo robándole al
Poder Ejecutivo su propia fuerza, como un cajero puede
robarle la plata á su patrón, á protesto de que este es
40 OBRAtt DE SiLRMIBNTO
tramposo en sus tratos. Esas son las formas constitu-
cionales.
La Nación:
Pero cuando hay duda sobre la legitimidad' de la elec-
ción, es mejor que losdíüdenten la reconozcan. «Entonces no
hay legitimación postuma.
El Nacional:
Es por cierto, muchísimo mejor, que los disidentes la
reconozcan. Pero la legitimidad de las elecciones repu-
blicanas en Francia y en todo país de garbanzos, no viene
de que los imperialistas, los legitimistas, las reconozcan,
sino del juicio de la Asamblea, que las declara legítimas.
Después de ese juicio, no hay duda legal. Nadie de afuera
legítima por su asentimiento ó consentimiento, que es su
deber dar aun á las leyes malas antes de que sean dero-
gadas.
La Nación:
«Es un acto político de gran alcance, y una corona cívica,
que algunos la han tenido sin comprenderlo, estando aun
empeñados en desdeñar lo que pocos hombres públicos
podrán alcanzar.
«cEs que por escarnio se llama legitimación postuma^ lo es
en verdad para los que no se mostraron dignos de mere-
cerla, y que aun fanatizados, reniegan de la distinción que
merecieron.
«¿Cómo es posible ofuscación tanta?
«¿Cómo puede arrojarse con desprecio muestras de
distinción que harían el orgullo noble del mas ambi-
cioso?
«Pues quét será dado á todos decir: Una parte de mis con-
ciudadanos me eligió Presidente y la otra parte se adhirió á mi
elección^ apesar de creerla viciosafv
El Nacional:
No estamos discutiendo asuntos de comadres; sino el
valor intrínseco de las legitimaciones postumas por in-
dividuos.
Puede ser tan honrosa la adhesión como se quiera, y
tan indigno el Presidente que fué objeto (dudoso) de ella;
pero la Constitución manda á todos adherir á las leyes,
elecciones y actos del Congreso, y no es acto voluntario
adherir aunque sea legítimo hacer oposición en los limi-
LOS DBSFALLBCIMIBNTOS Y LOlS DESTIOS 41
tes de esa misma constitución, sin hacer revoluciones de
Setiembre para impedir que se ejecuten las elecciones y
el juicio del Congreso sobre ellas; y aun después de someti-
dos por la fuei*za pública á órdenes del Presidente, todavía
en maniSestos y proclamas, sostener que no le hacen al
Presidente que los perdonó, el honor de reconocerle la legi-
timidad de su origen.
La Nación:
«cY resisten lo que llaman esta ntuem forma de gobierno repur
bUcanOy que dicen es desconocida en el mundo é inconciliable con la
libertad y con la tranquilidad pública,
«La forma republicana consiste en la libre elección, y
el acto de rivalidar una nula ó dudosa, está en su esen-
cia, como lo acaban de practicar los norte-americanos,
ante una elección evidentemente nula, regularizándola
patrióticamente por procederes fuera de la Constitución.»
El Nacional:
Lo que acaban de practicar los norte-americanos, no es
una revolución de Setiembre^ ni una legitimación de un
Presidente electo en los clubs ó en los campamentos mili-
tares, sino una decisión del Congreso, juez de elecciones,
y que como todo juez, puede asociarse en caso grave,
aunque la Constitución no lo haya previsto, á los jueces de
derecho, para que le ayuden con sus luces. Esto entra en
el gobierno republicano, y no la sublevación de los demó-
cratas porque tenían solo un voto menos, (nominalmente)
que los republicanos, y tachaban de ilegítimas varias elec-
ciones de sus contrarios acaso con razón. El Congreso
norte-americano obró, pues, en su esfera.
Pero La Nación oye cantar el gallo y no sabe donde.
Oiga algo nuevo que ignora. Hace cuatro meses que, hallán-
dose en inmensa mayoría en la Cámara de Diputados de
los Estados Unidos el partido demócrata, vencido en las
elecciones, como aquí en el 74 los nacionalistas, se presentó
un proyecto de ley, para revisar los registros electorales
de cuatro distritos de los que dieron mayoría á Hayes, y de
cuya ilegalidad habían reunido pruebas que creían irre-
cusables.
Querían abrir nuevo juicio (non bis in ídem) sobre las
pasadas elecciones falladas por compromiso, y el proyecto
fué sancionado.
42 ORKAS DK 8ARMIRNTO
Entonces el General Shertnan, jefe de las fuerzas nacio-
nales, en un banquete dado después de los exámenes de
la escuela militar de West Point, hablándose delante de los
alumnos de aquella resolución de la Cámara demócrata,
dijo, como quien no quiere la cosa, como los ministros
ingleses dicen entre la potre et le fromage cual será la poli*
tica del gobierno, el General Sherman, que no entiende de
conciliaciones, dijo: que le constaba que el Presidente no
admitiría se revocasen sus títulos ó se abriese juicio; y que
él era el brazo ejecutor del título del Presidente y lo sos-
tendría con las armas que le estaban confiadas por
aquel.
Los demócratas legitimadores, ó deslegitimadores de
Presidentes, se lo tuvieron por dicho, y se tragaron su pro-
yecto revolucionario.
Hay mas todavía; y es que procediéndose á elecciones
de renovación de la Cámara por mitad, dos meses después,
el pueblo mandó republicanos en mayoría á la Cámara,
que es republicana ahora; porque así corrige el pueblo los
errores de sus Diputados, sin hacer revoluciones, y sin que
un quidan tome el nombre del pueblo para protestar contra
sus actos.
Si el General Rivas, y perdónenoslo, porque no estamos
hablando de negocios de la Luna, hubiese tenido en Se-
tiembre el sentimiento de su deber mas desenvuelto que
su afecto ó respeto por un antiguo jefe suyo, y se hubiese
producido este hecho del Teniente General Sherman, habría
contestado á los que le indujeron en error, porque el mismo
participaba de él: «yo soy el ejecutor de los títulos de Pre-
sidente, y no Juez de elecciones, buenas ó malas, y los
sostendré con las armas que ha puesto en mis manos». Si
hubiese leído la causa seguida al Mariscal Bazaine, por
haber entregado una fortaleza y ejércitos sin órdenes del
gobierno de hecho^ el mas irregular que haya existido, y
obrando por su propio juicio, habría sabido, por su condena-
ción, cuales son los deberes de un militar al mando de fuer-
zas. Pero sépase al menos para confusión de revoluciona-
rios, que abusaron de 1^ consideración que le inspiraban*
que no se levantó contra el gobierno del conquistador alemán
y demás niñerías de aprendices y chicaneros.
Deseáramos que el Director de la Escuela Militar, que
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 43
fundó el conquistador alemán para que algún día los
jefes militares sepan cuales son los deberes de su oficio,
les haga conocer estos hechos y el juicio del mundo sobre
ellos.
Digale que el Congreso y no lo» demócratas, ni los nacio-
nalistas, son ios jueces de la legitimidad de elecciones, no
los Generales de los ejércitos, que pueden parecer una
casta, como dice La Nación^ de un pobre ;diabIo que ni ma-
riscal es siquiera, ni tiene hijos, ni familia, atribuyéndole
que nombra Presidentes conciliadores, y lo que sería el
olmo dando peras.
A La Nacion'no le gusta el gobierno de castas privilegiadas,
ni de la fuerza, que son los militares que alzan el poncho
argentino, criollito de toda la América del Sud, con pro-
nunciamientos á redoble de tambor, con manifiestos contra
gobiernos de hecho. Nosotros no hacemos ni aconsejamos
eso; no somos argentinos, somos alemanes, conquistadores
en Sedan ó la Verde, pues lo mismo dá ganar que perder la
batalla.
— La Nación: La fuerza es la libertad.
« iLa verdadera forma de gobierno republicano, «» ía fuerza^
la usurpación, la conquista, la negación de toda Gonsti-
tucion!
Eso, sí que es desconocido en el mundol
\La fuerza es la libertad^ la tranquilidad públicat Esto es mas
que paradoja, es engañar á los conquistadores, que acaba-
rán por creerse magistrados de derecho divino, y precipi-
tarlos en violencias, hasta exterminar á los que desconozcan
su autoridad.
« Esto es un jueguito peligroso, por que es fácil alucinar
á los que por tener mando se creen infalibles, y después vie-
nen los desastres.
— El Nacional: Eso si, que es desconocido en el mundo.
La fuerza es el complemento de la ley. Una ley no dice:
suplico á usted que haga esto que mando; sino: tu harás
esto, so pena de. ... el castigo. Se publica con fuerza de ley
para que sepan todos que es un mandato imperativo, y no
un consejo. La fuerza pública, viene en seguida á dar fuerza
á la ley, si es resistida.
En Inglaterra, el Juez de Paz convoca á los vecinos y
transeúntes, para disolver, aprehender y castigar á los gru-
44 OBRAS DB SARXUnUTO
pos que resisten á la ley ó perturban la tranquilidad. En
el Elstado de Massachusets, tiene de multa trescientos fuer-
tes el paseante que no obedeciese á la orden de armarse y
pelear contra todo grupo que pase de cien personas arma-
das de palos para resistir al Scherif (lo del Azul.)
Las ciudades están día y noche custodiadas por fuerzas,
para mantener la tranquilidad pública. París tiene ademas
setenta mil hombres de guarnición. En los Estados Unidos
viene el ejército á guardar la tranquilidad de las elec-
ciones.
En Nueva York, se anuncia un día antes donde están
colocadas las fuerzas^ y hay dos vigilantes en cada mesa,
con autoridad propia para prender, sino son electores, y por
la mesa si perturban.
El Presidente es jefe del ejército, y coloca las fuerzas
donde lo cree conveniente.
Una República no es un Beaterío, gobernado con oracio-
nes por la Madre Superiora. Es una reunión de hombres
libres en los limites de la Constitución y bajo el imperio
de las leyes, que no son la conciliacioni sino que traen
la sanción^ la condenación y el castigo.
La Nación:
«c Podemos, pues, dejarnos de bromas y colocar la cueS'
tiou como es.
c La Constitución es la ley. Gobernantes y gobernados le
deben obediencia. La resistencia es legítima contra los
revolucionarios, (que son los que infringen la ley suprema
que está sobre todas las cabezas, sean gobiernos ó pue-
blos.)
« La infracción no dá derecho al levantamiento armado,
Bino cuando están cerrados los caminos legales.
ff Un gobierno elector es revolucionario, -y puede obligar
al pueblo á armarse para defenderse.
« La paz reposa en los gobiernos legítimos.
« Contra estos, no hay revoluciones».
El Nacional:
Esto si que no había oído el mundo hasta ahora.
Llamar revolucionarios á los gobiernos, para aplicarles esta
disposición de la Constitución.
El pueblo no delibera ni gobierna, sino por sus represen-
tantes creados por esta Constitución, (el Congreso mons-
LOS D8SFA.LLBGIMIBNT0S Y LOS DESVÍOS 45 ^
truoso de 1874, que declaró válidas las elecciones), y por las
autoridades creadas por esta Constitución (el Presidente
Avellaneda.)
Toda fuerza armada, (el ejército al mando del General
Rivas) ó reunión de personas que se atribuye los derechos
del Pueblo (los del cónclave nacionalista) y peticione &
nombre de este, (el pueblo argentino que armó 40.000
hombres contra los nacionalistas, y los desarmó en la
Verde, y los perdonó mas tarde). Comete delito de sedic-
don.
Y está por tanto, fuera de la Constitución y las leyes.
No habla de gobiernos electores, ni deja á los revolucio-
narios el derecho de decidir si es legitimo ó no el gobierno
contra quien se arman.
Sin eso, no hay Constitución.
La enmendaríamos, agregándole este articulo:
« Cuando unos niños viejos y traviesos, con charasca
algunos y con botas de pleiteante otros, decidan fuera d^''la
representación etc., que el doctor Avellaneda es alemán,
conquistador, refractario, usurpador, ilegitimo y forzador. . .
queda suspendida la garantía fundamental de toda Consti-
tución, y no cometen delito de sedición, sino por el contra-
río se les debe una caja de confites, del Águila ó del Gas»
para que se diviertan.
c La paz reposa en los gobiernos ilegítimos. Contra estos
no hay revoluciones».
Supongamos que el del primer Napoleón era legitimo,
pues contra él no hubo revoluciones.
Contra Luis Felipe, hubo seis años de tentativas^ y
íué derrocado por una revolución sin plan, sin propósito
sin bandera.
El Presidente Cavaignac, electo por la Francia republica-
na, suprimió en tres días sangrientos de combates, la revo-
lución que intentaron Paris y los socialistas.
Napoleón III fuá legitimo de origen, puesto que no
hubo revolución contra él. Prisionero en Sedan, hubo
en París una pueblada (2.000) para destronar á una
mujer.
La Comuna fué legitima» por que la fuerza^ en ocho días
de combate, la fuerza de los versailIeses,como ellos decían,
los sometió.
i:
40 OBRAS l>tt 8AKU1BNT0
No era legitimo el Gobierno de Lincoln, puesto que diez
Estados se sublevaron; y contra los gobiernos legítimos no
hay revolución.
No solo no era legítimo, pero ni aun le valió al Pre-
sidente Sarmiento la legitimación, puesto que hubo revo-
lución.
No era legítimo, puesto que Jordán se alzó, y no hay
revolución sino contra gobiernos legítimos.
Y contra majaderosl
EL CONTRATO SOCIAL EN LA REPOBLICA ARGENTINA
{ti Nacional, Enero 14 de 4879.)
Tienen un pacto locla], en el orden político^ qae es
la Constítncion, porque nna ConsUtncion escrita es el
pacto entre la soberanía del pueblo y el gobierrio UnU»
iodo, según lo definen los constituclonalistas
Hace pocos años, en una carta del Chacho, vimos con
sorpresa la frase: porvenir maravilloso. En los Llanos, en la
Bioja, entre rudos campesinos, porvenir maravittoeoí
Frase de Rivadavia! tema de las burlas de sus enemi-
gos. El porvenir maravilloso, que aguardaba á la Repú-
blica! La frase olvidada ya, habría quedado en la tradición
populari
Encontramos en estos días, en un diario viejo, rejuvene-
cido con las canas pintadas para parecer de esta vida, la
frase pacto social^ el contrato social de Rousseau, el pacto
celebrado entre los primeros hombres que se constituyeron
en sociedad, el pacto de Thomas Payne en los Estados
Unidos, y nos restregamos los ojos, una y dos veces, para
asegurarnos deque decía pacto social; y pacto social dice en
1879 un escritor, bajo el imperio de una Constitución escrita;
y tan diQ^ pacto, que saca las consecuencias de todo pacto
do ut des contrato de daca y toma, por lo cual «rsolo debe-
mos respeto á los gobiernos legítimos — nos negamos á oiecfecer, y
como es natural, no nos dejamos exterminar.»
Tenemos pues el contrato social de Rousseau, que para
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 47
fundar la razón del contrato social estableció lo que pare-
cía verdad, entonces, protestando contra los hechos histó-
ricos y en vindicación de la dignidad humana, «que el
hombre ha nacido libre, y que por todas partes se le en-
cuentra encadenado.»
Un siglo mas tarde, las ciencias naturales se aunan para
probar que el hombre fué un mono, que al través de milla-
res de siglos se ha venido perfeccionando;^ pero si no se han
encontrado todavía las pruebas fósiles de la transformación
gradual, los rastros imperecedores que ha dejado el hombre
primitivo, el hombre prehistórico, muestra, fuera de con-
troversia, que fué en Europa salvaje mas miserable, mas
desnudo, mas infeliz é ignorante que Catriel, Pincen, y sus
tribus traídas hoy á Buenos Aires y repartidas en la pobla-
ción. Las tribus, tomado el Cacique prisionero, se han
presentado voluntarias, porque en la destitución y desam-
paro del hombre primitivo, esta es la noción primitiva de
gobierno, la adhesión al Cacique, que es como la encar-
nación de la sociedad, es decir la autoridad personal, que
aun conserva vestigios entre nosotros y en Europa, y puede
explicar un poco la adhesión de los que siguen á un jefe
de partido, lo derroten ó venza, sea delincuente ó justo, y
legitiman y desligitiman gobiernos que no sean el del
Cacique. ^
Tenemos mucho de nuestros padres los indios, de Catriel,
Rosas^ Quiroga,. ... no seguimos, porque es larga la lista.
Se propuso, pues, al mundo, restablecer el imaginario
pacto social primitivo, y destruir las iniquidades que los
siglos, la conquista, la usurpación, habían venido acumu-
lando sobre la cabeza del pueblo; y un día el pueblo (francés)
veinte y cuatro millones de hombres, la mayor parte igno-
rantes, fanatizados por la idea del contrato social, empren-
dieron, interrumpiendo de golpe la cadena histórica y
derrumbando la armazón del gobierno tradicional, devol-
ver al hombre la igualdad primitiva, y para ello guilloti-
naron millón y medio de hombres desiguales, por ser
clérigos, nobjes, ricos, ilustrados, ó indeferentes siquiera,
y como saber leer era también una desigualdad, enorme^
en un pueblo ignorante en general, declararon aristócratas á
los que sabían leer y escribir.
La revolución para hacer la igualdad de la fraternidad y
í
48 OBRAS DM flAHHllINTO
la libertad la ley universal, produjo el imperio de un sol-
dado feliz» y el pueblo libre no conoció mas ley que la
disciplina militar de los ejércitos, ni otra igualdad que la
>, de llegar uno á mariscal, por cada cien mil que muriesen
en los campos de batalla, ni mas fraternidad que la de
matar otro millón y medio de hombres, para extender
por toda Europa, no ya la libertad, sino ]a conquista ¿
merced de la ambición de un sublime loco, atrasado en
ideas de gobierno. No seguiremos á este pueblo en su pere-
grinación de cuarenta años por el desierto, hasta llegar
recien hoy, mutilado, vencido, deshauciado, desencantado
del pacto social, & buscar en otras ideas las bases del
gobierno.
Y había un buen ejemplo que seguir. Otra nación, la
que los derrotó y humilló, con la incomovible base de su
poder, la Inglaterra, libre de siglos atrás, no habla empren-
; pido hacer iguales á los hombres, rehacer el gobierno
I bajo bases racionales, sino que aceptando su gobierno de
I un conquistador, que se iml)uso rey, con sus generales
que se llamaron lores, es decir, señores, se distribuyeron
el poder, que hicieron hereditario, y bajo esa base inicua se
fué desenvolviendo un gobierno, entre el rey y los lores, el
pueblo conquistado fué adquiriendo libertades y un poco de
representación en otro Parlamento donde hacia oír sus
; quejas, hincados de rodillas el speacker ú' orador, que así se
llama hasta ahora el Presidente de los Ck)munes, (délos
I no privilegiados) hasta que se les reconoció la facultad
de imponer derechos y contribuciones al pueblo, lo que
no podían hacer ni el rey ni los lores.
Y con estos sencillos principios, casi la mayor parte de^
pueblo privado del derecho de elegir Diputados, que solo
j tenían ciertas corporaciones, aldeas y ciudades, han llegado
hasta nuestro tiempo, sin hacer revoluciones, avanzando
poco á poco el pueblo en franquicias electorales y en seguri*
dad y justicia; hasta que han dado al mundo sus institucio-
nes, á la geografía una república como los Estados Unidos, y
á su país el dominio de la India, el África, y la posesión de
diez mil islas en todos los mares, que sus naves dominan.
Las colonias inglesas, pobladas por los perseguidos de
la madre patria, á causa de opiniones religiosas, puritanos,
católicos, cuákeros, anabaptistas, etc., cuando eran ya una
hOa DBSFALLUCIMUENTOS Y LOS DBSYIOS 49
nación, y en nombre del derecho de estar representadas
en la Gánciara, único poder que puede imponer derechos,
y representadas por un Congreso de las colonias, de Dele-
gados del pueblo y no el pueblo mismo ó un militar como
Washington, se vieron forzadas á darse un gobierno general,
después de conquistar su independencia, y entonces llegó
la ocasión, única en el mundo, de celebrar un pacto
social.
PACTO SOCIAL
Se celebró entre las partes contratantes, trece Estados, un
contrato de Confederación, que se redujo á escritura pública
y se proclamó bajo el titulo, no de Constitución, palabra que
no existia todavía, sino de los Nueve artículos de Confede-
ración, por los cuales cada parte contratante se gobernarla
por sus propias leyes, obligándose cada uno á dar un con*
tingente proporcional de soldados para la defensa común,
y una suma de dinero para los gastos de defensa y repre-
sentación en el exterior, y pago de las deudas contraidas,
pacto que pareció la octava maravilla del mundo, el Pacto
Federal, el Contrato Social.
Pero como el cumplimiento de los pactos está confiado á
Hl ejecución de cada parte contratante voluntariamente, la
experiencia fué haciendo ver que un Estado siendo muy
pobre, ó poco delicado, no mandaba al tesoro la suma que
habia convenido pagar, y que Santiago, uno de los Estados,
no mandaba contingentes para el ejército, con lo que los
indios continuaban sus depredaciones, y la marina no podía
guardar las costas. Teniendo enormes deudas, y enorme
papel de crédito, y no teniendo recursos la nación por pacto
voluntario, el papel se daba á dos mil pesos por uno, y
el ejército estaba reducido á cuarenta y cinco soldados,
al fin.
Todo esto, en nueve años de experiencia, con lo que
sacaron en limpio que el gobierno no se funda gn pactos
entre los gobernados y una autoridad limitada, sino que se
necesita un poder coercüivo^en virtud de ley, obligatoria para
todos y con fiurza para ejecutarla.
Tomo zl.^4
■
I
'T .
I
50 OBKAS 1>K «AHMIBMTO
CONSTITUCIÓN
Entonces se dictó una Constitución de gobierno, no
fundada en pactos voluntarios, sino en ley obligatoria,
creando un Poder Ejecutivo con fuerza material, para obli-
gar k Estados y particulares á obedecer, sin preguntarles
si hallaban buena ó justa la ley, legítima ó ilegitima la
autoridad en virtud de la Constitución; y han trascurrido
sesenta años de prosperidad asombrosa, sin perturbación,
sin que por eso se crea que entre mil gobernadores nom-
brados en ese lapso de tiempo por los partidos, no haya
habido cien ó mas^ malos, ignorantes, mal electos, como
que el vulgo es mayor en número que la gente educada, y
en todas partes se cuecen habas.
Pero habiendo antagonismo social é industrial entre
los pueblos del Sur y los del Norte, los unos con trabajo
esclavo, y los otros con salarios, empezó á revivirse, hace
veinte años, la antigua doctrina del contrato social, pre-
tendiendo Galhoum, en su obra famosa iVín<^fe9 on govem-
meni que la unión de los Estados, era pacto y no ley; que
los pueblos que lo firmaron podían revocarla, sino les con-
venia continuar, y cuando estuvo preparado el terreno,
se separaron diez Estados, ó intentaron separarse, por otros
medios que los prescritos por la Constitución, que obliga
á todos, jurando no obedecer al Presidente.
Un millón de vidas y siete mil millonea de pesos gastados,
hicieron ver con la victoria de la Constitución, impuesta
por la fuerza de las armas y la coerción, que las Consti-
tuciones no son pactos que las partes contratantes romperán
á su beneplácito, sino leyes, que obligan á todos, so pena de
castigo al que la viole, antes de ser reformada por sus re-
presentantes en Congreso.
Si Greemke dice algo en contrario» es que Greemke
escribió en 184& en Cincinati, en el sentido de las ideas
del Sur.
En 1865 no se encontraba en las librerías de derecho, en
Nueva York ni Boston, no conociendo los libreros, tal
autor de circunstancias, de polémica, despreciado por los
estadistas del Norte.
Gomo en Francia, como en los Estados Unidos, como en
LOS DBSFALLBCIMIBNTOS T LOS DESVÍOS 51
Buenos Aires, la idea de la Constitución, pacto y no ley,
no se ha signiñcado sino para hacer revoluciones, para
separarse de la nación y dar armas á los anarquistas, como
los que hoy sostienen que obedecerán solo á los gobiernos
que cada cual juzgue legítimos, con la desvergüenza de
que basta que el primer ambicioso diga: este gobierno es
de hecho, según nuestra cuenta, en Méjico ó en Buenos Ai-
res, para desquiciar la sociedad.
AL FINJ
ESTAMOS DE ACUERDO
{El Nacional, Enero 15 de 1879.)
«Van cediendo las paradojas ante la fuerza irresistible
de los principios constitucionales.» dice La Nación, y nos
congratulamos de ello.
T luego añade:
«No hablemos, pues, mas de conquistas, ni de alemanes, pi
de autoridades de derecho divino, ni de parias, y cesen las
amenazas de esdaviaar ó desterrar, ó matar como asesinos,
exterminando á los pueblos que resistan, porque para bro-
ma ya basta, pues nadie cree estas patrañas, ni pierde el
sueño por estas amenazas.»
Basta de broma de parte de quien ha inventado estas
patrañas, indignas de hombres instruidos, ó que preten-
den serlo. No han habido mas amenazas que la insinuada
por La Nación, diciendo que si las palabras (nuestras se
entiende) se convierten en hechos, y provocan combate
(de parte de los suyos) no se sabe quienes morirán. Obser-
vación que seria estúpida, sino fuese significativa, pues es
ciencia que nadie posee, saber quien morirá donde hay
combate. Mueren por ejemplo Borges, Timóte, Catalán,
Ivanowski, sin combate y millares de infelices, que no saben
quien los mata.
No le hemos aconsejado á La Nadan ser prudente, porque
aunque estén lejos las elecciones (donde se mata), pueden
inflamarse las pasiones etc.
No hemos dicho á La Naeion que es jueguiio peligroso, com-
batir sus bromas.
} <
t
52 OHKA8 DB MAKMIBNTO
Veamos los puntos en que hemos llegado k un acuerdo.
fíLa Constittu:ion prescribe ¡a forma y tiempo^ k los seis años
de electOy 12 deOctubre^ de elegir Presidetite.T^
Estamos, pues» de acuerdo» en que el 24 de Setiembre
se cometió un crimen» violando la forma y tiempo de la
renovación.
aEl Congreso es juez de sus elecciones^ ó de las que le estén
confiadas.^
Estamos» pues» de acuerdo» en que un partido» tomando
el nombre del pueblo, cometió un crimen» sustituyéndose
al Congreso, y re-juzgando las elecciones.
Los actos del Congreso j debidamente proclamados^ son leyes.
Las leyes obligan á iodos los habitantes^ no por ser buenaSf sino por
ser leyes; dura lex sed lex.
Estamos de acuerdo en que» proclamada 'como fué debi"
damente, es decir por el cúmplase del efeeutivOf que es lo que dá
& la sanción del Congreso fuerza de ley» el que se consti*
tuyo en speaker de los amotinados» no pudo sin crimen decla-
rar gobierno de heeho^ al que se proclamó debidamente^ es
decir con el cúmplase del Ejecutivo» Presidente de la Repú-
blica:
dBkta obediencia es impuesta por la fuerza que se Uama la sanción
déla tey^ la pena y el castigo.^
Habiendo faltado á esa obediencia los que declararon
gobierno de hecho al debidamente proclamado, y for-
mando combinaciones demasiado numerosas para citarlos
á comparecer ante la justicia ordinaria impotente para
prenderlos» el Ejecutivo» encargado de hacer cumplir las
leyes» usando la fuerza que para eso ha puesto en sus
manos la Constitución» en la Verde disipó los grupos» pren-
dió á los delincuentes» y los entregó. ... ¿.la conciliacionf . . .
(Justo castigo de tan gran crimen!
Para mas abundamiento» La Naeion añade segunda vez»
prescribiendo la Constitución la forma y tiempo de elegir
el Presidente» nadie^ puede alterarla» sino se reforma la
Gonstitucionll
Parece que está todo concluido! Lejos de eso! Va á prin-
cipiar la cMeana^ k borrar con el codo lo que escribió con la
mano; á establecer el distingue, negó menorem^ que Ascasubl
traducía, eso: á sigun y conforme!
Ahora bien; dice* «Un Presidente electo en la forma y
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 53
« tiempo que esta prescribe, se propone hacer que su suce-
« sor se elija en otra formaf es decir que en vez de elegir
« el pueblo, sea electo?^por el Presidente saliente.» Apli-
quemos la casuística á otro caso.
Ganada como se perdió la Verde, nombraría el que la
hubiese ganado Presidente Provisorio, que convocaría á
elecciones en tiempo inddndoj y saldría electo Presidente
por unanimidad!
Este caso es admisible, porque tendría las formas exte-
riores de un hecho histórico.
Habría habido una batalla, cosa de que nadie puede
dudar, habría habido un gobierno Provisorio etc. Esto ha
sucedido cien veces, en lá historia de los pueblos, y entre
nosotros después de Caseros y Pavón.
Pero para establecer una excepción á las reglas de la
Constitución, para hacer correr sangre, no se puede decir
que un Presidente, dejando á un lado la tramitación esta-
blecida, «eligió á su sucesor», sino hay un decreto suyo, en
virtud del cual, conste, á no dudarlo nadie, ni negarlo él
mismo, que nombró tal sucesor.
Asegurar que tal hecho existió, por simples aserciones
personales^ por conjeturas ó equívocos de palabras, ó per-
versión de juicio, es faltar á las mas simples reglas del
raciocinio. Un pueblo no puede áer inducido á pasar por
encima de la Constitución, á negar que vio hacerse elec-
ciones en quinientas ó mil mesas electorales en toda la
República, y á afirmar por el contrario que en cada una de
ellas vio al Presidente ó votando, ó impidiendo que votasen.
Es necesario ocultarse que vieron en efecto, reunirse un
Congreso, que era el mismo Congreso que habían visto
antes, examinar unas listas, discutir, sancionar y procla-
mar un Presidente, etc.
Es pueS| una indisculpable superchería, fingir un caso
imposible en su esencia, tal como que un Presidente se
nombre sucesor, en presencia de los actos públicos, que
desmienten la aserción.
Pondremos un caso posible, para que se aplique este
sistema de excepciones.
Supóngase que de la noche á la mañana, el Presidente
improvisa personaje político k un Juez muy honorable; le
hace Ministro, y lleva á cabo una política á que no han
1
54 OBRAS 1>B 8AKUIKMTO
subscrito cuatro ó mas ministros dimisionarios. Supóngase ^
que es fama que el Presidente no ha escusado emitir su
opinión de que haría un excelente sucesor suyo este minis-
tro; que conste de ios diarios que se hablaba de combina-
ciones con el partido, á quien favorecia dicho Presidente
con su política, y que en conñrmacion de estos rumores se
hiciese ostentación de la buena inteligencia entre ministros
y amnistiados con el favorito del Presidente, y que siguiendo
el rastro de estos antecedentes, y poniendo atención á los
actos posteriores que habrán de desenvolverse, saliese en
efecto nombrado sueeior def Presidente actual, el Ministro que
sacó repentinamente á luz sin antecedentes políticos, y no
solo el partido vencido se persuada, sino el buen sentido
también acepte que se ha nombrado el Presidente un
sucesor.
Qué se hace entonces?
Aplique La Nación ageste caso verosímil y práctico su
propia doctrina.
Los que escriben La Nadan dirán: «Nosotros decimos,
« (son sus propias palabras) que ese nombramiento es nulo,
« inconstitucional, y que no se debe obedieneia á semejante
« usurpación.»
«cQue el pueblo (es La Nación la que habla) no teniendo
« otros arbitrios preferibles^ puede acudir á la bevoluoion.»
Si se pretende que el Congreso decidirá en justicia, recor-
daremos que La Naden en un artículo «Buenos Aires libre»,
ha asegurado que el futuro Congreso será renovado bajo el
imperiode la condUadon, que es la política del Presidente y la
obra del Ministro hoy. Presidente mañana, y por tanto
estará eoniaminado, como lo dice del que proclamó Presidente
al actual, para tacharlos.
Hé aqui, pues, la aplicación de la doctrina de la revolu-
ción, contra todo Presidente que se considere que se ha dado
un sucesor.
Nosotros no aconsejaríamos al pueblo siguiese tan funesta
doctrina, si la parte de pueblo que no acepta esta recomen-
dación y apoyo de un Presidente para darse un sucesor, no
es bastante numerosa, compacta é inteligente paradesba-*
ratar las intrigas y los trabajos de seducción que ayuda-
rían al éxito; le aconsejaríamos obedecer la ley que lo
LOS DBSFAIiLBCIMIBNTOS Y LOS DESVÍOS 55
proclamase Presidente, apelando á otras elecciones para
obtener satisfacción.
Las prescripciones de la Constitución, que prohiben
armarse al pueblo, es decir, hacer revolución^ añade
La Naehn^ no rijen contra «conquistadores y usurpadores.»
La Constitución no hace esas excepciones^ y el uso que
de la revolución haría, según su doctrina, darla por resul-
tado un conquistador y un usurpador como en Pavón.
Traer á colación la conquista de los ingleses en 1807,
cuyas autoridades debíamos obedecer, á estar & nuestras
propias doctrinas, es llevar la casuística al delirio. Estamos
obligados á obedecer esta Constitución y las autoridades
creadas por ella, y no por los ingleses. Debemos armarnos,
para sostener nuestro propio gobierno, y nuestras propias
leyes y constitución, contra enemigos exteriores é inte-
riores.
La Constitución no dice autoridades establecidas, ni auto*
ridades legitimas, sino autoridades creadas por esta Consti-
titucion que no crea conquistadores, sean ingleses ó
argentinos, en un campo de batalla. Las autoridades son
legítimas, si revisten las formas legales, k saber, procla-
madas, en nuestro caso, por el Congreso, que es el juez de
elecciones, juez legítimo, (viene de lex, lejis) y el Congreso
hace la ley, qué adju-dica, palabra que está, cantando su
propia historia. Yo, Juez, digo, que se dé la cosa dispu-
tada á. . . .
¿A. qué extremos llevan k La Nación sus excepciones? A
poner este caso:
« Dh poder que se considera usurpado por e¡ pueblo ó parte de él,
preiende que es legitimo.
^Pueden itner uno y otro razón. En este caso no^hay quien decida,
sino la fuer»a.n
ErgO: LA LIBEBTAD ES LA FUERZA !
Oh lógica! Estamos vengadosl
Recomendamos k los que han de escribir un día la his-
toria de estos tiempos borrascosos, que guarden estas decla-
raciones hechas por los prohombres y los hombres de
Estado, de un partido que se llama liberal, republicano en
1879, y en defensa de la revolución de 1874.
Ellas muestran el estado de la mente de estos liberta-
dores sud-americanos, que son la hablilla del mundo.
56 OBRAS DK SARHIBMTO
Esta es la inteligencia de la Constitución que nos rije.
Pero sigamos al oráculo de la revolución de Setiembre.
]Guando hay duda sobre la legitimidad de una elección,
después del fallo del Congreso, puede tener uno y otro par-
tido razón. Entonces no hay quien decida, sino la fuerza!
En la Verde y en Santa Rosa, la fuerza decidió que el
Congreso tenia razón — mediante cuatro millones de fuertes
y mil hombres sacrificados. En sesenta años, diez revolu-
ciones, si ios vencidos en diez elecciones presidenciales
consideran que tienen razón, (con cuarenta millones ^de deu-
das, y diez ó veinte mil cadáveres, para decidirlo.^
Pero como son catorce provincias con cuatrocientas elec-
ciones de Gobernadores en sesenta años, tendremos cuatro-
cientas diez revoluciones, con cuatrocientos millones de
fuertes y cuarenta mil vidas. Las tres de Jordán, que
dudaba de la legitimidad de la elección de Urquiza, y
acaso con razón, costaron doce millones y dos mil vidas.
Igual castigo no han recibido los autores de la revolución
de Setiembre, como verse conducidos á reconocer que ¡a
fuerxa es, según ellos. Juez Supremo de la Constitución que
dan á la República.
Si ellos oofuideran que un gobierno no es legitimo; si ellos
tienen duda de su legitimidad, no obstante lo que haya
previsto la Constitución para evitar ó apartar las dudas,
entonces no queda mas arbitro que la fuerza. Vencidos
en la Verde, sin embargo por el supremo árbitro,Ma fuerza,
apareció un año después un Manifiesto segundo, apelando
del fallo de la fuerzal
Diráse que exajeramos al establecer la serie de revolu-
ciones que suponemos en sesenta años, contando con que
las costumbres electorales se mejoren con el escarmiento.
La historia de las repúblicas italianas de la edad media está
ahí, para mostrar que son incurables por el tiempo los
vicios orgánicos de una Constitución política. Prósperas
por el comercio, la industria y las bellas artes, las repú-
blicas de Florencia, Genova, Pisa, Luca y otras, perecieron
por el sistema de elecciones, con apelación á las armas de
parte del partido vencido. No hablan creado un juez ina-
pelable de elecciones, que jamás serán consideradas legí-
timas por los que caen vencidos; pero una nación para
LOS DBSFALLKCIlflBNTOS T LOS DBSTIOS 57
vivir, para descansar, necesita que haya un arbitro que
constituya ia legitimidad del acto y termine el debate.
Creemos que el nuestro está terminado, con las declara-
ciones de puntos en que e^tk de acuerdo con nosotros
La Nación. Eso basta para fíjar la verdad. Esta es otra
Verde.
La dejamos, para que se corone de gloria entre los regní-
colas y repúblicos modernos, estas afirmaciones suyas.
Si hay un poder que, una parte del pueblo eonsidera
usurpado en un gobierno que pretende que es legitimo, en
este caso, no hay quien decida sino la fuerxal Viva ¡a fuerza!
Seguiremos la discusión?
LA lORIL DE <LA NACIÓN»
{El Sadonal, Enero 17 de 1879.)
Nos hacemos un deber de transcribir las doctrinas que
emite La Nación^ bajo la inspiración de los prohombres de
la revolución de Setiembre y en defensa de ella, f)orque
tales doctrinas son el proceso moral de las opiniones pre-
valentes en casi todas las colonias hispano-americanas, y
las que mantienen el estado de convulsión y anarquía que
arrasa medio continente, hace sesenta años. « Cuando se
« dice, que la moral condena el robo, el asesinato, la vio-
« lencia, el fraude, y que es hoy lo mismo que al principio
« del mundo, que el crimen^ que encarna un gobierno elec-
« tor,eslo mismo hoy que antes, y es sensible que la moral
« se pierda con la experiencia, la ilustración y el tiempo»,
deben acatarse estos inauditos sofismas, esta confusión de
idean políticas y morales, que han producido tantos desór-
denes.
Ni la iglesia cristiana, ni las leyes humanas, han
definido^ el ser electores los gobiernos, pecado, delito ó
crimen.
No lo ha hecho la Inglaterra, que admitía hasta la refor-
ma de 1834 el cohecho público, oficial, autorizado, departe
del gobierno. No lo han definido los Estados Unidos, donde
el doctor Rawson vio al Ministro de Hacienda, estacionado
en Nueva York, según él, hacía tres meses, para influir en
las elecciones.
58 0BKA8 DK SAKMliENTO
No lo ha definido la Francia, donde M. Thiers declaraba
legítimo, que el emperador, á fuer de dinastía, tuviese y
presentase oficialmente listas imperiales, para la renova-
ción de la Asamblea; y iioy, bajo la República, teniendo la
Asamblea republicana que discutir sobre validez de elec-
ciones, en que el Ministro de Gobierno habla oficialmente^
por circulares, recomendando candidaturas, la Asamblea,
para definir inconstitucionalidad, no delito ni crimen, porque
no tenia pena, ni habla ley infringida, desidió que el hecho
de haber sido publicadas las listas ministeriales en carteles
blancos^ que es la forma legal de trasmitir al público dis-
posiciones legales, constituían la inconstitucionalidad del
acto.
El crimen que encarna el ser electores los gobernadores,
es de creación criolla nuestra.
La Nación^ que tanto ignora sobre estas grandes cuestio-
nes, ha consagrado meses á predicar la doctrina moral y
legal de su invención, y nos tiene hastiado con sus Gober-
nadores electores, el mas grande crí;?)^», la política electora
de un Presidente, etc.
Aun no hemos hablado nosotros sobre esta cuestión.
Cuando lo hagamos y sin eso, el público, hará, justicia al
hombre, que asegurando que no ha hecho política electora
nunca y no teniendo hoy interés ni posición oficial para
hacer valer doctrinas que favorecen otras ideas que las
suyas, expone sin embargo la verdad de lo que se sabe y
entiende á este respecto.
Muy bien se ha dicho que la moral no es enfitémis ni forma
de gobierno, en condenación del mismo autor que á. vuelta
de página sostiene que el robo y el asesinato son lo mismo
que el crimen que encarna gobiernos electorales.
No se trata de moral, cuando se habla de principios poli-
ticos. Se habla simplemente de los medios de mantener
la libertad individual en armonía con la tranquilidad y
perpetuación de una sociedad humana. Esta es la ciencia
politiea.
Los hombres que dirigen la política, tienen mas que
nadie el deber de dirigir la opinión, según los progresos que
vaya haciendo la razón pública y la experiencia de las
naciones mas adelantadas, para no mantener á pueblos
pequeños y apartados del movimiento del mundo obstinados
LOS DK9FALLECIM1KXT0S T LOS DESTIOS 59
en sus viejos errores. Esto viene de que en |X)l¡iica, ni
pueblos ni individuos nacen sabiendo, pues que es materia
experimental, es un árbi>l que crece, se^^un Lord Mackinson,
y está experimentándose el gobierno libre en Inglaterra
hace siglos, en Estado Unidos un siglo ha, y en Francia cou
ochenta años de ensayos que no acaban todavía:
Los hombres que son reputados hombres de Estado,
tienen con la posición que ocupan y los puestos que desem-
peñan, con su reputación y con sus años, deberes y servi-
dumbres-
Tenía un hombre público argentino una gran reputación
como hombre de estado, en Europa, y sobre todo en Ingla-
terra, pues su nombre venia asociado al Gobierno argentino
por una serie no interrumpida de altos puestos, Gobernador,
Presidente, General en Jefe; pero cuando se supo en Ingla-
terra que este hombre de Estado habla encabezado un
motin de ejército, y dado un manifiesto fundado en que no se
debe obediencia á los golñifi-nos dehc-chOy precisamente bajo el
Gobierno de otro hombre de Estado argentino, que sin haber
desempeñado tantos cargos y por tanto tiempo, gozaba sin
embargo en Europa y ambas Américas, reputación por lo
menos igual, los ingleses, americanos y franceses, se que-
daron abismados y volvió en todas partes á los ánimos el
desencanto de esta pobre América, de que la República
Argentina no se distinguía, después de cuarenta años de
revoluciones, y veinte de paz constitucional aparente. De
equel hombre de Estado, caído á la condición de revolucio-
nario vulgar, exclamó la opinión del mundo, el histórico:
Tu qüoqce!
Qué quedaba ya! Oigan este Juicio de todos los que
regresan de Europa, de todos los ingleses de aquí. Y
decimos los ingleses, porque ellos mas que otros tienen
encarnado el sentimiento del gobierno libre y pacífico.
Es deplorable en el escritor que combatimos el hábito de
sintetizar sus propias impresiones en frases y aserciones,
que atribuye (como dichas);! su contendor, aun poniéndolas
entre comillas, ó en letra bastardilla. Esa es una falsifica-
ción de aquellas que la ley castiga.
Así nos hace decir «Virasoro, /W un mártir^ victima de sw
asesinos, y Aberaslain un asesino bien muertoh
Esto es simplemente atroz. Aberastain se hallaba en
60 OHRAM 1)R MAHUIKNTO
Mendoza, cuando murió Virasoro en un combate de una
hora, con hombres que no eran asesinos, palabra usada en
un documento público de entonces, y de que protestó el
señor Sarmiento, como usada indebidamente.
Si él la empleara en el sentido laxo y familiar en que j
aun la usan abogados de nota, que olvidan en política sus
lecciones de derecho, diríamos que Aberastain fué asesinado^
no que murió mártir de la intervención de don Juan Saá,
nombrado interventor por el Presidente Derqui, en asocio
del General don Bartolomé Mitre, (este sin sus Ministros),
habiéndose trasladado al Paraná, para poner término á los
conflictos de San Juan.
La intervención acordada la componían Saá, interventor.
La Fuente, secretario íntimo de Mitre y puesto al servicio
de Saá, el Coronel Paunero, que debía mandar las fuer-
zas, y el Coronel Gonesa, que debía ser jefe de Estado
Mayor.
La intervención se hacía no requerida, en virtud del sin
éllOy del artículo 6° de la Constitución antigua de la Confe-
deración, aun no puesta en práctica la reformada. El
Gobierno de Buenos Aires concurrió como aliado, como
parte contratante de un tratado de unión en vía de ejecu-
ción, sin lo cual no se explicaría su presencia en el Paraná
tratándose de cosas de San Juan.
El mandar secretario íntimo y Coroneles de confianza del
Gobierno de Buenos Aires y de la plana militar propia, era
una garantía deque no se usaría violencia, pues Aberastain
no era responsable del hecho que había perturbado la paz
de la Confederación; pero el Interventor siguiendo sus pro-
pios instintos, se deshizo en Mendoza de las cuñas mal ajusta^
das^ que le habían puesto, y todo el personal de la intervención
se apretó ei gorro^ como se decía entonces, y vino á tirar la
rienda á Buenos Aires, dejando en las astas del toro á
Aberastain y al pueblo de Sao Juan, que fué en su parte
joven exterminado á lanza seca.
Fué pues, un mal negociado, intentado con buena inten-
ción sin duda, pero realizado por consejeros inespertos y
manos inhábiles ó perversas.
Ahora, cumple desmentir rumores que el tiempo y la
ignorancia de los sucesos acreditan.
Siendo Ministros del Gobernador Mitre los señores Elizalde
_j
I^S DBSFAIXSCUUSNTOS T LOS DESTIOS 61
y Sarmieulo, vino uua mis»ioQ dei Guberaador Aberastaiu,
solicitando auxilios de este gobierno. No fué recibida
oficialmenle dicha comisión, porque estando Buenos Aires
ligado á la Confederación por un tratado, no podía entablar
relaciones con gobiernos de provincias, cualquiera que fue-
sen las simpatías que ios ligasen.
Esta política fué adoptada, resolviéndose que el Gober-
nador fuese al Paraná, á interponer sus buenos oficios^
de donde salió la fatal intervención, armada y no reque-
rida.
Debiendo regresar la comisión y habiendo agotado sus
fondos, el Ministro del Interior, señor Sarmiento, expuso el
caso al Gobernador interino don Manuel Ocampo y Ministro
de Hacienda doctor Elizalde, y adhiriendo todos tres á la
política de no intervención, no se creyó oportuno darle ese
socorro, por cu^^a razón el señor Sarmiento dio de su bolsillo
treinta onzas de oro, en cambio de un pagaré personal de
uno de los comisionados, pagaré que años después y muerto
en la guerra al servicio del Gobierno el firmante, remitió al
General Mitre en prueba de que no había como se hacía
valer, enviado dos mil onzas de oro del tesoro de Buenos
Aires, al Gobierno de San Juan. (*)
Cuando se hubo nombrado la intervención, acto que
desaprobaba el señor Sarmiento en su fuero privado, por
inútil contra hombres como el doctor Aberastain, según
consta de escritos de la época, escribió al interventor Sa¿,
al secretario Lafuente, y por medio de éste al doctor Abe-
rastain, aconsejáfidole á est« no resistiese á la intervención^ pues
componiéndose originalmente de Saá, La Fuente, Pauuero
y¡Cone8a, no había de temer de ella.
La dispersión y desacuerdo de interventores se operó en
Mendoza; y entre fugarse el personal nuestro de la Ínter»
vención y la invasión á San Juan, por Saá y Nazar, pasaron
quince días; pues la felonía se hizo contando que ni el Pre-
sidente, ni el Gobernador de Buenos Aires tendrían tiempo
para evitar el desastre, dando contra órdenes. No había
telégrafo.
(1) Rn el Tomo en que pablicaremos la Tida de Aberastain. bailará el lector
el documento otorgado por D. Regalo Martínez, dando testimonio de estos
lieclios. (N^ éel H.)
62 OBRAS D£ SAJlliiBNTO
La carta al doctor Aberastain, aconsejándole no resistir
debe haber pasado por manos del señor La Fuente, abierta
6 sino conatarie qua iba una carta, y esta hallarse entre los
papeles de la familia del doctor Aberastain, que puede
publicarla.
Esta fué, nos consta, la conducta de un hoaibre de
gobierno, cuando tiene la responsabilidad de sus actos;
y los señores Mitre, Ocampo y Elizalde, pueden de ello dar
testimonio.
Si quien escribe La Nación no confundiese las situaciones,
haciéndonos miembros de la Confederación antes de Pavón,
^ I para dar aires de revolución á los hechos perfectamente
; ^ constitucionales, ó anteriores á toda constitución, es decir,
' ^ durante esas épocas de transición que preceden y preparan
la organización de los pueblos, no llamaría dietámenes no
seguidos á ideas privadas y escritos de circunstancias.
Seria larga historia deñnir la situación de Virusoro en
San Juan. Uno de los errores con que se quiso enderezar
otros errores, Benavides, con veinte y seis años de gobierno
con Rosas, fué prorrogado (el único en toda la República)
por un decreto fechado en Buenos Aires, en Agosto 16 de
1852, mandando disolver la Legislatura que lo había de-
paesto.
Yirasoro, con una banda de hermanos y militares corren-
tinos, fué mandado á parar las coaaecuencias de aquella
exclusión de San Juan del cambio obrado en Caseros. La
lucha dunaba ocho años, para hacer entrar á San Juan,
en las condiciones que Caseros aseguraba & las Pro
vincias.
Reunida la Convención Nacional para revisar la Constitu-
.,- cion en Santa Fe, la representación de San Juan no fué
j j ^ admitida, á. Gn de demostrar que la Convención no reconocía
ese gobierno. (Véase Tai ne sobre la materia.) Una autoridad
Suprema Nacional, incluso Buenos Aires, en uso de su
facultad de reconocer la legitimidad do los Gobiernos que
les mandan Representantes ó Delegados, puso fuera de las
condiciones regulares el Gobierno de Virasoro.
Una proclama del Presidente Derqui y el Capitán General
' Urquiza^ reunidos en el Uruguay, condenaron la conducta
de Virasoro.
u La opinión pública de toda la República, las declaracio
4
I, i'
f -*
LOS DBSFALI.ECUmENTOS T LOS DESVÍOS C3
nes condenacioo de los sesenta Convencionales que volvie-
ron á sus Provincias, los de Buenos Aires como los de las
otras, autores del rechazo de la delegación de San Juan
prepararon la catástrofe sangrienta da San Juan, que
se anticipó á toda previsión; pero que contaba hasta con la
sanción legal de la Goav^icíoii, desconociendo la autoridad
de aquel alquilón, no obstante que no se hiciere en
forma.
Lo que mató á Alberastain, como tantos actos que dege-
0€ran de su objeto, fué la intervención armada inútil, no
requerida y absurda, siendo el doctor Aberastain, Gober-
nador, el hombre mas justificado, menos guerrero y mas
digno de respeto, confiada aquella á un bárbaro apenas
salido de las tolderías de los indios, contando con que
contendrían sus instintos^ los acompañantes, que como se
vio, no pudieron ó no supieron llenar sus deberes, constan-
donos por carta del señor La Fuente, que era el único que
mostró la entereza necesaria.
Para verdades el tiempol Recomendamos k La Nación
que respete la historia, y que por inculparnos, no haga de
Buenos Aires, antes de Pavón, Provincia de la Confedera-
ción, y al mismo tiempo defensora de San Juan.
U CIRCOUR «UTOIOIISTA
(Bl Nacional, Enero M de 1879.)
Corre impresa la que provocaron dos declaraciones,
la una negando la otra, que hicieron algunos desmem-
brados del centro de acción constituido por general asen-
timiento, para hacer su juego aparte.
Habíamos otra vez deplorado no tanto estas desvia-
ciones y subdivisiones, como la falta de disciplina y
tolerancia reciprocas en los partidos.
ün partido tendrá siempre su centro, su derecha y su
izquierda, es decir, sus extremos mas pronunciados en
color, que los que forman la generalidad.
La circular de los autonomistas disidentes, aunque nega-
da después, ha traído un gran bien, y es poner en camino
al Comité autonomista constituido, de hacer su profesión
64
OMKAII DE 8A.KM1BNT0
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»<
de fe, en cuanto á la ingerencia de Jueces de Paz y Coman-
dantes de Campaña en materia de elecciones.
Diarios que han levantado bandera negra contra
gobernadores electores, se dieron por muy satisfechos, al
día siguiente de mostrarse elector un club, cuando al reco-
nocerlo y pedirle santo y seña, les dieron al oído la consa-
bida pasavante, conciliación!
Desde ese momento^ no se habló mas de jueces de paz
ni comandantes electores. Ohl poder mágico de una,
palabral
Al contrario, parece que hubiera servido de modelo para
la formación de un comité electoral, exhibiendo desde las
alturas de Morón, ante la República estupefacta, un insi-
nuado candidato á la presidencial presentado por unos
como jueces de paz, escoltado por algunos como coman-
dantes de campaña, de mas grueso calibre, todos de una
mera, extrema izquierda nacionalista, sia visos ni reflejos
de conciliación.
Brillaban por su ausencia los ministros que hacen el
pendant de la conciliación; pues donde hay con, se entiende
que hay dos objetos unidos^ como en con-sentir y con-venir,
con-ciliacion, com-padre.
Ninguno de los autonomistas que tienen todavía cando-
rosamente un extremo del cable de la conciliación, como
el General Gainza ó D. Ricardo Lavalle, figuraba allí. La
exhibición de Morón era roja pura, sin embozos d« conci-
liación con autonomistas, ni aun con concillados.
La levantada en los escudos de Morón, parecía indicar
la ruptura dd toda conciliación, y salvo el protagonista»
todos, concurrentes y sostenedores, eran un da capo á las
cosas como se hallaban antes de la conciliación.
Los diarios de aquella persuacion, parece que retrocedie-
ron ante tanta trasparencia. Todavía les queda cierto pu-
dorcillo conciliador. Parecióles en extremo rojo lo de
Morón; y han intentado atenuarlo á fuerza de silencio. Por
poco no han puesto en los diarios un aviso declarando que
el almuerzo de Morón fué una invención de los pavos, que
temieron ser allí trufados.
Pero si se puede negar una circular mal inspirada, no se
puede negar un banquete político, 4 que fueron invitados
exclusivamente la encarnación viva de los indultados, que
y.'
LOS DB^FALLKCIMIKNTOS Y LOS DBSTIOS 65
8ÍD las telarañas de la conciliación, se presentaron al país,
mostrando su personal en lo que tiene de mas acentuado.
El Comité autonomista verdadero, en presencia de tales
manifestaciones de un rojo subido, sin atenuación la una,
y la otra de ün circulo separado de su seno, que pide gracia
á los que no la convidaron á Morón siquiera para que la
conciliación estuviese en la mosquetería, ha debido decir
una palabra sobre la ingerencia de los jueces de paz y
comandantes de campaña en las elecciones de Buenos Ai-
res, y las de los dos ministros nacionalas como jueces de
paz de la Nación, y las grandes y viejas espadas ostentadas
en Morón, como comandantes de campaña en las elecciones
generales de la República.
A unos y otros ha dicho, que es su propósito y su deseo que.
conserven su autoridad moral, no constituyéndose agentes
electorales de los partidos.
La República, está cansada en efecto, acaso avergonzada
de ser, después de tantas desgracias, manejada por jueces
de paz, ministros y grandes espadas.
ha Nadon^ en un arraque de despecho, ha dicho que en
Buenos Aires nunca ha habido elecciones libres, y la cir-
cular negada y paliada, como el banquete de Morón, dejan
traslucir que muchos son de opinión de La Nadon,
Buenos Aires debe k las provincias una muestra de la
libertad de que sus diarios blasonan. Elija pues, Buenos
Aires sus gobiernos, sus diputados. Hast£i ahora, hay la
creencia de que son los jueces de paz y comandantes de
campaña, los ministros y las grandes espadas, los que le
ahorra tanta molestia.
Siéntese por todas partes el desconcierto que estos sínto-
mas alarmantes causan; y el silencio de la República sobre
candidatos, está mostrando la universal desconfianza que
inspiran los resortes que ya ven puestos en ejercicio.
Vergüenza nuestra es que la Prusia á la Alemania, que
habíamos dado en creer despotizadas, al entrar en el siste-
ma electoral, elijan Diputados según las predilecciones de
cada uno, y nosotros los libres, tengamos que preguntar
quien es el juez de paz ó el comandante, para saber de
antemano quien va á ser electo.
Esta burla va á cesar, al decir de la reacción, en una ña-
Tono IL.— 6
• t
i 66 0BKA8 DIfi SARHIBMTO
f
I!
• í
clon concillada y libre, y las elecciones de Presidente van á
.^i ser libres en toda ia extensión de la República. Lejos noso*
tros de hacer al repetirlo una amenaza de perturbación y
de resistencias, queremos trazar desde ahora nuestro plan
de campaña electoral principiando por Buenos Aires.
Il Damos por sentado que los jueces de paz nombrados son
personas honorables. Bn esto están todos conformes.
Les concedemos que tengan predilecciones políticas,
como todo buen ciudadano.
Pero es incompatible con el honor, ser Juez de Paz y
agente de partido. En países bien gobernados, los miem*
bros que componen las mesas, son elegidos entre ciudada-
nos, que no sean promotores de listas; selectmen^ hombres
buenos; y á ese título, la policía que guarda el orden vota,
el ejército vota, á fuer de ciudadanos.
Los Jueces de Paz, guardarán, pues, el orden en las
mesas. Nada mas que el orden, y en ese punto deben ser
inflexibles, y para ser inflexibles en el uso de la fuerza, es
preciso tener la conciencia limpia, pues la autoridad que lo
i' usara para su propio negocio, sería responsable de la
.| mas pequeña violencia que se cometiere. Entonces hay
crimen.
' Es preciso que acabe el hábito adquirido de las batallas
electorales. Si las autoridades no deben traicionar su
' mandato, los electores no deben provocarlas con sus des-
': manes. No somos una sociedad de lobos; y muchos creen
que en materia de elecciones, lo somos de tramposos ó de
cuchilleros.
El partido autonomista, en su circular, ha empeñado su
honra y su porvenir. Juego limpio, con Jueces de Paz
honorables.
No ha de haber violencia ni fraude.
Que cada ciudadano se persuada de ello. Y no hay paisa-
no en toda la extensión de la República, que no sea sus-
ceptible de un sentimiento honrado, y de hacer respetar su
opinión y su voluntad, con solo tenerla y manifestarla.
El club autonomista, disidente, ó conciliador, como quiera
llamarse, ha retrocedido honorablemente, de una mala ins-
piración; ante la mejor opinión que el país muestra de su
libertad de acción.
Esperamos que el ensayo de Morón, ostentando ministros
.i
i
. 4
i
I
LOS I>BSFALLBCIMIRMTOS T LOS DESTIoS 67
y espadas, pai'a prestigiai* una caudidatura sin coDciliaciODi
deponga sus aires de poder oficial.
DECLARACIONES DE PRINCIPIOS «DIINISTRATIVOS
{El Nacional, Enero II de i879.)
Nuestro editorial de ayer, estaba en manos de los cajis-
tas, conao se concibe, y escrito del día anterior, cuando
apareció la declaración que el señor Gobernador hace de
la posición que asumirá en las elecciones.
El Consejo Directiro autonomista, había también tomado
resoluciones anteriores y publicádoias antes, en el mismo
sentido.
Nos hacemos uu deber de ponerlas todas tres en paran-
gón, para mostrar que la verdad de las instituciones hace
camino, tanto entre los gobernados como en los que
gobiernan.
Decía la circulan
«Este Comité desea, por el contrario, que los Jueces de
Paz y Comandantes'militares, que reconoce por personas
honorables, conserven las consideraciones y el prestigio
moral que solo pueden asegurar en las elecciones, el res-
peto k su autoridad, sin cuyo requisito aun los actos mas
justificados serian mirados como abusos en servicio de un
partido, y como obstáculo á la libre expresión de la volun-
tad del pueblo en los comicios electorales, que deben ser
para todos una garantía de verdad y seguridad, y no una
agencia de partido, lo que declaramos para los fines con*-
siguientes.»
Decía El Nadonak
«Damos por sentado que los Jueces de Paz nombrados
son personas honorables. En esto están todos conformes.
«Les concedemos que tengan predilecciones políticas,
como todo buen ciudadano.
«Pero es incompatible con el honor, ser Juez de Paz y
agente de partido.
• «Los Jueces de Paz, guardarán, pues, el orden en las
mesas. Nada mas que el orden, y en ese punto deben ser
inflexibles, y para ser inflexibles en el uso de la fuerza,
es preciso tener la conciencia limpia, pues la autoridad
68 OBBXB DB 8ARMIBNT0
que la usara para su propio negocio, sería responsable de
la mas pequeña violencia que se cometiere. Entonces hay
crimen.»
La declaración del señor Gobernador, la han motivado
las diversas apreciaciones que se hicieron del espíritu que
lo había guiado ai nombrar Jueces de Paz.
La Nación fué la primera en levantar el grito, diciendo
que ni en los tiempos de guerra se había hecho una
elección mas parcial.
El Nacional encontró que era buena, por cuanto lo for-
maban, al decir de todas, hombres honorables, aunque
fuesen de un color político, lo que se les reprochaba.
Mas tarde, una mal meditada circular se atribuyó la
elección de los jueces, lo que no habría sido vituperable,
si. era cierto; pero lo era el pedirles que se pusieran en
contacto con ellos.
La Nación, siguiendo su tema de los gobiernos electores,
usó palabras muy duras contra los firmantes; pero al día
siguiente, encontró atenuaciones concillantes.
El Nacional estableció principios, reprobando el acto. El
club autonomista hizo su declaración también, en términos
mas formales. S. E. el señor Gobernador, ha creído deber
hacer las declaraciones que han« visto la luz pública, y
que aplaudimos en cuanto á la conducta que guardará en
las elecciones.
Es un paso inmenso, dado en el buen ejercicio de los
poderes públicos; pero esta parte no pertenece á la con-
ciliación. Funcionarios públicos que no habían oído este
nombre de partidos políticos, habían ya practicado seve-
ramente lo que su deber, y las leyes les imponen, y es
asegurar la libertad de las elecciones.
«El^eñor Gobernador declara, que si la lucha electoral
« viniese, el Gobernador repite que justicia será hecha |sin
« excepción, que habrá para todos libertad y pureza en el
ff sufragio, y que los empleados mismos son libres de usar,
« sin temor alguno, de sus derechos de ciudadanos, con tal
c que no pretendan .aprovechar en su favor de los medios
« oficiales.»
No se nos negará que aun no contando con los medios
oficiales, en el gobierno provincial ó nacional, hemos abo-
gado siempre por estas franquicias para todos.
LOS DB8FALLBGIM1BNT08 T LOS DB4Y108 69
No sabemos si los que sostienen la exclusión de los
gobiernos electores^ aceptan que los empleados de los go-
biernos electores voten también. Si lo aceptan, ¿con
quiénes se sustituirán al pueblo en la elección ?
Pero no se trata ahora de esas nimiedades, como no se
trata de las atenuaciones de la circular malhadada.
Si La Nación cree haber sido feliz en su guerra á los
gobiernos electores, debe congratularse de haber excitado
la delicadeza del señor Gobernador de Buenos Aires, k
hacer la solemne declaración que ha hecho, de no ser
gobierno elector. No se puede alegar este triunfo contra
nosotros, ni aun contra los autonomistas, pues la declara-
ción coincide, verbatim^ con nuestras anteriores manifesta-
ciones.
Hacer solo la declaración, es en sí un gran paso; pues
los electores mismos, el pueblo, creía hasta ahora, como
lo mostró una circular, que con el délo hay siempre medios de
arreglo. No insistiremos en este punto, para pasar á otro que
nos atañe y en que diferimos de opiniones con el señor
Gobernador, aunque reconozcamos legitima la declaración
que hace de las suyas.
Al leer el comienzo de la frase: «Pero si á despecho del
buen sentido, la lucha viniese, el Gobernador repite que
justicia será hecha,» etc., estábamos á punto de sustituirle
el verdadero y constitucional sentido; y es este: «Si de
acuerdo con los fundamentos de la Constitución de todos
los países libres, aun monárquicos, tuviesen lugar elecciones
reales, el Gobernador repite que habrá para todos libertad
y pureza de sufragio.»
Una frase vulgar, la lucha^ se ha sustituido á la frase
constitucional, que reconoce voluntades y opiniones diver-
sas en los pueblos, las que se manifiestan en las elecciones
de magistrados.
Esta no es la lucha^ frase vulgar que se refiere á luchadores^
á fuerza, y huele á violencia.
Si lucha son las elecciones libres, sin amaños, sin susti-
tuirse el pensamiento ageno, con la renuncia previa de
toda voluntad propia, la lucha es lo que la Constitución
pide para establecer la mayoría, y entonces la palabra
Ivcha es santa, por cuanto es el ejercicio del único derecho
que el pueblo no ha delegado; y le piden ahora que lo
70 0BRA8.UIB SAKMIBNTO
delegue también en sus gobernantes, pues que el propósito
de suprimir la lucha, viene de gobernantes.
No siendo nosotros partidarios de la conciliación, como
política aplicada & las elecciones^ si triunfa la idea opuesta
no podemos ir á la lincha, es decir á. las elecciones» á hacer
el papel de reprobos y de insensatos. No somos turbulentos,
que pretenden poner en jaque á los poderes legales. Todo
lo contrario; pero no somos conciliadores, ni concillados, lo
que excluye la libertad, sin asegurar el orden que nosotros
respetamos, hasta el exceso, como nos lo han echado en
cara.
Una elección mixta, que se propone como £1 Dorado de
las elecciones, anula la libertad y las mayorías de las
Cámaras; y cuando el funcionario que ha de nombrarse es
único, siendo imposible que él la uniforme después (así
son los partidos) saldrá^ no un funcionario mixto, sino una
entidad extraña. Habrán renunciado ambos á su derecho
de elegir.
Pero aun asi, la práctica está diariamente desmintiendo
la ilusoria conciliación de los ánimos para concurrir al
mismo fin.
Hay en Buenos Aires:
Una fracción del partido nacional, que está por la con-
ciliación, si los otros partidos subscriben á sus propósitos.
Muéstrase otra, según las revelaciones de La Nación^ que
diñere sustancialmente de la parte directora. Esta última
le quita al diablo para ponerle al Gobernador de Buenos
Aires y al Presidente, autores y sostenedores de la concilia-
ción, siendo todos conciliadores.
Hubo un banquete político en Morón, con ínfulas de
expresión de opinión sobre candidato presidencial, al que
no asistió, por no haberlo invitado, ó por escusarse, ningún
conciliado, acentuándose por el contrario el color mas subido
verde, sea dicho sin ofensa de nadie, no obstante promoverlo
los héroes de la conciliación en Corrientes.
Una fracción del partido autonomista conciliado se ha
separado del grueso del Partido Autonomista y levantado
una bandera aparte^ que dice ser de conciliación.
Una fracción del partido autonomista constituido en
las formas usuales y que los diarios conciliadores llaman
republicano, aunque no se ha separado solemnemente,
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 71
como los disidentes autonomistas, está, tachada de tener
opiniones aparte.
Alguna fracción de opinión concillada, pero en el fondo^
excluida de la Concüiacion oficial^ indica la candidatura de
Roca, que no se tiene por conciliadora.
Alguna otra, con órganos en la prensa, indica la candi-
datura Irigoyen, que sus adversarios declaran ser la nega-
ción de la conciliación.
Los nacionalistas conciliadores, recibirán luego los pode-
res otorgados al señor Oroño, representante de los nacio-
nalistas conciliadores de Santa Fe.
Don Rufino Elizalde será el representante de Tucuman,
en una asamblea de delegados, para saber lo que la Repú«
blica desea, extrañando algunos no lo haya sido el señor
Sarmiento, que fué una vez nombrado Diputado, y que
cuando se inauguró el ferro-carril, fué recibido en la esta-
ción por diez mil tucumanos, que desde las campañas
hablan venido á darle la bienvenida. Ya es fácil inferir
como harán hablar & Tucuman y á Santa Fe sus represen-
tantes conciliadores.
No entramos en mas detalles, para mostrar el estado de
la conciliación pregonada desde las sillas enrules de cón-
sules y procónsules. Omitimos decir que hay una otra
fracción de los argentinos, que se llama también pueblo^
que menea la cabeza, como si no creyera en todas estas
conciliaciones y se guardará su opinión, de miedo de la
conciliación que como el fanatismo, el patriotismo exalta-
do, la religión, pueden imponer miedo á los que sean obje-
to de sus iras ó de su espíritu nivelador, — todos cortados
por una tijera, ó la muerte, ó un epíteto difamante.
La iguaUadflafraiernidad^ y la libertad^ como divisa, fueron
el terror de la Francia, é impidieron que la República pu-
diese fundarse^ porque para el pueblo. República y guillo-
tina eran sinónimos.
Nuestro objeto es mostrar solo en la exposición de las
diversas fracciories de opinión que existen, bajo el Imperio
de la conciliación, que quiere suprimir la lucha, es decir,
la expontaneidad de las elecciones,, que la población elec-
toral de la Provincia de Buenos Aires está dividida en
cinco ó seis fracciones irreoonciliables, autonomistas contra
autonomistas, nacionalistas contra nacionalistas, concilia-
72 OBRAS DE 8ARMIBMT0
dores verdes, y conciliadores rojos, y ademas grandes
fracciones que no son ni de los unos ni de los otros.
Las provincias nada han dicho de conciliación, sino en
Corrientes, harto concillada, y en Entre Ríos, amenazada
de conciliación Guarumba, sin contar que á Santa Fe le
ofrecen la del señor Oroño.
La conciliación proclama en principio la ilegitimidad
de los gobiernos electores, guardándose de designarlos,
aunque se entrevea, á mas de aquelloSi los de Córdoba,
Santiago, San Juan y otros, que según vaya el asunto,
serán agregados á las listas de proscripción concilia-
dora.
Antes era la población nacionalista ó provincialista, cru-
dos ó cocidos, alsinistas ó mitristas, pero en fin, cada uno
sabia donde pararse. Gracias á la conciliación hay siete
fracciones conciliadoras, crudos ó conciliadores crudos,
verdes conciliadores, y conciliadores rojos ó fritos, y de
coDoiliadores de ningún color porque ó se fastidian, ó son
lobos con piel de cordero y se les vé la oreja.
El señor Gobernador empeñándose en conciliar lo incon-
ciliable, tiene que gobernar una familia harto desunida;
y debe contentarse con que la fiesta »e tenga en paz^ en la
lucha constitucional, que ese es su oficio. Eso de hacer
the happy family, la familia feliz, de un gato, una laucha, un
perro, una gallina y un lobo, viviendo en Santa paz en una
jaula, es empresa reservada á Batrnun^ que lo consiguió y
pedia cincuenta centavos de entrada por verlo.
Podemos decir esto de la conciliación, que no es obra del
señor Gobernador, como sistema; y que puede dar á la
República un candidato según la conciliación de mas
arriba, y otro candidato según la conciliación de mas abajo;
y la lucha!
ATROCIDADES DE UM PARTIDO
(Bl Naei&nal, BDero 14 de 1879.)
Con mal reprimida indignación, nos han señalado la
explotación indigna que un partido político pretende hacer,
de crímenes ordinarios por graves que sean, ocurridos eu el
Entre Ríos, como un medio de escarnecer al señor Febre,
LOS DB8FALLBGIM1BMT0S T LOS DESVÍOS 73
y por atingencia al General Ayala, sin otro motivo que
haber acaecido en las campañas del Entre Rios el asesinato
de tres italianos.
Es una vergüenza que diarios escritos por gente ilustrada,
hagan tales asociaciones.
¿Iremos á enumerar la serie de delitos atroces que riva-
lizan con el de Troppmann, en nuestras campañas, y de
diaria ocurrencia en la ciudad de Buenos Aires misma, é
imputárselos al doctor Tejedor ó al señor Caseros, como
cómplices ó encubridores de tantos delitos? Iremos á
registrar la historia de los jefes y oficiales del ejército, en
busca de crímenes á que de algún modo se asocie su
nombre, según que pertenezcan á este ó el otro partido?
Hasta donde llevan la saña ó zapa, que todo es uno,
estos demoledores que cubrirían de oprobio su propio pais,
ante el extranjero, á trueque de suscitar prevenciones y
rencores contra gobiernos electores^ según que les convenga
darles este título para suplantarnos si pudieran?
La criminalidad en nuestro país toma á veces proporcio-
nes deplorables, pero es en Buenos Aires, donde con mayor
recrudescencia se desenvuelve esta especie de enfermedad
endémica.
No son los nacionales los que mas casos ni mas atroces
subministran, por ser tan cosiderable la población extran-
jera. Nótese que los ataques contra la vida, ocurren casi
siempre entre los individuos de una misma nacionalidad, á.
causa de que su contacto diario es mas frecuente y de ahí
proceden sus querellas.
Puede la estadística criminal señalar la proporción entre
el numero de criminales y las procedencias de los indivi-
duos que lo cometen; lo que acusaría una predisposición
especial ó acaso la proporción en que se hallan con los
demás habitantes.
Cuando los agentes europeos señalen el número de los de
su nación, victimas de crímenes, de pedirles sería el medio
de que sus nacionales mismos no los cometan, pues yendo
á los procesos, se encuentra que los delincuentes son de
todas naciones, y casi siempre déla misma nacionalidad
que su victima*
Ya se ha dicho que una excesiva lenidad de los jueces
en aplicar la última pena, ó la prolongación indefinida de
74 OBRAS DB SARtflSNTO
las causas, ó la despoblación en las campañas donde tales
delitos ocurren, bace moroso e) despacbo, por falta de prue-
bas suücientes. Algo contribuye á aumentar la crimina-
lidad entre nosotros la persecución inexorable que encuen-
tran en la Banda Oriental, con lo que tenemos una emi-
gración de criminales á esta banda; y como no hay oficinas
de inspección moral, al recibir lo que de todas partes viene,
no es de extrañar que entre el buen grano se introduzca
la zizaña.
En las provincias, en general, los crímenes son menos
frecuentes por ser menos mezclada la población, vivir mas
fijos los habitantes, y tener los hombres menos incentivos
que en las grandes aglomeraciones, que exiten sus pa-
siones. ^
En el BntreRios, los actos criminales son menos frecuen-
tes, por las causas indicadas; y acaso uno atroz, que ocurre
de tarde en tarde, conmueve mas los ánimos que los dos-
cientos que ocurren entre nosotros, y á cuya frecuencia
estamos habituados.
Debe decirse, sin embargo, que la policía es cada vez mas
eficaz, pues que los diarios vienen llenos de avisos de gran-
des criminales escapados á la justicia, y que al fin caen en
sus manos.
Pero la criminalidad ordinaria, no tiene que ver con la
política, á no ser que de la indulgencia con los grandes cri-
minales como Jordán y otros, resulte un aflojamiento
moral, que alcanza k las clases comunes.
Acaban de indultar en Francia á 2500 deportados, después
de siete años de purgar su crimen!
Deseáramos que los diarios políticos se abstuviesen de la
explotación que hacen de incidentes, como el de los asesina-
tos <le los. alrededores de Concordia, queriéndolo hacer
servir para sus propósitos de difamación, costará á sus
oponentes imitar su ejemplo, cuando no sea mas que por
honor de nuestro pueblo, y por no dar margen á los juicios
desfavorables que en Europa se forman, tomando por texto
nuestros diarios mismos.
Chile está hoy plagado de bandas de salteadores,
que asedian casi las ciudades, y esta forma de crimen,
común á Méjico y otros puntos, no ha aparecido en nuestro
país y menos en las provincias.
LOS DBSFALLBCIKIBNTOS T LOS DESVÍOS 75
Los países que hablan abolido la pena de muerte, cedien-
do á sentioiientos de filantropía, vuelven sobre sus pasos,'
aleccionados por la experiencia, ya que las penitenciarias
no han producido en corrección todo lo que de ellas se
esperaba. En Chile se ha restablecido la pena de azotes
para las raterías y otros delitos, y como lo hemos dicho
antes, en la Banda Oriental se persif^ue sin tregua á los
criminales.
Hagamos otro tanto, si se quiere; pero dejemos en paz á
hombres honorables, como el General Ayala y Febre, entre-
gados ai primer deslenguado que escribe una correspon-
dencia anónima, para servir á la sevicia y maldad de otros
d es vergonzad os.
EL lANIFiESTO NACIONALISTA
{El NaeUmal, Bnero» de 1879.)
Sin la displicencia con que unos partidos reciben las
declaraciones de los otros, haríamos un estudio compa-
rativo de las varias manitestaciones que, según las emer-
gencias, viene dando hace cuatro años el partido nació*
nalista.
Encontraríamos en ella la historia de sus propósitos, la
prueba de sus errores, y acaso señales visibles de progreso
en las ideas.
En todos campea no obstante el alarde de principios, y
la habilidad con que se las hace servir k los propósitos del
momento.
Ya trecho, sin embargo, del manifiesto muy arreglado ¿
principios por supuesto, sobre los derechos del pueblo con
los gobiernos de hecho, á las pacificas declaraciones del
manifiesto que tenemos á la vista, y que reducimos á su
mas concreta expresión, para conocimiento de nuestros
lectores. Resúmese los siguientes propósitos:
1* Adoptar por punto de partida las tradiciones históricas
del gran partido de la libertad argentina.
2^ Levantar como bandera el libre sufragio.
3* Perseverar en la política de conciliación proclamada.
4<» Mantener la lucha electoral en el terreno pacifico del
derecho, ya sea provincial, ya sea nacional, suprimiéndola
76
0BKA8 DE 8ARMUENTO
si fuese posible, por el acuerdo de los partidos, y en todo
caso regularizándola para garantir el voto público y la tran-
quilidad común.
5® Mantener viva la resistencia y la protesta cívica, por
medio de la opinión, enérgicamente pronunciada, contra
toda ilegítima acción oñcial que interrumpa el mecanismo
electoral, y propender á que el pueblo ejerza su derecho
electoral en completa libertad.
No pecan de desperdiciados tos que se hacen para si pa-
trimonio exclu^vo de las tradiciones históricas del gran
partido de la libertad. Y á sus adversarios, qué les dejan?
A nosotros á. fé, pueden darnos lo que en su munificencia
les plazca.
Sabemos de muchos en qué escondite encontraron las
tradiciones susodichas, y desde cuando empezaron 4 revés*
tirse con aquellas plumas.
Lo que es nosotros, no les hemos de disputar las tradi-
ciones, bastándonos nuestro trabajo propio y largo esfuerzo
para llegar á las fuentes, y seguir los movimientos del
pensamiento en nuestro siglo.
Si las tradiciones que se apropian son las que han
seguido en estos últimos años y producido los manifiestos
y los hechos anteriores, guárdense para si solo sus tra-
diciones.
Diriamosle lo mismo, al perseverar en la conciliación
proclamada por el Presidente y el Gobernador.
Partidos que vienen de años atrás vencidos, que por sus
propios errores quedan reducidos á una plana mayor y á
una oligarquía, necesitan adherirse á algún otro partido
con vida, para injertarse á su tronco. La conciliación es
pues, cuestión de vida ó muerte. O'Conell con su causa
irlandesa de católicos, terciaba en todas las cuestiones del
Parlamento. Hoy vemos producirse el mismo hecho, y
apenas se forma una minoría ó un gobernante duda de
sus propias fuerzas, la cola nacionalista (es decir, la que
fué cabeza) se adhiere y la fisonomía de las cosas cambia.
Por poco no nos sentimos ya nacionalistas, envueltos en la
nube de polvo que ha levantado el manifiesto gubernativo.
No abandonará, pues, esta facción su áncora de salvamento^
que es la conciliación, es decir, la facultad de asirse á la
LOS DB8FALLBCIMIBNT0S Y LOS DBSTIOS 77
punta del cable que le alargan para que no se lo trague el
abismo.
Contra la prédica revolucionaria, antes y después de ir á
las vías de hecho, y hasta ayer no mas, en su órgano mas
autorizado, el manifiesto IV ofrece: «mantener la lucha
electoral en el terreno del derecho», y si resistencia y pro-
testa ha de haber, como de costumbre, será cívica aquella,
aunque enérgica, renunciando en esta parte á, las tradicio-
nes y á sus prácticas y doctrinas hasta ayer no mas. La
desusada exhibición de espadas que se hacen en Comités.y
reuniones y aun en Convenciones, es cuando mas en el
sentido cívico, y como reminiscencia. Mucho camino hemos
andado, en efecto, para que sea otro el objeto de este alarde,
porque alarde intencional hay en ello.
El empeño de suprimir la lucha electoral, sería el colmo
de la felicidad de un partido que se pegara á otro para
vivir, por la conciliación, lo que probarla que se lo habían
absorvido todo j hecho al país cómplice de sus tradi-
ciones.
La verdad es que hacen en ello una jenufleccion al Pre-
sidente de la República, y otra al Gobernador, repiti9ndo
la lección: suprimir la lucha, é inclinándose revérentéfl
ante la frase oficial que le sArve de bandera.
El señor Presidente ha residido poco en Tucuman, para
conocer algunos de esos pequeños accidentes que dejan por
largos años en pueblos pequeños una frase chistosa. Era
el caso que un inglés mulon todavía, requebraba á una
beldad traviesa. De paseo esta con otras amigas, entra en
la habitación de aquel, y hallándola sola, escribe sobre un
papel con la pluma que allí encontró: Gringo de. . .de cual-
quier cosa... como memoria de su presencia.
A su regreso y averiguando el origen del cedulón, decía
mi inglés, contemplándolo; e con me mesmo plumol
Sospechamos que el autor de la frase suprimir la Iwha^ ha
de decirse^ para su coleto, y con aquella risita que tanto ha
dado que decir del urgulloso Tejedor, del profundo Mitre,
e con 8U mesmo pluma la han repetido, y plagiado!
Y digan después que lo tienen un poco como político, no
obstante que de ellos ha hecho después de vencido el uno,
sus sectarios y discípulos. Realizan su programal
Suprimamos la luchal que así lo manda mi comendantel
78 OBKA8 OB ÜAKMIIWTO
I
I
Fuera de estos propósitos y este caudal político de parti- I
do, que se deduce & retractar sus pasados errores y esperar >
de la conciliación su salvación, á guisa de ingerto en tronco
ageno, aceptamos con gusto por lo ostensible, la proclama-
ción del sufragio libre, con conciliación ó sin ella, y eso de
propender k que el pueblo ejerza su derecho electoral en
pieaa libertad, lo que hace un pleonasmo y la misma ora-
ción por aotiva y por pasiva.
¿Pero, cómo gozará el pueblo de libertad, si suprimiendo
la lacha no hay necesidad de libertad, 6 ai conciUímdose
los comités para no luchar, no queda otra libertad que la
de aceptar el enjuague que hayan hecho los concillados,
presidentes, gobernadores, ministros y firmantes del mani-
fiesto nacionalista?
¿Habrá libertad para los no concillados, suprimida la
lucha? Oh que sil La libertad de no hallar con quien
luchar, ni tener parte en las tradiciones de libertad, que
solo pertenecen al gran partido de la libertad. Si quieren
luchar por el despotismo, el atraso, la ignorancia, el campo
está á su disposición. Los concillados estarán desde la
barra, viéndolos luchar contra el vaciol
Qué candidos son los que copian frases y toman una mu-
lela por principio!
Perseguidores tenaces de los gobiernos electores, nos traen
por programa realizar punto por punto el boletín oficial que
S. E. el señor Presidente se dignó lanzar para proveer á
la pacificación xle sus gobernados, en un discurso á la aper-
tura de la Exhibición de A^gricultura. Hoy es la orden del
día da un partido!
EL IRBR06LI0
{Bl Saeimal, Bnero S5 de 1879.)
Teníamos en cartera una serie de estudios sobre la prác-
tica de las instituciones libres, señalando los peligros de
las originalidades, como las luchas suprimidas, las listas
mixtas, los gobiernos concillados entre si, aunque no recon-
cilien á los gobernados, cuando hemos por poco, tirado la
pluma, desalentados, confundidos y desconcertados, no sa-
LOS DKSFALLlfiClMISNTOS Y LOS DBSTIOS 79
biendo que es lo que pasa al rededor nuestro y qué rumbo
toman los partidos.
£1 Manifiesto del señor Gobernador, que tantas dudas
tlebia disipar y tantas simpatías procuraba concillarse, ha
sido recibido por toda la prensa con un grito unánime de
reprobación, cualquiera sea el lado ea que militea los
diarios.
La Nación sin embargo, que la había emprendido con los
gobernadores, es el único que se encuentra satisfecho. «rEs
posible dice, que por algunos días el desacuerdo (con ella,)
continúa eotre los órganos del partido nacionalista, pero al
fin ha de establecerse el acuerdo» y para reunir á los
descontentos, les asegura que el partido nacionalista, con la
nuera polüica del Gobernador, y con los acuerdos de los
autonomistas, tiene asegurada la elección de diputados y
senadores.
Conoce el buen público estos acuerdos; á saber, la circu-
lar á los Jueces de' Paz, de unos autonomistas, declaran-
dose dueños de los Juzgados de Paz, y la justificación de
los otros, de no entrar en esos manejos, de lo cual saca
La Nadan que su partido^ prescindiendo de autonomistas,
se tiene asegurada la elección para él solo.
Deduce de la discordancia entre nacionalistas, que hay
nacionalistas de nacionalistas; y como se aducen recuer*
dos con autonomistas contradichos por el comité autono-
mista, salta á la vista de ambos partidos que hay acuerdos
entre los Padres Provinciales y Priores, pero que los frailes
no les obedecen. Los Priores están de acuerdo con el
manifiesto provincial, y con el manifiesto nacional, sobre la
eficacia^ de ¡a gracia sin las obras y el efecto de la conciliaciojí
como reactivo químico, que cambia en verde los colores
todos, aun los tornasoles.
< Mientras tanto, los trabajos nacionales irán adelante.
La comisión de Delegados de las Provincias (residentes en
Buenos Aires) tomará bien pronto su dirección. «En sus
« resoluciones no han de dominar las opiniones de los
« Delegados de Buenos Aires, si bien han ds ser oidas.ii
Situación infeliz, en efecto, la de los Delegados de Bue-
nos Aires! El señor Elizalde, Delegado por Tucuman, no
tendrá opinión que no sea tucumana y provinciana. Se
dice que ya está ensayando hacer como que tiene chwJwy
80 OBRAS DB 8ÁRMIBMTQ
fiebre terciana, para parecer mas tucumano. Otros porte-
ños ensayan hablar con tonada riojana, cordobesa, puntana
para que se vea con que convicción expresan las ideas
puntanas, riojanas ó cordobesas, mientras que los Delega-
dos jenuinos de Buenos Aires, que solo por La Nación, sabe
• que haya delegado nada en nadie, se estarán aguantando
la risa de ver tiritar con escalofríos á uno, y estropear con
esdrújulos mal colocados el castellano á otros.
Por otra parte, asoma ya la voluntad indeclinable de los
pueblos asi representados. Córdoba, que manda Delegados
con mandato imperativo, declara desde ahora, que «el doc-
tor Laspiur es bien conocido ya.» «Que su candidatura es
la recompensa después de la victoria.» «De alli se ha ori-
ginado la candidatura Laspiur.» «Ni Roca, ni Tejedor, ni
Irigoyen, ni Sarmiento; podrían responder á las grandes
exigencias del pais». «¿Podría entonces Córdoba pensar
« en el doctor Tejedor?» Pero Córdoba solo conoce del
« actual Gobernador algunos rasgos de civismo; pero esto
« confundido con las intemperacias de un car&cter volun*
« tarioso y ofuscado, que hoy está patentizando en todos
« sus actos públicos.» La conciliación prescribe la pa~
ciencial
No se apresure Córdoba, pues, á decir de esta agua no
beberé. Otros mastiezos de espinazo han repetido la frase
«wjn'mtrftifticbi,» fioritura final de un discurso sobre expo-
sición de rambouillets y toros Durham, y héchose un pro-
grama de gobierno, como los devotos se hacen un Dios de
una muela de Santa Polonia. Córdoba no había visto
todavía el Manifiesto.
Córdoba volverá sobre sus pasos, como La Naeion ante la
circular aquella, después de varias explicaciones. En la
lista de los proscriptos no quedarán sino Roca, Irigoyen y
Sarmiento; pasando Tejedor á revistar en Córdoba como en
Buenos Aires, en el cuerpo en que revistan Laspiur, la con-
ciliación y La Nación^ separada en este punto de los otros
órganos nacionalistas, mas duras de entendederas; pero
que mañana estarán de acuerdo, sobre todo sabiendo que
la concilacion con los autonomistas, va á dar Diputados y
Senadores nacionalistas, ventaja de que estaban privados
I *^ desde el Gobierno de Castro aquí (no elector) y el pasado
Presidente (elector).
I»
LOS DBSFALLBCIMIBNTOS T LOS DB8Y10S 81
«No es posible entonces, dice La faetón k sus extraviados
amigos, perseverar en aprensiones que solo sirven la causa
de ia liga de los gobiernos electores, y que la proclama ha
herido de muerte.)»
«Lean nuestros colegas atentamente las opiniones de los
órganos de la liga, y se convencerán de la importancia
del rudo golpe que les da la proclama.»
«¡Las fuerzas populares unidas y garantidas contra las
influencias oñcialesl»
«Esta es la situación que hace & Buenos Aires la pro-
clama.»
Qué ganga! qué pichinchal qué Californiat
Las fuerzas populares, unidas y garantidas contra Teje-
dor y sus influencias oficiales, á saber las de los Padres
Priores autonomistas, hoy de acuerdo con La Nación, y que
ordenaron á los Jueces de Paz no recibir otras inspiraciones
que las suyas! y las del Gobernador.
Decimos la verdad, empezamos á caer del burro. Todo
lo que olmos, es peor que griego y hebreo para nosotros,
que estábamos candidamente creyendo que nos dirigía-
mos al buen sentido del pueblo, cuando queríamos apun-
tarle decepciones y peligros.
EL GOBIERNO CONCILIAR DE PROVINCIA
{Bl NaeUmal, Enero 15 de 1879.)
La conciliación es una política nacida de emergencias
nacionales, en el gabinete ó en la mente del Presidente
de la República.
AJ hacerla suya, el Gobernador de la Provincia de Buenos
Aires, ha manifestado adhesión á lo qae pudiera llamarse
sus principios, si principios estuviesen envueltos en un
sistema que á nuestro juicio conculca los que sirven de
base á la Constitución y á las leyes y que no debemos dejar
pasar inapercibidos, precisamente porque vienen autori-
zados con nombres eminentes, ó desde lo alto de la jerar-
quía administrativa. Verdades y principios de gobierno
^constitucional y honrado, se presentan mezcladas con pro-
TOMO XL.— 6
■i
I
II
;
(
'
82 0BRA.8 DE SARMIENTO
posiciones de otro orden cuestionable, y aun dándose por
fundamento de la política de conciliación.
Guando un gobierno asegura que no será parte en la
lucha, es decir, en las elecciones, y que no ha hecho ni
hará estipulaciones electorales con nadie, no obra en
virtud de la conciliación^ sino de los deberes de su puesto
y nada mas.
Guando asegura que se hará justicia sin excepción, que
habrá para todos libertad y pureza en el sufragio, sin
excluirla para sus propios empleados, con tal que no pre-
tendan aprovechar eñ su favor los medios oficíales, no
procede asi en virtud de la conciliación^ sino de su estricto
deber; pues así lo prescribe la Constitución y lo practican
todas las naciones, donde no se ha oído todavía la palabra
concialiacion.
Guando asegura que considerará enemigos del país, no de
la conciliación, á los facciosos jefes de clientela turbulenta,
que quieren poner en jaque á los poderes legales, no habla
en nombre de la conciliación, sino del juego libre y regular
de las instituciones que confian á los poderes legales la
dirección de los negocios públicos.
Ni los inspira la conciliación, cuando al concluir previene
á todos que conoce sus derechos y deberes, y que sabrá
hacer respetar los unos como cumplirá fielmente con
los otros.
Todo gobierno tiene en sus manos, puestos por la ley,
los medios de hacer respetar sus derechos, y la Consti-
tución provee á los medios de hacerle cumplir con sus
deberes.
Si algo en esta valiente y escusada prevención, siente
un poco á conciliación, es la atenuación final, que en caso
de encontrarse impotente para hacer respetar sus derechos,
antes que ceder, preferirá hacerlos violar en su personal
apelando á la posteridad por venganza.
Antes que hubiese conciliación, el gobierno represen-
tante de la ley, no admitió ni en teoría, esa contingencia»
y lo que es mas, había hecho nacer el sentimiento de que
no hay derecho para cambiar gobiernos por peticiones
militares.
El país había dado ese inmenso paso. El gobierno no
era un pacto, recusable por las peticiones armadas. Pro-
LOS DBSPALLSGIMIBMTOS T LOS DKSYIOS 83
vincias mal educadas en el si:stoina de nacionalidad, jefes
nacionales, grandes caudillos de opiniones políticas, todos
aprendieron una severa lección, y es que el gobierno que
nos hemos dado, no es un pacto entre partidos y autori-
rídades; y la historia del país y la victoria de la única
fuerza legal que las leyes reconocen, en todas partes, en
todos los campos, en las elecciones, como en los combates,
como aun en las tentativas fustradas por la providencia
de asesinatos, mostraron que nunca, jamas, el gobierno
legal es impotente para hacerse respetar. Principio cons-
titucional de trascendencia inmensa, que habíamos conquis-
tado, y que habría asegurado la paz interna de la República
por medio siglo.
Bajo la conciliación, y á merced y á nombre de la con-
ciliación, triunfó una revolución en Corrientes, y la conci-
liación será por muchos años responsable de la idea que
vuelve á los turbulentos, por todas partes, de volver á
probar el jueguito, ya no peligroso, de las revoluciones»
erigidas en derecho, y á. parte de la Constitución. Las
audaces teorías revolucionarias sostenidas por la prensa
que sostiene la conciliación, sobre el derecho de revolu-
ción, bajo esta Constitución que declara sedición toda
resistencia armada, son hijas de la conciliación.
Hasta aquí el manifiesto del Gobernador de una Provin-
cia, no sale de los términos de los manifiestos que harían
las autoridades de Francia, de Inglaterra, de Estados
Unidos, de Chile, etc.
Lo demás que contiene, es ya de otro carácter, y duda-
mos mucho que los trece Gobernadores de las Provincias,
como los treinta y siete de los Estados que componen la
Union Americana, lo repitiesen ó lo adoptasen sin hacer
sus reservas.
Mal le sienta á un Gobernador indicarles á los partidos,
cuáles evoluciones serían del superior agrado del gober-
nante, tales como listas mixtas ó fmion, ó coalición de
partidos.
Hay una política nacional, que había indicado esos
mismo» expedientes, hay un partido nacional que los
solicita con ahinco; y no por eso^el nombre del Gober-
nador, su buena r«{)utacion están al abrigo de los ataques
diarios de ese partido. La vivacidad de ios partidos reales
i OBRAS DB BAimiBKTO
ha disminuido, el respeto & la autoridad no ha ganado,
la tranquilidad pública está por eso mas garantida para
porvenir.
jo es, puea, la conciliación como política nacional, lo que
un manifiesto provincial merecía una segunda edición.
<EL NACiOHAL» EN LAS PROVINCIAS
(Bl NúHimta, Boero 19 de itm.)
!l aumento considerable que ha tenido en estos últi-
s tiempos' EÍJVaciona/ en las provincias, excepto en Co-
mtes donde se perdieron de golpe las suscriciones que
es tenia, desde que los ánimos fueron eficazmente con-
ados, nos indica la necesidad de hacer algunas decla-
iones.
3 Nacional ha venido á ser lo que fué en la época de su
ación, un órgano exclusivamente nacional, es decir,
s ocupado de los intereses generales de la Bepública
) de las preocupaciones locales, que á veces intentan
tituirse & la comunidad de los intereses generales,
in quitar á los otros diarios su derecho, ó disputarse su
ceridad al llamarse La Nación ó apellidarse argentinos,
iremos ser tenidos por lo que fuimos siempre, por lo que
nos y seremos, á saber, nacionales,
luenos Aires es el punto mejor preparado para conser-
■ este carácter.
\n cada provincia hay diarios que como los de Buenos
es, reflejan la preferencia de las preocupaciones loca-
¡ pero, como en la capital misma, pueden reconcentrarse
si mismos, y no pocas veces desviarse de) sentimiento
aun y aun sustituirle variantes.
Jna gran ciudad, centro del gobierno, del comercio, en
itacto con el exterior, teatro de los mas notables cam-
s politicoa y reflejo de todas las opiniones, ha de ejer-
siempre una poderosa influencia sobre las otras. En
n, sino pretende, abusando de tan aventajada situación,
tituirse á todos y absorverse el poder público como lo
II7.Ó Rosas. En mal, si de esta supremacía intenta
istltulr un papado infalible, ó alianzas monstruosas d'e
'tldos, qus á trueque de dominar materialmente abju-
LOS DBSFAiiLBCIMIBNTOS T L03 DESVÍOS 8$
ren cada uno sus ideas propias, para poder echar en
la balanza la espada de Breno en una palabra: Buenos
Aires I
El objeto de El Nacional^ será siempre mantener la man-
comunidad de opiniones políticas, entre los que en Buenos
Aires propendan á los mismos ñnes políticos que sus corre-
ligionarios políticos en las provincias.
Existe un partido nacionalista en Buenos Aires, y debe-
mos suponer que con adeptos en las provincias, que
aspira, aunque con otras ideas, á los mismos ñnes, la unión
y mancomunidad de un sistema de ideas, en todas las
aglomeraciones de argentinos, sobre el vasto territorio de
la República.
Hoy en Buenos Aires están en movimiento, como á la
época de los deshielos de los ríos, masas informes de inte-
reses, que se acercan, se chocan entre si, se adhieren^ se
fraccionan ó se separan, perdiendo sus antiguos nombres
y formas, sin saber qué nuevos títulos dar á las nuevas
amalgamas y aun usurpando los nombres de los antiguos
partidos, para suponerse refundidos en una masa sin nom-
bre, pues solo tiene por objeto uno de circunstancias, que
es reunir los votos de Buenos Aires.
En tales momentos debemos decir á. nuestros amigos
de las provincias que los diversos matices de opinión que
se mostraron siempre opuestos al personal oficial y que de
años atrás se ha dado el partido nacionalista, continúan
en Buenos Aires hostiles á esa oligarquía, salvo individuos
que se separaron, después de la reunión de Variedades,
sin proponerse, y sin preveer que iban fatalmente á ser
absorvidos por aquella misma oligarquía, á la que antes se
habían opuesto constantemente.
Tenemos de común con el partido nacionalista hoy,
lo que es del interés de todos los partidos: el deseo del
libre sufragio.
Divídennossolo los medios. Nosotros deseamos corregir
las leyes y las prácticas de elecciones para garantir la
libertad de cada uno contra las influencias corruptoras de
donde quiera que vengan.
Pretenden los otros á pretexto de sufragio libre, derrocar
gobiernos, presentes y futuros, llamándoles desde ahora
electores donde no están á sus órdenes, y derrocarlos por la
> OBRAS DS BARHIENTO
uelta, como en Corrientes, asi como los que se separa-
del partido autonomista, creyeron tener á las suyas, y lo
nunicaron, los Jueces de Paz de Buenos Aires,
ara disipar ilusiones y evitar que sean engañados & la
tancia por nombres y apariencias, debemos prevenirles
> no hay todavEa unión, lif^a ó amalgama de partidos^
ao se pretende en Buenos Aires.
[ay en efecto un Gobernador, que de acuerdo con la
Itica que se dice proclanciadaen un discurso por el Pre-
enle, deseada suprimir la lucha, es decir, la exponta-
dad de la elección, sustituyendo cada uno, i saber, el
ipo conciliado bajo la insj)iracion del Presidente, sus
ididatos; y el grupo conciliado que busca la influencia
Gobernador, los suyos propios,
'ara estos fines, están cambiando ideas los que antes
iron autonomistas y la oligarquía constitucionalista,
B apoyarán al doctor Tejedor como candidato y los
iciliadores ministeriales, á cu yos]pro pósitos subscribirían
nacionalistas del hecho de Corrientes, con el doctor
spiur, según lo muestran aquí y lo especifica una corres-
ndencia de Córdoba inserta en La Nncion.
)asi á un tiempo han tenido lugar dos reuniones de
cionalistas, que han puesto á prueba el criterio aun de
hombres que mas sinceramente han trabajado por ai^
>nizar lo que era imposible armonizar.
Jna, asamblea de dos Comités, el nacionalista oficial y
autonomista disidente, para apoyar al doctor' Tejedor,
jun estos.
Dtra, asamblea de nacionalistas, los mismos en su ma-
r parte, para apoyar al doctor Laspiur, Esta última
Lra y decididamente, conteniendo en su seno los hombres
acción. La otra, en silencio, celebrando simplemente
pacto, por el cual quedan absorbidos los autonomistas
jidentes en el partido que combatieron.
Al comparar estos actos paralelos del mismo partido,
n debido quedar asaz mohiaosy cariacontecidos, el Ge-
ral Gainza y amigos sinceros, y aun puede ser que el
esidente, al contemplar los estragos que sobre la moral
iblica hace la conciliación y á los dobles fines que la
cen servir. El doctor Tejedor ha debido darse por
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 87
aludido, cuando su nombre no ha sido pronunciado por
nadie.
La Tribuna de ayer parecía caer del burro, y culpar de
un poquilU) de prisa, k sus Rm\go% al ver que habían caído
prisioneros en la emboscada que creían haber tendido.
Por ahora, el partido correntino, Laspiur, es el que lleva
la iniciativa. Lo demás, es la pasiva.
Queden de ello prevenidos nuestros amigos de las pro-
vincias. Este es el comienzo del drama de los equívo-
cos, de las adivinanzas, de la gallina ciega ¿quien á quien
atrapa.
CONVERSIONES
{Bl NaeioMd, fiaero 90 de 1879.)
Los que creían que la violencia, como en la intentona y
motín de Setiembre, debía ser el origen de los gobiernos;
los que proclamaban hace diez días, que pudiendo tener
razón dos partidos, si hubiese duda en las elecciones^ no hay mas
arbitro que la fuerza, retroceden, y reconocen que fuera del
juicio del Congreso, según la Constitución no hay salvación
para el pafs.
£1 nombramiento de los jueces de paz, el abrazo de Ver-
gara entre las oligarquías de los comités que disponen del
voto futuro de la nación para los candidatos de su confec-
ción, están tomando nota de nuestras palabras; y retorquo
argumentumt dicen ahora que tenemos los jueces de paz y
los comandantes de campana, ahora que tenemos ó cree-
moa tener un gobernador en el bolsillo.
No habrá violencia en las eieccioneel
Cuidaditol Nos unimos al candido Nacional.
Aquí ya estamos seguros! No se h%ble de este gobierno.
Depende del gobierno federal, que los gobiernos que deben
ser paclQcos impidan que estos hagan violencia. A las
provincias ahora!
Avíseseles, para su inteligencia, que nos el pueblo, repre-
sentado en dos comités, tenemos los jueces de paz, según la
traducción de los que se llaman lírico-autonomistas, y hoy
nacionalistas; y ya no hay miedo de violencia de parte de
este gobierno.
88 OBRA» 1>K SAUMIlfiNTO
Juegue eo horabuena La Nación con las palabras, guarde
y copie las nuestras que han de ser siempre, en cuanto de
la honradez del propósito dependa, dignas de agregarlas á
las tablas aquellas de bronce, que lee con sus antiparras.
No intentaremos nunca doblegar los principios inmu-
tables á los hechos pasajeros. El vicio de los hombres no
lo pondremos en la ley, como aconseja un gran juris-
consulto.
Hemos dicho y lo repetimos: no habrá, violencia desde
que los gobiernos que no deben ser pacíficos ante la vio-
lencia, como lo creyó el autor del manifiesto de Setiembre,
lo digan con voz ñrme, como lo dijo el pasado Presidente
en un mensaje al Congreso: mi deber es ahora tener firme
el timón de la nave, en medio de las olas ajitadas, y lo tuvo,
sin saber para quienes, pues al día siguiente volvía á la
humilde vida privada.
Pero si nos dicen: ¿Con que tú has dicho que el gobierno
debe tenerse ñrme, y preservar la tranquilidad pública?
Te la guardamos, ahora que tenemos Jueces de Paz,
Comandantes de ^campaña. Gobernador etc.
Pobres argumentos de hombres, no de ley. Así sucederá,
[ y sin embargo, quedará cierto que no debe haber violencia
en las elecciones.
En cuanto á la liga, que representa El Nacional^ según lo
dice La Nación^ debemos prevenir á sus lectores, que á los
redactores de esta mala hembra les consta que eí redactor
de M Nacional no representa tal liga, que es una invención
de ella, habiéndole asegurado formalmente no tener de
tales tratos ni conocimiento.
Había abandonado este terreno, como había abandonado
el de Ia polilioa ds un Presidente eleetor^ por haberse convencido,
ante las pruebas y las declaraciones personales de que era
una quimera.
Hasta entonces podía haber error. Después^ habrá /U-
sedad intencional, explotación y aun calumnia.
Cuando se dice, — unidos autouomistas1[lo que es incierto),
con el sempiterno personal y oligárquico directorio nacio-
nalista, puede sin ofensa llamarse la liga autónomo-nacio-
nal gubernativa; porque es un hecho producido, confesado
y puesto de base, hasta de los principios invocados. Hay
una liga, es decir un vinculo, de ¡igo¡ religo un pacto.
i:
LOS BBSFALLBCIMIBNTOS Y LOS DBSYlOS 89
Guando se asegura que el Gobernador de Jujuy está
ligado con el de Entre-Ríos; estos con el de Córdoba y San
Luis ó San Juan, ó todos los otros, y todos representados
por M Nactanalj se dicen cosas que pueden convenir á la
táctica del diario que sabe lo que es oonvmimtñ decir para
ganar unas elecciones, cuyo candidato se ha propiciado.
LA MONTONERA DISIPADA
Los diarios de ayer han publicado telegramas de Entre
Ríos, del 13, que anuncian haber sido disipada, por órde-
nes del Gobernador de Corrientes, las montoneras fronte-
rizas. Dando por cierto este hecho, y aplaudiendo al
Gobierno que ha llenado tan fácil deber, insistimos en
que es facultad y deber del Gobierno Nacional, desarmar
á los que, asilados en una Provincia, amenazan perturbar
la tranquilidad de otra. No ha de contentarse con reque-
rirlo del Gobierno vecino, que puede no hallarse en con-
diciones de hacerlo, y cuya impotencia ó tolerancia ha de
exponer á graves desastres al agredido.
Si las Provincias tuviesen soberanía territorial, que no
tiene quien no puede hacer guerra, serían responsables
de los daños que por su omisión en disolver los grupos
causaren, aun armándose para defenderse. El vecino
agredido tiene entonces el derecho de entrar en el territorio
y auxiliar con su fuerza al vecino débil.
Marruecos sostenía que no podía reprimirse á los árabes
argelinos, asilados en su frontera.
La batalla de Ismala, se dio en territorio morisco por
los franceses, pagando Marruecos las costas. El Congreso
arbitral á que sometieron sus desidencias, ingleses y
americanos, condenó á la Inglaterra por no haber impe-
dido^ haciendo denuncia oportuna, la salida de sus talleres,
del aAlabama.»
Pero precisamente porque las provincias no tienen sobe-
ranía, pues no pueden hacer guerra, contra el Gobierno
Nacional, que es el soberano, debe garantirlas, en tiempo
de los estragos de una invasión.
Cuando de aquella montonera nos ocupábamos, en Salta
Be ejercía un acto de guerra, contra el gobierno nacional,
dando leyes para poner en movimiento la guardia nacional
90 OBRAS DB 8AKMXRNT0
y salir como general de ella el Gobernador, á aprehender
dichos bandoleros.
Nuestros pobres pueblos son el juguete de palabras mal
aplicadas.
Hemos estado á punto de una guerra, porque un Ministro
chileno desea poseer el Estrecho de Magallanes, aun pres-
cindiendo de las costas. Estrecho, es una estrecha comu-
nicación inter-marina y no admite posesiones.
Si hay un homicidio, se le llama asesinato y la indigna-
ción no tiene límites, aunque falte la sentencia de Juez
que define el caso. Si ocurre que cometan actos violentos,
que pueden ser en efecto criminales, odiosos, una Legisla-
tura los llamará bandoleros y ordenará su persecución y
muerte si resisten, olvidándose que esos bandoleros tienen
en sus manos el pabellón nacional, y reconocen jefes y
autoridades nacionales. Hay simple sedición en las decla-
raciones y propósitos de la Legislatura y Gobernador, lo
que no quita que el crimen cometido por soldados, con jefe
á la cabeza, sea tan odioso como se quiera.
El resultado es la guerra civil, como nuestra panacea
universal. Si hay elecciones, se seguirá la guerra: si hay
delitos que castigar ó que quedan impunes en el ejército,
se les dará caza, hasta hollar la bandera nacional.
¡Qué triste país, y que tristes ejemplos!
Al recordar aquellos actos legislativos contra fuerzas
nacionales, no queremos establecer que no haya ocurrido
nada que irrite los ánimos. Quéjanse de que el Grobierno
Nacional ha desoído repetidos reclamos; y que su toleran-
cia ha dado lugar á aquellos escándalos.
No nos ha de costar trabajo admitir que tenemos un
mal Gobierno Nacional, si nos conceden que hay per-
versos Gobernadores, y aun Legislaturas electas por una-
nimidad, á causa de no haberse cumplido con la Constitución
cuando resultaron electos veinte y uno de un bando y diez
y nueve de otro.
Para la Legislatura unánime de la segunda cosecha, el
Gobernador que ella creó, ó que la creó á ella, debe ser
impasible. Hoy merced á esos segundos tirajes, en Co-
rrientes y en Salta no hay sino una opinión pública, y
esa está con el Gobernador y la Legislatura. En esta
tos DKSFALLKCMIKNT08 T LOS DBSV108 91
Situación, han tenido parte el Presidente y el Congreso,
rehaciendo la plana & los sucesos.
El Coronel Uriburu había ya sido 'alejado; su cuerpo
debía seguirlo; pero aun quedan uriburistas, y el mal debe
arrancarle de raíz, como en las segundas elecciones de
gobernadore„, en que la opinión, la verdadera opinión.
"ür causa de aquellos conflictos que son de partidos, y
partidos que hallaron correligionarios en el Congreso y
en el Ejecutivo, y encuentran eco, disimulando el acto
sedicioso de un lado, y dando por juzgado y sentenciado
como asesinato, un homicidio, está; en el aflojamiento de
los principios que constituyen un gobierno, pues no se
gobiernan á los hombres con la fuerza, sino con ideas que
ellos mismos tienen y les sirven de freno. „. ^„„
Se ha dicho con razón que las legislaciones modernas
estaban trazadas en la idea de un Dios, sin la cual no
hav moral, y que la sociedad se vendrá abajo, el día que
aquella idea falte, porque todos los vínculos humanos se
romperán, para formar otra sociedad, bajo otros princi-
oios y para fines hoy desconocidos. Decimos lo mismo,
de l'as ideas en que está basado nuestro gobierno, y que
no pueden ser discutidas, sin echarlo por tierra.
El ejército nacional es la nación ante los enemigos
exteriores, y en las provincias interiores. Pueden sus
jefes cometer crímenes, pero no pueden ser legalmente
llamados bandoleros, en actos provinciales, si no están
sublevados contra el gobierno nacional, no pueden ser
oerseguidos los delincuentes por otras autoridades que
las nacionales, si obraron en cuerpo, y con jefes y ofaciales
á la cabeza. ...
Tal es el desquicio que amenaza estas sencillas nociones,
que cada hombre, por ignorante que sea. traía en su alma
como tradición y sentido común, que vemos, merced á
aauel abuso ó sustitución de palabras, asesinato, por homi-
cidio bandoleros, por fuerza nacional acusada de delito,
destinados, por milicianos que llenan un deber, con que
naderon -que vemos establecida ya la doctrina, que el
Comandante de circunscripción militar de guardia nacio-
nal debe demandar ante un juez á los enrolados; y si el
juez manda que no se enrolen, ó no paguen su contri-
92 OBRAS Um SAKMIBNTO
bucion» y el Comandante, su jefe nato, no lo pone en
libertad, entonces el juez, y no el demandado, debe seguir
el pleito de oñcio, ^ acusar al Comandante ante la Corte
Suprema, y esta, siguiendo la instancia, acusar al Ministro
de Guerra, que ordenó no exonerar de su servicio al
reo de no enrolamiento, ante el Presidente, y sino cum-
pliese este, con lo ordenado por un juez, acusarle ante el
Congreso !
Se ha parado allí, temerosos de apelar al pueblo contra
el Congreso, por ciertas reminiscencias importunas; pero
ya tenemos ai Congreso, tercera ó cuarta Corte de Ape-
lación, coordinada con los Tribunales de justicia ordinaria,
todo esto para que don Respicio Salguero, no entre en
lista sino se ha enrolado, ó en sorteo, en este año de
servicio. Se dice, para motivar esta excepción, que fué
destinado al servicio de las armas por el inspector de mili-
cias de Córdoba.
El juez á quien apeló, dio la mas fundada sentencia,
poniendo en libertad al reo de no cumplir con la ley del
enrolamiento. El jefe militar contestó que la Comandancia
General de Armas le ordenaba otra cosa, de donde resulta
que la «acción del juez no es ya contra el jefe inmediato,
sino contra el Gobierno/ y tenemos ya á los jueces ordinarios
poniendo en el banco de los acusados al Poder Ejecutivo
nacional, ministros, inspectores de ármasete, etc.
Todo porque se han confundido todas las nociones de
gobierno, tal como lo entendíamos y lo siente cada cual
en su alma y conciencia: tal como lo confirma cada pala-
bra y disposición de la Constitución. La justicia civil no
tiene jurisdicción sobre lo militar, que pertenece á otro
orden de ideas, y tiene su judicatura independiente y posi-
blemente tan justiciera y acertada como puede serlo la de
jueces modelos y primerizos que ensayan sus argumen
tos civiles- en terreno que está fuera de su jurisdicción.
No es la ley, sino la naturaleza la que nos obliga á defen-
der el país en que nacemos.
Sino nacemos soldados, á los diez y ocho años, edad
de la virilidad, somos soldados; y de antiguo, en todos
tiempos y países, el inspector de armas, es el que anota
la partida de haber entrado en la virilidad un ser
nuevo.
LOS DBSFAJiLBClMIKNTOS T LOS DBSVIOS 03
Lo que amotina contra la naturaleza y la lej' orfjAnica
del servicio militar que principia como primer escalón en
la Gruardia Nacional, es que el no enrolado y por tanto
enviado á desempeñar su servicio sin sorteo, es, en lugar
de alguno de los millares de paisanos uraños y selváticos
que por serlo no se enrolan, ó acierta & ser, en el caso
litigiado, todo un don, lo que en realidad cambia de espe-
cie: y lo decimos con toda sinceridad, porque ese es el
fondo de la cuestión.
Tiene ojos azules! Cuestión de raza, de clase social. La
conscripción, dicen los sostenedores de las nuevas doctri-
nas, no se ha adoptado, porque sería resistida. Por quien?
Claro estaque por los que tienen piel blanca, medios cómo-
dos de vivir, educación, etc., que pertenecen de nacimiento
á la clase de caballeros^ con don, tratamiento que no tiene
el soldado raso.
No queremos exigir k la democracia nuestra, mas igual-
dad que la que consienten las diferencias de razas y posi-
ciones; pero para disimular nuestras simpatías por los
ojos azules, no hay necesidad de desquiciar á un gobierno,
poniendo á un juez sobre el Ejecutivo, y sometiéndole
el orden militar. El señor don Respicio debió implorar
gracia del Ministro de la Guerra; y como este tiene tam-
bién los ojos azules, de parar doble contra sencillo era,
que habla de concederla. ¿Dónde se ha visto un don de
soldado?
¿Cuándo llegaremos al ideal de la perfección, oyendo en
la Camarade Diputados los pedidos, en autos de los jue-
ces, acusando al Presidente Comandante General, por
desacato contra el juez de distrito; contra el Ministro, por
haber dejado que vaya á la frontera un no enrolado, en
lugar de mandarle sus diplomas de oQcial, si era don, lo
que sostenía el juez, que era de la misma raza y posición?
EL ASESINATO POLÍTICO DEL PRESIDENTE SARMIENTO
{Bl NaeUmal, Noviembre f8 de 1879.)
Entre diversas piezas forenses que se están imprimiendo,
encontramos la Vista Fiscal del Dr. Victorica, sosteniendo
en apelación la sentencia de condenación de los reos, en
94 OBRAS DB SARMIENTO
primera instancia» de (la tentativa providencialmente frus-
trada de asesinar al Presidente; y como no se dio, que
recordemos, en aquellos tiempos ninguna narración seguida
ddi hecho, creemos de interés público é histórico, tomar la
que hace el Fiscal, apoyada en las declaraciones del pro-
ceso y confirmaciones de la sentencia.
Hoy que el emperador de Alemania ha escapado dos
veces á atentados de este género, y cuyos detalles han ser-
vido de pasto á la curiosidad pública y llenado nuestros
propios diarios, bueno es consignar los detalles de uno de
los mas tenebrosos complots, superior en atrocidad á la
serie de crímenes de este género que no han cesado, como
si fueran una enfermedad moral contagiosa, desde Lincoln,
que abrió la lista de Jefes de Estado asaltados.
Si los misiles hubiesen alcanzado al entonces Presidente,
aun hiriéndole con el mas leve rasguño, habría quedado
muerto en el acto; con lo que no habrían faltado aficionados
que creyesen hubiese muerto de miedo, no sabiéndose sino
por la inspección posterior de las balas, que misiles y puña-
les estaban horriblemente envenenados.
Según las noticias de entonces no obstante estar la vic-
tima, según consta de la causa, avisada por tres conductos
distintos, del peligro que corría, no se preocupó del estam-
pido del tiro á cinco varas de su oído, y siguió su camino,
sin ocuparse de saber su origen; y bien le valdría quizá
pues dos de los asesinos estaban allí prontos ¿ la acción, y
deteniéndose ó bajando del coche hubiera podido servir de
blanco á €>iro trabuco ó revólver ó puñal, costándoles k
los que acudieron á darfe la noticia persuadirlo de la verdad
del hecho, y no cediendo en sus objeciones de ser pura
invención de alarmistas, sino cuando le asegtwaron que
estaban presos y confesos los asesinos.
La súmula del hábil alegato del señor Víctorica, D. Ben-
jamín, es así:
«El homicidio perpetrado en la persona del jefe de estado
puede ser un crimen ordinario; pero teniendo origen en un
complot, cuyo objeto sea el derrocamiento de la autoridad,
constituye un atentado á la seguridad y soberanía de la
Nación, y debe tener una penalidad especial — Naturaleza
del crimen en general, en penalidad, según el derecho
comparado— Necesidad de reformar la ley nacional á este
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 95
respecto. Consideraciones en apoyo de la sentencia, con
relación á las circunstancias del caso, y á las prescripciones
de la jurisprudencia en general, en materia de compli-
cidad en el crimen frustrado.
Estas diversas tesis las ha sostenido el Dr. Yictorica, con
aiucha abundancia de razones jurirícas y conocimiento de
la legislación universal, recordando cómo el caso de Lin-
coln fué declarado militar, á fin de sacarlo de la jurisdic-
ción ordinarina de los delitos comunes. Nuestros jóvenes
abogados, hallarán cuando se publiques/» integrun el escrito
un modelo de simplicidad, en la exposición de que dará.
una muestra la siguiente exposición.
«Ha sugerido al físcal estas ligeras observaciones, la nota
del ex-Presidente Sarmiento, que figura en autos, cuando
notificado, á petición del agente físcal, cpn objeto de que
tomase intervención en la causa como ofendido, observa
con razón que estando probado que el atentado era contra
el Presidente de la República, sin referencia alguna á su
vida privada, la acción única á ejercerse pertenecía al mi-
nisterio publico nacional, tanto mas, resultando que el pri-
mer aviso del proyectado plan fué trasmitido por el Gober-
nador de Santa Fe y que las noticias sucesivas atribuían la
generación del crimen á enemigos de la actualidad de la
República, existentes en el extranjero, como conocidos
agentes de la rebelión en armas.»
Áhi están en el proceso las constancias que autorizaban
esta apreciación, y que vinieron á confirmar los mismos
reos, y otros hechos, como se relaciona con exactitud en la
sentencia.
Al aviso dado por el Gobernador de Santa Fe de que en
una reunión de jordanistas se había anunciado la muerte
violenta del Presidente como un proyecto seguro próximo
á realizarse, se siguieron otras confidencias personales que
recibió el Presidente, ya de un vasco Olave enviado de Que-
rencio cerca del hermano, que estaba de Teniente de López
Jordán, como lo acreditó presentando la tarjeta original
que corre en el proceso, ya de una señora, esposa de uno»
de los conspiradores, determinando el primero que en el
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06 OBRAS DI 8A&MIBNT0
;; ;' circulo de Querencio se hablaba con seguridad del proyec-
I t lado asesinato. Los reos declararon que un tal Aquiles
I ^ Sesatrugo fué quien los contrató para el crimen y que el
precio debían recibirlo en Montevideo, donde estaba la per-
sona interesada en el hecho, especiñcando uno de ellos que
se trataba de obtener por ese medio que otra persona lle-
gase á ser Presidente de la República. Cuando la justicia
trataba de obtener la comparencia de Olave, existente en
• la villa Independencia del Estado Oriental y la aprehen-
sión y extradiccion de Sesabrugo, en Montevideo, ambos
son asesinados, pereciendo el segundo k manos de Queren-
cio mismo, que lo mató en su propia casa. Olave, antes de
morir, luego de ser gravemente herido, hace llamar al
I j ^ cónsul argentino, para confirmar las noticias que le habla
\\\ dado al Presidente y que garantió con la fe que merece un
moribundo, que ya nada tiene que esperar. Asi desapare-
} I cieron los principales testigos en cuanto á los promotores
i ¡ t del crimen, asi pereció uno de los mas odiosos agentes.
Ahora, como lo ha indicado el Fiscal, la criminalidad de
los presos por esta causa, apenas puede ser afectada por la
criminalidad respectiva de los individuos que los indujeron,
'.^ armaron y contrataron, ofreciéndoles crecida recompensa.
;• ' Los malhechores que se contratan por dinero, á quienes
no impulsa fuera de su propia perversión, sino la pasión
del lucro, cae en todas" partes bajo la condenación mas
severa del derecho común. Sea cualquiera la persona que
es objeto del atentado, la penalidad que resulta de la agra-
vación calificada de ser asesinos mercenarios, los coloca
bajo el peso de las mas graves de las penas.
Sabían ellos perfectamente que se trataba del primer
magistrado de la República, según uno de ellos mismos, y
aun cuando han presentado la débil escusa de que lo igno-
raban, lo que no es verodmil, dada la detenida premedi-
tación, las repetidas asechanzas, los preparativos mismos
que denunciaban que no se trataba de cualquier individuo
¿ quien es fácil acometer de sorpresa en el curso ordinario
de la vida, ¿qué importa ello ¿ su criminalidad? el grado de
-esta no disminuiría, como lo ha sentado la sentencia, si se
LOS DB.SFA.LLBCIMIBNTOS Y LOS DESVÍOS 07
tratase de cualquier ciudadano, de un anciano, como ellos
10 han dicho, de un padre de familia, tanto mas teniendo
presente las numerosas circunstancias agravantes. Ace-
chaban de noche, en la calle pública, el tránsito tranquilo
de su victima, tres contra uno, armados con instrumentos
esjpeciales, el uno con un trabuco y una pistola: el otro con
un trabuco, un revolver y un puñal; y con un puñal y un
revolver el tercero, que quiere disminuir su criminalidad
bajo el pretexto dequesu parte en el crimen nodebíade sec
sino resistir á la fuerza pública y protejer la fuga de los
otros.
Asociados aceptaron el precio del crimen, asociados lo
concertaron y pusieron en ejecución por la asechanza, todos
armados, todos para concurrir al hecho y consumarlo con
seguridad.
Aun á la ejecución por precio, á la premeditación, k la
asechanza, al número de malhechores asociados y concer-
tados, superabunda otra agravación, para causar la mayor
severidad de la pena, debe agregarse, la calidad de las
armas — Dos de ellos Francisco y Pedro Guerri, estaban
armados de trabucos, sino lo estaba también Casimiro,
puesto que consta que fueron tres los trabucos comprados
para el objeto; el trabuco es una arma destinada por su
coriltruccion á esparcir los proyectiles, de manera que
todas las personas que pudiesen venir con el Presidente de-
bían perecer, y aun las personas que acertasen á pasar
por la calle al mismo tiempo ó se asomasen á las puertas
de su domicilio; & causar muchas heridas á. la vez. Y si á
esto aun se agrega que los pañales y los proyectiles esta-
ban emponzoñados^ como se ha constatado, de manera que
la menor herida pudiese causar una muerte pronta y ho-
rrible, acusando el mayor grado de perversidad y saña en
los promotores del crimen, los viles agentes ao pueden
dejar de ser afectados por esa' circunstancia material de
que no puede librarlos la alegada é improbada ignorancia.
El puñal que fué encontrado, y que Francisco Guerri reco-
noció por suyo, estaba horadado intencionalmente, y á la
simple vista se notaba la sustancia extraña que cubría la ho-
ja y especialmente los bordes de los agujeros en ella prac*
ticados para que la lesión hiciese mayor extrago. Cuan
Tomo xl.— 7
98
OHRAS UK 8AKU1BNTO
monstruosa perversión! cuánta zana en la perpetración del
ominoso atentado! el espíritu mas sereno y despreocupado
se extt*emecerá de espanto al imponerse de estos detalles
que acusan tan bárbara criminalidad!. . .
El mismo exceso con que cargaron las armas para ase-
gurar el resultado, produjo que el crimen se frustrase en
el acto de ser consumado. Los trabucos estaban cargados
hasta la boca, con onza y media de pólvora y numerosos
pedazos de bala ó cortados, impregnados en cloruro de mer-
curio ó sublimado corrosivo.
Al hacer fuego Francisco Guerri, se le reventó el trabuco,
hiriéndole la mano izquierda en que naturalmente lo apo-
yaba para descargarlo con mayor seguridad en la pun-
tería.
El estruendo extraordinario, la herida que Guerri debió
imaginar mortal, si alguno de los proyectiles emponzo-
ñados le había penetrado, lo amedrentaron haciéndole
gritar. Pedro G.... acude en su auxilio para ayudarlo á
ocultarse: los otros criminales S y Casimiro se fugan,
probablemente sin darse cuenta del hecho, sin conocer el
resultado de la detonación.
II
EL COIHPLOT
iBl Nacional, Noviembre 18 de 4879.)
Apenas podríamos comprendrer las variantes, descrecen-
dos y /ti^ay, (estilo musical) que notamos en ciertos artistas
plumitivos, si alguna flauta mal humedecida, no diese
un resoplido de vez en cuando^ en lugar de ajustada
nota.
Hace no mas una semana» que nos taladraban los oídos
con las mas lúgubre» sonatas, sobre el tema favorito, (írofr^r-
nador ekctor^ por el de Buenos Aires, cuando á una señal
del Director de orquesta, acompañada del arco, que indica
bajar el tono y no bastante el arco, la voz de piano, ptano^
precede y acompaña un andante moderado.
Hay un complot! üditi oh rtisticil Un complot. La base
del complot en Buenos Aires; es hacer que todos su habi-
tantes sean liberales, que no se permita que haya partidos.
)♦.
LOS DfiSFALLBCIMIBNTOS T LOS DESVÍOS 99
sino es del pueblo, todo el pueblo coutra la liga de los
gobernadores como Tejedor, Febre,Iriondo, etc., etc. Nadie
sabia hasta hoy que el partido- liberal estuviese dividido
en fracciones, pues hace cuatro años, desde el 34 de Setiem-
bre, que vivía completamente unido. Los que no eran
liberales entonces, no eran pueblo. No lo eran, no lo son
ahora los autonomistas, puesto que forman cuerpo aparte
de los que nunca dejan de llamarse liberales, para hacer
revoluciones.
El secreto está descubierto, y no se ha asegurado patente
el autor. Podemos divulgarlo.
« No debe descansarse un momento, hasta afíanzar la
unión de las fracciones liberales^ para que el Presidente sea
elegido por el pweWo». Este es el complot.
Oh lógica! ¿Cuáles son las fracciones liberales en Buenos
Aires? Los nacionalistas solos, ó los nacionalistas y auto-
nomistas? Si son estas dos fracciones liberales, entonces
la cuestión está planteada asi:
« No debe descansarse un momento, hasta afíanzar la
conciliación de las dos fracciones liberales».
Pero es ya toro corrido. Volvemos á una reconciliación?
El que tal propone fué el primero en desertar de la primera
conciliación. En ningún país se ha exigido que se reúnan
los partidos adversos, para nombrar un Presidente, que el
pueblo nombra por mayorías, sobre minorías.
Antes se quería con esta unión suprimir la lucha. ^ Ahora
la unión de las fracciones liberales (suponemos que nacio-
nalistas y autonomistas) es para oponerse á un enemigo
que no es ni nacionalista, ni autonomista. Será el pueblo?
Claro que no; porque el pueblo es autonomista, y por excep-
ción nacionalista! A no ser que no sea ni nacionalista ni
autonomista.
Este prodigio de una segunda conciliación^ desconciliada
la primera, es requerido sin embargo para combatir á las
otras Provincias, pues el de casa ha sido por lo pronto
neutralizado.
Veamos como están distribuidos aquellos monstruos, que
no son nacionalistas ni autonomistas, puesto que todo con-
siste en que tas dos fracciones éstas de Buenos Aires, estén
reunidas para acabar con todo gobernador. ¿Qué son
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T
100 OBRAS DS SAEIIIKNTO
entonces aquellos Oobern adores? Claro está que goberna-
nadores, sin pueblo y sin pelo, es decir, pelados.
Entonces, & la fuerza oficial, opongamos la fuerza popular
(menos en Buenos Aires).
« El partido liberal de la República, (autonomista y nacio-
nalista) es una fuerza invencible, (si estuviera reunida); pues
que no quedan sin su apoyo, sino trece miserables gober-
nadores de provincia; y no decimos catorce, porque según
el complot, no hay que contar con que el nuestro, que 8er&
nacionalista y autonomista, desde que las dos fracciones
liberales se unan.
¿Cómo están distribuidas las fuerzas que vamos á comba-
tir? Oigamos.
«La liga (de autonomistas y nacionalistas) está rota en
Corrientes.
I «La liga autonomista está aterrada en Entre Rios »
» Pase lo de aterrada; aunque no es primer susto que
. . se han llevado en Entre Ríos, con Jordán, Gurumba, etc.
(vi a La liga autonomista está inquieta en Santa Fe... •» Si
no cuentan con mas, en Santa Fe, que con las inquietudes
del gobernador Iriondo, estamos lucidos!
« La ligado los autonomistas de Córdoba, está en/^rma... I»
de clorosis y anquilosis.
« La liga, (nacionalista) en el Norte, no tiene gobernado-
res representantes^.
a La liga, (ni nacionalista ni autonomista) tiene los ojos
vendados en Tucuman». — «y en Buenos Aires, unidas en el
gobernador (nacionalistas y autonomistas), no tiene sino un
aparato teatral».
Y pare usted de Qontar, si bien quedan San Juan, Mendo-
za, San LúiS} Catamarca, La Rioja, Santiago, cuyos gober-
nadores no han roto la liga como 'en Corrientes, ni se
asustan como en Entre Rios, ni se inquietan como en Santa
Fe, ni están enfermos como en Córdoba, ni tienen cataratas
en los ojos, como en Tucuman, y cuentan otros elementos
que un aparato teatral, como en Buenos Aires.
Resulta, pues, por la cuenta que se hacen los que van &
amontonar Osa sobre Pelion, para combatir á los Titanes,
que no cuentan sino con la rota Corrientes» la liga de (se
entiende), y Salta y Jujuy; si el Norte está al Norte, en la
"I
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1
IX>S D18FALLBCrilI^'fOi;^yj^9 DESVÍOS 101
- •* •» • _
aguja de aquellos marinos, puesto quer.Tu^íü/nau Uene una
venJa eii los ojos, que no vé por donde sale el- sol./ ; ;.^
Y los que esta pintura hacen de sus recursos,' 'lia'bTa'ir i
reglón seguido de los charlatanes, los intrigantes, los itigerr'-
niosos^ que suplantan á las fwt^as populares^ los resortes
de la intriga por que el ptníblo no se mueve como un
ratonil.
Vamos ¡oh ratonesl á escalar el Olimpol
c Qué se necesita para ello?»
Afianzar la unión de los nacionalistas y autonomistas
de Buenos Aires; porque los Gobernadores, menos los de
Jujuy, Salta y Corrientes, que no tienen representantes
en la liga de Grobernadores, cuentan con que no se han de
unir los nacionalistas con los autonomistas de Buenos
Aires, para combatir á los autonomistas de las provincias,
en favor de un Presidente, que tienen oculto los que pro-
ponen otra vez la conciliación que les dio á Corrientes,
con que no contaban.
Todo el programa, montado en una hipótesis absurda,
fracasada é imposible, está mostrando que al fin sienten
que no son nada, y que no cuentan con nada, salvo Corrien-
tes, Jujuy y Salta.
En las otras provincias, tienen que principiar, por derro-
car Gobernadores, cosa que después de las tentativas de
Entre Rios y Santa Fe, no se muestra tan fácil y hacedera.
Nos invitan, pues, á que les ayudemos á hacer diez revo-
luciones.
Supongamos que no se derroque ninguno; supongamos
que los Gobernadores, aterrado el uno, inquieto el otro,
con sarampión éste, y con oftalmía aquel, bailando en el
teatro el nuestro, y los demás perseverando en el feo
pecado de ser Gobernadores, las cosas sigan como hasta
aquí, hasta la víspera de las elecciones. Qué sucederá?
¡Qué en once provincias están desde ahora aseguradas
las elecciones á los autonomistas, fracción liberal, con solo
no unirse á la otra fracción liberal, que les tiende el
ósculo de Corrientes!
¿Qué le queda á la fracción liberal de Buenos Aires?
Aceptar á Tejedor, Gobernador elector^ y reirse á carcajadas,
de su antiguo odio á los Gobernadores electores.
O aceptar ¿ Laspiur, ó Roca, candidatos, salidos de los
102
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ministerios, e?¿ít(>?'.de'go*biernos electores, ó, ó, ó, hacer las
pace» iJorí^erséiítido común, abandonar la partida, y no
^ erBCsiífí^ disparates.
QUE HARÍ el pueblo?
(El Saewnal, Noviembre V de 1878 )
Eso por sabido se calla, en estas tierras de Dios! «Se
« alzará en todas partes, tendremos una gigantesca revolu-
« cion, desde el litoral hasta Jujuy.»
Dios nos asista! Esto leemos en El Eco de Córdoba, perió-
dico religioso y moral, católico en país católico, y propa-
gador concienzudo antes, de los milagros de Santo Domingo
en Jachal.
No lo decimos por vituperio, y acaso sin dudar de la
conciencia del escritor, cuyo nombre es tan conocido,
pudiéramos decir que las creencias religiosas, sin excluir
las del cristianismo, las mas avanzadas, han obrado muy
lentamente en diez y ocho siglos, para morigerar las pasio-
nes, pues la crueldad de las costumbres, y de las leyes, las
atrocidades de la guerra y de las clases cultas con las in-
feriores, que eran las que mas imbuidas debían estar en
los preceptos del Evangelio, en aquellos siglos de barbarie,
no se han modifica(io, sino desde que la filosofía y la civi-
lización empezaron, á fines del pasado siglo, á susti-
tuir al espíritu religioso en el gobierno, el espíritu polí-
tico.
La corrupción de las costumbres en las cortes, acabó
con los Stuardos en Inglaterra, y con los Luises, XIV, y
XV en Francia.
Luis Felipe, la Reina Victoria, y el Rey Leopoldo, son los
modelos de reyes políticos y no religiosos como aquellos-
Beccaria ha hecho mas para acabar con los horrores lega-
les, de que la inquisición era el último resto, y Voltaire,
el odiado Voltaire, para desenvolver el sentimiento de
humanidad, que todas las predicaciones fanáticas, de diez
y siete siglos antes. Loa hombres no han dejado de ser
crueles é injustos, sino cuando por un cambio correlativo
del espíritu, no se han sentido dispuestos á creer en mila-
LC^ r^ESFAi-LS-neiESTV-'S t l»>^ rr<T:cws
K3
gros cumo los de Sjinio D:ni:ng.\ que j re^or.l::.*lM El Ey
Pero ni aun estos h-^*h>s leniii.imos en ouer.ta, ai |^e-
dirn.i^s explicaciones de las o:\as.is que hacen al Kj df Cér-
i/.>Vi ^iintigudrse y proc:a:iiar la revocación, de un extremo
al otro ie^la Rep'úb.ioA, i>>r quien sabe qué causa que le
molesta en Córiuba. Q leremos solo hacer notar, que el
erigirse cann>eon dei ultramontanism \ uo es muesira ni
ganiniia de un espíritu de mansedumbre, ni de un senti-
miento moral mas desarrolla lo que en los otros hombres,
Veuillol en Francia, el taumaturgo de la polémica relijjiosa,
con la injuria y la calumnia á sus a I ve icarios ^vir túnica,
el pretexto de celo, fingiendo ia convicción profunda, que
pudo disculpar á los lerriüles fanáticos de la edad media»
ha dado el ejemplo de aban lonars^ los Tertulianos nue-
vos, á la persecución, p«>r el sarcasmo, ó á los malos ins-
tintos del individuo.
Ni aun en esta categoría colocamos al Eco de Córdoba.
Lo Tínico que queremos decir es, que sus sentimientos
ultramontanos y reaccionarios hacia un cristianismo impio,
cruel, que ya pasó, no cambian en nada los hábitos del
espíritu deí argentino, del americano del Sur, del espaíiol
y del francés de antaño, que nos han ti-aido estos vicios
de juicio, cuando de política se trata. Perdonariamosle
íil Eco, que en cuestiones que él cree religiosas y son
apenas de ambiciones teocráticas, se dejara llevar por la
vehemencia de su fanatismo. Pero hablándose de miserias
diarias de nuestra incapacidad política, anunciar una revo-
lución gigantesca, que abraze todo el país, es mostrarse
tan pervertido, tan atrazado, tan americano, como Piérola ó
el sargento Montoya que acaba de asesinar á Pardo. ¿Y
qué decían Guayama, Jordán, y demás perveisos ó igno-
rantes, que no han acabado de sumirnos en el lecho de
fango, que tanto merecemos á los ojos del mundo, y de
nuestra propia conciencia?
Decían lo mismo que el Eco de Córdoba. ¿ Qué hará el
pueblo? Se alzará en todas partes: tendremos oh I lucha!
una gigantesca revolución. Y tendrá derecho para ello I
Antes que el despotismo, estamos por la revolución, «No
somos partidarios de las revoluciones», pero la revolución
contra Rosas
04 UBKAS UffDAKMIINTO
Flo83s es hoy el señor Viso, electo por un colegio electo-
I, creado ex-profeso, para evitar que la Legislatura no
sease el votoiiel pueblo.
y quienes forman el pueblo eu GóriJoba, es decir, la uni-
rsldud de los votantes? ¿Vota el pueblo en Córdoba?
ben todos poi- quien y para que votan? Su pond Hamos
a minoría ilustrada, que hace y deshace eo materia de
icciones, allí, como aquí; pero dado el estado de nues-
I pueblo, en todo el país, es efecto de la perversión del
piritu público y político que nos aqueja á todos, cobijar
incubar la idea de lanzar la República á los azares de
la conflagración, en busca de mejores prácticas, y de
sjores hombres que los que pueblan nuestro país.
Bl Eco, inventa un partido que se afianza eo la fuerza
en los hechos consumados. Ojalá, existiera ese partido
le dada tranquilidad á la Kepúblical
Ese partido existe en todas las naciones ordenadas, es
que ha prevalecido en Inglaterra y constituidolu; es el
oderadu, que prevalece en Francia y ha' permitido que
jatrice sus heridas, y vuelva k reconquistar su puesto
itre las grandes naciones, abandonando la idea, el año
isado, de una gigantesca revolución.
El otro partido, que alza en alto la bandera de la ley,
le halla en todas partes Kl Eco y representado en el Go-
eriio Nacional, se compone de hombres que son hoy
nigos del redactor del Eco de Córd^a, y que en efecto han
Lli'ocinado revolucionas y predican revolución; y el ejera-
o dado en Corrientes, que se cita, prueba que hay born-
es que pueden ser revolucionarios, cuando están encar-
idos del gobierno, el cual tiene por objeto reprimir las
vueltas, como puede baber gobiernos asi como el del
ñor del Viso, electos debidamente hace ya dos años,
ser.hoy para El Eco usurpadores, y ademas revoiucio-
irio, porque «desafia & los que quieren usar de su dere-
10, á. que lo ejerzan contra él.* Y por todasestas picardías,
confusión de palabras é ideas:
nStucha sangre correrá, según el deseo del Eco de Córdoba,
le preconizaba no ha mucho el sebo de Santo Domingo,
nio remedio á -males sin cura racional.
O sucumben los pueblos;
O BaWan sa íoberania. Oh dilema de hierro 1 No salvarán
LOS DE59ALLBCIM1BNTOS T LOS DRsVIOS 105
SU soberanía» los pretendidos pueblos, que solo son los
ambiciosos que en una pequeña ciudad se disputan el
mando; pero si, sucumbirán los pueblos, destruyendo lo
poco que tienen adquirido, y derramando mucha sangre
íuútii, como ha sido derramada tanta durante setenta
años, sin que se haya mejorado gran cosa el sistema
electoral; puesto que en Córdoba, se hacen las maldades
que denuncia el Eco^ maldades que disimula, cuando las
hacen los suyos, ó cuando las ha hecho él mismo, por
que si hay un partido que se apoya en la fueraa y otro
en la ley, basta asistir á misa en Córdoba, ó á un teatro
en Buenos Aires, para ver que son los mismos individuos,
todos de la misma clase, educados en la misma univer-
sidad, participando de las mismas preocupaciones.
Se hace muchísimo honor el Eco, cuando pone de su
parte y de los suyos de hoy (porque ayer era compañero
de Del Viso), la ley, dejándoles á los que desecha, como
baldón, apoyarse en la fuerza, y aceptar los hechos con-
sumados, es decir, los Gobernadores electos, hasta que
concluyan. Justicia es distribuir el bien y el mal entre
todos, dándole al mal la preponderancia que acusan los
desórdenes de toda la América, y los nuestros propios.
SITUACIÓN política
(El Naeiofial, Diciembre 9 de 1878.)
Es digno de observación, el espectáculo que presenta
nuestra prensa política, con respecto á candidaturas. No
hay un día que no se ponga al frente esta palabra como
epígrafe, sin aíirmar nada, — ni declamación pomposa, ni
doctrina espuesta, que no sea el ataque á un supuesto
candidato.
Tenemos negativamente tres en los huatinga. Nadie los
sostiene y solo se les conoce por que alguien ataca á algu-
no de ellos.
Del conjunto de las negociaciones, resulta solo que los
tres son peores.
El mayor cargo que se les hace, tomando á cada uno en
particular, es que proceden de gobiernos electores; sin
106 OBRAS DE SARMIENTO
mas diferencia, que los abogados del uno, hallan que los
otros dos son los bastardos.
Siendo, como se deduce de las añrmaciones délos diarios,
dos de ellos ministros y gobernador el otro, se necesita sin
duda toda la sutileza de Juan Scott, para abominar de los
malos procederes de los gobiernos electores, sin desmejo-
rar la causa que defienden.
¿Quién no sabe, se pregunta un diario, lo que eB gobierno
elector? Y responde:
«Es el mandatario refractario que se alza contra el man-
dante, robándole los derechos y tesoros que le ha confiado.»
Entiendes, Fabio?
Aunque no peque de clara la definición, no sabríamos á
cual de los tres candidatos aplicársela con mas razón que á
los otros. Ya damos de barato que al Dr. Tejedor le viene
como cortada al cuerpo; pero como el diario que así razona
endilga principalmente sus razonamientos contra el Minis-
tro de la Guerra, creeríamos que sea solo acusado de leve
el del Interior, por el cual parecería que no se interesare
gobierno alguno.
Cualquiera que sea el grado de influencia de los gobier-
nos, en favor de alguno de estos candidatos, resultaría que
lejos «de haber llegado al fin de la jornada, como se dice,
en que los gobiernos electores tienen que acabar» porque
enjendran la amiseriaj la oorrupeion y el d^honor^i» creemos por
el contrario, que estamos al principio de los gobiernos
electores, pues los diarios, y debemos suponer el pueblo,
se han fijado en tres candidatos, que huelen á gobierno, de
una legua; y habrán gobiernos electores, por que de su seno
salen los tres candidatos.
Tan ofuscado se ve uno de los diarios enemigos de gober-
nadores electores, con este trilogio, que participa de la na-
turaleza de lo divino, pues que son tres [personas distintas,
y una sola en cuanto k gobiernos eleeiores, que para su humilde
juicio, «bien pudieran concillarse los extremos de estas
dificultades, cavando un sendero en la roca, para dar paso
á un otro duiadano^ que sea fiel expresión de la conciliación y fidrc-
presentante del partido liberalj con tal de que sirviese de punto
de unión á los candidatos que aun esperan la proclamación
de los partidos, como los hyos de Israel la venida del
Mesías.» i
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 107
«Pero no queremos entorpecer la marcha que llevan las
convicciones, y nos abstenemos de abrir otras opiniones
sobre la situación, limitándonos á poner en conocimiento
lo que dejamos expuesto, respecto á trabajos de los auto-
nomistas.»
Y tendremos un incógnito, cuyo nombre se reserva, dando
sin embargo las señas.
En los primitivos tiempos, en los Estados Unidos, cuando
reinaba todavía la simplicidad patriarcal de las colonias,
y no habían diarios ni politicastros electores, (por supuesto^
gobiernos no se diga), salían agentes á conquistar votos, y
para ello se habían creado prácticas muy graciosas. Vestía
su traje de miliciano el procurador de votos y, acompañado
de dos mas, y llevando un farol en la punta de una vara,
como quien anda buscando algo, detenía al primer pasante
que encontraba en su camino y preguntándole «¿no ha visto
por ahí un candidato de Gobernador, ó de sacristán, ó lo
que fuese, pues por allá se eligen los sacristanes? — Qué
señas tiene el suyo, porque vi que andan varios? Why, pues,
el mío es uno asi (moviendo la mano), que sepa concijiar
los extremos,— que sea fiel expresión déla conciliación, —
(aunque no sea de los extremos,) y fiel representación del
partido liberal. «. . .»
— Bara avis^ sin duda pero por estos pagos no se ha visto tal
avechucho; — por aquí, el que anda mas en voga es uno que
bate á los indios y sabrá conciliar los extremos, cuando el
caso llegue etc., etc.
Basta esta muestra de uno de los variados diálogos á que
daban lugar tan patriarcales costumbres. Asi las opiniones
se iban manifestando y la propaganda se hacía encomian-
do las cualidades de sus predilectos, lo cual constituía lo
que después se llamó la plataforma, y que llamamos nos-
otros el programa.
Oh! Si entre nosotros, en lugar de estar presentando
candidatos del agrado de cada círculo, salieran los redac-
tores de diarios en busca de un verdadero candidato, y se
dirigiesen á los electores, verdaderos electores, al hombre
acaudalado, ó al paisano sencillo, ó al comerciante ó al la-
brador, encontrarían que estos se mostrarían asombrados
de la imputación que se les hace como pueblo elector por
candidatos á, los que les presentan como de su predi-
1.
aii, pof el contrallo, lo que todos palpan, y es que
isí indiferencia, sino es alejamiento por cuestiones
US, sin que los mismos que tanto celo aparentan,
n un movimiento de entusiasmo; y la causa de ello
todos auguran mal, por la hipocresía de las protes-
0 solapado de las maniobras. El partido nacionaUS'
tiene, dicen, candidato! Los autonomistas, engañan
ngañan, y están divididos entre si; hay candidatos
iptos; candidatos innominados, y la conciencia pübli-
jue ningún candidato tiene partidarios.
taca á ios gobernadores, electores, por darse aires
[». Ohl qué ocasión para dejar al público, al buen
o, darse un Presidente que llene las condiciones que
re ei gobierno.
es lo que menos se pretende; y lo muestran en la
ion de unos, por las mismas razones que prefieren
EL MUNDO AL REVÉS
(SI NaeUmal. Diciembre II de 1S78.)
unos en campaña, á propósito del aniversario de
Rusa, á los que se creen aludidos, cuando de aquel
de armas se'habla.
ven á prepararse para dar otra batalia.
araos simplemente llamado i aquello acto militar,
lole toda importancia política, para apartar discu-
anta Rosa no había un solo ciudadano argentino,
lio para representar una opinión publica, en cuanto
liones.
uede decirse üe la Verde lo mismo.
IOS, pues, exactos, y evitábamos recriminaciones.
se pretende no solo falsear la historia, sino avergon-
¿No hubo gloria en el triunfo de Santa Rosa? ¿Hubo
ís vergüenza para el ejército nacional, vencedor de
iii de Campamento?
lela á la conciliación, para hacer estas denegaciones
LOS DKSFALLBGIMIBNTOS T LOS DESVÍOS 109
injustificables é innecesariiis, sino es acaso para h»^rir al
jefe del ejército que se cubrió de laureles en Santa Rosa.
Casi estañaos por conceder que los resultados de aquella
jornada, no fueron escarmentar el espíritu anárquico,
puesto que no obstante el mal éxito de la tentativa, conti^
núan siempre su propaganda.
La protesta popular contra el fraude electoral, aun ven-
cida, ha prevalecido.
Todas estas afirmaciones, sobre los hechos históricos*
vienen sin embargo, & preparar nuevos contingentes para
una campaña futura, cuya bandera ya se divisa. En lugar
de gobiernos de hecho^ se enmienda gobiernos deeiores.
El país tiene horror á los gobiernos electores. De eso se
trata, y la opinión pública debe apercibirde, de que hay
todavía quien piensa falsificar el voto. Nosotros!
Seria fácil prevenir al pueblo de que se busca ya, con
esta frase, un nuevo recurso para negar la existencia de los
hechos^ que sobrevendrán si les fueren desfavorables, en
una elección t^ana. Faltan dos años.
El exámeniranquilo de estos juegos de palabras, puede
ahorrar, sin embargo muchos estravíos, restableciendo la
verdad y disipando embustes.
Respondemos á los cargos injustos: «No hemos dado en
« llamar á los gobiernos electores á los falsificadores del voto,
« gobierno legitimo ó de derecho divino, nombrados por los dioses
« galientes.T»
Como nada ocurre al presente que justifique tales impu-
taciones, deben referirse á las actas de que decian protes-
tar, los que tomaron el nombre del pueblo, contra la adminis-
tración presente, induciendo á los militares en servicio de
la nación á un motin, pues de eso se trataba al recordar la
batalla de Santa Rosa.
Ahora, debemos exponer la difícil situación de los que
sostienen doctrinas conservadoras, al tener que habérselas
con las disolventes, que aun propagan los que fueron enton-
ces vencidos, no obstante llamarse pueblo viril.
Vamos nosotros á sostener gobiernos dectores? Somos par-
tidarios del fraude en las elecciones?
Este es por lo menos, el terreno en que quieren colocar-
nos, y el que no aceptaremos, ni ha de darnos la opinión
lio OBKA.8 OK «AKMIKMTO
recta del país, porque peca contra la verdad y los antece-
dentes.
No queremos, sin duda, que el Presidente saliente, nombre
quien le suceda.
Pudiera eso convenirles á los que, mediante la concilia-
ción, lo rodean y tienen parte en los consejos de gobierno.
Pero la protesta que se dice hecha en 1874, era por los
ciudadanos que reclamaban su voto, «y que despojados
oponen laguerra, á la fuerza bntta que los oprime.»
El examen de los hechos históricos, basta para fijar las
ideas á este respecto, y desmentir tales aserciones.
La fatal intentona de revuelta que todavía se trata de
justificar con esas falaces palabrotas, ocurrió la única vez
acaso que el Gobierno Nacional haya sido mas extraño al
éxito de la elección del que debía sucederle.
Este es el caso de llamarlo á residencia, no con afirma-
ciones desautorizadas, sino con hechos, que prueben que
eran tales y tan flagrantes, aquellos que justificasen apelar
á una revolución, y lo que es mil veces peor, á un motin
militar.
¿Han habido fraudes en aquellas elecciones?
Nosotros que conocemos las uvas de nuestro majuelo llá-
mense liberales ó lo que sean, sospecharíamos que sí;
pero no se trata de eso, cuando se trata de justificar las
revoluciones que han de sujetar al país, á atraso, descon-
ciertos, ruinas y desmoralización, como la que aquella trajo.
La doctrina que se sostiene todavía (muy sud-americana)
es que á cada hecho vulgar, vulgarísimo de elección, con
alguna tacha de fraude ó coacción, se le ha de oponer un
motin militar, de jefes al mando de fuerzas nacionales, ó
una revolución popular.
La elección del Presidente Avellaneda, reunió los votos
de una gran mayoría de ciudadanos, sin que el Presidente
saliente hubiese dirigido una carta á persona alguna en
toda la Uepública, ni creado en las Provincias Gobernado-
res electores, ni permitido á ningún jefe del ejército que
tomase parte en las elecciones.
No hubieron procómulesX Ahí están los acusados y pueden
revelar los secretos etecioraks que se les confiaron.
Si estos hechos resultaren ciertos y evidentes como la
luz, resultaría que el motin de Setiembre vino á destruir el
LOS DBáFAIiLECiMlENTOS T LOS DESVÍOS 111
primer ensayó que un Jefe del Poder Ejecutivo nacional
hacía para poner en práctica, por la primera vez^ la misma
conducta que hoy elevan á principio^ los que preparan
nuevas revoluciones, pretestando que el Presidente Avella-
neda, á quien rodean, delegará como dios saliente, su puesto,
por medio de Gobiernos electores^ que sin duda habrá creado
ó se propondrá crear; pues sin esa aplicación práctica de la
decantada abominación de los gobiernos &/^c¿or^5, la cuestión
es ridicula si en es perversa.
Vamos á los hechos.
Las elecciones de Presidente en 1874, se operaron en las
demás Provincias con cierta regularidad, con cierto decoro,
que basta para no motivar revoluciones. En San Juan,
fué creado un gobierno hostil al Gobierno Nacional, por su
propia intervención y no han de llamarle hoy gobierno
elector^ porque era desaforado mitrista. En Santiago, reina-
ban los Taboadas, y el Gobierno Nacional no inquirió sobre
la verdad del voto, contando con que se emitiría, como era
la costumbre.
Solo en Buenos Aires hubieron protestas ardientes, con-
tra el resultado de las elecciones. Serian fundadas?
Lo único que importa saber, en la cuestión presente, «s
que el dios saUente^ no había nombrado, ni influido para que
se nombrase Gobernador elector^ al que hoy es Vice-Presi-
dente, y muy amigo de la conciliación, como lo es el actual,
gobernador, que puede ser incluido entre los gobernadores
eleetoresj según el viento que sople, aunque sea el hijo pri-
mogénito de la conciliación.
La protesta que se dice hecha, por los que opusieron la
guerra al despojo del derecho electoral en 1874, se equivocó
de puerta. Pudo ser que en Buenos Aires hubiese un
gobierno elector, y que ocurriesen fraudes; pero ese hecho
parcial no autorizaba á derrocar las autoridades nacionales,
y hacer pagar á toda la República los vicios electorales de
Buenos Aires.
Cuando fué electo Gobernador el señor A.costa, tuvo por
adversario al señor Costa, cuyas cualidades no electorcdes^
eran justamente apreciadas; pero el Gobierno Nacional no
era sostenedor del señor Acoska, por que la influencia á
que su nombramiento respondía, no era favorable ó sim-
pática al Presidente.
112
OBRAS BB SAEMJBNTO
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Mas, la pretendida protesta revolucionaria, sobre vicios
de elección en Buenos Aires, la efectuó el ejército de linea
de La Naehnf cuyas funciones no son enmedar errores ó
corregir vicios provinciales, y este era una de las perver-
siones y confusiones de aquella inicua revuelta.
Pero la supuesta protesta armada y revolucionaria, no se
hizo contra la elección del Presidente, en la que el voto de
Buenos Aires solo tiene una influencia relativa, sino contra
la elección de Diputados al Congreso, hecho subalterno
que novicia la anterior elección, y que si era fraudulento,
no autorizaba á compronieter la tranquilidad de la Repú-
blica, ni & apelar á las armas. .
En la producción de ese hecho, cualquiera que sea la
apreciación que de él se haga, ni el Presidente ni sus
ministros tenían injerencia alguna, pues ni el doctor Alsina
candidato, ni el señor Acosta Gobernador ehdor^ según la
doctrina de hoy, campaban por sus respetos.
La revolución hecha por causas locales, contra el orden
regular establecido de tantos años en toda la República,
era pues un atentado local, aunque tuviese en su apoyo
una opinión pública-local.
Y sobre este punto, tenemos que hacer salvedades. Cono-
aemos la opinión pública de nuestro país, en sus diversas
manifestaciones, y no tenemos embarazo en conceder que
en una parte muy activa, muy influyente de lo que se llama
liberal, había predisposición á aceptar, por despecho ó por
creerse la opinión legitima del país, los medios revolucio-
narios, á fin de prevalecer en las elecciones, aun sin fraude,
porque siendo la gente mas culminante, no admite en su
fuero interno que haya otra opinión que no sea detestable,
anti-liberal, federal, mazhorquera, corrompida, etc., etc.
Esta opinión, ó los que la forman, era simpatizadora con
la revolución.
Pero es justicia que se le debe; no tomó parte en hecho
en que no podía tomarla, pues estaba conQado al ejéretío de
linea.
Esa misma opinión, hacía justicia al Presidente, á su
ministerio y su política electoral; y aun los conspiradores,
que no pasaban de treinta ó cuarenta, y los jefes del ejér-
cito de linea seducidos, se hacían un deber de declarar que
uo protestaban contra el Gobierno Nacionáli sino contra
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 113
hechos locales, partidos locales, y nombres locales, pues de
nada que coa la política nacional tuviera relación se tra-
taba, sino de apoderarse del Gobierno.
Es, pues, una perversión de la verdad, decir hoy, con fines
torcidos, que llamantios á. los gobiernos electores, gobiernos
legítimos ó de derecho divino, nombrados por los diosea saliefUes.
Calumnian el primer intento honrado, de establecer las
buenas prácticas de gobierno, contra los viejos hábitos de
elecciones.
EL HORROR A LOS GOBIERNOS
{El Naeumal, Diciembre iS de 1878.)
No heníos de economizar palabras, para omitir hechos
culpables. Sábese ya cual fué el resultado de aquella cali-
ficación de gobiernos de hecho.
Otro tanto puede producir la de gobiernos electoi'eSf si se
deja persuadir que se les justifica como legitimas y de derecho
divino.
La legitimidad de los gobiernos, no viene de que no sean
£lectores^ sino de su nombramiento en las Repúblicas. Go-
biernos electores^ como origen de legitimidad, es un contra-
sentido, pues un gobierna que aun no ha sido electo, no
puede ser elector; y el ser elector duranteel ejercicio de sus
JTunciones, si esto es un abuso, no invalida sus títulos á la
legitimidad de origen.
Mas tarde abordaremos esta cuestión. Por ahora nos
proponemos demostrar que la intentona de Setiembre de
1874, que ha motivado estos cargos,. no tuvo por origen! un
abuso del Gobierno Nacional, para hacer prevalecer una
candidatura por medio de gobernadores electores. Que si
el caso ocurrió en una provincia como la de Buenos Aires,
seria obra de sus autoridades, ó de sus partidos, sin que el
Gobierno Nacional fuese parte.
Lo que tiene de odiosa la doctrina de los gobiernnos
electores ilegítimos, es que autoriza á derrocar gobiernos
que eran tenidos por legítimos, antes de la elección en que
tomaron parte. Lo que hace mas grave estas aserciones,
'es que reputando elector á un gobernador de provincia
Tomo xl.— 8
114 OBRAM IlK 8AKMIBNT0
federal, se creen autorizados para invalidar la elección que
todas las provincias hicieron de un Presidente; pues ese era
el carácter y propósito de la intentona de Setiembre.
Los gobiernos son legítimos por las condiciones de su
nombramiento, y no pierden ese carácter por el mal uso
de sus facultades legales. Nadie ha deificado á los gobier-
nos electores; pero es igualmente un exceso declararlos
fuera de la ley, por serlo.
¿Hubo, durante la administración en que se hacía la elec-
ción de la presente, tal sistema de gobiernos electores, de
manera que requiriese el enorme sacriñcio de vidas, de
tesoro, de progresos, de moral, que impone una revolución,
á ñn de acabar con un abuso insoportable, y de otro modo
incurable?
Esto es desautorizado por el simple recuerdo de ki situa-
ción de los gobiernos de provincia en las épocas electorales,
y vamos á despertarlo en el espíritu de los que aun sostie-
nen la legitimidad de las revoluciones y lanzan el cargo de
que los dioses salientes entonces, nombraban gobiernos
electores.
Principiemos por Salta.
Al iniciarse la política administrativa de la pasada presi-
dencia, hubo una tentativa de invasión de Várela, desde
Bolivia, lo que hizo se mandara un General (Rívas) para re-
chazarla. Este General fué un procónsufí Su influencia
debió extenderse alas provincias circunvecinas.
Como el procónsul es hoy adversario á la política de
gobiernos electores, él puede dar testimonio de la influencia
que se le encargó ejercer para crearlos.
Alguna provincia, como la de Tucuman, le debió á su
presencia se evitaran violencias del gobernador saliente,
que quería dejarse un sucesor. Aun en esto, que seria
laudable á los ojos de sus actuales amigos, no procedía
por instrucciones.
Santiago — LosTaboada habían gobernado seis ó diez años
antes, y continuaron gobernando durante los seis de la pasa-
da administración. Si hacían gobierno elector^ no fueron
favorables al Gobierno Nacional sus electos.
Gatamabca — ^Influidos sus actos por los señores Navarro,
ó Molina sucesivamente, ninguno de sus gobiernos fué favo-
rable á la política del Gobierno Nacional.
LOS DESFALLECIMIBNT08 Y LOS DESVÍOS 115
RioJA— El gobierno de Gordillo fué electo bajo influencias
electorales extrañas á la provincia, pero fuera de la política
del Gobierno Nacional. Debiendo mandarse un jefe á eje-
cutar el engánchense escogió un primo hermano del gober-
nador, creyendo con eso evitar conflictos. Habiéndose
producido estos, sin embargo, y mandándose levantar una
información sumaria (que existe) resultaron comprobados
hechos irregulares, tanto del Gobernador como del Coman-
dante militar, que aspiraba á ser electo. Se le mandó salir
de la ciudad y acantonarse en el Chañar, á donde fué á
batirlo el Gobernador, que volvió derrotado, sin que este
hecho escandaloso, reprobado por la Legislatura de La
Rioja, alterase sus relaciones con el Gobierno Nacional. La
presencia del General Ivanowsky fué reclamada por el Go-
bernador, y en un telegrama que se publicó entonces decía
i su mentor en Buenos Aires: «Ya sabia que Ivanowsky
es su amigo. No le temo á él ni á nadie. Su conducta es
irreprochable y no tengo de que quejarme»,
En Córdoba se sucedieron los gobiernos de Peña, Alvarez
y doctor Rodríguez, presidiendo el último las elecciones
de su Provincia. Como está vivo, este funcionario puede
declarar si era gobierno elector^ en el sentido de apoyar la
política del Gobierno Nacional.
En San Luis, existía un gobierno hostil al Gobierno Na-
cional. Presidió las elecciones, tomó parte en los movi-
mientos ocasionados por la revolución de Setiembre y por
tanto se halla absuelto del cargo de Gobierno elector.
En San Juan, hubo un movimiento revolucionario, en
favor, al parecer, de la candidatura Avellaneda, cuya vio-
lencia produjo una intervención nacional, que dio por
resultado el nombramiento de don Manuel J. Gómez, adhe-
rido á la candidatura Mitre, y el cual presidió las elecciones.
Era gobierno elector?
En Mendoza, gobernaba don Arfstid^s Villanueva, amigo
del Presidente y sin duda reputado gobierno elector. El
ejército de línea k las órdenes del Gobierno Nacional, fué
el órgano de la protesta y fué vencido. Tendríamos, pues,
un Gobernador elector favorable á la política del Gobierno
Nacional, por nueve de las -otras provincias del interior,
que no eran electores^ ó si lo eran, lo hacían por cuenta de
los actuales enemigos de los gobiernos electores.
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116 OBRAS DB SARMIENTO
Quedan las provincias del litoral.
Santa Fe. Gobernada sucesivamente por los señores
Cabal, Pascual Rosas y Bayo,
Este último, era favorable á la política nacional. Su
testimonio sería dudoso, ó rechazado, si dijese que el
Gobierno Nacional no le impuso, sugirió ó pidió adhesión
á ningún candidato.
Corrientes. El Gobernador Baibiene, especialmente favo-
\l\\ recido por el Presidente, se quejó una vez de que el
Ministro de la Guerra mantenía relaciones con el Coronel
Azcona, hostil á su gobierno. Rechazado este cargo por
I el Ministro, no alcanzó nunca al Presidente. Sin embargo,
^ como Azcona se encuentra hoy en las filas en que militan
; . i los procónsuks^ t él le toca revelar el secreto de que sea
/ , ; depositario.
; ii Entre Ríos. Después de derrocado Jordán, fué nombrado
Gobernador el señor Duportalj que renunció por razones
1 i} suyas, sucediéndole el doctor Echagüe, su Ministro, y á
/rf; este el doctor Pebre. Si aquellos Gobernadores eran elec-
li tores, seria preciso indicar que lo fueron en beneficio y
por influencia del Gobierno Nacional. Los señores Ouportal
y Echagüe, están en condiciones de decirlo.
Queda Buenos Aires, donde si hubo Goberjiador elector,
no era en obsequio de la política del Gobierno Nacional,
como se ha demostrado ya. Eran cuestiones locales, sobre
personajes locales.
¿ Habia un sistema de gobiernos electores, como un
cáncer que debía cortarse por la cuchilla y cauterizarse
éi fuego?
Otro camino quedaba á las influencias gubernativas, los
procónsules y el ejército.
i Los primeros han declarado ya, que nunca fueron influi-
dos por el gobierno.
Los jefes de división Coroneles Obligado, Víejobueno,
Borjes; Generales Vedia, Rivas, Ivanowsky, recibieron
órdenes de abstenerse de toda participación en las eleccio-
nes, y prometieron no hacerlo. El Coronel Roca pidió su
baja absoluta, creyéndose desatendido; y los que resis-
tieron & esa política de abstención, fueron separados del
mando.
Estos hechos, de una notoriedad incuestionable, dejan
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DES V IOS 1 17
en claro que no hubieron gobiernos electores, como uo
vicio administrativo que requiriese una revolución. Si los
gobiernos de San Juan, San Luis, Rioja, Catamarca, Cór-
doba, Santiago, y aun Buenos Aires, que forman la mitad
de las Provincias y la mayoría de los electores, eran ellos
mismos electores; lo eran en favor, excepto Buenos Aires,
de lo que hoy llaman un crimen. Los demás, excepto
acaso los de Mendoza y Santa Fe, pueden dar asidero á
tergiversaciones; pero son una minoría insignificante, en
proporción á las influencias opuestas.
Es posible, pues, en sana crítica, que el hecho haya
ocurrido parcialmente; pero no se arranca violentamente
la xi^aña, por temor de dañar ai buen trigo: no se hacen
revoluciones estériles, para probar el liorror que el pueblo
tiene á los gobiernos electores, que no existían en-
tonces, sino es en beneficio de los mismos que los reprueban
ahora.
Hoy se pregunta ¿cuál es el artículo de la Constitu-
ción por el cual el gobierno saliente elige al entrante?
Nosotros preguntaríamos, de que gobierno habla? Del
del doctor Avellaneda?
Del que le precedió no puede decirlo. No lo dijeron
entonces, porque no lo sentían así. Tacharon de este defecto
al Gobierno de Buenos Aires; pero ese gobierno no obede-
cía á inspiraciones del Gobierno Nacional, sino á las de
partidos locales. Entre el doctor Alsina y el Presidente,
y su ministerio, no había concomitancias políticas.
Se sabe el día y la hora en que, por una declaración
pública, el doctor Alsina renunciaba á su candidatura y
ofrecía su cooperación áotro candidato, que ya no formaba
parte del Gobierno nacional.
Sin esta renuncia, habrían habido en Buenos Aires dos
candidaturas, y aun tres hostiles á la que triunfó; pero
no se habría preguntado, con la falta de verdad con que
se hace hoy: que era Alsina nombrado por los dioses
salientes, y cual es el artículo de la Constitución que así
lo provee.
El único artículo que existe, es la honradez política de
que ese gobierno saliente fué el primero en dar una prueba,
loque no estorbó un motin militar y dos batallas, como
no estorba que se repitan ahora las mismas patrañas.
118 OBRAS DB SARMIENTO
Algo mas podemos decir para ilustrar la opinión.
En Méjico, acaba de publicarse el siguiente decreto:
Méjico» Setiembre 48 de i878.
«Dígase al oficial de la jefatura de hacienda de Chihua-
hua, Pedro Barcenas, que se ha informado'á esta Secretaría
que el 11 de Agosto próximo pasado estuvo en el Paso del
Norte^ al tiempo de las elecciones^ y no habiéndosele dado licen-
cia para separarse de esa oficina, informe con justifica-
ción lo qué haya sobre esto. — Rúbrica del Secretario de
Hacienda.»
Para hacer sentir la gracia de este decreto, bueno es
tener presente que en todos los Estados Unidos, el vigilante
de policía que guarda el orden en las mesas electo-
rales y remite preso al que lo perturba, vota en la misma
mesa.
En Méjico, modelo de la libertad de las revoluciones, no
pueden votar los empleados públicos ni los de la Aduana.
Las Constituciones dicen generalmente: no son ciudada-
nos los menores de edad, las mujeres, los dementes ó
imbéciles ni los criminales. En Méjico, donde sobran y
abundan los salteadores, han añadido, ni los empleados púbU»
eos; y ya se pide esto mismo para la República Argentina.
Solo podrán votar los revolucionarios.
Ello no quita que el Presidente actual de Méjico, sea el
fruto de la revolución de Porfirio Diaz contra Lerdo de
Tejada que le hizo revolución á..,; y que el mismo dia-
ria oficial, que trae el denuncio del horrible crimen de
un empleado de aduana, acusado de pretender ser ciuda-
dano, como los salteadores que infestan los caminos y
votan, traiga este otro avisito:
— Don Mariano Escobedo, (General) y demás jefes mili-
tares sublevados que fueron aprehendidos con él en la
frontera del Norte, están detenidos en la prisión militar
de Santiago Tlaltelolco, de esta capital, y se les sigue la
correspondiente causa. Se les han guardado y guardan
las atenciones consiguientes á sus anteriores servicios al
país y al decoro del Gobierno.»
Donde dice Tlaltelolco, léase Retiro, que eso significa, y
Bo veill que por todo él mundo americano hispano se
/
LOS DESFAIXECIIIIKXTOS Y LOS DE9VIOS 119
cuecen habas. Presos los señores jefes, y guardándoseles
las atenciones consiguientes á sus anteriores servicios, han
conseguido que los ciudadanos que están ordenadamente
sirviendo á su país, no pueden votar. Vése, pues, que la
cuestión de los Gobernadores electores, está ya ganada en
Méjico, y perdida en los Estados Unidos, donde el doctor
Rawson puede presenciar el escándalo de que hasta los
Ministros se crean ciudadanos y sean tan bellacos conio
sus gobernados.
Ya verán los inventores del delito, no clasificado por las
leyes, de ser Gobernadores electores, aunque no sean ilegiii'-
mos, lo licito que es caerles encima, como á los Gobernadores
de hecho!
LOS TRONCOS
{El Nacional, Diciembre 14 de 1878.)
c El que convirtió la República en un campamento mili-
tar, para levantar en la punta de las bayonetas al sucesor
que legaba (el doctor Avellaneda).... nunca llegamos á
suponer que alcanzara su modestia á negar una obra exclu-
sivamente suya: los gobiernos elecíorale».
Suprimimos el relleno de injurias al señor Sarmiento.
Como se hablase de Gobernadores electores, á proposito de
la batalla de Santa Rosa, El Nacional ha probado y desañado
á que lo desmientan con hechos, que no hubo tales gobier-
nos electores en 1874, como un vicio orgánico que requiriese
una revolución.
Le han contestado con una argumentación epilogada
asi: a Los Gobiernos porque si» y ahora se le objeta lo
mismo, por los que llamó á su lado el Presidente Avellaneda,
diciendo que era el hijo de las entrañas á quien hoy
reniega.
La discusión, donde amenazaba ser seria, ha degenerado
en axiomas y generalidades, que pueden ser ciertas aqui
como en Francia, Chile, Perú ó Estados Unidos, tales como,
« EL GOBIERNO ELECTIVO ».
I I Démonos, dicen, un gobierno corruptor^ y tendremos
un pueblo corrompido, sin la resistencia que salva la mo-
120 OHKA8 DK 8AKU1KNTO
ral y el derecho y evita la humillación y el deshonor de
ser el patrimonio de un gobierno corrompido y electw.
De que gobierno se habla? del de hoy ó del de ayer? ó
bien de todos los gobiernos del mundo?
La cuestión era al principio, que antes los dioses salientes
(por la administración pasada) habían nombrado al Pre-
sidente Avellaneda. Hoy son generalidades las que co-,
meten.
El Nacional pretende que no hubo entonces ni Presidente
elector ni Gobernadores electores que secundasen sus
miras.
« Los Gobiernos electores no entraron entonces para nada
en el mecanismo electoral de Presidente » y « El que con-
virtió en un campamento militar á toda la República (el 24
de Setiembre de 1874), para levantarse sobre la punta de
las bayonetas de los Jefes del Ejercito Nacional sublevado,
reniega hoy de su obra, del hijo de sus entrañas (el motín)
negándolo como San Pedro negó á Cristo».
Este es el inconveniente de las generalidades, que no se
refieren á hechos prácticos.
Antes del 24 de Setiembre, ni Buenos Aires ni ninguna
de las Provincias, fué convertida en campamento militar.
No hubo mas movimiento de tropas que las de la fron-
tera de San Luis, nacionales^ para contener los desmanes del
jefe de las fuerzas nacionales de la frontera de Mendoza, que
se equivocó de dirección, viniendo á la ciudad de Mendoza
donde no habían indios, en lugar de pasar el Diamante
al Sur, hacia Malargüe.
De la misma fuerza nacional de la frontera de San Luís,
fueron doscientos hombres ala Rioja, á ver de poner orden
entre la fuerza nacional del Coronel Gordillo, y la provincial
de su sobrino el Gobernador (elector) Gordillo, y todo ter-
minó ahi. Toda la República se mantuvo en santa paz,
desde que se les estorbó á los procónsules y jefes de divi-
siones de fuerzas nacionales de frontera, ir arreglar eleccio-
nes, sin instrucciones de su gobierno, en las capitales de
las ProvHicias.
Esta reserva la hacemos porque el Presidente Grant, que
era un Presidente elector (testigo y declarante el doctor
Rawson,) mandó al General Sherman con fuerzas de línea
¿ la Luisiana y á la Carolina del Sur, para que cuidase de
LOS DfiSPALLBCIlilBNTOS T LOS DESVÍOS 121
que no se arañasen los electores; y no queremos perder la
ventaja que este ripio nos dá, mostrando que el Presidente
Grant, hizo, dos años después, lo mismo que hizo el Presi-
dente Sarmiento en La Rioja, et in aüri siti^ con el mismo
resultado: evitar la efusión desangre.
Vamos ahora á ver cuando y como se hizo un campa-
mento militar en toda la Repúbüca.
El 24 de Setiembre se movieron todas las fuerzas acan-
tonadas en el Azul, contra los indios; y pasando el Rubicon,
se dirigieron hacia la ciudad de Buenos Aires, que tuvo
que convertirse á su vez en campamento.
El Coronel Borges, que estaba vijiiando al indio Pincen,
mandó contramarchar hacia Chivilcoy, operación que no
estaba en sus instrucciones, y parece que murió por ahí
victima de su error y de haber faltado á su deber y á. sus
declaraciones y protestas escritas.
Otra división de frontera, mandada por un Jefe acciden-
tal y sin instrucciones, se dirijió á Santa Fe, después á
Córdoba, después á, San Luis, y últimamente estableció
sus reales en Santa Rosa de Mendoza.
Ningún pueblo que no fuese el de línea, al cual le es pro-
hibido votar, prestó apoyo á las fuerzas sublevadas, sino es
el de San Juan gobernado ])or un proveedor del Ejército.
Las demás provincias se convirtieron en campamentos
militares, incluso Goya de Corrientes, con el Comandante
Martinez que tanta y tan merecida gloria ha conquistado
en la conciliación.
Estas son cuentas de sumar y restar.
El Presidente de la República Argentina, en 1874, hizo
momentáneamente campamento militar de Mendoza, para
rechazar á sus propias tropas que un Jefe distraía de
BUS deberes; asi como de la Rioja, para protejer una fuer-
za nacional que había sido atacada en su campamento en
el Chañar camino de Córdoba.
Sin esos motivos, el Presidente Grant mandó una gruesa
división del ejército á cubrir á la Carolina del Sur y la
Luisiana, durante las elecciones.
Desde el 24 de Setiembre adelante, la Provincia de Bue-
nos Aires fué convertida en campamento militar por los
amotinados; y Córdoba, San Luis, Mendoza y Goya en
Corrientes, tuvieron la misma suerte. Si en San Juan, por
122
OBKAtf DK 8AUMIKNTO
ser gobierno efector, el nacional tomó cartas, no debe olvi-
darse que el Gobernador puesto por la intervención no era
elector, y por tanto no tenían de que quejarse.
Deseáramos que nuestros antagonistas economizaran los
grados y las injurias y fijaran mejor los hechos á, que se
refieren.
Esta vez, lo de gobernadores deoiores no ha de pasar como
lo de gobernadores de hecho. Fáltale autoridad al dicho, y
no tiene la ventaja de la improvisación.
Tenemos dos años para examinarlo, y rara vez se dejan
engañar á sabiendas los pueblos. Si hay Grobernadores elec-
ioreSf no es cierto que hubiese Presidente ekeioryqixe la
batalla de Santa Rosa, que no era entre políticos argen-
tinos, sino puramente entre militares, se diese contra gober-
nadores electores.
CONTRA LA LIGA EL PACTO
(Bl Nacional, Febrero i« de 1879.)
Sucede con frecuencia, en los largos debates, ya sea de
ideas ó intereses, que al fundarse las razones de una y
otra parte, se eleva la cuestión de lo circunscrito del caso,
á los principios fundamentales que lo rigen; y como los
principios no se han creado para el caso particular debatido
puede tener y tienen necesariamente aplicación á otros
casos que no hacen á la cuestión debatida, bien así como
las ramas de un árbol genealógico compuesto de nombres
y de familias distintas, proceden de un tronco común, sin
que por eso las últimas familias sean entre si del mismo
nombre.
Sin esto, sucede también que el sostenedor honrado de
una idea, desapercibido de la malicia de su contendor, deja
escapar frases que se prestan á la chicana, y que en manos
de un abogado avezado á los recursos de la controversia
judicial, se las tiene en cuenta, y cuando menos se lo es-
pera, le vuelven sus propias palabras como argumentos, y
ve enderezarse contra si á sus mismos hijos, como un padre
se horrorizaría al oir á su prole deponiendo enjuicio contra
el autor de sus días.
Tal nos ha sucedido con La Nación^ en las mil cuestiones
f )
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 123
que hemos debatido, reducidas de nuestra parte á esto solo:
la Constitución no admite revoluciones, nada mas, nada
menos. Pero la cuestión va cada dia degenerando, por ia
vía de las digresiones que tan ameno hace el sempiterno
habladero de las comadres, por los símiles y las sustitucio-
nes de frases, con aquel, es dec¿t\ como si digera^ que tanto k
espíritus incautos fascina, y con la repetición del da capo,
cuando ya se ha agotado la materia.
Tenemos que confesar, nuestra falta de circunspección,
para no soltar prendas al adversario, en palabras ó genera-
lizaciones que no siempre se pueden retirar ó limitar; y
sobre todo nuestra supina ignorancia de las prácticas del
foro, cuando se desea prolongar un litis y se suscitan articu-
laciones, que confunden al adversario, y hacen al Juez
mismo olvidar cuál era el asunto de la demanda.
Sírvanos, si trae nuestro grave error todas sus conse-
cuencias, de disculpa la sencillez del propósito, la falta de
pericia y la imprevisión. Quién había de imaginarse, que
de un fósforo ya servido, había de producirae tan grande
incendio, capaz de envolver á ia República entera?
Espondremos á nuestros lectores, el contratiempo que
nuestra indiscreccion ha creado, á ña de que «tengamos
cuidado con el engaño.»
Sucedió, pues, que tratándose de la política electoral de
un Presidente, de lo que recien teníamos noticia por-Líi
Nación, traía este diario una otra suposición incidental,
que no era sino un andamio, ó unos puntales puestos para
sostener el edificio sin base que construía. Hablaba de la
liga de gobernadores actuales, de cuatro años á esta parte,
bajo la Presidencia que ha hecho la conciliación, liga por
supuesto que á existir, seria un argumento contra la conci-
liación, ó un motivo para echar abajo el actual Presidente,
según la teoría, pero no al de antaño.
En hora menguada, y asi nos pesa! se nos ocurrió, para
hacer resaltar el disparate, escribir aquella palabra liga, tan
fuera del tiesto, en aquel debate sobre hechos pasados ya
á la historia, aquella liga de hoy, traída de los cabellos á
deponer contra hechos pasados años ha; en hora mengua-
da, decíamos, nos ocurrió poner la palabra liga en bastar-
dilla, ligoj y dejándonos llevar por aquella fatalidad tan
trivialmente citada qui Deua vuU perderé demeniat^ pusimos con
\2Á OKKAtf 1>K CtAKMlKNTO
letra mayúscula Liga; y una vez lanzado en el mal camino
k impulsos de nuestra mala estrella, escribimos LA. LIGA.!!
La Nación se apercibió de ello; y comparando ediciones
de M Nacional^ y descubriendo la amenazante progresión:
liga, liga, liqjl, LIGAIÜ comprendió con su sagacidad acos-
tumbrada, todo el peligro que corrian las libertades de la
República; y como un marido celoso, que en una comedia
española le decía al amante de su mujer, en tono jactan-
cioso: «já mí no me la peganl La Nación se dijo, aquí hay
gato encerrado! Ellos mismos lo confiesan; la liga era
para el debate un auxiliar inventado y sin consecuencia;
pero qué hallazgo qué descubrimiento. Se han traicionado
ellos mismos, como el reo á quien el juez le dice, con apa-
rente descuido, saque el pie, para ponerle cadena, y saca
el izquierdo, lo que prueba que no es la primera zorra que
pezcan de la cola.
La Ligal se dijo para así. La Liga...!! La LIGA...I!!
Estamos perdidos!
Bien, hagamos de tripa corazón. Del enemigo, el conse-
jo! Hagamos aparecer como que fué una celada hábil que
les tendimos!
A El Nacional, que se ha declarado órgano de la LIGA,
le debemos el bien de habernos anunciado anticipada-
mente el peligro, dando el campanazo de alarma.
Al menos no podremos quejarnos de alevosía cuando
abiertamente se hace la amenaza en son de guerra.
Digamos muy suelto de cuerpo ya cayeron en la trampa,
y sobándose las manos, en los arrebatos del triunfo, dio
suelta á la loca de la casa, la imaginación, y trazó su plan
de campaña. Contra la Liga, opongamoií un Pacto, dos
Pactos, diez Pactos si necesario fuere. Buenos Aires contra
las Provincias. Osa contra Pelion, — ^Cartago contra Roma
— griegos contra troyanos!
Nos traen cadenas, contra la libertad que nos aseguraron
Castro, Acosta, Casares, todos unidos con nosotros hoy por
la conciliación y el pacto. Habrá guerra civil, si la Liga,
la horrenda Liga, viene de nuevo á imponernos las cadenas
de Caseros!
Oh! mil veces malhadada letra L mayúscula nuestra! Oh!
patizamba l, que tantos extragos vais á causar. Os juro,
suprimiros de mi vocabulario, como San Martín ordenó á
LOS DBSFALLBCIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 125
un fraile Znpnta en Men<ioza, suprimir el Za de su ape-
llido, y á cuantos encontraba les decia: no me llamen por
Dios como antes, soy el padre Pata y nada mas que Pata,
Si tenemos que nombrar un Emilio, escribiremos EhnidiOf
si Elizalde, Edisarde, como pronuncian los rotos en Chile.
Con la ley de marcas en la mano, reclamamos nuestra
propiedad al titulo Liga.
La mercadería falsificada de La Nación^ era liga que puede
ceñir una pudorosa pierna, pero no el ancho y nutrido
pecho de la República. Entonces se llama cinto, cintura
cinturon y aun cinta pero no liga. Las ligas se llevan en'
partes escusadas, y son como la usa La Nadon, antes de
apropiarse nuestra idea, medio y adieminemenif y no el obje-
to y fin de la oración.
Protestamos pues, una, dos, tres y cuantas veces sea ne-
cesario en derecho, que la Liga es nuestra propiedad y La
Nadon no tiene sino una liga que no es lo. jarrsiiare^ ni puede
decir de eUeihonnimi qwi mai ypenaej al vérsela ostentada,
porque nosotros pensamos mucho y muy mal de tal esca-
moteo .
n
No nos queda pues, otro recurso contra nuestros propios
errores y flaquezas, que apelar co*mo siempre al estudio, al
examen de las palabras, para reparar el extrago que pala-
bras mal usadas hicieron.
Hemos recurrido al diccionario, para ver si encontramos
conciliación posible entre Liga y Pacto, á fin de salvar la Re-
pública del tremendo conflicto que pueden traer el' choque
de estas dos huestes, la una ilev.ando por bandera Liga; y
por empresa, abajo el Pactol y la otra con la disciplina del
Pacto, gritando: muera la Liga como en los tiempos del
buen rey Enrique IV, que para concillarse k sus enemigos
de París, oyó una misa y lo concilio todo.
Liga: dice un buen diccionario, es — «cuna combinación ó
« unión entre dos ó mas partes, con' el propósito de man-
« tener amistad, fomentando mutuos intereses, ó para eje-
« cutar juntos un propósito convenido».
Pacto: dice el mismo buen diccionario, «es un acuerdo,
« un contrato, una liga^ un convenio».
126 OHHAüf UK «AKMIBMTO
De manera que pacto y liga son sinónimos, y quien dice
Liga, dice Pacto; y el que dice Pacto dice Liga. Estamos
pues, á punto de entendernos, entre hombres que no dispu-
tan sobre palabras.
Una pequeña diferencia legal pudiera establecerse, y es
que el Pado, siendo un contrato, se hace por escrito, lo que
no es indispensable en las ligas, pues el pacto es un instru-
mentó que determina no solo el objeto de la LIGA, sino la
manera de proceder.
El pacto celebrado á nuestra propia vista aquí reúne
todas estas cualidades.
Nuestra mil veces detestada sostltucion de una L ma-
yúscula en la inocente palabra liga, despertó al león que
dormitaba, y leyendo una circular que decía á ios recien
nombrados Jueces de Paz, que eran uña ytíarne con ellos,
mugió la ñera enemiga délos enemigos del libre suñ*agio,
y se dirigió hacia el punto de la selva, á donde esperaba
encontrar su ansiada presa, los satélites de los Goberna-
dores electores.
Encontrólos con efecto, desapercibidos, platicando sobre
estas cosas y las otras, con tal aire de bondad y sencillez,
que tocó su corazón honrado de león, ño obstante su ham-
bre y sed de sangre electora^ que es su bocado predilecto,
porque han de saber mis lectores que es tigre cebado^ y pre-
fiere carne de elector á toda otra golosina.
Escondió las uñas, pues, y como es un león pos malin^ no
les puso miedo su presencia, sino que por el contrario, le
dijeron: tire esa petaca y siéntese, como decía á un tucu-
mano que estuvo en España, y fué recibido por el Rey
José n, en su palacio, diciéndole lo mismo: hombre! Manan,
de donde sales; tira una petaca, y siéntate para que hable*
mos de esas Américas, de donde vienesl
Hablaron pues, con el león de la fábula, a quien dieron
las pedidas explicaciones sobre la circular; y como hombre
hábil que es un león domesticado, les hizo esta estraña
proposición: Supongamos que ustedes no han escrito ni fir-
mado tal circular.
— Pero, mi buen león, yo no la he escrito, por que no po-
demos todos escribirla, pero
— ^No hay pero. Ustedes no la han iancionado^ lo que se
llama sancionar en forma.
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 127
— ^No: convei^samos, continimos y
— ^Bien: declaren que no han sacionadotal cosa, y déjenlo
todo á mi cuidado.
—Pero
— ¿Estamos seguros? No hay quien nos oiga? y mirando
debajo de las mesas, hacia los rincones y á las puertas y
ventanas, y pidiendo la reserva que requería la necesidad
de unirse, desenvainó cautelosamente un número de El
Naeionaly y buscando la palabra, estendiólo sobre la mesa,
y con el dedo clavado sobre la fatal palabra con letra ma-
yúscula, LIGA, les dijo ahuecando la voz: — aqui está el
peligro que nos amenaza, si todos los partidos no se ligan
para conjurarlo!
He seguido los pasos de la trama, aqui tienen ustedes el
rastro que ha ido dejando.
Al principio, era una liga cualquiera, quizá de dos ó
tres gobernadores. Luego se pasaron la palabra á otros, y
ya fué liga.
Se entendieron; y para mostrar cuanta importancia le
daban, la hicieron anunciar liga.
Hasta que al fin, seguros de su triunfo y con el descaro
del cinismo, nos han lanzado el guante en-todas mayúsculas,
la LIGA!!!
Quedáronse abismados y cariacontecidos los circunstantes,
mirándose unos á otros, y no tanto asombrados de su propia
ceguedad, cuanto de la sagacidad del expositor.
— Con efecto, decía uno, conñeso mi falta de malicia
¿quién había de creerlo?
Otro decía para sí: Si escapamos con vida de la conspi-
ración de esta LIGA, lo hemos de hacer diplomático. Ha
errado su vocación. Nació Ministro Plenipotenciario, acre-
ditado á cerca no importa que nodriza.
Echáronse pues, allí las bases de un Pacto sin protocolos
formales. — Puesto que ustedes tienen los Comandantes de
Campaña, les dijo, ya hay una base para negociar.
— Cierto, decía otro; pero esos y los Jueces son del Gober-
nador I
—Nada de personalidades. No contratemos sobre per-
sonas. Un pacto es ^obre cosas, modua vivendif statu quo,
antebeUum. . .
—Lo haremos ad referéndum.
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128 0HRA8 DB 8AKIC1BMT0
— Déjense de fórmulas vanas. El pacto será sobre un
dulce comercio de amistades, conciliaciones, y otros artícu-
los en demanda.
Nombraremos de acuerdo Representantes á la Legíslatu-
\ ra, contra los republicanos.
fil'l; — Convenido; contra los republicanos lo que quieran. Y
en cuanto áT
— ^Eso se sobreentienda. ¿No ven que nos dirían gobier-
nos electores si
— ^Ya caígol respondió el mas avisado, y cayeron todos
en efecto en la trampa.
Sometiéronse las bases k los dos Congresos, porque tratán-
dose de cosas nacionales, los nacionalistas no hacen Legisla-
:„^ turas. Se nombraron Ministros diplomáticos, se ñrmó el
Ij'j pacto, se canjearon las dos copias de un tenor, y Buenos
'•| '!; Aires supo con su publicación, que unidos todos contra la
; ./ '( LIGA, habíamos estipulado siete artículos, como siete bie^
fj!' naventuranzas, y siete virtudes teologales, contra los mí^
'\U\ pecados capitales de la nefasta Liga.
1 1 n Pero no hay precaución que no deba tomarse contra las
' r ■ malas interpretaciones de los legos, y la misma parte con-
if tratante se salió esa noche á La Pampa, y allí, en pre-
sencia de las estrellas del cielo, por casualidad nublado,
declararon que su candidato para la Presidencia había
sido, era y continuaba siendo el que, como Scipion óDruso,
1 1 llamado el Africano, ó G-ermaníco, será saludado por la
historia con el apelativo de Correntino, apelativo diremos
de paso, que se pegará á su nombre y lo seguirá á donde
quiera, llamándose el Correntino.
Para mayor seguridad debían reunirse en conciliábulo»
en forma de apoderadoa y como si fueran una Convención, y
declarar quien era el ángel de sus amores y el candidato
que debían sostener los autonomistas del Pacto, pues si
bien no se inscribió con todas sus letras Correntino, del mas
corriente de los candidatos, se obligaron por escritura pú-
blica á estar unidos, ligados, contratados y convenidos en
todo, menos en lo del otro que no se mentó para nada,
!: ó fué discretamente apartado, lo que equivale á una exclu-
sión estudiada.
Al día siguiente La Tñbuna^ que no había sido convidada
[- á los arreglos, extrañaba la precipitación con que habían
LOS DBSFALLBCIHIBNTOS Y LOS DBSYIOS 129
obrado los autonomistas, tomando la sombra por la reali-
dad, y quedando prisioneros, como en la Verde, perdona-
dos por su inocencia, y nosotros, autores inocentes de tanto
pacto, cavilación y enredo k la cabeza y órgano de aquella
tremebunda LIGA, de mis pecados!
A LA TRIPULACIOH DE LA NAVE
Requeridos por La Nación á guardar las reglas del debate,
entre hombres que piensan y sirven al país, debiendo ser
los primeros en dar el ejemplo, sospechamos que tiene ó
puede tener razón; y es preciso obrar de manera que La
Nación no tenga nunca razón, ni aun por la sin razón de
otros.
Se trasmite pues, esta orden del dia al cuerpo, bajo aper-
cibimiento. Llamamos á todos al orden..
EL DONQUIJOTISIHO
EN POLÍTÍGA ELECTORAL
iBl Nacional, Febrero 4 de i879.)
Un nombre propio, real ó imajinario, enriquece las len-
guas con un sustantivo nuevo, que representa una idea
tan clara como árbol, estanque^ congreso. Tales son mo-
^iavelismoy quijotismo^ quijotezco y quiJoUi^ai jemitismo^ etc. etc.,
que hoy están en todas ías lenguas modernas, y despiertan
al oirías un cúmulo de cualidades definidas.
Hace pocos años, pidiendo un espiritista el nombre de
cualquier personage muerto para evocar su espíritu y ha-
cerlo responder á las preguntas que se le hicieren, un in-
crédulo, para mofarse del nuevo embeleco, le dijo con
afectada gravedad : evoque al Ingenioso Hidalgo D. Quijote
de la Mancha.
El espiritista se preparaba á proceder como en los demás
casos, cuando el burlón, creyéndolo á ese grado ignorante
ie observó que D. Quijote era un personage imajinario.
—Está Vd. en error, contestóle el fanático.
Tomo zl.— 9
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130 OBRAS Db SARMIENTO
— « D. Quijote es un personage real, que si no ha exis-
tido materialmente, es una de las formas del espíritu hu-
mano, mas real y caracterizado que el deleznable cuerpo»
Y sin embargo, tiene su fisonomía, su porte y »u estatura,
tan precisa que Gustavo Doré, Rafael, Miguel Ángel y todos
los que conversan con el alma, lo habrían de representar con
los mismos rasgos, alto, descarnado, triste, como que conocia
la miseria humana, que se burla de lo mas santo, cual es
la generosidad del corazón, la idealidad que nos hace mirar
grandioso lo que es pequeño en apariencia.
«Si por mi arte me fuera dado presentar los cuerpos de
los espíritus, vería Vd. al ingenioso hidalgo, é involunta-
riamente se descubriría Vd. en presencia de aquella encar-
nación del bien, soñado, presentido; pero vivo y real, en el
mundo de lo posible, Don Quijote es el progreso moral, es
un programa de gobierno, de instituciones venideras, como
la crítica acerba de sus tiempos en que Cervantes al crearlo,
vivia desdeñado, á merced de la caridad de un poderoso, no
obstante sus heridas de Lepanto, batalla que salvó á. la
cristiandad y á^la civilización moderna.»
Sí tanto no dijo el espiritista, lo decimos nosotros que
valemos tanto como él, añadiendo que lo que distingue al
genio y caracteriza á Cervantes, es la pintura de hechos que
habrán de sobrevenir en el curso de los acontecimientos
humanos, toda vez que una ilusión se apodere de nuestro
espíritu, y á. la luz febril de la imaginación contemplaron
los hechos vulgares y de diaria ocurrencia. Qué profundas
observaciones las del buen Sancho, el sentido común mali-
cioso y un poco bellaco, como conviene á la crítica conven-
cida. Qué ridiculas escenas las que excitan el caballeresco
ardor por el bien, por la justicia, por la libertad de los
I oprimidos de entonces, los galeotes, la mujer, el desvalido,
; , el ignorante cabrero, que no se le alcanza la edad de oro á
) i que llegará un día el mundo!
Y si Cervantes hace ridículos los accesorios, es solo para
i , fijar en la mente del pueblo sus lecciones, ni mas ni menos
como Jesús, el sublime Quijote de la moral, dá á sus lec-
' cienes la forma de parábolas, que quedan en la memoria
del oyente. Si hubiera dado sus lecciones como Platón, no
I fuéramos hoy cristianos.
Trasportémonos, en prueba de lo dicho, á los tiempos
♦ t
»
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 131
modernos, donde el oprimido f^s el pensamiento, la voluntad
en política, donde la edad de oro que soñamos en perspec-
tiva es el libre sufragio con la tranquilidad pública, y traiga-
mos á. nuestra propia escena una aventura de las mil del
valeroso hidalgo, que toma los molinos de viento por gigan-
tes espantables, los odres de vino por tiranos á quienes
atraviesa con su lanza revolucionaria, porque es revolucio-
nario Don Quijote, inocente, noblemente revolucionario.
Encuentra una desfilada de presidiarios encadenados, y
arremete contra la custodia, creyendo que son electores á
quienes se priva de su derecho. Se imagina en las polva-
redas que se levantan en el horizonte, dos huestes que van
á combatir, y se pone del lado del débil contra la Liga de
los Déspotas ligados, y sino sale victorioso, si el infeliz
Sancho se desgañita en vano para mostrarle la verdad, no
por eso el cuadro que presenta Cervantes es de menos ver-
dad y aplicable en todos tiempos y lugares á los hechos
reales de la vida.
Para gloria inmortal del ilustre manchego, para mostrar
que circula en nuestra sangre la hidalguía castellana, no
hagamos política hoy, y acompañemos al lector á presen-
ciar un rudo combate del sublime poeta, contraía prosaica
realidad.
No cambiamos sino los nombres propios, por ser muy
arrevesados algunos y estraños á nuestro modo de ser
muchos; pero no suprimimos ni una frase, sino que repro-
ducimos todo el
CAPÍTULO II
aDe como Don Quijote desbarató la Liga de los doce malandrines
que intentaban violentar á la Gasta Susana.
«Don Quijote se volvió á Sancho y le dijo:
Este es el dia en que tengo que hacer obras que queden
escritas en el libro de la fama, por todos los venideros siglos.
¿Y ves aquella polvareda que allí se levanta, Sancho? Pues
toda es cuajada de un copiosísimo ejército que de diversas
é innumerables gentes que allí vienen marchando.... Y
con tanto ahinco afirmaba Don Quijote, que eran ejércitos,
que Sancho lo vino & creerse y á decirle: Señor ¿pues qué
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132 0BKA8 DB SARMIENTO
¿i hemos de hacer nosotros? Qué? dijo Don Quijote, favorecer
! i: y ayudar á los menesterosos y desvalidos. Y has de saber,
Sancho, que este que viene por nuestro frente, le conduce y
guia el grande Alifanfarron, señor de la grande ínsula;
este otro, que á mis espaldas marcha, es el de su enemigo el
rey de losGuarumbas, Pampliñ, el del arremangado brazo,
porque siempre entra en las batallas con el brazo dere-
J !j¡ cho desnudo.
— ^Bien se me alcanza, respondió Sancho; ¿pero dónde pon-
dremos á este asno, que estemos ciertos de hallarle después
de pasada la refriega? — Así es verdad, dijo Don Quijote; lo
que puedes es dejarle á sus aventuras, ahora, se pierda ó
no, porque serán tantos los caballos qne tendremos después
que salgamos vencedores, que aun corre peligro Rocinante
no le trueque por otro: pero estáme atento y mira, que te
quiero dar cuenta de los caudillos mas principales que en
estos dos ejércitos vienen.
Aquel coaligado que allí ves, de las armas jaldes, que trae
en el escudo un león coronado rendido k los pies de una
doncella (y á sus plantas rendido un león) es el valeroso
Laurcaleo, señor de la Puente de la plata. El otro, de las
armas de las flores de oro, que trae en el escudo tres coro-
nas de plata en campo azul, es el temido Micocolembo,
Gobernador de Quiriocia* El otro, de los miembros gigan-
teos, que está á tu derecha mano, es el nunca medroso
Branda-barbaron de.... y el que viene armado y trae por
escudo una puerta que según es fama, es una de las del
templo que derribó Sansón cuando con su muerte se vengó
de sus enemigos. Pero vuelve los ojos á esta otra parte, y
verás delante y en la frente de este otro ejército al siempre
vencedor y jamás vencido Timonel de Garcajona, príncipe
de la nueva Vizcaya, que viene armado con las armas par«
tidas á cuarteles, azules, verdes, blancas y amarillas, y trae
en el escudo un gato de oro, en campo leonado con una
letra que dice: Miau^ que es el principio del nombre de su
dama, que según se dice, es la sin par Miáulina, hija del
duque Alfeñique del Algarbe. — ^El otro que carga y oprime
los lomos de aquella poderosa alfana, que trae las armas
como nieve blancas, y el escudo blanco y sin empresa al-
guna, es un caballero novel, de nación francés, llamado
Pierres Pampin, señor de las baronías de Utrique.— El
LOi3 DBSFALLBCIMIBNTOS Y LOS DESVÍOS * 133
otro que bate las ijadas con los herrados caréanos á aque-
lla pintada y ligera cebra
Y de esta manera fué nombrando muchos caliecilias, del
uno y del otro escuadrón, que él se imaginaba, y á todos les
dio sus armas, colores, empresas y motes de improvisto,
llevado de la imaginación de su nunca vista locura. —
I Válame Dios, y cuántas provincias nombró, dándole á cada
una con maravillosa presteza los atributos que le perte-
necían, todo absorto y empapado en lo que había leido en
sus libros mentirosos I.. .
Estaba Sancho colgado de sus palabras, sin hablar nin-
guna, y de cuando en cuando volvía la cabeza á ver si
veía los caballeros y jigantes que su amo nombraba, y
como no descubría á ninguno, le dájo: Señor, encomiendo
al diablo, hombre, ni jigante, ni caballeros de cuantos
vuestra merced dice parece por todo esto: á lo menos yo
no los veo, quizá todo debe ser encantamiento, como las
fantasmas de noche. — ¿Cómo dices eso?., responde don
Quijote; ¿no oyes el relinchar de los caballos, el tocar de
los clarines, el ruido de los atambores?
— No oigo otra cosa, respondió Sancho, sirio muchos
balidos de ovejas y carneros; y así era la verdad, porque
ya llegaban cerca los dos rebaños. — El miedo que tienes,
dijo don Quijote, te hace, Sancho, que ni veas ni oigas á
derechas, porque uno de los efectos del miedo es turbar
los sentidos, y hacer que las cosas no parezcan lo que son;
y si es que tanto temes, r-etírate á una parte y déjame
solo, que solo basto á dar la victoria á la paite á quien
yo diere mi ayuda: y diciendo esto, puso las espuelas á
Rocinante, y puesta la lanza en ristre bajó de la costezuela
como un rayo.
Dióle voces Sancho, diciéndole: — Vuélvase vuestra mer-
ced, señor don Quijote, que voto á Dios que son carneros
y ovejas que va á embestir, vuélvase. ¡Desdichado del
padre que me engendró I ; qué locuiM es esta I mire que
no hay jigante alguno, ni ligas, ni gatos, ni armas, ni
escudos partidos ni enteros, ni veros azules ni endiablados;
¿qué es lo que hace? pecador soy yo á Dios. Ni por esas
volvió don Quijote, antes en altas voces iba diciendo : Ea,
caballeros, los que seguís y militáis debajo de las ban-
deras del valeroso Pamplina, del arremangado brazo.
136 OBRAS DE SARMIENTO
Aceptamos el quid pro quoi inocente dd nuestro compa-
ñero, que así nos llamamos los abogados contrincantes,
lo que no impide cambiar entre sí las mas dulces invec-
tivas, y supongamos que S. es El Nacional^ jefe de la tremen-
da Liga de Gobernadores electores.
No nos ha de suceder lo de antes: Diccionario en mano:
Hipótesis^ entiéndalo bien el abogado de la otra pai^te, no es
hipoteca ni hipocondriaco, sino una « suposición: una pro-
ce posición ó principio, que se supone ó se da por asentida
«c con el fin de arribar á. una conclusión, ó inferencia como
oc prueba del punto en cuestión — ó bien una teoría asn-
ee mida ó imaginada, para darse cuenta de hechos ó fenó-
« menos conocidos.»
Supongamos, pues, que hay una hipotética Liga de
Gobernadores, hipotéticamente electores, y que un hipoté-
tico Sarmiento es el jefe de ella.
Vamos á razonar so1[)re estas tres hipótesis.
Desde luego, se nos ocurre que nunca encabezó ligas
de Gobernadores este último. Contra Rosas invocó en
Argirópolis un Congreso. Estuvo contra el acuerdo de
San Nicolás, que era una Liga, en bien; á tout seigneut\ tout
honmur.
Mal antecedente !
Es insigne hablador, y lo dice todo; testigo La ilación
que descubrió lo de la Liga, por las indiscreciones de El
Nacional.
Los pactos se celebran con mas cordura y misterio. Mal
jefe de Ligas secretas I
Mas una liga, la hacen personas ó partes afínes, y si
nombran un jefe, debe ser el mas simpático y acaso cóm-
plice de RUS propósitos, si son malos. En esto hay proba-
bilidades.
Veamos, pues, con que cartas juega al preligroso juego
de amotinar los Gobernadores electores, contra no sabemos
quien, en fin como hipótesis también, contra la redacción
del diario La Nadan que se cree la nación misma.
Las mayúsculas, como se sabe, perturban su clara inteli-
gencia. Es su único defecto.
No le pongan una L mayúscula, ó una N mayúscula en
nación por adelante, porque pierde la chaveta, y todo lo ve
LOS DB8FALLKGIMIBNT0S Y LOS DESVÍOS 137
rojo, sangre, ligas, barbarie, batallas, como de anies^ como en
sus años juveniles.
II
Principiemos por Jüjüy.
No el hipotético Sarmiento, sino ei Senador Sarmiento,
autorizó con su voto la intervención pedida contra el Gober-
nador actual de Jujuy.
La sanción final la negó; pero ei Gobernador de Jujuy,
estamos seguros, no entra en la Liga, al menos si ha de
ser jefe el hipotético.
Salta — Pedida la intervención contra el Gobernador elector^
que sostenía la candidatura Sola, el Senador Sarmiento
sostuvo la afirmativa, y la fundó calurosamente. Si otro
resultado obtuvo, si el señor Sola fué electo Gobernador,
suya no fué lo culpa ; si bien es verdad, una vez puesto
el no ha lugar á la intervención, previno á los sáltenos que
su deber era acatar la resolución del Congreso, obedecer á
su Legislatura y aceptar á Sola.
TüCüMAN — El hipotético Jefe de la Liga, pudiéndolo, no
sabe nada de lo que pasa en Tucuman, sino es que al
saberse lo del Pacto, el pueblo, ó algo que se parece á
pueblo, los vecinos, abandonaron la safra de azúcar y
acudieron á los comicios. Ningún mitrista ha salido electo
representante. Conoció al señor Helguera, por amistad
con su padre y buenos servicios del hijo en 1851 ; pero
no conoce al señor Muñecas, actual Gobernador, puesto
por conciliación. Si es elector, no está ligado con el hipo-
tético jefe.
Santiago. — Este es un punto dificilillo. Los Taboada son
hoy los presuntos ó hipotéticos defensores de la libertad,
en Santiago.
El real Sarmiento, no depuso á los Taboada, sin embargo,
acaso porque eran pasablemente electores y gustar solo de
los francamente electores. No les tendió celadas, no favo-
reció cuatro ó cinco tentativas de derrocarlos, y aun se negó
á intervenir, en caso parecido hoy al de la Rioja.
Si pues, vuelven los Ibarras, la libertad que otros quitaron
á Santiago, no se la agradecen á él, como nada tiene que
agradecerle el gobierno elector presente.
Lindo hubo de nombrar un interventor en
ornó en Córdoba, en persona honorable, á
irta inatrucciones que debe publicar. E»tá.n
or Rodríguez consultó al Senador, ó si se
icionalista Sarmiento, sobre si, muerto el
icto, el vice entraba por ende, á sustituirlo
no, sin previo nojnbraraiento del Colegio
^faleció la contraria, como dicen en Córdoba,
or eleoto, llegó el día de la renovación, y
bernador.
Lsesor, dijo que estaba ello en regla, pues
el Rey, el escribano de corte lo llama tres
lita por su nombre, y no respondiendo, grita
1 Rey ha muerto, viva el Reys lo que api i-
resente, se traduce :
idor ha muerto, viva Viso el viso-Rey, ó Vice
e es lo mismo, porque el Principe de Mónacq
iquito también. Pero lo que es el doctor Viso,
:ar muy agradecido. Si está en la Liga, no
!0 Sarmiento, sel ángel de sus amores»
o mas cuanto que ese nombre suena mal
intervenida, creemos que con el voto del
euto, al tolo objeto de hacer entrar en fun-
ilatura. Bien es verdad que la palabra tolo,
istica; pero sea de ello lo que fuere, todos
n dicho y hecho, en pro y en contra del
monucid, excepto El Nacional, que nada ha
itado al pro ni al contra, de lo que no debe
jradecido el Gobernador elector, ni lo siente
hipotético, porque una vez caído en las redes
ncion sabia y leguleya. .... hum! mal
atuvo el actual Crobernador, en su condición
ñnado meses en una fortaleza, y no es este
i atraerse Gobernadores Wector».
eemos que los que rodean al señor Gober-
mas simpáticos al Jefe de la hipotética £i>a,
n nombrado un apoderado á la Convenclool
stosl
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 139
San Luis Y Catamarca — Están en las mismas situaciones
de afinidades con el jefe de la Liga. ¿Serán amigosf ¿Se-
rán enemigos? Sus Gobernadores deben saberlo ó sentirlo.
No tiene el honor de conocerlos, aunque los apellidos le
sean conocidos.
Santa Fe — Este punto tiene tres bemoles, como decía un
General que no hallaba prudente aceptar la batalla que
le tendía el enemigo. Si decimos que no es amigo de
hipótesis el Gobernador aquel, y que gusta de realidades,
salimos del aprieto, como los que no sancionaron lo que
firmaron, pero eso no basta. Este hipotético coaligado,
fué elevado á hombre público por el doctor Costa, contra
Oroño.
El Presidente actual, lo hizo hombre de Estado, creándolo
Ministro.
Creemos, sin embargo, que es hombre de entrar en una
honesta Liga, sobre todo, si el señor Oroño es el apoderado
de la Convención. El señor Iriondo es tentado de la risa,
y hombre frágil ante las sugestiones un poco animales de
conservar la cabeza donde Dios se la ha puesto. Es reli-
gioso y timorato ^k ese punto. Demos, pues, de barato, que
hay un Gobernador franca, obstinada y consuetudinaria-
mente elector, en la Liga.
CoBBiENTBS — Decididamente, no entra en la Liga. Allí el
gobierno es el pueblo que delibera y gobierna, y hace
peticiones armadas y se provee: como se pide.
Cuando hubo de intervenirse para desarmarlo, el Sena-
dor Sarmiento, no dijo esta boca es mía; y cuando
desplegó los labios, venciólo el mutismo armado de un
Ministro.
Todos recuerdan, entre el ruido de discursos en las Cá-
maras que se despeñaban como cascadas, aquella oración
que han llamado á la Chattam, porque era la simple ex-
posición de la verdad prosaica, que nunca se deja oir en
nuestra oratoria.
Tratábase allí de examinar pruebas, documentos, decla-
raciones de los reos mismos; y el orador cometía la impru-
dencia de hablar el lenguaje severo de las leyes y de
la jurisprudencia legal, ante un Juez de la Corte Su-
prema.
Necesitaba, es verdad, que un juez, un juez Blackstone,
i-» ¡
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OBKAS DB SARMIENTO
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argentino, un Juez Story, un juez Eent, pusiese su firma al
pié de lo que el Ministro ibaá, decir.
Así se salvó Johnson, del juicio de impeachement.
Tres jurisconsultos, ex-jueces en el Seriado, no se
atrevieron á condenarlo; eran sus enemigos. Cuando el
orador dijo: he dicho^ se guardó un silencio glacial. Fué
un momento aquel solemne de espectacion. Al *fin, de los
bancos ministeriales se oyó el sacramental: pido la pala-
bra. Movimiento de atención. Profundo silencio. Iba á.
oirse la refutación victoriosa del abogado, del juez, á quien
no alucinan las argucias del litigante, lego y capcioso, y
declamador para oscurecer la verdad.
— Sr. Presidente, dijo. Quisiera que la Cámara me dijese
que haría, si el Presidente vetase¡esta ley?
No es una amenaza oh! no; es una curiosidad!» he dicho!
(Histórico, literal, consignado en las tablas de bronce de la
estenografiáis
Silencio sepulcral! Los senadores se miran entre si. El
orador, que esperaba oir razones de derecho en una cues-
tión de cargos y pruebas mira al Presidente, el Presidente,
que como todos los Presidentes de Cámaras no se admira
de nada, se admiró esta vez, sin embargo... y viendo el
Juez de la Corte Suprema la confusión en que con solo
cuatro palabras suyas había sumido al Senado, en inmensa
mayoría, levantándose, y con paso majestuoso y solemne
abandonó el recinto. El golpe había srdo mortal; el silen-
cio contiiiuó,y literal é históricamente votó el Senado sin
mas ni mas, levantándose la sesión en seguida; y los de la
barra mirándose unos á otros, se preguntaban y bien, has
entendido! qué ha sucedido? y los Senadores en antesalas
se miraban atónicos, medio riéndose, y preguntándose
entre sí: qué es esto? y que sucedió?
En el viejo Parlamento inglés, hay resolución notificada
á S. Majestad, sobre eso de hacer sentir á la Cámara, antes
de la votación el peso de su soberana voluntad. En las
jóvenes repúblicas, este rasgo de elocuencia oriental lleva
muy lejos y eleva muy alto. El señor Lanusse dijo, que no
conocía al candidato, sino por referencias, pero que leyó
sus discusos y vio d ojos cerrados (textual) que ese era el
hombre necesario, (véase La Pampa del 28 de Enero.)
Un Visir, decía, á un conspirador sin duda. Qué haréis
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 141
si OS mando cortar la cabeza? — Resignarme, Gran Visir, y
guardar silencio! De lo contrario, habría pedido pusieran
un palo en la mano á su cadáver insepulto, como Diógenes
para espantar los perros. La humildad del reo lo salvó.
Corrientes fué libre, 3* el Juez, candidato necesario para
acabar con el caos. Demóstenes, Cicerón y Burke habla-
ban, y Atenas, Roma y las Colonias se perdieron, por igno-
rar que la palabra es plata; pero el silencio es oro, y en
boca cerrada no entran moscas!
El pueblo creyó que no había que replicar á la exposi-
ción chatommiana, y el Pueblo, con mayúscula le rindió el
homenaje de no leerla. A los diez días, se supo que Derqui
estaba emigrado á causa de haberse retirado la interven-
ción contra las peticiones armadas y triunfantes, y que el
pueblo que no delibera ni gobierna, estaba deliberando y
gobernando á mas y mejor; todo por saber callarse á tiem-
po y maniobrar en silencio.
Si no hemos probado que no hay Liga, que venga Dios
y lo vea. Pero, haya ó no, recogemos nuestra hipótesis,
no sea que nos la traspapele La Nación.
k ÚLTIMA HORA
Leemos en La Nación de ayer, bajo el epígrafe: qué hace
la Liga! lo siguiente:
«El acuerdo de nacionalistas y autonomistas, desconcer-
tando los planes de Gobierno» electores^ que encabeza el Mi-
nistro de la Guerra introdujo la confusión en sus ñlas.)»
Gracias á Dios que nos vemos exonerados de esta pesada
carga, pues mas vale ser mujer honrada que servir de
balde á ingratos. Las medidas son contagiosas cambie de
Jefe de Policía en Buenos Aires, cambio de Jefe de Policía
en el Rosario, cambio de Jefe de la Liga.
^Se previene á los Gobernadores electores^ sigan mandando sus
euscriciones que no mandan al El iVactona?, para instrucción
de sus policías rurales y de campaña.
Cuidado con el engaño.
Los nacionalistas han publicado un nuevo diario con el
nombre pérfido de «Autonomista.»
No trae mas novedad que esta: «la conciliación no es
suprimir la lucha».
142 OBHAS DB SARMIENTO
0
Nombren Jueces de Paz que no sepan leer.
Ojos que no leen, corazón que no sienten.
El que no corre vuela!
Llamarse autonomista^ es introducir el lobo en el redil, con
piel de cordero:
Que nadie sepa leer, y se salva la Liga.
EL SEHOR bayo
JEFE DE POLICÍA EN EL BOSABIO
{El Nacionai, Febrero 5 de i879.)
Puede leerse la foja de servicios del señor Bayo, en un
boletin de La Nación de ayer, que recomedamos á nuestros
lectores.
Hace uno ó dos años, se probó con mucho éxito el efecto
de hacer la historia contemporánea, por medio de tele-
gramas. Ün conspirador, diez veces chasqueado, ponía un
telegrama á un diario de Buenos Aires, diciendo: Son las
cuatro de la tarde, en medio de la obscuridad de la noche,
están asesinando la población indefensa de esta ciudad.
Mientras escribo esta, me zumba una bala por las orejas;
-.pero el deber y el patriotismo etc., etc.
Y el pueblo lector, se sentía movido de indignación, al
oír aquellos horrores.
Cuatro días después, se sabía que, ó se hablan sublevado
los presos, ó se resistían á una invasión patriótica de afuera,
ó Bayos, ó Iríondos escapaban de ser asesinados. Pero la
impresión estaba producida, y el cuento ñambre de ia ver-
dad, era como machachar en hierro frió. Bayo, en uso de
la conciliación que entonces estaba en todo su furor, ponía
en libertad los presos tomados con las armas en la mano,
lo que estimulaba, lejos de calmar, el ardor del patriotismo
revolucionario; Antes á las tres era la vencidad; en Santa
Fe, á las diez tentativas aun estaban al principio.
Recordamos un dicho que nos dejó profunda impresión.
Al saberse de la séptima revuelta con invasión sofocada y
dispersada, un amigo nuestro nos dijo: qué barbaridades
hará Bayol Bayo hiza esta vez la misma barbaridad do
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 143
siempre; juandar á sus casas á los que eran de allí, que
eran pocos^ es verdad, y pocos temibleSr
El hecho es cierto, sin embargo. Entre ciertas gentes de
Buenos Aires, ha quedado una leyenda, un personage mito-
lógico, un monstruo, un Ugolinopara quien todo es poco;
y tiene tanta mas consistencia esta novela, cuanto que
habiendo hace un año cansádose las invasiones, los presos,
los conjurados, los matadores; y los telegrafiadores, de dar
coces contra el aguijón, hace tiempo que se tragó la tierra
á Iriondo, á Bayo, habiendo los historiadores y los que
hacen la historia, trasportado á Entre Ríos y Santiago sus
baterías. ^
Pero, en mala hora reaparece en la Policía del Rosario
el nombre de Bayo. La Nación^ pide los autos, y abre de
nuevo el proceso contra el malhadado vecino del Rosario,
que tuvo siempre una arma contra invasiones, revueltas y
aun sublevaciones de presos y de la policía misma, sor-
prendida ó seducida que le tomaba el armamento. Aquella
arma, era y es hoy el vecindario del Rosario el comercio
del Rosario y la Guardia Nacional del Rosario, y en reserva
la de todalaprovincia,y toda la provincia de Santa Fe.
El señor Bayo es vecino pacífico, bien quisto, y cuidadoso
de la tranquilidad pública. Escríbese allí La Capital^ en
donde encontrará el lector amigo de novedades, cuanto
satisfaga su mal gusto, lo que prueba que hay libertad de
de decir; pero no hay felicidad completa en este mundo; ni
hombre perfecto. El señor Bayo tiene entre otros vicios, —
aquien le falta alguno! — el de chuparse el dedo; y no hay
quien no lo haya visto de día y de noche, entregado á
su deplorable manía de estar siempre chupándose el
dedo!
La Nación^ á cuyo repertorio de datos remitimos al lector
debiera tener lástima de los errores á que induce á otros.
Tan eficaz es su prédica contra gobiernos electores, y tan
fiero y arremangado su propósito de hacer que acaben con
ellos, porque lo que es ella no irá, que al fin puede ser que
se precavan, y pongan en la policía de seguridad hombres
como Bayo, de quien diremos, como un maldiciente que le
quitaba al diablo para ponerle, á cada hombre y concluía
siempre diciendo;
ofDu réstele' esi un bon enfanih
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OBRAS DK 8AKMÍBNT0
CINDIDATURA DE EMPATE
AL POBTABOB Y SIN GABANTÍA
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Ir; ^ {Bl Nadonal, Febrero 6 de 1879.)
ijf^ iHannibal ad Portas!
^ |!^ Tal susto ha causado á, La Nación y su desbandada gente
', aquel inopinado grito de una candidatura nueva, encaso
« de empate, que rosonó una mañana sin saberse cómo, ni
; dónde, que echándose en averiguaciones descubrió que ese
mismo día había pasado el mando de la Liga, al Ministro
i , de la Guerra, á. fin de quedar mas desembarazado el jefe
conocido, para urdir sus maquiavélicas tramas.
Hizo este, en efecto, formal entrega de todos los enseres
de la Liga, resultando un poco averiado algunos, pero
servibles todavía si, como á los de Santa Fe, por ejemplo,
les ponen un buen remiendo de color Bayo sobre aquella
tela, ya tan descolorida. Bayo es peor que Febre, peor toda-
vía que Viso, porque la resistencia de estos congéneres, no
está probada; pero Bayo!
— Un Bayo para el Rosario!
es como si dijéramos:
Un Bayo para La Capitalfíl
6 un Febre para Buenos Aires!
Bayo es un ogro, una serpiente, un boa que se traga re-
vueltas, motines, sublevaciones de presos, y se acuesta á
dormir para digerirlos. Es elástico, impermeable, malea-
ble, dúctil y contundente, sin ser cortante ni inferir heridas
graves.
\ . Lleva consigo, cuando no se le pega la camisa al cuer-
«>' po, una risita bonachona, preTidida con dos alfileres á los
:, labios, lo que no estorba que se coma los niños crudos y se
trague los cañones con sus cureñas; y aun á las mujeres
les hace levantar lasfaldas y darles lo que menos esperaban,
según lo ha probado el telégrafo y anotado el buril de la
historia en las tablas papel de La Nación.
Con estos preparativos tan omiuosos, porque no hacen
otros los de la Liga, y con aquella sonrisita maquiavélica
y palabras almibaradas con que tratan de engañarnos, ved
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 145
aqui algunas fraces del Programa de la Liga, que está pre-
parando el que estos movimientos dirige.
Dá, en el Proemio, por sentado que será electo Presidente
por una mayoría inmensa de Jueces de Paz y de policías
urbanas y rurales, y entregándose á su imaginación deli*
rante, ó mas bien excitando con promesas vanas la nuestra,
á fin de que lo kgitimemos con nuestra aprobación, previa las
formalidades de estilo, extasiado exclama:
a (I^ichosa presidencia aquella, y dichosos pueblos, &
« los que los antiguos hubieran puesto el nombre de
« dorados.
a Y no por qué el oro, que en esta época de papel y cédulas
« hipotecarias tanto se estima, se haya de alcanzar sin
a fatiga alguna^ sino porque los que en ella gobernaran,
« habrán de ignorar estas dos palabras, de tuyo y mió.
« Serán en el próximo periodo presidencial todas las cosas
« comunes. A nadie le será necesario, para alcanzar su
« ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la
c mano, y tomarlo á cuenta del tesoro provincial y nacional,
« que cual robustas encinas le estarán liberalmente convi-
« dando con su dulce y sazonado fruto.
c Las claras fuentes de la riqueza pública, las Corrientes
« del Río, en magnífica abundancia, sabrosas y transparen-
« tes propinas les ofrecerán.
« En las hojas de los diarios y en lo hueco de sus redac-
te clones, formarán sus repúblicas las solicitas y discretas
<K abejas, ofreciendo á cualquier prójimo, sin interés alguno,
« el dulcísimo trabajo de sus aguijones.
<K Los valientes Alcornoques, despedirán de sí, sin otro
« artificio que el de su cortesía, las anchas y livianas levi-
« tas, con que se comenzaron á cubrir las carnes, vestidos
« cuanto basta para defensa de la inclemencia del cielo.
« Todo será paz entonces: todo amistad: todo concordia: y
« antes que la pesada reja del corvo arado se atreva á abrir
« ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera ma-
€ dre, la estancia, ella misma, sin forzarla» ofrecerá por
« todas partes, de su fértil y espacioso seno, lo que en cucur*
« bitáceos, pudiese, hasta hartar, sustentar y deleitar á los
« hijos, que entonces las poseerán.
« Entonces si que andarán las amables y hermosas zagal e-
Tovo n.— 10
146 OBRAS DE SARMIENTO
« jas, de baile en baile y de tapera en galpón, en trenza y en
« cabello, sin mas vestidos que aquellos que sean menester
« para cubrir honestamente lo que la honestidad quiso
« siempre y aun sigue queriendo que se cubra; y no serán,
« ¡ohl jóvenes, esperanza de la patria á quien me dirijo! sus
(c adornos de los que se usan en la ^administración actual
« que encarece la púrpura del Tiro y la de tantos modos
a martirizada seda, sino de alguna hoja de verde lampazos,
« y yedra entretejidas, con lasque quizá irán tan pomposas
te y compuestas, como con las raras y peregrinas invencio-
c nes que la curiosidad ociosa les ha mostrado.»
tRn su administración, se decorarán los conceptos amoro-
« sos del alma, simple y sencillamente, del mismo modo y
«c manera que ella los concibe, sin buscar artificioso rodeo
« de palabras para encarecerlos.
9 La justicia se estará en sus propios términos, sin que la
« osen turbar ni ofender los del favor y los del ínteres,
« que tanto al presente la menoscaban, turban y per-
« siguen.
« No habrá (en las elecciones), el fraude, el engaño, ni la
« malicia, mezclándose con la verdad y la llaneza.
« La ley del encaje ó embudo (*) habrá desaparecido, por-
a que entonces no habrá (elecciones, sea dicho de paso) n^
« que juzgar, ni quien sea juzgado.
« Las doncellas^ la honestidad andarán, vuelvo á decirlo,
« porque este es un punto capital, por donde quiera, solas
« y señoras, sin temor de que la agena desenvoltura y
« y amoroso intento las menoscaben, sino que su perdición
« nacerá de su propia voluntad; pues que ahora, en esta
« detestable época, no está segura ninguna, aunque la
« oculte y cierre en otro nuevo laberinto como el de Creta;
« porque allí, por los requicios y por el aire, con el celo de
« la maldita solicitud, se le éntrala amorosa pestilencia y
« las hace dar con todo su recogimiento. ... al traste».
..•••&..•••..• ••.. •....• ••
Basta esta muestra para juzgar de los medios rastreros de
que se valen los de la Liga para seducirá los incautos y di-
( 1 ) La que do está escrita, sino que se le poDe al Jaez de Paz en la cabeza, y
sin haber texto, ni doctor á qnien arrimarse, la ejecuta. Así dice Covarrahias en
el artículo Encajar, (Tesoro de la lengua castellana).
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 147
simular SUS nefandos designios. ¡Qué cuadros de bienan-
danza no presentan ¿i nuestra austera juventud liberal^ á fin
de corromper sus costumbres, como Catilina, ofreciendo al
pueblo cual CésRVjpanem et circenses^porqixe en otro parrágrafo
subsiguiente, dice, que en lugar de sangre en las eleccio-
nes, hará á mas de champagna para los líricos, correr á
torrentes, la cerveza hechiza, tratando así deponer á su lado,
hasta los fabricantes estranjeros de cerveza, á fin de que
el escándalo y la zambra dure tres días, porque así (sic) lo
establece el programa, tres días de bureol si ganan las
eleccionest
Y observad, oh lectores de La Nación^ padres de familia
y gente de buenas costumbres, toda la parte del programa
consagrada á corromper á la incauta juventud haciéndola
entrever un «Imperio de la Galantería» casi en cueros
vivos, á fin de arrastrarla á la perdición, á donde la llevan
irremisiblemente, dando por fenecido el imperio de la con-
ciliación.
Alerta ciudadanos! Desenvainemos con tiempo la mer
liada y embotada tizona de la conciliación I Revolución I
Libre sufragio! nada de cerveza después, que es literal-
mente la cebada al rabo de las elecciones. Seis meses an-
tes, revolución en Santa-Fé, en Córdoba, en Santiago, el
mártir Santiago!
Ya lo veis! El crimen se encarna en un Bayo, de exe-
cranda recordación, para los libertadores.
Se aperciben al combate, nombran Jueces de Paz de su
amaño, y cambian Jefes de Policía, no como en la culta
Buenos Aires, buscando hombres honorables, según lo
entendían los líricos; ni jóvenes inespertos á quienes se-
duce el aplauso del vulgo, sino gazmoños retobados, como
Bayo, que hizo ya con las mujeres en el cuartel lo que
aquí se proponen, y para ocultarlo revisten ahora de las
galas del estilo florido. Mujeres! Guardaos! Os harán aqui
lo mismo que en Santa-Fé les hizo Bayo.
Qué suerte nos está deparada, si el nefando programa se
vuelve realidad?
Ya contesta á nuestros justos temores, con insípidos y
vulgares adagios. « Lo que no fué en mi año, dice, no fué
en mi daño ! Que cada vieja hile y coma. » La conciliación
148 OBKA8 UK SAKMiKMTO
enterró callandito sus muertos, amnistió, perdonó, concilio
y acabó. Dios la tenga en su santa guarda. Punto flnal.
Nueva vida. La candidatura del empate no necesitará
perdonar ni amnistiar k nadie, porque natVíe, hará revolu-
ciones ni motines; por ser en ese entonces de mal gusto.
No LA HAGAS, Y NO LA TEMAS I
Se establecerá una Ajencia^ de avisos y consejos gratis
para los que sientan que les viene, sin poder remediarlo,
la tentación é impulso de hacer revoluciones; y en dicha
oñcina, si es militar, le darán una empresa honesta, que
cual esponja absorva su exhuberante actividad, tal como
una pequeña división para ir á probar fortuna con los
Tobas y poblarse por ahi; — Un libro á escribir, si es lite-
rato, un periódico sobre la cría de gusanos de seda, de abe-
jas, cultivo del lino, el mani, el cáñamo y otras cosas útiles.
Si tanta comezón siente, y es soltero, casarlo con una viuda
de cuya persuacion tendrá aquella oñcina catálogos ano-
tados, con fotografías ó inventario de bienes, número de
hijos, achaques, edad, etc., etc.
Sin son autores de Manifiestos á las naciones que nos
contemplan, se les borrará una sola frase, gobiernos de
hecho^ 6 una palabra inútil, insensatos, nada mas; dejando
el resto intacto. Si, todo ello no tiene atadero, se les de-
volverá sin enmiendas, con recomendación de publicarlo
entero y pronto, para que produsca todos sus esplosibles
y posibles efectos
Con estas trazas, y mil mas que se detallan en el progra-
ma, cuentan embaucar á los incautos, tranquilizar á los
impacientes, y corromper á los sencillos, pero tales planes
serán frustados por la Convención Nacional y el Comité de
Vigilancia.
El gran partido de la libertad había sufrido bastantes
mermas. Se ha henchido hasta el gollete hoy, «on autono-
mistas que sobraban, por que eran muchos antes y se an-
daban dando encontrones; y aunque por entre las duelas
viejas de la desvencijada pipa nacionalista se escapa en
goteras y á chorros el preciado liquido dejando la borra
contamos con agregarle algún Gobernador y cuantos Jueces
de Paz hayamos á la mano y la Liga será vencida, y la
libertad del sufragio será la misma que hemos gozado
LOS DESFALLECIMIENTOS Y L0« DESVÍOS 149
siempre desde el 3 de Febrero, é intentan ahora arreba-
tarnos.
Sigue pues, la guerra á los Gobernadores electores, hasta
que los tengamos de nuestro lado, que de los arrepentidos
se sirve Dios, y hay mas mérito en las Magdalenas, que al
fin saben lo que dejan, y lo que les aguarda en llegando á
viejas, que es ser porteras ó vendedoras de pajuelas.
Y como para cada caso tienen un refrán y para cada apuro
de ingenio un autor que copiar, temiendo un tremendo
chasco que va á darse, ya tienen la salida preparada, di-
ciendo al ñn:
« Tarde piache! No son estas burlas para dos veces. Por
« Dios que, así admita otro gobierno aunque me lo diesen
« entre dos platos, como volar al cielo sin alas. Yo soy
« del linage de los Panzas, que todos son testarudos, y si
« una vez dicen nones, nones han de ser, aunque sean
« pares. Yo no nací para ser Gobernador elector^ ni para
« defender ínsulas ni ciudades de los enemigos que quisie-
« ren acometerlas.
«Bien se está San Pedro en Roma, aunque no coma,
« Mejor me está á mi una hoz en la mano, que un cetro de
« gobernador. Vuestras Mercedes se queden con Dios, y
« digan al pueblo, mi señor, que desnudo nací, y desnudo
« me hallo; ni pierdo ni gano; quiero decir que sin blanca
« entró en el gobierno, y sin ella salgo, bien al revés de
« como suelen salir los gobernadores de otras ínsulas.
« Quédense en esta caballeí iza las alas de la hormiga que
« me levantaron en el aire, para que no me comiesen ven-
« cejos y otros pájaros; y volvamos an-lar por el suelo, con
« pié llano, que si no lo adornasen zapatos picados de cor-
« doban, no le faltarán alpargatas de cuerda. Cada oveja
« con su pareja, y nadie tienda mas la pierna de cuanto fué
c< larga la sabana; y déjenme pasar que se me hace tarde.
« Y á las instancias de quedarse repuso que no quería
« mas que un poco de cebada para el rucio, y medio queso
« y medio pan para él, que pues el camino era corto, no
« había menester mayor ni mejor repostería » con lo que
termina el dichoso programa.
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150 0BKA8 DK SA.HMIBNTO
MUERTE DE GUAYAMA
V {El Nacional, Febrero 6 de 1879.)
La justicia se lia hecho, por fin, como se hace entre nos-
otros, por el exceso del crimen, y la reincidencia, que al
cabo encuentra su castigo.
Guayama, preso en la cárcel de San Juan á fines de
Noviembre, habla seducido ayer algunos guardias munici-
pales, y con dos mas no sabemos de que lado, fué muerto
ayer, librándose la ciudad de alguna nueva fechoría de este
patentado bandido; que cuenta ya mas de cien vidas sacri-
ficadas.
Apenas es posible explicarse la impunidad de años de
este miserable, sin hacer de ello cómplice á la sociedad
misma.
En Chile, el salteador es un salteador, por tal tenido, que
él mismo se dá por tal. De este lado de los Andes, el que
tal profesión ejerce, es un salteador y un partidario de algo
ó de alguien, con lo que toma aires de jefe de bando ó cau-
dillo.
Guayama era un pobre mozo lagunero, de raza indígena.
Algún desenvolvimiento intelectual debió alcanzar, para
adquirir cierta notoriedad. En la toma de la Rioja, ocu-
pada por dos compañías de línea, en 1867, entraba este, un
Elizondo sanjuanino también, y otros aventureros oscuros.
Encontróse después carta de alto personaje político que
le aconsejaba no invadir de nuevo.
Levantó una montonera, incendió tres casas, mató á
algunos vecinos de los campos de San Luis, y alcanzó á
reunir. 160 hombres, de los cuales murieron en una sor-
presa setenta, cayendo prisioneros, Segura su segundo, un
joven, bandido de Mendoza.
Grandes debates en el Senado, sobre si estaba bien fusi-
lado por un consejo de guerra, debiendo ser civil, según le
divertía y entretenía á un Senador, por Salta y otros hara-
ganes.
Reaparece Guayama, asalta dos tropas de carros, las
roba; se apodera de ' las peonadas de una empresa del
gobierno, y ocurren nuevas muertes y saqueos. #
r
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 151
Asílase en Santiago del Estero, bajo la protección de don
Manuel Taboada, reaparece cuando le place, con su estado
mayor de picaros que lo siguen, lo derrotan, pasa á Chile,
roba la Aduana de Uspallata, vuelve cuando quiere, gana la
Rioja, halla protectores y rol político; y muerto IvanoiArsky,
Bilbao, entre los crímenes del ex-presidente, denuncia la
carta en que á aquel desgraciado General le recomendaba
la aprehensión, juzgamiento y ejecución de aquel mal-
vado.
Guayama, no desaparece de la escena, sino por cuanto
después puede presentarse libremente por todas partes, con
el pasaporte de esta singular y conquistada impunidad, no
obstante que no es partidario de nadie^ sino un cabecilla
de bandidos, que vive de su propia cuenta.
Pacificado el país, vuelve á San Juan, donde ha vivido en
los alrededores.
Hizo el año pasado alguna fechoría, y hace tres meses osó
al fin la Policía ponerle la mano. Seguiría la causa, al
paso que se siguen las de su clase, y habría quedado
impune, si fuese hombre de resignarse á su suerte.
Había ya enrolado de entre sus guardianes algunos, y la
pagó al fin.
En conversaciones con sus allegados, hace tres años, se
lamentaba de la deserción de un compañero, sin la cual
' decía, ya habría sido gobernador de San Juan; esta clase de
perturbación de los ánimos no es rara entre gentes de su
clase ni de mas alta.
AL CABO
{El Naeionah Febrero 7 de 1879.)
Hacía tiempo pedíamos k los del Pacto contra Goberna-
dores electores^ nos señalasen uno, para ayudarlos á aborre-
cerlo y desearle todo el mal posible.
Queríamos salvar la institución y la autoridad del gobierno,
pues parecía, así indefinidos los cargos, que elector y Gober-
nador era todo uno, ó que lo de elector era un cordón
morado que tenemos para mandar al que haya de serlo en
adelante.
Cuando hemos probado que no teníamos ni párente zco
>n con tan mala gente, l^Naeion se ha resuelto en
lecifícar los cargos, é indicar los reprobos pero
I el buen consejo del Evangelio, de no separar en
la zizaña y echarla al fuego, por temor de per-
arrastrar con ella el trigo bueno. Así lo declara>
gradecemos.
s las listas da proscripción pacifíca, de estos Marios
»s del pueblo.
A persigue á muerte á, sus adversarios políticos.»
)s que el cargo es justo. Ocho días después de
Gobernador, fué asaltado de noche, en la ciudad
, Fe, por sus adversarios políticos, en número
ie ciento, muriendo de uno y otro lado mas de
ersecucion es poca después de este atentado, que
écimo ó el vigésimo, teniendo en cuenta otros
lores.
murió cómo y dónde él quiso morir, en la ejecu-
n crimen; pues hizo morir á muchos mas, violando
y alzándose contra las autoridades constituidas.
;edemos en la defensa que no hemos hecho del
del señor Iriondo, que no necesita la defensa
, De lo que no hemos de retroceder, es de la
)ad de pedir cuenta á, un gobierno, de los culpa*
sucumben en tentativas de invasión ó revuelta,
ibargo, rechazar invasiones, sofocar revueltas, no
en elector k un Gobernador, que era la cuestión,
Santiago, «hace estremecer de espanto.» Nonos
imos, sin embargo, en 30 años de gobierno auto-
6 don Manuel Taboada. El Gobernador de San-
sido nombrado hace un mes Ó dos, y ningún acto
icia ha ejercido en tiempo tan corto, y no hay
e los ratones. Sino, entremos en cuenta k los
i de antaño. No es elector el Gobernador actual.
¡id €se alza con 80.000 $, etc.» Esti'i la causa á,
a. Nosotros tenemos otra cuentita de igual suma,
rno elector, y no la cobramos todavía. Pero un
lO es elector. Distingamos.
(El doctor Viso escarnece las leyes, y atenta con-
las sagrado.» No objetaremos al fiscal, que el
smo, porsu vaguedad, es un atentado contra las
LOS DBSFALLECIMIKNTOS T LOS DESVloS 153
leyes. Viso es el Gobernador de uua Proviucia, donde
lodos los poderes funcionan regularmente.
No le incumbB á un diario de Buenos Aires, suplir á ía
incuria de los cordobeses.
Pero Viso atentando contra las leyes, no es elector
por eso.
Febre, «si lleva el escándalo basta permitir que asesi-
nos pagosj apuñaleen á un redactor de diario,» no es elec-
tor por eso. La acusación puede tener por origen un
homicidio cometido bajo su gobierno. Febre, el doctor
Febre que conocemos, no es hombre para tales actos.
El gobierno del doctor Febre concluye dentro de dos
meses.
No es elector, por tanto.
La acusación ha puesto en evidencia cinco casos de go-
biernos, tomando gobiernos malos, absolutos, sanguinarios y
bárbaros^ por electores Pueden ser aquello, y no esto; como
un gobierno bueno, regular, culto y humano, puede ser
elector. Pudiera serlo el de Buenos Aires, por ejemplo, si
cede á las solicitudes de los que lo buscan, lo aban-
donan y vuelven á buscarlo para que los tome á las ancas,
en el viaje.
Un cargo mas injusto todavia. Nosotros no hemos defen-
dido á ninguno de aquellos Gobernadores, porque como
no los habían nombrado hasta hoy, mal podíamos defen-
derlos.
Contra los cargos formulados ahora, defendemos á Iriondo
y Santillan, porque no han perseguido á nadie, después
de nombrados Gobernadores. En el caso del asalto noc-
turno de Santa Fe, con derramamiento de sangre y otros
atentados, ha hecho menos que lo que en un robo á par-
ticulares, con escalaciones, fractura y asesinato, hace la
justicia ordinaria.
El cargo contra el doctor Viso, que tiene por Ministros
al doctor Juárez y al doctor Bouquet responsables como
él de los actos del gobierno, es impertinente.
Contra Febre, es escusada la defensa, y Almonacid se
defenderá, como él lo entienda, sin que aquí iinticipemos
sentencias.
Lo que defendemos, en los cinco casos citados es el
respeto á las instituciones, que no pormiteu á quien no
154
OBRAtf DB SAUMIlfiNTO
i -
tenga personería ni derecho, llamar asesinos, ladrones,
sanguinarios, á gobernantes, sin que lo hayan sido asi
declarados por tribunal, después de oídos.
Defendemos en general la dignidad y el honor de la
República Argentina, no dejando creer que tales crímenes
se cometen, ni que tales criminales gobiernan. Conocemos
personalmente á los señores Febre y Viso, de muchos
años, y nunca han cometido, que sepamos, actos culpables.
Iriondo era Ministro del Gobierno Nacional hasta ahora
un año.
Nos consta que estos tres doctores no son ni bárbaros,
ni ignorantes, ni sanguinarios. De los otros dos, nada
sabemos en su daño, y nada hemos dicho nunca que les
favorezca, por no conocerlos ; pero del señor Santillan, de
Santiago, tenemos prueba contra todo cargo, y es que solo
hace dos meses ni tanto, que gobierna, y no ha ocurrido
ni una prisión siquiera en ese periodo.
Guárdese, pues, sus cargos el acusador público de reos
ausentes, sin prueba, audiencia ni tribunal, y siga su de-
fensa de rebeliones, motines, sediciones y sediciosos, que
para eso se las pinta.
4
LA CONCIENCIA CASTELLANA
PASADO Y PORVENIR
{El Nacional, Febrero 8 de 1879.)
Una de las indiecitas repartidas en las familias, se
obstinaba en no hablar su lengua natal, aun con los
niños de su raza. Regaláronla una muñeca y en el
alborozo de su corazón, prorrumpió en un interminable
monólogo, en lengua que ni la muñeca ni los presentes
entendían.
Esto les pasa á los pueblos también. En los grandes
conflictos, hablan su lengua propia, la de su raza, con
el tinte de sus antecedentes históricos, literarios, etc.
Hemos reído un poco estos días, en presencia de jigantes
espantables, de descomunales batallas contra imaginarios
LOS DESFALLECIMIENTO.^ Y LOS DESVÍOS 155
enemigos, y de programas de futura política, que venían de
antemano escritos.
Para ello no hemos necesitado mas que cambiar un
nombré propio, algún adjetivo y hacer futuro lo que
leemos en pasado, y nos hemos encontrado con que esta-
mos en la vida práctica plagiando las inmorales hazañas
y las sublimes quimeras de don Quijote.
¡ Quién no ha notado la perfecta semejanza de la edad de
oro, que el ingeniosa hidalgo, describe á los desconcer-
tados cabreros, con las tentativas de política de concilia-
ción ensayadas? Todo era paz, dice el iluso, «todo era
amistad: todo concordia.»
Todo será conciliación, tradujimos; y si los iniciadores
de este idilio político se entregaron á sus inspiraciones,
si la gran mayoría del pueblo cedió al encanto, ¿ no provino
este caso de que en nuestras venas corre la generosa, la
hidalga, la quijotesca sangre de nuestra raza?
Era en vano que algún degenerado les dijese, que tal
quimera no se había ensayado en nación ni gobierno
alguno. La verdad es que si no lo ensayaron otras, es
porque el Quijote no hace parte de la educación de los
sentimientos en aquellos pueblos; como entre nosotros se
ensaya^ porque no. se hubiera escrito aquel libro inmortal
sino en pueblos de nuestra raza. La España ha perdido
su poder político en el mundo, la superioridad desús armas,
aunque en valor no ceda á otras naciones, todo, hormis,
l^honneut\ como decía el último caballero francés. Todo le
negarán á la España, menos la hidalguía del carácter espa-
ñol ; y nosotros somos españoles aun en sus defectos, como
en sus buenas prendas.
Sin experiencia política, ni tradiciones, ni sentimiento
de gobierno, que un político norte-americano creía estar en
la sangre y en los huesos de su raza mas que en las ideas,
¿que extraño es que nosotros, en esas horas de confusión
en que ios horizontes se anublan y no discernimos el
camino, prestemos oído á esas voces que nos vienen de
adentro, y nos sugiere la conciliación de los partidos, á
fin de que todo sea la paz, todo la amistad, todo la concor-
dia, de aquella edad de oro, en cuya contemplación nos
hemos extasiado desde la infancia?
Ni se crea que es imposible hacer el traspaso y cambio
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— vPi-r < ,-
156
OHKA8 DK 8\KMIKNT0
b
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y
de tiempos, que para hacer resaltar la semejanza del tipo
ideal con la práctica hemos hecho. Nosotros mismos la
tenemos de antemano hecha en nuestra mente, la estamos
haciendo en todo, diariamente.
El cristianismo nos da la civilización como una degene-
ración. El hombre cayó de su prístina dignidad moral
por el pecado. Rousseau, sobre este principio, hizo el elo-
gio de la vida salvaje. Cervantes escribía al resplandor
de la incierta luz del renacimiento, que aspiraba solo á
reconquistar lo perdido de Roma y Grecia, en la media
edad, el embate del mahometismo.
La palabra progreso no estaba dicha, y desde que se pro-
nunció como un nuevo dogma, tenemos la edad de oro en
el porvenir y no en el pasado, como la tenia Cervantes.
Así, pues, la inspiración generosa que dictó el inmortal
programa de la concordia, la paz, la amistad, de don Quijote,
la ponemos en el futuro, y á eso se dirijen nuestros es-
fuerzos.
Habíamos dicho á Chile, muy seriamente, hace muchos
años, que el poema épico de Ercilla había estorbado á las
subsiguientes generaciones conquistar el suelo de Arauco.
Recordamos que en nuestra indignación, llamamos á Lau-
taro, Rengo y Capoulican, indios piojosos, porque así son
todos. Podíamos sentirlo asi, porque no eramos chilenos
y no teníamos en la sangre el poema de Ercilla.
Lo mismo hemos podido resistir al engouement de la con-
ciliación. Habíamos leído antes á Franklin, el buen sentido
de otro pueblo, á Beaumarchais, el Heráclito del movimiento
moderno, antes que el Quijote, que al principio lo estima-
mos como maestro de la lengua. En los años maduros y
en pos de mucha preparación y estudio, viene á tomársele
todo su peso, y hallar en sus páginas un código de política
trascendental al uso de sus descendientes, y la esplicacion
anticipada de sus extravíos.
Así, cuando hemos visto á la mayor parte de un pueblo
tender sus manos y cubrir de palmas el suelo para que
pase el raesías de la conciliación, — esto es la edad de oro de
Cervantes, nos dijimos sin atrevernos á contrariarla, porque
hasta en nosotros mismos hallaba prosélitos, aunque
sin fe.
Cuando vemos levantarse un pueblo para mejorar con
i
LOS DBSFALLBOIMIBNTOS Y LOS DKSYI08 157
la violación de la Constitución y la destrucción de la paz
pública el defecto de unas elecciones, se repite la aventura
de los molinos de viento, nos dijimos, hasta en el golpe del
haspas que arroja maltrecho ai iluso enderezador de en-
tuertos. Y cuando á la víspera de otras, en medio de la
conquistada tranquilidad nos hablan de Ligas de formida-
bles malsines y follones y de batallas descomunales, sin
poderlo remediar exclamamos— «Deténgase, Vuesa Merced,
que no hay tales ejércitos, ni tales Ligas partidas, por la
mitad ni enteras, ni endiabladas», porque en todas partes
vemos el quijotismo que tenemos en nosotros mismos; y asi
como con el júbilo le vuelve á la indiecita taimada la len-
gua materna para expresar su dicha, asi á nosotros nos
viene Don Quijote, cuando la duda, el temor ó la cólera
perturba nuestra razón, débil como pueblo en materias
políticas.
Pero no se le alcanzó á Cervantes esta nueva face del
mundo, la libertad política, los partidos políticos que no
pueden ser amalgamados sin echar abajo el edificio del
gobierno. El deber de este es tenerlos á. raya« en los lími-
tes prescritos del Circo, y dejarles^ luchar por la dirección
de las ideas y de los actos públicos.
Nunca requerirá. la lucha mas fuerza en las junturas y
trabas que unen los costados de la nave batida por la tem-
pestad, que esta vez, que se trata de suprimir con pactos,
ligas, y amaños la lucha que esos amaños, ligas y pactos
encienden y exacerban.
Entremos pues, en la realidad de la vida moderna y de la
verdad práctica, aunque nuestra conciencia higalga nos
esté murmurando por lo bajo: paz, amistad, concordia.
II
Se nos ha inculpado que hacemos materia de burla y
befa de los movimientos de la opinión pública y de los
esfuerzos que se hacen para dar el triunfo al libre sufragio,
y contener la audacia de los mandones.
Diremos algo en nuestra defensa.
Lo que distingue al hombre, de la creación bruta, es su
facultad de reir. Ningún otro animal ríe, no obstante.
Darwin que pretende que algún mono da síntoma de ello.
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158
OBRAS DE SARMIENTO
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* .
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El hombre es' esencialmente un animal que rie. Parece
este don ajeno á la inteligencia. Reimos por el contraste
entre la imagen aparente y. la realidad. Los antiguos, que
todo lo han sospechado han llamado, jovialidad á esta pre-
disposición del ánimo, de Jove, Jüpiter el padre de los
Dioses que la poseia en grado sublime. Se reía en el
Olimpo, de las bellaquerías de los partidos en que estaban
divididos los Dioses, con motivo de la guerra de Troya.
La noche que se representaba por la primera vez El Fígaro
en París, la fuerza pública debió acudir á reprimir el tu-
multo, porque la revolución social que estaba ya en los
ánimos, hubo de estallar esa no-;he (1787,) en lugar de
aplazarse hasta 1789. Y Fígaro no es mas que un barbero
trapalón, el Quijote, moderno, como el nuestro es el inge-
nioso hidalgo del pasado. Nadie lee el D* Quijote sin enfer-
marse de risa, no obstante que sus aventuras pecan con la
descencia y el buen gusto de tiempos mas refinados, como
chocan hoy las gracias de Aristófanes ó Rabelais. Pero
si volvéis á leer á Fígaro, ó á Qujote, si hacéis de sus di-
chos y máximas nuevo estudio como el buey que rumia
tranquilamente su alimento, entonces Beaumarchais y Cer«
vantes se ponen á la par de Story, de Eent, de Blackstone,
en política, y os suministraran á cada emergencia símiles,
anécdotas, dichos agudos, revelaciones proféticas y verdades
de á puño.
Buscad en todos los escritores, en todos los tratadistas,
pintura igual á la que Fígaro hace de la libertad de la
prensa entonces, en España, es decir en Francia: «Se ha
establecido una especie de libertad de imprenta, dice, que
con tal que no se diga nada de los empleados, ni de esto
ni de lo otro, ni de cosa que lo valga, podrá escribirse
libremente, previa censura! O bien leed en boca de D.
Basilio la manera de obrar y los progresos de la calumnia.»
Al, principio, un víentecillo como el zéQro, que va cuál las
golondrinas á flor de tierra; luego, reforzándose ... etc, y
ieeá nuestros diarios, para ver el consejo realizando con
il colpo de cañonea f il pavero cakmniato, aviltío, calpestato, sotto il
fmblico fia geUoU
Nó: la risa contiene mas enseñanza que la nieve. El
buen reír, educa y forma el gusto.
Jove reía. Los grandes maestros son inmortales, risue-
^
f
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DKSVIOS 159
ños. Riamos nosotros, que el buen reír es humano y hu-
maniza la contienda.
Y luego, — ovamos á, cuentas. ¿No hacemos, decimos mal,
no intentamos al menos hacer un bien, desarrugando si
podemos, aquellos ceños torvos é iracundos, precursores de
tempestades, echándoles un recuerdo, una frase, una broma
como un jarro de agua fría ó cuando mas no sea un refri-
gerante sobre aquellas* imaginaciones calenturientas, y
aquellos conatos, homicidas en la frase, que otros realizarán
mas tarde en los hechos?
Pues quél el aproximarse de las elecciones, el medio
pacífico que la libertad ha inventado para hacer prevalecer
una opinión, mala ó buena; según el número de voluntades
á falta de otra regla, ha de ser el llamamiento á la revolu-
ción, á la guerra, al asesinato,, por la injuria, el desnuesto
y la calumnia?. Los salvajes son mas felices, entonces. No
alijen, y no se degüellan entre sí.
Al leer nuestros diarios en sus horas de frenesí liberal y
ver en ellos con pretensiones de fotografía, un cuadro de
maldades, de crímenes, de traiciones y de engaños, en que
se mueven Presidentes, Ministros, Gobernadores, Legisla-
turas y hombres públicos, todos al parecer cortados por el
mismo padrón; á saber: malvados, ignorantes, locos, ase-
sinos, falsarios; y esto no de hoy, sino de sesenta años hk
sin que ningún nombre público vaya al extranjero, á la
posteridad, sino envuelto en este Sambenito de infamia,
siéntese como el nombre argentino, el carácter argentino y
la moral argentina, vánse haciendo la hablilla popular de
todos los pueblos; y que merced á nuestro propio afán, una
vez arraigada esta preocupación se dirá sórdido como un
Judio, falso, como un griego, sanguinario, inmoral, como
un argentino. Ya M Times lo ha dicho como cosa sabida, y
costará medio siglo recuperar la buena fama perdida, como
les costó á los de Rhode Island borrar las detestables impre-
siones que su egoísmo dejó en los tiempos de la Constitu-
ción de los Estados Unidos.
El lenguaje de nuestra prensa, en estas épocas de com-
bate, desciende muy abajo, y en tratándose de elecciones,,
se usa el que no se tendría en cuevas de ladrones.
El continuo lanzar denuestos á los contrarios aun sin
saber á quien, con tal que sea el partido opuesto, es para
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1 1
0 f
160
OBRAS DK SARMIENTO
preparar rencores, odios, irritaciones, que traerán las sus-
piradas revueltas, alborotos, muertos y aun revoluciones y
motines, para producir males peores, en busca de remedios,
de los que no por ser reales han de dar ai traste con la
sociedad y la tranquilidad publica.
¿Hay desacierto igual al de estar acumulando combusti-
bles á pretexto de una mentida Liga, para oprimir, los
mismos que á cara descubierta ñrman pactos, es decir Uga$
entre este y el otro grupo, y andan rondando en torno de
gobernantes, desde que han olido Jueces de Paz, como
acuden las moscas donde sienten efluvios precursores de
corrupción?
Hemos de reir pues> y haremos, si podemos, que ría el
pueblo de toda esta algazara, de aquellas cóleras fingidas,
de aquel puritanismo de borrachos que declaman, con ojos
llorosos, sobre la desmoralización de los demás.
Tengamos la fiesta en paz; que si no tenemos mejor Pre-
sidente que los pasados y los que se anuncian, que todos
ellos no valen gran cosa, no ha de ser por falta de Pactos,
ni recriminaciones, ni Ligas, ni libertad del sufragio, sino
porque no tenemos mejor, y no lo improvisaremos, destru-
yendo lo que existe.
RESPUESTAS CANDIDAS
(E( SaeUmal, Febrero iO de 1879.)
Pregunta La Nación:
«¿Cuál es el partido de El Nacional en Buenos Aires y cuá-
les sus elementos?»
Respuesta á lo !<>: todos los partidos contrarios al que sirve
La Nación; y á lo 09: sus elementos son los que ella contó
hace veinte años y ha venido dejando en el camino, á saber:
la opinión del pais, los buenos principios, la disciplina y
moral del ejército, y hasta el rumbo que ha perdido, pues
marcha á la aventura, preguntando á los líricos si le han
visto por ahi unos Jueces de Paz, que anda campeando, y
al Gobernador, por dónde vá y á que mano queda el
caminol
j
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 161
Y aunque la odiosidad que vamos á despertar sea tan
grande, que nos vamos á disolver, según se lo está diciendo
su genio profetice, queremos, á. fuer de corteses y en pre-
visión de una muerte y disolución próxima, dejar algunos
apuntes, que sirvan de guía á otros mas afortunados, satis-
faciendo así á La Nación.
Constate ahora á La Nación y si no cree que 1^ consta á
ella, constates á todos los gobernadores de Provincia, in-
cluso el que tenemos mas amano, y sin excluir al señor
Presidente, que no estamos en relación con ellos, ni culti-
vamos su amistad, sino por medio de las columnas de El
Nacional.
La Nación mas bien informada que nosotros, sabe que
Presidente y Gobernador vecino no son ni serán electores,
y eso ya es algo en materia ore saber. Serán lo que deban
ó entiendan que pueden; El Nacional^ ni eso sabe, tanta es •
su ignorancia, suponiéndolos sin embargo, como lo supone
caritativamente de los otros, por justicia, rectos ó por
ignorar lo contrario.
II
M Nacional es lo que su titulo dice, y aunque no le haya
sido dado conquistarse la buena voluntad de todos, amigos
y adversarios le han hecho el honor y la justicia siempre
de creerlo sincero y de poner fé en sus aseveraciones y
doctrinas.
Es profundamente liberal, á diferencia de los liberales
superficiales que se pagan de palabras ó las menudean al
gusto del marchante, sin cuidarse de falsear los buenos
principios, ó de echar á rodar la tranquilidad pública, á
trueque de continuar ejerciendo el poder durante veinte
años, con el mismo personal y aun con el nombre patroní-
mico de un indi^duo.
No se llaman nocfonalt^lú» los amigos de El Nacional^ como
no han tenido á menos de llamarse mitristas, quince años.
Jos que se decoran hoy con aquel distintivo. No hemos sido ^
tutores de nadie, ni opositores de ningún gobierno consti-
tuido; aunque no hayamos siempre estado de su parte en
todo.
Tomo xl.— 11
OBRAS DB BARUIBMTO
diez años que se ha operado en Europa un cam-
leas liberales, que los que escriben en Ei Nacional
indo en este parte de América de treinta años
le prueba que El Nacional estaba en el buen
indo La Nación, aun en 1879, y á despecho de
¡ion en el mundo político, está, todavía hablando
del pueblo, según el viejo lenguaje de la revolu-
ta, que lo oponía al rey y á la corte, y sostenien-
santo derecho de hacer revoluciones, dando en
lasta á, las sublevaciones de presos, ó las em-
Tuayama,tal carácter.
este error y este retardo, de vivir encerrado en
residencias de una sociedad sola, aunque grande
ruido de los carros y el chirrido de las carretas
por rumorea públicos y movimiento de las
ni
político en países que están obligados á trans-
[)ara acabar de dejar de ser colonias hispano
3, es preciso tender la vista mas lejos, y con el
I Edison, oír las voces que llegan desde la dis-
)s á constituir aldeas, con el Alcalde mas cono-
tado del vecindario acaso, por que dará mejores
uo otros, sino que un hombre de Estado en esta
iene entre manos la arcilla de que han de cods-
:ione8.
:ír de un partido, como el de La Nación que está
idu candidatos que la opinión y la historia arf;¡en-
)nocen, buscando en ellos cualidades oculta%d
ido&paresó nones y á las adivinanzas, pregun-
puebto ¿á qué no adivinBís.eaAI es vuestro can-
ir de una titulada Convención, que va á reunirse
ación, un apoderado por cada Provincia, de ma-
a que tiene población para dos diputados al Con-
representada con un voto, y las que tienen veinte
ce y siete, estén también representadas cada una
o; y la mitad de estos catorce votos, harán ma-
LOS DBSFALLBCIftlBNTOS Y LOS DESVÍOS 163
yoría é impondrán un cudidato á los nacionalista, siempre
reverentes á las bellaquerías de sus caudillos?
¿Qué decir de un partido que emprende la campaña de
radicar en los ánimos, que millón y medio de habitantes,
salvo los alzados de Corrientes en virtud de petición arma-
da, serán declarados inhábiles para votar, por no hallarse
en condiciones constitucionales, y esto por amor al libre su-
fragio y al pueblo, como el salteador de caminos nos alijera
del peso de los metales, para que vayamos menos recar-
gados?
IV
Es posible pues, que á muchos venga la idea en este juego
del eaieideoacopo de La JVoctofi, cambiando de mirajes cada dia,
que el gobierno de una nación es una magistratura, que no
ha de confiarse asi no mas ai primer escribiente de escri*
baño que cuadre á la clientela, por haberle visto raspar
hábilmente una palabra, en lugar de testarla al margen sin
dejar señales.
Solo una vez cada seis años, el pueblo ejerce el derecho de
indicar uno á quien confiarle los destinos de país tan menes-
teroso de dirección y es juzgarnos á cruz y carita y confiar la
locomotora á manos inespertas, á maquinistas improvisados,
porque echaron un brindis muy aplaudido, ó mostraron
alguna calidad buena, pero con la cuál no se gobierna. Se
necesitaba un contador, y nombraron un maestro de baile.
La sociedad debe reposar sobre la confianza, y no la
inspiran en dos ó tres años de prueba, á la nación y al
extranjero, estas oscuridades que nosotros creemos lumino-
sas porque les aplicamos un candil al rostro, para que las
vean.
El partido republicano, triunfando definitivamente en
Francia acabando por apartar de la administración los restos
muy honorables de los partidos monárquicos, ¿á quién ha
nombrado para gobernarla?
Al ilustre leader del partido, Gambetta, de cuya palabra
está pendiente la Francia? No, á M. Grevy, cuyo nombre
dejó Thiers indicado para un caso semejante, por su probi-
dad política, su experiencia de los hombres y su energía
para contener las impaciencias liberales, que quieren hacer
lorario á dedo, como La Nación aquí, bien que para
volver atrás.
ble, pues, que las ideas que viene difundiendo
sean escuchadas de algunos de los que lo leen,
nosotros también nos sucede que miramos á
ver, por ir por la calle absorvidos ó abstraídos.
>le qne las oscilaciones de la veleta de La Naeion
itro días y casi á cada hora ha señalado sucesiva-
)S cuatro puntos cardinales, en busca del candi-
s constantes amores, hayan hecho que los ciuda-
apreten el sombrero, en previsión de tiempo á
ue señala el barómetro, y se apreten los bolsillos,
pación de los encuentros inopinados y bruscos
n hacer echar de menos el reloj y la bolsa!
didatos en perspectiva, hacen subir y bajar el
incertidumbre de lo que contendrán al ftn estas
) cerradas que se han de abrir, no al elejir Presi-
o en seis años de administración. ¿Cuantos an-
intales, cuñas, y de qué madera habrán de poner-
que se tengan en pie y marchen? O bien, se
kn dónde están las andaderas ó carretillas para
ñto, el aprendiz, el hoy dependiente y mañana
razón social Repdblica Argentina y C» marche
echo posible, sin hacer pininos primero ni darse
spues.
sidad preguntar con qué elementos cuenta en
res El NacionaR
,ego, con todos los disparates que hace y los tras-
ene dando el partido de La Nación, á punto de
lando nombres prestados ó inventado quien
anza por sus deudas. Todas las descooñanzas
inspirando con sus revoluciones y motines frus-
; ratíQca con su nueva y reciente prédica de
soluciones y guerra civil, porque su pueblo no
loy, lo que bajo la dirección de sus cabecillas
in embargo, veinte años, por propia confesión, y
lentos públicos al canto, que obran en el expe-
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 165
Todo esto es capital para sus adversarios. Su prédica
contra gobiernos electores, que puede tener visos de fun-
dada, encierra el gormen de ocho ó diez revueltas y dos ó
tres años de incertidumbres, lo que va á. cargo del papel
moneda y las cédulas hipotecarias, aunque su vista miope
no vea las pilas voltaicas que obran lentamente la descom-
posición de la confianza del porvenir, convertida en des-
crédito presente y mal estar continuo.
VI
Verdad es que los pueblos aprenden política muy lenta-
mente, y á veces se pasan siglos en el rudo apredizaje. Que
extraño es que el público siga tras la primera mariposa
que cruza la atmósfera, cuando hombres envejecidos en
la dura escuela de la adversidad, como *La iVacton, no salen
del a b c y están todavía escribiendo palotes?
Tememos pues, que El Nacional no tenga muchos discí-
pulos; pero nos consta que tiene simpatizadores y muchos:
En las gentes que tienen que perder;
En los desencantados de las pasadas ilusiones;
En los que no creen que tengamos el corazón á la derecha,
como La iVacion pretende.
En los que tienen que pagar la revolución de Setiem-
bre, que pesa sobre el crédito, y las nuevas que receta
la farmacopea liberal, mitrista y nacionalista para que su
tísico viva.
En los gobiernos, sin excluir el de Corrientes, que necesi-
tan desarmarse, y no lo pueden hacer por la amenaza cons-
tante bajo la cual viven, merced á las doctrinas de La Nación^
que harán buenas sus sostenedores;
En la juventud, que se está preparando á la vida, y siente
ó empieza á sentir el vacio de esta existencia de excitacio-
nes, de alborotos, de pactos, de convenios, de borrar, de
reponer y de nunca acabar.
En el ejército, cuyos jefes y soldados tiemblan de que
su gobierno, distrayéndolos de su gloriosa tarea de someter
tierra y hombres salvajes, los llame inopinadamente á
sofocar alguna revuelta provocada por La Nación ó ver un
día en sus brillantes charrateras reaparecer como en la
OBKAR DS BlLRlIlKMTO
:bet, la mancha indeleble, eterna que
íempre, revoiucionorio 1
zas morales de estas aniraadrersionee
isado que representa La Nación, hallan
m Nacional liirk que no está solo en eate
de las palabras huecas y del caudillaje;
la su número podrá, responder k La
itido que sostiene El Nacional y aquellos
ue cuenta. El mundo político marcha
Nacional busca hace tres años.
España, el Peiii, Solivia, Méjico y el
ria por el que trae La Nación, hace
>s visto junto con ellos, gritando en
lifieitos, motit%es de cuartel, revoluciones.
'a la libertad que nos tomamoíit Viva Pié-
1 Porfirio DiazI Viva quien vive hoyl y
s, las vidas, el desquicio y el descrédito
lado vivas, nunca.
preparado el camino para que los damas
de instituciones libres, si logra que se
las.
ion arma í que apela la impotencia y la
ay falta de coraje en no atreverse a
era con las diñcultades, hasta hacerlas
tiempo, la demostración y el ejemplo-
ñon quiere amarrar nueve provincias,
, haciéndolas presas de sus goburtiautes,
gobernada por jueces de pasy paisanos
VUI
! desconcierta, no son tales jueces, ni
igas, sino que el sentido político de los
ovisa como candidatos, ni aun al duro
lias.
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 1(S7
Pruébanlo todas nuestras hermanas, ex-colonias probólo
la Francia, en ochenta años, no obstante estar á la vanguar-
dia en otros respectos de nuestra época. Heredáronlo los
norte-americanos; poséelo en alto grado el pueblo inglés*
comienza la Francia á desenvolverlo.
SITUACIÓN
{El Nacional, Febrero II 1879.)
Recorriendo los diarios, encontramos en El Gourrier de la
Plata^ que tiene intuición política muy marcada, la siguiente
apreciación:
ff Obrase actualmente un trabajo de descomposición en
los partidos políticos. La anarquía moral causada por los
errores, excesos, y sobre todo por la evolución de los jefes,
señala el fin de los gobiernos personales, y podrá traer el
reino de los principios. La indiferencia ha sucedido á la
pasión; y nadie se imaginaria, al leer los diarios^ que estamos
á la víspera de una elección local, muy importante. No
hay duda de que los electores no quieren dejarse lle-
var, como majadas de corderos. No es de ahora que
hemos dicho que la libertad del sufragio no existe en el
Río de la Plata; y si bien aun no llega el caso de retirar
la aserción, cúmplenos acreditar mayor independencia y
espíritu de examen, en los ciudadanos llamados á expresar
su voto.
« Háse realizado un progreso esencial. Nadie en la pro-
vincia de Buenos Aires, osaría hoy hablar de revolución y
de insurrección. Puede decirse, como en 1874, que está al
abrigo de revueltas».
Esto no quita que á los aventureros de 1874, se les esca-
pen de vez en cuando resoplidos como estos: aLa elección,
depende de la actitud que tome el Presidente de la Repú-
blica, y él hará que sea una buena elección, ó una lucha
que ptiede producir la guerra civih.
Que envuelvan un chorizo en El Nacional^ si no es un Pre-^
bidente eiectorl el remedio que propone contra la guerra
civil.
Dias después sin embargo, se persuaden que no serán
electores los Presidentes ni Gobernadores, y avisa 6 los
OBRAS DB SARMIENTO
u nueva convicción: «No hay duda, dice, que
en gobiernos electores, (ni aunque los busquen
:e vela); ni el Nacional, ni el Provincial lo son,
lo, sin hacer degenerar el acto de la elección en
\ada, pues, el pueblo no está dispuesto a de-
ar aua derechos, ni los gobiernos tienen serae-
tOB.
lo este tan guerrero, tan intratable contra
ctores que no tienen tal propósitol
o, el gran partido de la libertad grande, que
cuerdus en su arco, y tantas fortalezas donde
! y tuntos Monte Sacro donde refugiarsel
le retirada, indicado de antemano para todo
revuelta. Las elecciones serán lucha armada,
■armas?) si algún mal aconsejado Juez de Pa?.
1 las elecciones, ó el Gobernador dice esta boca
esídente mira haciadonde están eligiendo con
IZO.
s la ¿i^en provincia, ya tiene sus recetas. Es
co, que para armar la trampa de Corrientes de
iales fué el consejo de hacer un colegio electo-
i invención produjo sus efectos. No ha muchos
jirieron, en casos de duda sobre ¡a kgitimidad de
ís en Buenos Aires, hacer á. mano, una doble
como en la Carolina del Sur, á fin de imitar
tjemplos.
lemos en perspectiva ademas: «El Congreso'
lo ¡o va d ser, que no ha de admitir votos de
le lio estén en condiciones constitucionales»; y
ntes nos ha probado que Córdoba, Santiago,
L Rioja y Entre Ríos no lo están.
jrso falla, tenemos ia comisión de apoderados
parse de las provincias que no están en condi-
itucionaies.
s caminos, que todos van á Roma, no están
queda tomar las puertas del campo, la guerra
ucion, el motín, porque las elecciones degene-
ha armada, y porque el pueblo que puebla las
La Nación, y los apoderados de las provincias
8 hablar el dialecto particular de los agraciados,
irán, etc
LOS DBr^FAXLSCIM IBNTOS Y LOS DESVÍOS 169
Cuan engañado está pues, BiCournVr, no obstante su pers-
picacia, al decir que nadie osa hablar de revueltas é insu-
rrección en Buenos Aires!
Pudiera, sin embargo, explicarse esta aparente contradic-
ción, teniendo presente que no hay como discutir con los
adversarios, para lograr no eutendei^e nunca. En cambio^
se entiende uno mejor á sí mismo, y entiende á sus adver-
sarios menos.
Entre el bullicio de tantos que hablan ¿ un tiempo, á ira-
ves del humo del combate, no obstante el furor de la refriega,
vése un fenómeno nuevo en el país y eá que está tranquilo,
que no quiere agitarse, que no pueden conmoverlo. Hay
un pacificador y aquietador de los ánimos, y es el buen
sentido del público, que no cree que es de veras que tanta
irritación se muestra en las altas regiones. Mira á los dia-
rios furibundos, como gladiadores que se asestan golpes, ó
como sostenedores de justas literarias en sabatinas de cole-
gio, en que un colegial debe probar que no hay Dios, para
lucir los recursos de su ingenio.
La desgracia es que de año en año se repiten los mismos
argumentos, y el espectador ya sabe lo que é, tal golpe ó
estocada ha de oponer el adversario.
Parécenos, sin embargo, que vemos diseñarse un nuevo
aspecto de las cosas, y queremos consignar aquí nuestros
apuntes de cartera.
Re^olíAcian. Se ha discutido largamente este tema, y es
defendiéndose con calor el derecho del pueblo é interrum-
pir la continuidad del gobierno, siempre que ajuicio de los
prudentes declaren llegado el caso.
Gana terreno la idea contraria, que establece que el pue-
blo no delibera si el gobierno es malo, sino por medio de sus
representantes. Esta idea ha hecho camino hasta el ánimo
de sus adversarios, y acabará por quedar establecida.
Se ha discutido el sufragio libre, y convenido en no dis-
cutir sobre las causas, sino simplemente sobre los efectos.
Debe considerarse como una transacción el recurso de las
Ligas y de los Pactos, aunque los de los pactos no se
entiendan entre sí y los de las Ligas .ignoren que están
ligados.
Lo ocurrido recientemente en Tucuman, es un spéciment de
OIIltAH UE HAKMiKNTO
B gobernantes concillados, y partidos conci-
ta reunión de dos variedades de un especie, no
aban, un producto perfeccionado, con las hue-
les de padre y madre sino una muía, que
ere reconocer por su prole.. Se propone para
i anular la Cámara todas las elecciones hechas,
tengan vicio alguno en la forma, y no sean
<s electores de loa malos tratos de loa conci-
:ho antea que la conciliación acabará con las
' estas profanaciones del derecho de juzgar la
u validez, aplicado k remediar infidelidades de
ites, aquella ingerencia del ejecutivo en los con-
ísturas, puesto que lo culpan de desleal, acaba-
I autoridad y toda responsabilidad moral en el
yas funciones debieran limitarse k guardar el
tener las demasías,
vicio capital de la conciliación,
lo que sale de ella, es un producto hecterogé-
o se liga & su base, porque son dos fuerzas
las las que lo produjeron, y i cada paso
dar se encuentra tiroteado en direcciones
artidillos andan mezclados en las cuestiones de
¿Qué intereses tan grandes representan aquella
:a requerir tantos amaños, pactos, garrotazos y
itros, no hay mas sino que el gobierno está
icios, y las instituciones republicanas, la elec-
luchs, en lugar de la supresión por el acuerdo
trae la burla del principio y la ocasión de bur-
, otros.
nos á la gente déceiiU de Tucuman: ¿Eran real-
iones las que se hicieron? ¿Eran electores de
iso, los que las ejecutaron? ¿El gobernador man-
otraa listas que las acordadas conciliarmente?
ite espectáculo estamos dandol
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 171
LA MORAL EN LA PRENSA
( Bi Nacional, Febrero i% de 1879)
Nos admiran cada día los progresos de las ciencias mora-
les al servicio de los partidos.
Un diario dice que á mas de inicuo é injusto, es estúpido
y cobarde decir que k merced de nuestro propio afán de
denigrarnos, si llegase k arraigarse la preocupación que
nos va haciendo la hablilla popular, se dirá un día san-
guinario como un argentino: «siendo asi que el pueblo
argentino es bueno, generoso, y dispuesto al sacrifieio por
salvar sus derechos y su honor».
Era precisamente lo que sospechaba el aludido estúpido,
cuando se quejaba de que nuesto propio afán de denigrarnos
DOS hacia la hablilla de otras gentes y podría arraigarse
como prepcupaeioth
No se necesita ser muy estúpido, para distinguir la verdad
de una preocupación de ánimo, que impide verla, y ya seña-
lábamos al Times^ como expresión de esa preocupación.
Es raro, sin duda, un pueblo bueno, generoso, como excep-
ción de la especie, humana, pues á tales clasiñcaciones
aspiran franceses, españoles, italianos, ingleses, norte-ame-
ricanos, alemanes, etc. De manera que todo estaría dicho,
afirmando que el pueblo argentino está al nivel de los otros
civilizados.
Sin embargo, el Larochefoucauld argentino le atribuye
al nuestro una cualidad que le es peculiar, y es la de estar
dispuesto siempre alsacriücio para salvar sus derechos, etc.
Cualidad admirable deque no está dotado el pueblo inglés,
donde no tenia hace cuarenta años derecho de sufragio,
sino muy restrigido, y que no se ha sacrificado por salvar
nada, lo que no quita que tenga hoy, sin sacrificio, mucho
mas que nosotros.
Peor le pasa al pueblo francés, que de 1870 á la fecha, da
muestras visibles de haber perdido su antigua disposición
á salvar derechos propios y ágenos, sin lograr nunca otra
cosa que imponerse á sí mismo nuevas cadenas.
Queda pues, por mencionar otros pueblos, solo el argen-
tino, dispuesto al sacrificio por quítame allá esas pajas
desenvainar la tole<]ana, ó enrristrar la lanza, y acometer. . .
los molitios y loa batanes, oh pueblo bueno, generoso y dis-
puesto!
Estd última cualidad, sin embargo, empiezan k perderla
muchos argentinos.
Nosotros, por ejemplo, que maldita la gana que tenemos
de sacrificarnus por salvar los derechos que nadie nos
dispuLi, pues Á. ser lo que lodos los otros pueblos defienden,
□o valia la molestia del reclamo.
Creemos si que este último don argentino, agregado ii
las cualidades ordinarias ds los otros pueblos, es introdu-
cido en el diagnóstico para indicar que el pueblo argentino
ahi donde lo ven tan bueno y generoso, es mitrista siempre^
nacionalista si lo apuran, y revolucionario de cuando en
cuando, dispuesto á sacrificarse por sus derechos, etc.
Nos hace recordar esta frase, que también habíamos en-
contrado dos diaa antes, probAndonos que Gobernador y
Presidente no eran electores, que el pueblo no estaba dis-
puesto á dejarse arrebatar sus derechos, y entraría en la
lacha armada, etc., el afán también de Mr. Bagley de ponernos
donde quiera que volvamos la vista el anuncio de sus galle-
titas y de su especidina. Estos dias, por distracción quisi-
mos leer al parecer el titulo de fabrica de un tapiz, y leímos
Hesperidina.
La Nación, tan buena, tan generosa, no pierde ocasión de
poner el anuncio de su //«j/ímrfina, su enorme disposición á
sacríñcar á otros, para salvar los derechos, etc., porque
cuando los hombres ae arman, no es para recomendarse
h. Dios, sino para matar á sus semejantesl
Entraremos, pues, en materia con nuestros hipócritas que
se hacen moralistas, precisamente para lanzar un tiro
emponaoñado k su adversario. Eleva el carácter moral
argentino, para atribuirnos que azotamos mujeres!
Pues, bien, ese es el terreno en que hemos de confun-
dirlos. Nosotros no hemos hecho otra cosa que condenar
á la burla el aserto de La Nañon, de que el señor Bayo
azotó mujeres, y esto como un rasgo de su ferocidad.
Un escritor, celoso del honor argentino, no debiera
reproducir en la prensa asertos que no están probados
y que no revisten el carácter de perversidad que ae les
atribuya.
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 173
Un diario, celoso del honor nacional, no debiera estam-
par en la prensa, que hay Gobernadores absolutos y bárbaros,
Gobernadores sanguinarios y hasta Gobernadores conctísionarios y
esto para sinaplenaente impugnar á otro diario, á quien culpa
de defender tales atrocidades de que no se había hablado
antes.
Esto es lo que decíamos que empieza á crear, á fuerza
de repetirlo, preocupaciones desfavorables á nuestro carác-
ter, y lo que vuelve á explotar La Nación^ para corroborar
la preocupación, aunque su loable intento sea excitar
contra nosotros el estajiido de indignación, que concluirá
en Buenos Aires « con levantarse el pueblo con las armas
en la mano», contra un trozo de don Quijote. Este Aquiles
de Orphée aux enfers^ acaba todo razonamiento con tirar
la espada, trátese de literatura, de elecciones, de ligas, de
mujeres ó de rumores. Una revolución, es el desenl^kce
obligado.
Pero antes de echar manos á las armas, examinemos
cómo se forman las preocu[>aciones.
Demos de barato que El Nacional, y supongamos aun,
para hacer argentina la cuestión, que el autor de « Civili-
zación y Barbarie» sostenga gobiernos absolutos, sanguina-
rios y bárbaros,
¿No seria esto á lo lejos prueba concluyente de la depra-
vación moral del país ?
Convengamos en que sí; y va una.
La aserción de diario como La Nacian^ tan verídico y
justo apreciador del carácter argentino, de que hay actual-
mente, en 1879, en la República Argentina Gobernadores
bárbaros y sanguinarios^ merece toda consideración en Europa.
No se queja, sin embargo, la oposición en Francia, Ingla-
terra, España, Estados Unidos, Chile mismo, el Brasil, de
que haya en sus respectivos países Gobernadores bárbaros^
ni sanguinarios.
Luego es una peculiaridad argentina tener esta clase de
gobiernos, no obstante su disposición al sacriflcio por otras
cosas, menos por estas que aparecen geniales; y van dos.
Aun en el aserto mismo, parece que el testigo y depo-
nente da mayor gravedad al delito de concusión en los
funcionarios públicos, que á ser de suyo bárbaros y sangui^
narios. Acúsalos de despóticos^ lo que en cualquier país es
174 obrks db saruiento
cargo cuotidiano: de bárbaros y sanguinariot; que es como
hemos visto, exclusivo délos argentinos, pues en los otros
países no los hay; pero para ei acusador, hay algo peor
que ser bárbaros y sanguinarios, y es ser hasta concusio-
narios I
Luego, en la República argentina es mirado por los mora-
listas, como mil veces mayor pecado ser concusionarios,
que sanguinario?
Asi se revela el pensamiento Intimo de una nación. En
Francia, en Estados Unidos, en Inglaterra, ocurre con mas
ó menos frecuencia el delito de concusión en los funcio-
narios públicos, porque es delito relativo al empleo, no
al carácter nacional. Lo que afectarla á este, seria tener
Gobernadores bárbaro» y fanguinarioa, que no loa tienen,
como Bí nosotros los tenemos, no siendo esto una rareza,
sino un hecho diario, se deduce algo que daña al carácter
nacional. Y van tres.
Veamos ahora otras muestras. Leyendo los diarios de
Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Alemania, etc., etc., no
se encuentran en todos ellos juicios tan acerbos como los
de los diarios argentinos, sobre sus hombres públicos, oi
tales imputaciones de crímenes horribles, repugnantes,
vergonzosos, como los que denuncia diariamente la prensa
argentina, io que al leerlo debe hacer nacer la preocupa-
ción de que es un pueblo menos moral que aquellos. Y
no es que en todas partes no haya el mismo deseo de des-
prestigiar á sus adversarios, un Bismarck, un rey, un
emperador,un demagogo. En Francia, porejemplo, luchan
por el poder republicanos é imperialistas, y estos sostienen
h cara descubierta el despotismo, tal como lo practicaron
los Napoleones. A la antigua República con guillotina,
como el liberarismo de La Nación, con revoluciones, lucha
armada y apelación á las armas, por saber si Cervantes
dijo señoras, ó señeras, como está escrito, se les llama hasta
hoy el espectro rojo, pero no á Luis Blanc y Víctor Hugo,
que son du ese partido. Y van cuatro.
Otras fuentes pueden alimentar en el extranjero preo-
cupaciones desfavorables al carácter argentino. Porejem-
plo, leyendo en un diario que se muestra á la cabeza de
la prensa, el «Times» argentino, aunque sea hembra, aser-
ciones como estas:
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 175
«Si tales palabras se convierten en hechos y «provocan
combates.^ CombatesI sangre! sanguinario. Pueblo sangui-
nariot
«En manos del Presidente está que las elecciones de-
generen en lucha armada,» Armas, sangre, pueblo san-
guinario!
«Si se quiere introducir en Buenos Aires, (la edad de
oro de Don Quijote), el pueblo se opondrá eanlasarmas en ¡a
fnano.y> Pueblo decididamente sanguinario!
«Si su gobierno fuese elector el pueblo no consentirá en
que le arrebaten sus derechos.»
¡Si le traen á Febre — ^Resistirá hasta el último aliento!
pueblo sanguinario.
Y si le dicen que se siente, que coma, que duerma, que
camine, echará primero mano á la cartuchera, por temor
de que quieran robarle algo; y aun definiendo sus propias
cualidades de bueno y generoso, no se olvida de que se
haga constar que está pronto al sacrificio.... como cual-
quiera otro, sin ser bueno y generoso.
Es preciso, pues, suprimir adjetivos é improperios en la
prensa argentina, para que no se airaigtM ¡a preocupación que
nosotros mismos vamos creando, de que somos bárbaros y
sanguifMrios; pues no se ha de decir de pueblos, que son
concusionarios ni despóticos, accideiites que se refieren á
funciones especiales.
Lo que el moralista argentino no ha notado en el carác-
ter nacional, es una preciosa cualidad que k> dístíngae, y
es que cuioklo quiere dañar á un personaje público, y sus-
citarte un Cuitiño, ó el furor popular, empieza por decir:
¿quien sabe quién morirá, cuando haya el combate que
provocan; es imprudente decir esto ó aquello, en vísperas
de elecciones^ cuando las pasiones se enardecen é infla-
man! Si tal cosa quiere introducir en Buenos Aires
(Cervantes) el pueblo se levantará con las armas en
la mano.
Mire usted que dice que somos inmorales, cuando el
pueblo argentino es bueno, generoso, y dispuesto á hacer
revoluciones armadas^ y aun á matar á quien viene seña-
lando á sus ¡ras, para darse los aires de ser mas argentina
y mas populachera, cualidades que le faltan ó le sobran,
OBK.AS DK BAHHIBNTO
¿ nuestros edificios y á nuestras aves, aunque sean
GUERRA SIN CURRTELI
(£1 Nacicmal, Febrero 13 de IST». )
BDletuí qnela allreax regards elle (la Natton) Jelte
Qaels Démonsl qaels serpees tralne-t-elle aprís aolf
Hé bteol Pilles d'Enfer, tos malna sont-elles prJtesT
Ponf qai sonl ees serfyeng qnl Blfflant sur tos Utesl—
(Andromaque, ácio V.)
ladronl al asesinol al matador!
ticia, cielo santo, justicial Estoy perdido: me han
tol Me han cortado el pescuezo! me han robado mi
I
lien puede ser? qué se Iiizol dónde est&? Dónde se
ide? A dónde encontrarlo? á dónde corre? á dónde
rrel no estará por aquí? no estará porahi? Quién esl
n Pronto acudanl comisarios, arqueros, prevostes,
s, alcaides, potencias, verdu(;os. Quiero hacer ahorcar
3 el mundo, «si no encuentro mi plata. . .• y me ahor-
á mi mismo despuestt
il soy yo,' exclama Harpagon, viendo que se ha co(;ido
razo él mismo, tomándose por el ladrón. «Teo que
ibeza está trastornada! etc.s
I tiene estupefactos La Naown. Hace pocos dfas lanzó
itoiieg'Uer'ra, de que no hicimos gran caudal, sabiendo
ra contra los de la Liga, con quienes nada tenemos de
n.
o ayer, cuando apenas habíamos candidamente satis-
& sus demandas; cuando nos disculpábamos humilde-
e de no haber (jcomo diremos para no ofender los
undos oidos de la casta Susana!) diremos, pues, como
lia, azotado mujeres; y proraettdole no introducir en
5S Aires las pastoriles galas que Don Quijote recuerda
3 zagalas de la edad de oro, con sus vestidos breves
íados, nos lanza al oído y de improviso el tremendo, el
lono alarido de oüeriu sin cüabtbl; y no ya solo á la
sino á nosotros mismos, al Naáonat, á la persona
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 177
<)ud esté tras de bastidores, & todos los que tal reto y pro-
<;lainacion oyerent de guerra sin cuartel.
Es de quedarse lelos al oir semejante algazara.
Y toda esta bulla, porqué?
Nada mas que porque hemos dicho inocentemente que»
¿juzgar por los pasados, los Presidentes futuros no han
-de ser gran cosa, aconsejando á todo el mundo & confor-
marse con el que nos toque, siguiendo aquel dicho vulgar
<]ue el que no tiene mas, se acuesta solo, ó como pueda.
4Que mal hay en ello?
«La importancia de estas palabras, exclama, que son una
revelación, nos obliga & estudiarlas detenidamente;» hecho
4o cual, nos declara guerra sin cuartel.
Acusado injustamente Mr. Pickwick de haber dado pala-
i)ra de casamiento á una fondera, el abogado de la demanda
hacía valer como prueba una esquelita del acusado, en
<iue para que le preparase el almuerzo le pedía costillitas
con tomates. Y el abogado exclamaba, con todo el calor
de la virtud ultrajada, «comprende el tribunal todo lo que
de comprometedor ó de inmoral, si su intención no eVa
iionesta, hay en este pedido de costillas con tomates? Qué
revelación! ó que depravación!
Nosotros creíamos cuando mas, haber dicho una vulga-
ridad, en lo de Presidentes, así, asi, y salimos convictoá y
confesos de haber dado palabra de casamiento k la
Liga!
También parece que nos hemos descuidado en dejar tras-
lucir que algunos anitnclan uno, no sabemos si de los ma-
los pasados como futuro, y ya se nos asegura, aque sería et
<inuncío de la mas terrible guerf*a civil que tuviera la BepúbUcajá
Y sobre aquella sospecha nuestra, de que los pájaros
serán cual es el nido, en el primer caso; ó de que el
nido será cual es el pájaro en el segundo, se desatan las
furias infernales, y dando por seguro que ala Liga est&
apoyada en los elementos oñciales de la Nación», lo que
prueba que nosotros no somos arte ni parte en el enredo»
«e descarga el siguiente torrente de imprecaciones y
amenazas:
c Un Pacto se está haciendo para destruir para siempre
^ los audaces usurpadores de la soberanía popular.
Tomo zl.-12
178
OBRAS DB SAKMIISNTO
': i¿
':;
i
I '?'
•
« Contra los que oponiéndose á la política de concilia-
ción, no hablan sino de exterminio.
« Contra la liga, la opinión se está formando, y si resiste^
las consecuencias serán desastrosas.
« El estallido de la voluntad popular. . .
« El peligi*o es inminente.
«( Libertad del sufragio la habrá I sin eso, el orden nacio-
nal va á conmoverse profundamente I
« La guerra sin cuartel no asusta á nadie, porque no es
opinión sino de pocos.
«c Seria bueno empezar por suprimir las amenazas de la
guerra sin cuartel.»
Cómo hiciéramos para volver la tranquilidad á esta alma
perturbada I Supone amenazas y no se le apean de los
labios la guerra civil, los combates^ las resistencias arma-
das, la destrucción para siempre de los audaces usur-
padores!
Quisiéramos decirle para calmarla que El Nacional^ es
extraño á esas ligas, cuya existencia deplorarla, que no
tiene relación con elementos oficiales, ni segundaria sus
propósitos en caso de tenerlos ilícitos. Por tanto, que
está viendo un antagonista que no existe; y si abandona
La Nación sus conatos revolucionarios, sus luchas armadas^,
sus consecuencias desastrosas y ese arsenal de guerra, de
violencia, tendrá un colaborador en El iVíoMnonaí, que detesta
cual ninguno la coacción ó el fraude electoral.
Dando seguridades á este respecto, vamos ahora al
nuevo caso presumible de guerra civil.
Tranquilizaremos á nuestros lectores, á quienes ya no se
despega la camisa al cue^o, de miedo de aquella guerra
civil. No llegará el caso; no son tan mal aconsejados los
electores, que á trueque de obrar según su conciencia»,
fuesen á desafiar las explosiones de aquel Vesubio, que
tenemos bajo nuestras plantas y cuyo cráter echa huma
ya por la boca de La Nación I
Seguros de que tal no sucederá, examinemos, sin em-«
bargo, este cohete chingado. Nos parece al contrario que
era remedio eficaz contra guerras civiles. Cuando el
derecho, las leyes, la conveniencia pública no contienen
las pasiones de los hombres, suelen ser eficaz medio una
'■
LOS DSSPALLBClMlBNTOS T LO» DU8YI0S 179
continua serie de derrotas» con lo que abandonan el nial
hábito.
Asi sucede con las revoluciones. Una triunfante, sugiere
la idea de otra, con otro motivo, y al ñn, de revolución en
motin, y de motin en revueltas, se pierde la conciencia
del derecho y de la tranquilidad pública.
Esto es lo que sucede en América.
Pero supongamos que partidos ó facciones que han
adquirido este mal hábito, pasando de los notables á. los
plebeyos, hacen una formidable revuelta en la Rioja, y les
daii en la cabeza á los revoltosos, tres en el Entre Ríos y
les sucede lo mismo, y otra en Buenos Aires con los capo-
rales, y no tenga mejor éxito, es seguro que se irán curando
poco á poco del feo vicio de hacer guerra civil, que sola
quedará en cabezas calientes de escritores, que hablarán
de la cosa por el que dirán y nada mas.
Luego la guerra civil se hace con ejércitos, ó parte de
ejércitos, pues el paisanaje, está probado haslía en los Esta»
dos Unidos que es un costoso y pobre elemento de guerra.
Nuestro ejército tiene hoy horror á la guerra civil, lo que
no sucedía antes^ que lo mandaban aficionados, y sin el
ejército harán asonadas, alborotos, pero no guerra civil»
aunque hagan perder algunos centenares de miles de
pesos á las gentes pacificas.
Cuadra la casualidad que los gobiernos de las provincias
son electores, y están ligados contra el partido revolucio-
nario; y si el gobernador Tejedor intentó una revolución
legítima y le salió mal cuando joven, no está para el casa
en la edad madura, para hacer guerras civiles inspiradas por
La Nacüm^ que á lo que parece, no hizo en toda su vida otra
cosa que revoluciones, elecciones dejeneradas en lucha
armada y resistencias hasta el último aliento!
Como el hacer mal nunca se pierde, y las buenas recetas
deben saberse para los casos fortuitos, diremos que no hay
remedio mejor contra el virus revolucionario,'que tratarla
como todas las otras enfermedades, seria y concienzuda-
mente. Los buenos médicos aconsejan que á los locos se
les trate como cuerdos, razonando con ellos, hablando siem-
pre el lenguaje de la realidad, sin hacer concesiones á su
actual estado mental. Lo mismo se estirpa el espíritu
revolucionario, que es una locura que afecta por témpora-
OBRAB DS BASHIBNTO
: partidos políticos y es contagiosa. Ha de habl&r-
iamenté, y aplicarles los documen''.os mas reco-
s por las leyes, que el loco por la pena es cuerdo;
]Ue la prudencia aconseje ciertas atenuaciones, es
ha de dejarse jamas de insistir es en contradecir
rioa, y repetirles lo que la razón y las leyes dispo*
i, cuando el maniaco de revoluciones diga: el
I permite que se le usurpen sus derechos, el médico
;estarle:
)Sl estése tranquilol el pueblo permite que el Con>
jobierno y los Jueces resuelvan lo que juzguen de
moque pueda ser errado.
le las elecciones degeneran en lucha arma-
inga Vd. cuidado. El Policeman Garmendia le
1 los dedos un papirote al que saque armas. No
sobro todo, armado, porque le recetaré la camisa
iBO de duda en laselecciones, la fuerza decide...
ítío, en cuanto no hay otra fuerza que la que dá
énto & las leyes del Congreso; y si el Congreso
nque sea un Congreso de conciliación y juzgue
lerza hari, disipar todas las dudas, como en la
altri sitti.
spresalias entonces
laniaco homicidal Que sabe Vd. de represalíasl
alia es una voz del derecho de gentes (y nigue una
concluye el médico): Ya basta de charla por
azon se debilita con el mucho hablar. Vuelva &.
y mañana escriba otro articulo como gñlo de guerra.
cuartel, puesto que por ahi le ohifln el diublo;
réngase de todo acto bélico.
lolo retirarse, mientras va tirando tajos y reveses,
I cou alguna revolución ó combate, el facultativo, i
se dirá entristecido: Mire Vd. í lo que nos con-
I malas lecturas, ó no entender lo que leemos, ó
la juventud hemos vistoí Este joven tan bueno,
9r tan dulce, 'le profesión é inclinaciones tan paci-
estraviado su espíritu, soñando guerras civiles,
violencias, respirando sangre, prefiarando comba-
cree salvadores, y escribiendo con títulos rojos.
LOS PBSFALLB0IMIBNTO8 Y LOS DBSYIOS 181
guerras sin cuartel^ gritos de giierra^ Wgas de malsines, gobier-
nos idriara^ y sanguinarios^ y todo se vuelve sangre y armas
y combates en esta cabeza, educada para las artes de la
paz, para las luchas del foro, pero que precisamente porque
no ha visto los horrores y la inutilidad de la guerra civil»
bajo una constitución, cree que es un sanalotodo y «n
bocado esquisito que puede serviree á pueblos comercian-
tes, agricultores, cargados <ie deudas y alarmados de que
hombres al parecer serios no conozcan otro lenguaje ni
otros remedios. Biaogna di liquoref bitogtM diliquorel
U LUCHA ELECTORAL
{Bl Naci4mal, Pebrero 13 de i87f .)
Loado sea Dios ! Volvemos k nuestro dilacerado y pobre
viejo sistema electoral, base del gobierno representativo»
sin conciliaciones, sin pactos ni supresión quimérica de
luchas.
El partido autonomista, en la declaración tan sin preten-
siones, tan sencilla por su verdad misma, anuncia que abre
su campaña electoral, para hacer que sus ideas estén de-
bida y honorablemente representadas en la Legislatura
Provincial.
La carta circular del Presidente Gambaceres, confir-
ma y estiende las aserciones del Consejo Directivo, y no
habrá» lo esperamos, viejo autonomista, ni nuevas adquisi-
ciones y adhesiones que no sientan rebullir en sus pechos
su sangre autonomista, al recuerdo de sus pasadas lides y
de sus triunfos y pérdidas comunes.
Viene el partido autonomista otra vez á la escena, alec-
cionada por el miraje de las vanas conciliaciones, aleccio-
nado por los pasados acontecimientos, robustecido con
nombres nuevos, aunque deplore la |>érdida de otros que
han raleado sus filas, ya pagando el triste tributo á la na-
turaleza, ya sep&randose en grupo aparte, por un mo-
mento de extravio y nos asociamos á los votos del Presi-
dente Gambaceres, al llamarlos de nuevo al hogar común,.
de que no debieron separarse.
Pretendían ser la parte mas avanzada en ideas liberales»
y desdeñaban militar al lado ó al frente de otros á quienes
i 1.
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182
OBKA« DR MAKMIBNTO
consideran muy retardados. Corrían, sin embargo, el ries-
fro de formar una tercera entidad y colocarse entre dos
ruedas de molino, ó bien de avanzarse tanto, tan al frente,
que al fin se encontrarán en las filas de sus antiguos ad-
versarios políticos, que á su turno pretenden mandarlos á
la i^etaguardia.
La verdad es que un partido, aun los republicanos y los
monarquistas, donde los hay, tienen, merced á la libertad
del pensamiento, sus gradaciones y sus diversidades de
intensidad en la opinión. Habrá necesariamente republi-
canos moderados como en Francia, y republicanos rojos
que hacen el centro de la izquierda, como allí se llaman, y
la estrema izquierda, con ideas mas avanzadas, lo que no
quita que figuren en su lado, antiguos monarquistas que
sin dejarlo de ser del todo, adhieren sin embargo á la re-
pública, por serla constitución republicana, y que votarán
con los republicanos.
En oposición estarán los monarquistas en principio, aun-
que no en simpatías, divididos en monarquistas jenuinos
ó legitimistas, en constitucionales y en imperialistas, pero
todos formando un centro, con sus alas de diverso matiz,
pero del mismo color.
Sin estas recíprocas tolerancias y asociaciones, los parti-
dos dejan de ser partidos, y se convierten en fracciones
incapaces de triunfar, por su propia debilidad y subdi-
visión.
Entramos pues, de nuevo, en las condicciones normales
de la vida pública.
No mas conciliaciones, no mas deseos de suprimir la
lucha electoral. Venga ella en hora buena, bajo un gobierno
honrado que cumplirá honradamente con su deber y bajo
la garantía de la fuerza pública, puesta en mano firme
guiada por ciudadanos que comienzan su vida pública, de-
sempeñando un cargo de responsabilidad y que no han
de jugar su reputación al primer envite, olvidando que tie-
nen cuarenta años de porvenir por delante, y que todos
los errores, los vicios y las infidelidades se tienen en cuenta
para lo futuro.
Nunca pues, se ha iuaugurado un período electoral bajo
mejores auspicios. La violencia, el fraude, son armas y
resortes de los débiles, y el partido autonomista viene
V
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 183
hiendo de tiempo atras^ el receptáculo adonde convergen
los pequeños arroyuelos de la opinión, que huye de es-
tagnarse en aquella laguna, salobre en fuerza de irse se-
cando y no alimentarse de nuevas corrientes, que se llamó
partido nacionalista, cuando se sintió expulsado de todas
las Provincias, excepto de Corrientes, que reconquistó con
ios Pampines, Atzconas y otras vejeces resucitadas de ahora
veinte años.
Saludamos pues, al partido autonomista y le auguramos
la victoria, no en todos los terrenos^ sino en el único legal, la
elección.
FUERA DE BROMAS
{Bl NaeUmai, Febrero 14 de 1870.)
Nuestra querella con La Ntteiony tiende á envenenarse»
por mala intelijencia, mas bien que por oposición radical
de propósitos.
Tenemos el mismo interés en que el fraude ó la coacción
«p las elecciones desaparezca.
Deseamos igualmente que los que gobiernan se tengan
^n los límites de sus funciones, sin imponer su voluQtad
Á los gobernados.
Cónstale ahora, que no estamos ligados con gobernadores
electores, ni cosa que lo valga, ni con elementos oficiales,
nacionales ó provinciales.
a Nos parece igualmente que todos haríamos bien en mo-
derar el lenguaje, y si bien no puede suprimirse el empleo
de las palabras necesarias, para denunciar los hechos que
tengan lugar, podemos hacer un propósito serio de no al-
terar la verdad de los hechos. »
Hasta aquí estamos conformes.
No lo estaremos» sin embargo, en no reabrir «el juicio
«obre el pasado, que el patriotismo cerró para siempre ».
Se equivoca al creer que pedimos el exterminio, ni aun
el castigo de delitos políticos que han sido amnistiados y
perdonados, por haberlo sido por leyes y actos legales quo
debemos obedecer y respetar, aunque los consideráramos
desacertados.
Pero aun llamándolos cubiertos para siempre, como sa
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OBRAS OB 8AKMIBMT0
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dice, por el patriotismo, se falta á ese respecto con la ley.
El patriotismo en cuestiones tan graves, es una palabra
sin sentido» y puede encubrir no solo errores, sino actoa
criminales, como lo hemos visto en documentos revolucio-
narios, que principiaban por asegurar que eran dictados
por el mas puro patriotismo.
Patriotismo no es término ni constitucional ni jurídico.
El patriotismo no ha borrado las tristes páginas de nues-
tra historia contemporánea, y no se ha de decir que na
tenemos historia antes del acto de amnistía, cuando loa
mismos amnistiados miran en poco los deberes que aquella
concesión les impuso, y continúan haciendo alarde del
delito amnistiado, ofreciendo y sosteniendo de palabra y
obra repetirlo, cada vez que les plazca.
Nosotros no hemos suscrito á ese pacto del patriotismo,,
que hace enmudecer la historia, suprimir las leyes, y solo^
sirve para hacer estéril el vencimiento, la amnistía y el
perdón.
Un convenio ofrecemos á. La Nación y nos verá llenar por
nuestra parte lo estipulado. No nombre jamas guerra civiK
como expresión de la acción popular. No miente lucha
armada^ en las elecciones; no presienta ni revoluciones, nt
resistencias, que turben la tranquilidad pública, contra las^
demasías que teme de los Gobernadores.
En la Constitución, en las leyes, en el derecho, en la
práctica de los gobiernos Ubres, en la opinión pública, en
la prensa, hemos de encontrar seguros medios, aunque
no siempre triunfantes de remediar los males que nos
aquejan.
Hános sucedido alguna vez no poder hacer justicia al
derecho contra irregularidades, porque al alegar el derecho^
lo hacían en nombre de principios falsos, de usurpaciones
de poder, de manera que para hacer justicia sobre un hecho
accidental, teníamos que reconocer una flagrante usurpa-
ción de facultades y una doctrina que pervertía las insti-
tuciones.
Sucédenos lo mismo con La Nadan, Si reclama contra loa
abusos de poder, violentando el libre sufragio, estaremos
con ella, mientras busque el remedio dentro de los limites
de las instituciones que nos rigen. Pero si nos habla áe
^uerra^civil, de resistencias armadas, como recurso contra
L08 DB8FALIiBGiMI£NT08 T LOS DESVÍOS 185
el abuso, hemos de estar del lado del abuso pasajero ó
local, á trueque de no consentir en que por remediarlo se
perturbe la tranquilidad pública, que es el abuso de los
abusos, y el mal insondable que nada puede remediar.
Nuestros gobiernos son necesariamente imperfectos, y á
veces detestables, á. causa de que los pueblos que gobiernan,
están mal preparados para la complicada existencia de la
vida en los pueblos libres.
Razones son estas que no deben disimularse, por que
están á la vista de todos; pero la apelación á las armas, el
trastorno brusco por la violencia, á mas de los males que
trae consigo, tiene el inconveniente de alejar mas y mas al
pueblo de la práctica regular de las instituciones libres,
dando al que vence el derecho de arreglarlo todo á su
paladar, quitando á los vencidos hasta el derecho de que-
jarse.
La fatal revuelta de Corrientes, no ha triunfado por su
vigor y fuerza, sino por la infidelidad de los empleados en
la intervención, que entendieron que hacer deponer las
armas á los sediciosos, como el acto público del Presidente
lo ordenaba, era armarlos, erigiéndolos en autoridad, para
influir en las deliberaciones del Congreso, mientras dis-
cutía.
Aparte de esta tricherie ministerial, todas las revoluciones
del mundo han sucumbido, de veinte años atrás, y han de
ser frustradas en adelante, sin dejar mas recuerdo que
vigorizar á los gobiernos agredidos, y autorizarles por la ley
á ser mas restrictivos, y suprimir libertades que los ponen
en peligro.
Entre nosotros, las pretendidas revoluciones, tienen hoy
un estimulo, aun para jóvenes bien intencionados, y es la
impunidad con que se anuncian, se propalan y ejecutan.
Qué es al cabo una revolución? Un periodo de excitación,
de actividad, de agitación, en que cada individuo cree valer
mas que el gobierno, en que el entusiasta se abandona á
8u imaginación; el patriota cree que está salvando á la
patria; el valiente halla campo para sus hazañas; el ambi-
cioso remedio á las injusticias de la opinión; y acaso el
hombre de Estado lo encuentra en defectos orgánicos.
La guerra contra Méjico, la promovieron los esclavócra-
tas del Sur, para ensanchar el territorio á esclavos, fuera
186
OHRA8 ÜB 8ARMISNT0
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del 36® del proviso.Wúxnot; y la segundó toda la juventud
norte-americana, fastidiada de casi medio siglo de paz, y
ansiosa de emociones, de actividad y de guerrear.
Formado el gusto á las aventuras, la guerra civil del
Sur encontró de una y otra parte los ánimos fácilmente
dispuestos á ir á la guerra, que ya habían probado con éxito
en el extranjero; y la juventud y las universidades de Boston
Yaie, Harvard, y de las clases acomodadas, formaba uh
exódo de soldados voluntarios, en defensa de la libertad de
los esclavos, que no les importaba gran cosa, y en satisfac-
ción de su hambre de combates, gloria, heroicidad y lo de
mas allá.
Verdad es que en Bullrun, su primer encuentro quedaron
tendidos unos pocos, y los demás llegaron á sus casas satis-
fechos de combates, por ver que no se hace la guerra con
el ánimo ni las convicciones, sino con metralla y buenos y
sólidos regimientos para resistirla. La guerra costó un
millón de soldados, poco entusiastas por la libertad de los
negros, pero disciplinados y endurecidos á las fatigas en
años de combates.
Gracias á las conciliaciones, hacer ó siquiera desear revo-
luciones, son tortas y pan pintado! Quién murió? Los que
tienen por oflcio morir, tres ó cuatro notables de uno y
otro lado, y mil infelices que no saben por qué ni quién los
mata y de cuya existencia ó desaparición se les da dos
ardites á los revolucionarios. Vencidos, son objeto de in-
terés, prisioneros, reciben ovaciones de sus amigos. Nunca
han valido mas unos cuantos peones de revolucionarios
que cuando estaban presos. Oh! qué patriotas? No me
acuerdo como se llama ó no lo oi nombrar antes! Amnis-
tía! Se da nuevo manifiesto revolucionario, se le pone en
libertad. Solo el gobierno, avergonzado de haber triunfado
contra aquellos mártires de la libertad; y al ñn, tanto
miedo ponen y tanto conspiran, que se les ruega tengan la
bondad de ser generales de la nación, ministros etc., y &
fuerza de empeños^ vejámenes y tragar saliva, se logra
que condesciendan en ello, salvando su derecho impres*
criptible de hacer otra y cien revoluciones mas.
Y las viudas y los hijos de los que murieron? Eh! de
algo ha de morir uno. Peor es que hubiesen muerto de
fiebre amarilla.
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 187
Todo esto será muy bueno, muy humano, muy quijotezco
si se quiere, y prueba de mal corazón, de instintos sangui-
narios no aplaudir^ ya que no se opuso obstáculo á estas
novelas.
Pero pongamos término no al debate solamente, sino á
los propósitos revolucionarios. Es mucho pedir pretender
como cosa inocente conmover el orden público, los mismos
que lo perturbaron antes, y privar á los que los contuvieron
del derecho y del deber de desbaratar sus nuevos planes.
El solo lenguaje de La Nación, es ya un atentado contra
las leyes y una amenaza contra la tranquilidad pública.
No lo usaría en ninguna nación libre sin responder ante
la justicia por ello.
No se habla hoy de revoluciones, en punto alguno del
mundo civilizado; no hablemos nosotros, por dignidad al
menos. En Méjico, en el Perú, en Venezuela, en el Ecua-
dor se hacen revueltas y motines diarios; pero al menos la
prensa, por pudor, no abre cátedra de derecho revolucio-
nario, como es gala y profesión de una parte de la nuestra.
Nuestro propósito, y hemos de conseguirlo, es restablecer
á este respecto el sentimiento moral perdido, y no hemo3
de consentir en que mal aconsejados constituyan de la
amnistía un privilegio, del perdón un derecho, contra las
leyes que se hicieron enmudecer, contra la sociedad que
sufrió los extragos, sin reparación y sin i*esarcimiento.
NOS ENTENDEROS
(El Naeional, Febrero 16 de 1879.)
Tres artículos trae La Nación de ayer y la de hoy, en que
aceptando ya nuestra propuesta de pacto, no hay una sola
guerra civil invocada, ni el rumor de combates, ni de luchas
armadas.
Por ahisele escapa, que no es obra de un dia abandonar
hábitos de lenguaje mas bien que de ideas, algún gober-
nador brutal, la reminiscencia de los malhadados azotes, y
algunas otras prendas del antiguo bagaje. Hasta el sol
tiene manchas.
Nos congratulamos, sin embargo, del feliz cambio, por la
que respecta á LaNacion misma, que porque á lo que noso-->
OBRAH DI «ARHICNTO
1. casi debiéramos sentirlo, pues no esgrimiendo
H aquelias dimas vedadas, no sabciaraos qué con-
al objeto principal de sus artículos, que nos inte-
lenps que lo que se imagina, incluso la prueba de
'iacioaal uo tiene partido en Buenos Aires, según Be
er en adelante.
US veces no se equivoca uno en sus pobres juiciosf
lerales que se ofrecen y dan batalla, cuentan segura
ia, y al primer disparo á veces sabe uno muy áaus
s lo que en ello se contiene.
ios, sin embargo, que hay un quid pro quod deplorable,
no comprendemos mal, dirigir sus endechas & un
co Nañonat de earue y hueso, mientras que en nuestra
respuesta á. arrogantes preguntas, nosotros hablá-
in nombre de El Nacional de papel y tinta, que tene-
lu servicio.
18, del primero se habla en materia de partido, nos
de»de ahora puf vencidos, porque en verdad no
:emos partidarios, ni los tuvo en ningún tiempo,
smprecon el dia, durmiendo donde le toma la noche
ca, sin propiedad ai familia conocida,
osa es ElNacioiial de papel y tinto, que representa
no personas, yque tiene mas ó menos veinte y dos
existencia, lo que lo coloca en la flor de la juven-
osando salud, y buen humor. Si hubiera de votarse
'iio en las elecciones, con solo sus lectores tendría
rer k nacionalistas y ) frico-autonomistas unidos»
ejuntos no pueden dar contigente igual,
jesgracia que muchos no están inscritos, por miedo
estropeados en las mesas electorales, que no ofre-
il acceso á hombres maduros y enemigos del
cooio son gran parte de los lectores de SU Na-
juida noesTacil discernir, hoy por hoy, los amigos,
nemigos. Muchos nacionalistas han dado en leer
to/, para saber lo que dice La Nación, y aun se caen-
Igunos de sus caporales ceden & este feo apetito, &
las para echarle una ojeada y se limpian la boca en
para que nadie sospeche el hartazgo, sin compro-
1 bandera.
LOS DB8PALLBGIM1BNT08 T LOS DE8TI0S 189
¿Qué decir de los autonomistas, que eran antes de ahora
la plata labrada de SU NaeionaD
Hay autonomistas de autonomistas. Autonomistas auto-
Qomintas, para distinguirse de los autonomistas autonomis-
ias, que son cosa muy distinta, según lo prueban maniñes*
tos y contra-maniñestos.
La verdad es tanto que vale en plaza ser hoy autonomista,
que los nacionalistas pretenden que son autonomistas;
también tienen diarios autonomistas y desde que se les
ha infundido sangre autonomista en las venas, se han sen-
tido revivir y como rejuvenecidos, citando los nombres
propios de los que se han tragado ó absorvido, para
convencerse de que son verdaderos y reales autonomistas.
Gomo Ei Nacional es duro de cocer, no es extraño que se
vaya quedando solo, cuando mascón los republicanos, que
es la parte menos digerible y asimilable que el vasto estó-
mago nacionalista ha encontrado.
Tentaciones nos vinieran de apellidarnos republicanos
puros, que hemos sidojsiempre y nosliace primos hemanos
de los de los Estados Unidos; pero como no se puede ser nada
en estos tiempos, sin tener su poco de autonomista, nos
inclinamos á. llamarnos autonomistas en la forma, ^ iii petto
republicanos, siguiendo en esto á los nacionalistas que ya
no son nacionalistas á secas, sino con un baño, un barniz
y una máscara autonomista, con lo que harán pasar gato
por liebre en las elecciones deMarzoI
Vése pues, por esto que dichas elecciones van á traer una
singular confusión.
Todos los electores van á ser autonomistas. De qué color
es usted, le preguntan á un nacionalista autonomista y un
lirico? Autonomista; y á un republicano? Autonomista.
Aconsejaríamos á los verdaderos autonomistas, adopten un
signo para reconocerse. Por ejemplo, abrirse el ojo izquier-
do, con el dedo, al encontrarse con otro.
Si hace lo mismo el interrogado, estén seguro que es
fiucionalista; pues estos andan á casa de candidato, santo
y seña.
Ya estamos mas avansados sobre la convención de nacio-
nalistas, y corregiremos nuestro pasado error. No son apo-
derados, como habíamos creído, sino accionistas, con
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Totos cada uno, según el número de acciones que repre-
senta.
El de Buenos Aires representáis? acciones; y como son tres^
cada uno representaría nueve. Él ó los dos de Córdoba,
quince; cuatro los de La Rioja, y asi de los demás. Coma
de los pueblos que están fuera de las condiciones constitu-
cionales nos mandarán poder, por miedo de ser sorprendi-
dos iii fraganti delito de conspiración, habrán votos, sin
votante; los que tendrá el Presidente en su mano, para
decidir la elección.
No van, según anuncia el boletín, estos veinte y ocho con-
vencionales, representantes de ciento diez y seis acciones
á lapai\ es decir á cero, á nombrar candidato, sino á prepa-
rar la manera da nombrarlo, y han de ser curiosas las
discus*iones, y mus curioso todavía ver votar. ¡Qué emoción
cuando avance un General y eche en la urna ocho bolas
negras; un doctor veinte y ocho blancas, un covachuelista
cinco negras; y cuando no falte mas que un votante, no por
eso se conjeturará cuantos votos hay de mayoría, pues el
de Córdoba puede echar de una sentada trece bolas negras^
y dejarlos patitiesos á los de las blancas.
Sospecha La Nación que van los autonomistas no autono-
mistas á copiarles * el invento de la votación por acio-
nes. Tememos que no lo entiendan y no lo adopten
por eso.
Se necesita ser nacionalista para concebir y ejecutar estaa
operaciones.
ÚLTIMO ATRINCHERAMIENTO
{Bl Nacional, Febrero 17 de 1879).
No es sin razón que hemos culpado al diario matutino,
de propender á excitar las pasiones contra personas.
Bajo el nombre de El Nacional^ entiende siempre una
persona, y á esa persona reñere sin disimulo las malignas
interpretaciones que de sus conceptos hace, haciéndole un
«programa» de palabras aisladas y de todo lo que pueda
concitarle odios.
Para que mejor comprenda su desliz, la provocamos á.
que cite concepto ó frase de El Nacional^ que aluda al
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVIOS 101
•
redactor de La Nación^ y tienda á suscitarle odios. Si alguna
vez encuentra posibles alusiones, es para señalarlo coma
un hombre esencialmente bueno, que estampa conceptos
malos en un diario político.
Para su edificación, le recomendaremos que las leyes
de innprenta y especialmente la de Francia y la de Chile,
definen delito de imprenta y fijan pena, á los escritos que
tiendan á excitar odio contra el gobierno, ó entre clases
sociales, ó contra personas determinadas* No es permitido
decirle curandero, á un médico ni de un militar mostrar
que es indigno de su puesto.
El ridiculo mismo no. se ha de ejercer sobre personas,
y en esta prohibición entra la caricatura, que es un media
de impresionar al público desfavorablemente, como los
conceptos escritos.
En la cotidiana repetición que hace La Nación, de frases
y palabras que decididamente no fueron escritas para
hacerlas servir de bandera, está fuera del terreno legal,
que no permiten que se exploten con el ánimo de excitar
al odio ó el menosprecio contra las personas. Consérvese
en él, si asi lo halla útil: pero no lo alegue como un
derecho.
Bástanos para desarmarla declarar que no abrigamos
las ideas que nos supone, al hacer un inventario prolijo
de cuanto un hombre ó un escritor haya podido decir en
su vida, como aquel Senador que citaba la clasificación
de acto irregular' dada á una ejecución militar hecha por
el General Urquiza en Caseros, como prueba de que la
misma frase, usada casi treinta años después en un pro-
yecto de ley, era para encubrir crímenes como aquel. Cuando
se le explicó al pobre médico, que siendo la guerra á
muerte la que Rosas hacia á sus enemigos, no solo en la
práctica, sino declarada asi en decretos, sus jefes y oficia-
les estaban sujetos á la misma ley, tuvo que convenir que
la calificación de irregular dada al acto intencionalmente,
y no de criminal, era en conformidad con el derecho de-
la guerra.
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192
0BUA8 US SARMIVNTO
UBRE SUFRAGIO
iBlNaHmuU, Febrero i8 de i879)
Sin tomar por bandera de partido lo que es patrimonio
de todo ciudadano honrado, sin esperar y poner & prueba
la sinceridad de las promesas de las autoridades, de ase*
gurar el libre sufragio, y sin hacerles de ello un mérito,
puesto que no harían mas que llenar un deber estricto
hemos, por el contrario, manifestado nuestra conHanza en
los progresos que viene haciendo la conciencia pública y
la observancia de las leyes.
No hemos trepidado en aconsejar que el orden en las
mesas electorales sea garantido por la fuerza que contiene
i los turbulentos, sin preguntar que piensa ó de qué par-
tido será el Jefe de policía ó el Juez de Paz. Bástanos que
sean hombres honorables, y ciudadanos celosos del buen
nombre y respeto de la autoridad que invisten.
Guando se trataba de la conciliación, persona que pro-
fesa las ideas que sostiene jBI Naehnal^ hablando de los
diversos expedientes que se proponian, y oyendo al Gober-
nador Casares decir que él respondía de la regularidad y
sinceridad de las votaciones, en la parte que le correspon-
día aquel caballero dijo, que para él esta seguridad et*a
toda la oanoüiaeion requerida. Que le constaba que había
una fuerte preocupación en el público, sobre este punto;
y que el asegurar á todos los partidos la libre emisión
del voto en las elecciones, bastaba para restablecer en los
ánimos la confianza, y dar á los partidos caídos la oca*
sion de levantarse, si contaban con fuerza de opinión sufi-
ciente para ello. Añadió qué esta clase de cambios no
traían trastorno, y disipaban por el contrario toda preocu-
pación rencorosa.
Aplaudiendo, pues, calorosamente la declaración tan
espontánea del Gobernador señor Casares, indicóle que
habia oído que el censo electoral no tenia la aprobación
de sus oponentes, por creerlo falsificado.
El señor Casares, se apresuró á satisfacer á esta duda,
asegurando, que en previsión del caso, y por actos oficiales
que eran del dominio público, se habia cometido á la
LOS DBSFALLBCIMIBNTOS T LOS DESVÍOS 193
Corte Suprema el nombramiento de las Comisiones enro-
ladoras, las cuales, habían sido compuestas de personas,
ó imparciaies ó que repi^esentasen las adhesiones al par-
tido contrario; y que si omisiones había, provenían de la
voluntad de los que tenian derecho á registrar sus nombres,
y no lo hicieron por encono, haciendo constar en muchos
casos su abstención intencional.
Estas abstenciones no invalidaban en manera alguna el
•censo, y no debía alterarse, so pena de cometer al capricho
<le los ciudadanos la facultad de reabrirlo, según las dis-
posiciones de ánimo en que se hallaren.
Como ese es precisamente el objeto del registro electoral,
que debe preceder de meses^á la elección en que ha de
usarse la previa calificación, nada había que reprochar
a\ acto.
Con estos antecedentes pueden en hora buena los que
hoy toman por bandera el libre sufragio, reproducir las
declaraciones del señor Gobernador actual y del Juez de
Chascomus, abundando en el sentido en que ya abundaba
el señor Casares, en vísperas de la conciliación, aceptaba
y aplaudía quien no participaba en la confianza que á
otros inspiraban las demás medidas propuestas, por ha-
llarlas peligrosas para la tranquilidad pública, y una dero-
gación de las leyes que reglan la conducta de ciudadanos
y militares.
Reproducimos con gusto la nota del señor Juez de Paz
de Chascomus, como una prueba de que el país todo
empieza á apercibirse de sus propios progresos en el arte
difícil de ejercer sus derechos, estando seguro que los
mismos sentimientos animan á todas las autoridades:
« Aproximándose, dice, las elecciones de Marzo, decre-
tadas por el Poder Ejecutivo, y deseando el infrascripto
evitar torcidas suposiciones, cree llegado el momento de
dirigirse á sus conciudadanos residentes en este partido,
manifestando estar dispuesto á observar en aquellas, y
hacer observar, como tales, á los empleados de su depen-
dencia, la actitud prescindente que el excelentísimo señor
Gobernador de la Provincia recomienda en su manifiesto
/echa 20 del corriente; absteniéndose de tomar parte en
Tomo xl.— 18
t electora], eean cuales fueren los acontecí-
I basta entonces se desarrollen.
I en los comicios y la libertad y pureza en el
'án únicamente de lo que se preocupará el
9, poniendo para ello en acción cuantos medios
alcance, á ñn de que, desterrado el fraude de
electorales, puedan los sufragantes, sea cual
lor político, ejercer libremente uno de los mas
iios del ciudadano.
rica exposición, inspirada en el deseo de de^'itu-
trarias suposiciones que sobre su actitud en
[)iidiei'an formarse, serviríi para demostrar á.
Brdaderos propósitos del que firma, asi como
irles estar dispuesto á respetar y hacer respetar,
'ación alguna, la libertad del sufragio en todas
stacíones. — Ghascomus, Enero 28 de 1879. —
t. Juez de Paz.
)D semejante no tendrían que hacerla autori-
>aises naas habituados al ejercicio recto del
sufragio, pues se sobreentiende que así deba
ilaracion alguna.
sido reclamado por interpretaciones malicio-
bueno que tales desmentidos ó seguridades
mesas que reciben los votos son los únicos
L valiilez de ellos, esos jueces entregarán en
reos de falsificación ó fraude á la autoridad
ara que reteniéndolos en arresto hasta el dia
I juez proceda á aplicar las penas establecidas
jedimiento se observa pura mantener el orden
de la votación, que está bajo la jurisdicción
le los jueces de la mesa, y á ellos toca lequerir
ra guardarlo. Basta para ello que estén á sus
unos empleados de policía, no debiendo suponer
e estienda á otros puntos de las poblaciones,
ies la acción de la policía de seguridad procede
la tranquilidad pública, como en cualquiera
itancia.
e, nada hace presagiar excitación en los áni-
1 único que reclamaban algunos y duba oca-
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 195
sion á las amenazas de co<?tnmb!^e er^ p1 temor de indebida
ingerencia de las autoridades civiles en las eleccionesi
excepto las que requieren en ese día y en ese acto la policía,
que son las que componen la mesa.
El resultado por otra parte, de estas seguridades ha de
ser no solo garantir el sufragio, sino alejar hasta el pensa-
miento de provocar desórdenes, como sucede siempre que
la confianza que se tiene por^un lado en la rectitud de
las autoridades, está equilibrada por el temor de incurrir
en las penas de la ley y en el sonrojo de reconocerse y ser
tenidos por delincuentes.
HABRÁ ELECCIONES?
{Bl Nacional, Febrero 19 de 1879.)
Un mundo tenemos andado, con la seguridad que existe
en el alma, conáo existe la salud en el cuerpo, precisamente
cuando nada nos duele. La salud es, por mas que parezca
aventurado decirlo, una negación. Está uno sano, cuando
no siente dolor. Lo mismo son las elecciones, un acto ino-
cente, tranquilo, como ir á la iglesia el Domingo, y volverse
á su casa, á menos que no haya alboroto; y el alboroto
no son elecciones, son la enfermedad que suprime la
salud.
«La cuestión electoral tiene que salir triunfante, y si
hay violencia, la violencia provoca la violencia, y no hay
que esperar sometimiento sin resistencia.»
Propónennos esta charada, y nos provocan á descifrarla,
citándonos el hecho de Corrientes, aquel Edén donde todos
están contentos, todos contentos y satisfechos; donde nadie
se queja: nadie tiene una palabra de protesta: los emi-
grados lo están porque quieren, y otras cosas buenas que
por allí pasan.
Es ya una felicidad que hayan dos provincias, al menos,
contando la nuestra en primera línea, en donde todos es-
tán contentos y nadie se queja, pues si algunos no estuvie-
ran ccmtentos en Buenos Aires, ésta estaría muy abajo de
Corrientes, donde hasta los emigrados están, en el Para-
guay, contentos y satisfechos.
No sucede así por desgracia en Santa Fe, Entre Ríos,
irdoba, Rioja y otras, donde no todos bailan de
?mo en Corrientes.
reamuyirdua, pues, en la de reducir á térmi-
es á cinco provincias por lo menos, y aun otras
an en el tintero.
suponer lo imposible en otras partes que en
f es í]ue en Santa Fe todos estén contentos y
y que si bay emigrados, lo estén porque
s difícil de dijerir; pero como mera bipótesis,
irse. Porqué no? Los diarios de Santa Fe que
contentos como tos de Corrientes, no tienen la
ranscribir lo que se dice en Buenos Aires, Ver-
en Corrientes, aunque quisieran, no babrla
itento en que hacer la transcripción,
provincias presentan el desagradable espec-
ner dos ó mas diarios, á, veces cinco, á veces
10 69tá.n siempre de acuerdo en alabar ta situa-
1. Solo en Corrientes se nota aquella suspirada
que todos sus diarios forman una orquesta de
iltos, cornetas, pistones y bombo, que entonan
latutioo y vespertino, en loor del gobierno que
)az y estabilidad, y de que todos los ciudadanos
las garantías constitucionales. Nadie se queja,
discordante perturba la armonía angelical de
ación.
cierto? No habrá esa nota discordante?
seria la piedra de toque, para saber que hay
o nos hagan romances.
país alguno, bajo las garantías mas efectivas,
jamas se obtendrá, ese acuerdo, ese contento
Jn hombre de nuestros tiempos dirá, al obser-
echo existe, que existe á la par la mas terrible
as modernas, que es aquella que condena al
irgo injusto, y aclama una verdad otlcial que
pinion de un pueblo entero, sin excepción,
is no son de nuestros tiempos.
>mos en el señor Cabral el tiranuelo que nos
ibre, Iríondo, Viso, etc. Solo diremos que los
U'eado una situación desgraciada, y fi despecho
roluntad de los hombres.
LOS DBSFALLECIUIBNTOS Y LOii DEsVIOS 197
Muéstrennos los diarios de Corrientes que hablen pestes
del gobierno, oque vituperen sus actos, y creeremos, noque
tengan razón, sino que hay libertad de ser injustos.
Muéstrennos el club poHtico donde se reúnan los enemi-
gos de todo bien, de la tranquilidad y del progreso, y cree-
remos que hay libertad electoral.
Puede un gobierno no matar, no aprisionar, no perseguir,
lo que por fortuna sucede en toda la República, y en casi
toda la tierra, en monarquías y repúblicas; pero las liber-
tades políticas son otra cosa; y pueden no existir, cuando no
se ven sus síntomas aparentes, la divergencia, el descon-
tento. Nadie se queja? Es que guardan silencio! y el
silencio y la emigración no son voluntarios, ni diplomas de
libertad!
¡De qué críVnenes acusan ú esos emigrados? No han
podido cometerlos, por ser sostenedores del Gobierno del
doctor Derqui, que ningún gobierno, ni Congreso, ni inter-
vención declaró ilegal siquiera. Si permanecen emigrados
es porque les ofrecen la seguridad, á trueque de agregar
sus voces al concierto universal y al cántico de alabanzas.
Seguridad y silencio!
¿Por qué no aceptar que en Santa Fe, Entre Ríos y Cór-
doba, suceda lo mismo, es decir, un acuerdo tan perfecto
entre gobernantes y gobernadores, que no haya descon-
tentos, sino satisfechos?
¿Por qué habiendo triunfado Iriondo, de invasiones y
revueltas, no estará el pueblo de su provincia triunfante
con el de los descontentos, contentísimo, como está el de
Corrientes? Por que hay diarios que discrepan, porque hay
la lioertad de quejarse?
Es preciso medir con la misma vara; y si se supone que
en Corrientes triunfó el bien y en Santa Fe el mal, es pre-
ciso convenir en que el grueso de sus poblaciones no son
mas aptas en una que en otra para apreciarlo; pues en las
clases cultas conocemos en una y otra provincia hombres
capaces é instruidos.
Con esto diremos algo sobre lo que hemos llamado una
charada. Las elecciones tienen que triunfar, haya ó no
resistencia. Nosotros habíamos dicho, las leyes, las buenas
prácticas ofrecen medios de corregir los abusos, aunque no
siempre triunfantes, Pero esta vez se ha de triunfar y
41
■» ■■
198
OBKA8 OK MAUMIKNTO
si hay resistencia, resistencia habrá contra la resis-
tencia.
Pues bien, nosotros decimos simplemente: triunfarán los
buenos principios, las buenas prácticas, el libre sufragio
esta vez, en todas las partes en que los buenos principios,
las buenas prácticas, y el libre sufragio se hayan abierto
camino, sin pretender que en todas partes triunfe, y sin
hacernos responsable del mal éxito en otras, de estos
medios. Consuélanos, que en Corrientes y en Buenos Aires
ya no ha de ser necesaria la violencia de los gobernantes,
lo (|ue es mucho andado.
No ha de ser tan grande la necesidad de hacer violencia
en Santa Fe y Entre Rios, por lo que se ha visto, desde
que han cesado las invasiones y sediciones, no mostrando
el pueblo mucha voluntad de resistir á los sucesivos gobier-
nos. Debe ser un defecto popular; pero en general están
satisfechos y contentos, aunque no tanto como en Co-
rrientes.
De Córdoba no diremos nada: tan diverjentes se mues-
tran las opiniones de sus habitantes. El Gobierno es puesto
por las nubes^ ó abatido hasta el fango, como sucede en
Buenos Aires con gobiernos, municipalidades, cámaras etc.
Cualquiera de las maneras de ver que triunfe, ha de ser
vituperada por la que sea vencida. En todos los casos, la
resistencia no ha de ser muy fuerte, y en pocos se ha de
oponer la violencia á la violencia; porque ios que dan á
sus gobiernos como los execrables tiranuelos que nos pin-
tan, deben, para ser lógicos, darles la fuetiza bruta^ que ava-
salla y oprime.
Razones como estas nos hacen temer que todo se pase
como en Corrientes; aunque temblamos de ver á todas las
provincias gozando de tanta felicidad. No se la deseamos
á Buenos Aires, aun cuando no sea mas que por conservar
nuestro derecho de ser injustos.
VOLVEROS k LAS ANDADAS
{Bl Nacional, Febrero 17 de 1879.)
Hay estados de la opinión que resisten á toda idea que
pretenda contrariarlos. Ceden ante la demostración, pero
vuelve de adentro el sentimiento ó el hábito de pensar, y
bv^rra láS nuevas ini; presiones. Ui)-:» qvie creia en canvie'.iiijíS
xeia TD- «verse una luz que no se movj¿4; ap^riaio el oj.^ Jel
otro extrc-mo, la luz se ra «vía, vjelívi k |»L>ner la visuaL la
luz que en real i -.i a J estaba inmóvil, Cs>]oca«ia a la pnn*
t-.í de una visual, l.i luz queJab-i fi;a en ei extremo lie la
Tara. Convencí -i o al ñu, confesó su ü.ision; j>ero al uia si-
guíeme decia: que me quieren hacer creer á mi que la
candeli:la no caminaba, cuani » la he vi^io saiiauílo por
Sv.»lire ]r*s matorrales I
L'i dación tu el ve al día sií^uienie con su lema: qué, me
quiereu persuadir que las revolucionas no están jusiiñca-
das cuan io ios gobiernos electores y una Lejislauíia
No ha de ser peor el cuadro ni la suposición que la rea-
ii iad en Setiembre; y deJHmv»s al narrador contar lodo lo
que sucedió, y ei desenlace ñnal. Todo intitil como debe
sureder siem¡»re.
Quiénes hacen armas? Es claro. Los gobiernos refrac-
tüñus, infieles á la constitución, ó los pueblos obligados á
la defeiisa!
Cómo se mezclan las figuras de retórica, las realidades
prosaicas! Los gobiernos electores ó no refractarios y cuan-
to mas se quiera achacarles, no hacen armas, sino que
están armados por la ley, la Constitución, que violan por
el hecho material de lener á sus ordenes la fuerza, las
armas, et^c.
La obediencia á sus ordenes no es condicional de parte
de sus subordinados, sino absoluta, no siendo ellos jueces
de si son electores ó refractarios. Sobre esta, base está
montado el gobierno. Las leyes enseiian la manera de
usar la fuerza, y no estamos nosotros para aprender como
se usó y se usará siempre.
Los gobiernos no se arman, pues no hacen armas aunque
sean refractarios. No hay en cambio pueblos que se de-
fiendan, por que las leyes no reconocen pueblos contra las
autoridades establecidas; ni derecho de defensa armada
está fuera de la Constitución, y donde no hay Constitución,
fuera del sentido común ó del consenso universal.
Se nos pregunta qué haríamos en este ó en el otro caso
estremo, ó qué se hará cuando las cosas hayan llegado á
esas extremidades.
Parece que nosotros hubiésemos inventado los gobiernos
200 OSRAS DB BA.KUIENTO
electores, el fraude, el cohecho y U violencia en las elec-
ciones, ó qua tuviésemos á nuestra devoción dichos go-
biernos ó medios, los foment&semos ó ayudásemos.
Cuando hablamos en nombre de Us leyes y la práctica de
todas las sociedades, no nos hacemos solidarios de los
abusos que existen, ni los defendemos.
Que se hace cuando la Legislatura, por ejemplo, acepta
como váIido.i los falsificados registros de San Juan Evan-
gelista?
Todo \ menos:
Obrar d« manera que se gasten dos millones de pesos
en vencer una revuelta, ó en hacerla triunfar, porque nin-
guna Legislatura ha votado esa suma, y el pueblo, puesto
que pueblo hay, que delibera por otros medios que sus re-
presentantes, no ha sido consultado para autorizar el gasto.
Toilo.... menos matar un solo hombre, ya sea de los
satélites del poder, que no hacen mas que cumplir con su
deber, ó de los libertadores á cruz ó carita, que en realidad
no hacen mas que violar las leyes, contra motín, rebelión,
sedición, resistencia i. las autoridades, incurriendo en las
penas del caso, sin que la ley exceptué el de ser los go-
bernadores electores ó refractarios.
Hasta para asegurar la vida de ios mismos exaltados ha
provisto la Constitución, pues en caso de conmoción, y en-
tran en esta palabra el complot, la conjuración, la amennza
de perturbación, — permite y provee por el estado de sitio
que se les aprehenda y mande á. un pontón, á Patagonia
hasta que se les refresque la mollera.
Desgraciadamente, el modo falso de razonar hace impo-
sible fijar las ideas.
Desde que se pone en la misma línea gobiernos y pue-
blos, en cuanto ¿ hacer armas, no hay manera de enten-
derse, si se reconoce que los gobiernos, republicanos, libres,
moní\rquicos, de.spóticos, están de suyo »ui jwi armados, y
los pueblos no lo están, porque iegalmeiite no pueden alo-
marse sin dejar de ser pueblo y entrar en las categorias
del crimen, que la ley llama motin, sedición, rebelión, etc.
resistencia contra la autoridad y se desmoronan esos cas-
tillos de naipes fundados en hipótesis absurdas y fuera de
la realidad humana.
¿Dónde existe un gobierno que no esté armado? ¿Dónde
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 201
un pueblo que lo esté, fuera de la obediencia estricta y
pasiva á la autoridad que existe, libre ó tiránica?
Si se puede señalar ese pueblo en el mapa, aceptaremos
la alternativa de gobiernos y pueblos indistintamete ar-
mados.
¿Habrá algún pueblo en la tierra, donde los gobiernos
sean electores? Si no lo hay, (el hecho de Francia durante
el Ministerio refractario, no hace excepción) tendremos que
convenir que es un fenómeno esclusivamente argentino; y
entonces debe estudiarse y buscarse su origen en nuestras
costumbres ó falta de costumbres^ en nuestra educación
política ó falta de educación política.
Pero líbrenos Dios de estar esplicando hechos, que in-
duzcan á justiticar ó disculpar las maldades que pueden
concebir y ejecutar gobiernos electores.
Han de producirse luego los Imchos, y ha de ser fácil
caracterizarlos.
El mal uso de la palabra pueblo, contra la prohibición
constitucional de invocarlo, confunde todas las nociones,
aun en los hechos mas demostrados. Si el pueblo de Corrien-
tes habia sido desarmado por orden del Presidente, mal
pudo armarse cuando el Congreso deliberaba, porque no
hay tantos juegos de armas en el país que pueda recojerse
un armamento y brotar otro que no sea el mismo. Los que
aparecen armados estando antes desarmados, son los mis-
mos comandantes y milicias que estuvieron antes suble-
vadas y estaban después sublevadas lo mismo que antes.
La palabra pueblo anda de mas en estas correrías de Co-
mandantes y de paisanos.
El complemento que hace invencibles á los revoluciona-
rios, en sus discursos y alegatos, es que toda revolución ha
de triunfar, como en Corrientes, ó ha de ser amnistiada,
perdonada y rehabilitada, como la de Setiembre. No es
culpa nuestra si en donde hay constituciones y leyes y las
palabras motín, sedición, etc., traen aparejada pena, las
cosas acaban tan alegremente de manera á volver á co-
menzar; y preguntar qué se hace con los gobiernos elec-
tores y refractarios, que no obstante están armados.
U RJtZON PÚBLICA
(El Naeional, Vtrio i de 1879.)
Las titanias se funilan casi siempre en errores pievalen-
.es en la opinión, y donde la conquista no impone una
linastfa ó una raza, ellas se apoyan en una clase so-
cial, en daño de olra. ó en alguna preocupación popular.
¿Qué fué lo que hizo la fuerza de los caudillos? El terror
ejercido sobre sus enemigos? Hubieron, sin embargo, cau-
lilios como Bustos, don Frutos y Benavidea, que eran
menos crueles que lo que las leyes ordinarias exigen de
un juez integro.
Lo que hizo' la fuerza de los caudillos, fué la tradicional
obediencia de la milicia i sus jefes, requerida por el secu-
lar combate con los indios.
Convertida en guardia nacional la milicia, pierde su
carácter local, y el antiguo prestigio del caudillo.
Sucede lo mismo con las preocupaciones.
Debilitadas por mayor ilustración de la opinión, en vano
se toca generala para reunir ios pasados combatientes,
al nombre de democracia, (paisanaje), religión, localismo.
Pocos responden al llamado, porque sucede en esos caaos
que la razón pública está mucho mas adelantada que los
que dirijan los destinos de un país.
Tal bu podido, con satisfacción verse, en estos dias, al
cambiarse notas al parecer preñadas de rayos, entre dos
poderes públicos, echándose de menos la templanza del
lenguaje, ó la aserción de la autoridad que debia espe-
rarse.
El oro ha bajado, desde que se han disparado los prime-
ros tiros, en una cuestión de jurisdicción que pareciera
amenazar la buetia armonía entre los altos poderes.
Es que la razón pública va mucho mas adelante que sus
prohombres. La destemplanza de esas notas la han corre-
gido con la prudencia que no oye, cuando conviene no^oin
y al que se manifestó ó indiscreto ó remiso, lo ha cubierto
con el manto de su protección. Asf ni el desenfado de
un'lado ha ganado, n( la autoridad ha perdido, gracias al
buen sentido público.
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 203
Los diarios que andan á caza, poroñcio, de asuntos á sen-
sactotiy han guardado un prudente silencio sobre el tono y
contenido de las notas que se han cruzado estos días, entre
el Gobierno nacional y el de la Provincia, y no conocemos
alguno que haya aplaudido ala parteagresiva.de varias
de ellas, que es lo que constituía su gravedad.
No sabemos si habría tomado mejor rumbo la cuestión,
si el Ministro nacional, al recibir la nota de cobro de pesos
adeudados al Banco, hubiera dicho al Presidente del
Banco loque dijo al Gobernador, haciendo en su virtud
efectivos los arreglos.
Este, sin embargo, era el medio de hacer con decoro lo
que podía hacerse y había la intención de hacer, y de fi-
jar un punto de jurisprudencia.
El día que los Gobernadores de provincia puedan, á ese
título, constituirse en demandantes, procuradores ó agentes
de provincias, como circunscripciones territoriales ó sobe-
ranías ante la Nación, ha de valer mejor volver al sistema
unitario, que ahorra la vergüenza de ver autoridades
que representan la Nación, sujetas' al escarnio de sus
gobernados.
Afortunadamente, lo que sobraba á uno de los poderes
y escaseaba al otro, lo ha suplido la opinión pública, echán^
dolé tierra al asunto, y olvidándose que Noó puede alguna
vez olvidarse ante sus hijos.
En cambio, las buenas doctrinas se hacen camino, y
tienden á. corregir los errores de hábitos pasados, que
prescinden de la nueva organización é institifciones que
nos rijen. Hemos de llegar, al fin, á una práctica orde-
nada y constitucional.
EL ACUERDO
iBl Nacional, Marzo i4 de 1879.)
Propone La Nación^ órgano de los nacionalistas contu-
maces, pues hay los del Centro Popidar, y los de la izquierda
nacionalistas, que no obedecen á la consigna, una entente
cordial con los republicanos, á fin de tomar las medidas
necesarias para guardar el orden en las elecciones, é
impedir el fraude.
204 OBRAS DB SARMIBNTO
ft Si no es posible, añade, arribar á un acuerdo entonces
sabremos á que atenernos, y los partidos harán su propia
petición.»
Sin mira de tergiversar un pensamiento de que parti-
cipamos, notaremos esta singular predisposición de ánimo
del órgano mas acreditado del partido nacionalista, ó lo
que ello sea, á considerarse y considerar el país, como
en estado de naturaleza, y las leyes, autoridades y fuerzas
públicas, como no existentes, ó abrogadas.
Guando encuentra perversas las influencias y prácticas
de gobernadores en materia de elecciones ó de adminis-
tración, su remedio sencillísimo es una revolución. Si se
trata del acto de la elección, y aun cuando está en las
mejores disposiciones de ánimo posibles, su buena voluntad
se manifiesta, proponiendo á sus honorables adversarios,
un acuerdo para guardar el orden, en las elecciones, « y
sino los partidos harán su propia policía.»
Y la policía pública, las autoridades, qu.é harán ese día?
I Quién conñará á los partidos conservar el orden en las
mesas, ó hacer la policía? Para qué están constituidas y
establecidas las autoridades?
Qué funciones tienen los partidos, en el acto de votar
cada individuo?
Asi se trasluce, no diremos el pensamiento que encierran
estos acuerdos, sino la preocupación hija de la rutina y
del hábito, que extravia hasta el buen deseo.
La se^ruridad de las mesas, la libertad de acarearse á
ellas, la tranquilidad pública están confiados á los Jueces
de las elecciones, los que disponen de fuerza para hacerse
obedecer, si alguien intentase resistir.
No es entre los partidos, por ejemplo, que se ha de
acordar no llevar armas, pues cada uno de los que infrin-
jan esta prohibicioy legal, es responsable ante las leyes,
del delito que comete, pues si hiciese uso de esas armas-
y dañare á otro, hay contra él la agravación, premeditación
y alevosía, pues de antemano y sin provocación, violando
la ley, se apercibió para ejercer actos de violencia.
Si hay tentativas de fraude, no son ios presidentes de
los partidos los que han de evitarlos, sino los jueces que
reciben los votos y deben examinarlos.
Los partidos, pues, ni sus cabezas ó prohombres, nada
LOS DB.<!lFALLBCIMlBNTOS Y LOS DESVÍOS 205
tienen que hacer, ni menos convenir en el acto de las
elecciones.
Las funciones de los partidos, como cuerpos colectivoí?,
terminan la víspera de las elecciones, siendo reputada
atentatoria y sospechada de propósitos subversivos, toda
reunión, toda disposición, toda orden dado por sus cabos
el dia de las elecciones.
La elección es un acto individual, que supone un hom-
bre libre, ejecutando su propia voluntad, sin obedecer á
inspiración agena, sin reconocer dependencia de otro.
El dia de las elecciones, es un dia aparte de los otros
días, con sus funciones públicas, ejecutadas en cada barrio,
con su legislación y sus reglas especiales.
Los partidos y los jefes de partidos no existen ese dia.
La ley los condena; y pueden ser perseguidos, si quieren
ejercer ó se les ve ejercer influencia, dominio sobre indivi-
duos. Si varios individuos se reuniesen en la proximidad
de las mesas, y se les viese que obedecen colectivamente
á una persona que los dirije, aconseja ó manda, las auto-
ridades constituidas tienen derecho de sospechar que hay
seducción, cohecho, ó coerción, y pueden proceder en
<3onsecuencia.
No puede, pues, haber acuerdo entre los presidentes de
los clubs, para guardar el orden, ni los partidos hacen
la policía, por miedo que la policía legal verdadera, que
hace cumplir la ley á. requisición de la mesa, mande á
los susodichos presidentes con sus respectivos partidos, &
la sombra.
Los partidos, lo mas que pueden hacer es corregir sus
propios errores de concepto, y no olvidarse que hay leyes
y autoridades encargadas de hacerlas cumplir.
¿Podríamos hacer un acuerdo que principiara así: nos?
(aquí los nombres de los partidos) delegamos en los jue-
ces de las mesas y la policía de seguridad, el encargo de
hacer la policía, guardar el orden, y evitar los fraudes,
obligando nuestras personas colectivamente, como parti-
dos, k responder de ios delitos, violencias que en las elec-
ciones se cometan ?
Y, sin embargo, podemos hacer un acuerdo, y desde
ahora ir discutiendo las bases.
Preliminares:
- - — ^•
I
206 OBRAS DB SAKMIBNTO
Es preciso principiar por fijar claramente cuáles son las
partes contratantes, y desterrar el fraude^ aun en ía redac-
ción del convenio. Redacción propuesta por La Nación^
« nos el Presidente de los comités de ios partidos nacio-
nalistas y autonomistas concillados por una parte, y el
Presidente del partido republicano...!
Se desecha por fraudalenta, debiendo adoptarse esta :
«Nos el Presidente del partido autonomista por una parte,
y el Presidente del partido nacionalista por la otra...» ó
bien esta otra:
«El Presidente de los partidos autonomista nacional y el
republicano unidos, y el Presidente del partido nacionalista
y autonomista concillados por otra, y el Presidente del
Centro Político^ nacionalista separado, por otra, «teniendo
«presente, — redacción de La iVocion,— que nuestro régimen
« electoral da representación á todos los partidos, y que
«cada. cual no. debe pretender mas de lo que realmente
« le corresponde», hemos convenido Jen los puntos si-
guientes:
Las listas impresas de cada uno de los partidos se en-
tregarán á espendedores de ellas, que se establecerán en
frente ó en la proximidad de cada mesa electoral, en lugar
visible y de libre y fácil acceso, fuera de la via de aproxi-
mación á la mesa, á ñn de que cada elector vaya á este
lugar y pida la lista de su preferencia, al tenedor de
ella, y desde allí se dirija á deponer su voto en la mesa.
El lugar en que esté el depositario de cma lista» debiendo
estar los demás en hilera, puede ser una garita construida
de tablas, para que le ofrezca asiento y sombra, durante
la votación.
Los presidentes y partidarios convienen en no distribuir
listas ellos mismos á los electores, dejando á estos en
libertad de tomarlas á su elección, en el lugar citado, á
fin de evitar asi la ocasión ó al menos la apariencia de
cohecho, de seducción, coacción, presión, que pertenece á
la larga familia del fraude.
Damos, pues, á examinar este primer artículo, con el
encabezamiento, á examinarlo á las otras partes contratan-
tes; una vez aceptado, propondremos otros, igualmente
conducentes á alejar toda causa de desorden.
¿Tienen por ventura desconfianza en los escrutadores
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 207
de las mesas, en los Jueces de Paz, en la policía, en el
Coronel Garmendia, en el Gobernador Tejedor?
No cuidemos, pues, de guardar el orden. Cuidemos solo
de apartar las causas del desorden, del fraude. Los que
tanto detestan el fraude, aceptarán, á no dudarlo, este
medio sencillísimo de apartar la mayor parte de los
casos.
LOS GOBERNADORES ELECTORES
(Bl NacUmal, Mayo 16 de 1879.)
La telegrafía nos trae un obsequio que hacer á La Nación^
y la ocasión de prestarle nuestro sincero auxilio, como
quien pasa, por debajo de cuerda, municiones á los com-
batientes.
Mientras pone el grito en el cielo aquel diario, contra
enemigos ficticios, ó dispara al aire sus tiros, á riesgo de
herirá sus propios amigos, deja ociosa la autoridad moral
que le subministran los hechos contemporáneos que se
desenvuelven, en países y en circunstancias semejantes á
las nuestras.
La, causa délos gobiernos electores^ acaba de ser juzgada
por las Cámaras Francesas, y he aquí el fallo pronunciado:
«Considerando qué la conciencia pública, al juzgar las
maniobras culpables de los Ministros de Mayo 16 y Noviem-
bre 23, con toda la severidad que merecen, ha impuesto
á dichos Ministros un castigo Suficiente», la Cámara de Di-
putados se limita á condenar enérgica y solemnemente se-
mejantes maniobras, como así mismo á sus autores, y pasa
á la orden del día.»
La Cámara, de acuerdo con el gabinete, ha rechazado la
moción de someter á acusación á dichos ministros, por
motivos de buen gobierno que en manera alguna compro-
meten la moral pública. Quería evitarse que el partido-
republicano, que acaba de establecer su inmensa mayoría
en la Cámara, en el Senado y en el Poder Ejecutivo, no se
espusiese al cargo de sevicia contra los partidos monár-
quicos vencidos; y por una pendiente fatal de la revisión
de un acto de los ministros, consentido ó probado por el
Presidente que los nombró, pasasen los cargos al mismo
OBHAS Dh 8A.R1IIENTO
jente, hoy dimisionario, k quiaii por sus servicios y
norable dimisión del man<Jo alcanzaría la condena-
ó comprometerían las declaraciones.
:o es de prudencia, que caracteriza á los hombrea ma-
i que ocupan el miai
derado, que predi
canos, hoy. El casi
islerio, y al espíritu conservador
lina en la gran mayoría de los re-
í unánime nombramiento de M.
I compañero y el amigo de TUiers lo mostró, desde
imento de aceptarse la ronuncia de Mac-Mahon.
Gobierno y la Cámara, podian en efecto reposarse en
idenaciun quédelos actos ministeriales tan reproba-
en las pasadas elecciones, ha hecho la conciencia
ca por cuanto la conciencia pública se mostró en efec-
derosa é imponente, venciendo en todas partes, ó en
ande mayoría de los casos, no obstante las tentativas
s prefectos ó gobernadores de Departamentos, y de
laires; equivalentes á nuestros presidentes de Muni- '
idades ó Jueces de Paz, en materia de elecciones,
ingerencia del gobierno en las elecciones de la reno*
<n de la Cámara, disualta por decreto del mariscal
Mahon, no era, sin embargo, un crimen, ni ua delito
itemano definido por las leyes en Francia. Era un
o ó mas bien parte integrante de la política nueva y
itonaria, que francamente se proponía apoyar el Pre-
ite.
mos tenido ocasión de decirlo antes. Cuando M. Thiers
níembro de la asamblea, durante el imperio de Na-
in m, él mismo sostenía, que siendo el imperio un
!rno dinástico, el emperador tenia derecho á hacer
iirrir á la elección de Diputados á, los partidarios y
nedores de la dinastía.
ctrina era esta, que puede ser cuestionada, en cuanto
exactitud, pues en Inglaterra, el rey ó la reina no
mden hacer representar las prerrogativas en las elec-
is; pero de cuya sinceridad no puede dudarse, puesto
tf. Thiers no era sostenedor del imperio.
sde entonces, data la práctica, que los republicanos
iraron abusiva, de que el gobierno dirigiese comuni-
nes á los prefectos, indicándoles los candidatos del
¡rno, á fin de que los anuuciasen y les pretaseo el
o de su influencia y autoridad.
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 209
No eran pues, como se ve, manejos clandestinos, ni frau-
des, falsificaciones y violencias, las que se empleaban.
Eran actos públicos, cuya moralidad apenas ponían en
duda sus adversarios.
Al intentar, después de la separación del ministerio de
Jules Simón, traer al gobierno á los partidps reaccionarios,
se ensayó de nuevo la doctrina de la representación de el
gobierno en las elecciones, y el ministerio del 16 de Mayo
impartió circulares, enviando á los Prefectos las listas de
Diputados de su devoción, para apoyarlos con su autoridad
y la injerencia confesada del Maire y demás autoridades
subalternas, compréndese que con la obligación de soste-
nerlas impuestas k todos los empleados, que forman un
personal acaso de medio millón de votos.
La opinión republicana, pues de eso se trataba, triunfó
en la mayor parte de los comicios, no obstante aquel tra-
bajo y presión del gobierno, y como consecuencia fueron
desechadas las diputaciones, cuyo triunfo se había obtenido
por actos oficiales, tales como publicarlas listas en carteles
blancos, ó por actos directos de la autoridad.
En el juicio intentado recientemente á aquellos ministros
reaccionarios y vencidos, la Cámara, condenando solemne
y enérgicamente tales maniobras^ establece la delincuencia del
acto, y condena á los Ministros^ Prefeetos^ Jueces de Paz elec-
tores, para usar de nuestro lenguaje; pues los actos de
fraude, cohecho, ó coacción, están condenados por las leyes
de todos los países.
Esto se comprueba por. el hecho mismo de no haber
ocurrido un desorden en quince mil ó mas mesas electo-
rales, en dos tercios de las cuales triunfaban tranquila-
mente los republicanos, no obstante formar la mayoría los
paisanos de las campañas, votando en presencia de la
fuerza, y contra la voluntad y esfuerzos en contrario de to-
das las autoridades civiles.
Nuestra cuestión de gobiernos electores es de otro género.
Ningún gobernante pretende, como pretendía un partido
en Francia, tener derecho á ser representado en las elec-
ciones, si no que los que se entregan á estas prácticas, lo
hacen clandestinamente y ocultando el hecho. Los abusos
que se cometen tienen por objeto, entre nosotros, estorbar
Tomo xl.— U
los ije opinión advei'sa, y este fraude, el mas
de todos, puds auuid la elección, debemos con-
comun á los que gobiernan, como á los que les
sicioi).
secreto esel úiiuo medio que cou cierta eficacia
mirado, para quitar la ocasión de que se ejerzaa
icias oñciales, ó se hagan sentir sobre el electoc
umbres sociales. Basta que se sepa por quien
elector, para que su voluntad fuera itifluida ó el
I elección comprometido.
i políticos e?ttáu siempre denunciando abusos;
n de ir á las causas que los fomentan,
irnos, ayer uo mas, uno délos mas sencillos expe-
ira disminuir las influencias y las presiones sobre
con poner en un deposito ]>úblico todas las lístaa.
|ue mas clama contra los abusos, se contenta con
^ue sus adversarios se niegan á todo acuerdo, y
saen silencio uno racional y práctico propuesto,
otras Teces hemos señalado los defectos de la
, por donde secuela el fraude ó la violencia, se
la que las leyes son inmejorables, siendo culpa
ss, la perversa práctica; bieu entendido qua los
on del partido adverso, pues que los que mílitaa
Anderas son ángeles.
» principal qua hemos señalado, en lodo ei meca-
;toral, está precisamente en que mediati A^mftm
rio funcionar. Comisión para levautarel censo,
ibres de [wr medio; voto de palabra, hay hombres
lo escuchen.
presenciar luego unas el'^ooiones, las de Marzo,
idad y campaña, mostrai-se las autoridades fuií-
segun los deberes que ellas mismas reconocen,
enen derechos que hacer valer, y los diversos
) que eí:[4 reconcentrada la opinión.
>n de mostrarse el grado de moralidad á que he-
lo, va á presentarse, no solo para Buenos .4.ires,
* Repiiblica (■nii'ra; y como se pre.seDt:i á núes-
oya nuestros electores como un modelo y un
ira las otras provincias, deseamos ardientemenia
en favor del escAn lalo. Es muy fsoil as<?guriir
e cieUt>s hechos, ]>iir los mohos disimulados
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 211
que dejan burladas las dis[) «sicion^^s Ifgjiles y aun la de-
cencia; pero es esta semilla que si se siembra, como el dicho
popular lo acredita, se cosechan tempestades.
La decisión de la Cámara francesa, que hemos citado,
hace dar á la Francia un paso adelante en el buen camino,
Ojalá que nosotros no demos un paso atrás!
Las vergonzosas revoluciones sur-americanas, tienen por
origen la falsificación del voto, ó su impotencia para diri-
gir el gobierno y aun crearlo.
A ese respecto, desde Méjico hasta nuestras fronteras,
poco hay que esperar de que haya orden y continuidad.
Tenemos la elección de Presidente en un año mas, y
son muchas las influencias, las prácticas, los escándalos y
los ejemplos que pueden ir ejerciendo su acción sobre los
ánimos, y producir hechos. Pocos son los que se aperciben
de esto. Lo que importa, el parecer, es lo presente.
EL ESPÍRITU DE LA ÉPOCA
{Bl Nacional, Marzo 18 de 1879.)
Si pudiera traerse de nuevo á la vista del lector, lo que
ha venido leyendo en los diarios, de tres años á esta parte,
como expresión de las ideas, de las opiniones y de los
partidos, se quedarla asombrado de los cambios que se
vienen operando, merced al mejor espíritu que reina y
á los progresos que hace el respeto á las conveniencias
sociales.
La caricatura misma ha experimentado grandes modifi-
caciones, en las formas y exterioridades del ridículo, casi
abandonando la convencional exageración de los rasgos
característicos del individuo, por el retrato, tal como es en
realidad, á manera de figurar cuadros y grupos de persona-
jes, tales como figurarían en un acto público ó en las
escenas de la vida privada.
En víspera de elecciones que á todos apasionan, los dia-
rios parecen abandonar toda tentativa de estimular las
pasiones, y las polémicas que se han suscitado, lejos de
agriarse con la réplica, terminan en concesiones apenas
disimuladas, de lo mismo que se sostenía, ó en la no insis-
'*1
212 OIIKA8 DK SAUMlIfiNTO
tencia, pues partiendo de polos opuestos no es posible
entenderse.
Las cuestiones suscitadas entre el Gobernador y el Minis"
tro de Hacienda Nacional, entre el Presidente del Banco
y el Directorio, que tan amenazantes aparecían, se ha resuel-
to tranquilamente, no en virtud de las satisfacciones dadas,
sino bajo la presión de esta atmósfera de aquietamiento,
que trae las cosas ó las ocurrencias á su verdadero nivel,
quitándoles por no hallar viento que las sople, la actividad
y fuerza inicial.
Sucede otro tanto con los partidos, que á medida que
se caracterizan, acaban por reconocerse recíprocamente su
derecho á existir.
Guantas facciones se presentan en lucha, para las próxi-
mas elecciones?
Hay un partido que se titula nacionalista, y que sin
embargo, ha traído á su seno una fracción del partido
autonomista, mientras que ha perdido otra en el Centro
Popular.
Quisiera, para darse una preponderancia numérica ó de
representación moral y de principios, llamar republicanos
simplemente á sus oponentes, pero la verdad les fuerza á
reconocer, que la gran mayoría autonomista tiene en sus
hombres y su anterior organización sus representantes como
en sus mejores tiempos.
Por lo que hace á las elecciones provinciales próximas,
puede pues, decirse que dos grandes aglomeraciones de
opinión lucharán, en definitiva.
Cual es la posición real que el gobierno provincial asume,
para llevar adelante su plan de ser gobierno y responder
de la tranquilidad pública, sin falsear el resultado de la
elección?
Vemos á este respectó divergencias de apreciación, temo-
res de influencia en los partidos de campaña, satisfacciones
parciales dadas á la opinión, reprimiendo excesos que
algunas autoridades muestran.
Nada de afirmativo puede aventurarse, porque aun no
llega el caso en que habrán de emplearse procedimientos
que contraríen las esperanzas de acercarnos esta vez á la
verdad de la manifestación de la opinión, por el voto.
Mucho campo al arbitrario de los jueces de paz deja, ó lo
LOS DESFALLECIMIBNTOS Y LOS DESVÍOS 213
lejano de las poblaciones rurales en que habrán de ejercer
su autoridad, ó el predominio de mayorías de gentes poco
preparadas para usar con conciencia de su derecho á expre-
sar su opinión.
Pero ni los jueces de paz, ni loa Comandantes de campaña
tienen ingerencia directa en el acto de la elección, que está
subordinado á los jueces de las mesas, y estos han sido
nombrados por la comisión que la ley designa, y por tanto
fuera de las influencias de las autoridades locales.
Si pues, hay abuso de fuerzas en las elecciones, serán
provocados por los escrutadores, llamando indebidamente
á tomar parte en el acto á las autoridades civiles ó mi-
litares.
También en este caso debemos contar con el espíritu de
aquietamiento que hemos señalado, y que domina aun la
voluntad de los que quisieran excitar pasiones.
A juzgar por el aspecto que llevan las cosas, parecería
que los habitantes de Buenos Aires, hubiesen concebido el
plan de ensayar alguna vez, practicar elecciones reales y,
sin violencias ni fraudes, dejar que alguna opinión preva-
lezca.
¿Porqué ha sido posible en Francia, bajóla autoridad
del ministerio reaccionorio de Mac-Mahon, que los republi-
canos asegurasen mas que nunca su predominio? Por qué
la Alemania ha podido mandará su Reisgtag representan-
tes de todos los colores políticos, sin disminuir los mas
acentuados contra la política de Bismark, y la rei)ublicana
y libre población de Buenos Aires, que se precia y con razón
de ser en otros respectos la mas adelantada porción de la
América del Sud, no podrá una sola vez darse á si nriisma
la satisfacción de elegir sus representantes y gobernadores,
sin que una parte de la población grite: al escándalo, á la
violencia, al fraude?
No basta culpar al Gobierno, de violencia, como es la
costumbre. Ese gobierno somos nosotros mismos y de
nuestas filas han salido los hombres que lo forman. De
ese carácter participan los que gobiernan en Alemania,
Francia ó Estados Unidos, y sin embargo nadie se queja de
haber sido oprimido al elegir Diputados; pues aun el caso
ocurrido no ha mucho en Francia, no era tanto de violencias
214 OBKAS UK SAKMIIfiMTO
ejercidas que se quejaban, sino de dar como mandato auto-
ritativo y legal las listas del gobierno.
Mientras tanto, no hace mucho tiempo que en víspera de
unas elecciones, bajo un gobierno tan libre como el de ahora»
los rumores mas siniestros circulaban con profusión, de boca
en boca. Dos partidos, á la sombra de dos nombres pro-
pios, se preparaban á la lucha electoral, cada uno por su
lado, acumulando armas, estableciendo acantonamientos,
organizando compañías y distribuyendo órdenes. No era
el gobierno quien se preparaba á hacer oposición á los elec-
tores; pues la fuerza de policía de que podía servirse estaba
desmoralizada, y aunque^sea ridículo decir, era ella la opri-
mida ó intimidada. Se hablaba de exterminarla, si osaba
presentarse en las mesas electorales.
Eran pues, los partidos, y mas que los partidos, la opinión
pública la estraviada, que se proponía cambiaren la lucha
de armas, la lucha de votos.
Desde entonces á la fecha, y al travez de las dolorosas
peripecias porque la Provincia ha pasado aun en despecho
de la amnistía que aligeraba de toda responsabilidad la con-
ciencia de los que apelaban á la violencia, las ideas del
pueblo, sobre elecciones, han cambiado, y con el cambio
que va acercando este acto A lo que es en todas partes
y se proponía la Constitución, va desapareciendo el espí-
ritu de violencia, de incriminación y de constante amenaza
que hacia de estos días una angustia continuada, como la
espectacion de una catástrofe, ó como se teme la explosión
de un depósito de pólvora.
Debemos pues felicitarnos de este cambio, y tenemos
un motivo de complacencia en recordarlo y llamar la aten-
ción sobre él, por cuanto no es un hecho aislado, sino que
es parte de una serie de hechos armoniosos, que se produ-
cen en el mismo sentido y se dan la mano.
En vano, y por seguir la rutina, se ha intentado sostener
como doctrina el derecho de apelará las armas, en caso de
ver frustradas sus esperanzas los partidos. Nunca la opinión
se ha mostrado mas unánimemente adversa á tales recur-
sos, y la opinión ha acabado con la discusión, á fuerza de
encontrarla fuera de propósito.
Quién haría revoluciones? Quién las apoyaría?
Otro tanto puede decirse de los temores y prevenciones
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 215
que quieren suscitarse contra las autoridades. No puede
ni debe disimularse, que, siguiendo las viejas prácticas,
algunos pusieron de manifiesto sus conexiones de partido
con los Jueces de Paz recien nombrados. La opinión pú-
blica se interpuso, y el sentimiento moral sublevado, llevó
al Gobernador á hacer declaraciones solemnes, que dejan
establecida la línea de conducta que reconocía como su
deber seguir. Los Jueces de Paz, que todos reconocían
como personas honorables, han quedado obligados á ser
honorables, en el desempeño de sus funciones, á riesgo de
que no mostrándose tales, honorable y falaz sean en el
concepto público sinónimos. Serán pues, honorables, por-
que asi lo impone el sentimiento público, como no lo im-
puso siempre, pues hemos oido decir á personas esperi-
mentadas que los Jueces de Paz eran antes los arbitros de
las elecciones.
No nos hacemos la ilusión de creer que todos los vicios
desaparezcan y no hayan de reproducirse actos y escenas
que antes eran casi el fondo del cuadro.
Hemos querido solo mostrar que hacemos camino en el
buen sendero, y que unos hechos conquistados dan base
segura para completar la obra.
El espíritu de violencia desaparece visiblemente, de la
prensa, de los comicios, de la tribuna parlamentaria. Hace
tres años que no se oyen en las Cámaras aquellas diatribas
contra Presidentes y ministros, aquellos insultos de calum-
niadores, y de cuanta necedad pueden acumular ebrios.
La barra ha dejado de tener significado, y todos estos he-
chos, todas estas atenuaciones del antiguo espíritu de ata-
que, de revuelta, de diatriba, acabarán por presentarnos
ante las otras naciones, y debemos decirlo, ante nosotros
mismos, — como un pueblo en camino de alcanzar su liber-
tad por donde la han alcanzado todos los pueblos, por el
respeto de las leyes, de las autoridades, del decoro y de la
dignidad colectiva.
Los hechos que hemos enumerado y el aspecto general
que ofrece la situación presente, son de ello una muestra
y una garantía.
OHKA8 l>B SAKMIBtlTO
RECRUDESCENCIK
(SI iVoeíonol, Marzo 19 úe 1879.)
nos ayer no mas del buen espíritu que rei-
i prensti, como en todas las otras manifea-
samientu y de la opinión, dando por resul-
0 moral, en cuanto á. la política, y á mas
lobre el uso de la libertad que tan amplia-
riuestras instituciones; porque sin ir mas
toda la redondez de la tierra, se encontrará
u libertad de la emisión por la piensa, que
. libertad de pensar, sea mas ilimitada que
paisas libres, la imprenta está sometida á
rales, que en Francia y en España, poi' ser-
ias geniales y análogos, son mas frecuente-
n ejercicio.
■ra y Estados Unidos son mas raras las
las leyes restrictivas, proviene precisamen-
rarisimos los casos que lo requieren, pues
tan educados, por una larga práctica de la
n detenerse en los limites donde ya dege-
1.
i haciendo esta educación entre nosotros
complacemos en señalar los progresos que
te venimos haciendo, y que se revelan en
ra de las incrimaciones, así como ea la
anza de los propósitos de partido.
;imuÍ08 de! vicio es, sino el hacer su apo-
lo como aceptable ó digno de disculpa. El
pueblo se afecta por exageración de sus
), en cuanto aparecen como vicios habitúa-
nos de diaria ocurrencia en la vida pública,
la dicho: ruin sea d que por ruin ge tiene, pues
presa una profunda idea.
;nado en otros diarios esa facilidad con que,
por el interés de partido, no se detienen
s y asertos que vao mas allá de lo peimiti-
dañeu á sus adversarios.
L0:4 DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 217
Los gobernadores electores son la encarnación del crimen
se repite en todos los tonos, sin escasear los ejemplos práo*'
ticos para mostrar que no es una generalickid, sino la
pintura gráfica de los hechos y los hombres actuales.
Teniendo la misma reprobación por una de las mues-
tras de nuestro atraso en la vida pública, habiendo en todo
tiempo consagrado nuestro débil esfuerzo á combatir el
mal uso de la autoridad, de que no han estado exentos
nuestros mas aceptados hombres públicos, y no lo están
algunos de los actuales gobernadores, no creemos, sin em-
bargo, autorizada la frase usual, que llama á esos gober-
nadores, y aun nombrándolos: la encarnación del crimen.
No es ni útil siquiera aumentar la lista de los crímenes,
dándooste carácter á hechos que pueden ser irregulares,
que pueden ser culpables, si la ley ó el juicio político así lo
declaran.
Pero aun aceptando la clasificación, es preciso en cam-
bio no constituir una herencia de crimen en nuestros adver-
sarios políticos, ni elevar al rango de virtudes los actos de
nuestros amigos, que las leyes, sin embargo declaran críme-
nes, en todas las legislaciones del mundo.
El día que nos abandonábamos con placer á esta especie
de ablución queriendo atenuar nuestras propias faltas, en
lo que aparecemos como uno de los pueblos mas atrasados
en la moral pública, otro diario, quizá á la misma hora, ha-
cía la pintura mas negra que puede hacerse de la situa-
ción de un pueblo que pretende ser civilizada y cris-
tiano.
No tomaremos de este grocero de vili[)endio sino lo mas
repugnante y odioso. En Santiago, se dice, han desaparecido
muchos ciudadanos prestigiosos, enemigos de la situación
actual, corriendo la misma suerte mujeres y niñas
ahorramos frases indecorosas.
Un hecho solo citaremos, para oponer á estas desdorosas
imputaciones.
Un señor Palacios, residente en Buenos Aires, y persona
que goza de consideración en Santiago,su país natal acaba de
recibir, — estamos informados — invitación de losque forman
la situación actual, para que acepte el nombramiento de
Gobernador que desean conferirle, acaso buscando en él, á
mas lie luces y probiíJaü, la itnparcialidüd qae se espei-a
de loa que no están afectados por las pasiones locales.
Este hecho prueba, por lo menos, que no hay ambicio-
nes peisonales que dominen aquella situación, ni quie-
ran imprimii-le el carácter de persecución que se le
atribuye.
El señor Santillan, que gobierna actualmente, es un
ciudadadano honorable y tenido por tal aun por sus adver-
sarios políticos.
Santiago ha debido sufrir, al cambiarse una situación que
á fuerza de durar afios, de pasar un (gobierno de padres á
hijos y hermanos de una familia preponderante, había
llegado á ser normal. El Presidente Mitre, en lo que se
llamó su testamento político, denunciaba este hecho. El
doctor Rdwson, como miembro informante del Congreso,
aconsejaba no intervenir en Santiago, seis años después,
por no hallase aquella Provincia en condiciones constitucio-
nales. El Presidente Sarmiento, uonstestando á. una des-
vergozada y sediciosa carta de don Manual Taboada, hizo
la pintura mas acabada del gobierno de Santiago, y se
lo tuvo por bien dicho, por cuanto nada tenia que re-
plicar.
Esa situación ha cesado; pero es injusto decir que San-
tiago ha perdido con ello muchos hombres prestigiosos, D,
Manuel Taboada murió de muerte natural; su hermano don
Antonio no puede darse por perdido, con residir en Tucu-
man, como ei doctor Gorostiagu en Buenos Aires.
Santiago ha adquirido en cambio algunos ciudadanos, co-
mo los señores Vieira, Rueda, y tantos otros que han regre-
sado á su país, después de largos años de destierro por huir
de persecuciones. ¿Es tan indispensable la presencia de don
Antonio Taboada, en país donde tienen raíces profundas las
influencias personales, ejercidas durante cuarenta años,
pues Santiago no conoció intermisión entre el gobierno
horrible del antiguo Ibarra y de sus sobrinos, acaso mas
moderados, que heredaron el poder arbitrario del antiguo
desertor del ejército de Belgrano?
Es simplemente atroz la acusación dirigida á la admi-
nistración actual, que solo tiende, con el epíteto de distin-
guidos y prestigiotos, k restablecer la pasada situación.
En Santa Fé, vuelven á repetirlo, cayó Cullen bajo el pu-
LOS DESFALLBCIMIRNTÜ8 Y LOS DESVÍOS 219
nal de los seides de la situación actual, que tuvieron por
botin el robarlo y rffl¡^o//arto...
Todavía somos degolladores? Y sin embargo, la situación
actual tiene su filiación histórica, en un decreto del Minis-
tro Costa, aceptando y legitimando los hechos que trajeron
la deposición del Gobernador Oroño instigador reconocido
y confesado de las tentativas revolucionarias, en una de las
que murió Cullen, hermano político del depuesto Gober-
nador.
Cullen ha muerto, desgraciadamente, en la ejecución de
un crimen, así clasificado por las leyes de todos los países
y si á ello lo impulsaba el mal entendido patriotismo, que
nos lleva á derrocar gobiernos, su sangre no valía masque
la de doscientos infelices que han sido sacrificados en esas
tentativas inútiles.
El Gobernador actual, que hace la situación deSanta-Fé,
era Ministro del Gobierno Nacional á la época de morir
Cullen, y para ser Gobernador tuvo que pasar por el bau-
tismo desangre, derramada en ataque nocturno en las ca.
lies de Santa-Fó, con el propósito de matarlo. ¿Era mas
]>restigioso Cullen que Iriondo? Por qué levantar tan alto
& uno que era criminal, en el acto que sucumbía, y depri-
mir tan abajo k los que por lo menos tienen igual derecho
á la vida que él quiso quitarles?
«En Entre-Ríos se ha dado muerte á muchos ciudadanos
distinguidos y prestigiosos, cuya saiigre ha salpicado el ros-
tro de sus verdugos »
{Qué horrible poesía la de esta pesadilla de sangre, de
crímenes, de horrores en que se agita ó un partido, ó un
escritorl
Consuélenos la idea de que viven López Jordán, Leiva,
Guarumba y tantos otros ciudadanos mas prestijiosos aun,
y que un dia volverán por el honor de su provincia. Pero
por amor al país, para evitar que á todos « nos sale el
rubor por las mejillas,» pediríamos que la prensa ilustra-
da de Buenos Aires, como los puercos que se complacen
en remover el fango, no nos detallen «todas estas infamias,
to<las estas iniquidades vergonzosas, todos estos crímenes
indignos,» porque este catálogo vergonzoso é infame de crí-
menes, nos salpica el rostro á todos los argentinos, sin dar
220 0BKA8 DK 8AKMIKNTO
al autor de estos delirios sanguinolentos y destemplados,
los pobres votos que anda solicitando.
No tendrá los de Salta y Jujuy, donde desaparecido Uri-
buru, quede Sola y otros que no mejoran la situación. El
señor Palacios puede, si acepta, mejorar la condición de
Santiago, pero poco ha de hacer en favor de los Taboadas,
que es el reverso de la situación actual.
En el Entre Rios, para la elección de Gobernador han
dado sus nombres, en listas reproducidas por todos los dia-
rios, millares de individuos que son prestijiosos por el lugar
que ocupan en la sociedad, lo que prueba que la situación
actual no es impuesta por un individuo como lo es la de
Santa Fé ó la de Santiago.
La de Corrientes sí, que ha sido impuesta por actos pú-
blicos y notorios, y en Corrientes ocurren porque han de-
bido necesariamente ocurrir hechos violentos, hijos de actos
violentos, como en Santiago ahora cuatro años.
Tenemos en cartera, relaciones, denuncias de actos arbi-
trarios en que la vida, la propiedad, la libertad y el honor
de los ciudadanos que siguieron el gobierno del señor Der-
qui, que ninguna autoridad, declaró ilegal, han sido ataca-
dos en Corrientes, y nos abstenemos de publicarlos, ya
porque no encontrarán remedio ni aun aceptación como
verídicos, ya porque hacemos en estas nuestras miserias
la parte del fuego, como dicen los franceses, evitando así
agregar nuevos cargos. Quisiéramos ser honrados, huma-
nos, dignos del nombre de republicanos.
No exajeremos, no ennegrezcamos el cuadro.
LA FASCINACIÓN
{Bl Ncunonal, Marzo 20 de 1879.)
Las observaciones que hace La Nación^ sobre las elec-
ciones en Francia y en las provincias argentinas, serian las
nuestras propias sin el propósito á que se encaminan.
Por una fascinación singular, aquel diario e^tá de meses
atrás empeñado en hacernos sostenedores del fraude, de la
violencia, de la liga de Gobernadores. Es en vano que la
evidencia se haya mostrado en todo este 'lebate. Esen vano
que tenga que reconocerlo él mismo. La necesidad de pleito
LOS DKSFALLECI&IIKNT08 Y LOS DESVÍOS 221
le aconseja volver ¿i su antiguo tema, y encuentra adversa-
rios donde debiera reconocer colaboradores desintere-
sados.
Hay fraude en las Provincias? Y en Buenos Aires, la
patria del fraude electoral? Hay fraude en la República, y
hay violencia en todos estos paises, sin educación política-
y la denunciamos para que se corrija. Lo que decíamos de
Francia, era para robustecer la condenación de los hechos,
aun mas irregulares entre nosotros, y se nos tacha como
una justificación que quisiéramos hacer. Condenando lo
menos, se nos acusa deque justificamos lo mas.
¿Y qué argumentos y ejemplos se hacen valer para justifi-
car la tesis?
Hay una famosa novelista inglesa, Mrs. Radcliffe, que se
complace en exitar el horror, con descripciones de palacios
antiguos, con galerías oscuras, pasajes secretos, escaleras
ocultas, fantasmas, ánimas, crímenes ocultos, etc.
LaNdcion tiene el mismo gusto literario, en política, y la
cuestión mas sencilla la ha de rodear de horrores, de supli-
cios, de victimas, de mártires, haciendo de los gobernadores
de la liga, que cuando mas serán unos picaros retoba-
dos, unos monstruos de que se avergonzarían los reinos
africanos.
¿Cuál es su argumento, para probar que nosotros defen-
demos el fraude y los de la liga?
Tenga paciencia el lector, para acompañarnos con una
linterna, á la Mrs. Radcliffe^ por los pasajes subterráneos de
que se escapan bocanadas de aire húmedo y mal sano, al
abrir una portezuela, que gira sobre goznes, que rechinan
como gemidos de las victimas que vamos á salvar.
Prestad, oh lectores, el oído, y oid lo que pasa en las pro-
vincias, gobernadas por la liga:
«En la puerta de un cuartel de un batallón de la Nación
se coloca un palo. Un hombre es atado de las manos, se le
sube y se le tiene colgado hasta que* se desmaya.
« Lo bajan entonces, le dan un poco de agua, y le vuelven
á colgar.
« El pueblo llamado á elegir^ que sabe que le espera el
mismo fin, se retira y no vota.
«Esto se hacía en Santiago, bajo la protección de las ba-
yonetas nacionales, que se llamaban libertadorasl »
222 OBRAS DE SAtlMlENTO
Corto es el cuento, pero lastimoso! Si fueran los sanlia-
gueños los que tienen e^íte sistetna de votar, diríamos que
han herho un progreso igual al que hizo la humaniílad con
la institución de la esclavitud, que justiñcaron Aristóteles
y Voliaire, como un progreso. Los primeros hombres se da-
ban caza para comerse unos á otros; y todavía en África hay
naciones muy adelantadas en las artes, que hacen la gue-
rra para proveerse de carne, que salan y hacen de ella char-
que. Hace cuatfo años que el hecho ha sido verificado.
En 1845, si no estamos equivocados, el coronel Balmaceda,-
del ejército nacional, fué tomado por Ibarra, Gobernador de
Santiago, y enchalecado. Por pudor no detallamos el horror
ds este suplicio, inventado por Artigas.
Cuánto ha avanzado Santiago, desde la calda de los Ta-
boada, que eran la continuación de aquella dinastía, cuando
ya solo cuelgan á. la victima, sin matarla! Decididamente,
la civilización hace progresos allí; y como las elecciones son,
según la doctrina de La ATocún una atenuación ó una oca-
sión de guerra, vése que ya no es á muerte como lo fué ha»-
ta 1873.
Sin embargo, entremos un poco mas en el fondo del te-
rrible sistema de elecciones de las provincias, de que es
ejemplo la de Santiago.
Desde luego que el tormentóos aplicifilo en la puerta del
cuartel del batallón de la Nación, y como los batallones de
la Nación no obedecen á las autoridades locales, y menos
para ejercer actos de crueldad, resulta que, la nación, el Go-
bierno Nacional, el jefe del cuerpo de línea, es el ünico
responsable del acto.
No es pues, el modo de elegir que tienen las provincias ni
losde la liga, sino la nación argentina, que va áhacer ele-
gir funcionarios de esa manera. El Pretor Pilatos, no pue-
de esta vez disculparse con lavarse las manos porque e^
pueblo ¡e pedia que crucificasen al Justo. Lejos de desechar
el ominoso ejemplo que nos enrostran, lo aceptamos para
mostrar cuan distantes estamos, todavía, de haber adquiri-
do las costumbres que evitan estos escándalos, y echándo-
nos en cara que «llamamos pueblos bárbaros» k los nuestros
y que tienen «los gobiernos que merecen.»
Cómo llama, el que trae aquel horrible cuento á cola-
ción, al pueblo donde se comete? Le llama la actualidad)
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 223
los hombres de la situación, los Gobernadores de la
Liga.
De manera que para probar que no somos bárbaros, trae
á cada rato, venga ó no venga al caso, la horrible repeti-
ción, para todas las provincias, exceptuando ésta que tan-
tos hechos presenció, de los actos mas vergonzosos, y que
bastarían á deshonrar una horda de salvajes negros afri-
canos.
Sigamos, sin embargo, el raciocinio.
Ese batallón no era de Santiago, era de la Nación. Obe-
decía al Presidente Avellaneda, era ministro de la guerra
el doctor don Adolfo Alsina, y mandábalo por lo menos un
teniente coronel de los ejércitos nacionales. Ese coman-
dante no había sido creado para el caso especial, sino que
había venido haciendo su carrera desde alférez ó teniente,
bajo el mando de los que hoy son generales y fueron hasta
poco antes comandantes ó coroneles de esos mismos bata-
llones.
De que aquel comandante no era un monstruo al inven-
tar tales suplicios y castigos, hay pruebas parlamentarias
de ser prácticas consuetudinarias de jefes argentinos, razón
por la cual fué abolida la pena de azotes, de que abusaron
de una manera odiosa, que por pudor no detallamos, así
como mas tarde se denunció el cepo colombiano, las esta-
queadas y otros excesos. .
Aquellos antecedentes habrían sin duda corrompido el
sentimiento moral de aquel jefe, si es cierto que tal acto
tuvo lugar, lo que deseamos, por honor del país, sea falso ó
exagerado. Mas en todo caso, quedará demostrado, que no
es esta la manera de elegir que tienen los gobernadores
electores, pues cuando mas sería la que llevaba en sus prác-
ticas el ejército nacional, recomendaba el Ministro de la
Guerra, ó toleraba el Presidente de la República.
Insistimos en este punto, no para inculpar á nadie, sino
para mostrar el mal sistema de argüir en favor de una cau-
sa buena, haciéndola odiosa á fuerza de pasión y de perver-
sidad.
Creemos firmemente que en 1875 ó 1876 á que suponemos
se refiere este hecho, habría sido un lujo de barbarie echar
mano de tales medios para hacer votar al pueblo de Santia-
vot' de un gobernador cualquiera, aunque
os.
iparecer ei gobierno de cuarenta años de
sin hacer agravio á sus descendientes, ó
ración de la dinastía, debe decirse, que á
no de medio siglo, de trasmitirse el poder,
i mas años, el pueblo, si pueblo había
lado á las elecciones para renovar el
> en estos últimos tiempos era llamado
rsa de elecciones, sabía muy bien que
L don Manuel Taboada, ó A su secretario,
el poder, pero á quien depuso desde que
Panza, creyó que era de veras Gober-
ido en provincias mas adelantadas qlie
>, no acudir el pueblo á las elecciones,
iolencias, sino porque su rol era elegir
jreer que en la ciudad de Santiago, de-
rde los Taboada, fuese tal la adhesión
antiguos mandones, que el ejército na-
derrocarlos y estorbar que se rehiciesen»
' al hecho denunciado de colgar á. un
jajarlo, darle agua para prolongar su
ue aquel pueblo, ó soberbio ó fiel á sus
rros, eligiese un Gobernador, que cuan-
e, no había de alcalizar á parecérsele á
gobierno que ejercieron sin elecciones
;lo? La tiranía de Ibarra, si no nos
principiado en 1816, pues se sublevó
mido el Congreso de Tucuman y des-
aldea entonces, del gobierno de Tu-
razon de decir, que ha hecho Santiago
) desde entonces acá, con la presencia
yos cuatro quintos no hablan sino el
) habituado á obedecer un gobierno en
0 no tenía parte, grande progreso ha
1 acantonadas fuerzas nacionales para
LOS DBSFALLBOIMlHNTOtf Y LOS DESVÍOS 225
protejerlo contra sus propios hábitos de obediencia y sumí-
43Íon, contra su propia ignorancia y pobreza.
En poblaciones tales, los pocos hombres educados son
los oprimidos por esas masas que no han adquirido
todavía la conciencia de su derecho, ni de su indepen-
dencia.
Gracias á la intervención nacional, que fué en apoyo de
ese pueblo y á introducir las formas electorales, descono-
-cidas todaviai han podido sucederse en el gobierno hom-
f)r6S que sin duda no han debido ser grandes hombres»
pero que no son tiranos, ni se apropian el gobierno para
^i. Hoy se ha ofrecido el gobierno de Santiago al joven
Oallo, que no ha querido aceptarlo, al señor Alcorta, al
«eñor Palacios, que debemos suponer hará un sacrificio
«n aceptarlo.
Se nos anuncia «que bien pronto se llevará al Congreso
Argentino la exposición del estado electoral de aquellas
Provincias», y de seguro que ha de ser interesante el
<5uadro.
El Congreso tendrá ocasión de examinar el estado elec-
toral de la República Argentina, pues á estar á lo que La
Nación nos ha revelado otras veces, y pueden confirmar
tiechos nuevos, no gozó ésta de mejores condiciones, aun
en la ciudad, pues en las campañas se cuecen habas á
<;alderada8.
Una comisión de investigación, nombrada por el Congreso,
si tuviéramos el espíritu de verdad. y de honradez de los
ingleses, nos revelaría hechos y prácticas menos odiosas
sin duda que las que puso á la vista la que investigó lo
que pasaba en las minas de carbón, ó las que se hicieron
conocer en la Cámara de los Comunes, cuando John
Bussel trabajaba por mejorar la ley electoral inglesa. Tal
como nos la anuncia, ha de ser una diatriba de partido, si
-pierden las elecciones!
A qué arribará el Congreso? A imponer castigo á los
fraudulentos? á los Gobernadores? á restringir el voto?
á hacerlo secreto ?
Ha de ser útil la discusión, y tendremos por lo menos
algún cuadro de costumbres que hará avergonzarse de ser
argentinos. Cómo se hacen las elecciones en Corrientes»
Tomo xl.— 16
AB UK HAKUIltNTO
i guaraní? De una manera irre-
itidgo, ilotide se habla quichua ?
UQ cuartel nacional. Sú ata de las
le cuelgu, se le sube, se le baja, se
uelva del desmayo, se le vuelven
no tiene pelo de tonto, dice : pa los
t
nveüciones, al ver de día en día el
I político, en la eterna prédica de
icias en nombre de la moral, del
icia y de la libertad que se invocan,
nos falta la educación política, que
las instituciones que nos hemos
sas populares son menos aptas, por
cultas son peores todavía, por la
Falsas ideas.
lio EN ESPAfm
(SI Saeíimal, ilarao ti (te 1879.)
-endido la ingrata tarea de coiite-
olucionaría, que con las amnistías
el tiempo indispensable para que
a no vaya, como ha sucedido con
te, confundida la saiitiñcaciüD del
jelado al consenso universal, á la
naciones libres, y aun á actos tegis-
[luestra vista realizandoen £uropa,
o de par en par la puerta al per-
mbargo, cuidadosamente el prin-
9 los revolucionarios mismos, he-
en demostrar que lejos de serles
ue propagan, son solo una heren-
ijeral de toda la América- del Sur,
ital propio de barbarie, desorden
:ras propias Costumbres, pues Cha-
en la práctica revolucionaria, sino
jertad, proceden á impulsos de los
LOS DBSFALLEOIMIBNTOS T LOS DBSVIOS 2S7
instintos revolucionarios, que les son comunes con los mas
favoreciólos de los hereileros forzosos del gran partido de
ia libertad.
El mundo político ha marchado, empero, en estos últi-
,mos veinte años, en qu« el espíritu revolucionario liberal
ha sido corregido y sustituido con ideas mas conformes
con las necesidades de los*i)ueblos y los- resultados de la
experiencia.
Nosotros nos hemos quedado atrás no obstante, y cuando
decimos nosotros, recordaránlo nuestros lectores, inclui-
mos los pueblos del habla castellana, sin excluir la Es-
paña misma, de cuya tradicional inexperiencia (ie las
formas modernas <le la libertad, participm con nosotros
los hijos que dejó en los países conqnista-los por su valor,
precisamente en la época de su mayor atraso.
Los ingleses han fundado colonias en Botany B ly, en
Australia, con sus presidiarios, y al andar del tiempo han
surgido de aquella mala semilla de árbol robusto, nacio-
nes libres y dotadas de vida orgánica. No haremos com-
paraciones; pero aprovecharemos de testimonios que nos
vienen de España misma, de sus mejores pensadores, para
mostrar como allá y aquí jemimos bajo el azote del mismo
mal de raza.
Castelar, el elocuente tribuno español, que tanto ha
ensa/ado, tanto ha deseado, y tanta experiencia viene
atesorando con los años y los desencantos, apela á nos-
otros desde, allá, creyendo á los «americanos, habituados
« k las prácticas de las instituciones democráticas, y al
«ejercicio de las libertades públicas», se imagina cando-
rosamente que nos «será im{)osible alcanzar á comprender
« las innu^ierables dificultades con que en España tro-
« pieza un régimen fundado en la soberanía nacional.»
Y para probarlo, le cuenta sus cuitas á La Nación, y
entre aquellas dificultades, le señala, como uno de los
pecados capitales: «nuestros pronunciamientos (léase
« manifiestos) y nuestros golpes de Estado, que huelen
« todos á cuartel^ y que han traído innumerables males
« nunca bien deplorados, el menosprecio sistemático á las
«competencias (luchas) saludables de !a libertad.»
« En vez de hacerse electores, se buscan soldados. En vez
«de comicios, cuadras de cuartel, en vez de votos, Urosf
0BHA8 fia SARUIBNTO
to & perjurar y sublevarse, vale por
1 regimiento que se echa i. la calle en
:cion militara, importa mas que la
enteras, pues quien llegue al minis-
cion, siquiera sea sobre la punta de
el manubrio administrativo, ganará
sabor, y podrá imponer ai pais basta
de su capricho. Esto es bueno para
n fundar un gobierno personalisimo y
idura mas ó menos hipócrita.»
venirle al lector de preguntar' si es
estros septembhstas de quienes habla
^, como lo es,- es fortuna que venga
n apoyo de nuestro trabajo, desacredi-
mamiento b. las armas, á la revolución,
tos y manifiestos, que en pretendida
id, acaban con echar por tierra y dea-
ciones mismas que afectan proclamar.
)vecho que en España, nuestras ideas,
reflejo de la política triunfante hoy
as, empiezan & obtener el asentimiento
juventud misma, que & decir verdad,
cperiencia que le suministran tantas
a bsn llevado declamadores apasióna-
lo no hacen mas que seguir la desacre-
imbiciones que despedazan la América
o revuelta á la Es{>a5a, y nos detienen
ifícil tarea de crear hábitos de orden,
lonato de hacer efectivas las institu-
INES PROXIlItS T LAS VENIDERAS
(SI NaeloMl, Harzo ts de 18».)
lera de una de las elecciories que des-
blico de los habitantes de esta provincia,
es Indiferente ¿ las otras, desde que ha
ion, ostensible al menos, para presentir
LOS BBSFALLBCIMISNTOS Y LOS DBSYIOS 2:29
cual será la influencia que prevalezca, en la confección de
listas de electores nacionales para el año entrante.
Contrasta singularmente la caima con que vemos acer-
carse el momento decisivo, con los rumores alarmantes que
nos llegan del Entre Ríos, como si los motivaran prepara-
tivos de elecciones nacionales, pues la anunciada invasión
correntina no tendria otro objeto que preparar el terreno,
aunque de una manera violenta, para dar, como es la
grande aspiración, la libertad completa, después de batallas
ó de una guerra civil.
En Buenos Aires parece que hemos conquistado algo, á
juzgar por las exterioridades actuales.
Cualesquiera que sean las ideas que se tengan respecto
á su gobierno, el hecko es que su autoridad es respetada y
aceptada.
Cualesquiera que sean las disposiciones personales del
Gobernador hacia los diversos partidos en pugna, nadie
teme que eche indebidamente el peso de su influencia,
para incliuar la balanza.
La policía de seguridad, y que está encargada de man-
tener el orden en las elecciones, es moral y físicamente
tenida por todos los partidos, como suficiente para reprimir
cualquier desorden.
Las diversas facciones, en que está dividida la opinión,
han confeccionado y presentado sus listas, al mismo tiempo
que en clubs y comisiones parroquiales los nombres de
los ciudadanos que las apoyan respectivamente.
No es ya tiempo de comparar las listas, pues como repre-
sentación de opinión, abónenlas los nombres de los que
componen los comités de parroquias y centros directivos,
y esos sabrá estimarlos en general el que conozca la posi-
ción que ocupan en la sociedad.
Lo importante que ha resultado de la ostentación de sos-
tenedores en largas listas de nombras propios, repetidas
diariamente por la prensa, es que al fin se forma la con-
ciencia pública de que existen verdaderos partidos en opo-
sición de ideas, desacreditándose la vieja patraña de estar
negando un partido la existencia de otro que le es adverso;
pues en cuanto á la fuerza numérica de cada uno, solo el
resultado de la elección puede verifícarlo.
Cuando los diarios nacionalistas se empeñan en hacer
IBKAS UE SAKUIUNTO
s á quien el Gobernudor impone su
enes en materiu de eleuciones, olvÍ<lun
' acaso de allí han tomado el ejemplo
la estado publicando ei personal da
les, coireupondientes á diez ciudtidea»
mal mas numeíosos, que los que pre-
da la ciudad de Buanos Airea, cuya
la de la Provincia de Entre Ríos,
sonul de los corniles hay una fuerza
,quf, como allá, para mostrar clara-
: opinión publica, y desacreditar la
ue pone ei pueblo de un lado, oprimido
tro el poder, armado de chuzas ó de
1 Entre Ríos habrán tantos naciona-
ios del Coronel Atitelo han dado sus
; pero no negarán los predicadores do
;'e Híüs, que á mas del doctor Febre
Coronel Antelo que comienza, tienea
isa fuerte falanje de partidarios, que
i la prensa, muestran que creen' con
eso de la opinión que defienden.
de la Plata, República y Tribuna, se alar-
s rumores cada dia mas acreditados
ucionarios, del partido revolucionario
I tes.
cargos que. alguno de ellos hace ala
nal, creemos que pesa sobre ella una
¡dad, si la tranquilidad es perturbada
conatos revolucionarios ajilados de
cion son de suyo propagandistas. Sus
orea de profesión y oficio, y basta leer
lia en Buenos Aires, donde son taa
todo su afán y cominillo es llevar la
Provincias. Cada semana hacen el
de loa Gobernadores electores; cuya
ntó exprofeso para tener una puerta
■rocar gobiernos y dar libertad.
' tolerable en diarlos y sobre todo en
las doctrinas revolucionarias, que hi-
LOS DBSFALLBCIMIENTOS Y LOS DKSVIOS 231
-cieron en otro tiempo, al heroico canto de la Marí^ellesa»
recorrer lii Europa á libertadores fanáticos, para volver al
fin de una orjia de gloria, á hacer entrega formal de la
patria á sus enemigos.
Mas estas aventuras no han de ser realizadas por gobier-
nos de Provincia, aunque tengan la revolución por madre,
como el de Corrientes. El Gobierno Nacional, por los du-
dosos antecedentes de su política, se vería á pesar suyo
envuelto en la responsabilidad, y todo el pasado volvería i
ser presente, si hubiese de traer, como consecuencia, las
convulsiones que lógicamente debían temerse del primer
p?iRO dado.
una revuelta en Entre Ríos, traída por una invasión
hipócrita ó abierta de Corrientes, con auxiliares del Uru-
guay y sostenedores en Buenos Aires, impedirá la elección
(^e nuevo Presidente.
La algarada de Setiembre era una protesta contra el
nombramiento ya hecho, y después de terminados todos
los procedimientos. Una revuelta en el Entre Rios, prin«
cipiada aun antes de comenzar la serie de actos que cons-»
tituyen una elección no terminará en un año, ni aun
cuando ocurran á reprimirla fuerzas nacionales.
Hace meses que diarios propagandistas se quejaban de
que los gobiernos ( hoy electores ) se armaban hasta los
dientes para resistir á los pueblos; y todos los días los dia-
rios, los resguardos, las policías, y las correspondencias re-
velan el envío, el recibo, de armamentos considerables,
que casi sin disimulo cambian de lugar y van á los go-
biernos ó á los revolucionarios.
El Gobierno Nacional sabe todo esto, y sabe por expe-
riencia-propia que no se apaga en un día el fuego que se
viene incubando desde hace un año.
Por las prescripciones de la Constitución, por el crédito
del Gobierno que comprometerla un trastorno semejante,
por sus seguridades dadas de que el incidente de Corrientes
no se propagaría, debe tomar todas las medidas de segu-
ridad para hacer Imposible un movimiento revolucionario
en Entre Ríos.
Las fuerzas nacionales deben responder de la tranquili-
dad pública, y no las promesas de un gobernador, que no
siempre está seguro de los propósitos de sus sostenedores»
\ ■
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t .7
. *
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«'
-í
232 OBRAS DB SARMIENTO
I j| cuando estos obedecen á influencias de partido que están
mas arriba de gobernadores de Provincia. Se trata de ase-
gurarse la elección de Presidente, y para ello cambiar la
faz de una segunda provincia, pues dos unidas en un pro-
pósito, y segundadas desde Buenos Aires, asegurarían por
esta vía lo que puede haber de problemático por las viaa
regulares.
El ñn del gobierno actual, que ha atravesado con éxita
situaciones difíciles, sería en caso de envolverse la Repú-
blica en la revuelta, un verdadero hundimiento en el opro-
bio, porque todas las concesiones hechas alas circunstancias^,
todas las habilidades de las conciliaciones y desvíos de las
prácticas de gobierno, son á condición de que han de dar
un resultado feliz, pues de lo contrario han de ser traidaa
¿ juicio, en presencia del desenlace final .
Téngase presente que son raras las administraciones que^
descienden acatadas, y que es el colmo de la inhabilidad
aflojar las riendas del gobierno antes de haber llegado á su
término necesario. Una invasión, revuelta, ó revolución en
Entre Ríos ha de ser, si se le deja aparecer siquiera, la
solución del Río Negro y del Estrecho. Todo está ahí.
4
(
u víspera
{Rl Nacional, Marzo 29 de 1879).
Estamos á la víspera de las elecciones. Suelen hoy
darse las últimas instrucciones, pronunciarse los mas ar-
dientes discursos, como por ejemplo. Conciudadanos: las
elecciones de mañana van á decidir del porvenir de Buenos
Aires, de la República y de la presidencia, acaso del mundo;
que cada uno hnga su deber que es votar con el puebla
de Buenos Aires, conti'a. . . .! contra los gobiernos electores
y Ministro de la Guerra. . . .
Lo que nos parece exelente; pero quisiéramos que á las
doce en punto de la noche se cerrasen todos los boliches y
y bodegones, donde se expenden discursos, y todas las
estaciones y campamentos, de donde parten las órdenes
del día.
El día de elecciones no deben estar abiertos clubs pa-*
xroquiales, ni reunidos en parte alguna, directores y
LOS DB8PALLIBCIMISNT08 Y LOS DB8VI08 233
caadillos de bandos para dirigir fuerzas y refuerzos como
en un combate.
Esta es la causa de perturbación en las elecciones, el
olvidarse que el derecho de sufragio supone y requiere una
voluntad personal, libre.
£1 votante lo hace por si y no como parte de una asocia-
ción de opiniones.
Se ha adoptado en la mayor parte de las legislaciones
modernas el voto secreto, precisamente para preservar la
libertad del votante contra esas influencias exteriores que
tanto pueden venirle del liberalismo, como de la opresión,
que tanto pueden amenazarlo en su salario como depen*
diente, como en su empleo si es funcionario público.
¿Con qué pretesto, con qué decencia siquiera, el diadelas
elecciones se presentan en las mesas ó tienen su Cuartel
General en los Comités la Plana Mayor de los partidos, con
sus sobrantes, Mayordomos y directores de bandos en las
mesas electorales, encabezando A sus parciales, dirigiéndolos
á guisa de escuadrón, perorándolos; y mostrando á las cla-
ras que los tales votantes son bandas obedientes á la voz
de un jefe^ de quien recibieron la consigna?
¿Quién ha olvidado que en pasadas elecciones esta con-
signa era abandonar los atrios á la primera señal, y
encerrarse en cantones de antemano fortificados para la
lucha fraticida?
Cuando queremos entrar de lleno en el sistema electoral,
sin coacción ni violencia ejercida sobre el elector, como
sin que el acto degenere en combate, deben alejarse
todas las ocasiones y aun las apariencias de quitarles aquel
carácter.
No deben permitir al rededor de la mesa, ni cerca de
ellas, otras personas que las dos tres que van á. votan
debiéndose retirar lejos, lejos, los que ya han votado, sin
permitir á nadie tomar la palabra en defensa de otro dere*
cho que el suyo propio, ni constituirse en tutor, defensor
ó abogado de listas ó personas (salvo los designados en vir-
tud de ley.)
Bsta es toda la cuestión de las elecciones.
Cada elector vota por si, sin ayuda de vecino, y sin suge-
cion k la voluntad de otro. Ante los Jueces de la mesa,
nadie puede asumir el rol de protector de votantes, y ante
234 OBRAS DB SARMIENTO
la policirt de aegiiriiiail (iiiran*.e el día <íe las elecciones, los
comités electorales ó los cuarteles generales de partido
deben ser vlgilKiios_corao lugares sos|iechnsoí?, pues que la
reunión de individuos que ae note, se hace sin propósitos
legales, y en manera alguna en uso de derechos electorales;
pues esos son individuales, y ,se están ejerciendo en los
lugares que la ley y la prftctica han establecido.
Tiempo han tenido, y sobrado, los íiirectorcs de partido
purapropagarsus (loctriiius,e[i la prensa, en los clubs, en los
meetings públicos. El día de las elecciones, empero, nada
hay que hacer compatible con el derecho individual de cada
uno de emitir su voto, según la conciencia que tenga for-
mada de la conveniencia pública y de la suya propia.
Oimos decir que habrá un comité de abogados píira per-
seguir ante los tribunales los fraudes, y creemos también, al
menos asi lo dejan apercibir, unas policías de partidos, para
aprehender reos de fraude, según los declaró un comité
de partido que estará en los alrededores de la mesa, recla-
mando contra todo abuso (que les desfavorezca).
Como no solo se trata de la regularidad de las elecciones,
de la tranquilidad pública, y acaso de preservar, la vida de
algunos, inmolados en alborotos muchas veces provocados
k designio, debemos desde antes indicar lo que se hace en
violación de las leyes, y que debe ser reprimido. El pre-
teato principal de dichos alborotos en las mesas, proviene de
las disputas que traman los abogados ó tutores de bandos,
para denunciar como inhábil para votar á tal ó cual sufra-
gante.
Por regia general, la boleta de inscripción, la identidad de
la persona, y todas las otras circunstancias concomitantes,
serán perfectas y claras,como la luz del dia para el otro, todo
será declarado expiireo y abusivo.
Estas reyertas se entablan ademas, para ganar tÍempo,ó
mejor dicho para hacer perder tiempo á los buenos electo-
res, si se teme que estén en mayoría los del bando ó la
lista adversa.
Los jueces de las mesas deben prohibir aquellas agencias,
y aquellos alegatos da bien probado de los procuradores y
tutores de menores, pues tal reputan á los electores que
deQenden.
Si los Jueces mandan á prisión al elector fraudulento.
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 235
convendría para asegurar la tranquilidad y seriedad del
arte, hacer lo mismo con aquellos que usurpan funciones
judiciales de la mesa, fallando en causa propia, ó abrogán-
dose una representación que la esencia del acto, puramente
individual, hace incompatible.
En cuanto á los que pretenderían jaacer de alguaciles ó
de policía de seguridad, como los que se mantendrían en
reserva en los Comités para proveer lo conveniente^ según el
aspecto que tomen las cosas, tenemos la mejor idea y la
tiene el público y los mismos que tal pensaran del servicio
público, para no esperar que haya quien les dé las gracias
por sus buenos oficios y la politesse^ como en la Grand Du-
chesse, exonerándoles cortesmente de tales atenciones.
No eremos excusadas ni avanzadas estas prevenciones.
Es viejo eso de hacerse el día de las elecciones un día de
terror para la sociedad, en lugar de serlo para los que inten-
ten perturbarla.
Tiempos hubo en que se traían de la campaña caballadas
para que centenares de ginetes, de aspecto siniestro, reco-
rriesen al galope las Parroquias, aterrando solo con el
estruendo de las pisadas de los caballos.
Nadie ha olvidado lo de los cantones militares y los
propios armamentos, que en época aun reciente se ensa-
yaron con lamentable efecto sobre víctimas inocentes.
Uuoy otro abuso han sido reprimidos con solo prohibirlos,
como ha de desaparecer el espíritu de pugna, la tendencia
al barullo en las mesas, desde que se acaba con los abusos
de reunirse en torno de ellas.
Procuradores, Tutores y bullangueros, excitan los áxii-
mos^ levantan la voz y perturban la acción tranquila de
mesas.
En cuanto á la policía de seguridad, su acción debe ser
instantánea, y hallarse presente en todas partes, á fin de
evitar accidentes deplorables.
Es preciso que estos accidentes no se repitan, á fin de
que los ciudadanos pacíficos, tímidos, delicados, ó ancianos,
pudiendo acercarse á las mesas, libres de todo embarazo,
hagan sentir su influencia en el éxito de la elección.
Las listas serán mas ó menos democráticas, según que
sean mas ó menos democráticas las mayorías electoras.
Los que suscitan alborotos en las mesas, creando el sentí-
OBRAÜ DE SARMIENTO
;uri(iad que hasta hoy prevalece, contribu-
Qten los hombres de edad, los padres de
8 magistrados, y geotes de hábitos seden-
ide la influeDcia de \os polUiqueros, y de las
da partido, que teniendo un propósito de
;nido, hacen concurrir á él voluntades que
nte doblegar, por do ser la saneada expre-
públicoyde la riqueza, la edad, el saber,
:er la mejor garantía del acierto en el
(SI Ntietimal. Nano )■ do I8T«.}
s pasaron, dejando tras de si una grande
que puede haber mucho interés en la con-
reñidas la elecciones, y sin embargo con-
n y mantenerse todos en los límites de una
enda.
después del acto se ha notado exacer-
nimos, y el pala queda tan tranquilo como
a en la ciudad no ha producido elecciones,
itadores han protestado de nulidades en las
accidentes esenciales. En las once parro-
la votación ha sido regular é intachable, no
orias relativas á una ú otra lista,
eneral en toda la Provincia, por los datos
unican, da el triunfo á, autonomistus repu-
nacionalistas y autonomistas líricos,
separadamente el triunfo es insignificante
autonomistas, ó de los nacionalistas si estos
arlas dos elecciones protestadas,
neniarlos se presta este resultado. Uno de
I ha luchado se llama la conciliación, como
Qtiauador de la política presidencial que dio
partidos militantes de entonces. Era Mi>
llobierno y aceptó aquella política, el malo-
LOS DBSFALLBGIMIBMTOS T LOS DBSVIOS 237
grado Alsina, y se creyó hacer desaparecer los partidos
uniéndolos con los vínculos de la conciliación.
Dos años han transcurrido, y están á prueba los resul-
tados.
Hubo conciliación?
Tenemos una votación libre en la capital, que ha mos-
trado que habiéndose concillado lo que podía concillarse,
queda, sin embargo una mayoría, ó si se quiere otro tanto
que no se concilio, con lo que quedan los partidos frente
á frente, como si tal conciliación hubiese intentado.
Yalia la pena de inaugurar una política el hacer que
pasen de un lado los líricos autonomistas á la facción mí-
trista, y de esta el centro popular desgajado, ó unido á. los
autonomistas.
Los que creyeron que el mejor remedio que debiera
siempre oponerse & la violencia, era hacer respetar la
autoridad de las leyes, han probado su acierto en la elec-
•cion do ayer.
Convencidos todos los partidos de que las autoridades
-encargadas de velar sobre la seguridad pública, no esta-
ban dispuestas á ceder ante los hábitos de desorden, las
elecciones han sido pacíficas, aunque mas reñidas que nun-
<;a; pues es esta la primera vez que las cifras de votos de
cada lado están casi equilibradas.
Queda, pues, establecido el grande hecho de que en Bue-
nos Aires, como en Nueva York ó París se pueden practi-
car elecciones, aun reñidísimas, sin que el orden se altere ó
peligren las vidas de los votantes.
Para qué fin útil suprimir la lucha, como era la utopía
de la política de la conciliación? Para qué la mentida con-
ciliación, que no había de traer mas resultado práctico que
hacer pasará un centenar de individuos de un bando á otro,
y hacer separar de este mayor cantidad?
Insistimos en que un gobierno no tiene el derecho,
ni el deber, ni eí interés de obrar cambios en la composi-
ción de los partidos; y que si se jactara de haber creado
uno de conciliación, contra otro á quien no se proteje, pero
que es tan respetable por su número, no ha hecho mas
que entremeterse en lo que no le atañe^ y destruir ó per-
turbar la moral de loa partidos, como sucede actualmente.
No es estraño y singular ver á los diarios que mas han
238 Omihfi UK SAllItlKNTO
abogado de palabra y obra por las revoluciones, llamarse
el partido de la Conciliación?
De manera que los que sostienen los principios de orden
en que se apoya el gobierno, aparecen enemigos de la con-
ciliación y de la paz?
No es peregrino ver á esos mismos concilia<los, por obra
y gracia del Presidente, invocando la conciliación en elec-
ciones provinciales de Buenos Aires, y levantar por bandera
la oposición que debe hacer Buenos Aires ala candidatura
presunta de uno de sus ministros?
¿No es lo mas ridículo invocarla conciliación en favor de
otro ministro?
El resultado de las elecciones de ayer, ha d'^jado pues
establecidos dos grandes hechos, á saber: que existen dos
partidos en Buenos Aires, bastante equilibrados para reco-
nocerse mutuamente su existencia; pues ese es el prurito
de nuestras oligarquías, llámense liberales ó como quieran,
para las cuales fuera de su iglesia no hay salvación. Todo
el día lo repiten, y todavía aun después de vencidos en los
comicios electorales, se persuaden deque eso no ha podido
ser regularmente y aconsejan ó ensayan una revolución
que enderece el entuerto.
El otro grande hecho conquistado, es que pueden hacerse
elecciones regulares en Buenos Aires, con solo contener la
audacia de los que, estando persuadidos de que solo ellos
tienen razón, no admiten la existencia de otros partidos.
Si las elecciones de ayer no dieron otros resultados, estos
serian bastantes para que las proclamásemos como un
gran triunfo.
El orden ha sido preservado, sin apelar á la fuerza.
Han dejado, pues, las elecciones de ser un motivo de
alarma, y han dejado de serlo, no-por la conciliación, que
por el contrario ha dividido mas y mas los partidos, sino
por desempeñar el gobierna sus funciones, é imponiendo
la autoridad sus respetos.
No habrá ya propósitos ó deseos quiméricos de suprimir
la lucha, lo que importaría suprimir las elecciones, y susti-
tuirles esos amaños, traspasos y convenios que acaban por
viciar el carácter y desmoralizar los partidos.
La vacilación, la incertidumbre que prevalece en Lis
divisiones naturales de los paitidos, proceden de aquella
LOS D£SFALLEG1M1BNT0j5 X LOtf DESVÍOS 239
turbia fuente. Costará tiempo para que los iiombres se
reconozcan: y cada uno sepa donde encontrar sus correli-
gionarios políticos.
Las elecciones de ayer tendrán por resultado disipar
todas las nieblas que han oscurecido el paisaje, marchan-
do todos á tientas sin preveerá donde los llevan los vacíos
nombres de conciliación y de revolución.
Si todo el fruto de la conciliación era que se uniesen á.
los nacionalistas, los que de los autonomistas se llaman
líricos, sea en horabuena, pero dejarán de hablar de con-
ciliación como bandera, pues ya están concillados.
En adelante, los partidos, como que ya han medido sus
fuerzas, tendrán nombres deíinidos y propósitos que hemos
de tener ocasión de señalar.
Esperamos datos exactos de la campaña, que no acabarán
de llegar hasta mañana; pero los que ya son conocidos
bastan para conservar al partido autonomista la mayoría
que tiene en la Legislatura, único objeto importante de la
lucha.
El cuociente, que asegura á las minorías su parte propor-
cional en la representación^ dará á los mitristas, naciona-
listas y autonomistas líricos, una minoría que engrosé la que
hoy tienen, pues aun en el caso de que fueren disputadas
ó equilibradas las cifras de la elección por parte de unos y
otros, las que obtuviesen en minoría los autonomistas bas-
tarían á reforzar la mayoría que actualmente poseen en am-
bas Cámaras.
LA MITAD, DE LA MITAD
{El Nacional Abril !« de 1879.)
Era la última ratio regun de los razonadores la elocuencia
de las cifras. El argumento esterlino: hechos, heclios,
nada mas que hechos! Ante los hechos en efecto, el
silogismo antiguo pasa á la condición de mera hipótesis,
paradojas.
Pruébalo el resultado de las elecciones del domingo,
en que Buenos Aires debió ser salvado^ y comenzar la
nueva edad d^ oro, excluida para siempre la fuerza brutay
y el cínico fraude.
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240 OBRAS DfS 8AKM1BMT0
Hasta el momento de cerrar el diario no podemos saber
quien ha ganado las elecciones; y con una biblioteca de
boletines por delante, renunciamos á la esperanza de poner
de acuerdo, á nacionalistas, mitristas, autonomistas y demás
hermanos en la Conciliación.
|Rara situación de los ánimos y de los partidos! Tene-
rv mos que apelar al viejo raciocinio, á la inducción para
**^ darnos cuenta de lo que pasa, y para ello servirnos de
r'\ las especulaciones de los mismos que pretenden teñeron
su favor la elocuencia de las cifras.
Analizaremos el cuadro presentado á última hora ayer,
por El Autonomista.
Por la Conciliación . • , 2904 votos
i, Por los Autonomistas 2332 »
'í Diferencia en favor de la conciliación 581
i
1 Nótese en la suma de los votos concillados una cifra
Í4 de 469 votos en la parroquia del Pilar contra cero de los
^ llamados republicanos.
"■' Sábese que no hubo elección legal en aquella parroquia,
y sin anticipar nada sobre el fallo de la Cámara, apunta-
remos solo lo que del mismo cuadro aparece.
En todas las otras parroquias las cifras de los concillados
son inferiores á 300. El término medio de las votaciones
obtenidas por ellos es de 203 votos.
Aun en las mas favorecidas, como San Miguel, Catedral
al Sur y Norte, no pasan de 235. ¡Por qué ascienden &
469 en el Pilar?
Esta desproporción mal calculada pone á la vista que
no es la expresión de un hecho real sino de una inven-
ción.
Si se suprime esta cifra que por su exageración está
condenándose á si misma, la pretendida mayoría de 581,
queda reducida á 112 votos, por confesión propia.
La votación deBalvanera usurpa una mayoría que está
, *^. desmentida por las cifras oficiales exactas que se obtu-
vieron recién ayer.
'[ Queda la parroquia de San TeimOi cuyos vicios de elec-
<}ion son del dominio público.
Para obtener tamaño resultado se suprime la parroquia
t
LOS DESFALLlfiClMlB^TOS Y LOS DB8TI0S 241
de San Juan Evangelista que da quinientos de mayoría
contra aquellas atormentadas cifras.
Pero quedan las elecciones de los grandes Partidos de
la campaña que aseguran mayorías que no están sujetas
á discusión como las de la capital, donde se aproximan
las cifras, como se ve, á punto de hacer cuestionable la
mayoría.
Quédanos una prueba de la verdad, que ser& de algún
valor para ios que están ya habituados al lenguaje ampu-
loso que cubre vacíos, como á las amenazas que son el
complemento de la sin razón.
A que viene para anunciar hechos que se dicen claros
como la luz del día, estas frases: «Los amigos del país.»
< Los que sienten el fuego sagrado del patriotismo.
« Los que inspirándose en los grandes destinos de la
patria.
« Y en el brillante porvenir de esta parte de América.
« Depusieron rencores y rencillas para unirse en estrecho
abrazo de fraternidad.»
...Es ie apostar doble contra sencillo que el que tan grandes
imagines invoca, va á asegurar en seguida alguna patraña micros^
cópiea.
« HdA llevado al altar de la Patria el óbolo de su amor
y de su respecto á las instituciones libres.»
Y esta sonoja de cascabeles para decir que 170 vecinos
amigos del pais, votaron en San Nicolás por la lista conci-
llada; que 198 votaron en la Piedad animados del fuego
sagrado del patriotismo, que 198 en San Miguel se inspi-
raron en los grandes destinos de la Patria— 197 en San
Cristóbal tuvieron por norte el brillante porvenir de esta
parte de América, Chile, Brasil, Uruguay y República Argen-
tina; y el resto en tres ó cuatro parroquias sin alcanzar á
trescientos en cada una llevaron el óbolo de su respeto á
las instituciones I
Pobrezas que dan lástima! Entusiasmo fiambre y for-
zado que intenta ocultar el frío que corre por las venas
del que habla.
Doce mil ciudadanos hábiles para votar cuenta la gran
ciudad de Buenos Aires, que debiera según su población
numérica contar sin embargo treinta mil.
Tomo xl.»16
diez mil, están inscriptos eYi el censo electora)
ra que mitristas, nacionalistas, autonomistas,
icos puedan oíitentar una cifra que se acer-
'ta parte, han necesitado sudar la gota gorda
lego sagrado del patriotismo, y tener en vista
rvenir de esta parte de la Améiical
esario para este parto de los montes que la
nal y provincial los haya levantado, sacudido,
D de la conciliación, y para que puedan pre-
pobre contingente de votos, ayudados por los
que por reyertas caseras fueron á engrosar
les alienta
lacionalista ó mitrista ha puesto todos sus
ías en ejercicio. Sus proclamaít to atestiguan,
de sus proceres en las elecciones lo prueban.
ú Interior votaba en una Parroquia, el de
iblica en otra.
os de sus generales que esos se conQesan y
cada fiesta de santo de su iglesia. Rivas
teatro de sus glorías civiles á inspirar á los
s grandes destinos de la patria. Verdad es
idido ni formar mesas, tal debe ser el buen
lellas jentes, que querían olvidarse de que
1 conñanza tan desapiadadamente. Non bis i'n
o saben latín por aliá-
is, toda la plata labrada de las conciliacio-
novecientos votos k repartirse entre auto-
icionalistas, fuera de los nueve que inven-
iieda para cada uno de los partidos de la
auno, de los unidos en el estrecho abrnxo de ia
,án lucidosl O se trabará, disputa entre los
atendiendo que á los mitristas correspondan
I, y que los autonomistas, el gi'an partido
o ha llevado como dote, ó bienes para-
consorte, sino la cama y algún viejo
18, que anunciar á esta parte de la América,
a de laRepübüca, á los que sienten- en el
lego en el corazonl) el fuego sagrado del
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 243
patriotismo y otra clase de comezones y de cosquillas, que
los mitristas y nacionalistas han reunido
MIL VOTOS
fuera de las cargas de caballería de San Telmo, el milagro
sin testigos del Pilar,
MIL VOTOSl
en la ciudad de Buenos Aires con doscientos mil habi-
tantes, con seis diarios, que no «dicen mas que la verdad, 1
« la purita verdad (por esta cruz) porque como habrá de '
« comprenderse, á nada los conduciría en estos instantes
« el engaño, que ningún resultado positivo habría de pro- '
« ducir.»
Este es el resultado de la gran campaña preparada de
dos años de ofensas hechas al sentimiento moral. «1 buen
gobierno, á la autoridad, á las leyes levantando partidos
caídos, amalgamando lo que se repele. Han triunfado
completamente en las elecciones del Domingo. Hay mil
nacionalistas en Buenos Aires, ténganselo por notificado
los Gobernadores electores de las otras provincias. Sépalo
Ghivilcoy siquiera, donde han votado 710 autonomistas,
sepan además que han cumplido como buenos, llevando
los mitristas el Domingo el óbolo de sus votos al altar de
la Patria, mil votos! dejando á los autonomistas los otros
mil para que no sea la compañía del león.
En 1874 eran muchos mas los mitristas según consta de
los registros de elecciones, puesto que opusieron cifras casi
iguales á las de los autonomistas, hasta ganar por cuarenta
y tres votos; y como está probado, según los nacionalistas
revolucionarios que los votos autonomistas de entonces
eran falsos, ahora que nacionalistas y autonomistas juntos
no dan mas votos que entonces los nacionalistas, es claro
que estos han perdido la mitad de sus plazas^ por que lo
que es el estado mayor está íntegro, y aumentado con los
trompetas y tambores que han ascendido á cabos y aun á
comandantes.
Prueben los nacionalistas que tienen mas de mil cuatro-
cientos cincuenta votos en la ciudad de Buenos Aires,
pía cifra, y habr&n probado en mengua de
concillados, que estos son ud remiendor
pucho de mal tabaco, que va á donde solo
banosl Llámanles «raquíticos, pigmeos,
el gran partido de la Gonciliacionl»
tro mantoi- con la peroración de costum-
o debe hacer caer sobre la cabeza de
adores, todo el peso de su justa indig-
serva siempre el derecho de castigar & sus
uando estos faltan al mandato de sus co-
} el que se reserva este precioso dere-
ntos mil habitantes nacionales y extran-
oscriptos que no han tomado parte en la
Jlque han votado en el Pilar? Los dos
itonomístas? Los mil mitristaa que salen
lella paja picada? Los autonomlatas con-
'a que sean mas de mil loa mitristas tie-
; como una diminuta fracción del coeie»te
, para ocultar «la amargura del despecho
la impotencia — el dolor de la derrota.»
s valiera decir en términos sencillos, lo
¡ho de decir y es que k fuerza de conci-
dones, de rebabilitaciones, de amalgamas,
dos años tener entre todos los partidos
nil votos, que distribuirse entre si herma-
PnOGRAlHII ELECTORAL
ro DB LA. LISTA DB «EL NACIONAL»
iSt rtacionití. Abril 3 de isn.)
Jo á cuestión en las diversas versiones que
elecciones, otros triunfos obtenidos k mas
nistas y nacionalistas,
r&n de acuerdo sobre este punto, sino cuan-
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LO» DESVÍOS 245
do convengan en que unos y otros han triunfado, con una
moderación en las cifras, digna de mejor causa.
Una sola lista ha triunfado, sin embargo, casi unánime-
mente, porque obtuvo el concurso de ambos partidos, y el
de las autoridades.
La observación no es nuestra, y vamos á reproducirla»
tal como la hemos oído de boca de muchos.
La idea que ha triunfado, se dice, en las elecciones del
Domingo, es la que El Nacional ha sostenido durante meses,
pudiéndose decir que sus artículos diarios forman un ver-
dadero programa electoral.
Las mesas electorales están garantidas, por la fuerza que
reprime todo exceso de parte de los votantes.
Un cambio radical se ha obrado en este sentido. Hace
cuatro años que en un manifiesto revolucionario se daba
entre otras razones, para lanzar ai país en los desastres de
la lucha intestina, la de que la*fuerza había cohartado la
libertad de las elecciones, en las que precedieron á la cala-
verada de Setiembre. -
Los diarios, después de perdonada aquella, no han de-
jado de repetir, como uno de los grandes atentados del
Gobierno nacional, haber tomado disposiciones enérgicas
para guardar la tranquilidad pública.
Ahora, sin embargo, el partido nacionalista ha votado
en todas las mesas, á la boca de los remingtons de las guar-
dias y destacamentos de infantería y caballería, puestos
en derredor de las mesas, y ni una palabra de queja, pro-
testa ó censura siquiera ha proferido.
Ya no se habla de la fuerza bruta de las -bayonetas
opresoras, que entonces motivaron una revolución. Hoy está
admitida y acatada la fuerza, en el acto de. las elecciones
mismas, en derredor de las mesas.
iQué diferencia, sin embargo, con el acto reprobado
entonces!
Habiendo^ por documentos públicos y por informes es-
critos del Jefe de Policía, sabídose á ciencia cierta, y los
hechos lo probaron, que los mitristas tenían cantones
armados cerca de las mesas, el Gobierno nacional dispuso
que se colocasen destacamentos de fuerza en varios pun-
tos de la ciudad, con orden de acudir á donde se dieren
aAHMIBHTO
1 de violencia, ó fuere requerido su auxilio por las
lades.
una fuerza armada estuvo k dos cuadras ni & la vista
ue acudió al tiroteo 4 Balvanera, estaba estacionada
laza de Lorea, y solo se puso en movimiento cuan-
. mitristas habían principiado el fuego, á que
respondió, ni aun la tropa, contentándose con pren-
lal espiritu y las malas ideas que prevalecían enton-
icia que tuviesen el descaro de acumular armas de
ano en cantones, pudiendo boy día nombrarse á los
I ejecutaron y aconsejaron.
las elecciones del Domingo no ba pasado por la
lacion siquiera de un solo habitante de Buenos Aires
' armas en previsión de una injusticia. Los mismos
il hicieron están curados de la vieja enfermedad,
e todavía le quede A la negra rezongona el hábito de
zar con el pueblo que no consiente ni consentirá,
e lo conquisten, en que el Ministro de la Guerra sea
ato, aunque pudiera ser que consintiera, en que el
«rior lo sea.
es, pues, el triunfo de las ideas y del programa de
mes de El Nacional.
ímbargo, como toda innovación requiere au apren-
debemos denunciar el error, para que se corrija en
)sivo, quese ha cometido en poner la fuerza armada
lingtons y formada, á tan corta distancia de la mesa.
> ha habido intimidación, por la repetición del acto
haberla en lo sucesivo.
os ha asegurado que la ha habido, según las predi-
lesdel Comisario. Como se hablan hecho retirar á.
;antes á largas distancias, de manera de dejar libra
eso á las mesas, el Comisario hacia formar su piquete
frente hacia el lado que estaban 5us antagonistas;
jona que observó el hecho, asegura que donde el
ario era autonomista, la tropa daba frente hacia el
e los nacionalistas, y více versa.
Lina parroquia, han sido corridos los autonomistas,
leguidos y dispersados por una carga ó corrida á
o, á causa de gritos, y esos votantes dispersos no
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVIO» 247
han vuelto á reunirse; porque ese es el efecto de las
corridas de caballería en las calles.
La gravedad de este hecho, ha comprometido, como se
sabe, la elección.
Ni la policía por sí, ni la mesa, pueden proceder contra
grupos; pues para ello se necesita primero que resistan
la orden de disolverse, mantenerse en orden, ó retirarse;
y si fuese desobedecida, repetirlo dos veces mas y de una*
manera formal, para dar orden de hacer uso de la fuerza.
La acción del Presidente de la mesa, ó del Comisario,
ha de ejercerse sobre individuo particular, por desacato,
por voto falso, ó faltar á otros requisitos legales; y para
esto no se necesita ni tener formada tropa al lado de la
mesa, aunque deba haberla á mano, ni mas acción que
la del Comisario, quien á la menor desobediencia á sus
órdenes habrá de requerirla.
Creemos, que por ser nueva la presencia de la fuerza
en las elecciones, haya convenido ostentarla asi á las
barbas de los electores; pero tal acto no debe repetirse
en adelante, so pena de abrir camino á la intimidación.
Nadie va ya á la elección con ánimo de hacer barullOi
desde que está persuadido de que no lo hará impunemente.
Es este un principio conquistado.
Otra vez se ha dicho que la práctica es en otras partes
que la policía ponga gruesos retenes de tropa en lugares
de que dará aviso al público un día antes, y en cada mesa
tenga dos comisarios, para la represión de hechos pura-
mente individuales, pues para los colectivos, se necesita
llenar las formalidades de la ley, por ser acto de sedición
la violencia, tumulto y resistencia en las elecciones, y
no poder emplearse la fuerza, sin las tres intimidaciones
legales.
Gracias á la prevalencia del programa de El Nacional^
este año no ha muerto ningún infeliz en las elecciones,
en toda la Provincia, y pedimos á nuestros lectores rezen
un padre nuestro por el descanso de las almas de los
que perecieron en la parroquia de Balvanera, á causa de
que hasta entonces se creía que era lícito hacer de las
elecciones un campo de batalla.
Sabemos que en esta parroquia de tan sangriento recuer-
do, la mesa ó el Comisario mandó alejarse á mas de una
OBRAS DR SMIHIBNTO
lO de los mas influetiles caudillos electorales;
a parte también del programa de El Nacional.
se ha de correjir el vicio que k tantas per-
da lugar, de permitir que permaaezcari cerca
8 los que visiblemente pueden ejercer inñuen-
ánimo de los electores,
íto denunciado el hecho de haber un joven
mandando tropa en actos de eleciones. Joveii
inifhíirst, en materia de elecciones, como un
iteria de partidos, no pueden, sin ofender al
I, tener funciones de jueces imparciales. Hemos
is veces que los empleados de policía votp.n en
:, prohibiéndoseles ser agitadores ó promotores
3ro en pueblos cortos, en donde todos se cono-
r á la Providencia y á la frajitidad humana dar
e reprimir, á quien hasta necesidad tendría,
tacion misma de ser reprimido.
jí, creemos que tiene El Nacional derecho (l
Mas por la sangre que no se ha derramado esta
il orden prevalente.
de al Gobernador y al Jefe de Policía el mérito
3Íon. Si han habido parcialidades, intención
han debido partir dt! la acción individual, y es
jue aun eso se cunija en lo sucesivo.
ISO el espíritu del fraude en los vecinos, de la
mulada en los funcionarios; pero estos vicios
isarraigándose, á f jerza de ser condenados, y
IOS á La Nación que su cruziida contribuyó en
)te resultado, aunque la hubiéramos deseado
[■ecion y acierto.
iiso, debemos convenir en que el sistema elec-
ora, y que los viejos abusos de romi»er registros,
tas, disparar tiros, armar cantones, y otras mal-
e no estuvieron exentos tos que ¡dienten en el
iqui-tique del patriotismo y cuidan del porvenir
parte de América, han desaparecido para do
ias á que los mítristas se van educando poco ¿
za de contrastes.
no desesperaremos ni de la Patria Argentina,
bbernadores que sean los mas duros de cocer.
LOS DBSFALLBCIMIBNT08 T LOS DESVÍOS 249
«EN TODOS LOS TERRENOS»
{El Nacional Abril 4 de 1879).
Nota el publico cierta recrudescencia de injuria y de
desenfreno en algún diario mitrista, que tiene & este res-
pecto sus intermitencias, su ñebre terciana, que le pasa
por días y le vuelve al menor cambio de atmósfera.
Debe ser contajiosa esta enfermedad, pues vemos que
La Pampa^ cuyo redactor ha sido de una manera poco
decorosa espulsado del Comité Nacionalista, se prepara, y
les ha dado ya una muestra, á decirles cuantas son cinco
á ios puritanos del cenáculo.
Pudiera repetirse en el caso presente que donde las dan
las toman; y que serán medidos con la vara que miden.
Cuando les haya tocado su merecido, podrán en el cóncla-
ve proponerse esta cuestión, que ya los redactores de La
Patria al iniciar sus tareas propusieron á los otros diarios,
á saber: conviene que la prensa ejercite su acción en los
límites que el decoro, el honor del país y la justicia exi-
jen? Conviene darle, por el contrario, rienda suelta á la
detracción y la injuria?
Tiempo es de que lo recapaciten los directores de con-
ciencia del partido nacionalista, ya que la gata le sale
respondona, cuando castigan la actitud política de alguno
de los suyos.
Va haciéndose frase de orden en el partido, declarar que
combatirán al partido contrario en todos los terrenos^ lo que
aplicado á la política, quiere decir que en la prensa, la ca-
lumnia y la injuria serán armas permitidas, y en la acción
la revuelta y las asonadas.
Si no estamos trascordados, el ofrecimiento de ayudar á
sus partidarios en todos los terrenos^ salió primero de los
labios ó de la pluma del General Rivas, que no siendo
escritor ni orador, no tiene otro terreno que el que le
permiten sus deberes.
Después hemos visto repetida la frase, como una especie
de consigna, y que puede haberse lanzado como otras ve-
ces la de gobierno de hecho^ mas tarde la de gobiernos refiada.
rtoj, después la de gobiernos electores, las que después de
250 OBRAS DE SAHUIENTO
haber producido sus resultados, se recojen ó se abandonau,
como vestido fuera de estación ó pasado de moda.
Ahora estamos por et combate en todos los íerrenoí, frase que
se toma de las jactancias del duelista, pero que aplicada &
)a política indica que están dispuestos, ó se convidan para
ello.á no reconocer leyes, trabas, ni limites á la violencia.
Es la mente d« ese partido ajitarse siempre tras de algún
sofisma ó alucinación del Patriarca, que reconocerá mas
tarde su error, para levantar otro nuevo sofisma como
bandera de reunión.
Nuestra tarea ha sido siempre venir detras, enderezando
estos entuertos, trayendo los ánimos í mejores ideas, con
la demostración de la falsedad del principio invocado.
No hay, pues, lucha en todos los terreiios, como es hoy
la consigna. En la calle y en la plaza publica no hay lucha,
pues está la policía de seguridad, pronta y dispuesta á
estorbarla. No la hay por la sedición y el motin, cualquiera
que sean los pretestos que se invoquen, porque no hay en
los cuarteles ni en los campamentos, quien sienta los fu-
rores del patriotismo á la manera de los que lo invocan
para entregarse á sus instintos de innata perversidad.
No hay mas terrenos que la sanción de las Cámaras
en la elección de sus miembros, si ese es el motivo de otra
de Setiembre por la misma causa.
Hanlo visto en las recientes elecciones.
No se ha movido una paja, como no ha de moverse un
brazo en el escrutinio.
El Congreso Nacional hubo de hacer uno, untes de Se-
tiembre de 1874, y entonces se hacían las mismas amenazas
de atrepellar los respetos debidos al Congreso; pero por
casualidad algunas polainas blancas hacían contraste con
los [lantalones garance, y la escena pasó desapercibida.
Verdad es que de ahí salió el grito, á la revolución! Hicie-
ron la revolución, y estamos todavía por aplicarle la misma
receta á la Legislatura de Buenos Aires, que tiene también
á BUS órdenes gente de guante blanco y kepi gris, lo que no
le quita nada á su valor.
El gobierno de esta gran ciudad ha empezado á ser
gobierno, y cualesquiera que sus disidencias con las Cáma-
ras sean, ó las mayorías, no ha de hacerse cómplice de los
atentados que en todos los terrenos se meditan. Por la
LOS DEJíiFALLBClMIICNTüS Y LOS DESVÍOS 251
seguridad dada á las elecciones, ha conquistado el respeto
déla opinión pública; y por el respeto á los principios del
sistema representativo, ha de asegurarse la deferencia y la
buena voluntad de las mayorías.
Bueno es pues, que abandonen todos los terrenos, tenién-
dose en el único en que es posible pararse sin exponerse á
que lo lleven al violón, como á todos los que no van por el
camino ó la calle pública. (* )
EL MANIFIESTO DE LOS CONCILiADOS
{El Nacional, Abril 5 de 1879.)
Al leer este manifiesto, principiábamos por el fin, bus-
cando en la peroración la consabida y consuetudinaria
amenaza de hacer saltar la barraca^ como dicen los france-
ses, si les ganan la partida.
Debemos á sus autores esa justicia. Su peroración con-
cluye sin salir de los términos del preámbulo. No ofrecen
combatir en toáoslos terrenos. Circunscriben su acción den-
tro de los límites prescritos por las leyes. Esto nos basta.
El preámbulo y objeto del manifiesto, es una excelente
composición, y hace honor á la habilidad práctica de sus
redactores.
Napoleón decía, que el genio de la guerra estendía su
poder hasta crear la casualidad, á que tantas veces se debe
la victoria.
El arte de la política llega hasta crear la verdad. El últi-
mo dogma católico, como prueba de esto, no necesitó deci-
sión de concilio, por cuanto hacía ya dos siglos que á fuerza
de repetirles á los niños, bendito y alabado sea el santísimo
sacramento y la purísima concepción, la doctrina
teológica había pasado á ser creencia recibida y encarnada
en el cristianismo^
Y hay algo masque duda de parte de los nacionalistas,
sobre el resultado de las elecciones, repítase en todos los
( 1 ) Las elecciones provinciales á que se refleren estos articalos fueron las que
dieron lugar á la aplicación peregrina de Cámaras dobles convocadas en una casa
particular y de que el autor liabla en los escritos publicados en el tomo XXXIII,
página 3i5ysigulentes.— (iV. del B,)
252 OBKA« DK «ARMIKMTO
tonos que han triunfado expléirdidamente, que la mayoría
es tan inmensa i., según La Nación^ la verdad se
forja.
Ante demostraciones en contrario y la flaqueza de las
cifras, la fé mas robusta vacila, y entonces se lanza un
manifiesto para asegurar, bajo la garantía de las firmas que van
al pie, que los propósitos de la conciliación han obtenido en las urnas
electorales^ d mas espléndido triunfo.
m
Y las firmas que siguen son en efecto respetables, cuando
suscriben pagarés de comercio; algunas son de dudosa ley,
cuando suscriben declaraciones de principios; y todas
juntas tachables de declararen propia causa y con fines
políticos, la existencia de hechos que no están compro-
bados, porque no pueden estarlo.
Es disculpable el fanatismo y la obcecación política ó
religiosa que nos hace ciegos contra la verdad contraria.
El supersticioso está dispuesto á creer en el milagro de
Santo Domingo apoyándose en declaraciones de niños ó de
rústicos, torpes ó maliciosos. El patriota no creerá en la
derrota de los suyos, por mas que todos los datos demues-
tren la triste verdad.
Pero en el caso de las elecciones cuestionadas, no basta
la preocupación del partido para justificar el anuncio de un
espléndido triunfo, por mas firmas que le acumulen al ad-
jetivo.
Tolerable era que se creyesen triunfantes.
Lo de espléndido, es invención, no de retórica solamente,
sino un andamio para obtener el triunfo que consideran
dudoso.
No se nos tachará de redargüir vanamente y sin convic-
ción. M Nacional atribuyendo á sus amigos el triunfo elec-
toral, se guardó muy bien de llamarle espléndido^ inmenso.
Reconoció que estaban las cifras de ambos partidos equili-
bradas, y que tenían para darse una fuerte mayoría, que
negarse partidas recíprocamente.
Demostrólo matemáticamente comparando las declara-
ciones de las dos partes. Admitidas (hipotéticamente) por
los nacionalistas las cifras de San Juan Evangelista, se
daban 580 votos de mayoría; i)ero disminuyendo los 469
del Pilar, cuyo abultamiento singular peca contra el buen
sentido y el resultado de todas las otras parroquias, les
LOS DBSFALLBCIICIBNTOS T LOS DESVÍOS 253
quedaría una mayoría eu la ciudad de ciento once votos,
que no es inmeosa, ni espléndida, como artificiosamente
lo aseguran, jurando veinte y cuarenta, que han jurado
antes muchas cosas en política que no eran ciertas, que su
triunfo AS espléndido.
La historia de las dificultades que han vencido, de los
fraudes de sus adversarios, los que tienen desde 1852 el
hábito inveterado del fraude, practicado diez años por esos
mismos que firman la puritana declaración, es un andamio
preparado para llegar después de esta primera etapa, «que
c era la revelación de una verdad que estaba en todas las
c conciencias (de los suyos), y requería fuese confirmada
« por hechos tangibles y palpables á la que falta.»
Esta es una etapa; pero fáltale una pata por desollar, al
espléndido triunfo, y es la aprobación de las elecciones en
la Legislatura; y ya « de la sola enunciación de estas pala*
« bras se desprende que aun quedan obstáculos que ven-
« cer. »
Lo que demuestra, que el triunfo espléndidamente in-
menso es una hipótesis, cuando mas plausible.
Falta que la Legislatura, Juez de esas elecciones, se
proíTuncie sobre la validez de los resultados obtenidos, y
las tachas que recíprocamente se imponen los partidos.
£1 objeto del manifiesto es pues establecer de antemano
que los partidos concillados «han mostrado que encarnan
el sentimiento de una mayoría incontestable^ llevando la
supremacía en las urnas.»
Imagínese el lector, y tiemble de solo pensarlo, que la
Cámara, Juez de sus elecciones, por una de esas aberra-
ciones; de que tan pocos ejemplos presenta la historial fuese
á considerar contestables las cifras en que se fúndala inmen-
sa y espléndida mayoría, cuando firmas tan respetables,
tan garantidas, como la de la lista de la izquierda de los
firmantes, han declarado que son incontestables tales cifras
y que hay mayoría y supremacía asegurada?
Hé aquí el objeto del manifiesto.
No, nadie se imagina ni como posible que la Legislatura
ponga en duda tales aserciones. Sí, lo que Dios no permita,
sucediera que tal mayoría desapareciese al restablecer la
verdad de los hechos, entonces el partido nacionalista con
sus aliados, se dará contra las paredes, gritando al escán-
'2&4 OBRAS l>B 9AKUIRNTO
dalo, y entregando á los Dioses infernales la Legislatura.
¿Cómo puede ocurrir semejante cosa, <tsinó es que mane-
jos condenados por la ley, como por la moral política y
social, vengAíi'iL neutralizarlos resultados «le este triunfo
(hipotético) defraudando á la vez las legitimas esperanzas
de los nacionalistas?»
Para evitar que tal suceda, ofrecen no omitir esfuerzo,
declarando aubsistetite la luckft; pues si de teatro cambia, no
cambia de combatientes. Este concepto, que necesitamos
esclarecer, se completa con este otro, con que termina el
escrito. «No omitiremos esfuerzos, para evitar que manejos
que condena la ley hagan del sistema representativo una
burla grosera, en daño no solo del presente sino de las
generaciones que llevarán al futuro el virus de semejante
desmoralización.»
Quisiéramos que la Legislatura se inspirase del pensa-
miento que nos ha guiado siempre, de dar á todos los
partidos la libertad legal y garantida de hacer que el sis-
tema representativo no sea una burla entre nosotros, y
sábese cuanto hemos trabajado, preparando proyectos de
ley de elecciones, aun traduciendo reglamentos, á fio de
hacer efectivo el sistema representativo. Algo hemos fton-
seguido, y mucho dejamos ya aceptado en la conciencia
pública, y que se convertirá, en hechos, mas ó menos
rápidamente.
Pero permítannos decirle con franqueza, ninguna con-
fianza nos inspiran, de propender igualmente ó con la
misma sinceridad, precisamente los ciudadanos de la lista
izquierda que firman el manifiesto. La mayor parte de
ellos, han suscrito antes errores que mostraban que no
comprendían el sistema representativo; y en este mismo
manifiesto tienden á perpetuarlos.
No hay lucha ya, sin cambiar de combatientes, desde
que la decisión del caso está en manos de su juez legítimo,
la Legislatura. La misión del Comité Nacionalista, con-
cluyó el 30 de Marzo. Acaso sus diarios han podido es-
presar meras opiniones, alegatos de parte, en los dfas
subsiguientes, afirmar lo que creen, como el pleiteante,
hasta cerrarse el término de prueba y el Juez pedir autos.
Ahi se acaba la lucha; la litispeadencia. Todo lo que en
LOS DESFALLEOÍMIENTOS Y LOS DESVÍOS 255
pos hagan las partes, intimidación del Juez, cohecho de
escribanos y escribientes, es criminal.
La Legislatura es Juez de sus elecciones, y para que el
sistema representativo no sea una burla, es preciso que
Jas partes renuncien al propósito de irá rodear el local
del Juez, y con gritos, con el número siquiera, se intente
hacerle que obre y juzgue de otra manera que como juz-
garía y obraría sin esa coacción.
Es preciso que tales y cuales ciudadanos prominentes,
no se anticipen á fallar la causa y darle al Juez la senten-
cia hecha, porque es este un medio de corromper la con-
ciencia pública, condenando de antemano al Juez.
Es preciso que los nombres de ambas listas con<;iliadas,
que firman el manifiesto, publicados en mayor número
que los miembros de la Legislatura, y gozando algunos de
mas prestigio que los representantes, no usurpen el lugar
de esa Legislatura y se presenten al país como mas legí-
timos que ella, como mejor espresion de la opinión que
ella, como mas sabios que sus miembros, y como encar-
nación del derecho y de la justicia.
Yerran dando como han dado, un fallo en causea en que
la ley tiene nombrado otro Juez que ellos.
Yerran en dar por cierto y legal lo que ellos, como ins-
trumentos de partido creen tal.
Yerran, cuando dicen que aun hay lucha sin cambiar de
combatientes, cerrado el período electoral y pedídosT autos
para fallar.
Yerran, cuando aseguran que harán algo para evitar,
pues nada pueden hacer, sino es coacción, intimidación.
Yerran en fin, cuando creen que no yerran, pues ha sido
la mala suerte histórica de la mayor parte de ellos, errar
en esta materia.
Si su testimonio hubiese de ser invocado en juicio, treinta
de ellos serian tachados por inhábiles para (Jarlo sin com-
plicidad.
En fraudes electorales? Los cometieron á millares.
En violencia hecha al sistema representativo, saltando
por encima del fallo del Juez de elecciones? A.hi está la
historia, húmedas todavía sus páginas.
En verdadera intelijencia del sistema representativo?
Ahí está el último manifiesto, insinuando que lucha sin
256 OBRAS DB 8ABM1BNT0
cambiar de combatientes, cuando la Legislatura tiene en
sus carteras el proceso concluido de las elecciones.
LAS COMBINACIONES PARA CANDIDATOS
{Bl Nacional» Abril 8 de i879.)
Llena está, la prensa, y los corrillos cuchichean, sobre las
mas sabias combinaciones para producir candidaturas ina-
tacables, candidaturas de cal y canto, que ni á combo ni
á, martillo puedan ser disueltas; pues que aun contra la
pólvora se proponen hacerlas invulnerables.
La candidatura Laspiur-Tejedor es la mas preconizada.
Para usar de términos técnicos, en materia de combina-
ciones, diremos que es un laspiurato de tejedor, aunque
los mas entendidos creen que si se le analiza con cuidado,
ha de resultar un tejedoruro de laspiur.
Otros anuncian, por debajo de cuerda, una base de sus-
tancia medicinal, estando de acuerdo los hombres de Estado
del partido en que no hay doctor mas acertado en su arte,
á los médicos y estudiantes en que no hay político mas
profundo que aquel; pero aun no le encuentra el accidente
que haya de transformarlo en candidato.
]] Opónenle á estas combinaciones mas ó menos hacederas
»j ', ó hechas, un sulfato de nitro, ó un nitrato sulfúrico como
t'!.*!" quieran llamarle, con alguna reminiscencia histórica,
I ^ '^ cuando mas no sea que para no cortar el hilo de los su-
^'^'V cesos.
> Ya sea pues en primera ó segunda linea, el elemento
Tejedor, puro ó amalgamado, entra en las diversas combi-
ns^ciones.
Dejándonos de metáforas que huelen á laboratorio de
química, rastrearemos si se puede el pensamiento intimo
que gula el cálculo de los esperimentadores.
«En el seno de la América
Dos raudales se desatan
Es el uno, fas de perlas
Es el otro, faz de nácar.»
Los que han navegado ambos ríos, saben lo que de nácar
y perlas, tienen los indinos. Ríos claro turbios, como todo
río que se respeta en este mundo.
.Vi*
1 1*
I
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVIOS 257
Los candidatos todos salen de la conciliación, y son el buen
ladrón y el mal ladrón, que están á diestra y siniestra del
salvador. Un ministerio tira hacia un lado y el otro minis-
terio hacia el otro: voila louíl Y así hemos de ir hasta que
Dios haya piedad de nosotros, sino es que Un día se vayan
á las manos, y nos envuelvan á todos en la conciliación,
que acaba por donde debió principiar, es decir por ser algo
homogéneo ó seguir un rumbo cualquiera.
Corrientes ha lanzado la bruta parola^ dejando & la Con-
vención en ciernes en sesiones preparatorias para pedir
respetuosamente á las Provincias les devuelvan á vuelta
de correo en forma de acta, la misma nómina que les en-
vían de aquí, para presentarla como el voto espontáneo,
unánime é inquebrantable de la voluntad de los pueblos,
de las susodichas provincias.
No lo decimos en desdoro de nadie, pues creemos que los
autonomistas habrían recogido la misma fruta, si hubieran
sacudido el manzano de la voluntad popular de una Con*
vención Provincial Nacionalista. Autonomistas y republi-
canos sacarían su ai de oro.
Qué tiene que ver el nombre de Tejedor en estos en-
juagues?
De manera que en estos pocos meses que faltan para un
cambio administrativo, vamos á perder las conquistas que
en principios de gobierno, en práctica racional de las insti-
tuciones, veníamos penosamente conquistando, de seis
años á esta parte. Ya so dice que evitarán que el sistema
representativo sea una burla, y para ello pasarán por enci-
ma de una Legislatura, que no es sin duda el modelo de
las Asambleas legislativas, pero que es con todos sus defec-
tos é insuficiencias, la Legislatura de Buenos Aires como la
Legislatura de San Juan, la de Jujuy, la de Tucuman, cuan-
do han sido salvadas y sostenidas.
Valia la pena de ser gobernador de Buenos Aires, por
la gloria de serlo, y por lo mucho que hay que hacer aun
para constituirla en administración regular, en pueblo
libre, en modelo para provincias menos favorecidas, menos
educadas; y es lástima que ya que hubo uno que empren-
diese con sinceridad la tarea, vengan los tahúres de lapolíti-
-ca á hacerle provocaciones á deshora, para que se sirva de
TOKO XL.~17
OURAS DB BARUIBMTO
a de gloria perdurable, como del escabel d&
sirvieron para escalar otro puesto,
hacer estas observaciones la candidatura
le no es indígena de por all& y la combinación
lor, que do es mas que una provocación al
^stamo que le piden para asegurar el éxito.
; atrás! Y esto en mal momento. Nunca era
a en Buenos Aires una autoridad respetada
incia moral. El gobierno republicano, pues
efe inamovible que está como un peñasco,
e las olas que se estrellan ¿ su base sin con-
unda en. una fuerza moral, que proviene del
í mayoría en las elecciones. Es ya una des-
resultado se presta á comentarios, por no ser
.ro 4 la vista de todos, pero puede conducir
el desmoralizar las fuerzas mismas que de-
i raya las pasiones, ya que falta aquella base
dor de Buenos Aires tiene, en la situación
reado los antecedentes, algo mejor que hacer
de ayudante de otro.
I PASIÓN DE LA LIBERTAD EN LA CRUZ
ÍSl Katioiutí. Ibrll 11 de IBT9.|
,ica en nuestros diarios, dedicar algunas pá-
erdo del gran acontecimiento que la iglesia
memora estos días, que forman la Semana
le los fieles se reanima, y las ceremonias reli-
I inteligibles para los mas versados, hablan á
1 de todos los que leen diarios, por el grandto-
le dan y las consecuencias que para la hu<
1 la pasión y muerte de Nuestro Se&or Jesu-
imora, dice por ejemplo un diario, el sacrificio
da la religión, que predicó la igualdad del
10, el amor & sus semejantes, y consagró su
lartirio, legando la verdad proclamada, desde
juplicio — de una cruz.»
■
LOS DB8FALLBCIMIBMT0S Y LOS DBSYIOS 259
Hasta aqui todos los crisllanos, cualquiera que sea su
secta, y aun los libre pensadores, está.n de acuerdo.
Mas vienen en seguida las aplicaciones humanas de aque-
llas verdades, y entonces los espíritus se dividen, según
donde le aprieta á cada uno el zapato.
Creen muchos que la igualdad proclamada puede condu-
cir al socialismo, y en Alemania hay ya cristiano-socialistas
que pretenden seguir las prácticas de los primitivos cris-
Manos, que repartían sus bienes entre todos los ñeles si-
guiendo el consejo de San Pablo, ó las nociones de despren-
dimiento terreno que predicaba el Divino Maestro.
Los partidos revolucionarios hallan también sus armas en
aquel arsenal, que aplican santamente á animar á los fíeles
á arrostrarlo todo, á ñn da obtener la suspirada libertad,
porque la libertad republicana, representativa, federal fué
una de las preocupaciones del fundador. Verdad es que la
libertad moderna se ha obtenido á los quince siglos de arro-
jada la semilla, y no ha fructificado hasta hoy sino á la
sombra de la paz, de las instituciones, y del orden re-
gular.
Así, pues, hablando de la Semana Santa nos gusta oir
«que en todas las épocas, la libertad, tiene que consumar
sus sacrificios, que consumar su cáliz de amargura, que es-
cuchar la voz de sus Pilatos, cuando anuncian que se lavan
las manos, que soportan el beso de los Judas, que lo venden
por treinta dineros, que soportar el fallo inicuo de los Tribu-
nales de Caifas; tiene que recibir la lanzada y la bofetada
de sus verdugos, asistir al reparto de sus vestiduras, que
afrontar el dolor y la muerte para vencer en nombre de la
idea.»
No hay libertad mas paciente y cristiana que esta, y con-
mueve en efecto el cuadro lastimero de sus sufrimientos. Es
visiblemente el Cristo descolgado de la cruz, para sustituir-
le otra idealización, mas en armonía con las necesidades
modernas.
Pero, en víspera de elecciones, en nuestro país al menos,
la libertad tendrá el coraje de arrojar á sus fariseos del
templo, con el látigo del escarmiento, la perseverancia del
que lucha por los principios inmortales, la fe de los que
piensan que la justicia, la verdad y el derecho triunfarán
contra la iniquidad, la injusticia y la mentira; la fuerza y la
DBHAH DK SARMIBNTO
evantaroQ de los sepulcros, y que no puedea
ando sus enemigos eternos han doblado ante ella
illas.»
sermón por el estilo, y creemos que el elocuente
an no habrá usado otro al pintar el triunfo de la
Mica, sobre la mentira que representan las
s y las doctrinas consignadas en el Syllabus.
anos de Gromwell usaban un lenguaje parecido.
i del viejo Testamento de donde se proveían de
itra los Filisteos, los tories, sus advei-sarios poli-
ai leer las frases citadas, que estamos en los
las luchas religiosas, que hacían del evangelio
de persecusion, y de prapósitos puramente hu-
lobo revestido de la piel del cordero Pascual,
fanacione» del hombre y de la misión de paz
'ecisamente en los días consagrados á su memo-
adas de mano yu, como de mal gusto, y como
aun para expresar sentimientos puramente civt-
ianles bien & los clericales y ultramontanos que
el dominio político en lus sociedades modernas,
bien en una encíclica de Su Santidad, decir &
de la cristiandad, «la pasión de Cristo, oh vene-
lanos, debe fortalecernos en todos ios tiempos,
imayac sobre la suerte deñnitiva, reservada á la
.rtlr de su fe, triunfadora de sus verdugos, en el
1 vida inmortal (de. la libertad); tal es el mundo
IOS preguntar k este Lacordaire, k este Savona*
a confesado y comulgado, al menos por Pascua
no lo manda nuestra Santa Madre Iglesia.
ABAJO LA LIGA
{El Nacional. Abril 14 de an.)
esclamacion que La Nación pone en boca del
Buenos Aires: «abajo la candidatura del Minis
uerra ó abajo el Ministrot*
le abajo el Ministro, toca á los Ministros de la
1 deñnir su situación. Si no la cuestión Irá al
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DBsYIOS 261
Congreso, á las Cámaras Provinciales^ al Gobierno de Buenos Aire»^
para ver si la candidatura del Ministro de la Guerra se le
puede imponer k Buenos Aires, con los electores de pro-
vincias esclavizadas.»
Era antes idea recibida que CR<1a cuerpo legislativo es el
único juez de elecciones, en los términos y en la forma que
estuviese esta función acordada. Tenemos ahora que la
cuestión será sometida también á. la Legislatura y al Go-
bierno de Buenos Aires, estando como están, según las
aserciones del diario citado, «esclavizadas las provincias.»
Para establecer el nuevo derecho de revisión de poderes,
atribuido á una provincia sobre la validez de los actos de
las otras, se establece que los enemigos de las libertades
en la República son los enemigos de Btienos Aires, porque sa-
ben que este es el baluarte de ellas, y siendo sinónimos
libertad y Buenos Aires^ el pueblo de Buenos Aires, se «levan-
ta,» unidOj compacto^ imponente^ y resuelto á la lucha escla-
mando: ¡abajo la liga!
No seria esta la primera vez que los pueblos sean arras-
trados á la lucha, en persecución de quimeras y aun de
frases sin sentido.
Estamos lejos de creer que sea un hecho positivo la can-
didatura del Ministro de la Guerra, que parte mañana para
ir á terminar personalmente su obra de asegurar las fron-
teras de Buenos Aires.
Ignoramos que exista una liga de Gobernadores, ni hecho
alguuo que constituya una novedad tal en el modo de ser
de las otras provincias, que subleve los ánimos de toda la
población de Buenos Aires.
No tenemos el propósito de sostener la candidatura del
Ministro de la Guerra, que no ha sido anunciada en conven-
ción ó comité alguno, y nos repugna la idea de una liga
de gobernadores, para imponerla, sin el apoyo de una parte
de los ciudadanos de cada provincia.
Tratamos solamente de la cuestión abstracta y del propó-
sito demasiado visible ya de poner frente á frente Buenos
Aires, á título de ser el baluarte de las libertades, con las
otras provincias esclavizadas; concluyendo Buenos Aires
unido, compacto, imponente, por abocarse el proceso de
las elecciones, y con su Gobernador y su Legislatura fallar
de la* validez de ellas. Si resultare electo el Ministro de la
¡abado con los indios que asolaban la
os Aires y sale á campaña á terminar
Buenos Aires, unido, compacto, impo-
L elección y proveerá sin duda & nuevas
:cto el candidato que se propone nom*
o, compacto é imponente, su propio Go*
iplo, entonces babrft uina prueba ma-
ha existido tal liga de Gobernadores, y
ira del Ministro de la Guerra,
brfaraos tachado de puerilidades tales
il pueblo de Buenos Aires, porque no
1 que tales preocupaciones puedan sus-
que las grandes ciudades que encierran
or aglomeración de hombres, ó de cau-
tcia, tengan en poco la cantidad de cau-
icia, de hombres, diseminados eo las
'avorecidas; pero í nadie ha venido la
iclavos da su ignorancia, de sus preocu-.
pobreza 6. la mayoría, y esuluirlos del
> de sus derechos.
lati es la que constituye la fuerza de las
ado decir que Buenos Aires sea, ni haya
la libertad. Fué la cuna de la anarquía
luellereal de la independencia de toda
nérica; fué el centro de la mas noble y
hayan fomentado y soportado pueblos
í3i hasta 1851, y diez años mas tarde no
ado digno de ser considerado como un
o. No sabemos si durante lasadmlnis-
irmiento fué Buenos Aires el baluarte de
erica, pues tendría vergüenza Buenos
buir tales condiciones á la administra- '
Acosta, y si hoy, de un año escaso á. es-
os que tal pregonan no llevan mas arri-
bertad de Buenos Aires, la atríhuyen al
eda, tendrán que aceptarla complicidad
.8 maldades del señor Ministro de Gue-
in duda de su adminíatracioD, úpico la-
inespugnable baluarte de la libertad
LOS DBSFA.LLECIMIENTOb Y LOS DESVÍOS 263
Estamos muy lejos de creer que las otras provincias es-
tén gobernadas mejor que Buenos Aires, que está envuel-
ta en deudas casi iguales á las de una nación, lo que no
prueba mayor capacidad de gobernarse, y que no saben des-
pués de una lucha enardecida de elecciones, cuál es el re-
sultado de la votación, lanzátidose unos á olios reproches
que prueban por lo menos, que no es el pueblo mas ade-
lantado del mundo, en la práctica de gobernarse á si
mismo.
Lo que sostenemos es que toda la República Argentina,
en unas partes mas que en otras, adolece de los mismos
defectos, y que el único que le es privativo, y el mas rui-
noso de todos, es la falta de nacionalismo, de ese senti-
miento que en las felicidades ó en las desgracias une á to-
dos los habitantes de un pais, haciendo que sus males y sus
bienes sean comunes. Hagámonos el honor, nosotros mis-
mos, de llamarnos el baluarte de la libertad, y llamemos
nuestros enemigos á los que no han podido llegará darse
tan pomposo titulo, en hora buena; pero no hagamos que
los enemigos de las libertades de la República, sean por eso
los enemigos de Buenos AireSj pues que Buenos Airas no tiene
otra constitución, otros elementos, que esos mismos que
constituyen la vida del resto del territorio, cualesquiera que
sean las desventajas que le hayan cabido.
¿Por qué no declararíamos lisa y llanamente, que no sien-
do capaces ciertas provincias de tener gobiernos libres, &
causa de la ignorancia del mayor número, no están en
condiciones de tomar parte en la elección de un Presidente?
¿Por qué no estableceríamos que siendo Buenos Aires el
baluarte de la libertad, con un pueblo unido, compacto é
imponente, se encarga de nombrar Presidentes dignos de
su elevada posición, sin exponerse al riesgo de que votando
el mayor número, vayan á nombrar Presidente á su imagen
y semejanza, ignorantes, tiránicos é indignos?
Abajo la Ligal En hora buena, y nuestro mas sincero voto
estará siempre contra tales asociaciones. Pero suponga-
mos lo que no es imposible que suceda, y lo que no obs-
tante las exclamaciones^ y diremos las execraciones del pueblo
unido de Buenos Aires, subsistan por un año mas los go-
biernos actuales de las provincias, sin dar lugar á revuel»
OBRAS DI SABMIBKTO
ie<)io de destruirlos. Qué hace el baluarte de
tg? ¿Quedarse encerrado en su baluarte?
tía que no sea el nuestro, y avergoncétnuiios de
pueblo sufrirá las consecueacias de su propia
,debilida<l, ó ignorancia, como hasta aquí, te-
idente^t como Avellaneda, Sarmiento ó Mitre,
averiguar cuáles provincias los sostuvieron, y
8 los pueblos ó tiránicos sus gobiernos, ¿liaran
[ue ahora, las provincias, cuando fué elegido
:]ue)loa?
n profundo desencanto la tendencia que se quie-
& los espíritus, y los vergonzosua medios que.se
lego para apasionarlos, degenerando las lu-jhas
o preocupaciones locales.
to aset;urarse las elecciones de Buenos Airas,
[ima elección de Presidente, y á íln de obtener
) ponen los medios de enceguecer al público, re-
.siones disolventes, tocando resortes vedados,
itoda fuerza de cohesión y pueden traer mas
idos y rupturas.
te de las libertades no está en Buenos A.iies, y
• estuvieral
bria derecho de pedirle que lo fuera, como no lo
ica, y es probable que no lo sea Jumas, sin el
) toda la República.
te de las libertades no esti en la unión compi>cta
Lantes de Buenos Aires, para oponerse á la can-
un Ministro, creando otra candidnturi) que lleve
ite k poner á Buenos Aires unido compacto y im-
pugna con las otras provincias, unidas, compac
lentes, por no encontrar otro camino de arregli
r á la Legislatura y Gobernador de Buenos Airea
del caso de una liga hecha por el pueblo de Bue-
' otra liga hecha por los pueblos de las otras pro-
ita echar abajo la Liga de (lobern adores? Vamos,
arando las Atíof para tos heridos de los combates,
orerlas llevarán la cuenta de los millones que
stará. Y suponiendo que no se consit^a, prepa-
nidüs, compactos é imjtonentes á hacer lo que de-
LOS DB8FALLSCIMIBNT0S T LOtf DBsYlOS 265
be hacerse, cuando hay ligas de Gobernadores con pueblos
que las toleran ó apoyan, y eligen un Ministro de la Gue~
rra, en lugar de elegir á un Ministro del Interior reforza-
do con un Gobernador de Provincia, como lo proponen los
libres de Corrientes.
Repetimos, al hacer estas prevenciones al público de
Buenos Aires, que no sostenemos candidaturas, ni las de
los Ministros, ni las de Gobernadores; que no creemos en
ligas, aunque creamos que nuestros pueblos están muy dis-
tantes de hacer uso útil y reflexivo de darse autoridades,
como lo prueban los conceptos que refutamos.
CLUB GENERAL BROWN
{Bl Nacional Abril i5 de 1879.)
Hemos registrado en nuestras columnas el programa
con que bajo aquel nombre se proponen tomar parte en
las cuestiones políticas que ajitan la opinión pública al-
gunos estrangeros de origen.
Si hemos de atenernos k la impresión que dejan las fir-
mas que lo suscriben, diriamos que representan el ele-
mento nuevo, que se viene introduciendo en nuestra cité^
esto es, el extrangero naturalizado ciudadano, ó los hijos de
los residentes de largos años, y que forman ya parte de
nuestro ser.
Desde los primeros albores de nuestra existencia como
nación, todas nuestras instituciones han propendido á faci-
litar la incorporación en la sociedad política de los hom-
bres lie buena voluntad, que de todos los estremos del
mundo acudiesen á nuestras playas, en busca de tierra,
hogar y familia, que es la suprema aspiración humana.
Esperaban nuestros padres el beneficio directo de su in-
gerencia en la vida pública.
La idea mas perceptible era acelerar con la importación
humana el aumento numérico de población.
Contaban con que traerían hábitos de buen gobierno y
prestarían apoyo al ejercicio de las libertades, asociándose
á nosotros, y formando parte de nuestro gobierno.
La esperiencia de medio siglo ha ido dejando sus espe-
riencias. Los resultados se han obtenido en otras formas
OUHAR l)K «AHHIIINTa
que se calculaban. Los extra ngeros no han formado
luego parle de nuestt-a sociedad política, como ocurre
I Estados Unidos en mayor escala, donde no hay ex-
)ro8 propiamente dichos, sino como los hay en Fran-
jn Alemania, es decii ira risa un tes, y raros residentes.
Estados Unidos van los inmigrantes á fundirse en la
lalídad común, como los pequeños arroyos acuden
las fuentes k vaciarse en los grandes raudales, aca-
I por confundir sus aguas y llamarse el Missis^ipi, ó
ison, pero siempre americanos,
cambio han creado intereses y llenado vacíos eo
ra sociedad, que contribuyen k corregir los defectos
ales.
ifa una clase pensante, directora, poseedora del suelo
epresentaba la sociedad, pues los peones, el herrero,
añil, el sastre, el carpintero, no formaban un etemen-
ñcientemente poderoso que sirviese de Intermedio
aquella alta sociedad, y la Ínfima clase,
inmigración en sesenta años ha creado una clase me-
casí destruido las antiguas plebes indígenas; ha dado
artes, á los oficios, la dilatación y rango de industrias
)ricas, ennobleciéndolas contra nuestras viejas preo-
iones de raza; y al comercio que crea las grandes
ias y aumenta las clases aristocráticas, diremos asi,
< en los campos la labranza, que acaba por transfor^
a tierra y crear la pequeña propiedad,
istra población se ha mejorado, aumentado, la aso-
n completidose, con elementos y gradaciones que
;aban, nada mas que con la acción indirecta de la
ración.
', algunos de loa residentes de largo tiempo sin in-
rarae en la sociedad política, esperimenta la necesidad
cerlo, acaso porque se sienten arrastrados por el mo-
nto político de la sociedad en que viven, acaso obe-
ido ¿ los instintos humanos que nos hacen sociedad
ó congregación, al mismo tiempo que individuos,
trangero contumaz presenta el singular caso de UQ
re que no ea socio en el país en que vive feliz y ha
jrir, inventándose una devoción y un culto imagina-
una patria ideal y ausente, que no presta servicio
LOS dbsfaLlbcimientos y los desvíos 267
alguno, pero que le sirve para acallar su conciencia por la
situación egoísta que se crea.
Los considerandos del Club General Brown, parecen re-
velar este espíritu.
«Como trabajadores, como industriales, como comercian-
tes, como miembros útiles de la sociedad, nuestras fuerzas
hoy dispersas é inactivas, son vida, nervio y esperanza del
pais, y unidas pesarán como merecen en el manejo de la
cosa pública.
«El próximo empadronamiento nos abrirá las puertas al
ejercicio de nuestros derechos cívicos, cerradas hasta hoy
por miestra propia apatía y la ciega conñanza en esperanzas
siempre defraudadas.
«Han creído llegado el momento de asociarse y organi-
zarse para defender sus intereses, y trabajar porque las
instituciones sean en nuestro país lo que deben ser: la salva--
guardia práctica y eficaz de los derechos de la población honrada y
laboriosa^ y no simples pretestos para escalar el poder, por
medios que todos conocemos, mantenerse en él, y desde
allí menospreciar y desatender el trabajo, la industria, el
comercio y hasta la vida y propiedad de los ciudadanos y
extrangeros que habitan este suelo, y lo fecundan con su
labor é inteligencia*
« Dada la importancia creciente de los ya grandes intere-
ses materiales del pais, especialmente de nuestra rica y
estensa campaña, no dudemos continuar por mas tiempo
sin empeñarnos en tener funcionarios que reúnan todas
las aptitudes para llenar los deberes que su puesto les im-
pone, y que no atiendan únicamente á las exigencias y
compromisos de partido.»
Es muy característica la manifestación de lo que echan
de menos en nuestra política y lo que quisieran introducir
en ella. No podemos nosotros mismos remediarlo, no siendo
fabricantes, labradores, comerciantes, industriales, etc., los
que influyen en los movimientos políticos, la dirección dada
á ellos tienden solo á favorecer círculos, de los que profesan
por oficio ó vocación gobernar, sin que los intereses de la
sociedad sean consultados.
Nosotros Vamos mas adelante todavía, y creemos que la
abstención casi sistemática de los extrangeros de antiguo
residentes en el pais, y que por su respectabilidad y fortuna
268 OBHA8 ÜK «AkMlifiNTÜ
ocupan posición distinguida en la sociedad, han influido
para que hijos del país, colocados en igual situación hayan
descuidado sus deberes de ciudadanos, abandonando la co-
sa pública al vulgo, puesto que aun antiguos residentes y
personas tan respetables y bien intencionadas, se hacían
un honor de su indeferencia política.
El movimiento que inicia el Club General Brown, para
incorporarse sus miembros en la sociedad política en que
deseen tomar parte, como el ilustre marino cuyo nom-
bre les sirve de bandera, será estamos seguros, muy pro-
ductivo de bien para el país, prestándole en la dirección de
sus negocios públicos la inteligencia, honradez y celo de los
que forman ya la sociedad civil. No son ni las instituciones
ni las costumbres nuestras las que escluyen el concurso
de los que son extrangeros porque quieren serlo; pues que
les basta declarar su propósito de formar parte de nuestra
asociación política, para quedar con eso solo incorporados.
Esta deolaraciotí es su título: sa derecho k ejercer sus fa-
cultades;
LA OPINIÓN
(Bl Nacional, Abril 16 de 1879.)
Conocemos la opinión de la parte pública y politiquera
de nuestro público, y en materia de elección presidencial
nada sabemos de las provincias. Sabemos que se reciben
de todas partes comunicaciones, en las que viene esterio-
tipada esta pregunta: ¿qué piensan nuestros enemigos de
Buenos Aires? y no sabemos que nadie, con conciencia, haya
hasta ahora podido contestar acertivamente algo.
Nadie estrañará que á la redacción de M Naeional le
vengan reiteradamente estas interrogaciones, como es fácil
presentir la dificultad de contestar satisfactoriamente.
Ignoramos cual es la opinión dominante en gran número
de provincias que tienen el hábito de tener opiniones, por
la sencilla razón de que nosotros mismos no tenemos for-
mada opinión alguna.
La solidaridad de las ideas, de las repulsiones y de las
simpatías en todas las provincias, es mayor de lo que á
primera vista parece. Las provincias tienen negociaciones
LOS DB8FALLBCIMIBNT08 T LOS DESVÍOS 200
que reúnen grandes mayorfas. Fuera de ese terreno, en
materia de elección de Presidente esperan ver partir de
Buenos Aires un sentimiento uniforme, para apoyarlo, según
las agrupaciones de tiempo atrás conocidas.
Cual es, sin embargo, la situación de los espíritus aquí, y
cuales las opiniones prevalentes?
En el Gobierno Nacional reina la conciliación^ aceptada
y proclamada por una de las fraciones de la opinión pública.
Esta es al menos la acepción ofícial de la palabra conci»
iiacion.
Sin embargo, hay ministros de la conciliación á quienes
se les pide á voz en cuello, que deSnan su situación en el
Oobierno, si el Presidente no deñne por si lo que ahora la
conciliación, á. saber un ministro concillante que es sin
embargo candidato á la presidencia, sostenido dicen por
una liga de gobernadores, y que se impondrá, á Buenos
Aires por la fuerza militar.
Otra parte de la opinión de los que invocan la concilla*
cion como bandera de unión, ha proclamado la candidatura
de uno de los ministros de la conciliación, contra la de
otro de los ministros de la misma, añadiéndole para hacer
mas peso en la balanza un gobernador de conciliación.
Otra fracción da á este gobernador el primer puesto, y
suponemos que al otro ministro el segundo.
La primera de estas alternativas consultaría el buscar
mayores adhesines en las Provincias, teniendo á Corrientes
que la propone por base.
La segunda buscaría su probabilidad de mayor éxito
electoral en Buenos Aires, cuidándose poco por ahora de
las indiferencias ó repulsiones manifestadas en muchas
provincias.
Para esta última faz que anuncian los preliminares elec-
torales, créese que estarían de acuerdo los Generales Mitre
y Gainza, que arrastran fracciones de opinión mas ó menos
organizadas.
A esta fracción adhiere La Nacion^qiiQ es el órgano que le
«irve á sus propósitos.
El Pueblo y La Patria Argentina se mantienen todavía en
línea, con el candidato de la conciliación nacional. Si pre-
valeciese la conciliación provincial, que pone á su frente el
OBRAS Dk. SARMIENTO
Ministro Nacional conciliador quedaría des-
rices tendríamos:
> de la conciliación nacional en el Ministro
poyado según se nos dice por los goberna-
cia, con prescindencia de la opinión de las
a», pues aun Corrientes no pertenece á esta
lesno pueden definirse mejor que lo qu^ lo
>s Turmas de candidaturas, que para darse
mente, puesto que se hacen locales, suscitan
lie localismo mas peregrinas.
de ser de localidad k localidad la lucha
ene definir las situaciones y colocar á. cada
e; estar.
labra técnica de guerra, es el Ministro de la
Buenos Aires seguirá la impulsión que le
or, apoyado en las fracciones Mitre y Gaiuzíi,
a Guerra será el enemigo mas mortal que
lenos Aires.
, al enemigo de Buenos Aires, el Ministro
uesale k campaña, hacia el Sur de Buenos
estos hechos y admisibles estas apreciacio-
nas concihacioii, Rucaó Laspiur?
La Nación lo es mas que el Presidente, que
luede decir. Pero para exponer la verdad
sas, necesitamos abandonar esta jerga de
mtido, que se hacen valer para ocultar la
cosas.
ría hablar de conciliación, en la lucha que
indidaturas Ruca ó Laspiur, Roca ó Tejedor,
la se inventa, porque es indispensable, una
bertad y de despotismos, de Buenos Aires
En este sentido, la conciliación vendría
n aplazamiento que se le ha venido dando
stÍon,que no resolvió la conciliación misma,
se tiempo para pagar los intereses de las
les, los cuales al lio se capitalizan y acrecen
lál.
perdonarse á este sistema, si por una de
ncias no viniere & dar por resultado Anal
LOS DBSFilLLECIMIBNTOS T LOS DESVÍOS 271
una división de conciliaciones, la guerra de conciliaciones
entre sí. Conciliación Roca con las Provincias, menos Co-
rrientes: conciliación Tejedor, menos la Provincias— igual
á — La Nación lo establece — guerra á muerte entre Buenos
Aires y las Provincias.
No tenia á fé este carácter, cuando se efectuó en Bue-
Aires. Entiéndase que era asunto doméstico y arreglo
entre facciones personales.
Las Provincias no le habían hecho agravio á Buenos
Aires, á no ser que lo fuese no haberse mostrado ni mi-
tristas ni alsinistas, pues el doctor Alsina tuvo el buen
tino de renunciar á su candidatura, cuando no se creyó
suficientemente apoyado.
Ahora deben afiliarse en el bando que va á crearse, que
suponemos sea el del Gobernador y los que lo proclamen,
ó quedar fuera de las condiciones de contribuir á la
elección de Presidente, y para conseguirlo se predica ya
contra un enemigo que si no fuera por la publicidad de la
prensa, ignoraría que es hoy enemigo de nadie, y sobre
todo de Buenos Aires, que bajo la conciliación, fuera de la
cociliacion ó antes de ella, nada les había pedido, ni se había
presentado unido, compacto é imponente, para espulsarlas
de la República Argentina.
Damos mas importancia k las consecuencias de esta
mascarada, que las que les dan los mismos autores de
ella.
Son, creen, artificios para crear pasiones, en pueblos que
apenas pudieran distinguir en qué se diferencia Roca, Las-
piur, ó Tejedor, y á cada uno le darán un significado que
comprometa una lucha sangrienta.
Lo que nos preocupa es la falta real de carácter que
asumen los actores de lo que sin llegar á ser tragedia,
acabará por ser forma de desmoralización general, como
lo son los malos dramas que pervierten las costumbres ó
son el fruto de la ya adquirida perversidad.
Quedamos pues, en el primer acto.
Buenos Aires unido, compacto é imponente, va á libertar
á sus hermanas las Provincias, que son enemigas de Bue-
nos Aires, sin saberlo, pues no saben que sostienen la
candidatura del General Roca, ni que el General Roca sea
el enemigo de Buenos Aires.
B&S DI BARUIBNTO
OBrERNOS SE ARMAN
IBtSaeUmai. AbrU 17 de 18»)
aprensa hace tiempo, y parece, que
Illa persona que viene de rios abajo,
luerto de Corrientes, diez cajas de
iban, y un cajón de cornetas. Supuso
e velan no eran de instrumentos de
dos á estas cosas que ( nadie toman
)los, es decir, los partidos, se arman
uiera que sean sus tendencias, se
rensa sopla, de todas partes, y al({U-
casualidad en aquellos haces de
i liberal que los pueblos debían estar
nacionales. Llamóse con énfasis al
mte, los ciudadanos armados. La~
vó á su apogeo este sistema; y como
concluyó en 1870 bajo la comuna,
jer todo los armamentos en toda
lo mas libre el pueblo francés,
los, están armados hasta los dientes,
a unos y otros contendientes politl-
>pegar la libertad de que gozan: los
despotismo en que se complacen.
)deii hacer guerra y por tanto el
ibiera inquirir las causas de esos
esyEutre Ríos son dos proviDcias
9nen fronteras de indios, y ¿ cuyos
tido guardar la-costa de los rfos. Es
esto para vivir armados. Se hacen
Je batallones, que no son siempre
.y destinados al servicio de las
nstructivol Ea Santa Fe treinta y
on llamadas colonias, donde no hay
lia nacional, sí bien el tiempo falta
secha, ó exportar los cereales, mien-
LOS DB8FALLSGÍMIBNT0S T LOS DBSViOS
273
tras que en el resto de la provincia, y en las dos fronteri-
zas, rio por medio, solo se oye el ruido de las cajas^
en lugar de los molinos de vapor que preparan la ha-
rina.
Los pueblos polUicos^ y guerreros, y libertadores y liberta-
dos y acabarán al Qn por ser colonias, como la de Santa Fe,
^in cañones, sino son ios de las chimeneas de las máquinas
<le vapor?
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>»
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UN NUEVO PARTIDO
(SI Naeionat,' AbHl ti de i870.)
Hemos visto, en un diario de la mañana anunciado el
conato de algunos ciudadanos « por organizar un grao
^ partido conservador, que combatirá á los revolucionarios
<« falsificadores de registros, y á todos los »ansculotes politi-
^ eos. Entrarán, dice, en este partido todos los hombres
<c de fortuna, conservadores y amigos de la paz, que figuran
^ en los partidos políticos que militan en la actualidad ».
Deseáramos que este sueño dorado tuviese un comienzo
4e ejecución.
Dudamos, sin embargo, del éxito de estos movimientos»
que no son mas que la probeta que el sentimiento público
^leva contra el abuso que hacen los que dirigen la política
de sus medios de acción.
Nunca han podido formarse estos partidos intermedia*
ríos, que suponen pasiones políticas; es decir, propósito
deliberado y constante de influir en la marcha de los nego-
cios públicos, que no tienen —porque á tenerlos no tratarán
<le formar partidos nuevos, sino incorporarse en los que
existen é imprimirles dirección recta, conteniendo los ex-
<;esos de las ambiciones.
Nuestras gentes de fortuna gozan del privilegio de no
molestarse siquiera con el cuidado de la cosa pública, que
sino hubieran ambiciosos que se la disputan, la abando.
narian al corredor ó á sus dependientes ó capataces, como
io hacen con sus intereses. £1 mal público se produce con
lentitud, y no toca á la fortuna privada directamiente, sino
«cuando la nave del Estado se estrella contra algún escolio^
Tomo zl.— 18
[«<
»;
f'
í**
11
OBRAS DE SAKUIBHTO
ooBagerot despavoridos salen á cubierta en
peligro les amenaza. A veces ea tarde, y
.ieiien animo y tiempo, con maldecir del
I ó piloto que Io3 inmola,
(cion que atraviesa hoy Buenos Aires, el
ertad, como le dicen para halagar su or-
jcia, los que esplotun la cosa pública,
i ciudadanos que forman una repiibliqueta
dio de una provincia poderosa, rica y en
liz, se disputan el poder; y con el cinismo
jolencia y la tolerancia de los otros dos
■res tranquilos", de aquel pujilato, se en-
1 excesos, pues el pudor se pierde, cuando
}ltca que contenga el desenfreno.
, las elecciones? Cométenios millares de
I honrados en.sus actos privados; pero que
co honrado en política que los condene,
1 de ello y se glorian del éxito,
i revuelta, el motín, la revolución, que
i otro sepultar la sociedad en un abismo,
08 trastornos pesan sobre los hombros,
e esos mismos ricos, y no sabemos de uno
sgarrado en un arranque de Indignación
e reproducen tales doctrinas. Son ellos,
os que dan vida y retribución á esa pro-
egqísmo á, este retraimiento de la vida
i verdad un suicidio; pero sí lo llamare-
e es el resultado de una larga serie de
m al ñn conciencia y tradición en los
.tres es. fa única ciudad del mundo en
nos que gozan de bien estar, de mayor
,s muchedumbres pueden formar mayo-
3ciales, menos -favorecidas, como artesa-
n gran parte extrangeros sin voto en la
lública. París ha sido dominado largos
u de sus faubourg, que se cuentan por
lueva York tiene doscientos raíl votantes
'igen que obraron de concierto largos
, sin comprenderlo, una administración
.LOS DKSFALLBOIMIENTOS Y LOS DBSYIOS 275
corrompida, b.iCiéndo inútil el voto de los nacionales para
cambiarla.
Peroren luchas políticas como las nuestras, en qi^e cinco
sobre veinte mil votantes se disputan el predominio, dos
mil votos de las jentes acomodadas, cuya fortuna y reposo
se juega á la lotería de las elecciones, bastarían para ase-
gurarles la preponderancia.
En el país de las vacas, es preciso echarle agua á la leche
para proveer de la necesaria á una ciudad de doscientos
mil habitantes, y en el baluarte de la libertadles indispensable
forjar votos falsos para hacer aparecer que hay un pueblo
que vota, y elije su gobierno.
Esta es la verdad. Faltan ciudadanos ! Hay estrañados
de su patria y estranjeros de nacimiento.
Los clubs son la representación de la vida pública, en la
que no toman parte la gran mayoría de los ciudadanos, que
allá en sus conversaciones privadas aplauden ó vituperan
las maniobras de aquellos guerrilleros, sin reservas.
Los redactores de diez diarios son la opinión pública, y
8i mienten con descaro, si injurian á los ciudadanos, si
provocan á la revuelta y al desorden, es porque saben que
no hay pueblo que los fuerce, con su reprobación, á conte-
nerse en los límites que las leyes y el decoro no bastan á.
trazarles.
i^Este es el grave mal que aqueja á la República Argentina,
y que es mas acentuado en Buenos Aires, donde están acu-
mulados mayores intereses, y mayores inteligencias. Una
media docena de periodistas de uno ú otro partido; una
docena de generales y coroneles, cuatro ó seis goberna-
dores, darán un Presidente á la República, y los millares de
ciudadanos que han de responder con sus bienes habidos
y por haber^ (por que es mas cierta esta última frase en poli-
tica que en un pagaré), se contentarán con ponerle sobre-
nombres cuando pase al que les den, ó no darle el parabién
el día de su elevación.
Pero, lo repetimos, no se hacen partidos de gentes de
fortuna ni responsabilidad, sino que es necesario que tomen
I 8U parte en los queexisten^y desempeñen la tarea de gober*
narse que toda sociedad impone á sus miembros.
Los millares de extranjeros enriquecidos por su trabajo
y felices en el seno de familias numerosas, han logrado
/
ST6 OBRAS DC SARHIBNTO
crearse la situación muy cómoda de hacerse gobernar por
otros, y ñngirse, estando ¿radicados y envejecidos en Amé-
rica, ingleses, Franceses, alemanes, para no servirle ni á
Dios ni al Diablo, y hacer la olla gorda. ¿Qué amor le pro-
fesan á la Keina Victoria los unos; á Bismark los otros; &
la República única é indivisible ó á. Alfonso, ó Gastelar, ó
quien sea el que gobierne, que muchas veces no lo saben,
sino est&n con dolores de parto de uno nuevo?
Nuestros ciudadanos acaudalados imitan este ejemplo, y
son extraños é. la política, es decir, á su gobierno, y i gober-
narse á si mismos, dejando que los gobiernen sus sirvientes,
los carreros que les trasportan los fardos, y los peones de
la Aduana ó del ferro-carril que forman las mayorías mas
incuestionablesde las elecciones, pues fuera de estos y un
millar de jóvenes entre estudiantes, abogados y médicos,
educados ft expensas del público, los demás por confesión
6 reproche mutuo son los que nos hacen beber diariamente
agua con kche; y gracias & esa treta, que ni con agua la
teníamos ahora veinte años.
Contra el fraude, revoiucione^t Pues, todos los buenos
ciudadanos desinteresados en ia política, tanto nacionales
como extranjeros, deben estar del lado del fraude, porque
al fin no cuesta nada, al paso que la revolución, la pagan
los miroitei, con sus fortunas de presente, con las deudas
que de las pasadas pesan sobre el erario, y las que contrae-
remos luego, con las que ya se preparan.
Una política tienen y es: — No haya gobierno, que nos-
otros lo pasamos perfectamente siempre.
El momento es mal escogido para crear nuevos partidos.
Tenemos ya los que signen y los que no siguen í loa Mitre,
antiguos comisionados de hacer la felicidad del país: á los
herederos de Alsina que se han dividido en tres fracciones,
y ti los que preparan las candidaturas en boga, amen de
los gobernadores de aquende y allende, que sabiendo por
experiencia, pues que asi se elevaron, que no hay mas ciu-
dadanos en esta bendita tierra de la libertad, que sus par-
ciales y amigos particulares, se proponen hacernos el
servicio de darnos un Presidente, el cual no se descuida
por su parte de hacer los trabajos que aseguran al fin de
poco tiempo, (un año de agitarse) negocio mas saneado que
trabajd^r honradamente treinta años.
LOS DBSFALLB01M1IEMT08 T LOS DBdVluS 277
Hagamos fraudes ó revoluciones! que nadie ha de salir á
la puerta ¿ gritar; «al ladronl al ladrón! al ladrón!»
Es preciso abandonar esas quimeras, de una acción
moral, de una influencia conservadora, fuera de los par*
tidos actuales, con todos sus defectos y todus sus miserias.
Miserias y defectos que provienen todos del culpable aban-
dono que de sus deberes (pues que derechos, no son lo que
nos molesta), hace la parte mas numerosa, mas formal, mas
interesada en la tranquilidad y en la prosperidad del país.
Los padres de familia, las gentes acaudaladas abandonan
la gestión de la cosa pública á sus respetables hijuelos, y
ya se ha hecho notar el rasgo característico de nuestras
asambleas públicas, — cuan numerosas son, — que no hay un
hombre que pinte en canas siquiera, porque si la vida
pública por nuestras leyes principia á los diez y ocho años,
y por induljencia ó el tamaño á los quince 6 diez y seis,
á los cincuenta están ya dados de baja, pasando á inváli-
dos, ó jubilados, los que gracias á los cambios políticos
obrados en el país con el talento, el patriotismo, la instruc-
ción ó la sangre de otros, han logrado hacer de las lluvias
que fecundan el campo, una estancia, ó del valor que
merece la propiedad raíz, una fortuna, ó de la propiedad
general su bienestar se han olvidado que en tiempo de
Rosas una vaca valia veinte pesos, y una libra de manteca
cincuenta!
Vamos á tener un Presidente, tirado á cruz ó cara, á punta
defraudes para fabricar electores, ó de revueltas de ambi-
ciosos, para que protesten los soldados que no votan en
nombre de los que no votaron, bien es verdad que estos
pagan ios vasos y los platos rotos.
Seis ó siete hombres gobiernan á Buenos Aires, desde el
rincón de sus casas ó desde las columnas de los diarios.
Los demás obedecen, ó temen, ó se encojen de hombros, ó
murmuran, y esta es la libertad que hemos conquistado en
setenta años, con setenta millones de deudas.
Acaso antes de un año, les presenten á los ricos, á los
comerciantes nacionales y extranjeros, á los hacendados la
nueva cuenta: —
Por revoluciones para castigar fraudes, cien millones.
Para castigar á ciudadanos haraganes y egoístas, otros
ciento.
OBKAS DK SARUIKNTO
noa de vidas, que eso no se cuenta. Ayer publi-
írios el resultado de la batalla de Victoria en
-tres mil muertos! Porqué? Porque un ex-pre-
Tuelve de pasearse por Europa, mandó adeliinte
L hacer una revolución, en su nombre. Viva
ncol
A. VISO
arentas del Nacional, Tribuna y La Nación, se reci-
con los nombres impresos de los ciudadanos y
esta declaración: Votará en ¡ai próximat eteccione$
otado en las anteiiores,
Eirios se encardan de irlas publicando á medida
an, si no tienen verf;üenza de que se sepa que
I que sabrán aquí y «n las Provincias que hay
Bs reales en Buenos Aires, y un pueblo que no
I en el Club de enfrente, su voluntad, y su opi-
esita una revolución para que conste que existe;
} que dudan los que lo representan con votos
las bayonetas de soldados amotinados.
SER NACIONALiSTI
A PROPÓSITO DE UNA RBNÜNCU
(SI yacional, líbrü tt de ts;9.|
T reprobábamos, en un diario muy preocupado
9S nacionales, que el predominio de sus corre-
en la Legislatura de Buenos Aires, baria que
izase las resistencias á una candidatura nació-
arla al Gobernador de la Provincia íi entablar
ones, que tenderían á. asegurarse de que la
;andidatura si prevaleciese en otra parte, no
ada en Buenos Airef.
ayer en un manifiesto de un Diputado renun-
i misma persuacion política, motivar su renúo-
ras muchas razones, en la refleccion de que,
en la Legislatura de Buenos Aires una voz
ciar el saqueo de la Bioja, las matanzas de Santa
LOS DBSFALLBGIMIBNTOS Y LOS DE«5VI0S 279 .
Fe y Entre Ríos, las querellas del Directorio del Banco con
el Gobernador, etc. » y otros asuntos locales.
De esto último, comprendemos la oportunidad de la ob-
servación: pero se la daríamos en diez á cualquiera, adivi-
nar qué tiene que hacer una voz ni ciento en la Legislatura
de una provincia con los saqueos de la Rioja y las ma-
tanzas de otros saladeros que los de Buenos Aires, sino
hubiésemos visto ya en el programa, que las Legislaturas
Provinciales, encabezan resistencia á las candidaturas de
Presidente de la nación.
Y hay algunos que creen de buena fe que son localistas
Todo lo contrario, son nacionalistas tan desesperados, que
en la Universidad, en la Municipalidad, en las Legislaturas
de Provincia se ocuparán de asuntos nacionales, y el go-
bernador gobernará á la nación mas que á la provincia.
Una mayoría legislativa de provincia creada para apoyar
y resistir candidaturas, ó para interpelar al Gobernador
sobre el saqueo de La Bloja y las matanzas de Santa Fe,
podría hacer inútil la reunión del Congreso, y superfluo
el nombramiento de Presidente sino es como capataz en-
cargado de los puestos^ La Rioja, Entre Rios y demás, para
darle cuenta á los patrones de la casa grande de que son
aquellos dependencias.
Es de sentirse que no hayan obtenidose mayorías que
tratasen de candidaturas, de saqueos y otros ramos del
presupuesto, como habría sido de oir los cuadros patéticos
que el calor del patriotismo Riojano ó Santafecino ilumi-
nase en la Legislatura de Buenos Aires. Nos están saquean-
do en La Rioja, diríamos y vosotros, ¡oh padres conscriptos!
estáis reunidos en la Opera oyendo la Grande Dúchese^ en el
Jardín de la Florida^ oyendo conciertos que os afeminan y
degradan !
Hago moción para que intervenga el Gobernador, y mo-
vilice la Guardia Nacional de Tucuman, Santiago y Cata-
marca, ú ordene á quien corresponda proceder como se
pide.
Estamos por preguntarnos, si nos hemos vuelto locos de
atar todos, y no hay ya cosa con cosa en este pedazo de
tierra que pisamos.
Lo gracioso ha de ser, — porque Buenos Aires es el modelo
que siguen las Provincias, — cuando en la Legislatura nació--
280 0BKA8 ÜB SAKMIIINTO
nalista riojana se presente moción para encabezar la resis-
tencia á la candidatura de un Gobernador de Buenos Aires,.
7 se interpele k Alúíionacid, por consentir que en esta
ciudad se hagan tantos manifiestos, y se escriban tantas
cosas raras, cuando en la Rioja no se dice una palabra
80Í>re cosa que lo valga.
Será que, Jo ve qui vuU perderé dementafí A fuerza de ser
nacionalistais, veremos como ven amarillo, los enfermos de^
ictericia, nocional todo lo que se nos presenta? Nacionalistas
los legisladores de provincia; nacionales las Legislaturas.
Los paisanos llamaban antes los naciones á los extranjeros.
Ahora tenemos que nos vamos volviendo naciones todos.
Qué otra cosa ha de ser un nacionalista, sino nacional
por activa y por pasiva, viendo naciones en las Provincias
(donde residen)?
EL MEETING DEL DOfllNBO
{El NaeiatMl, Abril 28 de 1879.)
Han de ser curiosas las versiones que de esta reunión
dar&n desde hoy los diarios de la mañana y de la tardef
Después de seis días mas estará por saberse en Buenos
Aires, cual fué el numero de los asistentes, si dos mil, como
afirmó El Porteño y La Tribuna^ quince mil como los del bando
protestante.
De una cosa estamos seguras.
Mil personas de un lado, mil del otro asegurarán hoy,
mañana, y un mes después que eran dos mil, y eran quince
mil, por que cada una de ellas tendrá, sin mentir intencio-
nalmente la voluntad de creer lo que asegura. Necesitan
ambos partidos que sean dos mil, los unos, quince mil los
otros á fin deque no produzca ó produzca el meeting los
objetos para que se convocó.
Quince mil personas reunidas en la calle de San Martin
prueban demasiado. El número de votos que pretendía
tener el partido concillado, no alcanzó á tres mil en la
ciudad.
Doce mil partidarios inermes entonces para hacerlo
triunfar, sin dar lugar á cuestiones y dudas, se han desper-
tado ahora para protestar contra su propia obra?
1
4
LOS DBBFALLBGIMIBIÍTO'S T LOS DB^YlOS 281
Personas de criterio han observado, como era natural, el
espacio que ocupaba el grueso apiñado de gente reunidas,
y notado que no habrían cabido en él, los verdaderos vo-
tantes en las elecciones del partido.
El accidente de un disparo de rewolver hizo correr des-
pavoridos á los meramente espectadores que se tenían á
respetuosa distancia del meeting en la esquina de San
Martin y Piedad; y la circunstancia de atropellar las puer-
tas del telégrafo calle Cangallo, rompiendo vidrios para
guarecerse del imaginario peligro, establece en la calle
Cangallo un limite k la cola del cuerpo cuya cabeza estaba
en la esquina de Rivadavia de la misma cuadra. En tan
reducido espacio no estaban tres mil personas ajuicio de
buen cubero.
Si ha habido fraude sus autores deben sentirse hasta
castigados con la reprobación pública; y eso habremos ga-
nado, en la mejora de nuestras costumbres, que no pasen
sin protesta hechos semejantes.
II
Pero otra es la cuestión que suscitan los que han organi-
zado el meeling de ayer, y esa es la parte grave que pre-
senta.
El meeting debió concluir en la mas vigorosa, la mas
ardiente y si se quiere la mas apasionada protesta contra
los procedimientos irregulares, cualquiera que sea el nom-
bre que quieran darles. Entonces sus efectos morales se
habrían producido desligándolos de todo propósito de
partido.
Pero se adoptó el expediente de convertir el meeting en
petición, y dirigirla al Gobernador asegurando los hechos
que motivan la reunión como incontrovertibles, y pidién-
dote una resolución que cofreaponda i la gravedad del caso.
Firman esta petición diez y seis individuos, que dicen ser
Diputados de la Cámara de Representantes de la Provincia
haciendo referencia de un cierto hecho, que dicen haber
ocurrido, y de que son víctimas; y esto con la unánime
aprobación de una grande mayoría de pueblo.
Ya nos imaginamos el aprieto en que ha debido poner al
Gobernador, esta petición, resultado final de aquel movi-
282 OBVUkB DB SARMIENTO
miento que ha tenido agitada, ó alarmada á la población
y sobre las armas á la policía y fuerzas nacionales.
Muy fácil y hacedero es convocar reuniones numerosas
de pueblo, que no dudamos están animadas de las convic-
ciones mas profundas sobre hechos ó doctrinas que les ase-
guran sus conductores ser las que animan al pueblo. Pero
cuando adoptamos la palabra extranjera meeting^ como un
hecho material, y el modo de aglomerar gentes, con peli-
gro de la tranquilidad pública, digno de hombres ilustra-
dos es, adoptar también las prácticas y las reglas del meeling
á fín de que no degenere en una perturbación social.
El meeting, es el uso del derecho de reunión pacífica; y
puede tener por objeto la espresion violenta en palabras ó
ideas de cualquier pensamiento, bueno ó malo.
Su corectivo está en que no produce acto ninguno. El
meeting, nombrando Presidente de edad, para que proceda
á llamar al orden, se constituye en cuerpo deliberante, bajo
las órdenes de un Presidente; y oídos los oradores, y hecha
moción de adoptar una serle de resoluciones^ si son aceptadas»
se consignan por escrito, y el meeting se disuelve, sin ulte-
riores resultados.
m
En el caso de ayer, el meeting se transforma en petición^
firmada por quince individuos, pretendiendo que el Gober-
nador oiga demanda que ante él interponen, y resuelva.
También en el uso del derecho de petición, que es otra
cosa que el derecho de reunión pacifíca, están fijadas re*
glas para proceder; y esas reglas no es solo la práctica la
que las establece, sino el sistema representativo.
Es la primera de todas que los peticionarios han de firmar
la petición, manu propria^ sin admitirse delegados, ni repre-
sentantes.
La petición de los carlistas de Inglaterra llevaba un
millón y doscientas mil firmas, lo que no estorbó que el
Parlamento después de leída, pasase á la orden del día;
pues es otra fórmula del derecho de petición, que no obliga
su contenido, á proceder, ni proveer á lo pedido, ni decir
no ha lugaii porque la petición es un simple dato de que el
legislador puede servirse para edificar su juicio.
LOS DKSFALLBCrMEENTOS T LOS DESVÍOS 283
La petición, pues, elevada al Gobernador es simplemente
la espresion de los diez y seis que la firman, sin los tres,
diez ó quince mil espetadores que se suponen apoyarla;
por no ir sus firmas al pie.
«Si el que preside una asamblea pública firma una peti-
ción en nombre de los que forman parte de ella, es recibida
como petición individual suya, porque la firma de un indi-
viduo en lugar de otro, no es reeonacida.T^ (Derecho parla-
mentario.)
Tenemos, pues, reducido el meeting á diez y seis firmas
legales, que aseguran existir un hecho que les concierne
personalmente, y que no concierne al meeting; y el hecho,
espuesto en pocas palabras acertivas, y acompañado de
piezas justificativas, es sometido para su resolución al Poder
Ejecutivo.
Como el hecho acusado se ha producido en la Cámara
de Diputados, en procedimiento interno, suyo propio, en que
no tiene parte el Ejecutivo, este nada puede resolver, por
no entrar en la jurisdicción del Ejecutivo que ejecuta las
leyes, ni puede remitirlo á la Cámara por no ser función
suya la gestión de tales asuntos.
tina petición ha de contener una súplica [io prayX pide algo
por gracia: «Cuando está de manifiesto que el objeto de la
petición es poner én duda la legitimidad de un acto de la
Cámara, la petición debe ser desechada.» «No será recibido
papel alguno que asuma al tono de una recriminacion.y> «Re-
clamos.*, acompañados de súplica, pueden ser recibidos
« como peticiones; pero cuando son presentados sin súplica
« deben ser rechazados.
«La súplica debe ser declarada por el miembro que la
« presenta. Toda petición debe ser presentada por un
« miembro de la Cámara á que ella se dirige. La petición
« no trae aparejada por si misma medida alguna Legis-
« lativa.»
Estas son las reglas á que están sujetas las peticiones; y
como las que presentan los diez firmantes es sobre acto de
la Legislatura, en su orden interno, el Gobernador, no pu-
diendo hacerla suya no puede presentarla. Quedará en sus
oficinas, porque no necesita proveer^ acuda d quien coireaponda
por cuanto las peticiones no traen aparejada proveído
alguno.
s . •
I
• »
f' I
■¡MÍ
284
OBRA8 bK flAKMlICNTO
La Cámara es Juez de sus elecciones» sin participación de
otro poder ui de la otra Cámara. No es nuestra constitución
la que lo provee, es el sistema representativo, desde su
origen en todas las naciones, sin que jamas, en ningu»
tiempo baya habido ni siquiera opiniones á este respecto-
Es asi porque es asi. La Cámara de los Comunes tiene
la deferencia de comunicar por cortesía á la de los Lores,,
sus juicios de elecciones. Aceptado al fin de muchos re-
chazos Rostchild, lo comunicó á los Lores que negaron su
aprobación, y la Cámara no insistió. Vuelto á aceptarlo
en nueva elección, los Lores lo rechazaron; pero la Cámara
insistió, negándole á los Lores hacerse un derecho de una
mera cortesía, y Rostchild quedó reconocido.
La contestación dada á los diez y seis peticionarios por el
Gobernador ha puesto término á este extraño y desautori-
zado expediente. Las peticiones deben ser dirigidas á la
Legislatura, pueden ser presentadas por un miembro suyo»
que la lee; y si quedase sobre la mesa, se entiende que
queda en su poder. Desgraciadamente, llevados por la
pasión, no han omitido agravio hecho á la Legislatura.
Si adoptamos la práctica de los meetings numerosos, si
hacemos uso del derecho de petición, es preciso hacetlo
en los términos convenidos por todas las naciones que gozan
de libertad, bajo el sistema representativo; pues seria
monstruoso invocar la salvación de este sistema, como se
hizo para lanzarse á una revolución, ó se hace ahora para
deponer una Legislatura, echándolo por tierra, destruyendo
sus principios fundamentales, é introduciendo abusos, po^
deres, reclamos, que no están en uso en parte alguna.
Los habitantes de Abisinia son católicos, que han estado
separados de la comunidad cristiana por siglos; y cuando
penetraron los primeros viajeros encontraron entre otras
prácticas supersticiosas que los curas, llevaban á los enfer-
mos el viático en una bolsa de cuero, bajo la forma de
tortas de mala harina, que bastarían á matarlos por lo mal
cocidas é indijestas.
Mañana ha de venir un cristiano del sistema representa-
tivo y se espantará de ver las incongruencias, las depra-
vaciones que han ido introduciendo en la práctica los
generales y coroneles oradores de los meetings.
.1'
LOS DBSFALLBGIHIBNTOS Y IX)S DESVÍOS 285
ANIVERSARIO DE «EL NACIONAL»
Vigésimo séptimo afto
DIRSCrOR PVNOIDOR
DON MARTIN PINERO
RBDACTOR PUHDADOR
DOCTOR DON DALMAGIO TELEZ SARSFIELD
{El Nacional, Mayo 1» de 1879.)
El 1^ de Mayo de 1852 aparecía la primera hoja impresa
<iue tomó por divisa el nombre que hoy constituye El
NaciofMl, el decano de la prensa argentina, siendo ahora
en su espíritu y en su objeto, como su nombre lo dice,
nacional siempre, tal como lo lanzaron k la existencia sus
promotores^ y lo continuaron largos años, sus sucesores.
El objeto de la fundación de este diario fué dar dirección
á los acontecimientos que se desenvolvían después ^;o
daseros, en aquella época de transición de un orden de
cosas k otro nuevo, en que las ideas no estaban fijas, y
la fuerza y el derecho, el patriotismo y las ambiciones
iBSguian diversos rumbos, ó se agrupaban, según que las
pasiones, los temores, las esperanzas, la previsión de lo
futuro ó la conveniencia de lo presente indicaban un ca-
mino.
Nadie sabía á ciencia cierta á dónde íbamos, aunque
•constituir la República era el blanco de todos.
Don Martin Pinero, fundador de este diario, era uno de
los emigrados que habia retemplado su espíritu en la
lucha, y preparádolo á la resistencia contra las concesio-
nes, que requirirían las circunstancias.
El Nacional era un arma de combate, y de sus columnas
salió la palabra que sirvió de bandera, «los pueblos no
pueden ser semi-libres y semi-esclavos», contra la excesiva
influencia de la victoria.
Dábala vigor, y allegaban en torno de ella El NacionaU
<lia á día, como se aliiiienta el fuego de uno. hoguera, el
raciocinio del redactor político, el doctor Velez, abogado
-de fama, que se mostró luego jurisconsulto profundo, oomo
lite ei) las sesiones da Junio que trajeroo,
I, la cluusura de la Legislatura, creyendo
ar reaistducias que ae hubrían modificado ó
on solo dejarles abierta esta válvula nece-
ogo del exceso de vida, que trata consigo el
letargo de veinte años,
íia seguido los movimientos de la opinión
puede decirse, sin pretensión, que le cupo
lidad de impulsarla y dirigirla por largos
redacción estuvo encomendada á hombres
» escritores ya formados, lo que h¡m couflr-
103 históricos, pues de esa redacción han
residencia de la República tres de sus miem-
irmiento, A.vellaneda), y ocupado altas posí-
9 de los que les sucedieron,
muas de El Nacional han brotado muchas
' difuiidfdose doctrinas, que hoy están ace[t-
n parte de nuestra existencia, tales como el
ej'es de Aduana basadas en los principios
jio.
de El Nacional, en su personal v sus ideas,
idad de su marcha contribuiría & explicar
s acontecimientos, las preocupaciones de los
ma con que se presentabau ó concebian las
una de las épocas que ha atravesado,
tcie de ñdelidad k su titulo, á su tradición y
icional, á los veinte y siete años de su exis^
lentra redactado todavía por uno de los que
n su carácter especial en sus comienzos,
;onservar las conquistas que hemos venido
an largos años de labor, y en correjir los
a lucha misma ha dejado en los espíritus,
irdua le cabe ahora, que la que eraprendie-
egas de traer i. términos & los que obstaban
ion de )a República bajo un régimen que la
ominio de las personas,
conquistada la libertad política, preciso es
BU uso, sometiéndola á, las formas del sis-
tatíTO, para que no degenere en licencia y
la libradoya crudas batallas y asestado ru-
LOS DBSFALLBCIMIBMTOS T LOS DBSYIOS 287
dos golpes al espíritu revolucionario, que cuando hay ins-
tituciones no es mas que el resabio que quedó de las luchas
que costó conquistarlas, como aquellas repúblicas que no
tomaron parte en la guerra de la Independencia, y se orga-
nizaron militarnlente cuando ya no había enemigos que
combatirlo como aquellas provincias que se hici^eron inde-
pendientes, sin población y recursos para formar jamás
una nación; pero que parodiaban tardíamente el movi-
miento grandioso de la América del Sud para emanciparse
de la corona de España.
Millares de nuestros políticos están seriamente conspi-
rando contra la caída del tirano Rosas todavía, como
aquellos soldados que envueltos en la humareda del com-
bate siguen haciendo fuego á un enemigo que hacía me-
dia hora había huido despavorido. Gasto inútil de car-
tuchos!
Así liega El Nacional nacido el 1^ de Mayo de 1853, & la
víspera de constituirse la República bajo el gobierno re-
presentativo, al 1<> de Mayo de 1879 á la víspera de la reu-
nión del Congreso que representa la Nación ya constituida;
pero que necesita hacer efectivas esas instituciones, y ase-
gurar la tranquilidad interna de la República, sino quere-
mos obtener por resultado que nos hemos constituido pre-
cisamente para despedazarnos interiormente, y vivir en
perpetua anarquía.
El Nacional saluda cordialmente á sus lectores, al entrar
el año 28 de su existencia.
EL MEETING CONVERTIDO EN PODER
{El Nacional, Mayo I de i879.)
El mensaje consagra algunas palabras á los tneetings que
se han venido produciendo de algún tiempo á esta parte, y
que cada día se hacen mas frecuentes, como si fuese ya
función ordinaria y un cuarto poder que se levanta en
el Estado, para negar ó anticipar la sanción de las
leyes.
El primero fué el vneoting monstruoso^ promovido á favor del ví-
rus revolucionario^ de que aun no estamos del todo curados, y del
288 OBRAS DR aARBlIBKTO
socialismo de las viejas nactonest que, algunos mal inspirados, qui-
sieran inocular, en nuestras masai.
Desgraciadamente, el gobierno en aquella ocasión entró
en powpaieurs con los se mi-revolucionarios, y en sus actos
oñciaies dejó rastros da tales transacciones, abriendo por
lo menos el apetito para nuevos ensayos. El meeting con-
tra una ley sancionada y promulgada, traía aparejado otro
contra actos internos legislativos.
, Todavía en esto hay que d>»plorar actos gubernativos,
y suplicas que tienden á, justificar el motivo del meeting.
A.I dia siguiente se producía otro nuevo meeting y en la
noche otro. La provocación y llamado de un aviso, una
lista de nombres, como los dolientes de un deudo, basta
para producir escenas da este género.
Qnisiéramos que una vez por todas se fijasen las prác-
ticas. Del meeting no debe tener conocimiento sino la
policía, que guarda la tranquilidad pública. No debe ser
conocido de las autoridades oficialmente su existencia. No
debe hablarse de él, en documentos públicos, no se debe
oir la expresión de sus sentimientos.
Si los ciudadanos quieren que el gobierno oiga alguna
súplica, deben dirigirla á él si es sobre acto gubernativo, á
la Legislatura, si es materia de ley, en las formas respetuo-
sas que las leyes prescriben.
Sino entramos en este camino, el meeting será, asonada,
pueblada, y acabará por constituirse al lado y sobre Legis-
latura y Gobierno, modificando las leyes, vetándolas, y
•dictándose otras en su lugar, al paladar del que puso el
avisito de invitación en el diario, porque se notará que el
SDlemne meeting es, cuan numeroso sea, un cuerpo inerme
que sanciona por aclamucíon lo que le dicen que han re-
suelto sus directores, y repite Grusifieit ewn, que es el grito
4e estas manifestaciones.
LOS PARTIDOS
(SI Nacional, Hayo 7 d* iSl9.i
Las Cámaras se han organizado ya, en cuanto á nombrar
su Vice Presidente el Senado, y Presidente de la Cámara
■de Diputados; y de la elección del Senador Paz y del Dipü-
LOS DBSFA.LLBC1MIBNT0S Y LOS DESVÍOS 289
•
4ado Quintana resultarían indicios de un espíritu temperado
en ambos cuerpos.
Las cuestiones de partidos están por ahora fuera de la
acción del Congreso; y como la de candidatos pudiera
afectar la política presidencial, teniendo la fortuna de
estarle codiciando el público dos de sus Ministros, tiene
por. necesidad que estarse con la mirada al frente, como
soldado en parada^ hasta que los sucesos le ordenen vista
á la izquierda ó la derecha.
De otra parte se presenta la Provincia, mas provincial,
con su Gobernador propuesto como candidato, de manera
que si la acción oficial como ha dado en llamarse á la
influencia del gobierno nacional no se hace sentid com-
pacta, bajo la dirección del Presidente tendrá una forma
nueva, y es la que pueda darle la adopción de la candi-
datura Tejedor, Laspiur — convertida en provincias remotas
en Laspiurato.
Si hemos de dar crédito á los rumores que corren, aquí
mismo no están de acuerdo los nacionalistas en la procla-
mación, reiterada por el comité hace dos días*
Como no se habla en todo esto sino de combinaciones, y
como ya se le han dado la forma de elementos químicos,
hace cierta gracia ver á los nacionalistas manipulando la
Memoria del Ministro de Hacienda, para hallarle amalgama
posible con Laspiur, cualquiera que sea la dosis en qué
•hagan entrar uno ú otro competente.
Alguno hallaría que no tiene atadura este asunto ; pues
que la Liga por un lado para sostener un candidato que
detesta en Buenos Aires la libertad, la conciliación que
reclama la Fortaleza como suya, vienen hacer tal confu-
sión, que uno no sabe al fin qué lengua hablan, y qué
se proponen, sino fuera claro que se proponen. . . Triunfar!
Creemos que de nada mas se trata, y que las argucias de
que se sirven, apenas disimulan el propósito.
Haciendo el caballo de batalla en estas próximas eleccio-
nes la guerra á todo trance á los gobiernos electores^ se toma
por candidato al Gobernador de la Provincia mas influyente
y con mayores votos, y el Ministro del Interior del Gobierno
-Nacional^ que es el que al parecer tiene las llaves del
•cielo.
Tomo xl.— 19
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290
OBUAS Uae SAKItlItNTO
No queremos decir que todo se lo tengan asegurado
con eso; pero no habrá quien no conñese que las apa*
riencias son condenadoras.
Un Gobernador que equivale 4 seis y un Ministro que
puede mas que cuatro de aquellos reunidos y proclamadoa
contra la Liga, es la burla mas burlesca, — pues que se
burla de si misma— que se haya hecho del buen sentido
público.
No es que desechemos por nuestra parte, tal combinación
por sus méritos, sino que hubiéramos querido que al opo-
nerla á la Liga, se hubiese dicho con mas verdad, vamos de
picaro á picaro: contra una Liga, liga y media, y lo que
habría podido apasionar al buen público, como los descen-
dientes de los romanos en Constantinopla era del partido
de los corredores de carros, de librea azul, contra los de
librea verde. Cuando ganaban los azules, se mandaban
confiscar los bienes á los adversarios, ó simplemente matar-
los por millares.
Sin estos horrores de pueblos bárbaros, tememos que
lleguemos á ese punto de estolidez en cuanto al objeto y
fin que persiguen los partidos.
Cualquiera que el éxito sea> deseáramos que no se plí-
sente la cuestión presidencial tan desnuda de todo signifi-
cado político. Una vez presentada tan crudamente, nacio-
nalistas y autonomistas luchando por y contra candidatos
de ocasión, de conveniencia material y de éxito, han de
pasar treinta años antes que el país vuelva á reparar la
brecha. La cuestión, tal como la presentan en sus formas
visibles, es para el pueblo, esta: — ¿cuáles Gobernadores
triunfarán? En este primer ensayo todavía se buscan loa
pretextos y la sombra de los principios. En el segundo,
es decir, para otra presidencia, no se tratará ya sino de
crear gobernadores electores, cuerpo electoral tan posible,
como el que establece la Constitución. Asi se han viciado
todas las instituciones. El primer paso es el que cuesta.
Sin embargo, no creemos que el país haya llegado á ese
estado de postración moral, todavía, que acepte sin mur-
murar la perversa dirección que quiere darse á las aspira-
ciones de los partidos. Creemos al contrario ver síntomas,
de una saludable reacción. Los disentimientos, las segre-
gaciones de un mismo partido, y las amalgamas de faccio^
LOS DBSFALLBOIMIRNTOS Y LOS DESVÍOS 291
nes que antes fueron hostiles, muestran á nuestro juicio
que el antiguo sistema de hacer la opinión por medio de
Comités Directivos, toca. & ?u término, y dará lugar al verda-
dero sistema electoral que es dejar k los pueblos que eli-
jan á sus electores, y á los electores que elijan Presi-
dente, con lo que la verdad y la Constitución estarían
satisfechas.
Los Comités Directivos adivinan quien es el Presidente
que querrán nombrar en un año mas los electores. Este
año no dan, sin embargo tjn bola! Todos los Comités
se han fraccionado; y las provincias no responden á las
adivinimzas que les proponen; ó contestan un desatino de
darles con un palo.
Nuestros impotentes Comités son el remedo de los viejos
clubs jacobinos de las épocas revolucionarias; y ya se ha
▼isto en el nacionalista su acción casi gubernativa, dirigien-
do movimientos populares, tirando decretos, con tanta fre-
cuencia y regularidad que después de los gobiernos nacio-
nales y provinciales, se buscan (por que están en demanda!)
los de los Comités autonomista«nacionalista conciliados.
Verdad es que al día siguiente viene la protesta de la
oposición (nacionalista no conciliada con autonomistas)
á quitarle la fuerza ejecutiva de sus mandatos, y el telé-
grafo transcribe diariamente las proclamaciones que en
sentido contrario hacen los adeptos á la distancia.
Se hacen notar los autonomistas republicanos por su
silencio, ya en proclamar candidatos, ya en celebrar reu-
niones, dar decretos y tomar resoluciones tales como la de
sus adversarios á propósito de la conveniencia de que
volviesen á la Cámara los cuatro Diputados insurrectos.
Felicitamos á aquel Consejo Directivo, porque no dirije
nada, ya sea por no obstinarse en el viejo sistema, ya sea
por impotencia.
Sus ensayos aqui mismo no han sido mas felices que los
de los otros; y en las provincias, creemos que nadie conse-
guirá darles una dirección uniforme.
Algunas, ojalá que todas! quieren tener opinión piopia;
en algunas nos consta hay ya aseguradas influencias di-
rectivaS} y no faltarán otras que obedezcan por sus
hombres de acción á las insinuaciones que de aqui
reciban.
>BKAS [>■ SfcKUlBNTO
lucho peor ni mejor la situación del
en el interior, no estando, no obstante
radas, aqui mismo adoptada una can-
de esperar que la opinión, opinión
lubs directivos, se manifieste, y ten-
B Comités, que en esta ocasión, se han
íes, el autonomista por su inactividad,
noverse demasiado,
mas anómalo que candidatos que no
! los mismos que los proponen? Can-
primera d en segunda linea, alterna-
s partidarios?
;>roclaman, y en eso queda todo? Pro-
orfa, mudas & quienes nin(;un partido
¿Treinta ó cuarenta diarios políticos
te en no tener candidatos, y cuando
vecino el suyo, si s&be que pertenece
política?
la mayor postración, ó es señal de
ina opinión pública que quiera ser
I facultativos ú oñciosos que se em-
la.
que hacen opinión* y nombran can-
muchu fe en sus conjuros; y asi como
en meetiag monstruo para deponer
día siguiente de depuesta, decretar
ella misma los insurrectos, con en-
1 frente; asi puede haber un cuarto
astos días, una conciliación de lo al
en nuestro pais que es la verdad
parecen verdad,
ta antiguo mitrista no dtrije á todo su
ista concillado no dirije á los suyos,
8.
r: Tejedor y Laspiur que Laspiur y
edencia, están en desacuerdo aqui y
mismos sectarios.
i mas clara la condición de los partí-
I estas combinaciones, puesto que no
lado. El tiempo apremia, sin embargo.
LOS DBSFALLEGIMIBNTOS T LOS DESVÍOS 293
y no ha de trascurrir mucho mas sin que manifiesten las
opiniones diversas, que no acabarán por refundirse en una
sola; pues la elección es'tnuy personal y dos candidatos
para un partido uno está siempre demás.
U DOCTRINA DEL ESCÁNDALO
{Bl NaeUmal, Majro 9 de 1879.)
¡Cuan profunda verdad encierran aquellas palabras: «ne-
cesario es que haya escándalo!» Son tan aplicables á la
política como á la moral. Tenemos instituciones escritas^
que mientras funcionan con regularidad parecen la corrien.
te tranquila de un rio sobre la superficie sin accidentes de
una llanura.
Pero sobreviene una creciente, se convierte en azote del
pais que atraviesa por faltarle hondo canal escabado por
los siglos. Abandona surumbo ordinario, entonces á mer-
ced del menor obstáculo, cambia de dirección y arrasa
las campiñas que antes fertilizaba, hasta trazarse un nueva
camino, ó volver á su cauce natural.
No esotra cósalo que nos sucede con el juego de nues-
tras instituciones.
Al menor escollo que perturba su curso, se convierten
en elemento de destrucción, y los ánimos perturbados na
se paran en agravar el mal abriendo cauces nuevos, 6
creando obstáculos mayores.
Sin embargo, algún provecho se saca de estos tropiezos
mismos, cuando mas no fuera que la experiencia adquirida
por la necesidad de conjurar el mal.
Novicios en el uso de ciertas libertades que vemos prac-
ticadas en otras partes, sin inconvenientes, ó en la ejecu-
ción de las instituciones republicanas, fáltanos el criterio,
pasado ya á instinto en los pueblos que han creado esas
instituciones, para detenernos en el punto preciso, casi
imperceptible, donde acaba la libertad y principia la
licencia.
jCuántos casos han ocurrido en estos meses últimos, que
justifican estas observaciones? ¿Qué luz, sin embargo,
ha podido hacerse, después de producidos, ó mientras
294 OHKA8 DK SAHMtBNTO
ocurrían, que deja para en adelante formada conciencia?
Un meeling caracterizado de monstruoso, ocurrió para
protestar contra una ley promulgada. Nada de monstruoso
habría tenido, si se hubiese olvidado, que no se puede tomar
el nombre del pueblo; que el derecho de reunión pacífica,
no trae aparejado acto alguno público.
Una reunión de partido, con el apoyo de hombres notables
ensayó organizar una Legislatura, diciéndose sostenida por
doce mil ciudadanos. Bastó recordarles que la Legislatura
es un cuerpo permanente, continuo aunque variable y reno-
vable como el cuerpo humano, sin perder su identidad,
para que los figurados doce mil ciudadanos desistiensen de
su pretensión aun después de consumado el acto.
Excusado es decir que nadie duda hoy que cada Calmara
es Juez de sus elecciones, cosa, sin embargo, que se ha
puesto en duda seis años por hombres eminentes.
Un incidente nuevo ocurre, que traerá excitaciones nue-
vas y que acabará al fin por fijar las ideas, acudiendo á
algún principio sencillo, trayendo del fondo de la concien-
cia y de las reminiscencias populares, alguna verdad casera
de todos conocida.
Perpetuánse los obscuros y microscópicos disturbios de
La Rioja, tomando formas cada día mas embrolladas,, rena-
ciendo de ios incidentes, y por vía de digresiones, cuando
ya se ha olvidado el asunto principal.
Acusado el Gobernador de mala conducta por la Le-
gislatura se llega al ñn á poner la causa en manos del
Juez. Gracias á Diosl Estamos libres de esta incomo-
didad
Aguarde usted que la Legislatura ha sancionado qué se
yo qué leyes, y no poniéndoles el cúmplase el Ejecutivo, la
Legislatura ha salido á la calle con su tarro de engrudo y
su brocha á pegar carteles en las esquinas para que se
<;umplan sus leyes.
¿Qué cosa mas natural?
Pues ahí está todo el epredo, en ese tarro de engrudo.
La Legislatura no promulga leyes, no las hace cumplir.
Dicta leyesl
Si alguno ha alcanzado los tiempos de entoncefi recordará
«el bando solemne para promulgar leyes y decretos. Muchos
LOS DESFALLBCIMIRNTOS Y LOS DESVÍOS 295
jefes hoy, han debido mandar la compañía de tropa que
acompañaba el bando. No han de haber muerto todos los
escribanos que recitaban el texto de la ley, y acaso algún
picaro arrepentido hoy con los años y la impotencia, fué el
p7'eso con cadena que hacía el vil oñcio de pregón, repitiendo»
estropeando y disfigurando las palabras del vocabula-
rio forense, que le había sugerido el Escribano de Go-
bierno.
Introducida la imprenta, el bando se publicó por car-
teles, y se fijaban en las esquinas con acompañamiento
de corneta, y cuatro soldados, ó de tambor en otras ciu-
dades.
El que recuerde esos hechos comprende sin saber porque,
que la Legislatura no puede mandar pegar carteles, porqe
no puede hacer carteles. Son otros los que publican
bandos.
Basta este dato para cerrar todo debate.
Otro punto suscita todavía recrudescencia; y atenuando
las frases, sustituyendo las otras se quisiera probar que es
uso de un simple derecho individual, lo que es ó puede ser
interpretado como un acto de autoridad.
El Departamento del Sena contiene en Francia la pobla»
cion mas rica, mas ilustrada de esa Nación, y la Municipa-
lidad de París gobierna dos millones seiscientos mil habi-
tantes, lo que en número, capital é inteligencia es mas
que toda la República Argentina. París tiene su presu-
puesto de gastos, su octroy y otras enormes contribuciones»
y su deuda es quizá, mayor que la de la República, pues
hace tres años contrajo un empréstito de cuatro cientos
millones de francos para obras públicas.
Suponemos que su numerosa Comuna ó Municipalidades
tan ilustrada como nuestra Legislatura y que el Secretario
valdrá por lo menos lo que vale uno de nuestros Ministros,
sin excluir los nacionales. Supongamos que dando cuenta
de los embarazos pecuniarios de la Corporación para ras-
trear su origen diga en un documento oficial:
« La Francia es la única causa del mal, las contri-
buciones indebidas que la Francia hace pesar sobre
París I
No queremos recargar el cuadro, ni suponer las excla*
maciones de los que tal oyeren.
206 OBKA8 1>B 8A.RNLllfiNT0
Nos sucede que usando una palabra abstracta: — La Nación^
— nos olvidamos que hablamos de algo que encarna cuanto
deber liga un hombre con la sociedad política de que forma
parte. La palabra indebida en una converf^acion hablando-
de leyes supremas pasaría por critica aventurada como en^
un meeting,
Pero para juzgar lo que es en boca de un funciona-
rio público, basta trasladarla de una Memoria á un
decreto.
En un decreto sería un acto de sedición, y se procedería
como tal.
No se puede» como se pretende, examinar el presupuesto-
nacional argentino» en una Memoria de hacienda de un
gobierno subalterno, como una Municipalidad, ni uun con
el pretesto de hacer conocer la opinión ó del Ministrólo del
Gobernador ó de la Legislatura al Congreso que dicta las-
leyes. Los Diputados y Senadores de una Provincia, son fun-
cionarios de mas alto rango, y no están sugetos ni á mandato
imperativo ni á control de parte de los que pretenderían
asi, desde documentos públicos hacerles comprender tales
indicaciones.
El abuso es tanto mas injustiñcable cuanto menos nece*
sario es. Pudieran quejarse los paisanos^ los artesanos,
los agricultores de la legislación de su patria aconsejada
por otras clases sociales, y sirviendo á los intereses de la
grande propiedad: pudieran quejarse provincias mal colo-
cadas, sin puertos, sin vías, que se las abandona á su suerte,
y á. su propia obscuridad. Pero no así una grande y opu-
lenta ciudad, que tiene en su prensa, en sus escritores, mas
fuerza de inteligencia y de expresión de sus deseos que
todas las otras repúblicas juntas; que es ella misma la
expresión de todos, porque ella forma la opinión y propaga
las ideas. A qué vendría el auxilio, tan extraño, tan des-
compasado de un ronquido oñcial, salido de documentos
públicosl
La verdad sea dicha, y es que se ha hecho práctica hablar
de la Nación y tratar á su Congreso y gobierno en lenguaje,
no diremos descomedido porque no es comedimiento lo que
á su gobierno y á su patria se le debe, sino con tendencias
rebeldes, que no tienen, sin embargo, los que se dejan
LOS DBSFALLBOIMIBMTOS Y LOS DiBSYIOS SQ7
arrastrar por el orgullo que se fínje legión, pero que es un
demonio caído, como son los demonios legiones.
Y no hay que equivocarse; no hay en Buenos Aires hoy,
pregonero que como el del Juez Story grite:— ¡viva Rhode
Islandf— cuando debe gritarse: — ¡vivan ios Estados UnidosI
Hasta la costumbre se ha perdido. El corazón de los
patriotas late cuando se les excita por ideas grandes y
nobles en todos los tiempos y bajo y todas las instituciones;
la patria.
El debe y el haber, constituidos como base de criterio,
pueden servir muy bien para arreglar negocios de comer*
cío; pero el sentimiento judío de las cifras, si ha creado
Rostchilds en Inglaterra, deja á Jerusaleñ en manos de los
creyentes de otro culto. ¡Que los extranjeros no nos comu-
niquen su espíritu de desnacionalización, si bien es verdad
que la asociación General Brown principia á protestar con-
tra ese espíritu cosmopolita que se acomoda á todas las
patrias menos á la suya .
EL LADRÓN TRAS DEL JUEZ
{Bl Nacional, Mayo 10 de 1879.)
Entre el coro de aprobaciones que ha recibido el Mensaje
del Presidente, disuena alguna critica sugerida por nece-
sidades de circunstancias. Bueno es que diga en aquel
documento que son en los países libres movimientos de
opinión y no de fuerza lo que operan las reformas, tras-
forman la legislación, suprimen la injusticia y corrijen los
abusos.
Santo y bueno, observa un diario nacionalista; mas esto
68 en la vida normal y para cuestiones comunes.
« Pero la exclavitud en los Estados Unidos no se arrancó
con movimientos de opinión sino con la fnerza; y es muy
posible que si la violencia y el fraude electoral, que es la
esclavitud política, se impusiese en la República, y no bas-
tasen los movimientos de opinión, que al fin la fuerza
fuera el remedio mas efícaz para suprimirla, como lo fué en
Estados Unidos».
Necesitaba el Mensaje esta excepción á la generalidad
298 OBKAS DB SA.RHIENTO
de SUS apreciaciones para que cuadrase con las peculiari*
dades del país.
Todo aquello es bueno para países que se hallan en la
vida normal;es decir, bajo una constitución libremente acep-
tada, y bajo autoridades conslituidas. Aun asi han de
haber injusticias y abusos que correj-ir, y esos con la
reforma de las leyes, se producen por movimientos de
opinión.
Cuestiones comunes son en los países constituidos y en
la vida normal el fraude electoral y la violencia, que
solo existen porque hay instituciones libres; pues, á no
haberlas no habría elecciones, y por tanto ni fraude ni
violencia.
Pues no es así sin embargo. Nuestro país no se halla
en la' vida normal, ni el fraude es cuestión común como la
injusticia, el abuso que la opinión corrige al fin. La Repú-
blica Argentina se encuentra en la vida anormal de loB
países inconstituidos, no obstante ser comento aquellas
observaciones de un mensaje pronunciado por un Presi-
dente ante un Congreso reunido espontáneamente el día
señalado del quinto año de su gobierno, ante un pueblo
tranquilo y regocijado de saber que marcha sin obstáculo
por el sendero del progreso.
Pue esta es la vida anormal. Si hubiere, por ejemplo^
fraude en las elecciones, este incidente de ocurrencia dia-
ria en pueblos tan libres como la Inglaterra, hasta que la
opinión la condena, no es comparable, sino con la extinción
de la esclavitud en los Estados Unidos, el acontecimiento
mas grande de nuestro siglo, puesto que ponía término k
la primera injusticia salida de la guerra, apenas se consti-
tuyeron naciones. La esclavitud comenzó con el primer
pueblo que tomó prisioneros á otro, y acabó en la emanci-
pación de los esclavos en ios Estados Unidos.
Pues bien, el fraude, si existiere en nuestro país, es
equivalente á la esclavitud de la raza negra, es negrero^
y justificaría guerra civil tan sangrienta y costosa como
aquella.
Desgraciadamente se da libertad á los esclavos con solo
decirlo; mientras que suprimir el fraude con batallas, es
como darse un manotón en la cara, para aplastar un mos-
LOS DESFATiLBCIMlBNTOrt T LOS DESVÍOS 299
quito. El mosquito se escapa, y vuelve luego con su musí-
quita que es el fraude.
¿Cómo se producen estravíos de juicio, que conducen á
tales enormidades?
Por medio de figuras de retórica, de símiles y compara-
ciones. Vamos á ver como es lo mismo una guerra em-
prendida para acabar con la esclavitud en el mundo, y otra
para acabar con el fraude electoral en las próximas elec*
oiones, aquí.
La esclavitud de los Estados Unidos se arrancó, solo con
la fuerza. Es así que el fraude y la violencia electoral, son
la esclavitud política. ••• ergo....la fuerza será el medio
de suprimirla, como en los Estados Unidos, y no la
opinión.
Y que venga Aristóteles á levantar este silogismo/ Una
esclavitud, en el sentido recto de la palabra, comparada
con otra esclavitud figurativa, cambiando el valor real
de fraude. El mismo argumento se puede hacer con el
pecado.
La esclavitud de los Estados Unidos se arrancó solo con
la fuerza. Es así que el pecado es la esclavitud del alma. . .
luego. . .la fuerza será al fin el remedio eficaz para suprimir
el pecado, como en los Estados Unidos.
Si no es el mismo caso, que vengan los teólogos de la
América del Sur y lo veanl
Pero se nos antoja negar que en los Estados Unidos se
haya obtenido por la fuerza y no por la opinión la supresión
de la esclavitud.
Aquí está empleada fuerza eñ el sentido de revolución, de
resistencia del pueblo contra el fraude electoral, patroci-
nado por autoridades. La revolución será, pues, el recurso
de los nacionalistas, pues ellos son los que hacen esta
excepción. Desgraciadamente los frenos están cambiados.
En los Estados Unidos el gobierno normal, el Presidente,
el Congreso y el ejército, se proponían dar la libertad á los
esclavos, y la resistía el pueblo blanco, los ciudadanos en los
Estados del Sud, donde solo había esclavos. La esclavitud
se había ya arrancado de los espíritus en el Norte con
movimientos de opinión, con el ejemplo de la Inglaterra y la
Francia que la habían abolido, con la prédica de la prensa,
con la dirección dada á la literatura con el Tio Tom, etc.
300 OHHAlf DB 8ARM1KNTO
6tc. La fuerza que mas tarde se empleó, fué la fuerza legal-
contra la revolución, lo cual es contrario al propósito de la
cita; pues aquí se nos habla de emplear la fuerza revolucio-
naria para darse manotones por la cara persiguiendo el
mosquito del fraudel
Sin apartar de entre lak causas de aquella desastrosa
guerra la esclavitud, aunque era el propósito de los abo-
licionistas rescatar los esclavos, la guerra fué producida por
incompatibilidad de instituciones entre el Sud y el Norte^.
por conatos de independencia de los Estados esclavócratas
etc. En todo caso la fuerza no fué empleadas por el go-
bierno sino por los revolucionarios del sur, congéneres
con los nacionalistas de aquí que son sudistas también.
Luego aun en los Estados y en el caso de la abolición-
de la esclavitud es cierto, sin excepción, el pensamiento
emitido en el mensaje, á saber que el grande movimiento
que dando libertad k los esclavos, suprimió aquella injus-
ticia, corrigió el secular abuso, y trasformó la legislación,
aun en el caso estraordinario, y no caso común y vulgar
como es el fraude, de acabar con la mas antigua de las
injusticias humanas.
Por mas que parezca trivial refutar estos errores, nos
creemos obligados á hacerlo á ñn de que no retoñe la mala
yerba de la propaganda revolucionaria, que se reviste de
los nombres mas altos para ocultar su pequenez, querien-
do, como se vé en lo que se precede, darle á la aprensión
del fraude electoral, la magnitud de la estincion de la es-
clavitud, resistida por los ciudadanos por egoísmo, y no
el gobierno, en circunstancias estraordinarias.
Recomendamos á ios diarios nacionalistas, la declara*
cion que á este respecto hace el programa del partido de-
mócrata de España, reclamando de abusos parecidos en
materia electoral :
« Nunca buscaremos el triunfo por medios indignos. Con-
vicciones, hechos, historia, programas, discursos^ nuestro
paso por el gobierno, nuestro horror por las turbulencias y
los golpes de Estado^ los recuerdos de nuestra vida pública,
nos vinculan con la democracia gubernamental y parla-
mentaria, que concilla la autoridad con la libertad^ el derecho
con el deber, el progreso continuo con la conservación in-
dispensable, el respeto de la manifestación del pensamiento
LOS DBSFALLVCIMIBNT08 Y LOS DESVÍOS 301
-^n todas sus formas y la actividad individual en todos sus
fines sociales, y el mantenimiento del orden público.T>
¿Qué vá de estas declaraciones al eterno estribillo, si no
'tne dan pan me paso á. los moros ?
CANDIDATURA DEL 6ENERAL ROCA
{El Nacional, Mayo 16 de 1879.)
A Córdoba parece estarle reservado el honor de presen-
tar en fórmulas íijaSi las ideas que se están incubando len-
-tamente por todas partes. Ayer se proclamaba alli la can-
didatura Laspiur y anteanoche el club autonomista respon-
dió al preludio del Té del sábado aqui, lanzando á la circu-
lación la candidatura del General Roca. No la proclama-
<;ion en Córdoba, pues ese es un hecho derivado, como se
repercutirá mañana en Tucuman, sino el propósito anun-
ciado aquí, y la confusión de tenerlo, ha despertado bas-
tante movimiento en la opinión pública, sin distinción de
.partidos, pues á republicanos, autonomistas y nacionalistas
interesa la existencia ya definida de una candidatura, que,
hasta ahora, estaba como la presunción de un hecho, es-
perando su momento.
La República de ayer en un á última hora, anunciaba como
intriga y cubilete de circulo una pretendida candidatura
Sarmiento.
Anoche se reunió un meeting de políticos para conferen-
ciar sobre la situación creada por el té Alvear, y La Nación
anuncia para la próxima semana la separación, en do8«
de la cola del cometa de Enke, pues no valen mas, en su
concepto, republicanos y no autonomistas según su credo.
La Tribuna hace el inventario del caudal de todos los par-
tidos, avalorándolos y tasándolos sus enseres, y acaba por
pedir, que en cuanto á candidatos, los partidos asuman
francamente la responsabilidad de sus opiniones, dejando*
se de tanteos, é inscribiendo sus nombres los candidatos
-que quieran figurar en la lista electoral.
Omitimos las apreciaciones divergentes de otros diarios,
y solo queremos trazar el cuadro general de la situación
.poHtica déla opinión del pais, porque también la opinión
302 OBRAS DB «AUMtBNlO
atraviesa sitaaciones políticas oscuras, llenas de incerti-
dumbre y erizadas de dificultades.
Si la opinión fuese una masa fría que se tratase de ca-
lentar; ya estaría. vaporizada, tanto la han agitado en todos
sentidos, un año, inspirándole todos los soplos, é inyectán-
dole todos los virus.
La verdad, por todos reconocida, es que la opinión se es-
tá tranquila, como ciertos creyentes, liberales, tolerantes
que no se indignan al oir pronunciar una herejía.
Han querido hacerla revolucionaria y se ha mantenido
tranquila, donde no ha ido el poder público á ayudar á los
sediciosos. Han intentado ^desquiciar poderes por medio
del pueblo reunido, y sin la intervención de la fuerza, el
pueblo ha vuelto sobre sí y ha abjurado públicamente su
error. Este es el mas grande hecho ocurrido en nuestros
tiempos.
No tiene igual, sino uno en Chile en que, sublevado un
jefe del ejército, vino á tomar posesión como es costumbre
<i íl gobierno. Los ciudadanos empero rodearon la casa de
gobierno y el General, sintiendo la fuerza moral de este he-
cho, recibió y cumplió las órdenes que en seguida le dio el
gobierno para acamparse, salir al Sur, colocar las fuerzas
como se le ordenaba.
La opinión vale mas que los que la invocan. Vale mas
que la vocinglería de todos los diarios. Llamamos á cuen-
ta á la redacción de cada uno de ellos. No les pedimos que
depongan sus aparentes rencores y preferencias; que se
concillen; que nos escuchen. Pedírnosle solo que se escu-
chen asi mismos, que se tomen balance de su propia obra,
y vean la mella que sus discursos, sus razonamientos, sus
diatribas y denigraciones han hecho sobre la opinión pú-
blica. Los partidos se han subdividido, se han desgranado;
los diarios mismos se han abanderado en nuevas ñias; y sin
embargo el misterio de la opinión pública, continua en el
misterio hasta hoy. ¿Quiénes y cuántos son los partidarios
de la combinación Tejedor-Laspíur, ó la de Laspiur Teje-
dor? Son propósitos tenidos entre varias combinaciones,
como la palabra escogida lo dice, tanteos, ensayos como los
llama La Tribuna, Proclámanlos los comités, y al día si-
guiente todos están tan desinteresados en el asunto, ere-
LOS DB8PALLE0IMIBMTO8 Y LOS DESVÍOS 303
yéndose cada uno no aludido, cuando el comité ha dicho 6
resuelto algo.
Creemos notar los mismos síntomas en las otras fraccio-
nes de la opinión pública que han estado oyendo hablar
un año de Roca, de Irigoyen, de Rocha, de Sarmiento, etc.
Nadie se ha preocupado seriamente, porque nadie veía en
ello sino aspiraciones, conjeturas, propósitos; pero no he-
chos, no sentimientos.
Estos ó Tos opuestos candidatos dicen lo que queremos,
y proponemos á la opinión pública que adopte. Nadie dice:
esto ó este es lo que parece que la opinión pública quiere, y
nos impone.
No queremos hacer de la opinión un poder capaz de con-
tener las demasías de peticiones, de caudiliitos de bando,
de ministros de gobierno, y de diaristas que están aferra-
dos en creer que se están burlando del público con sus re-
tahilas diarias.
Es posible que estas fuerzas prevalezcan y produzcan re-
sultados. Lo que queremos decir es que es mejor dejar á
la opinión que se maniñeste y no pretender falsearla con
invenciones y combinaciones de que no tiene antecedente.
Hablase á última hora en articulo morti$ de alguna de esas
pruebas de poner un cero á la derecha, ó á la izquierda, de
inventar una nueva unidad significativa. jY los pueblosl y
esa opinión y esa libertad que se reclama ¿para qué sirven?
Yan á avisarles á ios pueblos que ellos están de reciente,
desde ayer, entusiasmados por un hombre que no los ha
movido en diez años que lo oyen?
El efecto del tiempo en candidatura es ir eliminando, co-
mo en las votaciones, las cifras intermediarias. A la altura
que hemos llegado, ya la opinión ha eliminado tres ó cua-
tro nombres propios de las listas de candidatos.
El último trabajo de depuración será el que los reduzca á
dos solamente, acaso á uno, según las fuerzas morales que
se acumulen, acaso las materiales también, porque entran
estas fuerzas en cuenta.
De este carácter parecían ser las que presentó, aunque no
en todo su vigor el Té Alvear, como ostentación de poder y
de voluntad.
Habían allí reunidos personas respetables, grandes pro-
pietarios> siete editores, ó redactores de diarios. No se trat6
304 OBRAS DB SARMIENTO
deüada, y creemos que asi estaba calculado; pues no era
una asamblea electora sino los electores de un funcionario.
Diaristas y propietarios parecían decir, los unos enseñando
sus músculos» los otros sus plumas: ^p&lpennos y cuén-
tennos!
Contados fueron y los hallaron robustos de obra y de
palabra. Notóse, sin embargo, que no estaban los miem-
bros del Congreso que podrían dar idea de la opinión en
otras partes. Echóse de menos la gente política de Buenos
Aires, que merece ser tenida en cuenta cuando los partidos
se reúnen.
Como no se trataba de nada allí, se ha tratado al dia si*
guíente en todos los corrillos, en todos los clubsy comités de
lo que allí no se trató, y es de saber quién es el candidato
propuesto, aunque se sepa su nombre, quiénes son los que
lo proponen, aunque se haya publicado la lista de los con-
currentes. Porque no es posible que sea el propósito de
estos presentarse como fuerza, como voluntad, sin alguna
razón de sus preferencias. Creemos que ahora menos que
nunca está la opinión preparada á. estas adopciones de he*
cho. Pruébalo el inútil debate, las laboriosas combinacio-
nes sobre otras candidaturas que han fatigado las prensas
de tantos diarios, sin que hasta hoy estén mas persuadidos,
mas avanzados, mas unidos los hombres que [figuraban en
uu mismo bando antes.
La discusión y examen va, á principiar desde que está
^anunciado el candidato que se propone á los diversos par-
tidos, por aquellos que lo han venido preparando, y bus-
cándole adhesiones; y esa discusión y ese examen va á ha-
cerse y se está haciendo ya en la conciencia y criterio de
cada hombre, mas bien que en las columnas de los diarios^
que por lo visto no han tenido, en un año, el poder de apa-
sionar á nadie con sus amplificaciones y con sus encomios.
Las candidaturas Roca, La8piur,Tejedor« vienen indicadas
por hechos anteriores á todo argumento en su favor, y per-
sistirán ó desaparecerán de la escena, no obstante los en-
comios y las detracciones de la prensa. Tenemos, pues, can-
didatos!
IiOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 305
política nacional
{El Nacional, Mayo 17 de 1879).
Hace dos noches se reunieron, como se sabe, varios ciu-
dadanos notables, en número de cuarenta, para darse cuen-
ta de la situación que al partido autonomista haría la
indicación que con respecto al General Roca, había hecho
la reunión en casa del señor Alvear.
Una segunda reunión en casa de éste, aunque en corto
número, y de los mas activos adherentes del diarismo,
desearon organizarse en Comité, para proclamar dicha
candidatura; y fuese por el corto número ú otras causas,
no se arribó á resultado alguno.
Por otra parte La Nación^ haciendo la historia de la con-
ciliación asegura que las convenciones populares, de su
tornasol nacionalista con visos autonomista, han designado
al doctor Tejedor Presidente, y el doctor Laspiurpara Vice,
sin aceptar que haya división alguna en Buenos Aires:
dudando mucho que haya quien proclame la candidatura
Roca, que como se ha visto estalló ya en Córdoba, y lo
será bien pronto aquí, por sus parciales, y en otras partes.
Niégale que tenga Buenos Aires otros que voten por él
que sus amigos particulares.
En cambio los diarios que favorecen esta candidatura
niegan la existencia' de la combinación Tejedor-Laspiur
aquí, cuanto y mas su aceptación en las demás Provin-
cias.
La posición del doctor Laspiur como Vice viene ya mar-
cada, por haberse refugiado el partido nacionalista de San
Juan en una indicación Rawson, á fin de no comprometer
su voto, y la situación que le asignan sus sostenedores en
Buenos Aires mismo.
Las dos candidaturas rivales por mas que se nieguen
recíprocamente, tendrán adeptos, á no ser que nuevos
cambios se operen en la opinión de los mismos que las
producen.
Todos están de acuerdo en; que aquellas combinaciones
tienen por base la esperanza de asegurar el éxito. Los
Tomo zl.— 20
306 OBRAS DE SARMIENTO
nacionalistas mismos llaman candidaturas de transacción^
las que han adoptado; y si niegan la existencia de votan-
tes por Roca en Santa Fe, Córdoba mismo, Santiago, etc.;
«es porque solo pueden existir merced á los elementos
oficiales.»
En este caso, no tendría objeto, según La Nación^ el em-
peño de esplorar la opinión que muestran los que .provo-
can á una Convención que dé para Setiembre indicaciones
ciertas sobre los nombres que atraen mas simpatías en
las Provincias. «Pues no se busca un candidato impuesto
por los elementos oficiales, y por la liga de los goberna-
dores.»
Citnmos estas últimas palabras del diario que establece
la posicion'negativa que hace al candidato Rí)ca,'á fin de
mostrar la tendencia á nulificarla. ¿Por qué seria la can-
didatura Tejedor-Las{)iur mas popular y simpática que la
otra? ¿No es la obra de una transacción? ¿No es acon-
sejada combinación semejante á los mismos que la propu-
sieron por razones de conveniencia y de prudencia? Cuán-
do el Comité Nacionalista, después de larga deliberación,
sancionó aquella candidatura ¿estaba seguro de que era
simpática y popular en las Provincias, ó aun aquí mismo?
No vemos porqué razón exigirían mas simpatías por la
persona de sus oponentes, que las que han reclamado de
aquellos que siguen las inspiraciones del Comité naciona-
lista. Iguales consideraciones de conveniencia se han de
hacer valer de la otra parte, ya que el mérito intrínseco no
puede ser estimado sino por los parciales, ó no se consul-
taría tanto como la seguridad de éxito que ofrezcan, según
los medios con que cada una cuenta.
Demos, pues, por existentes las candidaturas opuestas
de Roca y Tejedor, tales como pretenden sus adictos exis-
tir, y en los elementos que pondrán en juego sus parciales,
estimará el público el acierto y patriotismo que dirige á
unos y otios. Los nacionalistas para ver la situación, nie-
gan mas bien que tenga partidarios el General Roca; loa
sostenedores de este, que no forman un partido, sino el
partido Roca, á la sombra de elementos oficiales, niegan á
su vez que el Gobernador Tejedor sea el candidato de los
nacionalistas.
Algunos de este partido, nos consta, han indicado estos
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 307
dias la necesidad de adoptar un nuevo candidato, v va
señalan un sustituto.
No sabemos si el móvil de la reunión de anteanoche, no
eta el mismo temor por la otra parte, y para disminuirlo
el proposito de pedir á las Provincias una manifestación
franca de uoa verdadera opinión ¡nlblica; ya que no se insiste,
como programa de partido, en que hay una Liga, y solo
esa Liga sostiene candidaturas que no sean la de Tejedor-
que u su vez es candidatura de transacción.
Atribuimos al mismo origen los rumores populares de
nuevos candidatos, que atraen las observaciones de La Be-
publtcay El Cowrier de la Plata, y revelan las inquietudes
ae la o{)inion y los recelos que hacen nacer los gérmenes
que se están incubando.
El público no es un gran político para calcular todas las
consecuencias de lo hechos actuales; pero viendo lo que
significa la candidatura de unos y porqué la levantan y
porqué sostienen los otros, otra opuesta y de ciertas ciu-
dades, presiente que son dos fuerzas terribles que van á
chocarse, y pueden dejar sembrados de escombros los alre-
dedores; porque precisamente eso es lo que se proponen
.y preparan, aunque el objeto no sea masque triunfar en
sus propias predilecciones.
Esperamos ver mas definidas las situaciones, procla-
madas en mas provincias la combinación Tejedor y la
candidatura Roca, ambas apoyadas en los elementos que
les sirven de base, y entonces hemos de tener ocasión de
ver al pueblo ocuparse realmente de sus intereses, y es-
torbar que lo lleven como dos trenes en dirección opuesta
conducidos por maquinistas ebrios, aunque sea de devoción
personal, á estrellarse el uno contra el otro, pues á eso van.
Sometemos estas someras indicaciones k los conductores
de locomotivas de ambos partidos, á fin de que modifiquen
au personal ó sus programas, :pues negarse la existencia, es
como cerrar voluntariamente los ojos, á fin de no ver el
peligro.
Podemos asegurar á los amigos del General Roca en
La TrOuna, El Siglo, La República etc., que es un hecho real
¡a candidatura Tejedor-Laspiur, con todas sus consecudn- "
cías; como aseguramos al Pueblo. La Nación: La Patria etc
que la candidatura Roca existe, y seguirá su camino con
308 OBHAtf 1>B SAKMiBNTO
todos los medios auxiliares que encuentre preparados, ó
se procurará á su paso. En seis meses mas estará toda la
República abanderada en una de estas fracciones, animada
toada una de las pasiones que semejantes elementos des-
piertan ó ponen en ejercicio.
Basta para convencerse de ello el inventario que hace
La Nación, de fuerza y plan de campaña.
«El General Roca candidato á la Pi*esidencia, cuenta con
los siguientes elementos para sostener la lucha.
ccLos gobernadores confabulados
«El ejército de linea de la Nación
«Parte de los dineros que se emplean en el Departamento
de la Guerra :
«La influencia que tiene un ministro nacional con armas
y dinero de la Nación
«La tolerancia del Presidente de la República
«Ante el peligro de una candidatura oñcial que cuente
con los elementos nacionales y con la imposición de los
gobernadores de provincia comprometidos á sostenerla, no
cabe sino la unión de Buenos Aires para contrarrestar los tra-
bajos que ya se hacen, y que se han de sentir de una
manera acentuada asi que el Ministro regrese de la expe-
dición que ha organizado al Río Negro.
«En la unión está la salvación, y es con la opinión con la
que ha de contrarrestarse el poder oñcial al servicio del
candidato de los gobernadores de la Liga.»
Tenemos, pues, dos unionesl
LAS CtNDiDATURtS SIN LIGA
{El Nacional, Mayo S4 de 1879.)
Tenemos á la vista el Zonda y la Union de San Juan, que
tiene cada uno un modo de ver las mismas cosas.
La Comisión Directiva del Club Nacionalista, presentó
la candidatura Rawson, como la mas aceptable para los
de su color, y para los electores de San Juan. Esta decla-
ración motivó un movimiento reaccionario dentro de los
limites del partido, y hubo el 4 de Mayo un meeting en el
que los señores don Manuel JoséGomez y el señor Quiroga,
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 300
pronunciaron discursos probando las ventajas de la can-
didatura Laspiur sobre la candidatura Rawson. Este á su
vuelta de Europa, dice uno de los oradores, «se ha encon-
trado con las candidaturas hechas de ambos partidos, y con
la del señor Laspiur algo mas que definida y aceptada.»
Uno y otro orador hacen oí mas alto elogio de las prendas
y capacidad del doctor Rawson. El último ño le encuentra
mas tacha «que la de no ser candidato». Don Nemesio*
Rojo, añade en prueba, primo del doctor Rawson y repre-
sentante á la convención por esta provincia, en telegrama
dirigido al Presidente de este Club, dice, que no hay otra
candidatura posible que la del doctor Laspiur y aconseja
que en San Juan se proclame.
Argumento tan conciuyente no habría bastado á decidir
los ánimos si uno de los oradores, no hubiese en un rapto
de elocuencia hecho resonar á lo lejos las trompas de
Jericó, como el sumo sacerdote Chalcas el rayo en el
Orpkée aux Enfm^s,
Las objeciones hechas á la candidatura Rawson con-
cluyen asi: «Por consiguiente, por honor de )a nación, por
« el de esta Provincia, y por el de mis conckidadanos, de-
« claro, que me separaré con pesar de un proceder, (la can-
« didatura Rawson propuesta), que á juicio mió reviste las
« apariencias de una iniquidad gratuita, que me parece
« una BOMBA iNCENDiAKiA. ! tirada sobre la nación para que
« su terrible esplosion no deje piedra sobre piedra!
y dirigiéndose á la muchebumbre de los aterrados oyentes,
preguntó :
«¿No hay en el comité alguno de sus miembros que
pidan la reconsideración de ese asunto?
Silencio prolongado...
«Pues si no los hubiere, aquí está una gran mayoría de
ciudadanos á quien pido se sirvan asociar sus votos al
que yo doy por el doctor Saturnino M. Laspiur para Pre-
sidente de la República.»
Procedióse á votar y debió haber mayoría, pues el acta
dice que después de proponer la Comisión Directiva para
para Presidente al doctor don Guillermo Rawson, y cam-
biado algunas ideas, se proclamó candidato á la Presidencia
de la República al doctor Laspiur... é incontinente añade
310 OBRAS DE SARMIENTO
la misma acta, se hizo moción para que la Asamblea
hiciese la remoción de la Comisión Directiva, resultando
electo para desempeñar la nueva Comisión don Manuel
José Gómez Rufino, y Vice-Presidente don Abel Quiroga.
No solo hacen prevalecer la candidatura Laspiur, Rufino
y Quiroga, sino que el pueblo hace una pacífica revolución,
depone incontinente á la Comisión Directiva, y le sustituye
otra nueva premiando asi el servicio prestado á la Nación
entera, de haber arrancado la mecha á la bomba que iban
á lanzar para que su explosión terrible no deje piedra
sobre piedra I
Sauvés! El doctor Rawson haciendo de bomba incendiaria,
es la figura de retórica mas atrevida que haya ocurrido á
un tribuno popular.
No le da ni al tobillo aquella del yankee, que el último
tirano, calzados espolines de fuego, marche eternamente
sobre un océano de pólvora!
Y, sin embargo, no todos ceden ante la exposición de los
peligros de la patria, tanto nos ciegan las pasiones políticas,
aunque todos seamos nacionalistas.
Al día siguiente, el nuevo Presidente recibía la siguiente
nota de la antigua Comisión Directiva. «Señor Presidente
del club nacionalista don Manuel José Gómez Rufino:
«Después de las manifestaciones del domingo, en que se
nos atribuyó á móviles poco decorosos la propuesta de la
comisión para las primeras magistraturas de la República,
creemos de nuestro deber, como miembros de esa comisión,
separarnos por ahora de la asociación política que usted
preside, sin que esto importe el menor desacuerdo con los
candidatos proclamados. Saludan, etc. — Juan C. Mbarracin —
Domingo Morón — Alejandro Albarradn — Miguel 8. Eóhagaray — Juan
León — Lisandro Lloverás^ Camih Rojo^José E. Echevarría --Mareen
lino Sánchez — Antonio Sarmiento — Fortunato Corlinez — Manuel José
Zabaüa^Julian Aguiar — Francisco M, Coll — Jose/lno Morales^ Luis
Arévah — Gregorio Marradas,
Entre «stos hombres hay varios que son muy conocidos
en Buenos Aires por sus títulos universitarios y empleos
nacionales que han desempeñado.
Parecería desesperado el caso, y sin compostura este
fraccionamiento del partido nacionalista en San Juan, si
La Nación^ que se las vale para componer fracturas, no
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DKSVIOS 311
tuviese su sánalo todo pronto. Se están querellando en
San Juan por una quimera. Ni Rawson ni Laspiur son
candidatos del partido nacionalista.
Proclamada la combinación de La Nación^ en San Juan,
cuando su representante en la Convención comunique lo
aquí resuelto, los disidentes por Rawson ó Laspiur reuni-
dos, bajo el palio de La Nación^ serán invitados á reunirse á
la nueva Comisión Directiva, y ei] los altos de Cortinez ú
otros si los hubiere, Albarracin y don Manuel José Gómez
se darán un abrazo mas cordial que Gainza y Mitre en
otro domingo, que por domingos no se ha de quedar el
olvidar las pequeñas divisiones que trae la necesidad de
apagar las bombas incendiarias, que pueden reducir á ceni-
zas la República.
Rawson, como todos saben, es la revolución encarnada,
el terror de los patriotas, y el mé<lico de sus ehfermos.
PROCUMilCION TEJEDOR
{Bl Nacional, Janio 3 de 1879).
Ayer se ha efectuado en el Skating Ring la anunciada
proclamación de la candidatura del doctor Tejedor para
Presidente de la República en la próxima renovación.
Acompaña á su nombre el del doctor Laspiur como
Vice-Presidente.
Deseáramos saber si los promotores de aquella reunión
sostienen. que habían mil personas ó mas, para conformar
á su relato el que nos subministran testigos y actores.
La impresión que ha dejado en los espectadores la proce-
sión que desfiló delante de la casa del doctor Tejedor es
de un número como el que hemos indicado.
El doctor Tejedor aceptó el nombramiento habiendo
sido el General Mitre el speaker de los proclamantes,
y el Brigadier confirmado y ratificado la aceptación por
un abrazo.
El General Emilio Mitre presidía la reunión compuesta
de mil personas. A la una y media hizo la proclamación
de los candidatos.
En seguida tomó la palabra el General Gainza. Habló
de los candidatos, de sus cualidades, de las aspiraciones
312 OHKAtf DB 8AUMIBNTO
del pueblo y de la lucha que debían emprender contra la
Liga,
El General don Bartolomé Mitre le siguió en el uso de
la palabra, diciendo que contaban con cuatro provincias
que asegurarían el triunfo. No hizo referencia, sin embargo,
mas que á Corrientes y Buenos Aires.
Se dieron algunos vivas, y la concurrencia se dirigió por
la calle de Esmeralda, Piedad y San Martin á. la casa del
doctor Tejedor.
Allí habló primeramente el General don Emilio Mitre.
Contestó el doctor Tejedor, diciendo que aceptaba su
candidatura; que resistiría contra la imposición de la vio-
lencia y el fraude; y que sería consecuente con sus amigos
en la derrota y en la victoria.
Hizo algunas promesas de orden, libertad, prácticas repu-
blicanas, etc., etc.
Instado don Bartolo Mitre para que hablase, salió al
balcón, agitó el sombrero, y dando énfasis á sus palabras,
gritó:
— Viva el futuro Pres¡<lente de la República, doctor don
Carlos Tejedor, elevado por los robustos brazos del pueblo
argentino, bajo los auspicios del derecho común!!
Los manifestantes se dirijíleron en seguida por la calle
Piedad, Florida Perú y Belgrano á la casa del doctor
Laspiur.
Este no estaba. Había salido un cuarto de hora ante?, te-
miendo el compromiso que le esperaba.
El jreneral B. Mitre dijo allí que habían cumplidlo con el
deber cívico de ir á saludar á uno de los primeros ciudada-
nos argentinos.
— De los segundos, interrumpió un tejedorista.
El General E. Mitre pronunció iguales palabras que su
hermano y el General Gainza volvió á recordar que tenían
que luchar con las imposiciones oficiales.
Evocó el 11 de Setiembre, dio un viva al doctor Laspiur,
que fué contestado fríamente y la manifestación se
disolvió.
El doctor Laspiur tiene el primer lugar en la combina-
ción del partido en algunas de las provincias, y no quere-
mos prestarle intención ó reserva en no haberse encon-
trado en su casa ayer.
LOS DBSFALLBCIlflBNTOS T LOS DESVlOH 313
De todos modos la aceptación de parte del doctor Tejedor
constituye una de las candidaturas á la próxima presiden-
cia, y la que hará frente, por las ideas é intereses de partido
de los que lo proclaman, á la del General Roca, que tiene
aquí sus sostenedores; y por la serie de proclamaciones
sucesivas ó simultáneas en las provincias, asume ya for-
mas de otra candidatura seria.
Sus partidarios están ya organizados tomando los salo-
nes del teatro de Variedades como oficina central, y desde
allí extendiendo á las provincias sus trabajos.
Una serie de esquelas invitan á esos salones á los miem-
bros del partido autonomista, suponemos que con el objeto
de absorverlo, ó contar en sus tilas á la mayor parte de
sus miembros influyentes.
Entre tanto el consejo directivo del partido autonomista
dirije á sus parciales la circular que se registra hoy en
El Nacional, provocando á una manifestación de opinión,
en cuanto al candidato que representaría á este partido
en la elección próxima de Presidente.
El pensamiento dominante en esta incitación no es ex-
cluir la candidatura del General Roca ya proclamada en
varias provincias, sino oír la opinión publica, indepen-
diente de las combinaciones que ya han anticipado los
mas decididos.
Este paso reclamado meses ha por el interés comim á
todas las [)rovincias, pudiera tener en la de Buenos Aires
algún resultado, aunque sea muy difícil presentarlo per-
ceptible é indisputable en presencia de dos candidaturas
proclamadas, y una de ellas, del mismo partido, con sus
agentes y prensa organizada para hacerla prevalecer.
Anteanoche proclamó el comité autonomista en San Juan
al General Roca, después de varias tentativas frustradas dos
días antes, para formar mayoría.
Suponemos que la candidatura Laspiur á la Presidencia
habrá de modificarse en las provincias que la sostienen á
fin de obtener la unidad de propósito; aunque la prefe-
rencia dada á Laspiur venga de otros motivos que los que
dan el primer lugar al doctor Tejedor.
Salvo, pues, las modificaciones estas, y las que pudiera
traer en algunas provincias la consulta dirijida á los auto-
nomistas, debemos tener por las candidaturas mas caracte-
314 OBRAS DE SARMIENTO
rizadas, la del Gobernador de Buenos Aires, y la del
Ministro de ia Guerra, pues las situaciones prominentes
que annbos ocupan, dan á sus títulos personales y á sus
antecedentes, una innportancia de gran peso.
Lo que apenas disiaiula esta situación, es que ios parti-
darios de una y otra se niegan la sinceridad de los princi-
pios que les sirven de bandera, teniendo cada uno los
mismos vicios de situación, y contando con los mismos
elementos de triunfo tales como los medios oficiales y
las influencias locales.
La situación de los que aspiren á mantenerse exentos
de reproche de justificar tales medios, ha de encontrarse
apurada en prevención de los hechos, demasiado evidentes
para ser oscurecidos. El deber, empero, de los que aun no
desesperan de la práctica honrada del sufragio, será siem-
pre mantener el sentimiento del decoro, y contener á sus
propios amigos cuando favorecidos por las circunstancias,
quisieran dejar á uu lado las ideas, para no contar sino el
hecho material que asegura el triunfo.
Aun queda k los autonomistas arribar á formas tan
precisas, como las que ayer anuncian la proclamación del
doctor Tejedor, no obstante ser la concurrencia de adhe-
rentes menos numerosa que lo que anunciaban sus pro-
motores.
Acaso el público, aunque sea el de un partido, se mues-
tra ya poco dispuesto á reunirse al llamado y por
combinación de Comités, y manipulantes, á causa de ser
llamado con tanta frecuencia, de manera de ser el público
de cada parti<lo, una especie de tropa acuartelada, en las
propias casas de los vecinos, y que necesita estar con el
orden atento al llamado del tambor de su regimiento para
ir á la parada en la plaza de la Victoria, ó en el Skaíing
Ring, ó las Variedades, con desfiles por delante de la casa
del Gobernador ó del General, ó del Ministro.
Seria de desear que acabase el buen público por aburrirse
de tantas, tan seguidas paradas, paregeabas^ manifestaciones
y vivas, y dando por sentado que asiente ¡i todo lo que le
proponen, porque esa es la verdad, dar por hecho y conse-
guido cuanto desean sus directores alcanzar.
LOS DESFALLECIMIKNTOS Y LOS DESVÍOS 315
LOS PROGRAMAS ELECTORALES
(El Nacional, Junio 4 de 1879.)
Los diversos candidatos á la Presidencia, empiezan á
diseñarse en el lenguaje de sus sostenedores. El General
Roca alejará mas las fronteras: el Ministro Laspiar hará
cien Corrientes, como otro ofrecía hacer cien Chlvilcoy, y el
Gobernador de Buenos Aires dará mas y mas libertad á
Buenos Aires, tanta libertad que al fin le gritefl basta,
basta, basta de todas partes. Si pudiéramos dar un consejo
ó tres consejos distintos á los sostenedores de los diversos
candidatos, les diríamos que no exajeren demasiado los
elogios los unos, las promesas los otros, por temor de que
la realidad sobrepase en poesía al programa mismo.
Es preciso conservarle á la opinión sus escrúpulos de
conciencia y no abusar de sus creederas. La verdad es ya
demasiado, cuando de hombres públicos se trata; y de
gobernantes el pueblo acepta la mitad de la mitad. Candi-
datos tan perfectos, tan extraordinarios, pueden hacer
perder algunos votos prosaicos, pero sin eso el elogio elevado
al ditirambo, el elogio administrado á pasto, impide 'á los
que lo darían sin prodigarlo, decir la modesta verdad, bas-
tante sin embargo para hacer justicia cumplida, por miedo
de que se crea que hace coro, por ser esa la consigna.
Pase en cuanto á elogios; pero no así la traducción que
ya dan á las palabras del programa breve y decidor del
candidato nacionalista. En malhora dijo que cuidaría de
la libertad en las provincias, para que ya amaneciese el
expositor del texto trabajando á Córdoba, yaque Buenos
Aires está libre i)or la tercera vez.
No quisiéramos ni tomar muy á lo serio, ni tener en poco
aquellos trabajos.
Se ha logrado forjar un lenguaje convencional que ya
tiene un sentido preciso, dando á ciertas palabras un valor
de opinión y de circunstancias, que les niega el diccionario.
La liga está vencida en Buenos Aires, nos dicen, al anun-
ciar ayer el Btt««o«i4t/'^5 libre: sus pocos agentes y cómpli-
ces no tienen elemento, para suprimir sus libertades.»
Qué es la liga, en Buenos Aires?
316 OHRAS ÜB 8AKMIKNT0
Ea las provincias constitúyenla los gobernadores, según
la versión de los que de ella hablan. ¿Cuáles serian sus
cómplices?
Creemos que no se habrá presentado otra vez menor
unidad de acción en las diversas fracciones de opinión que
contiene Buenos Aires. El partido autonomista no ha pre-
sentado directamente y con las formas oficiales un candi-
dato, y habiendo una reunión expontánea proclamado la
candidatura dei General Roca, todavía está su comité ó
Consejo Directivo discutiendo la forma en que se lograría
obtener una expresión mas camcteriza«la de una verdadera
y deliberada opinión <le partido sobre un candidato. ¿En
qué trascienden á liga estos procedimientos?
Creemos por el contrario que tan libres de todo reato
se muestran tos que no están afiliados á los nacionalistas,
que este es su mas grande defecto. No tienen director
Supremo, ni Consejo de Estado, ni candidato necesario.
Hubieran preferido obtener en una Convención Nacional
la designación de uno que reuniese mayor número de
votos; y en la circular dirigida y que hemos publicado se
designan las personas, por su colocación y rango en la
sociedad, que habrán de manifestar esa opinión. La liga^
pues,* es una quimera, en los partidos no conciliados de-
Buenos Aires. Hales por el contrario faltado %«, y han
estado obrando sin plan. Los que han adoptado como
candidato al Gobernador de Buenos Aires, como que han
procediíio por cálculo, á tin de asegurar el éxito, son los
que menos pueden achacar á otro el obedecer á una liga
de gobernantes, puesto que acaban ellos mismos por nom-
brar un gobernante. Se necesita, es verdad, mucho ingenio
para probar que los gobernantes dan mas libertad que la
que dejan al partido que no gobierna, y que uno es mas
libre cuando mas seguro tiene gobernador, jueces de Paz,
comandantes de campaña, jueces, etc., etc. Tan poco con-
forme es esto con la verdad de ordinario, que es bueno
repetirlo en todos los tonos?, y todos los días á fin de que el
pueblo aprenda bien la lección, á saber que es libre la
parte de población de Buenos Aires que proclama Presi-
dente al Jefe de la administración provincial, y que quieren
esclavizarlo solo los que no tienen ni un teniente alcalde
de su lado.
LOS DBSFALLBCIMIBNTOS Y LOS DESVÍOS 317
Esto no quila que recoiiozcamos al pueblo de Buenos
Aires el goce de derechos políticos aun en aquellos que no
han proclamado á su propio gobernador, á fin de mos-
trarse mas y mas libres. ¿Cuándo es uno mas libre, que
cuando hace lo mismo que hiciera si fuera esclavo?
Pero es en el pleno goce de esa libertad que algunos cen-
tenares de amigos del General Roca se han reunido á fin
de suscitarle adhesión para proclamarlo á su turno candi-
dato de su partido.
No se necesita para ello despojar á Buenos Aires de sus
libertades. Basta que tenga la libertad de asociarse y
darse el candidato qae no sea precisamente el Gobernador
de la Provincia. ¿Qué fuerza es que ha de ser gobernador
para mostrar con eso que somos libres de elegir á quien
queremos?
No es nuestro ánimo buscarle simpatías al General, pero
sus opositores convendrán en que su nombre no es el de
un aventurero oscuro en Buenos Aires, ni el que tuviera
adictos, un escándalo. Mas fácil seria explicarles á las
muchedumbres de las campañas de Buenos Aires en qué
consisten los méritos del General Roca para Presidente,
que los del Gobernador, aunque siendo distintos, y apli-
cables á diversos ramos de la vida pública, no admitan
comparación.
Sin intervención de una liga pues; sin atacar las liberta-
des de Buenos Aires, es posible y admisible que haya otros
candidatos en Buenos Aires que el candidato oficial; y solo
creemos que el no muy abultado número de personas que
se reunieron para proclamar una candidaturif, no tiene
derecho para negar la existencia de otro grupo de ciuda-
danos que proclama también su candidato tomándolo de la
historia y de la crónica contemporánea.
Todavía esto fuera poco, sino se mostrara la tendencia
de ir á revolver otras provincias, á titulo de libres y de es-
clavos allá; aunque se renuncie ostensiblemente al antiguo
y hasta ahora poco preconizado medio de las revoluciones.
Ya culpan á la liga de calumniarlos cuando de revolucio-
nes hablan!
Sin embargo, bueno es que se limiten al ejemplo que
desde aquí les daremos. Reúnanse los pwvincianos en
torno de sus gobernadores como lo hacemos aquí, y tendrán
IWjffii'j], y naiie p«>1rá escl-j rizarlos. E^.:en I?s revoía-
cioiíf-s ¡í'j'^s ya los nacionalistas dete<t3n e^:^* meiio. Son
pO'!Os m*í^e«? lus que faltan, y nunca ha de tenerse mayor
cui-íul'; que a! s^car el pan «iel h:»rn>. Tengan presente
en Cópioba sobre toJo Iós ilus de MarzD.
Ik A6ITACI0M política
i El Si%f^y%'U, Junio 5 de 1879.)
Atravesamos una época de agilaci«»n extrema, que ape-
nas es el ojinienzo de la nueva situación creada por la
pugna electoral. Una interpelación en la Cámara de Re-
presentes de la Prt^vincia ha pedido la versión Auténtica de
las declaraciones que halaría hecho el Dr Tejedor al
aceptar su candidatura. L^ primera quealieron los diarios,
y la mas cargada le mostaza, fué seguida por una segunda
atenuada; pero aun asi demasiado cargada, para quedar
justificada en boca de un Gobernador de Provincia, de
hombre público tan notable como el Dr. Tejedor, y de go-
bierno tan influyente como el de Buenos Aires.
La contestación dada á la interpeJacioa por el Ministro es
característica. — &>mo funcionario público, ignoro si es au-
téntica la declaración atribuida al Gobernador.
Y en efecto, ¿cómo sacar al ministro de esta fortaleza, no
siendo él quien tales frases pronunció?
Hoy se dan los discursos de los oradores que tomaron la
palabra en la Cámara; y sus apreciaciones sobre el espirita
y alcance de la inculpada declaración de propósitos del
Gobernador candidato, han de contribuir poco á fijar cuál
es la situación que asume el candidato de un partido para
optar á la presidencia, siendo gobernador de la mayor de
las provincias.
Es inútil examinar, á la luz de los principios constitu-
cionales, los diversos artículos de aquella pl^to/orma, ó pro-
grama de elecciones.
Las declaraciones de un candidato expresan las aspira-
ciones del partido que representan, y lo que el candidato
hará cuan«lo sea Presitlente. Propenderá á que se adopte
el sistema proteccionista, si el partido es piroteccionista.
Como es el candidato del partido nacionalista, y á este
LOS DKSFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 319
se ha agregado una fracción autonomista, no sería fácil
distinguirse donde el progranna es nacionalista y cual
cláusula está, reservada á los autonomistas. El sentido se
completa.
Poniendo por antecedentes y nominativo de la oración,
loque se sobreentiende en tales declaraciones, á saber:
Si ilego á ser Preside nte^ «mantendré la independencia de
las autoridades propias (de provincia), sin la cual no hay
República verdaderamente federativa.»
Esta parte de la plataforma es autonomista, States Rights^
como la de Buckanan.
Si ¡lego á ser Presidente^ «apoyaré todo movimiento de
opinión, en Buenos Aires, como en las demás Provincias,
que tienda á favorecer la política actual, base de la paz y
de la unión nacional.»
Como la política la hace el Gobierno Nacional y suya es
la política actual, esta cláusula promete continuar la poli-
tica del Presidente Avellaneda.
Si llego á ser Presidente, «concurriré con vosotros á sostener,
dentro del juego legítimo de nuestras instituciones, las
libertades públicas donde ellas peligren.»
En este punto es programa liberal, como lo es en la pri-
mera cláusula, en que ofrece ser «uno de tantos (de voso-
tros) para perseguir en nuestra querida patria la violencia
y el fraude.»
En este como en los que ofrece su apoyo moral á todo
movimiento de opinión que tienda á favorecer la política
actual del gobierno nacional.
La parte de esta plataforma que estaría sujeta á comen-
tos es la que caracteriza las candidaturas opuestas, de ser
un peligro para las libertades públicas; y siendo estas la
del General Roca ya proclamada, y la del Dr. Laspiur, tal
clasificación asume un carácter grave por cuanto, no rece»
nocería ligitimidad en ellas. Explícase el pensamiento,
suponiendo que aquellas candidaturas, ó alguna de ellas,
intenta ponernos mas abajo de las monarquías (trasmisión
hereditaria del poder); y formula su programa en dos frases.
«Moral administrativa.»
«Sucesión libbe de los poderes públicos.»
El primer propósito del programa es común á todos los
programas, y fuélo en el partido demócrata en los Estados
#
320 OHUAM 1>K 8AUUIBNTO
Unidos en las pasadas elecciones, á causa de los desórde-
nes administrativos de que culpaban á los republicanos.
El segundo propósito es nuevo en nuestros programas
políticos y responde á las frases gobernadores electores^ liga
de gobernadores, que los nacionalistas suponen existir, y
ser la base de la candidatura Roca.
• Como los gobernadores electores ejercerán sus malas
artes para la elección de Presidente, en esta parte el pro-
grama no promete para cuando el candidato sea Presidente
que dejará libre la sucesión á otro; sino que ahora reac-
cionara enérgicamente contra las trasmisiones hereditarias^
antes del parto.
Hemos debido llamar la atención del público sobre estas
declaraciones que no dejan lugar á duda sobre el carácter
que asumirá la lucha electoral; pues de antemano se viene
indicando esta negación previa de derecho, á aquella can-
didatura que no es la del partido nacionalista.
Acaso después de publicado, y ratificado el programa del
candidato de la Ubre sucesión contra las trasmisiones here-
ditarias (la liga) convenga que el Club autonomista de
Buenos Aires, lleve adelante su propósito de consultar en
una convención á sus partidarios, sobre el candidato que
reúna mayores votos, para oponer á la candidatura de los
concillados. Esa manifestación de opinión, servirá para
quitar de las manos la arma peligrosa que hoy se esgrime
acaso por personas bien convencidas de ello, de que la
República est^ amenazada por candidaturas que son un peligro
para las libertades públicas, á causa de venir impuestas
por los gobernadores.
Esas reuniones de personas espectables tales como las
indica el proyecto de circular publicado, harán llegar
hasta la conciencia de los mas obcecados que no son los
gobernuntes de la Liga los que nombran Presidente.
Si esa Convención confirma las actuales candidaturas, los
hombres sinceros se sentirán con la fuerza necesaria para
apoyarlos como expresión de parte de una opinión pública
sincera; y los pueblos estarán prontos á sostener sus can-
didatos si obtuvieren mayoría legal y sincera, en despecho
de las invenciones á que acudirían los que pretenden desde
ahora negar su legalidad.
De todos modos la situación que este programa crea es
LOS BBSFALLBGIMIBNTOS T LOS DBSYIOS 321
:grave por la posición del candidato, pues no es indiferente
ser gobernador actual de una Provincia tan influyente como
esta, para dar peso á dichas aseveraciones.
Lo que en La Nación es una de tantas preocupaciones de
partido, mas ó menos aceptables, cambia de aspecto, cuando
un candidato gobernador las adopta como bandera y me-
dio de acción.
Es preciso que no se hagan ilusiones los promotores de
candidaturas, proclamaciones, manifestaciones y demás
prácticas electorales. Es preciso que los ciudadanos no
•crucen los brazos y dejen venir de rumbos opuestos estas
locomotivas á estrellarse una contra otra. Roca con Tejedor
— el Gobernador con el General — Buenos Aires con las
Provincias, á pretesto ó & causa de ser gobernador el uno»
y tener el otro una liga de gobernadores en su apoyo. El
programa está lanzado.
La interpelación de ayer no ha de dar el resultado que
se busca, pues bastan las denegaciones para quitarles todo
alcance á las frases. Es la opinión pública la que debe
examinarlas y compararlas con el lenguajéP del partido que
representa el candidato. Entonces todo lo que se niega
sirve de complemento á lo que se añrma; y como se habla
de cosas, hechos y hombres actuales, lo aceptado como ver*
<ladero dice mas de lo que no se reconoce como genuino.
«Vuestros adversarios exhiben candidaturas, que son un
peligro para las libertades públicas!
«Reaccionaré enérgicamente contraías trasmisiones here-
ditarias— (gobernadores electores, liga, fraude, violencia.)
«Sucesión libre de los poderes públicos», ahora, antes de
elegir Presidente, para qué se necesita mas?
No hacemos de ello un reproche al doctor Tejedor.
Puede ser este el programa de un partido, si el hecho es
-cierto, en tai grado, que pueda salir á la parada para aca-
bar con él, uno de los gobernadores mismos de Provincia
estando gobernando. Lo que queremos hacet notar es que
no deben los que sostienen la candidatura que amenaza las
libertades públicas ir adelante sin medir las fuerzas con
que cuentan, á ñn de no lanzar al país en una lucha que
tendría laincertidumbre de un lado, el propósito deliberada
niel otro.
Tomo xl.— II
322 0HHA8 1>K 8AHMIKNT0
LAS CANDIDATURAS DE GUERRA Y DE PAZ
(Bl Nacional, Junio 6 de 1879.)
A cada momento tropezamos con palabras, frases y con-
ceptos convencionales, que derrotarían el buen sentido y la
sagacidad del lector que cree inocentemente, que las pala-
bras fueron inventadas para representar ideas. Recorda*
mos una época en que estuvo en voga la palabra rataplingues^
y el público lector estaba de acuerdo en creer que sabía
lo que era un rataplingués. Una vi^^a en un sentido figurado^
creemos nosotros mismos que creíamos que sabíamos poco
mas ó menos lo que signiñca, no obstante no tener antece-
dente de como y porque se haya dado esta desviación sin-
gular al nombre de un desecho de madera.
Nos hemos encontrado parados y perplejos ante clasifica-
ciones de candidaturas, que esperamos porque sería impropia
decir tememos^ que hagan su camino, y sean adoptadas por
la generalidad, para la cual son creadas. Candidatura de
pa% una^ colitra candidatura de giierra otra. Cuál es la
candidatura de guerra?
Debe suponerse que estando preocupada la opinión coa
las cuestiones chilenas, ó con la guerra del Pacifico, haya un
candidato, que esté mas dispuesto que otro á apoyar á los
partidarios de la guerra. En Inglaterra el partido tory con
D'Israely estaba por la participación en la guerra de Tur-
quía, mientras que los whigs^ con Gladstone, estaban por
la paz. Eran, pues, candidatos de ministerios estos de la
paz ó de la guerra, el uno ó el otro.
Aquí el General Roca es llamado candidato de guerra,
acaso porque está actualmente en la frontera, estableciendo
guarniciones. Haría el mas alto honor á los políticos, el
crearle odios y preocupaciones con esta clasificación de can-
didato degtierra^ k ñn de atraer simpatías al candidato de
la paz.
Pero no es este el propósito. Candidato de guerra^ quiere
significar que el triunfo de su candidato traerá la guerra
civil, mientras que la otra solo garantías de paz.
Creíamos que esta distinción fuese una hábil explotación
del sentimiento público que pide paz y tranquilidad, como
LOS DESFALLECIMIENTOS Y L08 DESVÍOS 323
la famosa frase, el imperio es la pax^ que calmó por el mo-
mento las inquietudes populares, pues que histórica y eti-
mológicamente el imperio es la guerra.
El candidato de guerra, no ha emitido, sin embargo, opi-
nión ni pensamiento alguno, que esté en pugna con interés
ni idea adversa. Acaso sus amigos de aquí se han preci-
pitado en darle una candidatura, que tiene resistencias;
pero como no hay programa suyo, no hay razón para lla-
marle candidatura de guerra.
Los que se declaran sus adversarios han emitido ideas de
algún género, han fijado propósitos, han hecho exclusiones,
han dicho que es lo que no quieren, ni aceptan ni tolerarán;
y estos podrían ser clasificados de hostiles, por la hostili-
dad que declaran.
La que sostienen, será, candidatura de guerra: y tal es
el pensamiento. La del General Roca será de guerra, por-
que la de Tejedor le hará guerra implacable; ponqué sus
parti<larios irán á la guerra civil antes que aceptar la posi-
bilidad siquiera de aquella candidatura.
Este es, pues, el intento de la clasificación.
Si la una triunfa estaremos en paz: si la otra se presenta
siquiera, iremos á la guerra.
Entristece y da lástima ver la pobreza de los recursos con
que se gobiernan y arrastran pueblos que se precian de
civilizados. Compréndese como en las épocas de transfor-
mación social las palabras patria, independencia, religión,
libertad, movieron las grandes mayorías.
Cada una de ellas suscitaba algún sentimiento profundo
del corazón, ó alguna grande aspiración del alma; pero nos
avergonzamos hoy de la pequenez de los medios con que
se intenta, y lo que es peor, se consigue apasionar al público,
con las palabras candidatura de pax^ candidatura de guerra.
Estamos por la candidatura de paz con el que hará la gue-
rra á toda otra candidatura, y no con la de guerra, que aun
no se sabe si acepta el honor siquiera que desean hacerle
sus amigos, á causa de haber puesto término á la guerra
secular con los salvajes, y en beneficio de los que así lo
ponen fuera de la ley.
No abogamos por candidatos, no aprobamos las candida-
turas por gratitud, aunque eso sea uno de las mas genero-
sos motivos que arrastran á los pueblos, á depositar el
324 OBSLKH DK SAKBilKNTO
poder en manos de quien los sirvió, sin consideración á los
objetos especiales del gobierno, pero no podemos escusarnos
de denunciar este abuso de las palabras, haciendo de
nuestra propia perversidad un baldón^ y un desmérito para
los otros. No es candidato de gueira aquel á quien nosotros
nos proponemos hacer guerra. Los guerreros son los que
lanzan la idea de la posibilidad de la guerra civil, por
cuestiones de segundo orden; pues á parte del mérito perso-
nal de los candidatos, que puede ser de diverso género, ó
superior en unos ó en otros, es una iniquidad excluirlos
como indignos de gobernar, mas ó menos mal, pueblos
como los nuestros. ¿Qué diferencia hay entre Avellaneda,
Sarmiento, Mitre, Tejedor, Roca, Alsina, que para igualar-
los sea necesario colmar de sangre y de ruinas las medidas?
La verdad es que tales tretas é invenciones, para apasio*
nar al publico en favor ó en contra de tal ó cual candidato
tienen por fundamento, el supino desprecio que sus auto-
res maniñestan por el criterio público.
Cuentan con que cualquier paparrucha aun la mas vulgar
y grosera sirve, á fuerza de repetirla, como raiaplingues^ viruta
V otras para crear una fascinación á falta de ideas, que no
les atribuyen.
El imperio es la pax^ ó bien la candidatura de nuestra
predilección es la paz, en caso deque otra no se presente,
es la traducción mas pobre y cuitada de una vieja espío-
tacion. Porque los pueblos aman la paz, amenazémosles
con la guerra, y entonces habrá paz?
Partidos que blasonan de liberales, y cuya enseña son
los principios, no hablan sino de revolución; y los aboga-
dos y jurisconsultos de hacer la guerra; y la guerra se
hace en efecto, como las revoluciones; manteniendo en los
ánimos, frescos los recuerdos y presentándoles como los
actos mas loables y mas sencillos.
Esta es la terrible herencia que nos han dejado medio
siglo de desórdenes civiles, como á la Francia sus victo-
rias y sus revoluciones. Se invoca la revolución de Se-
tiembre á propósito hoy de candidatura, y ya se amenaza
con un nuevo Pavón, como si hubiere logrado á tanta
costa, con diez años perdidos y diez millones de deuda
contraída, mas que colocar unas pobres charreteras y
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 325
una banda sobre los honabros de algún oñcial afortu-
nado.
Ya lo hemos recordado otra vez, en Méjico aprendieron los
norte-americanos, nuestro arte sud-americano de hacer
guerra y dar batallas por candidaturas aunque no hayan
mostrado, no obstante su millón de hombres muertos,
nuestra habilidad habitual de dar el triunfo al que menos
merecía tales sacrificios.
No valen Tejedor, ni Laspiur, ni Roca, una batalla, ni me-
nos una violencia.
Cuál es el mejor? el mas inepto; y estamos seguros, de
que sus propios partidadarios piensan lo mismo.
Es horrible hablar de guerra por bagatelas de este género.
Es un atentado el despertar en los ánimos la idea de que
podemos llegar á esos extremos; pues se llega en efecto,
por el hábito de oírlo, recordarlo y aprobarlo. Es á causa
de esas continuas provocaciones á la revolución ó á la
guerra, que esta vergonzosa llaga sud-americana se man-
tiene supurando, sin cicatrizarse nunca.
Son hábitos adquiridos, y que aun no excitan la adversión
que merecen.
La desgracia es que la opinión sensata, paciñca, está
también viciada, y no se indigna de ver, que se prepara el
camino á las revueltas, á los desórdenes, á la guerra civil
á fuerza de amenazar con sus estragos, y prepararles el
camino.
No hay, pues, candidaturas de guerra, ni candidaturas de
paz. La que se llama de paz es porque amenaza con la
guerra y se propone hacerla nacer, creando preocupaciones
absurdas, innecesarias, no motivadas. Vamos á pelear por
un ^rataplingue,s, que lanza La Nación, ó por una viruta que
les echó La Tribuna ?
LAS PALABRAS Y LOS HECHOS
(Bl NaeUMol, Junio iO de 1879.)
«El carácter con que se inicia la lucha presidencial, dice^
La Tribuna^ es peligrosísimo. De uno y otro lado los par-
tidos ponen en juego medios, que van á llevarnos, forzosa-
mente á la guerra civil.i>
326 0BKA8 DB 8ARMIKNT0
Este presentimiento está en todos los espíritus: cada
partido siente que el camino que tiene por delante no tiene
salida, sino es destruyendo una barrera, de otro modo in-
superable, y sin embargo sigue su camino, esperaadu que
la barrera ha de quitarse de motu propio, amedrentada por
la contemplación del golpe.
La barrera no se quitará: el choque sobrevendrá, y ten-
dremos que deplorar muchos años y muchos esfuerzos
malogrados.
No hemos tomado cartas en el juego que están prepa-
rando, los que dirigen estas fuerzas antagonistas, limitando
hasta hoy nuestra acción, á quitar, si es posible del cami-
no, y del alcance de los contendientes, las armas, que no
son de lícito uso en hechos electorales.
Tal nos pareció la clasificación en candidaturas de paz
y candidaturas de guerra, lasque pudieran reconcentrarla
opinión en dos candidaturas que ya se diseñan, como las
del doctor Tejedor y del General Roca. Este último se
anunciaba como de guerra^ el otro como candidato de
paz.
Hemos sido en parte tranquilizados por ¡el mismo diario
que usa de aquellas clasificaciones, asegurando que no es
guerra precisamente la guerra, como no promete paz, la
candidatura de paz invocada, sino quepan: es sinónimo de
conciliación^ y guerra de lucha de partidos.
Y para probarlo se hace la historia de la conciliación^
estableciendo que los que á ella se oponian, se negaron á
concurrir abiertamente á la paz, y sostuvieron que la elec-
ción de Presidente debía hacerse, bajo los auspicios de la
lucha de los partidosl
Gomo se ve, conciliación ypaz^ es la misma cosa; y lucha
de partidos en las elecciones es guetra. «Candidatos de
conciliación. Candidatos de partidos. Los primeros son
llamados de pa»t y los segundos de guerra. t»
Una pequeña objeción opondremos á esta clasificación; &
estas paces ó guerras.
La elección de Presidente como toda otra elección, se ha
hecho en todos tiempos y países, bajo todos los gobiernos,
por medio de una lucha de opiniones, y aunamiento de
voluntades, que da el triunfo á la mayoría.
Esto es lo que la Constitución prevee; lo que requiere
LOS DBSFALLBCIMIBMT08 Y L06 DfibVlOS 327
para llenar sus fines. Esta ItAcha no es equivalente de guerra;
y los que no quisieron aceptar una engañosa conciliación»
sino hubieran obrado prudentemente, habrían por lo menos
obrado como han obrado todos los hombres, todos los parti-
dos en todos los países, como están obrando aquí mismo.
Gomo no hay práctica de conciliaciones en el régimen del
gobierno libre, si hubiese sido acertada la que se intentó
aquí, no hay por eso derecho de imputará crimen, el no
haber entrado por ese arreglo, que no ha salvado nada, y
que puede sumir al fin el país en un caos de desórdenes.
Hablamos muy seriamente; en defensa de los principios
aceptados por la ciencia y la conciencia y no en sosten de
errores, pues ni á la conciliación pretendida opusimos
obstáculo, dejándola producirse. Pero en política la terrible
experiencia ha mostrado que es en vano darse prisa á cose-
char la fruta verde de las combinaciones é invenciones del
momento. La convención nacional salvó á la Francia —
quién lo duda? Esta era una verdad incontroveitible hasta
ahora poco, cuando la historia ha hecho esta pregunta: —
^ Salvó la Convención á la Francia de la entrada de los
cosacos en 1815, ó de los prusianos en 1870?
No hay que darse estas prisas, que creen pueden resolver
por días y por horas los problemas que se ponen por delante.
Los horrores de la revolución francesa, no aseguraron ni la
libertad, ni la República, ni la integridad del territorio.
Crearon tiranías plebeyas, militares, nobles, burgueses^ y
monarquías é imperios.
Pueden darse todas las buenas razones en favor de la
conciliación; pero no hay derecho para condenar á los que
no la aceptaron, comprendieron ó estimaron, porque es ua ^
invento nuestro, de circunstancias, y que está en pugna con
los principios de gobierno, niega la libertad y puede des-
truirla entre nosotros como se presiente hoy.
La conciliación que no ha concillado á los que con de-
recho no la han aceptado, puede ser un instrumento de
falsear todas las nociones, y dividir mas y mas á los homr
bres.
El Presidente nacional provocó la conciliación con el
Gobierno de Buenos Aires.
El doctor Tejedor es candidato de conciliación.
328 0BRA.8 DB SARMIENTO
El General Roca era ministro y continua siéndolo áei
Presidente conciliador.
¿Cómo es que esta conciliación sinónima (1ep^2:, hace que
el que la produjo no esté en el producido, y sean de paz^ los.
que están en antagonismo abierto hoy ?
Perdónennos que les digamos que es pesada la burla
que se hace de la conciliación^ queriéndola mostrar como
el ósculo de paz que se están dando á la fecha sus pro*
motores Casares, Tejedor, Avellaneda, Roca, Laspiur, etc.
El mayor estrago que ha hecho la persistencia en este
juego de palabras que nada dice, que nada representa, es
el haber viciado todas las nociones recibidas en política y
desorientado á los hombres, no teniendo ya mas guia que
la esperanza de éxito que dan tales ó cuales combinaciones.
¿Quién pudiera soportar, sino fuese la perturbación intro-
ducida en las ideas, este razonamiento: «Los candidatos de^
conciliación son de paz: los opositores á es^ta clase de can-
didaturas levantan las de partido, es decir de guerra^ puesto-
que tienden á llevar un partido al pdder con esclmion de otros ? »
Pues, alma bendita, eso es lo que hacen todos los parti-
dos, en todos los tiempos, en todas las naciones, en todas^
las repüblicas, en todas las elecciones; y no son por eso ni
partidos de gueira^ ni candidatos de guerra los que propo-
nen y sostienen, sino que siendo hombres libivs de propo-
nerse un candidato, puesto que ese es su derecho, van á
aunar sus voluntades para obtener la mayoría de votos
que la Constitución exige.
Un partido de conciliación hará lo mismo entre sus
propios partidarios, y puede ser que el crenilor de la con-
ciliación alce las manos al cielo todos los dins á causa
de la conciliación que operó entre las fracciones y hom-
bres que representan Mitre, Gainza y Tejedor. Pero este
triunfo no constituye la conciliación sinónimo de pai, ni
á los que no fueron beneficiados por ella los hace estar
en guerra, porque hacen ó harán uso del oficio, ó encargo
que les hace el sistema de gobierno adoptado de elegir
funcionarios por lucha de votos en las elecciones, conce-
diéndolo al mayor número.
¡Cómo pueden ser acusados de propósitos criminales, y
de conatos de guerra los que obraron, no aceptando la con-
ciliación, como obran todos los hombres, todos los pueblos»
LOS I>B.r»FA.LLBGIMlBNTOS T LOS DESVÍOS 329
sin escepcion de uno, en todo tiempo y lugar! j Cómo
puede tejerse una corona de santidad y darse por pro-
motores de la paz, los que en materia de elecciones han
adoptado un sistema, que no es ^1 de confrontar votos
contra votos, sino una pretendida conciliación, que inten-
taría suprimir la lucha electoral; pero que ya principia
por negar el derecho de votar á los que no sean de la con-
ciliación, llamándoles de guerra^ porque no son de la clase
de paz que todos presienten, cuando los conciliadores y
concillados. Avellaneda, Casares, Tejedor, Roca, Gainza,
Laspiur, Mitre, Elizalde, tengan que decidir contra ellos
quienes están concillados y quienes nó, á la hora presente
y para las próximas elecciones I
EL CONTINENTE POR EL CONTENIDO
{SI NaeUmal, Junto M de i879.)
Buen servicio prestará al público quien pudiese con ver-
dad definir el verdadero mérito y acierto de uno do los can-
didatos que dividen entre sí los votos de los ciudadanof^j
como asi mismo los móviles que arrastran en una ú otra
dirección las simpatías de los individuos.
Por mas que exajeren su antagonismo los que tratan de
amenguar el mérito de los candidatos opuestos, cada uno
de ellos tiene sus buenos lados, aun sin las ideas de parti-
do cuya representación le atribuyen sus amigos. Sus lados
oscuros mismos, aquello queda á la sombra, porque aun no
lo ha iluminado la luz de los hechos, si es una preocupa-
ción ó un temor para los unos, es mirado como favorable
por los otros.
Cuando ha de fijarse en un solo nombre la opinión de
los habitantes de catorce provincias, colocadas á distancias
enormes, en poblaciones apartadas, en ciudades y campa-
ña, pues todos son llamados á concurrir aun mismo fin, ha
de buscarse un hombre que sea de todos conocido, que
esté presente á la mente de todos, lo que constituye la po-
pularidad, esa auréola tan solicitada, tan buscada, y que
despierta ambiciones nobles» inspira actos que exiten sim-
patías y lo hagan por decirlo asi, correr de boca en boca
330 OBHAtf ÜK 8AKMIBNT0
no importa que los hechos ó las teorías, sean esencialmente
buenas ó útiles.
Un general prestigioso, cualquiera que sean sus cualida*
des y sus ideas, está en camino de llegar á ser conocido del
mayor número, y fijar las miradas de un país. ¿Será apto
para gobernar, será excelente administrador? No es esto
de lo que se ocupa. el pueblo, ni es razón para justificar el
voto. Basta para que sea un centro de opiniones, la noto-
riedad de su nombre. Sería en realidad el menos apto, pa-
ra la función que se le destina, pero siempre sei*á el nom-
bre mas conocido, y mas generalizado. Cuántos ciudada-
nos hábiles administradores, cuántos patriotas intachables
quedan fuera de cuestión, porque conocidos de los unos, es-
timados de los pocos que son capaces de conocer las cuali-
dades necesarias, no han llegado á conocimiento de todos,
y por tanto no están en lista, cuando toda la República ha
de reconcentrar sus votos en uno solo.
Los grandes políticos, los nombres que han sonado por
largos años en el oído popular, se hallan en el mismo caso,
ya sea por sus virtudes y servicios, ya por la detracción que
se seba en contra de ellos. Estos nombres vienen viviendo
con el pueblo, y pueden ser el objeto de la reconcentración
de las simpatías, sin necesidad de inventarlo. Vése esto
mas claramente en los partidos. Duran los nombres pasa-
dos y vuelven á presentarse ácada nueva emergencia, aun-
que los individuos hayan cambiado, pues que las ideas
continúan en la misma dirección.
La popularidad, ó mas bien la notoriedad de un nombre
propio, es condición esencial para que la elección de un ma-
gistrado único en la República, sea real, verdadera. De ahi
no se sigue que esa elección sea buena, ni consulte los in-
tereses de la comunidad. La gran mayoría que va á decidir
con su voto no es capaz de fallar sobre las cualidades re-
queridas para el desempeño de las funciones que van
á ser encomendadas. Los attíuienses echaban á la suerte el
nombramiento de sus generales, y á veces era un pobre za-
patero el llamado á mandar los ejércitos, de que dependía
la existencia de la República. ¿Obedecían en esto al senti-
miento de la igualdad democrática, base de sus institucio-
nes? No podían ser ciegos á ese grado; pero creían en el
destino^ su providencia, en la inspiración divina de Mi-
LOS DESFALLECIHIBNTOS T LOS DRsfVIOS 331
nerva, la Santa protectora de la ciudad, y fiaban á aquellos
agentes misteriosos la elección. El general era ya santifi-
cado, casi unjido por la suerte, el dedo del Destino, y lleva-
ba *bou esü solo la sumisión y la confianza del soldado,
los dos grandes resortes de la victoria.
El trabajo de los políticos, de los que encabezan facciones
en las Repúblicas se dirige, pues, á hacer conocer de todos
su nombre, y no pocas veces suponen que es de todos co-
nocido y estimado, para hacer prevalecer su propio interés
de partido ó aun el personal mismo. ¿Quién no ha visto le-
vantarse candidatos imaginarios que se disipan al dia si-
guiente de anunciado? Quién no recuerda nombres persis-
tentes en la mente pública, que todos murmuran y repiten,
sin que por eso aparezcan proclamados?
En esta obra de perforación necesaria, aparece luego la
acción organizada del gobierno, ó de los gobiernos; pues que
ellos son centros de acción; y á falta de una opinión en los
individuos oscuros, ó ignorantes, ellos pueden presentar un
gran número á quienes sugerirán el nombre notorio, ó pa-
pular, que no llegó á penetrar hasta esas capas populares,
demasiado inferiores, para que hasta ellas lleguen los nom-
bres de hombres públicos, ya de acción reciente, ya de
trasmisión de los tiempos anteriores. Los que tanto mal
hablan délos Gobernadores electores, se olvidan qne en
condiéiones iguales, y en capas sociales superiores, se pue-
de organizar la anarquía también. Entonces una y otra
acción pretenderán representar al pueblo inferior» los unos
porque obedece, los otros para que resista.
Esta es ya la forma última que ha asumido la cuestión
electoral para la próxima Presidencia, y la que va á dar en
pos sino en medio de conflictos, el resultado de la lucha. De-
jando candidatos suplementarios, y medios tintes de parti-
dos, dos tendencias se diseñan claramente, y estas absorve-
rán ó anularán cualquiera desviación. Cada uno supone que
conceiftra en torno de un hombre, (á veces hasta de nom-
bre notorio, popular se precinde) la opinión pública, cons-
ciente de las aptitudes del candidato; que en cuanto á la
notoriedad misma, si la muchedumbre votante no la ex-
perimenta, el poder organizado, ó la anarquía organizada
pretende representarla, el uno porque obedece, la otra por-
que resistirá.
332 OBRAS Dh. SARMIENTO
La tacha de los Gobernadores electores opuesta con tan-
to calor por ciertos diarios, era la protesta contra la parte
de pueblo votante, que á falta de juicio propio, recibe ins-
piración del teniente alcalde. Combatíamos la ceguedad del
ataque, que quería envolvernos á nosotros en el repro-
che, á nosotros que no conocemos ni de vista un Juez de
Paz.
Pero la necesidad de la defensa^ ó la falta de sinceridad,
los llevó ¿renunciar al puritanismo invocado, y acojerse
también á la sombra de la organización oficial, á ñn de es-
tar seguros del voto de la mayoría de votantes, que sa-
ben están dispuestos, sin que violencia se les haga, á reci-
bir un nombre, y llevarlo k la urna.
Tendremos, pues, de un lado los centros oficiales, contra
las organizaciones anárquicas resistentes; y del otro lado el
mas poderoso centro oficial, contra otras organizaciones
anárquicas, incapaces de resistir.
Triunfará en el hecho material el que mas pueda, aunque
no sea el que mas votos reúna. Pero lo que quedará para
lo futuro establecido, y eso durará veinte ó mas años sin de-
sarraigarse, es que la elección de Presidentes futuros la
harán, sin embargo, gobernadores nombrados de antema-
no al efecto.
La razón de esta alteración está en el simple hecho, de
que nadie queda esento del cargo. El dicho de Jesús, tire
el primero la piedra que no tenga este pecado, es la condi-
ción de nuestros diarios, como fué en su origen la absolu-
ción de la mujer adúltera.
Y qué lástima! El año precisamente en que por la pri-
mera vez en un gobierno republicano, como es el de Fran-
cia hoy, se definía el delito de gubernismo en las elecciones,
pues hasta ahora había sido declarado tal, ni condenado en
país alguno. En las elecciones republicanas el rechazo de
los electos, por orden ministerial comunicada en cartel
blanco, en lu intentada acusación de los ministros, ^e es-
tableció delito y jurisprudencia, y al día siguiente y mien-
tras se leían las decisiones francesas, se declaraba á cara
descubierta entre nosotros que la centralización oficial se-
ria de buena ley en las provincias y en Buenos Aires, para
unos candidatos como para otros; pues los candidatos esco-
gían, precisamente por su capacidad de hacer que la parte
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DBsVIOS 333
obediente á falta de criterio, sea según su numeróla guía y
la medida de la bondad del electo. La elección no se hará
para nombrar Presidente, sino que el Presidente se nom-
brará para la elección, que es un vaso que está hecho, y re-
cibirá agua, vino ú otro líquido.
Pobre país donde se introduzca esta subversionl El des-
potismo de los Napoleones es algo aceptable, porque siquie-
ra era una grande fuerza coa una suprema inteligencia.
NOTAN CALVO 1
* {Bl Naeional, JoUo S de 1879.)
« Sarmiento era considerado como un talento de
primer orden, pero falto de buen sentido práctico.
Es el Damas de la literatura americana, decían sus
admiradores. Nunca el sol del continente engendró
una fantasía mas exaltada, mas ardiente, mas fecun-
da, mas brillante.»
« Pero no le reconocían ninguna cualidad de bombre
de Estado.»
« Fué necesario que subiese al poder, que pusiese
la mano en las beridas del país, para que se revelasen
sus condiciones de bombre de gobierno, la grandeza
de vistas, la delicadeza de iodo, y la seguridad de
juicio, que amigos y enemigos le reconocen.»
« En el gobierno, aprendió á gobernar.»
( De La Tribuna de ayer.)
Hace seis meses que estamos presenciando en silencio»
el trabajo de ciertos diarios, para pervertir la opinión pú-
blica, falseando la historia, destruyendo en el concepto
público las nociones mas vulgares de la experiencia, á fln
de encubrir un punto vulnerable del edificio que tratan
de construir en favor de un favorito, á quien dañan en lugar
<ie servir.
Si no nos constase que hay en ello mas candor que
malicia, mas indiscreción que perversión de espíritu, cree-
ríamos que se trata de crear una tiranía militar, probando
que el que maneja bien una espada, y manda un ejército,
tiene con ello todas las cualidades necesarias para gobernar
una nación de ciudadanos pacíficos. Al golpe de estado
334 OBRAS DB SARMIENTO
del Principe Napoleón le precedió un panfleto que llamó 1»
atención por la audacia de su doctrina.
« El mejor gobierno del mundo es el de Rosas en Amé-
rica, se decía. El mejor argumento el cañón. Esto ea
histórico. El atentado del 2 de Diciembre lo probó.
Blsmark lanzó el célebre axioma: la fuerza precede (pri*
me) al derecho.
Somos los primeros en reconocer los méritos contraídos
por el General Roca en su inmortal operación de acabar
con los indios. Cualquiera preparación que ha3'a hallado
en los hechos anteriores, la reconquista de territorio desde
las goteras de Santa Fé hasta el Rey, desrie el Rio IV hasta
el quinto, desde el Bragado hasta la zanja de Puan, la
verdad histórica es que el General Roca emprendió inten-
cional mente, que es lo que constituye su mérito, la obra de
acabar con los indios, 'cumpliendo una ley, y una antigua
indicación del señor Sarmiento en Argirópolis, con llevar
la frontera al Río Negro, que ni Alsina, ni el mismo Sar-
miento intentaron siquiera. El mérito está en concebir una
gmnde y idea y ejecutarla, y eso pertenece al General
Roca, con todas las demás cualidades que le honran, y le
merecen la consideración pública.
Pero es abusar de la paciencia del público, por conquis-
tarle votos como Presidente, seguirle paso á paso, y si
estornuda, encontrar en ello una muestra de su genio, y
en una mirada distraída sobre el horizonte, hallar la pro-
fundidad de sus vistas. Va acompañado de reporlers, de
sabios, de jefes y todo lo que dicen se encuentra; los terrenos
hermosísimos, los pastos abundantes, las observaciones
meteorológicas, todo prueba que el General debe ser el
Presidentes de la República, pues que es el hombre del
Destino y de la victoria.
Si no encuentra enemigos porque no los hay en su cami-
no, es una nueva gloria, y prueba de su humanidad, ganando
victorias sin sangre; mientras que el pobre üriburu que
va abriendo paso por la nieve, y Lagos que hace setecientos
prisioneros, si algo hacen, es solo para que sea Presidente
Boca.
Pedimos, solo un poco de discreción.
El elogio excesivo, sistemado, mecánico al jefe de un
ejército, á mas de servir mal la causa del favorecido, porque
LOS DB8FALI.BCIMIBNT0S Y LOS DESVÍOS 335
subleva al fin el buen sentido, contra él que es inocente
de estos manejos, puede contribuir á marear al mismo jefe,
é infundirle una idea exagerada de su poder é influencia.
La modestia es virtud que se gasta con el roce y la huma-
reda del incienso diario de la alabanza.
¿Están educando un tirano? El General Roca es un
joven neóñto de que la sociedad y su época pueden hacer
un hombre de gobierno, 6 un soldado presuntuoso. No lo
pervirtamos.
No hubiéramos hecho estas observaciones, si para llevar
adelante el plan de campaña electoral no se tratase de
probar histórica y científicamente que los pueblos todos,
y el nuestro en particular han sido siempre gobernados por
el primero que da una batalla, ó se hace de amigos que
lo empujen, ajando sin provocación nombre y reputa-
ciones.
El señor Sarmiento no vino á aprender á gobernar en
el gobierno, como tan sin necesidad y sin razón se dice.
No era como un Dumas llamado al gobierno, por su imagi-
nación y sus novelas. Fué electo hallándose ausente des-
pués de ocho años, por sus cualidades de hombre de
gobierno reconocidas por sus amigos enemigos aunque estos
lo apollidasen el foco Sarmiento, precisamente porque temian
á esa cualidades de gobierno, que encontraron reales á su
debido tiempo.
Aparte de la capacidad personal ó el carácter, el señor
Sarmiento era en 1868 el único argentino quizá que se vinie-
se preparando para el gobierno con mayores presunciones
de acierto.
Tenía entonces la edad que se llama provecta; y como los
cónsules romanos, necesitaban haber ante sido ediles, ques-
tores, ó servido en el ejército, había pasado por todo el
currículo de nuestra escala, habiendo sido Senador, Minis-
tro, Gobernador, militar y diplomático; Dumas nada de eso
fué. Como publicista había ejercido una grande influencia
en la destrucción de la tiranía, y entre la poire et lé framogey
lanzado y fecundado las ideas de inmigración, educación
y libre navegación de los ríos, y hasta la indicación de la
frontera del Río Negro, que hoy gracias al General Roca se
ha convertido en hecho.
Había estado muy cerca del gobierno de Chile muchos
336 OBRAS DB SAKHIBNTO
años, fué dos veces & los Estados Unidos & ver funcionar las
instituciones, y estado en muchos países en contacto oficial
con hombres de Estado.
Estas circunstancias, el no ser su vocación escribir nove-
las, y cuarenta años de vida pública, en su propio país, no
autorizan k decir que al llamarlo de los Estados Unidos, la
elección popular para encargarlo del Gobierno, no le reco-
nocían nin|;(una cualidad de hombre de Estado, y que fué
necesario que pusiere mano á la obra, «para que se revela-
ren las condiciones de hombre de gobierno y la
seguridad de juicio, quQ amigos y enemigos le reco-
nocen.}»
¿Cuál hombre público entonces estaba mas preparado
para desempeñarse con conocimientos prácticos y teóricos?
El Q^eneral Mitre terminaba su gobierno, y se presentaban
como candidatos el General Urquiza, el doctor Eiizalde y
el doctor Alsina. Tenia sobre el primero la reputación de
mayor adhesión á los principios, sobre el segundo apoyado
por sus partidarios en Buenos Aires, y el tercero por su
posición oficial en las otras provincias, la inmensa ventaja
de ser de todos y de la mayor parte de los ciudadanos
simpáticamente conocido, circunstancia que le favorecía
en el exterior, cosa que no es indiferente en el jefe de un
Estado, que necesita estar en contacto favorable con otros
gobiernos, que gustan de no andar buscando quien es su
nuevo, bueno, grande amigo, sean reyes ó Presidentes.
No se va á aprender á gobernar en el gobierno, pues no
se pueden borrar como en la pizarra los garrapatos del
principio, ni se puede esperimentar sobre pueblos, como
el cirujano en el anfiteatro para descubrir el organismo
interno del cuerpo humano.
Sostenemos pues, que el sufragio universal no buscó en
el señor Sarmiento uu novelista, un Dumas, y solo recor-
daba en él después de ocho años de ausencia, el hombre de
gobierno que todos habían conocido en la prensa propa-
gando ideas económicas que mas tarde fueron la piedra
angular de la organización y desarrollo del país; y en los
diversos empleos públicos, y en los países en donde residió
largos años, estudiando los resortes del gobierno, y el juego
regular de las instituciones libres.
Dejando pues, en su buena reputación y-buen nombre
LOS DBSFALLBCIMIBMTOS T LOS DBSYIOS 337
^1 General Roca y á todos. los candidatos presentes y futu-
ros» negamos redondamente que el señor Sarmiento, en-
canecido en el servicio público, y con mas vastos horizontes
para estudiar las cuestiones políticas que todos sus con-
temporáneos de entonces, haya venido á hacer su aprendi-
zaje en el gobierno, aunque tuviere la fortuna de concluir,
dejando acreditada y comprobada esa seguridad de juicio que
umigos y enemigos le reconocen^ aunque todavía no falten estú-
pidos que le llamen el loco Sarmiento,
En la tieiTa de los ciegos le habrían llamado el Tuerto.
Puede ser el protegido de La Tribuna tan digno de sus
alabanzas como lo desee, sin hacer del señor Sarmiento un
saltimbanqui, y ponerlo al lado de Dumas, en lo que agra-
via la memoria de éste, y ofende á. los que eligieron al otro.
Presidente. Hemos visto programas de elecciones de Tucu-
man y otras Provincias que decían en 1867 lo contrario, &
saber que no presentaban un nombre nuevo, sino el del
hombre de gobierno ma& conocido, y que eran sus ideas de
gobierno las que le reunían sus votos.
Rogamos á quien coni^erve por allá alguno de esos pro-
gramas, lo publique para desvanecer imputaciones injustas.
ES LA PURA VERDAD
(Bl Naeional, Julio 4 de 1879.)
Observa La Tribuna que al parecer solo las alusiones
personales sacan de las casillas al señor Sarmiento. Sin
negarlo, hubiéramos deseado otra atenuación del aserto
bastante inexacto y poco honorable, que en un descuido
se le escapó á aquel diario con respecto á su pasado rol
6n la vida pública. El exceso del cargo sugirió el consejo
de no exagerar sus esfuerzos en favor de su candidato.
Apenas tenemos juicio formado sobre las cualidades
gubernativas de los diversos candidatos y creemos con La
Tribuna que los pueblos están aburridos de los que han
gobernado demasiado. Hay tanto niño para un trompo t
Pero es bueno no desacreditar el articulo y sobre todo el
tínico nombre que no aparece en las listas.
Fué lo de Dumas, y aserciones gratuitas sino inexactas
Tomo zl.— 31
338 OBRAS DK SARMIBMTO
sobre una vida, que por larga y honorable ha pasado ya
al archivo^ lo que quisimos defender sin comparación.
Por lo demás, no nos ha de encontrar entre los oposU
tores ó detractores del General Roca. Estimamos desde
luego al General, y no es de ahora que le concedemos
cuanto ha acreditado merecer. Ni hemos de esquivar la
ocasión de hacer valer sus méritos, como lo hemos hecha
siempre.
El señor Sarmiento ha dicho de La Tribuna que fué bajo
la redacción de los Várela como la casa de su pensamiento;^
y aprovecha esta ocasión de añadir que á los actuales
redactores no les debe sino atenciones y buenos y oportu-
nos conceptos en favor. Alguna vez al señor Andrade ser-
vicios espontáneos de buena voluntad.
Dicho esto, y quitando por no dicho lo de Dumas^
creemos haber atenuado los efectos de un razgo de mal
humor.
TENEMOS CANDIDATOS?
(Bl Nacional, Jallo 14 de 1879.)
r
Esta pregunta nos hacemos cadadia^ftue, por necesida-
des de oñcio, tenemos que recorrer los diarios. El tono
de seguridad con que cada uno habla, hace creer que loa
hay, y muy populares, y sin ayuda de vecino, de cada
lado, alias Gobernadores, Jueces de Paz, policías, etc.
Sin embargo, mirando un poco mas de cerca, coma
cuando la vista se debilita, ó los vapores del vino montan
k la cabeza, nos parece que vemos doble, cada objeto, y
las candidaturas únicas se hacen bicéfalas, como las águi*
las austríacas.
¿Ha declinado su candidatura el doctor Laspiur, coma
se repite por todas partes?
A creerlo cierto, tomaría un carácter mas decidido la
del doctor Tejedor, que sin eso juzgamos que de decidida
se pasa.
Por mas que se quiera disimular,, no vemos que res-
ponda nada á ello en las provincias, no obstante las des-
medradas y en la prensa abultadas proclamaciones, qua
LOS DBSFALLECIlflBNTOS T LOS DBSVI08 339
lo que se pretende partido nacionalista hace en las pro-
vincias.
Salvo en Corrientes donde está proclamado el doctor
Laspiur en primera linea, no vemos probabilidad de triunfo
en ninguna otra.
Ha de contarse, pues, con el resultado de la elección en
Buenos Aires á secas, y con las invalidaciones de elec-
ciones, que desde ahora se señalan, para equilibrar los
votos.
La candidatura del General Roca hace camino, en las
exterioridades, mostrándose apoyada en Buenos Aires, y
ostensiblemente proclamada en gran número de provincias.
Llevada á las urnas, tendrá, no hay la menor duda, votos
en gran número; pues la votación tanto en Buenos Aires,
como en las otras provincias es influida, no tanto por la
opinión pública, como por la voluntad de los que gobiernan,
y de los que manejan los resortes electorales, de antemano
organizados.
Proclamadas las candidaturas Tejedor y Roca, seguros,
segurísimos de su triunfo completo, cada un bando que
los sostiene, el público mismo, creyendo que alguno va
á triunfar, todos sienten sin embargo, que hay algo que
no anda bien, como el pasajero, ó el trabajador que oye
extraños ruidos en la máquina de vapor, y ve escapes de
gas que amenazan una explosión.
La Nación combate la preocupación que dice obrar en
los ánimos de los habitantes de las otras provincias, con-
tra el porteñismo, que en definitiva no fué mas que mayor
celo y esfuerzos en favor de la libertad general. Sin cues-
tionar el hecho, recordaríanios que La Nadan y otra redac-
ción de El Pueblo Argentino^ suscitaron hace un año este
resorte que hoy se cree gastado, propendiendo á que todos
los partidos y colores se armasen para oponer un Buenos
Aires compacto á una cosa, ó hecho que llamaron liga de
Gobernadores, para negar sin duda toda expontaneidad al
voto de las otras provincias. Sea de ello lo que fuere, y
algo es ello, todos sienten que una elección de Presidente»
que ha de gobernar indistintamente para todos, y á todos»
aquel mal sentimiento lo excitan y promueven como
auxiliar ó como barrera. (Entrará en la campaña elec-
toral!
340 OBRAS DE SARMIENTO
La Tribuna lleva la exageración, hasta revelar un plan en
el panegírico de su candidato; y sin embargo, todos sienten,
que ios panegiristas están diariamente respondiendo á una
objeción que nadie hace seriamente, pero como que estu-
viera en la atmósfera, como el olor á trapo quemado que
inquieta á los que lo huelen, y les hace buscar de donde
viene.
La verdad es que los mismos que lo proclaman, y que
se sienten seguros de su triunfo, porque al ñn el triunfo es
cosa de sumar y restar lo que se llaman elementos^ desearla
que no se insistiese tanto en probar la evidencia, si eviden-
cia fuera. Las verdades evidentes no se prueban.
Se pide la. separación del General Roca del Minrsteriode
la Guerra.
Se busca el medio de hacer que se separe el doctor Laa-
'piur, y los que lo procuran no saben, ni nosotros tampoco,
que deducir de la Constitución hoy, que no debieran ha-
ber deducido de la Constitución ayer, y el año pasado, y
después de la campaña ministerial de Corrientes.
La Naeian encara al General Roca, como candidato, estar
apoyada por los Gobernadores Iriondo, Viso, Bayo, Febre,
Antelo, Navarro, SantillaUj Muñecas, y otros que supone.
No vé, sin embargo, la viga en su ojo! Por que digan lo
que quieran, el Gobernador de Buenos Aires es una viga»
al lado y en comparación de aquel haz de Goberna-
dores.
Deseáramos poder abstenernos de decir á La Nación^ que
ha desmejorado su causa, y quitádole á la palabra Liga,
su significado, desde que por consideraciones de éxito,
adoptó como bandera y candidato de oposición, la misma
UTegularidad que achacaba á los otros.
£s en vano hablar de libertad, de respeto al sufragio, de
ingerencia directa de Gobernadores en las elecciones. Lo
que se hace hoy, con esta vieja maquinaria es desacreditar
á los que tales principios invocan, pues el lector, aun de
su propio partido sabe á que atenerse, y se ríe de tales
alardes. El cinismo es mas decente. Napoleón m lo usó
con éxito.
No es el Gobernador de Buenos Aires, quien ha entrado
de lleno, á ser Gobernador de la Liga, sino los partidos
desesperanzados, desunidos y desesperados de triunfar, los
LOS DESFALLECIMIENTOS Y L<>S DESVÍOS 341
que por obtener el triunfo, opouieinio auna irregularidaii
otra de mas peso, lo proclamaron Gobernador elector. El
doctor Tejedor, cualesquiera que sean sus ambiciones, y su
osadía, es el que manifestó ai principio por sus declara-
ciones solemnes asegurar la libertad del sufragio á todos
los partidos.
El candidato de los nacionalistas es el que ellos mismos
pervirtieron para sus ñnes, nombrándolo, no en cuanto
Tejedor, sino en cuanto Gobernador de Buenos Aires.
¿Qué diremos de la candidatura del General Roca?
Diremos lo mismo» que dejando á un lado sus propias
ambiciones, la han prohijado otras ambiciones, por vía
de composición, concertando no tanto opiniones de los
pueblos, sino medios de producir mayorías en las eleccio-
nes. Sabemos como se hacen proclamaciones; y como se
han hecho muchas.
Es materia de trámite y de forma.
Pero sabemos también, y lo hemos comprobado ahora, y
es que hay una opinión pública, latente, que no es siempre
la^opinion de los que gobiernan de un lado, de los que
promueven reuniones para preparar una manifestación del
otro. Qué lástima que la dejen burlada I
Hemos estado palpando diremos asi un año la opinión
pública en Buenos Aires, y por las correspondencias, que
se nos han comunicado, viendo lo que pasa en otras pro-
vincias. Ocho meses ó un año, de todos los extremos de
la República, preguntaban quién ? é indicaban nombres al
comité autonomista, que nunca supo, ni pudo contestar
sino, « aguarden.9
Mientras tanto se fraccionaba con Gainza y Lavalle, mas
tarde se desmembraba Cambaceres y amigos, y largo tiempo
fué un misterio qué pensaban Irigoyen, Rocha, cada uno
representante de ciertas fuerzas electorales; y siempre sub-
sistente y repetida la pregunta ¿quién?
De otra fuente que los clubs políticos salió al fín la
palabra de orden, que se trasmitió á las provincias por
telégrafo, que encontró eco en las regiones oficiales en
Córdoba, que repercutió en varias provincias, que decidió
á los dudosos, sometió á los disidentes, y vuelve á Buenos
Aires, fortalecido por el prestigio de lo lejano, por los méri-
342 OBRAS DB 8ARMIBNT0
tos del candidato, á tener su última perfección y sanción en
una proclamación, solemne en Buenos Aires. Será?
Nosotros creemos que sí, y que ese es el camino que llevan
tas cosas. La conveniencia y ventajas de tal nominación
están equilibradas por las conveniencias y ventajas de la
nominación del doctor Tejedor; y nos abstendremos de
señalar los inconvenientes de una y otra, primero porque
los que las sostienen, sienten cada uno de su parte los de
su propio candidato, y en seguida con mas fuerza los del
contrario.
Sos los sostenedores los culpables, y no los candidatos
sostenidos, que sin los accidentes que los rodean serían
ciudadanos irreprochables.
Todos los partidos, todos los promotores y comentadores
de candidaturas están convenidos en una sola cosa, y es
en que triunfarán. Por qué medio? triunfarán. Para con-
seguir qué? Triunfarán. Esta es la cuestión electoral
como se presenta, y este el programa de ambos partidos
triunfar. Le déluge postergado.
Hacemos estas penosas observaciones, forzados á ello,
por el lenguaje mismo de los diarios, que sostienen á sus
candidatos de composición y de necesidad de triunfar.
Cualquiera de ellos que triunfen, hará un gobierno mas
<5 menos viable^ mas el sistema electoral, los propósitos de
los partidos, la verdadera opinión del país, no volverán k
encontrar representante en veinte ó mas años. Cada des-
viación que reciben las prácticas de gobierno, como la
inclinacidn del .tallo del arbolito, se consolida, y continúan
por años en la misma dirección torcida.
La gobernación de Buenos Aires, puede, servir, como se
proponen los nacionalistas, de escalón necesario para la
presidencia y del accidente hacerse carrera.
El ministerio de la Guerra puede hacerse el camino de
la victoria, no solo en el desierto, sino en el gobierno, con-
duciendo á los Ríos Negros ó de otros colores que nunca
faltarán, y á la presidencia.
Un Presidente, Gobernador ó Ministro, llevado al poder
por Gobernadores ó Ministros, sabrá quienes han de ser
Gobernadores en cada provincia para producirlo cada seis
años, con manifestaciones oportunas y proclamaciones
quel?. . .lo que era la pesadilla de La Nación^ lo que al abrir
LOS DBSFALLBGIMIBNT08 T LOS DBSViOS 343
-SU campaña revolucionaria (hablamos de la pasada) colgó
indebidamente á un ex-Presidente elector... nombrarse
sucesor.
Así labramos el mal, llevados por una pasión del mo-
mento, sin presentir lo que viene atrás. Los Prefectos y
Maires electores, y los Ministros electores, fueron por la
primera vez en Francia este año estigmatizados y el delito
deñnido.
En este mismo año, nuestros partidos todos han aclama-
do el gobierno electoral de los Gobernadores, sean de Bue-
nos Aires ó de las provincias, favorezcan al jefe del ejér-
cito ó al Gobernador de una poderosa provincia. Lct
República para ahí: lo que sigue Dios lo dirá. Los soste-
nedores de uno y otro lado están armados hasta los dientes,
añlan sus espadas en via de bravata, y todos á una dicen:
no es nada lo del ojo, y triunfaremos, no tenga la menor
duda.
Hace muchos años que en efecto hemos aprendido á no
dudar de nada; y cuando nos demuestran que algo es ab-
surdo; qtúa absurdum contestamos sin pestañear, porque
ahí está el mérito de la cosa.
U PIEDRA DE SISIFO
ó LA VERDAD EN CUEROS VIVOS
(Bl Nacional, Julio 16 de 1879.)
Qué situación tan estrañal Cuanto mas se aproxima el
momento decisivo, menos decididos se muestran los parti-
dos. ¡Guanta mas decisión ostentan, mas á las claras se
muestra el retraimiento!
Las declaraciones del doctor Laspiur, el aplazamiento de
la proclamación Boca, de ambos lados, muestran que no
hay aspiración propia, si no la que les comunican por mo-
vimientos galvánicos, por reclutamientos y bandera de
enganche, k ñn de hacer número, con la condescendencia
y facilidad á que se prestan los indiferentes.
Y sin embargol de ambos lados se siente la falta de en-
tusiasmo, de pasión, y dijéramos de voluntad, que carac*
teriza los movimientos políticos.
344 OBRAS DB 8ARMIBNT0
La candidatura del doctor Laspiur era sin duda aigo de-
serio, ya fuese en primera lfnea»yaen segunda. No juzga-
mos por nuestras propias ideas, sino que nos ponemos en el.
caso de los que la han sostenido hasta ahora y pasan á otras
combinaciones, como los ctmdottieri cambiaban de bandera
la víspera de la batalla. Habiase iniciado en Corrientes,
tenía eco en algunas provincias, ocupaba en el Gobierna
el objeto de ella, una situación espectable. En primera
línea se le consideraba como el mas culmin^inte y probado
representante de la Conciliación, y como mas apto para
reunir mayor número de adhesiones en las provincias.
Ha sido eliminado sin embargo, aun en segunda línea^
pues sus nciismos sostenedores, se acojen á otra idea, sin
duda por las mayores probabilidades de éxito.
La candidatura Tejedor se presenta ahora, sin aquel
temperamento, mas incisiva, mas prescindente de toda
consideración de circunstancias. Parece una apuesta ¿á
qué es Presidente. No tendrá mayoría de votos ? A. qué
es Presidente ?
Tal es el efecto que nos ha producido esta tardía elimina-
ción de uno de los candidatos propuestos, como termina
de amalgamación de intereses, y elementos diversos. A
donde vamosl
No diremos lo mismo de parte de los partidarios de la
candidatura Roca, que reúne mayores fuerzas, y que tiene
impertérritos sostenedores. Se nos asegura que no se ha
llevado á cabo la proclamación, porque no han podida
obtenerse los asentimientos que se deseaban, á mas de la
lista de sostenedores, aunque muchos aseguran que adhie-
ren los unos por odio á. la presión Tejedor, cualquiera que
sea su origen, los otros por no dividirse, y estrañarse de los
bandos políticos organizados.
Reuniones tenidas para. acordar la adhesión han apla-
zado su resolución, impuesto condiciones unos, hecho re-
servas otros, agrupándose en torno de ciertos nombres ó
desgranándose en individualidades; y de uno y otro banda
entre tantas combinacioneSi desechas las que parecían
aceptadas, ocuK.as las que se elaboran, el publico, la opi-
nión, el pueblo marchan á la aventura, no ya tras de ciegos,
£Uías de ciegos, sino de pretendidos guias, que no guian
sin embargo, por que no saben á donde van ni á que fin«
Los DB8FALUSCIMIBNT08 Y LOS DBSVIOS 345
Todos los candidatos, preciso es confesarlo, son innpuestos
por combinaciones estrañas á ellos mismos, por necesida-
des de táct¡cá>de éxito, y nadie quiere creer que va á donde
va, no obstante que asegura y siente en efecto que va
marchando hacia adelante.
Tal es el as)>ecto qu^ presenta la situación actual, y la
oscuridad que ha venido k arrojar la eliminación, separa-
ción ó lo que sea del doctor Laspiur. Sabemos ahora que
no eran, como aperecía, dos candidaturas añnes, y que ppr
el contrario hay antagonismo político entre los candidatos
de un mismo partido.
• ¿Ignorábanlo los que lo propusieron juntos? Probable-
mente, que pocos se cuidaron de averiguarlo. El faculta-
tivo reúne dos simples de diverso carácter, para producir
una pócima que se administrará al enfermo. Los farma-
céuticos políticos, sin recipe de médico, han hecho esta
vez varias combinaciones. Afortunadamente el enfermo
DO las ha tomado todavía, y por eso no ha reventado ya.
Aconsejamos al enfermo, que se guarde de las nuevas que
van á presentarle, que le serán tan nocivas, como las que
acaban de mandar arrojar á la calle.
Tememos qu^^ de los diarios propagandistas» nos vengan
las denegaciones de costumbre.
La verdad es que el público está engañado por su prensa,
de todos los colores, puesto que cada diario exalta á su
patrocinado, y redarguye, ó oculta las objeciones muy
fundadas de sus adversarios.
{Qué aconsejaríamos nosotros al pueblo, & los pueblos
todos de la República, para apartarlos del despeñadero á
donde los conducen?
No hemos de vacilar mas tiempo, ya que se ha visto á
El Nacional áuvAníe un año, mantenerse estrañoálas com*
binaciones políticas, dejando que la opinión se muestre
encarnada en los que la representen verdaderamente.
Hemos presenciado el hecho de buscarse los pueblos y
los hombres entre si, para proceder de acuerdo, sin quede
Comités, Consejos Directivos y Comisiones Nacionales y
Provinciales, pudiesen obtener jamas respuesta, porque
nadie tenía un pensamiento, aunque varios tuviesen pro-
pósitos diversos y ocultos.
La candidatura Roca autonomista no ha salido del Co-
346 0BUA8 DB SAUHIBNTÜ
mité autonomista sino de una fuente inopinada y estraña.
El Comité autonomista de que tanto esperaron sus parciales
en las provincias, se ha roto en tres partes, que se repelen,
antes que tener una opinión, y ni sus fragmentos la tienen
todavía
El Comité mitrista nacionalista se ha fraccionado tres
veces, y solo han podido reunirse algunas de estas partes,
inmolando ante el Dios Exito^ el mas innoble de los mons-
truos políticos, á. sus propios ídolos.
Sabemos como se han proclamado candidaturas en las
Provincias, sacrificando opiniones, voluntad, simpatías, k
la impulsión que les viene de afuera, al miedo de divi-
dirse.
Telegramas de Buenos Aires van por todas partes dicien-
do, proclamen en el acto á fulano ó mengano, va en ello
la salvación, y proclamados, nos dicen en Buenos Aires»
los mismos que los telegramas mandaron: «véase como
la opinión es uniforme, y se nos impone á nosotros.»
De Córdoba,' decían los mismos proclamadores, «cen dos
« horas se reunieron mas de trescientas personas, no obs-
« tante que se habían invitado solo cincuenta.» Faltábale^
un complemento histórico á la oración: «Dos horas des-
pués de recibido el telegrama de Buenos Aires, urjiendo
el acto, en presencia de un peligro.»
Han corrido de provincia en provincia telegramas anun-
ciando oficial y oficiosamente la renuncia de tal ó cual
presunto candidato, á fin de simplificar la cuestión.
Qué se buscaba? Unidad de acción; pero esta unidad no
ha podido obtenerse, sino por la unidad de la simulación
y de la máscara que se ha repartido ó se ofrece á cada
uno para parecer unidos; y unidos van á despedazarse, á
hacer imposible la marcha de un gobierno cualquiera.
En 1868 el gobierno era posible y lo fué, porque no ha-
biéndose apoderado de los gobiernos los partidos siguieron
en su carácter apoyando ú oponiéndose al gobierno, sin que
este les opusiese trabas ni alarmase de las oposiciones.
No serán nunca Mitre, Quintana, Rawson, Ocanto, Oroño,
mas libres que lo fueron y se sintieron durante aquellos
seis añosl Después han sido concillados, lo que es otra cosa
distinta.^ero ahora pasadas las elecciones de Presidente,
la presidencia de Tejedor es imposible sino se convierte en
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 347
una dictadura sin bandera, pues el provincialismo ha de
ser el nacionalismo entonces, para contenerla, como el
nacionalismo constituyente el provincialisipbd que sostuvo
la lucha contra Rosas.
No ha de ser fácil el Gobierno de Roca en Buenos Aires»
pues le han de poner piedras todos los dtas en su camino,
y no ha de ser cosa de traer el ejército á prender gendar-
mes y municipales. El ejército no obra siñó bajo influen-
cias morales, ó depravándolo. Van pues al desquicio, sin
necesidad, sin motivo, teniendo cada uno su campo natu-
ral, legal, útil de acción, Tejedor ha de ser mas digno Go-
bernador que Presidente, y Presidente-Gobernador va á
hacerle un rol odioso, que lleva en si la marca negra.
Roca era el primer General de la República. Que son
Mitre, Lavalle, Rivas, todos los que mas prestigio adqui-
rieron por la desgracia del patriotismo, al lado del joven
feliz que principia su carrera ahogando de paso la guerra
civil para dotar á su pais de un continente? Pero de eso
no se hace á la minute un Presidente, como una tortilla; y
un Presidente en presencia de un Gobernador, y con la im-
putación de tener otros detras, matará al General^ que no
se ha dado el tiempo, para incubar su gloria, y madurar su
prestijio.
Hallárannos imprudentes en decir estas verdades? De-
cimos sin embargo lo que todos sienten, y están callando,
por no dañar, dicen á la unidad de acción para no dividirse
é ir á una.
Y sin embargo, los nacionalistas no han podido estar
unidos una semana, han tenido que seducir autonomistas
para tener con quien concillarse, y eliminar su propio can-
didato, para estar concillados.
Los autonomistas hace un año, que se palpan, se inter-
rogan, miran hacia el cielo, buscando el candidato que les
piden de todas partes, y es preciso que de la Plaza de
Monserrat salga alguien diciéndoles — Eurekal y ni aun asi
no quieren creerlo hasta ahora.
Hay remedio á este mal, á esta mentira que tiene por
cómplices á los que la tragan á sabiendas, y la pasan al
vecino, diciéndole, trágate esta!
Remedio tiene; y vamos á proponerlo.
A todos loa que estimen en algo las ideas que El Nacional
348 OBRAS DB 8ARICIBMT0
representa, á todos los que hacen justicia á su Ríncerídaii
aunque sea brusca é ingrata k veces, proponemos el reme-
dio sencillo, sencillísimo, y es pensar como en realidad
piensan, y obrar en consecuencia.
No hay tal unidad de acción. No haya miedo de divi-
dirse, que todos están divididos. Recuperen su libertad cada
uno, y abandone el vetusto y desacreditado medio de los
clubs, Iv)s comités, los consejos directivos, las manifesta-
ciones y proclamaciones, que han acabado por el descrédito
ó la farsa, porque al ñn, hay en ella una voluntad y un
propósito que principia en tres ó cuatro, y á nada conduce.
El peligro de los Gobernadores electores^ lo ha creado el
pueblo qíie no elijs y no muestra que pretende tener opinión
suya.
Es el público, son los ricos propietarios, indiferentes, los
jóvenes descreídos, las ambiciones secundarias, ios que han
hecho aparecer á los gobernadores en primera línea, con
los generales del ejército ó retirados ó en el glorioso ser-
vicio.
Sepan que el ejército no pertenece á nadie sino á, su país
y que la depravación á de llegar hasta él, si lo hacen juez
de la contienda; y la depravación del ejército es el vómito
de sangre del tísico.
Los gobernadores del Interior no son mas depravados
que el de Buenos Aires. Conocemos á la mayor parte de
ellos. Gomo el de Buenos Aires, son hombres honorables,
es la degradación del pueblo lo que los hace audaces. En
poquísimas provincias ejercen violencia; la violencia está
en los que los estimulan al mal. Quieran los vecinos lo
que quieran, y díganlo á boca llena, y verán desaparecer
las barreras, los fantasmas y las imposicioues.
La opinión ha hecho camino en estos últimos años: hay
libertad en todas partes. Lo que falta es hombres libres.
Hay revolucionarios, ó especuladores políticos.
Pedimos á todos nuestros amigos apoyo. No les pedimos
mas que verdad y moderación. Envíennos corresponden-
cias de las Provincias, sin injurias para los Gobernadores,
y cuenten con verdad lo que está sucediendo, como se
hacen las proclamaciones; y como nadie cree una palabra
de lo mismo que está diciendo y haciendo. Aquí tenemos
colaboradores.
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 349
Después de la conciliación, que ha producido el anta-
gonismo del Presidente y de Tejedor, y la eliminación del
insij^^ne conciliador Laspiur, tenemos ahora las candida-
turas de commande^ fraguadas á frio^ sin poderles dar consis-*
tencia, porque le falta el alma del pueblo, el calor de la
verdad, un tinte de ideas y de pasión nobles. El éxito, el
éxito brutal, el éxito cueste lo que cueste, inmolando á las
víctimas que han tomado á Roca, Tejedor, Laspiur, para
9U8 enjuagues.
Hay mal en decirlo?
Pues si á nada responden estas observaciones, se las lle-
vará el viento, como dos elogios outrés que se prodigan, como
los gendarmes que hacen ejercicio de remington, como la
mentira que todos conocen serlo, y repiten y propagan.
Nadie tiene miedo de El Nacional^ que no tiene sino el
derecho y el poder de indicar al ñn de un año y en
presencia del abismo á que vamos caminando, el medio de
evitarlo.
VUELVE PAVÓN
(ElNadmial, Jallo 18 de 1879)
Parécenos que nos van k hacer en efecto un Pavón, que
<3omo se sabe fué y serán siempre los de su género, mesas
electorales, donde se aclara lo que parece dudoso; y sobre
todo triunfan los principios, y el gran partido de la li-
bertad.
- No iremos á Pavón, nosotros al menos; y como hay algu-
nos miles de lectores de Bl Nacional les aconsejamos estarse
«u sus casas. Ya han disparado, según La Nación el primer
tiro de bala. Lo sensible es que no se asusten: «Nadie ha
« disparado, dice el parte oñcial, se ha tocado generala; y
« los combatientes listos y armados, bajan al terreno del
c combate. Que Dios ampare á los buenos!»
Dios DOS libre de. . . las balas? No: de las figuras de retó-
rica; del lenguaje simbólico y de los lugares comunes, que
hacen mucho mas estrago. Se necesitan mil seiscientas
balas en un campo de batalla para matar un hombre^ lo
que hace, cuando no menudean los krups, ú otros elemen-
tos de perturbación, el lugar mas garantido para no moriV;
350 OBRAS 1)8 SAKMIBMTO
pero uqa ñgura de retórica lanzada á tiempo, desde un dia-
rio ó una tribuna, hace barredera, ttUti á veces.
El mejor modo de inocular una idea, es tomar un hecho
conocido, vulgar ó histórico, y meterla en este molde para
presentarla al espíritn, que obra en las muchedumbres por
afinidad y asimilación.
Semejante es el caso presente, dice uno, al que termind
en Pavón; Roca es Derqui, los que lo sostienen son los
prisioneros que hicimos; y el entusiasta siente rebullirse
en su sangre heroica, toda la sangre pavoniana que le
quedó en las venas; y los que se hallaron en tan memo-
rable jomada^ por no tener fuerzas para apuntar el fusil^
ansian porque les demos un nuevo Pavón, para salvar la
Constitución que vuelve á amenazar el nuevo Derqui, todo
en favor del doctor Tejedor de quien hay una que otra cosa
juzgada que pasó y no debe recordarse.
La bandera del nuevo Pavón será libre sufragio para todos lo$
argentinos^ como en Buenos Airest
Bustos, Quiroga, Aldao y Rosas, llamaron nacional lo
que mas tarde llamaron asi, los vencidos de Pavón, para
su propio bien, que es la razón porque las mamas, levantan
las faldas, á los chicuelos, diciéndoles al son de las palma-
das, ccpara tu propio bien.» Faltóle solo enternecerse al
moralista, como lo hacen las mamas, y darle después un
beso & los prisioneros de Pavón.
La metáfora concluye aquí, y pasamos á otro cuadro
menos alegórico. Los perdonavidas de Pavón (hablamos
de los que invocan aquel recuerdo) fueron andando el
tiempo, perdonados á su vez. «Sábelo el Presidente de la
República, el señor Sarmiento, é inñnitas personas.» Si
no nos engañamos hay hasta leyes, decretos y mensajes.
Pero vino la conciliación, y á fuerza de barajar las cartas
ó de dar vueltas al kaleidoscopio se presenta un nuevo
cuadro, y son los perdonados de ayer, que no quieren per-
donar á los que los perdonaron, y vuelve da capo la cantata á
principiar por Pavón, para volverlos á perdonar, como ver-
daderos hermanos, sin distinción de partidos, k la sombra
de la Constitución salvada por aquella gloriosa batalla.
¡Demos batallas y salvaremos tantas instituciones, coma
batallas demos, y perdonaremos para que nos perdonen, y
los reperdonaremos para que nos reperdonenl
LOS DBSFALLECIMIBNTOS Y LOS DBSYIOS 351
Es imposible que el partido nacionalista, no gane las elec-
ciones de Presidente con lój^ica de este calibre!
Lo peor del caso es que al Nacional lo toman entre dos
fuegos, pues, que ya no se habla sino de batallas, balas, dis-
parosl y decimos la verdad, que no sabemos á que campo
adherirnosf
Gobernadores electores por allá; gobernador candidato
que no es elector por acá. Seguro que tenemos la fiebre,
comodón Basilio, que no entiende palabra de lo que rey
oye; sin que nadie nos ofrezca aquella luz que aclaró la inte-
ligencia embotellada del maestro de música.
Deseáramos que La Nación suprimiese el nombre del
señor Sarmiento, que no añade ni quita á sus argumentos.
En 1857 se trataban cuestiones dignas de apasionar á los
hombres.
La cuestión de candidaturas, llevada al terreno en que la
colocan hoy, permite abstenerse, por temor de renunciar
todo sentimiento de moral politica para lo futuro. Es pre-
ciso que algunos salven de este naufragio de los principios
y del decoro, en la realidad de las elecciones; y sabemos
con gusto que muchos jóvenes que profesan ideas liberales,
se proponen no declamar contra los gobernadores electo-
res, no hablar de libertad, ni de principios por algún
tiempo; para poder decir á sus hijos, hablando de institu-
ciones: todo se ha perdido menos el honor!
ün delito de imprenta, contra el honor de las letras y de
los individuos se comete diariamente en nuestros diarios, y
La Nación eií su febriciente alucinación, lo comete sin saberlo-
todos los días; y es atribuir á sus adversarios los pensa-
mientos que La Nación inventa y revestirlos de las formas-
mas odiosas. A veces se hace esto señalando entre comi-
llas, como si lo copiaran del autor ensambenitado; y otras
lo que es mas maliciosatodavlai se ponen tales calumnias,
pues calumnias vienen & ser al pasar por la versión fan-
tásticamente perversa del traductor, las ponen en letras
bastardillas, para señalarlas y que no escapen á la execra-
ción pública.
Este es el medio mas indigno de calumniar que se haya
inventado, pues se toma la propia boca, ola propia pluma
de la víctima, para que aparezca que se apuñalea á si mis-
mo. A un principe que decía á un escritor, vqué tonterask
352 OBRAS Dfl SARMIENTO
estampa usted á veces» éste le contestó: «oigo tantas señor»
que no es extraño se me escape á mi alguna! «Han podido
muy bien los partidarios del General Roca decir cosas muy
desagradables del doctor Tejedor, y recordar lo que debe
olvidarse, en vida pública tan poco accidentada; pero en
La Nación^ la que cambia el sujeto de la oración, sustitu-
yendo por los concillados ó el doctor Tejedor de que venían
hablando, con razón ó sin ella, la Pro^ncia de Buenos
Aires, para agregar esta superchería odiosa.
« Su exterminio está, decretado, condenándola á la escla-
vitudj y á gabelas que la arruinan». Agravando todavía
esta imputación, con otra que pone en letras bastardillas:
Los prisioneros de PAVoa áeclSiVSLtx rebelde nuevamente á la
Provincia de Buenos Aires, y hacen un llamamiento á las
demás Provincias para someterla á sangre y fUego ¿ la ley
federal jurada».
Basta de invenciones Sr. maniaco de batallas y sangre.
La de Pavón constiDuyó la República paru que Barra, Irigo-
yen, y quienes quieran nombrarse tuviesen los mismos de-
rechos, las mismas prerrogativas que los demás. Los pri-
sioneros de Pavón son el Congreso Argentino ahora, menos
•doS^Senadores y veinte Diputados de Buenos Aires. El Ge-
neral Rocano ha decretado el esterminio de Buenos Aires,
ni condenándolo á gabelas que lo arruinen, como indigna-
mente lo inventa La Nación. El General Roca ha liberta-
do su tarritorio para siempre, debemos esperarlo, de las
depredaciones seculares dsl salvaje; y sus habitantes saben
que no perecerán asesinados en sus casas en las fronteras,
ni sus hijos y esposas irán cautivos á los toldos de la Pam*
pa; y no habrá un militar, ni un general porteño, que le
dispute ó pretenda menguar ese honor. No ha jurado pues
el esterminio de Buenos Aires. Este Congreso compuesto
de los prisioneros de Pavón, acaba de doblar el territorio
-de la Provincia en lugar de arruinarla con gabelas; y no es
contra el Congreso, ni contra Roca que se han reunido f
amotinado en las plazas públicas ocho mil pulperos, ciga-
rreros ó vendedores de licores, para protestar contra el
gobierno que pretendían los arruinaba con gabelas, y esto
con la aprobación de La iVtrao/i justiñcando aquel acto sedi-
cioso.
LOS DBSFALLBCIMUINTOS Y LOS DBSYIOS 353
Del General Roca no puede pues decirse que tal piense
ni tal haga. Menos de sus sostenedores» entre los cuales
pueden haber prisioneros de la Verde y otros lugares, en
que era menos constitucional caer que en Pavón.
Masías alusiones é indirectas á. EíNacionaly k personas
que están ligadas con él, son k mas de capciosas, infunda-
das. No cayó prisionero en Pavón, ni en la Verde; y en to-
dos tiempos ha salvado en cuanto ha podido los principios
'que proclamaba. No quiso aceptar un asiento en el Con-
greso, ni una silla en la Legislatura de Buenos Aires, á un
mismo tiempo cuando se separaron, y solo cuando se esta-
bleció en Buenos Aires, y con el propósito de propender &
la unión, aceptó participación en la vida pública.
No es ahora la ocasión de inventar un Buenos Aires uni-
do, contra los prisioneros de Pavón, que vienen de nuevo &
esterminarlo. Por el favor que dispensan millares aquí á. El
Nacional, que es poco leído en las Provincias, nos consta que
hay en Buenos Aires miles de ciudadanos que miran con
indignación esas paparruchas del estermlnio y de las gabe-
las que impondrá, á. Buenos Aires Roca ó los prisioneros, y
de que los libertará Tejedor! Díganlo los cigarreros!
El Buenos Aires de allá por los años 1860, está represen-
tado en unos veinte millones de deuda nacional que paga-
mos, y en algunas revoluciones como las del Entre-Riosy
la de Setiembre^ que son el rédito y las goteras que que-
dan de las pasadas revoluciones. Los artículos de La Na*
don, son todavía restos de la pasada época, y de la estrechez
de miras, de muchos, que no veían mas horizontes enton-
ces, que el de las calles de Buenos Aires, de donde no salió
La Naeion nunca, á tomar otros aires.
Dejemos en paz pues, á Pavón, y hagamos unas eleccio-
nes á balazos, que darán por resultado el triunfo seguro, de
quien debe triunfar en esta tierra clásica de la libertad!
Apostamos á que La Nación sabe, quien va á triunfar en las
elecciones en Buenos Aires? — Nosotros también — ^¿El mis-
mo?— El mismo!— ¿Quién? —Claro está, el que debe triunfar
en esta tierra clásica de la libertad de votar! ja. •• ja...
ja. ..jal!!
Vamos á transcribir un trozo, de la descripción de un
j)ais tan clásico como el nuestro, la Grecia, no la de PerU
Tomo il.— 88
354 OHHA8 DB SAKMIBNTO
cíes, sino la de bey; y La Nación que sabe griego» reconoce-
rá su escuela y su tierra.
«Las pasiones politicasi dice un autor, innatas en los grie^
gos modernos como en los antiguos, no están becbas para
desenvolver la agricultura, ni favorecer la industria. En los
primeros tiempos de su organización, cada tres meses, ha-
bía cambios de ministerio, disolusiones, elecciones que agi--
taban el pais y lo ensangrentaban ¿ veces. Los partidarios
de una candidatura la sostenían á balazos, argumento que
no encontraban sin réplica sus adversarios, y á los que res-
pondían con otro del mismo calibre. Asi sucedía que el'
lugar de las votaciones era un campo de batalla, se dejaba
para mañana los asuntos serios, los trabajos del campo y
del taller para ocuparse desde luego de las cosas exitantes
de la política.
«Cada uno estaba convencido que el malestar de los ne-
gocios, el déñcit del presupuesto, la esterilidad del suelo,
eran la consecuencia de tal cual ministerio y que despuesta
este, todo iría á las mil maravillas. • • •
«La revolución de 1862 contra el rey Othon (Urquiza), tra-
jo los peores resultados. Los civiles se entregaron &
satisfacer la manía de los empleos: los militares el ansia da
grados, porque la revolución tuvo un poco de carácter de
un pronunciamiento español! La administración ademas fué
deplorable. Se ha calculado que la revolución de 1862 ha
costado á la Grecia mas de 60 millones de dracmas».
Vaya otro Pavón!
LOS FESTINES É ILUMINACIONES
{Bl Nacional, Julio 19 de 1879.)
Para dejarnos feos, en nuestros cómputos, parece que se
hubieran dado cita, dos días consecutivos los partidos, con
el objeto de reunir los miembros desunidos, y presentar
mas ancho frente, y mas espesas columnas. No lo atribuí-
mos sino al maldito espíritu de contradicción que nos anima,
7 es causa de grandes movimientos políticos.
En mala hora dijimos que estaban desunidos entre sí los
partidos. Hoy amanecieron ambos á tres compactos, y
LOS DESFALLECIMIENTOS T LOS DESVÍOS 355
€onio diria La Nación^ «los combatientes listos y armados
bajan al terreno del combateb
Antenoche se reunió un grupo en los alrededores del
(?) bajo la inspiración del doctor Rocha. El parte oñcial
les da el número de cuatrocientos; y debe creérsele, porque
aun mas podia presentar en linea aquel leader, de cierta
facción republicana, que pudiéramos llamar la estreme gau-
che del republicanismo de que los autonomistas eran el
centro.
Estos resolvieron, á. lo que se dice, obrar individualmente
en la cuestión presidencial; miestras que otra fracción
republicana, ha hecho y proclamado su adhesión á. la can-
didatura Roca.
Pronunciáronse discursos notables en justificación del
acto, y en el elogio del candidato, explicando el señor Ro-
cha, como una h aumentada á la palabra Roca, puede
aumentar las probabilidades de triunfo, aunque una h sola
no altere gran cosa el sonido de las palabras sino cuando
es aspirada, como en las exclamaciones de sorpresa, ohl,
abt, ehi
Para obrar bien nunca es tarde, y un buen contingente
de votos no está de mas el día de la gran batalla; pero ha
de Rer curiosa é interesante la historia de las evoluciones
del gran partido autonomista, que tiene sus héroes como
Alsina, hasta desaparecer de la escena en fracciones míni-
mas, después de haberse mostrado en Variedades un día á
toda la República y llevado á todas partes la idea de su
fuerza.
El señor don Diego Alvear y después el señor Casares,
han tenido, que cuartearlo^ para que saliera de no sabemos
qué pantano en que cayó, hasta que al ñn, anteanoche entró
en la huella, un poco desmembrado es verdad, pero lleno
de esperanzas. Muchos de sus prohombres han hecho
ya su adhesión .
Un gran auxilio puede prestar en las elecciones provin-
ciales por su organización; pero tememos que en las provin-
cias haya perdido toda autoridad moral. La iniciativa está
en otra parte y no en el Gomité¡autonomista,que ha desapa-
recido, habiendo los que anoche se reunieron, pasado á
ofrecer sus respetos y adhesión al Comité de Variedadeif que
Ueva la delantu^a.
356 0BÍUL8 DE SABJilBNTO
El discurso mas notable fué ^l de un patriota que halló
ea el candidato, una frente surcada por los rayos de los
trópicos (hacia frío esa noche), y la encarnación mas pura,
de la pura democracia; y eso que no era muy ateniense el
orador.
La pura democracia es una institución de que no tenemos
ideasen estos gobiernos representativos, con senados, y eje-
cutivo sextiies pero que|en efecto va realizándose á. fuerza de
periódicos, manifestaciones, y discursos. Qué pide el pueblo
soberano! Pregúntenselo á. La Nación^ que es un órgano
mas acreditado.
Anoche la calle de la Florida estaba hecha un volcan de
luces, banderas y festones de los colores patrios al frente
del club nacionalista. El hijo pródigo, después de una ca-
laverada volvía á, la casa paterna; y se concibe ya las emo-
ciones que debieron agitar, según lo dispuesto en el pro-
grama, á los actores en aquel bíblico drama.
Los laspiuristas, arrepentidos y desengañados de haberle
separado de la iglesia ortodoxa á propósito de la elección
de un au'ti-Papa, vuelven de su error momentáneo, y se
declaran tejedoristas sin piedad y sin andar como antes
con'aquí la puse, y haciendo distinciones, ni reservas.
Mañana sabremos lo que se dijo en tan memorable oca-
sión, ya que sabemos lo que le dejaron dicho al candidato
abandonado, explicando y justificando los motivos de su
retractación.
Cualquier tonto habría dicho que no pudiendo ser dos
candidatos á. un tiempo Presidentes, la prudencia aconseja
reconcentrar los votos en el que mas probabilidades de
triunfo ofreciera; pero los ex-laspiuristas no son mas avisa-
dos y apelaron par« explicar cosa tan sencilla á la palabra
mágica, al Shibuleí que sirve para no entenderse en nada.
Dijéronle pues, que la candidatura Tejedor era una candi-
datura de conciliación, fiel á la bandera etc.; que era verdad
que la candidatura Laspiur era también una candidatura
de conciliación, que se hacían un honor en reconocer; pero
que habiendo el primitivo autor de la conciliación, mos*
trádose infiel á la conciliación y el doctor Laspiur dejado
entender que le guarda*ba ley, no obstante que el mas áspe-
ro de los frutos de la conciliación, estaba en utilidad
con el autor de la conciliación, hablan resuelto reforzar
LOS DB8PALLECIMIBNT08 T LOS OBsiYlOS 357
esta parte de la conciliación, contra la otra que deshacia la
* conciliación, en prueba de lo cual citaban al señor Cesares,
coautor de la conciliación buscando prosélitos para un
ministro de la pasada conciliación; porque hay dos conci-
liaciones qu6 pueden irse á las manos. Gomo en los tiem-
pos de Chano habían dos patrias, la patria vieja, eso si
que era patria, la patria de entonces, amigo, qué tiempos
aquellos! y la conciliación de ahora, que no admite que se
le asiente una mosca, sin que nos amenace pavonearnos^ k
diestro y siniestro.
Tratando las cosas serias como deben tratarse, debemos
sin embarf^o, notar que las evoluciones efectuadas ante-
ayer y ayer por ios partidos en lucha, acentúan mas la si-
tuación, sin que se vean síntomas de que ninguno de ellos
se proponga ceder un ápice de sus pretensiones; cosa que
en manera algimá nos alarmaría, si no viésemos en el es-
píritu de los diarios, que se niega la espontaneidad y la
legalidad de las manifestaciones opuestas. Ambas tenden-*
cias se refuerzan con contigentes valiosos, y cierran mas
sus filas, en derredor de banderas, pues que banderas hay,
no reconocidas. QuefDios esté con los buenosl que no ve-
mos nosotros de uno ni otro lado sin embargo.
CONFIDENCIAS
{Bl Nacional, Julio SI de i879.)
No nos han de arredrar en nuestra tarea, atribuyendo la
actitud de El Nacional al despecho de no haber sido recorda-
do cierto nombre por los pueblos, al tratarse de candidatu-
ras. Harto lo han recordado, y nos tocarla á nosotros
presentar las pruebas, que impondrían silencio á las
suspicacias.
No nos habríamos parado, en poner al frente de las
columnas de El Nacional^ este lema: D. F. Sarmiento, solicita
las votos de su§ compatriotas; para ahorrarles conflictos, aventu-
ras y estravíos, en la próxima presidencia. Programa:*/ jii«
tiene cada uno en su propio juicio de los hombres y de las neceéidades
de su país.
La palabra candidato nos viene, como todos saben de que
en Roma, los que solicitaban el voto de los ciudadanos, para
2158 0BRA8 DB 8A.KmBMT0
ser electos cónsules, vestían de blanco» cartdüti» í fin de que
de lejos los viesen venir.
Ellos mismos eran un cartel de anuncio y aun on el
foro revestían su cabeza de una capa de yeso para resistir
á los rayos del sol, mientras recibían ó buscaban adhe*
sienes.
Los candidatos ingleses suben á. los hustings para exponer
sus ideas, y hacer valer sus servicios y buenos lados, reco-
mendándose & sus electores; y Lincoln, y Douglas candidatos
á la presidencia en los Estados Unidos, se encontraron un
día en una ciudad del Oeste, cada uno solicitando votos en
favor de sus principios como Greeley candidato demócrata
recorrió todos los Estados y murió en la demanda.
Rosas renunciando todos los años la dictadura, á causa
del dolor que le causaba la muerte de su esposa Encar*
nación, es el mas acabado tipo de las hipocresías deco-
rosas de nuestros ambiciosos que < no quiebran un
huevo».
Conocemos y conocen muchos, la táctica del elogio exage-
rado, para ahogar bajo la enorme carga de laureles, el
blanco de este resorte oratorio.
No registró El NaeioncU^ sin embargo una palabra en un
año que indicara siquiera que había un candidato posible,
que cada dos meses, salía á la superficie en la opinión,
tanto en Buenos Aires como en las Provincias y hacían blan-
damente descender, los que estaban á la mira, para no ser
perturbados en sus trabajos.
La Tribuna dijo una vez, que tal candidato no se afectaba
de nada, sino cuando lo nombraban, & lo que contestamos
que esa era la pura verdad.
Creía que para cualquier candidato, los trabajos^ la adquiri-
da cooperación de diarios, la simpatía de gobernantes, de
haders de facciones, de clubs y comités organizados, son
medios eficaces y suficientes para formar la opinión que se
mide en las mesas electorales, por cientos y miles de los
sufragantes, y en eso se sabe que en Buenos Aires la cam-
paña puede dominar á la ciudad con sus votos, y que hay
muchas provincias que son campaña.
Pero para el candidato de la predilección de los amigos
de El Nacional^ con su conocimiento de las necesidades de
una sociedad que amenaza desquiciarse, con la experiencia
LOS DJBSFALLBCIMISNTOS Y LOS DBSYiOS 359
del gobierno, y su estudio de los defectos en la teoría y en
la práctica, tal como la han formado sesenta años de desór-
denes y de ensayos interrumpidos en toda nuestra América
española, necesitaba, no el resultado material de una elec-
xiion por cifras, donde tantas hay acomodaticias y quiz&
de ceros para formar cantidades, sino un llamamiento de la
parte intelijente que sabe que dicho candidato es un pro-
grama de ideas de gobierno, de manera de poder contar
i^on esa sanción moral, que necesita en tales países para
organizar.
Eso le fué dicho al doctor Iriondo hace dos años; al doc-
tor Leguizamo'n, un año después, en que hablaba á nombre
de varios. Eso oyó el doctor López mas tarde; el doctor
<7allo,diez veces y todos sus amigos ciento. La coronación
de una vida consagrada al trabajo, al estudio, y á la asimila-
x:ion lenta de los principios de gobierno y de libertad que
aun nos faltan, no había de ser, ni los goces efímeros da
las apariencias del poder, ni las luchas estériles con oposi-
'Ciones nacidas del prurito de estorbarlo todo, con el propó-
sito de gobernar al gobierno.
No lo han olvidado los pueblos, ni tiene que lamentarse
de ingratitud, ni aun de gobernadores, que desde lejos, le
han significado siempre su deferencia.
Es que él tuvo cuidado de olvidarse de si mismo, y dejar
obrar en su presencia, á su lado, y aun con su cooperación,
cuando requerida, los móviles, los resortes mecánicos, y las
palancas con que se mueven ciertos etementos^ muy reales
y muy eñcaces, para producir tales ó cuales opiniones. De
esta cooperación y de aquella prescindencia personal hay
cien testigos y el testimonio de la conciencia de todos.
Cuando se trató del doctor Tejedor y hubo una mayoría
que lo indicaba como candidato, aceptábalo sin alarma»
bajo la fé de sus solemnes declaraciones, de no ser gober-
nador para transformarse en Presidente, con el auxilio de
la administración provincial. Después, ha seguido todos
los cambios de dirección de las fuerzas electoraleSy sin obs-
truir su camino á ninguna.
El Nacional no se ha alarmado, sino cuando hemos visto
degenerar la lucha electoral, en cuestión de saber en ade-
lante quienes serán los Presidentes futuros, desde que el
Gobernador de Buenos Aires ha de ser el candidato, con la
.*i:'
3^
OBRAS DI SAHMIBNTO
r:
I
admlnistranfon provincial, ó un Ministro <ie la Guerra qua^
representa las fuerzas electorales de las otras provincias.
Lo que parece un accidente hoy, puede quedar institución
para mañana. Puede haber una fuerte Provincia con hege-
monía sobre las otras; pero esa hegemonía no ejercida por
la inteligencia, la mayor riqueza y población, lo que sería
siempre un peligro, sino Ir hegemonía de los Jueces de Paz
y de las policías de campaña, que darán el doble de votos.
hoy, y diez años después, en urnas electorales ignoradas,.
ó simplemente influidas por el teniente Alcalde.
Ante esta perspectiva nos hemos alarmado al fln. El
Presidente de la República puede en adelante ser electa
por cien Jueces de Paz. Rosas fué un torpe, que se concitó
con sus matanzas, sus groserías, la sublevación de la con-
ciencia humana. El segundo Bonaparte, no abusó de sus
resortes de gobierno y gobernó veinte años, aceptado. Asi
la pagó la Francia despuesl
A esto se opone un candidato con buenos servicios, y sin
antecedentes políticos, que viene á sorprender la opinión,
con cooperación que se dice del mismo género, en las pro-
vincias, sin ese poder moral que indicábamos antes, sino el
que pueda dar el hecho material del escrutinio, de doce
provincias que ya sus adversarios rechazan. •
Esto es lo que nos ha alarmado, porque quedaría estable-
cido un perverso precedente.
La lucha de gobernadores, que se cuidará de sembrarlos
en tiempo, para cosechar á los tres años la opinión, cons*
tatada por sumas y restas.
Otro peligro viene de la perversión que los partidarios y
las ambiciones secundarias hacen de los hechos mas natu-
rales. Es muy natural que un jefe del ejército, venza á
enemigos del país, como los indios, y es un mérito rela-
vante haber dado cima & la obra que se viene desenvol-
viendo de diez años atrás de avanzar la frontera. Es mas
natural todavía que la opinión pública le tenga en cuenta
tales servicios y méritos; pero es muy artiílcial la obra de
sus amigos de poner este hecho sobre toda otra conside-^
ración, y falsiñcar todas las nociones, hasta crear la teoría,
de que los pueblos prefieren ser gobernados por el primer
jefe accidental de la frontera, dejando á un lado, expe*
xiencias, servicios, tradición de gobierno, y hombres públi^
j -
•^- ir.
' h*
LOS DBSFALLHGIHISNTOS Y LOS DBSTIOS 301
eos, qne son la herencia y el caudal de conocimientos que se
trasmiten los pueblos, por el gobierno.
Se nos dice, es verdad, para lisongearnos, que al fijarse
en el General Roca, «el instinto público ve en él, el re-
presentante ingenuo de la escuela política fundada por el
señor Sarmiento, la escuela que ha enseñado con el ejem-
plo y la propaganda á mantener el justo equilibrio entre
la libertad y la autoridad.»
¿Raro instinto de los pueblos ir á encontrar en el Mi-
nistro de la Guerra, que va al Rio Negro, á combatir in-
dios, el representante genuino del equilibrio de la libertad
7 de la autoridad?
Pero esto pudiera admitirse suponiéndoles k pueblos di-
seminados k tanta distancia, tanta sagacidad. Mas la forma
que han dado los sucesos á esas candidas suposiciones
ponen hoy en otro terreno la cuestión.
Es que se ha levantado en Buenos Aires un gobierno
candidato de la Presidencia, con el poder de hacerse elegir,
aun sin violencia, por las mayorías inermes que engroaan
el voto, y con repulsión anticipada de otro candidato, á,
quien le imputan los mismos medios de acción; y mediante
los partidos que lo aclaman haciendo degenerar la lucha
electoral, en lucha entre la Nación y una Provincia pode-
rosa, entre el Presidente y un Gobernador, entre el Ministro
de la Guerra y otros Ministros.
Las instituciones van á ser falseadas, y la cuestión será;
4 qué gobernadores y gobernantes, se apoderarán en ade-
lante de los destinos del país?
Es esto lo que nos ha alarmado, y hecho que tomemos
parte en el debate, á, fln de evitar sus consecuencias.
No dañamos con esto á una de las partes, porque ambas
se han puesto en las mismas condiciones. No disimula-
mos nuestras propias ambiciones, como se insinúa, pues
consta á todos los que se han pronunciado por las candi*
daturas en lucha, incluyendo entre ellos al señor Ministro
Montes de Oca, á quien espusimos hace meses esto mismo»
y que nos absteníamos de poner de relieve la verdadera
situación, por temor de que se nos atribuyesen miras in-
teresadas.
Hoy que los sucesos se han producido, y que los campos
362 0BKA8 BE 8AKM1BNT0
■
«stán definidos, hacérnoslo como un deber, con grande
aprobación de los que no cierran Yoluntariamente los ojos
para no ver, á. fin de qu^ la opinión, la opinión reflexiva^
la opinión que no son los clubs, los agitadores» no se aban-
done á los impulsos que quieren comunicarle. Veremos
43i podemos salvar la República como institución, las elec*
isiones como medio de gobernarla, sin dividir aquella, sin
hacer de estas simple trámite oficial, y moderando á los
mismos que se aprestan á la violencia, oponiéndoles una
masa de ciudadanos, viejos y jóvenes, propietarios é indus-
triales, que amortigüen los golpes que van á. recibir y &
dar por aquellas fuerzas.
¿Qué significa la unión de todos los dispersos de los par-
tidos, operada en estos dias, en torno de los nombres mas
contundentes? Qué significa la acusación al Presidente
como razón de dejar al Ministro Laspiur, que parecía con-
servar con Tejedor el carácter de nacionalismo de la presi-
dencia? Porque se discuten de nuevo las viejas preocupa-
ciones provinciales?
Quítenle el carácter desquiciador de lu^ha cínica de he«
chos materiales, contra hechos materiales, que han dado á
la cuestión, y nos tendrá á su lado el candidato que repre-
sente realmente una opinión que no sea por los medios de
simularla.
Si quieren hacernos aparecer como candidato postumo^ no
ha de ser á fe por las cartas que hayamos escrito, las pro-
mesas hechas ó los medios asegurados en diarios, policías
y gobernadores, de hacer salir en las urnas nombre que
gusta poco de ser repetido, ante el pobre espectáculo de
toda esta América, y del que creíamos haber salvado, con
algunos años de decoro, hasta que viene la reacción de lo
pasado, como en Francia, vuelve la moníaña^ la reptUílica roja
y la comuna^ á perturbar los movimientos de la opinión re-
publicana honrada que trata de acabar con el arbitrario,
sin salir de las condiciones ordinarias y aceptadas del go-
bierno, tal como nos viene sancionado por la esperiencia de
los siglos. Ya volveremos sobre este asunto.
LOS DBSFALLEGIMlBNTOa T LOS DBSYIOS 363
ESTAROS DE ACUERDO COH «LA NACIOM»
{Bl NaHofua, Jallo U de 1S79).
En la Cochinchina toman los elefantes montaraces»
poniéndoles á los alrededores de lo poblado, ciñuelos man-
sos, á que se juntan sin desconfianza; y luego como quien
no quiere la cosa, y como si fueran conversando entre sí
de cosas indiferentes, los conducen los taimados hacia las
poblaciones, los hacen entrar en un corral de robustos
troncos, los meten en un brete; y he aquí un elefante pri-
sionero y domesticado.
La Nación se complace en trazar el itinerario por donde ha
conducido al viejo elefante hacia el redil; y le diera las
gracias, por la amabilidad desplegada, si todavía no echara
una mirada retrospectiva, sobre aquellos anchos horizontes
en que se ha criado, y no sintiera el reclamo de hábitos
endurecidos de no ceder á. los halagos, que hacen fácil la
vida; pero que cierran el camino á las generaciones que se
suceden, para vivir tranquilos y felices.
No gustamos mincho de las traducciones libres, que sue-
len hacer de nuestro pensamiento, y con los derechos de
autor, nos reservamos corregir las pruebas.
El Nacional^ que ejerce una función política^ como todos
sus concolegas en la prensa, no ha entrado todavía en el
brete, en donde lo cree ya el colega asegurado.
aEl Nacional no se encuentra como se dice, en oposición
decidida con la candidatura del Greneral Roca, con prefe*
rencia á una candidatura no iniciada, y aceptando para el
caso que esta no surja, la del doctor Tejedor, siempre que
esta repudie los elenáentos del partido nacionalista.»
Este es el meollo del articulo de La Nación^ y basta some*
terlo al crisol, para ver disiparse en humo todas las cola-
terales stñrmaciones.
Cuando nos han hecho cargo de un cierto despecho,
hemos negado siquiera la existencia de un propósito bur-
lado ó de un desea Queda pues eliminado uno de los
364 OBRAS DB «AKMIBNTO
términos de la proposición; y como no hemos objetado a\
doctor Tejedor su alianza con los elementos nacionalistas^
nada queda, sino es nuestra pretendida oposición decidida
á la candidatura del General Roca.
Una ú otra nos habría sido aceptable, reservándonos anti-
cipar nuestras conjeturas sobre las aptitudes mas ó menoa
desenvueltas para el desempeño de sus funciones. Los
Presidentes, como todo lo que es humano, no han de ser
dechados de perfección.
No nos preocupamos tanto de las cualidades personales
de los candidatos, como de las formas ostensibles^ y de los
medios de que se sirven para llevar adelante sus propó-
sitos.
No los culpamos á ellos tanto, como á los hombres que
los empujan, y á. la perversión de las ideas, que van des-
moralizando el sentimiento público.
Lo que nos hace escribir estas lineas, y es el cargo que
hacemos á La Nación^ es que los que intentaron derrocar al
gobierno, en 1874, por enderezar una elección viciosa hecha
por las autoridades de entonces, sean hoy los mismos que.
empujan á la primera autoridad de la Prorvincia, á repetir
el mismo atentado, so pretexto de que una liga de Gober-
nadores les da el ejemplo.
Mal que mal el Gobierno de Buenos A.ire6, iba de dia en
día mejorando hasta 1826, sus formas exteriores de gobierno.
Los respetos humanos estaban guardados y la república, si
era defectuosa, aspiraba á ser sincera.
En este estado de cosas, en Buenos Aires, gran número
de Provincias, aunque no todas, estaban entregadas al arbi-
trario de caudillos populares, que eran gobernadores alza-
dos con la autoridad, y apoyados con los elementos de la
administración.
Los partidos cultos de Buenos Aires empezaron á pro-
pender, como ahora, á ponerse sd nivel de las provincias,
y puesto que pIIos tenían un López, un Bustos, un Quiroga,
no veían la razón porque Buenos Aires no seguiría el mo-
vimiento y tendría también un Rosas, comandante de las
campañas y Gobernador de Buenos Aires.
Treinta años duró el ensayo, y no *lo olvide Buenos
Aires, que sino es una conspiración fácilmente sofocada,
1)0 pudo, porque nunca se puede, desatarse las ligaduras
LOS ^BSFALLBOIMISNTOS T LOS DESVÍOS 365
que le hablan puesta sus padres en un dia de error.
Cuando se vician los principios en que está, fundado el
|{obierno, la represión se llama ley, y la costumbre, el
hecho confírmado, matan hasta la voluntad de corregirlo.
Fué preciso que fuerzas esteriores viniesen en su auxi-
lio, porque el paciente no quería ser curado, y cosa que
parece inesplicable, en las Provincias se habia conservado
'ó salvado, la energía y el anhelo por la libertad, con ideas
mas claras sobre la organización del gobierno, la libertad
fluvial, la supresión de las aduanas interiores, etc., etc.
Hoy se intenta hacer otro ensayo de asemejarse á las
provincias, puesto que por allá los gobernadores hacen
Presidentes, manipulando las urnas electorales. Qué mal
hay en ello?
Es que el mal gobierno en una ó mas provincias del
interior, es sin influencia durable, ni trascendental sobre
las otras, y mucho menos sobre Buenos Aires.
Habrá masT ó menos irregularidad en un gobierno, que
se ha de curar al ñrí por la salvación de los principios en
alguna parte.
Pero la depravación del gobierno, como del sistema elec-
toral en Buenos Aires, tiene una influencia funesta é irre-
sistible, qqe como la tiranía de Rosas, se encastilla en el
<:entro de las fuerzas de toda la República, y una vez do-
minadas, neutralizadas ó pervertidas éstas, el hecho se
convierte en sistema, y treinta años después, estarán nues-
tros hijos bregando por romper las cadenas que les hemos
legado, como luchamos nosotros para deshacer la obra de
nuestros padres.
Puede suceder, y desgraciadamente sucede, que las elec-
<:iones no sean irreprochables en todas partes. Las ha
habido, sin embargo, y con harta frecuencia regulares y
dignas de todo pueblo que se respeta, y respeta la decencia
en los actos públicos.
Pero otra cosa es establecerlo como sistema: darse la
•seguridad, por ejemplo, de que las elecciones producirán
una lista de Diputados, otra de Representantes, otra de
Electores que están de ante mano decretadas; y que echa-
das en la roleta estas bolas, han de señalar la casilla co-
lorada, que es á la que va el qfM tira.
Los añcionados á estos juegos se dicen entre sí, riéndose
^-^^<l
I''
366
OBRAS DS SARMiniTO
-« .
de la broma, que es por esta vez y porque asi conviene^
para luchar con los gobernadores electores. Nosotros em-
pero, que estamos viendo el juego, y que lo hemos visto
antes, con otra de estas concesiones de los principios, he-
chas á las circunstancias, decimos que están fundando ins-
tituciones, como fundaron una tiranía, cuando de tíraniaa
estaba plagado el pais. En adelante no habrá otros elec-
tores que los gobernadores, pues, que el gobernador de
Buenos Aires, nó tendrá mas que nombrar excelentes jue-
ces de paz en las campañas, cuyos votos inermes^ incon-
cientes, son en mayor número que los de la ciudad, capital
donde se reconcentra una opinión pública; y entonces los
gobernadores de las otras provincias que tienen por modelo
á Buenos Aires, esclavo con Rosas, ó libre con Mitre ó^
autoritario con Sarmiento, ó conciliador con Avellaneda,
$elfékctor con Tejedor, opondrán sus jueces de paz. y todo el
personal, toda la maquinaria de clubs, y comités que ha-
cen comulgar con ruedas de carreta. Allá vamos!
No sea tal cosa, ni se nos vaya á creer afiliados en esta
horrible mazorca del vicio accidental de las elecciones,
proclamando en sistema. Buenos Aires tiene mas alta
misión que desempeñar que imitar á oscuros régulos de-
provincia.
No hablamos de Buenos Aires obrando en masa con una
sola idea (propósito) que es la de oponerse á las otras partes
del territorio, ó dominar las menores fuerzas morales, in-
telectuales y políticas que encierran las provincias. Ha-
blamos de la grande masa de argentinos reunidos aquí, y
que con mayores riquezas, instrucción, ventajas locales y
contacto con el mundo esterior, tienen los medios y el
deber de ser libres, de hacer respetar el decoro, de no
ponerse á lá zaga de los pueblos mas atrasados de la tierra
adonde no llegaron, ni los suecos, ni noruegos, ni holande-
ses, ni belgas, ni prusianos, ni austríacos, ni franceses ni
ingleses, y es la de hacer que los gobernadores se elijan á
8i mismos por los medios que las leyes habían puesto en
manos de los pueblos, para renovar sus gobiernos.
Esto es lo que hemos echado en cara á La Nación de-
haber concebido como plan de partido, puéstolo en práctica
creyendo que ha hallado su hombre^ á lo que parece, y sentá-
dose á entonar alabanzas y mostrar á todos la tierra prome--
1
LOS DESFALLBC1MIKNT08 Y LOS DESVÍOS 367
tida que mana leche y miel, para los que lleguen á verla,
después de la elección de Presidente, presidida por su go-
bernador.
El doctor Tejedor rechazando el cargo, que al principio
de su gobierno le hacían los afiliados de La Nación de pro-
ponerse imitar á sus predecesores» hizo actos oficiales de-
claración solemne ante sus gobernados, de que haría por
asegurar el depósito sagrado que la ley le confia al poner
en sus manos la autoridad pública, que es para asegurar k
cada uno sus derechos.
A unos cuantos ciudadanos se les confian los caudales
del Banco, pudiendo con solo poner sus firmas en un papel»
acuñar moneda. Pueden por error, y aun favoritismo,
prestar caudales á. insolventes, lo que es mal grave, pero
no han intentado todavía, firmar papeles para llenarse con
ellos los bolsillos. Eso mismo nos parece que sería aplicar
los medios de que el Gobernador dispone, para hacerse
elegir él mismo; y esa es la situación que el partido Na--
cionalista, si es que tal partido existe, ha creado al doctor
Tejedor ó mas bien al Gobernador de Buenos Aires.
Hemos repetido cien veces que hechos semejantes no
tienen antecedentes. Casi todos los pueblos modernos
eligen real y verdaderamente á sus mandatarios. La Fran-
cia ha elegido su Asamblea, bajo la presión del pasado
gobierno. Los Estados Unidos gobernados por gobernantes
republicanos, hdn ido cambiando el Congreso por mayorías
demócratas, lo que prueba que las mesas no se han con-
vertido en maquinilla de gobierno, para perpetuarse & sí
mismos.
Buenos Aires tiene el deber de ser libre I Tanta riqueza»
tanta ilustración, tanto desenvolvimiento, tan terribles y
largas lecciones recibidas, todo para correr parejas con San*^
tiago ó con La Rioja, en cuanto á facultad y poder de elegir
sus mandatarios I
¿En eso vendría á parar el gran partido de la libertad,.
las tradiciones gloriosas, en el nombramiento de buenos
Jueces de Paz? Qué ejemplo, qué bambolla, y qué humil-
dad insolente, sin embargo I No estamos pues todavía tan
domesticados como La Nación. Esperemos días mejores.
sin revolución y maquinilla electora).
368 0BKA.8 DB SAaMIBNTO
LAS CANDIDATURitS DE 6BERRA I
{B^ NaeUmal, JoUo 15 de 1679.)
Son felices á veces las palabras, aunque las ideas hagan
en el mundo lento camino.
Denme decia Arquimedes un punto de apoyo^ y con mi
palanca muevo la tierra.
Denme, digo yo, una frase, y cambio la situación de un
pais cualquiera. «El imperio es la' paz», por ejemplo; da
fuerza es anterior al derecho.»
Tenemos candidaturas de paz y candidaturas de guerra
¿La del Ministro de la Guerra? De paz, por supuesto.
Si vis pacem ¿La que apoyan dos Generales, como Presi-
dentes de Clubs y seis de reserva como representantes de
la opinión? Son la quinta esencia, el estractxf,m^ el elixir
d'amore — paz, paz y pazi
Se arma Corrientes, y aun roba armas? La paz es su
banderal
¿Se trata por tablas, de una hipótesis? Es la guerra, pero
guerra á muerte; sin tregua ni otro desenlace que el exter-
minio!
Quién lo dice? La Nación y La Tribuna.
, Téxte David cum Sybilla.
En materia igual estuvieron de acuerdo Galvino y el
Papa, que no lo estaban en el dogma. Católicos y protes-
tantes quemaban las brujas! Hoy se empieza á dudar si
hubieron brujas. Solo La Nación y La Tiibuna siguen cre-
yendo en ellas.
Oh imperio de las palabras! Creemos mas en las pala-
bras que en los sortilegios!
Sábese que en las aldeas si alguna frase, reminiscencia ó
anécdota, se produce, queda por largo tiempo el estribillo.
Uno de nuestros militares históricos, hizo con oportunidad
alguna comparación ó lanzó una frase picante. Hizo gracia
en el campamento; y de un general de la Independencia:
ese es fundillos caídos. ¡Hombre perdido! De algún político
tenido por aigo. «Es mUo, decia un capitán, y hombre al
agua.»
¡Qué tiene Vd. que redargüir, si tiene los fundillos caldos.
\
LOS DESFALLBCIMIBNTOS Y LOS PBSVIOS 360
»
sS es^a^o? Galiñcativos que en su origen pudieron signifi*
car, es viejo, ó de pocos alcances! Peiro si es una candida-*
tura de guerra! De guerra, en este pais de la conciliación,
de la paz perdurable, donde todos los candidatos, donde
todos los objetos, los contratos» y los diarios trascienden á
conciliación, á mansedumbre y paz octaviana, hablar de
candidaturas de guerra! Oh Bernardino de Saint Pierret
autor de Pablo y Virginia, La Nación y La Tribuna/
Queremos tratar la cuestión, y hacer que la hipótesis
Jaable. La Fontaine lo ha dicho del lobo que es un per*
verso animal, que cuando lo atacan, se defiende! Oh per-
versidad! La Tribuna hace coro á. La Nación en este punto
capital y dogmático. El candidato que sostiene La Nación
es de transacción para La Tribuna. El de La Tribuna no será
aceptable para La Naeion jamás, amen.
Nada de guerra por supuesto. Son dos mansos corderos,
que se siguen uno á otro por el instinto gregario de sa
raza. Adonde va el uno irá el otro. La cuestión es solo de
procedencia, ¿quién irá adelante?
Pero se nombra un tercero. Este es el lobo para los dos
corderos; y sin embargo nos proponemos mostrar que no es
tan ñero el león como lo pintan. Los antiguos mitristas
creen á pié juntillos que detestan, que execran el recuerdo
siquiera del periodo administrativo que precedió el 34 de
Setiembre; y conviene mostrarles que no es cierto que lo
detesten, por mas que les parezca. Vamos á contarles
ciertos cuentos*
En 1868 debía principiar una nueva administración que
tenía por base el vencimiento de dos candidatos, repre-
sentantes de dos grandes influencias, la del General Ur-
quiza y la del General Mitre.
El primero que no pudo triunfar en las mesas electorales,
el otro que acababa un periodo de gobierno^ que abrazaba
dos presidencias, la gobernación de una Provincia poderosa,
el mando de varios ej.ércitos, durante diez años conse-
cutivos.
Una administración nueva, tenía para gobernar, que
luchar con aquellas dos potencias, como poderes de opinión
y de fuerza. Nuestras jóvenes repúblicas, con tan pocos
¿abitantes, con tan reducido número de hombres de gobier-*
Tomo xL.->d4
370 OBRAS DB 8ARMIBNT0
no» no pueden desligar el poder público de las personas que
lo ejercieron y la experiencia diaria maestra^ díganlo sino
Urquiza y Mitre, que al dejar el gobierno» se llevan afecta
¿ su persona, la fnitad del poder público, que no abando-
nan, sino por los contrastes ó los años.
La nueva administración, llamémosle EE, para abreviar,
principiaba bajo la influencia de aquellas dos grandes figu-
ras. La dejarían obrar? Le harían el favor de dejarla exis-
tir? Podia el patriotismo, la longanimidad del otro, tener
la condescendencia de dejarla vivir, con su visto bueno? y
aquí principia el cuento.
Desgraciadamente H, había seguido un curso público d»
gobierno, que á mas de lo que le era personal, como an-
tecedentes, preparación y carácter, lo predisponía k gober-
nar, según la candida pretensión, (vanas palabrasi) de la
constitución que dice, que el Presidente es el Supremo
Jefe del Estado. H, creía en las palabras hasta entonces..
Después ha visto que aquello tiene su mas y su menos.
La obra principió con el temido General Urquiza, que
tuvo la bondad de hacer que se acercasen al neófito^ los
señores Yelez, Arredondo, Várela, Mansilla y Yictorica
para entenderse y darle las mas completas seguridades de
adhesión; y ¿cuál no seria la sorpresa de aquellos caba-
lleros, al encontrarse con un hombre que no entendía
palabra de lo que le decían, y á quien no pudieron arran-
car en veinte días, una de aceptación, concluyendo con
decir: que cada uno cumpla con su deber. El General Urquiza
fué, con esto, no el amigo solo sino el subdito, usaremos
esta palabra, del Presidente de la República. Estaba por
su alta posición habituado á ser el aliado, el protector de
gobiernos nacionales.
El otro lado no era tan fácil de arreglar. Era legión.
Del General Mitre era posible obtener deferencia, longa-
nimidad también; pero á sus prohombres, los generales»
ex-ministros, publicistas que bajo su influencia se habían
elevado, no era fácil hacerles aceptar un hombre nuevo»
8i este no era el jefe tradicional, al que habían reconocido
supremacía. Mediaba otra circunstancia.
Salvo un cierto número de esta pléyade, que habían sido
sus concolegas de trabajos diez años antes, aunque á todos
los hubiese precedido de otros diez años mas, en la vida
LOS DB8FALLBCIMIBNT0S Y LOS DBSYIOS 371
públicaí los demás, los nuevos personajes, y la mostacilla
de los partidos tenían por H el mas alto, el mas merecido,
el mas calificado desprecio! Léase La y las iVacto» sesio-
nes de la Cámara, durante los primeros años de aquel
gobierno. Era ademas loco y atrabiliario.
Otra circunstancia mas empeoraba la situación. H había
estado ausente largos años, y en Chile, en el Perú, en el
Congi*eso Americano^ en los Estados Unidos, en el cuerpo
diplomático europeo, en los Congresos de Educación de
millares de sabios á que concurrió, á su regreso honrado
por la amistad de un Emperador, todo esto le había creado
el hábito de creerse algo, porque el contacto y el concepto
de los hombres de valer es contagioso y nos penetra.
Con esta perversa educación caía como del cielo á su
país, y según la manera nueva de tratarlo, parecía que
de tanta altura había descendido á ser Presidente de una
república, que se divierte en jugar á la pelota con. sus
presidentes. Cuesta aceptar estos cambios I
Fué pues larga y penosa la lucha con aquel elemento
que encontraba sin el poder material, pero con poder de
influencia y de posiciones. Todo se habría allanado con
dar un paso, y concillarse los ánimos; pero ahí estuvo la
dificultad.
No aceptaba ni aliados, ni protectores.
La Nación lo ha dicho candidamente ahora poco. Al
fin lo reconocieron Presidente. Su bueno le costó ;
aunque no logró hacerles á todos perder ni el merecido
desprecio personal hacia él, ni la posición conservada de
dispensadores de aprobación, manirrotas en cuanto á vi-
tuperio, y aun escarnio del pretendido Jefe Supremo del
Estado, que descendió sin embargo de tan elevado puesto,
siendo en verdad hasta el último el Jefe Supremo del Es-
tado como tan neciamente lo pretende la Constitución.
Esto no le negarán sus adversarios.
Pero hay algo, que hoy no se atreverán á negar, y será su
eterna condenación. Aquel H» tan pretencioso de preroga-
tivas, tan intratable y autoritativo, dejó á sus enemigos, el
derecho de serlo, con toda libertad, con mas libertad que la
que adversarios gozan en parte alguna. La libertad de
abusar de la libertad. Hoy pueden releer en las sesiones
del Congreso sus discursos, Mitre, Quintana, Rawson, Ocan-
372 0BRAi9 DB SARMIENTO
tos, Oroño, Justo y veinte mas, y convendrán que nad^
perderían de su fuerza, si borraran palabras, frases, mo-
ciones y tentativas hostiles, ó injurias, sin que ellas les
trajesen, ni la molestia de rechazar insinuaciones de aco-
modamiento de parte del agraviado, á fín de ahorrarse en
adelante nuevas ofensas. Sin ofensa puede recordar que
Rawson, Quintana, Oroño, Mitre y muchos otros estuvieron
un momento ai menos en su vida dispuestos á ser mas
indulgentes; y que sin embargo, no se dio un paso para
decidirlos y conquistar su aquiescencia.
Los diarios de la época se hacían un deber de serle
hostiles, de hacerle implacable oposición, sin economizar
ni la injuria ni el ridículo, y sin embargo, ningún inconve-
niente encontraron en su carrera, ni el de una justiñcacion
ó descargo.
Un hábil político dijo una vez á H., que creía que hubiese
hecho un ejército suyo, poniendo á la cabeza jefes suyos.
H., tenía el candor de creer que el ejército era una arma
nacional regida por el deber; y cuando de guerra 'Se tra-
taba. Mitre, Rivas, Gonesa, Gelly, Arredondo, Vedia eran
simples generales de quien echó mano, como si no fueran
conocidos partidarios adversos las mas veces. Que cada
uno cumpla con su deber, era su tema y explicación.
El General Gaínza usaba de una frase característica
para significar un hecho constante que presenciaba, di-
ciendo, «ees el hombre mas impersonal que he conocido»; y
creemos que puede repetirlo todavía.
Esta política que no tenía ni preferencias, ni odio, fué
pagada con usura. El General Rivas no hizo armas contra
él. Todos los jefes del partido, quisieron evitar que en su
aborrecida administración hubiese una revolución. Mal
que mal era sin cargo justo.
Decimos mas^, nunca fueron todos mas libres. Una liber-
tad empero no gozaron, y fué la de ver doblarse ante el
amor propio de los unos, ó el desdén de los otros» aqu49lla
encarnación de un cargo puesto en sus manos.
Guando hubo de estallar la revolución de Setiembre, H.,
sabia mucho de ella, y pudo ahorrarle al país muchos qu^
brantos, con poner la mano anticipadamente sobre media
<iocena de individuos, y no lo hizo, por no creer legal poder
hacerlo, pero estallada la revuelta, desplegó toda la energía
LOS DESFALLECIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 373
que SU deber le imponía. Entregando el niando k su suce-
sor, pudo guardar silencio, dejarlos que se defendiesen sin
cono prometerse inútilmente en actos, que ya no le inte-
resaban.
Pndo aprobar la amnistía sin enmiendas, como pasó y aun
elogiar ia magnanimidad del gobierno que la concedía, y
ganarse prosélitos entre los agraciados. Pudo dar su en-
tusiástica aprobación á la conciliación y entrar en el gre-
mio de los amnistiados y conciliadoa. No lo hizo, porque
reputaba uno y otro acto errores políticos de gran trasceti-
dencia.
Estos son los motivos del pretendido odio de los preten-
didos mitristas; y no los actos del gobierno de H., ni opre-
sión ejercida ó injusticia hecha, como partido.
Harían la guerra si tuvieran soldados; pero le serán gran
número hostiles, y sería en efecto candidatura de guerra^
porque en efecto muchos de ellos lo desprecian soberana-
mente todavía y se estiman á sí mismos en mucho; y tie*
nen todavía la esperanza de tener Presidentes á quien
tener en menos, que lo que se tiene entre gente culta á
cualquiera. Es tan rica la República de hombres públi-
cos, de oradores, de Generales, de jurisconsultos, y de prin-
cipios y honradez política, que podemos echar al carro
de la basura las que nos sobran, y tomar en su lugar ^
fardo cerrado al que las desprecia.
Es el amor propio el grande agitador de las resistencias-
y hará la guerra.
PROCLAMACIÓN ROCA
(El Nacional, Julio 30 de 1879.)
«
El acto ostensible tantas veces diferido, tuvo lugar el
domingo con todas las formas exteriores de estilo; y hemos
aguardado al día de hoy para ocuparnos de su importan-
cia, esperando oir la opinión de los diarios, y los comen-
tos que el público hace según sus impresiones.
Ya estamos habituados á estas manifestaciones, en que-
los partidos se exhiben para ser medidos á ojOj según ei
374 OBRAS DS 8AHliISMl*0
espacio que ocupan en una plaza, en una calle ó en un
teatro. En el de Variedades, puede decirse que hubo reu-
nidos el domingo, doble número de los que puede conte-
ner holgadamente. Si alguien pretende que habla . tres
veces mas ese número, contando con los alrededores, no es
materia que nos propongamos contradecir.
Ya es punto averiguado, sin embargo, que ninguna ma-
nifestación política baja de tres mil personas, cualquiera
que sea el partido que la requiere y prohija.
La proclamación de la candidatura del General Boca,
tenia sin embargo carácter mas significativo que las me-
ras cifras, y era que concurrían & ella adhesiones que
habían tardado en asociarse á sus amigos; notándose la
presencia de la mayor parte de los pro^hombres del par-
tido autonomista, que puede considerarse reintegrado y
constituido, salvo algunas excepciones, que aun pueden,
faltos de bandera, agregarse al núcleo general.
El movimiento, pues, encabezado por los señores Alvear
y Casares, y sostenido por varios diarios ha absorvido al
partido autonomista; supliendo con su iniciativa la que le
faltó al Comité nombrado hace mas de un año en ese mis-
mo teatro de Variedades, en donde se ha hecho la procla-
mación de la candidatura Boca.
Observadores curiosos han notado que no ha asistido al
último acto, el grupo que en el primero alarmó las sucep-
tibilidades de los que se divorcian de su partido, pasando
á conciliarse con los nacionalistas; de manera, dicen, que
si como ahora no han concurrido, no lo hubieran hecho
tampoco en la primera sesión de Variedades, Gainza, Vá-
rela, Lavalle fueran aun autonomistas, irreconciliables por
el otro extremo, como se han mostrado por este.
Es admitido por todos que centenares de personas de
influencia y valimiento, que no dan suprema importancia
á las calificaciones de los partidos políticos, prestan cordial
adhesión y apoyo á la candidatura que se ba proclamado
el domingo.
Ssta circunstancia, y el concurso de varios matices de
opinión, que la segundan, atenúa el peligro que á nuestro
juicio se presentaba, y que no desaparece del todo, de unir
como se pretendía la Provincia de Buenos Aires, como
Provincia, para oponerla á lo que se reputaba impuesto por
■*«_■ ," '
LOS DBSFALLBGIiaBNTOS T LOS DESVÍOS 375
las otras. La reunión de Variedades desautoriza tales pre-
tensiones. Era en gran número compuesta de los mismos
ciudadanos que hace años figuran en la escena política de
Buenos Aires; y ademas concurren á sostenerla otros ciu- .
<]adanos que tienen representación en el comercio, ó en
la posesionado la tierra. Buenos Aires se presenta, pues»
<)omo toda otra sociedad en vísperas de elecciones, afecta*
dos sus habitantes por ideas y propósitos diversos. ¿Dónde
estará, la mayoría?
Gueistion es esta k que contestarán con mas ó menos
verdad las urnas electorales á su tiempo, y que es permitido
anticipar en su favor á cada partido. Lo que la reunión de
Variedades deja en claro, es que la candidatura Roca tiene
adherentes, en número, y en calidad bastantes para ser
reputada una candidatura de Buenos Aires, tal como puede
ser reputada en cualquiera otra Provincia.
Establecido el hecho tal como se manifiesta por formas
tangibles, aunque pretendan disminuirlas ó exagerarlas
los interesados, la lucha electoral seguirá sus peripecias
hasta que el escrutinio le haya dado la solución legal y
obligatoria.
Es curioso mientras tanto oír las clasificaciones que dan
reciprocamente á los hechos, los que gustan de hacerles
asumir formas de cuestiones trascendentales, en que las
ideas ó los principios están comprometidos. La República
reconociendo dos candidatos, los coloca en polos opuestos;
con esto, que el que representa el provincialismo, es levan-
tado por los nacionalistas, mientras que el que representa
el nacionalismo, no es posible disimularse que está soste-
nido aquí por el partido que antes representaba el provin-
cialismo. O no hay palabra de verdad en estas denomi-
naciones, ó el provincialismo ha perdido todo significado»
y solo sirve como instrumento indistintamente á autono-
mistas, ó nacionalistas, que quieran suscitar prevenciones»
ó como en el caso presente, darse aires de algo. El doctor
Tejedor es y era nacionalista. Los que de tal título bla-
sonan lo llevaron al gobierno de la Provincia; y si son
ellos los que lo han proclamado candidato para la Presi-
dencia.
Con razón, pues se indigna La Nación porque los acusabaa
de que despechados habían claudicado de sus principios»
376 OBRAS DB 8ARUISMTO
levantando una candidatura que era^ la vive representación^
del localismo, para vengarse de las (otras) Provincias;,
conviniendo, Ain embargo, en que formando una gran
masa de población de Buenos Aires el partido nacionalista,
tan calumniado, algunos ciudadanos de esta Provincia han
acudido el domingo k hacer acto de presente en Variedades
haciéndose solidarios de las injurias, calumnias y acusa-
ciones contra el gobierno y mayor parte de esta.
No entraríamos á juzgar las apreciaciones de La TrUmnaf,
que tan elevado puesto tiene en la procuración de la candi-
datura del General Roca. Puede levantar la bandera del
cuartel general de la prensa, aunque hayan muchos otros
diarios cuyos trabajos tengan igual mérito.
El Gourrier de la Plata debe ser consultado de vez en
cuando, por los aperpus^ que le son propios. Aquello del
amigo que se guarda de su amistad como la de una pasión
sospechosa, y que por temor de serle parcial lo es con los
otros, es magnifico 1
Es nuestro objeto al consagrar estas lineas á la procla-
mación del domingo, el hacer constar, contra el prurito de
reducir á cifras mínimas lo que todos han visto, porque^
para que lo viesen se hizo; y es, por el número y por
la calidad de las personas, la candidatura del General
Roca, no es un hecho extraño á los partidos políticos de
Buenos Aires, ni rechazada mas allá que lo que puede
decirse que lo que es en Buenos Aires mismo la <lel doctor
Tejedor, según de donde sopla el viento político.
Consideramos este hecho importantísimo, para que no
8e quiera dar á las pasiones locales otra importancia que
la que tendrán en cualquiera otra de las provincias, sin
aplicación & la cuestión presente.
Otra vez lo hemos hecho notar; seria el colmo del rí<liculo
que en Córdoba, por ejemplo, hubiesen tan especiales mani-
festaciones de la gratitud pública al General Roca, y en
Buenos Aires se le presentase como el blanco de las iras
populares.
Nada de eso hay de verdad; y es satisfactorio notar,
que por el contrario las manifestaciones en su favor se
hacen, como las que han tenido lugar con otros motivos
reputados simpáticos, en medio de la calma general, y
con el aire de fiestas públicas, notables solo por la ausencia
-^^..«Jhh* ■ P V ■ «L
LOS DB8FALLB0IMIBNT0S Y LOS DESVÍOS 377
de acjbos de violencia, que son de ordinaria ocurrencia los
dias de fiesta.
La policía de seguridad duerme cuando una manifesta-
ción política recorre nuestras calles. Si esto honra al
pueblo, no deshonra por eso al candidato proclamado.
CARTA DIRIGIDA POR EL GENERAL D. DOMINGO F. SARMIENTO
AL SR. D. EDUARDO MADERO
Baenos Aires, Febrero 13 de 1880.
Mi estimado amigo:
Di á usted anoche mi parecer eu corroboración de las
doctrinas en que funda el señor Presidente el decreto
prohibiendo la reunión de ciudadanos armados, etc., y
que usted hallaba conforme con las ideas que antes he
expuesto á este mismo respecto.
Como recomendase encarecidamente á usted hiciese valer,
su influencia personal con sus amigos, pues su palabra^
es oída con favor, á. ñn de evitar que no se opusiese
resistencia á estas disposiciones, quiero exponerle sucin-
tamente las prescripciones de derecho que rigen estas
materias.
Sé cuanto mal hace sostener la verdad y la justicia
cuando están de parte de una autoridad, contra la cual
tenemos ó creemos tener fundados motivos de queja; pero
en cuestión que amenaza comprometer muchas vidas, ya
sea de ciudadanos ya de soldados, el silencio sería un cri-
men, si solo con hacer conocer el derecho, se pudiesen
apartar del errado propósito á los que, honradamente creen
tener el derecho de armarse y organizarse en cuerpos que
no sean los reconocidos por la Constitución y las leyes de
8U país.
¿Cuál es el joven, el patriota^ el ciudadano, que teniendo
duda siquiera sobre el derecho que le asiste para empuñar
un fusil, Jo disparada sobre uno de sus semejantes ? ¿Quién
378 OBRAS DZ BARMUBNTO
de entre esa juventud generosa aceptarla incurrir en la
mancha de asesino, pues es tal el que sin derecho ni autori-
dad quita la vida á otro?
Y tan oprobioso nombre recaerla sobre todo acto de
resistencia armada contra el decreto del Presidente que
prohibe en adelante las reuniones de cuerpos que llevan
la organización y armas del ejército ó de la Guardia Nacio-
nal. Los decretos no se discuten cuando emanan de auto-
ridad legal.
Espero, pues^ que me agradecerán como un buen ser-
vicio, si logro fijar las opiniones sobre este punto, aunque
ello haya de costarme, lo que siempre cuesta querer
resistir á la corriente que nos arrastra y puede llevarnos
á un abismo.
La cuestión es muy sencilla. No es tanto de Constitución
política, como de derecho de gentes, pues todo lo que á las
armas se refiere, está regido por las leyes de la guerra que
reconocen todas las naciones.
Los llamados bomberos^ tiradores nadonaks^ rifleros etc., se
han dado una organización militar, con tenientes, capi-
tanes que mandan compañías, con mayores y coroneles
que mandan batallones.
Si un sargento de patrulla de tropas regulares encuen-
tra un batallón de esos en la calle, su deber es mandarle
hacer alto, y al jefe avanzar para reconocerlo. Si no reco-
noce el sargento la existencia legal de tal cuerpo, ni el
uniforme que lleva, pediría al jefe que lo mande, la
comisión^ es decir, el diploma que acredita que es tal
Teniente, Capitán, Mayor ó Coronel de un cuerpo de
tropa reconocido, otorgado por un gobierno con facultad
para darlo.
Hé aqut el escollo ante el cual fracasará todo este sister
ma de cuerpos francos. Todo argentino es guardia nacional,
y estando suspendida la libertad de reunir y convocar la
Guardia Nacional, los que se presenten reunidos, lo hacen
violando la ley, y lo que es peor, violándola dolosamente»
á saber, disfrazados con otros uniformes que el de la Guar*
dia Nacional, y con otro nombre que el del cuerpo á que
pertenecen, y de que aparecen tránsfugas ó desertores.
Ya es demasiado para la dignidad de un ciudadano y
LOS DBSKALLBOXKIBMTOS T LOS DESVÍOS 379
la hidalguía de un caballero, ser acusado de engaño y
•deserción de un puesto; pero es el caso que nadie puede
hacer fuego, ni obedecer voz de mando para hacerlo, si
el queladá, no tiene nombramiento, comisión ó despacha
de autoridad pública que lo acredite tal oñcial ó jefe.
Este es un punto de derecho de gentes, que no puede ser
violado ni aun por las constituciones que se den las nació*
nes por la voluntad de los pueblos. Este punto se ñjó
irrevocablemente en la guerra franoihprtuiana con los francos
tiradores en Europa. Había sido fijado en 1864 en los
Estados Unidos, por decreto del Presidente contra las Gne*
rriUas^ y puesto en práctica durante años. Costóle la vida
al Emperador Maximiliano, por el contrario, no haber res-
petado los diplomas dados á jefes y oficiales por el Presi*
dente Juárez, y procedido con ellos como si fueran gueirillaB
6 cuetyos francos.
Las consecuencias de un encuentro como el que yo
supongo, serian, sin necesidad de efusión de sangre, deplo-
rables para los cuerpos que se presenten armados, aun sin
hacer uso de las armas, que como hemos visto, no pueden
usar sin crimen, que los ponga fuera de las leyes de las
naciones y de la guerra. Una vez que fuese tomado presó
un destacamento de gente armada, por no tener comisión
su jefe, ni existencia legal el cuerpo, serían sometidos á un
tribunal, civil ó militar y acusados, 1* de simulación de
nombre de tropa, 29 de usurpación de títulos de tenientCt
capitán, etc^ 3<> de deserción de su verdadero cuerpo G. N.«
4^ de disfraz de uniforme, y 5^ de amenaza á la tranquili-
dad pública; y como toda pena por delitos de esta clase
lleva privación de los derechos políticos por un número de
años, y la sentencia que sobre dos individuos recaiga,
condena ¿ todos los que en iguales circunstancias se halla-
sen, resultarla que todos los bomberos, todos los rifleros, y
todos los tiradores al blanco, desde los comandantes hasta
los tambores quedarían privados por algunos años del dere-
cho de votar en las eleccioens ó ser electos para empleo
alguno.
Estas clases de razones son atendibles.
Indicaré otra que lleva al mismo resultado. Supongamos
que, como se anda corriendo, el Presidente decreta el estado
de sitio. No hay que decir que injustOi con fin dañado ni
*w
380 OBRAS DB 8ARMI]fiMT0
arbitrario. El estado de sitio es un recurso violento que-
nuestra Constitución y toda Constitución de gobieitío en el mundo^
ha puesto en manos del Congreso ó del Presidente en caso
de conmoción^ para evitarse la guerra ó la perturbación del
orden; ó aun la caida del gobierno mismo. Es absurda
pretender que no se obedece un estado de sitio^ por que
precisamente es para forzar á la obediencia que se declama»
Todos queáeLtí ipso faeto privados de las garantías constitución
naks^ y así como no se puede mandar hacer fuego sin tener
nombramiento legal de un gobierno para mandar ese cuer-
po, asi despojados de las garantías constitucionales, sería
absurdo resistir al estado de sitio, en nombre de derechos
constitucionales que no existen.
El Presidente no necesitaría, por tanto, prender ni perse-
í^uir á. nadie. Bastariale declarar movilizada la G-uardia
Nacional de Buenos Aires, y al Inspector General de Armas
ordenar á los jefes de cuerpo presentarse en su despacho á .
recibir órdenes las que serian presentar listas de revista de
sus respectivos cuerpos y estado de armamento, etc. Desde
entonces quedan bajo las órdenes del Ministro de la Gruerra
los rifleros, tiradores, bomberos, etc., porque antes de serio
sorrGuardias Naciones. ¿Elesistirían un estado de sitio? ¿Pro-
'barían con eso que no había la conmoción que lo motivó?
Creo en vista de estas consideraciones, y mas que todo,
en presencia de la amenaza de perturbación, y el temor de
cometer un** atentado, que nuestros jóvenes entusiastas,
|»ero honrados en sus procederes, imitarán el ejemplo de la
.Guardia Nacional de Boston en 1848.
Cuestión mas grave irritaba los ánimos de ios doscientos
mil habitantes de la Atenas de América, asi llamada por la
instrucción universal de sus habitantes. Tratábase de la
libertad humana, de la abolición de la esclavitud, de la
misma causa que después abrazaron los Estados Unidos é
hicieron triunfar con un millón de vidas sacrificadas.
El Congreso habia mandado por ley, que fuesen por l^us
autoridades nacionales entregados & sus amos, ios esclavos
quede los Estados del Sur se escapasen, asilándose en los
Estados libres; y la ciudad de Boston en masa, jueces, go-
bierno, representantes, senadores, abogados, diaristas, capí*
talistas, fabricantes y obreros, todos sin escepcion salieron
¿ las calles» se reunieron en masa irresistible, y con enor^
LOS DB8FALLBGIMIBNT0S Y LOS DKSYIOS 38^1
ines vigas y barras de hierro, forzaron la puerta de la
prisión en que tenían á dos infelices esclavos prófugos de
sus amos, que habían venido á asilarse en la ilustre ciudad
de la Nueva Inglaterra.
Ticnor Curtís, el célebre autor de la Historia de la Cons-»
titucion, era por entonces, simple Marshal; y ofició al Pre-
sidente, refiriendo el hecho y declarándolo delito de alta
traición á loa Eistados Unidos, por ser de los comprendidos en
la palabra to make wai\ hacer guerra á los Estados Unidos, el
hecho de resistir intencionalmente al cumplimiento de una
ley de los Estados Unidos, aun sití necesidad de hacer
armas. El Presidente en lugar de declararlos rebeldes y
mandar intervención, movilizó la Guardia Nacional de
Boston, mandando que sus cuerpos formando linea de la
cárcel al puerto y abriendo ñlas custodiasen á los negros
para entregarlos & bordo del buque que debía llevarlos á
sus amos del Sur; y aquellos mismos jueces, abogados, dia-
ristas y jóvenes, ahora guardias nacionales^ custodiaron con
el fusil al hombro á los mismos negros que habían arreb \-
tado de la prisión, y todo terminó ahí, porque es sabido que,
aquellos ciudadanos de Boston, los mas ilustrados del
mundo, como decía su Gobernador Andrew, que me honró
con su amistad, tienen en la sangre y en los huesos el senti**
miento de la libertad y del gobierno, y saben donde termina
aquella y principia éste.
Desde que el Congreso prohibió la reunión dé la Guardia
Nacional y el Presidente prohibe la de cuerpos que no sean
reconocidos por la ley, la libertad de discusión sobre este
punto ha cesado, y el gobierno comienza. El Gobernador
de cada Provincia, como el pueblo se disputarán el honor
de llenar tan fácil deber, pues todo {p que se les pide es
abstenerse de un acto de dudoso derecho para algunos, de
escándalo para todos los pueblos de la tierra, créanmelo las
personas poco versadas en estas materias.
Una sola palabra mas, y habré terminado la tarea que
voluntariamente me impongo, de desagradar á muchos á
trueque de salvamos todos de una mancha.
Hablase con encono de la presencia de numerosas fuerzas
en la capital. El deber de todo gobierno es conservarse, y
prevalecer sobre toda oposición armada.
Los malos gobiernos tienen aee derecho lo mismo que
382 OBRAS DB SARlf IKNTO
los buenos. Pero el gobierno bueno ó malo se defiende con
las fuerzas nacionales, con el ejército que la Constitución
pone en sus manos y á sus órdenes.
El Gobierno puede ser malo, pero el ejército es la honra
y la seguridad de la Nación. A los que no temen las balas
del soldado, les diremos: ese soldado es la Patria, es la glo-
ría de una nación, es Ghacabuco, Maipo, Junin, Ayacucho»
Ituzaingol Respeto y honor al soldado!— Mañana hemos
de necesitarlo en nuestras fronteras. No lo venzamos en
las calles. No le enseñemos el camino de la derrota, pues
que en sus ñlas habremos de ser el ejército, la Nación^ la
Patria en armas, cuando necesitemos defender nuestros
derechos. ¡Maldición al que intente humillar al ejército 6
declararle enemigo de las libertades pdblicasl
Tengo el gusto de suscribirme su afectísimo,
D. F. Sarmiento.
TRESCIENTOS FIBIOS
« La Libertad ha contado los siete Sarmientos que apoyan
la candidatura Sarmiento que reputa, por haber siete del
apellido entre los inherentes, negocio de familia.
Qué poco entiende La Libertad en achaque de aristocracias
y familias colonialesl
Por poco no denuncia las propiedades que posee en Amé-*
> rica; esta ilustre familia que figura desde los comienzos de
la colonización española en los fastos americanos.
Citaremos alguna.
Primeramente: Un t^oberbio Volcan llamado monte Sar-
miento en el Estrecho de Magallanes que se divisa del
Atlántico y el Pacificoi sino con su magestuosa cabeza
cubierta de nieve, de guía & los navegantes, consagrado á
perpetuar la memoria del Almirante Sarmiento.
Itetn. Un canal igualmente en el Estrecho, llamado Canal
Sarmiento, recto como trazado k cordel, largo de muchas
millas y de una de ancho, y solo frecuentado por explora-
dores científicos, por correr muy apartado de los derroteros
ordinarios de los navegantes.
Ítem. Una pila hermosísima de bronce en la Plaza Mayor
LOS DBSFALLBCnaENTOS Y LOS DBSYIOS 383
de Lima, por cuyo metal ofrecieron, dicen, los ingleses,
80,000 fuertes, á. causa de que en la ceremonia de la fundi-
ción, la nobleza de Lima como sucedía al fundir campanas
echaba puñados y talegos de doblones de oro en la masa
del metal fundido, para honrar debidamente la obra.
Lleva esta inscripción: «Esta Pila fué construida por el
Virrey don Francisco Javier Sarmiento, etc., etc., etc.
Ítem. Un fuerte Sarmiento en una vuelta del Rio Y que
ya empieza á tomar la forma de villa; y es residencia del
Comandante de fronteras, llamado así en memoria de que
el Presidente Sarmiento ensanchó hasta allí la frontera de
Córdoba.
ítem. Una estación en Córdoba, Ferro-carril k Tucuman,
y próxima al pueblo de Totoral, para que el pasante por
dicha estación, sepa que ese ferro-carril fué decretado
bajo los auspicios de la administración Sarmiento. AHÍ al
pasar el General de este apellido, se le presentó don Fede-
rico Sarmiento, Jefe de cuadrilla de peones de la línea, á
quien reconoció por tal Sarmiento y pariente.
Ítem. Dos Locomotoras que llevan el nombre de Sarmiento
en letras de bronce en dos vías férreas distintas.
Ítem. Varios buques que llevan en la marina mercante el
nombre de Sarmiento para recordarle al paso á la de
Guerra, que fué creada bajo la inspiración del Presidente
Sarmiento, y pueden olvidarlo los guardias marinas de la
Escuela Náutica que él creó, que así es la gratitud de las
repúblicas. — Se la han de colgar k Andrade esta gloria.
ítem. En varios fortines Sarmiento, pueblos y colonias que
por pequeños no se mencionan.
Ítem, Cinco ediñcios suntuosos de Escuelas Sarmiento, k
saber: Una en Caracas, costeada por el erario nacional y
dedicada á la memoria del Educacionista Sarmiento que
difundió por aquellos países con sus escritos y dinero lo que
oñcialmente se llamó la idea Sarmiento, k saber la educación
del pueblo, como se llamó en Francia la idea napoleónica,
el poder militar como base del gobierno.
Otra idj en Valparaíso puerto y ciudad principal de Chile,
donde se le dedicó un edificio de Escuela, de preferencia
& una estatua, para que continuase en ella por siglos go-
zando el pueblo de la educación que él hizo popular en
Chile, no habiendo un chileno de treinta años de edad|que
384 OttftAli I>B SAKUIJCNTO
no haya aprendido á leer por su Método de lectura gradual
único permitido en la enseñanza de las Escuelas, excepto*
el actual Redactor de La Libertad, á quien ya tomó grande-
cito, y no alcanzó k desasnar^ como dicen en su país. Por
eso se ha quedado en el Chrüto a, be^ ce de la política, de donde
no saldrá nunca. Está viejo Pedro, etc.
Al decir del ex-presLdente Montt en el Congreso ameri*
cano, el método gradual es el libro mas importante que
haya escrito Sarmiento, sin excluir el Facundo.
Otra td, Escuela Sarmiento en Tucuman, en un ediñcio'
cuyo frontón sostienen columnas corintias, dedicada á su
memoria por su amigo don José Posse.
Otra idj suntuosa en Mendoza, ediQcada por el Goberna-
dor Villanueva, gran propagador de la idea Sarmiento; y que
está regenteada hoy por don Lisandro Salcedo/ sobrino del
señor Sarmiento y alumno de la Escuela Normal del Paraná,
la primera de la América en perfección de sus estudios,
como fué la de Santiago de Chile, fundada por el mismo
señor Sarmiento, la primera en el orden cronológico délas
que hoy existen en esta y otra América.
• El Ministro Plenipotenciario de Chile señor Balmaceda al
pasar por Mendoza, visitó la Escuela Sarmiento; y después
de examinados sus alumnos, y estimado la competencia del
maestro normal, escribió á su gobierno, diciendo que la
plaza de Mendoza era una de las bellas del mundo, y la
Escuela Sarmiento mas adelantada sobre las que conocía
en Chile de su género.
Con aquellas dos Escuelas normales una en Chile y otra
en el Paraná, y las cuatro Escuelas suntuosas capaces de
contener trescientos alumnos cada una, á mas de los cien
•ediScios que no llevan el nombre del señor Sarmiisnto,
estará por siglos educando millares de jóvenes como recom*^
pensa de sus servicios á la educación.
Olra M, en San Juan, construida sobre el vaso de un
templo inconcluso y dedicado á escuela que funciona hace
quince años^á la par del Colegio Nacional de San Juan,
que es también fundación del señor Sarmiento.
A mas de un Almirante Sarmiento (el que intentó poblar
el Estrecho de Magallanes) un Virrey, un Obispo, un Gene»
i'al y un Presidente de esta familia colonial, hoy una señora
•educacionista que ha enseñado en Escuelas y colegios eu
LOS DE9FALLBG1MIBNT0S T LOS DB8VI08 385
Chile y San Juan cuarenta y tres años consecutivos, y se ha
retirado' sin pensión á inválidos á los setenta y cuatro años
que cuenta, sin una enfermedad y sin inclinarse & recojer
un pañuelo del suelo, por garbo aristocrático.
En labores.de mano es el primer artista de América»
declarado asi por el grabador De Madril á causa de un
grabado en pelo, hecho fácil de comprobaren Buenos Aires
por cuadros de incomparable primor ejecutados en paja de
ttigo con la punta de las tijeras.
Otra Sarmiento viuda y entrada en años, aprendió con
Monvoisin la pintura, y ha dejado varios retratos entre ellos
el de su madre y el dos Obispos de Cuyo, de un cierto
mérito.
Doña Faustina Sarmiento continuó en el Colegio de seño-,
ras de San Juan la obra de sus tías hasta que un Ministro
hace un año la despojó de sus funciones, sin saberlo^ para
favorecer á una recomendada.
Contaremos para mostrar en lo que para al ñn tanta
prosopopeya, lo sucedido á un miembro de la familia, que
llegaba de Europa á Gopiapó y tomaba asiento en la mesa
de huéspedes. Estaba allí un personaje chileno, de espi-
ritu travieso, y que no habla hecho muy buenas migaB
antes con el recien llegado.
. Comían poco menos que en silencio, cuando el taimado,
con voz autoritativa y afectando superioridad dijo:
Domingo Sarmientol páseme un plato.
El al parecer aludido, tuvo sin embargo la presencia de
ánimo de no mover un músculo y como si nada hubiere
oido, volver la vista maquinalmente, cuando vio en efecto
un sirviente traer un plato. |Mozot Es Vd. de San Juan?
Si Señor— ¿Da Puyuta? Si Señor— Hijo de D. Rafael ó de
D. Domingo? De D. Rafael señor.^-Vengan acá esos cinco
que es Vd. mi primo, alcance aquella botella del tinto.
Tuvo años después por mucamo á un Sarmiento; negro
como una breva qupdió en no servirle de nada; solíase pa-
sear por las mañanas, peinarse las motas y solo recogerse
á dormir. No había forma de despedirlo, por cuanto pre-
tendía ser. de la familia Sarmiento, ser aquella su casa,
hallarse muy bien y no tener á donde irse, ni necesidad
Tono XL.— 26
886 0BRA8 DI SJLRMIBNTO
de ello. Murió en Cepeda defendiendo esta patria de los
Sarmientos.
Seria nunca acabar si intentáramos enumerar las glo-
rias de los descendientes en América del conde Aguilar
que por haber con haces de sarmiento encendidos, causa-
do en la noche la derrota de los moros en la batalla de
las Navas» mandó el Rey se trocase en Sarmiento su apelli-:
do según árbol genealógico que enviaron de España al
Presidepte argentino de este nombre, ignorando el pro-
fesor de heráldica que unos Sarmientos hubiesen navega-
do el Estrecho y fundado una colonia perecida antes de po*
der refrescar los víveres en Puerto Hambrel Establecidos
en Lima se desprendieron de sus hijos tres hermanos uno
que se estableció en Chile (Melipilla) otro en Cuyo (San
Juan) y otro en Buenos Aires cuyo último vastago, se ex*
tinguió en una señora en 18S0.
El mismo chasco se daban los fabricantes de genealogías
de Madrid, mandando al Dr. Yelez Saarñeld, asi que em-
pezó á sonar su nombre, una que remontada á los Grodos
de Castilla, ignorando que el hijo del General Saarñeld, que
invadió la Irlanda en favor de Jacobo n, vino á América
con recomendación de los Reyes y casó en Córdoba y no en
España con una Yelez.
Pero donde brilla en todo su esplendor el genio de la
familia Sarmiento es en la política. Dispersa hoy bajo
banderas diversas; cual mitrista de atarlo, cual roquista,
y cuales otros sarmientistas como ios denuncia La Libertad
hallando muy extraño que sean cristianos los católicos. Pero
llegado el momento, á imitación de las familias Claudia, ó
Julia de Roma, ó los. klans de Escocia, se reunirán todos;^
bien asi como Trescientos Fabios murieron en una escara-
muza, probablemente dejándose sorprender por el enemigOi
dormidos y beodos; y otra, la familia Cornelia, ú otra cual-
quiera según Mommsem,M encargó de conquistar á Alba
la Larga ú otra ciudad del Lacio, que los nombres no hacen
al caso; con dos Knil de su ralea y gente Cornelia que abunda
sienipre.
Se previene por tanto á la estirpe Sarmiento, gente y
clientes de la familia, que deberán votar todos en los comir
cios, ó en la elección por curias en favor del Jefe para Cón-
sul ó Dictador ó lo que fuere, so pena de declarar á los
LOS DB8FALLBCIMIBNT0S T LOS DBSTI08
387
disidentes privados de arw et focia que es ser desheredados,
y quedar sin culto, y declarados ademas mulatos por
parte de madre. 4sf se dirá de adelante el mulatillo Tomás;
el enarteran riflero Gabriel, etc.
Quedan apercibidos y notificados.
HAT SABMIENTOS PABA TODO BN BUENOS AZBES
lABmBHTOt— WTBZSTAA-TIIBDOBimS
Doetor
Riflero
Riflero
Comandante
Agente N. en Washington
Tomás Sarmiento (abogado)
Ignacio D. Sarmiento (estudiante de derecho)
Angosto Sarmiento (Ídem, Ídem)
Estanislao Sarmiento (eitaneiero)
Domingo Sarmiento (rematador)
Justo Sarmiento (comercio)
Gabriel Lasptor Sarmiento (estadiante)'
José A. Sarmiento, en San Jnan
Jolto Garrié y Sarmiento
Bx-Jefe de Policía en San Luis Pedro Sarmiento
BABiminoB— aooüiif la— Kf bl «omfá db un jüan
Teniente Coronel
Guillermo Sarmiento
Senador
Ignacio Sarmiento
tt
Juan Luis Sarmienlo
Di(mtado
José liaría Sarmiento
Comerciante
Julio Sarmiento
«
Ángel Sarmiento
«
Bellsarlo Sarmiento
«
Noé Sarmiento
•
Orlos P. Sarmiento
Brtodiante
Roberto Sarmiento
Bstandero
Jdsé M. Torrea Sarmiento
Teniente
Flrandieo Sebletool Sarmiento
Procurador
Alejandrino C Sarmiento
Edmundo Sarmiento
388
0BRA.8 ÜB 8ARMUBNT0.
SABIOIKTOS— SARHtBimSTAft— EN BCEÍ^OS' ÁlKMS
Teniente
«
Comercio
Estudiante
Estudiante
Comercio
Estudiante
Estanciero
Jefe euad. F. C. Tuenman
Cirilo T. Sarmiento
Luis M. Sarmiento (abogado)
FrancIjBCo Sarmiento (médico)
Cirilo P. Sarmiento (médico)
Cdrlos Sarmiento (colegio militar)
Alejandro Sarmiento
Víctor F. Sarmiento
Rómuío Sarmiento
Justo A. Sarmiento
Augusto Belin Sarmiento .
Julio Belin Sarmiento
Clemente Gómez Sarmiento
Elíseo Schteroni Sarmiento
Federico Rocha Sarmiento
Daniel Marcó Sarmiento
Federico Sarmiento
Rómulo sébieronl Sarmiento
SARMIENTOS Qül PROTESTAN CONTRA TODA CLASE DE IHTUBSTOS, T NO SE PRONUNCIAN POR
MINOUN CANDIDATO, NI ESTÁN INSCRITOS (EN SAN JUAN«)
Eloy Sarmiento (cura del Albardon)
Guillermo M. Sarmiento
Rosauro Sarmiento
Juan Sarmiento
Crlsólogo Sarmiento
Abraham Sarmiento
Raimundo Satmiento
(Queda abierta la suscrlcion y se admiten rectificacio-
nes.)
LOS DB8PALLBGIMIBNT0S Y LOS DESVÍOS 389
PROGRAHIA
CANDIDATURA DE UNION Y DE PAZ
« Con el ciíjeto de mantener y robustecer ¡a Union Naeional, afianzar
a la jueticiáy eonsQlidar la Paz interior, proveer á la defensa común
« promover el bien estar general^ y asegurar los beneficios de la
« libertad. (lYeánibulo de la (Jonstitucion Jrgentína). »
QENBKAL DON DOMINGO F. SARMIENTO
Dn pueblo, como individuo, no necesita probar que es
honrado» que cumple con las leyes, que respeta sus jura-
mentos, la autoridad y los principios. Los nombres de las
personas que componen nuestra lista de electores de Pre-
sidente, prueban la sinceridad de nuestros propósitos. Ellos
son su propio programa.
No formamos un C/wé, no tenemos un Comité^ pero nues-
tro club lo forman todos los argentinos que se sientan
responsables de la gloria ó de la vergüenza de nuestras
armas, de la tranquilidad pública, de la unión de los pueblos,
del desarrollo de la riqueza, Union Nacional, en fin, única
medio de mantener nuestro puesto en el Comité de las
Naciones, teniendo pot vecinos repúblicas pequeñas, que
pueden servir -un día de puntos avanzados k uii Imperio
de quince millones de habitantes, que tenemos al frente,
y ár una república orguUósa de sus triunfos en él PacíñcQ
que tenemos á la espalda.
Queremos pues por Presidente durante seis años» al ciu-
dadano que con mas esperiencia de la vida pública, ame-
nace menos dividir los pueblos en el Interior y provoque
menos & la guerra en el Exterior, porque estima precisa-
mente sus responsabilidades y las aceptará resignado con
la fuerza que dá la conciencia de no haberla provocado.
Pero necesitamos que en las otras Provincias se conozca
nuestro propósito.
Lo ha espresado Talientemeiite el doctor don Juan Garlos
Oomez en El Nacional y hacemos nuestras sus palabras.
390 OUKAtf l»K (iAKBllKNTO
<r Para Gobernar hoy es preciso empezar por aceptar
a las situaciones hechas en las catorce provincias, y pre-
« caver que 'no sean convulsionadas, porque la base del
« futuro^Gobierno es la paz pública. En Corrientes como ea
« Córdoba, hay que mantener lo que existe, tratando de
« constitucionarlo, por decir asi, y de normalizar el estado
« de cosas infundiendo la confianza en los ciudadanos
« sobre sus derechos y garantías. » Habíalo dicho Lincoln
en su lenguaje campesino : | no se cambian caballos en me-
dio DEL rio!
No hay acto m&s diñcil en la vida republicana, que la
renovación de los funcionarios públicos, por la elección de
un nuevo Presidente. La Francia no ha podido hacerlo
hasta el día de hoy, en casi un siglo. Su historia desde
1789 hasta la fecha, cuenta por anarquías» por monarquías»
por imperios y por comunas. Pero reyes, emperadores y
presidentes, todos han rodado destronados ó depuestos»
arrastrando tras de si en su desplome las instituciones y
pedazos del territorio entregado al enemigo. Thiers no
concluyó su gobierno, después de haber salvado la Fran-
cia. El Mariscal Mac-Mahon ^no cumplió el septenado que
la Constitución le había señalado como término.
Solo la República de los Estados Unidos, y desde que
se constituyó la Argentina, han logrado, aun en medio
de convulsiones, trasmitir el poder público de un funcio-
nario k otro sin interregnos. De Washington ¿ Gr&nt,
de Mitre ¿ Avellaneda, la regla todavía no ha fallado.
] Vergüenza para los que la hagan fallar en uno ú otro
paisl
La Constitución Norte-Americana como la Argentina,
tan democrática y republicana la una como la otra, tuvie-
ron sin embargo, la previsión del peligro de abandonar
al pueblo la elección del Presidente y Vice-Presidente,
confl&ndola & un cuerpo de Notables que serían electos
por el pueblo. A falta de una nobleza ó una aristocracia
que se trasmite de padres k hijos como en Roma, Venecia,
Inglaterra la ciencia y la oanoieneia del gobierno, crearon di-
chas constituciones, temporalmente un cuerpo intermedio
de hombres buenos electos por el pueblo, para *que seña-
lasen entre los hombres públicos del país, para gobernarlo
p *
^
LOS DBSFAXLBCIMIENTOS Y LOS DESVÍOS 391
por un nuevo periodo, aquel que llenase mejor las con-
diciones de tan alto encargo.
Si es fácil que el pueblo en una gran República, des*
parramado á enormes distancias, conozca algunos nombres
por su notoriedad, tales como los que dan grandes batallas,
ó sobresalen en las asambleas públicas por el ardor y elo-
cuencia de su palabra, no es de esperarse que la gran
mayoría numérica pueda estimar el cúmulo de cualidades
requeridas para la recta administración de los intereses
públicos. Una asamblea de notables llena estas deficien-
cias, si para constituirla, el pueblo eligiéndolos de su seno
ha cuidado de reunir hombres de peso, ciudadanos probos,
propietarios acaudalados, y todas aquellas categorías y
posiciones sociales que representan el interés público, el
isaber público, la esperiencia pública y las esperanzas pú-
blicas. Esta es la res pública de los Romanos.
El colegio electoral para nombramiento de un Presidente,
cuya nómina presentamos, llena á. nuestro juicio, cum-
plidamente estas condiciones, y como los individuos que
lo forman son conocidos de todos por su posición y sus
nombres, apelamos al criterio público para justificar
nuestras predilecciones.
•Muchos ciudadanos, y acaso centenares, se encontrarán
en las mismas condiciones que los nuestros; pero siendo
limitado el número de los Electores designado por la Con&h
titucion, hemos preferido aquellos de cuyas ideas estamos
seguros, en cuanto á las cuestiones que hoy día dividen la
opinión, á saber:
Io^Rbnovacion db los Podbrbs Públicos, Por la. blbocion, con
rbnunoll á todo otro mbdio.
20— lNTBaRn>AD IXB LA. RbPÚBLICA k TODO TBAKCB, T 80BRB TODA.
OTRA. CONSIDBRACION.
30-~LaS FORHAS Y PROCBDItfnNTOS DB LA GONSTrTUCION NACIONAL
GUARDADOS CON PRBFBRBNOIA A TODO TBMPBRAMRNTO DB CIRCUNB-
TANCIA8.
40— La MaobstadI dbl Podbr Nacional, bn bl sbntido db la
Constitución qub hbmos jurado, «Esta Constitución, los tra-^
tados t las lbtbs qub db blla bmanbn, son la lbt suprbma Dm
Ul nación, no OBaTANTB TODA CONSIDBRAOION BN OONTRARIO.»
3^ 0BRA8 DB SARMIBNTO
50— La. oubrra ciTiL bs un crímbn, t las revoluciones debbn
8BR 8IBMPRB BSTIOBIATIZABAS, COMO RBCUR80 T RBMBDIO ELECTORAL.
• Ko prescribimos ideas al Colegio Electoral, sino que por
el contrario nos hacemos el eco de las que de notoriedad
pública se les conoce k las personas que designamos.
Reunidos^ dice nuestra Constitución, lo9 Etectores en ¡a
capital ciuitro meses antes que concluya el término del Presidente
y Vice Presidente de la Naeion cte.
Esta es la prescripción constitucional. Mas como el pue-
blo no puede ponerse de acuerdo por si mismo en la de-
signación de los candidatos de Electores, pues con ello
mismo los tendría ya elegidos, los partidos los proponen
para representar ciertos principios, aspiraciones, é ideas
prevalentes ó combatidas, á, fin de que el Presidente fu*
turo represente las que sostiene la parte de pueblo que
los designó. Esto es lo que constituye un partido de
actualidad, pues las exigencias del momento y la necesidad
de proveer á ellas en la futura Presidencia, agrupan & los
hombres como no lo estaban antes según ocurrencias y
necesidades pasadas.
Como en todas las épocas hay siempre un ciudadano
que representa mas vivamente esas aspiraciones y esas
ideas, la ¡dea de designar el candidato mismo para le^
Presidencia viene de suyo.
Asi ha sucedido con todos los candidatos de Presidentes
norte-americanos y argentinos que vienen designados por
los diversos agrupamientos de opinión, al mismo tiempo
que los candidatos de electores.
Esto no quita que los electores propuestos, siendo como
deben serlo siempre, personas honorales y altamente colo-
cadas, conserven su independencia de opiniones, ni mas ni
menos como conserva la suya la mitad de ia Cámara de
Diputados que se renueva al mismo tiempo que se nombf^a
Presidente y por el mismo partido que nombre á este.
Está proscripto de Congresos, de Convenciones y de Cole-
gios Electorales el mandato imperativo que no se admite hoy
dia en cuerpos deliberantes, sino en la diplomacia y demás
dependencias del BjecuUvo.
LOS DB8Ff]^^pCI$|SrTi[lS J.UOJ^ DESVÍOS 393
.1^8 ipandid^s jB^tón .^p .J% atujósfera, vij^íiep de ^lios
forEp^nilosp. :P(^r.)M Yjifla pública ; y por.^ujs siinpatijas ó su
Odjip^ Jps fgart>4p3 Í^B fi^gíil^n ája cppsider^cion púbUoa.
1^)9. clr(u;[nt3teQC|j|3 r444Ad U& capdidato.ea^jucIpA ó,po es
»a4íi,,^firipa.óp|^gp,.y.pu ppmbre Qopfio ^u rol e^jiá en el
ánimo y la conciencia 4^1 pueblo. Al fpripular nuestros
prippjpips, ,g§pir9ciajDüpi9 y <4e9#p^ en Ift.s cpjBstiopes de
^c|uali(}a(];.^l 930pj^ 46.)ps q|ie ,^n g^pei^al .siippati^an
cop.esta3,i^^^s»,lps jbombre^ qpe.porsu papacidad> posípipn
sppial y fprtup$k, l^iepf^n ío(ips. fop titulpa par^ que el pueblo
dpposite ^a pUps.sp copAipipz^y ci^s^^ qpe Ja Con^ti(qcipp
)^8 .impppe Qsta delegap^pp» benap^ ddbi(}o sep^l^r los
^eptores q^e ^xprasian pu^^tro p^n^afnientp, que Jo hará
Gobierno.
L^ próxiipa e}^ccjQa4§.lPresi()eptp se presepta rodeaba
de peligros, de s^n^epaza^ y<le ipcertidumbres.
¿N03 dnapntrjeirpp^p? por yeptur^ (jespues de setenta
apos de yid^a .públipa,' p^en^ps capacps de llenar las fun-
P)PP93,de vip , gobierno libi^e, mas próximos á dpsbandar-
pos, j^p .prpvipfiia^, cpp^p en tribus Jps ^alve^j^s de la
Paippá?
Y bien. Nosotros invitamos á nuestrps cpn^patriotas á
dejar desmentidos tan siniestros pronósticos, simplemente
con llenar las formas de la Constitución. Nombremos un
Colegio Elector que represente el buen sentido del pais, la
propiedad y la inteligencia.
Llamemos en seguida en su apoyo á los jóvenes que no
quieren principiar su foja de servicios en la vida pública,
erigiéndose en agitadoi^s de desorden, en lugar de tributar
culto al saber y ¿la palabra, como en los días felices de
Grecia, Roma, Inglaterra, ó Estados Unidos.
Esperamos que las autoridades que ejercen influencia
sobre las elecciones, se mantendrán en los límites que les
impone la reiterada renuncia de toda aspiración política
nacional de parte del señor Grobernador de la Provincia.
Todos los errores políticos emanan casi siempre de un
error de fechas, y de otro error de óptica. Anacronismos, ó
ilusiones.
La Convención francesa salvó con sus crímenes á la
Francia, se dice. ¿La salvó por ventura de que entrasen los
394 OBRAS BE SAJtlUBNTO
aliados á Paris en 1814, y loa alemanes en 1870, arrebatán-
doles dos provinciaft^y pisoteando su gloriosa bandera ?
Puede ser que en los designos de la-Providencia no este-
mos tratando hoy de la elección de un Presidente, sino del
abandono de una parte de nuestro territorio, acaso pro-
vincias enteras — ilusión de óptica I
Los que nos acompañan en nuestras aspiraciones, y
comprenden cuanto importa que en Buenos Aires, y en las
Provincias prevalezca la unión nacional que, con el mante*
nimiento de la tranquilidad pública, no excluye ni la liber-
tad ni el progreso, expondrán & los paisanos menos ejer-
citados en el uso de los derechos electorales, el objeto de
la Constitución al encargar á un Ck>Iegio de Electores el
nombramiento de Presidente.
Puede sin ser muy negado un hombre, no saber & quien
deba nombrarse Presidente, & fin de que reúna el mayor
número de votos en todas las Proyincias con la mayor
aptitud j;)ara el gobierno; pero muy infeliz y oscuro ha de
ser el argentino ya sea del campo ó de las ciudades y villas
que ignore quienes son los ciudadanos que proponemos
como Electores de Presidente & ñn de que depositen su
confianza en ellos.
FIN DBL TOMO XL
1 K
índice del tomo xl
Páginas
lios desfaUeotmlentos y los desrios • 5
Saprtmlr la lacha II
Las revoluciones despóticas , iS
Las revolnclones motines to
Bl sefior gobernador por tablas t5
Esas aguas pasaron! • so
Ejemplos revolucionarios ,.• 36
Han de ser bonrados en la discusión 38
El contrato social en la República Argentina 46
Al fin! ,.., 5i
La moral de La Nación.,,., • 57
La circular autonomista. < 6S
Declaraciones de principios administrativos 67
Atrocidades de un partido 7t
El manifiesto nacionalista... ••. 75
El ImbrogUo 78
El gobierno concillar de provincia 8i
Bl Saeional en las provincias « • 84
Conversiones • • 87
La montonera disipada. ...«. 89
El asesinato político del presidente Sarmiento.... 93
El complot... 96
Qué hará el pueblo? •• 101
Situación política 105
El mundo al revés 106
El horror á los gobiernos» « 113
Los troncos. 119
Contrft la liga el pacto, m
A la tripulación de la nave : 199
El donquijotlsmo.. il9
La hipótesis Sarmiento 136
El Sr. Bayo « • I4t
Candidatura de empate al portador jr sin garantía....» lU
Muerte de Guayama. • 150
306 ÍMDICB DBL TOMO XL
Páginas
Al cabo 151
La conciencia castellana. 154
Respuestas candidas • 1€0
Situación, IC7
La moral en la prensa -. 171
Guerra sin cuartell 17*
La ludia electoral 181
Fuera de bromas. 18J
Nos entendemos.. 187
Último atrlncberamiento 190
Libre sufragio 191
Habrá elecciones? I9S
Volvemos á las andadas. • 19S
La razón pública ^)t
El acuerdo «»
Los gobernadores electores VO
El espíritu de la época. iil
Recrudescencia • 216
La fascinación MO
Gomo en España 06 ,
Las elecciones próximas y las venideras... ttS
La víspera 131 ¡
Lalucba! '. 116 !
La mitad, de la mitad 1»
Programa electoral , lU
«En lodos loe terrenos* it9
£1 manifiesto de los concillados ISi ¡
Las combinaciones para candidatos 154 ,
La pasión de la libertad en la cruz S8
Abajo la liga iS>
Club General Brown 365
La opinión ,. S68
Los gobiernos se arman IW
Un nuevo partido .., i7J
Ser nacionalista. , 17S
£1 meetlDg del domingo á»
Aniversario de El Naaonal SS5
B meetiag convertido en poder. ag7
Los partidos 298
La doctrina del escándalo • S91
El ladrón tras del Juez. 197
Candidatura del general Roca...., , 301
Política Nacional 30$
Las candidaturas sinllga 3eg
lYoclamadon Tejedor. ,... ui
Los programas electorales ^» 319
La agitación política , , u8
Las candidaturas de guerra y fte paz at
ÍNDICE DBL TOMO XL 397
Páginas
Las palabras y los hecbos 395
El cootloente por el contenido 3S9
No tan calvo! 333
Es la para verdad 337
Tenemos candidatos? 338
La piedra de Sisifo ó la verdad en caeros vivos 343
Vuelve Pavón 349
Los festines é iluminaciones a 35i
Gonfldeneias 357
Estamos de acuerdo con ¿a Nación ,,• 363
Las candidaturas de ffuerral 368
Proclamación Roca 373
Carta dirigida por el general D. Domingo F. Sarmiento al Sr. D. Eduardo
Madero 377
Trescientos Pablos i , sss
Programa-Candidatura de uuion y de paz 389
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OBRAS
DE
D. F. SARMIENTO
PURISCADAS HAJO LOS AUSPICIOS DEL GOBIERNO
ARGENTINO
TOMO Xl_l
PROGRESOS GENERALES
VISTAS ECONÓMICAS
BUENOS AIRES
7:HVí — Tmprf^ii^H y Lttocrrafia « Mwri&no lloreaoa. Corrientes K29.
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OBRAS
DE
D. F. SARMIENTO
1 1
OBRAS
DE
D. F. SARMIENTO
PUBLICADAS BAJO LOS AUSPICIOS DEL GOBIERNO
ARGENTINO
TOMO XLI
PROGRESOS GENERALES
VISTAS ECONÓMICAS
BUENOS AIRES
7805— Imprenu y Litografía «Mariano Mortno», OonrlanlM (Od.
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EDITOR
A. BELIN SARMIENTO
INFORME SOBRE LOS DISTRITOS MINERALES
MINAS Y ESTABLECIHIIENTOS DE LA REPOBUCA ARGENTINA
por el Mayob Rickabd
{El Nacional, Agosto 6 de i869.)
No seoyensino lamentos sobre que los diez millones de
fuertes que representa la lana exportada, no representa.
diez millones de pesos que van á las arcas del productor
sino los mismos diez millones que tenía pagados en fletes
y demás gastos:
Verdad es que por debajo de cuerda aparecen unas cua-
renta mil enormes pipas de sebo mas, exportadas en este
año, cuyo valor en pesos fuertes vino en lluvias del cielo,,
y sino es la lana la que vale, vale la gordura, y allá se va lo
uno por lo otro.
Mas no todas las provincias producen lana, ni gorduras
naturales. Provincias hay que producen trigos, vinos y fru-
tos de la agricultura; otras, maderas y otros productos de la
naturaleza, que tampoco pueden exportar porque los fletes^
se comerían el producto y al productor.
Queda un otro elemento de exportación y son los metales
que encierran nuestras montañas, y aunque los costos de
elaboración se llevasen la mitad de su valor, como dicen por
las lanas, vinos, maderas, se lo llevan todos en fletes, siem-
pre, seria bueno que figurasen en la cifra de nuestra expor-
tación unos ochos millones en plata, oro, cobre, como figu»
ran en Chile; ó sesenta millones como en los productos
norte-americanos.
Para Mendoza, San Juan, Rioja, Catamarcay San Luis y
6 OBKülf UK 8AKMIBNT0
Córdoba, las imnas pueden ser sus ovejas, y en lugar de
diez millones en lana que no da plata presentar en el mer-
cado en plata y oro diez millones aumentados en la circu-
lacioiL
Hay tales minas en la República Argentina?
El Gobierno actual parece que tuvo sus sospechas desde
los primeros días de su administración, y comisionó al
Mayor Rickard para que visitando los lugares, le informase
de lo que hubiere áeste respecto; y el libro que tenemos por
delante impreso ha respuesto satisfactoriamente á aquella
curiosidad .
Acaso en Buenos Aires no despierte gran interés esta pu-
blicación, por que hablar de minas en país llano,pastor ó co-
merciante, es hablar de griego & los que no lo han estudia-
do. Sin embargo M. Lafone de Montevideo se hizo su
fortuna con las minas de cobre de Gatamarca, y el joven
Klapembach no se ha dado por mal servido por las minas
de plata de Huerta de San Juan.
Pero si en Buenos Aires no nos ocupamos mucho de
nuestras minas, no sucede lo mismo en Londres» donde se
cotizan á 126 pesos las acciones de á 100 de las minas de
oro de Gualilan en San Juan y no pasarán dos meses sin
que veamos desembarcar en el Rosario, y seguir viaje en
treinta y cinco carros con muelles las máquinas con motor
de ciento ochenta caballos para la elaboración de aquellas
minas. Sin saber en San Juan lo que pasa en Londres, si
hemos de estar á lo que dice La Verdad (diario) en uno de
sus números, (no salimos garantes de la verdad) se dejan
pedir diez mil fuertes por una estaca.
En Inglaterra pues, tendrá todo su valor el Informe ofi-
cial sobre las minas de la República Argentina que acaba
de ver la luz por encargo del gobierno. En Londres, algu-
nos miles de millones de duros acumulados andan en busca
de empresas en toda la redondez de la tierra, para sacar
interés ó ganancias; y conviene que sepan que en doscien-
tas leguas de extensión de esta falda occidental de la Cor-
dillera de los Andes, como de la otra falda opuesta, se
muestran en diversos puntos ya explorados y se presumen
en los demás, grandes depósitos metalíferos que depurados
de su ganga pueden ser fácilmente convertidos, con ciencia
y capital en barras de oro, plata y cobre, plomo, nlkeU zinc.
PROGRESOS GBM BRALEü 7
hierro, sin que escaseen los indicios de carbón, abundando
por todas partes arcillas mas refractarias que las tan ce-
lebradas de Inglaterra. Un aiillon de pesos ingleses está
ya comprometido en las minas de San Juan y por poco que
el buen éxito corone la empresa, desde que sea por el Infor-
me conocida la extensión del país metalifaro, otros millones
lo seguirán, y tras ellos ingenieros, máquinas y las indus-
trias auxiliares y accesorias.
De esta influencia civilizadora dan muestra las diez y
seis cartas con que el informe viene ilustrado. Todos los
sistemas europeos de amalgamación y fundición están ya
en ejercicio en las minas y para los diputados que quieran
favorecer la industria por la creación de fábricas, no dejarál
de ser agradable ó sorprendente ver que en los puntos mas
recónditos de Ja República están en ejercicio las máquinas
mas complicadas y otras vienen á extender su acción. Las
minas, si no dejaran otra utilidad que introducir en nues-
tra economía los medios auxiliares de la industria euro-
pea tendrían esa ventaja sobre el pastoreo que embrutece
al pastor. La mineralogía, la química, metalurgia, mecánica
é hidráulica entran por mucho en la explotación de las
minas y requieren hombres educados y preparados para
sus diversas manipulaciones. Ya en previsión del caso el
Ministro de Instrucción PúbUca ha dotado cátedras en San
Juan y en Catamarca de ciencias naturales aplicables á la
minería, y no está lejos el tiempo en que metalurgistas
argentinos honren aquel foro en que sin disputa se produ-
ce la riqueza en lugar de que el abogado solo se ocupaba
de pasar de una mano á otra con menoscabo, lo que ya
estaba creada de antemano.
De los efectos saludables que puede producir la espío-
tacion de las minas en aquellas provincias, tan destituidas
como la Rioja, podráse anticipar una esperanza por lo
que nos comunican de una carta recientemente recibida
de la Rioja y firmada por Garlos Ángel, quien avisa haber
denunciado veinte minas antiguas en Famatina (Rioja) y
puesto trabajo para desaterrarlas. «En la mina de San
Pedro de la Caldera, escribe el mismo, tengo siete barre-
tas y en el estado que está y la clase de metal que se ha
alcanzado, es mejor que la de Rascuñan. Si este alcance
dura, es la mina gefe de todo el mineral, porque da ocho
8 OIIEA8 bK 8AKM1KMTO
marcos de plata por arroba de metal, es decir» á razón de^
2.185 marcos por cajón. Pondré en su conocimiento si se
se firma el alcance». Dele Dios diez marcos por arroba
de metal» al insigue montonero Carlos Ángel quitado ya
de política y montonera é invasiones para encontrar en
las minas el premio legitimo del trabajo.
Al mismo tiempo escribe de Mendoza don Antonio del
Canto, antes alumno de la Escuela Normal de Chile y
discípulo del actual Presidente de la República Argentina,
que en la mina de San Romualdo en el Paramillo, de que
es empresario» se ha alcanzado un sulfo-antimonioso de
plata (rosicler negro) rico metal. Este alcance se ha he-
cho en el estremo del socabon, sobre la veta« á ciento y
tantas varas de corrida y á noventa varas verticales de
la superficie.
Los diarios de San Juan anuncian la cantidad de marcos^
de plata que se esportan á Chile ó al Rosario, en canti-
dades mensuales suficientes para alentar á perseverar.
Mientras tanto uno de los males que curaría el laboreo
de minas en aquella provincia seria hacer desaparecer
otras industrias, que á falta de ocupación honrada están
allí en práctica. De carta de sugeto respetable que asistía
á las sesiones del Congreso cuando la interpelación Se-
gura, extractamos el pasage siguiente por si podemos con
él provocar otra interpelación, como aquella con que el
Senado honró las descripciones patéticas de La Nación.
¿Porqué han de ser unos hijos y otros entenados? Dice
asf la carta : « Al pasar por Guayaguaz de regreso de
Buenos Aires, dice don Francisco Sarmiento, me salieron
al encuentro tres compañeros del interesante joven Segura,
los cuales poniéndome tres carabinas al pecho rae desnu-
daron y quitaron todo lo que llevaba habiendo conseguido
por ruegos que no me quitasen la vida, favor á que les
quedo eternamente agradecidoii.
«Ya creíamos que los salteos de los caminos hablan desa-
parecido por la dispersión y castigo de las bandas encabe-
zadas por Guayama y Segura; pero solo habían suspendido
sus operaciones, permaneciendo en Caúsete (San Juan)
escondidos los que me asaltaron hasta que la policía loa
descubrió y se escaparon en esta dirección. Ya esta es
Ja tercera vez que me veo entre puñales y tercerolas &
PROGRESOS 6BNBRALB8 9
punto de perder la vida en manos de salteadores, y no veo
la hora de acabar de arreglar mis negocios para ir á es-
tablecerme en Chivilcoy, como lo dejé arreglado.»
Volvamos pues al informe del mayor Rickard, que debía
según la nota del Ministro del Interior» visitar en San Luis
las minas de la Carolina; en Mendoza las de Uspallata y
Paramillo; en San Juan, Tontal, Castaño, Guachy» Guali-
lan y la Huerta; en la Rioja, Famatina; en Cata marca los
minerales de Belén, en Córdoba las de Galena etc., ó in-
forma sobre la clase de metales esplotados, los que aun
se encuentran sin aplicación práctica y pueden en lo fu-
turo ser de utilidad — sustancias minerales útiles para la
industria y auxiliares para la minería — minas en trabajo
con los productos obtenidos — número de trabajadores en
ellas — en establecimientos metalúrgicos — compañías, capi-
tal y maquinaria — sistemas en práctica — inconvenientes
con que luchan— depósitos de carbón— su estension, ca-
lidad y utilidad práctica — viabilidad y medios de desen-
volverlo.
A. todas estas cuestiones ha respondido el informe sin
ostentación, sin mas que ir á los lugares, inspeccionar,
examinar, inquirir diligentemente, tomando notas, mues-
tras y planos. Una completa colección de metales y de
materias minerales ha sido recolectada de dentro de las
labores de las minas, á fin de asegurarse de su ubicación
é ¡importancia; y ya el célebre mineralogista Domeiko
daría algo de muy precioso (que no fuese la rica colección
de metales de Sud América que tiene) por la colección
de metales argentinos para completar su museo y la
grande obra de mineralogía americana que está escri*
hiendo.
El informe consagra un capítulo especial á la minería
de cada provincia entrando en detalles minuciosos como
se juzgará por el siguiente resumen de la Provincia de
Cutamarca,
Mineral de las Capillitas. — Minas del señor Lafone. — Id
de los señores Carranza, Molina y Ca. — Establecimiento de
fundición — ^Pilciao — ^Sistema de fundición de cobres — Esta-
do demostrativo del movimiento de trabajos, etc. — Viabi-
Jidad— Resumen estadístico.
Cada provincia trae un resumen estadístico, que pone
10 OBRAS DE SARMIENTO
á la vista la importancia de sus trabajos, como á cada
una corresponden uno ó mas planos de los ingenios de
fundición ó amalgamación. En unas partes se siguen
los sistemas metalúrgicos alemanes, en otras los ingleses,
en otras el ingeniero director es francés, en varias preva-
lecen las prácticas americanas, y en algunas se trabaja á
la bartola. En Europa tendrá esta colección de sistemas
su valor práctico, porque los entendidos conocen sus ven-
tajas y defectos relativos.
El resumen que dá toda aquella parte de la República
esplorada es satisfactorio, aunque no hace mas que co-
menzar el movimiento de minas.
Hay minas en trabajo: veinte y ocho de oro, cuarenta y
seis de plata y once de cobre. Trece trapiches para oro,
quince ingenios para plata y seis para cobre. Los lava-
deros de oro son veinte y ocho. En todos estos trabajos,
están empleados dos mil seiscientos ochenta y siete
hombres. |
Los capitales invertidos ascienden á. un millón cuatro-
cientos treinta y un mil, trescientos veinte y cinco pesos.
Los productos en oro han sido en 1868 tres mil seiscientas
cincuenta onzas de oro, cuatrocientas cincuenta y dos mil
ciento ochenta y cuatro onzas de plata y quince mil y pico
quintales de cobre. Este cobre contiene mucha plata y oro
en Gatamarca. El valor total de toda esta producción es
de seiscientos cincuenta y dos mil, setecientos diez pesos,
lo que hace un cuarenta y cinco por ciento, del capital: ¿Es
utilidad todo esto? ¡Dios miol Entonces valdría mas que
esquilar ovejas, ó saltear en los caminos, ó hacer revolu-
ciones que no siempre dejan provecho. Lejos estamos,
como se vé, de los setenta y cinco millones en oro y plata
de los Estados Unidos, sin contar con el cobre, el hierro, el
plomo, azogue y carbón de piedra, que importa mucho
mas; pero tenemos doscientas leguas á lo largo de monta-
ñas metalíferas, y en cuanto á haber plata, oro, cobre etcé-
tera, etc., no hay la menor duda. Ahí están los mineros
que lo sacan, ahí los ingenios que los elaboran; ahí los
hornos que los funden. Ahí está sobre todo el Informe del
mayor Rickard, que ha examinado los lugares, trepado á
todas las montañas, metidose en todas las minas y oido de
los mineros, que & veces exageran, de los ingenieros y de
PROGRESOS 6BNERALBS 11
los metalurgistas europeos lo que ellos conocen, y mucho
de lo que se prometen desde que haya caminos y facili-
dades para el trabajo, y exportación; lo áe Gualilan tiene
alborotada á la Bolsa de Londres^ y según La Verdad^ á la
de San Juan. Son dos vetas en bronce piritas de sulfuro
de hierro^ que corren pareadas aunque no paralelas; son
dos ríos petriücados que corren juntos, se acercan, se con-
funden, se separan, dejando islotes intermediarios. Cuando
las dos vetas se juntan (níden ciento veinte varas de ancho
de oro? no: de bronce (piritas auríferas): allá van maqui-
nistas, ingenieros, máquinas, carros, libras esterlinas é
ingleses á sacar y depurar el oro.
¿Qué les quedará á San Juan, Gatamarca, la Rioja si el
capital inglés viene atraído por el lucro y se lleva la plata
y el oro? A esta pregunta responde Mr. Browne el Comi-
sionado de los Estados Unidos en su informe sobre los récur-
sos minerales de los Estados Unidos. Oigamos. «Diez y
nueve años atrás los Estados de California, Orizona, Colo-
rado, Montana, Idaho, Nevada (todos nombres españoles)
Washington, Oregon, Utah, territorios que ocupan mas de
una tercera parte del área total de los Estados Unidos eran
regiones solamente conocidas de los cazadores y negocian-
tes en pieles; atravesados, poblados y ocupados por las
tribus de indios salvages Sino fuera por el furor
minero de los 19 años anteriores. California hubiera que-
dado hasta hoy siendo quizá el mismo desierto vasto, y sin
mas valor que una grande estancia para ganado; y los
inmensos territorios adyacentes hoy poblados por comuni-
dades civilizadas, y todos atravesados por el gran ferro-
carril que une 'bI Atlántico con el Pacifico, habrían sido
salvajes.»
«En donde q ledaría el correo trasandino, el telégrafo y
las líneas de vapores á la China, sino fuese por las necesi-
dades creadas por el desarrollo rápido de nuestra industria
minera?»
«Las minas han levantado en California una industria
inmensa en agricultura y fábricas cuyos productos se esti-
man mas ó menos en la misma cantidad que sus metales
preciosos.»
Esto responden los maestros, en el arte de improvisar
riqueza.
12 0BKA8 I>K 0AR11IBNTO
Nosotros no haremos nuevos Estados en los vastos te*
rriloríos del interior; no haremos huir á los indios salvajes^
pues si algunos quedan están ya domesticados y hablan
español; pero si el furor minero se despierta, no es Bueno»
Aires, sino en Londres: si las guineas, los ingenieros, las
máquinas en auxilio de la naturaleza virgen aun en aque-
llas montañas de seis mil cuadras de piedra metalíferas
(la estension de Buenos Aires), el ferrocarril interoceánica
sur-americano ha de ^er una realidad; cada una de aquellas
provincias tendrá ferrocarriles para esplotar sus metales;
y aglomerándose la población nueva europea, industriosa,
inteligente, sacaran del torpón en que viven, no diez y
nueve años sino tres siglos hace los descendientes de los
conquistadores y de los conquistados sumidos hoy en la
barbarie por la pobreza.
Poned, decía un profundo observador una Iglesia á cada
cuadra, para inspirar el sentimiento religioso al pueblo, y
si no le dais de que vivir, sei^n una banda de ladrones.
I Qué ha de hacer un hombre en la Rioja, en las Lagunas»
en los Llanos, en San Luis, en la Sierra de Córdoba! Tra*
bajar! Pero trabajar, trabajar en qué? La tierra no es
suya; nadie la ocupa, porque no la necesita; y él no sabe
un oñcio que si supiera sería solo para matar el hambre.
El telégrafo nos avisará luego desde Jujuy y Mendoza que
todos los pueblos del tránsito vejetan, salvo cuando se
matan entre si, ó roban en los caminos á los que trabajan.
Impulsemos el trabajo de minas; seis provincias están ahi
para moverse.
Las minas son hoy el fuego que conduce á los pueblos
al desierto para poblarlo; y como requieren inteligencia,
civilizan á la par que pueblan, como pide máquinas, y dan
productos pesados y valiosos, señalan la dirección de los
ferrocarriles y del comercio. Sobre todo, esas minas son
la poesía del pobre, la piedra filosofal del ignorante, ante
ellas todos son iguales; basta pedir una veta para creerse
rico; pero basta dar un feliz barretazo para serlo en rea-
lidad.
¿Quienes eran los Gallos de Chile, los Rolados, Garines,
Goyenechea, Osas y tantos aristócratas de hoy? Los peo-
nes barreteros de Chañarcillo^ que ha dado cien millones,
PBüGKBSOS GENERA LBS 13
€Sta cordillera de por medio enfrente de Famatinai Belén»
Capillitas, Gualilan y denias centros mineros.
El libro del Mayor Rickard es la prosa todavía, es un
catálogo de materias, apenas bosquejado; pero asi como es,
va á producir un gran bien, haciendo conocer en Ingla-
terra our mineral Ressources nuestros recursos minerales; y
si el carbón de piedra que aparece por varias parte aunque
en mantas delgadas ahonda y se afirma^ como decimos los
mineros^ un pedazo de la República que hoy no vale lo
que cuesta en sangre y tesoro para tenerlo en paz, se hará
el centro y el promotor de la riqueza argentina.
La decantada industria pastoril con sus lanas y cueros,
dada la distribución del terreno y condiciones climatéricas
de la costa, ha dicho ya su última palabra, diez, quince
millones por todo el mejor territorio poblado. ¿Pero quien
pone limites al producto de aquella estancia de seis mil
leguas de montañas, que en lugar de vacas ú ovejas en la
superficie encierra en sus entrañas hasta donde ya las
ollas no arden, el oro que vamos k buscar á Europa, la
plata que nos llevan todos los días, y el plomo con que
nos matarnos, única industria verdaderamente argentina?
El plomo es artículo de primera necesidad.
FABRICA DE VIDRIO EN CUYO
iBl Nacional, iallo i9 de 1879.)
El castellano es, como se sabe, pobrísimo en catembourgs^
pues que ni palabra propia tiene para expresarlos. Los
que se hacen por acaso, son n^as bien efecto del sentido
figurado de la frase, contrastada con el resto, como por ejem*
pío cuando El Nacional observaba que El Mosquito, hay
mosquitos en todas partes, haría tal ó cual caricatura, ó
cuando un Senador decía: «aquel librito de las tapas ama-
rillas» y otro le retrucaba, «lo conoce por las tapas».
San Martin ha dejado en su correspondencia uno de estos
quid-pro-quo de una gran verdad práctica. ¿Qué es soplar
y hacer botellas? preguntamos por tradición, cuando se pre-
tende que es la cosa mas fácil del mundo hacer una cosa,
pues que en efecto el vidriero de un soplido en el vidrio en
fusión se hace una botella .
14 OBHAS DB SARMIENTO
Urgía San Martin porque el Congreso de Tucuman decla-
rase Ja Independencm, á lo que le constestaban ¿que es
soplar y hacer botellas? El General que se aprestaba á
escalar los Andes contestó celo difícil para nosotros es hacer
una botella; pero declarar la Independencia, eso si que es
fácil y hacedero».
Declaróse la Independencia, en efecto, y él la hizo buena
y cincuenta años después todavía no hemos intentado hacer
una botella. ¿La haremos en diez nías? Está por verse.
Presentáronse al Presidente hace un mes dos amigos
suyos fabricantes de vidrio que pretendían hacerlo todo»
recortado, critalizado, etc.
— ¿Pueden ustedes hacer botellas negras? — Qué preguntal
Pues ahí está la dificultad.
En Pittsburg, doclentas leguas al interior de las costas
norteamericanas existen diez grandes fábricas de cristales;
y si se exceptúan dos en Méjico, ignoramos que en toda la
América haya una sola. Consúmense pocos vinos extran-
jeros en Mendoza y San Juan, que producen vinos tan malos
como ios mejores falsificados europeos, y por tanto no hay
pretesto plausible para que se introduzcan botellas, si na
suponemos que vayan de aqui de vacio, sin cosa que valga
el flete de doscientas leguas.
Una fabricado botellas en Mendoza seria, pues, juntar el
hambre con la gana de comer y el Presidente encaminó á
Mendoza y San Juan á los vidrieros, con cartas y algo mas
sustancial que recomendaciones.
Quince dias después de llegados los fabricantes, man-
dando las muestras que no admiten exageración, avisan
que han encontrado todo lo que necesitan, para la fabrica-
ción del vidrio, ahí á la mano, y á los precios que Dios
puso á sus dones, derramados por todas partes, á saber:
ca/, todos los cerros circunvecinos; potasa^ todas las plantas
de jumes de los campos; arena blanca de síliee^ en la Rinco-
nada cerca de la Arboledaí tierra refractaria^ para los hornos
en el Borbollón; piedra potne para pulir, al salario de un peón
para cargarla; y si leña le faltara mandar muestras de car-
bón bituminoso, á cuatro leguas en el Challado. Todo está
á la mano y á la inteligencia práctica de hábiles artífices.
¿Haremos la botella? Mucho tememos que no. El vidriero*
PROGRESOS GENERALES 15
avisa que todo está pronto y probablemente volverá á darle
cuenta al Presidente del feliz éxito de la expedición.
Y bien, aprés? aquí principia á operar la vieja sabiduría.
Pues qué! hacer botellas, es soplar y hacer botellas? Va
el Poder Ejecutivo nacional ó el Congreso á hacer botellas?
El primero puede hacer la guerra sin dinero y sin soldados
según los proyectos del Senado. Este á su vez, puede mas
que el Parlamento inglés que nunca pudo hacer de una
mujer un hombre, ni de un hombre una mujer, como los
húngaros exclamaban: mariamor rege nos tro^ Maríal Losingle.-
ses dicen buena mente, long Ufe to the queen^ cuando es
mujer, y long Ufe to the king^ que para el caso es lo mismo.
Pero ni nuestro Congreso, ni nuestro Presidente no harian
una botella; el uno porque no es constitucional; y el otro por
no inmiscuirse eñ los asuntos de las provincias. Entre las
facultades delegadas k la nación, no está el de soplar y
hacer botellas.
La facultad expresamente delegada es la de construir
templos. Cada capital de provincia, cada ciudad, aldea,
villa, villorio, barrio eleva una petición al Gobierno Nació-®
nal, pidiendo ayude á la construcción de un templo. El
cristianismo se ha hecho tan espiritual que todos hacen
alarde de indevoción, con tal que otro dé el dinero; y ahí
está el Gobierno Nacional para dar pruebas de religiosidad
otorgando las sumas que le piden de todas partes para hacer
suntuosas catedrales y realizar planos de fantásticos arqui-
tectos.
¿Quien no se desvive por la difusión de las luces? Cada
gobierno recibe una subvención para las escuelas que fun-
dará algún día; y han habido interpelaciones para reclamar
sumas acordadas, no porque haya alguna escuela en San-
tiago, sino porque es una parte del presupuesto de una
Provincia la subvención de escuelas, para costear carcele-
ros. Cuando la Constitución dice que darán instrucción
primaria las provincias, no quiere decir que fundarán
escuelas, á espensas de la nación, sino que es parte de los
derechos provinciales reservados, mantener el siatu quo ó re-
trogradar, como ha sucedido alguna vez -en Buenos Aires.
Pero volvamos á las botellas de Mendoza.
El pueblo aquel permanece indiferente espectador de las
felices investigaciones de los vidrieros.
16 OBRAS DB SARMIBNTO
Qué bueno sería tener botellas baratas para envasar,
purificar, mejorar y exportar sus vinos. Excelente; pero la
provincia, la industria particular nada tienen que ver con
el buen público, con su propio adelanto.
La nación debe hacer las botellas.
El caso contrario ocurre en Buenos Aires que será una
Nueva York el día que tenga puerto en proporción de la
magnitud y la necesidad de la obra. Va á construirse al
fin el puerto; pero he aquí que asalta esta duda: ¿á quién
corresponde el derecho de no hacer nada? A la Provincia, con-
'testan los sabios; y en prueba de ello que en tres siglos no
hizo puerto. Y tras el debate mas luminoso que el de la
cuestión San Juan que á tantos dejó á obscuras, se resuelve
que no se haga nada, porque en caso de hacer, convendría
pagarle al beneficiario el terreno del fondo del rio que
acrese la playa y ademas otro tanto por la mayor riqueza que
se desenvuelva.
¿Quién les abonará en adelante la diferencia entre pagar
diez fuertes por desembarcar de noche, como sucede ahora?
^ Diez fuertes perdidos para el que los cobrara, ó no sabemos
jota de cuentas — Un millón por año no cobrado á las mer-
caderías que se desembarcan y por tanto mil familias que
viven de ello, esto no lo dicen los Ministros á quienes Madero
ha untado la mano. ¿Cómo habría, sin eso, Ministros que
prohijasen proyectos de mejoras? No se da puntada sin
nudo en los tiempos que corren. Digalo la oposición que
solo por amor á la Constitución halla en todo lo que era
constitucional hasta fines del año pasado, es inconstitucio-
nal ahora, si viene del Ejecutivo.
Si es el Senado y Zaballa los que se convierten en Acusa-
dor Fiscal, para que juzgue la Cámara de Diputados, ya
que Chapeaurouge ha sido suprimido, entonces la cosa
muda de especie. El Senado fué creado ex-profeso para
hacer imposible el gobierno, por estar ahí reunidos todos
los que fueron y los que pretenden ser; realizando la obje-
ción de Frauklin á la creación de esta máquina, que era,
declaj ponerla á la carreta una yunta adelante y otra atrlis.
Afortunadamente las fuerzas están equilibradas hoy; doce
tiran hacia arriba de la montaña y doce hacia abaja Yo
apuesto, como inglés, á que ganan los que tiran hacia abajo.
PROGRESOS OBN ERALES 17
Desde luego^ la ley de la gravitación está de su parte; todo
tiende entre nosotros á venirse abajo.
El público que ve la lucha está, por los que tiran para
abajo, á ñn de proporcionarse un lindo pasatiempo, el de
la costalada. ¿A qué vamos al teatro? Toda la opera es
solo para darnos al fin el gusto de ver como acaba tanto
enredo á capazos.
Todavía ha de ser cierta la profunda observación de Saa
Martin desde Mendoza. Independencia y Constituciones,
haremos de un papirote. Nación ni botellas, eso ha de
verse.
El Congreso hará Provincias, precisamente porque ya
estaban hechas; y cuando Taboada, don Manuel, amenaza
con la separación del Norte, ni una palabra, ni una voz se
oirá en el Congreso para suplicarle siquiera que lo haga sin
estrépito y sin incomodarnos á los del Sur. O Verdad^ que
sabéis callarla prudentemente; y vos, Nticion que solo tenéis
palabras para vituperar, al gobierno de la nación; y vos,
República que recibís de Córdoba la carta que aquí circulaba
sin haber roto el sello, ni haberla sustraído á su dueño,
donde está la vergüenza, hablad I {Cuánto descaro! Cuánta
pequenez bajo el simulacro de libertad I Respeto al crimen
útil, he ahí toda la moral!
LOS NUEVOS PROYECTOS
iSl Nacional, Agosto i9 de Í87S.)
El interés, en parte artificial^ en parte constitucional y
de trascendencia que suscitaron las prolongadas peripecias
de las cuestiones de Corrientes, se ha adormecido ante el
propósito del Gobierno de darle solución á su modo, y
ante la satisfacción de los que excitaron desde el princi-
pio aquel trastorno. Pocos saben cual es ó habrá de ser
ese desenlace, en cuanto haya de concillarse con los prin-
cipios y las formas de gobierno regular; pero todos saben
que será como lo deseen ó lo hayan resuelto los que tanto
se han desviado de las reglas.
El público se entrega con pasión á los movimientos que
•se le imprimen; pero una solución cualquiera le hace vol-
18 OBRAS 1>K 8AKU1BRT0
Yer la atención á otra parte, sin ocuparse mucho de la jus-
ticia ó rectitud, ni preocuparse de las consecuencias, que
no siempre son preciables y perceptibles para toda clase
de anteojos.
No creemos útil insistir en nuestras ideas sobre asunta
que continuamos considerando como grave, por temor de
agravar mas la situación de los que han tenido que sufrir
y quedan á merced de los rencores y pasiones de luchas
que salen del terreno de las leyes y de las formas regu-
lares.
Cuánto sirven estas, para evitar que surjan ó para ate-
nuarlas después que se han producido! ¡Dejamos, pues, al
tiempo, y tiempo á la discreción del gobierno, que tanto de
discrecional sino de discreto ha puesto en este asunto, para
que ejercite su acción reparadora ó busque la justificación
que suelen dar los hechos.
Volvamos la vista, entre tanto, á otras preocupaciones
que despiertan el interés público, y que felizmente salen
del terreno ardiente de la política. Tales son los diversos
proyectos de ley, presentados al Congreso, y que ofrecen
la perspectiva, siempre halagüeña, aunque no siempre fe-
cunda, de ensanchar el territorio, alejando las fronteras»
prolongar ferro-carriles, como medio de hacer producir lo
que ya está construido, ó bien ahondar un rio, para hacer-
lo puerto hábil, hasta dar entrada á buques de considera-
ble calado.
Las simpatías del público no han escaseado á cada uno
de estos proyectos y si cuestión de fondos se suscita contra
la realización de alguno de ellos, no vemos la razón porque
no haya de oponerse la misma objeción á todos tres, y aun
á otros de menor cuantia que estin en estudio, y como
existentes, por la aprobación ya obtenida del Congreso.
Durante muchos años nos hemos dejado llevar por el
espíritu del progreso, impulsados por la necesidad de do-
tar al país de vías de comunicación, puertos, edificios [pú-*
blicos, educación, inmigración^ etc.
Todo se ha ensayado, y el momento llega de tomar cuen-
ta y razón de lo ejecutado, y de los recursos que nos quedan
para seguir adelante.
El Gobierno provincial de Buenos Aires siguió en su
esfera el mismo movimiento, y aun & paso mas acelerada
PROGRESOS 6BNBRALBS 19
que los sucesivos gobiernos nacionales, y contando á más
del crédito con el Banco, ha llegado igualmente^ y creemos
que con mas urgencia á. interrogarse también y ver lo que
podrá ejecutar en lo sucesivo, dado el supuesto de que ha
agotado todos sus medios.
La opinión, sin embargo, está por todo lo que sea ir ade-
lante, cuidándose poco de los apuros del Ministro de Ha-
cienda, que apenas puede hacer frente á las cargas que
ya pesan sobre el erario.
Vemos que en Chile pasan por pruebas iguales, como
si en toda esta parte de América hubiese un momento
de alto, ó fallasen los cálculos que en otros años estaban
fundados en un desarrollo progresivo de los recursos del
pais, pero que han tocado á ciertos límites de donde no
pueden pasar.
Por lo que á nosotros respecta, creemos que, estos los
impone la población, tal como la revela el censo, y su dis-
persión á tan largas distancias y sobre sui)eríicie tan
vasta*
Las cifras de estadística comparada muestran|que el Río
de la Plata produce en materias de importación y exporta-
ción, relativamente al número de sus habitantes, mas que
los Estados Unidos.
Pero sus ferrocarriles recargan de costos de exporta-
ción diez veces mas esos productos, que los de esta última
nación.
La falta de puerto en Buenos Aires, los aumenta de otro
tanto del valor de su flete á Europa.
La población toda de Norte-América es productora por
la agricultura ó la industria, mientras nosotros tenemos
una parte considerable, que poco aumenta la cifra y el
volumen de los productos exportables, como son limitados
los que consume de afuera.
Teniendo en consideración esta circunstancia, asombre^
al pensar cuál es la masa de productos que corresponden
á la parte verdaderamente productora de la población.
De aquí deducimos que el aumento de la producción ha
de ser lento, ó poco sensible en adelante, mientras no se
aumente sensiblemente la población productora, que es
limitada, y que por lo tanto los gastos del erario, ó el empleo
del crédito, han de resentirse de esta lentitud, trayendo
20 OBRAS DK SARMIBNTO
consecuencias, que pueden ser muy graves, el querer forzar
la mano, digámoslo asi, contando con los antiguos cálculos,
ó el paso acelerado que llevó antes el progreso de la pro-
ducción.
Es posible suponer que, desde la caida de Rosas que
produjo, con la seguridad alterada á veces en los hechos
pero intensamente arraigada en los ánimos, un grande
movimiento de trabajo y riqueza, se hayan poblado las
estancias, con la dotación de ganado de que son suscepti-
bles, siendo esta la industria mayor y mas segura de dar
productos al comercio. Llegados los terrenos ocupados á
su mayor población en estos últimos diez y siete años, la
estadística indica que no aumenta progresivamente la
exportación, como debiera suceder, si fuese siempre en
crecimiento, pues las bajas accidentales que ocurren deben
atribuirse á las variaciones atmosféricas que dañan á la
cria de ganados, como se ha visto en este año y el pasado.
Apuntamos estos hechos para desvanecer ó atemperar
arranques de entusiasmo que ya no son permitidos después
de quince años de abandonarnos á ellos, y cuando lo que
antes eran presunciones legítimas han llegado ya á ser
realidades, á veces desencantadoras, como por ejemplo, el
poco producido de los grandes ferrocarriles — la poca in-
dustria que han desenvuelto en su trayecto, etc., etc.
Entre todas estas decepciones y muchas otras que han
dejado los resultados, se presenta siempre como explica-
ción: el número de habitantes en sí, y en relación al
territorio. Si dadas nuestras condiciones, dos millones de
habitantes producen en proporción mas que otros dos
millones de los Estados Unidos, favorecidos allá iK)r tantas
ventajosas circunstancias, puede presentirse que aquellos
dos millones nuestros no han de poder aumentar la pro-
ducción. Ya es demasiado exijir á tan corta población,
diseminada á tan largas distancias, pues al recorrerlas, los
productos van perdiendo su valor.
Una ventaja que no hemos enumerado, en cambio de
tantas desventajas, lleva el productor argentino sobre el
norte-americano, francés ó inglés, y es que los productos de
8U industria llegan ai mercado menos cargados de derechos
y gabelas que los de nación alguna. Si se tiene presente que
los Estados Unidos no solo proveen á todos los sistemas de
PR0QRB80S GENERALES 21
gobiernos, municipal, de Estado, y nacional, sino que
gastan ademas millones en un sistema común de educa-
ción, millones en el rédito de una deuda de cuatro k cinco
mil millones, sino ademas de todo esto, una cantidad de
millones anuales para pagar y extinguir esa deuda, cosa
que no se ha atrevido á intentar la Inglaterra, ni la
Francia; sise tiene todo esto en cuenta, se comprenderá
cuan poco del producido de nuestra industria, se sustrae
al uso individual, para emplearlo en las necesidades colec-
tivas de la sociedad que forman esos mismos individuos.
Si, pues, ni el número de productores ni la cantidad de
productos puede aumentarse sensiblemente en pocos años,
pudiera aumentarse la parte necesaria de los productos
actuales, en rentas, para hacer frente á los gastos ya hechos
y hacer otras inversiones para obtener ó mayores productos,
ó menos gastos, en los que ya se obtienen.
Ocupar nuevos terrenos con ganados traería aumento de
producción; escavar puertos, ó prolongar ferro-carriles,
traería disminución de gastos en lo ya producido.
Pero aquí fracasan todas las indicaciones del buen sentido.
Todo ha de hacerse, y todos se apresuran á batir palmas,
cuando se trata de nuevas obras públicas, es decir, nuevas
inversiones de dinero; pero, como se necesitan rentas para
proveerlo, y las actuales no bastan, ni ofrecen pronto creci-
miento por no aumentarse sensiblemente la población
productora, al indicar siquiera que han de reclamar aumenta
de rentas por aumento de impuestos, todo el sistema viene
por tierra; y aunque continúe la aprobación á las proyec-
tadas mejoras, se entra en liga para impedir que se piense
siquiera en tener dinero, para vivir colectivamente, como se
tiene y desea para vivir individualmente.
Cuan lejos estamos de aquel pueblo & quien deseando
Gladstone disminuir ciertos derechos de importación por
millones, indicaba para reemplazarlos un aumento de otros
tantos millones del income tnx^ es decir, apelar á la bolsa de
los propietarios; lo que se hizo por la misma ley I
Se ha anunciado que la Sociedad Rural encabezaría un
movimiento de oposición á un impuesto. Sin discutir las
razones, ni dap por cierto el hecho, solo apuntaríamos que
á dicha sociedad correspondería, por la inteligencia de sus
miembros, señalar, como Gladstone, de dónde, ó sobre qué
22 0BKA8 DK SAKMUSNTO
materia debieran imponerse el millón ó mas que se espera
obtener del proyectado impuesto.
Hemos querido en lo que precede, llamar la atención
sobre los proyectos del Gobierno, todos necesarios, todos
útiles; pero que todos deben ser saldados por una misma
partida, á saber, las rentas que habrán de cobrarse, dado lo
que se invierte actualmente, y lo que reclama el servicio de
las deudas, dejando, sin embargo, un margen para los
eventuales que pueden venirnos de nuestro anoor á la liber-
tad, tai como la practicamos, y que es un poco caritru
COSAS DE AMÉRICA
CRÉDITO EN EUROPA
(Bl Nacional, Agostóla de 1878.)
Tomaremos de aquí y de allí algunos datos curiosos que
nos trasmite la prensa inglesa con referencia á nuestro
país y á otros de esta América.
La acumulación de moneda en el mercado inglés, había
obligado ai Banco á bajar el interés de 3 & 2 1/2 por ciento
al año, pues que afuera andaba de 1 y 1/2 ¿t dos por
ciento.
Los bonos argentinos del 6 por ciento habían subido»
del 74, al ochenta por ciento, que es el mínimum k que el
Congreso los mandó negociar en 1868.
Esto sucedía á despecho del plan de denigración y des-
crédito emprendido por varios diarios.
t Los bonos de Chile, gozan del privilegio de estar casi
siempre á premio.
Los de Bolivia, ño se cotizan. Los peruanos, valen doce
á quince centavos el peso. Colombia lucha heroicamente
para mantenerse el crédito que las revoluciones frecuentes
trabajan por acabar de extinguir. Las Repúblicas de Cen-
tro América, gozan del privilegio de no tener crédito alguno.
Del Ecuador no se diga nada.
La publicación inglesa de que tomamos estos datos» se
pregunta de donde nace la diferencia? y en seguida hace
un cuadro que abreviaremos con respecto á Chile, que goza
<iesde hace treinta años del monopolio de ser la República.
PROatiSSOS 6BM BKALES S3
modelo. Tantas excelencias le reconoce el autor, que
hasta lo calunoinia atribuyéndole que la libertad cíe cultos
y pensamiento religioso está allí garantida, «Hay nnuchas
razones políticas que pueden aducirse, concluye el elogio
de Chile, «pero la principal influencia ha sido la de que,
por mas de un cuarto de siglo, no ha sido perturbado por
revoluciones. Su pueblo se ha consagrado á. la agricultura,
i la minería y al comercio; sin que insensatos revoluciona-
rios, enceguecidos por la ambición del poder, hayan alar-
mado á su pueblo, paralizado sus industrias, ó disipado sus
recursos. El país se ha regocijado en la benigna influen-
cia de la paz.»
Pasa en seguida á las Repúblicas de Centro América, y
también tenemos que mutilar el cuadro que de ellas pre-
senta, no obstante que país alguno presenta tierras mas
asombrosamente fecundas. «Las mejoras obtenidas y los
progresos alcanzados en unas, han sido destruidas casi en-
teramente en otras. Las guerras entre unas y otras y las
revoluciones internas, mantienen aquellos países en la
pobreza, y retardan su desarrollo. La influencia de un
clero atrazado y las ambiciones personales, son la plaga
de aquellos países desolados; y ahora mismo están en cam-
paña para llevar á cabo sus propósitos, cueste lo que cueste
y por incendiarios é infernales que sean los medios de que
8e valgan.
Un solo hecho dará idea de aquel estado de cosas. Por
no saber que humorada, la República de Nicaragua ha te-
nido que pagar una indemnización á los alemanes y á fln
de procurarse los medios de subvenir á este recargo^ se
ha decretado: «suspender hasta que se equilibre el presu-
puesto, todas las Escuelaa sostenidas por el Estado, y todos los
empleados del Departamento de instrucción pública. 29
Suspender los trabajos de caminos, S^ rebajar el tercio á los
empleados que gocen de mas de cuarenta pesos de sueldo»
excepto los altos funcionarios militares.
La «Estrella del Panamá,» esplica el caso diciendo que los
soportan, porque de no hacerlo echarán á rodar el gobierno,
y se darán otro.
En algunos respectos se parecen nuestros hermanos del
Centro á los del Sur. Ya que estamos escandalizados de
que ciertos gobiernos se estén armando para resistir ¿l
24 OBRAS OS 8A1LMIKMTO
ciertos pueblos, que acumalan armas en ciertas costas, cita-
remos algunos párrafos muy instructivos: cUitimamente,
dice, se han hecho extensas compras de rifles, cañones y
municiones de toda clase, y uno de los gobiernos ha agre-
gado un buque de guerra á sus otros medios de ataque 6
defensa. Las razones para estos extensos preparativos, son
tenidas estudiosamente secretas por los interesados; pera
la causa de la querella no es difícil conocer.»
Este es el cuadro financiero y guerrero que presenta
nuestra América, y en el cual, si bien estamos, en mate-
ria de crédito, en condiciones favorables, aunque no en las^
de Chile, tenemos en lo del consumo de armas y baja de
escuelas, algo que nos acerca á Nicaragua.
EL BANCO, EL GOBENADOR Y EL lilllSTRO DE HACIENDA
iBl Sacional, Jaaio 10 de 1878.)
Cuántas dificultades traen las desviaciones de las reglas^
prácticas é instituciones de los pueblos civilizados. iQué
pensar, que hacer cuando se presenta un nudo gordiano
como el de la cuestión del Banco con el Gobierno NacionaV
por cobro de pesos !
El Banco no obteniendo sus fondos á los plazos estipu-
lados, según su cuenta, se dirije al que no es agente natu-
ral de la Provincia, para que el Gobierno Nacional cumpla
las leyes de la Provincia y no se haga la operación en la
forma indicada por el Gobierno Nacional, y «el Directorio
espera que el Superior Gobierno le comunique sus instruc-
ciones para ceñirse á ellas de un modo absoluto, desde que
en este caso es simple ejecutor de utia ley imperativa.^
Vemos que la cuestión no es de insolvencia, sino de cali-
dad de moneda.
El Banco croe que debe ser en una moneda, y el Tesoro
Nacional cree que en otra.
Pero caso tan pequeño como este, asume proporciones
tan raras, tan alarmantes, tan disolventes, que queremos
llamar la atención de los mismos que figuran en este
debate, que comprometen puntos que no tienen en vista.
Estamos seguros de que al decir el presidente del Banco,
el Superior Gobierno por el de la Provincia, á renglón segui-
' -M
PROGRESOS 6INBRALBS 25
do de nombrar al Gobierno Nacional, no ha habido mas
que el hábito de llamarle á todo gobierno, Superior, la
superioridad. Otra idea seria simple traición á la patria.
cEsa ley es la ley suprema, superior á Gobernadores^ Ban*
eos, etc.9 Creemos lo mismo que no ha habido meditación
al denunciar ante el Gobernador del Banco y ademas de
una Provincia, el estado de sus relaciones ofíciales con el
deudor llamado Gobierno Nacional, desesperando ya de
las vías diplomáticas y correspondencia, conferencias y
protocolos habidos, apela á la vía ejecutiva, al ejecutor de la
hy^ pues que esta, la del contrato, es una ley imperativa.
En todo esto no vemos sino incorrección de lenguaje, y no
como aparecería^ pedir la policía para hacer apremiar al
deudor; operación inútil desde que tiene bienes raices
sobre que trabar embargo, á sab^r, la Catedral y tempora-
lidades de conventos y jesuítas expulsos, el Fuerte Hidalgo,
algunas demasías de tierras nacionales fuera de frontera,
por ahí y por allá, según le han ido dejando, eso y mucho
mas, excepto las rentas públicas que son para alimentos
de menores, protegidos por aquel ser privilegiado, aquel
tirano, — el fisco^ que está sobre toda deuda aun en la de
Bancos con cañones.. .. de aguas corrientes.
Las palabras mal usadas engañan. Gobierno Superior, ley
imperativa, traen la confusión.
El Presidente Hayes en los Estados Unidos ahora dos
meses, sostenía que habla de pagarse á los tenedores de
sus bonos en oro, en razón de haber bajado el valor de la
plata, y el Congreso resolvió que fuese en plata, y esta
es la ley. Y no hay réplica al Congreso una vez vencido
el veto.
No olvidemos que todas las naciones deben miles de
miles de millones y que las hay como la España y alguna
República americana, la Turquía, el Egipto, constituidos
en mora, sin que gobierno alguno pase notas cobrando la
deuda.
La Confederación Argentina gozó de este privilegio de
las naciones, durante Rosas, que no pagó tres millones de
fuertes en réditos, y la Inglaterra no reclamó, no amones-
tó, no amenazó con sus escuadras porque los gobiernos
no hacen ese encargo. No son alguaciles ni ejecutores de
los Bancos.
26 OBKA0 DK SAHMIKNTO
El Presidente del Banco dice que el Gobierno es mero
ejecutor de una ley imperativa; pero las leyes provinciales no
son imperativas con el Gobierno Nacional, por aquella dis-
posición, que dice esta Constitución y las leyes que de ella
emanan son'la /<?j^ 5upr^ma de la Nación, no obstante todo lo
que Constituciones y leyes de Provincia digan en contrario»»
y la Constitución y las leyes de una nación abrazan tantos
jmntos de derecho, que no están á la vista, pero que están
obrando siempre, que es preciso ir á buscar en el cuerpo
de las leyes, en el corptísjuri^ las limitaciones que los dere-
chos individuales tienen, incluso Bancos provinciales.
No es, pues, imperaííra una ley de Provincia para el Go-
bierno Nacional.
No es ejecutor para con la Nación, ni el Gobernador, ni
el Banco, porque no representan soberanía, no pudiendo
hacer la guerra al Gobierno Nacional en caso de que pre-
fiera pagar en una moneda mas bien que en otra..
No puede apelar á los tribunales, ni de la Provincia, ni
nacionales, porque no se demanda á las naciones. Las na-
ciones entre si arreglan sus litigios por tratados ó por medio
de cañonazos; y lo uno y lo otro le está vedado hacer á un
Banco, ni á un Gobernador de Provincia. Un Banco con
ley detrás, con Legislatura Banco, con Gobernador eje-
cutor de deudores, con Provincia de una nación, que saca
usura sobre el dinero, como función de Estado, es una mons-
truosidad tal, 6 tal cúmulo de monstruosidades están reu-
nidas, que todos los días temblamos, por la suerte del país»
del comercio, de los empréstitos, de nuestro crédito, del
porvenir con este demonio incu>bo que se ha metido entre las
fibras y organismo social, como la esclavitud venia prepa-
rando la catástrofe de la secesión cuya tentativa costó trece
mil millones de doUars de deudas, y un millón de vidas.
£1 Banco de Buenos Aires ha de traer esos conflictos, ha
de demoler todo gobierno y servir á toda pasión anárquica,
si el buen sentido y el patriotismo no ponen remedio en
tiempo al mal.
Jackson curó á los Estados Unidos de esta gangrena.
¿Por qué no se vendería por acdoms el capital del Banco á
los vecinos de Buenos Aires, que lo administrarían para sü
propio provecho^ sin derechos fiscales, pero sin obligaciones»
PROGKESOH OflNEKALBS 27
ni leyes que le fuerzen la mano, para dar plata á go-
biernos ?
De gobiernos en plural se trata. ¿Por qué no dirije el
Banco al Nacional una nota, quejándose de que el de la
Provincia lo ha forzado á distraer de su giro trescientos
millones de pesos, consagrados temerariamente á obras
públicas sin presupuesto, sin proporción, en sus costos
gigantezcos, con los recursos y contribuciones de una
Provincia.
El Gobierno Nacional responde en ínglaterra por los
empréstitos de Buenos Aires pecuniariamente en un caso,
moralmente en los demás,— solo el Gobierno Nacional
acuña moneda, y el papel de curso forzoso es moneda
corriente.
La alta y la baja de estos valores, comprometen las
transacciones comerciales, y estas están rejidas por leyes
y fuero nacional, ¡cuántos argumentos podría encontrar
el Banco en las leyes, en las garantías, en la Constitución,
en la práctica de otras naciones, para defenderse contra
una ley de la Legislatura que le saca el dinero que le
han depositado los particulares y hace ferrocarriles, cloa-
cas, aguas corrientes, penitenciarias que representan mi-
llones por centenares, por miles apartados de su giro
natural, para no volver mas?
Deseáramos que los hombres especiales buscasen medio
de obviar las dificultades que el Banco ofrece en sus
relaciones con los poderes públicos; y que irán hacién-
dose insolubles, desde que se abandone toda noción de
dependencia de respeto entre el Banco y unos poderes y
otros, á fuer de que el uno es usurero de dinero, presta-
mista, bancario, mediante emolumento, y pagaré que no
trae aparejada ejecución, y el otro es por mas que digan»
<í leyes en contrario » el gobierno de su país, la suprema
ley de su país, y la Nación Argentina rejida dentro y
fuera en cuanto nación, por los usos y prácticas del de-
recho de gentes, y no ha de poder un triste Gobernador
de San Luis, porque todos están en el mismo caso, lo que
lio puede la Inglaterra ni se verá en esta tierra de Dios.
¿Podría el Banco que á cada^momento expone al sol las
que cree desnudeces del gobierno de su patria, del gobierno
de su nación, su propio gobierno, su superior Gobierno
28 OBRAS DK SÁHMIBNTO
Nacional, hacernos el honor de mandarnos la lista de-
todos sus deudores en mora para publicarla?
Mándenosla y se la haremos pagar en su mayor parte.
LOS DÍAS FERIADOS
(£L PAN NUESTRO DE CADA DIA)
[Bl NaeUMoi, Jallo S de 1678.)
Por ahí se habla de elevar peticiones al Congreso recla-
mando la supresión de todas ó de muchas de las festivida-
des eclesiásticas. En el Congreso están representadas,
creemos, opiniones estremas, y seria de oir muchos dis-
cursos, llenos del ardor que escitan las cuestiones que
afectan ideas religiosas.
Indicaremos de paso algo sobre la observancia del Do*
mingo^ que se debate todavía en algunos paises.
El Domingo es por la tradición bíblica, el sábado hebreo,
dia de reposo.
Los protestantes lo exageraron á dia de recogimiento.
Los católicos lo rebajaron á dia de solax.
Para los protestantes se cierran teatros, bibliotecas, pa-
seos, etc., y no se hacen visitad; tampoco suena el piano
en las casas.
El católico hace todo lo contrario; se divierte.
— Vienen en seguida las ideas liberales, y dicen: el ciu-
dadano es libre de usar su tiempo como le convenga.
— El higienista — Conviene que haya un día de reposo y
solaz, para que el trabajo sin descanso no embrutezca al
necesitado.
— El socialista — Si se deja libre el domingo para el tra-
bajo, ios asalariados por mea, dependientes, oficinistas, son
las victimas sacriñcadas, pues el patrón aprovecha solo,
del aumento de trabajo impuesto al dependiente. Sobre
los que trabajan por salario diario, ó sacan provecho de
arte ó industria, la ley también debe cuidar de moderar
la codicia, que los llevarla á trabajar dia y noche sin
cesar.
Conviene prohibir todo trabajo el domingo y cerrar tien-
das, etc.? Habrá igualdad de ventajas? £1 sentimiento
PROGRESOS GENERALES 29
Teligioso no puede ser mortificado en esto? Se relajará
mas el domingo en el sentido católico ó se restringirá en
-el sentido protestante?
CUESTIÓN ECONÓMICA
Este es el punto grave de la cuestión, si es efectivo que
lio solo de pan vive el hombre. Esto supone primero que
vive de pan; y que asegurado el pan de cada dia, se debe
pensar en dar al alma satisfacción por el sentimiento re-
ligioso, moral y artístico. Se vé, pues, que la observación
de Jesús está en perfecta armonía con la cuestión del pan;
ha de haber pan I
Y bien, los dias feriados quitan ó suprimen el pan, por
motivos religiosos ó políticos y entonces es falseado el
argumento de Jesús «no solo de pan vive el hombre, sino
también de la palabra.» Si los dias feriados suprimen pan,
mucho pan, entonces el principio dual del cristianismo,
^1 alma y el cuerpo tomaría esta fórmula: No solo de la
palabra vive el hombre, sino también de pan.
Pero asi queda absurda la doctrina. Ha de haber el pan
nuestro de cada dia^ todos los dias, aunque falte palabra
de vez en cuando y todas las veces que no sea fácil pro-
•curársela.
De manera que la supresión de los dias feriados, si se
Té que son excesivos, por cuanto no traen el pan nt^estro^
es conforme con el espíritu y con la letra del Evangelio
y su realización.
LOS DIAS SIN PAN
Los dias en que no se trabaja son los siguientes:
Los domingos 52
Feriados católicos 21
Feriados civiles 8
Lluvias fuertes que impiden el trabajo al año. 12
Lluvias menudas 46 al año 46
Dias sin pan para el pobre 189
Dias del año 365
Dias hábiles, con pan 226
-J
30 OBRAS DK SARMIENTO
De aquf resulta que el hombre vive de su trabajo diario»
tiene que ganar en 227 días, pan para 365, ó lo que es lo
mismo su pan diario, y ademas dos quintos de pan para
toda la familia en los dias lluviosos, y en los de descanso
forzado por prescripciones eclesiásticas que no todos re-
conocen, pero que pesan sobre todos.
Aquí vuelve la cuestión cristiana, la caridad^ que es su
forma. ¿Hay caridad en hacer disipar salario, sudor,
tiempo, en estar sentado en lugar de estar trabajando?
Es mas aceptable á Dios, ¿ Jesús, á María, el himno de
los suspiros, bostezos ó reniegos, que el canto alegre del
trabajador que lleva pan para su familia, el pan yiuestro de
cada día? De cada diaI
Pongamos ejemplos. Buenos Aires tiene tres santos pa-
trones; vieja herencia humana, pues Atenas tenia á Mi-
nerva y cada casa sus Dioses lares. Los tres muy hon-
rados, y poderosos intercesores de ciudades. Pero los tres
cuestan muy caro, con tres dias sin pan, sin salario, sin
venta de la mercadería, sin suspensión del interés del
lunero, que es el coche á la hora que tenemos á la puerta.
Dejando uno y suprimiendo dos, aumentamos dos dias de
pan, lo que hace cientos de miles de pesos ahorrados ó
ganados.
Téngase presente que la cuaresma, las témporas, tienen
origen muy antiguo, pues son comunes ai Asia pastora y
seca, para ahorrar víveres ayunando y habituai-se á sopor-
tar las hambrunas que, desde los tiempos de Jacob, hacian
emigrar á. Egipto familias, tribus, casi naciones, en busca
de trigo. Qué diremos de nuestras instituciones que, en
lugar de aumentar el pan, lo quitan, suprimiendo dias de
trabajo para adquirirlo?
¿Cuándo se cometió este error económico?
Ha sido intencional? Nó: lo cometen cada año nuestros
gobiernos civiles, decretando dias feriados, el 11 de Sep-
tiembre, el 3 de Febrero, 9 de Julio, el 25 de Mayo y que
se yo cuántos, fuera de los improvisados. Del 11 y del 3
nosotros haríamos dias de ayuno y penitencia á íin de que
nuestros hijos tomasen horror ¿ las luchas fratricidas; y
del 24 de Septiembre haríamos up dia de misa, aunque
recuerde pecado tan grande.
Esta es, pues, la cuestión de suprimir dias feriados. Na
PROORBSOS GENERALES 31
hay que atribuirlo á falta de sentimiento religioso, pues la
supresión del pan, pugna con la frase del Padre Nuestro,
¡el pan nuestro de cada dia dánosle hoyft y el que nos lo quite,
impidiendo ganarlo, no es cristiano, aunque pueda ser su-
persticioso.
En la Edad Media vivían las gentes ricas, nobles, gue-
rreras, ó monacales con medios de subsistencia, seguros
aunque limitados. Eran pobres y parcos en los consumos.
El pueblo vivía no se sabe como en las ciudades, pues no
estaba todavía el salario bien establecido. Lo que se ve á
la distancia es que había muchas fiestas, muchas proce-
siones, muchas conmemoraciones, y que las muchedum-
bres pasaban su tiempo ó gran parte de él divirtiéndose
y comiendo lo que encontraban.
No se sabe bien cómo era aquella vida; pero hay un
dato que arroja alguna luz. Los registros de nacidos y muev'
tos en Ginebra por ejemplo, dan en aquellos tiempos ocho
años y medio de duración media de la vida humana, mien-
tras que hace quince años un médico alemán que viajaba
estudiando estos climas, ños dio como dato oficial, que en
Buenos Aires la vida media eran cuarenta y dos año?,
mientras que en Londres es de 43. Los ricos viven cin-
cuenta y cinco años en término medio.
Se ve, pues, que cuando se inventaron, introdujeron, y
aumentaron los dias feriados, las gentes eran muy devotas
de los santos, asistían mucho á procesiones y demas^ pero
morían espantosamente, como si vivieran sin cesar bajo
el azote del cólera ó la fiebre amarilla; y era así porque
la ignorancia, el desaseo, la intemperancia, las hambres
producidas por malas leyes y guerras frecuentes, así como
las fiestas de los santos, diezmaban la población.
Ahora es preciso tener en cuenta la palabra, el logos, el
verbo^ enhorabuena; pero el pan nuestro de cada dia antes
de todo y para todos, no solo para el dueño de ganado, que
no para rodeo el dia feriado, ni para el capitalista que dá
dinero & réditos.
No solo de pan vive el hombre, y es probado que ya
sabemos cuántos dias llueve al año, para poder hacer en-
trar en cuenta estos dias sin pan, que trae tan cruelmente
la naturaleza.
Debemos esto á los Anales de la Melereologta Argentina por
32 0BRA8 DB SARMIENTO
Benjamin A, Gould^ el sabio é infatigable Director del 0I>
servatorio Astronómico, que ha estudiado nuestra mete^
reologia, auxiliado por trabajos que halló realizados por el
ingenioso Eguia que vive aun, aunque ciego. Y confronta-
dos con otros muchos de europeos» ó con los actuales del
señor Rosettí, resulta pues, de ellos, que tomando la suma
de lluvias en veinte y un años, dan doce lluvias fuertes
por año y cuarenta y seis menudas, las que agregadas á
tantos feriados eclesiásticos ó civiles, patrióticos y revolu-
cionarios, hacen la enorme suma de ciento y treinta y nue-
ve dias sin trabajo, y por tanto sin pan; y como no se
pueden suprimir las lluvias que impiden trabajar al aire
libre, ni los domingos que deben conservarse como higiene
física, moral y religiosa, borrando de los recuerdos «pa-
trióticos» los que conviene olvidar, no nos queda mas re-
curso que pasar la pluma por varias de las crucecitas
griegas del calendario, á ñn de que ese dia traiga como
los otros el pan nuestro de cada dia. Y serla cosa de ver
una Comisión eclesiástica, económica, caritativa y cristiana
estudiando la cuestión y decir uno de sus miembros: pá-
senmele una raya á aquella santa, y dénsele las gracias por
sus buenos servicios, pero á causa de la crisis perma-
nente nos vemos forzados á disminuir el personal de in-
tercesores, etc.
Con prudencia y sin espíritu de pugna, se puede arre-
glar el almanaque aun en ese punto, puesto que la parte
astronómica y metereológica corre por cuenta de Mr. Gould.
LA ACURaCíON de moneda
{SI Nacional, Agosto 5 de i878.)
Cuesta mucho que la opinión acepte de plano las cosas
sencillas, precisamente por serlo, preocupándose de prefe-
rencia en favor de las cosas teóricas, ó como deben de ser.
Que cosa mas lógica en el orden de nuestras ideas de
gobierno, que siendo atribución de las naciones acuñar
moneda, se decrete la creación de una casa de moneda»
según los progresos de esta fabricación en maquinaria etc.
Y asi se hizo, no obstante aprobarse en la discusión, la idea
práctica de mandar sellar la moneda á las fábricas de acu-
PROORB808 GENERALES 33
"nación, garantidas por los gobiernos, y que con solo el
cannbio de trojel (valor de mil fuertes) pueden proveernos
en seis meses, á precios de costo ínfimos.
Dos años de experiencias han evidenciado que no se cons-
truyen casas de moneda, con decretarlas por ley; y k
^haberse realizado el proyecto, la experiencia habria dado
mas crueles desencantos.
El oro amonedado, es el mismo lingote de oro, conver-
tido en forma manejable, divisible en porciones determi-
nadas, y con el sello del Estado que dice simplemente: esta
es tal cantidad de oro, con tantos quilates de fino.
Para conseguir este resultado, esjnecesario que los costos
de amonedación sean tan ínQmos, que apenas sean sensi-
bles, en cada pequeña porción del oro, á fin de que no
aumente su valor primitivo, de manera que sea cierto siem-
pre que esa cantidad de oro, equivale á una porción igual de
lingote.
Hay una industria que ofrece, aunque no completamente,
un punto de comparación y es la imprenta. Un libro publi-
cado á mil ejemplares costará una cierta cantidad de
dinero; pero si se publica á. diez mil, no costará diez veces
aquel'costo, sino el mismo, cop un pequeño aumento. Mas
si se publicase á cien mil ejemplares, con maquinas de gran
poder, resultará que el costo del libro se reducirá al valor
del papel, mas un débil tanto por ciento, en que vienen á
distribuirse los costos de composición, de tiraje y tinta.
Tal sucede con la moneda. La casa no ha de ser un galpón
de tablas, sino un edificio sólido, espacioso y construido
-ad hoc; el personal ha de ser científico, artístico, garantido,
y numeroso, la maquinaria perfecta y poderosa. La canti-
dad de monedas á emitir tal, que haga que todos aquellos
costos se disipen ó reduzcan á un minimun, al distribuirse
entre cada moneda.
Ahora entran otros términos de la cuestión.
El país que ha de usar una moneda especial, está poblado
por dos millones de habitantes; establecidos á grandes dis-
tancias, y lo que produce ciertos castos de circulación, á
saber, que el oro y la plata en lingotes, han de viajar
pairando fletes hasta la casa de amonedación, y á su re-
greso en moneda, hasta llegar al consumidor.
i. Tono ui.— 3
34
OBRAS ÜK SAKMIKNOX
No se ha de acuñar mas que un cierto número de mone-
das» pues si se hace lo que con el papel y sobreabunda el
oro acuñado, no pudiendo como aquel despreciarse hasta
ponerse en relación con Jas cosas cambiables en moneda^
perderá este carácter, y será reducido á lingote otra vez
por la exportación del metala estimado en su valor in-
trínseco.
Reducida así la amonedación á una cantidad determinada
al año, cada moneda tendrá que representar el costo de
todos los materiales, edificio, maquinaria, personal, etc., que
han entrado en su elaboración, y será por tanto la moneda
mas cara del mundo. El negocio no paga^ como dicen los
yankes.
Veamos ahora e\ sistema sencillo de la amonedación en
Francia, Estados Unidos, ó donde quiera que haya casas de
moneda antiguas, garantidas, artísticas y dotadas de pode-
rosos y perfeccionados medios de acción.
El costo del trabajo anual del establecimiento, que ya ha
olvidado que ha costeado un gran taller y poderosas má-
quinas, se reduce a! personal y otros gastos que son acci-
dentales; y estos se distribuyen sobre la injence cantidad de
monedas que acuña al año.
Es el caso de la edición á cien mil ejemplares, comparada
en costos á la edición de mil del mismo libro. La amone-
dación que, con el sencillo cambio de trojeles se haria con
sello distinto, equivaldría, por la proporción entre nuestra
demanda y la masa de amonedación anual, á una página
de un libro de trescientas ó quinientas.
Esta es la cuestión de la amonedación.
No hay dignidad ni honor nacional en ejecutar mal y
caro lo que se puede obtener perfecto y barato, valiéndonos
de. los medios que otros países poseen; como no hay digni-
dad ni honor, en hacerse romper las quijadas con fusiles
hechos en el país, ó gastar millones en importar fábricas
y fabricantes de Remingtons, ó cañones Krupp.
Pidamos á Francia el millón de fuertes que necesitamos,
démosla el trojel ó el diseño, y tendremos moneda tan artís-
tica, tan ñel y garantida como no la produciremos jamás,
nosotros. Este fué el escollo de la amonedación ameri-
cana, después que las colonias se hicieron independientes.
El boliviano feble que ha inundado nuestro país es la
►
PROGRESOS GBNBKALES 35
prueba. — Las Naciones bien regladas, responsables de su
moneda, porque las inñdelidades gravarían en millones al
comercio universal, ofrecen todas las garantías apetecibles
en cuanto al feble admitido legalmente; pero ni aun pu»
diendo en todos tiempos responder nosotros de la honradez
del título, nunca hemos de lograr fabricar paños ó tejidos
de algodón, ó moneda igual en baratura de costos k las
grandes fábricas que, con inmenso capital, maquinas pode-
rosas, y personal artístico, producen enormemente en can-
tidad, y por tanto enormemente barato.
Estoes mas aplicable todavía á la moneda de cobre, nikel,.
ó bronce, en la que rigen otros principios, y hay mas que
el lingote de cobre representado en su peso. En esta, mas
que en las otras, conviene servirse de poderosos medios de
producción para que sea adquirida la moneda á poco precia
y pueda el Estado reportar la utilidad permitida, y proveer
inmediatamente á la necesidad pública. La circulación del
cobre para las monedas, transacciones y a<]qaisiciones,
ahorra millones que se disipan, por falta de divisibilidad, en
comprar mas de lo necesario.
ESPORTACION DE CEREALES
SISTEMA DE COLONIZACIÓN
(Bl Naeioiial, Agosto 7 de 1878).
La noticia dada por los diarios de haber salido seis car-
gamentos de trigo del Rosario, en busca de mercados-
exteriores, nos ha hecho volver una mirada curiosa, simpá-
tica» hacia las colonias que producen cereales, hacia la
emigración que ha dado ya fruto, como árbol llegado á su
madurez; y entre las nieblas que oscurecen el porvenir^
efecto de tanto error de i, puño, ó de tanto desacierto en
la acción, creemos encontrar algo de asegurado, contra
incendio, como es aquella parte del territorio de Santa Fe»
sobre todo, que está fuera de la acción de nuestras perver*
tidas ideas políticas.
Dicho se está, que de hoy mas tendremos la exportación
de lanas y peleterías desde Buenos Aires y Entre-Ríos, y la
de cereales desde el Rosario, como centro de exportación^
36 OBKAH UB «AKMIBNTO
si los productos prefleren el ferro*carrii para ahorrara
fletes por tierra á Santa Fe.
Uno de los grandes trabajos de propaganda y de inicia-
ción que prepararon la caida de Rosas y la reconstrucción
de la República, ha dado pues sus resultados inequívocos,
útiles y fecundos. Podemos dudar que hayamos avanzado
gran cosa en la práctica de las instituciones libres; pero
podemos estar seguros de que la idea de repoblar, de poblar,
de colonizar y de cultivar el suelo, se ha realizado en toda
su estension, y lo prueba el hecho que nos pone la pluma
en la mano.
Este año se han embarcado harinas para Chile y el
Pacifico, desde el Rosario, y ya puede estimarse el cambio
introducido en la economía del comercio y de la provisión
de cereales. Nohá mucho, hubiera parecido una paradoja.
Pero no es de congratulaciones sobre un progreso tan
marcado, de lo que vamos á ocuparnos; sino de los obs-
táculos que aun detienen la rápida y fructuosa población
de los territorios, en estado ó susceptibles de coloni-
zación.
¿Hay ya un sistema de colonización entre nosotros?
Creemos que puede responderse con seguridad que sí,
y á ese debemos .adhesión, si los resultados han justificado
8u acierto.
Tal es el que resulta de la formación de colonias en
Santa-Fe, por la acción particular de empresas, ó de indi-
viduos, ó de las colonias mismas que como colmenas
destacan de su seno nuevos enjambres á formar nuevas
colonias.
Este es un punto incuestionable. Excepto la colonia
«Esperanza», que recibió protección directa del gobierno,
las otras todas sin excepción son el resultado de la acción
particular; y sus habitantes en todas se hallan en próspe-
ras condiciones, en cuanto es posible obtenerlas por socie-
dades colectivas. El sistema es pues bueno, viable y seguro.
Diremos mas, y es que este es el sistema que debe tomar
por base el gobierno, á fin de que las leyes de fomento de
la emigración no vayan á lanzarse en las especulaciones^ ó
en las aventuras de ensayos y creaciones nuevas.
La acción del Estado hade combinarse, pues, con la ya
experimentada acción particular, asociándose á ella, pres-^
PK0QHBS08 6BNEKALES 37
t\nciole el auxilio que la ley ofrece, y garantiéndose en su
uso, por nnedios que la práctica aconseja.
ün otro punto de partida debemos recordar, á fin de que
se comprenda mejor la ventaja de adherirse al sistema
práctico de Santa Fe, y es que sin motivos muy premiosos,
la colonización no ha de hacerse lejos de los puntos ya
poblados, ó de las costas, si ellas pueden atraer el auxilio
externo al nuevo plantel.
Todo lo que se haga contra esta experimentada regla, ha
de ser dispendioso en la ejecución, lento en el desarrollo,,
incierto en el éxito final.
Otro inconveniente nace de hacer al gobierno mismo
colonizador, es decir, encargado de proveer, de colocar, de
sostener, la planteacion de un grupo. Todo es matador.
Téngase presente que no se ha efectuado colonizacion^prós-
pero en el mundo sino la inglesa^ que tiene por básela
ffócion individual. En los Estados Unidos, el Estado da la
concesión de tierra, á precios reducidos y constantes, y
alíi para su acción.
Nosotros hemos seguido otro sistema. El Estado dá la
tierra gratis; paga el pasaje al emigrante; y le concede
víveres por un año, el todo reembolsable en un término
dado. Seria esta nuestra Home stead law ó la ley del Hogar»
El Estado ha imitado el sistema de poblar de los particu-
lares en Santa Fe, y ahí está el error práctico.
Por el sistema imitativo que se observa, el emigrante
llega, y se le dan, ponemos por caso, cincuenta manzanas
de tierra en el Chaco. Gomo la tierra allí, distante de toda
otra población, no tiene aun precio, su valor no pasa del
nominal de 300 pesos fuertes la legua, lo que dá á la conce-
sión el precio infímo de diez pesos. Ya sea que se haya 6
no abonado pasaje al emigrante, esa tierra con ése valor es^
sin embargo garantía del pago en dos años, de casa, ani-
males, semillas, y no pocas veces de dos años de alimen*
tacion.
La deuda como se vé es enorme, y dadas las dificultades
de primer establecimiento en pais aislado y separado de los
otros cultivados que ya tienen valor, el emigrante se desa-
lienta y abandona la concesión que no ha de conservar en
valor adquirido lo que adeuda, pues la alimentación, el
pasaje, aun la casucha improvisada y proveída, no soa
38 OII11A8 l>K «AKMIKMTO
"Valores de cuenta, sino cargas que han de pagarse con pro-
<1uctos obtenidos. Sise añade que debe protjtferw, por pro-
veedores y contratos de aüixieutoá, animales de iauor etc.,
resultará un recargo de costos que absorverá rentas impro-
ductivas al Estado, y una nueva carga, insalvable para el
colono.
¿Cómo se haría para simpliQcar el sistema y, en lugar de
hacerlo una pálida imitación del que han seguido las colo-
tí las prósperas, ajustarlo por el contrario á este mismo sis-
tema práctico?
No vemos otro medio que poner las leyes actuales de
fomento, al servicio del interés individual de los colonos
mismos, con lo que se consigue, 1": tener dos firmas en
lugar de una, la del colono y la del inmigrante, de manco-
mún, responsables del reembolso de los anticipos que haga
el Gobierno Nacional, aplicando la ley actual, 2°: asegurar
el éxito de la colonia ó de ia población, porque el interés
individual es en este caso el promotor, el gerente, el espe-
culador diremos así; y operando sóbrela base de lo ya po-
blado, que tiene valores venales ciertos y productos acumu-
lados, asegurar el éxito del trabajo del nuevo colono, bajo
su protección, de la misma manera que él principió bajo
la protección de los antiguos empresarios. Al Estado le
interesa el número de cuadras que mas se labren, el mayor
número de inmigrantes que se establezcan; pero ante todo,
que no solo puedan devolverle el capital auxiliar con que
se establecieron, sino que la tentativa sea segura, venta-
josa y de arraigo, diremos asi, para el colono mismo.
Uno de los graves inconvenientes de la colonización, ha
sido siempre que no todos los inmigrantes son colonos, ó
aptos para colonizar. Este es el escollo de la inmigración
protegida. 1&\ que paga pasage es un hombre y nada mas.
Labrador? Inteligente? Honrado? Amigo siquiera del
trabajo? Eso Dios lo dirá.
Hemos visto, al partir de Nueva York un buque brasilero,
cargado de emigrantes, pasage gratis, levantar las manos
al cielo los circunstantes, como si el país fuese librado de
una plaga.
El colono ya establecido es por tanto el único juez de la
actitud del nuevo arrivante y de su capacidad de producir,
desde que él pueda designar los que han de gozar de la
PRUGK.E80S GUNEKALES 3^
prima del Estado. Veamos como pueden llenarse estas
•condiciones, con la legislación actual y mayor seguridad
•de éxito.
El Gobierno Nacional tiene contratos con varias empre-
sas de vapores para conducir lia5»la este puerto pasageros
inmigrantes, á razón de 160 francos por persona adulta. Si
se tiene en cuenta que en una familia, en general, vienen
dos menores (que pagan solo medio pasage) por un adulto,
resultará que pueden venir 3,000 personas por cuatro mil
onzas.
Un medio habría muy ventajoso para hacer reembolsa-
bie esjla ei ■ :.CÍe»i:.
Ejemplo: Facultará los colonos ya establecidos, y con
un modo de vivv\ á hacer venir á sus amigos ó parientes,
garantiendo al Gobierno de mancomún et in solidum el
valor del pasaje, reembolsable á plazos prudenciales-
En todas las Provincias á que se mandan inmigrantes,
hay una comisión de inmigración, y esta tiene su Gerente
rentado por la Nación. Se encargaría entonces á esas
comisiones el percibe de lo que el inmigrante adeude; y
donde no haya comisiones ó gerentes, se facultaría á los
Gobiernos para perseguir el cobro de las sumas anticipadas
por pasaje á la familia inmigrante.
Toda la diferencia que este sistema establecería con lo
ya practicado ó practicable, consiste en que se dejaría á los
colonos ya establecidos, con las formas y seguridades del
caso, no ya el derecho de dirigirse á la comisión central do
inmigración, solicitando colonos de entre los inmigrantes
por colocar, sino las familias que ellos designasen, dispues-
tas ó prontas á embarcarse en Europa á su llamado, y
cuyo pasaje debería abonar el Estado. Es á esta condición
solo que el colono ya establecido, se constituiría responsa-
ble, de mancomún con el deudor del pasaje, lo que no puede
hacer con plena confíaqza, con buena voluntad, aun en caso
de mal éxito, cuando el colono que se le envía le es desco-
nocido, y no lo ligan á él vínculos de familia, amistad, rela-
ción de lugar etc.
Hay ya en las colonias millares de hombres acomodados,
centenares de ricos, y por decenas cuóntanse los empren-
dedores con ca[)ital, experiencia y espíritu de empresa
i
40
0BKA8 DB «AKMIKMTO
para dar colocación á millares de brazos al año» garantiéndo-
los costos que el Estado se impone.
Estos mismos ú otros, tienen ó varías concesiones, ó
terrenos de los propios, sin labrar, y esteudiendo á estas y
nuevas tierras adquiridas ó solicitadas á su acción, la pro-
ducción doblaría por año, pues así constituida la coloniza-
ción no es mas que la prosperidad y mayor desarrollo de
la presente, desenvolviéndose de proche en proche^ llenando
los intermedios, colmando los vacíos y aumentando por
tanto la fuerza de cohesión, que es la base de toda so-
ciedad.
¿Quién no siente que de esta necesidad de asociar los
afectos del antiguo con el nuevo inmigrante que él pedi-
ría, & condición de asociar su ñrma para garantir el pago,
nace un nuevo elemento de estabilidad en aquellos esta*
blecimientos rurales^ donde, como lo muestra la experien-
cia diaria, tiene cada uno que luchar con diñcultades y
atrasos, que le vienen de la seca, la lluvia excesiva, la
langosta, etc., etc., y que sucumbirá el que menos relacionada
se encuentre para obtener el apoyo momentáneo que nece-
sita, para salvar del mal año ó del accidente?
Deseáramos que el Estado no aventurase rentas en eje-
cutar por sí mismo colonizaciones, sin el auxilio del ins-
trumento ya tan probado, y con éxito tan uniforme, en
Santa Fe y en Entre Rios;á saber, el interés individual del
colono mismo, que es el que ha poblado los Estados
Unidos, California, Australia, y tantos otros países prós-
peros.
INMIGRICiON Y COLONIZACIÓN
{El Nacional, Agosto 8 de 1878.)
No queremos abandonar este asunto, de que nos ocupa-
mos ayer, sin añadir algunas observaciones prácticas, que
sirvan á dirigir los esfuerzos del Gobierno, en su empeño
de hacer efectivas las leyes de fomento que el Congreso ha
dictado.
La Provincia de Buenos Aires, pocos incentivos ofrece
para la colonización.
La superñcie de su suelo está ya poseída y enajenada á.
PROGRESOS QBNBRALBS 41
los propietarios de estancias, que la comparten entre si.
En torno de las villas y ciudades, en algunas estancias,
con los cercados que empiezan á generalizarse, habrá, tra-
bajo para brazos extranjeros, pero sin la propiedad del
suelo, que es lo que constituye la colonización. Aquellos
solo podrán adquirir á subido precio reducidas porciones
de terreno, después de haber residido largos años y acu-
mulado medios, por la industria ó el comercio, para estable-
cerse deñnitivamente.
Las ciudades como Buenos Aires y las de segundo orden
que progresan, dan trabajo á muchos obreros ó artesanos,
como asi mismo las industrias que se implantan, ó los
negocios á que da lugar su desarrollo; pero es necesario
que haya movimiento rápido, constante, para asegurar
trabajo á los nuevos pobladores; y esto no es siempre
seguro, pues ilepende de causas extrañas á la voluntad, y
una crisis comercial, una paralización del comercio, la baja
en Europa de los productos del pais, detendrán aquel
movimiento, y entonces habrá brazos no requeridos en las
ciudades por la edilidad ó mayor número de artesanos
que los que requiera la demanda.
La inmigración propiamente dicha, ha de estar en relación
con la facilidad de adquirir tierra para labrar; pues esta es
la sola industria que flja la población, y la ubica casi irre-
vocablemente en el país.
La tierra colonizable ha de reunir, sin embargo, otras
condiciones aparte de la facilidad pecuniaria de adquirirla.
Siendo penoso y poco productivo el trabajo durante el pri-
mero y segundo año de establecimiento, la ubicación de las
colonias ha de ser tal, que tengan mercado y precio los
pequeños productos, hasta esperar las cosechas remu-
nerativas, después, de labrada una cierta porción de
terreno.
Apenas puede llamarse colonia ahora el primer estable-
cimiento de suizos en el Baradero, dando á cada familia
una exigua porción de terreno; pero las ventajas de la loca-
lidad eran tales, que aquellas dos cuadras de tierra asigna-
das á cada colono^ pudieron, con los pequeños productos
de la industria doméstica y rural, cerca del mercado de
Buenos Aires, adquirir en diez años capital suñciente, la
mayor parte de los pobladores, para adquirir la mayor
42
OBItAK UK «AltUtKNTU
extensión de terreno, en las vecindades ú otros puntos,
labrarse muclios de ellos fortunas.
Por ahora, la colonización de Santa Fe, á que solo quere-
mos contraernos, ofrece muchas de esas ventajas; excepto
la de vías de comunicación con los puertos, pues estando
muchos de los planteles á grandes distancias del Rosario
único puerto de mar diremos así, los costos de trasporte
de cosechas formales y en grande escala llegan al costado,
del buque recargados de onerosos fletes.
Discútese en la Legislatura y ha pasado en una Cámara, el
j)royectode un ferrocarril de trocha angosta perfeccionada,
del costo de tres mil libras la milla, que ligaría entre si
gran número de colonias, pero ya hay varias que se tocan
y ofrecen á la vista del transeúnte una campaña continuada
cubierta de sembradíos ó de mieses según la estación, con
molinos en cantidad suñciente para preparar las harinas
que habitan de exportarse.
Si este proyecto se lleva á cabo, aquella Provincia vendrá
á ser el mejor y jmas seguro ensayo de colonización que
se haya necno en ia América del Sur, mucho mas si el
Gobierno ó el Congreso adapta la ley de fomento de inmi-
gración á las condiciones que hemos indicado antes, á saber,
poner al alcance del colono establecido y responsable, los
medios de requerir de Europa nuevos emigrantes de su
elección, anticipándoles el pasage, con garantía de reem-
bolso, dada en debida forma por el emigrante y el colono
que lo pidió.
Las colonias ya establecidas requieren mayor intensidad
de trabajo en sus propios límites, y en el terreno ya labrado;
pero esto no ha de conseguirse solo con el aumento de
brazos asalariados, pues que siendo crecidos los salarios
pocos están en aptitud de proveerlo. Suplen á esta falta el
trabajo voluntario de familia, de camaradería, de nuevos
asociados, vinculados á los antiguos por afecciones ó comu-
nes esperanzas.
. Para asegurar la prosperidad común de las dispersas
colonias es necesario se llenen los vacíos despoblados que
median entre unas y otras« á fin de que cada cuadra de
terreno surcada por un ferrocarril, en una ancha zona,
procure su parte de productos á fin de hacer barato el
PROGUESO» GKNEHALBS 43
trasporte, por la abundancia de la carga, relativanfiente al
costo de la vía.
Creemo55 oue nada debe omitirse para llenar estas con-
diciones, y creemos asimismo que al Gobierno Nacional no
deben serle indiferentes, pues la realización por completo
de la población agrícola de un vasto territorio, como aquel
en que están diseminadas las numerosas colonias de Santa
Fe, darán la justa medida de lo que el país puede prometer-
se del sistema de colonización emprendido, y de cuyo
éxito próspero depende el que continúe la corriente de in-
migración y se haga en mayor escala en adeíante.
Un vasto territorio poblado, labrado, ligado por ferro-
carriles baratos, con villas á distancias proporcionales, con
productos accesibles á puertos de embarque, y todo á
precios baratos, será un resultado obtenido y un gran mo-
delo para nuevas conquistas de grandes estensiones de
tierra, en condiciones análogas.
No se olvide que el producto de las colonias ó de la es-
plotacion del terreno por la agricultura, es para esportanu,
sin cuya condición ha de ser limitado, sin mas objeto que
llenar las primeras necesidades de la vida, lo que consti-
tuye la mediocridad y la pobreza. Para esto, los cereales
ú otros frutos agrícolas han de obtenerse á precios módi-
cos, sin lo cual no podrán concurrir con los de otras nacio-
nes en los mercados libres.
El precio del trabajo ha de ser subido por largo tiempo,
puesto que ese es el atractivo de la colonización. Cuando
el salario baja á las tarifas de Europa, por ejemplo, el es-
timulo de la inmigración cesa.
Esto es lo que ya sucede en los Estados Unidos, si bien
la baratura del terreno, la prodigiosa viabilidad, natural
por los ríos, artiñcial por los ferrocariles, unidas á los mas
adelantados instrumentos de labor, compensan la falta de
brazos ó los equilibran, en un país donde ya habitan cua*
renta y cuatro millones de hombres.
La colonización de Santa Fe debe ser estimulada en la
parte no poblada é intermediaria entre las varias colonias,
á ñn de disminuir los costos de producción, y en el interior
de aquellas, á fin de dar mas intensidad al trabajo. Sin
esas dos circunstancias, los productos vendrán caros al
puerto de embarque; y ya se nos asegura que cuesta muy
44 OBRAS DK 8AKMIBNT0
poco menos traer una tonelada de harina al costado de>
buque, que lo que importa desde allí á Inglaterra.
Debenpos hacer notar ciertas condiciones favorables en
aquellas provincias para la colonización, y que por fortuna
son generales á algunas otras.
En los Estados Unidos, todo favorece al labrador; excelen-
tes instrumentos, baratísimas vías de comunicación y aun
salarios reducidos; todo menos el terreno, cubierto de bos-
ques primitivos en su mayor parte en las planicies, pedre-
goso en las otras regiones.
Desmontar una cuadra del terreno sin poder arrancar los
robustos troncos de pinos y otros árboles seculares, es el
desaliento del que adquiere cuando mas, ocho ó diez cua-
dras, contando con toda su vida y el auxilio de sus hijos»
para labrarlas.
En Argelia tienen que luchar con el palmito, maleza
tenaz, de las familia de las palmas, que'cubre la tierra y
cuesta dinero y sudores arrancar, pues el arado no penetra
en aquella maciega.
En el Brasil se combinan las rocas y el bosque tropical,
y seis meses después de descuajado éste, reaparecen los
robustos retoños, ó maleza robusta, con el lujo ruinoso de
los países cAlidos y húmedos.
En Santa Fe y otras partes del litoral, por ambas márge-
nes de los ríos, la tierra sale de las manos de la naturaleza
preparada, puede decirse, para aplicarla el arado á vapor
de los ingleses. Ni árboles, ni piedras que lo desvíen de
dirección; y esta desnudez, ó poco menos, del suelo es la
ventaja inapreciable para el colonizador, pues no consume
trabajo ni capital en despejar la superficie, antes de apli-
carle el arado. Si la leña le escasea al segundo ó tercer
año, consumidos los contados arbustos ó algarrobos, con
sembrar duraznos, lo que ya hacen todos los colonos, está
asegurado el porvenir de la colonia. Por los mismos me-
dios se proveen de este articulo de consumo los países
agotados por los siglos, á saber, plantando bosques.
Estas ventajas naturales, sin embargo, se disipan, por la
dispersión de las colonias, y por la poca intensidad del tra-
bajo en lo ya cultivado. El tiigo cuesta caro, y es condi-
ción de este, como de todos los artículos dé primera necesi-
«P-jJI^^Vl.
PROORBSOiS OBNRRÁLBS 45
4ady carne, granos, papas, algodón, etc., que sean baratos en
su costo original.
Becordaremos paramemoriay para no ñngir Edeoes, que
las secas han hecho graves males en estos últimos años, y
la langosta continúa amenazante. La primera parece elimi-
nada ahora por el exceso de las lluvias, y puede también
concluir su periodo la invasión del malenco insecto; pero
si no se ayuda á perfeccionar la vasta colonización de Santa
JFe que es ya un hecho, pero un hecho imperfecto^ las colonias
no han de dar solución eñcaz á la cuestión de inmigración,
■asegurando una corriente perenne y progresiva. El interés
y el afecto de los colonos ricos y ya experimentados, harán
«1 efecto de las plantas rastreras fecundas, que lanzan sus
tallos en todas direcciones hasta cubrir el suelo entero, sin
dejar un palmo de tierra visible. El colono, debe tener á
su alcance los medios de llamar á su lado nuevos obreros
de su casa, familia ó lugar, para que el trabajo aumente,
s'\n grandes salarios.
A PROPOSITO DE LOS NUEVOS IMPUESTOS
{Bl Nacional, Agosto 19 de 1878.)
Grandes y acalorados debates empiezan á suscitar los
tiuevos impuestos que propone el Ministro de Hacienda,
para hacer frente á los gastos del presupuesto, y á las
deudas que tiene contraidas la Nación.
La Nación de papel, dice ayer que tales impuestos' deben
ser resistidos por todos lo8 medios; y en la tinta de esta
Nación se comprende qué medios entran en la palabra
todos.
Queremos suponer que todos los medios son los que el Con-
greso puede adoptar según la práctica parlamentaria, para
oponerse á la sanción de la ley; pues una vez sancionada,
no hay medio lícito de no cumplirla; y hay medios legales
de forzar á cumplirla.
Una ley no dice, yo haré; sino tú harás, quieras, que no,
80 pena de; y esto so pena de, es lo que se llama la sanción
de la ley, de sanctus, santo, sagrado, condenado, ó abando-
nado á los dioses infernales, sin protección de las leyes.
Aquel axioma latino dura ¡ex, sedíex^ eucierrü, uo obstante
46
OBRAS DE SARMIENTO
SU laconismo, toda la doctrina humana, constitucional y
civilizada á este respecto.
Por si La Nación de papel hablaso de otros medios de
resistencia que los que antes hemos apuntado» es decir»
lo que pudiera oponer el Ck>ngreso, diremos á los incautos
espuestos á dejarse seducir por tales frases, mas ampulosas
que reafes^ que ellos envuelven el delito de traición^ que
consiste en el intento deliberado y constante de oponerse,
por la violencia, al cumplimiento de una ley.
Asi, cuando un grupo de hombres arrebata á la justicia
un preso, hay en ello un delito ordinario á que las leyes
ordinarias tienen asignada una pena; pero si ese mismo
grupo arrebata á la justicia todos los presos que condujere
por causa de la violación de una ley, y lo hiciere con el
ánimo declarado y persistente de libertar todos los presos
aprehendidos por intraccion de esa misma ley, comete de-
lito de trnieion^ y es juzgado por las leyes que castigan á
los traidores.
Cuando se dice á los lectores de un diario que deberán
resistir por todos los medios una ley del Congreso, no se habla
por cierto, de aconsejar la traición á la patria.
«Esta Constitución, los tratados y las leyes que de ella
emanan, son la ley suprema» no obstante todo lo que digan
en contrario constituciones y leyes de Provincia.» Eso es
la Nación, eso somos nosotros, y á eso están sometidos
los huéspedes de la Nación Argentina, que son los extran-
jeros, y los Gobiernos de Provincia, que existen por la
Constitución y la voluntad del pueblo «Nos los Represen-
tantes del Pueblo Argentino,» ó como dicen sin tanto eufo-
nismo los norte-americanos: ccNos el Pueblo de los Estados
Unidos.»
Hay en todas las cuestiones que apasionan quid pro quods^
ó palabras mal definidas, que cuando se explican quitan
toda la acritud al debate.
Extranjeros domiciliados, y que escriben para ganar su
vida, como cualquier otro hijo de vecino, se revisten de la
piel del lector que paga el peso diario por el número coti-
diano, con lo que logran muy acertadamente vender mayor
número de ejemplares; y en vano se buscará una persona
mas impregnada de la pasión popular ó local, que el espe-
culador en palabras, sobre el capital de preocupaciones.
PROGRESOS GENERALES 47
errores, verdades, egoísmos Ó sentimientos impulsivos del
vulgo.
La prensa tiene el inconveniente de hacerse eco de las
malas pasiones, y la ventaja de provocar el razonamiento y
la demostración del error.
La nación, se dice, por ejemplo, quiere imponer derechos
sobre los ganados; y como Buenos Aires es la Provincia
ganadera por excelencia, Buenos Aires cargará con casi todo
el impuesto; y ¿por qué ha de costear Buenos Aires solo los
gastos de la nación?
Sin rebatir lo que hay de inexacto en el hecho, y de so-
fístico en la deducción, procederemos primero á rectificar
las palabras usadas en el discurso.
Suponemos que el que no es argentino, cuando habla de
la nación que lo hospeda^ si escribe, no habla como extran-
jero, cuando dice ¿por qué hemos de pagar á la nación?
sino que habla como argentino, pues de otro modo no tiene
sentido su argumento, no teniendo el extranjero otro de-
recho que el de abandonar el país, cuyas leyes no acepta.
Dado este antecedente, señalaremos el vicio de lenguaje
que trae el disentimiento. Guando digo la nación, entiendo
MI nación, basta sustituir el posesivo mí, por el determi-
nativo general 2a, para poner de aeoei^do & lo& conten-
diente».
Obligúense todos los que á. nombre de la Nación, hablan
de la Nación, á decir siempre mi nacion;y se verá luego que
el debate no puede continuar, ó los argumentos mas va-
lientes quedan reducidos al contrasentido mas vergonzoso
y ridiculo.
Tenemos por prueba loque dijimos al principio, ilft Na-
ción quiere imponer derecho sobre sus ganados; y como en
la parte de mi Nación que se llama Buenos Aires ó Entre
Ríos, hay mas ganado que en el resto, es claro que esa
parte cargará con casi todo el impuesto; y porqué la mayor
cantidad de ganado ha de costear sola los gastos de mi Na-
ción.
Hay, sin embargo, un sentido profundo en que La Nación^.
una nación de que hablamos para distinguirla de las otras
naciones. ¡Desgraciados los pueblos que no tienen nombre
propio! Francia, Inglatera» España. La Italia y la Alemania
han luchado siglos, por poder llamarse sus habitantes ita-
48 OBRAS DB 8ARMIBN10
lianos, alemanes, pues eran antes napolitanos, genov eses,
ó austríacos, sin que los de Roma fuesen romanos.
De Maistre, que principió la lucha desde Rusia contra las
libertades mo lernas, se regocijaba hace cuarenta ó mas
años al presagiar la desmembración y caída de los Estados
Unidos, k causa de su nombre abstracto, que representaba
decía, ideas, convenios políticos, y no un nombre geográfi-
co, de tierra, de un pedazo de tierra, que es la base á que se
adhiere el patriotismo, dándonos nombres que se encarnan
en nosotros mismos, siendo desde entonces francés, inglés,
etc., el que la hsibita.
Crear la Francia, la Inglaterra, y con ella el sentimiento
francés ó inglés, ha costado siglos de trabajo lento para su-
primir los reinos, los marquesados independientes, los dia-
lectos, y las costumbres diversas.
Los Estados Unidos estuvieron á punto de disolverse por
causa de su nombre, pues había de un lado la Nueva In-
glaterra, compuesta de seis Estados con el espíritu yankee
Nueva York apenas desholandizado, los seis Estados del Sur
aristocráticos, esclavócratas. La población del Oeste entró
al fín en la balanza, con nuevos Estados, y el tiempo fué
borrando para el pueblo el sentido abstracto de la palabra
Estados Unidos, y por la bandera, por el rol en el mundo,
por su riqueza y sus glorias, llegó á representar la tierra y
encarnar el patriotismo de las masas populares, que salva-
ron con su sangre la Union.
Aun así, no hay nombre patronímico todavía, y tienen
que llamarse ameticanos^ pues yankee palabra burlescamen-
te aceptada, como los guetix holandeses, los BansculoUes fran-
ceses, es odiada todavía en el Sur.
Peor suerte ha cabido á la República Argentina, país sin
nombre propio, pues el que lleva es una abstracción recien-
te, intraducibie en sentimiento popular que llegue al cora-
zón, y ligue á sus habitantes en un todo simpático como la
familia, y aun mas.
Llamábase Virreinato de Buenos Aires, y al querer for-
mar una nación libre, de sus habitantes, cuyaños, cordo-
beses, paraguayos y peruanos, se encontró estrecho y
absurdo el nombre. Hubo pues de llamársele Provinciat
Unidas del Rio de la Plata^ en lugar de Chile, Perú, Méjico, y
ivideamembr ación fué el castigo de. no tener «nombre propio.
PROOKBSOS GBXBBALBS 49
Lo que quedó al parecer unido, se desgarró treinta años
por llamarse Confederación Argentina, cuando desaparecían
las Confederaciones de la organización política de los pue-
blos modernos.
Cuando después de tantos <lesastres hemos convenido en
llamarle República ó Nación Argentina, siempre, una abs-
tracción, pero una abstracción que cada diez años cambia
de forma, pues los Estados Unidos, desde antes de ser
independientes ya se llamaron los Estados Unidos, hemos
concluido, en el lenguaje familiar, en llamarla La Nación.
Una nación, entre otras naciones, esa nación de que se
habla, la nación que no es patria, pues su nombre no dice
que seamos hueso y carne de ella misma, como el francés
ó el inglés. He aquí pues, una madre sin hijos, una madre
convencional, que puede adoptarse ó desconocerse, según
plazca á los que forman esa República, á que han agrega-
do el califlcativo de argentina, no porque este adjetivo diga
nada al corazón, sino por distinguirla de otra República.
Estos antecedentes explican los argumentos contra LaNa-
ctoHj y los impuestos que nosotros tenemos que pagar á la
Nación. ¿Cómo nuestro ganado ha de ser impuesto por y
para la nación?
Traduzcamos al francés la frase: La pvoprieié des f raneáis
aupporle les impóls de laFrancel y habremos dicho una vulga-
ridad.
Hablemos pues el lenguaje de la verdad y del sentimien-
to. Digamos mi nación, cada vez que hablemos de la Na-
ción, y la controversia habrá concluido.
No es menos estúpido el argumento que se hace diciendo,
como lo repite el diario del patriotismo alquilado para ven-
der odios, pasiones y perversas sujestiones: la Aduana de
Buenos Aires, paga de los catorce millones del presupuesto,
los doce; luego Buenos A'res sostiene á la Nación.
Hay en ello perversidad é ignorancia; pero aun no ha-
biéndola, el argumento seria ridículo. Si Buenos Aires con-
tribuye con doce millones en catorce, es claro que su pro-
piedad y riqueza es seis vecas mayor que la del resto de mi
nación, lo que, cuando mas, daría un dato estadístico, á ser
cierto.
Si pagara los cato-^ce, sería clarp que el resto del territo-
TOMO XU.— 4
50 OBKA8 VK SAKMIBNTO
rio estaría desplobado. El Chaco, olas tierras magalláni-
cas DO pagan nada.
Los innpuestosson sobre la propiedad y los mas odiosamen-
te gravados por la iniquidad de los impuestos son los Leza-
mas, los Hale, los Anchorenas, los Pereiras, los Ocampos y
tantos otros desgraciados que gimen bajo el peso de los im-
puestos. Conocimos en los Estados Unidos á Mr. Stewart, un
simple tendero, á quien la Aduana arrancaba por año oclio
millones de dollars, solo en derechos de importación. Asi
ha muerto el infeliz, dejando k su familia treinta millones!
Otro hay que tiene los ocho de renta anual.
Lamentémonos, pues, de ser ricos, y envidiemos la suerte
de la Rioja, que está á punto de disolverse porque la ma-
yoría de la Legislatura se compone de dos Represen-
tantes.
Del^emos unos sesenta millones. No convendría repartir
la deuda en cada habitante?
A nuestro sirviente Juan, puntano, le tocarían treinta pe-
sos á pagar, y á don Juan Anchorena otros treinta. ¿Hay na-
da mus equitativo?
Qné argumentos! La palabra traición está en el fondo de
cada uno de ellos.
EL RIACHUELO
{Bl NactonaU Agosto iS de 1878).
Lléganos por todos los diarios, el conocimiento de el esta,
do de favorable espectativa en que tienen al público los Ira-
bajos emprendidos por el ingeniero Huergo, en la canaliza-
ción del Riacho de Barracas, los que se dice, [permiten la en-
trada á buques de catorce pies, y a^n de diez y siete de
calado.
Si no se obtiene mas que esta profundidad, ya sería de
grande auxilio para la marina de^ cabotaje que se dispersa
en busca de abrigo y facilida<ies de desembarco, por ambas
costas del Río,sin exceptuar Montevideo, que recibe, falta
de un puerto seguro de este lado, gran parte de losprodu<:-
tos del comercio y de la industria argentina.
La apertura del Istmo^de Suez ha enseñado mucho á los
ingenieros, en cuanto al auxilio que puede prestar el uso
I
PROGRESOS GENERALES 51
constante déla dra^apara mantener la profundidad reque-
rida en los canales. El ensayo hecho en la Boca, puede pues,
darnos lecciones prácticas, y aun despertar esperanzas.
Dícesenos que á la profundidad obtenida ya dragando
fango y arenas, se encuentra la tosca, que no permite
ahondar el canal cuanto lo requeriría el calado de grandes
buques.
Bueno es que nos contentemos, por ahora, con lo que la
naturaleza da de si; perúes bueno no olvidar, que en los
numerosos estudios que se han hecho para abrir un canal
interoceánico por varios puntos del Itsmo de Panamá, se
cuenta, para realizar uno de ellos, con que habrá' de ser
preciso cortar montañas y escavar la roca viva, para cons-
truir un lecho bastante profundo, como para dar paso de un
mar á otro á toda clase de embarcaciones.
La tosca no es una roca, y bastaría ensayar aun con los
pilones que sirven para clavar estacones bajo el agua, do-
tándolos de una cuña cortante en su extremidad, por me-
dio de un corte preparatorio, \mvA ver la obra de escavacion
que podría hacerse, á la manera que usan la pala los
labradores.
Porqué no habría de ensayarse este ú otro medio para
acometer la tosca misma, si ello diese esperanza de dotar á
Buenos Aires con un puerto? ¿No se han calculado, en
cada presupuesto de obras para uno artiñcial, frente á la
ciudad, ocho á diez millones de fuertes, sin asustar á los
que han de pagarlos?
La diferencia estaría, en la Boca, que en lugar de hacer
obras exteriores partiendo del fondo hacia arriba fuera
del agua, allí sería desde el fondo hacia abajo, hasta dar
la profundidad requerida; y entonces no se consumirían
tantos millones, pues la perforación de los túneles en las
montañas, ha creado máquinas de poder inmenso para
triturar piedras mas duras que tmestra tosca, que es la
misma tierra que pisamos, endureci<la hasta una cierta
consistencia.
Deseáramos oír el parecer de los entendidos, á este res-
pecto; pues la necesidad de un puerto, es cada día mas
premiosa, siendo nuestra convicción que el carecer de uno
Buenos Aires, ha estorbado que sea mas gran ciudad que
Río Janeiro, y hará en adelante que se dispersen mas y
«< I-
52
OBHAtf U« tfAUMlMMTO
mas los buques, no solo en busca de abrigo, sino huyendo
de los costos enormes de desembarco, que recargan el valor
de las mercaderías con gastos que á veces igualan y aun
sobrepasan al flete de Europa.
El ingeniero Huergo ha podido, pues, tener la buena
fortuna de indicar el verdadero camino para salir del
atolladero en que se encuentra el centro comercial mas
activo del mundo, casi igual con el del Támesis. Sino es
de tanta magnitud su hallazgo, será siempre una valiosí-
sima adquisición la de un puerto secundario para la markia
de cabotaje y buques menores que ofrezca abrigo y desem-
barco seguro, pues en ello habría un inmenso beneñcio
para el comercio.
CIEN PROBLEMAS
• r
{Bl Nacional, Agosto 19 de iS78.)
Gadadiase presenta una cuestión nueva que apasiona la
opinión pública, quedando atrás las cuestiones de ayer, que
pide como la de hoy solución. Lo lamentable es que no
resolviéndose ninguna, viene quedando todo en problema,
y agravándose las difícultades, con los ensayos truncos y
sin consistencia que embarazan el terreno.
Estamos, después de setenta años de existencia política,
mas atrasados que lo estuvieron nuestros padres, tres
siglos antes.
El día que los primeros colonos españoles trazaron un
pueblo, designando al local de la plaza de armas, seña-
laron á un costado el lugar donde ddbía reunirse el
Cabildo, cuyas funciones le venían marcadas por la tra-
dición secular y las leyes de España.
En 1878 están disputando sus descendientes, sobre si
habrán diez y seis Cabildos ó municipalidades en una
ciudad, y si habrán de haberlos en las otras villas que
se vienen formando.
Y cuestiónase esto con valor, con pasión tal, que ame-
naza perturbar la tranquilidad pública. Serán diez y seis
ó uno de los ayuntamientos, según la idea que mas sirva
á propósitos extraños al interés público, y siempre quedará
en problema, si deben haber muncipalidades, porque esta
i
PROOKBSOS OBNBRALBS 53
es cuestión previa; y si habiéndolas en la ciudad de Buenos
Aires, han de ser una ó muchas; porque falta aun creaHas
y esperar por años los resultados de la innovación.
Como escasean en el mundo los modelos, puede ser que
el mundo tenga razón y no nuestros inventores de inno-
vaciones.
En gran parte de las Provincias, aun no se han estable-
cido Municipalidades.
En lo que hemos dado en llamar colonias, que son los
planteles de las poblaciones futuras, como nuestras ciuda-
des provinciales son hoy las que formaron los españoles,
tenemos las mismas divergencias. En unas, el gobierno
propio está establecido, con lo que se llama emigración
espontánea; en otra, se está ensayando el sistema oficial
de colonizar el Gobierno, con inmigración costeada y sos-
tenida por el Estado, bajo la autoridad de funcionarios
suyos. ¿Cuál sistema prevalecerá^ según su costo, su éxito
final, pues todo esto está Sujeto á opinión ?
Lo cierto es que no hay un sistema de espansion de la
población, fijo, como era antes el de las antiguas colonias.
Mucho hemos ganado en viabilidad. Tenemos costeadas
largas lineas de ferro-carriles, que facilitan el tránsito en
varias direcciones. ¿Son todas productivas? Quedan, pues,
en problema dos ó tres grandes arterias y solo el tiempo
dirá hasta dónde mas pueden prolongarse.
Pero la viabilidad interna de cada Provincia, la de Buenos
Aires sobre todo, queda aun en problema insoluto, acaso
insoiuble, por mas que parezca de fácil arreglo.
País todo poblado de estancias en grandes propiedades,
no se presta, por mas que parezca, á un sistema de conser-
vación de los caminos, sin cuyo requisito, son una cala-
midad y no un beneficio, una via dolorosa para transeúntes^
animales y carros. Se espantan en Francia los escritores
al referir lo que fueron las vías públicas en aquel país,
hasta ahora pocos años que se introdujo el macadam para
endurecerlas. Hoy se consume en piedra quebrada para el
reparo anual una montaña de una milla de largo, y cuatro-
cientos pies de alto.
El ferro- carril del Oeste se intentó esclusivamente en
Buenos Aires para salvar los pantanos que acosaban como
una trinchera á la ciudad, é interrumpían la comunicación
54 OBKA8 OIfi MAKftllIfilNTO
[)or meses anteros. jCuán pronto olvidamos los pasados
padecimieiítos! Por fortuna tenemos largas y remunera-'
livas vías férreas que atraviesan todo el territorio de la
Provincia, que aseguran las comunicaciones en general;
pero cuando ha de descenderse á los detalles, á los caminos
que han de proveer de carga á esas vías, volvemos á en-
contrar las dificultades de la viabilidad ordinaria, en todas
partes, aumentada aquí por la falta de población y de
montañas! Las vías no pueden repararse t Esta ha de ser la
base de todo sistema de viabilidad en las vastas campañas
de Buenos Aires; y por tanto es en este problema por
resolver, mas com{)licado que el de las diez y seis Munici-
palidades en una sola ciudad, cuando no se ha logrado
establecer una, eficaz, durable y útil todavía.
Dado, pues, que los caminos no han de repararse, por
la imposibilidad de hacerlo á causa de no haber piedra, las
vías pasadas han de ser anchas, y seguir las inflexiones y
ondulaciones de los terrenos que atraviesen.
Generalízase la idea de que debiera procederse á trazar
las vías oficialmente, á fin deque las divisiones de la pro-
piedad se ajusten aellas?
Formarían las principales una especie de abanico, cuyo
eje esté en la ciudad capital? Sin embargo, los ferroca-
rriles son en cada estación ó en cada villa que atraviesan
centro ó eje de un círculo que habrá, de proveerles de car-
ga y pasajeros.
Los arreos mismos de ganado, que tanto embarazan, ha-
brán de disminuir con el tiempo. Los ferrocarriles intro-
ducen cada día inopinadas transformaciones.
Hizose en los alrededores de Chicago con capital de
millones, un emporio de ganado, para que de allí se pro-
veyesen los abastecedores de las grandes ciudades á donde
se conducen los arreos. A alguno le ocurrió matar allí
mismo el ganado, y mandar por ferrocarril á Nueva York
la carne preparada para el mercado, aunque mediaban
treinta y seis horas de viaje.
Los alambrados, pues, no han de presentar grandes y
frecuentes obstáculos, para un sistema de vías, si se sabe
primero por donde debe pasar una vía y á. donde dirigirse.
Esto es lo principal. Cuando la propiedad rural se sub-
divida, obra lenta, á medida que avance y se mejore el sis-
PROGRESOS GEÍ^RALBS 55
tema actual de criar ganado, con mas población humana
y menos espacio, habrán de emplearse en torno de ciudades
y villas servidas por ferrocarriles, tramways de car^^a ó
vias férreas, angostas, que ya se están ensayando en Francia
y Estados Unidos.
Con la conquista de AméiMca, la relación enlre el oro y la
plata, que era de uno á doce, fué por la abundancia de
plata, aumentada de uno á quince, y sellada á diez y:
seis.
Nuestros abuelos no conocían sino onzas de oro y pesos
fuertes. Millares de sus descendientes no han visto un
peso fuerte, y las onzas son un mito ó un fantasma. Tene-
mos papel desacreditado, en cambio; oro que tiene alas
para volar y plata macuquina y falsa en las provincias.
TJtro problema ó embarazo que nos hemos creado nosotros
mismos, y que amenaza, como toda (iesviacion de las reglas,
sepultarnos bajo el enorme peso del derrumbamiento de un
edificio sin cimientos.
Hay plata en las provincias, dicen, papel en Buenos Aires,
y oro en ninguna parte; pero el oro es indispensable para
pagar anualmente las deudas contraidas en Europa; y ha
de comprarse una suma cada año para proveer á ello, con
papel ó con plata.
¿Cuánto por ciento habi-áde pagar para obtenerla, á mas
del interés de la deuda?
Esta es una de las mil cuestiones que presenta la adop-
ción de un metal como la plata, para moneda, y cuyo
valor no está sin embargo fijo, en relación con el oro.
Convendrá lo que propone el señor Riestra? Hacer mone-
da, de plata para las provincias, y de oro para Buenos Aires!
^ó de plata para toda la República, ó de oro que sirva tam-
bién para ei comercio extranjero, como proponen otros? Los
Estados Unidos intentan separarse del camino que sigue el
movimiento europeo, para dar empleo á las enormes canti-
dades de plata que dan sus minas. Triunfarán en su pro-
pósito ?
La ñevue des Deux Mondes cree que nó.
¿Podremos nosotros seguirlos?
La cuestión de moneda nos toma en mal momento. Va á
saberse recien si la plata será desmonetizada del todo en Eu-
ropa» si los Estados Unidos prevalecerán.
56 OBRAS 1>K 8AKMI1INTO
Por el sistema del señor Riestra, habremos de comprar
oro con plata, pues el valor relativo ha de fluctuar^ según la
demanda del último, que es el que ha de salir para el exte-
rior. Hecho lo cual queda todavía por averiguarse como se
extingue el papel moneda de Buenos Aires.
No convendría ir pensando en extinguir el Banco tam-
bién? Todosson problemas, y la capacidad escasea para
resolverlos con acierto. La prueba es que no hay dos eco-
nomistas que estén de acuerdo. Cuando lo estén todos, se
hará, lo que mejor parezcu, y la inexorable experiencia
vendrá luego amostrar que todos erraban, y habrá que co-
menzar de nuevo.
En ñn, la España sabia que todas estas Américas eran
suyas, aunque la mitad del territorio no le fuese conocido.
Ambos mares le traían, trazados de siglos, los límites del
continente y de las islas adyacentes.
Vino la Independencia, y nos da una linea de litigios á
cada rumbo que volvamos los ojos, vecinos que nos llaman
hermanos, y con quienes no podemos entendernos en años.
Y luego, por aña<lidura, tenemos los indios salvajes en
la frontera. Y aquí principia un nuevo litigio, y la nece-
sidad de resolver otro problema. La frontera al lado de las
poblaciones ó las poblaciones avanzadas por frontera, fué
la práctica, hasta 1868.
Una linea de fronteras á vanguardia de las poblaciones
cubriéndolas, fué el sistema hasta 1875. Una frontera zan-
jeada, al frente de los toldos <le los salvajes, ha sido el sis-
tema seguido desde entonces hasta hoy. Una linea desde
el Rio Negro, enderezando al Norte, y rectificando la fron-
tera de curva que antes era, es la solución que va á darse
al problema hoy. Será esta la verdad? Nosotros no tene-
mos sino una objeción que hacerle^ y esta es común á
muchos otros problemas. Somos muy pocos habitantes
para abarcar tanta tierra.
Veremos lo que da el nuevo censo, para calcular en ade-
lante ia marcha progresiva del aumento de la población.
Los vacÍQS de la población, he ahí lo que detiene el creci-
miento de la riqueza.
Tenemos, pues, en solo lo que llevamos apuntado, lo
bastante para enloquecer á pueblos que sino lo estuvieran
ya, no hubieran traído las cosas donde están.
PROGRESOS OSNERALBS 57
— Qué saber y resolver sí habrán diez y seis Manicipali-
dades, una, ó ninguna, en las ciudades existentes, y cuestión
y problema sobre el modo de hacer planteles de otras nue-
vas con colonias.
— Cómo y hasta dónde se extenderán los ferrocarriles,
cómo se sostendrán los actuales, y cómo se harán vías de
comunicaciones internas, tomando por base el imposible —
que es conservarlas.
— Si será de plata ó de oro la moneda, y si el papel
moneda es enfermedad que tenga remedio, en el estado
crónico á que ha llegado. Problema de vida ó de muerte,
como todos los cánceres?
^ — Cuáles son los limites de la República ?
Problema.
— Cuál es La línea de fronteras con los indios, y dominán-
dolas todas, alejándolas y dejándolas crecer como la mala
yerba, queda aun la gran cuestión, la única cuestión digna
y la que se resolverá de una manera ó de otra!
«Quién será el futuro Presidente de la República, sin ó
con Municipalidades, sin caminos, sin moneda, sin limites,
y sin fronteras?»
That i$ the question,
FERROCARRIL SANTAFECINO
(^1 Nacional, Setiembre 13 de 1878.)
Se ha sancionado en la respectiva Legislatura un pro-
yecto de ley, por el cual la Provincia de Santa Fe garante
el siete por ciento sobre un capital de 1.600,000 pesos para
construcción de un, ferrocarril que sirva á la exportación
de ios granos del pais colonizado, hasta el mercado del
Rosario.
Como es tan barato su costo, y como los productos que
habrá de esportarse serán tanto mas grandes, cuanto mas
bajen los costos de trasporte, es seguro que la vía será
productiva, y su existencia, estimulo para cultivar todo el
terreno, á ambos lados del trayecto.
Realizado este servicio, puede decirse que aquellos es»
tablecimientos agrícolas se hallarán en las condiciones
58 OBRA» DE MARMIBNTO
mas aventajadas para la producción, con terreno feraz y
fáciles medios de trasporte.
Es digno de notarse que el ferrocarril que se va á cons-
truir realiza las mas recientes modificaciones en cuanto al
costo mínimo de construcción; Ío que es una garantía de
buen éxito; y como todo el terreno que atraviesa es cul-
tivable, y está ya de distancia en distancia cultivado, puede
ramificarse en todas direcciones, según la profundidad á
que vaya avanzando la conquista del terreno.
En el Oeste de los Editados Unidos, los ferrocarriles fue-
ron pioneera, que abrían el bosque para dar existencia, á
sus costados, á nuevos Estados. El de las colonias san-
tafecinas está destinado á producir los mismos efectos,
aun en mas corto tiempo, pues entrará sirviendo al tráfico
desde que se construya la primera sección, y es de esperar
que no haya llegado á la última, sin que los espacios in-
termediarios, que no están aun cultivados, sean distribui-
dos, economizados y labrados.
Con este complemento, aquella región del territorio ar-
gentino está llamada á ser el granero de esta parte del
Atlántico, y presentar luego el aspecto de la Lombardia,
pueR en los Estados Unidos la labrai'za está de ordinario
interrumpida por grupos de bosques primitivos, que la
encierran en horizontes limitados.
Ya se siente en el mercado y en el comercio la influen-
cia benéfica del desarrollo de la agricultura, cuyos pro-
ductos eran hasta ahora poco articulo de importación,
como las mercaderías; y podemos, sin hacernos ilusión,
asegurar que en pocos años mas serán las Repúblicas del
Plata el pais mas aventajado para la inmigración, desde
que la alimentación sea abundante y. barata.
Tiaduciremos áe\ Standard los detalles que sobre el con-
trato y estension del ferrocarril de Santa Fe publica.
EMIGRACIÓN Y COLONIZACIÓN
iEl Nacional, Setiembre 14 de <878.)
Hemos recibido de la Comisión de inmigración uua hoja
suelta impresa, suponemos en 1877, que contiene tras la
recomendación del Comisario Greneral señor Dillon^^deel
PROGRESOS 6BNBRALGES , 59
sistema que hemos aconsejado para fomentar las colonias
existentes, un decreto del Presidente, durante el ministerio
del señor Iriondo, proveyentio pasaje liasta para cien fami-
lias, que solictten los colonos quesean poseedores de lina
ó mas concesiones y tengan recursos para atender á la
subsistencia de dichas familias, etc.
Siguen las disposiciones reglamentarias que se tomaron
al efecto.
Este antecedente muestra la practicabilidad del sistema
que los mismos colonos proponen, según se ha visto en lo
que hemos indicado antes, pues no ha hecho Bl Nacional
otra cosa que servirles de eco y apoyo. Como .no indica-
mos la inversión de fondos especiales á este objeto, sino
que pedimos regularizar el impuesto ó servidumbre de
pasajes que reconocen los vapores admitidos al privilegio
que la ley les concede, creemos que lo que fué materia de un
decreto para cien familias, pudiera ser generalizado á
todas las que dichos vapores puedan traer al año, mediante
sus compromisos, y de acuerdo con la reglamentación que
daría la oficina de Inmigración.
El ensayo merece la pena de ser intentado con cierta
regularidad. Hace tiempo que pretiomina la idea, y cree-
mos que la oficina de Inmigración la ha ensayado, de
fundar colonias por cuenta y acción directa del Gobierno,
con inmigrantes traídos directamente, reclutados en los
centros de desembarco.
A. este género pertenece el ensayo que se haca en el
Diamante, con una parte de rusos y alemanes, bajo la direc-
ción de uti empleado de aquella repartición.
Sabemos que la necesidad del momento compelió á enviar
los colonos á aquel lugar; y es posible admitir que por
causas iguales, ó por llevar adelante la idea de una coloni-
zación oficial, se hayan hecho otros planteles.
Como desahogo, puede ser bueno tal expediente; pero
no como sistema. El Gobierno no ha desencargarse de
colonizar aun las propias tierras naciooales, invlrtiendo
fondos en pagar pasajes, ni sosteniendo, aun por el primer
año á los colonos, contando con su reembolso.
Este sistema, solo posible con convictos, porque están
bajo el dominio de la fuerza, es inaplicable k hombres
libres, á quienes no es posible dar impulso^ cuando por el
60 OBRA8 DM «AKMIKNTU
contrario se les quitan las aspiraciones que fuerzan al tra-
bajo, cuales son las necesidades y ei deseo de ntiejorar de
condición. Es preciso, pues, dejarle toda libertad de acción,
para estimular su trabajo, y asociar al pago- de la deuda
contraída otros colonos, que la garantan.
La ocupación del terreno inculto por establecimientos
nuevos, no puede hacerse sin costos ilimitados y variables,
por el Grobierno directamente, y lejos de las partes ya
pobladas.
El sistema que resultaría de lo ya ensayado por decreto
del Gobierno Nacional para cien familias, podria conver-
tirse en un sistema deñnítivo de colonización argentina,
pues con eso se lograrla asegurar el reembolso de dinero
invertido en fletes, y dar mas eficaz protección á la pobla-
ción de lo ya cultivado. El sistema contrario llevaría k las
aventuras del éxito; pues si deudores del gobierno tuviesen
una mala cosecha por primer fruto de su trabajo, es seguro
que el gobierno mismo los abandonaría á su suene, por
no encargarse de mantenerlos un año mas, así como los
colonos tenderían á dispersarse, para eximirse del pago de
lo ya adeudado.
El sistema seguido en las colonias de Santa Fé por tantos
años, y su grande y seguro éxito, está indicando que este
es el que debe adoptarse en la República Argentina, dadas
las condiciones de su suelo, población, y medios de des-
arrollo; pues combina admirablemente el interés del colono,
el interés provincial, y la acción que el Gobierno Nacional,
interesado en poblar el territorio, debe poner, sin compi*o-
meter sus rentas, por vía de protección indirecta, pero
garantida.
Estoes lo que hemos propuesto, por indicación de los
colonos experimentados, y lo que por recomendación ensayó
el Gobierno para cien familias, en el deci^eto á <|ue hemos
hecho alusión.
Fácil sería saber el número de pasajes que adeudan los
vapores patentados, y sobre ese número, calcular la exten-
sión en que obrarla un nuevo decreto, generalizando su
acción; pues por las correspondencias que hemos publicado
hay en efecto colonos ya establecidos y de responsabilidad,
que aceptarían la obligación de responder de la deuda en
que incurrieran los nuevos arribantes, si estos * fueran de
PROaRESOS GSNBRALBS 61
sa eltícciou» trnidus á su pedido, y por tantas personaa á
quienes acojerian bajo su propio techo, proporcionándoles
salarios, ocupación inmediata, y posibilidad de reintegra!* á
los plazos estipulados, los avances que el Gobierno les
hubiese hecho, para facilitar su venida, cosa que no siempre
es fácil á los labradores que desearan trasportarse á estos
países. Lo que es innegable es que, por este medio, el
Gobierno Nacional debiendo protejer la inmigración, no
lo haría á la ventura, sino con personas de reconocida
moralidad, é idoneidad para el cultivo de la tierra.
Podemos reducir nuestras indicaciones á estas simples
iármulas.
-Que tenemos en las colonias de Santa Fe un sistema pro-
bado, al que debemos adherir, como definitivo.
Que la acción del Estado ha de combinarse con el interés
particular.
Que, sin motivos premiosos, no ha de colonizarse lejos de
las poblaciones actuales.
Que el Gobierno no debe proveer directamente ni dirigir
colonias.
Que los colonos ya establecidos den garantía, no solo de
pago de pasajes, .sino de la moralidad y aptitud para el
trabajo, de colonizador nuevo ayudado por el Estado.
A estas simples obsíervaciones, añadiremos otra, y es que
si no se garante asi, la acción protectorado la emigración
del Gobierno Nacional no debe ejercerse de ninguna otra
manera, sino quiere correr el riesgo de que le presenten
mensualmente enormes gastos incurridos, por desembolsos
imprevistos y que no pueden ser calculados, en empresa
como la de poblar terrenos incultos, sujeta á las vicisitu-
des del clima, de las lluvias, de la seca, de las pestes, etc.
HUELGAS
{Bl Nocional, Setiembre U de 1878.)
Véese en los sueltos de los diarios, que se anuncian
huelgas que intentarán los impresores unas veces, los
empleados de ferrocarriles otras, por aumento de sala-
rio, etc.
.Estamos persuadidos de que no hay en todo esto, sino
62 OBRAS DE SARMIENTO
invenciones de los ociosos, buscando motivos de alarmar, y
plagiando en imaginación loque leen diariamente que ocu-
rre en algunos puntos de Europa, y aun en los Estados
unidos.
Es aquella una enfermedad porque pasan ciertas nacio-
nes europeas, á causa de la irregular, excesiva á veces, y
otras restringida fabricación de artículos para la exporta-
ción. El fabricante emplea tal número de brazos como lo
exije la demanda de su producto. Si esta disminuye, si
el producto no compensa, baja los salarios» ó despide bra-
zos. Consecuencia; las huelgas.
Entre nosotros no existen tales alternativas, ni hay con-
currencia de oferta ni demanda. La huelga sería una ridi-
cula parodia, sin objeto y sin resultado.
En los Estados Unidos, ocurrió hace meses una imitación
de huelgas europeas, que causó terribles estragos, quedan-
do todo en el mismo estado que antes, pues nada podía
cambiar las condiciones del salario.
Las declaraciones tomadas, mostraron que la idea fué
sugerida {)or agentes ingleses que fueron á los Estados
Unidos á exitar los ánimos, que hallaron preparados, en
los empleados de ferrocarriles, cuyas utilidades, altas
durante la guerra que hacia mover millones de soldados,
habían bajado, con la disminución del movimiento, hasta
hacer quebrar mas de doscientos ferrocarriles.
Entre nosotros, se mostrarían mas dispuestos á ser in-
fluidos los impresores, por cierto grado de desarrollo inte-
lectual y tener una sociedad organizada; pero si no es el
gusto que quieran darse algunos traviesos, de interrumpir
la publicaciones de diarios, ningún otro resultado se con-
seguiría.
Hay perturbaciones que tienen sus causas en Europa, y
que debemos cuidar que no se las traiga por imitación á
nuestro suelo, que tiene, por desgracia, las suyas propias.
En Francia, Bélgica, Canadá, y otros puntos, las hay por
cuestiones religiosas, con motivo de procesiones ú otros
actos exteriores.
Esta también puede ser una manía contagiosa, si se
insiste en suscitar cuestiones, y traer al terreno práctico,
los movimientos de opinión que los demasiado celosos*
quisieran hacer prevalecer.
\
PUOGREsOS GBNBRALBS 63
Los conservadores, los clericales, los liberales, y todos
los partidos políticos están interesados en alejar aquellas
plagas, manteniendo la tranquilidad de los ánimos.
El socialismo usa las huelgas como instrumento de per-
turbación, pero el socialismo es una necedad en América.
CUARENTENAS
{Bl Naeimalt Febrero i3 de 1878 j
El Brasil, á estar á las noticias que nos llegan, estable-
cerá cuarentenas en sus puertos, para precaverse del con-
tagio de la ñebre amarilla que puede venirle de los Estados
Unidos, donde se estiende de una manara alarmante.
Un buque llegado á Montevideo, de la Habana, parece
que trae atacados de fiebre.
Nuestra sociedad de Médicos se ha ocupado estos días, de
discutir la cuestión de cuarentenas, entrando entre las pre-
cauciones posibles, la clausura de los puertos.
Tan frecuente se va haciendo la amenaza de este azote,
que si hubiese de apelarse á este ultimo expediente no ha-
bría ni época ni día seguro para el despacho de los buques,
no obstante saberse que las mercaderías no son por si
mismas conductores de aíjuellas enfermedades, cuyos gér-
menes vienen en las personas ó en sus vestidos.
Lo que importaría desde ahora, sería negociar con el
Gobierno del Uruguay un lazareto común, en una de las
islas del Este de Martín García, para establecer la cuaren-
tena, en lugar cómodo y con puerto seguro, incomunicado
con el continente.
Aunque no demos impoitancia por lo presente á aque-
llos amagos lejanos, deseáramos que se crease un Consejo
de Higiene, con autoridad de hacer desaparecer todo esti-
mulo al desarrollo de estas plagas.
Varias grandes ciudades norte-americanas han creado la
policía de sanidad, que tiene por función visitar las casas,
y ordenar se hagan desaparecer de su interior los focos de
infección que encontraren, haciendo ejecutar obras de sa-
lubrificacion.
En Nueva York, tiene el Cuerpo Higiénico facultad para
mandar arrasar casas en ruina, mal sanas, como son siem-
64 OBRAS DB SAKMimTD
pre las que sírv^en de alojamiento á loa miserableSf y dar
venülacioQ, y ñjar espacio para los qae se sirven de lo que
aqui llamamos conventillos. Ni los mataderos antiguos
han escapado, cuando han sido convictos de infestar las cer-
canías, estando la policía lista con sus recursos y su fuerza
para ejecutar la orden, si el propietario resistiese.
Llevado este punto k los tribunales, se decidió que la so-
ciedad tiene, por medio de la Legislatura y en virtud de
una ley, el derecho de preservar su existencia, haciendo
desaparecer todo lo que, ante la declaración de la ciencia,
es capaz de comprometerla.
Es ilícito alojar personas en lugares estrechos, faltos de
ventilación é inmundos, por cuanto comprometen la vida
de loa que por necesidad tienen que habitarlas.
En algunos puntos de la campaña ha aparecido la viruela
y los encargados de difundir la vacuna han dirigido á los
habitantes de Buenos Aires sus amonestaciones, llam^indo*
los ¿ vacunarse, en previsión de que extienda sus extragos
hasta aqui*
Durante el pasado año, la vacunación se ha hecho en
reducida escala, no obstante la solicitud de los encargados
de practicarla, por falta de concurrencia.
El mas nutrido contingente les vino de tres distritos de
Escuelas, cuyos Presidentes señor Bernet, Dr. Insiai le, y
Dr. Larrain, tuvieron la feliz idea de mandar k los niños
de las misnCias á vacunarse, en lugar de esperat^e á que
vengan vacunados para admitirlos en ellas, como lo pres-
criben los reglamentos municipales.
Si los oíros Consejos de Distrito imitan el ejemplo de
aquellos, doce mil niños serían en esta estación garantidos
y por mucho tiempo, de ser desfigurados, ó de morir vícti-
mas de la viruela.
Esta asistencia ordenada, trae la ventaja de poder reco-
ger la vacuna, para renovr*^ el depósito, cosa que se consi-
gue mal, de las personas que van aisladamente.
PROOaBSOS GBNBRALB8 65
LOS RUSO-ALEMANES
(Bl Nacional, Octubre !• de 1878.)
Repiten los noticiosos, que en Europa estarían prontos
á embarcarse, con destino á estas playas, una cantidad
considerable de estos bípedos. Sería asunto de hacer jugar
el cable telegráfico, para librar al país de esta nuisance.
Creemos deber llamar la atención, sobre esa malhadada
colonización.
El gobierno ha sido engañado, en cuanto á. su aptitud
para colonizar; y cuando han de invertirse caudales públi*
eos en aquel ensayo de colonización oñcial, es tentar á. la
Providencia escojer para ello razas que están mas abajo
de los pueblos mas atrasados del mundo.
Hemos oído, de funcionarios públicos, detalles que aflijen
y las reticencias de las relaciones los conñrman.
Lo que no se tiene en cuenta es que pueblos que están
en ese estado de civilización, no han de mejorar sensible-
mente en dos ó tres siglos, por no poseer nosotros mismos
en las campañas, medios de acción, que por el ejemplo»
los hagan entrar en mejores condiciones.
Por circunstancias especiales, acaso por los peligros que
los habrán rodeado en los parajes solitarios, que han ocu-
pado estos alemanes en Rusia, de dos siglos á esta parte,
han vuelto al estado gregario, viviendo juntos como en
aduares, y resistiendo á ocupar las suertes de terreno que
ácada familia le están adjudicadas.
Esta es la peor de las condiciones de existencia, y que
frustrará todo lo que se haga para que se establezcan
individualmente. Esta era la manera de vivir de los
pueblos antiguos, recojidos en villas y ciud.ldes, para
proveer á su seguridad, y dispersándose todas las maña-
nas sobre el agro que las circundaba, para sembrar y cose-
char los granos, quh también se almacenaban en la
población urbana.
66 OBRAS DB 8AR&IIl£NTO
No ha de ser, {mes, de un día, ni de pocos años, des-
arraigar hábitos de asociación de este género; pero ya
que el gobierno ha sido victinoa de un error, con los que
han venido, libre al país y al tesoro de aunnentar la carga
y el contratiempo. Que no vengan mas.
MONEDA DE PLATA
(El Nacional, Octubre 4* de 1878.)
La Revue des Deux Mondes^ se ha encargado de justificar la
preferencia que el Ministro de Hacienda ha dado á la
plata, para la acuñación de moneda argentina^ disipando
con cifras la alarma que la depreciación aparente del me-
tal, en relación al oro, se habla esparcido en Europa, y
justificando igual preferencia dada por los Estados Unidos,
para retirar el papel de curso forzoso, y volver á la circu-
lación metálica.
La única objeción que queda subsistente, viene de la
necesidad de comprar anualmente oro para servir los em-
préstitos contraídos en Europa, mientras las importaciones
excedan á la exportación de productos del país. Los ce-
reales pueden aumentar por uno ó dos millones la expor-
tación, si logran los agricultores obtenerlos á precios bajos
de costo.
La facilidad de trasportar los metales preciosos hace
del mundo entero un solo mercado para el oro y la plata»
de donde se deduce que nosotros somos impotentes, para
fijar sus relaciones, y que el error que cometamos será
corregido á nuestras expensas, exportándose aquel de los^
dos metales al cual hayamos fijado menos valor que el
coiriente.
Esta cuestión está actualmente sometida á la deliberación
del Congreso oficial, en París, provocado por los Estados.
Uniiios, y sus decisiones habrán de reglar necesariamente
nuestras propias determinaciones á ese respecto, ya que
tomando la plata como etalon. sin excluir el oro, seguire-
mos á los Estados Unidos, que han reaccionado contra la
idea prevíilente en EuropM, de adoptar el oro como exclu-
sivi moneda.
En cuanto á las probabilidades de depreciación de la
PKOGhBSOS GBNBKAI.ES
67
plata para lo futuro, la Silver-Comnmsiotí del Congreso de
los Estados Unidos, y la SUrer-Commission del Parlamento
inglés, dan cifras tranquilizadoras, mostrando que el exce-
so actual de producción de la plata, por lo que había dis-
minuido su valor, no es sufíciente para colmar el déficit que
deja la producción del oro, que ha disminuido, de manera
que si se deja á la plata en la circulación el lugar que
siempre ha tenido, se habrá dado destino exactamente á.
la que se extrae actualmente de las minas de todo el
mundo, pues los Estados Unidos sellarán casi toda la que
producen sus asombrosas minas.
LA estadística COMERCIAL Y LA RENTA
{SI Nacional, Setiembre i8 de 1878.)
Las cifras que de la importación de mercaderías extran-
jeras presentan los cuadros de la estadística en 1876 y 1877,
ofrecen motivos de regocijo, por el desarrollo de industrias,
que no son mas que elaboración de productos del país, ó
las varias formas de trabajo nacional.
La agricultura, puede decirse que es una industria nue-
va en nuestro país, pues hasta ahora poco, el comercio ex-
tranjero nos proveía de pan.
Los productos agrícolas, y las in<iu9tria8 que los toman
eomo materia primera para transformarlos en varios pro-
ductos, ñguran en 1877, por su disminución en la lista de
materias y artefactos importados, aunque todavía no apa-
rezcan sino como indicaciones de mayor desarrollo en la
exportación futura.
Hay (}uien pueda, sin embargo, echar una mirada triste
sobre estos progresos reales que hace el país, por las nue-
vas díHcultades que le crea. El Ministro de Hacienda na-
cional debe experimentar la misma sensación, mezclada
de dicha y de pena, que el padre pobre de una numerosa
familia, cuando el cielo lo favorece con un nuevo hijo, que
al fin es preciso alimentar y vestir.
Es excelente y apetecible que el país produzca todos los
cereales y aun mas de los que consume; pero el no impor-
tarse cereales, deja un vacio en las rentas de Aduana, que
no llena la exportación con iguales sumas.
68 OBKAS l>K SAKUlIfiNTU
Según nuestro sistema rentistico, no habiendo impuestos
internos de carácter nacional, todo lo que deja de impor-
tarse es en detrimento de las rentas publicas, mientras
que nada le dan esos mismos productos ó sus equivalentes,
cuando se producen en el país. No citemos sino un ejemplo.
Nada hay mas fácil que.sustituir todo el aguardiente que se
introduce del extranjero^con los productos de la destilación
de la uva, de la caña, y sobre todo del maíz. Produciráse,
pues, aguardiente á discreción, hasta hacer imposible y
ruinosa la importancion; pero las rentas nacionales no se
resarcirán de la brecha que abre al cálculo de recursos la
supresión de la partida de derechos sobre los espirituosos.
La importación de cerveza en botellas ha disminuido la
mitad, de un año para otro; y continuará hasta desapa-
recerla importación» gracias á los progresos que hace la
fabricación del mismo articulo en el país.
En Estados Unidos, si la tarifa tiende á exajerar los
derechos sobre la importación de espirituosos, es que se
desminoye la renta por este lado, y se reintegra imponien-
do fuertes derechos ala fabricación del whiskey, la cerveza
norte-americana.
Y no se crea que es de poca consideración el desfalco
que experimentan las rentas nacionales, á medida que
empezamos á bastarnos á nosotros mismos en la produc-
ción de ciertos artículos. Hay ya ciento cuarenta artículos
que eran antes de exclusiva importación, y que ahora son
de producción nacional en parte, y pueden llegar á su-
plantarlos totalmente. Los vinos argentinos no eran ni
aun conocidos en Buenos Aires hace diez años, y desde uno
ó dos, ya se presentan en grandes cantidades. La azúcar
de Tucuman va invadiendo gran parte de las Provincias
del interior; y llegará á Buenos Aires, cuando se monten
tres ingenios nuevos que tienen pedidas maquinarias á
Europa por valor de trescientos mil pesos fuertes. La pro-
ducción de la azúcar se abaratará entonces; pero el erario
no percibirá un centavo de esta fuente. Ya pierde, por la
concesión hecha en los ferrocarriles, de trasportar á precios
reducidos los aguardientes y melazas.
La importación de harina figuraba antes en grande
escala en el comercio con Chile y Estados Unidos. El
PRUOHBSO.^ QBNBRALE:^ 69
año (>dsado se han introducido sesenta quintales \\Qr
todo!
Y de los cereales provienen, como elaboraciones, los fideos,
la galleta, el almidón, la cerveza, el whiskey ó aguardiente
de maiz, industrias todas que se han desarrollado admira-'
blemente en estos últimos años, y que en el pasado apenas
dejan lugar á los productos iguales en las importaciones.
De 1876 á 1877, la importación de fideos ha quedado
reducida á un quinto. El almidón dejará bien pronto de
importarse.
Sucede otro tanto con las materias que sl las artes sumi-
nistra el pastoreo. La importación de quesos ha disminuido
de 17.000 kilogramos á 11.000; y disminuirá mas aun, desde
que ios quesos del Tafí y San Luis, gracias á las facilidades
del ferrocanil, hagan concurrir á este mercado sus pro-
ductos.
No se introducen sillas de montar, y pocos arreos y
correaje para coches, por que se construyen tales y tan
buenos en el país; la manteca ha dejado ya de ser im-
portada. Todo esto revela grandes progresos internos;
pero acusa una disminución dedos millones ó mas en las
rentas nacionales, que se sostienen por los derechos de
importación.
Podríamos señalar todavía muchos otros artículos en que
el desfalco de la renta, por la disminución de la importa-
ción es enorme; como por ejemplo, la de cigarros, que ha
disminuido en diez y seis millones, aun que la de tabaco en
rama ha aumentado considerablemente de un año á otro,
lo que compensa la disminución en cigarros. En este
artículo manufacturado, se se hace sensible la perturbación
que á la renta nacional causa el desarrollo de nuestra pro-
pia industria. Así es este año en el cual disminuye la
importación de cigarros en diez seis millones, lo que pri^a
ai Erario Nacional de una fuerte suma, mientras que la
Legislatura Provincial ha impuesto un fuerte derecho á los
cigarros fabricados en el país. De manera que lo que
pierde el Gobierno Nacional en derechos de exportación, lo
cobra el Gobierno de la Provincia, en el reciente impuesto
á los cigarros.
Como el Gobierno Nacional es el que proteje la industria,
costea, ferrocarriles y caminos que aseguran y abaratan
70 OHKAM l>K 8AKMIi€NTO
la producción, la prueba de que hft llenado cumplidamente
su mandato, el país enriqueciéndose, la encontrará en que
no tiene con qué pagar la guarnición de la frontera, ni hacer
el servicio de la deuda que contrajo para hacer desarro-
llar los recursos del país; pues, cuanto mas adelanta éste,
menos renta llega á sus arcas, produciéndose en casa todo
lo que necesita en cereales, peleterías curtidas, líquidos fer-
mentados, tabaco elaborado, etc., etc.
Añádese k esto que muchos artículos de necesaria im[)or-
tacion, porque no pueden producirse entre nosotros, han
sido exonerados de derechos ó disminuidos estos, á punto
de ser insignificante su producido en renta.
Nótase que en el año 1877 no se han introducido sino po-
quísimas sedas, y absolutamente ningunas joyas, lo que
muestra sin duda que el lujo está desterrado de este pue-
blo de capuchino?, que no asiste á bailes, teatros, ni paseos
públicos. Así andará el Resguardo, lo que es otro medio de
disminuir los derechos de entrada. El contrabando es un
artículo de fabricación del país, y una de las muchas indus-
trias que se ha aclimatado ya fuertemente.
Las cifras que hemos comparado y la situación nueva
que hacen á la rentas nacionales los progresos mismos que
el país realiza, muestran lo vicioso de nuestro sistema tri-
butario, que pone en antagonismo los intereses del país,
con los del tesoro; pues cuanta mas industria desenvuelve
aquél, menos renta percibirá éste, por cuanto disminuye la
importación, que es la base de la renta. Si, como en el
caso de los cigarros que hemos citado, la disminución de
renta nacional por diez y seis millones importado, fuese
reintegrada al Tesoro, por un impuesto interno á los ciga-
rros, como'el de whiskey en los Estados Unidos, todos los
intereses estarían resguardados. Qué sería de la Francia,
con nuestro sistema, si cuanto mas variadas son sus produc-
ciones, tuviese, por no recibirlas del extranjero, que dismi-
nuir sus entradasl Y sin embargo, se ve el arte admirable
con que están distribuidas las cargas, de manera que es
hoy la Nación mas rica y la que paga mas impuestos al
mismo tiempo.
Creemos haber dicho lo bastante para llamar la atención
sobre la singular anomalía que presenta nuestro sistema
PK06RE80S GENERALES 71
rentístico, de ir disminuyendo la renta, á medida que la
industria del pajs progresa.
Donde mas se pone en ridículo hasta el absurdo este sis-
tema de Pelicano, que consiste en desangrarse para alimen-
tar á sus hijos (cosa que no hace el pelicano) es en la
distribución de la tierra.
Hay sobre ella el dominio eminente que pertenece al
soberano, la propiedad que puede ser adquirida por [)ar-
particulares extranjeros y la posesión. ¿A. quién pertenece
el dominio de las tierras baldías fuera de fronteras? Per-
tenecía al rey de España, adquiriólo la Nación, por
tratados de traspaso que calificaban el dominio por con-
quista.
Trátase al salir de fronteras de rescatar territorios que
poseen los salvajes, pero cuyo dominio eminente pertenece
á la nación. La nación invierte la friolera de cuatro millo
nes de su presupuesto en el rescate; y al día siguiente
aparece un aviso en estos términos: «La Provincia de
pone en venta por cuatro millones de pesos (á veces por la
mitad menos) las tierras comprendidas en la nueva demar-
cación de fronteras».
Sucede actualmente que, por disposición del Congreso,
debe rescatarse y limpiarse de salvajes el territorio com-
prendido entre el Río Negro y . . . . etc.
Quién es el soberano de esta tierra? Se decide que sién-
dolo la España antes, lo es la Nación ahora, puesto que el
dominio eminente no se adquiere sino por conquista, y es
trasmisivo; y que esta Constitución y los tratados que de ella
emanen son la suprema ley.
Supongamos que la Nación es un empresario para some-
ter indios, cpmo Sandes sabía serlo para someter ganado
alzado. ¿Quién hace los gastos? Sobre ese punto no hay
cuestión. La Nación. Y quién aprovecha de lo conquistado?
Eso ya ofrece algunas dificultades. Una Provincia, dos ó
mas; excepto la Nación, cuya única función es pagar las
costas.
Desgraciadamente, tanto se ha desarrollado la agricultura
y la industria, tanto se han bajado derechos y aun quitado
para protejerla, que la susodicha Nación empresaria de
conquistas y desalojo de salvajes, no tiene fondos.
Entonces le ocurre la buena idea de hacer que la tierra
72 OBKAS DB SARMIENTO
' que conquiste pague los costos y costas del pleito. El domi-
nio eminente se ha declarado ya nacional; y las Provincias
no ejercieron jurisdicción sobre el desierto^ en cuanto á
autoridades establecidas, ni hay propiedad individual. En-
tonces se aconseja pedir á las Provincias que serán favore-
cidas, adjudicándoles tierra conquistada y poblable, que
concedan el derecho futuro que tendrán que vender tierras,
á fin <le que del mismo cuero salgan las correas. El interés
mauiñesto de las Provincias consultadas seria negarse»
para obtener, de bobüis^ la concesión. Qué buen sistema!
LA IHEMORU DE HICIENDA
{El Nadmial, Octubre 7 de 187t).
Ha aparecido al fin este importante documento, que en
el orden de su importancia debiera ser el primero que la
administración suministrase al Congreso, para formar su
conciencia. Sábese cómo se suprimieron tres meses de la
vida del Ministro de Hacienda, y con eso se explica su
atraso, pues en poco ha estado que la memoria no llegase
sinQ después de cerrado el Congreso.
Intencionalmente decíamos que tal documento debía
servir para formar la conciencia de los miembros del
Congreso. La opinión pública de la República Argentina
atraviesa un periodo de formación, muy peligroso y pre-
ñado de amenazas para el porvenir. Todos sus habitantes
están embuídos en la idea delprogreso indefinido: todos
tienen la persuacion de que los recursos del país son ina-
gotables, y que no hny limites impuestos á la voluntad del
legislador. Es conveniente una mejora, es indispensable.
La cuestión se plantea sobre esta base, y si se prueba
que es útil y necesaria pasa su adopción ha de ser ley del
Estado I Hay como se vé poesía en la dirección de las
ideas. Pensiones graciables, premios á los antiguos y mo-
dernos serviidores de la patria, todas estas manifestacio-
nes de lo que llamaríamos el sentimiento del progreso ó
de la justicia nacional.
Olvidan la realidad práctica de nuestra situación, y las
lecciones de la esperiencia.
Se han gastado millones en construir ferrocarriles, con
el fin de abaratar la producción. Era ensayo que debía
PROGRESOS OKNBRALBá 73
hacerse, y se hizo para satisfacer el espíritu público y el
interés nacional.
Pero aun suponiendo que todas las obras públicas eje-
cutadas, hubiesen respondido al propósito que se tuvo en
mira, ellas, los pasados desórdenes internos, y antiguas
guerras esteriores, han constituido una carga anual de
ocho millones de fuertes que han de salir anualmente
del tesoro público, para saldar las deudas y empréstitos
contraidos.
Tendríamos, pues, como base de todo proyecto de ley,
que proponga nuevos empréstitos, ó nuevas inversiones,
aun las mas limitadas que salgan de los gastos ordinarios
é indispensables de la administración, que calcular, en
cuanto aumentaran aquella suma, los intereses, ó las anua-
lidades decretadas, teniendo siempre presente un hecho
que no cambia de una manera sensible, y es que la es-
portacion de productos del país, no aumenta sensiblemente
de algunos años á esta parte, no obstante que, según nues-
tras reglas de apreciar el aumento del ganado que los.
subministra, sobrarían cinco años para doblarlos. De este
hecho resulta que no hay razón para esperar un grande
aumento en las rentas públicas, tales como están consti-
tuidas hoy, y que deben la administración, el Congreso y
la opinión pública, limitar su anhelo de progreso, y su
deseo de hacer justicia, á todo linaje de apelaciones á su
muniñcencia. No podemos I No podremos en largo tiempo 1
Desde 1868 hasta 1878, la exportación fluctúa entre cier-
tas cifras, que ni á un progreso determinado se refieren.
Tomando la cifra que expresa millones y la que expre-
sa cientos de miles, tenemos en diez años las siguientes
variantes:
1868 2.280,000
1869 2.480,000
1870 1.860,000
1871 1.580,000
1872 2.620,000
1873 2.480,000
1874 2.300,000
1875 2.610,000
1876 2.690,000
1877 2.320,000
74 OHKAüf l>K í^AKMIKNTO
Vése, pues, que durante diez años, la producción esta-
cionaria, oscila en mas ó en menos, pero sin seguir una
progresión geométrica.
En 1872 se ha producido mayor cantidad que en época
posterior alguna, y en 1877 la producción es menor que
en 1869.
Nuestros economistas deben tener presentes estas cifras,
para medir el progreso del país. Es por ejemplo, la in-
dustria ganadera, tan productiva como se cree? Nada la
ha contrariado en diez años de una manera sensible; la
crisis no alcanzó á los criadores de ganado, á quienes fa-
vorecían los precios europeos; ganan, los que poseen es-
tancias, de treinta á cuarenta por ciento al año; y sin
embargo, comparados los productos del país exportados
desde 1868 hasta 1878, no se nota crecimiento de la pro-
ducción. ^
El mismo número de vacas y de ovejas ha podido pro-
ducir los cueros y la lana exportados en los diez años,
pues sus precios no varian sensiblemente.
La exportación de la Francia, la Inglaterra, los Estados
Unidos y casi todas las naciones del mundo, ha aumenta-
do prodigiosamente en el mismo número de años; y solo
una causa orgáriica, en nuestro sistema de industria, pue-
de esplicar esta singular estagnación y fijeza en las cifras.
El país, sin embargo, no se ha mantenido estacionario.
Los criadores de ganado han reedificado k Buenos Aires
con sas sobrantes^ como se les llama: la emigración ha au-
mentado en aquel lapso de tiempo doscientos mil brazos,
y las industrias europeas se han aclimatada, dando fortuna
á los fabricantes; y sin embargo, la exportación no ha
aumentado, porque el sistema fácil de ganadería no au-
menta sus productos.
La importación ha esperimentado en esos diez años,
altas y bajas que no pueden sugetarse á regla. ¿Cómo se
explicaría el hecho singular de que habiéndose esportado
por renta de dos y medio millones, en 1869 y en 1873, ea
el primero se importan nueve y medio millones y en el
segundo diez y seis y medio millones, ó casi el doble?
Esplicaria esta diferencia, que el gastar es obra de la
imaginación y que el producir es obra de las matemá-
ticas?
PROGRESOS GKNERALES 75
A las causas señaladas por el Ministro de Hacienda para
traer aquella desproporción entre exportaciones é importa-
ciones, debenaos añadir una, que no se tiene en cuenta.
Nuestro contiercio de importación lo hacen exclusivamente
casas extranjeras; y como el país consume en artefactos
una cantidad anual que ellos saben apreciar, si un año ó
dos consecutivos introdujeron el doble ó triple de aquella
cantidad usual, debió ser á causa de un error de opinión
común á todos los importadores, una ¿nfaliMcion, como suele
decirse. Este error venía precisamente del desenvolvi-
miento que la idea del progreso habia tomado en aquellos
tiempos. La inmigración acudía en masas que prometían
igualar luego á la de los Estados Unidos: la especulación
sobre tierras respondía á la demanda de los nuevos pobla-
dores de ciudades y campañas. Todo tomaba repentina-
mente formas colosales, ó salía de las cifras conocidas.
Los comerciantes importadores pidieron á Europa merca-
derías en proporción á las cifras que aparecían en movi-
miento.
La crisis sobrevino, y trajo las cosas á sus quicios. Una
producción anual que no renta mas de dos millones y me-
dio, y una población que no pasa de dos millones. Estas
son las cifras únicas que el economista y el hombre de
estado deben tener siempre á la vista.
Otra triste revelación que nos hace la memoria, es lo
producido por los ferrocarriles nacionales, que no pasa de
138,901 pesos en 1877.
Si no han producido mas, es porque en pocos puntos de
BU trayecto encuentran productos preparados.
Un solo ferrocarril de Buenos Aires produce mayor suma
que todos los ferrocarriles nacionales; y puede calcularse
el capital que estos representan, para ver que mínimo inte-
rés producen.
Producirán mas tarde?
Problema de solución difícil! Los ferrocarriles interiores
atraviesan grandes extensiones de país despoblado, hoy, y
que lo será siempre, de donde proviene que el producto que
viene del extremo dfe la linea, paga el frotamiento y el
rédito del valor de cada uno de los rieles intermediarios;
y debiendo responder el producto neto á un siete por ciento,
76 0BRA8 DB 8AKM1ENT0
han de ser muchas las vías, que queden siempre á cargo
de las rentas nacionales.
Esta es otra indicación contra la infatuación de nuestra
idea del progreso, de que es susceptible ei país, y lo mas que
nos falta hacer para dejar satisfecho nuestro espíritu ó las
aspiraciones de la opinión.
Debemos, deberemos, ocho millones.
Producimos, produciremos en renta, dos ]^ medio millones
Los ferrocarriles no devolverán el rédito.
Se necesita pues, desear y esperar menos de nuestros re-
cursos actuales.
La mejor demostración que encierra la Memoria de Ha-
cienda, es que se han gastado ocho millones menos de lo
presupuestado. Este es ya un buen paso dado. Otros de-
berán seguirse y estos habrá de darlos el Congreso.
ACURlCION DE MONEDAS
(Bl Nacional. Octubre 10 de 1878.)
El proyecto de continuar con recursos nacionales el
puerto del Riachuelo, casi corre anoche en el Senado, la
misma suerte que el de acuñación de monedas en la otra
CámRra, el fatídico aplazamiento indefinido que se estorba
con un aplazamiento, á fin de quitar á día fijo, el pretexto
de no haber estudiado la cuestión, que es obligación tener
estudiada, sin embargo.
Hemos manifestado muchas veces nuestra opinión ne-
gando al Congreso la facultad de aplazar los proyectos de
la próroga, lo que constituye un verdadero escamoteo^ del
privilegio constitucional del Ejecutivo, de cpnvocar á sesio-
nes extraordinarias; y el que manda con derecho, no puede
con derecho quedar frustrado.
Sea de ello lo que fuere, sería de desear, por honor del
Congreso que los Diputados de las provincias del interior
viniesen el año venidero mejor preparados para esta cues-
tión que tanto interesa á algunas de ellas, sobre todo á las
de la falda de la Cordillera, ó á las que comercian con
Bolivia.
Es conveniente desmonetizar la plata que en cambio de
PROGRESOS GENERALES 77
productos argentinos reciben en Chile, Perú y Bolivia los
comerciantes ó importadores de ganados?
Cómo se sustituirían esas monedas y cómo se la haría
repatriarse?
Chile, Perú y Bolivia han uniformado su moneda, según
el tipo decimal francés. El peso chileno, el sol peruano
son los cinco francos franceses.
¿Convendría que por consideraciones técnicas se adoptase
otro tipo en peso, (el peso fuerte por ejemplo, de 27 gramos),
poniéndonos en desacuerdo con la moneda adoptada por
tres Repúblicas, que de antiguo sellan moneda, y cuyos
territorios producen el metal? ¿No valdría mas que hicié-
ramos una liga latina de esta América, asociándonos á
Chile, Perú, Bolivia, Ecuador por un lado, y con Francia,
Italia, España, Bélgica por otro?
Por qué seguiríamos á los Estados Unidos, único país que
conserva en el dollar el peso de 37 gramos del Carobis anti-
guo? quedando asi divorciados con nuestros vecinos, con la
liga latina, y con la ciencia?
El Congreso monetario de Paris ha dado su decisión, y
por los dos artículos que nos trascribe El Standard^ nada
resuelve sobre los dos puntos que nos interesa, á saber, el
peso de la moneda de plata, si 25 ó 27 gramos de fino, y la
relación oficial entre el oro y la plata á saber, si uno de
oro por 16 de plata, como en Estados Unidos ó 15 y medio
como en la liga latina y chilena.
En contestación á las propuestas de los delegados norte-
americanos, el Congreso ha contestado: !<> que es necesa-
rio mantener en el mundo el rol monetario que desempeñan
el oro y la plata; pero que la elección, en cuanto al empleo
de ambos, habría de hacerse según la especial posición de
cada país; y 2s que la limitación á la acuñación de la mo-
neda de plata, debía ser igualmente dejada á la libre deci-
sión de cada Estado, según la posición particular en que
se halle colocado y especialmente, según que la última
depreciación en el mercado, de la plata, haya afectado
de una manera ó de otra la posición monetaria de diver-
sos países.
Estos son los datos principales que tenemos ya y que nos
faltaban antes del aplazamiento. Uno mas, aunque acaso
momentáneo, añadiremos. La casa de moneda de Filadel-
78 OBKA^D Ülfi 8A.KMllfiNTO
fia, había ya acuñaiío once millones, y la Tesorería no
había podido hacer entrar en circulación mucho mas de
un millón, repelido ó mal recibido el dollar, como emba-
razoso en grandes cantidades, y pesado aun en pequeñas,
para carteras de moneda, que guardaban antes oro ó
pa{)el.
Tal es el estado de la cuestión monetaria, y tales los an-
tecedentes, y las circunstancias esp^iiües en que estamos colo-
cados, ligados por el oro con los mercados europeos, y por
la plata con Chile, Perú y Bolivia, que tienen un tipo ñjo,
que no abandonarán» porque es el del sistema métrico de-
cimal.
COSECHAS DE TRIGO
{El Nacional, Octubre 19 de 4878.)
Se presienten espléndidas como nunca, en cantidad y
calidad, si ninguna perturbación atmosférica ó política no
viene á detraudar tan bien fundadas esperanzas.
De Santa Fe, de Entre Ríos, de la campaña de todas
partes, viene el mismo anuncio. Habrá, pues, harina para
el consumo interior, y una gruesa partida pai a la exporta-
ción. Sin esto último, la regla flaquea,de lo que abunda
no daña. El exceso de producción sobre el consumo de
cereales daña enormemente. En San Juan, vale la fanega
de trigo catorce reales bolivianos que apenas son treinta
pesos moneda corriente.
Los telegramas comerciales tendrán de hoy mas quedar
cuenta del precio de los cereales en Río, Inglaterra, Francia
y del estado de las cosechas en Europa, Rusia y Estados
Unidos para regular los precios de nuestro mercado, según
la demanda.
Si para algún país puede ser provechosa la exportación
de granos, puede ser para los nuestros, desde que no son tan
en gran cantidad todavía que hayan de perturbar el equi-
librio de los precios. Si aun no pudiésemos exportar con
ventaja, debemos consagrarnos á estudiar las causas.
Chile debe sus atrasos financieros ii dos malas cosechas
sucesivas, y se alienta con la esperanza de una favorable.
A nuestro país no lo afectará de una manera sensible una
PHOGKB808 GENERALES 79
pérdida semejante; pero al porvenir de las colonias seria
funesta, \mes dada la población argentina, siempre tendrán
over producciones, ó excesos de productos, los que serían
ruinosos sino fuesen demandados.
Se nos asegura que el empresario del ferrocarril angosto
intercolonial, se traslada á Europa en busca de los capita-
les necesarios, tan seguros están de las bases del cálculo,
en cuanto á la carga qfie está pronta para ser trasportada.
La cosecha actual á realizarse por completo las esperan-
zas que el estado actual deja concebir, servirá, mientras se
solicitan capitales, de comprobante, que justifique la inver-
sión. El señor Casado, solo de Entre Ríos, pideá la oficina
de inmigración, mil peones para levantar sus trigos; y de
las colonias de Santa Fe nos previenen, que la cifra de
treinta y dos leguas labradas que dimos, es muy reducida,
pudiendo doblarse sin a[)artarse de la verdad.
QUINCE MIL LEGUAS
lEl Nacional, Octubre 8 de i878.)
Tal es precedido de conquista, el título de un libro bas-
tante abultado, que ilustra las cuestiones relativas á la
ya sancionada traslación de las fronteras de la República
al Rio Negro.
Hubiéramos preferido título menos ambicioso, por lo que
tiene de reclamo, pues la materia que el libro contiene, con
muchas manifestaciones oficiales de aprobación y rastros
visibles de cooperación de las oficinas de guerra y marina,
le da una importancia especial.
Es realmente un trabajo digno de estimación, reunir en
un volumen, cuanto se ha escrito durante dos siglos sobre
los países que bañan el Colorado y el Negro, y exhumar de
los archivos ó reimprimir los viajes, expediciones y reco-
nocimientos que se han practicado en aquellos parajes, con
las cartas y derroteros de antiguos y modernos aventure-
ros, sin excluir los derroteros y viajes á la ciudad encan-
tada ó de los Césares, que se creia existiese en la Cordillera,
al Sud de Valdivia.
Mucho mérito ha contraído el señor Zeballos con la com-
pilación de tan rica colección de datos, y su libro está
80 OBRAS DB SARMIENTO
destinado, mas que á adornar las bibliotecas, á ser el
compañero inseparable del expedicionario al desierto, ya
sea al Este de Córdobaí ya al Sur de Buenos Aires.
Solo recorriendo las páginas de este libro, puede for-
marse idea del cúmulo de estudios y trabajos de que han
sido ocasión aquellas tierras australes, que sin embargo,
han permanecido hasta hoy despobladas, á causa de la
barra que obstruye los ríos que llegan al mar, de tas cié-
nagas mediterráneas en que se pierden otros, de los inhos-
pitalarios arenales que medían entre el río Negro y el
Colorado; y de los médanos que cubren centenares de
leguas. La naturaleza no se ha mostrado pródiga de sus
dones en todas partes, por aquellas dilatadas regiones, y
aunque mucho haya de aprovecharse con la proyectada
ocupación del río Negro, no debemos disimularnos que
muchos miles, de los quince de leguas, han de permanecer
eternamente como la naturaleza los dejó.
Esto no impide que quede utilizable lo bastante para sa-
tisfacer las necesidades de una población numerosa, ya que
la provincia de Buenos Aires, cuan grande es, medirá solo
seis mil leguas cuadradas, hasta los últimos avances de la
frontera, cuando las poblaciones lleguen á una zona de
tierras fértiles que se extiende á las faldas de los An-
des, al pié de las cordilleras y en valles umbríos de una
vegetación lozana en que descuellan hayas, y las bellí-
simas araucarias, que como el nombre lo indica, son origi-
narias de aquellas comarcas, de uno y otro lado de los
Andes.
Los indios tienen su Edén, los bosques de manzanos, á
donde acuden las tribus, aun de países lejanos, y depo-
niendo toda enemistad y guerra, se abandonan al placer de
saborear la deliciosa fruta. Si se añade qua también de
aquellas regiones es originaria la frutilla chilena, la mas
grande y dulce variedad de las fresas y que tapizan el suelo
por centenares de leguas, habrá estimulo á la imaginación
de los que no pocas veces han de sentir las angustias de
sed, en los médanos y travesías sin fin, ó los ardores del
solj eu la pampa de cascajo y arena que se extiende á trechos
de centenares de leguas.
Que todo eso costai*á la conquista de las 15.000 leguas, que
amenizará la lectura en los campamentos y percances de*
PR0QHES08 OBNERALBef 81
ejército, libro que lleva aquel título, instruyendo, guiando»
civilizando y alentando al soldado.
Con estos pormenores que llamaríamos trascendentales,
por cuanto su importancia habrá de verificarse en época
mas ó menos remota, la adquisición de un cierto número
de leguas, sometidas en adelante á la vigilancia y guarda
de nuestras líneas armadas de frontera, responden á una
necesidad pública qué todos han adivinado instintivamente
y que los datos estadísticos presentados por la Memoria del
Ministro de Hacienda han puesto de manifiesto.
La ganadería actual no progresa de una manera seúsible,
en los limites en que está comprendida. Todas las expli-
caciones que se den, ya sea por los cambios experimentados
al transformarse de cria de ganado mayor á cría de ovejas,
ó cualquiera otro accidente que se haga valor, siempre
resultará cierto que en diez años no ha doblado, ni tripli-
cado el producto exportable de la ganadería, como debiera
esperarse de la marcha natural de toda industria.
Es posible esperar alguna mejora sensible en los años
próximos. Puede en efecto influir en gran manera la clau-
sura de las estancias, por medio del alambrado que se
generaliza, para aumentar el producto de la cria de ganado
mayor, mejorando las razas, sometiendo á mayor cultura
la cria, y aumentando su rendimiento anual con la elabo-
ración de la leche, cuyos productos equivalen al valor del
ganado mismo. Hay todo motivo de creer, que la expor-
tación de carne de carnero, por lo menos, por medio de la
preservación frígida ó química, sea practicable en grande
escala, y entonces habrá un nuevo rendimiento de la cria
de ganados.
Mientras estos progresos mas ó menos lentos se realizan,
habrá conveniencia en poblar de ganado nuevos campos»
y esta es la ventaja que decididamente traerá la extensión
dada á la frontera y la incorporación de mayor territorio,
dentro de las líneas de defensa.
En cuanto á los intereses de la agricultura, seria empeño
vano buscarles satisfacción por ese lado. Los territorios
que van á adquirirse, están ubicados, en su parte útil
demasiado tierra adentro, para, esperar que sin puer-
.los, sin vías de comunicación fáciles, se abran paso á
TOVO ZU.— 6
82 OBRAS DIB 8AEMJ11ÍMT0
las costas, para ser exportados con ventaja; pues para
proveer al consumo de la parte hoy poblada, tendrían que^
competir aquellos productos con los de i(2;ual naturaleza
que se obtienen en los lugares mismos de su consumo. El
movimiento agrícola, por otra parte, viene ya pronunciado
del lado del Norte, en las colonias agrícolas de Santa Fe y
Entre Bios, que son en deflnitiva d efecto de la inmigración
que realiza los propósitos de población y cultura del terreno,
sin lo cual se esterilizaría, ó se detendría en lo sucesivo.
Considérese que un país donde la propiedad está distribuida
por leguas, y que no tiene ni exceso de población, ni hierro^
ni carbón para la industria fabril, haría imposible un vasto y
constante sistema de inmigración, si no se principiase, como
se ha principiado ya con éxito, á subdividir la tierra, en pro-
porciones limitadas á la capacidad de la familia para hacerla
valer por el trabajo.
Esta segunda operación viene haciéndose, y es deber del
Estado favorecer su completo desarrollo, quitándole los
embarazos que el estado primitivo del territorio opone á la
fácil y barata traslación de los productos agrícolas á los
puertos.
CUESTIÓN lONETARIl
{SI Naeionat, Octubre 8 de 1878.)
Ha quedado como aplazado el debate suscitado por los
proyectos presentados á la Cámara, sobre acuñación de
moneda; y se teme q/xe no dé un paso mas adelante, tal
es la fluctuación de las ideas. Personas que se creían
autorizadas á formar juicio sobre estas materias, vacilan en
presencia de las opiniones contradictorias de los economis-
tas, de las resoluciones ya tomadas en los Estados Unidos,.
y de las deliberaciones pendientes en el Congreso monetario
de París.
En cuestión está si habrán dos etalones, ó uno solo; si la
relación del oro con la plata será de uno á quince y medio,
si se disminuiría el peso del dollar americano, para hacerlo
fracción exacta de la guinea, ó se coordinarían estos con los
francos franceses.
En tal situación^ y cuando todas las naciones estudian
PROGRESOS GENERALES 83
cuestión tan complicada, vamos nosotros á dictar, á ñn de
sesiones, una ley de acuñación de moneda de plata, sin
relación ó con relación á cierto peso de oro, de un peso
para el que no tenemos padrón que nos sirva de base;
expuestos, como es de temerse, á cambiar de idea, según
que se formen definitivas en Europa y Estados Unidos,
teniendo que suspender lo ordenado, y reformar la ley,
antes de haberse ejecutado?
Las diñcultades prácticas aqui, noson menos embarazo-
sas. Las monedas de plata, aun de cuño nacional, no
tendrán curso en el menudeo de Buenos Aires, por ios
hábitos adquiridos, y por el peso de cierta cantidad^ aun
pequeña, de metal. El oro ha de ser siempre cambiado .
por papel moneda, y la plata ha de volver á las provincias '
que la usan.
El comercio de Chile se hace cambiando ganados impor-
tados de Cuyo, por mercaderías en tránsito de Europa;
pero como no son los ganaderos los que hacen comercio de
mercaderías, la plata chilena sirve para hacerlas permutas,
saldar diferencias, y anticipar la compra de ganado, á
cuyos objetos pasa & este lado de las cordilleras. La plata
boliviana hace los mismos oñcios en el extremo Norte,
para los negocios con Bolivia, á donde se introducen gana-
dos, y de donde pocas materias hay de retorno, para saldar
las cuentas, lo que da al boliviano entrada en las provincias
de donde se surte de ganado.
El comercio de Chile es ventajoso para las provincias
andinas, puesto que es su mercado propio de exportación.
Las mercaderías europeas las obtienen á precios iguales
ó con cortas diferencias de los de esta plaza, viniendo en-
fardeladas de Europa, apropiadamente para el tránsito por
la cordillera. Pero en lo que les es mas ventajoso aquel
comercio, ademas de la corta distancia, la economía del
pasaje y estadía, es el hábito general, invariable de com-
prar á plazos, mediante pagarés ñrmados á 4, 6 y aun 7 me-
ses de término, lo que facilita enormemente las transac-
ciones.
A todos estos intereses debe responder y servir una nueva i
moneda nacional y no es extraño que no obstante la urgen- \
cia de la medida, se encuentren perplejos los legisladores
84 OBRAS DB SARMIENTO
y no se puedan poner de acuerdo en la manera de satis-
facerlos.
Corríase en ante salas que el Ministro de Hacienda tenia
en cartera un tercer proyecto, que no ha presentado, acaso
por considerar muy discordes las opiniones de la Cámara.
FERROCARRIL DE LAS COLONIAS
(otro aplazamiento)
{Bl Nacional, Octabre 9 de 1S78.>
Capole en el Senado á este proyecto, la suerte del de
monedas en la otra Cámara. Ha sido aplazado.
Era tanto el contraste que presentan los precios del ki-
lómetro de nuestros ferrocarriles nacionales, con los de tro-
cha angostísima sligt raü-way que se proyectan en las co-
lonias de Santa Fe, que hubo de consultarse k la oficina
de Ingenieros, sobre el caso: y como la Legislatura de Santa
Fe ha garantido el ferrocarril y 'solo solicitaba, para las se-
guridades del crédito, la subsidiaria garantía nacional no
se habian remitido los datos y cálculos que servirían de
base aun informe del Departamento de Ingenieros, para
explicar aquella excesiva baratura.
Es preciso convenir que el proyecto recien introducido
en la prórroga, había venido desjfachado tarde por la Le-
gislatura de Santa Fe; y nb había tiempo para considerarlo,
con la mejor voluntad del mundo. Ño dudamos que será
acordada la garantía subsidiaina, en el próximo periodo
legislativo.
No queremos que este proyecto duerma el sueño de la
marmota, en el invierno legislativo que se aguarda, sin
acompañarlo con nuestros buenos deseos de éxito.
La prosperidad de la inmigración dependerá de la pros-
peridad de las colonias de Santa Fe, que constituyen ya
una provincia ag;rícola.
Hemos hecho notar la lentitud con que aumenta la cria
de ganado, cuyos productos, compran casi exclusivamente
nuestras importaciones. El déficit para cubrirlas no se
Ifenará pronto por aquella vía. Un producto nuevo puede
agregarse á los del pastoreo, y es el de los cereales, que
PROO^BSOS GBNBRALBS 85
están ya sembrados, que pueden reproducirse cada año, en
la extensión que se quiera, desde que ya está poblado,
cultivado y labrado un extenso territorio. Un millón de
quintales de harina ó maíz exportada, cambiarán las rela-
ciones entre la exportación y la importación. Nuestra cifra
de producción subirá repentinamente. La inmigración
dará con ello su primer fruto. A la ganadería añadiremos
la agricultura que es la inmigración ubicada y radicada.
Pero los cereales, no son patrimonio y monopolio de
ciertos países; como el algodón, las lanas, lá azúcar y el
café, sino que los producen todos los pueblos civilizados,
para su propio consumo.
Cada provincia argentina se basta hoy á si misma, para
la producción de cereales. El exceso de productos de las
colonias de inmigrantes sería inútil ó de poco provecho,
sino se contase con la exportación.
Puede decirse que su misión es crear un producto para
la exportación.
Pero para exportar cereales, es preciso producirlos á
precios reducidos, de manera que concurran sin desven-
taja en los mercados exteriores, con los cereales de todo el
mundo; y como los productos de la agricultura que no sea
tropical, ó la cria de ganados, son voluminosos y baratos,
todo aumento de costo de producción destruye la utilidad
del producto, puesto que este^ excediendo á las necesidades
del propio consumo, no puede valer mas que lo que valga
en ios paises mas favorecidos ó que menos gastos im-
pongan.
El mayor flete de los cereales de una colonia, hasta el
puerto de embarque, puede ser bastante para anular el
valor del producto.
Todo el éxito de nuestra colonización está ahí: Un fuerte
de diferencia del lugar donde se produce el trigo, y el
puerto de embarque, entre Estados Unidos, Chile y el grupo
de colonias de Santa Fe, bastaría para paralizar su desarro-
llo y detener en adelante la inmigración agrícola, que es
la que se arraiga y ñja irrevocablemente en el país.
Comparemos.
En Estados Unidos, salario de un peón, 25 pesos.
Valor de la fanega de trigo, 5 ps.
Valor de la de maíz id 2 1/2 ps.
/
n>
86
OIIRA0 llK SARMIENTO
r^*^
En Santa Fe, los mismos precios.
Valor del transporte, cincuenta leguas de ferrocarril en
los Estados Unidos?
Valor del transporte en carretas en Santa Fe?
No habrá, pues competencia posible.
El ferrocarril barato es, pues, elemento de vida y de pros-
peridad para el país labrado, á fin de no recargar el costo
de producción, antes del embarque.
Lo repetimos, todo el sistema de transformación de la
pampa, en morada del hombre en lugar del ganado, de-
pende de esta circunstancia. El ganado es un producto
agrícola que se mueve y no paga flete: ó sus producto' ,
siendo valiosos en poco volumen, resisten á mayores dis-
tancias y tienen menos competidores que los cereales, que
han de ser baratos, para ser exportados.
Un ferrocarril que ligue entre sí las colonias de Santa Fe
funcionará, por otra parte, en las mismas condiciones que
los de Europa y el de Oeste de Buenos Aires.
Cada riel será sostenido y pagado por los productos del
terreno que ocupa. Los ferrocarriles nacionales atraviesan
'verdaderas travesías de cientos de leguas, sin que los hu-
medezca el aire recargado de emanaciones de la cultura
del campo ó los saluden los pueblos á su paso. En Santa
Fe, el producto está creado antes del ferrocarril.
Veinte centros de población lo aguardan, treinta leguas
labradas hoy (cien en un año mas) tienen ya preparada la
carga. ¿Las lanas y cueros que conduce el ferrocarril del
Oeste de Buenos Aires, producirán mas carga, y su trayecto
mas pasajeros que el ferrocarril intercolonial, transportan-
do productos agrícolas? A cuántas varas cuadradas de
terreno corresponde un vellón de lana? á cuántas una fane-
ga de maiz ó trigo? Este es el mas sencillo modo de com-
parar utilidades; y sin embargo, aquel ferrocarril de Santa
Fe costará tres veces menos de lo que costaron los de
trocha ancha, lo que exige tres veces menos transportes.
Creemos haber expuesto lo bastante para mostrar la im-
portancia que tiene aquel primer ensayo de viabilidad, en
país agrícola destinado á producir cereales para la expor-
tación; pues si no reúnen esta condición, de poco han de
servir para el consumo del país, prueba que todas las Pro-
vincias lo producen.
PROGRESOS 0BNBR\LB8 87
Favorece mas la circunstancia de estar el pequeño capital
accesorio, garantido ya por una Provincia, y solo pedirse,
«orno garantía de éxito en el mercado inglés, el nombre de
la nación para darle crédito.
Seria un hecho singular que la garantía nacional se de
solo á las vias en despoblado, y no alcancen á las que»
como la propuesta, están en condiciones de pagar el interés,
desde el día de su apertura, por recorrer país cultivado y
ligar á cortas distancias centros de población activa, inte-
ligente, y por tanto, extendiendo su acción á grandes dis-
tancias, lo que reclama movimiento.
ENTORPECIMIENTOS EN LA VIA
{El Nacional, Setiembre 4 de 1878).
Siguen repitiéndose los casos de encontrarse obstruido
el tránsito del ferrocarril de Tucuman, por medio de ob&"
táculos puestos, con el propósito de descarrilar los trenes.
Muy natural es creer que haya en ello algún designio,
de especulación ú otras causas. Posible és que, como suce-
de casi siempre que se averigua el origen de una forma
especial de crimen, que tiene aterrada á una población, se
encuentre que es un solo hombre, el inventor y perpetra-
dor del hecho, multiplicándose y cambiando de localidades
á fin de no ser tomado.
El hecho tan repetido de la via de Tucuman puede ser
la obra de algún poeta del crimen de alguna imaginación
curiosa, de alguna ambición de gloria á su manera, la am-
bición de producir algo de que él sea el autor.
No sería extraño que el propósito hubiese degenerado
en lucha, y se repitiese con la esperanza de triunfar
al fin.
No han sido mas trascendentales los motivos que han
inspirado á ciertos paisanos oscuros en los pasados tiem-
pos sus levantamientos y sus algaradas.
Siéntese ser algo, el hombre que desde el puesto oscuro
que tiene en la sociedad puede perturbarla y hacerle acep-
tar el puesto que le conquista la notoriedad misma de sus
hechos.
Cuántas ideas extrañas pueden nacer en el cerebro del
88 OBRA 8 DB SARMIBNTO
rudo habitante de un desierto, como el que inedia entre-
Córdoba y Tucuman al ver apenas perceptible en el ho-
rizonte, del tamaño de una mosca, el tren que nada y
nadie puede protejer de afuera; que se cree tan seguro en
8u ruta de hierro, y que sin embargo un atravesaño, un
bronce interpuesto, puede descarrilar, y mostrar asi la de-
bilidad y desamparo de aquellos ostentosos y al parecer
triunfantes instrumentos y creaciones del saber y del poder
de los hombrea civilizados I
Cuan grande, cuan poderoso debe sentirse ante sus pro-
pios ojos, el autor del descarrilamiento!
Sentimiento igual impulsa á los niños á hacer averias y
á poner piedrecillas y obstáculos en los ferrocarriles tam-
bién, en Europa.
Al establecerse en Chile, entre Valparaíso y Santiago, el
primer telégrafo, la primera impresión, como que era el
primero en esta parte de América, fué de asombro de con-
tento y de orgullo; si bien en la plebe corrían rumores y
versiones absurdas ó ridiculas sobre su acción, como es.
natural imaginarlo. Ocho días después amaneció cortada
el alambre» que fué inmediatamente repuesto. Volvieron
¿ cortarlo y lo compusieron. Volvieron á cortarlo y lo
cortaban cada vez que era restablecido. Trabóse asi
una lucha entre la administración y la mano ó ma-
nos invisibles que repetían el acto, y la administración
fué vencida, ante la tenacidad del propósito. Acaso
la lucha se hizo con el prurito de clase, de civilización, to-
mando los campesinos k gloria mostrar su poder destruc-
tor. Por varios meses permanecieron tirados en el suela
los alambres, hasta que un día se tuvo la buena inspira-
ción de levantarlos y reanudarlos.
El telégrafo funcionó desde entonces sin tropiezo. Hablan
los interruptores mostrado su poder, burlando el del go-
bierno, y estaba satisfecho el orgullo de la ignorancia.
Guando la guerra del Entre Ríos, se cortaba en Santa Fe
el telégrafo. Descubrióse al fin el autor, era un paisano
vecino de los alrededores, y probablemente animado de
algún sentimiento extraviado como el que apuntamos.
Medios hay, sin embargo, para descubrir el ó los poetas.
del crimen en la vía de Tucuman, que por ser caseros y
familiares no son menos eficaces.
PROGRESOS OBNERALUS 89
Que la empresa del ferrocarril tome á su servicio dos
rastreadores^ y no pasarán dos días sin que le entreguen al
malhechor. Los hay de primer orden en los Llanos de la
Rioja, en las campañas desiertas de San Juan. Ha de ha-
berlos de fama y nombradla, de manera que no sea posible
equivocarse en cuanto ála capacidad proporcional. El ras-
tro del caballo, del hombre que se acerca á la vía férrea,
el del malhechor mismo al trasponer una viga, son docu-
mentos legibles, claros como una escritura pública, y que
no es dado ni aun & la previsión borrar. Donde se encuen-
tre un obstáculo, basta hacer bajar á los peritos del ras-
tro, para que levanten del sumario* con el cuerpo indeleble
del delito, la filiación del delincuente, su fotografía estam-
pada en el suelo, y el rastro del caballo, que seguirá un día,
dos, hasta llegar al rancho, donde se guarece la ñera en
deseos, en imaginación y en perspectiva.
Sería de desear que no se deje perder un arte como el
del rastreador, cuyos grandes maestros van desapareciendo,
faltos de teatro para ostentar su habilidad.
Este arte no existe sino en la Rioja y San Juan, resto de
los indígenas, al parecer, pues un historiador chileno, je-
suíta, dice que en un convento de Concepción, tenían los
de su instituto un niño de doce años, indio llevado de Cuyo,
y que los asombraba con su extraño talento de leer las
pisadas. Esto sucedía ahora dos siglos, lo que muestra que
es un arte indígena.
EXPORTACIONES ¡I
{El Nacional Octubre 14 de i878.)
Llamamos no hace mucho la atención, sobre la inmovi-
lidad de la cifra de nuestras exportaciones, durante diez ^
años, de manera de revelar que la ganadería, que sumi-
nistra las materias exportables, ño han aumentado su
número y valor en tan largo lapso de tiempo.
La ganadería es nuestra industria principal. A ella le
están consagradas, diez ó quince mil leguas cuadradas de
terreno, entrando la agricultura á fígurar en tan pequeña I
escala, que aun no se hacen sentir sus productos en la j
exportación. La ganadería es, pues, la medida de la riqueza, <
I
«
I
00 UHKA8 DK HAKUIICNYÓ
y á falta de otro término, el producto colonial con que
concurrimos á los mercados del mundo, donde no tenemos
por rivales, sino la Rusia, Australia y alanos otros puntos
del globo, en que cueros y lana» se producen en grande
escala. No aumenta, pues^ nuestra riqueza, mientras que
en los mismos diez años, durante los cuales la producción
agreste ha estado estacionaria, la población ha aumentado
en dos quintos, y por tanto corresponde á menor cantidad
por persona la exportación de productos, pues que si
cincuenta millones, por ejemplo, correspondían en 1868 á
dos millones de habitantes, esto es, veinte y cinco pesos
por persona, en 1878, aumentada la población k 2.800.000,
habitantes, tocaría á cada uno, menos de diez y ocho de
exportación.
Caénnos, por fortuna, á la mano, datos que abrazando el
mismo lapso de tiempo, pueden ser comparados á. los
nuestros. En 1868, el valor de las exportacione.*^ de los
Estados Unidos, fué de 262.389.900 pesos. En 1878, ha
subido á 680.683.798 pesos. £1 aumento de riqueza, ha
sido, pues, en diez años, de ciento cincuenta y tres por
ciento; y como la población no se dobla, sino en veinte y
dos años, resultaría que á cada habitante corresponde de
exportación, mayor cantidad en 1878 que en 1868.
CQmo la producción principal de ios Estados Unidos es
la de los productos de la agricultura, que prepara la gran
mayoría de la población, puede dar una idea del desarrollo
que esta ha adquirido en diez años, labrando nuevos terre-
nos, la circunstancia de entrar en la exportación de 1879,
un aumento de 112.793.510 pesos en cereales, lo que hace
casi la mitad del total de las exportaciones de 1869, en que
entraba el algodón, tablazón, petróleo y carne de puerco,
que cuentan por ingentes sumas. Puede aventurarse
pues, la conjetura de que este exceso de exportación de
cereales en 1879, representa en efecto la extensión de la
labranza desde 1868 á 1878, esto es, que casi ha doblado el
territorio labrado nuevamente, ó agregado al capital pro-
ductor de ahora diez años.
Como no han habido plagas que hayan atacado sustan-
cialmente la cría del ganado entre nosotros, ó alguna seca
extraordinaria como la de 1875, y otras que de tarde en
tarde destruye el ganado de cría, debe buscarse la causa
de esta estagnación en c
del ganado, pues ocupan(
la riqueza en general, no
proporción siquiera de U
Los progresos hechos ei
tacion industrial de la ga
mtas introducidas, mayor
verse representados en li
tada, pues aun no contal
perfeccionamientos intro
que es realmente.
Algún diario ha sujerid
mas bajo ahora que lo ti
puede producir un error i
la producción de lanas, p
en año, como para que es
explique la uniformidad
Sea de ello lo que fuere
se atraigan grandes can
cacion estadística de la a
grande atención en adel
valores exportados, en rt
fin de obtener datos cier
regular de su crecimientc
sigue siquiera el progrese
Importa tanto mas este
que los productos de la ',
escala, deben figurar di
exportación; y desde ento
un desarrollo sensible.
No tenemos á mano, uc
les y de los productos d
que apenas se ensayaba
pues la suma que represe
aproximatíva para calcul
por ejemplo, que hace la
pues era esta la que se
Desde este año, las grai
Ríos, entrarán con sus pr
tacion, el trabajo aplicad*
tada extensión de terren
02 OltKAD l>K HAHMIKMTO
habitantes por kilómetro, y puede llevarlo á cifras que se-
acerquen á la de la población rural de otros paises, pues
se sabe que ei ganado que ocupa una legua cuadrada de
terreno, reclama poquísimas personas para su guarda y
beneficio, con lo que el pais permanece despoblado.
Los valores de la producción agrícola serán naturalmente
influidos por causas inevitables por ahora, en cuanto á
producir riqueza para los labradores. Para llegar al punta
de embarque habrán de perder mucho de su utilidad^
aumentándose los costos á causa de las diversas remociones
que^han de experimentar en el trayecto. Para evitarlo, se
han inventado los elevadores, que son enormes depósitos de
trigo, de tal manera combinados, que del tren, del ferro-
carril pasan los wagones de trigo á descargarse por si solos,
en almacenes paralelos á los rieles, desde donde cadenas
sin ftnMos suben á las máquinas de aventar, limpiar, pesar
que por otro camino los descienden á la bodega de un
buque que atraca por el costado del elevador, como el ferro-
carril (ramal) atraviesa por dentro de la fábrica.
Toda esta serie de operaciones se hace sin concurso
humano, si se exceptúan los maquinistas, á fin de evitar que
en el acarreo, carga y descarga del trigo en bolsas, se
aumente su costo.
En cambio, sabemos de ñnca á pocas leguas de Buenos
Aires, que no exporta sus forrajes, porque el costo de
enfardelar, cargar en carretas dos leguas, descargar y
pasar al ferro*carril, descargar este en Buenos Aires en
otro vehículo hasta almacenarlo ó venderlo, ha doblado el
valor original y hecho desventajosa la operación.
Para terminar nuestras observaciones y no distraernos
de las cifras comparadas que las motivaron, completaremos
la exposición, poniendo en relación las importaciones.
En 1868, 69 y 70 la importación dá en derechos un término
medio de 81.226,008 pesos sobre 7.331,000 de exportación.
En 1875, 76 y 77, dá en derechos de importación pesos
33.813,000, sobre 7.531,000 pesos de importación en los mis-
mos tres años, lo que muestra un aumento proporcional de
importaciones y exportaciones, en los últimos tres años;
pero conservándose una y otra en 31 millones en 1869 y 33
en 1878, lo que no dá un aumento de consumos, proporcio-
nal siquiera al aumentt
diez años.
Dá. sin embargo, esta n
taciones, la prueba de qu
proporción de la exportat
La irregularidad y de
años intermediarios 71 á
promedio de cincuenta j
de solo nueve millones d
El banquete del Club
uno de los grandes prol
protección y el comercie
al frente de la primera,
la segunda.
Cuál de ios dos tendí
imitaremos?
El Ministro de la Prov
-interrumpido, cuando ez
taba dar á la industria
Ministro de Hacienda á
el mismo sentido, señali
ofrecía í las nacientes i
Si el Ministro de la
hubiera leído un telegra
sumisión de tribus de
sistema de protección.
Al Ministro provincial
aquel el lugar y la oca
teria.
Hurémoslo é. su nomb
sideraciones, que no se
clama contra los nuevoi
-nicipales.
Buenos Aires es una p
por mas que ocupe un (
flanqueadas sus calles di
04 OBRAS DB SARIOBNTO
tria^ al comercio, carece de calles viables. Su actual em-
pedrado es único en el mundo, construido para destruir
carros y carruajes y matar animales por millares. Son
rarísimos los que no están mancos á los cuatro meses de
servicio. Las calles de Buenos Aires y los indios, consu-
men uno de los productos que debieran ser mas pingües
de la industria, los caballos.
El puerto á carretilla y las calles^ imponen á la impor-
tación y exportación uu recargo de derechos que nadie
cobra y nadie aprovecha.
Seria, pues, la primera protección á la industria, ado-
quinar, macadamizar, ó hacer de asralto las calles. Ha de
hacerse al fin, cuando mas no fuese por quitar de la vista
del paseante y por honor del país, el espectáculo de una
ciudad culta con un pavimento construido ex-profeso para
hacerla intransitable. Las familias usan sus carruajes
para ir al Parque, fuera de la ciudad y rara vez para ha-
cer visitas, á causa del martirio, á que el empedrado las
somete.
Pero tomando solo un área de la ciudad, de veinte cua*
dras cuadradas, se necesitarían diez á quince millones de
adoquinen de granito, y éstos representan una suma que
ha de imponerse á los vecinos, al comercio, á la ciudad
sola, sin que se exija que Gbívilcoy ó San Nicolás ayuden
con su parte de impuestos locales, á empedrar mejor la
ciudad de Buenos Aires.
Esta es la cuestión de los impuestos locales. La repara-
ción anual de los empedrados ó pavimientos^ donde los
hay, en las grandes ciudades, cuesta enormes sumas, por-
que el movimiento se ha hecho tan grande, que los ensa-
yos intentados en Inglaterra de hacerlo de hierro no han
respondido al propósito de que resistan al uso y destrucción
diaria.
Sería ocioso enumerar cada una de las ineludibles nece-
sidades que el movimiento, la higiene y la seguridad indivi-
dual imponen á las grandes ciudades modernas. Con nues«
tros hábitos de indolencia» de imprevisión, de egoísmo^
hemos dejado renovarse en veinte años los edificios, sin
atreverse ningún gobierno ni municipalidad á ensanchar
las calles que ya son intransitables, y llegarán á ser un dia
no lejano la causa del alejamiento de las familias de como*
•T
ík
PR0GRBS03 GBN ERALES 05
didad, del centro actual, en busca de aire, salud y reposa
en las afueras.
Pero sin esto, el alumbrado á gas, hoy, el de mañana, eléc-
trico, según van salvándose las dificultades que lo encare-
cían, el cuerpo de policía para asegurar la vida y la
propiedad en ciudad tan grande, las aguas corrientes y las
cloacas, reclaman enormes sumas de dinero, que deben
pagar los que la habitan, sin preguntarse como ni de donde
sino cuanto es el monto de dinero requerido. ¿Pueden
estar sin pavimento viable las calles? apagarse el gas?
suprimir la policía, cegar las cloacas?
Nuestros conciudadanos nacionales y extranjeros, se so-
brecojen é indignan al oir hablar de nuevos impuestos, con
Én exceso de recargos, porque no se fijan en que Buenos
Aires ha entrado recien de algunos años k esta parte á. cos-
tearse el ajuar, digámoslo así, de una ciudad moderna.
No se ha intentado«como en San Francisco de California,
ensanchar sus calles, adoptando otra planta* de manera
que las calles modernas de treinta varas, no pasan sino en
pocos puntos, sobre el trazado de las antiguas; ni mandán-
dose nivelar el terreno, como en Chicago, levantando de
una á tres y cuatro varas las casas sobre sus cimientos, en
las depresiones del terreno. Pero se han comenzado á
construir cloacas, hay alumbrado, como en todas las ciu-
dades del mundo, policía de seguridad, barrido y limpieza
de las calles, ya que no hay pavimento, ni aun reparación
del malo y destructor que existe.
Estamos, pues, pagando las innovaciones introducidas, y
falta aun costear aquellas esenciales de que carecemos; y
esto se hace con impuestos, sobre la propiedad, el alimento,
los licores, el tabaco^ el aire que se respira, hoy detestable
y dañoso, pero que acabará, á fuerza de contribuciones y
nuevos impuestos, por ser bueno y respirable, sin destruir
pulmones con la tisis, como el mal empedrado destruye
caballos, ó inyectar la fiebre amarilla, el cólera, el tifus y la
viruela, que son unos cobradores de los impuestos no paga-
dos antes, y que condenan á muerte á tos hijos, las esposas
de los criminales, que pretenden vivir en ciudades popu-
losas, gozar de su fortuna, concurrirá los teatros, ostentar
sus equipajes, sin cuidarse de saber quien paga los costos y
á cuanto asciendan,' ni un centavo mas, ni un centavo
96 OUHAS hit 8ARM1KMTO
tnenos, los diversos servicios que le prestan los guardianes
de la propiedad, el gas que lo alumbra, el pavimento liso y
suave de sus calles, el canal subterráneo, que lleva lejos los
desechos de la existencia.
Los diarios que han tomado por diversión ó por malicia»
excitar los ánimos contra los impuestos, no hacen mas que
despertar nuestras tradiciones de raza. El indio de la
pampa, no paga impuesto de alumbrado ni de aseo. En
torno del toldo, se van acumulando los desechos y cuando
la infección amenaza sofocar á sus habitantes, se traslada
á una cuadra ó una legua mas allá.
Traía intrigados á los naturalistas norte-americanos; la
presencia de sotillos (groves) de vejetacion frondosa y fru-
tal. Descubrióse al fin, que eran reproducción de semillas
de frutas que comieron en torno de sus toldos, antiguos
salvajes, y que fecundó aquel himno que las rodeaba. Una
municipalidad de Madrid, por lo que respecta á otro de
nuestros abolengos, se opuso, el siglo pasado, á. que se
sacasen las colinas de basuras que se acumulaban en la
real Villa, por hallarlas necesarias á la salud pública.
Mucho de lo uno y de lo otro conservamos, y por hoy nos
duele pagar cuanto cuesta ser aseados, seguros y sanos.
Un impuesto sobre el aire? Parece broma, se paga en
Londres y París, y en todas las grandes y pequeñas ciuda*
des, por cada puerta y por cada ventana por donde el pro-
pietario se permite usar de la luz y del aire, para respirarlo;
aire que cuesta enormemente, sin embargo, mantener puro
de miasmas infectos, y de olores nauseabundos; luz que
es preciso procurarse mediante el ensanche de las calles, y
de noche por una red de arterias ocultas, que la distribuyen
por toda la grande ciudad.
Un impuesto sobre el vino, los licores, los alimentos?
¿Qué es el Octroiáe Paris y de todas las grandes ciuda-
des? Una barrera que rodea y aisla una ciudad del resto
del país. Para entrar en ella, hay que hacerlo por las
puertas permitidas, donde estacionan día y noche esbirros
que registran todo lo que se introduce, y en caso de sospe-
cha vehemente, á las mujeres, á fln de asegurarse que
ningún licor ó alimento se introduce en la ciudad, sin
pagar el Odroij impuesto que hace, sobre los vinos por
ejemplo, el raro efecto de que los franceses vengan á
PROGRESOS QBNBRALBS 97
Buenos Airosa beber barato el Burdeos que en Paris les
cuesta tres francos mas la botella.
Se paga, pues, por todo lo que se usa, se necesita, se
come, se bebe, se respira, mal que quieran disimularlo
los extranjeros que se hacen aquí los inocentes cuando
se habla de impuestos, ¿olvidan que no se puede tener
perro sin pagar patente? que los coches la pagan, y que
nada se usa sin dar lugar á, un impuesto?
París se impone asi cientos de millones de francos anua-
les, no solo para proveer á sus enormes gastos anuales,
sino para pagar el interés de los cientos de millones que
toma por empréstitos, para embellecer la ciudad, levantar
monumentos grandiosos, abrir boulevares que rodean y
cruzan la gran ciudad en todas direcciones, erigir teatros
como la Grande Opera, que cuesta setenta millones, todo
para hacer de aquella ciudad el centro de atracción de los
viajeros de todo el mundo; especulación admirable y coro-
nada del mas feUz éxito, pues gracias á sus placeres, sus
artes, sus monumentos, sus teatros, sus fiestas, sus modas
y buen gusto, los ricos de todos los pueblos civilizados,
acuden seducidos por tantos atractivos, á gastar los millo-
nes que han acumulado en largos años de trabajo; y no
solo alimentan su lujo, sus vicios, sus industrias, y pagan
esos mismos monumentos y goces que los atraen, sino
que se fijan por centenares anualmente, los egoístas y mi-
llonarios^ haciendo así adquirir á la Francia los caudales
desús nuevos huéspedes, que cuentan en adelante como
parte de la riqueza de la Francia. Atraer á los extranjeros,
es una industria parisiense, la mas productiva de todas,
pues se cria cientos de miles de consumidores ricos, ^ue
no se paran en gastos, porque á gastar van, y que no son
todos acaudalados é improduotores, sino es del dinero que
van disipando poco á poco ó en sumas enormes, que ali-
mentan las artes de ornato y de lujo.
Una de las nuevas fuentes de renta que han añadido
las cámaras francesas, á mas de la régie sobre el tabaco,
es el nuevo impuesto sobre los fósforos.
iQué dirían nuestros alarmistas, si se impusiera un cen-
tavo por cada caja de fósforos, sobre todo si es de cera I
El erario adquiriría millones y acaso se economizarían
Tomo xu.— 7
9R OBRAM UK HAKMIRNTO
otros tantos, los particulares, usándolos de madera ó de
calidades mas económicas. Ignora el público que Buenos
Aires es el pueblo de la tierra que consume mas fósforos,
y de calidad mas costosa?
El paisano y el elegante de la ciudad, la cocinera y el
rico comerciante, todos consumen fósforos de cerilla, que
son construidos en Marsella y Turín, para el consumo de
Buenos Aires, casi esclusivamente, y para algunas gentes
acomodadas de Europa.
^ Hace diez años no eran conocidos los fósforos de cera en
los Estados Unidos, sirviéndose de los manufacturados en
Boston, de palillos, gracias á las vigas de pino seco, que
desde cien años proveen las casas antiguas demolidas.
Dejémonos, pues, de lamentarnos por los impuestos que
impone la vida en las grandes ciudades. Por no haberlos
pagado veinte años antes, la ciudad ha sido castigada con
el cólera y la fiebre amarilla.
Cada robo que se comete impunemente, cada vida inmo-
lada, cada carruaje destruido, cada enfermedad epidémica,
están cobrando los impuestos que no queremos pagar al
recaudador, y hay padre que consiente en dar un hijo por
contribución, antes que un peso de impuestos.
Ll SUSCRiCIOR NACIONAL
{Bl Natúmaí^ Octubre » de I878.>
La ejecución de dos proyectos de mejora, depende de)
éxito completo de la suscricion, que les sirve de base en
la misma ley que los decreta. Hablamos de la seguridad
de la frontera, y la terminación de los trabajos del puerto
del Riachuelo. Las recientes victorias sobre los indios, y
la entrada de un buque, con destino directo de Europa al
puerto de Barracas, habrían hecho subir las acciones de
empresas, ya realizadas, y cuyo valor dependiese del éxito
de la obra emprendida, como los fondos públicos siguen las
peripecias porque atraviesa el crédito de una nación, según
que los sucesos le sean favorables ó adversos.
Para exitar á formar acciones en las empresas de ferino-
carriles, se principia por hacer el cálculo de los productos
futuros del pais que atravesará.
PROGRESOS GENERALES 09
En el proyecto de snscrícion, hay el hecho de existir
ya el puerto á que se consagra, y solo se necesita ensan-
charlo, para hacerlo completamente productivo. En el de
traslación de la frontera al pío Negro, el Ministerio de la
Guerra principia por desembarazar de salvajes el país in-
termediario, según la serie de ¡)artes de recientes victorias
que se han publicado. La obra, está, pues, por mitad eje-
cutada.
Mas la suscricion tiene base mas sólida, que la perspec-
tiva de éxito ñnal que aquellas felices anticipaciones
ofrezcan. La indicación primera de levantar una suscri-
cion garantida con tierras públicas de las que se habrían
de asegurarse dentro de líneas de frontera, vino expontá-
neamente de varios capitalistas, y el Ministro de Hacienda
dio las indicaciones que se harían respecto á la forma que
en la ley garante los capitales, del modo mas eficaz. Hay,
si puede decirse, á mas del interés, hipotecas de tierras y
amortización rápida.
No es, sin embargo, de las ventajas que la ley ofrece
á los suscritores, de lo que quisiéramos ocuparnos, .sino
del ensayo que vá á hacerse de este sistema de emprés-
titos internos, mejor garantidos, es verdad, que los ex-
ternos.
El empréstito popular de la Provincia de Buenos Aires,
se ha realizado en las mejores condiciones, sin ser, sin
embargo, popular, puesto que una casa fuerte lo ha toma-
do por su cuenta. Llámanse suscriciones nacionales aque-
llas en que gran número de personas toman acciones;
tales como el famoso empréstito para el rescate de guerra
de la Francia, que cuan grande era, encontró accionistas,
y suscritores en todas las clases de la sociedad.
No debemos disimularnos que estamos poco habituados
á dar al capitaj sobrante empleo en las obras públicas,
aun en aquellas de mas saneado interés. Las gentes que
reciben de sus lanas y cueros gruesas sumas, construyen
con ellas casas de alquiler en la ciudad capital, único me-
dio de inversión conocido de los que no hacen el comercio.
Estos edificios son verdaderas cajas de ahorro, se edifica
para asegurar el capital y obtener renta, cosa que no siem-
pre se consigue.
El ferrocarril del Oeste vino á ser del Estado, por la im-
100
OBRAS DB SARMIENTO
l'\
posibilidad de encontrar acciones entre los vecinos, ni aun
para su primitiva extensión, que era limitada.
Pocos negocios por acciones se han presentado en esta
parte de América, tan productivos como aquel. La empresa
del gas renovó por varios años letras por seis millones en
el Banco, por no encontrar quien suscribiese las acciones
que representaban aquella suma, hasta que con los pro-
ductos y utilidades mismas de la empresa se amortizó
aquella deuda.
Es de esperarse que la suscricion proyectada, sea pronta
y fácilmente suscrita por los grandes capitalistas. Muchos
de los que indicaron este medio, forman parte de la comi-
sión nombrada para promoverla, y son tan obvias sus ven-
tajas, y tan incuestionables las garantías que las aseguran,
que si hubiese solo de consultarse el interés propio, los
miembros de la comisión solos bastarían para suscribirla,
como sucedió en Copiapó, con el primer ferrocarril proyec-
'tado en esta parte de América. Las acciones por tres mi-
llones fueron suscritas en media hora,, y sin salir del
recinto donde se reunieron los promotores de la empresa.
Lo que hubiéramos deseado, es que siendo cuatro mil las
acciones que habrán de emitirse, por valor de cuatrocientos
pesos cada una, fuesen estas suscritas por otros tantos
accionistas, á ñn de que entrase en nuestras costumbres el
hábito de tomar acciones en las grandes empresas, que
como estas, ofrecen seguridades de provecho.
El Banco ha sido forzado á- dar fondos para la construc-
ción de los ferrocarriles internos de Buenos Aires, por no
presentarse el capital individual bascando empleo lucra-
tivo, en empresas de conocida y calculable utilidad. Acaso
se necesitó el lapso de algunos años, y él espectáculo del
éxito, para preparar la opinión, pues en los comienzos del
ferrocarril del Oeste, mas se miraba la tentativa como obra
patriótica que como empresa de negocio y colocación de
capitales.
£n la suscricion actual median estímulos mas seguros.
Puede decirse que tienen por seguridad lo ya avanzado de
la obra y la necesidad de conservarla. Hay la tierra que
representa con demasía el valor de las acciones y la exten*
sioD de esa área, no es solo la de las cuatro mil leguas
reservadas sino toda la estension de país que ha de quedar
PROGRESOS GENERALES 101
necesariamente asegurada. Hay adennas la que ya lo estaba
de antemano, con las nuevas líneas de frontera, pues, los
valores que estas tierras adquieren, van á reíluir sobre el
aumento de valor de las primeras. Los que ya poseen
terrenos fronterizos, del lado interior de las actuales lineas,
ganarán mayor valor en sus actuales posesiones, con solo
hacer que la frontera se aleje y ponga mas zonas de terri-
torio bajo las nuevas líneas de defensa.
Los estancieros pueden decir que con solo suscribir accio-
nes, están resarcidos con usura, por el alejamiento inme-
diato y la extinción de la causa del peligro, en un periodo
masó menos largo; pero para los que ocupan la parte ya
poblada, desaparecen virtualmente, desde que las tribus
salvajes sean debilitadas, sometidas ó alejadas á tales dis-
tancias, que sus incursiones sean imposibles ó de rara
ocurrencia.
Desde la invasión grande, con apariencias de guerra, que
hizo Calfucurá, poco antes de morir, y que fué desbaratada
en 1874, los indios no han intentado después un ataque
serio', aun habiendo vuelto, por rebelión^ á la vida salvaje,
los mansos de Catriel que representaban algunos centenares
. de lanzas.
Lo que hemos tenido, desde entonces, acá, son malones de
pequeñas partidas, huyendo del combate, y solo arrastrando
tras si yeguas, por prestarse mejor á la fuga rápida, que es
el plan de campaña de estas incursiones. Sumados todos
los ganados arrebatados en estos últimos años, no alcan-
zarían á pagar el costo de un regimiento de caballería de
la frontera.
Las grandes y frecuentes pérdidas de hombres de pelea
experimentadas por los indios en los combates, la irrepa-
rable pérdida de las chusmas, que es peor que la destruc-
ción de la ciudad en los países civilizados, pues estingue
para siempre la tribu, han dejado casi resuelto el problema,
y débese al Ministro de la Guerra, el haber sabido aprove-
char el momento crítico, diremos asi, de la decadencia,
para acelerar la destrucción ó el sentimiento ñnal de tri-
bu*^ demasiado débiles yapara invadir, y demasiado ra-
leadas y empobrecidas para hacer frente siquiera é intentar
resistir.
La idea de un supromo esfuerzo, y de una acción rápida,
102 OBRAS Db SARMIENTO
es portante, lo que la prudencia aconseja, y lo que hará
eficaz la pronta suscricion del capital requerido para 11^
vario á cabo.
Sobre la terminación de la canalización del Riachuelo,
apenas es necesario detenerse. Con solo construirse allí
un abrigo para las naves menores, en los días de borrasca,
se habría dado un. gran paso. La falta de seguridad de
un puerto, dispersa el comercio de cabotage, no solo en
varios puntos de nuestras costas, sino en las opuestas del
río, haciendo, por decirlo asi, extranjero nuestro propio
comercio.
Trátase de acometer por empresarios particulares la cons-
trucción de diques que encierren un puerto frente á Bue-
nos Aires, y de lo que ya se han levantado planos, pués-
tose en exhibición modelos y hóchose propuestas.
Pero para ancladero de lanchas y buques como los que
frecuentan estas costas, nunca habrá obras realizables en
corto tiempo, suficientes para proveerlo. El Riachuelo
tendrá en todos tiempos su importancia especial, sino
puede satisfacer á todas las necesidades.
EXHIBICIÓN DE HORTICULTURA
El domingo, día en que habrá de cerrarse, estará como
*el de apertura, pues se relevarán las flores y las bou-
quets.
Es de sentirse, que no haya concurrido mayor número
de gentes, á gozarse con el espectáculo de tan bellas plan-
tas, de tan variadas y completas colecciones y tantos obje-
tos de arte exhibidos.
Los que han asistido á exhibiciones del género, en otros
países, aseguran, que ni en gusto ni en variedad, aunque
en cantidad y riqueza le excedan, tendría esta exhibición
que apocarse, trasladada á otro pais.
El inmenso galpón de zinc corrugado, que cubre el local,
-y que fué hecho para depósito de materiales de las aguas
corrientes, ofrece un local como pocas veces se encuentra
de antemano preparado.
Sabemos que lo aprovecharán para una exhibion de fru-
tas y flores en el otoño, y de seguro que habrá que admi-
rar, conociendo entonce, cuánta es fa variedad de frutas
y como ha mejorado e
bran ahora laspreciosi
materia de horticultuí
La distribución de p
reunirá mayor concun
sistentes, siquiera se
fícas flores de la est
de ver.
Debe hacerse una rif
ornato y de ñores en
hallarán ocasiou de lie
liantes de nuestra jard
Vasos, jarrones y mi
dos para ornato del va;
el buen gusto y como
adquisiciones que, coir
están hechas para em
La agricultura de oi
estas exposiciones, á
hemos oido con placer,
que las flores sobreabí
alrededores y que los
tamaño, variedad de
en Europa.
RESGU
El señor Ministro de
los empleados de Adua
de pasajeros que deset
é intimen con cortesía
rren introduciendo en
pagar derechos.
Muy grande es el dei
con el abuso de confían
nos de la coitesia que
pajes, para introducir n
La Aduana no ha |
introducidas e) pasado
derecho, lo que no prt
otros objetos de lujo.
v-
104 OBKA» l>K 8AKMIBNTO
Hasta los baúles de los emigrantes suelen servir de pase
á las facturas de encajes y bordados.
Sugeriremos el expediente de que en otras aduanas de
América se valen, para parar en lo posible á mal que
parece inevitable, si como en el Brasil» Francia y otras
partes, no se hacen pesquizas formales.
Al desembarcar los pasajeros y entrar con sus equipajes
en el Resguardo, encuentran en hojas sueltas y en varias
lenguas, una prevención á ellos dirigida, informándoles,
V que todo objeto que no haya sido usado, y sea materia de
comercio y pague derechos, deberá ser alli denunciado y
presentado al funcionario por el introductor, pudiendo
pagnr allí mismo el derecho y que los que no fuesen denun-
ciados, caerán en comiso, pagando ademas el derecho.
Notificados así los pasajeros, solo los intencionalmente
contrabandistas arrostran el peligro de ser descubiertos,
en flagrante desfalco, y los que se han prestado á ocultar
objetos ágenos, no se prestan á ello.
En seguida, el empleado ó empleados proceden á registrar
cuatro ó seis baúles ú otras malas á su discreción, y en
conciencia, y con esto quedan todos bajo la responsabilidad
de sus actos.
Este sistema ha producido excelentes resultados, donde
se aplica sin desnaturalizarlo
VALORZACION DEL PAPEL MONEDA
(Bl Saeional, Noviembre SO de 1878.)
Si no esperamos que el papel moneda se acredite, á causa
de las conferencias provocadas por el Ministro de Hacienda,
para valorizarlo, como se dice, contamos con que algo ha de
ganarse, dando ocasión á estudios que señalen Jas causas
de su depreciación. ¿ Cuánta es la suma de los billetes en
circulación?- ¿Cuáles son las transacciones que se hacen
en papel, y cuáles las que solo admiten como intermediario
el oro? ¿Cuánto oro se extrae, por obligaciones contraidas?
¿Cuántas son las clases y las cantidades de otros papeles de
crédito que suplen al papel y al oro en traspasos y tran-
sacciones?
Es indudable que cuando una moneda es fiduciaria no
PH00RB80S GENERALES 105
inspira confíanza hasta conservar una relación Oja con la
moneda metálica y el oro, que es de un valor real, se esconde,
lo que precipita la depreciación. La introducción de cheques
en el clearing hause^ es aumentar los diversos medios de
hacer transacciones y por tanto excluir al papel de una
parte de su empleo diario. Los cheques son otra clase de
papel de crédito, aun que no tengan sino un valor momen-
táneo.
Todas estas cuestiones deben ser examinadas, y no duda-
mos que hayan nacionales y extranjeros, capaces de sumis-
trar datos, y averiguar aproximativamente la verdad.
Si no se quema una porción de papel emitido según
estaba acordado, no perderá el crédito el Gobierno ó el
Banco, por falta de conñanza; pero como no debieron
seguir y siguen circulando los cien millones que no se
extinguen, disminuye en proporción el valor de los otros
millones que estaban en circulación, con lo que cada peso
experimenta la disminución de valor de la mayor surqa de
la circulación, sobre las necesidades de numerario.
Ahora, si una plaza de comercio, á un centro do industria
limitada al consumo y sin exportación, á una ganadería
entablada y poco necesitada de dinero para nuevas empre-
sas ó mejoras intrínseca, se le dota con oro, con papel
moneda, hipotecario, fondos públicos» billetes de tesorería,
cheques, y Dios sabe que mas monedas ó sus representantes
para las transacciones, no será estráño, que habiendo mas
medios circulantes que transacciones necesarias, el hilo se
corte por lo mas delgado, y el papel moneda, que es el
menos garantido, se desvalore.
Faltando ocupación para tantos valores en circulación, y
obrando todos ó casi todos sobre una reducida población,
como es la de la ciudad de Buenos Aires, el capital se ha
de inventar transaccioiíes artificiales, y el agio de la Bolsa
dará ocupación á los millones sobrantes.
Hay ciertos hechos que toman la forma de dogmas, y
que nadie se atreve á examinarlos, por temor de pasar
plaza de herejes.
La forma de gobierno es uno de ellos.
Tenemos dos órdenes de justicia, dos órdenes de Congre-
sos, dos órdenes de contadurías y administraciones, para
una pobre ciudad, que gobernaría una municipalidad como
IGd 0BKA8 DE SAKMIKNTO
la de Broockling, con medio millón de habitantes, ó la de
Piladelfia, con 660.000.
Tenemos un Banco Nacional, con el nombre de Banco
de la. Provincia, con una Legislatura que regla sus movi-
mientos^ que ordena dar crédito ár esto, negarlo á. aquello»
que permuta deudas, que extrae fondos por cientos de
millones; y en seguida se reúnen comisiones para dar va-
lor al papel, es decir, para hacer que el público tenga con-
fianza de que la Legislatura de hoy ó de mañana, no
meterá la mano en aquella arca santa de la confianza. Los
directores del Banco han dirigido durante veinte años el
movimiento de los caudales, y aunque hayan millones
que no responden cuando son llamados á cuenta, es auto
de fe asegurar y creer que los pasados, futuros y presen-
tes administradores (han debido pasar de ciento) no han
errado nunca, ya que es justicia que deberán hacerle que
otros cargos, sino fuese el favor mal aconsejado, son inad-
misibles.
¿No sería esta la ocasión de tratar en esas reuniones,
y sin espíritu de secta, de partido, de provincia, y ni si-
quiera de nación, pues se trata del interés del comercio y
de la industria, que se examinaren estas cuestiones fun-
damentales? Con la experiencia de tantos años, con los
hechos reales del empleo dado á capitales del Banco, fuera
de operaciones bancarias, con las emisiones, leyes cum*
plidas por un lado, mal observadas por otro, y el resul-
tado práctico, que es el descrédito del papel; no sería de
preguntarse, ¿es posible la existencia de un Banco, cuyos
dueños en definitiva sean unas Cámaras irresponsables,
que no son banqueras, y cuyo administrador sea un direc-
torio que no es dueño de lo que administra, ni de su vo-
luntad siquiera, para no entrar en transacciones que saben
no convenir al negocio de Banco, que es guardar y ganar
dinero.
Hacemos estas simples indicaciones, sin partí pris^ y como
medios de valorizar el papel^ si se descubre la causa ó las
muchas causas y con causas que contribuyen á desvalori-
zarlo, de día en día. Hasta las fluctuaciones de la opinión,
sobre lo que sucederá en el Entre Ríos, tienen, como se
sabe, influencia en el valor relativo del papel.
PROOKBSOH GBNBKALE8 107
LA VALORIZACIÓN DEL PAPEL
POR EL DESCRÉDITO DE LOS GOBIERNOS
{El Nacional, Noviembre 2t de i879.)
Decíamos que algo útil debía salir de aquellas conferen-
cias, aun cuando no fuera mas que dar pábulo á las habla-
durías de los diarios.
Con motivo de cualquier incidente, se pone en claro la
situación de los ánimos.
El papel moneda se desmonetiza. ¿Cuál será la causa?
Claro está, dice uno, que porque no ha pagado dos trimes-
tres el Gobierno Nacional. Sí es porque el de la Provincia
ha distraído cuatrocientos millones' del giro del Bancot
El primero ha inmovilizado tanto, el segundo ha sacado
distraído sin ánimo de devolución, tantos y tantos millo-
nes, etc., etc.
A nosotros, nos ocurre una idea simplísima. Habiendo
para dar, en pago de lo que queremos adquirir, tantos
millones en papel moneda, pudiera suceder que la masa
de las transacciones, á que la propiedad ó el cambio se
presentan, no ,pueda ocuparse todo el medio circulante.
Entonces, el papel bajará, para dar en cambio de un objeto
mayores cifras nomigales.
Si el papel fuese exportable, se iría á otra parte el sobrante
á buscar empleo.
Pero sucede que, á mas del papel, circula oro en ciertas
transacciones. Menos uso del papel.
Billetes de tesorería, cédulas hipotecarías, fondos públi-
cos, municipales, cheques, y todo linaje de papeles de cré-
dito, con que se compran cosas.
El papel bajará tanto, cuanto menos sea requerido, y
dada la enorme suma de valores ñduciarios al portador, lo
que los constituye moneda de cambio, es admirable la
consistencia y crédito del papel, que vive y resiste al com-
bate de la especulación de la Bolsa, y de las malas lenguas,
que quieren matarlo á fuerza de cariños.
Remedio á tan grave mal. Crestr dos mil millones mas
108 OBRAS Om SAHMIKNTO
de riqueza, consumo, propiedad, á fin de que se requiera
mas papel para el intercambio y traasaccionea.
No pudiendo hacerse esto, por lo pronto, habiendo sobre
todo un grande interés en que se produzca ó una invasión
en el Entre Ríos, ó una guerra exterior, debe principiarse
por disminuirlos gastos de los particulares (aconsejado en
Elstados Unidos é Inglaterra), y los de las administraciones
públicas. Hecho lo cual, deben im{>onerse al pueblo contri-
buciones, para que pague honradamente lo que gasta
en tener malos gobiernos. Esto es lo que se hace en todas
partes.
En los Estados Unidos, que pagaban en contribuciones
ochenta millones, antes de la guerra de secesión, pagan
hoy trescientos millones, no solo para pagar los intereses
de la deuda, sino para amortizarla, con lo que ya la han dis-
minuido de quinientos millones, en pocos años.
La Inglaterra se ha contentado con no pagar la deuda,
haciendo del escaso interés que abona, la mayor seguridad
dada á la colocación de capitales inactivos.
La Francia, que es la nación mas recargada de deuda, no
solo hace frente al pago de los intereses y á la administra-
ción de su oneroso gobierno, con seiscientos mil soldados y
marina, y el material de guerra renovado mas formidable,
sino que tiene sobrantes, en lugar de déficit anual, gracias
á la honradez del pueblo contribuyente, que no entiende,
como el de nuestros diarios, que el gobierno se las avenga
como pueda, no dándole contribuciones, ni queriendo que
use del crédito, que él se reserva para vivir en palacios,
arrastrar coche y asistir á teatros, carreras, beneficios, ex-
posiciones y fomentar desórdenes, guerras, etc., etc., por su
intemperancia*
Si hay déficit, se pide prestado, y tenemos por fortuna
un Banco, blando de corazón, y con corazón, lo que es in-
vención de nuestra sapiencia, que presta á gobiernos, si la
Legislatura, que no es un ser humano sino una sensitiva,
se enternece, en vista de lo que le muestran, de angustiado
lacrimoso.
Este mal tiene también su remedio, y es constituir Un
Banco de crédito para descrédito de ios gobiernosl
Esto es lo que aconseja'el buen sentido, por medio de los
PROGRESOS QBNBHALBS 109
órg«no8 mas acreditados déla prensa liberal, economista, y
sobre todo patriota!
No se impongan contribuciones para cubrir los gastos
públicos, ni se le abran ai gobierno las puertas del crédito
y seremos salvos.
El primer tuno que ofrezca una ñrma, obtendrá cuantos
millones pida al Banco, y ya hay de ellos unos pobres diez
millones de fuertes, no solo paralizados, sino, sino.««.apun-
tadóé en el agua; pero si los gobiernos, en nombre de las
necesidades de todos, de las calaveradas de todos^ de la
incapacidad administrativa de todos, dijese, como Chile
donde quiera que haya deudas contraídas; necesito ó au-
mento de rentas, ó crédito, — se le contestará, lo que se pro-
pone ya: Para todos, nación ó provincia nada.
¿Y cómo se hace el milagro?
Creando un Directorio independiente de legislaturas y
gobiernos.
En ese punto estamos de acuerdo. ¿Quién crea el Direc-
torio? Y una vez creada esta locomotiva, y abandonada á
sus propios impulsos, ¿quién lo contiene?
Convendría ponerle un Directorio, responsable de las pér-
didas que sus errores, predilecciones, favores, etc., acarrea-
ran. Si no se hace esto« se creará una dictadura, á papel ó
á oro, peor mil veces que las políticas.
Jackson, en los Estados Unidos, se puso delante de una
locomotiva semejante, y logró contenerla, destruyéndola.
Como se hace el milagro?
Colocando el Banco bajo las condiciones de todo banco,
con un Directorio de sus propios negocios, perdiendo sus
miembros, ó ganando, según que el Banco pierde ó gana.
Entonces, el Banco no será político, ni filántropo, ni obrero
público, ni nacional, ni provincial. Será extranjero á toda
cosa que no sea su interés, y entonces dará á los gobier-
nos bien garantidos, con menor premio que á los particu-
lares, sin ser conjpulsado á ello, y solo por su interés bien
entendido. Un Banco de Gobierno, con exclusión de los
gobiernos, es una invención.
lio 0BRA8 DE 8ARMIBNT0
EL lAL espíritu
(fil NaeionaK Noviembre 86 de 1878.)
Insinúa un diarlo, á propós«¡to de mlorixar el papel, que
68 puede llevar la cosa, «hasta que caiga el Gobierno Na-
cional, venga lo que venga.»
Preguntaríamos solamente al autor de esta bella' idea,
¿cuanto bajarla el otro, ó cuanto oro acudiría á nuestro
mercado, para valorizar el papel?
Este es nuestro sistema de discusión. La calamidad pú-
blica se exagera, no para hallarla remedio, sino para hacer-
la servir de pantalla á otros propósitos, cuya consecuencia
recien traería la catástrofe temida
El Ministro de Hacienda Balbin ha pagado caro de unos
diarios, sus tentativas de oír consejo sobre los medios de
dar mas valor al papel.
£1 Gobernador de la Provincia, es el blanco de otros ata-*
ques. El Gobierno Nacional, que parecía extraño al asunto
está á punto, según se le insinúa respetuosamente, de ser
llevado á la cárcel ejecutado por el corredor del Banco, que
como todo acreedor, tiene el derecho de elegir deudores
moroBos; y los de casa gozan privilegio.
Hemos de oír y ver cosas nunca vistas ni oidas, en país
donde nada queda por verse ni oírse; y ya se anuncian para
esta semana grandes acontecimientos.
Verdad es que principian con ella las cosechas de trigo»
en Santa Pe, y la buena y oportuna lluvia que ha empa-
pado nuestras campañas, grandes acontecimientos, cuyas
consecuencias empezaremos á sentir luegol
No cuentan por nada en la historia los hechos negativos,
que si no, miraríamos como de mayor trascendencia no
leer en los diarios nada del Entre Ríos. Parece que se la
hubiese tragado la tierra, desde que no hay esperanza de
una pequeña revuelta, aunque no fuera sino por la forma,
por no perder la buena costumbre. Todavía rezongan
algunos contra el malvado Febre, pero ya el pueblo deses-
pera de aquella heroica provincia, como ya había desespe-
rado de Santa Fe. Dos provincias perdidas, oprimidas
PROGRESOS GENERALES 111
ambas bajo el peso de las cosechas de trigo, que ahogan
todo patriotismo!
Mientras dicutimos, pues, como valorizarse el papel,
sacándole á cada cual ios cueritos al sol, (excepto aquellos
á quienes se debe todo miramiento) las Provincias todas se
mantienen en profunda paz, como si hubieran olvidado
todas sus querellas, distraídas por la bulla y algazara que
ha levantado el inocente propósito de hacer llover tanto
mas oro, cuanto mas se alarme á los que lo esconden, ó
hacerlo venir de afuera, en busca de colocación ventajosa.
Allá, lábas^ lábas^ no en Salta, que es muy lejos, y es ciudad,
sino en Oran que no es ni aldea, en el extremo fronterizo
hacia el Bermejo, hay algo que explota; pero al fin esas
cosas se acaban, cuando se llega á saber lo que hay de
verdad.
Grave discusión ha traído la noticia del fallo arbitral dado
en Washington, sobre la línea de demarcación entre el Para-
guay y la República Argentina, no para aprobar ó desa-
probar el laudo» lo que es inútil, sino para echarse los unos
á los otros la culpa del poco éxito, lo que es muy prove-
choso.
MaS| lo que da materia para inagotable discusión, es el
Ministro de la Guerra, su hermano, el Rio Negro, y los
autores de ocuparlo desde que los españoles abordaron estas
playas.
El Presidente se ha eclipsado: los otros ministerios no
dan señales de vida, sino es el de Hacienda, que servirá de
abono para fertilizar el papel; pues ni el de Relaciones
Exteriores llama la atención, no obstante estar gros^ con la
esperada solución de la cuestión chilena.
El Ministro de la Guerra solo llena el escenario. Ya se
han escrito dos columnas de su acusación y una de su
defensa; es de admirar el encono que sus actos inspiran, los
errores que á cada paso que dá comete; y la perversidad de
su medios y propósitos. Afortunadamente tiene panegiris*
tas que lo elevan á las nubes y le devuelven en elogios, lo
que el encarnizamiento de tos otros le quitan. Qué queda-
rla de todo ello? Un joven Ministro, y un jórven General,
que trabaja diariamente en su oficio, que ha hecho exce-
lentes cosas, de que por decencia, debiera hacércele jus-
112 OBRAS DE SARMIENTO
ticia, y que es de esperar continúe completando con éxito
la obra comenzada.
Es lástima que la detracción que llueve sobre el Minis-
tro de la Guerra, no alcance á valorizar el papel, ni puedan
muchos los elogios que en revancha se le prodigan,
pera pervertir su juicio, y distraerlo de su trabajo, que á
lograr unos y otros sus propósitos, acabarían por cansar al
público, sublevar la conciencia que tiene la medida de la
realidad. La pertinacia é injusticia de los ataques de que
es víctima diariamente, solo prueba que es digno, ó lo creen
tal, de conquistar la estimación pública; pues es de hom-
bres de pro, ser llevado siempre en andas por sus ene-
migos.
No ha de ir lejos el que suscita detractores, que no duer-
man, ni descansen, rascándose donde sienten comezón.
BILLETES DE BANCOS PARTICULARES
(El Naáonal, Diciembre 3 de 1878.)
El despacho solicitado de papel litografiado ó grabado en
el exterior, para servir de moneda fraccionaria en un banco
particular, ha hecho que el gobierno ponga la mano sobre
este papel y declare abusiva su emisión y circulación.
El país ha sido sorprendido por la libertad de los bancos,
sin legislación previa que precaviese los abusos á que se
presta el crédito. Trátase nada menos que de la franquicia
de largar á la circulación verdaderos valores que nada
representan sin embargo, no teniendo en caja una cantidad
para responder de su conversión, que no se hace premiosa,
sino cuando se sabe ó sospecha que el que tales valores
emitió, no se halla en aptitud de cambiarlos. El Entre
Ríos, Montevideo, Santa-Fó y Córdoba, han experimentado
ya los efectos del abuso consentido del crédito, desapare-
ciendo Bancos, ó apariencias de Bancos, sin cuidarse de
saber que número de billetes circulaban con su ñrma.
Mas ni aun así, se considera admisible la emisión de
billetes querrepresenten centavos, ó suplan la falta de mo-
neda de cobre, para las transacciones mínimas, pues de
esas se sabe que nunca serán presentadas al que las emitió,
y que por tanto es pura y simplemente acuñar moneda, sin
PHOGHESOS GBNBRAJ4BS 113
inetal alguno, lo que equivale á falsificarla, pues no llena
ninguna de las condiciones de la moneda, garantida por
el Estado.
El decreto del gobierno hecha de menos una ley que
cierre la puerta ¿ estos abusos. Pero siendo facultad legal
del ejecutivo reglamentar las que existen, y por otra parte,
siendo esclusivamente suya la facultad de acuñar moneda]
ha debido ó debe en adelante determinar los límites en que
los particulares pueden hacer uso del crédito. Sin eso, que-
daría abierta la puerta á los mas groseros fraudes, y'á las
mas vejatorias corruptelas, tales como la emisión de bille-
les de mínimo valor, que es mirada en todas partes, y por
tanto prohibida, como una grosera explotación de la* credu-
lidad del vulgo, que es el que usa de esta moneda frac-
cionaria.
Usaron antes los pulperos señas de suela, latón ú otras
materias, para dar en cambio de monedas pequeñas, en el
circulo restringido de su clientela, lo que constituía un ver-
dadero papel de crédito, consentido por el que lo recibía y
garantido por el que lo daba, por ser el proveedor de las
cosas necesarias á la vida, en la limitada esfera de su ba-
rrio. La seña representaba pan, azúcar, mas bien que una
moneda metálica, y era convertible á cada hora del dja
No es así el papel moneda, que en mínimas fracciones lan-
ZB, un banco á la circulación de toda una provincia. No
vuelve á su caja, y representa moneda metálica que nocir-
cula sin ser convertible por la diseminación de su uso.
El decreto que pone término á estos abusos, tiene ade-
mas en su apoyo, ser los billetitos representación de una
moneda extranjera, lo que los pone en condiciones ile-
gales.
La enojosa discusión que se ha suscitado sobre valori-
zación del papel moneda de Buenos Aires, ha traído, ea
medio del desorden de las recriminaciones ociosas ó male-
volentes, la ventaja de despertar la atención pública sobre
los defectos de todo nuestro sistema de bancos; y es posi-
ble, ó al menos de esperar es, que descartando todo argu-
mento inútil ó extraño ai asunto, se pongan en claro los
-errores prevalentes en la opinión pública.
Es un principio fundamental del gobierno de una nación.
Tomo xu.-a
114 OBRAS DB SARMIINTO
que él sólo puede acuñar moneda, y el papel de crédito
es una de sus formas.
¿Estamos nosotros en el terreno legal de todas las
naciones modernas?
Parece que todos están de acuerdo en que no puede
existir un banco sujeto á otras leyes, que las que aseguran
su propio giro; lo que demuestra que todos convienen
ahora, en que la existente legislación peca contra la exis-
tencia misma de los Bancos. No habrá, pues, banco del
Estado. Quiérese ademas, que no tengan privilegios, lo que
lo reduce á la condición de todos los bancos.
Disimúlase en cuanto es posible, y con una persistencia
que frisa en complicidad, que el Banco ha sido mal
administrado, puesto que tiene en jestion una enorme
suma de dinero, mal colocado, por falta de suficiente
garantía.
Todos convienen en que no ha habido malversación; pero
nadie quiere convenir en que hay un vicio en la organi-
zación misma de la institución.
Cuál seria el remedio, para un mal que amenaza des-
truir el papel, quitándole su valor? No encontramos otro»
que una ley nacional sobre bancos, que haga entrar todos
los nuestros en las condiciones de los bancos de todas las
demás naciones, haciendo desaparecer las anomalías, los
privilegios, que tan caramente estamos pagando.
Como los desastres que ha traído el mal manejo del
banco que se trata de reformar, vienen de los errores de
la legislación, y la práctica es hija de esa misma legislación,
no vemos porque tendrían tanto empeño, los que tanto
erraron, en continuar con aljjunos de los errores, siendo el
primero de todos, tener un banco legislado por una parte
de la nación, con papel de crédito, cuyo valor, sin embar-
go, afecta la fortuna de todos los que habitan el país,
nacionales ó extranjeros. ¿Es excelente este sistema?
Gontinuémoslo; pero á mas de los millones perdidos, resiga
némonos á los que en adelante se perderán, continuando
con las mismas anomalías. Hay quien propone incorporar
el Banco Nacional en el de la Provincia. Creemos que
esta idea es fecunda. Sin cambiar la esencia de la cosa,
basta borrar una palabra y todo está andado. O banco
particular, particularísimo, sin privilegios ni legislación
PKOaRKSOS OBMBI
e3i)eciul, ó banco general, para tod
luijo por quien tiene faculudde la|
Cuestión de palabras, desde que
A una Legislatura Provincial la ta
bancos.
Si una experiencia fructuosa aboi
reglas, podría en favor del éxito, c
con cincuenta millotiesde fuertes c
gracia en persistir, en materia qui
tado, como es el apartarse de las
del crédito y la emisión de billetes
La Constitución Nacional no lo p
que es atribución de ta Soberanía, ]
facultad, emitiendo los diez millón
su sello, y que con él circulan eo ti
Propónese ahora que dicte ley<
Provincial, sobre la dirección del
DO puede perturbar su marcha.
Se pide, sin embargo, lo imposib
lio puede legislar para futuras legi
revocables. Ha de buscarse base i
encontrarán sino haciendo entrai
bancos bajo el fuero común, por ui
que determine las condiciones en qi
Nada tenemos que inventar k est
se necesita ingenio, y no lo hemos t
es para legislar sobre un banco an
lio tiene en el mundo uno que se I
Nada se intentará, estamos segur
tiempo. Nuevos ensayos traerán n
ha de llegar la época de que esos
hagan abandonar la idea de auici
ante la evidencia de persistir en un
el mejor medio circulante no es lo
que se cambian no son locales, el r
se ha de hallar en lo futuro, en deslc
sentativos de los valores, sean estos
El caso ocurrido con los billetes á
gobierno en la necesidad de ñjar p
considerandos y ya es un gran paso
y una usurpación de facultades.
116
OBRAS DE 8A.R1IIBMT0
LA EXPOSICIÓN DE PARÍS
( El Nacional. Diciembre U de <S78. )
Al abandonarla á la corriente de los acontecimientos,
que pasan arrastrados por el tiempo, para entrar en la
mar de la historia común de nuestro siglo, queremos con-
sagrar una palabra de adiós cordial 4 la parte honorable
que ha cabido á la República Argentina.
Debemos al corresponsal en París, del Courriet- de la
Plata, la siguiente apreciación : ....
«Debo decir sinceramente y sin lisonja, la impresión
que ha producido la exposición de la República Argentina,
sobre el pueblo francés y los visitantes en general. Incon-
testablemente, entre todas las Repúblicas del Sud y del
Centro, tiene el primer premio la República Argentina,
mostrando que lo merecía. Mostróse la mas completa,
tocando á todos los ramos de la industria y exhibiendo
uroductos variados, á diversos títulos notables...»
Si la exposición de la República Argentina ha llamado
particularmente la atención, ha sido debido en gran parte
al que la ha organizado, D. Rufino Várela, el Comisario
General nombrado por el Gobierno Nacional.» etc.
Antes de ahora, y á vuelo de pájaro, habíamos, compa-
rando cifras de número de premios y de poblaciones
respectivas, entre las Repúblicas Americanas de común
origen, apreciado el mayor desarrollo intelectual é indus-
trial que estas cifras revelaban.
La Exposición, sin embargo, no puede apreciar el camino
que han seguido las ideas, para llegar á resultados tangi-
bles y transportables de un lugar á otro.
Ha podido, por ejemplo, el Jurado, acordar al Sr. Chas
una medalla de oro por las lanas que ha presentado,
productos de su industria; pero no ha podido estimar el
esfuerío combinado de gran número de criadores, en una
larga serie de años, en Buenos Aires para introducir tipos
perfeccionados, tarea en que se mostraron mas constantes
mas entendidos ó inteligentes, que los criadores de Ausr
tralia ó Cabo de Buena Esperaza, anticipándose a los
Estados Unidos en la mejora de las lanas.
1
PROOatfibOS 6BNBRALB8 117
Han podido reconocer los productos fabriles en cueros
curtidos, hierro y madera, y premiarlos, no obstante que
concurrían, no con los otros Estados de América, sino
con las de otras naciones; pero no se ha podido llevar k
la Exposición la ciudad entera de Buenos Aires, renovada
en sus ediñcios en solo diez años, lo que ha requerido
el concurso de todas las artes industriales, y el de la
arquitectura de ornamentación, nriuy superior á la de la
generalidad de las ciudades europeas, si se exceptúan los
boulevards de París y otras construcciones modernas á
las que ha precedido un plan general de construcción.
¿Qué papel harían en la Exposición los cereales argen-
tinos? Y sin embargo, esos humildes productos, repre-
sentan un cambio completo en la aplicación del trabajo,
apenas sensible hace veinte años. Representan cien centros
activos de colonización, de trabajo, de industria, y la
realización de una serie de movimientos en las ideas
hispano americanas, desde la antigua población indígena
y la exclusión del extranjero en los dominios españoles,,
hasta la ruptura de todos los diques de raza, de religión»
de lenguas etc., etc.
La Exposición de París, en la parte argentina, pasando
por la de Filadelfia, lleva su filiación hasta la Exposición
de Córdoba, en que se tomó razón, por la primera vez,
de los productos de la industria argentina, llamándolos
á concurso y sacándolos de la obscuridad en que yacían»
Era el primer campo de instrucción á que convocaba al
espíritu público, mostrando que hay otros terrenos en
que combatir, con gloria, que los vergonzosos campos de
batalla, comunes á toda la raza latina en estas Américas.
La República Argentina, tiene, en medio de sus shortco-
mingst como dicen los ingleses, en medio de sus miserias,,
como decimos nosotros, que ningún progreso se ha pro-
ducido, que no haya sido preparado lentamente por el
estudio, las ideas derramadas, y ios ensayos malogrados
ó imperfectos.
Otros Estados americanos, pueden envanecerse de pro-
ducir cafó bajo los trópicos, hallar guaneras preparadas
de siglos por las aves acuáticas, ó ricos veneros de
plata en sus minas. La República Argentina lo ha creado
todo por las ideas, por el pensamiento, por la inmigración,.
118 OBRAS DB SARMIBKTO
que transforma su industria y sus campos, la refína de las
lanas, y aun el éxito de su Exposición en París, que venía
preparándose desde 1870,ensayandoí»x/)05¿cií)n^í, despertando
el interés público, y recorriendo las provincias para hacerlas
manifestarse, y mostrar al mundo lo que tiene en elemen-
tos de riqueza y lo que les falta.
Citaremos un hecho, apenas conocido, de esta asimila-
ción y de este trabajo lento, pero efectivo. La industria
de la caña de azúcar ha tomado en el Norte un f^ran
desarrollo, á causa de la prolongación del ferro-carril.
Pero era necesario estar al corriente de los progresos
que la maquinaria ha hecho en este ramo; y á ese punto
se dirigió desde luego, el espíritu industrial.
En la Exposición de París, se ha presentado y obtenido
premio el mas perfecto mecanismo, ó maqumismo de pro-
ducir azúcar en menor tiempo y con mas rinde; y ya
vienen en camino tres de ellos, para acelerar y perfec-
cionar la producción del azúcar. Uno de ellos viene para
Santiago del Estero!
Vése, pues, cuál es el efecto inmediato de las Exposi-
ciones, sin escluír á la de Córdoba, que prepara los ele-
mentos que han merecido lugar tan prominente á nuestra
industria, ni la inmigración, ni las colonias agrícolas, los
cien Chivilcoys prometidos, como programas sucesivos de
política.
Un producto argentino no ha sido aun bien apreciado
en la Exposición, y son y sus singulares^ maderas incorrup-
tibles, el quebracho colorado, el lapacho, etc., aunque se
hayan presentado como materia labrada.
Hay una necesidad, en Europa, de maderas incorruptibles
para durmientes de ferrocarriles. A Francia, se los pro-
porciona por millones actualmente el roble de España.
Puede el lapacho del Chaco suplirlo á precios iguales,
con duración indefinida, pues se encuentran aun trozos
de madera de esta esencia que los jesuítas enterraron
hace un siglo y vuelven á servir en construcciones moder-
nas. Ya empieza á ser conocido el quebracho en Europa,
y pedido para objetos especiales, pero no es conocido en
aquella aplicación, en que es único, como resistencia
secular á la destrucción, y podría ir á todos los Estados
Europeos á reemplazar las maderas ordinarias. La resis*
PROGRESOS GENERALES 1 19
tencia que opone al trabajo, su dureza férrea, sería ven-
cida por la maquinaria, y la circunstancia de ser impe-
netrables sus oosques, asegura que el vapor sería aplicado
al desmonte, con mas economía que la fuerza individual»
aplicado á los obrajes actuales en que se emplean dos mil
brazos, que pelean con los quebrachos, según la feliz es-
presión de los paisanos, saltando á la vez astillas y frag-
mentos del hacha.
El Sr. Capitán del Puerto Dr. D. G. de La Fuente
podría dar detalles interesantes sobre estos millones de
palos que están parados hace siglos, esperando el medio
de converui^^e eu oro, desde que satisfagan una necesidad
de la industria moderna.
DURA LEX, SED LEX
LOS IMPUESTOS
{Bl Nacional, Diciembre ai de 1878.)
Hemos guardado silencio sobre las leyes de impuestos,
que la Legislatura sancionó y promulgó el Ejecutivo, como
asi mismo sobre la legalidad de la manifestación contra
la ley.
No lo guardaremos, sin embargo, contra las doctrinas
falsas que terjiversandola historia, se emiten, para propa-
gar la subversión de toda idea de gobierno.
El miércoles 18 de 1878, La Nación encabezó sus columnas
con este epígrafe: «Buenos Aires libre» y una proclama á.
las Provincias, mostrándoles sin duda la libertad que usaba
ese día. {Ojalá que no sea un día histórico!
Pero ante las doctrinas se puede protestar también.
'La facultad de imponer, en las Cámaras, es absoluta, se
tiice; pero «los Estados Unidos resistieron al impuesto de
té, por que era inconstitucional.»
No existían Estados Unidos, ni siquiera colonias inglesas
unidas, cuando la colonia de Massachusets-Bay, resistió un
impuesto sobre el té, que había sancionado el Parlamento
>en Inglaterra.
Las colonias inglesas no estaban gobernadas por el Parla*
mentó, sino por el rey.
120 OBRAS DB flARfiflBNTO
Resistieron por el gran principio que no puede un legis-
lador dictar leyes para pueblos que no est&n representados
en la Legislatura que las dicta. Burke, en el Parlamenta
inglés, sostenía este primordial derecho del pueblo inglés.
En el mismo caso se halló el Estado de Rueños Aires,
con el Congreso del Paraná, que rechazó sus diputados por
que no habían sido electos según las leyes de elecciones
de la Confederación.
Buenos Aires, no representado hasta entonces en ese-
Congreso, no podía elegir sus diputados por leyes que no-
se habían promulgado en Buenos Aires« y emanadas de un
Congreso de que no formaba parte cuando se dictaron.
No resistieron, pues, leyes suyas, las colonias inglesas
de Norte-América antes de ser nación, sino las leyes, que
por primera vez, después de tres siglos» intentó imponerle
un Parlamento que gobernaba á la Inglaterra por medio
de sus Comunes, pero no á las colonias que no estaban
representadas en Parlamento.
Lo mismo, el Estado de Buenos Aires, que no había reco-
nocido ni Congreso, ni Presidente de un Estado diverso, no
derrocó en Pavón al Presidente Derqui, por ser gobierna
elector, como se ha dicho, sino para resistir á una violación
de los principios fundamentales de la legislación, que
requieren que el ciudadano que ha de obedecer la ley»
esté de derecho representado en el, cuerpo legislativo.
Después de aquella falsiñcacion de la histoiia y del
anacronismo que supone unos Estados Unidos que no
existían, resistiendo una ley inglesa por inconstitucionaU
antes de haberse dado una Constitución, se agrega que los
Estados Unidos, en nuestros dias^ se han hecho un deber de
patrioUsmOf de conciencia, en pagar los impuesto» mas altos
de que haya memoria en la historia de la humanidad.
Esta aserción peca del mismo vicio de la anterior.
En todos tiempos, los Estados Unidos y todas las naciones
de la tierra, libres ó despóticas, no por patriotismo ni con-
ciencia, pagan los impuestos; sino por que hay crimen
punible por las leyes en resistirlos; y traición, si la resis-
tencia se convierte en plan.
Los pueblos no obedecen por patriotismo, ni por concien-
eia^ sino por obligación y compulsión de la ley, con las
penas que ella ha impuesto.
4.U
PROGRESOS 6BNBRALB8 121
Los comerciantes no se abstienen de hacer contrabando,
es decir de no pagar altos impuestos, sino por temor de la
conñscacion de las mercaderías fraudulentamente intro-
ducidas.
Los legisladores d» una nación pueden por patriotismo
y conciencia imponer al pueblo las mas altas contribu-
ciones de que haya memoria, para pagar las enormes
deudas que pesan sobre ese mismo pueblo.
Asi es que ios Estados Unidos y no un Estado particu-
lar» han impuesto enormes derechos sobre el consumo de
Jos tabacos y de los alcoholes; estos, die9i veces mas de su
valor; asi es que se denuncian diariamente, y se mandan
destruir por las autoridades nacionales en todos los Esta-
dos, las destilerías clandestinas de whiskey^ y que se des-
cubren por centenares y millares, pues siendo tan enor-
mes los impuestos, se improvisan fortunas con no pagarlos.
El patriotismo no se usa para pagar^ aunque pueda ins-
pirar al Legislador para imponer. El pueblo obedece, pri-
mero porque es un crimen resistir á la ley, y son castigados
los infractores, y segundo, porque si el pueblo encuentra
altos los derechos, y no está. animado del sentimiento
del patriotismo que los dictó, ó porque la ley sea realmente
vejatoria, en la próxima renovación del cuerpo Legislativo
hará prevalecer, si es realmente la mayoría la que tal
pretende, las reformas requeridas, ó la derogación de
la ley.
Pero una ley no se reforma ni deroga, después de pro-
mulgada, el mismo año, en la misma sesión^ y por la misma
legislatura que la dictó.
Este es otro de los grandes principios fundamentales de
la legislación. No de los Estados Unidos, sino desde que
hay sistema representativo en la tierra.
Tiene por objeto, precisamente, evitar conmociones, agru-
pamientos, que impongan miedo al Legislador. Quiérese
que haya en un año siquiera el tiempo de pensar, de ver
los resultados de una ley, para corregir los defectos ó para
mostrar sus ventajas, y hacer prevalecer el patriotismo del
legislador contra el egoísmo del que no quiere contribuir á
soportar las cargas del Estado.
No son los Estados Unidos los que inventaron el axioma:
Dura lex, sed lex, que quiere decir que no hay derecho á
122 OBKAd DB SAKUIKNTO
•desobedecer la ley, á resistirla, á protestar contra ella, des-
pués de promulgada.
Pero en estas falsiñcaciones históricas, haciendo á, Der-
qui Presidente de la Confederación sin Buenos Aires, de-
rrocad© por el Estado de Buenos Aires, porque era Presi-
dente elector, all¿ en su Conferacion, & qué anticipar la
Constitución de los Estados Unidos y la existencia de los
Estados Unidos mismos, de casi veinte años, para achacar-
les una desobediencia á las leyes de impuestos, cuyo monto
ofrecían pagar, desde que sus propias legislaturas se los
impusieren?
Esta singular teoría de que si en nuestros días los Esta-
dos Unidos pagan los mas altos impuestos sobre el tabaco
y el aguardiente, es por puro patriotismo y deber de con-
ciencia, y no porque estén forzados á, cumplir las leyes aun
los que venden tabaco y fabrican aguardiente, toda esta
corrupción de ideas, toda esta corrupción del sentimiento
público viene de un pecado que tales propagadores^
tienen, y es la revuelta de Setiembre que necesitan justifi-
car, falseando la historia, buscando hechos que la justifi-
quen, engañando al pueblo y pervirtiéndolo^ enseñándole!
no obedecerlas leyes de los altos impuestos, como las acatan
los Estados Unidos, y vergüenza da decirlo, todas las nacio-
nes de la tierra.
La"^ resistencia de los Estados Unidos al inconstitucional
impuesto del té, trajeron la Independencia de los Estados
Unidos, como se intentó én la Verdel Hé aquí el gran
secreto!
Ahora vamos ya no solo Sl violar la ley, sino á hacer que
las Cámaras y el Ejecutivo, violen el gran principio de que
no pueden reformarse ni derogarse leyes en el año, en la
misma sesión y por la misma Legislatura que las dictó.
Puede ser que el día 27 de este mes, con la resistencia á.
la ley de impuestos sobre el tabaco, como en Boston sobre
el té, «surja un movimiento revolucionario, que independice
ü los Estados Unidos de América!»
Pero será el castigo merecido de los que asi preparan la
completa desorganización de la sociedad, de la República
y de las formas de gobierno.
PROGRESOS GENERALES 123
REGLAMENTACIÓN DE LA LEY DE IMPUESTOS
{El Nacional, Diciembre t7 de i878).
El decreto del Gobierno reglamentando la ley de im-
puestoSy ha dejado al parecer satisfechos á. los que se pre-
tendian directamente interesados, pues aleja la fiscalización
que necesariamente traía aparejada su ejecución.
La manera, sin embargo, de producirse el decreto, refi-
riéndose á la petición de los importadores y vendedores
al menudeo, le quita mucho de la altura en que deben
colocarse los actos oficiales.
Las peticiones no traen aparejado proveído ni debe men-
társelas, como origen de actos públicos. Se desechan sin
proveer no ha lugar, con solo no tenerlas en cuenta; se
atienden como exposición de razones que hacen fuerza en
el ánimo del legislador, para obrar teniéndolas presentes;
pero no se las cita como anteceder^te, pues que no consti-
tuyen un acto legal, aunque permitido, como no se dan á.
la ley las razones que la aconseja.
Del olvido de estas reglas ha resultado gue se crean
algunos con derechcf, á. quejarse de que el Gobierno, al
tirar el decreto, no se ajustó á. una especie de convenio ó
tratado que suponen celebrado con los directores de la pe-
tición y promotores de la manifestación; y aun cuando no
sea mas que una suposición, el publicar como documento
oficial las propuestas de arreglo hechas por ios peticiona-
rios, los hace aparecer á éstos como representantes de al-
gún interés social, ante las autoridades constituidas, lo que
introduce un elemento extraño k todo sistema de gobierno.
Los gremios de introductores, y demás, «representantes
por los que suscriben,^ es una falsa aplicación del dere-
cho de hacer peticiones. Las pueden hacer por ellos mis-
mos los que las suscriben; pero no en representación de
otros; pues esa representación los constituiría un poder eti
la sociedad. Lo mismo es una firma que ciento, ó que mil,
para suscribir peticiones si son respetuosas, pidiendo una
gracia, y sobre asunto que las leyes permitan, sin tal re-
presentación y sin la pretensión de asumirla.
La Legislatura ó el Gobernador, han podido oir sud razo-
124 0BHA8 UK SAKMliIMTO
nes, tenerlas en cuenta, ó desatenderlas, sin admitir que
están representando k nadie, sino exponiendo ciertas ra-
zones de conveniencia pública al parecer, ó de un interés
particular cualquiera.
La manifestación que precedió, participaba de un carác-
ter muy objecionable, en cuanto era contra una ley pro-
mulgada. Dijose que ascendían á diez ó quince mil los
manifestantes. Sin embargo^ los vendedores y revendedores
de alcohol y tabaco y creemos que todos los que tienen
despacho abierto, no pasan* de tres ó cuatro mil ^en la
ciudad.
Hemos visto en Nueva York desfilar una petición de car-
niceros, que formaban de cuatro en cuatro; llevaban todos
manguillos blancos en los brazos, sobre la ropa de paño»
señal de su profesión, sin que se les juntasen muchedum-
bres de gentes que no fuesen los de aquel oficio.
Los almaceneros, pulperos y demás gentes, cualquiera
que sea su nacionalidad, que ejercen una industria con casa
y capital, son los sostenedores mas decididos del orden en
las grandes ciudades, por que su interés está ligado al de
la sociedad misma. Sin embargo, aglomeraciones de gen-
tes como la que vimos pasear por las calles, llamándose
todos coníerciantes por mayor y meAor de tabaco y aguar-
diente, encierran peligros y alarmas para lo futuro, que
deban evitarse desde ahora, poniendo orden en tales actos;
para no establecer antecedentes, reuniéndose gente sin
vocación, á las personas de una vocación determinada.
Sin dar otra importancia á un acto que ha sido producido,
fomentado, y casi solo inspirado por nuestros diarios políti-
cos, acaso provocado por los inconvenientes prácticos de la
ejecución de la ley, observaremos que el decreto que se
presenta cómo consecuencia de una representación de
personas que no pueden ser representadas (la Legislatura
y el Gobierno las representan), huyendo de Scyla cae en
Garibdis. Tal como viene, toma la forma de un impuesto
provincial á la importación que es nacional, pues pueden
sumarse el de aduana y el provincial sobre el mismo ar-
tículo« estableciendo diferencias á veces, recargando lo que
antes no estaba impuesto, y requiriendo procedimientos
nacionales para la ejecución del reglamento.
£stamos habituados á mirar la Nacion,~como se dice, cual
PK0aRB«08 GBNBRAXBS 125
'COsa que no nos toca de cerca; y al leer el decreto regla-*
mentarlo, parece que no se ha tenido presente que ya
pagan derechos esos artículos, y que el gravarlos directa-
mente á su entrada en plaza, puede afectar seriamente la
importación, con disminución de las rentas nacionales, cuyo
déñcit será necesaria llenar con otros impuestos que paga»
rá el mismo consumidor de tabacos y de alcoholes, lo que
cambia el nombre, pero no la esencia de las cosas.
LA MEHIORIA DEL SENOR HIINISTRO DE HICIENDA
(El Nacional, Febrero i7 de 1879.>
Ocupa este notable documento, dos pajinas de La Repúr
blica; y como se anuncia que ha de repartirse luego en
folleto, no sabemos si aun nos sea posible darle cabida
en nuestras columnas.
El tono que domina en trabajo tan extenso, es el que
corresponde á un alto funcionario público y á la gravedad
del asunto, y nos hacemos un deber de felicitar al señor
Ministro por su tacto y sus ideas.
Tanto se ha escrito sobre valorización del papel, tanto
sobre deudores al Banco ó de créditos del Banco, que
será de grande utilidad un cuadro completo de las diver-
sas cuestiones que están entrelazadas con aquellas, la
moneda nacional, el papel, los billetes metálicos, el Banco
Provincial, las autoridades, el oro y la plata.
Sucede en las cuestiones de crédito que nos embarazan,
que mezclándose á ellas cuestiones de otro órden^ diñ*-
cultan estas la solución de aquellas.
La cuestión de vida ó muerte se reduce entonces, para
el público, á saber 8i son galgos ó son podencos ; pero galgos
ó podencos, los que una ú otra cosa sostienen, sienten
que el agua les llega á la boca, y que un minuto perdido
puede consumar la *ruina de todos, nación, provincia^
Banco, crédito, comercio y fortunas particulares; y como
la propiedad particular responde y paga conjuntamente
los errores del Gobierno nacional, del provincial ó del
Banco, no ha de decirse que es mejor arruinarse provín*
cialmente, que nacionalmente, pues tanto quita la una
^ausa como la otra.
126 OBRAII DK 8ARMIBMT0
' Toda persona que toma un billete de papel en sus ma-
nos, es el pagador de su descrédito, venga de la causa
y del origen que viniere. El interés de todos, diremos
mejor el interés de cada uno, está pues en buscar y ayu-
dar á encontrar la resolución armónica de las dificultades,
de manera que el papel se salve de la depreciación y el
crédito se restablezca.
No entraremos por ahora k examinar el vasto plan que
el señor Ministro propone para conjurar la tempestad^ sin
precipitar resoluciones de circunstancias, que nada resuel-
ven sin embargo. Hablando de las deudas de los Gobier-
nos, á quienes ocurre primero estrechar, acaso por creerlos
mejor parados que sus otros deudores, el señor Ministro
observa con razón que :
a Sus deudas han quedado bien inscritas en el Banco^
sus responsabilidades son conocidas, descansan en el
pueblo mismo, que es de donde surjen esos Gobiernos, y
aún cuando no pagaran, aun cuando dejaran por años el
papel : los recursos con él levantados se habrían invertido
I>or el pueblo y para el pueblo mismo.
«¿Están los deudores particulares en ese caso? Segu-
ramente nó, y no necesito detenerme á consignar las
razones de esta afirmación.
«Pues bien; desde que no hay paridad de condiciones en
los deudores, puede afirmarse con exactitud que si el retar-
do en el pago de las deudas influye en la depreciación del
papel, esa influencia ha de ser mas intensa, mas pondera-
ble, por parte de los deudores de peores condiciones de
solvencia y seguridad. Los. Bancos y los acreedores en
general por deudas á término, pierden ó no con sus deu-
dores particulares, pero nunca con los Gobiernos y mucho
menos aquí, desde que podría demostrar con datos apro-
ximados, que todo el capital del Banco escederá en muy
poco á las sumas y beneficios que ha recibido del Gobierna
Nacional solamente.
Si se trata del negociado de los diez millones, con
garantía de la Nación exclusivamente, y que ha motivado
reclamaciones á causa de retardos inevitables en las
cuotas de amortización, bástale observar que:
«No pagarla la Nación el 4 %, por autorizar una emisión^
garantizando su conversión, y con garantía extensiva hasta
PROGRESOS GENERALES 127
22.000.000 de pesos fuertes, sino que se le pagana á ella una
prima, impuesto ó lo que quiera llamarse, por haber auto-
rizado la circulación, como sucede actualmente en Chile,
como lo hace el Banco de Inglaterra, según lo refiere Je-
veons, aludiendo á las garantías de la emisión, de confor-
midad con lo establecido en el acta de 1844, en estos tér-
minos.»
Y sin hacer cuestión de la amortización de su propia
emisión, hecha por la Nación en billetes del Banco de la
Provincia, previene al Gobierno; «que V. E. debe ordenar la
inmediata destrucción de los 63.310.000 pesos de papel mo-
neda que quedaron en la circulación desde 1865, según lo
acredita el libro del señor Garrigós, oficialmente publicado
por el Banco, página 250, procedentes de los 160.000.000
emitnios en los años 59 y 60.
«Esa destrucción ha de hacerse sin otra requisición que
la orden del Gobierno Nacional, cumpliendo asi lo conve-
nido con este, y en virtud de lo cual entregó los pesos fuertes
5.000.000 en fondos públicos del 6 % de renta, á razón de
75%. Esa medida está también ordenada por la ley pro-
vincial de 27 de Octubre de 1864; y con ella se restringirá
convenientemente la circulación.»
Y como se trata de acudir á las causas que producen las
dificultades y embarazos presentes aconseja que «deben
restringirse los préstamos llamados habilitaciones; que no son
propias y menos convenientes para un banco colocado en
la situación de este, sino para casas secundarias tomando
formales medidas para que no se eludan los plazos de las
obligaciones pendientes, como se me asegura que sucede
con alguna frecuencia. Para esto bastarla con seguir aten-
tamente el curso de las operaciones de los deudores, y
alzar la amortización cuando hubiere fundada sospecha de
que se ha tomado al mismo Banco un nuevo préstamo para
amortizar otro anterior y mayor, disminuyendo por ese
medio el monto de la amortización primitiva.»
«Que el Banco, si es comercial como lo entiendo, no
puede anticipar ni prestar sobre bienes raices; ni debe con-
servar bienes de esa clase, por mayor término de seis meses
ó un año, por ahora, en atención á las circunstancias, sino
aquellos que sean estrictamente necesarios para su desem-
128 0BRA.8 DE SARMIENTO
peño, por ser ello contrario á la Índole de su giro y á sus
propias conveniencias.
«Que el Banco no puede seguir sosteniendo las operacio-
nes y deudas del Banco Hipotecario, sin comprometer
seriamente sus intereses y conspirar contra su propio cré-
dito y el de sus notas. Es regla que cada institución debe
bastarse á si misma y mantener su propio créditoj»
Una sola idea campea en todo el extenso escrito, y es
que tenemos, por la mas extraña de las aberraciones que
se producen sin la voluntad de los hombres, al comercio
vastísimo de un país que ocupa solo el segundo lugar ea
la clasificación de las naciones comerciales del mundo^
que no acuña moneda de oro ni de plata para sus tran-
sacciones, sirviéndose para ello de un papel que no tiene
curso sino en una provincia, de plata de las naciones
vecinas en el resto de la República, que alimenta el mer-
cado : pero que no corre en el centro comercial, teniendo
últimamente que comprar oro ó plata para saldar sus
cuentas, en Europa y Estados Unidos.
Cuando tales monstruosidades se ponen de manifiesto ;
cuando coexisteutes con ellas se vé la depreciación de
papeles de limitada circulación á limitados lugares, y no
se encuentra ó siente la relación inmediata entre causas
y efectos, es preciso no hablar tanto de economía política
en los diarios, ni andar á casa de deudores, para tapar
algún agujero del edificio que se desploma por todas
partes.
La discusión en este caso, la hiterposicion de autorida-
des y los reclamos, no tienen mas efectos para el pueblo,
que las infinitas articulaciones promovidas por herederos»
que sin encontrar satisfacción en diez años, acaban cou
la herencia disputada.
Con buena voluntad pues, y sin espíritu de escuela,
partido ó secta, porque á nada sirve, ha de afrontarse la
cuestión en su conjunto, entrando en* ella empréstitos,
deudas. Banco, papel moneda, notas metá.licas y acuñación
de moneda, porque todas aquellas son meras fórmulas de
una sola cosa, el medio circulante, que ha de ser tal que
en toda la extensión de la República tenga el mismo
-valor y por simple cambio de sello, pero no de valor in-
PROGRBSOS GENERALES 1129
trinseco, se ajuste al valor de las mercaderías estrangeras
en su propia moneda.
Si alguna institución, si alguna práctica, uso, ó derecho
daña ó impide llegar á este supremo objeto, ha de desa-
parecer, so pena de sacrificar el interés común nacio-
nal y provincial, el comercio extrangero y la fortuna par-
ticular, á. lo que los ingleses llaman tecniealiiies^ ó conven-
donaUdades.
EL TRIBUNAL ARBITRAL
( El Nacional, Marzo i3 de 1879. )
Vemos generalmente aceptada la idea concebida por al-
gunos abogados de nota, de constituir un tribunal á
donde las partes puedan prometerse hallar justicia, con
gastos razonables, menos formalidades, y sobre todo con
ahorro de tiempo, que es el mayor de los inconvenientes
que presenta la administración de justicia.
No es tanto que el público dude de la integridad y
saber de los Jueces Ordinarios, pues los remedios legales,
suplirán á estas deficiencias, que no son sensibles en
los juzgados inferiores. De lo que todos se quejan, es
de la lentitud de los procedimientos, ocurriendo caso en
que el asunto está en estado de sentencia, por años,
y el juez no lo llama, ni las partes pueden reclamar
por escritos que se les despache.
El público recibirá sin duda con satisfacción la nueva
institución oficiosa, que ofrece salvar aquellas remoras
y gastos, por medio del arbitraje, en los casos de tes-
tamentarias, arreglos de cuentas, etc., que las partes
convengan en someter á su decisión.
Tan bien reputados están en el foro los abogados
que han formado el proyecto y constituyen el tribunal,
que solo con ciertas reservas aventuraríamos algunas
observaciones, mas bien como indicaciones y anteceden-
tes, que como verdaderas objeciones.
Desde luego, el éxito del ensayo estaría casi asegu-
rado, por la calidad y fama de entendidos de que gozan
los miembros que componen dicho tribunal. En los
Tomo xu.— 9
130 OBRAJf l>K SAKMIBNTO
juicios arbitrales, las partes que á. ellos se someten nece-
sitan en cambio de los recursos legales á que renuncian,
una implícita confianza en la capacidad y probidad del
Juez, á cuya decisión someten sus mas caros intereses
Creemos que una reunión de abogados, tales como los
que ofrecen sus servicios, llenarán en la generalidad de
los casos las aspiraciones de las partes. ¿Podrá espe-
rarse que en todos? Podrán recusarse miembros, según
las antipatías con fundamento ó sin él, de los unos y de
los otros? Y dado el fallo arbitral é inapelable, basta
donde puede el tribunal de oficio imponer á las autori-
dades legales el deber de hacerlo ejecutar?
Esto ^no puede conseguirse, sino es por la previa es-
critura de compromiso en que las partes se obligan á
estar al laudo pronunciado, con renuncia expresa de
los recursos legales y de tal ó cual ley que pudiera
favorecerle. Entonces la justicia ordinaria hace cumplir
no la sentencia arbitral por ser sentencia, sino por ser
el cumplimiento de un contrato.
Hace muchos años que en Chile está en pi^ctica, sobre
todo en testamentarias, someterlas á un solo Juez com-
promisario, bajo aquellas condiciones y por determinado
tiempo, precediéndose en todo como lo proponen los del
Tribunal arbitral. El procedimiento, como se vé, es
mas sencillo y mas adaptable á los casos particulares,
por ser las partes interesadas las que nombran el Juez,
de común acuerdo; y para obtenerlo se fijan siempre en
abogados de nota, por su saber y probidad, en los ma-
gistrados mismos de las Cortes, desde que renuncian á
todo recurso ordinario, no siendo raros los casos en que
Ministros y aun el Presidente pueden ser solicitados k
desempeñar funciones para las que no están impedidos
por los cargos públicos, aprovechándose las partes de la
autoridad moral de que como abogados y jurisconsultos
están investidos.
El Tribunal arbitral que proponen realizar los abogados
que lo componen, trata de dar mas generalidad al uso
de someter á arbitros los asuntos que, como la división
de bienes en testamentarias y concursos, requiere la pro-
tección de un previo compromiso, que contenga las rail
pretensiones particulares que hacen perder tiempo, y con
PKOGRBSOS GENERALES 131
el tiempo y las diligencias el caudal que iba á divi-
dirse.
Tan grave es este mal, que consultado al efecto el Dr.
Carreras tan experimentado y antiguo juez, solía decir
que el juicio ordinario de testamentarias concluía siempre,
sin concluirse, en la ruina y desaparición de los bienes
testamentarios.
Deseamos pues, que el éxito corone el ensayo de un tri-
bunal arbitral, tanto mas cuanto qué los nombres de los
abogados son ya una garantía dada de acierto en los
juicios. Celebraríamos mas que el uso de este género de
juicios se haga, con este motivo, frecuente y acreditado,
pues han de ocurrir por centenares los casos, y entonces,
si asi lo prefieren las partes interesadas, acudirán como
auxiliares á jueces compromisarios creados ad Aoc, por
obligación mutuamente impuesta, aprovechándose asi
todas las reputaciones de saber é integridad con que
cuenta el foro argentino.
INMIGRACIÓN Y COLONIAS
iBl Nacional, Abril 9 de 1879.)
No todo lo dicen las cifras, si no viene el comentario á
poner de relieve su importancia.
Se han publicado datos sobre las colonias de Santa Fe, y
deseáramos tenerlos iguales sobre las que están esparcidas
en Entre Ríos, Buenos Aires, Córdoba y territorios na-
cionales
Las llamadas colonias son simplemente centros de po-
blación agrícola, organizados bajo un nuevo plan, es decir,
el plan de todo el mundo civilizado, que es una casa con
un campo de labor y una familia de labradores, y donde
aquel termina, otra casa con otra familia y el campo que
cultiva para su sustento y bienestar.
Nuestro sistema antiguo es distinto.
Una casa con una ó dos leguas de terreno inculto, donde
pacen vacas, y otra casa con tres leguas de país, donde
pacen ovejas, vacas y caballos.
En Santa Fe hay, pues, treinta y ocho núcleos de pobla-
ción del género que indicamos al principio, y que se van
132 OBKAS DK 8AKM1KMTO
extendiendo progresivamente, á medida que cultivan mayor
terreno* Un villorrio, un caserío se necesita siempre para
residencia del juez de paz, del cura cuando ya tienen iglesia^
la escuela que no ha de faltarles nunca, tiendas, herrerías
y otros establecimientos para satisfacer necesidades co-
munes.
El boletín mensual del Departamento de Agricultura^
compara la extensión de terreno cultivado en aquellas
colonias, que era de 61,800 cuadras cuadradas en 1876,
mientras que en 1878^ es de 78,344 cuadras. El aumento es
de solo 16,444 cuadras.
Es algo este aumento, pero debiera ser mucho mas. No
pediremos sin duda á la estadística agrícola nuestra, la
manera de computarlos progresos que tienen los norte-
americanos, que dicen por ejemplo: este año se ha labrado
un territorio igual á la Bélgica y la Holanda juntas; pero
en país abierto á la agricultura, sin los bosques seculares
que cubren por lo general el suelo norte-americano y cuyo
desmonte en pequeñísimas porciones el primer año agota ó
consume las fuerzas del pobre colono, debiéramos prome-
ternos que la ocupación y labranza de nuevas producciones
de terreno anduviese mas rápidamente que ocho rail cua-
dras al año, que al ñn son solo cinco leguas cuadradas, ó
el equivalente de una estancia de cria de ganado que fuese
sometida á cultura. ] Cuántos brazos se necesitarían por
legua? Sin duda que para sembrar trigo no se necesitan
millares.
El crecimiento de las ciudades no está sujeto á reglas.
Chicago dobló su población cada cuatro años. Otro tanto
puede decirse de la agricultura extensiva, donde el terreno
es barato y no está cubierto de bosques que retarde las la-
bores. Propietario hubo en Chile que enterraba cuatro mil
fanegas de trigo, con ochocientas yuntas de bueyes, y por
tanto con mil trabajadores. De 1872 á 1878 la población
ha doblado solamente.
I Porqué no doblarían en un año la población y la extensión
de tierra labrada en las colonias de Santa Fe!
Esto depende solo de lo remunerativo del trabajo, y
creemos que las malas cosechas pasadas, que han dado
sin embargo para vivir á todos, y para enriquecerse á
PROGRESOS QBNBRALES 133
algunos han debido ser la remora que detiene la pro-
gresión.
La falta de caminos que den fácil y barata salida á los
productos, debe haber contribuido á este retardo.
Se asegura que ya está organizada la compañía que es-
tablecerá el ferrocarril de las colonias á Santa Fe; y como
en país tan llano pocas obras de arte se necesitan, y los
atravesaños de quebracho están en el Chaco, y los rieles
baratísimos en Inglaterra, puede, punto menos que para la
próxima cosecha, estar hilvanado y cosido un ferrocarril
de trocha angosta y entonces emprenderse el cultivo de
otras pobres ochenta leguas de terreno, del terreno mismo
ocupado por aquellas colonias pero no cultivado.
Mas notable nos parece la composición de las colonias,
en cuanto á sus habitantes.
Hay 8364 argentinos en un número total de 24,239 habi-
tantes, lo que constituye una tercera parte. En otras colo-
nias es mayor el número de argentinos. En la ciudad de
Buenos Aires están en igual proporción. Los argentinos
establecidos en las colonias, á mas de conservar el carácter
y lengua nacional de aquellos centros de población, en-
tran por el ejemplo y la propia práctica en el régimen de
labores á industria, que van labrando la riqueza de los
colonos.
Es curioro observar que en los Estados Unidos sucede
á este respecto precisamente lo contrario. Irlandeses, in-
gleses, suecos y alemanes, que acuden á cultivar el suelo,
tienen que abandonar sus viejas prácticas, y adoptar las
mas avanzadas norte-americanas, con sus arados perfec-
cionados, máquinas de segar, trillar, etc.
En nuestras colonias, si bien la masa de italianos, espa-
ñoles, franceses, etc., no es mas adelantada que aquellos
irlandeses y alemanes, en prácticas agrícolas, en cambio
con el espíritu de progreso que anima á todos los colonos
buscan los medios y los procederes de producir mas barato,
lo que hace que las mejores máquinas y arados estén ge-
neralizados allí.
Otro rasgo distintivo del nuevo régimen colonial, y que
promete un gran desenvolvimiento en el producto de la
ganadería, como auxiliar y parte integrante de la agri-
cultura.
134 OBIIAS DK ifAKMlBNTO
Aquellos veinte y cuatro mil habitantes, á juzgar por el
número de casas que habitan, se reducirían á cuatro mil
familias, las cuales poseen entre si mas de cien mil cabezas
de ganado vacuno, que hacen vivir con los desperdicios y
productos de la agricultura. De estos animales hay veinte
y seis mil bueyes, que como se sabe cuentan por el doble
del valor del ganado común, y quince mil vacas lecheras,
que no estamos seguros poseía ahora veinte años la Pro-
vincia entera de Buenos Aires, puesto que no se producía
mantequilla sino en ínñmas cantidades, y que aun hoy
para proveer de leche á la capital le sirven la mitad de agua
por no alcanzar la leche para tantos.
Esta innovación, que felizmente van introduciendo las
colonias, cambiará dentro de poco la industria ganadera.
Qué es lo que produce un novillo?
Muriendo, el cuero es de bastante valor: la carne si está
á buen precio, el descolorido tasajo, y carne y gordura, si
la estaciones favorable.
Las vacas lecheras viviendo, es decir conservando ese
capital, producen al año otro tanto de aquel valor, y por
tanto doblan el valor venal. Como se ve por el cómputo
de las familias, corresponde á cada una casi tres vacas
lo que da lugar á producir injentés cantidades de man-
tequilla que ya se introduce en el mercado de Buenos
Aires, donde abunda. Esta cultura diremos asi, del ganado
vacuno, acabará por hacerlo si bien menos numeroso,
mas productivo, requiriendo mayor número de brazos,
lo que importa dar ocupación, alimento, hogar y medios
de adquirir á mayor número de gentes, lo que constituye
la población de un país.
No nos sorprende que las ovejas que poseen las colonias
no alcancen á cincuenta mil; pues se comprende que su
cria debe tener solo por objeto proveer á la alimeñtacioo;
pero encontramos reducido el número de cerdos, que no
pasa de trece mil en todas las colonias.
La cria de cerdos suple con venfaja en los países
agricultores á la cria de ganado mayor, reduciendo los
granos averiados, el maíz cuando está exesivamente
barato, y cultivando zapallos y aprovechando el afrecho,
la carne, manteca y jamones, lo que equivale al cuero de
los novillos.
PROGRESOS GENERALES 135
La manteca de puerco de los Estados Unidos, hace
concurrencia ruinosa á la grasa de Buenos Aires en el
^mercado de Inglaterra; y de cuan prodijiosa cantidad de
cerdos crian los Estados Unidos, puede calcularse no
solo por los colosales establecimientos de Cincinati y
Chicago, para beneficiarlos por millones, sino de la célebre
frase del Presidente Grant, que alguna vez aseguró que
si marcharan por cuatro de frente los cerdos sobre el
Océano, ó debajo de él, iría entrando á Inglaterra la
cabeza de la columna, mientras la retaguardia no habría
todavía acabado de salir de los Estados Unidos.
Aquellos cerdos son, en fin de cuenta, maíz, convertido
en carne, y una máquina que deben tener pronta los
agricultores, cuando especulan y siembran en grande,
para transformar sus productos agrícolas en ganado,
desde que no haga cuenta venderlos en su primera
forma.
Terminaremos estas observaciones, copiando una espi-
ritual observación que hace El Colono del Oeste, que es como
se sabe El Times ó El Nacional de aquellas civilizadas comar-
cas, sobre la guerra entre Chile y Bolivia,
«Por los últimos diarios recibidos, sabemos, dice, que la
República de Bolivia, invocando el derecho de gentes^ desco-
nocido por Chile, al invadir el territorio boliviano expulsa á
los chilenos residentes en Bolivia; y Chile invocando el
derecho de gentes^ desconocido por Bolivia al tomar tan injus-
tificable resolución, declara la guerra á Bolivia.»
«¡Qué derecho de gentes han invocado, y que de gentes
tan sin derecho!»
Sugiriéramos á los colonos, si tuvieran mas abundancia
de cerdos, la observación del General Grant al comunicarle
por telégrafo el rompimiento de hostilidades entre la Fran-
cia y la Alemania. ¡Subirá de precio nuestra carne de
puerco!
Acompañamos si al rústico ó rural periódico en su pena
de que un Domingo se hayan gastado en la Esperanza,
con 2.624 habitantes, 720 pesos bolivianos según dice cons-
tarle, en circo, baile y rifa, sin economizar siquiera la mitad
para cimientos de un hospital!])
La observación es oportuna, y la necesidad de un hospi-
taU urgente.
136 OBRAS DB SAKMIBNTO
NUESTROS TRieOS
{Bl líadonal. Abril Vi de 1879.)
Tal es el epígrafe de un excelente articulo del modesto
Colono del Oeste, que en medio de las desagradables contien-
das de la política militante y apasionada, abrimos con
gusto, diciéndonos: E9to mdíará d aqtieUOi la agricultura, el
trabajo, el nuevo espíritu que suscita y se difundirá por
todo el pafs. No es posible que por largo tiempo subsista
en un mismo país y aun en una misma provincia el
orden, la industria, el trabajo, á manchones como islas afor-
tunadas en medio de un mar agitado, ó como Oasis de
verdura y de trabajo, en medio de un desierto en que
remolinean los tuaregs ó los árabes siempre á caballo.
Mientras nosotros debatimos todo lo que puede irritar
ánimos que parecen inspirados desde la cuna por el odio,
el Colono del Oeste^ rodeado de montañas de trigo y de maíz
estudia los mercados del muhdo á donde á de ser enca-
minado preguntándose cuáles son las naciones de la tie-
rra que mas habrán de necesitarlo.
ot Al Brasil mandaremos, dice, nuestro trigo elaborado;
pero no podemos mandar al exterior todo el que tenemos
en esa forma, y es preciso colocar la mayor parte de la
cosecha en forma de grano en otra parte.... La Francia
por sus malas cosechas actuales, admite algunas expedi-
ciones; pero es la Inglaterra la que ofrece un mercado
permanente.
La Inglaterra, con abonos naturalmente costosos, pro-
duce cosa de treinta y una y tercio fanegas de trigo en
un espacio equivalente á una de nuestras cuadras. »
Desgraciadamente no nos hace saber el Colono, cuántas
fanegas se producen por cuadra en las colonias, sin abono^
para saber el precio de costo del trigo cosechado, ya que
sabemos que lo equivalente á nuestra fanega se ha ven-
dido á 205 $ moneda corriente nuestra.
Por cartas recibidas de Liperpool se sabe que mil sacos
de trigo de Santa Fe del costo original de 95 $, se han
PROGRESOS 0KNBHALB8 137
vendido dejando una utilidad neta de 18,000 $ m/c, lo
que hace una utilidad de diez y ocho pesos por saco.
Como en los costos de producción del trigo Qguran
por mucho los de trasporte á los puntos de embarque,
y hay que competir en Inglaterra, con los trigos norte-
americanos movidos á vapor, baratísimos ferro-carriles y
elevadores, impórtales saber á los colonos, que ha llegado á
Buenos Aires de Londres, el empresario señor Ponsati, tra-
yendo después de haber conseguido los elementos necesa-
rios, para el establecimiento del ferro-carril desde el Rosario
á Santa Fe con ramificaciones hasta las colonias ya
establecidas. Cuentan con que los trabajos á que se dieron
principio, en breve, serán muy rápidos, y por consiguiente
quedarán pronto terminados.
Presiéntese que los que posean campos en el trayecto
del ferro-carril se apresurarán á apropiarlos á la coloni-
zación, para que los labradores aprovechen de las ventajas
que el ferro-carril les ofrece, con lo que el ferro-carril
mismo será muy productivo, pues cada riel tendrá á
ambos lados una extensa zona de productos que pague
sus costos, como son prósperos los ferro-carriles de la
campaña de Buenos Aires, con solo la lana que vienen
recogiendo de las ovejas que pacen á sus costados.
Si el ferro-carril se establece luego, no dudamos que la
colonización y labranza de los campos de Santa Fe, avance,
rápidamente, doblando en un año la población, que se ha
reunido en diez, y tengamos como en los Estados Unidos
paises enteros añadidos de golpe y en un año al mapa de
lo conquistado por el hombre, sobre el bosque secular, que
opone obstáculo al progreso, mientras que la Pampa es
terreno feraz desmontado ya. y cada semana llegan á Bue-
nos Aires, los habitantes que pueden abrirla, sembrarla
en el año, embarcar el trigo y el maíz en el ferro-carril
barato, y emprender nuevas tareas, edificar sus casas, y
establecer sus familias, con la bendición de Dios, cr^^mtMt
et mtiltiplicaminú
II
Como todo no ha de ser felicidad en este mundo, ya
vemos en el Colono del Oeste^ agitarse cuestiones que pertur-
ban la tranquilidad de los ánimos. Hay católicos y protes-
138 OHkA8 1>K HAKMIRNTO
tantes, dominando por su numero los primeros, y sin
embargo se dice, la escuela municipal es regenteada por
un preceptor protestante, pidiéndose que sea católico.
En Buenos Aires esta cuestión siempre renaciente no
preocupa los ánimos, por ser católica la inmensa mayoría.
No sucede asi en las colonias, en las que la casualidad pue-
de haber reunido mayor numero de protestantes que de
católicos.
Ya en 1869 cuando el Presidente visitó las colonias en-
contró este semillero de discordia, atizado por el celo irre-
flexivo de curas y pastores. Loque fué todavía mas curioso
que los unos eran partidarios del gobierno y los otros de los
opositores santafesinos en política.
Ha de ser de un deplorable efecto, dividir por creencias
las escuelas, pues al ñn todos han de aprender lo mismo
en ellas, y vivir juntos en las colonias.
El mejor medio de mantener la unión, es prohibir,
como en los Estados Uidos en las escuelas públicas, toda
enseñanza de cultos parciales y disidentes, esto es dogmá-
tica, conservándola religiosa.
Los párracos y pastores tienen otros lugares donde ense-
ñar sus creencias, y los padres y madres obligación de
hacerlo en sus casas.
En Bélgica, á causa de esta misma cuestión se ha desig-
nado una pieza de la misma escuela, y donde llamen
sucesivamente párrocos y pastores á sus feligreses para
doctrinarlos.
No hay que hacerse ilusiones sobre la enseñanza religiosa
que se da en las escuelas, que es en general cortísima, de
paso, en un día de la semana y por lo tanto insuficiente.
El día es corto para aprender á leer, escribir, contar, geo-
grafía, gramática, etc.
m
Cuestión mas curiosa suscita á discusión el Colono del
Oeste^ y es el empeño de un maestro alemán de enseñar en
alemán en la escuela municipal. Hay un periódico, el
Argentinische Bote, en alemán, lo que prueba que hay una
fuerte población alemana.
La cuestión viene puesta en estos términos por El Colono:
PROGRESOS OBNBHALBS 139
« El colega quiere que los niños sean educados primero
en el idioma alemán porque es la educación mas sólida y des-
pués ingertarles los demás conocimientos.
« DipeDse el colega.
€ Nosotros opinamos de otro modo.
« Los hijos de los extranjeros, k cualquier nacionalidad ó
idioma á que pertenezcan, por el solo hecho de nacer en el
país son ciudadanos Argentinos, (aunque no quieran) y
siendo el español el idioma nacional, en él debe ser su edu-
cación y de él es que están en el deber y la conveniencia
de tener un completo conocimiento, sin que esto obste, á
que después aprendan otros en escuelas particulares^ pero
las escuelas públicas ante todo deben ser inspiradas por las
exigencias de la nacionalidad.»
Sin salir del terreno de la utilidad práctica, y de los
intereses comunes á todos los colonos, objetaremos á este
sistema, aconsejado por el egoísmo del padre, que se olvida
que sus hijos no han de tener como él, apego á la lengua del
país de donde vinieron. Uno de los mayores bienes de que
goza una nación es la unidad del lenguaje de sus habitan-
tes, y la mayor remora para su civilización y aun para
su {íaz interior, las diferencias, ya de dialectos populares
como en Italia, y en España, — pues dialectos muy marcados
son el catalán y el gallego, — ya la presencia de un idioma
primitivo y tenaz, como el vascuence, que tienen que olvidar
en América, los que á causa de la lengua han estado en
guerra civil con España durante siglos y estos son los habi-
tantes de Vizcaya.
El Canadá dividido en dos lenguas, el francés y el inglés,
y apenas se hablan eiltresi sus habitantes, malqueriéndose
hereditariamente porque la lengua los hace enemigos. En
Inglaterra el irlandés y el escoces hablan otra lengua que
la del Parlamento, y se sabe las guerras y opresiones que
han traído estas divergencias de origen y lenguage.
Los Estados Unidos es la única masa de cincuenta millo-
nes de hombres que hablen una sola lengua.
En algunos Estados del Oeste, donde la población es en su
mayor parte alemana, se ha mandado enseñar el alemán en
las escuelas, no que enseñar en alemán, pues se enseña en
inglés; pero se ha querido conservar aquella lengua, por
gozar de la ventaja de aclimatar, diremos así, la rica litera-
140 OBRAS DE SAKMIBNTO
tura alemana, sin necesidad de traducir sus libros, y que
tienen la ventaja de poseer la norte-americana y la inglesa
de Inglaterra» tan fecundas.
Cierto es que la educación alemana es muy sólida; pero no
es la lengua, ni el libro el sólido, sino el método y el maes-
tro bien instruido.
El castellano posee hoy, lo que no poseía ahora diez años,
una vasta colección de libros de enseñanza en español,
sobre todos los ramos que se enseñan en las escuelas.
Las prensas de Francia, de Bélgica^ de los Estados Unidos
y las nuestras propias nos abruman con textos exelentes,
traducidos y adoptados á nuestras necesidades; y ahora que
la España se mueve en el sentido de todas las naciones,
difundiendo los conocimientos, estánse confeccionando tra-
tados de enseñanza exelentes, sobre todas materias^ con
mapas, láminas y todo lo que completa los medios de
instrucción.
Sin esta consideración, preguntaríamos si los italianos,
los vascos, los franceses, los welches, del país de Gales, los
ingleses, no gustarían también de perpetuar sus lenguas
respectivas en el país, con lo que tendríamos, andando el
tiempo, realizada la Babel de la biblia, aunque allí sucedió
como una maldición, para dispersar á los hombres y no
para reunirios.
En Buenos Aires el egoísmo^ que se reviste del nombre de
patriotismo al estado crónico, está ensayando este contra-
sentido en escuelas italianas y alemanas particulares donde
los padres se empeñan en que sus hijos no sean de este ni
de ningún país.
Trabajo inútil que durará la primera generación, ó algu-
nos años, y se refundirá en el fondo común de la lengua
general que los penetra por todos los poros, y les hace
olvidar lo artiBciai que quiere comunicárseles.
El mayor mal que pueden hacerle á sus hijos esos padres
obstinados en creerse miembros de algún pueblo que
abandonaron, es quitarles del corazón, el amor al país
donde nacen, ó hacerles egoístas, insociables é ineptos para
elevarse moralmente, y hacerse amar, y aun mandar y
dirigir á los otros que es una de las propensiones humanas.
¿Creen aquellos buenos alemanes que sus hijos americanos
PROGRESOS GENERALES 141
han do ir á Alemania á inscribirse en el kindwher, y servir
siete años en el ejército alemán?
Gomo eso es imposible, lo que eo el fondo les enseñan es
á vivir si pudieran de contrabando en su propia patria, no
teniendo er^ realidad patria alguna. Esto es inmoral.
EL CRÉDITO EN EUROPA
(El Nacional Abril 15 de 1879.)
No debemos dejar pasar inapercibido el telegrama de
los Sres. Baring B. al Sr. Ministro de Hacienda, dándole
la plausible noticia de haber en pocos días subido nues-
tros bonos 7 % los de 1868, y 6 los de Obras Públicas.
Espérase que en breve obtengan mayor precio, y si no se
perturba la tranquilidad pública, que no termine el año sin
que suban al precio que se negociaron.
Fomenta esta esperanza el l^echo notable hoy que el
Brasil y la República Argentina son de esta parte del con-
tinente americano los únicos Estados que se hallan en
condiciones de hacer frente á sus compromisos, llenándolos
religiosamente.
Nuestras rentas nacionales alcanzaron el pasado año á
diez y ocho millones, y lo que del presente va corrido, hace
esperar que suban á diez y nueve ó veinte.
La inmigración vuelve á regularizar su corriente, siendo
la República Argentina y los Es^tados Unidos los dos esta-
dos americanos que importan brazos é industria en pro-
porciones de millones por año.
El año 73 fué el apogeo de nuestras rentas, de nuestra
inmii^racion, de nuestros grandes trabajos de obras públi-
cas, y de nuestra exhibición diremos asi, ante el mundo
que oía resonar el nombre de la República, no ya por sus
glorias en la guerra, sino por la magnitud de sus empresas
y sus paciñcas conquistas.
¿Créese que se renueva, reedifica suntuosamente y se ex-
tiende una ciudad americana, sin que al entrar en el tercer
orden de las ciudades del mundo, no la den la bienvenida
las otras?
Créese que se desprenden de Europa medio millón de
habitantes en pocos años, dirigiéndose hacia un punto del
142 OBKA8 DK SAKMIMNTO
globo, sin que en la familia, la aldea, la ciudad de donde
partieron» no se sepa, después, y se hable en todas las
lenguas, del pais á donde encontraron trabajo y bienestar?
Un momento de alto sobrevino, es verdad, .y una reac-
ción como si hubiéramos corrido demasiado á, prisa, estra-
viándonos, y necesitado volver sobre nuestros pasos. La
crisis comercial que sobrevino pudo tener en parte por
causa, el mismo desarrollo; pero como iguales crisis han
visitado entonces ó después á la Inglaterra, los Estados
Unidos, Chile, etc., debemos buscar causas mas tangibles
y aceptables.
Las revueltas de 1874 fueron la lúgubre portada por
donde apareció el fúnebre carro de la depresión comercial,
la baja de nuestros fondos en Europa, en proporción de
la poca confianza que la solidez de nuestras instituciones
inspiraba.
Esta confianza convalece hoy y se fortifica, y pruébanlo
los progresos de la alza que se viene acentuando, üo obs-
tante los esfuerzos malevolentes hechos por dos grandes
diarios para hacer dudar de nuestra posibilidad de servir
corrientemente las deudas, ya que les sea imposible poner
en duda la decidida voluntad del gobierno de mantener su
adquirido rango entre las naciones mas solventes.
Hace un año que el Ministro de Hacienda, con el dogal
al cuello de las dificultades financieras, mostraba para
responder á los detractores de la República en el exterior,
lo que hablamos hecho en unos pocos años, contra los
cargos, que justifican nuestros desórdenes civiles. Hasta
1863, decía, á pesar de los adelantos del mundo civilizado
carecíamos de líneas férreas que unieran las distancias:
nuestros caminos eran intransitables, nuestros ríos y arro-
yos no daban paso en ciertas épocas del año; nuestra co-
rrespondencia retardada é insegura; los telégrafos apenas
eran conocidos de nombre, excepto un corto ensayo en
Buenos Aires. Desde entonces acá tenemos 2317 kilóme-
tros de ferrocarriles, 8846 de telégrafos— 4.696.000 cartas dis-
tribuidas— 961.894 leguas recorridas al año por diligencia
—y 392.889 inmigrantes llegados al país desde 63--Diez
grandes puentes echados sobre ríos — y diez y ocho vías
carreteras en varias direcciones.
EL hilo telegráfico que parte de Londres llega hoy por
PRoaKBSOS GENERALES 143
el otro cabo á Bolivia, y no será difícil que lueíjfo asome la
punta por las calles de Lima. Todo esto da crédito.
Esta laboriosa recapitulación tenía que hacer el Minis-
tro el año pasado, para responder dignamente por el honor
de sus predecesores. Su obra personal era mas penosa,
pues consistía en reparar el ediñcio deteriorado de nuestro
crédito, proveyendo á todas las necesidades del pais, que
como las exigencias del servicio de la deuda, apenas admi-
ten aplazamiento; y este trabajo se ha llevado á cabo, k
fuerza de voluntad, á fuerza de insistencia en el propósito
de mantener el crédito y elevarlo, como ya lo consigue y se
lo anuncian de Inglaterra.
Ahora tiene el país otro programa aun mas vasto que
presentar al mundo comercial y financiero, para levantar
mas alto su crédito. Los trabajos, realizados hasta 1874
eran ia semilla que el labrador siembra en el campo he-
redado y mejorado por su constante labor. De 1874 ade-
lante la República emprende ensanchar ese campo, estir-
pando á los salvajes que lo asedian de todas partes, y en
tres años de campañas y de victorias entra en posesión de
millares de leguas cuadradas, que van á figurar en ade-
lante en el capital productivo de la nación. Si el mundo
se muestra indiferente ante la pequenez y oscuridad del
enemigo salvaje vencido, el resultado de tan meritorios
esfuerzos, tiene su influencia en la estimación financiera
de los nuevos recursos de una nación, que aumenta de otro
tanto el territorio librado á la explotación del trabajo. No
han de ser Rostchild, ni Baring, los que mejor estimen el
hecho novísimo de someter cuasi de un golpe, los salvajes
que cuatro siglos habían resistido á la conquista; pero
nadie mejor que la Bolsa de Londres, en cuanto á crédito
ha de apreciar el telégrafo de anteayer en que el jefe del
ejército anuncia tener por delante sesenta leguas lineales
de pastos excelentes.
Pero el hecho grande, tangible, sorprendente por su no-
vedad, mas que los avisos de ir en camino las remesas de
dinero para pagar réditos y amortizaciones, es la aparición
en el mercado europeo de los trigos argentinos, no en mues-
tras, y cantidades pequeñas que prometen para lo sucesi*
vo,sino en buques cargados hasta el tope, que son simple^
mente la vanguardia de los que siguen cargando, y de los
144 OBRAS DK SAHMIBNTO
que les seguirán, si el mercado los reclama, pues los agri-
cultores, tienen todavía en graneros seiscientas mil fane-
gas mas.
La República Argentina agricultora y proveedora (ie ce*
reales en grande escala, es un acontecimiento en el mundo
comercial y un progreso que hablará mas alto que todas las
recapitulaciones que hagamos de nuestros esfuerzos para
hacernos dignos de la cotiñanza de los capitalistas. Nuestras
lanas y peleterías, nuestras harinas y nuestro maiz, res-
ponden por las deudas contraidas de unos pobres millones
de libras esterlinas. Hemos dado en la conquista de la pam-
pa una nueva hipoteca y en los cereales que ya figuran al
lado de los Estados Unidos, una muestra del uso que hici-
mos de los capitales prestados.
El medio millón de inmigrantes, se presenta á su vez en
los mercados europeos, con el producto de su propio tra-
bajo; y losque se disponen á buscar posición mas favorecida
que la que les cabe en el país que nacieron, gustando allá
mismo del pan que les envían sus predecesores, les mues-
tran el camino y el término del viaje, las colonias de ambas
márgenes del Rio de la Plata, las llanuras desmontadas y
prontas á recibir la semilla y en un año devolver el trabajo
y el capital que er^ otros países no obtienen sino con el lento
trascurso del ^tiempo.
En un año mas, mediante la protección de Dios, nuestro
crédito estará como en 1873, cuando ante la Europa se dibu-
jaba á grandes rasgos el vasto campo preparado por vías
férreas, telégrafos y caminos é inmigración al capital y al
trabajo. En 1880, ensanchado por nuestras armas el terri-
torio explorable, doblaba la producción por el fruto ya madu-
ro de la agricultura y el aumento de la población, el crédito
pasará de los límites que lo asignaba en 1874 el 96 % y
llegará á ponerse á la par de las naciones mas favorecidas
por la confianza del capital.
No hay en esto ilusiones. La acción de las grandes cau-
sas que tiene por base empieza á sentirse. Nuestras ren-
tas suben; la inmigración aumenta; la producción asume
nuevas formas, sin daño de las antiguas; y las fuerzas del
país se robustecen, mientras, triste es decirlo, las de el res-
to de la América decrecen. La República Argentina aquí,
los Estados Unidos al otro estremo, son con el Brasil los
PR06HBS0S GENERALES 145
dos puntos en que los ojos de la Europa pueden volverse,
sin que nada los aflija. Tenemos la paz exterior, y la tran-
quilidad interior, en uno y otro centro de producción y de
inmigración que es un nuevo capital de producción que va
á redituar tan luego como toca la tierra.
Esta es la situación actual y los títulos á la consideración
pública de los gobiernos que la han preparado, y en estos
último-? años del que con el laborioso y tenaz ministro de
hacienda ha preparado las brechas que las revueltas y la
crisis obraron, y vuelto á levantar el crédito.
. Que juzguen de su responsabilidad los partidos de Bue-
nos Aires, si abandonándose á las orgias de alborotos, des-
quicio y revueltas que preparan, vuelven como á fines de
1874 á detener la República en su marcha, á crearle nuevos
desfalcos y á destruir en Europa el crédito tan penosa y tan
lentamente levantado en estos cuatro años, para volver á
caer á 56 por ciento que bajó, desde que se dudó de la tran-
quilidad de la República!
Ya vienen señalados por la mano de la historia; y sería
prudente no incurrir en recaídas, que no tienen disculpa.
Hadémosles amenaza menos cruel, que la que á cada mo-
mento nos repiten de provocar Cuitiñosdel furor popular.
Los de 1874 que se estén tranquilos; porque el crédito na-
cional de 1880 está esperando verlos obrar para venirse
segunda vez abajo.
Sentimos no poderle dar seguridades al señor Baring,
para entonces. Guando se atraviesa una revuelta estúpida-
damente liberal, las reglas del criterio faltan.
LAS RENTAS DE UN MINISTRO
(El Nacional, Mayo 3 de 1879.)
Todas las damas conocen el lenguaje del mostrador.
— Es muy caro, — dice una de ellas al comprar un ar-
tículo,— le daré tanto I
El dependiente tiene su frase preparada, y con voz la-
mentable le contesta:
— Es precisamente lo que nos cuesta I Pagamos muy
fuertes derechos! — La guerra de Rusia con Turquía!
Tomo lu.— 10
146 OBRA 8 DB 8AKM1BNT0
«
Al fin le da el articulo al precio ofrecido; por sus Iídüos
ojos, tiene el cuidado de insinuárselo con la mirada aun-
que no se lo diga.
Una vez hallaba muy caras unas corbatas el Dr. Velez,
y acaso por entretener el tiempo, y seguir la costumbre de
regatear el precio. Un niño que se las vendía, le dijo,
como es de fórmula: — Nos cuestan mas en aduana, señor I
— Cállate, niño — le replicó el doctor, ¿y cuándo á tí te
cuestan nada?
La memoria del Ministro de Hacienda de este gobierno
de Provincia nos trae aquella reminiscencia, y la gana de
repetirle el dicho del Dr. Velez: — Calíate niño— ¿Cuándo á
tí te cuestan nada las rentas de la nación?
Buenos Aires no contribuye con un centavo á las rentas
nacionales, perdónenoslo el ñnancista mal informado.
Las rentas las paga la propiedad ubicada en el territorio
de la República Argentina, sin distinción de provincias
nacionalidades ni personas, como la empresa argentina del
ferrocarril Central que tiene sus oñcinas en Londres paga
la contribución del incomet^ en Inglaterra, sobre propie-
dades argentinas como propiedad inglesa, por cuanto está
aili el Directorio.
Si se tratara de la estadística financiera, los ministros de
la Nación tendrían ocasión de mostrar cuál es la suma que
la propiedad de esta ú la otra parte del territorio de la
República produce en renta, pero en la Memoria de Ha-
cienda de un gobierno provincial, sienta mal decir que no
es equitativo el empleo que la nación hace de lo suyo, no
devolviéntiüle en inversiones á tal ó cual grupo de contri-
buyentes las sumas contribuidas.
Nueva York para citar ejemplos federales en materia de
rentas nacionales, tiene en su territorio cuatro millones de
norte americanos, no de yorktitos^ y la aduana donde se co-
bran doscientos millones de derechos, y está en Nueva
York la mayor acumuia<íion del capital norte americano.
De esos doscientos millones, los Estados Unidos no invier-
ten en Nueva York ni titi centavo, sino se cuentan los jueces
federales y el correo y los emplea«i(ís (ie sus propias adua-
nas. No invierten mas eu Nueva Orleans ni en Boston ni
Pensilvania donde hay aduunas, sino es en edificios para
la administración de correos ú otras necesidades nariona-
PROORESOsif GENERALES 147
les. El Congreso de los EsUidos Unidos que ordepa la in-
versión de las rentas, y en eso como todas las naciones del
mundo, t^iiom donde se cobran, ni quien las paga; porque
la ley no impone á cada Estado una cuota para el sostetí de
la Nación, como en la intentada y fracasada Confederación,
sino que siendo la nación el Soberano, provee con la pro-
piedad y crédito que existe en el Estado á sus gastos pro-
pios.
La igualdad del impuesto no importa la igualdad de la
inversión.
Suele decirse entre economistas, de la institucioi- del go-
bierno, cualquiera que sea su forma, que el Estado de-
vuelve en servicios á los ciudadanos la renta con que han
contribuido para su sosten.
El señor Ministro ha tomado esta idea y le ha dado una
aplicación singular diciendo: — Si una Provincia contribuye
con 70 % á la renta de una nación, es claro que los setenta
por ciento debe emplearlos en el lugar en donde se produ-
geron, y según mis cuentas solo veinte y nueve escasos se
emplean en Buenos Aires pasando lo demás á otras partes
del territorio. (Qué cada vieja cuide de su madeja I
La cuenta es, sin embargo, errada. Buenos Aires ha sido
reediñrado suntuosamente, solo desde que paga el 70 % á
la Nación, y no sabemos de ciudad alguna de las otras
provincias que haya medrado tanto. Luego se le ha de-
vuelto mas del 70 % en servicios de comercio ó indus-
tria, etc.
Buenos Aires gasta un veinte por ciento anual en ver
flotar sobre sus cabezas el pabellón argentino^ que es con-
siderado en el mundo como símbolo de un pueblo civili-
zado. Paga un diez por ciento anual en cónsules y ministros
plenipotenciarios, que Buenos Aires necesita mas que las
otras Provincias en el extrangero, para sus negocios, y no
parecer hijo de padres desconocidos.
Buenos Aires es la parte del territorio donde hay mas
seguridad individual, de que no gozan al decir de muchos
diarios las demás Provincias, y esa la debe á ser capital de
una nación, pues no la conservaría entregada á sus propias
fuerzas.
Paga Buenos Aires un veinte por ciento en estorbar que
el Brasil, Bolivia, el Uruguay ó cualquiera montonero se-
148 OHHAH liK MARMIKNTO
greguen de la República Argentina, Corrientes ó E!ntre
Ríos por ejemplo, porque Buenos Aires sería poca cosa por
si, si aquellas ú otras provincias perteneciesen á una na-
ción estraña.
Es posible que Buenos Aires hubiese acabado con los
indios de su frontera, sin auxilio de fuerzas nacionales;
porque es, sin duda, su población mas poderosa que los
indios; pero no sucede asi con las naciones del tnundo, y
aun sus vecinos que le son superiores en fuei*za, en número
y en territorio y pueden dominarlo.
¿Está ó no pagado Buenos Aires de su setenta por ciento?
Recibe ciento por uno; pues las demás provincias no se las
vé hacer progresos tan rápidos, no obstante ios cincuenta
por ciento, que cree el Ministro que les envía el Gobierno
Nacional, en lo que haría muy bien.
Como la propiedad particular responde de las deudas
contraidas por una nación, es claro que estando ubicada
la mayor cantidad de propiedad argentina desde el Arroyo
del Medio para acá, los réditos que psi^iin las rentas nacio-
nales, son una devolución en servicios que hace la nación k
Buenos Aires; pues si hubiera de liquidarse la deuda, no
son los individuos los que responden de ella, sino la pro-
piedad. Por eso no hay prisión por deudas.
Buenos Aires debe el setenta y cinco por ciento, de la
deuda nacional según la avaluación del señor Ministro.
La Inglaterra tiene por base de su legislación que la
propiedad raiz actual^ heredadla, vendida, comprada, po-
seída con título inatacable, es propiedad de la reina sin
embargo.
Un extrangero no puede poseer ni comprarla porque no
es subdito de ella y la tierra es suya. Los Estados Unidos
profesan por principio que el Gobierno Nacional no tiene
por función beneficiar Estados, abrir canales, establecer
ferrocarriles ni contribuir á tn^^jora alguna, sino es para su
propio servicio; y solo de al^jun tiempo á esta parte ha ayu-
dado concediendo tierras, ó emitiendo bonos á la ejecución
de alguna grande obra pública como el ferrocarril intero-
ceánico, ó la dotación de medio millón de acres á un Estado
de nueva formación, ó para colegios de agricultura y otros
objetos de pura longaminidad.
No devuelve á los Estados en servicios directos las con-
í
PROGRESOS QBN ERALES 149
tribuciones que ie pagaron los poseedores de propiedad,
productos ó valores, sino que existiendo los Estados-Unidos
como nación ya con eso les devuelve en servicios la renta.
Lá Inglaterra poseyendo la escuadra mas poderosa que
existe en la tierra devuelve en servicios, á ia Inglaterra,
Irlanda, la Escocia, y el país de Gales^ las contribuciones
que les impone. La prueba es que los ingleses son el pue-
blo mas rico de toda la tierra, que sus naves mercantes y
sus comerciantes están seguros en los puntos mas aparta-
dos del globo, y el nombre y el pabellón inglés son el
orgullo de los que lo llevan, ó se cobijan á su sombra.
Decir que la nación argentina no devuelve á esta ó la
otra provincia sino una mínima parte de lo que contribuye
y aun sacar la cuenta en pesos y reales de lo que recibe en
cambio, es renunciar á lo que la dignidad humana estima
en mas alto grado, cual es el valor moral del nombre, de
la historia, del pabellón de las naciones. Los argentinos
no las provincias que nada poseen, gastamos en la medida
de nuestra capacidad, y acaso no sabemos emplearlo bien,
lo que las naciones gastan en los fínes para que se consti-
tuyen los pueblos en naciones, tan fuertes como pueden,
que son mantener dignamente su situación en el mundo.
Da pena leer aquella pobre Memoria en que, por cambiar
el sentido de las palabras, haría reir á ios extrangeros y
gemir á sus compatriotas!
¿Querrá creerse posible que en un documento público y
para comparar dalos, entre diez y nueve naciones del
mundo principiando por Inglaterra, Alemania, Francia, y
acabando por Estados-Unidos y Brasil, se agreguen estas
dos naciones: República Argentina y Buenos Aires? Y en
otro cuadro comparativo, sean Buenos Aires y República
Argentina las que se comparan con las otras naciones, para
concluir con esta observación, «se des{)rende de este cua-
dro, que todas las naciones, obtienen la mayor parte de sus
rentas de las contribuciones indirectas?;»
Para justificar el impuesto sobre bebidas y licores en una
provincia de una nación, cita el ejemplo de Francia, Rusia,
Estados-Unidos, olvidándose que las palabras Fruncía,
Inglaterra se traducen República Argentina ó Chile en
materia de los impuestos que cita, y no en Buenos Aires
ó Córdoba, que equivalen á Nueva- York, ó Nueva-Orleans.
i
150 ' 0BKA8 DB SARMIENTO
De aquí viene que la Memoiia abunde en un espíritu de
provocación y de vituperio á ia nación argentina, de que se
considera desligado^ como del Congreso á quien parece no
reconocer el autor desde su altura de Ministro de esta otra
Francia, de esta Inglaterra, de estos Estados-Unidos, que se
llama Buenos Aires.
Después de mostrar que Buenos Aires administrado
como está, sin gastos de marina, de ejército, de represen-
tación en el exterior gasta siete millones de fuertes anuales
en el gobierno provincial, de medio millón de habitantes,
mientras que el Gobierno Nacional con los diez millones
del ejército y marina, y las Relaciones Exteriores, solo
gasta diez y siete en gobernará dos millones, en lugar de
buscar en donde está el vicio de este monstruoso exceso de
gastos provinciales, único objeto 'de una Memoria provin-
cial, se apodera del presupuesto nacional, y cual si fuera
un ministro nacional hablando en el Congreso ó con el
Congreso para inducirle á reformar sus leyes, pregunta
desde la casa de Rosas:
Pero «los gastos nacionales son bien distribuidos?»
Fácil seria contestarle, la del Dr. Velez al niño.
No en las oficinas ni documentos oficiales de Goberna-
dores de Provincias donde se estudia el presupuesto nacio-
nal, sino en los ministerios de Gobierno Nacional y en el
Congreso. No entendemos que cuentas saca de como de-
biera el Congreso distribuir sus gastos.
Si de los diez y siete millones que forman el total de las
rentas nacionales doce millones consumen las relaciones
exteriores, el ejército y marina, la iglesia y seis los réditos
de ia deuda extranjera, lo que hace los mismos IV.OOO.OOO,
es preciso andar tras de piltrafas para buscar en tal ó cual
rincón donde se habrán invertido lo que falte del 70 % con
que contribuye, según su cuenta Buenos Aires, para acabar
con esta cantinela:
«Fuera de cuestión la Provincia soporta una carga indi-
ta bida. Las contribuciones nacionales son mal distribuidas,
« y de ahi de donde viene el mal.
«Pero aquí se presenta la Nación Argentina como causa
del mal!»
«Aquí es del caso repetir: Los impuestos al tabaco y las
PaOGRBSOS GENERALES 151
bebidas, permitirán á. la Nación Argentina devolver á la
Provincia los derechos de exportacionl. . . .
Ei verbo permitir es una atenuación de obligar, porque
se trata de devoluciones de una cosa que le debe la nación
argentina á sus contribuyentes, y, según parece, imponién-
doles el ministro á estos contribuyentes de provincia los
derechos que la Francia, los Estados Unidos- imponen y la
Nación Argentina pudiera imponer, se logra devolverle á
la Provincia pero no á los contribuyentes los derechos de
expí)rtacion cobrados indebidamente por la dicha Nación
Argentina. Un clavo saca otro clavo!
El Gobernador en el Mensaje á la Legislatura tranquilina
á la nación asegurándole que no hay ya Quirogas, ni López
que desconozcan la Nación Argentina. No ha leido la
Memoria de su ministro.
Es el rival, el igual, el físcal el maestro en ñnanzas y el
denunciador del Congreso, desús leyes, de su presupuesto,
causa de todo el mal
A PROPOSITO DE UNA MEMORIA
(Bl Nacionai, Mayo 6 de 1879.)
Los que hayan leído la Historia de la Gonstitmion de los
Estados Unidos por Ticnor Curtis, recordarán las resistencias
*que opuso el pequeño Estado de Rhode Island, para for-
mar parte de la Union, no habiéndolo hecho sino años des-
pués, y bajo la presión de derechos diferenciales.
Necesitan tener presente esta circunstancia para sentir
la gracia de un hecho que trae el Harper New Monthly Maga--
zine de Abril de 1879, y que nos complacemos en traducir
para ilustración de nuestras piopias cosas.
«El siguiente fragmento, — dice diqho Magaztne, — tomado
de un viejo libro de apuntes, parecerá nuevo á muchos
ancianos, y tomará de sorpresa á no pocos jóvenes.
«Vale la pena de leerlo.
«Cuando el Juez Story abrió la primera Corte de Jus-
ticia federal en Rhode Island, y de cuyo distrito era él
Presidente, tenia por pregonero un funcionario adicto á las
fórmulas y muy preciso, el cual había estado acostumbra-
do á abrir y hacer las acostumbradas proclamaciones en
152
0BKA8 ÜK SAKMIKMTO
los Tribunales del Estado, lo cual ejecutaba con gran fer-
vor y unción, y muy deliberadamente el final, «Dios tenga
en su santa guarda» etc.,x> en que terminaba.
«El Juez Story, con aquella manera blanda y suave que
le era tan propia, dijo al pregonero: — Tened la bondad de
abrir la Corte, con todas las formalidades de estilo.
— «Si, Vuesa Excelencia, — fué la respuesta seguida del
sabido Hear yi^ oid, dos veces repetido, — y concluyendo por
una oración, pidiendo por la preservación del Estado de
Rhode Islatid, y plantaciones de Providence.
— «No es así, — dijo el Juez. — Esta es una Corte de los
Estados Unidos, y por los Estados Unidos es que debe pe-
dirse la salvación.
«El pregonero volvió á gritar: — Hear yé^ oíd, — y segunda
vez, tan inveterado era en él el hábito de su práctica anterior,
que, terminó con la invocación en favor del Estado de Rho-
de Island y plantaciones de Providence.
«El Juez Story volvió á )eprocharle su error, y esta vez
le prometió hacer correctamente la proclamación, y comen-
zó de nuevo» concluyendo con los Estados Unidos de Amé-
rica, pero añadiendo todo de una pieza, y mas especialmente
por «el Estado de Rhode Island y las plantaciones de Pro-
vidence,» añadidura que el Juez hubo de aceptar en tran-
sacción para abrir el Tribunal, y proceder con los asuntos
de la Corte.»
Providence es la capital de Rhode Island actualmente,
y este Estadito, que se creía dañado con la Union Ameri-
cana bajo la Constitución nueva, tiene ásn sombra la par-
ticularidad de ser el Estado mas rico de la tietTü tocando á
cada habitante dos mil y quinientos pesos de capital, y
una cantidad exhorbitante en producto anual de la in-
dustria.
Tememos que si á cierto Ministro le tocara decir que
«Dios preserve á la República Argentina,» no lo haría sino
añadiendo en todo caso, y mas especialmente á «la Provin-
cia de Buenos Aires, con su Campaña é Islas»; según lo ha
mostrado.en las tan singulares observaciones de su sistema
rentístico, un poco ateo, y bastante egoísta; pues consiste
en suponer que Buenos Aires seria el Estado mas econó-
micamente gobernado, sino pagase ejército, obispos y cu-
PBuaKUSOsf afiNEUALBd 153
ras, embajadores y cónsules, sobre todo sino tuviese ni
bandera ni patrimonio nacional.
Es el hijo pródigo que maldice de sus padres, porque
gastan todo en la familia y le dejan escaso salario para sus
disipaciones.
Un curioso, leyendo aquella elucubración tan cerrada de
argumentos en letras y aserciones, hacia notar que el dato
de los setenta y cinco por ciento contribuidos y de que
solo 29 se rescatan, parte de una notita al pie de una pá-
gina en que se ha dicho «calculo en un75Vo«*-» y sobre
esta notita al pie y este cálculo^ está basada la demás com-
putación de gastos caseros, para hacer resaltar la enoirni-
dad de los nacionales, como si pudieran disminuirse estos
en una parte del territorio y no en las demás, ó como si
disminuido el ejército y la marina la producción habría de
aumentar.
Son funciones anexas á la soberanía de una Nación, es-
tablecer derechos de importación, contribuciones directas,
contraer empréstitos y darse el presupuesto que juzguen
sus Representantes oportuno.
En el sistema federal no hay soberanías diversas en anta-
gonismo con la soberanía nacional que es única, pues ella
representa á todos en el exterior, ella es la heredera de la
soberanía que la España ejerció sobre estos dominios, y de
que hizo traspaso á la nación por el acta de reconocimiento
formal de su independencia, único título de propiedad pre-
sentable ante los Tribunales para determinar á quien per-
tenecen catedrales, fortalezas, parques, cuarteles y todo lo
que haya sido destinado durante el viireinato, ó los gobier-
nos posteriores á los objetos reservados al ejercicio de la
soberanía nacional.
Gomo las provincias no pueden hacer guerra, es claro
que no pueden poseer parques, ni fortalezas, ni cuarteles,
en cuanto fueron de antiguo consagrados al servicio pú-
blico. Decimos lo mismo de puertos y edificios consagra-
dos al culto nacional. Las catedrales de Sevilla, Burgos y
otras en España, tienen talladas en la piedra las armas
reales de la corona de España, y las de Córdoba y Buenos
Aires las tuvieron igualmente, habiéndolas hecho quitar
los gobiernos americanos.
El patronato establece la propiedad de tales edificios,
154 OBRAS DR 8ARMIBNTO
como el derecho de hacer guerra, ó la obligación de defen-
der el país de toda agresión, determinan la propiedad de
las armas y terrenos que á este objeto se consagraron.
Dando de mano á estas ociosas discusiones, esperamos
bien pronto ver la cuenta de inversión presentada á las
Cámaras, pues los que están habituados á las prácticas
administrativas, echan de menos en la Memoria de Hacien-
da de la Provincia, las cuentas de los gastos hechos en
el año, y como y en que se ha invertido el presupuesto.
Vemos en la serie de Memorias nacionales de Hacienda,
que se lleva razón desde 1863 de todos ios gastos, y se da
cuenta al Congreso de la inversión del presupuesto. No
sabemos porqué se omite en la Provincia esta pieza; siendo
la última una larga conversación del Ministro con el pú-
blico sobre todas las cosas, y aun sobre las rentas y gastos
nacionales, sin que el contribuyente maravillado encuentre
un pobre cuadro de inversión ni de gastos.
Hubo en París una fábrica de chales que para darles
importancia imitaban el dibujo especial á los de cachemira,
y el tabricante ingenioso puso á la puerta este anuncio en
letras gordas: «Fábrica de chales de cachemira^ sin pelo
de cachemira.» ^
La Memoria de Hacienda, sin cuentas» sin cifras, y sin
cuadros de inversión nos parece «una Memoria de Hacien-
da sin hacienda» lo que es mas ingenioso, sin duda, que
hacerla con la materia propia que son las verdaderas
cuentas.
SUBDIVISIÓN DE JIERRAS PDBLICAS
(Bl Nacional, Hayo 14 de i879.)
Vemos que pasa en la Legislatura de la Provincia una
ley dividiendo la tierra pública en lotes de un cuarto de le-
gua en algún punto del territorio; y creemos que con este
paso se entra en una buena vía, no obstante las objeciones
que de ordinario se oponen á la enajenación en lotes medi-
dos y de menos de legua cuadrada.
Créese que se debió á esto el que no se colocan con facili-
dad los terrenos del Sur de una legua cuadrada.
La campiña de Chivilcoy, siu embargo, dio otros resulta-
PROGRESOS GENERALES 155
dos, por la subdivisión en lotes de cien y doscientas cuadras,
y bastaría contar no solo el número de vacas y ovejas que"
sostiene, sino el de habitantes y casas, pues esta es la mayor
de las riquezas en países tan despoblados aun. El partido
Chivilcoy, con toda clase de propiedad, ya sea aj^ricola ó
pastoril, rural ó civil, hade compararse con otro Partido de
igual estencion territorial, dividido en los antiguos lotes de
estancia, para ver cuál sistema produce mayor riqueza, á
más de dar medios de vivir á mayor número de habitantes.
Téngase presente que en una estencion de país de estan-
cias hay diseminados doscientos mil habitantes, para los
cuales la ley de educación común es letra muerta, por falta
de núcleos de población, para establecer escuelas. En tales
parajes pudiera decirse que no existe sociedad.
El cercado de las estancias que cada día se generaliza
mas, produce un nuevo rechazo de población, pues limitan-
do el movimiento del ganado, y asegurando al propietario
su conservación da lugar á despedir brazos y familias alle-
gadas, que están de mas. Por largos años la estancia cerca-
da repelará de su recinto población. No son los grandes
propietarios los que han de emprender detallar la indus-
tria de la cria del ganado. Bástanles los productos en grande,
como cueros, lana, grasa, etc.
Pero, empieza ya á tomar ciertas proporciones la elabora-
ción de la leche, cuyo producto anual es mayor que el valor
de la vaca que la produce.
Se da como un dato positivo que en las colonias de Santa
Fe hay quince mil vacas, sometidas á este mayor grado de
cultura ó de cultivo, tomando la vaca como una transfor-
mación del pasto. Pudiera haber en Buenos Aires un mi-
llón, y producir una enorme renta, en quesos y mantequilla.
Para que este segundo paso de la industria ganadera se
dé, conviene que hayan lotes de tierra de poca estension,
de manera de requerir mas trabajo con menos superficie
y mayor población humana.
Las ovejas han requerido mas habitantes que el ganado
vacuno.^n estado salvaje.
Las vacas sometidas á la industria de la lechería, aumen-
taría diez veces mas la población, pagándola el aumento
de riqueza y producción de la ganadería.
No obstante los milagros que está haciendo en Santa Fe
156 OBRAS DB SARMIENTO
la cultura de los cereales, y las otras producciones que la
labor arranca k la tierra, no abogaríamos por un cambio de
producción en Buenos Aires, cuyo territorio parece creado
exprofeso para alimentar ganados.
Pero si creemos que el cultivo de pastos artificiales aumen-
tará la producción en relación á la superficie, desde que la
propiedad territorial sea menos estensa, y admita por tan-
to mayor número de propietarios, y pida mas brazos. Qué
producirá media legua de terreno, en ovejas, en quesos, ea
manteca con solo la mitad sembrada de alfalfa?
Este es un esperimento que aun está por hacerse, ó
que se está haciendo ya oscuramente, sin que se haga
sentir por sus efectos. Menos espacio de terreno, requiere
mayor trabajo personal, para producir lo mismo. La cul-
tura del pasto aumenta la superficie útil como la cul-
tura de la vaca, aumenta su valor por el producido anual
en leche que hoy no cuenta por nada.
La consecuencia ha de ser dar mayor densidad á la
población, que hoy es la mas diseminada que existe
entre los pueblos civilizados.
El cultivo de ;cereales, sería un auxiliar de la cultura
de los pastos; y entonces todavía admitiría en ciertos
parnjes mayor subdivisión la tierra-
Creemos que el tiempo no está lejos, cuando haya da
ser competido el estanciero á mejorar sus medios de
producir.
Apenas se apercibe la generalidad de los cambios y
sucesión de culturas que la naturaleza misma hace.
Al principio los campos son pajonales que encubren la
superficie y mantienen la humedad del suelo. El ga-
nado rompe esta cubierta, la pisotea y acaba con la paja
y con la humedad que conservaba. Otro pasto viene, y
en los terrenos gruesos el cardo, la cola de zorra, etc.
hasta el trébol, que produce la cardilla.
Lms ovejas medran y engordan, pero apretan la super-
ficie del terreno, cerrándole á la tierra los poros por
donde las raices respiran aire, y á los años aparece la
zepa-caballo, precursor del horrible, del inestingible abrojo.
Esta es la última evolución de la naturaleza, que ha
ido siguiendo los cambios introducidos por el hombre.
El acto que sigue es el comienzo de una nueva exis-
PROGRESOS 6BNBRALBS 157
tencia. La tierra endurecíida por el t«rraplenador eterno
de la uña de los animales, se ha enriquecido no obstante
de humus ó guano, y el día que el arado abre de nuevo
el seno de la tierra, devuelve en mieses el ciento por
uno literalmente.
Esta será la ventaja de los trigos cultivados en terrenos
nuevos, sobre los que .ya niega al cultivador el suelo
de Europa. Los primeros están abonados para un siglo;
los segundos deben serlo anualmente y á mucho costo.
De aquí viene que en campos de Buenos Aires se
ha cosechado un año en terreno virjen ciento cinco por
uno, mientras que ocho por uno es exelente cosecha en
Francia, y doce con mayor cultivo en Inglaterra.
Aplaudimos, pues, la división en lotes de cuarto de legua
que suponemos equivalente á diez cuadras de costado.
Esta sub-division llamará á otra clase de propietarios
que el simple estanciero,, que, según su género de indus-
tria no se contenta con menos de dos ó tres leguas.
Esta nueva subdivisión puede ofrecer propiedad terri-
torial al alcance del inmigrado residente de años, con
capital adquirido, y con hábitos industriales que apli-
cará á las circunstancias del país, haciendo la cría de
ganado mas en pequeño, pero forzándolo á producir
mas, en lana cuyo término parece alcanzado ya; pero
no en carnes sino es con la raza Lincoln — en quesos y
mantequilla — en manteca de puerco — en cereales y le-
gumbres, con el auxilio de la alfalfa y otras plantas
forrajeras.
GBA.NELES — Vemos, con gusto, que ya se intenta en
Santa Fe, construir graneles ó elevadores para los grandes
almacenes de trigo que completaran las economías de
movimiento que han de principiar los ferro-carriles de
trocha angosta. Es á condición de abaratar los costos de
de trasporte y movimiento que ha de ser segura la
exportación. En Estados Unidos cuesta el hectolitro de
trigo 8 francos y puesto en Europa 16 francos. En
Francia n) puede producir á menos de 22 francos, y
vendido á 27 no es gran negocio sembrarlo. Es, pues,
preciso economizar gastos de producción y trasportes
en nuestros cereales para competir con los norte ame-
ricanos y los europeos.
158 OBHAS Dü 8AKU11BNTO
EL MINISTRO DE HACIENDA DE LA NACIÓN
(El Nacional, Mayo 15 de 1879.)
Los repetidos telegramas fríos que llegan de Inglaterra
anunciando la suba gradual de nuestros fondos públicos,
contra los avisos de nuestros noticieros de las fuertes
remisiones de metálico que envía el gobierno para hacer
el servicio de la deuda, aun anticipándose á los plazos,
muestran que la confianza se restablece allá y acá, y que
han pasado ya los días de malestar que las crisis dejó
en pos de sí.
Cuando sea conocida fuera la situación del país, pintada
en el Mensaje del Presidente al Congreso, contribuirá á
confirmar aquella confianza, á que pondrá su sello la
Memoria del Ministro de Hacienda, que tan luminosos
datos encierra siempre, para poner de manifiesto el orljen
producto é inversión de las rentas.
No siendo tan satisfactorio para los prestamistas ingleses
el cuadro que presentan las finanzas de casi todas las otras
secciones americanas, natural es que las miradas se vuel-
van hacia la República Argentina y se interesen por saber
cuales son los financistas que tan favorables resultados
obtienen. Con este motivo vemos con placer que el nombre
del doctor Plaza, nuestro Ministro de Hacienda, es citado
con encomio en publicaciones inglesas, y sus vistas en
materia de finanzas, bancos y moneda apoyadas como las
mas acertadas.
« La carrera de este hábil y eminente Ministro Argenti-
no, dice The Riveí' Píate Mail^ ha sido notable por el feliz éxito
que la ha caracterizado. Apareciendo como un joven
de capacidad no experimentada, cuando las condiciones
financieras de su país habían descendido ai último grado«
y muchos dudaban de la estabilidad de sus recursos, el
doctor Plaza encaró osadamente las dificultades de su posi-
ción, y no solo detuvo la oleada de adversidad que venia
creciendo, sino que puso las finanzas en predicamento de
restablecer la confianza dentro y fuera dejando burladas
las especulaciones que tenían por base el descrédito de la
República Argentina.»
PROGRESOS GBNBRA1.K8 159
Tales testimonios, y el del éxito que en materia de finan-
zas hace gran fuerza, deben ser muy gratos, como son
merecidas para el laborioso pretidigitador, que si no puede
acuñar moneda, sabe en cambio acuñar crédito, y remediar
las dificultades del tesoro, por medio de operaciones que
acaban por dominarlas, llevando á los espíritus la confianza
y á las arcas el metálico.
El público apenas conoce los títulos del doctor Plaza para
ser tenido por un hábil administrador. Encuéntranse en
la Memoria de hacienda de 1876, que debiera ser reimpresa
como un manual de estadística de nuestras rentas. Es un
inventario levantado laboriosamente de las deudas nacio-
nales contraídas, de las rentas recaudadas é invertidas
desde que se organizó el Gobierno Nacional Ja importación
y exportación de cada año desde entonces, la emigración y
cuanto dato sumini3tran las diversas administraciones
públicas de manera de hacer del Estado un cuerpo vivo y
mostrar sus nervios, sus arterías y sus crecimientos y enfer-
medades transitorias.
Quien tales datos requirió para entrar á funcionar como
Ministro de Hacienda dejaba poco á la ventura de los acon-
tecimientos, creándose por el contrario un plan y un siste-
ma á que referir los nuevos hechos, pues ellos formarían
parte de aquel árbol genealógico de la renta^ según la pro-
ducción y el consumo que obedecen á reglas aunque puedan
ser modificadas, detenidas ó aceleradas por accidentes
anuales.
Así sucede que el cálculo de recursos está basado siempre
en el producto de la renta del año anterior mas la propor-
ción del crecimiento anual de la producción según se viene
observando de antemano, ó bien la estagnación ó la dismi-
nución por causas que están obrando crisis comerciales,
depreciación de productos, guerras, etc.
El salto dado por la renta en 1878 sobre la base del cálculo
de recursos pone en condiciones nuestras rentas, relativa-
mente á los gastos que no alcanzan sino los Estados Unidos,
la Francia y la Inglaterra este año. Hubo sobrante de lo
presupuestado, aunque haya sido invertido en los gastos
accidentales creados por leyes especiales.
Esta circunstancia servirá para remontar mas nuestro
crédito, al Ministro ofrecerá ocasión de consolidarlo mas
160 OBRAS DB SARMIENTO
y mas^ si los propósitos anunciados en el Mensaje de conti-
nuar haciendo economías pueden llevarse á cabo.
El Gobierno del Brasil ha emprendido igualmente hacer
economías disminuyendo el ejército, y desarmando parte de
su escuadra, que había exagerado en años anteriores.
Desgraciadamente, no podemos imitarlo al respecto,
pues el estado de alarma causado por la guerra del Paciñco
y cuyas chispas pueden llegarnos á nosotros, nos imponen
gravosas previsiones.
ACUÑACIÓN DE MONEDA
(El Nacional, Mayo i5 de 1879.)
Creemos que la opinión de las Cámaras está formada ya
sobre el etaion ó doble etalon de oro ó de plata que ha de
adoptarse en la moneda nacional que habrá de acuñarse
luego, para satisfacer á la necesidad de medio circulante
en el interior y para el exterior.
La guerra del Paciñco entre lai^ tres repúblicas que pro-
veían de moneda de plata en el interior, haciendo cesar el
comercio está produciendo estragos en las provincias. La
enorme quiebra del Banco González en Mendoza, que deja
á centenares de familias sin sus pobres economías, y otras
ocurridas en San Juan, tienen por origen la depresión del
comercio de Chile, y la poca demanda de ganados engorda*
dos, pues de San Juan y Mendoza se proveían ios puestos
intermedios del Perú, con ganados en pié llevados en vapo-
res. La prolongación de esa deplorable guerra traerá de
rechazo sobre las provincias que vivían del comercio con
Chile ó Bolivia parte de sus calamidades.
Este estado de cosas hace mas urgente acuñar moneda
propia á fin de proveer de medio de cambio á las trasac-
clones; y este ha de responder á la doble necesidad de
nuestro comercio una moneda de plata para el comercio
interior y una de oro para el exterior, dejando su relación de
valor áser fijado por la demanda.
Hay motivos de esperar que ambos metales vuelvan á su
PROOKBSOS GBNERALES 161
antigua relación, pues ia plata muestra tendencia á subir
de la depredación en que estaba. Créese que esta depreda,
cion vino al principio de creerse que las minas de Califor-
nia y los placeres de oro de A.ustraiia inundarían el raundo
de metales preciosos; pero esta como tantas otras anticipa-
ciones, se ha desvanecido ya, y no será sorprendente ver
luego un movimiento en el sentido de recuperar la plata su
valor relativo al oro.
La Cámara de comercio de Liverpool ocupándose de estas
cuestiones ha formulado su pensamiento en un reunión teni-
da á fines de Marzo, en estos términos: «Primero que una
fija relación entre el oro y la plata, con libertad ¡limitada de
acuñar moneda, y el reconocimiento de dos metales,como
moneda legal completamente liberatoria, si fuese adoptada
por las potencias monetarias de primer orden, incluyendo
la Inglaterra y la India, seria adecuado para restablecer
la plata á su primitivo valor iriternacióhar como moneda.
Segundo, que sería de desear que nuestro gobierno tomase
medidas para asegurar un acuenlo internacional ppr el
cual la plata, fuese restablecida á su legítima parte en pro-
veer de medio circulante metálico, suficiente para las
necesidades del mundo».
Estas declaraciones, si bien solo expresan un deseo,
deben, sin embargo, tenerse presente al legislar sobre mo-
neda, por cuanto tnaestrán las tendencias de los espíritus
en los grandes centros comerciales, y señalan el camino
que deben seguir las disposiciones legales. La idea del
I
solo etalon de oro ha pasado pues, con el desequilibrio de
la relación antigua entre la palabra y el oro.
Quedaría solo lijar cual sistema habremos de seguir si
el de dollar, el peso fuerte ó el peso métrico adoptado en
Chile, Perú y Boli vía con quienes tenemos relaciomps cpm.«r-
ciales saldadas con la plata y esta circunstancia solo hará
inclinarse á que nosotros adoptdinosel mismo padrón, para
evitar el cambio y recambio que es tan ruinoso en las tran-
sacciones.
Toiio tu.— 11
182 OBKAS DB SAKMIBNTO
k DONDE IRA EL BUEY QUE NO...
(Bi Saamial, Mayo 29 (jte i879.)
Toda nuestra prensa ha estado estos días estasiada en la
contemplación del feliz desarrollo de nuestras colonias,
exitada á ello por los datos estadísticos que ha acumulado
el Sr. Larguía, ó las revelaciones que hace de cuando en
cuando el señor Diilon sobre entrada, envío y colocación
de los inmigrantes.
Contando el número de fanegas ó de arrobas de produc-
tos agrícolas, los molinos, máquinas, caaas, animales que
poseen los colonos, acaba uno de persuadirse que son felices
en cuanto pueden serlo, los que adquieren su subsistencia
trabajando. La tierra es barata y fértil, su rendimiento
abundante, y este año el trigo ha subido de 5 $ á. 7 $ en
estos dos meses. Las mismas circunstancias prevalecen en
Entre Ulos y Banda Oriental.
Sin embargo, nada hay que nos contente, y de ello es
prueba lo que leemos en la Colonia , Española de Montevi-
deo, que inserta de un diario de Minas, los lamentos de
los inmigrantes de su nación^ haMando pobre el país, mal
atendidos los inmigrantes, poco contentos éstos con el
pedazo de tierra, que poseen^ y suponiendo imaginarias
cargasiy falta de protección y franquicias estarla á punto
de echar á la calle ó por sobre el cerco de tierra que posee,
sino fuera costoso el trasladarse á otros mundos, por que
es de la América de la que se muestra desencantada.
Dudamos mucho que sea español de España, sin embar-
go, el que aquellas quejas hace oir, porque ciertas frases y
modismos de que usa lo denuncian antiguo habitante de
estos países y habituado á sus modos de decir.
Pero nos sucede, por razones de oñcio, tener á la mano
diarios de todas partes y algunas veces que dos* de distin-
tas procedencias se estén oyendo, corrigiendo y desmintién-
dose recíprocamente.
Estaban codeá^ndose en nuestro bufete la Gaceta Umvet^iol
de Madiid^ (Abril 79) y la Colonia Española ^de Montevideo del
27 de Mayo; y nos pareció oir el diálogo que sigue entre
ambos diarios, el de antiguo establecido por estas tierras.
PHOa&BSOS 0BNBRALB8 103
y el recién llegado que le trae noticias del que dejó. El
uno da á Barrabás con la América y sus vanas promesas,
y el otro le da memorias de lo que actualmente ocuri*e por
su casa. Oigámoslos que no deja de ser instructivo.
El inmigrante en Montevideo — ^Carrera azarosa es la del
hombre fuera de su patria; nadie es capaz de definirla^ ni aún el
mismo que la transita podria explicarla.
«iAmérica..^, América... • nombre mágico^ que simbolizaste la
riqueza^ el bienestar. ¿Qué soplo maléfico convirtió en fabuloso
talismán de ilusiones fi^
El hambre en España — El Gobierno ha descuidado la
cuestión de subsistencias, porque en esta desventurada
España se descuida siempre lo principal y se atiende á lo
necesario, y ya el horrible es^iectro del hambre ha aparecido
en muchas poblaciones relativamente importantes, acompa*
nado de tumultos, asonadas y desordenes.»
«En Grasada, habiéndose encarecido el pan, hubo el lunes
último bastante alarma, por haber recorrido las calles gru-
pos de mujeres, hombres y muchachos gritando pan á ocho;
y en vista üel tumulto, y de que casi todas las tiendas se
cerraron, el gobernador tomó varias medidas, entre ellas,
la de impedir la entrada de forasteros en la ciudad, y publi-
car un bando prohibiendo los grupos de mas Je seis per*
sonas, y el alcalde publica otra alocución manifestando que
la autoridad velaba por el socorro de la clase jornalera.»
El inbugrante en Montevideo — La pobrexa te ha invadido
América. Estamos en un pata pobre^ y decimos pobre, porque lo que
tiene no basta para comprar lo que no tiene. Agobiado de impuestos^
y los impuestos no alcanzan para todo lo que el eervicio del Estado
precisa. Se debe tanto, que ya la herencia no basta para redimirse.
En España — «En Jaén, habiendo subido también el [/recio
del pan, ocurrieron el sábado varios escándalos con motivo
de haberse presentado al gobernador y al alcalde las muje-
res de las clases trabajadoras, en demanda de socorros.
• aEn Ronda, donde se sufre una miseria espantosa, hasta
el punto de que el Gobierno ha concedido 5,000 pesetas del
fondo de calamidades para el alivio de los mas necesitados,
acaecieron el jueves escenas tumultuosas á consecuencia de
haber dispuesto el ayuntamiento que se dieran raciones á
los braceros, en vez de alojarlas y mantenerlos en sus casas
los particulares.»
164 OBKA8 DB SAUMIKNTO
El inmigrante en Montevideo — De preferencia u üaman
inmigrantes^ y se cree hacerles un gran fawr cuando se les entrega
un pedazo de tierra erial para que lo debasten y lo cultiven, hacién-
doús pagar después un tanto por las semillas que echan en ¿I, reco-
giendo sus frutos después de inauditos trabajos y desvelos, y, sin
embargo, se le impone contribuciones á lo que tanto su4or ha costado.»
En España — «En Ecija se ha alterado anteayer, el orden
público por la misma causa, y en otros puntos se advierten
síntomas nada halagüeños, que revel^an claramente eJ des-
contento que existe en el . pueblo {)or la carestía de los
artículos de primera necesidad, y ante el abandono de un
Gobierno que debiendo hat)er previsto los sucesos, se ha
cruzado de brazos con la mayor indiferencia.»
Inmigrante en Montevideo — J^e opinión general que la clase
á que nos referimos se enriquece y vive muy contento de su
suerte, y esto es una de las opiniones que conviene destruir
porque no es asi. Porque ni uno solo hay que se queje de
la falta de protección y de las humillaciones por las
que cada día tiene que pasar, y si las aguanta es poique no
tiene medios como trasportarse k otros países donde menos
sufrirá.
En España — En Madrid mismo, si las autoridades visitasen
con frecuencia los mercados públicos, en particular los de
los barrios extremos, tendrían opasion de oir, aunque no
quisieran, las sentidas quejas que exhalan las clases prole-
tarias. El pan se vende á nueve cuartos la libra, la carne
á 36. las patatas á medio real, y así los primeros artículos
de necesidad imprescindible, y siempre con la pei'spectiva
de mayor carestía en breve plazo.
En España — Si el gobierno abandona la cuestión de subsis-
tencias, proponiéndola á otras muy secundarias, los resul-
tados tienen que ser por estremo dolorosos.
/ Ay del gobierno, sea cual fuere, que no fija su mirada eu las
necesidades urgentes de las clases populares I »
No es, como se ve, mejor la situación por allá, qua la
que cabe á las colonias nuestras donde no obstante los inn
puestos sobre la agricultura, siempre, queda Mtx mendrug'o
para no morirse de apetito. • .
pkoghesos gbnbkales 165
LA MEIRORIA DE MARINA
(El NacionaL Judío 7 de 1879.)
• • •> -
«
Se ha repartido en un libro de 444 páginas la Memoria
de Marina que presenta al Honorable Congreso por 1879 el
Ministro de la Guerra y Marina. . .
El hecho solo de que viene la Memoria en volumen se-
parado de la de la guerra este año muestra que la marina
ha tomadlo gran desarrollo en el último año, y los valiosos
documentos administrativos que la acompañan, revelan el
asiduo trabajo consagrado á su organización y manteni-
miento.
Consta ya nuestro establecimiento naval de una escuadra
de encorazados y cañoneras de reciente armamento y cons-
trucción, de un arsenal y una Escuela, que la nabrán de
proveer de materiales ó inteligencia para su manteni-
mieíUo y dirección.
La Memoria de marina está escrita bajo la inspiración
de la» apreensiones del momento que le dan una impor-
tancia capital.
La ocupación de los territorios que limita por el Sur el
Río Negro, que están llamando hacia aquel lado de prefe-
rencia las miradas de todos, y viene naturalmente al espí-
ritu la idea que nuestros esfuerzos en adelante deben
encaminarse k levantar por medio de la población y del
comercio, para usar de las palabras de la Memoria, aquella
vasta zona del Sud que en pocos años mas está llamada á
sustentar nuevas y florecientes ciudades, que transforma-
rán la república engrandeciéndola en proporciones incal-
culables.
Para obtener tamaños resultados debemos reconcentrar
nuestros mayores recursos en el fomento de la marina,
dotando á la escuadra de los medios de poner en comuni-
cación continua los puertos de la Patagonia, con los centros
actuales de población, derramando en su trayecto la civi-
lización y la vida en esas regiones.
Repetimos que la memoria está escrita bajo la inspira-
<!¡on feliz que ha llevado nuestras armas á las márgenes
.del Rio Negro. Es, í)ues, disculpable que haya en ella
166 OBRAS DB SARMIVMTO .
algunas chispas de entusiasmo, y la invaginación embe-
llezca con sus brillantes colores, el nuevo teatro que parece
abrirse á la industria.
Guando todos los motivos de exitacion que hoy llevan
nuestro pensamiento á aquellas regiones; cuando las már-
genes del Rio Negro estén aseguradas á la civilización, y
no tengamos por la paz celebrada que ocuparnos de la
Patagonia, ha de llegar el caso de preguntarles si conviene
á la seguridad de la República y á su progreso verdadero
estender sin limites sus poblaciones k las sierran desiertas,
y poco hospitalarias del Sur del Río Negro, despolvoreando
habitantes en una superñcie inmensa, sin vínculos de con-
tacto entre si, dejando su sustancia en el trayecto al través
de desiertos, para encontrar salida á. sus productos.
En todas cosas vamos marchando á, ciegas, sin detener-
nos á considerar la obra imperfecta, que vamos dejando
atrás. Ya es notable, casi única entre pueblos cdstianos,
la limitación del número de habitantes, por milla que pue-
blan nuestro suelo; pero esta desproporción entre la su-
perficie y los habitantes crecerá mas el dia que aumente-
mos mas su superñcie, sin que sea seguro que aumentemos
por eso mas habitantes.
Al sur, desde el Río de la Plata, á Magallanes, no tiene
territorios que por la opulencia y variedad de su vegeta-
ción, por la profundidad y utilidad de los rios que desem-
bocan al océano, prometan servir de asiento á grandes y
florecientes ciudades. Habrán villorrios en puertos mal
abrigados, y por tanto poco frecuentados; pero los Nueva
Orleans, los Nueva York, ó los Ghicagos, están en terrenos,
en puertos, y en rios, y en circunstancias en que estuvie-
ron y están las grandes ciudades, que se desenvuelven
porque el suelo ó el comercio los alimenta.
Nosotros necesitamos por el contrario reconcentrar nues-
tras fuerzas, dentro del Río de la Plata, á, lo largo desús
afluentes, hacia arriba, en Corrientes, Entre Rios, Santa
Fe y el Chaco hasta ambas márgenes del Bermejo, porque
la naturaleza es propicia, el clima genial, los rios, caminos
que andan. Necesitamos llenar los huecos despoblados
entre una y otra plantación, acortar las distancias, para
abaratar los fletes.
Todo esto debemos hacerlo aquí á nuestro lado, viniendo
PR0GKBS08 OltNBRALBS 167
del centro hacia la circansferencia, y no de la circunsfe-
reticia al centro; porque así llenando vacios, aproximando
el hombre al hombre, an pueblo á otro pueblo, organiza-
mos sociedades que no tenemos todavía tan compactas
como es necesario para su gobierno, seguridad, adminis-
tración y riqueza.
Vamos mal desparramá^ndonos mas y mas. No hemos
de estar seguros, sino dentro del Rio de la Plata, que cie-
rra la República, como se decía de Santiago cierra i.
España. La tieiTa está cerca para guardar el agua, y el
torpedo ha de ser el centinela que á cada estrechura, dé el
ominoso quien vive al enemigo, que quiera abusar del
espesor de sus blindajes para entrarse en nuestros ríos é
imponernos sus órdenes.
Para poblar las tierras del Sur, y crear aquellas imagina-
rias ciudades del país despojado de vejetacion, sin rios
navegables, ni puertos, sin ser camino á. ninguna parte, ni
encrucijada de rutas comerciales» siéntese la necesidad de
crear una marina mari^tma, y dotarla de naves, blindados,
paquetes, avisos y cañoneras.
Esta es otra de las generosas caantó ruinosas ilusiones
que nos llevan forzadamente al Sur. Tengamos en hora
buena, marina de agua dulce, porque al fin en los rios,
con el bajo fondo, las vecinas alturas, y el oculto torpedo,
somos en nuestra debilidad iguales k los fuertes en el
mar.
No debemos, no hemos úe ser nación marítima. Las
costas del Sumo valdrán nunca la pena de crear para ellas
una marina. Aquí en tierra, seriamos fuertes todos juntos
contra la Inglaterra, pues al fin no puede lanzar grandes
ejércitos á tanta distancia: seremos los iguales con el Brasil,
en tierra y en los ríos; pero en el mar no podemos medir-
nos con las grandes naciones: el Brasil mismo nos llevaría
ventaja, y solo podríamos medirnos de igual á igual con
Chile, contando con que algún Independencia nuestro ó
ajeno, bare en alguna roca, para sentirnos mas fuertes,
mientras se compra en Europa otro buque.
No: no hemos de ser nación marítima, líbrenos Dios de
^tlo» y guardémonos nosotros de intentarlo. Dios ha que-
rido en su infinita sabiduría, que nuestros territorios aus-
trales sean un derecho de la rica herencia que nos guardan
168 OIIKA8 l>K 8AKMIBMT0
los ríos. Las marinas son la mano de hierro con que las
grandes naciones, nadie mas que ellas^ estienden su domi-
nio á través de los mares. Cuando la Inglaterra tiene
trescientos encorazados ó vapores de guerra y cañones de
mil libras no es permitido á los débiles andar sin su per-
miso y su compasión en los mares. Hoy no hay marinas,
ni escuadras para los pequeños.
A nosotros nos está vedado tener buques, porque el buque
de guerra es aforrado con plata, no que con cobre, como
el antiguo de vela, y clavado con oro. Un cañón inglesó
noi te-americano, vale todas nuestras posibles carabelas y
tendriamos que arriar bandera. La navegación de los
mares es uii lujo que no se permiten sino los grandes de
la tierra.
No salgamos, pues, de nuestros rios: no nos creemos
necesidades ficticias, ni marinas de lanchas, pues que mas
no podemos. La naturaleza nos ha indicado nuestros
dominios acuáticos, rios adentro. Todo el arte moderuo de
blindados, acorazados y proyectiles monstruos, que nos
imponen silencio y sumisión en el mar, están contraba-
lanceados en nuestros ríos por el humilde torpedo, que
impone respeto á los mas osados.
Colonicemos ríos arñba: colonicemos al rededor de nues-
tras propias ciudades, y no imaginemos El. Dorados^ donde
los antiguos los buscaron en vano y no han dejado una
población, porque el país no vale la pena de correr los
azares de una población lejana.
Eli el Sur hemos de tener Chtibuts, y Mercedes y Carmen
de Patagones, rudimientos de extrangeros rebeldes; y de
miserables aldeas. En Corrientes, en la Formosa de Entre-
Ríos, en las colonias de Santa Fe, y en las costas de Buenos
Aires se han de alzar cúpulas y elevadores de granos, por-
que ahí están reunidas las condiciones que fecundan ciu-
dades, comercio de otros países, ríos navegables, cuma
dul«íe, maderas, sol ardiente que'venga ilesde el Ecua-
dor derramando azúcar, café, algodón^ naranjas, trigo,
frutas, etc.
Bahía Blanca será algún día algo; aunque nadie le ha
impedido serlo en tres siglos que está colonizada; pero no
queramos ponerla en conservatorio, creando marina para
ir á recojer algunos huevos y plumas de avestruz.
PROGRESOS GBNKRALBS 169
Decimos esto contra la tender7cia de la Memoria á crear
marina fuera de los rios; pues por lo que á la navegación
de estos respecta, la que tenemos es suficiente, aunque
requiera perfeccionar, como lo está, haciendo ei ministerio
su administración, é instruir su personal en la Escuela
Náutica. Eso si que basta y sobra para ocupar la atención
de nuestros marinos de agua dulce, y no lo tomen á mal,
pues en sus ríos, con sus costas, al costado, y sus torpedillos
de distancia en distancia pueden reirse del mas encope-
tado. En el mar es otro cantar. Allí no vale valor, iii
maña, sino el blindaje del contrario buque que tiene cuatro
pulgadas mas de espesor, y el proyectil doscientas libras
mas; ó si el enemigo tiene cuatro buques mas que nos-
otros, ó uno solo como puede la Inglaterra que valga mas
que todos nosotros Juntos. En tierra y en los ríos somos
nación y podemos hablar alto: en el mar ásigun.
En todo caso nos aplaudimos de ver que tenemos una
marina decente y proporcionada á nuestras necesidades y
capacidad; y que en almacenes hay á mas de buenos
cañones, ya que jarcia se consume poca, una cincuentena
de guardias marinos que serán luego pilotos lemanes de
nuestros ríos, con saber bastante para enderezar una
coliza, á quien quiera seguirlos, como á su guarida, ríos
arriba. Nada (ie mar, asi que nos veamos libres de cues-
tiones con los que en el Pacífico tienen hartos mares, como
quiftn dice dolores (ie cabeza, que les han cabido en
suerte.
EL PRESUPUESTO DE 1880
(Bl Nacional, Junio 9 de 1870.)
Tenemos por delante el año económico de 1880, que
puede decirse, ya empieza para los cuidados é intereses
públicos.
Es nuevo, y de ello habrá de tenérsele en cuenta al
Ministro de Hacienda, el hecho de presentar el presupuesto
de este ramo á principios de Junio, pues hay tiempo de
examinarlo, en todo el que resta de las sesiones.
Todo el servicio administrativo depende del presupuesto,
y por tanto en la memoria de Hacienda y en el presu-
«
•j
170 OBKAM 1>« SAKttlIBMTO
puesto hemos de encontrar la extensión dada á las inver-
siones.
£1 Ministro computa en 18.762,061 $, los recursos con que
contará el tesoro el año venidero para hacer frente á loa
gastos. La certidumbre ó verosimilitud de esta cifra viene
acreditada por el producto de las rentas del año anterior
que anduvo cerca de esa suma, y que excedía notable-
mente al cómputo de recursos del año antepasado.
La inversión se calcula según lo presupuestado para el
próximo en 18.380,718 pesos lo que establece un excedente
de renta presupuestada, que aunque de poca consideración
muestra el estado regular y satisfactorio [de las rentas, en
relaciónalas necesidades urgentes de la administración.
El déficit^ que es la llaga siempre renaciente, en la mayor
parte de los gobiernos, ha sido cicatrizada por lo pronto en
el nuestro, aunque á fuerza de restringir los gastos.
A una primera ojeada sobre las sumas que forman los
grandes capítulos del presupuesto, vése cuan reducida es
la parte que queda disponible para atender á nuevas inver-
siones, eventuales, ó requeridas por el interés pública
De aquellos 18.763,061 pesos presupuestados 8.429,157 son
absorbidos por las deudas anteriores, en intereses y amor-
tizaciones; y de los 8.000,000 que quedan disponibles, cinco
millones largos absorve el ejército y la marida, que pueden
ser considerados en su estado de paz, como un seguro que
paga la propiedad, para su guarda de invasión exterior, de
depredaciones de los indios ó guerra civil interna.
Con estas deducciones puede decirse que todos los inte-
reses sociales, lo que toca mas de cerca á. los ciudadanos,
gobiernos, instrucción, justicid, obras públicas, se hace con
los cinco millones restantes, de los diez y ocho presupues-
tados.
Como de las deudas anteriores que pesan sobre el erario
no hay de inversión productiva mas que el empréstito de
obras públicas, y los bonos de puentes y caminos, el pre-
supuesto muestra que'la generación actu^il trabaja para
pagar los gastos que demandaron guerras y desórdenes
pasados, por la mitad de las rentas públicas, no quedán-
dole disponible, después de pagados los gastos de seguridad
sino un resto de las rentas para proveer á las necesidades
públicas, y los gastos y personal administrativo.
PROORBSOS GKMEftALBS 171
La dduda pública se aumentará de menos de medio mi-
llón, y entre todos los gastos, presupuestados para 1880 hay
un aumento de un millón sobre el presupuesto de 1879.
La remonta de la escuadra ha requerido los lOOfiOO pe-
sos pedidos al Congreso por ley es{)ecial.
El crédito empieza á restablecerse en Europa, merced
al equilibrio ya regularizado entre nuestras inversiones y
lo recaudado en lo que va de 1879, como la tendencia á
bajar del oro, lo que muestra holgura en las transacciones
comerciales, concurren á hacer presumir que la produc-
ción, como las rentas, aumentarán en cierta proporción
para el año venidero.
Debe tenerse en cuenta sin embargo que la industria
principal del país, cual es la ganadería, no ha aumentado
ni este ni el pasado año, como debía esperarse, según una
ley de desenvolvimiento anual, que le «es natural, aunque
el precio obtenido por igual cantidad de productos sea
mayor este año que en el anterior. Lo mismo sucede en
la producción de cereales, que siendo considerablemente
mayor este año que el pasado, ha aumentado de valor
también en los pocos meses transcurridos desde la cose-
cha, y aunque es seguro que el venidero año aumente la
producción agrícola en relación á la prosperidad actual,
y á la creación de nuevos centros de producción, no es
tan seguro que los precios se mantengan, pues esto de-
pende de circunstancias especiales á los mercados euro-
peos.
Tendremos, pues, que para 1880 la producción de riqueza
para saldar la importación que produce la renta, será
igual á la del presente año, sin mayor desenvolmiento, á
no ser que desapareciendo causas de estagnación ignora-
das, aumente la producción de lanas y peleterías, y las
futuras cosechas, suponiéndolas buenas, obtengan siem-
pre en los mercados europeos precios remunerativos.
Con esto tendremos cinco millones de fuertes libres para
invertir en los gastos ordinarios, tales como vienen presu-
puestados, con un aumento de medio millón de deuda y
con setecientos mil pesos para el servicio de la escuadra
que no figuraron en los presupuestos anteriores.
Tenemos una elección de Presidente que corresponde
al presupuesto de 1880 y esirañamos que el señor Mínis-
f .
172 OttKAtf l>M SAKAillflNTO
tro de Hrtcienda, tío haya presupuestado una suma de dos
millotres, en gastos posibles de acomodo, como debiera
también ha<;órsele al cálculo de recursos una disminución
de otros dos millones, por lo que pudieran fallar las cose-
chas, á causa de la langosta séltona, que se mueve en
tiempo de elecciones de Presitlente, y en algunos puntos
arraza los productos como se ha visto tantas veces.
Verdad es que somos un pueblo generoso, que la hecha
por- copas. Fáltanos el sentimiento esterlino; el cuánto
cuesta la operación que se proyecta.
Tenemos, por ejemplo, una grave cuestión de finanzas
que se presentará luego al Congreso. Se trata de aplazar
una cuestión pendiente, cuya solución inmediata puede
traer una guerra. ¿Cuánto costana la guerra, preguntaba
un financista? Dele Vd. que cueste doce millones. El mas
bajo precio á que pueden los proveedores subministrar una
guerra decente; pero no debemos dejar á nuestros hijos
una cuestión pendiente. Solicitu<i paternal que honra ala
generación presentel bienes verdad que sienvlo inevitable
y consuetudinario legarle á la generación próxima^ y acaso
á las venideras, el cuitiado de pagar las deudas qu€ nos-
otros contraemos, bueno fuera, en cosa que no es una soga
al cuello, dejarles para los que han (ie pagar la deuda que
hagan la guerra, ó eviten la que podrá costamos doce mi-
llones, que ellos y no nosotros pagarán.
Estamos habituados á hacer el milagro de los cinco panes
y de los siete pescados v todavía sobra para los agiotistas
futuros.
En 1861 las rentas de los Estados Unidos subían á ochenta
milloíies. En 1863 con motivo de la guerra subieron á
trescientos millones; y hoy para pagar las deudas contrai-
das 'entonces se impone al pueblo, doscientos millones
anuales.
Nuestra ley de impuestos baja este año los derechos que
se cobraban hasta ahora en ciertos artículos de gran con-
sumo, lo que prueba que estamos Ujos del pensamiento
de aumentar las rentas- públicas; por que ni remotamente
se supone que hayamos de salir de los gastos consultados
pu el presupuesto; pues aquello de decir, como antes, auto-
rízase para uso del crédito hasta la cantidad de
millones, es frase que no tiene sentido, y quedará borrada
PROGRESOS GENERALES 173
de nuestro dircionnrio político y administrativo, si se la
quiere presentar á cotización en la Bolsa.
CASA DE MONÉnA
{El Nacional, Junio 27 de 1879.)
Considerábamos terminada la discusión, habiendo recti-
ficado los errores en que se basaban los ataques dirigidos
contra la planteacioii de una casa de moneda, |»ero La Li-
bertad del 23, nos hace saber que aun existen otros que
debemos también destruir.
Se ve un disparate en la cantidad de cobre que el Poder
Ejecutivo propone amonedar, así como el que con las utiii-
daiies que de esta operación resulten, se pretenda construir
la casa de rnone%.
Se ve otro disparate en que se haga sellar en Europa esa
cantidad para luego lanzarla á la circulación y obtener el
dinero para construir la casa de moneda. '
Si disparate hay en iodo esto, no es indudliblemente del
Poder Ejecutivo sino de quien ha tenid# semejantes
ideas.
En primer lugar, preguntaremos al colega, cual es la base
que tiene para considerar que 40 centavos en cobre por ha-
bitante, es un disparate.
La Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Bélgica, Suiza,
Italia, etc., etc., tienen mas de 30 y al^^^unos de estos países
mas de 50 centavos por habitante.
Con qué reglas se puede deterrAinar exactamente la can-
tidad de cobre qide un país precisa para llenar las necesida-
des de la circulación ? Creemos que solamente con las de
la experiencia.
El Congreso fijó esta suma de 40 centavos en la ley de
1875, é indudablemente alguna base tendría para hacerlo.
Por los datos que poseemos y fundándonos en la experien-
cia de las naciones mas adelantadas, creemoH que verda-
deramente 40 centavos por habitante pueda ser demasiado,
y que 30 serían suficientes, pero creemos también que dado
el caso de que ningún país tuviera esa suma, nu^ica seria
un disparate haberla propuesto por cuanto haciéndose la
acuñación paulatinamente y á medida que las necesidades
114 OBfULS 0K «AKMIBNTO
lo requieran, puede siempre suspenderse la fabricaeion en
tiempo, y no solo puede esto hacerse» sino que el Poder
Ejecutivo se verla obligado á ello, porque existiendo cobre
bastante para la circulación y recibiéndolo en ¡guales con-
diciones que los particulares, tendrá siempre en sus cajas
la cantidad suficiente como para que no le convenga fa-
bricarlo, por mero placer para llenar sus cajas, sin la posi-
bilidad de salir de él en ningún caso.
Se aterroriza el colega ante la' idea de que se traigan de
Europa pesos fuertes 800.000 ó pesos fuertes 600.000 en co-
bre y se lancen k la á>irculacion, para obtener así un bene-
ficio con quehacer la casa de moneda. — Con razan, pero lo
aterrorizante de esto no es el hecho que es irrealizable,
sino la concepción. — Cómo se cree que haría el Gobierno
para colocaTi no ya de golpe sino en un año ó dos esa
enorme suma en cobres? — Los arrojaría á la plaza pública
para qué el pueblo los recogiera ?
No, porque no obtendría el beneficio buscado y perdería
el capital — ^Pagarla en cobre á, la administración ó saldaría
sus deudas en esa moneda ?
Tampoco tendría ese recurso, puesto que la ley no obliga
á nadie á recibir mas de un peso en cobre por toda suma
mayor de 20 pesos — Goíno se ha supuesto, pues, para ha<:er
este argumento, que el Poder Ejecutivo emitirla el cobre
para con los beneficios construir la casa de moneda que
considera de urgente necesidad ? — ^Todo es error, puro error,
lo que puede haber dicho el Poder Bjecutivo es que con la
sola fabricación del cobre, sea esta por el valor de pesos
fuertes 400.000 ó por cualquier suma como para satisfacer
las necesidades de la circulación en la República se obten*
drá un beneficio que excede al costo de la casa de mone-
da— Se hizo este argumento, perfectamente exacto, cuando
se creía que la casa de moneda, una vez agotada la fabri-
cación, pesaría como una hipoteca sobre el erario nacional.
Estaríamos con el colega en que no es secundaria la cues-
tión de si conviene ó no el establecimiento de una casa de
moneda, si fuera discutible el caso.
Sentimos qae estas cuestiones de detalle nos impidan
ocuparnos de la ley de monedas, como pensábamos ha-
cerlo, por considerar verdaderamente interesante su dis*
cusion.
PR0GRB80S OBNBRJLLBS 17&
EL MERCADO DE FLORES
{Si NaeUmal, Julio i9 de 1879.)
Hemos visto en el lindo pabellón que la Municipalidad
ha erigido en la plazuela de la Universidad para mercado-
y exposición de flores^ un anuncio ofreciendo alqjuilar loca-
lidades & los jardineros. Parecíanos que aun estaban en
construcción, gradines, ó calvarios al rededor de la colum-
nata intetnor de manera de hacer mas productivo el espa^
ciO) y dar pop ambos lados exposición, pues banquetas sobre
pie de hierro cuestan pocoi y dan mucho brillo á las flores;
Si han de llevar sus tiestos y cajones los jardineros, ha de
tomar un pobre aspecto, mientras que así queda libre
espacio para los paseantes, y codiciosos de flores. Es natu-
ral que se planten algunas enredaderas, vignonias, etc.,
para revestir las columnas exteriores y darle al edíQcia
aspecto de vida. Costaría tan poco!
Sea de ello lo que fuere, y como es ya práctica anunciar
de antemano lo que dirá el que tómela palabra en la ñesta,
indicaremos al orador de la Municipalidad la frase de ins-
troduccion.. Señores y señoras:
En este lugar donde levantamos un templo á Flora, in^
mediato al de Pomona, (mire hacia el mercado don iase
venden manzanas, peras y naranjas, pues estas ültimHS son
las manzanas de las Hespéridos) al acabar el siglo pasado,,
tendían los indios fronterizos, mansos habitantes de io que
es hoy Ciiivilcoy y Mercedes, sus guillapiés de zorrino, de
guanaco y de pichones del tan celebrado avestruz, tan pro«^
saico sin embargo, que no se presta á una ñgura de retórica.
Plumas, poteterías, hé aquí los productos de nuestra indus-
tria entonces. Eso que veis. Universidad }• Museo, eran
habitaciones de Padres Jesuítas, y ese Mercado contiguo,
pampa, en que carretas desapacibles y desairadas ostenta-
ban flacos cuartos de carne, para sustento casi exclusivo
del arte culinario de nuestros padres, en asado, puchero y
carbonadas.
Aquel era el Éuenos Aires de entonces; este kiosco^ y
estas flores son el emblema del Buenos Airea de ahora»
Cuánto hemos andado de entonces acá! De paradero de
176 <M«KA^ i>K SAItMlKNTU
indios, á exposición de todo lo que la naturaleza ostenta en
galas, y maravillas! Cuánta hemos perdido sin embargo
desde entonces! Aquellát envidiable quietud colonial, aque-
llas elecciones de Corregidor mayor, y de Alcaldes en Cabil-
do abierto, y los notables, solo con derecho de elegir apar-
tando los blandengues ó los alguaciles al bajo pueblo, para
que no molestase á sus señorías*
Lo demás lo sujerirá la ocasión, las comparaciones, y
algún recuerdo histórico, el Jardin de aclimatación por
ejemplo^ y el amor alas flores de tantos tiranos, y grandes
hombres, como el .de las damas que tienen mucho de lo
primero, y i)oquisimo de lo segundo, sino es que hayan
Cornelias que den al mundo GracosI Búsquenlos los aficio-
nados ¿L comparaciones y los hallarán a foison.
UN MILLÓN DE HECTOLITROS
{SI Nacional, JUlio id de 1879.)
Amenazan á los colonos agricultores el año venidero, si
el tiempo es favorable para la cosecha del trigo que ya
dejan enterrado, y empezará luego á teñir de verde esme-
ralda la hoy removida y parduzca superficie de millares de
hectáreas.
Y no sin razón decimos que amenazan, pues no es siem-
pre seguro que se repita la circunstancia que este año ha
favorecido la exportación con el subido precio, de haber
escaseado las cosechas en Europa.
Sin.esiíS condiciones, la cosecha venidera puede ser mas
grande y menos remunerada, pues los cereales nuestros no
pueden competir con los que vayan á los mercados euro-
peos de países donde ¡a obra de mano sea mas barata, ó el
transporte no recargue el costo primitivo.
Tendrán luego elevador ó granero^ en el Rosario para. la
ventilación y limpieza y embarque de trigo; pero á la mayor
parte de las colonias falta aun el transporte barato, que
daría un ferrocarril de trocha angosta, que hace poco costo
la construcción que paga el transporte de cereales.
Sabemos que el señor Ponsati concesionario del ferroca-
rril de las colonias, ha regresado de Europa, en solicitud
de alteraciones en el. contrato, requeridas por los capita-
PROGRESOS OBNBRALBS 177
listas de Londres, y quo la Legislatura de Santa Fe ha de
ocuparse luego del asunto.
Sin conocer los detalles, propenderíamos á que se proce-
diese con actividad, se concediese cuanto es posible en
atención que el capital está, esquivo y desconfiado, y no es
tanto réditos subidos lo que lo seduce, sino seguridades
redobladas, para ponerse k dos anclas.
Es tan corto el capital requerido, que no hay que temer el
abuso, pues suele ser defecto y no ventaja la exigüidad del
capital reclamado, pues las grandes casas desdeñan espe-
culaciones pequeñas.
La trocha angosta es ya un hecho conquistado, y sus ven-
tajas fuera de cuestión para países nuevos, como lo demuestra
la obra de Agt. Rieará Rapter que ha reunido todos los datos
suministrados por la experiencia, y los cómputos del costo
de construcción, comparado con el antiguo sistema. En
los países nuevos donde la población y los productos tienen
ciertos límites como en el de Tucuman, y en las Colonias,
las grandes trochas arruinan desde luego el capital por
falta de productos; y cuando se pregunta qué se hará con
un ferrocarril pequeño, cuando el tráfico venga á ser'gran-
de, se contesta victoriosamente, «que uno de los mas gran-
des errores cometidos es el de haber construido ferrocarriles
con mucha atención hacia lo futuro, y con poca conside-
ración con respecto á lo presente. No hay negocio que
pueda mantenerse contra un gasto de capital que no está
en proporción con el negocio que va á hacerse.
«Todos saben .que las mas recientes manufacturas han
principiado por emplear al principio poco capital, desenvol-
viendo gradualmente el negocio.
«En los casos que se han principiado con grandes capita-
les y enormes edificios; la quiebra y el desastre han
sobrevenido con frecuencia, aun en casos que todas las
ventajas de la maquinaria moderna prestaban su concurso.
Comenzar en grande los ferrocarriles es simplemente
alejar la época en que serán remunerativos.»
En las colonias se necesita principiar por abaratar la
exportación del trigo; el trigo exportado creará la riqueza,
labrando mas tierra y exportando mas trigo; y cuando ^ea
el movimiento tal que la cadena de carros no se interrumpa
Tomo xli.-12
178 ORRA8 UK MAHMIKNTO
de la última colonia al Rosario, entonces se les prende
fuego á los carritos viejos, y se hace todo de nuevo; como
para la nación que la trocha angosta habrá creado! Lo
demás son sueñosl
CUESTIÓN MONETARIA
Continúa la Cámara de Diputados ocupándose de este
importante asunto sobre la base proyectada por la comi-
sión de hacienda, pero se nos asegura que será integrado
ese proyecto con muchas de las disposiciones que con-
tiene el del Ministro de Hacienda, que se consideran no
solamente buenas sino indispensables para establecer una
ley conveniente sobre la materia.
Ese solo hecho vendría á demostrar la bondad del la-
borioso proyecto del Dr. Plaza, y á hacer justicia á su
mérito.
Pero nosotros insistimos una vez mas en que la Cá-
mara debe reaccionar de su solución anterior y adoptar
el proyecto íntegro del Ministro de Hacienda, si quiere
hacer una cosa completa y benéfica para el país, amplián-
doio si se quiere con algunas disposiciones del de la
Comisión para la acuñación en el extrangero, de una
seria cantidad limitada y los medios de darle circulación.
Convénzase la Cámara que con el proyecto de le? Co-
misión no solamente no resuelve las dificultades de la
complicada situación porque atraviesa el país, sino que
deja subsistentes los males y los agrava con la intro-
ducción de nuevas monedas y mantenimiento de las que
existen en circulación.
En materia tan delicada no se inventa, ni se conjuran
males tan graves con medidas transitorias.
No se hace moneda para un año ó para diez sino que
debe buscarse la estabilidad como primera condición.
La prueba mas fehaciente de que tenemos razón en
nuestra insistencia, es que la opinión casi unánime está
de acuerdo con el proyecto del Dr. Plaza, porque en-
cuentra en él los medios eñcaces de poner término á
la anarquía monetaria.
Si asi no sucede, corremos riesgo de quedarnos un
PROGRESOS 6ENERALB8 179
año mas sin monedo, porque segnn estamos informados,
el Senado rechazará la sanción de los D. D. y se pro-
nunciará por el proyecto del P. E.
LEY DE MONEDAS
{El Nacional, 5 de Af^osto de 1879.)
Pasó ayer en la Cámara de Diputados, contra el dic-
tamen de la Comisión, el peso de plata propuesto por el
Ministro de Hacienda, de veinte y cinco gramos, lo que
lo uniforma con la moneda de plata de igual valor de
Chile, Perú y Solivia y otros Estados en esta parte de
América, y con lo que se llama la liga latina en el medio
día de Europa, incluyendo la Francia, Italia, Suiza, Bél-
gica y España, ligadas con nosotros no solo por el co-
mercio sino por la inmigración; pues es de aquellas
naciones que proviene la mayor parte de la nuestra.
Así, pues, el peso de veinte y cinco gramos adoptado
para la pieza de plata, será el mismo á que están habi-
tuados los argentinos nacionales é inmigrados, y los
americanos en toda esta parte del continente, cuyas
monedas sirven para las transacciones reciprocas entre
unas provincias y otras, y entre las naciones vecinas y
limítrofes con la nuestra.
Si una moneda es el signo de los valores, puede, pues,
decirse que se ha adoptado una palabra que entienden
perfectamente, cinco ó seis Estados americanos, cinco ó seis
en Europa y todos los habitantes de la República cual-
quiera que sea su procedencia.
Este hecho tiene una importancia capital que creemos
no ha sido apreciada por los que [)referian otra cantidad
de plata, representada por la palabra peso^ y una unidad
monetaria.
La dificultad mayor que ofrece la diversidad de mone-
das en Europa, soberanos, luises, dollars, etc., proviene de
que cada una de ellas es intraducibie en otra lengua, sino
es por medio de operaciones de aritmética; pero es mas
grave la dificultad cuando, como sucede en esta parte de
América, la unidad de moneda se llame peso, y la dife-
rencia de valor es pequeña.
180 UBRAS 1>K «AKMIIBNTO
Guando menos es la diferencia* tanto mas complicada es
la operación mental de ajustarías y encontrar el equi-.
valente.
Una peleona de Santa Fe ofrecía vender aliora años,
á uno de Buenos Aires ciento cincuenta fanegas de trigo,
damos por caso, á 5 $ 6 rls fanega.
Pero como una fanega de Santa Fe, medida en la fa-
nega de Buenos Aires, daba catorce almudes, la operación
que el comprador debía realizar mentalmente, era saber
á como le vendían realmente la fanega, pues había un
resto mas de trigo, entre el precio pedido y el real que
resulta haciendo la sustracción, que es de un poco menos
de cinco pesos.
He aquí pues dos hombres que no se entienden sobre
las cifras de que usan, y necesitan operaciones compli-
cadas para fijar los términos.
Lo mismo ó peor sucede en la moneda, y este es el
mayor obstáculo al comercio.
El que vende ganado en Chile, muías en Bolivia, ha
hecho sus cálculos sobre el valor en la moneda de su
país, y necesita á cada momento, para cada objeto que
cambia ó adquiere, saber cuanto valdría en su propia
moneda, en la moneda de su conciencia, lo que aparen-
temente le ofrecen por un precio que sin embargo no
es el valor que él conoce.
Los extranjeros que vienen á Buenos Aires pasan largos
años contando para si en la moneda de su país, y traduciendo
el papel moneda á cada compra ó pago para darse idea
del valor de las cosas.
Este resultado traerá la adopción del peso métrico de
veinte y cinco gramos.
El ganado, las muías se venderán en Chile, Lima ó la
Paz por un precio en números ó monedas, en que está
á la vista para el vendedor su capital, sus gastos y su
utilidad. Entenderá qué es lo que le ofrecen, porque
sabe qué es lo que él da.
Traerá consigo de regreso la plata que le pagan si asi
le conviene, porque en su país vale lo mismo, y se la
recibirán por lo que él la recibió; pues todo el circuito
comercial habla la misma lengua monetaria.
Un mundo, pues, se ha andado con haber aceptado el
PROGRESOS OKNBHikLBS 181
peso de veinticinco gramos á que hacía excepción el
antiguo sistema nominal nuestro del antiguo peso fuerte
de cuenta, olvidándose que ese peso no fué nuestro, sino
de las monedas acuñadas en Potosí, Lima y Chile, que
cuando fueron repúblicas, los países que tenían entonces
casas de moneda^ adoptaron el peso de|veinticinco gramos.
Dicho se está que los múltiplos serán los mismos que
propone el proyecto del Ministro de Hacienda; pero
una ley de monedas, una vez dada, no ha de ocuparse
solamente, de proveer de una cierta especie que se ne-
cesita para la circulación, sino que ha de establecer la
relación entre las cosas, y la moneda, de manera que
haya un padrón, un punto ñrme, una piedra de toque*
para estimar los valores.
¿Se hacen en las Provincias de preferencia, las transac-
ciones en plata?
Los negocios con Chile, Perú y Bolivia se hacen con
plata con exclusión del oro!
Cosa rara, sería esta preferencia.
Sabemos por ejemplo como se hace hoy el negocio de
ganados con Chile, desde San Juan y Mendoza, que son
las provincias que lo engordan con pastos artiñciales»
para darle la forma requerida.
Sube á millón y medio de pesos este negocio: que para
transportar de un lugar á otro requieren trescientas muías
cargadas de zurrones de plata.
Estas no son suposiciones. Sanjuaninos y mendocinos
viajan á Tucuman, Oran, Santiago, Córdoba, Santa Fe,
conduciendo cada especulador en ganados, cuatro, seis,
diez cargas de plata sellada, para adquirir los ganados
escojidos, que han de transportar á los potreros donde se
invernan para pasar á Chile.
Si el dinero de compra fuese oro, ocuparía solo treinta
cargas de muía; y como son doscientos ó mas los com-
pradores de ganado, no necesitan en realidad pagar flete
ni escolta de peones, ni llevar como sucede con la plata
á la vista los zurrones de dinero. ¿Porque preferirían en
Tucuman, Oran, y Santiago que les paguen en plata y
no en oro? como los que venden en Chile, Perú y Bolivia
preferirían plata y no oro en cambio, si ambas monedas
estuviesen relacionadas con la de su propio país?
182 0BRA8 DB SARMIENTO
Es singular el gusto que les suponen á las provincias de
preferir la plata al oro, que es nnas manejable, mas económico
universal, que la plata. Bolivid, Chile y el Perú sellan la
plata, que traen ó llevan á las provincias, los que no hallando
oro en igual abundancia necesiten retornar en dinero el
valor del ganado que llevaron. Ya habría en esto una
acuñación de plata para las necesidades del comercio de
menudeo. No vemos porque seria necesario mandar
acuñar ademas cuatro millones de monedas de plata,
para que convertidos en cargas de transporte de un lugar
á otro, inviertan ochocientas muías cargadas de zurrones
de plata, ó paguen en carruajes ó dilijencias mayores fletes
todavía, con igual molestia y peligro.
Para qué son pues los cuatro' millones de pesos en plata?
Lo que necesitan las provincias es moneda, para las
transacciones de provincia á provincia, para comprar el
ganado y muías en todas, desde el Eotre-Rios, para
venderlas en Chile, Perú y Bolivia, para traer k Buenos
Aires.
Nadie le hace asco al oro en las Provincias.
Al papel pase; y puede perdonárseles. Es preciso ser
muy ladinos, como somos por acá, y lo serán pronto en
Chile con el curso forzoso, para preferir el papel al
oro, y aun á la plata, que no es tan mala como pretenden
los economistas de por acá. No la conocen, sino es en
los tiradores de los lecheros.
No se tengan en poco estas consideraciones sobre la
onerosa transportabilidad de la plata.
Nuestra república por el desparramo de su población
en ciudades á centenares de leguas es la que menos
debiera usar monedas de plata. Diez millones viajando
en diez años habrán pagado un millón de fletes y per-
dido cien mil de desgaste. Cien vidas sacrificadas en
los salteos y grandes sumas robadas. En un siglo de
viajes se acabaría su valor representado en el metal per-
dido por el frotamiento.
Si hubieran de consultar nuestros gustos, porque parece
que es materia de gustos el metal de la moneda, acon-
sejaríamos, que se manden sellar cuatro millones en
oro, y quinientos mil pesos en cobre, y las provincias
estarían por lo pronto servidas con monedas de trasporte
PROGRESOS OBNBRA.LBS 183
para sus negocios interprovinciales, y con monedas de
vellón, ó de cobre para sus gastos diarios. Bastaría para
completar el juego, que se sellasen centavos de plata de
los múltiplos que indica el proyecto del Sr. Ministro.
En lo que creemos que anda tirante el proyecto es en
declarar que la plata no será moneda de chancelación,
después que se haya acuñado por lo menos dos mi-
llones en oro. Desde que principian por acuñar cuatro
millones en plata, mas cuesta arriba se hace creer que
la plata no será la moneda prevalente en el mercado.
Si pudiera darse otra forma á la declaración, de manera
que no quede continjente del oro sellado en tal cantidad,
ó subiendo á mas millones el oro sellado, se daría tiempo
de disiparse la preocupación de que los provincianos
prefieren bétement^ la plata al oro, como la otra preo-
cupación de que los de por acá prefieren el papel á la
plata.
El proyecto de ley tiene, pues, que llegar al padrón de
oro, ó cambiar el titulo, y llamarle no ley de monedast
sido empréstito en monedas ú otro equivalente.
Una ley de monedas, es un acto de ciencia y arte digá-
moslo así, y no un contrato con banqueros, quesería cuan-
do mas el medio de ejecutarlo. Guando declaremos la gue-
rra ¿se dirá que los proveedores deberán entregar tantas
raciones, compuestas de carne y galleta en tales términos
y lugares, que la ley designará?
Una ley de monedas es un acto nacional que se refiere
al mundo civilizado entero, á los estados circunvecinos, y
á la propiedad interna. Vamos á poner nuestro visto bueno,
sobre una pieza de metal que allá en Liverpool, Amster-
dam ó Nueva York, servirá de base para las transacciones
comerciales, pues es el equivalente de cierta cantidad de
trabajo que nos viene representado en mercaderías para
cambiarse por otra cantidad de trabajo nuestro. El oro es
la representación gráfica de ese trabajo, que á la vez sirve
para medir el nuestro y el ajeno. La plata puede auxiliarlo
en sus detalles relacionándose con aquel padrón, única me-
dida de los valores, puesto que no hemos de mandar á
Europa ni plata, ni cobre sellado, y la plata valdrá lo que
el oro le ordene (aquí para entre nosotros) que val^a.
Una ley de moneda, que no sea una commande^ 6 un encar-
1S4 OBRAS DI SAUMIBNTO
go hecho á plateros y acuñadores, debe principiar asi: El
soberano argentino de oro, contiene tanto metal de fino*
Tendréislo oh nacionesl asi entendidol
Lo demás son detalles minorút/u.
NUESTROS CEREALES Y LA CARESTÍA EUROPEA
{Bl Nadanal, 6 de Agosto de ifl79.)
)to podemos resistir á la propensión de ocupamos del
desarrollo de nuestra naciente aunque ya poderosa agri-
cultura, en presencia de los anuncios de malas cosechasen
Francia, y otros puntos de Europa, y la presentida deman-
da de cereales que habrán de hacer aquellos mercados á
los nuestros.
El pasado año fué feliz y reparador de otros menos afor-
tunados para los agricultores argentinos. Creemos que la
mitad por lo menos de la cosecha alcanza, por no haber
sido esportada aun, á gozar de la suba de precios del mer-
cado, lo que aumenta el producto.
Un segundo año próspero, con mayor siembra como se
anuncia, habrá radicado completamente el sistema de co-
lonización agrícola en las márgenes de los ríos Paraná,
Uruguay y aun Paraguay, con la de Formosa, que se anun-
cia y sentiríamos ver desbautizada, borrando una antigua
palabra de la lengua de los conquistadores.
La carestía en Europa no se limita solo á la cosecha de
trigo. El vino está amenazado en sus fuentes, con la filoxe«
ra, y una terrible helada que ha quemado la uva en las
parras. Los gusanos no alcanzan á formarse para producir
la seda, pues mueren de una nueva epidemia que se ha
desenvuelto.
Aun las patatas están amenazadas de muerte en Europa.
Nuestros cereales pueden, pues, llegar á tiempo de auxiliar
á los menesterosos, ya que también se anuncia que hay dis-
minución en las cosechas de los Estados Unidos, que de-
bieron ser enormes, pues se calculaba que la siembra había
aumentado un veinte por ciento mas del año anterior.
No creemos que el éxito del pasado año haya hecho abrir
para este en gran cantidad, nuevos terrenos, que es lo que
constituirla el progreso rápido de las colonias. Una están-
PR0ORBS08 OBNBRALB8 185
cía de nueva creación requiere algunos años para devolver
el capital invertido; pero el cultivo de cereales en nuestro
país, desmontado por la naturaleza, puede hacerse de im-
proviso, si la utilidad es segura, y aumentarse sin propor-
ción ni graduación el territorio labrado.
Nos aconsejan mal los que sugieren la conveniencia de
sembrar enormemente maíz, en previsión de una fuerte de-
manda.
Si no se obtuviesen buenos precios podría invertirse en
engordar vacas, cerdos y caballos que lo convertirían en
grasa, manteca y aceite. Esta es como se sabe la grande in-
dustria americana y debe tenerse en reserva por los agri-
cultores como medio de resarcir pérdidas ó evitar desper-
dicios.
NUESTRAS RIQUEZAS!
{Bl Nacional, Agosto 7 de 1870.)
Corremos riesgo de perder él seso, con la contemplación de
nuestras riquezas, sobre todo después de la conquista de
las 19,000 leguas! Qué campos! qué porvenir! qué riqueza!
El cerro del Pallen lo ha divisado el Coronel Uriburu, aun-
que parece no le ha prestado mucha atención. Es de cobre
nativo, como la palabra Pallen lo dice, y si nuestros ante-
pasados no han sacado una barra de cobre; es seguro que
nuestros hijos lo estraerán k tonela«ias. Desgraciadamente
el cobre, con la marina férrea, ha perdido de sus aplicacio-
nes, y de su valor.
Pero tenemos hierro en Catamarca bastante para suplir al
mundo, ya que no tenemos habitantes ni hábitos para con-
sumir cien toneladas al año; teniendo presente que una sola
mina extranjera da doscientos cuarenta y ocho tonelada^
diarias de ric^ro, que es el hierro sublimado.
Pero tenemos el hierro meteórico del Chaco» y una peti-
ción apoyada calurosamente por la prensa para conceder
una legua de terreno en torno de una masa de hierro aero-
lito con nikel y otras sustancias^ que explotará el solici-
tante.
Eso sí. Habrá cobre ó no en el Pallen y nikel en el Gran
Chaco, lo único que ha de quedaren limpio es que la gene-
186 0BKA8 l>K MAKUiRNTO
ración actual se va á repartir entre si las tierras conquista-
das, como ya se habían repartido sus antepasados las po-
bladas. A las futuras generaciones les dejan la historia de
las conquistas, y el Pallen y'el hierro raeteórico del Chaco.
De este último vemos reproducido en la petición, como
hecho actual, una historia que hemos leido en los mismos
términos, hace diez, y creemos que otra vez hace veinte ó
treinta años.
Puede existir la famosa masa de hierro meteórico, porque
famosa es en el mundo; pero si existe, diremos al empresa-
rio de' encontrarla y explotarla, que dicha sustancia es del
todo inútil parala industria, siendo hierro calcinado, inma-
neable é infusible en las condiciones que se encuentra.
El costo de sacar masa tan enorme, importarla la cons-
trucción de un camino de carretas, para su especial uso; y
sacado sería una curiosa inutilidad en el Museo.
La forma fantástica de arborescencia de ocho pies de
alto, y de varias masas, nos hace sospechar que todo ello
es una pamplina, obra de la imaginación de gentes poco
versadas en achaque de aerolitos. Están de ellos llenos los
museos y colecciones; y aunque irregulares todos afectan
ciertas formas chatas, circulares con un lado bruñido como
metal fundido, que parece es el lado que vino frontándose
con el aire al caer.
Acaba de caer una enorme, aunque en fragmentos, en
Dacota en E. U. pesando algún fragmento 45 üb.
Gomo los vieron caer tras una espantosa detonación
en el aire, cabaron en la tierra removida, y á cinco
varas de profundidad encontraron clavado el fragmento.
¿Cómo están sobre la superficie en el Chaco los crestones
arborescentes de aquellos estupendos areoiitos, pues son
varios, y según la leyenda parecen un jardín de hierro en
flor?
Si es hierro nativo ¡terrestre, mal van á buscarlo en de-
siertos sin agua, y á centenares de leguas de las ciudades
ó de las costas. Si es hierro cósmico, se le puede hacer gra-
cia y merced al solicitante de todo el que encuentre una
legua á redonda, pero sin concederle la legua, ni otra ayuda
de costas.
Acaso sirva un día de objeto y trofeo de una espedicion
militar, de las fuerzas fronterizas, ó de la colonia Formosa,
PROORBSOS 0BNBRALB8 187
que puede hacer adquisición de aquella joya, para atraer
viajeros científicos que la visitarían solo por ver la mas co-
losal, la mas inverosímil y mas arborecente masa de preten "
dido hierro aereolítico, con nickel, caballo y otras cosas mas*
El anuncio siguiente lo tomamos de un diario de la mañana:
«Riquezas naturales del Chaco — La existencia del flerro
metereológico del Chaco, era casi un problema. Se habían
perdido las huellas de sus primeros descubridores.
« Corrían las noticias mas contradictorias, las versiones
mas absurdas.
«Hoy al fin se conoce el lugar donde esa gran masa
de hierro se encuentra, y en breve podrá esplotarse, y
entregarse al servicio de la industria.
c( He ahí una de las tantas riquezas que posee el Chaco»
y que el día que se realice su ocupación definitiva^ darán ¿ra-
bajo y lucro á mulares de hombres,
« Llamamos la atención de los amigos de la ciencia
sobre el siguiente documento :i»
¿Será este el motivo que ha decidido al gobierno á ocu-
par definitivamente el Chaco ? Con que gente ? Pobres
tierras, no salvará una legua ; que lo que es lucro para
millares del trabajo de un aereolito, aunque les dieran
á cada uno un pedazo, no tendrían para tabaco t Oh! liri.
cosí Nos vamos á volver poetas todos.
IMPORTACIÓN DE GANADO A BUENOS AIRES I
{El Nacional, Agosto de i879J
El hecho se ha producido, y aunque en vía de ensayo,
no hemos querido dejarlo pasar inapercibido.
Veíanse dos enormes bueyes en exposición de los treinta
traídos de San Juan, para proveer al abasto, y no se
cansaban de asombrarse del tamaño de aquellos cuadrú-
pedos, como de la masa enorme de carne y de gorduras
que representan.
Son estos huéspedes, los derrotados de la guerra del
Pacifico. Habían sido preparados para ser conidos en
Iquique, Arica, Islay y Callao, á donde viajaban en vapo-
res, antes sus conjéneres, después de haber atravesado
las cordilleras y provistos los mercados de Chile.
188 OBRAd DB 8ARMIBNT0
Este 69 el primer fruto que cosechamos de la guerra!
Ha sido pues, una valiente inspiración buscar hacia el
Oriente una vía al ganado» ya que se le cierra la del
Occidente. Se nos dice que se han vendido los bueyes &
2»000 $ cada uno.
No es todavía el precio que en ios buenos años se pagaba
en Chile, ni mucha ha de ser la utilidad, á causa de des-
perdicio de gordura, después de dos meses de marcha,
traslaciones á ferro-carriles y sustos, porque las conmo-
ciones de este género enflaquecen. Testigo el ganado de
Buenos A^íres al Sur que no engorda en los potreros de
Mendoza y San Juan de puro asustadizo.
Tendrémonos al corriente del éxito final de la tentativa
del señor Arce, de buscar mercado al mas valioso pro-
ducto de la agricultura de San Juan y Mendoza, que es el
engorde de ganados El enorme tamaño de los bueyes,
porque bueyes han de ser, como materia prima, hace que
sean firmes ios engordes, y grande la cantidad de carne
que se obtiene de cada rez.
El vino de San Juan y Mendoza se ha hecho ya familiar
en el uso diario, de manera que si tuviese éxito este
primer ensayo de importar carnes gordas al abasto, encon-
trarían resarcimiento á la (>érdidas que les impone el mal
estado de las plazas del Pacifico^ cerradas unas por la
guerra, disminuido el tráfico por la pobreza, que natural-
mente desenvuelve.
FERRO-CkRRILES
{Ei Naekmal, Agosto 11 de i879.)
El proyecto presentado por el Ejecutivo al Congreso para
prolongar el ferro-carril de Tucuman hasta Jujuy, contiene
innovaciones en la usual manera de construir vías férreas
que nos reconcilian en parte con esta clase de empresas,
que no creemos debieran acometerse según el antiguo sis-
tema de las empresas particulares ó el compromiso de
nuevos empréstitos.
Vemos que se presenta igualmente una empresa de este
género ofreciendo hacer el mismo camino, por suma que
andará entre ocho ó diez millones; y ya se han publicado
PROQRBSOS OBNBRALBS 189
en M Standard y eii El iVaaona/, artículos que recomiendan
esta empresa, poniendo en duda los cálculos del ingeniero
DumoBnil, y mostrando que no habría fondos provenien-
tes délos productos líquidos del Ferro-carril áTucuman.
Sabemos igualmente que el Gobierno ha recibido pro-
puestas de capitalistas norte-arnericanos que ofrecen com-
prar el ferro-carril de Tucuman y construir el que ha de
prolongarlo hasta Jujuy.
Estos diversos sistemas habrán de ser considerados,
pues los unos excluyen á los otros, como que parten de
bases distintas.
No DOS parece de desdeñar las propuestas de compra y
construcción por cuenta particular de capitalistas, pues á
lo que conocemos de ellas, son en general admisibles.
El Gobierno argentino, tuvo que introducir con los rieles,
la idea misma del ferro-carril y hacer concesiones á la com-
pañía que emprendió la construcción del ferro-carril central,
que ponía en manos de particulares, el tronco de las futuras
lineas, que habrían de ramificarse en varias direcciones ha-
cia el interior. El ferro-carril á Tucuman, y el que se dirige
al Oeste, construidos de cuenta del Gobierno, están sin em-
bargo subordinados á esta línea inicial; lo que quita á la
linea el carácter de dominio público, á las que el gobierno ha
continuado y habrá de continuar. A ningún propósito gene-
ral se opondría pues la enagenacion de la línea férrea de
Tucuman, y aun la que hubiese de construirse á Jujuy.
Debe tenerse presente que el ferro-carril del Oeste
de Buenos Aires está en vía de prolongarse hasta los
límites de la Provincia, hacia Córdoba, y que no ha de
pasar largo tiempo, sin que se aproxime y por tanto se
ponga en comunicación con el Central Argentino, lo que
podrá igualmente servir para la línea de Tucuman, puesta
así en comunicación directa y continua por tierra con
el mercado de Buenos Aires. Este empalme puede ejer-
cer una benéñca influencia sobre todas las líneas férreas,
creando nuevas salidas á los productos del interior, muchos
de los cuales, no se prestan al cambio de ferro-carriles,
buques de va[)or, y desembarco siempre costoso, dadas las
condiciones de nuestros puertos.
El proyecto del Gobierno, dejando á un lado las posibili-
190 0BRA4 DB SARMIENTO
dades de venta, salva los inconvenieDtes que se tocan al
querer prolongar nuestras lineas férreas.
Reconoce hoy la Nación fuertes sumas en réditos y
amortizaciones de empréstitos que absorven gran parte de
la renta. El Gobierno ha luchado con dificultades enormes
hasta hoy, para hacer frente á aquellos compromisos; y sería
indiscreto contraer otros nuevos, con riesgo de hacer impo-
posible la administración publica, en sus otras atenciones,
si hubiese de aumentarse la suma que ha de consagrarse
anualmente al servicio de la deuda.
Deba para esto partirse del hecho ya conocido de que los
ferro-carriles no producen el interés del capital que reco-
nocemos en empréstitos, aunque ayuden á mantenerlos,
mientras se desarrolla mayor producción.
El gobierno propone pues, invertir en la prolongación del
ferro-carril á Jujuy, lo que vaya produciendo el de Tucu-
man, que ya ofrece cantidades considerables, y que promete
aumentarlas, & medida que se desarrolle la industria en
los pueblos del Norte. Si no hubiere en cuatro ó seis años,
de producir cantidades suficientes para avanzar rápidamen-
te las obras, como ya se objeta, habría al menos ese aviso
dado á la prudencia, para no aventurarse demasiado en
obra que desde luego indicaba no ser reumunerativa. Ten-
dría ademas este sistema que nada compromete, la ventaja
de dar tiempo al tiempo, dejando abierta la puerta á mejo-
res sistemas de construcción que sugiriese el estudio; y sin
ligar la acción de futuras administraciones, imponiéndoles
desde ahora el cumplimiento de contratos.
Con este sistema ademas, se gana el tiempo necesario
para descargar al Estado de los empréstitos ya contraídos;
en la parte necesaria para no hacer angustiosa la adminis-
tración del presupuesto. Este resultado se va obteniendo,
con la amortización que se paga religiosamente y habrá de
pagarse en lo sucesivo, sino se grava inconsideradamente
el monto de los réditos, por nuevos contratos.
La propuesta Carranza y Taylor, por ejemplo, ofrece con-
diciones de mayor rapidez de ejecución; pero recargaría de
700.000 pesos anuales el monto de réditos á pagar, anual-
mente, sobre los ya reconocidos; y esto es de tenerse en
cuenta .
Otra facción nueva del proyecto consiste en que se pro-
PROGRESOS 6BNBRALES 191
pone ensayar la práctica adquirida en el país, para la cons-
trucción de ferro-carriles, tal como se ha hecho ya vulgar en
Buenos Aires, y no es desconocida en Córdoba y Tucuman*
Nuestros ferro-carriles todos traen el pecado original de la
falta de experiencia y conocimiento de las cosas que presi-
dió á los contratos.
El Congreso, el Ejecutivo, aun los ingenieros no podían
estimar las propuestas hechas, sino por comparación entre
una y otras, ó con las que les había-n precedido, tan arbitra-
rias y leoninas como pudo obtenerlas el primer empre-
sario.
Del excesivo costo de los ferro-carriles resulta que recono-
ciéndoles tal capital como el que invirtieron realmente y el
que era ganancia de la empresa, no pueden pagar el siete
por ciento que reconocen, porque es en verdad el catorce.
La trocha angosta se propuso remediar á estas inevitables
desproporciones entre los costos de un ferro-carril, como
los que atraviesan países densamente poblados, y nuestros
campos desiertos, escasos todavía de producción; pero el de
Tucuman ha sido la hablilla del público; y sin aceptar el
cargo de exesivamente cara que se hace á su construcción,
no puede ocultarse que ha requerido gastos enormes de
reparación, y aun de refacción/ puesto que aun hay necesi-
dad de mudar los durmientes de algarrobo ya inservibles
por otros mas sólidos de lapacho colorado.
No hay en nuestras llanuras grandes obras de arte; los
wagones se construyen aquí, ó su precio es conocido: los
rieles han sido encargados tantas veces, que no se echa de
menos la intervención de aquellos fastuosos empresarios,
que ásu regreso á Europa, acaso por hacer papel, han exa-
gerado sus ganancias, á punto de crear sospechas aquí, que
dañan á los futuros em[)resarios« poniendo en guardia al
público contra pretendidas ó reales explotaciones.
Otra prolongación se propone hacia el Oeste de Mercedes
(en San Luis), quizá hasta la capital ó la Paz en Mendoza,
solicitando los productos de esta provincia y la de San Juan,
que por venir en carros hasta Mercedes, con lo que han
hecho mas de la mitad del camino no hallan aliciente para
descargar en el ferro-carril por lo que queda de vía hasta el
Rosario. Avanzando el ferro-carril se espera que los carros,
regresen en tiempo corto, para repetir sus acarreos.
102 OBRAS DK SARMIENTO
Otro ferro-carril que no es una prolongación es el del
intercolonial de Santa Fe, el primero acaso, fuera de Buenos
Aires que traviese país productivo en todo su trayecto, y
por tanto inmediatamente remunerativo, como los de
Europa. Interesa á la Nación, que la producción del trigo,
que con tan feliz éxito se ha ensayado, se haga en condicio-
nes de costo, iguales á las de los Estados Unidos, sin io cual
la exportación, ha de ser precaria; y sin segura exportación,
todo el sistema de colonización por la agricultura estaría
expuesto á grandes tropiezos. ¿Qué harían los colonos un.
año con cuatro millones de fanegas de trigo, inesportablea?
Este ferro-carril corre prisa á nu^tro juicio, aunque sea
menos poético que los demás.
LE BEUF GRIS
{Bl Nacional, Agosto i8 de IS79.)
Hemos tenido en Palermo el Domingo, como en Paris, un
Martes la ñesta del buey gordo»
Un empresario saiijuanino, el joven Arce, introductor de
ganados, engordados artificialmente, obsequió á la Sociedad
Rural un ejemplar de 1800 libras de peso, á ñn de hacer
conocer la nueva mercadería.
Hause vendido uno en 2.700 $ m/c, dos en 2.500 m/c, y
otros en remate á menos precio. El resultado general es
que podría traerse ganado así preparado de San Juan y
Mendoza, si pudiera suprimirse una parte del tiempo de
tránsito, embarcando en chatas el ganado en el Rosario,
pues es solo el tiempo lo que daña, disminuyendo la gor-
dura, para suplir á la falta de alimentos en el largo
camino.
El animal gordo consume su propia grasa, k falta de ali-
mento, para quemar y mantener el calor de la sangre
Dicese que animales de raza del señor Fereira han dado
2.300 libras de peso; loque hace creer que ejemplares de
este tamaño engordados artificialmente darían 2.700 libras»
pues á eso y mas puede alcanzar el engorde.
Podrían intentar la engorda artificial los hacendados en
Buenos Aires?
h(ys precios del mercado, como se ve son remunerativos.
Pl<00RB!<(08 OBNBRALB8 103
Creemos que se obtendria mas pronto y quizá tan econó-
mico resultado, con una semi-estabalacion, con alfalfa .
cegada.
Sin embargo, antes de todo era preciso abrir conferencias
en la Sociedad Rural, sobre el cultivo de la alfalfa, como
industria en grande escala, y su adaptación al terreno de
Buenos Aires, tomando por profesor algún sanjuanino ó
mendocino, que conocen esta cultura, de que no hay ejem-
plo en Europa, ni Estados Unidos, ni en el resto de Amé*
rica, pues solo con el riego se estiende á mil cuadras y á una
legua bajo una sola administración.
Vale la pena ensayarlo; pues aunque en muchos casos
sea cierto, que aquí los hombres no tienen la culpa de
ser ricos, según lo asegura uno que no lo es, ni malicio-
samente, como tantos otros, no deja de ayudar á las costas
por lo menos la inteligente cria de ovejas del señor Oli-
vera, ó la de caballos del señor Casares, que algo han
puesto de su parte por mas que digan.
Vale la pena de continuar por el arte y la inteligencia
la obra iniciada por la naturaleza. Nace un ternero en
Buenos Aires, y por mas que esté esterilizado y despo-
blado el terreno, para que su merced viva, nada valiera
si en Europa no estuviesen faltos de tierra, apiñados los
hombres, y buenas leyes no llamasen de todas partes
materias alimenticias. En 1849 valían en Buenos Aires
veinte pesos las vacas al tirar; \ó que prueba que el ga-
nado nada vale de por sí.
Si aquel ternero, fuese mas tarde buey de raza mas
pura que las degeneradas nuestras, si los pastos salados
ó débiles de la pampa fueran potreros de alfalfa ú otras
plantas forrajeras cultivadas, la tierra y el ganado, val-
drían en favor de sus dueños seis veces mas, completando
toda su evolución; lin millón de hombres mas tendría
ocupación y provecho, seríamos todos algo en el mundo,
por el número de habitantes, pues que el nuestro hoy es
indigno de mencionarlo como nación, y no habría quien
se jactase de no tener la culpa de ser rico; que es una
de las llagas y desigualdades que han engendrado el so-
cialismo, que reclama contra estas crueldades del acaso.
Grústannos hombres como el señor Arce, que tiene la
Tomo xu.~18
194 OBRAS DE SARMIENTO
culpa de poseer algo, labrando mil cuadras de alfalfa,
bajo sistemas mas perfectos que los que conocen los agri-
cultores de Europa, trayendo bueyes de Oran, Jujuy, para
convertir en gordura la alfalfa y esportarla, sin pagar
flete, porque la grasa camina con sus patas, trepa los An-
des, toma pasaje en los vapores de Valparaiso á Arica,
Islai, Iquique y puertos intermedios; y si oye zumbar las
balas que se tiran el Huáscar y la Covadonga, abandona
esa ruta, y se dirige al Oriente, á Buenos Aires, el país
de la cria salvaje, á mostrar el fruto del trabajo, de la
inteligencia, y de la industria perfeccionada que dobla y
triplica el valor de la materia primera, una vaca ó un
ternero.
LEY CONTRA LAS LEYES
{El Nacional, Agosto SI de 1879).
La Comisión de peticiones de la Cámara ha presentado y
mandádose repartir, un proyecto de ley, por ei cual se
declaran comprendidos en la ley general de pensiones las
viudas é hijos de ios jefes y oficiales que habiendo tomado
parte en la revolución de Setiembre de 1874, hubiesen falle-
cido antes de su reincorporación al ejército.
Los términos equívocos en que está concebido el proyecto
disimulan mal el objeto, que es dar una pensión solicitada
por alguna familia; y no atreviéndose á^lecir lo que desean
en un caso particular, se establece una regla general, para
todos los casos.
Hubo una vez en Buenos Aires, un jefe que murió en
acto de insurrección contra el Estado de Buenos Aires; y
siendo demasiado escandaloso pedir pensión para sus hijos,
pedíala el proyecto para los nietos de un general, cuya
viuda tenía pensión, y era abuela de los hijos del vergon-
zante.
No fué aceptado el circunloquio, sin embargo que no se
establecía como en el presente dar pensión á los lielitos.
Se respetaba al menos el decoro.
El proyecto actual habla de un hecho que no ha existido»
tal es una revolución en 1874, puesto que ningún gobierno
PROORKSOS GENERALES 195
fué destruido, lú movimiento popular, ni alboroto siquiera
de ciudad, ocurrió en la residencia del gobierno.
El 12 de Octubre se trascnitía el poder de una adminis-
tración á otra, no obstante un motin ocurrido en algunas
divisiones de frontera.
Es, pues, impertinente la palabra revolución en una ley,
porque á mas de no tener significado legal, es una falsifica-
ción de la historia.
Restablecida pues la palabra legal, el proyecto diría:
Están comprendidos en la ley general de pensiones, los
jefes y oficiales que hubiesen tomado parte en un motin
(la fecha importa poco) y hubiesen fallecido antes de su
reincorporación al ejército.
Los que hubiesen fallecido en el motín mismo, no pa-
recen escluídos del premio; y en cuanto á la reincorpora-
ción, si en efecto se reincorporan al ejército los muertos,
jefes y oficiales, no se comprende como se incorporan aun
los vivos sin reconocer que habían dejado de pertenecer
al ejército.
Toda esta confusión de ideas viene sin duda de confundir
los efectos con las causas, y del uso de palabras de signi-
ficado vulgar, que nada significan cuando de leyes se trata.
Los jefes y oficiales de un motín militar pierden por ello
sus grados, y dejan de pertenecer al ejército.
Una ley de amnistía política puede alcanzarles, y en-
tonces, como ha sucedido con varios generales, el Ejecu-
tivo ha pedido nominal mente al Senado la rehabilitación
en sus grados de los que dejaron de ser generales, y vuel-
ven á ser dados de alta en el ejército. La rehabilitación
hecha por el Senado, puede importar el derecho á pensión,
no por sus pasados actos ni antiguo título, sino por el
nuevo y los futuros servicios que de él se esperan.
Ha habido duda sobre si la antigüedad debe contárseles
desde el nuevo título; pero es esta cuestión estraña al
asunto que nos preocupa.
Antes pues de ser reincorporado un individuo al ejér-
cito, no había en él jefe ni oficial, ni por tanto derecho
alguno k pensión.
El proyecto, pues, propone, acaso sin premeditación, una
enormidad, por el carácter dogmático que reviste; pues
en definitiva se reduce á establecer que los jefes y oficia-
196 0BKA8 ÜB 8AKM1BNTO
les autores de un motín militar, y lo sotí por la ordenanza
todos los que en él toman parte, no han delinquido por eso,
y conservan & sus familias los derechos que la ley acuerda
á los que cumplen con su deber como premio.
EXPEDICIÓN A «RAUCANIA
{Bl NacUmcU, Agosto de 1879.)
Bajo este rubro leemos en el Courrier de la Plata que se
supone bien informado, que las tribus arrojadas de la
Pampa, habiéndose establecido en un terreno fértil, bien
regado y cubierto de bosques, van á ser arrojados de alli,
y perseguidas hasta alcanzar á las tribus que les han dado
asilo; nombrando entre ellos á los araucanos.
Creemos que el Gobierno obrará con discreción en esas
regiones, sin dar lugar á conflictos en país desierto, en que
la verdad no puede saberse, de uno y otro lado, oscure-
ciéndola relaciones parciales.
Es mala política la de ir á buscar camorra á los arau-
canos, cuya tenacidad proverbial les ha permitido en tres
siglos tener á raya al Gobierno de Chile, mas directamente
amenazado por sus depredaciones.
Es peor política é inicua ademas, la que tiene por em-
presa el esterminio de los indios sin el pretesto de la
propia defensa. Son al fin seres humanos, y no hay de-
recho para negarles la existencia.
No lo ha hecho nación ninguna hasta ahora con los sal-
vajes. Aun los maories antropófagos de la Nueva Zelanda
han sido respetados por la Inglaterra, siempre que per-
manezcan quietos. Los Estados Unidos dan territorios en
propiedad á las tribus que espulsan de sus fronteras, á ñn
de asegurarles la existencia. La España misma, y la Re-
pública Argentina hasta ahora poco, han reconocido á los
indios su derecho á vivir, conteniéndolos en sus escursio-
nes, y aun dándoles yeguas y ganado para su subsistencia
á condición de no repetir sus malones.
¿De dónde ha salido ahora este derecho de esterminio
y de persecusion hasta el Cabo de Hornos de un lado,
hasta Chile del otro, y hasta Bolivía al Norte, de tribus
PROORIfiSOS OBNBRALBS 107
que como las del Sur del Río Negro, y las del Limay arriba,
no nos habían hecho mal.
Pero esta persecusion á outrance es ademas de impolítica
y absurda, una flagrante violación de la Constitución, que
dando al Congreso facultad para proveer de soldados y de
dinero á. la segurrdad de la frontera, lo hace en una sola
oración conjuntamente con conservar el trato pacifico con los
indios^ y promover la conversión de ellos al catolicismo.
(Atribttcion 15).
Pudiera decirse que se cumple con la tercera c1á.usula
matándolos, ó haciendo prisioneras las chusmas; pero la
segunda es formal, conservar el trato pacifico con los indios;
y el trato pacífico no es invención de la Constitución, sino
una política práctica establecida desde la conquista que
permite asignar subvenciones á los caciques, á fin de ayu-
darles á vivir y que se tengan en paz. Los Estados Unidos
mas justos que nuestros gobiernos, dejan tierras en pro-
piedad á los indios, les dan alimentos y les nombran un
delegado ó curador, á veces dándoles un carpintero, un
herrero, ó un maestro de escuela. Asi se han civilizado
muchas tribus, teniendo legislatura algunas de ellas.
La política adoptada, las invasiones Limay arriba en
busca de indios, restos de tribus estingutdas, es puramente
un acto salvaje, en violación de lo dispuesto por la Cons-
titución, y el derecho de gentes en lo que no autoriza el
desalojo total de las razas primitivas.
No ha de escasear ni de hacerse esperar mucho tiempo
el escarmiento, sino el castigo de política tan injustificada
y arbitraria, pues el Presidente no puede disponer del
Ejército para fines opuestos á la Constitución. Esas tribus
lejanas, intermediarias, son una barrera que nos defiende
contra las incursiones de los araucanos, que un día serán
aconsejados por blancos, á bien que si son felices pagarán
los costos. La desocupación del país no poblado por los
pueblos cristianos, restablece el desierto preshistórico, pre-
humano, el vacio horrible que servirá de teatro á los crí-
menes de los prófugos y tránsfugas cristianes, y poblarán
los desertores de nuestros propios ejércitos.
Teníamos un ejército de cuatro mil hombres y se au-
mentó á ocho mil para acabar de una sola vez con los
indios. Los indios han concluido y el ejército no puede
198 OHKAi» l>iE 8AKMIKNTO
disminuirse porque detrás de estos indios están otros in-
dios, y detrás de éstos otras naciones.
La verdad es que detrás de estas novedades, de estas
impaciencias, de estos arrebatos de hacer en un día lo que
los siglos no alcanzaron, están las verdades eternas, el
orden natural de las cosas, que no se cambia con mano-
tadas. Está la Constitución en fin, que constituyó las R. E.
con los indios, respetando sus derechos anteriores á los
nuestros. Bueno es asegurar nuestras poblaciones ya que
no se acabaron los indios; pero es quimera irlos á perse-
guir en sus últimas guaridas, porque no hay derecho, y
porque es una crueldad desautorizada por la historia y
peligrosa.
El costo de vidas, de dinero, de caballos que traen tan
lejanas y desamparadas espediciones, es solo comparable
al embrutecimiento del soldado, vuelto á la vida salvaje,
para asimilarse al enemigo salvaje, y no vale el mal que
no evita de algunos cientos de yeguas robadas; pues desde
que acabó la gloriosa expedición al Sur no han dejado,
como antes, los diarios y los partes de fortines avanzados
de denunciar invasiones de indios, y aun exterminio de
guarniciones pequeñas abandonadas en desiertos lejanos
y aislados.
Las aseveraciones del Courrier de la Plata y sus anticipa-
ciones de contingencias, atingencias y propósitos solapados
en tales escursiones, si no comprometen al gobierno, le
avisan de lo que debe evitar.
PARQUE 3 DE FEBRERO
(Bl Pfaeional, Mayo 6 de 1881.)
El domingo fué el día de una segunda inauguración del
Parque 3 de Febrero. Lanzóse el primer tramway de la
línea predestinada á trasladar la población de Buenos
Aires k. los bosques, jardines y paseos del gran Parque.
Al que plantó con sus manos la primera palma de la Ave-
nida Sarmiento, que ya no es de las Escobas, viósele por
primera vez allí^ en día feriado, después de siete años de la
primera inauguración. Esperaba ver llegar en sucesiva y
no interrumpida serie de ómnibus, los millares de pedes-
PROGKBSOS GRN ERALES 199
tres que habrán de animar con su presencia el Panjue.
En el Central de Nueva York se contaron 160.000 paseantes
á pie, el prinner año; y hace tres años, se contaron siete
millones. De Buenos Aires, con el cuarto de población,
debe concurrir anualmente millón y medio de paseantes
á pie. Cuéntanse diez mil al año, por ahora.
Todo pasó en el mayor orden sin embargo.
En el primer tramway venían los empresarios; en el
segundo debió llegar alguien un poco mas tanie, y el tercer
ómnibus ya se avergonzaba y acortaba de haber venido
vacío!
Aquel paseo tendrá su historia larga de contar: cuatro
años para que los equipajes de tono se dignasen honrar con
su presencia la Avenida de las Escobas: cuatro años mas,
para que algunas familias que no temen la critica se resol-
viesen á poner el pie en las calles laterales y ver como era
aquello, que desde luego hallaron pasablemente bueno.
Van á trascurrir cuatro años, para que lo que dá vida á
los parques, la gente por millares en movimiento, las fami-
lias, los jóvenes, los artesanos endomingados, adquieran el
hábito de ir á aspirar aire, recrear la vista, hacer ejercicio
fuera de las trabas, limites y barreras de la ciudad. El
empresario del tramway ha tenido la idea, qué idea! la
pobrísima idea de echar el tramway por dentro de la
grande avenida. Porqué nó por la calle del costado norte?
En todo ha de guardarse el decoro y las reglas del buen
gusto. El tramway, en materia de Parques, es como el
paraguas, el sobretodo y los zuecos que se dejan en la
antesala; pero meterse en el centro de un paseo, con sus
ómnibus y sus mancarrones fatigados y tristes!...
Si nos dieran alguna razón para ello, nos callaríamos
la boca.
:2Hay ciertas cosas que se sienten. Al que no las siente
es inútil decirle nada, sinó que un tramway dentro de una
Avenida d^ gala, es la cosa mas bonita, mas criollita, mas
caserita que se haya imaginado. Guando haya policía en
el Parque, le pediremos que saquen para afuera esacosa,
que suprime la mitad de la Avenida, que la profana, la
encanalla. Las gentes de todas condiciones gustarán mas
de desembarcar detrás de una cortina de árboles para
ajustar sus vestidos, reparar sus moños y sacudirse el
200 OKKAN 1»K «fAHMiaiNTO
polvo. Los empresarios han creido que el tocador de)
pueblo debe ser á media calle: i^rato espectáculo el de ver
bajar niñas y viejas.
LA AVENIDA CASARES
La parte mas bella del Parque es aquella á que conduce
la avenida Casares. Las gentes que no han visto bosques»
y cuéntanse por millares, deben recorrerla y penetrar entre
espesuras de .icacias, de ébanos, y oscuridades de sauces,
álamosJaureÍHs, talas, naranjos y toda la vejetacion natu-
ral ó aclimatadn. Para muchos debía este paseo darles el
espectáculo de la naturaleza embellecida, de que tan pocos
accidentes se muestran á los alrededores.
Guando mas encerrado se siente uno entre aquellas enra-
madas sombrías, el bosque hace una abertura» y el rio
aparece como una página en blanco del mundo; y desapa-
rece luego, como una visión.
Recomendaríamos á lo» directores de los trabajos del
parque esta parte tan privilegiada.
Tememos que hagan un nacimiento de kioscos, pabe-
llones y casicas de muñecas en la cuadra ó dos que ya
están frecuetUadas. Tenemos el espíritu chiquito, cuando
labramos la Pampa.
Cincuenta mil pesos mensuales, como se dice, están á
disposición de la comisión; lo celebramos; debieran desti-
narse diez mil por este invierno, y cinco mil por siempre á
ese cuartel del Norte entre la grande Avenida y el ferro-
carril. El dinero d^be así distribuirse en cada departa-
mento.
Las plantaciones y bosques tienen cuarenta años de
vida: plantólas Rosas, y, pueden entresacarse, tan espesas
son; pero la avenida está abandonada aun y trazada apenas.
La magnifica y exuberante reproducción de la canna indica
en el departamento fluvial del Sur, bastaría para franjear
las calles con sus mu I ti pilcos; teniendo esta planta la ven-
taja de encubrir y disimular lo agreste y desapacible del
terreno inculto adyacente. Se recomienda esto ademas por
el lado higiénico. Cuando esté embellecido aquel paseo,
los médicos piensan recetar á las damas gordas de Buenos
Aires, dos vueltas, rasgo característico de la raza, ó cuatro
PK00RES08 GENERALES 201
vueltas, por la Avenida Casares, segan el grado de obesidad
que les procura la falta de ejercicio; y á las señoritas que
se disponen á seguir el ejemplo de sus mamas, una vuelta
á pie por la Avenida Casares. Es este el pueblo mas
adverso al ejercicio. El Parque está reservado á los bellos
carruajes, para pasar en revista caballos y arneses, en tres
cuadras hábiles de la Avenida Sarmiento. Lo detnás es
país ignoto, hiperbóreo, de que se tienen noticias vagas,
legendario, con tigras escapadas del Museo.
La parte que recorre la Avenida Casares es la única que
dá idea de un Parque; y si la Comisión no la embellece y
arregla, si el público cochero y caballerizo no la frecuenta,
es porque Comisión y paseantes son de la misma manada,
gente que camina poco, y que todavía no tiene desenvuelto
el sentido de las bellezas naturales, tan raras en la Pampa,
tan poco sensibles en la costa.
REGRESO DEL DR. GOULD
NUESTRO REPRESENTANTE EN EL CONGRESO MÉTRICO
(Bl Nacional, Eoero IS de I88i.)
La República Argentina puede permitirse el lujo de ha-
cerse representar en el Congreso convocado en Europa
jiara ponerse de acuerdólas naciones sobre sistema métrico
y monetario, por uno de los primeros sabios de nuestra
época, ya que sabios de varias naciones presidieron á su
creación.
El resultado de tan cientiñcos debates ha sido una uni-
formidad por todos aceptada, siendo vencidos los franceses
por un voto en cada una de las varias cuestiones suscita-
das, pero adhiriéndose al fin á la mayoría, con la galantería
y amabilidad que caracteriza al pueblo amable por exce-
lencia.
Pero no es de metros ni de tipos monetarios que queremos
ocuparnos, sino de dar la bienvenida á nuestro ilustre
representante en la ciencia el Dr. Gould, Director del obser-
vatorio de Córdoba que no bien hubo desembarcado ayer,
daba cuenta á un amigo suyo de las impresiones de viajes,
por Francia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos. De
202 OBKAS DR SARMIENTO
*
lo que se nos ha comunicado, daremos al público lo mas
notable.
El ya ilustre astrónomo, hubia sido precedido en el
mundo sabio por su uranometría argentina y su meteoro-
logía argentina, obras ambas suficientes para elevar á su
autor Á la altura de los primeros astrónomos y ocupar el
vacio que dejó en la observación celeste el P. Secchi. Al
presentarse en los observatorios de Greenwich, París, Ber-
lín, Cambridge, Oxford etc., ha sido saludado por sus con-
colegas y admiradores con las muestras de alta estimación
á que sus trabajos lo han hecho acreedor.
Después de la ruda labor de doce años creándolo todo
en Córdoba, ha recibido en todas partes la recompensa
debida k su enorme trabajo. Las fotografías de la Luna
premiadas en Filadelfía, quedan depositadas en el Sánela
sanctorum de los grandes observatorios astronómicos como
los documentos y escrituras mas fidedignas de la apariencia
actual del satélite.
Ha sido pues feliz, un hombre, un sabio. Dios se lo per-
done, durante seis meses, sintiéndose el favorito de la ciencia
y dejando á los sabios en la expectativa de los colosales
trabajos ya realizados, y que están en vía de comunicación.
El observatorio de Córdoba es el Benjamín de la astrono-
mía moderna.
Otros goces le aguardaban en su patria á donde regre-
saba de paso, y recargado de gloria, recibiendo nuevas y
muy ostensibles muestras de estimación de los observato-
rios y sociedades científicas, universidades, profesores etc.
Llegó en vísperas de elecciones de Presidente, y pudo
levantar las manos al cielo, al ver á su patria mostrar sus
manos limpias de toda mancha en la elección de Presidente,
el pueblo libre, respetado, triunfando una mayoría real sin
el indeciso vacilar de las pesas de la elección pasada; coa
una Cámara en que la mayoría republicana está expresada,
y un Senado en que ambos partidos se equilibran de ma-
nera de estar seguros de que no pasará ley alguna de par*
tido.
Podemos nosotros decir que no está perdido todo, des-
de que la arca santa se ha salvado. En cuanto k sus
amigos y los Estados Unidos, podemos concretar en dos
hechos, dos horas de narrativas, de datos, de recuerdos, de
PROGRESOS GENERALES 203
asombros. Un amigo antiguo io toma del brazo en el
muelle de Boston y se lo lleva de allí á Cleveland, en el in-
terior, donde reside. De paso le contaba, como que un
individuo al morir había legado millón y m-^dio de dollars
para fundar una Academia de ciencias aplicadas, de quien
era albacea, y esperaba á su amigo Gould para constituirlo
síndico, y con tres mas, dar forma al pensamiento. Llega-
dos á Cleveland, propagada la noticia de tener tan grato
huésped, y reunidos los nombrados síndicos, se procedió á
organizar los trabajos preparatorios, ante una escogida
barra «le curiosos. Debe ser grato, oír discutir á sabios
sobre la manera de hacer producir ciencia á unos millones.
Una niña de Chicago ha domado para la biblioteca popular
unos tres millones de dollars.
El Dr. Gould encontró que no se podía obrar con menos
de dos millones de duros, y sin hacer caso de las impacien-
cias del auditorio, hizo aceptar la idea de capitalizar inte-
reses hasta reunir los dos millones, gastando poco en el
entretanto, en los indispensables edificios, máquinas, labo-
ratorios, etc., etc.
Así podrían á su tiempo gastarse cien mil duros al año
en trabajos y veinte mil pesos en nuevas adquisiciones.
Poca gracias hacia á los concurrentes de la tierra de Clive^
esta cachaza y aquella parsimonia, por loque uno de tantos
se acercó al Consejo, y pidiendo la palabra dijo que á nom-
bre de algunos amigos, ofrecía costear los edificios, labora-
torios y aparatos, á fin de que se pusiese desde luego mano
á la obra, sin mermar el capital original, en lo que que-
daron convenidos. Vaya una gente, para hacer la barra de
alguna de nuestras comisionesl
L« LUZ ELÉCTRICA
Pudiéramos hacer una serie de progresos en la civiliza-
ción, con solo colocar en su orden la serie de mejoras en la
conservación y trasmisión del fuego, desde el rayo, Prome-
teo ó lá fricción de dos maderos, el eslabón, la pajuela, el
fósforo, el gas y actualmente la electricidad, lo que es volver
Da capo, al rayo, que trasmitió el fuego á un árbol; pero que
ahora creamos mediante la fricción y trasmitimos con dos
alambres, en lugar de los molestos tubos de gas que hacen
204 OBEAH I» SARMIBMTO
el eterno mal estar de la familia, ó deslucen y comprometen
toda arquitectura.
Falta el fiat lux de la Municipalidad, aceptando el informe
de su Comisión en la solicitud de privilegio de alumbrado
eléctrico que patrocina el joven Ingeniero Víeira, para que
veamos en cuatro meses mas, desaparecer la noche en la
Plaza y calle de la Victoria, Florida, Rivadavia y adyacen-
cias, en vía de ensayo. .
Habíanse á lo que sabemos anticipado otras solicitudes,
pues pululan en el mundo hoy los sistemas de alumbrado
mas ó menos perfectos, y diverso origen y partiendo de
bases distintas, la luz de arco por ejemplo (dos carbones) y
la lie incandescencia.
Las condiciones ofrecidas por los señores Stagg Brothers,
para asegurar el servicio, son de tal manera aceptables,
que acaso fuera su seducción misma un motivo de descon-
confianza, si previamente no ofreciesen los empresarios
ensayar por treinta días, y en grande escala á sus exclusi-
vas espensas, el sistema, obligándose á adoptar en los diez
años de privilegio, las mejoras que nuevos descubrimientos
cientiñcos vayan añadiendo á lo que ya se conoce y está en
fructuosa aplicación en sesenta y ocho patentes distintas
que se solicitan según diversos sistemas. ¿Habráse presen-
tado otra vez en el mundo, espectáculo como el que el estu-
dio de la electricidad presenta en nuestro tiempo, y de dos
añosa esta piarte, con la reconcentración de todo el poder
científico de Europa y de Norte América, á resolver el pro-
blema de la aplicación de la nueva luz al alumbrado?
El problema está resuelto, y es inútil que una asumida
y pretenciosa prudencia aconseje ganar (perder) tiempo,
mientras se fijan en sus últimas aplicaciones, perfeccionán-
dolos, los procederes que haicen al ñn manejable esta luz
cuyo defecto principal es exceso, pudiendo suplir al sol, y
suprimir la noche sobre ciudades enteras, si se adoptan
sistemas de este tamaño.
Lo que puede usarse y podemos ver nosotros en Buenos
Aires dentro de poco, serian luces de arco para las calles
del poder de mil quinientas bugías, disminuido y humani*
zado hasta el de ciento que pueden soportar nuestros ojos; y
para piezas de habitación por incandescencia reducida á
cinco bugías, lo que la hace mus viva que la del gas.
PROGRESOS GENERALES 205
Esta luz es trasmitida, en los salones por raedio de apa-
ratos que dejan á un lado toda la ornamentación que se
ha tomado á las bellas artes griegas y etruscas en la
construcción de lámparas, arañas, faroles etc. La luz eléc-
trica gusta de teñirse de los colores «leí iris, que se reprodu-
cen con la nitidez de las luces blancas; y como es porincan-
decencia de los objetos electrizados que se propaga, los
fabricantes de aparatos para la electricidad han escojido el
vidrio, y dándole la forma de flores de diversos colores, la
lámpara central de un comedor ó un salón será un bouquet
colosal de flores luminosas^ enviando las rosas, sus colores
á los rostros que los necesiten, é indicando la experiencia
y el gusto, cuales son los mas agradables en una soirée, los
mas convenientes en un teatro. Si el lector cree que los
empresarios han pagado al Nacional para que les cuente es-
tos cuentos de brujería, á fin de que el público y las damas
clamen por la inmediata concesión de la patente solicitada,
debemos decirle que la fabricación de útiles no pertenece á
esta ó la otra compañía, sino que es simplemente la aplica-
ción del principio de la incandescencia eléctrica. Las flores
serán pues los luminares del hogar doméstico, precursoras
apenas de todas las fantásticas aplicaciones de este extraño
poder que ofrece transformar las sociedades en su organi-
zación íntima, como ya las ha transformado en sus relacio-
nes de nación á nación por el telégrafo, de ciudad y de casa
á casa por el teléfono. Anunciase la organización de una
fuerte sociedad para la trasmisión á domicilio de poder
eléctrico, con lo que el artesano pondrá en movimiento sus
utensilios y máquinas sin necesidad de calderas de vapor.
Quien ha visto propagarse del diaá la mañana tres so-
ciedades del telefona en esta ciudad, al día siguiente de
inventados sus sistemas en Estados Unidos ó en Europa, se
persuadirá fácilmente que tendremos las aplicaciones de la
luz eléctrica luego en todas sus formas, para todos sus fines,
y con todos los perfeccionamientos que vayan adquiriendo.
Para acelerar estas importaciones no dudamos que la Mu-
nicipalidad acepte la propuesta de los señores Stagg, pues
ella se reduce á mostrar en ejercicio la luz. En cuatro me-
ses mas nada ha de quedar en duda sobre su practicabilidad
pues ha de estai ya en práctica en varias partes y sobre
206 OBRAS Dh SARMIENTO
todo en París donde una sociedad con setenta millones de
capital va á emprendió* la ilunr)¡nacioQ.
Lo que hay de concluyente y de difinitivo es que la ilu-
minación eléctrica es ya un hecho práctico, que no era hace
un año, y lo comprueban los numerosos sistemas de dis-
tribuir la luz, lo que da lugar, como en las máquinas de
coser, á disentimientos y preferencias, pero que ninguna de
ellas, y son ocho las patentes prevalentes, como en la ilu-
minación eléctrica, deja poner en duda sus ventajas.
LOS BOULEVARES
Vamos á tener boulevares desde que la Municipalidad y
su Presidente hablan de ello. Las familias que van á los
baños de mar de Montevideo, sienten al volver á sus casas
que se ahogan en nuestras calles á guisa de tubos, y la
idea de la posibilidad remotísima deque pudiera al andar
del tiempo hacerse un milagro en Buenos Au^es, dotándolo
de anchas calles pasa por la imaginación, como un sueño
y una prueba deque tenemos imaginación todavía en esta
época de prosa pedestre, no obstante tramway y wagones,
que son la prosa de la vida elevada á la segunda y á la
quinta potencia.
Y sin embargo, Buenos Aires abunda en anchas calles
boulevares y Broadway, como Montevideo y Nueva York,
á cuya ciudad se parece en extremo, pues hay entre Garden
Castle que es el muelle, y Wallslreet^ la calle del muro que es
como nuestra calle de Callao, un Buenos Aires viejo, es
decir la antigua ciudad holandesa, que se le ha abando-
nado con sus estrechas calles al comercio, las melazas, las
lanas, los banco, la bolsa y toda la enorme cocina en que
se prepara, como en los saladeros la riqueza de las gran-
des ciudades. Una familia decente, una dama elegante, una
Kangouru que son las que dan el tono, se avergonzarla de
que se le viera en aquella ciudad antigua^ mercante y ma-
rinera.
Trinity Church, el Broodway, la 5* y la 2* avenida, es-
tán á una legua de aquellas oñcinas con sus carruajes, sus
elegancias y hasta el Central Park que está al extremo
opuesto.
Buenos Aires es lo mismo, y está preparado como Nue-
PKOGRKSOS GBNBR/^LBS 207
va York para ser la Nueva York de este extremo de A.mén-
ca. Débesele á Rivadavia el pensaraieato y la previsión.
Tenemos la calle del Callao á la misma distancia del
puerto del desembarco que estíl Walstreet y Broodway ca-
lle ancha de Nueva York.
Las prolongaciones de Ilivadavia, Belgrano, Santa Fe,
no ceden en nada á las avenidas 5% 2* y 3* de Nueva York,
en ancho y largo, y las calles de atravieso. Callao á afuera,
están calcadas sobre el pach'on de las de Montevideo, Chi-
cago y otras ciudades modernas.
¿En que consiste la diferencia?
En que nuestra población no sabe todavía gozar de la
vida. Conserva sus costumbres de antaño, aunque la
ciudad se transforme y las exigencias del comercio y de la
industria las vaya empujando hacia afuera.
La construcción y refacción de las casas de Victoria,
Florida y las adyacentes adaptadas á las necesidades del
comercio en estos tres años, excluyen ya la familia de esta
parte de la ciudad, salvo que se condene, como lo hacen
muchas, á vivir en lo mas apartado de los fondos, ó
en altos á donde llegan los ruidos y rumores de las
calles.
En Londres, en Liverpool, en Nueva York, las familias
de la clase acomodada, aun de los comerciantes, viven
lejos del centro del comercio doncie solo almacenes, Ban-
cos y escritorios existen. En Nueva York ocupan las fa-
milias calles enteras, en esos que llamaríamos extramu-
ros, Callao afuera, con fuertes multas para impedir que se
alquilen piezas para el comercio, de tal manera huyen de
su bullicio.
La Chausée d'Antin en París, centro hoy del mundo ele-
gante, está también fuera del viejo París que continúa
siendo el centro del comercio y la industria.
Es seguro, pues, que Buenos Aires va á experimentar
cambios análogos, y hasta que una docena de buenos y
elegantes ediücios se construyan en Callao con sus vere-
das de ocho varas, para que se determine un movimiento
de población elegante y acomodada en esa dirección; y
desde entonces, puede decirse que Buenos Aires, el esire-
cho Buenos Aires de hoy, se trasladará al Buenos Aires
amplísimo,' que le está preparado desde hace cuarenta
208 OBHAÜ DK 8AKM1KMT0
años en la traza de la nueva ciudad, con tres ó mas ave-
nidas pareielas y con calles transversas que corresponden
á ese plan.
Guando >e levante el edificio de la Exposición Continen-
tal, ha de encontrarse que esa plaza es demasiado grande
para recibir carretas con lana, que acabarán por no venir
de la campaña así que avancen y se extiendan las lineas
de ferrocarriles: y si la estación inicial se traslada allí, ha
de crearse un centro de población sobre plan mas vasto
que el que permiten las calles actuales de Buenos
Aires.
Tenemos allí un plantel de ciudad que envidiarían en
otros países, para habitación de pobres, y una conejera
por ciudad capital, según son de estrechas las calles, en
donde se está actualmente la población vieja de Buenos
Aires.
¿Un boulevar remediará 'el mal estar que dan doce cua-
dras de frente y doce de costado á los habitantes que las
ocupan con sus moradas, ó á los transeúntes en doce
varas, disputándoselas carros, tramways, con coches, equi-
pajes, gentes de á pie y estacionarios por accidentes?
Hablemos de Boulevares.
LOS BOULEVARES
La nota del señor Alvear, pidiendo el concurso de la ofi-
cina nacional de ingenieros, dice que ecexiste en el conven-
cimiento de cada uno, la idea de la construcción de un
Boulevard que partiendo de la Plaza Victoria llegue á la
Plaza LfOrea, cortando las manzanas intermediarias,
limitadas por las calles paralelas de Rivadavia y Tic-
toria.»
Sin desechar la idea y la ubicación, en vano nos hemos
interrogado, y no encontramos que exista en nuestro con-
vencimiento, que deba ser allí el Boulevard y no en otra
parte, cortando las manzanas en dirección paralela, y no
en dirección oblicua, por el centro de las manzanas y no
por el costado: un Boulevard en ñn, y no dos ó mas.
Seria materia de someter á previo examen, las condi-
ciones del Boulevard y su preferente colocación, sin dar
por sentado de antemano que es cuestión resuelta la de
PROGRESOS GKNERALBS 209
ubiir uno por el centro (ie las designadas manzanas entre
las dos calles Victoria y Rivadavia, muy pobladas y por
tanto de cara expropiación.
Una de las ideas que se han propuesto para la formación
de un Boulevard, es la de ensanchar una de las calles de
la ciudad, absorviendo el costado menos ediñcado, para
hacer menos dispendiosa la expropiación, que ha de
extenderse al solar con todo su fondo de setenta varas, de
manera que del mismo cuero salgan las correas.
Este es el sistema adoptado por ley en París, y que
ha hecho fácil la construcción de los grandes Boulevares.
Este sistema puede aplicarse á una de las calles
Rivadavia, Victoria ó Cangallo, Piedad ó Floriiia. Lo que
debe consultarse es el valor actual de las casas y terre-
nos expropiables, para no emprender por lo mas cos-
toso.
Tomar una calle que no esté actualmente miay edificada
paralela á las que se dirigen al Oe&te, ejecutar el mismo
sistema de ensanche con menos costo de expropiación.
Por áetitro de las manzanas. Deben expropiarse treinta y
seis varas de edificio de dos costados paralelos de una man-
zana con todo su fondo. Suponemos para mayor econo-
mía que el Boulevard tenga 36 varas de ancho, tres veces
nuestras calles.
La manzana quedaría dividida en secciones de á cin-
cuenta y siete varas de fondo dando frente k una calle, y
al Boulevard; de manera que dividiéndose los solares que
darán al Boulevard, de los que tienen actualmente frente
á la calle Rivadavia, por ejemplo, les quedaría á cada uno,
veinte y tres y media varas de fondo. Pueden ser aprovecha-
dos estos terrenos por el sistema de construcción con te-
chumbre mansardé que permite encerrar todo ó la mayor
parte del terreno bajo el mismo techo. En la parte comer-
cial de la ciudad no presenta inconveniente esta escasez
de fondo.
El estudio de los ingenieros debe tener por base el va-
lor real de la propiedad en las calles especiales que serian
afectadas por el boulevard y la manera de expropiar, á fin
de calcular á ciencia cierta los costos. Todavía hemos de
volver sobre este asunto.
Tomo tu.—U
210 OBRAS DB SARMIENTO
EL FERRO-CARRIL DEL OESTE
Los ferro-carriles tienen una influencia capital en el bie-
nestar y la prosperidad de los pueblos que ligan á los gran-
des centros, y sobretodo, en los que pueden considerarse
de recreo, como son los situados en las inmediaciones de
esta Ciudad.
Suprimid el fácil y barato transporte que hoy propor-
ciona el ierro-carril del Oeste á las poblaciones situadas
de uno y otro lado de sus lineas hasta Moreno y las veréis
entrar en rápida decadencin, hasta convertirse, nuevamen-
te, en tristes aldeas sin elemento alguno de desarrollo.
Multiplicad las ventajas que proporciona esa vía férrea,
hasta hacer insensible la distancia que separa esas po-
blaciones y el fenómeno opuesto, tiene que operarse,
hasta transformarlas en barrios opulent(»s y en centros
de actividad mercantil é industrial.
Estas observaciones que están al alcance común y de
verdad tan indiscutible, debían sujeririe al Directoriu de
esa empresa, la confección de un horario de salidas y
entradas de trenes, mas en armonía que el actual, con
alguno de los ñnes que debj proponerse.
Ahora, el último tren que parte para Moreno sale a \hs
9.10 y el que regresa de ese pueblo, á las 650 y el último
de Morón á las 8.55, de modo que los que residen sillí,
se hallan desde la oración privados de todos los recursos
de la capital y de los goces de la vida social que ella
proporciona; las visitas, los teatros, los coticiertos, y el
club y los paseos de noche.
Se diüculta asi la vida secíal, la acción política, y hasta
el auxilio de los buenos médicos en los casos urgentes,
para los individuos que íijan su residencia en los pueblos
de campaña y es, por esto, principalmente, que ellos
permanecen desiertos la mayor parte del año, y en i<^s
mismos meses de verano, en que afluye al cam^K) el ma-
yor número de familias, ellas no encuentran todos los
.encantos que podrían hallar, debido á la monotomia ii^o-
|>ortable y furzoza de las noches.
Se acerca añora el invierno y la empresa del ten\y-c^r^
ril del Oeste va á anticipar aun mas la hora de sus
PROGKESOS GBNEkALES 211
Últimos trenes, un vista del menor tráfico que ella misma
provoca, en vez de tratar de ir evitando.
El establecimiento de un tren de noche cuyo costo sería
relativamente pequeño, cambiaría completamente las con-
diciones desfavorables, de los ocho pueblos comprendidos
entre la Floresta y Moreno, permitiendo que ellos ad-
quieran una mayor población fija, como la que ya tienen,
debido al servicio de los tramways, Belgrano y Flores.
' Mucho mas que lo que indicamos, se ha hecho en el
Brasil, comprendiéndose que las" facilidades de una rápida
c<»municacion, para los que viven lejos del centro principal
de población, no pueden hacerse cesar con la luz del
día.
En la ciudad de Rio de Janeiro, no se ha pensado im-
poner á las empresas de tramways, como entre nosotros,
1h carga pesada de realizar servicios municipales, como
son los de empedrado de las calles, pero, en cambio, se
les ha exijido condiciones mas en armonía con sus fun-
ciones, y entre ¿lias la de no interrumpir sus viajes durante
toda la noche, de modo que los que residan á una, dos
ó mas leguas, no se encuentren nunca privados de los
medios de pronta y barata comunicación.
Al principio este servicio fué muy oneroso, pero hoy ya
va siendo lucrativo para las empresas.
Debido á esta previsión los que no pueden costear
casas en los parajes centrales, gozan de casi todas las
ventajas que tienen los que viven en el centro de la
población.
A estas consideraciones sobre la conveniencia de esta-
blecer permanentemente el servicio de un tren de noche
con los pueblos inmediatos de la linea del Ferro-Carril
del Oeste, debemos agregar, que este servicio se hace
tanto mas necesario, con motivo de la apertura de la
Exposición Continental.
Los gobiernos y las asociaciones particulares han hecho
grandes sacrificios en bien del brillo de esta gran fíesta
industrial.
Las compañías de vapores, han rebajado mas sus fletes,
y otras los han suprimido, transportando, gratuitamente,
verdaderos cargamentos, con el fin de que afluya 1 a
mayor cantidad de productos destinados á la Exposición.
212 OBRAS DB SARMIBNTO
El Gobierno, por intermedio de la Gooiision In^eclora,
ha subvencionado una oompañia lírica á fin de que dé
conciertos de noche en la Exposición, que será cuando
ella estará mas concurrida y llena de atractivos, y con
la novedad de una iluminación á luz eléctrica perfecta.
Si con esa oportunidad, al menos no se establece algún
tren de noche, parte de las familias que residen en los
pueblos que hemos nombrado, tendrá que venirse al pueblo
disminuyéndose las entradas normales del Ferro-carril, y
parte, que privarse de concurrir i las mas brillantes fiestas
de la Exposición.
Confiamos en que esta indicación será atendida por el
Directorio que, no dudamos, comprenderá que esa em-
presa ao puede permanecer extraña al gran movimiento
que se produce entre nosotros, y que tratará de cooperar
por los medios á su alcance al mejor éxito de la Expo-
sición.
Hemos recordado ya, lo que hacen las compañías de
transportes fluviales y no es posible que el ferro-carril
de la Provincia, no atienda ni á las necesidades especiales
que esa ñesta crea.
En bien del público, en bien de la Exposición, en bien
del crédito del Ferro-carril del Oeste establézcase ahora,
al menos, un tren de noche.
No seria extraño que alguna de las otras empresas lo
hiciera desde luego.
BOLETOS DE TIERRAS
(Bl Nacional, Agosto 16 de 1879).
Leemos en los diarios que el Gobierno ha mandado re-
servar las tierras á una y otra margen del Río Negro para
colonización; al mismo tiempo que un proyecto de ley en
la Cámara de Diputados, las destina para recompensará los
soldados que tomaron parte en la ocupación y conquista
de la Pampa.
En el primer caso serían aquellos territorios colonias;
en el segundo boletos de tierras al portador, por el derecho
de enagenacion que va afecto á la propiedad.
Queremos ponernos en este liltimo caso para señalar
PHUOKE80S OENBRALBS 213
los inconvenientes que traería la ejecución del proyecto de
ley, tal como ha sido presentado, y que prima facie ha ob-
tenido el fácil asentimiento de la Cámara.
Cuánto es una hectárea! Cuántas hectáreas mide el es-
trecho valle ó la vega del Río Negro? Entre cuantos
van á repartírselo? Qué harán con sus lotes de terreno?
Hemos intentado darnos una idea aproximativa de la ca-
pacidad del Valle de Río Negro, y de la distribución de
tierras que en él intenta el proyecto de ley.
Desde luego el Valle mide unas setenta leguas desde
1p. embocadura del Rio Negro hasta la isla de Choele-
Choel, y de allí ochenta hasta mas arriba del Limny.
Su ancho medio es de una legua, pues solo muy arriba
el señor Lorenz indica que se extiende á dos, y ducante la
extensión de estas ciento cincuenta leguas que podemos
extender á doscientas, el terreno asume diversas condicio-
nes, siendo fértil á trechos y ada[)table para la agricultura,
provisto de buenos pastos en muchas partes, cubierto de
matorrales en otros, y en algunos puntos estéril com-
pletamente.
El itinerario del naturalista Lorenz señala estas alterna-
tivas en un mismo día.
Puede inferirse de la impresión que deja el relato <lel
viaje, que en algunas partes habrán diez mil hectáreas de
labor seguidas, en otras menos de m\\, alternadas con
matorrales, terreno de pastoreo, y tierras salitrosas y esté-
riles. Todo esto no es de desdeñar cuando se habla de
lotes de cien hectáreas, ó de mil, que no pueden ser be-
neñciados sino [)or la agricultura.
Destina el proyecto cien hectáreas (cosa de cincuenta
cuadras) á cada individuo «le tropa que haya pertenecido
á los diversos cuerpos que han acabado con !a sumisión
de los salvajes. Estas operaciones principiaron en 1875,
habiéndose en 1876 aumentado á ocho mil hombres el per-
sonal del ejército.
Han habido desde entonces bajas de soldados cumplidos
que tendrían igual derecho que los dados de alta al fin; y
no recordamos que cuerpos de ejército no hayan tenido
parteen esta campaña, pues el 8^ y el 13^ han venido el
uno del Sur, marchando el otro del Norte á incorporarse
en alguna de las divisiones en campaña.
214 OBRAS DB SARMIENTO
No haciendo figurar pues mas que 7.050 individuos de
tropa, que de buenos datos tomamos, serian necesarias 270
leguas de terreno á lo largo del rio para ubicar los solda-
dos. Ya hemos visto que el valle no mide doscientas en la
cinta del terreno que ha venido escavando para hacerse su
lecho; y dejándole al río y sus playas ó vega propiamente
dicha, cincuenta que recorre; dando otras cincuenta á la
parte estéril, no que(ia terreno para ubicar los boletos que
se destinarían á soldados.
Para jefes y oficiales, se necesitarían ademas, quinientas
veinte leguas^ con solo contar dos Generales, doce Jefes de
frontera, veinte de cuerpos, cuarenta mayores, ciento cin-
cuenta y tres capitanes, ciento noventa y siete tenientes,
y ciento cincuenta oficiales inferiores, lo que da un
millón trescientas ochenta y siete mil quinientas hec-
táreas.
Debe tenerse presente que una vez dictada la ley, y crea-
do el derecho, no importa que en el valle del Río Negro no
haya tierras, no ha de faltar donde acomodarlos; pues nue-
vos proyectos de ley complementarán el actual, y el interés
privado hará que por muchos años se estén comprobando
soldados y oficiales quede alguna manera asistieron á las
campañas contra indios.
No es este, sin embargo, el grande inconveniente que
queremos señalar; sino que dados los boletos, ó reconocido
el derecho á lotes de cien hectáreas, de mil quinientas ó
de dos mil, han de ser vendidas por los titulares, á quien algo
les ofrezca, convirtiéndose en fondos de tierras, ó boletos,
que figurarán entre los papeles del mercado.
La legua de terreno por esas alturas está avaluada en
cuatrocientos pesos fuertes la legua, loque daría el valor de
50 pesos fuertes al de cien hectáreas; pero como estas no
son tierras de pastoreo exclusivamente, ni pueden ser
adaptadas á la agricultura sin canales de irrigación que
son obras públicas previas, córrese el riesgo de dar oca-
sión á un ajio, sobre lotes nominales, de que el soldado
agraciado sacará poquísimo provecho, y el valle del Rio
Negro quedará perdido para la agricultura y para la po-
blacion de gatíado también. ¿Cómo y en donde se ubican
los boletos?
Con estas 7700 leguas, las cuatro mil del empréstito de
PROGRESOS GENERALES 215
tierras, y las que se pueden poblar de las provincias de
Buenos A-ires y Córdoba con la seguridad dada á la fron-
tera, se habrán echado al mercado seis mil leguas de
terreno de un golpe, que es lo que hasta ahora poco medía
la Provincia entera de Buenos Aires; y es fácil saber cuanto
tiempo y población ha de necesitarse para poblarlas. El
valor de la tierra se ha de afectar con este aumento, en lo
que ganará la industria ganadera y la agricultura cerca de
las ciudades ya pobladas.
Para hacer efectiva y útil la. distribución de tierras á
oficiales y soldados en proporciones como las que el pro-
yecto asigna, era preciso proceder á la colonización mili-
tar, de manera que bajo la disciplina áque están habitua-
dos, y con la protección y ayuda del gobierno para canalizar
el valle, se procediese por grupos, escogiendo los lugares
adecuados, dirigiendo los trabajos, hasta dejar poblaciones
regulares, familias establecidas, de los que fueron soldados
y acabarían por ser agricultores.
Las colonias extranjeras de Santa Fe proceden en cam-
po que no requiere riego, de un modo análogo; pues si bien
cada familia obra independiente de toda dirección, con la
adquisición del terreno adquiere también el derecho á ser
provista de ciertos instrumentos de trabajo, y un año de
mantención, aunque tenga que resarcirlos con los pro-
ductos.
La indicación de que el Gobierno reserva el valle del
Río Negro para colonización, puede importar una coloniza-
ción militar, ó bien hacer entrar aquellas tierras en el
plan general de colonias, que inicia el Departamento de
inmigración.
¿Porqué no se harían colonias militares, para dar ocupa-
ción tranquila ó natural á los soldados cumplidos que
deseen establecerse en ellas? No abogamos precisamente
por este sistema; pero el premio por boletos de tie*
rras que se proyecta, nos parece expuesto k impedir
que se pueble aquel valle, no siendo fácil saber quienes
son los tenedores y donde se ubicarán, porque no hay
allí colocación ni para la séptima parte.
216 OI»KA« ilK 0AKM1NNTO
LA MUNICIPALIDAD Y LA POLICÍA
Si hemos de estar á la afirmación del Presidente de la
Municipalidad, en su nota al Ministro del Interior, de haber
comunicado á. la Policía, como resolución municipal, «que
debía prohibirse que los cairuageB tomaran pasajeros ó recorrie-
ran^ ofreciéndose en alquiler^ las ccUles que rodean las plazas atren-
dadas;» la Policía haMebido ejecutar la orden, pues las dudas
anteriores estaban con ellas disipadas.
La Policía no es procurador d^el tránsito de las Ciilles
que una ordenanza municipal reglamenta. Los interesa-
dos cocheros, ya parece que han hecho uso de su derecho
llevando á los tribunales el asunto.
Puede irse muy lejos^ atribuyendo á la fuerza de policía,
facultad de deliberar ó de prejuzgar sobre la aplicación de
las leyes, ó las ordenanzas municipales. El vigilante es
un funcionario público, personalmente responsable de sus actos,
sin que les valga decir que recibió orden de proceder, pues
esa óidea viene del temor de una ley, que infringe aquel á
quien prohibe obrar.
Este funcionarlo, como los Comisarios, son responsables
ante los jueces ordinarios desús actos, si reclamasen de
ellos los que se crean agraviados.
La ordenanza municipal de 1867, y la interpretación man-
dada tener por resolución, en el caso ocurrente, esa tís la
regla de la Policía. No tiene otra facultad.
La Policía no juzga, sí es legal ó no ese acto.
Lo hace el Juzgado de Policía, que entiende en estos
asuntos, ó bien lo resuelve cualquier juez, á quien el policial
deberá llevar inmediatamente el aprehenditio, infragantij
hasta que el juez decida verbalmente el caso, pues es solo
para proceder á la posición, ó detención. ¿Se dirá que nues-
tros policiales no saben leer, y no pueden saber cuales son
sus deberes, para ser responsables de sus actos policiales,
ante el juez?
Debemos hacer sobre esto una observación que estamos
seguros no hecharán á mala parte las personas que nos
gobiernan.
Los desórdenes de las gentes dispuestas ó expuestas ai
crimen, que afortunadamente es una insignificante mn
PROaUESos GUNEKALBS 217
noria pueden servir tie pretesto pura imponer sobre las
ciudades, tan pocas entre nosotros, poderes que se convier-
ten ül fin en pretorianos; y la ignoracia de nuestras masas,
de donde se toma el personal y ejecutante de la Policía»
poner á disposición y bajo el dominio de los mas ignorantes»
la parte mas culta, rica, de nuestro país, con peligro de sus
derechos, sometidos no al discernimiento del vigilante, sino
á la orden que haya recibido.
Estableceremos por base de estas observaciones, que ese
vigilante puede ser demandado incontinenti, do á su jefe, sino
á un juez ordinario, por quien se crea agraviado. De ahí
á dar la Policía dictámenes, y providencias declarando no
estar en su derecho 'á ios tribunales, ó la Municipalidaii, va
trecho.
Nuestra policía actual es en extremo defectuosa, preci-
samente k causa del prurito de hacerla autoritativa y sufi-
ciente por si misma como institución.
Eficasisima para perseguir los crímenes ya cometidos,
muy entendidos muchos de sus comisarios para descubrir
los ocultos, y toda ella en general para prevenir los que,
sin su presencia se cometerían, flaquea por la parte en
que se requeriría su auxilio, en el desenvolvimiento
moral; y deseáramos que á la Municipalidad se le prove-
yese de esos agentes, que no pueden estar á las órdenes
de un Jefe, que pretende representar al Poder Ejecutivo,
precisamente porque no está ni deberá estar jamas al alcan-
ce del poder político el ejercicio de tales funciones.
El pueblo de todos los países ha distinguido perfectamente
la diferencia de las dos funciones. El detective de la policía
inglesa, para la prosecución de los crímenes, es el mouchtrd
de la policía francesa. Aquel es la honra de la sagacidad
humana, el otro es mirado como su vergüenza, el espión
político. Y sin embargo es el mismo personage.
La higiene es ya una función definida municipal que
requiere funcionarios.
Hay ya en varias ciudades una clase aparte de policía de
higiene, que tiene facultad para penetrará falta de otro
nombre, al fondo de las casas; y ordenar sumariamente lo
que cree necesario. Compréndese que este funcionario no ha
de ser un hombre sin responsabilidad personal, sin cultura,
pues que va á ejercer la mas peligrosa de la funciones que
218 OBKAH ÜK »\KMIKNTO
es entrar en el nsilo doméstico, loque no puede hacer la
autoridad sin orden del Juez. Compréndese ademas, que
si hubiera de darse la ley autorizando su creación, no ha
de ponerse á disposición de emplea ios políticos, sino de un
departamento médico.
Los bomberos participan de este mismo carácter, en cuan-
to se requieren facultades morales mas que fuerza física
para el desempeño de sus funciones.
La existencia de sociedacies para la protección (ie los ani-
males requerirían un cierto número de empleados para
hacer efectivas las leyes, tales como los que deben cuidar
en los mataderos y caminos que no se atormente k los
animales.
La educación común en ciudad tan grande requiere que
ciertos empleados de policía puedan perseguir á los niños
vagos que por millares pasan el día en las calles de los
barrios apartados, en las playas del río ó en los mercados
librándose al juego, y como es consiguiente depravándose
moralmente, á mas de que no reciben educación ninguna.
Todas estas nuevas exigencias de la administración de
las grandes ciudades requieren otro personal y otra depen-
dencia, que la de la policía con aires militares y provista
para ejercer la fuerza que sin duda reclama uno para cada
diez mil habitantes según puede verse, de las novedades
policiales de anteayer reducidas á dos robos, tres menores
que se escapan de sus casas, y un carruage cuyos caballos
se desbocan.
Podríamos estractar mas novedades policiales; y aun
tomar los días en que hay mayor número de detenidos por
la policía, para mostrar como es monstruosamente despro-
porcionado el personal de la policía, para la limitada nece-
sidad que hay de su presencia. Con la cuarta ó quinta
parte de su personal estaría igualmente servida la ciudad.
Las ñestas del Carnaval durante cuatro días que han
puesto en movimiento quizá cien mil personas, con tres mil
carruages, carros de mudanzas y demás vehículos, han
mostrado con admiración de todos los que conocen grandes
ciudades, el estado nuiv perfecto de sanidad moral que pueda
presentar un pueblo. No ocurrió nada en tres noches; no
hubo robos ni aun raterías, no hubo homicidios, accidentes
ni aun riñas de palabras, no obstante estar obstruidas las
PK06KES0S GENERALES 219
veredas con los enrnascarados, y ocupando dos leguas los
carruages de ida y vuelta.
Síntomas felices que aconsejan caitibiar el tratamiento;
menos fuerjsa y mas inteligencia en el sistema de seguridad.
Ciudad tan quieta, muchedumbre tan moralizada, gentes
tan cultas como las que forman sus clases elevadas, recla-
man que el poder director de la administración de las cosas
urbanas se ejerza por medio de los ciudadanos mismos,
pues ese es su derecho; municipalidad es la ciudad misma
y ella debe gobernar sus cosas, por medio de sus propios
agentes.
Ya lo hemos notado, hablando de las colonias. La gene-
ración presente está cometiendo un crimen, y es romper
y descontinuar las tradiciones humanas sobre el gobierno
íntimo de la sociedad. Se funda una colonia con un Co-
misario, con un Comandante, sin derechos propios los
pobladores, ni mas ni menos como se plantan árboles, ó se
cria ganado. Al fundar á Córdoba el delegado del Rey ó
del Poder Ejecutivo, dice que le da todas las libertades y
franquicias que tienen Córdoba en España y las demás
ciudades para indicar que donde quiera que se reúnan
hombres esas franquicias y esas libertades les acom-
pañan.
Lo de las Colonias puede, sino se presta atención, esten-
derse á Buenos Aires también, levantándose poco á poco
un Comisario (ie la corona, ó del Ejecutivo, que diga á la
Municipalidad que por las buenas razones que al Comisa-
rio ocurra, no debe cumplir tal ordenanza, que está vi-
gente, estando en ejercicio la Municipalidad con sus an-
tiguas facultades y reglamentos, pues no es dependencia
del Ejecutivo en sus funciones, ni se limitan sus facultades
en lo dispositivo, por un articulo vetado, única parte (ie la
ley que no está vigente.
La Municipalidad puede demandar y ser demandada, y
no vemos porque no ha puesto demanda ante los tribu-
nales, por obstrucción puesta al ejercicio de sus fun-
ciones.
Lo repetimos: el vigilante que detiene á uno en la calle
por creerlo tomado infraganti^ debe desde alU conducirlo
ante el Juez de Policía, si lo hubiere, ú otro cualquiera,
para que corrobore ú ordene la prisión; y puede á su vez
I
2'¿0 OBKAN liN tfAllMlISNTo
Rer el aprehensor demandado por errada ó atentatona
aplicación de una ordenanza ó violación de un derecho.
Recomendamos al señor Jefe de Policía que baga que
el librero inglés Mr. Mackart le haga venir et Pólice Code
and MantMl of the Criminal Law^ que acaba de publicarae
en Londres por C. fi. Howard Vincent^ Director de Investiga-
ciones criminales (Cassell and c^).
tt Este libro está fundado dice el aviso, en las órdenes
generales de la Policía Metropolitana, los libros de ínstruC'-
dones de las diversas fuerzas policiales, y muchas obras
capitales, tales como el Digesto de la ley criminal de Stephen
y el Manual y Guia de la Policía. El objeto es informar al
empleado de policía sobre los principales puntos que tocan
á lii práctica y responsabilidades afectas á su oHcio. Los
asimtos están tratados alfabéticamente, de manera de no
perder tiempo para dar con la materia de que desea in-
formarse.»
Sabemos que actualmente se hace traducir el manual
de la policía metropolitana de New York y no dudamos
se vea pronto á nuestros vigilantes como aquellos, estu-
diando á libro abierto sus deberes y sus obligaciones.
Buenos Aires merece ser gobernado con inteligencia y por
sus propios vecinos, como toda otra ciudad.
EL COMISARIO DE POLICÍA
Be resolvió por acto del Ejecutivo Nacional, el llamado
conflicto entre la Municipalidad y el Jefe de Policía sobre
ejecución de la ordenanza de 1867.
La justicia parece satisfecha, quitando un embarazo á
la ejecución de la Ordenanza Municipal.
¿Gstálo el buen gobierno, con relación á nuestras ins-
tituciones?
Copiaremos para mayor inteligencia la resolución re-
caída:
« Buenos Aires, Marxo 9 de i88S«
« Considerando que las dudas que se han suscitado por
parte del Departamento de Policía se reñeren á la facultad
de prohibir el tránsito por las calles adyecentes á los
locales arrendados.
1^
PRt>QKESOS QBNBKALES 231
« 29 Que cbtá prohibiiio por la Onlenanza Municipal de
29 de Marzo de 1867 á los carruajes de plaza que no estén
en servicio, estacionarse en las calles ó tomar pasajeros en
los puntos que la Municipalidad tiene arrendados para
estación de carruajes.
« 3^ Que esa ordenanza ha regido desde la época de su
sanción y bastará hoy su ejecución para hacer efectivas
las obligaciones del contrato de arrendamiento celebrado
por la Municipalidad, sin que sea necesario interrumpir
el tránsito por las calles públicas; oficíese al Jefe de Po-
licía para que disponga se preste á la Comisión Municipal
el concurso que requiere, impidiendo que los carruajes de
alquiler que no estén en servicio levanten pasajeros en los
locales arrendados por la Municipalidad y las cuadras que
los rodean. — ROCA — Bernardo de Irigoykn.»
Las premisas ó considerandos, como se vé, son la orde-
nanza misma, reproducida en el 3**; la práctica establecida
y constante en el tercero, para concluir con ordenar que
el Jefe <ie Policía preste el concurso que se requiere, im-
pidiendo, da capo lo que la ordenanza ordenaba impedir.
Redactada esta disposición por uno de nuestros mas
distinguidos abogados, se resiente de los hábitos del foro,
pues es una sentencia sobre litigio entre partes, dada por
el juzgado competente á saber, — ROCA, Bernardo de Iri-
GOYEN.
Luego el Presidente es el arbitro en la ejecución de las
ordenanzas municipales?
Gomo no suponemos error solamente sino inspiración
política en esta manera de proceder, queremos entrar mas
al fondo de esta cuestión.
Sabemos cuanto hay que conceder á las circunstancias,
ó deplorables aiUecedentes, quizá á la lógica y á algunas
autoridades y ejemplos que pudieran citarse; pero contra
todo esto, é invocando el sentimiento de previsión que
debe estar en el ánimo de los que gobiernan, recordare-
mos que estas prácticas se establecen en la ciudad que
mayor número de individuos y de intereses encierra, y
que es en ella por tanto, que deben resguardarse los gran-
des intereses sociales, y preservarse las instituciones fun-
damentales, pues que la suerte de otras ciudades, y el
222 UURAM 1>B 8AKMIKNTO
porvenir délas institucioHes mismas han de ser afectadas
por estas prácticas.
Cuando hubo de darse una Capital á la Union Norte
Americana^ no se trató de hacer de una de las grandes
ciudades, existentes, la Capital por no querer ellas re-
nunciar á su régimen interno. Después las que no eran
tan notables entonces son ahora las mas grandes como
Nueva York, y se le han agregado otras no previstas, Chi-
cago, San Luis de Missouri, etc., Washington principió por
aldea y aunque hoy tenga cien mil habitantes, es tenida
en nada como influencia sobre las instituciones munici-
pales, pues pupulan las ciudades que le son superiores en
población; y aun las capitales políticas de los Estados es-
tán fuera de las grandes ciudades, por consideración á los
intereses propios.
Como no hay en el mundo, diremos, mas capital federal
que Washington, y esta está gobernada por el Congreso,
es decir, por la autoridad ejecutiva de la Nación, no hay
duda de que una gran parte del gobierno está allí^ como
debe estar aquí en el nuestro.
Nuestro disentimiento está en la manera de hacerse
sentir la acción del gobierno; y en esto creemos que el
nuestro ha iniciado una marcha que va á llevar al país,
durante esta ó dos administraciones, al arbitrario burocrá-
tico mas absoluto que admitan las formas republicanas.
La resolución dada en el caso de los cocheros, reviste
todas las formas de un laudo ó sentencia judicial, entre
partes, de donde resulta que el Presidente es Juez, que la
Municipalidad y el Jefe de Policía no tienen autoridad pro-
pia; que la ordenanza misma, reconocida válida, la manda
ejecutar el Presidente, el Jefe de Policía, para ese caso.
Qué es lo que reprobamos?
Desde luego la ñrma del Presidente mandando, renan-
dando ejecutar una ordenanza. Segundo la manera judi-
cial de proceder
Consultado, pues consulta hubo, el Ministro debió deslin-
dar, limitar á sus funciones naturales, el poder de la policía,
diciendo que no incumbe á este empleado oponer dictáme-
nes ú opiniones suyas á la ejecución de las ordenanzas, ó
do las leyes etc.
No solo se constituye en sentencia aquel decreto sino que
PROGREííOS OBNERALES 223
el Presidente aparece como el real y verdadero jefe de poli-
cía, el real y verdadero Presidente de la Municipalidad, de
quien son en igual grado representantes los lugar-tenientes
actuales.
Un diario oficioso, obedeciendo á la lógica de los antece-
dentes, esperó sin duda que el Presidente se pusiese del
lado de su lugar-teniente de la policía, y ya anticipó que
nuestra constitución no recorjocia un cuarto poder en la
Municipalidad pues había dividido el poder público en tres
ramas conocidas.
Como á cada revuelta principiamos á crear de nuevo el
mundo, y como la Constitución nuestra, y las excentrici-
dades que nos ocurran ó vayan ocurriendo son la ley supre-
ma de la tierra, nos olvidamos que esta Constitución es la
aplicación á un país no constituido dQ los principios consti-
tucionales, en que está basado el gobierno de las sociedades
modernas.
Asi está dividido en tres ramas el poder público en Fran-
cia, la Inglaterra, en toda la cristiandad, lo que no estorba
que cada grupo social llámese aldea, villorrio, villa^ ciudad,
se gobierne por sus propias autoridades municipales.
La Constitución argentina es la única que hace de la
Municipalidad, un poder constitutivo. Otórgase á las Pro-
vincias el derecho de darse una Constitución, á condición
que ella asegure el régimen municipaL Esta declaración tenía
por objeto restablecer el antiguo régimen de gobierno de
las ciudades, tales como lo trajeron é implantaron los espa-
ñoles, y que los desórdenes de la revolución en unas partes,
ó la posterior erección ó fundación de ciudades en otras
había descontinuado.
Una sociedad gobernada por Comisarios, es una cosa sin
ejemplo, sino entre nosotros. La cría del ganado ha dado
al Juez de Paz la importancia y las funciones de la Muni-
cipalidad; pero sin las garantías de esta; sin lainamovilidad
del Juez de Paz de la Inglaterra, ó la renovación á largos
periodos del de los Estados Unidos. Ya queda establecido,
gracias á la sucesión de perversos ejemplos, que el Juez
de Paz es removible á cada cambio de administración
provincial; como los policiales á merced del Jefe que s<e
cambia y en la práctica á la víspera de cada elección, al
arbitrio del Gobernador.
224 0RKA8 DB 8AKMIBNTO
Dtf las continuas remociones üe Municipalidades, por
cambiarse la ley orgánica, ó por pasar de la Provincia á la
Capital, resulta que ya van cuatro años que el Gobernador
ó el Presidente nombran municipales, de donde pasa al
espíritu la idea que la Municipalidad depende del Presi-
dente; como el Juez de Paz del Gobernadon y de deducción
en deducción se llega á la conclusión que el Presidente
decide un caso de aplicación de una ordenanza como la que
se refiere á cocheros.
Lejos de pretender que la Municipalidad sea un cuerpo
puramente urbano, electo por el pueblo sin ingerencia del
gobierno político, debemos recordar, que el Gober.-ador ó
Delegado,© Sub-delegado nombrado por el Rey ó el Virey en
América era el Presidente nato del Cabildo.
Lo que sostenemos es que nombrado por el Presidente
de la Nación el Presidente de la Municipalidad de Buenos
Aires, este ejerce toda la plenitud del poder municipal, sin
reputarse un delegado ó lugar teniente de aquel, pues el
Ejecutivo está encargado de hacer cumplir las leyes, nom-
brando los funcionarios que ellas desigtian, cuando no se
provee de otro modo. En el caso de nombrar interinamente
á un empleo electivo, como es la Municipalidad, los nom-
brados interinarlos tienen toda la plenitud de autoridad
que corresponde al empleo, y que no altera el nombra-
miento.
Así, pues, la Municipalidad de Buenos Aires es aquella
autoridad y poder que está designado en el articulo 5^ de la
Constitución, sea Legislatura ó Congreso la que esté obli-
gado á dotar de régimen municipal á una ciudad sea
capital ó no, sea aldea ó villa, por que lo que ha de proveer-
se es de régimen municipal.
Deducimos de todo esto, que la firma del Presidente no
ha debido figurar en esa decisión de caso que no debió
ocurrir entre la Municipalidad y la Policía. Dudamos que
la firma del Ministro estuviese bien en ese documento, pues
el documento no debió existir.
De qué se tratal De la pretensión de los cocheros ¿esta-
cionarse en ciertos lugares que la Municipalidad puede
haber prohibido por ordenanza. Vamos al hecho práctico.
Un cochero se establece en el punto prohibido, ün poli-
cial (el policial no el jefe de policía) le manda continuar su
PROGRESOS OBNBRALB8 225
«amino. Resiste ó desobedece el cochero? Le ordena el
policial seguirlo al puesto, para que se le aplique la multa
ó la pena.
El cochero, ó el empresario de coches á que pertenece
el vehículo pretende que no infringe la ordenanza de 1867,
y pone demanda ante un juez; y el juez resuelve que está
en efecto violada la ordenanza, estacionándose y tomando
pasajeros en el punto del litigio.
Intereses particulares, multas, regidos por ordenanzas
municipales. ¿Vá á decidir el Jefe de Policía, si es fun-
dada ó nó la demanda? Quién revistió al Presidente de
la República de la facultad de fallar en el caso ocurrido,
por pago de multa, ó bien dando una interpretación autori»
tativüy sobre el alcance de una ordenanza municipal dic-
tada en 1876?
Nunca había descendido un Presidente á estas funciones
de Comisario, poniendo la firma con que se legalizan tra-
tados, ó se dá sanción á las leyes, al pié de asunto que ni
á un Juez de Paz alcanza, pues es de la privativa com-
petencia del policial de la esquina, hacer marchar con
solo un signo, al coche, ó al individuo que se para en la
calle.
¿Ignórase, por ventura, que en las grandes ciudades^ es
prohibido á los transeúntes, pararse en la vereda, y que
el vigilante del lugar, le mandará seguir su camino (ctr-
cularf) 6 lo tendrá por sospechoso, sujeto á ser conducido
al puesto inmediato? Hé ahí, pues, de donde parte la or-
denanza sobre circulación de carruajes. No es licito á un
carruaje estacionarse en donde le place, ni detenerse, con
riesgo de obstruir el tránsito.
Ya empieza á sentirse en Buenos Aires el inconveniente
de las grandes ciudades, y son las obstrucciones de las
grandes avenidas del comercio. En el Strand de Londres,
suelen inmovilizarse las líneas de coches por una legua,
y la policía apura su organismo, para hacer marchar aquel
torrente coagulado de coches. En el Broadway de New-
York, no es permitido entrar á los carros cargados, no
obstante que tiene 35 varas de ancho, ni echar rieles para
tramways, para evitar aquellos terribles contratiempos.
La Municipalidad, pues, regla el tránsito por ordenanzas.
Tomo zu.— 15
226 OBRAS DB iARKinfTO
8ÍD necesidad para ello de las lacabraoiones de un notable
abogado, que nos las repita, de un Jefe de Policía que no
las entienda, pero, que consulta á otro que lo ilumine para
menos entenderlas, y de un Presidente que declare, sin
hacerlo como debiera, que la Municipalidad es el poder
que ezije el articulo 59 de la Constitución, A fin de que
ella misma funcione con sus poderes legislativo, judicial
y ejecutivo. Sentiríamos ver al Presidente hacer funcione»
de asesor, á fuerza de querer estender su acción. No ha
debido firmar el decreto que inculpamos, como atentatorio.
Si fuéramos empresarios de coches habríamos puesta
óbice k la ordenanza, en lo que prohibe que se tomen
pasajeros (sin estacionarse en las calles contiguas k la
plaza). Un coche vacio pasa: pregunto si va desocupada
y est&ndolo lo tomo.
El tr&nsito no es obstruido: el coche de alquiler, toma
pasajeros en calles libres.
. Se entiende que todo esto no se ha de ventilar ante un
Juez ordinario, que tiene la facultad de declarar inconsti-
tucionales las leyes dictadas por el Congreso, cuando y
mas ordenanzas; pero el Juez, y no el Jefe de Policía, ni
el Ministro, ni el Presidente.
ERPRESAS DE Lt LUZ ELÉCTRICA
Tiene entre manos la Municipalidad la 5;oluoion que debe
adoptar sobre propuesta de los empresarios Stragg, y como
es natural, unos Municipales se inclinati k nceptarlas,
mientras que algunos otros y entre ellos el Presidente,
desearían mas tiempo para resolver con mejor conocí*
miento.
La prensa en general y nosotros con ella estaríamos por
la pronta adopción del sistema, y de la propuesta, en
cuanto ella permite adoptar nuevos perfeccionamientos,
y revisar los precios cuando hayan resultado averiguados
sobre que basar los juicios.
Hemos entrado en un período de progresos que hacen
del mundo civilizado una sola, nación, en cuanto á la adop-
ción de ciertas mejoras. Decide de bu adaptabilidad, la
aplicación que de las ciencias hace el capital k la in-
dustria ó & las necesidades públicas.
PROGRESOS GfiNBRALBS 2S7
TenemoB alumbrado & gas, porque lo tienen todas las
ciudades del mundo, y cuando una empresa de capitales
extrangeros solicita poner el alumbrado eléctrico en Bue-
nos Aires, es porque est&n afanados en París, en London,
en New York colocando los tubos que conducirán los alam-
bres del alumbrado eléctrico; y como Buenos Aires cuenta
por algo en la América del Sur, por la misma razón que un
empresario de teatro propone á Sarah Bernhardt, venir &
dar funciones en la Opera de Colon, los capitalistas euro-
peos echando la vista por el mundo, en busca de ciudades
üuminables inmediatamente por medio de la electricidad,
mandan sus agentes k Buenos Aires, á ofrecer las primi-
cias del grande descubrimiento, desde que ha salido ya
del laboratorio, y pasado á las manos del industrial. Ma-
ñana, sino lo está ya, será propuesta á Río Janeiro, San-
tiago, Montevideo, y por algunos años mas, y hasta que
se haya hecho vulgar, no se estenderá á otras ciudades
Buenos Aires es reputado el iniciador en esta parte de
América.
Ya se esplica, porqué razón la prensa ha estado en favor
de la adopción del contrato, que nos pone á la par en
iluminación de las grandes ciudades.
No es nuestra Municipalidad la que con sus luces ha-
brá de decidir sobre la practicabilidad de la iluminación
eléctrica.
Es la ciencia conjunta de todas las naciones, y la opinión
del capital la que decide estos puntos. Hace tres años
que Edison lanzó á la circulación la idea de aquella po<
eibilidad, y recuerdan que aun aquí bajaron las acciones
del gas.
Todos los laboratorios se pusieron en movimiento, y son
veinte los sistemas hallados para hacer práctico el invento*
Es ya práctico, y para convencimiento de los que, por estar
lejos del teatro de la actividad pudieran conservar dudast
les recomendaremos la lectura del Scientific Ameriean de
1881, cuyos asertos en materia de ciencias aplicadas á la
industria hacen autoridad en Europa, sobre informes práC'
tieos^ artes^ eiencias^ mecánica, quimiea y manufacturas.
En el número da Noviembre 19, trae un articulo sobre
la distribuoíon de luz y calor en la ciudad de Neto York^ que gus-
taríamos de trascribir integro, pero que carecería para el
228 OBRAS 1>ÍE SAKMiBNTO
convencimiento de la elocuencia del magnifico grabado
que cubre la primera página, con la colocación de los
tubos de hierro en el centro de la calle, en Nueva York,
por dos de las mas colosales empresas, según el Scientific
American^ que se hayan organizado hasta ahora.
Uno de los tubos lleva los conductores de la luz eléc-
trica; pero ¿qué se imagina el pobre lector sur americano
que lleva el otro? Vapor condensado para distribuir k do-
micilio, con sesenta máquinas para producirlo en cada
barrio ó manzana, á ñn de que cada vecino tome el que
necesite, para mover sus instrumentos si es industrial,
para hacer de comer^ calentar agua, y mantener tibia sus
habitaciones, desterrando el uso de fuego, aquella anti-
gualla, que hace humo y causa incendios.
¿Y nos estamos parando aqui en el abecé de los progre-
sos, el alumbrado eléctrico, que es ya historia antigua, de
un año ?
« En el lado occidental de nuestra ciudad (Nueva York)
dice el Scientific American^ la Compañía de luz eléctrica de
Edison, está colocando un sistema completo [de conduc-
tores en las calles, mientras que la Compañía de vapor de
Nueva York está ocupada al estremo occidental de la obra
de poner los tubos para la general distribución de vapor,
suministrar calor y poder motor. Las estaciones centrales
de ambas compañías están en proceso de construcción, y
los preparativos de oficinas estarán bien pronto en ejer-
cicio.
«La Compañía de Luz Eléctrica Edison, ha puesto ya
tres millas (19 de Noviembre del año pasado) de conduc-
tores sobre una área de tres cuartos de milla cuadrada,
al sud de la calle Spruce, y al este de la de Nassau. Cuando
este distrito esté completo, habrán catorce millas de coa-
ductor bajo las calles, y siete millas conductor de servicio.
Estos conductores alimentarán 16.000 lámparas y 400 ca-
ballos de fuerza para mover maquinaria.»
Aun á riesgo de distraer la atención, transcribiremos lo
que se refiere á la distribución de vapor por lo estupendo de
la obra. «La Compañía de vapor de Nueva York está coIol.
cando tubos en la calle de Greenwich, mientras que al
mismo tiempo se está erigiendo una Inmensa casa caldero,
ó estación de calor, en la misma calle, para suplir vapor y
PROGRESOS GENERALES 229
calor, á uno de los diez distritos en que la ciudad está divi-
dida. La mayor parte de las estaciones están ya localizadas
y la obra en el distrito avanza rápidamente.
«La casa caldero se eleva cien pies de altura, y contiene
cuatro pisos de calderos con diez y seis calderos en cada
piso, loque hace sesenta y cuatro calderos, con la fuerza de
quince rail caballos.»
«cLas dos chimeneas son mas altas que el monumento de
la montaña de Hill.»
Ya puede preparar el oido la Municipalidad á que le pidan
permiso, un día de estos para montar en cada parroquia
una casa caldero, para proveer de calor, con economía del
carbón y leña que cada uno gasta en veinte mil casas, en
lugar de catorce fuegos para todas. Se nos distribuye el
agua ¿porqué no el fuego? Tenemos carruaje á la puerta en
el tramvv^ay ó en el wagón para movernos, ¿por qué no
hacemos entrar adentro de casa un poco de fuerza, la
de un caballo para que trabaje por nosotros, mientras con-
versamos ó disputamos sobre el pasaje de Venus, con per-
miso del Gobierno?
La verdad es que Buenos Aires está dotado de todos los
organismos en que están reconcentrando por medio del
capital la fuerza que antes empleaba cada familia ó per-
sona para proveer á necesidades comunes á todas. Como
el alumbrado eléctrico se impone á si mismo, por que no
hemos de quedar una^ora atrás del movimiento general,
creemos que las propuestas que se han hecho deben ser
atendidas, desde luego, sin dejar lugar á las contingencias
futuras.
Como se ve por el Scientifie Anuriean en Noviembre estaba
ejecutada una legua de tubos y todavía en Marzo no se dice
nada de alumbrado eléctrico en Nueva- York, lo que mues-
tra el tiempo que se necesita para llevar á cabo tan grande
obra. Aquí se pasarán seis meses solo de ensayo, para
mostrar el sistema y cuando los dos años del contrato de
gas hayan fenecido, apenas estarán concluidas las encinas
de administración del terrible elemento de que se constru-
yen los rayos, mientras que antes de concluirse el ensayo
en Buenos Aires, Nueva-York nos llevará un año de eje-
cución de todas las obras necesarias.
230 OBKA» un HAKMIMMTO
Nunca mejor que ahora para arribar á arreglos racio-
nales por una y otra parte.
El Presidente de ia Municipalidad, ia Comisioa de Higie^
ne^ la de Hacienda y toda la Corporación» se componen de
personas honorables y entendidas, como lo son los empre-
sarios y los intermediarios.
Todos inspiran la mas completa confianza.
Se ha hablado de una licitación» para dentro de dos
años. Nos parece la precaución, mas riesgosa que el riesgo
mismo, á causa del lapso de tiempo, de las combinaciones
posibles, de las codicias y artimañas provocadas, y de do
saberse en que manos estará el pandero entonces.
No se ha acostumbrado hacer en ferrocarriles, ni aguas
corrientes, iluminación y vastas empresas, estos llamados
urbi et orbi^ por que no se prestan á ello.
Se están poniendo los tubos de los conductores en Nueva»
York, en Paris, en Londres, y probablemente en cien ciu-
dades norte-americanas, porque la Compañía de luz
eléctrica Edisoni tiene asegurados contratos en la mayor
parte de las de aquella gran nacion,*"y como hemos dicho
antes, la duda no nos es permitida, pues son todos los sabios
de Europa y Norte-América, con los millones de capital
comprometidos los que responden del éxito de la trasfor-
macion del modo de iluminar. ¿Quedará en Buenos Aires
aplazado por dos años maS;, la resolución de problema cien
veces resuelto ya?
Y sin embargo, no es nuevo este sistema de aplaza*
mientos. Todo Londres estaba iluminado á gas hací i
tiempo, cuando se presentó en Paris el empresario ofre-
^ciendo iluminarlo con la luz sol, que asi se llamó. Princi-
pió por iluminarse las TuUerías que lo estuvieron ocho
días consecutivos á satisfacción del gobierno; pero la ciencia
de los sabios de la Academia de las Ciencias, acabó por
probar que el gas sol no alumbraba como las velas de sebo,
ó el quinqué de aceite, y se pasaron años sin adoptarse el
gas en Paris. El telégrafo eléctrico tuvo la misma suerte.
Los sabios sostenían á priori, que la electricidad no se tras-
mitía á diez leguas, y no se aceptó en diez años el telégrafo
Morse, inventando un telégrafo de brazos eléctrico, una
gosa que no era ni sal, ni agua; pero que hacia utilizable
los establecimientos del telégrafo de brazos, y satisfacía el
PROGRSSOS OKNKRALBB 231
«espirítu de localismoi pues los s¿bios no estaban exentos
de él, antes* La Francia se bañó en sangre, en su revo»
iucion de 1789| por desechar como una imposición inglesa,
el reglamento de debates de la C&mara de ios Comunes.
Nosotros tenemos la felicidad de tener nuestros sabios
en Inglaterra, en Francia, en los Estados Unidos; y en
materia de practicabilídad en los capitalistas que llevan á
<>abo las obras. Lo que nosotros ponemos en las innova-
<^iones y en los contratos, es la honradez, y la capacidad de
apreciar las cosas, y eso sobra á nuestra Municipalidad
actual, siendo el Presidente un fiscal, mandado hacer para
no dejarse influir por motivos torcidos. No sabemos, quie-
nes serán los municipales de aquí & dos años. Atengá-
monos á los que conocemos. Diez años, pasan sin sentirlo,
y toda empresa necesita un tiempo para resarcirse de los
gastos de instalación y material. Cuánto .costarán las
leguas de tubos subterráneos de hierro y de cobre, y ios
millares de pilares y los aparatos?
NOTICIAS Y DATOS AMERICANOS
La industria de la elaboración de azúcar, avanza cada
día á pasos, que debemos llamar sin hipérbole, agigan-
-tados. Tucuman, Salta, Santiago, Corrientes, Jujuy, For-
mosa en el Chaco, se agitan y cambian de aspecto, por la
apertura de canales de irrigación, desmonte de tierras
vírgenes y rápida plantación de la caña de azúcar. Los
trenes de los ferrocarriles y los vapores, van de día en día
abrumados con la poderosa carga de las máquinas de
reciente invención y perfeccionamiento de los ingenios
modernos, tan perfectos ya, que es fabricante de azúcar de
primera calidad, el que tenga caña á mano y haya logrado
montar su maquinaria. La azúcar saldrá perfecta, al fin
de la serie de manipulaciones que indica el ritual.
Algo puede perturbar sin embargo esta marcha creciente
de productos que cada día extiende los límites del consumo
dentro del de nuestro territorio; y es bueno poner al alcance
de todos, los hechos que influyen en el precio del azúcar
en otros países, á fin de que se tengan en cuentan estos,
en la inversión de capitales.
ElBrazü and Biver fíate Maü de 16 de Febrero de este año»
232 OBaAS OB saeimibnto
anunciando la disminución en el consumo del café que se
experimenta en el mundo, á causa probablemente de alguna
falsificación ó mezcla con otros granos como un dátil de
palma, d& del consumo del azúcar la noticia siguiente.
«tSi volvemos nuestra atención al azúcar, dice, aquí (Ingla-
« térra) su valor va constantemente declinando, y en efecto,
« apenas hay un articulo de esta clase para el consumo de
<c la familia, que no se esté vendiendo, según estamos in-
a formados, á menos id costo de produecUní^ y acarreando pér-
« didas constantes á los importadores. Viene á ser, pues,
« cuestión grave, saber á donde irá á parar esto, ó cuando
« encontrarán las cosas su nivel.
(c Imposible es decir hasta cuando durará la tendencia
« á la baja, porque al fin término ha de tener, no pudiendo
«c suponer que los importadores hayan de continuar hacién-
c dolo siempre con pérdida.
a Toca á un país como el Brasil estudiar los signos de
« los tiempos, y reducir los derechos sobre la exportación
« de la azúcar, á ñn de poder hacer frente á la competen-
te cia á que está sugeto ahora».
Esta declinación de los precios del azúcar en Europea, á ser
efecto del aumento de producción, á mas de la del Brasil
en otros países, ha de afectar necesariamente el precio de^
la nuestra, aun dentro de nuestros propios límites.
Las mismas facilidades que los perfeccionamientos intro*
ducidos en la maquinaria han dado á la fabricación del
azúcar en Tucuman, están generalizando y propagando la
plantación de caña en todos los países adecuados, y hacien*
do abundar mas y mas el articulo. Algunas otras materias
primas como el trigo ó una variedad de trigo, se emplean
en otras partes.
Por largo tiempo no ha de ser remunerativa la exporta-
ción de nuestros excesos de producción en azúcar, pues
tenemos apenas Chile como mercado en América, y el Perú
lo provee, siendo un concurrente formidable el Brasil que
provee de este articulo á los mas grandes mercados del
mundo, con la Habana.
En Buenos Alies y Montevideo la azúcar del Norte encon-
trará la del Brasil en posesión del mercado, y tendrá
siempre que arreglarse á sus precios, los cuales dependerán
de los que obtenga en el mercado inglés, que como se vé
PROGRfiSOS OBNBRALES 233
poco promete. Pueden pues, si dura esta situación délas
cosas, ofrecerse azúcar brasilera en Buenos Aires conno en
Londres» á precios de costo.
Esto hará que los productores argentinos habrán de medir
sus precios á estos diversos coeficientes. La producción
argentina en general puede igualar en cuatro ó cinco
años mas, el consumo argentino, que se deduce de las
cantidades de azúcar importada hace cinco años, cuando
se hacia sentir la producción tucümana.
Pero no debe olvidarse que la mitad de la azúcar extran-
jera es refinada^ y la purificación de Tucuman y Santiago no
ha de sustituirla en gran parte, por cuanto es usada por la
población mas culta y acomodada en el té, el café y otras
bebidas en las que se siente el sabor de las melazas que
quedan sin deluirse.
Asi pues, por los azúcares extranjeros, y por las refinadas,
la producción del país no podría proveer por largo tiempo
á mucho mas de la mitad del consumo, aunque pudiera
extenderse la producción; pues que es otra condición Ja del
consumo del azúcar que no está precisamente en relación
con el número de habitantes, consumiéndose dos onzas de
azúcar al año por habitante en la Rusia, y treinta libras en
los Estados Unidos. Todo hace creer que la ciudad de
Buenos Aires consume cincuenta libras por persona.
No están de mas estas observaciones, cuando en el mismo
periódico leemos, que «los bonos argentinos (Febrero 16) no
obstante la crisis financiera que atraviesa el mercado inglés,
y la general depreciación de las acciones extranjeras, se
mantienen firmes, circunstancia que es una de las facciones
notables de la Bolsa, atribuyéndolo, sin duda, á la con-
fianza generalmente sentida en el futuro desenvolvimiento
del pais».
La siembra de trigo como el principal de los cereales
cultivados en el país admite hacer las mismas observaciones
que con respecto al azúcar. La cosecha de este año ha sido
abundante, de manera que el precio de la harina ha bajado
considerablemente, y continua bajando, no obstante que su
consumo se difunde y varia cada dia mas, como para
galleta, fideos, en cantidades que suben á millones de^
pesos.
El cultivo del trigo, sin embargo, ha de hacerse en
234 0BR48 DB 8A.iilttEMT0
vista de la exportación, para que sirva de base & la
inmigración.
Un país se basta así misnao con ciertas cantidades de
trigo; y cada Provincia argentina produce en años buenos
tanto ó mas de lo que xonsume. La emigración abriendo
y cultivando terrenos nuevos, produciría cantidades enor-
mes de trigo y este puede bajar & precios ínfimos, si no
tiene mercados exteriores adonde enviar su exceso de pro-
ducción sobre el consumo interior.
Esta es la gran cuestión de la emigración.
Es preciso producir k precios que puedan competir con
los que la masa enorme de la producción norte-americana
establece en los mercados europeos, sembrando el trigo y
recogiéndolo con m&quinas, trasportándolo por ferro-carriles
continuos, y & inñmo precio moviéndolos en masa en los
elevadores, hasta ponerlos en los buques y en los puertos
sin intervención de la fuerza humana.
Es muy feliz y próspero para la Provincia de Santa Fe
el que las colonias se aumenten rápidamente, no tanto por
las nuevas extensiones que someten á cultura, sino por
cuanto acortan las distancias despobladas que separan
las plantaciones entre si, lo que aumenta el valor del trans-
porte de los cereales, aumentando su costo de primera
mano.
Las colonias de Santa Fe no aseguran una prosperidad
permanente sino cuando hayan ligado entre si por ferro-
carriles los diversos centros de población y poblado el
terreno intermediario, para poner sus cereales en las mis-
mas condiciones ó aproximativamente que los de los Esta-
dos Unidos.
Luchan estos con los cereales del Canadá, que vienen
todavía á precios mas bajos, á causa de la limitación de los
salarios, ú otras condiciones favorables; pero cuando el
aumento de producción se hace de S87 y tres cuartos millo-
nes de busheis en 1869, á 459 millones y medio en 1879«
preciso que sean muy grandes las ventajas que ofrece el
cultivo del trigo, y enorme la masa que lanza sobre los
mercados europeos, pues si bien crece la población en el
intertanto, en 1869 correspondían á cada habitante siete
busheis, ocho décimos, mientras que en 1879, correspondían
mas de nueve.
paooassos obmbrauss 235
La República nuestra ha debido producir en estas mis^
mas proporciones este año, diez y ocho millones de bus-
hels de trigo & ñn de que correspondan nueve por habi-
tante.
Para dar lastre, diremos así, á la producción del trigo,
correspondieron en aquellos años 761 millones de bushels
de maiz en 1869, por 1765 millones por 1879.
Es curioso observar que los Estados Unidos se proveen
de cebada del Canadá para hacer cerveza, como nuestros
cerveceros prefieren la de Chile, á la que en el pais se
cosecha.
Aun no se ha aveuturado cifra alguna con pretensión de
aproximarse k la verdad ó de conocerla, sobre la cosecha
de cereales este año, como será, fácil bien pronto saber la
de azúcar, pues se aproxima la cifra. Estas cifras son como
ia sonda en la navegación de nuestros ríos.
EMPRESAS DE UTILIDAD PQBLICA
Predomina, entre nosotros, la mala tendencia de querer
reconcentrar en la administración pública, toda empresa
vasta, y el desconocimiento del mérito de la iniciativa que
debe rodearse de todas las garantías de que participa la
invención.
Estos hechos son mas trascendentales de lo que á primer
vista parece, pues mucho influyen en debilitar nuestros
elementos de progreso.
La Municipalidad reconoció la conveniencia de la cons-
trucción de lavaderos públicos, lo que era esencial desde
que sus ordenanzas, con fundada'razon, prohiban el lavar
en las riberas de la ciudad y en ios conventillos.
Un empresario particular fué el que tomó la iniciativa,
presentando después de estudiar todos los diversos sistemas
-de lavaderos públicos, adoptados en las principales capitales
de Europa, un proyecto sumamente perfeccionado y adap-
tado á las condiciones de estaticiudad, cuyos planos fueron
aprobados por la municipalidad, pero reservándose ella
construirlos en vez de darle al proponente la autorización
que solicitaba.
Para proceder asi tuvo por razón el creer que el negocio,
que se proponían realizar los solicitantes, iba á ser muy
236 OBRAS l)R 8ARM1BNT0
lucrativo, conviniendo, por lo tanto, á la Corporación explo-
tarlo directamente, haciendo por su cuenta los lavaderos.
Singular criterio destinado á ahogar toda iniciativa indi-
vidual!
El que encuentra un gran negocio que hacer^ como no
creemos que sea el de los lavaderos, tiene tanto titulo para
explotarlo como el que, en los campos desiertos, descubre
una rica mina, y solo con esa seguridad es que el hombre
se aventura en las especulaciones siempre peligrosas, que
se separan del giro rutinario, y esfuerza su ingenio, bus-
cando la riqueza propia en la creación de nuevos medio»
de adelanto social.
No progresarían los Estados Unidos como progresan, si
sus poderes públicos viesen con celo los millones que se
producen por la iniciativa de los particulares, que cuando
se enriquecen creando cosas nuevas, lo hacen siempre con*
provecho general.
Allí el Estado ha solido hacerse empresario pero por
razones muy diversas, en las que tenemos la de suplir la
falta de empresas particulares que quieran emprender
algún trabajo de utilidad pública de urgente necesidad.
En el caso actual, desde que la propuesta no encierra un
monopolio, ni natural, ni artificial, la conducta de la Mu-
nicipalidad no tiene en su apoyo ni ningún principio justo,
ni ninguna conveniencia práctica.
Según recordamos, la propuesta contenía la base de que
las obras podían, después de cinco años, ser expropiadas
por su valor, y van cerca de ocho que la Municipalidad con
el proposito de explotarlas, construyéndolas por su cuenta,
no quiere permitir su establecimiento. Si al principio los
hubiese autorizado, haría tiempo que ellas estarían pres-
tando sus servicios á la higiene de la población y á las
pobres lavanderas, que tienen que ejercer su rudo oficio ¿i
la intemperie y perder, ya por las bajantes del río ó por
las lluvias, gran número de días hábiles, al mei^, y lo que
es mas, para los propósitos de esa Corporación, el ensayo
se habría hecho sin compromiso suyo, y en caso de buen
PROGRESOS GBMBRALBS 237
éxito, ella tendría, en los mismos lavaderos, la base para
obtener los fondos necesarios para la expropiación.
Podría, como hoy no puede, tener la propiedad y la renta
de los lavaderos.
Debemos hacer otra observación contra semejante pro-
pósito, y es que las empresas particulares, en obras de esta
naturaleza, van, mas ó menos tarde á la concurrencia, que
abarata y perfecciona los servicios, mientras que esto no
sucedería si la Municipalidad llevase á efecto su propósito.
Aun bajo el punto de vista de la fiscalización higiénica,
la explotación particular resulta mas ventajosa, como nos
lo demuestran los mercados particulares á los que se obli-
ga, por medio de multas y una vigilancia diaria, al estricto
cumplimiento de las ordenanzas sobre frutas, carnes, aseo
etc., mientras que estas poco se observan en los mercados
municipales.
Por otra parte, cuando los locos continúan durmiendo
de á dos en cama, y se cura en 40 por ciento menos que
antes, por falta de local en que atenderlos; los hospitales
no pueden ser servidos como lo exige el tratamiento de
los enfermos; las calles no pueden empedrarse por falta de
dinero, y los acreedores de la Municipalidad están impagos,
no es sensato pretender abarcar la realización de todas
las obras de utilidad pública.
La Municipalidad ni puede hacer, ni quiere dejar hacer.
Dándole á este asunto la importancia que tiene, el señor
Ministro del Interior, según se nos informa, ha pedido
todos los antecedentes.
Como hemos visto, se trata de algo mas serio que de la
realización de una empresa útil en forma oficial ó parti-
cular.
Hay que reaccionar contra un sistema funestísimo para
el país, por medio del cual se le priva de parte del princi-
pal elemento con que puede contar para la realización de
las grandes obras de que carece, y que tiende & disminuir
Ja inciativa individual, minando por el hecho la base de la
«riqueza pública.
La indolencia y la rutina son las favorecidas.
238 0SR4I DI tARUtnro
LA EXPOSICIÓN
LA POUGÍA
Terminado lo ocurrido en el local de la Exposición qa»
motivó el arresto de un individuo, no creemos escusada
nuestra apreciación del caso.
Sostenemos que la policía está, en su lugar, reclamada
ó no donde quiera que hay considerable agrupamiento de
gentes.
Damos por fidedigna la exposición de los hechos tal cual
la han hecho por escrito los funcionarios públicos; y según
esa versión toda la razón est& de parte de la Policia.
Hechas estas declaraciones, deploramos que el caso
haya ocurrido, por creer que todo procedió de un mal
entendido, del choque, diremos asi, de dos sistemas opues-
tos. La autoridad pública cuida de la observancia de las
leye^ y los agentes que representan al público hacen res-
petar las formas convencionales y aceptadas.
Es prohibido tocar hi objetos. Prohibido por quién ?
Las leyes del pais no prohiben tocar los objetos.
No hay delito ni crimen en tocar nada; pues el sacrile*
gio, atribuido & este acto, con los vasos sagrados, ha desa-
parecido de la legislación .
La Comisión de la Exposición^ autora de la prohibiciont
no puede crear delitos, ni imponer penas.
La policia no inventa delitos, ni priva de su libertad k
nadie, por actos que ninguna ley prohibe.
Es lícito hacer lo que la ley no prohibe. Esto es de dere-
cho humano.
Luego no se puede prender & un hombre por haber toca-
do objetos de la Exposición, ni al que fuma en los carros
ó al que entra en una casa en construcción no obstante el
sacramental aviso, no se permite.
¿ k dónde iríamos k parar si un hombre hubiere de ser
privado de su libertad por violar una de estas prohibiciones
que no emanan dé ley? Si la policia pudiese dar órdenes.
PR06RB8O8 GBNBRALBS 239
decretos, que traigan aparejada prisión, tendríamos el mas
torpe de los despotismos, el del policial autor de la ley ó
ejecutor ciego de un mandato.
¿Quien hizo estas prohibiciones, y quién las hace eje-
cutar ?
Las exposicionesi las carreras, los grandes meetings, los
bailes, las fiestas públicas y centenarios, están sometidos
hoy á una legislación especial en todas las partes civiliza-
das, que rige y se observa en Fíladelña, París, Londres,
Berlín y en Buenos Aires, felizmente con vigor, sin nece-
sidad de la fuerza, fuera del dominio de las autoridades
públicas. Entiéndase que la policía estará presente, pero
se entiende también, y lo acepta sin ofensa ella misma, que
debe disimularse, por ser de mal tono^ que se vean ar-
mas, uniformes, autoridades, donde están reunidos gentlemen^
caballeros, pues tales son los que presiden á la fiesta, y el
pueblo que con boleto asiste.
Cosa digna de notarse ! Donde quiera que esta influencia
domina, porque no es legislación, el pueblo justifica con
su obediencia, su prudencia, el decoro de su conducta la
suavidad de aquel imperio.
Es prohibido tocar los objetos^ escrito en letras de molde,
es una orden á que obedece el buen tono, el sentimiento
de las conveniencias, la conciencia. El castigo estaría
en la desaprobación de los demás, y si la cosa importa,
acaso en la reprimenda ó la expulsión del mai criado^ del
poco delicado caballero, que abusa de su libertad.
¿Quienes son los agentes encargados de hacer cumplir
estas disposiciones?
Vaya á recibir la respuesta el curioso, á los juegos atléti-
cos ingleses, á las carreras de Lanús. Unos caballeros que
llevan al pecho un moño de cintas de ciertos colores; he
ahi la arma y el derecho para hacerse obedecer. Quien
va á resistir á una orden insinuada por uno de estos guar-
dianes?
La Exposición tiene mas de trescientos empleados de
este género. Los hay á palmos con escarapela argentina:
los hay con la cucarda oriental: los habrá con la brasilera;
y todos tendrán sobre todos los objetos cuya guarda les
está confiada, aquel membrete es prohibido tocar los tíijetos.
La policía de seguridad puede estar y debe estar pre-
240 OBRAS DB SARMIENTO
senté en todas partes, pero lo repetimos, su presencia debe
disimularse cuanto sea posible. Sea monárquico ó repu-
blicano un país, en todas partes se entiende que en exposi-
ciones, en carreras inglesas, presididas por comisiones de
gentlemen, la policía hace una triste figura. No: los caballe-
ros, las señoras en tales reuniones no están guardadas por
la policía, para que no cometan desórdenes, para que no to-
quen los objetos \ Está solo para prevenir delitos ordina-
rios.
Si aceptamos, pues, las exposiciones, tenemos que acep-
tar los usos y costumbres, las leyes, reglamentos y organi-
zación que ellas traen consigo. Tan rigurosas son estas
reglas, que en las carreras los franceses han tenido que
aceptar no solo las leyes del juego inglés, y las autoridades
que las presiden, sino hasta las palabras turf^ sports^ gen-
tlemanrider, y todo el vocabulario del «turf», porque no hay
otra palabra decenté^ con que designarlas.
Así pues, una Exposición administrada, regida por vigi-
lantes, por autoridades policiales ó públicas, es una fea
cosa, y ha de dar lugar á escenas como la que ocurrió el
otro día, no por culpa del vigilante ni del repórter^ sino por-
que se mezclaron, permítasenos la frase, harinas de dos
costales diversos, verdadero conflicto de dos jurisdicciones
distintas.
No era el policial el que debió prevenir al repórter que es-
taba infringiendo el no toque hs objetos^ sino otro empleado
que está allí para eso, con una cucarda celeste en el pe-
cho, con encargo de mantener las reglas en las exposi-
ciones.
n
EL REPORTEB
El policial está alli para prevenir los delitos, es decir,
robos, riñas, tumultos, etc. Y aquí viene otro incidente y
otro conflicto entre las autoridades ordinarias, el policial
que no entiende están coeae^ y el espíritu de nuestra época, y los
efectos de la libertad de imprenta. ¿Se imaginaría el po-
licial que quiso castigar al que tocaba un objeto, que atre-
pellaba la libertad de imprenta en su instrumento mas
PROGRESO» GENERALES 241
precioso para el diario, pero mas incómodo y desmesurado,
para la sociedad, cual es el repórter?
Pues el repórter ha cambiado las costumbres de las na-
ciones, y modificado con sus audacias, su entrometimiento,
y su omnipresencia hasta las reglas del bien parecer.
Al repórter se le perdona mucho, en obsequio de la publi-
cidad moderna. No olvidemos para no entrar en detalles
que Stanley el osado viajero que salvó á Livingstone en el
corazón del África, era un simple repórter d^ Herald (de
Nueva York) que andaba á caza de noticias en Europa.
El repórter se permite todo; y el público, los soberanos,
los congresos, la diplomacia, y aun las leyes le perdonan
todo.
En el estado mayor de los ejércitos en campaña, en la
vanguardia seria fusilado por espía el intruso que no per-
tenece al ejército si no dijese la palabra mágica areporteri^;
y desde ese momento es dueño de tomar notas y dar el
boletín de la victoria antes que lo haya pasado el Ge-
neral.
Dado este espíritu y estas ideas, explícase lo ocurrido
en la Exposición. Decididamente el repórter de Le Courrier
de la Plata, no amenazaba robarse el coche, y la policía nada
tenía que ver, si el policial no hubiere santamente creído
que aquel es prohibido tocar ¡os objetos, era una ley del Con-
greso, ó una Ordenanza Municipal. El policial creyó de
su deber estorbar tamaño delito; y el Repórter se indigna
contra tanta insolencia. Un Reporterl que se introducirá
en el gabinete del Emperador de Rusia, y leerá un tratado
y lo publicará al día siguiente! reprendido por tocar un
objeto para dar cuenta de su consistencia!
Acude la Comisión de la Exposición en favor del Repórter
y puesto que ella es a4itora de la prohibición, no halla á
mal que un Repórter de diario la infrinja; porque es pre-
ciso decirlo, estas disposiciones no rijen con los reportera,
á quienes por el contrario se da libre entrada en todas partess
al Congreso, en los teatros, álasfíestas en lugar privilegiado
á los paseos abordo del Brown, donde quiera que ha de ha-
blarse ó hay que ver, que describir, de que dar cuenta al
público por la prensa.
Acude un oñcial de policía y halla que hay desacato de
Tono xu.^16
242 OBKAS DB SARMIENTO
^ parte del Repórter, en lo que tiene razón y mucho mas en
el Presidente de la Comisión que se exaspera, y grita, y ae
escandaliza de que se desconozca su autoridad en lo que
también tenía razón.
El conflicto vino pues de que ambos partidos tenían
razón, y si se exasperaban es porque estaban hablando dos
lenguas distintas: la policía, la autoridad, desacato: el re-
pórter, la comisión, prácticas sociales, usos modernos, la
galantería que debe reinar en las ñestas, y buen tono en
lugar donde todo debe ser culto, elegante, decoroso, sin
armas, sin autoridades ostensibles.
La policía tenia razón; pero francamente debió sentir
mucho tener razón, ó que en el camino le diesen razón. El
policial no debió intervenir en el caso de que un repórter
tocase un objeto, que no se deteriora por ello; pues un re-
pórter no tiene figura de ratero, ni de muchacho urguete, ni
de artesano siquiera para creer que hubiese intención torci-
da en tocar un objeto.
Mucha razón ha tenido la policía contra desacatos innega-
bles é injustificables; pero es de esperar que no volverá á
repetirse escena que no hace honor á un país donde hay
hipódromo turf^ Exposiciones y juegos attétioos.
En todos estos actos populares, el Presidente de la Comi-
sión es el soberano, asi lo quieren las reglas del buen tono
y la policía lo hacen unos caballeros que llevan ó una gorra
con galón, ó un moño de cintas en el pecho. La policía
de seguridad es para los picaros; y no para los que tocan
los objetos que cuando mas ^seráo mal criados, sino son
reporiers de diarios que hacen profesión de meterse en todas
partes y descolgarse por la chimenea si le cierran la
puerta de entrada.
La escena del otro día ha sido una antigualla de mal
gusto, y de peor tono.
PRüQRBSOS GENKRALES 243
ROYAL SÚCIETY
FOR THE PBEVENTION OF CRÜELTT TO ANIMALS
(Bi Naeionat, Abril 5 de 188i.)
Lo diremos en griego para que mejor se entienda
La republicana Sociedad Protectora de los Animales de
Buenos Aires, ha recibido .le la Real de Londres, y d^ la
Americana de New York, que profesan los mismos princi-
pios y se consagrau á las mismas prácticas de humanidad
cartas de reconocimiento, confraternidad y estimulo.
Nada le falta á la nuestra, que ya ocupa un lugar en la
noble familia de las asociaciones que por todo el mundo
tienen el mismo ñn. sino ser reconocida en su propio país
á fin de poder ejercer sus funciones y evitar con su acción
los actos de frecuente ocurrencia por desgracia, de crueldad
con los animales.
Lleva esta Sociedad, mas de un año de existencia, desde
que fué promovida por D. Carlos Guido, su fundador y
regularizada por la incorporación de sus primeros socios
nombraron su Presidente, al simpático y tan deplorado d'
Eugenio Blanco, de grata memoria, por sus relevantes ser-
vicios á la humanidad y á la Educación.
El deplorado Presidente murió desgraciadamente, cuan-
do á su nombre se iba á solicitar del Gobierno las debidas
autorizaciones.
Esta solicitud la han promovido algunos de los miembros
ante el Gobierno Nacional, en circunstancias que estaba
enfermo el señor Viso, que renunció después, y le sucedió
el señor Irigoyen que la pasó á informe al Procurador de
la Nación que aun no ha provisto lo conveniente, redu-
cido & lo que creemos, á reconocer su existencia.
Por falta de ese reconocimiento hace un año ó mas que
86 organizó la sociedad, y no ha podido hasta hoy ejercer
sus benéficas funciones, pues lo primero que necesita es
que los empleados de policía reconozcan su existencia y
244 OBRAS DB 6AKIÍIBNT0
mediante la insignia que presentarán sus miembros ú otro
medio de reconocimiento, aquellos funcionarios les presten
su auxilio, para estorbar los actos infiraganii de crueldad
que ocurren diariamente en las calles, contra disposiciones
y leyes vigentes, tales como las que prohiben recargar de-
masiado los carros etc., etc., no ejerciendo los miembros
de las sociedades protectoras autoridad alguna, sino influ-
yendo moralmente para prevenir las infracciones; y tenien-
do facultad para invocar el auxilio de los empleados de
policía.
La Sociedad para la protección de los animales no ha
producido en un año, mas que algunas caricaturas de M
Mosquito una oración fúnebre al Presidente Blanco, y la
oposición eficaz que opuso á la resurrección de las corridas
de toros.
La opinión unánime del pais mostró en este solo ensayo,
la utilidad, influencia y acción de dichas sociedades.
La secretaria ha andado mas activa pidiendo k Europa
y Estados Unidos leyes, reglamentos, y cuanto se refiere
al trabajo y organización de dichas sociedades: y cosa que
honra poco á nuestra actividad, la Sociedad Protectora de
los Animales está ya reconocida corresponsal de las de su
género de Inglaterra y de ios Estados Unidos, enviándoles
unas y otras los documentos, que emanan de sus canci-
llerías.
La Amenean Soeieiy, ha ofrecido á la argentina un duplicado
de su propio sello, que ha sido aceptado, como una mues-
tra de confraternidad, y un honor recibido.
La de Londres que se reputa la fundadora escribe lo si-
guiente, que se nos comunica para hacerlo conocer del
público. Señor secretario: «He tenido mucho placer en
« leer su carta á la Comisión de esta sociedad, la cual de-
ce sea que exprese á Vd. la gran satisfacción que experl*
« menta en saber que aquella sociedad está interesada en
« promover los mismos intereses en la Confederación Ar-
«c gentina. Remito á Vd. los mas importantes documentos
« que he podido reunir sobre el asunto á que se refiere
« su carta, contando con que sean tan útiles como interesan-
« tes, (Laws, bylaws etc.) Considerándome muy feliz si en
ce adelante puedo ser de alguna utilidad á vuestra sociedad^
« tengo el honor etc. (el Secretario).»
PROOKBSOS GENERALES 245
Es pues de un grande interés que se despache el recono-
cinaiento de la Sociedad Protectora, para que entrando en
funciones ella misma ofrezca al Congreso, ó á la Municipa-
lidad los elementos de legislación ú ordenanzas que habrán
de ser requeridas, para que haga efectivos sus propósitos.
Tenemos ya varias disposiciones municipales que no
siempre son llenadas; pero aun faltan muchas que com-
prendan todos los casos conocidos y prohibidos en todas
partes.
El Director del Ferrocarril del Oeste ha tomado medidas
para evitar que se haga sufrir sed por mas de un día á las
ovejas que se traen al mercado, y encargándose solícita-
mente de examinar modelos de wagones para el transporte
sin sufrimiento del ganado vacuno, por los ferrocarriles,
porque ya empieza la industria y el comercio aballar ven-
taja y utilidad en esta clase de transporte.
Materia de mucho estudio ha de dar la necesidad de
suprimir en los mataderos de abasto, prácticas bárbaras
que existen, y que no solo hacen sufrir álos animales, sino
que enfermando la carne con la fatiga y el cansancio, es-
ponen la vida de los que comen, pues aquellas corridas y
cansancio la inutilizan para el alimento.
Algunos diarios han tomado en consideración estas y
otras razones para urgir el despacho, y nos asociamos á
ellos encareciendo la diligencia.
CIUDAD DE BUENOS AIRES
292.095 HABITANTES
1882
{El Nacional, Abril 14 de 1882).
Importa mucho tener presente que el mes de Febrero
de 1882 en que se abrió la Exposición Continental, la ciu-
dad de Buenos Aires contaba con 292.095 habitantes, sin con-
tar con los cuerpos de linea que la guarnecen, sin los
visitantes que de las Provincias ha traído la Exposición,
con los cuales y los de otros procederes podremos colocar
de hoy en adelante á Buenos Aires entre las ciudades de
246 OHKAS i)K 8AKMIKNTU
trescientos mil habitantes, que ya cuentan por algo en
el mundo, tales como Baltiraore, que cuenta según el
reciente censo, con 322.000 habitantes.
Buenos Aires tiene mayor población aun, y puede con-
tarse con cincuenta mil habitantes mas actualmente, pues
Belgrano, Barracas, y San José de Flores, no obstante
formar municipios distintos, son parte integrante de la
ciudad principal, ya porque son simples prolongaciones de
las calles de Santa Fe, Calle Larga y calle Rivadavia que
corre sin interrupción hasta sus extremos, como porque en
gran parte sobre todo en San José de Flores y Belgrano los
habitantes son los mismos vecinos de la ciudad de Buenos
Aires; siendo Barracas hoy el puerto principal de Buenos
Aires, desde que se han ensanchado los canales, y pueden
entrar en él buques de catorce y quince pies de calado, que
forman la generalidad délos que vienen de ultramar con
carga, si bien los grandes vapores necesitan diez y ocho y
aun veinte y un pies de profundidad para anclarse.
Entre Barracas y las calles de Buenos Aires ai Este de la
calle larga, media hoy el terreno bajo del señor Lezama
que no ha de tardar en ser dividido en lotes, y entonces la
ciudad se unirá al puerto, desde que ya es nacional, y que
su escavacion k la profundidad requerida, dé entrada á toda
clase de buques.
No pasarán diez años sin que desaparezca todo limite dis-
cernible entre aquellos municipios, refundiéndose con Bue-
nos Aires en una sola ciudad, á guisa de parroquias, aunque
conserven sus propias municipalidades, como ha sucedido
en Londres, absorviéndose los pueblos que antes estaban á
su alrededor y englobándolos en su estupenda masa cuando
los caminos que las unían á la metrópoli se convirtieron en
calles. Así escomo ha saltado Londres de dos millones de
habitantes á tres en pocos años.
Lo que pasa en Buenos Aires, ya es lo mismo que ha
sucedido en Nuevajíork, que cuenta con un millón ó con
dos millones de habitantes, según que se la considere poli-
ca ó comercialmente.
La vieja ciudad holandesa es el centro puramente comer-
cial, sito en la punta de la Península ó isla de Natham,
estrecha lengua de tierra de tres leguas de largo y de
una milla de ancho, entre la Zonda brazo de mar, y el
PROGRESOS GENERALES 247
Hudson que desemboca en la bahía mas vasta y segura del
mundo. Todas aquellas tres leguas de largo, con seis gran-
des boulevares, cuan largas son aquellas calles, excepto el
Central Park, que interrumpe las centrales, forma la ciudad
de Nueva York, propiamente dicha, con un pnillon y dos-
cientos mil habitantes.
Al otro lado del brazo de mar llamado la Zonda, que esti
hoy atravesado por el mas estupendo puente colgante bajo
el cual pasan los buques y tienen doce cuadras de abertura,
se ha ido formando la ciudad de Brookling, habitada al
principio por los principales comerciantes por mayor y
banqueros de Nueva York que buscan lejos del bullicio de
la ciudad comercial un lugar tranquiló donde recogerse á
gozar de la privanza (privacy) de la familia, como es del
gusto inglés. Ingleses y americanos se jactan de que
sus esposas ignoran donde está situado el escritorio del
esposo comerciante.
Gracias á los Ferry-boats ó vapores que comunican cada
diez en diez minutos las dos riberas, trasportando el coche
con sus caballos, los carros con su carga, y los transeúntes
sentados, como el carrero y el cochero, para ponerse
en movimiento á la orilla opuesta; Brookling, prolon-
gación de Nueva York cuenta con seis cientos mil
habitantes; y como en la ribera opuesta del Hudson al Oes-
te se ha ido acumulando población que vive del comercio
de la gran ciudad, aunque el territorio pertenezca á otro
Estado distinto, como Brookling que también está regido
por otra Municipalidad, los trescientos mil habitantes que
tiene Nueva Jersey son parte de la ciudad de Nueva York,
que cuenta según se ve por estas cifras, con dos millones de
habitantes, porque todas aquellas poblaciones entran en la
vida de Nueva York, aunque tengan diversos nombres, ó
dependan de otras autoridades.
Podemos, pues, desde ahora, decir que Buenos Aires tie-
ne el número de habitantes que resulta de la suma de las
poblaciones de Belgrano, San José de Flores y Barracas al
Sur y al Norte que son dependencias de su puerto fluvial
que es el que se está ensanchando en Barracas. En diez
años mas, podrá contar mas de cuatrocientos mil habitan-
tes; pues ya podemos darle trescientos cuarenta mil, con
las indicadas prolongaciones y absorciones.
248 OBKAH DK SAKMilfiMTO
No será diScii espiicar el origen y leyes del crecimiento
de esta ciudad^ que no debe mucho á la naturaleza, pues
su puesto ayuda poco al desarrollo de la navegación, ha-
ciendo necesario por exposición y desabrigo que el cabo-
taje se disperse al amago de tempestades y busque asilo
en San Fernando y aun en Montevideo.
La causa de tun rápido y progresivo desarrollo, viene de
que el comercio de esta extremidad del mundo necesita
reconcentrarse en un solo punto, donde se acumule la ma«
yor cantidad y variedad de productos, k fin de que acudan
el mayor número de compradores para fijar su precio, por
la mayor oferta y la mayor demanda.
Este es el secreto de los grandes centros comerciales, que
no se trasplantan de un lugar k otro por la voluntad huma-
na, sino ¿causa de un cambio de rutas, ó algún descubri-
miento que dé nuesra dirección á los negocios humanos.
Asi se ha esplicado la razón de ser de Babilonia y Ni-
nive que crecieron donde hacían encrucijada los caminos
de las caravanas del Asia, de Tiro, trasplantado á Alejan-
dría y á Cartdgo sucesivamente, porque en un punto civi-
lizado del Mediterráneo debían cambiarse los productos
del Asia y África, para proveer k los romanos y á los bár-
baros donde alcanzaba el vasto comercio fenicio.
Venecia fué la misma Cartago ó Alejandría, después que
los bárbaros se civilizaron, y hasta que se descubrió la
vuelta del Cabo de Hornos que sacó del Mediterráneo el
centro del comercio v lo llevó á Amsterdam con los kolan-
deses y á Londres desde que la Inglaterra se hizo la nación
manufacturera y navegante por excelencia.
Hoy con el descubrimiento de América y la independen-
cia de las colonias, un centro de comercio se ha hecho en
Nueva York para el Norte, no obstante que Boston era mas
ciudad que Nueva York y Baltimore y tiene excelente
puerto.
En este otro extremo de la Anlérica se ha formado, aun-
que mas lentamente, un centro comercial en la ciudad de
Buenos Aires á donde se acumulan los productos de todas
PROGRESOS QBNKRALES 249
estas regiones y se reúnen las naves de todas las otras na-
ciones, á ñn de ca'Vnbiarlos con ventajas de todos.
Montevideo, San Nicolás, el Rosario, aventajan á Buenos
Aires en la comodidad de sus puertos; pero no entrarían en
lisa con esta ciudad disputando ó compartiendo el tranco,,
por aquella ley suprema que requiere su reconcentración
en un solo punto; y basta el hecho de haberse formado
en Buenos Aires una gran ciudad, casi expontáneamente,
para presumir que aquí se reúnen otras condiciones y ven-
tajas que atraen la concurrencia y aumentan la población.
Los ferrocarriles datan de muy poco tiempo para que se
diga que su dirección hacia el Buenos Aires del interior,
le da estas ventajas; hasta 1870 las carretas, único vehíóulo
del interior, llegaban tardíamente á Buenos Aires, y desde
entonces los ferrocarriles descargan sus mercaderías en el
^Rosario, ciudad nueva, y acaso la única de importancia de
reciente origen y rápido crecimiento en esta parte de América;
pero no por eso rival de Buenos Aires, que será siempre el
centro comercial, y que hará crecer mas y mas al Rosario,
^ como crecen las sucursales cuando la firma principal aumen-
ta su capital.
Otro tanto va á suceder con Bahía Blanca, así que llegue
el ferro-carril á aquel punto; su crecimiento dependerá de
la mayor cantidad de produ:;tos que puedan suministrar al
comercio de que Buenos Aires será el centro, y de las mer-
caderías que consuma; pues como se vio, cuando los dere-
chos diferenciales fueron establecidos para forzar al comer-
cio á ir directamente al Rosario, solo se consiguió que
enviasen sucursales de Buenos Aires las casas centrales
de comercio, para despachar allá, obstensiblemente loque
iba de aquí. El Sur como el Norte, como el estuario del
Plata, ha de hacer sus transacciones y cambios de valores y
productos en este emporio de la América del Sur, ya sean
sus puertos San Fernando, Los Pozos, y Balizas, Barracas y
la Ensenada misma, pues todos serán puntos de la ciudad
comercial, según las ventajas de carga y descarga que
ofrezcan.
250 OHKAH 1»K 8AKMIKNT0
LA CAPITAL
LEYES DE FORMACIÓN
{El NiKional, Abril S6 de 4881.)
La naturaleza y la sociedad obedecen en su desarrollo
á leyes naturales, que no deben violarse, so pena de re-
cibir terribles castiíJ[08.
Tennennos y dijéramos casi esperamos, que la marcha
que viene siguiendo el país hace años, de falsear las ins-
tituciones, las elecciones que renuevan los poderes ó
representan la voluntad del pueblo, para sustituirle la
voluntad de un hombre, ó de un círculo, reciba su ejem-
plar castigo en época no muy lejana.
Supongamos que se gastan veinte millones en hacer ua
puerto escavado en la Ensenada, y que no lo frecuenten
los deseados y esperados buques de alta mar. Supongamos
que se ediñca una calle de suntuosos edificios en Tolosa,
como en Washington la avenida de Pensilvania, (la única
edificada en el siglo), y no haya liabitantes que pueblan
sus plazas desiertas y silenciosas, como las de Santa Fe,
con cuatro siglos de existencia, si comercio como el de
San Isidro, etc., etc.
¿ No será, esto el legítimo castigo de la violación de todas
las leyes, tanto naturales como sociales, á, que se deberá
la enorme é inútil inversión?
¿ Por qué es la Legislatura antigua, adaptada á una Pro-
vincia nueva, la que hace estas inversiones, y no una
Convención del nuevo pueblo, reunida para decirles^ ca-
balleros: dense una capital según sus necesidades propias,
sus recursos, etc.; pues que nosotros no fuimos electos en
vista de esta nueva emergencia. Si yerran, yerren ustedes»
en la elección, y nosotros nos lavaremos las manos, porque
no somos sus tutores?
Ni á Tolosa, ni á, la Ensenada, ocurrirá población por
orden de la Legislatura de Buenos Aires, simplemente,
porque en cuatro siglos de descubierto aquel puerto, y
j
PROGRESOS GENERALES 251
diez años después de estar dotado de ferrocarril, no ha
podido reunir siete mil habitantes, según el reciente cen-
so; mientras en el Azul, sin puerto, y recien ligado por
ferrocarriles y sin comercio se han aglomerado 17,000 ha-
bitantes en menos de veinte años, después que Calfucurá
tendía sus toldos de su poderosa tribu en las vecindades,
ó recorría la pampa con sus malones. Chivileoy tiene
triple población en menos tiempo, aunque lo favorezca el
grande y productivo ferrocarril del Oeste, que dá el ocho
por ciento de utilidad, el del Sud nueve, mientras que el
de la Ensenada dá un uno y medio por ciento anual sobre
sus capitales.
San Nicolás, tan bien situado, á orillas del Paraná, tan
de antiguo poblado, si tiene mayor población que los otros
pueblos, no está en proporción de sus ventajas de ubicación.
No sería fácil decir, porqué se agrupa la población en
Arrecifes, aunque en Mercedes se comprenda que la agri-
cultura va subdividiendo el terreno y atrayendo población.
ii
CADMO NO FUNDÓ k ATENAS
La razón de ser de las ciudades no se fija apriori. Guando
se ve surgir Chicago, Búfalo, el Rosario, Pitsburg, en lu-
gares que los vivos podemos decir que hemos conocido
punto menos que desiertos, entonces se descubre que era
allí donde se cruzaban caminos, donde se necesitaba un
puerto, no para el puerto mismo, ni la ciudad ó Estado
que lo tiene, sino para otros distantes que buscan salida
á sus productos.
¿Los especuladores de terrenos para edificios en las
grandes ciudades, saben ó pretenden saber para donde
se inclinará la población, pagando la tierra en propor-
ción?
Esto sucede en París y Nueva York. Nueva York camina
al Norte: Buenos Aires se dirige al Norte, que pueblan
sus clases refinadas. Al Sur no tienen alquiler las casas
en ciertos puntos. El centro de los Estados Unidos marcha
hacia el Noroeste.
La población de Buenos Aires va hacia el Norte y el
252 UURAtl OK «AKMIICMTO
Este. Belgrano, San Fernando, Conchas, Arrecifes, Moreno,
Lujan, Mercedes, Ghivilcoy — A la Ensenada ni hacia ese
lado ha podido llevarla el ferrocarril, ni la tentativa de
Rivadavia de trazarle calzadas; y sin el saladero de Cam-
baceres habría permanecido desierto siempre.
¿Para qué dar coses, contra el aguijón? Estas son leyes
como las del cálculo de las probabilidades.
El puerto no será puerto, porque no se va por ahí á nin-
guna parte, si no es á esta ciudad de Buenos Aires; y la
capital de Tolosa será una fruta pasmada, ó un niño atro-
fiado desde su nacimiento.
El pensamiento dominante en el proyecto de capital
marítima, es crear una nación, en lugar de dar cabacera
á una Provincia.
ni
CAPITALES IRRADIANTES
Ningún gobierno moderno ha formado ó escogido capi-
tales para hacer grandes ciudades.
Las ciudades grandes existían y las dejaron donde se
estaban.
Otras grandes ciudades nan surgido donde nadie se
imaginaba; y las aldeas capitales administrativas, si han
lleguiio á ser ciudades es porque el país se mueve, se enri-
quece y las arrastra en su movimiento.
La mitad de los actuales habitantes de Washington es
gente de color, refugiada desde antes de la emancipación.
En Madrid amas de los nobles que de los diversos reinos
establecieron allí su residencia de corte, hay el influjo
anual de españoles ricos que regresan de las Amóricas, ó
de la Habana, y dan vida al comercio con sus caudales, — sin
éste habría sido siempre la Real Villa.
El proyecto de la Ensenada presiente que no ha de tener
capitalistas, ni movimiento propio, pues ya presupuesta un
millón para regalar ladrillos á los que se fabriquen una
casa. No hacemos la parodia de concepciones desgraciadas,
aunque se crean hijas de la buena intención. No se han
hecho Megalópolis después de la de Pompeyo que llamó
asi á una ciudad de su nombre.
PROGRESOS GENERALES 253
No se sabe donde estuvo la gran ciudad de su hechura.
Cuando maduran las ciudades, se busca en el clima, la
hidrografía, ó la historia geográñca comercial, el origen de
su grandeza.
Pero queremos señalar la causa del error, involuntario,
k fin de apartarlo. Estamos convencidos que la mayor
parte de ios Senadores y Diputados se persuaden de que
están convencidos ellos mismos de la practicabilidad y tras-
cendencia de la capital proyectada. No les hará impresión
saber que Versailles fué una grande, suntuosa, monumen-
tal metrópoli de la Francia durante casi un siglo con los
fastuosos reinados de los Luises XIV, XV y XVI; pero que
París se absorvió la capital desde que tuvo asamblea y
aspiró la Nación á la libertad. El Escorial cerca de Madrid
era una capital administrativa: hoy es un sepulcro como
una de las Pirámides de -^Egipto. Versailles y el Escorial
fueron simples errores de reyes, como es hoy error de un
hombre, acaso de un círculo, nos importaría poco creer que
es de una época, la capital con puerto en la Ensenada.
Son los vecinos de una gran ciudad y puerto marítimo los
que al desprender una capital para la provincia, hacen
una Buenos Aires en miniatura con su puertecito y su cate-
dral, su marina, su clero y su casa de huérfanos (para
cuando abunde el artículo.) La nueva capital ha de estar
como los que la inventan, viendo el Río, atrayendo las
naves, siendo centro de comercio, y aun de cultura, espe-
rando á Sarah Bernhardt. Ciudad no como quiera con
civilización aparte, con prescindencia y supresión del
tronco, la gran ciudad, que ya no civilizará, no reunirá
todas las fuerzas activas, y la cultura heredada, para irra-
diarla en torno suyo, con la que recibe de afuera y la
transforma.
¿No sabrán mejor los habitantes actuales de la Provincia
«donde les apreta el zapato;» que ios señores de la capital
que no se separarán de sus hermanos de la antigua Pro-
vincia, sin confeccionarles una capitalita, hecha por el
modelo de la nacionalizada de Buenos Aires, como la buena
madre hace el ajuar de la nueva familia que va á fundar
su hijo?
Esta es otra de las preocupaciones de espíritu que obran
irresistiblemente para determinar nuestra voluntad. Bue-
254 OBKAS DE 8ARBIIENT0
DOS Aires fué una gran ciudad frente al Rio, y una cattipaña
poblada de estancias al interior. Los dueños de las estan-
cias eran los ricos vecinos de la ciudad. La campaña ha
permanecido en el lenguaje, como en la idea que repre-
senta un campo de estancias aun después que existen ciu-
dades y villas en número ya de setenta. Hasta ahora poco
la campaña estaba representada en Cámaras y Congresos
por los residentes en Buenos Aires solamente, y habría
parecido ridículo y nos parece todavía, que se agregase á
la ley electoral cuando Buenos Aires era capital de la Pro-
vincia, la cláusula que tienen las constituciones norte-
americanas, exigiendo que el Diputado resida en la cir-
cunscripción electoral que. lo elije. ¡Qué gracia habría
sido para nuestros dandys, nuestros gomosos, ver llegar á
los hoteles y pasearse asombrados por las calles represen-
tantes, verdaderos representantes de Navarro, del Azul, del
Pergamino, nacidos y criados en el Pergamino, Azul,
Navarro. {Cuántos dichos picantes! {Cuántas historietas
inventadas contra los guarangos, etc.I
Por masque no se aperciban de ello nuestros legisladores
obedecen todavía á la asociación de ideas de ciudad y cam-^
paña! Los de la campaña eran al principio los capataces
de nuestras estancias, después los lugareños, aldeanos
campesinos, etc. Todavía somos sus tutores; y estando
seguros de que aquellas buenas gentes no se las habilu
visto mas gordas, que cuando les dan á hacer una capital,
nosotros conocedores de la cosa — ^¿no ven Vds. esta magni-
fica ciudad que hemos hecho nosotros? nos encargamos de
hacerles una capital á nue$tra imájen y semejanza^ con puerto,
bancos (crecientes de arena) y suntuosos edificios antes
que haya población.
IV
MAS SABE EL LOCO EN SU CASA
Desgraciadamente, reconociendo que los residentes en
la capital tenemos la ciencia infusa que revelan nuestras
instituciones, y que en aquellas ciudades, que juntas ya
tienen tanta ó mas población que ésta, no haya tantos
ingenios, ni gente instruida, salvo algunos médicos y doc-
PHOQRBSOS GENERALES 255
tores, y un paisano de Mercedes, Florencio Ameghino, que
nadie conoce, y es el único sabio argentino según el sentido
especial dado ¿ la clasificación, que reconoce la Europa,
debe tenerse en cuenta^ como una cantidad ó un ingre-
diente atendible que aquella campaña que fué nuestra,
es hoy la muy noble, la muy independiente, y muy sepa-
rada Provincia de Buenos Aires; que se propone gobernarse
mal, como se gobierna pésimamente la República, por sus
propios hombres y su propia voluntad.
Que al darse sus propios habitantes una capital desea-
rán erigirla según sus propias conveniencias, ó la idea
errónea pero propia que tengan de ellas.
Que como ellos han de pagar los costos, debe ser su
Legislatura provincial electa después de darse una cons-
titución por sus propios habitantes, y no por los habitantes
y residentes en la ciudad de Buenos Aires, que ha asumido
carácter mas alto, y es la capital de la nación argentina.
Que darles una capital decretada, con la autorización
de invertir cuarenta y aunque no fueran sino veinte mi-
llones de fuertes, faltándole al cálculo de- recursos déla
nueva provincia, la mitad del cálculo de recursos de la
antigua, por quedarle á esta los valores imponibles de la
poderosa ciudad de Buenos Aires, no puede preveer á que
abismo insondable, con la bancarrota al fondo, llevaría á
la nueva Provincia, el legado de deudas que le deja la
antigua; y la nueva de treinta ó mas millones que le im-
pone la voluntad y elección propia de los SS. residentes
de Buenos Aires que no han de pagarlos, y que quieren
dotarnos de un puerto artiñcial y de una capital emporio
de comercio para estarle arrebatando los ricos bocados de
la boca á su madre.
LA VOTACIÓN EN CONVENCIÓN
Nos pondríamos en contradicción con nosotros tnismos,
si intentásemos designar á los ciudadanos de la nueva
Provincia de Buenos Aires, ó á la convención de sus legí-
timos Delegados al efecto, el local mas conveniente para
la capital futura. Deseáramos que para designarla se
256 OHKAH l)B 8AKMIKNTO
tuviese mayor consideración á. las instituciones, ya que k
los habitantes se les acuerde tan poca.
Queremos suponer que en Chivilcoy ó Mercedes, se reúne
una Convención de Delegados para determinar el local de
Capital. Buenos Aires Capital de la Nación, es territorio
extraño á. la actual Provincia de Buenos Aires, y adolece-
rán del vicio de nulidad todos ios actos que en materias
de orden interno de esta, fuesen sancionadas, como son
nulas las sentencias que diere un Juez fuera de su juris-
dicción. Este es punto ñjado y costó á Jacobo II la pér-
dida de su reino.
En una Provincia tan ilustrada como Buenos Aires, donde
residen mil abogados, doscientos jueces, tiene cincuenta
diarios y andan por las calles las máximas del derecho,
no hay una persona á quien se le oculten estas triviales
verdades. Hasta los reos las saben^ para su defensa — el
fuero de la causa.
Pero los nombres propios y el hábito causan estos mi-
rajes, y estas alucinaciones.
Como Buenos Aires era antes una sola Provincia; como
ahora hay en el hecho, dos Buenos Aires, uno ciudad y
otro Provincia, el hábito de considerarla una, nos hace
indiferentes á las violaciones de toda ley, de todo principio
que estamos practicando. Lo mismo es Chana que Juana
y mañana la Capital Buenos Atm dictará una Constitución
á la Provincia Buenos Aires — por qué no? sin que nadie le
repugne la idea de que una Legislatura reunida en San
Juan, esté dictando una Constitución para Mendoza, ó para
el Chaco, cuando se declare Provincia.
¿Porqué no se vá la Legislatura de la Provincia de Buenos
Aires á dictar leyes para la Provincia de Buenos Aires al
territorio de su jurisdicción, á pisar sobre el suelo sagrado
de la Patria, á San José de Flores siquiera, donde hay un
Teatro que se adapte á Palacio de la Asamblea, vecindario,
edificios, y un Templo para pedir á Dios los ilumine, al
lanzar á un pueblo en las aventuras de pagar las conse-
cuencias de la precipitación, y falta de derecho de los que
hoy legislan?
PROGRESOS GENERALES f57
VI
LÁ CAPITAL VERDADERA
Sin pretender señalar una capital para la Provincia, di-
remos las razones que habrán de hacerse valer en una
<7onvencion de Delegados de todos los partidos que la com-
ponen .
Creemos que se propondrán tantas capitales, como par-
tidos haya; pero como solo una ha de prevalecer, no hay
que alarmase por esas divergencias, mas que de opinión, de
intereses. Hemos presenciado una elección repetida, cin-
cuenta y cuatro veces en un Congreso de trescientos Dele-
gados, en dos dias de votar. El cónclave de los Cardenales
se encierra, con las puertas tapeadas^ á elegir un Papa, y á
veces dura un mes ó mas el alumbramiento, hasta que el
Heraldo, pueda salir y anunciar Papam Habemus!
No nos riamos de las dificultades y torpezas de los po-
bres paisanos según nuestra manera de ver gente sabia.
Dejémosles la libertad de errar, como en las otras Pro-
vincias, pues han descendido sus habitantes á provincianos
simplemente, y es de nuestra parte una grosería y una usur-
pación y entrometimiento estarles dotando de capital, de
catedrales, de palacios, de puertos, para que ellos' los pa-
guen y nosotros nos sentemos en ellos.
Creemos adivinar lo que diría cada partido que en la
Convención se formase, en favor de esta ú la otra capital.
Tomando el censo en la mano, encontrarfase que hay
cuatro ó cinco fuertes aglomeraciones de población en la cam-
paña. La ciudad mas poblada será la capital?.Entónces es San
Nicolás, con puerto gratis, y lejos, lejos de Buenos Aires^para
que no la sofoque antes de nacer. En cuanto á puertos^
San Fernando, y de preferencia los Olivos lo ofrecen gra-
tis. Entre la Ensenada y los Olivos no hay comparación.
En Arrecifes se ha reunido grande población sin que se-
pamos porqué. Se agrega á esta categoría.
Mercedes, aunque muy vecino de Buenos Airas, reúne
población, cultura y otras cualidades; el arranque de ferro-
<;arril de los Andes que irá á empalmarse con el central en
Tomo iu.^17
t
%8 OBttAS MI VAlUCmNTO
Mercedes de San Luis, y el Central le traerá las vías del
Norte y del Este. Los que buscan el desarrollo de una ciu-
dad comercial, se reunirán en torno de esta idea, que puede
también aplicarse á Lujan con el ferrocarril de las Flores,
hacia el Sur de la Provincia y el del Oeste al Bragado.
Queda aun la facción que sostendrá la capital al Sur.
El Azul se ha desarrollado prodigiosamente en solo seis
ú ocho años, alcanzando y dominando á todos los partidos
antiguos. El Gobernador Rocha no sale de ahí, va y vuelve,
lo que prueba que le gusta admirablemente. Debe en efec-
to haber en aquella región nuevos elementos de desarrollo
y riqueza. El Azul era el término del ferrocarril y será
luego el punto central del que continúa hasta Bahía Blan-
ca. Al Azul afluirán los habitantes de los territorios na-
cionales que se poblarán hasta tocar con Chile. De la pro-
vincia nueva á ese lado está la parte de mas desarrollo. El
Azul será mas tarde el centro de la provincia. Las colonias
rusas le preparan productos agricolos. Las canteras del
Tandil, mármoles baratos y bellísimos para sus catedrales
empedrado y Gasa Amarilla, ó chocolate, ó negra, pues tie-
ne piedra de sillería de tan variados colores, á su elección,
en lugar de la Tuerta Rosada que deja en Buenos Aires.
Hay pues, en que escoger al Sur ó al Norte, ó al centro
— en las encrucijadas de los ferrocarriles, ó en las mas
grandes poblaciones; pero que ellos elijan. No trataremos
á la nueva Provincia como á un troupsau^ como fué consi-
derada la campaña antes, la residencia de nuestros capa-
taces, terreno de pastoreo.
Somos en esto mas bonaerenses que porteños. El nombre
de la provincia de Buenos Aires figura en nuestra historia
gloriosamente, y aunque la capital le falte, por honor á su
rango, debe quedar emancipada, confiada á sus |propiaa
fuerzas intelectuales morales y rentísticas, sin legarle
deudas con puertos quimérieos.
♦>■
ií
PR0GKB808 GEN BU ALES 259
CONVENCIÓN DE DELEGADOS
DE LA NUEVA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
(reunida EN CHIVILOOY?)
Para determinar la capital de la Provincia, y darse una
constitución, nombrando Diputados por los partidos que
la componen, por el doble de los que les corresponde se-
gún el número de habitantes, que dá el nuevo censo.
£1 Senado que fué de la antigua Provincia de Buenos
Aires, incorporado integramente en la nueva, cuyos habi-
tantes no eligieron la mitad de ellos, han declarado iina
capital, decretado el gasto de sumas enormes, y se prepa-
ran para dar una Constitución á la nueva provincia, in-
consultos sus habitantes, para hacerla en Buenos Aires, por
los ciudadanos del Buenos Aires Nacional, prorogados Sena-
dores del Buenos Aires provincial, que han quedado fuera
de^ su territorio.
En toda otra circunstancia, los señores á quienes una
ley dictada al efecto les prorrogó su mandato, no habrían
aceptado misión que no les corresponde de derecho, y
que ve ejercerse sobre otro pueblo, dotándolo de una capi-
tal por ejemplo, pero echando sobre hombros ágenos el
peso de un gasto, inaudito por su enormidad en esta Amé-
rica, de treinta ó cuarenta millones de fuertes.
Los que componen el Senado no debieron aceptar el en-
cardo de imponer tan enorme contribución, autorizar
empréstitos, etc., porque es privilegio de la Cámara de los
Representantes imponer contribuciones y ordenar los
gastas.
El Senado puede por deferencia y tolerancia tomar la
iniciativa en gastos corrientes; pero la Cámara de los Co-
munes declaró violación de sus privilegios, que la de los
lores discutiese mociones sobre impuestos y todo lo que es
financiero, antes que la Cámara lo proponga.
260 OBRAS DE SABUIKNTO
La Constitucio nuestra nacional consigna en general el
principio. «cA la Cámara de Diputados corresponde exclusi-
vamente la iniciativa de las leyes sobre contribuciones», y
seria muy curioso ablegar que el Senado puede votar la
inversión de treinta millones de duros, y que la Cámara
vote los empréstitos» ó las rentas que han de cubrirlos.
No entraremos en discusión sobre este punto; pero si
diremos que dada la situación de gran número de Sena-
dores, prorogados para la Provincia que ha de pagar las
sumas que votan^ habrá algunos, estamos seguros, que
duden un poco de su capacidad legal de hechar sobre sí la
responsabilidad de tan enormes inversiones.
El proyecto de ley de Capital estamos informados, fué
presentado á las dos Cámaras á un tiempo, con la singu-
laridad de mandarle al Senado los documentos, informes
y piezas justiñcativas de la preferencia dada á una locali-
dad, negándoselos á la Cámara de Representantes, ó des-
cuidando enviarle papel ninguno, no obstante pedirlo con
instancia la Comisión de la Cámara, que estaba encargada
de estudiar la cuestión, como le correspondía de derecho.
Reunióse una vez, llamóse al Ministro, y sin haber visto
documento alguno, antes deque el Senado tomase en con-
sideración el asunto, el Ministerio obtuvo un voto de con-
fianza en los estudios y buenas razones que había tenido
el Ejecutivo para recomendarlo, y se votó la Ensenada casi
por unanimidad.
Entonces pudo el Ejecutivo ó sus parciales asegurar á
los miembros vacilantes del Senado, (eran Viueve), que ya
estaba asegurada la votación en la Cámara, y con esta
aserción casi verdadera, fijar el voto y reunir la ma-
yoría.
Ahora se hace la misma maniobra con los Representan-
tes. ¿No ven ustedes que hay una mayoría de mas de
cuatro quintos en el Senado? Es inútil deliberar y oir ra-
zones. Ya está todo hecho I
Pero el Senado no debió continuar, por leyes nuevas
para la nueva provincia, en la integridad de la antigua re-
presentación del íntegro Buenos Aires.
Pero el Senado no debió sancionar gastos extraordina-
rios de millones, porque usurpan sus miembros facultades
PROGRESOS GENERALES 261
que solo pertenecen á la Cámara. Por tanto es ilegal el
procedimiento.
Pero el Senado no ha podido recibir ai mismo tiempo
que la Cámara, el proyecto porque asi se violan las for-
mas del gobierno representativo, como el que hace trampa
en el juego ó está viendo las cartas del contrario. Una
Cámara antes de sancionar un proyecto ignora lo que suce-
de en la otra.
Tememos que el Poder Ejecutivo que tan ejecutivo se
muestra en este asunto, haga andar á vapor á la Cámara
de Representantes, en el despacho de esta ley, en que van
comprometidos millones de duros por decenas, y que la
Cámara seducida por apariencias se apresure á confirmar
el ya asegurado faUo aunque impropiamente anticipado del
Senado.
¿Qué dá la ley sancionada? una capital á construir en
Tolosa ó terrenos allí vecinos? Luego no hay necesidad de
precipitarse por ganar quince días, ni taparse los Repre-
sentantes con cera los oídos, para no oír reflexiones.
Aunque la Comisión tuviese su aprobación votada^ antes
que le viniese del Senado votado el proyecto, puede an-
darse con pies de plomo, para someter á debate su in-
forme. ^
•No se improvisan puertos, Cartagos, ni aun aldeas en
meses. Los Nemrod, constructores de ciudades andan
escasos; de manera que siempre ha de haber tiempo de
suspender los trabajos, aunque se hayan tirado á la calle
uno ó dos millones antes de reconocido el error.
Deseamos que se diese tiempo á la opinión pública para
examinar cuestión tan grave. Acaso convendría que de
algún modo fuese consultada la opinión de la provincia
á quien van & regalarle un corte de capital, salvo pasarle
la cuenta de los sendos millones que le costará. Quizá las
buenas gentes aquellas, gustarían mas de una capital mas
adentro, mas al alcance de los habitantes, que esta que va
á ponéraele al lado á la vieja Buenos Aires, como los Es-
tados Unidos á su madre la Inglaterra, para arrebatarle el
dominio de los mares.
262 OBKAt» OK 8AKUIBNT0
n
BN8BNiJ>A
¿Puede construirse un puerto en la Ensenada?
Nada es imposible hoy á las fuerzas din&micas. La
cuestión es saber si el puerto aprovechará á la nueva capi-
tal, y no será para mayor engrandecimiento comercial de
Buenos Aires.
¿Puede construirse la suntuosa ciudad, aun dándole el
beneficio del tiemix), que sueña ei Mensaje del Poder Eje-
cutivo» centro de comercio y de civilización de la Provincia
en la capital Tolosa^
La dificultad estarla en reunir habitantes, sino se hace
de ella un presidio.
Todo ei mundo xharcha, sin darse cuenta de ello, á la
aglomeración de gentes en los viejos centros comerciales.
Se despueblan las Provincias, los condados, las campañas en
Inglaterra y Francia, y engrosan las ya grandes é inaudi-
tas aglomeraciones humanas.
Unos cuantos ejemplos recientes, vivos, actuales, llevarán
la duda á ciertos espíritus la duda siquiera para no preci-
pitarse. Vaya un dato estadístico:
«c No es la Francia la que crece rápidamente, sino París
Los franceses están emigrando á París. Conforme al censo
de 1881 la población de la ciudad es de 2.295,000 habi-
tantes, mientras que en 1876 solo tenia 1.988,806 habiendo
aumentado en cinco años mas, 306,000 (trescientos seis
mil) habitantes, cifra á que no ha llegado Buenos Aires
en tres siglos, no obstante que ahora se aglomera la pobla-
ción con mas celeridad. Saint Deni, Sceaux, á los alredo-
res de París han adquirido en cuatro años cerca de 100.000
habitantes mas como aquí aumentan Barracas, San José
de Flores y Belgrano, que son dependencias de la ciudad de
Buenos Aires y las absorverá bien pronto .
No hablaremos de Nueva York, ciudad, comercial y no
capital, que se absorve las poblaciones vecinas y tiene un
miyon mas de habitantes separados por canales en los
suburbios de Brookling y New-Jersey.
PRoaaBsos obnbra.lbs 263
Las plantas chicas no se desenvuelven á la sombra de los
grandes árboles. Buenos Aires» la grande Buenos Aires»
le sustraerá, la savia á Tolosa, que tendrá sus casas desier-
tas como ciudad abandonada en castigo de haber conce-
bido el audaz pensamiento de llevarse al Buenos Aires
histórico, á los pantanos de la Ensenada ó á las alturas de
las Hermanas.
No hay centros de comercio y civilización con dos cabe-
zas» como el águila heráldica. No se decretan traspasos.
Solo el cambio de las rutas de comercio muda de un lugar
á otro los centros de intercambio. Eso fueron. Tiro y
Alejandría. No tenemos el Alejandro. Venecia tiene milla-
res de nobles palacios que sirven de hoteles, almacenes
y hospitales. Faltóle de repente con la vuelta del Cabo de
Hornos, la vida, y para que Tolosa fuese algo un día, era
preciso que el viajero que visitase estas playas, un cicerone
le dijese por el sitio de la antigua Buenos Aires, «estas que
ves ruinas, oh Pavio, fué Itálica bella», ó como Volney vi-
sitando Palmira al caer de la tarde exclamase: «aquf un
pueblo laborioso cambiaba las piedras preciosas de Oriente
por el oro de Ophir.»
No exajeramos. Tolosa no será nada, porque se pone
cerca de Buenos Aires. Los diputados irán por las ma-
ñanas en ferrocarril, y como solo cada dos días se reúnen,
por cuatro meses, regresarán á Buenos Aires, á la ópera,
Versailles fué declarada capital de Francia, sus monumen-
tos, sus palacios, sus glorias, sus bellas artes, sus juegos
de agua, 'sus jardines habrían honrado á Roma, dejando
muy atrás las Termas de Caracalla de Nerón ó la casa
dorada, tal fué el fausto del gran rey y de la Corte, que era
la nobleza de Francia cautiva.
La perrera, (en que hemos tenido el honor de residir),
encerraba cinco escuelas, de ellas una normal, y daba
alojamiento por su capacidad al despacho de un Ministerio.
Deshoras del mas bello viaje separan á París de Versailles.
Necesitaban salvar á la Asamblea de la presión de los ar-
tesanos, demócratas, socialistas, rojos, republicanos de París.
Imposible! París pertubaba con la vista de las cúpulas
los debates de la Asamblea, hasta que se decretó la vuelta
de París. El legislador es impotente contra estas atrac-
ciones.
264 oBKAs tíñ sakmibuto
m
UN EMPORIO
Cuéntase con la transformación que obrará el puerto de
la Ensenada?
Buenos Aires es el emporio del comercio entre la Euro-
pa y este extremo de la América, como Nueva York lo es
al otro cabo.
Buenos Aires, tiene varios puertos, á cual mas malos,,
como las bocas del Nilo, San Fernando, Santa Catalinai
Barracas, la Ensenada. ¿Cuál será preferible en adelante?
El que mayores condiciones reúna, pero para Buenos Airest
aunque ganen en ello los porteños de cada puerto. En
vísperas estamos de tener puertos con cien pies de profun-
didad en balizas interiores, yendo á buscar las naves con
trabajos menos costosos que los ferro-carriles elevados de
Nueva Tork, el puente colgado de Brookling, aun los peque-
ños itsmos, ó los tunéis que se intenta abrir entre Francia
é Italia, á través de los Alpes. Pero estos gastos pueden
hacerse en frente de Buenos Aires, porque hay detras un
emporio responda de ellos; pero no se pueden hacer en la
Ensenada, porque, sino es para la ciudad de Buenos Aires,,
para nadie ha de servir, ni con derechos diferenciales. Las
lanchas de desembarco miden hoy cuatrocientas y seiscien-
tas toneladas, y los vapores actualmente en construcción
para el Atlántico 6.000. En veinte y un pies no ancla un
vapor dentro de seis años, pues á la menor cabezada, tocará
el fondo; y á la ensenada no irá vapor de 6.000 toneladas
con carga para el Sur de la provincia, ni para proveer direc-
tamente á las pulperías futuras de Tolosa.
Luego la ciudad capital ha de ser donde no sea necesaria
gastar previamente diez millones de duros en puerto, dos
en cegar pantanos y levantar calzadas, otro en agua&
corrientes, un millón para habilitar ciudadanos vergonzan*
tes ó empleados condenados á veinte años de servicio para
optar al retiro.
La razón de estos programas está en las tradiciones loca-
les. Como la Legislatura actual está fuertemente saturada
PROGRESOS OBNBRALBS 265
de bonaerenses puros, ninguno de ellos concibe capital
sin puerto, como Berlin, Paris, Filadelfía, Dublin, Harris-
burg y ciento que sería fácil nombrat*, siendo lo contrario
la excepción, ni capital sin ciudad grande como Paris y
Londres.
Estas capitales las ha creado, sin embargo, el comercio
las encrucijadas que hacen de los caminos, etc., y seguirán
desenvolviéndose en el despacho de los gobiernos. '
Las ciudades creadas ex'profeso para capitales han sido
colocadas en lugares como Washington donde no pueda
desenvolverse una gran ciudaJ; ó escogiendo el centro del
pais como Madrid, cuando los reyes de Aragón, Castilla
conquistaban Granada, abandonando á la bella y galante
Sevilla; ó bien como las capitales de Provincia ó Estados
Norte-Americanos, que dejaron en poder de sus municipa-
lidades grandes ciudades como las de Filadelña, que hoy
tiene 880,000 habitantes, para llevar la administraccion á
Harrisburg pequeña aldea entonces: Nueva York el centro
de comercio, el punto de desembarque, de medio millón de
emigrados, el local de la Bolsa, el centro de la prensa que
gobierna á los Estados Unidos, para llevar las Cámaras y
el gobierno yorquino á Albany que está ciento veinte millas
adentro del pais.
Con el propósito de abrir otros horizontes á nuestros legis-
ladores publicamos sin comentarios, el preámbulo de una
ley de reconocimiento de un nuevo Estado, dada por Con-
greso Norte Americano:
IV
UNA GONVENaON
« Por cuanto el pueblo que habita la porción de Virginia
conocida como la Virginia del Oeste, por una Convención
reunida en la ciudad de Wheclind el 25 de Noviembre de
1861, se dio una Constitución, con el propósito de ser un
Estado separado é Independiente y por cuanto en la última
elección practicada, dicha Constitución fué adoptada y
aprobada en los partidos que componen el territorio sobre-
dicho, por los votantes califlcados del propuesto Estado; y
por cuanto:
266 OBBJUI DB SAXmaHTO
«La Legislatura de Virginia por una ley sancionada el 13
^e Mayo de 1862, dio su consentimiento á la formación da
un nuevo Estado dentro de dicho Estado de Virginia para
ser llamado Vii^inía Occidental, y abrazar los siguientes
partidos, á saber.... (como si dijéramos San José de Flo-
res) etc. HanckoCy Brooke, Oblo (eto, cuarenta y ocho en
número), y por cuanto, tanto la Oonvencion como la I^gi^
latura han peticionado que el nuevo Estado sea admitido
en la Union, y siendo republicano en la forma, la CoiYSÜta-
cion sobredicha, el Congreso debe dar su asentimiento para
que los dichos cuarenta y ocho partidos, sean formados
«en un Estado independiente, separado, etcj»
CONSTITUCIÓN DB LA VIBOIMIA OCCIDENTAL
ce Sección 2* — El territorio de los siguientes Partidos, que
antes eran parte de la República de Virginia formarán
y constituirán el estado de Virginia Occidental. (Siguen
los nombres de los cuarenta y ocho partidos).
« Sección 2^ — Los poderes de gobierno residen en los
ciudadanos del Estado, y solo pueden ser ejercidos por su
voluntad y nombramiento.
« Sección 3^ — Toda persona que resida en este Estado,
nacido ó naturalizado en los Estados Unidos, y sugeto á su
jurisdicción, será ciudadano de este Estado.
ff Sección 4^ — Cada ciudadano tendrá derecho á igual
representación en el gobierno, y en toda asignación de
representación, será consultado en cuanto es posible la
igualdad de números.
« Ninguna distinción se hará entre extranjeros residen-
tes, y ciudadanos, en cuanto adquirir, tener propiedad ó
testar ó disponer de ella.
« Sección 5* — La Legislatura se reunirá en la Sede del
Oobierno bienalmente^ y no antes, á menos que sea convocada
por el Oobernador.
« Sección 20— La Sede del Gobierno estará en Gharles-
town, hasta que de otra manera se disponga por ley.»
PAOQRB808 OBNERALBS 867
«DIRS EXPRESS
{SI Nacional, Julio » de 1879.)
ViéDenos este nombre á. la memoria» al recibir con re-
comendación una circular impresa de Villar y Gia. Cuyo
SO» avisando que establece una agencia que se harA cargo
de la circulación de encomiendas por toda la República*
Tan grande, tan útil, tan indispensable es una agencia
de este género, que la de Adams express, pudo pagar una
suma de trescientos mil duros, de que fué robada durante
«1 trasporte por su intermedio de un lugar á otro.
Por donde quiera que se viaje en la inmensa extensión
de los Estados Unidos, hasta en la última aldea y villorio,
el viajero encontrará uno ó mas carros verde esmeralda
con el letrero en letras de oro «Adams express,» que son
los vehículos de la poderosa compañía que distribuye en-
<;omienda8 en todos los Estados, ciudades, villas, campañas,
ya sea un libro, un ajuar de casa, un reloj, un sombrero,
ó una suma de veinte mil fuertes. Basta en cualquier
punto entregar el objeto, dando la dirección de su destino,
para estar seguro que la oñcína de Adams express del
lugar designado hará, la entrega en el plazo mas corto, á
precio inñmo, y con toda seguridad.
El Adams express es el mandero universal, el vinculo
que une todos los Estados, y el intermediario de todas las
familias. Maneja millones; hace posibles todas las cosas,
y allana todas las dificultades. Una dama de Chicago pide
á Steward tendero de Nueva York un vestido de 50 duros,
á la última moda; y como Steward tío engaña, ni pide mas
ni menos, y Adams express está en todas partes, recibe el
vestido y lo entrega en Chicago, con lo que puede com-
prarse en las tiendas de Nueva York, sin moverse de su
casa de Chicago.
Tanto bien puede hacer una agencia de este género en
nuestro desligado país, que nosotros mismos hemos andado
promoviendo la formación de una, que llene tan gran ne-
cesidad; y auguramos grande éxito á la de Villar y Cia., si
logra organizar un personal de eximia exactitud y dili-
j^encia, y ponerse de acuerdo con diligencias, vapores»
268 OBRA 8 DB SARMIENTO
ferrocarriles y demás medios de trasportes. Esta es la
diñcultad insuperable para particulares. Una encomienda»
y son tan variadas sus formas, un cajoncito, una caja de
cartón, un barril, un libro, ha de entregarse en Mendoza
á la diligencia, que habrá de entregarlo al ferrocarril, dos
administraciones, y el ferrocarril al vapor que llega á Cam-
paña, y este al ferrocarril, quien lo entrega á una agencia
del vapor, que espera que la reclamen los dueños, que no
lo hacen tan pronto, y cuando llegan en cambio de un
flete enorme, monstruoso, capaz de arruinar ¿ una persona,
encuentran un cajón vacío que contuvo pasa moscatel, y
se la han sustraído las ratas de estos depósitos, y que
tienen por única respuesta encogerse de hombros^ y man-
dar en descargo al ferrocarril, al vapor, al Rosario, á San
Luis, en donde debió practicarse la sustracción.
Resultado general: la orden dada á los puntos de envío
de no repetir la broma, y dar que ganar á todos, sin re-
cibir la cosa que tantos fletes cuesta; pues es preciso saber
que no avaluándose por el peso, ni por el tamaño las en-
comiendas, el primer conductor le pone precio según está
su humor. Si de mandar de Buenos Aires á las provincias
objetos de uso se trata, no hay que pensar en ello, pues
no sabria á quien encomendar su trasporte, ni quien le
respondería de su entrega.
Y son millares de pesos lo que importarían las enco-
miendas para una agencia única, que se encargase de todo
aquel engorro de los traspasos, que le es fácil organizar,
teniendo cajas suyas para los vapores, wagones especiales
para encomiendas, y precios módicos que por volumen,
así tomado en grande como de cualquiera otra carga^ co-
brarían los fletadores intermediarios.
Para el envió de libros, joyas, vestidos, obsequios de todo
género, como para recibir quesos, frutas secas, dulces, te-
idosi y tantas otras producciones del interior que no pue-
den obtenerse en el mercado, es una agencia general mas
que un intermedio, un principio creador y generador del
movimiento mismo.
No se manda ni recibe, nada ó poca cosa, porque no hay
una agencia, un Adams ezpress, que esté al habla en todas
partes, para entregarle un objeto grande ó pequeño, sin
discutir precios porque ya están fijados equitativos, á fin
PROGRESOS OBNBRALBS 269
de hacer fácil el envío, y crear el hábito, y con la póliza ó
recibo, en una hoja de papel que se incluye en carta,
tener la seguridad de la entrega ó el pago del valor de
la encomienda, según lo declarado contener al entregarla.
Verán por esta larga esposicíon Villar y Cía., cuan sin-
ceramente les deseamos el mas cumplido éxito, y cuan
grande servicio pueden prestar al intercambio de peque-
ños envios, que son para las familias un motivo de con-
tentamiento y un vinculo entre todas las provincias.
En Alemania el estado que administra los ferrocarriles
y el correo es el mandadero de cartas, paquetes y enco-
miendas, facilitando y asegurando el inmenso comercio de
los pequeños envios, de objetos, como las cartas son el
vehículo del inmenso intercambio de pequeños y diarios
pensamientos. Les recomendamos que pinten verde es-
meralda sus carros, con las letras que han de anunciar
la Agencia. És de buen agüero. — ^Express Villar t Cía.
EL PROYECTO DE FRONTERAS
(Bl NaeUmal, SeUembre 17 de 1879.)
Ha pasado en la Cámara» con leves modiñcaciones y apo*
yado por grandes mayorías, el proyecto de ley presentado
por el Ministro de la Guerra.
Ha concurrido á su adopción la Comisión de Guerra é
ilustrádolo el Diputado General Mitre, con la competencia
que le dan su práctica y estudios anteriores, sobre cuestión
que tiene el privilegio de estar sin solución siempre y
llamar á la puerta cada hora. '
El incidente promovido por el Gobernador de la Provin-
cia, alegando jurisdicción sobre;los terrenos fuera de fron-
tera, dio de nuevo ocasión al General Diputado, para hacer
debida ostentación de sentimientos y principios mas en
armonía con los intereses generales del país.
No renovaremos la discusión, agregando razones de
nuestra parte, sobre tan debatida cuestión, la que creemos
fijada en adelante por el voto de la Cámara.
Nuestra constitución tiene necesidad de retoques para
quitar de ella los resabios que le quedan de las presiones
porque hubo de pasar el texto, á Qn de hacer viable el ins-
trumento.
El General Urquiza, tenia, al entrar en el sistema consti-
tucional, sus tradiciones de partido, que creia afectas á la
victoria obtenida sobre Rosas. La Constitución había de
ser, obedeciendo á estas predilecciones suyas, federal; y
federal según un derecho que á su juicio preexistfa*
La voluntad del pueblo, que iba á constituirse, era reco-
nocida en principio; pero según el orden de ideas tradicio-
nales á que obedecía, esa voluntad estaba de antemano
PR06aB808 QBNBRA.LB8 271
comprometida por el pacto cuadrilátero; y no había medio
de eTitar que en la GoDstítucion constase qae se hacia de-
conformidad con pactos preexistentes.
En vano habría sido insistir en qoe una Gonstitncion se
distingue precisamente de un pacto» en que aquella es ana
ley obligatoria, y un pacto es ana obligación de que es-
posible desligarse. Fué» pues, preciso aceptar las dos
fuentes que se contradecían. «Nos los representantes del
pueblo, en virtud de pactos preexistentes»» — lo que en rigor
de lógica» los constituía Delegados ó Ministros Plenipoten-
ciarios de Estados» y no representantes del pueblo.
La contradicción es mas chocante si se dice» como e&
mejor y mas correcta práctica. «Nos el pueblo» en virtud
de pactos,» lo que anula la voluntad del pueblo, que no es
libre en su acción» sino que ya viene sometido á una obli-
gación^ anteriormente contraída por gobernantes ó Estados.
Las constituciones federales modernas tienen un intér-
prete y juez arbitro decisivo en todos los conflictos entre
poderes nacionales y provinciales. Pueden hacerse valer
estos, y ser atendidos; pero todos están regidos por la dis-
posición que hace que la constitución» tratados, y leyea
que emanen de los poderes que aquella constituye» son la
ley suprema, no obstante todo lo que en contrario digan
constituciones y leyes provinciales. Este admirable resorte
de que carecieron las confederaciones antiguas, constituye
el último tribunal de apelaciones, y la suprema ratio^ que sin
ella estaría librada á la guerra. Desde que la Constitución»,
los tratados» ó la ley del Congreso hablan» todo otro juicio
queda suspendido y sin efecto. La disolución sería la
menor de las dificultades que traerla el dejar sin solución
obli^^atoria las mil cuestiones que pueden nacer de intere-
ses encontrados; y como Legislatura, Gobernadores» milicia
y cuantos ejercen autoridad provincial» son ciudadanos
argentinos individualmente» y deben obediencia á las leyes
del CongroHO, toda opinión colectiva» en nombre de pode-
res provinciales» queda suprimida por el individuo que, sin
ser sedicioso ó traidor á su patria^ la Nación» no puede
sostenerla, desde que reconoce que no obstante toda cons-
titución ó ley en contrarío» prevalece la ley del Congreso»
en que él está debidamente representado.
El proyecto del Gobierno» á mas de asignar territorios á
272 OBRAS DE SARMIBNTO
las provincias colindantes^ tiene por antecedente de ejecu-
ción, el despejar de salvajes, previamente, la área de la
región que quedarla encerrada por la nueva linea que
debe apoyarse en el Rio Negro.
Ayer no mas se han publicado los partes de haber^
tomado veinte indios de Pincen, al trente de la linea actual
Gomo se procederá para ejecutar el despejo presupuesto
para la definitiva ejecución de la ley? Si hubiera una
linea sosteníble detrás de los puntos que hoy ocupan los
toldos de los salvajes, se comprende que la operación ten-
dría un término necesario.
Esperamos oir la autorizada opinión del Ministro de la
Guerra sobre este punto; pero esto no estorba que indi-
quemos, lo que ya parece vienen aconsejando los hechos
que se repiten diariamente.
Hace tres años que se emprendió el desalojo de los
indios; y el ejército ha operado con buen éxito, toda vez
que ha acometido en divisiones reducidas avanzar haéta
las tolderías.
Los indios están decididamente quebrantados; pero no
se olvide que los principales' resultados obtenidos ha sido
traer á término las depredaciones de los restos de la tribu
de Gatriel, sublevada y lanzada al desierto. Si estos indios
sometidos desde 1850, hubieran permanecido del lado de
los cristianos, mucho menos productiva habría sido la
inmensa labor del ejército y los caudales enormes gas-
tados.
Aun en la tribu de Pícen ha influido mucho para debili»
tarla esta vuelta á los antiguos hogares del viejo Blanca
Grande, que es todavía una ramiñcacion de la tribu de
Gatriel, pues era antes segundo en el mando.
Descartando este accidental refuerzo de las indiadas sal-
vajes, quedan los Ranqueles y Namuncurá como las ma-
yores fuerzas que resistirían al desalojo. Los continuos
encuentros con los indios han demostrado que no hay que
temer ó prometerse se presenten en fuerza á disputar el
terreno; pero las distancias, el desierto, la astucia del débil
que se defiende, y nuestra inevitable falta de caballos, para
empresas de centenares de leguas de batida y de tiempo
indefinido de persecución, opondrán obstáculos, que pueden
dejar burladas las esperanzas.
PROGRBaOS &BNERALB8. 273
No habría un sistema de persecucioa indicado ya por los
bechos, que guarde al mismo tiempo la frontera viva, es
decir la parte poblada?
Si fuera posible consultar á los jefes experimentados que
están actualmente sobre la brecha, digámoslo así, podrían
saberse los inconvenientes que tendría la idea que vamos
& apuntar.
Trescientos hombres bien montados, con cien infantes
de base, nos parece, dado el terror impreso k los indios
y su debilidad numeraria, fuerza incontrastable para los
salvajes. Doscientos, obrando independientes, y librada
su acción á la pericia y actividad de su jefe, sin campa-
mento ñjo^ y en campaña permanente darían cuenta de
los salvajes, en mas ó menos tiempo.
Para hacernos comprender, llamaremos á este sistema,
sistema Rauch. Guán diversas sean las situaciones y cuan
grande la escala en que hoy se opera, parécenos que las
circunstancias vuelven á ser las mismas. De Rauch á
nosotros, media la emigración de Calfucurá, araucano, k
estas tierras y, de 1875, la vuelta de Gatriel al desierto.
Una y otra fuerza entán quebradas ya, y solo se trataría
de aniquilarlas, con poco costo.
Lo que hay de deplorable en la frontera, es el exceso de
fuerzas y de dinero que cuesta su defensa, en proporción
del número de los enemigos.
Hay \ina fuerza suficiente, para cada punto que los sal-
vajes escojan, en una larga extensión de leguas.
El cambio de plan consistiría en no hacer continua la
línea de defensa, desde que ya se sabe que el ataque se ha
de reducir á treinta ú ochenta ladrones que vienen en
busca de yeguas. Por el sistema que proponemos, la alarma
y el peligro estarían para el salvaje en sus propios toldos.
La movilidad de grupos de fuerza, suponemos, sería en
gran número de casos, freno y escarmiento á las tentativas
parciales de invasión, pues estas serian desconcertadas
por la inopinada presencia y encuentro de las tropas en
movimiento, ó seguidas por el rastro que dejan & 3u paso.
Claro es que las poblaciones estarán espuestas, de vez en
cuando & accidentes pero no debe olvidarse que estos
accidentes de pequeños malones que salvan la linea ex-
ToVO lU.— IB
274 0BRA8 DB 8ARMIBNT0
terior de defensa y llegan k las poblaciones, se yieneo
repitiendo no obstante la línea continua, de años atrás^
7 no los ha estorbado hasta ayer la vigilancia de los jefes.
Tomemos, pues, las cosas como son; y aceptemos que
han de haber invasiones de indios, que se infiltren por
entre las divisiones en campaña activa.
Obra será del vecindario amenazado rechazarlas por su
propia conservación, como ya lo han hecho valientemente
los paisanos^ toda vez que ha ocurrido el caso. No es per*
fecto, ni de echarse & dormir, el plan que proponemos,
pero es hacedero y ahorra ingentes sumas y grandes fuer-
zas empleadas para obtener, en proporción, pobrísimos
resultados.
k TONTAS Y A CIEGAS
{SI Nadofial Agosto t6 de 1882).
Era de cajón que el proyecto sobre fronteras había de
recibirse con palos de ciego por los que viven en perenne
acecho de coyunturas para hincar el diente en la piel
del Ministro de la Guerra.
Lo mismo habría sido que el General Boca hubiera
publicado un documento destinado á combatir la ocupación
del Río Negro. La censura tonta y cargante contra las
ideas del Ministro habría venido en la mañana siguiente
como el resultado obligado de la digestión de la noche.
Estos caballeros necesitan desocuparse todos los días del
caudal de bilis que acumulan durante las horas del sueño.
De lo contrario, reventarían, como podrá corroborarlo el
hermano facultativo de los hermanos Gutiérrez.
Que «el proyecto del General Roca, dice El PuESLa
copiando á La Nación, es una letra sobre el porvenir que
no pagará el firmante.»
Hé aquí un lapsus de la pitonisa de la calle San Martin
de que automáticamente se ha hecho reo el otro.
En todo caso, el Ministro Roca sería el aceptante y
no el firmante. La letra sobre el porvenir está girada
desde once años atrás por el Presidente que puso el
cúmplase á la ley de 1867, dictada bajo sus inspiraciones.
Que mala memoria, señores críticos!
PROGRESOS GENERALES 275
Desarrollemos la metáfora y digamos entonces que el
General Roca es un capitalista aÍ3negado que toma sobre
si el giro de un tramposo político á quien cerraron sus
cajas los mismos ministros de su administración; de un
quebrado que, para desfogar su fiebre de gloria y de
renombre, nos llenó de letras como la de la guerra del
Paraguay, firmada con la sangre de cuarenta mil argen-
tinos y que el porvenir vá pagando poco á poco en mo-
neda de descrédito y de pérdida de influencia en nuestra
politica exterior.
Qué figuras retóricas tan aturdidas, señores Aristarcos
por contrato I
La critica que El Pueblo Argentino hace en detalle del
proyecto de avance de las fronteras, se reduce mas ó menos
literalmente á estos términos y á este lenguaje :
¿ Con que fuerzas se va á efectuar la expedición ? No
lo sabemos. ¿Es posible operar con el ejército que ocupa
las líneas actuales y cuanto tiempo durarán los prepara-
tivos? Nada de esto sabemos. ¿ Gomo se hará el emprés-
tito? Hay probabilidades de colocarlo? No lo sabemos
tampoco. ¿Hay fuerzas bastantes con las actuales para
operar y guarnecer la linea, ó se cuenta con otras? Lo
ignoramos también, y por lo tanto, no pódennos juzgar de la
pracUcabilidad de ¡a operación.
Pues entonces, si nada sabe Vd., envuélvase en la capa
de su ingnorancia y hágase mas bien el distraído, mien-
tras los que saben discuten como la gente el mas tras-
cendental de nuestros problemas internos.
¿Hemos de esperar acaso á que Vd., haga memoria^ k que
Yd. haga entendimietUo^ como dice el epigrama?
Parece broma, pero todo lo que dejamos transcrito
está estampado en el tercer editorial del Pueblo Argentino
de hoy. Empieza ese editorial diciendo que el General
Roca no hará nada y que el proyecto de avance no es
sino un giro sobre las generaciones futuras que proba-
blemente no hallará nunca quien lo pague, y acaba por
declarar que, por falta de conocimiento de causa,
no puede el autor del artículo juzgar de la practicabüidad de
h operación.
A esta familia literaria pertenecen todas las produccio-
nes de estos censores á outrance de la situación. El cuento
GBneral P-:c» » m- ^~^'i^ ^zi^^z^: tj- izm ;■['!■
BÍ el giro de c:. ^-t-n-i'-si v..;:.;* - ■— ^ «rriro: sa
cajas los tniszjta TL-i-aiir^ o- «. ■.itLrr.ííTrc::.- i- Ji
quebrado q^c, :¿-"i Lr=¿ cic a it^j--- u- ;; .■:i. ^ 't-
renombre, cíe ..íoj: iii lírtí r-itn u. ;i- k ;:Lirrr;i u-.
Paragudy, firmiU ^y^ ¡± ici^r»- jt --.jit--?i:u. eii ur^'^i-
tinos y que el f.i-rríi.j- t» i-nja:.^. ii-:'?¿ i i>r:i- ei ilv-
neda de descréjiij y je i^rr^.^ 0= !zlz.j^^^ -fi i:j-i„-t
política eiUri.jf.
Qué figuras reióricas un aturdidas, B^íiares AriSlarc-jB
por contrato !
La critica que El Pueblo Amentino hace en detalle del
proyecto de avance de las fronteras, se reduce mas ó meiios
literalmente i estos términos y k este lenguaje :
¿Con que fuerzas se va á efectuar Ja expediciun? No
lo sabemos. ¿Es [wsible o|)erarcon el ejército que ocupa
las lineas actuales y cuanto tiemfw duraiin loa preparu-
Ü70S? Nada de esto sabemos, i Comose hará el enij-res-
tiioí Bay probabilidades de colooario? No lo sabíiiioa
Umpoco. ¿Hay fuerzas t-astdDtes con las actuales para
operar y paraecer la lic^, ó se cuenta con otras ^ Lo
ignoramos Umbien, y ^^.r k- ■^i.n, „ ,,.,^^1, ^..„^ ¡^ ^
Pnes eütóocea, si nsd» %ab* T i_ «-t-j., . ^^ .
de su ÍQfpioranna y bijii* ü^ tw - • . . , ' *
tras los que saben iist-.y^ Tr-.-. . .™-. "^"■"' ^ "'■'
27d 0BRA.8 DE «ARMIBNTO
es sacar la lengua á. pasear sobre algunas carillas de
papel, aunque por fin de fiestas tengan qué «irse y
no decir nada », como el portugués del cuento.
Cuantos grandes pensamientos se llevarían á feliz tér-
mino si las malas cabezas que los combaten no tuviesen
mas meollo que las de los redactores del Pqeblo Abgentino.
DISPOSICIONES PREVENTIVIS^
(El Nacional, Septiembre S de 1879.)
Sabemos que el ministro de hacienda se ocupa activa-
mente en preparar los medios de llevar 4 cabo el proyecto
de dar á la frontera su ubicación definitiva, apoyándola en
el Rio Negro.
Se nos ha comunicado asi mismo un proyecto de ley, que
tiene por objeto establecer bases y garantías para un em-
préstito de millón y medio de fuertes que estarían dispues-
tos á suscribir gran número de estancieros interesados en
el buen éxito de la empresa, de lo que se ha dado comuni-
cación al Ministro de Hacienda, á fin de que lo tenga en
cuenta.
Nos abstenemos á designio de abrir juicio sobre la prac-
ticabilidad del proyecto del Ministro de la Guerra, hasta
que sean mejor conocidos sus detallea
Queremos, sin embargo, llamar la atención sobre otro
género de medidas preventivas, que aconseja la previsioa
de malones k las poblaciones fronterizas, mientras se
afianza un sistema de defensa, que por mas comprensivo,
ha de establecerse mas lejos todavía que lo que está hoy
de las poblaciones rurales que debe asegurar.
De los prolijos datos recogidos por el Ministro de la Gue-
rra, resulta que ninguna tribu, ni la deNamuncurá, ni los
Ranqueles, están en condiciones de emprender un ataque
serio á las poblaciones.
El escarmiento que esperimentó Galfucurá, fué el último
esfuerzo para conservar la superioridad que mantuvo años
antes; y sin la sublevación de Gatriel, cuya tribu fué á au-
mentar el número de lanzas salvajes, mucho dinero se ha-
bría ahorrado, y el avance de la línea hacia el desierto dado
mas prontos y seguros resultados.
PR00RBS08 6BNBRA.LES 277
Aun con las fuerzas hoy acumuladas en la frontera y la
actividad ofensiva que ha tomado nuestro ejército, no pasa
un mes sin que se anuncie la aparición de pequeñas inva-
siones, que llegan, burlando la vigilancia del ejército, hasta
las poblaciones, y arrebatan arreos de yeguas, que por lo
general se les quitan^ pero que es prudente creer no siem-
pre se consiga en su totalidad.
Es de la repetición de este hecho, que creemos inevitable,
de lo que queremos ocuparnos.
Cualquiera que sea el número de los soldados que cubren
la frontera y la vigilancia de sus jefes, el hecho se ha consu-
mado tantas veces y continúa reproduciéndose tanto que
debemos creer continuará en adelante y acaso con mas fre-
cuencia, mientras se realiza el plan general de una nueva
ubicación de la linea interior de defensa.
La razón es sencilla. Las pequeñas invasiones, escapan
á toda vigilancia por su pequenez misma, como el ladrón y
el ratero, en las ciudades, burla las precauciones tomadas
para la defensa y conservación de la propiedad, y la red de
vigilantes que de día y noche observan todos los movimien-
tos. Los indios, al acpmeter estas empresas, luchan por la
existencia, pues de proveerse de alimentos se trata, y son
verdaderos empresarios los capitanejos que acaudillan una
espedicion, rodeada de peligros, es verdad, pero disminuidos
por la esperanza de eludirlos en presencia del hambre que
los aguijonea, y la que á riesgo de la vida deben acallar.
Habrá, pues, constantes invasiones, en busca de los arreos
de yeguas, cuyo ligero andar se presta á los cálculos del
baqueano del desierto.
Para precaverse contra este azote, creemos que aun no
se han tomado suñcientes precauciones, y nos proponemos
aconsejarlas.
La defensa de las fronteras se hace hoy con el dinero de
las rentas públicas, y con la sangre ó el trabajo del soldado
ya sea de linea, ya como auxiliar de la milicia.
El hacendado, el país, la estancia, el poblador, no se de-
fienden á si mismos, ó no ayudan sino por su concurso ar-
mado, cuando el caso ocurre, á hacer mas eficaz ó mas fácil
la defensa.
El poblador, en los puntos mas avanzados de las pobla-
ciones de reciente creación, se establece, ó establece un ca-
278 ObllAS UK SAKMiKNTO
pataz y peones, con el grupo de ganado de que puede dis-
poner.
Solo á los años, y aun asi no siempre, construye casa,
zánjeos, palizadas, que opongan resistencia á los ataques
inopinados de los salvajes.
Cria yeguas á las barbas de los indios, sin recordar que
este es el incentivo principal de la invasión; y establece en
ranchos de poquísincia consistencia las gentes que cuidan
de sus ganados.
Nuestra opinión es que el gobierno debe establecer con-
diciones de población, y hacerlas observar rigurosamente,
imponiendo que los que van á poblar campos nuevos y los
que ya ocupan cierta zona de los ya poblados, llenen aque-
llas condiciones.
No es cierto que haya el derecho de abandonar casi á la
intemperie, en aquellas llanuras sin limites, á dos, tres ó
mas seres humanos, sin probabilidad de defensa contra
los ataques imprevistos de los salvajes, ni ha de servir de
justificativo la natural indolencia é incuria de nuestros pai-
sanos, que ni reclaman tales garantías, ni ellos mismos
toman precauciones.
DebíerSipues, exijirse con toda estancia fronteriza, que
haya una casa de material, capaz de abrigar á las familias,
y en su defecto un zanjeado en torno de las habitaciones,
de cuya consistencia y capacidad debieran cerciorarse las
autoridades.
En otras partes de América, pues todas las poblaciones
cristianas tienen que luchar con los salvajes, las casas del
fronterizo están rodeadas de fuertes palizadas, de palo k
pique con una sola entrada y puente levadizo, y cuanta
otra precaución requiere la vida de continuo peligro que
llevan.
Háse repetido con frecuencia el hecho, en nuestras cam-
pañas, de ganar la azotea, donde la ha habido, dos ó tres
hombres, y burlarse con fusiles ó escopetas de centenares
de salvajes, que no gustan de exponer su vida, pues no es
la gloria sino el botinloque los estimula.
Las armas de fuego no fueron hasta ahora sino poco fa-
miliares 6l nuestros paisanos, al contrario de los habitantes
del Oeste fronterizo de los Estados Unidos, cuya destreza
PROGRJtSOS OBMBRALBS 279
<Í6 manejarlas comunicaron á los salvajes» quienes les ex-
ceden hoy en lo mortífero y seguro del tiro.
Guando el viajero se acerca á las habitaciones de los
campesinos americanos, lo que mas le llama la atención
es el número de rifles que están á la vista, pues es gala y
ostentación del huésped hacer conocer y admirar sus exce-
lencias.
Estas costumbres, sin embargo, son una garantía de la
vida de toda una familia, y una defensa individual, que
hace mas despejada de cuidados la defensa militar de la
frontera.
Nótase con satisfacción entre nosotros, que ya no son
raros los casos en que los paisanos, al saber la proximidad
de indios, se reúnen expontáneamente, y lejos de huir
como en otros tiempos, acometen por si solos la empresa de
buscar á los salvajes y arrebatarles el robo.
La ley ó la autoridad también debe requerir que en cada
estancia haya un vasto corral zanjeado, á ñn de recojer
los ganados, y ponerlos á cubierto, bajo el tiro de fusil de
la casa zanjeada ó parapetada.
El primer uso que del alambrado se hizo en Buenos Ai-'
res fué en un corral en la estancia de Remedios, para re-
cojer el ganado por las tardes, pues que hacia doce años
•que no aumentaba, disminuido por los robos. El ganado
venia solo al aprisco, y era fácil por la colocación habitual
de cada tropilla, echar de menos la que faltaba.
Nuestros paisanos se burlarían de quien les dijese que
en las estepas (pampas) ,de Asia, los kalmuks hacen pacer
sus yeguadas, marchando estas en filas de á cuarenta de
frente, y en columna toda la tropa, guardando el orden de.
marcha los machos, que se conservan como oficiales, fuera
de formación.
En algunos puntos de América, en guarniciones avanza-
das, al tiro de un cañonazo de alarma las caballadas acu-
den al galope k guarecerse en los corrales. Los animales
son mas suceptibles de educación que lo que general-
mente admitimos, en país donde á los domésticos los he-
mos vuelto salvajes.
El punto mas dificil de lograr y sin embargo el mas n^
cosario, es que no se crien yeguas en una zona de frontera
que los peritos sabrían designar. De este modo, los salva-
280 OBRAS DB 8AKM1BNT0
jes, forzados á penetrar muy adentro en su busca, desistí*
rian de la empresa.
Et uso ya generalizado de la alfalfa, permitirla, con un
potrero de cierta extensión, mantener á pesebre los pocos
caballos que se necesitan en una estancia, cuando los que
se conservan están bien mantenidos, y el no tener & dis-
posición una cantidad de ellos para remuda, hace mas
cuidadoso á los ginetes. En Europa, se sabe, un soldado
de caballería no conoce mas caballlo que el que se le
da al incorporarse al cuerpo, y con ese hace todas su&
campañas.
Estas exigencias de la ley, forzarían á los pobladores ¿
poner un poco de mas capital, y un poco de mas inteligen-
cia, con medios mas civilizados y civilizadores que los que
hoy emplean porque de ningún auxiliar echan mano.
El poblador empresario es responsable de la vida de Ios-
hombres que toma ¿ su servicio y deja abandonados en
el desierto sin un punto fortificado donde salvar del
peligro.
En cuanto al derecho de legislar sobre estos puntos, cree-
mos que no habría cuestión, ni aun sobre la prohibición de
crear yeguas, pues sobre este producto se ha legislado^
prohibiendo venderlas, lo que constituía una servidumbre
de la frontera.
{Bl Saeional, Octubre 4 de 1878.)
Sancionóse ayer en el Senado el proyecto que provee & la
traslación de las fronteras al Rio Negro, con una aclaración,
mas bien que una ligera enmienda, propuesta por las comi-
siones reunidas.
Alguna contradicion parcial que obtuvo el proyecto,
obligó al Ministro de la Guerra á sostenerlo en general,
dándole ocasión de hacer ostentación de su estudio espe-
cial de las cuestiones relativas á la linea de fronteras, y
demostrar como el paso definitivo que hoy se daba, venia
preparado por los que se sucedían de años atrás, bajo las
pasadas administraciones, desde la época en que el ejér-
cito que guarnecía la frontera campaba en Rojas, hasta que
de avance en avance se había ocupado á Garué.
Surgió en el debate la idea de añadir un articulo, para
PROGRB808 OBNERALBS 281
asegurar al ejército una porción del territorio que habría
de conquistarse, idea que fué desechada, por la dificultad de
hacerla efectiva, no pudiendo calcularse ni deBnirse el
tiennpo que absorverian las operaciones militares, ni los
cuerpos de ejército que habrán de sucederse en la ejecución
de obra tan indeñnida.
Tales recompensas, que perturban el espíritu del solda-
do y las reglas estrictas de subordinación y deber, dando
margen entre gente pocoinstruidas,^ quejas de haber sido
engañadas, han acabado siempre por tomar la forma de
boletos que establecen el derecho k una porción de tierra;
boletos negociables, que reúne el vivandero, que reconcen-
tran otros, y acaba por ser papel de crédito y fondos públi-
cos que suben y bajan, según que el mercado acrece ó
disminuye la posibilidad de que los dichos vales sean ubi-
cados en alguna parte, lo que rara vez se realiza, sino es
en beneficio de especuladores.
Fuera de las Cámara, ya pululan los proyectos de ocupa*
cion y venta de todos los grandes territorios que quedarán
despejados de salvajes, con la ocupación del Rio Negro.
Gomo sucede siempre, la imaginación popular está ven-
diendo la piel del oso, antes de haberlo cazado. El Ministro
de la Guerra observaba con razón que bastaba la apari-
ción de ocho indios, para hacer precaria é insegura la
residencia de cristianos, en los puntos amenazados de tales
visitas.
El nuevo avance de las fronteras dará ocasión, como se
hizo notar muy bien, á estudiar topográficamente el terri-
torio vastísimo que hoy ocupan ó recorren los salvajes; y
como ya se sabe que no es un Sden de venlura, y que no en
toda su extensión sirve aun para la morada de salvajes,
convendría que el gobierno esperase á obtener, como pri-
mer fruto de sus exploraciones, datos mas completos que
los de que puede disponer hoy.
Una observación debemos añadir para contener estas
prisaSi y es que la ocupación de la América del Sur por loa
españoles se distingue de la de los ingleses en el Norte,
en que aquellos se repartieron la tierra en las proporciones
que ácada uno ocurría, quedando asi países enteros poseídos
titularmente, desde que unos cuantos con colonos se esta-
282 OBRAtf DE SARMIBNTO
blecian, mientras que toda la sabiduría del sistema ameri-
cano del norte consiste en conservar todo el territorio
despoblado, como una reserva» para las generaciones veni-
deras, no abandonando á la presente sino la cantidad de
tierra medida, que solo cultivándola será bastante á satis*
facer las exigencias de una familia.
La sola ocupación del Río Negro, abandona ya cuatro mil
leguas de terreno á la especulación del capital ó á la lenta
ocupación del estanciero.
Hay en ellas campo vasto para absorver la actividad de
la generación presente, si se tiene en cuerna que otras tan-
tas leguas hablan sido ya encerradas por las fronteras de
Buenos Aires y lo estarán en breve por las de Córdoba y
San Luis. De ahi no debe pasar la colonización.
LOS INDIOS
{Bl Nacicnal, Noviembre 3 de 187f.)
En medio de tantas preocupaciones que absorven la
atención pública, viendo acumularse nubes en el ho-
rizonte, el espectáculo que presenta nuestra frontera
viene á retemplar los espíritus y hace nacer la esperanza
de soluciones felices, que habremos de obtener para todas
las cuestiones pendientes.
Hace un año, á que los salvajes sienten pesar sobre ellos
las armas de nuestros valientes soldados; y el desierto no
es ya un refugio á donde puedan en adelante sustraerse á
su alcance.
Nuestros soldados se baten en una ostensión de tres-
cientas leguas, y á una victoria sobre Pincen, Catriel ó
Namuncurá, responde otra sobre Baigorrita ó los Ranqueles.
No son ym, nuestras fronteras las que se defienden, sino
ios toldos los que son desbaratados en los puntos, lejanos
del desierto, y traídas las chusmas á incorporarse en las
poblaciones cristianas.
Mucho ha de valerle al Ministro de la Guerra este feliz
comienzo, en la grande obra que emprende, de fijar para
«n adelante las fronteras. Si esta obra no se consolidase
tan pronto como se espera, los andamies puestos para
levantarla serian, por si solos, una grande obra.
PROGRKSOS QBNBRALBS 283
Los salvajes aterrorizados por esta serie de golpes que
han recibido, forzados á abandonar por inseguros sus an-
tiguos toldos, tienen que agregar á las pérdidas reales
esperimentadasy las que produce la desmoralización y el
cambio de morada.
En medio del desierto» al rededor de lagunas en campos
dotados de pastos ó de cacería, el salvaje se constituye
una patria que ama, como el groenlandés ama sus hielos
y sus focas. Abandonarla por insegura, es para ellos, conjo
no lo es para nosotros por la comunidad de los pueblos
civilizados, la mayor de las desgracias; y el quebranto de
la destrucción de sus toldos, el, alejamiento de sus antiguas
guaridas, no lo reponen en las nuevas, en largos años.
Gooper ha pintado con sus rasgos admirables la desola-
ción de las tribus, que sucumben y acaban por disper-
sarse.
La obra que terminará, debemos esperarlo, el General
Roca, y que principió con éxito el malogrado Alsina, venia,
sin embargo, preparándose y marchando adelante, de mu-
chos años atrás.
Son imperceptibles los cambios que se vienen lentamente
operando en el espíritu de los pueblos. Sería hoy difícil
esplicar porqué había decaído á tal grado el sentimiento
de la superioridad de las armas nuestras sobre la chuza
de los salvajes, cuando de 1852 adelante alguno de nuestros
jefes se daba por bien librado, abandonando de noche sus
tiendas para escapar de Galfucurá, el rey del desierto en-
tonces; cuando al General Hornos le lanceaban los soldados
en la formación y los coraceros pedían misericordia en un
corral, en cuya puerta, sin poder salvarlos, morían valien-
temente Otamendi y sus compañeros de sacriücios.
Pero pasaron años sin que los paisanos se atreviesen á
hacer sin el auxilio de tropas, frente á un puñado de sal-
vajes. Fuese, sin embargo, desvaneciendo el terror: los
indios esperimentaron con Galfucurá derrotas formales,
hasta limitar sus escursiones á malones de robo de yeguas
y sin la desmoralización que trajo á la frontera, el distraer-
se sus jefes de sus deberes para encender la guerra civil
los indios, sin el auxilio que les llevó Gatriel con sus ocho-
cientas lanzas, estarían ya amedrentados y sometidos.
La mitad de los gastos hechos posteriormente se han
284 OBKAS DB «AIUIIBNTO
íoTertido en reconquistar lo perdido entonces, sometiendo
de nuevo á las tribus mansas sublevadas y vueltas al de-
sierto.
La muestra mas inequívoca del progreso hecho en estos
últimos años, está en arrojo de los paisanos, que al Sur de
Buenos Aires ó de Mendoza, hacen frente, de su propia
cuenta, á ios indios, dándose cita y saliendo en su busca
hasta escarmentarlos. Merced al nuevo espíritu del ejér-
cito y de los paisanos, se reconquistó el país que media
entre el Río IV y V, y la vasta ostensión que guarda hoy
el paso del Rey, al norte de Santa Fe.
Lo que presenta de nuevo la secular lucha con ios sal-
vajes, no es solo la diminución de sus lanzas, como lo ha
demostrado el General Roca, sino el ataque de las tolde-
rías, que hace diez años habría parecido empresa desca-
bellada, y que lo era en efecto, antes que gradualmente
hubiere la línea de frontera, avanzado desde Junín y Bra-
gado, con el General Gaínza, hasta donde las llevó mas
tarde Alsina, abriendo el período de la invasión á los tol-
dos, que ha reducido á sistema el General Roca.
Aun sin la ocupación del R'o Negro, que sería la nece-
saria consecuencia, podemos úisminuir el ejército en pocos
años, pues del actual desastre de los salvajes, no podrán
rehacerse en muchos mas; y es la ley fatal de la vida
salvaje, que nunca pueden repararse sus pérdidas, pues
en contacto con pueblos civilizados, están condenados á la
final estincion. Cada arreo de chusma, es una tribu que
desaparece del haz de la tierra.
EiPRÉSTITO RIO NEGRO
{Bl Nacional, Noviembre iltle 1879.)
La Comisión del Empréstito Nacional de Rio Negro y
Riachuelo, dirige á las personas que supone interesadas
en el éxito de aquellas grandes empresas, la circular que
copiamos á continuación.
Las razones que los comisionados hacen valer, están
ya en el ánimo y en la conciencia pública; pues pocos
proyectos de empréstito han suscitado menos objeciones
que este.
PH06RB«(0» GBNERALBS 285
Apelan al patriotismo, y al interés del capital, para que,
unidos, secunden los propósitos del gobierno.
Cuando se inició la idea de la tiaslacion definitiva de la
frontera al Río Negro, había en perspectiva la grave ope-
ración de desalojar los salvajes del territorio intermedia-
rio, operación que si bien era segura, quedaba sujeta á
la^ contingencias de todos los cómputos humanos.
Los sucesos se han anticipado, sin embargo, y lo que habia
de esperarse del tiempo, está ya realizado en gran parte.
Los salvajes han sido asaltados en sus toldos, tomadas
parte de sus chusmas, perseguidos y dispersos los restos
de las tribus y ahuyentadas en el desierto.
Esta rapidez misma de la operación preliminar, hace
urgente llevar á término la obra comenzada. Seria una
falta irreparable, sino es á costa de nuevos sacrificios, dar
tiempo á los salvajes á que vuelvan de su estupor, y se
reconozcan y entiendan para mejorar su condición, aun
aceptando la triste situación á. que han sido reducidos.
Estando, como está, listo el ejército, para abrir opera-
ciones, la demora puede solo imponerla la lentitud con
que se reunirían los fondos especiales, destinados á los
gastos que habrá de imponer la toma de posesión de los
nuevos puntos que ocuparán las fuerzas y la instalación
definitiva.
Esta parte de las operaciones, la hará el público capi-
talista, y es lo que la circular de la comisión espone,
en términos que nada dejan que espresar sobre la materia.
Esperamos que al llamamiento, respondan los intereses
bien comprendidos del país, el de centenares de hacen-
dados, cuyas propiedades acrecen de valor por el solo
hecho de alejarse los salvajes, y el de los prestamistas,
que no consultarán sino la buena colocación de sus fondos.
EL CACIQUE PINCEN Y EL EiPRÉSTITO
(51 Nacional, Noviembre It de 1878.)
Sin proponérselo y solo por ver el número último, tenía-
mos por (delante El Brazil and River Píate Mail^ en una de
<^uya8 páginas leíamos lo que ligeramente vertimos del
inglés al español: «El General Roca ha recorrido la mayor
286 0IIKA8 DK 8AKUIHMTO
parte del pais y hallado por todas partes hermosos pastos
y abundantes aguas. Al cacique Namuncurá le quedan
apenas 100 guerreros en Marco Grande. Pincen, ei león de
las pampas» tiene número casi igual en Malalico» diez leguas
afuera de la frontera establecida por el Coronel Alsina.
Todos juntos, poca oposición pueden hacer á nuestra ocu-
pación del Rio Negro y sus tierraSi de cuya riqueza habló
el jesuíta F. Falkner, hace ya mas de un siglo.»
«Los indios que uo aceptaron concesiones ó reservas de
tierras» serán arrojados al otro lado del Río Negro> á la
Patagonia, contando, los que se sometan, con buen trata-
miento ó protección.»
Esto decían el Presidente y el Ministro de la Guerra, en
su mensaje, el 14 de Agosto, al Congreso y antes de cum-
plirse tres meses, el león de la Pampa, como ojo de Al'con,
ó la ave Negra, Blackbird, al Norte, está encadenado, que*
dando apenas algunos restos de su tribu.
Tememos que haya error de traducción, al dar solo cien
hombres á Namuncurá, que si bien ha sufrido varios con-
trastes, fué sin embargo, por muchos años, el campeón de
las indiadas y el terror de las fronteras. Calfucurá, su padre
alcanzó á mandar mil quinientas lanzas.
Desde aquellos tiempos, las tribus que le obedecían, como
las de ios que accidentalmente eran sus aliados, han venido
recibiendo frecuentes golpes, que como lo observaba el
General Roca, habían disminuido enormemente el número
y la pujanza de sus lanzas.
Con motivo de haberse, en la pasada administración,
tomado medidas preparatorias para ocupar la isla de
Choelechoelí que motivó la expedición del Comandante de
marina Guerrico al Rio Negro, tenemos á la vista algunos
informes de la época, en que es curioso, ahora, ver las
impresiones de pavor, que todavía inspiraban los indios.
Por curiosidadi trascribiremos algunos trozos. El indio,
«dice, uno de los prácticos de la guerra de frontera de en*
tonces, es un enemigo terrible.»
«El Gobierno Nacional ha mandado ocupar militarmente
la isla de Choelechoel, con el objeto de poner en ejecución
la ley del Congreso, que manda avanzar sobre el Rio
Negro una nueva linea de frontera, hasta encontrar las
nacientes del Rio Colorado, en la Provincia de Mendoza»
PROGRESOS GENERALES 287
agregándose al efecto, debe mandar dos comisiones cientí-
ficas, que, saliendo de San Rafael, Provincia de Mendoza,
la una, y la otra de Choelechoel, partan, hasta encontrarse
en medio del trayecto, para que, puestos de acuerdo, pue*
dan ir fijando la linea militar y demarcando los puntos
principales donde pueden colocarse los fuertes de la nueva
línea que, según persona competente, puede quedar per-
fectamente guarnecida con mil quinientos hombres.»
«El indio es un enemigo temible, á quien debe estarse
preparado para recibirle en el momento menos pensado,
en cualesquier número que venga: conozco las precauciones
sagaces de que se valen para invadir, debido á lo cual»
raras veces son sentidos, y en muchas otras se han visto
llegar, detrás de las descubiertas que dieron parte sin
novedad: tengo conocimiento de las diferentes clases de
invasiones, que varían desde pequeñas partidas hasta masas
de dos á tres mil; la mayor la encabezaba el cacique Arau-
cano Llanquetrú, el año treinta y tres, compuesta en su
mayor parte de indios chilenos: tengo conocimiento de su
estrategia y modo de combatir miando á ello son obligados^ y
que por la sencillísima formación que adoptan hacen es-
tensa su linea, amenazando desde luego nuestros flancos y
retaguardia, á la vez que dan sus cargas hasta nuestra
linea, y aun hasta los cuadros; la segunda la he presen*
ciado el año treinta, en la Loma Negra, Provincia de Buenos
Aires, que derrotadas las alas, cuasi en su totalidad, estuvo
en inminente peligro el centro, que se hallaba en cuadro»
mandado por el General Pacheco: he visto el año treinta y
dos, en el Paso de las Piedras, Provincia de Mendoza,
llegar hasta lancear varios hombres, de un cuadro formada
de excelente caballería de línea, pie á tierra: el año treinta
y tres, al Sud de la Provincia de San Luis, en las Acolla-
radas, vi repetirse en mayor escala aquella escena; de tres
cuadros formados de las dos armas, ocupando el centro el
de infantería, le rompieron un frente á uno de caballería»
pie á tierra, se entiende, que pudo cerrarse gracias á la
buena tropa, muriendo los indios que penetraron en él, y
me consta, que otro de cordobeses y púntanos, mandados
por un Jefe Reynafé, fué completamente desecho en ó por
esos años, pereciendo casi todos los que le compusieronr
para cargar, en estos casos, marchan uno á pié y otro á
288 OBRAS DK 8A&UIKNT0
caballo, formando una especie de dos filas, en que los
primeros llevan la vanguardia blandiendo sus largas lanzas-
Aquí terminaré mis referencias hacia los indios asegu*
rando, que mientras no se sometan tienen por necesidad
que invadir forzosamente en algunas partes, por que no
pueden vivir de otro modo, á no ser que desde el año treinta
3' nueve á esta parte lo hayan adquirido, antes no solo lo
han tenido. Y, por lo que respecta al servicio militar que se
requiere en aquella frontera y á lo que con él pueda rela-
cionarse, bien se comprenderá que no me es desconocido,
pudiendo valorar debidamente al enemigo que tiene que
combatirse, en vista de lo cual, deben emplearse todos los
medios eficaces para asegurar la empresa, sin exponerla
de ninguna manera, bien mirada su magnitud y las conse-
cuencias fatales que acarrearía una impremeditación. Asi,
pues, es de esta base y principios fundamentales que he
partido para opinar siempre, que donde el Congreso ha
mandado que se establezca la nueva línea de frontera,
fuesen los parajes mas adecuados para resguardarla per-
fectamente, de un modo sencillo.»
Hoy no existe ni Llanquetrú con las tres mil lanzas, ni
Galfucurü con las mil quinientas; y en cuanto d. presentar
batalla, y línea cóncava, con infantes y caballeros mezcla-
dos como los romanos, los remington han impuesto otro
orden de batalla, que consiste en no ponerse á su alcance,
habiendo ocurrido ya el caso que, sorprendido un jefe,
sin fuerza por haberla desprendido temprano de su campa-
mento, bastóle hacer tocar una sonata á la banda de cla-
rines, para poner en dispersión un malón, quitarles el
arreo y lo que es mas, hacerles prisioneros, los que confe-
saron que, oyendo clarines supusieron la presencia de
algún escuadrón de línea, y encontraron desesperado el
caso.
Las poderosas tribus han desaparecido, merced & las
dificultades que vienen encontrando de años atrás para
aprovisionarse suficientemente de ganados, pues ya en
J874, por informe del General Kivas, las boleadas mismas
PR00RB80S 6BNBRA.LBS 289
«ran poco fructuosas, por haber agotado, á, fuerza de repe-
tirlas, avestruces, gamos, guanacos, etc., que les ayudaban
á matar ó entretener al menos el hambre.
No es de grande importancia numérica la destrucción
de la tribu de Pincen; pero de mucha consecuencia por su
influencia moral y sus relaciones de parentesco con otros
caciques de la Pampa, entre ellos Manuel Grande, que per-
tenece á la tribu de Gatriel.
Ayer hacíamos sentir la necesidad de activar las opera-
ciones de crédito, que sirven de base á la grande operación,
fundándonos en que los sucesos se precipitan, y habría que-
branto en dar tiempo á que los salvajes vuelvan de su
estupor, y la noticia llegada ayer corroboraban, con la toma
de Pincen, las observaciones que le precedían.
Después de esta confirmación, si el público prestamista,
no se apresura á tomar las acciones, con tantas ventajas y
garantías ofrecidas, el gobierno debo darse por advertido
y proceder en consecuencia, á fin de no malograr las ven-
tajas adquiridas.
Sn Chile, el capital se ha mostrado mas aventurero siem-
pre, suscribiendo por millones á empresas lejanas de minas,
como las de Caracoles, ó de la extracción de salitrci de los
desiertos del Perú.
Entre nosotros, con los negocios de ganado, ó alquileres
de casas, está habituado á proceder con mesura, y en espe-
culaciones tradicionales y caseras. El juego de la Bolsa,
absorve la imaginación y la parte aleatoria que entra en
los negocios, dando ocupación á los capitales con esperanza
de lucro próximo, aunque algunas veces, (la mitad de los
casos) traigan menoscabo del capital.
No tenemos el petit rentier, el doméstico retirado, que
busca colocación en los fondos públicos á su escasa fortuna
-contando con asegurarse renta.
Si, pues, la opinión no está ya lanzada en el empréstito,
podemos estar seguros que no lo estará mas tarde.
Los ferrocarriles de Buenos Aires han dado otras veces la
Tomo ni. ^19
S90 OBRAS DE SARMIBNTO
medida de nuestra capacidad desuscribirs acciones, aun
cuando, como en el presente caso, están doblemente
garantidos.
LOS RINQUELES Y LOS RUMIES
{Bl Nagkmal, Noviembre 18 de lf79.)
Rumies, eran los cristianos y civiles, en Francia, que po-
nían el grito en el cielo, cuando hubo el general Lamorí-
ciére de tomarse represalias contra las habituales cruel-
dades de los&rabes.
Igual cosa sucedió cuando el General Sherman, mandó
no hace seis años, pasar á filo de espada una tribu, sin
exepcion de niños ni de mujeres.
Necesitábase un escarmiento contra la perfidia de sal-
vajes, que, llegando el caso^ estrellan los niños y cristianos
contra las murallas ó el tronco de los árboles.
Tenemos actualmente el clamoreo aturdidor de una frac-
ción de la prensa, contra un acto de severidad, ejercido
contra tribus traidoras.
No diremos nada, en justificación del hecho del coman-
dante Roca, según él dá cuenta al Ministro de la Guerra.
Queremos que quede á la apreciación de quién quiera, y
bajo el punto de vista que prefieren mirarlo. Los salvajes
no están bajo el palio del derecho de la guerra, precisa-
mente porque ellos no lo reconocen ni respetan. Se les
tratado ordinario, con la indulgencia que merece el hom-
bre en estado de naturaleza. Pueden tratárseles con el último
rigor, cuando sea necesario infundirles tensor, para conte-
nerlos en sus propósitos salvajes. De los ranqueles, diremos
á los filántropos, que habiendo el gobierno mandado un
sacerdote, á vivir con ellos y estudiar el medio posible de
traerlos á mejores costumbres, el sacerdote de regreso, in-
formó de palabra, no creyendo compatible con su ministe-
rio, hacerlo de otro modo, que se habia convencido» al ver
el estado de depravación moral á que habían llegado, que lo
único posible era quitarles los niños!
No entramos en el fondo de la cuestión, sino en las apre-
ciaciones de los que afean el acto. También diríamos de
!
PROGRESOS GBNBRALBS 291
ellos, lo que el buen padre, que la depresión moral ha toca-
do ya el último término.
El suceso ocurrió en Mercedes, de San Luis. Un N. N. del
Rio IV escribe á un B. B. de Córdoba, que los indios fueron
asesinados en un corral; y la prensa política nuestra, dá
por cierto el accidente, y cuatro días después declama vir-
tuosa, humana y heroicamente, contra tamaña atrocidad.
Porqué no añrma con todas sus letras el del Rio IV, la
revelación que hace del atentado? ¿Porqué lo acojen tan sin
reserva los que aquí lo comentan?
No por otra razón, sino porque pueda.tfanar, aquella agra-
vación, el buen nombre del Ministro de la Guerra.
Al oir las imputaciones odiosas que contienen los escritos
que comentamos, se preguntaría con razón, ¿cuáles están
mas depravados, cuáles son los mas bárbaros y cuáles los
ranqueles ó los cristianos?
El mundo europeo se conmovió al oir el relato de las
crueldades de los turcos con los cristianos sublevados de la
Herzegovina, que dio origen á la guerra y á la desmenbra-
cion que en castigo ha sufrido la Turquía.
La pintura de que nuestros sentimientos y de nuestras
costumbres hacen los diarios, mentidamente humanitarios,
hacen del ejército y gobierno argentino otra Turquía, en las
atrocidades ejercidas con los bárbaros.
Cuentan, es verdad, con no ser creídos, tan habituados
nos tienen á este lenguaje; pero no es posible sustraerse á
la impresión que ese lenguaje mismo deja en el ánimo.
Casi es permitido creer que tales horrores se han cometi-
do con los indios, en pueblo donde tales diarios se escriben,
y donde para servir á ñnes políticos, se aguza el ingenio, á
fin de hacer el mayor mal posible.
Si se pregunta cuál es el mas bárbaro, el mas inmoral, el
mas cruel y el mas desenfrenado, entre el comandante Ro-
ca y el autor de los artículos que lo vituperan, que los de-
nuncia, todo hombre que tenga resto de sentido moral dirá
que el último le exede en perversidad, en crueldad y en
malignidad. Si se quiere juzgar del sentimiento moral de un
pueblo, por el lenguaje de los diarios, al comentar el hecho
puede asegurarse que el hecho debe de ser cierto, si no es
mejor el comandante que el escritor. Tal para cual. Esta
es la verdad.
202 OBRAS DK 8A.KU1BIIT0
El primero se ha entregado á un rapto de pasión colé*
rica, sin duda, contra los salvajes que le matan sus sóida*
dos, mientras que el segundo, sin cólera, sin pasión, sin
interés por los salvajes, destroza, infama la reputación de
un jefe, á. trueque de aerearle aversiones y, por carambola»
á un ministro que lleva el mismo nombre. £1 primero, ha
dado una orden, cruel sin duda; pero cuyo pensamiento
constituye un solo acto. El segundo, comete en dos, tres,
cuatro artículos seguidos, tantos crímenes como imputado*
nes odiosas acumula. Allá hay un acto bárbaro, contra bár-
baros, aquí el refinamiento civilizado de un espíritu sagaz,
insidioso, para buscar nuevas faces con que exitar el odio
contra uno de su clase social, de su raza, de su civil'usacion.
¿Cuál es el mas depravado? Pueden correr parejas el que
maneja la espada, y el que degüella, despedaza, y tritura
con la pluma; pero si no es cierto el hecho imputado al pri-
mero, queda solo subsistente y en claro la maldad que su-
girió los dicterios, las calumnias, y hasta la invocación de
los padres de la Patria, los recuerdos de la Independencia,
los principios de justicia y los sentimientos morales, todo
paradañará la reputación de un jefe subalterno y alcanzar
á la de un Ministro.
Conocemos la severidad de esos mismos diarios, cuando
en presencia de los hechos escandalosos que se suceden
sin tregua en estos países, recuerdan la frase ominosa de
SotUh América^ con que el mundo los designa como quedó
por muchos años en los Estados Unidos el nombre de Miss
Trolope, que pintó con ruda mano la grosería de las costum-
bres de los americanos de su tiempo»
El grito de Trolope en un teatro, bastaba para que reco-
giese sus pies algún chody que los mostraba en público. El
grito de South América^ con que el mundo nos designa moral
y politicamente, bastaría para contenernos de matar ipdios
á corral, y de escribir artículos que son de intención y fac«
tura, verdaderos asesinatos y matanzas, no ya en el de-
sierto, ni de una sola vez, si no en medio de un pueblo cris*
tiano, pero al que sus militares y sus escritores le han hecho
perder todo sentimiento de -pudor y de humanidad.
Imposible que no sea cierto lo del corral de Mercedes, ea
país donde la vtríiMÍde los escritores empu&a para vengarlo
PR0QRBS08 GENERALES 293
el puñal, el veneno, la calumnia, la injuria, el incendio y la
deshonra.
LOS CATRIEL
(Bl Naeional, Noviemljre S6 de 1878).
La últimas noticias de las fronteras, dan en camino
para los acantonamientos del Ejército de operaciones, los
restos de la antigua tribu de los Catriei.
Contaron, según se dice, tres mil lanzas en tiempo de
Rosas. Con el cambio de gobierno á su calda, se desmo-
ralizaron, tomando el Desierto, desde Tapalqué, donde
estaban reducidos. Sometiéronse mas tarde, hasta que
sobrevino la revuelta de caciques secundarios, la de
Manuel Grande, que disminuyó su número.
Hasta 1874, prestaban sus servicios, como indios mansos
en las divisiones de frontera del Sud^ recibiendo raciones
y vestuario, en número de ochocientas lanzas. El cacique
Gatriel, obeso, se hacia arrastrar en coche. A fines de
aquel año, los indios fueron arrastrados en el motin
militar de algunos jefes del ejército, y no habiendo tenido
éxito la tentativa, un segundo cacique quitó la vida al
rebelde, para volver á someterse al gobierno.
Pero no se conmueve la moral de los salvajes, sin que
suframos las consecuencias. Los indios, á su vez, hallaron
que el gobierno nuevo era malo é inconstitucional, y
tomaron otra vez el desierto.
Aumentándose con ellos, de ochocientas lanzas, las
fuerzas de los indios salvajes; y estos conocedores de los
lugares y habituados á mejor disciplina que sus congéneres
de la pampa, las condiciones de la defensa de la frontera
cambiaron enteramente. Namuncur& tenia ofrecidas dos-
cientas lanzas para la defensa. Ahora tenia por el
contrario, ochocientas de refuerzo.
Del mal salió el remedio, y la guerra ofensiva se pre-
sentó como necesidad del momento. El ministro Alsina
emprendió con vigor el ataque & los toldos, y el General
Boca persiguiendo sin descanso esta obra, ha terminado
con la destrucción de la^ diversas tribus, obteniendo la
294 OBRAS Dli. 8AR1ÍI8NT0
desmoralización y sumisión de los restos de la de los
Gatriel.
Si contamos con los que regresen hoy k someterse
al gobierno, y los muertos en diversos combates ante-
riores, que no sean de Pinceo, ó Ranqueles, puede
decirse que ios caudales gastados en estos cuatro años,
se han invertido en gran parte en reparar el estrago
causado por la deserción de los Gatriel en 1874. Por
ese lado, estamos, pues, con la anunciada vuelta de los
restos de la tribu, en la situación en que las cosas
estaban hace cuatro años:.
De este escarmiento han participado las otras tribus,
perdiendo sucesivamente chusmas y lanzas; pero mas
que todo, esperimentando el terror de nuestras armas
lo que es una victoria mas duradera y general que las
que dan los combates parciales. Ninguna tribu se siente
hoy fuera de alcance, y no hace daño ninguno & este
cuadro que á. Baigorrita y Epumer haya tocado algo de la
quema, como se dice.
Hablábase ahora de una reconcentración de tribus,
cerca de Salinas Grandes, en que Namuncurá habria reu-
nido dos mil lanzas, con los Ranqueles que huyen de las
fuerzas del Comandante Roca. No recordamos que el
sucesor de Galfucurá haya recibido contrastes serios en
todas estas escurciones pasadas, ni ponemos mucha fé
en la anunciada reunión de los Ranqueles, y proyectos
de invadir la frontera. Las distancias que tienen que
atravesar, desde los toldos de Baigorrita á Salinas Grandes
imponen, antes de entrar en campaña, un enorm^^
sacrificio de caballos, si bien es cierto que amenazados
y amedrentados de aquel lado, la desesperación puede
intentar milagros.
En el estado moral que ha alcanzado nuestro ejército,
con el impulso que dá una serie no interrumpida de victo-
rias, nada habria que temer sino sorpresas, aun de dos
mil lanzas reunidas.
Cualquiera ventaja que obtuvieran, eludiendo^ como de
costumbre, el encuentro con nuestras fuerzas, sería de poca
duración, sino fuera que pereciendo como están de ham-
bre los salvajes, un malón pudiera refrescar sus víveres por
algunos meses.
PROGRESOS GENERALES 295
Los movimientos actuales de nuestras fuerzas, en pe-
queñas divisiones^ obrando independientemente,* bajo el
mando de jefes valientes y esperimentados, han traido la
serie de triunfos sobre tribus también aisladas, que han
despejado el frente de nuestras lineas. Cada una de
aquellas divisiones hace de por si, en tan vasta super-
ficie lo que el coronel Rauch hacia con la suya, en el limi-
tado campo de operaciones que le trazaba entonces el poco
desenvolvimiento del pastoreo. No existia Galcufurá con
su fuerte tribu, ni habla siquiera posibilidad de una
liga de indios, como la Confederación de las cinco nacio-
nes, que dio tanto que hacer á la Nueva Inglaterra y Pen-
silvania.
Hoy que se anuncia una liga de tribus, bajóla dirección
de Namuncurá, nuestro ejército de operaciones al Sur mo-
dificará, sin duda su plan, para oponer en caso necesario
y en tiempo una reconcentración de divisiones, que burle
y escarmiente las tentativas de invasión. Recordamos,
con este motivo, la innovación introducida por el mariscal
Bugeaud, en Argel, para combatir con éxito á los árabes la
sobreponiéndose á la movilidad del goun (montonera), y á la
superioridad del ginete en el desierto. Gonsistia en hacer
lo que quedó desde entonces con el nombre de una punta
pues invadir hacia el desierto se dice hoy, hacer punta, en
tal ó cual dirección.
Consiste este movimiento en avanzar una división de in-
fantería y caballería, en la dirección requerida, suficiente-
mente fuerte para resistir un ataque inopinado. Dos fuer-
zas marchan á distancias convenientes, como si fueran
alas, de manera de acudir en tiempo de apoyar la primera;
y dos, ó cuatro divisiones mas, según la importancia del
movimiento, marchan en el mismo orden, á fin de apoyar
á las anteriores. Esta es una cuña, cuya punta la forma
la primera división. Al decir del General francés, solo
desde la adopción de este sistema pudieron ser definitiva-
mente arrollados los árabes, pues no les bastaba evitar la
primera división, é intentar entrar en el territorio some-
tido, desde que en los costados hablan de dar con alguna
división que haría á su vez punta, llamando & las otras en
su auxilio.
Sabemos que se han encontrado muías para el servicio
296 OBRAS DB 8AEMIBNT0
del ejército; y creemos que con esta mejora asegurará su
movilidad. Es una innovación que ya tardaba, pues desde
los tiempos de San Martin, y durante las guerras de Qui-
roga, hasta las que acabaron con el Chacho en el Interior,
los ejércitos marchaban á muía» llevando los soldados de
caballería sus cabalgaduras de la diestra.
El Coronel Sandes "encantado de ver caballos herrados
de pies y manos que el Gobierno de San Juan le daba, para
hacer su campaña & la Rioja, no comprendía bien ni esti-
maba en mucho la dotación de muías, que se ponía á su
disposición.
Habiendo, sin embargo, experimentado sus efectos, hizo
una marchado cien leguas, casi sin parar, hasta hacer caer
dormidos á nuestros soldados, y postrarse él mismo, yenda
á morir & Mendoza.
El desierto será dominado por muías y no por caballos,
que se agotarán en las marchas, antes de ser requeridos
para el combate.
LAS CARTAS DE CATAIEL
{Bl NacUmai, NoTlembre 30 de i87&)
El Courrier de la Plata^ publica dos interesantes cartas de
los indios Catriel, después de estar prisioneros. Tienen de
interesante, que muestran al indio, tal como es, y por
tanto incorregible. Su posdata en los parlamentos, ó co*
misiones que suelen enviar al Gobierno, como en sus cartas
á particulares, es el infalible pedido.
Cuando cometen un crimen de que piden perdón, en
lugar de una multa impuesta á ellos, pasan la nota de los
pedidos. Raciones, tres vestidos, ropa para las chinas,
chapeados de plata, etc.
Catriel prisionero, después de todos los extragos que ha
hecho con su alzamiento, en prueba de su sumisión, pide
raciones, sombrero, botas, etc.
ccEstoy dispuesto á rendirme, sí me dan las raciones de
antes.»
Estas raciones fueron, sin embargo, la lepra de la reduc-
ción de los indios. Motivo de corrupción para los jefes
administradores de raciones; ocasión de robo y desfalco de
PROOKBSOtf GENERALES 207
la comisión misma de los indios que le recibía, recibiendo
terneros por vacas, vendiéndolas por aguardiente á los pul-
peros del Azul, que vivían de eso; y lo que llegaba al caci-
que, para guardárselas él, sin dar nada ó poquísimo á los
individuos de chusma.
La triste y costosa experiencia de tantos años ha debido
aleccionar al gobierno. No mas raciones á los indios, y
disolución de las diezmadas tribus, como se está haciendo,
internándolos y distribuyendo á las mujeres y niños en
la3 familias. Este sistema ha sido desde tiempo inmemo-
rial seguido por los colonizadores; y sus efectos son la po-
blación de nuestras ciudades y campos, y cuyos habitantes
conservan aun el color trigueño de la raza de su origen.
Por pequeña que sea una tribu, desde que está reunida,
conserva y guarda sus tradiciones y su lengua.
La escuela, los oñcios, son imposibles, en esa aglomera-
ción de salvajes hostiles á la sociedad basada en el trabajo.
La radon ha de continuar, como carga sobre el gobierno;
ración improductiva de todo resultado. Los indios son
unos pensionistas holgazanes.
Mucho puede sugerir el sentimiento de humanidad en
favor de los indios.
Pocas han de ser las madres que traigan consigo peque-
ñuelos, que deben acompañarlas siempre; pero dejarles
los niños de diez años para arriba, por temor de que sufran
con la separación, es perpetuar la barbarie, ignorancia é
ineptitud del niño, condenándolo á recibir las lecciones
morales y religiosas de la mujer salvaje. Hay caridad en
alejarlos cuanto antes de esa infección.
Los niños distribuidos en las familias viven felices, por-
que el tratamiento que reciben, la educación en las prác-
ticas civilizadas que les dan las cosas y las personas, los
hacen confundirse bien pronto con los demás niños. Las
madres salvajes no tienen autoridad alguna sobre sus
hijos, que desde ocho años pertenecen mas bien á la tribu
que á la madre, ni al padre, que poco caso hace de ellos.
De ahí viene la lentitud en aumentarse las poblaciones
salvajes. Mueren muchos niños, por insuficiente alimen-
tación, por exceso de fatiga en las marchas, por vivir libra*
dos á si mismos en los alrededores de las tolderías.
Cualquiera situación que se les haga en el campo ó en el
298 OBRAB DB 8ARXIBNT0
servicio doméstico entre cristianos, os preferible á la vida
que llevan al lado de sus padres. Que no hayan raciones,
ui aduares de indios.
Que cada uno dependa de si mismo, trabajando.
EL EIPRÉSTITO TERRITORIAL
{Bl Nacional, Diciembre S de 4878.)
Llamaremos asi, al empréstito destinado á la remoción
de la frontera, garantido por las cuatrocientas leguas ena*
genables en el Sur.
Las provincias de Córdoba y Buenos Aires, han liecho
cesión de las que se les abjudicaban, fuera de sus actuales
fronteras, lo que aumenta la cantidad y valor de las tierras
hipotecadas y adjudicables ¿ los prestamistas.
Como el proyecto de traslación tenia por base la expul-
sión de los salvajes, de los territorios enagenables, nuestro
ejército ha hecho tabla rasa de tan vasta superficie, demos-
trando en tres meses de correrías, de victorias y de aniqui-
lar tribus y reducirlas, que las promesas del gobierno son
ya realidades.
Todas las condiciones han sido llenadas, y aunque sabe-
mos que ha sido suscrita parte de la suma requerida, como
continúa el aviso de la administración del Crédito Público
Nacional, invitando á los que quieran suscribirse á acciones
del crédito para la traslación de la línea de frontera y cana-
lización del Riachuelo, convendría hacer saber al público
la marcha que lleva dicha suscricion.
Escusado seria encarecer las ventajas y la utilidad prác-
tica que ofrece el empleo de los fondos que habrán de
recolectarse. Aun antes de proponerse este medio, muchos
vecinos acaudalados lo indicaron como de fácil realización.
Creemos que estas reiteradas seguridades influyeron en la
adopción del sistema propuesto de levantar dicho emprés-
tito, sobre el valor de la tierras que iban á ocuparse; y que
pudiera decirse, ya están guarnecidas é incorporadas al
territorio explotable.
Los salvajes no estarán en dos años en aptitud de acer-
carse á las fronteras, sino es que amaine la persecución,
por falta de objeto. El ejército no podrá estar en activa
PROGHBSOS 0BNBRALB8 299
campaña, á centenares de leguas de lo poblado, por
el consumo de caballos que esos movimientos exigen, si no
se toman desde luego algunas posiciones permc^nentes, que
sirvan de base á futuras expediciones. Esas posiciones es
lo que en general se llama la traslación de la frontera; y
del éxito del empréstito depende que puedan hacerse desde
luego las inversiones que los nuevos establecimientos
demandan.
La empresa, tan solicitada de años atrás, y convertida en
ley, quedaría aplazada indefinidamente, ó á medio realizar,
si el empréstito no se hiciese efectivo en tiempo hábil, para
emplearlo convenientemente.
Estas consideraciones deben pesar en el ánimo de los
vecinos, cuyos intereses habrán de ser tan directamente
avorocidos con la ejecución de una idea que ya ha pasado
á ser un hecho, en cuanto á poner á cubierto las poblacio-
nes actuales de los peligros de que han estado amenazadas
siempre. Pero para que este hecho conquistado sea per-
manente, es preciso darle las seguridades que solo la com-
pleta realización de la ley puede darle; á saber, fíjar las
fronteras en posiciones deflaiti vas, fortificadas y en comu-
nicación con los puntos poblados.
En cuanto á la colocación de fondos, bajo el aspecto de la
utilidad personal, materia es esa que habrán de apreciar los
prestamistas y que seria escusado encarecer.
(Bl Naeianah Diciembre 3 de 1878J
No es una pretensión la de buscar el origen de las
ideas prevalentes en una época; porque en la investigación
suelen encontrarse revelaciones singulares y sorpren-
dentes.
A cada nuevo descubrimiento, á cada nueva teoría, se
suscitan contemporáneos, ó predecesores, que al fin de
larga disputa, dejan en claro la verdad de los hechos.
Hubo, días pasados, gran debate sobre el origen de la
idea de ocupar el Río Negro, como base de nueva linea de
frontera. Entre los concurrentes al certamen y verificación
de títulos, no se presentó donjíEmilio Castro, no obstante
constar de una nota de la Sociedad Rural, que él proponía
esta operación en 1870. Todavía es mas notable que esta
300 OBRAS DB SARMUtriTO
misma corporación deseando entonces la ocupación del
Rio Negro, y ofreciendo con larga lista de miembros
8U decidida cooperación, diese origen á la muy bien acogida
idea de levantar un empréstito entre los hacendados y
acaudalados de Buenos Aires, para llevar & cabo la popular
idea; y si en la original indicación de Argirópolis ya se
apuntaban dos vaporcitos en el Colorado, para asegurar
las comunicaciones, en segunda nota de la sociedad Rural
en 1870, ya se trata de levantar un plano y circularlo á
mil ejemplares, de las tierras adyacentes k este lado del
Río Negro, que parece ser el prototipo del plano con que el
Gobienio acompañó el proyecto de ley, designando las tie-
rras que formarían el territorio que había de enagenarse,
en pago de los fondos destinados á costear la empresa.
La ley del Congreso, las apremiantes notas del Goberna-
dor Castro, los ofrecimientos de cooperación de la Sociedad
Rural, y aun los mapas que mandaba levantar, prueban la
popularidad de la idea, y como es el mismo público, ó mas
bien los hacendados iuteresados en la seguridad y exten-
sión de la frontera, los que han venido preparando hasta
los detalles dd la expedición, que al ñn ha resuelto llevar
á cabo el Gobierno.
Se nos asegura, sin embargo, que la suscrícion del emprés-
tito progresa lentamente, ó mas bien no da signos de vida«
lo que debe ser una triste muestra de lo que es el interés
público, cuando no sean las rentas ordinarias las que
suministran los medios de llevar á cabo un deseo generaL
Creemos oportuno recordar que antes de confeccionarse
la ley, y teniéndola presente, se elevaron al gobierno nue-
vas seguridades de cooperación, y aun la indicación de la
enagenacion de tierras á cuatrocientos pesos legua, para
trasladar la frontera.
c Setion de la Sociedad Rural Argentina^ pre^eniada al Gobema*
dar déla Pravineia^ por una Comisión d$ la mitma^ compuesta de /o»
dudadanoB don José M. Jurado^ don Daniel Arana^ don Lui9 de Cha*
peaurouge y don Ezeguiel Real de Azud.
« Buenos Aires, Julio k de i870.
« Las continuas invasiones y depredaciones que los indios
salvajes hacen aobre nuestras fronteras, han demostrado ya
hasta la evidencia que el actual sistema de defensa es ina*
PROaKBSOS 0BNBKALB8 301
decuado ó al menos insuficiente, y por ellos que la Sociedad
Rurat ha creído llegado el momento de contribuir á un
cambio radical en este sistema, apoyando el propuesto por
elExmo. Gobierno de la Provincia, para cuya realización
los miembros de esta corporación, y demás ciudadanos
que suscriben, ofrecemos la cooperación mas decidida.
Firmados: José Martínez de Hoz, Eduardo Olivera, Vicen-
te C. Amadeo, José M. Jurado, Federico Leloir, Jaime
Arrufó, Salustiano Galup, Félix LÍHch, Manuel Gaché, José
G. Lezama, J. A. Brizuela, M. Azcuénaga^ Miguel Crisol,
Alvaro Barros, Gregorio Torres, Juan M. Villaraza, Nicanor
Lastra, Eduardo Bernal, Garlos Saenz Valiente, Marciano
Gano, Garios Newton, Martin Golman, Galixto Moujan, Jorge
Temperley, M. Belgrano, Agustín E. Vela, José L. Vela, Jorge
Atucha, Felipe Rufino, Ezequiel Ramos Mejia, Estanislao
Frías, Felipe A. Llavallol, Eustaquio Torres, Nicanor Olivera,
Emiliano Aguirre, Francisco Bosch, Manuel E. Ibañez, Fé-
lix Bernal, Luis Amadeo, José Roque Pérez, Marcelino
Rodríguez, Sulpicio A. Gómez, Juan A. Figueroa, Ramón R.
Gómez, Juan A. Areco, Ezequiel Gárdenas, Jorge Lacombe,
José Z. Miguens, Felipe S. Miguens, Mariano Unzué, Fran-
cisco Lalama, Justo M. Pinero, Antonio G. Márquez, Juan
Cañas, Juan B. Llermo, Luis A. Huergo, Juan Cobo, Juan
G. Pena, Ramón Viton, Mariano Castex, Miguel Torres, Lino
D. Lagos, Manuel G. López, Federico Terrero, Daniel Arana,
Lorenzo F. Agüero, A. M. Alvarez de Arenales, Domingo A.
de Achaval, Garlos Villate, Ezequiel Real de Azúa, José
Arce, Pinto y Mejia, José M. Villodas, Juan Hugues, Joaquín
Terrero, Miguel Vascheti, Paulino Amarante, Francisco
Halbach, Federico A. de Toledo, Melchor F. Arana, Francis-
co A. de la Serna, L. de Ghapeaurouge, F. M. Miguens, Luis
Bilbao, Adolfo Reyes, José Señorans, Mariano Casares, An-
tonio Clavos, Manuel Martin y Ornar, José C. Gómez, Manuel
Fernandez, Ezequiel Martínez, Patricio Reed, Vicente Casa-
res é hijos.
Es copia —
Martinez de Hoz^OUvera,
302 OBHAS DE «AHMIBMTO
Jallo 19 de i870.
«Acúsese recibo, agradeciendo á la Sociedad Rural la coo-
peración que ofrece en aeunto de tan vital interés para la Provincia,
ofrecimiento que ee hará presente al Exmo, Gobierno Nacional^ k loa
fines convenientes ; publiquese é insértese en el Registra
Oficial.
CASTRO
Mala VER
Sociedad Rural.
Baenos Alres^ Jnlio 7 de 1870.
En el interés de popularizar mas el pensaniiento del Su-
perior Gobierno de la Provincia, de arrojar á. los indios mas
allá del Rio Negro, la Sociedad Rural veria con agrado que
S. E. mandara litografiar mil ejemplares del mapa, que
contiene las tierras afectas al Rio Negro.
El Gobernador de la Provincia proveyó como se pedia,
ordenando al Departamento de Ingenieros procediese en
consecuencia.
A estas exitaciones, que no son solo inspiradas por el pa-
triotismo, sino que el interés personal bien entendido las
sugiere, siguieron notas del Gobernadora! Presidente, ofre-
ciendo la decidida cooperación de los que con la Sociedad
Rural, garantían con sus firmas la realidad del ofrecimiento
que como se vé, se hace entrar en el Registro Oficial, como
acto público, después de mandadas publicar, dando por ello
las debidas gracias.
Las notas que preceden, hablan por si mismas. Pudiera
decirse que contienen un compromiso moral, obligatorio,
en cuanto son los firmantes lo mas granado de la opinión,
y por el interés público en el asunto de que se trata.
Ahora preguntaríamos, ¿á qué habría servido la iniciativa
del Ministro de la Guerra, el aplauso universal con que fué
acogida su idea de llevar inmediatamente á cabo la trasla-
ción de las fronteras, y la singular contienda de tantos que
se disputaron la paternidad, anterioridad, y originalidad
del pensamiento, como [si se tratase del planeta Neptuno,
8i, no suscribíéndose¡[el empréstito, la expedición quedase
PROGRESOS OBNBRALBS 303
reducida á. las correrías actuales de nuestros valientes sol-
dados, tras las amedentradas tribus salvajes?
iWordsf (Wordsl ¡Wordslll vanitas^ vanitatum et omnia vanitaJ
Quedaría todo reducido á mostrar que nuestros Coroneles
Winter, Villegas, Levalle, García, Racedo, Roca, Nelson,etc»
etc. son los únicos que han realizado algo de muy valioso»
que no es la ocupación del Rio Negro, ni el resultado del em-
préstito, ni de ambas leyes de ocupación, ni menos de la
ostentosa cuanto dedicida cooperación de la Sociedad Rural,
sino simplemente del empleo de los recursos del presu-
puestode la guerra, y de la actividad, valor, é inteligencia de
nuestros soldados, cada uno de los cuales puede decir: eg(h
venieiüos feci: tullit Mer honores.
' Para el Ministro de la Guerra y para gloria del ejército, lo
hecho hasta aquí, destruyendo, ahuyentando, reduciendo á
los indios, basta y sobra para merecerle la estimación pú-
blica, y para lisonjearse de haber avanzado la obra de la
habilitación del territorio, dando mas ensanche á la in-
dustria.
Pero ahí debe detenerse la acción del gobierno por ahora,
y mientras el empréstito no sea cubierto, otra conducta
sería proceder fuera de los términos de la ley, y echar so-
bre el tesoro un recargo de costas que no se sabe á donde iría
á parar, como sucede en la realización de todo pensamien-
to nuevo.
Basta y sobra lo hecho, para el presente año; dejando
tiempo k la opinión para que se ilustre sobre sus propios
intereses, y á, los hombres acaudalados, ó patriotas, ó pro-
motores de empresas, que midan el mal que puedan hacer
con ofrecimientos que no significan en realidad nada, pero
que por la forma olicial en que se hacen, por la respeta-
bilidad de las ñrmas que los abonan, acaban por formar una
convicción y una opinión general que arrastra al ñn al
Gobierno y al Congreso, sancionando leyes, montadas sobr^
base de arena, cual es un empréstito sobre las tierras
públicas que van á conquistarse.
Desmoronado el frágil fundamento, ocasión era de reco-
nocerle al ex-Senador Oroño la paternidad reclamada de
la ocupación del Río Negro, á la Sociedad Rural y firman-
tes sus ofrecimientos, á fin de llevar adelante la idea del
señor Castro, y á los hacendados presentes, los fondos que
dOé OBRAS !>■ 8ARMICNT0
se proponiaa anticipar, mediante enagenacion de tierras,
y quedarse á palo seco, con lo único que puede reclamar
el Ministerio de la Guerra, que es haber con motivo y
como preparación del gran proyecto, escarmentado á los
indios, dilatando las fronteras, y asegurando por años el
reposo de las poblaciones.
Mirado bajo esté punto de vista el proyecto, desde que
fracase el empréstito, la dignidad del gobierno quedaría
salvada, é ilesa la gloria de nuestras armas. El plan de
operaciones futuras se simplifica á reducirlo á la vigilan-
cia de Rauch, sin línea de fronteras, desde que se com*
pleten las operaciones pendientes.
Seguir adelante en la realización de la traslación defíai-
tiva, flaqueando la base de la ley, es imponer al erarlo
gastos extraordinarios, que no cubre el presupuesto, y
querer contra viento y marea acumular en un año la obra
de varios. Lo hecho es la obra diaria, la parte de trabajo
que cabe al ejército, el empleo de las rentas del presupuesto
de guerra. Basta por ahora.
LAS FRONTERAS Y EL BANCO
{Bl Nacional, Dielembre 3 de 1878.
Nos familiarizamos rápidamente con ciertos hechos, y no
entramos á compararlos con los anteriores, lo que es ine-
vitable para hacer su verdadera apreciación.
El indio va desapareciendo & nuestra vista. No es ya el
invasor terrible, el destructor armado de nuestra riqueza.
Las fronteras están seguras.
Lo están desde 1875, porque el hecho es de una data
reciente.
Ahora bien ¿cuánto importan para la Provincia de Bue-
nos Aires, sus fronteras aseguradas ?
¿Cuánto vallan en ganados las invasiones anteriores, las
grandes y las pequeñas?
Este es el daño material. ¿ Pero en cuánto se estima ade-
mas el daño moral, es decir, la inseguridad existente, el
capital desalentado, la producción disminuida?
He ahi dos cuentas que darían por suma algunos y mu*
chos millones por año.
PROGRESOS GENERALES 305
Pues esto se debe á los ímprobos y valerosos trabajos
•de la administración actual. Esta es una de las partidas
de su haber^ en la cuenta de los cargos y descargos.
Sin embargo, se opina que la administración nacional está
arruinando k la Provincia de Buenos Aires, según la de-
tracción sistemática de algunos órganos de la prensa.
¿De donde proviene la acusación? Examinémosla.
El Gobierno Nacional ha dejado de pagar dos trimestres
de la amortización debida al Banco de la Provincia. No se
aduce ni puede inventarse otro cargo.
El hecho es cierto. No se han pagado dos trimestres.
Pero no por mala voluntad, no por distraerse los recursos
del tesoro en gastos indebidos, sino por exigencias supre-
mas que pesan igualmente sobre todos los argentinos.
El Gobierno Nacional se encuentra de improviso con una
fuente de gastos nuevos. Bs necesario armar buques, compo-
nerlos, tripularlos, ponerlos en movimiento y el Congreso
no ha votado rentas para estos desenvoisos extraordinarios.
Luego, entonces ¿que extraño tiene el que se desatiendan
momentáneamente otros servicios^, si una parte de la renta
nacional tiene aplicaciones imprevistas y que son inelu-
dibles?
El Ministro de Hacienda no es creador de nuevos im-
puestos para aplicarlos á los gastos impensados. No puede
tener otros recursos que los que le suministra la renta
votada; y si esta va hoy en parte por otros caminos, no es
por cierto culpa suya.
Es necesario ser equitativo. Es necesario fijar la aten-
ción sobre los bienes que se realizan por una parte, con
provecho de la riqueza pública, y por otra sobre las exi-
gencias de la defensa nacional, que no pueden ni deben
ser desatendidas.
TRASPORTE DE BAGAJES Y PERTRECHOS
{Bl Noúionat, Febrero ti de 1879.)
Dará el señor Ministro de Guerra la importancia que
crea merecen las indicaciones del siguiente comunicado,
•sobre medios de trasporte de bagajes y pertrechos de gue-
Tomo zu.^90
306 OBRAS DE SARlflBNTO
rra, del ejército expedicionario al Rio Negro, á travez del
Desierto.
Muéstrase entendido en la materia el autor del comu-
nicado, cualquiera que sea el valor de sus apreciaciones
en cuanto á. la practicabilidad del terreno, para carros. Lo
que parece fuera de duda, es que las arrías de muías
presentan dificultades serias de detalle, que harán difícil
su preservación.
Durante la guerra norte americana, se inventó un carro
de guerra, que figuró sin rival en la exposición de 1867;^
y el tiro de muías, animal desconocido hasta entonces en
el Norte, suprimió para siempre el de caballos.
Sabemos que el señor Ministro confiará. ¿ Jefes del inte-
rior la organización de este servicio que requiere mas in-
teligencia que cualquiera otro en el ejército.
Carros ó arrias deben ser servidos por mendocinos ó
sanjuaninos exclusivamente, so pena de quedarse á pié
desde el principio. Es imposible imaginarlo, k no haberlo
visto, cómo carecen del instinto de conservación de les
animales de silla ó de carga, los habitantes de estas lla-
nuras donde tanto abundan los animales La imprevisión
alcanza hasta los jefes; y en las guerras contra el Chacho,
han hecho perecer caballos á millares los jefes, por no
prestar fé á las observaciones de los arrieros y gentes
prácticas, que podían predecir á ciencia cierta.
Cuántos animales moríanse pasmndoSj á causa de desen-
sillarlos sudados, en noches frías; ó estenuados de fatiga,
por no detenerse en las marchas, en los lugares precisos
que miden las jornadas!
Sandes se mató él mismo, en una marcha inútil de
ciento veinte leguas, sin descanso.
El manejo y cuidado de las muías de carga, requiere
una complicadísima ciencia, que no se adquiere sino des-
pués de años de práctica. El arriero sabe cuando la carga,
cuando y en que lugar oprime al animal, y lo remedia en
el acto.
Si al enderezarla emplea un minuto mas, solo alcanzaii
la tropa en el alojamiento, marchando solo y separado todo
el día. Ni el soldado ni el paisano de otras provincias,
puede suplir al conductor de carros ó al arriero de aque-
llas dos provincias, únicas que ejercen esta profesión.
mm^Bm
PR00KB80S GBNBRALE8 307
LA EXPEDICIÓN AL «RIO NEGRO»
iBl Nacional, Febrero 14 de 1879.)
Parece cosa resuelta que S. E. el señor Ministro de la
Guerra» expediciona á. ocupar el Rio Negro. Animados
del mayor deseo para que el ejército expedicionario venza
los inconvenientes de la pampa, con todas las diñcultades
que ella le presentará; no queremos esquivar nuestra hu-
milde opinión, aunque nadie nos la haya pedido.
¿ Cuáles son los inconvenientes que pueden oponerse al
ejército, desde Garhué hasta el Rio Negro? Dado el
brillante éxito de la guerra ofensiva, puesta en práctica
contra los salvajes, en la que, desde el coronel al soldado
todos se han llenado de gloria, solo queda que vencer
ciento y mas leguas de desierto^ para ocupar las márgenes del
Río Negro.
Siendo pues el desierto el enemigo terrible que el ejército
expedicionario tiene que vencer, creemos que lo que mas
debe preocupar al Señor General Roca, son los elementos
de movilidad que deben emplearse para el completo éxito
de la expedición. Es sobre esto que vamos á permitirnos
dar nuestra opinión.
La organización del convoy que debe acompañar al ejér-
cito, en el caso presente, debe llamar muy seriamente la
atención del señor Ministro.
Sabemos que S. E. se ha decidido á llevar arrias de muías
con preferencia á carros tirados por mtUas, Creemos que en
esto se sufre una gravísima equivocación.
Respetamos lo resuelto por el señor General Roca, como
también los informes que le hayan suministrado los seño-
res jefes de frontera; sin embargo, pedimos á todos, tengan
presentes nuestras vistas.
Se dice que el suelo del desierto no permite rodar carros.
Puede ser que asi sea, según los carros que se pretenda
hacer viajar. Por ejemplo: si al corazón del desierto se
internan carros tirados por bueyes^ es muy posible que no
salieran jamás; pero si el convoy del Ejército fuera de
carros tirados por muías y manejados por hombres competentes^
estos carros atravesarían el desierto, marcharían á la par
1
308 OBBAfl l>B «AHMIHNTO
de las columnas, y ejército y carros, llegarían al Rio Ne-
gro habiendo vencido los inconvenientes de la pampa.
No nos proponemos sostener que en ciento y mas leguas
de desierto, los carros no tengan serios inconvenientes que
vencer; queremos solamente patentizar que con todos los
inconvenientes, los catros son preferibles á las arriar^ lo
demostraremos.
Ciento cincuenta muías cargueras, senos dice, son las
designadas para cargar el bagaje del ejército expedicio-
nario que marchará á Carhué. Conociendo lo que consti-
tuye el bagaje de un ejército, cada muía no podrá catear
mas de doce arrobas, por lo irregular de esta clase de car-
ga, resultando que en los ciento cincuenta muías pueden
llevarse mil ochocientas á dos mil arrobas á lo mas.
Para cargar y descargar en cada jornada las (150 cargas)
se necesitan quince peones atrieros aparejadores, y decimos
quince, porque cada uno manejará diez mtUas^ aunque se
le dé un soldado para ayudarlo. Hablamos de peones
arrieros, porque las arrias no pueden encomendarse á sol-
dados; si á estos se entregan, no son inteligentes para apa-
rejar y es seguro que, dos dias después de marchar de
Carhué, no habría una sola muía en estado servible. Entre
los arrieros del interior, saber aparejar^ es una ciencia que
solo ellos la comprenden.
Por otra parte una arria (150 cargas) no podrá moverse
ni ponerse lista para marchar, con la prontitud que el
ejército lo hará al toque de ensillar^ y si es necesario mar-
char de noche como puede suceder, no habrá muía que
resista, cargada el dia y la noche.
Demostraremos ahora cuales son las ventajas de los ca-
rros tirados por muías:
VeifUe y cinco carros, tirado cada uno por tres muías y tres de
reserva, pueden caminar día y noche» si fuere necesario.
Cada carro puede cargar de cien á ciento veinte arrobas ó sea
un total de tres mil arrobas, que es el doble de lo que llevarán
las 150 muías de carga.
Las grandes travesías^ que el ejército tiene que vencer,
hace que el recuerdo del agua dé mas sed, por la misma
razón que la que se vá á encontrar ó es mala ó escasa. El
soldado no puede llevar mas agua que la que contenga sa
caramañola y ni tampoco será posible llevarla á lomo de muía;
PROGRESOS GENERALES 309
pero si en cada carro se colocan dos barriles que .cada uno
contenga seis arrobas de agua de peso; los veinte y cinco carros,
desde que marchasen deCarhué, llevarían 300 arrobas de
agua de reserva, debiendo recuperarse la que se gaste,
donde se encuentre potable.
Respecto á la prontitud con que la tropa de carros debe
ponerse en marcha, es incuestionable que cada peón ca-
rrero tendrá, pronto su carro, en el mismo tiempo que el
soldado tardará en estar á caballo.
Réstanos ahora dar nuestra opinión, sobre los vehículos,
que se construyen en el parque, y que formarán parte del
convoy del ejército.
Si es verdad que en el desierto no pueden rodar carros,
¿cómo es que se construyen grandes ambulancias y carros
para el E. M.? Quiere decir pues, que el león no es tan feo
como lo pintan.
Hemos visto las ambulancias y carros, pero únicamente
nos ocuparemos de las primeras:
Las ambulancias son grandes carros á cuatro ruedas y
montados sobre elásticos; pero encontramos en ellas un
inconveniente, y es, que las ruedas de adelante son
chicas.
Las ruedas chicas, en todo carruaje de cuatro ruedas son
indispensables para que sean ^ de vuelta entera 6 de media
vuelta, pero son para los carruajes que transitan en las
poblaciones, en calles estrechas y en donde las vueltas
tienen que ser rápidas.
Las ambulancias, á nuestro juicio, do necesitan que sean
de vuelta: ellas tienen que rodar en campo abierto^ donde la
vuelta pueden hacerla tomando todo el terreno que se pre-
cise, por consiguiente, creemos que la rueda chica es un
inconveniente^ las cuatro ruedas deben ser iguales y de
hueUa.
El inconveniente de la rueda chica, es el siguiente: —
Empantanado el carruaje, lo que ha de suceder muchas
veces, las ruedas delanteras se pierden hasta la maza^ todo
el peso carga sobre ellas y pierden completamente su
acción; no asi la rueda grande ó alta, que aunque se entie-
rre prestará mucha mayor facilidad para sacarla.
Estos carruajes, necesariamente tienen que ser cons-
truidos de varas y por ningún principio de pértigo. Con
310 OBRAS DB SARMUIITO
seis tnulaSf manejadas {lor dos hombres, las ambulancias
llenarán el objeto para que son construidas.
Previendo todos los inconvenientes que pueden oponerse
á la marcha de los carros, y llegado el caso de ser impo-
sible que atraviesen cargados un espacio de terreno, seria
previsor cargar en dos carros esos aparejos, para trasladar
al lomo de las muías la carga de los carros. — Pueden asi
mismo encontrarse desfiladeros, ya por causa de sanjones, ú
otros, etc., etc. — Para este caso, creemos conveniente la
construcción de uo sencillo puente de madera^ de tres varas de
largo por dos y medio de ancho, que doblado por la mitad
iría en uno de los carros.
Al escribir estos ligeros apuntes, lo hacemos por el mas
vivo interés que nos anima, que el ejército expedicionario
haga la gran cruzada del desierto con la mayor seguridad
posible^ y es en este sentido que deseamos que el señor
Ministro de la Guerra acepte nuestras vistas.
LA CAMPAR* CONTRA LOS INDIOS
( SI Nacional, Febrero II de 1879. )
Expresábamos no ha mucho el deseo de ver puestos en
orden cronológico, los partes de los sucesivos encuentros
de nuestro valiente ejército en su lucha contra las tribus
salvajes; encuentros, sea dicho de paso, que hacen casi
cada uno una campaña, pues son fueraas distintas, jefes
diversos, contra varios é inconexos caciques.
Nuestro deseo ha despertado las reminiscencias de algún
militar, y puestos en orden apuntes de cartera, que se
resienten por la concisión de su origen, tomados al correr
del caballo, mas que de la pluma, en ios momentos de des-
canso sin reposo que siguen al combate, ha tenido la bon-
dad de remitirnos una cronología que principia en 1875, y
ofrecen continuar hasta 1878, no sin que haya su k últdca.
HORA, una expedición como la brillantísima del Coman-
dante Freiré, que ha llevado sus incursiones hasta las
fuentes del Colorado .
El periodo que abrazan veinte combates con los salvajes
dados por la Divisiou Sud, puede llamarse con propiedad
r
PROGRESOS OKNBRALBS 311
•el período Alsina, pues es inspiración suya la que imprime
el movimiento ofensivo de las fuerzas que guarnecían la
frontera sud Oeste de Buenos Aires» para distinguirlo del
período Roca, que es continuación^ complemento, y abraza
todas las fronteras del Sud y al Oeste y al Norte, llegando *
á los extremos del territorio y abriendo ancha huella para
la proyectada ocupación del Río Negro.
Habría de preceder á estos el período Gainza, colocad
antes en el mismo puesto que han ocupado los dos minis-
tros nombrados; período de elaboración de los subsiguientes,
pues la guerra ofensiva contra los salvajes comienza en-
tonces, rescatando las fronteras de Río V, al sud del IV en
Córdoba, y Paso del Rey en Santa Fe, que la divide del
Gran Chaco.
Avanzóse en Buenos Aires la frontera hacia el desier-
to y se completó la línea de fortines, que hacían oñcio de
estaciones telegráficas para anunciar por toda la línea la
presencia de los salvajes.
Hasta entonces, los salvajes tienen el predominio moral
y material de la pampa, Calfucurá impone respeto con
sus dos mil lanzas auracanas. Al principiar la adminis-
tración Sarmiento, como que nada ó poco estaba preparado
en la frontera, á causa de la guerra del Paraguay que
absorvida los recursos y la atención, una fuerte invasión
al Sud arrasó una parte de la campaña.
Pero luego se organizó la defensa, y las invasiones se
redujeron á malones de pocas lanzas, que encontraban
dificultad para salir; estando colocado el ejército á van-
guardia de las poblaciones.
La situación se iba haciendo, con el nuevo sistema in-
tolerable para los salvajes, y Calfucurá, haciendo una liga
de caciques, emprendió romper la linea de fortines y dar
un golpe que restableciese la preponderancia de antes.
Diólo en efecto, y con tan buen éxito, que llevaba con-
sigo, al salir de la línea sesenta mil vacas y en proporción
yeguadas; pero se encontró con el ejército al mando del
General Rivas, que lo batió, quitándole el arreo y dejándolo
escapar tan mal parado, que sus indios llegaban á los toldos
á pie, ó montados de á tres en un caballo. Calfucurá pudo
ser aniquilado entonces, si el General Rivas, no hubiese
tenido dificultades para llenar órdenes que de antemano
312 OBRAS DS 8ARH1KNT0
tenia, en previsión de este caso. Sin embargo de esto, en
esa batalla quedó quebrado el poder militar é invasor de
los indios y un año después, pudo sin anticipación orde-
narse la ocupación de Garhué, á donde campó nuestro
ejército, y no se estableció de firme.
Sobrevino la guerra civil y á mas de perderse el efecto
moral producido sobre los salvajes hasta entonces, la de-
serción de Catriel con ochocientas lanzas restableció el
equilibrio de las fuerzas, y puso la frontera en peor situa-
ción que la que tenía en 1868, pues mil lanzas indígenas
que la defendían por nuestra parte, iban k aumentar de
mil lanzas mas la fuerza enemiga.
Esta era la situación en que el Ministro de la Guerra, Al-
sina, encontró la frontera.
No se trataba solo de conservar las posiciones y la Unea
avanzada de frontera, que tan felices resultados había dado^
sino de defenderse contra un enemigo reforzado por nuevos
aliados y alentado por nuestros propios desacuerdos. Háse
notado siempre, que los indios amigos sienten de rechazo
la debilidad moral que dan al gobierno las revoluciones
políticas de los cristianos. Los indios de Gatríel, situado»
en Tapalqué, antes se alzaron después de la caída de Rosas
y subsiguiente sacudimiento. Después de la Verde, se vol-
vieron & sublevar y tomar el desierto.
El Ministro Alsina acometió la obra de reparación, con
valentía, no contentándose con defender lo ya conquistado,
sino yendo á, los toldos á buscar á los salvajes.
Esta evolución es su obra y su gloria.
Namuncurá, el hijo de Galfucurá, los Gatrieles, sobrinos
del que murió en una revuelta de capitanejos sublevados,
fueron saludados á balazos en sus propias tolderías, por
nuestras fuerzas avanzadas. El misterio de la Pampa quedó
desde entonces explicado; el ensalmo desvanecido. Había
caciques y tribus diseminadas. No había fuerzas reunidas
para, una vigorosa resistencia.
No les faltaba valor; pero la confianza, que es la mitad
del valor, había desaparecido.
La Pampa, por este lado, estaba conquistada.
Alsina murió, dando diesde su techo la última mano k su
obra.
Faltaba generalizarla y completarla, y el ministro que le
PR00RB90S GENERALES 313
sucedió lo emprendió con fe y con conocimientos^propios
de su magnitud y éxito.
He aquí los datos con que hemos sido favorecidos.
FRONTERA. COSTA SUD
Apuntes cronológicos de las invagiones y operaciones ejecutadas
Hemos creído de importancia hacer un ligero bosquejo
de los acontecimientos de la Frontera Costa Sud, en la
guerra con el salvaje. Esta cadena de sucesos comprende
desde el año 75 al 78.
Mucho se ha escrito y discutido sobre la terminación ó
seguridad de la frontera, y del dominio y poder de los indí-
genas de la pampa» por mas de tres siglos.
La solución de este problema venía conñada de siglo en
siglo á lento avanzar de la frontera, dominando el desierto,
hasta que vino la idea de tomar lá ofensiva, para asegurar
la frontera; y el primer impulso se debe al esclarecido ciu-
dadano Dr. D. Adolfo Alsina, á. quien cupo esta gloria.
Para inteligencia de lo que sigue recordaremos que el
indio tiene y emplea una táctita y extratégia que se separa
casi diametralmente de las leyes del arte militar.
El salvaje, por naturaleza perspicaz astuto, sagaz, nuuca
trabaja, siendo el objeto primordial de sus escursiones, el
robo por cuya razón vive siempre errante. No carece de
valor y se ha visto varias veces que ha aceptado el choque
con nuestros cuerpos de linea, viniendo & estrellarse sin
mas armas que la chuza en las balas de los remington. Sin
embargo, por lo general, emplea los medios posibles para
esquivar todo combate. Lo busca cuando se siente fuerte
en número y, lo acepta cuando se ve comprometido, para
salvar el robo. Se hacen necesarios pues, en esta guerra
no solo los conocimientos tácticos, sino también un indis-
pensable y especial estadio práctico.
El indio ataca dividido en varios grupos, y en orden dis-
perso, formando mas ó menos grandes guerrillas, al frente,
flancos y retaguardia. Es muy veloz el aire de carga,
acompañado con una descomunal gritería. Si no ha tenido
feliz éxito el choque, con la rapidez del rayo se retira á
puntos acordados y fuera del alcance de nuestros proyecti-
les, de donde por reiteradas veces vuelve á cargar«
• ■
314 0BKA8 DB 8AKMIBNTO
La distribución de las fuerzas que guarnecían la frontera,
en 1876, era como sigue:
El fuerte G-eneral San Martin, comandancia en jefe de
la división Costa Sud, se encuentra situado á las márgenes
del arroyo «Sauce Corto» entre los 37<>49 latitud y 3^38' lon-
gitud occidental sobre el meridiano de Buenos Aires. El
arroyo corre de Norte á. Sud, extendiéndose la línea casi
paralelamente 7 leguas mas al Oriente.
Los campos son de buenos pastos, con abundantes agual-
das, formando en la parte Norte suaves ondulaciones, y al
Sud es quebrado, presentándosenos las sierras de la Venta-
na y Curamalan, de donde se desprenden varios feraces
valles, con abundantes y permanentes vertientes.
La linea componíase de los siguientes fortines: A la de-
recha, Maipú, Paunero, Lamadrid, Libertad, Necochea y
Defensa, en una extensión de 25 leguas: á la izquierda,
Veintisiete, Chaco y Pavón, haciendo un total de línea de
42 leguas. La frontera la guarnecían los cuerpos siguien-
tes: Regimiento 1^ á órdenes del 2^ Jefe, Sargento Mayor
D. Pedro Diez, Regimiento 11 al mando del Mayor D. Mar.
cial Nadal, Batallón «Gendarmes» del Rosario, comandado
por el Teniente Coronel D. Manuel Vázquez, media batería
de artillería á órdenes del teniente D. Estanislao Maldonado
y 40 lanzas de indios amigos, capitaneados por su cacique
Pichihuincá siendo el jefe de la división el Teniente Coronel
D. Salvador Maldonado, jefe del Regimiento 1^
CRÓNICA MILITAR
El 6 de Noviembre del 75, á las doce del día, se recibió
aviso del jefe de la linea de fortines, que entre Paunero
y Lamadrid entraba una invasión como de 500 indios^
Acto continuo se tocó generala y se hizo señal de alarma
en toda la linea.
Momentos después, se puso en marcha la división
al mando de su jefe, con el objeto de tomar la rastrillada
de los salvajes, que iban en dirección de Juárez y Tres
Arroyos. A las 5 p. m. llegamos al punto indicado y
encontramos que los indios se habían vuelto, después de
haber penetrado 6 leguas, ejecutando esta contra-marcha
porque habían sentido el movimiento de las fuei^sas
PROGRESOS OBNBRALBS 315
las cuales rápidamente marchaban sobre su rastrillada. A
poco se avistaron, y se destacó al Sargento Mayor
D. Baldomero Diaz, con un escuadrón del Regimiento P.
para que principiara & operar mientras llegaba el resto
de la división. Precipitadamente se retiraban los sal-
vajes hacia el desierto. Se mandó reforzar con otro
escuadrón del regimiento 11». y dando orden que los
cargara y persiguiera con la mayor velocidad posible
lo que se efectuó, sable¿indolos y haciéndoles una per-
secución hasta las diez de la noche, habiendo hecho
alto k 8 leguas fuera de la linea, por ir toda la indiada
en completa dispersión.
El resultado de este encuentro fué quitarles 150
caballos entre ellos 50 ensillados, hacerles tres muertos
y muchos heridos, en su precipitada fuga arrojaban las
lanzas, los efectos robados y toda aquello que podía
embarazar la huida.
II
El dia 9, á las doce de la noche llegó el señor Enrique
Black del establecimiento de D. Jorge Eeen, trayendo
parte, de que como 200 indios habían invadido por Tres
Arroyos y salían por las « Mostazas » con un arreo de
3,000 yeguas.
En el acto se tocó generala y media hora después se
ponía en marcha la fuerza, en dirección de las sierras
de Guramalan, marchando todo el siguiente día hacia las
« Mostazas. »
El 10 se tuvo parte que por la frontera de Bahía Blanca,
se avistaban como 130 á 150 salvajes, arreando 800 á 1000
caballos y yeguas.
El capitán D. Victoriano Rodríguez, á quien se había
destacado al paso de los Chilenos, mandó aviso que los
indios se dirigían á salir 5 leguas mas arriba de dicho
punto. Inmediatamente el comandante Maldonado se puso
á gran galope con el resto de la fuerza, dando orden al
capitán Rodríguez que los cargara, el cual dio cumpli-
miento, sableándolos, habiéndoles hecho 19 muertos, dos
prisioneros, y quitándoles 300 caballos, mas de 500 yeguas,
lanzas y monturas.
316 OBHAS l>K 8AKM1KMT0
En este encuentro se recomendó al capitán Rodríguez»
teniente Cañete y cadete Acevedo, como también el Sr.
D. Enrique Black, que trajo el parte y acompañó volua-
tariamente como ayudante al comandante Maldonado.
III
El 2 de Diciembre marchó la división k vanguardia á
esperar una invasión anunciada de Namuncur¿ — Visto que
la espresada invasión no aparecía, se ordenó regresara k
ocupar sus puestos la fuerza de la linea.
Al tomar nuevamente posición, se encontró con 40 k
50 salvajes que iban saliendo con bastante arreo, cargán-
dolos y haciéndoles dejar todo el robo.
En este pequeño encuentro tomó parte el teniente Krat-
zeostein, que venia conduciendo un contingente para la
frontera, como también el teniente Cañete que iba k
escoltar al comisario pagador.
IV
El 26 del mismo se tuvo aviso del camandante Gómez
de que algunos grupos de indios se avistaban frente de
Lavalle, los cuales invadían, en combinación con la su-
blevación de las tribus de Catriel.
A muchos hemos oido opinar que el alzamiento de esa
tribu eran sigilosos trabajos dé algunos mitrista» : opinión poca
juiciosa, inspirada talvez por la aversión constante que
anima á ambos partidos.
¿Porqué no creer que Catriel y sus capitanejos no
hacian nada mas que ceder al heredado instinto salvaje
observando por todas las anteriores generaciones indíjenasf
Millares de ejemplos tenemos, de esta naturaleza, desde
antiguos tiempos, cuando se principió su reducción y
conversión. Siempre lo han demostrado que aunque
fuesen tratados con las mayores consideraciones, apro*
vechaban la primer disencion para matar, robar y reti-^
rarse al desierto.
La desmoralización consiguiente de la participación
dada k los salvajes en los sucesos políticos, basta para
explicar su deserción, después de 30 años de estar reducidos*.
PROGRESOS GBNBRALBS 317
LA OCUPACIÓN DEL RIO NEGRO
{Bl Naúional, Marzo 6 de 1879.)
AI recorrer los diarios, encontramos que la próxima rea-
lizacioD de este pensamiento es el tema diario de las apro-
baciones ó de la critica hostil á la idea. No se disimula
como móvil, que la política del Ministro de la Guerra, su
situación culminante en las eventualidades de la próxima
renovación del personal administrativo, entran por mucho
en la dirección que se dá á la defensa 6 á las objeciones.
SI fuera posible apartar á un lado estos vidrios de color
ó de aumento, podría estimarse la verdadera influencia
que la inmediata ocupación del Rio Negro tendrá, para me-
jorar la posición de los que en ello hallarían un interés po-
lítico asociado al grande interés general.
Desde luego, creemos que la realización de aquella em-
presa ha de dar poco prestigio á quien se propone llevarla
¿ cabo. La parte brillante de los hechos de armas, lo que
ha bastado y sobrado para dar notoriedad & un nombre, ha
pasado ya, en el sostenido y feliz impulso dado k la persecu-
ción de los indios salvajes.
Estos han sido destruidos, en parte, y los restos de tribus,
dispersas y congregadas en puntos nuevos, quedan necesa-
riamente, por la naturaleza de la sociedad salvaje, inhabi-
litadas para rehacerse de sus quebrantos, nunca, y mucho
menos para recuperar el espíritu agresivo, que los hacia
antes un motivo de zozobra para los habitantes del país
civilizado.
Esta presión no se hará sentir en estos dos ó tres años,
por lo menos, nuevamente en la frontera.
Esta parte del programa ha sido cumplidamente llenada,
y con una felicidad de ejecución que ha debido sobrepasar
toda esperanza y dejar satisfecha toda espectacion. Diría-
mos que para capital político hay, como el hecho lo ha de-
mostrado, con qué dotar y enriquecer al menos conten-
tadizo.
Queda por ejecutarse la segunda parte y es la ocupación
de las márgenes del Rio NegrOi y vemos en la prensa em*
318 OBRAS DK SAHMIBMTO
peñado el debate sobre si es indispensable que se lleve
inmediatamente á cabo este pensamiento.
La rapidez y buen éxito con que se ha llevado á cabo en
un año la terminación de la conquista del desierto, que
por hacerlo resaltar mas comparamos con los tres siglos
que han precedido, predispone los ánimos á esperar, á de-
sear, y á acometer la empresa final, el finis coronal opus^ con
la ocupación del Rio Negro.
Sin embargo, mucho pudiera decirse sobre el fondo de la
idea misma tan preconizada, aun aceptando de lleno su
urgente é inmediata ejecución. ¿Puede por ahora ser linea
de frontera la que se establezca en el Rio Negro?
£1 pais que debe guardarse, es el que avecina á las Pro-
vincias que dan frente hacia el Sur de un lado, y el de )a
frontera de Buenos Aires, que mira al Oeste. Tropas colo-
cadas en el Rio Negro, no pueden acudir á defender los pun-
tos amenazados, que están demasiado lejos de los cuarteles
de invierno de la guarnición.
Puede ocuparse la Isla de Choele Choel en vista del pais
mismo que le avecina; puede ocuparse el Rio Negro, para
su propia población y colonización. Pudiera decirse que esa
ocupación cierra pasos indispensables para trasportar el
robo hasta Chile.
Todo esto puede ser; pero no resguarda la frontera de
San Luis, Córdoba, ni la de Buenos Aires mismo, que deben
guardarse á si mismas por fuerzas independientes del
establecimiento á las márgenes del Río Negro, pues las
distancias son enormes, y lo serán siempre aun después de
poblados Carhué y Salinas Grandes.
De aquí resulta que los establecimientos del Río Negro,
habrá de convenir servirlos por Bahia Blanca mas bien
que por tierra; ó bien la Gobernación de Patagones vendría
á ser parte integrante del sistema de colonización del Río
Negro, operando aisladamente, y aun creemos que habrá
de suceder quede mas en relación con las indiadas hacia
el Sur del mismo rio y las de sus cabeceras, que con la&
del Norte, hoy quebrantadas, y alejadas de las pobla-
clones.
Si este modo de ver la cuestión es exacta, la ocupación
del Rio Negro no requiere ni un grande esfuerzo, ni es
de consecuencia /ínat para la seguridad actual de las pobla-
PROORBS08 GENERALES 319
ciones fronterizas de San Luis, hasta el Sud de Buenos
Aires.
Suponemos que muchos gastos se han hecho en adqui-
siciones de inmediato empleo» pero tememos que, luchando
con las inevitables dificultades^ el tiempo se ha avanzado
demasiado para precipitar la propuesta ocupación. Esta-
mos ya en Marzo» y si Abril, bastara para trasladarse fuer-
zas ¿ las márgenes del Rio Negro, irían á principiar su
obra de establecimiento en Mayo, que es el comienzo del
invierno diez grados de latitud mas al Sud, lo que da una
gran intensidad á los fríos. Las caballadas correrán ries-
go de ser sacrificadas, pues han de llegar en el peor estado
imaginable, y en el invierno no se reponen los animales
enflaquecidos.
Otras razones deben tenerse en cuenta, y no podemos
dejar de apuntarlas.
Las desagradables ocun^encias de días pasados, han
puesto de manifiesto las dificultades financieras con que
lucha el Gobierno.
Háse dado como atenuación que á los gastos ordinarios,
que á los pagos retardados en varios ramos del servicio,
se añaden los que han debido hacerse, para tripular y
remontar la escuadra, en espectacion de emergencias que
reclamasen su servicio. Creemos que la prudencia acon-
sejará mantenerla en ese pie, con los mismos gastos, mien-
tras la imprudencia mantenga en pie la causa que lo
requiere.
A situación semejante, no debe añadirse sin necesidad
urgente, con un despliegue de fuerzas de tierra, una em-
presa que demanda necesariamente inversiones crecidas
é iniciales, pudiendo retardarlas para la próxima prima-
vera, ó aun para mas tarde, si la situación continuase
tirante.
Tememos que el Gobierno se vea en dificultades admi-
nistrativas, descuidando otras atenciones urgentísimas por
llevar adelante un pensamiento que por ahora (este año) no
responde á nada práctico; pues las victorias sobre los ¡n-
dio3 invasores y el aniquilamiento de las tribus y dismi-
nución de sus fuerzas, ha asegurado la frontera por este
año y el venidero.
La opinión ha de quedar satisfecha con este resultado,
320 OBRAS DB 8AKMIENT0
que es completo para sus fines, sin cuidarse mucho de sa-
ber si se levantan ranchos en el Rio Negro, ó se acerca al-
gún campo para guardar caballos.
Las ventajas ya aseguradas bastan para satisfacer al
público. Los embarazos financieros serán la única mani-
festación próxima de lo que se está realizando en el Sur.
Es viejo defecto de nuestro espíritu ir adelante, sin pa-
rarnos en obstáculos, á fin de realizar una idea grandiosa,
tales como dotar al país de ferrocarriles, telégrafos, ensan-
char las fronteras y asegurarlas, y aun realizar en un año,
como nos complacemos en decirlo poéticamente, lo que
nuestros padres dilataron tres siglos. Pero tanto hemos
hecho, tanto hemos tirado de la cuerda, que nos esponemos
á una terrible caída, cuando aquella estalle, á fuerza de
tirarla.
Ya lo hemos dicho; los gastos hechos en la escuadra,
á mas de mantener un numeroso ejército en campaña
activa, han agravado la situación financiera, con posterio-
ridad al plan de ocupar inmediatamente las márgenes del
Río Negro.
Destináronse, es verdad, fondos especiales para ello, con
la venta de tierras; pero creemos que no ha tenido todo
el éxito que se esperaba; y en tal caso pesará el déficit
sobre las rentas ordinarias. No habrá plata; pero se lle-
vará adelante ^a empresa, como si la hubiera, bien asi
como el Congreso ó las Legislaturas autorizan usar del
crédito, para llevar á cabo proyectos para los cuales no pro-
veen nuevas rentas.
No seria esta ocasión de observar un hecho que va
tomando cada día proporciones alarmantes. La República
Argentina es el país mas despoblado del mundo, dada la
extensión territorial y el número de sus habitantes. Uno de
estos ocupa dos kilómetros.
La ocupación del Sur, como la del Chaco, introduciendo
nuevos territorios para poblar tiende á dispersar mas y mas
las poblaciones y por tanto las atenciones del Gobierno. Esto
debilita su acción á la distancia, y aumenta los gastos en
lo mismo poblado, pues los rieles del ferrocarril que atra-
viesan un centenar de leguas vacias, han de ser pagados
por el fruto del trabajo cosechado en su extremidad, lo que
lo encarece en extremo.
PROGRESOS GENERALES 321
Concebimos que sedé principio á un sistema de colonias
«n la parte Sud del territorio, tomando por base el Rio Ne-
gro. Es una región que debe abrirse á. la colonización; pero
desde ahora ha de pensarse en asegurarle sus vías propias
de exportación, ya por la embocadura del Rio, ya por los
territorios adyacentes; pero reputamos cuestionable que
por ahora pueda servir de frontera al país habitado y po-
blado de antiguo, por estar demasiado lejos al Surjy mediar
á mas del desierto intermediario del Colorado, distancias
enormes que no pueden ser recorridas en tiempo para res-
guardar las fronteras actuales.
El terrible escarmiento que han sufrido las indiadas, su
casi imposibilidad de restablecerse en dos años, para vol-
verse agresivas, nos dá tiempo para proceder sin precipita-
ción y evitar la acumulación de gastos en un año, compro-
metiendo la administración y creándose dificultades que
pueden llegará ser invencibles.
EL PATRIOTISMO
{El Nacional, Marzo 10 de i879.)
Hace tiempo que venimos tropezando con este polisílabo
que parece decirlo todo, y que sin embargo no nos dice
nada á nosotros.
Está la palabra en el diccionario castellano; pero es de
poco uso en España, donde la patria es la España y la
nación un reino, dos circunstancias que no dan ocasión á
crear un sentimiento tan espiritual. En la marsellesa hay
una estrofa, aliona enfants de la Patrie; pero pasados aquellos
tiempos y fuera del lenguaje poético la France ha recupe-
rado su puesto, y en el lenguaje politice se le llama el pais,
y aun hubo un tiempo en que se decía el pais legal. No
sabemos si los republicanos, los imperialistas ó los comu-
nistas, hablaron del patriotismo.
En Inglaterra no se conoce, creemos que ni la palabra,
á fuerza de no usarla, pues mal puede hablar de patria la
nación, |que abraza diez mil islas, y tiene entornes^ por la
parte mas sustancial, cuatro de los cinco continentes.
El patriotismo es nuestro, de esta parte de América, y
Tomo zu.~8l
322 OHKAB DM SARMIENTO
acusa sin duda que no tuvimos y que nos hemos hecho
una patria.
Los patriotas hacían la guerra & los godos, y habian fami-
lias patriotas y otras que lo eran menos, ó no querían tener
patria propia, hasta que concluimos todos por ser pa-
triotas.
El patriotismo era entonces un sentimiento nacional
naciente, y un estado de ñebre, de odio guerrero, de exci-
tación.
Ser muy patriota era ser muy entusiasta, (en las muje-
res, era otra cosa mas mitológica) y el patriotismo inspiraba
ó suponía inspirar actos de abnegación, de desinterés, de
sacrificio, en obsequio del triunfo de la causa de la Indepen-
dencia.
Ha trascurrido medio siglo desde entonces, no hay godos,
y parece que no hubiera ya patriotas; pero el patriotismo
ha quedado en el lenguaje y se le aplica á cada acto que no
pudiera explicarse de otro modo, para justificarlo. Sí se
intentan ó aconsejan revoluciones, por ejemplo, siendo
estas contra la constitución y las leyes, y contra la bolsa
también de los vecinos, basta anunciar que el patriotismo
inspira la subversión para justificar el atentado y absolver
al delincuente.
iQué puede decir la ley, contra el que obra por puro
patriotismo! Y sin embargo, ingleses y franceses se que-
darían con la boca abierta, al oir esta frase y esta justifi-
cación. .
Pero tiene todavía otro significado, y es algo en política
que no es del interés público, que nos manda sacrificar todo
sentimiento egoísta y personal, ó de partido, secta ó familia
«en aras de la Patria.»
Y aunque parezca verso aquella personificación, no deja
de tener curso como moneda metálica, y dársele el valor
de la prosa, que en materia de intereses públicos vale mas
que la poesía.
Vemos invocando á cada rato el patriotismo, y en los
embrollos de Tucuman se esperan los postumos prodigios
que hará el patriotismo, que no se movió en los ánimos
para no producir el enredo.
Así, no ha mucho, hemos visto indicada la idea de que
ciertas observaciones nuestras sobre la expedición al Río
PROGRESOS 6BN ERALES 323
Negro no eran inspiradas por el patriotismo. No se necesita,
es verdad, mucha perspicacia para descubrir que ni en ese
caso ni en otros, lo menos que hemos consultado es el
patriotismo, que aconseja hacer revueltas á veces, concilia-
ciones otras, y casi siempre actos que están en pugna con
la constitución y las leyes, que nada de patriotas tienen si
son justas y arregladas k principios. Un buen libro, uña
vieja experiencia y una buena ley, son guias mas seguras
que diez patriotismos.
Suponiendo que no se obra por patriotismo es que se
han dictado leyes; y los que están viendo obrar el tantas
veces invocado patriotismo en las luchas de los partidos,
debieran volver sus ojos á las leyes^ que enseñan, man-
dando, lo que cada uno debe hacer.
No tenemos otra regla; y al escribir sobre la expedición
al Rio Negro, mas que por el patriotismo, que creemos
ocioso en tales materias, nos guiamos por las sugestiones
de una razón que creímos exenta de doblez, sino está libre
de error.
¿En qué andanzas anda la Patria, en aquellas regiones
recónditas y mediterráneas, desde donde no se divisan los
humos del enemigo extranjero?
Puede dudarse cuanto se quiera de nuestro patriotismo
con tal que se nos permita á nuestra vez dudar del patrio-
tismo de los caballos y muías que habrán de llegar como
Dios les ayude y les dejen los lomos los que las cabalguen,
en Junio, á los cuarenta grados de latitud austral, en país
en estado de naturaleza y esa no muy lozana, en busca de
pesebre, pienso y descanso, que es lo que nos movió á hacer
una indicación sobre lo avanzado del tiempo de expedi-
ción ar.
Parece que han causado la mayor estrañeza tales obser-
vaciones, teniéndose por cosa establecida que ha de ser
adversario político el diario que se permita observaciones,
y haber falta de patriotismo en avisar desde la proa, que
se divisan rompientes adelante, á fin de prevenir al timonel
para que sesgue un poco el curso.
Guando hace mucho calor, como al presente, lleva pleito
perdido el que hable de los inconvenientes del frió, en lati-
tudes que avanzan hacia los polos. Pero de cuarenta gra*
3SÍ4 OBKÜB PB SARICIEMTO
dos arriba, las campañas militares suelen suspenderse, de
común acuerdo, gansuido, como se dice, cuarteles de
invierno.
Sin ir tan lejos, el Coronel Campos, nuestro, podrá contar
la historia de sus experiencias, una vez que seducido por la
adquisición de siete mil caballos, abrió operaciones á. prin-
cipios de invierno. Todo marchó muy bien, hasta una
mañana en que le pasaron parte de la muerte de mil qui-
nientos caballos, al día siguiente de otros tantos y al tercero
de estar á pié tedo el ejército, lo que aconseja irse despa-
cio cuando estamos de prisa. Ignoramos donde estaba el
patriotismo en esta emergencia; lo que sabemos es que en
el Paraná se triunfó por el otro medio. Pero dejemos al
patriotismo y á los caballos salir del paso como les permi*
tan. Deseáramos solo que dejen á cada cual tener su
manera de ver, sobre cosas que á todos interesan, sin hacer
ni de una ley ni de la manera y tiempo de ejecutarla una
propiedad particular, gritando: al ladrón, si otro que el
agraciado trata de decir esta boca es mía.
Háse podido indicar la idea de ocupar el Río Negro, desear
llevarla á cabo cuando era ley, sostener su ejecución cuando
hubo de llevarse á cabo, sin que todo eso y mas, pruebe
que no hay inconveniente en realizarlo en invierno, sobre
todo si el que lo indica ha tenido experiencia de otros
climas que el suyo, y tiene la conciencia de viajero, que
siente el frío y el calor que arroja cada grado de latitud.
Las relaciones que se establecen entre la ocupación del
Rio Negro, que viene sonando á los oidos hace treinta
años, y ha sido materia de leyes hace diez, con- la ejecu-
ción actual, son un poco fantasistas; pero el empeño de
imponer silencio á toda observación y aun al examen de
la cuestión misma, declarándolo falsa de patriotismo, es
pedir demasiado á la buena voluntad, y por el contrarío
exigir la renuncia del patriotismo, que hace tan nuestra
la expedición como de los que la ejecutan.
Si es el desiderátum del ejército, de los partidos, de la
opinión y de la prensa, el que se cumple la ley que se
invoca, esto no quitaría que haya fríos y heladas en Junio
á los 40 grados de latitud; y bueno es indicarlo en tiempOf
siquiera para que se tomen las precauciones indispen-
PROGRESOS GENBRÍlLBS 325
sables en pais y en ejércitos que no tienen el hábito de
preveerlos.
Si lo que la ley dispone, los hombres públicos han apo-
yado, y todos desean ver realizado, fuese la medida del
acierto, no tendrían los pueblos que gemir á veces, bajo
el peso de sus propios errores.
La historia es la serie de errores y desaciertos que se
van corrigiendo sino los agravan el fanatismo, la ambi-
ción y la ignorancia. Nuestras prisas de hoy, pueden ser
las remoras de mañana, y no hay porque taparse los oídos,
si alguien no tiene entera fé en que han de salir las cosas
como las concebimos.
No insisteremos en las observaciones que tanto han es-
trañado diarios que necesitan suponer algo de muy ex-
traordinario para hallar prudente darse seis meses mas
de tiempo. El éxito puede mostrar que tales temores eran
vanos. No combatiremos por tanto, las que creen pode-
rosísimas razones en pro de la inmediata ejecución, ra-
zones, sin embargo que esperan del tiempo la prueba.
Esta por ejemplo. «Si se deja á los indios sin arrojarlos
á la otra orilla del Bio Negro, volverán á reunirse mañana
libres del pánico que hoy los domina.»
Figura de retórica, mañana. Nosotros decíamos, el pá-
nico les durará un año por lo menos; los indios no se reha-
cen en un día. Hay tiempo pues, de aguardar á la primavera
si ahora resulta angustiado el tiempo. Arrojar al otro lado
á los indios.» Nos parecía que los dejamos atrás, al Oeste
y al Norte, Galfucurá vino hace veinte años; y bien puede
aguardar dos otros Namuncurá, pues no es hoy muy atrae*
tiva la Pampa.
Hay pues mucha mas poesía en estos deseos, que sentido
práctico, como hay sentido práctico en abandonar una dis-
cusión que no traería resultado, si las observaciones hechas
carecen de fundamento real. Pero pediríamos á los que no
las estiman en mucho, que guarden, diriamos, que escon-
dan su patriotiitno, como el paisano oculta el facón, ó el
naipe, ó el rebenque, cuando habla con gente mayor.
326 OBRAS DB SARMIBNTü
U EXPEDICIÓN AL RIO NEORO
(Bí Nacional, Marzo i9 de i879.)
Muchos comentarios suscita la anunciada y próxima ex-
pedición al Bio Negro.
Es posible y natural que vengan á espíritus prevenidos
desconfianzas sobre los efectos ulteriores de un acrecen-
tamiento de poder y aun prestigio militar, que quedarian,
tras el bien operado, como queda un malestar en el cuer-
po después de un exceso de alimentación.
Habíamos, por nuestra parte, limitado nuestras obser-
vaciones á las objeciones que sugería lo avanzado de la
estación, en la época fijada por los primeros decretos.
Decíamos que á principios de Junio, k los 40 grados,
era mal escogido el momento, dada la larga y penosa
marcha de las divisiones expedicionarias.
Posteriores revelaciones del plan de operaciones, mo-
difican aquellas observaciones y les quitan parte de su
importancia.
Se anuncian divisiones que se pondrán en movimiento
desde el 30 de Marzo, lo que dá hasta el 25 de Mayo
cincuenta y cinco dias para llegar á las márgenes del
Río Negro.
El 10 de Abril estará en franquía la división principal,
y solo haciendo medias jornadas podrá prolongar su mar-
cha hasta invertir cuarenta y cinco dias de tránsito, hasta
el punto de reunión.
Últimamente, el coronel Alvaro Barros habrá anticipa-
do sus movimientos río arriba, de manera de preceder á
los expedicionarios y preparar lo necesario para acam-
parse.
Con tales disposiciones, el patriótico 25 de Mayo pierde
mucho de su poesía, ganando con ello el buen sentido
práctico, que se dá tiempo suficiente á fin de precaver
inconvenientes.
Si estas épocas y orden de marcha nos hubieran sido
conocidas, habríamos tenido otra impresión que la que
nos dejaba la fecha de fines de Mayo, como comienzo de
establecimientos en país desierto, pues se anunciaban
PROGRESOS GlfiNERALBS 327
para el señalado 25, llegando del desierto las tropas, y de
la boca del Rio Negro la flotilla, sin contar con los acci-
dentes, inevitables en país desconocido y destituido de
todo recurso, que suelen dejar burladas las combinacio-
nes mas racionales y crear desenlaces imprevistos.
Por todo lo demás que se reñere á la expedición, aun
su objeto mismo, como complemento necesario dé las fe-
lices operaciones ejecutadas sobre los indios, aguardare-
mos á que la esperiencia dé consejo, sin encargarnos del
triste rol de profetas de mal agüero, habiendo por el con-
trario servido la fortuna, como humilde esclavo, á los pro-
pósitos y anticipaciones del cálculo.
Es, por el contrario, conveniente que la expedición se
haga, conservando á los expedicionarios la fe en el éxito,
y la religión del interés del país, que es el móvil de las
grandes acciones y la recompensa del sacrificio; y nues-
tros aplausos y nuestra aprobación no le han de esca-
sear, desde que mejor informados, por los nuevos datijs
publicados, aparece salvado, ó abierto el camino para sal-
varlo, el inconveniente material que habíamos señalado
tiempo desfavorable, si se dejaba todo hasta el 25 de
Mayo. Dicen asi las últimas noticias:
« La expedición al río negro— El sábado ha debido par-
tin para Trenquelauquen^ el coronel Villegas, de cuya
frontera es comandante en jefe.
Se pondrá al frente de la columna de su mando y el 30
del mes de Marzo abrirá las operaciones, batiendo á su
frente y en marcha hacia el Rio Negro.
Esta es una de las divisiones que recorrerá mayores
distancias.
Operará en combinación con el coronel Racedo, que ayer
ha debido embarcarse para Villa de Mercedes.
El coronel Levalle sale mañana á reunir en Carhué el
ejército del Centro, que el 10 de Abril partirá, mandado
por el general Roca en persona.
Este cuerpo comprende las divisiones Puan, Carhué y
Guamini.
El coronel Albaro Barros, al mando de las columnas de
Bahía Blanca y PatagoneSi marchará el 30, teniendo por
objetivo Choele Choel, donde adoptará las medidas estra-
328 OBRAS DB SARMIENTO
tégicas convenientes para que el ejército tenga ahi pro-
visiones y todo género de apoyo.
El Comandante Freyre no hará la campaña de ocupa-
ción, 6 consecuencia de haberse reagravado la enferme-
dad que lo postra en cama, contraída en las últimas
expediciones.
Lo asisten los doctores Freyre (padre del jefe). Herrera
Vegas y Pirovano.
Las fuerzas que hoy ocupan la segunda linea de la
frontera de Buenos Aires^ avanzarán á ocupar la prime-
ra, como base de seguridad para las comunicaciones.
El ingeniero militar Host, ha llegado á San Rafael, des-
de donde emprenderá la exploración del territorio hasta
él Rio Negro.
L« EXPEDICIÓN «L RIO NE8R0
{Bl Nacional, Abrtl t7 de 18790
Ayer tomó el General Roca el ferro-carril que lo traspor-
tará de una sola tirada hasta el Azul. El Azul era, como
no habido tiempo de olvidarlo, el cuartel general de la
frontera. El Azul ha cambiado de destinación. Allí, ó en
sus inmediaciones, están las canteras, que empiezan á
surtir de mármol de ornato, á la construcción en Buenos
Aires. La plaza de aquella villa está adornada con bancos
de mármoles de colores diversos, amarillos, negros, blancos
y veteados de diversos colores.
El Azul es, pues, sino como un arrabal de Buenos Aires,
un elemento de construcción de la ciudad.
El pueblo fronterizo hoy, como que alli está el cuartel
general, es Guamini, que ya cuenta con algunos edificios
y casas de negocio. Esta misma linea va á desaparecer,
pues que va á removerse la frontera buscando condiciones,
que respondan al plan general de ocupación de la Pampa,
pues ya sería impropio llamarle fronteras, por no haber
indios fronterizos.
Tanto la línea de fortines avanzados sobre las poblacio-
nes hacia el desierto establecidas durante la administración
Sarmiento, como el mayor y mas resuelto avance del
Ministro Alsina» á un sistema coordinado de defensa tenia
PROORBSOS 0ENBKALB8 329
que prescindir de las desventajas del terreno, á trueque de
conservar la correspondencia entre los puntos fortificados.^
Tocábales á muchos de estos, pais sin leña y los soldadas
sufrían con la privación de este consuelo y axiliar del
desierto: el fuego y la Uama en el vivaque.
Ahora es fácil remediar tan grave inconveniente. Mien-
tras la expedición avanza hacia el Sur, á. ocupar Ghoele Choel
en el Rio Negro, varias divisiones quedarán acantonadas
en diversos puntos de la Pampa en campos ya reconocidos
y en que los algarrobos y otros árboles de bosques abun-
dan. Algunos de estos campamentos ocuparán los lugures
que eran la residencia habitual de tribus salvajes.
Concluida la toma de posesión de la lejana frontera
acaso esas divisiones que quedan hoy como de resf^rvas
sean las que hagan la policía de la Pampa y protejan las
nueva s poblaciones. Volveremos con ello al sistema de
Rauch, que consistía en mantenerse siempre en campaña,
con su pequeña división, é internándose en la Pampa,
cuando la audacia de algún cacique hacía necesario caer
sabré sus toldos, y escamentarlo.
Hoy los toldos no ezistenl Hay guaridas en que se escon-
den los restos de las diesmadas tribus; pero no el hogar
antes tranquilo en que se perpetuaba la vida salvaje del
hombre primitivo, no removiéndose la movible tienda sino
para cambiar de local, cuando las inmundicias de los alre-
dedores hacían insoportable la residencia. Triste y ver-
gonzoso es decirlo. El cerdo es animal mas aseado que
el hombre en estado de naturaleza y aun muy avanzado
en civilización. En Norte América se encuentran oasis de
árboles frutales aislado sobre un ojo de terreno feracísimo.
Allí hubo toldos de indios en épocas pasadas, y la tierra
quedó abandonada por siglos.
Muchas dificultades ha de presentar la ocupación de país
tan extenso; pero nada ha de ser comparable con las ven-
tajas de la extinción de las tribus salvajes, ó conservarlas
tan debilitadas que dejen de ser un peligro social.
Los indios mismos han ganado en ello aun en el cautiverio.
Para nosotros no hubo la poesía de los que, como Rousseau,,
creían que el hombre salvaje conservaba en cambio de
algunas privaciones, la libertad en toda su perfección. Si
en algún país de la tierra algo pudiera representar este
330 OBtlAS DK SUtKlKNTO
idilio es entre los negros que habitan el ecuador eo Arrica.
El vestido eieado una superfluidad y los pl&tanos la dea*
pensa siempre prorista, loa felices habituiUes »e bacea la
guerra para vender los prÍBionerus, íncdiidiau y arrasan
las poblaciones, y se comen unos & otros; porque las am-
brunas que interrumpen aquel sueño, han enseñado ese
último recurso.
Nuestros indios no habitan por cierto en un Edén, y la
cuaresma impuesta i una tribu, por el mal éxito de un
malón, hacían perecer los niños incapaces de resisiir al
hambre, y reduela á esqueleto las mujeres.
M. Alfredo Ebelot, que ha hecho reconocer en una serie
de|artfculo8 en l&Revue des Deux Mondes^ la pampa y las expe-
diciones repetidas, que al fin han terminado con la subyu*
gacion de las tribus, hace la siguiente pintura del estado
en que encontraron los restos de la tribu Catriel, cuando
fueron vencidos sus gefes.
X Vimos, ha poco, desembocar de todas partes los convo-
yes de prisionei'os. Siempre seri este un especliculo
desgarrador, sobre todo si predominan mujeres y niños
Hacíalo mas lamentable todavía la miseria odiosa que
rodeaba á aquellos infelices. Llegutban en hileras, poco
menos que desnudos, y la desnudez no embellece por cierto
á esta raza de formas sin gracia. Las piernas delgadas y
los vientres abultados de los niños, daban testimonio de lo
que habían sufrido.
B Los Indios se habían visto reducidos & los cueros de vaca
de sus toldos. Por todas partes encontrábamos, entre los
harapos que les servían de cama, lonjas de cuero bien pela-
das, y enterradas en el suelo para ablandarlas. Muchos
niños y mujeres habían perecido.
«Nada hay de extraño que después de pruebas seme-
jantes, los hijos del desierto soporten bien la fatiga y las
privaciones.
En una tribu muere joven todo el que no presenta una
fuerza admirable de resistencia. Es aquello la lucha por
la existencia en todo su vigor. No hade creerse por otra
parte, quesea prueba de una grande fuerza muscular, esa
facultad de vivir al aire libre, pasar semanas á caballo,
dormir sobre el suelo desnudo, y de desafiar el calor ó el
PROGRBSOS GBNSRALBS 331
frío. Es solo UQ vigor negativo, son duros pero no muscu-
lares, y cualquier trabajo seguido los a})ate».
Tenemos millares de indios prisioneros y las mujeres y
ios niños, puede decirse que están en el paraíso terrenal,
pues si no gozan siempre de las comodidades, están exentos
de las horribles privaciones del desierto.
En este punto se equivoca el autor de aquellos bellos
•escritos. Los indios pequeños destribuidos en las familias
son felices, en su esfera, y á veces llegan á. ser los regalones
de la casa. Los afectos de familia uuava les reemplazan
los que, de la naturaleza, olvidan al momento.
Hacemos votos por el éxito de la campaña del General
Roca en cuanto pone término á un estado de cosas violento,
ó echa los fundamentos del que ha de completar la obra.
La expedición se hace en medio de las agitaciones políti-
cas que preceden al nombramiento de nueva administración
política.
Los que quedan en su casas, pondrán dentro de poco al
rededor de la confortable chimenea maldecir su nombre-
Hay para estos clamores^ un aquietamiento y es el haber
hecho el bien duradero. Alsina murió en la demanda y
sus destractores olvidaron luego que habían sido detrac-
tores, para levantarle una estatua.
Hay unos amigos de Buenos Aires, de profesión y dere-
cho, como habían antes lloronas de profesión en los entierros
que se mesaban los cabellos y desgarraban el corazón de
los verdaros dolientes con sus ayes y gemidos. Lo que no
quitaba que recibido su salario, empinasen un vaso de
aguardiente para solasarse y reir. Pobres diablosl
LA EXPEDICIÓN AL SUR
{Bl Nacional, Julio il de i979i.
Tenemos de regreso al señor Ministro de la Guerra Gene-
ral Roca, después de terminada la gloriosa obra de despojar
de salvajes la Pampa, y llevar nuestras guarniciones á las
márgenes del Rio Negro. La última campaña ha sido feliz,
y el éxito ha correspondido al plan, tal como fué concebido.
El ejército grande sucumbió en Rusia bajo los hielos de
^n invierno tan crudo, como no se recordaba de años. La
332 OBRAS DB tfAKMlBNlO
expedición al Sur, por el contrario ha sido secundada por
un otoño prolongado, que ha alejado ei obstáculo único que
podia la previsión indicar.
Pocas veces sucede en nuestras guerras y operaciones
militares, que los kechos respondan, en cuanto al tiempo, á.
la intención conque se emprendieron. La campaña del Ge-
neral Ivanowski de ocho días, la del General Gainza de
veinte y dos, pertenecen á ese género. La actual que era
la toma de posesión del país conquistado, ó mas bien el com-
plemento de la guerra ofensiva emprendida contra los sal-
vajes, tiene el carácter de un paseo militar, en que se ase-
gura y cosecha el fruto de las pasadas victorias.
Podía quedar en los ánimos duda sobre la estension de
las conquistas, y á los salvajes, pasado el pánico de las de-
rrotas, quedarles la esperanza de rehacarse. La espedicion
que ha cruzado la Pampa por tres lineas distintas, que ha
llevado nuestra artillería á hacer salvasen las quebradas
de la Cordillera de los Andes, disipa aquellas dudas, y nace
morir la última esperanza.
La invasión sustituida por dos sucesivas presidencias, &
la tradicional defensiva en Santa Fe al Norte, en Córdoba
al Oeste y Sur, y en Buenos Aires al Sur, han traido al ñn
la catástrofe ñnai para la desgraciada raza indígena, si des-
gracia tan grande fuera, que sus familias no continúen en
perdurable barbarie, abandonadas á sus instintos salvajes
en los desiertos.
Una revolución, pues, se ha operado en nuestro modo de
ser, con el ensanche inopinado de la estension territorial, y
con la desaparición de la causa de vivir armados, circuns-
tancia que ha dado un tinte especial á la vida pública argen-
tina, y que amenazaba convertirse en un color decidido
como en Francia antes, ó como en Venezuela hoy. Los norte
americanos se precavieron de él desde el principio, y la
guerra que armó un millón de soldados, no ha dejado sino
restos pasajeros.
Hemos pues terminado el largo periodo de la lucha de
frontera, que fué ganando terreno con la conquista, que re-
trocedió con la guerra civil. Las Provincias de Buenas Aires,
Santa Fe, Corrientes y Entre Rios, están fuera del amago
de indios. Para Córdoba y San Luis quedan restos impo*
ten tes de las tribus ranqueles, que habrán pronto desapa-
PROORBSOS GENERALES 333
recido. Las del pie de las Cordilleras al Sur de Mendoza,
mas cultas ó mas quietas que las de la Pampa, propiamente
dicha, han visto desde sus toldos nuestras divisiones de
ejército y reconocido el gobierno de su país. Nuestros ex-
ploradores científicos, Moreno y Lista, habían reconocido ya
la mansedumbre y racionalidad de aquellas tribus lejanas.
El célebre Livingston ha notado en sus largas peregrina-
ciones al travez del África que los pueblos y régulos negros
eran morales, hospitalarios, y bien intencionados, donde no
habían penetrado los árabes, y con el comercio de esclavos,
el engaño y la violencia pervertido el carácter primitivo.
Debe suceder lo mismo entre nosotros, conservándose los
indios de las Manzanas, y puntos lejanos, libres de la de-
pravación moral, el odio de raza en que habían caído nues-
tros mas vecinos fronterizos. Estos habían ademas agotado
sus medios naturales de 7ivir, y tenían que procurarse, aun
á riesgo de la vida, yeguas en nuestros campos poblados.
Mendoza quedará también asegurado, con la expedición
del Coronel Uriburu, que ha. realizado, lo que al General D*
José Aldao le costó la vida, traicionado y asesinado con su
comitiva por los indios, y D. Feliz tuvo que abandonar sin
conseguirlo.
Hemos pues asistido al término de la conquista cristiana
de una de las mas extensas regiones, aun despobladas de la
América española; y muy memorable ha de hacer en la his-
toria la época, los gobiernos, y los militares que lo acelera-
ron. Quédannos otras cosas por realizar, y mucho que
aguardar el tiempo; pero esta obra^ debe decirse en honor
de todos, del gobierno, del General y del ejército que ha sido
rápida, completa y bien hecha.
UN PROGRAMA
{Bl Nacional, Julio 17 de 1870.)
La Tri&ufio, publica como programa del General Roca, su-
ponemos que para la presidencia, los telegramas que dirije
4 grupos de individuos, sobre sus propósitos de extensión,
de ocupaciones y conquistas de nuevos territorios, lo que
llama la segunda parte de la obra.
Sentimos decir, que los Generales y sobre todo el Ministro
. 'I
t
1
*
■■¡
334 0HRA8 DK 8AK11IBNTO
de la Guerra, propaguen ideas que mas apelan á la imagi-
nación del común, que a la realidad de las cosas.
No se funda una gran nación desparpajando la población,
extendiendo á millares de leguas las atenciones y ios cui-
dados de la administración.
Guando los squaters norte-americanos se desparramaban
por el Oregon, en busca de aventuras, y posesión de terri-
. torios lejanos, el Gobierno les hizo prevenir que las fuer-
zas de los Estados Unidos no podían protejerlos á esas dis-
tancias; y solo la conquista de California hizo posibles tales
extensiones.
Una nación colosal, no se constituye diseminando sus
habitantes, á distancias que harán imposibles los vínculos
11 sociales, políticos y adminisirativos, el cura, la escuela, el
juez, la milicia. Se puede así echar los cimientos de una
grande barbarisi, como la de las estepas de Rusia, de donde
nos han venido los ruso-alemanes que fueron cultos hace
tres siglos, y han acabado por la separación y aislamiento,
; |¡|i con perder toda tradición civilizada, por vivir en cuevas,
l,k sin distinción de sexos, y solo quedándoles una supersti-
, i'|¡' • cion por religión. Los que han venido á nuestro país, se
)i^¡, están amoldando de mala gana á las formas y hábitos civi-
lizados que nuestros paisanos conservan en embrión si-
quiera.
< r La República Argentina es el país del mundo donde la
población esta mas diseminada, y es el error político mas
grave diseminarla mas y mas todavía. Para ser fuertes
.f' necesitamos estrechar las filas, llenar los vacíos, porque
^i]l con ello se afirma y robustece la sociedad, se acortan las
■\\{H distancias, se abaratan los fletes. Actualmente los ferro-
^i carriles son improductivos, porque una tonelada de azúcar
tf L de Tucumau, una pipa de vino de San Juan, tiene que pa-
;í]| gar el interés de cien leguas de rieles improductivos.
No han de ir los argentinos á ocupar los valles hermosos
que se descubran al pie de la cordillera; no han de ir los
extranjeros, que no penetran en el interior, por no alejarse
de las costas pobladas. Somos dos millones de argentinos,
la inmigración aumenta este número, pero no dará en
veinte años aumento tal que sea necesario apelar á los te-
rritorios lejanos para establecerla.
El sistema norte-americano de población es expontáneo.
1
>
n
PROORBSOS GENERALES 335
En los trece Estados primitivos toda la tierra está ocupada.
El estado mide los territorios nuevos que se ofrecen á la
población, en varios puntos, y el comprador (ciudadano
ya) labra. Un dia hay una población, y se organiza en
territorio, otro avisa que se siente con fuerzas para ser Es*
tado y el Congreso lo reconoce tal.
Se ha hecho un mundo, de ello le viene gran gloria al
señor Ministro de la Guerra, en despejar la Pampa de tri-
bus ladronas.
La dilatación de la sociedad se hará, pues, por esta vi a
sin grandes sacri&cios, por su propio interés. Aun así no
convendría que se alejase á saltos de las costas, sin vias
de comunicación, sin organización social. De extranjeros
sin reconocer una patria nos está dando en pequeño mues-
tras el Chubut, costeado por la Nación, sostenido años y
años para que subsista, y ahora guarnecido por un bata-
llón, para que reconozca nación, dependencia y solidaridad,
pues ni la lengua acepta.
No hagamos grandes naciones del vacío : no nos inflemos,
como las vesículas, llenas de aire, las bolas de jabón, que
divierten la vista de los niños, creyendo que han creado
algo. Basta con el Rio Negro.
Ya hay doscientos mil habitantes en la rica y poblada
provincia de Buenos Aires que nacen en lugares donde no
puede haber e»cuela, ni cura, ni autoridades civiles, ni cen-
tro de población. No hablemos de las Provincias. La gue-
rra civil es efecto de las distancias; el bandalaje ha de
sustituirá los indios, en los alrededores ó fronteras de lo
poblado, si nos estendemos sin mesura.
Han de hacerse fijos los gastos de administración que hoy
parecen accidentales, y las rentas no suben en proporción :
líneas de vapores, y escuadrillas para cuidar guarniciones,
y llevar y traer tres pasajeros, escuadra de mar y de rio»
tropas avanzadas á territorios lejanos, caminos, y obras de
viabilidad.
Dejemos al individuo obrar espontáneamente y abando-
nemos el sistema español que tenemos en la tradición»
avanzar la conquista, fundar oficialmente pueblos, para
que las generaciones futuras, como San Juan, La Rioja,
no sepan á donde volver los ojos en busca de desarrollo, de
contacto, de comercio.
336 OBKiltf DM 8A1KU1KMTO
Llamamos la atención del público sobre este mal siste-
ma, que va tomando cada . día, á fuerza de entusiasmo y
de frases, como fundar una gran nación, y otras que seducen
la imaginación. Una nación ha de ser compacta, civilizada,
fuerte por la cohesión, la ocupación efectiva y el aprove-
chamiento del suelo.
Sin eso, vamos á hacer una Rusia grande, y una pequeña
Rusia. £1 despotismo militar de un lado y el nihilismo
del otro, no hay nación.
No haya miedo de los indios pacíficos que están al otro
lado del Rio Negro.
Los indios se multiplican como los cristianoSi bien go-
bernados. El General Roca lo ha visto con asombro, y á
él se le debe en mucha parte el descubrimiento de una
verdad, que ocultaban los mirajes de la Pampa. No había
tales indios I No son ni Roca, ni Alsina, ni Gainza los que
los han destruido. Es la acción lenta que han venido ejer*
ciendo un siglo de lucha paulatina, la propia vida salvaje,
y la falta de medios de subsistir. No había tales indios, y
hoy meditándolo bien, da vergüenza pensar que se haya ne-
cesitado un poderoso establecimiento militar, y á veces
ocho mil hombres, para acabar con dos mil lanzas que
nunca reunieron los salvajes. En los Estados Unidos han
desaparecido lo mismo.
Calfucurá fué destruido por el General Rivas en la laguna
Verde, y si no lo tomó en sus toldos no fué por no tener
órdenes anticipadas de obrar. Alsina destruyó á Catriel,
que fué á engrosar las ñlas de los salvajes, y la obra final,
meritoria, digna de un General, acometida por el General
Roca, con todo el poder militar de la República, y sin ne-
cesidad de que el Ministro de la Guerra abandonase sus
funciones administrativas, fué ir á recoger el fruto de tan-
tas victorias, y mostrar que no había tales indios, sino
restos de tribus aniquiladas. Esta es la campaña sin san-
gre; pero detengámonos ahí, y organicemos esto. Dejemos
á los que vienen en pos» su trabajo.
Los Estados Unidos, única nación que se baila en nues-
tras propias condiciones de estension de territorio, difusión
de la población, y ocupación del dominio nacional por indí-
genas, lejos de emprender su destrucción les h% asegurado
por tratados, reservas de terreno para que vi van j hasta que
PRoaassos generales 337
la población cristiana se acerque ó siquiera avanc^. Si hoy
hay recrudecencia de guerra con los salvajes, es porque
abierto el ferrocarril que liga la California en el Pacifico
con las poblaciones que van dilatándose desde el Atlántico,
los Estados Unidos, se han visto forzados, por necesidad
imperiosa de su desarrollo, á violar el territorio indígena, j
faltando á los tratados, y por la presencia y pasaje de los
trenes, y el desorden inevitable, espantándoles la caxa de
que vivían y espuéstolos á morir de hambre. El General
Sherman, el Roca de los Estados Unidos, asi lo confesó en
los parlamentos con Síoux y Gomanches, haciéndoles la
declaración de que ya no podían continuar con la vida
salvaje.
Nuestro sistema de querer en un día acabar con los in-
dios, que no nos dañan por ahora y hacer tabla rasa del
suelo, trae un desperdicio de fuerza inútil, como el que
desmontara terreno, sin ararlo ni tener semilla que sem-
brar. Matorrales le han de salir que son peores que el bos-
que que al fin algo vale y produce.
No olvidemos que no somos mas que dos millones de ha-
bitantes, y no nos emborrachemos con poesía de la gran
nación, que vendrá sin atrepellar los debidos respetos á
las cifras, á la ley de aumento de la población sobre el ca-
pital de los dos millones, y el ascenso de la inmigración,
que es proporcional á nuestra población .
Pero lo que debemos evitar es aumentar los gastos del
presupuesto en ejército, escuadra, guarniciones, y demás
anticipaciones de gastos para colonias.
No nos gustan las colonias oficiales, que tanto cuestan al
erario y á tantos despilfarres dan lugar. La acción indivi-
dual ha poblado los Estados Unidos, y levantado á Califor-
nia y Australia al rafngo de naciones. No forcemos ni al
tiempo ni á la población. Diseminar no es poblar.
LAS IDEAS SOBRE FRONTERA
{El NaeUmat, Julio ii de i870.)
El mayor servicio que se puede rendir á un país, es ha-
cerle que se tenga en los límites de su propia capacidad,
número de habitantes y recursos. Vivimos de hipérboles.
Tomo zu — 89
388 QBbLáM OB BAUmíMUTO
el hefoiBmo, la gloria, el valor invencible» la libertad, la
grandeza nacional, y obramos en consecoeocia.
Uno de los grandes desastres de la historia moderna, ha
provenido de estas infatuaciones. No eran los franceses
los dos millones escasos que hoy pueblan nuestro territo-
rio de cien mil millas cuadradas, mientras Londres tiene
el doble de habitantes, con mil veom mas riqueza, en el
recinto de una ciudad.
Era la Francia, la gran nacioUi la hija primogénita de la
gloria, la que se educaba por sus libros, su prensa, por eu
historia á creerse invencible. Jactábase de tener en la
Argelia, una pepinera de héroes, de generales, con escuela
permanente de guerra, para mantener vivas las tradiciones
militares.
Ignoraba que la guerra contra tribus árabes de ginetes,
en campos dilatados sin ciudades ni fortalezas, no requiere
ni hacer nacer mas ciencia, que la que puede tener entre
nosotros don Frutos ó Artigas, y cuando hubo de habérselas
con la Prusia, con el viejo Moltke, los mariscales cargados
de medallas, no supieron & donde dirigir las punterías de
sus cañones, ni donde concluida la batalla que el valor
empeñaba, y acababa la estratégica cientiñca del enemigo,
que la dirigía desde su gabinete.
Tiempo es ya de reaccionar contra este espíritu, de que
abusan empresarios de candidaturas, pervirtiendo el juicio
público, adulterando la historia, corrompiendo á jefes bene-
méritos, á quienes acabarán por persuadir, de cuanta
patraña escriben en su loor, haciéndoles olvidar, que la
guerra de fronterra si tal nombre tiene perseguir alimañas
dañinas, pero sin armas, sin ciencia, sin disciplina, no
basta á envanecer á soldados, que desearan encontrar ene-
migos dignos de su bizarría.
Las campañas contra salvajes, tienen eso de singular que
no tienen siquiera historia.
Hay encuentros, en campos desconocidos; con enemigos
sin patria y sin nombre; un telegrama de cuatro renglones
es el parte detallado, y al dia siguiente se olvida el hecho,
hasta recibir otro telegrama de otro punto y de otra fron-
tera que dice lo mismo con otros nombres, y diez
muertos.
¿Cuántos combates se han dado en diez años conti^a los
-T7*-
PROGRESOS OEr^BRALBS 339
indios? El cincel del estatuario está, todavía tallando la
estatua decretada á Alsina, el Macabeo suscitado contra
los salvajes; y aun no estará colocada en su pedestal
cuando ya tendremos otro Macabeo que es el verdadero
destructor de los indios.
Acaso tengamos un día que imitar á los Provinciales
romanos, que teniendo sus plazas llenas de estatuas del
Emperador imperante, á la muerte de éste, aserraban la
cabeza á la estatua, para sustituirle la del nuevo empe-
rador, y aprovechar el cuerpo ya tallado por mano de
artista.
Esta confusión la introduce el espíritu de partido, y la
especulación política que hace y deshace héroes cada seis
meses, y aun los contrapone, haciendo de la gloria de uno
el vilipendio de los otros, con menoscabo de la verdad
histórica, y de la justicia debida á todos.
El último acto de la lucha contra los salvajes, ha dado
merecida gloria & un Jefe de nuestro ejército que la con-
sumó, poniendo de su parte mucha inteligencia en conce-
bir la idea, sin que le hayamos de hacer un reproche de
su paseo por el desierto, con todos los aprestos de una
campaña militar, pues era de grande efecto aquella ex-
ploración, ya para convencerse de que no había enemigos
sino restos dispersos, ya para hacer sentir á toda la re-
pública, y á la campaña de Buenos Aires que puede repo-
sar tranquila por esta parte, pues no la harán insegura,
nuevas algaradas de salvajes. Si veinte malones aparecen
de vez en cuando, el estanciero sabe ya que son ladro-
nes aislados, sin invasión, y á los que bastará echarles
los perros.
Poetas que componen epitalamios á merced de las cir-
cunstancias, para esplicarnos cómo se terminó la guerra
con los indios en esta parte, no deslien en sendas estro-
fas, el célebre atelegrama» de César; vinú vidi^ vkif y cuando
se les observa con la prosa pedestre de las cifras, y de
las no-entidades, que según el último telegrama, el ejército
no encontró á quien vencer, suponen que algún nicromán-
tico ó encantador ha ocultado á los temidos salvajes, por
envidia de su gloria.
No habia indios porque no debía haberlos, pues habían
venido sucumbiendo de tres siglos, de medio siglo, y de
í
i
340 OBRAS ÚE 8ARIC1BNT0
diez años á esta parte, no habiendo hace dos años qui-
nientas lanzas & las órdenes de ningún cacique, ni dos
mil en todas las tribus dispersas sobre extensión tan
vasta.
Es preciso pues, reconstruir la verdad histórica, y hacer
desaparecer estos mirajes, con que se pretende desmora-
lizar á los militares, cre&ndoles epopeyas, á que faltan
Friamos y Héctores, si de la otra parte tampoco hay Ayax y
Aquilea.
Las ideas, aun cuando de fronteras se trata, no se cam-
bian de un día á. otro, sino que se desenvuelven, se mo-
diñcan con la esperiencia, inspirando una idea anterior
un desenvolvimiento mas tarde.
Haremos una breve reseña de lo ocurrido en estos úl-
timos diez años.
Terminada la guerra del Paraguay y debiendo comple-
tarse las lineas de defensa se hicieron avanzar hacia el
despoblado éstas, al Oeste de Buenos Aires, al Sur de
Córdoba, al Norte de Santa Fé. No hubo para ordenarlo
ni genios, ni grandes pensamientos. Tampoco la prensa
hizo repicar á todo vuelo sus campanas, cuando nuestras
fuerzas ocuparon el Rio Y, y el paso del Rey, dejando
dentro de fronteras miles de leguas que ya están en parte
pobladas.
Hasta entonces no querían creer que la frontera está
adelante de las poblaciones y no atrás como estuvieron
acampadas las fuerzas antes. Desengañáronse cuando
Galfucurá, acosado ya por el hambre, trató de romper el
cordón sanitario, y penetró en efecto á las poblaciones,
arreó sesenta mil vacas, yeguas y ovejas, dicen que cien
mil. Desgraciadamente para él, como estaba previsto, el
General Rivas lo aguardaba á la salida, y lo batió y dis-
persó completamente en la Laguna Verde llegando apenas
enancados á su tribu los indios dispersos.
Todavía no venia la idea de tomar la ofensiva. No obs-
tante que el General Rivas tenia orden de beneficiar la
primera victoria, teniendo una división pronta para echarse
sobre los toldos del invasor, inevitablemente derrotado.
El General Arredondo hizq una entrada sobre los ran-
queles, que si no fué coronada de éxito completo por haber
PROGRESOS OBN ERALES 341
sido sentido, muestra que la idea de tomar la ofensiva
sobre los indios, empezaba ya á. hacerse práctica.
Hay un día y una hora en la historia de todos los poderes
predominantes hasta entonces en que decrecen. Lo que
sigue es la agonfa. La retirada de Rusia, para Napoleón,
la batalla de Guettysburg para la secesión de los Estados
Unidos, la toma de Sedan, para la Francia etc., son el
perihelio de un poder, y de ahi sigue su caída.
En la laguna Verde se acabó con la preponderancia de
los indios. Su hora habla sonado con la derrota de las
dos mil lanzas del araucano Galfucurá. La frontera que-
dó asegurado, los indios amedrentados y sumisos; nuestros
jefes todos convencidos de que se había encontrado el
buen sistema. El gobierno hizo tantativas de coordinar
un ataque general á los toldos de Galfucurá de los ran-
queles y de los pehuenches de la cordillera.
Estas no son jactancias á posteriori. El Coronel Roca fué
llamado á Buenos Aires exprofeso para consultar con él,
el plan que debía seguirse, de invadir á los toldos de
Mariano, al Oeste de Córdoba, y á los indios de la cordi-
llera por Mendoza. Si no se resolvió allí nada, fué eñ con-
sideración de observaciones del Coronel Roca, que se
tuvieron presentes.
A la sazón escribía el General Rivas, del Sur, anunciando
que salía con mil quinientos hombres á cinco caballos por
hombre, á castigar en sus toldos á Cafulcurá por no sa-
bemos que traición ó insolencia; y á pocos días de inter-
valo recibía el Gobierno aviso suyo, de estar en Carhué
y pidiendo mas caballos.
Deseáramos que el General Rivas publicase la carta del
Presidente, en que le vituperaba haber procedido sin órde-
nes, desbaratando con su movimiento el plan de invasión
general que estaba preparando el gobierno, y ordenándole
permanecer en Carhué, construir cuarteles, y establecerse
definitivamente. El Comandante Guerrico supo después
de esta carta y apelamos á su testimonio.
Citamos estos hechos históricos, para mostrar como
marchan las ideas, y se preparan los acontecimientos que
vienen en pos. Ya se había recuperado todo el territorio
perdido desde 1810 al Sur de Córdoba, y al Norte de Santa
Fe; y aunque no se pidiesen las albricias por esta recti-
342 0BKA8 DB 8AKUIBKT0
ficacion de la carta, en loa ánimos venfa haciéndose famí-
liar la idea de ir adelante, en todas direcciones. El Mi-
nistro Gainza tuvo la idea de atravesar una línea de
fronteras de los toldos de Mariano á Garhué, que solo
media en el plano, setenta leguas. El Presidente le negó
constantemente su aprobación. Existen los planos.
¿De dónde había de sacar Alsina, un buen doctor y
político civil insigne, la idea jefe que le ha dado un lugar
en la historia, de avanzar la frontera cien leguas mas al
Oeste y desplegar la actividad y energía que lo llevó á
la tumba?
\ A. dónde van á parar las grandes concepciones mili-
tares, si al primer paisano le ocurre lo mismo que lo que
les da á aquellos su genio ó su esperiencia?
Vamos & mostrar ahora como Alsina fué llevado de la
mano por los antecedentes, á invadir y buscar á los in-
dios en lugar de esperarlos.
Los que predican revoluciones, olvidan pronto los males
que hacen. Los Catrieles enseñados por los cristianos &
sublevarse, ganaron un día el desierto. Retrocedía la
conquista de la pampa con eso, cincuenta años atrás^
época en que Rosas sometió esa tribu. Los salvajes to-
maban otra vez preponderancia. La tribu de Catriel daba
hasta entonces ochocientas lanzas para la defensa de la
frontera. Eso consta de las listas de revista y raciona-
miento, y ochocientas lanzas, representan cuatro mil indios
de chusma. La revolución es contagiosa. Teníamos al
Oeste tribus sumisas, dentro de fronteras, Gañumil, Colt-
queo, si no equivocamos los nombres. Se alzaron también.
Manuel Grande vino á ver i su grande amigo que lo había
tenido preso en Martín García, á esponerle que no le daban
hacía meses sus raciones y que su pequeña tribu perecía.
Hizolo este presente al Gobierno indicándole el peligro de
perder á este indio amigo. Manuel Grande se sublevó, y
se unió ¿ su pariente Pincen, que antes se había mante-
nido tranquilo. Era pues, un verdadero desastre, el que
trajo en la frontera, la revolución de Setiembre. Todo lo
ganado en medio siglo lo habíamos perdido, pues había
cacique de esos que estaban sometidos desde los tiempos
de la Independencia. Puede haber inexactitudes de detalle
en esto porque no tenemos documentos á la vista, y paes^
PR00&S80S OBNBRALB8 343
r
<^omo lo hemos dicho antes, esta guerra de frontera no
tiene historia.
Alsina ministro de la guerra no necesitaba pues« ni inspi*
ración militar, ni genio para tratar de enderezar y restable-
cer las cosas á su antiguo estado. La pista de la revolución
de Setiembre lo llevaba á perseguir las tribus sublevadas,
y conjurar el nuevo peligro de la frontera, antes asegurada.
Era preciso tomar á Carhué y avanzar, abrir campaña y
no descansar hasta restablecer nuestra ya conquistada y
de nuevo perdida preponderancia. El ejército lo hizo, con
valor, con incansable actividad, en una larga serie de
combates en que la tribu de Gatrielfué avasallada y to-
mados sus restos.
EL COMPLEMENTO DE LA OFENSIVA
{El Nacional, Julio 33 de 1879.)
Tan oscuros quedan estos hechos de las luchas de fron-
teras con salvajes, que apenas tienen un nombre; pues que
sucediéndose los triunfos de nuestro ejército en pequeñas
divisiones, bajo la dirección del actual Ministro de la
Guerra. El iVadofiol, recordó la estrategia del Mariscal Bu-
geaud contra los árabes, y á. la que debió 9U sometimiento;
la que consistía en hacer una punta, operación que se
explicó entonces y que tenia por objeto garantir á una
pequeña división, contra la posibilidad de encontrarse ino-
pinadamente sin reserva, con fuerzas superiores y como lo
exije aquella clase de guerra lijara.
Precaución inútil y ya tomada, pues M Nacional^ ignoraba
ó habia olvidado que Namuncurá habia ya recibido fuertes
golpes en la época de Alsina, ya que los Gatríeles hablan
sido fraccionados y dispersos.
Publicóse mas tarde en el mismo Nacional^ una breve
reseña de los combates ocurridos con las tribus, enumerán-
dose veinte y tantos de ellos, dados por las varias divisio»
nes del Sur.
Alsina murió en la demanda; y muriendo daba órdenes
de acometer á tal tribu, que aun se mantenía en armas
sirviéndole de oración fúnebre, el parte de la derrota, cau-
tiverio y sumisión de las tribus alzadas.
344 OHKA« UK «AHMIKNTO
Gomo no se han encontrado indios por ese lado en la
última corrida que se ha hecho salvo insignificantes restos,
puede decirse que quedaba despejada la frontera, con lo
que tendríamos, como punto de partida para nuevas em-
presas, el avance de la de Córdoba hacia el Sur desde el
Rio IV al R(o V, ia incorporación á Santa Fe del territorio boy
poblado que media con el Rey, al Norte de la ciudad de Santa
Fe, en cuyas goteras casi estaba antes la linea de defensa; y
la extensión dada hacia el Oeste de la Provincia de Buenos
Aires, hasta la zanja construida por Alsina, y á mas todo el
territorio al Sur y al Oeste abandonado ya por Namoncurá,
único cacique que podía antes oponer resistencia.
El General Roca sucedió al malogrado Alsina, y las ope-
raciones sobre la frontera, sin descontinuarse, pues las
divisiones seguían en sus posiciones avanzadas, tuvieron
un momento de interrupción hasta recibir nuevas órdenes.
Alsina, pues, había realizado una grande idea, circuns-
cribiendo su ejecución & la frontera de Buenos Aires,
llevado á ello premiosamente por la necesidad de recupe-
rar las tribus mansas, entonces alzadas, que creaban un
peligro nuevo^ reforzando á Namuncurá, fuerte todavía
después del contraste de su padre.
El General Roca había mandado largos años la frontera
de Córdoba, teniendo á su frente las tribus ranqueles. Su
posición, el contacto diario -con aquellas tribus, su situación
de mando, debían traer á su espíritu la generalización &
aquella frontera del sistema ofensivo que ya estaba tan
avanzado en la de Buenos Aires, que venía consumado de
años atrás en Santa Fe y Córdoba* Mas el General Roca
llevaba al ministerio otros datos, debidos á su propio esta-
dio, y que si bien resultaban de los hechos realizados, nadie
había verificado con la exactitud que él. Lo que hoy
alarma á los panegiristas, es precisamente lo que mas honra
al General Roca, y es haber comprobado, por su propia
observación, tomando lenguas de vaquéanos, cautivos y
lenguaraces, prisioneros, que no habían indios, con un
número de lanzas suficientes, para contener ó poner obs-
táculo al avance de nuestras tropas en toda la extensión de
la Pampa. Esta afirmación del General Roca, consta del
lucidísimo informe que sometió al Presidente y fué elevado
al Congreso para autorizar los gastos de la batida general
PROGRESOS GENERALES 345
que proponia, como paso previo para ejecutar la ley que
tenia ordenado la traslación de la frontera al Rio Negro.
Es pues el General Roca el que aseguró que no habían,
como se creía hasta entonces, tales indios en la Pampa, y
quien lo ha corroborado en su última batida de toma de
posición, que se ha hecho sin derramamiento de sangre,
sino es el que haya motivado la captura de familias dis-
persas de las tribus^ranqueles, y de algunas otras, aun que
todavía no se haya sometido Rafecalcurét, que mantiene
restos de la tribu antes tan poderosa de Namuncurá su
hermano.
En 1870, el Gobierno quiso darse cuenta del número de
lanzas que podrían oponer los salvajes á una batida gene-
ral; algunos jefes del ejército consultados al efecto, daban
de seis á siete mil lanzas, cifra exagerada según lo han
mostrado los hechos después. El General Roca en 1876
había podido obtener datos mas ciertos; y con la sumisión
de las alzadas de Gatriel, los golpes dados á, Calfucurá pri-
mero, y á Namuncurá después, reducirlas k menos de tres
mil, incluyendo á Epumer, y Baigorrita sucesores de Ma-
riano Rosas.
Hasta 1828 la frontera de Buenos Aires, fué guardada por
Rauch victoriosamente, con ochocientos hombres.
En 1833 Rosas había llegado & Ghoele Ghoel sin encontrar
otros indios que los que se redujeron con el cacique GatrieK
La frontera Oeste permaneció largos años en la Guardia
de Lujan, hoy Mercedes, y en 1852 Jefes del Estado Mayor
del General ürquiza podían ver desde la Laguna del Toro
las crecidas alamedas que señalaban á lo lejos el territorio
cultivado que es Ghivilcoy.
No había, pues, grande peligro de indios por ese lado.
Los indios no aumentan su población, con el trascurso
del tiempo, por lo precario de su existencia. Se extinguen
solos por el contrario al contacto de la civilización. En los
Estados Unidos han desaparecido doscientas naciones in-
dígenas por si solas.
Gomo pudieron después, convertirse en una amenaza los
indios? Hay un hecho histórico que lo explica. El caci-
que Galfucur& araucano, se trasladó á este lado de la cor-
dillera» y pudo reunir dos mil lanzas, otros creen que
menos de mil; pero en todo caso era un elemento nuevo,
346 OBRAS DB RARMIBMTO
como las nuevas hordas de bárbaros, que caian sobre las
fronteras del imperio Romano, cuando ya se habían apaci*
guado y domesticado los antiguos.
Gaifucurá dio carácter de guerra á los malones de Pincen
ú otros caciquillos subalternos:
Aprovechando del cambio de gobierno & la caída de Rosas
infundió terror en nuestras campañas, derrotó nuestros
ejércitos, y sublevó á las tribus mansas de Gatriel que
volvieron mas tarde á someterse huyendo de las prívacio*
nes de la vida salvaje. El contraste de sus armas en la
Laguna Verde, quebrantó su poder, y ya estaba reducido
á términos, su hijo Namuncurá, por un tratado en que
cedía Garhué, cuando la revolución de Setiembre nos hizo
retroceder á condiciones insostenibles, sino se las me-
joraba.
Las operaciones seguidas con tanto éxito, y llevadas &
todos los puntos de la Pampa, por nuestro ejercito, bajo la
hábil dirección del Ministro de la Guerra que sucedió á Alsi-
na, rotos los núcleos de Namuncurá y Catriel, han mostrado
que en ninguna parte los indios han hecho frente, ni pre-
sentado quinientas lanzas en linea, pues las alianzas de
salvajes son todavía mas difíciles de guardar que las de
principes cristianos.
La división del Coronel Lagos ha hecho grande cosecha
de dispersos, de las desbandadas tribus; y este es un exce-
lente resultado de la batida general.
El Coronel Uriburu ha llegado k los términos de los
indios amigos, de las faldas de los Andes y cabeceras de
Rio Negro y del Neuquen, y sería sensible que las necesi-
dades de la guerra, suscitasen la natural desconfianza del
salvaje, sobre todo al ver fuerza. Seria conveniente man-
tenerlos en buenos términos, porque no creemos que haya
conveniencia en atacar sus tribus, si actos de hostilidad de
su parte no lo hacen necesario.
Hemos ya manifestado nuestra repugnancia á la prose-
cusionde la caza de indios, para despojar de enemigos,
según se dice, el terreno. Hemos oido á persona entendida
que los trabajos de saneamiento de la ciudad de Buenos
Aires cuestan enormemente, y diez veces mas que el de
ciudades de igual área en Europa, porque en igual super-
ficie, tiene diez veces menos habitantes. Lo mismo sucede
PRO0RBSO8 GBNBRilLES 347
con la ocupación de grandes superficies de terreno con
poca población. La colonización del Cabo de Buena Espe-
ranza por los holandeses, desparramando la población
sobre el territorio, ha producido los boerít^ un pueblo criollo,
que no forma sociedad, y es en efecto ingobernable.
Las indiadas del Chaco, y el Chaco mismo pertenece á
otra ñsonomía de nuestro país. Cubierto de bosque espi-
noso tan grande extensión, las tribus son nómades en
busca de caza, ó pesca para vivir.
No han c^doptado el caballo, y no usan otras armas que
las flechas. No son de ordinario invasoras, sino las que
están en contacto con Santa Fe, y salvo robos y violencias
á que la ocasión da lugar, en la vida salvaje, no son una
amenaza para las poblaciones cristianas, y pudiera indu-
círselas k establecerse á orillas de los ríos, si contaran con
protección, ó no las hicieran cautivas, como ya ha sucedido,
con las familias que dejan en la costa, cuando los varones
pasan á Corrientes k vender plumas y peletería.
U LEY DE PREMIOS DE TIERRAS AL EJÉRCITO ESPEDICIONARIO
{Bí Nacional, Agosto 95 de 4879.)
Al anunciar por telégrafo el señor Ministro de la Guerra
«1 feliz arribo del ejército á las márgenes del Rio Negro,
el Presidente le envió los parabienes, anunciándole que
se presentaría al Congreso una ley pidiendo premios de
tierras para el Ejército.
El proyecto presentado en Junio fué corregido en la
Cámara de Diputados y sancionado con ligeras enmiendas
pasó al Senado.
Al entrar en discusión el senador Sarmiento^ haciendo
una reseña de las disposiciones del proyecto, hizo notar
defectos de redacción gravísimos, y la incertidumbrt^ en
cuanto al número y título de los agraciados, como la
extraña observación de que no había en ambas márgenes
del Río Negro, tierra de labor bastante para dar á miles
de soldados, en condiciones de sacar provecho de cien hec-
táreas (sesenta y cuatro cuadras^ estableciéndose en ellas,
que es el propósito ostensible del proyecto de ley» de ma-
nera de que puede resultar en el hecho que no se les de
348 OBRAS DB 8ABMIKNT0
nada en realidad por no haber terreno, ó sean colonias
penitenciarias, de manera de ser mas bien castigo que
premio.
El Senador Sarmiento propuso, en consecuencia, un acto
previo k toda discusión, cual era pedir al Ejecutivo listas
nominales de los Jefes, oficiales y tropa á que se refieren
cinco artículos del Proyecto; y en lugar de hacer la mensu-
ra de las tierras prometidas en ambas márgenes del Río
Negro, después de concebidos los títulos, hacerla antes, pa-
ra ver si hay en efecto tierras adaptadas al objeto del
Gobierno.
Asi el Congreso sabrá, á quien dá; y qué es lo que dá.
Una réplica muy luminosa del Senador Pizarro se con-
trajo á justificar la denominación del ejército expediciona-
rio que se dá á los agraciados con el premio, calificativo
que el Senador Sarmiento había hallado inconsistente coa
el proyecto mismo, además de otros vicios de redacción.
En efecto, el proyecto habla en su primer articulo de un
ejército expedicionario, que sería de suponer sea el que
hace meses condujo con tan pocos accidentes notables el
señor Ministro de la Guerra hasta las márgenes del Río*
Negro; y si no estuviesen incluidos entre los Generales, los
herederos del Dr. D. Adolfo Alsina que históricamente
consta no formaban parte de él, sediria que el ejército ex-
pedicionario, eran las divisiones que de Guamini, Garhué
continuaran avanzando al Sur hasta el Río Negro, sobre el
país que antes habían despejado de indios.
Esta incongruencia de poner unos jóvenes civiles, por el
premio de carácter de generales» viene de que la Cámara
quiso reconocer los servicios de un Ministro de la Guerra^
cuando reconocía los de otro. Esta chocante incongruencia
se salva, suprimiendo el calificativo expedicionario, que
tampoco concuerda con el resto del proyecto mismo, pue&
mas adelante pone en la misma condición á los jefes, oficia-
les y batallones que antes fueron removidos de las fronte-
ras de Córdoba, San Luis y Mendoza con otras categoría»
de agraciados, tales como los que formaban la segunda
línea y las reservas y que prepararon, dice el proyecto, el
terreno para la última campaña.
Acertando á ser felizmente con pocas variantes el misma
ejército el que desde 1875 adelante ha estado en campana^
PR00RB80S GBNBRALBS 349
persiguiendo á los indios en sus toldos y dando mas de
cuarenta combates, parece impropio poner en segunda
linea estos méritos verdaderamente militares, y al frente
la última campaña en que no hubo combate porque no
había enemigos, salvo en el estremo Oeste de tan vasta linea,
donde aun sigue recogiendo tribus dispersas de anteriores
combates, el coronel Uriburu.
La redacción que debiera darse pues, según el Senador,
para poner el proyecto de acuerdo consigo mismo, y salvar
-el honor del escalafón comprometido con la interpolación
de doctores y menores de edad entre generales, y jefes de
división, seria un premio á jefes oficiales y tropa que hayan
tomado parte en las campañas, de .'guerra ofensiva contra
los indios desde 1875 á la fecha, en la Región sur de la Re-
pública.
Redactado asi el proyecto y aun dejándole en la manera
como está la materia del premio, desparramada en cinco
artículos, se necesita saber por las listas de Revista de
aquellos cuerpos desde 1875 adelante y aun los Guardias
Nacionales de la segunda linea, etc. quienes fueron y quie-
nes son los individuos de tropa que los componían bástala
sanción de la ley, sin lo cual se corre el riesgo de que su-
ban á millares sin tasa los agraciados.
Pero hay algo mas serio que puede hacer una ironía y
una burla de las larguezas aparentes del proyecto. A jefes
y oficiales se dan terreno en cantidad suficiente para es-
tancia en cualquier punto de la Pampa. A los soldados se
les dan cien hectáreas en ambas márgenes del Río Negro.
AHÍ y no en otra parte han de estar ubicados los premios.
El Senador Sarmiento indica que teniendo ciento cincuen-
ta leguas de largo el Río Negro, pues pierde este nombre
en la confluencia del Neuquen (rápido] y el Limay, y dán-
dole en su trayecto una legua de ancho á las tierras utili*
zables en ambas márgenes, no alcanzan á llenar quinientas
mil hectáreas requeridas para cinco mil hombres. Ha indi-
cado, guiándose por las descripciones del naturalista Lo-
renz, y por las de Darwin, y D^Orbigny, que no hay ni media
legua dentro de barrancas^ si no son bañados, recordando
ft este propósito el fracaso que ha esperimentado la división
acampada cerca de Ghoelechoel que se creyó haberse aho-
gado, sumergida por una de esas inundaciones frecuentes.
850 QüKkñ üJt SAKMIEMTO
y cuya marjen á muchas cuadras del rio al Sur se ve es-
crita en la resaca de palos de sauces y basuras que han
arrastrado las inundaciones anteriores.
De la calidad de las pocas manchas de terreno que per-
mitirla cultivo puede juzgarse por la calidad de las plantas,
que en ellas crecen, chañareSi retama, piquillin (terreno
de seca no), retortuño, cachiyuyoi espartillo (terreno sali-
troso).
Ya Darwín y D'Orbigny habían hablado con poco entu-
siasmo del carácter de aquellas tierras secas, bajo una
atmósfera desprovista de humedad; y es curioso el hecho
recordado, creemos en sus viajes por el Sr. Sarmiento, que
el naturalista Dr. D'Orbigny le dijo ahora muchos años, que
esos terrenos entre el Colorado y Negro eran completa-
mente inútiles. Lorenz atenúa esta sentencia con su usual
amabilidad, pero compara los de mas abajo con los de cier-
tas provincias.
Los oficiales y soldados que han militado en el interior se
acordaban al ver retamas, j añila, etc. de loa campos de-
siertos de la Rioja,San Juan y otros.
Donde hay retamos y jarilla es secano incurable, sino se
le riega artificialmente, el retortuño y el espartillo gustan
de terreno salado; y las cortaderas que crecen en' la vastísi-
ma y verde pradera donde estaba acampada la división del
coronel Villegas previenen á los incautos que no se acues-
ten á dormir en parajes que son cómplices y desagüe de
las crecientes, ya de las nieves en Noviembre adelante, ya
de una tuerte lluvia como la que hizo darse un baño ¿ la
división.
¿Y si fuese á suceder, en efecto, que no hubiese tales te-
rrenos para distribuir & los soldados, y se hallasen con cor-
taderales, ó sá^banas de retortuño, que pondera Lorenz por
su frondosidad, no pedirían los chasqueados que ¿ios que
tan pesada broma les hacen los hicieran dormir en uno ú
otro lecho?
El Senador Sarmiento limitó su esposicion & pedir que se
suspendiese la discusión aplazándola hasta que el Ejecu-
tivo mandase mensurar las tierras de que habla el proyec-
to, y pásaselas listas de Revista, en que están los nombres
de los millares de individuos que han formado parte y
PROO&BSOB GBNBRAL£8 35i
cumplido su término, de los diversos cuerpos á que se re-^
fiereen cuatro años la ley.
Esto no haría perder una hora ni retardar el reparto, pues
mucho mas tiempo se ha de perder, si después de dictada la
ley, creando títulos sobre terrenos imaginarios, & agraciados
que pueden imaginarse^ se ha de ir á medir el terreno, y
salir del paso como mejor puedan, probablemente sin que
nadie se vuelva á acordar de tal ley, en lo que á los solda-
dos respecta; pues en cuanto & jefes y oficiales, eso va de
suyo, sin tropiezo, ni márgenes indispensables de rios.
£1 Senador Pizarro replicó á la primera observación, con
respecto á la redacción, dándole el carácter como de tratar
de deprimir la expedición y el pensamiento de ocupar el
Rio Negro. Creemos que el Senador Sarmiento tiene en
mas al General que indicó la necesidad previa de despertar
de indios la Pampa y á los jefes y soldados que lo consi-
guieron peleando cuatro años, que al Ministro de la Gue-
rra que fué á una campaña sin enemigos. El primero vale
cien veces mas que el segundo, aunque tenga el mismo
nombre.
LEY DE PREMIOS
(El Nacional, Agosto t7 de 1879.)
Terminó ayer la discusión suscitada en el Senado, por
la moción de aplazamiento del proyecto de ley de premios
al ejército expedicionario, hasta obtener datos importan-
tes y determinados sobre los dos puntos esenciales, á saber,
número de agraciados, y extensión y calidad de las tierras
donadas en el Río Negro.
Disipado el temor del miembro informante de que el
aplazamiento pedido, para mejor proveer, tuviese por ob-
jeto suprimir la ley, fué fácil que se pusiesen de acuerdo
en todo lo demás. El Senador Sarmiento, ofrecía aun no
insistir en la reforma del proyecto, si se empeñaban ello, en
cuanto á la redacción, que hacia cinco artículos de las per-
sonas premiadas con el mismo premio, y con la interca-
lación de un nombre civil hecho en la primera categoría,
quitádole la oportunidad del calificativo de ejército expe-
dicionario, que era á lo que se limitaba la objeción.
352 OBVLKa DI 8ARHIBNT0
Resolvióse, pues, por habecjo asi propuesto el Senador
del Valle, y aceptádolo el de la moción que volviese el pro-
yecto k Comisión, con las previas declaraciones requeridas
por el Senador Sarmiento; ya para que fuesen incorpora-
das en el proyecto, ya para que la comisión misma los
presentase como ley separada.
La Cámara parecía estar unánimemente de acuerdo con
las declaraciones previas que se formulaban en dos artícu-
los. El primero pidiendo al Ejecutivo se extrajese de las
listas de Revista del Ejército durante los cuatro años de
operaciones ofensivas sobre los salvajes, hasta su su-
misión.
Una lista nominal de todos los jefes, o&ciales y tropa á
que se refieren los artículos 1°, 5<>, 6^ y 7® de la ley. El
segundo ordenando la previa mensura del terreno utiliza-
ble para agricultura á ambas márgenes del Río Negro, cuyos
planos serían remitidos al Senado para suplir la falta de
terreno si la hubiere en esa localidad, en otros puntos fa-
vorables de todos los territorios colonizables.
Ninguna demora á la aplicación de la ley traería anti-
cipar esta mensura, pues después de sancionada, habia de
requerir el mismo tiempo^de retardo en dar títulos de pro^
piedad á los soldados.
Si sucediere, pues, como se teme, que no haya tierras de
labor, y pocas de pastoreo á ambas márgenes del Río Ne-
gro; y los beneficiarios de la ley, una vez averiguado su
número, fueren el doble del terreno expresamente desig-
nado, esta parte del proyecto de ley seria un desencanto,
sino pareciera un engaño al soldado, á quien se ofrece un
premio nominal de una tierra que no existe. ¿Qué aplica-
ción tendrían los elevados propósitos del Mensage del
señor Presidente, al motivar la conveniencia del pre-
mio?
«Esfte proyecto, dice, tiende ademas á reparar males
tradicionales que tomando su origen en las costumbres de
la colonia han venido perpetuándose merced á deficiencias
de nuestras legislaciones provinciales. La masa del pueblo
no es propietaria, y su vida nómade é incierta, se halla
destituida del vínculo mas fuerte que liga al hombre á su
patria: el dominio de la tierra indispensable á sus propias
necesidades.»
PROGRESOS OBNBRiLLBS 353
«Esta ley viene á dar hogar al ciudadano que deja de
^er soldado para entrar en la vida del trabajo y que, de hoy
en adelante, no se verá dispuesto á caer en la lastimosa
situación que parecía estar antes reservada á los que por
haber derramado su sangre por su país, quedaban inutili-
zados para todo ejercicio lucrativo.
«Viene ademas á proveer á la población mas rápida
de los territorios ocupados, dando asiento á pueblos
que en breve se formarán como se formaron los de Garhué,
Ouaminl y Fuerte Argentino. El plan general de fronte-
ras quedará asi completado una vez que las guarniciones
tengan á su espalda la población que ha de doblar su fuer-
za y ha de suministrarles algunas de las comodidades de
la vida, de que hoy se ve privado el ejército por su aleja-
miento de todo centro de recursos.
«Podemos, pues, decir con verdad que esta será una
ley de justicia y de reparación, que consulta, á la vez que
el porvenir del soldado, las conveniencias de la nación y el
progreso mismo de los territorios que hoy han entrado ba-
jo el dominio civilizado.»
¿Qué quedaría, repetimos, de tan encumbradas ideas, si
resultase que, por no haberse previamente conocido y
mensurado las tierras ofrecidas, continuase no propietaria
la masa del pueblo, sin darle hogar, sin caer en adelante
en la situación lastimosa que parecía estarle reservada?
La ley previa solicitada por el Senador Sarmiento, y ya
en camino de obtenerse, asegura los propósitos de la ley
misma, tan dignamente expresados en el Mensaje que la
recomienda, ahorrando al Congreso el riesgo dé abrir una
brecha á la disipación de títulos, asignados mal, ó arbi-
traria ó fraudulentamente, á tierras que en realidad no
existiesen.
Por el tenor del proyecto, estas han de estar precisamente
ubicadas á ambas márgenes del Rio Negro, que solo mide
de grado á grado 150 leguas. Mientras que los reclaman-
tes son el personal del ejército de linea que ha estado desde
1875 operando en todo el frente de la Provincia al Sur.
¿Cuántos desertores en cuatro años, para descartar, de las
listas? ¿Cuántas bajas de cumplidos y muertos en dichos
'Cuatro años? ¿Cuántas altas? ¿ Cuántos cuerpos de Guar-
ToMO xu.— 23
^
•I
l'J
> \
(
. } 354 OBRAS DE SARMIENTO
;!
1,1 dia Nacional, destacamentos etc., han sido empleados desde
1 i| 1875, en tan dilatadas fronteras, en la segunda y aun en
la primera linea? ¿Cuántos cuerpos pueden figurar en las
reservas?
Todas estas son categorías de soldados acreedores al
j premio, sin que el Senador que objetaba la redacción del
I proyecto, haya agregado ninguna. El Mensage mismo dice
i que es una ley de rigurosa justicia, remunerando larga» y
esforzados servicios consagrados á la patria por ei ejército
nacional, aserción sin embargo desmentida, ó puesta en
segunda linea, cuando en el articulo V del proyecto, se
dice que el premio es al ejército expedicionario^ extendién-
' dolo mas tarde como un favor y una amplificación á los
que prepararon h última campaña.
Y para hacer mas inexacta esta redacción, la Cámara
le intercala como de contrabando, entre los jefes del ejér-
cito expedicionario á los herederos de quien no formó parte
del dicho ejército expedicionario.
I a redacción propuesta por el Senador Sarmiento realiza
el texto literal del Mensage del Poder Ejecutivo, remune-
rar anf«¡/UGf y esforzndoB servicios, que son los de ios articu-
les 5^ 6** y 7® y no los del primero, ejército expedicionario, y
que no admite los calificativos de antiguo, y muy poco de
esforzado, en comparación de los grandes trabajos de ese
mismo ejército y del mismo General que lo mandó antes
de la expedición de ocupación. Lo mismo consultan las
listas de premiados y los planos de mensura, que es ase-
gurar á cada uno lo que legítimamente le pertenece, y evi-
tar el desdoro al Presidente, al Ministro de la Guerra y al
Congreso, de engañar al soldado con bellas frases sin darle
nada en realidad.
Todo esto se obtiene por los medios indicados, y que
aceptados por la comisión, como lo estuvieron unánime-
mente por el Senado, dejando en claro el pensamiento
que inspiró las observaciones, que se pudo, como la ha
hecho el señor Pizarro equivocadamente, atribuir á empe-
ño de disminuir méritos, como si hubiera mas mérito en
hacer una líltima campaña, que en haber hecho veinte
antes, con mas sufrimiento, mas combates, y mas inte-
ligencia.
BANCO DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
CONTRA BANCOS PROVINCIALES Y NACIONALES
POR EDUARDO MADEBO CONSULTADO AL EFECTO
AL I«£CTOR
{El Nacional, Junio 13 de 4882.)
Tenía de larga fecha una deuda contraída Madero, con
el General Sarmiento, y no había forma de hacerla pagar.
Tratábase de unos libros sobre Bancos y economía política
que le envió desde los Estados Unidos, como k Garlos Calvo
un Wheaton anotado por Dana, que llegaba á tiempo como
combustible para alimentar en la hornalla su grande obra
sobre las variantes del derecho de gentes moderno.
El General Sarmiento mandó unos apuntes al señor Ma-
dero uno de estos días, provocando á estudiar la cuestión
de la trasmisión del Banco de la Provincia á la Nación.
El pie forzado del estudio debía de ser un Banco Nacional
de tal manera constituido, que el Poder Ejecutivo Nacional
ni el Congreso, tengan acción en la Dirección del Banco; y
reconocimiento en cierta forma y cantidad de los capitales
déla Provincia» de manera que ella misma no pese sobre
el Banco, con nn interés provincial, ni influya en los actos
del Directorio.
El Banco Nacional actual, cualquiera que sea su organi-
zación, ó sus causas, ha dejado camino abierto á la acción
del Ejecutivo Nacional.
Nadie podía tratar con mas independencia de espíritu
este asunto, que el señor Madero, pues nadie ha de creerlo
indiferente siquiera al interés de Buenos Aires.
356 OBRiLS DI SARIOXNTO
£1 General Sarmiento hace de este estudio que abando-
na al publico, el medio de expresar una opinión que ha
repetido dos años á sus amigos.
El Banco en mano de los gobiernos de Provincia (legis-
latura ó lo que sea), es el despilfarro de las rentcis, en
mano de un Poder Ejecutivo Nacional, es la anarquía ó el
aniquilamiento rápido de la clase ciudadana, de origen
americano español, que dio la independencia, sustituida
por el capital donde se encuentre, y principalmente en los
no ciudadanos que ya prevalecen . El Gobierno montado
en diez mil soldados en campamentos, en policías exagera-
das y con un Banco, no necesita ciudadanos. La riqueza
no sufrirá por eso.
El epilogo de la carta del señor Madero es el siguiente:
«Banco de la Provincia — Consideraciones generales sobre
« el Banco de la República Argentina — Emisión— Dos pro-
« yectos para la fundación del Banco de la República Ar-
c geutina — Amortización del papel moneda de Buenos
« Aires — Unidad monetaria en la Nación — Extinción dei
<¡c antagonismo bancarío — Conveniencia para la Nación—
a Ventajas para la Provincia.»
Sin otro preámbulo, dejaremos la palabra al señor Ma-
dero.
Baenos Aires, Mayo M de 1881.
Señor Dr. D, Domingo F, Sarmiento.
Presente.
Mi estimado amigo:
Devuelvo á Vd. su escrito sobre la cuestión bancaria.
Solo me he permitido corregir cifras y hechos. No me atre-
vo á tocar una letra en la parte teórica ó expresiva de sus
opiniones.
Vd. me pide las mias; y aunque por mis ocupaciones no
dispongo de tiempo para dárselas con el reposo necesario
sin embargo las consideraciones que Vd. merece, meobli*
gan á hacerlo cálamo cutrente.
Esta es ámi juicio una cuestión muy compleja, que debe
tratarse analíticamente. Estamos de acuerdo en un punto
fundamental; después del poder que da al Gobierno de la
PROa&BSOB QSNBRALKS 357
Nación la posesión de esta ciudad, seria impolítico para las
libertades públicas, que dispusiera por completo del poder
financiero del Banco.
BANCO DE LA PROVINCIA
Ck>mo se trata de construir un «Banco de la República
Argentina», sobre la base del «Banco de la Provincia», em-
pesemos por apreciar las ventajas y defectos orgánicos y
administrativos de este, para ocuparnos después del pro-
yectado.
Es incuestionable que el «Banco de la Provincia» ha con-
tribuido inmensamente al desarrollo rápido de la riqueza
rural, al fomento de la agricultura, á la importación de in-
dustrias, al crédito de la Nación y de la Provincia y hasta
al embellecimiento de esta ciudad. Negarlo, sería negar
la luz.
Su principal defecto orgánico ha sido la falta de indepen-
dencia en su direccioui expuesta al abuso de los poderes
públicos en las grandes operaciones de crédito con los go-
biernos; pues el abuso en los créditos particulares no se
comete coa la exageración que la critica pública le atri-
buye.
El que este sea Banco de Estado (que no es el único),
no es una razón para que se decrete su muerte, cuando son
indestructibles los grandes hechos que ha producido.
¿Tiene defectos orgánicosi como es el poder abusivo de los
gobiernos? Procuremos corregirlos al reconstituirlos en
«Banco de la República Argentina.»
¿Se han librado de estos abusos oficiales los grandes
Bancos que se presentan como modelo? No. El «Banco de
Inglaterra» tiene entre la deuda fija contra el Gk)bierno, que
consolidó en 1844, y los fondos públicos que aumentaron
después su activo^ 68 % mas de su capital . El «Banco de
Francia» tiene en títulos de rentas, por préstamos hechos
al GK)bierno, en diversas fechas, 63 % mas de su capital
y esto teniendo en cuenta que está estinguido el préstamo
al Gobierno da 1580 millones de francos, consentido por el
Banco, á causa de la última guerra. Su emisión que al
358 OBRA« DB SAHMtBNTO
principiar ésta era de 1300 millones de francos, una ley
autorizó al Banco á elevarla, en Julio de 1871, á 3200 nsillo-
nes y la circuló de hecho hasta cerca de 3000 millones,
(hoy pasa de 2700 millones.)
El «Banco Nacional de Italia,» tiene en su activo, entre
fondos públicos y otros títulos de empréstito hechos al Go-
bierno, una suma que excede en 40 % ^ su capital, y Jos
otros tres bancos del consocio (Banca Romana, Toscana, y
de Nápoii), cuyos billetes son los de curso legal, se encuen-
tran en situación análoga, con relación á su capital.
El «Banco de Austria y Hungría,» como consecuencia de
las grandes deudas del Imperio, se encuentra con una
emisión inconvertible, depreciada en 17 %, que se eleva á
326 millones de florines.
Para qué mas ejemplos.
¿Es de instituciones semejantes, formadas todas menos
una, con capital de accionistas, de las que no abusan los
Gobiernos? La historia muestra que ante las exigencias de
la política de Pitt ó de un black friday, ante la pati-ie en danger
ante la idea de Vitalia unUa ante Solferino, Custozza y Sa-
dowa, ó cuando desde el Vístula al Rhin se entona Die
Wacht am Rhein;» no hay director de banco que no ceda;
porque el patriotismo y los mas nobles sentimientos del
hombre dominan su espíritu: es el efecto de las grandes
crisis, políticas ó económicas* Así cedieron los que en 1876
resistían aquí la emisión y el empréstito, para salvar el
crédito de la Nación, que pendió en un dia, y el de esta
sociedad, que pagó bien caro sus errores. Y si se quiere
medir las acciones humanas con el cartabón del egoísmo,
también ha habido y habrá en todas partes directores que
cedan ante la compensación directa ó indirecta, que siem-
pre puede ofrecer el poder.
No es, pues, principio inconcuso que los gobiernos no
abusan de su crédito en bancos formados con capital par-
ticular. Pero sí puede afirmarse, que ninguno de los gran*
des bancos que se presentan como modelo, presta con las
conveniencias que una institución de la naturaleza del
«Banco de la Provincia.»
Pudo algún día decir del Banco Nacional, el Dr. Velez,
lo que con énfasis y orgullo repetía del Banco de la Pro-
vincia? «Si señor, Banco de habilitación, puede y debe
PROGRESOS GENERALES 359
hacerlo, la naturaleza de sus depósitos se lo permiten: su
principal misión es esa.»
Los defectos administrativos son bien fáciles de corregir.
Bastarla concluir con la legislación de que el Directorio en
quorum resuelva todos los asuntos. Descompóngase este en
comisiones con atribuciones propias, como lo propuse hace
nueve años, formando una comisión de descuento, á lo
sumo de seis directores, para aumentar asi su responsa-
bilidad y que cada uno desempeñe aquello para que sea
mas idóneo. Escribase al pie de cada pedido que se otor-
gue, el nombre del director que lo ha recomendado. Dése
al presidente la facultad de vetar los descuentos y que solo
puedan concederse de nuevo por 2/3 de votos de la «Comi-
sión de Descuentos.» Si usted quiere desvanecer el temor
de otros peligros que indica, introdúzcase en la Constitución
del Banco, el articulo que propuse entonces en el capitulo
Directorio: «No podrán ser directores, al mismo tiempo, dos
ó mas parientes por consanguinidad ó afinidad, dentro del
segundo grado inclusive; ni dos ó mas socios de una ñrma
social; ni podrán ser nombrados los que estén ligados por
estos vínculos, con el Presidente de la República, con el
Gobernador ó sus Ministros respectivos, ni Senadores ni
Diputados de la Nación ó de provincia alguna; ni Directo-
res de ferrocarriles; ni empleado alguno nacional ó de
provincia; y agregúense tantas otras disposiciones fáciles de
concebir y largas de exponer, y serían corregidos hasta
donde es posible en estos bancos, los defectos adminis-
trativos.
REDUCCIÓN DE IMPUESTOS
(ffl Saeional, iallo !• de 188t.)
El Gobierno de los Estados Unidos se siente agobiado
hace dos años por el peso de sus sobrantes, como nosotros
por el déficit anual. Parece cosa hecha adrede, cada mes.
sobran doce millones de doUars en tesorería, y por mas
rápida que se haga la extinsion de la deuda nacional, es
un acto de crueldad hacérsela pagar en pocos años á una
generación.
Nosotros somos discretos. Entre los dos gobiernos unidos
360 OBHA« UB SAUUIBMTO
de Buenos Aires aumentan diez millones por mes de deudas
para construir capitales, puertos, ferrocarriles, muelles y
hasta civilizaciones completas, con sus bellas artes corres-
pondientes, todo á espensas del que venga atrás; y en be-
neficio de los que invertirán por sus cabales, los veinte
millones, en los cuatro años que faltan para renovar la pre-
sidencia y ia provincia.
Se van á suprimir (en los Estados Unidos) loa impuestos
internos, dejando el del tabaco y el aguardiente, para que
haya siempre un excedente; pero no se emplearán en obras
pábtícas; porque nuestra experiencia, dice the amebican ha
sido muy desgraciada. Cada vez que se han emprendido
trabajos, ha habido en el Congreso, los mas escandalosos
manipuleos.
SAN JUAN
{81 NaeiotuUp Judío 17 de 188S.)
Nuestra correspondencia de aquella Provincia, trae &
nuestro pedido, datos muy favorables sobre el estado actual
de los negocios.
Durante los pasados años con la guerra del Paciñco, la
engorda de ganados para provisión de carnes á Chile, y
•puertos intermedios, de Chañaral, Antofagasta, Cobija,
Islai, Arica, Iquique y Callao habia sufrido grandes que-
brantos, y considerable disminución.
Los pastos hablan descendido antes á dos reales boli-
vianos en el verano por cabeza al mes, y veinte reales en
invierno.
Hoy pagan los negociantes cinco pesos bolivianos al
mes; y los beneficios realizados, el año trascurrido, pasan
de medio millón de fuertes.
La pasa ordinaria de moscatel se vendió el pasado año á.
tres reales la arroba. En el presente se ha pagado ocha
reales, por esta calidad; y ya empiezan & generalizarse sis-
temas españoles de acomodo elegante en cajas, con rótu-
los etc., etc.
Los ensayos felices de exportación de uva fresca hecha
en canastos de mimbre y que por las repetidas experien*
cias y ensayos de los señores Sarmiento y Cordero, es ya
PR00RBS08 GENERALES 361
un hecho conquistado, asegurará á Mendoza y San Juan
una enorme exportación de uva» desde el próximo año en
que el ferrocarril se aproxime á la Paz.
Los descarozados de durazno han subido igualmente de
precio, k medida que se extienda y generalice el uso para
postres de esta fruta, en extremo dulce en San Juan.
Los vinos empiezan á suministrar un fuerte articulo de
exportación, siendo preferidos los de marca Marenco Gere-
seto y G.^ que suministró diez mil bordalesas, en lo que va
de este año. En la exposición, sin embargo, han llamado
la atención de la Gomision de examen, cuatro ó cinco cali-
dades de origen particular, si bien muchas de las muestras
enviadas por el Club Indtutrial se han torcido, lo que debe
tener presente aquella útil sociedad, para remediar el
defecto en el envase, ó en la confección.
El salario ha experimentado una alza debida ¿ la demanda
del ferrocarril y en consecuencia las mujeres han obtenido
la suba de 6 reales en el salario de dos que era antes, y el
délos niños de uno á. cuatro reales. Las labores de la
agricultura, cosechas y vendimias, recojer y tender la pasa,
admiten y en ciertos casos requieren el trabajo de mujeres
y de niños; gracias á esto la población entera vive de su
trabajo.
Las escuelas son objeto de grande interés para el público,
siendo la provincia en que está mas difundida la educación.
Los maestros ganan honrados salarios, lo que es mucho decir,
y las maestras son generalmente señoritas de buenas fami-
lias que han adoptado esa profesión. Las ayudantas ganan
diez pesos, que es mas de lo que daría la máquina de
costura.
Las letras de los maestros y maestras de San Juan que
se nos han mostrado, son las mas perfectas é iguales de
toda la República sin excluir las de Buenos Aires y esto
en las Escuelas Rurales lo mismo que las de la ciudad,
las de las maestras mejores que las de los hombres.
Su época llega á Mendoza y San Juan de entrar de lleno
en las transformaciones que se est&n operando en Tucumau,
Santa Fe y Buenos Aires. La industria de los productos
agrícolas, convertidos en vinos ó en gorduras, tomará
mayor extensión desde que llegue el ferrocarril Andino
que va á comenzar en Mercedes de Buenos Aires por un
362 OBRAS DB SARMIENTO
lado, y en Santa Rosa de los Andes al mismo tiempo por
el otro cabo.
Lo que hace falta es que el movimiento intelectual de
aquellos pueblos corresponda ó mas bien s(^ jinticiiie para
preparar las vías, á las líneas férreas que llamará.ii á su
puerta bien pronto, y no tendrán lista la carga que lian
de trasportar.
El Club Industrial de San Juan ha merecido al señor
Lamas, de la Comisión Directora de la Exposición Conti-
nental, los mas entusiastas elogios por el acomodo artís-
tico, industrial y entendido de todos sus objetos, por la
prontitud y perfección con que ha respondido al llamado,
asegurando que si un premio debe otorgarse á las Comisio-
nes, la Provincia de San Juan lo tiene ganado con usura.
«Se deja sentir, dice, al ver el acomodo y la elección de
los objetos, un cierto aire de civilización y cultura latente,
que debe alcanzar al artesano, al comerciante, al industrial,
á los maestros de escuela y aun -k los peones que acomo-
dan los objetos. Felicitamos al Club Industrial por tan
merecido elogio de quien tiene por delante los medios de
comparación, aún con los del Uruguay que es muy notable.
Pero le recomendamos continúe reuniéndose, y aconse*
jando, dirigiendo y preparando la carga para el ferrocarril.
San Juan y Mendoza se hallan en las condiciones de Tucu-
man, Santiago y Salta al frente de un ramo de industria
que admite contar por millones. En Tucuman las máquinas
el capital y la inteligencia han creado la industria de la
azúcar en cinco años. Mendoza va camino de mejorar sus
vinos. San Juan mas á trasmano necesita poner mas inte-
ligencia, y la tiene. Póngala en ejercicio.
TRASPORTE DE UVAS
DE MENDOZA Y SAN JUAN
{El Nacional, Junio 1« de 1882.)
EUREKA t
Hace tres años que se están haciendo ensayos por en-
contrar el medio de trasportar en condiciones industriales
la uva de Mendoza y de San Juan.
PROGRESOS GENERALES 363
Ayer ha llegado una canasta de mimbre con quince
racimos mayúsculos, intactos, sin deterioro apreciable de
los granos, y tan fresca y lucida como la acomodaron.
El que la ha remitido al señor Sarmiento es don Agus-
tín Aguirre, acaudalado é inteligente propietario de Men-
doza, que envió hace seis años doscientos racimos en un
cajón de carga, todo perforado, y llegaron sin detrimento;
pero el casco era costoso.
Se habían hecho muchos ensayos, con éxito incierto,
pues el cajón mandado de San Juan, á la Exposinion, no
llegó bien, como se ha malogrado un vastago de parra
de Mendoza que traía cuarenta racimos!
El señor Sarmiento sin desmayar por estos y otros acci-
dentes, aconsejó al señor Aguirre mandar en canastos, y
ayer se recibió uno hecho exprofeso para encerrar las pre-
ciosas uvas que han llegado sin lesión alguna, y sin cui-
dado especial, pues venían con los equipajes, en diligencia,
ferrocarril, vapor, con la carga y descarga que reclaman.
Está, pues, resuelto el problema; y es inútil describir la
manera de acomodar, pues eso incumbe á los que inun-
darán el mercado de Buenos Aires, con millares de canas-
tos de uva, tan esquisita que solo en algunos puntos privi-
legiados de Italia ó España, la tienen igual pues en climas
mas templados es excelente para vino, precisamente por-
que no es tan azucarada.
Desde que eso suceda, Buenos Aires será un país ha-
bitable por gente de gusto, como cuando abunden las
chirimoyas de Tucuman y Salta podrá uno creerse en el
paraíso.
CIEN MIL INMIGRANTES
{El ISaeional, Julio ii de 1881).
En el p.isado mes de Abril el número de inmigrantes que
llegaron á los varios puertos de los Estados Unidos, alcanzó
á 104,274 individuos, que es la mayor suma que se cuenta
hasta hoy.
En tan enorme suma solo ñguran 5G5 franceses, 83 bel-
gas, 6,400 italianos y 1,763 suizos. Los demás pertenecen á
ios países del Norte con 36,582 alemanes, 9,415 ingleses, de
364 OMHAtf DE SAiUilBNTO
Inglaterra; 11,540 del Canadá, 11,882 irlandeses y 2,878 esco-
ceses; en todo 35,665 subditos ingleses.
El Canadá es para el Gobierno Inglés la cántara de las
Danaides en cuanto á emigración. Todos los esfuerzos son
inútiles para llevar á sus propios dominios la emigración
inglesa. Desembarcada en Quebec ó en Montrael pasa
luego el San Lorenzo á los Estados Unidos.
El conocimiento de este hecho debe hacer cautos á nues-
tros legisladores en prodigar pagos de fletes para atraer
inmigrantes. Las razones de emigrar no están aqui siuo
en el país de partida. Los alemanes emigran, los franceses
nó. Las razones de uno y otro hecho no vienen tanto de la
situación respectiva del inmigrante, sino de la mayor esfera,
de conocimientos en las muchedumbres.
Lo que hace la fama de los Estados Unidos en los pue*
blos de las lenguas indo-germánicas« es desde luego la
afinidad de razas, y creencias religiosas, como el nombre
y reputación de grande riqueza de los Estados Unidos. La
tierra tiene un valor fijo, hace un siglo, y cada uno en
Europa saca, mientras barre una pieza, la cuenta de los
acres que con su salario podrá comprar cuando emigre.
En la industria de la seda el censo de los Estados Unidos
señala grandes progresos, pagándose mas de nueve millo-
nes de dollars por salarios á los tejedores, entre los cuales
se cuentan los manufactureros ingleses de Goventry y Ma*
clefield que emigraron desde que el tratado con la Francia
de 1860 hizo imposible esta industria en Inglaterra.
En Alemania ya se piensa en mandar colonos hacia el
Uio de la Plata, para no darle á los Estados Unidos, lo&
cuarenta mil que le proveen anualmente, contando, asi lo
dice un diario, con armarle querella á estos gobiernos,,
para que cumplan sus promesas á los colonos, y enton-
ces como indemnización hacerlos colonias alemanas.
ISLA DE LIS PALIAS
(Bl Nacional, Jolio Í4 de 18^}
Ayer se paraban los brillantes carruajes de regreso de-
Palermo, delante del artístico grupo de palmeros, que como
un bouquet, corona y mas tarde sombreará la isleta que ha
PROGRESOS GENERALES 365
inventado el artista decorador del lago de la Recoleta, que
«n adelante será una atracción poderosa, y término de
paseos por la tarde desde la ciudad^ para hacer ejercicio*
Con los tranways que llegan por la vecindad puede cada
uno medirse el corso que quiere hacer á pié hasta descan-
sar bajo las palmas ó en los bancos al rededor del lago.
Hasta que una frondosa vejetacion no disimule la arma-
dura artística, el lago parecerá un inmenso alfeñique de
Córdoba, tanto se asemeja á las cristalizaciones sacarinas
el revestido de toscas que cubre los costados.
No ha andado feliz la aglomeración á tan corta distancia
<le pilares y jarrones que separan el lago del terreno al
Oeste, que por lo profundo puede también ser convertido
en lago, para natación, y mas amplia navegación. Lo redu-
<3Ído del espacio y la acumulación de objetos, darále al con-
junto el aire de una exposición de plantas y objetos.
Por lo demás, el tiempo dará su sanción á estas crudeces,
si como es de esperarse los árboles que sombrearán el
lago por el lado de la barranca, no hacen esperar muchos
años su prometida sombra y la plenitud de su creci-
miento. Es en lo que no divierte la vista de la estremada
juventud.
La visita* que el señor Avellaneda hace á Rio de Janeiro
proporcionará ocasión de obtener del Jardín Botánico, las
variedades de pojmas que ofrezcan resistir á nuestra tem-
peratura, pues se hace un honor y un deber este instituto
de distribuir por el mundo los tesores que ostenta la varia-
da naturaleza tropical. En quince dfas mas estarían aquí
con solo pedirlas á los funcionarios de aquel benéfico y
suntuoso establecimiento.
Sabemos que han llegado al Parque, dos victorias regina,
las cuales son ya un anuncio de que las tendremos en el
lago de la Recoleta, nombre que le damos á nuestro pesar,
á falta de otro mas alegre, recordando el del Fraile Muerto
dado á una villa de Córdoba, y que fué difícil cambiar en
Bell-Ville que solo la estación lleva.
Tan contentas quedaban las señoras de la sorpresa con
que el Lord Mayor las ha favorecido ayer, que pedían en
sus votos fervientes lo amarren á la Municipalidad para
que continúe tales obras de ornato y buen gusto.
366 OHHA« DK Í9ARIÍ1BNTO
PASEOS POBLICOS
(Bl Naeioiíah Julio f7 ríe 1883.)
Señor Don Tareuato de Alvear, Presidente de la Municipalidad de
Buenos Aires,
Mi estimado señor y amigo.
Me hago un grato deber de felicitarlo por el lago artificial
y artístico aquarium, conque ha dotado los alrededores, no
solo por el embellecimiento de la ciudad sino porque per-
sonalmente espero de tan delicioso ñn hacer un ejercicio
constitucional^ como le llaman los americanos y me salve
del marasmo á que me lleva la vida sedentaria, repugnan-
do salir á la calle por solo hacer ejercicio y sin un lugar á
donde dirigirme.
Si el lago me dá uu poco mas de vida será usted quien
contribuya á prolongármela. Ayer fui en parte k pié y á.
pié de una pieza volví á casa reconfortado, y aun listo para
ir y volver, sin el auxilio del tranvía que es tan socorrido.
No es de ahora que gusto de esos lugares. Usted me ha
oido disertar largamente sobre un plan de frontis del ce-
menterio. Hará seis años, no sé cuando, aconsejaba á la Mu-
nicipalidad abatir los feos murallones que sostenían la
barranca, donde es hoy el Asilo, peinarla en taltés y reves-
tirla de muzgo para hacerle un digno terraplén al edificio
de la Recoleta, visto desde el Rio*
Quise comprar á. la Municipalidad el terreno bajo que
hoy deja trazado la carta del camino que viene por el
Paseo de Julio y la casa del señor Armstrong, cuando no
valia nada. La petición de compra no fué provista, porque
el municipal, señor Iraola la encarpetó, para quitarme de
la cabeza aquella calaverada. Ya hubiera tenido mí casita
al frente de mi lago favorito. Pero no es esta, ni aquellas
reminiscencias, el objeto de la presente, sino ayudarle á
completar su bella obra, con algunas indicaciones prácti-
cas, para el fácil embellecimiento de la isla, que ya decora
el tropical grupos de palmeros. Me creí ayer transportado
á la Jamaica, en cuyas campañas viví un mes entre palmas,
euforbias y picaflores de la variedad llamada Doctor^ por
las largas plumas á guisa de vica. Los cazaba por doce-
PROGKBSOS GEMBRALB8 367
ñas, tirándoles con carga de agua en lugar de munición.
Pero hay otras plantas indígenas en Buenos Aires, que re-
claman el honor de formar parte de la corona vegetal que
ceñirá las sienes de la encantadora isla. Principia la em-
pírica lista.
Paja, pasto-dübo. En ciertos faldeos de la barranca por
la quinta de Mr. Hale, y por los Olivos, se conservan plan-
tas de un pasto grande, blanco, persistente, y tanto, que
quemado en los campos, los caballos ruedan sobre sus tron-
cos. Dura siglos. Es muy ornamental y pueden adquirirse
trescientas plantas para poner en los tcUtis del lago é is-
leta.
YüccA GLORIOSA. Todüs los alrededores están llenos de
plantas antiguas que han plantado los paisanos al lado de
sus ranchos. Pueden adquirirse doscientas en flor y otros
tantos gajos igualmente ornamentales. Es verdadera-
mente gloriosa esta planta y debe colocarse en chorreras
de veinte y aun mas, pero en cantidad y no á puchiton. La
hay en el Parque de Nueva York, con grande efecto.
Melo-cactüs. Originario de Buenos Aires, de los mas
bellos del mundo. Se pueden oibtener trescientos casi sin
costo en Zarate. Tengo amigos patriotas que los reúnan.
En la tienda de lujo del señor Burgos, espase una noche
un meto- cactus con una corona perfectisima de veinte y
cinco flores, que hace ocho años viene dando dos veces
al año en mayor ó menor cantidad. Como no necesita
sino un puñado de arena para vejetar, se acomodarían
centenares, en la rocalla de las márgenes del lagoé isleta.
Puede variarse con el cactus de flores rojas de fácil adqui-
sición, de los que en tarros tienen en los patios las familias
menos acomodadas de Buenos Aires.
Por toda la costa y á la derecha del ferrocarril de San
Fernando, hay indígena un arbusto, en extremo florescent»
todo el verano llamado sen, que se cubre de flores amarillas,
casi sin hojas, hasta hacer mancha dorada como los duraz-
nos. Pueden colectarse treinta ó mas, aunque se necesita-
rían ojos ejercitados para reconocerlos, pues actualmente
están sin hojas. Sería en extremo ornamental como arbusto.
Últimamente, yendo á la Recoleta he podido ver en flor
el talco de Tucuman, en la finca del señor Borbon, quien
puede tener plantas disponibles ó el señor Mayer que me
368 OBRAS DB SAHlflBMTO
ha obsequiado con dos ejemplares. Sin la dificultad de
hacerlas crecer, sin envolverlas en lana el invierno, serian
de hacer del talco^ las mas asombrosas avenidas en el
Parque, que como las de palmas caracterizan el pais.
En ornamentación florestaU no «e usan plantas exóticas»
y ya que es el pensamiento hacer del lago un museo de
plantas acuáticas, para que hagan los nenúfares la corte á
la Vietoría^ nuestra Reina del Alto Paraná, bueno es que le
hagan sombra desde tierra, plantas y árboles de la tierra.
EÍ señor Victorica tiene abundantes almacigos de ombues
de que debe echarse mano. Hasta por lo haragán é inútil,
nos representa. Es la siesta de la vejetacion; pero es oscuros
bello de forma y su tronco desafia á la Ceilku que es la
reina del bosque tropical ; con sus peañas y sus puntales
como si hubieran de sostener el mundo. Nada, un árbol
fanfarrón y plebeyo. Allí está bien.
Perdonaráme usted que haya entrado en estos detalles,
por ser fácil la adquisición de las plantas indicadas y no
dejar al Jardinero introducir otras, por no reconocer estas
que tiene á mano, si se encarga á alguno de recolectarlas.
Tengo con este motivo el honor y el placer de suscribirme
su affmo. servidor.
EL SELLO DE LA SOCIEDAD AROENTIMA
PROTECTORA DE LOS ANIMALES
(fii NacUmal, Agosto 8 de 188S.)
Ha hecho muy bien el Presidente de dicha sociedad,
haciendo una elegante impresión con dicho sello, y
acompañando la traducción de la carta de remisión, pa-
ra hacer conocer y amar la institución que representa.
Todo lo que es forma y mejor si es elegante, se hará
excelente entre nosotros. Está pues constituida la so-
ciedad protectora de los animales. Todos sabrán, menos
los animales, que hay unos Protectores que no tienen á
quienes socorrer: Sello, comisiones, actas. Presidentes;
todo, menos animales socorridos en un año: por qué?
PR00RBS08 GBNBRALBS 369
Porque el Ministerio apenas tiene tiempo de rascarse; y
hace cuatro meses que la Sociedad anda de Herodes á
Pilatos, sin que la despachen.
Y sin embargo todo marcha admirablemente.
La sociedad para la Protección de los Animales está
ya en contacto con las de Londres y Nueva York, reci-
biendo de aquella su último informe, por el cual cons-
ta que habia recibido once mil avisos testificados de
vecinos que acreditan dando su nombre y dirección que
han presenciado otros tantos casos de crueldad con los
animales.
Esto hace once mil socios mas por la acción y el sen-
timiento, como la policía suministra nueve mil mas, por-
que todo su personal, principiando por el Superintendente
de Policía de Londres que es como si dijéramos el Pre-
sidente de Londres, todos están al servicio de aquella
sociedad de buenas gentes, empeñados en que los ca-
ballos sean tratados también como los racionales; pues
merced á la Magna Carta^ á estos no se les puede moler
á palos.
Buenos Aires, Julio 30 de 1882.
Señor D,
Con la primera impresión del sello de nuestra Asocia-
ción, cuya vista estamos seguros regocijará k usted como
socio, ó como cristiano, tengo el honor de acompañarle
para su conocimiento la traducción de la benévola carta
con que acompaña el sello la Sociedad humana de Nue-
va York que ha querido obsequiárnoslo. Dice así:
Sociedad Americana
Protectora de Animales
Cuartel General, Avenida Cuarta
Nueva York, Junio 3 de 1882
Guilletmo D. Junor
Secretario Corresponsal de la «Sociedad Argentina Protectora de los Animales.
Estimado Señor:
En esta fecha remitimos á Vd. el sello hecho para
vuestra Sociedad, el que se servirá Vd. presentar á ese cuer-
po como una prueba fraternal de aprecio, ofrecida por
Tomo zu.— 2é
• w
t ?
370 OBRAS hE 8ARMIBMTO
esta, la Sociedad madre de América, á una organización
hermana, empeñada en la misma obra humanitaria de
protejer la inferior creación de Dios, del maltrato ó de la
crueldad.
El emblema representa la misericordia, interponiéndo-
se entre el verdugo y su victima, cuyo emblema* ha sido
casi universalmente adoptado ;por las sociedades de la
confederación humanitaria aquí y en el extranjero, por
simbolizar el deber que incumbe á todo hombre y á to-
da mujer de sano corazón, de protejer esa raza de seres
indefensos á quienes es deudor el hombre de la mayor
parte de los beneficios de la vida.
Deseando el mejor éxito k vuestra Sociedad, quedo de
Vd. con el mayor respeto.
Enrique Bergh^
Presldcüle.
Con este motivo tiene el gusto de saludar á Vd. S. S. S*
Domingo F. Sajimiento,
Presidente.
W, D. Junor,
Secretario Corresponsal.
I UNA SENTENCIA POLICIAL
^ ;, {Bl Ifacional, Agosto 17 de 1882.)
y Se ha publicado un extraño documento que lleva la fir-
ma del señor don Marcos Paz, y que nos deja perplejos, sin
saber, si emana de la Legislatura de Buenos A.ires, del
Congreso argentino, del Poder Ejecutivo Nacional ó de la
Suprema Corte en apelación de fallo de abajo, <} essimple-
V 1 mente una orden á un comisario.
El comienzo de la nota «Aviso á usted», indica esto
último, pues solo un superior se dirijo á. un inferior cod
esta lisura, sin el usual « tengo el honor dei>, que acostum-
bran los iguales, entre sí, como son los Ministros Plenipo-
tenciarios y el de Relaciones Exteriores.
En el discurso de la nota hay un Dictamen de Asesor,
\^ que sirve de resolución, lo que hace suponer que este
Asesor es un Procurador General como el de la Corte
•t
>
PHOGRBxfOS OBNBRALB8 371
Suprema, ó un Fiscal, con facultades y nombramiento
legal.
No es esta la vez primeía, y tememos que no sea la
última, en que hayamos de ocuparnos de este singular
poder que se está creando con cuatro mil veteranos en la
ciudad, y que no solo se creerla irresponsable de sus ac-
tos cuando afectan á los ciudadanos, sino que también se
eregirá en juez de los jueces, y en lugar de llenar un
simple mandato de amenet\ pasará en consultas á su Asesor
el caso, y con los considerandos de derecho, pondrá no ha
lugar á la orden del Juez tal, con costas y repónganse los se-
llos.— Paz.
Esto es grave; y debemos tratarlo con seriedad. La
sentencia del señor Juez Paz, con dictamen de Asesor, tiene
el defecto insanable de no haber dado traslado de tal dic-
tamen á la parte contraria, el Juez correccional Obligado, á
fín de que pudiese hacer en contra del dictamen aseso-
rado, algunas de las observaciones siguientes.
La policía de seguridad, no es, excelentísimo señor, un
cuerpo deliberante, sino un simple ejecutor de las senten-
cias de los Tribunales. Si hubiere que ejecutarla senten-
cia de muerte de un reo, la fuerza de policía que es la que
está de ello encargada en otras partes, sin someter la causa
en revisión al jefe, ó prevoste, ó mariscal, la ejecuta, te-
niendo la sentencia debidamente legalizada por justifica-
tivo. Sucede lo mismo con las órdenes de citación, arresto
ó prisión, de juez competente, que se cumplen; y no es
que la policía sea juez, para sabersi el juez correccional pue-
de prendero llamar ásu juzgado aun Diputado, sino es «juez
competente» para prender; pues el cura y el provisor que
son jueces de ciertas causas, no son jueces competentes
para prender.
El único documento en caso de prisión, que la policía
trasmitirá al Alcaide remitiéndole el arrestado, será la or-
den del juez que lomando arrestar y cuando ese reo por
habeas corpus, pide que se vea la orden de prisión, acusán-
dola de ¡legal, el juez de su legalidad tendrá en cuenta las
condiciones é inmunidades del arrestado, para ponerlo en
libertad, pero no la policía.
372 OBRAS DI SARMIENTO
I
n
Los argumentos del abogado asesor del Jefe de Policia«
serian excelentes en una decisión de la Cámara á que per-
tenece el llamado por el juez, los creemos igualmente va-
lederos en boca del mismo Diputado; pero en manera
alguna en la policía, y por nota al juez y publicándola
para que sirva de norma á todos los jueces y á todos los
casos, con él «le aviso á usted I » . . .
fi La autoridad del juez se hace ilusoria desde que la sen-
tencia del Jefe de Policía, niega por sus fundamentos la
I 1 facultad de todos los tribunales de justicia k proceder, sin
:' admitir correcciones, restricciones y lecciones jurídicas de
I ¡ un empleado de la policía que aprehende reos, como los
M alguaciles de otros tiempos, ó la mariscalía inglesa ó nor-
|; te-americana dependiente de los jueces.
' I ,' Expondremos la doctrina constitucional sobre las inmu-
, ^ i nidadas de los diputados, ya que no somos ni comisarios de
. ^ policía para arrogarnos aunque doctores, la facultad de
darla como dictamen asesorado.
Las inmunidades del Diputado son exclusivamente con-
; i tra arresto, en causas civiles, ó de mesne^ process^ eundo^ tnO'
rando^ et redeundo.
Hablamos del derecho parlamentario original.
Nuestra Constitución exigiendo como causa de prisión
el delito infraganti, parece escluir el caso del crimen que
I requiera semi plena prueba para motivar la orden del
I juez. Hay un caso que está omitido en la Constitución y
es el de breack of peace^ por el Diputado, es decir tomar
parte en alborotos y revueltas, que señalan las constitu-
ciones normales. También parece que la inmunidad se
extiende sin cesar por todo el tiempo del nombramiento,
lo que sustraería á un Diputado á las justicias ordinarias
durante su mandado, fuera del eundo^ morando et redeundo.
Nuestra jurisprudencia debía ajustarse al derecho ori-
ginal, á saber, por el término de las sesiones, para que no
sean influidas, y para solo los casos en que la detención
proceda de otras causas, que de crímenes ó delitos ordi-
narios.
i;
■I
PROGRESOS GBNBRALES 373
Cuando el testimonio de un Diputado es requerido en un
proceso, el juez tiene que pedir venia á la Cámara á. que
pertenece para citarlo.
En caso de ser el encausado el mismo Diputado, veamos-
lo que hay de práctica á este respecto.
En Inglaterra y Estados Unidos el Juez procede como en
los casos ordinarios; y después de abierto el proceso, avisa
á la Cámara que está procesando al Diputado N., por el
delito que verá en el proceso que le acompaña. El objeto
de este aviso, es que sepa la Cámara porqué no asiste uno
de sus miembros á las sesiones y donde se halla; y el
acompañarle la causa es para que la Cámara, como juez
de sus propios miembros, ejerza la función de juez ordina-
rio en escrito de Habeos Carjnw^ y juzgue, si está la orden
de prisión conforma á las reglas, es decir, si el decreto de
prisión fué dado en forma, etc.
En el caso ocurrido aqui con el Senador Oroño, se pro-
cedió de otro modo.
El Juez de la causa de Iturraspe acusado de conspira-
ción, en que aparecía complicado Oroño, por cartas encon-
tradas al reo principal, pidió desaforo á la Cámara, acom-
pañándole el proceso. El Senado se dejó seducir por la
elocuencia del reo que dirigió el debate sobre si se habia
de poner á disposición del Juez el Senador, y por unani-
midad de votos, se resolvió que nó, enternecida la Cámara
al ver en ello la sevicia del Presidente de la República
contra sus enemigos políticos.
El susodicho Presidente publicó al día siguiente el hecho
de haber sido decidido el caso, sin su participación, en
un Consejo de Jurisconsultos, entre los que descollaban
el Procurador de la Nación doctor Pico, el Jurisconsulto
Yelez, el criminalista Tejedor, á mas de los Ministros.
La Corte Suprema mandó seguir la causa, no obstante la
decisión inicua del Senado, sin la aprehensión del reo, lo
que es, aunque no se siguiese, parte de la jurisprudencia
que prevaleció en aquel caso único.
En cuanto á la jurisprudencia verdaderamente parla-
mentaria, basta citar el número 1665 del Digesto de Wil-
son. «No se puede invocar el privilegio contra acusaciones
sobre algún acto fuera del Parlamento, porque todas las
acusaciones criminalesjson contra paccis domini regis.i^
^374 OUHAtt UK SAKUlIfiMTO
Por el número 1652. «En general los privilegios del Par-
lamento, tienen todo su efecto, escepto en ios tres casos
siguientes — traición^ crimen común y desorden público!
«Son puestos en libertad, número 1618, los Miembros del
Parlamento, ahora direciamente por decreto» — lo que su-
pone que han estado arrestados sin noticia del Parla-
mento.
1619 — « No pueden tampoco ser presos ni aun en fuerza
de ejecución mandada por sentencia.»
1620 — «Ni estar sujetos á causa alguna, ni á ser llama-
dos ni emplazados ante los tribunales.»
1821 — «Ni aun ser citados como testigos.»
1822 — «Ni pueden ser embargados sus bienes ni sus
tierras.»
1823 — «Ni sus ()ersona8 asaltadas, ni sus reputaciones
dañadas.»
Pero todo esto es fuera de los tres casos especificados^
desorden público— crimen ordinario y traición.
Ahora para poner en libertad á un Parlamentario, no se
pide informe al Asesor del Alguacil que ha de prenderlo,
sino que una vez preso por orden de Juez, aunque ilegal-
mente, aconsejan los autores.
1627 — «Que el miembro preso ha de ser puesto en liber-
tad, sin mas requisito que el de la ^ demanda^ y no por
procuración del Jefe de Policía, ó mediante el «manda-
miento de habeas corpus bajo la autoridad Federal, ó del
Estado según el caso» y no por la policía nacional en
caso de un Diputado de Provincia.
Veráse por estas reglas del derecho parlamentario, corno
aventurado es á un Asesor suponemos privado de un Jefe
de Policía novel, dar dictámenes sobre cuestiones regidas
por la Constitución, y k dichos jefes tomar resoluciones
que los ponen sobre todos los tribunales de Justicia y
sobre Congresos y Legislaturas, determinando por si y
ante si la jurisprudencia que deben seguir aquellos.
¿Declara con fuerza de ley el señor Jefe de Policía, obli-
gatoria á todos los jueces, presentes y futuros, la práctica
intentada y no consumada ni justificada en el caso de
Qrono? La policía hace estas declaraciones y obra en
consecuencia?
¿Condena ante su Corte de apelaciones ó de error^ el pro-
*
PROGRESOS OBNBRALBS 375
cedimiento del Juez Superior doctor Obligado cuyo proce-
der ha sido recto, y parlamentario?
Prevendremos al señor Jefe de Policía, que puede igno-
rarlo por demasiado jó ven. que hay dos volúmenes en cuarto
mayor impresos, de desmanes, atropellos, crímenes, come-
tidos por la Policía de Buenos Aires, en ese mismo lugar
que ocupa, bajo esa misma omnipotencia que va asumiendo,
para que se detenga. Es el Poder Ejecutivo á quien puede
desobedecer cuando le ordene prisiones, por que no es
juez competente para prender, sino es arrestar por desacato
ó en estado de sitio. A los jueces no; y no se les hacen
humildes reparos, ni k V. S. pido y suplico^ dicíéndole: «le
aviso k Vd. que mi Asesor, á consulta mía, ha arreglado las
cosas de otro modo.
La policía va á ser, siguiendo este camino, un ejército de
línea, tendido en guerrillas en las calles, pronto al ataque,
y objeto de terror, como fué antes cuando gritaban. Mue-
ran etc. |Viva doña Encarnación Ezcurra! El primer inglés
que entró en el abierto Paraguay, Mr. Mansfield, describe
asi lo que vio: «Solo una vez he visto al Presidente (López)
desde que le fui presentado. Encontróle en el camino en
que yo me paseaba á caballo; como él volvía á la ciudad
desde su quinta en un viejo y ridiculo carruaje que era el
único existente, con una escolta de soldados y oñciales
como solo la Reina llevaría.
«Todo el mundo está, obligado á pararse y quitarse el
sombrero cuando pasa, y yo hice otro tanto, recibiendo en
cambio un complacido saludo de su parte. En tiempo de
Francia todo el mundo estaba obligado á eacaree el sombrero delante
de cada soldado policial; y los muchachos del campo que no
usan vestido alguno, debían llevar sombrero con el objeto
de saludarlos.
«El otro día fui saludado por un niño desnudo que me
quitó el sombrero. Las señoras de la familia real, porque
rey alguno es mas absoluto que este anciano, no se tienen
apartadas del común de las gentes, sino que se mezclan á
ellas como mortales comunes, aunque tengan mas lujo
como que son mas ricas — porque todas las demás familias
han sido reducidas á la pobreza por las exacciones.
«Lo que es el Presidente rara vez vé ó recibe sociedad.
El es k mi juicio el hombre mas enteramente aislado del
376 OBRAS DE 6ARM1BNTO
mundo, y á diferencia de otros reyes, no tiene ni ministros^
ni consejeros de ninguna clase; todo es arreglado por el
mismo; y por él exclusivamente son nombrados los emplea-
dos. El obispo es su hermano también; y el general del
ejército es su hijo.» El almirante de doce años era tam-
bién su hijo.
Todo eso es historia antigua. No la principiemos de
nuevo. ¿Quién revoca el decreto?
SOCIEDAD PROTECTORA DE LOS ANUALES
HERRADURAS CON TACOS
{El Nacional Jlgosto n de iS^f
Ayer tuvo lugar una interesante conferencia entre el
señor Presidente de la Municipalidad y el de la Sociedad
Protectora de los animales, acompañado este de el secreta-
rio de dicha Comisión Mr. Meulay, y del Dr. Webster con
el objeto de acordar lo conveniente á ñu de oponer obstácu»
lo á. las frecuentes caldas de los caballos de los tramways
ó de carga, á causa de resbalar por falta de asidero de la
herradura sobre la lisa superficie de la piedra del adoqui-
nado.
Presentáronse unas diez muestras de herraduras que
por medio de ciertas modificaciones, opondrían la esperada
resistencia, adhiriendo al pavimento.
Pareció mas perfecto el modelo que presentó el Dr. Webs-
ter, munido de un taco de acero al frente y doB en las
puntas traseras, sobre los cuales reposarla el peso del ani-
mal, dejando el resto de la herradura, como unión entre
estos tacos lo que daría lugar, no tocando en el suelo á
darle mas ó menos espesor^ según que fuese para caballo
de tiro, ó de carga. Convínose en aceptar el modelo que
presentaría el señor Webster, después de haber hecho
ejecutar las correcciones convenidas.
Con ellas se harían cien pares de herraduras que serAn
puestas á prueba en los caballos de los carros del servicio
de la policía, y reconocidos sus efectos por medio de visitas
de inspección á que el señor Presidente de la Municipa-
lidad invitará á los señores socios.
PROaKBdOS GENERALES 377
Quedó por su parte el Presidente de la Sociedad de
pedir á la de Nueva York, con la cual está en correspon-
dencia, una barrica de herraduras de las mejores que estén
en uso, buscando los mismos resultados. Ya la sociedad
habia pedido k Londres y Estados Unidos cien pares para
comparar las condiciones de construcción y calidad de
acero, de las que se sirven en ambos paises.
El Nacional^ ha demorado la publicación de un extenso
articulo del Times traducido, en que aquel diario da cuenta
de los magníficos festejos del cumpleaños, cincuenta y
ocho de la sociedad para evitas la crueldad con los anima-
les, que como se sabe es una gran función, por cuanto con*
curre la nobleza y la fínanza á oír leer el informe anual
que el Presidente presenta á los numerosos miembros de
ella, dando cuenta de los trabajos del año.
Este año el Informe anual da cuenta de una carta de la
Reina Victoria, solicitando de la Sociedad haga valer su
prestigio en Irlanda, k fin de que no desgarreten ú mutilen
los ganados y caballos los facciosos, por dañar á los land-
lores ó propietarios, á causa de las cuestiones políticas que
irritan los ánimos.
En Buenos Aires el Gobierno y la Policía, estando como
están á mayor altura que aquellos funcionarios ingleses»
lejos de pedirle auxilio á sus congéneres aqui, están toda*
vía en duda si existe realmente una Sociedad Protectora de
los Animales, no obstante pasar de ciento veinte los sociosi
haber solicitado seis ú ocho mas ser recibidos por tales;
tener sello, estar distribuyéndose diplomas sobre cartulina
y de esquisito dibujo y grabado, y estar en relación con las
de otros países.
Lo que le falta es poder obrar, y la Policía celosa del
cumplimiento de sus deberes, no ha reconocido todavía la
conveniencia de que tales caballeros se pongan en contacto
directo con los vigilantes, á quienes deberán dirigirse
cuando necesiten obrar; pues no teniendo los socios facul*
tades, no pueden hacer cumplir las leyes.
Es hasta hoy una sociedad de papel, que no ha tenido
el gusto de protejer bestia de ningún género, no obstante
que presencia escenas de crueldad y barbarie que no nos
chocan suficientemente; por que estaraos demasiado habi»
378 OBRAS ÜK 84HMIBNTO
tuados á oir y ver cosas peores, porque no nos llama la
atención lo que es simplemente bárbaro.
Guando la Sociedad entre en función, menos de un año
ha de bastar para despertar el interés púMico }' el de los
mismos carreros y matanceros, pues el hábito no desapro-
bado es el que da mareen á la repetición de tantas violen-
cias.
P03TCRIPTÜM
El señor Presidente de la Municipalidad ha presentado
Intimamente tres modelos corregidos de herraduras/y sobre
ellos se ha convenido hacer el ensavo.
EL PRIMERO DEL RUNDO
m Naekmal, SeUembre 1« de l8Si.)
Culpan á los yankees de la manía de encontrar que lo
que les atañe, es según ellos, the fint ofíhe world.
Con sus cincuenta millones de habitantes, sus cereales
por cientos de millones de bushels, bien pueden permitii^e
estas licencias poéticas; pero raya en la ceguedad jactarse
de haber construido con medio millón de habitantes la
Penitenciaria, cuyo lujo no se permitiría la Inglaterra con
treinta millones.
El mismo efecto produce el cálculo comparativo de los
provechos, que dejará el Banco de la Provincia, siguiendo
en las proporciones de hoy.
«Se puede prever, dice un economista, que dentro de
algunos años, el capital del Banco de la Provincia de Bue-
nos Aires habrá excedido al del Banco de Francia,
(182.500.000 fr.) y que en un porvenir no muy lejano, tendrá
iü capital realizado mayor de todos los establecimientos
bancarios del mundo.»
Gomo la plata que acumula un Banco no llueve del cielo,
diñó que es un impuesto que cobra á los particulares que
se sirven de sus fondos; y como estos particulares que
toman dinero prestado, son un reducisimo número, de una
ciudad que no tiene trescientos mil habitantes, puede cal-
cularse la enormidad de las sisas que cobra, cuando tan
PROOKfCSOS QENBRALBS 379
<;orto número de personas pueden dejar lana bastante, para
que se forme en el Banco usurario, capital igual al de la
Banca de Francia que sirve á ios negocios de una nación
de treinta y seis millones, á los de Inglaterra á veces, y á
los de Europa misma.
La moral del cuento seria en lugar de envanecernos de
hacer tan grandes despilfarros, por que el Banco es res
nulUuSy de la fortuna particular, y cercenar á los negocios
tan grandes sumas, del provecho que dejarían, ver en donde
esté el mal y reformarlo, y no que nos enva:.e7camos de
lo que menos honor puede hacernos.
El Congreso económico debiera estudiar esta cuestión, é
indicar donde está el abuso.
Gomo ya se ha experimentado, un mal gobierno por año
basta para distraer millones de esas sumas y gastos im-
productivos.
LA HIARINI HOY
Un cronista se queda de que no lo hubiesen aguardado,
anticipando la salida, ciertos paseantes que debían en dia
festivo visitar la Isla de Martín García. Despechado de
haberse quedado con los arreos de tourista ó de marinero
creyó descubrir que eran Senadores y Diputados los que
debieron ser sus compañeros, y echando á volar las conje-
turas negras, supuso que iban á reconocer y examinar las
fortalezas de Martín García.
Mayor chasco debieron darse los Diputados y Senadores,
si es cierto el cuento, al llegar á la Isla, y notar que se les
habían quedado en tierra las antiparras para ver fortale-
zas, no sospechando los mas, sino todos, que estas obras
del mas consumado arte militar, no se alcanzan k ver k
la simple vista, ni aun siendo diputados, ni ministros.
Por lo que puede serles útil, les daremos algunos datos
muy frescos.
Ha habido un bombardeo en Alejandría, como se sabe,
practicado sobre fortalezas de tierra, por la escuadra in-
glesa, que después de cuatro horas de cañoneo desde la
rada, logró apagar los' fuegos de todas las fortiflcaciones^
abandonándolas las muy maltratadas tropas y alejándose
«de Alejandría, cuya ciudad famosa en la historia por el
380 0BRA8 Dh 8ARMIBNT0
nombre de 8U fundador Alejandro, que llevaba, fué entre-
gada á las llaaias, desapareciendo del haz de la tierra uno
de los mas antiguos y grandes emporios del mundo antiguo.
Los fuertes que defendían á Alejandría estaban bien
artillados, con piezos Armstrong de 23 pulgadas de calibre
que es de la mas gruesa artillería que ha salido de su&
fábricas, con mayor cantidad de menos calibre de la misma
fabricación.
Los artilleros eran buenos; pero tuvieron que ceder al
mayor calibre y certeza de tiro de los ingleses, quienes les
aventajaban ademas.
1* Por el aseo y conservación de todo el material pues
una pieza mal tenida, con material poco cuidado, es me-
nos espedita y eficaz que las que se conservan esmeradas.
So Artilleros rudos, ignorantes, como algunos indios que
tenemos, inferiores al felata egipcio, retardan el servicio de
la pieza, y disminuyen su eficacia.
S° ¿Cómo disimulai*8e que los tostados y apenas educados
egipcios han de hacer menos certera puntería que los
cristianos, y mejor si son ingleses?
4° Tras de todas estas desventajas de detalle, que en
cuatro ó seis horas de fuego, suman una cantidad enorme
de tiros que han recibido y no han devuelto en propor-
ción, queda lo esencial que es el enorme calibre de las
piezas de los tres mas formidables acorazados que tiene
la Inglaterra, y uno de ellos que no tiene Nación alguna.
Esto es lo que queremos hacer notar k nuestros visitantes
de fortificaciones y escuadras, á fin de que sepan lo que en
ello se contiene.
Los ingleses hicieron jugar sobre los fuertes de Alejandría
24 cañones de 23 li2 centímetros, 23 cañones en parte de 28«
en parte de 30 centímetros, y cuatro de cuarenta y medio
centímetros.
Las piezas de los fuertes egipcianos, cuyo número se ig*
ñora, eran de calibre de 250 milímetros, del peso de 18
toneladas, construcción sir W. Armstrong, y que había en
número muy considerable piezas de 23 centímetros del
mismo constructor, pesando 15 toneladas.
Para darse una idea de esto, bastará decir que un cañón
;.^ / egipcio de 23 centímetros, lanzaría con una rapidez de 400
metros por segundo, un proyectil de 113 kilómetros de peso«
;*- ♦
PK00RES08 0ENERALB8 381
-que k 900 metros atravesarla una plancha de hierro de 21
centímetros (un cuarto de espesor), mientras que el canon
mas reciente inglés del mismo calibre, daría al mismo
proyectil una velocidad de 520 metros, bastante para hacer
atravesar á la misma distancia una plancha de cuarenta y
cinco centímetros (media vara).
Esta es la diferencia entre las armas de reciente cons-
trucción, que no tanto aumentan su poder por el mayor ca-
libre, cuando por la calidad de la pólvora usada y la cantidad
que corresponde á cada uno de ellos; «pólvora especial de-
terminada, dicen los tratadistas, para los gruesos calibres
dependiendo del peso de los proyectiles que se proponen
lanzar».
De estos defectos adolecían los cañones de los egipcios
amas de la imperfección de que los montajes, el mal esta-
do de conservación y lo mal resguardado de los artilleros,
mientras los de los cañones ingleses estaban á cubierto ba-
jo torres blindadas; tanto que después de un combate de
4 horas contra 2 fuertes egipcios, se redujeron las bajas á
5 muertos en 4 buques y 27 heridos distribuidos en mayor
número, lo que reduce á menos de una guerrilla en tierra.
La otra inferioridad, no obstante el valor, venia del bárbaro,
poco diestro, y destituido de exactitud y precisión en sus
movimientos.
Un detalle curioso no debemos omitir, aunque no tenga
aplicación á nuestras guerras; y es que gracias á la reciente
colocación de la artillería en los mas grandes buques in-
gleses, el Temeraire y el Inflexible batían á su fuerte con los de
retaguardia, con lo que consiguieron hacer callar sus fuegos.
Bástenos estos datos, para poner en conocimiento de
nuestros guerreros. Senadores y Diputados, cual es el poder
de ataque que poseen los acorazados recientes contra las
fortalezas de tierra, repitiendo las palabras del autor que
nos lo suministra, diciendo á los paseantes á Martin García,
que tienen en mano el podercomo la responsabilidad, «que
tienen el deber de rodearse de todos los datos, de pesar
todos los datos, de pesar todos los testimonios, de desconfiar
sobre todo de la ignorancia como de la adulación^ que casi siempre
andan juntas.»
Sacaremos la misma consecuencia para nosotros que un
conocedor saca para la Francia del resultado de la tomada
382 OBRAS DE SARMIENTO
Alejandría, y es que puede decirse «sin error y sin presun-
ción, que los puertos y las ciudades abiertas del litoral no puedem
defenderse eficazmente contra los poderosos medios de ataque
de que disponen actualmente los acorazados de última cons-
trucción, sino por medio de líneas de torpedos fijos, de tor-
pedos automáticos y de botes torpedos». Esa seria la
defensa mejor de Martin Garda. Aconséjase ademas la po-
sesión que mas conviene á nuestros ríos de guarda costas,
cañoneras acorazadas, algunas con espolón y otras que
sostengan una sola enorme pieza como tenemos afortunada-
mente algunas.
Solo á estas condiciones se podrá evitar dice un escritor
marítimo francés, que acorazados como el Alexandra, e\ Te-
merario, el Inflexible^ vengan á apoderarse de noche á cinco y
seis kilómetros de la costa, para incendiar y destruir i ai-
pune é inevitablemente nuestros arsenales y nuestros puer-
tos de comercio*» Esto para Francia, que para nosotros le
agregaríamos Buenos Aires, Montevideo y Rosario que es-
tán tratando para servir de blanco, á los buques de nueva
construcción.
Creemos que no están demás las observaciones que pre-
ceden, cuando el público se preocupa de temores de guerra.
Un artículo que abunda en el país y deque hemos hecho
grande uso, el valor personal, es de poca importancia en
nuestras guerras modernas, sobre todo, si son marítimas,
pues como se ha visto en Alejandría, se puede pelear á la
sombra de una torre, y tomar ciudades y rendir fortalezas
sin pérdida casi de un hombre. Lo que se necesita es dine-
ro, mucho dinero: fierro, mucho fierro. •
Hay ya cañones de cien toneladas de peso, que se cargan
con diez y siete arrobas de pólvora y mandan un proyectil
de una tonelada de peso. Para defenderse de tales taladros
se necesita corazas de 60 centímetios y ya se están constru-
yendo de 90,0 una vara de espesor del hierro.
LA COLONIA CORESA
Por la colonia «Conesa», no pasan años.
Es un mito según el Diputado por Tucuman, que quería
hacer comprender al Ministro Irigoyen, la diferencia que
hay entre 600 raciones [y seiscientos habitantes que no-
PKOORBSOtf GBNBKALBS 383
existen en la tierra, aunque haya una partida de veinte y
cuatro mil fuertes en raciones para una cotonía que tiene
dos escuelas presupuestadas, con tres maestrossín niños de
firme, á mas de trescientos pesos de gastos de entreteni-
miento.
¿Existen los seiscientos habitantes? Cómo se llama el
Juez de Paz? Cuántas habitaciones hay y sobre todo^ ¿na
han cosechado nada en dos años, ni adquirido medios de
subsistencia?
Este es el sistema entablado de crear colonias, para crear
lo único que no decrece, ni se acaba y son las raciones, y
son ciertos proveedores y ciertos militares, donde no hay
municipalidad.
Añádese á esta falta de comprobantes de la exigencia de
la cosa, el hecho que la generalidad ignora, y es que la
colonia aConesa» es una tentativa de hacer una población
de indios solos, sin blancos, sin cristianos, escepto el poco
cristiano Comandante y el poco filántropo proveedor.
Este es el país de los ensayos. Si existieran tales seis-
cientos indios en «Conesa» este año, como pretendió el
presupuesto de creación ahora dos años, dentro de diez
serán los mismos seiscientos indios sucios, borrachos, rate-
ros, viviendo en toldos, cuando mas en ranchos.
El indio no aumenta en número, cuando está solo, porque
la civilización lo destruye^ como se ve en las islas de Sand-
wich, y otras. Los jesuítas hicieron colonias de indios
solos; pero amas de que no ha subsistido ninguna, por
el vicio mismo de su conformación, los jesuítas los edu-
caban, trabajando para los jesuítas, bajo su inmediata
dirección y no dejándoles nada á su albedrio. En ningu-
na parte los españoles hicieron colonias de indios, y donde
como en Méjico y Rioja, hicieron lo que se llama ¡os Pueblos^
ahi están después de tres siglos, las mismas madrigueras
de pobres, en ranchos, sin industria, sin artes.
Eso sucede ya con «Conesa». Diputados tan serios como
el señor Presidente de la Cámara, y los varios que toma-
ron la palabra, sostuvieron por constarles, que la tal colo-
nia son unos cuantos toldos, como no pueden dejar de ser,
pues el señor Zeballos ha visto en el Sur á los indios á
que se daban materiales para rancho, desparpajarlos para
construirse toldos. Pero el señor Ministro tiene una fe
'!.\ ^
384
OBRAS DB SARMIENTO
incontrastable en las partidas del presupuesto. 24.000 pesos
para seiscientas raciones, para los habitantes posibles,
inmutables de «Conesa». Eso es práctico, incontrovertible;
los 24.000 pesos, ni un centavo menos, y la Cámara cedió
ante aquella lógica que consistía en dejar decir y repetir
lo mismo refutado: Y luego 600 raciones suponen 600
estómagos! Cómo había de pedir el G-obierno una ración
mas de las 6lK)?
LOS CALIBRES DE LA CRÍTICA
(El Naeiomh Septíembre 15 de I88i.)
V^
l\:
90
> ^
El Nacional, ha referido con motivo de una visita á Mar-
tin Garcia, lo que dicen escritores especíales sobre el al-
cance y poder de la artillería puesta en ejerció por los
ingleses en Alejandría.
Ciertos diarios aseguran que eran esos hechos de todos
conocidos aquí, donde como se vé lo sabemos por intui-
ción. El Standard^ es natural que lo supiese, y nos guar-
dará el secreto. Confesamos ingenuamente que no sabía-
mos los resultados obtenidos en Alejandría por la artillería
reciente^ y nos llamó la atención en la Revue Scientifique et
Litleraire un artículo de catorce columnas, destinado á llamar
la atención del Gobierno y marinos franceses, sobre los re-
sultados de aquel combate que aquí parece eran conocidos.
El Nacional para no ser acusado de pedantería no dio por
por suyas aquellas revelaciones, sino que dijo: «seguir en
ellas el autor que tenía por delante», añadiendo que era
dirigida á la Francia y no á nosotros, aquella muy signifi-
cativa frase de admonición «que el bombardeo de Alejan-
dría prueba que los puertos y las ciudades abiertas en el
litoraleño pueden defenderse eQcazmente contra los pode-
rosos medios de ataque que poseen actualmente los acoraza-
dos, sino es por medio de torpedos etc.»
¡Sabían eso en Francia, todos, el público?
Es entonces el autor que seguíamos el pedante^ pues no
se para en decir á los franceses, dirigiéndose á todos aque-
llos que por cualquier motivo tengan el deber de asegurar
el territorio, la libertad del comercio marítimo, y ver el
partido que pueden sacar de estos datos. «Toca al ñn ala
7
PROGRESOS GENERALES 385
opinión pública ilustrada sobre los peligros qw amenazan al
paiSf de investigar y de resolverse á tiempo á los esfuerzos
necesarios para conjurarlos.»
Si esto se puede decip & la Francia, no vemos porque no
podamos decir k nuestra opinión pública, á nuestros Dipu-
tados que van á Martin Garcíai que aetualmente los medios
de defensa de tierra son inferiores á los ataques de mar,
que es inútil fortificar islas como Martin García, á cual-
quiera costa, porque acaba de verse en Alejandría la inte-
rioridad de los medios de defensa.
Hasta 1864 la defensa era superior al ataque, desde los
tiempos de Vauban. Tenemos torpedos y podemos aumen-
tarles, hé aquí la moral del cuento; pero nunca están de mas
estas prevenciones, aun para los militares y marinos,
•cuanto mas para los civiles que duerman en paz sobre la
<)reencia en que están de tener todos los medios de resis-
tencia.
Hay un hecho que debe recordarse siempre, para no dor-
mirse sobre sus laureles.
Los cañones Krupp de la Prusia, estuvieron en la Expo-
sición de París, sin que el Gobierno, ni fe Génie^ ni los
hombres especiales se tomaran el trabajo de examinar la
materia de que estaban compuestos, sus formas y alcance.
4 Qué necesitaban verlos franceses de Austerlitz en mate-
ria de cañones? Dos provincias les costó el descuido ó
el menosprecio, teniendo hoy toda su artillería rehecha
por aquellos modelos.
Es mas serio de lo que se cree entre nosotros el estar al
corriente de estos resultados obtenidos por la artillería
moderna. Ya hemos visto que con solo cambiar de calidad
de pólvora según los calibres, se obtiene casi el doble de
velocidad y por tanto de potencia. Hemos cambiado nos-
otros de pólvora?
DESCENTRALIZACIÓN URBANA
Debemos llamar la atención del Gobierno nacional y de
la Municipalidad sobre la urgencia de promover la des-
centralización de la población y del movimiento comercial
y administrativo en la ciudad de Buenos Aires.
Tomo m.— ^
386 OBRAB DB SAEMIXNTO
En 86Í8 cuadras de frente por seis de fondo se encuentran
reunidos el Palacio de Gobierno Nacional, el Palacio del
Correo, la Capitanía del Puerto, el Congreso, la Municipa-
lidad, la Policía, los Tribunales de la Capital y de la Na-
ción, el Crédito Público, y el Palacio Arzobispal, esto es»
casi toda la administración de la Nación y de la Capital.
En el mismo radio tenemos la Aduana, la Bolsa, los siete
Bancos de la ciudad, lo que trae la aglomeración del co-
mercio mayorista y de los agentes de negocios, los agentes
de cambio, y, para complemento, en ese reducidísimo espa.
cío, se han reunido las principales iglesias, los centros
sociales, los establecimientos de educación superior, los
teatros principales, y con ellos, se vienen agrupando las
clases acomodadas y las tiendas de lujo.
Como complemento, se conserva en el mismo radio, un
mercado, un hospital y dos conventos.
La consecuencia de esa triple concentración es la carestía
creciente de los alquileres, la estrechez y lo insalubre de las
habitaciones.
Se hace cara la vida, se grava el comercio grande y
chico, con un gasto fijo considerable que contribuye ai
malestar de muchas casas de comercio át la vez que refluye
en perjuicio de toda la población de la Capital y de las
provincias, puesto que el aumento constante de gastos
generales tiene al ñn que recaer sobre el consumidor, y
en vasta escala, restringiendo la concurrencia.
Esta cuestión merece ser estudiada muy seriamente.
La concentración presenta ventajas, pero no la concen-
tración absoluta.
Debemos aspirar á que el movimiento administrativo se
opere en un centro reducido, evitándose pérdidas de tiempo,
que las casas concurrentes del comercio se agrupen, y que
la disminución de las distancias, permita la mayor activi*
dad de las transacciones financieras, pero, esas concentra-
ciones deben ser parciales,^y operarse en barrios distintos.
Por una parte los Tribunales y todos sus agentes, que
viven de las desgracias sociales, por otras, la Administra-
ción Nacional y gran parte de sus dependencias, las autori-
dades eclesiásticas, la Administración Municipal etc., bien
pueden hallarse situadas en distintos parajes de la ciudad.
Esparcidos esos establecimientos en diversos barrios, los
s J ■ . ' ■ ■ I ■ • ■ ~ ■ t^» ■
PROQKBSOS 0BMERALB8 387
seguirían, poco á poco, gran parte de las familias y de lae.
casas de menudeo que hoy se agrupan en este centro, que
por su situación especial debe pertenecer al comercio mayo-
rista y al movimiento financiero.
Dificilmente podría operarse en esta ciudad ningún cam-
bio mas conveniente en sus condiciones económicas é higié-
nicas, y de mas urgente necesidad.
El costo de la construcción de los edificios administra-
tivos en los divensos barrios de la ciudad, seria ínfimo com-
parado con el de las obras del gran boulevard proyectado.
Hay que considerar, además, los beneficios de una y otra
clase de obras.
El gran boulevard no proporcionaría á esta ciudad mas
que un desahogo mezquino, mientras que la descentrali-
zación, que indicamos^ la pondría, de una vez, en las con-
diciones esenciales para que pueda adquirir el amplio
desarrollo que le corresponde.
Por otra parte, las construcciones del gran boulevard
serian económicamente tan inconvenientes como favorables
las otras obras.
Con el sistema de centralización actual, sea angosta ó
sea ancha la caite de Rivadavia, la vida toda de la pobla-
ción quedaría siempre concentrada en las pocas cua<iras
en que está, no se alejarían de este centro, ni los escrito-
rios de comercio, ni las oficinas de los abogados, ni las
tiendas lujosas, ni los grandes y pequeños establecimien-
tos, ni las familias que se disputan las pulgadas de te-
rrenos, hasta privarse del aire y de la luz necesarias.
Ya tenemos Boulevares, las calles de Callao, de Santa
Fé y Entre Rios, que por bien que se adoquinen y que se
iluminen, no atraerán, en nuestras condiciones actuales,
los elementos que abundan en el centro de la población^
Para que la construcción de los edificios del Boulevard
se costee, es indispensable que ellos valgan por el hecho
del ensanche de la calle, que|disminuye la extensión de las
casas, el doble, puesto que su costo será el valor de los
edificios que se derriben y el de los que se Reconstruyan.
La empresa será, pues, claramente ruinosa, pero admi-
tamos que las casas reconstruidas aumenten de tal modo
su valor que la Municipalidad se reembolse del capital y
388 OBHAS UB «AUMIBMTO
de los intereses, que obtenga beneficios, y siempre estas
obras serán contrarias á la riqueza del país.
La razón es clara, puesto que valgan mucho ó valgan
poco las propiedades, según sean mas ó menos lujosas,
igual será la producción del país, mientras que el capital
invertido en las reconstrucciones habrá dejado de contri-
buir á la creación de productos, sería un capital perdido
para la producción.
Conviene distingir las reconstrucciones innecesarias de
la edificación de nuevos edificios, que respondan al fin
industrial de abaratar un producto necesariot por un au-
mento de oferta.
En cuanto á las obras que sirvan para operar la descen-
tralización, ellas serán grandemente reproductivas, pro-
duciendo una vasta reducción en los gastos generales de
los grandes establecimientos de comercio y de las peque-
ñas industrias, y en los consumos privados.
FERROCARRIL DEL OESTE
DOS MIL WAGONES
{Bl Naewnal, Setiembre r de i88S).
El interés que despierta hoy en el público la producción
agrícola, no es sin duda, por cuanto favorece y desen-
vuelve la riqueza, ó porque dá ocupación lucrativa á los
brazos que vienen de Europa en busca de trabajo.
Estas consideraciones son buenas para el legislador ó el
estadista; pero el pueblo, el emigrante, el comercio, tienen
otra manera de apreciar las conveniencias públicas.
Gustan de la agricultura por cuanto produce materias
exportables, porque tienen un buen precio en el mercado,
porque hay demanda de ciertos artículoSi y dejan utili-
dades.
Veamos lo que pasa:
Varios buques están á la carga recibiendo maíz para
Europa. Los contratos son hechos, los buques están en
estadía y la carga no se completa. El ferrocarril del Oeste
ha entregado ya 70.000 toneladas de maiz, quedando por
entregar 45.000 toneladas mas desde Marzo, lo que hace
PROGRESOS 0BNBRALB8 389
siete meses de trasporte por el ferrocarril. Vienen por día
trescientas toneladas.
El ferrocarril solo dispone de 1.300 wagones para tras-
portar la producción de 75.000 kilómetros cuadrados de
superficie á que sirve aquel trasporte, ya sea en cereales,
ya en productos de la ganadería.
El material rodante, pues, del ferrocarril del Oeste, no
corresponde ya á las necesidades que debía satisfacer.
Necesita entregar mil toneladas diarias por lo menos.
Sin duda que no debe exigirse que en un día se exporte
todo lo que está pronto para salir; pero que un solo artículo
como el maíz requiera siete meses para trasportarlo á los
puntos de embarque, es bastante para arruinar & la mitad
de los exportadores, pues corren los últimos el riesgo de
perder la ocasión de venta, cambiando los precios con los
productos similares de otros países, en los mercados
europeos*
Esto es precisamente lo que sucede actualmente en Bue-
nos Aires. Los que han vendido maíz no alcanzan á
entregarlo á loa plazos estipulados, porque no hay medios
de trasporte. Trescientas toneladas por día es una bicoca
cuando se trata de ¡luchar en Europa con el maíz norte-
americano trasportado k millones de toneladas, inmediata-
mente después de las cosechas.
Dos mil wagones bastarían apenas para proveer á las
múltiples necesidades del trasporte; y hoy no dispone sino
de mil trescientos. La estación del Once ha quedado de
tal manera estrecha, que i mas de estar atestados de carga
los terraplenes exteriores, como los verá quien se acerque &
la estación, en la semana pasada han estado cinco dias sin
descargarse una escandalosa hilera de wagones.
Se sabe el empeño contraído por el señor Gobernador, de
hacer siete prolongaciones de ferrocarriles & un tiempo.
Esto suena bien, y propicia la opinión, dando lugar á las
inauguraciones que har&n la mas bella página de la lite-
ratura contemporánea en menú^ descripciones, discursos y
trenes gratis, Pero puede sucederle lo que á aquel empe-
rador romano que se propuso echar un puente sobre la
Bahía de Ñapóles, y cuando los ladrillos no hallaron fondo,
lo terminó con embarcaciones pareadas. El Emperador
triunfó, pasando á caballo sobre el puente de chatas, pero
300 OBHK9 OS SARMIBMTO
hubo de perecer de hambre Roma, pues las barcas de que
echó mano y detuvo en Ñapóles, eran ku que traían el trigo
de Egipto^ que alimentaba la gran ciudad.
Tendremos en estos dos años las prolongaciones apete-
cidas; pero pueden arruinarse todos los que han sembrado
trigo, maíz, tino y cosechado lanas, mientras se quiere hacer
con los mil trescientos wagoncitos, almacenes de depósito,
tren rodante, zorras para terraplenar y estar en todas par-
tes y en todas las fiestas.
Gomo hemos visto, uno solo no puede distraerse de la
Via, yendo y viniendo sin descanso, y ya hemos tenido
quinieniae que fueron al Pergamino, y no quisieron al^ar
carga de regreso, porque se necesitaban con urgencia para
acantear tierra con que terraplenar en otras partes.
Los ferrocarriles, es superfluo repetirlo, como que han
suprimido todo otro sistema de trasporte, tienen deberes
que llenar, tan imperiosos como los que imponen los con-
tratos. Se siembra, se cosecha, se vende, se compra bajo
la base de que en el momento de requerirlo, las vías de
trasporte estarán uo solo expeditas, sino en suficiente apti-
tud de proveer á las necesidades.
En materia de cereales, no se olvide esto, hemos con-
traído la obligación tácita de ponerlos en condiciones igua-
les de disponibilidad y precio á los cereales norte-ameri-
canos, so pena de dejar burladas las esperanzas del labrador
y la emigración será una plaga, sí la ugricuitura no le
asegura los medios de subsistencia.
El Directorio del ferrocarril debe tener voz y voto único,
en su propia administración, y sus miembros tienen t*)
derecho y el deber de contener los desmanes del gobierno
político, que se entromete á dar órdenes en cuanto á la
administración y disposición de los wagones.
Este es el efecto de la usurpación de poderes que han
venido haciendo los gobiernos, dejando un simulacro áe
Directorio del Banco, otra apariencia del Directorio de
Ferrocarril para decretar fiestas, inauguraciones, discursos
y menú para eeiecientas personas, mientras los miles de tone-
ladas de maiz están vendidas y pagadas y no parecen, y el
buque corre riesgo de irse á pique en una suestada, falto
de lastre. Al público se le está haciendo agua la boca, de
solo pensar en el mewá que van á preparar los qoutvmU^ Her-
■9^^M^>^^pv|!~ «aa^paNM^Mi
PK0GRB80S GENERALES 991
namlez y Fernandez. BriUai Savarin les ha de mandar sus
aplausos; pero bueno seria que los carros de carga, car-
guen maiz, mientras se comen las trufas y las langostas de
las inauguraciones de las que sobrarán siete mil canastos,
como es de regla, con los cinco panes del banquete inau-
gural.
REVELACIONES ESTADÍSTICAS
{El Nacional, Setiembre 96 de 1881.
La Libertad viene haciendo estudios muy importantes
sobre la producción del país, según lo acreditan los datos
sobre la exportación del año 1881; y de ellos resulta que
ha disminuido en ciertos ramos esenciales la producción,
de donde debemos deducir que el capital que la sumi-
nistra disminuye en proporción.
Vivimos todos de entonar un eterno hozana, extasían-
donos ante el progreso del pais que reputamos sorpren-
dente, porque lo comparamos con nosotros mismos, y mas
bien que con los hechos, con la atmósfera de millones
que nos hacen dos gobiernos, cuyos gastos y autorizacio-
nes de gastar para crear mundos, desconciertan en efecto
las nociones del viejo sentido común, avergonzado de la
mezquindad de sus cálculos.
Exportábanse por ejemplo, en término medio, cueros
vacunos en un quinquenio hasta 1875, entre salados y se-
cos 2.648,928 cueros. En el quinquenio que precede á 1881,
se han exportado solamente 2.192,370.
Ni guerras, ni plagas han interrumpido la producción
que debió pasar de 3.000,000 de cueros, pues que las in-
dustrias, sean ganaderas ó agrícolas, en países nuevos, de-
ben ir en progresivo aumento, como aumenta la población,
como deben aumentar las rentas. La destrucción de los
indios ha asegurado al ganado mayor mas campos, sin
que por extenderse, la producción disminuya, que háse
traído ganado de las provincias para poblarlos, y en todo
caso los novillos se benefician necesariamente.
Es pues una industria parada^ y ademas que retrocede.
La causa de este retroceso es por lo constante superior
á la voluntad humana.
392 OBRAS UK «AKMIKNTO
La demanda de cueros es tan ilimitada ahora, como la
ha sido en 1870. ¿Por qué no se satisface? Porqué de-
jaría el productor de cueros vacunos de conservar su
stocks si tanto le dária esta industria ganadera como la de-
las ovejas?
El ejemplo de la Australia es concluyente. En el mismo
periodo de diez años ha doblado su stock de ganado vacuno
de casi el doble, al mismo tiempo que sus ovejas han
seguido la mismo proporción.
No es pues trasformaclon en la explotación de clase de
ganado, sino verdadera y real diminución. ¿Será que nos
comemos el capital? Debiéramos tener de cueros expor-
tables, en 1881, cinco millones, para seguir las proporcio-
nes de aumento que llevan Australia y Estados Unidos en
el mismo lapso de tiempo; y muy complicadas deben ser
las causas de la disminución, para darse cuenta de cuatro
millones que no se producen.
Suponiendo al pais dos millones de habitantes, podemos
dar para la alimentación de cada uno, una res al año,
aunque á los soldados se adjudican siete. Serían pues,
dos millones de reses consumidas, que representarían tres
mas en pié, dos para la reproducción y una para el au-
mento, lo que hace ocho millones de cabezas de ganado
necesarias para la alimentación. Los saladeros funcionan
por su parte, con mayor ó menor actividad, y probable*
mente sin relación al stock de ganado, y si consultando la
elevación de los precios del mer^cado y la demanda.
No creemos tampoco que las lanas hayan aumentado de
tal manera estos últimos cinco años, para esplicar la dis-
minución del ganado vacuno. La carne de las ovejas puede
contener el consumo de vacas, hasta cierto punto, pero
no la sustituye, sino en cierta clase de trabajos y en cier-
tos lugares.
Se hace notar este año la grande exportación de maíz
que se cree llega k ochenta mil toneladas en esta provincia.
Créese que tome cada día mas incremento, y venga & ser
uno de los productos mas valiosos del pais. Pero la pro-
ducción del maiz compromete otros intereses, otras perso-
nas y otros terrenos que el que ocupa el ganado.
Fáganse hoy arriendos subidísimos por terrenos de labor;
PROQRESOS 0BMBRALB8 3^
y empiezan á serlo todos los que están vecinos de lo»
ferrocarriles y pueden aprovechar de su fácil trasporte.
Muy celebrada ha sido en Santa Fé la inauguración del
primer ferrocarril intercolonial, en cuya construcción han
tomado parte los colones mismos con sus ahorros.
V Sentían en efecto la desventaja de su situación, despro-
vistos de medios de fácil y rápido trasporte al mercado.
En Buenos Aires cuan extensas y múltiples son y habrán
de ser las lineas de ferrocarriles, tanto mas habrá de
extenderse el cultivo de los cereales^ alejando la cria de
ganado de una ancha zona de terreno á ambos lados dé-
la via.
En lo que la producción de los cereales en Santa Fé
aventaja á la de Buenos Aires, pues en todo lo demás,
aun en Cantidad le es inferiori es en la situación del co-
lono que es propietario del terreno que cultiva, por cuya
razón el arriendo que el inquilino paga en Buenos Aires
puede contentarle como utilidad en los años poco favo-
recidos.
Recordamos con este motivo que cuando hubo de ex-
tenderse la línea del ferrocarril del Oeste hasta Ghivilcoy,
el gobierno del coronel Mitre presentó un proyecto de ley
expropiando una zona de terreno á ambos lados de la via»
para ser vendidos en lotes para la agricultura.
La nota con que lo acompañó esponía la necesidad de
proveer á estos intereses, en previsión del futuro. El Se-
nado compuesto de abogados y de estancieros apoyaron
fuertemente la idea, entre ellos Gascallares, Gano, Gue-
rrico. El proyecto se perdió en la otra Gámara por la
acción de jóvenes universitarios, poco familiarizados con
los intereses agrícolas.
Vendrán mas tarde las cuestiones agrarias que hoy ator-
mentan á la Inglaterra, para fijar las relaciones entre el
arrendatario y el inquilino.
En el país se sentirán luego los efectos, con el deterioro
de la tierra. El inquilino, sin término ni garantía saca en
el fruto del año su arriendo, cuidando de no dejarle al
terreno medios valores, que no han de aprovechar. En
Inglaterra hay arriendo por noventa y nueve años, á fin de
que el inquilino plante nogales, si le conviene, (seguro de
cosechar su fruto.
^4 0BRA8 DB BARMIBNTO
Mucho tendríamos que decir á este respecto, y lo hare-
mos con mas espacio^ á medida que los intereses agríco-
las se vayan desenvolviendo.
Por ahora nuestro objeto era solo Udmar la atención
sobre los resultados de la estadística de la exportación de
cueros vacunos que revela un retroceso, ó el abandona de
•una forma, la mas antigua de la industria ganadera.
Seremos suplantados en la provisión de cueros por Tejas
y Australia? ¿Será el ganado de las Pampas el recuerdo
<le una leyenda popular y con el gaucho que desaparece,
desaparecerá también la industria que lo creó?
■ISTIESS TROLLOPE
iBl NacUmal, Octubre 3 de im.)
Ahora treinta años cuando un norte-americano ponía á
la ventana ó sobre las mesas, sus largos pies, ó cometía
otro desliz de las buenas reglas, se oia la voz Mirs. TroHopel
Mirs. TroHopel que hacia recoger las largas piernas para
tomar posición mas elegante y aceptable. Mirs. Trollopey
Dickens, con sus críticas hicieron mucho para la mejora y
reñnamiento de modales de los yankees, que con la riqueza
que en cantidad de doce millones anuales derraman en los
hoteles europeos y en las escursiones alpinas, adquieren
el pulido de los guijarros, frotados entre sí después de
rodar largo tiempo.
No son los modales, ni las ideas en general las que
pudiera reformar entre nosotros una Mirs. Trollope, ó un
Dickens, que de paso contemplasen nuestras preocupa-
ciones, y las tenemos sobre nuestros progresos, nuestros
monumentos y nuestra gran ciudad.
En vano se desgañitan los que han viajado, aconsejando
mejoras, en el aspecto de la ciudad, en los edificios, en la
distribución de la población. El viajero que viene de reco-
rrer el mundo encuentra una grande ciudad injerta en una
aldea, con veredas estrechas, con calles imposibles, con
jardines polvorosos, y con fuentes sin agua.
Una americana, Miss Lucy Dowling, ha tomado de paso
por Buenos Aires algunos apuntes que publica La Nuera
Aevista de Buenos AireSf y cuya lectura recomendamos á ios
•mmunmi^m^i-S^
PROGRESOS 0BNBRALB8 995
<1U6 gustan de ver como nos juzgan, á fin de quitar las
barreras que se oponen á mayores ó mas bien sostenidos
progresos.
Traeremos aquí algunas observaciones sobre lo que tiene
remedio, pues los defectos insanables ha de curarlos el
tiempo ó futuras trasformaciones.
«La obesidad de las señoras, dice aquella joven, tiene por
causa la falta de ejercicio.»
«Preciso sería comunicar el Paseo de Julio con el Parque
3 de Febrero, por medio de una arboleda, para que se
pudiera cabalgar, ejercicio muy saludable y conveniente,
pero que hoy es peligroso en calles estrechísimas y ocu-
padas con tramways.
«En una sociedad donde abundan los caballos, jamas
salen las señoritas por higiene: cabalgan para que las
vean, y ese móvil es pobre.
«El Parque 3 de Febrero es un paseo muy bueno, bien
ideado, y el mejor, por no decir el único.
«Pero ese, como todos los demás, está solitario todos los
dias, y solo los Domingos y dias de fiesta hay notable
concurrencia en excelentes carruajes con tiros de precio.
«Pero, ¿por qué no la hay todos los dias?
«Pero es pensar que las señoras, las niñas, los hombres
de toda edad y condición, necesitan cambio de escena,
porque la monotonía esteriliza y mata.
«En Europa y América los paseos son diariamente con-
curridos. Es cuestión de higiene.
«En Buenos Aires no se encuentra nunca gente que
ocupe los bancos en los paseos públicos.
a Me llamaba la atención encontrar los paseos, esos lla-
mados paseos, siempre solitarios, los he frecuentado k
todas horas, y jamas he visto niños. «Dónde están los ni-
ños me decia.B En América como en Europa, los jardines
públicos están llenos de niños; la higiene lo exige. Temo
que sea muy grande la mortalidad; y no sé como las
madres no dan importancia al paseo diario de esas pobres
criaturas.»
« A cargo de que Corporación están estos llamados pa-
seos?»
«Por qué no hay pájaros? Y sin embargo en los jar-
dines públicos en toda la Alemania, la Francia, la Bélgica»
396 OBRAS DE SARMIBNTO
la Gran Bretaña, los pajarillos viven bajo la salvaguardia
de leyes protectoras, y hasta los niños los respetan y los
aman.
ff Buenos Aires no tiene un solo bouleyard.
« La calle del Callao es un pantano prolongado, verdad
es que actualmente lo adoquinan, pero sin dobles hileras
de árboles (tiene una) que explique la anchura de la calle
que es hoy un arrabal sucio.»
« Se conoce que el pueblo no tiene ideas claras sobre sus^
propios intereses, y que elige mal sus autoridades muni-
cipales.
« Bueno sería que sus paisanos visitasen las ciudades ame-
ricanas, no hablo de las grandes ciudades, pero aun en las
aldeas verían como se cuidan las calles, los árboles que
las adornan, y como se forman jardines y paseos públicos.
ce Los que conocen las instituciones americanas, la im-
portancia que en nuestra República tiene el municipio,
que es la raíz del gobierno de lo propio, pueden compren-
der la sorpresa que yo he tenido al conocer en esa capital
las calles, los mercados y los paseos
a En Norte América las Municipalidades habrían tenido
que pagar daños y perjuicios por el malísimo estado d&
esas calles, empedradas de la manera mas grosera, salvo
las que están adoquinadas.»
Algunas de estas indicaciones de la viajera, sino todas,
hablan sido hechas y repetidas en la prensa y en libros de
viajes. Muchas se han hecho prácticas y no pocas se llevan
á ejecución este año, gracias á la culta iniciativa del ciuda-
daño D. Torcuato de Alvear. Algo mas se ha de obtener
repitiendo estas criticas que acaban por corregir las vicio*
sas ideas hereditarias.
FIN DEL TOMO XU
-• — l-tl* J »-
■arcj*»*»' * ^-r-
^ g -ua-tgq^— >■■
seflíw
ÍNDICE DEL TOMO XLI
••••••••t ••
• ••• '
Informe sobre los distritos minerales^-Mloas y establecimientos de
la República ArRentlna
Fábrica de vidrio en Cuyo
Los nuevos proyectos
Cosas de América
fil banco, el gobernador y el ministro de hacienda.
Los dias feriados
La acuñación de moneda
Esportaelon de cereales
Inmigración y colonización
Á propósito de los nuevos impuestos.
£1 Riachuelo
-Cien problemas
Ferrocarril Santafecino
Bmigracion y colonización
Huelgas
Cuarentenas
Los Ruso-Alemanes
Moneda de plata
La estadística comercial y la renta....
Xa memoria de Hacienda
Acuñación de monedas
•Cosechas de trigo
Quince mil leguas
Cuestión monetaria
Ferrocarril de las colonias
Entorpecimientos en la via
JExportaclones
Protección ¿ la Industria
La suscricion nacional..
Exhibición de horticultura
Resguardo de pasajeros. •••
Valortradon del papel moneda..
lA valorización del papel
••• •
Páginas
5
i3
47
n
Si
ts
35
40
45
60
5S
87
58
61
«3
65
66
67
7i
76
78
79
84
87
89
93
98
iOt
tos
104
«07
308 ÍNDICB DBL TOMO XLI
Página»
El mal espirito lio
Billetes de bancos particulares iit
La exposición de París il6
Dora lex, sedlex 119
Reglamentación de la ley de Impuestos 123
La memoria del señor Ministro de Hacienda «. ISS
Bl tribunal arbitral l»
Inmigración y colonias I3l
Nuestros trigos i3«
El crédito en euroin 441
Las rentas de un ministro I4S
Á propósito de una memoria IM
Subdivisión de tierras públicas 154
El Ministro de Hacienda de la Nación US
Acuñación de moneda I60
A donde irá el buey que no Itt
La memoria de marina 165
Bl presupuesto de 1880 169
Casa de Moneda 17»
El mercado de (lores 175
Un millón de bectólitros I7«
Cuestión monetaria 178
Ley de monedas 179
Nuestros cereales y la carestía europea 184
Nuestras riquezasi 185
Inportacion de ganado i Buenos Aires! 187
Ferro-carriles 188
Le beuf gras I9í
Ley contra las leyes 194^
E]y)edicion á araucania 196
Parque 3 de Febrero 198
Regreso del Dr. Gould íOl
U luz eléctrica «t
Los Boulerares 906
El ferro-carril del Oeste, • «O
Boletos de tierras til
La municipalidad y la policía il6
El comisario de policía tiQ
Empresas de la luz eléctrica 3S6i
Noticias y datos americanos 231
Empresas de utilidad pública , 235
La exposición 238
Royal Soclety 243
Ciudad de Buenos Aires .^ 145
La Capital 250
Convención de delegados • iS9
Adams Express 267
XL proyecto de fronteras 170
ÍNDICE DEL TOMO XLI 399
Páginas
A tontas Y á ciegas • tik
Disposiciones preventivas 175
Los indios fSi
Empréstito Río Negro Í84
El cacique Pincen y el empréstito 98ft
Los Ranqueles y los Rumies S90
LosCatriel »3
Las cartas de Gatriel SM
El empréstito territorial IW
Las fronteras y el Banco 304
Transporte de I)agajes y pertrectios 906
La expedición al «Río Negro» S07
La campada contra los indios ata
La ocupación del Rio Negro 317
El patriotismo 3S1
La expedición al Rio Negro i 316
La expedición al Río Negro 3S8
La expedición al Sur 39i
Un progltáa.» 333
Las ideas sobre frontera 337
El complemento de la ofensiva 343
La ley de premios de tierras al ejército espedicionario 347
Ley de Premios 351
Banco de 1* RepübUea ArgentinaMX)ntra Bancos Provinciales y Na-
cionales 35S
Reducción de Impuuestos 369
San Juan 360
Trasporte de uvas 36S
Cien mil inmigrantes 863
isla de las Palmas...., 364
Paseos públicos 366
El sello de ía Sociedad Argentina 368
Una sentencia policial 370
Sociedad protectora de los animales 376
El primero del mundo 378
La marina boy 379
La colonia Conesa 381
Los calibres de la crítica 384
Descentralización urbana « 385
Ferrocarril del Oeste 388
Revelaciones estadísticas 391
Mr8.Trollope 3»^
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