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Full text of "Obras de D.F. Sarmiento"

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OBRAS 


DR 


D.  R  SARMIENTO 


PUBLICADAS  BAJO  LOS  AUSPICIOS   DBL  GOBÍRRNO 

ARGRNTINO 


TOMO  XL 


LOS  OESFALLECIMIEIITOS  Y  LOS  DESVÍOS 


política  de  (880 


BUENOS  AIRKS 


7^77 — Iii&pr<)aia  y  Litognifla   ■  ICarUtio  llorcuon.  Corrientes   M29. 

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OBRAS 


DR 


E).  F.  SARMIENTO 


PUBLICADAS  BAJO  LOS  AUSPICIOS   DEL  GOBIERNO 

ARGENTINO 


TOMO  XL 


LOS  OESFALLECIMIEIITOS  Y  LOS  DESVÍOS 


política  de  1880 


BUENOS  AIKKS 


-jtiry — Imprtíuu  y  Litografía  «  Mariaoo  Moreao»,  Corri«ntM   K29. 


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OBRAS 


DB 


D.  F.  SARMIENTO 


OBRAS 


DR 


D.  F.  SARMIENTO 


PUBLICADAS  BAJO  LOS  AUSPICIOS   DEL  GOBIERNO 

ARGENTINO 


TOMO  Xl_ 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS 


^    POLÍTICA  DE  1880 


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BUENOS  AIRES 


7877 «Imprenta  y  Litografla  «Mañano  Morenos,  Corrientes   829 


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EDITOR 
A.  BELIN  SARMIENTO 


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LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  ' 


{Bl  Nacional,  Enero  33  de  1879.) 

Las  agitaciones  de  los  pueblos  libres,  llevan  á  veces  á  la 
anarquía  ó  las  guerras  civiles,  y  fatigados  de  tanto  malestar 
culpan  á  la  libertad  del  mal ;  y  un  día  en  hora  menguada, 
86  dice:  suprimamos  la  libertad,  que  de  ello  se  tiene  la 
culpa. 

Creamos  asi  á  Rosas,  cansados  de  la  libertad  que  había 
costado  veinte  años  apenas  de  decepciones  y  experimentos. 
Dejamos  el  camino,  la  huella  traqueada,  culpando  á  la 
huella  y  no  ¿  las  piedras,  del  dolor  que  nos  causaba  cami- 
nar por  senderos  apenas  practicados. 

Estos  son  los  desfallecimientos  de  los  pueblos  que  recorren 
el  camino  del  Lacio.  Las  elecciones  han  traído  escándalos, 
fraudes,  revoluciones.  Suprimamos  las  elecciones,  nos  deci- 
mos, que  asi  cesará  el  escándalo.  ¡Qué  días  felices  aquellos 
cuando  las  elecciones  sean  un  simulacro  caballeresco,  como 
en  los  torneos  de  la  edad  media,  en  que  los  campeones  se 
batían  con  armas  corteces,  con  lanzas  sin  moharra!  Cuidado^ 
que  abandonáis  el  camino  trillado,  la  huella  áspera,  pero 
practicada ;  fuera  de  la  cual,  no  hay  sino  pedruscos  agudos 
y  despeñaderos. 

Mejorad  el  camino;  armaos  de  cascos  de  hierro  para 
garantiros;  pero  no  abandonéis  jamas  el  viejo  y  transitado 
sendero.  Si  la  libertad  es  incómoda,  es  porque  no  hay 
libertad  y  seguridad:  hay  libertad  para  los  tiranuelos,  que 
son  los  que  hacen  violencia  á  la  libertad  agena,  por  la 
coacción  ó  el  fraude,  dos  modos  de  violar  la  libertad. 
Robustezcamos  las  libertades  de  todos,  conteniendo  por  la 
fuerza  y  la  ley  al  que  intenta  hacer  la  violencia  ó  esca- 


6  OBRAS   ÜE  SAKMIBMTO 

motearla;  robustezcamos  la  conciencia  moral  de  gober- 
nados y  gobernantes,  para  suprimir  el  fraude.  Las  elecciones 
jamas.  ^r  "  ^.**: 

Ya  hemos  andado  mueho- :<:aiiano*L  no  volvamos  hacia 
.tr».  E,  fraude  ,,1..*ÍÍÚ*¿S,Á.ÍUÍ  .  I.  b.i..  No  1» 
sustituyambs  l§i  íattfga,  ({ue  es  peor. 
.  No  t¿jF  nh  libertad  ni  Constitución  libre,  sin  la  prueba  de 
:  \j.  :ta  oleccidn,  que  es  lo  que  ha  dado  en  llamarse  la  lucha. 
;  •  - '  La  lucha  está  á  la  base  misma  de  todas  las  instituciones 
humanas;  y  suprimirla,  atenuarla,  falsearla  por  convenios 
entre  partes,  es  simplemente  destruir  el  gobierno,  y  prepa- 
rar el  camino  al  arbitrario,  á  lo  desconocido,  ó  alguna 
monstruosidad  sin  nombre. 

El  gobierno,  las  leyes,  los  reglamentos,  las  Constituciones 
mismas,  se  han  creado  para  mantener  la  lucha  en  los  tér- 
minos que  aseguran  la  libertad  de  la  opinión  de  cada  uno, 
aun  siendo  reputada  mala. 

Hay  lucha  diaria  en  las  Cámaras,  en  los  consejos,  en  las 
elecciones;  pero  hay  reglas  para  ponerla  término. 

La  mitad  mas  uno,  en  las  Legislaturas,  los  dos  tercios  en 
casos  privilegiados,  el  quorum^  la  pluralidad  en  materia 
electoral,  etc.,  son  las  condiciones  y  el  término  de  la  lucha. 
El  reglamento  en  los  cuerpos  colegiados,  la  ley  apoyada  en 
la  fuerza  en  las  reuniones  populares,  fijan  el  límite  de  donde 
no  ha  de  salir  la  lucha. 

En  la  decadencia  de  las  repúblicas,  como  en  los  últimos 
días  de  Roma,  la  lucha  en  los  comicios  y  en  las  curias  dege- 
neró en  combates,  y  cansada  la  desgarrada  ciudad  de  Inchfl» 
fraticidas,  concedió  el  Senado,  á  Augusto  el  Emperador!  A 
uso  extra-oficial  de  la  potestad  tribunicia  de  convocar  los 
comicios,  sin  ser  tribuno,  para  conciliar  en  la  lucha,  evi- 
tándola, indicando  la  materia  ó  la  persona  sometida  á 
votación. 

Las  elecciones  cesaron  para  siempre;  y  vinieron  Tiberio, 
Nerón,  Caligula  y  la  muerte  de  la  libertad. 

Pero  nosotros  no  formamos  una  república  en  decadencia- 
Si  lo  estuviera  por  la  acción  de  causas  locales,  levantarían 
sus  principios  y  sus  reglas  en  el  coucenso  universal,  el  ejem- 
plo de  las  otras  repúblicas  del  mundo,  pues  no  estamos 
solos,  como  Roma,  en  la  tierra,  con  nuestra  forma  de 
gobierno,  sino  que  somos  al  contrario  la  consecuencia  y  la 


LOS  DBSFALLBCDOBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  7 

aplicación,  aunque  imperfecta,  de  las  instituciones  libres 
prevalentes  en  nuestro  siglo. 

Nuestro  deber  es  hacer  desaparecer  las  deficiencias  en 
la  práctica,  y  sin  suprimir  la  lucha,  regularizarla,  conte- 
nerla en  los  limites  que  le  impone  la  verdad  y  la  tran- 
quilidad pública. 

No  hallando  ejemplo  y  modelos  en  los  tiempos  moder- 
nos, de  estas  supresiones  de  luchas,  que  el  cansancio  y 
la  laxitud  de  principios  sugiere,  no  siendo  voz  técnica  ni 
aceptada  la  conciliación  de  las  voluntades,  de  los  hombres 
ó  los  partidos  para  hacer  realisabie  una  Constitución,  que 
para  cada  renovación  de  funcionarios,  para  cada  proyecto 
en  discusión^  supone  divergencia  de  opiniones,  tendencias, 
ó  propósitos,  tenemos  que  volver  los  ojos  á  los  pasados 
tiempos,  para  encontrar  temperamentos  parecidos. 

Habíanse  encamado  en  Roma  las  aspiraciones  oligarcas 
de  Syla,  en  Pompeyo,  las  populares  de  Mario,  en  Julio 
César.  Para  las  buenas  gentes,  fué  un  augurio  de  paz  y 
de  que  no  se  irían  k  las  manos  los  dos  grandes  caudillos, 
la  conciliación  que  se  llamó  el  triunvirato^  por  entrar  como 
un  valor  nominal.  Craso  que  nada  representaba.  Julio 
César  llevó  &  su  consocio  á  Farsalia,  para  mostrar  lo  que 
valen  las  conciliaciones.  Octavio  y  Marco  Antonio  aca- 
baron en  Actium,otra  conciliación  de  los  partidos;  y  Roma 
y  el  mundo,  con  el  imperio,  supieron  k  qué  abismos  condu- 
cen estos  expedientes,  de  suprimir  las  luchas  por  la  conci- 
liación de  los  caudillos. 

Nuestra  conciliación  microscópica,  nos  venía  de  una 
situación  tirante  y  prolongada  de  años  entre  dos  encar- 
naciones de  tendencias  opuestas,  los  óptimos  como  se 
llamaban  los  que  sostenían  á.  Pompeyo,  los  populares  como 
los  de  César.  Nadie  se  oculta  este  origen  de  la  concilia- 
ción; pero  muerta  una  de  sus  encarnaciones,  la  otra  perdió 
su  razón  de  ser  y  dejó  de  ser  un  peligro  de  nuevos  con- 
flictos, quedando  la  República  libre  de  influencias  per- 
turbadoras. 

El  peligro  está  ahora  en  continuar  el  sistema  ya  inútil 
en  Buenos  Aires,  peligroso  y  exótico,  cuando  se  le  quiere 
aplicar  á  las  provincias,  donde  no  hay  Alsinas,  ni  Mitres 
que  dividan  los  ánimos,  ni  han  quedado  pompeyanos  de 
aquella  lucha,  como  quedaron  en  España. 


8  OBRAS  DB  8ARMXBNT0 

El  deber  de  la  política  es  ahora  ajustar  mas  y  mas  Io& 
resortes  de  la  lucha  le^jal  que  la  Constitución  presupone, 
y  aprovechar  de  las  victorias  que  el  principio  de  la  conti- 
nuidad pacifica  del  gobierno  ha  venido  obteniendo.  No 
habrá  violencia  en  las  elecciones.  Dígalo  el  gobierno» 
con  la  voz  firme  del  que  se  siente  en  su  derecho  y  llena 
un  deber;  y  no  habr&  violencia;  porque  la  violencia  se 
insinúa  en  ánimos  pacíficos,  por  la  casi  seguridad  de  la 
impunidad. 

En  cuanto  á  la  coacción  de  los  empleados,  la  opinión  va 
marchando,  y  reclama  y  obtiene  declaraciones  oficiales^ 
como  reprobaciones  prodiga*  á  los  que  apelan  al  fraude 
pata  fingir  mayorías.  Así,  pues,  sin  sacudimientos,  hemos 
de  avanzar  en  el  camino  que  traza  el  sistema  de  gobierno, 
que  tiene  ppr  base  la  voluntad  y  la  opinión  del  ma- 
yor número,  legalmente  expresada,  aunque  no^  sea  la 
mejor. 

Empresa  dificil,  pero  no  desesperada,  porque  haya  una 
parte  del  pueblo  mas  ilustrada,  mas  rica,  ó  mas  aceptada, 
que  crea  que  su  voluntad  ó  sus  ideas  son  la  regla  de  lo 
justo,  de  lo  conveniente  y  de  lo  bueno;  aunque  crea  que 
puede  sustraerse  á  las  prescripciones  de  la  Constitución 
hecha  para  ser  realizada  por  la  voluntad  hasta  de  los 
ignorantes. 

La  conciliación  que  no  sea  entre  Mario  y  Syla,  entre  César 
y  Pompeyo,  entre  Octavio  y  Marco  Antonio,  entre  los  del 
abraco  de  Vergara,  ó  entre  Lavaile  y  Rosas,  todos,  todos 
al  mando  de  ejércitos  en  pugna,  ó  con  fuerzas  fuera  de  la 
Constitución.  La  conciliación  entre  ciudadanos  para  ele- 
gir, para  gobernar,  á  la  sombrado  una  Constitución,  siente 
á  aldea;  á  pequenez,  á  oligarquía,  porque  no  se  concibe 
como  se  le  pasaría  la  palabra,  ni  quien  lo  haría  á  treinta 
millones  de  habitantes,  que  forman  en  término  medio  las 
naciones  modernas  constituidas. 

Y  aunque  se  diga  que  somos  dos  millones  y  que  podemos 
ser  influidos  para  entraír  en  arreglos,  téngase  presente 
que  ocupan  mas  espacio  que  cuarenta  millones  en  otras 
partes,  y  que  no  son  ni  con  el  telégrafo  accesibles  los 
habitantes,  teniendo  intereses  y  preocupaciones  locales 
cada^uno  délos  grupos.  La  conciliación  ha  de  ir  á  obrar 
á  tontas  y  á  locas,  á  la  distancia. 


LOS  DB8FALLBCIMIBNT08  T  LOS  DESVÍOS  9 

Reducida  é.  la  capital  donde  tuvo  origen  y  causa  justifi- 
cable coaio  expediente,  supone  que  en  los  partidos  no  hay 
en  realidad  principios,  sino  ambiciones  que  pueden  con- 
tentarse, destnteresando  de  la  lucha  k  los  mas  cons- 
picuos. 

Dá  por  resultado  en  fin,  que  Presidentes  y  Gobernadores 
son  los  consejeros  mas  hábiles  y  mas  prudentes,  pudiendo 
llamar  insensatos  á  ios  que  no  crean  siquiera  útiles  para 
ellos  mismos  el  establecer  un  nuevo  procedimiento,  para 
asegurar  el  mejor  acierto  en  la  elección. 

Prudencia  y  habilidad  sin  embargo,  no  f^arantida  ni  por 
I09  años,  ni  por  la  experiencia  del  país  en  que-  viven,  bisoño 
en  achaques  de  instituciones,  agenas  á  la  raza  á  que  perte- 
necen, tan  destituida  en  Europa  como  en  América  de  ante- 
cedentes políticos,  y  condenada  á.  imitación  y  adaptación 
de  las  instituciones  de  otros  paises,  ó  expuesta  á  ensayos 
de  su  propia  invención,  como  los  del  doctor  Francia  ó  del 
estanciero  Rosas,  ó  de  los  que  desde  1810  hasta  1826  crea- 
ron gobiernos  sui  gétieris  de  Juntas,  Triunviratos,  Comisión 
de  Vigilancia,  Estatutos,  que  todos  trajeron  por  resultado 
la  anarquía,  la  guerra  y  la  disolución,  con  que  nos  amena- 
zan todavía  estos  inventores,  para  salir  del  paso,  de  conci- 
liaciones bajo  la  protección  é  inspiración  de  gobernantes, 
y  de  listas  mixtas  para  engañarse,  creyendo  que  con  ello 
tienen  la  opinión  pública,  el  saber  y  patriotismo  llamados 
al  gobierno. 

Una  palabra  diremos  sobre  las  listas  mixtas,  para  mos- 
trar los  peligros  del  procedimiento. 

Si  los  partidos  tienen  los  mismos  principios  no  hay  nece- 
sidad de  listas  mixtas.  Si  son  personales,  eso  es  otra  cosa; 
pero  partidos  personales  no  nombran  un  funcionario  único, 
sino  tienen  dos  caras,  ó  no  tiene  ninguna. 

Suponemos  una  lista  mixta,  que  dá  una  Cámara  mixta 
en  proporciones  iguales.  Lticha  para  nombrar  Presidente. 
Convenio  previo  para  arreglarse. 

El  Presidente  dobe  nombrar  comisiones  mixtas,  si  es  fiel 
al  programa.  Es  probable  que  las  nombre  á  su  beneplácito, 
y  tenemos,  un  arbitro. 

Como  son  en  igual  número  el  pro  y  el  contra,  si  las  lis- 
tas mixtas  son  una  realidad,  en  él  empate,  frecuente,  ine- 
vitable,   el  Presidente  no    dará  una  solución  mixta.    El 


10  OimA8    l>B   8AKMIBNT0 

Presidente  tendrá  mayor  influencia  en  la  sanción  de  las 
leyes,  que  la  Cámara. 

Gomo  no  hay  ni  puede  haber  mayorías  pronunciadas, 
siendo  mixtas  las  listas,  bastará  la  influencia  de  un 
pelo  de  afuera,  para  inclinar  la  balanza  durante  el 
debate. 

En  todo  caso,  el  Congreso  no  podrá  nunca  reunir  dos 
tercios  de  votos,  que  es  la  garantía  suprema  que  le  dá  la 
Constitución  para  oponerse  á  las  decisiones  del  Ejecutivo, 
ó  lo  que  llamarían  ponerlo  en  jaque.  No  habrá  Congreso, 
pues,  sino  un  cuerpo  concebido  débil,  y  sin  acción  propia. 
Alguien  lo  conducirá  de  afuera. 

Las  elecciones  mismas,  se  resentirán  de  la  influencia  de 
los  previos  manejos. 

Bajo  el  imperio  de  la  conciliación,  se  hizo  la  última 
renovación  de  la  Legislatura,  y  no  hubo  mayoría  de  paii;i- 
dos  que  celebrasen  elecciones,  no  obstante  estar  poblados 
al  parecer  de  nacionalistas  y  autonomistas  conciliados; 
razón  por  la  cual,  media  provincia  no  celebró  elecciones. 
En  las  anteriores,  los  republicanos  se  aproximaron  en 
número  á  autonomistas  y  mitristas  conciliados,  dado  que 
estos  fuesen  la  mayoría.  Han  de  ser  muy  pobre  cosa  las 
elecciones  conciliadas. 

En  San  Juan,  se  sabia  quién  seria  el  Gobernador,  veinte 
años  antes  de  irá  elegirlo;  pero  como  ni  benavidistas  ni 
opositores  asistían  á  la  ceremonia,  á  un  travieso  le  ocurrió 
citar  inopinadamente  á  sus  partidarios  liberales,  á  concurrir 
en  número,  y  eligieron  Diputado  al  Congreso  al  Gober- 
nador actual  y  en  funciones.  General  D.  Nazario  Benavides. 
Era  gran  conciliador. 

Recomendamos  la  receta  para  elecciones,  bajo  el  imperio 
de  la  conciliación  y  del  fastidio. 

Nada  diremos  del  imperio  de  la  intriga,  que  tal  sistema 
trae.    Ya  lo  hemos  visto  en  ejercicio. 

Comité  que  se  reúne  de  un  lado;  y  Comité  del  otro,  para 
nombrar  un  Gobernador  mixto^  con  el  juego  de  damas  por 
delante.  Avanza  un  tanto  negro  el  uno;  avanza  uno  blanco 
el  otro;  dama,  exclama  el  primero,  jaque  ó  chancho,  le 
responde  el  otro,  diciendo  que  se  ha  vengado  con  ello  de 
sus  adversarios. 

El  carácter  argentino,  pecaba  antes  de  franco  y  de  ir 


L08  DBSFAI.IJB0ÍMUBHTO8  Y  LOS  DBSYIOS  1 1 

derecho  á  sus  fines,  tanto  al  frente  del  enemigo,  como  en 
la  política. 

Unos  veinte  años  de  conciliación,  bastarán  para  hacerlo 
maquiavelo  ó  jesuita,  según  el  sentido  de  la  frase  vulgari 
que  ha  hecho  un  adjetivo  de  la  lengua,  de  un  sistema  de 
acción. 

No  nos  salgamos  de  la  huella ! 

SUPRIIIR  LA  LUCHA 

{El  tíaeUmal,  Octubre  19  de  1878.) 

No  podemos,  mal  que  nos  cueste,  suprimir  k  nuestro 
turno  la  política,  de  las  columnas  de  un  diario  esencial- 
mente político,  cuando  todos  los  demás  comentan,  inter- 
pretan, y  explican  un  programa  político,  electoral,  que  ha 
simbolizado  el  Presidente  en  el  banquete  del  Club  Indus- 
trial, con  la  frase  que  nos  sirve  de  epígrafe.  El  conato  del 
Presidente  será  suprimir  la  lucha  de  los  partidos,  en  la 
elección  del  futuro  Presidente;  y  si  le  fallase  este  plan,  como 
en  Corrientes  donde  fué  su  animo  decidido  suprimir  la  lucha, 
cosa  que  no  logró,  no  ponerse  al  frente  de  los  luchadores, 
como  entonces,  sino  tenerse  á  distancia  de  los  partidos. 

Hemos  buscado  en  vano  el  acuerdo  que  debiera  reinar 
en  los  diarios,  con  respecto  á  la  interpretación  y  traducción 
de  la  frase,  y  á  falta  de  la  concordancia  que  debiera  reinar, 
cada  uno  tiene  su  sistema  de  interpretación,  ya  sea  lite- 
ral, figurativa,  ó  simbólica,  como  ocurre  en  la  explicación 
de  los  mitos  griegos,  que  unos  creen  son  el  reflejo  de 
hechos  reales  ocurridos  á  reyes,  príncipes  y  héroes  que 
fueron  mas  tarde  deificados,  ó  bien  la  personificación  de  la 
naturaleza,  del  sol.  Febo,  la  luz,  aurora,  el  brillante  lucero. 
Venus,  etc. 

La  supresión  de  la  lucha  electoral  puede  ser,  pues,  un  hecho, 
ó  bien  un  manejo  ó  amaño,  y  tener  su  realización  en  uno  y 
otro  sentido:  «¿A.1  lado  de  quien  se  inclinará  el  prestigio  y 
el  poder  déla  autoridad  nacional?»  pregunta  un  diario, y 
la  pregunta  sin  tener  nada  de  maliciosa  ni  espiritual,  es 
bastante  para  traer  las  frases  al  terreno  práctico  de  los 
hechos.  Este  intérprete  es  de  los  que  creen  que  los  anti- 
guos dioses,  Neptuno,  Marte,  fueron  hombres  de  carne  y 


12  OfiRAS  DB  SARMIENTO 

huesos.  Hay  quien  ha  explicado,  creo  que  es  Méry,  el 
famoso  viaje  á  la  Colchida,  tras  el  vellocino  de  oro,  lla- 
mando simplemente  á.  Jason,  comerciante  importador  de 
las  lanas  primeras  de  Crimea  en  Grecia. 

¿Será  asi  lo  de  suprimir  la  lucha? 

No  lo  entiende  de  ese  modo  un  bien  intencionado,  que 
«deduce  que  está  resuelto  el  Presidente  &  no  proteger  k 
ninguno  de  los  círculos  que  pretendan  propiciarse  los 
favores  del  poder,  con  lo  cual  garante  el  triunfo  de  la  opi- 
nión independiente  del  país.» 

Seria  de  preguntarle,  por  lo  bajo,  al  autor  de  la  frase» 
si  ese  es  realmente  su  pensamiento.  El  triunfo  de  la  opi- 
nión independiente  supone  el  vencimiento  de  la  opinión 
dependiente  de  algo,  y  desde  que  hay  triunfos  en  el  juego» 
la  previa  supresión  de  la  liiCha,  es  una  graciosa  charada- 
Mejor  cuadraría  esta  segunda  lucha,  que  entonces  garan- 
tiría el  triunfo  de  la  opinión  en  las  elecciones,  función  en 
efecto  ordinaria  y  esencial  del  gobierno,  pues  para  eso  ha 
sido  creada  la  autoridad. 

«Se  declara  opositor  k  la  lucha  apasionada,»  repite  otro» 
dándose  por  mas  entendido.  Pero  suprimir  la  lucha^  no  es 
estorbar  que  sea  apasionada,  sino  que  no  exista  ni  haya 
lugar  á  luchar. 

«Ha  manifestado  el  propósito  de  ponerse  al  servicio  de 
una  política  que  dé  por  resultado  la  solución  pacifica  á 
la  difícil  cuestión  que  nos  ocupa.» 

¿Es  esto  mas  claro  que  lo  de  la  oposición  á  la  lucha 
apasionada? 

No  citamos  las  interpretaciones  malevolentes.  Este  es 
inconveniente  de  las  ideas  políticaa  expresadas  con  tér- 
minos que  no  son  de  su  vocabulario. 

Suprimir  la  lucha,  no  es  reprimir  el  desorden  ni  conte- 
ner las  pasiones  de  los  que  diñeren  en  propósitos  en  los 
limites  del  derecho,  sino  quitar  el  motivo  de  la  lucha,  en 
las  elecciones  de  Presidente. 

Cómo  se  conseguiría  tal  resultado? 

Sugiriendo  un  candidato  que  convenga  á  todos  los  parti« 
dos,  y  este  creemos  que  es,  sin  embajes  ni  misterios,  el 
significado  de  la  frase. 

Pero  hay  un  sugeridor  de  candidato,  mas  bien  dicho,  un 
elector  de  candidato  excelente,  irreprochable  á  juicio  del 


LOS  DBSFALLBCiMISNTpS  Y  LOS  DBSVIOS  13 

que  lo  escoge  é  indica;  y  ya\  tenemos  una  entidad  nueva 
en  el  sistema  electoral,  y  una  política  de  acción  prepara- 
toria, unos  trabajos  electorales  en  que  según  la  pregunta 
de  uno  de  los  intérpretes  «el  prestigio  y  el  poder  de  la 
autoridad  nacional»  se  pondrán  en  campaña. 

No  sería  aventurado  decir  que  ya  lo  está,  sin  conocimiento 
del  pueblo  que  va  en  un  año  mas  4  decir  en  las  urnas 
electorales  que  vota  por  el  tal  hoy  X,  para  Presidente 
futuro. 

Y  lejos  de  dudar  que  tales  propósitos  se  tengan  y  reali- 
cen, nos  inclinamos  á  creer  que  serán  coronados  de 
éxito. 

Una  duda  nos  queda,  empero,  y  es  saber  si  en  la  sub- 
siguiente renovación  de  la  presidencia  volverá  á  adoptarse 
el  mismo  sistema,  porque  tan  bueno  y  cumplido  supone- 
mos el  éxito  del  primer  ensayo,  que  haya  de  quedar  como 
un  feliz  precedente.  Resultado:  función  orgánica  de  todos 
los  futuros  presidentes:  suprimir  la  lucha  electoral,  traba- 
jando desde  dos  años  antes  para  encontrar,  discernir  y 
propiciar  el  Buey  Apis  que  debe  suceder  al  que  le  precede 
en  la  adoración  de  los  pueblos. 

Admitimos  la  excelente  intención  del  propósito,  y  hasta 
estaríamos  dispuestos  á  perdonar  los  errores  involunta- 
rios, que  en  la  elección  habrán  de  cometerse  inevitable- 
mente, sino  ahora,  mas  tarde.  Pero  temblamos,  al  presentir 
que  hombres  menos  sinceros  que  los  presentes,  hagan 
mal  uso  del  poder  é  influencia  que  se  les  prepara,  y  en- 
tonces, adiós  elecciones,  adiós  opinión  independiente^  es  decir, 
la  opinión  que  no  sea  la  opinión  del  Grande  Elector. 

No  creemos  que  haya  llegado  el  caso  de  correr  estas 
aventuras.  Los  presidentes  que  se  han  sucedido,  desde 
que  nuestro  sistema  electoral  funciona  libremente,  no  dan 
lugar  &  temer  que  escalen  el  Gobierno  hombres  indignos, 
ineptos  ó  perversos.  Cualquiera  que  sea  la  malevolencia 
de  los  partidos,  la  administración  Mitre,  fué  lo  que  el  país 
daba  de  si,  sin  que  hombres  que  le  fueren  infinitamente 
superiores,  quedaran  pospuestos  ó  desairados.  La  que  le 
siguiói  tenia  la  misma  importancia,  y  llenaba  los  propó- 
sitos del  gobierno,  según  la  medida  y  capacidad  de  las 
fuerzas  del  país.  Ni  el  uno  ni  el  otro  eran  hombres  oscu- 
ros, dentro  y  fuera  del  pais,  y,  descendidos  del  poder,  no 


14  0BKA8  0B  «ARMIKNTO 

han  desmerecido  en  el  concepto  de  aquellos  que  en  algo, 
ó  en  mucho  los  tuvieron  antes.  Sin  duda  que  las  aprecia- 
ciones que  déla  actual  presidencia  hacia  no  ha  mucho  un 
diario  que  hemos  combatido,  no  han  de  ser  parte  para 
menguar  y  oscurecer  sus  títulos  á  la  consideración  pública, 
ni  ahora,  ni  mas  tarde,  aun  vuelto  &  la  vida  privada; 
pero  también  habrá  de  convenirse  en  que  nada,  en  materia 
de  acierto  político  y  de  tino  en  la  elección  y  conocimiento 
de  los  hombres,  lo  pondría  tan  alto  sobre  sus  predeceso- 
res, sobre  la  opinión  pública  presente  y  lo  que  es  mas 
sobre  el  consenso  universal,  para  lanzarse  en  la  vía  peli- 
grosa de  la  elección  previa  en  ejercicio  de  un  juicio 
tutelar. 

Esta  consideración  última,  es  de  mucho  peso.  Toda  la 
lucha  con  los  reyes,  al  entrar  en  las  formas  constitucio- 
nales, fué  precisamente,  la  de  hacerles  abandonar  el  go- 
bierno para  dejarle,  ya  que  eran  inamovibles,  su  acción  k 
la  opinión  de  los  gobernados. 

Ningún  gobierno  de  la  tierra  ha  emprendido  la  improba 
tarea  de  suprimir  la  lucha  de  los  partidos:  porque  el  segun- 
do acto  es  la  supresión  de  toda  voluntad;  se  suprime  la 
violencia  de  la  lucha,  por  la  no  autorización  de  los  partidos, 
en  sus  jefes  y  en  sus  doctrinas,  y  por  la  fuerza  que  conserva 
la  tranquilidad  y  hace  cumplir  las  leyes.  De  ahí  no  pasa 
la  acción  del  gobierno. 

Gustaríanos  mas  oír  que  el  alto  funcionario  tiene  predi- 
lecciones y  pertenece  &  un  partido,  que  saber  que  afectando 
no  pertenecer  á  ninguno  nos  hará  la  merced  de  darse  un 
sucesor  que  sea  del  agrado  de  todos  y  satisfaga  ademas 
las  necesidades  reales  del  país,  como  las  de  la  opinión. 

Ya  se  diseñan  candidatos.  ¿Es  entre  estos  que  va  á 
hacerse  la  selección? 

Dudámoslo,  y  tememos  por  el  contrario  que  á  dejarlos 
frustrados  tiendan  necesariamente  las  combinaciones. 

¿  Se  suprimirla  la  lucha  ?  Al  preguntarlo,  no  entendemos 
la  lucha  armada,  la  lucha  fuera  de  la  Constitución.  Habla*- 
mos  de  la  lucha  apasionada,  de  la  lucha  electoral,  como  es 
en  Bélgica,  cuando  se  trata  de  elegir  Diputados  entre  cleri- 
cales y  libre  pensadores;  como  es  en  Francia  entre  repu- 
blicanos y  bonapartistas,  etc. 

Se  suprime  la  lucha?    Lo  repetimos,  puede  acontecer, 


J 


LOS  DB8FALLBCIMISNT0S  T  LOS  DESVÍOS  15 

tanTacil  es  en  nuestros  pueblos  bisónos»  imprimir  á  los 
sucesos  una  falsa  dirección;  pero  no  debe  asi  no  mas 
abandonarse  el  camino  que  siguen  todas  las  naciones 
constituidas,  no  debe  salir  del  sistema  de  lucha^  que  supone 
nuestra  organización  politica. 

La  lucha  supone  la  libertad,  y  tiene  por  base  la  facultad 
de  pensar,  lo  que  nos  hace  que  miremos  de  distintos  mo- 
dos unos  de  otros  los  hechos,  los  hombres  y  las  cosas. 
Suprimir  la  lucha,  supone  que  hay  derecho  para  hacerlo, 
que  hay  capacidad  personal,  para  esperar  mayor  acierto, 
y  que  lo  que  no  se  doble  ante  la  fuerza  ó  la  influencia  que 
suprime,  es  digno  de  vituperio.  Gobiernos  refractarios^  era 
una  consecuencia  natural  y  aun  castigo  á  la  politica  que 
provocó  esta  palabra.  Vemos  en  el  ensayo  de  supresión  de 
tener  candidatos  refractarios,  gobernadores  refractarios, 
pueblos,  partidos  y  hombres  públicos  refractarios,  y  la  tran- 
quilidad de  Corrientes,  donde  ha  sido  suprimido  un  mal 
partido. 

LAS  REVOLUCIONES  DESPÓTICAS 

{El  Nacional,  Enero  4  de  1878.) 

Allá  en  tiempo  de  entonces,  y  en  tierras  no  muy  remo- 
tas, hubo  una  vez  un  Presidente,  el  mas  legitimo  que  haya 
tenido  el  pais.  Pero  al  andar  de  pocos  articules,  el  mas 
legitimo  de  los  legítimos,  resultó  ser  electo  de  un  modo  mas 
vicioBOj  imperfecto  é  irregtüar  que  el  que  k  precedió,  que  por 
tanto  seria  el  mas  legitimo,  ó  el  peor  de  los  legitimes. 

Los  que  asi  usan  de  la  voz  legitimo^  deben  ser  abogados, 
sabiendo  que  los  hijos  naturales  pueden  ser  legitimados, 
por  subsiguiente  matrimonio. 

Un  paso  mas  ha  dado  la  cuestión,  y  ya  estamos  en  pleno 
despotismo.  El  Presidente  número  4^,  fué  un  déspota  y  los 
que  intentaren  mostrar  que  era  un  déspota,  legitimo,  serán 
los  nuevos  sectarios  del  despotismo. 

Para  abreviar  términos,  según  la  doctrina,  las  revolucio- 
nes acaban  con  los  despotismos.  Nada  parece  mas  sencillo, 
mas  obvio  y  mas  aceptado;  y  sin  embargo;  nada  es  mas 
contrario  á  la  verdad  histórica  y  á  los  principios  constitu- 
cionales*   Hemos  de  hacer  el  último  esfuerzo,  para  acabar 


f 


16  OBRikS  DB  SARMIENTO 

|..  con  el  espirita  revolucioDario  que  ha  abierto  c&tedra  en 

La  Nación^  y  solo  pedimos  á  nuestros   oponentes  que  ños 
escuchen. 
[ '  Las  revoluciones  son  como  las  lenguas  de  Esopo,  lo  mejor 

y  lo  peor  que  Dios  ha  creado. 

El  derecho  de  hacer  revoluciones,  es  el  mismo  y  con  la 
misma  justiñcacion,que  el  derecho  de  cualquiera  á  asesinar 
k  Lincoln,  Prim»  Urquiza^  Sarmiento,  Guillermo  I»  Hum- 
berto, Alfonso,  Prado,  etc.,  etc.,  buenos,  malos,  republicanos, 
monarcas,  lo  que  caiga. 

Las  revoluciones  no  prueban  que  se  ejercía  violencia 
sobre  los  pueblos,  sino  al  contrario,  que  no  se  ejercía,  pues 
bajo  los  despotismos,  cuanta  mas  violencia  ejercen,  menos 
revoluciones  se  intentan.  Las  revoluciones  son  hijas  de  la 
libertad,  que  dejan  campo  abierto  á  las  pasiones,  donde  no 
imperan,  como  en  el  pueblo  inglés,  principios  arraigados 
por  siglos  de  paciente  y  pacifica  labor. 

Vamos  á  demostrar,  con  la  historia  de  los  grandes  des- 
potismos modernos,  que  todos  fueron  hijos  de  una  revolu- 
ción militar  y  que  los  pueblos  fueron  impotentes,  para 
oponer  después  de  subyugados,  la  fuerza  k  la  fuerza,  como 
Be  dice,  pues  los  pueblos,  bajo  todo  régimen  de  gobierno, 
no  tienen  otra  fuerza  que  la  que  está  bajo  las  órdenes  del 
gobierno.  La  revolución  tiene  que  comenzar  por  un  motín 
militar. 

El  primero  que  cuenta  la  historia  moderna,  es  el  motín 
militar  del  General  Monck,  en  Inglaterrai  que  de  la  noche  k 
la  mañana  declaró  gobierno  legitimo  á  la  dinastía  de  los 
Stuardos,  sostenedora  del  poder  absoluto  de  los  reyes, 
aboliendo  la  República. 

El  pueblo  inglés  no  pudo  libertarse  de  esta  tiranía,  sino 
llamando  &  un  principe  extranjero,  el  príncipe  de  Orange, 
de  Holanda,  con  un  ejército  extranjero  por  base. 

El  18  de  Brumario  fué  depuesto  en  Francia  el  Directorio 
republicano,  por  una  revolución  del  General  Bonaparte,  motin 
militar^  que  estableció  el  imperio  despótico, 

£1  pueblo  francés,  no  pudo  en  catorce  años  libertarse  por 
revoluciones  y  solo  se  vio  libre  de  él,  por  la  conquista  de 
la  Francia  por  los  ejércitos  extranjeros,  perdiendo  todos  los 
territorios  y  países  qne  la  República  había  anexado. 

Con  la  libertad  adquirida  hasta  cierto  grado,  bajo  los 


LOS  DBSFALLSCIMlBNTOli  T  LOS  DBSYIOS  17 

Borbones  y  Luis  Felipe,  la  Francia  continuó  haciendo 
revoluciones  estériles^  creyendo  con  ellas  conquistar  las 
libertades  que  le  faltaban  hasta  que:  un  motin  militar^  res- 
tableció el  imperio  absoluto  de  Napoleón  III. 

La  Francia  fué  impotente  por  medio  de  revoluciones 
para  recuperar  en  veinte  años  su  libertad,  hasta  que  la 
derrota  de  Sedan  destruyó  el  imperio  y  pudo  fundarse  la 
República  revolucionaria  que  acabó  en  la  Comuna,  destrui- 
da por  Thiers  y  castigada,  para  establecer  la  República  no 
revolucionaria  de  hoy. 

Rosas,  el  héroe  del  Desierto^  estableció  por  medio  del 
ejército  el  despotismo^  apoyado  por  el  pueblo  cansado  de 
revoluciones. 

Arrepentido  de  su  error,  el  pueblo  no  intentó  revolución 
alguna,  sino  es  la  de  Maza,  que  habria  sido  un  motin  militar; 
y  no  fué  libertado  sino  por  el  concurso  de  las  fuerzas  com- 
binadas del  Brasil,  Uruguay,  y  algunos  gobiernos,  y  jefes 
argentinos. 

La  revolución  del  Sur  de  los  Estados  Unidos,  tenia  por 
objeto,  no  la  libertad  de  los  blancos,  sino  mantener  la  escla- 
vitud de  los  negros,  lo  que  prueba  que  las  revoluciones  no 
son  precisamente  en  favor  de  la  libertad  y  del  derecho; 
pero  esa  revolución  fué  sofocada,  y  no  debe  constar  sino 
como  escarmiento  del  recurso  á  las  revoluciones. 

El  último  ensayo  de  motin  militar,  ó  de  juzgamiento  li* 
brado  &  los  generales  de  los  ejércitos,  en  cuanto  á  la  legiti- 
midad de  un  gobierno,  perdió  á  la  Francia  en  la  desastrosa 
guerra  de  Alemania.  Prisionero  en  Sedan  el  Emperador^ 
una  asonada  en  París  creó  un  gobierno  de  hecho^  el  mas  ile- 
gitimo que  haya  presentado  la  historia;  pero  todos  los 
mariscales  y  generales  del  imperio  reconocieron  en  él  al 
gobierno  de  su  patria,  sin  pretender  legitimarlo  con  su  obe- 
diencia, excepto  el  Mariscal  Bazaine,  que  al  mando  de 
160.000  hombres,  la  única  esperanza  de  salvación  que  á  la 
Francia  quedaba,  se  creyó  autorizado  para  obrar  de  su 
cuenta,  desconociendo  el  gobierno  de  hecho  y  entrando  en 
relaciones  con  la  Emperatriz  depuesta  y  con  el  enemigo. 

Su  conducta  fué  sometida  á  un  consejo  de  guerra,  que  lo 
sentenció  á  la  degradación  y  k  ser  pasado  por  las  armas. 

Este  último  y  mas   reciente   hecho,  prueba  contra  los 

Tomo  zl.— 3 


18  OBRAS   DK  SAKMIICNTO 

teoristas  de  las  revoluciones^  como  instrumentos  de  libertad, 
qae  todas  las  que  han  currido  en  este  siglo,  han  sido 
para  establecer  el  despotismo,  y  que  los  pueblos  han  sido 
impotentes  para  libertarse  por  revoluciones. 

Las  revoluciones^  como  correctivo  de  los  defectos,  vicios  y 
falta  de  educación  política,  para  arribar  á  un  mejor  estado 
de  cosas,  han  quedado  en  práctica  solo  en  la  América 
española,  desde  Méjico  hasta  Buenos  Aires,  sin  que  en 
sesenta  años  de  trastornos,  cambios,  guerras  patrióticas  y 
liberales»  se  haya  logrado  otra  cosa  que  crear  centenares  de 
Generales  y  deudas  de  centenares  de  millones,  y  hoy  esta- 
mos en  la  República  Argentina  por  saber  si  hubo  jamas 
'¿«Ivierno  legítimo,  hasta  el  dichoso  día  de  la  conciliación, 
que  no  acabó,  sin  embargo  con  los  gobiernos  electores. 

Erróneo,  es  decir,  que  la  4»  Presidencia  y  para  Buenos 
Aires  la  8\  fuese  despótica,  como  se  insinúa,  aunque  hubiese 
en  ella  los  defectos  inevitables  en  todo  gobierno.  Hubo 
libertad  para  sus  opositores,  hasta  la  licencia,  y  tanta,  que 
en  la  prensa,  en  los  clubs,  en  las  Cámaras,  en  los  comicios, 
en  los  corrillos  se  anunció,  se  preparó  y  se  proclamó  la 
revolución. 

La  pretendida  revolución  de  Setiembre,  la  inspiraba  un 
partido  organizado,  poniendo  á  la  cabeza  el  candidato  no 
electo,  y  tenía,  si  triunfaba,  que  deponer  las  autoridades  de 
antemano  constituidas,  y  principiar  de  nuevo  todo  un  sis- 
tema de  gobierno. 

La  revolución  apareció,  sin  embargo,  en  un  motin  müiiar 
de  gefes  nacionales  en  servicio  de  deber  y  honor,  bajo  el 
Presidente  que  les  había  dado  la  comisión  de  mando  de  fuer- 
zas, que  no  eran  de  ellos,  sino  del  Poder  Ejecutivo  Nacio- 
nal, porque  es  preciso  advertir  que  las  fuerzas  nacionales 
no  están  á  disposición  ni  de  un  partido,  ni  de  un  jefe  militar, 
ni  del  pueblo,  ni  de  la  Corte  Suprema,  ni  de  los  Jueces,  ni 
del  Congreso,  sino  únicamente  del  Poder  Ejecutivo,  cuyo 
Presidente  es  ademas  Comandante  General  de  las  fuerzas  de 
mar  y  tierra,  y  solo  él  puede  darle  órdenes. 

Tócanos  demostrar  como  corrió  el  país  entonces  el  riesgo 
de  caer  bajo  un  despotismo  militar,  mas  duradero,  mas 
incontrastable,  cuantos  mas  cómplices  tenía. 

Las  revoluciones  necesitan  estorbar  la  contra-revolución^ 
y  ante  el  gobierno  nacido  de  la  victoria,  la  legitimidad  y 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESTlOS  19 

derecho  son  crímenes  imperdonables,  en  presencia  de  la 
necesidad  de  la  propia  conservación. 

Habría  quedado  con  ella  establecido  que  la  República 
Argentina,  en  veinte  años  transcurridos  desde  la  primera 
revolución  de  Setiembre,  no  había  producido  mas  hombre 
idóneo,  para  gobernarla  que  el  que  encabezaba  la  segunda 
revolución  del  mismo  mes,  pues  como  Ministro,  General, 
Gobernador  y  Presidente,  llena  toda  la  historia  gubernativa, 
excepto  cinco  años  del  gobierno  que  derrocaba,  desde  la 
revolución  que  separó  á  Buenos  Aires  de  la  República,  hasta 
la  revolución  que  la  conquistaba  en  Pavón,  y  hasta  la  revo- 
lución de  1874,  que  le  devolvía  el  poder. 

Esta  situación  de  un  hombre  en  frente  de  las  institucio- 
nes regulares,  es  lo  que  los  griegos  llaman  el  Tyrannos, 
que  no  quiere  decir  cruel,  ni  déspota,  sino  el  hombre 
que  está,  acaso  por  su  mérito  mismo,  sobre  las  institu- 
ciones. 

Andando  el  tiempo,  y  como  consecuencia  del  gobierno  y 
de  los  mandos  militares  que  en  tan  largo  lapso  había  ejer- 
cido en  el  ejército,  resultó  también  que  la  mayor  parte  de 
los  Generales  de  la  República  eran'ó  sus  parientes,  ó  sus 
deudores  y  partidarios  personales,  á  tal  grado  que  después 
de  amnistiado,  se  constituyó  Gerente  y  apoderado  de  la 
pléyade  de  Generales  suyosy  no  admitiendo  grados  para  sí, 
que  no  vinieren  acompañados  de  los  grados  de.  los  demás, 
aun  de  aquellos  que  el  Gobierno  ó  el  Congreso  no  habían 
amnistiado.  Este  hecho  es  sin  ejemplo  en  la  historia;  este 
es  el  tirano  antiguo. 

Asi  se  revelan  los  hechos  que  disimulan  con  el  nombre 
de  opinión  pública  y  de  revoluciones,  que  no  son  mas 
que  motines  müUareSf  como  los  de  César,  Pompeyo,  Marco 
Antonio,  cada  uno  con  su  ejército  propio^  con  sus  veteranos; 
iuyos  y  no  de  la  República.  Con  el  motin  militar  y  con  la 
amnistía^  se  puso  de  manifiesto  lo  que  el  gobierno  había 
venido  palpando  antes,  y  es  que  había  un  jefe  militar  y 
político,  prestigioso  á  justo  título,  que  tenía  á  su  devoción  y 
disposición  los  mas  activos  Generales  y  el  doble  de  Corone- 
les, que  fiaban  en  su  discreción  y  patriotismo  mas  que  en 
los  preceptos  de  la  Constitución  y  la  disciplina,  para  corre- 
gir elecciones  y  cambiar  gobiernos;  discreción  y  patriotismo, 
sea  dicho  en  disfavor  de    nuestros  prohombres,  que  usa 


20  OimÁ0   DB  8AKM1BNT0 

cualquier    General,   en   cualquiera    República     hispano- 
americana, desde  hace  sesenta  años. 
Estos  son  los  tiranos  de  la  América. 


LAS  REVOLUCIONES  MOTINES 

{El  Nacional,  Baero  7  de  1879.) 

Hemos  de  perseguir  sin  descanso,  las  doctrinas  disolven- 
tes que,  suprimiendo  las  formas  constitucionales,  hacen 
reposar  la  legitimidad  de  los  gobiernos,  sobre  una  preten- 
dida legitimación  postuma^  ya  sea  voluntaria  de  parte  de 
los  adversarios  de)  gobierno,  ya  sea  previo  motin  militar, 
revolución,  batallas,  muertos,  millones  gastados,  derrotas» 
y  subsiguiente  amnistía  y  perdón,  con  la  subsiguiente  con- 
ciliación, tras  la  cual  y  á  duras  penas,  y  á,  fuerza  de  pasar 
uno  ó  dos  poderes  del  Estado  por  las  Horcas  Gaudinas,  se 
le  otorga  al  Sn  la  legiHmacion^  solicitada  al  parecer. 

No:  esta  nueva  forma  de  gobierno  republicano»  descono- 
cida en  el  mundo,  es  inconciliable  con  la  libertad,  con  la 
tranquilidad  pública.  Cuesta  muchos  millones  y  entrega  el 
pais  á  la  anarquía. 

La  Constitución  prescribe  la  forma  y  tiempo  de  elegir 
Presidentes. 

El  Congreso  es  Juez  de  sus  elecciones  ó  de  las  que  le  estén 
confiadas. 

Los  actos  del  Congreso,  debidamente  proclamados  son 
leyes. 

Las  leyes  obligan  k  todos  los  habitantes.  Se  obede- 
cen, nó  por  que  son  buenas,  sino  por  que  son  leyes.  Dura 
leXj  ui  lex. 

Esta  obediencia  es  impuesta  por  la  fuerza  que  se 
llama  la  sanción  de  la  ley»  la  santificación,  la  pena,  el  cas- 
tigo. 

La  revolución  como  remedio,  es  un  crimen,  definido,  no 
por  nosotros»  sino  por  las  leyes;  prohibido  por  la  Constitu- 
ción, diciendo:  «Es  delito  de  sedición  invocar  el  nombre  del 
pueblo  para  hacer  peticiones  armadas,  ni  deliberar,  ni 
gobernar  por  otras  autoridades  y  otros  órganos  que  los  BR. 
del  pueblo  y  autoridades  establecidas». 

El  que  amotinare  al  ejército  para  pedir  remedio  á  algún 


LOS  DBSFALLBaMinSTOS  Y  LOS  DESVÍOS  21 

mal  político,  comete  sedición.  Ei  que  diere  maniñestos,  en 
que  delibera  que  está  violada  la  Constitución,  sino  lo  hace 
en  el  seno  del  Congreso,  comete  rebelión  y  destruye  la  base 
de  la  Constitución. 

Las  doctrinas  que  combatimos,  no  tienen  sostenedores 
entre  los  regnícolas  del  mundo,  ni  entre  los  repúblicos 
norte-americanos. 

No  son  tampoco  argentinos,  ni  de  Buenos  Aires,  ni  de  los 
nacionalistas  revolucionarios,  sino  que  son  comunes  á  toda 
la  América  española,  practicadas  en  cada  sección,  general- 
mente por  militares  políticos,  con  pronunciamientos^  mani- 
fiestos, motines  de  cuartel,  ó  algaradas  populares,  siempre 
hallando  que  en  países  tan  libres,  tan  educados  como 
Méjico,  Boliviaó  la  República  Argentina,  haya  algún  desal- 
mado, algún  monstruo,  que  se  atreva  á  no  ser  el  modelo 
de  todas  las  virtudes  de  los  ángeles,  y  tengan  su  punta  de 
bellacos  cuando  gobiernan,  lo  mismo  quetenían,  y  de  sobra, 
cuando  eran  ciudadanos. 

Como  no  escribimos  para  los  habitantes  de  la  Luna, 
vamos  á  mostrar  que  las  ideas  de  orden,  de  regularidad, 
han  ganado  inmenso  terreno,  no  obstante  las  conciliaciones 
que  parecían  dar  pábulo  por  la  escandalosa  impunidad,  á 
los  revolucionarios. 

La  revolución,  palabra  sin  sentido  en  los  gobiernos  cons- 
tituidos, no  puede  hacerse  sino  por  motines  militares,  pues 
los  que  quisieran  apelar  á  las  armas,  no  podrían  hacerlo 
con  éxito,  en  presencia  de  las  fuerzas  nacionales  creadas 
para  mantener  la  tranquilidad  contra  enemigos  exteriores  é 
interiores;  porque  la  ley  reconoce  enemigos  interiores  lo  mismo 
que  exteriores,  y  para  reprimirlos  ó  repelerlos,  ha  creado 
una  fuerza  armada. 

La  revolución  se  hace,  pues,  haciendo  faltar  á  sus  deberes 
á  los  jefes  ó  sargentos  de  los  cuerpos,  que  están  encarga- 
dos por  la  ley  de  combatirla.  Así  han  sido  todas  las  revo- 
luciones despóticas  y  militares  modernas,  incluso  la  de 
Setiembre  de  1874,  que  se  empeña  hoy  en  erigirse  en  sis- 
tema complementario  de  las  leyes  que  proveen  á  la  manera 
de  renovar  los  poderes  públicos. 

Tenemos,  pues,  que  analizar  la  composición  actual  del 
ejército  argentino,  para  mostrar  que  la  amenaza  de  nue- 
vos motines  militare^,  bajo  la  influencia  de  jefes  revolu" 


22  OBiU.8  DE  SARMIENTO 

cionarios,    va  perdiendo,  si  no  ha  perdido  ya  del  todo  su 
valor. 

El  ejército  argentino,  en  actividad  de  servicio,  es  hoy 
conservador. 

Se  ha  roto  la  tradición  revolucionaria,  que  traía  por  sus 
jefes,  desde  muchos  años  atrás,  desde  la  lucha  contra  Ro- 
sas en  la  República  Oriental,  desde  la  lucha  contra  Urquiza 
en  Buenos  Aires,  hasta  la  lucha  contra  el  Gobierno  Nacio- 
nal, en  1874.  Un  Rivarola  decía,  viendo  ei  primer  reming- 
ton:  con  veinticinco  de  estos  yo  hago  una  revolución. 

Hé  ahí  el  tipo  del  espíritu  revolucionario. 

Las  tradiciones  de  los  ejércitos  son  como  su  alma,  hasta 
que  algún  acontecimiento  las  interrumpe  ó  cambia.  La 
caballería  argentina  dio  en  huir  delante  de  los  indios  y  de 
los  cristianos,  sin  combate,  huyendo  por  huir,  no  obstante 
la  presencia  de  jefes  tenidos  por  valientes.  Esto  duró  hasta 
1861,  en  que  en  la  Cañada  de  Gromez,  no  huyó  la  caballería, 
como  no  huyó  en  Caucete,  como  no  huyó  en  el  Paraguay, 
hasta  que  hoy,  hasta  los  paisanos  hacen  frente  á  los  indios 
y  los  derrotan,  ha^ta  que  al  fin  nuestra  caballería  en 
pequeñas  divisiones,  ha  acometido  las  tolderías  misteriosas 
antes  de  los  indios,  y  un  guapo  ha  ido  con  veinte  y  cinco 
hombres  á  clavar  su  lanza  en  las  falda  de  los  Andes,  y  otro 
ha  tenido  con  veinte  soldados,  el  gusto  de  dar  agua  á  sus 
caballos  en  las  turbias  ondas  del  Colorado. 

¿Por  qué  huían  antes  sin  combate?  Porque  otra  vez  ya 
habían  huido  sin  peligro. 

¿Por  qué  acometen  ahora  aventuras  tan  extrañas?  Porque 
se  ha  hecho  gloria  y  tradición  ya,  acometer  los  peligros 
de  la  Pampa. 

Lo  mismo  sucede  con  el  espíritu  revolucionario.  La 
Francia  tuvo  que  emprender  la  conquista  de  Argel,  para 
alejar  el  ejército  imperial  por  tradición,  napoleónica  por 
culto,  diez  años  después  de  muerto  Napoleón.  Chile  tuvo 
que  emprender  la  guerra  del  Perú,  para  regenerar  el  ejér- 
cito, revolucionario  hasta  1840. 

La  conquista  de  la  pampa  por  nuestro  ejército,  después 
de  las  derrotas  de  la  Verde  y  de  Santa  Rosa,  en  que  fueron 
desprestigiados  los  antiguos  jefes  tradicionalmente  revolu- 
cionarios, ha  regenerado  nuestro  ejército  y  separado  del 
mando  á  ios  que  traían  por  una  larga  práctica  la  noción 


LOS  DBSFALLBCIMIBNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  23 

de  que  el  ejército  era  juez  de  elecciones  y  sostenedor  de 
partidos. 

Todos  los  jefes  en  actividad  en  nuestro  ejército,  son  los 
que  han  hecho  sus  primeras  armas  combatiendo  revolucio- 
nes; mientras  que  los  antiguos  jefes  hoy  separados,  hicieron 
sus  primeras  armas  sosteniendo  revoluciones. 

Los  Coroneles  que  mandaban  nuestras  fuerzas,  sotí  los 
oficiales  subalternos  que  combatieron  la  revolución  del 
Chacho,  las  revoluciones  de  Jordán,  la  revolución  de  Setiem- 
bre. Esa  fué  su  escuela  política;  sostener  al  gobierno  de 
su  paiS|  sin  pedirle  cada  Coronel,  le  someta  á  su  examen 
sus  títulos  y  decidir  su  legitimidad.  Bástales  saber  que  ese 
es  el  gobierno  de  su  país. 

Lo  mas  notable  de  este  cambio  de  ideas  en  el  ejército  es 
que  se  mostraba  espontáneamente  en  sus  filas,  aun  entre 
las  clases  subalternas.  Cuando  el  Coronel  Borjes  conspi- 
raba, sus  jefes  subalternos  lo  traían  con  sentinela  de  vista. 
Timóte  tomaba  el  desierto  para  no  seguirlo.  El  Comandante 
La  Concha  fué  abandonado  por  su  regimiento,  cuando  no 
había  fuerza  que  lo  persiguiere  al  salir  de  Córdoba;  y  se 
sabe  las  ejecuciones  de  sargentos,  para  aterrorizar,  llevando 
los  cuerpos  desarmados  en  las  marchas. 

La  epopeya  de  la  conquista  de  la  Pampa  hasta  los  Andes, 
que  tiene  fascinado  á  todos,  no  es  ni  tradición  ni  inspira- 
ción de  los  antiguos  jefes  políticos-revolucionarios,  sino  que 
sale  del  espíritu  que  los  combatió,  de  Alsina  el  primer  paso, 
de  Roca  la  ejecución.  Ni  la  conciliación  puede  lisonjearse 
de  tener  parte  en  esta  regeneración  del  ejército,  ni  en  aque- 
lla cosecha  de  laureles.  Parece  providencial  que  Borges, 
Rivas,  Mitre  y  otros  Generales  creados  en  las  luchas  revo- 
lucionarias, depusieron  sus  armas  ante  los  Villegas,  Winter, 
Roca,  Lagos,  Nelson,  Levalle,  que  pertenecen  á  la  nueva 
generación  no  revolucionaria  del  ejército;  y  es  providencial 
que  se  haya  presentado  un  campo  neutro,  que  no  sea  gue- 
rra civil,  que  satisfaga  una  gran  necesidad  pública,  que 
acabe  el  drama  secular  de  la  conquista  del  territorio,  con- 
cluyendo con  los  salvajes  y  dando  paz  á  la  República,  para 
que  el  ejército  moderno,  el  ejército  no  revolucionario,  tenga 
una  grande,  una  inmensa  gloria,  que  le  sirva  de  fé  de 
bautismo,  principiando  á  ejecutar  y  consagrando  el  princi- 
pio de  que  el  ejército  está  constituido  por  la  ley  para  repeler 


Zi  OBRAS   DB  8ARMIBNTO 

invasiones  y  reprimir  revoluciones,  y  á  las  órdenes  del  Poder 
Ejecutivo,  no  de  jefes  antiguos  y  prestigiosos.  No  hay 
pretorianos  ya  para  proclamar  emperadores.  Creemos,  pues, 
que  todos  los  síntomas  señalan  ya  la  terminación  de  las 
revoluciones,  por  medio  de  motines  militares.  El  General 
Roca,  no  es  el  mentor,  jefe  y  guía  de  los  valientes  jefes  que 
han  conquistado  sus  laureles  en  las  Playas  de  Lujan, ó  en  D. 
Gonzalo,  ó  en  la  Verde,  ó  en  las  campañas  contra  el  salvaje. 
Es  él  mismo,  uno  de.ellos  y  nada  maa  No  era  esta  la  posi- 
ción del  Brigadier  Mitre,  con  respecto  á  la  pléyade  de 
Generales  y  jefes  suyos,  que  seguían  sus  inspiraciones,  olvi- 
dando sus  deberes. 

La  amnistía  les  ha  dejado  una  posición  honorable;  pero 
se  comprende  que  no  volverían  al  mando  en  jefe  de  los  ejér- 
citos, que  han  hecho  la  conquista  de  la  Pampa  sin  chocar 
con  el  buen  sentido  y  aun  con  su  propia  delicadeza.  No  irían 
á  cosechar  lo  que  no  sembraron. 

Un  elemento  nuevo  empieza  ademas  á  entrar  en  nuestro 
ejército,  y  es  los  alumnos  que  prepara  la  escuela  militar, 
extraños  k  las  pasadas  luchas  políticas,  y  fuertes  con  su 
propio  mérito  cientiñco,  como  título  de  admisión;  y,  á.  no 
ser  que  el  contacto  diario  con  la  prensa  revolucionaria  per- 
vierta sus  espíritus,  dándoles  falsas  nociones  de  sus  debe- 
res, llevarán  al  ejército,  con  mas  estricta  observancia  de 
la  disciplina  militar,  mayor  instrucción  para  hacer  mas 
duradera  la  gloria  de  que  el  ejército  se  ha  cubierto. 

No  hay,  pues,  mucho  que  temer  de  la  prédica  revolticiO' 
naria  de  la  prensa. 

Se  acabó  el  ejército  revolucionario,  por  la  separación  de 
la  vieja  levadura. 

Entra  recien  nuestro  ejército  á  desempeñar  las  funcio- 
nes de  fuerza  para  hacer  cumplir  las  leyes.  Son  extrañas 
las  faces  que  el  ejército  ha  presentado  desde  su  origen. 

Instrumento  glorioso  de  la  Independencia,  se  disipa  dan- 
do libertad  á  las  otras  Repúblicas,  no  volviendo  sino  jefes  y 
oficiales  que  llevan  nuestras  armas  al  Brasil  por  la  integri- 
dad de  nuestro  territorio. 

Un  inmenso  levantamiento  de  las  milicias  rurales  con  los 
Comandantes  de  campaña,  que  se  encarna  al  fin  en  Rosas, 
interrumpe  la  tradición  militar  de  la  Independencia,  hasta 
que  en  sitio  de  una  ciudad  extranjera  vuelve  á  reanudarse 


LOS  DBSFALLECIMIKMTOS  Y  LOS  DESVÍOS  25 

el  roto  hilo  de  las  tradiciones  militares,  y  arroja  de  nuevo 
en  la  República  las  nociones  de  la  táctica  y  disciplina  anti- 
gua, con  el  fermento  político  y  revolucionario  en  que  nació. 
Nuestro  ejército  fué  revolucionario  hasta  1860,  y  sus  jefes 
conservaron  hasta  Generales  los  hábitos  de  ejército  de  par- 
tido. Desde  1870,  quebrantada  esa  tradición  por  el  desca- 
labro, el  ejército  es  hoy  nacional  y  gubernativo,  como  en 
todo  el  mundo. 

EL  SEHOR  eOBERNADOR 

POR  TABLAS 

(El  Nacional,  KneTO  9  áei8^9.) 

No  podemos  negarle  á  La  Nación,  la  rara  habilidad 
con  que  lanza  sus  indirectas  de  Padre  Cobos,  sobre  gobier- 
nos electores.  Parecería  que  era  de  fastidiar  la  eterna 
historia  de  la  política  electoral  de  un  Presidente,  que  dado 
caso  fuese  un  hecho  histórico,  para  hecho  histórico  ya 
bastaba.  No  hay  que  temer  que  vuelva  á  tener  ocasión  de 
ponerla  en  práctica.  No  se  esplicaria  la  insistencia,  sino 
tuviese  sus  aplicaciones  prácticas  y  de  actualidad. 

Ahora  comprendemos  el  objeto  de  aquella  fustigación,  á 
un  antiguo  Presidente. 

Es  la  treta  de  las  mamas,  cuando  quieren  corregir  las 
malas  propensiones  desús  chicuelos  á  quienes  cuentan  con 
grandes  aspavientos  lo  que  le  sucedió  á  una  niñita  muy 
mala,  que  robaba  azúcar  ú  otras  golosinas  y  se  ensuciaba  ' 
el  vestido,  etc.  Nuestro  contendor  tiene  un  niño  elector, 
que  amenaza  robarse  los  terrones  de  azúcar,  y  le  saca  el 
ejemplo  de  aquel  Presidente  muy  mato,  con  su  política 
electoral,  á  quien  tantas  cosas  le  sucedieran,  para  escar- 
miento de  gobernadores  electores  y  de  otros  niños  traviesos 
que  quisieran  seguir  sus  huellas. 

De  cuando  en  cuando,  la  alegoría  aquella  de  la  política 
electoral  pasada,  cae  en  la  realidad,  aunque  por  decoro  y 
prudencia  la  presente  rodeada  de  nebulosidades  oratorias. 
Renace,  nos  decía  ayer,  el  temor  de  que  el  poder  oficial, , . 
atente  nuevamente  á  la  base  del  sistema  democrático...» 
Toda  vez  que  el  porfer  se  decida  á  convertirse  en  W^cíor.. .» 


,. 


26  OBRAS  DB  SARMIENTO 

Mientras  subsiste  la  probabilidad  de  que  el  pueblo  pueda 
ser  suplantado,  ó  la  opinión  pública  burlada  por  los  mane- 
jos y  los  actos  indebidos  del  poder  oficiaL . .» 

Vamos!  Hable  clarot  Qué  poder  oQcial  es  el  que  trata 
de  suplantar  al  pueblo?  El  nacional  no  es^  pues  el  espíritu 
de  La  Nación  lo  inspira.  Será  por  ventura  el  provincial? 
Esa  tenemos? 

El  gobernador  nombrado  por  los  comités  en  conciliación, 
hace,  al  año,  «renacer  el  temor  de  que  se  atente  nuevamen- 
te contra  la  base  del  sistema  representativo?» 

Los  partidos  que  se  conciliaron  para  nombrarlo,  son  cita, 
dos  ahora  para  ponerle  centinela  de  vista,  como  presunto 
elector? 

Para  tratar  tal  cuestión  de  actualidad,  no  era  necesario 
ir  á  sacudir  el  polvo  de  los  archivos  del  Congreso,  según  se 
hizo  el  aparato,  á  fin  de  descubrir  en  nuestra  historia  un 
Presidente  elector,  rara  avisl  ó  ir  á  buscar  en  la  oscuridad 
de  las  Provincias,  que  nos  envidian  nuestra  pureza  electo- 
I  ral,  ejemplos  de  aquella  mala  política. 

Parece  que  no  necesitamos  lecciones  pasadas,  ni  de  afue- 
ra, para  hallar  que  la  mala  yerba  también  se  presenta  aquí 
expontánea,  como  si  fuera  indígena. 

Entrando  así  en  el  terreno  de  los  hechos  prácticos,  y 
dejando  á  un  lado  las  imputaciones  á  otros,  para  disimular 
las  alusiones  patentes  al  gobernador  conciliador  de  Buenos 
Aires,  poca  cosa  tendríamos  que  objetar  á  La  Nación  en 
su  campaña  abierta  contra  futuros  gobernadores  electores, 
si  dejase  en  paz  á  los  que  revistió  de  este  epíteto  para 
desimular  su  ataque. 
.^  Hemos  rechazado  una  falsificación  histórica,  en  cuanto 

se  refería  á  una  política  electoral.  En  cuanto  á  la  cuestión 
misma  del  abuso  electoral  del  poder  oficial^  no  hemos  esta 
vez  entrado  en  el  debate,  por  tener  mas  filosofía  sobre  las 
causas  y  la  extensión  del  mal,  que  la  que  admite  la  pobre 
discusión  de  cuerpo  presente,  como  la  junta  de  médicos 
en  rededor  del  lecho  del  enfermo. 

Ha  de  llegar  el  momento  en  que  nos  esplayemos  sobre 
i  \  este  punto,  sin  relación  á  los  poderes  oficialei,  que  provocan 

"i  los  temores  de  La  Nación, 

Esos  temores  mismos,  que  los  inspira  el  funcionario 
creado  por  la  conciliación,  de  que  se  suplantaría  á  la  opi-^ 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  27 

nion,  debiera  mostrarles  á  los  que  tanta  fe  tenían  en  su 
droga,  que  el  mal  es  mas  profundo  de  lo  que  se  imaginan, 
y  que  el  tiempo  ha  de  trascurrir  en  cortar  el  cáncer,  como 
lo  dice  La  República^  para  verlo  reaparecer  al  día  siguiente, 
de  darlo  por  extirpado,  renaciendo  el  temor  de  que  el  poder 
oficial  etc.. . 

Habríamos  de  acompañar  á  La  Nación  á  trabajar  sincera- 
mente para  corregir  los  abusos  electorales  en  las  costum- 
bres, en  los  partidos  y  en  los  gobernantes  mismos.  No  son 
sus  correligionarios  los  que  nos  darían  el  ejemplo  de  la 
pureza  de  intención,  al  denunciarlo.  No  es  de  sus  actuales 
filas  de  donde  han  salido  las  tentativas  para  mejorar 
nuestras  leyes  electorales,  á  fin  de  hacer  desaparecer  los 
abusos  que  fomentaban. 

En  cuanto  á  las  aplicaciones  que  de  las  doctrinas  electo- 
rales se  hacen  por  los  puritanos  de  circunstancias,  para 
su  pleito  actual,  dirémosles  que  por  lo  que  á.  nosotros  res- 
pecta, están  combatiendo  un  fantasma.  Nosotros  no  gober- 
namos en  la  administración  provincial  de  Buenos  Aires,  ya 
que  La  Nación  puede  asegurarnos  que  el  Gobierno  Nacional 
no  profesa  nuestras  doctrinas. 

i^as  doctrinas  que  desvirtúa,  son  tan  aplicables  ai  Go- 
bierno Nacional  como  al  Provincial,  porque  son  las  doctri- 
nas de  gobierno,  de  orden,  de  libertad  de  todos  los  pueblos 
constituidos. 

Puede  ser  que  el  nuestro  esté  menos  adelantado  en  capa- 
cidad electoral  que  los  otros,  lo  que  no  es  culpa  nuestra. 
Hay  fraude,  por  falta  de  electores  concienzudos,  ó  por 
falta  de  conciencia  en  las  clases  cultas.  Los  que  encubren 
este  triste  hecho,  pueden  decir  si  han  dejado  de  hacer 
fraude  ellos,  ó  evitado  la  violencia.  Nosotros  podemos 
repetir  con  orgullo,  que  no  hemos  apelado  nunca  á  tales 
resortes,  no  habiendo  tenido  interés  personal  en  ninguna 
elección,  y  profesando  ademas  principios  mas  severos  que 
los  que  se  ostentan  hoy,  como  arma  de  lucha,  contra  el  go- 
bernante que  crearon. 

Hablando  del  nombramiento  de  Jueces  de  Paz,  La  Naaian 
lo  saludó,  diciendo  que  ni  en  los  tiempos  en  que  las  elec- 
ciones eran  arma  de  guerra  (aludiendo  á  1858  y  60  en  Bue- 
nos Aires)  el  poder  oficial  había  obrado  con  mas  pardalidad. 

Es  posible  qne  así  sea;  pero  esa  es  cuestión  que  no  nos 


28  OBHkiS   DR  8AR1ÍIBNT0 

atañe,  pues  que  no  formamos  parte  de  la  administración  de 
Buenos  Aires. 

Aun  la  frase  poder  oficial^  inventada  para  cohonestar  el 
ataque,  revela  el  falseamiento  de  las  ideas  de  que  se  ali* 
montan  sus  correligionarios.  Como  no  hay  mas  poder  que  el 
oficiaU  pues  oñciales  son  el  legislativo  y  el  ejecutivo,  el 
epíteto  oficial  está  demás,  y  arguye  que  hay  otro  poder 
que  el  poder  público,  legal,  que  es  el  Poder  Ejecutivo,  que 
lo  desempeña  el  Dr.  Tejedor. 

Asi  establecido  el  significado  de  las  palabras,  vamos  á 
quitar  lo  de  antiguo  y  encubierto  que  tiene  una  elucubra- 
ción, que  viene  con  el  nombre  de  fuerza. 

«Queda  notificado  el  pueblo,  se  nos  dice  por  ironía:  La 
fuerza,  y  sino  basta,  el  fraude,  serán  los  encargados  (por 
el  Dr.  Tejedor)  de  hacer  elecciones.» 

«Tiene  el  pueblo  que  decidirse  á  oponer  la  fueir%a  á  la 
fuerxa^  y  á  impedir  el  fraude.» 

Nota:  Vaya  preparando  el  susodicho  pueblo  los  cuatro  ó 
seis  millones  de  fuertes,  que  puede  costarle  el  empleo  de 
la  fuerza  contra  la  fuerza.  No  hay  otro  poder  que  el  oficial; 
no  hay  otra  fuerza^  que  la  pública;  y  no  se  opone  la  fuerza 
á  la  fuerza  en  las  elecciones,  i 

«En  vez  de  elecciones,  quieren  batallar.» 

Nota:  Es  curioso  el  cargo!  El  que  se  propone  oponer  la 
fuerza  á  la  fuerza,  es  el  que  da  batallas.  Dejando  obrar  á 
la  fuerza  pública,  sin  darle  batallas,  sucederá  lo  que  en 
Bal  van  era,  que  se  traerán  á  la  policía  cincuenta  homicidas, 
el  Juez  les  dará  fianza  de  cárcel  segura  y  en  eso  acabará 
todo,  sin  mas  efusión  de  sangre  y  sin  gasto  de  dinero. 

No  es  culpa  del  saliente  si  no  entrega  en  paz  el  gobierno 
al  entrante,  donde  hay  políticos,  como  los  de  La  Nación^  que 
aconsejan  al  pueblo  desde  ahora  oponer  la  fuerza  á  la  fuer- 
za. En  Setiembre  no  pretendieron  tanto,  sino  que  decían 
oponer  la  fuerza  al  fraude;  y  el  fraude  era,  si  existía,  hecho 
en  las  elecciones  de  Buenos  Aires,  en  que  ahora  se  convie- 
ne que  ninguna  política  electoral  de  afuera  tuvo  parte. 

No  sabemos  si  la  fuerza  será  la  ley  para  el  Gobernador  de 
Buenos  Aires,  Dr.  Tejedor,  en  las  elecciones.  Lo  que  es 
seguro,  es  que  nosotros  no  la  tenemos  por  tal;  pero  es 
digno  de  poner  en  parangón  dos  periodos  del  mismo  artícu- 
lo, para  ver  la  sinceridad  de  estos  cargos. 


LOS  DE8PALLBCIM1BNT08  T  LOS  DBSVIOS  20 

«Tienen  que  decidirse  (el  pueblo)  á  oponer  ¡a  fuerza  á  ¡a 
fiierxa.j^ 

Y  mas  abajo. 

t&  posMe  que  el  partido  k  quien  se  incita  á  aeudir  á  la 
fuerza,  encuentre  otra  mayor.» 

Hay  paciencia! 

En  el  primer  parágrafo  incita  á  oponer  la  fuerza  á  la 
fuerza  en  las  elecciones  y  en  el  segundo,  parece  dejar  en- 
tender que  somos  nosotros  los  que  aconsejamos  al  pueblo 
que  se  decida  k  oponer  la  fuerza  á  la  fuerza. 

Todo  este  enredo,  viene  de  que  la  oración  no  tiene  sujeto. 
Es  del  Gobernador  de  quien  se  habla,  y  no  de  nosotros.  La 
ley  del  Gobernador  será  la  fuerza,  vaya  norabuena,  pero, 
puesto  que  ya  se  conviene  en  que  el  ejército  nacional  no 
tomará  parte  en  esta  patriada,  por  ser  elecciones  provin- 
ciales las  que  hará  elDr.  Tejedor  y  no  nosotros,  prevendre- 
mos simplemente,  que  así  como  no  hay  poder  oficial^  por 
no  haber  poder  oficioso;  así  no  hay  fuerza^  ni  chica  ni  grande, 
que  oponer  á  la  fuerza  pública,  de  que  dispone  el  gobierno 
para  conservar  el  orden,  sobre  todo  en  las  elecciones. 

No  se  opone  fuerza  á  fuerza,  y  es  criminal  decir  como 
una  amenaza,  que  si  el  gobierno  del  Dr.  Tejedor  emplea 
la  fuerza  de  policía  en  evitar  que  peleen  en  las  elecciones 
ó  impidan  el  votar  libremente,  se  opondrá  otra  fuerza.  El 
que  quisiere  oponerle  fuerza,  debe  ser  llevado  á  la  cárcel 
directamente  como  es  la  costumbre  en  pueblos  cristianos. 

Los  periódicos  ilustrados  de  Inglaterra,  traían  copiada, 
de  fotografía,  una  lámina  de  las  últimas  elecciones  de 
Nueva  York,  en  la  cual,  al  lado  de  la  mesa  electoral  misma 
está  una  cárcel  improvisada  de  tablones,  para  esas  eleccio- 
nes, á  donde  los  policemen  están  empujando  á  dos  ó  tres 
ciudadanos  perturbadores,  para  calmarles  un  poco  el  pa- 
triotismo. 

Pero  aquí,  no  sucede  eso.  El  Gobernador  será  el  culpa- 
ble, la  fuerza  será  la  que  debe  ser  encerrada  en  una  cárcel, 
y  solo  dejan  la  fuerza  mayor  que  va  á  oponérsele  á  la 
fuerza  pública. 

Nuestros  Rivarolas  no  ven  en  el  remington,  sino  la  arma 
inventada  para  hacer  revoluciones;  y  sin  proponérselo, 
llaman  poder  ofidál  al  del  gobierno,  porque  n»  peUo  tienen 
otro  poder,  que  está  por  ahí  y  que  es  mayor  que  el  poder 


30  OBRAS  BB  SARMIENTO 

oñcial,  y  una  fuerza  oculta  que  oponer  á  la  fuerza  pú- 
blica. 

Y  para  ello  nos  culpan  k  nosotros»  que  nada  tenemos  que 
ver  en  estos  enredos,  de  incitar  al  gobernador  de  Buenos 
Aires,  Dr.  Tejedor,  á  tener  por  la  ley  suya  la  fuerza. 

Haga  lo  que  quiera  ó  deba  el  Gobierno,  nos  lavamos  las 
manos  desde  ahora. 

Solo  diríamos  que  lo  que  es  nosotros,  que  no  somos  poder 
oficial^  ni  Jefe  de  Foliciai  ni  encargados  de  guardar  la  tran- 
quilidad pública,  deseáramos  ver  esa  fuerza  mayor  que  la 
de  policía,  ya  que  no  es  la  del  ejército  que  no  profesa 
ahora  la  vieja  doctrina  de  andar  haciendo  elecciones  en  la 
frontera.    Está  muy  ocupada  con  los  indios! 

La  verdad  es  que  no  pueden  hablar  de  nada,  ni  aun  de 
principios,  sin  que  ée  les  escape  la  confesión  de  que  la  pa- 
nacea  para  curar  todos  nuestros  males,  es  una  peleíta,  á 
bala,  en  las  elecciones,  oponiendo  la  fuerza  á  la  fuerza;  y 
una  revolucioncita,  aunque  ya  no  sea  con  el  ejército,  pues 
al  Presidente  actual  no  le  gustan  esas  bromas,  en  que 
siempre  sale  mal,  aunque  venza.  Una  revolucioncita  pro- 
vincial, vamos,  que  le  objetarían?  Baratitai  Correrá  poca 
sangre? 

ESAS   AGUAS   PASARON! 

(Bl  Nackmal,  Enero  llde  1879.) 

Presentaba  el  grave  Dr.  Velez,  Ministro  entonces  de  Go- 
bierno, un  proyecto  á  la  Cámara,  para  la  abolición  del 
Enfíteusis,  y  al  leerlo  un  Senador  no  menos  grave,  ó  con 
aires  de  serlo,  pidió  al  Secretario  leyera  un 'papel  que  se  le 
había  dado  de  antemano.  Leyó  un  dictamen  del  Asesor  D. 
Dalmacio  Vélez,  dos  años  antes,  en  favor  del  Enfíteusis. 

— Ya  concluyó,  Señor  Secretario?  observó  el  aludido,  con 
su  acento  cordobés,  que  exageraba  ez-profeso,  cuando  lan- 
zaba alguna  de  esas  saetas,  que  se  han  incrustado  en  la 
lengua  ó  en  la  historia  argentina.  «cDíchosos  los  hombres 
como  el  señor  Senador,  dijo,  que  opinan  hoy  como  opina- 
ban cuando  tenían  quince  añost  Yo  tengo  setenta  y  todavía 
estoy  aprendiendo.    Esas  aguas  pasaron! 

Con  mas  gracia  fulminó  diez  años  después,  M.  Thiers,  á 


LOS  DBSFALLEGIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  31 

un  joven  que  lo  contradecía  en  la  Asamblea,  por  iguales 
medios: 

— Lo  conozco,  decía  en  ante-salas,  desde  niño:  lo  he  teni- 
do en  mis  rodillas.  Ya  entonces  pensaba,  en  economía 
política,  lo  que  piensa  ahora. 

Velezy  Thiers  ocupan  un  lugar  muy  alto  en  la  historia 
de  sus  países  respectivos,  mientras  que  la  historia  y  aun 
los  contemporáneos,  ignoran  como  se  llamaban  sus  con- 
tradictores. 

Y  Thiers  mas  que  Velez.  tenía  derecho  de  apelar  al  juicio 
y  opinión  de  la  edad  madura  del  Thiers  histórico,  contra 
el  Thiers  de  partido  y  de  combate. 

Thiers  había  sido  monarquista  orleanista,  y  sin  embargo, 
por  celos  de  nuance  política  en  el  mismo  partido,  llevando 
la  oposición  contra  M.  Guizot,  su  rival  en  el  ministerio, 
hasta  desencadenar  las  pasiones  revolucionarias,  imperia- 
listas, ligitimistas  y  republicanos  rojos,  y  socialistas,  con- 
tribuyó ¿  la  caída  del  gobierno  mismo,  que  había  sostenido 
y  servido  hasta  entonces,  dejando  la  Francia  librada  á  los 
azares  de  la  anarquía. 

Asustado  de  su  propia  obra,  y  viendo  abismarse  la  repú- 
blica con  el  virtuoso  General  Cavaignac,  él  contribuyó  á 
prestijiaf  al  principe  Napoleón,  que  llevó  á  la  presidencia; 
pero  que  obedeciendo  á.  su  propia  ley  dinástica,  se  hizo  de- 
clarar emperador.  Thiers  era  ante  la  historia,  moral  ú  oca- 
sionalmente, la  causa  primera  del  desastre.  Tuvo  la  virtud 
de  aceptarlo,  sin  sostenerlo,  como  un  hecho  histórico, 
reconociendo  la  autoridad  del  imperio. 

Llegado  el  gran  desastre  do  la  guerra  alemana,  que  él 
fui  el  único  en  toda  Francia,  que  quiso  conjurar,  no  se  ocupó 
de  la  cuestión  del  gobierno  revolucionario  de  la  defensa 
(tardía!)  y  recorrió  todas  las  cortes  de  Europa,  implorando 
la  intervención  que  le  negaron  todos;  pero  regularizado  el 
gobierno,  con  una  asamblea  orleanista,  imperialista  y  legi- 
timista  en  mayoría^  lo  nombraron  presidente,  sin  constitu- 
ción y  sin  poder  ejecutivo  constituido.  En  el  ejercicio  de 
esas  funciones,  y  con  el  espectáculo  por  delante  de  los 
hechos  históricos,  de  la  comuna^  vergonzosa  parodia  de  la 
república  democrática  y  social,  y  tres  dinastías  que  se  dis- 
putaban el  gobierno,  el  revolucionario  contra  los  Borbones, 
el  ministro  de  losorleanes,  el  introductor  del  lobo  en  el  redil 


32  OBRA«  DB  BARMIBMTO 

con  el  principe  Napoleón,  dijo  á  ia  Asamblea,  «que  era  pre- 
ciso salir  del  provisorio,  y  que  la  república  (que  habia 
conribatido  treinta  años)  era  el  único  gobierno  posible,»  y 
sus  aníiguoi  compañeros  orleanistas,  y  los  imperialistas,  y  los 
legitimistas  lo  depusieron,  porque  no  era  ya  el  Thiers  mo- 
narquiita^  aunque  constitucional  y  un  tanto  revolucionarioi 
de  sus  primeros  años. 

La  historia  ha  fallado.  La  República  francesa,  modera- 
da, sin  revoluciones,  con  gobierno  hasta  hoy  rejido  por  las 
doctrinas  de  Thiers,  con  sus  compañeros  Dufaure  y  Jules 
Simón,  antes  sus  ministros,  es  el  modelo  de  la  Europa  y 
después  de  tan  grandes  desastres,  la  Francia  ha  Tuelto  á 
ocupar  su  posición  decente^  ante  los  pueblos  y  los  gobier- 
nos. 

Aqui,  en  Buenos  Aires  y  no  en  Francia  (sino  se  exeptuan 
las  maldiciones  de  Cavaignac)  se  ha  publicado  por  un  co- 
munista una  diatriba  contra  M.  Thiers,  en  que  se  acumulan 
los  cargos  que  hacen  pesar  sobre  su  memoria,  aquellos  á 
quienes  contuvo  en  sus  ideas  extremas.  Pueden  leerlo,  los 
que  quieran  hallar  inconsecuencias  y  contradicciones.  Pero 
la  historia  y  la  gratitud  del  pueblo  francés,  y  el  respeto  de 
todas  las  naciones  han  fallado,  tomando  el  hombre  de  Estado, 
de  setenta  y  seis  años,  por  el  hombre  definitivo,  el  hombre 
como  él  quiso  ser,  y  no  como  ensayó  ser,  en  una  larga  carrera, 
en  un  medio  cambiante,  á  merced  de  revoluciones  y  moti- 
nes militares,  teniendo  que  ser  sucesivamente  monarquista, 
imperialistas,  republicano  rojo  y  moderado,  según  las  faces 
que  la  historia  contemporánea  iba  presentando. 

Tocábale,  en  efecto,  vivir  en  un  siglo  y  ser  parte  de  una 
nación  librada  á  merced  de  las  facciones,  de  que  él  mismo 
formaba  parte,  tratando  de  resucitarla  revolución  de  ochen- 
la  y  nueve  los  unos,  con  la  apoteosis  de  Marat,  Rol>espierre 
y  la  Montaña;  el  imperio,  otros,  con  sus  glorias  y  sus 
conquistas;  los  reyes  legítimos,  algunos»  con  su  derecho 
divino  y  su  pabellón  blanco,  pugnando  un  gran  núme» 
ro»  con  Louis  Blanc,  por  realizar  la  República  demooráiica  y 
social,  dando  ftia  y  fr^ébo^  como  un  derecho,  y  ensayando 
los  talleres  nacionales. 

Eutre  tendencias  tan  opu<9Stas«  y  las  mv^narqui^tas  tan 
reaccionarias»  las  republicanas  di;$o2vente9  y  revoíucio* 
narias»  pues  tuvo  M.  Thiers  que  deíen^ter  Ut  pnfpieiiad^ 


LOS  DBSFALLECIIOSNTOS  T  LOS  DESTIOS  33 

contra  el  axioma  de  I^udhon^  üa  propiedad  es  tí  robo,  con  el 
caal  se  quería  llevar,  como  un  progreso,  la  sociedad  á  los 
tiempos  de  Adán  y  Eva,  cuando  la  tierra  estaba  desierta, — 
M.  Thiers,  el  viejo  Thiers,  que  había  contribuido  á  la  caida 
del  gobierno  de  sus  simpatías  personales,  de  Luis  Felipe, 
estudiando  las  causas  de  perturbación  tan  profunda,  tan 
incurable  en  ochenta  años  de  revoluciones  y  desastres,  de 
glorías  y  humillaciones,  de  monarquías,  repúblicas,  irape-  | 

ríos  y  comunas,  creyó  descubrir  el  secreto,  y  puso  su  brazo, 
su  fama  y  su  verdadera  gloría  á  aplicarlo;  y  este  secre^x), 
era  dar  al  gobierno  su  poder  legítimo,  sus  medios  legales 
0  de  reprimir  el  desorden,  de  evitar  los  cambios  bruscos  y 
turbulentos  de  que  la  Francia  era  el  juguete  hacía  casi  un 
siglo.  Aplicóle  á  la  Comuna  su  receta,  el  mismo  Thiers, 
que  consultado  por  el  rey  en  1830,  si  se  haría  uso  de  la  fuer- 
za para  contener  la  revolución,  descabellada  y  sin  otra 
bandera  que  hacer  renunciar  á  M.  Guizot  el  ministerio, 
desaconsejó  la  medida,  habiendo  sesenta  mil  hombres  de 
linea  en  París,  y  dejando  sucumbir  al  Gobierno. 

¿No  habría  sido  mejor,  emplear  ese  remedio  contra  los 
tntneurs  de  una  sociedad  alborotada,  en  esos  movimientos 
nerviosos  de  un  momento,  y  ahorrádole  para  lo  futuro,  esos 
mismos  combates  mas  sangríentos,  contra  el  Presidente 
Cavaignac,  el  imperio  de  veinte  años,  la  humillación  de  ser 
por  su  causa  conquistada  la  Francia,  asediado  París,  y  ren- 
dido por  hambre,  perdiendo  dos  provincias  y  dos  mil  millo- 
nes de  pesos  fuertes,  entre  defensa  estéril  y  rescate  vergon- 
zoso? Eso  es  lo  que  se  dijo  el  hombre  de  Estado,  y  lo 
realizó.  0 

Parmenion  apelaba  de  Alejandro  exitado  por  el  entusias- 
mo del  vino,  ante  Alejandro  cuando  estuviese  en  el  pleno 
oso  de  su  razón;  del  Alejandao  del  hecho  actual;  al  Alejan- 
dro de  mas  tarde;  y  seria  pobre  argumento,  que  los  france- 
ses apelasen  hoy  del  Thiers,  del  Dufaure,  republicanos  mo- 
derados 7  gobernando,  al  Thiers  y  al  Dufaure,  ministros  de 
Luis  Felipe,  y  según  la  moda  de  entonces,  opositores  revo- 
lucionaríos  contra  su  propio  gobierno,  cuando  estaban 
fuera  del  poder. 

Aplicando  estos  modos  de  proceder  á  nuestras  pobres 
cuestiones  de  aldea,  (permítasenos  la  frase,  para  distinguir- 
Tono  ZL.^S 


I  34  OBRA0   DB  8ARMIB3ÍTO 

t 
» 

j  las,  de  lo  que  el  lenguaje  humano  llama  retolucionís,  que  no 

i  son  las  peleas  de  mal  criados  en  las  elecciones)  los  Már- 

moles Tienen   á  leemos   un    informe    dado,  en  un   caso 
revolucionario,  apelando  con  él  del  hombre  viejo,  que  piensa  / 

bajo  los  limites  de  una  Constitución,  después  de  veinte  de         / 
ejercicio  regular,  de  otro  modo,  al  parecer,  de  lo  que  acon- 
sejaba como  individuo,  en  las  luchas  y  cuestiones  que  esta- 
ban preparando  la    constitución  del  país,  por  medio  de 
batallas,  tratados,  revueltas  y  protestas. 

Al  apelar  del  hombre  de  gobierno  de  hoy,  atleta  de  las 
pasadas  luchas,  del  hombre  cargado  de  años,  y  de  experien- 
cia, al  joven  ardoroso  de  los  antiguos  combates,  se  da  por 
sentado  que  aquellas  que  fueron  sus  doctrinas  de  entonces 
son  las  sanas  doctrinas,  y  que  las  que  profesa  hoy,  son  las 
malas,  para  estimular  á  los  gobiernos  á  oprimir  á  los  pue- 
blos, enseñando  que  en  las  elecciones  no  debe  aponerse  la 
fuerza  &  la  fuerza;  porque  no  hay  mas  fuerza  legal  que  la 
fuerza  pública,  doctrina  perverza  sin  duda,  que  ha  hecho  la 
gloria  de  los  Thiers,  los  Dufaure  y  la  Asamblea  francesa,  y 
que  ha  puesto  término  en  Francia  al  reinado  de  las  Comu- 
nas, de  los  emperadores,  de  los  orleanistas,  de  los  socialis- 
tas, y  de^  primero  que  pueda  reunir  un  grupo  de  exaltados^ 
á  que  se  juntan  los  crimínales,  y  librar  á  la  conquista  del 
extranjero  el  territorio,  y  á  la  humillación  la  patria,  que 
siempre  es  ese  fruto  el  de  todas  aquellas  patriadas. 

Apelamos  á  los  regnícolas  y  repúblicos  modernos  de  la 
Inglaterra,  de  la  Francia  y  de  los  Estados  unidos,  para  que 
nos  citen  un  escritor  que  sostenga  que  los  partidos  tienen 
el  derecho  de  lanzar  al  país  en  los  desastres  de  las  revolu- 
i  ciones,  bajo  una  constitución  que  las  prohibe;  y  se  nos 

f  contesta   que  ellos,  los  incurables  revolucionarios  de    la 

'  América  del  Sur,  tienen  su  regnícola  casero,  de  combate, 

cuyas  antiguas  opiniones  siguen  hoy;  pues  que  para  estos 
valetudinarios  no  pasan  los  años;  y  conceden  k  ese  antiguo 
guía  el  honor  de  clausurarlo  eternamente  su  maestro,  su 
mentor,  devolviendo  las  doctrinas  que  de  él  recibieron  y 
lanzándoselas  á  la  cara  deplorando  que  no  se  haya  quedado 
donde  se  quedaron  ellos,  sin  que  el  transcurso  de  tantos 
años,  la  sucesión  de  tantos  cambios  inútiles!  les  haya  ense- 
ñado nada. 
*  -  ¿Y  por  qué, si  tanto  respetáis  esas  doctrinas  y  el  repúblico 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVIOS  35 

que  las  emitió,  no  las  respetáis  ahora,  ni  respetáis  al  mismo 
repúblico,  que  después  de  los  años,  tras  el  estudio  práctico* 
y  trasladádonseá  los  lugares,  ha  visto  funcionar  la  república 
y  obrarse  cambios  en  las  ideas  que  siguen,  con  su  siglo, 
los  grandes  hombres  de  su  época  ? 

Pero  no.  Es  preciso  derrocar  al  Dr.  Tejedor,  que  ellos 
nombraron  Gobernador  en  conciliación;  es  preciso  derrocar 
por  revoluciones,  á  todos  los  otros  Gobernadores  electores, 
que  bajo  el  gobierno  de  que  forman  parte  ellos  y  no  noso- 
tros, se  han  creado,  y  para  ello  oponer  la  fuerza  á  la 
fuerza^  bajo  la  Constitución  y  la  conciliación;  y  anatema  sit 
el  que  no  proclame  y  reconozca  tan  grandes  derechos  y 
su  aplicación  I 

Anatema,  dice  un  extranjero,  trasladado  de  La  Libertad 
al  Pueblo  Argentino,  entre  cuyos  pliegues  se  oculta  como 
una  vinchuca.  Repudíelo  Buenos  Aires,  porque  es  el  ene- 
migo provinciano  que  tiene  I 

«  No  sabemos  quienes  serán  los  que  mueran  si  hay  com- 
bate», le  sugiere  cautelosamente  un  filántropo,  que  por  lo 
visto  no  ha  muerto  nunca,  y  no  sabe  lo  que  es  morir  una 
vez  por  tudas,  porque  toda  esta  alharaca  de  principios,  de 
libertad,  tiene  en  el  fondo  sus  restricciones  mentales.  En 
Francia,  luchan  lealmente  republicanos  é  imperialistas,  en 
la  prensa  y  en  las  elecciones,  y  con  tal  que  no  aconsejen 
revoluciones  ni  desobediencia  al  gobierno  existente,  libres 
son  los  imperialistas  de  preconizar  las  ventajas  del  despo- 
tismo uni-personal  del  imperio  militar  de  los  Napoleones, 
sin  que  ningún  republicano  les  aconseje  ser  prudente»,  por 
que  si  el  furor  popular,  si  la.,,  aun  antes  de  las  elecciones, 
aun  antes  del  combate  en  aquel  dies  Ule,  dies  irce,  anunciada 
republicana,  constitucional,  conciUadamentel. .  jEhl  nietos 
de  vuestros  abuelos,  despotismo ! 

Taine  ha  hecho  el  proceso  á  la  revolución  francesa,  mos- 
trando, como  el  mal  hijo  de  Noé,  las  desnudeces  de  su 
padre  ebrio;  y  Taine  ha  sido  nombrado  miembro  de  la 
Academia  francesa,  por  su  talento  y  sus  dotes  de  estilo. 

El  cónclave  de  los  nacionalistas  decrépitos,  ha  condenado 
ya  á  su  padre,  al  ostracismo  los  unos,  á  la  muerte  los  otros, 
en  los  futuros  combates  que  preparan,  oponiendo  la  fuerza] 
á  la  fuerza  pública  legal,  y  señalándola  con  el  dedo ! 


36  OIIRA8  Vm  SAKMimTO 

Qué  república  y  qué  libertad  1  Sentimos  no  ser  Arqui- 
medea,  para  decir  k  estos  soldados  romanos:  Déjennos 
acabar  estos  escritos»  y  después  mátennos  I 

EJEIPLOS    REVOLUCIONARIOS 

Creíamos  que  ciertos  hechos  no  serían  invocados  como 
ejemplo  para  imitarse,  y  que  en  los  días  que  alcanzamos, 
la  razón  pública  nos  pondría  á  cubierto  de  loe  desvarios 
mas  resaltantes. 

Han  habido  en  nuestro  país  anarquías,  trastornos^  revuel- 
tas. Debemos  recordar  estos  hechos  subversivos^  para 
deplorarlos  y  para  bendecir  el  día  en  que  fundamos  un 
régimen  constitucional,  á  fin  de  que  no  se  reproduzcan, 
sino  como  un  crimen  digno  de  la  mas  severa  repre- 
sión. 

Pero  recordarlos,  para  fundar  un  derecho  con  ellos,  no 
parece  á  la  verdad  posible,  sino  lo  viésemos  escrito  y  clara- 
mente confesado. 

Es  cierto  que  hubieron  revoluciones.  Las  hubieron  ahora 
veinte  años.  Las  hubieron  sobre  todo  el  año  20.  Pero 
para  no  retrogradar  al  año  20,  es  que  los  pueblos  argen^ 
tinos  se  dieron  una  Constitución,  y  juraron  obedecerla  como 
la  ley  suprema. 

Después  de  la  Constitución,  las  revueltas  son  legal  y  mo- 
ralmente  imposibles. 

¿Por  qué? 

Por  que  cada  cuestión  tiene  un  juez  supremo,  cuyo  fallo, 
puede  ser  errado  ó  verdadero,  como  todos  los  fallos  huma- 
nos, pero  que  no  es  dado  á  nadie  recusar. 

¿Hay  elecciones  du(losas? 

Un  partida  dice — si.    Otro  partido  dice— no. 

Luego,  la  guerra? 

No*-Luego  el  fallo  del  Juez  Supremo,  instituido  por  la 
ley  constitucional,  para  poner  paz  entre  los  partidos  y  dár- 
sela^ á  los  pueblos. 

El  Congreso  es  el  juez  de  las  elecciones  en  el  orden 
naeional— y  cuando  el  Congreso  dice:— si, — ^hay  un  deber 
de  obediencia  en  todos  los  argentinos,  y  nadie  puede  al- 
zarse contra  su  decisión,  sin  rebelión  y  sin  crimen. 


LOS  DESFALLBCIMISMTOS  T  LOS  DRSVIOS  37 

Véase  sino  á  donde  nos  conduciría  la  doctrina  opuesta 
— A  anular  la  Constitución — á  suprimir  las  contribucio- 
nes— á  vivir  bajo  el  imperio  de  la  fuerza,  en  medio  de  la 
anarquía  y  de  la   sangre. 

Se  debe  obediencia,  se  dice,  á  los  gobiernos  legítimos;  pero 
somos  nosotros,  un  partido,  unos  centenares  de  ciudadanoSi 
los  que  nos  encargamos  de  decidir  8i*hay  ó  no  tal  legi- 
timidad? 

Así,  pues,  la  legitimidad  de  los  gobiernos,  la  paz  de  la 
Nación  depende,  en  último  resorte,  de  la  voluntad  de  unos 
cuántos? 

En  valde  la  Constitución  ha  dicho  que  tal  cuestión  será 
resuelta  por  los  poderes  públicos,  y  en  general  por  el  Con- 
greso. Nosotros  declaramos  que  los  tales  poderes  son  de 
hecho  y  que  el  Congreso  es  ilegitimo. 

Resultado.  Tenemos  el  derecho  para  anegar  la  Nación 
en  sangre,  siempre  que  se  nos  ocurre,  porque  no  hay  otra 
regla  sino  nuestra  buena  voluntad  ó  nuestro  juicio  impar- 
cial y  recto.  Por  cierto  muy  imparcial  y  soberanamente 
repto  desde  que  nos  discernimos  el  triunfo,  contra  el 
fallo  del  juez  verdadero,  haciéndonos  á  la  vez  juez  y 
parte. 

He  ahi  la  doctrina,  puesta  en  transparencia. 

Es  necesario  salir  de  estos  extravíos  sin  justificación  y 
sin  nombre.  Las  revoluciones  no  han  fundado  derechos, 
ni  son  ejemplos. 

Los  movimientos  subversivos  anteriores  á  la  Constitu- 
cion,  no  pueden  ser  invocados,  porque  la  Constitución  se 
dio  precisamente  para  fundar  la  paz  pública  é  impedir  que 
los  ciudadanos  se  hagan  entre  si  la  guerra. 

Nuestro  gran  modelo  estaría,  por  el  contrario  en  el  año 
veinte? 

Hay  errores,  hay  deficencias,  hay  imperfecciones.  Pero 
errores,  deficencias  é  imperfecciones,  no  se  curan  cavando 
el  abismo  de  la  guerra  civil.  ¿Dónde  está  el  remedio?  En 
el  adelanto  de  los  pueblos,  y  en  el  ejercicio  de  las  mismas 
instituciones. 

He  ahí  lo  que  la  razón  proclama.  Una  pelea  en  las  calles 
ó  en  los  campos,  no  es  una  panacea  que  pueda  ser  reco- 
mendada entre  seres  racionales. 


38  OBRAS  DB  SAitMlEXTO 


HAN  DE  SER  HOIRXOOS  EN  LA  DISCUSIÓN 

(El  Nacional,  Eoero  U  1879.) 

Con  La  dación  actual,  no  hay  discusión  posible.  Solo 
nos  toca  rectíGcaria  y  hacerla  mantener  en  los  términos 
de  la  verdad  y  de  la  honradez  política. 

Pueden  sus  redactores  equivocarse ;  pueden  tener  razón; 
pero  no  les  es  permitido  sustituir  su  pensamiento  al  ageno 
y  tergiversar  las  aserciones. 

Tarea  ingrata,  pero  necesaria.  Puede  á  fuerza  de  inven- 
ciones, de  suposiciones,  embaucar  á  sus  lectores^  como  lo 
está  haciendo. 

Sin  mas  preámbulo,  entraremos  en  materia,  sobre  la 
legitimidad  de  los  gobiernos. 

La  Nación : 

«  La  República  Argentina  no  tiene  gobierno  de  derecho 
divino,  no  es  país  conquistado,  ni  está  sometido  al  poder 
brutal  de  la  fuerxa. 

El  Nacional : 

Convenido  en  todas  sus  partes;  por  eso  fueron  persegui- 
dos y  derrotados  los  que  en  Setiembre  apelaron  al  poder 
brutal  de  la  fuerza.    Fuerza  mas  bruta  no  ha  habido. 

«  La  Nación  tiene  un  pacto  que  es  la  Constitución.» 

Una  Constitución  es  una  ley,  y  no  un  pacto,  porque  no 
hay  partes  contratantes.  El  pueblo  no  pacta  consigo  mismo. 

Un  pacto  dice:  yo  haré.  Una  ley  dice:  tú  harás.  Los 
revolucionarios  del  Sur  de  los  Estados  Unidos,  pretendían 
que  la  Union  (la  Constitución)  era  un  pacto  entre  Estados, 
que  podían  rescindir  cuando  no  les  convieniese. 

La  Nación: 

«De  repente  nos  salen  al  encuentro  unos  alemanes,  que 
aplicándonos  las  leyes  de  Alsacia  y  Lorena,  se  apellidan 
conquistadores,  y  dicen :  oc  Somos  la  autorídad^  no  por  pació 
social^  no  por  la  Constitución^  sino  por  la  fuerxa. 

«c  En  adelante  nosotros  elegiremos  los  sucesores^  y  el  pueblo  obede- 
cerá. I  Ay  si  resiste  I  Esclavo  ó  emigrado,  y  tratado  como  asesino 
sino  se  somete.  Nos  declaramos  con  derecho  de  estérminarlos  sino 
acatan  ntiestra  autoridad,!» 

Falsiñcacion  de  texto,  poniendo  con  comillas  su  propio 


LOS  DSSFALXfCIllIENTOS  T  LOÍ  DE^MOS  39 

embuste,  para  hacer  creer  al  lector  que  tal  ha  dicho  El 
NíicioiuiL    Es  delito  en  lo  escrito,  lo  mismo  que  la  falsifica- 
ción de  escrituras  ó  pagares.    No  ha  dicho  El  yacioniü  nada 
de  eso. 
La  yacion : 

€  Nosotros  no  sabíamos    nada.de  tales  conquistadores 
alemanes.» 

Es  que  son  politicos  muy  crioUiíos,  que  no  saben  lo  que 
pasa  en   el   mundo,  ni  los    principios  mas  vulgares   del 
derecho  público.    No  teniendo  nadie  derecho  á  vivir  á  la 
sombra  de  gobierno  y  leyes  que  no  reconoce,  el  gobierno 
alemán  previno  á  los  alsacianos  que  quisiesen  conservai'^e 
franceses  y  no  alemanes,  abandonasen  el  territorio,  pues 
un  hombre  no  puede  ser  reconocido  extranjero  en  su  propio 
país.    Ningún  liberal  del  mundo  halló  abusiva  esta  medida^ 
solo  La  .V^cíoii^que  cree  que  se  puede  mascar  á  dos  carrillos, 
estar  bajo  la  protección  de  autoridades  que   desconoce,  y 
hacer  uso  del  derecho  de  derrocarlas. 
La  Nación: 

€  Nos  dicen  que  han  de  perseguir  las  doctrinas  disolven- 
tes, que  suprimiendo  las  formas  constitucionales  hacen 
reposar  la  legitimidad  de  los  gobiernos  en  una  pretendida 
legitimación  póstuna.» 
«Qué  formas  constitucionales?» 

c  La  fuerza,  la  conquista,  la  obediencia  ciega,  el  derecho 
de  castas  privilegiadas?! 
El  Nacional: 

No.  Esas  no  son  formas  constitucionales* 
Las  formas  constitucionales  son:  elegir  un  Presidente 
irrevocable^  por  seis  años,  teniendo  en  sus  manos  la  fuerza 
publica^  para  desarmar,  derrotar,  y  someter  á  los  tribuna- 
les (ó  perdonarlos)  á  los  impacientes  que  amotinan  el 
ejército  el  24,  de  Setiembre,  veinte  días  antes  que  se  cumpla 
el  término  de  su  mandato. 

Si  hay  duda  en  la  legitimidad  de  las  elecciones,  «  Las 
Cámaras  son  jueces  de  las  elecciones;  y  su  fallo  es  irrevoca- 
ble, no  obstante  lo  que  piensen  los  que  creen  lo  contrario ; 
pero  sin  derecho  de  apelar  á  las  armas,  dar  manifiestos, 
haciéndose  Jueces  de  elecciones,  y  sobre  todo  robándole  al 
Poder  Ejecutivo  su  propia  fuerza,  como  un  cajero  puede 
robarle  la  plata  á  su  patrón,  á  protesto  de  que   este  es 


40  OBRAtt  DE  SiLRMIBNTO 

tramposo  en  sus  tratos.     Esas  son  las  formas   constitu- 
cionales. 

La  Nación: 

Pero  cuando  hay  duda  sobre  la  legitimidad'  de  la  elec- 
ción, es  mejor  que  losdíüdenten  la  reconozcan.  «Entonces  no 
hay  legitimación  postuma. 

El  Nacional: 

Es  por  cierto,  muchísimo  mejor,  que  los  disidentes  la 
reconozcan.  Pero  la  legitimidad  de  las  elecciones  repu- 
blicanas en  Francia  y  en  todo  país  de  garbanzos,  no  viene 
de  que  los  imperialistas,  los  legitimistas,  las  reconozcan, 
sino  del  juicio  de  la  Asamblea,  que  las  declara  legítimas. 
Después  de  ese  juicio,  no  hay  duda  legal.  Nadie  de  afuera 
legítima  por  su  asentimiento  ó  consentimiento,  que  es  su 
deber  dar  aun  á  las  leyes  malas  antes  de  que  sean  dero- 
gadas. 

La  Nación: 

«Es  un  acto  político  de  gran  alcance,  y  una  corona  cívica, 
que  algunos  la  han  tenido  sin  comprenderlo,  estando  aun 
empeñados  en  desdeñar  lo  que  pocos  hombres    públicos 
podrán  alcanzar. 

«cEs  que  por  escarnio  se  llama  legitimación  postuma^  lo  es 
en  verdad  para  los  que  no  se  mostraron  dignos  de  mere- 
cerla, y  que  aun  fanatizados,  reniegan  de  la  distinción  que 
merecieron. 

«¿Cómo  es  posible  ofuscación  tanta? 

«¿Cómo  puede  arrojarse  con  desprecio  muestras  de 
distinción  que  harían  el  orgullo  noble  del  mas  ambi- 
cioso? 

«Pues  quét  será  dado  á  todos  decir:  Una  parte  de  mis  con- 
ciudadanos  me  eligió  Presidente  y  la  otra  parte  se  adhirió  á  mi 
elección^  apesar  de  creerla  viciosafv 

El  Nacional: 

No  estamos  discutiendo  asuntos  de  comadres;  sino  el 
valor  intrínseco  de  las  legitimaciones  postumas  por  in- 
dividuos. 

Puede  ser  tan  honrosa  la  adhesión  como  se  quiera,  y 
tan  indigno  el  Presidente  que  fué  objeto  (dudoso)  de  ella; 
pero  la  Constitución  manda  á  todos  adherir  á  las  leyes, 
elecciones  y  actos  del  Congreso,  y  no  es  acto  voluntario 
adherir  aunque  sea  legítimo  hacer  oposición  en  los  limi- 


LOS  DBSFALLBCIMIBNTOS  Y  LOlS  DESTIOS  41 

tes  de  esa  misma  constitución,  sin  hacer  revoluciones  de 
Setiembre  para  impedir  que  se  ejecuten  las  elecciones  y 
el  juicio  del  Congreso  sobre  ellas;  y  aun  después  de  someti- 
dos por  la  fuei*za  pública  á  órdenes  del  Presidente,  todavía 
en  maniSestos  y  proclamas,  sostener  que  no  le  hacen  al 
Presidente  que  los  perdonó,  el  honor  de  reconocerle  la  legi- 
timidad de  su  origen. 

La  Nación: 

«cY  resisten  lo  que  llaman  esta  ntuem  forma  de  gobierno  repur 
bUcanOy  que  dicen  es  desconocida  en  el  mundo  é  inconciliable  con  la 
libertad  y  con  la  tranquilidad  pública, 

«La  forma  republicana  consiste  en  la  libre  elección,  y 
el  acto  de  rivalidar  una  nula  ó  dudosa,  está  en  su  esen- 
cia, como  lo  acaban  de  practicar  los  norte-americanos, 
ante  una  elección  evidentemente  nula,  regularizándola 
patrióticamente  por  procederes  fuera  de  la  Constitución.» 

El  Nacional: 

Lo  que  acaban  de  practicar  los  norte-americanos,  no  es 
una  revolución  de  Setiembre^  ni  una  legitimación  de  un 
Presidente  electo  en  los  clubs  ó  en  los  campamentos  mili- 
tares, sino  una  decisión  del  Congreso,  juez  de  elecciones, 
y  que  como  todo  juez,  puede  asociarse  en  caso  grave, 
aunque  la  Constitución  no  lo  haya  previsto,  á  los  jueces  de 
derecho,  para  que  le  ayuden  con  sus  luces.  Esto  entra  en 
el  gobierno  republicano,  y  no  la  sublevación  de  los  demó- 
cratas porque  tenían  solo  un  voto  menos,  (nominalmente) 
que  los  republicanos,  y  tachaban  de  ilegítimas  varias  elec- 
ciones de  sus  contrarios  acaso  con  razón.  El  Congreso 
norte-americano  obró,  pues,  en  su  esfera. 

Pero  La  Nación  oye  cantar  el  gallo  y  no  sabe  donde. 
Oiga  algo  nuevo  que  ignora.  Hace  cuatro  meses  que,  hallán- 
dose en  inmensa  mayoría  en  la  Cámara  de  Diputados  de 
los  Estados  Unidos  el  partido  demócrata,  vencido  en  las 
elecciones,  como  aquí  en  el  74  los  nacionalistas,  se  presentó 
un  proyecto  de  ley,  para  revisar  los  registros  electorales 
de  cuatro  distritos  de  los  que  dieron  mayoría  á  Hayes,  y  de 
cuya  ilegalidad  habían  reunido  pruebas  que  creían  irre- 
cusables. 

Querían  abrir  nuevo  juicio  (non  bis  in  ídem)  sobre  las 
pasadas  elecciones  falladas  por  compromiso,  y  el  proyecto 
fué  sancionado. 


42  ORKAS    DK  8ARMIRNTO 

Entonces  el  General  Shertnan,  jefe  de  las  fuerzas  nacio- 
nales, en  un  banquete  dado  después  de  los  exámenes  de 
la  escuela  militar  de  West  Point,  hablándose  delante  de  los 
alumnos  de  aquella  resolución  de  la  Cámara  demócrata, 
dijo,  como  quien  no  quiere  la  cosa,  como  los  ministros 
ingleses  dicen  entre  la  potre  et  le  fromage  cual  será  la  poli* 
tica  del  gobierno,  el  General  Sherman,  que  no  entiende  de 
conciliaciones,  dijo:  que  le  constaba  que  el  Presidente  no 
admitiría  se  revocasen  sus  títulos  ó  se  abriese  juicio;  y  que 
él  era  el  brazo  ejecutor  del  título  del  Presidente  y  lo  sos- 
tendría con  las  armas  que  le  estaban  confiadas  por 
aquel. 

Los  demócratas  legitimadores,  ó  deslegitimadores  de 
Presidentes,  se  lo  tuvieron  por  dicho,  y  se  tragaron  su  pro- 
yecto revolucionario. 

Hay  mas  todavía;  y  es  que  procediéndose  á  elecciones 
de  renovación  de  la  Cámara  por  mitad,  dos  meses  después, 
el  pueblo  mandó  republicanos  en  mayoría  á  la  Cámara, 
que  es  republicana  ahora;  porque  así  corrige  el  pueblo  los 
errores  de  sus  Diputados,  sin  hacer  revoluciones,  y  sin  que 
un  quidan  tome  el  nombre  del  pueblo  para  protestar  contra 
sus  actos. 

Si  el  General  Rivas,  y  perdónenoslo,  porque  no  estamos 
hablando  de  negocios  de  la  Luna,  hubiese  tenido  en  Se- 
tiembre el  sentimiento  de  su  deber  mas  desenvuelto  que 
su  afecto  ó  respeto  por  un  antiguo  jefe  suyo,  y  se  hubiese 
producido  este  hecho  del  Teniente  General  Sherman,  habría 
contestado  á  los  que  le  indujeron  en  error,  porque  el  mismo 
participaba  de  él:  «yo  soy  el  ejecutor  de  los  títulos  de  Pre- 
sidente, y  no  Juez  de  elecciones,  buenas  ó  malas,  y  los 
sostendré  con  las  armas  que  ha  puesto  en  mis  manos».   Si 
hubiese  leído  la  causa  seguida  al  Mariscal  Bazaine,  por 
haber  entregado  una  fortaleza  y  ejércitos  sin  órdenes  del 
gobierno  de  hecho^  el  mas  irregular  que  haya  existido,  y 
obrando  por  su  propio  juicio,  habría  sabido,  por  su  condena- 
ción, cuales  son  los  deberes  de  un  militar  al  mando  de  fuer- 
zas.   Pero  sépase  al  menos  para  confusión  de  revoluciona- 
rios, que  abusaron  de  1^  consideración  que  le  inspiraban* 
que  no  se  levantó  contra  el  gobierno  del  conquistador  alemán 
y  demás  niñerías  de  aprendices  y  chicaneros. 
Deseáramos  que  el  Director  de  la  Escuela  Militar,  que 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  43 

fundó  el  conquistador  alemán  para  que  algún  día  los 
jefes  militares  sepan  cuales  son  los  deberes  de  su  oficio, 
les  haga  conocer  estos  hechos  y  el  juicio  del  mundo  sobre 
ellos. 

Digale  que  el  Congreso  y  no  lo»  demócratas,  ni  los  nacio- 
nalistas, son  ios  jueces  de  la  legitimidad  de  elecciones,  no 
los  Generales  de  los  ejércitos,  que  pueden  parecer  una 
casta,  como  dice  La  Nación^  de  un  pobre  ;diabIo  que  ni  ma- 
riscal es  siquiera,  ni  tiene  hijos,  ni  familia,  atribuyéndole 
que  nombra  Presidentes  conciliadores,  y  lo  que  sería  el 
olmo  dando  peras. 

A  La  Nacion'no  le  gusta  el  gobierno  de  castas  privilegiadas, 
ni  de  la  fuerza,  que  son  los  militares  que  alzan  el  poncho 
argentino,  criollito  de  toda  la  América  del  Sud,  con  pro- 
nunciamientos á  redoble  de  tambor,  con  manifiestos  contra 
gobiernos  de  hecho.  Nosotros  no  hacemos  ni  aconsejamos 
eso;  no  somos  argentinos,  somos  alemanes,  conquistadores 
en  Sedan  ó  la  Verde,  pues  lo  mismo  dá  ganar  que  perder  la 
batalla. 

— La  Nación:  La  fuerza  es  la  libertad. 

«  iLa  verdadera  forma  de  gobierno  republicano, «» ía  fuerza^ 
la  usurpación,  la  conquista,  la  negación  de  toda  Gonsti- 
tucion! 

Eso,  sí  que  es  desconocido  en  el  mundol 

\La  fuerza  es  la  libertad^  la  tranquilidad  públicat  Esto  es  mas 
que  paradoja,  es  engañar  á  los  conquistadores,  que  acaba- 
rán por  creerse  magistrados  de  derecho  divino,  y  precipi- 
tarlos en  violencias,  hasta  exterminar  á  los  que  desconozcan 
su  autoridad. 

«  Esto  es  un  jueguito  peligroso,  por  que  es  fácil  alucinar 
á  los  que  por  tener  mando  se  creen  infalibles,  y  después  vie- 
nen los  desastres. 

—  El  Nacional:  Eso  si,  que  es  desconocido  en  el  mundo. 

La  fuerza  es  el  complemento  de  la  ley.  Una  ley  no  dice: 
suplico  á  usted  que  haga  esto  que  mando;  sino:  tu  harás 
esto,  so  pena  de. ...  el  castigo.  Se  publica  con  fuerza  de  ley 
para  que  sepan  todos  que  es  un  mandato  imperativo,  y  no 
un  consejo.  La  fuerza  pública,  viene  en  seguida  á  dar  fuerza 
á  la  ley,  si  es  resistida. 

En  Inglaterra,  el  Juez  de  Paz  convoca  á  los  vecinos  y 
transeúntes,  para  disolver,  aprehender  y  castigar  á  los  gru- 


44  OBRAS  DB  SARXUnUTO 

pos  que  resisten  á  la  ley  ó  perturban  la  tranquilidad.  En 
el  Elstado  de  Massachusets,  tiene  de  multa  trescientos  fuer- 
tes el  paseante  que  no  obedeciese  á  la  orden  de  armarse  y 
pelear  contra  todo  grupo  que  pase  de  cien  personas  arma- 
das de  palos  para  resistir  al  Scherif  (lo  del  Azul.) 

Las  ciudades  están  día  y  noche  custodiadas  por  fuerzas, 
para  mantener  la  tranquilidad  pública.  París  tiene  ademas 
setenta  mil  hombres  de  guarnición.  En  los  Estados  Unidos 
viene  el  ejército  á  guardar  la  tranquilidad  de  las  elec- 
ciones. 

En  Nueva  York,  se  anuncia  un  día  antes  donde  están 
colocadas  las  fuerzas^  y  hay  dos  vigilantes  en  cada  mesa, 
con  autoridad  propia  para  prender,  sino  son  electores,  y  por 
la  mesa  si  perturban. 

El  Presidente  es  jefe  del  ejército,  y  coloca  las  fuerzas 
donde  lo  cree  conveniente. 

Una  República  no  es  un  Beaterío,  gobernado  con  oracio- 
nes por  la  Madre  Superiora.  Es  una  reunión  de  hombres 
libres  en  los  limites  de  la  Constitución  y  bajo  el  imperio 
de  las  leyes,  que  no  son  la  conciliacioni  sino  que  traen 
la  sanción^  la  condenación  y  el  castigo. 

La  Nación: 

«c  Podemos,  pues,  dejarnos  de  bromas  y  colocar  la  cueS' 
tiou  como  es. 

c  La  Constitución  es  la  ley.  Gobernantes  y  gobernados  le 
deben  obediencia.  La  resistencia  es  legítima  contra  los 
revolucionarios,  (que  son  los  que  infringen  la  ley  suprema 
que  está  sobre  todas  las  cabezas,  sean  gobiernos  ó  pue- 
blos.) 

«  La  infracción  no  dá  derecho  al  levantamiento  armado, 
Bino  cuando  están  cerrados  los  caminos  legales. 

ff  Un  gobierno  elector  es  revolucionario,  -y  puede  obligar 
al  pueblo  á  armarse  para  defenderse. 

«  La  paz  reposa  en  los  gobiernos  legítimos. 

«  Contra  estos,  no  hay  revoluciones». 

El  Nacional: 

Esto  si  que  no  había  oído  el  mundo  hasta  ahora. 

Llamar  revolucionarios  á  los  gobiernos,  para  aplicarles  esta 
disposición  de  la  Constitución. 

El  pueblo  no  delibera  ni  gobierna,  sino  por  sus  represen- 
tantes creados  por  esta  Constitución,  (el  Congreso  mons- 


LOS  D8SFA.LLBGIMIBNT0S  Y  LOS  DESVÍOS  45  ^ 

truoso  de  1874,  que  declaró  válidas  las  elecciones),  y  por  las 
autoridades  creadas  por  esta  Constitución  (el  Presidente 
Avellaneda.) 

Toda  fuerza  armada,  (el  ejército  al  mando  del  General 
Rivas)  ó  reunión  de  personas  que  se  atribuye  los  derechos 
del  Pueblo  (los  del  cónclave  nacionalista)  y  peticione  & 
nombre  de  este,  (el  pueblo  argentino  que  armó  40.000 
hombres  contra  los  nacionalistas,  y  los  desarmó  en  la 
Verde,  y  los  perdonó  mas  tarde).  Comete  delito  de  sedic- 
don. 

Y  está  por  tanto,  fuera  de  la  Constitución  y  las  leyes. 

No  habla  de  gobiernos  electores,  ni  deja  á  los  revolucio- 
narios el  derecho  de  decidir  si  es  legitimo  ó  no  el  gobierno 
contra  quien  se  arman. 

Sin  eso,  no  hay  Constitución. 

La  enmendaríamos,  agregándole  este  articulo: 

«  Cuando  unos  niños  viejos  y  traviesos,  con  charasca 
algunos  y  con  botas  de  pleiteante  otros,  decidan  fuera  d^''la 
representación  etc.,  que  el  doctor  Avellaneda  es  alemán, 
conquistador,  refractario,  usurpador,  ilegitimo  y  forzador. . . 
queda  suspendida  la  garantía  fundamental  de  toda  Consti- 
tución, y  no  cometen  delito  de  sedición,  sino  por  el  contra- 
río se  les  debe  una  caja  de  confites,  del  Águila  ó  del  Gas» 
para  que  se  diviertan. 

c  La  paz  reposa  en  los  gobiernos  ilegítimos.  Contra  estos 
no  hay  revoluciones». 

Supongamos  que  el  del  primer  Napoleón  era  legitimo, 
pues  contra  él  no  hubo  revoluciones. 

Contra  Luis  Felipe,  hubo  seis  años  de  tentativas^  y 
íué  derrocado  por  una  revolución  sin  plan,  sin  propósito 
sin  bandera. 

El  Presidente  Cavaignac,  electo  por  la  Francia  republica- 
na, suprimió  en  tres  días  sangrientos  de  combates,  la  revo- 
lución que  intentaron  Paris  y  los  socialistas. 

Napoleón  III  fuá  legitimo  de  origen,  puesto  que  no 
hubo  revolución  contra  él.  Prisionero  en  Sedan,  hubo 
en  París  una  pueblada  (2.000)  para  destronar  á  una 
mujer. 

La  Comuna  fué  legitima»  por  que  la  fuerza^  en  ocho  días 
de  combate,  la  fuerza  de  los  versailIeses,como  ellos  decían, 
los  sometió. 


i: 


40  OBRAS    l>tt  8AKU1BNT0 

No  era  legitimo  el  Gobierno  de  Lincoln,  puesto  que  diez 
Estados  se  sublevaron;  y  contra  los  gobiernos  legítimos  no 
hay  revolución. 

No  solo  no  era  legítimo,  pero  ni  aun  le  valió  al  Pre- 
sidente Sarmiento  la  legitimación,  puesto  que  hubo  revo- 
lución. 

No  era  legítimo,  puesto  que  Jordán  se  alzó,  y  no  hay 
revolución  sino  contra  gobiernos  legítimos. 

Y  contra  majaderosl 

EL  CONTRATO  SOCIAL  EN  LA  REPOBLICA  ARGENTINA 

{ti  Nacional,  Enero  14  de  4879.) 

Tienen  un  pacto  locla],  en  el  orden  político^  qae  es 
la  Constítncion,  porque  nna  ConsUtncion  escrita  es  el 
pacto  entre  la  soberanía  del  pueblo  y  el  gobierrio  UnU» 
iodo,  según  lo  definen  los  constituclonalistas 


Hace  pocos  años,  en  una  carta  del  Chacho,  vimos  con 
sorpresa  la  frase:  porvenir  maravilloso.  En  los  Llanos,  en  la 
Bioja,  entre  rudos  campesinos,  porvenir  maravittoeoí 

Frase  de  Rivadavia!  tema  de  las  burlas  de  sus  enemi- 
gos. El  porvenir  maravilloso,  que  aguardaba  á  la  Repú- 
blica! La  frase  olvidada  ya,  habría  quedado  en  la  tradición 
populari 

Encontramos  en  estos  días,  en  un  diario  viejo,  rejuvene- 
cido con  las  canas  pintadas  para  parecer  de  esta  vida,  la 
frase  pacto  social^  el  contrato  social  de  Rousseau,  el  pacto 
celebrado  entre  los  primeros  hombres  que  se  constituyeron 
en  sociedad,  el  pacto  de  Thomas  Payne  en  los  Estados 
Unidos,  y  nos  restregamos  los  ojos,  una  y  dos  veces,  para 
asegurarnos  deque  decía  pacto  social;  y  pacto  social  dice  en 
1879  un  escritor,  bajo  el  imperio  de  una  Constitución  escrita; 
y  tan  diQ^  pacto,  que  saca  las  consecuencias  de  todo  pacto 
do  ut  des  contrato  de  daca  y  toma,  por  lo  cual  «rsolo  debe- 
mos respeto  á  los  gobiernos  legítimos — nos  negamos  á  oiecfecer,  y 
como  es  natural,  no  nos  dejamos  exterminar.» 

Tenemos  pues  el  contrato  social  de  Rousseau,  que  para 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  47 

fundar  la  razón  del  contrato  social  estableció  lo  que  pare- 
cía verdad,  entonces,  protestando  contra  los  hechos  histó- 
ricos y  en  vindicación  de  la  dignidad  humana,  «que  el 
hombre  ha  nacido  libre,  y  que  por  todas  partes  se  le  en- 
cuentra encadenado.» 

Un  siglo  mas  tarde,  las  ciencias  naturales  se  aunan  para 
probar  que  el  hombre  fué  un  mono,  que  al  través  de  milla- 
res de  siglos  se  ha  venido  perfeccionando;^  pero  si  no  se  han 
encontrado  todavía  las  pruebas  fósiles  de  la  transformación 
gradual,  los  rastros  imperecedores  que  ha  dejado  el  hombre 
primitivo,  el  hombre  prehistórico,  muestra,  fuera  de  con- 
troversia, que  fué  en  Europa  salvaje  mas  miserable,  mas 
desnudo,  mas  infeliz  é  ignorante  que  Catriel,  Pincen,  y  sus 
tribus  traídas  hoy  á  Buenos  Aires  y  repartidas  en  la  pobla- 
ción. Las  tribus,  tomado  el  Cacique  prisionero,  se  han 
presentado  voluntarias,  porque  en  la  destitución  y  desam- 
paro del  hombre  primitivo,  esta  es  la  noción  primitiva  de 
gobierno,  la  adhesión  al  Cacique,  que  es  como  la  encar- 
nación de  la  sociedad,  es  decir  la  autoridad  personal,  que 
aun  conserva  vestigios  entre  nosotros  y  en  Europa,  y  puede 
explicar  un  poco  la  adhesión  de  los  que  siguen  á  un  jefe 
de  partido,  lo  derroten  ó  venza,  sea  delincuente  ó  justo,  y 
legitiman  y  desligitiman  gobiernos  que  no  sean  el  del 
Cacique.  ^ 

Tenemos  mucho  de  nuestros  padres  los  indios,  de  Catriel, 
Rosas^  Quiroga,. ...  no  seguimos,  porque  es  larga  la  lista. 

Se  propuso,  pues,  al  mundo,  restablecer  el  imaginario 
pacto  social  primitivo,  y  destruir  las  iniquidades  que  los 
siglos,  la  conquista,  la  usurpación,  habían  venido  acumu- 
lando sobre  la  cabeza  del  pueblo;  y  un  día  el  pueblo  (francés) 
veinte  y  cuatro  millones  de  hombres,  la  mayor  parte  igno- 
rantes, fanatizados  por  la  idea  del  contrato  social,  empren- 
dieron, interrumpiendo  de  golpe  la  cadena  histórica  y 
derrumbando  la  armazón  del  gobierno  tradicional,  devol- 
ver al  hombre  la  igualdad  primitiva,  y  para  ello  guilloti- 
naron millón  y  medio  de  hombres  desiguales,  por  ser 
clérigos,  nobjes,  ricos,  ilustrados,  ó  indeferentes  siquiera, 
y  como  saber  leer  era  también  una  desigualdad,  enorme^ 
en  un  pueblo  ignorante  en  general,  declararon  aristócratas  á 
los  que  sabían  leer  y  escribir. 
La  revolución  para  hacer  la  igualdad  de  la  fraternidad  y 


í 


48  OBRAS   DM  flAHHllINTO 

la  libertad  la  ley  universal,  produjo  el  imperio  de  un  sol- 
dado feliz»  y  el  pueblo  libre  no  conoció  mas  ley  que  la 
disciplina  militar  de  los  ejércitos,  ni  otra  igualdad  que  la 
>,  de  llegar  uno  á  mariscal,  por  cada  cien  mil  que  muriesen 

en  los  campos  de  batalla,  ni  mas  fraternidad  que  la  de 
matar  otro  millón  y  medio  de  hombres,  para  extender 
por  toda  Europa,  no  ya  la  libertad,  sino  ]a  conquista  ¿ 
merced  de  la  ambición  de  un  sublime  loco,  atrasado  en 
ideas  de  gobierno.  No  seguiremos  á  este  pueblo  en  su  pere- 
grinación de  cuarenta  años  por  el  desierto,  hasta  llegar 
recien  hoy,  mutilado,  vencido,  deshauciado,  desencantado 
del  pacto  social,  &  buscar  en  otras  ideas  las  bases  del 
gobierno. 

Y  había  un  buen  ejemplo  que  seguir.  Otra  nación,  la 
que  los  derrotó  y  humilló,  con  la  incomovible  base  de  su 
poder,  la  Inglaterra,  libre  de  siglos  atrás,  no  habla  empren- 

;  pido   hacer  iguales  á  los  hombres,  rehacer  el   gobierno 

I  bajo  bases  racionales,  sino  que  aceptando  su  gobierno  de 

I  un  conquistador,  que  se  iml)uso  rey,  con  sus  generales 

que  se  llamaron  lores,  es  decir,  señores,  se  distribuyeron 
el  poder,  que  hicieron  hereditario,  y  bajo  esa  base  inicua  se 
fué  desenvolviendo  un  gobierno,  entre  el  rey  y  los  lores,  el 
pueblo  conquistado  fué  adquiriendo  libertades  y  un  poco  de 
representación  en  otro  Parlamento  donde  hacia  oír  sus 
;  quejas,  hincados  de  rodillas  el  speacker  ú' orador,  que  así  se 

llama  hasta  ahora  el  Presidente  de  los  Ck)munes,  (délos 
I  no  privilegiados)  hasta  que  se  les  reconoció  la  facultad 

de  imponer  derechos  y  contribuciones  al  pueblo,  lo  que 
no  podían  hacer  ni  el  rey  ni  los  lores. 

Y  con  estos  sencillos  principios,  casi  la  mayor  parte  de^ 
pueblo  privado  del  derecho  de  elegir  Diputados,  que  solo 

j  tenían  ciertas  corporaciones,  aldeas  y  ciudades,  han  llegado 

hasta  nuestro  tiempo,  sin  hacer  revoluciones,  avanzando 
poco  á  poco  el  pueblo  en  franquicias  electorales  y  en  seguri* 
dad  y  justicia;  hasta  que  han  dado  al  mundo  sus  institucio- 
nes, á  la  geografía  una  república  como  los  Estados  Unidos,  y 
á  su  país  el  dominio  de  la  India,  el  África,  y  la  posesión  de 
diez  mil  islas  en  todos  los  mares,  que  sus  naves  dominan. 

Las  colonias  inglesas,  pobladas  por  los  perseguidos  de 
la  madre  patria,  á  causa  de  opiniones  religiosas,  puritanos, 
católicos,  cuákeros,  anabaptistas,  etc.,  cuando  eran  ya  una 


hOa  DBSFALLUCIMUENTOS  Y  LOS  DBSYIOS  49 

nación,  y  en  nombre  del  derecho  de  estar  representadas 
en  la  Gánciara,  único  poder  que  puede  imponer  derechos, 
y  representadas  por  un  Congreso  de  las  colonias,  de  Dele- 
gados del  pueblo  y  no  el  pueblo  mismo  ó  un  militar  como 
Washington,  se  vieron  forzadas  á  darse  un  gobierno  general, 
después  de  conquistar  su  independencia,  y  entonces  llegó 
la  ocasión,  única  en  el  mundo,  de  celebrar  un  pacto 
social. 

PACTO    SOCIAL 

Se  celebró  entre  las  partes  contratantes,  trece  Estados,  un 
contrato  de  Confederación,  que  se  redujo  á  escritura  pública 
y  se  proclamó  bajo  el  titulo,  no  de  Constitución,  palabra  que 
no  existia  todavía,  sino  de  los  Nueve  artículos  de  Confede- 
ración, por  los  cuales  cada  parte  contratante  se  gobernarla 
por  sus  propias  leyes,  obligándose  cada  uno  á  dar  un  con* 
tingente  proporcional  de  soldados  para  la  defensa  común, 
y  una  suma  de  dinero  para  los  gastos  de  defensa  y  repre- 
sentación en  el  exterior,  y  pago  de  las  deudas  contraidas, 
pacto  que  pareció  la  octava  maravilla  del  mundo,  el  Pacto 
Federal,  el  Contrato  Social. 

Pero  como  el  cumplimiento  de  los  pactos  está  confiado  á 
Hl  ejecución  de  cada  parte  contratante  voluntariamente,  la 
experiencia  fué  haciendo  ver  que  un  Estado  siendo  muy 
pobre,  ó  poco  delicado,  no  mandaba  al  tesoro  la  suma  que 
habia  convenido  pagar,  y  que  Santiago,  uno  de  los  Estados, 
no  mandaba  contingentes  para  el  ejército,  con  lo  que  los 
indios  continuaban  sus  depredaciones,  y  la  marina  no  podía 
guardar  las  costas.  Teniendo  enormes  deudas,  y  enorme 
papel  de  crédito,  y  no  teniendo  recursos  la  nación  por  pacto 
voluntario,  el  papel  se  daba  á  dos  mil  pesos  por  uno,  y 
el  ejército  estaba  reducido  á  cuarenta  y  cinco  soldados, 
al  fin. 

Todo  esto,  en  nueve  años  de  experiencia,  con  lo  que 
sacaron  en  limpio  que  el  gobierno  no  se  funda  gn  pactos 
entre  los  gobernados  y  una  autoridad  limitada,  sino  que  se 
necesita  un  poder  coercüivo^en  virtud  de  ley,  obligatoria  para 
todos  y  con  fiurza  para  ejecutarla. 

Tomo  zl.^4 


■ 


I 


'T . 


I 


50  OBKAS   1>K  «AHMIBMTO 


CONSTITUCIÓN 

Entonces  se  dictó  una  Constitución  de  gobierno,  no 
fundada  en  pactos  voluntarios,  sino  en  ley  obligatoria, 
creando  un  Poder  Ejecutivo  con  fuerza  material,  para  obli- 
gar k  Estados  y  particulares  á  obedecer,  sin  preguntarles 
si  hallaban  buena  ó  justa  la  ley,  legítima  ó  ilegitima  la 
autoridad  en  virtud  de  la  Constitución;  y  han  trascurrido 
sesenta  años  de  prosperidad  asombrosa,  sin  perturbación, 
sin  que  por  eso  se  crea  que  entre  mil  gobernadores  nom- 
brados en  ese  lapso  de  tiempo  por  los  partidos,  no  haya 
habido  cien  ó  mas^  malos,  ignorantes,  mal  electos,  como 
que  el  vulgo  es  mayor  en  número  que  la  gente  educada,  y 
en  todas  partes  se  cuecen  habas. 

Pero  habiendo  antagonismo  social  é  industrial  entre 
los  pueblos  del  Sur  y  los  del  Norte,  los  unos  con  trabajo 
esclavo,  y  los  otros  con  salarios,  empezó  á  revivirse,  hace 
veinte  años,  la  antigua  doctrina  del  contrato  social,  pre- 
tendiendo Galhoum,  en  su  obra  famosa  iVín<^fe9  on  govem- 
meni  que  la  unión  de  los  Estados,  era  pacto  y  no  ley;  que 
los  pueblos  que  lo  firmaron  podían  revocarla,  sino  les  con- 
venia continuar,  y  cuando  estuvo  preparado  el  terreno, 
se  separaron  diez  Estados,  ó  intentaron  separarse,  por  otros 
medios  que  los  prescritos  por  la  Constitución,  que  obliga 
á  todos,  jurando  no  obedecer  al  Presidente. 

Un  millón  de  vidas  y  siete  mil  millonea  de  pesos  gastados, 
hicieron  ver  con  la  victoria  de  la  Constitución,  impuesta 
por  la  fuerza  de  las  armas  y  la  coerción,  que  las  Consti- 
tuciones no  son  pactos  que  las  partes  contratantes  romperán 
á  su  beneplácito,  sino  leyes,  que  obligan  á  todos,  so  pena  de 
castigo  al  que  la  viole,  antes  de  ser  reformada  por  sus  re- 
presentantes en  Congreso. 

Si  Greemke  dice  algo  en  contrario»  es  que  Greemke 
escribió  en  184&  en  Cincinati,  en  el  sentido  de  las  ideas 
del  Sur. 

En  1865  no  se  encontraba  en  las  librerías  de  derecho,  en 
Nueva  York  ni  Boston,  no  conociendo  los  libreros,  tal 
autor  de  circunstancias,  de  polémica,  despreciado  por  los 
estadistas  del  Norte. 

Gomo  en  Francia,  como  en  los  Estados  Unidos,  como  en 


LOS  DBSFALLBCIMIBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  51 

Buenos  Aires,  la  idea  de  la  Constitución,  pacto  y  no  ley, 
no  se  ha  signiñcado  sino  para  hacer  revoluciones,  para 
separarse  de  la  nación  y  dar  armas  á  los  anarquistas,  como 
los  que  hoy  sostienen  que  obedecerán  solo  á  los  gobiernos 
que  cada  cual  juzgue  legítimos,  con  la  desvergüenza  de 
que  basta  que  el  primer  ambicioso  diga:  este  gobierno  es 
de  hecho,  según  nuestra  cuenta,  en  Méjico  ó  en  Buenos  Ai- 
res, para  desquiciar  la  sociedad. 

AL  FINJ 

ESTAMOS  DE   ACUERDO 

{El  Nacional,  Enero  15  de  1879.) 

«Van  cediendo  las  paradojas  ante  la  fuerza  irresistible 
de  los  principios  constitucionales.»  dice  La  Nación,  y  nos 
congratulamos  de  ello. 

T  luego  añade: 

«No  hablemos,  pues,  mas  de  conquistas,  ni  de  alemanes,  pi 
de  autoridades  de  derecho  divino,  ni  de  parias,  y  cesen  las 
amenazas  de  esdaviaar  ó  desterrar,  ó  matar  como  asesinos, 
exterminando  á  los  pueblos  que  resistan,  porque  para  bro- 
ma ya  basta,  pues  nadie  cree  estas  patrañas,  ni  pierde  el 
sueño  por  estas  amenazas.» 

Basta  de  broma  de  parte  de  quien  ha  inventado  estas 
patrañas,  indignas  de  hombres  instruidos,  ó  que  preten- 
den serlo.  No  han  habido  mas  amenazas  que  la  insinuada 
por  La  Nación,  diciendo  que  si  las  palabras  (nuestras  se 
entiende)  se  convierten  en  hechos,  y  provocan  combate 
(de  parte  de  los  suyos)  no  se  sabe  quienes  morirán.  Obser- 
vación que  seria  estúpida,  sino  fuese  significativa,  pues  es 
ciencia  que  nadie  posee,  saber  quien  morirá  donde  hay 
combate.  Mueren  por  ejemplo  Borges,  Timóte,  Catalán, 
Ivanowski,  sin  combate  y  millares  de  infelices,  que  no  saben 
quien  los  mata. 

No  le  hemos  aconsejado  á  La  Nadan  ser  prudente,  porque 
aunque  estén  lejos  las  elecciones  (donde  se  mata),  pueden 
inflamarse  las  pasiones  etc. 

No  hemos  dicho  á  La  Naeion  que  es  jueguiio  peligroso,  com- 
batir sus  bromas. 


}     < 


t 


52  OHKA8   DB  MAKMIBNTO 

Veamos  los  puntos  en  que  hemos  llegado  k  un  acuerdo. 

fíLa  Constittu:ion  prescribe  ¡a  forma  y  tiempo^  k  los  seis  años 
de  electOy  12  deOctubre^  de  elegir  Presidetite.T^ 

Estamos,  pues»  de  acuerdo»  en  que  el  24  de  Setiembre 
se  cometió  un  crimen»  violando  la  forma  y  tiempo  de  la 
renovación. 

aEl  Congreso  es  juez  de  sus  elecciones^  ó  de  las  que  le  estén 
confiadas.^ 

Estamos»  pues»  de  acuerdo»  en  que  un  partido»  tomando 
el  nombre  del  pueblo,  cometió  un  crimen»  sustituyéndose 
al  Congreso,  y  re-juzgando  las  elecciones. 

Los  actos  del  Congreso j  debidamente  proclamados^  son  leyes. 

Las  leyes  obligan  á  iodos  los  habitantes^  no  por  ser  buenaSf  sino  por 
ser  leyes;  dura  lex  sed  lex. 

Estamos  de  acuerdo  en  que»  proclamada  'como  fué  debi" 
damente,  es  decir  por  el  cúmplase  del  efeeutivOf  que  es  lo  que  dá 
&  la  sanción  del  Congreso  fuerza  de  ley»  el  que  se  consti* 
tuyo  en  speaker  de  los  amotinados»  no  pudo  sin  crimen  decla- 
rar gobierno  de  heeho^  al  que  se  proclamó  debidamente^  es 
decir  con  el  cúmplase  del  Ejecutivo»  Presidente  de  la  Repú- 
blica: 

dBkta  obediencia  es  impuesta  por  la  fuerza  que  se  Uama  la  sanción 
déla  tey^  la  pena  y  el  castigo.^ 

Habiendo  faltado  á  esa  obediencia  los  que  declararon 
gobierno  de  hecho  al  debidamente  proclamado,  y  for- 
mando combinaciones  demasiado  numerosas  para  citarlos 
á  comparecer  ante  la  justicia  ordinaria  impotente  para 
prenderlos»  el  Ejecutivo»  encargado  de  hacer  cumplir  las 
leyes»  usando  la  fuerza  que  para  eso  ha  puesto  en  sus 
manos  la  Constitución»  en  la  Verde  disipó  los  grupos»  pren- 
dió á  los  delincuentes»  y  los  entregó. ...  ¿.la  conciliacionf . . . 
(Justo  castigo  de  tan  gran  crimen! 

Para  mas  abundamiento»  La  Naeion  añade  segunda  vez» 
prescribiendo  la  Constitución  la  forma  y  tiempo  de  elegir 
el  Presidente»  nadie^  puede  alterarla»  sino  se  reforma  la 
Gonstitucionll 

Parece  que  está  todo  concluido!  Lejos  de  eso!  Va  á  prin- 
cipiar la  cMeana^  k  borrar  con  el  codo  lo  que  escribió  con  la 
mano;  á  establecer  el  distingue,  negó  menorem^  que  Ascasubl 
traducía,  eso:  á  sigun  y  conforme! 

Ahora  bien;  dice*    «Un  Presidente  electo  en  la  forma  y 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  53 

«  tiempo  que  esta  prescribe,  se  propone  hacer  que  su  suce- 
«  sor  se  elija  en  otra  formaf  es  decir  que  en  vez  de  elegir 
«  el  pueblo,  sea  electo?^por  el  Presidente  saliente.»  Apli- 
quemos la  casuística  á  otro  caso. 

Ganada  como  se  perdió  la  Verde,  nombraría  el  que  la 
hubiese  ganado  Presidente  Provisorio,  que  convocaría  á 
elecciones  en  tiempo  inddndoj  y  saldría  electo  Presidente 
por  unanimidad! 

Este  caso  es  admisible,  porque  tendría  las  formas  exte- 
riores de  un  hecho  histórico. 

Habría  habido  una  batalla,  cosa  de  que  nadie  puede 
dudar,  habría  habido  un  gobierno  Provisorio  etc.  Esto  ha 
sucedido  cien  veces,  en  lá  historia  de  los  pueblos,  y  entre 
nosotros  después  de  Caseros  y  Pavón. 

Pero  para  establecer  una  excepción  á  las  reglas  de  la 
Constitución,  para  hacer  correr  sangre,  no  se  puede  decir 
que  un  Presidente,  dejando  á  un  lado  la  tramitación  esta- 
blecida, «eligió  á  su  sucesor»,  sino  hay  un  decreto  suyo,  en 
virtud  del  cual,  conste,  á  no  dudarlo  nadie,  ni  negarlo  él 
mismo,  que  nombró  tal  sucesor. 

Asegurar  que  tal  hecho  existió,  por  simples  aserciones 
personales^  por  conjeturas  ó  equívocos  de  palabras,  ó  per- 
versión de  juicio,  es  faltar  á  las  mas  simples  reglas  del 
raciocinio.  Un  pueblo  no  puede  áer  inducido  á  pasar  por 
encima  de  la  Constitución,  á  negar  que  vio  hacerse  elec- 
ciones en  quinientas  ó  mil  mesas  electorales  en  toda  la 
República,  y  á  afirmar  por  el  contrario  que  en  cada  una  de 
ellas  vio  al  Presidente  ó  votando,  ó  impidiendo  que  votasen. 
Es  necesario  ocultarse  que  vieron  en  efecto,  reunirse  un 
Congreso,  que  era  el  mismo  Congreso  que  habían  visto 
antes,  examinar  unas  listas,  discutir,  sancionar  y  procla- 
mar un  Presidente,  etc. 

Es  pueS|  una  indisculpable  superchería,  fingir  un  caso 
imposible  en  su  esencia,  tal  como  que  un  Presidente  se 
nombre  sucesor,  en  presencia  de  los  actos  públicos,  que 
desmienten  la  aserción. 

Pondremos  un  caso  posible,  para  que  se  aplique  este 
sistema  de  excepciones. 

Supóngase  que  de  la  noche  á  la  mañana,  el  Presidente 
improvisa  personaje  político  k  un  Juez  muy  honorable;  le 
hace  Ministro,  y    lleva  á  cabo  una  política  á  que  no  han 


1 


54  OBRAS  1>B  8AKUIKMTO 

subscrito  cuatro  ó  mas  ministros  dimisionarios.  Supóngase  ^ 
que  es  fama  que  el  Presidente  no  ha  escusado  emitir  su 
opinión  de  que  haría  un  excelente  sucesor  suyo  este  minis- 
tro; que  conste  de  ios  diarios  que  se  hablaba  de  combina- 
ciones con  el  partido,  á  quien  favorecia  dicho  Presidente 
con  su  política,  y  que  en  conñrmacion  de  estos  rumores  se 
hiciese  ostentación  de  la  buena  inteligencia  entre  ministros 
y  amnistiados  con  el  favorito  del  Presidente,  y  que  siguiendo 
el  rastro  de  estos  antecedentes,  y  poniendo  atención  á  los 
actos  posteriores  que  habrán  de  desenvolverse,  saliese  en 
efecto  nombrado  sueeior  def  Presidente  actual,  el  Ministro  que 
sacó  repentinamente  á  luz  sin  antecedentes  políticos,  y  no 
solo  el  partido  vencido  se  persuada,  sino  el  buen  sentido 
también  acepte  que  se  ha  nombrado  el  Presidente  un 
sucesor. 

Qué  se  hace  entonces? 

Aplique  La  Nación  ageste  caso  verosímil  y  práctico  su 
propia  doctrina. 

Los  que  escriben  La  Nadan  dirán:  «Nosotros  decimos, 
«  (son  sus  propias  palabras)  que  ese  nombramiento  es  nulo, 
«  inconstitucional,  y  que  no  se  debe  obedieneia  á  semejante 
«  usurpación.» 

«cQue  el  pueblo  (es  La  Nación  la  que  habla)  no  teniendo 
«  otros  arbitrios  preferibles^ puede  acudir  á  la  bevoluoion.» 

Si  se  pretende  que  el  Congreso  decidirá  en  justicia,  recor- 
daremos que  La  Naden  en  un  artículo  «Buenos  Aires  libre», 
ha  asegurado  que  el  futuro  Congreso  será  renovado  bajo  el 
imperiode  la  condUadon,  que  es  la  política  del  Presidente  y  la 
obra  del  Ministro  hoy.  Presidente  mañana,  y  por  tanto 
estará  eoniaminado,  como  lo  dice  del  que  proclamó  Presidente 
al  actual,  para  tacharlos. 

Hé  aqui,  pues,  la  aplicación  de  la  doctrina  de  la  revolu- 
ción, contra  todo  Presidente  que  se  considere  que  se  ha  dado 
un  sucesor. 

Nosotros  no  aconsejaríamos  al  pueblo  siguiese  tan  funesta 
doctrina,  si  la  parte  de  pueblo  que  no  acepta  esta  recomen- 
dación y  apoyo  de  un  Presidente  para  darse  un  sucesor,  no 
es  bastante  numerosa,  compacta  é  inteligente  paradesba-* 
ratar  las  intrigas  y  los  trabajos  de  seducción  que  ayuda- 
rían al  éxito;  le  aconsejaríamos   obedecer    la  ley  que  lo 


LOS  DBSFAIiLBCIMIBNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  55 

proclamase  Presidente,  apelando  á  otras  elecciones  para 
obtener  satisfacción. 

Las  prescripciones  de  la  Constitución,  que  prohiben 
armarse  al  pueblo,  es  decir,  hacer  revolución^  añade 
La  Naehn^  no  rijen  contra  «conquistadores  y  usurpadores.» 

La  Constitución  no  hace  esas  excepciones^  y  el  uso  que 
de  la  revolución  haría,  según  su  doctrina,  darla  por  resul- 
tado un  conquistador  y  un  usurpador  como  en  Pavón. 

Traer  á  colación  la  conquista  de  los  ingleses  en  1807, 
cuyas  autoridades  debíamos  obedecer,  á  estar  &  nuestras 
propias  doctrinas,  es  llevar  la  casuística  al  delirio.  Estamos 
obligados  á  obedecer  esta  Constitución  y  las  autoridades 
creadas  por  ella,  y  no  por  los  ingleses.  Debemos  armarnos, 
para  sostener  nuestro  propio  gobierno,  y  nuestras  propias 
leyes  y  constitución,  contra  enemigos  exteriores  é  inte- 
riores. 

La  Constitución  no  dice  autoridades  establecidas,  ni  auto* 
ridades  legitimas,  sino  autoridades  creadas  por  esta  Consti- 
titucion  que  no  crea  conquistadores,  sean  ingleses  ó 
argentinos,  en  un  campo  de  batalla.  Las  autoridades  son 
legítimas,  si  revisten  las  formas  legales,  k  saber,  procla- 
madas, en  nuestro  caso,  por  el  Congreso,  que  es  el  juez  de 
elecciones,  juez  legítimo,  (viene  de  lex,  lejis)  y  el  Congreso 
hace  la  ley,  qué  adju-dica,  palabra  que  está,  cantando  su 
propia  historia.  Yo,  Juez,  digo,  que  se  dé  la  cosa  dispu- 
tada á. . . . 

¿A.  qué  extremos  llevan  k  La  Nación  sus  excepciones?  A 
poner  este  caso: 

«  Dh  poder  que  se  considera  usurpado  por  e¡  pueblo  ó  parte  de  él, 
preiende  que  es  legitimo. 

^Pueden  itner  uno  y  otro  razón.  En  este  caso  no^hay  quien  decida, 
sino  la  fuer»a.n 

ErgO:  LA  LIBEBTAD  ES  LA  FUERZA ! 

Oh  lógica!  Estamos  vengadosl 

Recomendamos  k  los  que  han  de  escribir  un  día  la  his- 
toria de  estos  tiempos  borrascosos,  que  guarden  estas  decla- 
raciones hechas  por  los  prohombres  y  los  hombres  de 
Estado,  de  un  partido  que  se  llama  liberal,  republicano  en 
1879,  y  en  defensa  de  la  revolución  de  1874. 

Ellas  muestran  el  estado  de  la  mente  de  estos  liberta- 
dores sud-americanos,  que  son  la  hablilla  del  mundo. 


56  OBRAS  DK  SARHIBMTO 

Esta  es  la  inteligencia  de  la  Constitución  que  nos  rije. 

Pero  sigamos  al  oráculo  de  la  revolución  de  Setiembre. 
]Guando  hay  duda  sobre  la  legitimidad  de  una  elección, 
después  del  fallo  del  Congreso,  puede  tener  uno  y  otro  par- 
tido razón.    Entonces  no  hay  quien  decida,  sino  la  fuerza! 

En  la  Verde  y  en  Santa  Rosa,  la  fuerza  decidió  que  el 
Congreso  tenia  razón — mediante  cuatro  millones  de  fuertes 
y  mil  hombres  sacrificados.  En  sesenta  años,  diez  revolu- 
ciones, si  ios  vencidos  en  diez  elecciones  presidenciales 
consideran  que  tienen  razón,  (con  cuarenta  millones  ^de  deu- 
das, y  diez  ó  veinte  mil  cadáveres,  para  decidirlo.^ 

Pero  como  son  catorce  provincias  con  cuatrocientas  elec- 
ciones de  Gobernadores  en  sesenta  años,  tendremos  cuatro- 
cientas diez  revoluciones,  con  cuatrocientos  millones  de 
fuertes  y  cuarenta  mil  vidas.  Las  tres  de  Jordán,  que 
dudaba  de  la  legitimidad  de  la  elección  de  Urquiza,  y 
acaso  con  razón,  costaron  doce  millones  y  dos  mil  vidas. 

Igual  castigo  no  han  recibido  los  autores  de  la  revolución 
de  Setiembre,  como  verse  conducidos  á  reconocer  que  ¡a 
fuerxa  es,  según  ellos.  Juez  Supremo  de  la  Constitución  que 
dan  á  la  República. 

Si  ellos  oofuideran  que  un  gobierno  no  es  legitimo;  si  ellos 
tienen  duda  de  su  legitimidad,  no  obstante  lo  que  haya 
previsto  la  Constitución  para  evitar  ó  apartar  las  dudas, 
entonces  no  queda  mas  arbitro  que  la  fuerza.  Vencidos 
en  la  Verde,  sin  embargo  por  el  supremo  árbitro,Ma  fuerza, 
apareció  un  año  después  un  Manifiesto  segundo,  apelando 
del  fallo  de  la  fuerzal 

Diráse  que  exajeramos  al  establecer  la  serie  de  revolu- 
ciones que  suponemos  en  sesenta  años,  contando  con  que 
las  costumbres  electorales  se  mejoren  con  el  escarmiento. 
La  historia  de  las  repúblicas  italianas  de  la  edad  media  está 
ahí,  para  mostrar  que  son  incurables  por  el  tiempo  los 
vicios  orgánicos  de  una  Constitución  política.  Prósperas 
por  el  comercio,  la  industria  y  las  bellas  artes,  las  repú- 
blicas de  Florencia,  Genova,  Pisa,  Luca  y  otras,  perecieron 
por  el  sistema  de  elecciones,  con  apelación  á  las  armas  de 
parte  del  partido  vencido.  No  hablan  creado  un  juez  ina- 
pelable de  elecciones,  que  jamás  serán  consideradas  legí- 
timas por  los  que  caen  vencidos;   pero  una  nación  para 


LOS  DBSFALLKCIlflBNTOS  T  LOS  DBSTIOS  57 

vivir,  para  descansar,  necesita  que  haya  un  arbitro  que 
constituya  ia  legitimidad  del  acto  y  termine  el  debate. 

Creemos  que  el  nuestro  está  terminado,  con  las  declara- 
ciones de  puntos  en  que  e^tk  de  acuerdo  con  nosotros 
La  Nación.  Eso  basta  para  fíjar  la  verdad.  Esta  es  otra 
Verde. 

La  dejamos,  para  que  se  corone  de  gloria  entre  los  regní- 
colas y  repúblicos  modernos,  estas  afirmaciones  suyas. 

Si  hay  un  poder  que,  una  parte  del  pueblo  eonsidera 
usurpado  en  un  gobierno  que  pretende  que  es  legitimo,  en 
este  caso,  no  hay  quien  decida  sino  la  fuerxal    Viva  ¡a  fuerza! 

Seguiremos  la  discusión? 

LA  lORIL  DE  <LA  NACIÓN» 

{El  Sadonal,  Enero  17  de  1879.) 

Nos  hacemos  un  deber  de  transcribir  las  doctrinas  que 
emite  La  Nación^  bajo  la  inspiración  de  los  prohombres  de 
la  revolución  de  Setiembre  y  en  defensa  de  ella,  f)orque 
tales  doctrinas  son  el  proceso  moral  de  las  opiniones  pre- 
valentes  en  casi  todas  las  colonias  hispano-americanas,  y 
las  que  mantienen  el  estado  de  convulsión  y  anarquía  que 
arrasa  medio  continente,  hace  sesenta  años.  «  Cuando  se 
«  dice,  que  la  moral  condena  el  robo,  el  asesinato,  la  vio- 
«  lencia,  el  fraude,  y  que  es  hoy  lo  mismo  que  al  principio 
«  del  mundo,  que  el  crimen^  que  encarna  un  gobierno  elec- 
«  tor,eslo  mismo  hoy  que  antes,  y  es  sensible  que  la  moral 
«  se  pierda  con  la  experiencia,  la  ilustración  y  el  tiempo», 
deben  acatarse  estos  inauditos  sofismas,  esta  confusión  de 
idean  políticas  y  morales,  que  han  producido  tantos  desór- 
denes. 

Ni  la  iglesia  cristiana,  ni  las  leyes  humanas,  han 
definido^  el  ser  electores  los  gobiernos,  pecado,  delito  ó 
crimen. 

No  lo  ha  hecho  la  Inglaterra,  que  admitía  hasta  la  refor- 
ma de  1834  el  cohecho  público, oficial,  autorizado,  departe 
del  gobierno.  No  lo  han  definido  los  Estados  Unidos,  donde 
el  doctor  Rawson  vio  al  Ministro  de  Hacienda,  estacionado 
en  Nueva  York,  según  él,  hacía  tres  meses,  para  influir  en 
las  elecciones. 


58  0BKA8  DK    SAKMliENTO 

No  lo  ha  definido  la  Francia,  donde  M.  Thiers  declaraba 
legítimo,  que  el  emperador,  á  fuer  de  dinastía,  tuviese  y 
presentase  oficialmente  listas  imperiales,  para  la  renova- 
ción de  la  Asamblea;  y  iioy,  bajo  la  República,  teniendo  la 
Asamblea  republicana  que  discutir  sobre  validez  de  elec- 
ciones, en  que  el  Ministro  de  Gobierno  habla  oficialmente^ 
por  circulares,  recomendando  candidaturas,  la  Asamblea, 
para  definir  inconstitucionalidad,  no  delito  ni  crimen,  porque 
no  tenia  pena,  ni  habla  ley  infringida,  desidió  que  el  hecho 
de  haber  sido  publicadas  las  listas  ministeriales  en  carteles 
blancos^  que  es  la  forma  legal  de  trasmitir  al  público  dis- 
posiciones legales,  constituían  la  inconstitucionalidad  del 
acto. 

El  crimen  que  encarna  el  ser  electores  los  gobernadores, 
es  de  creación  criolla  nuestra. 

La  Nación^  que  tanto  ignora  sobre  estas  grandes  cuestio- 
nes, ha  consagrado  meses  á  predicar  la  doctrina  moral  y 
legal  de  su  invención,  y  nos  tiene  hastiado  con  sus  Gober- 
nadores electores,  el  mas  grande  crí;?)^»,  la  política  electora 
de  un  Presidente,  etc. 

Aun  no  hemos  hablado  nosotros  sobre  esta  cuestión. 
Cuando  lo  hagamos  y  sin  eso,  el  público,  hará,  justicia  al 
hombre,  que  asegurando  que  no  ha  hecho  política  electora 
nunca  y  no  teniendo  hoy  interés  ni  posición  oficial  para 
hacer  valer  doctrinas  que  favorecen  otras  ideas  que  las 
suyas,  expone  sin  embargo  la  verdad  de  lo  que  se  sabe  y 
entiende  á  este  respecto. 

Muy  bien  se  ha  dicho  que  la  moral  no  es  enfitémis  ni  forma 
de  gobierno,  en  condenación  del  mismo  autor  que  á.  vuelta 
de  página  sostiene  que  el  robo  y  el  asesinato  son  lo  mismo 
que  el  crimen  que  encarna  gobiernos  electorales. 

No  se  trata  de  moral,  cuando  se  habla  de  principios  poli- 
ticos.  Se  habla  simplemente  de  los  medios  de  mantener 
la  libertad  individual  en  armonía  con  la  tranquilidad  y 
perpetuación  de  una  sociedad  humana.  Esta  es  la  ciencia 
politiea. 

Los  hombres  que  dirigen  la  política,  tienen  mas  que 
nadie  el  deber  de  dirigir  la  opinión,  según  los  progresos  que 
vaya  haciendo  la  razón  pública  y  la  experiencia  de  las 
naciones  mas  adelantadas,  para  no  mantener  á  pueblos 
pequeños  y  apartados  del  movimiento  del  mundo  obstinados 


LOS  DK9FALLECIM1KXT0S  T  LOS  DESTIOS  59 

en  sus  viejos  errores.  Esto  viene  de  que  en  |X)l¡iica,  ni 
pueblos  ni  individuos  nacen  sabiendo,  pues  que  es  materia 
experimental,  es  un  árbi>l  que  crece,  se^^un  Lord  Mackinson, 
y  está  experimentándose  el  gobierno  libre  en  Inglaterra 
hace  siglos,  en  Estado  Unidos  un  siglo  ha,  y  en  Francia  cou 
ochenta  años  de  ensayos  que  no  acaban  todavía: 

Los  hombres  que  son  reputados  hombres  de  Estado, 
tienen  con  la  posición  que  ocupan  y  los  puestos  que  desem- 
peñan, con  su  reputación  y  con  sus  años,  deberes  y  servi- 
dumbres- 
Tenía  un  hombre  público  argentino  una  gran  reputación 
como  hombre  de  estado,  en  Europa,  y  sobre  todo  en  Ingla- 
terra, pues  su  nombre  venia  asociado  al  Gobierno  argentino 
por  una  serie  no  interrumpida  de  altos  puestos, Gobernador, 
Presidente,  General  en  Jefe;  pero  cuando  se  supo  en  Ingla- 
terra que  este  hombre  de  Estado  habla  encabezado  un 
motin  de  ejército,  y  dado  un  manifiesto  fundado  en  que  no  se 
debe  obediencia  á  los  golñifi-nos  dehc-chOy  precisamente  bajo  el 
Gobierno  de  otro  hombre  de  Estado  argentino,  que  sin  haber 
desempeñado  tantos  cargos  y  por  tanto  tiempo,  gozaba  sin 
embargo  en  Europa  y  ambas  Américas,  reputación  por  lo 
menos  igual,  los  ingleses,  americanos  y  franceses,  se  que- 
daron  abismados  y  volvió  en  todas  partes  á  los  ánimos  el 
desencanto  de  esta  pobre  América,  de  que  la  República 
Argentina  no  se  distinguía,  después  de  cuarenta  años  de 
revoluciones,  y  veinte  de  paz  constitucional  aparente.  De 
equel  hombre  de  Estado,  caído  á  la  condición  de  revolucio- 
nario vulgar,  exclamó  la  opinión  del  mundo,  el  histórico: 
Tu  qüoqce! 

Qué  quedaba  ya!  Oigan  este  Juicio  de  todos  los  que 
regresan  de  Europa,  de  todos  los  ingleses  de  aquí.  Y 
decimos  los  ingleses,  porque  ellos  mas  que  otros  tienen 
encarnado  el  sentimiento  del  gobierno  libre  y  pacífico. 

Es  deplorable  en  el  escritor  que  combatimos  el  hábito  de 
sintetizar  sus  propias  impresiones  en  frases  y  aserciones, 
que  atribuye  (como  dichas);!  su  contendor,  aun  poniéndolas 
entre  comillas,  ó  en  letra  bastardilla.  Esa  es  una  falsifica- 
ción de  aquellas  que  la  ley  castiga. 

Así  nos  hace  decir  «Virasoro, /W  un  mártir^  victima  de  sw 
asesinos,  y  Aberaslain  un  asesino  bien  muertoh 
Esto  es   simplemente   atroz.    Aberastain   se  hallaba  en 


60  OHRAM    1)R   MAHUIKNTO 

Mendoza,  cuando  murió  Virasoro  en  un  combate  de  una 
hora,  con  hombres  que  no  eran  asesinos,  palabra  usada  en 
un  documento  público  de  entonces,  y  de  que  protestó  el 
señor  Sarmiento,  como  usada  indebidamente. 

Si  él  la  empleara  en  el  sentido  laxo  y  familiar  en  que  j 

aun  la  usan  abogados  de  nota,  que  olvidan  en  política  sus 
lecciones  de  derecho,  diríamos  que  Aberastain  fué  asesinado^ 
no  que  murió  mártir  de  la  intervención  de  don  Juan  Saá, 
nombrado  interventor  por  el  Presidente  Derqui,  en  asocio 
del  General  don  Bartolomé  Mitre,  (este  sin  sus  Ministros), 
habiéndose  trasladado  al  Paraná,  para  poner  término  á  los 
conflictos  de  San  Juan. 

La  intervención  acordada  la  componían  Saá,  interventor. 
La  Fuente,  secretario  íntimo  de  Mitre  y  puesto  al  servicio 
de  Saá,  el  Coronel  Paunero,  que  debía  mandar  las  fuer- 
zas, y  el  Coronel  Gonesa,  que  debía  ser  jefe  de  Estado 
Mayor. 

La  intervención  se  hacía  no  requerida,  en  virtud  del  sin 
éllOy  del  artículo  6°  de  la  Constitución  antigua  de  la  Confe- 
deración, aun  no  puesta  en  práctica  la  reformada.  El 
Gobierno  de  Buenos  Aires  concurrió  como  aliado,  como 
parte  contratante  de  un  tratado  de  unión  en  vía  de  ejecu- 
ción, sin  lo  cual  no  se  explicaría  su  presencia  en  el  Paraná 
tratándose  de  cosas  de  San  Juan. 

El  mandar  secretario  íntimo  y  Coroneles  de  confianza  del 
Gobierno  de  Buenos  Aires  y  de  la  plana  militar  propia,  era 
una  garantía  deque  no  se  usaría  violencia,  pues  Aberastain 
no  era  responsable  del  hecho  que  había  perturbado  la  paz 
de  la  Confederación;  pero  el  Interventor  siguiendo  sus  pro- 
pios instintos,  se  deshizo  en  Mendoza  de  las  cuñas  mal  ajusta^ 
das^  que  le  habían  puesto,  y  todo  el  personal  de  la  intervención 
se  apretó  ei  gorro^  como  se  decía  entonces,  y  vino  á  tirar  la 
rienda  á  Buenos  Aires,  dejando  en  las  astas  del  toro  á 
Aberastain  y  al  pueblo  de  Sao  Juan,  que  fué  en  su  parte 
joven  exterminado  á  lanza  seca. 

Fué  pues,  un  mal  negociado,  intentado  con  buena  inten- 
ción sin  duda,  pero  realizado  por  consejeros  inespertos  y 
manos  inhábiles  ó  perversas. 

Ahora,  cumple  desmentir  rumores  que  el  tiempo  y  la 
ignorancia  de  los  sucesos  acreditan. 

Siendo  Ministros  del  Gobernador  Mitre  los  señores  Elizalde 


_j 


I^S  DBSFAIXSCUUSNTOS  T  LOS  DESTIOS  61 

y  Sarmieulo,  vino  uua  mis»ioQ  dei  Guberaador  Aberastaiu, 
solicitando  auxilios  de  este  gobierno.  No  fué  recibida 
oficialmenle  dicha  comisión,  porque  estando  Buenos  Aires 
ligado  á  la  Confederación  por  un  tratado,  no  podía  entablar 
relaciones  con  gobiernos  de  provincias,  cualquiera  que  fue- 
sen las  simpatías  que  ios  ligasen. 

Esta  política  fué  adoptada,  resolviéndose  que  el  Gober- 
nador fuese  al  Paraná,  á  interponer  sus  buenos  oficios^ 
de  donde  salió  la  fatal  intervención,  armada  y  no  reque- 
rida. 

Debiendo  regresar  la  comisión  y  habiendo  agotado  sus 
fondos,  el  Ministro  del  Interior,  señor  Sarmiento,  expuso  el 
caso  al  Gobernador  interino  don  Manuel  Ocampo  y  Ministro 
de  Hacienda  doctor  Elizalde,  y  adhiriendo  todos  tres  á  la 
política  de  no  intervención,  no  se  creyó  oportuno  darle  ese 
socorro,  por  cu^^a  razón  el  señor  Sarmiento  dio  de  su  bolsillo 
treinta  onzas  de  oro,  en  cambio  de  un  pagaré  personal  de 
uno  de  los  comisionados,  pagaré  que  años  después  y  muerto 
en  la  guerra  al  servicio  del  Gobierno  el  firmante,  remitió  al 
General  Mitre  en  prueba  de  que  no  había  como  se  hacía 
valer,  enviado  dos  mil  onzas  de  oro  del  tesoro  de  Buenos 
Aires,  al  Gobierno  de  San  Juan.  (*) 

Cuando  se  hubo  nombrado  la  intervención,  acto  que 
desaprobaba  el  señor  Sarmiento  en  su  fuero  privado,  por 
inútil  contra  hombres  como  el  doctor  Aberastain,  según 
consta  de  escritos  de  la  época,  escribió  al  interventor  Sa¿, 
al  secretario  Lafuente,  y  por  medio  de  éste  al  doctor  Abe- 
rastain, aconsejáfidole  á  est«  no  resistiese  á  la  intervención^  pues 
componiéndose  originalmente  de  Saá,  La  Fuente,  Pauuero 
y¡Cone8a,  no  había  de  temer  de  ella. 

La  dispersión  y  desacuerdo  de  interventores  se  operó  en 
Mendoza;  y  entre  fugarse  el  personal  nuestro  de  la  Ínter» 
vención  y  la  invasión  á  San  Juan,  por  Saá  y  Nazar,  pasaron 
quince  días;  pues  la  felonía  se  hizo  contando  que  ni  el  Pre- 
sidente, ni  el  Gobernador  de  Buenos  Aires  tendrían  tiempo 
para  evitar  el  desastre,  dando  contra  órdenes.  No  había 
telégrafo. 


(1)  Rn  el  Tomo  en  que  pablicaremos  la  Tida  de  Aberastain.  bailará  el  lector 
el  documento  otorgado  por  D.  Regalo  Martínez,  dando  testimonio  de  estos 
lieclios.   (N^  éel  H.) 


62  OBRAS  D£  SAJlliiBNTO 

La  carta  al  doctor  Aberastain,  aconsejándole  no  resistir 
debe  haber  pasado  por  manos  del  señor  La  Fuente,  abierta 
6  sino  conatarie  qua  iba  una  carta,  y  esta  hallarse  entre  los 
papeles  de  la  familia  del  doctor  Aberastain,  que  puede 
publicarla. 

Esta  fué,  nos  consta,  la  conducta  de  un  hoaibre  de 
gobierno,  cuando  tiene  la  responsabilidad  de  sus  actos; 
y  los  señores  Mitre,  Ocampo  y  Elizalde,  pueden  de  ello  dar 
testimonio. 

Si  quien  escribe  La  Nación  no  confundiese  las  situaciones, 
haciéndonos  miembros  de  la  Confederación  antes  de  Pavón, 
^  I  para  dar  aires  de  revolución  á  los  hechos  perfectamente 

;  ^  constitucionales,  ó  anteriores  á  toda  constitución,  es  decir, 

'  ^  durante  esas  épocas  de  transición  que  preceden  y  preparan 

la  organización  de  los  pueblos,  no  llamaría  dietámenes  no 
seguidos  á  ideas  privadas  y  escritos  de  circunstancias. 

Seria  larga  historia  deñnir  la  situación  de  Virusoro  en 
San  Juan.  Uno  de  los  errores  con  que  se  quiso  enderezar 
otros  errores,  Benavides,  con  veinte  y  seis  años  de  gobierno 
con  Rosas,  fué  prorrogado  (el  único  en  toda  la  República) 
por  un  decreto  fechado  en  Buenos  Aires,  en  Agosto  16  de 
1852,  mandando  disolver  la  Legislatura  que  lo  había  de- 
paesto. 

Yirasoro,  con  una  banda  de  hermanos  y  militares  corren- 
tinos,  fué  mandado  á  parar  las  coaaecuencias  de  aquella 
exclusión  de  San  Juan  del  cambio  obrado  en  Caseros.  La 
lucha  dunaba  ocho  años,  para  hacer  entrar  á  San  Juan, 
en  las  condiciones  que  Caseros  aseguraba  &  las  Pro 
vincias. 

Reunida  la  Convención  Nacional  para  revisar  la  Constitu- 
.,-  cion  en  Santa  Fe,  la  representación  de  San  Juan  no  fué 

j  j  ^  admitida,  á.  Gn  de  demostrar  que  la  Convención  no  reconocía 

ese  gobierno.  (Véase  Tai ne  sobre  la  materia.)  Una  autoridad 
Suprema  Nacional,  incluso  Buenos  Aires,  en  uso  de  su 
facultad  de  reconocer  la  legitimidad  do  los  Gobiernos  que 
les  mandan  Representantes  ó  Delegados,  puso  fuera  de  las 
condiciones  regulares  el  Gobierno  de  Virasoro. 

Una  proclama  del  Presidente  Derqui  y  el  Capitán  General 
'  Urquiza^  reunidos  en  el  Uruguay,  condenaron  la  conducta 

de  Virasoro. 
u  La  opinión  pública  de  toda  la  República,  las  declaracio 


4 

I, i' 


f  -* 


LOS  DBSFALI.ECUmENTOS  T  LOS   DESVÍOS  C3 

nes  condenacioo  de  los  sesenta  Convencionales  que  volvie- 
ron á  sus  Provincias,  los  de  Buenos  Aires  como  los  de  las 
otras,  autores  del  rechazo  de  la  delegación  de  San  Juan 
prepararon  la  catástrofe  sangrienta  da  San  Juan,  que 
se  anticipó  á  toda  previsión;  pero  que  contaba  hasta  con  la 
sanción  legal  de  la  Goav^icíoii,  desconociendo  la  autoridad 
de  aquel  alquilón,  no  obstante  que  no  se  hiciere  en 
forma. 

Lo  que  mató  á  Alberastain,  como  tantos  actos  que  dege- 
0€ran  de  su  objeto,  fué  la  intervención  armada  inútil,  no 
requerida  y  absurda,  siendo  el  doctor  Aberastain,  Gober- 
nador, el  hombre  mas  justificado,  menos  guerrero  y  mas 
digno  de  respeto,  confiada  aquella  á  un  bárbaro  apenas 
salido  de  las  tolderías  de  los  indios,  contando  con  que 
contendrían  sus  instintos^  los  acompañantes,  que  como  se 
vio,  no  pudieron  ó  no  supieron  llenar  sus  deberes,  constan- 
donos  por  carta  del  señor  La  Fuente,  que  era  el  único  que 
mostró  la  entereza  necesaria. 

Para  verdades  el  tiempol  Recomendamos  k  La  Nación 
que  respete  la  historia,  y  que  por  inculparnos,  no  haga  de 
Buenos  Aires,  antes  de  Pavón,  Provincia  de  la  Confedera- 
ción, y  al  mismo  tiempo  defensora  de  San  Juan. 

U  CIRCOUR  «UTOIOIISTA 

(Bl  Nacional,  Enero  M  de  1879.) 

Corre  impresa  la  que  provocaron  dos  declaraciones, 
la  una  negando  la  otra,  que  hicieron  algunos  desmem- 
brados del  centro  de  acción  constituido  por  general  asen- 
timiento, para  hacer  su  juego  aparte. 

Habíamos  otra  vez  deplorado  no  tanto  estas  desvia- 
ciones y  subdivisiones,  como  la  falta  de  disciplina  y 
tolerancia  reciprocas  en  los  partidos. 

ün  partido  tendrá  siempre  su  centro,  su  derecha  y  su 
izquierda,  es  decir,  sus  extremos  mas  pronunciados  en 
color,  que  los  que  forman  la  generalidad. 

La  circular  de  los  autonomistas  disidentes,  aunque  nega- 
da después,  ha  traído  un  gran  bien,  y  es  poner  en  camino 
al  Comité  autonomista  constituido,  de  hacer  su  profesión 


64 


OMKAII   DE  8A.KM1BNT0 


:\  * 


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»< 


de  fe,  en  cuanto  á  la  ingerencia  de  Jueces  de  Paz  y  Coman- 
dantes de  Campaña  en  materia  de  elecciones. 

Diarios  que  han  levantado  bandera  negra  contra 
gobernadores  electores,  se  dieron  por  muy  satisfechos,  al 
día  siguiente  de  mostrarse  elector  un  club,  cuando  al  reco- 
nocerlo y  pedirle  santo  y  seña,  les  dieron  al  oído  la  consa- 
bida pasavante,  conciliación! 

Desde  ese  momento^  no  se  habló  mas  de  jueces  de  paz 
ni  comandantes  electores.  Ohl  poder  mágico  de  una, 
palabral 

Al  contrario,  parece  que  hubiera  servido  de  modelo  para 
la  formación  de  un  comité  electoral,  exhibiendo  desde  las 
alturas  de  Morón,  ante  la  República  estupefacta,  un  insi- 
nuado candidato  á  la  presidencial  presentado  por  unos 
como  jueces  de  paz,  escoltado  por  algunos  como  coman- 
dantes de  campaña,  de  mas  grueso  calibre,  todos  de  una 
mera,  extrema  izquierda  nacionalista,  sia  visos  ni  reflejos 
de  conciliación. 

Brillaban  por  su  ausencia  los  ministros  que  hacen  el 
pendant  de  la  conciliación;  pues  donde  hay  con,  se  entiende 
que  hay  dos  objetos  unidos^  como  en  con-sentir  y  con-venir, 
con-ciliacion,  com-padre. 

Ninguno  de  los  autonomistas  que  tienen  todavía  cando- 
rosamente un  extremo  del  cable  de  la  conciliación,  como 
el  General  Gainza  ó  D.  Ricardo  Lavalle,  figuraba  allí.  La 
exhibición  de  Morón  era  roja  pura,  sin  embozos  d«  conci- 
liación con  autonomistas,  ni  aun  con  concillados. 

La  levantada  en  los  escudos  de  Morón,  parecía  indicar 
la  ruptura  dd  toda  conciliación,  y  salvo  el  protagonista» 
todos,  concurrentes  y  sostenedores,  eran  un  da  capo  á  las 
cosas  como  se  hallaban  antes  de  la  conciliación. 

Los  diarios  de  aquella  persuacion,  parece  que  retrocedie- 
ron ante  tanta  trasparencia.  Todavía  les  queda  cierto  pu- 
dorcillo  conciliador.  Parecióles  en  extremo  rojo  lo  de 
Morón;  y  han  intentado  atenuarlo  á  fuerza  de  silencio.  Por 
poco  no  han  puesto  en  los  diarios  un  aviso  declarando  que 
el  almuerzo  de  Morón  fué  una  invención  de  los  pavos,  que 
temieron  ser  allí  trufados. 

Pero  si  se  puede  negar  una  circular  mal  inspirada,  no  se 
puede  negar  un  banquete  político,  4  que  fueron  invitados 
exclusivamente  la  encarnación  viva  de  los  indultados,  que 


y.' 


LOS  DB^FALLKCIMIKNTOS  Y  LOS  DBSTIOS  65 

8ÍD  las  telarañas  de  la  conciliación,  se  presentaron  al  país, 
mostrando  su  personal  en  lo  que  tiene  de  mas  acentuado. 

El  Comité  autonomista  verdadero,  en  presencia  de  tales 
manifestaciones  de  un  rojo  subido,  sin  atenuación  la  una, 
y  la  otra  de  ün  circulo  separado  de  su  seno,  que  pide  gracia 
á  los  que  no  la  convidaron  á  Morón  siquiera  para  que  la 
conciliación  estuviese  en  la  mosquetería,  ha  debido  decir 
una  palabra  sobre  la  ingerencia  de  los  jueces  de  paz  y 
comandantes  de  campaña  en  las  elecciones  de  Buenos  Ai- 
res, y  las  de  los  dos  ministros  nacionalas  como  jueces  de 
paz  de  la  Nación,  y  las  grandes  y  viejas  espadas  ostentadas 
en  Morón,  como  comandantes  de  campaña  en  las  elecciones 
generales  de  la  República. 

A  unos  y  otros  ha  dicho,  que  es  su  propósito  y  su  deseo  que. 
conserven  su  autoridad  moral,  no  constituyéndose  agentes 
electorales  de  los  partidos. 

La  República,  está  cansada  en  efecto,  acaso  avergonzada 
de  ser,  después  de  tantas  desgracias,  manejada  por  jueces 
de  paz,  ministros  y  grandes  espadas. 

ha  Nadon^  en  un  arraque  de  despecho,  ha  dicho  que  en 
Buenos  Aires  nunca  ha  habido  elecciones  libres,  y  la  cir- 
cular negada  y  paliada,  como  el  banquete  de  Morón,  dejan 
traslucir  que  muchos  son  de  opinión  de  La  Nadon, 

Buenos  Aires  debe  k  las  provincias  una  muestra  de  la 
libertad  de  que  sus  diarios  blasonan.  Elija  pues,  Buenos 
Aires  sus  gobiernos,  sus  diputados.  Hast£i  ahora,  hay  la 
creencia  de  que  son  los  jueces  de  paz  y  comandantes  de 
campaña,  los  ministros  y  las  grandes  espadas,  los  que  le 
ahorra  tanta  molestia. 

Siéntese  por  todas  partes  el  desconcierto  que  estos  sínto- 
mas alarmantes  causan;  y  el  silencio  de  la  República  sobre 
candidatos,  está  mostrando  la  universal  desconfianza  que 
inspiran  los  resortes  que  ya  ven  puestos  en  ejercicio. 

Vergüenza  nuestra  es  que  la  Prusia  á  la  Alemania,  que 
habíamos  dado  en  creer  despotizadas,  al  entrar  en  el  siste- 
ma electoral,  elijan  Diputados  según  las  predilecciones  de 
cada  uno,  y  nosotros  los  libres,  tengamos  que  preguntar 
quien  es  el  juez  de  paz  ó  el  comandante,  para  saber  de 
antemano  quien  va  á  ser  electo. 

Esta  burla  va  á  cesar,  al  decir  de  la  reacción,  en  una  ña- 
Tono  IL.— 6 


•    t 


i  66  0BKA8  DIfi  SARHIBMTO 


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I! 


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clon  concillada  y  libre,  y  las  elecciones  de  Presidente  van  á 
.^i  ser  libres  en  toda  ia  extensión  de  la  República.    Lejos  noso* 

tros  de  hacer  al  repetirlo  una  amenaza  de  perturbación  y 
de  resistencias,  queremos  trazar  desde  ahora  nuestro  plan 
de  campaña  electoral  principiando  por  Buenos  Aires. 
Il  Damos  por  sentado  que  los  jueces  de  paz  nombrados  son 

personas  honorables.    Bn  esto  están  todos  conformes. 

Les  concedemos  que  tengan  predilecciones  políticas, 
como  todo  buen  ciudadano. 

Pero  es  incompatible  con  el  honor,  ser  Juez  de  Paz  y 
agente  de  partido.  En  países  bien  gobernados,  los  miem* 
bros  que  componen  las  mesas,  son  elegidos  entre  ciudada- 
nos, que  no  sean  promotores  de  listas;  selectmen^  hombres 
buenos;  y  á  ese  título,  la  policía  que  guarda  el  orden  vota, 
el  ejército  vota,  á  fuer  de  ciudadanos. 

Los   Jueces  de    Paz,  guardarán,  pues,  el  orden  en  las 
mesas.    Nada  mas  que  el  orden,  y  en  ese  punto  deben  ser 
inflexibles,  y  para  ser  inflexibles  en  el  uso  de  la  fuerza,  es 
preciso  tener  la  conciencia  limpia,  pues  la  autoridad  que  lo 
i'  usara  para  su    propio  negocio,  sería   responsable    de    la 

.|  mas  pequeña  violencia  que  se  cometiere.    Entonces  hay 

crimen. 
'  Es  preciso  que  acabe  el  hábito  adquirido  de  las  batallas 

electorales.    Si    las  autoridades    no  deben    traicionar    su 

'  mandato,  los  electores  no  deben  provocarlas  con  sus  des- 

':  manes.    No  somos  una  sociedad  de  lobos;  y  muchos  creen 

que  en  materia  de  elecciones,  lo  somos  de  tramposos  ó  de 
cuchilleros. 

El  partido  autonomista,  en  su  circular,  ha  empeñado  su 
honra  y  su   porvenir.    Juego  limpio,  con  Jueces  de  Paz 

honorables. 

No  ha  de  haber  violencia  ni  fraude. 

Que  cada  ciudadano  se  persuada  de  ello.  Y  no  hay  paisa- 
no en  toda  la  extensión  de  la  República,  que  no  sea  sus- 
ceptible de  un  sentimiento  honrado,  y  de  hacer  respetar  su 
opinión  y  su  voluntad,  con  solo  tenerla  y  manifestarla. 

El  club  autonomista,  disidente,  ó  conciliador,  como  quiera 
llamarse,  ha  retrocedido  honorablemente,  de  una  mala  ins- 
piración; ante  la  mejor  opinión  que  el  país  muestra  de  su 
libertad  de  acción. 

Esperamos  que  el  ensayo  de  Morón,  ostentando  ministros 


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I 


LOS  I>BSFALLBCIMIRMTOS  T  LOS  DESTIoS  67 

y  espadas,  pai'a  prestigiai*  una  caudidatura  sin  coDciliaciODi 
deponga  sus  aires  de  poder  oficial. 

DECLARACIONES  DE  PRINCIPIOS  «DIINISTRATIVOS 

{El  Nacional,  Enero  II  de  i879.) 

Nuestro  editorial  de  ayer,  estaba  en  manos  de  los  cajis- 
tas, conao  se  concibe,  y  escrito  del  día  anterior,  cuando 
apareció  la  declaración  que  el  señor  Gobernador  hace  de 
la  posición  que  asumirá  en  las  elecciones. 

El  Consejo  Directiro  autonomista,  había  también  tomado 
resoluciones  anteriores  y  publicádoias  antes,  en  el  mismo 
sentido. 

Nos  hacemos  uu  deber  de  ponerlas  todas  tres  en  paran- 
gón, para  mostrar  que  la  verdad  de  las  instituciones  hace 
camino,  tanto  entre  los  gobernados  como  en  los  que 
gobiernan. 

Decía  la  circulan 

«Este  Comité  desea,  por  el  contrario,  que  los  Jueces  de 
Paz  y  Comandantes'militares,  que  reconoce  por  personas 
honorables,  conserven  las  consideraciones  y  el  prestigio 
moral  que  solo  pueden  asegurar  en  las  elecciones,  el  res- 
peto k  su  autoridad,  sin  cuyo  requisito  aun  los  actos  mas 
justificados  serian  mirados  como  abusos  en  servicio  de  un 
partido,  y  como  obstáculo  á  la  libre  expresión  de  la  volun- 
tad del  pueblo  en  los  comicios  electorales,  que  deben  ser 
para  todos  una  garantía  de  verdad  y  seguridad,  y  no  una 
agencia  de  partido,  lo  que  declaramos  para  los  fines  con*- 
siguientes.» 

Decía  El  Nadonak 

«Damos  por  sentado  que  los  Jueces  de  Paz  nombrados 
son  personas  honorables.    En  esto  están  todos  conformes. 

«Les  concedemos  que  tengan  predilecciones  políticas, 
como  todo  buen  ciudadano. 

«Pero  es  incompatible  con  el  honor,  ser  Juez  de  Paz  y 
agente  de  partido. 

•  «Los  Jueces  de  Paz,  guardarán,  pues,  el  orden  en  las 
mesas.  Nada  mas  que  el  orden,  y  en  ese  punto  deben  ser 
inflexibles,  y  para  ser  inflexibles  en  el  uso  de  la  fuerza, 
es  preciso  tener  la  conciencia   limpia,  pues  la  autoridad 


68  OBBXB  DB  8ARMIBNT0 

que  la  usara  para  su  propio  negocio,  sería  responsable  de 
la  mas  pequeña  violencia  que  se  cometiere.  Entonces  hay 
crimen.» 

La  declaración  del  señor  Gobernador,  la  han  motivado 
las  diversas  apreciaciones  que  se  hicieron  del  espíritu  que 
lo  había  guiado  ai  nombrar  Jueces  de  Paz. 

La  Nación  fué  la  primera  en  levantar  el  grito,  diciendo 
que  ni  en  los  tiempos  de  guerra  se  había  hecho  una 
elección  mas  parcial. 

El  Nacional  encontró  que  era  buena,  por  cuanto  lo  for- 
maban, al  decir  de  todas,  hombres  honorables,  aunque 
fuesen  de  un  color  político,  lo  que  se  les  reprochaba. 

Mas  tarde,  una  mal  meditada  circular  se  atribuyó  la 
elección  de  los  jueces,  lo  que  no  habría  sido  vituperable, 
si. era  cierto;  pero  lo  era  el  pedirles  que  se  pusieran  en 
contacto  con  ellos. 

La  Nación,  siguiendo  su  tema  de  los  gobiernos  electores, 
usó  palabras  muy  duras  contra  los  firmantes;  pero  al  día 
siguiente,  encontró   atenuaciones  concillantes. 

El  Nacional  estableció  principios,  reprobando  el  acto.  El 
club  autonomista  hizo  su  declaración  también,  en  términos 
mas  formales.  S.  E.  el  señor  Gobernador,  ha  creído  deber 
hacer  las  declaraciones  que  han« visto  la  luz  pública,  y 
que  aplaudimos  en  cuanto  á  la  conducta  que  guardará  en 
las  elecciones. 

Es  un  paso  inmenso,  dado  en  el  buen  ejercicio  de  los 
poderes  públicos;  pero  esta  parte  no  pertenece  á  la  con- 
ciliación. Funcionarios  públicos  que  no  habían  oído  este 
nombre  de  partidos  políticos,  habían  ya  practicado  seve- 
ramente lo  que  su  deber,  y  las  leyes  les  imponen,  y  es 
asegurar  la  libertad  de  las  elecciones. 

«El^eñor  Gobernador  declara,  que  si  la  lucha  electoral 
«  viniese,  el  Gobernador  repite  que  justicia  será  hecha  |sin 
«  excepción,  que  habrá  para  todos  libertad  y  pureza  en  el 
ff  sufragio,  y  que  los  empleados  mismos  son  libres  de  usar, 
«  sin  temor  alguno,  de  sus  derechos  de  ciudadanos,  con  tal 
c  que  no  pretendan  .aprovechar  en  su  favor  de  los  medios 
«  oficiales.» 

No  se  nos  negará  que  aun  no  contando  con  los  medios 
oficiales,  en  el  gobierno  provincial  ó  nacional,  hemos  abo- 
gado siempre  por  estas  franquicias  para  todos. 


LOS  DB8FALLBGIM1BNT08  T  LOS  DB4Y108  69 

No  sabemos  si  los  que  sostienen  la  exclusión  de  los 
gobiernos  electores^  aceptan  que  los  empleados  de  los  go- 
biernos electores  voten  también.  Si  lo  aceptan,  ¿con 
quiénes  se  sustituirán  al  pueblo  en  la  elección  ? 

Pero  no  se  trata  ahora  de  esas  nimiedades,  como  no  se 
trata  de  las  atenuaciones  de  la  circular  malhadada. 

Si  La  Nación  cree  haber  sido  feliz  en  su  guerra  á  los 
gobiernos  electores,  debe  congratularse  de  haber  excitado 
la  delicadeza  del  señor  Gobernador  de  Buenos  Aires,  k 
hacer  la  solemne  declaración  que  ha  hecho,  de  no  ser 
gobierno  elector.  No  se  puede  alegar  este  triunfo  contra 
nosotros,  ni  aun  contra  los  autonomistas,  pues  la  declara- 
ción coincide,  verbatim^  con  nuestras  anteriores  manifesta- 
ciones. 

Hacer  solo  la  declaración,  es  en  sí  un  gran  paso;  pues 
los  electores  mismos,  el  pueblo,  creía  hasta  ahora,  como 
lo  mostró  una  circular,  que  con  el  délo  hay  siempre  medios  de 
arreglo.  No  insistiremos  en  este  punto,  para  pasar  á  otro  que 
nos  atañe  y  en  que  diferimos  de  opiniones  con  el  señor 
Gobernador,  aunque  reconozcamos  legitima  la  declaración 
que  hace  de  las  suyas. 

Al  leer  el  comienzo  de  la  frase:  «Pero  si  á  despecho  del 
buen  sentido,  la  lucha  viniese,  el  Gobernador  repite  que 
justicia  será  hecha,»  etc.,  estábamos  á  punto  de  sustituirle 
el  verdadero  y  constitucional  sentido;  y  es  este:  «Si  de 
acuerdo  con  los  fundamentos  de  la  Constitución  de  todos 
los  países  libres,  aun  monárquicos,  tuviesen  lugar  elecciones 
reales,  el  Gobernador  repite  que  habrá  para  todos  libertad 
y  pureza  de  sufragio.» 

Una  frase  vulgar,  la  lucha^  se  ha  sustituido  á  la  frase 
constitucional,  que  reconoce  voluntades  y  opiniones  diver- 
sas en  los  pueblos,  las  que  se  manifiestan  en  las  elecciones 
de  magistrados. 

Esta  no  es  la  lucha^  frase  vulgar  que  se  refiere  á  luchadores^ 
á  fuerza,  y  huele  á  violencia. 

Si  lucha  son  las  elecciones  libres,  sin  amaños,  sin  susti- 
tuirse el  pensamiento  ageno,  con  la  renuncia  previa  de 
toda  voluntad  propia,  la  lucha  es  lo  que  la  Constitución 
pide  para  establecer  la  mayoría,  y  entonces  la  palabra 
Ivcha  es  santa,  por  cuanto  es  el  ejercicio  del  único  derecho 
que  el  pueblo  no  ha  delegado;  y  le   piden  ahora  que  lo 


70  0BRA8.UIB  SAKMIBNTO 

delegue  también  en  sus  gobernantes,  pues  que  el  propósito 
de  suprimir  la  lucha,  viene  de  gobernantes. 

No  siendo  nosotros  partidarios  de  la  conciliación,  como 
política  aplicada  &  las  elecciones^  si  triunfa  la  idea  opuesta 
no  podemos  ir  á  la  lincha,  es  decir  á.  las  elecciones»  á  hacer 
el  papel  de  reprobos  y  de  insensatos.  No  somos  turbulentos, 
que  pretenden  poner  en  jaque  á  los  poderes  legales.  Todo 
lo  contrario;  pero  no  somos  conciliadores,  ni  concillados,  lo 
que  excluye  la  libertad,  sin  asegurar  el  orden  que  nosotros 
respetamos,  hasta  el  exceso,  como  nos  lo  han  echado  en 
cara. 

Una  elección  mixta,  que  se  propone  como  £1  Dorado  de 
las  elecciones,  anula  la  libertad  y  las  mayorías  de  las 
Cámaras;  y  cuando  el  funcionario  que  ha  de  nombrarse  es 
único,  siendo  imposible  que  él  la  uniforme  después  (así 
son  los  partidos)  saldrá^  no  un  funcionario  mixto,  sino  una 
entidad  extraña.  Habrán  renunciado  ambos  á  su  derecho 
de  elegir. 

Pero  aun  asi,  la  práctica  está  diariamente  desmintiendo 
la  ilusoria  conciliación  de  los  ánimos  para  concurrir  al 
mismo  fin. 

Hay  en  Buenos  Aires: 

Una  fracción  del  partido  nacional,  que  está  por  la  con- 
ciliación, si  los  otros  partidos  subscriben  á  sus  propósitos. 

Muéstrase  otra,  según  las  revelaciones  de  La  Nación^  que 
diñere  sustancialmente  de  la  parte  directora.  Esta  última 
le  quita  al  diablo  para  ponerle  al  Gobernador  de  Buenos 
Aires  y  al  Presidente,  autores  y  sostenedores  de  la  concilia- 
ción, siendo  todos  conciliadores. 

Hubo  un  banquete  político  en  Morón,  con  ínfulas  de 
expresión  de  opinión  sobre  candidato  presidencial,  al  que 
no  asistió,  por  no  haberlo  invitado,  ó  por  escusarse,  ningún 
conciliado,  acentuándose  por  el  contrario  el  color  mas  subido 
verde,  sea  dicho  sin  ofensa  de  nadie,  no  obstante  promoverlo 
los  héroes  de  la  conciliación  en  Corrientes. 

Una  fracción  del  partido  autonomista  conciliado  se  ha 
separado  del  grueso  del  Partido  Autonomista  y  levantado 
una  bandera  aparte^  que  dice  ser  de  conciliación. 

Una  fracción  del  partido  autonomista  constituido  en 
las  formas  usuales  y  que  los  diarios  conciliadores  llaman 
republicano,  aunque  no  se  ha  separado   solemnemente, 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  71 

como  los  disidentes  autonomistas,  está,  tachada  de  tener 
opiniones  aparte. 

Alguna  fracción  de  opinión  concillada,  pero  en  el  fondo^ 
excluida  de  la  Concüiacion  oficial^  indica  la  candidatura  de 
Roca,  que  no  se  tiene  por  conciliadora. 

Alguna  otra,  con  órganos  en  la  prensa,  indica  la  candi- 
datura Irigoyen,  que  sus  adversarios  declaran  ser  la  nega- 
ción de  la  conciliación. 

Los  nacionalistas  conciliadores,  recibirán  luego  los  pode- 
res otorgados  al  señor  Oroño,  representante  de  los  nacio- 
nalistas conciliadores  de  Santa  Fe. 

Don  Rufino  Elizalde  será  el  representante  de  Tucuman, 
en  una  asamblea  de  delegados,  para  saber  lo  que  la  Repú« 
blica  desea,  extrañando  algunos  no  lo  haya  sido  el  señor 
Sarmiento,  que  fué  una  vez  nombrado  Diputado,  y  que 
cuando  se  inauguró  el  ferro-carril,  fué  recibido  en  la  esta- 
ción por  diez  mil  tucumanos,  que  desde  las  campañas 
hablan  venido  á  darle  la  bienvenida.  Ya  es  fácil  inferir 
como  harán  hablar  &  Tucuman  y  á  Santa  Fe  sus  represen- 
tantes conciliadores. 

No  entramos  en  mas  detalles,  para  mostrar  el  estado  de 
la  conciliación  pregonada  desde  las  sillas  enrules  de  cón- 
sules y  procónsules.  Omitimos  decir  que  hay  una  otra 
fracción  de  los  argentinos,  que  se  llama  también  pueblo^ 
que  menea  la  cabeza,  como  si  no  creyera  en  todas  estas 
conciliaciones  y  se  guardará  su  opinión,  de  miedo  de  la 
conciliación  que  como  el  fanatismo,  el  patriotismo  exalta- 
do, la  religión,  pueden  imponer  miedo  á  los  que  sean  obje- 
to de  sus  iras  ó  de  su  espíritu  nivelador, — todos  cortados 
por  una  tijera,  ó  la  muerte,  ó  un  epíteto  difamante. 

La  iguaUadflafraiernidad^  y  la  libertad^  como  divisa,  fueron 
el  terror  de  la  Francia,  é  impidieron  que  la  República  pu- 
diese fundarse^  porque  para  el  pueblo.  República  y  guillo- 
tina eran  sinónimos. 

Nuestro  objeto  es  mostrar  solo  en  la  exposición  de  las 
diversas  fracciories  de  opinión  que  existen,  bajo  el  Imperio 
de  la  conciliación,  que  quiere  suprimir  la  lucha,  es  decir, 
la  expontaneidad  de  las  elecciones,,  que  la  población  elec- 
toral de  la  Provincia  de  Buenos  Aires  está  dividida  en 
cinco  ó  seis  fracciones  irreoonciliables,  autonomistas  contra 
autonomistas,  nacionalistas  contra  nacionalistas,  concilia- 


72  OBRAS  DE  8ARMIBMT0 

dores  verdes,    y   conciliadores   rojos,  y    ademas  grandes 
fracciones  que  no  son   ni  de  los  unos  ni  de  los  otros. 

Las  provincias  nada  han  dicho  de  conciliación,  sino  en 
Corrientes,  harto  concillada,  y  en  Entre  Ríos,  amenazada 
de  conciliación  Guarumba,  sin  contar  que  á  Santa  Fe  le 
ofrecen  la  del  señor  Oroño. 

La  conciliación  proclama  en  principio  la  ilegitimidad 
de  los  gobiernos  electores,  guardándose  de  designarlos, 
aunque  se  entrevea,  á  mas  de  aquelloSi  los  de  Córdoba, 
Santiago,  San  Juan  y  otros,  que  según  vaya  el  asunto, 
serán  agregados  á  las  listas  de  proscripción  concilia- 
dora. 

Antes  era  la  población  nacionalista  ó  provincialista,  cru- 
dos ó  cocidos,  alsinistas  ó  mitristas,  pero  en  fin,  cada  uno 
sabia  donde  pararse.  Gracias  á  la  conciliación  hay  siete 
fracciones  conciliadoras,  crudos  ó  conciliadores  crudos, 
verdes  conciliadores,  y  conciliadores  rojos  ó  fritos,  y  de 
coDoiliadores  de  ningún  color  porque  ó  se  fastidian,  ó  son 
lobos  con  piel  de  cordero  y  se  les  vé  la  oreja. 

El  señor  Gobernador  empeñándose  en  conciliar  lo  incon- 
ciliable, tiene  que  gobernar  una  familia  harto  desunida; 
y  debe  contentarse  con  que  la  fiesta  »e  tenga  en  paz^  en  la 
lucha  constitucional,  que  ese  es  su  oficio.  Eso  de  hacer 
the  happy  family,  la  familia  feliz,  de  un  gato,  una  laucha,  un 
perro,  una  gallina  y  un  lobo,  viviendo  en  Santa  paz  en  una 
jaula,  es  empresa  reservada  á  Batrnun^  que  lo  consiguió  y 
pedia  cincuenta  centavos  de  entrada  por  verlo. 

Podemos  decir  esto  de  la  conciliación,  que  no  es  obra  del 
señor  Gobernador,  como  sistema;  y  que  puede  dar  á  la 
República  un  candidato  según  la  conciliación  de  mas 
arriba,  y  otro  candidato  según  la  conciliación  de  mas  abajo; 
y  la  lucha! 

ATROCIDADES  DE  UM  PARTIDO 

(Bl  Naei&nal,  BDero  14  de  1879.) 

Con  mal  reprimida  indignación,  nos  han  señalado  la 
explotación  indigna  que  un  partido  político  pretende  hacer, 
de  crímenes  ordinarios  por  graves  que  sean,  ocurridos  eu  el 
Entre  Ríos,  como  un  medio  de  escarnecer  al  señor  Febre, 


LOS  DB8FALLBGIM1BMT0S  T  LOS  DESVÍOS  73 

y  por  atingencia  al  General  Ayala,  sin  otro  motivo  que 
haber  acaecido  en  las  campañas  del  Entre  Rios  el  asesinato 
de  tres  italianos. 

Es  una  vergüenza  que  diarios  escritos  por  gente  ilustrada, 
hagan  tales  asociaciones. 

¿Iremos  á  enumerar  la  serie  de  delitos  atroces  que  riva- 
lizan con  el  de  Troppmann,  en  nuestras  campañas,  y  de 
diaria  ocurrencia  en  la  ciudad  de  Buenos  Aires  misma,  é 
imputárselos  al  doctor  Tejedor  ó  al  señor  Caseros,  como 
cómplices  ó  encubridores  de  tantos  delitos?  Iremos  á 
registrar  la  historia  de  los  jefes  y  oficiales  del  ejército,  en 
busca  de  crímenes  á  que  de  algún  modo  se  asocie  su 
nombre,  según  que  pertenezcan  á  este  ó  el  otro  partido? 

Hasta  donde  llevan  la  saña  ó  zapa,  que  todo  es  uno, 
estos  demoledores  que  cubrirían  de  oprobio  su  propio  pais, 
ante  el  extranjero,  á  trueque  de  suscitar  prevenciones  y 
rencores  contra  gobiernos  electores^  según  que  les  convenga 
darles  este  título  para  suplantarnos  si  pudieran? 

La  criminalidad  en  nuestro  país  toma  á  veces  proporcio- 
nes deplorables,  pero  es  en  Buenos  Aires,  donde  con  mayor 
recrudescencia  se  desenvuelve  esta  especie  de  enfermedad 
endémica. 

No  son  los  nacionales  los  que  mas  casos  ni  mas  atroces 
subministran,  por  ser  tan  cosiderable  la  población  extran- 
jera. Nótese  que  los  ataques  contra  la  vida,  ocurren  casi 
siempre  entre  los  individuos  de  una  misma  nacionalidad,  á. 
causa  de  que  su  contacto  diario  es  mas  frecuente  y  de  ahí 
proceden  sus  querellas. 

Puede  la  estadística  criminal  señalar  la  proporción  entre 
el  numero  de  criminales  y  las  procedencias  de  los  indivi- 
duos que  lo  cometen;  lo  que  acusaría  una  predisposición 
especial  ó  acaso  la  proporción  en  que  se  hallan  con  los 
demás  habitantes. 

Cuando  los  agentes  europeos  señalen  el  número  de  los  de 
su  nación,  victimas  de  crímenes,  de  pedirles  sería  el  medio 
de  que  sus  nacionales  mismos  no  los  cometan,  pues  yendo 
á  los  procesos,  se  encuentra  que  los  delincuentes  son  de 
todas  naciones,  y  casi  siempre  déla  misma  nacionalidad 
que  su  victima* 

Ya  se  ha  dicho  que  una  excesiva  lenidad  de  los  jueces 
en  aplicar  la  última  pena,  ó  la  prolongación  indefinida  de 


74  OBRAS  DB  SARtflSNTO 

las  causas,  ó  la  despoblación  en  las  campañas  donde  tales 
delitos  ocurren,  bace  moroso  e)  despacbo,  por  falta  de  prue- 
bas suücientes.  Algo  contribuye  á  aumentar  la  crimina- 
lidad entre  nosotros  la  persecución  inexorable  que  encuen- 
tran en  la  Banda  Oriental,  con  lo  que  tenemos  una  emi- 
gración de  criminales  á  esta  banda;  y  como  no  hay  oficinas 
de  inspección  moral,  al  recibir  lo  que  de  todas  partes  viene, 
no  es  de  extrañar  que  entre  el  buen  grano  se  introduzca 
la  zizaña. 

En  las  provincias,  en  general,  los  crímenes  son  menos 
frecuentes  por  ser  menos  mezclada  la  población,  vivir  mas 
fijos  los  habitantes,  y  tener  los  hombres  menos  incentivos 
que  en  las  grandes  aglomeraciones,  que  exiten  sus  pa- 
siones. ^ 

En  el  BntreRios,  los  actos  criminales  son  menos  frecuen- 
tes, por  las  causas  indicadas;  y  acaso  uno  atroz,  que  ocurre 
de  tarde  en  tarde,  conmueve  mas  los  ánimos  que  los  dos- 
cientos que  ocurren  entre  nosotros,  y  á  cuya  frecuencia 
estamos  habituados. 

Debe  decirse,  sin  embargo,  que  la  policía  es  cada  vez  mas 
eficaz,  pues  que  los  diarios  vienen  llenos  de  avisos  de  gran- 
des criminales  escapados  á  la  justicia,  y  que  al  fin  caen  en 
sus  manos. 

Pero  la  criminalidad  ordinaria,  no  tiene  que  ver  con  la 
política,  á  no  ser  que  de  la  indulgencia  con  los  grandes  cri- 
minales como  Jordán  y  otros,  resulte  un  aflojamiento 
moral,  que  alcanza  k  las  clases  comunes. 

Acaban  de  indultar  en  Francia  á  2500  deportados,  después 
de  siete  años  de  purgar  su  crimen! 

Deseáramos  que  los  diarios  políticos  se  abstuviesen  de  la 
explotación  que  hacen  de  incidentes,  como  el  de  los  asesina- 
tos <le  los.  alrededores  de  Concordia,  queriéndolo  hacer 
servir  para  sus  propósitos  de  difamación,  costará  á  sus 
oponentes  imitar  su  ejemplo,  cuando  no  sea  mas  que  por 
honor  de  nuestro  pueblo,  y  por  no  dar  margen  á  los  juicios 
desfavorables  que  en  Europa  se  forman,  tomando  por  texto 
nuestros  diarios  mismos. 

Chile  está  hoy  plagado  de  bandas  de  salteadores, 
que  asedian  casi  las  ciudades,  y  esta  forma  de  crimen, 
común  á  Méjico  y  otros  puntos,  no  ha  aparecido  en  nuestro 
país  y  menos  en  las  provincias. 


LOS  DBSFALLBCIKIBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  75 

Los  países  que  hablan  abolido  la  pena  de  muerte,  cedien- 
do á  sentioiientos  de  filantropía,  vuelven  sobre  sus  pasos,' 
aleccionados  por  la  experiencia,  ya  que  las  penitenciarias 
no  han  producido  en  corrección  todo  lo  que  de  ellas  se 
esperaba.  En  Chile  se  ha  restablecido  la  pena  de  azotes 
para  las  raterías  y  otros  delitos,  y  como  lo  hemos  dicho 
antes,  en  la  Banda  Oriental  se  persif^ue  sin  tregua  á  los 
criminales. 

Hagamos  otro  tanto,  si  se  quiere;  pero  dejemos  en  paz  á 
hombres  honorables,  como  el  General  Ayala  y  Febre,  entre- 
gados ai  primer  deslenguado  que  escribe  una  correspon- 
dencia anónima,  para  servir  á  la  sevicia  y  maldad  de  otros 
d  es  vergonzad  os. 

EL  lANIFiESTO  NACIONALISTA 

{El  NaeUmal,  Bnero»  de  1879.) 

Sin  la  displicencia  con  que  unos  partidos  reciben  las 
declaraciones  de  los  otros,  haríamos  un  estudio  compa- 
rativo de  las  varias  manitestaciones  que,  según  las  emer- 
gencias, viene  dando  hace  cuatro  años  el  partido  nació* 
nalista. 

Encontraríamos  en  ella  la  historia  de  sus  propósitos,  la 
prueba  de  sus  errores,  y  acaso  señales  visibles  de  progreso 
en  las  ideas. 

En  todos  campea  no  obstante  el  alarde  de  principios,  y 
la  habilidad  con  que  se  las  hace  servir  k  los  propósitos  del 
momento. 

Ya  trecho,  sin  embargo,  del  manifiesto  muy  arreglado  ¿ 
principios  por  supuesto,  sobre  los  derechos  del  pueblo  con 
los  gobiernos  de  hecho,  á  las  pacificas  declaraciones  del 
manifiesto  que  tenemos  á  la  vista,  y  que  reducimos  á  su 
mas  concreta  expresión,  para  conocimiento  de  nuestros 
lectores.    Resúmese  los  siguientes  propósitos: 

1*  Adoptar  por  punto  de  partida  las  tradiciones  históricas 
del  gran  partido  de  la  libertad  argentina. 

2^  Levantar  como  bandera  el  libre  sufragio. 

3*  Perseverar  en  la  política  de  conciliación  proclamada. 

4<»  Mantener  la  lucha  electoral  en  el  terreno  pacifico  del 
derecho,  ya  sea  provincial,  ya  sea  nacional,  suprimiéndola 


76 


0BKA8  DE  8ARMUENTO 


si  fuese  posible,  por  el  acuerdo  de  los  partidos,  y  en  todo 
caso  regularizándola  para  garantir  el  voto  público  y  la  tran- 
quilidad común. 

5®  Mantener  viva  la  resistencia  y  la  protesta  cívica,  por 
medio  de  la  opinión,  enérgicamente  pronunciada,  contra 
toda  ilegítima  acción  oñcial  que  interrumpa  el  mecanismo 
electoral,  y  propender  á  que  el  pueblo  ejerza  su  derecho 
electoral  en  completa  libertad. 

No  pecan  de  desperdiciados  tos  que  se  hacen  para  si  pa- 
trimonio exclu^vo  de  las  tradiciones  históricas  del  gran 
partido  de  la  libertad.    Y  á  sus  adversarios,  qué  les  dejan? 

A  nosotros  á.  fé,  pueden  darnos  lo  que  en  su  munificencia 
les  plazca. 

Sabemos  de  muchos  en  qué  escondite  encontraron  las 
tradiciones  susodichas,  y  desde  cuando  empezaron  4  revés* 
tirse  con  aquellas  plumas. 

Lo  que  es  nosotros,  no  les  hemos  de  disputar  las  tradi- 
ciones, bastándonos  nuestro  trabajo  propio  y  largo  esfuerzo 
para  llegar  á  las  fuentes,  y  seguir  los  movimientos  del 
pensamiento  en  nuestro  siglo. 

Si  las  tradiciones  que  se  apropian  son  las  que  han 
seguido  en  estos  últimos  años  y  producido  los  manifiestos 
y  los  hechos  anteriores,  guárdense  para  si  solo  sus  tra- 
diciones. 

Diriamosle  lo  mismo,  al  perseverar  en  la  conciliación 
proclamada  por  el  Presidente  y  el  Gobernador. 

Partidos  que  vienen  de  años  atrás  vencidos,  que  por  sus 
propios  errores  quedan  reducidos  á  una  plana  mayor  y  á 
una  oligarquía,  necesitan  adherirse  á  algún  otro  partido 
con  vida,  para  injertarse  á  su  tronco.  La  conciliación  es 
pues,  cuestión  de  vida  ó  muerte.  O'Conell  con  su  causa 
irlandesa  de  católicos,  terciaba  en  todas  las  cuestiones  del 
Parlamento.  Hoy  vemos  producirse  el  mismo  hecho,  y 
apenas  se  forma  una  minoría  ó  un  gobernante  duda  de 
sus  propias  fuerzas,  la  cola  nacionalista  (es  decir,  la  que 
fué  cabeza)  se  adhiere  y  la  fisonomía  de  las  cosas  cambia. 
Por  poco  no  nos  sentimos  ya  nacionalistas,  envueltos  en  la 
nube  de  polvo  que  ha  levantado  el  manifiesto  gubernativo. 
No  abandonará,  pues,  esta  facción  su  áncora  de  salvamento^ 
que  es  la  conciliación,  es  decir,  la  facultad  de  asirse  á  la 


LOS  DB8FALLBCIMIBNT0S  Y  LOS  DBSTIOS  77 

punta  del  cable  que  le  alargan  para  que  no  se  lo  trague  el 
abismo. 

Contra  la  prédica  revolucionaria,  antes  y  después  de  ir  á 
las  vías  de  hecho,  y  hasta  ayer  no  mas,  en  su  órgano  mas 
autorizado,  el  manifiesto  IV  ofrece:  «mantener  la  lucha 
electoral  en  el  terreno  del  derecho»,  y  si  resistencia  y  pro- 
testa ha  de  haber,  como  de  costumbre,  será  cívica  aquella, 
aunque  enérgica,  renunciando  en  esta  parte  á,  las  tradicio- 
nes y  á  sus  prácticas  y  doctrinas  hasta  ayer  no  mas.  La 
desusada  exhibición  de  espadas  que  se  hacen  en  Comités.y 
reuniones  y  aun  en  Convenciones,  es  cuando  mas  en  el 
sentido  cívico,  y  como  reminiscencia.  Mucho  camino  hemos 
andado,  en  efecto,  para  que  sea  otro  el  objeto  de  este  alarde, 
porque  alarde  intencional  hay  en  ello. 

El  empeño  de  suprimir  la  lucha  electoral,  sería  el  colmo 
de  la  felicidad  de  un  partido  que  se  pegara  á  otro  para 
vivir,  por  la  conciliación,  lo  que  probarla  que  se  lo  habían 
absorvido  todo  j  hecho  al  país  cómplice  de  sus  tradi- 
ciones. 

La  verdad  es  que  hacen  en  ello  una  jenufleccion  al  Pre- 
sidente de  la  República,  y  otra  al  Gobernador,  repiti9ndo 
la  lección:  suprimir  la  lucha,  é  inclinándose  revérentéfl 
ante  la  frase  oficial  que  le  sArve  de  bandera. 

El  señor  Presidente  ha  residido  poco  en  Tucuman,  para 
conocer  algunos  de  esos  pequeños  accidentes  que  dejan  por 
largos  años  en  pueblos  pequeños  una  frase  chistosa.  Era 
el  caso  que  un  inglés  mulon  todavía,  requebraba  á  una 
beldad  traviesa.  De  paseo  esta  con  otras  amigas,  entra  en 
la  habitación  de  aquel,  y  hallándola  sola,  escribe  sobre  un 
papel  con  la  pluma  que  allí  encontró:  Gringo  de. .  .de  cual- 
quier cosa...  como  memoria  de  su  presencia. 

A  su  regreso  y  averiguando  el  origen  del  cedulón,  decía 
mi  inglés,  contemplándolo;  e  con  me  mesmo  plumol 

Sospechamos  que  el  autor  de  la  frase  suprimir  la  Iwha^  ha 
de  decirse^  para  su  coleto,  y  con  aquella  risita  que  tanto  ha 
dado  que  decir  del  urgulloso  Tejedor,  del  profundo  Mitre, 
e  con  8U  mesmo  pluma  la  han  repetido,  y  plagiado! 

Y  digan  después  que  lo  tienen  un  poco  como  político,  no 
obstante  que  de  ellos  ha  hecho  después  de  vencido  el  uno, 
sus  sectarios  y  discípulos.    Realizan  su  programal 

Suprimamos  la  luchal  que  así  lo  manda  mi  comendantel 


78  OBKA8   OB  ÜAKMIIWTO 

I 
I 

Fuera  de  estos  propósitos  y  este  caudal  político  de  parti-  I 

do,  que  se  deduce  &  retractar  sus  pasados  errores  y  esperar  > 

de  la  conciliación  su  salvación,  á  guisa  de  ingerto  en  tronco 
ageno,  aceptamos  con  gusto  por  lo  ostensible,  la  proclama- 
ción del  sufragio  libre,  con  conciliación  ó  sin  ella,  y  eso  de 
propender  k  que  el  pueblo  ejerza  su  derecho  electoral  en 
pieaa  libertad,  lo  que  hace  un  pleonasmo  y  la  misma  ora- 
ción por  aotiva  y  por  pasiva. 

¿Pero,  cómo  gozará  el  pueblo  de  libertad,  si  suprimiendo 
la  lacha  no  hay  necesidad  de  libertad,  6  ai  conciUímdose 
los  comités  para  no  luchar,  no  queda  otra  libertad  que  la 
de  aceptar  el  enjuague  que  hayan  hecho  los  concillados, 
presidentes,  gobernadores,  ministros  y  firmantes  del  mani- 
fiesto nacionalista? 

¿Habrá  libertad  para  los  no  concillados,  suprimida  la 
lucha?  Oh  que  sil  La  libertad  de  no  hallar  con  quien 
luchar,  ni  tener  parte  en  las  tradiciones  de  libertad,  que 
solo  pertenecen  al  gran  partido  de  la  libertad.  Si  quieren 
luchar  por  el  despotismo,  el  atraso,  la  ignorancia,  el  campo 
está  á  su  disposición.  Los  concillados  estarán  desde  la 
barra,  viéndolos  luchar  contra  el  vaciol 

Qué  candidos  son  los  que  copian  frases  y  toman  una  mu- 
lela  por  principio! 

Perseguidores  tenaces  de  los  gobiernos  electores,  nos  traen 
por  programa  realizar  punto  por  punto  el  boletín  oficial  que 
S.  E.  el  señor  Presidente  se  dignó  lanzar  para  proveer  á 
la  pacificación  xle  sus  gobernados,  en  un  discurso  á  la  aper- 
tura de  la  Exhibición  de  A^gricultura.  Hoy  es  la  orden  del 
día  da  un  partido! 

EL  IRBR06LI0 

{Bl  Saeimal,  Bnero  S5  de  1879.) 

Teníamos  en  cartera  una  serie  de  estudios  sobre  la  prác- 
tica de  las  instituciones  libres,  señalando  los  peligros  de 
las  originalidades,  como  las  luchas  suprimidas,  las  listas 
mixtas,  los  gobiernos  concillados  entre  si,  aunque  no  recon- 
cilien á  los  gobernados,  cuando  hemos  por  poco,  tirado  la 
pluma,  desalentados,  confundidos  y  desconcertados,  no  sa- 


LOS  DKSFALLlfiClMISNTOS  Y  LOS  DBSTIOS  79 

biendo  que  es  lo  que  pasa  al  rededor  nuestro  y  qué  rumbo 
toman  los  partidos. 

£1  Manifiesto  del  señor  Gobernador,  que  tantas  dudas 
tlebia  disipar  y  tantas  simpatías  procuraba  concillarse,  ha 
sido  recibido  por  toda  la  prensa  con  un  grito  unánime  de 
reprobación,  cualquiera  sea  el  lado  ea  que  militea  los 
diarios. 

La  Nación  sin  embargo,  que  la  había  emprendido  con  los 
gobernadores,  es  el  único  que  se  encuentra  satisfecho.  «rEs 
posible  dice,  que  por  algunos  días  el  desacuerdo  (con  ella,) 
continúa  eotre  los  órganos  del  partido  nacionalista,  pero  al 
fin  ha  de  establecerse  el  acuerdo»  y  para  reunir  á  los 
descontentos,  les  asegura  que  el  partido  nacionalista,  con  la 
nuera  polüica  del  Gobernador,  y  con  los  acuerdos  de  los 
autonomistas,  tiene  asegurada  la  elección  de  diputados  y 
senadores. 

Conoce  el  buen  público  estos  acuerdos;  á  saber,  la  circu- 
lar á  los  Jueces  de'  Paz,  de  unos  autonomistas,  declaran- 
dose  dueños  de  los  Juzgados  de  Paz,  y  la  justificación  de 
los  otros,  de  no  entrar  en  esos  manejos,  de  lo  cual  saca 
La  Nadan  que  su  partido^  prescindiendo  de  autonomistas, 
se  tiene  asegurada  la  elección  para  él  solo. 

Deduce  de  la  discordancia  entre  nacionalistas,  que  hay 
nacionalistas  de  nacionalistas;  y  como  se  aducen  recuer* 
dos  con  autonomistas  contradichos  por  el  comité  autono- 
mista, salta  á  la  vista  de  ambos  partidos  que  hay  acuerdos 
entre  los  Padres  Provinciales  y  Priores,  pero  que  los  frailes 
no  les  obedecen.  Los  Priores  están  de  acuerdo  con  el 
manifiesto  provincial,  y  con  el  manifiesto  nacional,  sobre  la 
eficacia^  de  ¡a  gracia  sin  las  obras  y  el  efecto  de  la  conciliaciojí 
como  reactivo  químico,  que  cambia  en  verde  los  colores 
todos,  aun  los  tornasoles. 

<  Mientras  tanto,  los  trabajos  nacionales  irán  adelante. 
La  comisión  de  Delegados  de  las  Provincias  (residentes  en 
Buenos  Aires)  tomará  bien  pronto  su  dirección.  «En  sus 
«  resoluciones  no  han  de  dominar  las  opiniones  de  los 
«  Delegados  de  Buenos  Aires,  si  bien  han  ds  ser  oidas.ii 

Situación  infeliz,  en  efecto,  la  de  los  Delegados  de  Bue- 
nos Aires!  El  señor  Elizalde,  Delegado  por  Tucuman,  no 
tendrá  opinión  que  no  sea  tucumana  y  provinciana.  Se 
dice  que  ya  está  ensayando  hacer  como  que  tiene  chwJwy 


80  OBRAS   DB  8ÁRMIBMTQ 

fiebre  terciana,  para  parecer  mas  tucumano.  Otros  porte- 
ños ensayan  hablar  con  tonada  riojana,  cordobesa,  puntana 
para  que  se  vea  con  que  convicción  expresan  las  ideas 
puntanas,  riojanas  ó  cordobesas,  mientras  que  los  Delega- 
dos jenuinos  de  Buenos  Aires,  que  solo  por  La  Nación,  sabe 
•  que  haya  delegado  nada  en  nadie,  se  estarán  aguantando 
la  risa  de  ver  tiritar  con  escalofríos  á  uno,  y  estropear  con 
esdrújulos  mal  colocados  el  castellano  á  otros. 

Por  otra  parte,  asoma  ya  la  voluntad  indeclinable  de  los 
pueblos  asi  representados.  Córdoba,  que  manda  Delegados 
con  mandato  imperativo,  declara  desde  ahora,  que  «el  doc- 
tor Laspiur  es  bien  conocido  ya.»  «Que  su  candidatura  es 
la  recompensa  después  de  la  victoria.»  «De  alli  se  ha  ori- 
ginado la  candidatura  Laspiur.»  «Ni  Roca,  ni  Tejedor,  ni 
Irigoyen,  ni  Sarmiento;  podrían  responder  á  las  grandes 
exigencias  del  pais».  «¿Podría  entonces  Córdoba  pensar 
«  en  el  doctor  Tejedor?»  Pero  Córdoba  solo  conoce  del 
«  actual  Gobernador  algunos  rasgos  de  civismo;  pero  esto 
«  confundido  con  las  intemperacias  de  un  car&cter  volun* 
«  tarioso  y  ofuscado,  que  hoy  está  patentizando  en  todos 
«  sus  actos  públicos.»  La  conciliación  prescribe  la  pa~ 
ciencial 

No  se  apresure  Córdoba,  pues,  á  decir  de  esta  agua  no 
beberé.  Otros  mastiezos  de  espinazo  han  repetido  la  frase 
«wjn'mtrftifticbi,»  fioritura  final  de  un  discurso  sobre  expo- 
sición de  rambouillets  y  toros  Durham,  y  héchose  un  pro- 
grama de  gobierno,  como  los  devotos  se  hacen  un  Dios  de 
una  muela  de  Santa  Polonia.  Córdoba  no  había  visto 
todavía  el  Manifiesto. 

Córdoba  volverá  sobre  sus  pasos,  como  La  Naeion  ante  la 
circular  aquella,  después  de  varias  explicaciones.  En  la 
lista  de  los  proscriptos  no  quedarán  sino  Roca,  Irigoyen  y 
Sarmiento;  pasando  Tejedor  á  revistar  en  Córdoba  como  en 
Buenos  Aires,  en  el  cuerpo  en  que  revistan  Laspiur,  la  con- 
ciliación y  La  Nación^  separada  en  este  punto  de  los  otros 
órganos  nacionalistas,  mas  duras  de  entendederas;  pero 
que  mañana  estarán  de  acuerdo,  sobre  todo  sabiendo  que 
la  concilacion  con  los  autonomistas,  va  á  dar  Diputados  y 
Senadores  nacionalistas,  ventaja  de  que  estaban  privados 
I  *^  desde  el  Gobierno  de  Castro  aquí  (no  elector)  y  el  pasado 

Presidente  (elector). 


I» 


LOS  DBSFALLBCIMIBNTOS  T  LOS  DB8Y10S  81 

«No  es  posible  entonces,  dice  La  faetón  k  sus  extraviados 
amigos,  perseverar  en  aprensiones  que  solo  sirven  la  causa 
de  ia  liga  de  los  gobiernos  electores,  y  que  la  proclama  ha 
herido  de  muerte.)» 

«Lean  nuestros  colegas  atentamente  las  opiniones  de  los 
órganos  de  la  liga,  y  se  convencerán  de  la  importancia 
del  rudo  golpe  que  les  da  la  proclama.» 

«¡Las  fuerzas  populares  unidas  y  garantidas  contra  las 
influencias  oñcialesl» 

«Esta  es  la  situación  que  hace  &  Buenos  Aires  la  pro- 
clama.» 

Qué  ganga!  qué  pichinchal  qué  Californiat 

Las  fuerzas  populares,  unidas  y  garantidas  contra  Teje- 
dor y  sus  influencias  oficiales,  á  saber  las  de  los  Padres 
Priores  autonomistas,  hoy  de  acuerdo  con  La  Nación,  y  que 
ordenaron  á  los  Jueces  de  Paz  no  recibir  otras  inspiraciones 
que  las  suyas!  y  las  del  Gobernador. 

Decimos  la  verdad,  empezamos  á  caer  del  burro.  Todo 
lo  que  olmos,  es  peor  que  griego  y  hebreo  para  nosotros, 
que  estábamos  candidamente  creyendo  que  nos  dirigía- 
mos al  buen  sentido  del  pueblo,  cuando  queríamos  apun- 
tarle decepciones  y  peligros. 

EL  GOBIERNO  CONCILIAR  DE  PROVINCIA 

{Bl  NaeUmal,  Enero  15  de  1879.) 

La  conciliación  es  una  política  nacida  de  emergencias 
nacionales,  en  el  gabinete  ó  en  la  mente  del  Presidente 
de  la  República. 

AJ  hacerla  suya,  el  Gobernador  de  la  Provincia  de  Buenos 
Aires,  ha  manifestado  adhesión  á  lo  qae  pudiera  llamarse 
sus  principios,  si  principios  estuviesen  envueltos  en  un 
sistema  que  á  nuestro  juicio  conculca  los  que  sirven  de 
base  á  la  Constitución  y  á  las  leyes  y  que  no  debemos  dejar 
pasar  inapercibidos,  precisamente  porque  vienen  autori- 
zados con  nombres  eminentes,  ó  desde  lo  alto  de  la  jerar- 
quía administrativa.  Verdades  y  principios  de  gobierno 
^constitucional  y  honrado,  se  presentan  mezcladas  con  pro- 

TOMO  XL.— 6 


■i 


I 


II 


; 


( 


' 


82  0BRA.8  DE  SARMIENTO 

posiciones  de  otro  orden  cuestionable,  y  aun  dándose  por 
fundamento  de  la  política  de  conciliación. 

Guando  un  gobierno  asegura  que  no  será  parte  en  la 
lucha,  es  decir,  en  las  elecciones,  y  que  no  ha  hecho  ni 
hará  estipulaciones  electorales  con  nadie,  no  obra  en 
virtud  de  la  conciliación^  sino  de  los  deberes  de  su  puesto 
y  nada  mas. 

Guando  asegura  que  se  hará  justicia  sin  excepción,  que 
habrá  para  todos  libertad  y  pureza  en  el  sufragio,  sin 
excluirla  para  sus  propios  empleados,  con  tal  que  no  pre- 
tendan aprovechar  eñ  su  favor  los  medios  oficíales,  no 
procede  asi  en  virtud  de  la  conciliación^  sino  de  su  estricto 
deber;  pues  así  lo  prescribe  la  Constitución  y  lo  practican 
todas  las  naciones,  donde  no  se  ha  oído  todavía  la  palabra 
concialiacion. 

Guando  asegura  que  considerará  enemigos  del  país,  no  de 
la  conciliación,  á  los  facciosos  jefes  de  clientela  turbulenta, 
que  quieren  poner  en  jaque  á  los  poderes  legales,  no  habla 
en  nombre  de  la  conciliación,  sino  del  juego  libre  y  regular 
de  las  instituciones  que  confian  á  los  poderes  legales  la 
dirección  de  los  negocios  públicos. 

Ni  los  inspira  la  conciliación,  cuando  al  concluir  previene 
á  todos  que  conoce  sus  derechos  y  deberes,  y  que  sabrá 
hacer  respetar  los  unos  como  cumplirá  fielmente  con 
los  otros. 

Todo  gobierno  tiene  en  sus  manos,  puestos  por  la  ley, 
los  medios  de  hacer  respetar  sus  derechos,  y  la  Consti- 
tución provee  á  los  medios  de  hacerle  cumplir  con  sus 
deberes. 

Si  algo  en  esta  valiente  y  escusada  prevención,  siente 
un  poco  á  conciliación,  es  la  atenuación  final,  que  en  caso 
de  encontrarse  impotente  para  hacer  respetar  sus  derechos, 
antes  que  ceder,  preferirá  hacerlos  violar  en  su  personal 
apelando  á  la  posteridad  por  venganza. 

Antes  que  hubiese  conciliación,  el  gobierno  represen- 
tante de  la  ley,  no  admitió  ni  en  teoría,  esa  contingencia» 
y  lo  que  es  mas,  había  hecho  nacer  el  sentimiento  de  que 
no  hay  derecho  para  cambiar  gobiernos  por  peticiones 
militares. 

El  país  había  dado  ese  inmenso  paso.  El  gobierno  no 
era  un  pacto,  recusable  por  las  peticiones  armadas.    Pro- 


LOS  DBSPALLSGIMIBMTOS  T  LOS  DKSYIOS  83 

vincias  mal  educadas  en  el  si:stoina  de  nacionalidad,  jefes 
nacionales,  grandes  caudillos  de  opiniones  políticas,  todos 
aprendieron  una  severa  lección,  y  es  que  el  gobierno  que 
nos  hemos  dado,  no  es  un  pacto  entre   partidos  y  autori- 
rídades;  y    la  historia  del   país  y  la   victoria  de  la  única 
fuerza  legal  que  las  leyes  reconocen,  en  todas  partes,  en 
todos  los  campos,  en  las  elecciones,  como  en  los  combates, 
como  aun  en  las  tentativas  fustradas  por  la  providencia 
de  asesinatos,  mostraron  que  nunca,  jamas,  el  gobierno 
legal  es  impotente  para  hacerse  respetar.    Principio  cons- 
titucional de  trascendencia  inmensa,  que  habíamos  conquis- 
tado, y  que  habría  asegurado  la  paz  interna  de  la  República 
por  medio  siglo. 

Bajo  la  conciliación,  y  á  merced  y  á  nombre  de  la  con- 
ciliación, triunfó  una  revolución  en  Corrientes,  y  la  conci- 
liación será  por  muchos  años  responsable  de  la  idea  que 
vuelve  á  los  turbulentos,  por  todas  partes,  de  volver  á 
probar  el  jueguito,  ya  no  peligroso,  de  las  revoluciones» 
erigidas  en  derecho,  y  á.  parte  de  la  Constitución.  Las 
audaces  teorías  revolucionarias  sostenidas  por  la  prensa 
que  sostiene  la  conciliación,  sobre  el  derecho  de  revolu- 
ción, bajo  esta  Constitución  que  declara  sedición  toda 
resistencia  armada,  son  hijas  de  la  conciliación. 

Hasta  aquí  el  manifiesto  del  Gobernador  de  una  Provin- 
cia, no  sale  de  los  términos  de  los  manifiestos  que  harían 
las  autoridades  de  Francia,  de  Inglaterra,  de  Estados 
Unidos,  de  Chile,  etc. 

Lo  demás  que  contiene,  es  ya  de  otro  carácter,  y  duda- 
mos mucho  que  los  trece  Gobernadores  de  las  Provincias, 
como  los  treinta  y  siete  de  los  Estados  que  componen  la 
Union  Americana,  lo  repitiesen  ó  lo  adoptasen  sin  hacer 
sus  reservas. 

Mal  le  sienta  á  un  Gobernador  indicarles  á  los  partidos, 
cuáles  evoluciones  serían  del  superior  agrado  del  gober- 
nante, tales  como  listas  mixtas  ó  fmion,  ó  coalición  de 
partidos. 

Hay  una  política  nacional,  que  había  indicado  esos 
mismo»  expedientes,  hay  un  partido  nacional  que  los 
solicita  con  ahinco;  y  no  por  eso^el  nombre  del  Gober- 
nador, su  buena  r«{)utacion  están  al  abrigo  de  los  ataques 
diarios  de  ese  partido.    La  vivacidad  de  ios  partidos  reales 


i  OBRAS  DB  BAimiBKTO 

ha  disminuido,  el  respeto  &  la  autoridad  no  ha  ganado, 

la  tranquilidad  pública  está  por  eso  mas  garantida  para 

porvenir. 

jo  es,  puea,  la  conciliación  como  política  nacional,  lo  que 

un  manifiesto  provincial  merecía  una  segunda  edición. 

<EL  NACiOHAL»  EN  LAS  PROVINCIAS 

(Bl  NúHimta,  Boero  19  de  itm.) 

!l  aumento  considerable  que  ha  tenido  en  estos  últi- 
s  tiempos' EÍJVaciona/ en  las  provincias,  excepto  en  Co- 
mtes  donde  se  perdieron  de  golpe  las  suscriciones  que 
es  tenia,  desde  que  los  ánimos  fueron  eficazmente  con- 
ados,  nos  indica  la  necesidad  de  hacer  algunas  decla- 
iones. 

3  Nacional  ha  venido  á  ser  lo  que  fué  en  la  época  de  su 
ación,  un  órgano  exclusivamente  nacional,  es  decir, 
s  ocupado  de  los  intereses  generales  de  la  Bepública 
)  de  las  preocupaciones  locales,  que  á  veces  intentan 
tituirse  &  la  comunidad  de  los  intereses  generales, 
in  quitar  á  los  otros  diarios  su  derecho,  ó  disputarse  su 
ceridad  al  llamarse  La  Nación  ó  apellidarse  argentinos, 
iremos  ser  tenidos  por  lo  que  fuimos  siempre,  por  lo  que 
nos  y  seremos,  á  saber,  nacionales, 
luenos  Aires  es  el  punto  mejor  preparado  para  conser- 
■  este  carácter. 

\n  cada  provincia  hay  diarios  que  como  los  de  Buenos 
es,  reflejan  la  preferencia  de  las  preocupaciones  loca- 
¡  pero,  como  en  la  capital  misma,  pueden  reconcentrarse 
si  mismos,  y  no  pocas  veces  desviarse  de)  sentimiento 
aun  y  aun  sustituirle  variantes. 

Jna  gran  ciudad,  centro  del  gobierno,  del  comercio,  en 
itacto  con  el  exterior,  teatro  de  los  mas  notables  cam- 
s  politicoa  y  reflejo  de  todas  las  opiniones,  ha  de  ejer- 
siempre  una  poderosa  influencia  sobre  las  otras.  En 
n,  sino  pretende,  abusando  de  tan  aventajada  situación, 
tituirse  á  todos  y  absorverse  el  poder  público  como  lo 
II7.Ó  Rosas.  En  mal,  si  de  esta  supremacía  intenta 
istltulr  un  papado  infalible,  ó  alianzas  monstruosas  d'e 
'tldos,  qus  á  trueque  de  dominar  materialmente  abju- 


LOS  DBSFAiiLBCIMIBNTOS  T  L03  DESVÍOS  8$ 

ren  cada  uno  sus  ideas  propias,  para  poder  echar  en 
la  balanza  la  espada  de  Breno  en  una  palabra:  Buenos 
Aires  I 

El  objeto  de  El  Nacional^  será  siempre  mantener  la  man- 
comunidad de  opiniones  políticas,  entre  los  que  en  Buenos 
Aires  propendan  á  los  mismos  ñnes  políticos  que  sus  corre- 
ligionarios  políticos  en  las  provincias. 

Existe  un  partido  nacionalista  en  Buenos  Aires,  y  debe- 
mos suponer  que  con  adeptos  en  las  provincias,  que 
aspira,  aunque  con  otras  ideas,  á  los  mismos  ñnes,  la  unión 
y  mancomunidad  de  un  sistema  de  ideas,  en  todas  las 
aglomeraciones  de  argentinos,  sobre  el  vasto  territorio  de 
la  República. 

Hoy  en  Buenos  Aires  están  en  movimiento,  como  á  la 
época  de  los  deshielos  de  los  ríos,  masas  informes  de  inte- 
reses, que  se  acercan,  se  chocan  entre  si,  se  adhieren^  se 
fraccionan  ó  se  separan,  perdiendo  sus  antiguos  nombres 
y  formas,  sin  saber  qué  nuevos  títulos  dar  á  las  nuevas 
amalgamas  y  aun  usurpando  los  nombres  de  los  antiguos 
partidos,  para  suponerse  refundidos  en  una  masa  sin  nom- 
bre, pues  solo  tiene  por  objeto  uno  de  circunstancias,  que 
es  reunir  los  votos  de  Buenos  Aires. 

En  tales  momentos  debemos  decir  á.  nuestros  amigos 
de  las  provincias  que  los  diversos  matices  de  opinión  que 
se  mostraron  siempre  opuestos  al  personal  oficial  y  que  de 
años  atrás  se  ha  dado  el  partido  nacionalista,  continúan 
en  Buenos  Aires  hostiles  á  esa  oligarquía,  salvo  individuos 
que  se  separaron,  después  de  la  reunión  de  Variedades, 
sin  proponerse,  y  sin  preveer  que  iban  fatalmente  á  ser 
absorvidos  por  aquella  misma  oligarquía,  á  la  que  antes  se 
habían  opuesto  constantemente. 

Tenemos  de  común  con  el  partido  nacionalista  hoy, 
lo  que  es  del  interés  de  todos  los  partidos:  el  deseo  del 
libre  sufragio. 

Divídennossolo  los  medios.  Nosotros  deseamos  corregir 
las  leyes  y  las  prácticas  de  elecciones  para  garantir  la 
libertad  de  cada  uno  contra  las  influencias  corruptoras  de 
donde  quiera  que  vengan. 

Pretenden  los  otros  á  pretexto  de  sufragio  libre,  derrocar 
gobiernos,  presentes  y  futuros,  llamándoles  desde  ahora 
electores  donde  no  están  á  sus  órdenes,  y  derrocarlos  por  la 


>  OBRAS  DS  BARHIENTO 

uelta,  como  en  Corrientes,  asi  como  los  que  se  separa- 
del  partido  autonomista,  creyeron  tener  á  las  suyas,  y  lo 
nunicaron,  los  Jueces  de  Paz  de  Buenos  Aires, 
ara  disipar  ilusiones  y  evitar  que  sean  engañados  &  la 
tancia  por  nombres  y  apariencias,  debemos  prevenirles 

>  no  hay  todavEa  unión,  lif^a  ó  amalgama  de  partidos^ 
ao  se  pretende  en  Buenos  Aires. 

[ay  en  efecto  un  Gobernador,  que  de  acuerdo  con  la 
Itica  que  se  dice  proclanciadaen  un  discurso  por  el  Pre- 
enle,  deseada  suprimir  la  lucha,  es  decir,  la  exponta- 
dad  de  la  elección,  sustituyendo  cada  uno,  i  saber,  el 
ipo  conciliado  bajo  la  insj)iracion  del  Presidente,  sus 
ididatos;  y  el  grupo  conciliado  que  busca  la  influencia 

Gobernador,  los  suyos  propios, 
'ara  estos  fines,  están  cambiando  ideas  los  que  antes 
iron    autonomistas    y    la    oligarquía    constitucionalista, 
B    apoyarán    al    doctor  Tejedor  como    candidato    y  los 
iciliadores  ministeriales,  á  cu yos]pro pósitos  subscribirían 

nacionalistas   del    hecho  de  Corrientes,  con  el   doctor 
spiur,  según  lo  muestran  aquí  y  lo  especifica  una  corres- 
ndencia  de  Córdoba  inserta  en  La  Nncion. 
)asi  á  un  tiempo  han  tenido    lugar  dos    reuniones  de 
cionalistas,  que  han  puesto  á  prueba  el  criterio  aun  de 

hombres  que  mas  sinceramente  han  trabajado  por  ai^ 
>nizar  lo  que  era  imposible  armonizar. 
Jna,  asamblea  de  dos  Comités,  el  nacionalista  oficial  y 

autonomista  disidente,  para  apoyar  al  doctor'  Tejedor, 
jun  estos. 

Dtra,  asamblea  de  nacionalistas,  los  mismos  en  su  ma- 
r  parte,  para  apoyar  al  doctor  Laspiur,  Esta  última 
Lra  y  decididamente,  conteniendo  en  su  seno  los  hombres 

acción.    La  otra,  en  silencio,  celebrando  simplemente 

pacto,  por  el  cual  quedan  absorbidos  los  autonomistas 
jidentes  en  el  partido  que  combatieron. 
Al  comparar  estos  actos  paralelos  del  mismo  partido, 
n  debido  quedar  asaz  mohiaosy  cariacontecidos,  el  Ge- 
ral  Gainza  y  amigos  sinceros,  y  aun  puede  ser  que  el 
esidente,  al  contemplar  los  estragos  que  sobre  la  moral 
iblica  hace  la  conciliación  y  á  los  dobles  fines  que  la 
cen  servir.     El    doctor  Tejedor  ha    debido    darse  por 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  87 

aludido,  cuando  su  nombre  no  ha   sido  pronunciado  por 
nadie. 

La  Tribuna  de  ayer  parecía  caer  del  burro,  y  culpar  de 
un  poquilU)  de  prisa,  k  sus  Rm\go%  al  ver  que  habían  caído 
prisioneros  en  la  emboscada  que  creían  haber  tendido. 

Por  ahora,  el  partido  correntino,  Laspiur,  es  el  que  lleva 
la  iniciativa.    Lo  demás,  es  la  pasiva. 

Queden  de  ello  prevenidos  nuestros  amigos  de  las  pro- 
vincias. Este  es  el  comienzo  del  drama  de  los  equívo- 
cos, de  las  adivinanzas,  de  la  gallina  ciega  ¿quien  á  quien 
atrapa. 

CONVERSIONES 

{Bl  NaeioMd,  fiaero  90  de  1879.) 

Los  que  creían  que  la  violencia,  como  en  la  intentona  y 
motín  de  Setiembre,  debía  ser  el  origen  de  los  gobiernos; 
los  que  proclamaban  hace  diez  días,  que  pudiendo  tener 
razón  dos  partidos,  si  hubiese  duda  en  las  elecciones^  no  hay  mas 
arbitro  que  la  fuerza,  retroceden,  y  reconocen  que  fuera  del 
juicio  del  Congreso,  según  la  Constitución  no  hay  salvación 
para  el  pafs. 

£1  nombramiento  de  los  jueces  de  paz,  el  abrazo  de  Ver- 
gara  entre  las  oligarquías  de  los  comités  que  disponen  del 
voto  futuro  de  la  nación  para  los  candidatos  de  su  confec- 
ción, están  tomando  nota  de  nuestras  palabras;  y  retorquo 
argumentumt  dicen  ahora  que  tenemos  los  jueces  de  paz  y 
los  comandantes  de  campana,  ahora  que  tenemos  ó  cree- 
moa  tener  un  gobernador  en  el  bolsillo. 

No  habrá  violencia  en  las  eieccioneel 

Cuidaditol  Nos  unimos  al  candido  Nacional. 

Aquí  ya  estamos  seguros!  No  se  h%ble  de  este  gobierno. 
Depende  del  gobierno  federal,  que  los  gobiernos  que  deben 
ser  paclQcos  impidan  que  estos  hagan  violencia.  A  las 
provincias  ahora! 

Avíseseles,  para  su  inteligencia,  que  nos  el  pueblo,  repre- 
sentado en  dos  comités,  tenemos  los  jueces  de  paz,  según  la 
traducción  de  los  que  se  llaman  lírico-autonomistas,  y  hoy 
nacionalistas;  y  ya  no  hay  miedo  de  violencia  de  parte  de 
este  gobierno. 


88  OBRA»   1>K  SAUMIlfiNTO 

Juegue  eo  horabuena  La  Nación  con  las  palabras,  guarde 
y  copie  las  nuestras  que  han  de  ser  siempre,  en  cuanto  de 
la  honradez  del  propósito  dependa,  dignas  de  agregarlas  á 
las  tablas  aquellas  de  bronce,  que  lee  con  sus  antiparras. 

No  intentaremos  nunca  doblegar  los  principios  inmu- 
tables á  los  hechos  pasajeros.  El  vicio  de  los  hombres  no 
lo  pondremos  en  la  ley,  como  aconseja  un  gran  juris- 
consulto. 

Hemos  dicho  y  lo  repetimos:  no  habrá,  violencia  desde 
que  los  gobiernos  que  no  deben  ser  pacíficos  ante  la  vio- 
lencia, como  lo  creyó  el  autor  del  manifiesto  de  Setiembre, 
lo  digan  con  voz  ñrme,  como  lo  dijo  el  pasado  Presidente 
en  un  mensaje  al  Congreso:  mi  deber  es  ahora  tener  firme 
el  timón  de  la  nave,  en  medio  de  las  olas  ajitadas,  y  lo  tuvo, 
sin  saber  para  quienes,  pues  al  día  siguiente  volvía  á  la 
humilde  vida  privada. 

Pero  si  nos  dicen:  ¿Con  que  tú  has  dicho  que  el  gobierno 
debe  tenerse  ñrme,  y  preservar  la  tranquilidad  pública? 

Te  la  guardamos,  ahora  que  tenemos  Jueces  de  Paz, 
Comandantes  de  ^campaña.  Gobernador  etc. 

Pobres  argumentos  de  hombres,  no  de  ley.  Así  sucederá, 
[  y  sin  embargo,  quedará  cierto  que  no  debe  haber  violencia 

en  las  elecciones. 

En  cuanto  á  la  liga,  que  representa  El  Nacional^  según  lo 
dice  La  Nación^  debemos  prevenir  á  sus  lectores,  que  á  los 
redactores  de  esta  mala  hembra  les  consta  que  eí  redactor 
de  M  Nacional  no  representa  tal  liga,  que  es  una  invención 
de  ella,  habiéndole  asegurado  formalmente  no  tener  de 
tales  tratos  ni  conocimiento. 

Había  abandonado  este  terreno,  como  había  abandonado 
el  de  Ia  polilioa  ds  un  Presidente  eleetor^  por  haberse  convencido, 
ante  las  pruebas  y  las  declaraciones  personales  de  que  era 
una  quimera. 

Hasta  entonces  podía  haber  error.  Después^  habrá  /U- 
sedad  intencional,  explotación  y  aun  calumnia. 

Cuando  se  dice, — unidos  autouomistas1[lo  que  es  incierto), 
con  el  sempiterno  personal  y  oligárquico  directorio  nacio- 
nalista, puede  sin  ofensa  llamarse  la  liga  autónomo-nacio- 
nal  gubernativa;  porque  es  un  hecho  producido,  confesado 
y  puesto  de  base,  hasta  de  los  principios  invocados.  Hay 
una  liga,  es  decir  un  vinculo,  de  ¡igo¡  religo  un  pacto. 


i: 


LOS  BBSFALLBCIMIBNTOS  Y  LOS  DBSYlOS  89 

Guando  se  asegura  que  el  Gobernador  de  Jujuy  está 
ligado  con  el  de  Entre-Ríos;  estos  con  el  de  Córdoba  y  San 
Luis  ó  San  Juan,  ó  todos  los  otros,  y  todos  representados 
por  M  Nactanalj  se  dicen  cosas  que  pueden  convenir  á  la 
táctica  del  diario  que  sabe  lo  que  es  oonvmimtñ  decir  para 
ganar  unas  elecciones,  cuyo  candidato  se  ha  propiciado. 

LA  MONTONERA  DISIPADA 

Los  diarios  de  ayer  han  publicado  telegramas  de  Entre 
Ríos,  del  13,  que  anuncian  haber  sido  disipada,  por  órde- 
nes del  Gobernador  de  Corrientes,  las  montoneras  fronte- 
rizas. Dando  por  cierto  este  hecho,  y  aplaudiendo  al 
Gobierno  que  ha  llenado  tan  fácil  deber,  insistimos  en 
que  es  facultad  y  deber  del  Gobierno  Nacional,  desarmar 
á  los  que,  asilados  en  una  Provincia,  amenazan  perturbar 
la  tranquilidad  de  otra.  No  ha  de  contentarse  con  reque- 
rirlo del  Gobierno  vecino,  que  puede  no  hallarse  en  con- 
diciones de  hacerlo,  y  cuya  impotencia  ó  tolerancia  ha  de 
exponer  á  graves  desastres  al  agredido. 

Si  las  Provincias  tuviesen  soberanía  territorial,  que  no 
tiene  quien  no  puede  hacer  guerra,  serían  responsables 
de  los  daños  que  por  su  omisión  en  disolver  los  grupos 
causaren,  aun  armándose  para  defenderse.  El  vecino 
agredido  tiene  entonces  el  derecho  de  entrar  en  el  territorio 
y  auxiliar  con  su  fuerza  al  vecino  débil. 

Marruecos  sostenía  que  no  podía  reprimirse  á  los  árabes 
argelinos,  asilados  en  su  frontera. 

La  batalla  de  Ismala,  se  dio  en  territorio  morisco  por 
los  franceses,  pagando  Marruecos  las  costas.  El  Congreso 
arbitral  á  que  sometieron  sus  desidencias,  ingleses  y 
americanos,  condenó  á  la  Inglaterra  por  no  haber  impe- 
dido^  haciendo  denuncia  oportuna,  la  salida  de  sus  talleres, 
del  aAlabama.» 

Pero  precisamente  porque  las  provincias  no  tienen  sobe- 
ranía, pues  no  pueden  hacer  guerra,  contra  el  Gobierno 
Nacional,  que  es  el  soberano,  debe  garantirlas,  en  tiempo 
de  los  estragos  de  una  invasión. 

Cuando  de  aquella  montonera  nos  ocupábamos,  en  Salta 
Be  ejercía  un  acto  de  guerra,  contra  el  gobierno  nacional, 
dando  leyes  para  poner  en  movimiento  la  guardia  nacional 


90  OBRAS   DB  8AKMXRNT0 

y  salir  como  general  de  ella  el  Gobernador,  á  aprehender 
dichos  bandoleros. 

Nuestros  pobres  pueblos  son  el  juguete  de  palabras  mal 
aplicadas. 

Hemos  estado  á  punto  de  una  guerra,  porque  un  Ministro 
chileno  desea  poseer  el  Estrecho  de  Magallanes,  aun  pres- 
cindiendo de  las  costas.  Estrecho,  es  una  estrecha  comu- 
nicación inter-marina  y  no  admite  posesiones. 

Si  hay  un  homicidio,  se  le  llama  asesinato  y  la  indigna- 
ción no  tiene  límites,  aunque  falte  la  sentencia  de  Juez 
que  define  el  caso.  Si  ocurre  que  cometan  actos  violentos, 
que  pueden  ser  en  efecto  criminales,  odiosos,  una  Legisla- 
tura los  llamará  bandoleros  y  ordenará  su  persecución  y 
muerte  si  resisten,  olvidándose  que  esos  bandoleros  tienen 
en  sus  manos  el  pabellón  nacional,  y  reconocen  jefes  y 
autoridades  nacionales.  Hay  simple  sedición  en  las  decla- 
raciones y  propósitos  de  la  Legislatura  y  Gobernador,  lo 
que  no  quita  que  el  crimen  cometido  por  soldados,  con  jefe 
á  la  cabeza,  sea  tan  odioso  como  se  quiera. 

El  resultado  es  la  guerra  civil,  como  nuestra  panacea 
universal.  Si  hay  elecciones,  se  seguirá  la  guerra:  si  hay 
delitos  que  castigar  ó  que  quedan  impunes  en  el  ejército, 
se  les  dará  caza,  hasta  hollar  la  bandera  nacional. 

¡Qué  triste  país,  y  que  tristes  ejemplos! 

Al  recordar  aquellos  actos  legislativos  contra  fuerzas 
nacionales,  no  queremos  establecer  que  no  haya  ocurrido 
nada  que  irrite  los  ánimos.  Quéjanse  de  que  el  Grobierno 
Nacional  ha  desoído  repetidos  reclamos;  y  que  su  toleran- 
cia ha  dado  lugar  á  aquellos  escándalos. 

No  nos  ha  de  costar  trabajo  admitir  que  tenemos  un 
mal  Gobierno  Nacional,  si  nos  conceden  que  hay  per- 
versos Gobernadores,  y  aun  Legislaturas  electas  por  una- 
nimidad, á  causa  de  no  haberse  cumplido  con  la  Constitución 
cuando  resultaron  electos  veinte  y  uno  de  un  bando  y  diez 
y  nueve  de  otro. 

Para  la  Legislatura  unánime  de  la  segunda  cosecha,  el 
Gobernador  que  ella  creó,  ó  que  la  creó  á  ella,  debe  ser 
impasible.  Hoy  merced  á  esos  segundos  tirajes,  en  Co- 
rrientes y  en  Salta  no  hay  sino  una  opinión  pública,  y 
esa  está   con  el   Gobernador   y  la  Legislatura.     En   esta 


tos  DKSFALLKCMIKNT08  T  LOS  DBSV108  91 

Situación,  han   tenido  parte  el  Presidente  y  el  Congreso, 
rehaciendo  la  plana  &  los  sucesos. 

El  Coronel  Uriburu  había  ya  sido 'alejado;  su  cuerpo 
debía  seguirlo;  pero  aun  quedan  uriburistas,  y  el  mal  debe 
arrancarle  de  raíz,  como  en  las  segundas  elecciones  de 
gobernadore„,   en    que    la   opinión,    la   verdadera    opinión. 

"ür  causa  de  aquellos  conflictos  que  son  de  partidos,  y 
partidos  que  hallaron  correligionarios  en  el  Congreso  y 
en  el  Ejecutivo,  y  encuentran  eco,  disimulando  el  acto 
sedicioso  de  un  lado,  y  dando  por  juzgado  y  sentenciado 
como  asesinato,  un  homicidio,  está;  en  el  aflojamiento  de 
los  principios  que  constituyen  un  gobierno,  pues  no  se 
gobiernan  á  los  hombres  con  la  fuerza,  sino  con  ideas  que 
ellos  mismos  tienen  y  les  sirven  de  freno.  „.  ^„„ 

Se  ha  dicho  con  razón  que  las  legislaciones  modernas 
estaban  trazadas  en  la  idea  de  un  Dios,  sin  la  cual  no 
hav  moral,  y  que  la  sociedad  se  vendrá  abajo,  el  día  que 
aquella  idea  falte,  porque  todos  los  vínculos  humanos  se 
romperán,  para  formar  otra  sociedad,  bajo  otros  princi- 
oios  y  para  fines  hoy  desconocidos.  Decimos  lo  mismo, 
de  l'as  ideas  en  que  está  basado  nuestro  gobierno,  y  que 
no  pueden  ser  discutidas,  sin  echarlo  por  tierra. 

El  ejército  nacional  es  la  nación  ante  los  enemigos 
exteriores,  y  en  las  provincias  interiores.  Pueden  sus 
jefes  cometer  crímenes,  pero  no  pueden  ser  legalmente 
llamados  bandoleros,  en  actos  provinciales,  si  no  están 
sublevados  contra  el  gobierno  nacional,  no  pueden  ser 
oerseguidos  los  delincuentes  por  otras  autoridades  que 
las  nacionales,  si  obraron  en  cuerpo,  y  con  jefes  y  ofaciales 

á  la  cabeza.  ... 

Tal  es  el  desquicio  que  amenaza  estas  sencillas  nociones, 
que  cada  hombre,  por  ignorante  que  sea.  traía  en  su  alma 
como  tradición  y  sentido  común,  que  vemos,  merced  á 
aauel  abuso  ó  sustitución  de  palabras,  asesinato,  por  homi- 
cidio  bandoleros,   por  fuerza  nacional    acusada  de  delito, 
destinados,  por  milicianos  que  llenan   un  deber,  con   que 
naderon  -que  vemos  establecida  ya   la  doctrina,  que  el 
Comandante  de  circunscripción  militar  de  guardia  nacio- 
nal  debe  demandar  ante  un  juez  á  los  enrolados;  y  si  el 
juez  manda  que  no  se  enrolen,  ó  no  paguen  su  contri- 


92  OBRAS   Um  SAKMIBNTO 

bucion»  y  el  Comandante,  su  jefe  nato,  no  lo  pone  en 
libertad,  entonces  el  juez,  y  no  el  demandado,  debe  seguir 
el  pleito  de  oñcio,  ^  acusar  al  Comandante  ante  la  Corte 
Suprema,  y  esta,  siguiendo  la  instancia,  acusar  al  Ministro 
de  Guerra,  que  ordenó  no  exonerar  de  su  servicio  al 
reo  de  no  enrolamiento,  ante  el  Presidente,  y  sino  cum- 
pliese este,  con  lo  ordenado  por  un  juez,  acusarle  ante  el 
Congreso ! 

Se  ha  parado  allí,  temerosos  de  apelar  al  pueblo  contra 
el  Congreso,  por  ciertas  reminiscencias  importunas;  pero 
ya  tenemos  ai  Congreso,  tercera  ó  cuarta  Corte  de  Ape- 
lación, coordinada  con  los  Tribunales  de  justicia  ordinaria, 
todo  esto  para  que  don  Respicio  Salguero,  no  entre  en 
lista  sino  se  ha  enrolado,  ó  en  sorteo,  en  este  año  de 
servicio.  Se  dice,  para  motivar  esta  excepción,  que  fué 
destinado  al  servicio  de  las  armas  por  el  inspector  de  mili- 
cias de  Córdoba. 

El  juez  á  quien  apeló,  dio  la  mas  fundada  sentencia, 
poniendo  en  libertad  al  reo  de  no  cumplir  con  la  ley  del 
enrolamiento.  El  jefe  militar  contestó  que  la  Comandancia 
General  de  Armas  le  ordenaba  otra  cosa,  de  donde  resulta 
que  la  «acción  del  juez  no  es  ya  contra  el  jefe  inmediato, 
sino  contra  el  Gobierno/  y  tenemos  ya  á  los  jueces  ordinarios 
poniendo  en  el  banco  de  los  acusados  al  Poder  Ejecutivo 
nacional, ministros,  inspectores  de  ármasete,  etc. 

Todo  porque  se  han  confundido  todas  las  nociones  de 
gobierno,  tal  como  lo  entendíamos  y  lo  siente  cada  cual 
en  su  alma  y  conciencia:  tal  como  lo  confirma  cada  pala- 
bra y  disposición  de  la  Constitución.  La  justicia  civil  no 
tiene  jurisdicción  sobre  lo  militar,  que  pertenece  á  otro 
orden  de  ideas,  y  tiene  su  judicatura  independiente  y  posi- 
blemente tan  justiciera  y  acertada  como  puede  serlo  la  de 
jueces  modelos  y  primerizos  que  ensayan  sus  argumen 
tos  civiles- en  terreno  que  está  fuera  de  su  jurisdicción. 

No  es  la  ley,  sino  la  naturaleza  la  que  nos  obliga  á  defen- 
der el  país  en  que  nacemos. 

Sino  nacemos  soldados,  á  los  diez  y  ocho  años,  edad 
de  la  virilidad,  somos  soldados;  y  de  antiguo,  en  todos 
tiempos  y  países,  el  inspector  de  armas,  es  el  que  anota 
la  partida  de  haber  entrado  en  la  virilidad  un  ser 
nuevo. 


LOS  DBSFAJiLBClMIKNTOS  T  LOS  DBSVIOS  03 

Lo  que  amotina  contra  la  naturaleza  y  la  lej'  orfjAnica 
del  servicio  militar  que  principia  como  primer  escalón  en 
la  Gruardia  Nacional,  es  que  el  no  enrolado  y  por  tanto 
enviado  á  desempeñar  su  servicio  sin  sorteo,  es,  en  lugar 
de  alguno  de  los  millares  de  paisanos  uraños  y  selváticos 
que  por  serlo  no  se  enrolan,  ó  acierta  &  ser,  en  el  caso 
litigiado,  todo  un  don,  lo  que  en  realidad  cambia  de  espe- 
cie: y  lo  decimos  con  toda  sinceridad,  porque  ese  es  el 
fondo  de  la  cuestión. 

Tiene  ojos  azules!  Cuestión  de  raza,  de  clase  social.  La 
conscripción,  dicen  los  sostenedores  de  las  nuevas  doctri- 
nas, no  se  ha  adoptado,  porque  sería  resistida.  Por  quien? 
Claro  estaque  por  los  que  tienen  piel  blanca,  medios  cómo- 
dos de  vivir,  educación,  etc.,  que  pertenecen  de  nacimiento 
á  la  clase  de  caballeros^  con  don,  tratamiento  que  no  tiene 
el  soldado  raso. 

No  queremos  exigir  k  la  democracia  nuestra,  mas  igual- 
dad que  la  que  consienten  las  diferencias  de  razas  y  posi- 
ciones; pero  para  disimular  nuestras  simpatías  por  los 
ojos  azules,  no  hay  necesidad  de  desquiciar  á  un  gobierno, 
poniendo  á  un  juez  sobre  el  Ejecutivo,  y  sometiéndole 
el  orden  militar.  El  señor  don  Respicio  debió  implorar 
gracia  del  Ministro  de  la  Guerra;  y  como  este  tiene  tam- 
bién los  ojos  azules,  de  parar  doble  contra  sencillo  era, 
que  habla  de  concederla.  ¿Dónde  se  ha  visto  un  don  de 
soldado? 

¿Cuándo  llegaremos  al  ideal  de  la  perfección,  oyendo  en 
la  Camarade  Diputados  los  pedidos,  en  autos  de  los  jue- 
ces, acusando  al  Presidente  Comandante  General,  por 
desacato  contra  el  juez  de  distrito;  contra  el  Ministro,  por 
haber  dejado  que  vaya  á  la  frontera  un  no  enrolado,  en 
lugar  de  mandarle  sus  diplomas  de  oQcial,  si  era  don,  lo 
que  sostenía  el  juez,  que  era  de  la  misma  raza  y  posición? 

EL  ASESINATO  POLÍTICO  DEL  PRESIDENTE  SARMIENTO 

{Bl  NaeUmal,  Noviembre  f8  de  1879.) 

Entre  diversas  piezas  forenses  que  se  están  imprimiendo, 
encontramos  la  Vista  Fiscal  del  Dr.  Victorica,  sosteniendo 
en  apelación  la  sentencia  de  condenación  de  los  reos,  en 


94  OBRAS  DB  SARMIENTO 

primera  instancia»  de  (la  tentativa  providencialmente  frus- 
trada de  asesinar  al  Presidente;  y  como  no  se  dio,  que 
recordemos,  en  aquellos  tiempos  ninguna  narración  seguida 
ddi  hecho,  creemos  de  interés  público  é  histórico,  tomar  la 
que  hace  el  Fiscal,  apoyada  en  las  declaraciones  del  pro- 
ceso y  confirmaciones  de  la  sentencia. 

Hoy  que  el  emperador  de  Alemania  ha  escapado  dos 
veces  á  atentados  de  este  género,  y  cuyos  detalles  han  ser- 
vido de  pasto  á  la  curiosidad  pública  y  llenado  nuestros 
propios  diarios,  bueno  es  consignar  los  detalles  de  uno  de 
los  mas  tenebrosos  complots,  superior  en  atrocidad  á  la 
serie  de  crímenes  de  este  género  que  no  han  cesado,  como 
si  fueran  una  enfermedad  moral  contagiosa,  desde  Lincoln, 
que  abrió  la  lista  de  Jefes  de  Estado  asaltados. 

Si  los  misiles  hubiesen  alcanzado  al  entonces  Presidente, 
aun  hiriéndole  con  el  mas  leve  rasguño,  habría  quedado 
muerto  en  el  acto;  con  lo  que  no  habrían  faltado  aficionados 
que  creyesen  hubiese  muerto  de  miedo,  no  sabiéndose  sino 
por  la  inspección  posterior  de  las  balas,  que  misiles  y  puña- 
les estaban  horriblemente  envenenados. 

Según  las  noticias  de  entonces  no  obstante  estar  la  vic- 
tima, según  consta  de  la  causa,  avisada  por  tres  conductos 
distintos,  del  peligro  que  corría,  no  se  preocupó  del  estam- 
pido del  tiro  á  cinco  varas  de  su  oído,  y  siguió  su  camino, 
sin  ocuparse  de  saber  su  origen;  y  bien  le  valdría  quizá 
pues  dos  de  los  asesinos  estaban  allí  prontos  ¿  la  acción,  y 
deteniéndose  ó  bajando  del  coche  hubiera  podido  servir  de 
blanco  á  €>iro  trabuco  ó  revólver  ó  puñal,  costándoles  k 
los  que  acudieron  á  darfe  la  noticia  persuadirlo  de  la  verdad 
del  hecho,  y  no  cediendo  en  sus  objeciones  de  ser  pura 
invención  de  alarmistas,  sino  cuando  le  asegtwaron  que 
estaban  presos  y  confesos  los  asesinos. 

La  súmula  del  hábil  alegato  del  señor  Víctorica,  D.  Ben- 
jamín, es  así: 

«El  homicidio  perpetrado  en  la  persona  del  jefe  de  estado 
puede  ser  un  crimen  ordinario;  pero  teniendo  origen  en  un 
complot,  cuyo  objeto  sea  el  derrocamiento  de  la  autoridad, 
constituye  un  atentado  á  la  seguridad  y  soberanía  de  la 
Nación,  y  debe  tener  una  penalidad  especial — Naturaleza 
del  crimen  en  general,  en  penalidad,  según  el  derecho 
comparado— Necesidad  de  reformar   la  ley  nacional  á  este 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  95 

respecto.  Consideraciones  en  apoyo  de  la  sentencia,  con 
relación  á  las  circunstancias  del  caso,  y  á  las  prescripciones 
de  la  jurisprudencia  en  general,  en  materia  de  compli- 
cidad en   el  crimen  frustrado. 

Estas  diversas  tesis  las  ha  sostenido  el  Dr.  Yictorica,  con 
aiucha  abundancia  de  razones  jurirícas  y  conocimiento  de 
la  legislación  universal,  recordando  cómo  el  caso  de  Lin- 
coln fué  declarado  militar,  á  fin  de  sacarlo  de  la  jurisdic- 
ción ordinarina  de  los  delitos  comunes.  Nuestros  jóvenes 
abogados,  hallarán  cuando  se  publiques/»  integrun  el  escrito 
un  modelo  de  simplicidad,  en  la  exposición  de  que  dará. 
una  muestra  la  siguiente  exposición. 

«Ha  sugerido  al  físcal  estas  ligeras  observaciones,  la  nota 
del  ex-Presidente  Sarmiento,  que  figura  en  autos,  cuando 
notificado,  á  petición  del  agente   físcal,  cpn  objeto  de    que 
tomase  intervención  en  la  causa  como  ofendido,  observa 
con  razón  que  estando  probado  que  el  atentado  era  contra 
el  Presidente  de  la  República,  sin  referencia  alguna  á  su 
vida  privada,  la  acción  única  á  ejercerse  pertenecía  al  mi- 
nisterio publico  nacional,  tanto  mas,  resultando  que  el  pri- 
mer aviso  del  proyectado  plan  fué  trasmitido  por  el  Gober- 
nador de  Santa  Fe  y  que  las  noticias  sucesivas  atribuían  la 
generación  del  crimen  á  enemigos  de  la  actualidad  de  la 
República,   existentes  en  el    extranjero,   como   conocidos 
agentes  de  la  rebelión  en  armas.» 


Áhi  están  en  el  proceso  las  constancias  que  autorizaban 
esta  apreciación,  y  que  vinieron  á  confirmar  los  mismos 
reos,  y  otros  hechos,  como  se  relaciona  con  exactitud  en  la 
sentencia. 

Al  aviso  dado  por  el  Gobernador  de  Santa  Fe  de  que  en 
una  reunión  de  jordanistas  se  había  anunciado  la  muerte 
violenta  del  Presidente  como  un  proyecto  seguro  próximo 
á  realizarse,  se  siguieron  otras  confidencias  personales  que 
recibió  el  Presidente,  ya  de  un  vasco  Olave  enviado  de  Que- 
rencio  cerca  del  hermano,  que  estaba  de  Teniente  de  López 
Jordán,  como  lo  acreditó  presentando  la  tarjeta  original 
que  corre  en  el  proceso,  ya  de  una  señora,  esposa  de  uno» 
de  los  conspiradores,  determinando  el  primero  que  en  el 


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06  OBRAS  DI  8A&MIBNT0 


;; ;'  circulo  de  Querencio  se  hablaba  con  seguridad  del  proyec- 


I  t  lado  asesinato.    Los  reos  declararon  que  un  tal  Aquiles 

I  ^  Sesatrugo  fué  quien  los  contrató  para  el  crimen  y  que  el 

precio  debían  recibirlo  en  Montevideo,  donde  estaba  la  per- 
sona interesada  en  el  hecho,  especiñcando  uno  de  ellos  que 
se  trataba  de  obtener  por  ese  medio  que  otra  persona  lle- 
gase á  ser  Presidente  de  la  República.  Cuando  la  justicia 
trataba  de  obtener  la  comparencia  de  Olave,  existente  en 
•  la  villa  Independencia  del  Estado  Oriental  y  la  aprehen- 
sión y  extradiccion  de  Sesabrugo,  en  Montevideo,  ambos 
son  asesinados,  pereciendo  el  segundo  k  manos  de  Queren- 
cio mismo,  que  lo  mató  en  su  propia  casa.  Olave,  antes  de 
morir,  luego  de  ser  gravemente  herido,  hace  llamar  al 
I  j  ^  cónsul  argentino,  para  confirmar  las  noticias  que  le  habla 

\\\  dado  al  Presidente  y  que  garantió  con  la  fe  que  merece  un 


moribundo,  que  ya  nada  tiene  que  esperar.    Asi  desapare- 
}  I  cieron  los  principales  testigos  en  cuanto  á  los  promotores 

i  ¡  t  del  crimen,  asi  pereció  uno  de  los  mas  odiosos  agentes. 


Ahora,  como  lo  ha  indicado  el  Fiscal,  la  criminalidad  de 
los  presos  por  esta  causa,  apenas  puede  ser  afectada  por  la 
criminalidad  respectiva  de  los  individuos  que  los  indujeron, 
'.^  armaron  y  contrataron,  ofreciéndoles  crecida  recompensa. 

;•  '  Los  malhechores  que  se  contratan  por  dinero,  á  quienes 

no  impulsa  fuera  de  su  propia  perversión,  sino  la  pasión 
del  lucro,  cae  en  todas"  partes  bajo  la  condenación  mas 
severa  del  derecho  común.  Sea  cualquiera  la  persona  que 
es  objeto  del  atentado,  la  penalidad  que  resulta  de  la  agra- 
vación calificada  de  ser  asesinos  mercenarios,  los  coloca 
bajo  el  peso  de  las  mas  graves  de  las  penas. 

Sabían  ellos  perfectamente  que  se  trataba  del  primer 
magistrado  de  la  República,  según  uno  de  ellos  mismos,  y 
aun  cuando  han  presentado  la  débil  escusa  de  que  lo  igno- 
raban, lo  que  no  es  verodmil,  dada  la  detenida  premedi- 
tación, las  repetidas  asechanzas,  los  preparativos  mismos 
que  denunciaban  que  no  se  trataba  de  cualquier  individuo 
¿  quien  es  fácil  acometer  de  sorpresa  en  el  curso  ordinario 
de  la  vida,  ¿qué  importa  ello  ¿  su  criminalidad?  el  grado  de 
-esta  no  disminuiría,  como  lo  ha  sentado  la  sentencia,  si  se 


LOS  DB.SFA.LLBCIMIBNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  07 

tratase  de  cualquier  ciudadano,  de  un  anciano,  como  ellos 
10  han  dicho,  de  un  padre  de  familia,  tanto  mas  teniendo 
presente  las  numerosas  circunstancias  agravantes.  Ace- 
chaban de  noche,  en  la  calle  pública,  el  tránsito  tranquilo 
de  su  victima,  tres  contra  uno,  armados  con  instrumentos 
esjpeciales,  el  uno  con  un  trabuco  y  una  pistola:  el  otro  con 
un  trabuco,  un  revolver  y  un  puñal;  y  con  un  puñal  y  un 
revolver  el  tercero,  que  quiere  disminuir  su  criminalidad 
bajo  el  pretexto  dequesu  parte  en  el  crimen  nodebíade  sec 
sino  resistir  á  la  fuerza  pública  y  protejer  la  fuga  de  los 
otros. 

Asociados  aceptaron  el  precio  del  crimen,  asociados  lo 
concertaron  y  pusieron  en  ejecución  por  la  asechanza,  todos 
armados,  todos  para  concurrir  al  hecho  y  consumarlo  con 
seguridad. 

Aun  á  la  ejecución  por  precio,  á  la  premeditación,  k  la 
asechanza,  al  número  de  malhechores  asociados  y  concer- 
tados, superabunda  otra  agravación,  para  causar  la  mayor 
severidad  de  la  pena,  debe  agregarse,  la  calidad  de  las 
armas — Dos  de  ellos  Francisco  y  Pedro  Guerri,  estaban 
armados  de  trabucos,  sino  lo  estaba  también  Casimiro, 
puesto  que  consta  que  fueron  tres  los  trabucos  comprados 
para  el  objeto;  el  trabuco  es  una  arma  destinada  por  su 
coriltruccion  á  esparcir  los  proyectiles,  de  manera  que 
todas  las  personas  que  pudiesen  venir  con  el  Presidente  de- 
bían perecer,  y  aun  las  personas  que  acertasen  á  pasar 
por  la  calle  al  mismo  tiempo  ó  se  asomasen  á  las  puertas 
de  su  domicilio;  &  causar  muchas  heridas  á.  la  vez.  Y  si  á 
esto  aun  se  agrega  que  los  pañales  y  los  proyectiles  esta- 
ban emponzoñados^  como  se  ha  constatado,  de  manera  que 
la  menor  herida  pudiese  causar  una  muerte  pronta  y  ho- 
rrible, acusando  el  mayor  grado  de  perversidad  y  saña  en 
los  promotores  del  crimen,  los  viles  agentes  ao  pueden 
dejar  de  ser  afectados  por  esa'  circunstancia  material  de 
que  no  puede  librarlos  la  alegada  é  improbada  ignorancia. 
El  puñal  que  fué  encontrado,  y  que  Francisco  Guerri  reco- 
noció por  suyo,  estaba  horadado  intencionalmente,  y  á  la 
simple  vista  se  notaba  la  sustancia  extraña  que  cubría  la  ho- 
ja y  especialmente  los  bordes  de  los  agujeros  en  ella  prac* 
ticados  para  que  la  lesión  hiciese  mayor  extrago.    Cuan 

Tomo  xl.— 7 


98 


OHRAS    UK   8AKU1BNTO 


monstruosa  perversión!  cuánta  zana  en  la  perpetración  del 
ominoso  atentado!  el  espíritu  mas  sereno  y  despreocupado 
se  extt*emecerá  de  espanto  al  imponerse  de  estos  detalles 
que  acusan  tan  bárbara  criminalidad!. . . 


El  mismo  exceso  con  que  cargaron  las  armas  para  ase- 
gurar el  resultado,  produjo  que  el  crimen  se  frustrase  en 
el  acto  de  ser  consumado.  Los  trabucos  estaban  cargados 
hasta  la  boca,  con  onza  y  media  de  pólvora  y  numerosos 
pedazos  de  bala  ó  cortados,  impregnados  en  cloruro  de  mer- 
curio ó  sublimado  corrosivo. 

Al  hacer  fuego  Francisco  Guerri,  se  le  reventó  el  trabuco, 
hiriéndole  la  mano  izquierda  en  que  naturalmente  lo  apo- 
yaba para  descargarlo  con  mayor  seguridad  en  la  pun- 
tería. 

El  estruendo  extraordinario,  la  herida  que  Guerri  debió 
imaginar  mortal,  si  alguno  de  los  proyectiles  emponzo- 
ñados le  había  penetrado,  lo  amedrentaron  haciéndole 
gritar.  Pedro  G....   acude  en  su  auxilio  para  ayudarlo  á 

ocultarse:  los  otros  criminales  S y  Casimiro  se  fugan, 

probablemente  sin  darse  cuenta  del  hecho,  sin  conocer  el 
resultado  de  la  detonación. 


II 


EL  COIHPLOT 

iBl  Nacional,  Noviembre  18  de  4879.) 

Apenas  podríamos  comprendrer  las  variantes,  descrecen- 
dos  y /ti^ay,  (estilo  musical)  que  notamos  en  ciertos  artistas 
plumitivos,  si  alguna  flauta  mal  humedecida,  no  diese 
un  resoplido  de  vez  en  cuando^  en  lugar  de  ajustada 
nota. 

Hace  no  mas  una  semana»  que  nos  taladraban  los  oídos 
con  las  mas  lúgubre»  sonatas,  sobre  el  tema  favorito,  (írofr^r- 
nador  ekctor^  por  el  de  Buenos  Aires,  cuando  á  una  señal 
del  Director  de  orquesta,  acompañada  del  arco,  que  indica 
bajar  el  tono  y  no  bastante  el  arco,  la  voz  de  piano,  ptano^ 
precede  y  acompaña  un  andante  moderado. 

Hay  un  complot!  üditi  oh  rtisticil  Un  complot.  La  base 
del  complot  en  Buenos  Aires;  es  hacer  que  todos  su  habi- 
tantes sean  liberales,  que  no  se  permita  que  haya  partidos. 


)♦. 


LOS  DfiSFALLBCIMIBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  99 

sino  es  del  pueblo,  todo  el  pueblo  coutra  la  liga  de  los 
gobernadores  como  Tejedor,  Febre,Iriondo,  etc.,  etc.  Nadie 
sabia  hasta  hoy  que  el  partido-  liberal  estuviese  dividido 
en  fracciones,  pues  hace  cuatro  años,  desde  el  34  de  Setiem- 
bre, que  vivía  completamente  unido.  Los  que  no  eran 
liberales  entonces,  no  eran  pueblo.  No  lo  eran,  no  lo  son 
ahora  los  autonomistas,  puesto  que  forman  cuerpo  aparte 
de  los  que  nunca  dejan  de  llamarse  liberales,  para  hacer 
revoluciones. 

El  secreto  está  descubierto,  y  no  se  ha  asegurado  patente 
el  autor.    Podemos  divulgarlo. 

«  No  debe  descansarse  un  momento,  hasta  afíanzar  la 
unión  de  las  fracciones  liberales^  para  que  el  Presidente  sea 
elegido  por  el  pweWo».    Este  es  el  complot. 

Oh  lógica!  ¿Cuáles  son  las  fracciones  liberales  en  Buenos 
Aires?  Los  nacionalistas  solos,  ó  los  nacionalistas  y  auto- 
nomistas? Si  son  estas  dos  fracciones  liberales,  entonces 
la  cuestión  está  planteada  asi: 

«  No  debe  descansarse  un  momento,  hasta  afíanzar  la 
conciliación  de  las  dos  fracciones  liberales». 

Pero  es  ya  toro  corrido.  Volvemos  á  una  reconciliación? 
El  que  tal  propone  fué  el  primero  en  desertar  de  la  primera 
conciliación.  En  ningún  país  se  ha  exigido  que  se  reúnan 
los  partidos  adversos,  para  nombrar  un  Presidente,  que  el 
pueblo  nombra  por  mayorías,  sobre  minorías. 

Antes  se  quería  con  esta  unión  suprimir  la  lucha.  ^  Ahora 
la  unión  de  las  fracciones  liberales  (suponemos  que  nacio- 
nalistas y  autonomistas)  es  para  oponerse  á  un  enemigo 
que  no  es  ni  nacionalista,  ni  autonomista.  Será  el  pueblo? 
Claro  que  no;  porque  el  pueblo  es  autonomista,  y  por  excep- 
ción nacionalista!  A  no  ser  que  no  sea  ni  nacionalista  ni 
autonomista. 

Este  prodigio  de  una  segunda  conciliación^  desconciliada 
la  primera,  es  requerido  sin  embargo  para  combatir  á  las 
otras  Provincias,  pues  el  de  casa  ha  sido  por  lo  pronto 
neutralizado. 

Veamos  como  están  distribuidos  aquellos  monstruos,  que 
no  son  nacionalistas  ni  autonomistas,  puesto  que  todo  con- 
siste en  que  tas  dos  fracciones  éstas  de  Buenos  Aires,  estén 
reunidas   para    acabar    con    todo    gobernador.    ¿Qué  son 


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100  OBRAS  DS  SAEIIIKNTO 

entonces  aquellos  Oobern adores?    Claro  está  que  goberna- 
nadores,  sin  pueblo  y  sin  pelo,  es  decir,  pelados. 

Entonces,  &  la  fuerza  oficial,  opongamos  la  fuerza  popular 
(menos  en  Buenos  Aires). 

«  El  partido  liberal  de  la  República,  (autonomista  y  nacio- 
nalista) es  una  fuerza  invencible,  (si  estuviera  reunida);  pues 
que  no  quedan  sin  su  apoyo,  sino  trece  miserables  gober- 
nadores de  provincia;  y  no  decimos  catorce,  porque  según 
el  complot,  no  hay  que  contar  con  que  el  nuestro,  que  8er& 
nacionalista  y  autonomista,  desde  que  las  dos  fracciones 
liberales  se  unan. 

¿Cómo  están  distribuidas  las  fuerzas  que  vamos  á  comba- 
tir?   Oigamos. 

«La  liga  (de  autonomistas  y  nacionalistas)  está  rota  en 
Corrientes. 

I  «La  liga  autonomista  está  aterrada  en  Entre  Rios » 

»  Pase    lo   de   aterrada;   aunque   no   es    primer  susto  que 

.    .  se  han  llevado  en  Entre  Ríos,  con  Jordán,  Gurumba,  etc. 

(vi  a  La  liga  autonomista  está  inquieta  en  Santa  Fe...  •»  Si 

no  cuentan  con  mas,  en  Santa  Fe,  que  con  las  inquietudes 
del  gobernador  Iriondo,  estamos  lucidos! 

«  La  ligado  los  autonomistas  de  Córdoba,  está  en/^rma...  I» 
de  clorosis  y  anquilosis. 

«  La  liga,  (nacionalista)  en  el  Norte,  no  tiene  gobernado- 
res representantes^. 

a  La  liga,  (ni  nacionalista  ni  autonomista)  tiene  los  ojos 
vendados  en  Tucuman». — «y  en  Buenos  Aires,  unidas  en  el 
gobernador  (nacionalistas  y  autonomistas),  no  tiene  sino  un 
aparato  teatral». 

Y  pare  usted  de  Qontar,  si  bien  quedan  San  Juan,  Mendo- 
za, San  LúiS}  Catamarca,  La  Rioja,  Santiago,  cuyos  gober- 
nadores no  han  roto  la  liga  como 'en  Corrientes,  ni  se 
asustan  como  en  Entre  Rios,  ni  se  inquietan  como  en  Santa 
Fe,  ni  están  enfermos  como  en  Córdoba,  ni  tienen  cataratas 
en  los  ojos,  como  en  Tucuman,  y  cuentan  otros  elementos 
que  un  aparato  teatral,  como  en  Buenos  Aires. 

Resulta,  pues,  por  la  cuenta  que  se  hacen  los  que  van  & 
amontonar  Osa  sobre  Pelion,  para  combatir  á  los  Titanes, 
que  no  cuentan  sino  con  la  rota  Corrientes»  la  liga  de  (se 
entiende),  y  Salta  y  Jujuy;  si  el  Norte  está  al  Norte,  en  la 


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IX>S  D18FALLBCrilI^'fOi;^yj^9  DESVÍOS  101 

-    •*     •»       •   _ 

aguja  de  aquellos  marinos,  puesto  quer.Tu^íü/nau  Uene  una 
venJa  eii  los  ojos,  que  no  vé  por  donde  sale  el-  sol./     ;  ;.^ 

Y  los  que  esta  pintura  hacen  de  sus  recursos,' 'lia'bTa'ir  i 
reglón  seguido  de  los  charlatanes,  los  intrigantes,  los  itigerr'- 
niosos^  que    suplantan  á  las  fwt^as  populares^    los    resortes 
de    la  intriga  por  que  el  ptníblo   no    se    mueve  como    un 
ratonil. 

Vamos  ¡oh  ratonesl  á  escalar  el  Olimpol 

c  Qué  se  necesita  para  ello?» 

Afianzar  la  unión  de  los  nacionalistas  y  autonomistas 
de  Buenos  Aires;  porque  los  Gobernadores,  menos  los  de 
Jujuy,  Salta  y  Corrientes,  que  no  tienen  representantes 
en  la  liga  de  Grobernadores,  cuentan  con  que  no  se  han  de 
unir  los  nacionalistas  con  los  autonomistas  de  Buenos 
Aires,  para  combatir  á  los  autonomistas  de  las  provincias, 
en  favor  de  un  Presidente,  que  tienen  oculto  los  que  pro- 
ponen otra  vez  la  conciliación  que  les  dio  á  Corrientes, 
con  que  no  contaban. 

Todo  el  programa,  montado  en  una  hipótesis  absurda, 
fracasada  é  imposible,  está  mostrando  que  al  fin  sienten 
que  no  son  nada,  y  que  no  cuentan  con  nada,  salvo  Corrien- 
tes, Jujuy  y  Salta. 

En  las  otras  provincias,  tienen  que  principiar,  por  derro- 
car Gobernadores,  cosa  que  después  de  las  tentativas  de 
Entre  Rios  y  Santa  Fe,  no  se  muestra  tan  fácil  y  hacedera. 
Nos  invitan,  pues,  á  que  les  ayudemos  á  hacer  diez  revo- 
luciones. 

Supongamos  que  no  se  derroque  ninguno;  supongamos 
que  los  Gobernadores,  aterrado  el  uno,  inquieto  el  otro, 
con  sarampión  éste,  y  con  oftalmía  aquel,  bailando  en  el 
teatro  el  nuestro,  y  los  demás  perseverando  en  el  feo 
pecado  de  ser  Gobernadores,  las  cosas  sigan  como  hasta 
aquí,  hasta  la  víspera  de   las  elecciones.    Qué  sucederá? 

¡Qué  en  once  provincias  están  desde  ahora  aseguradas 
las  elecciones  á  los  autonomistas,  fracción  liberal,  con  solo 
no  unirse  á  la  otra  fracción  liberal,  que  les  tiende  el 
ósculo  de  Corrientes! 

¿Qué  le  queda  á  la  fracción  liberal  de  Buenos  Aires? 

Aceptar  á  Tejedor,  Gobernador  elector^  y  reirse  á  carcajadas, 
de  su  antiguo  odio  á  los  Gobernadores  electores. 

O  aceptar  ¿  Laspiur,  ó  Roca,  candidatos,  salidos  de  los 


102 


•  • 


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ministerios,  e?¿ít(>?'.de'go*biernos  electores,  ó,  ó,  ó,  hacer  las 
pace»  iJorí^erséiítido  común,  abandonar  la  partida,  y  no 
^  erBCsiífí^  disparates. 

QUE  HARÍ   el    pueblo? 

(El  Saewnal,  Noviembre  V  de  1878  ) 

Eso  por  sabido  se  calla,  en  estas  tierras  de  Dios!  «Se 
«  alzará  en  todas  partes,  tendremos  una  gigantesca  revolu- 
«  cion,  desde  el  litoral  hasta  Jujuy.» 

Dios  nos  asista!  Esto  leemos  en  El  Eco  de  Córdoba,  perió- 
dico religioso  y  moral,  católico  en  país  católico,  y  propa- 
gador concienzudo  antes,  de  los  milagros  de  Santo  Domingo 
en  Jachal. 

No  lo  decimos  por  vituperio,  y  acaso  sin  dudar  de  la 
conciencia  del  escritor,  cuyo  nombre  es  tan  conocido, 
pudiéramos  decir  que  las  creencias  religiosas,  sin  excluir 
las  del  cristianismo,  las  mas  avanzadas,  han  obrado  muy 
lentamente  en  diez  y  ocho  siglos,  para  morigerar  las  pasio- 
nes, pues  la  crueldad  de  las  costumbres,  y  de  las  leyes,  las 
atrocidades  de  la  guerra  y  de  las  clases  cultas  con  las  in- 
feriores, que  eran  las  que  mas  imbuidas  debían  estar  en 
los  preceptos  del  Evangelio,  en  aquellos  siglos  de  barbarie, 
no  se  han  modifica(io,  sino  desde  que  la  filosofía  y  la  civi- 
lización empezaron,  á  fines  del  pasado  siglo,  á  susti- 
tuir al  espíritu  religioso  en  el  gobierno,  el  espíritu  polí- 
tico. 

La  corrupción  de  las  costumbres  en  las  cortes,  acabó 
con  los  Stuardos  en  Inglaterra,  y  con  los  Luises,  XIV,  y 
XV  en  Francia. 

Luis  Felipe,  la  Reina  Victoria,  y  el  Rey  Leopoldo,  son  los 
modelos  de  reyes  políticos  y  no  religiosos  como  aquellos- 
Beccaria  ha  hecho  mas  para  acabar  con  los  horrores  lega- 
les, de  que  la  inquisición  era  el  último  resto,  y  Voltaire, 
el  odiado  Voltaire,  para  desenvolver  el  sentimiento  de 
humanidad,  que  todas  las  predicaciones  fanáticas,  de  diez 
y  siete  siglos  antes.  Loa  hombres  no  han  dejado  de  ser 
crueles  é  injustos,  sino  cuando  por  un  cambio  correlativo 
del  espíritu,  no  se  han  sentido  dispuestos  á  creer  en  mila- 


LC^  r^ESFAi-LS-neiESTV-'S  t  l»>^  rr<T:cws 


K3 


gros  cumo  los  de  Sjinio  D:ni:ng.\  que  j  re^or.l::.*lM  El   Ey 

Pero  ni  aun  estos  h-^*h>s  leniii.imos  en  ouer.ta,  ai  |^e- 
dirn.i^s  explicaciones  de  las  o:\as.is  que  hacen  al  Kj  df  Cér- 
i/.>Vi  ^iintigudrse  y  proc:a:iiar  la  revocación,  de  un  extremo 
al  otro    ie^la  Rep'úb.ioA,  i>>r  quien  sabe  qué  causa   que  le 
molesta  en  Córiuba.    Q  leremos  solo    hacer  notar,  que  el 
erigirse  cann>eon  dei  ultramontanism  \  uo   es  muesira  ni 
ganiniia  de  un  espíritu  de  mansedumbre,  ni  de  un  senti- 
miento moral  mas  desarrolla  lo  que  en  los  otros  hombres, 
Veuillol  en  Francia,  el  taumaturgo  de  la  polémica  relijjiosa, 
con  la  injuria  y  la  calumnia  á  sus  a  I  ve  icarios  ^vir  túnica, 
el  pretexto  de  celo,  fingiendo  ia  convicción  profunda,  que 
pudo  disculpar  á   los  lerriüles  fanáticos  de  la  edad  media» 
ha  dado  el  ejemplo  de  aban  lonars^  los  Tertulianos  nue- 
vos, á  la  persecución,  p«>r  el  sarcasmo,  ó  á  los  malos  ins- 
tintos del  individuo. 

Ni  aun  en  esta   categoría  colocamos  al  Eco   de  Córdoba. 
Lo   Tínico  que    queremos  decir  es,  que  sus  sentimientos 
ultramontanos  y  reaccionarios  hacia  un  cristianismo  impio, 
cruel,  que  ya  pasó,  no  cambian  en  nada   los   hábitos   del 
espíritu  deí  argentino,  del  americano  del  Sur,  del  espaíiol 
y  del  francés  de  antaño,  que  nos  han  ti-aido  estos  vicios 
de  juicio,  cuando  de  política   se  trata.    Perdonariamosle 
íil    Eco,  que  en  cuestiones    que  él   cree    religiosas  y   son 
apenas  de  ambiciones  teocráticas,  se  dejara  llevar  por  la 
vehemencia  de  su  fanatismo.    Pero  hablándose  de  miserias 
diarias  de  nuestra  incapacidad  política,  anunciar  una  revo- 
lución gigantesca,  que  abraze  todo  el   país,  es  mostrarse 
tan  pervertido,  tan  atrazado,  tan  americano,  como  Piérola  ó 
el  sargento  Montoya  que  acaba  de  asesinar  á  Pardo.    ¿Y 
qué  decían  Guayama,  Jordán,  y  demás  perveisos  ó  igno- 
rantes,  que  no  han   acabado  de  sumirnos  en  el  lecho  de 
fango,  que  tanto  merecemos  á  los  ojos  del  mundo,  y  de 
nuestra  propia  conciencia? 

Decían  lo  mismo  que  el  Eco  de  Córdoba.  ¿  Qué  hará  el 
pueblo?  Se  alzará  en  todas  partes:  tendremos  oh  I  lucha! 
una  gigantesca  revolución.  Y  tendrá  derecho  para  ello  I 
Antes  que  el  despotismo,  estamos  por  la  revolución,  «No 
somos  partidarios  de  las  revoluciones»,  pero  la  revolución 
contra  Rosas 


04  UBKAS    UffDAKMIINTO 

Flo83s  es  hoy  el  señor  Viso,  electo  por  un  colegio  electo- 
I,  creado  ex-profeso,  para  evitar  que  la  Legislatura  no 
sease  el  votoiiel  pueblo. 

y  quienes  forman  el  pueblo  eu  GóriJoba,  es  decir,  la  uni- 
rsldud  de  los  votantes?  ¿Vota  el  pueblo  en  Córdoba? 
ben  todos  poi-  quien  y  para  que  votan?  Su pond Hamos 
a  minoría  ilustrada,  que  hace  y  deshace  eo  materia  de 
icciones,  allí,  como  aquí;  pero  dado  el  estado  de  nues- 
I  pueblo,  en  todo  el  país,  es  efecto  de  la  perversión  del 
piritu  público  y  político  que  nos  aqueja  á  todos,  cobijar 
incubar  la  idea  de  lanzar  la  República  á  los  azares  de 
la  conflagración,  en  busca  de  mejores  prácticas,  y  de 
sjores  hombres  que  los  que  pueblan  nuestro  país. 
Bl  Eco,  inventa  un  partido  que  se  afianza  eo  la  fuerza 
en  los  hechos  consumados.  Ojalá,  existiera  ese  partido 
le  dada  tranquilidad  á  la  Kepúblical 

Ese  partido  existe  en  todas  las  naciones  ordenadas,  es 
que  ha  prevalecido  en  Inglaterra  y  constituidolu;  es  el 
oderadu,  que  prevalece  en  Francia  y  ha'  permitido  que 
jatrice  sus  heridas,  y  vuelva  k  reconquistar  su  puesto 
itre  las  grandes  naciones,  abandonando  la  idea,  el  año 
isado,  de  una  gigantesca  revolución. 
El  otro  partido,  que  alza  en  alto  la  bandera  de  la  ley, 
le  halla  en  todas  partes  Kl  Eco  y  representado  en  el  Go- 
eriio  Nacional,  se  compone  de  hombres  que  son  hoy 
nigos  del  redactor  del  Eco  de  Córd^a,  y  que  en  efecto  han 
Lli'ocinado  revolucionas  y  predican  revolución;  y  el  ejera- 
o  dado  en  Corrientes,  que  se  cita,  prueba  que  hay  born- 
es que  pueden  ser  revolucionarios,  cuando  están  encar- 
idos  del  gobierno,  el  cual  tiene  por  objeto  reprimir  las 
vueltas,  como  puede  baber  gobiernos  asi  como  el  del 
ñor  del  Viso,  electos  debidamente  hace  ya  dos  años, 
ser.hoy  para  El  Eco  usurpadores,  y  ademas  revoiucio- 
irio,  porque  «desafia  &  los  que  quieren  usar  de  su  dere- 
10,  á.  que  lo  ejerzan  contra  él.*  Y  por  todasestas  picardías, 
confusión  de  palabras  é  ideas: 

nStucha  sangre  correrá,  según  el  deseo  del  Eco  de  Córdoba, 
le  preconizaba  no  ha  mucho  el  sebo  de   Santo  Domingo, 
nio  remedio  á  -males  sin  cura  racional. 
O  sucumben  los  pueblos; 
O  BaWan  sa  íoberania.  Oh  dilema  de  hierro  1    No  salvarán 


LOS  DE59ALLBCIM1BNTOS  T  LOS  DRsVIOS  105 

SU  soberanía»  los  pretendidos  pueblos,  que  solo  son  los 
ambiciosos  que  en  una  pequeña  ciudad  se  disputan  el 
mando;  pero  si,  sucumbirán  los  pueblos,  destruyendo  lo 
poco  que  tienen  adquirido,  y  derramando  mucha  sangre 
íuútii,  como  ha  sido  derramada  tanta  durante  setenta 
años,  sin  que  se  haya  mejorado  gran  cosa  el  sistema 
electoral;  puesto  que  en  Córdoba,  se  hacen  las  maldades 
que  denuncia  el  Eco^  maldades  que  disimula,  cuando  las 
hacen  los  suyos,  ó  cuando  las  ha  hecho  él  mismo,  por 
que  si  hay  un  partido  que  se  apoya  en  la  fueraa  y  otro 
en  la  ley,  basta  asistir  á  misa  en  Córdoba,  ó  á  un  teatro 
en  Buenos  Aires,  para  ver  que  son  los  mismos  individuos, 
todos  de  la  misma  clase,  educados  en  la  misma  univer- 
sidad, participando  de  las  mismas  preocupaciones. 

Se  hace  muchísimo  honor  el  Eco,  cuando  pone  de  su 
parte  y  de  los  suyos  de  hoy  (porque  ayer  era  compañero 
de  Del  Viso),  la  ley,  dejándoles  á  los  que  desecha,  como 
baldón,  apoyarse  en  la  fuerza,  y  aceptar  los  hechos  con- 
sumados, es  decir,  los  Gobernadores  electos,  hasta  que 
concluyan.  Justicia  es  distribuir  el  bien  y  el  mal  entre 
todos,  dándole  al  mal  la  preponderancia  que  acusan  los 
desórdenes  de  toda  la  América,  y  los  nuestros   propios. 

SITUACIÓN  política 

(El  Naeiofial,  Diciembre  9  de  1878.) 

Es  digno  de  observación,  el  espectáculo  que  presenta 
nuestra  prensa  política,  con  respecto  á  candidaturas.  No 
hay  un  día  que  no  se  ponga  al  frente  esta  palabra  como 
epígrafe,  sin  aíirmar  nada, — ni  declamación  pomposa,  ni 
doctrina  espuesta,  que  no  sea  el  ataque  á  un  supuesto 
candidato. 

Tenemos  negativamente  tres  en  los  huatinga.  Nadie  los 
sostiene  y  solo  se  les  conoce  por  que  alguien  ataca  á  algu- 
no de  ellos. 

Del  conjunto  de  las  negociaciones,  resulta  solo  que  los 
tres  son  peores. 

El  mayor  cargo  que  se  les  hace,  tomando  á  cada  uno  en 
particular,   es    que  proceden  de  gobiernos  electores;   sin 


106  OBRAS  DE  SARMIENTO 

mas  diferencia,  que  los  abogados  del  uno,  hallan  que  los 
otros  dos  son  los  bastardos. 

Siendo,  como  se  deduce  de  las  añrmaciones  délos  diarios, 
dos  de  ellos  ministros  y  gobernador  el  otro,  se  necesita  sin 
duda  toda  la  sutileza  de  Juan  Scott,  para  abominar  de  los 
malos  procederes  de  los  gobiernos  electores,  sin  desmejo- 
rar la  causa  que  defienden. 

¿Quién  no  sabe,  se  pregunta  un  diario,  lo  que  eB  gobierno 
elector?    Y  responde: 

«Es  el  mandatario  refractario  que  se  alza  contra  el  man- 
dante, robándole  los  derechos  y  tesoros  que  le  ha  confiado.» 

Entiendes,  Fabio? 

Aunque  no  peque  de  clara  la  definición,  no  sabríamos  á 
cual  de  los  tres  candidatos  aplicársela  con  mas  razón  que  á 
los  otros.  Ya  damos  de  barato  que  al  Dr.  Tejedor  le  viene 
como  cortada  al  cuerpo;  pero  como  el  diario  que  así  razona 
endilga  principalmente  sus  razonamientos  contra  el  Minis- 
tro de  la  Guerra,  creeríamos  que  sea  solo  acusado  de  leve 
el  del  Interior,  por  el  cual  parecería  que  no  se  interesare 
gobierno  alguno. 

Cualquiera  que  sea  el  grado  de  influencia  de  los  gobier- 
nos, en  favor  de  alguno  de  estos  candidatos,  resultaría  que 
lejos  «de  haber  llegado  al  fin  de  la  jornada,  como  se  dice, 
en  que  los  gobiernos  electores  tienen  que  acabar»  porque 
enjendran  la  amiseriaj  la  oorrupeion  y  el  d^honor^i»  creemos  por 
el  contrario,  que  estamos  al  principio  de  los  gobiernos 
electores,  pues  los  diarios,  y  debemos  suponer  el  pueblo, 
se  han  fijado  en  tres  candidatos,  que  huelen  á  gobierno,  de 
una  legua;  y  habrán  gobiernos  electores,  por  que  de  su  seno 
salen  los  tres  candidatos. 

Tan  ofuscado  se  ve  uno  de  los  diarios  enemigos  de  gober- 
nadores electores,  con  este  trilogio,  que  participa  de  la  na- 
turaleza de  lo  divino,  pues  que  son  tres  [personas  distintas, 
y  una  sola  en  cuanto  k  gobiernos  eleeiores,  que  para  su  humilde 
juicio,  «bien  pudieran  concillarse  los  extremos  de  estas 
dificultades,  cavando  un  sendero  en  la  roca,  para  dar  paso 
á  un  otro  duiadano^  que  sea  fiel  expresión  de  la  conciliación  y  fidrc- 
presentante  del  partido  liberalj  con  tal  de  que  sirviese  de  punto 
de  unión  á  los  candidatos  que  aun  esperan  la  proclamación 
de  los  partidos,  como  los  hyos  de  Israel  la  venida  del 
Mesías.»  i 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  107 

«Pero  no  queremos  entorpecer  la  marcha  que  llevan  las 
convicciones,  y  nos  abstenemos  de  abrir  otras  opiniones 
sobre  la  situación,  limitándonos  á  poner  en  conocimiento 
lo  que  dejamos  expuesto,  respecto  á  trabajos  de  los  auto- 
nomistas.» 

Y  tendremos  un  incógnito,  cuyo  nombre  se  reserva,  dando 
sin  embargo  las  señas. 

En  los  primitivos  tiempos,  en  los  Estados  Unidos,  cuando 
reinaba  todavía  la  simplicidad  patriarcal  de  las  colonias, 
y  no  habían  diarios  ni  politicastros  electores,  (por  supuesto^ 
gobiernos  no  se  diga),  salían  agentes  á  conquistar  votos,  y 
para  ello  se  habían  creado  prácticas  muy  graciosas.  Vestía 
su  traje  de  miliciano  el  procurador  de  votos  y,  acompañado 
de  dos  mas,  y  llevando  un  farol  en  la  punta  de  una  vara, 
como  quien  anda  buscando  algo,  detenía  al  primer  pasante 
que  encontraba  en  su  camino  y  preguntándole  «¿no  ha  visto 
por  ahí  un  candidato  de  Gobernador,  ó  de  sacristán,  ó  lo 
que  fuese,  pues  por  allá  se  eligen  los  sacristanes? — Qué 
señas  tiene  el  suyo,  porque  vi  que  andan  varios?  Why,  pues, 
el  mío  es  uno  asi  (moviendo  la  mano),  que  sepa  concijiar 
los  extremos,— que  sea  fiel  expresión  déla  conciliación, — 
(aunque  no  sea  de  los  extremos,)  y  fiel  representación  del 
partido  liberal.    «. . .» 

— Bara  avis^  sin  duda  pero  por  estos  pagos  no  se  ha  visto  tal 
avechucho; — por  aquí,  el  que  anda  mas  en  voga  es  uno  que 
bate  á  los  indios  y  sabrá  conciliar  los  extremos,  cuando  el 
caso  llegue  etc.,  etc. 

Basta  esta  muestra  de  uno  de  los  variados  diálogos  á  que 
daban  lugar  tan  patriarcales  costumbres.  Asi  las  opiniones 
se  iban  manifestando  y  la  propaganda  se  hacía  encomian- 
do las  cualidades  de  sus  predilectos,  lo  cual  constituía  lo 
que  después  se  llamó  la  plataforma,  y  que  llamamos  nos- 
otros el  programa. 

Oh!  Si  entre  nosotros,  en  lugar  de  estar  presentando 
candidatos  del  agrado  de  cada  círculo,  salieran  los  redac- 
tores de  diarios  en  busca  de  un  verdadero  candidato,  y  se 
dirigiesen  á  los  electores,  verdaderos  electores,  al  hombre 
acaudalado,  ó  al  paisano  sencillo,  ó  al  comerciante  ó  al  la- 
brador, encontrarían  que  estos  se  mostrarían  asombrados 
de  la  imputación  que  se  les  hace  como  pueblo  elector  por 


candidatos  á,  los  que  les  presentan  como  de  su  predi- 
1. 

aii,  pof  el  contrallo,  lo  que  todos  palpan,  y  es  que 
isí  indiferencia,  sino  es  alejamiento  por  cuestiones 
US,  sin  que  los  mismos  que  tanto  celo  aparentan, 
n  un  movimiento  de  entusiasmo;  y  la  causa  de  ello 
todos  auguran  mal,  por  la  hipocresía  de  las  protes- 
0  solapado  de  las  maniobras.  El  partido  nacionaUS' 
tiene,  dicen,  candidato!  Los  autonomistas,  engañan 
ngañan,  y  están  divididos  entre  si;  hay  candidatos 
iptos;  candidatos  innominados,  y  la  conciencia  pübli- 
jue  ningún  candidato  tiene  partidarios. 
taca  á  ios  gobernadores,  electores,  por  darse  aires 
[».  Ohl  qué  ocasión  para  dejar  al  público,  al  buen 
o,  darse  un  Presidente  que  llene  las  condiciones  que 
re  ei  gobierno. 

es  lo  que  menos  se   pretende;  y   lo  muestran  en   la 
ion  de  unos,  por  las  mismas  razones  que  prefieren 


EL  MUNDO  AL  REVÉS 

(SI  NaeUmal.  Diciembre  II  de  1S78.) 

unos  en  campaña,   á   propósito    del   aniversario    de 

Rusa,  á  los  que  se  creen  aludidos,  cuando  de  aquel 

de  armas  se'habla. 

ven  á  prepararse  para  dar  otra  batalia. 

araos   simplemente  llamado  i   aquello  acto  militar, 

lole   toda   importancia  política,  para  apartar  discu- 

anta  Rosa  no  había  un  solo  ciudadano  argentino, 

lio  para  representar  una  opinión  publica,  en  cuanto 

liones. 

uede  decirse  üe  la  Verde  lo  mismo. 

IOS,  pues,  exactos,  y  evitábamos  recriminaciones. 

se  pretende  no  solo  falsear  la  historia,  sino  avergon- 

¿No  hubo  gloria  en  el  triunfo  de  Santa  Rosa?  ¿Hubo 

ís  vergüenza  para  el  ejército  nacional,  vencedor  de 

iii  de  Campamento? 

lela  á  la  conciliación,  para  hacer  estas  denegaciones 


LOS  DKSFALLBGIMIBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  109 

injustificables  é  innecesariiis,  sino  es  acaso  para  h»^rir  al 
jefe  del  ejército  que  se  cubrió  de  laureles  en  Santa  Rosa. 

Casi  estañaos  por  conceder  que  los  resultados  de  aquella 
jornada,  no  fueron  escarmentar  el  espíritu  anárquico, 
puesto  que  no  obstante  el  mal  éxito  de  la  tentativa,  conti^ 
núan  siempre  su  propaganda. 

La  protesta  popular  contra  el  fraude  electoral,  aun  ven- 
cida, ha  prevalecido. 

Todas  estas  afirmaciones,  sobre  los  hechos  históricos* 
vienen  sin  embargo,  &  preparar  nuevos  contingentes  para 
una  campaña  futura,  cuya  bandera  ya  se  divisa.  En  lugar 
de  gobiernos  de  hecho^  se  enmienda  gobiernos  deeiores. 

El  país  tiene  horror  á  los  gobiernos  electores.  De  eso  se 
trata,  y  la  opinión  pública  debe  apercibirde,  de  que  hay 
todavía  quien  piensa  falsificar  el  voto.    Nosotros! 

Seria  fácil  prevenir  al  pueblo  de  que  se  busca  ya,  con 
esta  frase,  un  nuevo  recurso  para  negar  la  existencia  de  los 
hechos^  que  sobrevendrán  si  les  fueren  desfavorables,  en 
una  elección  t^ana.    Faltan  dos  años. 

El  exámeniranquilo  de  estos  juegos  de  palabras,  puede 
ahorrar,  sin  embargo  muchos  estravíos,  restableciendo  la 
verdad  y  disipando  embustes. 

Respondemos  á  los  cargos  injustos:  «No  hemos  dado  en 
«  llamar  á  los  gobiernos  electores  á  los  falsificadores  del  voto, 
«  gobierno  legitimo  ó  de  derecho  divino,  nombrados  por  los  dioses 
«  galientes.T» 

Como  nada  ocurre  al  presente  que  justifique  tales  impu- 
taciones, deben  referirse  á  las  actas  de  que  decian  protes- 
tar, los  que  tomaron  el  nombre  del  pueblo,  contra  la  adminis- 
tración presente,  induciendo  á  los  militares  en  servicio  de 
la  nación  á  un  motin,  pues  de  eso  se  trataba  al  recordar  la 
batalla  de  Santa  Rosa. 

Ahora,  debemos  exponer  la  difícil  situación  de  los  que 
sostienen  doctrinas  conservadoras,  al  tener  que  habérselas 
con  las  disolventes,  que  aun  propagan  los  que  fueron  enton- 
ces vencidos,  no  obstante  llamarse  pueblo  viril. 

Vamos  nosotros  á  sostener  gobiernos  dectores?  Somos  par- 
tidarios del  fraude  en  las  elecciones? 

Este  es  por  lo  menos,  el  terreno  en  que  quieren  colocar- 
nos, y  el  que  no  aceptaremos,  ni  ha  de  darnos  la  opinión 


lio  OBKA.8    OK  «AKMIKMTO 

recta  del  país,  porque  peca  contra  la  verdad  y  los  antece- 
dentes. 

No  queremos,  sin  duda,  que  el  Presidente  saliente,  nombre 
quien  le  suceda. 

Pudiera  eso  convenirles  á  los  que,  mediante  la  concilia- 
ción, lo  rodean  y  tienen  parte  en  los  consejos  de  gobierno. 

Pero  la  protesta  que  se  dice  hecha  en  1874,  era  por  los 
ciudadanos  que  reclamaban  su  voto,  «y  que  despojados 
oponen  laguerra,  á  la  fuerza  bntta  que  los  oprime.» 

El  examen  de  los  hechos  históricos,  basta  para  fijar  las 
ideas  á  este  respecto,  y  desmentir  tales  aserciones. 

La  fatal  intentona  de  revuelta  que  todavía  se  trata  de 
justificar  con  esas  falaces  palabrotas,  ocurrió  la  única  vez 
acaso  que  el  Gobierno  Nacional  haya  sido  mas  extraño  al 
éxito  de  la  elección  del  que  debía  sucederle. 

Este  es  el  caso  de  llamarlo  á  residencia,  no  con  afirma- 
ciones desautorizadas,  sino  con  hechos,  que  prueben  que 
eran  tales  y  tan  flagrantes,  aquellos  que  justificasen  apelar 
á  una  revolución,  y  lo  que  es  mil  veces  peor,  á  un  motin 
militar. 

¿Han  habido  fraudes  en  aquellas  elecciones? 

Nosotros  que  conocemos  las  uvas  de  nuestro  majuelo  llá- 
mense liberales  ó  lo  que  sean,  sospecharíamos  que  sí; 
pero  no  se  trata  de  eso,  cuando  se  trata  de  justificar  las 
revoluciones  que  han  de  sujetar  al  país,  á  atraso,  descon- 
ciertos, ruinas  y  desmoralización,  como  la  que  aquella  trajo. 
La  doctrina  que  se  sostiene  todavía  (muy  sud-americana) 
es  que  á  cada  hecho  vulgar,  vulgarísimo  de  elección,  con 
alguna  tacha  de  fraude  ó  coacción,  se  le  ha  de  oponer  un 
motin  militar,  de  jefes  al  mando  de  fuerzas  nacionales,  ó 
una  revolución  popular. 

La  elección  del  Presidente  Avellaneda,  reunió  los  votos 
de  una  gran  mayoría  de  ciudadanos,  sin  que  el  Presidente 
saliente  hubiese  dirigido  una  carta  á  persona  alguna  en 
toda  la  Uepública,  ni  creado  en  las  Provincias  Gobernado- 
res electores,  ni  permitido  á  ningún  jefe  del  ejército  que 
tomase  parte  en  las  elecciones. 

No  hubieron  procómulesX  Ahí  están  los  acusados  y  pueden 
revelar  los  secretos  etecioraks  que  se  les  confiaron. 

Si  estos  hechos  resultaren  ciertos  y  evidentes  como  la 
luz,  resultaría  que  el  motin  de  Setiembre  vino  á  destruir  el 


LOS  DBáFAIiLECiMlENTOS  T  LOS  DESVÍOS  111 

primer  ensayó  que  un  Jefe  del  Poder  Ejecutivo  nacional 
hacía  para  poner  en  práctica,  por  la  primera  vez^  la  misma 
conducta  que  hoy  elevan  á  principio^  los  que  preparan 
nuevas  revoluciones,  pretestando  que  el  Presidente  Avella- 
neda, á  quien  rodean,  delegará  como  dios  saliente,  su  puesto, 
por  medio  de  Gobiernos  electores^  que  sin  duda  habrá  creado 
ó  se  propondrá  crear;  pues  sin  esa  aplicación  práctica  de  la 
decantada  abominación  de  los  gobiernos  &/^c¿or^5,  la  cuestión 
es  ridicula  si  en  es  perversa. 

Vamos  á  los  hechos. 

Las  elecciones  de  Presidente  en  1874,  se  operaron  en  las 
demás  Provincias  con  cierta  regularidad,  con  cierto  decoro, 
que  basta  para  no  motivar  revoluciones.  En  San  Juan, 
fué  creado  un  gobierno  hostil  al  Gobierno  Nacional,  por  su 
propia  intervención  y  no  han  de  llamarle  hoy  gobierno 
elector^  porque  era  desaforado  mitrista.  En  Santiago,  reina- 
ban los  Taboadas,  y  el  Gobierno  Nacional  no  inquirió  sobre 
la  verdad  del  voto,  contando  con  que  se  emitiría,  como  era 
la  costumbre. 

Solo  en  Buenos  Aires  hubieron  protestas  ardientes,  con- 
tra el  resultado  de  las  elecciones.  Serian  fundadas? 

Lo  único  que  importa  saber,  en  la  cuestión  presente,  «s 
que  el  dios  saUente^  no  había  nombrado,  ni  influido  para  que 
se  nombrase  Gobernador  elector^  al  que  hoy  es  Vice-Presi- 
dente,  y  muy  amigo  de  la  conciliación,  como  lo  es  el  actual, 
gobernador,  que  puede  ser  incluido  entre  los  gobernadores 
eleetoresj  según  el  viento  que  sople,  aunque  sea  el  hijo  pri- 
mogénito de  la  conciliación. 

La  protesta  que  se  dice  hecha,  por  los  que  opusieron  la 
guerra  al  despojo  del  derecho  electoral  en  1874,  se  equivocó 
de  puerta.  Pudo  ser  que  en  Buenos  Aires  hubiese  un 
gobierno  elector,  y  que  ocurriesen  fraudes;  pero  ese  hecho 
parcial  no  autorizaba  á  derrocar  las  autoridades  nacionales, 
y  hacer  pagar  á  toda  la  República  los  vicios  electorales  de 
Buenos  Aires. 

Cuando  fué  electo  Gobernador  el  señor  A.costa,  tuvo  por 
adversario  al  señor  Costa,  cuyas  cualidades  no  electorcdes^ 
eran  justamente  apreciadas;  pero  el  Gobierno  Nacional  no 
era  sostenedor  del  señor  Acoska,  por  que  la  influencia  á 
que  su  nombramiento  respondía,  no  era  favorable  ó  sim- 
pática al  Presidente. 


112 


OBRAS  BB  SAEMJBNTO 


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Mas,  la  pretendida  protesta  revolucionaria,  sobre  vicios 
de  elección  en  Buenos  Aires,  la  efectuó  el  ejército  de  linea 
de  La  Naehnf  cuyas  funciones  no  son  enmedar  errores  ó 
corregir  vicios  provinciales,  y  este  era  una  de  las  perver- 
siones y  confusiones  de  aquella  inicua  revuelta. 

Pero  la  supuesta  protesta  armada  y  revolucionaria,  no  se 
hizo  contra  la  elección  del  Presidente,  en  la  que  el  voto  de 
Buenos  Aires  solo  tiene  una  influencia  relativa,  sino  contra 
la  elección  de  Diputados  al  Congreso,  hecho  subalterno 
que  novicia  la  anterior  elección,  y  que  si  era  fraudulento, 
no  autorizaba  á  compronieter  la  tranquilidad  de  la  Repú- 
blica, ni  &  apelar  á  las  armas. . 

En  la  producción  de  ese  hecho,  cualquiera  que  sea  la 
apreciación  que  de  él  se  haga,  ni  el  Presidente  ni  sus 
ministros  tenían  injerencia  alguna,  pues  ni  el  doctor  Alsina 
candidato,  ni  el  señor  Acosta  Gobernador  ehdor^  según  la 
doctrina  de  hoy,  campaban  por  sus  respetos. 

La  revolución  hecha  por  causas  locales,  contra  el  orden 
regular  establecido  de  tantos  años  en  toda  la  República, 
era  pues  un  atentado  local,  aunque  tuviese  en  su  apoyo 
una  opinión  pública-local. 

Y  sobre  este  punto,  tenemos  que  hacer  salvedades.  Cono- 
aemos  la  opinión  pública  de  nuestro  país,  en  sus  diversas 
manifestaciones,  y  no  tenemos  embarazo  en  conceder  que 
en  una  parte  muy  activa,  muy  influyente  de  lo  que  se  llama 
liberal,  había  predisposición  á  aceptar,  por  despecho  ó  por 
creerse  la  opinión  legitima  del  país,  los  medios  revolucio- 
narios, á  fin  de  prevalecer  en  las  elecciones,  aun  sin  fraude, 
porque  siendo  la  gente  mas  culminante,  no  admite  en  su 
fuero  interno  que  haya  otra  opinión  que  no  sea  detestable, 
anti-liberal,  federal,  mazhorquera,  corrompida,  etc.,  etc. 

Esta  opinión,  ó  los  que  la  forman,  era  simpatizadora  con 
la  revolución. 

Pero  es  justicia  que  se  le  debe;  no  tomó  parte  en  hecho 
en  que  no  podía  tomarla,  pues  estaba  conQado  al  ejéretío  de 
linea. 

Esa  misma  opinión,  hacía  justicia  al  Presidente,  á  su 
ministerio  y  su  política  electoral;  y  aun  los  conspiradores, 
que  no  pasaban  de  treinta  ó  cuarenta,  y  los  jefes  del  ejér- 
cito de  linea  seducidos,  se  hacían  un  deber  de  declarar  que 
uo  protestaban  contra   el  Gobierno  Nacionáli  sino  contra 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  113 

hechos  locales,  partidos  locales,  y  nombres  locales,  pues  de 
nada  que  coa  la  política  nacional  tuviera  relación  se  tra- 
taba, sino  de  apoderarse  del  Gobierno. 

Es,  pues,  una  perversión  de  la  verdad,  decir  hoy,  con  fines 
torcidos,  que  llamantios  á.  los  gobiernos  electores,  gobiernos 
legítimos  ó  de  derecho  divino,  nombrados  por  los  diosea  saliefUes. 
Calumnian  el  primer  intento  honrado,  de  establecer  las 
buenas  prácticas  de  gobierno,  contra  los  viejos  hábitos  de 
elecciones. 

EL  HORROR  A  LOS  GOBIERNOS 

{El  Naeumal,  Diciembre  iS  de  1878.) 

No  heníos  de  economizar  palabras,  para  omitir  hechos 
culpables.  Sábese  ya  cual  fué  el  resultado  de  aquella  cali- 
ficación de  gobiernos  de  hecho. 

Otro  tanto  puede  producir  la  de  gobiernos  electoi'eSf  si  se 
deja  persuadir  que  se  les  justifica  como  legitimas  y  de  derecho 
divino. 

La  legitimidad  de  los  gobiernos,  no  viene  de  que  no  sean 
£lectores^  sino  de  su  nombramiento  en  las  Repúblicas.  Go- 
biernos electores^  como  origen  de  legitimidad,  es  un  contra- 
sentido, pues  un  gobierna  que  aun  no  ha  sido  electo,  no 
puede  ser  elector;  y  el  ser  elector  duranteel  ejercicio  de  sus 
JTunciones,  si  esto  es  un  abuso,  no  invalida  sus  títulos  á  la 
legitimidad  de  origen. 

Mas  tarde  abordaremos  esta  cuestión.  Por  ahora  nos 
proponemos  demostrar  que  la  intentona  de  Setiembre  de 
1874,  que  ha  motivado  estos  cargos,. no  tuvo  por  origen!  un 
abuso  del  Gobierno  Nacional,  para  hacer  prevalecer  una 
candidatura  por  medio  de  gobernadores  electores.  Que  si 
el  caso  ocurrió  en  una  provincia  como  la  de  Buenos  Aires, 
seria  obra  de  sus  autoridades,  ó  de  sus  partidos,  sin  que  el 
Gobierno  Nacional  fuese  parte. 

Lo  que  tiene  de  odiosa  la  doctrina  de  los  gobiernnos 
electores  ilegítimos,  es  que  autoriza  á  derrocar  gobiernos 
que  eran  tenidos  por  legítimos,  antes  de  la  elección  en  que 
tomaron  parte.  Lo  que  hace  mas  grave  estas  aserciones, 
'es  que  reputando  elector  á  un  gobernador    de  provincia 

Tomo  xl.— 8 


114  OBRAM    IlK   8AKMIBNT0 

federal,  se  creen  autorizados  para  invalidar  la  elección  que 
todas  las  provincias  hicieron  de  un  Presidente;  pues  ese  era 
el    carácter  y  propósito  de  la  intentona  de  Setiembre. 

Los  gobiernos  son  legítimos  por  las  condiciones  de  su 
nombramiento,  y  no  pierden  ese  carácter  por  el  mal  uso 
de  sus  facultades  legales.  Nadie  ha  deificado  á  los  gobier- 
nos electores;  pero  es  igualmente  un  exceso  declararlos 
fuera  de  la  ley,  por  serlo. 

¿Hubo,  durante  la  administración  en  que  se  hacía  la  elec- 
ción de  la  presente,  tal  sistema  de  gobiernos  electores,  de 
manera  que  requiriese  el  enorme  sacriñcio  de  vidas,  de 
tesoro,  de  progresos,  de  moral,  que  impone  una  revolución, 
á  ñn  de  acabar  con  un  abuso  insoportable,  y  de  otro  modo 
incurable? 

Esto  es  desautorizado  por  el  simple  recuerdo  de  ki  situa- 
ción de  los  gobiernos  de  provincia  en  las  épocas  electorales, 
y  vamos  á  despertarlo  en  el  espíritu  de  los  que  aun  sostie- 
nen la  legitimidad  de  las  revoluciones  y  lanzan  el  cargo  de 
que  los  dioses  salientes  entonces,  nombraban  gobiernos 
electores. 

Principiemos  por  Salta. 

Al  iniciarse  la  política  administrativa  de  la  pasada  presi- 
dencia, hubo  una  tentativa  de  invasión  de  Várela,  desde 
Bolivia,  lo  que  hizo  se  mandara  un  General  (Rívas)  para  re- 
chazarla. Este  General  fué  un  procónsufí  Su  influencia 
debió  extenderse  alas  provincias  circunvecinas. 

Como  el  procónsul  es  hoy  adversario  á  la  política  de 
gobiernos  electores,  él  puede  dar  testimonio  de  la  influencia 
que  se  le  encargó  ejercer  para  crearlos. 

Alguna  provincia,  como  la  de  Tucuman,  le  debió  á  su 
presencia  se  evitaran  violencias  del  gobernador  saliente, 
que  quería  dejarse  un  sucesor.  Aun  en  esto,  que  seria 
laudable  á  los  ojos  de  sus  actuales  amigos,  no  procedía 
por  instrucciones. 

Santiago — LosTaboada  habían  gobernado  seis  ó  diez  años 
antes,  y  continuaron  gobernando  durante  los  seis  de  la  pasa- 
da administración.  Si  hacían  gobierno  elector^  no  fueron 
favorables  al  Gobierno  Nacional  sus  electos. 

Gatamabca — ^Influidos  sus  actos  por  los  señores  Navarro, 
ó  Molina  sucesivamente,  ninguno  de  sus  gobiernos  fué  favo- 
rable á  la  política  del  Gobierno  Nacional. 


LOS  DESFALLECIMIBNT08  Y  LOS  DESVÍOS  115 

RioJA— El  gobierno  de  Gordillo  fué  electo  bajo  influencias 
electorales  extrañas  á  la  provincia,  pero  fuera  de  la  política 
del  Gobierno  Nacional.  Debiendo  mandarse  un  jefe  á  eje- 
cutar el  engánchense  escogió  un  primo  hermano  del  gober- 
nador, creyendo  con  eso  evitar  conflictos.  Habiéndose 
producido  estos,  sin  embargo,  y  mandándose  levantar  una 
información  sumaria  (que  existe)  resultaron  comprobados 
hechos  irregulares,  tanto  del  Gobernador  como  del  Coman- 
dante militar,  que  aspiraba  á  ser  electo.  Se  le  mandó  salir 
de  la  ciudad  y  acantonarse  en  el  Chañar,  á  donde  fué  á 
batirlo  el  Gobernador,  que  volvió  derrotado,  sin  que  este 
hecho  escandaloso,  reprobado  por  la  Legislatura  de  La 
Rioja,  alterase  sus  relaciones  con  el  Gobierno  Nacional.  La 
presencia  del  General  Ivanowsky  fué  reclamada  por  el  Go- 
bernador, y  en  un  telegrama  que  se  publicó  entonces  decía 
i  su  mentor  en  Buenos  Aires:  «Ya  sabia  que  Ivanowsky 
es  su  amigo.  No  le  temo  á  él  ni  á  nadie.  Su  conducta  es 
irreprochable  y  no  tengo  de  que  quejarme», 

En  Córdoba  se  sucedieron  los  gobiernos  de  Peña,  Alvarez 
y  doctor  Rodríguez,  presidiendo  el  último  las  elecciones 
de  su  Provincia.  Como  está  vivo,  este  funcionario  puede 
declarar  si  era  gobierno  elector^  en  el  sentido  de  apoyar  la 
política  del  Gobierno  Nacional. 

En  San  Luis,  existía  un  gobierno  hostil  al  Gobierno  Na- 
cional. Presidió  las  elecciones,  tomó  parte  en  los  movi- 
mientos ocasionados  por  la  revolución  de  Setiembre  y  por 
tanto  se  halla  absuelto  del  cargo  de  Gobierno  elector. 

En  San  Juan,  hubo  un  movimiento  revolucionario,  en 
favor,  al  parecer,  de  la  candidatura  Avellaneda,  cuya  vio- 
lencia produjo  una  intervención  nacional,  que  dio  por 
resultado  el  nombramiento  de  don  Manuel  J.  Gómez,  adhe- 
rido á  la  candidatura  Mitre,  y  el  cual  presidió  las  elecciones. 
Era  gobierno  elector? 

En  Mendoza,  gobernaba  don  Arfstid^s  Villanueva,  amigo 
del  Presidente  y  sin  duda  reputado  gobierno  elector.  El 
ejército  de  línea  k  las  órdenes  del  Gobierno  Nacional,  fué 
el  órgano  de  la  protesta  y  fué  vencido.  Tendríamos,  pues, 
un  Gobernador  elector  favorable  á  la  política  del  Gobierno 
Nacional,  por  nueve  de  las -otras  provincias  del  interior, 
que  no  eran  electores^  ó  si  lo  eran,  lo  hacían  por  cuenta  de 
los  actuales  enemigos  de  los  gobiernos  electores. 


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116  OBRAS  DB  SARMIENTO 


Quedan  las  provincias  del  litoral. 

Santa  Fe.    Gobernada   sucesivamente   por  los  señores 
Cabal,  Pascual  Rosas  y  Bayo, 

Este  último,  era  favorable   á  la  política  nacional.    Su 

testimonio    sería   dudoso,  ó   rechazado,  si  dijese    que  el 

Gobierno  Nacional  no  le  impuso,  sugirió  ó  pidió  adhesión 

á  ningún  candidato. 

Corrientes.  El  Gobernador  Baibiene,  especialmente  favo- 

\l\\  recido  por   el  Presidente,  se  quejó  una    vez   de  que  el 

Ministro  de  la  Guerra  mantenía  relaciones  con  el  Coronel 

Azcona,  hostil  á  su  gobierno.    Rechazado  este  cargo  por 

I  el  Ministro,  no  alcanzó  nunca  al  Presidente.  Sin  embargo, 

^  como  Azcona  se  encuentra  hoy  en  las  filas  en  que  militan 

;    .   i  los  procónsuks^  t  él  le  toca  revelar  el  secreto  de  que  sea 

/ , ;  depositario. 

;   ii  Entre  Ríos.  Después  de  derrocado  Jordán,  fué  nombrado 


Gobernador  el  señor  Duportalj  que  renunció  por  razones 

1  i}  suyas,   sucediéndole  el  doctor  Echagüe,  su  Ministro,  y  á 

/rf;  este  el  doctor  Pebre.  Si  aquellos  Gobernadores  eran  elec- 

li  tores,  seria  preciso  indicar  que  lo  fueron  en  beneficio  y 

por  influencia  del  Gobierno  Nacional.  Los  señores  Ouportal 
y  Echagüe,  están  en  condiciones  de  decirlo. 

Queda  Buenos  Aires,  donde  si  hubo  Goberjiador  elector, 
no  era  en  obsequio  de  la  política  del  Gobierno  Nacional, 
como  se  ha  demostrado  ya.  Eran  cuestiones  locales,  sobre 
personajes  locales. 

¿  Habia  un  sistema  de  gobiernos  electores,  como  un 
cáncer  que  debía  cortarse  por  la  cuchilla  y  cauterizarse 
éi  fuego? 

Otro  camino  quedaba  á  las  influencias  gubernativas,  los 
procónsules  y  el  ejército. 
i  Los  primeros  han  declarado  ya,  que  nunca  fueron  influi- 

dos por  el  gobierno. 

Los  jefes  de  división  Coroneles  Obligado,  Víejobueno, 
Borjes;  Generales  Vedia,  Rivas,  Ivanowsky,  recibieron 
órdenes  de  abstenerse  de  toda  participación  en  las  eleccio- 
nes,  y  prometieron  no  hacerlo.  El  Coronel  Roca  pidió  su 
baja  absoluta,  creyéndose  desatendido;  y  los  que  resis- 
tieron &  esa  política  de  abstención,  fueron  separados  del 
mando. 

Estos  hechos,  de  una  notoriedad  incuestionable,  dejan 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DES V IOS  1 17 

en  claro  que  no  hubieron  gobiernos  electores,  como  uo 
vicio  administrativo  que  requiriese  una  revolución.  Si  los 
gobiernos  de  San  Juan,  San  Luis,  Rioja,  Catamarca,  Cór- 
doba, Santiago,  y  aun  Buenos  Aires,  que  forman  la  mitad 
de  las  Provincias  y  la  mayoría  de  los  electores,  eran  ellos 
mismos  electores;  lo  eran  en  favor,  excepto  Buenos  Aires, 
de  lo  que  hoy  llaman  un  crimen.  Los  demás,  excepto 
acaso  los  de  Mendoza  y  Santa  Fe,  pueden  dar  asidero  á 
tergiversaciones;  pero  son  una  minoría  insignificante,  en 
proporción  á  las   influencias  opuestas. 

Es  posible,  pues,  en  sana  crítica,  que  el  hecho  haya 
ocurrido  parcialmente;  pero  no  se  arranca  violentamente 
la  xi^aña,  por  temor  de  dañar  ai  buen  trigo:  no  se  hacen 
revoluciones  estériles,  para  probar  el  liorror  que  el  pueblo 
tiene  á  los  gobiernos  electores,  que  no  existían  en- 
tonces, sino  es  en  beneficio  de  los  mismos  que  los  reprueban 
ahora. 

Hoy  se  pregunta  ¿cuál  es  el  artículo  de  la  Constitu- 
ción por  el  cual  el  gobierno  saliente  elige  al  entrante? 

Nosotros  preguntaríamos,  de  que  gobierno  habla?  Del 
del  doctor  Avellaneda? 

Del  que  le  precedió  no  puede  decirlo.  No  lo  dijeron 
entonces,  porque  no  lo  sentían  así.  Tacharon  de  este  defecto 
al  Gobierno  de  Buenos  Aires;  pero  ese  gobierno  no  obede- 
cía á  inspiraciones  del  Gobierno  Nacional,  sino  á  las  de 
partidos  locales.  Entre  el  doctor  Alsina  y  el  Presidente, 
y  su  ministerio,  no  había  concomitancias  políticas. 

Se  sabe  el  día  y  la  hora  en  que,  por  una  declaración 
pública,  el  doctor  Alsina  renunciaba  á  su  candidatura  y 
ofrecía  su  cooperación  áotro  candidato,  que  ya  no  formaba 
parte  del  Gobierno  nacional. 

Sin  esta  renuncia,  habrían  habido  en  Buenos  Aires  dos 
candidaturas,  y  aun  tres  hostiles  á  la  que  triunfó;  pero 
no  se  habría  preguntado,  con  la  falta  de  verdad  con  que 
se  hace  hoy:  que  era  Alsina  nombrado  por  los  dioses 
salientes,  y  cual  es  el  artículo  de  la  Constitución  que  así 
lo  provee. 

El  único  artículo  que  existe,  es  la  honradez  política  de 
que  ese  gobierno  saliente  fué  el  primero  en  dar  una  prueba, 
loque  no  estorbó  un  motin  militar  y  dos  batallas,  como 
no  estorba  que  se  repitan  ahora  las  mismas  patrañas. 


118  OBRAS   DB  SARMIENTO 

Algo  mas  podemos  decir  para  ilustrar  la  opinión. 
En  Méjico,  acaba  de  publicarse  el  siguiente  decreto: 

Méjico»  Setiembre  48  de  i878. 

«Dígase  al  oficial  de  la  jefatura  de  hacienda  de  Chihua- 
hua, Pedro  Barcenas,  que  se  ha  informado'á  esta  Secretaría 
que  el  11  de  Agosto  próximo  pasado  estuvo  en  el  Paso  del 
Norte^  al  tiempo  de  las  elecciones^  y  no  habiéndosele  dado  licen- 
cia para  separarse  de  esa  oficina,  informe  con  justifica- 
ción lo  qué  haya  sobre  esto. — Rúbrica  del  Secretario  de 
Hacienda.» 

Para  hacer  sentir  la  gracia  de  este  decreto,  bueno  es 
tener  presente  que  en  todos  los  Estados  Unidos,  el  vigilante 
de  policía  que  guarda  el  orden  en  las  mesas  electo- 
rales y  remite  preso  al  que  lo  perturba,  vota  en  la  misma 
mesa. 

En  Méjico,  modelo  de  la  libertad  de  las  revoluciones,  no 
pueden  votar  los  empleados  públicos  ni  los  de  la  Aduana. 
Las  Constituciones  dicen  generalmente:  no  son  ciudada- 
nos los  menores  de  edad,  las  mujeres,  los  dementes  ó 
imbéciles  ni  los  criminales.  En  Méjico,  donde  sobran  y 
abundan  los  salteadores,  han  añadido,  ni  los  empleados  púbU» 
eos;  y  ya  se  pide  esto  mismo  para  la  República  Argentina. 
Solo  podrán  votar  los  revolucionarios. 

Ello  no  quita  que  el  Presidente  actual  de  Méjico,  sea  el 
fruto  de  la  revolución  de  Porfirio  Diaz  contra  Lerdo  de 
Tejada  que  le  hizo  revolución  á..,;  y  que  el  mismo  dia- 
ria oficial,  que  trae  el  denuncio  del  horrible  crimen  de 
un  empleado  de  aduana,  acusado  de  pretender  ser  ciuda- 
dano, como  los  salteadores  que  infestan  los  caminos  y 
votan,  traiga  este  otro  avisito: 

— Don  Mariano  Escobedo,  (General)  y  demás  jefes  mili- 
tares sublevados  que  fueron  aprehendidos  con  él  en  la 
frontera  del  Norte,  están  detenidos  en  la  prisión  militar 
de  Santiago  Tlaltelolco,  de  esta  capital,  y  se  les  sigue  la 
correspondiente  causa.  Se  les  han  guardado  y  guardan 
las  atenciones  consiguientes  á  sus  anteriores  servicios  al 
país  y  al  decoro  del  Gobierno.» 

Donde  dice  Tlaltelolco,  léase  Retiro,  que  eso  significa,  y 
Bo  veill  que    por    todo  él   mundo    americano  hispano  se 


/ 


LOS  DESFAIXECIIIIKXTOS  Y  LOS  DE9VIOS  119 

cuecen  habas.  Presos  los  señores  jefes,  y  guardándoseles 
las  atenciones  consiguientes  á  sus  anteriores  servicios,  han 
conseguido  que  los  ciudadanos  que  están  ordenadamente 
sirviendo  á  su  país,  no  pueden  votar.  Vése,  pues,  que  la 
cuestión  de  los  Gobernadores  electores,  está  ya  ganada  en 
Méjico,  y  perdida  en  los  Estados  Unidos,  donde  el  doctor 
Rawson  puede  presenciar  el  escándalo  de  que  hasta  los 
Ministros  se  crean  ciudadanos  y  sean  tan  bellacos  conio 
sus  gobernados. 

Ya  verán  los  inventores  del  delito,  no  clasificado  por  las 
leyes,  de  ser  Gobernadores  electores,  aunque  no  sean  ilegiii'- 
mos,  lo  licito  que  es  caerles  encima,  como  á  los  Gobernadores 
de  hecho! 

LOS   TRONCOS 

{El  Nacional,  Diciembre  14  de  1878.) 

c  El  que  convirtió  la  República  en  un  campamento  mili- 
tar, para  levantar  en  la  punta  de  las  bayonetas  al  sucesor 
que  legaba  (el  doctor  Avellaneda)....  nunca  llegamos  á 
suponer  que  alcanzara  su  modestia  á  negar  una  obra  exclu- 
sivamente suya:  los  gobiernos  elecíorale». 

Suprimimos  el  relleno  de  injurias  al  señor  Sarmiento. 

Como  se  hablase  de  Gobernadores  electores,  á  proposito  de 
la  batalla  de  Santa  Rosa,  El  Nacional  ha  probado  y  desañado 
á  que  lo  desmientan  con  hechos,  que  no  hubo  tales  gobier- 
nos electores  en  1874,  como  un  vicio  orgánico  que  requiriese 
una  revolución. 

Le  han  contestado  con  una  argumentación  epilogada 
asi:  a  Los  Gobiernos  porque  si»  y  ahora  se  le  objeta  lo 
mismo,  por  los  que  llamó  á  su  lado  el  Presidente  Avellaneda, 
diciendo  que  era  el  hijo  de  las  entrañas  á  quien  hoy 
reniega. 

La  discusión,  donde  amenazaba  ser  seria,  ha  degenerado 
en  axiomas  y  generalidades,  que  pueden  ser  ciertas  aqui 
como  en  Francia,  Chile,  Perú  ó  Estados  Unidos,  tales  como, 

«  EL  GOBIERNO  ELECTIVO  ». 

I  I  Démonos,  dicen,  un  gobierno  corruptor^  y  tendremos 
un  pueblo  corrompido,  sin  la  resistencia  que  salva  la  mo- 


120  OHKA8    DK   8AKU1KNTO 

ral  y  el  derecho  y  evita  la  humillación  y  el  deshonor  de 
ser  el  patrimonio  de  un  gobierno  corrompido  y  electw. 

De  que  gobierno  se  habla?  del  de  hoy  ó  del  de  ayer?  ó 
bien  de  todos  los  gobiernos  del  mundo? 

La  cuestión  era  al  principio,  que  antes  los  dioses  salientes 
(por  la  administración   pasada)  habían  nombrado  al  Pre- 
sidente Avellaneda.    Hoy  son   generalidades   las   que  co-, 
meten. 

El  Nacional  pretende  que  no  hubo  entonces  ni  Presidente 
elector  ni  Gobernadores  electores  que  secundasen  sus 
miras. 

«  Los  Gobiernos  electores  no  entraron  entonces  para  nada 
en  el  mecanismo  electoral  de  Presidente  »  y  «  El  que  con- 
virtió en  un  campamento  militar  á  toda  la  República  (el  24 
de  Setiembre  de  1874),  para  levantarse  sobre  la  punta  de 
las  bayonetas  de  los  Jefes  del  Ejercito  Nacional  sublevado, 
reniega  hoy  de  su  obra,  del  hijo  de  sus  entrañas  (el  motín) 
negándolo  como  San  Pedro  negó  á  Cristo». 

Este  es  el  inconveniente  de  las  generalidades,  que  no  se 
refieren  á  hechos  prácticos. 

Antes  del  24  de  Setiembre,  ni  Buenos  Aires  ni  ninguna 
de  las  Provincias,  fué  convertida  en  campamento  militar. 

No  hubo  mas  movimiento  de  tropas  que  las  de  la  fron- 
tera de  San  Luis,  nacionales^  para  contener  los  desmanes  del 
jefe  de  las  fuerzas  nacionales  de  la  frontera  de  Mendoza,  que 
se  equivocó  de  dirección,  viniendo  á  la  ciudad  de  Mendoza 
donde  no  habían  indios,  en  lugar  de  pasar  el  Diamante 
al  Sur,  hacia  Malargüe. 

De  la  misma  fuerza  nacional  de  la  frontera  de  San  Luís, 
fueron  doscientos  hombres  ala  Rioja,  á  ver  de  poner  orden 
entre  la  fuerza  nacional  del  Coronel  Gordillo,  y  la  provincial 
de  su  sobrino  el  Gobernador  (elector)  Gordillo,  y  todo  ter- 
minó ahi.  Toda  la  República  se  mantuvo  en  santa  paz, 
desde  que  se  les  estorbó  á  los  procónsules  y  jefes  de  divi- 
siones de  fuerzas  nacionales  de  frontera,  ir  arreglar  eleccio- 
nes, sin  instrucciones  de  su  gobierno,  en  las  capitales  de 
las  ProvHicias. 

Esta  reserva  la  hacemos  porque  el  Presidente  Grant,  que 
era  un  Presidente  elector  (testigo  y  declarante  el  doctor 
Rawson,)  mandó  al  General  Sherman  con  fuerzas  de  línea 
¿  la  Luisiana  y  á  la  Carolina  del  Sur,  para  que  cuidase  de 


LOS  DfiSPALLBCIlilBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  121 

que  no  se  arañasen  los  electores;  y  no  queremos  perder  la 
ventaja  que  este  ripio  nos  dá,  mostrando  que  el  Presidente 
Grant,  hizo,  dos  años  después,  lo  mismo  que  hizo  el  Presi- 
dente Sarmiento  en  La  Rioja,  et  in  aüri  siti^  con  el  mismo 
resultado:  evitar  la  efusión  desangre. 

Vamos  ahora  á  ver  cuando  y  como  se  hizo  un  campa- 
mento militar  en  toda  la  Repúbüca. 

El  24  de  Setiembre  se  movieron  todas  las  fuerzas  acan- 
tonadas en  el  Azul,  contra  los  indios;  y  pasando  el  Rubicon, 
se  dirigieron  hacia  la  ciudad  de  Buenos  Aires,  que  tuvo 
que  convertirse  á  su  vez  en  campamento. 

El  Coronel  Borges,  que  estaba  vijiiando  al  indio  Pincen, 
mandó  contramarchar  hacia  Chivilcoy,  operación  que  no 
estaba  en  sus  instrucciones,  y  parece  que  murió  por  ahí 
victima  de  su  error  y  de  haber  faltado  á  su  deber  y  á.  sus 
declaraciones  y  protestas  escritas. 

Otra  división  de  frontera,  mandada  por  un  Jefe  acciden- 
tal y  sin  instrucciones,  se  dirijió  á  Santa  Fe,  después  á 
Córdoba,  después  á,  San  Luis,  y  últimamente  estableció 
sus  reales  en  Santa  Rosa  de  Mendoza. 

Ningún  pueblo  que  no  fuese  el  de  línea,  al  cual  le  es  pro- 
hibido votar,  prestó  apoyo  á  las  fuerzas  sublevadas,  sino  es 
el  de  San  Juan  gobernado  ])or  un  proveedor  del  Ejército. 

Las  demás  provincias  se  convirtieron  en  campamentos 
militares,  incluso  Goya  de  Corrientes,  con  el  Comandante 
Martinez  que  tanta  y  tan  merecida  gloria  ha  conquistado 
en  la  conciliación. 

Estas  son  cuentas  de  sumar  y  restar. 

El  Presidente  de  la  República  Argentina,  en  1874,  hizo 
momentáneamente  campamento  militar  de  Mendoza,  para 
rechazar  á  sus  propias  tropas  que  un  Jefe  distraía  de 
BUS  deberes;  asi  como  de  la  Rioja,  para  protejer  una  fuer- 
za nacional  que  había  sido  atacada  en  su  campamento  en 
el  Chañar  camino  de  Córdoba. 

Sin  esos  motivos,  el  Presidente  Grant  mandó  una  gruesa 
división  del  ejército  á  cubrir  á  la  Carolina  del  Sur  y  la 
Luisiana,  durante  las  elecciones. 

Desde  el  24  de  Setiembre  adelante,  la  Provincia  de  Bue- 
nos Aires  fué  convertida  en  campamento  militar  por  los 
amotinados;  y  Córdoba,  San  Luis,  Mendoza  y  Goya  en 
Corrientes,  tuvieron  la  misma  suerte.    Si  en  San  Juan,  por 


122 


OBKAtf    DK  8AUMIKNTO 


ser  gobierno  efector,  el  nacional  tomó  cartas,  no  debe  olvi- 
darse que  el  Gobernador  puesto  por  la  intervención  no  era 
elector,  y  por  tanto  no  tenían  de  que  quejarse. 

Deseáramos  que  nuestros  antagonistas  economizaran  los 
grados  y  las  injurias  y  fijaran  mejor  los  hechos  á,  que  se 
refieren. 

Esta  vez,  lo  de  gobernadores  deoiores  no  ha  de  pasar  como 
lo  de  gobernadores  de  hecho.  Fáltale  autoridad  al  dicho,  y 
no  tiene  la  ventaja  de  la  improvisación. 

Tenemos  dos  años  para  examinarlo,  y  rara  vez  se  dejan 
engañar  á  sabiendas  los  pueblos.  Si  hay  Grobernadores  elec- 
ioreSf  no  es  cierto  que  hubiese  Presidente  ekeioryqixe  la 
batalla  de  Santa  Rosa,  que  no  era  entre  políticos  argen- 
tinos, sino  puramente  entre  militares,  se  diese  contra  gober- 
nadores electores. 

CONTRA  LA  LIGA  EL  PACTO 

(Bl  Nacional,  Febrero  i«  de  1879.) 

Sucede  con  frecuencia,  en  los  largos  debates,  ya  sea  de 
ideas  ó  intereses,  que  al  fundarse  las  razones  de  una  y 
otra  parte,  se  eleva  la  cuestión  de  lo  circunscrito  del  caso, 
á  los  principios  fundamentales  que  lo  rigen;  y  como  los 
principios  no  se  han  creado  para  el  caso  particular  debatido 
puede  tener  y  tienen  necesariamente  aplicación  á  otros 
casos  que  no  hacen  á  la  cuestión  debatida,  bien  así  como 
las  ramas  de  un  árbol  genealógico  compuesto  de  nombres 
y  de  familias  distintas,  proceden  de  un  tronco  común,  sin 
que  por  eso  las  últimas  familias  sean  entre  si  del  mismo 
nombre. 

Sin  esto,  sucede  también  que  el  sostenedor  honrado  de 
una  idea,  desapercibido  de  la  malicia  de  su  contendor,  deja 
escapar  frases  que  se  prestan  á  la  chicana,  y  que  en  manos 
de  un  abogado  avezado  á  los  recursos  de  la  controversia 
judicial,  se  las  tiene  en  cuenta,  y  cuando  menos  se  lo  es- 
pera, le  vuelven  sus  propias  palabras  como  argumentos,  y 
ve  enderezarse  contra  si  á  sus  mismos  hijos,  como  un  padre 
se  horrorizaría  al  oir  á  su  prole  deponiendo  enjuicio  contra 
el  autor  de  sus  días. 

Tal  nos  ha  sucedido  con  La  Nación^  en  las  mil  cuestiones 


f ) 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  123 

que  hemos  debatido,  reducidas  de  nuestra  parte  á  esto  solo: 
la  Constitución  no  admite  revoluciones,  nada  mas,  nada 
menos.  Pero  la  cuestión  va  cada  dia  degenerando,  por  ia 
vía  de  las  digresiones  que  tan  ameno  hace  el  sempiterno 
habladero  de  las  comadres,  por  los  símiles  y  las  sustitucio- 
nes de  frases,  con  aquel,  es  dec¿t\  como  si  digera^  que  tanto  k 
espíritus  incautos  fascina,  y  con  la  repetición  del  da  capo, 
cuando  ya  se  ha  agotado  la  materia. 

Tenemos  que  confesar,  nuestra  falta  de  circunspección, 
para  no  soltar  prendas  al  adversario,  en  palabras  ó  genera- 
lizaciones que  no  siempre  se  pueden  retirar  ó  limitar;  y 
sobre  todo  nuestra  supina  ignorancia  de  las  prácticas  del 
foro,  cuando  se  desea  prolongar  un  litis  y  se  suscitan  articu- 
laciones, que  confunden  al  adversario,  y  hacen  al  Juez 
mismo  olvidar  cuál  era  el  asunto  de  la  demanda. 

Sírvanos,  si  trae  nuestro  grave  error  todas  sus  conse- 
cuencias, de  disculpa  la  sencillez  del  propósito,  la  falta  de 
pericia  y  la  imprevisión.  Quién  había  de  imaginarse,  que 
de  un  fósforo  ya  servido,  había  de  producirae  tan  grande 
incendio,  capaz  de  envolver  á  ia  República  entera? 

Espondremos  á  nuestros  lectores,  el  contratiempo  que 
nuestra  indiscreccion  ha  creado,  á  ña  de  que  «tengamos 
cuidado  con  el  engaño.» 

Sucedió,  pues,  que  tratándose  de  la  política  electoral  de 
un  Presidente,  de  lo  que  recien  teníamos  noticia  por-Líi 
Nación,  traía  este  diario  una  otra  suposición  incidental, 
que  no  era  sino  un  andamio,  ó  unos  puntales  puestos  para 
sostener  el  edificio  sin  base  que  construía.  Hablaba  de  la 
liga  de  gobernadores  actuales,  de  cuatro  años  á  esta  parte, 
bajo  la  Presidencia  que  ha  hecho  la  conciliación,  liga  por 
supuesto  que  á  existir,  seria  un  argumento  contra  la  conci- 
liación, ó  un  motivo  para  echar  abajo  el  actual  Presidente, 
según  la  teoría,  pero  no  al  de  antaño. 

En  hora  menguada,  y  asi  nos  pesa!  se  nos  ocurrió,  para 
hacer  resaltar  el  disparate,  escribir  aquella  palabra  liga,  tan 
fuera  del  tiesto,  en  aquel  debate  sobre  hechos  pasados  ya 
á  la  historia,  aquella  liga  de  hoy,  traída  de  los  cabellos  á 
deponer  contra  hechos  pasados  años  ha;  en  hora  mengua- 
da, decíamos,  nos  ocurrió  poner  la  palabra  liga  en  bastar- 
dilla, ligoj  y  dejándonos  llevar  por  aquella  fatalidad  tan 
trivialmente  citada  qui  Deua  vuU  perderé  demeniat^  pusimos  con 


\2Á  OKKAtf    1>K   CtAKMlKNTO 

letra  mayúscula  Liga;  y  una  vez  lanzado  en  el  mal  camino 
k  impulsos  de  nuestra  mala  estrella,  escribimos  LA.  LIGA.!! 

La  Nación  se  apercibió  de  ello;  y  comparando  ediciones 
de  M  Nacional^  y  descubriendo  la  amenazante  progresión: 
liga,  liga,  liqjl,  LIGAIÜ  comprendió  con  su  sagacidad  acos- 
tumbrada, todo  el  peligro  que  corrian  las  libertades  de  la 
República;  y  como  un  marido  celoso,  que  en  una  comedia 
española  le  decía  al  amante  de  su  mujer,  en  tono  jactan- 
cioso: «já  mí  no  me  la  peganl  La  Nación  se  dijo,  aquí  hay 
gato  encerrado!  Ellos  mismos  lo  confiesan;  la  liga  era 
para  el  debate  un  auxiliar  inventado  y  sin  consecuencia; 
pero  qué  hallazgo  qué  descubrimiento.  Se  han  traicionado 
ellos  mismos,  como  el  reo  á  quien  el  juez  le  dice,  con  apa- 
rente descuido,  saque  el  pie,  para  ponerle  cadena,  y  saca 
el  izquierdo,  lo  que  prueba  que  no  es  la  primera  zorra  que 
pezcan  de  la  cola. 

La  Ligal  se  dijo  para  así.  La  Liga...!!  La  LIGA...I!! 
Estamos  perdidos! 

Bien,  hagamos  de  tripa  corazón.  Del  enemigo,  el  conse- 
jo! Hagamos  aparecer  como  que  fué  una  celada  hábil  que 
les  tendimos! 

A  El  Nacional,  que  se  ha  declarado  órgano  de  la  LIGA, 
le  debemos  el  bien  de  habernos  anunciado  anticipada- 
mente el  peligro,  dando  el  campanazo  de  alarma. 

Al  menos  no  podremos  quejarnos  de  alevosía  cuando 
abiertamente  se  hace  la  amenaza  en  son  de  guerra. 

Digamos  muy  suelto  de  cuerpo  ya  cayeron  en  la  trampa, 
y  sobándose  las  manos,  en  los  arrebatos  del  triunfo,  dio 
suelta  á  la  loca  de  la  casa,  la  imaginación,  y  trazó  su  plan 
de  campaña.  Contra  la  Liga,  opongamoií  un  Pacto,  dos 
Pactos,  diez  Pactos  si  necesario  fuere.  Buenos  Aires  contra 
las  Provincias.  Osa  contra  Pelion, — ^Cartago  contra  Roma 
— griegos  contra  troyanos! 

Nos  traen  cadenas,  contra  la  libertad  que  nos  aseguraron 
Castro,  Acosta,  Casares,  todos  unidos  con  nosotros  hoy  por 
la  conciliación  y  el  pacto.  Habrá  guerra  civil,  si  la  Liga, 
la  horrenda  Liga,  viene  de  nuevo  á  imponernos  las  cadenas 
de  Caseros! 

Oh!  mil  veces  malhadada  letra  L  mayúscula  nuestra!  Oh! 
patizamba  l,  que  tantos  extragos  vais  á  causar.  Os  juro, 
suprimiros  de  mi  vocabulario,  como  San  Martín  ordenó  á 


LOS  DBSFALLBCIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  125 

un  fraile  Znpnta  en  Men<ioza,  suprimir  el  Za  de  su  ape- 
llido, y  á  cuantos  encontraba  les  decia:  no  me  llamen  por 
Dios  como  antes,  soy  el  padre  Pata  y  nada  mas  que  Pata, 
Si  tenemos  que  nombrar  un  Emilio,  escribiremos  EhnidiOf 
si  Elizalde,  Edisarde,  como  pronuncian  los  rotos  en  Chile. 

Con  la  ley  de  marcas  en  la  mano,  reclamamos  nuestra 
propiedad  al  titulo  Liga. 

La  mercadería  falsificada  de  La  Nación^  era  liga  que  puede 
ceñir  una  pudorosa  pierna,  pero  no  el  ancho  y  nutrido 
pecho  de  la  República.  Entonces  se  llama  cinto,  cintura 
cinturon  y  aun  cinta  pero  no  liga.  Las  ligas  se  llevan  en' 
partes  escusadas,  y  son  como  la  usa  La  Nadon,  antes  de 
apropiarse  nuestra  idea,  medio  y  adieminemenif  y  no  el  obje- 
to y  fin  de  la  oración. 

Protestamos  pues,  una,  dos,  tres  y  cuantas  veces  sea  ne- 
cesario en  derecho,  que  la  Liga  es  nuestra  propiedad  y  La 
Nadon  no  tiene  sino  una  liga  que  no  es  lo.  jarrsiiare^  ni  puede 
decir  de  eUeihonnimi  qwi  mai  ypenaej  al  vérsela  ostentada, 
porque  nosotros  pensamos  mucho  y  muy  mal  de  tal  esca- 
moteo . 

n 

No  nos  queda  pues,  otro  recurso  contra  nuestros  propios 
errores  y  flaquezas,  que  apelar  co*mo  siempre  al  estudio,  al 
examen  de  las  palabras,  para  reparar  el  extrago  que  pala- 
bras mal  usadas  hicieron. 

Hemos  recurrido  al  diccionario,  para  ver  si  encontramos 
conciliación  posible  entre  Liga  y  Pacto,  á  fin  de  salvar  la  Re- 
pública del  tremendo  conflicto  que  pueden  traer  el' choque 
de  estas  dos  huestes,  la  una  ilev.ando  por  bandera  Liga;  y 
por  empresa,  abajo  el  Pactol  y  la  otra  con  la  disciplina  del 
Pacto,  gritando:  muera  la  Liga  como  en  los  tiempos  del 
buen  rey  Enrique  IV,  que  para  concillarse  k  sus  enemigos 
de  París,  oyó  una  misa  y  lo  concilio  todo. 

Liga:  dice  un  buen  diccionario,  es — «cuna  combinación  ó 
«  unión  entre  dos  ó  mas  partes,  con'  el  propósito  de  man- 
«  tener  amistad,  fomentando  mutuos  intereses,  ó  para  eje- 
«  cutar  juntos  un  propósito  convenido». 

Pacto:  dice  el  mismo  buen  diccionario,  «es  un  acuerdo, 
«  un  contrato,  una  liga^  un  convenio». 


126  OHHAüf    UK  «AKMIBMTO 

De  manera  que  pacto  y  liga  son  sinónimos,  y  quien  dice 
Liga,  dice  Pacto;  y  el  que  dice  Pacto  dice  Liga.  Estamos 
pues,  á  punto  de  entendernos,  entre  hombres  que  no  dispu- 
tan sobre  palabras. 

Una  pequeña  diferencia  legal  pudiera  establecerse,  y  es 
que  el  Pado,  siendo  un  contrato,  se  hace  por  escrito,  lo  que 
no  es  indispensable  en  las  ligas,  pues  el  pacto  es  un  instru- 
mentó  que  determina  no  solo  el  objeto  de  la  LIGA,  sino  la 
manera  de  proceder. 

El  pacto  celebrado  á  nuestra  propia  vista  aquí  reúne 
todas  estas  cualidades. 

Nuestra  mil  veces  detestada  sostltucion  de  una  L  ma- 
yúscula en  la  inocente  palabra  liga,  despertó  al  león  que 
dormitaba,  y  leyendo  una  circular  que  decía  á  ios  recien 
nombrados  Jueces  de  Paz,  que  eran  uña  ytíarne  con  ellos, 
mugió  la  ñera  enemiga  délos  enemigos  del  libre  suñ*agio, 
y  se  dirigió  hacia  el  punto  de  la  selva,  á  donde  esperaba 
encontrar  su  ansiada  presa,  los  satélites  de  los  Goberna- 
dores electores. 

Encontrólos  con  efecto,  desapercibidos,  platicando  sobre 
estas  cosas  y  las  otras,  con  tal  aire  de  bondad  y  sencillez, 
que  tocó  su  corazón  honrado  de  león,  ño  obstante  su  ham- 
bre y  sed  de  sangre  electora^  que  es  su  bocado  predilecto, 
porque  han  de  saber  mis  lectores  que  es  tigre  cebado^  y  pre- 
fiere carne  de  elector  á  toda  otra  golosina. 

Escondió  las  uñas,  pues,  y  como  es  un  león  pos  malin^  no 
les  puso  miedo  su  presencia,  sino  que  por  el  contrario,  le 
dijeron:  tire  esa  petaca  y  siéntese,  como  decía  á  un  tucu- 
mano  que  estuvo  en  España,  y  fué  recibido  por  el  Rey 
José  n,  en  su  palacio,  diciéndole  lo  mismo:  hombre!  Manan, 
de  donde  sales;  tira  una  petaca,  y  siéntate  para  que  hable* 
mos  de  esas  Américas,  de  donde  vienesl 

Hablaron  pues,  con  el  león  de  la  fábula,  a  quien  dieron 
las  pedidas  explicaciones  sobre  la  circular;  y  como  hombre 
hábil  que  es  un  león  domesticado,  les  hizo  esta  estraña 
proposición:  Supongamos  que  ustedes  no  han  escrito  ni  fir- 
mado tal  circular. 

— Pero,  mi  buen  león,  yo  no  la  he  escrito,  por  que  no  po- 
demos todos  escribirla,  pero 

— ^No  hay  pero.  Ustedes  no  la  han  iancionado^  lo  que  se 
llama  sancionar  en  forma. 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  127 

— ^No:  convei^samos,  continimos  y 

— ^Bien:  declaren  que  no  han  sacionadotal  cosa,  y  déjenlo 
todo  á  mi  cuidado. 

—Pero 

— ¿Estamos  seguros?  No  hay  quien  nos  oiga?  y  mirando 
debajo  de  las  mesas,  hacia  los  rincones  y  á  las  puertas  y 
ventanas,  y  pidiendo  la  reserva  que  requería  la  necesidad 
de  unirse,  desenvainó  cautelosamente  un  número  de  El 
Naeionaly  y  buscando  la  palabra,  estendiólo  sobre  la  mesa, 
y  con  el  dedo  clavado  sobre  la  fatal  palabra  con  letra  ma- 
yúscula, LIGA,  les  dijo  ahuecando  la  voz: — aqui  está  el 
peligro  que  nos  amenaza,  si  todos  los  partidos  no  se  ligan 
para  conjurarlo! 

He  seguido  los  pasos  de  la  trama,  aqui  tienen  ustedes  el 
rastro  que  ha  ido  dejando. 

Al  principio,  era  una  liga  cualquiera,  quizá  de  dos  ó 
tres  gobernadores.  Luego  se  pasaron  la  palabra  á  otros,  y 
ya  fué  liga. 

Se  entendieron;  y  para  mostrar  cuanta  importancia  le 
daban,  la  hicieron  anunciar  liga. 

Hasta  que  al  fin,  seguros  de  su  triunfo  y  con  el  descaro 
del  cinismo,  nos  han  lanzado  el  guante  en-todas  mayúsculas, 
la  LIGA!!! 

Quedáronse  abismados  y  cariacontecidos  los  circunstantes, 
mirándose  unos  á  otros,  y  no  tanto  asombrados  de  su  propia 
ceguedad,  cuanto  de  la  sagacidad  del  expositor. 

— Con  efecto,  decía  uno,  conñeso  mi  falta  de  malicia 
¿quién  había  de  creerlo? 

Otro  decía  para  sí:  Si  escapamos  con  vida  de  la  conspi- 
ración de  esta  LIGA,  lo  hemos  de  hacer  diplomático.  Ha 
errado  su  vocación.  Nació  Ministro  Plenipotenciario,  acre- 
ditado á  cerca  no  importa  que  nodriza. 

Echáronse  pues,  allí  las  bases  de  un  Pacto  sin  protocolos 
formales. — Puesto  que  ustedes  tienen  los  Comandantes  de 
Campaña,  les  dijo,  ya  hay  una  base  para  negociar. 

— Cierto,  decía  otro;  pero  esos  y  los  Jueces  son  del  Gober- 
nador  I 

—Nada  de  personalidades.  No  contratemos  sobre  per- 
sonas. Un  pacto  es  ^obre  cosas,  modua  vivendif  statu  quo, 
antebeUum. . . 

—Lo  haremos  ad  referéndum. 


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128  0HRA8    DB  8AKIC1BMT0 


— Déjense  de   fórmulas  vanas.    El  pacto  será  sobre  un 
dulce  comercio  de  amistades,  conciliaciones,  y  otros  artícu- 
los en  demanda. 
Nombraremos  de  acuerdo  Representantes  á  la  Legíslatu- 
\  ra,  contra  los  republicanos. 

fil'l;  — Convenido;  contra  los  republicanos  lo  que  quieran.    Y 

en  cuanto  áT 

— ^Eso  se  sobreentienda.  ¿No  ven  que  nos  dirían  gobier- 
nos electores  si 

— ^Ya  caígol  respondió  el  mas  avisado,  y  cayeron  todos 
en  efecto  en  la  trampa. 

Sometiéronse  las  bases  k  los  dos  Congresos,  porque  tratán- 
dose de  cosas  nacionales,  los  nacionalistas  no  hacen  Legisla- 
:„^  turas.    Se  nombraron  Ministros  diplomáticos,  se  ñrmó  el 

Ij'j  pacto,  se  canjearon  las  dos  copias  de  un  tenor,  y  Buenos 

'•|  '!;  Aires  supo  con  su  publicación,  que  unidos  todos  contra  la 

;   ./  '(  LIGA,  habíamos  estipulado  siete  artículos,  como  siete  bie^ 

fj!'  naventuranzas,  y  siete  virtudes  teologales,  contra  los  mí^ 

'\U\  pecados  capitales  de  la  nefasta  Liga. 

1 1  n  Pero  no  hay  precaución  que  no  deba  tomarse  contra  las 

'  r  ■  malas  interpretaciones  de  los  legos,  y  la  misma  parte  con- 

if  tratante  se  salió  esa   noche  á  La    Pampa,  y    allí,  en  pre- 

sencia de  las  estrellas  del   cielo,  por  casualidad  nublado, 
declararon  que    su  candidato   para   la  Presidencia  había 
sido,  era  y  continuaba  siendo  el  que,  como  Scipion  óDruso, 
1 1  llamado  el  Africano,  ó  G-ermaníco,  será    saludado  por  la 

historia  con  el  apelativo  de  Correntino,  apelativo  diremos 
de  paso,  que  se  pegará  á  su  nombre  y  lo  seguirá  á  donde 
quiera,  llamándose  el  Correntino. 

Para  mayor  seguridad  debían  reunirse  en  conciliábulo» 
en  forma  de  apoderadoa  y  como  si  fueran  una  Convención,  y 
declarar  quien  era  el  ángel  de  sus  amores  y  el  candidato 
que  debían  sostener  los  autonomistas  del  Pacto,  pues  si 
bien  no  se  inscribió  con  todas  sus  letras  Correntino,  del  mas 
corriente  de  los  candidatos,  se  obligaron  por  escritura  pú- 
blica á  estar  unidos,  ligados,  contratados  y  convenidos  en 

todo,  menos  en  lo  del  otro que  no  se  mentó  para  nada, 

!:  ó  fué  discretamente  apartado,  lo  que  equivale  á  una  exclu- 

sión estudiada. 
Al  día  siguiente  La  Tñbuna^  que  no  había  sido  convidada 
[-  á  los  arreglos,  extrañaba  la  precipitación  con  que  habían 


LOS  DBSFALLBCIHIBNTOS  Y  LOS  DBSYIOS  129 

obrado  los  autonomistas,  tomando  la  sombra  por  la  reali- 
dad, y  quedando  prisioneros,  como  en  la  Verde,  perdona- 
dos por  su  inocencia,  y  nosotros,  autores  inocentes  de  tanto 
pacto,  cavilación  y  enredo  k  la  cabeza  y  órgano  de  aquella 
tremebunda  LIGA,  de  mis  pecados! 

A  LA  TRIPULACIOH  DE  LA  NAVE 

Requeridos  por  La  Nación  á  guardar  las  reglas  del  debate, 
entre  hombres  que  piensan  y  sirven  al  país,  debiendo  ser 
los  primeros  en  dar  el  ejemplo,  sospechamos  que  tiene  ó 
puede  tener  razón;  y  es  preciso  obrar  de  manera  que  La 
Nación  no  tenga  nunca  razón,  ni  aun  por  la  sin  razón  de 
otros. 

Se  trasmite  pues,  esta  orden  del  dia  al  cuerpo,  bajo  aper- 
cibimiento.   Llamamos  á  todos  al  orden.. 


EL  DONQUIJOTISIHO 

EN    POLÍTÍGA     ELECTORAL 

iBl  Nacional,  Febrero  4  de  i879.) 

Un  nombre  propio,  real  ó  imajinario,  enriquece  las  len- 
guas con  un  sustantivo  nuevo,  que  representa  una  idea 
tan  clara  como  árbol,  estanque^  congreso.  Tales  son  mo- 
^iavelismoy  quijotismo^  quijotezco  y  quiJoUi^ai  jemitismo^  etc.  etc., 
que  hoy  están  en  todas  ías  lenguas  modernas,  y  despiertan 
al  oirías  un  cúmulo  de  cualidades  definidas. 

Hace  pocos  años,  pidiendo  un  espiritista  el  nombre  de 
cualquier  personage  muerto  para  evocar  su  espíritu  y  ha- 
cerlo responder  á  las  preguntas  que  se  le  hicieren,  un  in- 
crédulo, para  mofarse  del  nuevo  embeleco,  le  dijo  con 
afectada  gravedad :  evoque  al  Ingenioso  Hidalgo  D.  Quijote 
de  la  Mancha. 

El  espiritista  se  preparaba  á  proceder  como  en  los  demás 
casos,  cuando  el  burlón,  creyéndolo  á  ese  grado  ignorante 
ie  observó  que  D.  Quijote  era  un  personage  imajinario. 

—Está  Vd.  en  error,  contestóle  el  fanático. 

Tomo  zl.— 9 


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130  OBRAS  Db  SARMIENTO 

— «  D.  Quijote  es  un  personage  real,  que  si  no  ha  exis- 
tido materialmente,  es  una  de  las  formas  del  espíritu  hu- 
mano, mas  real  y  caracterizado  que  el  deleznable  cuerpo» 
Y  sin  embargo,  tiene  su  fisonomía,  su  porte  y  »u  estatura, 
tan  precisa  que  Gustavo  Doré,  Rafael,  Miguel  Ángel  y  todos 
los  que  conversan  con  el  alma,  lo  habrían  de  representar  con 
los  mismos  rasgos,  alto,  descarnado,  triste,  como  que  conocia 
la  miseria  humana,  que  se  burla  de  lo  mas  santo,  cual  es 
la  generosidad  del  corazón,  la  idealidad  que  nos  hace  mirar 
grandioso  lo  que  es  pequeño  en  apariencia. 

«Si  por  mi  arte  me  fuera  dado  presentar  los  cuerpos  de 
los  espíritus,  vería  Vd.  al  ingenioso  hidalgo,  é  involunta- 
riamente se  descubriría  Vd.  en  presencia  de  aquella  encar- 
nación del  bien,  soñado,  presentido;  pero  vivo  y  real,  en  el 
mundo  de  lo  posible,  Don  Quijote  es  el  progreso  moral,  es 
un  programa  de  gobierno,  de  instituciones  venideras,  como 
la  crítica  acerba  de  sus  tiempos  en  que  Cervantes  al  crearlo, 
vivia  desdeñado,  á  merced  de  la  caridad  de  un  poderoso,  no 
obstante  sus  heridas  de  Lepanto,  batalla  que  salvó  á.  la 
cristiandad  y  á^la  civilización  moderna.» 

Sí  tanto  no  dijo  el  espiritista,  lo  decimos  nosotros  que 
valemos  tanto  como  él,  añadiendo  que  lo  que  distingue  al 
genio  y  caracteriza  á  Cervantes,  es  la  pintura  de  hechos  que 
habrán  de  sobrevenir  en  el  curso  de  los  acontecimientos 
humanos,  toda  vez  que  una  ilusión  se  apodere  de  nuestro 
espíritu,  y  á.  la  luz  febril  de  la  imaginación  contemplaron 
los  hechos  vulgares  y  de  diaria  ocurrencia.  Qué  profundas 
observaciones  las  del  buen  Sancho,  el  sentido  común  mali- 
cioso y  un  poco  bellaco,  como  conviene  á  la  crítica  conven- 
cida. Qué  ridiculas  escenas  las  que  excitan  el  caballeresco 
ardor  por  el  bien,  por  la  justicia,  por   la  libertad  de  los 

I  oprimidos  de  entonces,  los  galeotes,  la  mujer,  el  desvalido, 

; ,  el  ignorante  cabrero,  que  no  se  le  alcanza  la  edad  de  oro  á 

)  i  que  llegará  un  día  el  mundo! 

Y  si  Cervantes  hace  ridículos  los  accesorios,  es  solo  para 

i ,  fijar  en  la  mente  del  pueblo  sus  lecciones,  ni  mas  ni  menos 

como  Jesús,  el  sublime  Quijote  de  la  moral,  dá  á  sus  lec- 

'  cienes  la  forma  de  parábolas,  que  quedan  en  la  memoria 

del  oyente.    Si  hubiera  dado  sus  lecciones  como  Platón,  no 

I  fuéramos  hoy  cristianos. 

Trasportémonos,  en  prueba   de  lo  dicho,  á  los  tiempos 


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» 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  131 

modernos,  donde  el  oprimido  f^s  el  pensamiento,  la  voluntad 
en  política,  donde  la  edad  de  oro  que  soñamos  en  perspec- 
tiva es  el  libre  sufragio  con  la  tranquilidad  pública,  y  traiga- 
mos á.  nuestra  propia  escena  una  aventura  de  las  mil  del 
valeroso  hidalgo,  que  toma  los  molinos  de  viento  por  gigan- 
tes espantables,  los  odres  de  vino  por  tiranos  á  quienes 
atraviesa  con  su  lanza  revolucionaria,  porque  es  revolucio- 
nario Don  Quijote,  inocente,  noblemente  revolucionario. 
Encuentra  una  desfilada  de  presidiarios  encadenados,  y 
arremete  contra  la  custodia,  creyendo  que  son  electores  á 
quienes  se  priva  de  su  derecho.  Se  imagina  en  las  polva- 
redas que  se  levantan  en  el  horizonte,  dos  huestes  que  van 
á  combatir,  y  se  pone  del  lado  del  débil  contra  la  Liga  de 
los  Déspotas  ligados,  y  sino  sale  victorioso,  si  el  infeliz 
Sancho  se  desgañita  en  vano  para  mostrarle  la  verdad,  no 
por  eso  el  cuadro  que  presenta  Cervantes  es  de  menos  ver- 
dad y  aplicable  en  todos  tiempos  y  lugares  á  los  hechos 
reales  de  la  vida. 

Para  gloria  inmortal  del  ilustre  manchego,  para  mostrar 
que  circula  en  nuestra  sangre  la  hidalguía  castellana,  no 
hagamos  política  hoy,  y  acompañemos  al  lector  á  presen- 
ciar un  rudo  combate  del  sublime  poeta,  contraía  prosaica 
realidad. 

No  cambiamos  sino  los  nombres  propios,  por  ser  muy 
arrevesados  algunos  y  estraños  á  nuestro  modo  de  ser 
muchos;  pero  no  suprimimos  ni  una  frase,  sino  que  repro- 
ducimos todo  el 

CAPÍTULO  II 

aDe  como  Don  Quijote  desbarató  la  Liga  de  los  doce  malandrines 
que  intentaban  violentar  á  la  Gasta  Susana. 

«Don  Quijote  se  volvió  á  Sancho  y  le  dijo: 

Este  es  el  dia  en  que  tengo  que  hacer  obras  que  queden 
escritas  en  el  libro  de  la  fama,  por  todos  los  venideros  siglos. 
¿Y  ves  aquella  polvareda  que  allí  se  levanta,  Sancho?  Pues 
toda  es  cuajada  de  un  copiosísimo  ejército  que  de  diversas 
é  innumerables  gentes  que  allí  vienen  marchando....  Y 
con  tanto  ahinco  afirmaba  Don  Quijote,  que  eran  ejércitos, 
que  Sancho  lo  vino  &  creerse  y  á  decirle:  Señor  ¿pues  qué 


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132  0BKA8   DB   SARMIENTO 


¿i  hemos  de  hacer  nosotros?  Qué?  dijo  Don  Quijote,  favorecer 

!  i:  y  ayudar  á  los  menesterosos  y  desvalidos.  Y  has  de  saber, 

Sancho, que  este  que  viene  por  nuestro  frente,  le  conduce  y 
guia  el  grande  Alifanfarron,  señor  de  la  grande  ínsula; 
este  otro,  que  á  mis  espaldas  marcha,  es  el  de  su  enemigo  el 
rey  de  losGuarumbas,  Pampliñ,  el  del  arremangado  brazo, 
porque  siempre  entra  en  las  batallas  con  el  brazo  dere- 


J  !j¡  cho  desnudo. 


— ^Bien  se  me  alcanza,  respondió  Sancho;  ¿pero  dónde  pon- 
dremos á  este  asno,  que  estemos  ciertos  de  hallarle  después 
de  pasada  la  refriega? — Así  es  verdad,  dijo  Don  Quijote;  lo 
que  puedes  es  dejarle  á  sus  aventuras,  ahora,  se  pierda  ó 
no,  porque  serán  tantos  los  caballos  qne  tendremos  después 
que  salgamos  vencedores,  que  aun  corre  peligro  Rocinante 
no  le  trueque  por  otro:  pero  estáme  atento  y  mira,  que  te 
quiero  dar  cuenta  de  los  caudillos  mas  principales  que  en 
estos  dos  ejércitos  vienen. 

Aquel  coaligado  que  allí  ves,  de  las  armas  jaldes,  que  trae 
en  el  escudo  un  león  coronado  rendido  k  los  pies  de  una 
doncella  (y  á  sus  plantas  rendido  un  león)  es  el  valeroso 
Laurcaleo,  señor  de  la  Puente  de  la  plata.  El  otro,  de  las 
armas  de  las  flores  de  oro,  que  trae  en  el  escudo  tres  coro- 
nas de  plata  en  campo  azul,  es  el  temido  Micocolembo, 
Gobernador  de  Quiriocia*  El  otro,  de  los  miembros  gigan- 
teos, que  está  á  tu  derecha  mano,  es  el  nunca  medroso 
Branda-barbaron  de....  y  el  que  viene  armado  y  trae  por 
escudo  una  puerta  que  según  es  fama,  es  una  de  las  del 
templo  que  derribó  Sansón  cuando  con  su  muerte  se  vengó 
de  sus  enemigos.  Pero  vuelve  los  ojos  á  esta  otra  parte,  y 
verás  delante  y  en  la  frente  de  este  otro  ejército  al  siempre 
vencedor  y  jamás  vencido  Timonel  de  Garcajona,  príncipe 
de  la  nueva  Vizcaya,  que  viene  armado  con  las  armas  par« 
tidas  á  cuarteles,  azules,  verdes,  blancas  y  amarillas,  y  trae 
en  el  escudo  un  gato  de  oro,  en  campo  leonado  con  una 
letra  que  dice:  Miau^  que  es  el  principio  del  nombre  de  su 
dama,  que  según  se  dice,  es  la  sin  par  Miáulina,  hija  del 
duque  Alfeñique  del  Algarbe. — ^El  otro  que  carga  y  oprime 
los  lomos  de  aquella  poderosa  alfana,  que  trae  las  armas 
como  nieve  blancas,  y  el  escudo  blanco  y  sin  empresa  al- 
guna, es  un  caballero  novel,  de  nación  francés,  llamado 
Pierres  Pampin,    señor  de   las  baronías   de  Utrique.— El 


LOi3  DBSFALLBCIMIBNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  *  133 

otro  que  bate  las  ijadas  con  los  herrados  caréanos  á  aque- 
lla pintada  y  ligera  cebra 

Y  de  esta  manera  fué  nombrando  muchos  caliecilias,  del 
uno  y  del  otro  escuadrón,  que  él  se  imaginaba,  y  á  todos  les 
dio  sus  armas,  colores,  empresas  y  motes  de  improvisto, 
llevado  de  la  imaginación  de  su  nunca  vista  locura. — 
I  Válame  Dios,  y  cuántas  provincias  nombró,  dándole  á  cada 
una  con  maravillosa  presteza  los  atributos  que  le  perte- 
necían, todo  absorto  y  empapado  en  lo  que  había  leido  en 
sus  libros  mentirosos  I.. . 

Estaba  Sancho  colgado  de  sus  palabras,  sin  hablar  nin- 
guna, y  de  cuando  en  cuando  volvía  la  cabeza  á  ver  si 
veía  los  caballeros  y  jigantes  que  su  amo  nombraba,  y 
como  no  descubría  á  ninguno,  le  dájo:  Señor,  encomiendo 
al  diablo,  hombre,  ni  jigante,  ni  caballeros  de  cuantos 
vuestra  merced  dice  parece  por  todo  esto:  á  lo  menos  yo 
no  los  veo,  quizá  todo  debe  ser  encantamiento,  como  las 
fantasmas  de  noche.  —  ¿Cómo  dices  eso?.,  responde  don 
Quijote;  ¿no  oyes  el  relinchar  de  los  caballos,  el  tocar  de 
los  clarines,  el  ruido  de  los  atambores? 

— No  oigo  otra  cosa,  respondió  Sancho,  sirio  muchos 
balidos  de  ovejas  y  carneros;  y  así  era  la  verdad,  porque 
ya  llegaban  cerca  los  dos  rebaños. — El  miedo  que  tienes, 
dijo  don  Quijote,  te  hace,  Sancho,  que  ni  veas  ni  oigas  á 
derechas,  porque  uno  de  los  efectos  del  miedo  es  turbar 
los  sentidos,  y  hacer  que  las  cosas  no  parezcan  lo  que  son; 
y  si  es  que  tanto  temes,  r-etírate  á  una  parte  y  déjame 
solo,  que  solo  basto  á  dar  la  victoria  á  la  paite  á  quien 
yo  diere  mi  ayuda:  y  diciendo  esto,  puso  las  espuelas  á 
Rocinante,  y  puesta  la  lanza  en  ristre  bajó  de  la  costezuela 
como  un  rayo. 

Dióle  voces  Sancho,  diciéndole: — Vuélvase  vuestra  mer- 
ced, señor  don  Quijote,  que  voto  á  Dios  que  son  carneros 
y  ovejas  que  va  á  embestir,  vuélvase.  ¡Desdichado  del 
padre  que  me  engendró  I  ;  qué  locuiM  es  esta  I  mire  que 
no  hay  jigante  alguno,  ni  ligas,  ni  gatos,  ni  armas,  ni 
escudos  partidos  ni  enteros,  ni  veros  azules  ni  endiablados; 
¿qué  es  lo  que  hace?  pecador  soy  yo  á  Dios.  Ni  por  esas 
volvió  don  Quijote,  antes  en  altas  voces  iba  diciendo  :  Ea, 
caballeros,  los  que  seguís  y  militáis  debajo  de  las  ban- 
deras   del    valeroso    Pamplina,    del    arremangado    brazo. 


136  OBRAS  DE  SARMIENTO 

Aceptamos  el  quid  pro  quoi  inocente  dd  nuestro  compa- 
ñero, que  así  nos  llamamos  los  abogados  contrincantes, 
lo  que  no  impide  cambiar  entre  sí  las  mas  dulces  invec- 
tivas, y  supongamos  que  S.  es  El  Nacional^  jefe  de  la  tremen- 
da Liga  de  Gobernadores  electores. 

No  nos  ha  de  suceder  lo  de  antes:  Diccionario  en  mano: 
Hipótesis^  entiéndalo  bien  el  abogado  de  la  otra  pai^te,  no  es 
hipoteca  ni  hipocondriaco,  sino  una  «  suposición:  una  pro- 
ce  posición  ó  principio,  que  se  supone  ó  se  da  por  asentida 
«c  con  el  fin  de  arribar  á.  una  conclusión,  ó  inferencia  como 
oc  prueba  del  punto  en  cuestión — ó  bien  una  teoría  asn- 
ee mida  ó  imaginada,  para  darse  cuenta  de  hechos  ó  fenó- 
«  menos  conocidos.» 

Supongamos,  pues,  que  hay  una  hipotética  Liga  de 
Gobernadores,  hipotéticamente  electores,  y  que  un  hipoté- 
tico Sarmiento  es  el  jefe  de  ella. 

Vamos  á  razonar  so1[)re  estas  tres  hipótesis. 

Desde  luego,  se  nos  ocurre  que  nunca  encabezó  ligas 
de  Gobernadores  este  último.  Contra  Rosas  invocó  en 
Argirópolis  un  Congreso.  Estuvo  contra  el  acuerdo  de 
San  Nicolás,  que  era  una  Liga,  en  bien;  á  tout  seigneut\  tout 
honmur. 

Mal  antecedente ! 

Es  insigne  hablador,  y  lo  dice  todo;  testigo  La  ilación 
que  descubrió  lo  de  la  Liga,  por  las  indiscreciones  de  El 
Nacional. 

Los  pactos  se  celebran  con  mas  cordura  y  misterio.  Mal 
jefe  de  Ligas  secretas  I 

Mas  una  liga,  la  hacen  personas  ó  partes  afínes,  y  si 
nombran  un  jefe,  debe  ser  el  mas  simpático  y  acaso  cóm- 
plice de  RUS  propósitos,  si  son  malos.  En  esto  hay  proba- 
bilidades. 

Veamos,  pues,  con  que  cartas  juega  al  preligroso  juego 
de  amotinar  los  Gobernadores  electores,  contra  no  sabemos 
quien,  en  fin  como  hipótesis  también,  contra  la  redacción 
del  diario  La  Nadan  que  se  cree  la  nación  misma. 

Las  mayúsculas,  como  se  sabe,  perturban  su  clara  inteli- 
gencia.   Es  su  único  defecto. 

No  le  pongan  una  L  mayúscula,  ó  una  N  mayúscula  en 
nación  por  adelante,  porque  pierde  la  chaveta,  y  todo  lo  ve 


LOS  DB8FALLKGIMIBNT0S  Y  LOS  DESVÍOS  137 

rojo,  sangre,  ligas,  barbarie,  batallas,  como  de  anies^  como  en 
sus  años  juveniles. 

II 

Principiemos  por  Jüjüy. 

No  el  hipotético  Sarmiento,  sino  ei  Senador  Sarmiento, 
autorizó  con  su  voto  la  intervención  pedida  contra  el  Gober- 
nador actual  de  Jujuy. 

La  sanción  final  la  negó;  pero  ei  Gobernador  de  Jujuy, 
estamos  seguros,  no  entra  en  la  Liga,  al  menos  si  ha  de 
ser  jefe  el  hipotético. 

Salta — Pedida  la  intervención  contra  el  Gobernador  elector^ 
que  sostenía  la  candidatura  Sola,  el  Senador  Sarmiento 
sostuvo  la  afirmativa,  y  la  fundó  calurosamente.  Si  otro 
resultado  obtuvo,  si  el  señor  Sola  fué  electo  Gobernador, 
suya  no  fué  lo  culpa ;  si  bien  es  verdad,  una  vez  puesto 
el  no  ha  lugar  á  la  intervención,  previno  á  los  sáltenos  que 
su  deber  era  acatar  la  resolución  del  Congreso,  obedecer  á 
su  Legislatura  y  aceptar  á  Sola. 

TüCüMAN — El  hipotético  Jefe  de  la  Liga,  pudiéndolo,  no 
sabe  nada  de  lo  que  pasa  en  Tucuman,  sino  es  que  al 
saberse  lo  del  Pacto,  el  pueblo,  ó  algo  que  se  parece  á 
pueblo,  los  vecinos,  abandonaron  la  safra  de  azúcar  y 
acudieron  á  los  comicios.  Ningún  mitrista  ha  salido  electo 
representante.  Conoció  al  señor  Helguera,  por  amistad 
con  su  padre  y  buenos  servicios  del  hijo  en  1851 ;  pero 
no  conoce  al  señor  Muñecas,  actual  Gobernador,  puesto 
por  conciliación.  Si  es  elector,  no  está  ligado  con  el  hipo- 
tético jefe. 

Santiago. — Este  es  un  punto  dificilillo.  Los  Taboada  son 
hoy  los  presuntos  ó  hipotéticos  defensores  de  la  libertad, 
en  Santiago. 

El  real  Sarmiento,  no  depuso  á  los  Taboada,  sin  embargo, 
acaso  porque  eran  pasablemente  electores  y  gustar  solo  de 
los  francamente  electores.  No  les  tendió  celadas,  no  favo- 
reció cuatro  ó  cinco  tentativas  de  derrocarlos,  y  aun  se  negó 
á  intervenir,  en  caso  parecido  hoy  al  de  la  Rioja. 

Si  pues,  vuelven  los  Ibarras,  la  libertad  que  otros  quitaron 
á  Santiago,  no  se  la  agradecen  á  él,  como  nada  tiene  que 
agradecerle  el  gobierno  elector  presente. 


Lindo  hubo  de  nombrar  un  interventor  en 
ornó  en  Córdoba,  en  persona  honorable,  á 
irta  inatrucciones  que  debe  publicar.    E»tá.n 

or  Rodríguez  consultó  al  Senador,  ó  si  se 
icionalista  Sarmiento,  sobre  si,  muerto  el 
icto,  el  vice  entraba  por  ende,  á  sustituirlo 
no,  sin  previo  nojnbraraiento  del  Colegio 
^faleció  la  contraria,  como  dicen  en  Córdoba, 
or  eleoto,  llegó  el  día  de  la  renovación,  y 
bernador. 

Lsesor,  dijo  que  estaba  ello  en  regla,  pues 
el  Rey,  el  escribano  de  corte  lo  llama  tres 
lita  por  su  nombre,  y  no  respondiendo,  grita 
1  Rey  ha  muerto,  viva  el  Reys  lo  que  api  i- 
resente,  se  traduce : 

idor  ha  muerto,  viva  Viso  el  viso-Rey,  ó  Vice 
e  es  lo  mismo,  porque  el  Principe  de  Mónacq 
iquito  también.  Pero  lo  que  es  el  doctor  Viso, 
:ar  muy  agradecido.  Si  está  en  la  Liga,  no 
!0  Sarmiento,  sel  ángel  de  sus  amores» 
o  mas  cuanto  que  ese  nombre  suena  mal 

intervenida,  creemos  que  con  el  voto  del 
euto,  al  tolo  objeto  de  hacer  entrar  en  fun- 
ilatura.  Bien  es  verdad  que  la  palabra  tolo, 
istica;  pero  sea  de  ello  lo  que  fuere,  todos 
n  dicho  y  hecho,  en  pro  y  en  contra  del 
monucid,  excepto  El  Nacional,  que  nada  ha 
itado  al  pro  ni  al  contra,  de  lo  que  no  debe 
jradecido  el  Gobernador  elector,  ni  lo  siente 
hipotético,  porque  una  vez  caído  en  las  redes 
ncion  sabia  y  leguleya. ....  hum! mal 

atuvo  el  actual   Crobernador,  en  su  condición 

ñnado  meses  en  una  fortaleza,  y  no  es  este 

i  atraerse  Gobernadores  Wector». 

eemos  que  los  que   rodean  al  señor  Gober- 

mas  simpáticos  al  Jefe  de  la  hipotética  £i>a, 

n  nombrado  un  apoderado  á  la  Convenclool 

stosl 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  139 

San  Luis  Y  Catamarca — Están  en  las  mismas  situaciones 
de  afinidades  con  el  jefe  de  la  Liga.  ¿Serán  amigosf  ¿Se- 
rán enemigos?  Sus  Gobernadores  deben  saberlo  ó  sentirlo. 
No  tiene  el  honor  de  conocerlos,  aunque  los  apellidos  le 
sean  conocidos. 

Santa  Fe — Este  punto  tiene  tres  bemoles,  como  decía  un 
General  que  no  hallaba  prudente  aceptar  la  batalla  que 
le  tendía  el  enemigo.  Si  decimos  que  no  es  amigo  de 
hipótesis  el  Gobernador  aquel,  y  que  gusta  de  realidades, 
salimos  del  aprieto,  como  los  que  no  sancionaron  lo  que 
firmaron,  pero  eso  no  basta.  Este  hipotético  coaligado, 
fué  elevado  á  hombre  público  por  el  doctor  Costa,  contra 
Oroño. 

El  Presidente  actual,  lo  hizo  hombre  de  Estado,  creándolo 
Ministro. 

Creemos,  sin  embargo,  que  es  hombre  de  entrar  en  una 
honesta  Liga,  sobre  todo,  si  el  señor  Oroño  es  el  apoderado 
de  la  Convención.  El  señor  Iriondo  es  tentado  de  la  risa, 
y  hombre  frágil  ante  las  sugestiones  un  poco  animales  de 
conservar  la  cabeza  donde  Dios  se  la  ha  puesto.  Es  reli- 
gioso y  timorato  ^k  ese  punto.  Demos,  pues,  de  barato,  que 
hay  un  Gobernador  franca,  obstinada  y  consuetudinaria- 
mente elector,  en  la  Liga. 

CoBBiENTBS — Decididamente,  no  entra  en  la  Liga.  Allí  el 
gobierno  es  el  pueblo  que  delibera  y  gobierna,  y  hace 
peticiones  armadas  y  se  provee:  como  se  pide. 

Cuando  hubo  de  intervenirse  para  desarmarlo,  el  Sena- 
dor Sarmiento,  no  dijo  esta  boca  es  mía;  y  cuando 
desplegó  los  labios,  venciólo  el  mutismo  armado  de  un 
Ministro. 

Todos  recuerdan,  entre  el  ruido  de  discursos  en  las  Cá- 
maras que  se  despeñaban  como  cascadas,  aquella  oración 
que  han  llamado  á  la  Chattam,  porque  era  la  simple  ex- 
posición de  la  verdad  prosaica,  que  nunca  se  deja  oir  en 
nuestra  oratoria. 

Tratábase  allí  de  examinar  pruebas,  documentos,  decla- 
raciones de  los  reos  mismos;  y  el  orador  cometía  la  impru- 
dencia de  hablar  el  lenguaje  severo  de  las  leyes  y  de 
la  jurisprudencia  legal,  ante  un  Juez  de  la  Corte  Su- 
prema. 

Necesitaba,  es  verdad,  que  un  juez,  un  juez  Blackstone, 


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OBKAS   DB  SARMIENTO 


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argentino,  un  Juez  Story,  un  juez  Eent,  pusiese  su  firma  al 
pié  de  lo  que  el  Ministro  ibaá,  decir. 

Así  se  salvó  Johnson,  del  juicio  de  impeachement. 

Tres  jurisconsultos,  ex-jueces  en  el  Seriado,  no  se 
atrevieron  á  condenarlo;  eran  sus  enemigos.  Cuando  el 
orador  dijo:  he  dicho^  se  guardó  un  silencio  glacial.  Fué 
un  momento  aquel  solemne  de  espectacion.  Al  *fin,  de  los 
bancos  ministeriales  se  oyó  el  sacramental:  pido  la  pala- 
bra. Movimiento  de  atención.  Profundo  silencio.  Iba  á. 
oirse  la  refutación  victoriosa  del  abogado,  del  juez,  á  quien 
no  alucinan  las  argucias  del  litigante,  lego  y  capcioso,  y 
declamador  para  oscurecer  la  verdad. 

— Sr.  Presidente,  dijo.  Quisiera  que  la  Cámara  me  dijese 
que  haría,  si  el  Presidente  vetase¡esta  ley? 

No  es  una  amenaza  oh!  no;  es  una  curiosidad!»  he  dicho! 
(Histórico,  literal,  consignado  en  las  tablas  de  bronce  de  la 
estenografiáis 

Silencio  sepulcral!  Los  senadores  se  miran  entre  si.  El 
orador,  que  esperaba  oir  razones  de  derecho  en  una  cues- 
tión de  cargos  y  pruebas  mira  al  Presidente,  el  Presidente, 
que  como  todos  los  Presidentes  de  Cámaras  no  se  admira 
de  nada,  se  admiró  esta  vez,  sin  embargo...  y  viendo  el 
Juez  de  la  Corte  Suprema  la  confusión  en  que  con  solo 
cuatro  palabras  suyas  había  sumido  al  Senado,  en  inmensa 
mayoría,  levantándose,  y  con  paso  majestuoso  y  solemne 
abandonó  el  recinto.  El  golpe  había  srdo  mortal;  el  silen- 
cio contiiiuó,y  literal  é  históricamente  votó  el  Senado  sin 
mas  ni  mas,  levantándose  la  sesión  en  seguida;  y  los  de  la 
barra  mirándose  unos  á  otros,  se  preguntaban  y  bien,  has 
entendido!  qué  ha  sucedido?  y  los  Senadores  en  antesalas 
se  miraban  atónicos,  medio  riéndose,  y  preguntándose 
entre  sí:  qué  es  esto?  y  que  sucedió? 

En  el  viejo  Parlamento  inglés,  hay  resolución  notificada 
á  S.  Majestad,  sobre  eso  de  hacer  sentir  á  la  Cámara,  antes 
de  la  votación  el  peso  de  su  soberana  voluntad.  En  las 
jóvenes  repúblicas,  este  rasgo  de  elocuencia  oriental  lleva 
muy  lejos  y  eleva  muy  alto.  El  señor  Lanusse  dijo,  que  no 
conocía  al  candidato,  sino  por  referencias,  pero  que  leyó 
sus  discusos  y  vio  d  ojos  cerrados  (textual)  que  ese  era  el 
hombre  necesario,  (véase  La  Pampa  del  28  de  Enero.) 

Un  Visir,  decía,  á  un  conspirador  sin  duda.     Qué  haréis 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  141 

si  OS  mando  cortar  la  cabeza? — Resignarme,  Gran  Visir,  y 
guardar  silencio!  De  lo  contrario,  habría  pedido  pusieran 
un  palo  en  la  mano  á  su  cadáver  insepulto,  como  Diógenes 
para  espantar  los  perros.    La  humildad  del  reo  lo  salvó. 

Corrientes  fué  libre,  3*  el  Juez,  candidato  necesario  para 
acabar  con  el  caos.  Demóstenes,  Cicerón  y  Burke  habla- 
ban, y  Atenas,  Roma  y  las  Colonias  se  perdieron,  por  igno- 
rar que  la  palabra  es  plata;  pero  el  silencio  es  oro,  y  en 
boca  cerrada  no  entran  moscas! 

El  pueblo  creyó  que  no  había  que  replicar  á  la  exposi- 
ción chatommiana,  y  el  Pueblo,  con  mayúscula  le  rindió  el 
homenaje  de  no  leerla.  A  los  diez  días,  se  supo  que  Derqui 
estaba  emigrado  á  causa  de  haberse  retirado  la  interven- 
ción contra  las  peticiones  armadas  y  triunfantes,  y  que  el 
pueblo  que  no  delibera  ni  gobierna,  estaba  deliberando  y 
gobernando  á  mas  y  mejor;  todo  por  saber  callarse  á  tiem- 
po y  maniobrar  en  silencio. 

Si  no  hemos  probado  que  no  hay  Liga,  que  venga  Dios 
y  lo  vea.  Pero,  haya  ó  no,  recogemos  nuestra  hipótesis, 
no  sea  que  nos  la  traspapele  La  Nación. 

k    ÚLTIMA   HORA 

Leemos  en  La  Nación  de  ayer,  bajo  el  epígrafe:  qué  hace 
la  Liga!  lo  siguiente: 

«El  acuerdo  de  nacionalistas  y  autonomistas,  desconcer- 
tando los  planes  de  Gobierno»  electores^  que  encabeza  el  Mi- 
nistro de  la  Guerra  introdujo  la  confusión  en  sus  ñlas.)» 

Gracias  á  Dios  que  nos  vemos  exonerados  de  esta  pesada 
carga,  pues  mas  vale  ser  mujer  honrada  que  servir  de 
balde  á  ingratos.  Las  medidas  son  contagiosas  cambie  de 
Jefe  de  Policía  en  Buenos  Aires,  cambio  de  Jefe  de  Policía 
en  el  Rosario,  cambio  de  Jefe  de  la  Liga. 

^Se previene  á  los  Gobernadores  electores^  sigan  mandando  sus 
euscriciones  que  no  mandan  al  El  iVactona?,  para  instrucción 
de  sus  policías  rurales  y  de  campaña. 

Cuidado  con  el  engaño. 

Los  nacionalistas  han  publicado  un  nuevo  diario  con  el 
nombre  pérfido  de  «Autonomista.» 

No  trae  mas  novedad  que  esta:  «la  conciliación  no  es 
suprimir  la  lucha». 


142  OBHAS  DB  SARMIENTO 

0 

Nombren  Jueces  de  Paz  que  no  sepan  leer. 
Ojos  que  no  leen,  corazón  que  no  sienten. 
El  que  no  corre  vuela! 

Llamarse  autonomista^  es  introducir  el  lobo  en  el  redil,  con 
piel  de  cordero: 
Que  nadie  sepa  leer,  y  se  salva  la  Liga. 

EL  SEHOR  bayo 

JEFE    DE  POLICÍA  EN  EL  BOSABIO 

{El  Nacionai,  Febrero  5  de  i879.) 

Puede  leerse  la  foja  de  servicios  del  señor  Bayo,  en  un 
boletin  de  La  Nación  de  ayer,  que  recomedamos  á  nuestros 
lectores. 

Hace  uno  ó  dos  años,  se  probó  con  mucho  éxito  el  efecto 
de  hacer  la  historia  contemporánea,  por  medio  de  tele- 
gramas. Ün  conspirador,  diez  veces  chasqueado,  ponía  un 
telegrama  á  un  diario  de  Buenos  Aires,  diciendo:  Son  las 
cuatro  de  la  tarde,  en  medio  de  la  obscuridad  de  la  noche, 
están  asesinando  la  población  indefensa  de  esta  ciudad. 
Mientras  escribo  esta,  me  zumba  una  bala  por  las  orejas; 
-.pero  el  deber  y  el  patriotismo etc.,  etc. 

Y  el  pueblo  lector,  se  sentía  movido  de  indignación,  al 
oír  aquellos  horrores. 

Cuatro  días  después,  se  sabía  que,  ó  se  hablan  sublevado 
los  presos,  ó  se  resistían  á  una  invasión  patriótica  de  afuera, 
ó  Bayos,  ó  Iríondos  escapaban  de  ser  asesinados.  Pero  la 
impresión  estaba  producida,  y  el  cuento  ñambre  de  ia  ver- 
dad, era  como  machachar  en  hierro  frió.  Bayo,  en  uso  de 
la  conciliación  que  entonces  estaba  en  todo  su  furor,  ponía 
en  libertad  los  presos  tomados  con  las  armas  en  la  mano, 
lo  que  estimulaba,  lejos  de  calmar,  el  ardor  del  patriotismo 
revolucionario;  Antes  á  las  tres  era  la  vencidad;  en  Santa 
Fe,  á  las  diez  tentativas  aun  estaban  al  principio. 

Recordamos  un  dicho  que  nos  dejó  profunda  impresión. 
Al  saberse  de  la  séptima  revuelta  con  invasión  sofocada  y 
dispersada,  un  amigo  nuestro  nos  dijo:  qué  barbaridades 
hará  Bayol  Bayo  hiza    esta  vez  la  misma   barbaridad  do 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  143 

siempre;  juandar  á  sus  casas  á  los  que  eran  de  allí,  que 
eran  pocos^  es  verdad,  y  pocos  temibleSr 

El  hecho  es  cierto,  sin  embargo.  Entre  ciertas  gentes  de 
Buenos  Aires,  ha  quedado  una  leyenda,  un  personage  mito- 
lógico, un  monstruo,  un  Ugolinopara  quien  todo  es  poco; 
y  tiene  tanta  mas  consistencia  esta  novela,  cuanto  que 
habiendo  hace  un  año  cansádose  las  invasiones,  los  presos, 
los  conjurados,  los  matadores;  y  los  telegrafiadores,  de  dar 
coces  contra  el  aguijón,  hace  tiempo  que  se  tragó  la  tierra 
á  Iriondo,  á  Bayo,  habiendo  los  historiadores  y  los  que 
hacen  la  historia,  trasportado  á  Entre  Ríos  y  Santiago  sus 
baterías.  ^ 

Pero,  en  mala  hora  reaparece  en  la  Policía  del  Rosario 
el  nombre  de  Bayo.  La  Nación^  pide  los  autos,  y  abre  de 
nuevo  el  proceso  contra  el  malhadado  vecino  del  Rosario, 
que  tuvo  siempre  una  arma  contra  invasiones,  revueltas  y 
aun  sublevaciones  de  presos  y  de  la  policía  misma,  sor- 
prendida ó  seducida  que  le  tomaba  el  armamento.  Aquella 
arma,  era  y  es  hoy  el  vecindario  del  Rosario  el  comercio 
del  Rosario  y  la  Guardia  Nacional  del  Rosario,  y  en  reserva 
la  de  todalaprovincia,y  toda  la  provincia  de  Santa  Fe. 

El  señor  Bayo  es  vecino  pacífico,  bien  quisto,  y  cuidadoso 
de  la  tranquilidad  pública.  Escríbese  allí  La  Capital^  en 
donde  encontrará  el  lector  amigo  de  novedades,  cuanto 
satisfaga  su  mal  gusto,  lo  que  prueba  que  hay  libertad  de 
de  decir;  pero  no  hay  felicidad  completa  en  este  mundo;  ni 
hombre  perfecto.  El  señor  Bayo  tiene  entre  otros  vicios, — 
aquien  le  falta  alguno! — el  de  chuparse  el  dedo;  y  no  hay 
quien  no  lo  haya  visto  de  día  y  de  noche,  entregado  á 
su  deplorable  manía  de  estar  siempre  chupándose  el 
dedo! 

La  Nación^  á  cuyo  repertorio  de  datos  remitimos  al  lector 
debiera  tener  lástima  de  los  errores  á  que  induce  á  otros. 
Tan  eficaz  es  su  prédica  contra  gobiernos  electores,  y  tan 
fiero  y  arremangado  su  propósito  de  hacer  que  acaben  con 
ellos,  porque  lo  que  es  ella  no  irá,  que  al  fin  puede  ser  que 
se  precavan,  y  pongan  en  la  policía  de  seguridad  hombres 
como  Bayo,  de  quien  diremos,  como  un  maldiciente  que  le 
quitaba  al  diablo  para  ponerle,  á  cada  hombre  y  concluía 
siempre  diciendo; 
ofDu  réstele' esi  un  bon  enfanih 


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OBRAS   DK  8AKMÍBNT0 


CINDIDATURA  DE  EMPATE 

AL  POBTABOB    Y  SIN  GABANTÍA 


f|5 

Ir;  ^  {Bl  Nadonal,  Febrero  6  de  1879.) 


ijf^  iHannibal  ad  Portas! 

^  |!^  Tal  susto  ha  causado  á,  La  Nación  y  su  desbandada  gente 

',  aquel  inopinado  grito  de  una  candidatura  nueva,  encaso 

«  de  empate,  que  rosonó  una  mañana  sin  saberse  cómo,  ni 

;  dónde,  que  echándose  en  averiguaciones  descubrió  que  ese 

mismo  día  había  pasado  el  mando  de  la  Liga,  al  Ministro 
i  ,  de  la  Guerra,  á.  fin  de  quedar  mas  desembarazado  el  jefe 

conocido,  para  urdir  sus  maquiavélicas  tramas. 

Hizo  este,  en  efecto,  formal  entrega  de  todos  los  enseres 
de  la  Liga,  resultando  un  poco  averiado  algunos,  pero 
servibles  todavía  si,  como  á  los  de  Santa  Fe,  por  ejemplo, 
les  ponen  un  buen  remiendo  de  color  Bayo  sobre  aquella 
tela,  ya  tan  descolorida.  Bayo  es  peor  que  Febre,  peor  toda- 
vía que  Viso,  porque  la  resistencia  de  estos  congéneres,  no 
está  probada;  pero  Bayo! 

— Un  Bayo  para  el  Rosario! 
es  como  si  dijéramos: 
Un  Bayo  para  La  Capitalfíl 
6  un  Febre  para  Buenos  Aires! 
Bayo  es  un  ogro,  una  serpiente,  un  boa  que  se  traga  re- 
vueltas, motines,  sublevaciones  de  presos,  y  se  acuesta  á 
dormir  para  digerirlos.    Es  elástico,  impermeable,  malea- 
ble, dúctil  y  contundente,  sin  ser  cortante  ni  inferir  heridas 
graves. 
\  .  Lleva  consigo,  cuando  no  se  le  pega  la  camisa   al  cuer- 

«>'  po,  una  risita  bonachona,  preTidida  con  dos  alfileres  á  los 

:,  labios,  lo  que  no  estorba  que  se  coma  los  niños  crudos  y  se 

trague  los  cañones  con  sus  cureñas;  y  aun  á  las  mujeres 
les  hace  levantar  lasfaldas  y  darles  lo  que  menos  esperaban, 
según  lo  ha  probado  el  telégrafo  y  anotado  el  buril  de  la 
historia  en  las  tablas  papel  de  La  Nación. 

Con  estos  preparativos  tan  omiuosos,  porque  no  hacen 
otros  los  de  la  Liga,  y  con  aquella  sonrisita  maquiavélica 
y  palabras  almibaradas  con  que  tratan  de  engañarnos,  ved 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  145 

aqui  algunas  fraces  del  Programa  de  la  Liga,  que  está  pre- 
parando el  que  estos  movimientos  dirige. 

Dá,  en  el  Proemio,  por  sentado  que  será  electo  Presidente 
por  una  mayoría  inmensa  de  Jueces  de  Paz  y  de  policías 
urbanas  y  rurales,  y  entregándose  á  su  imaginación  deli* 
rante,  ó  mas  bien  excitando  con  promesas  vanas  la  nuestra, 
á  fin  de  que  lo  kgitimemos  con  nuestra  aprobación,  previa  las 
formalidades  de  estilo,  extasiado  exclama: 

a  (I^ichosa  presidencia  aquella,  y  dichosos  pueblos,  & 
«  los  que  los  antiguos  hubieran  puesto  el  nombre  de 
«  dorados. 

a  Y  no  por  qué  el  oro,  que  en  esta  época  de  papel  y  cédulas 
«  hipotecarias  tanto  se  estima,  se  haya  de  alcanzar  sin 
a  fatiga  alguna^  sino  porque  los  que  en  ella  gobernaran, 
«  habrán  de  ignorar  estas  dos  palabras,  de  tuyo  y  mió. 

«  Serán  en  el  próximo  periodo  presidencial  todas  las  cosas 
«  comunes.  A  nadie  le  será  necesario,  para  alcanzar  su 
«  ordinario  sustento,  tomar  otro  trabajo  que  alzar  la 
c  mano,  y  tomarlo  á  cuenta  del  tesoro  provincial  y  nacional, 
«  que  cual  robustas  encinas  le  estarán  liberalmente  convi- 
«  dando  con  su  dulce  y  sazonado  fruto. 

c  Las  claras  fuentes  de  la  riqueza  pública,  las  Corrientes 
«  del  Río,  en  magnífica  abundancia,  sabrosas  y  transparen- 
«  tes  propinas  les  ofrecerán. 

«  En  las  hojas  de  los  diarios  y  en  lo  hueco  de  sus  redac- 
te clones,  formarán  sus  repúblicas  las  solicitas  y  discretas 
<K  abejas,  ofreciendo  á  cualquier  prójimo,  sin  interés  alguno, 
«  el  dulcísimo  trabajo  de  sus  aguijones. 

<K  Los  valientes  Alcornoques,  despedirán  de  sí,  sin  otro 
«  artificio  que  el  de  su  cortesía,  las  anchas  y  livianas  levi- 
«  tas,  con  que  se  comenzaron  á  cubrir  las  carnes,  vestidos 
«  cuanto  basta  para  defensa  de  la  inclemencia  del  cielo. 

«  Todo  será  paz  entonces:  todo  amistad:  todo  concordia:  y 
«  antes  que  la  pesada  reja  del  corvo  arado  se  atreva  á  abrir 
«  ni  visitar  las  entrañas  piadosas  de  nuestra  primera  ma- 
€  dre,  la  estancia,  ella  misma,  sin  forzarla»  ofrecerá  por 
«  todas  partes,  de  su  fértil  y  espacioso  seno,  lo  que  en  cucur* 
«  bitáceos,  pudiese,  hasta  hartar,  sustentar  y  deleitar  á  los 
«  hijos,  que  entonces  las  poseerán. 

«  Entonces  si  que  andarán  las  amables  y  hermosas  zagal e- 

Tovo  n.— 10 


146  OBRAS  DE  SARMIENTO 

«  jas,  de  baile  en  baile  y  de  tapera  en  galpón,  en  trenza  y  en 
«  cabello,  sin  mas  vestidos  que  aquellos  que  sean  menester 
«  para  cubrir  honestamente  lo  que  la  honestidad  quiso 
«  siempre  y  aun  sigue  queriendo  que  se  cubra;  y  no  serán, 
«  ¡ohl  jóvenes,  esperanza  de  la  patria  á  quien  me  dirijo!  sus 
(c  adornos  de  los  que  se  usan  en  la  ^administración  actual 
«  que  encarece  la  púrpura  del  Tiro  y  la  de  tantos  modos 
a  martirizada  seda,  sino  de  alguna  hoja  de  verde  lampazos, 
«  y  yedra  entretejidas,  con  lasque  quizá  irán  tan  pomposas 
te  y  compuestas,  como  con  las  raras  y  peregrinas  invencio- 
c  nes  que  la  curiosidad  ociosa  les  ha  mostrado.» 

tRn  su  administración,  se  decorarán  los  conceptos  amoro- 
«  sos  del  alma,  simple  y  sencillamente,  del  mismo  modo  y 
«c  manera  que  ella  los  concibe,  sin  buscar  artificioso  rodeo 
«  de  palabras  para  encarecerlos. 

9  La  justicia  se  estará  en  sus  propios  términos,  sin  que  la 
«  osen  turbar  ni  ofender  los  del  favor  y  los  del  ínteres, 
«  que  tanto  al  presente  la  menoscaban,  turban  y  per- 
«  siguen. 

«  No  habrá  (en  las  elecciones),  el  fraude,  el  engaño,  ni  la 
«  malicia,  mezclándose  con  la  verdad  y  la  llaneza. 

«  La  ley  del  encaje  ó  embudo  (*)  habrá  desaparecido,  por- 
a  que  entonces  no  habrá  (elecciones,  sea  dicho  de  paso)  n^ 
«  que  juzgar,  ni  quien  sea  juzgado. 

«  Las  doncellas^  la  honestidad  andarán,  vuelvo  á  decirlo, 
«  porque  este  es  un  punto  capital,  por  donde  quiera,  solas 
«  y  señoras,  sin  temor  de  que  la  agena  desenvoltura  y 
«  y  amoroso  intento  las  menoscaben,  sino  que  su  perdición 
«  nacerá  de  su  propia  voluntad;  pues  que  ahora,  en  esta 
«  detestable  época,  no  está  segura  ninguna,  aunque  la 
«  oculte  y  cierre  en  otro  nuevo  laberinto  como  el  de  Creta; 
«  porque  allí,  por  los  requicios  y  por  el  aire,  con  el  celo  de 
«  la  maldita  solicitud, se  le  éntrala  amorosa  pestilencia  y 
«  las  hace  dar  con  todo  su  recogimiento. ...  al  traste». 

..•••&..•••..• ••.. •....• •• 

Basta  esta  muestra  para  juzgar  de  los  medios  rastreros  de 
que  se  valen  los  de  la  Liga  para  seducirá  los  incautos  y  di- 


( 1 )  La  que  do  está  escrita,  sino  que  se  le  poDe  al  Jaez  de  Paz  en  la  cabeza,  y 
sin  haber  texto,  ni  doctor  á  qnien  arrimarse,  la  ejecuta.  Así  dice  Covarrahias  en 
el  artículo  Encajar,  (Tesoro  de  la  lengua  castellana). 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  147 

simular  SUS  nefandos  designios.  ¡Qué  cuadros  de  bienan- 
danza  no  presentan  ¿i  nuestra  austera  juventud  liberal^  á  fin 
de  corromper  sus  costumbres,  como  Catilina,  ofreciendo  al 
pueblo  cual  CésRVjpanem  et  circenses^porqixe  en  otro  parrágrafo 
subsiguiente,  dice,  que  en  lugar  de  sangre  en  las  eleccio- 
nes, hará  á  mas  de  champagna  para  los  líricos,  correr  á 
torrentes,  la  cerveza  hechiza,  tratando  así  deponer  á  su  lado, 
hasta  los  fabricantes  estranjeros  de  cerveza,  á  fin  de  que 
el  escándalo  y  la  zambra  dure  tres  días,  porque  así  (sic)  lo 
establece  el  programa,  tres  días  de  bureol  si  ganan  las 
eleccionest 

Y  observad,  oh  lectores  de  La  Nación^  padres  de  familia 
y  gente  de  buenas  costumbres,  toda  la  parte  del  programa 
consagrada  á  corromper  á  la  incauta  juventud  haciéndola 
entrever  un  «Imperio  de  la  Galantería»  casi  en  cueros 
vivos,  á  fin  de  arrastrarla  á  la  perdición,  á  donde  la  llevan 
irremisiblemente,  dando  por  fenecido  el  imperio  de  la  con- 
ciliación. 

Alerta  ciudadanos!  Desenvainemos  con  tiempo  la  mer 
liada  y  embotada  tizona  de  la  conciliación  I  Revolución  I 
Libre  sufragio!  nada  de  cerveza  después,  que  es  literal- 
mente la  cebada  al  rabo  de  las  elecciones.  Seis  meses  an- 
tes, revolución  en  Santa-Fé,  en  Córdoba,  en  Santiago,  el 
mártir  Santiago! 

Ya  lo  veis!  El  crimen  se  encarna  en  un  Bayo,  de  exe- 
cranda recordación,  para  los  libertadores. 

Se  aperciben  al  combate,  nombran  Jueces  de  Paz  de  su 
amaño,  y  cambian  Jefes  de  Policía,  no  como  en  la  culta 
Buenos  Aires,  buscando  hombres  honorables,  según  lo 
entendían  los  líricos;  ni  jóvenes  inespertos  á  quienes  se- 
duce el  aplauso  del  vulgo,  sino  gazmoños  retobados,  como 
Bayo,  que  hizo  ya  con  las  mujeres  en  el  cuartel  lo  que 
aquí  se  proponen,  y  para  ocultarlo  revisten  ahora  de  las 
galas  del  estilo  florido.  Mujeres!  Guardaos!  Os  harán  aqui 
lo  mismo  que  en  Santa-Fé  les  hizo  Bayo. 

Qué  suerte  nos  está  deparada,  si  el  nefando  programa  se 
vuelve  realidad? 

Ya  contesta  á  nuestros  justos  temores,  con  insípidos  y 
vulgares  adagios.  «  Lo  que  no  fué  en  mi  año,  dice,  no  fué 
en  mi  daño !  Que  cada  vieja  hile  y  coma. »  La  conciliación 


148  OBKA8    UK  SAKMiKMTO 

enterró  callandito  sus  muertos,  amnistió,  perdonó,  concilio 
y  acabó.  Dios  la  tenga  en  su  santa  guarda.  Punto  flnal. 

Nueva  vida.  La  candidatura  del  empate  no  necesitará 
perdonar  ni  amnistiar  k  nadie,  porque  natVíe,  hará  revolu- 
ciones ni  motines;  por  ser  en  ese  entonces  de  mal  gusto. 

No  LA  HAGAS,  Y  NO  LA    TEMAS  I 

Se  establecerá  una  Ajencia^  de  avisos  y  consejos  gratis 
para  los  que  sientan  que  les  viene,  sin  poder  remediarlo, 
la  tentación  é  impulso  de  hacer  revoluciones;  y  en  dicha 
oñcina,  si  es  militar,  le  darán  una  empresa  honesta,  que 
cual  esponja  absorva  su  exhuberante  actividad,  tal  como 
una  pequeña  división  para  ir  á  probar  fortuna  con  los 
Tobas  y  poblarse  por  ahi; — Un  libro  á  escribir,  si  es  lite- 
rato, un  periódico  sobre  la  cría  de  gusanos  de  seda,  de  abe- 
jas, cultivo  del  lino,  el  mani,  el  cáñamo  y  otras  cosas  útiles. 
Si  tanta  comezón  siente,  y  es  soltero,  casarlo  con  una  viuda 
de  cuya  persuacion  tendrá  aquella  oñcina  catálogos  ano- 
tados, con  fotografías  ó  inventario  de  bienes,  número  de 
hijos,  achaques,  edad,  etc.,  etc. 

Sin  son  autores  de  Manifiestos  á  las  naciones  que  nos 
contemplan,  se  les  borrará  una  sola  frase,  gobiernos  de 
hecho^  6  una  palabra  inútil,  insensatos,  nada  mas;  dejando 
el  resto  intacto.  Si,  todo  ello  no  tiene  atadero,  se  les  de- 
volverá sin  enmiendas,  con  recomendación  de  publicarlo 
entero  y  pronto,  para  que  produsca  todos  sus  esplosibles 
y  posibles  efectos 

Con  estas  trazas,  y  mil  mas  que  se  detallan  en  el  progra- 
ma, cuentan  embaucar  á  los  incautos,  tranquilizar  á  los 
impacientes,  y  corromper  á  los  sencillos,  pero  tales  planes 
serán  frustados  por  la  Convención  Nacional  y  el  Comité  de 
Vigilancia. 

El  gran  partido  de  la  libertad  había  sufrido  bastantes 
mermas.  Se  ha  henchido  hasta  el  gollete  hoy,  «on  autono- 
mistas que  sobraban,  por  que  eran  muchos  antes  y  se  an- 
daban dando  encontrones;  y  aunque  por  entre  las  duelas 
viejas  de  la  desvencijada  pipa  nacionalista  se  escapa  en 
goteras  y  á  chorros  el  preciado  liquido  dejando  la  borra 
contamos  con  agregarle  algún  Gobernador  y  cuantos  Jueces 
de  Paz  hayamos  á  la  mano  y  la  Liga  será  vencida,  y  la 
libertad  del  sufragio   será  la  misma  que  hemos  gozado 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  L0«  DESVÍOS  149 

siempre  desde  el  3  de   Febrero,  é  intentan   ahora  arreba- 
tarnos. 

Sigue  pues,  la  guerra  á  los  Gobernadores  electores,  hasta 
que  los  tengamos  de  nuestro  lado,  que  de  los  arrepentidos 
se  sirve  Dios,  y  hay  mas  mérito  en  las  Magdalenas,  que  al 
fin  saben  lo  que  dejan,  y  lo  que  les  aguarda  en  llegando  á 
viejas,  que  es  ser  porteras  ó  vendedoras  de  pajuelas. 

Y  como  para  cada  caso  tienen  un  refrán  y  para  cada  apuro 
de  ingenio  un  autor  que  copiar,  temiendo  un  tremendo 
chasco  que  va  á  darse,  ya  tienen  la  salida  preparada,  di- 
ciendo al  ñn: 

«  Tarde  piache!  No  son  estas  burlas  para  dos  veces.  Por 
«  Dios  que,  así  admita  otro  gobierno  aunque  me  lo  diesen 
«  entre  dos  platos,  como  volar  al  cielo  sin  alas.  Yo  soy 
«  del  linage  de  los  Panzas,  que  todos  son  testarudos,  y  si 
«  una  vez  dicen  nones,  nones  han  de  ser,  aunque  sean 
«  pares.  Yo  no  nací  para  ser  Gobernador  elector^  ni  para 
«  defender  ínsulas  ni  ciudades  de  los  enemigos  que  quisie- 
«  ren  acometerlas. 

«Bien  se  está  San  Pedro  en  Roma,  aunque  no  coma, 
«  Mejor  me  está  á  mi  una  hoz  en  la  mano,  que  un  cetro  de 
«  gobernador.  Vuestras  Mercedes  se  queden  con  Dios,  y 
«  digan  al  pueblo,  mi  señor,  que  desnudo  nací,  y  desnudo 
«  me  hallo;  ni  pierdo  ni  gano;  quiero  decir  que  sin  blanca 
«  entró  en  el  gobierno,  y  sin  ella  salgo,  bien  al  revés  de 
«  como  suelen  salir  los  gobernadores  de  otras  ínsulas. 
«  Quédense  en  esta  caballeí  iza  las  alas  de  la  hormiga  que 
«  me  levantaron  en  el  aire,  para  que  no  me  comiesen  ven- 
«  cejos  y  otros  pájaros;  y  volvamos  an-lar  por  el  suelo,  con 
«  pié  llano,  que  si  no  lo  adornasen  zapatos  picados  de  cor- 
«  doban,  no  le  faltarán  alpargatas  de  cuerda.  Cada  oveja 
«  con  su  pareja,  y  nadie  tienda  mas  la  pierna  de  cuanto  fué 
c<  larga  la  sabana;  y  déjenme  pasar  que  se  me  hace  tarde. 

«  Y  á  las  instancias  de  quedarse  repuso  que  no  quería 
«  mas  que  un  poco  de  cebada  para  el  rucio,  y  medio  queso 
«  y  medio  pan  para  él,  que  pues  el  camino  era  corto,  no 
«  había  menester  mayor  ni  mejor  repostería  »  con  lo  que 
termina  el  dichoso  programa. 


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150  0BKA8  DK  SA.HMIBNTO 


MUERTE  DE  GUAYAMA 

V  {El  Nacional,  Febrero  6  de  1879.) 

La  justicia  se  lia  hecho,  por  fin,  como  se  hace  entre  nos- 
otros, por  el  exceso  del  crimen,  y  la  reincidencia,  que  al 
cabo  encuentra  su  castigo. 

Guayama,  preso  en  la  cárcel  de  San  Juan  á  fines  de 
Noviembre,  habla  seducido  ayer  algunos  guardias  munici- 
pales, y  con  dos  mas  no  sabemos  de  que  lado,  fué  muerto 
ayer,  librándose  la  ciudad  de  alguna  nueva  fechoría  de  este 
patentado  bandido;  que  cuenta  ya  mas  de  cien  vidas  sacri- 
ficadas. 

Apenas  es  posible  explicarse  la  impunidad  de  años  de 
este  miserable,  sin  hacer  de  ello  cómplice  á  la  sociedad 
misma. 

En  Chile,  el  salteador  es  un  salteador,  por  tal  tenido,  que 
él  mismo  se  dá  por  tal.  De  este  lado  de  los  Andes,  el  que 
tal  profesión  ejerce,  es  un  salteador  y  un  partidario  de  algo 
ó  de  alguien,  con  lo  que  toma  aires  de  jefe  de  bando  ó  cau- 
dillo. 

Guayama  era  un  pobre  mozo  lagunero,  de  raza  indígena. 

Algún  desenvolvimiento  intelectual  debió  alcanzar,  para 
adquirir  cierta  notoriedad.  En  la  toma  de  la  Rioja,  ocu- 
pada por  dos  compañías  de  línea,  en  1867,  entraba  este,  un 
Elizondo  sanjuanino  también,  y  otros  aventureros  oscuros. 

Encontróse  después  carta  de  alto  personaje  político  que 
le  aconsejaba  no  invadir  de  nuevo. 

Levantó  una  montonera,  incendió  tres  casas,  mató  á 
algunos  vecinos  de  los  campos  de  San  Luis,  y  alcanzó  á 
reunir.  160  hombres,  de  los  cuales  murieron  en  una  sor- 
presa setenta,  cayendo  prisioneros,  Segura  su  segundo,  un 
joven,  bandido  de  Mendoza. 

Grandes  debates  en  el  Senado,  sobre  si  estaba  bien  fusi- 
lado por  un  consejo  de  guerra,  debiendo  ser  civil,  según  le 
divertía  y  entretenía  á  un  Senador,  por  Salta  y  otros  hara- 
ganes. 

Reaparece  Guayama,  asalta  dos  tropas  de  carros,  las 
roba;  se  apodera  de  '  las  peonadas  de  una  empresa  del 
gobierno,  y  ocurren  nuevas  muertes  y  saqueos.  # 


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LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  151 

Asílase  en  Santiago  del  Estero,  bajo  la  protección  de  don 
Manuel  Taboada,  reaparece  cuando  le  place,  con  su  estado 
mayor  de  picaros  que  lo  siguen,  lo  derrotan,  pasa  á  Chile, 
roba  la  Aduana  de  Uspallata,  vuelve  cuando  quiere,  gana  la 
Rioja,  halla  protectores  y  rol  político;  y  muerto  IvanoiArsky, 
Bilbao,  entre  los  crímenes  del  ex-presidente,  denuncia  la 
carta  en  que  á  aquel  desgraciado  General  le  recomendaba 
la  aprehensión,  juzgamiento  y  ejecución  de  aquel  mal- 
vado. 

Guayama,  no  desaparece  de  la  escena,  sino  por  cuanto 
después  puede  presentarse  libremente  por  todas  partes,  con 
el  pasaporte  de  esta  singular  y  conquistada  impunidad,  no 
obstante  que  no  es  partidario  de  nadie^  sino  un  cabecilla 
de  bandidos,  que  vive  de  su  propia  cuenta. 

Pacificado  el  país,  vuelve  á  San  Juan,  donde  ha  vivido  en 
los  alrededores. 

Hizo  el  año  pasado  alguna  fechoría,  y  hace  tres  meses  osó 
al  fin  la  Policía  ponerle  la  mano.  Seguiría  la  causa,  al 
paso  que  se  siguen  las  de  su  clase,  y  habría  quedado 
impune,  si  fuese  hombre  de  resignarse  á  su  suerte. 

Había  ya  enrolado  de  entre  sus  guardianes  algunos,  y  la 
pagó  al  fin. 

En  conversaciones  con  sus  allegados,  hace  tres  años,  se 

lamentaba  de  la  deserción  de  un  compañero,  sin  la  cual 

'  decía,  ya  habría  sido  gobernador  de  San  Juan;  esta  clase  de 

perturbación  de  los  ánimos  no  es  rara  entre  gentes  de  su 

clase  ni  de  mas  alta. 

AL  CABO 

{El  Naeionah  Febrero  7  de  1879.) 

Hacía  tiempo  pedíamos  k  los  del  Pacto  contra  Goberna- 
dores electores^  nos  señalasen  uno,  para  ayudarlos  á  aborre- 
cerlo y  desearle  todo  el  mal  posible. 

Queríamos  salvar  la  institución  y  la  autoridad  del  gobierno, 
pues  parecía,  así  indefinidos  los  cargos,  que  elector  y  Gober- 
nador era  todo  uno,  ó  que  lo  de  elector  era  un  cordón 
morado  que  tenemos  para  mandar  al  que  haya  de  serlo  en 
adelante. 

Cuando  hemos  probado  que  no  teníamos  ni  párente zco 


>n  con  tan  mala  gente,  l^Naeion  se  ha  resuelto  en 
lecifícar  los  cargos,  é  indicar  los  reprobos  pero 
I  el  buen  consejo  del  Evangelio,  de  no  separar  en 
la  zizaña  y  echarla  al  fuego,  por  temor  de  per- 
arrastrar  con  ella  el  trigo  bueno.  Así  lo  declara> 
gradecemos. 

s  las  listas  da  proscripción  pacifíca,  de  estos  Marios 
»s  del  pueblo. 
A  persigue  á  muerte  á,  sus  adversarios  políticos.» 
)s  que  el  cargo  es  justo.  Ocho  días  después  de 
Gobernador,  fué  asaltado  de  noche,  en  la  ciudad 
,  Fe,  por  sus  adversarios  políticos,  en  número 
ie  ciento,  muriendo  de  uno  y  otro  lado  mas  de 

ersecucion  es  poca  después  de  este  atentado,  que 
écimo  ó  el  vigésimo,  teniendo  en  cuenta  otros 
lores. 

murió  cómo  y  dónde  él  quiso  morir,  en  la  ejecu- 
n  crimen;  pues  hizo  morir  á  muchos  mas,  violando 

y  alzándose  contra  las  autoridades  constituidas. 
;edemos  en  la  defensa  que  no  hemos  hecho  del 

del  señor  Iriondo,  que  no  necesita  la  defensa 
,  De  lo  que  no  hemos  de  retroceder,  es  de  la 
)ad  de  pedir  cuenta  á,  un  gobierno,  de  los  culpa* 

sucumben  en  tentativas  de  invasión  ó  revuelta, 
ibargo,  rechazar  invasiones,  sofocar  revueltas,  no 
en  elector  k  un  Gobernador,  que  era  la  cuestión, 
Santiago,  «hace  estremecer  de  espanto.»  Nonos 
imos,  sin  embargo,  en  30  años  de  gobierno  auto- 
6  don  Manuel  Taboada.  El  Gobernador  de  San- 
sido  nombrado  hace  un  mes  Ó  dos,  y  ningún  acto 
icia  ha  ejercido  en  tiempo  tan  corto,  y  no  hay 
e  los  ratones.  Sino,  entremos  en  cuenta  k  los 
i  de  antaño.  No  es  elector  el  Gobernador  actual. 
¡id  €se  alza  con  80.000  $,  etc.»  Esti'i  la  causa  á, 
a.  Nosotros  tenemos  otra  cuentita  de  igual  suma, 
rno  elector,  y  no  la  cobramos  todavía.  Pero  un 
lO  es  elector.    Distingamos. 

(El  doctor  Viso  escarnece  las  leyes,  y  atenta  con- 
las  sagrado.»  No  objetaremos  al  fiscal,  que  el 
smo,  porsu  vaguedad,  es  un  atentado  contra  las 


LOS  DBSFALLECIMIKNTOS  T  LOS  DESVloS  153 

leyes.     Viso   es  el    Gobernador  de  uua  Proviucia,  donde 
lodos  los  poderes  funcionan  regularmente. 

No  le  incumbB  á  un  diario  de  Buenos  Aires,  suplir  á  ía 
incuria  de  los  cordobeses. 

Pero  Viso  atentando  contra  las  leyes,  no  es  elector 
por  eso. 

Febre,  «si  lleva  el  escándalo  basta  permitir  que  asesi- 
nos pagosj  apuñaleen  á  un  redactor  de  diario,»  no  es  elec- 
tor por  eso.  La  acusación  puede  tener  por  origen  un 
homicidio  cometido  bajo  su  gobierno.  Febre,  el  doctor 
Febre  que  conocemos,  no  es  hombre  para  tales  actos. 

El  gobierno  del  doctor  Febre  concluye  dentro  de  dos 
meses. 

No  es  elector,  por  tanto. 

La  acusación  ha  puesto  en  evidencia  cinco  casos  de  go- 
biernos, tomando  gobiernos  malos,  absolutos,  sanguinarios  y 
bárbaros^  por  electores  Pueden  ser  aquello,  y  no  esto;  como 
un  gobierno  bueno,  regular,  culto  y  humano,  puede  ser 
elector.  Pudiera  serlo  el  de  Buenos  Aires,  por  ejemplo,  si 
cede  á  las  solicitudes  de  los  que  lo  buscan,  lo  aban- 
donan y  vuelven  á  buscarlo  para  que  los  tome  á  las  ancas, 
en  el  viaje. 

Un  cargo  mas  injusto  todavia.  Nosotros  no  hemos  defen- 
dido á  ninguno  de  aquellos  Gobernadores,  porque  como 
no  los  habían  nombrado  hasta  hoy,  mal  podíamos  defen- 
derlos. 

Contra  los  cargos  formulados  ahora,  defendemos  á  Iriondo 
y  Santillan,  porque  no  han  perseguido  á  nadie,  después 
de  nombrados  Gobernadores.  En  el  caso  del  asalto  noc- 
turno de  Santa  Fe,  con  derramamiento  de  sangre  y  otros 
atentados,  ha  hecho  menos  que  lo  que  en  un  robo  á  par- 
ticulares, con  escalaciones,  fractura  y  asesinato,  hace  la 
justicia  ordinaria. 

El  cargo  contra  el  doctor  Viso,  que  tiene  por  Ministros 
al  doctor  Juárez  y  al  doctor  Bouquet  responsables  como 
él  de  los  actos  del  gobierno,  es  impertinente. 

Contra  Febre,  es  escusada  la  defensa,  y  Almonacid  se 
defenderá,  como  él  lo  entienda,  sin  que  aquí  iinticipemos 
sentencias. 

Lo  que  defendemos,  en  los  cinco  casos  citados  es  el 
respeto  á  las  instituciones,  que  no   pormiteu  á  quien  no 


154 


OBRAtf   DB   SAUMIlfiNTO 


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tenga  personería  ni  derecho,  llamar  asesinos,  ladrones, 
sanguinarios,  á  gobernantes,  sin  que  lo  hayan  sido  asi 
declarados  por  tribunal,  después  de  oídos. 

Defendemos  en  general  la  dignidad  y  el  honor  de  la 
República  Argentina,  no  dejando  creer  que  tales  crímenes 
se  cometen,  ni  que  tales  criminales  gobiernan.  Conocemos 
personalmente  á  los  señores  Febre  y  Viso,  de  muchos 
años,  y  nunca  han  cometido,  que  sepamos,  actos  culpables. 

Iriondo  era  Ministro  del  Gobierno  Nacional  hasta  ahora 
un  año. 

Nos  consta  que  estos  tres  doctores  no  son  ni  bárbaros, 
ni  ignorantes,  ni  sanguinarios.  De  los  otros  dos,  nada 
sabemos  en  su  daño,  y  nada  hemos  dicho  nunca  que  les 
favorezca,  por  no  conocerlos ;  pero  del  señor  Santillan,  de 
Santiago,  tenemos  prueba  contra  todo  cargo,  y  es  que  solo 
hace  dos  meses  ni  tanto,  que  gobierna,  y  no  ha  ocurrido 
ni  una  prisión  siquiera  en  ese  periodo. 

Guárdese,  pues,  sus  cargos  el  acusador  público  de  reos 
ausentes,  sin  prueba,  audiencia  ni  tribunal,  y  siga  su  de- 
fensa de  rebeliones,  motines,  sediciones  y  sediciosos,  que 
para  eso  se  las  pinta. 


4 


LA  CONCIENCIA  CASTELLANA 


PASADO    Y   PORVENIR 


{El  Nacional,  Febrero  8  de  1879.) 


Una  de  las  indiecitas  repartidas  en  las  familias,  se 
obstinaba  en  no  hablar  su  lengua  natal,  aun  con  los 
niños  de  su  raza.  Regaláronla  una  muñeca  y  en  el 
alborozo  de  su  corazón,  prorrumpió  en  un  interminable 
monólogo,  en  lengua  que  ni  la  muñeca  ni  los  presentes 
entendían. 

Esto  les  pasa  á  los  pueblos  también.  En  los  grandes 
conflictos,  hablan  su  lengua  propia,  la  de  su  raza,  con 
el  tinte  de  sus  antecedentes  históricos,  literarios,  etc. 

Hemos  reído  un  poco  estos  días,  en  presencia  de  jigantes 
espantables,  de  descomunales   batallas  contra  imaginarios 


LOS  DESFALLECIMIENTO.^  Y  LOS  DESVÍOS  155 

enemigos,  y  de  programas  de  futura  política,  que  venían  de 
antemano  escritos. 

Para  ello  no  hemos  necesitado  mas  que  cambiar  un 
nombré  propio,  algún  adjetivo  y  hacer  futuro  lo  que 
leemos  en  pasado,  y  nos  hemos  encontrado  con  que  esta- 
mos en  la  vida  práctica  plagiando  las  inmorales  hazañas 
y  las  sublimes  quimeras  de  don   Quijote. 

¡  Quién  no  ha  notado  la  perfecta  semejanza  de  la  edad  de 
oro,  que  el  ingeniosa  hidalgo,  describe  á  los  desconcer- 
tados cabreros,  con  las  tentativas  de  política  de  concilia- 
ción ensayadas?  Todo  era  paz,  dice  el  iluso,  «todo  era 
amistad:  todo  concordia.» 

Todo  será  conciliación,  tradujimos;  y  si  los  iniciadores 
de  este  idilio  político  se  entregaron  á  sus  inspiraciones, 
si  la  gran  mayoría  del  pueblo  cedió  al  encanto,  ¿  no  provino 
este  caso  de  que  en  nuestras  venas  corre  la  generosa,  la 
hidalga,  la  quijotesca  sangre  de  nuestra  raza? 

Era  en  vano  que  algún  degenerado  les  dijese,  que  tal 
quimera  no  se  había  ensayado  en  nación  ni  gobierno 
alguno.  La  verdad  es  que  si  no  lo  ensayaron  otras,  es 
porque  el  Quijote  no  hace  parte  de  la  educación  de  los 
sentimientos  en  aquellos  pueblos;  como  entre  nosotros  se 
ensaya^  porque  no.  se  hubiera  escrito  aquel  libro  inmortal 
sino  en  pueblos  de  nuestra  raza.  La  España  ha  perdido 
su  poder  político  en  el  mundo, la  superioridad  desús  armas, 
aunque  en  valor  no  ceda  á  otras  naciones,  todo,  hormis, 
l^honneut\  como  decía  el  último  caballero  francés.  Todo  le 
negarán  á  la  España,  menos  la  hidalguía  del  carácter  espa- 
ñol ;  y  nosotros  somos  españoles  aun  en  sus  defectos,  como 
en  sus  buenas  prendas. 

Sin  experiencia  política,  ni  tradiciones,  ni  sentimiento 
de  gobierno,  que  un  político  norte-americano  creía  estar  en 
la  sangre  y  en  los  huesos  de  su  raza  mas  que  en  las  ideas, 
¿que  extraño  es  que  nosotros,  en  esas  horas  de  confusión 
en  que  ios  horizontes  se  anublan  y  no  discernimos  el 
camino,  prestemos  oído  á  esas  voces  que  nos  vienen  de 
adentro,  y  nos  sugiere  la  conciliación  de  los  partidos,  á 
fin  de  que  todo  sea  la  paz,  todo  la  amistad,  todo  la  concor- 
dia, de  aquella  edad  de  oro,  en  cuya  contemplación  nos 
hemos  extasiado  desde  la  infancia? 
Ni  se  crea  que  es  imposible  hacer  el  traspaso  y  cambio 


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de  tiempos,  que  para  hacer  resaltar  la  semejanza  del  tipo 
ideal  con  la  práctica  hemos  hecho.  Nosotros  mismos  la 
tenemos  de  antemano  hecha  en  nuestra  mente,  la  estamos 
haciendo  en  todo,  diariamente. 

El  cristianismo  nos  da  la  civilización  como  una  degene- 
ración. El  hombre  cayó  de  su  prístina  dignidad  moral 
por  el  pecado.  Rousseau,  sobre  este  principio,  hizo  el  elo- 
gio de  la  vida  salvaje.  Cervantes  escribía  al  resplandor 
de  la  incierta  luz  del  renacimiento,  que  aspiraba  solo  á 
reconquistar  lo  perdido  de  Roma  y  Grecia,  en  la  media 
edad,  el  embate  del  mahometismo. 

La  palabra  progreso  no  estaba  dicha,  y  desde  que  se  pro- 
nunció como  un  nuevo  dogma,  tenemos  la  edad  de  oro  en 
el  porvenir  y  no  en  el  pasado,  como  la  tenia  Cervantes. 

Así,  pues,  la  inspiración  generosa  que  dictó  el  inmortal 
programa  de  la  concordia,  la  paz,  la  amistad,  de  don  Quijote, 
la  ponemos  en  el  futuro,  y  á  eso  se  dirijen  nuestros  es- 
fuerzos. 

Habíamos  dicho  á  Chile,  muy  seriamente,  hace  muchos 
años,  que  el  poema  épico  de  Ercilla  había  estorbado  á  las 
subsiguientes  generaciones  conquistar  el  suelo  de  Arauco. 
Recordamos  que  en  nuestra  indignación,  llamamos  á  Lau- 
taro, Rengo  y  Capoulican,  indios  piojosos,  porque  así  son 
todos.  Podíamos  sentirlo  asi,  porque  no  eramos  chilenos 
y  no  teníamos  en  la  sangre  el  poema  de  Ercilla. 

Lo  mismo  hemos  podido  resistir  al  engouement  de  la  con- 
ciliación. Habíamos  leído  antes  á  Franklin,  el  buen  sentido 
de  otro  pueblo,  á  Beaumarchais,  el  Heráclito  del  movimiento 
moderno,  antes  que  el  Quijote,  que  al  principio  lo  estima- 
mos como  maestro  de  la  lengua.  En  los  años  maduros  y 
en  pos  de  mucha  preparación  y  estudio,  viene  á  tomársele 
todo  su  peso,  y  hallar  en  sus  páginas  un  código  de  política 
trascendental  al  uso  de  sus  descendientes,  y  la  esplicacion 
anticipada  de  sus  extravíos. 

Así,  cuando  hemos  visto  á  la  mayor  parte  de  un  pueblo 
tender  sus  manos  y  cubrir  de  palmas  el  suelo  para  que 
pase  el  raesías  de  la  conciliación, — esto  es  la  edad  de  oro  de 
Cervantes,  nos  dijimos  sin  atrevernos  á  contrariarla,  porque 
hasta  en  nosotros  mismos  hallaba  prosélitos,  aunque 
sin   fe. 

Cuando  vemos  levantarse  un  pueblo  para  mejorar  con 


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LOS  DBSFALLBOIMIBNTOS  Y  LOS  DKSYI08  157 

la  violación  de  la  Constitución  y  la  destrucción  de  la  paz 
pública  el  defecto  de  unas  elecciones,  se  repite  la  aventura 
de  los  molinos  de  viento,  nos  dijimos,  hasta  en  el  golpe  del 
haspas  que  arroja  maltrecho  ai  iluso  enderezador  de  en- 
tuertos. Y  cuando  á  la  víspera  de  otras,  en  medio  de  la 
conquistada  tranquilidad  nos  hablan  de  Ligas  de  formida- 
bles malsines  y  follones  y  de  batallas  descomunales,  sin 
poderlo  remediar  exclamamos— «Deténgase,  Vuesa  Merced, 
que  no  hay  tales  ejércitos,  ni  tales  Ligas  partidas,  por  la 
mitad  ni  enteras,  ni  endiabladas»,  porque  en  todas  partes 
vemos  el  quijotismo  que  tenemos  en  nosotros  mismos;  y  asi 
como  con  el  júbilo  le  vuelve  á  la  indiecita  taimada  la  len- 
gua materna  para  expresar  su  dicha,  asi  á  nosotros  nos 
viene  Don  Quijote,  cuando  la  duda,  el  temor  ó  la  cólera 
perturba  nuestra  razón,  débil  como  pueblo  en  materias 
políticas. 

Pero  no  se  le  alcanzó  á  Cervantes  esta  nueva  face  del 
mundo,  la  libertad  política,  los  partidos  políticos  que  no 
pueden  ser  amalgamados  sin  echar  abajo  el  edificio  del 
gobierno.  El  deber  de  este  es  tenerlos  á.  raya«  en  los  lími- 
tes prescritos  del  Circo,  y  dejarles^  luchar  por  la  dirección 
de  las  ideas  y  de  los  actos  públicos. 

Nunca  requerirá.  la  lucha  mas  fuerza  en  las  junturas  y 
trabas  que  unen  los  costados  de  la  nave  batida  por  la  tem- 
pestad, que  esta  vez,  que  se  trata  de  suprimir  con  pactos, 
ligas,  y  amaños  la  lucha  que  esos  amaños,  ligas  y  pactos 
encienden  y  exacerban. 

Entremos  pues,  en  la  realidad  de  la  vida  moderna  y  de  la 
verdad  práctica,  aunque  nuestra  conciencia  higalga  nos 
esté  murmurando  por  lo  bajo:  paz,  amistad,  concordia. 

II 

Se  nos  ha  inculpado  que  hacemos  materia  de  burla  y 
befa  de  los  movimientos  de  la  opinión  pública  y  de  los 
esfuerzos  que  se  hacen  para  dar  el  triunfo  al  libre  sufragio, 
y  contener  la  audacia  de  los  mandones. 

Diremos  algo  en  nuestra  defensa. 

Lo  que  distingue  al  hombre,  de  la  creación  bruta,  es  su 
facultad  de  reir.  Ningún  otro  animal  ríe,  no  obstante. 
Darwin  que  pretende  que  algún  mono  da  síntoma  de  ello. 


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158 


OBRAS  DE  SARMIENTO 


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El  hombre  es'  esencialmente  un  animal  que  rie.  Parece 
este  don  ajeno  á  la  inteligencia.  Reimos  por  el  contraste 
entre  la  imagen  aparente  y. la  realidad.  Los  antiguos,  que 
todo  lo  han  sospechado  han  llamado,  jovialidad  á  esta  pre- 
disposición del  ánimo,  de  Jove,  Jüpiter  el  padre  de  los 
Dioses  que  la  poseia  en  grado  sublime.  Se  reía  en  el 
Olimpo,  de  las  bellaquerías  de  los  partidos  en  que  estaban 
divididos  los  Dioses,  con  motivo  de  la  guerra  de  Troya. 

La  noche  que  se  representaba  por  la  primera  vez  El  Fígaro 
en  París,  la  fuerza  pública  debió  acudir  á  reprimir  el  tu- 
multo, porque  la  revolución  social  que  estaba  ya  en  los 
ánimos,  hubo  de  estallar  esa  no-;he  (1787,)  en  lugar  de 
aplazarse  hasta  1789.  Y  Fígaro  no  es  mas  que  un  barbero 
trapalón,  el  Quijote,  moderno,  como  el  nuestro  es  el  inge- 
nioso hidalgo  del  pasado.  Nadie  lee  el  D*  Quijote  sin  enfer- 
marse de  risa,  no  obstante  que  sus  aventuras  pecan  con  la 
descencia  y  el  buen  gusto  de  tiempos  mas  refinados,  como 
chocan  hoy  las  gracias  de  Aristófanes  ó  Rabelais.  Pero 
si  volvéis  á  leer  á  Fígaro,  ó  á  Qujote,  si  hacéis  de  sus  di- 
chos y  máximas  nuevo  estudio  como  el  buey  que  rumia 
tranquilamente  su  alimento,  entonces  Beaumarchais  y  Cer« 
vantes  se  ponen  á  la  par  de  Story,  de  Eent,  de  Blackstone, 
en  política,  y  os  suministraran  á  cada  emergencia  símiles, 
anécdotas,  dichos  agudos,  revelaciones  proféticas  y  verdades 
de  á  puño. 

Buscad  en  todos  los  escritores,  en  todos  los  tratadistas, 
pintura  igual  á  la  que  Fígaro  hace  de  la  libertad  de  la 
prensa  entonces,  en  España,  es  decir  en  Francia:  «Se  ha 
establecido  una  especie  de  libertad  de  imprenta,  dice,  que 
con  tal  que  no  se  diga  nada  de  los  empleados,  ni  de  esto 
ni  de  lo  otro,  ni  de  cosa  que  lo  valga,  podrá  escribirse 
libremente,  previa  censura!  O  bien  leed  en  boca  de  D. 
Basilio  la  manera  de  obrar  y  los  progresos  de  la  calumnia.» 
Al,  principio,  un  víentecillo  como  el  zéQro,  que  va  cuál  las 
golondrinas  á  flor  de  tierra;  luego,  reforzándose ...  etc,  y 
ieeá  nuestros  diarios,  para  ver  el  consejo  realizando  con 
il  colpo  de  cañonea f  il  pavero  cakmniato,  aviltío,  calpestato,  sotto  il 
fmblico  fia  geUoU 

Nó:  la  risa  contiene  mas  enseñanza  que  la  nieve.  El 
buen  reír,  educa  y  forma  el  gusto. 

Jove  reía.     Los  grandes  maestros  son  inmortales,  risue- 


^ 

f 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DKSVIOS  159 

ños.    Riamos  nosotros,  que  el  buen  reír  es   humano  y  hu- 
maniza la  contienda. 

Y  luego, — ovamos  á,  cuentas.  ¿No  hacemos,  decimos  mal, 
no  intentamos  al  menos  hacer  un  bien,  desarrugando  si 
podemos,  aquellos  ceños  torvos  é  iracundos,  precursores  de 
tempestades,  echándoles  un  recuerdo,  una  frase,  una  broma 
como  un  jarro  de  agua  fría  ó  cuando  mas  no  sea  un  refri- 
gerante sobre  aquellas*  imaginaciones  calenturientas,  y 
aquellos  conatos,  homicidas  en  la  frase,  que  otros  realizarán 
mas  tarde  en  los  hechos? 

Pues  quél  el  aproximarse  de  las  elecciones,  el  medio 
pacífico  que  la  libertad  ha  inventado  para  hacer  prevalecer 
una  opinión,  mala  ó  buena;  según  el  número  de  voluntades 
á  falta  de  otra  regla,  ha  de  ser  el  llamamiento  á  la  revolu- 
ción, á  la  guerra,  al  asesinato,,  por  la  injuria,  el  desnuesto 
y  la  calumnia?.  Los  salvajes  son  mas  felices,  entonces.  No 
alijen,  y  no  se  degüellan  entre  sí. 

Al  leer  nuestros  diarios  en  sus  horas  de  frenesí  liberal  y 
ver  en  ellos  con  pretensiones  de  fotografía,  un  cuadro  de 
maldades,  de  crímenes,  de  traiciones  y  de  engaños,  en  que 
se  mueven  Presidentes,  Ministros,  Gobernadores,  Legisla- 
turas y  hombres  públicos,  todos  al  parecer  cortados  por  el 
mismo  padrón;  á  saber:  malvados,  ignorantes,  locos,  ase- 
sinos, falsarios;  y  esto  no  de  hoy,  sino  de  sesenta  años  hk 
sin  que  ningún  nombre  público  vaya  al  extranjero,  á  la 
posteridad,  sino  envuelto  en  este  Sambenito  de  infamia, 
siéntese  como  el  nombre  argentino,  el  carácter  argentino  y 
la  moral  argentina,  vánse  haciendo  la  hablilla  popular  de 
todos  los  pueblos;  y  que  merced  á  nuestro  propio  afán,  una 
vez  arraigada  esta  preocupación  se  dirá  sórdido  como  un 
Judio,  falso,  como  un  griego,  sanguinario,  inmoral,  como 
un  argentino.  Ya  M  Times  lo  ha  dicho  como  cosa  sabida,  y 
costará  medio  siglo  recuperar  la  buena  fama  perdida,  como 
les  costó  á  los  de  Rhode  Island  borrar  las  detestables  impre- 
siones que  su  egoísmo  dejó  en  los  tiempos  de  la  Constitu- 
ción de  los  Estados  Unidos. 

El  lenguaje  de  nuestra  prensa,  en  estas  épocas  de  com- 
bate, desciende  muy  abajo,  y  en  tratándose  de  elecciones,, 
se  usa  el  que  no  se  tendría  en  cuevas  de  ladrones. 

El  continuo  lanzar  denuestos  á  los  contrarios  aun  sin 
saber  á  quien,  con  tal  que  sea  el  partido  opuesto,  es  para 


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160 


OBRAS  DK  SARMIENTO 


preparar  rencores,  odios,  irritaciones,  que  traerán  las  sus- 
piradas revueltas,  alborotos,  muertos  y  aun  revoluciones  y 
motines,  para  producir  males  peores,  en  busca  de  remedios, 
de  los  que  no  por  ser  reales  han  de  dar  ai  traste  con  la 
sociedad y  la  tranquilidad  publica. 

¿Hay  desacierto  igual  al  de  estar  acumulando  combusti- 
bles á  pretexto  de  una  mentida  Liga,  para  oprimir,  los 
mismos  que  á  cara  descubierta  ñrman  pactos,  es  decir  Uga$ 
entre  este  y  el  otro  grupo,  y  andan  rondando  en  torno  de 
gobernantes,  desde  que  han  olido  Jueces  de  Paz,  como 
acuden  las  moscas  donde  sienten  efluvios  precursores  de 
corrupción? 

Hemos  de  reir  pues>  y  haremos,  si  podemos,  que  ría  el 
pueblo  de  toda  esta  algazara,  de  aquellas  cóleras  fingidas, 
de  aquel  puritanismo  de  borrachos  que  declaman,  con  ojos 
llorosos,  sobre  la  desmoralización  de  los  demás. 

Tengamos  la  fiesta  en  paz;  que  si  no  tenemos  mejor  Pre- 
sidente que  los  pasados  y  los  que  se  anuncian,  que  todos 
ellos  no  valen  gran  cosa,  no  ha  de  ser  por  falta  de  Pactos, 
ni  recriminaciones,  ni  Ligas,  ni  libertad  del  sufragio,  sino 
porque  no  tenemos  mejor,  y  no  lo  improvisaremos,  destru- 
yendo lo  que  existe. 

RESPUESTAS  CANDIDAS 

(E(  SaeUmal,  Febrero  iO  de  1879.) 


Pregunta  La  Nación: 

«¿Cuál  es  el  partido  de  El  Nacional  en  Buenos  Aires  y  cuá- 
les sus  elementos?» 

Respuesta  á  lo  !<>:  todos  los  partidos  contrarios  al  que  sirve 
La  Nación;  y  á  lo  09:  sus  elementos  son  los  que  ella  contó 
hace  veinte  años  y  ha  venido  dejando  en  el  camino,  á  saber: 
la  opinión  del  pais,  los  buenos  principios,  la  disciplina  y 
moral  del  ejército,  y  hasta  el  rumbo  que  ha  perdido,  pues 
marcha  á  la  aventura,  preguntando  á  los  líricos  si  le  han 
visto  por  ahi  unos  Jueces  de  Paz,  que  anda  campeando,  y 
al  Gobernador,  por  dónde  vá  y  á  que  mano  queda  el 
caminol 


j 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  161 

Y  aunque  la  odiosidad  que  vamos  á  despertar  sea  tan 
grande,  que  nos  vamos  á  disolver,  según  se  lo  está  diciendo 
su  genio  profetice,  queremos,  á.  fuer  de  corteses  y  en  pre- 
visión de  una  muerte  y  disolución  próxima,  dejar  algunos 
apuntes,  que  sirvan  de  guía  á  otros  mas  afortunados,  satis- 
faciendo así  á  La  Nación. 

Constate  ahora  á  La  Nación  y  si  no  cree  que  1^  consta  á 
ella,  constates  á  todos  los  gobernadores  de  Provincia,  in- 
cluso el  que  tenemos  mas  amano,  y  sin  excluir  al  señor 
Presidente,  que  no  estamos  en  relación  con  ellos,  ni  culti- 
vamos su  amistad,  sino  por  medio  de  las  columnas  de  El 
Nacional. 

La  Nación  mas  bien  informada  que  nosotros,  sabe  que 
Presidente  y  Gobernador  vecino  no  son  ni  serán  electores, 
y  eso  ya  es  algo  en  materia  ore  saber.  Serán  lo  que  deban 
ó  entiendan  que  pueden;  El  Nacional^  ni  eso  sabe,  tanta  es  • 
su  ignorancia,  suponiéndolos  sin  embargo,  como  lo  supone 
caritativamente  de  los  otros,  por  justicia,  rectos  ó  por 
ignorar  lo  contrario. 

II 

M  Nacional  es  lo  que  su  titulo  dice,  y  aunque  no  le  haya 
sido  dado  conquistarse  la  buena  voluntad  de  todos,  amigos 
y  adversarios  le  han  hecho  el  honor  y  la  justicia  siempre 
de  creerlo  sincero  y  de  poner  fé  en  sus  aseveraciones  y 
doctrinas. 

Es  profundamente  liberal,  á  diferencia  de  los  liberales 
superficiales  que  se  pagan  de  palabras  ó  las  menudean  al 
gusto  del  marchante,  sin  cuidarse  de  falsear  los  buenos 
principios,  ó  de  echar  á  rodar  la  tranquilidad  pública,  á 
trueque  de  continuar  ejerciendo  el  poder  durante  veinte 
años,  con  el  mismo  personal  y  aun  con  el  nombre  patroní- 
mico de  un  indi^duo. 

No  se  llaman  nocfonalt^lú»  los  amigos  de  El  Nacional^  como 
no  han  tenido  á  menos  de  llamarse  mitristas,  quince  años. 
Jos  que  se  decoran  hoy  con  aquel  distintivo.  No  hemos  sido  ^ 
tutores  de  nadie,  ni  opositores  de  ningún  gobierno  consti- 
tuido; aunque  no  hayamos  siempre  estado  de  su  parte  en 
todo. 

Tomo  xl.— 11 


OBRAS  DB  BARUIBMTO 

diez  años  que  se  ha  operado  en  Europa  un  cam- 
leas  liberales,  que  los  que  escriben  en  Ei  Nacional 
indo  en  este  parte  de  América  de  treinta  años 
le  prueba  que  El  Nacional  estaba  en  el  buen 
indo  La  Nación,  aun  en  1879,  y  á  despecho  de 
¡ion  en  el  mundo  político,  está,  todavía  hablando 
del  pueblo,  según  el  viejo  lenguaje  de  la  revolu- 
ta, que  lo  oponía  al  rey  y  á  la  corte,  y  sostenien- 
santo  derecho  de  hacer  revoluciones,  dando  en 
lasta  á,  las  sublevaciones  de  presos,  ó  las  em- 
Tuayama,tal  carácter. 

este  error  y  este  retardo,  de  vivir  encerrado  en 
residencias  de  una  sociedad  sola,  aunque  grande 
ruido  de  los  carros  y  el  chirrido  de  las  carretas 
por    rumorea    públicos    y    movimiento    de    las 


ni 

político  en  países  que  están  obligados  á  trans- 
[)ara  acabar  de  dejar  de  ser  colonias  hispano 
3,  es  preciso  tender  la  vista  mas  lejos,  y  con  el 
I  Edison,  oír  las  voces  que  llegan  desde  la  dis- 

)s  á  constituir  aldeas,  con  el  Alcalde  mas  cono- 
tado  del  vecindario  acaso,  por  que  dará  mejores 
uo  otros,  sino  que  un  hombre  de  Estado  en  esta 
iene  entre  manos  la  arcilla  de  que  han  de  cods- 
:ione8. 

:ír  de  un  partido,  como  el  de  La  Nación  que  está 
idu  candidatos  que  la  opinión  y  la  historia  arf;¡en- 
)nocen,  buscando  en  ellos  cualidades  oculta%d 
ido&paresó  nones  y  á  las  adivinanzas,  pregun- 
puebto  ¿á  qué  no  adivinBís.eaAI  es  vuestro  can- 
ir  de  una  titulada  Convención,  que  va  á  reunirse 
ación,  un  apoderado  por  cada  Provincia,  de  ma- 
a  que  tiene  población  para  dos  diputados  al  Con- 
representada  con  un  voto,  y  las  que  tienen  veinte 
ce  y  siete,  estén  también  representadas  cada  una 
o;  y  la  mitad  de  estos  catorce  votos,  harán  ma- 


LOS  DBSFALLBCIftlBNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  163 

yoría  é  impondrán  un  cudidato  á  los  nacionalista,  siempre 
reverentes  á  las  bellaquerías  de  sus  caudillos? 

¿Qué  decir  de  un  partido  que  emprende  la  campaña  de 
radicar  en  los  ánimos,  que  millón  y  medio  de  habitantes, 
salvo  los  alzados  de  Corrientes  en  virtud  de  petición  arma- 
da, serán  declarados  inhábiles  para  votar,  por  no  hallarse 
en  condiciones  constitucionales,  y  esto  por  amor  al  libre  su- 
fragio y  al  pueblo,  como  el  salteador  de  caminos  nos  alijera 
del  peso  de  los  metales,  para  que  vayamos  menos  recar- 
gados? 

IV 

Es  posible  pues,  que  á  muchos  venga  la  idea  en  este  juego 
del  eaieideoacopo  de  La  JVoctofi,  cambiando  de  mirajes  cada  dia, 
que  el  gobierno  de  una  nación  es  una  magistratura,  que  no 
ha  de  confiarse  asi  no  mas  ai  primer  escribiente  de  escri* 
baño  que  cuadre  á  la  clientela,  por  haberle  visto  raspar 
hábilmente  una  palabra,  en  lugar  de  testarla  al  margen  sin 
dejar  señales. 

Solo  una  vez  cada  seis  años,  el  pueblo  ejerce  el  derecho  de 
indicar  uno  á  quien  confiarle  los  destinos  de  país  tan  menes- 
teroso de  dirección  y  es  juzgarnos  á  cruz  y  carita  y  confiar  la 
locomotora  á  manos  inespertas,  á  maquinistas  improvisados, 
porque  echaron  un  brindis  muy  aplaudido,  ó  mostraron 
alguna  calidad  buena,  pero  con  la  cuál  no  se  gobierna.  Se 
necesitaba  un  contador,  y  nombraron  un  maestro  de  baile. 

La  sociedad  debe  reposar  sobre  la  confianza,  y  no  la 
inspiran  en  dos  ó  tres  años  de  prueba,  á  la  nación  y  al 
extranjero,  estas  oscuridades  que  nosotros  creemos  lumino- 
sas porque  les  aplicamos  un  candil  al  rostro,  para  que  las 
vean. 

El  partido  republicano,  triunfando  definitivamente  en 
Francia  acabando  por  apartar  de  la  administración  los  restos 
muy  honorables  de  los  partidos  monárquicos,  ¿á  quién  ha 
nombrado  para  gobernarla? 

Al  ilustre  leader  del  partido,  Gambetta,  de  cuya  palabra 
está  pendiente  la  Francia?  No,  á  M.  Grevy,  cuyo  nombre 
dejó  Thiers  indicado  para  un  caso  semejante,  por  su  probi- 
dad política,  su  experiencia  de  los  hombres  y  su  energía 
para  contener  las  impaciencias  liberales,  que  quieren  hacer 


lorario  á  dedo,  como  La  Nación  aquí,  bien  que  para 
volver  atrás. 


ble,  pues,  que  las  ideas  que  viene  difundiendo 
sean  escuchadas  de  algunos  de  los  que  lo  leen, 
nosotros  también  nos  sucede  que  miramos  á 
ver,  por  ir  por  la  calle  absorvidos  ó  abstraídos. 
>le  qne  las  oscilaciones  de  la  veleta  de  La  Naeion 
itro  días  y  casi  á  cada  hora  ha  señalado  sucesiva- 
)S  cuatro  puntos  cardinales,  en  busca  del  candi- 
s  constantes  amores,  hayan  hecho  que  los  ciuda- 
apreten  el  sombrero,  en  previsión  de  tiempo  á 
ue  señala  el  barómetro,  y  se  apreten  los  bolsillos, 
pación  de  los  encuentros  inopinados  y  bruscos 
n  hacer  echar  de  menos  el  reloj  y  la  bolsa! 
didatos  en  perspectiva,  hacen  subir  y  bajar  el 
incertidumbre  de  lo  que  contendrán  al  ftn  estas 
)  cerradas  que  se  han  de  abrir,  no  al  elejir  Presi- 
o  en  seis  años  de  administración.  ¿Cuantos  an- 
intales,  cuñas,  y  de  qué  madera  habrán  de  poner- 
que  se  tengan  en  pie  y  marchen?  O  bien,  se 
kn  dónde  están  las  andaderas  ó  carretillas  para 
ñto,  el  aprendiz,  el  hoy  dependiente  y  mañana 
razón  social  Repdblica  Argentina  y  C»  marche 
echo  posible,  sin  hacer  pininos  primero  ni  darse 
spues. 

sidad  preguntar  con  qué  elementos  cuenta  en 
res  El  NacionaR 

,ego,  con  todos  los  disparates  que  hace  y  los  tras- 
ene  dando  el  partido  de  La  Nación,  á  punto  de 
lando  nombres  prestados  ó  inventado  quien 
anza  por  sus  deudas.  Todas  las  descooñanzas 
inspirando  con  sus  revoluciones  y  motines  frus- 
;  ratíQca  con  su  nueva  y  reciente  prédica  de 
soluciones  y  guerra  civil,  porque  su  pueblo  no 
loy,  lo  que  bajo  la  dirección  de  sus  cabecillas 
in  embargo,  veinte  años,  por  propia  confesión,  y 
lentos  públicos  al  canto,  que  obran  en  el  expe- 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  165 

Todo  esto  es  capital  para  sus  adversarios.  Su  prédica 
contra  gobiernos  electores,  que  puede  tener  visos  de  fun- 
dada, encierra  el  gormen  de  ocho  ó  diez  revueltas  y  dos  ó 
tres  años  de  incertidumbres,  lo  que  va  á.  cargo  del  papel 
moneda  y  las  cédulas  hipotecarias,  aunque  su  vista  miope 
no  vea  las  pilas  voltaicas  que  obran  lentamente  la  descom- 
posición de  la  confianza  del  porvenir,  convertida  en  des- 
crédito presente  y  mal  estar  continuo. 

VI 

Verdad  es  que  los  pueblos  aprenden  política  muy  lenta- 
mente, y  á  veces  se  pasan  siglos  en  el  rudo  apredizaje.  Que 
extraño  es  que  el  público  siga  tras  la  primera  mariposa 
que  cruza  la  atmósfera,  cuando  hombres  envejecidos  en 
la  dura  escuela  de  la  adversidad,  como *La  iVacton,  no  salen 
del  a  b  c  y  están  todavía  escribiendo  palotes? 

Tememos  pues,  que  El  Nacional  no  tenga  muchos  discí- 
pulos; pero  nos  consta  que  tiene  simpatizadores  y  muchos: 

En  las  gentes  que  tienen  que  perder; 

En  los  desencantados  de  las  pasadas  ilusiones; 

En  los  que  no  creen  que  tengamos  el  corazón  á  la  derecha, 
como  La  iVacion  pretende. 

En  los  que  tienen  que  pagar  la  revolución  de  Setiem- 
bre, que  pesa  sobre  el  crédito,  y  las  nuevas  que  receta 
la  farmacopea  liberal,  mitrista  y  nacionalista  para  que  su 
tísico  viva. 

En  los  gobiernos,  sin  excluir  el  de  Corrientes,  que  necesi- 
tan desarmarse,  y  no  lo  pueden  hacer  por  la  amenaza  cons- 
tante bajo  la  cual  viven,  merced  á  las  doctrinas  de  La  Nación^ 
que  harán  buenas  sus  sostenedores; 

En  la  juventud,  que  se  está  preparando  á  la  vida,  y  siente 
ó  empieza  á  sentir  el  vacio  de  esta  existencia  de  excitacio- 
nes, de  alborotos,  de  pactos,  de  convenios,  de  borrar,  de 
reponer  y  de  nunca  acabar. 

En  el  ejército,  cuyos  jefes  y  soldados  tiemblan  de  que 
su  gobierno,  distrayéndolos  de  su  gloriosa  tarea  de  someter 
tierra  y  hombres  salvajes,  los  llame  inopinadamente  á 
sofocar  alguna  revuelta  provocada  por  La  Nación  ó  ver  un 
día   en    sus   brillantes  charrateras  reaparecer  como  en  la 


OBKAR  DS  BlLRlIlKMTO 

:bet,  la  mancha  indeleble,  eterna  que 
íempre,  revoiucionorio  1 

zas  morales  de  estas  aniraadrersionee 
isado  que  representa  La  Nación,  hallan 
m  Nacional  liirk  que  no  está  solo  en  eate 
de  las  palabras  huecas  y  del  caudillaje; 
la  su  número  podrá,  responder  k  La 
itido  que  sostiene  El  Nacional  y  aquellos 
ue  cuenta.  El  mundo  político  marcha 
Nacional  busca  hace  tres  años. 
España,  el  Peiii,  Solivia,  Méjico  y  el 
ria    por   el    que  trae    La  Nación,  hace 

>s  visto  junto  con  ellos,  gritando  en 
lifieitos,  motit%es  de  cuartel,  revoluciones. 
'a  la  libertad  que  nos  tomamoíit  Viva  Pié- 
1  Porfirio  DiazI  Viva  quien  vive  hoyl  y 
s,  las  vidas,  el  desquicio  y  el  descrédito 

lado  vivas,  nunca. 

preparado  el  camino  para  que  los  damas 
de  instituciones  libres,  si  logra  que  se 
las. 

ion  arma  í  que  apela  la  impotencia  y  la 
ay  falta  de  coraje  en  no  atreverse  a 
era  con  las  diñcultades,  hasta  hacerlas 
tiempo,  la  demostración  y  el  ejemplo- 
ñon  quiere  amarrar  nueve  provincias, 
,  haciéndolas  presas  de  sus  goburtiautes, 
gobernada  por  jueces  de  pasy  paisanos 


VUI 

!  desconcierta,  no  son  tales  jueces,  ni 
igas,  sino  que  el  sentido  político  de  los 
ovisa  como  candidatos,  ni  aun  al  duro 
lias. 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  1(S7 

Pruébanlo  todas  nuestras  hermanas,  ex-colonias  probólo 
la  Francia,  en  ochenta  años,  no  obstante  estar  á  la  vanguar- 
dia en  otros  respectos  de  nuestra  época.  Heredáronlo  los 
norte-americanos;  poséelo  en  alto  grado  el  pueblo  inglés* 
comienza  la  Francia  á  desenvolverlo. 


SITUACIÓN 

{El  Nacional,  Febrero  II  1879.) 

Recorriendo  los  diarios,  encontramos  en  El  Gourrier  de  la 
Plata^  que  tiene  intuición  política  muy  marcada,  la  siguiente 
apreciación: 

ff  Obrase  actualmente  un  trabajo  de  descomposición  en 
los  partidos  políticos.  La  anarquía  moral  causada  por  los 
errores,  excesos,  y  sobre  todo  por  la  evolución  de  los  jefes, 
señala  el  fin  de  los  gobiernos  personales,  y  podrá  traer  el 
reino  de  los  principios.  La  indiferencia  ha  sucedido  á  la 
pasión;  y  nadie  se  imaginaria,  al  leer  los  diarios^  que  estamos 
á  la  víspera  de  una  elección  local,  muy  importante.  No 
hay  duda  de  que  los  electores  no  quieren  dejarse  lle- 
var, como  majadas  de  corderos.  No  es  de  ahora  que 
hemos  dicho  que  la  libertad  del  sufragio  no  existe  en  el 
Río  de  la  Plata;  y  si  bien  aun  no  llega  el  caso  de  retirar 
la  aserción,  cúmplenos  acreditar  mayor  independencia  y 
espíritu  de  examen,  en  los  ciudadanos  llamados  á  expresar 
su  voto. 

«  Háse  realizado  un  progreso  esencial.  Nadie  en  la  pro- 
vincia de  Buenos  Aires,  osaría  hoy  hablar  de  revolución  y 
de  insurrección.  Puede  decirse,  como  en  1874,  que  está  al 
abrigo  de  revueltas». 

Esto  no  quita  que  á  los  aventureros  de  1874,  se  les  esca- 
pen de  vez  en  cuando  resoplidos  como  estos:  aLa  elección, 
depende  de  la  actitud  que  tome  el  Presidente  de  la  Repú- 
blica, y  él  hará  que  sea  una  buena  elección,  ó  una  lucha 
que  ptiede  producir  la  guerra  civih. 

Que  envuelvan  un  chorizo  en  El  Nacional^  si  no  es  un  Pre-^ 
bidente  eiectorl  el  remedio  que  propone  contra  la  guerra 
civil. 

Dias  después  sin  embargo,  se  persuaden  que  no  serán 
electores  los  Presidentes  ni    Gobernadores,  y  avisa  6  los 


OBRAS  DB  SARMIENTO 

u  nueva  convicción:  «No  hay  duda,  dice,  que 
en  gobiernos  electores,  (ni  aunque  los  busquen 
:e  vela);  ni  el  Nacional,  ni  el  Provincial  lo  son, 
lo,  sin  hacer  degenerar  el  acto  de  la  elección  en 
\ada,  pues,  el  pueblo  no  está  dispuesto  a  de- 
ar  aua  derechos,  ni  los  gobiernos  tienen  serae- 

tOB. 

lo  este  tan  guerrero,  tan  intratable  contra 
ctores  que  no  tienen  tal  propósitol 
o,  el  gran  partido  de  la  libertad  grande,  que 
cuerdus  en  su  arco,  y  tantas  fortalezas  donde 
!  y  tuntos  Monte  Sacro  donde  refugiarsel 
le  retirada,  indicado  de  antemano  para  todo 
revuelta.  Las  elecciones  serán  lucha  armada, 
■armas?)  si  algún  mal  aconsejado  Juez  de  Pa?. 
1  las  elecciones,  ó  el  Gobernador  dice  esta  boca 
esídente  mira  haciadonde  están  eligiendo  con 

IZO. 

s  la  ¿i^en  provincia,  ya  tiene  sus  recetas.  Es 
co,  que  para  armar  la  trampa  de  Corrientes  de 
iales  fué  el  consejo  de  hacer  un  colegio  electo- 
i  invención  produjo  sus  efectos.  No  ha  muchos 
jirieron,  en  casos  de  duda  sobre  ¡a  kgitimidad  de 
ís  en  Buenos  Aires,  hacer  á.  mano,  una  doble 
como  en  la  Carolina  del  Sur,  á  fin  de  imitar 
tjemplos. 

lemos  en  perspectiva  ademas:  «El  Congreso' 
lo  ¡o  va  d  ser,  que  no  ha  de  admitir  votos  de 
le  lio  estén  en  condiciones  constitucionales»;  y 
ntes  nos  ha  probado  que  Córdoba,  Santiago, 
L  Rioja  y  Entre  Ríos  no  lo  están. 
jrso  falla,  tenemos  ia  comisión  de  apoderados 
parse  de  las  provincias  que  no  están  en  condi- 
itucionaies. 

s  caminos,  que  todos  van  á  Roma,  no  están 
queda  tomar  las  puertas  del  campo,  la  guerra 
ucion,  el  motín,  porque  las  elecciones  degene- 
ha  armada,  y  porque  el  pueblo  que  puebla  las 
La  Nación,  y  los  apoderados  de  las  provincias 
8  hablar  el  dialecto  particular  de  los  agraciados, 
irán,  etc 


LOS  DBr^FAXLSCIM IBNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  169 

Cuan  engañado  está  pues,  BiCournVr,  no  obstante  su  pers- 
picacia, al  decir  que  nadie  osa  hablar  de  revueltas  é  insu- 
rrección en  Buenos  Aires! 

Pudiera,  sin  embargo,  explicarse  esta  aparente  contradic- 
ción, teniendo  presente  que  no  hay  como  discutir  con  los 
adversarios,  para  lograr  no  eutendei^e  nunca.     En  cambio^ 
se  entiende  uno  mejor  á  sí  mismo,  y  entiende  á  sus  adver- 
sarios menos. 

Entre  el  bullicio  de  tantos  que  hablan  ¿  un  tiempo,  á  ira- 
ves  del  humo  del  combate,  no  obstante  el  furor  de  la  refriega, 
vése  un  fenómeno  nuevo  en  el  país  y  eá  que  está  tranquilo, 
que  no  quiere  agitarse,  que  no  pueden  conmoverlo.  Hay 
un  pacificador  y  aquietador  de  los  ánimos,  y  es  el  buen 
sentido  del  público,  que  no  cree  que  es  de  veras  que  tanta 
irritación  se  muestra  en  las  altas  regiones.  Mira  á  los  dia- 
rios furibundos,  como  gladiadores  que  se  asestan  golpes,  ó 
como  sostenedores  de  justas  literarias  en  sabatinas  de  cole- 
gio, en  que  un  colegial  debe  probar  que  no  hay  Dios,  para 
lucir  los  recursos  de  su  ingenio. 

La  desgracia  es  que  de  año  en  año  se  repiten  los  mismos 
argumentos,  y  el  espectador  ya  sabe  lo  que  é,  tal  golpe  ó 
estocada  ha  de  oponer  el  adversario. 

Parécenos,  sin  embargo,  que  vemos  diseñarse  un  nuevo 
aspecto  de  las  cosas,  y  queremos  consignar  aquí  nuestros 
apuntes  de  cartera. 

Re^olíAcian.  Se  ha  discutido  largamente  este  tema,  y  es 
defendiéndose  con  calor  el  derecho  del  pueblo  é  interrum- 
pir la  continuidad  del  gobierno,  siempre  que  ajuicio  de  los 
prudentes  declaren  llegado  el  caso. 

Gana  terreno  la  idea  contraria,  que  establece  que  el  pue- 
blo no  delibera  si  el  gobierno  es  malo,  sino  por  medio  de  sus 
representantes.  Esta  idea  ha  hecho  camino  hasta  el  ánimo 
de  sus  adversarios,  y  acabará  por  quedar  establecida. 

Se  ha  discutido  el  sufragio  libre,  y  convenido  en  no  dis- 
cutir sobre  las  causas,  sino  simplemente  sobre  los  efectos. 
Debe  considerarse  como  una  transacción  el  recurso  de  las 
Ligas  y  de  los  Pactos,  aunque  los  de  los  pactos  no  se 
entiendan  entre  sí  y  los  de  las  Ligas  .ignoren  que  están 
ligados. 

Lo  ocurrido  recientemente  en  Tucuman,  es  un  spéciment  de 


OIIltAH    UE    HAKMiKNTO 

B  gobernantes  concillados,  y  partidos  conci- 
ta reunión  de  dos  variedades  de  un  especie,  no 
aban,  un  producto  perfeccionado,  con  las  hue- 
les de  padre  y  madre  sino una  muía,  que 

ere  reconocer  por  su  prole..  Se  propone  para 
i  anular  la  Cámara  todas  las  elecciones  hechas, 
tengan  vicio  alguno  en  la  forma,  y  no  sean 
<s  electores  de  loa  malos  tratos  de  loa  conci- 

:ho  antea  que  la  conciliación  acabará  con  las 
'  estas  profanaciones  del  derecho  de  juzgar  la 
u  validez,  aplicado  k  remediar  infidelidades  de 
ites,  aquella  ingerencia  del  ejecutivo  en  los  con- 
ísturas,  puesto  que  lo  culpan  de  desleal,  acaba- 
I  autoridad  y  toda  responsabilidad  moral  en  el 
yas  funciones  debieran  limitarse  k  guardar  el 
tener  las  demasías, 
vicio  capital  de  la  conciliación, 
lo  que  sale  de  ella,  es  un  producto  hecterogé- 
o  se  liga  &  su  base,  porque  son  dos  fuerzas 
las  las  que  lo  produjeron,  y  i  cada  paso 
dar   se    encuentra    tiroteado    en    direcciones 

artidillos  andan  mezclados  en  las  cuestiones  de 
¿Qué  intereses  tan  grandes  representan  aquella 
:a  requerir  tantos  amaños,  pactos,  garrotazos  y 

itros,  no  hay  mas  sino  que  el  gobierno  está 
icios,  y  las  instituciones  republicanas,  la  elec- 
luchs,  en  lugar  de  la  supresión  por  el  acuerdo 
trae  la  burla  del  principio  y  la  ocasión  de  bur- 
,  otros. 

nos  á  la  gente  déceiiU  de  Tucuman:  ¿Eran  real- 
iones  las  que  se  hicieron?  ¿Eran  electores  de 
iso,  los  que  las  ejecutaron?  ¿El  gobernador  man- 
otraa  listas  que  las  acordadas  conciliarmente? 
ite  espectáculo  estamos  dandol 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  171 


LA  MORAL  EN  LA  PRENSA 

( Bi  Nacional,  Febrero  i%  de  1879) 

Nos  admiran  cada  día  los  progresos  de  las  ciencias  mora- 
les al  servicio  de  los  partidos. 

Un  diario  dice  que  á  mas  de  inicuo  é  injusto,  es  estúpido 
y  cobarde  decir  que  k  merced  de  nuestro  propio  afán  de 
denigrarnos,  si  llegase  k  arraigarse  la  preocupación  que 
nos  va  haciendo  la  hablilla  popular,  se  dirá  un  día  san- 
guinario como  un  argentino:  «siendo  asi  que  el  pueblo 
argentino  es  bueno,  generoso,  y  dispuesto  al  sacrifieio  por 
salvar  sus  derechos  y  su  honor». 

Era  precisamente  lo  que  sospechaba  el  aludido  estúpido, 
cuando  se  quejaba  de  que  nuesto  propio  afán  de  denigrarnos 
DOS  hacia  la  hablilla  de  otras  gentes  y  podría  arraigarse 
como  prepcupaeioth 

No  se  necesita  ser  muy  estúpido,  para  distinguir  la  verdad 
de  una  preocupación  de  ánimo,  que  impide  verla,  y  ya  seña- 
lábamos al  Times^  como  expresión  de  esa  preocupación. 

Es  raro,  sin  duda,  un  pueblo  bueno,  generoso,  como  excep- 
ción de  la  especie,  humana,  pues  á  tales  clasiñcaciones 
aspiran  franceses,  españoles,  italianos,  ingleses,  norte-ame- 
ricanos, alemanes,  etc.  De  manera  que  todo  estaría  dicho, 
afirmando  que  el  pueblo  argentino  está  al  nivel  de  los  otros 
civilizados. 

Sin  embargo,  el  Larochefoucauld  argentino  le  atribuye 
al  nuestro  una  cualidad  que  le  es  peculiar,  y  es  la  de  estar 
dispuesto  siempre  alsacriücio  para  salvar  sus  derechos,  etc. 

Cualidad  admirable  deque  no  está  dotado  el  pueblo  inglés, 
donde  no  tenia  hace  cuarenta  años  derecho  de  sufragio, 
sino  muy  restrigido,  y  que  no  se  ha  sacrificado  por  salvar 
nada,  lo  que  no  quita  que  tenga  hoy,  sin  sacrificio,  mucho 
mas  que  nosotros. 

Peor  le  pasa  al  pueblo  francés,  que  de  1870  á  la  fecha,  da 
muestras  visibles  de  haber  perdido  su  antigua  disposición 
á  salvar  derechos  propios  y  ágenos,  sin  lograr  nunca  otra 
cosa  que  imponerse  á  sí  mismo  nuevas  cadenas. 

Queda  pues,  por  mencionar  otros  pueblos,  solo  el  argen- 
tino, dispuesto   al  sacrificio  por  quítame  allá    esas  pajas 


desenvainar  la  tole<]ana,  ó  enrristrar  la  lanza,  y  acometer. . . 
los  molitios  y  loa  batanes,  oh  pueblo  bueno,  generoso  y  dis- 
puesto! 

Estd  última  cualidad,  sin  embargo,  empiezan  k  perderla 
muchos  argentinos. 

Nosotros,  por  ejemplo,  que  maldita  la  gana  que  tenemos 
de  sacrificarnus  por  salvar  los  derechos  que  nadie  nos 
dispuLi,  pues  Á.  ser  lo  que  lodos  los  otros  pueblos  defienden, 
□o  valia  la  molestia  del  reclamo. 

Creemos  si  que  este  último  don  argentino,  agregado  ii 
las  cualidades  ordinarias  ds  los  otros  pueblos,  es  introdu- 
cido en  el  diagnóstico  para  indicar  que  el  pueblo  argentino 
ahi  donde  lo  ven  tan  bueno  y  generoso,  es  mitrista  siempre^ 
nacionalista  si  lo  apuran,  y  revolucionario  de  cuando  en 
cuando,  dispuesto  á  sacrificarse  por  sus  derechos,  etc. 

Nos  hace  recordar  esta  frase,  que  también  habíamos  en- 
contrado dos  diaa  antes,  probAndonos  que  Gobernador  y 
Presidente  no  eran  electores,  que  el  pueblo  no  estaba  dis- 
puesto á  dejarse  arrebatar  sus  derechos,  y  entraría  en  la 
lacha  armada,  etc.,  el  afán  también  de  Mr.  Bagley  de  ponernos 
donde  quiera  que  volvamos  la  vista  el  anuncio  de  sus  galle- 
titas  y  de  su  especidina.  Estos  dias,  por  distracción  quisi- 
mos leer  al  parecer  el  titulo  de  fabrica  de  un  tapiz,  y  leímos 
Hesperidina. 

La  Nación,  tan  buena,  tan  generosa,  no  pierde  ocasión  de 
poner  el  anuncio  de  su //«j/ímrfina,  su  enorme  disposición  á 
sacríñcar  á  otros,  para  salvar  los  derechos,  etc.,  porque 
cuando  los  hombres  ae  arman,  no  es  para  recomendarse 
h.  Dios,  sino   para  matar  á  sus  semejantesl 

Entraremos,  pues,  en  materia  con  nuestros  hipócritas  que 
se  hacen  moralistas,  precisamente  para  lanzar  un  tiro 
emponaoñado  k  su  adversario.  Eleva  el  carácter  moral 
argentino,  para  atribuirnos  que  azotamos  mujeres! 

Pues,  bien,  ese  es  el  terreno  en  que  hemos  de  confun- 
dirlos. Nosotros  no  hemos  hecho  otra  cosa  que  condenar 
á  la  burla  el  aserto  de  La  Nañon,  de  que  el  señor  Bayo 
azotó  mujeres,  y  esto  como  un  rasgo  de  su  ferocidad. 

Un  escritor,  celoso  del  honor  argentino,  no  debiera 
reproducir  en  la  prensa  asertos  que  no  están  probados 
y  que  no  revisten  el  carácter  de  perversidad  que  ae  les 
atribuya. 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  173 

Un  diario,  celoso  del  honor  nacional,  no  debiera  estam- 
par en  la  prensa,  que  hay  Gobernadores  absolutos  y  bárbaros, 
Gobernadores  sanguinarios  y  hasta  Gobernadores  conctísionarios  y 
esto  para  sinaplenaente  impugnar  á  otro  diario,  á  quien  culpa 
de  defender  tales  atrocidades  de  que  no  se  había  hablado 
antes. 

Esto  es  lo  que  decíamos  que  empieza  á  crear,  á  fuerza 
de  repetirlo,  preocupaciones  desfavorables  á  nuestro  carác- 
ter, y  lo  que  vuelve  á  explotar  La  Nación^  para  corroborar 
la  preocupación,  aunque  su  loable  intento  sea  excitar 
contra  nosotros  el  estajiido  de  indignación,  que  concluirá 
en  Buenos  Aires  «  con  levantarse  el  pueblo  con  las  armas 
en  la  mano»,  contra  un  trozo  de  don  Quijote.  Este  Aquiles 
de  Orphée  aux  enfers^  acaba  todo  razonamiento  con  tirar 
la  espada,  trátese  de  literatura,  de  elecciones,  de  ligas,  de 
mujeres  ó  de  rumores.  Una  revolución,  es  el  desenl^kce 
obligado. 

Pero  antes  de  echar  manos  á  las  armas,  examinemos 
cómo  se  forman  las  preocu[>aciones. 

Demos  de  barato  que  El  Nacional,  y  supongamos  aun, 
para  hacer  argentina  la  cuestión,  que  el  autor  de  «  Civili- 
zación y  Barbarie»  sostenga  gobiernos  absolutos,  sanguina- 
rios y  bárbaros, 

¿No  seria  esto  á  lo  lejos  prueba  concluyente  de  la  depra- 
vación moral  del  país  ? 

Convengamos  en  que  sí;  y  va  una. 

La  aserción  de  diario  como  La  Nacian^  tan  verídico  y 
justo  apreciador  del  carácter  argentino,  de  que  hay  actual- 
mente, en  1879,  en  la  República  Argentina  Gobernadores 
bárbaros  y  sanguinarios^  merece  toda  consideración  en  Europa. 
No  se  queja,  sin  embargo,  la  oposición  en  Francia,  Ingla- 
terra, España,  Estados  Unidos,  Chile  mismo,  el  Brasil,  de 
que  haya  en  sus  respectivos  países  Gobernadores  bárbaros^ 
ni  sanguinarios. 

Luego  es  una  peculiaridad  argentina  tener  esta  clase  de 
gobiernos,  no  obstante  su  disposición  al  sacriflcio  por  otras 
cosas,  menos  por  estas  que  aparecen  geniales;  y  van  dos. 

Aun  en  el  aserto  mismo,  parece  que  el  testigo  y  depo- 
nente da  mayor  gravedad  al  delito  de  concusión  en  los 
funcionarios  públicos,  que  á  ser  de  suyo  bárbaros  y  sangui^ 
narios.    Acúsalos  de  despóticos^  lo  que  en  cualquier  país  es 


174  obrks  db  saruiento 

cargo  cuotidiano:  de  bárbaros  y  sanguinariot;  que  es  como 
hemos  visto,  exclusivo  délos  argentinos,  pues  en  los  otros 
países  no  los  hay;  pero  para  ei  acusador,  hay  algo  peor 
que  ser  bárbaros  y  sanguinarios,  y  es  ser  hasta  concusio- 
narios I 

Luego,  en  la  República  argentina  es  mirado  por  los  mora- 
listas, como  mil  veces  mayor  pecado  ser  concusionarios, 
que  sanguinario? 

Asi  se  revela  el  pensamiento  Intimo  de  una  nación.  En 
Francia,  en  Estados  Unidos,  en  Inglaterra,  ocurre  con  mas 
ó  menos  frecuencia  el  delito  de  concusión  en  los  funcio- 
narios públicos,  porque  es  delito  relativo  al  empleo,  no 
al  carácter  nacional.  Lo  que  afectarla  á  este,  seria  tener 
Gobernadores  bárbaro»  y  fanguinarioa,  que  no  loa  tienen, 
como  Bí  nosotros  los  tenemos,  no  siendo  esto  una  rareza, 
sino  un  hecho  diario,  se  deduce  algo  que  daña  al  carácter 
nacional.    Y  van  tres. 

Veamos  ahora  otras  muestras.  Leyendo  los  diarios  de 
Inglaterra,  Francia,  Estados  Unidos,  Alemania,  etc.,  etc.,  no 
se  encuentran  en  todos  ellos  juicios  tan  acerbos  como  los 
de  los  diarios  argentinos,  sobre  sus  hombres  públicos,  oi 
tales  imputaciones  de  crímenes  horribles,  repugnantes, 
vergonzosos,  como  los  que  denuncia  diariamente  la  prensa 
argentina,  io  que  al  leerlo  debe  hacer  nacer  la  preocupa- 
ción de  que  es  un  pueblo  menos  moral  que  aquellos.  Y 
no  es  que  en  todas  partes  no  haya  el  mismo  deseo  de  des- 
prestigiar á  sus  adversarios,  un  Bismarck,  un  rey,  un 
emperador,un  demagogo.  En  Francia,  porejemplo, luchan 
por  el  poder  republicanos  é  imperialistas,  y  estos  sostienen 
h  cara  descubierta  el  despotismo,  tal  como  lo  practicaron 
los  Napoleones.  A  la  antigua  República  con  guillotina, 
como  el  liberarismo  de  La  Nación,  con  revoluciones,  lucha 
armada  y  apelación  á  las  armas,  por  saber  si  Cervantes 
dijo  señoras,  ó  señeras,  como  está  escrito,  se  les  llama  hasta 
hoy  el  espectro  rojo,  pero  no  á  Luis  Blanc  y  Víctor  Hugo, 
que  son  du  ese  partido.    Y  van  cuatro. 

Otras  fuentes  pueden  alimentar  en  el  extranjero  preo- 
cupaciones desfavorables  al  carácter  argentino.  Porejem- 
plo, leyendo  en  un  diario  que  se  muestra  á  la  cabeza  de 
la  prensa,  el  «Times»  argentino,  aunque  sea  hembra,  aser- 
ciones como  estas: 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  175 

«Si  tales  palabras  se  convierten  en  hechos  y  «provocan 
combates.^  CombatesI  sangre!  sanguinario.  Pueblo  sangui- 
nariot 

«En  manos  del  Presidente  está  que  las  elecciones  de- 
generen en  lucha  armada,»  Armas,  sangre,  pueblo  san- 
guinario! 

«Si  se  quiere  introducir  en  Buenos  Aires,  (la  edad  de 
oro  de  Don  Quijote),  el  pueblo  se  opondrá  eanlasarmas  en  ¡a 
fnano.y>    Pueblo  decididamente  sanguinario! 

«Si  su  gobierno  fuese  elector  el  pueblo  no  consentirá  en 
que  le  arrebaten  sus  derechos.» 

¡Si  le  traen  á  Febre — ^Resistirá  hasta  el  último  aliento! 
pueblo  sanguinario. 

Y  si  le  dicen  que  se  siente,  que  coma,  que  duerma,  que 
camine,  echará  primero  mano  á  la  cartuchera,  por  temor 
de  que  quieran  robarle  algo;  y  aun  definiendo  sus  propias 
cualidades  de  bueno  y  generoso,  no  se  olvida  de  que  se 
haga  constar  que  está  pronto  al  sacrificio....  como  cual- 
quiera otro,  sin  ser  bueno  y  generoso. 

Es  preciso,  pues,  suprimir  adjetivos  é  improperios  en  la 
prensa  argentina,  para  que  no  se  airaigtM  ¡a  preocupación  que 
nosotros  mismos  vamos  creando,  de  que  somos  bárbaros  y 
sanguifMrios;  pues  no  se  ha  de  decir  de  pueblos,  que  son 
concusionarios  ni  despóticos,  accideiites  que  se  refieren  á 
funciones  especiales. 

Lo  que  el  moralista  argentino  no  ha  notado  en  el  carác- 
ter nacional,  es  una  preciosa  cualidad  que  k>  dístíngae,  y 
es  que  cuioklo  quiere  dañar  á  un  personaje  público,  y  sus- 
citarte un  Cuitiño,  ó  el  furor  popular,  empieza  por  decir: 
¿quien  sabe  quién  morirá,  cuando  haya  el  combate  que 
provocan;  es  imprudente  decir  esto  ó  aquello,  en  vísperas 
de  elecciones^  cuando  las  pasiones  se  enardecen  é  infla- 
man! Si  tal  cosa  quiere  introducir  en  Buenos  Aires 
(Cervantes)  el  pueblo  se  levantará  con  las  armas  en 
la  mano. 

Mire  usted  que  dice  que  somos  inmorales,  cuando  el 
pueblo  argentino  es  bueno,  generoso,  y  dispuesto  á  hacer 
revoluciones  armadas^  y  aun  á  matar  á  quien  viene  seña- 
lando á  sus  ¡ras,  para  darse  los  aires  de  ser  mas  argentina 
y  mas  populachera,  cualidades  que  le  faltan  ó  le  sobran, 


OBK.AS  DK  BAHHIBNTO 

¿  nuestros  edificios  y  á  nuestras  aves,  aunque  sean 


GUERRA  SIN  CURRTELI 

(£1  Nacicmal,  Febrero  13  de  IST». ) 

BDletuí  qnela  allreax  regards  elle  (la  Natton)  Jelte 

Qaels  Démonsl  qaels  serpees  tralne-t-elle  aprís  aolf 
Hé  bteol  Pilles  d'Enfer,  tos  malna  sont-elles  prJtesT 
Ponf  qai  sonl  ees  serfyeng  qnl  Blfflant  sur  tos  Utesl— 
(Andromaque,  ácio  V.) 

ladronl  al  asesinol  al  matador! 

ticia,  cielo  santo,  justicial  Estoy  perdido:  me  han 
tol  Me  han  cortado  el  pescuezo!  me  han  robado  mi 
I 

lien  puede  ser?  qué  se  Iiizol  dónde  est&?  Dónde  se 
ide?  A  dónde  encontrarlo?  á  dónde  corre?  á  dónde 
rrel  no  estará  por  aquí?  no  estará  porahi?  Quién  esl 

n Pronto  acudanl  comisarios,  arqueros,  prevostes, 

s,  alcaides,  potencias,  verdu(;os.  Quiero  hacer  ahorcar 

3  el  mundo,  «si  no  encuentro  mi  plata. .  .•  y  me  ahor- 

á  mi  mismo  despuestt 

il  soy  yo,'  exclama  Harpagon,  viendo  que  se  ha  co(;ido 

razo  él  mismo,  tomándose  por  el  ladrón.     «Teo  que 

ibeza  está  trastornada!  etc.s 

I  tiene  estupefactos  La  Naown.    Hace  pocos  dfas  lanzó 

itoiieg'Uer'ra,  de  que  no  hicimos  gran  caudal,  sabiendo 

ra  contra  los  de  la  Liga,  con  quienes  nada  tenemos  de 

n. 

o  ayer,  cuando  apenas  habíamos  candidamente  satis- 

&  sus  demandas;  cuando  nos  disculpábamos  humilde- 

e  de  no  haber  (jcomo  diremos  para  no  ofender  los 

undos  oidos  de  la  casta  Susana!)  diremos,  pues,  como 

lia,  azotado  mujeres;  y  proraettdole  no  introducir  en 

5S  Aires  las  pastoriles  galas  que  Don  Quijote  recuerda 

3  zagalas  de  la  edad  de  oro,  con  sus  vestidos  breves 

íados,  nos  lanza  al  oído  y  de  improviso  el  tremendo,  el 

lono  alarido  de  oüeriu  sin  cüabtbl;  y  no  ya  solo  á  la 

sino    á    nosotros  mismos,  al    Naáonat,  á  la  persona 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  177 

<)ud  esté  tras  de  bastidores,  &  todos  los  que  tal  reto  y  pro- 
<;lainacion  oyerent  de  guerra  sin  cuartel. 

Es  de  quedarse  lelos  al  oir  semejante  algazara. 

Y  toda  esta  bulla,  porqué? 

Nada  mas  que  porque  hemos  dicho  inocentemente  que» 
¿juzgar  por  los  pasados,  los  Presidentes  futuros  no  han 
-de  ser  gran  cosa,  aconsejando  á  todo  el  mundo  &  confor- 
marse con  el  que  nos  toque,  siguiendo  aquel  dicho  vulgar 
<]ue  el  que  no  tiene  mas,  se  acuesta  solo,  ó  como  pueda. 
4Que  mal  hay  en  ello? 

«La  importancia  de  estas  palabras,  exclama,  que  son  una 
revelación,  nos  obliga  &  estudiarlas  detenidamente;»  hecho 
4o  cual,  nos  declara  guerra  sin  cuartel. 

Acusado  injustamente  Mr.  Pickwick  de  haber  dado  pala- 
i)ra  de  casamiento  á  una  fondera,  el  abogado  de  la  demanda 
hacía  valer  como  prueba  una  esquelita  del  acusado,  en 
<iue  para  que  le  preparase  el  almuerzo  le  pedía  costillitas 
con  tomates.  Y  el  abogado  exclamaba,  con  todo  el  calor 
de  la  virtud  ultrajada,  «comprende  el  tribunal  todo  lo  que 
de  comprometedor  ó  de  inmoral,  si  su  intención  no  eVa 
iionesta,  hay  en  este  pedido  de  costillas  con  tomates?  Qué 
revelación!  ó  que  depravación! 

Nosotros  creíamos  cuando  mas,  haber  dicho  una  vulga- 
ridad, en  lo  de  Presidentes,  así,  asi,  y  salimos  convictoá  y 
confesos  de  haber  dado  palabra  de  casamiento  k  la 
Liga! 

También  parece  que  nos  hemos  descuidado  en  dejar  tras- 
lucir que  algunos  anitnclan  uno,  no  sabemos  si  de  los  ma- 
los pasados  como  futuro,  y  ya  se  nos  asegura,  aque  sería  et 
<inuncío  de  la  mas  terrible  guerf*a  civil  que  tuviera  la  BepúbUcajá 

Y  sobre  aquella  sospecha  nuestra,  de  que  los  pájaros 
serán  cual  es  el  nido,  en  el  primer  caso;  ó  de  que  el 
nido  será  cual  es  el  pájaro  en  el  segundo,  se  desatan  las 
furias  infernales,  y  dando  por  seguro  que  ala  Liga  est& 
apoyada  en  los  elementos  oñciales  de  la  Nación»,  lo  que 
prueba  que  nosotros  no  somos  arte  ni  parte  en  el  enredo» 
«e  descarga  el  siguiente  torrente  de  imprecaciones  y 
amenazas: 

c  Un  Pacto  se  está  haciendo  para  destruir  para  siempre 
^  los  audaces  usurpadores  de  la  soberanía  popular. 

Tomo  zl.-12 


178 


OBRAS   DB   SAKMIISNTO 


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• 


«  Contra  los  que  oponiéndose  á  la  política  de  concilia- 
ción, no  hablan  sino  de  exterminio. 

«  Contra  la  liga,  la  opinión  se  está  formando,  y  si  resiste^ 
las  consecuencias  serán  desastrosas. 

«  El  estallido  de  la  voluntad  popular. . . 

«  El  peligi*o  es  inminente. 

«(  Libertad  del  sufragio  la  habrá  I  sin  eso,  el  orden  nacio- 
nal va  á  conmoverse  profundamente  I 

«  La  guerra  sin  cuartel  no  asusta  á  nadie,  porque  no  es 
opinión  sino  de  pocos. 

«c  Seria  bueno  empezar  por  suprimir  las  amenazas  de  la 
guerra  sin  cuartel.» 

Cómo  hiciéramos  para  volver  la  tranquilidad  á  esta  alma 
perturbada  I  Supone  amenazas  y  no  se  le  apean  de  los 
labios  la  guerra  civil,  los  combates^  las  resistencias  arma- 
das, la  destrucción  para  siempre  de  los  audaces  usur- 
padores! 

Quisiéramos  decirle  para  calmarla  que  El  Nacional^  es 
extraño  á  esas  ligas,  cuya  existencia  deplorarla,  que  no 
tiene  relación  con  elementos  oficiales,  ni  segundaria  sus 
propósitos  en  caso  de  tenerlos  ilícitos.  Por  tanto,  que 
está  viendo  un  antagonista  que  no  existe;  y  si  abandona 
La  Nación  sus  conatos  revolucionarios,  sus  luchas  armadas^, 
sus  consecuencias  desastrosas  y  ese  arsenal  de  guerra,  de 
violencia,  tendrá  un  colaborador  en  El  iVíoMnonaí,  que  detesta 
cual  ninguno  la  coacción  ó  el  fraude  electoral. 

Dando  seguridades  á  este  respecto,  vamos  ahora  al 
nuevo  caso  presumible  de  guerra  civil. 

Tranquilizaremos  á  nuestros  lectores,  á  quienes  ya  no  se 
despega  la  camisa  al  cue^o,  de  miedo  de  aquella  guerra 
civil.  No  llegará  el  caso;  no  son  tan  mal  aconsejados  los 
electores,  que  á  trueque  de  obrar  según  su  conciencia», 
fuesen  á  desafiar  las  explosiones  de  aquel  Vesubio,  que 
tenemos  bajo  nuestras  plantas  y  cuyo  cráter  echa  huma 
ya  por  la  boca  de  La  Nación  I 

Seguros  de  que  tal  no  sucederá,  examinemos,  sin  em-« 
bargo,  este  cohete  chingado.  Nos  parece  al  contrario  que 
era  remedio  eficaz  contra  guerras  civiles.  Cuando  el 
derecho,  las  leyes,  la  conveniencia  pública  no  contienen 
las  pasiones  de  los  hombres,  suelen  ser  eficaz  medio  una 


'■ 


LOS  DSSPALLBClMlBNTOS  T  LO»  DU8YI0S  179 

continua  serie  de  derrotas»  con  lo  que  abandonan  el  nial 
hábito. 

Asi  sucede  con  las  revoluciones.  Una  triunfante,  sugiere 
la  idea  de  otra,  con  otro  motivo,  y  al  ñn,  de  revolución  en 
motin,  y  de  motin  en  revueltas,  se  pierde  la  conciencia 
del  derecho  y  de  la  tranquilidad  pública. 

Esto  es  lo  que  sucede  en  América. 

Pero  supongamos  que  partidos  ó  facciones  que  han 
adquirido  este  mal  hábito,  pasando  de  los  notables  á.  los 
plebeyos,  hacen  una  formidable  revuelta  en  la  Rioja,  y  les 
daii  en  la  cabeza  á  los  revoltosos,  tres  en  el  Entre  Ríos  y 
les  sucede  lo  mismo,  y  otra  en  Buenos  Aires  con  los  capo- 
rales, y  no  tenga  mejor  éxito,  es  seguro  que  se  irán  curando 
poco  á  poco  del  feo  vicio  de  hacer  guerra  civil,  que  sola 
quedará  en  cabezas  calientes  de  escritores,  que  hablarán 
de  la  cosa  por  el  que  dirán  y  nada  mas. 

Luego  la  guerra  civil  se  hace  con  ejércitos,  ó  parte  de 
ejércitos,  pues  el  paisanaje,  está  probado  haslía  en  los  Esta» 
dos  Unidos  que  es  un  costoso  y  pobre  elemento  de  guerra. 
Nuestro  ejército  tiene  hoy  horror  á  la  guerra  civil,  lo  que 
no  sucedía  antes^  que  lo  mandaban  aficionados,  y  sin  el 
ejército  harán  asonadas,  alborotos,  pero  no  guerra  civil» 
aunque  hagan  perder  algunos  centenares  de  miles  de 
pesos  á  las  gentes  pacificas. 

Cuadra  la  casualidad  que  los  gobiernos  de  las  provincias 
son  electores,  y  están  ligados  contra  el  partido  revolucio- 
nario; y  si  el  gobernador  Tejedor  intentó  una  revolución 
legítima  y  le  salió  mal  cuando  joven,  no  está  para  el  casa 
en  la  edad  madura,  para  hacer  guerras  civiles  inspiradas  por 
La  Nacüm^  que  á  lo  que  parece,  no  hizo  en  toda  su  vida  otra 
cosa  que  revoluciones,  elecciones  dejeneradas  en  lucha 
armada  y  resistencias  hasta  el  último  aliento! 

Como  el  hacer  mal  nunca  se  pierde,  y  las  buenas  recetas 
deben  saberse  para  los  casos  fortuitos,  diremos  que  no  hay 
remedio  mejor  contra  el  virus  revolucionario,'que  tratarla 
como  todas  las  otras  enfermedades,  seria  y  concienzuda- 
mente. Los  buenos  médicos  aconsejan  que  á  los  locos  se 
les  trate  como  cuerdos,  razonando  con  ellos,  hablando  siem- 
pre el  lenguaje  de  la  realidad,  sin  hacer  concesiones  á  su 
actual  estado  mental.  Lo  mismo  se  estirpa  el  espíritu 
revolucionario,  que  es  una  locura  que  afecta  por  témpora- 


OBRAB  DS  BASHIBNTO 

:  partidos  políticos  y  es  contagiosa.  Ha  de  habl&r- 
iamenté,  y  aplicarles  los  documen''.os  mas  reco- 
s  por  las  leyes,  que  el  loco  por  la  pena  es  cuerdo; 
]Ue  la  prudencia  aconseje  ciertas  atenuaciones,  es 
ha  de  dejarse  jamas  de  insistir  es  en  contradecir 
rioa,  y  repetirles  lo  que  la  razón  y  las  leyes  dispo* 
i,  cuando  el  maniaco  de  revoluciones  diga:  el 
I  permite  que  se  le  usurpen  sus  derechos,  el  médico 
;estarle: 

)Sl  estése  tranquilol  el  pueblo  permite  que  el  Con> 
jobierno  y  los  Jueces  resuelvan  lo  que  juzguen  de 
moque  pueda  ser  errado. 
le   las  elecciones   degeneran    en    lucha    arma- 

inga  Vd.  cuidado.  El  Policeman  Garmendia  le 
1  los  dedos  un  papirote  al  que  saque  armas.  No 
sobro  todo,  armado,  porque  le  recetaré  la  camisa 

iBO  de  duda  en  laselecciones,  la  fuerza  decide... 
ítío,  en  cuanto  no  hay  otra  fuerza  que  la  que  dá 
énto  &  las  leyes  del  Congreso;  y  si  el  Congreso 
nque  sea  un  Congreso  de  conciliación  y  juzgue 
lerza  hari,  disipar  todas  las  dudas,   como  en  la 

altri  sitti. 

spresalias  entonces 

laniaco  homicidal  Que  sabe  Vd.  de  represalíasl 
alia  es  una  voz  del  derecho  de  gentes  (y  nigue  una 

concluye  el  médico):  Ya  basta  de  charla  por 
azon  se  debilita  con  el  mucho  hablar.  Vuelva  &. 
y  mañana  escriba  otro  articulo  como  gñlo  de  guerra. 

cuartel,  puesto  que  por  ahi  le  ohifln  el  diublo; 
réngase  de  todo  acto  bélico. 

lolo  retirarse,  mientras  va  tirando  tajos  y  reveses, 
I  cou  alguna  revolución  ó  combate,  el  facultativo,  i 

se  dirá  entristecido:  Mire  Vd.  í  lo  que  nos  con- 
I  malas  lecturas,  ó  no  entender  lo  que  leemos,  ó 

la  juventud  hemos  vistoí  Este  joven  tan  bueno, 
9r  tan  dulce,  'le  profesión  é  inclinaciones  tan  paci- 
estraviado  su  espíritu,  soñando  guerras  civiles, 
violencias,  respirando  sangre,  prefiarando  comba- 
cree   salvadores,  y  escribiendo  con  títulos  rojos. 


LOS  PBSFALLB0IMIBNTO8  Y  LOS  DBSYIOS  181 

guerras  sin  cuartel^  gritos  de  giierra^  Wgas  de  malsines,  gobier- 
nos idriara^  y  sanguinarios^  y  todo  se  vuelve  sangre  y  armas 
y  combates  en  esta  cabeza,  educada  para  las  artes  de  la 
paz,  para  las  luchas  del  foro,  pero  que  precisamente  porque 
no  ha  visto  los  horrores  y  la  inutilidad  de  la  guerra  civil» 
bajo  una  constitución,  cree  que  es  un  sanalotodo  y  «n 
bocado  esquisito  que  puede  serviree  á  pueblos  comercian- 
tes, agricultores,  cargados  <ie  deudas  y  alarmados  de  que 
hombres  al  parecer  serios  no  conozcan  otro  lenguaje  ni 
otros  remedios.  Biaogna  di  liquoref  bitogtM  diliquorel 

U  LUCHA  ELECTORAL 

{Bl  Naci4mal,  Pebrero  13  de  i87f .) 

Loado  sea  Dios !  Volvemos  k  nuestro  dilacerado  y  pobre 
viejo  sistema  electoral,  base  del  gobierno  representativo» 
sin  conciliaciones,  sin  pactos  ni  supresión  quimérica  de 
luchas. 

El  partido  autonomista,  en  la  declaración  tan  sin  preten- 
siones, tan  sencilla  por  su  verdad  misma,  anuncia  que  abre 
su  campaña  electoral,  para  hacer  que  sus  ideas  estén  de- 
bida y  honorablemente  representadas  en  la  Legislatura 
Provincial. 

La  carta  circular  del  Presidente  Gambaceres,  confir- 
ma y  estiende  las  aserciones  del  Consejo  Directivo,  y  no 
habrá»  lo  esperamos,  viejo  autonomista,  ni  nuevas  adquisi- 
ciones y  adhesiones  que  no  sientan  rebullir  en  sus  pechos 
su  sangre  autonomista,  al  recuerdo  de  sus  pasadas  lides  y 
de  sus  triunfos  y  pérdidas  comunes. 

Viene  el  partido  autonomista  otra  vez  á  la  escena,  alec- 
cionada por  el  miraje  de  las  vanas  conciliaciones,  aleccio- 
nado por  los  pasados  acontecimientos,  robustecido  con 
nombres  nuevos,  aunque  deplore  la  |>érdida  de  otros  que 
han  raleado  sus  filas,  ya  pagando  el  triste  tributo  á  la  na- 
turaleza, ya  sep&randose  en  grupo  aparte,  por  un  mo- 
mento de  extravio  y  nos  asociamos  á  los  votos  del  Presi- 
dente Gambaceres,  al  llamarlos  de  nuevo  al  hogar  común,. 
de  que  no  debieron  separarse. 

Pretendían  ser  la  parte  mas  avanzada  en  ideas  liberales» 
y  desdeñaban  militar  al  lado  ó  al  frente  de  otros  á  quienes 


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182 


OBKA«    DR  MAKMIBNTO 


consideran  muy  retardados.  Corrían,  sin  embargo,  el  ries- 
fro  de  formar  una  tercera  entidad  y  colocarse  entre  dos 
ruedas  de  molino,  ó  bien  de  avanzarse  tanto,  tan  al  frente, 
que  al  fin  se  encontrarán  en  las  filas  de  sus  antiguos  ad- 
versarios políticos,  que  á  su  turno  pretenden  mandarlos  á 
la  i^etaguardia. 

La  verdad  es  que  un  partido,  aun  los  republicanos  y  los 
monarquistas,  donde  los  hay,  tienen,  merced  á  la  libertad 
del  pensamiento,  sus  gradaciones  y  sus  diversidades  de 
intensidad  en  la  opinión.  Habrá  necesariamente  republi- 
canos moderados  como  en  Francia,  y  republicanos  rojos 
que  hacen  el  centro  de  la  izquierda,  como  allí  se  llaman,  y 
la  estrema  izquierda,  con  ideas  mas  avanzadas,  lo  que  no 
quita  que  figuren  en  su  lado,  antiguos  monarquistas  que 
sin  dejarlo  de  ser  del  todo,  adhieren  sin  embargo  á  la  re- 
pública, por  serla  constitución  republicana, y  que  votarán 
con  los  republicanos. 

En  oposición  estarán  los  monarquistas  en  principio,  aun- 
que no  en  simpatías,  divididos  en  monarquistas  jenuinos 
ó  legitimistas,  en  constitucionales  y  en  imperialistas,  pero 
todos  formando  un  centro,  con  sus  alas  de  diverso  matiz, 
pero  del  mismo  color. 

Sin  estas  recíprocas  tolerancias  y  asociaciones,  los  parti- 
dos dejan  de  ser  partidos,  y  se  convierten  en  fracciones 
incapaces  de  triunfar,  por  su  propia  debilidad  y  subdi- 
visión. 

Entramos  pues,  de  nuevo,  en  las  condicciones  normales 
de  la  vida  pública. 

No  mas  conciliaciones,  no  mas  deseos  de  suprimir  la 
lucha  electoral.  Venga  ella  en  hora  buena,  bajo  un  gobierno 
honrado  que  cumplirá  honradamente  con  su  deber  y  bajo 
la  garantía  de  la  fuerza  pública,  puesta  en  mano  firme 
guiada  por  ciudadanos  que  comienzan  su  vida  pública,  de- 
sempeñando un  cargo  de  responsabilidad  y  que  no  han 
de  jugar  su  reputación  al  primer  envite,  olvidando  que  tie- 
nen cuarenta  años  de  porvenir  por  delante,  y  que  todos 
los  errores,  los  vicios  y  las  infidelidades  se  tienen  en  cuenta 
para  lo  futuro. 

Nunca  pues,  se  ha  iuaugurado  un  período  electoral  bajo 
mejores  auspicios.  La  violencia,  el  fraude,  son  armas  y 
resortes  de   los  débiles,  y  el    partido  autonomista  viene 


V 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  183 

hiendo  de  tiempo  atras^  el  receptáculo  adonde  convergen 
los  pequeños  arroyuelos  de  la  opinión,  que  huye  de  es- 
tagnarse  en  aquella  laguna,  salobre  en  fuerza  de  irse  se- 
cando y  no  alimentarse  de  nuevas  corrientes,  que  se  llamó 
partido  nacionalista,  cuando  se  sintió  expulsado  de  todas 
las  Provincias,  excepto  de  Corrientes,  que  reconquistó  con 
ios  Pampines,  Atzconas  y  otras  vejeces  resucitadas  de  ahora 
veinte  años. 

Saludamos  pues,  al  partido  autonomista  y  le  auguramos 
la  victoria,  no  en  todos  los  terrenos^  sino  en  el  único  legal,  la 
elección. 

FUERA  DE  BROMAS 

{Bl  NaeUmai,  Febrero  14  de  1870.) 

Nuestra  querella  con  La  Ntteiony  tiende  á  envenenarse» 
por  mala  intelijencia,  mas  bien  que  por  oposición  radical 
de  propósitos. 

Tenemos  el  mismo  interés  en  que  el  fraude  ó  la  coacción 
«p  las  elecciones  desaparezca. 

Deseamos  igualmente  que  los  que  gobiernan  se  tengan 
^n  los  límites  de  sus  funciones,  sin  imponer  su  voluQtad 
Á  los  gobernados. 

Cónstale  ahora,  que  no  estamos  ligados  con  gobernadores 
electores,  ni  cosa  que  lo  valga,  ni  con  elementos  oficiales, 

nacionales  ó  provinciales. 

a  Nos  parece  igualmente  que  todos  haríamos  bien  en  mo- 
derar el  lenguaje,  y  si  bien  no  puede  suprimirse  el  empleo 
de  las  palabras  necesarias,  para  denunciar  los  hechos  que 
tengan  lugar,  podemos  hacer  un  propósito  serio  de  no  al- 
terar la  verdad  de  los  hechos.  » 

Hasta  aquí  estamos  conformes. 

No  lo  estaremos»  sin  embargo,  en  no  reabrir  «el  juicio 
«obre  el  pasado,  que  el  patriotismo  cerró  para  siempre  ». 

Se  equivoca  al  creer  que  pedimos  el  exterminio,  ni  aun 
el  castigo  de  delitos  políticos  que  han  sido  amnistiados  y 
perdonados,  por  haberlo  sido  por  leyes  y  actos  legales  quo 
debemos  obedecer  y  respetar,  aunque  los  consideráramos 
desacertados. 

Pero  aun  llamándolos  cubiertos  para  siempre,  como  sa 


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OBRAS  OB  8AKMIBMT0 


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dice,  por  el  patriotismo,  se  falta  á  ese  respecto  con  la  ley. 
El  patriotismo  en  cuestiones  tan  graves,  es  una  palabra 
sin  sentido»  y  puede  encubrir  no  solo  errores,  sino  actoa 
criminales,  como  lo  hemos  visto  en  documentos  revolucio- 
narios, que  principiaban  por  asegurar  que  eran  dictados 
por  el  mas  puro  patriotismo. 

Patriotismo  no  es  término  ni  constitucional  ni  jurídico. 

El  patriotismo  no  ha  borrado  las  tristes  páginas  de  nues- 
tra historia  contemporánea,  y  no  se  ha  de  decir  que  na 
tenemos  historia  antes  del  acto  de  amnistía,  cuando  loa 
mismos  amnistiados  miran  en  poco  los  deberes  que  aquella 
concesión  les  impuso,  y  continúan  haciendo  alarde  del 
delito  amnistiado,  ofreciendo  y  sosteniendo  de  palabra  y 
obra  repetirlo,  cada  vez  que  les  plazca. 

Nosotros  no  hemos  suscrito  á  ese  pacto  del  patriotismo,, 
que  hace  enmudecer  la  historia,  suprimir  las  leyes,  y  solo^ 
sirve  para  hacer  estéril  el  vencimiento,  la  amnistía  y  el 
perdón. 

Un  convenio  ofrecemos  á.  La  Nación  y  nos  verá  llenar  por 
nuestra  parte  lo  estipulado.  No  nombre  jamas  guerra  civiK 
como  expresión  de  la  acción  popular.  No  miente  lucha 
armada^  en  las  elecciones;  no  presienta  ni  revoluciones,  nt 
resistencias,  que  turben  la  tranquilidad  pública,  contra  las^ 
demasías  que  teme  de  los  Gobernadores. 

En  la  Constitución,  en  las  leyes,  en  el  derecho,  en  la 
práctica  de  los  gobiernos  Ubres,  en  la  opinión  pública,  en 
la  prensa,  hemos  de  encontrar  seguros  medios,  aunque 
no  siempre  triunfantes  de  remediar  los  males  que  nos 
aquejan. 

Hános  sucedido  alguna  vez  no  poder  hacer  justicia  al 
derecho  contra  irregularidades,  porque  al  alegar  el  derecho^ 
lo  hacían  en  nombre  de  principios  falsos,  de  usurpaciones 
de  poder,  de  manera  que  para  hacer  justicia  sobre  un  hecho 
accidental,  teníamos  que  reconocer  una  flagrante  usurpa- 
ción de  facultades  y  una  doctrina  que  pervertía  las  insti- 
tuciones. 

Sucédenos  lo  mismo  con  La  Nadan,  Si  reclama  contra  loa 
abusos  de  poder,  violentando  el  libre  sufragio,  estaremos 
con  ella,  mientras  busque  el  remedio  dentro  de  los  limites 
de  las  instituciones  que  nos  rigen.  Pero  si  nos  habla  áe 
^uerra^civil,  de  resistencias  armadas,  como  recurso  contra 


L08  DB8FALIiBGiMI£NT08  T  LOS  DESVÍOS  185 

el  abuso,  hemos  de  estar  del  lado  del  abuso  pasajero  ó 
local,  á  trueque  de  no  consentir  en  que  por  remediarlo  se 
perturbe  la  tranquilidad  pública,  que  es  el  abuso  de  los 
abusos,  y  el  mal  insondable  que  nada  puede  remediar. 

Nuestros  gobiernos  son  necesariamente  imperfectos,  y  á 
veces  detestables,  á.  causa  de  que  los  pueblos  que  gobiernan, 
están  mal  preparados  para  la  complicada  existencia  de  la 
vida  en  los  pueblos  libres. 

Razones  son  estas  que  no  deben  disimularse,  por  que 
están  á  la  vista  de  todos;  pero  la  apelación  á  las  armas,  el 
trastorno  brusco  por  la  violencia,  á  mas  de  los  males  que 
trae  consigo,  tiene  el  inconveniente  de  alejar  mas  y  mas  al 
pueblo  de  la  práctica  regular  de  las  instituciones  libres, 
dando  al  que  vence  el  derecho  de  arreglarlo  todo  á  su 
paladar,  quitando  á  los  vencidos  hasta  el  derecho  de  que- 
jarse. 

La  fatal  revuelta  de  Corrientes,  no  ha  triunfado  por  su 
vigor  y  fuerza,  sino  por  la  infidelidad  de  los  empleados  en 
la  intervención,  que  entendieron  que  hacer  deponer  las 
armas  á  los  sediciosos,  como  el  acto  público  del  Presidente 
lo  ordenaba,  era  armarlos,  erigiéndolos  en  autoridad,  para 
influir  en  las  deliberaciones  del  Congreso,  mientras  dis- 
cutía. 

Aparte  de  esta  tricherie  ministerial,  todas  las  revoluciones 
del  mundo  han  sucumbido,  de  veinte  años  atrás,  y  han  de 
ser  frustradas  en  adelante,  sin  dejar  mas  recuerdo  que 
vigorizar  á  los  gobiernos  agredidos,  y  autorizarles  por  la  ley 
á  ser  mas  restrictivos,  y  suprimir  libertades  que  los  ponen 
en  peligro. 

Entre  nosotros,  las  pretendidas  revoluciones,  tienen  hoy 
un  estimulo,  aun  para  jóvenes  bien  intencionados,  y  es  la 
impunidad  con  que  se  anuncian,  se  propalan  y  ejecutan. 

Qué  es  al  cabo  una  revolución?  Un  periodo  de  excitación, 
de  actividad,  de  agitación,  en  que  cada  individuo  cree  valer 
mas  que  el  gobierno,  en  que  el  entusiasta  se  abandona  á 
8u  imaginación;  el  patriota  cree  que  está  salvando  á  la 
patria;  el  valiente  halla  campo  para  sus  hazañas;  el  ambi- 
cioso remedio  á  las  injusticias  de  la  opinión;  y  acaso  el 
hombre  de  Estado  lo  encuentra  en  defectos  orgánicos. 

La  guerra  contra  Méjico,  la  promovieron  los  esclavócra- 
tas  del  Sur,  para  ensanchar  el  territorio  á  esclavos,  fuera 


186 


OHRA8    ÜB   8ARMISNT0 


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del  36®  del  proviso.Wúxnot;  y  la  segundó  toda  la  juventud 
norte-americana,  fastidiada  de  casi  medio  siglo  de  paz,  y 
ansiosa  de  emociones,  de  actividad  y  de  guerrear. 

Formado  el  gusto  á  las  aventuras,  la  guerra  civil  del 
Sur  encontró  de  una  y  otra  parte  los  ánimos  fácilmente 
dispuestos  á  ir  á  la  guerra,  que  ya  habían  probado  con  éxito 
en  el  extranjero;  y  la  juventud  y  las  universidades  de  Boston 
Yaie,  Harvard,  y  de  las  clases  acomodadas,  formaba  uh 
exódo  de  soldados  voluntarios,  en  defensa  de  la  libertad  de 
los  esclavos,  que  no  les  importaba  gran  cosa,  y  en  satisfac- 
ción de  su  hambre  de  combates,  gloria,  heroicidad  y  lo  de 
mas  allá. 

Verdad  es  que  en  Bullrun,  su  primer  encuentro  quedaron 
tendidos  unos  pocos,  y  los  demás  llegaron  á  sus  casas  satis- 
fechos de  combates,  por  ver  que  no  se  hace  la  guerra  con 
el  ánimo  ni  las  convicciones,  sino  con  metralla  y  buenos  y 
sólidos  regimientos  para  resistirla.  La  guerra  costó  un 
millón  de  soldados,  poco  entusiastas  por  la  libertad  de  los 
negros,  pero  disciplinados  y  endurecidos  á  las  fatigas  en 
años  de  combates. 

Gracias  á  las  conciliaciones,  hacer  ó  siquiera  desear  revo- 
luciones, son  tortas  y  pan  pintado!  Quién  murió?  Los  que 
tienen  por  oflcio  morir,  tres  ó  cuatro  notables  de  uno  y 
otro  lado,  y  mil  infelices  que  no  saben  por  qué  ni  quién  los 
mata  y  de  cuya  existencia  ó  desaparición  se  les  da  dos 
ardites  á  los  revolucionarios.  Vencidos,  son  objeto  de  in- 
terés, prisioneros,  reciben  ovaciones  de  sus  amigos.  Nunca 
han  valido  mas  unos  cuantos  peones  de  revolucionarios 
que  cuando  estaban  presos.  Oh!  qué  patriotas?  No  me 
acuerdo  como  se  llama  ó  no  lo  oi  nombrar  antes!  Amnis- 
tía! Se  da  nuevo  manifiesto  revolucionario,  se  le  pone  en 
libertad.  Solo  el  gobierno,  avergonzado  de  haber  triunfado 
contra  aquellos  mártires  de  la  libertad;  y  al  ñn,  tanto 
miedo  ponen  y  tanto  conspiran,  que  se  les  ruega  tengan  la 
bondad  de  ser  generales  de  la  nación,  ministros  etc.,  y  & 
fuerza  de  empeños^  vejámenes  y  tragar  saliva,  se  logra 
que  condesciendan  en  ello,  salvando  su  derecho  impres* 
criptible  de  hacer  otra  y  cien  revoluciones  mas. 

Y  las  viudas  y  los  hijos  de  los  que  murieron?  Eh!  de 
algo  ha  de  morir  uno.  Peor  es  que  hubiesen  muerto  de 
fiebre  amarilla. 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  187 

Todo  esto  será  muy  bueno,  muy  humano,  muy  quijotezco 
si  se  quiere,  y  prueba  de  mal  corazón,  de  instintos  sangui- 
narios no  aplaudir^  ya  que  no  se  opuso  obstáculo  á  estas 
novelas. 

Pero  pongamos  término  no  al  debate  solamente,  sino  á 
los  propósitos  revolucionarios.  Es  mucho  pedir  pretender 
como  cosa  inocente  conmover  el  orden  público,  los  mismos 
que  lo  perturbaron  antes,  y  privar  á  los  que  los  contuvieron 
del  derecho  y  del  deber  de  desbaratar  sus  nuevos  planes. 

El  solo  lenguaje  de  La  Nación,  es  ya  un  atentado  contra 
las  leyes  y  una  amenaza  contra  la  tranquilidad  pública. 

No  lo  usaría  en  ninguna  nación  libre  sin  responder  ante 
la  justicia  por  ello. 

No  se  habla  hoy  de  revoluciones,  en  punto  alguno  del 
mundo  civilizado;  no  hablemos  nosotros,  por  dignidad  al 
menos.  En  Méjico,  en  el  Perú,  en  Venezuela,  en  el  Ecua- 
dor se  hacen  revueltas  y  motines  diarios;  pero  al  menos  la 
prensa,  por  pudor,  no  abre  cátedra  de  derecho  revolucio- 
nario, como  es  gala  y  profesión  de  una  parte  de  la  nuestra. 

Nuestro  propósito,  y  hemos  de  conseguirlo,  es  restablecer 
á  este  respecto  el  sentimiento  moral  perdido,  y  no  hemo3 
de  consentir  en  que  mal  aconsejados  constituyan  de  la 
amnistía  un  privilegio,  del  perdón  un  derecho,  contra  las 
leyes  que  se  hicieron  enmudecer,  contra  la  sociedad  que 
sufrió  los  extragos,  sin  reparación  y  sin  i*esarcimiento. 

NOS  ENTENDEROS 

(El  Naeional,  Febrero  16  de  1879.) 

Tres  artículos  trae  La  Nación  de  ayer  y  la  de  hoy,  en  que 
aceptando  ya  nuestra  propuesta  de  pacto,  no  hay  una  sola 
guerra  civil  invocada,  ni  el  rumor  de  combates,  ni  de  luchas 
armadas. 

Por  ahisele  escapa,  que  no  es  obra  de  un  dia  abandonar 
hábitos  de  lenguaje  mas  bien  que  de  ideas,  algún  gober- 
nador brutal,  la  reminiscencia  de  los  malhadados  azotes,  y 
algunas  otras  prendas  del  antiguo  bagaje.  Hasta  el  sol 
tiene  manchas. 

Nos  congratulamos,  sin  embargo,  del  feliz  cambio,  por  la 
que  respecta  á  LaNacion  misma,  que  porque  á  lo  que  noso--> 


OBRAH  DI  «ARHICNTO 

1.  casi  debiéramos  sentirlo,  pues  no  esgrimiendo 
H  aquelias  dimas  vedadas,  no  sabciaraos  qué  con- 
al  objeto  principal  de  sus  artículos,  que  nos  inte- 
lenps  que  lo  que  se  imagina,  incluso  la  prueba  de 
'iacioaal  uo  tiene  partido  en  Buenos  Aires,  según  Be 
er  en  adelante. 

US  veces  no  se  equivoca  uno  en  sus  pobres  juiciosf 
lerales  que  se  ofrecen  y  dan  batalla,  cuentan  segura 
ia,  y  al  primer  disparo  á  veces  sabe  uno  muy  áaus 
s  lo  que  en  ello  se  contiene. 

ios,  sin  embargo,  que  hay  un  quid  pro  quod  deplorable, 
no  comprendemos  mal,  dirigir  sus  endechas  &  un 
co  Nañonat  de  earue  y  hueso,  mientras  que  en  nuestra 

respuesta  á.  arrogantes  preguntas,  nosotros  hablá- 
in  nombre  de  El  Nacional  de  papel  y  tinta,  que  tene- 
lu  servicio. 

18,  del  primero  se  habla  en  materia  de  partido,  nos 
de»de  ahora  puf  vencidos,  porque  en  verdad  no 
:emos  partidarios,  ni  los  tuvo  en  ningún  tiempo, 
smprecon  el  dia,  durmiendo  donde  le  toma  la  noche 
ca,  sin  propiedad  ai  familia  conocida, 
osa  es  ElNacioiial  de  papel  y  tinto,  que  representa 

no  personas,  yque  tiene  mas  ó  menos  veinte  y  dos 

existencia,  lo  que  lo  coloca  en  la  flor  de  la  juven- 
osando  salud,  y  buen  humor.  Si  hubiera  de  votarse 
'iio  en  las  elecciones,  con  solo  sus  lectores  tendría 
rer  k  nacionalistas  y  ) frico-autonomistas  unidos» 
ejuntos  no  pueden  dar  contigente  igual, 
jesgracia  que  muchos  no  están  inscritos,  por  miedo 
estropeados  en  las  mesas  electorales,  que  no  ofre- 
il    acceso    á  hombres    maduros  y   enemigos    del 

cooio  son  gran  parte    de  los  lectores  de  SU  Na- 

juida  noesTacil  discernir,  hoy  por  hoy,  los  amigos, 
nemigos.  Muchos  nacionalistas  han  dado  en  leer 
to/,  para  saber  lo  que  dice  La  Nación,  y  aun  se  caen- 
Igunos  de  sus  caporales  ceden  &  este  feo  apetito,  & 
las  para  echarle  una  ojeada  y  se  limpian  la  boca  en 
para  que  nadie  sospeche  el  hartazgo,  sin  compro- 
1  bandera. 


LOS  DB8PALLBGIM1BNT08  T  LOS  DE8TI0S  189 

¿Qué  decir  de  los  autonomistas,  que  eran  antes  de  ahora 
la  plata  labrada  de  SU  NaeionaD 

Hay  autonomistas  de  autonomistas.  Autonomistas  auto- 
Qomintas,  para  distinguirse  de  los  autonomistas  autonomis- 
ias,  que  son  cosa  muy  distinta,  según  lo  prueban  maniñes* 
tos  y  contra-maniñestos. 

La  verdad  es  tanto  que  vale  en  plaza  ser  hoy  autonomista, 
que  los  nacionalistas  pretenden  que  son  autonomistas; 
también  tienen  diarios  autonomistas  y  desde  que  se  les 
ha  infundido  sangre  autonomista  en  las  venas,  se  han  sen- 
tido revivir  y  como  rejuvenecidos,  citando  los  nombres 
propios  de  los  que  se  han  tragado  ó  absorvido,  para 
convencerse  de  que  son  verdaderos  y  reales  autonomistas. 

Gomo  Ei  Nacional  es  duro  de  cocer,  no  es  extraño  que  se 
vaya  quedando  solo,  cuando  mascón  los  republicanos, que 
es  la  parte  menos  digerible  y  asimilable  que  el  vasto  estó- 
mago nacionalista  ha  encontrado. 

Tentaciones  nos  vinieran  de  apellidarnos  republicanos 
puros,  que  hemos  sidojsiempre  y  nosliace  primos  hemanos 
de  los  de  los  Estados  Unidos;  pero  como  no  se  puede  ser  nada 
en  estos  tiempos,  sin  tener  su  poco  de  autonomista,  nos 
inclinamos  á.  llamarnos  autonomistas  en  la  forma,  ^  iii  petto 
republicanos,  siguiendo  en  esto  á  los  nacionalistas  que  ya 
no  son  nacionalistas  á  secas,  sino  con  un  baño,  un  barniz 
y  una  máscara  autonomista,  con  lo  que  harán  pasar  gato 
por  liebre  en  las  elecciones  deMarzoI 

Vése  pues,  por  esto  que  dichas  elecciones  van  á  traer  una 
singular  confusión. 

Todos  los  electores  van  á  ser  autonomistas.  De  qué  color 
es  usted,  le  preguntan  á  un  nacionalista  autonomista  y  un 
lirico?  Autonomista;  y  á  un  republicano?  Autonomista. 
Aconsejaríamos  á  los  verdaderos  autonomistas,  adopten  un 
signo  para  reconocerse.  Por  ejemplo,  abrirse  el  ojo  izquier- 
do, con  el  dedo,  al  encontrarse  con  otro. 

Si  hace  lo  mismo  el  interrogado,  estén  seguro  que  es 
fiucionalista;  pues  estos  andan  á  casa  de  candidato,  santo 
y  seña. 

Ya  estamos  mas  avansados  sobre  la  convención  de  nacio- 
nalistas, y  corregiremos  nuestro  pasado  error.  No  son  apo- 
derados,  como    habíamos    creído,    sino    accionistas,    con 


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Totos  cada  uno,  según  el  número  de  acciones  que  repre- 
senta. 

El  de  Buenos  Aires  representáis?  acciones;  y  como  son  tres^ 
cada  uno  representaría  nueve.  Él  ó  los  dos  de  Córdoba, 
quince;  cuatro  los  de  La  Rioja,  y  asi  de  los  demás.  Coma 
de  los  pueblos  que  están  fuera  de  las  condiciones  constitu- 
cionales nos  mandarán  poder,  por  miedo  de  ser  sorprendi- 
dos iii  fraganti  delito  de  conspiración,  habrán  votos,  sin 
votante;  los  que  tendrá  el  Presidente  en  su  mano,  para 
decidir  la  elección. 

No  van,  según  anuncia  el  boletín,  estos  veinte  y  ocho  con- 
vencionales, representantes  de  ciento  diez  y  seis  acciones 
á  lapai\  es  decir  á  cero,  á  nombrar  candidato,  sino  á  prepa- 
rar la  manera  da  nombrarlo,  y  han  de  ser  curiosas  las 
discus*iones,  y  mus  curioso  todavía  ver  votar.  ¡Qué  emoción 
cuando  avance  un  General  y  eche  en  la  urna  ocho  bolas 
negras;  un  doctor  veinte  y  ocho  blancas,  un  covachuelista 
cinco  negras;  y  cuando  no  falte  mas  que  un  votante,  no  por 
eso  se  conjeturará  cuantos  votos  hay  de  mayoría,  pues  el 
de  Córdoba  puede  echar  de  una  sentada  trece  bolas  negras^ 
y  dejarlos  patitiesos  á  los  de  las  blancas. 

Sospecha  La  Nación  que  van  los  autonomistas  no  autono- 
mistas á  copiarles  *  el  invento  de  la  votación  por  acio- 
nes. Tememos  que  no  lo  entiendan  y  no  lo  adopten 
por  eso. 

Se  necesita  ser  nacionalista  para  concebir  y  ejecutar  estaa 
operaciones. 

ÚLTIMO  ATRINCHERAMIENTO 


{Bl  Nacional,  Febrero  17  de  1879). 

No  es  sin  razón  que  hemos  culpado  al  diario  matutino, 
de  propender  á  excitar  las  pasiones  contra  personas. 

Bajo  el  nombre  de  El  Nacional^  entiende  siempre  una 
persona,  y  á  esa  persona  reñere  sin  disimulo  las  malignas 
interpretaciones  que  de  sus  conceptos  hace,  haciéndole  un 
«programa»  de  palabras  aisladas  y  de  todo  lo  que  pueda 
concitarle  odios. 

Para  que  mejor  comprenda  su  desliz,  la  provocamos  á. 
que   cite   concepto  ó  frase  de  El  Nacional^  que  aluda  al 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVIOS  101 

• 

redactor  de  La  Nación^  y  tienda  á  suscitarle  odios.  Si  alguna 
vez  encuentra  posibles  alusiones,  es  para  señalarlo  coma 
un  hombre  esencialmente  bueno,  que  estampa  conceptos 
malos  en  un  diario  político. 

Para  su  edificación,  le  recomendaremos  que  las  leyes 
de  innprenta  y  especialmente  la  de  Francia  y  la  de  Chile, 
definen  delito  de  imprenta  y  fijan  pena,  á  los  escritos  que 
tiendan  á  excitar  odio  contra  el  gobierno,  ó  entre  clases 
sociales,  ó  contra  personas  determinadas*  No  es  permitido 
decirle  curandero,  á  un  médico  ni  de  un  militar  mostrar 
que  es  indigno  de  su  puesto. 

El  ridiculo  mismo  no.  se  ha  de  ejercer  sobre  personas, 
y  en  esta  prohibición  entra  la  caricatura,  que  es  un  media 
de  impresionar  al  público  desfavorablemente,  como  los 
conceptos  escritos. 

En  la  cotidiana  repetición  que  hace  La  Nación,  de  frases 
y  palabras  que  decididamente  no  fueron  escritas  para 
hacerlas  servir  de  bandera,  está  fuera  del  terreno  legal, 
que  no  permiten  que  se  exploten  con  el  ánimo  de  excitar 
al  odio  ó  el  menosprecio  contra  las  personas.  Consérvese 
en  él,  si  asi  lo  halla  útil:  pero  no  lo  alegue  como  un 
derecho. 

Bástanos  para  desarmarla  declarar  que  no  abrigamos 
las  ideas  que  nos  supone,  al  hacer  un  inventario  prolijo 
de  cuanto  un  hombre  ó  un  escritor  haya  podido  decir  en 
su  vida,  como  aquel  Senador  que  citaba  la  clasificación 
de  acto  irregular'  dada  á  una  ejecución  militar  hecha  por 
el  General  Urquiza  en  Caseros,  como  prueba  de  que  la 
misma  frase,  usada  casi  treinta  años  después  en  un  pro- 
yecto de  ley,  era  para  encubrir  crímenes  como  aquel.  Cuando 
se  le  explicó  al  pobre  médico,  que  siendo  la  guerra  á 
muerte  la  que  Rosas  hacia  á  sus  enemigos,  no  solo  en  la 
práctica,  sino  declarada  asi  en  decretos,  sus  jefes  y  oficia- 
les estaban  sujetos  á  la  misma  ley,  tuvo  que  convenir  que 
la  calificación  de  irregular  dada  al  acto  intencionalmente, 
y  no  de  criminal,  era  en  conformidad  con  el  derecho  de- 
la  guerra. 


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192 


0BUA8  US  SARMIVNTO 


UBRE  SUFRAGIO 

iBlNaHmuU,  Febrero  i8  de  i879) 

Sin  tomar  por  bandera  de  partido  lo  que  es  patrimonio 
de  todo  ciudadano  honrado,  sin  esperar  y  poner  &  prueba 
la  sinceridad  de  las  promesas  de  las  autoridades,  de  ase* 
gurar  el  libre  sufragio,  y  sin  hacerles  de  ello  un  mérito, 
puesto  que  no  harían  mas  que  llenar  un  deber  estricto 
hemos,  por  el  contrario,  manifestado  nuestra  conHanza  en 
los  progresos  que  viene  haciendo  la  conciencia  pública  y 
la  observancia  de  las  leyes. 

No  hemos  trepidado  en  aconsejar  que  el  orden  en  las 
mesas  electorales  sea  garantido  por  la  fuerza  que  contiene 
i  los  turbulentos,  sin  preguntar  que  piensa  ó  de  qué  par- 
tido será  el  Jefe  de  policía  ó  el  Juez  de  Paz.  Bástanos  que 
sean  hombres  honorables,  y  ciudadanos  celosos  del  buen 
nombre  y  respeto  de  la  autoridad  que  invisten. 

Guando  se  trataba  de  la  conciliación,  persona  que  pro- 
fesa las  ideas  que  sostiene  jBI  Naehnal^  hablando  de  los 
diversos  expedientes  que  se  proponian,  y  oyendo  al  Gober- 
nador Casares  decir  que  él  respondía  de  la  regularidad  y 
sinceridad  de  las  votaciones,  en  la  parte  que  le  correspon- 
día aquel  caballero  dijo,  que  para  él  esta  seguridad  et*a 
toda  la  oanoüiaeion  requerida.  Que  le  constaba  que  había 
una  fuerte  preocupación  en  el  público,  sobre  este  punto; 
y  que  el  asegurar  á  todos  los  partidos  la  libre  emisión 
del  voto  en  las  elecciones,  bastaba  para  restablecer  en  los 
ánimos  la  confianza,  y  dar  á  los  partidos  caídos  la  oca* 
sion  de  levantarse,  si  contaban  con  fuerza  de  opinión  sufi- 
ciente para  ello.  Añadió  qué  esta  clase  de  cambios  no 
traían  trastorno,  y  disipaban  por  el  contrario  toda  preocu- 
pación rencorosa. 

Aplaudiendo,  pues,  calorosamente  la  declaración  tan 
espontánea  del  Gobernador  señor  Casares,  indicóle  que 
habia  oído  que  el  censo  electoral  no  tenia  la  aprobación 
de  sus  oponentes,  por  creerlo  falsificado. 

El  señor  Casares,  se  apresuró  á  satisfacer  á  esta  duda, 
asegurando,  que  en  previsión  del  caso,  y  por  actos  oficiales 
que   eran  del  dominio  público,  se  habia  cometido  á  la 


LOS  DBSFALLBCIMIBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  193 

Corte  Suprema  el  nombramiento  de  las  Comisiones  enro- 
ladoras,  las  cuales,  habían  sido  compuestas  de  personas, 
ó  imparciaies  ó  que  repi^esentasen  las  adhesiones  al  par- 
tido contrario;  y  que  si  omisiones  había,  provenían  de  la 
voluntad  de  los  que  tenian  derecho  á  registrar  sus  nombres, 
y  no  lo  hicieron  por  encono,  haciendo  constar  en  muchos 
casos  su  abstención  intencional. 

Estas  abstenciones  no  invalidaban  en  manera  alguna  el 
•censo,  y  no  debía  alterarse,  so  pena  de  cometer  al  capricho 
<le  los  ciudadanos  la  facultad  de  reabrirlo,  según  las  dis- 
posiciones de  ánimo  en  que  se  hallaren. 

Como  ese  es  precisamente  el  objeto  del  registro  electoral, 
que  debe  preceder  de  meses^á  la  elección  en  que  ha  de 
usarse  la  previa  calificación,  nada  había  que  reprochar 
a\  acto. 

Con  estos  antecedentes  pueden  en  hora  buena  los  que 
hoy  toman  por  bandera  el  libre  sufragio,  reproducir  las 
declaraciones  del  señor  Gobernador  actual  y  del  Juez  de 
Chascomus,  abundando  en  el  sentido  en  que  ya  abundaba 
el  señor  Casares,  en  vísperas  de  la  conciliación,  aceptaba 
y  aplaudía  quien  no  participaba  en  la  confianza  que  á 
otros  inspiraban  las  demás  medidas  propuestas,  por  ha- 
llarlas peligrosas  para  la  tranquilidad  pública,  y  una  dero- 
gación de  las  leyes  que  reglan  la  conducta  de  ciudadanos 
y  militares. 

Reproducimos  con  gusto  la  nota  del  señor  Juez  de  Paz 
de  Chascomus,  como  una  prueba  de  que  el  país  todo 
empieza  á  apercibirse  de  sus  propios  progresos  en  el  arte 
difícil  de  ejercer  sus  derechos,  estando  seguro  que  los 
mismos  sentimientos  animan  á  todas  las  autoridades: 

«  Aproximándose,  dice,  las  elecciones  de  Marzo,  decre- 
tadas por  el  Poder  Ejecutivo,  y  deseando  el  infrascripto 
evitar  torcidas  suposiciones,  cree  llegado  el  momento  de 
dirigirse  á  sus  conciudadanos  residentes  en  este  partido, 
manifestando  estar  dispuesto  á  observar  en  aquellas,  y 
hacer  observar,  como  tales,  á  los  empleados  de  su  depen- 
dencia, la  actitud  prescindente  que  el  excelentísimo  señor 
Gobernador  de  la  Provincia  recomienda  en  su  manifiesto 
/echa  20  del  corriente;  absteniéndose  de  tomar  parte   en 

Tomo  xl.— 18 


t  electora],  eean  cuales  fueren  los  acontecí- 
I  basta  entonces  se  desarrollen. 
I  en  los  comicios  y  la  libertad  y  pureza  en  el 
'án  únicamente  de  lo  que  se  preocupará  el 
9,  poniendo  para  ello  en  acción  cuantos  medios 
alcance,  á  ñn  de  que,  desterrado  el  fraude  de 
electorales,  puedan  los  sufragantes,  sea  cual 
lor  político,  ejercer  libremente  uno  de  los  mas 
iios  del  ciudadano. 

rica  exposición,  inspirada  en  el  deseo  de  de^'itu- 
trarias  suposiciones  que  sobre  su  actitud  en 
[)iidiei'an  formarse,  serviríi  para  demostrar  á. 
Brdaderos  propósitos  del  que  firma,  asi  como 
irles  estar  dispuesto  á  respetar  y  hacer  respetar, 
'ación  alguna,  la  libertad  del  sufragio  en  todas 
stacíones.  —  Ghascomus,  Enero  28  de  1879.  — 
t.  Juez  de  Paz. 

)D  semejante  no  tendrían  que  hacerla  autori- 
>aises  naas  habituados  al  ejercicio  recto  del 
sufragio,  pues  se  sobreentiende  que  así  deba 
ilaracion  alguna. 

sido  reclamado  por  interpretaciones  malicio- 
bueno    que   tales    desmentidos    ó  seguridades 

mesas  que  reciben  los  votos  son  los  únicos 
L   valiilez  de    ellos,  esos  jueces  entregarán  en 

reos  de  falsificación  ó  fraude  á  la  autoridad 
ara  que  reteniéndolos  en  arresto  hasta  el  dia 
I  juez  proceda  á  aplicar  las  penas  establecidas 

jedimiento  se  observa  pura  mantener  el  orden 
de  la  votación,  que  está  bajo  la  jurisdicción 
le  los  jueces  de  la  mesa,  y  á  ellos  toca  lequerir 
ra  guardarlo.  Basta  para  ello  que  estén  á  sus 
unos  empleados  de  policía,  no  debiendo  suponer 
e  estienda  á  otros  puntos  de  las  poblaciones, 
ies  la  acción  de  la  policía  de  seguridad  procede 
la  tranquilidad  pública,  como  en  cualquiera 
itancia. 

e,  nada  hace  presagiar  excitación  en  los  áni- 
1  único  que  reclamaban  algunos  y  duba  oca- 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  195 

sion  á  las  amenazas  de  co<?tnmb!^e  er^  p1  temor  de  indebida 
ingerencia  de  las  autoridades  civiles  en  las  eleccionesi 
excepto  las  que  requieren  en  ese  día  y  en  ese  acto  la  policía, 
que  son  las  que  componen  la  mesa. 

El  resultado  por  otra  parte,  de  estas  seguridades  ha  de 
ser  no  solo  garantir  el  sufragio,  sino  alejar  hasta  el  pensa- 
miento de  provocar  desórdenes,  como  sucede  siempre  que 
la  confianza  que  se  tiene  por^un  lado  en  la  rectitud  de 
las  autoridades,  está  equilibrada  por  el  temor  de  incurrir 
en  las  penas  de  la  ley  y  en  el  sonrojo  de  reconocerse  y  ser 
tenidos  por  delincuentes. 

HABRÁ  ELECCIONES? 

{Bl  Nacional,  Febrero  19  de  1879.) 

Un  mundo  tenemos  andado,  con  la  seguridad  que  existe 
en  el  alma,  conáo  existe  la  salud  en  el  cuerpo,  precisamente 
cuando  nada  nos  duele.  La  salud  es,  por  mas  que  parezca 
aventurado  decirlo,  una  negación.  Está  uno  sano,  cuando 
no  siente  dolor.  Lo  mismo  son  las  elecciones,  un  acto  ino- 
cente, tranquilo,  como  ir  á  la  iglesia  el  Domingo,  y  volverse 
á  su  casa,  á  menos  que  no  haya  alboroto;  y  el  alboroto 
no  son  elecciones,  son  la  enfermedad  que  suprime  la 
salud. 

«La  cuestión  electoral  tiene  que  salir  triunfante,  y  si 
hay  violencia,  la  violencia  provoca  la  violencia,  y  no  hay 
que  esperar  sometimiento  sin  resistencia.» 

Propónennos  esta  charada,  y  nos  provocan  á  descifrarla, 
citándonos  el  hecho  de  Corrientes,  aquel  Edén  donde  todos 
están  contentos,  todos  contentos  y  satisfechos;  donde  nadie 
se  queja:  nadie  tiene  una  palabra  de  protesta:  los  emi- 
grados lo  están  porque  quieren,  y  otras  cosas  buenas  que 
por  allí  pasan. 

Es  ya  una  felicidad  que  hayan  dos  provincias,  al  menos, 
contando  la  nuestra  en  primera  línea,  en  donde  todos  es- 
tán contentos  y  nadie  se  queja,  pues  si  algunos  no  estuvie- 
ran ccmtentos  en  Buenos  Aires,  ésta  estaría  muy  abajo  de 
Corrientes,  donde  hasta  los  emigrados  están,  en  el  Para- 
guay, contentos  y  satisfechos. 

No  sucede  así  por  desgracia   en  Santa  Fe,   Entre  Ríos, 


irdoba,  Rioja  y  otras,  donde  no  todos  bailan  de 
?mo  en  Corrientes. 

reamuyirdua,  pues,  en  la  de  reducir  á  térmi- 
es  á  cinco  provincias  por  lo  menos,  y  aun  otras 
an  en  el  tintero. 

suponer  lo  imposible  en  otras  partes  que  en 
f  es  í]ue  en  Santa  Fe  todos  estén  contentos  y 
y  que    si    bay   emigrados,    lo   estén    porque 

s  difícil  de  dijerir;  pero  como  mera  bipótesis, 
irse.  Porqué  no?  Los  diarios  de  Santa  Fe  que 
contentos  como  tos  de  Corrientes,  no  tienen  la 
ranscribir  lo  que  se  dice  en  Buenos  Aires,  Ver- 
en  Corrientes,  aunque  quisieran,  no  babrla 
itento  en  que  hacer  la  transcripción, 
provincias  presentan  el  desagradable  espec- 
ner  dos  ó  mas  diarios,  á,  veces  cinco,  á  veces 
10  69tá.n  siempre  de  acuerdo  en  alabar  ta  situa- 
1.  Solo  en  Corrientes  se  nota  aquella  suspirada 
que  todos  sus  diarios  forman  una  orquesta  de 
iltos,  cornetas,  pistones  y  bombo,  que  entonan 
latutioo  y  vespertino,  en  loor  del  gobierno  que 
)az  y  estabilidad,  y  de  que  todos  los  ciudadanos 
las  garantías  constitucionales.  Nadie  se  queja, 
discordante  perturba  la  armonía  angelical  de 
ación. 

cierto?  No  habrá  esa  nota  discordante? 
seria  la  piedra  de  toque,  para  saber  que  hay 
o  nos  hagan  romances. 

país  alguno,  bajo  las  garantías  mas  efectivas, 
jamas  se  obtendrá,  ese  acuerdo,  ese  contento 
Jn  hombre  de  nuestros  tiempos  dirá,  al  obser- 
echo  existe,  que  existe  á  la  par  la  mas  terrible 
as  modernas,  que  es  aquella  que  condena  al 
irgo  injusto,  y  aclama  una  verdad  otlcial  que 
pinion  de  un  pueblo  entero,  sin  excepción, 
is  no  son  de  nuestros  tiempos. 
>mos  en  el  señor  Cabral  el  tiranuelo  que  nos 
ibre,  Iríondo,  Viso,  etc.  Solo  diremos  que  los 
U'eado  una  situación  desgraciada,  y  fi  despecho 
roluntad  de  los  hombres. 


LOS  DBSFALLECIUIBNTOS  Y  LOii  DEsVIOS  197 

Muéstrennos  los  diarios  de  Corrientes  que  hablen  pestes 
del  gobierno,  oque  vituperen  sus  actos,  y  creeremos,  noque 
tengan  razón,  sino  que  hay  libertad  de  ser  injustos. 

Muéstrennos  el  club  poHtico  donde  se  reúnan  los  enemi- 
gos de  todo  bien,  de  la  tranquilidad  y  del  progreso,  y  cree- 
remos que  hay  libertad  electoral. 

Puede  un  gobierno  no  matar,  no  aprisionar,  no  perseguir, 
lo  que  por  fortuna  sucede  en  toda  la  República,  y  en  casi 
toda  la  tierra,  en  monarquías  y  repúblicas;  pero  las  liber- 
tades políticas  son  otra  cosa;  y  pueden  no  existir,  cuando  no 
se  ven  sus  síntomas  aparentes,  la  divergencia,  el  descon- 
tento. Nadie  se  queja?  Es  que  guardan  silencio!  y  el 
silencio  y  la  emigración  no  son  voluntarios,  ni  diplomas  de 
libertad! 

¡De  qué  críVnenes  acusan  ú  esos  emigrados?  No  han 
podido  cometerlos,  por  ser  sostenedores  del  Gobierno  del 
doctor  Derqui,  que  ningún  gobierno,  ni  Congreso,  ni  inter- 
vención declaró  ilegal  siquiera.  Si  permanecen  emigrados 
es  porque  les  ofrecen  la  seguridad,  á  trueque  de  agregar 
sus  voces  al  concierto  universal  y  al  cántico  de  alabanzas. 
Seguridad  y  silencio! 

¿Por  qué  no  aceptar  que  en  Santa  Fe,  Entre  Ríos  y  Cór- 
doba, suceda  lo  mismo,  es  decir,  un  acuerdo  tan  perfecto 
entre  gobernantes  y  gobernadores,  que  no  haya  descon- 
tentos, sino  satisfechos? 

¿Por  qué  habiendo  triunfado  Iriondo,  de  invasiones  y 
revueltas,  no  estará  el  pueblo  de  su  provincia  triunfante 
con  el  de  los  descontentos,  contentísimo,  como  está  el  de 
Corrientes?  Por  que  hay  diarios  que  discrepan,  porque  hay 
la  lioertad  de  quejarse? 

Es  preciso  medir  con  la  misma  vara;  y  si  se  supone  que 
en  Corrientes  triunfó  el  bien  y  en  Santa  Fe  el  mal,  es  pre- 
ciso convenir  en  que  el  grueso  de  sus  poblaciones  no  son 
mas  aptas  en  una  que  en  otra  para  apreciarlo;  pues  en  las 
clases  cultas  conocemos  en  una  y  otra  provincia  hombres 
capaces  é  instruidos. 

Con  esto  diremos  algo  sobre  lo  que  hemos  llamado  una 
charada.  Las  elecciones  tienen  que  triunfar,  haya  ó  no 
resistencia.  Nosotros  habíamos  dicho,  las  leyes,  las  buenas 
prácticas  ofrecen  medios  de  corregir  los  abusos,  aunque  no 
siempre   triunfantes,    Pero  esta  vez  se  ha  de  triunfar  y 


41 


■»  ■■ 


198 


OBKA8    OK    MAUMIKNTO 


si  hay  resistencia,  resistencia  habrá  contra  la  resis- 
tencia. 

Pues  bien,  nosotros  decimos  simplemente:  triunfarán  los 
buenos  principios,  las  buenas  prácticas,  el  libre  sufragio 
esta  vez,  en  todas  las  partes  en  que  los  buenos  principios, 
las  buenas  prácticas,  y  el  libre  sufragio  se  hayan  abierto 
camino,  sin  pretender  que  en  todas  partes  triunfe,  y  sin 
hacernos  responsable  del  mal  éxito  en  otras,  de  estos 
medios.  Consuélanos,  que  en  Corrientes  y  en  Buenos  Aires 
ya  no  ha  de  ser  necesaria  la  violencia  de  los  gobernantes, 
lo  (|ue  es  mucho  andado. 

No  ha  de  ser  tan  grande  la  necesidad  de  hacer  violencia 
en  Santa  Fe  y  Entre  Rios,  por  lo  que  se  ha  visto,  desde 
que  han  cesado  las  invasiones  y  sediciones,  no  mostrando 
el  pueblo  mucha  voluntad  de  resistir  á  los  sucesivos  gobier- 
nos. Debe  ser  un  defecto  popular;  pero  en  general  están 
satisfechos  y  contentos,  aunque  no  tanto  como  en  Co- 
rrientes. 

De  Córdoba  no  diremos  nada:  tan  diverjentes  se  mues- 
tran las  opiniones  de  sus  habitantes.  El  Gobierno  es  puesto 
por  las  nubes^  ó  abatido  hasta  el  fango,  como  sucede  en 
Buenos  Aires  con  gobiernos,  municipalidades,  cámaras  etc. 
Cualquiera  de  las  maneras  de  ver  que  triunfe,  ha  de  ser 
vituperada  por  la  que  sea  vencida.  En  todos  los  casos,  la 
resistencia  no  ha  de  ser  muy  fuerte,  y  en  pocos  se  ha  de 
oponer  la  violencia  á  la  violencia;  porque  ios  que  dan  á 
sus  gobiernos  como  los  execrables  tiranuelos  que  nos  pin- 
tan, deben,  para  ser  lógicos,  darles  la  fuetiza  bruta^  que  ava- 
salla y  oprime. 

Razones  como  estas  nos  hacen  temer  que  todo  se  pase 
como  en  Corrientes;  aunque  temblamos  de  ver  á  todas  las 
provincias  gozando  de  tanta  felicidad.  No  se  la  deseamos 
á  Buenos  Aires,  aun  cuando  no  sea  mas  que  por  conservar 
nuestro  derecho  de  ser  injustos. 


VOLVEROS  k  LAS   ANDADAS 


{Bl  Nacional,  Febrero  17  de  1879.) 

Hay  estados  de  la  opinión  que  resisten  á  toda  idea  que 
pretenda  contrariarlos.  Ceden  ante  la  demostración,  pero 
vuelve  de  adentro  el  sentimiento  ó  el  hábito  de  pensar,  y 


bv^rra  láS  nuevas  ini; presiones.  Ui)-:»  qvie  creia  en  canvie'.iiijíS 
xeia  TD- «verse  una  luz  que  no  se  movj¿4;  ap^riaio  el  oj.^  Jel 
otro  extrc-mo,  la  luz  se  ra  «vía,  vjelívi  k  |»L>ner  la  visuaL  la 
luz  que  en  real i -.i a J  estaba  inmóvil,  Cs>]oca«ia  a  la  pnn* 
t-.í  de  una  visual,  l.i  luz  queJab-i  fi;a  en  ei  extremo  lie  la 
Tara.  Convencí -i o  al  ñu,  confesó  su  ü.ision;  j>ero  al  uia  si- 
guíeme  decia:  que  me  quieren  hacer  creer  á  mi  que  la 
candeli:la  no  caminaba,  cuani  »  la  he  vi^io  saiiauílo  por 
Sv.»lire  ]r*s  matorrales  I 

L'i  dación  tu  el  ve  al  día  sií^uienie  con  su  lema:  qué,  me 
quiereu  persuadir  que  las  revolucionas  no  están  jusiiñca- 
das  cuan  io  ios  gobiernos  electores  y  una  Lejislauíia 

No  ha  de  ser  peor  el  cuadro  ni  la  suposición  que  la  rea- 
ii  iad  en  Setiembre;  y  deJHmv»s  al  narrador  contar  lodo  lo 
que  sucedió,  y  ei  desenlace  ñnal.  Todo  intitil  como  debe 
sureder  siem¡»re. 

Quiénes  hacen  armas?  Es  claro.  Los  gobiernos  refrac- 
tüñus,  infieles  á  la  constitución,  ó  los  pueblos  obligados  á 
la  defeiisa! 

Cómo  se  mezclan  las  figuras  de  retórica,  las  realidades 
prosaicas!  Los  gobiernos  electores  ó  no  refractarios  y  cuan- 
to mas  se  quiera  achacarles,  no  hacen  armas,  sino  que 
están  armados  por  la  ley,  la  Constitución,  que  violan  por 
el  hecho  material  de  lener  á  sus  ordenes  la  fuerza,  las 
armas,  et^c. 

La  obediencia  á  sus  ordenes  no  es  condicional  de  parte 
de  sus  subordinados,  sino  absoluta,  no  siendo  ellos  jueces 
de  si  son  electores  ó  refractarios.  Sobre  esta,  base  está 
montado  el  gobierno.  Las  leyes  enseiian  la  manera  de 
usar  la  fuerza,  y  no  estamos  nosotros  para  aprender  como 
se  usó  y  se  usará  siempre. 

Los  gobiernos  no  se  arman,  pues  no  hacen  armas  aunque 
sean  refractarios.  No  hay  en  cambio  pueblos  que  se  de- 
fiendan, por  que  las  leyes  no  reconocen  pueblos  contra  las 
autoridades  establecidas;  ni  derecho  de  defensa  armada 
está  fuera  de  la  Constitución,  y  donde  no  hay  Constitución, 
fuera  del  sentido  común  ó  del  consenso  universal. 

Se  nos  pregunta  qué  haríamos  en  este  ó  en  el  otro  caso 
estremo,  ó  qué  se  hará  cuando  las  cosas  hayan  llegado  á 
esas  extremidades. 

Parece  que  nosotros  hubiésemos  inventado  los  gobiernos 


200  OSRAS  DB  BA.KUIENTO 

electores,  el  fraude,  el  cohecho  y  U  violencia  en  las  elec- 
ciones, ó  qua  tuviésemos  á  nuestra  devoción  dichos  go- 
biernos ó  medios,  los  foment&semos  ó  ayudásemos. 

Cuando  hablamos  en  nombre  de  Us  leyes  y  la  práctica  de 
todas  las  sociedades,  no  nos  hacemos  solidarios  de  los 
abusos  que  existen,  ni  los  defendemos. 

Que  se  hace  cuando  la  Legislatura,  por  ejemplo,  acepta 
como  váIido.i  los  falsificados  registros  de  San  Juan  Evan- 
gelista? 

Todo \  menos: 

Obrar  d«  manera  que  se  gasten  dos  millones  de  pesos 
en  vencer  una  revuelta,  ó  en  hacerla  triunfar,  porque  nin- 
guna Legislatura  ha  votado  esa  suma,  y  el  pueblo,  puesto 
que  pueblo  hay,  que  delibera  por  otros  medios  que  sus  re- 
presentantes, no  ha  sido  consultado  para  autorizar  el  gasto. 

Toilo....  menos  matar  un  solo  hombre,  ya  sea  de  los 
satélites  del  poder,  que  no  hacen  mas  que  cumplir  con  su 
deber,  ó  de  los  libertadores  á  cruz  ó  carita,  que  en  realidad 
no  hacen  mas  que  violar  las  leyes,  contra  motín,  rebelión, 
sedición,  resistencia  i.  las  autoridades,  incurriendo  en  las 
penas  del  caso,  sin  que  la  ley  exceptué  el  de  ser  los  go- 
bernadores electores  ó  refractarios. 

Hasta  para  asegurar  la  vida  de  ios  mismos  exaltados  ha 
provisto  la  Constitución,  pues  en  caso  de  conmoción,  y  en- 
tran en  esta  palabra  el  complot,  la  conjuración,  la  amennza 
de  perturbación, — permite  y  provee  por  el  estado  de  sitio 
que  se  les  aprehenda  y  mande  á.  un  pontón,  á  Patagonia 
hasta  que  se  les  refresque  la  mollera. 

Desgraciadamente,  el  modo  falso  de  razonar  hace  impo- 
sible fijar  las  ideas. 

Desde  que  se  pone  en  la  misma  línea  gobiernos  y  pue- 
blos, en  cuanto  ¿  hacer  armas,  no  hay  manera  de  enten- 
derse, si  se  reconoce  que  los  gobiernos,  republicanos,  libres, 
moní\rquicos,  de.spóticos,  están  de  suyo  »ui  jwi  armados,  y 
los  pueblos  no  lo  están,  porque  iegalmeiite  no  pueden  alo- 
marse sin  dejar  de  ser  pueblo  y  entrar  en  las  categorias 
del  crimen,  que  la  ley  llama  motin,  sedición,  rebelión,  etc. 
resistencia  contra  la  autoridad  y  se  desmoronan  esos  cas- 
tillos de  naipes  fundados  en  hipótesis  absurdas  y  fuera  de 
la  realidad  humana. 
¿Dónde  existe  un  gobierno  que  no  esté  armado?  ¿Dónde 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  201 

un  pueblo  que  lo  esté,  fuera  de  la  obediencia  estricta  y 
pasiva  á  la  autoridad  que  existe,  libre  ó  tiránica? 

Si  se  puede  señalar  ese  pueblo  en  el  mapa,  aceptaremos 
la  alternativa  de  gobiernos  y  pueblos  indistintamete  ar- 
mados. 

¿Habrá  algún  pueblo  en  la  tierra,  donde  los  gobiernos 
sean  electores?  Si  no  lo  hay,  (el  hecho  de  Francia  durante 
el  Ministerio  refractario,  no  hace  excepción)  tendremos  que 
convenir  que  es  un  fenómeno  esclusivamente  argentino;  y 
entonces  debe  estudiarse  y  buscarse  su  origen  en  nuestras 
costumbres  ó  falta  de  costumbres^  en  nuestra  educación 
política  ó  falta  de  educación  política. 

Pero  líbrenos  Dios  de  estar  esplicando  hechos,  que  in- 
duzcan á  justiticar  ó  disculpar  las  maldades  que  pueden 
concebir  y  ejecutar  gobiernos  electores. 

Han  de  producirse  luego  los  Imchos,  y  ha  de  ser  fácil 
caracterizarlos. 

El  mal  uso  de  la  palabra  pueblo,  contra  la  prohibición 
constitucional  de  invocarlo,  confunde  todas  las  nociones, 
aun  en  los  hechos  mas  demostrados.  Si  el  pueblo  de  Corrien- 
tes habia  sido  desarmado  por  orden  del  Presidente,  mal 
pudo  armarse  cuando  el  Congreso  deliberaba,  porque  no 
hay  tantos  juegos  de  armas  en  el  país  que  pueda  recojerse 
un  armamento  y  brotar  otro  que  no  sea  el  mismo.  Los  que 
aparecen  armados  estando  antes  desarmados,  son  los  mis- 
mos comandantes  y  milicias  que  estuvieron  antes  suble- 
vadas y  estaban  después  sublevadas  lo  mismo  que  antes. 
La  palabra  pueblo  anda  de  mas  en  estas  correrías  de  Co- 
mandantes y  de  paisanos. 

El  complemento  que  hace  invencibles  á  los  revoluciona- 
rios, en  sus  discursos  y  alegatos,  es  que  toda  revolución  ha 
de  triunfar,  como  en  Corrientes,  ó  ha  de  ser  amnistiada, 
perdonada  y  rehabilitada,  como  la  de  Setiembre.  No  es 
culpa  nuestra  si  en  donde  hay  constituciones  y  leyes  y  las 
palabras  motín,  sedición,  etc.,  traen  aparejada  pena,  las 
cosas  acaban  tan  alegremente  de  manera  á  volver  á  co- 
menzar; y  preguntar  qué  se  hace  con  los  gobiernos  elec- 
tores y  refractarios,  que  no  obstante  están  armados. 


U  RJtZON  PÚBLICA 

(El  Naeional,  Vtrio  i  de  1879.) 

Las  titanias  se  funilan  casi  siempre  en  errores  pievalen- 
.es  en  la  opinión,  y  donde  la  conquista  no  impone  una 
linastfa  ó  una  raza,  ellas  se  apoyan  en  una  clase  so- 
cial, en  daño  de  olra.  ó  en  alguna  preocupación  popular. 

¿Qué  fué  lo  que  hizo  la  fuerza  de  los  caudillos?  El  terror 
ejercido  sobre  sus  enemigos?  Hubieron,  sin  embargo,  cau- 
lilios  como  Bustos,  don  Frutos  y  Benavidea,  que  eran 
menos  crueles  que  lo  que  las  leyes  ordinarias  exigen  de 
un  juez  integro. 

Lo  que  hizo' la  fuerza  de  los  caudillos,  fué  la  tradicional 
obediencia  de  la  milicia  i  sus  jefes,  requerida  por  el  secu- 
lar combate  con  los  indios. 

Convertida  en  guardia  nacional  la  milicia,  pierde  su 
carácter  local,  y  el  antiguo  prestigio  del  caudillo. 

Sucede  lo  mismo  con  las  preocupaciones. 

Debilitadas  por  mayor  ilustración  de  la  opinión,  en  vano 
se  toca  generala  para  reunir  ios  pasados  combatientes, 
al  nombre  de  democracia,  (paisanaje),  religión,  localismo. 
Pocos  responden  al  llamado,  porque  sucede  en  esos  caaos 
que  la  razón  pública  está  mucho  mas  adelantada  que  los 
que  dirijan  los  destinos  de  un  país. 

Tal  bu  podido,  con  satisfacción  verse,  en  estos  dias,  al 
cambiarse  notas  al  parecer  preñadas  de  rayos,  entre  dos 
poderes  públicos,  echándose  de  menos  la  templanza  del 
lenguaje,  ó  la  aserción  de  la  autoridad  que  debia  espe- 
rarse. 

El  oro  ha  bajado,  desde  que  se  han  disparado  los  prime- 
ros tiros,  en  una  cuestión  de  jurisdicción  que  pareciera 
amenazar  la  buetia  armonía  entre  los  altos  poderes. 

Es  que  la  razón  pública  va  mucho  mas  adelante  que  sus 
prohombres.  La  destemplanza  de  esas  notas  la  han  corre- 
gido con  la  prudencia  que  no  oye,  cuando  conviene  no^oin 
y  al  que  se  manifestó  ó  indiscreto  ó  remiso,  lo  ha  cubierto 
con  el  manto  de  su  protección.  Asf  ni  el  desenfado  de 
un'lado  ha  ganado,  n(  la  autoridad  ha  perdido,  gracias  al 
buen  sentido  público. 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  203 

Los  diarios  que  andan  á  caza,  poroñcio,  de  asuntos  á  sen- 
sactotiy  han  guardado  un  prudente  silencio  sobre  el  tono  y 
contenido  de  las  notas  que  se  han  cruzado  estos  días,  entre 
el  Gobierno  nacional  y  el  de  la  Provincia,  y  no  conocemos 
alguno  que  haya  aplaudido  ala  parteagresiva.de  varias 
de  ellas,  que  es  lo  que  constituía  su  gravedad. 

No  sabemos  si  habría  tomado  mejor  rumbo  la  cuestión, 
si  el  Ministro  nacional,  al  recibir  la  nota  de  cobro  de  pesos 
adeudados  al  Banco,  hubiera  dicho  al  Presidente  del 
Banco  loque  dijo  al  Gobernador,  haciendo  en  su  virtud 
efectivos  los  arreglos. 

Este,  sin  embargo,  era  el  medio  de  hacer  con  decoro  lo 
que  podía  hacerse  y  había  la  intención  de  hacer,  y  de  fi- 
jar un  punto  de  jurisprudencia. 

El  día  que  los  Gobernadores  de  provincia  puedan,  á  ese 
título,  constituirse  en  demandantes,  procuradores  ó  agentes 
de  provincias,  como  circunscripciones  territoriales  ó  sobe- 
ranías ante  la  Nación,  ha  de  valer  mejor  volver  al  sistema 
unitario,  que  ahorra  la  vergüenza  de  ver  autoridades 
que  representan  la  Nación,  sujetas'  al  escarnio  de  sus 
gobernados. 

Afortunadamente,  lo  que  sobraba  á  uno  de  los  poderes 
y  escaseaba  al  otro,  lo  ha  suplido  la  opinión  pública,  echán^ 
dolé  tierra  al  asunto,  y  olvidándose  que  Noó  puede  alguna 
vez  olvidarse  ante  sus  hijos. 

En  cambio,  las  buenas  doctrinas  se  hacen  camino,  y 
tienden  á.  corregir  los  errores  de  hábitos  pasados,  que 
prescinden  de  la  nueva  organización  é  institifciones  que 
nos  rijen.  Hemos  de  llegar,  al  fin,  á  una  práctica  orde- 
nada y  constitucional. 

EL  ACUERDO 

iBl  Nacional,  Marzo  i4  de  1879.) 

Propone  La  Nación^  órgano  de  los  nacionalistas  contu- 
maces, pues  hay  los  del  Centro  Popidar,  y  los  de  la  izquierda 
nacionalistas,  que  no  obedecen  á  la  consigna,  una  entente 
cordial  con  los  republicanos,  á  fin  de  tomar  las  medidas 
necesarias  para  guardar  el  orden  en  las  elecciones,  é 
impedir  el  fraude. 


204  OBRAS  DB  SARMIBNTO 

ft  Si  no  es  posible,  añade,  arribar  á  un  acuerdo  entonces 
sabremos  á  que  atenernos,  y  los  partidos  harán  su  propia 
petición.» 

Sin  mira  de  tergiversar  un  pensamiento  de  que  parti- 
cipamos, notaremos  esta  singular  predisposición  de  ánimo 
del  órgano  mas  acreditado  del  partido  nacionalista,  ó  lo 
que  ello  sea,  á  considerarse  y  considerar  el  país,  como 
en  estado  de  naturaleza,  y  las  leyes,  autoridades  y  fuerzas 
públicas,  como  no  existentes,  ó  abrogadas. 

Guando  encuentra  perversas  las  influencias  y  prácticas 
de  gobernadores  en  materia  de  elecciones  ó  de  adminis- 
tración, su  remedio  sencillísimo  es  una  revolución.  Si  se 
trata  del  acto  de  la  elección,  y  aun  cuando  está  en  las 
mejores  disposiciones  de  ánimo  posibles,  su  buena  voluntad 
se  manifiesta,  proponiendo  á  sus  honorables  adversarios, 
un  acuerdo  para  guardar  el  orden,  en  las  elecciones,  «  y 
sino  los  partidos  harán   su  propia  policía.» 

Y  la  policía  pública,  las  autoridades,  qu.é  harán  ese  día? 
I  Quién  conñará  á  los  partidos  conservar  el  orden  en  las 
mesas,  ó  hacer  la  policía?  Para  qué  están  constituidas  y 
establecidas  las  autoridades? 

Qué  funciones  tienen  los  partidos,  en  el  acto  de  votar 
cada  individuo? 

Asi  se  trasluce,  no  diremos  el  pensamiento  que  encierran 
estos  acuerdos,  sino  la  preocupación  hija  de  la  rutina  y 
del  hábito,  que  extravia  hasta  el  buen  deseo. 

La  se^ruridad  de  las  mesas,  la  libertad  de  acarearse  á 
ellas,  la  tranquilidad  pública  están  confiados  á  los  Jueces 
de  las  elecciones,  los  que  disponen  de  fuerza  para  hacerse 
obedecer,  si  alguien  intentase  resistir. 

No  es  entre  los  partidos,  por  ejemplo,  que  se  ha  de 
acordar  no  llevar  armas,  pues  cada  uno  de  los  que  infrin- 
jan esta  prohibicioy  legal,  es  responsable  ante  las  leyes, 
del  delito  que  comete,  pues  si  hiciese  uso  de  esas  armas- 
y  dañare  á  otro,  hay  contra  él  la  agravación,  premeditación 
y  alevosía,  pues  de  antemano  y  sin  provocación,  violando 
la  ley,  se  apercibió  para  ejercer  actos  de  violencia. 

Si  hay  tentativas  de  fraude,  no  son  ios  presidentes  de 
los  partidos  los  que  han  de  evitarlos,  sino  los  jueces  que 
reciben  los  votos  y  deben  examinarlos. 

Los  partidos,  pues,  ni  sus  cabezas  ó  prohombres,  nada 


LOS  DB.<!lFALLBCIMlBNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  205 

tienen  que  hacer,  ni  menos  convenir  en   el  acto  de  las 
elecciones. 

Las  funciones  de  los  partidos,  como  cuerpos  colectivoí?, 
terminan  la  víspera  de  las  elecciones,  siendo  reputada 
atentatoria  y  sospechada  de  propósitos  subversivos,  toda 
reunión,  toda  disposición,  toda  orden  dado  por  sus  cabos 
el  dia  de  las  elecciones. 

La  elección  es  un  acto  individual,  que  supone  un  hom- 
bre libre,  ejecutando  su  propia  voluntad,  sin  obedecer  á 
inspiración  agena,  sin  reconocer  dependencia  de  otro. 

El  dia  de  las  elecciones,  es  un  dia  aparte  de  los  otros 
días,  con  sus  funciones  públicas,  ejecutadas  en  cada  barrio, 
con  su  legislación  y  sus  reglas  especiales. 

Los  partidos  y  los  jefes  de  partidos  no  existen  ese  dia. 
La  ley  los  condena;  y  pueden  ser  perseguidos,  si  quieren 
ejercer  ó  se  les  ve  ejercer  influencia,  dominio  sobre  indivi- 
duos. Si  varios  individuos  se  reuniesen  en  la  proximidad 
de  las  mesas,  y  se  les  viese  que  obedecen  colectivamente 
á  una  persona  que  los  dirije,  aconseja  ó  manda,  las  auto- 
ridades constituidas  tienen  derecho  de  sospechar  que  hay 
seducción,  cohecho,  ó  coerción,  y  pueden  proceder  en 
<3onsecuencia. 

No  puede,  pues,  haber  acuerdo  entre  los  presidentes  de 
los  clubs,  para  guardar  el  orden,  ni  los  partidos  hacen 
la  policía,  por  miedo  que  la  policía  legal  verdadera,  que 
hace  cumplir  la  ley  á.  requisición  de  la  mesa,  mande  á 
los  susodichos  presidentes  con  sus  respectivos  partidos,  & 
la  sombra. 

Los  partidos,  lo  mas  que  pueden  hacer  es  corregir  sus 
propios  errores  de  concepto,  y  no  olvidarse  que  hay  leyes 
y  autoridades  encargadas  de  hacerlas  cumplir. 

¿Podríamos  hacer  un  acuerdo  que  principiara  así:  nos? 
(aquí  los  nombres  de  los  partidos)  delegamos  en  los  jue- 
ces de  las  mesas  y  la  policía  de  seguridad,  el  encargo  de 
hacer  la  policía,  guardar  el  orden,  y  evitar  los  fraudes, 
obligando  nuestras  personas  colectivamente,  como  parti- 
dos, k  responder  de  ios  delitos,  violencias  que  en  las  elec- 
ciones se  cometan  ? 

Y,  sin  embargo,  podemos  hacer  un  acuerdo,  y  desde 
ahora  ir  discutiendo  las  bases. 

Preliminares: 


-  -  —        ^• 


I 


206  OBRAS  DB   SAKMIBNTO 

Es  preciso  principiar  por  fijar  claramente  cuáles  son  las 
partes  contratantes,  y  desterrar  el  fraude^  aun  en  ía  redac- 
ción del  convenio.  Redacción  propuesta  por  La  Nación^ 
«  nos  el  Presidente  de  los  comités  de  ios  partidos  nacio- 
nalistas y  autonomistas  concillados  por  una  parte,  y  el 
Presidente  del  partido  republicano...! 

Se  desecha  por  fraudalenta,  debiendo  adoptarse  esta : 
«Nos  el  Presidente  del  partido  autonomista  por  una  parte, 
y  el  Presidente  del  partido  nacionalista  por  la  otra...»  ó 
bien  esta  otra: 

«El  Presidente  de  los  partidos  autonomista  nacional  y  el 
republicano  unidos,  y  el  Presidente  del  partido  nacionalista 
y  autonomista  concillados  por  otra,  y  el  Presidente  del 
Centro  Político^  nacionalista  separado,  por  otra,  «teniendo 
«presente, — redacción  de  La  iVocion,— que  nuestro  régimen 
«  electoral  da  representación  á  todos  los  partidos,  y  que 
«cada. cual  no. debe  pretender  mas  de  lo  que  realmente 
« le  corresponde»,  hemos  convenido  Jen  los  puntos  si- 
guientes: 

Las  listas  impresas  de  cada  uno  de  los  partidos  se  en- 
tregarán á  espendedores  de  ellas,  que  se  establecerán  en 
frente  ó  en  la  proximidad  de  cada  mesa  electoral,  en  lugar 
visible  y  de  libre  y  fácil  acceso,  fuera  de  la  via  de  aproxi- 
mación á  la  mesa,  á  ñn  de  que  cada  elector  vaya  á  este 
lugar  y  pida  la  lista  de  su  preferencia,  al  tenedor  de 
ella,  y  desde  allí  se  dirija  á  deponer  su  voto  en  la  mesa. 

El  lugar  en  que  esté  el  depositario  de  cma  lista»  debiendo 
estar  los  demás  en  hilera,  puede  ser  una  garita  construida 
de  tablas,  para  que  le  ofrezca  asiento  y  sombra,  durante 
la  votación. 

Los  presidentes  y  partidarios  convienen  en  no  distribuir 
listas  ellos  mismos  á  los  electores,  dejando  á  estos  en 
libertad  de  tomarlas  á  su  elección,  en  el  lugar  citado,  á 
fin  de  evitar  asi  la  ocasión  ó  al  menos  la  apariencia  de 
cohecho,  de  seducción,  coacción,  presión,  que  pertenece  á 
la  larga  familia  del  fraude. 

Damos,  pues,  á  examinar  este  primer  artículo,  con  el 
encabezamiento,  á  examinarlo  á  las  otras  partes  contratan- 
tes; una  vez  aceptado,  propondremos  otros,  igualmente 
conducentes  á  alejar  toda  causa  de  desorden. 

¿Tienen  por    ventura    desconfianza  en  los  escrutadores 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS   DESVÍOS  207 

de  las  mesas,  en  los  Jueces   de  Paz,  en  la  policía,    en  el 
Coronel  Garmendia,  en  el  Gobernador  Tejedor? 

No  cuidemos,  pues,  de  guardar  el  orden.  Cuidemos  solo 
de  apartar  las  causas  del  desorden,  del  fraude.  Los  que 
tanto  detestan  el  fraude,  aceptarán,  á  no  dudarlo,  este 
medio  sencillísimo  de  apartar  la  mayor  parte  de  los 
casos. 

LOS  GOBERNADORES  ELECTORES 

(Bl  NacUmal,  Mayo  16  de  1879.) 

La  telegrafía  nos  trae  un  obsequio  que  hacer  á  La  Nación^ 
y  la  ocasión  de  prestarle  nuestro  sincero  auxilio,  como 
quien  pasa,  por  debajo  de  cuerda,  municiones  á  los  com- 
batientes. 

Mientras  pone  el  grito  en  el  cielo  aquel  diario,  contra 
enemigos  ficticios,  ó  dispara  al  aire  sus  tiros,  á  riesgo  de 
herirá  sus  propios  amigos,  deja  ociosa  la  autoridad  moral 
que  le  subministran  los  hechos  contemporáneos  que  se 
desenvuelven,  en  países  y  en  circunstancias  semejantes  á 
las  nuestras. 

La, causa  délos  gobiernos  electores^  acaba  de  ser  juzgada 
por  las  Cámaras  Francesas,  y  he  aquí  el  fallo  pronunciado: 

«Considerando  qué  la  conciencia  pública,  al  juzgar  las 
maniobras  culpables  de  los  Ministros  de  Mayo  16  y  Noviem- 
bre 23,  con  toda  la  severidad  que  merecen,  ha  impuesto 
á  dichos  Ministros  un  castigo  Suficiente»,  la  Cámara  de  Di- 
putados se  limita  á  condenar  enérgica  y  solemnemente  se- 
mejantes maniobras,  como  así  mismo  á  sus  autores,  y  pasa 
á  la  orden  del  día.» 

La  Cámara,  de  acuerdo  con  el  gabinete,  ha  rechazado  la 
moción  de  someter  á  acusación  á  dichos  ministros,  por 
motivos  de  buen  gobierno  que  en  manera  alguna  compro- 
meten la  moral  pública.  Quería  evitarse  que  el  partido- 
republicano,  que  acaba  de  establecer  su  inmensa  mayoría 
en  la  Cámara,  en  el  Senado  y  en  el  Poder  Ejecutivo,  no  se 
espusiese  al  cargo  de  sevicia  contra  los  partidos  monár- 
quicos vencidos;  y  por  una  pendiente  fatal  de  la  revisión 
de  un  acto  de  los  ministros,  consentido  ó  probado  por  el 
Presidente  que  los  nombró,  pasasen   los  cargos  al   mismo 


OBHAS  Dh  8A.R1IIENTO 


jente,  hoy  dimisionario,  k  quiaii  por  sus  servicios  y 
norable  dimisión  del  man<Jo  alcanzaría  la  condena- 
ó  comprometerían  las  declaraciones. 
:o  es  de  prudencia,  que  caracteriza  á  los  hombrea  ma- 


i  que  ocupan  el  miai 
derado,  que  predi 
canos,  hoy.    El  casi 


islerio,  y  al  espíritu  conservador 
lina  en  la  gran  mayoría  de  los  re- 
í  unánime  nombramiento  de  M. 
I  compañero  y  el  amigo  de  TUiers  lo  mostró,  desde 
imento  de  aceptarse  la  ronuncia  de  Mac-Mahon. 
Gobierno  y  la  Cámara,  podian  en  efecto  reposarse  en 
idenaciun  quédelos  actos  ministeriales  tan  reproba- 
en  las  pasadas  elecciones,  ha  hecho  la  conciencia 
ca  por  cuanto  la  conciencia  pública  se  mostró  en  efec- 
derosa  é  imponente,  venciendo  en  todas  partes,  ó  en 
ande  mayoría  de  los  casos,  no  obstante  las  tentativas 
s  prefectos  ó  gobernadores  de  Departamentos,  y  de 
laires;  equivalentes  á  nuestros  presidentes  de  Muni-  ' 
idades  ó  Jueces  de  Paz,  en  materia  de  elecciones, 
ingerencia  del  gobierno  en  las  elecciones  de  la  reno* 
<n  de  la  Cámara,  disualta  por  decreto  del  mariscal 
Mahon,  no  era,  sin  embargo,  un  crimen,  ni  ua  delito 
itemano  definido  por  las  leyes  en  Francia.  Era  un 
o  ó  mas  bien  parte  integrante  de  la  política  nueva  y 
itonaria,  que  francamente  se  proponía  apoyar  el  Pre- 
ite. 

mos  tenido  ocasión  de  decirlo  antes.  Cuando  M.  Thiers 
níembro  de  la  asamblea,  durante  el  imperio  de  Na- 
in  m,  él  mismo  sostenía,  que  siendo  el  imperio  un 
!rno  dinástico,  el  emperador  tenia  derecho  á  hacer 
iirrir  á  la  elección  de  Diputados  á,  los  partidarios  y 
nedores  de  la  dinastía. 

ctrina  era  esta,  que  puede  ser  cuestionada,  en  cuanto 
exactitud,  pues  en  Inglaterra,  el  rey  ó  la  reina  no 
mden  hacer  representar  las  prerrogativas  en  las  elec- 
is;  pero  de  cuya  sinceridad  no  puede  dudarse,  puesto 
tf.  Thiers  no  era  sostenedor  del  imperio. 
sde  entonces,  data  la  práctica,  que  los  republicanos 
iraron  abusiva,  de  que  el  gobierno  dirigiese  comuni- 
nes  á  los  prefectos,  indicándoles  los  candidatos  del 
¡rno,  á  fin  de  que  los  anuuciasen  y  les  pretaseo  el 
o  de  su  influencia  y  autoridad. 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  209 

No  eran  pues,  como  se  ve,  manejos  clandestinos,  ni  frau- 
des, falsificaciones  y  violencias,  las  que  se  empleaban. 

Eran  actos  públicos,  cuya  moralidad  apenas  ponían  en 
duda  sus  adversarios. 

Al  intentar,  después  de  la  separación  del  ministerio  de 
Jules  Simón,  traer  al  gobierno  á  los  partidps  reaccionarios, 
se  ensayó  de  nuevo  la  doctrina  de  la  representación  de  el 
gobierno  en  las  elecciones,  y  el  ministerio  del  16  de  Mayo 
impartió  circulares,  enviando  á  los  Prefectos  las  listas  de 
Diputados  de  su  devoción,  para  apoyarlos  con  su  autoridad 
y  la  injerencia  confesada  del  Maire  y  demás  autoridades 
subalternas,  compréndese  que  con  la  obligación  de  soste- 
nerlas impuestas  k  todos  los  empleados,  que  forman  un 
personal  acaso  de  medio  millón  de  votos. 

La  opinión  republicana,  pues  de  eso  se  trataba,  triunfó 
en  la  mayor  parte  de  los  comicios,  no  obstante  aquel  tra- 
bajo y  presión  del  gobierno,  y  como  consecuencia  fueron 
desechadas  las  diputaciones,  cuyo  triunfo  se  había  obtenido 
por  actos  oficiales,  tales  como  publicarlas  listas  en  carteles 
blancos,  ó  por  actos  directos  de  la  autoridad. 

En  el  juicio  intentado  recientemente  á  aquellos  ministros 
reaccionarios  y  vencidos,  la  Cámara,  condenando  solemne 
y  enérgicamente  tales  maniobras^  establece  la  delincuencia  del 
acto,  y  condena  á  los  Ministros^  Prefeetos^  Jueces  de  Paz  elec- 
tores, para  usar  de  nuestro  lenguaje;  pues  los  actos  de 
fraude,  cohecho,  ó  coacción,  están  condenados  por  las  leyes 
de  todos  los  países. 

Esto  se  comprueba  por. el  hecho  mismo  de  no  haber 
ocurrido  un  desorden  en  quince  mil  ó  mas  mesas  electo- 
rales, en  dos  tercios  de  las  cuales  triunfaban  tranquila- 
mente los  republicanos,  no  obstante  formar  la  mayoría  los 
paisanos  de  las  campañas,  votando  en  presencia  de  la 
fuerza,  y  contra  la  voluntad  y  esfuerzos  en  contrario  de  to- 
das las  autoridades  civiles. 

Nuestra  cuestión  de  gobiernos  electores  es  de  otro  género. 
Ningún  gobernante  pretende,  como  pretendía  un  partido 
en  Francia,  tener  derecho  á  ser  representado  en  las  elec- 
ciones, si  no  que  los  que  se  entregan  á  estas  prácticas,  lo 
hacen  clandestinamente  y  ocultando  el  hecho.  Los  abusos 
que  se  cometen  tienen  por  objeto,  entre  nosotros,  estorbar 

Tomo  xl.— U 


los  ije  opinión  advei'sa,  y  este  fraude,  el  mas 
de  todos,  puds  auuid  la  elección,  debemos  con- 
comun  á  los  que  gobiernan,  como  á  los  que  les 
sicioi). 

secreto  esel  úiiuo  medio  que  cou  cierta  eficacia 
mirado,  para  quitar  la  ocasión  de  que  se  ejerzaa 
icias  oñciales,  ó  se  hagan  sentir  sobre  el  electoc 
umbres  sociales.  Basta  que  se  sepa  por  quien 
elector,  para  que  su  voluntad  fuera  itifluida  ó  el 
I  elección  comprometido. 

i  políticos  e?ttáu  siempre  denunciando  abusos; 
n  de  ir  á  las  causas  que  los  fomentan, 
irnos,  ayer  uo  mas, uno  délos  mas  sencillos expe- 
ira  disminuir  las  influencias  y  las  presiones  sobre 
con  poner  en  un  deposito  ]>úblico  todas  las  lístaa. 
|ue  mas  clama  contra  los  abusos,  se  contenta  con 
^ue  sus  adversarios  se  niegan  á  todo  acuerdo,  y 
saen  silencio  uno  racional  y  práctico  propuesto, 
otras  Teces  hemos  señalado  los  defectos  de  la 
,  por  donde  secuela  el  fraude  ó  la  violencia,  se 
la  que  las  leyes  son  inmejorables,  siendo  culpa 
ss,  la  perversa  práctica;  bieu  entendido  qua  los 
on  del  partido  adverso,  pues  que  los  que  mílitaa 
Anderas  son  ángeles. 

»  principal  qua  hemos  señalado,  en  lodo  ei  meca- 
;toral,  está  precisamente  en  que  mediati  A^mftm 
rio  funcionar.  Comisión  para  levautarel  censo, 
ibres  de  [wr  medio;  voto  de  palabra,  hay  hombres 
lo  escuchen. 

presenciar  luego  unas  el'^ooiones,  las  de  Marzo, 
idad  y  campaña,  mostrai-se  las  autoridades  fuií- 
segun  los  deberes  que  ellas  mismas  reconocen, 
enen  derechos  que  hacer  valer,  y  los  diversos 
)  que  eí:[4  reconcentrada  la  opinión. 
>n  de  mostrarse  el  grado  de  moralidad  á  que  he- 
lo, va  á  presentarse,  no  solo  para  Buenos  .4.ires, 
*  Repiiblica  (■nii'ra;  y  como  se  pre.seDt:i  á  núes- 
oya  nuestros  electores  como  un  modelo  y  un 
ira  las  otras  provincias,  deseamos  ardientemenia 
en  favor  del  escAn  lalo.  Es  muy  fsoil  as<?guriir 
e  cieUt>s  hechos,   ]>iir  los   mohos  disimulados 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  211 

que  dejan  burladas  las  dis[)  «sicion^^s  Ifgjiles  y  aun  la  de- 
cencia; pero  es  esta  semilla  que  si  se  siembra,  como  el  dicho 
popular  lo  acredita,  se  cosechan  tempestades. 

La  decisión  de  la  Cámara  francesa,  que  hemos  citado, 
hace  dar  á  la  Francia  un  paso  adelante  en  el  buen  camino, 
Ojalá  que  nosotros  no  demos  un  paso  atrás! 

Las  vergonzosas  revoluciones  sur-americanas,  tienen  por 
origen  la  falsificación  del  voto,  ó  su  impotencia  para  diri- 
gir el  gobierno  y  aun  crearlo. 

A  ese  respecto,  desde  Méjico  hasta  nuestras  fronteras, 
poco  hay  que  esperar  de  que  haya  orden  y  continuidad. 

Tenemos  la  elección  de  Presidente  en  un  año  mas,  y 
son  muchas  las  influencias,  las  prácticas,  los  escándalos  y 
los  ejemplos  que  pueden  ir  ejerciendo  su  acción  sobre  los 
ánimos,  y  producir  hechos.  Pocos  son  los  que  se  aperciben 
de  esto.    Lo  que  importa,  el  parecer,  es  lo  presente. 

EL  ESPÍRITU  DE  LA  ÉPOCA 

{Bl  Nacional,  Marzo  18  de  1879.) 

Si  pudiera  traerse  de  nuevo  á  la  vista  del  lector,  lo  que 
ha  venido  leyendo  en  los  diarios,  de  tres  años  á  esta  parte, 
como  expresión  de  las  ideas,  de  las  opiniones  y  de  los 
partidos,  se  quedarla  asombrado  de  los  cambios  que  se 
vienen  operando,  merced  al  mejor  espíritu  que  reina  y 
á  los  progresos  que  hace  el  respeto  á  las  conveniencias 
sociales. 

La  caricatura  misma  ha  experimentado  grandes  modifi- 
caciones, en  las  formas  y  exterioridades  del  ridículo,  casi 
abandonando  la  convencional  exageración  de  los  rasgos 
característicos  del  individuo,  por  el  retrato,  tal  como  es  en 
realidad,  á  manera  de  figurar  cuadros  y  grupos  de  persona- 
jes, tales  como  figurarían  en  un  acto  público  ó  en  las 
escenas  de  la  vida  privada. 

En  víspera  de  elecciones  que  á  todos  apasionan,  los  dia- 
rios parecen  abandonar  toda  tentativa  de  estimular  las 
pasiones,  y  las  polémicas  que  se  han  suscitado,  lejos  de 
agriarse  con  la  réplica,  terminan  en  concesiones  apenas 
disimuladas,  de  lo  mismo  que  se  sostenía,  ó  en  la  no  insis- 


'*1 


212  OIIKA8  DK    SAUMlIfiNTO 

tencia,  pues    partiendo  de   polos    opuestos   no    es  posible 
entenderse. 

Las  cuestiones  suscitadas  entre  el  Gobernador  y  el  Minis" 
tro  de  Hacienda  Nacional,  entre  el  Presidente  del  Banco 
y  el  Directorio,  que  tan  amenazantes  aparecían,  se  ha  resuel- 
to tranquilamente,  no  en  virtud  de  las  satisfacciones  dadas, 
sino  bajo  la  presión  de  esta  atmósfera  de  aquietamiento, 
que  trae  las  cosas  ó  las  ocurrencias  á  su  verdadero  nivel, 
quitándoles  por  no  hallar  viento  que  las  sople,  la  actividad 
y  fuerza  inicial. 

Sucede  otro  tanto  con  los  partidos,  que  á  medida  que 
se  caracterizan,  acaban  por  reconocerse  recíprocamente  su 
derecho  á  existir. 

Guantas  facciones  se  presentan  en  lucha,  para  las  próxi- 
mas elecciones? 

Hay  un  partido  que  se  titula  nacionalista,  y  que  sin 
embargo,  ha  traído  á  su  seno  una  fracción  del  partido 
autonomista,  mientras  que  ha  perdido  otra  en  el  Centro 
Popular. 

Quisiera,  para  darse  una  preponderancia  numérica  ó  de 
representación  moral  y  de  principios,  llamar  republicanos 
simplemente  á  sus  oponentes,  pero  la  verdad  les  fuerza  á 
reconocer,  que  la  gran  mayoría  autonomista  tiene  en  sus 
hombres  y  su  anterior  organización  sus  representantes  como 
en  sus  mejores  tiempos. 

Por  lo  que  hace  á  las  elecciones  provinciales  próximas, 
puede  pues,  decirse  que  dos  grandes  aglomeraciones  de 
opinión  lucharán,  en  definitiva. 

Cual  es  la  posición  real  que  el  gobierno  provincial  asume, 
para  llevar  adelante  su  plan  de  ser  gobierno  y  responder 
de  la  tranquilidad  pública,  sin  falsear  el  resultado  de  la 
elección? 

Vemos  á  este  respectó  divergencias  de  apreciación,  temo- 
res de  influencia  en  los  partidos  de  campaña,  satisfacciones 
parciales  dadas  á  la  opinión,  reprimiendo  excesos  que 
algunas  autoridades  muestran. 

Nada  de  afirmativo  puede  aventurarse,  porque  aun  no 
llega  el  caso  en  que  habrán  de  emplearse  procedimientos 
que  contraríen  las  esperanzas  de  acercarnos  esta  vez  á  la 
verdad  de  la  manifestación  de  la  opinión,  por  el  voto. 

Mucho  campo  al  arbitrario  de  los  jueces  de  paz  deja,  ó  lo 


LOS  DESFALLECIMIBNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  213 

lejano  de  las  poblaciones  rurales  en  que  habrán  de  ejercer 
su  autoridad,  ó  el  predominio  de  mayorías  de  gentes  poco 
preparadas  para  usar  con  conciencia  de  su  derecho  á  expre- 
sar su  opinión. 

Pero  ni  los  jueces  de  paz,  ni  loa  Comandantes  de  campaña 
tienen  ingerencia  directa  en  el  acto  de  la  elección,  que  está 
subordinado  á  los  jueces  de  las  mesas,  y  estos  han  sido 
nombrados  por  la  comisión  que  la  ley  designa,  y  por  tanto 
fuera  de  las  influencias  de  las  autoridades  locales. 

Si  pues,  hay  abuso  de  fuerzas  en  las  elecciones,  serán 
provocados  por  los  escrutadores,  llamando  indebidamente 
á  tomar  parte  en  el  acto  á  las  autoridades  civiles  ó  mi- 
litares. 

También  en  este  caso  debemos  contar  con  el  espíritu  de 
aquietamiento  que  hemos  señalado,  y  que  domina  aun  la 
voluntad  de  los  que  quisieran  excitar  pasiones. 

A  juzgar  por  el  aspecto  que  llevan  las  cosas,  parecería 
que  los  habitantes  de  Buenos  Aires,  hubiesen  concebido  el 
plan  de  ensayar  alguna  vez,  practicar  elecciones  reales  y, 
sin  violencias  ni  fraudes,  dejar  que  alguna  opinión  preva- 
lezca. 

¿Porqué  ha  sido  posible  en  Francia,  bajóla  autoridad 
del  ministerio  reaccionorio  de  Mac-Mahon,  que  los  republi- 
canos asegurasen  mas  que  nunca  su  predominio?  Por  qué 
la  Alemania  ha  podido  mandará  su  Reisgtag  representan- 
tes de  todos  los  colores  políticos,  sin  disminuir  los  mas 
acentuados  contra  la  política  de  Bismark,  y  la  rei)ublicana 
y  libre  población  de  Buenos  Aires,  que  se  precia  y  con  razón 
de  ser  en  otros  respectos  la  mas  adelantada  porción  de  la 
América  del  Sud,  no  podrá  una  sola  vez  darse  á  si  nriisma 
la  satisfacción  de  elegir  sus  representantes  y  gobernadores, 
sin  que  una  parte  de  la  población  grite:  al  escándalo,  á  la 
violencia,  al  fraude? 

No  basta  culpar  al  Gobierno,  de  violencia,  como  es  la 
costumbre.  Ese  gobierno  somos  nosotros  mismos  y  de 
nuestas  filas  han  salido  los  hombres  que  lo  forman.  De 
ese  carácter  participan  los  que  gobiernan  en  Alemania, 
Francia  ó  Estados  Unidos,  y  sin  embargo  nadie  se  queja  de 
haber  sido  oprimido  al  elegir  Diputados;  pues  aun  el  caso 
ocurrido  no  ha  mucho  en  Francia,  no  era  tanto  de  violencias 


214  OBKAS    UK   SAKMIIfiMTO 

ejercidas  que  se  quejaban,  sino  de  dar  como  mandato  auto- 
ritativo  y  legal  las  listas  del  gobierno. 

Mientras  tanto,  no  hace  mucho  tiempo  que  en  víspera  de 
unas  elecciones,  bajo  un  gobierno  tan  libre  como  el  de  ahora» 
los  rumores  mas  siniestros  circulaban  con  profusión,  de  boca 
en  boca.  Dos  partidos,  á  la  sombra  de  dos  nombres  pro- 
pios, se  preparaban  á  la  lucha  electoral,  cada  uno  por  su 
lado,  acumulando  armas,  estableciendo  acantonamientos, 
organizando  compañías  y  distribuyendo  órdenes.  No  era 
el  gobierno  quien  se  preparaba  á  hacer  oposición  á  los  elec- 
tores; pues  la  fuerza  de  policía  de  que  podía  servirse  estaba 
desmoralizada,  y  aunque^sea  ridículo  decir,  era  ella  la  opri- 
mida ó  intimidada.  Se  hablaba  de  exterminarla,  si  osaba 
presentarse  en  las  mesas  electorales. 

Eran  pues,  los  partidos,  y  mas  que  los  partidos,  la  opinión 
pública  la  estraviada,  que  se  proponía  cambiaren  la  lucha 
de  armas,  la  lucha  de  votos. 

Desde  entonces  á  la  fecha,  y  al  travez  de  las  dolorosas 
peripecias  porque  la  Provincia  ha  pasado  aun  en  despecho 
de  la  amnistía  que  aligeraba  de  toda  responsabilidad  la  con- 
ciencia de  los  que  apelaban  á  la  violencia,  las  ideas  del 
pueblo,  sobre  elecciones,  han  cambiado,  y  con  el  cambio 
que  va  acercando  este  acto  A  lo  que  es  en  todas  partes 
y  se  proponía  la  Constitución,  va  desapareciendo  el  espí- 
ritu de  violencia,  de  incriminación  y  de  constante  amenaza 
que  hacia  de  estos  días  una  angustia  continuada,  como  la 
espectacion  de  una  catástrofe,  ó  como  se  teme  la  explosión 
de  un  depósito  de  pólvora. 

Debemos  pues  felicitarnos  de  este  cambio,  y  tenemos 
un  motivo  de  complacencia  en  recordarlo  y  llamar  la  aten- 
ción sobre  él,  por  cuanto  no  es  un  hecho  aislado,  sino  que 
es  parte  de  una  serie  de  hechos  armoniosos,  que  se  produ- 
cen en  el  mismo  sentido  y  se  dan  la  mano. 

En  vano,  y  por  seguir  la  rutina,  se  ha  intentado  sostener 
como  doctrina  el  derecho  de  apelará  las  armas,  en  caso  de 
ver  frustradas  sus  esperanzas  los  partidos.  Nunca  la  opinión 
se  ha  mostrado  mas  unánimemente  adversa  á  tales  recur- 
sos, y  la  opinión  ha  acabado  con  la  discusión,  á  fuerza  de 
encontrarla  fuera  de  propósito. 

Quién  haría  revoluciones?  Quién  las  apoyaría? 

Otro  tanto  puede  decirse  de  los  temores  y  prevenciones 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  215 

que  quieren  suscitarse  contra  las  autoridades.  No  puede 
ni  debe  disimularse,  que,  siguiendo  las  viejas  prácticas, 
algunos  pusieron  de  manifiesto  sus  conexiones  de  partido 
con  los  Jueces  de  Paz  recien  nombrados.  La  opinión  pú- 
blica se  interpuso,  y  el  sentimiento  moral  sublevado,  llevó 
al  Gobernador  á  hacer  declaraciones  solemnes,  que  dejan 
establecida  la  línea  de  conducta  que  reconocía  como  su 
deber  seguir.  Los  Jueces  de  Paz,  que  todos  reconocían 
como  personas  honorables,  han  quedado  obligados  á  ser 
honorables,  en  el  desempeño  de  sus  funciones,  á  riesgo  de 
que  no  mostrándose  tales,  honorable  y  falaz  sean  en  el 
concepto  público  sinónimos.  Serán  pues,  honorables,  por- 
que asi  lo  impone  el  sentimiento  público,  como  no  lo  im- 
puso siempre,  pues  hemos  oido  decir  á  personas  esperi- 
mentadas  que  los  Jueces  de  Paz  eran  antes  los  arbitros  de 
las  elecciones. 

No  nos  hacemos  la  ilusión  de  creer  que  todos  los  vicios 
desaparezcan  y  no  hayan  de  reproducirse  actos  y  escenas 
que  antes  eran  casi  el  fondo  del  cuadro. 

Hemos  querido  solo  mostrar  que  hacemos  camino  en  el 
buen  sendero,  y  que  unos  hechos  conquistados  dan  base 
segura  para  completar  la  obra. 

El  espíritu  de  violencia  desaparece  visiblemente,  de  la 
prensa,  de  los  comicios,  de  la  tribuna  parlamentaria.  Hace 
tres  años  que  no  se  oyen  en  las  Cámaras  aquellas  diatribas 
contra  Presidentes  y  ministros,  aquellos  insultos  de  calum- 
niadores, y  de  cuanta  necedad  pueden  acumular  ebrios. 
La  barra  ha  dejado  de  tener  significado,  y  todos  estos  he- 
chos, todas  estas  atenuaciones  del  antiguo  espíritu  de  ata- 
que, de  revuelta,  de  diatriba,  acabarán  por  presentarnos 
ante  las  otras  naciones,  y  debemos  decirlo,  ante  nosotros 
mismos, — como  un  pueblo  en  camino  de  alcanzar  su  liber- 
tad por  donde  la  han  alcanzado  todos  los  pueblos,  por  el 
respeto  de  las  leyes,  de  las  autoridades,  del  decoro  y  de  la 
dignidad  colectiva. 

Los  hechos  que  hemos  enumerado  y  el  aspecto  general 
que  ofrece  la  situación  presente,  son  de  ello  una  muestra 
y  una  garantía. 


OHKA8  l>B  SAKMIBtlTO 


RECRUDESCENCIK 


(SI  iVoeíonol,  Marzo  19  úe  1879.) 

nos  ayer  no  mas  del  buen  espíritu  que  rei- 
i  prensti,  como  en  todas  las  otras  manifea- 
samientu  y  de  la  opinión,  dando  por  resul- 
0  moral,  en  cuanto  á.  la  política,  y  á  mas 
lobre  el  uso  de  la  libertad  que  tan  amplia- 
riuestras  instituciones;  porque  sin  ir  mas 
toda  la  redondez  de  la  tierra,  se  encontrará 
u  libertad  de  la  emisión  por  la  piensa,  que 
.  libertad  de  pensar,  sea  mas  ilimitada  que 

paisas  libres,  la  imprenta  está  sometida  á 
rales,  que  en  Francia  y  en  España,  poi'  ser- 
ias geniales  y  análogos,  son  mas  frecuente- 
n  ejercicio. 

■ra  y  Estados  Unidos  son  mas  raras  las 
las  leyes  restrictivas,  proviene  precisamen- 
rarisimos  los  casos  que  lo  requieren,  pues 
tan  educados,  por  una  larga  práctica  de  la 
n  detenerse  en  los  limites  donde  ya  dege- 
1. 

i  haciendo  esta  educación  entre  nosotros 
complacemos  en  señalar  los  progresos  que 
te  venimos  haciendo,  y  que  se  revelan  en 
ra  de  las  incrimaciones,  así  como  ea  la 
anza  de  los  propósitos  de  partido. 
;imuÍ08  de!  vicio  es,  sino  el  hacer  su  apo- 
lo  como  aceptable  ó  digno  de  disculpa.  El 

pueblo  se  afecta  por  exageración  de  sus 
),  en  cuanto  aparecen  como  vicios  habitúa- 
nos de  diaria  ocurrencia  en  la  vida  pública, 
la  dicho:  ruin  sea  d  que  por  ruin  ge  tiene,  pues 
presa  una  profunda  idea. 
;nado  en  otros  diarios  esa  facilidad  con  que, 

por  el  interés  de  partido,  no  se  detienen 
s  y  asertos  que  vao  mas  allá  de  lo  peimiti- 
dañeu  á  sus  adversarios. 


L0:4  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  217 

Los  gobernadores  electores  son  la  encarnación  del  crimen 
se  repite  en  todos  los  tonos,  sin  escasear  los  ejemplos  práo*' 
ticos  para  mostrar  que  no  es  una  generalickid,  sino  la 
pintura  gráfica  de  los  hechos  y  los  hombres  actuales. 

Teniendo  la  misma  reprobación  por  una  de  las  mues- 
tras de  nuestro  atraso  en  la  vida  pública,  habiendo  en  todo 
tiempo  consagrado  nuestro  débil  esfuerzo  á  combatir  el 
mal  uso  de  la  autoridad,  de  que  no  han  estado  exentos 
nuestros  mas  aceptados  hombres  públicos,  y  no  lo  están 
algunos  de  los  actuales  gobernadores,  no  creemos,  sin  em- 
bargo, autorizada  la  frase  usual,  que  llama  á  esos  gober- 
nadores, y  aun  nombrándolos:  la  encarnación  del  crimen. 

No  es  ni  útil  siquiera  aumentar  la  lista  de  los  crímenes, 
dándooste  carácter  á  hechos  que  pueden  ser  irregulares, 
que  pueden  ser  culpables,  si  la  ley  ó  el  juicio  político  así  lo 
declaran. 

Pero  aun  aceptando  la  clasificación,  es  preciso  en  cam- 
bio no  constituir  una  herencia  de  crimen  en  nuestros  adver- 
sarios políticos,  ni  elevar  al  rango  de  virtudes  los  actos  de 
nuestros  amigos,  que  las  leyes,  sin  embargo  declaran  críme- 
nes, en  todas  las  legislaciones  del  mundo. 

El  día  que  nos  abandonábamos  con  placer  á  esta  especie 
de  ablución  queriendo  atenuar  nuestras  propias  faltas,  en 
lo  que  aparecemos  como  uno  de  los  pueblos  mas  atrasados 
en  la  moral  pública,  otro  diario,  quizá  á  la  misma  hora,  ha- 
cía la  pintura  mas  negra  que  puede  hacerse  de  la  situa- 
ción de  un  pueblo  que  pretende  ser  civilizada  y  cris- 
tiano. 

No  tomaremos  de  este  grocero  de  vili[)endio  sino  lo  mas 
repugnante  y  odioso.  En  Santiago,  se  dice,  han  desaparecido 
muchos  ciudadanos  prestigiosos,  enemigos  de  la  situación 

actual,  corriendo  la  misma  suerte  mujeres  y  niñas 

ahorramos  frases  indecorosas. 

Un  hecho  solo  citaremos,  para  oponer  á  estas  desdorosas 
imputaciones. 

Un  señor  Palacios,  residente  en  Buenos  Aires,  y  persona 
que  goza  de  consideración  en  Santiago,su  país  natal  acaba  de 
recibir, — estamos  informados — invitación  de  losque  forman 
la  situación  actual,  para  que  acepte  el  nombramiento  de 
Gobernador  que  desean  conferirle,  acaso  buscando  en  él,  á 


mas  lie  luces  y  probiíJaü,  la  itnparcialidüd  qae  se  espei-a 
de  loa  que  no  están  afectados  por  las  pasiones  locales. 

Este  hecho  prueba,  por  lo  menos,  que  no  hay  ambicio- 
nes peisonales  que  dominen  aquella  situación,  ni  quie- 
ran imprimii-le  el  carácter  de  persecución  que  se  le 
atribuye. 

El  señor  Santillan,  que  gobierna  actualmente,  es  un 
ciudadadano  honorable  y  tenido  por  tal  aun  por  sus  adver- 
sarios políticos. 

Santiago  ha  debido  sufrir,  al  cambiarse  una  situación  que 
á  fuerza  de  durar  afios,  de  pasar  un  (gobierno  de  padres  á 
hijos  y  hermanos  de  una  familia  preponderante,  había 
llegado  á  ser  normal.  El  Presidente  Mitre,  en  lo  que  se 
llamó  su  testamento  político,  denunciaba  este  hecho.  El 
doctor  Rdwson,  como  miembro  informante  del  Congreso, 
aconsejaba  no  intervenir  en  Santiago,  seis  años  después, 
por  no  hallase  aquella  Provincia  en  condiciones  constitucio- 
nales.  El  Presidente  Sarmiento,  uonstestando  á.  una  des- 
vergozada  y  sediciosa  carta  de  don  Manual  Taboada,  hizo 
la  pintura  mas  acabada  del  gobierno  de  Santiago,  y  se 
lo  tuvo  por  bien  dicho,  por  cuanto  nada  tenia  que  re- 
plicar. 

Esa  situación  ha  cesado;  pero  es  injusto  decir  que  San- 
tiago ha  perdido  con  ello  muchos  hombres  prestigiosos,  D, 
Manuel  Taboada  murió  de  muerte  natural;  su  hermano  don 
Antonio  no  puede  darse  por  perdido,  con  residir  en  Tucu- 
man,  como  ei  doctor  Gorostiagu  en  Buenos  Aires. 

Santiago  ha  adquirido  en  cambio  algunos  ciudadanos,  co- 
mo los  señores  Vieira,  Rueda,  y  tantos  otros  que  han  regre- 
sado á  su  país,  después  de  largos  años  de  destierro  por  huir 
de  persecuciones.  ¿Es  tan  indispensable  la  presencia  de  don 
Antonio  Taboada,  en  país  donde  tienen  raíces  profundas  las 
influencias  personales,  ejercidas  durante  cuarenta  años, 
pues  Santiago  no  conoció  intermisión  entre  el  gobierno 
horrible  del  antiguo  Ibarra  y  de  sus  sobrinos,  acaso  mas 
moderados,  que  heredaron  el  poder  arbitrario  del  antiguo 
desertor  del  ejército  de  Belgrano? 

Es  simplemente  atroz  la  acusación  dirigida  á  la  admi- 
nistración actual,  que  solo  tiende,  con  el  epíteto  de  distin- 
guidos y  prestigiotos,  k  restablecer  la  pasada  situación. 

En  Santa  Fé,  vuelven  á  repetirlo,  cayó  Cullen  bajo  el  pu- 


LOS  DESFALLBCIMIRNTÜ8  Y  LOS  DESVÍOS  219 

nal  de  los  seides    de  la  situación  actual,  que  tuvieron  por 
botin  el  robarlo  y  rffl¡^o//arto... 

Todavía  somos  degolladores?  Y  sin  embargo,  la  situación 
actual  tiene  su  filiación  histórica,  en  un  decreto  del  Minis- 
tro Costa,  aceptando  y  legitimando  los  hechos  que  trajeron 
la  deposición  del  Gobernador  Oroño  instigador  reconocido 
y  confesado  de  las  tentativas  revolucionarias,  en  una  de  las 
que  murió  Cullen,  hermano  político  del  depuesto  Gober- 
nador. 

Cullen  ha  muerto,  desgraciadamente,  en  la  ejecución  de 
un  crimen,  así  clasificado  por  las  leyes  de  todos  los  países 
y  si  á  ello  lo  impulsaba  el  mal  entendido  patriotismo,  que 
nos  lleva  á  derrocar  gobiernos,  su  sangre  no  valía  masque 
la  de  doscientos  infelices  que  han  sido  sacrificados  en  esas 
tentativas  inútiles. 

El  Gobernador  actual,  que  hace  la  situación  deSanta-Fé, 
era  Ministro  del  Gobierno  Nacional  á  la  época  de  morir 
Cullen,  y  para  ser  Gobernador  tuvo  que  pasar  por  el  bau- 
tismo desangre,  derramada  en  ataque  nocturno  en  las  ca. 
lies  de  Santa-Fó,  con  el  propósito  de  matarlo.  ¿Era  mas 
]>restigioso  Cullen  que  Iriondo?  Por  qué  levantar  tan  alto 
&  uno  que  era  criminal,  en  el  acto  que  sucumbía,  y  depri- 
mir tan  abajo  k  los  que  por  lo  menos  tienen  igual  derecho 
á  la  vida  que  él  quiso  quitarles? 

«En  Entre-Ríos  se  ha  dado  muerte  á  muchos  ciudadanos 
distinguidos  y  prestigiosos,  cuya  saiigre  ha  salpicado  el  ros- 
tro de  sus  verdugos » 

{Qué  horrible  poesía  la  de  esta  pesadilla  de  sangre,  de 
crímenes,  de  horrores  en  que  se  agita  ó  un  partido,  ó  un 
escritorl 

Consuélenos  la  idea  de  que  viven  López  Jordán,  Leiva, 
Guarumba  y  tantos  otros  ciudadanos  mas  prestijiosos  aun, 
y  que  un  dia  volverán  por  el  honor  de  su  provincia.  Pero 
por  amor  al  país,  para  evitar  que  á  todos  « nos  sale  el 
rubor  por  las  mejillas,»  pediríamos  que  la  prensa  ilustra- 
da de  Buenos  Aires,  como  los  puercos  que  se  complacen 
en  remover  el  fango,  no  nos  detallen  «todas  estas  infamias, 
to<las  estas  iniquidades  vergonzosas,  todos  estos  crímenes 
indignos,»  porque  este  catálogo  vergonzoso  é  infame  de  crí- 
menes, nos  salpica  el  rostro  á  todos  los  argentinos,  sin  dar 


220  0BKA8    DK   8AKMIKNTO 

al  autor  de  estos  delirios  sanguinolentos  y  destemplados, 
los  pobres  votos  que  anda  solicitando. 

No  tendrá  los  de  Salta  y  Jujuy,  donde  desaparecido  Uri- 
buru,  quede  Sola  y  otros  que  no  mejoran  la  situación.  El 
señor  Palacios  puede,  si  acepta,  mejorar  la  condición  de 
Santiago,  pero  poco  ha  de  hacer  en  favor  de  los  Taboadas, 
que  es  el  reverso  de  la  situación  actual. 

En  el  Entre  Rios,  para  la  elección  de  Gobernador  han 
dado  sus  nombres,  en  listas  reproducidas  por  todos  los  dia- 
rios, millares  de  individuos  que  son  prestijiosos  por  el  lugar 
que  ocupan  en  la  sociedad,  lo  que  prueba  que  la  situación 
actual  no  es  impuesta  por  un  individuo  como  lo  es  la  de 
Santa  Fé  ó  la  de  Santiago. 

La  de  Corrientes  sí,  que  ha  sido  impuesta  por  actos  pú- 
blicos y  notorios,  y  en  Corrientes  ocurren  porque  han  de- 
bido necesariamente  ocurrir  hechos  violentos,  hijos  de  actos 
violentos,  como  en  Santiago  ahora  cuatro  años. 

Tenemos  en  cartera,  relaciones,  denuncias  de  actos  arbi- 
trarios en  que  la  vida,  la  propiedad,  la  libertad  y  el  honor 
de  los  ciudadanos  que  siguieron  el  gobierno  del  señor  Der- 
qui,  que  ninguna  autoridad,  declaró  ilegal,  han  sido  ataca- 
dos en  Corrientes,  y  nos  abstenemos  de  publicarlos,  ya 
porque  no  encontrarán  remedio  ni  aun  aceptación  como 
verídicos,  ya  porque  hacemos  en  estas  nuestras  miserias 
la  parte  del  fuego,  como  dicen  los  franceses,  evitando  así 
agregar  nuevos  cargos.  Quisiéramos  ser  honrados,  huma- 
nos, dignos  del  nombre  de  republicanos. 

No  exajeremos,  no  ennegrezcamos  el  cuadro. 

LA  FASCINACIÓN 

{Bl  Ncunonal,  Marzo  20  de  1879.) 

Las  observaciones  que  hace  La  Nación^  sobre  las  elec- 
ciones en  Francia  y  en  las  provincias  argentinas,  serian  las 
nuestras  propias  sin  el  propósito  á  que  se  encaminan. 

Por  una  fascinación  singular,  aquel  diario  e^tá  de  meses 
atrás  empeñado  en  hacernos  sostenedores  del  fraude,  de  la 
violencia,  de  la  liga  de  Gobernadores.  Es  en  vano  que  la 
evidencia  se  haya  mostrado  en  todo  este  'lebate.  Esen  vano 
que  tenga  que  reconocerlo  él  mismo.  La  necesidad  de  pleito 


LOS  DKSFALLECI&IIKNT08  Y  LOS  DESVÍOS  221 

le  aconseja  volver  ¿i  su  antiguo  tema,  y  encuentra  adversa- 
rios donde  debiera  reconocer  colaboradores  desintere- 
sados. 

Hay  fraude  en  las  Provincias?  Y  en  Buenos  Aires,  la 
patria  del  fraude  electoral?  Hay  fraude  en  la  República,  y 
hay  violencia  en  todos  estos  paises,  sin  educación  política- 
y  la  denunciamos  para  que  se  corrija.  Lo  que  decíamos  de 
Francia,  era  para  robustecer  la  condenación  de  los  hechos, 
aun  mas  irregulares  entre  nosotros,  y  se  nos  tacha  como 
una  justificación  que  quisiéramos  hacer.  Condenando  lo 
menos,  se  nos  acusa  deque  justificamos  lo  mas. 

¿Y  qué  argumentos  y  ejemplos  se  hacen  valer  para  justifi- 
car la  tesis? 

Hay  una  famosa  novelista  inglesa,  Mrs.  Radcliffe,  que  se 
complace  en  exitar  el  horror,  con  descripciones  de  palacios 
antiguos,  con  galerías  oscuras,  pasajes  secretos,  escaleras 
ocultas,  fantasmas,  ánimas,  crímenes  ocultos,  etc. 

LaNdcion  tiene  el  mismo  gusto  literario,  en  política,  y  la 
cuestión  mas  sencilla  la  ha  de  rodear  de  horrores,  de  supli- 
cios, de  victimas,  de  mártires,  haciendo  de  los  gobernadores 
de  la  liga,  que  cuando  mas  serán  unos  picaros  retoba- 
dos, unos  monstruos  de  que  se  avergonzarían  los  reinos 
africanos. 

¿Cuál  es  su  argumento,  para  probar  que  nosotros  defen- 
demos el  fraude  y  los  de  la  liga? 

Tenga  paciencia  el  lector,  para  acompañarnos  con  una 
linterna,  á  la  Mrs.  Radcliffe^  por  los  pasajes  subterráneos  de 
que  se  escapan  bocanadas  de  aire  húmedo  y  mal  sano,  al 
abrir  una  portezuela,  que  gira  sobre  goznes,  que  rechinan 
como  gemidos  de  las  victimas  que  vamos  á  salvar. 

Prestad,  oh  lectores,  el  oído,  y  oid  lo  que  pasa  en  las  pro- 
vincias, gobernadas  por  la  liga: 

«En  la  puerta  de  un  cuartel  de  un    batallón  de  la  Nación 
se  coloca  un  palo.    Un  hombre  es  atado  de  las  manos,  se  le 
sube  y  se  le  tiene  colgado  hasta  que*  se  desmaya. 

«  Lo  bajan  entonces,  le  dan  un  poco  de  agua,  y  le  vuelven 
á  colgar. 

«  El  pueblo  llamado  á  elegir^  que  sabe  que  le  espera  el 
mismo  fin,  se  retira  y  no  vota. 

«Esto  se  hacía  en  Santiago,  bajo  la  protección  de  las  ba- 
yonetas nacionales,  que  se  llamaban  libertadorasl  » 


222  OBRAS   DE  SAtlMlENTO 

Corto  es  el  cuento,  pero  lastimoso!  Si  fueran  los  sanlia- 
gueños  los  que  tienen  e^íte  sistetna  de  votar,  diríamos  que 
han  herho  un  progreso  igual  al  que  hizo  la  humaniílad  con 
la  institución  de  la  esclavitud,  que  justiñcaron  Aristóteles 
y  Voliaire,  como  un  progreso.  Los  primeros  hombres  se  da- 
ban caza  para  comerse  unos  á  otros;  y  todavía  en  África  hay 
naciones  muy  adelantadas  en  las  artes,  que  hacen  la  gue- 
rra para  proveerse  de  carne,  que  salan  y  hacen  de  ella  char- 
que. Hace  cuatfo  años  que  el  hecho  ha  sido  verificado. 

En  1845,  si  no  estamos  equivocados,  el  coronel  Balmaceda,- 
del  ejército  nacional,  fué  tomado  por  Ibarra,  Gobernador  de 
Santiago,  y  enchalecado.  Por  pudor  no  detallamos  el  horror 
ds  este  suplicio,  inventado  por  Artigas. 

Cuánto  ha  avanzado  Santiago,  desde  la  calda  de  los  Ta- 
boada,  que  eran  la  continuación  de  aquella  dinastía,  cuando 
ya  solo  cuelgan  á.  la  victima,  sin  matarla!  Decididamente, 
la  civilización  hace  progresos  allí;  y  como  las  elecciones  son, 
según  la  doctrina  de  La  ATocún  una  atenuación  ó  una  oca- 
sión de  guerra,  vése  que  ya  no  es  á  muerte  como  lo  fué  ha»- 
ta  1873. 

Sin  embargo,  entremos  un  poco  mas  en  el  fondo  del  te- 
rrible sistema  de  elecciones  de  las  provincias,  de  que  es 
ejemplo  la  de  Santiago. 

Desde  luego  que  el  tormentóos  aplicifilo  en  la  puerta  del 
cuartel  del  batallón  de  la  Nación,  y  como  los  batallones  de 
la  Nación  no  obedecen  á  las  autoridades  locales,  y  menos 
para  ejercer  actos  de  crueldad,  resulta  que,  la  nación,  el  Go- 
bierno Nacional,  el  jefe  del  cuerpo  de  línea,  es  el  ünico 
responsable  del  acto. 

No  es  pues,  el  modo  de  elegir  que  tienen  las  provincias  ni 
losde  la  liga,  sino  la  nación  argentina,  que  va  áhacer  ele- 
gir funcionarios  de  esa  manera.  El  Pretor  Pilatos,  no  pue- 
de esta  vez  disculparse  con  lavarse  las  manos  porque  e^ 
pueblo  ¡e  pedia  que  crucificasen  al  Justo.  Lejos  de  desechar 
el  ominoso  ejemplo  que  nos  enrostran,  lo  aceptamos  para 
mostrar  cuan  distantes  estamos,  todavía,  de  haber  adquiri- 
do las  costumbres  que  evitan  estos  escándalos,  y  echándo- 
nos en  cara  que  «llamamos  pueblos  bárbaros»  k  los  nuestros 
y  que  tienen  «los  gobiernos  que   merecen.» 

Cómo  llama,  el  que  trae  aquel  horrible  cuento  á  cola- 
ción, al  pueblo  donde  se  comete?    Le  llama  la  actualidad) 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  223 

los    hombres    de    la    situación,   los    Gobernadores    de   la 
Liga. 

De  manera  que  para  probar  que  no  somos  bárbaros,  trae 
á  cada  rato,  venga  ó  no  venga  al  caso,  la  horrible  repeti- 
ción, para  todas  las  provincias,  exceptuando  ésta  que  tan- 
tos hechos  presenció,  de  los  actos  mas  vergonzosos,  y  que 
bastarían  á  deshonrar  una  horda  de  salvajes  negros  afri- 
canos. 

Sigamos,  sin  embargo,  el  raciocinio. 

Ese  batallón  no  era  de  Santiago,  era  de  la  Nación.  Obe- 
decía al  Presidente  Avellaneda,  era  ministro  de  la  guerra 
el  doctor  don  Adolfo  Alsina,  y  mandábalo  por  lo  menos  un 
teniente  coronel  de  los  ejércitos  nacionales.  Ese  coman- 
dante no  había  sido  creado  para  el  caso  especial,  sino  que 
había  venido  haciendo  su  carrera  desde  alférez  ó  teniente, 
bajo  el  mando  de  los  que  hoy  son  generales  y  fueron  hasta 
poco  antes  comandantes  ó  coroneles  de  esos  mismos  bata- 
llones. 

De  que  aquel  comandante  no  era  un  monstruo  al  inven- 
tar tales  suplicios  y  castigos,  hay  pruebas  parlamentarias 
de  ser  prácticas  consuetudinarias  de  jefes  argentinos,  razón 
por  la  cual  fué  abolida  la  pena  de  azotes,  de  que  abusaron 
de  una  manera  odiosa,  que  por  pudor  no  detallamos,  así 
como  mas  tarde  se  denunció  el  cepo  colombiano,  las  esta- 
queadas y  otros  excesos.    . 

Aquellos  antecedentes  habrían  sin  duda  corrompido  el 
sentimiento  moral  de  aquel  jefe,  si  es  cierto  que  tal  acto 
tuvo  lugar,  lo  que  deseamos,  por  honor  del  país,  sea  falso  ó 
exagerado.  Mas  en  todo  caso,  quedará  demostrado,  que  no 
es  esta  la  manera  de  elegir  que  tienen  los  gobernadores 
electores,  pues  cuando  mas  sería  la  que  llevaba  en  sus  prác- 
ticas el  ejército  nacional,  recomendaba  el  Ministro  de  la 
Guerra,  ó  toleraba  el  Presidente  de  la  República. 

Insistimos  en  este  punto,  no  para  inculpar  á  nadie,  sino 
para  mostrar  el  mal  sistema  de  argüir  en  favor  de  una  cau- 
sa buena,  haciéndola  odiosa  á  fuerza  de  pasión  y  de  perver- 
sidad. 

Creemos  firmemente  que  en  1875  ó  1876  á  que  suponemos 
se  refiere  este  hecho,  habría  sido  un  lujo  de  barbarie  echar 
mano  de  tales  medios  para  hacer  votar  al  pueblo  de  Santia- 


vot'  de  un  gobernador  cualquiera, aunque 
os. 

iparecer  ei  gobierno  de  cuarenta  años  de 
sin  hacer  agravio  á  sus  descendientes,  ó 
ración  de  la  dinastía,  debe  decirse,  que  á 
no  de  medio  siglo,  de  trasmitirse  el  poder, 
i  mas  años,  el  pueblo,  si  pueblo  había 
lado  á  las  elecciones  para  renovar  el 
>  en  estos  últimos  tiempos  era  llamado 
rsa  de  elecciones,  sabía  muy  bien  que 
L  don  Manuel  Taboada,  ó  A  su  secretario, 
el  poder,  pero  á  quien  depuso  desde  que 
Panza,  creyó  que  era  de  veras  Gober- 

ido  en  provincias  mas  adelantadas  qlie 
>,  no  acudir  el  pueblo  á  las  elecciones, 
iolencias,  sino  porque  su  rol  era  elegir 

jreer  que  en  la  ciudad  de  Santiago,  de- 
rde  los  Taboada,  fuese  tal  la  adhesión 
antiguos  mandones,  que  el  ejército  na- 
derrocarlos  y  estorbar  que  se  rehiciesen» 
'  al  hecho  denunciado  de  colgar  á.  un 
jajarlo,  darle  agua  para  prolongar  su 
ue  aquel  pueblo,  ó  soberbio  ó  fiel  á  sus 
rros,  eligiese  un  Gobernador,  que  cuan- 
e,  no  había  de  alcalizar  á  parecérsele  á 
gobierno  que  ejercieron  sin  elecciones 
;lo?  La  tiranía  de  Ibarra,  si  no  nos 
principiado  en  1816,  pues  se  sublevó 
mido  el  Congreso  de  Tucuman  y  des- 
aldea  entonces,  del    gobierno    de  Tu- 

razon  de  decir,  que  ha  hecho  Santiago 
)  desde  entonces  acá,  con    la  presencia 

yos  cuatro  quintos  no  hablan  sino  el 
)  habituado  á  obedecer  un  gobierno  en 

0  no  tenía   parte,  grande   progreso   ha 

1  acantonadas  fuerzas  nacionales   para 


LOS  DBSFALLBOIMlHNTOtf  Y  LOS  DESVÍOS  225 

protejerlo  contra  sus  propios  hábitos  de  obediencia  y  sumí- 
43Íon,  contra  su  propia  ignorancia  y  pobreza. 

En  poblaciones  tales,  los  pocos  hombres  educados  son 
los  oprimidos  por  esas  masas  que  no  han  adquirido 
todavía  la  conciencia  de  su  derecho,  ni  de  su  indepen- 
dencia. 

Gracias  á  la  intervención  nacional,  que  fué  en  apoyo  de 
ese  pueblo  y  á  introducir  las  formas  electorales,  descono- 
-cidas  todaviai  han  podido  sucederse  en  el  gobierno  hom- 
f)r6S  que  sin  duda  no  han  debido  ser  grandes  hombres» 
pero  que  no  son  tiranos,  ni  se  apropian  el  gobierno  para 
^i.  Hoy  se  ha  ofrecido  el  gobierno  de  Santiago  al  joven 
Oallo,  que  no  ha  querido  aceptarlo,  al  señor  Alcorta,  al 
«eñor  Palacios,  que  debemos  suponer  hará  un  sacrificio 
«n  aceptarlo. 

Se  nos  anuncia  «que  bien  pronto  se  llevará  al  Congreso 
Argentino  la  exposición  del  estado  electoral  de  aquellas 
Provincias»,  y  de  seguro  que  ha  de  ser  interesante  el 
<5uadro. 

El  Congreso  tendrá  ocasión  de  examinar  el  estado  elec- 
toral de  la  República  Argentina,  pues  á  estar  á  lo  que  La 
Nación  nos  ha  revelado  otras  veces,  y  pueden  confirmar 
tiechos  nuevos,  no  gozó  ésta  de  mejores  condiciones,  aun 
en  la  ciudad,  pues  en  las  campañas  se  cuecen  habas  á 
<;alderada8. 

Una  comisión  de  investigación,  nombrada  por  el  Congreso, 
si  tuviéramos  el  espíritu  de  verdad. y  de  honradez  de  los 
ingleses,  nos  revelaría  hechos  y  prácticas  menos  odiosas 
sin  duda  que  las  que  puso  á  la  vista  la  que  investigó  lo 
que  pasaba  en  las  minas  de  carbón,  ó  las  que  se  hicieron 
conocer  en  la  Cámara  de  los  Comunes,  cuando  John 
Bussel  trabajaba  por  mejorar  la  ley  electoral  inglesa.  Tal 
como  nos  la  anuncia,  ha  de  ser  una  diatriba  de  partido,  si 
-pierden  las  elecciones! 

A  qué  arribará  el  Congreso?  A  imponer  castigo  á  los 
fraudulentos?  á  los  Gobernadores?  á  restringir  el  voto? 
á  hacerlo  secreto  ? 

Ha  de  ser  útil  la  discusión,  y  tendremos  por  lo  menos 
algún  cuadro  de  costumbres  que  hará  avergonzarse  de  ser 
argentinos.    Cómo  se  hacen  las  elecciones  en  Corrientes» 

Tomo  xl.— 16 


AB   UK  HAKUIltNTO 

i  guaraní?    De  una  manera  irre- 

itidgo,  ilotide  se  habla  quichua  ? 
UQ  cuartel  nacional.     Sú  ata  de  las 

le  cuelgu,  se  le  sube,  se  le  baja,  se 
uelva  del  desmayo,  se  le  vuelven 
no  tiene  pelo  de  tonto,  dice  :  pa  los 
t 

nveüciones,  al  ver  de  día  en  día  el 
I  político,  en  la  eterna  prédica  de 
icias  en  nombre  de  la  moral,  del 
icia  y  de  la  libertad  que  se  invocan, 

nos  falta  la  educación  política,  que 

las  instituciones  que  nos  hemos 
sas  populares  son  menos  aptas,  por 

cultas  son  peores  todavía,  por  la 
Falsas  ideas. 

lio  EN  ESPAfm 

(SI  Saeíimal,  ilarao  ti  (te    1879.) 

-endido  la  ingrata  tarea  de  coiite- 
olucionaría,  que  con  las  amnistías 
el  tiempo  indispensable  para  que 
a  no  vaya,  como  ha  sucedido  con 
te,  confundida  la  saiitiñcaciüD  del 
jelado  al  consenso  universal,  á  la 
naciones  libres,  y  aun  á  actos  tegis- 
[luestra  vista  realizandoen  £uropa, 
o  de  par  en  par  la  puerta  al  per- 
mbargo,  cuidadosamente    el    prin- 

9  los  revolucionarios  mismos,  he- 
en  demostrar  que  lejos  de  serles 
ue  propagan,  son  solo  una  heren- 
ijeral  de  toda  la  América- del  Sur, 
ital  propio  de  barbarie,  desorden 
:ras  propias  Costumbres,  pues  Cha- 
en  la  práctica  revolucionaria,  sino 
jertad,  proceden  á  impulsos  de  los 


LOS  DBSFALLEOIMIBNTOS  T  LOS  DBSVIOS  2S7 

instintos  revolucionarios,  que  les  son  comunes  con  los  mas 
favoreciólos  de  los  hereileros  forzosos  del  gran  partido  de 
ia  libertad. 

El  mundo  político  ha  marchado,  empero,  en    estos  últi- 

,mos  veinte  años,  en  qu«  el  espíritu  revolucionario  liberal 

ha  sido  corregido  y  sustituido  con  ideas   mas  conformes 

con  las  necesidades  de  los*i)ueblos  y  los- resultados  de  la 

experiencia. 

Nosotros  nos  hemos  quedado  atrás  no  obstante,  y  cuando 
decimos  nosotros,  recordaránlo  nuestros  lectores,  inclui- 
mos los  pueblos  del  habla  castellana,  sin  excluir  la  Es- 
paña misma,  de  cuya  tradicional  inexperiencia  (ie  las 
formas  modernas  <le  la  libertad,  participm  con  nosotros 
los  hijos  que  dejó  en  los  países  conqnista-los  por  su  valor, 
precisamente  en  la  época  de  su  mayor  atraso. 

Los  ingleses  han  fundado  colonias  en  Botany  B  ly,  en 
Australia,  con  sus  presidiarios,  y  al  andar  del  tiempo  han 
surgido  de  aquella  mala  semilla  de  árbol  robusto,  nacio- 
nes libres  y  dotadas  de  vida  orgánica.  No  haremos  com- 
paraciones; pero  aprovecharemos  de  testimonios  que  nos 
vienen  de  España  misma,  de  sus  mejores  pensadores,  para 
mostrar  como  allá  y  aquí  jemimos  bajo  el  azote  del  mismo 
mal  de  raza. 

Castelar,  el  elocuente  tribuno  español,  que  tanto  ha 
ensa/ado,  tanto  ha  deseado,  y  tanta  experiencia  viene 
atesorando  con  los  años  y  los  desencantos,  apela  á  nos- 
otros desde,  allá,  creyendo  á  los  «americanos,  habituados 
«  k  las  prácticas  de  las  instituciones  democráticas,  y  al 
«ejercicio  de  las  libertades  públicas»,  se  imagina  cando- 
rosamente que  nos  «será  im{)osible  alcanzar  á  comprender 
« las  innu^ierables  dificultades  con  que  en  España  tro- 
«  pieza  un  régimen  fundado  en  la  soberanía  nacional.» 

Y  para  probarlo,  le  cuenta  sus  cuitas  á  La  Nación,  y 
entre  aquellas  dificultades,  le  señala,  como  uno  de  los 
pecados  capitales:  «nuestros  pronunciamientos  (léase 
«  manifiestos)  y  nuestros  golpes  de  Estado,  que  huelen 
«  todos  á  cuartel^  y  que  han  traído  innumerables  males 
«  nunca  bien  deplorados,  el  menosprecio  sistemático  á  las 
«competencias  (luchas)  saludables  de  !a  libertad.» 

«  En  vez  de  hacerse  electores,  se  buscan  soldados.  En  vez 
«de  comicios,  cuadras  de  cuartel,  en  vez  de  votos,  Urosf 


0BHA8  fia  SARUIBNTO 

to  &  perjurar  y  sublevarse,  vale  por 
1  regimiento  que  se  echa  i.  la  calle  en 
:cion    militara,    importa  mas  que  la 

enteras,  pues  quien  llegue  al  minis- 
cion,   siquiera  sea  sobre  la  punta  de 

el  manubrio  administrativo,  ganará 
sabor,  y  podrá  imponer  ai  pais  basta 
de  su  capricho.  Esto  es  bueno  para 
n  fundar  un  gobierno  personalisimo  y 
idura  mas  ó  menos  hipócrita.» 
venirle  al  lector  de  preguntar'  si  es 
estros  septembhstas  de  quienes  habla 

^,  como  lo  es,-  es  fortuna  que  venga 
n  apoyo  de  nuestro  trabajo,  desacredi- 
mamiento  b.  las  armas,  á  la  revolución, 
tos  y  manifiestos,  que  en  pretendida 
id,  acaban  con  echar  por  tierra  y  dea- 
ciones mismas  que  afectan  proclamar. 
)vecho  que  en  España,  nuestras  ideas, 
reflejo  de  la  política  triunfante  hoy 
as,  empiezan  &  obtener  el  asentimiento 
juventud  misma,  que  &  decir  verdad, 
cperiencia  que  le  suministran  tantas 
a  bsn  llevado  declamadores  apasióna- 
lo no  hacen  mas  que  seguir  la  desacre- 
imbiciones  que  despedazan  la  América 
o  revuelta  á  la  Es{>a5a,  y  nos  detienen 
ifícil  tarea  de  crear  hábitos  de  orden, 
lonato  de  hacer  efectivas  las  institu- 


INES  PROXIlItS  T  LAS  VENIDERAS 

(SI  NaeloMl,  Harzo  ts  de  18».) 

lera  de  una  de  las  elecciories  que  des- 
blico  de  los  habitantes  de  esta  provincia, 
es  Indiferente  ¿  las  otras,  desde  que  ha 
ion,  ostensible  al  menos,  para  presentir 


LOS  BBSFALLBCIMISNTOS  Y  LOS  DBSYIOS  2:29 

cual  será  la  influencia  que  prevalezca,  en  la  confección  de 
listas  de  electores  nacionales  para  el  año  entrante. 

Contrasta  singularmente  la  caima  con  que  vemos  acer- 
carse el  momento  decisivo,  con  los  rumores  alarmantes  que 
nos  llegan  del  Entre  Ríos,  como  si  los  motivaran  prepara- 
tivos de  elecciones  nacionales,  pues  la  anunciada  invasión 
correntina  no  tendria  otro  objeto  que  preparar  el  terreno, 
aunque  de  una  manera  violenta,  para  dar,  como  es  la 
grande  aspiración,  la  libertad  completa,  después  de  batallas 
ó  de  una  guerra  civil. 

En  Buenos  Aires  parece  que  hemos  conquistado  algo,  á 
juzgar  por  las  exterioridades  actuales. 

Cualesquiera  que  sean  las  ideas  que  se  tengan  respecto 
á  su  gobierno,  el  hecko  es  que  su  autoridad  es  respetada  y 
aceptada. 

Cualesquiera  que  sean  las  disposiciones  personales  del 
Gobernador  hacia  los  diversos  partidos  en  pugna,  nadie 
teme  que  eche  indebidamente  el  peso  de  su  influencia, 
para  incliuar  la  balanza. 

La  policía  de  seguridad,  y  que  está  encargada  de  man- 
tener el  orden  en  las  elecciones,  es  moral  y  físicamente 
tenida  por  todos  los  partidos,  como  suficiente  para  reprimir 
cualquier  desorden. 

Las  diversas  facciones,  en  que  está  dividida  la  opinión, 
han  confeccionado  y  presentado  sus  listas,  al  mismo  tiempo 
que  en  clubs  y  comisiones  parroquiales  los  nombres  de 
los  ciudadanos  que  las  apoyan  respectivamente. 

No  es  ya  tiempo  de  comparar  las  listas,  pues  como  repre- 
sentación de  opinión,  abónenlas  los  nombres  de  los  que 
componen  los  comités  de  parroquias  y  centros  directivos, 
y  esos  sabrá  estimarlos  en  general  el  que  conozca  la  posi- 
ción que  ocupan  en  la  sociedad. 

Lo  importante  que  ha  resultado  de  la  ostentación  de  sos- 
tenedores en  largas  listas  de  nombras  propios,  repetidas 
diariamente  por  la  prensa,  es  que  al  fin  se  forma  la  con- 
ciencia pública  de  que  existen  verdaderos  partidos  en  opo- 
sición de  ideas,  desacreditándose  la  vieja  patraña  de  estar 
negando  un  partido  la  existencia  de  otro  que  le  es  adverso; 
pues  en  cuanto  á  la  fuerza  numérica  de  cada  uno,  solo  el 
resultado  de  la  elección  puede  verifícarlo. 

Cuando  los  diarios  nacionalistas  se  empeñan  en   hacer 


IBKAS  UE  SAKUIUNTO 

s  á  quien  el  Gobernudor  impone  su 
enes  en  materiu  de  eleuciones,  olvÍ<lun 
'  acaso  de  allí  han  tomado  el  ejemplo 
la  estado  publicando  ei  personal  da 
les,  coireupondientes  á  diez  ciudtidea» 
mal  mas  numeíosos,  que  los  que  pre- 
da la  ciudad  de  Buanos  Airea,  cuya 
la  de  la  Provincia  de  Entre  Ríos, 
sonul  de  los  corniles  hay  una  fuerza 
,quf,  como  allá,  para  mostrar  clara- 
:  opinión  publica,  y  desacreditar  la 
ue  pone  ei  pueblo  de  un  lado,  oprimido 
tro  el  poder,  armado  de  chuzas  ó  de 

1  Entre  Ríos  habrán  tantos  naciona- 
ios  del  Coronel  Atitelo  han  dado  sus 
;  pero  no  negarán  los  predicadores  do 
;'e  Híüs,  que  á  mas  del  doctor  Febre 
Coronel  Antelo  que  comienza,  tienea 
isa  fuerte  falanje  de  partidarios,  que 
i  la  prensa,  muestran  que  creen'  con 
eso  de  la  opinión  que  defienden. 
de  la  Plata,  República  y  Tribuna,  se  alar- 
s  rumores  cada  dia  mas  acreditados 
ucionarios,  del  partido  revolucionario 
I  tes. 

cargos  que. alguno  de  ellos  hace  ala 
nal,  creemos  que  pesa  sobre  ella  una 
¡dad,  si  la  tranquilidad  es  perturbada 
conatos  revolucionarios    ajilados    de 

cion  son  de  suyo  propagandistas.  Sus 
orea  de  profesión  y  oficio,  y  basta  leer 
lia  en  Buenos  Aires,  donde  son  taa 
todo  su  afán  y  cominillo  es  llevar  la 
Provincias.  Cada  semana  hacen  el 
de  loa  Gobernadores  electores;  cuya 
ntó  exprofeso  para  tener  una  puerta 
■rocar  gobiernos  y  dar  libertad. 
'  tolerable  en  diarlos  y  sobre  todo  en 
las  doctrinas  revolucionarias,  que  hi- 


LOS  DBSFALLBCIMIENTOS  Y  LOS  DKSVIOS  231 

-cieron  en  otro  tiempo,  al  heroico  canto  de  la  Marí^ellesa» 
recorrer  lii  Europa  á  libertadores  fanáticos,  para  volver  al 
fin  de  una  orjia  de  gloria,  á  hacer  entrega  formal  de  la 
patria  á  sus  enemigos. 

Mas  estas  aventuras  no  han  de  ser  realizadas  por  gobier- 
nos de  Provincia,  aunque  tengan  la  revolución  por  madre, 
como  el  de  Corrientes.  El  Gobierno  Nacional,  por  los  du- 
dosos antecedentes  de  su  política,  se  vería  á  pesar  suyo 
envuelto  en  la  responsabilidad,  y  todo  el  pasado  volvería  i 
ser  presente,  si  hubiese  de  traer,  como  consecuencia,  las 
convulsiones  que  lógicamente  debían  temerse  del  primer 
p?iRO  dado. 

una  revuelta  en  Entre  Ríos,  traída  por  una  invasión 
hipócrita  ó  abierta  de  Corrientes,  con  auxiliares  del  Uru- 
guay y  sostenedores  en  Buenos  Aires,  impedirá  la  elección 
(^e  nuevo  Presidente. 

La  algarada  de  Setiembre  era  una  protesta  contra  el 
nombramiento  ya  hecho,  y  después  de  terminados  todos 
los  procedimientos.  Una  revuelta  en  el  Entre  Rios,  prin« 
cipiada  aun  antes  de  comenzar  la  serie  de  actos  que  cons-» 
tituyen  una  elección  no  terminará  en  un  año,  ni  aun 
cuando  ocurran  á  reprimirla  fuerzas  nacionales. 

Hace  meses  que  diarios  propagandistas  se  quejaban  de 
que  los  gobiernos  ( hoy  electores )  se  armaban  hasta  los 
dientes  para  resistir  á  los  pueblos;  y  todos  los  días  los  dia- 
rios, los  resguardos,  las  policías,  y  las  correspondencias  re- 
velan el  envío,  el  recibo,  de  armamentos  considerables, 
que  casi  sin  disimulo  cambian  de  lugar  y  van  á  los  go- 
biernos ó  á  los  revolucionarios. 

El  Gobierno  Nacional  sabe  todo  esto,  y  sabe  por  expe- 
riencia-propia que  no  se  apaga  en  un  día  el  fuego  que  se 
viene  incubando  desde  hace  un  año. 

Por  las  prescripciones  de  la  Constitución,  por  el  crédito 
del  Gobierno  que  comprometerla  un  trastorno  semejante, 
por  sus  seguridades  dadas  de  que  el  incidente  de  Corrientes 
no  se  propagaría,  debe  tomar  todas  las  medidas  de  segu- 
ridad para  hacer  Imposible  un  movimiento  revolucionario 
en  Entre  Ríos. 

Las  fuerzas  nacionales  deben  responder  de  la  tranquili- 
dad pública,  y  no  las  promesas  de  un  gobernador,  que  no 
siempre  está  seguro  de  los  propósitos  de  sus  sostenedores» 


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232  OBRAS  DB  SARMIENTO 

I  j|  cuando  estos  obedecen  á  influencias  de  partido  que  están 

mas  arriba  de  gobernadores  de  Provincia.  Se  trata  de  ase- 
gurarse la  elección  de  Presidente,  y  para  ello  cambiar  la 
faz  de  una  segunda  provincia,  pues  dos  unidas  en  un  pro- 
pósito, y  segundadas  desde  Buenos  Aires,  asegurarían  por 
esta  vía  lo  que  puede  haber  de  problemático  por  las  viaa 
regulares. 

El  ñn  del  gobierno  actual,  que  ha  atravesado  con  éxita 
situaciones  difíciles,  sería  en  caso  de  envolverse  la  Repú- 
blica en  la  revuelta,  un  verdadero  hundimiento  en  el  opro- 
bio, porque  todas  las  concesiones  hechas  alas  circunstancias^, 
todas  las  habilidades  de  las  conciliaciones  y  desvíos  de  las 
prácticas  de  gobierno,  son  á  condición  de  que  han  de  dar 
un  resultado  feliz,  pues  de  lo  contrario  han  de  ser  traidaa 
¿  juicio,  en  presencia  del  desenlace  final . 

Téngase  presente  que  son  raras  las  administraciones  que^ 
descienden  acatadas,  y  que  es  el  colmo  de  la  inhabilidad 
aflojar  las  riendas  del  gobierno  antes  de  haber  llegado  á  su 
término  necesario.  Una  invasión,  revuelta,  ó  revolución  en 
Entre  Ríos  ha  de  ser,  si  se  le  deja  aparecer  siquiera,  la 
solución  del  Río  Negro  y  del  Estrecho.    Todo  está  ahí. 


4 


( 


u  víspera 

{Rl  Nacional,  Marzo  29  de  1879). 

Estamos  á  la  víspera  de  las  elecciones.  Suelen  hoy 
darse  las  últimas  instrucciones,  pronunciarse  los  mas  ar- 
dientes discursos,  como  por  ejemplo.  Conciudadanos:  las 
elecciones  de  mañana  van  á  decidir  del  porvenir  de  Buenos 
Aires,  de  la  República  y  de  la  presidencia,  acaso  del  mundo; 
que  cada  uno  hnga  su  deber  que  es  votar  con  el  puebla 
de  Buenos  Aires,  conti'a. . . .!  contra  los  gobiernos  electores 
y  Ministro  de  la  Guerra. . . . 

Lo  que  nos  parece  exelente;  pero  quisiéramos  que  á  las 
doce  en  punto  de  la  noche  se  cerrasen  todos  los  boliches  y 
y  bodegones,  donde  se  expenden  discursos,  y  todas  las 
estaciones  y  campamentos,  de  donde  parten  las  órdenes 
del  día. 

El  día  de  elecciones  no  deben  estar  abiertos  clubs  pa-* 
xroquiales,    ni    reunidos   en   parte   alguna,   directores    y 


LOS  DB8PALLIBCIMISNT08  Y  LOS  DB8VI08  233 

caadillos  de  bandos  para  dirigir  fuerzas  y  refuerzos  como 
en  un  combate. 

Esta  es  la  causa  de  perturbación  en  las  elecciones,  el 
olvidarse  que  el  derecho  de  sufragio  supone  y  requiere  una 
voluntad  personal,  libre. 

£1  votante  lo  hace  por  si  y  no  como  parte  de  una  asocia- 
ción de  opiniones. 

Se  ha  adoptado  en  la  mayor  parte  de  las  legislaciones 
modernas  el  voto  secreto,  precisamente  para  preservar  la 
libertad  del  votante  contra  esas  influencias  exteriores  que 
tanto  pueden  venirle  del  liberalismo,  como  de  la  opresión, 
que  tanto  pueden  amenazarlo  en  su  salario  como  depen* 
diente,  como  en  su  empleo  si  es  funcionario  público. 

¿Con  qué  pretesto,  con  qué  decencia  siquiera,  el  diadelas 
elecciones  se  presentan  en  las  mesas  ó  tienen  su  Cuartel 
General  en  los  Comités  la  Plana  Mayor  de  los  partidos,  con 
sus  sobrantes,  Mayordomos  y  directores  de  bandos  en  las 
mesas  electorales,  encabezando  A  sus  parciales,  dirigiéndolos 
á  guisa  de  escuadrón,  perorándolos;  y  mostrando  á  las  cla- 
ras que  los  tales  votantes  son  bandas  obedientes  á  la  voz 
de  un  jefe^  de  quien  recibieron  la  consigna? 

¿Quién  ha  olvidado  que  en  pasadas  elecciones  esta  con- 
signa era  abandonar  los  atrios  á  la  primera  señal,  y 
encerrarse  en  cantones  de  antemano  fortificados  para  la 
lucha  fraticida? 

Cuando  queremos  entrar  de  lleno  en  el  sistema  electoral, 
sin  coacción  ni  violencia  ejercida  sobre  el  elector,  como 
sin  que  el  acto  degenere  en  combate,  deben  alejarse 
todas  las  ocasiones  y  aun  las  apariencias  de  quitarles  aquel 
carácter. 

No  deben  permitir  al  rededor  de  la  mesa,  ni  cerca  de 
ellas,  otras  personas  que  las  dos  tres  que  van  á.  votan 
debiéndose  retirar  lejos,  lejos,  los  que  ya  han  votado,  sin 
permitir  á  nadie  tomar  la  palabra  en  defensa  de  otro  dere* 
cho  que  el  suyo  propio,  ni  constituirse  en  tutor,  defensor 
ó  abogado  de  listas  ó  personas  (salvo  los  designados  en  vir- 
tud de  ley.) 

Bsta  es  toda  la  cuestión  de  las  elecciones. 

Cada  elector  vota  por  si,  sin  ayuda  de  vecino,  y  sin  suge- 
cion  k  la  voluntad  de  otro.  Ante  los  Jueces  de  la  mesa, 
nadie  puede  asumir  el  rol  de  protector  de  votantes,  y  ante 


234  OBRAS   DB  SARMIENTO 

la  policirt  de  aegiiriiiail  (iiiran*.e  el  día  <íe  las  elecciones,  los 
comités  electorales  ó  los  cuarteles  generales  de  partido 
deben  ser  vlgilKiios_corao  lugares  sos|iechnsoí?,  pues  que  la 
reunión  de  individuos  que  ae  note,  se  hace  sin  propósitos 
legales,  y  en  manera  alguna  en  uso  de  derechos  electorales; 
pues  esos  son  individuales,  y  ,se  están  ejerciendo  en  los 
lugares  que  la  ley  y  la  prftctica  han  establecido. 

Tiempo  han  tenido,  y  sobrado,  los  íiirectorcs  de  partido 
purapropagarsus  (loctriiius,e[i  la  prensa, en  los  clubs,  en  los 
meetings  públicos.  El  día  de  las  elecciones,  empero,  nada 
hay  que  hacer  compatible  con  el  derecho  individual  de  cada 
uno  de  emitir  su  voto,  según  la  conciencia  que  tenga  for- 
mada de  la  conveniencia  pública  y  de  la  suya  propia. 

Oimos  decir  que  habrá  un  comité  de  abogados  píira  per- 
seguir ante  los  tribunales  los  fraudes,  y  creemos  también,  al 
menos  asi  lo  dejan  apercibir,  unas  policías  de  partidos,  para 
aprehender  reos  de  fraude,  según  los  declaró  un  comité 
de  partido  que  estará  en  los  alrededores  de  la  mesa,  recla- 
mando contra  todo  abuso  (que  les  desfavorezca). 

Como  no  solo  se  trata  de  la  regularidad  de  las  elecciones, 
de  la  tranquilidad  pública,  y  acaso  de  preservar,  la  vida  de 
algunos,  inmolados  en  alborotos  muchas  veces  provocados 
k  designio,  debemos  desde  antes  indicar  lo  que  se  hace  en 
violación  de  las  leyes,  y  que  debe  ser  reprimido.  El  pre- 
teato  principal  de  dichos  alborotos  en  las  mesas,  proviene  de 
las  disputas  que  traman  los  abogados  ó  tutores  de  bandos, 
para  denunciar  como  inhábil  para  votar  á  tal  ó  cual  sufra- 
gante. 

Por  regia  general,  la  boleta  de  inscripción,  la  identidad  de 
la  persona,  y  todas  las  otras  circunstancias  concomitantes, 
serán  perfectas  y  claras,como  la  luz  del  dia  para  el  otro,  todo 
será  declarado  expiireo  y  abusivo. 

Estas  reyertas  se  entablan  ademas,  para  ganar  tÍempo,ó 
mejor  dicho  para  hacer  perder  tiempo  á  los  buenos  electo- 
res, si  se  teme  que  estén  en  mayoría  los  del  bando  ó  la 
lista  adversa. 

Los  jueces  de  las  mesas  deben  prohibir  aquellas  agencias, 
y  aquellos  alegatos  da  bien  probado  de  los  procuradores  y 
tutores  de  menores,  pues  tal  reputan  á  los  electores  que 
deQenden. 

Si  los  Jueces  mandan  á  prisión  al  elector  fraudulento. 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  235 

convendría  para  asegurar  la  tranquilidad  y  seriedad  del 
arte,  hacer  lo  mismo  con  aquellos  que  usurpan  funciones 
judiciales  de  la  mesa,  fallando  en  causa  propia,  ó  abrogán- 
dose una  representación  que  la  esencia  del  acto,  puramente 
individual,  hace  incompatible. 

En  cuanto  á  los  que  pretenderían  jaacer  de  alguaciles  ó 
de  policía  de  seguridad,  como  los  que  se  mantendrían  en 
reserva  en  los  Comités  para  proveer  lo  conveniente^  según  el 
aspecto  que  tomen  las  cosas,  tenemos  la  mejor  idea  y  la 
tiene  el  público  y  los  mismos  que  tal  pensaran  del  servicio 
público,  para  no  esperar  que  haya  quien  les  dé  las  gracias 
por  sus  buenos  oficios  y  la  politesse^  como  en  la  Grand  Du- 
chesse,  exonerándoles  cortesmente  de  tales  atenciones. 

No  eremos  excusadas  ni  avanzadas  estas  prevenciones. 
Es  viejo  eso  de  hacerse  el  día  de  las  elecciones  un  día  de 
terror  para  la  sociedad,  en  lugar  de  serlo  para  los  que  inten- 
ten perturbarla. 

Tiempos  hubo  en  que  se  traían  de  la  campaña  caballadas 
para  que  centenares  de  ginetes,  de  aspecto  siniestro,  reco- 
rriesen al  galope  las  Parroquias,  aterrando  solo  con  el 
estruendo  de  las  pisadas  de  los  caballos. 

Nadie  ha  olvidado  lo  de  los  cantones  militares  y  los 
propios  armamentos,  que  en  época  aun  reciente  se  ensa- 
yaron con  lamentable  efecto  sobre  víctimas  inocentes. 

Uuoy  otro  abuso  han  sido  reprimidos  con  solo  prohibirlos, 
como  ha  de  desaparecer  el  espíritu  de  pugna,  la  tendencia 
al  barullo  en  las  mesas,  desde  que  se  acaba  con  los  abusos 
de  reunirse  en  torno  de  ellas. 

Procuradores,  Tutores  y  bullangueros,  excitan  los  áxii- 
mos^  levantan  la  voz  y  perturban  la  acción  tranquila  de 
mesas. 

En  cuanto  á  la  policía  de  seguridad,  su  acción  debe  ser 
instantánea,  y  hallarse  presente  en  todas  partes,  á  fin  de 
evitar  accidentes  deplorables. 

Es  preciso  que  estos  accidentes  no  se  repitan,  á  fin  de 
que  los  ciudadanos  pacíficos,  tímidos,  delicados,  ó  ancianos, 
pudiendo  acercarse  á  las  mesas,  libres  de  todo  embarazo, 
hagan  sentir  su  influencia  en  el  éxito  de  la  elección. 

Las  listas  serán  mas  ó  menos  democráticas,  según  que 
sean  mas  ó  menos  democráticas  las  mayorías  electoras. 
Los  que  suscitan  alborotos  en  las  mesas,  creando  el  sentí- 


OBRAÜ  DE  SARMIENTO 

;uri(iad  que  hasta  hoy  prevalece,  contribu- 
Qten  los  hombres  de  edad,  los  padres  de 
8  magistrados,  y  geotes  de  hábitos  seden- 

ide  la  influeDcia  de  \os  polUiqueros,  y  de  las 
da  partido,  que  teniendo  un  propósito  de 
;nido,  hacen  concurrir  á  él  voluntades  que 
nte  doblegar,  por  do  ser  la  saneada  expre- 
públicoyde  la  riqueza,  la  edad,  el  saber, 
:er  la    mejor   garantía   del    acierto    en  el 


(SI  Ntietimal.  Nano  )■  do  I8T«.} 

s  pasaron,  dejando  tras  de  si  una  grande 
que  puede  haber  mucho  interés  en  la  con- 
reñidas  la  elecciones,  y  sin  embargo  con- 
n  y  mantenerse  todos  en  los  límites  de  una 
enda. 

después  del  acto  se  ha  notado  exacer- 
nimos,  y  el  pala  queda  tan  tranquilo  como 

a  en  la  ciudad  no  ha  producido  elecciones, 
itadores  han  protestado  de  nulidades  en  las 
accidentes  esenciales.  En  las  once  parro- 
la  votación  ha  sido  regular  é  intachable,  no 
orias  relativas  á  una  ú  otra  lista, 
eneral  en  toda  la  Provincia,  por  los  datos 
unican,  da  el  triunfo  á,  autonomistus  repu- 
nacionalistas  y  autonomistas  líricos, 
separadamente  el  triunfo  es  insignificante 
autonomistas,  ó  de  los  nacionalistas  si  estos 
arlas  dos  elecciones  protestadas, 
neniarlos  se  presta  este  resultado.  Uno  de 
I  ha  luchado  se  llama  la  conciliación,  como 
Qtiauador  de  la  política  presidencial  que  dio 
partidos  militantes  de  entonces.  Era  Mi> 
llobierno  y  aceptó  aquella  política,  el  malo- 


LOS  DBSFALLBGIMIBMTOS  T  LOS  DBSVIOS  237 

grado  Alsina,  y  se   creyó  hacer  desaparecer  los  partidos 
uniéndolos  con  los  vínculos  de  la  conciliación. 

Dos  años  han  transcurrido,  y  están  á  prueba  los  resul- 
tados. 

Hubo  conciliación? 

Tenemos  una  votación  libre  en  la  capital,  que  ha  mos- 
trado que  habiéndose  concillado  lo  que  podía  concillarse, 
queda,  sin  embargo  una  mayoría,  ó  si  se  quiere  otro  tanto 
que  no  se  concilio,  con  lo  que  quedan  los  partidos  frente 
á  frente,  como  si  tal  conciliación  hubiese  intentado. 

Yalia  la  pena  de  inaugurar  una  política  el  hacer  que 
pasen  de  un  lado  los  líricos  autonomistas  á  la  facción  mí- 
trista,  y  de  esta  el  centro  popular  desgajado,  ó  unido  á.  los 
autonomistas. 

Los  que  creyeron  que  el  mejor  remedio  que  debiera 
siempre  oponerse  &  la  violencia,  era  hacer  respetar  la 
autoridad  de  las  leyes,  han  probado  su  acierto  en  la  elec- 
•cion  do  ayer. 

Convencidos  todos  los  partidos  de  que  las  autoridades 
-encargadas  de  velar  sobre  la  seguridad  pública,  no  esta- 
ban dispuestas  á  ceder  ante  los  hábitos  de  desorden,  las 
elecciones  han  sido  pacíficas,  aunque  mas  reñidas  que  nun- 
<;a;  pues  es  esta  la  primera  vez  que  las  cifras  de  votos  de 
cada  lado  están  casi  equilibradas. 

Queda,  pues,  establecido  el  grande  hecho  de  que  en  Bue- 
nos Aires,  como  en  Nueva  York  ó  París  se  pueden  practi- 
car elecciones,  aun  reñidísimas,  sin  que  el  orden  se  altere  ó 
peligren  las  vidas  de  los  votantes. 

Para  qué  fin  útil  suprimir  la  lucha,  como  era  la  utopía 
de  la  política  de  la  conciliación?  Para  qué  la  mentida  con- 
ciliación, que  no  había  de  traer  mas  resultado  práctico  que 
hacer  pasará  un  centenar  de  individuos  de  un  bando  á  otro, 
y  hacer  separar  de  este  mayor  cantidad? 

Insistimos  en  que  un  gobierno  no  tiene  el  derecho, 
ni  el  deber,  ni  eí  interés  de  obrar  cambios  en  la  composi- 
ción de  los  partidos;  y  que  si  se  jactara  de  haber  creado 
uno  de  conciliación,  contra  otro  á  quien  no  se  proteje,  pero 
que  es  tan  respetable  por  su  número,  no  ha  hecho  mas 
que  entremeterse  en  lo  que  no  le  atañe^  y  destruir  ó  per- 
turbar la  moral  de  loa  partidos,  como  sucede  actualmente. 
No  es  estraño  y  singular  ver  á  los  diarios  que  mas  han 


238  Omihfi    UK   SAllItlKNTO 

abogado  de  palabra  y  obra  por  las  revoluciones,  llamarse 
el  partido  de  la  Conciliación? 

De  manera  que  los  que  sostienen  los  principios  de  orden 
en  que  se  apoya  el  gobierno,  aparecen  enemigos  de  la  con- 
ciliación y  de  la  paz? 

No  es  peregrino  ver  á  esos  mismos  concilia<los,  por  obra 
y  gracia  del  Presidente,  invocando  la  conciliación  en  elec- 
ciones provinciales  de  Buenos  Aires,  y  levantar  por  bandera 
la  oposición  que  debe  hacer  Buenos  Aires  ala  candidatura 
presunta  de  uno  de  sus  ministros? 

¿No  es  lo  mas  ridículo  invocarla  conciliación  en  favor  de 
otro  ministro? 

El  resultado  de  las  elecciones  de  ayer,  ha  d'^jado  pues 
establecidos  dos  grandes  hechos,  á  saber:  que  existen  dos 
partidos  en  Buenos  Aires,  bastante  equilibrados  para  reco- 
nocerse mutuamente  su  existencia;  pues  ese  es  el  prurito 
de  nuestras  oligarquías,  llámense  liberales  ó  como  quieran, 
para  las  cuales  fuera  de  su  iglesia  no  hay  salvación.  Todo 
el  día  lo  repiten,  y  todavía  aun  después  de  vencidos  en  los 
comicios  electorales, se  persuaden  deque  eso  no  ha  podido 
ser  regularmente  y  aconsejan  ó  ensayan  una  revolución 
que  enderece  el  entuerto. 

El  otro  grande  hecho  conquistado,  es  que  pueden  hacerse 
elecciones  regulares  en  Buenos  Aires,  con  solo  contener  la 
audacia  de  los  que,  estando  persuadidos  de  que  solo  ellos 
tienen  razón,  no  admiten  la  existencia  de  otros  partidos. 

Si  las  elecciones  de  ayer  no  dieron  otros  resultados,  estos 
serian  bastantes  para  que  las  proclamásemos  como  un 
gran   triunfo. 

El  orden  ha  sido  preservado,  sin  apelar  á  la  fuerza. 

Han  dejado,  pues,  las  elecciones  de  ser  un  motivo  de 
alarma,  y  han  dejado  de  serlo,  no-por  la  conciliación,  que 
por  el  contrario  ha  dividido  mas  y  mas  los  partidos,  sino 
por  desempeñar  el  gobierna  sus  funciones,  é  imponiendo 
la  autoridad  sus  respetos. 

No  habrá  ya  propósitos  ó  deseos  quiméricos  de  suprimir 
la  lucha,  lo  que  importaría  suprimir  las  elecciones,  y  susti- 
tuirles esos  amaños,  traspasos  y  convenios  que  acaban  por 
viciar  el  carácter  y  desmoralizar  los  partidos. 

La  vacilación,  la  incertidumbre  que  prevalece  en  Lis 
divisiones  naturales  de  los  paitidos,  proceden  de  aquella 


LOS  D£SFALLEG1M1BNT0j5  X  LOtf  DESVÍOS  239 

turbia  fuente.  Costará  tiempo  para  que  los  iiombres  se 
reconozcan:  y  cada  uno  sepa  donde  encontrar  sus  correli- 
gionarios políticos. 

Las  elecciones  de  ayer  tendrán  por  resultado  disipar 
todas  las  nieblas  que  han  oscurecido  el  paisaje,  marchan- 
do todos  á  tientas  sin  preveerá  donde  los  llevan  los  vacíos 
nombres  de  conciliación  y  de  revolución. 

Si  todo  el  fruto  de  la  conciliación  era  que  se  uniesen  á. 
los  nacionalistas,  los  que  de  los  autonomistas  se  llaman 
líricos,  sea  en  horabuena,  pero  dejarán  de  hablar  de  con- 
ciliación como  bandera,  pues  ya  están  concillados. 

En  adelante,  los  partidos,  como  que  ya  han  medido  sus 
fuerzas,  tendrán  nombres  deíinidos  y  propósitos  que  hemos 
de  tener  ocasión  de  señalar. 

Esperamos  datos  exactos  de  la  campaña,  que  no  acabarán 
de  llegar  hasta  mañana;  pero  los  que  ya  son  conocidos 
bastan  para  conservar  al  partido  autonomista  la  mayoría 
que  tiene  en  la  Legislatura,  único  objeto  importante  de  la 
lucha. 

El  cuociente,  que  asegura  á  las  minorías  su  parte  propor- 
cional en  la  representación^  dará  á  los  mitristas,  naciona- 
listas y  autonomistas  líricos,  una  minoría  que  engrosé  la  que 
hoy  tienen,  pues  aun  en  el  caso  de  que  fueren  disputadas 
ó  equilibradas  las  cifras  de  la  elección  por  parte  de  unos  y 
otros,  las  que  obtuviesen  en  minoría  los  autonomistas  bas- 
tarían á  reforzar  la  mayoría  que  actualmente  poseen  en  am- 
bas Cámaras. 

LA  MITAD,  DE  LA  MITAD 

{El  Nacional  Abril !«  de  1879.) 

Era  la  última  ratio  regun  de  los  razonadores  la  elocuencia 
de  las  cifras.  El  argumento  esterlino:  hechos,  heclios, 
nada  mas  que  hechos!  Ante  los  hechos  en  efecto,  el 
silogismo  antiguo  pasa  á  la  condición  de  mera  hipótesis, 
paradojas. 

Pruébalo  el  resultado  de  las  elecciones  del  domingo, 
en  que  Buenos  Aires  debió  ser  salvado^  y  comenzar  la 
nueva  edad  d^  oro,  excluida  para  siempre  la  fuerza  brutay 
y  el  cínico  fraude. 


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240  OBRAS   DfS  8AKM1BMT0 


Hasta  el  momento  de  cerrar  el  diario  no  podemos  saber 
quien  ha  ganado  las  elecciones;  y  con  una  biblioteca  de 
boletines  por  delante,  renunciamos  á  la  esperanza  de  poner 
de  acuerdo,  á  nacionalistas,  mitristas,  autonomistas  y  demás 
hermanos  en  la  Conciliación. 
|Rara  situación  de  los  ánimos  y  de  los  partidos!  Tene- 
rv  mos  que    apelar  al  viejo  raciocinio,  á  la  inducción  para 

**^  darnos  cuenta  de  lo  que  pasa,  y  para  ello  servirnos  de 

r'\  las  especulaciones  de  los  mismos  que  pretenden  teñeron 

su  favor  la  elocuencia  de  las  cifras. 

Analizaremos  el  cuadro  presentado  á  última  hora  ayer, 
por  El  Autonomista. 


Por  la  Conciliación .  • , 2904  votos 

i,  Por  los  Autonomistas 2332      » 


'í  Diferencia  en  favor  de  la  conciliación 581 

i 

1  Nótese  en  la  suma  de    los  votos  concillados  una  cifra 

Í4  de  469  votos  en  la  parroquia  del  Pilar  contra  cero  de  los 

^  llamados  republicanos. 

"■'  Sábese  que  no  hubo  elección  legal  en  aquella  parroquia, 

y  sin  anticipar  nada  sobre  el  fallo  de  la  Cámara,  apunta- 
remos solo  lo  que  del  mismo  cuadro  aparece. 

En  todas  las  otras  parroquias  las  cifras  de  los  concillados 
son  inferiores  á  300.  El  término  medio  de  las  votaciones 
obtenidas  por  ellos  es  de  203  votos. 

Aun  en  las  mas  favorecidas,  como  San  Miguel,  Catedral 
al  Sur  y  Norte,  no  pasan  de  235.  ¡Por  qué  ascienden  & 
469  en  el  Pilar? 

Esta  desproporción  mal  calculada  pone  á  la  vista  que 
no  es  la  expresión  de  un  hecho  real  sino  de  una  inven- 
ción. 

Si  se  suprime  esta  cifra  que  por  su  exageración  está 
condenándose  á  si  misma,  la  pretendida  mayoría  de  581, 
queda  reducida  á  112  votos,  por  confesión  propia. 
La  votación  deBalvanera  usurpa  una  mayoría  que  está 
,  *^.  desmentida    por  las  cifras  oficiales  exactas  que  se  obtu- 

vieron recién   ayer. 
'[  Queda  la  parroquia  de  San  TeimOi  cuyos  vicios  de  elec- 

<}ion  son  del  dominio  público. 
Para  obtener  tamaño  resultado  se  suprime  la  parroquia 


t 


LOS  DESFALLlfiClMlB^TOS  Y  LOS  DB8TI0S  241 

de  San  Juan  Evangelista  que  da  quinientos  de  mayoría 
contra  aquellas  atormentadas  cifras. 

Pero  quedan  las  elecciones  de  los  grandes  Partidos  de 
la  campaña  que  aseguran  mayorías  que  no  están  sujetas 
á  discusión  como  las  de  la  capital,  donde  se  aproximan 
las  cifras,  como  se  ve,  á  punto  de  hacer  cuestionable  la 
mayoría. 

Quédanos  una  prueba  de  la  verdad,  que  ser&  de  algún 
valor  para  ios  que  están  ya  habituados  al  lenguaje  ampu- 
loso que  cubre  vacíos,  como  á  las  amenazas  que  son  el 
complemento  de  la  sin  razón. 

A  que  viene  para  anunciar  hechos  que  se  dicen  claros 
como  la  luz  del  día,  estas  frases:  «Los  amigos  del  país.» 

<  Los  que  sienten  el  fuego  sagrado  del  patriotismo. 

«  Los  que  inspirándose  en  los  grandes  destinos  de  la 
patria. 

«  Y  en  el  brillante  porvenir  de  esta  parte  de  América. 

«  Depusieron  rencores  y  rencillas  para  unirse  en  estrecho 
abrazo  de  fraternidad.» 

...Es  ie  apostar  doble  contra  sencillo  que  el  que  tan  grandes 
imagines  invoca,  va  á  asegurar  en  seguida  alguna  patraña  micros^ 
cópiea. 

«  HdA  llevado  al  altar  de  la  Patria  el  óbolo  de  su  amor 
y  de  su  respecto  á  las  instituciones  libres.» 

Y  esta  sonoja  de  cascabeles  para  decir  que  170  vecinos 
amigos  del  pais,  votaron  en  San  Nicolás  por  la  lista  conci- 
llada; que  198  votaron  en  la  Piedad  animados  del  fuego 
sagrado  del  patriotismo,  que  198  en  San  Miguel  se  inspi- 
raron en  los  grandes  destinos  de  la  Patria— 197  en  San 
Cristóbal  tuvieron  por  norte  el  brillante  porvenir  de  esta 
parte  de  América,  Chile,  Brasil,  Uruguay  y  República  Argen- 
tina; y  el  resto  en  tres  ó  cuatro  parroquias  sin  alcanzar  á 
trescientos  en  cada  una  llevaron  el  óbolo  de  su  respeto  á 
las  instituciones  I 

Pobrezas  que  dan  lástima!  Entusiasmo  fiambre  y  for- 
zado que  intenta  ocultar  el  frío  que  corre  por  las  venas 
del  que  habla. 

Doce  mil  ciudadanos  hábiles  para  votar  cuenta  la  gran 
ciudad  de  Buenos  Aires,  que  debiera  según  su  población 
numérica  contar  sin  embargo  treinta  mil. 

Tomo  xl.»16 


diez  mil,  están  inscriptos  eYi  el  censo  electora) 
ra  que  mitristas,  nacionalistas,  autonomistas, 
icos  puedan  oíitentar  una  cifra  que  se  acer- 
'ta  parte,  han  necesitado  sudar  la  gota  gorda 
lego  sagrado  del  patriotismo,  y  tener  en  vista 
rvenir  de  esta  parte  de  la  Améiical 
esario  para  este  parto  de  los  montes  que  la 
nal  y  provincial  los  haya  levantado,  sacudido, 
D  de  la  conciliación,  y  para  que  puedan  pre- 
pobre  contingente  de  votos,  ayudados  por  los 
que  por  reyertas  caseras  fueron  á  engrosar 
les  alienta 

lacionalista  ó  mitrista  ha  puesto  todos  sus 
ías  en  ejercicio.  Sus  proclamaít  to  atestiguan, 
de  sus  proceres  en  las  elecciones  lo  prueban. 
ú  Interior  votaba  en  una  Parroquia,  el  de 
iblica  en  otra. 

os  de  sus  generales  que  esos  se  conQesan  y 
cada  fiesta  de  santo  de  su  iglesia.  Rivas 
teatro  de  sus  glorías  civiles  á  inspirar  á  los 
s  grandes  destinos  de  la  patria.  Verdad  es 
idido  ni  formar  mesas,  tal  debe  ser  el  buen 
lellas  jentes,  que  querían  olvidarse  de  que 
1  conñanza  tan  desapiadadamente.  Non  bis  i'n 
o  saben  latín  por  aliá- 
is, toda  la  plata  labrada  de   las  conciliacio- 

novecientos  votos  k  repartirse  entre  auto- 
icionalistas,  fuera  de  los  nueve  que  inven- 
iieda  para  cada  uno  de  los  partidos  de  la 

auno,  de  los  unidos  en  el  estrecho  abrnxo  de  ia 

,án  lucidosl  O  se  trabará,  disputa  entre  los 
atendiendo  que  á  los  mitristas  correspondan 
I,  y  que  los  autonomistas,  el  gi'an  partido 
o  ha  llevado  como  dote,  ó  bienes  para- 
consorte,   sino    la    cama    y    algún    viejo 

18,  que  anunciar  á  esta  parte  de  la  América, 
a  de  laRepübüca,  á  los  que  sienten- en  el 
lego  en   el  corazonl)  el  fuego  sagrado  del 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  243 

patriotismo  y  otra  clase  de  comezones  y  de  cosquillas,  que 
los  mitristas  y  nacionalistas  han  reunido 

MIL  VOTOS 

fuera  de  las  cargas  de  caballería  de  San  Telmo,  el  milagro 
sin  testigos  del  Pilar, 

MIL  VOTOSl 

en  la  ciudad  de   Buenos  Aires    con  doscientos  mil  habi- 
tantes, con  seis  diarios,  que  no  «dicen  mas  que  la  verdad,  1 
« la  purita  verdad  (por  esta  cruz)  porque  como  habrá    de  ' 
«  comprenderse,  á  nada  los  conduciría  en  estos  instantes 
«  el  engaño,  que  ningún  resultado  positivo  habría  de  pro-  ' 
«  ducir.» 

Este  es  el  resultado  de  la  gran  campaña  preparada  de 
dos  años  de  ofensas  hechas  al  sentimiento  moral.  «1  buen 
gobierno,  á  la  autoridad,  á  las  leyes  levantando  partidos 
caídos,  amalgamando  lo  que  se  repele.  Han  triunfado 
completamente  en  las  elecciones  del  Domingo.  Hay  mil 
nacionalistas  en  Buenos  Aires,  ténganselo  por  notificado 
los  Gobernadores  electores  de  las  otras  provincias.  Sépalo 
Ghivilcoy  siquiera,  donde  han  votado  710  autonomistas, 
sepan  además  que  han  cumplido  como  buenos,  llevando 
los  mitristas  el  Domingo  el  óbolo  de  sus  votos  al  altar  de 
la  Patria,  mil  votos!  dejando  á  los  autonomistas  los  otros 
mil  para  que  no  sea  la  compañía  del  león. 

En  1874  eran  muchos  mas  los  mitristas  según  consta  de 
los  registros  de  elecciones,  puesto  que  opusieron  cifras  casi 
iguales  á  las  de  los  autonomistas,  hasta  ganar  por  cuarenta 
y  tres  votos;  y  como  está  probado,  según  los  nacionalistas 
revolucionarios  que  los  votos  autonomistas  de  entonces 
eran  falsos,  ahora  que  nacionalistas  y  autonomistas  juntos 
no  dan  mas  votos  que  entonces  los  nacionalistas,  es  claro 
que  estos  han  perdido  la  mitad  de  sus  plazas^  por  que  lo 
que  es  el  estado  mayor  está  íntegro,  y  aumentado  con  los 
trompetas  y  tambores  que  han  ascendido  á  cabos  y  aun  á 
comandantes. 

Prueben  los  nacionalistas  que  tienen  mas  de  mil  cuatro- 
cientos  cincuenta  votos  en  la  ciudad  de  Buenos   Aires, 


pía  cifra,  y  habr&n  probado  en  mengua  de 
concillados,  que  estos  son  ud  remiendor 
pucho  de  mal  tabaco,  que  va  á  donde  solo 
banosl  Llámanles  «raquíticos,  pigmeos, 
el  gran  partido  de  la  Gonciliacionl» 
tro  mantoi-  con  la  peroración  de  costum- 
o  debe  hacer  caer  sobre  la  cabeza  de 
adores,  todo    el    peso  de  su  justa  indig- 

serva  siempre  el  derecho  de  castigar  &  sus 
uando  estos  faltan  al  mandato  de  sus  co- 

}  el  que  se  reserva  este  precioso  dere- 
ntos  mil  habitantes  nacionales  y  extran- 

oscriptos  que  no  han  tomado  parte  en  la 
Jlque  han  votado  en  el  Pilar?  Los  dos 
itonomístas?  Los  mil  mitristaa  que  salen 
lella  paja  picada?  Los  autonomlatas  con- 
'a  que  sean  mas  de  mil  loa  mitristas  tie- 
;  como  una  diminuta  fracción  del  coeie»te 

,  para  ocultar  «la  amargura  del  despecho 
la  impotencia — el  dolor  de  la  derrota.» 
s  valiera  decir  en  términos  sencillos,  lo 
¡ho  de  decir  y  es  que  k  fuerza  de  conci- 
dones,  de  rebabilitaciones,  de  amalgamas, 
dos  años  tener  entre  todos  los  partidos 
nil  votos,  que  distribuirse  entre  si  herma- 


PnOGRAlHII  ELECTORAL 

ro  DB  LA.  LISTA  DB  «EL  NACIONAL» 

iSt  rtacionití.  Abril  3  de  isn.) 

Jo  á  cuestión  en  las  diversas  versiones  que 
elecciones,  otros  triunfos  obtenidos  k  mas 
nistas  y  nacionalistas, 
r&n  de  acuerdo  sobre  este  punto,  sino  cuan- 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LO»  DESVÍOS  245 

do  convengan  en  que  unos  y  otros  han  triunfado,  con  una 
moderación  en  las  cifras,  digna  de  mejor  causa. 

Una  sola  lista  ha  triunfado,  sin  embargo,  casi  unánime- 
mente, porque  obtuvo  el  concurso  de  ambos  partidos,  y  el 
de  las  autoridades. 

La  observación  no  es  nuestra,  y  vamos  á  reproducirla» 
tal  como  la  hemos  oído  de  boca  de  muchos. 

La  idea  que  ha  triunfado,  se  dice,  en  las  elecciones  del 
Domingo,  es  la  que  El  Nacional  ha  sostenido  durante  meses, 
pudiéndose  decir  que  sus  artículos  diarios  forman  un  ver- 
dadero programa  electoral. 

Las  mesas  electorales  están  garantidas,  por  la  fuerza  que 
reprime  todo  exceso  de  parte  de  los  votantes. 

Un  cambio  radical  se  ha  obrado  en  este  sentido.  Hace 
cuatro  años  que  en  un  manifiesto  revolucionario  se  daba 
entre  otras  razones,  para  lanzar  ai  país  en  los  desastres  de 
la  lucha  intestina,  la  de  que  la*fuerza  había  cohartado  la 
libertad  de  las  elecciones,  en  las  que  precedieron  á  la  cala- 
verada de  Setiembre.    - 

Los  diarios,  después  de  perdonada  aquella,  no  han  de- 
jado de  repetir,  como  uno  de  los  grandes  atentados  del 
Gobierno  nacional,  haber  tomado  disposiciones  enérgicas 
para  guardar  la  tranquilidad  pública. 

Ahora,  sin  embargo,  el  partido  nacionalista  ha  votado 
en  todas  las  mesas,  á  la  boca  de  los  remingtons  de  las  guar- 
dias y  destacamentos  de  infantería  y  caballería,  puestos 
en  derredor  de  las  mesas,  y  ni  una  palabra  de  queja,  pro- 
testa ó  censura  siquiera  ha  proferido. 

Ya  no  se  habla  de  la  fuerza  bruta  de  las  -bayonetas 
opresoras,  que  entonces  motivaron  una  revolución.  Hoy  está 
admitida  y  acatada  la  fuerza,  en  el  acto  de.  las  elecciones 
mismas,  en  derredor  de  las  mesas. 

iQué  diferencia,  sin  embargo,  con  el  acto  reprobado 
entonces! 

Habiendo^  por  documentos  públicos  y  por  informes  es- 
critos del  Jefe  de  Policía,  sabídose  á  ciencia  cierta,  y  los 
hechos  lo  probaron,  que  los  mitristas  tenían  cantones 
armados  cerca  de  las  mesas,  el  Gobierno  nacional  dispuso 
que  se  colocasen  destacamentos  de  fuerza  en  varios  pun- 
tos de  la  ciudad,  con  orden  de  acudir  á  donde  se  dieren 


aAHMIBHTO 


1  de  violencia,  ó  fuere  requerido  su  auxilio  por    las 

lades. 

una  fuerza  armada  estuvo  k  dos  cuadras  ni  &  la  vista 


ue  acudió  al  tiroteo  4  Balvanera,  estaba  estacionada 
laza  de  Lorea,  y  solo  se  puso  en  movimiento  cuan- 
.  mitristas  habían  principiado  el  fuego,  á  que 
respondió,  ni  aun  la  tropa,  contentándose  con  pren- 

lal  espiritu  y  las  malas  ideas  que  prevalecían  enton- 
icia  que  tuviesen  el  descaro  de  acumular  armas  de 
ano  en  cantones,  pudiendo  boy  día  nombrarse  á  los 
I  ejecutaron  y  aconsejaron. 

las  elecciones  del  Domingo  no  ba  pasado  por  la 
lacion  siquiera  de  un  solo  habitante  de  Buenos  Aires 
'  armas  en  previsión  de  una  injusticia.  Los  mismos 
il  hicieron  están  curados  de  la  vieja  enfermedad, 
e  todavía  le  quede  A  la  negra  rezongona  el  hábito  de 
zar  con  el  pueblo  que  no  consiente  ni  consentirá, 
e  lo  conquisten,  en  que  el  Ministro  de  la  Guerra  sea 
ato,  aunque  pudiera  ser  que  consintiera,  en  que  el 
«rior  lo  sea. 

es,  pues,  el  triunfo  de  las  ideas  y  del    programa   de 
mes  de  El  Nacional. 
ímbargo,  como  toda  innovación  requiere  au  apren- 

debemos  denunciar  el  error,  para  que  se  corrija  en 
)sivo,  quese  ha  cometido  en  poner  la  fuerza  armada 
lingtons  y  formada,  á  tan  corta  distancia  de  la  mesa. 
>  ha  habido  intimidación,  por  la  repetición  del  acto 

haberla  en  lo  sucesivo. 

os  ha  asegurado  que  la  ha  habido,  según  las  predi- 
lesdel  Comisario.  Como  se  hablan  hecho  retirar  á. 
;antes  á  largas  distancias,  de  manera  de  dejar  libra 
eso  á  las  mesas,  el  Comisario  hacia  formar  su  piquete 

frente  hacia  el  lado  que  estaban  5us  antagonistas; 
jona  que  observó  el  hecho,  asegura  que  donde  el 
ario  era  autonomista,  la  tropa  daba  frente  hacia  el 
e  los  nacionalistas,  y  více  versa. 
Lina  parroquia,  han  sido  corridos  los  autonomistas, 
leguidos  y  dispersados  por  una  carga  ó  corrida  á 
o,  á  causa  de  gritos,  y  esos  votantes  dispersos  no 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVIO»  247 

han   vuelto   á   reunirse;   porque   ese  es   el  efecto  de   las 
corridas  de  caballería  en  las  calles. 

La  gravedad  de  este  hecho,  ha  comprometido,  como  se 
sabe,  la  elección. 

Ni  la  policía  por  sí,  ni  la  mesa,  pueden  proceder  contra 
grupos;  pues  para  ello  se  necesita  primero  que  resistan 
la  orden  de  disolverse,  mantenerse  en  orden,  ó  retirarse; 
y  si  fuese  desobedecida,  repetirlo  dos  veces  mas  y  de  una* 
manera  formal,  para  dar  orden  de  hacer  uso  de  la  fuerza. 

La  acción  del  Presidente  de  la  mesa,  ó  del  Comisario, 
ha  de  ejercerse  sobre  individuo  particular,  por  desacato, 
por  voto  falso,  ó  faltar  á  otros  requisitos  legales;  y  para 
esto  no  se  necesita  ni  tener  formada  tropa  al  lado  de  la 
mesa,  aunque  deba  haberla  á  mano,  ni  mas  acción  que 
la  del  Comisario,  quien  á  la  menor  desobediencia  á  sus 
órdenes  habrá  de  requerirla. 

Creemos,  que  por  ser  nueva  la  presencia  de  la  fuerza 
en  las  elecciones,  haya  convenido  ostentarla  asi  á  las 
barbas  de  los  electores;  pero  tal  acto  no  debe  repetirse 
en  adelante,  so  pena  de  abrir  camino  á  la  intimidación. 
Nadie  va  ya  á  la  elección  con  ánimo  de  hacer  barullOi 
desde  que  está  persuadido  de  que  no  lo  hará  impunemente. 
Es  este  un  principio  conquistado. 

Otra  vez  se  ha  dicho  que  la  práctica  es  en  otras  partes 
que  la  policía  ponga  gruesos  retenes  de  tropa  en  lugares 
de  que  dará  aviso  al  público  un  día  antes,  y  en  cada  mesa 
tenga  dos  comisarios,  para  la  represión  de  hechos  pura- 
mente individuales,  pues  para  los  colectivos,  se  necesita 
llenar  las  formalidades  de  la  ley,  por  ser  acto  de  sedición 
la  violencia,  tumulto  y  resistencia  en  las  elecciones,  y 
no  poder  emplearse  la  fuerza,  sin  las  tres  intimidaciones 
legales. 

Gracias  á  la  prevalencia  del  programa  de  El  Nacional^ 
este  año  no  ha  muerto  ningún  infeliz  en  las  elecciones, 
en  toda  la  Provincia,  y  pedimos  á  nuestros  lectores  rezen 
un  padre  nuestro  por  el  descanso  de  las  almas  de  los 
que  perecieron  en  la  parroquia  de  Balvanera,  á  causa  de 
que  hasta  entonces  se  creía  que  era  lícito  hacer  de  las 
elecciones  un  campo  de  batalla. 

Sabemos  que  en  esta  parroquia  de  tan  sangriento  recuer- 
do, la  mesa  ó  el  Comisario  mandó  alejarse  á  mas  de  una 


OBRAS   DR  SMIHIBNTO 

lO  de  los  mas  influetiles  caudillos  electorales; 
a  parte  también  del  programa  de  El  Nacional. 

se  ha  de  correjir  el   vicio   que  k  tantas   per- 
da  lugar,  de  permitir  que  permaaezcari  cerca 
8  los  que  visiblemente  pueden  ejercer  inñuen- 
ánimo  de  los  electores, 
íto  denunciado  el  hecho  de  haber  un  joven 

mandando  tropa  en  actos  de  eleciones.  Joveii 
inifhíirst,  en  materia  de  elecciones,  como  un 
iteria  de  partidos,  no  pueden,  sin  ofender  al 
I,  tener  funciones  de  jueces  imparciales.  Hemos 
is  veces  que  los  empleados  de  policía  votp.n  en 
:,  prohibiéndoseles  ser  agitadores  ó  promotores 
3ro  en  pueblos  cortos,  en  donde  todos  se  cono- 
r  á  la  Providencia  y  á  la  frajitidad  humana  dar 
e  reprimir,  á  quien  hasta  necesidad  tendría, 
tacion  misma  de  ser  reprimido. 
jí,  creemos  que  tiene  El  Nacional  derecho  (l 
Mas  por  la  sangre  que  no  se  ha  derramado  esta 
il  orden  prevalente. 

de  al  Gobernador  y  al  Jefe  de  Policía  el  mérito 
3Íon.  Si  han  habido  parcialidades,  intención 
han  debido  partir  dt!  la  acción  individual,  y  es 
jue  aun  eso  se  cunija  en  lo  sucesivo. 
ISO  el  espíritu  del  fraude  en  los  vecinos,  de  la 
mulada  en  los  funcionarios;  pero  estos  vicios 
isarraigándose,  á  f  jerza  de  ser  condenados,  y 
IOS  á  La  Nación  que  su  cruziida  contribuyó  en 
)te  resultado,  aunque  la  hubiéramos  deseado 
[■ecion  y  acierto. 

iiso,  debemos  convenir  en  que  el  sistema  elec- 
ora,  y  que  los  viejos  abusos  de  romi»er  registros, 
tas,  disparar  tiros,  armar  cantones,  y  otras  mal- 
e  no  estuvieron  exentos  tos  que  ¡dienten  en  el 
iqui-tique  del  patriotismo  y  cuidan  del  porvenir 

parte  de  América,  han  desaparecido  para  do 
ias  á  que  los  mítristas  se  van  educando  poco  ¿ 
za  de  contrastes. 

no  desesperaremos  ni  de  la  Patria  Argentina, 
bbernadores  que  sean  los  mas  duros  de  cocer. 


LOS  DBSFALLBCIMIBNT08  T  LOS  DESVÍOS  249 


«EN  TODOS   LOS  TERRENOS» 

{El  Nacional  Abril  4  de  1879). 

Nota  el  publico  cierta  recrudescencia  de  injuria  y  de 
desenfreno  en  algún  diario  mitrista,  que  tiene  &  este  res- 
pecto sus  intermitencias,  su  ñebre  terciana,  que  le  pasa 
por  días  y  le  vuelve  al  menor  cambio  de  atmósfera. 

Debe  ser  contajiosa  esta  enfermedad,  pues  vemos  que 
La  Pampa^  cuyo  redactor  ha  sido  de  una  manera  poco 
decorosa  espulsado  del  Comité  Nacionalista,  se  prepara,  y 
les  ha  dado  ya  una  muestra,  á  decirles  cuantas  son  cinco 
á  ios  puritanos  del  cenáculo. 

Pudiera  repetirse  en  el  caso  presente  que  donde  las  dan 
las  toman;  y  que  serán  medidos  con  la  vara  que  miden. 
Cuando  les  haya  tocado  su  merecido,  podrán  en  el  cóncla- 
ve proponerse  esta  cuestión,  que  ya  los  redactores  de  La 
Patria  al  iniciar  sus  tareas  propusieron  á  los  otros  diarios, 
á  saber:  conviene  que  la  prensa  ejercite  su  acción  en  los 
límites  que  el  decoro,  el  honor  del  país  y  la  justicia  exi- 
jen?  Conviene  darle,  por  el  contrario,  rienda  suelta  á  la 
detracción  y  la  injuria? 

Tiempo  es  de  que  lo  recapaciten  los  directores  de  con- 
ciencia del  partido  nacionalista,  ya  que  la  gata  le  sale 
respondona,  cuando  castigan  la  actitud  política  de  alguno 
de  los  suyos. 

Va  haciéndose  frase  de  orden  en  el  partido,  declarar  que 
combatirán  al  partido  contrario  en  todos  los  terrenos^  lo  que 
aplicado  á  la  política,  quiere  decir  que  en  la  prensa,  la  ca- 
lumnia y  la  injuria  serán  armas  permitidas,  y  en  la  acción 
la  revuelta  y  las  asonadas. 

Si  no  estamos  trascordados,  el  ofrecimiento  de  ayudar  á 
sus  partidarios  en  todos  los  terrenos^  salió  primero  de  los 
labios  ó  de  la  pluma  del  General  Rivas,  que  no  siendo 
escritor  ni  orador,  no  tiene  otro  terreno  que  el  que  le 
permiten  sus  deberes. 

Después  hemos  visto  repetida  la  frase,  como  una  especie 
de  consigna,  y  que  puede  haberse  lanzado  como  otras  ve- 
ces la  de  gobierno  de  hecho^  mas  tarde  la  de  gobiernos  refiada. 
rtoj,  después  la  de  gobiernos  electores,  las  que  después  de 


250  OBRAS   DE  SAHUIENTO 

haber  producido  sus  resultados,  se  recojen  ó  se  abandonau, 
como  vestido  fuera  de  estación  ó  pasado  de  moda. 

Ahora  estamos  por  et  combate  en  todos  los  íerrenoí,  frase  que 
se  toma  de  las  jactancias  del  duelista,  pero  que  aplicada  & 
)a  política  indica  que  están  dispuestos,  ó  se  convidan  para 
ello.á  no  reconocer  leyes,  trabas,  ni  limites  á  la  violencia. 

Es  la  mente  d«  ese  partido  ajitarse  siempre  tras  de  algún 
sofisma  ó  alucinación  del  Patriarca,  que  reconocerá  mas 
tarde  su  error,  para  levantar  otro  nuevo  sofisma  como 
bandera  de  reunión. 

Nuestra  tarea  ha  sido  siempre  venir  detras,  enderezando 
estos  entuertos,  trayendo  los  ánimos  í  mejores  ideas,  con 
la  demostración  de  la  falsedad  del  principio  invocado. 

No  hay,  pues,  lucha  en  todos  los  terreiios,  como  es  hoy 
la  consigna.  En  la  calle  y  en  la  plaza  publica  no  hay  lucha, 
pues  está  la  policía  de  seguridad,  pronta  y  dispuesta  á 
estorbarla.  No  la  hay  por  la  sedición  y  el  motin,  cualquiera 
que  sean  los  pretestos  que  se  invoquen,  porque  no  hay  en 
los  cuarteles  ni  en  los  campamentos,  quien  sienta  los  fu- 
rores del  patriotismo  á  la  manera  de  los  que  lo  invocan 
para  entregarse  á  sus  instintos  de  innata  perversidad. 

No  hay  mas  terrenos  que  la  sanción  de  las  Cámaras 
en  la  elección  de  sus  miembros,  si  ese  es  el  motivo  de  otra 
de  Setiembre  por  la  misma  causa. 

Hanlo  visto  en  las  recientes  elecciones. 

No  se  ha  movido  una  paja,  como  no  ha  de  moverse  un 
brazo  en  el  escrutinio. 

El  Congreso  Nacional  hubo  de  hacer  uno,  untes  de  Se- 
tiembre de  1874,  y  entonces  se  hacían  las  mismas  amenazas 
de  atrepellar  los  respetos  debidos  al  Congreso;  pero  por 
casualidad  algunas  polainas  blancas  hacían  contraste  con 
los  [lantalones  garance,  y  la  escena  pasó  desapercibida. 
Verdad  es  que  de  ahí  salió  el  grito,  á  la  revolución!  Hicie- 
ron la  revolución,  y  estamos  todavía  por  aplicarle  la  misma 
receta  á  la  Legislatura  de  Buenos  Aires,  que  tiene  también 
á  BUS  órdenes  gente  de  guante  blanco  y  kepi  gris,  lo  que  no 
le  quita  nada  á  su  valor. 

El  gobierno  de  esta  gran  ciudad  ha  empezado  á  ser 
gobierno,  y  cualesquiera  que  sus  disidencias  con  las  Cáma- 
ras sean,  ó  las  mayorías,  no  ha  de  hacerse  cómplice  de  los 
atentados  que  en  todos  los  terrenos  se  meditan.    Por  la 


LOS  DEJíiFALLBClMIICNTüS  Y  LOS  DESVÍOS  251 

seguridad  dada  á  las  elecciones,  ha  conquistado  el  respeto 

déla  opinión  pública;  y  por  el  respeto  á  los  principios  del 

sistema  representativo,  ha  de  asegurarse  la  deferencia  y  la 

buena  voluntad  de  las  mayorías. 

Bueno  es  pues,  que  abandonen  todos  los  terrenos,  tenién- 
dose en  el  único  en  que  es  posible  pararse  sin  exponerse  á 

que  lo  lleven  al  violón,  como  á  todos  los  que  no  van  por  el 

camino  ó  la  calle  pública.    (* ) 

EL  MANIFIESTO  DE  LOS   CONCILiADOS 

{El  Nacional,  Abril  5  de  1879.) 

Al  leer  este  manifiesto,  principiábamos  por  el  fin,  bus- 
cando en  la  peroración  la  consabida  y  consuetudinaria 
amenaza  de  hacer  saltar  la  barraca^  como  dicen  los  france- 
ses, si  les  ganan  la  partida. 

Debemos  á  sus  autores  esa  justicia.  Su  peroración  con- 
cluye sin  salir  de  los  términos  del  preámbulo.  No  ofrecen 
combatir  en  toáoslos  terrenos.  Circunscriben  su  acción  den- 
tro de  los  límites  prescritos  por  las  leyes.    Esto  nos  basta. 

El  preámbulo  y  objeto  del  manifiesto,  es  una  excelente 
composición,  y  hace  honor  á  la  habilidad  práctica  de  sus 
redactores. 

Napoleón  decía,  que  el  genio  de  la  guerra  estendía  su 
poder  hasta  crear  la  casualidad,  á  que  tantas  veces  se  debe 
la  victoria. 

El  arte  de  la  política  llega  hasta  crear  la  verdad.  El  últi- 
mo dogma  católico,  como  prueba  de  esto,  no  necesitó  deci- 
sión de  concilio,  por  cuanto  hacía  ya  dos  siglos  que  á  fuerza 
de  repetirles  á  los  niños,  bendito  y  alabado  sea  el  santísimo 

sacramento y  la  purísima   concepción,   la    doctrina 

teológica  había  pasado  á  ser  creencia  recibida  y  encarnada 
en  el  cristianismo^ 

Y  hay  algo  masque  duda  de  parte  de  los  nacionalistas, 
sobre  el  resultado  de  las  elecciones,  repítase  en  todos  los 


( 1 )  Las  elecciones  provinciales  á  que  se  refleren  estos  articalos  fueron  las  que 
dieron  lugar  á  la  aplicación  peregrina  de  Cámaras  dobles  convocadas  en  una  casa 
particular  y  de  que  el  autor  liabla  en  los  escritos  publicados  en  el  tomo  XXXIII, 
página  3i5ysigulentes.— (iV.  del  B,) 


252  OBKA«    DK   «ARMIKMTO 

tonos  que  han  triunfado  expléirdidamente,  que  la  mayoría 

es  tan  inmensa i.,  según   La  Nación^  la   verdad    se 

forja. 

Ante  demostraciones  en  contrario  y  la  flaqueza  de  las 
cifras,  la  fé  mas  robusta  vacila,  y  entonces  se  lanza  un 
manifiesto  para  asegurar,  bajo  la  garantía  de  las  firmas  que  van 
al  pie,  que  los  propósitos  de  la  conciliación  han  obtenido  en  las  urnas 
electorales^  d  mas  espléndido  triunfo. 

m  

Y  las  firmas  que  siguen  son  en  efecto  respetables,  cuando 
suscriben  pagarés  de  comercio;  algunas  son  de  dudosa  ley, 
cuando  suscriben  declaraciones  de  principios;  y  todas 
juntas  tachables  de  declararen  propia  causa  y  con  fines 
políticos,  la  existencia  de  hechos  que  no  están  compro- 
bados, porque  no  pueden  estarlo. 

Es  disculpable  el  fanatismo  y  la  obcecación  política  ó 
religiosa  que  nos  hace  ciegos  contra  la  verdad  contraria. 
El  supersticioso  está  dispuesto  á  creer  en  el  milagro  de 
Santo  Domingo  apoyándose  en  declaraciones  de  niños  ó  de 
rústicos,  torpes  ó  maliciosos.  El  patriota  no  creerá  en  la 
derrota  de  los  suyos,  por  mas  que  todos  los  datos  demues- 
tren la  triste  verdad. 

Pero  en  el  caso  de  las  elecciones  cuestionadas,  no  basta 
la  preocupación  del  partido  para  justificar  el  anuncio  de  un 
espléndido  triunfo,  por  mas  firmas  que  le  acumulen  al  ad- 
jetivo. 

Tolerable  era  que  se  creyesen  triunfantes. 

Lo  de  espléndido,  es  invención,  no  de  retórica  solamente, 
sino  un  andamio  para  obtener  el  triunfo  que  consideran 
dudoso. 

No  se  nos  tachará  de  redargüir  vanamente  y  sin  convic- 
ción. M  Nacional  atribuyendo  á  sus  amigos  el  triunfo  elec- 
toral, se  guardó  muy  bien  de  llamarle  espléndido^  inmenso. 
Reconoció  que  estaban  las  cifras  de  ambos  partidos  equili- 
bradas, y  que  tenían  para  darse  una  fuerte  mayoría,  que 
negarse  partidas  recíprocamente. 

Demostrólo  matemáticamente  comparando  las  declara- 
ciones de  las  dos  partes.  Admitidas  (hipotéticamente)  por 
los  nacionalistas  las  cifras  de  San  Juan  Evangelista,  se 
daban  580  votos  de  mayoría;  i)ero  disminuyendo  los  469 
del  Pilar,  cuyo  abultamiento  singular  peca  contra  el  buen 
sentido  y  el  resultado  de  todas  las  otras  parroquias,  les 


LOS  DBSFALLBCIICIBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  253 

quedaría  una  mayoría  eu  la  ciudad  de  ciento  once  votos, 
que  no  es  inmeosa,  ni  espléndida,  como  artificiosamente 
lo  aseguran,  jurando  veinte  y  cuarenta,  que  han  jurado 
antes  muchas  cosas  en  política  que  no  eran  ciertas,  que  su 
triunfo  AS  espléndido. 

La  historia  de  las  dificultades  que  han  vencido,  de  los 
fraudes  de  sus  adversarios,  los  que  tienen  desde  1852  el 
hábito  inveterado  del  fraude,  practicado  diez  años  por  esos 
mismos  que  firman  la  puritana  declaración,  es  un  andamio 
preparado  para  llegar  después  de  esta  primera  etapa,  «que 
c  era  la  revelación  de  una  verdad  que  estaba  en  todas  las 
c  conciencias  (de  los  suyos),  y  requería  fuese  confirmada 
«  por  hechos  tangibles  y  palpables  á  la  que  falta.» 

Esta  es  una  etapa;  pero  fáltale  una  pata  por  desollar,  al 
espléndido  triunfo,  y  es  la  aprobación  de  las  elecciones  en 
la  Legislatura;  y  ya  «  de  la  sola  enunciación  de  estas  pala* 
«  bras  se  desprende  que  aun  quedan  obstáculos  que  ven- 
«  cer. » 

Lo  que  demuestra,  que  el  triunfo  espléndidamente  in- 
menso es  una  hipótesis,  cuando  mas  plausible. 

Falta  que  la  Legislatura,  Juez  de  esas  elecciones,  se 
proíTuncie  sobre  la  validez  de  los  resultados  obtenidos,  y 
las  tachas  que  recíprocamente  se  imponen  los  partidos. 

£1  objeto  del  manifiesto  es  pues  establecer  de  antemano 
que  los  partidos  concillados  «han  mostrado  que  encarnan 
el  sentimiento  de  una  mayoría  incontestable^  llevando  la 
supremacía  en  las  urnas.» 

Imagínese  el  lector,  y  tiemble  de  solo  pensarlo,  que  la 
Cámara,  Juez  de  sus  elecciones,  por  una  de  esas  aberra- 
ciones; de  que  tan  pocos  ejemplos  presenta  la  historial  fuese 
á  considerar  contestables  las  cifras  en  que  se  fúndala  inmen- 
sa y  espléndida  mayoría,  cuando  firmas  tan  respetables, 
tan  garantidas,  como  la  de  la  lista  de  la  izquierda  de  los 
firmantes,  han  declarado  que  son  incontestables  tales  cifras 
y  que  hay  mayoría  y  supremacía  asegurada? 

Hé  aquí  el  objeto  del  manifiesto. 

No,  nadie  se  imagina  ni  como  posible  que  la  Legislatura 
ponga  en  duda  tales  aserciones.  Sí,  lo  que  Dios  no  permita, 
sucediera  que  tal  mayoría  desapareciese  al  restablecer  la 
verdad  de  los  hechos,  entonces  el  partido  nacionalista  con 
sus  aliados,  se  dará  contra  las  paredes,  gritando  al  escán- 


'2&4  OBRAS    l>B   9AKUIRNTO 

dalo,  y  entregando  á  los  Dioses  infernales  la  Legislatura. 

¿Cómo  puede  ocurrir  semejante  cosa,  <tsinó  es  que  mane- 
jos condenados  por  la  ley,  como  por  la  moral  política  y 
social,  vengAíi'iL  neutralizarlos  resultados  «le  este  triunfo 
(hipotético)  defraudando  á  la  vez  las  legitimas  esperanzas 
de  los  nacionalistas?» 

Para  evitar  que  tal  suceda,  ofrecen  no  omitir  esfuerzo, 
declarando  aubsistetite  la  luckft;  pues  si  de  teatro  cambia,  no 
cambia  de  combatientes.  Este  concepto,  que  necesitamos 
esclarecer,  se  completa  con  este  otro,  con  que  termina  el 
escrito.  «No  omitiremos  esfuerzos,  para  evitar  que  manejos 
que  condena  la  ley  hagan  del  sistema  representativo  una 
burla  grosera,  en  daño  no  solo  del  presente  sino  de  las 
generaciones  que  llevarán  al  futuro  el  virus  de  semejante 
desmoralización.» 

Quisiéramos  que  la  Legislatura  se  inspirase  del  pensa- 
miento que  nos  ha  guiado  siempre,  de  dar  á  todos  los 
partidos  la  libertad  legal  y  garantida  de  hacer  que  el  sis- 
tema representativo  no  sea  una  burla  entre  nosotros,  y 
sábese  cuanto  hemos  trabajado,  preparando  proyectos  de 
ley  de  elecciones,  aun  traduciendo  reglamentos,  á  fio  de 
hacer  efectivo  el  sistema  representativo.  Algo  hemos  fton- 
seguido,  y  mucho  dejamos  ya  aceptado  en  la  conciencia 
pública,  y  que  se  convertirá,  en  hechos,  mas  ó  menos 
rápidamente. 

Pero  permítannos  decirle  con  franqueza,  ninguna  con- 
fianza  nos  inspiran,  de  propender  igualmente  ó  con  la 
misma  sinceridad,  precisamente  los  ciudadanos  de  la  lista 
izquierda  que  firman  el  manifiesto.  La  mayor  parte  de 
ellos,  han  suscrito  antes  errores  que  mostraban  que  no 
comprendían  el  sistema  representativo;  y  en  este  mismo 
manifiesto  tienden  á  perpetuarlos. 

No  hay  lucha  ya,  sin  cambiar  de  combatientes,  desde 
que  la  decisión  del  caso  está  en  manos  de  su  juez  legítimo, 
la  Legislatura.  La  misión  del  Comité  Nacionalista,  con- 
cluyó el  30  de  Marzo.  Acaso  sus  diarios  han  podido  es- 
presar  meras  opiniones,  alegatos  de  parte,  en  los  dfas 
subsiguientes,  afirmar  lo  que  creen,  como  el  pleiteante, 
hasta  cerrarse  el  término  de  prueba  y  el  Juez  pedir  autos. 
Ahi  se  acaba  la  lucha;  la  litispeadencia.    Todo  lo  que  en 


LOS  DESFALLEOÍMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  255 

pos  hagan  las   partes,  intimidación  del  Juez,  cohecho  de 
escribanos  y  escribientes,  es  criminal. 

La  Legislatura  es  Juez  de  sus  elecciones,  y  para  que  el 
sistema  representativo  no  sea  una  burla,  es  preciso  que 
Jas  partes  renuncien  al  propósito  de  irá  rodear  el  local 
del  Juez,  y  con  gritos,  con  el  número  siquiera,  se  intente 
hacerle  que  obre  y  juzgue  de  otra  manera  que  como  juz- 
garía y  obraría  sin  esa  coacción. 

Es  preciso  que  tales  y  cuales  ciudadanos  prominentes, 
no  se  anticipen  á  fallar  la  causa  y  darle  al  Juez  la  senten- 
cia hecha,  porque  es  este  un  medio  de  corromper  la  con- 
ciencia pública,  condenando  de  antemano  al  Juez. 

Es  preciso  que  los  nombres  de  ambas  listas  con<;iliadas, 
que  firman  el  manifiesto,  publicados  en  mayor  número 
que  los  miembros  de  la  Legislatura,  y  gozando  algunos  de 
mas  prestigio  que  los  representantes,  no  usurpen  el  lugar 
de  esa  Legislatura  y  se  presenten  al  país  como  mas  legí- 
timos que  ella,  como  mejor  espresion  de  la  opinión  que 
ella,  como  mas  sabios  que  sus  miembros,  y  como  encar- 
nación del  derecho  y  de  la  justicia. 

Yerran  dando  como  han  dado,  un  fallo  en  causea  en  que 
la  ley  tiene  nombrado  otro  Juez  que  ellos. 

Yerran  en  dar  por  cierto  y  legal  lo  que  ellos,  como  ins- 
trumentos de  partido  creen  tal. 

Yerran,  cuando  dicen  que  aun  hay  lucha  sin  cambiar  de 
combatientes,  cerrado  el  período  electoral  y  pedídosT  autos 
para  fallar. 

Yerran,  cuando  aseguran  que  harán  algo  para  evitar, 
pues  nada  pueden  hacer,  sino  es  coacción,  intimidación. 

Yerran  en  fin,  cuando  creen  que  no  yerran,  pues  ha  sido 
la  mala  suerte  histórica  de  la  mayor  parte  de  ellos,  errar 
en  esta  materia. 

Si  su  testimonio  hubiese  de  ser  invocado  en  juicio,  treinta 
de  ellos  serian  tachados  por  inhábiles  para  (Jarlo  sin  com- 
plicidad. 

En  fraudes  electorales?    Los  cometieron  á  millares. 

En  violencia  hecha  al  sistema  representativo,  saltando 
por  encima  del  fallo  del  Juez  de  elecciones?  A.hi  está  la 
historia,  húmedas  todavía  sus  páginas. 

En  verdadera  intelijencia  del  sistema  representativo? 

Ahí  está  el  último  manifiesto,  insinuando  que  lucha  sin 


256  OBRAS  DB  8ABM1BNT0 

cambiar  de  combatientes,   cuando  la  Legislatura  tiene  en 
sus  carteras  el  proceso  concluido  de  las  elecciones. 

LAS  COMBINACIONES  PARA  CANDIDATOS 

{Bl  Nacional»  Abril  8  de  i879.) 

Llena  está,  la  prensa,  y  los  corrillos  cuchichean,  sobre  las 
mas  sabias  combinaciones  para  producir  candidaturas  ina- 
tacables, candidaturas  de  cal  y  canto,  que  ni  á  combo  ni 
á,  martillo  puedan  ser  disueltas;  pues  que  aun  contra  la 
pólvora  se  proponen  hacerlas  invulnerables. 
La  candidatura  Laspiur-Tejedor  es  la  mas  preconizada. 
Para  usar  de  términos  técnicos,  en  materia  de  combina- 
ciones, diremos  que  es  un  laspiurato  de  tejedor,  aunque 
los  mas  entendidos  creen  que  si  se  le  analiza  con  cuidado, 
ha  de  resultar  un  tejedoruro  de  laspiur. 

Otros  anuncian,  por  debajo  de  cuerda,  una  base  de  sus- 
tancia medicinal,  estando  de  acuerdo  los  hombres  de  Estado 
del  partido  en  que  no  hay  doctor  mas  acertado  en  su  arte, 
á  los  médicos  y  estudiantes  en  que  no  hay  político  mas 
profundo  que  aquel;  pero  aun  no  le  encuentra  el  accidente 
que  haya  de  transformarlo  en  candidato. 
]]  Opónenle  á  estas  combinaciones  mas  ó  menos  hacederas 

»j    ',  ó  hechas,  un  sulfato  de  nitro,  ó  un  nitrato  sulfúrico  como 

t'!.*!"  quieran   llamarle,   con     alguna    reminiscencia   histórica, 

I  ^  '^  cuando  mas  no  sea  que  para  no  cortar  el  hilo  de  los  su- 

^'^'V  cesos. 

>  Ya  sea  pues  en  primera   ó  segunda  linea,  el  elemento 

Tejedor,  puro  ó  amalgamado,  entra  en  las  diversas  combi- 
ns^ciones. 

Dejándonos  de  metáforas  que   huelen  á  laboratorio  de 
química,  rastrearemos  si  se  puede  el  pensamiento  intimo 
que  gula  el  cálculo  de  los  esperimentadores. 
«En  el  seno  de  la  América 
Dos  raudales  se  desatan 
Es  el  uno,  fas  de  perlas 
Es  el  otro,  faz  de  nácar.» 
Los  que  han  navegado  ambos  ríos,  saben  lo  que  de  nácar 
y  perlas,  tienen  los  indinos.    Ríos  claro  turbios,  como  todo 
río  que  se  respeta  en  este  mundo. 


.Vi* 


1 1* 


I 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVIOS         257 

Los  candidatos  todos  salen  de  la  conciliación,  y  son  el  buen 
ladrón  y  el  mal  ladrón,  que  están  á  diestra  y  siniestra  del 
salvador.  Un  ministerio  tira  hacia  un  lado  y  el  otro  minis- 
terio hacia  el  otro:  voila  louíl  Y  así  hemos  de  ir  hasta  que 
Dios  haya  piedad  de  nosotros,  sino  es  que  Un  día  se  vayan 
á  las  manos,  y  nos  envuelvan  á  todos  en  la  conciliación, 
que  acaba  por  donde  debió  principiar,  es  decir  por  ser  algo 
homogéneo  ó  seguir  un  rumbo  cualquiera. 

Corrientes  ha  lanzado  la  bruta  parola^  dejando  &  la  Con- 
vención en  ciernes  en  sesiones  preparatorias  para  pedir 
respetuosamente  á  las  Provincias  les  devuelvan  á  vuelta 
de  correo  en  forma  de  acta,  la  misma  nómina  que  les  en- 
vían de  aquí,  para  presentarla  como  el  voto  espontáneo, 
unánime  é  inquebrantable  de  la  voluntad  de  los  pueblos, 
de  las  susodichas  provincias. 

No  lo  decimos  en  desdoro  de  nadie,  pues  creemos  que  los 
autonomistas  habrían  recogido  la  misma  fruta,  si  hubieran 
sacudido  el  manzano  de  la  voluntad  popular  de  una  Con* 
vención  Provincial  Nacionalista.  Autonomistas  y  republi- 
canos sacarían  su  ai  de  oro. 

Qué  tiene  que  ver  el  nombre  de  Tejedor  en  estos  en- 
juagues? 

De  manera  que  en  estos  pocos  meses  que  faltan  para  un 
cambio  administrativo,  vamos  á  perder  las  conquistas  que 
en  principios  de  gobierno,  en  práctica  racional  de  las  insti- 
tuciones, veníamos  penosamente  conquistando,  de  seis 
años  á  esta  parte.  Ya  so  dice  que  evitarán  que  el  sistema 
representativo  sea  una  burla,  y  para  ello  pasarán  por  enci- 
ma de  una  Legislatura,  que  no  es  sin  duda  el  modelo  de 
las  Asambleas  legislativas,  pero  que  es  con  todos  sus  defec- 
tos é  insuficiencias,  la  Legislatura  de  Buenos  Aires  como  la 
Legislatura  de  San  Juan,  la  de  Jujuy,  la  de  Tucuman,  cuan- 
do han  sido  salvadas  y  sostenidas. 

Valia  la  pena  de  ser  gobernador  de  Buenos  Aires,  por 
la  gloria  de  serlo,  y  por  lo  mucho  que  hay  que  hacer  aun 
para  constituirla  en  administración  regular,  en  pueblo 
libre,  en  modelo  para  provincias  menos  favorecidas,  menos 
educadas;  y  es  lástima  que  ya  que  hubo  uno  que  empren- 
diese con  sinceridad  la  tarea,  vengan  los  tahúres  de  lapolíti- 
-ca  á  hacerle  provocaciones  á  deshora,  para  que  se  sirva  de 

TOKO  XL.~17 


OURAS  DB  BARUIBMTO 

a  de  gloria  perdurable,  como  del  escabel  d& 
sirvieron  para  escalar  otro  puesto, 
hacer  estas  observaciones  la  candidatura 
le  no  es  indígena  de  por  all&  y  la  combinación 
lor,  que  do  es  mas  que  una  provocación  al 
^stamo  que  le  piden  para  asegurar  el  éxito. 
;  atrás!  Y  esto  en  mal  momento.  Nunca  era 
a  en  Buenos  Aires  una  autoridad  respetada 
incia  moral.  El  gobierno  republicano,  pues 
efe  inamovible  que  está  como  un  peñasco, 
e  las  olas  que  se  estrellan  ¿  su  base  sin  con- 
unda  en.  una  fuerza  moral,  que  proviene  del 
í  mayoría  en  las  elecciones.  Es  ya  una  des- 
resultado se  presta  á  comentarios,  por  no  ser 
.ro  4  la  vista  de  todos,  pero  puede  conducir 
el  desmoralizar  las  fuerzas  mismas  que  de- 
i  raya  las  pasiones,  ya  que  falta  aquella  base 

dor  de  Buenos  Aires  tiene,  en  la  situación 
reado  los  antecedentes,  algo  mejor  que  hacer 
de  ayudante  de  otro. 

I  PASIÓN  DE  LA  LIBERTAD  EN  LA  CRUZ 

ÍSl  Katioiutí.  Ibrll  11  de  IBT9.| 

,ica  en  nuestros  diarios,  dedicar  algunas  pá- 
erdo  del  gran  acontecimiento  que  la  iglesia 
memora  estos  días,  que    forman  la  Semana 

le  los  fieles  se  reanima,  y  las  ceremonias  reli- 
I  inteligibles  para  los  mas  versados,  hablan  á 
1  de  todos  los  que  leen  diarios,  por  el  grandto- 
le  dan  y  las  consecuencias  que  para  la  hu< 
1  la  pasión  y  muerte  de  Nuestro  Se&or  Jesu- 

imora,  dice  por  ejemplo  un  diario,  el  sacrificio 
da  la  religión,  que  predicó  la  igualdad  del 
10,  el  amor  &  sus  semejantes,  y  consagró  su 
lartirio,  legando  la  verdad  proclamada,  desde 
juplicio — de  una  cruz.» 


■ 


LOS  DB8FALLBCIMIBMT0S  Y  LOS  DBSYIOS  259 

Hasta  aqui  todos  los  crisllanos,  cualquiera  que  sea  su 
secta,  y  aun  los  libre  pensadores,  está.n  de  acuerdo. 

Mas  vienen  en  seguida  las  aplicaciones  humanas  de  aque- 
llas verdades,  y  entonces  los  espíritus  se  dividen,  según 
donde  le  aprieta  á  cada  uno  el  zapato. 

Creen  muchos  que  la  igualdad  proclamada  puede  condu- 
cir al  socialismo,  y  en  Alemania  hay  ya  cristiano-socialistas 
que  pretenden  seguir  las  prácticas  de  los  primitivos  cris- 
Manos,  que  repartían  sus  bienes  entre  todos  los  ñeles  si- 
guiendo el  consejo  de  San  Pablo,  ó  las  nociones  de  despren- 
dimiento terreno  que  predicaba  el  Divino  Maestro. 

Los  partidos  revolucionarios  hallan  también  sus  armas  en 
aquel  arsenal,  que  aplican  santamente  á  animar  á  los  fíeles 
á  arrostrarlo  todo,  á  ñn  da  obtener  la  suspirada  libertad, 
porque  la  libertad  republicana,  representativa,  federal  fué 
una  de  las  preocupaciones  del  fundador.  Verdad  es  que  la 
libertad  moderna  se  ha  obtenido  á  los  quince  siglos  de  arro- 
jada la  semilla,  y  no  ha  fructificado  hasta  hoy  sino  á  la 
sombra  de  la  paz,  de  las  instituciones,  y  del  orden  re- 
gular. 

Así,  pues,  hablando  de  la  Semana  Santa  nos  gusta  oir 
«que  en  todas  las  épocas,  la  libertad,  tiene  que  consumar 
sus  sacrificios,  que  consumar  su  cáliz  de  amargura,  que  es- 
cuchar la  voz  de  sus  Pilatos,  cuando  anuncian  que  se  lavan 
las  manos,  que  soportan  el  beso  de  los  Judas,  que  lo  venden 
por  treinta  dineros,  que  soportar  el  fallo  inicuo  de  los  Tribu- 
nales de  Caifas;  tiene  que  recibir  la  lanzada  y  la  bofetada 
de  sus  verdugos,  asistir  al  reparto  de  sus  vestiduras,  que 
afrontar  el  dolor  y  la  muerte  para  vencer  en  nombre  de  la 
idea.» 

No  hay  libertad  mas  paciente  y  cristiana  que  esta,  y  con- 
mueve en  efecto  el  cuadro  lastimero  de  sus  sufrimientos.  Es 
visiblemente  el  Cristo  descolgado  de  la  cruz,  para  sustituir- 
le otra  idealización,  mas  en  armonía  con  las  necesidades 
modernas. 

Pero,  en  víspera  de  elecciones,  en  nuestro  país  al  menos, 
la  libertad  tendrá  el  coraje  de  arrojar  á  sus  fariseos  del 
templo,  con  el  látigo  del  escarmiento,  la  perseverancia  del 
que  lucha  por  los  principios  inmortales,  la  fe  de  los  que 
piensan  que  la  justicia,  la  verdad  y  el  derecho  triunfarán 
contra  la  iniquidad,  la  injusticia  y  la  mentira;  la  fuerza  y  la 


DBHAH   DK  SARMIBNTO 

evantaroQ  de  los  sepulcros,  y  que  no  puedea 
ando  sus  enemigos  eternos  han  doblado  ante  ella 
illas.» 

sermón  por  el  estilo,  y  creemos  que  el  elocuente 
an  no  habrá  usado  otro  al  pintar  el  triunfo  de  la 
Mica,  sobre  la  mentira  que  representan  las 
s  y  las  doctrinas  consignadas  en  el  Syllabus. 
anos  de  Gromwell  usaban  un  lenguaje  parecido. 
i  del  viejo  Testamento  de  donde  se  proveían  de 
itra  los  Filisteos,  los  tories,  sus  advei-sarios  poli- 
ai  leer  las  frases  citadas,  que  estamos  en  los 
las  luchas  religiosas,  que  hacían  del  evangelio 
de  persecusion,  y  de  prapósitos  puramente  hu- 
lobo  revestido  de  la  piel  del  cordero  Pascual, 
fanacione»  del  hombre  y  de  la  misión  de  paz 
'ecisamente  en  los  días  consagrados  á  su  memo- 
adas  de  mano  yu,  como  de  mal  gusto,  y  como 
aun  para  expresar  sentimientos  puramente  civt- 
ianles  bien  &  los  clericales  y  ultramontanos  que 
el  dominio  político  en  lus  sociedades  modernas, 
bien  en  una  encíclica  de  Su  Santidad,  decir  & 
de  la  cristiandad,  «la  pasión  de  Cristo,  oh  vene- 
lanos,  debe  fortalecernos  en  todos  ios  tiempos, 
imayac  sobre  la  suerte  deñnitiva,  reservada  á  la 
.rtlr  de  su  fe,  triunfadora  de  sus  verdugos,  en  el 
1  vida  inmortal  (de.  la  libertad);  tal  es  el  mundo 

IOS  preguntar  k  este  Lacordaire,  k  este  Savona* 
a  confesado  y  comulgado,  al  menos  por  Pascua 
no  lo  manda  nuestra  Santa  Madre  Iglesia. 

ABAJO  LA  LIGA 

{El  Nacional.  Abril  14  de  an.) 

esclamacion  que  La  Nación  pone  en  boca  del 
Buenos  Aires:  «abajo  la  candidatura  del  Minis 
uerra  ó  abajo  el  Ministrot* 
le  abajo  el  Ministro,  toca  á  los  Ministros  de  la 
1  deñnir  su  situación.    Si  no  la  cuestión  Irá  al 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DBsYIOS  261 

Congreso,  á  las  Cámaras  Provinciales^  al  Gobierno  de  Buenos  Aire»^ 
para  ver  si  la  candidatura  del  Ministro  de  la  Guerra  se  le 
puede  imponer  k  Buenos  Aires,  con  los  electores  de  pro- 
vincias esclavizadas.» 

Era  antes  idea  recibida  que  CR<1a  cuerpo  legislativo  es  el 
único  juez  de  elecciones,  en  los  términos  y  en  la  forma  que 
estuviese  esta  función  acordada.  Tenemos  ahora  que  la 
cuestión  será  sometida  también  á.  la  Legislatura  y  al  Go- 
bierno de  Buenos  Aires,  estando  como  están,  según  las 
aserciones  del  diario  citado,  «esclavizadas  las  provincias.» 

Para  establecer  el  nuevo  derecho  de  revisión  de  poderes, 
atribuido  á  una  provincia  sobre  la  validez  de  los  actos  de 
las  otras,  se  establece  que  los  enemigos  de  las  libertades 
en  la  República  son  los  enemigos  de  Btienos  Aires,  porque  sa- 
ben que  este  es  el  baluarte  de  ellas,  y  siendo  sinónimos 
libertad  y  Buenos  Aires^  el  pueblo  de  Buenos  Aires,  se  «levan- 
ta,» unidOj  compacto^  imponente^  y  resuelto  á  la  lucha  escla- 
mando: ¡abajo  la  liga! 

No  seria  esta  la  primera  vez  que  los  pueblos  sean  arras- 
trados á  la  lucha,  en  persecución  de  quimeras  y  aun  de 
frases  sin  sentido. 

Estamos  lejos  de  creer  que  sea  un  hecho  positivo  la  can- 
didatura del  Ministro  de  la  Guerra,  que  parte  mañana  para 
ir  á  terminar  personalmente  su  obra  de  asegurar  las  fron- 
teras de  Buenos  Aires. 

Ignoramos  que  exista  una  liga  de  Gobernadores,  ni  hecho 
alguuo  que  constituya  una  novedad  tal  en  el  modo  de  ser 
de  las  otras  provincias,  que  subleve  los  ánimos  de  toda  la 
población  de  Buenos  Aires. 

No  tenemos  el  propósito  de  sostener  la  candidatura  del 
Ministro  de  la  Guerra,  que  no  ha  sido  anunciada  en  conven- 
ción ó  comité  alguno,  y  nos  repugna  la  idea  de  una  liga 
de  gobernadores,  para  imponerla,  sin  el  apoyo  de  una  parte 
de  los  ciudadanos  de  cada  provincia. 

Tratamos  solamente  de  la  cuestión  abstracta  y  del  propó- 
sito demasiado  visible  ya  de  poner  frente  á  frente  Buenos 
Aires,  á  título  de  ser  el  baluarte  de  las  libertades,  con  las 
otras  provincias  esclavizadas;  concluyendo  Buenos  Aires 
unido,  compacto,  imponente,  por  abocarse  el  proceso  de 
las  elecciones,  y  con  su  Gobernador  y  su  Legislatura  fallar 
de  la*  validez  de  ellas.    Si  resultare  electo  el  Ministro  de  la 


¡abado  con  los  indios  que  asolaban  la 
os  Aires  y  sale  á  campaña  á  terminar 
Buenos  Aires,  unido,  compacto,  impo- 
L  elección  y  proveerá  sin  duda  &  nuevas 

:cto  el  candidato  que  se  propone  nom* 
o,  compacto  é  imponente,  su  propio  Go* 
iplo,  entonces  babrft  uina  prueba  ma- 
ha  existido  tal  liga  de  Gobernadores,  y 
ira  del  Ministro  de  la  Guerra, 
brfaraos  tachado  de  puerilidades  tales 
il  pueblo  de  Buenos  Aires,  porque  no 
1  que  tales  preocupaciones  puedan  sus- 
que  las  grandes  ciudades  que  encierran 
or  aglomeración  de  hombres,  ó  de  cau- 
tcia,  tengan  en  poco  la  cantidad  de  cau- 
icia,  de  hombres,  diseminados  eo  las 
'avorecidas;  pero  í  nadie  ha  venido  la 
iclavos  da  su  ignorancia,  de  sus  preocu-. 
pobreza  6.  la  mayoría,  y  esuluirlos  del 
>  de  sus  derechos. 

lati  es  la  que  constituye  la  fuerza  de  las 
ado  decir  que  Buenos  Aires  sea,  ni  haya 

la  libertad.  Fué  la  cuna  de  la  anarquía 
luellereal  de  la  independencia  de  toda 
nérica;  fué  el  centro  de  la  mas  noble  y 
hayan  fomentado  y  soportado  pueblos 
í3i  hasta  1851,  y  diez  años  mas  tarde  no 
ado  digno  de  ser  considerado  como  un 
o.  No  sabemos  si  durante  lasadmlnis- 
irmiento  fué  Buenos  Aires  el  baluarte  de 
erica,  pues  tendría  vergüenza  Buenos 
buir  tales  condiciones  á  la  administra-  ' 

Acosta,  y  si  hoy,  de  un  año  escaso  á.  es- 
os que  tal  pregonan  no  llevan  mas  arri- 
bertad  de  Buenos  Aires,  la  atríhuyen  al 
eda,  tendrán  que  aceptarla  complicidad 
.8  maldades  del  señor  Ministro  de  Gue- 
in  duda  de  su  adminíatracioD,  úpico  la- 

inespugnable   baluarte  de  la  libertad 


LOS  DBSFA.LLECIMIENTOb  Y  LOS  DESVÍOS  263 

Estamos  muy  lejos  de  creer  que  las  otras  provincias  es- 
tén gobernadas  mejor  que  Buenos  Aires,  que  está  envuel- 
ta en  deudas  casi  iguales  á  las  de  una  nación,  lo  que  no 
prueba  mayor  capacidad  de  gobernarse,  y  que  no  saben  des- 
pués de  una  lucha  enardecida  de  elecciones,  cuál  es  el  re- 
sultado de  la  votación,  lanzátidose  unos  á  olios  reproches 
que  prueban  por  lo  menos,  que  no  es  el  pueblo  mas  ade- 
lantado del  mundo,  en  la  práctica  de  gobernarse  á  si 
mismo. 

Lo  que  sostenemos  es  que  toda  la  República  Argentina, 
en  unas  partes  mas  que  en  otras,  adolece  de  los  mismos 
defectos,  y  que  el  único  que  le  es  privativo,  y  el  mas  rui- 
noso de  todos,  es  la  falta  de  nacionalismo,  de  ese  senti- 
miento que  en  las  felicidades  ó  en  las  desgracias  une  á  to- 
dos los  habitantes  de  un  pais,  haciendo  que  sus  males  y  sus 
bienes  sean  comunes.  Hagámonos  el  honor,  nosotros  mis- 
mos, de  llamarnos  el  baluarte  de  la  libertad,  y  llamemos 
nuestros  enemigos  á  los  que  no  han  podido  llegará  darse 
tan  pomposo  titulo,  en  hora  buena;  pero  no  hagamos  que 
los  enemigos  de  las  libertades  de  la  República,  sean  por  eso 
los  enemigos  de  Buenos  AireSj  pues  que  Buenos  Airas  no  tiene 
otra  constitución,  otros  elementos,  que  esos  mismos  que 
constituyen  la  vida  del  resto  del  territorio,  cualesquiera  que 
sean  las  desventajas  que  le  hayan  cabido. 

¿Por  qué  no  declararíamos  lisa  y  llanamente,  que  no  sien- 
do capaces  ciertas  provincias  de  tener  gobiernos  libres,  & 
causa  de  la  ignorancia  del  mayor  número,  no  están  en 
condiciones  de  tomar  parte  en  la  elección  de  un  Presidente? 
¿Por  qué  no  estableceríamos  que  siendo  Buenos  Aires  el 
baluarte  de  la  libertad,  con  un  pueblo  unido,  compacto  é 
imponente,  se  encarga  de  nombrar  Presidentes  dignos  de 
su  elevada  posición,  sin  exponerse  al  riesgo  de  que  votando 
el  mayor  número,  vayan  á  nombrar  Presidente  á  su  imagen 
y  semejanza,  ignorantes,  tiránicos  é  indignos? 

Abajo  la  Ligal  En  hora  buena,  y  nuestro  mas  sincero  voto 
estará  siempre  contra  tales  asociaciones.  Pero  suponga- 
mos lo  que  no  es  imposible  que  suceda,  y  lo  que  no  obs- 
tante las  exclamaciones^  y  diremos  las  execraciones  del  pueblo 
unido  de  Buenos  Aires,  subsistan  por  un  año  mas  los  go- 
biernos actuales  de  las  provincias,  sin  dar  lugar  á  revuel» 


OBRAS  DI  SABMIBKTO 

ie<)io  de  destruirlos.  Qué  hace  el  baluarte  de 
tg? ¿Quedarse  encerrado  en  su  baluarte? 
tía  que  no  sea  el  nuestro,  y  avergoncétnuiios  de 
pueblo  sufrirá  las  consecueacias  de  su  propia 
,debilida<l,  ó  ignorancia,  como  hasta  aquí,  te- 
idente^t  como  Avellaneda,  Sarmiento  ó  Mitre, 
averiguar  cuáles  provincias  los  sostuvieron,  y 
8  los  pueblos  ó  tiránicos  sus  gobiernos,  ¿liaran 
[ue  ahora,  las  provincias,  cuando  fué  elegido 
:]ue)loa? 

n  profundo  desencanto  la  tendencia  que  se  quie- 
&  los  espíritus,  y  los  vergonzosua  medios  que.se 
lego  para  apasionarlos,  degenerando  las  lu-jhas 
o  preocupaciones  locales. 

to  aset;urarse  las  elecciones  de  Buenos  Airas, 
[ima  elección  de  Presidente,  y  á  íln  de  obtener 
)  ponen  los  medios  de  enceguecer  al  público,  re- 
.siones  disolventes,  tocando  resortes  vedados, 
itoda  fuerza  de  cohesión  y  pueden  traer  mas 
idos  y  rupturas. 

te  de  las  libertades  no  está  en  Buenos  A.iies,  y 
•  estuvieral 

bria  derecho  de  pedirle  que  lo  fuera,  como  no  lo 
ica,  y  es  probable  que  no  lo  sea  Jumas,  sin  el 
)  toda  la  República. 

te  de  las  libertades  no  esti  en  la  unión  compi>cta 
Lantes  de  Buenos  Aires,  para  oponerse  á  la  can- 
un  Ministro, creando  otra  candidnturi)  que  lleve 
ite  k  poner  á  Buenos  Aires  unido  compacto  y  im- 
pugna con  las  otras  provincias,  unidas,  compac 
lentes,  por  no  encontrar  otro  camino  de  arregli 
r  á  la  Legislatura  y  Gobernador  de  Buenos  Airea 
del  caso  de  una  liga  hecha  por  el  pueblo  de  Bue- 
'  otra  liga  hecha  por  los  pueblos  de  las  otras  pro- 

ita  echar  abajo  la  Liga  de  (lobern adores?  Vamos, 
arando  las  Atíof  para  tos  heridos  de  los  combates, 
orerlas  llevarán  la  cuenta  de  los  millones  que 
stará.  Y  suponiendo  que  no  se  consit^a,  prepa- 
nidüs,  compactos  é  imjtonentes  á  hacer  lo  que  de- 


LOS  DB8FALLSCIMIBNT0S  T  LOtf  DBsYlOS  265 

be  hacerse,  cuando  hay  ligas  de  Gobernadores  con  pueblos 
que  las  toleran  ó  apoyan,  y  eligen  un  Ministro  de  la  Gue~ 
rra,  en  lugar  de  elegir  á  un  Ministro  del  Interior  reforza- 
do con  un  Gobernador  de  Provincia,  como  lo  proponen  los 
libres  de  Corrientes. 

Repetimos,  al  hacer  estas  prevenciones  al  público  de 
Buenos  Aires,  que  no  sostenemos  candidaturas,  ni  las  de 
los  Ministros,  ni  las  de  Gobernadores;  que  no  creemos  en 
ligas,  aunque  creamos  que  nuestros  pueblos  están  muy  dis- 
tantes de  hacer  uso  útil  y  reflexivo  de  darse  autoridades, 
como  lo  prueban  los  conceptos  que  refutamos. 

CLUB  GENERAL  BROWN 

{Bl  Nacional  Abril  i5  de  1879.) 

Hemos  registrado  en  nuestras  columnas  el  programa 
con  que  bajo  aquel  nombre  se  proponen  tomar  parte  en 
las  cuestiones  políticas  que  ajitan  la  opinión  pública  al- 
gunos estrangeros  de  origen. 

Si  hemos  de  atenernos  k  la  impresión  que  dejan  las  fir- 
mas que  lo  suscriben,  diriamos  que  representan  el  ele- 
mento nuevo,  que  se  viene  introduciendo  en  nuestra  cité^ 
esto  es,  el  extrangero  naturalizado  ciudadano,  ó  los  hijos  de 
los  residentes  de  largos  años,  y  que  forman  ya  parte  de 
nuestro  ser. 

Desde  los  primeros  albores  de  nuestra  existencia  como 
nación,  todas  nuestras  instituciones  han  propendido  á  faci- 
litar la  incorporación  en  la  sociedad  política  de  los  hom- 
bres lie  buena  voluntad,  que  de  todos  los  estremos  del 
mundo  acudiesen  á  nuestras  playas,  en  busca  de  tierra, 
hogar  y  familia,  que  es  la  suprema  aspiración  humana. 

Esperaban  nuestros  padres  el  beneficio  directo  de  su  in- 
gerencia en  la  vida  pública. 

La  idea  mas  perceptible  era  acelerar  con  la  importación 
humana  el  aumento  numérico  de  población. 

Contaban  con  que  traerían  hábitos  de  buen  gobierno  y 
prestarían  apoyo  al  ejercicio  de  las  libertades,  asociándose 
á  nosotros,  y  formando  parte  de  nuestro  gobierno. 

La  esperiencia  de  medio  siglo  ha  ido  dejando  sus  espe- 
riencias.    Los  resultados  se  han  obtenido  en  otras  formas 


OUHAR    l)K    «AHHIIINTa 

que  se  calculaban.  Los  extra ngeros  no  han  formado 
luego  parle  de  nuestt-a  sociedad  política,  como  ocurre 
I  Estados  Unidos  en  mayor  escala,  donde  no  hay  ex- 
)ro8  propiamente  dichos,  sino  como  los  hay  en  Fran- 
jn  Alemania,  es  decii  ira  risa  un  tes,  y  raros  residentes. 
Estados  Unidos  van  los  inmigrantes  á  fundirse  en  la 
lalídad  común,  como  los  pequeños  arroyos  acuden 
las  fuentes  k  vaciarse  en  los  grandes  raudales,  aca- 
I  por  confundir  sus  aguas  y  llamarse  el  Missis^ipi,  ó 
ison,  pero  siempre  americanos, 
cambio  han  creado  intereses  y  llenado  vacíos  eo 
ra  sociedad,  que  contribuyen  k  corregir  los  defectos 
ales. 

ifa  una  clase  pensante,  directora,  poseedora  del  suelo 
epresentaba  la  sociedad,  pues  los  peones,  el  herrero, 
añil,  el  sastre,  el  carpintero,  no  formaban  un  etemen- 
ñcientemente  poderoso  que  sirviese  de  Intermedio 
aquella  alta  sociedad,  y  la  Ínfima  clase, 
inmigración  en  sesenta  años  ha  creado  una  clase  me- 

casí  destruido  las  antiguas  plebes  indígenas;  ha  dado 
artes,  á  los  oficios,  la  dilatación  y  rango  de  industrias 
)ricas,  ennobleciéndolas  contra  nuestras  viejas  preo- 
iones  de  raza;  y  al  comercio  que  crea  las  grandes 
ias  y  aumenta  las  clases  aristocráticas,  diremos  asi, 
<  en  los  campos  la  labranza,  que  acaba  por  transfor^ 
a  tierra  y  crear  la  pequeña  propiedad, 
istra  población  se  ha  mejorado,  aumentado,  la  aso- 
n  completidose,  con  elementos  y  gradaciones  que 
;aban,  nada  mas  que  con  la  acción  indirecta  de  la 
ración. 

',  algunos  de  loa  residentes  de  largo  tiempo  sin  in- 
rarae  en  la  sociedad  política,  esperimenta  la  necesidad 
cerlo,  acaso  porque  se  sienten  arrastrados  por  el  mo- 
nto político  de  la  sociedad  en  que  viven,  acaso  obe- 
ido  ¿  los  instintos  humanos  que  nos  hacen  sociedad 

ó  congregación,  al  mismo  tiempo  que  individuos, 
trangero  contumaz  presenta  el  singular  caso  de  UQ 
re  que  no  ea  socio  en  el  país  en  que  vive  feliz  y  ha 
jrir,  inventándose  una  devoción  y  un  culto  imagina- 
una  patria  ideal  y  ausente,  que  no  presta  servicio 


LOS  dbsfaLlbcimientos  y  los  desvíos  267 

alguno,  pero  que  le  sirve  para  acallar  su  conciencia  por  la 
situación  egoísta  que  se  crea. 

Los  considerandos  del  Club  General  Brown,  parecen  re- 
velar este  espíritu. 

«Como  trabajadores,  como  industriales,  como  comercian- 
tes, como  miembros  útiles  de  la  sociedad,  nuestras  fuerzas 
hoy  dispersas  é  inactivas,  son  vida,  nervio  y  esperanza  del 
pais,  y  unidas  pesarán  como  merecen  en  el  manejo  de  la 
cosa  pública. 

«El  próximo  empadronamiento  nos  abrirá  las  puertas  al 
ejercicio  de  nuestros  derechos  cívicos,  cerradas  hasta  hoy 
por  miestra  propia  apatía  y  la  ciega  conñanza  en  esperanzas 
siempre  defraudadas. 

«Han  creído  llegado  el  momento  de  asociarse  y  organi- 
zarse para  defender  sus  intereses,  y  trabajar  porque  las 
instituciones  sean  en  nuestro  país  lo  que  deben  ser:  la  salva-- 
guardia  práctica  y  eficaz  de  los  derechos  de  la  población  honrada  y 
laboriosa^  y  no  simples  pretestos  para  escalar  el  poder,  por 
medios  que  todos  conocemos,  mantenerse  en  él,  y  desde 
allí  menospreciar  y  desatender  el  trabajo,  la  industria,  el 
comercio  y  hasta  la  vida  y  propiedad  de  los  ciudadanos  y 
extrangeros  que  habitan  este  suelo,  y  lo  fecundan  con  su 
labor  é  inteligencia* 

«  Dada  la  importancia  creciente  de  los  ya  grandes  intere- 
ses materiales  del  pais,  especialmente  de  nuestra  rica  y 
estensa  campaña,  no  dudemos  continuar  por  mas  tiempo 
sin  empeñarnos  en  tener  funcionarios  que  reúnan  todas 
las  aptitudes  para  llenar  los  deberes  que  su  puesto  les  im- 
pone, y  que  no  atiendan  únicamente  á  las  exigencias  y 
compromisos  de  partido.» 

Es  muy  característica  la  manifestación  de  lo  que  echan 
de  menos  en  nuestra  política  y  lo  que  quisieran  introducir 
en  ella.  No  podemos  nosotros  mismos  remediarlo,  no  siendo 
fabricantes,  labradores,  comerciantes,  industriales,  etc.,  los 
que  influyen  en  los  movimientos  políticos,  la  dirección  dada 
á  ellos  tienden  solo  á  favorecer  círculos,  de  los  que  profesan 
por  oficio  ó  vocación  gobernar,  sin  que  los  intereses  de  la 
sociedad  sean  consultados. 

Nosotros  Vamos  mas  adelante  todavía,  y  creemos  que  la 
abstención  casi  sistemática  de  los  extrangeros  de  antiguo 
residentes  en  el  pais,  y  que  por  su  respectabilidad  y  fortuna 


268  OBHA8    ÜK  «AkMlifiNTÜ 

ocupan  posición  distinguida  en  la  sociedad,  han  influido 
para  que  hijos  del  país,  colocados  en  igual  situación  hayan 
descuidado  sus  deberes  de  ciudadanos,  abandonando  la  co- 
sa pública  al  vulgo,  puesto  que  aun  antiguos  residentes  y 
personas  tan  respetables  y  bien  intencionadas,  se  hacían 
un  honor  de  su  indeferencia  política. 

El  movimiento  que  inicia  el  Club  General  Brown,  para 
incorporarse  sus  miembros  en  la  sociedad  política  en  que 
deseen  tomar  parte,  como  el  ilustre  marino  cuyo  nom- 
bre les  sirve  de  bandera,  será  estamos  seguros,  muy  pro- 
ductivo de  bien  para  el  país,  prestándole  en  la  dirección  de 
sus  negocios  públicos  la  inteligencia,  honradez  y  celo  de  los 
que  forman  ya  la  sociedad  civil.  No  son  ni  las  instituciones 
ni  las  costumbres  nuestras  las  que  escluyen  el  concurso 
de  los  que  son  extrangeros  porque  quieren  serlo;  pues  que 
les  basta  declarar  su  propósito  de  formar  parte  de  nuestra 
asociación  política,  para  quedar  con  eso  solo  incorporados. 
Esta  deolaraciotí  es  su  título:  sa  derecho  k  ejercer  sus  fa- 
cultades; 

LA    OPINIÓN 

(Bl  Nacional,  Abril  16  de  1879.) 

Conocemos  la  opinión  de  la  parte  pública  y  politiquera 
de  nuestro  público,  y  en  materia  de  elección  presidencial 
nada  sabemos  de  las  provincias.  Sabemos  que  se  reciben 
de  todas  partes  comunicaciones,  en  las  que  viene  esterio- 
tipada  esta  pregunta:  ¿qué  piensan  nuestros  enemigos  de 
Buenos  Aires?  y  no  sabemos  que  nadie,  con  conciencia,  haya 
hasta  ahora  podido  contestar  acertivamente  algo. 

Nadie  estrañará  que  á  la  redacción  de  M  Naeional  le 
vengan  reiteradamente  estas  interrogaciones,  como  es  fácil 
presentir  la  dificultad  de  contestar  satisfactoriamente. 

Ignoramos  cual  es  la  opinión  dominante  en  gran  número 
de  provincias  que  tienen  el  hábito  de  tener  opiniones,  por 
la  sencilla  razón  de  que  nosotros  mismos  no  tenemos  for- 
mada opinión  alguna. 

La  solidaridad  de  las  ideas,  de  las  repulsiones  y  de  las 
simpatías  en  todas  las  provincias,  es  mayor  de  lo  que  á 
primera  vista  parece.    Las  provincias  tienen  negociaciones 


LOS  DB8FALLBCIMIBNT08  T  LOS  DESVÍOS  200 

que  reúnen  grandes  mayorfas.  Fuera  de  ese  terreno,  en 
materia  de  elección  de  Presidente  esperan  ver  partir  de 
Buenos  Aires  un  sentimiento  uniforme,  para  apoyarlo,  según 
las  agrupaciones  de  tiempo  atrás  conocidas. 

Cual  es,  sin  embargo,  la  situación  de  los  espíritus  aquí,  y 
cuales  las  opiniones  prevalentes? 

En  el  Gobierno  Nacional  reina  la  conciliación^  aceptada 
y  proclamada  por  una  de  las  fraciones  de  la  opinión  pública. 
Esta  es  al  menos  la  acepción  ofícial  de  la  palabra  conci» 
iiacion. 

Sin  embargo,  hay  ministros  de  la  conciliación  á  quienes 
se  les  pide  á  voz  en  cuello,  que  deSnan  su  situación  en  el 
Oobierno,  si  el  Presidente  no  deñne  por  si  lo  que  ahora  la 
conciliación,  á.  saber  un  ministro  concillante  que  es  sin 
embargo  candidato  á  la  presidencia,  sostenido  dicen  por 
una  liga  de  gobernadores,  y  que  se  impondrá,  á  Buenos 
Aires  por  la  fuerza  militar. 

Otra  parte  de  la  opinión  de  los  que  invocan  la  concilla* 
cion  como  bandera  de  unión,  ha  proclamado  la  candidatura 
de  uno  de  los  ministros  de  la  conciliación,  contra  la  de 
otro  de  los  ministros  de  la  misma,  añadiéndole  para  hacer 
mas  peso  en  la  balanza  un  gobernador  de  conciliación. 

Otra  fracción  da  á  este  gobernador  el  primer  puesto,  y 
suponemos  que  al  otro  ministro  el  segundo. 

La  primera  de  estas  alternativas  consultaría  el  buscar 
mayores  adhesines  en  las  Provincias,  teniendo  á  Corrientes 
que  la  propone  por  base. 

La  segunda  buscaría  su  probabilidad  de  mayor  éxito 
electoral  en  Buenos  Aires,  cuidándose  poco  por  ahora  de 
las  indiferencias  ó  repulsiones  manifestadas  en  muchas 
provincias. 

Para  esta  última  faz  que  anuncian  los  preliminares  elec- 
torales, créese  que  estarían  de  acuerdo  los  Generales  Mitre 
y  Gainza,  que  arrastran  fracciones  de  opinión  mas  ó  menos 
organizadas. 

A  esta  fracción  adhiere  La  Nacion^qiiQ  es  el  órgano  que  le 
«irve  á  sus  propósitos. 

El  Pueblo  y  La  Patria  Argentina  se  mantienen  todavía  en 
línea,  con  el  candidato  de  la  conciliación  nacional.  Si  pre- 
valeciese la  conciliación  provincial,  que  pone   á  su  frente  el 


OBRAS  Dk.  SARMIENTO 

Ministro  Nacional  conciliador  quedaría  des- 
rices tendríamos: 

>  de  la  conciliación  nacional  en  el  Ministro 
poyado  según  se  nos  dice  por  los  goberna- 
cia,  con  prescindencia  de  la  opinión  de  las 
a»,  pues  aun  Corrientes  no  pertenece  á  esta 

lesno  pueden  definirse  mejor  que  lo  qu^  lo 
>s  Turmas  de  candidaturas,  que  para  darse 
mente,  puesto  que  se  hacen  locales,  suscitan 
lie  localismo  mas  peregrinas. 
de  ser  de  localidad  k  localidad  la  lucha 
ene  definir  las  situaciones  y  colocar  á.  cada 
e;  estar. 

labra  técnica  de  guerra,  es  el  Ministro  de  la 
Buenos  Aires  seguirá  la  impulsión  que  le 
or,  apoyado  en  las  fracciones  Mitre  y  Gaiuzíi, 
a  Guerra  será  el  enemigo  mas  mortal  que 
lenos  Aires. 

,  al  enemigo  de  Buenos  Aires,  el  Ministro 
uesale  k  campaña,  hacia  el  Sur  de  Buenos 

estos  hechos  y  admisibles  estas  apreciacio- 
nas  concihacioii,  Rucaó  Laspiur? 
La  Nación  lo  es  mas  que  el  Presidente,  que 
luede  decir.  Pero  para  exponer  la  verdad 
sas,  necesitamos  abandonar  esta  jerga  de 
mtido,  que  se  hacen  valer  para  ocultar  la 
cosas. 

ría  hablar  de  conciliación,  en  la  lucha  que 
indidaturas  Ruca  ó  Laspiur,  Roca  ó  Tejedor, 
la  se  inventa,  porque  es  indispensable,  una 
bertad  y  de  despotismos,  de  Buenos  Aires 
En  este  sentido,  la  conciliación  vendría 
n  aplazamiento  que  se  le  ha  venido  dando 
stÍon,que  no  resolvió  la  conciliación  misma, 
se  tiempo  para  pagar  los  intereses  de  las 
les,  los  cuales  al  lio  se  capitalizan  y  acrecen 
lál. 

perdonarse  á  este  sistema,  si  por  una  de 
ncias  no  viniere  &  dar  por  resultado  Anal 


LOS  DBSFilLLECIMIBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  271 

una  división  de  conciliaciones,  la  guerra  de  conciliaciones 
entre  sí.  Conciliación  Roca  con  las  Provincias,  menos  Co- 
rrientes: conciliación  Tejedor,  menos  la  Provincias— igual 
á — La  Nación  lo  establece — guerra  á  muerte  entre  Buenos 
Aires  y  las  Provincias. 

No  tenia  á  fé  este  carácter,  cuando  se  efectuó  en  Bue- 
Aires.  Entiéndase  que  era  asunto  doméstico  y  arreglo 
entre  facciones  personales. 

Las  Provincias  no  le  habían  hecho  agravio  á  Buenos 
Aires,  á  no  ser  que  lo  fuese  no  haberse  mostrado  ni  mi- 
tristas  ni  alsinistas,  pues  el  doctor  Alsina  tuvo  el  buen 
tino  de  renunciar  á  su  candidatura,  cuando  no  se  creyó 
suficientemente  apoyado. 

Ahora  deben  afiliarse  en  el  bando  que  va  á  crearse,  que 
suponemos  sea  el  del  Gobernador  y  los  que  lo  proclamen, 
ó  quedar  fuera  de  las  condiciones  de  contribuir  á  la 
elección  de  Presidente,  y  para  conseguirlo  se  predica  ya 
contra  un  enemigo  que  si  no  fuera  por  la  publicidad  de  la 
prensa,  ignoraría  que  es  hoy  enemigo  de  nadie,  y  sobre 
todo  de  Buenos  Aires,  que  bajo  la  conciliación,  fuera  de  la 
cociliacion  ó  antes  de  ella,  nada  les  había  pedido,  ni  se  había 
presentado  unido,  compacto  é  imponente,  para  espulsarlas 
de  la  República  Argentina. 

Damos  mas  importancia  k  las  consecuencias  de  esta 
mascarada,  que  las  que  les  dan  los  mismos  autores  de 
ella. 

Son,  creen,  artificios  para  crear  pasiones,  en  pueblos  que 
apenas  pudieran  distinguir  en  qué  se  diferencia  Roca,  Las- 
piur,  ó  Tejedor,  y  á  cada  uno  le  darán  un  significado  que 
comprometa  una  lucha  sangrienta. 

Lo  que  nos  preocupa  es  la  falta  real  de  carácter  que 
asumen  los  actores  de  lo  que  sin  llegar  á  ser  tragedia, 
acabará  por  ser  forma  de  desmoralización  general,  como 
lo  son  los  malos  dramas  que  pervierten  las  costumbres  ó 
son  el  fruto  de  la  ya  adquirida  perversidad. 

Quedamos  pues,  en  el  primer  acto. 

Buenos  Aires  unido,  compacto  é  imponente,  va  á  libertar 
á  sus  hermanas  las  Provincias,  que  son  enemigas  de  Bue- 
nos Aires,  sin  saberlo,  pues  no  saben  que  sostienen  la 
candidatura  del  General  Roca,  ni  que  el  General  Roca  sea 
el  enemigo  de  Buenos  Aires. 


B&S  DI  BARUIBNTO 


OBrERNOS  SE  ARMAN 


IBtSaeUmai.  AbrU  17  de  18») 

aprensa  hace  tiempo,  y  parece,  que 
Illa  persona  que  viene  de  rios  abajo, 
luerto  de  Corrientes,  diez  cajas  de 
iban,  y  un  cajón  de  cornetas.  Supuso 
e  velan  no  eran  de  instrumentos  de 

dos  á  estas  cosas  que  (  nadie  toman 
)los,  es  decir,  los  partidos,  se  arman 
uiera  que  sean  sus  tendencias,  se 
rensa  sopla,  de  todas  partes,  y  al({U- 
casualidad  en    aquellos    haces   de 

i  liberal  que  los  pueblos  debían  estar 
nacionales.  Llamóse  con  énfasis  al 
mte,  los  ciudadanos  armados.  La~ 
vó  á  su  apogeo  este  sistema;  y  como 

concluyó  en  1870  bajo  la  comuna, 
jer  todo  los  armamentos  en  toda 
lo  mas  libre  el  pueblo  francés, 
los,  están  armados  hasta  los  dientes, 
a  unos  y  otros  contendientes  politl- 
>pegar  la  libertad  de  que  gozan:  los 

despotismo  en  que  se  complacen. 
)deii  hacer  guerra  y  por  tanto  el 
ibiera  inquirir  las  causas  de  esos 
esyEutre  Ríos  son  dos  proviDcias 
9nen  fronteras  de  indios,  y  ¿  cuyos 
tido  guardar  la-costa  de  los  rfos.  Es 
esto  para  vivir  armados.  Se  hacen 
Je  batallones,  que  no  son  siempre 
.y    destinados    al    servicio    de    las 

nstructivol  Ea  Santa  Fe  treinta  y 
on  llamadas  colonias,  donde  no  hay 
lia  nacional,  sí  bien  el  tiempo  falta 
secha,  ó  exportar  los  cereales,  mien- 


LOS  DB8FALLSGÍMIBNT0S  T  LOS  DBSViOS 


273 


tras  que  en  el  resto  de  la  provincia,  y  en  las  dos  fronteri- 
zas, rio  por  medio,  solo  se  oye  el  ruido  de  las  cajas^ 
en  lugar  de  los  molinos  de  vapor  que  preparan  la  ha- 
rina. 

Los  pueblos  polUicos^  y  guerreros,  y  libertadores  y  liberta- 
dos y  acabarán  al  Qn  por  ser  colonias,  como  la  de  Santa  Fe, 
^in  cañones,  sino  son  ios  de  las  chimeneas  de  las  máquinas 
<le  vapor? 


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UN   NUEVO  PARTIDO 


(SI  Naeionat,' AbHl  ti  de  i870.) 

Hemos  visto,  en  un  diario  de  la  mañana  anunciado  el 
conato  de  algunos  ciudadanos  « por  organizar  un  grao 
^  partido  conservador,  que  combatirá  á  los  revolucionarios 
<«  falsificadores  de  registros,  y  á  todos  los  »ansculotes  politi- 
^  eos.  Entrarán,  dice,  en  este  partido  todos  los  hombres 
<c  de  fortuna,  conservadores  y  amigos  de  la  paz,  que  figuran 
^  en  los  partidos  políticos  que  militan  en  la  actualidad  ». 

Deseáramos  que  este  sueño  dorado  tuviese  un  comienzo 
4e  ejecución. 

Dudamos,  sin  embargo,  del  éxito  de  estos  movimientos» 
que  no  son  mas  que  la  probeta  que  el  sentimiento  público 
^leva  contra  el  abuso  que  hacen  los  que  dirigen  la  política 
de  sus  medios  de  acción. 

Nunca  han  podido  formarse  estos  partidos  intermedia* 
ríos,  que  suponen  pasiones  políticas;  es  decir,  propósito 
deliberado  y  constante  de  influir  en  la  marcha  de  los  nego- 
cios públicos,  que  no  tienen  —porque  á  tenerlos  no  tratarán 
<le  formar  partidos  nuevos,  sino  incorporarse  en  los  que 
existen  é  imprimirles  dirección  recta,  conteniendo  los  ex- 
<;esos  de  las  ambiciones. 

Nuestras  gentes  de  fortuna  gozan  del  privilegio  de  no 
molestarse  siquiera  con  el  cuidado  de  la  cosa  pública,  que 
sino  hubieran  ambiciosos  que  se  la  disputan,  la  abando. 
narian  al  corredor  ó  á  sus  dependientes  ó  capataces,  como 
io  hacen  con  sus  intereses.  £1  mal  público  se  produce  con 
lentitud,  y  no  toca  á  la  fortuna  privada  directamiente,  sino 
«cuando  la  nave  del  Estado  se  estrella  contra  algún  escolio^ 

Tomo  zl.— 18 


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í** 


11 


OBRAS  DE  SAKUIBHTO 

ooBagerot  despavoridos  salen  á  cubierta  en 
peligro  les  amenaza.  A  veces  ea  tarde,  y 
.ieiien  animo  y  tiempo,  con  maldecir  del 
I  ó  piloto  que  Io3  inmola, 
(cion  que  atraviesa  hoy  Buenos  Aires,  el 
ertad,  como  le  dicen  para  halagar  su  or- 
jcia,  los  que  esplotun  la  cosa  pública, 
i  ciudadanos  que  forman  una  repiibliqueta 
dio  de  una  provincia  poderosa,  rica  y  en 
liz,  se  disputan  el  poder;  y  con  el  cinismo 
jolencia  y  la  tolerancia  de  los  otros  dos 
■res  tranquilos",  de  aquel  pujilato,  se  en- 
1  excesos,  pues  el  pudor  se  pierde,  cuando 
}ltca  que  contenga  el  desenfreno. 
,  las  elecciones?  Cométenios  millares  de 
I  honrados  en.sus  actos  privados;  pero  que 
co  honrado  en  política  que  los  condene, 
1  de  ello  y  se  glorian  del  éxito, 
i  revuelta,  el  motín,  la  revolución,  que 
i  otro  sepultar  la  sociedad  en  un  abismo, 
08  trastornos  pesan  sobre  los  hombros, 
e  esos  mismos  ricos,  y  no  sabemos  de  uno 
sgarrado  en  un  arranque  de  Indignación 
e  reproducen  tales  doctrinas.  Son  ellos, 
os  que  dan  vida  y  retribución  á  esa  pro- 

egqísmo  á,  este  retraimiento  de  la  vida 
i  verdad  un  suicidio;  pero  sí  lo  llamare- 
e  es  el  resultado  de  una  larga  serie  de 
m  al  ñn  conciencia  y  tradición  en  los 
.tres  es.  fa  única  ciudad  del  mundo  en 
nos  que  gozan  de  bien  estar,  de  mayor 
,s  muchedumbres  pueden  formar  mayo- 
3ciales,  menos -favorecidas,  como  artesa- 
n  gran  parte  extrangeros  sin  voto  en  la 
lública.  París  ha  sido  dominado  largos 
u  de  sus  faubourg,  que  se  cuentan  por 
lueva  York  tiene  doscientos  raíl  votantes 
'igen  que  obraron  de  concierto  largos 
,  sin  comprenderlo,  una  administración 


.LOS  DKSFALLBOIMIENTOS  Y  LOS  DBSYIOS  275 

corrompida,  b.iCiéndo  inútil  el  voto  de  los  nacionales  para 
cambiarla. 

Peroren  luchas  políticas  como  las  nuestras,  en  qi^e  cinco 
sobre  veinte  mil  votantes  se  disputan  el  predominio,  dos 
mil  votos  de  las  jentes  acomodadas,  cuya  fortuna  y  reposo 
se  juega  á  la  lotería  de  las  elecciones,  bastarían  para  ase- 
gurarles la  preponderancia. 

En  el  país  de  las  vacas,  es  preciso  echarle  agua  á  la  leche 
para  proveer  de  la  necesaria  á  una  ciudad  de  doscientos 
mil  habitantes,  y  en  el  baluarte  de  la  libertadles  indispensable 
forjar  votos  falsos  para  hacer  aparecer  que  hay  un  pueblo 
que  vota,  y  elije  su  gobierno. 

Esta  es  la  verdad.  Faltan  ciudadanos  !  Hay  estrañados 
de  su  patria  y  estranjeros  de  nacimiento. 

Los  clubs  son  la  representación  de  la  vida  pública,  en  la 
que  no  toman  parte  la  gran  mayoría  de  los  ciudadanos,  que 
allá  en  sus  conversaciones  privadas  aplauden  ó  vituperan 
las  maniobras  de  aquellos  guerrilleros,  sin  reservas. 

Los  redactores  de  diez  diarios  son  la  opinión  pública,  y 
8i  mienten  con  descaro,  si  injurian  á  los  ciudadanos,  si 
provocan  á  la  revuelta  y  al  desorden,  es  porque  saben  que 
no  hay  pueblo  que  los  fuerce,  con  su  reprobación,  á  conte- 
nerse en  los  límites  que  las  leyes  y  el  decoro  no  bastan  á. 
trazarles. 

i^Este  es  el  grave  mal  que  aqueja  á  la  República  Argentina, 
y  que  es  mas  acentuado  en  Buenos  Aires,  donde  están  acu- 
mulados mayores  intereses,  y  mayores  inteligencias.  Una 
media  docena  de  periodistas  de  uno  ú  otro  partido;  una 
docena  de  generales  y  coroneles,  cuatro  ó  seis  goberna- 
dores, darán  un  Presidente  á  la  República,  y  los  millares  de 
ciudadanos  que  han  de  responder  con  sus  bienes  habidos 
y  por  haber^  (por  que  es  mas  cierta  esta  última  frase  en  poli- 
tica  que  en  un  pagaré),  se  contentarán  con  ponerle  sobre- 
nombres cuando  pase  al  que  les  den,  ó  no  darle  el  parabién 
el  día  de  su  elevación. 

Pero,  lo  repetimos,  no  se  hacen  partidos    de  gentes  de 

fortuna  ni  responsabilidad,  sino  que  es  necesario  que  tomen 

I  8U  parte  en  los  queexisten^y  desempeñen  la  tarea  de  gober* 

narse  que  toda  sociedad  impone  á  sus  miembros. 

Los  millares  de  extranjeros  enriquecidos  por  su  trabajo 
y  felices  en  el  seno  de  familias  numerosas,  han  logrado 


/ 


ST6  OBRAS  DC  SARHIBNTO 

crearse  la  situación  muy  cómoda  de  hacerse  gobernar  por 
otros,  y  ñngirse,  estando  ¿radicados  y  envejecidos  en  Amé- 
rica,  ingleses,  Franceses,  alemanes,  para  no  servirle  ni  á 
Dios  ni  al  Diablo,  y  hacer  la  olla  gorda.  ¿Qué  amor  le  pro- 
fesan á  la  Keina  Victoria  los  unos;  á  Bismark  los  otros;  & 
la  República  única  é  indivisible  ó  á.  Alfonso,  ó  Gastelar,  ó 
quien  sea  el  que  gobierne,  que  muchas  veces  no  lo  saben, 
sino  est&n  con  dolores  de  parto  de  uno  nuevo? 

Nuestros  ciudadanos  acaudalados  imitan  este  ejemplo,  y 
son  extraños  é.  la  política,  es  decir,  á  su  gobierno,  y  i  gober- 
narse á  si  mismos,  dejando  que  los  gobiernen  sus  sirvientes, 
los  carreros  que  les  trasportan  los  fardos,  y  los  peones  de 
la  Aduana  ó  del  ferro-carril  que  forman  las  mayorías  mas 
incuestionablesde  las  elecciones,  pues  fuera  de  estos  y  un 
millar  de  jóvenes  entre  estudiantes,  abogados  y  médicos, 
educados  ft  expensas  del  público,  los  demás  por  confesión 
6  reproche  mutuo  son  los  que  nos  hacen  beber  diariamente 
agua  con  kche;  y  gracias  &  esa  treta,  que  ni  con  agua  la 
teníamos  ahora  veinte  años. 

Contra  el  fraude,  revoiucione^t  Pues,  todos  los  buenos 
ciudadanos  desinteresados  en  ia  política,  tanto  nacionales 
como  extranjeros,  deben  estar  del  lado  del  fraude,  porque 
al  fin  no  cuesta  nada,  al  paso  que  la  revolución,  la  pagan 
los  miroitei,  con  sus  fortunas  de  presente,  con  las  deudas 
que  de  las  pasadas  pesan  sobre  el  erario,  y  las  que  contrae- 
remos luego,  con  las  que  ya  se  preparan. 

Una  política  tienen  y  es: — No  haya  gobierno,  que  nos- 
otros lo  pasamos  perfectamente  siempre. 

El  momento  es  mal  escogido  para  crear  nuevos  partidos. 
Tenemos  ya  los  que  signen  y  los  que  no  siguen  í  loa  Mitre, 
antiguos  comisionados  de  hacer  la  felicidad  del  país:  á  los 
herederos  de  Alsina  que  se  han  dividido  en  tres  fracciones, 
y  ti  los  que  preparan  las  candidaturas  en  boga,  amen  de 
los  gobernadores  de  aquende  y  allende,  que  sabiendo  por 
experiencia,  pues  que  asi  se  elevaron,  que  no  hay  mas  ciu- 
dadanos en  esta  bendita  tierra  de  la  libertad,  que  sus  par- 
ciales y  amigos  particulares,  se  proponen  hacernos  el 
servicio  de  darnos  un  Presidente,  el  cual  no  se  descuida 
por  su  parte  de  hacer  los  trabajos  que  aseguran  al  fin  de 
poco  tiempo,  (un  año  de  agitarse)  negocio  mas  saneado  que 
trabajd^r  honradamente  treinta  años. 


LOS  DBSFALLB01M1IEMT08  T  LOS  DBdVluS  277 

Hagamos  fraudes  ó  revoluciones!  que  nadie  ha  de  salir  á 
la  puerta  ¿  gritar;  «al  ladronl  al  ladrón!  al  ladrón!» 

Es  preciso  abandonar  esas  quimeras,  de  una  acción 
moral,  de  una  influencia  conservadora,  fuera  de  los  par* 
tidos  actuales,  con  todos  sus  defectos  y  todus  sus  miserias. 
Miserias  y  defectos  que  provienen  todos  del  culpable  aban- 
dono que  de  sus  deberes  (pues  que  derechos,  no  son  lo  que 
nos  molesta),  hace  la  parte  mas  numerosa,  mas  formal,  mas 
interesada  en  la  tranquilidad  y  en  la  prosperidad  del  país. 
Los  padres  de  familia,  las  gentes  acaudaladas  abandonan 
la  gestión  de  la  cosa  pública  á  sus  respetables  hijuelos,  y 
ya  se  ha  hecho  notar  el  rasgo  característico  de  nuestras 
asambleas  públicas, — cuan  numerosas  son, — que  no  hay  un 
hombre  que  pinte  en  canas  siquiera,  porque  si  la  vida 
pública  por  nuestras  leyes  principia  á  los  diez  y  ocho  años, 
y  por  induljencia  ó  el  tamaño  á  los  quince  6  diez  y  seis, 
á  los  cincuenta  están  ya  dados  de  baja,  pasando  á  inváli- 
dos, ó  jubilados,  los  que  gracias  á  los  cambios  políticos 
obrados  en  el  país  con  el  talento,  el  patriotismo,  la  instruc- 
ción ó  la  sangre  de  otros,  han  logrado  hacer  de  las  lluvias 
que  fecundan  el  campo,  una  estancia,  ó  del  valor  que 
merece  la  propiedad  raíz,  una  fortuna,  ó  de  la  propiedad 
general  su  bienestar  se  han  olvidado  que  en  tiempo  de 
Rosas  una  vaca  valia  veinte  pesos,  y  una  libra  de  manteca 
cincuenta! 

Vamos  á  tener  un  Presidente,  tirado  á  cruz  ó  cara,  á  punta 
defraudes  para  fabricar  electores,  ó  de  revueltas  de  ambi- 
ciosos, para  que  protesten  los  soldados  que  no  votan  en 
nombre  de  los  que  no  votaron,  bien  es  verdad  que  estos 
pagan  ios  vasos  y  los  platos  rotos. 

Seis  ó  siete  hombres  gobiernan  á  Buenos  Aires,  desde  el 
rincón  de  sus  casas  ó  desde  las  columnas  de  los  diarios. 
Los  demás  obedecen,  ó  temen,  ó  se  encojen  de  hombros,  ó 
murmuran,  y  esta  es  la  libertad  que  hemos  conquistado  en 
setenta  años,  con  setenta  millones  de  deudas. 

Acaso  antes  de  un  año,  les  presenten  á  los  ricos,  á  los 
comerciantes  nacionales  y  extranjeros,  á  los  hacendados  la 
nueva  cuenta: — 

Por  revoluciones  para  castigar  fraudes,  cien  millones. 

Para  castigar  á  ciudadanos  haraganes  y  egoístas,  otros 
ciento. 


OBKAS  DK  SARUIKNTO 

noa  de  vidas,  que  eso  no  se  cuenta.  Ayer  publi- 
írios  el  resultado  de  la  batalla  de  Victoria  en 
-tres  mil  muertos!  Porqué?  Porque  un  ex-pre- 
Tuelve  de  pasearse  por  Europa,  mandó  adeliinte 
L  hacer  una  revolución,  en  su  nombre.  Viva 
ncol 

A.  VISO 

arentas  del  Nacional,  Tribuna  y  La  Nación,  se  reci- 
con  los  nombres  impresos  de  los  ciudadanos  y 
esta  declaración:  Votará  en  ¡ai  próximat  eteccione$ 
otado  en  las  anteiiores, 

Eirios  se  encardan  de  irlas  publicando  á  medida 
an,  si  no  tienen  verf;üenza  de  que  se  sepa  que 
I  que  sabrán  aquí  y  «n  las  Provincias  que  hay 
Bs  reales  en  Buenos  Aires,  y  un  pueblo  que  no 
I  en  el  Club  de  enfrente,  su  voluntad,  y  su  opi- 
esita  una  revolución  para  que  conste  que  existe; 
}  que  dudan  los  que  lo  representan  con  votos 
las  bayonetas  de  soldados  amotinados. 

SER   NACIONALiSTI 

A  PROPÓSITO    DE    UNA    RBNÜNCU 

(SI  yacional,  líbrü  tt  de  ts;9.| 

T  reprobábamos,  en  un  diario  muy  preocupado 
9S  nacionales,  que  el  predominio  de  sus  corre- 
en la  Legislatura  de  Buenos  Aires,  baria  que 
izase  las  resistencias  á  una  candidatura  nació- 
arla  al  Gobernador  de  la  Provincia  íi  entablar 
ones,  que  tenderían  á.  asegurarse  de  que  la 
;andidatura  si  prevaleciese  en  otra  parte,  no 
ada  en  Buenos  Airef. 

ayer  en  un  manifiesto  de  un  Diputado  renun- 
i  misma  persuacion  política,  motivar  su  renúo- 
ras  muchas  razones,  en  la  refleccion  de  que, 
en  la  Legislatura  de  Buenos  Aires  una  voz 
ciar  el  saqueo  de  la  Bioja,  las  matanzas  de  Santa 


LOS  DBSFALLBGIMIBNTOS  Y  LOS  DE«5VI0S  279 . 

Fe  y  Entre  Ríos,  las  querellas  del  Directorio  del  Banco  con 
el  Gobernador,  etc.  »  y  otros  asuntos  locales. 

De  esto  último,  comprendemos  la  oportunidad  de  la  ob- 
servación: pero  se  la  daríamos  en  diez  á  cualquiera,  adivi- 
nar qué  tiene  que  hacer  una  voz  ni  ciento  en  la  Legislatura 
de  una  provincia  con  los  saqueos  de  la  Rioja  y  las  ma- 
tanzas de  otros  saladeros  que  los  de  Buenos  Aires,  sino 
hubiésemos  visto  ya  en  el  programa,  que  las  Legislaturas 
Provinciales,  encabezan  resistencia  á  las  candidaturas  de 
Presidente  de  la  nación. 

Y  hay  algunos  que  creen  de  buena  fe  que  son  localistas 
Todo  lo  contrario,  son  nacionalistas  tan  desesperados,  que 
en  la  Universidad,  en  la  Municipalidad,  en  las  Legislaturas 
de  Provincia  se  ocuparán  de  asuntos  nacionales,  y  el  go- 
bernador gobernará  á  la  nación  mas  que  á  la  provincia. 

Una  mayoría  legislativa  de  provincia  creada  para  apoyar 
y  resistir  candidaturas,  ó  para  interpelar  al  Gobernador 
sobre  el  saqueo  de  La  Bloja  y  las  matanzas  de  Santa  Fe, 
podría  hacer  inútil  la  reunión  del  Congreso,  y  superfluo 
el  nombramiento  de  Presidente  sino  es  como  capataz  en- 
cargado de  los  puestos^  La  Rioja,  Entre  Rios  y  demás,  para 
darle  cuenta  á  los  patrones  de  la  casa  grande  de  que  son 
aquellos  dependencias. 

Es  de  sentirse  que  no  hayan  obtenidose  mayorías  que 
tratasen  de  candidaturas,  de  saqueos  y  otros  ramos  del 
presupuesto,  como  habría  sido  de  oir  los  cuadros  patéticos 
que  el  calor  del  patriotismo  Riojano  ó  Santafecino  ilumi- 
nase en  la  Legislatura  de  Buenos  Aires.  Nos  están  saquean- 
do en  La  Rioja,  diríamos  y  vosotros,  ¡oh  padres  conscriptos! 
estáis  reunidos  en  la  Opera  oyendo  la  Grande  Dúchese^  en  el 
Jardín  de  la  Florida^  oyendo  conciertos  que  os  afeminan  y 
degradan ! 

Hago  moción  para  que  intervenga  el  Gobernador,  y  mo- 
vilice la  Guardia  Nacional  de  Tucuman,  Santiago  y  Cata- 
marca,  ú  ordene  á  quien  corresponda  proceder  como  se 
pide. 

Estamos  por  preguntarnos,  si  nos  hemos  vuelto  locos  de 
atar  todos,  y  no  hay  ya  cosa  con  cosa  en  este  pedazo  de 
tierra  que  pisamos. 

Lo  gracioso  ha  de  ser, — porque  Buenos  Aires  es  el  modelo 
que  siguen  las  Provincias, — cuando  en  la  Legislatura  nació-- 


280  0BKA8   ÜB  SAKMIIINTO 

nalista  riojana  se  presente  moción  para  encabezar  la  resis- 
tencia á  la  candidatura  de  un  Gobernador  de  Buenos  Aires,. 
7  se  interpele  k  Alúíionacid,  por  consentir  que  en  esta 
ciudad  se  hagan  tantos  manifiestos,  y  se  escriban  tantas 
cosas  raras,  cuando  en  la  Rioja  no  se  dice  una  palabra 
80Í>re  cosa  que  lo  valga. 

Será  que,  Jo  ve  qui  vuU  perderé  dementafí  A  fuerza  de  ser 
nacionalistais,  veremos  como  ven  amarillo,  los  enfermos  de^ 
ictericia,  nocional  todo  lo  que  se  nos  presenta?  Nacionalistas 
los  legisladores  de  provincia;  nacionales  las  Legislaturas. 
Los  paisanos  llamaban  antes  los  naciones  á  los  extranjeros. 
Ahora  tenemos  que  nos  vamos  volviendo  naciones  todos. 
Qué  otra  cosa  ha  de  ser  un  nacionalista,  sino  nacional 
por  activa  y  por  pasiva,  viendo  naciones  en  las  Provincias 
(donde  residen)? 

EL  MEETING  DEL  DOfllNBO 

{El  NaeiatMl,  Abril  28  de  1879.) 

Han  de  ser  curiosas  las  versiones  que  de  esta  reunión 
dar&n  desde  hoy  los  diarios  de  la  mañana  y  de  la  tardef 
Después  de  seis  días  mas  estará  por  saberse  en  Buenos 
Aires,  cual  fué  el  numero  de  los  asistentes,  si  dos  mil,  como 
afirmó  El  Porteño  y  La  Tribuna^  quince  mil  como  los  del  bando 
protestante. 

De  una  cosa  estamos  seguras. 

Mil  personas  de  un  lado,  mil  del  otro  asegurarán  hoy, 
mañana,  y  un  mes  después  que  eran  dos  mil,  y  eran  quince 
mil,  por  que  cada  una  de  ellas  tendrá,  sin  mentir  intencio- 
nalmente  la  voluntad  de  creer  lo  que  asegura.  Necesitan 
ambos  partidos  que  sean  dos  mil,  los  unos,  quince  mil  los 
otros  á  fin  deque  no  produzca  ó  produzca  el  meeting  los 
objetos  para  que  se  convocó. 

Quince  mil  personas  reunidas  en  la  calle  de  San  Martin 
prueban  demasiado.  El  número  de  votos  que  pretendía 
tener  el  partido  concillado,  no  alcanzó  á  tres  mil  en  la 
ciudad. 

Doce  mil  partidarios  inermes  entonces  para  hacerlo 
triunfar,  sin  dar  lugar  á  cuestiones  y  dudas,  se  han  desper- 
tado ahora  para  protestar  contra  su  propia  obra? 


1 


4 


LOS  DBBFALLBGIMIBIÍTO'S  T  LOS  DB^YlOS  281 

Personas  de  criterio  han  observado,  como  era  natural,  el 
espacio  que  ocupaba  el  grueso  apiñado  de  gente  reunidas, 
y  notado  que  no  habrían  cabido  en  él,  los  verdaderos  vo- 
tantes en  las  elecciones  del  partido. 

El  accidente  de  un  disparo  de  rewolver  hizo  correr  des- 
pavoridos á  los  meramente  espectadores  que  se  tenían  á 
respetuosa  distancia  del  meeting  en  la  esquina  de  San 
Martin  y  Piedad;  y  la  circunstancia  de  atropellar  las  puer- 
tas del  telégrafo  calle  Cangallo,  rompiendo  vidrios  para 
guarecerse  del  imaginario  peligro,  establece  en  la  calle 
Cangallo  un  limite  k  la  cola  del  cuerpo  cuya  cabeza  estaba 
en  la  esquina  de  Rivadavia  de  la  misma  cuadra.  En  tan 
reducido  espacio  no  estaban  tres  mil  personas  ajuicio  de 
buen  cubero. 

Si  ha  habido  fraude  sus  autores  deben  sentirse  hasta 
castigados  con  la  reprobación  pública;  y  eso  habremos  ga- 
nado, en  la  mejora  de  nuestras  costumbres,  que  no  pasen 
sin  protesta  hechos  semejantes. 

II 

Pero  otra  es  la  cuestión  que  suscitan  los  que  han  organi- 
zado el  meeling  de  ayer,  y  esa  es  la  parte  grave  que  pre- 
senta. 

El  meeting  debió  concluir  en  la  mas  vigorosa,  la  mas 
ardiente  y  si  se  quiere  la  mas  apasionada  protesta  contra 
los  procedimientos  irregulares,  cualquiera  que  sea  el  nom- 
bre que  quieran  darles.  Entonces  sus  efectos  morales  se 
habrían  producido  desligándolos  de  todo  propósito  de 
partido. 

Pero  se  adoptó  el  expediente  de  convertir  el  meeting  en 
petición,  y  dirigirla  al  Gobernador  asegurando  los  hechos 
que  motivan  la  reunión  como  incontrovertibles,  y  pidién- 
dote una  resolución  que  cofreaponda  i  la  gravedad  del  caso. 

Firman  esta  petición  diez  y  seis  individuos,  que  dicen  ser 
Diputados  de  la  Cámara  de  Representantes  de  la  Provincia 
haciendo  referencia  de  un  cierto  hecho,  que  dicen  haber 
ocurrido,  y  de  que  son  víctimas;  y  esto  con  la  unánime 
aprobación  de  una  grande  mayoría  de  pueblo. 

Ya  nos  imaginamos  el  aprieto  en  que  ha  debido  poner  al 
Gobernador,  esta  petición,  resultado  final  de  aquel  movi- 


282  OBVUkB  DB  SARMIENTO 

miento  que  ha  tenido  agitada,  ó  alarmada  á  la  población 
y  sobre  las  armas  á  la  policía  y  fuerzas  nacionales. 

Muy  fácil  y  hacedero  es  convocar  reuniones  numerosas 
de  pueblo,  que  no  dudamos  están  animadas  de  las  convic- 
ciones mas  profundas  sobre  hechos  ó  doctrinas  que  les  ase- 
guran sus  conductores  ser  las  que  animan  al  pueblo.  Pero 
cuando  adoptamos  la  palabra  extranjera  meeting^  como  un 
hecho  material,  y  el  modo  de  aglomerar  gentes,  con  peli- 
gro de  la  tranquilidad  pública,  digno  de  hombres  ilustra- 
dos es,  adoptar  también  las  prácticas  y  las  reglas  del  meeling 
á  fín  de  que  no  degenere  en  una  perturbación  social. 

El  meeting,  es  el  uso  del  derecho  de  reunión  pacífica;  y 
puede  tener  por  objeto  la  espresion  violenta  en  palabras  ó 
ideas  de  cualquier  pensamiento,  bueno  ó  malo. 

Su  corectivo  está  en  que  no  produce  acto  ninguno.  El 
meeting,  nombrando  Presidente  de  edad,  para  que  proceda 
á  llamar  al  orden,  se  constituye  en  cuerpo  deliberante,  bajo 
las  órdenes  de  un  Presidente;  y  oídos  los  oradores,  y  hecha 
moción  de  adoptar  una  serle  de  resoluciones^  si  son  aceptadas» 
se  consignan  por  escrito,  y  el  meeting  se  disuelve,  sin  ulte- 
riores resultados. 

m 

En  el  caso  de  ayer,  el  meeting  se  transforma  en  petición^ 
firmada  por  quince  individuos,  pretendiendo  que  el  Gober- 
nador oiga  demanda  que  ante  él  interponen,  y  resuelva. 

También  en  el  uso  del  derecho  de  petición,  que  es  otra 
cosa  que  el  derecho  de  reunión  pacifíca,  están  fijadas  re* 
glas  para  proceder;  y  esas  reglas  no  es  solo  la  práctica  la 
que  las  establece,  sino  el  sistema  representativo. 

Es  la  primera  de  todas  que  los  peticionarios  han  de  firmar 
la  petición,  manu  propria^  sin  admitirse  delegados,  ni  repre- 
sentantes. 

La  petición  de  los  carlistas  de  Inglaterra  llevaba  un 
millón  y  doscientas  mil  firmas,  lo  que  no  estorbó  que  el 
Parlamento  después  de  leída,  pasase  á  la  orden  del  día; 
pues  es  otra  fórmula  del  derecho  de  petición,  que  no  obliga 
su  contenido,  á  proceder,  ni  proveer  á  lo  pedido,  ni  decir 
no  ha  lugaii  porque  la  petición  es  un  simple  dato  de  que  el 
legislador  puede  servirse  para  edificar  su  juicio. 


LOS  DKSFALLBCrMEENTOS  T  LOS  DESVÍOS  283 

La  petición,  pues,  elevada  al  Gobernador  es  simplemente 
la  espresion  de  los  diez  y  seis  que  la  firman,  sin  los  tres, 
diez  ó  quince  mil  espetadores  que  se  suponen  apoyarla; 
por  no  ir  sus  firmas  al  pie. 

«Si  el  que  preside  una  asamblea  pública  firma  una  peti- 
ción en  nombre  de  los  que  forman  parte  de  ella,  es  recibida 
como  petición  individual  suya,  porque  la  firma  de  un  indi- 
viduo en  lugar  de  otro,  no  es  reeonacida.T^  (Derecho  parla- 
mentario.) 

Tenemos,  pues,  reducido  el  meeting  á  diez  y  seis  firmas 
legales,  que  aseguran  existir  un  hecho  que  les  concierne 
personalmente,  y  que  no  concierne  al  meeting;  y  el  hecho, 
espuesto  en  pocas  palabras  acertivas,  y  acompañado  de 
piezas  justificativas,  es  sometido  para  su  resolución  al  Poder 
Ejecutivo. 

Como  el  hecho  acusado  se  ha  producido  en  la  Cámara 
de  Diputados,  en  procedimiento  interno,  suyo  propio,  en  que 
no  tiene  parte  el  Ejecutivo,  este  nada  puede  resolver,  por 
no  entrar  en  la  jurisdicción  del  Ejecutivo  que  ejecuta  las 
leyes,  ni  puede  remitirlo  á  la  Cámara  por  no  ser  función 
suya  la  gestión  de  tales  asuntos. 

tina  petición  ha  de  contener  una  súplica  [io  prayX  pide  algo 
por  gracia:  «Cuando  está  de  manifiesto  que  el  objeto  de  la 
petición  es  poner  én  duda  la  legitimidad  de  un  acto  de  la 
Cámara,  la  petición  debe  ser  desechada.»  «No  será  recibido 
papel  alguno  que  asuma  al  tono  de  una  recriminacion.y>  «Re- 
clamos.*, acompañados  de  súplica,  pueden  ser  recibidos 
«  como  peticiones;  pero  cuando  son  presentados  sin  súplica 
«  deben  ser  rechazados. 

«La  súplica  debe  ser  declarada  por  el  miembro  que  la 
«  presenta.  Toda  petición  debe  ser  presentada  por  un 
«  miembro  de  la  Cámara  á  que  ella  se  dirige.  La  petición 
«  no  trae  aparejada  por  si  misma  medida  alguna  Legis- 
«  lativa.» 

Estas  son  las  reglas  á  que  están  sujetas  las  peticiones;  y 
como  las  que  presentan  los  diez  firmantes  es  sobre  acto  de 
la  Legislatura,  en  su  orden  interno,  el  Gobernador,  no  pu- 
diendo  hacerla  suya  no  puede  presentarla.  Quedará  en  sus 
oficinas,  porque  no  necesita  proveer^  acuda  d  quien  coireaponda 
por  cuanto  las  peticiones  no  traen  aparejada  proveído 
alguno. 


s  .  • 


I 


•  » 


f'    I 


■¡MÍ 


284 


OBRA8   bK   flAKMlICNTO 


La  Cámara  es  Juez  de  sus  elecciones»  sin  participación  de 
otro  poder  ui  de  la  otra  Cámara.  No  es  nuestra  constitución 
la  que  lo  provee,  es  el  sistema  representativo,  desde  su 
origen  en  todas  las  naciones,  sin  que  jamas,  en  ningu» 
tiempo  baya  habido  ni  siquiera  opiniones  á  este  respecto- 
Es  asi  porque  es  asi.  La  Cámara  de  los  Comunes  tiene 
la  deferencia  de  comunicar  por  cortesía  á  la  de  los  Lores,, 
sus  juicios  de  elecciones.  Aceptado  al  fin  de  muchos  re- 
chazos Rostchild,  lo  comunicó  á  los  Lores  que  negaron  su 
aprobación,  y  la  Cámara  no  insistió.  Vuelto  á  aceptarlo 
en  nueva  elección,  los  Lores  lo  rechazaron;  pero  la  Cámara 
insistió,  negándole  á  los  Lores  hacerse  un  derecho  de  una 
mera  cortesía,  y  Rostchild  quedó  reconocido. 

La  contestación  dada  á  los  diez  y  seis  peticionarios  por  el 
Gobernador  ha  puesto  término  á  este  extraño  y  desautori- 
zado expediente.  Las  peticiones  deben  ser  dirigidas  á  la 
Legislatura,  pueden  ser  presentadas  por  un  miembro  suyo» 
que  la  lee;  y  si  quedase  sobre  la  mesa,  se  entiende  que 
queda  en  su  poder.  Desgraciadamente,  llevados  por  la 
pasión,  no  han  omitido  agravio  hecho  á  la  Legislatura. 

Si  adoptamos  la  práctica  de  los  meetings  numerosos,  si 
hacemos  uso  del  derecho  de  petición,  es  preciso  hacetlo 
en  los  términos  convenidos  por  todas  las  naciones  que  gozan 
de  libertad,  bajo  el  sistema  representativo;  pues  seria 
monstruoso  invocar  la  salvación  de  este  sistema,  como  se 
hizo  para  lanzarse  á  una  revolución,  ó  se  hace  ahora  para 
deponer  una  Legislatura,  echándolo  por  tierra,  destruyendo 
sus  principios  fundamentales,  é  introduciendo  abusos,  po^ 
deres,  reclamos,  que  no  están  en  uso  en  parte  alguna. 

Los  habitantes  de  Abisinia  son  católicos,  que  han  estado 
separados  de  la  comunidad  cristiana  por  siglos;  y  cuando 
penetraron  los  primeros  viajeros  encontraron  entre  otras 
prácticas  supersticiosas  que  los  curas,  llevaban  á  los  enfer- 
mos  el  viático  en  una  bolsa  de  cuero,  bajo  la  forma  de 
tortas  de  mala  harina,  que  bastarían  á  matarlos  por  lo  mal 
cocidas  é  indijestas. 

Mañana  ha  de  venir  un  cristiano  del  sistema  representa- 
tivo  y  se  espantará  de  ver  las  incongruencias,  las  depra- 
vaciones que  han  ido  introduciendo  en  la  práctica  los 
generales  y  coroneles  oradores  de  los  meetings. 


.1' 


LOS  DBSFALLBGIHIBNTOS  Y  IX)S  DESVÍOS  285 


ANIVERSARIO  DE  «EL  NACIONAL» 
Vigésimo  séptimo  afto 

DIRSCrOR  PVNOIDOR 

DON  MARTIN  PINERO 

RBDACTOR  PUHDADOR 

DOCTOR  DON  DALMAGIO  TELEZ  SARSFIELD 

{El  Nacional,  Mayo  1»  de  1879.) 

El  1^  de  Mayo  de  1852  aparecía  la  primera  hoja  impresa 
<iue  tomó  por  divisa  el  nombre  que  hoy  constituye  El 
NaciofMl,  el  decano  de  la  prensa  argentina,  siendo  ahora 
en  su  espíritu  y  en  su  objeto,  como  su  nombre  lo  dice, 
nacional  siempre,  tal  como  lo  lanzaron  k  la  existencia  sus 
promotores^  y  lo  continuaron   largos  años,  sus  sucesores. 

El  objeto  de  la  fundación  de  este  diario  fué  dar  dirección 
á  los  acontecimientos  que  se  desenvolvían  después  ^;o 
daseros,  en  aquella  época  de  transición  de  un  orden  de 
cosas  k  otro  nuevo,  en  que  las  ideas  no  estaban  fijas,  y 
la  fuerza  y  el  derecho,  el  patriotismo  y  las  ambiciones 
iBSguian  diversos  rumbos,  ó  se  agrupaban,  según  que  las 
pasiones,  los  temores,  las  esperanzas,  la  previsión  de  lo 
futuro  ó  la  conveniencia  de  lo  presente  indicaban  un  ca- 
mino. 

Nadie  sabía  á  ciencia  cierta  á  dónde  íbamos,  aunque 
•constituir  la  República  era  el  blanco  de  todos. 

Don  Martin  Pinero,  fundador  de  este  diario,  era  uno  de 
los  emigrados  que  habia  retemplado  su  espíritu  en  la 
lucha,  y  preparádolo  á  la  resistencia  contra  las  concesio- 
nes, que  requirirían  las  circunstancias. 

El  Nacional  era  un  arma  de  combate,  y  de  sus  columnas 
salió  la  palabra  que  sirvió  de  bandera,  «los  pueblos  no 
pueden  ser  semi-libres  y  semi-esclavos»,  contra  la  excesiva 
influencia  de  la  victoria. 

Dábala  vigor,  y  allegaban  en  torno  de  ella  El  NacionaU 
<lia  á  día,  como  se  aliiiienta  el  fuego  de  uno.  hoguera,  el 
raciocinio  del  redactor  político,  el  doctor  Velez,  abogado 
-de  fama,  que  se  mostró  luego  jurisconsulto  profundo,  oomo 


lite  ei)  las  sesiones  da  Junio  que  trajeroo, 
I,  la  cluusura  de  la  Legislatura,  creyendo 
ar  reaistducias  que  ae  hubrían  modificado  ó 
on  solo  dejarles  abierta  esta  válvula  nece- 
ogo  del  exceso  de  vida,  que  trata  consigo  el 
letargo  de  veinte  años, 
íia  seguido  los  movimientos  de  la  opinión 
puede  decirse,  sin  pretensión,  que  le  cupo 
lidad  de  impulsarla  y  dirigirla  por  largos 
redacción  estuvo  encomendada  á  hombres 
»  escritores  ya  formados,  lo  que  h¡m  couflr- 
103  históricos,  pues  de  esa  redacción  han 
residencia  de  la  República  tres  de  sus  miem- 
irmiento,  A.vellaneda),  y  ocupado  altas  posí- 
9  de  los  que  les  sucedieron, 
muas  de  El  Nacional  han  brotado  muchas 
'  difuiidfdose  doctrinas,  que  hoy  están  ace[t- 
n  parte  de  nuestra  existencia,  tales  como  el 
ej'es  de  Aduana  basadas  en  los  principios 
jio. 

de  El  Nacional,  en  su  personal  v  sus  ideas, 
idad  de  su  marcha  contribuiría  &  explicar 
s  acontecimientos,  las  preocupaciones  de  los 
ma  con  que  se  presentabau  ó  concebian  las 
una  de  las  épocas  que  ha  atravesado, 
tcie  de  ñdelidad  k  su  titulo,  á  su  tradición  y 
icional,  á  los  veinte  y  siete  años  de  su  exis^ 
lentra  redactado  todavía  por  uno  de  los  que 
n  su  carácter  especial  en  sus  comienzos, 
;onservar  las  conquistas  que  hemos  venido 
an  largos  años  de  labor,  y  en  correjir  los 
a  lucha  misma  ha  dejado  en  los  espíritus, 
irdua  le  cabe  ahora,  que  la  que  eraprendie- 
egas  de  traer  i.  términos  &  los  que  obstaban 
ion  de  )a  República  bajo  un  régimen  que  la 
ominio  de  las  personas, 
conquistada  la  libertad  política,  preciso  es 
BU  uso,  sometiéndola  á,  las  formas  del  sis- 
tatíTO,  para  que  no  degenere  en  licencia  y 

la  libradoya  crudas  batallas  y   asestado  ru- 


LOS  DBSFALLBCIMIBMTOS  T  LOS  DBSYIOS  287 

dos  golpes  al  espíritu  revolucionario,  que  cuando  hay  ins- 
tituciones no  es  mas  que  el  resabio  que  quedó  de  las  luchas 
que  costó  conquistarlas,  como  aquellas  repúblicas  que  no 
tomaron  parte  en  la  guerra  de  la  Independencia,  y  se  orga- 
nizaron militarnlente  cuando  ya  no  había  enemigos  que 
combatirlo  como  aquellas  provincias  que  se  hici^eron  inde- 
pendientes, sin  población  y  recursos  para  formar  jamás 
una  nación;  pero  que  parodiaban  tardíamente  el  movi- 
miento grandioso  de  la  América  del  Sud  para  emanciparse 
de  la  corona  de  España. 

Millares  de  nuestros  políticos  están  seriamente  conspi- 
rando contra  la  caída  del  tirano  Rosas  todavía,  como 
aquellos  soldados  que  envueltos  en  la  humareda  del  com- 
bate siguen  haciendo  fuego  á  un  enemigo  que  hacía  me- 
dia hora  había  huido  despavorido.  Gasto  inútil  de  car- 
tuchos! 

Así  liega  El  Nacional  nacido  el  1^  de  Mayo  de  1853,  &  la 
víspera  de  constituirse  la  República  bajo  el  gobierno  re- 
presentativo, al  1<>  de  Mayo  de  1879  á  la  víspera  de  la  reu- 
nión del  Congreso  que  representa  la  Nación  ya  constituida; 
pero  que  necesita  hacer  efectivas  esas  instituciones,  y  ase- 
gurar la  tranquilidad  interna  de  la  República,  sino  quere- 
mos obtener  por  resultado  que  nos  hemos  constituido  pre- 
cisamente para  despedazarnos  interiormente,  y  vivir  en 
perpetua  anarquía. 

El  Nacional  saluda  cordialmente  á  sus  lectores,  al  entrar 
el  año  28  de  su  existencia. 

EL  MEETING  CONVERTIDO  EN  PODER 

{El  Nacional,  Mayo  I  de  i879.) 

El  mensaje  consagra  algunas  palabras  á  los  tneetings  que 
se  han  venido  produciendo  de  algún  tiempo  á  esta  parte,  y 
que  cada  día  se  hacen  mas  frecuentes,  como  si  fuese  ya 
función  ordinaria  y  un  cuarto  poder  que  se  levanta  en 
el  Estado,  para  negar  ó  anticipar  la  sanción  de  las 
leyes. 

El  primero  fué  el  vneoting  monstruoso^  promovido  á  favor  del  ví- 
rus  revolucionario^  de  que  aun  no  estamos  del  todo  curados,  y  del 


288  OBRAS  DR    aARBlIBKTO 

socialismo  de  las  viejas  nactonest  que,  algunos  mal  inspirados,  qui- 
sieran inocular,  en  nuestras  masai. 

Desgraciadamente,  el  gobierno  en  aquella  ocasión  entró 
en  powpaieurs  con  los  se  mi-revolucionarios,  y  en  sus  actos 
oñciaies  dejó  rastros  da  tales  transacciones,  abriendo  por 
lo  menos  el  apetito  para  nuevos  ensayos.  El  meeting  con- 
tra una  ley  sancionada  y  promulgada,  traía  aparejado  otro 
contra  actos  internos  legislativos. 

,    Todavía  en  esto  hay  que  d>»plorar  actos  gubernativos, 
y  suplicas  que  tienden  á,  justificar  el  motivo  del  meeting. 

A.I  dia  siguiente  se  producía  otro  nuevo  meeting  y  en  la 
noche  otro.  La  provocación  y  llamado  de  un  aviso,  una 
lista  de  nombres,  como  los  dolientes  de  un  deudo,  basta 
para  producir  escenas  da  este  género. 

Qnisiéramos  que  una  vez  por  todas  se  fijasen  las  prác- 
ticas. Del  meeting  no  debe  tener  conocimiento  sino  la 
policía,  que  guarda  la  tranquilidad  pública.  No  debe  ser 
conocido  de  las  autoridades  oficialmente  su  existencia.  No 
debe  hablarse  de  él,  en  documentos  públicos,  no  se  debe 
oir  la  expresión  de  sus  sentimientos. 

Si  los  ciudadanos  quieren  que  el  gobierno  oiga  alguna 
súplica,  deben  dirigirla  á  él  si  es  sobre  acto  gubernativo,  á 
la  Legislatura,  si  es  materia  de  ley,  en  las  formas  respetuo- 
sas que  las  leyes  prescriben. 

Sino  entramos  en  este  camino,  el  meeting  será,  asonada, 
pueblada,  y  acabará  por  constituirse  al  lado  y  sobre  Legis- 
latura y  Gobierno,  modificando  las  leyes,  vetándolas,  y 
•dictándose  otras  en  su  lugar,  al  paladar  del  que  puso  el 
avisito  de  invitación  en  el  diario,  porque  se  notará  que  el 
SDlemne  meeting  es,  cuan  numeroso  sea,  un  cuerpo  inerme 
que  sanciona  por  aclamucíon  lo  que  le  dicen  que  han  re- 
suelto sus  directores,  y  repite  Grusifieit  ewn,  que  es  el  grito 
4e  estas  manifestaciones. 


LOS  PARTIDOS 


(SI  Nacional,  Hayo  7  d*  iSl9.i 


Las  Cámaras  se  han  organizado  ya,  en  cuanto  á  nombrar 
su  Vice  Presidente  el  Senado,  y  Presidente  de  la  Cámara 
■de  Diputados;  y  de  la  elección  del  Senador  Paz  y  del  Dipü- 


LOS  DBSFA.LLBC1MIBNT0S  Y  LOS  DESVÍOS  289 

• 

4ado  Quintana  resultarían  indicios  de  un  espíritu  temperado 
en  ambos  cuerpos. 

Las  cuestiones  de  partidos  están  por  ahora  fuera  de  la 
acción  del  Congreso;  y  como  la  de  candidatos  pudiera 
afectar  la  política  presidencial,  teniendo  la  fortuna  de 
estarle  codiciando  el  público  dos  de  sus  Ministros,  tiene 
por.  necesidad  que  estarse  con  la  mirada  al  frente,  como 
soldado  en  parada^  hasta  que  los  sucesos  le  ordenen  vista 
á  la  izquierda  ó  la  derecha. 

De  otra  parte  se  presenta  la  Provincia,  mas  provincial, 
con  su  Gobernador  propuesto  como  candidato,  de  manera 
que  si  la  acción  oficial  como  ha  dado  en  llamarse  á  la 
influencia  del  gobierno  nacional  no  se  hace  sentid  com- 
pacta, bajo  la  dirección  del  Presidente  tendrá  una  forma 
nueva,  y  es  la  que  pueda  darle  la  adopción  de  la  candi- 
datura Tejedor,  Laspiur — convertida  en  provincias  remotas 
en  Laspiurato. 

Si  hemos  de  dar  crédito  á  los  rumores  que  corren,  aquí 
mismo  no  están  de  acuerdo  los  nacionalistas  en  la  procla- 
mación, reiterada  por  el  comité  hace  dos  días* 

Como  no  se  habla  en  todo  esto  sino  de  combinaciones,  y 
como  ya  se  le  han  dado  la  forma  de  elementos  químicos, 
hace  cierta  gracia  ver  á  los  nacionalistas  manipulando  la 
Memoria  del  Ministro  de  Hacienda,  para  hallarle  amalgama 
posible  con  Laspiur,  cualquiera  que  sea  la  dosis  en  qué 
•hagan  entrar  uno  ú  otro  competente. 

Alguno  hallaría  que  no  tiene  atadura  este  asunto ;  pues 
que  la  Liga  por  un  lado  para  sostener  un  candidato  que 
detesta  en  Buenos  Aires  la  libertad,  la  conciliación  que 
reclama  la  Fortaleza  como  suya,  vienen  hacer  tal  confu- 
sión, que  uno  no  sabe  al  fin  qué  lengua  hablan,  y  qué 
se  proponen,  sino  fuera  claro  que  se  proponen. . .  Triunfar! 

Creemos  que  de  nada  mas  se  trata,  y  que  las  argucias  de 
que  se  sirven,  apenas  disimulan  el  propósito. 

Haciendo  el  caballo  de  batalla  en  estas  próximas  eleccio- 
nes la  guerra  á  todo  trance  á  los  gobiernos  electores^  se  toma 
por  candidato  al  Gobernador  de  la  Provincia  mas  influyente 
y  con  mayores  votos,  y  el  Ministro  del  Interior  del  Gobierno 
-Nacional^  que  es  el  que  al  parecer  tiene  las  llaves  del 
•cielo. 

Tomo  xl.— 19 


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290 


OBUAS   Uae  SAKItlItNTO 


No  queremos  decir  que  todo  se  lo  tengan  asegurado 
con  eso;  pero  no  habrá  quien  no  conñese  que  las  apa* 
riencias  son  condenadoras. 

Un  Gobernador  que  equivale  4  seis  y  un  Ministro  que 
puede  mas  que  cuatro  de  aquellos  reunidos  y  proclamadoa 
contra  la  Liga,  es  la  burla  mas  burlesca, — pues  que  se 
burla  de  si  misma— que  se  haya  hecho  del  buen  sentido 
público. 

No  es  que  desechemos  por  nuestra  parte,  tal  combinación 
por  sus  méritos,  sino  que  hubiéramos  querido  que  al  opo- 
nerla  á  la  Liga,  se  hubiese  dicho  con  mas  verdad,  vamos  de 
picaro  á  picaro:  contra  una  Liga,  liga  y  media,  y  lo  que 
habría  podido  apasionar  al  buen  público,  como  los  descen- 
dientes de  los  romanos  en  Constantinopla  era  del  partido 
de  los  corredores  de  carros,  de  librea  azul,  contra  los  de 
librea  verde.  Cuando  ganaban  los  azules,  se  mandaban 
confiscar  los  bienes  á  los  adversarios,  ó  simplemente  matar- 
los por  millares. 

Sin  estos  horrores  de  pueblos  bárbaros,  tememos  que 
lleguemos  á  ese  punto  de  estolidez  en  cuanto  al  objeto  y 
fin  que  persiguen  los  partidos. 

Cualquiera  que  el  éxito  sea>  deseáramos  que   no  se  plí- 
sente la  cuestión  presidencial  tan  desnuda  de  todo  signifi- 
cado político.    Una  vez  presentada  tan  crudamente,  nacio- 
nalistas y  autonomistas  luchando  por  y  contra  candidatos 
de  ocasión,  de  conveniencia  material  y  de  éxito,  han  de 
pasar  treinta  años  antes  que  el  país  vuelva  á  reparar  la 
brecha.    La  cuestión,  tal  como  la  presentan  en  sus  formas 
visibles,  es  para  el  pueblo,  esta: — ¿cuáles  Gobernadores 
triunfarán?    En  este  primer  ensayo  todavía  se  buscan  loa 
pretextos  y  la  sombra  de  los  principios.    En  el  segundo, 
es  decir,  para  otra  presidencia,  no  se  tratará  ya  sino  de 
crear  gobernadores  electores,  cuerpo  electoral  tan  posible, 
como  el  que  establece  la  Constitución.    Asi  se  han  viciado 
todas  las  instituciones.    El  primer  paso  es  el  que  cuesta. 

Sin  embargo,  no  creemos  que  el  país  haya  llegado  á  ese 
estado  de  postración  moral,  todavía,  que  acepte  sin  mur- 
murar la  perversa  dirección  que  quiere  darse  á  las  aspira- 
ciones de  los  partidos.  Creemos  al  contrario  ver  síntomas, 
de  una  saludable  reacción.  Los  disentimientos,  las  segre- 
gaciones de  un  mismo  partido,  y  las  amalgamas  de  faccio^ 


LOS  DBSFALLBOIMIRNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  291 

nes  que  antes  fueron  hostiles,  muestran  á  nuestro  juicio 
que  el  antiguo  sistema  de  hacer  la  opinión  por  medio  de 
Comités  Directivos,  toca.  &  ?u  término,  y  dará  lugar  al  verda- 
dero sistema  electoral  que  es  dejar  k  los  pueblos  que  eli- 
jan á  sus  electores,  y  á  los  electores  que  elijan  Presi- 
dente, con  lo  que  la  verdad  y  la  Constitución  estarían 
satisfechas. 

Los  Comités  Directivos  adivinan  quien  es  el  Presidente 
que  querrán  nombrar  en  un  año  mas  los  electores.  Este 
año  no  dan,  sin  embargo  tjn  bola!  Todos  los  Comités 
se  han  fraccionado;  y  las  provincias  no  responden  á  las 
adivinimzas  que  les  proponen;  ó  contestan  un  desatino  de 
darles  con  un  palo. 

Nuestros  impotentes  Comités  son  el  remedo  de  los  viejos 
clubs  jacobinos  de  las  épocas  revolucionarias;  y  ya  se  ha 
▼isto  en  el  nacionalista  su  acción  casi  gubernativa,  dirigien- 
do movimientos  populares,  tirando  decretos,  con  tanta  fre- 
cuencia y  regularidad  que  después  de  los  gobiernos  nacio- 
nales y  provinciales,  se  buscan  (por  que  están  en  demanda!) 
los  de   los    Comités    autonomista«nacionalista  conciliados. 

Verdad  es  que  al  día  siguiente  viene  la  protesta  de  la 
oposición  (nacionalista  no  conciliada  con  autonomistas) 
á  quitarle  la  fuerza  ejecutiva  de  sus  mandatos,  y  el  telé- 
grafo transcribe  diariamente  las  proclamaciones  que  en 
sentido  contrario  hacen  los  adeptos  á  la  distancia. 

Se  hacen  notar  los  autonomistas  republicanos  por  su 
silencio,  ya  en  proclamar  candidatos,  ya  en  celebrar  reu- 
niones, dar  decretos  y  tomar  resoluciones  tales  como  la  de 
sus  adversarios  á  propósito  de  la  conveniencia  de  que 
volviesen    á  la  Cámara   los  cuatro  Diputados  insurrectos. 

Felicitamos  á  aquel  Consejo  Directivo,  porque  no  dirije 
nada,  ya  sea  por  no  obstinarse  en  el  viejo  sistema,  ya  sea 
por  impotencia. 

Sus  ensayos  aqui  mismo  no  han  sido  mas  felices  que  los 
de  los  otros;  y  en  las  provincias,  creemos  que  nadie  conse- 
guirá darles  una  dirección  uniforme. 

Algunas,  ojalá  que  todas!  quieren  tener  opinión  piopia; 
en  algunas  nos  consta  hay  ya  aseguradas  influencias  di- 
rectivaS}  y  no  faltarán  otras  que  obedezcan  por  sus 
hombres  de  acción  á  las  insinuaciones  que  de  aqui 
reciban. 


>BKAS  [>■  SfcKUlBNTO 

lucho  peor  ni  mejor  la  situación  del 
en  el  interior,  no  estando,  no  obstante 
radas,  aqui  mismo  adoptada  una  can- 
de esperar  que  la  opinión,  opinión 
lubs  directivos,  se  manifieste,  y  ten- 
B  Comités,  que  en  esta  ocasión,  se  han 
íes,  el  autonomista  por  su  inactividad, 
noverse  demasiado, 
mas  anómalo  que  candidatos  que  no 
!  los  mismos  que  los  proponen?  Can- 
primera  d  en  segunda  linea,  alterna- 
s  partidarios? 

;>roclaman,  y  en  eso  queda  todo?  Pro- 
orfa,  mudas  &  quienes  nin(;un  partido 
¿Treinta  ó  cuarenta  diarios  políticos 
te  en  no  tener  candidatos,  y  cuando 
vecino  el  suyo,  si  s&be  que  pertenece 
política? 

la  mayor  postración,  ó  es  señal  de 
ina  opinión  pública  que  quiera  ser 
I  facultativos  ú  oñciosos  que  se  em- 
la. 

que  hacen  opinión*  y  nombran  can- 
muchu  fe  en  sus  conjuros;  y  asi  como 
en  meetiag  monstruo  para  deponer 
día  siguiente  de  depuesta,  decretar 
ella  misma  los  insurrectos,  con  en- 
1  frente;  asi  puede  haber  un  cuarto 
astos  días,  una  conciliación  de  lo  al 
en  nuestro  pais  que  es  la  verdad 
parecen  verdad, 
ta  antiguo  mitrista  no  dtrije  á  todo  su 

ista  concillado  no  dirije  á  los  suyos, 

8. 

r:  Tejedor  y  Laspiur  que  Laspiur  y 
edencia,  están  en  desacuerdo  aqui  y 
mismos  sectarios. 

i  mas  clara  la  condición  de  los  partí- 
I  estas  combinaciones,  puesto  que  no 
lado.  El  tiempo  apremia,  sin  embargo. 


LOS  DBSFALLEGIMIBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  293 

y  no  ha  de  trascurrir  mucho  mas  sin  que  manifiesten  las 
opiniones  diversas,  que  no  acabarán  por  refundirse  en  una 
sola;  pues  la  elección  es'tnuy  personal  y  dos  candidatos 
para  un  partido  uno  está  siempre  demás. 

U  DOCTRINA  DEL  ESCÁNDALO 

{Bl  NaeUmal,  Majro  9  de  1879.) 

¡Cuan  profunda  verdad  encierran  aquellas  palabras:  «ne- 
cesario es  que  haya  escándalo!»  Son  tan  aplicables  á  la 
política  como  á  la  moral.  Tenemos  instituciones  escritas^ 
que  mientras  funcionan  con  regularidad  parecen  la  corrien. 
te  tranquila  de  un  rio  sobre  la  superficie  sin  accidentes  de 
una  llanura. 

Pero  sobreviene  una  creciente,  se  convierte  en  azote  del 
pais  que  atraviesa  por  faltarle  hondo  canal  escabado  por 
los  siglos.  Abandona  surumbo  ordinario,  entonces  á  mer- 
ced del  menor  obstáculo,  cambia  de  dirección  y  arrasa 
las  campiñas  que  antes  fertilizaba,  hasta  trazarse  un  nueva 
camino,  ó  volver  á  su  cauce  natural. 

No  esotra  cósalo  que  nos  sucede  con  el  juego  de  nues- 
tras instituciones. 

Al  menor  escollo  que  perturba  su  curso,  se  convierten 
en  elemento  de  destrucción,  y  los  ánimos  perturbados  na 
se  paran  en  agravar  el  mal  abriendo  cauces  nuevos,  6 
creando  obstáculos  mayores. 

Sin  embargo,  algún  provecho  se  saca  de  estos  tropiezos 
mismos,  cuando  mas  no  fuera  que  la  experiencia  adquirida 
por  la  necesidad  de  conjurar  el  mal. 

Novicios  en  el  uso  de  ciertas  libertades  que  vemos  prac- 
ticadas en  otras  partes,  sin  inconvenientes,  ó  en  la  ejecu- 
ción de  las  instituciones  republicanas,  fáltanos  el  criterio, 
pasado  ya  á  instinto  en  los  pueblos  que  han  creado  esas 
instituciones,  para  detenernos  en  el  punto  preciso,  casi 
imperceptible,  donde  acaba  la  libertad  y  principia  la 
licencia. 

jCuántos  casos  han  ocurrido  en  estos  meses  últimos,  que 
justifican  estas  observaciones?  ¿Qué  luz,  sin  embargo, 
ha    podido  hacerse,    después   de  producidos,  ó  mientras 


294  OHKA8   DK  SAHMtBNTO 

ocurrían,  que  deja  para  en  adelante  formada  conciencia? 

Un  meeling  caracterizado  de  monstruoso,  ocurrió  para 
protestar  contra  una  ley  promulgada.  Nada  de  monstruoso 
habría  tenido,  si  se  hubiese  olvidado,  que  no  se  puede  tomar 
el  nombre  del  pueblo;  que  el  derecho  de  reunión  pacífica, 
no  trae  aparejado  acto  alguno  público. 

Una  reunión  de  partido,  con  el  apoyo  de  hombres  notables 
ensayó  organizar  una  Legislatura,  diciéndose  sostenida  por 
doce  mil  ciudadanos.  Bastó  recordarles  que  la  Legislatura 
es  un  cuerpo  permanente,  continuo  aunque  variable  y  reno- 
vable como  el  cuerpo  humano,  sin  perder  su  identidad, 
para  que  los  figurados  doce  mil  ciudadanos  desistiensen  de 
su  pretensión  aun  después  de  consumado  el  acto. 

Excusado  es  decir  que  nadie  duda  hoy  que  cada  Calmara 
es  Juez  de  sus  elecciones,  cosa,  sin  embargo,  que  se  ha 
puesto  en  duda  seis  años  por  hombres  eminentes. 

Un  incidente  nuevo  ocurre,  que  traerá  excitaciones  nue- 
vas y  que  acabará  al  fin  por  fijar  las  ideas,  acudiendo  á 
algún  principio  sencillo,  trayendo  del  fondo  de  la  concien- 
cia y  de  las  reminiscencias  populares,  alguna  verdad  casera 
de  todos  conocida. 

Perpetuánse  los  obscuros  y  microscópicos  disturbios  de 
La  Rioja,  tomando  formas  cada  día  mas  embrolladas,,  rena- 
ciendo de  ios  incidentes,  y  por  vía  de  digresiones,  cuando 
ya  se  ha  olvidado  el  asunto  principal. 

Acusado  el  Gobernador  de  mala  conducta  por  la  Le- 
gislatura se  llega  al  ñn  á  poner  la  causa  en  manos  del 
Juez.  Gracias  á  Diosl  Estamos  libres  de  esta  incomo- 
didad   

Aguarde  usted  que  la  Legislatura  ha  sancionado  qué  se 
yo  qué  leyes,  y  no  poniéndoles  el  cúmplase  el  Ejecutivo,  la 
Legislatura  ha  salido  á  la  calle  con  su  tarro  de  engrudo  y 
su  brocha  á  pegar  carteles  en  las  esquinas  para  que  se 
<;umplan  sus  leyes. 

¿Qué  cosa  mas  natural? 

Pues  ahí  está  todo  el  epredo,  en  ese  tarro  de  engrudo. 
La  Legislatura  no  promulga  leyes,  no  las  hace  cumplir. 
Dicta  leyesl 

Si  alguno  ha  alcanzado  los  tiempos  de  entoncefi  recordará 
«el  bando  solemne  para  promulgar  leyes  y  decretos.  Muchos 


LOS  DESFALLBCIMIRNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  295 

jefes  hoy,  han  debido  mandar  la  compañía  de  tropa  que 
acompañaba  el  bando.  No  han  de  haber  muerto  todos  los 
escribanos  que  recitaban  el  texto  de  la  ley,  y  acaso  algún 
picaro  arrepentido  hoy  con  los  años  y  la  impotencia,  fué  el 
p7'eso  con  cadena  que  hacía  el  vil  oñcio  de  pregón,  repitiendo» 
estropeando  y  disfigurando  las  palabras  del  vocabula- 
rio forense,  que  le  había  sugerido  el  Escribano  de  Go- 
bierno. 

Introducida  la  imprenta,  el  bando  se  publicó  por  car- 
teles, y  se  fijaban  en  las  esquinas  con  acompañamiento 
de  corneta,  y  cuatro  soldados,  ó  de  tambor  en  otras  ciu- 
dades. 

El  que  recuerde  esos  hechos  comprende  sin  saber  porque, 
que  la  Legislatura  no  puede  mandar  pegar  carteles,  porqe 
no  puede  hacer  carteles.  Son  otros  los  que  publican 
bandos. 

Basta  este  dato  para  cerrar  todo  debate. 

Otro  punto  suscita  todavía  recrudescencia;  y  atenuando 
las  frases,  sustituyendo  las  otras  se  quisiera  probar  que  es 
uso  de  un  simple  derecho  individual,  lo  que  es  ó  puede  ser 
interpretado  como  un  acto  de  autoridad. 

El  Departamento  del  Sena  contiene  en  Francia  la  pobla» 
cion  mas  rica,  mas  ilustrada  de  esa  Nación,  y  la  Municipa- 
lidad de  París  gobierna  dos  millones  seiscientos  mil  habi- 
tantes, lo  que  en  número,  capital  é  inteligencia  es  mas 
que  toda  la  República  Argentina.  París  tiene  su  presu- 
puesto de  gastos,  su  octroy  y  otras  enormes  contribuciones» 
y  su  deuda  es  quizá,  mayor  que  la  de  la  República,  pues 
hace  tres  años  contrajo  un  empréstito  de  cuatro  cientos 
millones  de  francos  para  obras  públicas. 

Suponemos  que  su  numerosa  Comuna  ó  Municipalidades 
tan  ilustrada  como  nuestra  Legislatura  y  que  el  Secretario 
valdrá  por  lo  menos  lo  que  vale  uno  de  nuestros  Ministros, 
sin  excluir  los  nacionales.  Supongamos  que  dando  cuenta 
de  los  embarazos  pecuniarios  de  la  Corporación  para  ras- 
trear  su   origen  diga  en  un  documento  oficial: 

«  La  Francia  es  la  única  causa  del  mal,  las  contri- 
buciones indebidas  que  la  Francia  hace  pesar  sobre 
París I 

No  queremos  recargar  el  cuadro,  ni  suponer  las  excla* 
maciones  de  los  que  tal  oyeren. 


206  OBKA8   1>B  8A.RNLllfiNT0 

Nos  sucede  que  usando  una  palabra  abstracta: — La  Nación^ 
— nos  olvidamos  que  hablamos  de  algo  que  encarna  cuanto 
deber  liga  un  hombre  con  la  sociedad  política  de  que  forma 
parte.  La  palabra  indebida  en  una  converf^acion  hablando- 
de  leyes  supremas  pasaría  por  critica  aventurada  como  en^ 
un  meeting, 

Pero  para  juzgar  lo  que  es  en  boca  de  un  funciona- 
rio público,  basta  trasladarla  de  una  Memoria  á  un 
decreto. 

En  un  decreto  sería  un  acto  de  sedición,  y  se  procedería 
como  tal. 

No  se  puede»  como  se  pretende,  examinar  el  presupuesto- 
nacional  argentino»  en  una  Memoria  de  hacienda  de  un 
gobierno  subalterno,  como  una  Municipalidad,  ni  uun  con 
el  pretesto  de  hacer  conocer  la  opinión  ó  del  Ministrólo  del 
Gobernador  ó  de  la  Legislatura  al  Congreso  que  dicta  las- 
leyes.  Los  Diputados  y  Senadores  de  una  Provincia,  son  fun- 
cionarios de  mas  alto  rango, y  no  están  sugetos  ni  á  mandato 
imperativo  ni  á  control  de  parte  de  los  que  pretenderían 
asi,  desde  documentos  públicos  hacerles  comprender  tales 
indicaciones. 

El  abuso  es  tanto  mas  injustiñcable  cuanto  menos  nece* 
sario  es.  Pudieran  quejarse  los  paisanos^  los  artesanos, 
los  agricultores  de  la  legislación  de  su  patria  aconsejada 
por  otras  clases  sociales,  y  sirviendo  á  los  intereses  de  la 
grande  propiedad:  pudieran  quejarse  provincias  mal  colo- 
cadas, sin  puertos,  sin  vías,  que  se  las  abandona  á  su  suerte, 
y  á.  su  propia  obscuridad.  Pero  no  así  una  grande  y  opu- 
lenta ciudad,  que  tiene  en  su  prensa,  en  sus  escritores,  mas 
fuerza  de  inteligencia  y  de  expresión  de  sus  deseos  que 
todas  las  otras  repúblicas  juntas;  que  es  ella  misma  la 
expresión  de  todos,  porque  ella  forma  la  opinión  y  propaga 
las  ideas.  A  qué  vendría  el  auxilio,  tan  extraño,  tan  des- 
compasado de  un  ronquido  oñcial,  salido  de  documentos 
públicosl 

La  verdad  sea  dicha,  y  es  que  se  ha  hecho  práctica  hablar 
de  la  Nación  y  tratar  á  su  Congreso  y  gobierno  en  lenguaje, 
no  diremos  descomedido  porque  no  es  comedimiento  lo  que 
á  su  gobierno  y  á  su  patria  se  le  debe,  sino  con  tendencias 
rebeldes,  que  no  tienen,  sin  embargo,  los    que  se  dejan 


LOS  DBSFALLBOIMIBMTOS  Y  LOS  DiBSYIOS  SQ7 

arrastrar  por  el  orgullo  que  se  fínje  legión,  pero  que  es  un 
demonio  caído,  como  son  los  demonios  legiones. 

Y  no  hay  que  equivocarse;  no  hay  en  Buenos  Aires  hoy, 
pregonero  que  como  el  del  Juez  Story  grite:— ¡viva  Rhode 
Islandf— cuando  debe  gritarse: — ¡vivan  ios  Estados  UnidosI 
Hasta  la  costumbre  se  ha  perdido.  El  corazón  de  los 
patriotas  late  cuando  se  les  excita  por  ideas  grandes  y 
nobles  en  todos  los  tiempos  y  bajo  y  todas  las  instituciones; 
la  patria. 

El  debe  y  el  haber,  constituidos  como  base  de  criterio, 
pueden  servir  muy  bien  para  arreglar  negocios  de  comer* 
cío;  pero  el  sentimiento  judío  de  las  cifras,  si  ha  creado 
Rostchilds  en  Inglaterra,  deja  á  Jerusaleñ  en  manos  de  los 
creyentes  de  otro  culto.  ¡Que  los  extranjeros  no  nos  comu- 
niquen su  espíritu  de  desnacionalización,  si  bien  es  verdad 
que  la  asociación  General  Brown  principia  á  protestar  con- 
tra ese  espíritu  cosmopolita  que  se  acomoda  á  todas  las 
patrias  menos  á  la  suya . 

EL  LADRÓN  TRAS  DEL  JUEZ 

{Bl  Nacional,  Mayo  10  de  1879.) 

Entre  el  coro  de  aprobaciones  que  ha  recibido  el  Mensaje 
del  Presidente,  disuena  alguna  critica  sugerida  por  nece- 
sidades de  circunstancias.  Bueno  es  que  diga  en  aquel 
documento  que  son  en  los  países  libres  movimientos  de 
opinión  y  no  de  fuerza  lo  que  operan  las  reformas,  tras- 
forman  la  legislación,  suprimen  la  injusticia  y  corrijen  los 
abusos. 

Santo  y  bueno,  observa  un  diario  nacionalista;  mas  esto 
68  en  la  vida  normal  y  para  cuestiones  comunes. 

«  Pero  la  exclavitud  en  los  Estados  Unidos  no  se  arrancó 
con  movimientos  de  opinión  sino  con  la  fnerza;  y  es  muy 
posible  que  si  la  violencia  y  el  fraude  electoral,  que  es  la 
esclavitud  política,  se  impusiese  en  la  República,  y  no  bas- 
tasen los  movimientos  de  opinión,  que  al  fin  la  fuerza 
fuera  el  remedio  mas  efícaz  para  suprimirla,  como  lo  fué  en 
Estados  Unidos». 

Necesitaba  el   Mensaje  esta  excepción  á  la  generalidad 


298  OBKAS  DB  SA.RHIENTO 

de  SUS  apreciaciones  para  que  cuadrase  con  las  peculiari* 
dades  del  país. 

Todo  aquello  es  bueno  para  países  que  se  hallan  en  la 
vida  normal;es  decir,  bajo  una  constitución  libremente  acep- 
tada, y  bajo  autoridades  conslituidas.  Aun  asi  han  de 
haber  injusticias  y  abusos  que  correj-ir,  y  esos  con  la 
reforma  de  las  leyes,  se  producen  por  movimientos  de 
opinión. 

Cuestiones  comunes  son  en  los  países  constituidos  y  en 
la  vida  normal  el  fraude  electoral  y  la  violencia,  que 
solo  existen  porque  hay  instituciones  libres;  pues,  á  no 
haberlas  no  habría  elecciones,  y  por  tanto  ni  fraude  ni 
violencia. 

Pues  no  es  así  sin  embargo.  Nuestro  país  no  se  halla 
en  la'  vida  normal,  ni  el  fraude  es  cuestión  común  como  la 
injusticia,  el  abuso  que  la  opinión  corrige  al  fin.  La  Repú- 
blica Argentina  se  encuentra  en  la  vida  anormal  de  loB 
países  inconstituidos,  no  obstante  ser  comento  aquellas 
observaciones  de  un  mensaje  pronunciado  por  un  Presi- 
dente ante  un  Congreso  reunido  espontáneamente  el  día 
señalado  del  quinto  año  de  su  gobierno,  ante  un  pueblo 
tranquilo  y  regocijado  de  saber  que  marcha  sin  obstáculo 
por  el  sendero  del  progreso. 

Pue  esta  es  la  vida  anormal.  Si  hubiere,  por  ejemplo^ 
fraude  en  las  elecciones,  este  incidente  de  ocurrencia  dia- 
ria en  pueblos  tan  libres  como  la  Inglaterra,  hasta  que  la 
opinión  la  condena,  no  es  comparable,  sino  con  la  extinción 
de  la  esclavitud  en  los  Estados  Unidos,  el  acontecimiento 
mas  grande  de  nuestro  siglo,  puesto  que  ponía  término  k 
la  primera  injusticia  salida  de  la  guerra,  apenas  se  consti- 
tuyeron naciones.  La  esclavitud  comenzó  con  el  primer 
pueblo  que  tomó  prisioneros  á  otro,  y  acabó  en  la  emanci- 
pación de  los  esclavos  en  ios  Estados  Unidos. 

Pues  bien,  el  fraude,  si  existiere  en  nuestro  país,  es 
equivalente  á  la  esclavitud  de  la  raza  negra,  es  negrero^ 
y  justificaría  guerra  civil  tan  sangrienta  y  costosa  como 
aquella. 

Desgraciadamente  se  da  libertad  á  los  esclavos  con  solo 
decirlo;  mientras  que  suprimir  el  fraude  con  batallas,  es 
como  darse  un  manotón  en  la  cara,  para  aplastar  un  mos- 


LOS  DESFATiLBCIMlBNTOrt  T  LOS  DESVÍOS  299 

quito.    El  mosquito  se  escapa,  y  vuelve  luego  con  su  musí- 
quita  que  es  el  fraude. 

¿Cómo  se  producen  estravíos  de  juicio,  que  conducen  á 
tales  enormidades? 

Por  medio  de  figuras  de  retórica,  de  símiles  y  compara- 
ciones. Vamos  á  ver  como  es  lo  mismo  una  guerra  em- 
prendida para  acabar  con  la  esclavitud  en  el  mundo,  y  otra 
para  acabar  con  el  fraude  electoral  en  las  próximas  elec* 
oiones,  aquí. 

La  esclavitud  de  los  Estados  Unidos  se  arrancó,  solo  con 
la  fuerza.  Es  así  que  el  fraude  y  la  violencia  electoral,  son 
la  esclavitud  política. •••  ergo....la  fuerza  será  el  medio 
de  suprimirla,  como  en  los  Estados  Unidos,  y  no  la 
opinión. 

Y  que  venga  Aristóteles  á  levantar  este  silogismo/  Una 
esclavitud,  en  el  sentido  recto  de  la  palabra,  comparada 
con  otra  esclavitud  figurativa,  cambiando  el  valor  real 
de  fraude.  El  mismo  argumento  se  puede  hacer  con  el 
pecado. 

La  esclavitud  de  los  Estados  Unidos  se  arrancó  solo  con 
la  fuerza.  Es  así  que  el  pecado  es  la  esclavitud  del  alma. . . 
luego. .  .la  fuerza  será  al  fin  el  remedio  eficaz  para  suprimir 
el  pecado,  como  en  los  Estados  Unidos. 

Si  no  es  el  mismo  caso,  que  vengan  los  teólogos  de  la 
América  del  Sur  y  lo  veanl 

Pero  se  nos  antoja  negar  que  en  los  Estados  Unidos  se 
haya  obtenido  por  la  fuerza  y  no  por  la  opinión  la  supresión 
de  la  esclavitud. 

Aquí  está  empleada  fuerza  eñ  el  sentido  de  revolución,  de 
resistencia  del  pueblo  contra  el  fraude  electoral,  patroci- 
nado por  autoridades.  La  revolución  será,  pues,  el  recurso 
de  los  nacionalistas,  pues  ellos  son  los  que  hacen  esta 
excepción.    Desgraciadamente  los  frenos  están  cambiados. 

En  los  Estados  Unidos  el  gobierno  normal,  el  Presidente, 
el  Congreso  y  el  ejército,  se  proponían  dar  la  libertad  á  los 
esclavos,  y  la  resistía  el  pueblo  blanco,  los  ciudadanos  en  los 
Estados  del  Sud,  donde  solo  había  esclavos.  La  esclavitud 
se  había  ya  arrancado  de  los  espíritus  en  el  Norte  con 
movimientos  de  opinión,  con  el  ejemplo  de  la  Inglaterra  y  la 
Francia  que  la  habían  abolido,  con  la  prédica  de  la  prensa, 
con  la  dirección  dada  á  la  literatura  con  el  Tio  Tom,  etc. 


300  OHHAlf   DB   8ARM1KNTO 

6tc.  La  fuerza  que  mas  tarde  se  empleó,  fué  la  fuerza  legal- 
contra  la  revolución,  lo  cual  es  contrario  al  propósito  de  la 
cita;  pues  aquí  se  nos  habla  de  emplear  la  fuerza  revolucio- 
naria para  darse  manotones  por  la  cara  persiguiendo  el 
mosquito  del  fraudel 

Sin  apartar  de  entre  lak  causas  de  aquella  desastrosa 
guerra  la  esclavitud,  aunque  era  el  propósito  de  los  abo- 
licionistas rescatar  los  esclavos,  la  guerra  fué  producida  por 
incompatibilidad  de  instituciones  entre  el  Sud  y  el  Norte^. 
por  conatos  de  independencia  de  los  Estados  esclavócratas 
etc.  En  todo  caso  la  fuerza  no  fué  empleadas  por  el  go- 
bierno sino  por  los  revolucionarios  del  sur,  congéneres 
con  los  nacionalistas  de  aquí  que  son  sudistas  también. 

Luego  aun  en  los  Estados  y  en  el  caso  de  la  abolición- 
de  la  esclavitud  es  cierto,  sin  excepción,  el  pensamiento 
emitido  en  el  mensaje,  á  saber  que  el  grande  movimiento 
que  dando  libertad  k  los  esclavos,  suprimió  aquella  injus- 
ticia, corrigió  el  secular  abuso,  y  trasformó  la  legislación, 
aun  en  el  caso  estraordinario,  y  no  caso  común  y  vulgar 
como  es  el  fraude,  de  acabar  con  la  mas  antigua  de  las 
injusticias  humanas. 

Por  mas  que  parezca  trivial  refutar  estos  errores,  nos 
creemos  obligados  á  hacerlo  á  ñn  de  que  no  retoñe  la  mala 
yerba  de  la  propaganda  revolucionaria,  que  se  reviste  de 
los  nombres  mas  altos  para  ocultar  su  pequenez,  querien- 
do, como  se  vé  en  lo  que  se  precede,  darle  á  la  aprensión 
del  fraude  electoral,  la  magnitud  de  la  estincion  de  la  es- 
clavitud, resistida  por  los  ciudadanos  por  egoísmo,  y  no 
el  gobierno,  en  circunstancias  estraordinarias. 

Recomendamos  á  ios  diarios  nacionalistas,  la  declara* 
cion  que  á  este  respecto  hace  el  programa  del  partido  de- 
mócrata de  España,  reclamando  de  abusos  parecidos  en 
materia  electoral : 

«  Nunca  buscaremos  el  triunfo  por  medios  indignos.  Con- 
vicciones, hechos,  historia,  programas,  discursos^  nuestro 
paso  por  el  gobierno,  nuestro  horror  por  las  turbulencias  y 
los  golpes  de  Estado^  los  recuerdos  de  nuestra  vida  pública, 
nos  vinculan  con  la  democracia  gubernamental  y  parla- 
mentaria, que  concilla  la  autoridad  con  la  libertad^  el  derecho 
con  el  deber,  el  progreso  continuo  con  la  conservación  in- 
dispensable, el  respeto  de  la  manifestación  del  pensamiento 


LOS  DBSFALLVCIMIBNT08  Y  LOS  DESVÍOS  301 

-^n  todas  sus  formas  y  la  actividad  individual  en  todos  sus 
fines  sociales,  y  el  mantenimiento  del  orden  público.T> 

¿Qué  vá  de  estas  declaraciones  al  eterno  estribillo,  si  no 
'tne  dan  pan  me  paso  á.  los  moros  ? 

CANDIDATURA  DEL  6ENERAL  ROCA 

{El  Nacional,  Mayo  16  de  1879.) 

A  Córdoba  parece  estarle  reservado  el  honor  de  presen- 
tar en  fórmulas  íijaSi  las  ideas  que  se  están  incubando  len- 
-tamente  por  todas  partes.  Ayer  se  proclamaba  alli  la  can- 
didatura Laspiur  y  anteanoche  el  club  autonomista  respon- 
dió al  preludio  del  Té  del  sábado  aqui,  lanzando  á  la  circu- 
lación la  candidatura  del  General  Roca.  No  la  proclama- 
<;ion  en  Córdoba,  pues  ese  es  un  hecho  derivado,  como  se 
repercutirá  mañana  en  Tucuman,  sino  el  propósito  anun- 
ciado aquí,  y  la  confusión  de  tenerlo,  ha  despertado  bas- 
tante movimiento  en  la  opinión  pública,  sin  distinción  de 
.partidos,  pues  á  republicanos,  autonomistas  y  nacionalistas 
interesa  la  existencia  ya  definida  de  una  candidatura, que, 
hasta  ahora,  estaba  como  la  presunción  de  un  hecho,  es- 
perando su  momento. 

La  República  de  ayer  en  un  á  última  hora,  anunciaba  como 
intriga  y  cubilete  de  circulo  una  pretendida  candidatura 
Sarmiento. 

Anoche  se  reunió  un  meeting  de  políticos  para  conferen- 
ciar sobre  la  situación  creada  por  el  té  Alvear,  y  La  Nación 
anuncia  para  la  próxima  semana  la  separación,  en  do8« 
de  la  cola  del  cometa  de  Enke,  pues  no  valen  mas,  en  su 
concepto,  republicanos  y  no  autonomistas  según  su  credo. 

La  Tribuna  hace  el  inventario  del  caudal  de  todos  los  par- 
tidos, avalorándolos  y  tasándolos  sus  enseres,  y  acaba  por 
pedir,  que  en  cuanto  á  candidatos,  los  partidos  asuman 
francamente  la  responsabilidad  de  sus  opiniones,  dejando* 
se  de  tanteos,  é  inscribiendo  sus  nombres  los  candidatos 
-que quieran  figurar  en  la  lista  electoral. 

Omitimos  las  apreciaciones  divergentes  de  otros  diarios, 

y  solo  queremos  trazar  el  cuadro    general  de  la  situación 

.poHtica  déla  opinión  del  pais,  porque  también  la  opinión 


302  OBRAS  DB  «AUMtBNlO 

atraviesa  sitaaciones  políticas   oscuras,  llenas  de  incerti- 
dumbre  y  erizadas  de  dificultades. 

Si  la  opinión  fuese  una  masa  fría  que  se  tratase  de  ca- 
lentar; ya  estaría. vaporizada,  tanto  la  han  agitado  en  todos 
sentidos,  un  año,  inspirándole  todos  los  soplos,  é  inyectán- 
dole todos  los  virus. 

La  verdad,  por  todos  reconocida,  es  que  la  opinión  se  es- 
tá tranquila,  como  ciertos  creyentes,  liberales,  tolerantes 
que  no  se  indignan  al  oir  pronunciar  una  herejía. 

Han  querido  hacerla  revolucionaria  y  se  ha  mantenido 
tranquila,  donde  no  ha  ido  el  poder  público  á  ayudar  á  los 
sediciosos.  Han  intentado  ^desquiciar  poderes  por  medio 
del  pueblo  reunido,  y  sin  la  intervención  de  la  fuerza,  el 
pueblo  ha  vuelto  sobre  sí  y  ha  abjurado  públicamente  su 
error.  Este  es  el  mas  grande  hecho  ocurrido  en  nuestros 
tiempos. 

No  tiene  igual,  sino  uno  en  Chile  en  que,  sublevado  un 
jefe  del  ejército,  vino  á  tomar  posesión  como  es  costumbre 
<i  íl  gobierno.  Los  ciudadanos  empero  rodearon  la  casa  de 
gobierno  y  el  General,  sintiendo  la  fuerza  moral  de  este  he- 
cho, recibió  y  cumplió  las  órdenes  que  en  seguida  le  dio  el 
gobierno  para  acamparse,  salir  al  Sur,  colocar  las  fuerzas 
como  se  le  ordenaba. 

La  opinión  vale  mas  que  los  que  la  invocan.  Vale  mas 
que  la  vocinglería  de  todos  los  diarios.  Llamamos  á  cuen- 
ta á  la  redacción  de  cada  uno  de  ellos.  No  les  pedimos  que 
depongan  sus  aparentes  rencores  y  preferencias;  que  se 
concillen;  que  nos  escuchen.  Pedírnosle  solo  que  se  escu- 
chen asi  mismos, que  se  tomen  balance  de  su  propia  obra, 
y  vean  la  mella  que  sus  discursos,  sus  razonamientos,  sus 
diatribas  y  denigraciones  han  hecho  sobre  la  opinión  pú- 
blica. Los  partidos  se  han  subdividido,  se  han  desgranado; 
los  diarios  mismos  se  han  abanderado  en  nuevas  ñias;  y  sin 
embargo  el  misterio  de  la  opinión  pública,  continua  en  el 
misterio  hasta  hoy.  ¿Quiénes  y  cuántos  son  los  partidarios 
de  la  combinación  Tejedor-Laspíur,  ó  la  de  Laspiur  Teje- 
dor? Son  propósitos  tenidos  entre  varias  combinaciones, 
como  la  palabra  escogida  lo  dice,  tanteos,  ensayos  como  los 
llama  La  Tribuna,  Proclámanlos  los  comités,  y  al  día  si- 
guiente todos  están  tan  desinteresados    en  el  asunto,  ere- 


LOS  DB8PALLE0IMIBMTO8  Y  LOS  DESVÍOS  303 

yéndose  cada  uno  no  aludido,  cuando  el  comité  ha  dicho  6 
resuelto  algo. 

Creemos  notar  los  mismos  síntomas  en  las  otras  fraccio- 
nes de  la  opinión  pública  que  han  estado  oyendo  hablar 
un  año  de  Roca,  de  Irigoyen,  de  Rocha,  de  Sarmiento,  etc. 
Nadie  se  ha  preocupado  seriamente,  porque  nadie  veía  en 
ello  sino  aspiraciones,  conjeturas,  propósitos;  pero  no  he- 
chos, no  sentimientos. 

Estos  ó  Tos  opuestos  candidatos  dicen  lo  que  queremos, 
y  proponemos  á  la  opinión  pública  que  adopte.  Nadie  dice: 
esto  ó  este  es  lo  que  parece  que  la  opinión  pública  quiere,  y 
nos  impone. 

No  queremos  hacer  de  la  opinión  un  poder  capaz  de  con- 
tener las  demasías  de  peticiones,  de  caudiliitos  de  bando, 
de  ministros  de  gobierno,  y  de  diaristas  que  están  aferra- 
dos en  creer  que  se  están  burlando  del  público  con  sus  re- 
tahilas diarias. 

Es  posible  que  estas  fuerzas  prevalezcan  y  produzcan  re- 
sultados. Lo  que  queremos  decir  es  que  es  mejor  dejar  á 
la  opinión  que  se  maniñeste  y  no  pretender  falsearla  con 
invenciones  y  combinaciones  de  que  no  tiene  antecedente. 
Hablase  á  última  hora  en  articulo  morti$  de  alguna  de  esas 
pruebas  de  poner  un  cero  á  la  derecha,  ó  á  la  izquierda,  de 
inventar  una  nueva  unidad  significativa.  jY  los  pueblosl  y 
esa  opinión  y  esa  libertad  que  se  reclama  ¿para  qué  sirven? 
Yan  á  avisarles  á  ios  pueblos  que  ellos  están  de  reciente, 
desde  ayer,  entusiasmados  por  un  hombre  que  no  los  ha 
movido  en  diez  años  que  lo  oyen? 

El  efecto  del  tiempo  en  candidatura  es  ir  eliminando,  co- 
mo en  las  votaciones,  las  cifras  intermediarias.  A  la  altura 
que  hemos  llegado,  ya  la  opinión  ha  eliminado  tres  ó  cua- 
tro nombres  propios  de  las  listas  de  candidatos. 

El  último  trabajo  de  depuración  será  el  que  los  reduzca  á 
dos  solamente,  acaso  á  uno,  según  las  fuerzas  morales  que 
se  acumulen,  acaso  las  materiales  también,  porque  entran 
estas  fuerzas  en  cuenta. 

De  este  carácter  parecían  ser  las  que  presentó,  aunque  no 
en  todo  su  vigor  el  Té  Alvear,  como  ostentación  de  poder  y 
de  voluntad. 

Habían  allí  reunidos  personas  respetables,  grandes  pro- 
pietarios>  siete  editores,  ó  redactores  de  diarios.  No  se  trat6 


304  OBRAS  DB  SARMIENTO 

deüada,  y  creemos  que  asi  estaba  calculado;  pues  no  era 
una  asamblea  electora  sino  los  electores  de  un  funcionario. 
Diaristas  y  propietarios  parecían  decir,  los  unos  enseñando 
sus  músculos»  los  otros  sus  plumas: ^p&lpennos  y  cuén- 
tennos! 

Contados  fueron  y  los  hallaron  robustos  de  obra  y  de 
palabra.  Notóse,  sin  embargo,  que  no  estaban  los  miem- 
bros del  Congreso  que  podrían  dar  idea  de  la  opinión  en 
otras  partes.  Echóse  de  menos  la  gente  política  de  Buenos 
Aires,  que  merece  ser  tenida  en  cuenta  cuando  los  partidos 
se  reúnen. 

Como  no  se  trataba  de  nada  allí,  se  ha  tratado  al  dia  si* 
guíente  en  todos  los  corrillos,  en  todos  los  clubsy  comités  de 
lo  que  allí  no  se  trató,  y  es  de  saber  quién  es  el  candidato 
propuesto,  aunque  se  sepa  su  nombre,  quiénes  son  los  que 
lo  proponen,  aunque  se  haya  publicado  la  lista  de  los  con- 
currentes. Porque  no  es  posible  que  sea  el  propósito  de 
estos  presentarse  como  fuerza,  como  voluntad,  sin  alguna 
razón  de  sus  preferencias.  Creemos  que  ahora  menos  que 
nunca  está  la  opinión  preparada  á.  estas  adopciones  de  he* 
cho.  Pruébalo  el  inútil  debate,  las  laboriosas  combinacio- 
nes sobre  otras  candidaturas  que  han  fatigado  las  prensas 
de  tantos  diarios,  sin  que  hasta  hoy  estén  mas  persuadidos, 
mas  avanzados,  mas  unidos  los  hombres  que  [figuraban  en 
uu  mismo  bando  antes. 

La  discusión  y  examen  va,  á  principiar  desde  que  está 
^anunciado  el  candidato  que  se  propone  á  los  diversos  par- 
tidos, por  aquellos  que  lo  han  venido  preparando,  y  bus- 
cándole adhesiones;  y  esa  discusión  y  ese  examen  va  á  ha- 
cerse y  se  está  haciendo  ya  en  la  conciencia  y  criterio  de 
cada  hombre,  mas  bien  que  en  las  columnas  de  los  diarios^ 
que  por  lo  visto  no  han  tenido,  en  un  año,  el  poder  de  apa- 
sionar á  nadie  con  sus  amplificaciones  y  con  sus  encomios. 
Las  candidaturas  Roca,  La8piur,Tejedor«  vienen  indicadas 
por  hechos  anteriores  á  todo  argumento  en  su  favor,  y  per- 
sistirán ó  desaparecerán  de  la  escena,  no  obstante  los  en- 
comios y  las  detracciones  de  la  prensa.  Tenemos,  pues,  can- 
didatos! 


IiOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  305 


política  nacional 

{El  Nacional,  Mayo  17  de  1879). 

Hace  dos  noches  se  reunieron,  como  se  sabe,  varios  ciu- 
dadanos notables,  en  número  de  cuarenta,  para  darse  cuen- 
ta de  la  situación  que  al  partido  autonomista  haría  la 
indicación  que  con  respecto  al  General  Roca,  había  hecho 
la  reunión  en  casa  del  señor  Alvear. 

Una  segunda  reunión  en  casa  de  éste,  aunque  en  corto 
número,  y  de  los  mas  activos  adherentes  del  diarismo, 
desearon  organizarse  en  Comité,  para  proclamar  dicha 
candidatura;  y  fuese  por  el  corto  número  ú  otras  causas, 
no  se  arribó  á  resultado  alguno. 

Por  otra  parte  La  Nación^  haciendo  la  historia  de  la  con- 
ciliación asegura  que  las  convenciones  populares,  de  su 
tornasol  nacionalista  con  visos  autonomista,  han  designado 
al  doctor  Tejedor  Presidente,  y  el  doctor  Laspiurpara  Vice, 
sin  aceptar  que  haya  división  alguna  en  Buenos  Aires: 
dudando  mucho  que  haya  quien  proclame  la  candidatura 
Roca,  que  como  se  ha  visto  estalló  ya  en  Córdoba,  y  lo 
será  bien  pronto  aquí,  por  sus  parciales,  y  en  otras  partes. 

Niégale  que  tenga  Buenos  Aires  otros  que  voten  por  él 
que  sus  amigos  particulares. 

En  cambio  los  diarios  que  favorecen  esta  candidatura 
niegan  la  existencia' de  la  combinación  Tejedor-Laspiur 
aquí,  cuanto  y  mas  su  aceptación  en  las  demás  Provin- 
cias. 

La  posición  del  doctor  Laspiur  como  Vice  viene  ya  mar- 
cada, por  haberse  refugiado  el  partido  nacionalista  de  San 
Juan  en  una  indicación  Rawson,  á  fin  de  no  comprometer 
su  voto,  y  la  situación  que  le  asignan  sus  sostenedores  en 
Buenos  Aires  mismo. 

Las  dos  candidaturas  rivales  por  mas  que  se  nieguen 
recíprocamente,  tendrán  adeptos,  á  no  ser  que  nuevos 
cambios  se  operen  en  la  opinión  de  los  mismos  que  las 
producen. 

Todos  están  de  acuerdo  en;  que  aquellas  combinaciones 
tienen  por  base  la  esperanza  de  asegurar  el  éxito.    Los 

Tomo  zl.— 20 


306  OBRAS   DE  SARMIENTO 

nacionalistas  mismos  llaman  candidaturas  de  transacción^ 
las  que  han  adoptado;  y  si  niegan  la  existencia  de  votan- 
tes por  Roca  en  Santa  Fe,  Córdoba  mismo,  Santiago,  etc.; 
«es  porque  solo  pueden  existir  merced  á  los  elementos 
oficiales.» 

En  este  caso,  no  tendría  objeto,  según  La  Nación^  el  em- 
peño de  esplorar  la  opinión  que  muestran  los  que  .provo- 
can á  una  Convención  que  dé  para  Setiembre  indicaciones 
ciertas  sobre  los  nombres  que  atraen  mas  simpatías  en 
las  Provincias.  «Pues  no  se  busca  un  candidato  impuesto 
por  los  elementos  oficiales,  y  por  la  liga  de  los  goberna- 
dores.» 

Citnmos  estas  últimas  palabras  del  diario  que  establece 
la  posicion'negativa  que  hace  al  candidato  Rí)ca,'á  fin  de 
mostrar  la  tendencia  á  nulificarla.  ¿Por  qué  seria  la  can- 
didatura Tejedor-Las{)iur  mas  popular  y  simpática  que  la 
otra?  ¿No  es  la  obra  de  una  transacción?  ¿No  es  acon- 
sejada combinación  semejante  á  los  mismos  que  la  propu- 
sieron por  razones  de  conveniencia  y  de  prudencia?  Cuán- 
do el  Comité  Nacionalista,  después  de  larga  deliberación, 
sancionó  aquella  candidatura  ¿estaba  seguro  de  que  era 
simpática  y  popular  en  las  Provincias,  ó  aun  aquí  mismo? 
No  vemos  porqué  razón  exigirían  mas  simpatías  por  la 
persona  de  sus  oponentes,  que  las  que  han  reclamado  de 
aquellos  que  siguen  las  inspiraciones  del  Comité  naciona- 
lista. Iguales  consideraciones  de  conveniencia  se  han  de 
hacer  valer  de  la  otra  parte,  ya  que  el  mérito  intrínseco  no 
puede  ser  estimado  sino  por  los  parciales,  ó  no  se  consul- 
taría tanto  como  la  seguridad  de  éxito  que  ofrezcan,  según 
los  medios  con  que  cada  una  cuenta. 

Demos,  pues,   por  existentes   las  candidaturas  opuestas 
de  Roca  y  Tejedor,  tales  como  pretenden  sus  adictos  exis- 
tir, y  en  los  elementos  que  pondrán  en  juego  sus  parciales, 
estimará  el   público  el  acierto  y  patriotismo  que  dirige  á 
unos  y  otios.  Los  nacionalistas  para  ver  la  situación,  nie- 
gan mas  bien  que  tenga  partidarios   el  General  Roca;  loa 
sostenedores  de  este,  que  no  forman  un   partido,  sino  el 
partido  Roca,  á  la  sombra  de  elementos  oficiales,  niegan  á 
su  vez  que  el  Gobernador  Tejedor  sea  el  candidato  de  los 
nacionalistas. 
Algunos  de  este  partido,  nos  consta,  han  indicado  estos 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  307 

dias  la  necesidad    de  adoptar   un  nuevo  candidato,  v  va 
señalan  un  sustituto. 

No  sabemos  si  el  móvil  de  la  reunión  de  anteanoche,  no 
eta  el  mismo  temor  por  la  otra  parte,  y  para  disminuirlo 
el  proposito  de  pedir  á  las  Provincias  una  manifestación 
franca  de  uoa  verdadera  opinión  ¡nlblica;  ya  que  no  se  insiste, 
como  programa  de  partido,  en  que  hay  una  Liga,  y  solo 
esa  Liga  sostiene  candidaturas  que  no  sean  la  de  Tejedor- 
que  u  su  vez  es  candidatura  de  transacción. 

Atribuimos  al  mismo  origen  los  rumores  populares  de 
nuevos  candidatos,  que  atraen  las  observaciones  de  La  Be- 
publtcay  El  Cowrier  de  la  Plata,  y  revelan  las  inquietudes 
ae  la  o{)inion  y  los  recelos  que  hacen  nacer  los  gérmenes 
que  se  están  incubando. 

El  público  no  es  un  gran  político  para  calcular  todas  las 
consecuencias  de  lo  hechos  actuales;  pero  viendo  lo  que 
significa  la  candidatura  de  unos  y  porqué  la  levantan  y 
porqué  sostienen  los  otros,  otra  opuesta  y  de  ciertas  ciu- 
dades, presiente  que  son  dos  fuerzas  terribles  que  van  á 
chocarse,  y  pueden  dejar  sembrados  de  escombros  los  alre- 
dedores; porque  precisamente  eso  es  lo  que  se  proponen 
.y  preparan,  aunque  el  objeto  no  sea  masque  triunfar  en 
sus  propias  predilecciones. 

Esperamos  ver   mas   definidas  las   situaciones,    procla- 
madas en    mas   provincias    la   combinación  Tejedor  y  la 
candidatura  Roca,  ambas  apoyadas  en   los  elementos  que 
les  sirven  de  base,  y  entonces  hemos  de    tener   ocasión  de 
ver  al  pueblo  ocuparse  realmente  de  sus  intereses,  y  es- 
torbar que  lo  lleven  como  dos  trenes  en  dirección  opuesta 
conducidos  por  maquinistas  ebrios,  aunque  sea  de  devoción 
personal,  á estrellarse  el  uno  contra  el  otro,  pues  á  eso  van. 
Sometemos  estas  someras  indicaciones  k  los  conductores 
de  locomotivas  de  ambos  partidos,  á  fin  de  que  modifiquen 
au  personal  ó  sus  programas, :pues  negarse  la  existencia,  es 
como  cerrar  voluntariamente  los  ojos,  á  fin  de  no  ver  el 
peligro. 

Podemos   asegurar  á    los  amigos  del    General  Roca  en 
La  TrOuna,  El  Siglo,  La  República  etc.,  que  es  un  hecho  real 
¡a  candidatura  Tejedor-Laspiur,  con  todas  sus  consecudn-    " 
cías;  como  aseguramos  al  Pueblo.  La  Nación:  La  Patria  etc 
que  la  candidatura  Roca  existe,  y  seguirá  su  camino  con 


308  OBHAtf   1>B  SAKMiBNTO 

todos  los  medios  auxiliares  que  encuentre  preparados,  ó 
se  procurará  á  su  paso.  En  seis  meses  mas  estará  toda  la 
República  abanderada  en  una  de  estas  fracciones,  animada 
toada  una  de  las  pasiones  que  semejantes  elementos  des- 
piertan ó  ponen  en  ejercicio. 

Basta  para  convencerse  de  ello  el  inventario  que  hace 
La  Nación,  de  fuerza  y  plan  de  campaña. 

«El  General  Roca  candidato  á  la  Pi*esidencia,  cuenta  con 
los  siguientes  elementos  para  sostener  la  lucha. 

ccLos  gobernadores  confabulados 

«El  ejército  de  linea  de  la  Nación 

«Parte  de  los  dineros  que  se  emplean  en  el  Departamento 
de  la  Guerra :  

«La  influencia  que  tiene  un  ministro  nacional  con  armas 
y  dinero  de  la  Nación 

«La  tolerancia  del  Presidente  de  la  República 

«Ante  el  peligro  de  una  candidatura  oñcial  que  cuente 
con  los  elementos  nacionales  y  con  la  imposición  de  los 
gobernadores  de  provincia  comprometidos  á  sostenerla,  no 
cabe  sino  la  unión  de  Buenos  Aires  para  contrarrestar  los  tra- 
bajos que  ya  se  hacen,  y  que  se  han  de  sentir  de  una 
manera  acentuada  asi  que  el  Ministro  regrese  de  la  expe- 
dición que  ha  organizado  al  Río  Negro. 

«En  la  unión  está  la  salvación,  y  es  con  la  opinión  con  la 
que  ha  de  contrarrestarse  el  poder  oñcial  al  servicio  del 
candidato  de  los  gobernadores  de  la  Liga.» 

Tenemos,  pues,  dos  unionesl 

LAS  CtNDiDATURtS  SIN  LIGA 

{El  Nacional,  Mayo  S4  de  1879.) 

Tenemos  á  la  vista  el  Zonda  y  la  Union  de  San  Juan,  que 
tiene  cada  uno  un  modo  de  ver  las  mismas  cosas. 

La  Comisión  Directiva  del  Club  Nacionalista,  presentó 
la  candidatura  Rawson,  como  la  mas  aceptable  para  los 
de  su  color,  y  para  los  electores  de  San  Juan.  Esta  decla- 
ración motivó  un  movimiento  reaccionario  dentro  de  los 
limites  del  partido,  y  hubo  el  4  de  Mayo  un  meeting  en  el 
que  los  señores  don  Manuel  JoséGomez  y  el  señor  Quiroga, 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  300 

pronunciaron  discursos  probando  las  ventajas  de  la  can- 
didatura Laspiur  sobre  la  candidatura  Rawson.  Este  á  su 
vuelta  de  Europa,  dice  uno  de  los  oradores,  «se  ha  encon- 
trado con  las  candidaturas  hechas  de  ambos  partidos,  y  con 
la  del  señor  Laspiur  algo  mas  que  definida    y  aceptada.» 

Uno  y  otro  orador  hacen  oí  mas  alto  elogio  de  las  prendas 
y  capacidad  del  doctor  Rawson.  El  último  ño  le  encuentra 
mas  tacha  «que  la  de  no  ser  candidato».  Don  Nemesio* 
Rojo,  añade  en  prueba,  primo  del  doctor  Rawson  y  repre- 
sentante á  la  convención  por  esta  provincia,  en  telegrama 
dirigido  al  Presidente  de  este  Club,  dice,  que  no  hay  otra 
candidatura  posible  que  la  del  doctor  Laspiur  y  aconseja 
que  en  San  Juan  se  proclame. 

Argumento  tan  conciuyente  no  habría  bastado  á  decidir 
los  ánimos  si  uno  de  los  oradores,  no  hubiese  en  un  rapto 
de  elocuencia  hecho  resonar  á  lo  lejos  las  trompas  de 
Jericó,  como  el  sumo  sacerdote  Chalcas  el  rayo  en  el 
Orpkée  aux  Enfm^s, 

Las  objeciones  hechas  á  la  candidatura  Rawson  con- 
cluyen asi:  «Por  consiguiente,  por  honor  de  )a  nación,  por 
«  el  de  esta  Provincia,  y  por  el  de  mis  conckidadanos,  de- 
«  claro,  que  me  separaré  con  pesar  de  un  proceder,  (la  can- 
«  didatura  Rawson  propuesta),  que  á  juicio  mió  reviste  las 
«  apariencias  de  una  iniquidad  gratuita,  que  me  parece 
«  una  BOMBA  iNCENDiAKiA. !  tirada  sobre  la  nación  para  que 
«  su  terrible  esplosion  no  deje  piedra  sobre  piedra! 

y  dirigiéndose  á  la  muchebumbre  de  los  aterrados  oyentes, 
preguntó : 

«¿No  hay  en  el  comité  alguno  de  sus  miembros  que 
pidan  la  reconsideración  de  ese  asunto? 

Silencio  prolongado... 

«Pues  si  no  los  hubiere,  aquí  está  una  gran  mayoría  de 
ciudadanos  á  quien  pido  se  sirvan  asociar  sus  votos  al 
que  yo  doy  por  el  doctor  Saturnino  M.  Laspiur  para  Pre- 
sidente de  la  República.» 

Procedióse  á  votar  y  debió  haber  mayoría,  pues  el  acta 
dice  que  después  de  proponer  la  Comisión  Directiva  para 
para  Presidente  al  doctor  don  Guillermo  Rawson,  y  cam- 
biado algunas  ideas, se  proclamó  candidato  á  la  Presidencia 
de  la  República  al  doctor  Laspiur...  é  incontinente  añade 


310  OBRAS   DE   SARMIENTO 

la  misma  acta,  se  hizo  moción  para  que  la  Asamblea 
hiciese  la  remoción  de  la  Comisión  Directiva,  resultando 
electo  para  desempeñar  la  nueva  Comisión  don  Manuel 
José  Gómez  Rufino,  y  Vice-Presidente  don  Abel   Quiroga. 

No  solo  hacen  prevalecer  la  candidatura  Laspiur,  Rufino 
y  Quiroga,  sino  que  el  pueblo  hace  una  pacífica  revolución, 
depone  incontinente  á  la  Comisión  Directiva,  y  le  sustituye 
otra  nueva  premiando  asi  el  servicio  prestado  á  la  Nación 
entera,  de  haber  arrancado  la  mecha  á  la  bomba  que  iban 
á  lanzar  para  que  su  explosión  terrible  no  deje  piedra 
sobre  piedra  I 

Sauvés!  El  doctor  Rawson  haciendo  de  bomba  incendiaria, 
es  la  figura  de  retórica  mas  atrevida  que  haya  ocurrido  á 
un  tribuno  popular. 

No  le  da  ni  al  tobillo  aquella  del  yankee,  que  el  último 
tirano,  calzados  espolines  de  fuego,  marche  eternamente 
sobre  un  océano  de  pólvora! 

Y,  sin  embargo,  no  todos  ceden  ante  la  exposición  de  los 
peligros  de  la  patria,  tanto  nos  ciegan  las  pasiones  políticas, 
aunque  todos  seamos  nacionalistas. 

Al  día  siguiente,  el  nuevo  Presidente  recibía  la  siguiente 
nota  de  la  antigua  Comisión  Directiva.  «Señor  Presidente 
del  club  nacionalista  don  Manuel  José  Gómez  Rufino: 

«Después  de  las  manifestaciones  del  domingo,  en  que  se 
nos  atribuyó  á  móviles  poco  decorosos  la  propuesta  de  la 
comisión  para  las  primeras  magistraturas  de  la  República, 
creemos  de  nuestro  deber,  como  miembros  de  esa  comisión, 
separarnos  por  ahora  de  la  asociación  política  que  usted 
preside,  sin  que  esto  importe  el  menor  desacuerdo  con  los 
candidatos  proclamados.  Saludan,  etc. — Juan  C.  Mbarracin — 
Domingo  Morón — Alejandro  Albarradn — Miguel  8.  Eóhagaray — Juan 
León — Lisandro  Lloverás^  Camih  Rojo^José  E.  Echevarría --Mareen 
lino  Sánchez — Antonio  Sarmiento — Fortunato  Corlinez — Manuel  José 
Zabaüa^Julian  Aguiar — Francisco  M,  Coll — Jose/lno  Morales^ Luis 
Arévah — Gregorio  Marradas, 

Entre  «stos  hombres  hay  varios  que  son  muy  conocidos 
en  Buenos  Aires  por  sus  títulos  universitarios  y  empleos 
nacionales  que  han  desempeñado. 

Parecería  desesperado  el  caso,  y  sin  compostura  este 
fraccionamiento  del  partido  nacionalista  en  San  Juan,  si 
La  Nación^  que  se  las  vale   para  componer  fracturas,  no 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DKSVIOS  311 

tuviese  su  sánalo  todo  pronto.  Se  están  querellando  en 
San  Juan  por  una  quimera.  Ni  Rawson  ni  Laspiur  son 
candidatos  del  partido  nacionalista. 

Proclamada  la  combinación  de  La  Nación^  en  San  Juan, 
cuando  su  representante  en  la  Convención  comunique  lo 
aquí  resuelto,  los  disidentes  por  Rawson  ó  Laspiur  reuni- 
dos, bajo  el  palio  de  La  Nación^  serán  invitados  á  reunirse  á 
la  nueva  Comisión  Directiva,  y  ei]  los  altos  de  Cortinez  ú 
otros  si  los  hubiere,  Albarracin  y  don  Manuel  José  Gómez 
se  darán  un  abrazo  mas  cordial  que  Gainza  y  Mitre  en 
otro  domingo,  que  por  domingos  no  se  ha  de  quedar  el 
olvidar  las  pequeñas  divisiones  que  trae  la  necesidad  de 
apagar  las  bombas  incendiarias,  que  pueden  reducir  á  ceni- 
zas la  República. 

Rawson,  como  todos  saben,  es  la  revolución  encarnada, 
el  terror  de  los  patriotas,  y  el  mé<lico  de  sus  ehfermos. 

PROCUMilCION  TEJEDOR 

{Bl  Nacional,  Janio  3  de  1879). 

Ayer  se  ha  efectuado  en  el  Skating  Ring  la  anunciada 
proclamación  de  la  candidatura  del  doctor  Tejedor  para 
Presidente  de  la  República  en  la  próxima  renovación. 

Acompaña  á  su  nombre  el  del  doctor  Laspiur  como 
Vice-Presidente. 

Deseáramos  saber  si  los  promotores  de  aquella  reunión 
sostienen. que  habían  mil  personas  ó  mas,  para  conformar 
á  su  relato  el  que  nos  subministran  testigos  y  actores. 
La  impresión  que  ha  dejado  en  los  espectadores  la  proce- 
sión que  desfiló  delante  de  la  casa  del  doctor  Tejedor  es 
de  un  número  como  el  que  hemos  indicado. 

El  doctor  Tejedor  aceptó  el  nombramiento  habiendo 
sido  el  General  Mitre  el  speaker  de  los  proclamantes, 
y  el  Brigadier  confirmado  y  ratificado  la  aceptación  por 
un  abrazo. 

El  General  Emilio  Mitre  presidía  la  reunión  compuesta 
de  mil  personas.  A  la  una  y  media  hizo  la  proclamación 
de  los  candidatos. 

En  seguida  tomó  la  palabra  el  General  Gainza.  Habló 
de  los  candidatos,  de  sus  cualidades,   de  las  aspiraciones 


312  OHKAtf    DB  8AUMIBNTO 

del  pueblo  y  de  la  lucha  que  debían  emprender  contra  la 
Liga, 

El  General  don  Bartolomé  Mitre  le  siguió  en  el  uso  de 
la  palabra,  diciendo  que  contaban  con  cuatro  provincias 
que  asegurarían  el  triunfo.  No  hizo  referencia,  sin  embargo, 
mas  que  á  Corrientes  y  Buenos  Aires. 

Se  dieron  algunos  vivas,  y  la  concurrencia  se  dirigió  por 
la  calle  de  Esmeralda,  Piedad  y  San  Martin  á.  la  casa  del 
doctor  Tejedor. 

Allí  habló  primeramente  el  General  don  Emilio    Mitre. 

Contestó  el  doctor  Tejedor,  diciendo  que  aceptaba  su 
candidatura;  que  resistiría  contra  la  imposición  de  la  vio- 
lencia y  el  fraude;  y  que  sería  consecuente  con  sus  amigos 
en  la  derrota  y  en  la  victoria. 

Hizo  algunas  promesas  de  orden,  libertad,  prácticas  repu- 
blicanas, etc.,  etc. 

Instado  don  Bartolo  Mitre  para  que  hablase,  salió  al 
balcón,  agitó  el  sombrero,  y  dando  énfasis  á  sus  palabras, 
gritó: 

— Viva  el  futuro  Pres¡<lente  de  la  República,  doctor  don 
Carlos  Tejedor,  elevado  por  los  robustos  brazos  del  pueblo 
argentino,  bajo  los  auspicios  del  derecho  común!! 

Los  manifestantes  se  dirijíleron  en  seguida  por  la  calle 
Piedad,  Florida  Perú  y  Belgrano  á  la  casa  del  doctor 
Laspiur. 

Este  no  estaba.  Había  salido  un  cuarto  de  hora  ante?,  te- 
miendo el  compromiso  que  le  esperaba. 

El  jreneral  B.  Mitre  dijo  allí  que  habían  cumplidlo  con  el 
deber  cívico  de  ir  á  saludar  á  uno  de  los  primeros  ciudada- 
nos argentinos. 

— De  los  segundos,  interrumpió  un  tejedorista. 

El  General  E.  Mitre  pronunció  iguales  palabras  que  su 
hermano  y  el  General  Gainza  volvió  á  recordar  que  tenían 
que  luchar  con  las  imposiciones  oficiales. 

Evocó  el  11  de  Setiembre,  dio  un  viva  al  doctor  Laspiur, 
que  fué  contestado  fríamente  y  la  manifestación  se 
disolvió. 

El  doctor  Laspiur  tiene  el  primer  lugar  en  la  combina- 
ción del  partido  en  algunas  de  las  provincias,  y  no  quere- 
mos prestarle  intención  ó  reserva  en  no  haberse  encon- 
trado en  su  casa  ayer. 


LOS  DBSFALLBCIlflBNTOS  T  LOS  DESVlOH  313 

De  todos  modos  la  aceptación  de  parte  del  doctor  Tejedor 
constituye  una  de  las  candidaturas  á  la  próxima  presiden- 
cia, y  la  que  hará  frente,  por  las  ideas  é  intereses  de  partido 
de  los  que  lo  proclaman,  á  la  del  General  Roca,  que  tiene 
aquí  sus  sostenedores;  y  por  la  serie  de  proclamaciones 
sucesivas  ó  simultáneas  en  las  provincias,  asume  ya  for- 
mas de  otra  candidatura  seria. 

Sus  partidarios  están  ya  organizados  tomando  los  salo- 
nes del  teatro  de  Variedades  como  oficina  central,  y  desde 
allí  extendiendo  á  las  provincias  sus  trabajos. 

Una  serie  de  esquelas  invitan  á  esos  salones  á  los  miem- 
bros del  partido  autonomista,  suponemos  que  con  el  objeto 
de  absorverlo,  ó  contar  en  sus  tilas  á  la  mayor  parte  de 
sus  miembros  influyentes. 

Entre  tanto  el  consejo  directivo  del  partido  autonomista 
dirije  á  sus  parciales  la  circular  que  se  registra  hoy  en 
El  Nacional,  provocando  á  una  manifestación  de  opinión, 
en  cuanto  al  candidato  que  representaría  á  este  partido 
en  la  elección  próxima  de  Presidente. 

El  pensamiento  dominante  en  esta  incitación  no  es  ex- 
cluir la  candidatura  del  General  Roca  ya  proclamada  en 
varias  provincias,  sino  oír  la  opinión  publica,  indepen- 
diente de  las  combinaciones  que  ya  han  anticipado  los 
mas  decididos. 

Este  paso  reclamado  meses  ha  por  el  interés  comim  á 
todas  las  [)rovincias,  pudiera  tener  en  la  de  Buenos  Aires 
algún  resultado,  aunque  sea  muy  difícil  presentarlo  per- 
ceptible é  indisputable  en  presencia  de  dos  candidaturas 
proclamadas,  y  una  de  ellas,  del  mismo  partido,  con  sus 
agentes  y  prensa  organizada  para  hacerla  prevalecer. 

Anteanoche  proclamó  el  comité  autonomista  en  San  Juan 
al  General  Roca,  después  de  varias  tentativas  frustradas  dos 
días  antes,  para  formar  mayoría. 

Suponemos  que  la  candidatura  Laspiur  á  la  Presidencia 
habrá  de  modificarse  en  las  provincias  que  la  sostienen  á 
fin  de  obtener  la  unidad  de  propósito;  aunque  la  prefe- 
rencia dada  á  Laspiur  venga  de  otros  motivos  que  los  que 
dan  el  primer  lugar  al  doctor  Tejedor. 

Salvo,  pues,  las  modificaciones  estas,  y  las  que  pudiera 
traer  en  algunas  provincias  la  consulta  dirijida  á  los  auto- 
nomistas, debemos  tener  por  las  candidaturas  mas  caracte- 


314  OBRAS   DE   SARMIENTO 

rizadas,  la  del  Gobernador  de  Buenos  Aires,  y  la  del 
Ministro  de  ia  Guerra,  pues  las  situaciones  prominentes 
que  annbos  ocupan,  dan  á  sus  títulos  personales  y  á  sus 
antecedentes,  una  innportancia  de  gran  peso. 

Lo  que  apenas  disiaiula  esta  situación,  es  que  ios  parti- 
darios de  una  y  otra  se  niegan  la  sinceridad  de  los  princi- 
pios que  les  sirven  de  bandera,  teniendo  cada  uno  los 
mismos  vicios  de  situación,  y  contando  con  los  mismos 
elementos  de  triunfo  tales  como  los  medios  oficiales  y 
las  influencias  locales. 

La  situación  de  los  que  aspiren  á  mantenerse  exentos 
de  reproche  de  justificar  tales  medios,  ha  de  encontrarse 
apurada  en  prevención  de  los  hechos,  demasiado  evidentes 
para  ser  oscurecidos.  El  deber,  empero,  de  los  que  aun  no 
desesperan  de  la  práctica  honrada  del  sufragio,  será  siem- 
pre mantener  el  sentimiento  del  decoro,  y  contener  á  sus 
propios  amigos  cuando  favorecidos  por  las  circunstancias, 
quisieran  dejar  á  uu  lado  las  ideas,  para  no  contar  sino  el 
hecho  material  que  asegura  el  triunfo. 

Aun  queda  k  los  autonomistas  arribar  á  formas  tan 
precisas,  como  las  que  ayer  anuncian  la  proclamación  del 
doctor  Tejedor,  no  obstante  ser  la  concurrencia  de  adhe- 
rentes  menos  numerosa  que  lo  que  anunciaban  sus  pro- 
motores. 

Acaso  el  público,  aunque  sea  el  de  un  partido,  se  mues- 
tra ya  poco  dispuesto  á  reunirse  al  llamado  y  por 
combinación  de  Comités,  y  manipulantes,  á  causa  de  ser 
llamado  con  tanta  frecuencia,  de  manera  de  ser  el  público 
de  cada  parti<lo,  una  especie  de  tropa  acuartelada,  en  las 
propias  casas  de  los  vecinos,  y  que  necesita  estar  con  el 
orden  atento  al  llamado  del  tambor  de  su  regimiento  para 
ir  á  la  parada  en  la  plaza  de  la  Victoria,  ó  en  el  Skaíing 
Ring,  ó  las  Variedades,  con  desfiles  por  delante  de  la  casa 
del  Gobernador  ó  del  General,  ó  del  Ministro. 

Seria  de  desear  que  acabase  el  buen  público  por  aburrirse 
de  tantas,  tan  seguidas  paradas,  paregeabas^  manifestaciones 
y  vivas,  y  dando  por  sentado  que  asiente  ¡i  todo  lo  que  le 
proponen,  porque  esa  es  la  verdad,  dar  por  hecho  y  conse- 
guido cuanto  desean  sus  directores  alcanzar. 


LOS  DESFALLECIMIKNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  315 


LOS  PROGRAMAS  ELECTORALES 

(El  Nacional,  Junio  4  de  1879.) 

Los  diversos  candidatos  á  la  Presidencia,  empiezan  á 
diseñarse  en  el  lenguaje  de  sus  sostenedores.  El  General 
Roca  alejará  mas  las  fronteras:  el  Ministro  Laspiar  hará 
cien  Corrientes,  como  otro  ofrecía  hacer  cien  Chlvilcoy,  y  el 
Gobernador  de  Buenos  Aires  dará  mas  y  mas  libertad  á 
Buenos  Aires,  tanta  libertad  que  al  fin  le  gritefl  basta, 
basta,  basta  de  todas  partes.  Si  pudiéramos  dar  un  consejo 
ó  tres  consejos  distintos  á  los  sostenedores  de  los  diversos 
candidatos,  les  diríamos  que  no  exajeren  demasiado  los 
elogios  los  unos,  las  promesas  los  otros,  por  temor  de  que 
la  realidad  sobrepase  en  poesía  al  programa  mismo. 

Es  preciso  conservarle  á  la  opinión  sus  escrúpulos  de 
conciencia  y  no  abusar  de  sus  creederas.  La  verdad  es  ya 
demasiado,  cuando  de  hombres  públicos  se  trata;  y  de 
gobernantes  el  pueblo  acepta  la  mitad  de  la  mitad.  Candi- 
datos tan  perfectos,  tan  extraordinarios,  pueden  hacer 
perder  algunos  votos  prosaicos,  pero  sin  eso  el  elogio  elevado 
al  ditirambo,  el  elogio  administrado  á  pasto,  impide 'á  los 
que  lo  darían  sin  prodigarlo,  decir  la  modesta  verdad,  bas- 
tante sin  embargo  para  hacer  justicia  cumplida,  por  miedo 
de  que  se  crea  que  hace  coro,  por  ser  esa  la  consigna. 

Pase  en  cuanto  á  elogios;  pero  no  así  la  traducción  que 
ya  dan  á  las  palabras  del  programa  breve  y  decidor  del 
candidato  nacionalista.  En  malhora  dijo  que  cuidaría  de 
la  libertad  en  las  provincias,  para  que  ya  amaneciese  el 
expositor  del  texto  trabajando  á  Córdoba,  yaque  Buenos 
Aires  está  libre  i)or  la  tercera  vez. 

No  quisiéramos  ni  tomar  muy  á  lo  serio,  ni  tener  en  poco 
aquellos  trabajos. 

Se  ha  logrado  forjar  un  lenguaje  convencional  que  ya 
tiene  un  sentido  preciso,  dando  á  ciertas  palabras  un  valor 
de  opinión  y  de  circunstancias,  que  les  niega  el  diccionario. 
La  liga  está  vencida  en  Buenos  Aires,  nos  dicen,  al  anun- 
ciar ayer  el  Btt««o«i4t/'^5  libre:  sus  pocos  agentes  y  cómpli- 
ces no  tienen  elemento,  para  suprimir  sus  libertades.» 

Qué  es  la  liga,  en  Buenos  Aires? 


316  OHRAS    ÜB  8AKMIKNT0 

Ea  las  provincias  constitúyenla  los  gobernadores,  según 
la  versión  de  los  que  de  ella  hablan.  ¿Cuáles  serian  sus 
cómplices? 

Creemos  que  no  se  habrá  presentado  otra  vez  menor 
unidad  de  acción  en  las  diversas  fracciones  de  opinión  que 
contiene  Buenos  Aires.  El  partido  autonomista  no  ha  pre- 
sentado directamente  y  con  las  formas  oficiales  un  candi- 
dato, y  habiendo  una  reunión  expontánea  proclamado  la 
candidatura  dei  General  Roca,  todavía  está  su  comité  ó 
Consejo  Directivo  discutiendo  la  forma  en  que  se  lograría 
obtener  una  expresión  mas  camcteriza«la  de  una  verdadera 
y  deliberada  opinión  <le  partido  sobre  un  candidato.  ¿En 
qué  trascienden  á  liga  estos  procedimientos? 

Creemos  por  el  contrario  que  tan  libres  de  todo  reato 
se  muestran  tos  que  no  están  afiliados  á  los  nacionalistas, 
que  este  es  su  mas  grande  defecto.  No  tienen  director 
Supremo,  ni  Consejo  de  Estado,  ni  candidato  necesario. 
Hubieran  preferido  obtener  en  una  Convención  Nacional 
la  designación  de  uno  que  reuniese  mayor  número  de 
votos;  y  en  la  circular  dirigida  y  que  hemos  publicado  se 
designan  las  personas,  por  su  colocación  y  rango  en  la 
sociedad,  que  habrán  de  manifestar  esa  opinión.  La  liga^ 
pues,*  es  una  quimera,  en  los  partidos  no  conciliados  de- 
Buenos Aires.  Hales  por  el  contrario  faltado  %«,  y  han 
estado  obrando  sin  plan.  Los  que  han  adoptado  como 
candidato  al  Gobernador  de  Buenos  Aires,  como  que  han 
procediíio  por  cálculo,  á  tin  de  asegurar  el  éxito,  son  los 
que  menos  pueden  achacar  á  otro  el  obedecer  á  una  liga 
de  gobernantes,  puesto  que  acaban  ellos  mismos  por  nom- 
brar un  gobernante.  Se  necesita,  es  verdad,  mucho  ingenio 
para  probar  que  los  gobernantes  dan  mas  libertad  que  la 
que  dejan  al  partido  que  no  gobierna,  y  que  uno  es  mas 
libre  cuando  mas  seguro  tiene  gobernador,  jueces  de  Paz, 
comandantes  de  campaña,  jueces,  etc.,  etc.  Tan  poco  con- 
forme es  esto  con  la  verdad  de  ordinario,  que  es  bueno 
repetirlo  en  todos  los  tonos?,  y  todos  los  días  á  fin  de  que  el 
pueblo  aprenda  bien  la  lección,  á  saber  que  es  libre  la 
parte  de  población  de  Buenos  Aires  que  proclama  Presi- 
dente al  Jefe  de  la  administración  provincial,  y  que  quieren 
esclavizarlo  solo  los  que  no  tienen  ni  un  teniente  alcalde 
de  su  lado. 


LOS  DBSFALLBCIMIBNTOS  Y  LOS  DESVÍOS  317 

Esto  no  quila  que  recoiiozcamos  al  pueblo  de  Buenos 
Aires  el  goce  de  derechos  políticos  aun  en  aquellos  que  no 
han  proclamado  á  su  propio  gobernador,  á  fin  de  mos- 
trarse mas  y  mas  libres.  ¿Cuándo  es  uno  mas  libre,  que 
cuando  hace  lo  mismo  que  hiciera  si  fuera  esclavo? 

Pero  es  en  el  pleno  goce  de  esa  libertad  que  algunos  cen- 
tenares de  amigos  del  General  Roca  se  han  reunido  á  fin 
de  suscitarle  adhesión  para  proclamarlo  á  su  turno  candi- 
dato de  su  partido. 

No  se  necesita  para  ello  despojar  á  Buenos  Aires  de  sus 
libertades.  Basta  que  tenga  la  libertad  de  asociarse  y 
darse  el  candidato  qae  no  sea  precisamente  el  Gobernador 
de  la  Provincia.  ¿Qué  fuerza  es  que  ha  de  ser  gobernador 
para  mostrar  con  eso  que  somos  libres  de  elegir  á  quien 
queremos? 

No  es  nuestro  ánimo  buscarle  simpatías  al  General,  pero 
sus  opositores  convendrán  en  que  su  nombre  no  es  el  de 
un  aventurero  oscuro  en  Buenos  Aires,  ni  el  que  tuviera 
adictos,  un  escándalo.  Mas  fácil  seria  explicarles  á  las 
muchedumbres  de  las  campañas  de  Buenos  Aires  en  qué 
consisten  los  méritos  del  General  Roca  para  Presidente, 
que  los  del  Gobernador,  aunque  siendo  distintos,  y  apli- 
cables á  diversos  ramos  de  la  vida  pública,  no  admitan 
comparación. 

Sin  intervención  de  una  liga  pues;  sin  atacar  las  liberta- 
des de  Buenos  Aires,  es  posible  y  admisible  que  haya  otros 
candidatos  en  Buenos  Aires  que  el  candidato  oficial;  y  solo 
creemos  que  el  no  muy  abultado  número  de  personas  que 
se  reunieron  para  proclamar  una  candidaturif,  no  tiene 
derecho  para  negar  la  existencia  de  otro  grupo  de  ciuda- 
danos que  proclama  también  su  candidato  tomándolo  de  la 
historia  y  de  la  crónica  contemporánea. 

Todavía  esto  fuera  poco,  sino  se  mostrara  la  tendencia 
de  ir  á  revolver  otras  provincias,  á  titulo  de  libres  y  de  es- 
clavos allá;  aunque  se  renuncie  ostensiblemente  al  antiguo 
y  hasta  ahora  poco  preconizado  medio  de  las  revoluciones. 
Ya  culpan  á  la  liga  de  calumniarlos  cuando  de  revolucio- 
nes hablan! 

Sin  embargo,  bueno  es  que  se  limiten  al  ejemplo  que 
desde  aquí  les  daremos.  Reúnanse  los  pwvincianos  en 
torno  de  sus  gobernadores  como  lo  hacemos  aquí,  y  tendrán 


IWjffii'j],  y  naiie  p«>1rá  escl-j rizarlos.  E^.:en  I?s  revoía- 
cioiíf-s  ¡í'j'^s  ya  los  nacionalistas  dete<t3n  e^:^*  meiio.  Son 
pO'!Os  m*í^e«?  lus  que  faltan,  y  nunca  ha  de  tenerse  mayor 
cui-íul';  que  a!  s^car  el  pan  «iel  h:»rn>.  Tengan  presente 
en  Cópioba  sobre  toJo  Iós  ilus  de  MarzD. 

Ik  A6ITACI0M   política 

i  El  Si%f^y%'U,    Junio  5  de  1879.) 

Atravesamos  una  época  de  agilaci«»n  extrema,  que  ape- 
nas es  el  ojinienzo  de  la  nueva  situación  creada  por  la 
pugna  electoral.  Una  interpelación  en  la  Cámara  de  Re- 
presentes de  la  Prt^vincia  ha  pedido  la  versión  Auténtica  de 
las  declaraciones  que  halaría  hecho  el  Dr  Tejedor  al 
aceptar  su  candidatura.  L^  primera  quealieron  los  diarios, 
y  la  mas  cargada  le  mostaza,  fué  seguida  por  una  segunda 
atenuada;  pero  aun  asi  demasiado  cargada,  para  quedar 
justificada  en  boca  de  un  Gobernador  de  Provincia,  de 
hombre  público  tan  notable  como  el  Dr.  Tejedor,  y  de  go- 
bierno tan  influyente  como  el  de  Buenos  Aires. 

La  contestación  dada  á  la  interpeJacioa  por  el  Ministro  es 
característica. — &>mo  funcionario  público,  ignoro  si  es  au- 
téntica la  declaración  atribuida  al  Gobernador. 

Y  en  efecto,  ¿cómo  sacar  al  ministro  de  esta  fortaleza,  no 
siendo  él  quien  tales  frases  pronunció? 

Hoy  se  dan  los  discursos  de  los  oradores  que  tomaron  la 
palabra  en  la  Cámara;  y  sus  apreciaciones  sobre  el  espirita 
y  alcance  de  la  inculpada  declaración  de  propósitos  del 
Gobernador  candidato,  han  de  contribuir  poco  á  fijar  cuál 
es  la  situación  que  asume  el  candidato  de  un  partido  para 
optar  á  la  presidencia,  siendo  gobernador  de  la  mayor  de 
las  provincias. 

Es  inútil  examinar,  á  la  luz  de  los  principios  constitu- 
cionales, los  diversos  artículos  de  aquella  pl^to/orma,  ó  pro- 
grama de  elecciones. 

Las  declaraciones  de  un  candidato  expresan  las  aspira- 
ciones del  partido  que  representan,  y  lo  que  el  candidato 
hará  cuan«lo  sea  Presitlente.  Propenderá  á  que  se  adopte 
el  sistema  proteccionista,  si  el  partido  es  piroteccionista. 

Como  es   el  candidato  del  partido  nacionalista,  y  á  este 


LOS  DKSFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  319 

se  ha  agregado  una  fracción  autonomista,  no  sería  fácil 
distinguirse  donde  el  progranna  es  nacionalista  y  cual 
cláusula  está,  reservada  á  los  autonomistas.  El  sentido  se 
completa. 

Poniendo  por  antecedentes  y  nominativo  de  la  oración, 
loque  se  sobreentiende  en  tales  declaraciones, á  saber: 

Si  ilego  á  ser  Preside nte^  «mantendré  la  independencia  de 
las  autoridades  propias  (de  provincia),  sin  la  cual  no  hay 
República  verdaderamente  federativa.» 

Esta  parte  de  la  plataforma  es  autonomista,  States  Rights^ 
como  la  de  Buckanan. 

Si  ¡lego  á  ser  Presidente^  «apoyaré  todo  movimiento  de 
opinión,  en  Buenos  Aires,  como  en  las  demás  Provincias, 
que  tienda  á  favorecer  la  política  actual,  base  de  la  paz  y 
de  la  unión  nacional.» 

Como  la  política  la  hace  el  Gobierno  Nacional  y  suya  es 
la  política  actual,  esta  cláusula  promete  continuar  la  poli- 
tica  del  Presidente  Avellaneda. 

Si  llego  á  ser  Presidente,  «concurriré  con  vosotros  á  sostener, 
dentro  del  juego  legítimo  de  nuestras  instituciones,  las 
libertades  públicas  donde  ellas  peligren.» 

En  este  punto  es  programa  liberal,  como  lo  es  en  la  pri- 
mera cláusula,  en  que  ofrece  ser  «uno  de  tantos  (de  voso- 
tros) para  perseguir  en  nuestra  querida  patria  la  violencia 
y  el  fraude.» 

En  este  como  en  los  que  ofrece  su  apoyo  moral  á  todo 
movimiento  de  opinión  que  tienda  á  favorecer  la  política 
actual  del  gobierno  nacional. 

La  parte  de  esta  plataforma  que  estaría  sujeta  á  comen- 
tos es  la  que  caracteriza  las  candidaturas  opuestas,  de  ser 
un  peligro  para  las  libertades  públicas;  y  siendo  estas  la 
del  General  Roca  ya  proclamada,  y  la  del  Dr.  Laspiur,  tal 
clasificación  asume  un  carácter  grave  por  cuanto,  no  rece» 
nocería  ligitimidad  en  ellas.  Explícase  el  pensamiento, 
suponiendo  que  aquellas  candidaturas,  ó  alguna  de  ellas, 
intenta  ponernos  mas  abajo  de  las  monarquías  (trasmisión 
hereditaria  del  poder);  y  formula  su  programa  en  dos  frases. 

«Moral  administrativa.» 

«Sucesión  libbe  de  los  poderes  públicos.» 

El  primer  propósito  del  programa  es  común  á  todos  los 
programas,  y  fuélo  en  el  partido  demócrata  en  los  Estados 


# 
320  OHUAM    1>K    8AUUIBNTO 

Unidos  en  las  pasadas  elecciones,  á  causa  de  los  desórde- 
nes administrativos  de  que  culpaban  á  los  republicanos. 

El  segundo  propósito  es  nuevo  en  nuestros  programas 
políticos  y  responde  á  las  frases  gobernadores  electores^  liga 
de  gobernadores,  que  los  nacionalistas  suponen  existir,  y 
ser  la  base  de  la  candidatura  Roca. 

•  Como  los  gobernadores  electores  ejercerán  sus  malas 
artes  para  la  elección  de  Presidente,  en  esta  parte  el  pro- 
grama no  promete  para  cuando  el  candidato  sea  Presidente 
que  dejará  libre  la  sucesión  á  otro;  sino  que  ahora  reac- 
cionara enérgicamente  contra  las  trasmisiones  hereditarias^ 
antes  del  parto. 

Hemos  debido  llamar  la  atención  del  público  sobre  estas 
declaraciones  que  no  dejan  lugar  á  duda  sobre  el  carácter 
que  asumirá  la  lucha  electoral;  pues  de  antemano  se  viene 
indicando  esta  negación  previa  de  derecho,  á  aquella  can- 
didatura que  no  es  la  del  partido  nacionalista. 

Acaso  después  de  publicado,  y  ratificado  el  programa  del 
candidato  de  la  Ubre  sucesión  contra  las  trasmisiones  here- 
ditarias (la  liga)  convenga  que  el  Club  autonomista  de 
Buenos  Aires,  lleve  adelante  su  propósito  de  consultar  en 
una  convención  á  sus  partidarios,  sobre  el  candidato  que 
reúna  mayores  votos,  para  oponer  á  la  candidatura  de  los 
concillados.  Esa  manifestación  de  opinión,  servirá  para 
quitar  de  las  manos  la  arma  peligrosa  que  hoy  se  esgrime 
acaso  por  personas  bien  convencidas  de  ello,  de  que  la 
República  est^  amenazada  por  candidaturas  que  son  un  peligro 
para  las  libertades  públicas,  á  causa  de  venir  impuestas 
por  los  gobernadores. 

Esas  reuniones  de  personas  espectables  tales  como  las 
indica  el  proyecto  de  circular  publicado,  harán  llegar 
hasta  la  conciencia  de  los  mas  obcecados  que  no  son  los 
gobernuntes  de  la  Liga  los  que  nombran  Presidente. 

Si  esa  Convención  confirma  las  actuales  candidaturas,  los 
hombres  sinceros  se  sentirán  con  la  fuerza  necesaria  para 
apoyarlos  como  expresión  de  parte  de  una  opinión  pública 
sincera;  y  los  pueblos  estarán  prontos  á  sostener  sus  can- 
didatos si  obtuvieren  mayoría  legal  y  sincera,  en  despecho 
de  las  invenciones  á  que  acudirían  los  que  pretenden  desde 
ahora  negar  su  legalidad. 

De  todos  modos  la  situación  que  este  programa  crea  es 


LOS  BBSFALLBGIMIBNTOS  T  LOS  DBSYIOS  321 

:grave  por  la  posición  del  candidato,  pues  no  es  indiferente 
ser  gobernador  actual  de  una  Provincia  tan  influyente  como 
esta,  para  dar  peso  á  dichas  aseveraciones. 

Lo  que  en  La  Nación  es  una  de  tantas  preocupaciones  de 
partido,  mas  ó  menos  aceptables,  cambia  de  aspecto,  cuando 
un  candidato  gobernador  las  adopta  como  bandera  y  me- 
dio de  acción. 

Es  preciso  que  no  se  hagan  ilusiones  los  promotores  de 
candidaturas,  proclamaciones,  manifestaciones  y  demás 
prácticas  electorales.  Es  preciso  que  los  ciudadanos  no 
•crucen  los  brazos  y  dejen  venir  de  rumbos  opuestos  estas 
locomotivas  á  estrellarse  una  contra  otra.  Roca  con  Tejedor 
— el  Gobernador  con  el  General — Buenos  Aires  con  las 
Provincias,  á  pretesto  ó  &  causa  de  ser  gobernador  el  uno» 
y  tener  el  otro  una  liga  de  gobernadores  en  su  apoyo.  El 
programa  está  lanzado. 

La  interpelación  de  ayer  no  ha  de  dar  el  resultado  que 
se  busca,  pues  bastan  las  denegaciones  para  quitarles  todo 
alcance  á  las  frases.  Es  la  opinión  pública  la  que  debe 
examinarlas  y  compararlas  con  el  lenguajéP  del  partido  que 
representa  el  candidato.  Entonces  todo  lo  que  se  niega 
sirve  de  complemento  á  lo  que  se  añrma;  y  como  se  habla 
de  cosas,  hechos  y  hombres  actuales,  lo  aceptado  como  ver* 
<ladero  dice  mas  de  lo  que  no  se  reconoce  como  genuino. 

«Vuestros  adversarios  exhiben  candidaturas,  que  son  un 
peligro  para  las  libertades  públicas! 

«Reaccionaré  enérgicamente  contraías  trasmisiones  here- 
ditarias— (gobernadores  electores,  liga,  fraude,  violencia.) 

«Sucesión  libre  de  los  poderes  públicos»,  ahora,  antes  de 
elegir  Presidente,  para  qué  se  necesita  mas? 

No  hacemos  de  ello  un  reproche  al  doctor  Tejedor. 

Puede  ser  este  el  programa  de  un  partido,  si  el  hecho  es 
-cierto,  en  tai  grado,  que  pueda  salir  á  la  parada  para  aca- 
bar con  él,  uno  de  los  gobernadores  mismos  de  Provincia 
estando  gobernando.  Lo  que  queremos  hacet  notar  es  que 
no  deben  los  que  sostienen  la  candidatura  que  amenaza  las 
libertades  públicas  ir  adelante  sin  medir  las  fuerzas  con 
que  cuentan,  á  ñn  de  no  lanzar  al  país  en  una  lucha  que 
tendría  laincertidumbre  de  un  lado,  el  propósito  deliberada 
niel  otro. 

Tomo  xl.— II 


322  0HHA8    1>K   8AHMIKNT0 


LAS  CANDIDATURAS  DE  GUERRA  Y  DE  PAZ 

(Bl  Nacional,  Junio  6  de  1879.) 

A  cada  momento  tropezamos  con  palabras,  frases  y  con- 
ceptos convencionales,  que  derrotarían  el  buen  sentido  y  la 
sagacidad  del  lector  que  cree  inocentemente,  que  las  pala- 
bras fueron  inventadas  para  representar  ideas.  Recorda* 
mos  una  época  en  que  estuvo  en  voga  la  palabra  rataplingues^ 
y  el  público  lector  estaba  de  acuerdo  en  creer  que  sabía 
lo  que  era  un  rataplingués.  Una  vi^^a  en  un  sentido  figurado^ 
creemos  nosotros  mismos  que  creíamos  que  sabíamos  poco 
mas  ó  menos  lo  que  signiñca,  no  obstante  no  tener  antece- 
dente de  como  y  porque  se  haya  dado  esta  desviación  sin- 
gular al  nombre  de  un  desecho  de  madera. 

Nos  hemos  encontrado  parados  y  perplejos  ante  clasifica- 
ciones de  candidaturas,  que  esperamos  porque  sería  impropia 
decir  tememos^  que  hagan  su  camino,  y  sean  adoptadas  por 
la  generalidad,  para  la  cual  son  creadas.  Candidatura  de 
pa%  una^  colitra  candidatura  de  giierra  otra.  Cuál  es  la 
candidatura  de  guerra? 

Debe  suponerse  que  estando  preocupada  la  opinión  coa 
las  cuestiones  chilenas,  ó  con  la  guerra  del  Pacifico,  haya  un 
candidato,  que  esté  mas  dispuesto  que  otro  á  apoyar  á  los 
partidarios  de  la  guerra.  En  Inglaterra  el  partido  tory  con 
D'Israely  estaba  por  la  participación  en  la  guerra  de  Tur- 
quía, mientras  que  los  whigs^  con  Gladstone,  estaban  por 
la  paz.  Eran,  pues,  candidatos  de  ministerios  estos  de  la 
paz  ó  de  la  guerra,  el  uno  ó  el  otro. 

Aquí  el  General  Roca  es  llamado  candidato  de  guerra, 
acaso  porque  está  actualmente  en  la  frontera,  estableciendo 
guarniciones.  Haría  el  mas  alto  honor  á  los  políticos,  el 
crearle  odios  y  preocupaciones  con  esta  clasificación  de  can- 
didato degtierra^  k  ñn  de  atraer  simpatías  al  candidato  de 
la  paz. 

Pero  no  es  este  el  propósito.  Candidato  de  guerra^  quiere 
significar  que  el  triunfo  de  su  candidato  traerá  la  guerra 
civil,  mientras  que  la  otra  solo  garantías  de  paz. 

Creíamos  que  esta  distinción  fuese  una  hábil  explotación 
del  sentimiento  público  que  pide  paz  y  tranquilidad,  como 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  L08  DESVÍOS  323 

la  famosa  frase,  el  imperio  es  la  pax^  que  calmó  por  el  mo- 
mento las  inquietudes  populares,  pues  que  histórica  y  eti- 
mológicamente el  imperio  es  la  guerra. 

El  candidato  de  guerra,  no  ha  emitido,  sin  embargo,  opi- 
nión ni  pensamiento  alguno,  que  esté  en  pugna  con  interés 
ni  idea  adversa.  Acaso  sus  amigos  de  aquí  se  han  preci- 
pitado en  darle  una  candidatura,  que  tiene  resistencias; 
pero  como  no  hay  programa  suyo,  no  hay  razón  para  lla- 
marle candidatura  de  guerra. 

Los  que  se  declaran  sus  adversarios  han  emitido  ideas  de 
algún  género,  han  fijado  propósitos,  han  hecho  exclusiones, 
han  dicho  que  es  lo  que  no  quieren,  ni  aceptan  ni  tolerarán; 
y  estos  podrían  ser  clasificados  de  hostiles,  por  la  hostili- 
dad que  declaran. 

La  que  sostienen,  será,  candidatura  de  guerra:  y  tal  es 
el  pensamiento.  La  del  General  Roca  será  de  guerra,  por- 
que la  de  Tejedor  le  hará  guerra  implacable;  ponqué  sus 
parti<larios  irán  á  la  guerra  civil  antes  que  aceptar  la  posi- 
bilidad siquiera  de  aquella  candidatura. 

Este  es,  pues,  el  intento  de  la  clasificación. 

Si  la  una  triunfa  estaremos  en  paz:  si  la  otra  se  presenta 
siquiera,  iremos  á  la  guerra. 

Entristece  y  da  lástima  ver  la  pobreza  de  los  recursos  con 
que  se  gobiernan  y  arrastran  pueblos  que  se  precian  de 
civilizados.  Compréndese  como  en  las  épocas  de  transfor- 
mación social  las  palabras  patria,  independencia,  religión, 
libertad,  movieron  las  grandes  mayorías. 

Cada  una  de  ellas  suscitaba  algún  sentimiento  profundo 
del  corazón,  ó  alguna  grande  aspiración  del  alma;  pero  nos 
avergonzamos  hoy  de  la  pequenez  de  los  medios  con  que 
se  intenta,  y  lo  que  es  peor,  se  consigue  apasionar  al  público, 
con  las  palabras  candidatura  de  pax^  candidatura  de  guerra. 
Estamos  por  la  candidatura  de  paz  con  el  que  hará  la  gue- 
rra á  toda  otra  candidatura,  y  no  con  la  de  guerra,  que  aun 
no  se  sabe  si  acepta  el  honor  siquiera  que  desean  hacerle 
sus  amigos,  á  causa  de  haber  puesto  término  á  la  guerra 
secular  con  los  salvajes,  y  en  beneficio  de  los  que  así  lo 
ponen  fuera  de  la  ley. 

No  abogamos  por  candidatos,  no  aprobamos  las  candida- 
turas por  gratitud,  aunque  eso  sea  uno  de  las  mas  genero- 
sos motivos  que   arrastran  á  los    pueblos,  á  depositar  el 


324  OBSLKH   DK  SAKBilKNTO 

poder  en  manos  de  quien  los  sirvió,  sin  consideración  á  los 
objetos  especiales  del  gobierno,  pero  no  podemos  escusarnos 
de  denunciar  este  abuso  de  las  palabras,  haciendo  de 
nuestra  propia  perversidad  un  baldón^  y  un  desmérito  para 
los  otros.  No  es  candidato  de  gueira  aquel  á  quien  nosotros 
nos  proponemos  hacer  guerra.  Los  guerreros  son  los  que 
lanzan  la  idea  de  la  posibilidad  de  la  guerra  civil,  por 
cuestiones  de  segundo  orden;  pues  á  parte  del  mérito  perso- 
nal de  los  candidatos,  que  puede  ser  de  diverso  género,  ó 
superior  en  unos  ó  en  otros,  es  una  iniquidad  excluirlos 
como  indignos  de  gobernar,  mas  ó  menos  mal,  pueblos 
como  los  nuestros.  ¿Qué  diferencia  hay  entre  Avellaneda, 
Sarmiento,  Mitre,  Tejedor,  Roca,  Alsina,  que  para  igualar- 
los sea  necesario  colmar  de  sangre  y  de  ruinas  las  medidas? 

La  verdad  es  que  tales  tretas  é  invenciones,  para  apasio* 
nar  al  publico  en  favor  ó  en  contra  de  tal  ó  cual  candidato 
tienen  por  fundamento,  el  supino  desprecio  que  sus  auto- 
res maniñestan  por  el  criterio  público. 

Cuentan  con  que  cualquier  paparrucha  aun  la  mas  vulgar 
y  grosera  sirve,  á  fuerza  de  repetirla,  como  raiaplingues^  viruta 
V  otras  para  crear  una  fascinación  á  falta  de  ideas,  que  no 
les  atribuyen. 

El  imperio  es  la  pax^  ó  bien  la  candidatura  de  nuestra 
predilección  es  la  paz,  en  caso  deque  otra  no  se  presente, 
es  la  traducción  mas  pobre  y  cuitada  de  una  vieja  espío- 
tacion.  Porque  los  pueblos  aman  la  paz,  amenazémosles 
con  la  guerra,  y  entonces  habrá  paz? 

Partidos  que  blasonan  de  liberales,  y  cuya  enseña  son 
los  principios,  no  hablan  sino  de  revolución;  y  los  aboga- 
dos y  jurisconsultos  de  hacer  la  guerra;  y  la  guerra  se 
hace  en  efecto,  como  las  revoluciones;  manteniendo  en  los 
ánimos,  frescos  los  recuerdos  y  presentándoles  como  los 
actos  mas  loables  y  mas  sencillos. 

Esta  es  la  terrible  herencia  que  nos  han  dejado  medio 
siglo  de  desórdenes  civiles,  como  á  la  Francia  sus  victo- 
rias y  sus  revoluciones.  Se  invoca  la  revolución  de  Se- 
tiembre á  propósito  hoy  de  candidatura,  y  ya  se  amenaza 
con  un  nuevo  Pavón,  como  si  hubiere  logrado  á  tanta 
costa,  con  diez  años  perdidos  y  diez  millones  de  deuda 
contraída,  mas  que  colocar  unas    pobres   charreteras   y 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  325 

una   banda  sobre    los   honabros  de  algún    oñcial  afortu- 
nado. 

Ya  lo  hemos  recordado  otra  vez,  en  Méjico  aprendieron  los 
norte-americanos,  nuestro  arte  sud-americano  de  hacer 
guerra  y  dar  batallas  por  candidaturas  aunque  no  hayan 
mostrado,  no  obstante  su  millón  de  hombres  muertos, 
nuestra  habilidad  habitual  de  dar  el  triunfo  al  que  menos 
merecía  tales  sacrificios. 

No  valen  Tejedor,  ni  Laspiur,  ni  Roca,  una  batalla,  ni  me- 
nos una  violencia. 

Cuál  es  el  mejor?  el  mas  inepto;  y  estamos  seguros,  de 
que  sus  propios  partidadarios  piensan  lo  mismo. 

Es  horrible  hablar  de  guerra  por  bagatelas  de  este  género. 
Es  un  atentado  el  despertar  en  los  ánimos  la  idea  de  que 
podemos  llegar  á  esos  extremos;  pues  se  llega  en  efecto, 
por  el  hábito  de  oírlo,  recordarlo  y  aprobarlo.  Es  á  causa 
de  esas  continuas  provocaciones  á  la  revolución  ó  á  la 
guerra,  que  esta  vergonzosa  llaga  sud-americana  se  man- 
tiene supurando,  sin  cicatrizarse  nunca. 

Son  hábitos  adquiridos,  y  que  aun  no  excitan  la  adversión 
que  merecen. 

La  desgracia  es  que  la  opinión  sensata,  paciñca,  está 
también  viciada,  y  no  se  indigna  de  ver,  que  se  prepara  el 
camino  á  las  revueltas,  á  los  desórdenes,  á  la  guerra  civil 
á  fuerza  de  amenazar  con  sus  estragos,  y  prepararles  el 
camino. 

No  hay,  pues,  candidaturas  de  guerra,  ni  candidaturas  de 
paz.  La  que  se  llama  de  paz  es  porque  amenaza  con  la 
guerra  y  se  propone  hacerla  nacer,  creando  preocupaciones 
absurdas,  innecesarias,  no  motivadas.  Vamos  á  pelear  por 
un  ^rataplingue,s,  que  lanza  La  Nación,  ó  por  una  viruta  que 
les  echó  La  Tribuna  ? 

LAS  PALABRAS  Y  LOS  HECHOS 

(Bl  NaeUMol,  Junio  iO  de  1879.) 

«El  carácter  con  que  se  inicia  la  lucha  presidencial,  dice^ 
La  Tribuna^  es  peligrosísimo.  De  uno  y  otro  lado  los  par- 
tidos ponen  en  juego  medios,  que  van  á  llevarnos,  forzosa- 
mente á  la  guerra  civil.i> 


326  0BKA8    DB  8ARMIKNT0 

Este  presentimiento  está  en  todos  los  espíritus:  cada 
partido  siente  que  el  camino  que  tiene  por  delante  no  tiene 
salida,  sino  es  destruyendo  una  barrera,  de  otro  modo  in- 
superable, y  sin  embargo  sigue  su  camino,  esperaadu  que 
la  barrera  ha  de  quitarse  de  motu  propio,  amedrentada  por 
la  contemplación  del  golpe. 

La  barrera  no  se  quitará:  el  choque  sobrevendrá,  y  ten- 
dremos que  deplorar  muchos  años  y  muchos  esfuerzos 
malogrados. 

No  hemos  tomado  cartas  en  el  juego  que  están  prepa- 
rando, los  que  dirigen  estas  fuerzas  antagonistas,  limitando 
hasta  hoy  nuestra  acción,  á  quitar,  si  es  posible  del  cami- 
no, y  del  alcance  de  los  contendientes,  las  armas,  que  no 
son  de  lícito  uso  en  hechos  electorales. 

Tal  nos  pareció  la  clasificación  en  candidaturas  de  paz 
y  candidaturas  de  guerra,  lasque  pudieran  reconcentrarla 
opinión  en  dos  candidaturas  que  ya  se  diseñan,  como  las 
del  doctor  Tejedor  y  del  General  Roca.  Este  último  se 
anunciaba  como  de  guerra^  el  otro  como  candidato  de 
paz. 

Hemos  sido  en  parte  tranquilizados  por  ¡el  mismo  diario 
que  usa  de  aquellas  clasificaciones,  asegurando  que  no  es 
guerra  precisamente  la  guerra,  como  no  promete  paz,  la 
candidatura  de  paz  invocada,  sino  quepan:  es  sinónimo  de 
conciliación^  y  guerra  de  lucha  de  partidos. 

Y  para  probarlo  se  hace  la  historia  de  la  conciliación^ 
estableciendo  que  los  que  á  ella  se  oponian,  se  negaron  á 
concurrir  abiertamente  á  la  paz,  y  sostuvieron  que  la  elec- 
ción de  Presidente  debía  hacerse,  bajo  los  auspicios  de  la 
lucha  de  los  partidosl 

Gomo  se  ve,  conciliación  ypaz^  es  la  misma  cosa;  y  lucha 
de  partidos  en  las  elecciones  es  guetra.  «Candidatos  de 
conciliación.  Candidatos  de  partidos.  Los  primeros  son 
llamados  de  pa»t  y  los  segundos  de  guerra. t» 

Una  pequeña  objeción  opondremos  á  esta  clasificación;  & 
estas  paces  ó  guerras. 

La  elección  de  Presidente  como  toda  otra  elección,  se  ha 
hecho  en  todos  tiempos  y  países,  bajo  todos  los  gobiernos, 
por  medio  de  una  lucha  de  opiniones,  y  aunamiento  de 
voluntades,  que  da  el  triunfo  á  la  mayoría. 

Esto  es  lo  que  la  Constitución  prevee;  lo  que  requiere 


LOS  DBSFALLBCIMIBMT08  Y  L06  DfibVlOS  327 

para  llenar  sus  fines.  Esta  ItAcha  no  es  equivalente  de  guerra; 
y  los  que  no  quisieron  aceptar  una  engañosa  conciliación» 
sino  hubieran  obrado  prudentemente,  habrían  por  lo  menos 
obrado  como  han  obrado  todos  los  hombres,  todos  los  parti- 
dos en  todos  los  países,  como  están  obrando  aquí  mismo. 
Gomo  no  hay  práctica  de  conciliaciones  en  el  régimen  del 
gobierno  libre,  si  hubiese  sido  acertada  la  que  se  intentó 
aquí,  no  hay  por  eso  derecho  de  imputará  crimen,  el  no 
haber  entrado  por  ese  arreglo,  que  no  ha  salvado  nada,  y 
que  puede  sumir  al  fin  el  país  en  un  caos  de  desórdenes. 

Hablamos  muy  seriamente;  en  defensa  de  los  principios 
aceptados  por  la  ciencia  y  la  conciencia  y  no  en  sosten  de 
errores,  pues  ni  á  la  conciliación  pretendida  opusimos 
obstáculo,  dejándola  producirse.  Pero  en  política  la  terrible 
experiencia  ha  mostrado  que  es  en  vano  darse  prisa  á  cose- 
char la  fruta  verde  de  las  combinaciones  é  invenciones  del 
momento.  La  convención  nacional  salvó  á  la  Francia  — 
quién  lo  duda?  Esta  era  una  verdad  incontroveitible  hasta 
ahora  poco,  cuando  la  historia  ha  hecho  esta  pregunta:  — 
^  Salvó  la  Convención  á  la  Francia  de  la  entrada  de  los 
cosacos  en  1815,  ó  de  los  prusianos  en  1870? 

No  hay  que  darse  estas  prisas,  que  creen  pueden  resolver 
por  días  y  por  horas  los  problemas  que  se  ponen  por  delante. 
Los  horrores  de  la  revolución  francesa,  no  aseguraron  ni  la 
libertad,  ni  la  República,  ni  la  integridad  del  territorio. 
Crearon  tiranías  plebeyas,  militares,  nobles,  burgueses^  y 
monarquías  é  imperios. 

Pueden  darse  todas  las  buenas  razones  en  favor  de  la 
conciliación;  pero  no  hay  derecho  para  condenar  á  los  que 
no  la  aceptaron,  comprendieron  ó  estimaron,  porque  es  ua  ^ 
invento  nuestro,  de  circunstancias,  y  que  está  en  pugna  con 
los  principios  de  gobierno,  niega  la  libertad  y  puede  des- 
truirla entre  nosotros  como  se  presiente  hoy. 

La  conciliación  que  no  ha  concillado  á  los  que  con  de- 
recho no  la  han  aceptado,  puede  ser  un  instrumento  de 
falsear  todas  las  nociones,  y  dividir  mas  y  mas  á  los  homr 
bres. 

El  Presidente  nacional  provocó  la  conciliación  con  el 
Gobierno  de  Buenos  Aires. 

El  doctor  Tejedor  es  candidato  de  conciliación. 


328  0BRA.8  DB  SARMIENTO 

El  General  Roca  era  ministro  y  continua  siéndolo  áei 
Presidente  conciliador. 

¿Cómo  es  que  esta  conciliación  sinónima  (1ep^2:,  hace  que 
el  que  la  produjo  no  esté  en  el  producido,  y  sean  de  paz^  los. 
que  están  en  antagonismo  abierto  hoy  ? 

Perdónennos  que  les  digamos  que  es  pesada  la  burla 
que  se  hace  de  la  conciliación^  queriéndola  mostrar  como 
el  ósculo  de  paz  que  se  están  dando  á  la  fecha  sus  pro* 
motores  Casares,  Tejedor,  Avellaneda,  Roca,  Laspiur,  etc. 

El  mayor  estrago  que  ha  hecho  la  persistencia  en  este 
juego  de  palabras  que  nada  dice,  que  nada  representa,  es 
el  haber  viciado  todas  las  nociones  recibidas  en  política  y 
desorientado  á  los  hombres,  no  teniendo  ya  mas  guia  que 
la  esperanza  de  éxito  que  dan  tales  ó  cuales  combinaciones. 
¿Quién  pudiera  soportar,  sino  fuese  la  perturbación  intro- 
ducida en  las  ideas,  este  razonamiento:  «Los  candidatos  de^ 
conciliación  son  de  paz:  los  opositores  á  es^ta  clase  de  can- 
didaturas levantan  las  de  partido,  es  decir  de  guerra^  puesto- 
que  tienden  á  llevar  un  partido  al  pdder  con  esclmion  de  otros  ?  » 

Pues,  alma  bendita,  eso  es  lo  que  hacen  todos  los  parti- 
dos, en  todos  los  tiempos,  en  todas  las  naciones,  en  todas^ 
las  repüblicas,  en  todas  las  elecciones;  y  no  son  por  eso  ni 
partidos  de  gueira^  ni  candidatos  de  guerra  los  que  propo- 
nen y  sostienen,  sino  que  siendo  hombres  libivs  de  propo- 
nerse un  candidato,  puesto  que  ese  es  su  derecho,  van  á 
aunar  sus  voluntades  para  obtener  la  mayoría  de  votos 
que  la  Constitución  exige. 

Un  partido  de  conciliación  hará  lo  mismo  entre  sus 
propios  partidarios,  y  puede  ser  que  el  crenilor  de  la  con- 
ciliación alce  las  manos  al  cielo  todos  los  dins  á  causa 
de  la  conciliación  que  operó  entre  las  fracciones  y  hom- 
bres que  representan  Mitre,  Gainza  y  Tejedor.  Pero  este 
triunfo  no  constituye  la  conciliación  sinónimo  de  pai,  ni 
á  los  que  no  fueron  beneficiados  por  ella  los  hace  estar 
en  guerra,  porque  hacen  ó  harán  uso  del  oficio,  ó  encargo 
que  les  hace  el  sistema  de  gobierno  adoptado  de  elegir 
funcionarios  por  lucha  de  votos  en  las  elecciones,  conce- 
diéndolo al  mayor  número. 

¡Cómo  pueden  ser  acusados  de  propósitos  criminales,  y 
de  conatos  de  guerra  los  que  obraron,  no  aceptando  la  con- 
ciliación, como  obran  todos  los  hombres,  todos  los  pueblos» 


LOS  I>B.r»FA.LLBGIMlBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  329 

sin  escepcion  de  uno,  en  todo  tiempo  y  lugar!  j  Cómo 
puede  tejerse  una  corona  de  santidad  y  darse  por  pro- 
motores de  la  paz,  los  que  en  materia  de  elecciones  han 
adoptado  un  sistema,  que  no  es  ^1  de  confrontar  votos 
contra  votos,  sino  una  pretendida  conciliación,  que  inten- 
taría suprimir  la  lucha  electoral;  pero  que  ya  principia 
por  negar  el  derecho  de  votar  á  los  que  no  sean  de  la  con- 
ciliación, llamándoles  de  guerra^  porque  no  son  de  la  clase 
de  paz  que  todos  presienten,  cuando  los  conciliadores  y 
concillados.  Avellaneda,  Casares,  Tejedor,  Roca,  Gainza, 
Laspiur,  Mitre,  Elizalde,  tengan  que  decidir  contra  ellos 
quienes  están  concillados  y  quienes  nó,  á  la  hora  presente 
y  para  las  próximas  elecciones  I 

EL  CONTINENTE  POR  EL  CONTENIDO 

{SI  NaeUmal,  Junto  M  de  i879.) 

Buen  servicio  prestará  al  público  quien  pudiese  con  ver- 
dad definir  el  verdadero  mérito  y  acierto  de  uno  do  los  can- 
didatos que  dividen  entre  sí  los  votos  de  los  ciudadanof^j 
como  asi  mismo  los  móviles  que  arrastran  en  una  ú  otra 
dirección  las  simpatías  de  los  individuos. 

Por  mas  que  exajeren  su  antagonismo  los  que  tratan  de 
amenguar  el  mérito  de  los  candidatos  opuestos,  cada  uno 
de  ellos  tiene  sus  buenos  lados,  aun  sin  las  ideas  de  parti- 
do cuya  representación  le  atribuyen  sus  amigos.  Sus  lados 
oscuros  mismos,  aquello  queda  á  la  sombra,  porque  aun  no 
lo  ha  iluminado  la  luz  de  los  hechos,  si  es  una  preocupa- 
ción ó  un  temor  para  los  unos,  es  mirado  como  favorable 
por  los  otros. 

Cuando  ha  de  fijarse  en  un  solo  nombre  la  opinión  de 
los  habitantes  de  catorce  provincias,  colocadas  á  distancias 
enormes,  en  poblaciones  apartadas,  en  ciudades  y  campa- 
ña, pues  todos  son  llamados  á  concurrir  aun  mismo  fin,  ha 
de  buscarse  un  hombre  que  sea  de  todos  conocido,  que 
esté  presente  á  la  mente  de  todos,  lo  que  constituye  la  po- 
pularidad, esa  auréola  tan  solicitada,  tan  buscada,  y  que 
despierta  ambiciones  nobles»  inspira  actos  que  exiten  sim- 
patías y  lo  hagan  por   decirlo  asi,  correr  de  boca  en  boca 


330  OBHAtf    ÜK  8AKMIBNT0 

no  importa  que  los  hechos  ó  las  teorías,  sean  esencialmente 
buenas  ó  útiles. 

Un  general  prestigioso,  cualquiera  que  sean  sus  cualida* 
des  y  sus  ideas,  está  en  camino  de  llegar  á  ser  conocido  del 
mayor  número,  y  fijar  las  miradas  de  un  país.  ¿Será  apto 
para  gobernar,  será  excelente  administrador?  No  es  esto 
de  lo  que  se  ocupa. el  pueblo,  ni  es  razón  para  justificar  el 
voto.  Basta  para  que  sea  un  centro  de  opiniones,  la  noto- 
riedad de  su  nombre.  Sería  en  realidad  el  menos  apto,  pa- 
ra la  función  que  se  le  destina,  pero  siempre  sei*á  el  nom- 
bre mas  conocido,  y  mas  generalizado.  Cuántos  ciudada- 
nos hábiles  administradores,  cuántos  patriotas  intachables 
quedan  fuera  de  cuestión,  porque  conocidos  de  los  unos,  es- 
timados de  los  pocos  que  son  capaces  de  conocer  las  cuali- 
dades necesarias,  no  han  llegado  á  conocimiento  de  todos, 
y  por  tanto  no  están  en  lista,  cuando  toda  la  República  ha 
de  reconcentrar  sus  votos  en  uno  solo. 

Los  grandes  políticos,  los  nombres  que  han  sonado  por 
largos  años  en  el  oído  popular,  se  hallan  en  el  mismo  caso, 
ya  sea  por  sus  virtudes  y  servicios,  ya  por  la  detracción  que 
se  seba  en  contra  de  ellos.  Estos  nombres  vienen  viviendo 
con  el  pueblo,  y  pueden  ser  el  objeto  de  la  reconcentración 
de  las  simpatías,  sin  necesidad  de  inventarlo.  Vése  esto 
mas  claramente  en  los  partidos.  Duran  los  nombres  pasa- 
dos y  vuelven  á  presentarse  ácada  nueva  emergencia,  aun- 
que los  individuos  hayan  cambiado,  pues  que  las  ideas 
continúan  en  la  misma  dirección. 

La  popularidad,  ó  mas  bien  la  notoriedad  de  un  nombre 
propio,  es  condición  esencial  para  que  la  elección  de  un  ma- 
gistrado único  en  la  República,  sea  real,  verdadera.  De  ahi 
no  se  sigue  que  esa  elección  sea  buena,  ni  consulte  los  in- 
tereses de  la  comunidad.  La  gran  mayoría  que  va  á  decidir 
con  su  voto  no  es  capaz  de  fallar  sobre  las  cualidades  re- 
queridas para  el  desempeño  de  las  funciones  que  van 
á  ser  encomendadas.  Los  attíuienses  echaban  á  la  suerte  el 
nombramiento  de  sus  generales,  y  á  veces  era  un  pobre  za- 
patero el  llamado  á  mandar  los  ejércitos,  de  que  dependía 
la  existencia  de  la  República.  ¿Obedecían  en  esto  al  senti- 
miento de  la  igualdad  democrática,  base  de  sus  institucio- 
nes? No  podían  ser  ciegos  á  ese  grado;  pero  creían  en  el 
destino^  su   providencia,  en  la  inspiración  divina  de  Mi- 


LOS  DESFALLECIHIBNTOS  T  LOS  DRsfVIOS  331 

nerva,  la  Santa  protectora  de  la  ciudad,  y  fiaban  á  aquellos 
agentes  misteriosos  la  elección.  El  general  era  ya  santifi- 
cado, casi  unjido  por  la  suerte,  el  dedo  del  Destino,  y  lleva- 
ba *bou  esü  solo  la  sumisión  y  la  confianza  del  soldado, 
los  dos  grandes  resortes  de  la  victoria. 

El  trabajo  de  los  políticos,  de  los  que  encabezan  facciones 
en  las  Repúblicas  se  dirige,  pues,  á  hacer  conocer  de  todos 
su  nombre,  y  no  pocas  veces  suponen  que  es  de  todos  co- 
nocido y  estimado,  para  hacer  prevalecer  su  propio  interés 
de  partido  ó  aun  el  personal  mismo.  ¿Quién  no  ha  visto  le- 
vantarse candidatos  imaginarios  que  se  disipan  al  dia  si- 
guiente de  anunciado?  Quién  no  recuerda  nombres  persis- 
tentes en  la  mente  pública,  que  todos  murmuran  y  repiten, 
sin  que  por  eso  aparezcan  proclamados? 

En  esta  obra  de  perforación  necesaria,  aparece  luego  la 
acción  organizada  del  gobierno,  ó  de  los  gobiernos;  pues  que 
ellos  son  centros  de  acción;  y  á  falta  de  una  opinión  en  los 
individuos  oscuros, ó  ignorantes,  ellos  pueden  presentar  un 
gran  número  á  quienes  sugerirán  el  nombre  notorio,  ó  pa- 
pular, que  no  llegó  á  penetrar  hasta  esas  capas  populares, 
demasiado  inferiores,  para  que  hasta  ellas  lleguen  los  nom- 
bres de  hombres  públicos,  ya  de  acción  reciente,  ya  de 
trasmisión  de  los  tiempos  anteriores.  Los  que  tanto  mal 
hablan  délos  Gobernadores  electores,  se  olvidan  qne  en 
condiéiones  iguales,  y  en  capas  sociales  superiores,  se  pue- 
de organizar  la  anarquía  también.  Entonces  una  y  otra 
acción  pretenderán  representar  al  pueblo  inferior»  los  unos 
porque  obedece,  los  otros  para  que  resista. 

Esta  es  ya  la  forma  última  que  ha  asumido  la  cuestión 
electoral  para  la  próxima  Presidencia,  y  la  que  va  á  dar  en 
pos  sino  en  medio  de  conflictos,  el  resultado  de  la  lucha.  De- 
jando candidatos  suplementarios,  y  medios  tintes  de  parti- 
dos, dos  tendencias  se  diseñan  claramente,  y  estas  absorve- 
rán  ó  anularán  cualquiera  desviación.  Cada  uno  supone  que 
conceiftra  en  torno  de  un  hombre,  (á  veces  hasta  de  nom- 
bre notorio,  popular  se  precinde)  la  opinión  pública,  cons- 
ciente de  las  aptitudes  del  candidato;  que  en  cuanto  á  la 
notoriedad  misma,  si  la  muchedumbre  votante  no  la  ex- 
perimenta, el  poder  organizado,  ó  la  anarquía  organizada 
pretende  representarla,  el  uno  porque  obedece,  la  otra  por- 
que resistirá. 


332  OBRAS  Dh.  SARMIENTO 

La  tacha  de  los  Gobernadores  electores  opuesta  con  tan- 
to calor  por  ciertos  diarios,  era  la  protesta  contra  la  parte 
de  pueblo  votante,  que  á  falta  de  juicio  propio,  recibe  ins- 
piración del  teniente  alcalde.  Combatíamos  la  ceguedad  del 
ataque,  que  quería  envolvernos  á  nosotros  en  el  repro- 
che, á  nosotros  que  no  conocemos  ni  de  vista  un  Juez  de 
Paz. 

Pero  la  necesidad  de  la  defensa^  ó  la  falta  de  sinceridad, 
los  llevó  ¿renunciar  al  puritanismo  invocado,  y  acojerse 
también  á  la  sombra  de  la  organización  oficial,  á  ñn  de  es- 
tar seguros  del  voto  de  la  mayoría  de  votantes,  que  sa- 
ben están  dispuestos,  sin  que  violencia  se  les  haga,  á  reci- 
bir un  nombre,  y  llevarlo  k  la  urna. 

Tendremos,  pues,  de  un  lado  los  centros  oficiales,  contra 
las  organizaciones  anárquicas  resistentes;  y  del  otro  lado  el 
mas  poderoso  centro  oficial,  contra  otras  organizaciones 
anárquicas,  incapaces  de  resistir. 

Triunfará  en  el  hecho  material  el  que  mas  pueda,  aunque 
no  sea  el  que  mas  votos  reúna.  Pero  lo  que  quedará  para 
lo  futuro  establecido,  y  eso  durará  veinte  ó  mas  años  sin  de- 
sarraigarse, es  que  la  elección  de  Presidentes  futuros  la 
harán,  sin  embargo,  gobernadores  nombrados  de  antema- 
no al  efecto. 

La  razón  de  esta  alteración  está  en  el  simple  hecho,  de 
que  nadie  queda  esento  del  cargo.  El  dicho  de  Jesús,  tire 
el  primero  la  piedra  que  no  tenga  este  pecado,  es  la  condi- 
ción de  nuestros  diarios,  como  fué  en  su  origen  la  absolu- 
ción de  la  mujer  adúltera. 

Y  qué  lástima!  El  año  precisamente  en  que  por  la  pri- 
mera vez  en  un  gobierno  republicano,  como  es  el  de  Fran- 
cia hoy,  se  definía  el  delito  de  gubernismo  en  las  elecciones, 
pues  hasta  ahora  había  sido  declarado  tal,  ni  condenado  en 
país  alguno.  En  las  elecciones  republicanas  el  rechazo  de 
los  electos,  por  orden  ministerial  comunicada  en  cartel 
blanco,  en  lu  intentada  acusación  de  los  ministros,  ^e  es- 
tableció delito  y  jurisprudencia,  y  al  día  siguiente  y  mien- 
tras se  leían  las  decisiones  francesas,  se  declaraba  á  cara 
descubierta  entre  nosotros  que  la  centralización  oficial  se- 
ria de  buena  ley  en  las  provincias  y  en  Buenos  Aires,  para 
unos  candidatos  como  para  otros;  pues  los  candidatos  esco- 
gían, precisamente  por  su  capacidad  de   hacer  que  la  parte 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DBsVIOS  333 

obediente  á  falta  de  criterio,  sea  según  su  numeróla  guía  y 
la  medida  de  la  bondad  del  electo.  La  elección  no  se  hará 
para  nombrar  Presidente,  sino  que  el  Presidente  se  nom- 
brará para  la  elección,  que  es  un  vaso  que  está  hecho,  y  re- 
cibirá agua,  vino  ú  otro  líquido. 

Pobre  país  donde  se  introduzca  esta  subversionl  El  des- 
potismo de  los  Napoleones  es  algo  aceptable,  porque  siquie- 
ra era  una  grande  fuerza  coa  una  suprema  inteligencia. 


NOTAN  CALVO  1 

*  {Bl  Naeional,  JoUo  S  de  1879.) 

«  Sarmiento  era  considerado  como  un  talento  de 
primer  orden,  pero  falto  de  buen  sentido  práctico. 
Es  el  Damas  de  la  literatura  americana,  decían  sus 
admiradores.  Nunca  el  sol  del  continente  engendró 
una  fantasía  mas  exaltada,  mas  ardiente,  mas  fecun- 
da, mas  brillante.» 

«  Pero  no  le  reconocían  ninguna  cualidad  de  bombre 
de  Estado.» 

«  Fué  necesario  que  subiese  al  poder,  que  pusiese 
la  mano  en  las  beridas  del  país,  para  que  se  revelasen 
sus  condiciones  de  bombre  de  gobierno,  la  grandeza 
de  vistas,  la  delicadeza  de  iodo,  y  la  seguridad  de 
juicio,  que  amigos  y  enemigos  le  reconocen.» 

«  En  el  gobierno,  aprendió  á  gobernar.» 

(  De  La  Tribuna  de  ayer.) 

Hace  seis  meses  que  estamos  presenciando  en  silencio» 
el  trabajo  de  ciertos  diarios,  para  pervertir  la  opinión  pú- 
blica, falseando  la  historia,  destruyendo  en  el  concepto 
público  las  nociones  mas  vulgares  de  la  experiencia,  á  fln 
de  encubrir  un  punto  vulnerable  del  edificio  que  tratan 
de  construir  en  favor  de  un  favorito,  á  quien  dañan  en  lugar 
<ie  servir. 

Si  no  nos  constase  que  hay  en  ello  mas  candor  que 
malicia,  mas  indiscreción  que  perversión  de  espíritu,  cree- 
ríamos que  se  trata  de  crear  una  tiranía  militar,  probando 
que  el  que  maneja  bien  una  espada,  y  manda  un  ejército, 
tiene  con  ello  todas  las  cualidades  necesarias  para  gobernar 
una  nación  de  ciudadanos  pacíficos.     Al  golpe   de  estado 


334  OBRAS  DB  SARMIENTO 

del  Principe  Napoleón  le  precedió  un  panfleto  que  llamó  1» 
atención  por  la  audacia  de  su  doctrina. 

«  El  mejor  gobierno  del  mundo  es  el  de  Rosas  en  Amé- 
rica, se  decía.  El  mejor  argumento  el  cañón.  Esto  ea 
histórico.    El  atentado  del  2  de  Diciembre  lo  probó. 

Blsmark  lanzó  el  célebre  axioma:  la  fuerza  precede  (pri* 
me)  al  derecho. 

Somos  los  primeros  en  reconocer  los  méritos  contraídos 
por  el  General  Roca  en  su  inmortal  operación  de  acabar 
con  los  indios.  Cualquiera  preparación  que  ha3'a  hallado 
en  los  hechos  anteriores,  la  reconquista  de  territorio  desde 
las  goteras  de  Santa  Fé  hasta  el  Rey,  desrie  el  Rio  IV  hasta 
el  quinto,  desde  el  Bragado  hasta  la  zanja  de  Puan,  la 
verdad  histórica  es  que  el  General  Roca  emprendió  inten- 
cional mente,  que  es  lo  que  constituye  su  mérito,  la  obra  de 
acabar  con  los  indios, 'cumpliendo  una  ley,  y  una  antigua 
indicación  del  señor  Sarmiento  en  Argirópolis,  con  llevar 
la  frontera  al  Río  Negro,  que  ni  Alsina,  ni  el  mismo  Sar- 
miento intentaron  siquiera.  El  mérito  está  en  concebir  una 
gmnde  y  idea  y  ejecutarla,  y  eso  pertenece  al  General 
Roca,  con  todas  las  demás  cualidades  que  le  honran,  y  le 
merecen  la  consideración  pública. 

Pero  es  abusar  de  la  paciencia  del  público,  por  conquis- 
tarle votos  como  Presidente,  seguirle  paso  á  paso,  y  si 
estornuda,  encontrar  en  ello  una  muestra  de  su  genio,  y 
en  una  mirada  distraída  sobre  el  horizonte,  hallar  la  pro- 
fundidad de  sus  vistas.  Va  acompañado  de  reporlers,  de 
sabios,  de  jefes  y  todo  lo  que  dicen  se  encuentra;  los  terrenos 
hermosísimos,  los  pastos  abundantes,  las  observaciones 
meteorológicas,  todo  prueba  que  el  General  debe  ser  el 
Presidentes  de  la  República,  pues  que  es  el  hombre  del 
Destino  y  de  la  victoria. 

Si  no  encuentra  enemigos  porque  no  los  hay  en  su  cami- 
no, es  una  nueva  gloria,  y  prueba  de  su  humanidad,  ganando 
victorias  sin  sangre;  mientras  que  el  pobre  üriburu  que 
va  abriendo  paso  por  la  nieve,  y  Lagos  que  hace  setecientos 
prisioneros,  si  algo  hacen,  es  solo  para  que  sea  Presidente 
Boca. 

Pedimos,  solo  un  poco  de  discreción. 

El  elogio  excesivo,  sistemado,  mecánico  al  jefe  de  un 
ejército,  á  mas  de  servir  mal  la  causa  del  favorecido,  porque 


LOS  DB8FALI.BCIMIBNT0S  Y  LOS  DESVÍOS  335 

subleva  al  fin  el  buen  sentido,  contra  él  que  es  inocente 
de  estos  manejos,  puede  contribuir  á  marear  al  mismo  jefe, 
é  infundirle  una  idea  exagerada  de  su  poder  é  influencia. 
La  modestia  es  virtud  que  se  gasta  con  el  roce  y  la  huma- 
reda del  incienso  diario  de  la  alabanza. 

¿Están  educando  un  tirano?  El  General  Roca  es  un 
joven  neóñto  de  que  la  sociedad  y  su  época  pueden  hacer 
un  hombre  de  gobierno,  6  un  soldado  presuntuoso.  No  lo 
pervirtamos. 

No  hubiéramos  hecho  estas  observaciones,  si  para  llevar 
adelante  el  plan  de  campaña  electoral  no  se  tratase  de 
probar  histórica  y  científicamente  que  los  pueblos  todos, 
y  el  nuestro  en  particular  han  sido  siempre  gobernados  por 
el  primero  que  da  una  batalla,  ó  se  hace  de  amigos  que 
lo  empujen,  ajando  sin  provocación  nombre  y  reputa- 
ciones. 

El  señor  Sarmiento  no  vino  á  aprender  á  gobernar  en 
el  gobierno,  como  tan  sin  necesidad  y  sin  razón  se  dice. 
No  era  como  un  Dumas  llamado  al  gobierno,  por  su  imagi- 
nación y  sus  novelas.  Fué  electo  hallándose  ausente  des- 
pués de  ocho  años,  por  sus  cualidades  de  hombre  de 
gobierno  reconocidas  por  sus  amigos  enemigos  aunque  estos 
lo  apollidasen  el  foco  Sarmiento,  precisamente  porque  temian 
á  esa  cualidades  de  gobierno,  que  encontraron  reales  á  su 
debido  tiempo. 

Aparte  de  la  capacidad  personal  ó  el  carácter,  el  señor 
Sarmiento  era  en  1868  el  único  argentino  quizá  que  se  vinie- 
se preparando  para  el  gobierno  con  mayores  presunciones 
de  acierto. 

Tenía  entonces  la  edad  que  se  llama  provecta;  y  como  los 
cónsules  romanos,  necesitaban  haber  ante  sido  ediles,  ques- 
tores,  ó  servido  en  el  ejército,  había  pasado  por  todo  el 
currículo  de  nuestra  escala,  habiendo  sido  Senador,  Minis- 
tro, Gobernador,  militar  y  diplomático;  Dumas  nada  de  eso 
fué.  Como  publicista  había  ejercido  una  grande  influencia 
en  la  destrucción  de  la  tiranía,  y  entre  la  poire  et  lé  framogey 
lanzado  y  fecundado  las  ideas  de  inmigración,  educación 
y  libre  navegación  de  los  ríos,  y  hasta  la  indicación  de  la 
frontera  del  Río  Negro,  que  hoy  gracias  al  General  Roca  se 
ha  convertido  en  hecho. 

Había  estado  muy  cerca  del  gobierno  de  Chile  muchos 


336  OBRAS  DB  SAKHIBNTO 

años,  fué  dos  veces  &  los  Estados  Unidos  &  ver  funcionar  las 
instituciones,  y  estado  en  muchos  países  en  contacto  oficial 
con  hombres  de  Estado. 

Estas  circunstancias,  el  no  ser  su  vocación  escribir  nove- 
las, y  cuarenta  años  de  vida  pública,  en  su  propio  país,  no 
autorizan  k  decir  que  al  llamarlo  de  los  Estados  Unidos,  la 
elección  popular  para  encargarlo  del  Gobierno,  no  le  reco- 
nocían nin|;(una  cualidad  de  hombre  de  Estado,  y  que  fué 
necesario  que  pusiere  mano  á  la  obra,  «para  que  se  revela- 
ren las  condiciones  de  hombre  de  gobierno y  la 

seguridad  de  juicio,  quQ  amigos  y  enemigos  le  reco- 
nocen.}» 

¿Cuál  hombre  público  entonces  estaba  mas  preparado 
para  desempeñarse  con  conocimientos  prácticos  y  teóricos? 
El  Q^eneral  Mitre  terminaba  su  gobierno,  y  se  presentaban 
como  candidatos  el  General  Urquiza,  el  doctor  Eiizalde  y 
el  doctor  Alsina.  Tenia  sobre  el  primero  la  reputación  de 
mayor  adhesión  á  los  principios,  sobre  el  segundo  apoyado 
por  sus  partidarios  en  Buenos  Aires,  y  el  tercero  por  su 
posición  oficial  en  las  otras  provincias,  la  inmensa  ventaja 
de  ser  de  todos  y  de  la  mayor  parte  de  los  ciudadanos 
simpáticamente  conocido,  circunstancia  que  le  favorecía 
en  el  exterior,  cosa  que  no  es  indiferente  en  el  jefe  de  un 
Estado,  que  necesita  estar  en  contacto  favorable  con  otros 
gobiernos,  que  gustan  de  no  andar  buscando  quien  es  su 
nuevo,  bueno,  grande  amigo,  sean  reyes  ó  Presidentes. 

No  se  va  á  aprender  á  gobernar  en  el  gobierno,  pues  no 
se  pueden  borrar  como  en  la  pizarra  los  garrapatos  del 
principio,  ni  se  puede  esperimentar  sobre  pueblos,  como 
el  cirujano  en  el  anfiteatro  para  descubrir  el  organismo 
interno  del  cuerpo  humano. 

Sostenemos  pues,  que  el  sufragio  universal  no  buscó  en 
el  señor  Sarmiento  uu  novelista,  un  Dumas,  y  solo  recor- 
daba en  él  después  de  ocho  años  de  ausencia,  el  hombre  de 
gobierno  que  todos  habían  conocido  en  la  prensa  propa- 
gando ideas  económicas  que  mas  tarde  fueron  la  piedra 
angular  de  la  organización  y  desarrollo  del  país;  y  en  los 
diversos  empleos  públicos,  y  en  los  países  en  donde  residió 
largos  años,  estudiando  los  resortes  del  gobierno,  y  el  juego 
regular  de  las  instituciones  libres. 

Dejando  pues,  en  su  buena  reputación  y-buen  nombre 


LOS  DBSFALLBCIMIBMTOS  T  LOS  DBSYIOS  337 

^1  General  Roca  y  á  todos. los  candidatos  presentes  y  futu- 
ros»  negamos  redondamente  que  el  señor  Sarmiento,  en- 
canecido en  el  servicio  público,  y  con  mas  vastos  horizontes 
para  estudiar  las  cuestiones  políticas  que  todos  sus  con- 
temporáneos de  entonces,  haya  venido  á  hacer  su  aprendi- 
zaje en  el  gobierno,  aunque  tuviere  la  fortuna  de  concluir, 
dejando  acreditada  y  comprobada  esa  seguridad  de  juicio  que 
umigos  y  enemigos  le  reconocen^  aunque  todavía  no  falten  estú- 
pidos que  le  llamen  el  loco  Sarmiento, 

En  la  tieiTa  de  los  ciegos  le  habrían  llamado  el  Tuerto. 

Puede  ser  el  protegido  de  La  Tribuna  tan  digno  de  sus 
alabanzas  como  lo  desee,  sin  hacer  del  señor  Sarmiento  un 
saltimbanqui,  y  ponerlo  al  lado  de  Dumas,  en  lo  que  agra- 
via la  memoria  de  éste,  y  ofende  á.  los  que  eligieron  al  otro. 
Presidente.  Hemos  visto  programas  de  elecciones  de  Tucu- 
man  y  otras  Provincias  que  decían  en  1867  lo  contrario,  & 
saber  que  no  presentaban  un  nombre  nuevo,  sino  el  del 
hombre  de  gobierno  ma&  conocido,  y  que  eran  sus  ideas  de 
gobierno  las  que  le  reunían  sus  votos. 

Rogamos  á  quien  coni^erve  por  allá  alguno  de  esos  pro- 
gramas, lo  publique  para  desvanecer  imputaciones  injustas. 

ES  LA  PURA  VERDAD 

(Bl  Naeional,  Julio  4  de  1879.) 

Observa  La  Tribuna  que  al  parecer  solo  las  alusiones 
personales  sacan  de  las  casillas  al  señor  Sarmiento.  Sin 
negarlo,  hubiéramos  deseado  otra  atenuación  del  aserto 
bastante  inexacto  y  poco  honorable,  que  en  un  descuido 
se  le  escapó  á  aquel  diario  con  respecto  á  su  pasado  rol 
6n  la  vida  pública.  El  exceso  del  cargo  sugirió  el  consejo 
de  no  exagerar  sus  esfuerzos  en  favor  de  su  candidato. 

Apenas  tenemos  juicio  formado  sobre  las  cualidades 
gubernativas  de  los  diversos  candidatos  y  creemos  con  La 
Tribuna  que  los  pueblos  están  aburridos  de  los  que  han 
gobernado  demasiado.  Hay  tanto  niño  para  un  trompo  t 
Pero  es  bueno  no  desacreditar  el  articulo  y  sobre  todo  el 
tínico  nombre  que  no  aparece  en  las  listas. 

Fué  lo  de  Dumas,  y  aserciones  gratuitas  sino  inexactas 

Tomo  zl.— 31 


338  OBRAS   DK  SARMIBMTO 

sobre  una  vida,  que  por  larga  y  honorable  ha  pasado  ya 
al  archivo^  lo  que  quisimos  defender  sin  comparación. 

Por  lo  demás,  no  nos  ha  de  encontrar  entre  los  oposU 
tores  ó  detractores  del  General  Roca.  Estimamos  desde 
luego  al  General,  y  no  es  de  ahora  que  le  concedemos 
cuanto  ha  acreditado  merecer.  Ni  hemos  de  esquivar  la 
ocasión  de  hacer  valer  sus  méritos,  como  lo  hemos  hecha 
siempre. 

El  señor  Sarmiento  ha  dicho  de  La  Tribuna  que  fué  bajo 
la  redacción  de  los  Várela  como  la  casa  de  su  pensamiento;^ 
y  aprovecha  esta  ocasión  de  añadir  que  á  los  actuales 
redactores  no  les  debe  sino  atenciones  y  buenos  y  oportu- 
nos conceptos  en  favor.  Alguna  vez  al  señor  Andrade  ser- 
vicios espontáneos  de  buena  voluntad. 

Dicho  esto,  y  quitando  por  no  dicho  lo  de  Dumas^ 
creemos  haber  atenuado  los  efectos  de  un  razgo  de  mal 
humor. 

TENEMOS  CANDIDATOS? 

(Bl  Nacional,  Jallo  14  de  1879.) 

r 

Esta  pregunta  nos  hacemos  cadadia^ftue,  por  necesida- 
des de  oñcio,  tenemos  que  recorrer  los  diarios.  El  tono 
de  seguridad  con  que  cada  uno  habla,  hace  creer  que  loa 
hay,  y  muy  populares,  y  sin  ayuda  de  vecino,  de  cada 
lado,  alias  Gobernadores,  Jueces  de  Paz,  policías,  etc. 

Sin  embargo,  mirando  un  poco  mas  de  cerca,  coma 
cuando  la  vista  se  debilita,  ó  los  vapores  del  vino  montan 
k  la  cabeza,  nos  parece  que  vemos  doble,  cada  objeto,  y 
las  candidaturas  únicas  se  hacen  bicéfalas,  como  las  águi* 
las  austríacas. 

¿Ha  declinado  su  candidatura  el  doctor  Laspiur,  coma 
se  repite  por  todas  partes? 

A  creerlo  cierto,  tomaría  un  carácter  mas  decidido  la 
del  doctor  Tejedor,  que  sin  eso  juzgamos  que  de  decidida 
se  pasa. 

Por  mas  que  se  quiera  disimular,,  no  vemos  que  res- 
ponda nada  á  ello  en  las  provincias,  no  obstante  las  des- 
medradas y  en  la  prensa  abultadas  proclamaciones,  qua 


LOS  DBSFALLECIlflBNTOS  T  LOS  DBSVI08  339 

lo  que  se  pretende  partido  nacionalista  hace  en  las  pro- 
vincias. 

Salvo  en  Corrientes  donde  está  proclamado  el  doctor 
Laspiur  en  primera  linea,  no  vemos  probabilidad  de  triunfo 
en  ninguna  otra. 

Ha  de  contarse,  pues,  con  el  resultado  de  la  elección  en 
Buenos  Aires  á  secas,  y  con  las  invalidaciones  de  elec- 
ciones, que  desde  ahora  se  señalan,  para  equilibrar  los 
votos. 

La  candidatura  del  General  Roca  hace  camino,  en  las 
exterioridades,  mostrándose  apoyada  en  Buenos  Aires,  y 
ostensiblemente  proclamada  en  gran  número  de  provincias. 
Llevada  á  las  urnas,  tendrá,  no  hay  la  menor  duda,  votos 
en  gran  número;  pues  la  votación  tanto  en  Buenos  Aires, 
como  en  las  otras  provincias  es  influida,  no  tanto  por  la 
opinión  pública,  como  por  la  voluntad  de  los  que  gobiernan, 
y  de  los  que  manejan  los  resortes  electorales,  de  antemano 
organizados. 

Proclamadas  las  candidaturas  Tejedor  y  Roca,  seguros, 
segurísimos  de  su  triunfo  completo,  cada  un  bando  que 
los  sostiene,  el  público  mismo,  creyendo  que  alguno  va 
á  triunfar,  todos  sienten  sin  embargo,  que  hay  algo  que 
no  anda  bien,  como  el  pasajero,  ó  el  trabajador  que  oye 
extraños  ruidos  en  la  máquina  de  vapor,  y  ve  escapes  de 
gas  que  amenazan  una  explosión. 

La  Nación  combate  la  preocupación  que  dice  obrar  en 
los  ánimos  de  los  habitantes  de  las  otras  provincias,  con- 
tra el  porteñismo,  que  en  definitiva  no  fué  mas  que  mayor 
celo  y  esfuerzos  en  favor  de  la  libertad  general.  Sin  cues- 
tionar el  hecho,  recordaríanios  que  La  Nadan  y  otra  redac- 
ción de  El  Pueblo  Argentino^  suscitaron  hace  un  año  este 
resorte  que  hoy  se  cree  gastado,  propendiendo  á  que  todos 
los  partidos  y  colores  se  armasen  para  oponer  un  Buenos 
Aires  compacto  á  una  cosa,  ó  hecho  que  llamaron  liga  de 
Gobernadores,  para  negar  sin  duda  toda  expontaneidad  al 
voto  de  las  otras  provincias.  Sea  de  ello  lo  que  fuere,  y 
algo  es  ello,  todos  sienten  que  una  elección  de  Presidente» 
que  ha  de  gobernar  indistintamente  para  todos,  y  á  todos» 
aquel  mal  sentimiento  lo  excitan  y  promueven  como 
auxiliar  ó  como  barrera.  (Entrará  en  la  campaña  elec- 
toral! 


340  OBRAS  DE  SARMIENTO 

La  Tribuna  lleva  la  exageración,  hasta  revelar  un  plan  en 
el  panegírico  de  su  candidato;  y  sin  embargo,  todos  sienten, 
que  ios  panegiristas  están  diariamente  respondiendo  á  una 
objeción  que  nadie  hace  seriamente,  pero  como  que  estu- 
viera en  la  atmósfera,  como  el  olor  á  trapo  quemado  que 
inquieta  á  los  que  lo  huelen,  y  les  hace  buscar  de  donde 
viene. 

La  verdad  es  que  los  mismos  que  lo  proclaman,  y  que 
se  sienten  seguros  de  su  triunfo,  porque  al  ñn  el  triunfo  es 
cosa  de  sumar  y  restar  lo  que  se  llaman  elementos^  desearla 
que  no  se  insistiese  tanto  en  probar  la  evidencia,  si  eviden- 
cia fuera.    Las  verdades  evidentes  no  se  prueban. 

Se  pide  la. separación  del  General  Roca  del  Minrsteriode 
la  Guerra. 

Se  busca  el  medio  de  hacer  que  se  separe  el  doctor  Laa- 
'piur,  y  los  que  lo  procuran  no  saben,  ni  nosotros  tampoco, 
que  deducir  de  la  Constitución  hoy,  que  no  debieran  ha- 
ber deducido  de  la  Constitución  ayer,   y  el  año  pasado,  y 
después  de  la  campaña  ministerial  de  Corrientes. 

La  Naeian  encara  al  General  Roca,  como  candidato,  estar 
apoyada  por  los  Gobernadores  Iriondo,  Viso,  Bayo,  Febre, 
Antelo,  Navarro,  SantillaUj  Muñecas,  y  otros  que  supone. 
No  vé,  sin  embargo,  la  viga  en  su  ojo!  Por  que  digan  lo 
que  quieran,  el  Gobernador  de  Buenos  Aires  es  una  viga» 
al  lado  y  en  comparación  de  aquel  haz  de  Goberna- 
dores. 

Deseáramos  poder  abstenernos  de  decir  á  La  Nación^  que 
ha  desmejorado  su  causa,  y  quitádole  á  la  palabra  Liga, 
su  significado,  desde  que  por  consideraciones  de  éxito, 
adoptó  como  bandera  y  candidato  de  oposición,  la  misma 
UTegularidad  que  achacaba  á  los  otros. 

£s  en  vano  hablar  de  libertad,  de  respeto  al  sufragio,  de 
ingerencia  directa  de  Gobernadores  en  las  elecciones.  Lo 
que  se  hace  hoy,  con  esta  vieja  maquinaria  es  desacreditar 
á  los  que  tales  principios  invocan,  pues  el  lector,  aun  de 
su  propio  partido  sabe  á  que  atenerse,  y  se  ríe  de  tales 
alardes.  El  cinismo  es  mas  decente.  Napoleón  m  lo  usó 
con  éxito. 

No  es  el  Gobernador  de  Buenos  Aires,  quien  ha  entrado 
de  lleno,  á  ser  Gobernador  de  la  Liga,  sino  los  partidos 
desesperanzados,  desunidos  y  desesperados  de  triunfar,  los 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  L<>S  DESVÍOS  341 

que  por  obtener  el  triunfo,  opouieinio  auna  irregularidaii 
otra  de  mas  peso,  lo  proclamaron  Gobernador  elector.  El 
doctor  Tejedor,  cualesquiera  que  sean  sus  ambiciones,  y  su 
osadía,  es  el  que  manifestó  ai  principio  por  sus  declara- 
ciones solemnes  asegurar  la  libertad  del  sufragio  á  todos 
los  partidos. 

El  candidato  de  los  nacionalistas  es  el  que  ellos  mismos 
pervirtieron  para  sus  ñnes,  nombrándolo,  no  en  cuanto 
Tejedor,  sino  en  cuanto  Gobernador  de  Buenos  Aires. 

¿Qué  diremos  de  la  candidatura  del  General  Roca? 
Diremos  lo  mismo»  que  dejando  á  un  lado  sus  propias 
ambiciones,  la  han  prohijado  otras  ambiciones,  por  vía 
de  composición,  concertando  no  tanto  opiniones  de  los 
pueblos,  sino  medios  de  producir  mayorías  en  las  eleccio- 
nes. Sabemos  como  se  hacen  proclamaciones;  y  como  se 
han  hecho  muchas. 

Es  materia  de  trámite  y  de  forma. 

Pero  sabemos  también,  y  lo  hemos  comprobado  ahora,  y 
es  que  hay  una  opinión  pública,  latente,  que  no  es  siempre 
la^opinion  de  los  que  gobiernan  de  un  lado,  de  los  que 
promueven  reuniones  para  preparar  una  manifestación  del 
otro.    Qué  lástima  que  la  dejen  burlada  I 

Hemos  estado  palpando  diremos  asi  un  año  la  opinión 
pública  en  Buenos  Aires,  y  por  las  correspondencias,  que 
se  nos  han  comunicado,  viendo  lo  que  pasa  en  otras  pro- 
vincias. Ocho  meses  ó  un  año,  de  todos  los  extremos  de 
la  República,  preguntaban  quién  ?  é  indicaban  nombres  al 
comité  autonomista,  que  nunca  supo,  ni  pudo  contestar 
sino,  «  aguarden.9 

Mientras  tanto  se  fraccionaba  con  Gainza  y  Lavalle,  mas 
tarde  se  desmembraba  Cambaceres  y  amigos,  y  largo  tiempo 
fué  un  misterio  qué  pensaban  Irigoyen,  Rocha,  cada  uno 
representante  de  ciertas  fuerzas  electorales;  y  siempre  sub- 
sistente y  repetida  la  pregunta  ¿quién? 

De  otra  fuente  que  los  clubs  políticos  salió  al  fín  la 
palabra  de  orden,  que  se  trasmitió  á  las  provincias  por 
telégrafo,  que  encontró  eco  en  las  regiones  oficiales  en 
Córdoba,  que  repercutió  en  varias  provincias,  que  decidió 
á  los  dudosos,  sometió  á  los  disidentes,  y  vuelve  á  Buenos 
Aires,  fortalecido  por  el  prestigio  de  lo  lejano,  por  los  méri- 


342  OBRAS  DB  8ARMIBNT0 

tos  del  candidato,  á  tener  su  última  perfección  y  sanción  en 
una  proclamación,  solemne  en  Buenos  Aires.    Será? 

Nosotros  creemos  que  sí,  y  que  ese  es  el  camino  que  llevan 
tas  cosas.  La  conveniencia  y  ventajas  de  tal  nominación 
están  equilibradas  por  las  conveniencias  y  ventajas  de  la 
nominación  del  doctor  Tejedor;  y  nos  abstendremos  de 
señalar  los  inconvenientes  de  una  y  otra,  primero  porque 
los  que  las  sostienen,  sienten  cada  uno  de  su  parte  los  de 
su  propio  candidato,  y  en  seguida  con  mas  fuerza  los  del 
contrario. 

Sos  los  sostenedores  los  culpables,  y  no  los  candidatos 
sostenidos,  que  sin  los  accidentes  que  los  rodean  serían 
ciudadanos  irreprochables. 

Todos  los  partidos,  todos  los  promotores  y  comentadores 
de  candidaturas  están  convenidos  en  una  sola  cosa,  y  es 
en  que  triunfarán.  Por  qué  medio?  triunfarán.  Para  con- 
seguir qué?  Triunfarán.  Esta  es  la  cuestión  electoral 
como  se  presenta,  y  este  el  programa  de  ambos  partidos 
triunfar.    Le  déluge  postergado. 

Hacemos  estas  penosas  observaciones,  forzados  á  ello, 
por  el  lenguaje  mismo  de  los  diarios,  que  sostienen  á  sus 
candidatos  de  composición  y  de  necesidad  de  triunfar. 

Cualquiera  de  ellos  que  triunfen,  hará  un  gobierno  mas 
<5  menos  viable^  mas  el  sistema  electoral,  los  propósitos  de 
los  partidos,  la  verdadera  opinión  del  país,  no  volverán  k 
encontrar  representante  en  veinte  ó  mas  años.  Cada  des- 
viación que  reciben  las  prácticas  de  gobierno,  como  la 
inclinacidn  del  .tallo  del  arbolito,  se  consolida,  y  continúan 
por  años  en  la  misma  dirección  torcida. 

La  gobernación  de  Buenos  Aires,  puede,  servir,  como  se 
proponen  los  nacionalistas,  de  escalón  necesario  para  la 
presidencia  y  del  accidente  hacerse  carrera. 

El  ministerio  de  la  Guerra  puede  hacerse  el  camino  de 
la  victoria,  no  solo  en  el  desierto,  sino  en  el  gobierno,  con- 
duciendo á  los  Ríos  Negros  ó  de  otros  colores  que  nunca 
faltarán,  y  á  la  presidencia. 

Un  Presidente,  Gobernador  ó  Ministro,  llevado  al  poder 
por  Gobernadores  ó  Ministros,  sabrá  quienes  han  de  ser 
Gobernadores  en  cada  provincia  para  producirlo  cada  seis 
años,  con  manifestaciones  oportunas  y  proclamaciones 
quel?. .  .lo  que  era  la  pesadilla  de  La  Nación^  lo  que  al  abrir 


LOS  DBSFALLBGIMIBNT08  T  LOS  DBSViOS         343 

-SU  campaña  revolucionaria  (hablamos  de  la  pasada)  colgó 
indebidamente  á  un  ex-Presidente  elector...  nombrarse 
sucesor. 

Así  labramos  el  mal,  llevados  por  una  pasión  del  mo- 
mento, sin  presentir  lo  que  viene  atrás.  Los  Prefectos  y 
Maires  electores,  y  los  Ministros  electores,  fueron  por  la 
primera  vez  en  Francia  este  año  estigmatizados  y  el  delito 
deñnido. 

En  este  mismo  año,  nuestros  partidos  todos  han  aclama- 
do el  gobierno  electoral  de  los  Gobernadores,  sean  de  Bue- 
nos Aires  ó  de  las  provincias,  favorezcan  al  jefe  del  ejér- 
cito ó  al  Gobernador  de  una  poderosa  provincia.  Lct 
República  para  ahí:  lo  que  sigue  Dios  lo  dirá.  Los  soste- 
nedores de  uno  y  otro  lado  están  armados  hasta  los  dientes, 
añlan  sus  espadas  en  via  de  bravata,  y  todos  á  una  dicen: 
no  es  nada  lo  del  ojo,  y  triunfaremos,  no  tenga  la  menor 
duda. 

Hace  muchos  años  que  en  efecto  hemos  aprendido  á  no 
dudar  de  nada;  y  cuando  nos  demuestran  que  algo  es  ab- 
surdo; qtúa  absurdum  contestamos  sin  pestañear,  porque 
ahí  está  el  mérito  de  la  cosa. 

U  PIEDRA  DE  SISIFO 

ó  LA  VERDAD  EN  CUEROS  VIVOS 

(Bl  Nacional,  Julio  16  de  1879.) 

Qué  situación  tan  estrañal  Cuanto  mas  se  aproxima  el 
momento  decisivo,  menos  decididos  se  muestran  los  parti- 
dos. ¡Guanta  mas  decisión  ostentan,  mas  á  las  claras  se 
muestra  el  retraimiento! 

Las  declaraciones  del  doctor  Laspiur,  el  aplazamiento  de 
la  proclamación  Boca,  de  ambos  lados,  muestran  que  no 
hay  aspiración  propia,  si  no  la  que  les  comunican  por  mo- 
vimientos galvánicos,  por  reclutamientos  y  bandera  de 
enganche,  k  ñn  de  hacer  número,  con  la  condescendencia 
y  facilidad  á  que  se  prestan  los  indiferentes. 

Y  sin  embargol  de  ambos  lados  se  siente  la  falta  de  en- 
tusiasmo, de  pasión,  y  dijéramos  de  voluntad,  que  carac* 
teriza  los  movimientos  políticos. 


344  OBRAS   DB  8ARMIBNT0 

La  candidatura  del  doctor  Laspiur  era  sin  duda  aigo  de- 
serio,  ya  fuese  en  primera  lfnea»yaen  segunda.  No  juzga- 
mos por  nuestras  propias  ideas,  sino  que  nos  ponemos  en  el. 
caso  de  los  que  la  han  sostenido  hasta  ahora  y  pasan  á  otras 
combinaciones,  como  los  ctmdottieri  cambiaban  de  bandera 
la  víspera  de  la  batalla.  Habiase  iniciado  en  Corrientes, 
tenía  eco  en  algunas  provincias,  ocupaba  en  el  Gobierna 
el  objeto  de  ella,  una  situación  espectable.  En  primera 
línea  se  le  consideraba  como  el  mas  culmin^inte  y  probado 
representante  de  la  Conciliación,  y  como  mas  apto  para 
reunir  mayor  número  de  adhesiones  en  las  provincias. 

Ha  sido  eliminado  sin  embargo,  aun  en  segunda  línea^ 
pues  sus  nciismos  sostenedores,  se  acojen  á  otra  idea,  sin 
duda  por  las  mayores  probabilidades  de  éxito. 

La  candidatura  Tejedor  se  presenta  ahora,  sin  aquel 
temperamento,  mas  incisiva,  mas  prescindente  de  toda 
consideración  de  circunstancias.  Parece  una  apuesta  ¿á 
qué  es  Presidente.  No  tendrá  mayoría  de  votos  ?  A.  qué 
es  Presidente  ? 

Tal  es  el  efecto  que  nos  ha  producido  esta  tardía  elimina- 
ción de  uno  de  los  candidatos  propuestos,  como  termina 
de  amalgamación  de  intereses,  y  elementos  diversos.  A 
donde  vamosl 

No  diremos  lo  mismo  de  parte  de  los  partidarios  de  la 
candidatura  Roca,  que  reúne  mayores  fuerzas,  y  que  tiene 
impertérritos  sostenedores.  Se  nos  asegura  que  no  se  ha 
llevado  á  cabo  la  proclamación,  porque  no  han  podida 
obtenerse  los  asentimientos  que  se  deseaban,  á  mas  de  la 
lista  de  sostenedores,  aunque  muchos  aseguran  que  adhie- 
ren los  unos  por  odio  á.  la  presión  Tejedor,  cualquiera  que 
sea  su  origen,  los  otros  por  no  dividirse,  y  estrañarse  de  los 
bandos  políticos  organizados. 

Reuniones  tenidas  para. acordar  la  adhesión  han  apla- 
zado su  resolución,  impuesto  condiciones  unos,  hecho  re- 
servas otros,  agrupándose  en  torno  de  ciertos  nombres  ó 
desgranándose  en  individualidades;  y  de  uno  y  otro  banda 
entre  tantas  combinacioneSi  desechas  las  que  parecían 
aceptadas,  ocuK.as  las  que  se  elaboran,  el  publico,  la  opi- 
nión, el  pueblo  marchan  á  la  aventura,  no  ya  tras  de  ciegos, 
£Uías  de  ciegos,  sino  de  pretendidos  guias,  que  no  guian 
sin  embargo,  por  que  no  saben  á  donde  van  ni  á  que  fin« 


Los  DB8FALUSCIMIBNT08  Y  LOS  DBSVIOS  345 

Todos  los  candidatos,  preciso  es  confesarlo,  son  innpuestos 
por  combinaciones  estrañas  á  ellos  mismos,  por  necesida- 
des  de  táct¡cá>de  éxito,  y  nadie  quiere  creer  que  va  á  donde 
va,  no  obstante  que  asegura  y  siente  en  efecto  que  va 
marchando  hacia  adelante. 

Tal  es  el  as)>ecto  qu^  presenta  la  situación  actual,  y  la 
oscuridad  que  ha  venido  k  arrojar  la  eliminación,  separa- 
ción ó  lo  que  sea  del  doctor  Laspiur.  Sabemos  ahora  que 
no  eran,  como  aperecía,  dos  candidaturas  añnes,  y  que  ppr 
el  contrario  hay  antagonismo  político  entre  los  candidatos 
de  un  mismo  partido. 

•  ¿Ignorábanlo  los  que  lo  propusieron  juntos?  Probable- 
mente, que  pocos  se  cuidaron  de  averiguarlo.  El  faculta- 
tivo reúne  dos  simples  de  diverso  carácter,  para  producir 
una  pócima  que  se  administrará  al  enfermo.  Los  farma- 
céuticos políticos,  sin  recipe  de  médico,  han  hecho  esta 
vez  varias  combinaciones.  Afortunadamente  el  enfermo 
DO  las  ha  tomado  todavía,  y  por  eso  no  ha  reventado  ya. 

Aconsejamos  al  enfermo,  que  se  guarde  de  las  nuevas  que 
van  á  presentarle,  que  le  serán  tan  nocivas,  como  las  que 
acaban  de  mandar  arrojar  á  la  calle. 

Tememos  qu^^  de  los  diarios  propagandistas»  nos  vengan 
las  denegaciones  de  costumbre. 

La  verdad  es  que  el  público  está  engañado  por  su  prensa, 
de  todos  los  colores,  puesto  que  cada  diario  exalta  á  su 
patrocinado,  y  redarguye,  ó  oculta  las  objeciones  muy 
fundadas  de  sus  adversarios. 

{Qué  aconsejaríamos  nosotros  al  pueblo,  &  los  pueblos 
todos  de  la  República,  para  apartarlos  del  despeñadero  á 
donde  los  conducen? 

No  hemos  de  vacilar  mas  tiempo,  ya  que  se  ha  visto  á 
El  Nacional  áuvAníe  un  año,  mantenerse  estrañoálas  com* 
binaciones  políticas,  dejando  que  la  opinión  se  muestre 
encarnada  en  los  que  la  representen  verdaderamente. 

Hemos  presenciado  el  hecho  de  buscarse  los  pueblos  y 
los  hombres  entre  si,  para  proceder  de  acuerdo,  sin  quede 
Comités,  Consejos  Directivos  y  Comisiones  Nacionales  y 
Provinciales,  pudiesen  obtener  jamas  respuesta,  porque 
nadie  tenía  un  pensamiento,  aunque  varios  tuviesen  pro- 
pósitos diversos  y  ocultos. 

La  candidatura  Roca  autonomista  no  ha  salido  del  Co- 


346  0BUA8  DB  SAUHIBNTÜ 

mité  autonomista  sino  de  una  fuente  inopinada  y  estraña. 
El  Comité  autonomista  de  que  tanto  esperaron  sus  parciales 
en  las  provincias,  se  ha  roto  en  tres  partes,  que  se  repelen, 
antes  que  tener  una  opinión,  y  ni  sus  fragmentos  la  tienen 
todavía 

El  Comité  mitrista  nacionalista  se  ha  fraccionado  tres 
veces,  y  solo  han  podido  reunirse  algunas  de  estas  partes, 
inmolando  ante  el  Dios  Exito^  el  mas  innoble  de  los  mons- 
truos políticos,  á.  sus  propios  ídolos. 

Sabemos  como  se  han  proclamado  candidaturas  en  las 
Provincias,  sacrificando  opiniones,  voluntad,  simpatías,  k 
la  impulsión  que  les  viene  de  afuera,  al  miedo  de  divi- 
dirse. 

Telegramas  de  Buenos  Aires  van  por  todas  partes  dicien- 
do, proclamen  en  el  acto  á  fulano  ó  mengano,  va  en  ello 
la  salvación,  y  proclamados,  nos  dicen  en  Buenos  Aires» 
los  mismos  que  los  telegramas  mandaron:  «véase  como 
la  opinión  es  uniforme,  y  se  nos  impone  á  nosotros.» 

De  Córdoba,'  decían  los  mismos  proclamadores,  «cen  dos 
«  horas  se  reunieron  mas  de  trescientas  personas,  no  obs- 
«  tante  que  se  habían  invitado  solo  cincuenta.»  Faltábale^ 
un  complemento  histórico  á  la  oración:  «Dos  horas  des- 
pués de  recibido  el  telegrama  de  Buenos  Aires,  urjiendo 
el  acto,  en  presencia  de  un  peligro.» 

Han  corrido  de  provincia  en  provincia  telegramas  anun- 
ciando oficial  y  oficiosamente  la  renuncia  de  tal  ó  cual 
presunto  candidato,  á  fin  de  simplificar  la  cuestión. 

Qué  se  buscaba?  Unidad  de  acción;  pero  esta  unidad  no 
ha  podido  obtenerse,  sino  por  la  unidad  de  la  simulación 
y  de  la  máscara  que  se  ha  repartido  ó  se  ofrece  á  cada 
uno  para  parecer  unidos;  y  unidos  van  á  despedazarse,  á 
hacer  imposible  la  marcha  de  un  gobierno  cualquiera. 

En  1868  el  gobierno  era  posible  y  lo  fué,  porque  no  ha- 
biéndose apoderado  de  los  gobiernos  los  partidos  siguieron 
en  su  carácter  apoyando  ú  oponiéndose  al  gobierno,  sin  que 
este  les  opusiese  trabas  ni  alarmase  de  las  oposiciones. 
No  serán  nunca  Mitre,  Quintana,  Rawson,  Ocanto,  Oroño, 
mas  libres  que  lo  fueron  y  se  sintieron  durante  aquellos 
seis  añosl  Después  han  sido  concillados,  lo  que  es  otra  cosa 
distinta.^ero  ahora  pasadas  las  elecciones  de  Presidente, 
la  presidencia  de  Tejedor  es  imposible  sino  se  convierte  en 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  347 

una  dictadura  sin  bandera,  pues  el  provincialismo  ha  de 
ser  el  nacionalismo  entonces,  para  contenerla,  como  el 
nacionalismo  constituyente  el  provincialisipbd  que  sostuvo 
la  lucha  contra  Rosas. 

No  ha  de  ser  fácil  el  Gobierno  de  Roca  en  Buenos  Aires» 
pues  le  han  de  poner  piedras  todos  los  dtas  en  su  camino, 
y  no  ha  de  ser  cosa  de  traer  el  ejército  á  prender  gendar- 
mes y  municipales.  El  ejército  no  obra  siñó  bajo  influen- 
cias morales,  ó  depravándolo.  Van  pues  al  desquicio,  sin 
necesidad,  sin  motivo,  teniendo  cada  uno  su  campo  natu- 
ral, legal,  útil  de  acción,  Tejedor  ha  de  ser  mas  digno  Go- 
bernador que  Presidente,  y  Presidente-Gobernador  va  á 
hacerle  un  rol  odioso,  que  lleva  en  si  la  marca  negra. 
Roca  era  el  primer  General  de  la  República.  Que  son 
Mitre,  Lavalle,  Rivas,  todos  los  que  mas  prestigio  adqui- 
rieron por  la  desgracia  del  patriotismo,  al  lado  del  joven 
feliz  que  principia  su  carrera  ahogando  de  paso  la  guerra 
civil  para  dotar  á  su  pais  de  un  continente?  Pero  de  eso 
no  se  hace  á  la  minute  un  Presidente,  como  una  tortilla;  y 
un  Presidente  en  presencia  de  un  Gobernador,  y  con  la  im- 
putación de  tener  otros  detras,  matará  al  General^  que  no 
se  ha  dado  el  tiempo,  para  incubar  su  gloria,  y  madurar  su 
prestijio. 

Hallárannos  imprudentes  en  decir  estas  verdades?  De- 
cimos  sin  embargo  lo  que  todos  sienten,  y  están  callando, 
por  no  dañar,  dicen  á  la  unidad  de  acción  para  no  dividirse 
é  ir  á  una. 

Y  sin  embargo,  los  nacionalistas  no  han  podido  estar 
unidos  una  semana,  han  tenido  que  seducir  autonomistas 
para  tener  con  quien  concillarse,  y  eliminar  su  propio  can- 
didato, para  estar  concillados. 

Los  autonomistas  hace  un  año,  que  se  palpan,  se  inter- 
rogan, miran  hacia  el  cielo,  buscando  el  candidato  que  les 
piden  de  todas  partes,  y  es  preciso  que  de  la  Plaza  de 
Monserrat  salga  alguien  diciéndoles — Eurekal  y  ni  aun  asi 
no  quieren  creerlo  hasta  ahora. 

Hay  remedio  á  este  mal,  á  esta  mentira  que  tiene  por 
cómplices  á  los  que  la  tragan  á  sabiendas,  y  la  pasan  al 
vecino,  diciéndole,  trágate  esta! 

Remedio  tiene;  y  vamos  á  proponerlo. 

A  todos  loa  que  estimen  en  algo  las  ideas  que  El  Nacional 


348  OBRAS  DB  8ARICIBMT0 

representa,  á  todos  los  que  hacen  justicia  á  su  Ríncerídaii 
aunque  sea  brusca  é  ingrata  k  veces,  proponemos  el  reme- 
dio sencillo,  sencillísimo,  y  es  pensar  como  en  realidad 
piensan,  y  obrar  en  consecuencia. 

No  hay  tal  unidad  de  acción.  No  haya  miedo  de  divi- 
dirse, que  todos  están  divididos.  Recuperen  su  libertad  cada 
uno,  y  abandone  el  vetusto  y  desacreditado  medio  de  los 
clubs,  Iv)s  comités,  los  consejos  directivos,  las  manifesta- 
ciones y  proclamaciones, que  han  acabado  por  el  descrédito 
ó  la  farsa,  porque  al  ñn,  hay  en  ella  una  voluntad  y  un 
propósito  que  principia  en  tres  ó  cuatro,  y  á  nada  conduce. 

El  peligro  de  los  Gobernadores  electores^  lo  ha  creado  el 
pueblo  qíie  no  elijs  y  no  muestra  que  pretende  tener  opinión 
suya. 

Es  el  público,  son  los  ricos  propietarios,  indiferentes,  los 
jóvenes  descreídos,  las  ambiciones  secundarias,  ios  que  han 
hecho  aparecer  á  los  gobernadores  en  primera  línea,  con 
los  generales  del  ejército  ó  retirados  ó  en  el  glorioso  ser- 
vicio. 

Sepan  que  el  ejército  no  pertenece  á  nadie  sino  á,  su  país 
y  que  la  depravación  á  de  llegar  hasta  él,  si  lo  hacen  juez 
de  la  contienda;  y  la  depravación  del  ejército  es  el  vómito 
de  sangre  del  tísico. 

Los  gobernadores  del  Interior  no  son  mas  depravados 
que  el  de  Buenos  Aires.  Conocemos  á  la  mayor  parte  de 
ellos.  Gomo  el  de  Buenos  Aires,  son  hombres  honorables, 
es  la  degradación  del  pueblo  lo  que  los  hace  audaces.  En 
poquísimas  provincias  ejercen  violencia;  la  violencia  está 
en  los  que  los  estimulan  al  mal.  Quieran  los  vecinos  lo 
que  quieran,  y  díganlo  á  boca  llena,  y  verán  desaparecer 
las  barreras,  los  fantasmas  y  las  imposicioues. 

La  opinión  ha  hecho  camino  en  estos  últimos  años:  hay 
libertad  en  todas  partes.  Lo  que  falta  es  hombres  libres. 
Hay  revolucionarios,  ó  especuladores  políticos. 

Pedimos  á  todos  nuestros  amigos  apoyo.  No  les  pedimos 
mas  que  verdad  y  moderación.  Envíennos  corresponden- 
cias de  las  Provincias,  sin  injurias  para  los  Gobernadores, 
y  cuenten  con  verdad  lo  que  está  sucediendo,  como  se 
hacen  las  proclamaciones;  y  como  nadie  cree  una  palabra 
de  lo  mismo  que  está  diciendo  y  haciendo.  Aquí  tenemos 
colaboradores. 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  349 

Después  de  la  conciliación,  que  ha  producido  el  anta- 
gonismo del  Presidente  y  de  Tejedor,  y  la  eliminación  del 
insij^^ne  conciliador  Laspiur,  tenemos  ahora  las  candida- 
turas de  commande^  fraguadas  á  frio^  sin  poderles  dar  consis-* 
tencia,  porque  le  falta  el  alma  del  pueblo,  el  calor  de  la 
verdad,  un  tinte  de  ideas  y  de  pasión  nobles.  El  éxito,  el 
éxito  brutal,  el  éxito  cueste  lo  que  cueste,  inmolando  á  las 
víctimas  que  han  tomado  á  Roca,  Tejedor,  Laspiur,  para 
9U8  enjuagues. 

Hay  mal  en  decirlo? 

Pues  si  á  nada  responden  estas  observaciones,  se  las  lle- 
vará el  viento,  como  dos  elogios  outrés  que  se  prodigan,  como 
los  gendarmes  que  hacen  ejercicio  de  remington,  como  la 
mentira  que  todos  conocen  serlo,  y  repiten  y  propagan. 
Nadie  tiene  miedo  de  El  Nacional^  que  no  tiene  sino  el 
derecho  y  el  poder  de  indicar  al  ñn  de  un  año  y  en 
presencia  del  abismo  á  que  vamos  caminando,  el  medio  de 
evitarlo. 

VUELVE  PAVÓN 

(ElNadmial,  Jallo  18  de  1879) 

Parécenos  que  nos  van  k  hacer  en  efecto  un  Pavón,  que 
<3omo  se  sabe  fué  y  serán  siempre  los  de  su  género,  mesas 
electorales,  donde  se  aclara  lo  que  parece  dudoso;  y  sobre 
todo  triunfan  los  principios,  y  el  gran  partido  de  la  li- 
bertad. 

-  No  iremos  á  Pavón,  nosotros  al  menos;  y  como  hay  algu- 
nos miles  de  lectores  de  Bl  Nacional  les  aconsejamos  estarse 
«u  sus  casas.  Ya  han  disparado,  según  La  Nación  el  primer 
tiro  de  bala.  Lo  sensible  es  que  no  se  asusten:  «Nadie  ha 
«  disparado,  dice  el  parte  oñcial,  se  ha  tocado  generala;  y 
«  los  combatientes  listos  y  armados,  bajan  al  terreno  del 
c  combate.    Que  Dios  ampare  á  los  buenos!» 

Dios  DOS  libre  de. . .  las  balas?  No:  de  las  figuras  de  retó- 
rica; del  lenguaje  simbólico  y  de  los  lugares  comunes,  que 
hacen  mucho  mas  estrago.  Se  necesitan  mil  seiscientas 
balas  en  un  campo  de  batalla  para  matar  un  hombre^  lo 
que  hace,  cuando  no  menudean  los  krups,  ú  otros  elemen- 
tos de  perturbación,  el  lugar  mas  garantido  para  no  moriV; 


350  OBRAS   1)8  SAKMIBMTO 

pero  uqa  ñgura  de  retórica  lanzada  á  tiempo,  desde  un  dia- 
rio ó  una  tribuna,  hace  barredera,  ttUti  á  veces. 

El  mejor  modo  de  inocular  una  idea,  es  tomar  un  hecho 
conocido,  vulgar  ó  histórico,  y  meterla  en  este  molde  para 
presentarla  al  espíritn,  que  obra  en  las  muchedumbres  por 
afinidad  y  asimilación. 

Semejante  es  el  caso  presente,  dice  uno,  al  que  termind 
en  Pavón;  Roca  es  Derqui,  los  que  lo  sostienen  son  los 
prisioneros  que  hicimos;  y  el  entusiasta  siente  rebullirse 
en  su  sangre  heroica,  toda  la  sangre  pavoniana  que  le 
quedó  en  las  venas;  y  los  que  se  hallaron  en  tan  memo- 
rable jomada^  por  no  tener  fuerzas  para  apuntar  el  fusil^ 
ansian  porque  les  demos  un  nuevo  Pavón,  para  salvar  la 
Constitución  que  vuelve  á  amenazar  el  nuevo  Derqui,  todo 
en  favor  del  doctor  Tejedor  de  quien  hay  una  que  otra  cosa 
juzgada  que  pasó  y  no  debe  recordarse. 

La  bandera  del  nuevo  Pavón  será  libre  sufragio  para  todos  lo$ 
argentinos^  como  en  Buenos  Airest 

Bustos,  Quiroga,  Aldao  y  Rosas,  llamaron  nacional  lo 
que  mas  tarde  llamaron  asi,  los  vencidos  de  Pavón,  para 
su  propio  bien,  que  es  la  razón  porque  las  mamas,  levantan 
las  faldas,  á  los  chicuelos,  diciéndoles  al  son  de  las  palma- 
das, ccpara  tu  propio  bien.»  Faltóle  solo  enternecerse  al 
moralista,  como  lo  hacen  las  mamas,  y  darle  después  un 
beso  &  los  prisioneros  de  Pavón. 

La  metáfora  concluye  aquí,  y  pasamos  á  otro  cuadro 
menos  alegórico.  Los  perdonavidas  de  Pavón  (hablamos 
de  los  que  invocan  aquel  recuerdo)  fueron  andando  el 
tiempo,  perdonados  á  su  vez.  «Sábelo  el  Presidente  de  la 
República,  el  señor  Sarmiento,  é  inñnitas  personas.»  Si 
no  nos  engañamos  hay  hasta  leyes,  decretos  y  mensajes. 
Pero  vino  la  conciliación,  y  á  fuerza  de  barajar  las  cartas 
ó  de  dar  vueltas  al  kaleidoscopio  se  presenta  un  nuevo 
cuadro,  y  son  los  perdonados  de  ayer,  que  no  quieren  per- 
donar á  los  que  los  perdonaron,  y  vuelve  da  capo  la  cantata  á 
principiar  por  Pavón,  para  volverlos  á  perdonar,  como  ver- 
daderos hermanos,  sin  distinción  de  partidos,  k  la  sombra 
de  la  Constitución  salvada  por  aquella  gloriosa  batalla. 

¡Demos  batallas  y  salvaremos  tantas  instituciones,  coma 
batallas  demos,  y  perdonaremos  para  que  nos  perdonen,  y 
los  reperdonaremos  para  que  nos  reperdonenl 


LOS  DBSFALLECIMIBNTOS  Y  LOS  DBSYIOS  351 

Es  imposible  que  el  partido  nacionalista,  no  gane  las  elec- 
ciones de  Presidente  con  lój^ica  de  este  calibre! 

Lo  peor  del  caso  es  que  al  Nacional  lo  toman  entre  dos 
fuegos,  pues,  que  ya  no  se  habla  sino  de  batallas,  balas,  dis- 
parosl  y  decimos  la  verdad,  que  no  sabemos  á  que  campo 
adherirnosf 

Gobernadores  electores  por  allá;  gobernador  candidato 
que  no  es  elector  por  acá.  Seguro  que  tenemos  la  fiebre, 
comodón  Basilio,  que  no  entiende  palabra  de  lo  que  rey 
oye;  sin  que  nadie  nos  ofrezca  aquella  luz  que  aclaró  la  inte- 
ligencia embotellada  del  maestro  de  música. 

Deseáramos  que  La  Nación  suprimiese  el  nombre  del 
señor  Sarmiento,  que  no  añade  ni  quita  á  sus  argumentos. 
En  1857  se  trataban  cuestiones  dignas  de  apasionar  á  los 
hombres. 

La  cuestión  de  candidaturas,  llevada  al  terreno  en  que  la 
colocan  hoy,  permite  abstenerse,  por  temor  de  renunciar 
todo  sentimiento  de  moral  politica  para  lo  futuro.  Es  pre- 
ciso que  algunos  salven  de  este  naufragio  de  los  principios 
y  del  decoro,  en  la  realidad  de  las  elecciones;  y  sabemos 
con  gusto  que  muchos  jóvenes  que  profesan  ideas  liberales, 
se  proponen  no  declamar  contra  los  gobernadores  electo- 
res,  no  hablar  de  libertad,  ni  de  principios  por  algún 
tiempo;  para  poder  decir  á  sus  hijos,  hablando  de  institu- 
ciones: todo  se  ha  perdido  menos  el  honor! 

ün  delito  de  imprenta,  contra  el  honor  de  las  letras  y  de 
los  individuos  se  comete  diariamente  en  nuestros  diarios,  y 
La  Nación  eií  su  febriciente  alucinación,  lo  comete  sin  saberlo- 
todos  los  días;  y  es  atribuir  á  sus  adversarios  los  pensa- 
mientos que  La  Nación  inventa  y  revestirlos  de  las  formas- 
mas  odiosas.  A  veces  se  hace  esto  señalando  entre  comi- 
llas, como  si  lo  copiaran  del  autor  ensambenitado;  y  otras 
lo  que  es  mas  maliciosatodavlai  se  ponen  tales  calumnias, 
pues  calumnias  vienen  &  ser  al  pasar  por  la  versión  fan- 
tásticamente perversa  del  traductor,  las  ponen  en  letras 
bastardillas,  para  señalarlas  y  que  no  escapen  á  la  execra- 
ción pública. 

Este  es  el  medio  mas  indigno  de  calumniar  que  se  haya 
inventado,  pues  se  toma  la  propia  boca,  ola  propia  pluma 
de  la  víctima,  para  que  aparezca  que  se  apuñalea  á  si  mis- 
mo.   A  un  principe  que  decía  á  un  escritor,  vqué  tonterask 


352  OBRAS  Dfl  SARMIENTO 

estampa  usted  á  veces»  éste  le  contestó:  «oigo  tantas  señor» 
que  no  es  extraño  se  me  escape  á  mi  alguna!  «Han  podido 
muy  bien  los  partidarios  del  General  Roca  decir  cosas  muy 
desagradables  del  doctor  Tejedor,  y  recordar  lo  que  debe 
olvidarse,  en  vida  pública  tan  poco  accidentada;  pero  en 
La  Nación^  la  que  cambia  el  sujeto  de  la  oración,  sustitu- 
yendo por  los  concillados  ó  el  doctor  Tejedor  de  que  venían 
hablando,  con  razón  ó  sin  ella,  la  Pro^ncia  de  Buenos 
Aires,  para  agregar  esta  superchería  odiosa. 

«  Su  exterminio  está,  decretado,  condenándola  á  la  escla- 
vitudj  y  á  gabelas  que  la  arruinan».  Agravando  todavía 
esta  imputación,  con  otra  que  pone  en  letras  bastardillas: 
Los  prisioneros  de  PAVoa  áeclSiVSLtx  rebelde  nuevamente  á  la 
Provincia  de  Buenos  Aires,  y  hacen  un  llamamiento  á  las 
demás  Provincias  para  someterla  á  sangre  y  fUego  ¿  la  ley 
federal  jurada». 

Basta  de  invenciones  Sr.  maniaco  de  batallas  y  sangre. 
La  de  Pavón  constiDuyó  la  República  paru  que  Barra,  Irigo- 
yen,  y  quienes  quieran  nombrarse  tuviesen  los  mismos  de- 
rechos, las  mismas  prerrogativas  que  los  demás.  Los  pri- 
sioneros de  Pavón  son  el  Congreso  Argentino  ahora,  menos 
•doS^Senadores  y  veinte  Diputados  de  Buenos  Aires.  El  Ge- 
neral Rocano  ha  decretado  el  esterminio  de  Buenos  Aires, 
ni  condenándolo  á  gabelas  que  lo  arruinen,  como  indigna- 
mente lo  inventa  La  Nación.  El  General  Roca  ha  liberta- 
do su  tarritorio  para  siempre,  debemos  esperarlo,  de  las 
depredaciones  seculares  dsl  salvaje;  y  sus  habitantes  saben 
que  no  perecerán  asesinados  en  sus  casas  en  las  fronteras, 
ni  sus  hijos  y  esposas  irán  cautivos  á  los  toldos  de  la  Pam* 
pa;  y  no  habrá  un  militar,  ni  un  general  porteño,  que  le 
dispute  ó  pretenda  menguar  ese  honor.  No  ha  jurado  pues 
el  esterminio  de  Buenos  Aires.  Este  Congreso  compuesto 
de  los  prisioneros  de  Pavón,  acaba  de  doblar  el  territorio 
-de  la  Provincia  en  lugar  de  arruinarla  con  gabelas;  y  no  es 
contra  el  Congreso,  ni  contra  Roca  que  se  han  reunido  f 
amotinado  en  las  plazas  públicas  ocho  mil  pulperos,  ciga- 
rreros ó  vendedores  de  licores,  para  protestar  contra  el 
gobierno  que  pretendían  los  arruinaba  con  gabelas,  y  esto 
con  la  aprobación  de  La  iVtrao/i  justiñcando  aquel  acto  sedi- 
cioso. 


LOS  DBSFALLBCIMUINTOS  Y  LOS  DBSYIOS  353 

Del  General  Roca  no  puede  pues  decirse  que  tal  piense 
ni  tal  haga.  Menos  de  sus  sostenedores»  entre  los  cuales 
pueden  haber  prisioneros  de  la  Verde  y  otros  lugares,  en 
que  era  menos  constitucional  caer  que  en  Pavón. 

Masías  alusiones  é  indirectas  á.  EíNacionaly  k  personas 
que  están  ligadas  con  él,  son  k  mas  de  capciosas,  infunda- 
das. No  cayó  prisionero  en  Pavón,  ni  en  la  Verde;  y  en  to- 
dos tiempos  ha  salvado  en  cuanto  ha  podido  los  principios 
'que  proclamaba.  No  quiso  aceptar  un  asiento  en  el  Con- 
greso, ni  una  silla  en  la  Legislatura  de  Buenos  Aires,  á  un 
mismo  tiempo  cuando  se  separaron,  y  solo  cuando  se  esta- 
bleció en  Buenos  Aires,  y  con  el  propósito  de  propender  & 
la  unión,  aceptó  participación  en  la  vida  pública. 

No  es  ahora  la  ocasión  de  inventar  un  Buenos  Aires  uni- 
do, contra  los  prisioneros  de  Pavón,  que  vienen  de  nuevo  & 
esterminarlo.  Por  el  favor  que  dispensan  millares  aquí  á.  El 
Nacional,  que  es  poco  leído  en  las  Provincias,  nos  consta  que 
hay  en  Buenos  Aires  miles  de  ciudadanos  que  miran  con 
indignación  esas  paparruchas  del  estermlnio  y  de  las  gabe- 
las que  impondrá,  á.  Buenos  Aires  Roca  ó  los  prisioneros,  y 
de  que  los  libertará  Tejedor!    Díganlo  los  cigarreros! 

El  Buenos  Aires  de  allá  por  los  años  1860,  está  represen- 
tado en  unos  veinte  millones  de  deuda  nacional  que  paga- 
mos, y  en  algunas  revoluciones  como  las  del  Entre-Riosy 
la  de  Setiembre^  que  son  el  rédito  y  las  goteras  que  que- 
dan de  las  pasadas  revoluciones.  Los  artículos  de  La  Na* 
don,  son  todavía  restos  de  la  pasada  época,  y  de  la  estrechez 
de  miras,  de  muchos,  que  no  veían  mas  horizontes  enton- 
ces, que  el  de  las  calles  de  Buenos  Aires,  de  donde  no  salió 
La  Naeion  nunca,  á  tomar  otros  aires. 

Dejemos  en  paz  pues,  á  Pavón,  y  hagamos  unas  eleccio- 
nes á  balazos,  que  darán  por  resultado  el  triunfo  seguro,  de 
quien  debe  triunfar  en  esta  tierra  clásica  de  la  libertad! 
Apostamos  á  que  La  Nación  sabe,  quien  va  á  triunfar  en  las 
elecciones  en  Buenos  Aires? — Nosotros  también — ^¿El  mis- 
mo?— El  mismo!— ¿Quién? —Claro  está,  el  que  debe  triunfar 
en  esta  tierra  clásica  de  la  libertad  de  votar!  ja. ••  ja... 
ja. ..jal!! 

Vamos  á  transcribir  un  trozo,  de  la  descripción  de  un 
j)ais  tan  clásico  como  el  nuestro,  la  Grecia,  no  la  de  PerU 

Tomo  il.— 88 


354  OHHA8   DB  SAKMIBNTO 

cíes,  sino  la  de  bey;  y  La  Nación  que  sabe  griego»  reconoce- 
rá su  escuela  y  su  tierra. 

«Las  pasiones  politicasi  dice  un  autor,  innatas  en  los  grie^ 
gos  modernos  como  en  los  antiguos,  no  están  becbas  para 
desenvolver  la  agricultura,  ni  favorecer  la  industria.  En  los 
primeros  tiempos  de  su  organización,  cada  tres  meses,  ha- 
bía cambios  de  ministerio,  disolusiones,  elecciones  que  agi-- 
taban  el  pais  y  lo  ensangrentaban  ¿  veces.  Los  partidarios 
de  una  candidatura  la  sostenían  á  balazos,  argumento  que 
no  encontraban  sin  réplica  sus  adversarios,  y  á  los  que  res- 
pondían con  otro  del  mismo  calibre.  Asi  sucedía  que  el' 
lugar  de  las  votaciones  era  un  campo  de  batalla,  se  dejaba 
para  mañana  los  asuntos  serios,  los  trabajos  del  campo  y 
del  taller  para  ocuparse  desde  luego  de  las  cosas  exitantes 
de  la  política. 

«Cada  uno  estaba  convencido  que  el  malestar  de  los  ne- 
gocios, el  déñcit  del  presupuesto,  la  esterilidad  del  suelo, 
eran  la  consecuencia  de  tal  cual  ministerio  y  que  despuesta 
este,  todo  iría  á  las  mil  maravillas.  •  •  • 

«La  revolución  de  1862  contra  el  rey  Othon  (Urquiza),  tra- 
jo los  peores  resultados.  Los  civiles  se  entregaron  & 
satisfacer  la  manía  de  los  empleos:  los  militares  el  ansia  da 
grados,  porque  la  revolución  tuvo  un  poco  de  carácter  de 
un  pronunciamiento  español!  La  administración  ademas  fué 
deplorable.  Se  ha  calculado  que  la  revolución  de  1862  ha 
costado  á  la  Grecia  mas  de  60  millones  de  dracmas». 

Vaya  otro  Pavón! 

LOS  FESTINES  É  ILUMINACIONES 

{Bl  Nacional,  Julio  19  de  1879.) 

Para  dejarnos  feos,  en  nuestros  cómputos,  parece  que  se 
hubieran  dado  cita,  dos  días  consecutivos  los  partidos,  con 
el  objeto  de  reunir  los  miembros  desunidos,  y  presentar 
mas  ancho  frente,  y  mas  espesas  columnas.  No  lo  atribuí- 
mos sino  al  maldito  espíritu  de  contradicción  que  nos  anima, 
7  es  causa  de  grandes  movimientos  políticos. 

En  mala  hora  dijimos  que  estaban  desunidos  entre  sí  los 
partidos.    Hoy  amanecieron  ambos  á  tres  compactos,  y 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  T  LOS  DESVÍOS  355 

€onio  diria  La  Nación^  «los  combatientes  listos  y  armados 
bajan  al  terreno  del  combateb 

Antenoche  se  reunió  un  grupo  en  los  alrededores  del 
(?)  bajo  la  inspiración  del  doctor  Rocha.  El  parte  oñcial 
les  da  el  número  de  cuatrocientos;  y  debe  creérsele,  porque 
aun  mas  podia  presentar  en  linea  aquel  leader,  de  cierta 
facción  republicana,  que  pudiéramos  llamar  la  estreme  gau- 
che del  republicanismo  de  que  los  autonomistas  eran  el 
centro. 

Estos  resolvieron,  á.  lo  que  se  dice,  obrar  individualmente 
en  la  cuestión  presidencial;  miestras  que  otra  fracción 
republicana,  ha  hecho  y  proclamado  su  adhesión  á.  la  can- 
didatura Roca. 

Pronunciáronse  discursos  notables  en  justificación  del 
acto,  y  en  el  elogio  del  candidato,  explicando  el  señor  Ro- 
cha, como  una  h  aumentada  á  la  palabra  Roca,  puede 
aumentar  las  probabilidades  de  triunfo,  aunque  una  h  sola 
no  altere  gran  cosa  el  sonido  de  las  palabras  sino  cuando 
es  aspirada,  como  en  las  exclamaciones  de  sorpresa,  ohl, 
abt,  ehi 

Para  obrar  bien  nunca  es  tarde,  y  un  buen  contingente 
de  votos  no  está  de  mas  el  día  de  la  gran  batalla;  pero  ha 
de  Rer  curiosa  é  interesante  la  historia  de  las  evoluciones 
del  gran  partido  autonomista,  que  tiene  sus  héroes  como 
Alsina,  hasta  desaparecer  de  la  escena  en  fracciones  míni- 
mas, después  de  haberse  mostrado  en  Variedades  un  día  á 
toda  la  República  y  llevado  á  todas  partes  la  idea  de  su 
fuerza. 

El  señor  don  Diego  Alvear  y  después  el  señor  Casares, 
han  tenido,  que  cuartearlo^  para  que  saliera  de  no  sabemos 
qué  pantano  en  que  cayó,  hasta  que  al  ñn,  anteanoche  entró 
en  la  huella,  un  poco  desmembrado  es  verdad,  pero  lleno 

de  esperanzas. Muchos  de  sus  prohombres  han  hecho 

ya  su  adhesión . 

Un  gran  auxilio  puede  prestar  en  las  elecciones  provin- 
ciales por  su  organización;  pero  tememos  que  en  las  provin- 
cias haya  perdido  toda  autoridad  moral.  La  iniciativa  está 
en  otra  parte  y  no  en  el  Gomité¡autonomista,que  ha  desapa- 
recido, habiendo  los  que  anoche  se  reunieron,  pasado  á 
ofrecer  sus  respetos  y  adhesión  al  Comité  de  Variedadeif  que 
Ueva  la  delantu^a. 


356  0BÍUL8  DE  SABJilBNTO 

El  discurso  mas  notable  fué  ^l  de  un  patriota  que  halló 
ea  el  candidato,  una  frente  surcada  por  los  rayos  de  los 
trópicos  (hacia  frío  esa  noche),  y  la  encarnación  mas  pura, 
de  la  pura  democracia;  y  eso  que  no  era  muy  ateniense  el 
orador. 

La  pura  democracia  es  una  institución  de  que  no  tenemos 
ideasen  estos  gobiernos  representativos,  con  senados,  y  eje- 
cutivo sextiies  pero  que|en  efecto  va  realizándose  á. fuerza  de 
periódicos,  manifestaciones,  y  discursos.  Qué  pide  el  pueblo 
soberano!  Pregúntenselo  á.  La  Nación^  que  es  un  órgano 
mas  acreditado. 

Anoche  la  calle  de  la  Florida  estaba  hecha  un  volcan  de 
luces,  banderas  y  festones  de  los  colores  patrios  al  frente 
del  club  nacionalista.  El  hijo  pródigo,  después  de  una  ca- 
laverada volvía  á,  la  casa  paterna;  y  se  concibe  ya  las  emo- 
ciones que  debieron  agitar,  según  lo  dispuesto  en  el  pro- 
grama, á  los  actores  en  aquel  bíblico  drama. 

Los  laspiuristas,  arrepentidos  y  desengañados  de  haberle 
separado  de  la  iglesia  ortodoxa  á  propósito  de  la  elección 
de  un  au'ti-Papa,  vuelven  de  su  error  momentáneo,  y  se 
declaran  tejedoristas  sin  piedad  y  sin  andar  como  antes 
con'aquí  la  puse,  y  haciendo  distinciones,  ni  reservas. 

Mañana  sabremos  lo  que  se  dijo  en  tan  memorable  oca- 
sión, ya  que  sabemos  lo  que  le  dejaron  dicho  al  candidato 
abandonado,  explicando  y  justificando  los  motivos  de  su 
retractación. 

Cualquier  tonto  habría  dicho  que  no  pudiendo  ser  dos 
candidatos  á.  un  tiempo  Presidentes,  la  prudencia  aconseja 
reconcentrar  los  votos  en  el  que  mas  probabilidades  de 
triunfo  ofreciera;  pero  los  ex-laspiuristas  no  son  mas  avisa- 
dos y  apelaron  par«  explicar  cosa  tan  sencilla  á  la  palabra 
mágica,  al  Shibuleí  que  sirve  para  no  entenderse  en  nada. 
Dijéronle  pues,  que  la  candidatura  Tejedor  era  una  candi- 
datura de  conciliación,  fiel  á  la  bandera  etc.;  que  era  verdad 
que  la  candidatura  Laspiur  era  también  una  candidatura 
de  conciliación,  que  se  hacían  un  honor  en  reconocer;  pero 
que  habiendo  el  primitivo  autor  de  la  conciliación,  mos* 
trádose  infiel  á  la  conciliación  y  el  doctor  Laspiur  dejado 
entender  que  le  guarda*ba  ley,  no  obstante  que  el  mas  áspe- 
ro de  los  frutos  de  la  conciliación,  estaba  en  utilidad 
con  el  autor  de    la  conciliación,  hablan  resuelto  reforzar 


LOS  DB8PALLECIMIBNT08  T  LOS  OBsiYlOS  357 

esta  parte  de  la  conciliación,  contra  la  otra  que  deshacia  la 
*  conciliación,  en  prueba  de  lo  cual  citaban  al  señor  Cesares, 
coautor  de  la  conciliación  buscando  prosélitos  para  un 
ministro  de  la  pasada  conciliación;  porque  hay  dos  conci- 
liaciones qu6  pueden  irse  á  las  manos.  Gomo  en  los  tiem- 
pos de  Chano  habían  dos  patrias,  la  patria  vieja,  eso  si 
que  era  patria,  la  patria  de  entonces,  amigo,  qué  tiempos 
aquellos!  y  la  conciliación  de  ahora,  que  no  admite  que  se 
le  asiente  una  mosca,  sin  que  nos  amenace  pavonearnos^  k 
diestro  y  siniestro. 

Tratando  las  cosas  serias  como  deben  tratarse,  debemos 
sin  embarf^o,  notar  que  las  evoluciones  efectuadas  ante- 
ayer y  ayer  por  ios  partidos  en  lucha,  acentúan  mas  la  si- 
tuación, sin  que  se  vean  síntomas  de  que  ninguno  de  ellos 
se  proponga  ceder  un  ápice  de  sus  pretensiones;  cosa  que 
en  manera  algimá  nos  alarmaría,  si  no  viésemos  en  el  es- 
píritu de  los  diarios,  que  se  niega  la  espontaneidad  y  la 
legalidad  de  las  manifestaciones  opuestas.  Ambas  tenden-* 
cias  se  refuerzan  con  contigentes  valiosos,  y  cierran  mas 
sus  filas,  en  derredor  de  banderas,  pues  que  banderas  hay, 
no  reconocidas.  QuefDios  esté  con  los  buenosl  que  no  ve- 
mos nosotros  de  uno  ni  otro  lado  sin  embargo. 

CONFIDENCIAS 

{Bl  Nacional,  Julio  SI  de  i879.) 

No  nos  han  de  arredrar  en  nuestra  tarea,  atribuyendo  la 
actitud  de  El  Nacional  al  despecho  de  no  haber  sido  recorda- 
do cierto  nombre  por  los  pueblos,  al  tratarse  de  candidatu- 
ras. Harto  lo  han  recordado,  y  nos  tocarla  á  nosotros 
presentar  las  pruebas,  que  impondrían  silencio  á  las 
suspicacias. 

No  nos  habríamos  parado,  en  poner  al  frente  de  las 
columnas  de  El  Nacional^  este  lema:  D.  F.  Sarmiento,  solicita 
las  votos  de  su§  compatriotas;  para  ahorrarles  conflictos,  aventu- 
ras y  estravíos,  en  la  próxima  presidencia.  Programa:*/  jii« 
tiene  cada  uno  en  su  propio  juicio  de  los  hombres  y  de  las  neceéidades 
de  su  país. 

La  palabra  candidato  nos  viene,  como  todos  saben  de  que 
en  Roma,  los  que  solicitaban  el  voto  de  los  ciudadanos,  para 


2158  0BRA8  DB    8A.KmBMT0 

ser  electos  cónsules,  vestían  de  blanco»  cartdüti»  í  fin  de  que 
de  lejos  los  viesen  venir. 

Ellos  mismos  eran  un  cartel  de  anuncio  y  aun  on  el 
foro  revestían  su  cabeza  de  una  capa  de  yeso  para  resistir 
á  los  rayos  del  sol,  mientras  recibían  ó  buscaban  adhe* 
sienes. 

Los  candidatos  ingleses  suben  á.  los  hustings  para  exponer 
sus  ideas,  y  hacer  valer  sus  servicios  y  buenos  lados,  reco- 
mendándose &  sus  electores;  y  Lincoln,  y  Douglas  candidatos 
á  la  presidencia  en  los  Estados  Unidos,  se  encontraron  un 
día  en  una  ciudad  del  Oeste,  cada  uno  solicitando  votos  en 
favor  de  sus  principios  como  Greeley  candidato  demócrata 
recorrió  todos  los  Estados  y  murió  en  la  demanda. 

Rosas  renunciando  todos  los  años  la  dictadura,  á  causa 
del  dolor  que  le  causaba  la  muerte  de  su  esposa  Encar* 
nación,  es  el  mas  acabado  tipo  de  las  hipocresías  deco- 
rosas de  nuestros  ambiciosos  que  <  no  quiebran  un 
huevo». 

Conocemos  y  conocen  muchos,  la  táctica  del  elogio  exage- 
rado, para  ahogar  bajo  la  enorme  carga  de  laureles,  el 
blanco  de  este  resorte  oratorio. 

No  registró  El  NaeioncU^  sin  embargo  una  palabra  en  un 
año  que  indicara  siquiera  que  había  un  candidato  posible, 
que  cada  dos  meses,  salía  á  la  superficie  en  la  opinión, 
tanto  en  Buenos  Aires  como  en  las  Provincias  y  hacían  blan- 
damente descender,  los  que  estaban  á  la  mira,  para  no  ser 
perturbados  en  sus  trabajos. 

La  Tribuna  dijo  una  vez,  que  tal  candidato  no  se  afectaba 
de  nada,  sino  cuando  lo  nombraban,  &  lo  que  contestamos 
que  esa  era  la  pura  verdad. 

Creía  que  para  cualquier  candidato,  los  trabajos^  la  adquiri- 
da cooperación  de  diarios,  la  simpatía  de  gobernantes,  de 
haders  de  facciones,  de  clubs  y  comités  organizados,  son 
medios  eficaces  y  suficientes  para  formar  la  opinión  que  se 
mide  en  las  mesas  electorales,  por  cientos  y  miles  de  los 
sufragantes,  y  en  eso  se  sabe  que  en  Buenos  Aires  la  cam- 
paña puede  dominar  á  la  ciudad  con  sus  votos,  y  que  hay 
muchas  provincias  que  son  campaña. 

Pero  para  el  candidato  de  la  predilección  de  los  amigos 
de  El  Nacional^  con  su  conocimiento  de  las  necesidades  de 
una  sociedad  que  amenaza  desquiciarse,  con  la  experiencia 


LOS  DJBSFALLBCIMISNTOS  Y  LOS  DBSYiOS  359 

del  gobierno,  y  su  estudio  de  los  defectos  en  la  teoría  y  en 
la  práctica,  tal  como  la  han  formado  sesenta  años  de  desór- 
denes y  de  ensayos  interrumpidos  en  toda  nuestra  América 
española,  necesitaba,  no  el  resultado  material  de  una  elec- 
xiion  por  cifras,  donde  tantas  hay  acomodaticias  y  quiz& 
de  ceros  para  formar  cantidades,  sino  un  llamamiento  de  la 
parte  intelijente  que  sabe  que  dicho  candidato  es  un  pro- 
grama  de  ideas  de  gobierno,  de  manera  de  poder  contar 
i^on  esa  sanción  moral,  que  necesita  en  tales  países  para 
organizar. 

Eso  le  fué  dicho  al  doctor  Iriondo  hace  dos  años;  al  doc- 
tor Leguizamo'n,  un  año  después,  en  que  hablaba  á  nombre 
de  varios.  Eso  oyó  el  doctor  López  mas  tarde;  el  doctor 
<7allo,diez  veces  y  todos  sus  amigos  ciento.  La  coronación 
de  una  vida  consagrada  al  trabajo,  al  estudio,  y  á  la  asimila- 
x:ion  lenta  de  los  principios  de  gobierno  y  de  libertad  que 
aun  nos  faltan,  no  había  de  ser,  ni  los  goces  efímeros  da 
las  apariencias  del  poder,  ni  las  luchas  estériles  con  oposi- 
'Ciones  nacidas  del  prurito  de  estorbarlo  todo,  con  el  propó- 
sito de  gobernar  al  gobierno. 

No  lo  han  olvidado  los  pueblos,  ni  tiene  que  lamentarse 
de  ingratitud,  ni  aun  de  gobernadores,  que  desde  lejos,  le 
han  significado  siempre  su  deferencia. 

Es  que  él  tuvo  cuidado  de  olvidarse  de  si  mismo,  y  dejar 
obrar  en  su  presencia,  á  su  lado,  y  aun  con  su  cooperación, 
cuando  requerida,  los  móviles,  los  resortes  mecánicos,  y  las 
palancas  con  que  se  mueven  ciertos  etementos^  muy  reales 
y  muy  eñcaces,  para  producir  tales  ó  cuales  opiniones.  De 
esta  cooperación  y  de  aquella  prescindencia  personal  hay 
cien  testigos  y  el  testimonio  de  la  conciencia  de  todos. 

Cuando  se  trató  del  doctor  Tejedor  y  hubo  una  mayoría 
que  lo  indicaba  como  candidato,  aceptábalo  sin  alarma» 
bajo  la  fé  de  sus  solemnes  declaraciones,  de  no  ser  gober- 
nador para  transformarse  en  Presidente,  con  el  auxilio  de 
la  administración  provincial.  Después,  ha  seguido  todos 
los  cambios  de  dirección  de  las  fuerzas  electoraleSy  sin  obs- 
truir su  camino  á  ninguna. 

El  Nacional  no  se  ha  alarmado,  sino  cuando  hemos  visto 
degenerar  la  lucha  electoral,  en  cuestión  de  saber  en  ade- 
lante quienes  serán  los  Presidentes  futuros,  desde  que  el 
Gobernador  de  Buenos  Aires  ha  de  ser  el  candidato,  con  la 


.*i:' 


3^ 


OBRAS  DI  SAHMIBNTO 


r: 


I 


admlnistranfon  provincial,  ó  un  Ministro  <ie  la  Guerra  qua^ 
representa  las  fuerzas  electorales  de  las  otras  provincias. 

Lo  que  parece  un  accidente  hoy,  puede  quedar  institución 
para  mañana.  Puede  haber  una  fuerte  Provincia  con  hege- 
monía sobre  las  otras;  pero  esa  hegemonía  no  ejercida  por 
la  inteligencia,  la  mayor  riqueza  y  población,  lo  que  sería 
siempre  un  peligro,  sino  Ir  hegemonía  de  los  Jueces  de  Paz 
y  de  las  policías  de  campaña,  que  darán  el  doble  de  votos. 
hoy,  y  diez  años  después,  en  urnas  electorales  ignoradas,. 
ó  simplemente  influidas  por  el  teniente  Alcalde. 

Ante  esta  perspectiva  nos  hemos  alarmado  al  fln.  El 
Presidente  de  la  República  puede  en  adelante  ser  electa 
por  cien  Jueces  de  Paz.  Rosas  fué  un  torpe,  que  se  concitó 
con  sus  matanzas,  sus  groserías,  la  sublevación  de  la  con- 
ciencia humana.  El  segundo  Bonaparte,  no  abusó  de  sus 
resortes  de  gobierno  y  gobernó  veinte  años,  aceptado.  Asi 
la  pagó  la  Francia  despuesl 

A  esto  se  opone  un  candidato  con  buenos  servicios,  y  sin 
antecedentes  políticos,  que  viene  á  sorprender  la  opinión, 
con  cooperación  que  se  dice  del  mismo  género,  en  las  pro- 
vincias, sin  ese  poder  moral  que  indicábamos  antes,  sino  el 
que  pueda  dar  el  hecho  material  del  escrutinio,  de  doce 
provincias  que  ya  sus  adversarios  rechazan.    • 

Esto  es  lo  que  nos  ha  alarmado,  porque  quedaría  estable- 
cido un  perverso  precedente. 

La  lucha  de  gobernadores,  que  se  cuidará  de  sembrarlos 
en  tiempo,  para  cosechar  á  los  tres  años  la  opinión,  cons* 
tatada  por  sumas  y  restas. 

Otro  peligro  viene  de  la  perversión  que  los  partidarios  y 
las  ambiciones  secundarias  hacen  de  los  hechos  mas  natu- 
rales. Es  muy  natural  que  un  jefe  del  ejército,  venza  á 
enemigos  del  país,  como  los  indios,  y  es  un  mérito  rela- 
vante haber  dado  cima  &  la  obra  que  se  viene  desenvol- 
viendo de  diez  años  atrás  de  avanzar  la  frontera.  Es  mas 
natural  todavía  que  la  opinión  pública  le  tenga  en  cuenta 
tales  servicios  y  méritos;  pero  es  muy  artiílcial  la  obra  de 
sus  amigos  de  poner  este  hecho  sobre  toda  otra  conside-^ 
ración,  y  falsiñcar  todas  las  nociones,  hasta  crear  la  teoría, 
de  que  los  pueblos  prefieren  ser  gobernados  por  el  primer 
jefe  accidental  de  la  frontera,  dejando  á  un  lado,  expe* 
xiencias,  servicios,  tradición  de  gobierno,  y  hombres  públi^ 


j  - 


•^-  ir. 


'  h* 


LOS  DBSFALLHGIHISNTOS  Y  LOS  DBSTIOS  301 

eos,  qne  son  la  herencia  y  el  caudal  de  conocimientos  que  se 
trasmiten  los  pueblos,  por  el  gobierno. 

Se  nos  dice,  es  verdad,  para  lisongearnos,  que  al  fijarse 
en  el  General  Roca,  «el  instinto  público  ve  en  él,  el  re- 
presentante ingenuo  de  la  escuela  política  fundada  por  el 
señor  Sarmiento,  la  escuela  que  ha  enseñado  con  el  ejem- 
plo y  la  propaganda  á  mantener  el  justo  equilibrio  entre 
la  libertad  y  la  autoridad.» 

¿Raro  instinto  de  los  pueblos  ir  á  encontrar  en  el  Mi- 
nistro de  la  Guerra,  que  va  al  Rio  Negro,  á  combatir  in- 
dios, el  representante  genuino  del  equilibrio  de  la  libertad 
7  de  la  autoridad? 

Pero  esto  pudiera  admitirse  suponiéndoles  k  pueblos  di- 
seminados k  tanta  distancia,  tanta  sagacidad.  Mas  la  forma 
que  han  dado  los  sucesos  á  esas  candidas  suposiciones 
ponen  hoy  en  otro  terreno  la  cuestión. 

Es  que  se  ha  levantado  en  Buenos  Aires  un  gobierno 
candidato  de  la  Presidencia,  con  el  poder  de  hacerse  elegir, 
aun  sin  violencia,  por  las  mayorías  inermes  que  engroaan 
el  voto,  y  con  repulsión  anticipada  de  otro  candidato,  á, 
quien  le  imputan  los  mismos  medios  de  acción;  y  mediante 
los  partidos  que  lo  aclaman  haciendo  degenerar  la  lucha 
electoral,  en  lucha  entre  la  Nación  y  una  Provincia  pode- 
rosa, entre  el  Presidente  y  un  Gobernador,  entre  el  Ministro 
de  la  Guerra  y  otros  Ministros. 

Las  instituciones  van  á  ser  falseadas,  y  la  cuestión  será; 
4  qué  gobernadores  y  gobernantes,  se  apoderarán  en  ade- 
lante de  los  destinos  del  país? 

Es  esto  lo  que  nos  ha  alarmado,  y  hecho  que  tomemos 
parte  en  el  debate,  á,  fln  de  evitar  sus  consecuencias. 

No  dañamos  con  esto  á  una  de  las  partes,  porque  ambas 
se  han  puesto  en  las  mismas  condiciones.  No  disimula- 
mos nuestras  propias  ambiciones,  como  se  insinúa,  pues 
consta  á  todos  los  que  se  han  pronunciado  por  las  candi* 
daturas  en  lucha,  incluyendo  entre  ellos  al  señor  Ministro 
Montes  de  Oca,  á  quien  espusimos  hace  meses  esto  mismo» 
y  que  nos  absteníamos  de  poner  de  relieve  la  verdadera 
situación,  por  temor  de  que  se  nos  atribuyesen  miras  in- 
teresadas. 

Hoy  que  los  sucesos  se  han  producido,  y  que  los  campos 


362  0BKA8  BE  8AKM1BNT0 

■ 

«stán  definidos,  hacérnoslo  como  un  deber,  con  grande 
aprobación  de  los  que  no  cierran  Yoluntariamente  los  ojos 
para  no  ver,  á.  fin  de  qu^  la  opinión,  la  opinión  reflexiva^ 
la  opinión  que  no  son  los  clubs,  los  agitadores»  no  se  aban- 
done á  los  impulsos  que  quieren  comunicarle.  Veremos 
43i  podemos  salvar  la  República  como  institución,  las  elec* 
isiones  como  medio  de  gobernarla,  sin  dividir  aquella,  sin 
hacer  de  estas  simple  trámite  oficial,  y  moderando  á  los 
mismos  que  se  aprestan  á  la  violencia,  oponiéndoles  una 
masa  de  ciudadanos,  viejos  y  jóvenes,  propietarios  é  indus- 
triales, que  amortigüen  los  golpes  que  van  á.  recibir  y  & 
dar  por  aquellas  fuerzas. 

¿Qué  significa  la  unión  de  todos  los  dispersos  de  los  par- 
tidos, operada  en  estos  dias,  en  torno  de  los  nombres  mas 
contundentes?  Qué  significa  la  acusación  al  Presidente 
como  razón  de  dejar  al  Ministro  Laspiur,  que  parecía  con- 
servar con  Tejedor  el  carácter  de  nacionalismo  de  la  presi- 
dencia? Porque  se  discuten  de  nuevo  las  viejas  preocupa- 
ciones provinciales? 

Quítenle  el  carácter  desquiciador  de  lu^ha  cínica  de  he« 
chos  materiales,  contra  hechos  materiales,  que  han  dado  á 
la  cuestión,  y  nos  tendrá  á  su  lado  el  candidato  que  repre- 
sente realmente  una  opinión  que  no  sea  por  los  medios  de 
simularla. 

Si  quieren  hacernos  aparecer  como  candidato  postumo^  no 
ha  de  ser  á  fe  por  las  cartas  que  hayamos  escrito,  las  pro- 
mesas hechas  ó  los  medios  asegurados  en  diarios,  policías 
y  gobernadores,  de  hacer  salir  en  las  urnas  nombre  que 
gusta  poco  de  ser  repetido,  ante  el  pobre  espectáculo  de 
toda  esta  América,  y  del  que  creíamos  haber  salvado,  con 
algunos  años  de  decoro,  hasta  que  viene  la  reacción  de  lo 
pasado,  como  en  Francia,  vuelve  la  moníaña^  la  reptUílica  roja 
y  la  comuna^  á  perturbar  los  movimientos  de  la  opinión  re- 
publicana honrada  que  trata  de  acabar  con  el  arbitrario, 
sin  salir  de  las  condiciones  ordinarias  y  aceptadas  del  go- 
bierno, tal  como  nos  viene  sancionado  por  la  esperiencia  de 
los  siglos.    Ya  volveremos  sobre  este  asunto. 


LOS  DBSFALLEGIMlBNTOa  T  LOS  DBSYIOS  363 


ESTAROS  DE  ACUERDO  COH  «LA  NACIOM» 

{Bl  NaHofua,  Jallo  U  de  1S79). 

En  la  Cochinchina  toman  los  elefantes  montaraces» 
poniéndoles  á  los  alrededores  de  lo  poblado,  ciñuelos  man- 
sos, á  que  se  juntan  sin  desconfianza;  y  luego  como  quien 
no  quiere  la  cosa,  y  como  si  fueran  conversando  entre  sí 
de  cosas  indiferentes,  los  conducen  los  taimados  hacia  las 
poblaciones,  los  hacen  entrar  en  un  corral  de  robustos 
troncos,  los  meten  en  un  brete;  y  he  aquí  un  elefante  pri- 
sionero y  domesticado. 

La  Nación  se  complace  en  trazar  el  itinerario  por  donde  ha 
conducido  al  viejo  elefante  hacia  el  redil;  y  le  diera  las 
gracias,  por  la  amabilidad  desplegada,  si  todavía  no  echara 
una  mirada  retrospectiva,  sobre  aquellos  anchos  horizontes 
en  que  se  ha  criado,  y  no  sintiera  el  reclamo  de  hábitos 
endurecidos  de  no  ceder  á.  los  halagos,  que  hacen  fácil  la 
vida;  pero  que  cierran  el  camino  á  las  generaciones  que  se 
suceden,  para  vivir  tranquilos  y  felices. 

No  gustamos  mincho  de  las  traducciones  libres,  que  sue- 
len hacer  de  nuestro  pensamiento,  y  con  los  derechos  de 
autor,  nos  reservamos  corregir  las  pruebas. 

El  Nacional^  que  ejerce  una  función  política^  como  todos 
sus  concolegas  en  la  prensa,  no  ha  entrado  todavía  en  el 
brete,  en  donde  lo  cree  ya  el  colega  asegurado. 

aEl  Nacional  no  se  encuentra  como  se  dice,  en  oposición 
decidida  con  la  candidatura  del  Greneral  Roca,  con  prefe* 
rencia  á  una  candidatura  no  iniciada,  y  aceptando  para  el 
caso  que  esta  no  surja,  la  del  doctor  Tejedor,  siempre  que 
esta  repudie  los  elenáentos  del  partido  nacionalista.» 

Este  es  el  meollo  del  articulo  de  La  Nación^  y  basta  some* 
terlo  al  crisol,  para  ver  disiparse  en  humo  todas  las  cola- 
terales stñrmaciones. 

Cuando  nos  han  hecho  cargo  de  un  cierto  despecho, 
hemos  negado  siquiera  la  existencia  de  un  propósito  bur- 
lado ó  de  un  desea    Queda  pues  eliminado  uno  de  los 


364  OBRAS  DB  «AKMIBNTO 

términos  de  la  proposición;  y  como  no  hemos  objetado  a\ 
doctor  Tejedor  su  alianza  con  los  elementos  nacionalistas^ 
nada  queda,  sino  es  nuestra  pretendida  oposición  decidida 
á  la  candidatura  del  General  Roca. 

Una  ú  otra  nos  habría  sido  aceptable,  reservándonos  anti- 
cipar nuestras  conjeturas  sobre  las  aptitudes  mas  ó  menoa 
desenvueltas  para  el  desempeño  de  sus  funciones.  Los 
Presidentes,  como  todo  lo  que  es  humano,  no  han  de  ser 
dechados  de  perfección. 

No  nos  preocupamos  tanto  de  las  cualidades  personales 
de  los  candidatos,  como  de  las  formas  ostensibles^  y  de  los 
medios  de  que  se  sirven  para  llevar  adelante  sus  propó- 
sitos. 

No  los  culpamos  á  ellos  tanto,  como  á  los  hombres  que 
los  empujan,  y  á.  la  perversión  de  las  ideas,  que  van  des- 
moralizando el  sentimiento  público. 

Lo  que  nos  hace  escribir  estas  lineas,  y  es  el  cargo  que 
hacemos  á  La  Nación^  es  que  los  que  intentaron  derrocar  al 
gobierno,  en  1874,  por  enderezar  una  elección  viciosa  hecha 
por  las  autoridades  de  entonces,  sean  hoy  los  mismos  que. 
empujan  á  la  primera  autoridad  de  la  Prorvincia,  á  repetir 
el  mismo  atentado,  so  pretexto  de  que  una  liga  de  Gober- 
nadores les  da  el  ejemplo. 

Mal  que  mal  el  Gobierno  de  Buenos  A.ire6,  iba  de  dia  en 
día  mejorando  hasta  1826,  sus  formas  exteriores  de  gobierno. 
Los  respetos  humanos  estaban  guardados  y  la  república,  si 
era  defectuosa,  aspiraba  á  ser  sincera. 

En  este  estado  de  cosas,  en  Buenos  Aires,  gran  número 
de  Provincias,  aunque  no  todas,  estaban  entregadas  al  arbi- 
trario de  caudillos  populares,  que  eran  gobernadores  alza- 
dos con  la  autoridad,  y  apoyados  con  los  elementos  de  la 
administración. 

Los  partidos  cultos  de  Buenos  Aires  empezaron  á  pro- 
pender, como  ahora,  á  ponerse  sd  nivel  de  las  provincias, 
y  puesto  que  pIIos  tenían  un  López,  un  Bustos,  un  Quiroga, 
no  veían  la  razón  porque  Buenos  Aires  no  seguiría  el  mo- 
vimiento y  tendría  también  un  Rosas,  comandante  de  las 
campañas  y  Gobernador  de  Buenos  Aires. 

Treinta  años  duró  el  ensayo,  y  no  *lo  olvide  Buenos 
Aires,  que  sino  es  una  conspiración  fácilmente  sofocada, 
1)0  pudo,  porque  nunca  se  puede,  desatarse  las  ligaduras 


LOS  ^BSFALLBOIMISNTOS  T  LOS  DESVÍOS  365 

que  le  hablan  puesta  sus  padres  en  un  dia  de  error. 
Cuando  se  vician  los  principios  en  que  está,  fundado  el 
|{obierno,  la  represión  se  llama  ley,  y  la  costumbre,  el 
hecho  confírmado,  matan  hasta  la  voluntad  de  corregirlo. 

Fué  preciso  que  fuerzas  esteriores  viniesen  en  su  auxi- 
lio, porque  el  paciente  no  quería  ser  curado,  y  cosa  que 
parece  inesplicable,  en  las  Provincias  se  habia  conservado 
'ó  salvado,  la  energía  y  el  anhelo  por  la  libertad,  con  ideas 
mas  claras  sobre  la  organización  del  gobierno,  la  libertad 
fluvial,  la  supresión  de  las  aduanas  interiores,  etc.,  etc. 

Hoy  se  intenta  hacer  otro  ensayo  de  asemejarse  á  las 
provincias,  puesto  que  por  allá  los  gobernadores  hacen 
Presidentes,  manipulando  las  urnas  electorales.  Qué  mal 
hay  en  ello? 

Es  que  el  mal  gobierno  en  una  ó  mas  provincias  del 
interior,  es  sin  influencia  durable,  ni  trascendental  sobre 
las  otras,  y  mucho  menos  sobre  Buenos  Aires. 

Habrá  masT  ó  menos  irregularidad  en  un  gobierno,  que 
se  ha  de  curar  al  ñrí  por  la  salvación  de  los  principios  en 
alguna  parte. 

Pero  la  depravación  del  gobierno,  como  del  sistema  elec- 
toral en  Buenos  Aires,  tiene  una  influencia  funesta  é  irre- 
sistible, qqe  como  la  tiranía  de  Rosas,  se  encastilla  en  el 
<:entro  de  las  fuerzas  de  toda  la  República,  y  una  vez  do- 
minadas, neutralizadas  ó  pervertidas  éstas,  el  hecho  se 
convierte  en  sistema,  y  treinta  años  después,  estarán  nues- 
tros hijos  bregando  por  romper  las  cadenas  que  les  hemos 
legado,  como  luchamos  nosotros  para  deshacer  la  obra  de 
nuestros  padres. 

Puede  suceder,  y  desgraciadamente  sucede,  que  las  elec- 
<:iones  no  sean  irreprochables  en  todas  partes.  Las  ha 
habido,  sin  embargo,  y  con  harta  frecuencia  regulares  y 
dignas  de  todo  pueblo  que  se  respeta,  y  respeta  la  decencia 
en  los  actos  públicos. 

Pero  otra  cosa  es  establecerlo  como  sistema:  darse  la 
•seguridad,  por  ejemplo,  de  que  las  elecciones  producirán 
una  lista  de  Diputados,  otra  de  Representantes,  otra  de 
Electores  que  están  de  ante  mano  decretadas;  y  que  echa- 
das en  la  roleta  estas  bolas,  han  de  señalar  la  casilla  co- 
lorada, que  es  á  la  que  va  el  qfM  tira. 

Los  añcionados  á  estos  juegos  se  dicen  entre  sí,  riéndose 


^-^^<l 


I'' 


366 


OBRAS  DS  SARMiniTO 


-«  . 


de  la  broma,  que  es  por  esta  vez  y  porque  asi  conviene^ 
para  luchar  con  los  gobernadores  electores.  Nosotros  em- 
pero, que  estamos  viendo  el  juego,  y  que  lo  hemos  visto 
antes,  con  otra  de  estas  concesiones  de  los  principios,  he- 
chas á  las  circunstancias,  decimos  que  están  fundando  ins- 
tituciones, como  fundaron  una  tiranía,  cuando  de  tíraniaa 
estaba  plagado  el  pais.  En  adelante  no  habrá  otros  elec- 
tores que  los  gobernadores,  pues,  que  el  gobernador  de 
Buenos  Aires,  nó  tendrá  mas  que  nombrar  excelentes  jue- 
ces de  paz  en  las  campañas,  cuyos  votos  inermes^  incon- 
cientes, son  en  mayor  número  que  los  de  la  ciudad,  capital 
donde  se  reconcentra  una  opinión  pública;  y  entonces  los 
gobernadores  de  las  otras  provincias  que  tienen  por  modelo 
á  Buenos  Aires,  esclavo  con  Rosas,  ó  libre  con  Mitre  ó^ 
autoritario  con  Sarmiento,  ó  conciliador  con  Avellaneda, 
$elfékctor  con  Tejedor,  opondrán  sus  jueces  de  paz.  y  todo  el 
personal,  toda  la  maquinaria  de  clubs,  y  comités  que  ha- 
cen comulgar  con  ruedas  de  carreta.  Allá  vamos! 

No  sea  tal  cosa,  ni  se  nos  vaya  á  creer  afiliados  en  esta 
horrible  mazorca  del  vicio  accidental  de  las  elecciones, 
proclamando  en  sistema.  Buenos  Aires  tiene  mas  alta 
misión  que  desempeñar  que  imitar  á  oscuros  régulos  de- 
provincia. 

No  hablamos  de  Buenos  Aires  obrando  en  masa  con  una 
sola  idea  (propósito)  que  es  la  de  oponerse  á  las  otras  partes 
del  territorio,  ó  dominar  las  menores  fuerzas  morales,  in- 
telectuales y  políticas  que  encierran  las  provincias.  Ha- 
blamos de  la  grande  masa  de  argentinos  reunidos  aquí,  y 
que  con  mayores  riquezas,  instrucción,  ventajas  locales  y 
contacto  con  el  mundo  esterior,  tienen  los  medios  y  el 
deber  de  ser  libres,  de  hacer  respetar  el  decoro,  de  no 
ponerse  á  lá  zaga  de  los  pueblos  mas  atrasados  de  la  tierra 
adonde  no  llegaron,  ni  los  suecos,  ni  noruegos,  ni  holande- 
ses, ni  belgas,  ni  prusianos,  ni  austríacos,  ni  franceses  ni 
ingleses,  y  es  la  de  hacer  que  los  gobernadores  se  elijan  á 
8i  mismos  por  los  medios  que  las  leyes  habían  puesto  en 
manos  de  los  pueblos,  para  renovar  sus  gobiernos. 

Esto  es  lo  que  hemos  echado  en  cara  á  La  Nación  de- 
haber concebido  como  plan  de  partido,  puéstolo  en  práctica 
creyendo  que  ha  hallado  su  hombre^  á  lo  que  parece,  y  sentá- 
dose  á  entonar  alabanzas  y  mostrar  á  todos  la  tierra  prome-- 


1 


LOS  DESFALLBC1MIKNT08  Y  LOS  DESVÍOS  367 

tida  que  mana  leche  y  miel,  para  los  que  lleguen  á  verla, 
después  de  la  elección  de  Presidente,  presidida  por  su  go- 
bernador. 

El  doctor  Tejedor  rechazando  el  cargo,  que  al  principio 
de  su  gobierno  le  hacían  los  afiliados  de  La  Nación  de  pro- 
ponerse imitar  á  sus  predecesores»  hizo  actos  oficiales  de- 
claración solemne  ante  sus  gobernados,  de  que  haría  por 
asegurar  el  depósito  sagrado  que  la  ley  le  confia  al  poner 
en  sus  manos  la  autoridad  pública,  que  es  para  asegurar  k 
cada  uno  sus  derechos. 

A  unos  cuantos  ciudadanos  se  les  confian  los  caudales 
del  Banco,  pudiendo  con  solo  poner  sus  firmas  en  un  papel» 
acuñar  moneda.  Pueden  por  error,  y  aun  favoritismo, 
prestar  caudales  á.  insolventes,  lo  que  es  mal  grave,  pero 
no  han  intentado  todavía,  firmar  papeles  para  llenarse  con 
ellos  los  bolsillos.  Eso  mismo  nos  parece  que  sería  aplicar 
los  medios  de  que  el  Gobernador  dispone,  para  hacerse 
elegir  él  mismo;  y  esa  es  la  situación  que  el  partido  Na-- 
cionalista,  si  es  que  tal  partido  existe,  ha  creado  al  doctor 
Tejedor  ó  mas  bien  al  Gobernador  de  Buenos  Aires. 

Hemos  repetido  cien  veces  que  hechos  semejantes  no 
tienen  antecedentes.  Casi  todos  los  pueblos  modernos 
eligen  real  y  verdaderamente  á  sus  mandatarios.  La  Fran- 
cia ha  elegido  su  Asamblea,  bajo  la  presión  del  pasado 
gobierno.  Los  Estados  Unidos  gobernados  por  gobernantes 
republicanos,  hdn  ido  cambiando  el  Congreso  por  mayorías 
demócratas,  lo  que  prueba  que  las  mesas  no  se  han  con- 
vertido en  maquinilla  de  gobierno,  para  perpetuarse  &  sí 
mismos. 

Buenos  Aires  tiene  el  deber  de  ser  libre  I  Tanta  riqueza» 
tanta  ilustración,  tanto  desenvolvimiento,  tan  terribles  y 
largas  lecciones  recibidas,  todo  para  correr  parejas  con  San*^ 
tiago  ó  con  La  Rioja,  en  cuanto  á  facultad  y  poder  de  elegir 
sus  mandatarios  I 

¿En  eso  vendría  á  parar  el  gran  partido  de  la  libertad,. 
las  tradiciones  gloriosas,  en  el  nombramiento  de  buenos 
Jueces  de  Paz?  Qué  ejemplo,  qué  bambolla,  y  qué  humil- 
dad insolente,  sin  embargo  I  No  estamos  pues  todavía  tan 
domesticados  como  La  Nación.  Esperemos  días  mejores. 
sin  revolución  y  maquinilla  electora). 


368  0BKA.8  DB  SAaMIBNTO 


LAS  CANDIDATURitS  DE  6BERRA I 

{B^  NaeUmal,  JoUo  15  de  1679.) 

Son  felices  á  veces  las  palabras,  aunque  las  ideas  hagan 
en  el  mundo  lento  camino. 

Denme  decia  Arquimedes  un  punto  de  apoyo^  y  con  mi 
palanca  muevo  la  tierra. 

Denme,  digo  yo,  una  frase,  y  cambio  la  situación  de  un 
pais  cualquiera.  «El  imperio  es  la'  paz»,  por  ejemplo;  da 
fuerza  es  anterior  al  derecho.» 

Tenemos  candidaturas  de  paz  y  candidaturas  de  guerra 

¿La  del  Ministro  de  la  Guerra?  De  paz,  por  supuesto. 
Si  vis  pacem ¿La  que  apoyan  dos  Generales,  como  Presi- 
dentes de  Clubs  y  seis  de  reserva  como  representantes  de 
la  opinión?  Son  la  quinta  esencia,  el  estractxf,m^  el  elixir 
d'amore — paz,  paz  y  pazi 

Se  arma  Corrientes,  y  aun  roba  armas?  La  paz  es  su 
banderal 

¿Se  trata  por  tablas,  de  una  hipótesis?  Es  la  guerra,  pero 
guerra  á  muerte;  sin  tregua  ni  otro  desenlace  que  el  exter- 
minio! 

Quién  lo  dice?    La  Nación  y  La  Tribuna. 
,   Téxte  David  cum  Sybilla. 

En  materia  igual  estuvieron  de  acuerdo  Galvino  y  el 
Papa,  que  no  lo  estaban  en  el  dogma.  Católicos  y  protes- 
tantes quemaban  las  brujas!  Hoy  se  empieza  á  dudar  si 
hubieron  brujas.  Solo  La  Nación  y  La  Tiibuna  siguen  cre- 
yendo en  ellas. 

Oh  imperio  de  las  palabras!  Creemos  mas  en  las  pala- 
bras que  en  los  sortilegios! 

Sábese  que  en  las  aldeas  si  alguna  frase,  reminiscencia  ó 
anécdota,  se  produce,  queda  por  largo  tiempo  el  estribillo. 
Uno  de  nuestros  militares  históricos,  hizo  con  oportunidad 
alguna  comparación  ó  lanzó  una  frase  picante.  Hizo  gracia 
en  el  campamento;  y  de  un  general  de  la  Independencia: 
ese  es  fundillos  caídos.  ¡Hombre  perdido!  De  algún  político 
tenido  por  aigo.  «Es  mUo,  decia  un  capitán,  y  hombre  al 
agua.» 

¡Qué  tiene  Vd.  que  redargüir,  si  tiene  los  fundillos  caldos. 


\ 

LOS  DESFALLBCIMIBNTOS  Y  LOS  PBSVIOS  360 

» 

sS  es^a^o?  Galiñcativos  que  en  su  origen  pudieron  signifi* 
car,  es  viejo,  ó  de  pocos  alcances!  Peiro  si  es  una  candida-* 
tura  de  guerra!  De  guerra,  en  este  pais  de  la  conciliación, 
de  la  paz  perdurable,  donde  todos  los  candidatos,  donde 
todos  los  objetos,  los  contratos»  y  los  diarios  trascienden  á 
conciliación,  á  mansedumbre  y  paz  octaviana,  hablar  de 
candidaturas  de  guerra!  Oh  Bernardino  de  Saint  Pierret 
autor  de  Pablo  y  Virginia,  La  Nación  y  La  Tribuna/ 

Queremos  tratar  la  cuestión,  y  hacer  que  la  hipótesis 
Jaable.  La  Fontaine  lo  ha  dicho  del  lobo  que  es  un  per* 
verso  animal,  que  cuando  lo  atacan,  se  defiende!  Oh  per- 
versidad! La  Tribuna  hace  coro  á.  La  Nación  en  este  punto 
capital  y  dogmático.  El  candidato  que  sostiene  La  Nación 
es  de  transacción  para  La  Tribuna.  El  de  La  Tribuna  no  será 
aceptable  para  La  Naeion  jamás,  amen. 

Nada  de  guerra  por  supuesto.  Son  dos  mansos  corderos, 
que  se  siguen  uno  á  otro  por  el  instinto  gregario  de  sa 
raza.  Adonde  va  el  uno  irá  el  otro.  La  cuestión  es  solo  de 
procedencia,  ¿quién  irá  adelante? 

Pero  se  nombra  un  tercero.  Este  es  el  lobo  para  los  dos 
corderos;  y  sin  embargo  nos  proponemos  mostrar  que  no  es 
tan  ñero  el  león  como  lo  pintan.  Los  antiguos  mitristas 
creen  á  pié  juntillos  que  detestan,  que  execran  el  recuerdo 
siquiera  del  periodo  administrativo  que  precedió  el  34  de 
Setiembre;  y  conviene  mostrarles  que  no  es  cierto  que  lo 
detesten,  por  mas  que  les  parezca.  Vamos  á  contarles 
ciertos  cuentos* 

En  1868  debía  principiar  una  nueva  administración  que 
tenía  por  base  el  vencimiento  de  dos  candidatos,  repre- 
sentantes de  dos  grandes  influencias,  la  del  General  Ur- 
quiza  y  la  del  General  Mitre. 

El  primero  que  no  pudo  triunfar  en  las  mesas  electorales, 
el  otro  que  acababa  un  periodo  de  gobierno^  que  abrazaba 
dos  presidencias,  la  gobernación  de  una  Provincia  poderosa, 
el  mando  de  varios  ej.ércitos,  durante  diez  años  conse- 
cutivos. 

Una  administración  nueva,  tenía  para  gobernar,  que 
luchar  con  aquellas  dos  potencias,  como  poderes  de  opinión 
y  de  fuerza.  Nuestras  jóvenes  repúblicas,  con  tan  pocos 
¿abitantes,  con  tan  reducido  número  de  hombres  de  gobier-* 

Tomo  xL.->d4 


370  OBRAS   DB  8ARMIBNT0 

no»  no  pueden  desligar  el  poder  público  de  las  personas  que 
lo  ejercieron  y  la  experiencia  diaria  maestra^  díganlo  sino 
Urquiza  y  Mitre,  que  al  dejar  el  gobierno»  se  llevan  afecta 
¿  su  persona,  la  fnitad  del  poder  público,  que  no  abando- 
nan, sino  por  los  contrastes  ó  los  años. 

La  nueva  administración,  llamémosle  EE,  para  abreviar, 
principiaba  bajo  la  influencia  de  aquellas  dos  grandes  figu- 
ras. La  dejarían  obrar?  Le  harían  el  favor  de  dejarla  exis- 
tir? Podia  el  patriotismo,  la  longanimidad  del  otro,  tener 
la  condescendencia  de  dejarla  vivir,  con  su  visto  bueno?  y 
aquí  principia  el  cuento. 

Desgraciadamente  H,  había  seguido  un  curso  público  d» 
gobierno,  que  á  mas  de  lo  que  le  era  personal,  como  an- 
tecedentes, preparación  y  carácter,  lo  predisponía  k  gober- 
nar, según  la  candida  pretensión,  (vanas  palabrasi)  de  la 
constitución  que  dice,  que  el  Presidente  es  el  Supremo 
Jefe  del  Estado.  H,  creía  en  las  palabras  hasta  entonces.. 
Después  ha  visto  que  aquello  tiene  su  mas  y  su  menos. 

La  obra  principió  con  el  temido  General  Urquiza,  que 
tuvo  la  bondad  de  hacer  que  se  acercasen  al  neófito^  los 
señores  Yelez,  Arredondo,  Várela,  Mansilla  y  Yictorica 
para  entenderse  y  darle  las  mas  completas  seguridades  de 
adhesión;  y  ¿cuál  no  seria  la  sorpresa  de  aquellos  caba- 
lleros, al  encontrarse  con  un  hombre  que  no  entendía 
palabra  de  lo  que  le  decían,  y  á  quien  no  pudieron  arran- 
car en  veinte  días,  una  de  aceptación,  concluyendo  con 
decir:  que  cada  uno  cumpla  con  su  deber.  El  General  Urquiza 
fué,  con  esto,  no  el  amigo  solo  sino  el  subdito,  usaremos 
esta  palabra,  del  Presidente  de  la  República.  Estaba  por 
su  alta  posición  habituado  á  ser  el  aliado,  el  protector  de 
gobiernos  nacionales. 

El  otro  lado  no  era  tan  fácil  de  arreglar.  Era  legión. 
Del  General  Mitre  era  posible  obtener  deferencia,  longa- 
nimidad también;  pero  á  sus  prohombres,  los  generales» 
ex-ministros,  publicistas  que  bajo  su  influencia  se  habían 
elevado,  no  era  fácil  hacerles  aceptar  un  hombre  nuevo» 
8i  este  no  era  el  jefe  tradicional,  al  que  habían  reconocido 
supremacía.    Mediaba  otra  circunstancia. 

Salvo  un  cierto  número  de  esta  pléyade,  que  habían  sido 
sus  concolegas  de  trabajos  diez  años  antes,  aunque  á  todos 
los  hubiese  precedido  de  otros  diez  años  mas,  en  la  vida 


LOS  DB8FALLBCIMIBNT0S  Y  LOS  DBSYIOS  371 

públicaí  los  demás,  los  nuevos  personajes,  y  la  mostacilla 
de  los  partidos  tenían  por  H  el  mas  alto,  el  mas  merecido, 
el  mas  calificado  desprecio!  Léase  La  y  las iVacto»  sesio- 
nes de  la  Cámara,  durante  los  primeros  años  de  aquel 
gobierno.    Era  ademas  loco  y  atrabiliario. 

Otra  circunstancia  mas  empeoraba  la  situación.  H  había 
estado  ausente  largos  años,  y  en  Chile,  en  el  Perú,  en  el 
Congi*eso  Americano^  en  los  Estados  Unidos,  en  el  cuerpo 
diplomático  europeo,  en  los  Congresos  de  Educación  de 
millares  de  sabios  á  que  concurrió,  á  su  regreso  honrado 
por  la  amistad  de  un  Emperador,  todo  esto  le  había  creado 
el  hábito  de  creerse  algo,  porque  el  contacto  y  el  concepto 
de  los  hombres  de  valer  es  contagioso  y  nos  penetra. 

Con  esta  perversa  educación  caía  como  del  cielo  á  su 
país,  y  según  la  manera  nueva  de  tratarlo,  parecía  que 
de  tanta  altura  había  descendido  á  ser  Presidente  de  una 
república,  que  se  divierte  en  jugar  á  la  pelota  con. sus 
presidentes.    Cuesta  aceptar  estos  cambios  I 

Fué  pues  larga  y  penosa  la  lucha  con  aquel  elemento 
que  encontraba  sin  el  poder  material,  pero  con  poder  de 
influencia  y  de  posiciones.  Todo  se  habría  allanado  con 
dar  un  paso,  y  concillarse  los  ánimos;  pero  ahí  estuvo  la 
dificultad. 

No  aceptaba  ni  aliados,  ni  protectores. 

La  Nación  lo  ha  dicho  candidamente  ahora  poco.  Al 
fin  lo  reconocieron  Presidente.  Su  bueno  le  costó ; 
aunque  no  logró  hacerles  á  todos  perder  ni  el  merecido 
desprecio  personal  hacia  él,  ni  la  posición  conservada  de 
dispensadores  de  aprobación,  manirrotas  en  cuanto  á  vi- 
tuperio, y  aun  escarnio  del  pretendido  Jefe  Supremo  del 
Estado,  que  descendió  sin  embargo  de  tan  elevado  puesto, 
siendo  en  verdad  hasta  el  último  el  Jefe  Supremo  del  Es- 
tado como  tan  neciamente  lo  pretende  la  Constitución. 

Esto  no  le  negarán  sus  adversarios. 

Pero  hay  algo,  que  hoy  no  se  atreverán  á  negar,  y  será  su 
eterna  condenación.  Aquel  H»  tan  pretencioso  de  preroga- 
tivas,  tan  intratable  y  autoritativo,  dejó  á  sus  enemigos,  el 
derecho  de  serlo,  con  toda  libertad,  con  mas  libertad  que  la 
que  adversarios  gozan  en  parte  alguna.  La  libertad  de 
abusar  de  la  libertad.  Hoy  pueden  releer  en  las  sesiones 
del  Congreso  sus  discursos,  Mitre,  Quintana,  Rawson,  Ocan- 


372  0BRAi9  DB  SARMIENTO 

tos,  Oroño,  Justo  y  veinte  mas,  y  convendrán  que  nad^ 
perderían  de  su  fuerza,  si  borraran  palabras,  frases,  mo- 
ciones y  tentativas  hostiles,  ó  injurias,  sin  que  ellas  les 
trajesen,  ni  la  molestia  de  rechazar  insinuaciones  de  aco- 
modamiento de  parte  del  agraviado,  á  fín  de  ahorrarse  en 
adelante  nuevas  ofensas.  Sin  ofensa  puede  recordar  que 
Rawson,  Quintana,  Oroño,  Mitre  y  muchos  otros  estuvieron 
un  momento  ai  menos  en  su  vida  dispuestos  á  ser  mas 
indulgentes;  y  que  sin  embargo,  no  se  dio  un  paso  para 
decidirlos  y  conquistar  su  aquiescencia. 

Los  diarios  de  la  época  se  hacían  un  deber  de  serle 
hostiles,  de  hacerle  implacable  oposición,  sin  economizar 
ni  la  injuria  ni  el  ridículo,  y  sin  embargo,  ningún  inconve- 
niente encontraron  en  su  carrera,  ni  el  de  una  justiñcacion 
ó  descargo. 

Un  hábil  político  dijo  una  vez  á  H.,  que  creía  que  hubiese 
hecho  un  ejército  suyo,  poniendo  á  la  cabeza  jefes  suyos. 

H.,  tenía  el  candor  de  creer  que  el  ejército  era  una  arma 
nacional  regida  por  el  deber;  y  cuando  de  guerra  'Se  tra- 
taba. Mitre,  Rivas,  Gonesa,  Gelly,  Arredondo,  Vedia  eran 
simples  generales  de  quien  echó  mano,  como  si  no  fueran 
conocidos  partidarios  adversos  las  mas  veces.  Que  cada 
uno  cumpla  con  su  deber,  era  su  tema  y  explicación. 

El  General  Gaínza  usaba  de  una  frase  característica 
para  significar  un  hecho  constante  que  presenciaba,  di- 
ciendo, «ees  el  hombre  mas  impersonal  que  he  conocido»;  y 
creemos  que  puede  repetirlo  todavía. 

Esta  política  que  no  tenía  ni  preferencias,  ni  odio,  fué 
pagada  con  usura.  El  General  Rivas  no  hizo  armas  contra 
él.  Todos  los  jefes  del  partido,  quisieron  evitar  que  en  su 
aborrecida  administración  hubiese  una  revolución.  Mal 
que  mal  era  sin  cargo  justo. 

Decimos  mas^,  nunca  fueron  todos  mas  libres.  Una  liber- 
tad empero  no  gozaron,  y  fué  la  de  ver  doblarse  ante  el 
amor  propio  de  los  unos,  ó  el  desdén  de  los  otros»  aqu49lla 
encarnación  de  un  cargo  puesto  en  sus  manos. 

Guando  hubo  de  estallar  la  revolución  de  Setiembre,  H., 
sabia  mucho  de  ella,  y  pudo  ahorrarle  al  país  muchos  qu^ 
brantos,  con  poner  la  mano  anticipadamente  sobre  media 
<iocena  de  individuos,  y  no  lo  hizo,  por  no  creer  legal  poder 
hacerlo,  pero  estallada  la  revuelta,  desplegó  toda  la  energía 


LOS  DESFALLECIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  373 

que  SU  deber  le  imponía.  Entregando  el  niando  k  su  suce- 
sor, pudo  guardar  silencio,  dejarlos  que  se  defendiesen  sin 
cono  prometerse  inútilmente  en  actos,  que  ya  no  le  inte- 
resaban. 

Pndo  aprobar  la  amnistía  sin  enmiendas,  como  pasó  y  aun 
elogiar  ia  magnanimidad  del  gobierno  que  la  concedía,  y 
ganarse  prosélitos  entre  los  agraciados.  Pudo  dar  su  en- 
tusiástica aprobación  á  la  conciliación  y  entrar  en  el  gre- 
mio de  los  amnistiados  y  conciliadoa.  No  lo  hizo,  porque 
reputaba  uno  y  otro  acto  errores  políticos  de  gran  trasceti- 
dencia. 

Estos  son  los  motivos  del  pretendido  odio  de  los  preten- 
didos mitristas;  y  no  los  actos  del  gobierno  de  H.,  ni  opre- 
sión ejercida  ó  injusticia  hecha,  como  partido. 

Harían  la  guerra  si  tuvieran  soldados;  pero  le  serán  gran 
número  hostiles,  y  sería  en  efecto  candidatura  de  guerra^ 
porque  en  efecto  muchos  de  ellos  lo  desprecian  soberana- 
mente todavía  y  se  estiman  á  sí  mismos  en  mucho;  y  tie* 
nen  todavía  la  esperanza  de  tener  Presidentes  á  quien 
tener  en  menos,  que  lo  que  se  tiene  entre  gente  culta  á 
cualquiera.  Es  tan  rica  la  República  de  hombres  públi- 
cos, de  oradores,  de  Generales,  de  jurisconsultos,  y  de  prin- 
cipios y  honradez  política,  que  podemos  echar  al  carro 
de  la  basura  las  que  nos  sobran,  y  tomar  en  su  lugar  ^ 
fardo  cerrado  al  que  las  desprecia. 

Es  el  amor  propio  el  grande  agitador  de  las  resistencias- 
y  hará  la  guerra. 


PROCLAMACIÓN  ROCA 


(El  Nacional,  Julio  30  de  1879.) 

« 

El  acto  ostensible  tantas  veces  diferido,  tuvo  lugar  el 
domingo  con  todas  las  formas  exteriores  de  estilo;  y  hemos 
aguardado  al  día  de  hoy  para  ocuparnos  de  su  importan- 
cia, esperando  oir  la  opinión  de  los  diarios,  y  los  comen- 
tos que  el  público  hace  según  sus  impresiones. 

Ya  estamos  habituados  á  estas  manifestaciones,  en  que- 
los  partidos  se  exhiben  para  ser  medidos  á  ojOj  según  ei 


374  OBRAS   DS  8AHliISMl*0 

espacio  que  ocupan  en  una  plaza,  en  una  calle  ó  en  un 
teatro.  En  el  de  Variedades,  puede  decirse  que  hubo  reu- 
nidos el  domingo,  doble  número  de  los  que  puede  conte- 
ner holgadamente.  Si  alguien  pretende  que  habla .  tres 
veces  mas  ese  número,  contando  con  los  alrededores,  no  es 
materia  que  nos  propongamos  contradecir. 

Ya  es  punto  averiguado,  sin  embargo,  que  ninguna  ma- 
nifestación política  baja  de  tres  mil  personas,  cualquiera 
que  sea  el  partido  que  la  requiere  y  prohija. 

La  proclamación  de  la  candidatura  del  General  Boca, 
tenia  sin  embargo  carácter  mas  significativo  que  las  me- 
ras cifras,  y  era  que  concurrían  &  ella  adhesiones  que 
habían  tardado  en  asociarse  á  sus  amigos;  notándose  la 
presencia  de  la  mayor  parte  de  los  pro^hombres  del  par- 
tido autonomista,  que  puede  considerarse  reintegrado  y 
constituido,  salvo  algunas  excepciones,  que  aun  pueden, 
faltos  de  bandera,  agregarse  al  núcleo  general. 

El  movimiento,  pues,  encabezado  por  los  señores  Alvear 
y  Casares,  y  sostenido  por  varios  diarios  ha  absorvido  al 
partido  autonomista;  supliendo  con  su  iniciativa  la  que  le 
faltó  al  Comité  nombrado  hace  mas  de  un  año  en  ese  mis- 
mo teatro  de  Variedades,  en  donde  se  ha  hecho  la  procla- 
mación de  la  candidatura  Boca. 

Observadores  curiosos  han  notado  que  no  ha  asistido  al 
último  acto,  el  grupo  que  en  el  primero  alarmó  las  sucep- 
tibilidades  de  los  que  se  divorcian  de  su  partido,  pasando 
á  conciliarse  con  los  nacionalistas;  de  manera,  dicen,  que 
si  como  ahora  no  han  concurrido,  no  lo  hubieran  hecho 
tampoco  en  la  primera  sesión  de  Variedades,  Gainza,  Vá- 
rela, Lavalle  fueran  aun  autonomistas,  irreconciliables  por 
el  otro  extremo,  como  se  han  mostrado  por  este. 

Es  admitido  por  todos  que  centenares  de  personas  de 
influencia  y  valimiento,  que  no  dan  suprema  importancia 
á  las  calificaciones  de  los  partidos  políticos,  prestan  cordial 
adhesión  y  apoyo  á  la  candidatura  que  se  ba  proclamado 
el  domingo. 

Ssta  circunstancia,  y  el  concurso  de  varios  matices  de 
opinión,  que  la  segundan,  atenúa  el  peligro  que  á  nuestro 
juicio  se  presentaba,  y  que  no  desaparece  del  todo,  de  unir 
como  se  pretendía  la  Provincia  de  Buenos  Aires,  como 
Provincia,  para  oponerla  á  lo  que  se  reputaba  impuesto  por 


■*«_■    ," ' 


LOS  DBSFALLBGIiaBNTOS  T  LOS  DESVÍOS  375 

las  otras.  La  reunión  de  Variedades  desautoriza  tales  pre- 
tensiones. Era  en  gran  número  compuesta  de  los  mismos 
ciudadanos  que  hace  años  figuran  en  la  escena  política  de 
Buenos  Aires;  y  ademas  concurren  á  sostenerla  otros  ciu- . 
<]adanos  que  tienen  representación  en  el  comercio,  ó  en 
la  posesionado  la  tierra.  Buenos  Aires  se  presenta,  pues» 
<)omo  toda  otra  sociedad  en  vísperas  de  elecciones,  afecta* 
dos  sus  habitantes  por  ideas  y  propósitos  diversos.  ¿Dónde 
estará,  la  mayoría? 

Gueistion  es  esta  k  que  contestarán  con  mas  ó  menos 
verdad  las  urnas  electorales  á  su  tiempo,  y  que  es  permitido 
anticipar  en  su  favor  á  cada  partido.  Lo  que  la  reunión  de 
Variedades  deja  en  claro,  es  que  la  candidatura  Roca  tiene 
adherentes,  en  número,  y  en  calidad  bastantes  para  ser 
reputada  una  candidatura  de  Buenos  Aires,  tal  como  puede 
ser  reputada  en  cualquiera  otra  Provincia. 

Establecido  el  hecho  tal  como  se  manifiesta  por  formas 
tangibles,  aunque  pretendan  disminuirlas  ó  exagerarlas 
los  interesados,  la  lucha  electoral  seguirá  sus  peripecias 
hasta  que  el  escrutinio  le  haya  dado  la  solución  legal  y 
obligatoria. 

Es  curioso  mientras  tanto  oír  las  clasificaciones  que  dan 
reciprocamente  á  los  hechos,  los  que  gustan  de  hacerles 
asumir  formas  de  cuestiones  trascendentales,  en  que  las 
ideas  ó  los  principios  están  comprometidos.  La  República 
reconociendo  dos  candidatos,  los  coloca  en  polos  opuestos; 
con  esto,  que  el  que  representa  el  provincialismo,  es  levan- 
tado por  los  nacionalistas,  mientras  que  el  que  representa 
el  nacionalismo,  no  es  posible  disimularse  que  está  soste- 
nido aquí  por  el  partido  que  antes  representaba  el  provin- 
cialismo. O  no  hay  palabra  de  verdad  en  estas  denomi- 
naciones, ó  el  provincialismo  ha  perdido  todo  significado» 
y  solo  sirve  como  instrumento  indistintamente  á  autono- 
mistas, ó  nacionalistas,  que  quieran  suscitar  prevenciones» 
ó  como  en  el  caso  presente,  darse  aires  de  algo.  El  doctor 
Tejedor  es  y  era  nacionalista.  Los  que  de  tal  título  bla- 
sonan lo  llevaron  al  gobierno  de  la  Provincia;  y  si  son 
ellos  los  que  lo  han  proclamado  candidato  para  la  Presi- 
dencia. 

Con  razón,  pues  se  indigna  La  Nación  porque  los  acusabaa 
de  que  despechados  habían  claudicado  de  sus  principios» 


376  OBRAS  DB  8ARUISMTO 

levantando  una  candidatura  que  era^  la  vive  representación^ 
del  localismo,  para  vengarse  de  las  (otras)  Provincias;, 
conviniendo,  Ain  embargo,  en  que  formando  una  gran 
masa  de  población  de  Buenos  Aires  el  partido  nacionalista, 
tan  calumniado,  algunos  ciudadanos  de  esta  Provincia  han 
acudido  el  domingo  k  hacer  acto  de  presente  en  Variedades 
haciéndose  solidarios  de  las  injurias,  calumnias  y  acusa- 
ciones contra  el  gobierno  y  mayor  parte  de  esta. 

No  entraríamos  á  juzgar  las  apreciaciones  de  La  TrUmnaf, 
que  tan  elevado  puesto  tiene  en  la  procuración  de  la  candi- 
datura del  General  Roca.  Puede  levantar  la  bandera  del 
cuartel  general  de  la  prensa,  aunque  hayan  muchos  otros 
diarios  cuyos  trabajos  tengan  igual  mérito. 

El  Gourrier  de  la  Plata  debe  ser  consultado  de  vez  en 
cuando,  por  los  aperpus^  que  le  son  propios.  Aquello  del 
amigo  que  se  guarda  de  su  amistad  como  la  de  una  pasión 
sospechosa,  y  que  por  temor  de  serle  parcial  lo  es  con  los 
otros,  es  magnifico  1 

Es  nuestro  objeto  al  consagrar  estas  lineas  á  la  procla- 
mación del  domingo,  el  hacer  constar,  contra  el  prurito  de 
reducir  á  cifras  mínimas  lo  que  todos  han  visto,  porque^ 
para  que  lo  viesen  se  hizo;  y  es,  por  el  número  y  por 
la  calidad  de  las  personas,  la  candidatura  del  General 
Roca,  no  es  un  hecho  extraño  á  los  partidos  políticos  de 
Buenos  Aires,  ni  rechazada  mas  allá  que  lo  que  puede 
decirse  que  lo  que  es  en  Buenos  Aires  mismo  la  <lel  doctor 
Tejedor,  según  de  donde  sopla  el  viento  político. 

Consideramos  este  hecho  importantísimo,  para  que  no 
8e  quiera  dar  á  las  pasiones  locales  otra  importancia  que 
la  que  tendrán  en  cualquiera  otra  de  las  provincias,  sin 
aplicación  &  la  cuestión  presente. 

Otra  vez  lo  hemos  hecho  notar;  seria  el  colmo  del  rí<liculo 
que  en  Córdoba,  por  ejemplo,  hubiesen  tan  especiales  mani- 
festaciones de  la  gratitud  pública  al  General  Roca,  y  en 
Buenos  Aires  se  le  presentase  como  el  blanco  de  las  iras 
populares. 

Nada  de  eso  hay  de  verdad;  y  es  satisfactorio  notar, 
que  por  el  contrario  las  manifestaciones  en  su  favor  se 
hacen,  como  las  que  han  tenido  lugar  con  otros  motivos 
reputados  simpáticos,  en  medio  de  la  calma  general,  y 
con  el  aire  de  fiestas  públicas,  notables  solo  por  la  ausencia 


-^^..«Jhh*  ■  P  V  ■  «L 


LOS  DB8FALLB0IMIBNT0S  Y  LOS  DESVÍOS  377 

de  acjbos  de  violencia,  que  son  de  ordinaria  ocurrencia  los 
dias  de  fiesta. 

La  policía  de  seguridad  duerme  cuando  una  manifesta- 
ción política  recorre  nuestras  calles.  Si  esto  honra  al 
pueblo,  no  deshonra  por  eso  al  candidato  proclamado. 


CARTA  DIRIGIDA  POR  EL  GENERAL   D.  DOMINGO  F.  SARMIENTO 

AL  SR.  D.  EDUARDO  MADERO 

Baenos  Aires,  Febrero  13  de  1880. 

Mi  estimado  amigo: 

Di  á  usted  anoche  mi  parecer  eu  corroboración  de  las 
doctrinas  en  que  funda  el  señor  Presidente  el  decreto 
prohibiendo  la  reunión  de  ciudadanos  armados,  etc.,  y 
que  usted  hallaba  conforme  con  las  ideas  que  antes  he 
expuesto  á  este  mismo  respecto. 

Como  recomendase  encarecidamente  á  usted  hiciese  valer, 
su  influencia  personal   con    sus  amigos,  pues  su  palabra^ 
es  oída  con    favor,  á.    ñn  de    evitar  que    no    se  opusiese 
resistencia  á  estas  disposiciones,  quiero  exponerle  sucin- 
tamente   las   prescripciones  de  derecho  que    rigen    estas 
materias. 

Sé  cuanto  mal  hace  sostener  la  verdad  y  la  justicia 
cuando  están  de  parte  de  una  autoridad,  contra  la  cual 
tenemos  ó  creemos  tener  fundados  motivos  de  queja;  pero 
en  cuestión  que  amenaza  comprometer  muchas  vidas,  ya 
sea  de  ciudadanos  ya  de  soldados,  el  silencio  sería  un  cri- 
men, si  solo  con  hacer  conocer  el  derecho,  se  pudiesen 
apartar  del  errado  propósito  á  los  que,  honradamente  creen 
tener  el  derecho  de  armarse  y  organizarse  en  cuerpos  que 
no  sean  los  reconocidos  por  la  Constitución  y  las  leyes  de 
8U  país. 

¿Cuál  es  el  joven,  el  patriota^  el  ciudadano,  que  teniendo 
duda  siquiera  sobre  el  derecho  que  le  asiste  para  empuñar 
un  fusil,  Jo  disparada  sobre  uno  de  sus  semejantes  ?  ¿Quién 


378  OBRAS  DZ  BARMUBNTO 

de  entre  esa  juventud  generosa  aceptarla  incurrir  en  la 
mancha  de  asesino,  pues  es  tal  el  que  sin  derecho  ni  autori- 
dad quita  la  vida  á  otro? 

Y  tan  oprobioso  nombre  recaerla  sobre  todo  acto  de 
resistencia  armada  contra  el  decreto  del  Presidente  que 
prohibe  en  adelante  las  reuniones  de  cuerpos  que  llevan 
la  organización  y  armas  del  ejército  ó  de  la  Guardia  Nacio- 
nal. Los  decretos  no  se  discuten  cuando  emanan  de  auto- 
ridad legal. 

Espero,  pues^  que  me  agradecerán  como  un  buen  ser- 
vicio, si  logro  fijar  las  opiniones  sobre  este  punto,  aunque 
ello  haya  de  costarme,  lo  que  siempre  cuesta  querer 
resistir  á  la  corriente  que  nos  arrastra  y  puede  llevarnos 
á  un  abismo. 

La  cuestión  es  muy  sencilla.  No  es  tanto  de  Constitución 
política,  como  de  derecho  de  gentes,  pues  todo  lo  que  á  las 
armas  se  refiere,  está  regido  por  las  leyes  de  la  guerra  que 
reconocen  todas  las  naciones. 

Los  llamados  bomberos^  tiradores  nadonaks^  rifleros  etc.,  se 
han  dado  una  organización  militar,  con  tenientes,  capi- 
tanes que  mandan  compañías,  con  mayores  y  coroneles 
que  mandan  batallones. 

Si  un  sargento  de  patrulla  de  tropas  regulares  encuen- 
tra un  batallón  de  esos  en  la  calle,  su  deber  es  mandarle 
hacer  alto,  y  al  jefe  avanzar  para  reconocerlo.  Si  no  reco- 
noce el  sargento  la  existencia  legal  de  tal  cuerpo,  ni  el 
uniforme  que  lleva,  pediría  al  jefe  que  lo  mande,  la 
comisión^  es  decir,  el  diploma  que  acredita  que  es  tal 
Teniente,  Capitán,  Mayor  ó  Coronel  de  un  cuerpo  de 
tropa  reconocido,  otorgado  por  un  gobierno  con  facultad 
para  darlo. 

Hé  aqut  el  escollo  ante  el  cual  fracasará  todo  este  sister 
ma  de  cuerpos  francos.  Todo  argentino  es  guardia  nacional, 
y  estando  suspendida  la  libertad  de  reunir  y  convocar  la 
Guardia  Nacional,  los  que  se  presenten  reunidos,  lo  hacen 
violando  la  ley,  y  lo  que  es  peor,  violándola  dolosamente» 
á  saber,  disfrazados  con  otros  uniformes  que  el  de  la  Guar* 
dia  Nacional,  y  con  otro  nombre  que  el  del  cuerpo  á  que 
pertenecen,  y  de  que  aparecen  tránsfugas  ó  desertores. 

Ya  es  demasiado  para  la  dignidad  de  un  ciudadano  y 


LOS  DBSKALLBOXKIBMTOS  T  LOS  DESVÍOS  379 

la  hidalguía  de  un  caballero,  ser  acusado  de  engaño  y 
•deserción  de  un  puesto;  pero  es  el  caso  que  nadie  puede 
hacer  fuego,  ni  obedecer  voz  de  mando  para  hacerlo,  si 
el  queladá,  no  tiene  nombramiento,  comisión  ó  despacha 
de  autoridad  pública  que  lo  acredite  tal   oñcial  ó  jefe. 

Este  es  un  punto  de  derecho  de  gentes,  que  no  puede  ser 
violado  ni  aun  por  las  constituciones  que  se  den  las  nació* 
nes  por  la  voluntad  de  los  pueblos.  Este  punto  se  ñjó 
irrevocablemente  en  la  guerra  franoihprtuiana  con  los  francos 
tiradores  en  Europa.  Había  sido  fijado  en  1864  en  los 
Estados  Unidos,  por  decreto  del  Presidente  contra  las  Gne* 
rriUas^  y  puesto  en  práctica  durante  años.  Costóle  la  vida 
al  Emperador  Maximiliano,  por  el  contrario,  no  haber  res- 
petado los  diplomas  dados  á  jefes  y  oficiales  por  el  Presi* 
dente  Juárez,  y  procedido  con  ellos  como  si  fueran  gueirillaB 
6  cuetyos  francos. 

Las  consecuencias  de  un  encuentro  como  el  que  yo 
supongo,  serian,  sin  necesidad  de  efusión  de  sangre,  deplo- 
rables para  los  cuerpos  que  se  presenten  armados,  aun  sin 
hacer  uso  de  las  armas,  que  como  hemos  visto,  no  pueden 
usar  sin  crimen,  que  los  ponga  fuera  de  las  leyes  de  las 
naciones  y  de  la  guerra.  Una  vez  que  fuese  tomado  presó 
un  destacamento  de  gente  armada,  por  no  tener  comisión 
su  jefe,  ni  existencia  legal  el  cuerpo,  serían  sometidos  á  un 
tribunal,  civil  ó  militar  y  acusados,  1*  de  simulación  de 
nombre  de  tropa,  29  de  usurpación  de  títulos  de  tenientCt 
capitán,  etc^  3<>  de  deserción  de  su  verdadero  cuerpo  G.  N.« 
4^  de  disfraz  de  uniforme,  y  5^  de  amenaza  á  la  tranquili- 
dad pública;  y  como  toda  pena  por  delitos  de  esta  clase 
lleva  privación  de  los  derechos  políticos  por  un  número  de 
años,  y  la  sentencia  que  sobre  dos  individuos  recaiga, 
condena  ¿  todos  los  que  en  iguales  circunstancias  se  halla- 
sen, resultarla  que  todos  los  bomberos,  todos  los  rifleros,  y 
todos  los  tiradores  al  blanco,  desde  los  comandantes  hasta 
los  tambores  quedarían  privados  por  algunos  años  del  dere- 
cho de  votar  en  las  eleccioens  ó  ser  electos  para  empleo 
alguno. 

Estas  clases  de  razones  son  atendibles. 

Indicaré  otra  que  lleva  al  mismo  resultado.  Supongamos 
que,  como  se  anda  corriendo,  el  Presidente  decreta  el  estado 
de  sitio.    No  hay  que  decir  que  injustOi  con  fin  dañado  ni 


*w 


380  OBRAS  DB  8ARMI]fiMT0 

arbitrario.  El  estado  de  sitio  es  un  recurso  violento  que- 
nuestra  Constitución  y  toda  Constitución  de  gobieitío  en  el  mundo^ 
ha  puesto  en  manos  del  Congreso  ó  del  Presidente  en  caso 
de  conmoción^  para  evitarse  la  guerra  ó  la  perturbación  del 
orden;  ó  aun  la  caida  del  gobierno  mismo.  Es  absurda 
pretender  que  no  se  obedece  un  estado  de  sitio^  por  que 
precisamente  es  para  forzar  á  la  obediencia  que  se  declama» 
Todos  queáeLtí  ipso  faeto  privados  de  las  garantías  constitución 
naks^  y  así  como  no  se  puede  mandar  hacer  fuego  sin  tener 
nombramiento  legal  de  un  gobierno  para  mandar  ese  cuer- 
po, asi  despojados  de  las  garantías  constitucionales,  sería 
absurdo  resistir  al  estado  de  sitio,  en  nombre  de  derechos 
constitucionales  que  no  existen. 

El  Presidente  no  necesitaría,  por  tanto,  prender  ni  perse- 
í^uir  á.  nadie.  Bastariale  declarar  movilizada  la  G-uardia 
Nacional  de  Buenos  Aires,  y  al  Inspector  General  de  Armas 
ordenar  á  los  jefes  de  cuerpo  presentarse  en  su  despacho  á  . 
recibir  órdenes  las  que  serian  presentar  listas  de  revista  de 
sus  respectivos  cuerpos  y  estado  de  armamento,  etc.  Desde 
entonces  quedan  bajo  las  órdenes  del  Ministro  de  la  Gruerra 
los  rifleros,  tiradores,  bomberos,  etc.,  porque  antes  de  serio 
sorrGuardias  Naciones.  ¿Elesistirían  un  estado  de  sitio?  ¿Pro- 
'barían  con  eso  que  no  había  la  conmoción  que   lo  motivó? 

Creo  en  vista  de  estas  consideraciones,  y  mas  que  todo, 

en  presencia  de  la  amenaza  de  perturbación,  y  el  temor  de 

cometer  un**  atentado,  que  nuestros   jóvenes    entusiastas, 

|»ero  honrados  en  sus  procederes,  imitarán  el  ejemplo  de  la 

.Guardia  Nacional  de  Boston  en  1848. 

Cuestión  mas  grave  irritaba  los  ánimos  de  ios  doscientos 
mil  habitantes  de  la  Atenas  de  América,  asi  llamada  por  la 
instrucción  universal  de  sus  habitantes.  Tratábase  de  la 
libertad  humana,  de  la  abolición  de  la  esclavitud,  de  la 
misma  causa  que  después  abrazaron  los  Estados  Unidos  é 
hicieron  triunfar  con  un  millón  de  vidas  sacrificadas. 

El  Congreso  habia  mandado  por  ley,  que  fuesen  por  l^us 
autoridades  nacionales  entregados  &  sus  amos,  ios  esclavos 
quede  los  Estados  del  Sur  se  escapasen,  asilándose  en  los 
Estados  libres;  y  la  ciudad  de  Boston  en  masa,  jueces,  go- 
bierno, representantes,  senadores,  abogados,  diaristas,  capí* 
talistas,  fabricantes  y  obreros,  todos  sin  escepcion  salieron 
¿  las  calles»  se  reunieron  en  masa  irresistible,  y  con  enor^ 


LOS  DB8FALLBGIMIBNT0S  Y  LOS  DKSYIOS  38^1 

ines  vigas  y  barras  de  hierro,  forzaron  la  puerta  de  la 
prisión  en  que  tenían  á  dos  infelices  esclavos  prófugos  de 
sus  amos,  que  habían  venido  á  asilarse  en  la  ilustre  ciudad 
de  la  Nueva  Inglaterra. 

Ticnor  Curtís,  el  célebre  autor  de  la  Historia  de  la  Cons-» 
titucion,  era  por  entonces,  simple  Marshal;  y  ofició  al  Pre- 
sidente, refiriendo  el  hecho  y  declarándolo  delito  de  alta 
traición  á  loa  Eistados  Unidos,  por  ser  de  los  comprendidos  en 
la  palabra  to  make  wai\  hacer  guerra  á  los  Estados  Unidos,  el 
hecho  de  resistir  intencionalmente  al  cumplimiento  de  una 
ley  de  los  Estados  Unidos,  aun  sití  necesidad  de  hacer 
armas.  El  Presidente  en  lugar  de  declararlos  rebeldes  y 
mandar  intervención,  movilizó  la  Guardia  Nacional  de 
Boston,  mandando  que  sus  cuerpos  formando  linea  de  la 
cárcel  al  puerto  y  abriendo  ñlas  custodiasen  á  los  negros 
para  entregarlos  &  bordo  del  buque  que  debía  llevarlos  á 
sus  amos  del  Sur;  y  aquellos  mismos  jueces,  abogados,  dia- 
ristas y  jóvenes,  ahora  guardias  nacionales^  custodiaron  con 
el  fusil  al  hombro  á  los  mismos  negros  que  habían  arreb  \- 
tado  de  la  prisión, y  todo  terminó  ahí,  porque  es  sabido  que, 
aquellos  ciudadanos  de  Boston,  los  mas  ilustrados  del 
mundo,  como  decía  su  Gobernador  Andrew,  que  me  honró 
con  su  amistad,  tienen  en  la  sangre  y  en  los  huesos  el  senti** 
miento  de  la  libertad  y  del  gobierno,  y  saben  donde  termina 
aquella  y  principia  éste. 

Desde  que  el  Congreso  prohibió  la  reunión  dé  la  Guardia 
Nacional  y  el  Presidente  prohibe  la  de  cuerpos  que  no  sean 
reconocidos  por  la  ley,  la  libertad  de  discusión  sobre  este 
punto  ha  cesado,  y  el  gobierno  comienza.  El  Gobernador 
de  cada  Provincia,  como  el  pueblo  se  disputarán  el  honor 
de  llenar  tan  fácil  deber,  pues  todo  {p  que  se  les  pide  es 
abstenerse  de  un  acto  de  dudoso  derecho  para  algunos,  de 
escándalo  para  todos  los  pueblos  de  la  tierra,  créanmelo  las 
personas  poco  versadas  en  estas  materias. 

Una  sola  palabra  mas,  y  habré  terminado  la  tarea  que 
voluntariamente  me  impongo,  de  desagradar  á  muchos  á 
trueque  de  salvamos  todos  de  una  mancha. 

Hablase  con  encono  de  la  presencia  de  numerosas  fuerzas 
en  la  capital.  El  deber  de  todo  gobierno  es  conservarse,  y 
prevalecer  sobre  toda  oposición  armada. 

Los  malos  gobiernos  tienen   aee  derecho  lo  mismo  que 


382  OBRAS  DB  SARlf IKNTO 

los  buenos.  Pero  el  gobierno  bueno  ó  malo  se  defiende  con 
las  fuerzas  nacionales,  con  el  ejército  que  la  Constitución 
pone  en  sus  manos  y  á  sus  órdenes. 

El  Gobierno  puede  ser  malo,  pero  el  ejército  es  la  honra 
y  la  seguridad  de  la  Nación.  A  los  que  no  temen  las  balas 
del  soldado,  les  diremos:  ese  soldado  es  la  Patria,  es  la  glo- 
ría  de  una  nación,  es  Ghacabuco,  Maipo,  Junin,  Ayacucho» 
Ituzaingol  Respeto  y  honor  al  soldado!— Mañana  hemos 
de  necesitarlo  en  nuestras  fronteras.  No  lo  venzamos  en 
las  calles.  No  le  enseñemos  el  camino  de  la  derrota,  pues 
que  en  sus  ñlas  habremos  de  ser  el  ejército,  la  Nación^  la 
Patria  en  armas,  cuando  necesitemos  defender  nuestros 
derechos.  ¡Maldición  al  que  intente  humillar  al  ejército  6 
declararle  enemigo  de  las  libertades  pdblicasl 

Tengo  el  gusto  de  suscribirme  su  afectísimo, 

D.  F.  Sarmiento. 


TRESCIENTOS   FIBIOS 

«  La  Libertad  ha  contado  los  siete  Sarmientos  que  apoyan 
la  candidatura  Sarmiento  que  reputa,  por  haber  siete  del 
apellido  entre  los  inherentes,  negocio  de  familia. 

Qué  poco  entiende  La  Libertad  en  achaque  de  aristocracias 
y  familias  colonialesl 

Por  poco  no  denuncia  las  propiedades  que  posee  en  Amé-* 
>  rica;  esta  ilustre  familia  que  figura  desde  los  comienzos  de 
la  colonización  española  en  los  fastos  americanos. 

Citaremos  alguna. 

Primeramente:  Un  t^oberbio  Volcan  llamado  monte  Sar- 
miento en  el  Estrecho  de  Magallanes  que  se  divisa  del 
Atlántico  y  el  Pacificoi  sino  con  su  magestuosa  cabeza 
cubierta  de  nieve,  de  guía  &  los  navegantes,  consagrado  á 
perpetuar  la  memoria  del  Almirante  Sarmiento. 

Itetn.  Un  canal  igualmente  en  el  Estrecho,  llamado  Canal 
Sarmiento,  recto  como  trazado  k  cordel,  largo  de  muchas 
millas  y  de  una  de  ancho,  y  solo  frecuentado  por  explora- 
dores científicos,  por  correr  muy  apartado  de  los  derroteros 
ordinarios  de  los  navegantes. 

Ítem.  Una  pila  hermosísima  de  bronce  en  la  Plaza  Mayor 


LOS  DBSFALLBCnaENTOS  Y  LOS  DBSYIOS  383 

de  Lima,  por  cuyo  metal  ofrecieron,  dicen,  los  ingleses, 
80,000  fuertes,  á.  causa  de  que  en  la  ceremonia  de  la  fundi- 
ción, la  nobleza  de  Lima  como  sucedía  al  fundir  campanas 
echaba  puñados  y  talegos  de  doblones  de  oro  en  la  masa 
del  metal  fundido,  para  honrar  debidamente  la  obra. 

Lleva  esta  inscripción:  «Esta  Pila  fué  construida  por  el 
Virrey  don  Francisco  Javier  Sarmiento,  etc.,  etc.,  etc. 

Ítem.  Un  fuerte  Sarmiento  en  una  vuelta  del  Rio  Y  que 
ya  empieza  á  tomar  la  forma  de  villa;  y  es  residencia  del 
Comandante  de  fronteras,  llamado  así  en  memoria  de  que 
el  Presidente  Sarmiento  ensanchó  hasta  allí  la  frontera  de 
Córdoba. 

ítem.  Una  estación  en  Córdoba,  Ferro-carril  k  Tucuman, 
y  próxima  al  pueblo  de  Totoral,  para  que  el  pasante  por 
dicha  estación,  sepa  que  ese  ferro-carril  fué  decretado 
bajo  los  auspicios  de  la  administración  Sarmiento.  AHÍ  al 
pasar  el  General  de  este  apellido,  se  le  presentó  don  Fede- 
rico Sarmiento,  Jefe  de  cuadrilla  de  peones  de  la  línea,  á 
quien  reconoció  por  tal  Sarmiento  y  pariente. 

Ítem.  Dos  Locomotoras  que  llevan  el  nombre  de  Sarmiento 
en  letras  de  bronce  en  dos  vías  férreas  distintas. 

Ítem.  Varios  buques  que  llevan  en  la  marina  mercante  el 
nombre  de  Sarmiento  para  recordarle  al  paso  á  la  de 
Guerra,  que  fué  creada  bajo  la  inspiración  del  Presidente 
Sarmiento,  y  pueden  olvidarlo  los  guardias  marinas  de  la 
Escuela  Náutica  que  él  creó,  que  así  es  la  gratitud  de  las 
repúblicas. — Se  la  han  de  colgar  k  Andrade  esta  gloria. 

ítem.  En  varios  fortines  Sarmiento,  pueblos  y  colonias  que 
por  pequeños  no  se  mencionan. 

Ítem,  Cinco  ediñcios  suntuosos  de  Escuelas  Sarmiento,  k 
saber:  Una  en  Caracas,  costeada  por  el  erario  nacional  y 
dedicada  á  la  memoria  del  Educacionista  Sarmiento  que 
difundió  por  aquellos  países  con  sus  escritos  y  dinero  lo  que 
oñcialmente  se  llamó  la  idea  Sarmiento,  k  saber  la  educación 
del  pueblo,  como  se  llamó  en  Francia  la  idea  napoleónica, 
el  poder  militar  como  base  del  gobierno. 

Otra  idj  en  Valparaíso  puerto  y  ciudad  principal  de  Chile, 
donde  se  le  dedicó  un  edificio  de  Escuela,  de  preferencia 
&  una  estatua,  para  que  continuase  en  ella  por  siglos  go- 
zando el  pueblo  de  la  educación  que  él  hizo  popular  en 
Chile,  no  habiendo  un  chileno  de  treinta  años  de  edad|que 


384  OttftAli  I>B  SAKUIJCNTO 

no  haya  aprendido  á  leer  por  su  Método  de  lectura  gradual 
único  permitido  en  la  enseñanza  de  las  Escuelas,  excepto* 
el  actual  Redactor  de  La  Libertad,  á  quien  ya  tomó  grande- 
cito,  y  no  alcanzó  k  desasnar^  como  dicen  en  su  país.    Por 
eso  se  ha  quedado  en  el  Chrüto  a,  be^  ce  de  la  política,  de  donde 
no  saldrá  nunca.    Está  viejo  Pedro,  etc. 

Al  decir  del  ex-presLdente  Montt  en  el  Congreso  ameri* 
cano,  el  método  gradual  es  el  libro  mas  importante  que 
haya  escrito  Sarmiento,  sin  excluir  el  Facundo. 

Otra  td,  Escuela  Sarmiento  en  Tucuman,  en  un  ediñcio' 
cuyo  frontón  sostienen  columnas  corintias,  dedicada  á  su 
memoria  por  su  amigo  don  José  Posse. 

Otra  idj  suntuosa  en  Mendoza,  ediQcada  por  el  Goberna- 
dor Villanueva,  gran  propagador  de  la  idea  Sarmiento;  y  que 
está  regenteada  hoy  por  don  Lisandro  Salcedo/ sobrino  del 
señor  Sarmiento  y  alumno  de  la  Escuela  Normal  del  Paraná, 
la  primera  de  la  América  en  perfección  de  sus  estudios, 
como  fué  la  de  Santiago  de  Chile,  fundada  por  el  mismo 
señor  Sarmiento,  la  primera  en  el  orden  cronológico  délas 
que  hoy  existen  en  esta  y  otra  América. 
•  El  Ministro  Plenipotenciario  de  Chile  señor  Balmaceda  al 
pasar  por  Mendoza,  visitó  la  Escuela  Sarmiento;  y  después 
de  examinados  sus  alumnos,  y  estimado  la  competencia  del 
maestro  normal,  escribió  á  su  gobierno,  diciendo  que  la 
plaza  de  Mendoza  era  una  de  las  bellas  del  mundo,  y  la 
Escuela  Sarmiento  mas  adelantada  sobre  las  que  conocía 
en  Chile  de  su  género. 

Con  aquellas  dos  Escuelas  normales  una  en  Chile  y  otra 
en  el  Paraná,  y  las  cuatro  Escuelas  suntuosas  capaces  de 
contener  trescientos  alumnos  cada  una,  á  mas  de  los  cien 
•ediScios  que  no  llevan  el  nombre  del  señor  Sarmiisnto, 
estará  por  siglos  educando  millares  de  jóvenes  como  recom*^ 
pensa  de  sus  servicios  á  la  educación. 

Olra  M,  en  San  Juan,  construida  sobre  el  vaso  de  un 
templo  inconcluso  y  dedicado  á  escuela  que  funciona  hace 
quince  años^á  la  par  del  Colegio  Nacional  de  San  Juan, 
que  es  también  fundación  del  señor  Sarmiento. 

A  mas  de  un  Almirante  Sarmiento  (el  que  intentó  poblar 
el  Estrecho  de  Magallanes)  un  Virrey,  un  Obispo,  un  Gene» 
i'al  y  un  Presidente  de  esta  familia  colonial,  hoy  una  señora 
•educacionista  que  ha  enseñado  en  Escuelas  y  colegios  eu 


LOS  DE9FALLBG1MIBNT0S  T  LOS  DB8VI08  385 

Chile  y  San  Juan  cuarenta  y  tres  años  consecutivos,  y  se  ha 
retirado' sin  pensión  á  inválidos  á  los  setenta  y  cuatro  años 
que  cuenta,  sin  una  enfermedad  y  sin  inclinarse  &  recojer 
un  pañuelo  del  suelo,  por  garbo  aristocrático. 

En  labores.de  mano  es  el  primer  artista  de  América» 
declarado  asi  por  el  grabador  De  Madril  á  causa  de  un 
grabado  en  pelo,  hecho  fácil  de  comprobaren  Buenos  Aires 
por  cuadros  de  incomparable  primor  ejecutados  en  paja  de 
ttigo  con  la  punta  de  las  tijeras. 

Otra  Sarmiento  viuda  y  entrada  en  años,  aprendió  con 
Monvoisin  la  pintura,  y  ha  dejado  varios  retratos  entre  ellos 
el  de  su  madre  y  el  dos  Obispos  de  Cuyo,  de  un  cierto 
mérito. 

Doña  Faustina  Sarmiento  continuó  en  el  Colegio  de  seño-, 
ras  de  San  Juan  la  obra  de  sus  tías  hasta  que  un  Ministro 
hace  un  año  la  despojó  de  sus  funciones,  sin  saberlo^  para 
favorecer  á  una  recomendada. 

Contaremos  para  mostrar  en  lo  que  para  al  ñn  tanta 
prosopopeya,  lo  sucedido  á  un  miembro  de  la  familia,  que 
llegaba  de  Europa  á  Gopiapó  y  tomaba  asiento  en  la  mesa 
de  huéspedes.  Estaba  allí  un  personaje  chileno,  de  espi- 
ritu  travieso,  y  que  no  habla  hecho  muy  buenas  migaB 
antes  con  el  recien  llegado. 

.  Comían  poco  menos  que  en  silencio,  cuando  el  taimado, 
con  voz  autoritativa  y  afectando  superioridad  dijo: 

Domingo  Sarmientol  páseme  un  plato. 

El  al  parecer  aludido,  tuvo  sin  embargo  la  presencia  de 
ánimo  de  no  mover  un  músculo  y  como  si  nada  hubiere 
oido,  volver  la  vista  maquinalmente,  cuando  vio  en  efecto 
un  sirviente  traer  un  plato.  |Mozot  Es  Vd.  de  San  Juan? 
Si  Señor— ¿Da  Puyuta?  Si  Señor— Hijo  de  D.  Rafael  ó  de 
D.  Domingo?  De  D.  Rafael  señor.^-Vengan  acá  esos  cinco 
que  es  Vd.  mi  primo,  alcance  aquella  botella  del  tinto. 
Tuvo  años  después  por  mucamo  á  un  Sarmiento;  negro 
como  una  breva  qupdió  en  no  servirle  de  nada;  solíase  pa- 
sear por  las  mañanas,  peinarse  las  motas  y  solo  recogerse 
á  dormir.  No  había  forma  de  despedirlo,  por  cuanto  pre- 
tendía ser.  de  la  familia  Sarmiento,  ser  aquella  su  casa, 
hallarse  muy  bien  y  no  tener  á  donde  irse,  ni  necesidad 

Tono  XL.— 26 


886  0BRA8   DI  SJLRMIBNTO 

de  ello.    Murió  en  Cepeda  defendiendo  esta  patria  de  los 
Sarmientos. 

Seria  nunca  acabar  si  intentáramos  enumerar  las  glo- 
rias de  los  descendientes  en  América  del  conde  Aguilar 
que  por  haber  con  haces  de  sarmiento  encendidos,  causa- 
do en  la  noche  la  derrota  de  los  moros  en  la  batalla  de 
las  Navas»  mandó  el  Rey  se  trocase  en  Sarmiento  su  apelli-: 
do  según  árbol  genealógico  que  enviaron  de  España  al 
Presidepte  argentino  de  este  nombre,  ignorando  el  pro- 
fesor de  heráldica  que  unos  Sarmientos  hubiesen  navega- 
do el  Estrecho  y  fundado  una  colonia  perecida  antes  de  po* 
der  refrescar  los  víveres  en  Puerto  Hambrel  Establecidos 
en  Lima  se  desprendieron  de  sus  hijos  tres  hermanos  uno 
que  se  estableció  en  Chile  (Melipilla)  otro  en  Cuyo  (San 
Juan)  y  otro  en  Buenos  Aires  cuyo  último  vastago,  se  ex* 
tinguió  en  una  señora  en  18S0. 

El  mismo  chasco  se  daban  los  fabricantes  de  genealogías 
de  Madrid,  mandando  al  Dr.  Yelez  Saarñeld,  asi  que  em- 
pezó á  sonar  su  nombre,  una  que  remontada  á  los  Grodos 
de  Castilla,  ignorando  que  el  hijo  del  General  Saarñeld,  que 
invadió  la  Irlanda  en  favor  de  Jacobo  n,  vino  á  América 
con  recomendación  de  los  Reyes  y  casó  en  Córdoba  y  no  en 
España  con  una  Yelez. 

Pero  donde  brilla  en  todo  su  esplendor  el  genio  de  la 
familia  Sarmiento  es  en  la  política.  Dispersa  hoy  bajo 
banderas  diversas;  cual  mitrista  de  atarlo,  cual  roquista, 
y  cuales  otros  sarmientistas  como  ios  denuncia  La  Libertad 
hallando  muy  extraño  que  sean  cristianos  los  católicos.  Pero 
llegado  el  momento,  á  imitación  de  las  familias  Claudia,  ó 
Julia  de  Roma,  ó  los.  klans  de  Escocia,  se  reunirán  todos;^ 
bien  asi  como  Trescientos  Fabios  murieron  en  una  escara- 
muza, probablemente  dejándose  sorprender  por  el  enemigOi 
dormidos  y  beodos;  y  otra,  la  familia  Cornelia,  ú  otra  cual- 
quiera según  Mommsem,M  encargó  de  conquistar  á  Alba 
la  Larga  ú  otra  ciudad  del  Lacio,  que  los  nombres  no  hacen 
al  caso;  con  dos  Knil  de  su  ralea  y  gente  Cornelia  que  abunda 
sienipre. 

Se  previene  por  tanto  á  la  estirpe  Sarmiento,  gente  y 
clientes  de  la  familia,  que  deberán  votar  todos  en  los  comir 
cios,  ó  en  la  elección  por  curias  en  favor  del  Jefe  para  Cón- 
sul ó  Dictador  ó  lo  que  fuere,  so  pena  de  declarar  á  los 


LOS  DB8FALLBCIMIBNT0S  T  LOS  DBSTI08 


387 


disidentes  privados  de  arw  et  focia  que  es  ser  desheredados, 
y   quedar  sin  culto,   y  declarados   ademas  mulatos  por 
parte  de  madre.    4sf  se  dirá  de  adelante  el  mulatillo  Tomás; 
el  enarteran  riflero  Gabriel,  etc. 
Quedan  apercibidos  y  notificados. 


HAT  SABMIENTOS  PABA  TODO  BN  BUENOS    AZBES 


lABmBHTOt— WTBZSTAA-TIIBDOBimS 


Doetor 


Riflero 


Riflero 
Comandante 

Agente  N.  en  Washington 


Tomás  Sarmiento  (abogado) 
Ignacio  D.  Sarmiento  (estudiante  de  derecho) 
Angosto  Sarmiento  (Ídem,  Ídem) 
Estanislao  Sarmiento  (eitaneiero) 
Domingo  Sarmiento  (rematador) 
Justo  Sarmiento  (comercio) 
Gabriel  Lasptor  Sarmiento  (estadiante)' 
José  A.  Sarmiento,  en  San  Jnan 
Jolto  Garrié  y  Sarmiento 


Bx-Jefe  de  Policía  en  San  Luis  Pedro  Sarmiento 


BABiminoB— aooüiif la— Kf  bl  «omfá  db  un  jüan 


Teniente  Coronel 

Guillermo  Sarmiento 

Senador 

Ignacio  Sarmiento 

tt 

Juan  Luis  Sarmienlo 

Di(mtado 

José  liaría  Sarmiento 

Comerciante 

Julio  Sarmiento 

« 

Ángel  Sarmiento 

« 

Bellsarlo  Sarmiento 

« 

Noé  Sarmiento 

• 

Orlos  P.  Sarmiento 

Brtodiante 

Roberto  Sarmiento 

Bstandero 

Jdsé  M.  Torrea  Sarmiento 

Teniente 

Flrandieo  Sebletool  Sarmiento 

Procurador 

Alejandrino  C  Sarmiento 

Edmundo  Sarmiento 

388 


0BRA.8  ÜB  8ARMUBNT0. 


SABIOIKTOS— SARHtBimSTAft— EN  BCEÍ^OS'  ÁlKMS 


Teniente 

« 
Comercio 
Estudiante 


Estudiante 
Comercio 
Estudiante 
Estanciero 

Jefe  euad.  F.  C.  Tuenman 


Cirilo  T.  Sarmiento 
Luis  M.  Sarmiento  (abogado) 
FrancIjBCo  Sarmiento  (médico) 
Cirilo  P.  Sarmiento  (médico) 
Cdrlos  Sarmiento  (colegio  militar) 
Alejandro  Sarmiento 
Víctor  F.  Sarmiento 
Rómuío  Sarmiento 
Justo  A.  Sarmiento 
Augusto  Belin  Sarmiento . 
Julio  Belin  Sarmiento 
Clemente  Gómez  Sarmiento 
Elíseo  Schteroni  Sarmiento 
Federico  Rocha  Sarmiento 
Daniel  Marcó  Sarmiento 
Federico  Sarmiento 
Rómulo  sébieronl  Sarmiento 


SARMIENTOS  Qül  PROTESTAN  CONTRA  TODA  CLASE  DE  IHTUBSTOS,  T  NO   SE  PRONUNCIAN  POR 

MINOUN  CANDIDATO,  NI  ESTÁN  INSCRITOS  (EN  SAN  JUAN«) 


Eloy  Sarmiento  (cura  del  Albardon) 

Guillermo  M.  Sarmiento 

Rosauro  Sarmiento 

Juan  Sarmiento 

Crlsólogo  Sarmiento 

Abraham  Sarmiento 

Raimundo  Satmiento 


(Queda  abierta  la  suscrlcion  y  se  admiten  rectificacio- 
nes.) 


LOS  DB8PALLBGIMIBNT0S  Y  LOS  DESVÍOS  389 


PROGRAHIA 

CANDIDATURA  DE  UNION  Y  DE  PAZ 

«  Con  el  ciíjeto  de  mantener  y  robustecer  ¡a  Union  Naeional,  afianzar 
a  la  jueticiáy  eonsQlidar  la  Paz  interior,  proveer  á  la  defensa  común 
«  promover  el  bien  estar  general^  y  asegurar  los  beneficios  de  la 
«  libertad.  (lYeánibulo  de  la  (Jonstitucion  Jrgentína). » 

QENBKAL  DON  DOMINGO  F.    SARMIENTO 

Dn  pueblo,  como  individuo,  no  necesita  probar  que  es 
honrado»  que  cumple  con  las  leyes,  que  respeta  sus  jura- 
mentos, la  autoridad  y  los  principios.  Los  nombres  de  las 
personas  que  componen  nuestra  lista  de  electores  de  Pre- 
sidente, prueban  la  sinceridad  de  nuestros  propósitos.  Ellos 
son  su  propio  programa. 

No  formamos  un  C/wé,  no  tenemos  un  Comité^  pero  nues- 
tro club  lo  forman  todos  los  argentinos  que  se  sientan 
responsables  de  la  gloria  ó  de  la  vergüenza  de  nuestras 
armas,  de  la  tranquilidad  pública,  de  la  unión  de  los  pueblos, 
del  desarrollo  de  la  riqueza,  Union  Nacional,  en  fin,  única 
medio  de  mantener  nuestro  puesto  en  el  Comité  de  las 
Naciones,  teniendo  pot  vecinos  repúblicas  pequeñas,  que 
pueden  servir -un  día  de  puntos  avanzados  k  uii  Imperio 
de  quince  millones  de  habitantes,  que  tenemos  al  frente, 
y  ár  una  república  orguUósa  de  sus  triunfos  en  él  PacíñcQ 
que  tenemos  á  la  espalda. 

Queremos  pues  por  Presidente  durante  seis  años»  al  ciu- 
dadano que  con  mas  esperiencia  de  la  vida  pública,  ame- 
nace menos  dividir  los  pueblos  en  el  Interior  y  provoque 
menos  &  la  guerra  en  el  Exterior,  porque  estima  precisa- 
mente sus  responsabilidades  y  las  aceptará  resignado  con 
la  fuerza  que  dá  la  conciencia  de  no  haberla  provocado. 

Pero  necesitamos  que  en  las  otras  Provincias  se  conozca 
nuestro  propósito. 

Lo  ha  espresado  Talientemeiite  el  doctor  don  Juan  Garlos 
Oomez  en  El  Nacional  y  hacemos  nuestras  sus  palabras. 


390  OUKAtf    l»K  (iAKBllKNTO 

<r  Para  Gobernar  hoy  es  preciso  empezar  por  aceptar 
a  las  situaciones  hechas  en  las  catorce  provincias,  y  pre- 
«  caver  que  'no  sean  convulsionadas,  porque  la  base  del 
«  futuro^Gobierno  es  la  paz  pública.  En  Corrientes  como  ea 
«  Córdoba,  hay  que  mantener  lo  que  existe,  tratando  de 
«  constitucionarlo,  por  decir  asi,  y  de  normalizar  el  estado 
«  de  cosas  infundiendo  la  confianza  en  los  ciudadanos 
«  sobre  sus  derechos  y  garantías.  »  Habíalo  dicho  Lincoln 
en  su  lenguaje  campesino :  |  no  se  cambian  caballos  en  me- 
dio DEL  rio! 

No  hay  acto  m&s  diñcil  en  la  vida  republicana,  que  la 
renovación  de  los  funcionarios  públicos,  por  la  elección  de 
un  nuevo  Presidente.  La  Francia  no  ha  podido  hacerlo 
hasta  el  día  de  hoy,  en  casi  un  siglo.  Su  historia  desde 
1789  hasta  la  fecha,  cuenta  por  anarquías»  por  monarquías» 
por  imperios  y  por  comunas.  Pero  reyes,  emperadores  y 
presidentes,  todos  han  rodado  destronados  ó  depuestos» 
arrastrando  tras  de  si  en  su  desplome  las  instituciones  y 
pedazos  del  territorio  entregado  al  enemigo.  Thiers  no 
concluyó  su  gobierno,  después  de  haber  salvado  la  Fran- 
cia. El  Mariscal  Mac-Mahon  ^no  cumplió  el  septenado  que 
la  Constitución  le  había  señalado  como  término. 

Solo  la  República  de  los  Estados  Unidos,  y  desde  que 
se  constituyó  la  Argentina,  han  logrado,  aun  en  medio 
de  convulsiones,  trasmitir  el  poder  público  de  un  funcio- 
nario k  otro  sin  interregnos.  De  Washington  ¿  Gr&nt, 
de  Mitre  ¿  Avellaneda,  la  regla  todavía  no  ha  fallado. 
]  Vergüenza  para  los  que  la  hagan  fallar  en  uno  ú  otro 
paisl 

La  Constitución  Norte-Americana  como  la  Argentina, 
tan  democrática  y  republicana  la  una  como  la  otra,  tuvie- 
ron sin  embargo,  la  previsión  del  peligro  de  abandonar 
al  pueblo  la  elección  del  Presidente  y  Vice-Presidente, 
confl&ndola  &  un  cuerpo  de  Notables  que  serían  electos 
por  el  pueblo.  A  falta  de  una  nobleza  ó  una  aristocracia 
que  se  trasmite  de  padres  k  hijos  como  en  Roma,  Venecia, 
Inglaterra  la  ciencia  y  la  oanoieneia  del  gobierno,  crearon  di- 
chas constituciones,  temporalmente  un  cuerpo  intermedio 
de  hombres  buenos  electos  por  el  pueblo,  para  *que  seña- 
lasen entre  los  hombres  públicos  del  país,  para  gobernarlo 


p  * 


^ 


LOS  DBSFAXLBCIMIENTOS  Y  LOS  DESVÍOS  391 

por  un  nuevo  periodo,  aquel  que  llenase  mejor  las  con- 
diciones de  tan  alto  encargo. 

Si  es  fácil  que  el  pueblo  en  una  gran  República,  des* 
parramado  á  enormes  distancias,  conozca  algunos  nombres 
por  su  notoriedad,  tales  como  los  que  dan  grandes  batallas, 
ó  sobresalen  en  las  asambleas  públicas  por  el  ardor  y  elo- 
cuencia de  su  palabra,  no  es  de  esperarse  que  la  gran 
mayoría  numérica  pueda  estimar  el  cúmulo  de  cualidades 
requeridas  para  la  recta  administración  de  los  intereses 
públicos.  Una  asamblea  de  notables  llena  estas  deficien- 
cias, si  para  constituirla,  el  pueblo  eligiéndolos  de  su  seno 
ha  cuidado  de  reunir  hombres  de  peso,  ciudadanos  probos, 
propietarios  acaudalados,  y  todas  aquellas  categorías  y 
posiciones  sociales  que  representan  el  interés  público,  el 
isaber  público,  la  esperiencia  pública  y  las  esperanzas  pú- 
blicas.   Esta  es  la  res  pública  de  los  Romanos. 

El  colegio  electoral  para  nombramiento  de  un  Presidente, 
cuya  nómina  presentamos,  llena  á.  nuestro  juicio,  cum- 
plidamente estas  condiciones,  y  como  los  individuos  que 
lo  forman  son  conocidos  de  todos  por  su  posición  y  sus 
nombres,  apelamos  al  criterio  público  para  justificar 
nuestras  predilecciones. 

•Muchos  ciudadanos,  y  acaso  centenares,  se  encontrarán 
en  las  mismas  condiciones  que  los  nuestros;  pero  siendo 
limitado  el  número  de  los  Electores  designado  por  la  Con&h 
titucion,  hemos  preferido  aquellos  de  cuyas  ideas  estamos 
seguros,  en  cuanto  á  las  cuestiones  que  hoy  día  dividen  la 
opinión,  á  saber: 

Io^Rbnovacion  db  los  Podbrbs  Públicos,  Por  la.  blbocion,  con 
rbnunoll  á  todo  otro  mbdio. 

20— lNTBaRn>AD  IXB  LA.  RbPÚBLICA  k  TODO  TBAKCB,  T  80BRB  TODA. 
OTRA.   CONSIDBRACION. 

30-~LaS  FORHAS  Y  PROCBDItfnNTOS  DB  LA  GONSTrTUCION  NACIONAL 
GUARDADOS  CON  PRBFBRBNOIA  A  TODO  TBMPBRAMRNTO  DB  CIRCUNB- 
TANCIA8. 

40— La  MaobstadI  dbl  Podbr  Nacional,  bn  bl  sbntido  db  la 
Constitución  qub  hbmos  jurado,  «Esta  Constitución,  los  tra-^ 
tados  t  las  lbtbs  qub  db  blla  bmanbn,  son  la  lbt  suprbma  Dm 

Ul  nación,  no  OBaTANTB  TODA  CONSIDBRAOION  BN  OONTRARIO.» 


3^  0BRA8   DB  SARMIBNTO 

50— La.  oubrra  ciTiL  bs  un  crímbn,  t  las  revoluciones  debbn 

8BR  8IBMPRB  BSTIOBIATIZABAS,  COMO   RBCUR80  T  RBMBDIO  ELECTORAL. 


•  Ko  prescribimos  ideas  al  Colegio  Electoral,  sino  que  por 
el  contrario  nos  hacemos  el  eco  de  las  que  de  notoriedad 
pública  se  les  conoce  k  las  personas  que  designamos. 

Reunidos^  dice  nuestra  Constitución,  lo9  Etectores  en  ¡a 
capital  ciuitro  meses  antes  que  concluya  el  término  del  Presidente 
y  Vice  Presidente  de  la  Naeion  cte. 

Esta  es  la  prescripción  constitucional.  Mas  como  el  pue- 
blo no  puede  ponerse  de  acuerdo  por  si  mismo  en  la  de- 
signación de  los  candidatos  de  Electores,  pues  con  ello 
mismo  los  tendría  ya  elegidos,  los  partidos  los  proponen 
para  representar  ciertos  principios,  aspiraciones,  é  ideas 
prevalentes  ó  combatidas,  á,  fin  de  que  el  Presidente  fu* 
turo  represente  las  que  sostiene  la  parte  de  pueblo  que 
los  designó.  Esto  es  lo  que  constituye  un  partido  de 
actualidad,  pues  las  exigencias  del  momento  y  la  necesidad 
de  proveer  á  ellas  en  la  futura  Presidencia,  agrupan  &  los 
hombres  como  no  lo  estaban  antes  según  ocurrencias  y 
necesidades  pasadas. 

Como  en  todas  las  épocas  hay  siempre  un  ciudadano 
que  representa  mas  vivamente  esas  aspiraciones  y  esas 
ideas,  la  ¡dea  de  designar  el  candidato  mismo  para  le^ 
Presidencia  viene  de  suyo. 

Asi  ha  sucedido  con  todos  los  candidatos  de  Presidentes 
norte-americanos  y  argentinos  que  vienen  designados  por 
los  diversos  agrupamientos  de  opinión,  al  mismo  tiempo 
que  los  candidatos  de  electores. 

Esto  no  quita  que  los  electores  propuestos,  siendo  como 
deben  serlo  siempre,  personas  honorales  y  altamente  colo- 
cadas, conserven  su  independencia  de  opiniones,  ni  mas  ni 
menos  como  conserva  la  suya  la  mitad  de  ia  Cámara  de 
Diputados  que  se  renueva  al  mismo  tiempo  que  se  nombf^a 
Presidente  y  por  el  mismo  partido  que  nombre  á  este. 

Está  proscripto  de  Congresos,  de  Convenciones  y  de  Cole- 
gios Electorales  el  mandato  imperativo  que  no  se  admite  hoy 
dia  en  cuerpos  deliberantes,  sino  en  la  diplomacia  y  demás 
dependencias  del  BjecuUvo. 


LOS  DB8Ff]^^pCI$|SrTi[lS  J.UOJ^  DESVÍOS  393 

.1^8  ipandid^s  jB^tón  .^p  .J%  atujósfera,  vij^íiep  de  ^lios 
forEp^nilosp.  :P(^r.)M  Yjifla  pública ;  y  por.^ujs  siinpatijas  ó  su 
Odjip^  Jps  fgart>4p3  Í^B  fi^gíil^n  ája  cppsider^cion  púbUoa. 

1^)9. clr(u;[nt3teQC|j|3 r444Ad  U&  capdidato.ea^jucIpA  ó,po  es 
»a4íi,,^firipa.óp|^gp,.y.pu  ppmbre  Qopfio  ^u  rol  e^jiá  en  el 
ánimo  y  la  conciencia  4^1  pueblo.  Al  fpripular  nuestros 
prippjpips,  ,g§pir9ciajDüpi9  y  <4e9#p^  en  Ift.s  cpjBstiopes  de 
^c|uali(}a(];.^l  930pj^  46.)ps  q|ie  ,^n  g^pei^al  .siippati^an 
cop.esta3,i^^^s»,lps  jbombre^  qpe.porsu  papacidad>  posípipn 
sppial  y  fprtup$k,  l^iepf^n  ío(ips.  fop  titulpa  par^  que  el  pueblo 
dpposite  ^a  pUps.sp  copAipipz^y  ci^s^^  qpe  Ja  Con^ti(qcipp 
)^8  .impppe  Qsta  delegap^pp»  benap^  ddbi(}o  sep^l^r  los 
^eptores  q^e  ^xprasian  pu^^tro  p^n^afnientp,  que  Jo  hará 
Gobierno. 

L^  próxiipa  e}^ccjQa4§.lPresi()eptp  se  presepta  rodeaba 
de  peligros,  de  s^n^epaza^  y<le  ipcertidumbres. 

¿N03  dnapntrjeirpp^p?  por  yeptur^  (jespues  de  setenta 
apos  de  yid^a  .públipa,'  p^en^ps  capacps  de  llenar  las  fun- 
P)PP93,de  vip  , gobierno  libi^e,  mas  próximos  á  dpsbandar- 
pos,  j^p  .prpvipfiia^,    cpp^p  en  tribus   Jps   ^alve^j^s   de  la 

Paippá? 

Y  bien.  Nosotros  invitamos  á  nuestrps  cpn^patriotas  á 
dejar  desmentidos  tan  siniestros  pronósticos,  simplemente 
con  llenar  las  formas  de  la  Constitución.  Nombremos  un 
Colegio  Elector  que  represente  el  buen  sentido  del  pais,  la 
propiedad  y  la  inteligencia. 

Llamemos  en  seguida  en  su  apoyo  á  los  jóvenes  que  no 
quieren  principiar  su  foja  de  servicios  en  la  vida  pública, 
erigiéndose  en  agitadoi^s  de  desorden,  en  lugar  de  tributar 
culto  al  saber  y  ¿la  palabra,  como  en  los  días  felices  de 
Grecia,  Roma,  Inglaterra,  ó  Estados  Unidos. 

Esperamos  que  las  autoridades  que  ejercen  influencia 
sobre  las  elecciones,  se  mantendrán  en  los  límites  que  les 
impone  la  reiterada  renuncia  de  toda  aspiración  política 
nacional  de  parte  del  señor  Grobernador  de  la  Provincia. 

Todos  los  errores  políticos  emanan  casi  siempre  de  un 
error  de  fechas,  y  de  otro  error  de  óptica.  Anacronismos,  ó 
ilusiones. 

La  Convención  francesa  salvó  con  sus  crímenes  á  la 
Francia,  se  dice.  ¿La  salvó  por  ventura  de  que  entrasen  los 


394  OBRAS  BE  SAJtlUBNTO 

aliados  á  Paris  en  1814,  y  loa  alemanes  en  1870,  arrebatán- 
doles dos  provinciaft^y  pisoteando  su  gloriosa  bandera  ? 

Puede  ser  que  en  los  designos  de  la-Providencia  no  este- 
mos tratando  hoy  de  la  elección  de  un  Presidente,  sino  del 
abandono  de  una  parte  de  nuestro  territorio,  acaso  pro- 
vincias enteras — ilusión  de  óptica  I 

Los  que  nos  acompañan  en  nuestras  aspiraciones,  y 
comprenden  cuanto  importa  que  en  Buenos  Aires,  y  en  las 
Provincias  prevalezca  la  unión  nacional  que,  con  el  mante* 
nimiento  de  la  tranquilidad  pública,  no  excluye  ni  la  liber- 
tad ni  el  progreso,  expondrán  &  los  paisanos  menos  ejer- 
citados en  el  uso  de  los  derechos  electorales,  el  objeto  de 
la  Constitución  al  encargar  á  un  Ck>Iegio  de  Electores  el 
nombramiento  de  Presidente. 

Puede  sin  ser  muy  negado  un  hombre,  no  saber  &  quien 
deba  nombrarse  Presidente,  &  fin  de  que  reúna  el  mayor 
número  de  votos  en  todas  las  Proyincias  con  la  mayor 
aptitud  j;)ara  el  gobierno;  pero  muy  infeliz  y  oscuro  ha  de 
ser  el  argentino  ya  sea  del  campo  ó  de  las  ciudades  y  villas 
que  ignore  quienes  son  los  ciudadanos  que  proponemos 
como  Electores  de  Presidente  &  ñn  de  que  depositen  su 
confianza  en  ellos. 


FIN  DBL  TOMO  XL 


1  K 


índice  del  tomo  xl 


Páginas 

lios  desfaUeotmlentos  y  los  desrios • 5 

Saprtmlr  la  lacha II 

Las  revoluciones  despóticas , iS 

Las  revolnclones  motines to 

Bl  sefior  gobernador  por  tablas t5 

Esas  aguas  pasaron! • so 

Ejemplos  revolucionarios ,.• 36 

Han  de  ser  bonrados  en  la  discusión 38 

El  contrato  social  en  la  República  Argentina 46 

Al  fin! ,.., 5i 

La  moral  de  La  Nación.,,., • 57 

La  circular  autonomista. < 6S 

Declaraciones  de  principios  administrativos 67 

Atrocidades  de  un  partido 7t 

El  manifiesto  nacionalista... ••. 75 

El  ImbrogUo 78 

El  gobierno  concillar  de  provincia 8i 

Bl  Saeional  en  las  provincias « • 84 

Conversiones • • 87 

La  montonera  disipada. ...«. 89 

El  asesinato  político  del  presidente  Sarmiento.... 93 

El  complot... 96 

Qué  hará  el  pueblo? •• 101 

Situación  política 105 

El  mundo  al  revés 106 

El  horror  á  los  gobiernos» « 113 

Los  troncos. 119 

Contrft  la  liga  el  pacto, m 

A  la  tripulación  de  la  nave : 199 

El  donquijotlsmo.. il9 

La  hipótesis  Sarmiento 136 

El  Sr.  Bayo « • I4t 

Candidatura  de  empate  al  portador  jr  sin  garantía....» lU 

Muerte  de  Guayama. • 150 


306  ÍMDICB  DBL  TOMO  XL 

Páginas 

Al  cabo 151 

La  conciencia  castellana. 154 

Respuestas  candidas •  1€0 

Situación, IC7 

La  moral  en  la  prensa -. 171 

Guerra  sin  cuartell 17* 

La  ludia  electoral 181 

Fuera  de  bromas. 18J 

Nos  entendemos..  187 

Último  atrlncberamiento 190 

Libre  sufragio 191 

Habrá  elecciones? I9S 

Volvemos  á  las  andadas. • 19S 

La  razón  pública ^)t 

El  acuerdo «» 

Los  gobernadores  electores VO 

El  espíritu  de  la  época. iil 

Recrudescencia • 216 

La  fascinación MO 

Gomo  en  España 06                                   , 

Las  elecciones  próximas  y  las  venideras... ttS 

La  víspera 131                                  ¡ 

Lalucba! '. 116                                  ! 

La  mitad,  de  la  mitad 1» 

Programa  electoral , lU 

«En  lodos  loe  terrenos* it9 

£1  manifiesto  de  los  concillados ISi                                   ¡ 

Las  combinaciones  para  candidatos 154                                  , 

La  pasión  de  la  libertad  en  la  cruz S8 

Abajo  la  liga iS> 

Club  General  Brown 365 

La  opinión ,. S68 

Los  gobiernos  se  arman IW 

Un  nuevo  partido .., i7J 

Ser  nacionalista. , 17S 

£1  meetlDg  del  domingo á» 

Aniversario  de  El  Naaonal SS5 

B  meetiag  convertido  en  poder. ag7 

Los  partidos 298 

La  doctrina  del  escándalo • S91 

El  ladrón  tras  del  Juez. 197 

Candidatura  del  general  Roca...., , 301 

Política  Nacional 30$ 

Las  candidaturas  sinllga 3eg 

lYoclamadon  Tejedor. ,... ui 

Los  programas  electorales ^» 319 

La  agitación  política , , u8 

Las  candidaturas  de  guerra  y  fte  paz at 


ÍNDICE  DBL  TOMO   XL  397 

Páginas 

Las  palabras  y  los  hecbos 395 

El  cootloente  por  el  contenido 3S9 

No  tan  calvo! 333 

Es  la  para  verdad 337 

Tenemos  candidatos? 338 

La  piedra  de  Sisifo  ó  la  verdad  en  caeros  vivos 343 

Vuelve  Pavón 349 

Los  festines  é  iluminaciones a 35i 

Gonfldeneias 357 

Estamos  de  acuerdo  con  ¿a  Nación ,,• 363 

Las  candidaturas  de  ffuerral 368 

Proclamación  Roca 373 

Carta  dirigida  por  el  general  D.  Domingo  F.  Sarmiento  al  Sr.  D.  Eduardo 

Madero 377 

Trescientos  Pablos i , sss 

Programa-Candidatura  de  uuion  y  de  paz 389 


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1 1 


w'p.^-c-v^  *^\  bl  *ti  2- 


OBRAS 


DE 


D.  F.  SARMIENTO 


PURISCADAS  HAJO    LOS    AUSPICIOS   DEL   GOBIERNO 

ARGENTINO 


TOMO  Xl_l 


PROGRESOS  GENERALES 


VISTAS    ECONÓMICAS 


BUENOS  AIRES 


7:HVí  — Tmprf^ii^H  y  Lttocrrafia  «  Mwri&no  lloreaoa.  Corrientes    K29. 


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OBRAS 


DE 


D.  F.  SARMIENTO 


1 1 


OBRAS 


DE 


D.  F.  SARMIENTO 


PUBLICADAS  BAJO    LOS   AUSPICIOS  DEL  GOBIERNO 

ARGENTINO 


TOMO  XLI 


PROGRESOS  GENERALES 


VISTAS    ECONÓMICAS 


BUENOS  AIRES 


7805— Imprenu  y  Litografía  «Mariano  Mortno»,  OonrlanlM   (Od. 


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EDITOR 
A.  BELIN  SARMIENTO 


INFORME  SOBRE  LOS  DISTRITOS  MINERALES 


MINAS  Y  ESTABLECIHIIENTOS  DE  LA  REPOBUCA  ARGENTINA 

por  el  Mayob  Rickabd 

{El  Nacional,  Agosto  6  de  i869.) 

No  seoyensino  lamentos  sobre  que  los  diez  millones  de 
fuertes  que  representa  la  lana  exportada,  no  representa. 
diez  millones  de  pesos  que  van  á  las  arcas  del  productor 
sino  los  mismos  diez  millones  que  tenía  pagados  en  fletes 
y  demás  gastos: 

Verdad  es  que  por  debajo  de  cuerda  aparecen  unas  cua- 
renta mil  enormes  pipas  de  sebo  mas,  exportadas  en  este 
año,  cuyo  valor  en  pesos  fuertes  vino  en  lluvias  del  cielo,, 
y  sino  es  la  lana  la  que  vale,  vale  la  gordura,  y  allá  se  va  lo 
uno  por  lo  otro. 

Mas  no  todas  las  provincias  producen  lana,  ni  gorduras 
naturales.  Provincias  hay  que  producen  trigos,  vinos  y  fru- 
tos de  la  agricultura;  otras,  maderas  y  otros  productos  de  la 
naturaleza,  que  tampoco  pueden  exportar  porque  los  fletes^ 
se  comerían  el  producto  y  al  productor. 

Queda  un  otro  elemento  de  exportación  y  son  los  metales 
que  encierran  nuestras  montañas,  y  aunque  los  costos  de 
elaboración  se  llevasen  la  mitad  de  su  valor,  como  dicen  por 
las  lanas,  vinos,  maderas,  se  lo  llevan  todos  en  fletes,  siem- 
pre, seria  bueno  que  figurasen  en  la  cifra  de  nuestra  expor- 
tación unos  ochos  millones  en  plata,  oro,  cobre,  como  figu» 
ran  en  Chile;  ó  sesenta  millones  como  en  los  productos 
norte-americanos. 

Para  Mendoza,  San  Juan,  Rioja,  Catamarcay  San  Luis  y 


6  OBKülf    UK  8AKMIBNT0 

Córdoba,  las  imnas  pueden  ser  sus  ovejas,  y  en  lugar  de 
diez  millones  en  lana  que  no  da  plata  presentar  en  el  mer- 
cado en  plata  y  oro  diez  millones  aumentados  en  la  circu- 
lacioiL 

Hay  tales  minas  en  la  República  Argentina? 

El  Gobierno  actual  parece  que  tuvo  sus  sospechas  desde 
los  primeros  días  de  su  administración,  y  comisionó  al 
Mayor  Rickard  para  que  visitando  los  lugares,  le  informase 
de  lo  que  hubiere  áeste  respecto;  y  el  libro  que  tenemos  por 
delante  impreso  ha  respuesto  satisfactoriamente  á  aquella 
curiosidad . 

Acaso  en  Buenos  Aires  no  despierte  gran  interés  esta  pu- 
blicación, por  que  hablar  de  minas  en  país  llano,pastor  ó  co- 
merciante, es  hablar  de  griego  &  los  que  no  lo  han  estudia- 
do. Sin  embargo  M.  Lafone  de  Montevideo  se  hizo  su 
fortuna  con  las  minas  de  cobre  de  Gatamarca,  y  el  joven 
Klapembach  no  se  ha  dado  por  mal  servido  por  las  minas 
de  plata  de  Huerta  de  San  Juan. 

Pero  si  en  Buenos  Aires  no  nos  ocupamos  mucho  de 
nuestras  minas,  no  sucede  lo  mismo  en  Londres»  donde  se 
cotizan  á  126  pesos  las  acciones  de  á  100  de  las  minas  de 
oro  de  Gualilan  en  San  Juan  y  no  pasarán  dos  meses  sin 
que  veamos  desembarcar  en  el  Rosario,  y  seguir  viaje  en 
treinta  y  cinco  carros  con  muelles  las  máquinas  con  motor 
de  ciento  ochenta  caballos  para  la  elaboración  de  aquellas 
minas.  Sin  saber  en  San  Juan  lo  que  pasa  en  Londres,  si 
hemos  de  estar  á  lo  que  dice  La  Verdad  (diario)  en  uno  de 
sus  números,  (no  salimos  garantes  de  la  verdad)  se  dejan 
pedir  diez  mil  fuertes  por  una  estaca. 

En  Inglaterra  pues,  tendrá  todo  su  valor  el  Informe  ofi- 
cial sobre  las  minas  de  la  República  Argentina  que  acaba 
de  ver  la  luz  por  encargo  del  gobierno.  En  Londres,  algu- 
nos miles  de  millones  de  duros  acumulados  andan  en  busca 
de  empresas  en  toda  la  redondez  de  la  tierra,  para  sacar 
interés  ó  ganancias;  y  conviene  que  sepan  que  en  doscien- 
tas leguas  de  extensión  de  esta  falda  occidental  de  la  Cor- 
dillera de  los  Andes,  como  de  la  otra  falda  opuesta,  se 
muestran  en  diversos  puntos  ya  explorados  y  se  presumen 
en  los  demás,  grandes  depósitos  metalíferos  que  depurados 
de  su  ganga  pueden  ser  fácilmente  convertidos,  con  ciencia 
y  capital  en  barras  de  oro,  plata  y  cobre,  plomo,  nlkeU  zinc. 


PROGRESOS  GBM  BRALEü  7 

hierro,  sin  que  escaseen  los  indicios  de  carbón,  abundando 
por  todas  partes  arcillas  mas  refractarias  que  las  tan  ce- 
lebradas de  Inglaterra.  Un  aiillon  de  pesos  ingleses  está 
ya  comprometido  en  las  minas  de  San  Juan  y  por  poco  que 
el  buen  éxito  corone  la  empresa,  desde  que  sea  por  el  Infor- 
me conocida  la  extensión  del  país  metalifaro,  otros  millones 
lo  seguirán,  y  tras  ellos  ingenieros,  máquinas  y  las  indus- 
trias auxiliares  y  accesorias. 

De  esta  influencia  civilizadora  dan  muestra  las  diez  y 
seis  cartas  con  que  el  informe  viene  ilustrado.  Todos  los 
sistemas  europeos  de  amalgamación  y  fundición  están  ya 
en  ejercicio  en  las  minas  y  para  los  diputados  que  quieran 
favorecer  la  industria  por  la  creación  de  fábricas,  no  dejarál 
de  ser  agradable  ó  sorprendente  ver  que  en  los  puntos  mas 
recónditos  de  Ja  República  están  en  ejercicio  las  máquinas 
mas  complicadas  y  otras  vienen  á  extender  su  acción.  Las 
minas,  si  no  dejaran  otra  utilidad  que  introducir  en  nues- 
tra economía  los  medios  auxiliares  de  la  industria  euro- 
pea tendrían  esa  ventaja  sobre  el  pastoreo  que  embrutece 
al  pastor.  La  mineralogía,  la  química,  metalurgia,  mecánica 
é  hidráulica  entran  por  mucho  en  la  explotación  de  las 
minas  y  requieren  hombres  educados  y  preparados  para 
sus  diversas  manipulaciones.  Ya  en  previsión  del  caso  el 
Ministro  de  Instrucción  PúbUca  ha  dotado  cátedras  en  San 
Juan  y  en  Catamarca  de  ciencias  naturales  aplicables  á  la 
minería,  y  no  está  lejos  el  tiempo  en  que  metalurgistas 
argentinos  honren  aquel  foro  en  que  sin  disputa  se  produ- 
ce la  riqueza  en  lugar  de  que  el  abogado  solo  se  ocupaba 
de  pasar  de  una  mano  á  otra  con  menoscabo,  lo  que  ya 
estaba  creada  de  antemano. 

De  los  efectos  saludables  que  puede  producir  la  espío- 
tacion  de  las  minas  en  aquellas  provincias,  tan  destituidas 
como  la  Rioja,  podráse  anticipar  una  esperanza  por  lo 
que  nos  comunican  de  una  carta  recientemente  recibida 
de  la  Rioja  y  firmada  por  Garlos  Ángel,  quien  avisa  haber 
denunciado  veinte  minas  antiguas  en  Famatina  (Rioja)  y 
puesto  trabajo  para  desaterrarlas.  «En  la  mina  de  San 
Pedro  de  la  Caldera,  escribe  el  mismo,  tengo  siete  barre- 
tas y  en  el  estado  que  está  y  la  clase  de  metal  que  se  ha 
alcanzado,  es  mejor  que  la  de  Rascuñan.  Si  este  alcance 
dura,  es  la  mina  gefe  de  todo  el  mineral,  porque  da  ocho 


8  OIIEA8  bK  8AKM1KMTO 

marcos  de  plata  por  arroba  de  metal,  es  decir»  á  razón  de^ 
2.185  marcos  por  cajón.  Pondré  en  su  conocimiento  si  se 
se  firma  el  alcance».  Dele  Dios  diez  marcos  por  arroba 
de  metal»  al  insigue  montonero  Carlos  Ángel  quitado  ya 
de  política  y  montonera  é  invasiones  para  encontrar  en 
las  minas  el  premio  legitimo  del  trabajo. 

Al  mismo  tiempo  escribe  de  Mendoza  don  Antonio  del 
Canto,  antes  alumno  de  la  Escuela  Normal  de  Chile  y 
discípulo  del  actual  Presidente  de  la  República  Argentina, 
que  en  la  mina  de  San  Romualdo  en  el  Paramillo,  de  que 
es  empresario»  se  ha  alcanzado  un  sulfo-antimonioso  de 
plata  (rosicler  negro)  rico  metal.  Este  alcance  se  ha  he- 
cho en  el  estremo  del  socabon,  sobre  la  veta«  á  ciento  y 
tantas  varas  de  corrida  y  á  noventa  varas  verticales  de 
la  superficie. 

Los  diarios  de  San  Juan  anuncian  la  cantidad  de  marcos^ 
de  plata  que  se  esportan  á  Chile  ó  al  Rosario,  en  canti- 
dades mensuales  suficientes  para  alentar  á  perseverar. 
Mientras  tanto  uno  de  los  males  que  curaría  el  laboreo 
de  minas  en  aquella  provincia  seria  hacer  desaparecer 
otras  industrias,  que  á  falta  de  ocupación  honrada  están 
allí  en  práctica.  De  carta  de  sugeto  respetable  que  asistía 
á  las  sesiones  del  Congreso  cuando  la  interpelación  Se- 
gura, extractamos  el  pasage  siguiente  por  si  podemos  con 
él  provocar  otra  interpelación,  como  aquella  con  que  el 
Senado  honró  las  descripciones  patéticas  de  La  Nación. 
¿Porqué  han  de  ser  unos  hijos  y  otros  entenados?  Dice 
asf  la  carta :  «  Al  pasar  por  Guayaguaz  de  regreso  de 
Buenos  Aires,  dice  don  Francisco  Sarmiento,  me  salieron 
al  encuentro  tres  compañeros  del  interesante  joven  Segura, 
los  cuales  poniéndome  tres  carabinas  al  pecho  rae  desnu- 
daron y  quitaron  todo  lo  que  llevaba  habiendo  conseguido 
por  ruegos  que  no  me  quitasen  la  vida,  favor  á  que  les 
quedo  eternamente  agradecidoii. 

«Ya  creíamos  que  los  salteos  de  los  caminos  hablan  desa- 
parecido por  la  dispersión  y  castigo  de  las  bandas  encabe- 
zadas por  Guayama  y  Segura;  pero  solo  habían  suspendido 
sus  operaciones,  permaneciendo  en  Caúsete  (San  Juan) 
escondidos  los  que  me  asaltaron  hasta  que  la  policía  loa 
descubrió  y  se  escaparon  en  esta  dirección.  Ya  esta  es 
Ja  tercera  vez  que  me  veo  entre  puñales  y  tercerolas  & 


PROGRESOS  6BNBRALB8  9 

punto  de  perder  la  vida  en  manos  de  salteadores,  y  no  veo 
la  hora  de  acabar  de  arreglar  mis  negocios  para  ir  á  es- 
tablecerme en  Chivilcoy,  como  lo  dejé  arreglado.» 

Volvamos  pues  al  informe  del  mayor  Rickard,  que  debía 
según  la  nota  del  Ministro  del  Interior»  visitar  en  San  Luis 
las  minas  de  la  Carolina;  en  Mendoza  las  de  Uspallata  y 
Paramillo;  en  San  Juan,  Tontal,  Castaño,  Guachy»  Guali- 
lan  y  la  Huerta;  en  la  Rioja,  Famatina;  en  Cata  marca  los 
minerales  de  Belén,  en  Córdoba  las  de  Galena  etc.,  ó  in- 
forma sobre  la  clase  de  metales  esplotados,  los  que  aun 
se  encuentran  sin  aplicación  práctica  y  pueden  en  lo  fu- 
turo ser  de  utilidad — sustancias  minerales  útiles  para  la 
industria  y  auxiliares  para  la  minería — minas  en  trabajo 
con  los  productos  obtenidos — número  de  trabajadores  en 
ellas — en  establecimientos  metalúrgicos — compañías,  capi- 
tal y  maquinaria — sistemas  en  práctica — inconvenientes 
con  que  luchan— depósitos  de  carbón— su  estension,  ca- 
lidad y  utilidad  práctica — viabilidad  y  medios  de  desen- 
volverlo. 

A.  todas  estas  cuestiones  ha  respondido  el  informe  sin 
ostentación,  sin  mas  que  ir  á  los  lugares,  inspeccionar, 
examinar,  inquirir  diligentemente,  tomando  notas,  mues- 
tras y  planos.  Una  completa  colección  de  metales  y  de 
materias  minerales  ha  sido  recolectada  de  dentro  de  las 
labores  de  las  minas,  á  fin  de  asegurarse  de  su  ubicación 
é  ¡importancia;  y  ya  el  célebre  mineralogista  Domeiko 
daría  algo  de  muy  precioso  (que  no  fuese  la  rica  colección 
de  metales  de  Sud  América  que  tiene)  por  la  colección 
de  metales  argentinos  para  completar  su  museo  y  la 
grande  obra  de  mineralogía  americana  que  está  escri* 
hiendo. 

El  informe  consagra  un  capítulo  especial  á  la  minería 
de  cada  provincia  entrando  en  detalles  minuciosos  como 
se  juzgará  por  el  siguiente  resumen  de  la  Provincia  de 
Cutamarca, 

Mineral  de  las  Capillitas. — Minas  del  señor  Lafone. — Id 
de  los  señores  Carranza,  Molina  y  Ca. — Establecimiento  de 
fundición — ^Pilciao — ^Sistema  de  fundición  de  cobres — Esta- 
do demostrativo  del  movimiento  de  trabajos,  etc. — Viabi- 
Jidad— Resumen  estadístico. 

Cada  provincia  trae  un  resumen  estadístico,  que  pone 


10  OBRAS  DE  SARMIENTO 

á  la  vista  la  importancia  de  sus  trabajos,  como  á  cada 
una  corresponden  uno  ó  mas  planos  de  los  ingenios  de 
fundición  ó  amalgamación.  En  unas  partes  se  siguen 
los  sistemas  metalúrgicos  alemanes,  en  otras  los  ingleses, 
en  otras  el  ingeniero  director  es  francés,  en  varias  preva- 
lecen las  prácticas  americanas,  y  en  algunas  se  trabaja  á 
la  bartola.  En  Europa  tendrá  esta  colección  de  sistemas 
su  valor  práctico,  porque  los  entendidos  conocen  sus  ven- 
tajas y  defectos  relativos. 

El  resumen  que  dá  toda  aquella  parte  de  la  República 
esplorada  es  satisfactorio,  aunque  no  hace  mas  que  co- 
menzar el  movimiento  de  minas. 

Hay  minas  en  trabajo:  veinte  y  ocho  de  oro,  cuarenta  y 
seis  de  plata  y  once  de  cobre.  Trece  trapiches  para  oro, 
quince  ingenios  para  plata  y  seis  para  cobre.  Los  lava- 
deros de  oro  son  veinte  y  ocho.  En  todos  estos  trabajos, 
están  empleados  dos  mil  seiscientos  ochenta  y  siete 
hombres.  | 

Los  capitales  invertidos  ascienden  á.  un  millón  cuatro- 
cientos treinta  y  un  mil,  trescientos  veinte  y  cinco  pesos. 
Los  productos  en  oro  han  sido  en  1868  tres  mil  seiscientas 
cincuenta  onzas  de  oro,  cuatrocientas  cincuenta  y  dos  mil 
ciento  ochenta  y  cuatro  onzas  de  plata  y  quince  mil  y  pico 
quintales  de  cobre.  Este  cobre  contiene  mucha  plata  y  oro 
en  Gatamarca.  El  valor  total  de  toda  esta  producción  es 
de  seiscientos  cincuenta  y  dos  mil,  setecientos  diez  pesos, 
lo  que  hace  un  cuarenta  y  cinco  por  ciento,  del  capital:  ¿Es 
utilidad  todo  esto?  ¡Dios  miol  Entonces  valdría  mas  que 
esquilar  ovejas,  ó  saltear  en  los  caminos,  ó  hacer  revolu- 
ciones que  no  siempre  dejan  provecho.  Lejos  estamos, 
como  se  vé,  de  los  setenta  y  cinco  millones  en  oro  y  plata 
de  los  Estados  Unidos,  sin  contar  con  el  cobre,  el  hierro,  el 
plomo,  azogue  y  carbón  de  piedra,  que  importa  mucho 
mas;  pero  tenemos  doscientas  leguas  á  lo  largo  de  monta- 
ñas metalíferas,  y  en  cuanto  á  haber  plata,  oro,  cobre  etcé- 
tera, etc.,  no  hay  la  menor  duda.  Ahí  están  los  mineros 
que  lo  sacan,  ahí  los  ingenios  que  los  elaboran;  ahí  los 
hornos  que  los  funden.  Ahí  está  sobre  todo  el  Informe  del 
mayor  Rickard,  que  ha  examinado  los  lugares,  trepado  á 
todas  las  montañas,  metidose  en  todas  las  minas  y  oido  de 
los  mineros,  que  &  veces  exageran,  de  los  ingenieros  y  de 


PROGRESOS  6BNERALBS  11 

los  metalurgistas  europeos  lo  que  ellos  conocen,  y  mucho 
de  lo  que  se  prometen  desde  que  haya  caminos  y  facili- 
dades para  el  trabajo,  y  exportación;  lo  áe  Gualilan  tiene 
alborotada  á  la  Bolsa  de  Londres^  y  según  La  Verdad^  á  la 
de  San  Juan.  Son  dos  vetas  en  bronce  piritas  de  sulfuro 
de  hierro^  que  corren  pareadas  aunque  no  paralelas;  son 
dos  ríos  petriücados  que  corren  juntos,  se  acercan,  se  con- 
funden, se  separan,  dejando  islotes  intermediarios.  Cuando 
las  dos  vetas  se  juntan  (níden  ciento  veinte  varas  de  ancho 
de  oro?  no:  de  bronce  (piritas  auríferas):  allá  van  maqui- 
nistas, ingenieros,  máquinas,  carros,  libras  esterlinas  é 
ingleses  á  sacar  y  depurar  el  oro. 

¿Qué  les  quedará  á  San  Juan,  Gatamarca,  la  Rioja  si  el 
capital  inglés  viene  atraído  por  el  lucro  y  se  lleva  la  plata 
y  el  oro?  A  esta  pregunta  responde  Mr.  Browne  el  Comi- 
sionado de  los  Estados  Unidos  en  su  informe  sobre  los  récur- 
sos  minerales  de  los  Estados  Unidos.  Oigamos.  «Diez  y 
nueve  años  atrás  los  Estados  de  California,  Orizona,  Colo- 
rado, Montana,  Idaho,  Nevada  (todos  nombres  españoles) 
Washington,  Oregon,  Utah,  territorios  que  ocupan  mas  de 
una  tercera  parte  del  área  total  de  los  Estados  Unidos  eran 
regiones  solamente  conocidas  de  los  cazadores  y  negocian- 
tes en  pieles;  atravesados,   poblados   y  ocupados  por  las 

tribus  de  indios  salvages Sino  fuera  por  el  furor 

minero  de  los  19  años  anteriores.  California  hubiera  que- 
dado hasta  hoy  siendo  quizá  el  mismo  desierto  vasto,  y  sin 
mas  valor  que  una  grande  estancia  para  ganado;  y  los 
inmensos  territorios  adyacentes  hoy  poblados  por  comuni- 
dades civilizadas,  y  todos  atravesados  por  el  gran  ferro- 
carril que  une  'bI  Atlántico  con  el  Pacifico,  habrían  sido 
salvajes.» 

«En  donde  q  ledaría  el  correo  trasandino,  el  telégrafo  y 
las  líneas  de  vapores  á  la  China,  sino  fuese  por  las  necesi- 
dades creadas  por  el  desarrollo  rápido  de  nuestra  industria 
minera?» 

«Las  minas  han  levantado  en  California  una  industria 
inmensa  en  agricultura  y  fábricas  cuyos  productos  se  esti- 
man mas  ó  menos  en  la  misma  cantidad  que  sus  metales 
preciosos.» 

Esto  responden  los  maestros,  en  el  arte  de  improvisar 
riqueza. 


12  0BKA8   I>K  0AR11IBNTO 

Nosotros  no  haremos  nuevos  Estados  en  los  vastos  te* 
rriloríos  del  interior;  no  haremos  huir  á  los  indios  salvajes^ 
pues  si  algunos  quedan  están  ya  domesticados  y  hablan 
español;  pero  si  el  furor  minero  se  despierta,  no  es  Bueno» 
Aires,  sino  en  Londres:  si  las  guineas,  los  ingenieros,  las 
máquinas  en  auxilio  de  la  naturaleza  virgen  aun  en  aque- 
llas montañas  de  seis  mil  cuadras  de  piedra  metalíferas 
(la  estension  de  Buenos  Aires),  el  ferrocarril  interoceánica 
sur-americano  ha  de  ^er  una  realidad;  cada  una  de  aquellas 
provincias  tendrá  ferrocarriles  para  esplotar  sus  metales; 
y  aglomerándose  la  población  nueva  europea,  industriosa, 
inteligente,  sacaran  del  torpón  en  que  viven,  no  diez  y 
nueve  años  sino  tres  siglos  hace  los  descendientes  de  los 
conquistadores  y  de  los  conquistados  sumidos  hoy  en  la 
barbarie  por  la  pobreza. 

Poned,  decía  un  profundo  observador  una  Iglesia  á  cada 
cuadra,  para  inspirar  el  sentimiento  religioso  al  pueblo,  y 
si  no  le  dais  de  que  vivir,  sei^n  una  banda  de  ladrones. 
I  Qué  ha  de  hacer  un  hombre  en  la  Rioja,  en  las  Lagunas» 
en  los  Llanos,  en  San  Luis,  en  la  Sierra  de  Córdoba!  Tra* 
bajar!  Pero  trabajar,  trabajar  en  qué?  La  tierra  no  es 
suya;  nadie  la  ocupa,  porque  no  la  necesita;  y  él  no  sabe 
un  oñcio  que  si  supiera  sería  solo  para  matar  el  hambre. 
El  telégrafo  nos  avisará  luego  desde  Jujuy  y  Mendoza  que 
todos  los  pueblos  del  tránsito  vejetan,  salvo  cuando  se 
matan  entre  si,  ó  roban  en  los  caminos  á  los  que  trabajan. 
Impulsemos  el  trabajo  de  minas;  seis  provincias  están  ahi 
para  moverse. 

Las  minas  son  hoy  el  fuego  que  conduce  á  los  pueblos 
al  desierto  para  poblarlo;  y  como  requieren  inteligencia, 
civilizan  á  la  par  que  pueblan,  como  pide  máquinas,  y  dan 
productos  pesados  y  valiosos,  señalan  la  dirección  de  los 
ferrocarriles  y  del  comercio.  Sobre  todo,  esas  minas  son 
la  poesía  del  pobre,  la  piedra  filosofal  del  ignorante,  ante 
ellas  todos  son  iguales;  basta  pedir  una  veta  para  creerse 
rico;  pero  basta  dar  un  feliz  barretazo  para  serlo  en  rea- 
lidad. 

¿Quienes  eran  los  Gallos  de  Chile,  los  Rolados,  Garines, 
Goyenechea,  Osas  y  tantos  aristócratas  de  hoy?  Los  peo- 
nes barreteros  de  Chañarcillo^  que  ha  dado  cien  millones, 


PBüGKBSOS  GENERA LBS  13 

€Sta  cordillera  de  por  medio  enfrente  de  Famatinai  Belén» 
Capillitas,  Gualilan  y  denias  centros  mineros. 

El  libro  del  Mayor  Rickard  es  la  prosa  todavía,  es  un 
catálogo  de  materias,  apenas  bosquejado;  pero  asi  como  es, 
va  á  producir  un  gran  bien,  haciendo  conocer  en  Ingla- 
terra our  mineral  Ressources  nuestros  recursos  minerales;  y 
si  el  carbón  de  piedra  que  aparece  por  varias  parte  aunque 
en  mantas  delgadas  ahonda  y  se  afirma^  como  decimos  los 
mineros^  un  pedazo  de  la  República  que  hoy  no  vale  lo 
que  cuesta  en  sangre  y  tesoro  para  tenerlo  en  paz,  se  hará 
el  centro  y  el  promotor  de  la  riqueza  argentina. 

La  decantada  industria  pastoril  con  sus  lanas  y  cueros, 
dada  la  distribución  del  terreno  y  condiciones  climatéricas 
de  la  costa,  ha  dicho  ya  su  última  palabra,  diez,  quince 
millones  por  todo  el  mejor  territorio  poblado.  ¿Pero  quien 
pone  limites  al  producto  de  aquella  estancia  de  seis  mil 
leguas  de  montañas,  que  en  lugar  de  vacas  ú  ovejas  en  la 
superficie  encierra  en  sus  entrañas  hasta  donde  ya  las 
ollas  no  arden,  el  oro  que  vamos  k  buscar  á  Europa,  la 
plata  que  nos  llevan  todos  los  días,  y  el  plomo  con  que 
nos  matarnos,  única  industria  verdaderamente  argentina? 

El  plomo  es  artículo  de  primera  necesidad. 

FABRICA  DE  VIDRIO  EN  CUYO 

iBl  Nacional,  iallo  i9  de  1879.) 

El  castellano  es,  como  se  sabe,  pobrísimo  en  catembourgs^ 
pues  que  ni  palabra  propia  tiene  para  expresarlos.  Los 
que  se  hacen  por  acaso,  son  n^as  bien  efecto  del  sentido 
figurado  de  la  frase,  contrastada  con  el  resto, como  por  ejem* 
pío  cuando  El  Nacional  observaba  que  El  Mosquito,  hay 
mosquitos  en  todas  partes,  haría  tal  ó  cual  caricatura,  ó 
cuando  un  Senador  decía:  «aquel  librito  de  las  tapas  ama- 
rillas» y  otro  le  retrucaba,  «lo  conoce  por  las  tapas». 

San  Martin  ha  dejado  en  su  correspondencia  uno  de  estos 
quid-pro-quo  de  una  gran  verdad  práctica.  ¿Qué  es  soplar 
y  hacer  botellas?  preguntamos  por  tradición,  cuando  se  pre- 
tende que  es  la  cosa  mas  fácil  del  mundo  hacer  una  cosa, 
pues  que  en  efecto  el  vidriero  de  un  soplido  en  el  vidrio  en 
fusión  se  hace  una  botella . 


14  OBHAS  DB  SARMIENTO 

Urgía  San  Martin  porque  el  Congreso  de  Tucuman  decla- 
rase Ja  Independencm,  á  lo  que  le  constestaban  ¿que  es 
soplar  y  hacer  botellas?  El  General  que  se  aprestaba  á 
escalar  los  Andes  contestó  celo  difícil  para  nosotros  es  hacer 
una  botella;  pero  declarar  la  Independencia,  eso  si  que  es 
fácil  y  hacedero». 

Declaróse  la  Independencia,  en  efecto,  y  él  la  hizo  buena 
y  cincuenta  años  después  todavía  no  hemos  intentado  hacer 
una  botella.    ¿La  haremos  en  diez  nías?    Está  por  verse. 

Presentáronse  al  Presidente  hace  un  mes  dos  amigos 
suyos  fabricantes  de  vidrio  que  pretendían  hacerlo  todo» 
recortado,  critalizado,  etc. 

— ¿Pueden  ustedes  hacer  botellas  negras? — Qué  preguntal 
Pues  ahí  está  la  dificultad. 

En  Pittsburg,  doclentas  leguas  al  interior  de  las  costas 
norteamericanas  existen  diez  grandes  fábricas  de  cristales; 
y  si  se  exceptúan  dos  en  Méjico,  ignoramos  que  en  toda  la 
América  haya  una  sola.  Consúmense  pocos  vinos  extran- 
jeros en  Mendoza  y  San  Juan,  que  producen  vinos  tan  malos 
como  ios  mejores  falsificados  europeos,  y  por  tanto  no  hay 
pretesto  plausible  para  que  se  introduzcan  botellas,  si  na 
suponemos  que  vayan  de  aqui  de  vacio,  sin  cosa  que  valga 
el  flete  de  doscientas  leguas. 

Una  fabricado  botellas  en  Mendoza  seria,  pues,  juntar  el 
hambre  con  la  gana  de  comer  y  el  Presidente  encaminó  á 
Mendoza  y  San  Juan  á  los  vidrieros,  con  cartas  y  algo  mas 
sustancial  que  recomendaciones. 

Quince  dias  después  de  llegados  los  fabricantes,  man- 
dando las  muestras  que  no  admiten  exageración,  avisan 
que  han  encontrado  todo  lo  que  necesitan,  para  la  fabrica- 
ción del  vidrio,  ahí  á  la  mano,  y  á  los  precios  que  Dios 
puso  á  sus  dones,  derramados  por  todas  partes,  á  saber: 
ca/,  todos  los  cerros  circunvecinos;  potasa^  todas  las  plantas 
de  jumes  de  los  campos;  arena  blanca  de  síliee^  en  la  Rinco- 
nada cerca  de  la  Arboledaí  tierra  refractaria^  para  los  hornos 
en  el  Borbollón;  piedra  potne  para  pulir,  al  salario  de  un  peón 
para  cargarla;  y  si  leña  le  faltara  mandar  muestras  de  car- 
bón bituminoso,  á  cuatro  leguas  en  el  Challado.  Todo  está 
á  la  mano  y  á  la  inteligencia  práctica  de  hábiles  artífices. 
¿Haremos  la  botella?    Mucho  tememos  que  no.    El  vidriero* 


PROGRESOS  GENERALES  15 

avisa  que  todo  está  pronto  y  probablemente  volverá  á  darle 
cuenta  al  Presidente  del  feliz  éxito  de  la  expedición. 

Y  bien,  aprés?  aquí  principia  á  operar  la  vieja  sabiduría. 
Pues  qué!  hacer  botellas,  es  soplar  y  hacer  botellas?  Va 
el  Poder  Ejecutivo  nacional  ó  el  Congreso  á  hacer  botellas? 
El  primero  puede  hacer  la  guerra  sin  dinero  y  sin  soldados 
según  los  proyectos  del  Senado.  Este  á  su  vez,  puede  mas 
que  el  Parlamento  inglés  que  nunca  pudo  hacer  de  una 
mujer  un  hombre,  ni  de  un  hombre  una  mujer,  como  los 
húngaros  exclamaban:  mariamor  rege  nos tro^  Maríal  Losingle.- 
ses  dicen  buena  mente,  long  Ufe  to  the  queen^  cuando  es 
mujer,  y  long  Ufe  to  the  king^  que  para  el  caso  es  lo  mismo. 
Pero  ni  nuestro  Congreso,  ni  nuestro  Presidente  no  harian 
una  botella;  el  uno  porque  no  es  constitucional;  y  el  otro  por 
no  inmiscuirse  eñ  los  asuntos  de  las  provincias.  Entre  las 
facultades  delegadas  k  la  nación,  no  está  el  de  soplar  y 
hacer  botellas. 

La  facultad  expresamente  delegada  es  la  de  construir 
templos.  Cada  capital  de  provincia,  cada  ciudad,  aldea, 
villa,  villorio,  barrio  eleva  una  petición  al  Gobierno  Nació-® 
nal,  pidiendo  ayude  á  la  construcción  de  un  templo.  El 
cristianismo  se  ha  hecho  tan  espiritual  que  todos  hacen 
alarde  de  indevoción,  con  tal  que  otro  dé  el  dinero;  y  ahí 
está  el  Gobierno  Nacional  para  dar  pruebas  de  religiosidad 
otorgando  las  sumas  que  le  piden  de  todas  partes  para  hacer 
suntuosas  catedrales  y  realizar  planos  de  fantásticos  arqui- 
tectos. 

¿Quien  no  se  desvive  por  la  difusión  de  las  luces?  Cada 
gobierno  recibe  una  subvención  para  las  escuelas  que  fun- 
dará algún  día;  y  han  habido  interpelaciones  para  reclamar 
sumas  acordadas,  no  porque  haya  alguna  escuela  en  San- 
tiago, sino  porque  es  una  parte  del  presupuesto  de  una 
Provincia  la  subvención  de  escuelas,  para  costear  carcele- 
ros. Cuando  la  Constitución  dice  que  darán  instrucción 
primaria  las  provincias,  no  quiere  decir  que  fundarán 
escuelas,  á  espensas  de  la  nación,  sino  que  es  parte  de  los 
derechos  provinciales  reservados,  mantener  el  siatu  quo  ó  re- 
trogradar, como  ha  sucedido  alguna  vez -en  Buenos  Aires. 

Pero  volvamos  á  las  botellas  de  Mendoza. 

El  pueblo  aquel  permanece  indiferente  espectador  de  las 
felices  investigaciones  de  los  vidrieros. 


16  OBRAS  DB  SARMIBNTO 

Qué  bueno  sería  tener  botellas  baratas  para  envasar, 
purificar,  mejorar  y  exportar  sus  vinos.  Excelente;  pero  la 
provincia,  la  industria  particular  nada  tienen  que  ver  con 
el  buen  público,  con  su  propio  adelanto. 

La  nación  debe  hacer  las  botellas. 

El  caso  contrario  ocurre  en  Buenos  Aires  que  será  una 
Nueva  York  el  día  que  tenga  puerto  en  proporción  de  la 
magnitud  y  la  necesidad  de  la  obra.  Va  á  construirse  al 
fin  el  puerto;  pero  he  aquí  que  asalta  esta  duda:  ¿á  quién 
corresponde  el  derecho  de  no  hacer  nada?  A  la  Provincia,  con- 
'testan  los  sabios;  y  en  prueba  de  ello  que  en  tres  siglos  no 
hizo  puerto.  Y  tras  el  debate  mas  luminoso  que  el  de  la 
cuestión  San  Juan  que  á  tantos  dejó  á  obscuras,  se  resuelve 
que  no  se  haga  nada,  porque  en  caso  de  hacer,  convendría 
pagarle  al  beneficiario  el  terreno  del  fondo  del  rio  que 
acrese  la  playa  y  ademas  otro  tanto  por  la  mayor  riqueza  que 
se  desenvuelva. 

¿Quién  les  abonará  en  adelante  la  diferencia  entre  pagar 
diez  fuertes  por  desembarcar  de  noche,  como  sucede  ahora? 
^  Diez  fuertes  perdidos  para  el  que  los  cobrara,  ó  no  sabemos 
jota  de  cuentas — Un  millón  por  año  no  cobrado  á  las  mer- 
caderías que  se  desembarcan  y  por  tanto  mil  familias  que 
viven  de  ello,  esto  no  lo  dicen  los  Ministros  á  quienes  Madero 
ha  untado  la  mano.  ¿Cómo  habría,  sin  eso,  Ministros  que 
prohijasen  proyectos  de  mejoras?  No  se  da  puntada  sin 
nudo  en  los  tiempos  que  corren.  Digalo  la  oposición  que 
solo  por  amor  á  la  Constitución  halla  en  todo  lo  que  era 
constitucional  hasta  fines  del  año  pasado,  es  inconstitucio- 
nal ahora,  si  viene  del  Ejecutivo. 

Si  es  el  Senado  y  Zaballa  los  que  se  convierten  en  Acusa- 
dor Fiscal,  para  que  juzgue  la  Cámara  de  Diputados,  ya 
que  Chapeaurouge  ha  sido  suprimido,  entonces  la  cosa 
muda  de  especie.  El  Senado  fué  creado  ex-profeso  para 
hacer  imposible  el  gobierno,  por  estar  ahí  reunidos  todos 
los  que  fueron  y  los  que  pretenden  ser;  realizando  la  obje- 
ción de  Frauklin  á  la  creación  de  esta  máquina,  que  era, 
declaj  ponerla  á  la  carreta  una  yunta  adelante  y  otra  atrlis. 
Afortunadamente  las  fuerzas  están  equilibradas  hoy;  doce 
tiran  hacia  arriba  de  la  montaña  y  doce  hacia  abaja  Yo 
apuesto,  como  inglés, á  que  ganan  los  que  tiran  hacia  abajo. 


PROGRESOS  OBN  ERALES  17 

Desde  luego^  la  ley  de  la  gravitación  está  de  su  parte;  todo 
tiende  entre  nosotros  á  venirse  abajo. 

El  público  que  ve  la  lucha  está,  por  los  que  tiran  para 
abajo,  á  ñn  de  proporcionarse  un  lindo  pasatiempo,  el  de 
la  costalada.  ¿A  qué  vamos  al  teatro?  Toda  la  opera  es 
solo  para  darnos  al  fin  el  gusto  de  ver  como  acaba  tanto 
enredo  á  capazos. 

Todavía  ha  de  ser  cierta  la  profunda  observación  de  Saa 
Martin  desde  Mendoza.  Independencia  y  Constituciones, 
haremos  de  un  papirote.  Nación  ni  botellas,  eso  ha  de 
verse. 

El  Congreso  hará  Provincias,  precisamente  porque  ya 
estaban  hechas;  y  cuando  Taboada,  don  Manuel,  amenaza 
con  la  separación  del  Norte,  ni  una  palabra,  ni  una  voz  se 
oirá  en  el  Congreso  para  suplicarle  siquiera  que  lo  haga  sin 
estrépito  y  sin  incomodarnos  á  los  del  Sur.  O  Verdad^  que 
sabéis  callarla  prudentemente;  y  vos,  Nticion  que  solo  tenéis 
palabras  para  vituperar,  al  gobierno  de  la  nación;  y  vos, 
República  que  recibís  de  Córdoba  la  carta  que  aquí  circulaba 
sin  haber  roto  el  sello,  ni  haberla  sustraído  á  su  dueño, 
donde  está  la  vergüenza,  hablad  I  {Cuánto  descaro!  Cuánta 
pequenez  bajo  el  simulacro  de  libertad  I  Respeto  al  crimen 
útil,  he  ahí  toda  la  moral! 

LOS    NUEVOS    PROYECTOS 

iSl  Nacional,  Agosto  i9  de  Í87S.) 

El  interés,  en  parte  artificial^  en  parte  constitucional  y 
de  trascendencia  que  suscitaron  las  prolongadas  peripecias 
de  las  cuestiones  de  Corrientes,  se  ha  adormecido  ante  el 
propósito  del  Gobierno  de  darle  solución  á  su  modo,  y 
ante  la  satisfacción  de  los  que  excitaron  desde  el  princi- 
pio aquel  trastorno.  Pocos  saben  cual  es  ó  habrá  de  ser 
ese  desenlace,  en  cuanto  haya  de  concillarse  con  los  prin- 
cipios y  las  formas  de  gobierno  regular;  pero  todos  saben 
que  será  como  lo  deseen  ó  lo  hayan  resuelto  los  que  tanto 
se  han  desviado  de  las  reglas. 

El  público  se  entrega  con  pasión  á  los  movimientos  que 
•se  le  imprimen;  pero  una  solución  cualquiera  le  hace  vol- 


18  OBRAS   1>K  8AKU1BRT0 

Yer  la  atención  á  otra  parte,  sin  ocuparse  mucho  de  la  jus- 
ticia ó  rectitud,  ni  preocuparse  de  las  consecuencias,  que 
no  siempre  son  preciables  y  perceptibles  para  toda  clase 
de  anteojos. 

No  creemos  útil  insistir  en  nuestras  ideas  sobre  asunta 
que  continuamos  considerando  como  grave,  por  temor  de 
agravar  mas  la  situación  de  los  que  han  tenido  que  sufrir 
y  quedan  á  merced  de  los  rencores  y  pasiones  de  luchas 
que  salen  del  terreno  de  las  leyes  y  de  las  formas  regu- 
lares. 

Cuánto  sirven  estas,  para  evitar  que  surjan  ó  para  ate- 
nuarlas después  que  se  han  producido!  ¡Dejamos,  pues,  al 
tiempo,  y  tiempo  á  la  discreción  del  gobierno,  que  tanto  de 
discrecional  sino  de  discreto  ha  puesto  en  este  asunto,  para 
que  ejercite  su  acción  reparadora  ó  busque  la  justificación 
que  suelen  dar  los  hechos. 

Volvamos  la  vista,  entre  tanto,  á  otras  preocupaciones 
que  despiertan  el  interés  público,  y  que  felizmente  salen 
del  terreno  ardiente  de  la  política.  Tales  son  los  diversos 
proyectos  de  ley,  presentados  al  Congreso,  y  que  ofrecen 
la  perspectiva,  siempre  halagüeña,  aunque  no  siempre  fe- 
cunda, de  ensanchar  el  territorio,  alejando  las  fronteras» 
prolongar  ferro-carriles,  como  medio  de  hacer  producir  lo 
que  ya  está  construido,  ó  bien  ahondar  un  rio,  para  hacer- 
lo puerto  hábil,  hasta  dar  entrada  á  buques  de  considera- 
ble calado. 

Las  simpatías  del  público  no  han  escaseado  á  cada  uno 
de  estos  proyectos  y  si  cuestión  de  fondos  se  suscita  contra 
la  realización  de  alguno  de  ellos,  no  vemos  la  razón  porque 
no  haya  de  oponerse  la  misma  objeción  á  todos  tres,  y  aun 
á  otros  de  menor  cuantia  que  estin  en  estudio,  y  como 
existentes,  por  la  aprobación  ya  obtenida  del  Congreso. 

Durante  muchos  años  nos  hemos  dejado  llevar  por  el 
espíritu  del  progreso,  impulsados  por  la  necesidad  de  do- 
tar al  país  de  vías  de  comunicación,  puertos,  edificios  [pú-* 
blicos,  educación,  inmigración^  etc. 

Todo  se  ha  ensayado,  y  el  momento  llega  de  tomar  cuen- 
ta y  razón  de  lo  ejecutado,  y  de  los  recursos  que  nos  quedan 
para  seguir  adelante. 

El  Gobierno  provincial  de  Buenos  Aires  siguió  en  su 
esfera  el  mismo  movimiento,  y  aun  &  paso  mas  acelerada 


PROGRESOS  6BNBRALBS  19 

que  los  sucesivos  gobiernos  nacionales,  y  contando  á  más 
del  crédito  con  el  Banco,  ha  llegado  igualmente^  y  creemos 
que  con  mas  urgencia  á.  interrogarse  también  y  ver  lo  que 
podrá  ejecutar  en  lo  sucesivo,  dado  el  supuesto  de  que  ha 
agotado  todos  sus  medios. 

La  opinión,  sin  embargo,  está  por  todo  lo  que  sea  ir  ade- 
lante, cuidándose  poco  de  los  apuros  del  Ministro  de  Ha- 
cienda, que  apenas  puede  hacer  frente  á  las  cargas  que 
ya  pesan  sobre  el  erario. 

Vemos  que  en  Chile  pasan  por  pruebas  iguales,  como 
si  en  toda  esta  parte  de  América  hubiese  un  momento 
de  alto,  ó  fallasen  los  cálculos  que  en  otros  años  estaban 
fundados  en  un  desarrollo  progresivo  de  los  recursos  del 
pais,  pero  que  han  tocado  á  ciertos  límites  de  donde  no 
pueden  pasar. 

Por  lo  que  á  nosotros  respecta,  creemos  que,  estos  los 
impone  la  población,  tal  como  la  revela  el  censo,  y  su  dis- 
persión á  tan  largas  distancias  y  sobre  sui)eríicie  tan 
vasta* 

Las  cifras  de  estadística  comparada  muestran|que  el  Río 
de  la  Plata  produce  en  materias  de  importación  y  exporta- 
ción, relativamente  al  número  de  sus  habitantes,  mas  que 
los  Estados  Unidos. 

Pero  sus  ferrocarriles  recargan  de  costos  de  exporta- 
ción diez  veces  mas  esos  productos,  que  los  de  esta  última 
nación. 

La  falta  de  puerto  en  Buenos  Aires,  los  aumenta  de  otro 
tanto  del  valor  de  su  flete  á  Europa. 

La  población  toda  de  Norte-América  es  productora  por 
la  agricultura  ó  la  industria,  mientras  nosotros  tenemos 
una  parte  considerable,  que  poco  aumenta  la  cifra  y  el 
volumen  de  los  productos  exportables,  como  son  limitados 
los  que  consume  de  afuera. 

Teniendo  en  consideración  esta  circunstancia,  asombre^ 
al  pensar  cuál  es  la  masa  de  productos  que  corresponden 
á  la  parte  verdaderamente  productora  de  la  población. 
De  aquí  deducimos  que  el  aumento  de  la  producción  ha 
de  ser  lento,  ó  poco  sensible  en  adelante,  mientras  no  se 
aumente  sensiblemente  la  población  productora,  que  es 
limitada,  y  que  por  lo  tanto  los  gastos  del  erario,  ó  el  empleo 
del  crédito,  han  de  resentirse  de  esta   lentitud,  trayendo 


20  OBRAS  DK  SARMIBNTO 

consecuencias,  que  pueden  ser  muy  graves,  el  querer  forzar 
la  mano,  digámoslo  asi,  contando  con  los  antiguos  cálculos, 
ó  el  paso  acelerado  que  llevó  antes  el  progreso  de  la  pro- 
ducción. 

Es  posible  suponer  que,  desde  la  caida  de  Rosas  que 
produjo,  con  la  seguridad  alterada  á  veces  en  los  hechos 
pero  intensamente  arraigada  en  los  ánimos,  un  grande 
movimiento  de  trabajo  y  riqueza,  se  hayan  poblado  las 
estancias,  con  la  dotación  de  ganado  de  que  son  suscepti- 
bles, siendo  esta  la  industria  mayor  y  mas  segura  de  dar 
productos  al  comercio.  Llegados  los  terrenos  ocupados  á 
su  mayor  población  en  estos  últimos  diez  y  siete  años,  la 
estadística  indica  que  no  aumenta  progresivamente  la 
exportación,  como  debiera  suceder,  si  fuese  siempre  en 
crecimiento,  pues  las  bajas  accidentales  que  ocurren  deben 
atribuirse  á  las  variaciones  atmosféricas  que  dañan  á  la 
cria  de  ganados,  como  se  ha  visto  en  este  año  y  el  pasado. 

Apuntamos  estos  hechos  para  desvanecer  ó  atemperar 
arranques  de  entusiasmo  que  ya  no  son  permitidos  después 
de  quince  años  de  abandonarnos  á  ellos,  y  cuando  lo  que 
antes  eran  presunciones  legítimas  han  llegado  ya  á  ser 
realidades,  á  veces  desencantadoras,  como  por  ejemplo,  el 
poco  producido  de  los  grandes  ferrocarriles — la  poca  in- 
dustria que  han  desenvuelto  en  su  trayecto,  etc.,  etc. 

Entre  todas  estas  decepciones  y  muchas  otras  que  han 
dejado  los  resultados,  se  presenta  siempre  como  explica- 
ción: el  número  de  habitantes  en  sí,  y  en  relación  al 
territorio.  Si  dadas  nuestras  condiciones,  dos  millones  de 
habitantes  producen  en  proporción  mas  que  otros  dos 
millones  de  los  Estados  Unidos,  favorecidos  allá  iK)r  tantas 
ventajosas  circunstancias,  puede  presentirse  que  aquellos 
dos  millones  nuestros  no  han  de  poder  aumentar  la  pro- 
ducción. Ya  es  demasiado  exijir  á  tan  corta  población, 
diseminada  á  tan  largas  distancias,  pues  al  recorrerlas,  los 
productos  van  perdiendo  su  valor. 

Una  ventaja  que  no  hemos  enumerado,  en  cambio  de 
tantas  desventajas,  lleva  el  productor  argentino  sobre  el 
norte-americano,  francés  ó  inglés,  y  es  que  los  productos  de 
8U  industria  llegan  ai  mercado  menos  cargados  de  derechos 
y  gabelas  que  los  de  nación  alguna.  Si  se  tiene  presente  que 
los  Estados  Unidos  no  solo  proveen  á  todos  los  sistemas  de 


PR0QRB80S  GENERALES  21 

gobiernos,  municipal,  de  Estado,  y  nacional,  sino  que 
gastan  ademas  millones  en  un  sistema  común  de  educa- 
ción, millones  en  el  rédito  de  una  deuda  de  cuatro  k  cinco 
mil  millones,  sino  ademas  de  todo  esto,  una  cantidad  de 
millones  anuales  para  pagar  y  extinguir  esa  deuda,  cosa 
que  no  se  ha  atrevido  á  intentar  la  Inglaterra,  ni  la 
Francia;  sise  tiene  todo  esto  en  cuenta,  se  comprenderá 
cuan  poco  del  producido  de  nuestra  industria,  se  sustrae 
al  uso  individual,  para  emplearlo  en  las  necesidades  colec- 
tivas de  la  sociedad  que  forman  esos  mismos   individuos. 

Si,  pues,  ni  el  número  de  productores  ni  la  cantidad  de 
productos  puede  aumentarse  sensiblemente  en  pocos  años, 
pudiera  aumentarse  la  parte  necesaria  de  los  productos 
actuales,  en  rentas,  para  hacer  frente  á  los  gastos  ya  hechos 
y  hacer  otras  inversiones  para  obtener  ó  mayores  productos, 
ó  menos  gastos,  en  los  que  ya  se  obtienen. 

Ocupar  nuevos  terrenos  con  ganados  traería  aumento  de 
producción;  escavar  puertos,  ó  prolongar  ferro-carriles, 
traería  disminución  de  gastos  en  lo  ya  producido. 

Pero  aquí  fracasan  todas  las  indicaciones  del  buen  sentido. 
Todo  ha  de  hacerse,  y  todos  se  apresuran  á  batir  palmas, 
cuando  se  trata  de  nuevas  obras  públicas,  es  decir,  nuevas 
inversiones  de  dinero;  pero,  como  se  necesitan  rentas  para 
proveerlo,  y  las  actuales  no  bastan,  ni  ofrecen  pronto  creci- 
miento por  no  aumentarse  sensiblemente  la  población 
productora,  al  indicar  siquiera  que  han  de  reclamar  aumenta 
de  rentas  por  aumento  de  impuestos,  todo  el  sistema  viene 
por  tierra;  y  aunque  continúe  la  aprobación  á  las  proyec- 
tadas mejoras,  se  entra  en  liga  para  impedir  que  se  piense 
siquiera  en  tener  dinero,  para  vivir  colectivamente,  como  se 
tiene  y  desea  para  vivir  individualmente. 

Cuan  lejos  estamos  de  aquel  pueblo  &  quien  deseando 
Gladstone  disminuir  ciertos  derechos  de  importación  por 
millones,  indicaba  para  reemplazarlos  un  aumento  de  otros 
tantos  millones  del  income  tnx^  es  decir,  apelar  á  la  bolsa  de 
los  propietarios;  lo  que  se  hizo  por  la  misma  ley  I 

Se  ha  anunciado  que  la  Sociedad  Rural  encabezaría  un 
movimiento  de  oposición  á  un  impuesto.  Sin  discutir  las 
razones,  ni  dap  por  cierto  el  hecho,  solo  apuntaríamos  que 
á  dicha  sociedad  correspondería,  por  la  inteligencia  de  sus 
miembros,  señalar,  como  Gladstone,  de  dónde,  ó  sobre  qué 


22  0BKA8  DK  SAKMUSNTO 

materia  debieran  imponerse  el  millón  ó  mas  que  se  espera 
obtener  del  proyectado  impuesto. 

Hemos  querido  en  lo  que  precede,  llamar  la  atención 
sobre  los  proyectos  del  Gobierno,  todos  necesarios,  todos 
útiles;  pero  que  todos  deben  ser  saldados  por  una  misma 
partida,  á  saber,  las  rentas  que  habrán  de  cobrarse,  dado  lo 
que  se  invierte  actualmente,  y  lo  que  reclama  el  servicio  de 
las  deudas,  dejando,  sin  embargo,  un  margen  para  los 
eventuales  que  pueden  venirnos  de  nuestro  anoor  á  la  liber- 
tad, tai  como  la  practicamos,  y  que  es  un  poco  caritru 

COSAS    DE     AMÉRICA 

CRÉDITO  EN  EUROPA 

(Bl  Nacional,  Agostóla  de  1878.) 

Tomaremos  de  aquí  y  de  allí  algunos  datos  curiosos  que 
nos  trasmite  la  prensa  inglesa  con  referencia  á  nuestro 
país  y  á  otros  de  esta  América. 

La  acumulación  de  moneda  en  el  mercado  inglés,  había 
obligado  ai  Banco  á  bajar  el  interés  de  3  &  2  1/2  por  ciento 
al  año,  pues  que  afuera  andaba  de  1  y  1/2  ¿t  dos  por 
ciento. 

Los  bonos  argentinos  del  6  por  ciento  habían  subido» 
del  74,  al  ochenta  por  ciento,  que  es  el  mínimum  k  que  el 
Congreso  los  mandó  negociar  en  1868. 

Esto  sucedía  á  despecho  del  plan  de  denigración  y  des- 
crédito emprendido  por  varios  diarios. 
t   Los  bonos  de  Chile,  gozan   del  privilegio  de  estar  casi 
siempre  á  premio. 

Los  de  Bolivia,  ño  se  cotizan.  Los  peruanos,  valen  doce 
á  quince  centavos  el  peso.  Colombia  lucha  heroicamente 
para  mantenerse  el  crédito  que  las  revoluciones  frecuentes 
trabajan  por  acabar  de  extinguir.  Las  Repúblicas  de  Cen- 
tro América,  gozan  del  privilegio  de  no  tener  crédito  alguno. 
Del  Ecuador  no  se  diga  nada. 

La  publicación  inglesa  de  que  tomamos  estos  datos»  se 
pregunta  de  donde  nace  la  diferencia?  y  en  seguida  hace 
un  cuadro  que  abreviaremos  con  respecto  á  Chile,  que  goza 
<iesde  hace  treinta  años  del  monopolio  de  ser  la  República. 


PROatiSSOS  6BM BKALES  S3 

modelo.  Tantas  excelencias  le  reconoce  el  autor,  que 
hasta  lo  calunoinia  atribuyéndole  que  la  libertad  cíe  cultos 
y  pensamiento  religioso  está  allí  garantida,  «Hay  nnuchas 
razones  políticas  que  pueden  aducirse,  concluye  el  elogio 
de  Chile,  «pero  la  principal  influencia  ha  sido  la  de  que, 
por  mas  de  un  cuarto  de  siglo,  no  ha  sido  perturbado  por 
revoluciones.  Su  pueblo  se  ha  consagrado  á.  la  agricultura, 
i  la  minería  y  al  comercio;  sin  que  insensatos  revoluciona- 
rios, enceguecidos  por  la  ambición  del  poder,  hayan  alar- 
mado á  su  pueblo,  paralizado  sus  industrias,  ó  disipado  sus 
recursos.  El  país  se  ha  regocijado  en  la  benigna  influen- 
cia de  la  paz.» 

Pasa  en  seguida  á  las  Repúblicas  de  Centro  América,  y 
también  tenemos  que  mutilar  el  cuadro  que  de  ellas  pre- 
senta, no  obstante  que  país  alguno  presenta  tierras  mas 
asombrosamente  fecundas.  «Las  mejoras  obtenidas  y  los 
progresos  alcanzados  en  unas,  han  sido  destruidas  casi  en- 
teramente en  otras.  Las  guerras  entre  unas  y  otras  y  las 
revoluciones  internas,  mantienen  aquellos  países  en  la 
pobreza,  y  retardan  su  desarrollo.  La  influencia  de  un 
clero  atrazado  y  las  ambiciones  personales,  son  la  plaga 
de  aquellos  países  desolados;  y  ahora  mismo  están  en  cam- 
paña para  llevar  á  cabo  sus  propósitos,  cueste  lo  que  cueste 
y  por  incendiarios  é  infernales  que  sean  los  medios  de  que 
8e  valgan. 

Un  solo  hecho  dará  idea  de  aquel  estado  de  cosas.  Por 
no  saber  que  humorada,  la  República  de  Nicaragua  ha  te- 
nido que  pagar  una  indemnización  á  los  alemanes  y  á  fln 
de  procurarse  los  medios  de  subvenir  á  este  recargo^  se 
ha  decretado:  «suspender  hasta  que  se  equilibre  el  presu- 
puesto, todas  las  Escuelaa  sostenidas  por  el  Estado,  y  todos  los 
empleados  del  Departamento  de  instrucción  pública.  29 
Suspender  los  trabajos  de  caminos,  S^  rebajar  el  tercio  á  los 
empleados  que  gocen  de  mas  de  cuarenta  pesos  de  sueldo» 
excepto  los  altos  funcionarios  militares. 

La  «Estrella  del  Panamá,»  esplica  el  caso  diciendo  que  los 
soportan,  porque  de  no  hacerlo  echarán  á  rodar  el  gobierno, 
y  se  darán  otro. 

En  algunos  respectos  se  parecen  nuestros  hermanos  del 
Centro  á  los  del  Sur.  Ya  que  estamos  escandalizados  de 
que  ciertos  gobiernos  se   estén  armando  para  resistir  ¿l 


24  OBRAS  OS  8A1LMIKMTO 

ciertos  pueblos,  que  acumalan  armas  en  ciertas  costas,  cita- 
remos algunos  párrafos  muy  instructivos:  cUitimamente, 
dice,  se  han  hecho  extensas  compras  de  rifles,  cañones  y 
municiones  de  toda  clase,  y  uno  de  los  gobiernos  ha  agre- 
gado un  buque  de  guerra  á  sus  otros  medios  de  ataque  6 
defensa.  Las  razones  para  estos  extensos  preparativos,  son 
tenidas  estudiosamente  secretas  por  los  interesados;  pera 
la  causa  de  la  querella  no  es  difícil  conocer.» 

Este  es  el  cuadro  financiero  y  guerrero  que  presenta 
nuestra  América,  y  en  el  cual,  si  bien  estamos,  en  mate- 
ria  de  crédito,  en  condiciones  favorables,  aunque  no  en  las^ 
de  Chile,  tenemos  en  lo  del  consumo  de  armas  y  baja  de 
escuelas,  algo  que  nos  acerca  á  Nicaragua. 

EL  BANCO,  EL  GOBENADOR  Y  EL    lilllSTRO  DE  HACIENDA 

iBl  Sacional,  Jaaio  10  de  1878.) 

Cuántas  dificultades  traen  las  desviaciones  de  las  reglas^ 
prácticas  é  instituciones  de  los  pueblos  civilizados.  iQué 
pensar,  que  hacer  cuando  se  presenta  un  nudo  gordiano 
como  el  de  la  cuestión  del  Banco  con  el  Gobierno  NacionaV 
por  cobro  de  pesos ! 

El  Banco  no  obteniendo  sus  fondos  á  los  plazos  estipu- 
lados, según  su  cuenta,  se  dirije  al  que  no  es  agente  natu- 
ral de  la  Provincia,  para  que  el  Gobierno  Nacional  cumpla 
las  leyes  de  la  Provincia  y  no  se  haga  la  operación  en  la 
forma  indicada  por  el  Gobierno  Nacional,  y  «el  Directorio 
espera  que  el  Superior  Gobierno  le  comunique  sus  instruc- 
ciones para  ceñirse  á  ellas  de  un  modo  absoluto,  desde  que 
en  este  caso  es  simple  ejecutor  de  utia  ley  imperativa.^ 

Vemos  que  la  cuestión  no  es  de  insolvencia,  sino  de  cali- 
dad de  moneda. 

El  Banco  croe  que  debe  ser  en  una  moneda,  y  el  Tesoro 
Nacional  cree  que  en  otra. 

Pero  caso  tan  pequeño  como  este,  asume  proporciones 
tan  raras,  tan  alarmantes,  tan  disolventes,  que  queremos 
llamar  la  atención  de  los  mismos  que  figuran  en  este 
debate,  que  comprometen  puntos  que  no  tienen  en  vista. 

Estamos  seguros  de  que  al  decir  el  presidente  del  Banco, 
el  Superior  Gobierno  por  el  de  la  Provincia,  á  renglón  segui- 


'    -M 


PROGRESOS  6INBRALBS  25 

do  de  nombrar  al  Gobierno  Nacional,  no  ha  habido  mas 
que  el  hábito  de  llamarle  á  todo  gobierno,  Superior,  la 
superioridad.  Otra  idea  seria  simple  traición  á  la  patria. 
cEsa  ley  es  la  ley  suprema,  superior  á  Gobernadores^  Ban* 
eos,  etc.9  Creemos  lo  mismo  que  no  ha  habido  meditación 
al  denunciar  ante  el  Gobernador  del  Banco  y  ademas  de 
una  Provincia,  el  estado  de  sus  relaciones  ofíciales  con  el 
deudor  llamado  Gobierno  Nacional,  desesperando  ya  de 
las  vías  diplomáticas  y  correspondencia,  conferencias  y 
protocolos  habidos,  apela  á  la  vía  ejecutiva,  al  ejecutor  de  la 
hy^  pues  que  esta,  la  del  contrato,  es  una  ley  imperativa. 
En  todo  esto  no  vemos  sino  incorrección  de  lenguaje,  y  no 
como  aparecería^  pedir  la  policía  para  hacer  apremiar  al 
deudor;  operación  inútil  desde  que  tiene  bienes  raices 
sobre  que  trabar  embargo,  á  sab^r,  la  Catedral  y  tempora- 
lidades de  conventos  y  jesuítas  expulsos,  el  Fuerte  Hidalgo, 
algunas  demasías  de  tierras  nacionales  fuera  de  frontera, 
por  ahí  y  por  allá,  según  le  han  ido  dejando,  eso  y  mucho 
mas,  excepto  las  rentas  públicas  que  son  para  alimentos 
de  menores,  protegidos  por  aquel  ser  privilegiado,  aquel 
tirano, — el  fisco^  que  está  sobre  toda  deuda  aun  en  la  de 
Bancos  con  cañones.. ..  de   aguas  corrientes. 

Las  palabras  mal  usadas  engañan.  Gobierno  Superior,  ley 
imperativa,  traen  la  confusión. 

El  Presidente  Hayes  en  los  Estados  Unidos  ahora  dos 
meses,  sostenía  que  habla  de  pagarse  á  los  tenedores  de 
sus  bonos  en  oro,  en  razón  de  haber  bajado  el  valor  de  la 
plata,  y  el  Congreso  resolvió  que  fuese  en  plata,  y  esta 
es  la  ley.  Y  no  hay  réplica  al  Congreso  una  vez  vencido 
el  veto. 

No  olvidemos  que  todas  las  naciones  deben  miles  de 
miles  de  millones  y  que  las  hay  como  la  España  y  alguna 
República  americana,  la  Turquía,  el  Egipto,  constituidos 
en  mora,  sin  que  gobierno  alguno  pase  notas  cobrando  la 
deuda. 

La  Confederación  Argentina  gozó  de  este  privilegio  de 
las  naciones,  durante  Rosas,  que  no  pagó  tres  millones  de 
fuertes  en  réditos,  y  la  Inglaterra  no  reclamó,  no  amones- 
tó, no  amenazó  con  sus  escuadras  porque  los  gobiernos 
no  hacen  ese  encargo.  No  son  alguaciles  ni  ejecutores  de 
los  Bancos. 


26  OBKA0    DK  SAHMIKNTO 

El  Presidente  del  Banco  dice  que  el  Gobierno  es  mero 
ejecutor  de  una  ley  imperativa;  pero  las  leyes  provinciales  no 
son  imperativas  con  el  Gobierno  Nacional,  por  aquella  dis- 
posición, que  dice  esta  Constitución  y  las  leyes  que  de  ella 
emanan  son'la /<?j^  5upr^ma  de  la  Nación,  no  obstante  todo  lo 
que  Constituciones  y  leyes  de  Provincia  digan  en  contrario»» 
y  la  Constitución  y  las  leyes  de  una  nación  abrazan  tantos 
jmntos  de  derecho,  que  no  están  á  la  vista,  pero  que  están 
obrando  siempre,  que  es  preciso  ir  á  buscar  en  el  cuerpo 
de  las  leyes,  en  el  corptísjuri^  las  limitaciones  que  los  dere- 
chos individuales  tienen,  incluso  Bancos  provinciales. 

No  es,  pues,  imperaííra  una  ley  de  Provincia  para  el  Go- 
bierno Nacional. 

No  es  ejecutor  para  con  la  Nación,  ni  el  Gobernador,  ni 
el  Banco,  porque  no  representan  soberanía,  no  pudiendo 
hacer  la  guerra  al  Gobierno  Nacional  en  caso  de  que  pre- 
fiera pagar  en  una  moneda  mas  bien  que  en  otra.. 

No  puede  apelar  á  los  tribunales,  ni  de  la  Provincia,  ni 
nacionales,  porque  no  se  demanda  á  las  naciones.  Las  na- 
ciones entre  si  arreglan  sus  litigios  por  tratados  ó  por  medio 
de  cañonazos;  y  lo  uno  y  lo  otro  le  está  vedado  hacer  á  un 
Banco,  ni  á  un  Gobernador  de  Provincia.  Un  Banco  con 
ley  detrás,  con  Legislatura  Banco,  con  Gobernador  eje- 
cutor de  deudores,  con  Provincia  de  una  nación,  que  saca 
usura  sobre  el  dinero,  como  función  de  Estado,  es  una  mons- 
truosidad tal,  6  tal  cúmulo  de  monstruosidades  están  reu- 
nidas, que  todos  los  días  temblamos,  por  la  suerte  del  país» 
del  comercio,  de  los  empréstitos,  de  nuestro  crédito,  del 
porvenir  con  este  demonio  incu>bo  que  se  ha  metido  entre  las 
fibras  y  organismo  social,  como  la  esclavitud  venia  prepa- 
rando la  catástrofe  de  la  secesión  cuya  tentativa  costó  trece 
mil  millones  de  doUars  de  deudas,  y  un  millón  de  vidas. 

£1  Banco  de  Buenos  Aires  ha  de  traer  esos  conflictos,  ha 
de  demoler  todo  gobierno  y  servir  á  toda  pasión  anárquica, 
si  el  buen  sentido  y  el  patriotismo  no  ponen  remedio  en 
tiempo  al  mal. 

Jackson  curó  á  los  Estados  Unidos  de  esta  gangrena. 

¿Por  qué  no  se  vendería  por  acdoms  el  capital  del  Banco  á 
los  vecinos  de  Buenos  Aires,  que  lo  administrarían  para  sü 
propio  provecho^  sin  derechos  fiscales,  pero  sin  obligaciones» 


PROGKESOH  OflNEKALBS  27 

ni  leyes  que  le  fuerzen  la  mano,  para  dar  plata  á  go- 
biernos ? 

De  gobiernos  en  plural  se  trata.  ¿Por  qué  no  dirije  el 
Banco  al  Nacional  una  nota,  quejándose  de  que  el  de  la 
Provincia  lo  ha  forzado  á  distraer  de  su  giro  trescientos 
millones  de  pesos,  consagrados  temerariamente  á  obras 
públicas  sin  presupuesto,  sin  proporción,  en  sus  costos 
gigantezcos,  con  los  recursos  y  contribuciones  de  una 
Provincia. 

El  Gobierno  Nacional  responde  en  ínglaterra  por  los 
empréstitos  de  Buenos  Aires  pecuniariamente  en  un  caso, 
moralmente  en  los  demás,— solo  el  Gobierno  Nacional 
acuña  moneda,  y  el  papel  de  curso  forzoso  es  moneda 
corriente. 

La  alta  y  la  baja  de  estos  valores,  comprometen  las 
transacciones  comerciales,  y  estas  están  rejidas  por  leyes 
y  fuero  nacional,  ¡cuántos  argumentos  podría  encontrar 
el  Banco  en  las  leyes,  en  las  garantías,  en  la  Constitución, 
en  la  práctica  de  otras  naciones,  para  defenderse  contra 
una  ley  de  la  Legislatura  que  le  saca  el  dinero  que  le 
han  depositado  los  particulares  y  hace  ferrocarriles,  cloa- 
cas, aguas  corrientes,  penitenciarias  que  representan  mi- 
llones por  centenares,  por  miles  apartados  de  su  giro 
natural,  para  no  volver  mas? 

Deseáramos  que  los  hombres  especiales  buscasen  medio 
de  obviar  las  dificultades  que  el  Banco  ofrece  en  sus 
relaciones  con  los  poderes  públicos;  y  que  irán  hacién- 
dose insolubles,  desde  que  se  abandone  toda  noción  de 
dependencia  de  respeto  entre  el  Banco  y  unos  poderes  y 
otros,  á  fuer  de  que  el  uno  es  usurero  de  dinero,  presta- 
mista, bancario,  mediante  emolumento,  y  pagaré  que  no 
trae  aparejada  ejecución,  y  el  otro  es  por  mas  que  digan» 
<í  leyes  en  contrario »  el  gobierno  de  su  país,  la  suprema 
ley  de  su  país,  y  la  Nación  Argentina  rejida  dentro  y 
fuera  en  cuanto  nación,  por  los  usos  y  prácticas  del  de- 
recho de  gentes,  y  no  ha  de  poder  un  triste  Gobernador 
de  San  Luis,  porque  todos  están  en  el  mismo  caso,  lo  que 
lio  puede  la  Inglaterra  ni  se  verá  en  esta  tierra  de  Dios. 

¿Podría  el  Banco  que  á  cada^momento  expone  al  sol  las 
que  cree  desnudeces  del  gobierno  de  su  patria,  del  gobierno 
de  su  nación,  su    propio  gobierno,  su  superior   Gobierno 


28  OBRAS  DK  SÁHMIBNTO 

Nacional,  hacernos  el   honor  de   mandarnos  la  lista  de- 
todos  sus  deudores  en  mora  para  publicarla? 
Mándenosla  y  se  la  haremos  pagar  en  su  mayor  parte. 


LOS  DÍAS  FERIADOS 

(£L  PAN    NUESTRO   DE  CADA   DIA) 

[Bl  NaeUMoi,  Jallo  S  de  1678.) 

Por  ahí  se  habla  de  elevar  peticiones  al  Congreso  recla- 
mando la  supresión  de  todas  ó  de  muchas  de  las  festivida- 
des eclesiásticas.  En  el  Congreso  están  representadas, 
creemos,  opiniones  estremas,  y  seria  de  oir  muchos  dis- 
cursos, llenos  del  ardor  que  escitan  las  cuestiones  que 
afectan  ideas  religiosas. 

Indicaremos  de  paso  algo  sobre  la  observancia  del  Do* 
mingo^  que  se  debate  todavía  en  algunos  paises. 

El  Domingo  es  por  la  tradición  bíblica,  el  sábado  hebreo, 
dia  de  reposo. 

Los  protestantes  lo  exageraron  á  dia  de  recogimiento. 

Los  católicos  lo  rebajaron  á  dia  de  solax. 

Para  los  protestantes  se  cierran  teatros,  bibliotecas,  pa- 
seos, etc.,  y  no  se  hacen  visitad;  tampoco  suena  el  piano 
en  las  casas. 

El  católico  hace  todo  lo  contrario;  se  divierte. 

— Vienen  en  seguida  las  ideas  liberales,  y  dicen:  el  ciu- 
dadano es  libre  de  usar  su  tiempo  como  le  convenga. 

— El  higienista — Conviene  que  haya  un  día  de  reposo  y 
solaz,  para  que  el  trabajo  sin  descanso  no  embrutezca  al 
necesitado. 

— El  socialista — Si  se  deja  libre  el  domingo  para  el  tra- 
bajo, ios  asalariados  por  mea,  dependientes,  oficinistas,  son 
las  victimas  sacriñcadas,  pues  el  patrón  aprovecha  solo, 
del  aumento  de  trabajo  impuesto  al  dependiente.  Sobre 
los  que  trabajan  por  salario  diario,  ó  sacan  provecho  de 
arte  ó  industria,  la  ley  también  debe  cuidar  de  moderar 
la  codicia,  que  los  llevarla  á  trabajar  dia  y  noche  sin 
cesar. 

Conviene  prohibir  todo  trabajo  el  domingo  y  cerrar  tien- 
das, etc.?    Habrá  igualdad  de  ventajas?    £1  sentimiento 


PROGRESOS  GENERALES  29 

Teligioso  no  puede  ser  mortificado  en  esto?  Se  relajará 
mas  el  domingo  en  el  sentido  católico  ó  se  restringirá  en 
-el  sentido  protestante? 

CUESTIÓN   ECONÓMICA 

Este  es  el  punto  grave  de  la  cuestión,  si  es  efectivo  que 
lio  solo  de  pan  vive  el  hombre.  Esto  supone  primero  que 
vive  de  pan;  y  que  asegurado  el  pan  de  cada  dia,  se  debe 
pensar  en  dar  al  alma  satisfacción  por  el  sentimiento  re- 
ligioso, moral  y  artístico.  Se  vé,  pues,  que  la  observación 
de  Jesús  está  en  perfecta  armonía  con  la  cuestión  del  pan; 
ha  de  haber  pan  I 

Y  bien,  los  dias  feriados  quitan  ó  suprimen  el  pan,  por 
motivos  religiosos  ó  políticos  y  entonces  es  falseado  el 
argumento  de  Jesús  «no  solo  de  pan  vive  el  hombre,  sino 
también  de  la  palabra.»  Si  los  dias  feriados  suprimen  pan, 
mucho  pan,  entonces  el  principio  dual  del  cristianismo, 
^1  alma  y  el  cuerpo  tomaría  esta  fórmula:  No  solo  de  la 
palabra  vive  el  hombre,  sino  también  de  pan. 

Pero  asi  queda  absurda  la  doctrina.  Ha  de  haber  el  pan 
nuestro  de  cada  dia^  todos  los  dias,  aunque  falte  palabra 
de  vez  en  cuando  y  todas  las  veces  que  no  sea  fácil  pro- 
•curársela. 

De  manera  que  la  supresión  de  los  dias  feriados,  si  se 
Té  que  son  excesivos,  por  cuanto  no  traen  el  pan  nt^estro^ 
es  conforme  con  el  espíritu  y  con  la  letra  del  Evangelio 
y  su  realización. 

LOS  DIAS  SIN  PAN 

Los  dias  en  que  no  se  trabaja  son  los  siguientes: 

Los  domingos 52 

Feriados  católicos 21 

Feriados  civiles 8 

Lluvias  fuertes  que  impiden  el  trabajo  al  año.  12 

Lluvias  menudas  46  al  año 46 

Dias  sin  pan  para  el  pobre 189 

Dias  del  año 365 

Dias  hábiles,  con  pan 226 


-J 


30  OBRAS  DK  SARMIENTO 

De  aquf  resulta  que  el  hombre  vive  de  su  trabajo  diario» 
tiene  que  ganar  en  227  días,  pan  para  365,  ó  lo  que  es  lo 
mismo  su  pan  diario,  y  ademas  dos  quintos  de  pan  para 
toda  la  familia  en  los  dias  lluviosos,  y  en  los  de  descanso 
forzado  por  prescripciones  eclesiásticas  que  no  todos  re- 
conocen, pero  que  pesan  sobre  todos. 

Aquí  vuelve  la  cuestión  cristiana,  la  caridad^  que  es  su 
forma.  ¿Hay  caridad  en  hacer  disipar  salario,  sudor, 
tiempo,  en  estar  sentado  en  lugar  de  estar  trabajando? 
Es  mas  aceptable  á  Dios,  ¿  Jesús,  á  María,  el  himno  de 
los  suspiros,  bostezos  ó  reniegos,  que  el  canto  alegre  del 
trabajador  que  lleva  pan  para  su  familia,  el  pan  yiuestro  de 
cada  día?    De  cada  diaI 

Pongamos  ejemplos.  Buenos  Aires  tiene  tres  santos  pa- 
trones; vieja  herencia  humana,  pues  Atenas  tenia  á  Mi- 
nerva y  cada  casa  sus  Dioses  lares.  Los  tres  muy  hon- 
rados, y  poderosos  intercesores  de  ciudades.  Pero  los  tres 
cuestan  muy  caro,  con  tres  dias  sin  pan,  sin  salario,  sin 
venta  de  la  mercadería,  sin  suspensión  del  interés  del 
lunero,  que  es  el  coche  á  la  hora  que  tenemos  á  la  puerta. 
Dejando  uno  y  suprimiendo  dos,  aumentamos  dos  dias  de 
pan,  lo  que  hace  cientos  de  miles  de  pesos  ahorrados  ó 
ganados. 

Téngase  presente  que  la  cuaresma,  las  témporas,  tienen 
origen  muy  antiguo,  pues  son  comunes  ai  Asia  pastora  y 
seca,  para  ahorrar  víveres  ayunando  y  habituai-se  á  sopor- 
tar las  hambrunas  que,  desde  los  tiempos  de  Jacob,  hacian 
emigrar  á.  Egipto  familias,  tribus,  casi  naciones,  en  busca 
de  trigo.  Qué  diremos  de  nuestras  instituciones  que,  en 
lugar  de  aumentar  el  pan,  lo  quitan,  suprimiendo  dias  de 
trabajo  para  adquirirlo? 

¿Cuándo  se  cometió  este  error  económico? 

Ha  sido  intencional?  Nó:  lo  cometen  cada  año  nuestros 
gobiernos  civiles,  decretando  dias  feriados,  el  11  de  Sep- 
tiembre, el  3  de  Febrero,  9  de  Julio,  el  25  de  Mayo  y  que 
se  yo  cuántos,  fuera  de  los  improvisados.  Del  11  y  del  3 
nosotros  haríamos  dias  de  ayuno  y  penitencia  á  íin  de  que 
nuestros  hijos  tomasen  horror  ¿  las  luchas  fratricidas;  y 
del  24  de  Septiembre  haríamos  up  dia  de  misa,  aunque 
recuerde  pecado  tan  grande. 
Esta  es,  pues,  la  cuestión  de  suprimir  dias  feriados.    Na 


PROORBSOS  GENERALES  31 

hay  que  atribuirlo  á  falta  de  sentimiento  religioso,  pues  la 
supresión  del  pan,  pugna  con  la  frase  del  Padre  Nuestro, 
¡el  pan  nuestro  de  cada  dia  dánosle  hoyft  y  el  que  nos  lo  quite, 
impidiendo  ganarlo,  no  es  cristiano,  aunque  pueda  ser  su- 
persticioso. 

En  la  Edad  Media  vivían  las  gentes  ricas,  nobles,  gue- 
rreras, ó  monacales  con  medios  de  subsistencia,  seguros 
aunque  limitados.  Eran  pobres  y  parcos  en  los  consumos. 
El  pueblo  vivía  no  se  sabe  como  en  las  ciudades,  pues  no 
estaba  todavía  el  salario  bien  establecido.  Lo  que  se  ve  á 
la  distancia  es  que  había  muchas  fiestas,  muchas  proce- 
siones, muchas  conmemoraciones,  y  que  las  muchedum- 
bres pasaban  su  tiempo  ó  gran  parte  de  él  divirtiéndose 
y  comiendo  lo  que  encontraban. 

No  se  sabe  bien  cómo  era  aquella  vida;  pero  hay  un 
dato  que  arroja  alguna  luz.  Los  registros  de  nacidos  y  muev' 
tos  en  Ginebra  por  ejemplo,  dan  en  aquellos  tiempos  ocho 
años  y  medio  de  duración  media  de  la  vida  humana,  mien- 
tras que  hace  quince  años  un  médico  alemán  que  viajaba 
estudiando  estos  climas,  ños  dio  como  dato  oficial,  que  en 
Buenos  Aires  la  vida  media  eran  cuarenta  y  dos  año?, 
mientras  que  en  Londres  es  de  43.  Los  ricos  viven  cin- 
cuenta y  cinco  años  en  término  medio. 

Se  ve,  pues,  que  cuando  se  inventaron,  introdujeron,  y 
aumentaron  los  dias  feriados,  las  gentes  eran  muy  devotas 
de  los  santos,  asistían  mucho  á  procesiones  y  demas^  pero 
morían  espantosamente,  como  si  vivieran  sin  cesar  bajo 
el  azote  del  cólera  ó  la  fiebre  amarilla;  y  era  así  porque 
la  ignorancia,  el  desaseo,  la  intemperancia,  las  hambres 
producidas  por  malas  leyes  y  guerras  frecuentes,  así  como 
las  fiestas  de  los  santos,  diezmaban  la  población. 

Ahora  es  preciso  tener  en  cuenta  la  palabra,  el  logos,  el 
verbo^  enhorabuena;  pero  el  pan  nuestro  de  cada  dia  antes 
de  todo  y  para  todos,  no  solo  para  el  dueño  de  ganado,  que 
no  para  rodeo  el  dia  feriado,  ni  para  el  capitalista  que  dá 
dinero  &  réditos. 

No  solo  de  pan  vive  el  hombre,  y  es  probado  que  ya 
sabemos  cuántos  dias  llueve  al  año,  para  poder  hacer  en- 
trar en  cuenta  estos  dias  sin  pan,  que  trae  tan  cruelmente 
la  naturaleza. 

Debemos  esto  á  los  Anales  de  la  Melereologta  Argentina  por 


32  0BRA8  DB  SARMIENTO 

Benjamin  A,  Gould^  el  sabio  é  infatigable  Director  del  0I> 
servatorio  Astronómico,  que  ha  estudiado  nuestra  mete^ 
reologia,  auxiliado  por  trabajos  que  halló  realizados  por  el 
ingenioso  Eguia  que  vive  aun,  aunque  ciego.  Y  confronta- 
dos con  otros  muchos  de  europeos»  ó  con  los  actuales  del 
señor  Rosettí,  resulta  pues,  de  ellos,  que  tomando  la  suma 
de  lluvias  en  veinte  y  un  años,  dan  doce  lluvias  fuertes 
por  año  y  cuarenta  y  seis  menudas,  las  que  agregadas  á 
tantos  feriados  eclesiásticos  ó  civiles,  patrióticos  y  revolu- 
cionarios, hacen  la  enorme  suma  de  ciento  y  treinta  y  nue- 
ve dias  sin  trabajo,  y  por  tanto  sin  pan;  y  como  no  se 
pueden  suprimir  las  lluvias  que  impiden  trabajar  al  aire 
libre,  ni  los  domingos  que  deben  conservarse  como  higiene 
física,  moral  y  religiosa,  borrando  de  los  recuerdos  «pa- 
trióticos» los  que  conviene  olvidar,  no  nos  queda  mas  re- 
curso que  pasar  la  pluma  por  varias  de  las  crucecitas 
griegas  del  calendario,  á  ñn  de  que  ese  dia  traiga  como 
los  otros  el  pan  nuestro  de  cada  dia.  Y  serla  cosa  de  ver 
una  Comisión  eclesiástica,  económica,  caritativa  y  cristiana 
estudiando  la  cuestión  y  decir  uno  de  sus  miembros:  pá- 
senmele una  raya  á  aquella  santa,  y  dénsele  las  gracias  por 
sus  buenos  servicios,  pero  á  causa  de  la  crisis  perma- 
nente nos  vemos  forzados  á  disminuir  el  personal  de  in- 
tercesores, etc. 

Con  prudencia  y  sin  espíritu  de  pugna,  se  puede  arre- 
glar el  almanaque  aun  en  ese  punto,  puesto  que  la  parte 
astronómica  y  metereológica  corre  por  cuenta  de  Mr.  Gould. 

LA  ACURaCíON  de  moneda 

{SI  Nacional,  Agosto  5  de  i878.) 

Cuesta  mucho  que  la  opinión  acepte  de  plano  las  cosas 
sencillas,  precisamente  por  serlo,  preocupándose  de  prefe- 
rencia en  favor  de  las  cosas  teóricas,  ó  como  deben  de  ser. 

Que  cosa  mas  lógica  en  el  orden  de  nuestras  ideas  de 
gobierno,  que  siendo  atribución  de  las  naciones  acuñar 
moneda,  se  decrete  la  creación  de  una  casa  de  moneda» 
según  los  progresos  de  esta  fabricación  en  maquinaria  etc. 
Y  asi  se  hizo,  no  obstante  aprobarse  en  la  discusión,  la  idea 
práctica  de  mandar  sellar  la  moneda  á  las  fábricas  de  acu- 


PROORB808  GENERALES  33 

"nación,  garantidas  por  los  gobiernos,  y  que  con  solo  el 
cannbio  de  trojel  (valor  de  mil  fuertes)  pueden  proveernos 
en  seis  meses,  á  precios  de  costo  ínfimos. 

Dos  años  de  experiencias  han  evidenciado  que  no  se  cons- 
truyen casas  de  moneda,  con  decretarlas  por  ley;  y  k 
^haberse  realizado  el  proyecto,  la  experiencia  habria  dado 
mas  crueles  desencantos. 

El  oro  amonedado,  es  el  mismo  lingote  de  oro,  conver- 
tido en  forma  manejable,  divisible  en  porciones  determi- 
nadas, y  con  el  sello  del  Estado  que  dice  simplemente:  esta 
es  tal  cantidad  de  oro,  con  tantos  quilates  de  fino. 

Para  conseguir  este  resultado,  esjnecesario  que  los  costos 
de  amonedación  sean  tan  ínQmos,  que  apenas  sean  sensi- 
bles, en  cada  pequeña  porción  del  oro,  á  fin  de  que  no 
aumente  su  valor  primitivo,  de  manera  que  sea  cierto  siem- 
pre que  esa  cantidad  de  oro,  equivale  á  una  porción  igual  de 
lingote. 

Hay  una  industria  que  ofrece,  aunque  no  completamente, 
un  punto  de  comparación  y  es  la  imprenta.  Un  libro  publi- 
cado á  mil  ejemplares  costará  una  cierta  cantidad  de 
dinero;  pero  si  se  publica  á.  diez  mil,  no  costará  diez  veces 
aquel'costo,  sino  el  mismo,  cop  un  pequeño  aumento.  Mas 
si  se  publicase  á  cien  mil  ejemplares,  con  maquinas  de  gran 
poder,  resultará  que  el  costo  del  libro  se  reducirá  al  valor 
del  papel,  mas  un  débil  tanto  por  ciento,  en  que  vienen  á 
distribuirse  los  costos  de  composición,  de  tiraje  y  tinta. 
Tal  sucede  con  la  moneda.  La  casa  no  ha  de  ser  un  galpón 
de  tablas,  sino  un  edificio  sólido,  espacioso  y  construido 
-ad  hoc;  el  personal  ha  de  ser  científico,  artístico,  garantido, 
y  numeroso,  la  maquinaria  perfecta  y  poderosa.  La  canti- 
dad de  monedas  á  emitir  tal,  que  haga  que  todos  aquellos 
costos  se  disipen  ó  reduzcan  á  un  minimun,  al  distribuirse 
entre  cada  moneda. 

Ahora  entran  otros  términos  de  la  cuestión. 

El  país  que  ha  de  usar  una  moneda  especial,  está  poblado 
por  dos  millones  de  habitantes;  establecidos  á  grandes  dis- 
tancias, y  lo  que  produce  ciertos  castos  de  circulación,  á 
saber,  que  el  oro  y  la  plata  en  lingotes,  han  de  viajar 
pairando  fletes  hasta  la  casa  de  amonedación,  y  á  su  re- 
greso en  moneda,  hasta  llegar  al  consumidor. 

i.  Tono  ui.— 3 


34 


OBRAS   ÜK  SAKMIKNOX 


No  se  ha  de  acuñar  mas  que  un  cierto  número  de  mone- 
das» pues  si  se  hace  lo  que  con  el  papel  y  sobreabunda  el 
oro  acuñado,  no  pudiendo  como  aquel  despreciarse  hasta 
ponerse  en  relación  con  Jas  cosas  cambiables  en  moneda^ 
perderá  este  carácter,  y  será  reducido  á  lingote  otra  vez 
por  la  exportación  del  metala  estimado  en  su  valor  in- 
trínseco. 

Reducida  así  la  amonedación  á  una  cantidad  determinada 
al  año,  cada  moneda  tendrá  que  representar  el  costo  de 
todos  los  materiales,  edificio,  maquinaria,  personal,  etc., que 
han  entrado  en  su  elaboración,  y  será  por  tanto  la  moneda 
mas  cara  del  mundo.  El  negocio  no  paga^  como  dicen  los 
yankes. 

Veamos  ahora  e\  sistema  sencillo  de  la  amonedación  en 
Francia,  Estados  Unidos,  ó  donde  quiera  que  haya  casas  de 
moneda  antiguas,  garantidas,  artísticas  y  dotadas  de  pode- 
rosos y  perfeccionados  medios  de  acción. 

El  costo  del  trabajo  anual  del  establecimiento,  que  ya  ha 
olvidado  que  ha  costeado  un  gran  taller  y  poderosas  má- 
quinas, se  reduce  a!  personal  y  otros  gastos  que  son  acci- 
dentales; y  estos  se  distribuyen  sobre  la  injence  cantidad  de 
monedas  que  acuña  al  año. 

Es  el  caso  de  la  edición  á  cien  mil  ejemplares,  comparada 
en  costos  á  la  edición  de  mil  del  mismo  libro.  La  amone- 
dación que,  con  el  sencillo  cambio  de  trojeles  se  haria  con 
sello  distinto,  equivaldría,  por  la  proporción  entre  nuestra 
demanda  y  la  masa  de  amonedación  anual,  á  una  página 
de  un  libro  de  trescientas  ó  quinientas. 

Esta  es  la  cuestión  de  la  amonedación. 

No  hay  dignidad  ni  honor  nacional  en  ejecutar  mal  y 
caro  lo  que  se  puede  obtener  perfecto  y  barato,  valiéndonos 
de. los  medios  que  otros  países  poseen;  como  no  hay  digni- 
dad ni  honor,  en  hacerse  romper  las  quijadas  con  fusiles 
hechos  en  el  país,  ó  gastar  millones  en  importar  fábricas 
y  fabricantes  de  Remingtons,  ó  cañones  Krupp. 

Pidamos  á  Francia  el  millón  de  fuertes  que  necesitamos, 
démosla  el  trojel  ó  el  diseño,  y  tendremos  moneda  tan  artís- 
tica, tan  ñel  y  garantida  como  no  la  produciremos  jamás, 
nosotros.  Este  fué  el  escollo  de  la  amonedación  ameri- 
cana, después  que  las  colonias  se  hicieron  independientes. 
El  boliviano   feble   que  ha   inundado  nuestro  país  es  la 


► 


PROGRESOS  GBNBKALES  35 

prueba. — Las  Naciones  bien  regladas,  responsables  de  su 
moneda,  porque  las  inñdelidades  gravarían  en  millones  al 
comercio  universal,  ofrecen  todas  las  garantías  apetecibles 
en  cuanto  al  feble  admitido  legalmente;  pero  ni  aun  pu» 
diendo  en  todos  tiempos  responder  nosotros  de  la  honradez 
del  título,  nunca  hemos  de  lograr  fabricar  paños  ó  tejidos 
de  algodón,  ó  moneda  igual  en  baratura  de  costos  k  las 
grandes  fábricas  que,  con  inmenso  capital,  maquinas  pode- 
rosas, y  personal  artístico,  producen  enormemente  en  can- 
tidad, y  por  tanto  enormemente  barato. 

Estoes  mas  aplicable  todavía  á  la  moneda  de  cobre,  nikel,. 
ó  bronce,  en  la  que  rigen  otros  principios,  y  hay  mas  que 
el  lingote  de  cobre  representado  en  su  peso.  En  esta,  mas 
que  en  las  otras,  conviene  servirse  de  poderosos  medios  de 
producción  para  que  sea  adquirida  la  moneda  á  poco  precia 
y  pueda  el  Estado  reportar  la  utilidad  permitida, y  proveer 
inmediatamente  á  la  necesidad  pública.  La  circulación  del 
cobre  para  las  monedas,  transacciones  y  a<]qaisiciones, 
ahorra  millones  que  se  disipan,  por  falta  de  divisibilidad,  en 
comprar  mas  de  lo  necesario. 

ESPORTACION  DE  CEREALES 

SISTEMA      DE     COLONIZACIÓN 

(Bl  Naeioiial,  Agosto  7  de  1878). 

La  noticia  dada  por  los  diarios  de  haber  salido  seis  car- 
gamentos de  trigo  del  Rosario,  en  busca  de  mercados- 
exteriores,  nos  ha  hecho  volver  una  mirada  curiosa,  simpá- 
tica» hacia  las  colonias  que  producen  cereales,  hacia  la 
emigración  que  ha  dado  ya  fruto,  como  árbol  llegado  á  su 
madurez;  y  entre  las  nieblas  que  oscurecen  el  porvenir^ 
efecto  de  tanto  error  de  i,  puño,  ó  de  tanto  desacierto  en 
la  acción,  creemos  encontrar  algo  de  asegurado,  contra 
incendio,  como  es  aquella  parte  del  territorio  de  Santa  Fe» 
sobre  todo,  que  está  fuera  de  la  acción  de  nuestras  perver* 
tidas  ideas  políticas. 

Dicho  se  está,  que  de  hoy  mas  tendremos  la  exportación 
de  lanas  y  peleterías  desde  Buenos  Aires  y  Entre-Ríos,  y  la 
de  cereales  desde  el  Rosario,  como  centro  de  exportación^ 


36  OBKAH   UB  «AKMIBNTO 

si  los  productos  prefleren   el    ferro*carrii    para   ahorrara 
fletes  por  tierra  á  Santa  Fe. 

Uno  de  los  grandes  trabajos  de  propaganda  y  de  inicia- 
ción que  prepararon  la  caida  de  Rosas  y  la  reconstrucción 
de  la  República,  ha  dado  pues  sus  resultados  inequívocos, 
útiles  y  fecundos.  Podemos  dudar  que  hayamos  avanzado 
gran  cosa  en  la  práctica  de  las  instituciones  libres;  pero 
podemos  estar  seguros  de  que  la  idea  de  repoblar,  de  poblar, 
de  colonizar  y  de  cultivar  el  suelo,  se  ha  realizado  en  toda 
su  estension,  y  lo  prueba  el  hecho  que  nos  pone  la  pluma 
en  la  mano. 

Este  año  se  han  embarcado  harinas  para  Chile  y  el 
Pacifico,  desde  el  Rosario,  y  ya  puede  estimarse  el  cambio 
introducido  en  la  economía  del  comercio  y  de  la  provisión 
de  cereales.    Nohá  mucho,  hubiera  parecido  una  paradoja. 

Pero  no  es  de  congratulaciones  sobre  un  progreso  tan 
marcado,  de  lo  que  vamos  á  ocuparnos;  sino  de  los  obs- 
táculos que  aun  detienen  la  rápida  y  fructuosa  población 
de  los  territorios,  en  estado  ó  susceptibles  de  coloni- 
zación. 

¿Hay  ya  un  sistema  de  colonización  entre  nosotros? 

Creemos  que  puede  responderse  con  seguridad  que  sí, 
y  á  ese  debemos  .adhesión,  si  los  resultados  han  justificado 
8u  acierto. 

Tal  es  el  que  resulta  de  la  formación  de  colonias  en 
Santa-Fe,  por  la  acción  particular  de  empresas,  ó  de  indi- 
viduos, ó  de  las  colonias  mismas  que  como  colmenas 
destacan  de  su  seno  nuevos  enjambres  á  formar  nuevas 
colonias. 

Este  es  un  punto  incuestionable.  Excepto  la  colonia 
«Esperanza»,  que  recibió  protección  directa  del  gobierno, 
las  otras  todas  sin  excepción  son  el  resultado  de  la  acción 
particular;  y  sus  habitantes  en  todas  se  hallan  en  próspe- 
ras condiciones,  en  cuanto  es  posible  obtenerlas  por  socie- 
dades colectivas.  El  sistema  es  pues  bueno,  viable  y  seguro. 
Diremos  mas,  y  es  que  este  es  el  sistema  que  debe  tomar 
por  base  el  gobierno,  á  fin  de  que  las  leyes  de  fomento  de 
la  emigración  no  vayan  á  lanzarse  en  las  especulaciones^  ó 
en  las  aventuras  de  ensayos  y  creaciones  nuevas. 

La  acción  del  Estado  hade  combinarse,  pues,  con  la  ya 
experimentada  acción  particular,  asociándose  á  ella,  pres-^ 


PK0QHBS08  6BNEKALES  37 

t\nciole  el  auxilio  que  la  ley  ofrece,  y  garantiéndose  en  su 
uso,  por  nnedios  que  la  práctica  aconseja. 

ün  otro  punto  de  partida  debemos  recordar,  á  fin  de  que 
se  comprenda  mejor  la  ventaja  de  adherirse  al  sistema 
práctico  de  Santa  Fe,  y  es  que  sin  motivos  muy  premiosos, 
la  colonización  no  ha  de  hacerse  lejos  de  los  puntos  ya 
poblados,  ó  de  las  costas,  si  ellas  pueden  atraer  el  auxilio 
externo  al  nuevo  plantel. 

Todo  lo  que  se  haga  contra  esta  experimentada  regla,  ha 
de  ser  dispendioso  en  la  ejecución,  lento  en  el  desarrollo,, 
incierto  en  el  éxito  final. 

Otro  inconveniente  nace  de  hacer  al  gobierno  mismo 
colonizador,  es  decir,  encargado  de  proveer,  de  colocar,  de 
sostener,  la  planteacion  de  un  grupo.  Todo  es  matador. 
Téngase  presente  que  no  se  ha  efectuado  colonizacion^prós- 
pero  en  el  mundo  sino  la  inglesa^  que  tiene  por  básela 
ffócion  individual.  En  los  Estados  Unidos,  el  Estado  da  la 
concesión  de  tierra,  á  precios  reducidos  y  constantes,  y 
alíi  para  su  acción. 

Nosotros  hemos  seguido  otro  sistema.  El  Estado  dá  la 
tierra  gratis;  paga  el  pasaje  al  emigrante;  y  le  concede 
víveres  por  un  año,  el  todo  reembolsable  en  un  término 
dado.  Seria  esta  nuestra  Home  stead  law  ó  la  ley  del  Hogar» 
El  Estado  ha  imitado  el  sistema  de  poblar  de  los  particu- 
lares en  Santa  Fe,  y  ahí  está  el  error  práctico. 

Por  el  sistema  imitativo  que  se  observa,  el  emigrante 
llega,  y  se  le  dan,  ponemos  por  caso,  cincuenta  manzanas 
de  tierra  en  el  Chaco.  Gomo  la  tierra  allí,  distante  de  toda 
otra  población,  no  tiene  aun  precio,  su  valor  no  pasa  del 
nominal  de  300  pesos  fuertes  la  legua,  lo  que  dá  á  la  conce- 
sión el  precio  infímo  de  diez  pesos.  Ya  sea  que  se  haya  6 
no  abonado  pasaje  al  emigrante,  esa  tierra  con  ése  valor  es^ 
sin  embargo  garantía  del  pago  en  dos  años,  de  casa,  ani- 
males, semillas,  y  no  pocas  veces  de  dos  años  de  alimen* 
tacion. 

La  deuda  como  se  vé  es  enorme,  y  dadas  las  dificultades 
de  primer  establecimiento  en  pais  aislado  y  separado  de  los 
otros  cultivados  que  ya  tienen  valor,  el  emigrante  se  desa- 
lienta y  abandona  la  concesión  que  no  ha  de  conservar  en 
valor  adquirido  lo  que  adeuda,  pues  la  alimentación,  el 
pasaje,  aun  la  casucha  improvisada  y  proveída,   no  soa 


38  OII11A8    l>K   «AKMIKMTO 

"Valores  de  cuenta,  sino  cargas  que  han  de  pagarse  con  pro- 
<1uctos  obtenidos.  Sise  añade  que  debe  protjtferw,  por  pro- 
veedores y  contratos  de  aüixieutoá,  animales  de  iauor  etc., 
resultará  un  recargo  de  costos  que  absorverá  rentas  impro- 
ductivas al  Estado,  y  una  nueva  carga,  insalvable  para  el 
colono. 

¿Cómo  se  haría  para  simpliQcar  el  sistema  y,  en  lugar  de 
hacerlo  una  pálida  imitación  del  que  han  seguido  las  colo- 
tí  las  prósperas,  ajustarlo  por  el  contrario  á  este  mismo  sis- 
tema práctico? 

No  vemos  otro  medio  que  poner  las  leyes  actuales  de 
fomento,  al  servicio  del  interés  individual  de  los  colonos 
mismos,  con  lo  que  se  consigue,  1":  tener  dos  firmas  en 
lugar  de  una,  la  del  colono  y  la  del  inmigrante,  de  manco- 
mún, responsables  del  reembolso  de  los  anticipos  que  haga 
el  Gobierno  Nacional,  aplicando  la  ley  actual,  2°:  asegurar 
el  éxito  de  la  colonia  ó  de  ia  población,  porque  el  interés 
individual  es  en  este  caso  el  promotor,  el  gerente,  el  espe- 
culador diremos  así;  y  operando  sóbrela  base  de  lo  ya  po- 
blado, que  tiene  valores  venales  ciertos  y  productos  acumu- 
lados, asegurar  el  éxito  del  trabajo  del  nuevo  colono,  bajo 
su  protección,  de  la  misma  manera  que  él  principió  bajo 
la  protección  de  los  antiguos  empresarios.  Al  Estado  le 
interesa  el  número  de  cuadras  que  mas  se  labren,  el  mayor 
número  de  inmigrantes  que  se  establezcan;  pero  ante  todo, 
que  no  solo  puedan  devolverle  el  capital  auxiliar  con  que 
se  establecieron,  sino  que  la  tentativa  sea  segura,  venta- 
josa y  de  arraigo,  diremos  asi,  para  el  colono  mismo. 

Uno  de  los  graves  inconvenientes  de  la  colonización,  ha 
sido  siempre  que  no  todos  los  inmigrantes  son  colonos,  ó 
aptos  para  colonizar.  Este  es  el  escollo  de  la  inmigración 
protegida.  1&\  que  paga  pasage  es  un  hombre  y  nada  mas. 
Labrador?  Inteligente?  Honrado?  Amigo  siquiera  del 
trabajo? Eso  Dios  lo  dirá. 

Hemos  visto,  al  partir  de  Nueva  York  un  buque  brasilero, 
cargado  de  emigrantes,  pasage  gratis,  levantar  las  manos 
al  cielo  los  circunstantes,  como  si  el  país  fuese  librado  de 
una  plaga. 

El  colono  ya  establecido  es  por  tanto  el  único  juez  de  la 
actitud  del  nuevo  arrivante  y  de  su  capacidad  de  producir, 
desde  que  él  pueda  designar  los  que  han  de  gozar  de  la 


PRUGK.E80S  GUNEKALES  3^ 

prima  del  Estado.  Veamos  como  pueden  llenarse  estas 
•condiciones,  con  la  legislación  actual  y  mayor  seguridad 
•de  éxito. 

El  Gobierno  Nacional  tiene  contratos  con  varias  empre- 
sas de  vapores  para  conducir  lia5»la  este  puerto  pasageros 
inmigrantes,  á  razón  de  160  francos  por  persona  adulta.  Si 
se  tiene  en  cuenta  que  en  una  familia,  en  general,  vienen 
dos  menores  (que  pagan  solo  medio  pasage)  por  un  adulto, 
resultará  que  pueden  venir  3,000  personas  por  cuatro  mil 
onzas. 

Un  medio  habría  muy  ventajoso  para  hacer  reembolsa- 

bie  esjla  ei   ■    :.CÍe»i:. 

Ejemplo:  Facultará  los  colonos  ya  establecidos,  y  con 
un  modo  de  vivv\  á  hacer  venir  á  sus  amigos  ó  parientes, 
garantiendo  al  Gobierno  de  mancomún  et  in  solidum  el 
valor  del  pasaje,  reembolsable  á  plazos  prudenciales- 

En  todas  las  Provincias  á  que  se  mandan  inmigrantes, 
hay  una  comisión  de  inmigración,  y  esta  tiene  su  Gerente 
rentado  por  la  Nación.  Se  encargaría  entonces  á  esas 
comisiones  el  percibe  de  lo  que  el  inmigrante  adeude;  y 
donde  no  haya  comisiones  ó  gerentes,  se  facultaría  á  los 
Gobiernos  para  perseguir  el  cobro  de  las  sumas  anticipadas 
por  pasaje  á  la  familia  inmigrante. 

Toda  la  diferencia  que  este  sistema  establecería  con  lo 
ya  practicado  ó  practicable,  consiste  en  que  se  dejaría  á  los 
colonos  ya  establecidos,  con  las  formas  y  seguridades  del 
caso,  no  ya  el  derecho  de  dirigirse  á  la  comisión  central  do 
inmigración,  solicitando  colonos  de  entre  los  inmigrantes 
por  colocar,  sino  las  familias  que  ellos  designasen,  dispues- 
tas ó  prontas  á  embarcarse  en  Europa  á  su  llamado,  y 
cuyo  pasaje  debería  abonar  el  Estado.  Es  á  esta  condición 
solo  que  el  colono  ya  establecido,  se  constituiría  responsa- 
ble, de  mancomún  con  el  deudor  del  pasaje,  lo  que  no  puede 
hacer  con  plena  confíaqza,  con  buena  voluntad,  aun  en  caso 
de  mal  éxito,  cuando  el  colono  que  se  le  envía  le  es  desco- 
nocido, y  no  lo  ligan  á  él  vínculos  de  familia,  amistad,  rela- 
ción de  lugar  etc. 

Hay  ya  en  las  colonias  millares  de  hombres  acomodados, 
centenares  de  ricos,  y  por  decenas  cuóntanse  los  empren- 
dedores con    ca[)ital,  experiencia    y  espíritu    de  empresa 


i 


40 


0BKA8   DB  «AKMIKMTO 


para  dar  colocación  á  millares  de  brazos  al  año»  garantiéndo- 
los costos  que  el  Estado  se  impone. 

Estos  mismos  ú  otros,  tienen  ó  varías  concesiones,  ó 
terrenos  de  los  propios,  sin  labrar,  y  esteudiendo  á  estas  y 
nuevas  tierras  adquiridas  ó  solicitadas  á  su  acción,  la  pro- 
ducción doblaría  por  año,  pues  así  constituida  la  coloniza- 
ción no  es  mas  que  la  prosperidad  y  mayor  desarrollo  de 
la  presente,  desenvolviéndose  de  proche  en  proche^  llenando 
los  intermedios,  colmando  los  vacíos  y  aumentando  por 
tanto  la  fuerza  de  cohesión,  que  es  la  base  de  toda  so- 
ciedad. 

¿Quién  no  siente  que  de  esta  necesidad  de  asociar  los 
afectos  del  antiguo  con  el  nuevo  inmigrante  que  él  pedi- 
ría, &  condición  de  asociar  su  ñrma  para  garantir  el  pago, 
nace  un  nuevo  elemento  de  estabilidad  en  aquellos  esta* 
blecimientos  rurales^  donde,  como  lo  muestra  la  experien- 
cia diaria,  tiene  cada  uno  que  luchar  con  diñcultades  y 
atrasos,  que  le  vienen  de  la  seca,  la  lluvia  excesiva,  la 
langosta,  etc.,  etc.,  y  que  sucumbirá  el  que  menos  relacionada 
se  encuentre  para  obtener  el  apoyo  momentáneo  que  nece- 
sita, para  salvar  del  mal  año  ó  del  accidente? 

Deseáramos  que  el  Estado  no  aventurase  rentas  en  eje- 
cutar por  sí  mismo  colonizaciones,  sin  el  auxilio  del  ins- 
trumento ya  tan  probado,  y  con  éxito  tan  uniforme,  en 
Santa  Fe  y  en  Entre  Rios;á  saber,  el  interés  individual  del 
colono  mismo,  que  es  el  que  ha  poblado  los  Estados 
Unidos,  California,  Australia,  y  tantos  otros  países  prós- 
peros. 

INMIGRICiON  Y  COLONIZACIÓN 


{El  Nacional,  Agosto  8  de  1878.) 

No  queremos  abandonar  este  asunto,  de  que  nos  ocupa- 
mos ayer,  sin  añadir  algunas  observaciones  prácticas,  que 
sirvan  á  dirigir  los  esfuerzos  del  Gobierno,  en  su  empeño 
de  hacer  efectivas  las  leyes  de  fomento  que  el  Congreso  ha 
dictado. 

La  Provincia  de  Buenos  Aires,  pocos  incentivos  ofrece 
para  la  colonización. 

La  superñcie  de  su  suelo  está  ya  poseída  y  enajenada  á. 


PROGRESOS  QBNBRALBS  41 

los  propietarios  de  estancias,  que  la  comparten  entre  si. 
En  torno  de  las  villas  y  ciudades,  en  algunas  estancias, 
con  los  cercados  que  empiezan  á  generalizarse,  habrá,  tra- 
bajo para  brazos  extranjeros,  pero  sin  la  propiedad  del 
suelo,  que  es  lo  que  constituye  la  colonización.  Aquellos 
solo  podrán  adquirir  á  subido  precio  reducidas  porciones 
de  terreno,  después  de  haber  residido  largos  años  y  acu- 
mulado medios,  por  la  industria  ó  el  comercio,  para  estable- 
cerse deñnitivamente. 

Las  ciudades  como  Buenos  Aires  y  las  de  segundo  orden 
que  progresan,  dan  trabajo  á  muchos  obreros  ó  artesanos, 
como  asi  mismo  las  industrias  que  se  implantan,  ó  los 
negocios  á  que  da  lugar  su  desarrollo;  pero  es  necesario 
que  haya  movimiento  rápido,  constante,  para  asegurar 
trabajo  á  los  nuevos  pobladores;  y  esto  no  es  siempre 
seguro,  pues  ilepende  de  causas  extrañas  á  la  voluntad,  y 
una  crisis  comercial,  una  paralización  del  comercio,  la  baja 
en  Europa  de  los  productos  del  pais,  detendrán  aquel 
movimiento,  y  entonces  habrá  brazos  no  requeridos  en  las 
ciudades  por  la  edilidad  ó  mayor  número  de  artesanos 
que  los  que  requiera  la  demanda. 

La  inmigración  propiamente  dicha,  ha  de  estar  en  relación 
con  la  facilidad  de  adquirir  tierra  para  labrar;  pues  esta  es 
la  sola  industria  que  flja  la  población,  y  la  ubica  casi  irre- 
vocablemente en  el  país. 

La  tierra  colonizable  ha  de  reunir,  sin  embargo,  otras 
condiciones  aparte  de  la  facilidad  pecuniaria  de  adquirirla. 
Siendo  penoso  y  poco  productivo  el  trabajo  durante  el  pri- 
mero y  segundo  año  de  establecimiento,  la  ubicación  de  las 
colonias  ha  de  ser  tal,  que  tengan  mercado  y  precio  los 
pequeños  productos,  hasta  esperar  las  cosechas  remu- 
nerativas, después,  de  labrada  una  cierta  porción  de 
terreno. 

Apenas  puede  llamarse  colonia  ahora  el  primer  estable- 
cimiento de  suizos  en  el  Baradero,  dando  á  cada  familia 
una  exigua  porción  de  terreno;  pero  las  ventajas  de  la  loca- 
lidad eran  tales,  que  aquellas  dos  cuadras  de  tierra  asigna- 
das á  cada  colono^  pudieron,  con  los  pequeños  productos 
de  la  industria  doméstica  y  rural,  cerca  del  mercado  de 
Buenos  Aires,  adquirir  en  diez  años  capital  suñciente,  la 
mayor  parte  de  los  pobladores,  para   adquirir   la  mayor 


42 


OBItAK    UK   «AltUtKNTU 


extensión  de  terreno,  en  las  vecindades  ú  otros  puntos, 
labrarse  muclios  de  ellos  fortunas. 

Por  ahora,  la  colonización  de  Santa  Fe,  á  que  solo  quere- 
mos contraernos,  ofrece  muchas  de  esas  ventajas;  excepto 
la  de  vías  de  comunicación  con  los  puertos,  pues  estando 
muchos  de  los  planteles  á  grandes  distancias  del  Rosario 
único  puerto  de  mar  diremos  así,  los  costos  de  trasporte 
de  cosechas  formales  y  en  grande  escala  llegan  al  costado, 
del  buque  recargados  de  onerosos  fletes. 

Discútese  en  la  Legislatura  y  ha  pasado  en  una  Cámara,  el 
j)royectode  un  ferrocarril  de  trocha  angosta  perfeccionada, 
del  costo  de  tres  mil  libras  la  milla,  que  ligaría  entre  si 
gran  número  de  colonias,  pero  ya  hay  varias  que  se  tocan 
y  ofrecen  á  la  vista  del  transeúnte  una  campaña  continuada 
cubierta  de  sembradíos  ó  de  mieses  según  la  estación,  con 
molinos  en  cantidad  suñciente  para  preparar  las  harinas 
que  habitan  de  exportarse. 

Si  este  proyecto  se  lleva  á  cabo,  aquella  Provincia  vendrá 
á  ser  el  mejor  y  jmas  seguro  ensayo  de  colonización  que 
se  haya  necno  en  ia  América  del  Sur,  mucho  mas  si  el 
Gobierno  ó  el  Congreso  adapta  la  ley  de  fomento  de  inmi- 
gración á  las  condiciones  que  hemos  indicado  antes,  á  saber, 
poner  al  alcance  del  colono  establecido  y  responsable,  los 
medios  de  requerir  de  Europa  nuevos  emigrantes  de  su 
elección,  anticipándoles  el  pasage,  con  garantía  de  reem- 
bolso, dada  en  debida  forma  por  el  emigrante  y  el  colono 
que  lo  pidió. 

Las  colonias  ya  establecidas  requieren  mayor  intensidad 
de  trabajo  en  sus  propios  límites,  y  en  el  terreno  ya  labrado; 
pero  esto  no  ha  de  conseguirse  solo  con  el  aumento  de 
brazos  asalariados,  pues  que  siendo  crecidos  los  salarios 
pocos  están  en  aptitud  de  proveerlo.  Suplen  á  esta  falta  el 
trabajo  voluntario  de  familia,  de  camaradería,  de  nuevos 
asociados,  vinculados  á  los  antiguos  por  afecciones  ó  comu- 
nes esperanzas. 

.  Para  asegurar  la  prosperidad  común  de  las  dispersas 
colonias  es  necesario  se  llenen  los  vacíos  despoblados  que 
median  entre  unas  y  otras«  á  fin  de  que  cada  cuadra  de 
terreno  surcada  por  un  ferrocarril,  en  una  ancha  zona, 
procure  su  parte  de  productos  á  fin  de  hacer  barato  el 


PROGUESO»  GKNEHALBS  43 

trasporte,  por  la  abundancia  de  la  carga,  relativanfiente  al 
costo  de  la  vía. 

Creemo55  oue  nada  debe  omitirse  para  llenar  estas  con- 
diciones, y  creemos  asimismo  que  al  Gobierno  Nacional  no 
deben  serle  indiferentes,  pues  la  realización  por  completo 
de  la  población  agrícola  de  un  vasto  territorio,  como  aquel 
en  que  están  diseminadas  las  numerosas  colonias  de  Santa 
Fe,  darán  la  justa  medida  de  lo  que  el  país  puede  prometer- 
se del  sistema  de  colonización  emprendido,  y  de  cuyo 
éxito  próspero  depende  el  que  continúe  la  corriente  de  in- 
migración y  se  haga  en  mayor  escala  en  adeíante. 

Un  vasto  territorio  poblado,  labrado,  ligado  por  ferro- 
carriles baratos,  con  villas  á  distancias  proporcionales,  con 
productos  accesibles  á  puertos  de  embarque,  y  todo  á 
precios  baratos,  será  un  resultado  obtenido  y  un  gran  mo- 
delo para  nuevas  conquistas  de  grandes  estensiones  de 
tierra,  en  condiciones  análogas. 

No  se  olvide  que  el  producto  de  las  colonias  ó  de  la  es- 
plotacion  del  terreno  por  la  agricultura,  es  para  esportanu, 
sin  cuya  condición  ha  de  ser  limitado,  sin  mas  objeto  que 
llenar  las  primeras  necesidades  de  la  vida,  lo  que  consti- 
tuye la  mediocridad  y  la  pobreza.  Para  esto,  los  cereales 
ú  otros  frutos  agrícolas  han  de  obtenerse  á  precios  módi- 
cos, sin  lo  cual  no  podrán  concurrir  con  los  de  otras  nacio- 
nes en  los  mercados  libres. 

El  precio  del  trabajo  ha  de  ser  subido  por  largo  tiempo, 
puesto  que  ese  es  el  atractivo  de  la  colonización.  Cuando 
el  salario  baja  á  las  tarifas  de  Europa,  por  ejemplo,  el  es- 
timulo de  la  inmigración  cesa. 

Esto  es  lo  que  ya  sucede  en  los  Estados  Unidos,  si  bien 
la  baratura  del  terreno,  la  prodigiosa  viabilidad,  natural 
por  los  ríos,  artiñcial  por  los  ferrocariles,  unidas  á  los  mas 
adelantados  instrumentos  de  labor,  compensan  la  falta  de 
brazos  ó  los  equilibran,  en  un  país  donde  ya  habitan  cua* 
renta  y  cuatro  millones  de  hombres. 

La  colonización  de  Santa  Fe  debe  ser  estimulada  en  la 
parte  no  poblada  é  intermediaria  entre  las  varias  colonias, 
á  ñn  de  disminuir  los  costos  de  producción,  y  en  el  interior 
de  aquellas,  á  fin  de  dar  mas  intensidad  al  trabajo.  Sin 
esas  dos  circunstancias,  los  productos  vendrán  caros  al 
puerto  de  embarque;  y  ya  se  nos  asegura  que  cuesta  muy 


44  OBRAS   DK  8AKMIBNT0 

poco  menos  traer  una  tonelada  de  harina  al  costado  de> 
buque,  que  lo  que  importa  desde  allí  á  Inglaterra. 

Debenpos  hacer  notar  ciertas  condiciones  favorables  en 
aquellas  provincias  para  la  colonización,  y  que  por  fortuna 
son  generales  á  algunas  otras. 

En  los  Estados  Unidos,  todo  favorece  al  labrador;  excelen- 
tes instrumentos,  baratísimas  vías  de  comunicación  y  aun 
salarios  reducidos;  todo  menos  el  terreno,  cubierto  de  bos- 
ques primitivos  en  su  mayor  parte  en  las  planicies,  pedre- 
goso en  las  otras  regiones. 

Desmontar  una  cuadra  del  terreno  sin  poder  arrancar  los 
robustos  troncos  de  pinos  y  otros  árboles  seculares,  es  el 
desaliento  del  que  adquiere  cuando  mas,  ocho  ó  diez  cua- 
dras, contando  con  toda  su  vida  y  el  auxilio  de  sus  hijos» 
para  labrarlas. 

En  Argelia  tienen  que  luchar  con  el  palmito,  maleza 
tenaz,  de  las  familia  de  las  palmas,  que'cubre  la  tierra  y 
cuesta  dinero  y  sudores  arrancar,  pues  el  arado  no  penetra 
en  aquella  maciega. 

En  el  Brasil  se  combinan  las  rocas  y  el  bosque  tropical, 
y  seis  meses  después  de  descuajado  éste,  reaparecen  los 
robustos  retoños,  ó  maleza  robusta,  con  el  lujo  ruinoso  de 
los  países  cAlidos  y  húmedos. 

En  Santa  Fe  y  otras  partes  del  litoral,  por  ambas  márge- 
nes de  los  ríos,  la  tierra  sale  de  las  manos  de  la  naturaleza 
preparada,  puede  decirse,  para  aplicarla  el  arado  á  vapor 
de  los  ingleses.  Ni  árboles,  ni  piedras  que  lo  desvíen  de 
dirección;  y  esta  desnudez,  ó  poco  menos,  del  suelo  es  la 
ventaja  inapreciable  para  el  colonizador,  pues  no  consume 
trabajo  ni  capital  en  despejar  la  superficie,  antes  de  apli- 
carle el  arado.  Si  la  leña  le  escasea  al  segundo  ó  tercer 
año,  consumidos  los  contados  arbustos  ó  algarrobos,  con 
sembrar  duraznos,  lo  que  ya  hacen  todos  los  colonos,  está 
asegurado  el  porvenir  de  la  colonia.  Por  los  mismos  me- 
dios se  proveen  de  este  articulo  de  consumo  los  países 
agotados  por  los  siglos,  á  saber,  plantando  bosques. 

Estas  ventajas  naturales,  sin  embargo,  se  disipan,  por  la 
dispersión  de  las  colonias,  y  por  la  poca  intensidad  del  tra- 
bajo en  lo  ya  cultivado.  El  tiigo  cuesta  caro,  y  es  condi- 
ción de  este,  como  de  todos  los  artículos  dé  primera  necesi- 


«P-jJI^^Vl. 


PROORBSOiS  OBNRRÁLBS  45 

4ady  carne,  granos,  papas,  algodón,  etc.,  que  sean  baratos  en 
su  costo  original. 

Becordaremos  paramemoriay  para  no  ñngir  Edeoes,  que 
las  secas  han  hecho  graves  males  en  estos  últimos  años,  y 
la  langosta  continúa  amenazante.  La  primera  parece  elimi- 
nada ahora  por  el  exceso  de  las  lluvias,  y  puede  también 
concluir  su  periodo  la  invasión  del  malenco  insecto;  pero 
si  no  se  ayuda  á  perfeccionar  la  vasta  colonización  de  Santa 
JFe  que  es  ya  un  hecho,  pero  un  hecho  imperfecto^  las  colonias 
no  han  de  dar  solución  eñcaz  á  la  cuestión  de  inmigración, 
■asegurando  una  corriente  perenne  y  progresiva.  El  interés 
y  el  afecto  de  los  colonos  ricos  y  ya  experimentados,  harán 
«1  efecto  de  las  plantas  rastreras  fecundas,  que  lanzan  sus 
tallos  en  todas  direcciones  hasta  cubrir  el  suelo  entero,  sin 
dejar  un  palmo  de  tierra  visible.  El  colono,  debe  tener  á 
su  alcance  los  medios  de  llamar  á  su  lado  nuevos  obreros 
de  su  casa,  familia  ó  lugar,  para  que  el  trabajo  aumente, 
s'\n  grandes  salarios. 

A  PROPOSITO  DE  LOS  NUEVOS  IMPUESTOS 

{Bl  Nacional,  Agosto  19  de  1878.) 

Grandes  y  acalorados  debates  empiezan  á  suscitar  los 
tiuevos  impuestos  que  propone  el  Ministro  de  Hacienda, 
para  hacer  frente  á  los  gastos  del  presupuesto,  y  á  las 
deudas  que  tiene  contraidas  la  Nación. 

La  Nación  de  papel,  dice  ayer  que  tales  impuestos'  deben 
ser  resistidos  por  todos  lo8  medios;  y  en  la  tinta  de  esta 
Nación  se  comprende  qué  medios  entran  en  la  palabra 
todos. 

Queremos  suponer  que  todos  los  medios  son  los  que  el  Con- 
greso puede  adoptar  según  la  práctica  parlamentaria,  para 
oponerse  á  la  sanción  de  la  ley;  pues  una  vez  sancionada, 
no  hay  medio  lícito  de  no  cumplirla;  y  hay  medios  legales 
de  forzar  á  cumplirla. 

Una  ley  no  dice,  yo  haré;  sino  tú  harás,  quieras,  que  no, 
80  pena  de;  y  esto  so  pena  de,  es  lo  que  se  llama  la  sanción 
de  la  ley,  de  sanctus,  santo,  sagrado,  condenado,  ó  abando- 
nado á  los  dioses  infernales,  sin  protección  de  las  leyes. 

Aquel  axioma  latino  dura  ¡ex,  sedíex^  eucierrü,  uo  obstante 


46 


OBRAS  DE  SARMIENTO 


SU  laconismo,  toda  la  doctrina  humana,   constitucional  y 
civilizada  á  este  respecto. 

Por  si  La  Nación  de  papel  hablaso  de  otros  medios  de 
resistencia  que  los  que  antes  hemos  apuntado»  es  decir» 
lo  que  pudiera  oponer  el  Ck>ngreso,  diremos  á  los  incautos 
espuestos  á  dejarse  seducir  por  tales  frases,  mas  ampulosas 
que  reafes^  que  ellos  envuelven  el  delito  de  traición^  que 
consiste  en  el  intento  deliberado  y  constante  de  oponerse, 
por  la  violencia,  al  cumplimiento  de  una  ley. 

Asi,  cuando  un  grupo  de  hombres  arrebata  á  la  justicia 
un  preso,  hay  en  ello  un  delito  ordinario  á  que  las  leyes 
ordinarias  tienen  asignada  una  pena;  pero  si  ese  mismo 
grupo  arrebata  á  la  justicia  todos  los  presos  que  condujere 
por  causa  de  la  violación  de  una  ley,  y  lo  hiciere  con  el 
ánimo  declarado  y  persistente  de  libertar  todos  los  presos 
aprehendidos  por  intraccion  de  esa  misma  ley,  comete  de- 
lito de  trnieion^  y  es  juzgado  por  las  leyes  que  castigan  á 
los  traidores. 

Cuando  se  dice  á  los  lectores  de  un  diario  que  deberán 
resistir  por  todos  los  medios  una  ley  del  Congreso,  no  se  habla 
por  cierto,  de  aconsejar  la  traición  á  la  patria. 

«Esta  Constitución,  los  tratados  y  las  leyes  que  de  ella 
emanan,  son  la  ley  suprema»  no  obstante  todo  lo  que  digan 
en  contrario  constituciones  y  leyes  de  Provincia.»  Eso  es 
la  Nación,  eso  somos  nosotros,  y  á  eso  están  sometidos 
los  huéspedes  de  la  Nación  Argentina,  que  son  los  extran- 
jeros, y  los  Gobiernos  de  Provincia,  que  existen  por  la 
Constitución  y  la  voluntad  del  pueblo  «Nos  los  Represen- 
tantes del  Pueblo  Argentino,»  ó  como  dicen  sin  tanto  eufo- 
nismo  los  norte-americanos:  ccNos  el  Pueblo  de  los  Estados 
Unidos.» 

Hay  en  todas  las  cuestiones  que  apasionan  quid  pro  quods^ 
ó  palabras  mal  definidas,  que  cuando  se  explican  quitan 
toda  la  acritud  al  debate. 

Extranjeros  domiciliados,  y  que  escriben  para  ganar  su 
vida,  como  cualquier  otro  hijo  de  vecino,  se  revisten  de  la 
piel  del  lector  que  paga  el  peso  diario  por  el  número  coti- 
diano, con  lo  que  logran  muy  acertadamente  vender  mayor 
número  de  ejemplares;  y  en  vano  se  buscará  una  persona 
mas  impregnada  de  la  pasión  popular  ó  local,  que  el  espe- 
culador en  palabras,  sobre   el  capital  de  preocupaciones. 


PROGRESOS  GENERALES  47 

errores,  verdades,  egoísmos  Ó  sentimientos  impulsivos  del 
vulgo. 

La  prensa  tiene  el  inconveniente  de  hacerse  eco  de  las 
malas  pasiones,  y  la  ventaja  de  provocar  el  razonamiento  y 
la  demostración  del  error. 

La  nación,  se  dice,  por  ejemplo,  quiere  imponer  derechos 
sobre  los  ganados;  y  como  Buenos  Aires  es  la  Provincia 
ganadera  por  excelencia,  Buenos  Aires  cargará  con  casi  todo 
el  impuesto;  y  ¿por  qué  ha  de  costear  Buenos  Aires  solo  los 
gastos  de  la  nación? 

Sin  rebatir  lo  que  hay  de  inexacto  en  el  hecho,  y  de  so- 
fístico en  la  deducción,  procederemos  primero  á  rectificar 
las  palabras  usadas  en  el  discurso. 

Suponemos  que  el  que  no  es  argentino,  cuando  habla  de 
la  nación  que  lo  hospeda^  si  escribe,  no  habla  como  extran- 
jero, cuando  dice  ¿por  qué  hemos  de  pagar  á  la  nación? 
sino  que  habla  como  argentino,  pues  de  otro  modo  no  tiene 
sentido  su  argumento,  no  teniendo  el  extranjero  otro  de- 
recho que  el  de  abandonar  el  país,  cuyas  leyes  no  acepta. 

Dado  este  antecedente,  señalaremos  el  vicio  de  lenguaje 
que  trae  el  disentimiento.  Guando  digo  la  nación,  entiendo 
MI  nación,  basta  sustituir  el  posesivo  mí,  por  el  determi- 
nativo general  2a,  para  poner  de  aeoei^do  &  lo&  conten- 
diente». 

Obligúense  todos  los  que  á.  nombre  de  la  Nación,  hablan 
de  la  Nación,  á  decir  siempre  mi  nacion;y  se  verá  luego  que 
el  debate  no  puede  continuar,  ó  los  argumentos  mas  va- 
lientes quedan  reducidos  al  contrasentido  mas  vergonzoso 
y  ridiculo. 

Tenemos  por  prueba  loque  dijimos  al  principio,  ilft  Na- 
ción quiere  imponer  derecho  sobre  sus  ganados;  y  como  en 
la  parte  de  mi  Nación  que  se  llama  Buenos  Aires  ó  Entre 
Ríos,  hay  mas  ganado  que  en  el  resto,  es  claro  que  esa 
parte  cargará  con  casi  todo  el  impuesto;  y  porqué  la  mayor 
cantidad  de  ganado  ha  de  costear  sola  los  gastos  de  mi  Na- 
ción. 

Hay,  sin  embargo,  un  sentido  profundo  en  que  La  Nación^. 
una  nación  de  que  hablamos  para  distinguirla  de  las  otras 
naciones.  ¡Desgraciados  los  pueblos  que  no  tienen  nombre 
propio!  Francia,  Inglatera»  España.  La  Italia  y  la  Alemania 
han  luchado  siglos,  por  poder  llamarse  sus  habitantes  ita- 


48  OBRAS  DB  8ARMIBN10 

lianos,  alemanes,  pues  eran  antes  napolitanos,  genov eses, 
ó  austríacos,  sin  que  los  de  Roma  fuesen  romanos. 

De  Maistre,  que  principió  la  lucha  desde  Rusia  contra  las 
libertades  mo  lernas,  se  regocijaba  hace  cuarenta  ó  mas 
años  al  presagiar  la  desmembración  y  caída  de  los  Estados 
Unidos,  k  causa  de  su  nombre  abstracto,  que  representaba 
decía,  ideas,  convenios  políticos,  y  no  un  nombre  geográfi- 
co, de  tierra,  de  un  pedazo  de  tierra,  que  es  la  base  á  que  se 
adhiere  el  patriotismo,  dándonos  nombres  que  se  encarnan 
en  nosotros  mismos,  siendo  desde  entonces  francés,  inglés, 
etc.,  el  que  la  hsibita. 

Crear  la  Francia,  la  Inglaterra,  y  con  ella  el  sentimiento 
francés  ó  inglés,  ha  costado  siglos  de  trabajo  lento  para  su- 
primir los  reinos,  los  marquesados  independientes,  los  dia- 
lectos, y  las  costumbres  diversas. 

Los  Estados  Unidos  estuvieron  á  punto  de  disolverse  por 
causa  de  su  nombre,  pues  había  de  un  lado  la  Nueva  In- 
glaterra, compuesta  de  seis  Estados  con  el  espíritu  yankee 
Nueva  York  apenas  desholandizado,  los  seis  Estados  del  Sur 
aristocráticos,  esclavócratas.  La  población  del  Oeste  entró 
al  fín  en  la  balanza,  con  nuevos  Estados,  y  el  tiempo  fué 
borrando  para  el  pueblo  el  sentido  abstracto  de  la  palabra 
Estados  Unidos,  y  por  la  bandera,  por  el  rol  en  el  mundo, 
por  su  riqueza  y  sus  glorias,  llegó  á  representar  la  tierra  y 
encarnar  el  patriotismo  de  las  masas  populares,  que  salva- 
ron con  su  sangre  la  Union. 

Aun  así,  no  hay  nombre  patronímico  todavía,  y  tienen 
que  llamarse  ameticanos^  pues  yankee  palabra  burlescamen- 
te aceptada,  como  los  guetix  holandeses,  los  BansculoUes  fran- 
ceses, es  odiada  todavía  en  el  Sur. 

Peor  suerte  ha  cabido  á  la  República  Argentina,  país  sin 
nombre  propio,  pues  el  que  lleva  es  una  abstracción  recien- 
te, intraducibie  en  sentimiento  popular  que  llegue  al  cora- 
zón, y  ligue  á  sus  habitantes  en  un  todo  simpático  como  la 
familia,  y  aun  mas. 

Llamábase  Virreinato  de  Buenos  Aires,  y  al  querer  for- 
mar una  nación  libre,  de  sus  habitantes,  cuyaños,  cordo- 
beses, paraguayos  y  peruanos,  se  encontró  estrecho  y 
absurdo  el  nombre.  Hubo  pues  de  llamársele  Provinciat 
Unidas  del  Rio  de  la  Plata^  en  lugar  de  Chile,  Perú,  Méjico,  y 
ivideamembr ación  fué  el  castigo  de.  no  tener  «nombre  propio. 


PROOKBSOS  GBXBBALBS  49 

Lo  que  quedó  al  parecer  unido,  se  desgarró  treinta  años 
por  llamarse  Confederación  Argentina,  cuando  desaparecían 
las  Confederaciones  de  la  organización  política  de  los  pue- 
blos modernos. 

Cuando  después  de  tantos  <lesastres  hemos  convenido  en 
llamarle  República  ó  Nación  Argentina,  siempre,  una  abs- 
tracción, pero  una  abstracción  que  cada  diez  años  cambia 
de  forma,  pues  los  Estados  Unidos,  desde  antes  de  ser 
independientes  ya  se  llamaron  los  Estados  Unidos,  hemos 
concluido,  en  el  lenguaje  familiar,  en  llamarla  La  Nación. 

Una  nación,  entre  otras  naciones,  esa  nación  de  que  se 
habla,  la  nación  que  no  es  patria,  pues  su  nombre  no  dice 
que  seamos  hueso  y  carne  de  ella  misma,  como  el  francés 
ó  el  inglés.  He  aquí  pues,  una  madre  sin  hijos,  una  madre 
convencional,  que  puede  adoptarse  ó  desconocerse,  según 
plazca  á  los  que  forman  esa  República,  á  que  han  agrega- 
do el  califlcativo  de  argentina,  no  porque  este  adjetivo  diga 
nada  al  corazón,  sino  por  distinguirla  de  otra  República. 

Estos  antecedentes  explican  los  argumentos  contra  LaNa- 
ctoHj  y  los  impuestos  que  nosotros  tenemos  que  pagar  á  la 
Nación.  ¿Cómo  nuestro  ganado  ha  de  ser  impuesto  por  y 
para  la  nación? 

Traduzcamos  al  francés  la  frase:  La  pvoprieié  des  f raneáis 
aupporle  les  impóls  de  laFrancel  y  habremos  dicho  una  vulga- 
ridad. 

Hablemos  pues  el  lenguaje  de  la  verdad  y  del  sentimien- 
to. Digamos  mi  nación,  cada  vez  que  hablemos  de  la  Na- 
ción, y  la  controversia  habrá  concluido. 

No  es  menos  estúpido  el  argumento  que  se  hace  diciendo, 
como  lo  repite  el  diario  del  patriotismo  alquilado  para  ven- 
der odios,  pasiones  y  perversas  sujestiones:  la  Aduana  de 
Buenos  Aires,  paga  de  los  catorce  millones  del  presupuesto, 
los  doce;  luego  Buenos  A'res  sostiene  á  la  Nación. 

Hay  en  ello  perversidad  é  ignorancia;  pero  aun  no  ha- 
biéndola, el  argumento  seria  ridículo.  Si  Buenos  Aires  con- 
tribuye con  doce  millones  en  catorce,  es  claro  que  su  pro- 
piedad y  riqueza  es  seis  vecas  mayor  que  la  del  resto  de  mi 
nación,  lo  que,  cuando  mas,  daría  un  dato  estadístico,  á  ser 
cierto. 
Si  pagara  los  cato-^ce,  sería  clarp  que  el  resto  del  territo- 

TOMO  XU.— 4 


50  OBKA8  VK    SAKMIBNTO 

rio  estaría  desplobado.    El  Chaco,  olas  tierras  magalláni- 
cas  DO  pagan  nada. 

Los  innpuestosson  sobre  la  propiedad  y  los  mas  odiosamen- 
te gravados  por  la  iniquidad  de  los  impuestos  son  los  Leza- 
mas,  los  Hale,  los  Anchorenas,  los  Pereiras,  los  Ocampos  y 
tantos  otros  desgraciados  que  gimen  bajo  el  peso  de  los  im- 
puestos. Conocimos  en  los  Estados  Unidos  á  Mr.  Stewart,  un 
simple  tendero,  á  quien  la  Aduana  arrancaba  por  año  oclio 
millones  de dollars,  solo  en  derechos  de  importación.  Asi 
ha  muerto  el  infeliz,  dejando  k  su  familia  treinta  millones! 
Otro  hay  que  tiene  los  ocho  de  renta  anual. 

Lamentémonos,  pues,  de  ser  ricos,  y  envidiemos  la  suerte 
de  la  Rioja,  que  está  á  punto  de  disolverse  porque  la  ma- 
yoría de  la  Legislatura  se  compone  de  dos  Represen- 
tantes. 

Del^emos  unos  sesenta  millones.  No  convendría  repartir 
la  deuda  en  cada  habitante? 

A  nuestro  sirviente  Juan,  puntano,  le  tocarían  treinta  pe- 
sos á  pagar,  y  á  don  Juan  Anchorena  otros  treinta.  ¿Hay  na- 
da mus  equitativo? 

Qné argumentos!  La  palabra  traición  está  en  el  fondo  de 
cada  uno  de  ellos. 

EL  RIACHUELO 

{Bl  NactonaU  Agosto  iS  de  1878). 

Lléganos  por  todos  los  diarios,  el  conocimiento  de  el  esta, 
do  de  favorable  espectativa  en  que  tienen  al  público  los  Ira- 
bajos  emprendidos  por  el  ingeniero  Huergo,  en  la  canaliza- 
ción del  Riacho  de  Barracas,  los  que  se  dice,  [permiten  la  en- 
trada á  buques  de  catorce  pies,  y  a^n  de  diez  y  siete  de 
calado. 

Si  no  se  obtiene  mas  que  esta  profundidad,  ya  sería  de 
grande  auxilio  para  la  marina  de^  cabotaje  que  se  dispersa 
en  busca  de  abrigo  y  facilida<ies  de  desembarco,  por  ambas 
costas  del  Río,sin  exceptuar  Montevideo,  que  recibe,  falta 
de  un  puerto  seguro  de  este  lado,  gran  parte  de  losprodu<:- 
tos  del  comercio  y  de  la  industria  argentina. 

La  apertura  del  Istmo^de  Suez  ha  enseñado  mucho  á  los 
ingenieros,  en  cuanto   al  auxilio  que  puede  prestar  el  uso 


I 


PROGRESOS  GENERALES  51 

constante  déla  dra^apara  mantener  la  profundidad  reque- 
rida en  los  canales.  El  ensayo  hecho  en  la  Boca,  puede  pues, 
darnos  lecciones  prácticas,  y  aun  despertar  esperanzas. 

Dícesenos  que  á  la  profundidad  obtenida  ya  dragando 
fango  y  arenas,  se  encuentra  la  tosca,  que  no  permite 
ahondar  el  canal  cuanto  lo  requeriría  el  calado  de  grandes 
buques. 

Bueno  es  que  nos  contentemos,  por  ahora,  con  lo  que  la 
naturaleza  da  de  si;  perúes  bueno  no  olvidar,  que  en  los 
numerosos  estudios  que  se  han  hecho  para  abrir  un  canal 
interoceánico  por  varios  puntos  del  Itsmo  de  Panamá,  se 
cuenta,  para  realizar  uno  de  ellos,  con  que  habrá' de  ser 
preciso  cortar  montañas  y  escavar  la  roca  viva,  para  cons- 
truir un  lecho  bastante  profundo,  como  para  dar  paso  de  un 
mar  á  otro  á  toda  clase  de  embarcaciones. 

La  tosca  no  es  una  roca,  y  bastaría  ensayar  aun  con  los 
pilones  que  sirven  para  clavar  estacones  bajo  el  agua,  do- 
tándolos de  una  cuña  cortante  en  su  extremidad,  por  me- 
dio de  un  corte  preparatorio,  \mvA  ver  la  obra  de  escavacion 
que  podría  hacerse,  á  la  manera  que  usan  la  pala  los 
labradores. 

Porqué  no  habría  de  ensayarse  este  ú  otro  medio  para 
acometer  la  tosca  misma,  si  ello  diese  esperanza  de  dotar  á 
Buenos  Aires  con  un  puerto?  ¿No  se  han  calculado,  en 
cada  presupuesto  de  obras  para  uno  artiñcial,  frente  á  la 
ciudad,  ocho  á  diez  millones  de  fuertes,  sin  asustar  á  los 
que  han  de  pagarlos? 

La  diferencia  estaría,  en  la  Boca,  que  en  lugar  de  hacer 
obras  exteriores  partiendo  del  fondo  hacia  arriba  fuera 
del  agua,  allí  sería  desde  el  fondo  hacia  abajo,  hasta  dar 
la  profundidad  requerida;  y  entonces  no  se  consumirían 
tantos  millones,  pues  la  perforación  de  los  túneles  en  las 
montañas,  ha  creado  máquinas  de  poder  inmenso  para 
triturar  piedras  mas  duras  que  tmestra  tosca,  que  es  la 
misma  tierra  que  pisamos,  endureci<la  hasta  una  cierta 
consistencia. 

Deseáramos  oír  el  parecer  de  los  entendidos,  á  este  res- 
pecto; pues  la  necesidad  de  un  puerto,  es  cada  día  mas 
premiosa,  siendo  nuestra  convicción  que  el  carecer  de  uno 
Buenos  Aires,  ha  estorbado  que  sea  mas  gran  ciudad  que 
Río  Janeiro,  y  hará  en   adelante  que  se  dispersen  mas  y 


«<  I- 


52 


OBHAtf   U«   tfAUMlMMTO 


mas  los  buques,  no  solo  en  busca  de  abrigo,  sino  huyendo 
de  los  costos  enormes  de  desembarco,  que  recargan  el  valor 
de  las  mercaderías  con  gastos  que  á  veces  igualan  y  aun 
sobrepasan  al  flete  de  Europa. 

El  ingeniero  Huergo  ha  podido,  pues,  tener  la  buena 
fortuna  de  indicar  el  verdadero  camino  para  salir  del 
atolladero  en  que  se  encuentra  el  centro  comercial  mas 
activo  del  mundo,  casi  igual  con  el  del  Támesis.  Sino  es 
de  tanta  magnitud  su  hallazgo,  será  siempre  una  valiosí- 
sima adquisición  la  de  un  puerto  secundario  para  la  markia 
de  cabotaje  y  buques  menores  que  ofrezca  abrigo  y  desem- 
barco seguro,  pues  en  ello  habría  un  inmenso  beneñcio 
para  el  comercio. 

CIEN  PROBLEMAS 


•  r 


{Bl  Nacional,  Agosto  19  de  iS78.) 

Gadadiase  presenta  una  cuestión  nueva  que  apasiona  la 
opinión  pública,  quedando  atrás  las  cuestiones  de  ayer,  que 
pide  como  la  de  hoy  solución.  Lo  lamentable  es  que  no 
resolviéndose  ninguna,  viene  quedando  todo  en  problema, 
y  agravándose  las  difícultades,  con  los  ensayos  truncos  y 
sin  consistencia  que  embarazan  el  terreno. 

Estamos,  después  de  setenta  años  de  existencia  política, 
mas  atrasados  que  lo  estuvieron  nuestros  padres,  tres 
siglos  antes. 

El  día  que  los  primeros  colonos  españoles  trazaron  un 
pueblo,  designando  al  local  de  la  plaza  de  armas,  seña- 
laron á  un  costado  el  lugar  donde  ddbía  reunirse  el 
Cabildo,  cuyas  funciones  le  venían  marcadas  por  la  tra- 
dición secular  y  las  leyes  de  España. 

En  1878  están  disputando  sus  descendientes,  sobre  si 
habrán  diez  y  seis  Cabildos  ó  municipalidades  en  una 
ciudad,  y  si  habrán  de  haberlos  en  las  otras  villas  que 
se  vienen  formando. 

Y  cuestiónase  esto  con  valor,  con  pasión  tal,  que  ame- 
naza perturbar  la  tranquilidad  pública.  Serán  diez  y  seis 
ó  uno  de  los  ayuntamientos,  según  la  idea  que  mas  sirva 
á  propósitos  extraños  al  interés  público,  y  siempre  quedará 
en  problema,  si  deben  haber  muncipalidades,  porque  esta 


i 


PROOKBSOS  OBNBRALBS  53 

es  cuestión  previa;  y  si  habiéndolas  en  la  ciudad  de  Buenos 
Aires,  han  de  ser  una  ó  muchas;  porque  falta  aun  creaHas 
y  esperar  por  años  los  resultados  de  la  innovación. 

Como  escasean  en  el  mundo  los  modelos,  puede  ser  que 
el  mundo  tenga  razón  y  no  nuestros  inventores  de  inno- 
vaciones. 

En  gran  parte  de  las  Provincias,  aun  no  se  han  estable- 
cido Municipalidades. 

En  lo  que  hemos  dado  en  llamar  colonias,  que  son  los 
planteles  de  las  poblaciones  futuras,  como  nuestras  ciuda- 
des provinciales  son  hoy  las  que  formaron  los  españoles, 
tenemos  las  mismas  divergencias.  En  unas,  el  gobierno 
propio  está  establecido,  con  lo  que  se  llama  emigración 
espontánea;  en  otra,  se  está  ensayando  el  sistema  oficial 
de  colonizar  el  Gobierno,  con  inmigración  costeada  y  sos- 
tenida por  el  Estado,  bajo  la  autoridad  de  funcionarios 
suyos.  ¿Cuál  sistema  prevalecerá^  según  su  costo,  su  éxito 
final,  pues  todo  esto  está  Sujeto  á  opinión  ? 

Lo  cierto  es  que  no  hay  un  sistema  de  espansion  de  la 
población,  fijo,  como  era  antes  el  de  las  antiguas  colonias. 

Mucho  hemos  ganado  en  viabilidad.  Tenemos  costeadas 
largas  lineas  de  ferro-carriles,  que  facilitan  el  tránsito  en 
varias  direcciones.  ¿Son  todas  productivas?  Quedan,  pues, 
en  problema  dos  ó  tres  grandes  arterias  y  solo  el  tiempo 
dirá  hasta  dónde  mas  pueden  prolongarse. 

Pero  la  viabilidad  interna  de  cada  Provincia,  la  de  Buenos 
Aires  sobre  todo,  queda  aun  en  problema  insoluto,  acaso 
insoiuble,  por  mas  que  parezca  de  fácil  arreglo. 

País  todo  poblado  de  estancias  en  grandes  propiedades, 
no  se  presta,  por  mas  que  parezca,  á  un  sistema  de  conser- 
vación de  los  caminos,  sin  cuyo  requisito,  son  una  cala- 
midad y  no  un  beneficio,  una  via  dolorosa  para  transeúntes^ 
animales  y  carros.  Se  espantan  en  Francia  los  escritores 
al  referir  lo  que  fueron  las  vías  públicas  en  aquel  país, 
hasta  ahora  pocos  años  que  se  introdujo  el  macadam  para 
endurecerlas.  Hoy  se  consume  en  piedra  quebrada  para  el 
reparo  anual  una  montaña  de  una  milla  de  largo,  y  cuatro- 
cientos pies  de  alto. 

El  ferro- carril  del  Oeste  se  intentó  esclusivamente  en 
Buenos  Aires  para  salvar  los  pantanos  que  acosaban  como 
una  trinchera  á  la  ciudad,  é  interrumpían  la  comunicación 


54  OBKA8    OIfi    MAKftllIfilNTO 

[)or  meses  anteros.  jCuán  pronto  olvidamos  los  pasados 
padecimieiítos!  Por  fortuna  tenemos  largas  y  remunera-' 
livas  vías  férreas  que  atraviesan  todo  el  territorio  de  la 
Provincia,  que  aseguran  las  comunicaciones  en  general; 
pero  cuando  ha  de  descenderse  á  los  detalles,  á  los  caminos 
que  han  de  proveer  de  carga  á  esas  vías,  volvemos  á  en- 
contrar las  dificultades  de  la  viabilidad  ordinaria,  en  todas 
partes,  aumentada  aquí  por  la  falta  de  población  y  de 
montañas!  Las  vías  no  pueden  repararse  t  Esta  ha  de  ser  la 
base  de  todo  sistema  de  viabilidad  en  las  vastas  campañas 
de  Buenos  Aires;  y  por  tanto  es  en  este  problema  por 
resolver,  mas  com{)licado  que  el  de  las  diez  y  seis  Munici- 
palidades en  una  sola  ciudad,  cuando  no  se  ha  logrado 
establecer  una,  eficaz,  durable  y  útil  todavía. 

Dado,  pues,  que  los  caminos  no  han  de  repararse,  por 
la  imposibilidad  de  hacerlo  á  causa  de  no  haber  piedra,  las 
vías  pasadas  han  de  ser  anchas,  y  seguir  las  inflexiones  y 
ondulaciones  de  los  terrenos  que  atraviesen. 

Generalízase  la  idea  de  que  debiera  procederse  á  trazar 
las  vías  oficialmente,  á  fin  deque  las  divisiones  de  la  pro- 
piedad se  ajusten  aellas? 

Formarían  las  principales  una  especie  de  abanico,  cuyo 
eje  esté  en  la  ciudad  capital?  Sin  embargo,  los  ferroca- 
rriles son  en  cada  estación  ó  en  cada  villa  que  atraviesan 
centro  ó  eje  de  un  círculo  que  habrá,  de  proveerles  de  car- 
ga y  pasajeros. 

Los  arreos  mismos  de  ganado,  que  tanto  embarazan,  ha- 
brán de  disminuir  con  el  tiempo.  Los  ferrocarriles  intro- 
ducen cada  día  inopinadas  transformaciones. 

Hizose  en  los  alrededores  de  Chicago  con  capital  de 
millones,  un  emporio  de  ganado,  para  que  de  allí  se  pro- 
veyesen los  abastecedores  de  las  grandes  ciudades  á  donde 
se  conducen  los  arreos.  A  alguno  le  ocurrió  matar  allí 
mismo  el  ganado,  y  mandar  por  ferrocarril  á  Nueva  York 
la  carne  preparada  para  el  mercado,  aunque  mediaban 
treinta  y  seis  horas  de  viaje. 

Los  alambrados,  pues,  no  han  de  presentar  grandes  y 
frecuentes  obstáculos,  para  un  sistema  de  vías,  si  se  sabe 
primero  por  donde  debe  pasar  una  vía  y  á.  donde  dirigirse. 
Esto  es  lo  principal.  Cuando  la  propiedad  rural  se  sub- 
divida,  obra  lenta,  á  medida  que  avance  y  se  mejore  el  sis- 


PROGRESOS  GEÍ^RALBS  55 

tema  actual  de  criar  ganado,  con  mas  población  humana 
y  menos  espacio,  habrán  de  emplearse  en  torno  de  ciudades 
y  villas  servidas  por  ferrocarriles,  tramways  de  car^^a  ó 
vias  férreas,  angostas,  que  ya  se  están  ensayando  en  Francia 
y  Estados  Unidos. 

Con  la  conquista  de  AméiMca,  la  relación  enlre  el  oro  y  la 
plata,  que  era  de  uno  á  doce,  fué  por  la  abundancia   de 
plata,  aumentada  de   uno  á   quince,  y  sellada    á   diez    y: 
seis. 

Nuestros  abuelos  no  conocían  sino  onzas  de  oro  y  pesos 
fuertes.  Millares  de  sus  descendientes  no  han  visto  un 
peso  fuerte,  y  las  onzas  son  un  mito  ó  un  fantasma.  Tene- 
mos papel  desacreditado,  en  cambio;  oro  que  tiene  alas 
para  volar  y  plata  macuquina  y  falsa  en  las  provincias. 
TJtro  problema  ó  embarazo  que  nos  hemos  creado  nosotros 
mismos,  y  que  amenaza,  como  toda  (iesviacion  de  las  reglas, 
sepultarnos  bajo  el  enorme  peso  del  derrumbamiento  de  un 
edificio  sin  cimientos. 

Hay  plata  en  las  provincias,  dicen,  papel  en  Buenos  Aires, 
y  oro  en  ninguna  parte;  pero  el  oro  es  indispensable  para 
pagar  anualmente  las  deudas  contraidas  en  Europa;  y  ha 
de  comprarse  una  suma  cada  año  para  proveer  á  ello,  con 
papel  ó  con  plata. 

¿Cuánto  por  ciento  habi-áde  pagar  para  obtenerla,  á  mas 
del  interés  de  la  deuda? 

Esta  es  una  de  las  mil  cuestiones  que  presenta  la  adop- 
ción de  un  metal  como  la  plata,  para  moneda,  y  cuyo 
valor  no  está  sin  embargo  fijo,  en  relación  con  el  oro. 

Convendrá  lo  que  propone  el  señor  Riestra?  Hacer  mone- 
da, de  plata  para  las  provincias,  y  de  oro  para  Buenos  Aires! 
^ó  de  plata  para  toda  la  República,  ó  de  oro  que  sirva  tam- 
bién para  ei  comercio  extranjero,  como  proponen  otros?  Los 
Estados  Unidos  intentan  separarse  del  camino  que  sigue  el 
movimiento  europeo,  para  dar  empleo  á  las  enormes  canti- 
dades de  plata  que  dan  sus  minas.  Triunfarán  en  su  pro- 
pósito ? 

La  ñevue  des  Deux  Mondes  cree  que  nó. 

¿Podremos  nosotros  seguirlos? 

La  cuestión  de  moneda  nos  toma  en  mal  momento.  Va  á 
saberse  recien  si  la  plata  será  desmonetizada  del  todo  en  Eu- 
ropa» si  los  Estados  Unidos  prevalecerán. 


56  OBRAS    1>K   8AKMI1INTO 

Por  el  sistema  del  señor  Riestra,  habremos  de  comprar 
oro  con  plata,  pues  el  valor  relativo  ha  de  fluctuar^  según  la 
demanda  del  último,  que  es  el  que  ha  de  salir  para  el  exte- 
rior. Hecho  lo  cual  queda  todavía  por  averiguarse  como  se 
extingue  el  papel  moneda  de  Buenos  Aires. 

No  convendría  ir  pensando  en  extinguir  el  Banco  tam- 
bién? Todosson  problemas,  y  la  capacidad  escasea  para 
resolverlos  con  acierto.  La  prueba  es  que  no  hay  dos  eco- 
nomistas que  estén  de  acuerdo.  Cuando  lo  estén  todos,  se 
hará,  lo  que  mejor  parezcu,  y  la  inexorable  experiencia 
vendrá  luego  amostrar  que  todos  erraban,  y  habrá  que  co- 
menzar de  nuevo. 

En  ñn,  la  España  sabia  que  todas  estas  Américas  eran 
suyas,  aunque  la  mitad  del  territorio  no  le  fuese  conocido. 
Ambos  mares  le  traían,  trazados  de  siglos,  los  límites  del 
continente  y  de  las  islas  adyacentes. 

Vino  la  Independencia,  y  nos  da  una  linea  de  litigios  á 
cada  rumbo  que  volvamos  los  ojos,  vecinos  que  nos  llaman 
hermanos,  y  con  quienes  no  podemos  entendernos  en  años. 

Y  luego,  por  aña<lidura,  tenemos  los  indios  salvajes  en 
la  frontera.  Y  aquí  principia  un  nuevo  litigio,  y  la  nece- 
sidad de  resolver  otro  problema.  La  frontera  al  lado  de  las 
poblaciones  ó  las  poblaciones  avanzadas  por  frontera,  fué 
la  práctica,  hasta  1868. 

Una  linea  de  fronteras  á  vanguardia  de  las  poblaciones 
cubriéndolas,  fué  el  sistema  hasta  1875.  Una  frontera  zan- 
jeada, al  frente  de  los  toldos  <le  los  salvajes,  ha  sido  el  sis- 
tema seguido  desde  entonces  hasta  hoy.  Una  linea  desde 
el  Rio  Negro,  enderezando  al  Norte,  y  rectificando  la  fron- 
tera de  curva  que  antes  era,  es  la  solución  que  va  á  darse 
al  problema  hoy.  Será  esta  la  verdad?  Nosotros  no  tene- 
mos sino  una  objeción  que  hacerle^  y  esta  es  común  á 
muchos  otros  problemas.  Somos  muy  pocos  habitantes 
para  abarcar  tanta  tierra. 

Veremos  lo  que  da  el  nuevo  censo,  para  calcular  en  ade- 
lante ia  marcha  progresiva  del  aumento  de  la  población. 

Los  vacÍQS  de  la  población,  he  ahí  lo  que  detiene  el  creci- 
miento de  la  riqueza. 

Tenemos,  pues,  en  solo  lo  que  llevamos  apuntado,  lo 
bastante  para  enloquecer  á  pueblos  que  sino  lo  estuvieran 
ya,  no  hubieran  traído  las  cosas  donde  están. 


PROGRESOS  OSNERALBS  57 

— Qué  saber  y  resolver  sí  habrán  diez  y  seis  Manicipali- 
dades,  una,  ó  ninguna,  en  las  ciudades  existentes,  y  cuestión 
y  problema  sobre  el  modo  de  hacer  planteles  de  otras  nue- 
vas con  colonias. 

— Cómo  y  hasta  dónde  se  extenderán  los  ferrocarriles, 
cómo  se  sostendrán  los  actuales,  y  cómo  se  harán  vías  de 
comunicaciones  internas,  tomando  por  base  el  imposible — 
que  es  conservarlas. 

— Si  será  de  plata  ó  de  oro  la  moneda,  y  si  el    papel 
moneda  es  enfermedad  que  tenga  remedio,  en  el  estado 
crónico  á  que  ha  llegado.    Problema  de  vida  ó  de  muerte, 
como  todos  los  cánceres? 
^    — Cuáles  son  los  limites  de  la  República  ? 

Problema. 

— Cuál  es  La  línea  de  fronteras  con  los  indios,  y  dominán- 
dolas todas,  alejándolas  y  dejándolas  crecer  como  la  mala 
yerba,  queda  aun  la  gran  cuestión,  la  única  cuestión  digna 
y  la  que  se  resolverá  de  una  manera  ó  de  otra! 

«Quién  será  el  futuro  Presidente  de  la  República,  sin  ó 
con  Municipalidades,  sin  caminos,  sin  moneda,  sin  limites, 
y  sin  fronteras?» 

That  i$  the  question, 

FERROCARRIL  SANTAFECINO 

(^1  Nacional,  Setiembre  13  de  1878.) 

Se  ha  sancionado  en  la  respectiva  Legislatura  un  pro- 
yecto de  ley,  por  el  cual  la  Provincia  de  Santa  Fe  garante 
el  siete  por  ciento  sobre  un  capital  de  1.600,000  pesos  para 
construcción  de  un, ferrocarril  que  sirva  á  la  exportación 
de  ios  granos  del  pais  colonizado,  hasta  el  mercado  del 
Rosario. 

Como  es  tan  barato  su  costo,  y  como  los  productos  que 
habrá  de  esportarse  serán  tanto  mas  grandes,  cuanto  mas 
bajen  los  costos  de  trasporte,  es  seguro  que  la  vía  será 
productiva,  y  su  existencia,  estimulo  para  cultivar  todo  el 
terreno,  á  ambos  lados  del  trayecto. 

Realizado  este  servicio,  puede  decirse  que  aquellos  es» 
tablecimientos  agrícolas   se  hallarán    en  las  condiciones 


58  OBRA»   DE  MARMIBNTO 

mas  aventajadas  para  la  producción,  con  terreno  feraz  y 
fáciles  medios  de  trasporte. 

Es  digno  de  notarse  que  el  ferrocarril  que  se  va  á  cons- 
truir realiza  las  mas  recientes  modificaciones  en  cuanto  al 
costo  mínimo  de  construcción;  Ío  que  es  una  garantía  de 
buen  éxito;  y  como  todo  el  terreno  que  atraviesa  es  cul- 
tivable, y  está  ya  de  distancia  en  distancia  cultivado,  puede 
ramificarse  en  todas  direcciones,  según  la  profundidad  á 
que  vaya  avanzando  la  conquista  del  terreno. 

En  el  Oeste  de  los  Editados  Unidos,  los  ferrocarriles  fue- 
ron pioneera,  que  abrían  el  bosque  para  dar  existencia,  á 
sus  costados,  á  nuevos  Estados.  El  de  las  colonias  san- 
tafecinas está  destinado  á  producir  los  mismos  efectos, 
aun  en  mas  corto  tiempo,  pues  entrará  sirviendo  al  tráfico 
desde  que  se  construya  la  primera  sección,  y  es  de  esperar 
que  no  haya  llegado  á  la  última,  sin  que  los  espacios  in- 
termediarios, que  no  están  aun  cultivados,  sean  distribui- 
dos, economizados  y  labrados. 

Con  este  complemento,  aquella  región  del  territorio  ar- 
gentino está  llamada  á  ser  el  granero  de  esta  parte  del 
Atlántico,  y  presentar  luego  el  aspecto  de  la  Lombardia, 
pueR  en  los  Estados  Unidos  la  labrai'za  está  de  ordinario 
interrumpida  por  grupos  de  bosques  primitivos,  que  la 
encierran  en  horizontes  limitados. 

Ya  se  siente  en  el  mercado  y  en  el  comercio  la  influen- 
cia benéfica  del  desarrollo  de  la  agricultura,  cuyos  pro- 
ductos eran  hasta  ahora  poco  articulo  de  importación, 
como  las  mercaderías;  y  podemos,  sin  hacernos  ilusión, 
asegurar  que  en  pocos  años  mas  serán  las  Repúblicas  del 
Plata  el  pais  mas  aventajado  para  la  inmigración,  desde 
que  la  alimentación  sea  abundante  y. barata. 

Tiaduciremos  áe\  Standard  los  detalles  que  sobre  el  con- 
trato y  estension  del  ferrocarril  de  Santa  Fe  publica. 

EMIGRACIÓN  Y  COLONIZACIÓN 

iEl  Nacional,  Setiembre  14  de  <878.) 

Hemos  recibido  de  la  Comisión  de  inmigración  uua  hoja 
suelta  impresa,  suponemos  en  1877,  que  contiene  tras  la 
recomendación  del  Comisario  Greneral  señor  Dillon^^deel 


PROGRESOS  6BNBRALGES  ,  59 

sistema  que  hemos  aconsejado  para  fomentar  las  colonias 
existentes,  un  decreto  del  Presidente,  durante  el  ministerio 
del  señor  Iriondo,  proveyentio  pasaje  liasta  para  cien  fami- 
lias, que  solictten  los  colonos  quesean  poseedores  de  lina 
ó  mas  concesiones  y  tengan  recursos  para  atender  á  la 
subsistencia  de  dichas  familias,  etc. 

Siguen  las  disposiciones  reglamentarias  que  se  tomaron 
al  efecto. 

Este  antecedente  muestra  la  practicabilidad  del  sistema 
que  los  mismos  colonos  proponen,  según  se  ha  visto  en  lo 
que  hemos  indicado  antes,  pues  no  ha  hecho  Bl  Nacional 
otra  cosa  que  servirles  de  eco  y  apoyo.  Como  .no  indica- 
mos la  inversión  de  fondos  especiales  á  este  objeto,  sino 
que  pedimos  regularizar  el  impuesto  ó  servidumbre  de 
pasajes  que  reconocen  los  vapores  admitidos  al  privilegio 
que  la  ley  les  concede,  creemos  que  lo  que  fué  materia  de  un 
decreto  para  cien  familias,  pudiera  ser  generalizado  á 
todas  las  que  dichos  vapores  puedan  traer  al  año,  mediante 
sus  compromisos,  y  de  acuerdo  con  la  reglamentación  que 
daría  la  oficina  de  Inmigración. 

El  ensayo  merece  la  pena  de  ser  intentado  con  cierta 
regularidad.  Hace  tiempo  que  pretiomina  la  idea,  y  cree- 
mos que  la  oficina  de  Inmigración  la  ha  ensayado,  de 
fundar  colonias  por  cuenta  y  acción  directa  del  Gobierno, 
con  inmigrantes  traídos  directamente,  reclutados  en  los 
centros  de  desembarco. 

A.  este  género  pertenece  el  ensayo  que  se  haca  en  el 
Diamante,  con  una  parte  de  rusos  y  alemanes,  bajo  la  direc- 
ción de  uti  empleado  de  aquella  repartición. 

Sabemos  que  la  necesidad  del  momento  compelió  á  enviar 
los  colonos  á  aquel  lugar;  y  es  posible  admitir  que  por 
causas  iguales,  ó  por  llevar  adelante  la  idea  de  una  coloni- 
zación oficial,  se  hayan  hecho  otros  planteles. 

Como  desahogo,  puede  ser  bueno  tal  expediente;  pero 
no  como  sistema.  El  Gobierno  no  ha  desencargarse  de 
colonizar  aun  las  propias  tierras  naciooales,  invlrtiendo 
fondos  en  pagar  pasajes,  ni  sosteniendo,  aun  por  el  primer 
año  á  los  colonos,  contando  con  su  reembolso. 

Este  sistema,  solo  posible  con  convictos,  porque  están 
bajo  el  dominio  de  la  fuerza,  es  inaplicable  k  hombres 
libres,  á  quienes  no  es  posible  dar  impulso^  cuando  por  el 


60  OBRA8   DM   «AKMIKNTU 

contrario  se  les  quitan  las  aspiraciones  que  fuerzan  al  tra- 
bajo, cuales  son  las  necesidades  y  ei  deseo  de  ntiejorar  de 
condición.  Es  preciso,  pues,  dejarle  toda  libertad  de  acción, 
para  estimular  su  trabajo,  y  asociar  al  pago-  de  la  deuda 
contraída  otros  colonos,  que  la  garantan. 

La  ocupación  del  terreno  inculto  por  establecimientos 
nuevos,  no  puede  hacerse  sin  costos  ilimitados  y  variables, 
por  el  Grobierno  directamente,  y  lejos  de  las  partes  ya 
pobladas. 

El  sistema  que  resultaría  de  lo  ya  ensayado  por  decreto 
del  Gobierno  Nacional  para  cien  familias,  podria  conver- 
tirse en  un  sistema  deñnítivo  de  colonización  argentina, 
pues  con  eso  se  lograrla  asegurar  el  reembolso  de  dinero 
invertido  en  fletes,  y  dar  mas  eficaz  protección  á  la  pobla- 
ción de  lo  ya  cultivado.  El  sistema  contrario  llevaría  k  las 
aventuras  del  éxito;  pues  si  deudores  del  gobierno  tuviesen 
una  mala  cosecha  por  primer  fruto  de  su  trabajo,  es  seguro 
que  el  gobierno  mismo  los  abandonaría  á  su  suene,  por 
no  encargarse  de  mantenerlos  un  año  mas,  así  como  los 
colonos  tenderían  á  dispersarse,  para  eximirse  del  pago  de 
lo  ya  adeudado. 

El  sistema  seguido  en  las  colonias  de  Santa  Fé  por  tantos 
años,  y  su  grande  y  seguro  éxito,  está  indicando  que  este 
es  el  que  debe  adoptarse  en  la  República  Argentina,  dadas 
las  condiciones  de  su  suelo,  población,  y  medios  de  des- 
arrollo; pues  combina  admirablemente  el  interés  del  colono, 
el  interés  provincial,  y  la  acción  que  el  Gobierno  Nacional, 
interesado  en  poblar  el  territorio,  debe  poner,  sin  compi*o- 
meter  sus  rentas,  por  vía  de  protección  indirecta,  pero 
garantida. 

Estoes  lo  que  hemos  propuesto,  por  indicación  de  los 
colonos  experimentados,  y  lo  que  por  recomendación  ensayó 
el  Gobierno  para  cien  familias,  en  el  deci^eto  á  <|ue  hemos 
hecho  alusión. 

Fácil  sería  saber  el  número  de  pasajes  que  adeudan  los 
vapores  patentados,  y  sobre  ese  número,  calcular  la  exten- 
sión en  que  obrarla  un  nuevo  decreto,  generalizando  su 
acción;  pues  por  las  correspondencias  que  hemos  publicado 
hay  en  efecto  colonos  ya  establecidos  y  de  responsabilidad, 
que  aceptarían  la  obligación  de  responder  de  la  deuda  en 
que  incurrieran  los    nuevos  arribantes,  si  estos  *  fueran  de 


PROaRESOS  GSNBRALBS  61 

sa  eltícciou»  trnidus  á  su  pedido,  y  por  tantas  personaa  á 
quienes  acojerian  bajo  su  propio  techo,  proporcionándoles 
salarios,  ocupación  inmediata,  y  posibilidad  de  reintegra!*  á 
los  plazos  estipulados,  los  avances  que  el  Gobierno  les 
hubiese  hecho,  para  facilitar  su  venida,  cosa  que  no  siempre 
es  fácil  á  los  labradores  que  desearan  trasportarse  á  estos 
países.  Lo  que  es  innegable  es  que,  por  este  medio,  el 
Gobierno  Nacional  debiendo  protejer  la  inmigración,  no 
lo  haría  á  la  ventura,  sino  con  personas  de  reconocida 
moralidad,  é  idoneidad  para  el  cultivo  de  la  tierra. 

Podemos  reducir  nuestras  indicaciones  á  estas  simples 
iármulas. 

-Que  tenemos  en  las  colonias  de  Santa  Fe  un  sistema  pro- 
bado, al  que  debemos  adherir,  como  definitivo. 

Que  la  acción  del  Estado  ha  de  combinarse  con  el  interés 
particular. 

Que,  sin  motivos  premiosos,  no  ha  de  colonizarse  lejos  de 
las  poblaciones  actuales. 

Que  el  Gobierno  no  debe  proveer  directamente  ni  dirigir 
colonias. 

Que  los  colonos  ya  establecidos  den  garantía,  no  solo  de 
pago  de  pasajes,  .sino  de  la  moralidad  y  aptitud  para  el 
trabajo,  de  colonizador  nuevo  ayudado  por  el  Estado. 

A  estas  simples  obsíervaciones,  añadiremos  otra,  y  es  que 
si  no  se  garante  asi,  la  acción  protectorado  la  emigración 
del  Gobierno  Nacional  no  debe  ejercerse  de  ninguna  otra 
manera,  sino  quiere  correr  el  riesgo  de  que  le  presenten 
mensualmente  enormes  gastos  incurridos,  por  desembolsos 
imprevistos  y  que  no  pueden  ser  calculados,  en  empresa 
como  la  de  poblar  terrenos  incultos,  sujeta  á  las  vicisitu- 
des del  clima,  de  las  lluvias,  de  la  seca,  de  las  pestes,  etc. 

HUELGAS 

{Bl  Nocional,  Setiembre  U  de  1878.) 

Véese  en  los  sueltos  de  los  diarios,  que  se  anuncian 
huelgas  que  intentarán  los  impresores  unas  veces,  los 
empleados  de  ferrocarriles  otras,  por  aumento  de  sala- 
rio, etc. 

.Estamos    persuadidos  de  que   no  hay  en  todo  esto,  sino 


62  OBRAS  DE  SARMIENTO 

invenciones  de  los  ociosos,  buscando  motivos  de  alarmar,  y 
plagiando  en  imaginación  loque  leen  diariamente  que  ocu- 
rre en  algunos  puntos  de  Europa,  y  aun  en  los  Estados 
unidos. 

Es  aquella  una  enfermedad  porque  pasan  ciertas  nacio- 
nes europeas,  á  causa  de  la  irregular,  excesiva  á  veces,  y 
otras  restringida  fabricación  de  artículos  para  la  exporta- 
ción. El  fabricante  emplea  tal  número  de  brazos  como  lo 
exije  la  demanda  de  su  producto.  Si  esta  disminuye,  si 
el  producto  no  compensa,  baja  los  salarios»  ó  despide  bra- 
zos.    Consecuencia;  las  huelgas. 

Entre  nosotros  no  existen  tales  alternativas,  ni  hay  con- 
currencia de  oferta  ni  demanda.  La  huelga  sería  una  ridi- 
cula parodia,  sin  objeto  y  sin  resultado. 

En  los  Estados  Unidos,  ocurrió  hace  meses  una  imitación 
de  huelgas  europeas,  que  causó  terribles  estragos,  quedan- 
do todo  en  el  mismo  estado  que  antes,  pues  nada  podía 
cambiar  las  condiciones  del  salario. 

Las  declaraciones  tomadas,  mostraron  que  la  idea  fué 
sugerida  {)or  agentes  ingleses  que  fueron  á  los  Estados 
Unidos  á  exitar  los  ánimos,  que  hallaron  preparados,  en 
los  empleados  de  ferrocarriles,  cuyas  utilidades,  altas 
durante  la  guerra  que  hacia  mover  millones  de  soldados, 
habían  bajado,  con  la  disminución  del  movimiento,  hasta 
hacer  quebrar  mas  de  doscientos  ferrocarriles. 

Entre  nosotros,  se  mostrarían  mas  dispuestos  á  ser  in- 
fluidos los  impresores,  por  cierto  grado  de  desarrollo  inte- 
lectual y  tener  una  sociedad  organizada;  pero  si  no  es  el 
gusto  que  quieran  darse  algunos  traviesos,  de  interrumpir 
la  publicaciones  de  diarios,  ningún  otro  resultado  se  con- 
seguiría. 

Hay  perturbaciones  que  tienen  sus  causas  en  Europa,  y 
que  debemos  cuidar  que  no  se  las  traiga  por  imitación  á 
nuestro  suelo,  que  tiene,  por  desgracia,  las  suyas  propias. 

En  Francia,  Bélgica,  Canadá,  y  otros  puntos,  las  hay  por 
cuestiones  religiosas,  con  motivo  de  procesiones  ú  otros 
actos  exteriores. 

Esta  también  puede  ser  una  manía  contagiosa,  si  se 
insiste  en  suscitar  cuestiones,  y  traer  al  terreno  práctico, 
los  movimientos  de  opinión  que  los  demasiado  celosos* 
quisieran  hacer  prevalecer. 


\ 


PUOGREsOS  GBNBRALBS  63 

Los  conservadores,  los  clericales,  los  liberales,  y  todos 
los  partidos  políticos  están  interesados  en  alejar  aquellas 
plagas,  manteniendo  la  tranquilidad  de  los  ánimos. 

El  socialismo  usa  las  huelgas  como  instrumento  de  per- 
turbación, pero  el  socialismo  es  una  necedad  en  América. 

CUARENTENAS 

{Bl  Naeimalt  Febrero  i3  de  1878 j 

El  Brasil,  á  estar  á  las  noticias  que  nos  llegan,  estable- 
cerá cuarentenas  en  sus  puertos,  para  precaverse  del  con- 
tagio de  la  ñebre  amarilla  que  puede  venirle  de  los  Estados 
Unidos,  donde  se  estiende  de  una  manara  alarmante. 

Un  buque  llegado  á  Montevideo,  de  la  Habana,  parece 
que  trae  atacados  de  fiebre. 

Nuestra  sociedad  de  Médicos  se  ha  ocupado  estos  días,  de 
discutir  la  cuestión  de  cuarentenas,  entrando  entre  las  pre- 
cauciones posibles,  la  clausura  de   los  puertos. 

Tan  frecuente  se  va  haciendo  la  amenaza  de  este  azote, 
que  si  hubiese  de  apelarse  á  este  ultimo  expediente  no  ha- 
bría ni  época  ni  día  seguro  para  el  despacho  de  los  buques, 
no  obstante  saberse  que  las  mercaderías  no  son  por  si 
mismas  conductores  de  aíjuellas  enfermedades,  cuyos  gér- 
menes vienen  en  las  personas  ó  en  sus  vestidos. 

Lo  que  importaría  desde  ahora,  sería  negociar  con  el 
Gobierno  del  Uruguay  un  lazareto  común,  en  una  de  las 
islas  del  Este  de  Martín  García,  para  establecer  la  cuaren- 
tena, en  lugar  cómodo  y  con  puerto  seguro,  incomunicado 
con  el  continente. 

Aunque  no  demos  impoitancia  por  lo  presente  á  aque- 
llos amagos  lejanos,  deseáramos  que  se  crease  un  Consejo 
de  Higiene,  con  autoridad  de  hacer  desaparecer  todo  esti- 
mulo al  desarrollo  de  estas  plagas. 

Varias  grandes  ciudades  norte-americanas  han  creado  la 
policía  de  sanidad,  que  tiene  por  función  visitar  las  casas, 
y  ordenar  se  hagan  desaparecer  de  su  interior  los  focos  de 
infección  que  encontraren,  haciendo  ejecutar  obras  de  sa- 
lubrificacion. 

En  Nueva  York,  tiene  el  Cuerpo  Higiénico  facultad  para 
mandar  arrasar  casas  en  ruina,  mal  sanas,  como  son  siem- 


64  OBRAS  DB  SAKMimTD 

pre  las  que  sírv^en  de  alojamiento  á  loa  miserableSf  y  dar 
venülacioQ,  y  ñjar  espacio  para  los  qae  se  sirven  de  lo  que 
aqui  llamamos  conventillos.  Ni  los  mataderos  antiguos 
han  escapado,  cuando  han  sido  convictos  de  infestar  las  cer- 
canías, estando  la  policía  lista  con  sus  recursos  y  su  fuerza 
para  ejecutar  la  orden,  si  el  propietario  resistiese. 

Llevado  este  punto  k  los  tribunales,  se  decidió  que  la  so- 
ciedad tiene,  por  medio  de  la  Legislatura  y  en  virtud  de 
una  ley,  el  derecho  de  preservar  su  existencia,  haciendo 
desaparecer  todo  lo  que,  ante  la  declaración  de  la  ciencia, 
es  capaz  de  comprometerla. 

Es  ilícito  alojar  personas  en  lugares  estrechos,  faltos  de 
ventilación  é  inmundos,  por  cuanto  comprometen  la  vida 
de  loa  que  por  necesidad  tienen  que  habitarlas. 

En  algunos  puntos  de  la  campaña  ha  aparecido  la  viruela 
y  los  encargados  de  difundir  la  vacuna  han  dirigido  á  los 
habitantes  de  Buenos  Aires  sus  amonestaciones,  llam^indo* 
los  ¿  vacunarse,  en  previsión  de  que  extienda  sus  extragos 
hasta  aqui* 

Durante  el  pasado  año,  la  vacunación  se  ha  hecho  en 
reducida  escala,  no  obstante  la  solicitud  de  los  encargados 
de  practicarla,  por  falta  de  concurrencia. 

El  mas  nutrido  contingente  les  vino  de  tres  distritos  de 
Escuelas,  cuyos  Presidentes  señor  Bernet,  Dr.  Insiai  le,  y 
Dr.  Larrain,  tuvieron  la  feliz  idea  de  mandar  k  los  niños 
de  las  misnCias  á  vacunarse,  en  lugar  de  esperat^e  á  que 
vengan  vacunados  para  admitirlos  en  ellas,  como  lo  pres- 
criben los  reglamentos  municipales. 

Si  los  oíros  Consejos  de  Distrito  imitan  el  ejemplo  de 
aquellos,  doce  mil  niños  serían  en  esta  estación  garantidos 
y  por  mucho  tiempo,  de  ser  desfigurados,  ó  de  morir  vícti- 
mas de  la  viruela. 

Esta  asistencia  ordenada,  trae  la  ventaja  de  poder  reco- 
ger la  vacuna,  para  renovr*^  el  depósito,  cosa  que  se  consi- 
gue mal,  de  las  personas  que  van  aisladamente. 


PROOaBSOS  GBNBRALB8  65 


LOS  RUSO-ALEMANES 

(Bl  Nacional,  Octubre  !•  de  1878.) 

Repiten  los  noticiosos,  que  en  Europa  estarían  prontos 
á  embarcarse,  con  destino  á  estas  playas,  una  cantidad 
considerable  de  estos  bípedos.  Sería  asunto  de  hacer  jugar 
el    cable  telegráfico,  para  librar  al  país  de  esta  nuisance. 

Creemos  deber  llamar  la  atención,  sobre  esa  malhadada 
colonización. 

El  gobierno  ha  sido  engañado,  en  cuanto  á.  su  aptitud 
para  colonizar;  y  cuando  han  de  invertirse  caudales  públi* 
eos  en  aquel  ensayo  de  colonización  oñcial,  es  tentar  á.  la 
Providencia  escojer  para  ello  razas  que  están  mas  abajo 
de  los  pueblos  mas  atrasados  del  mundo. 

Hemos  oído,  de  funcionarios  públicos,  detalles  que  aflijen 
y  las  reticencias  de  las  relaciones  los  conñrman. 

Lo  que  no  se  tiene  en  cuenta  es  que  pueblos  que  están 
en  ese  estado  de  civilización,  no  han  de  mejorar  sensible- 
mente en  dos  ó  tres  siglos,  por  no  poseer  nosotros  mismos 
en  las  campañas,  medios  de  acción,  que  por  el  ejemplo» 
los  hagan  entrar  en  mejores  condiciones. 

Por  circunstancias  especiales,  acaso  por  los  peligros  que 
los  habrán  rodeado  en  los  parajes  solitarios,  que  han  ocu- 
pado estos  alemanes  en  Rusia,  de  dos  siglos  á  esta  parte, 
han  vuelto  al  estado  gregario,  viviendo  juntos  como  en 
aduares,  y  resistiendo  á  ocupar  las  suertes  de  terreno  que 
ácada  familia  le  están  adjudicadas. 

Esta  es  la  peor  de  las  condiciones  de  existencia,  y  que 
frustrará  todo  lo  que  se  haga  para  que  se  establezcan 
individualmente.  Esta  era  la  manera  de  vivir  de  los 
pueblos  antiguos,  recojidos  en  villas  y  ciud.ldes,  para 
proveer  á  su  seguridad,  y  dispersándose  todas  las  maña- 
nas sobre  el  agro  que  las  circundaba,  para  sembrar  y  cose- 
char los  granos,  quh  también  se  almacenaban  en  la 
población  urbana. 


66  OBRAS    DB   8AR&IIl£NTO 

No  ha  de  ser,  {mes,  de  un  día,  ni  de  pocos  años,  des- 
arraigar hábitos  de  asociación  de  este  género;  pero  ya 
que  el  gobierno  ha  sido  victinoa  de  un  error,  con  los  que 
han  venido,  libre  al  país  y  al  tesoro  de  aunnentar  la  carga 
y  el  contratiempo.    Que  no  vengan  mas. 

MONEDA  DE  PLATA 

(El  Nacional,  Octubre  4*  de  1878.) 

La  Revue  des  Deux  Mondes^  se  ha  encargado  de  justificar  la 
preferencia  que  el  Ministro  de  Hacienda  ha  dado  á  la 
plata,  para  la  acuñación  de  moneda  argentina^  disipando 
con  cifras  la  alarma  que  la  depreciación  aparente  del  me- 
tal, en  relación  al  oro,  se  habla  esparcido  en  Europa,  y 
justificando  igual  preferencia  dada  por  los  Estados  Unidos, 
para  retirar  el  papel  de  curso  forzoso,  y  volver  á  la  circu- 
lación metálica. 

La  única  objeción  que  queda  subsistente,  viene  de  la 
necesidad  de  comprar  anualmente  oro  para  servir  los  em- 
préstitos contraídos  en  Europa,  mientras  las  importaciones 
excedan  á  la  exportación  de  productos  del  país.  Los  ce- 
reales pueden  aumentar  por  uno  ó  dos  millones  la  expor- 
tación, si  logran  los  agricultores  obtenerlos  á  precios  bajos 
de  costo. 

La  facilidad  de  trasportar  los  metales  preciosos  hace 
del  mundo  entero  un  solo  mercado  para  el  oro  y  la  plata» 
de  donde  se  deduce  que  nosotros  somos  impotentes,  para 
fijar  sus  relaciones,  y  que  el  error  que  cometamos  será 
corregido  á  nuestras  expensas,  exportándose  aquel  de  los^ 
dos  metales  al  cual  hayamos  fijado  menos  valor  que  el 
coiriente. 

Esta  cuestión  está  actualmente  sometida  á  la  deliberación 
del  Congreso  oficial,  en  París,  provocado  por  los  Estados. 
Uniiios,  y  sus  decisiones  habrán  de  reglar  necesariamente 
nuestras  propias  determinaciones  á  ese  respecto,  ya  que 
tomando  la  plata  como  etalon.  sin  excluir  el  oro,  seguire- 
mos á  los  Estados  Unidos,  que  han  reaccionado  contra  la 
idea  prevíilente  en  EuropM,  de  adoptar  el  oro  como  exclu- 
sivi  moneda. 

En  cuanto   á   las    probabilidades  de  depreciación  de    la 


PKOGhBSOS  GBNBKAI.ES 


67 


plata  para  lo  futuro,  la  Silver-Comnmsiotí  del  Congreso  de 
los  Estados  Unidos,  y  la  SUrer-Commission  del  Parlamento 
inglés,  dan  cifras  tranquilizadoras,  mostrando  que  el  exce- 
so actual  de  producción  de  la  plata,  por  lo  que  había  dis- 
minuido su  valor,  no  es  sufíciente  para  colmar  el  déficit  que 
deja  la  producción  del  oro,  que  ha  disminuido,  de  manera 
que  si  se  deja  á  la  plata  en  la  circulación  el  lugar  que 
siempre  ha  tenido,  se  habrá  dado  destino  exactamente  á. 
la  que  se  extrae  actualmente  de  las  minas  de  todo  el 
mundo,  pues  los  Estados  Unidos  sellarán  casi  toda  la  que 
producen  sus  asombrosas  minas. 

LA  estadística  COMERCIAL  Y   LA  RENTA 


{SI  Nacional,  Setiembre  i8  de  1878.) 

Las  cifras  que  de  la  importación  de  mercaderías  extran- 
jeras presentan  los  cuadros  de  la  estadística  en  1876  y  1877, 
ofrecen  motivos  de  regocijo,  por  el  desarrollo  de  industrias, 
que  no  son  mas  que  elaboración  de  productos  del  país,  ó 
las  varias  formas  de  trabajo  nacional. 

La  agricultura,  puede  decirse  que  es  una  industria  nue- 
va en  nuestro  país,  pues  hasta  ahora  poco,  el  comercio  ex- 
tranjero nos  proveía  de  pan. 

Los  productos  agrícolas,  y  las  in<iu9tria8  que  los  toman 
eomo  materia  primera  para  transformarlos  en  varios  pro- 
ductos, ñguran  en  1877,  por  su  disminución  en  la  lista  de 
materias  y  artefactos  importados,  aunque  todavía  no  apa- 
rezcan sino  como  indicaciones  de  mayor  desarrollo  en  la 
exportación  futura. 

Hay  (}uien  pueda,  sin  embargo,  echar  una  mirada  triste 
sobre  estos  progresos  reales  que  hace  el  país,  por  las  nue- 
vas díHcultades  que  le  crea.  El  Ministro  de  Hacienda  na- 
cional debe  experimentar  la  misma  sensación,  mezclada 
de  dicha  y  de  pena,  que  el  padre  pobre  de  una  numerosa 
familia,  cuando  el  cielo  lo  favorece  con  un  nuevo  hijo,  que 
al  fin  es  preciso  alimentar  y  vestir. 

Es  excelente  y  apetecible  que  el  país  produzca  todos  los 
cereales  y  aun  mas  de  los  que  consume;  pero  el  no  impor- 
tarse cereales,  deja  un  vacio  en  las  rentas  de  Aduana,  que 
no  llena  la  exportación  con  iguales  sumas. 


68  OBKAS   l>K   SAKUlIfiNTU 

Según  nuestro  sistema  rentistico,  no  habiendo  impuestos 
internos  de  carácter  nacional,  todo  lo  que  deja  de  impor- 
tarse es  en  detrimento  de  las  rentas  publicas,  mientras 
que  nada  le  dan  esos  mismos  productos  ó  sus  equivalentes, 
cuando  se  producen  en  el  país.  No  citemos  sino  un  ejemplo. 
Nada  hay  mas  fácil  que.sustituir  todo  el  aguardiente  que  se 
introduce  del  extranjero^con  los  productos  de  la  destilación 
de  la  uva,  de  la  caña,  y  sobre  todo  del  maíz.  Produciráse, 
pues,  aguardiente  á  discreción,  hasta  hacer  imposible  y 
ruinosa  la  importancion;  pero  las  rentas  nacionales  no  se 
resarcirán  de  la  brecha  que  abre  al  cálculo  de  recursos  la 
supresión  de  la  partida  de  derechos  sobre  los  espirituosos. 
La  importación  de  cerveza  en  botellas  ha  disminuido  la 
mitad,  de  un  año  para  otro;  y  continuará  hasta  desapa- 
recerla importación»  gracias  á  los  progresos  que  hace  la 
fabricación  del  mismo  articulo  en  el  país. 

En  Estados  Unidos,  si  la  tarifa  tiende  á  exajerar  los 
derechos  sobre  la  importación  de  espirituosos,  es  que  se 
desminoye  la  renta  por  este  lado,  y  se  reintegra  imponien- 
do fuertes  derechos  ala  fabricación  del  whiskey,  la  cerveza 
norte-americana. 

Y  no  se  crea  que  es  de  poca  consideración  el  desfalco 
que  experimentan  las  rentas  nacionales,  á  medida  que 
empezamos  á  bastarnos  á  nosotros  mismos  en  la  produc- 
ción de  ciertos  artículos.  Hay  ya  ciento  cuarenta  artículos 
que  eran  antes  de  exclusiva  importación,  y  que  ahora  son 
de  producción  nacional  en  parte,  y  pueden  llegar  á  su- 
plantarlos totalmente.  Los  vinos  argentinos  no  eran  ni 
aun  conocidos  en  Buenos  Aires  hace  diez  años,  y  desde  uno 
ó  dos,  ya  se  presentan  en  grandes  cantidades.  La  azúcar 
de  Tucuman  va  invadiendo  gran  parte  de  las  Provincias 
del  interior;  y  llegará  á  Buenos  Aires,  cuando  se  monten 
tres  ingenios  nuevos  que  tienen  pedidas  maquinarias  á 
Europa  por  valor  de  trescientos  mil  pesos  fuertes.  La  pro- 
ducción de  la  azúcar  se  abaratará  entonces;  pero  el  erario 
no  percibirá  un  centavo  de  esta  fuente.  Ya  pierde,  por  la 
concesión  hecha  en  los  ferrocarriles,  de  trasportar  á  precios 
reducidos  los  aguardientes  y  melazas. 

La  importación  de  harina  figuraba  antes  en  grande 
escala  en  el  comercio  con    Chile  y  Estados  Unidos.    El 


PRUOHBSO.^  QBNBRALE:^  69 

año    (>dsado    se    han    introducido  sesenta    quintales  \\Qr 
todo! 

Y  de  los  cereales  provienen,  como  elaboraciones,  los  fideos, 
la  galleta,  el  almidón,  la  cerveza,  el  whiskey  ó  aguardiente 
de  maiz,  industrias  todas  que  se  han  desarrollado  admira-' 
blemente  en  estos  últimos  años,  y  que  en  el  pasado  apenas 
dejan  lugar  á  los  productos  iguales  en  las  importaciones. 

De  1876  á  1877,  la  importación  de  fideos  ha  quedado 
reducida  á  un  quinto.  El  almidón  dejará  bien  pronto  de 
importarse. 

Sucede  otro  tanto  con  las  materias  que  sl  las  artes  sumi- 
nistra el  pastoreo.  La  importación  de  quesos  ha  disminuido 
de  17.000  kilogramos  á  11.000;  y  disminuirá  mas  aun,  desde 
que  ios  quesos  del  Tafí  y  San  Luis,  gracias  á  las  facilidades 
del  ferrocanil,  hagan  concurrir  á  este  mercado  sus  pro- 
ductos. 

No  se  introducen  sillas  de  montar,  y  pocos  arreos  y 
correaje  para  coches,  por  que  se  construyen  tales  y  tan 
buenos  en  el  país;  la  manteca  ha  dejado  ya  de  ser  im- 
portada. Todo  esto  revela  grandes  progresos  internos; 
pero  acusa  una  disminución  dedos  millones  ó  mas  en  las 
rentas  nacionales,  que  se  sostienen  por  los  derechos  de 
importación. 

Podríamos  señalar  todavía  muchos  otros  artículos  en  que 
el  desfalco  de  la  renta,  por  la  disminución  de  la  importa- 
ción es  enorme;  como  por  ejemplo,  la  de  cigarros,  que  ha 
disminuido  en  diez  y  seis  millones,  aun  que  la  de  tabaco  en 
rama  ha  aumentado  considerablemente  de  un  año  á  otro, 
lo  que  compensa  la  disminución  en  cigarros.  En  este 
artículo  manufacturado,  se  se  hace  sensible  la  perturbación 
que  á  la  renta  nacional  causa  el  desarrollo  de  nuestra  pro- 
pia industria.  Así  es  este  año  en  el  cual  disminuye  la 
importación  de  cigarros  en  diez  seis  millones,  lo  que  pri^a 
ai  Erario  Nacional  de  una  fuerte  suma,  mientras  que  la 
Legislatura  Provincial  ha  impuesto  un  fuerte  derecho  á  los 
cigarros  fabricados  en  el  país.  De  manera  que  lo  que 
pierde  el  Gobierno  Nacional  en  derechos  de  exportación,  lo 
cobra  el  Gobierno  de  la  Provincia,  en  el  reciente  impuesto 
á  los  cigarros. 

Como  el  Gobierno  Nacional  es  el  que  proteje  la  industria, 
costea,  ferrocarriles  y  caminos  que  aseguran  y   abaratan 


70  OHKAM    l>K   8AKMIi€NTO 

la  producción,  la  prueba  de  que  hft  llenado  cumplidamente 
su  mandato,  el  país  enriqueciéndose,  la  encontrará  en  que 
no  tiene  con  qué  pagar  la  guarnición  de  la  frontera,  ni  hacer 
el  servicio  de  la  deuda  que  contrajo  para  hacer  desarro- 
llar los  recursos  del  país;  pues,  cuanto  mas  adelanta  éste, 
menos  renta  llega  á  sus  arcas,  produciéndose  en  casa  todo 
lo  que  necesita  en  cereales,  peleterías  curtidas,  líquidos  fer- 
mentados, tabaco  elaborado,  etc.,  etc. 

Añádese  k  esto  que  muchos  artículos  de  necesaria  im[)or- 
tacion,  porque  no  pueden  producirse  entre  nosotros,  han 
sido  exonerados  de  derechos  ó  disminuidos  estos,  á  punto 
de  ser  insignificante  su  producido   en  renta. 

Nótase  que  en  el  año  1877  no  se  han  introducido  sino  po- 
quísimas sedas,  y  absolutamente  ningunas  joyas,  lo  que 
muestra  sin  duda  que  el  lujo  está  desterrado  de  este  pue- 
blo de  capuchino?,  que  no  asiste  á  bailes,  teatros,  ni  paseos 
públicos.  Así  andará  el  Resguardo,  lo  que  es  otro  medio  de 
disminuir  los  derechos  de  entrada.  El  contrabando  es  un 
artículo  de  fabricación  del  país,  y  una  de  las  muchas  indus- 
trias que  se  ha  aclimatado  ya  fuertemente. 

Las  cifras  que  hemos  comparado  y  la  situación  nueva 
que  hacen  á  la  rentas  nacionales  los  progresos  mismos  que 
el  país  realiza,  muestran  lo  vicioso  de  nuestro  sistema  tri- 
butario, que  pone  en  antagonismo  los  intereses  del  país, 
con  los  del  tesoro;  pues  cuanta  mas  industria  desenvuelve 
aquél,  menos  renta  percibirá  éste,  por  cuanto  disminuye  la 
importación,  que  es  la  base  de  la  renta.  Si,  como  en  el 
caso  de  los  cigarros  que  hemos  citado,  la  disminución  de 
renta  nacional  por  diez  y  seis  millones  importado,  fuese 
reintegrada  al  Tesoro,  por  un  impuesto  interno  á  los  ciga- 
rros, como'el  de  whiskey  en  los  Estados  Unidos,  todos  los 
intereses  estarían  resguardados.  Qué  sería  de  la  Francia, 
con  nuestro  sistema,  si  cuanto  mas  variadas  son  sus  produc- 
ciones, tuviese,  por  no  recibirlas  del  extranjero,  que  dismi- 
nuir sus  entradasl  Y  sin  embargo,  se  ve  el  arte  admirable 
con  que  están  distribuidas  las  cargas,  de  manera  que  es 
hoy  la  Nación  mas  rica  y  la  que  paga  mas  impuestos  al 
mismo  tiempo. 

Creemos  haber  dicho  lo  bastante  para  llamar  la  atención 
sobre  la  singular  anomalía  que  presenta  nuestro  sistema 


PK06RE80S  GENERALES  71 

rentístico,  de  ir  disminuyendo  la  renta,  á  medida  que  la 
industria  del  pajs  progresa. 

Donde  mas  se  pone  en  ridículo  hasta  el  absurdo  este  sis- 
tema de  Pelicano,  que  consiste  en  desangrarse  para  alimen- 
tar á  sus  hijos  (cosa  que  no  hace  el  pelicano)  es  en  la 
distribución  de  la  tierra. 

Hay  sobre  ella  el  dominio  eminente  que  pertenece  al 
soberano,  la  propiedad  que  puede  ser  adquirida  por  [)ar- 
particulares  extranjeros  y  la  posesión.  ¿A.  quién  pertenece 
el  dominio  de  las  tierras  baldías  fuera  de  fronteras?  Per- 
tenecía al  rey  de  España,  adquiriólo  la  Nación,  por 
tratados  de  traspaso  que  calificaban  el  dominio  por  con- 
quista. 

Trátase  al  salir  de  fronteras  de  rescatar  territorios  que 
poseen  los  salvajes,  pero  cuyo  dominio  eminente  pertenece 
á  la  nación.  La  nación  invierte  la  friolera  de  cuatro  millo 
nes  de  su  presupuesto  en    el  rescate;  y    al  día    siguiente 

aparece  un  aviso  en  estos  términos:  «La  Provincia  de 

pone  en  venta  por  cuatro  millones  de  pesos  (á  veces  por  la 
mitad  menos)  las  tierras  comprendidas  en  la  nueva  demar- 
cación de  fronteras». 

Sucede  actualmente  que,  por  disposición  del  Congreso, 
debe  rescatarse  y  limpiarse  de  salvajes  el  territorio  com- 
prendido entre  el  Río  Negro  y . . . .  etc. 

Quién  es  el  soberano  de  esta  tierra?  Se  decide  que  sién- 
dolo la  España  antes,  lo  es  la  Nación  ahora,  puesto  que  el 
dominio  eminente  no  se  adquiere  sino  por  conquista,  y  es 
trasmisivo;  y  que  esta  Constitución  y  los  tratados  que  de  ella 
emanen  son  la  suprema  ley. 

Supongamos  que  la  Nación  es  un  empresario  para  some- 
ter indios,  cpmo  Sandes  sabía  serlo  para  someter  ganado 
alzado.  ¿Quién  hace  los  gastos?  Sobre  ese  punto  no  hay 
cuestión.  La  Nación.  Y  quién  aprovecha  de  lo  conquistado? 
Eso  ya  ofrece  algunas  dificultades.  Una  Provincia,  dos  ó 
mas;  excepto  la  Nación,  cuya  única  función  es  pagar  las 
costas. 

Desgraciadamente,  tanto  se  ha  desarrollado  la  agricultura 
y  la  industria,  tanto  se  han  bajado  derechos  y  aun  quitado 
para  protejerla,  que  la  susodicha  Nación  empresaria  de 
conquistas  y  desalojo  de  salvajes,  no  tiene  fondos. 

Entonces  le  ocurre  la  buena  idea  de  hacer  que  la  tierra 


72  OBKAS  DB  SARMIENTO 

'  que  conquiste  pague  los  costos  y  costas  del  pleito.  El  domi- 
nio eminente  se  ha  declarado  ya  nacional;  y  las  Provincias 
no  ejercieron  jurisdicción  sobre  el  desierto^  en  cuanto  á 
autoridades  establecidas,  ni  hay  propiedad  individual.  En- 
tonces se  aconseja  pedir  á  las  Provincias  que  serán  favore- 
cidas, adjudicándoles  tierra  conquistada  y  poblable,  que 
concedan  el  derecho  futuro  que  tendrán  que  vender  tierras, 
á  fin  <le  que  del  mismo  cuero  salgan  las  correas.  El  interés 
mauiñesto  de  las  Provincias  consultadas  seria  negarse» 
para  obtener,  de  bobüis^  la  concesión.    Qué  buen  sistema! 

LA  IHEMORU  DE  HICIENDA 

{El  Nadmial,  Octubre  7  de  187t). 

Ha  aparecido  al  fin  este  importante  documento,  que  en 
el  orden  de  su  importancia  debiera  ser  el  primero  que  la 
administración  suministrase  al  Congreso,  para  formar  su 
conciencia.  Sábese  cómo  se  suprimieron  tres  meses  de  la 
vida  del  Ministro  de  Hacienda,  y  con  eso  se  explica  su 
atraso,  pues  en  poco  ha  estado  que  la  memoria  no  llegase 
sinQ  después  de  cerrado  el  Congreso. 

Intencionalmente  decíamos  que  tal  documento  debía 
servir  para  formar  la  conciencia  de  los  miembros  del 
Congreso.  La  opinión  pública  de  la  República  Argentina 
atraviesa  un  periodo  de  formación,  muy  peligroso  y  pre- 
ñado de  amenazas  para  el  porvenir.  Todos  sus  habitantes 
están  embuídos  en  la  idea  delprogreso  indefinido:  todos 
tienen  la  persuacion  de  que  los  recursos  del  país  son  ina- 
gotables, y  que  no  hny  limites  impuestos  á  la  voluntad  del 
legislador.  Es  conveniente  una  mejora,  es  indispensable. 
La  cuestión  se  plantea  sobre  esta  base,  y  si  se  prueba 
que  es  útil  y  necesaria  pasa  su  adopción  ha  de  ser  ley  del 
Estado  I  Hay  como  se  vé  poesía  en  la  dirección  de  las 
ideas.  Pensiones  graciables,  premios  á  los  antiguos  y  mo- 
dernos serviidores  de  la  patria,  todas  estas  manifestacio- 
nes de  lo  que  llamaríamos  el  sentimiento  del  progreso  ó 
de  la  justicia  nacional. 

Olvidan  la  realidad  práctica  de  nuestra  situación,  y  las 
lecciones  de  la  esperiencia. 

Se  han  gastado  millones  en  construir  ferrocarriles,  con 
el  fin  de  abaratar  la  producción.    Era  ensayo  que  debía 


PROGRESOS  OKNBRALBá  73 

hacerse,  y  se  hizo  para  satisfacer  el  espíritu  público  y  el 
interés  nacional. 

Pero  aun  suponiendo  que  todas  las  obras  públicas  eje- 
cutadas, hubiesen  respondido  al  propósito  que  se  tuvo  en 
mira,  ellas,  los  pasados  desórdenes  internos,  y  antiguas 
guerras  esteriores,  han  constituido  una  carga  anual  de 
ocho  millones  de  fuertes  que  han  de  salir  anualmente 
del  tesoro  público,  para  saldar  las  deudas  y  empréstitos 
contraidos. 

Tendríamos,  pues,  como  base  de  todo  proyecto  de  ley, 
que  proponga  nuevos  empréstitos,  ó  nuevas  inversiones, 
aun  las  mas  limitadas  que  salgan  de  los  gastos  ordinarios 
é  indispensables  de  la  administración,  que  calcular,  en 
cuanto  aumentaran  aquella  suma,  los  intereses,  ó  las  anua- 
lidades decretadas,  teniendo  siempre  presente  un  hecho 
que  no  cambia  de  una  manera  sensible,  y  es  que  la  es- 
portacion  de  productos  del  país,  no  aumenta  sensiblemente 
de  algunos  años  á  esta  parte,  no  obstante  que,  según  nues- 
tras reglas  de  apreciar  el  aumento  del  ganado  que  los. 
subministra,  sobrarían  cinco  años  para  doblarlos.  De  este 
hecho  resulta  que  no  hay  razón  para  esperar  un  grande 
aumento  en  las  rentas  públicas,  tales  como  están  consti- 
tuidas hoy,  y  que  deben  la  administración,  el  Congreso  y 
la  opinión  pública,  limitar  su  anhelo  de  progreso,  y  su 
deseo  de  hacer  justicia,  á  todo  linaje  de  apelaciones  á  su 
muniñcencia.  No  podemos  I  No  podremos  en  largo  tiempo  1 

Desde  1868  hasta  1878,  la  exportación  fluctúa  entre  cier- 
tas cifras,  que  ni  á  un  progreso  determinado  se  refieren. 

Tomando  la  cifra  que  expresa  millones  y  la  que  expre- 
sa cientos  de  miles,  tenemos  en  diez  años  las  siguientes 
variantes: 

1868 2.280,000 

1869 2.480,000 

1870 1.860,000 

1871 1.580,000 

1872 2.620,000 

1873 2.480,000 

1874 2.300,000 

1875 2.610,000 

1876 2.690,000 

1877 2.320,000 


74  OHKAüf    l>K    í^AKMIKNTO 

Vése,  pues,  que  durante  diez  años,  la  producción  esta- 
cionaria, oscila  en  mas  ó  en  menos,  pero  sin  seguir  una 
progresión  geométrica. 

En  1872  se  ha  producido  mayor  cantidad  que  en  época 
posterior  alguna,  y  en  1877  la  producción  es  menor  que 
en  1869. 

Nuestros  economistas  deben  tener  presentes  estas  cifras, 
para  medir  el  progreso  del  país.  Es  por  ejemplo,  la  in- 
dustria ganadera,  tan  productiva  como  se  cree?  Nada  la 
ha  contrariado  en  diez  años  de  una  manera  sensible;  la 
crisis  no  alcanzó  á  los  criadores  de  ganado,  á  quienes  fa- 
vorecían los  precios  europeos;  ganan,  los  que  poseen  es- 
tancias, de  treinta  á  cuarenta  por  ciento  al  año;  y  sin 
embargo,  comparados  los  productos  del  país  exportados 
desde  1868  hasta  1878,  no  se  nota  crecimiento  de  la  pro- 
ducción. ^ 

El  mismo  número  de  vacas  y  de  ovejas  ha  podido  pro- 
ducir los  cueros  y  la  lana  exportados  en  los  diez  años, 
pues  sus  precios  no  varian  sensiblemente. 

La  exportación  de  la  Francia,  la  Inglaterra,  los  Estados 
Unidos  y  casi  todas  las  naciones  del  mundo,  ha  aumenta- 
do prodigiosamente  en  el  mismo  número  de  años;  y  solo 
una  causa  orgáriica,  en  nuestro  sistema  de  industria,  pue- 
de esplicar  esta  singular  estagnación  y  fijeza  en  las  cifras. 

El  país,  sin  embargo,  no  se  ha  mantenido  estacionario. 
Los  criadores  de  ganado  han  reedificado  k  Buenos  Aires 
con  sas  sobrantes^  como  se  les  llama:  la  emigración  ha  au- 
mentado en  aquel  lapso  de  tiempo  doscientos  mil  brazos, 
y  las  industrias  europeas  se  han  aclimatada,  dando  fortuna 
á  los  fabricantes;  y  sin  embargo,  la  exportación  no  ha 
aumentado,  porque  el  sistema  fácil  de  ganadería  no  au- 
menta sus  productos. 

La  importación  ha  esperimentado  en  esos  diez  años, 
altas  y  bajas  que  no  pueden  sugetarse  á  regla.  ¿Cómo  se 
explicaría  el  hecho  singular  de  que  habiéndose  esportado 
por  renta  de  dos  y  medio  millones,  en  1869  y  en  1873,  ea 
el  primero  se  importan  nueve  y  medio  millones  y  en  el 
segundo  diez  y  seis  y  medio  millones,  ó  casi  el  doble? 

Esplicaria  esta  diferencia,  que  el  gastar  es  obra  de  la 
imaginación  y  que  el  producir  es  obra  de  las  matemá- 
ticas? 


PROGRESOS  GKNERALES  75 

A  las  causas  señaladas  por  el  Ministro  de  Hacienda  para 
traer  aquella  desproporción  entre  exportaciones  é  importa- 
ciones, debenaos  añadir  una,  que  no  se  tiene  en  cuenta. 
Nuestro  contiercio  de  importación  lo  hacen  exclusivamente 
casas  extranjeras;  y  como  el  país  consume  en  artefactos 
una  cantidad  anual  que  ellos  saben  apreciar,  si  un  año  ó 
dos  consecutivos  introdujeron  el  doble  ó  triple  de  aquella 
cantidad  usual,  debió  ser  á  causa  de  un  error  de  opinión 
común  á  todos  los  importadores,  una  ¿nfaliMcion,  como  suele 
decirse.  Este  error  venía  precisamente  del  desenvolvi- 
miento que  la  idea  del  progreso  habia  tomado  en  aquellos 
tiempos.  La  inmigración  acudía  en  masas  que  prometían 
igualar  luego  á  la  de  los  Estados  Unidos:  la  especulación 
sobre  tierras  respondía  á  la  demanda  de  los  nuevos  pobla- 
dores de  ciudades  y  campañas.  Todo  tomaba  repentina- 
mente formas  colosales,  ó  salía  de  las  cifras  conocidas. 
Los  comerciantes  importadores  pidieron  á  Europa  merca- 
derías en  proporción  á  las  cifras  que  aparecían  en  movi- 
miento. 

La  crisis  sobrevino,  y  trajo  las  cosas  á  sus  quicios.  Una 
producción  anual  que  no  renta  mas  de  dos  millones  y  me- 
dio, y  una  población  que  no  pasa  de  dos  millones.  Estas 
son  las  cifras  únicas  que  el  economista  y  el  hombre  de 
estado  deben  tener  siempre  á  la  vista. 

Otra  triste  revelación  que  nos  hace  la  memoria,  es  lo 
producido  por  los  ferrocarriles  nacionales,  que  no  pasa  de 
138,901  pesos  en  1877. 

Si  no  han  producido  mas,  es  porque  en  pocos  puntos  de 
BU  trayecto  encuentran  productos  preparados. 

Un  solo  ferrocarril  de  Buenos  Aires  produce  mayor  suma 
que  todos  los  ferrocarriles  nacionales;  y  puede  calcularse 
el  capital  que  estos  representan,  para  ver  que  mínimo  inte- 
rés producen. 

Producirán  mas  tarde? 

Problema  de  solución  difícil!  Los  ferrocarriles  interiores 
atraviesan  grandes  extensiones  de  país  despoblado,  hoy,  y 
que  lo  será  siempre,  de  donde  proviene  que  el  producto  que 
viene  del  extremo  dfe  la  linea,  paga  el  frotamiento  y  el 
rédito  del  valor  de  cada  uno  de  los  rieles  intermediarios; 
y  debiendo  responder  el  producto  neto  á  un  siete  por  ciento, 


76  0BRA8  DB  8AKM1ENT0 

han  de  ser  muchas  las  vías,  que  queden  siempre  á  cargo 
de  las  rentas  nacionales. 

Esta  es  otra  indicación  contra  la  infatuación  de  nuestra 
idea  del  progreso,  de  que  es  susceptible  ei  país,  y  lo  mas  que 
nos  falta  hacer  para  dejar  satisfecho  nuestro  espíritu  ó  las 
aspiraciones  de  la  opinión. 

Debemos,  deberemos,  ocho  millones. 

Producimos,  produciremos  en  renta,  dos  ]^  medio  millones 

Los  ferrocarriles  no  devolverán  el  rédito. 

Se  necesita  pues,  desear  y  esperar  menos  de  nuestros  re- 
cursos actuales. 

La  mejor  demostración  que  encierra  la  Memoria  de  Ha- 
cienda, es  que  se  han  gastado  ocho  millones  menos  de  lo 
presupuestado.  Este  es  ya  un  buen  paso  dado.  Otros  de- 
berán seguirse  y  estos  habrá  de  darlos  el  Congreso. 

ACURlCION  DE  MONEDAS 

(Bl  Nacional.  Octubre  10  de  1878.) 

El  proyecto  de  continuar  con  recursos  nacionales  el 
puerto  del  Riachuelo,  casi  corre  anoche  en  el  Senado,  la 
misma  suerte  que  el  de  acuñación  de  monedas  en  la  otra 
CámRra,  el  fatídico  aplazamiento  indefinido  que  se  estorba 
con  un  aplazamiento,  á  fin  de  quitar  á  día  fijo,  el  pretexto 
de  no  haber  estudiado  la  cuestión,  que  es  obligación  tener 
estudiada,  sin   embargo. 

Hemos  manifestado  muchas  veces  nuestra  opinión  ne- 
gando al  Congreso  la  facultad  de  aplazar  los  proyectos  de 
la  próroga,  lo  que  constituye  un  verdadero  escamoteo^  del 
privilegio  constitucional  del  Ejecutivo,  de  cpnvocar  á  sesio- 
nes extraordinarias;  y  el  que  manda  con  derecho,  no  puede 
con  derecho  quedar  frustrado. 

Sea  de  ello  lo  que  fuere,  sería  de  desear,  por  honor  del 
Congreso  que  los  Diputados  de  las  provincias  del  interior 
viniesen  el  año  venidero  mejor  preparados  para  esta  cues- 
tión que  tanto  interesa  á  algunas  de  ellas,  sobre  todo  á  las 
de  la  falda  de  la  Cordillera,  ó  á  las  que  comercian  con 
Bolivia. 

Es  conveniente  desmonetizar  la  plata  que  en  cambio  de 


PROGRESOS  GENERALES  77 

productos  argentinos  reciben  en  Chile,  Perú  y  Bolivia  los 
comerciantes  ó  importadores  de  ganados? 

Cómo  se  sustituirían  esas  monedas  y  cómo  se  la  haría 
repatriarse? 

Chile,  Perú  y  Bolivia  han  uniformado  su  moneda,  según 
el  tipo  decimal  francés.  El  peso  chileno,  el  sol  peruano 
son  los  cinco  francos  franceses. 

¿Convendría  que  por  consideraciones  técnicas  se  adoptase 
otro  tipo  en  peso,  (el  peso  fuerte  por  ejemplo,  de  27  gramos), 
poniéndonos  en  desacuerdo  con  la  moneda  adoptada  por 
tres  Repúblicas,  que  de  antiguo  sellan  moneda,  y  cuyos 
territorios  producen  el  metal?  ¿No  valdría  mas  que  hicié- 
ramos una  liga  latina  de  esta  América,  asociándonos  á 
Chile,  Perú,  Bolivia,  Ecuador  por  un  lado,  y  con  Francia, 
Italia,  España,  Bélgica  por  otro? 

Por  qué  seguiríamos  á  los  Estados  Unidos,  único  país  que 
conserva  en  el  dollar  el  peso  de  37  gramos  del  Carobis  anti- 
guo? quedando  asi  divorciados  con  nuestros  vecinos,  con  la 
liga  latina,  y  con  la  ciencia? 

El  Congreso  monetario  de  Paris  ha  dado  su  decisión,  y 
por  los  dos  artículos  que  nos  trascribe  El  Standard^  nada 
resuelve  sobre  los  dos  puntos  que  nos  interesa,  á  saber,  el 
peso  de  la  moneda  de  plata,  si  25  ó  27  gramos  de  fino,  y  la 
relación  oficial  entre  el  oro  y  la  plata  á  saber,  si  uno  de 
oro  por  16  de  plata,  como  en  Estados  Unidos  ó  15  y  medio 
como  en  la  liga  latina  y  chilena. 

En  contestación  á  las  propuestas  de  los  delegados  norte- 
americanos, el  Congreso  ha  contestado:  !<>  que  es  necesa- 
rio mantener  en  el  mundo  el  rol  monetario  que  desempeñan 
el  oro  y  la  plata;  pero  que  la  elección,  en  cuanto  al  empleo 
de  ambos,  habría  de  hacerse  según  la  especial  posición  de 
cada  país;  y  2s  que  la  limitación  á  la  acuñación  de  la  mo- 
neda de  plata,  debía  ser  igualmente  dejada  á  la  libre  deci- 
sión de  cada  Estado,  según  la  posición  particular  en  que 
se  halle  colocado  y  especialmente,  según  que  la  última 
depreciación  en  el  mercado,  de  la  plata,  haya  afectado 
de  una  manera  ó  de  otra  la  posición  monetaria  de  diver- 
sos países. 

Estos  son  los  datos  principales  que  tenemos  ya  y  que  nos 
faltaban  antes  del  aplazamiento.  Uno  mas,  aunque  acaso 
momentáneo,  añadiremos.    La  casa  de  moneda  de  Filadel- 


78  OBKA^D    Ülfi    8A.KMllfiNTO 

fia,  había  ya  acuñaiío  once  millones,  y  la  Tesorería  no 
había  podido  hacer  entrar  en  circulación  mucho  mas  de 
un  millón,  repelido  ó  mal  recibido  el  dollar,  como  emba- 
razoso en  grandes  cantidades,  y  pesado  aun  en  pequeñas, 
para  carteras  de  moneda,  que  guardaban  antes  oro  ó 
pa{)el. 

Tal  es  el  estado  de  la  cuestión  monetaria,  y  tales  los  an- 
tecedentes, y  las  circunstancias  esp^iiües  en  que  estamos  colo- 
cados, ligados  por  el  oro  con  los  mercados  europeos,  y  por 
la  plata  con  Chile,  Perú  y  Bolivia,  que  tienen  un  tipo  ñjo, 
que  no  abandonarán»  porque  es  el  del  sistema  métrico  de- 
cimal. 

COSECHAS  DE  TRIGO 

{El  Nacional,  Octubre  19  de  4878.) 

Se  presienten  espléndidas  como  nunca,  en  cantidad  y 
calidad,  si  ninguna  perturbación  atmosférica  ó  política  no 
viene  á  detraudar  tan  bien  fundadas  esperanzas. 

De  Santa  Fe,  de  Entre  Ríos,  de  la  campaña  de  todas 
partes,  viene  el  mismo  anuncio.  Habrá,  pues,  harina  para 
el  consumo  interior,  y  una  gruesa  partida  pai  a  la  exporta- 
ción. Sin  esto  último,  la  regla  flaquea,de  lo  que  abunda 
no  daña.  El  exceso  de  producción  sobre  el  consumo  de 
cereales  daña  enormemente.  En  San  Juan,  vale  la  fanega 
de  trigo  catorce  reales  bolivianos  que  apenas  son  treinta 
pesos  moneda  corriente. 

Los  telegramas  comerciales  tendrán  de  hoy  mas  quedar 
cuenta  del  precio  de  los  cereales  en  Río,  Inglaterra,  Francia 
y  del  estado  de  las  cosechas  en  Europa,  Rusia  y  Estados 
Unidos  para  regular  los  precios  de  nuestro  mercado,  según 
la  demanda. 

Si  para  algún  país  puede  ser  provechosa  la  exportación 
de  granos,  puede  ser  para  los  nuestros,  desde  que  no  son  tan 
en  gran  cantidad  todavía  que  hayan  de  perturbar  el  equi- 
librio de  los  precios.  Si  aun  no  pudiésemos  exportar  con 
ventaja,  debemos  consagrarnos  á  estudiar  las  causas. 

Chile  debe  sus  atrasos  financieros  ii  dos  malas  cosechas 
sucesivas,  y  se  alienta  con  la  esperanza  de  una  favorable. 
A  nuestro  país  no  lo  afectará  de  una  manera  sensible  una 


PHOGKB808  GENERALES  79 

pérdida  semejante;  pero  al  porvenir  de  las  colonias  seria 
funesta,  \mes  dada  la  población  argentina,  siempre  tendrán 
over  producciones,  ó  excesos  de  productos,  los  que  serían 
ruinosos  sino  fuesen  demandados. 

Se  nos  asegura  que  el  empresario  del  ferrocarril  angosto 
intercolonial,  se  traslada  á  Europa  en  busca  de  los  capita- 
les necesarios,  tan  seguros  están  de  las  bases  del  cálculo, 
en  cuanto  á  la  carga  qfie  está  pronta  para  ser  trasportada. 
La  cosecha  actual  á  realizarse  por  completo  las  esperan- 
zas que  el  estado  actual  deja  concebir,  servirá,  mientras  se 
solicitan  capitales,  de  comprobante,  que  justifique  la  inver- 
sión. El  señor  Casado,  solo  de  Entre  Ríos,  pideá  la  oficina 
de  inmigración,  mil  peones  para  levantar  sus  trigos;  y  de 
las  colonias  de  Santa  Fe  nos  previenen,  que  la  cifra  de 
treinta  y  dos  leguas  labradas  que  dimos,  es  muy  reducida, 
pudiendo  doblarse  sin  a[)artarse  de  la  verdad. 

QUINCE  MIL  LEGUAS 

lEl  Nacional,  Octubre  8  de  i878.) 

Tal  es  precedido  de  conquista,  el  título  de  un  libro  bas- 
tante abultado,  que  ilustra  las  cuestiones  relativas  á  la 
ya  sancionada  traslación  de  las  fronteras  de  la  República 
al  Rio  Negro. 

Hubiéramos  preferido  título  menos  ambicioso,  por  lo  que 
tiene  de  reclamo,  pues  la  materia  que  el  libro  contiene,  con 
muchas  manifestaciones  oficiales  de  aprobación  y  rastros 
visibles  de  cooperación  de  las  oficinas  de  guerra  y  marina, 
le  da  una  importancia  especial. 

Es  realmente  un  trabajo  digno  de  estimación,  reunir  en 
un  volumen,  cuanto  se  ha  escrito  durante  dos  siglos  sobre 
los  países  que  bañan  el  Colorado  y  el  Negro,  y  exhumar  de 
los  archivos  ó  reimprimir  los  viajes,  expediciones  y  reco- 
nocimientos que  se  han  practicado  en  aquellos  parajes,  con 
las  cartas  y  derroteros  de  antiguos  y  modernos  aventure- 
ros, sin  excluir  los  derroteros  y  viajes  á  la  ciudad  encan- 
tada ó  de  los  Césares,  que  se  creia  existiese  en  la  Cordillera, 
al  Sud  de  Valdivia. 

Mucho  mérito  ha  contraído  el  señor  Zeballos  con  la  com- 
pilación de   tan  rica   colección  de   datos,  y  su   libro  está 


80  OBRAS  DB  SARMIENTO 

destinado,  mas  que  á  adornar  las  bibliotecas,  á  ser  el 
compañero  inseparable  del  expedicionario  al  desierto,  ya 
sea  al  Este  de  Córdobaí  ya  al  Sur  de  Buenos  Aires. 

Solo  recorriendo  las  páginas  de  este  libro,  puede  for- 
marse idea  del  cúmulo  de  estudios  y  trabajos  de  que  han 
sido  ocasión  aquellas  tierras  australes,  que  sin  embargo, 
han  permanecido  hasta  hoy  despobladas,  á  causa  de  la 
barra  que  obstruye  los  ríos  que  llegan  al  mar,  de  tas  cié- 
nagas mediterráneas  en  que  se  pierden  otros,  de  los  inhos- 
pitalarios arenales  que  medían  entre  el  río  Negro  y  el 
Colorado;  y  de  los  médanos  que  cubren  centenares  de 
leguas.  La  naturaleza  no  se  ha  mostrado  pródiga  de  sus 
dones  en  todas  partes,  por  aquellas  dilatadas  regiones,  y 
aunque  mucho  haya  de  aprovecharse  con  la  proyectada 
ocupación  del  río  Negro,  no  debemos  disimularnos  que 
muchos  miles,  de  los  quince  de  leguas,  han  de  permanecer 
eternamente  como  la  naturaleza  los  dejó. 

Esto  no  impide  que  quede  utilizable  lo  bastante  para  sa- 
tisfacer las  necesidades  de  una  población  numerosa,  ya  que 
la  provincia  de  Buenos  Aires,  cuan  grande  es,  medirá  solo 
seis  mil  leguas  cuadradas,  hasta  los  últimos  avances  de  la 
frontera,  cuando  las  poblaciones  lleguen  á  una  zona  de 
tierras  fértiles  que  se  extiende  á  las  faldas  de  los  An- 
des, al  pié  de  las  cordilleras  y  en  valles  umbríos  de  una 
vegetación  lozana  en  que  descuellan  hayas,  y  las  bellí- 
simas araucarias,  que  como  el  nombre  lo  indica,  son  origi- 
narias de  aquellas  comarcas,  de  uno  y  otro  lado  de  los 
Andes. 

Los  indios  tienen  su  Edén,  los  bosques  de  manzanos,  á 
donde  acuden  las  tribus,  aun  de  países  lejanos,  y  depo- 
niendo toda  enemistad  y  guerra,  se  abandonan  al  placer  de 
saborear  la  deliciosa  fruta.  Si  se  añade  qua  también  de 
aquellas  regiones  es  originaria  la  frutilla  chilena,  la  mas 
grande  y  dulce  variedad  de  las  fresas  y  que  tapizan  el  suelo 
por  centenares  de  leguas,  habrá  estimulo  á  la  imaginación 
de  los  que  no  pocas  veces  han  de  sentir  las  angustias  de 
sed,  en  los  médanos  y  travesías  sin  fin,  ó  los  ardores  del 
solj  eu  la  pampa  de  cascajo  y  arena  que  se  extiende  á  trechos 
de  centenares  de  leguas. 

Que  todo  eso  costai*á  la  conquista  de  las  15.000  leguas,  que 
amenizará  la  lectura  en  los  campamentos  y  percances  de* 


PR0QHES08  OBNERALBef  81 

ejército,  libro  que  lleva  aquel  título,  instruyendo,  guiando» 
civilizando  y  alentando  al  soldado. 

Con  estos  pormenores  que  llamaríamos  trascendentales, 
por  cuanto  su  importancia  habrá  de  verificarse  en  época 
mas  ó  menos  remota,  la  adquisición  de  un  cierto  número 
de  leguas,  sometidas  en  adelante  á  la  vigilancia  y  guarda 
de  nuestras  líneas  armadas  de  frontera,  responden  á  una 
necesidad  pública  qué  todos  han  adivinado  instintivamente 
y  que  los  datos  estadísticos  presentados  por  la  Memoria  del 
Ministro  de  Hacienda  han  puesto  de  manifiesto. 

La  ganadería  actual  no  progresa  de  una  manera  seúsible, 
en  los  limites  en  que  está  comprendida.  Todas  las  expli- 
caciones que  se  den,  ya  sea  por  los  cambios  experimentados 
al  transformarse  de  cria  de  ganado  mayor  á  cría  de  ovejas, 
ó  cualquiera  otro  accidente  que  se  haga  valor,  siempre 
resultará  cierto  que  en  diez  años  no  ha  doblado,  ni  tripli- 
cado el  producto  exportable  de  la  ganadería,  como  debiera 
esperarse  de  la  marcha  natural  de  toda  industria. 

Es  posible  esperar  alguna  mejora  sensible  en  los  años 
próximos.  Puede  en  efecto  influir  en  gran  manera  la  clau- 
sura de  las  estancias,  por  medio  del  alambrado  que  se 
generaliza,  para  aumentar  el  producto  de  la  cria  de  ganado 
mayor,  mejorando  las  razas,  sometiendo  á  mayor  cultura 
la  cria,  y  aumentando  su  rendimiento  anual  con  la  elabo- 
ración de  la  leche,  cuyos  productos  equivalen  al  valor  del 
ganado  mismo.  Hay  todo  motivo  de  creer,  que  la  expor- 
tación de  carne  de  carnero,  por  lo  menos,  por  medio  de  la 
preservación  frígida  ó  química,  sea  practicable  en  grande 
escala,  y  entonces  habrá  un  nuevo  rendimiento  de  la  cria 
de  ganados. 

Mientras  estos  progresos  mas  ó  menos  lentos  se  realizan, 
habrá  conveniencia  en  poblar  de  ganado  nuevos  campos» 
y  esta  es  la  ventaja  que  decididamente  traerá  la  extensión 
dada  á  la  frontera  y  la  incorporación  de  mayor  territorio, 
dentro  de  las  líneas  de  defensa. 

En  cuanto  á  los  intereses  de  la  agricultura,  seria  empeño 

vano  buscarles  satisfacción  por  ese  lado.    Los  territorios 

que   van   á   adquirirse,  están   ubicados,  en  su  parte  útil 

demasiado  tierra  adentro,   para,    esperar  que    sin   puer- 

.los,  sin    vías  de  comunicación  fáciles,   se  abran  paso  á 

TOVO  ZU.— 6 


82  OBRAS   DIB  8AEMJ11ÍMT0 

las  costas,  para  ser  exportados  con  ventaja;  pues  para 
proveer  al  consumo  de  la  parte  hoy  poblada,  tendrían  que^ 
competir  aquellos  productos  con  los  de  i(2;ual  naturaleza 
que  se  obtienen  en  los  lugares  mismos  de  su  consumo.  El 
movimiento  agrícola,  por  otra  parte,  viene  ya  pronunciado 
del  lado  del  Norte,  en  las  colonias  agrícolas  de  Santa  Fe  y 
Entre  Bios,  que  son  en  deflnitiva  d  efecto  de  la  inmigración 
que  realiza  los  propósitos  de  población  y  cultura  del  terreno, 
sin  lo  cual  se  esterilizaría,  ó  se  detendría  en  lo  sucesivo. 
Considérese  que  un  país  donde  la  propiedad  está  distribuida 
por  leguas,  y  que  no  tiene  ni  exceso  de  población,  ni  hierro^ 
ni  carbón  para  la  industria  fabril,  haría  imposible  un  vasto  y 
constante  sistema  de  inmigración,  si  no  se  principiase,  como 
se  ha  principiado  ya  con  éxito,  á  subdividir  la  tierra,  en  pro- 
porciones limitadas  á  la  capacidad  de  la  familia  para  hacerla 
valer  por  el  trabajo. 

Esta  segunda  operación  viene  haciéndose,  y  es  deber  del 
Estado  favorecer  su  completo  desarrollo,  quitándole  los 
embarazos  que  el  estado  primitivo  del  territorio  opone  á  la 
fácil  y  barata  traslación  de  los  productos  agrícolas  á  los 
puertos. 

CUESTIÓN  lONETARIl 

{SI  Naeionat,  Octubre  8  de  1878.) 

Ha  quedado  como  aplazado  el  debate  suscitado  por  los 
proyectos  presentados  á  la  Cámara,  sobre  acuñación  de 
moneda;  y  se  teme  q/xe  no  dé  un  paso  mas  adelante,  tal 
es  la  fluctuación  de  las  ideas.  Personas  que  se  creían 
autorizadas  á  formar  juicio  sobre  estas  materias,  vacilan  en 
presencia  de  las  opiniones  contradictorias  de  los  economis- 
tas, de  las  resoluciones  ya  tomadas  en  los  Estados  Unidos,. 
y  de  las  deliberaciones  pendientes  en  el  Congreso  monetario 
de  París. 

En  cuestión  está  si  habrán  dos  etalones,  ó  uno  solo;  si  la 
relación  del  oro  con  la  plata  será  de  uno  á  quince  y  medio, 
si  se  disminuiría  el  peso  del  dollar  americano,  para  hacerlo 
fracción  exacta  de  la  guinea,  ó  se  coordinarían  estos  con  los 
francos  franceses. 

En  tal  situación^  y  cuando  todas  las  naciones  estudian 


PROGRESOS  GENERALES  83 

cuestión  tan  complicada,  vamos  nosotros  á  dictar,  á  ñn  de 
sesiones,  una  ley  de  acuñación  de  moneda  de  plata,  sin 
relación  ó  con  relación  á  cierto  peso  de  oro,  de  un  peso 
para  el  que  no  tenemos  padrón  que  nos  sirva  de  base; 
expuestos,  como  es  de  temerse,  á  cambiar  de  idea,  según 
que  se  formen  definitivas  en  Europa  y  Estados  Unidos, 
teniendo  que  suspender  lo  ordenado,  y  reformar  la  ley, 
antes  de  haberse  ejecutado? 

Las  diñcultades  prácticas  aqui,  noson  menos  embarazo- 
sas. Las  monedas  de  plata,  aun  de  cuño  nacional,  no 
tendrán  curso  en  el  menudeo  de  Buenos  Aires,  por  ios 
hábitos  adquiridos,  y  por  el  peso  de  cierta  cantidad^  aun 
pequeña,  de  metal.  El  oro  ha  de  ser  siempre  cambiado  . 
por  papel  moneda,  y  la  plata  ha  de  volver  á  las  provincias  ' 
que  la  usan. 

El  comercio  de  Chile  se  hace  cambiando  ganados  impor- 
tados de  Cuyo,  por  mercaderías  en  tránsito  de  Europa; 
pero  como  no  son  los  ganaderos  los  que  hacen  comercio  de 
mercaderías,  la  plata  chilena  sirve  para  hacerlas  permutas, 
saldar  diferencias,  y  anticipar  la  compra  de  ganado,  á 
cuyos  objetos  pasa  &  este  lado  de  las  cordilleras.  La  plata 
boliviana  hace  los  mismos  oñcios  en  el  extremo  Norte, 
para  los  negocios  con  Bolivia,  á  donde  se  introducen  gana- 
dos, y  de  donde  pocas  materias  hay  de  retorno,  para  saldar 
las  cuentas,  lo  que  da  al  boliviano  entrada  en  las  provincias 
de  donde  se  surte  de  ganado. 

El  comercio  de  Chile  es  ventajoso  para  las  provincias 
andinas,  puesto  que  es  su  mercado  propio  de  exportación. 
Las  mercaderías  europeas  las  obtienen  á  precios  iguales 
ó  con  cortas  diferencias  de  los  de  esta  plaza,  viniendo  en- 
fardeladas  de  Europa,  apropiadamente  para  el  tránsito  por 
la  cordillera.  Pero  en  lo  que  les  es  mas  ventajoso  aquel 
comercio,  ademas  de  la  corta  distancia,  la  economía  del 
pasaje  y  estadía,  es  el  hábito  general,  invariable  de  com- 
prar á  plazos,  mediante  pagarés  ñrmados  á  4,  6  y  aun  7  me- 
ses de  término,  lo  que  facilita  enormemente  las  transac- 
ciones. 

A  todos  estos  intereses  debe  responder  y  servir  una  nueva  i 
moneda  nacional  y  no  es  extraño  que  no  obstante  la  urgen-  \ 
cia  de  la  medida,  se  encuentren  perplejos  los  legisladores 


84  OBRAS  DB  SARMIENTO 

y  no  se  puedan  poner  de  acuerdo  en  la  manera  de  satis- 
facerlos. 

Corríase  en  ante  salas  que  el  Ministro  de  Hacienda  tenia 
en  cartera  un  tercer  proyecto,  que  no  ha  presentado,  acaso 
por  considerar  muy  discordes  las  opiniones  de  la  Cámara. 

FERROCARRIL  DE  LAS  COLONIAS 

(otro  aplazamiento) 

{Bl  Nacional,  Octabre  9  de  1S78.> 

Capole  en  el  Senado  á  este  proyecto,  la  suerte  del  de 
monedas  en  la  otra  Cámara.    Ha  sido  aplazado. 

Era  tanto  el  contraste  que  presentan  los  precios  del  ki- 
lómetro de  nuestros  ferrocarriles  nacionales,  con  los  de  tro- 
cha angostísima  sligt  raü-way  que  se  proyectan  en  las  co- 
lonias de  Santa  Fe,  que  hubo  de  consultarse  k  la  oficina 
de  Ingenieros,  sobre  el  caso:  y  como  la  Legislatura  de  Santa 
Fe  ha  garantido  el  ferrocarril  y  'solo  solicitaba,  para  las  se- 
guridades del  crédito,  la  subsidiaria  garantía  nacional  no 
se  habian  remitido  los  datos  y  cálculos  que  servirían  de 
base  aun  informe  del  Departamento  de  Ingenieros,  para 
explicar  aquella  excesiva  baratura. 

Es  preciso  convenir  que  el  proyecto  recien  introducido 
en  la  prórroga,  había  venido  desjfachado  tarde  por  la  Le- 
gislatura de  Santa  Fe;  y  nb  había  tiempo  para  considerarlo, 
con  la  mejor  voluntad  del  mundo.  Ño  dudamos  que  será 
acordada  la  garantía  subsidiaina,  en  el  próximo  periodo 
legislativo. 

No  queremos  que  este  proyecto  duerma  el  sueño  de  la 
marmota,  en  el  invierno  legislativo  que  se  aguarda,  sin 
acompañarlo  con  nuestros  buenos  deseos  de  éxito. 

La  prosperidad  de  la  inmigración  dependerá  de  la  pros- 
peridad de  las  colonias  de  Santa  Fe,  que  constituyen  ya 
una  provincia  ag;rícola. 

Hemos  hecho  notar  la  lentitud  con  que  aumenta  la  cria 
de  ganado,  cuyos  productos,  compran  casi  exclusivamente 
nuestras  importaciones.  El  déficit  para  cubrirlas  no  se 
Ifenará  pronto  por  aquella  vía.  Un  producto  nuevo  puede 
agregarse  á  los  del  pastoreo,  y  es  el  de  los  cereales,  que 


PROO^BSOS  GBNBRALBS  85 

están  ya  sembrados,  que  pueden  reproducirse  cada  año,  en 
la  extensión  que  se  quiera,  desde  que  ya  está  poblado, 
cultivado  y  labrado  un  extenso  territorio.  Un  millón  de 
quintales  de  harina  ó  maíz  exportada,  cambiarán  las  rela- 
ciones entre  la  exportación  y  la  importación.  Nuestra  cifra 
de  producción  subirá  repentinamente.  La  inmigración 
dará  con  ello  su  primer  fruto.  A  la  ganadería  añadiremos 
la  agricultura  que  es  la  inmigración  ubicada  y  radicada. 

Pero  los  cereales,  no  son  patrimonio  y  monopolio  de 
ciertos  países;  como  el  algodón,  las  lanas,  lá  azúcar  y  el 
café,  sino  que  los  producen  todos  los  pueblos  civilizados, 
para  su  propio  consumo. 

Cada  provincia  argentina  se  basta  hoy  á  si  misma,  para 
la  producción  de  cereales.  El  exceso  de  productos  de  las 
colonias  de  inmigrantes  sería  inútil  ó  de  poco  provecho, 
sino  se  contase  con  la  exportación. 

Puede  decirse  que  su  misión  es  crear  un  producto  para 
la  exportación. 

Pero  para  exportar  cereales,  es  preciso  producirlos  á 
precios  reducidos,  de  manera  que  concurran  sin  desven- 
taja en  los  mercados  exteriores,  con  los  cereales  de  todo  el 
mundo;  y  como  los  productos  de  la  agricultura  que  no  sea 
tropical,  ó  la  cria  de  ganados,  son  voluminosos  y  baratos, 
todo  aumento  de  costo  de  producción  destruye  la  utilidad 
del  producto,  puesto  que  este^  excediendo  á  las  necesidades 
del  propio  consumo,  no  puede  valer  mas  que  lo  que  valga 
en  ios  paises  mas  favorecidos  ó  que  menos  gastos  im- 
pongan. 

El  mayor  flete  de  los  cereales  de  una  colonia,  hasta  el 
puerto  de  embarque,  puede  ser  bastante  para  anular  el 
valor  del  producto. 

Todo  el  éxito  de  nuestra  colonización  está  ahí:  Un  fuerte 
de  diferencia  del  lugar  donde  se  produce  el  trigo,  y  el 
puerto  de  embarque,  entre  Estados  Unidos,  Chile  y  el  grupo 
de  colonias  de  Santa  Fe,  bastaría  para  paralizar  su  desarro- 
llo y  detener  en  adelante  la  inmigración  agrícola,  que  es 
la  que  se  arraiga  y  ñja  irrevocablemente  en  el  país. 

Comparemos. 

En  Estados  Unidos,  salario  de  un  peón,  25  pesos. 

Valor  de  la  fanega  de  trigo,  5  ps. 

Valor  de  la  de  maíz  id  2 1/2  ps. 


/ 


n> 


86 


OIIRA0    llK  SARMIENTO 


r^*^ 


En  Santa  Fe,  los  mismos  precios. 

Valor  del  transporte,  cincuenta  leguas  de  ferrocarril  en 
los  Estados  Unidos? 
Valor  del  transporte  en  carretas  en  Santa  Fe? 
No  habrá,  pues  competencia  posible. 
El  ferrocarril  barato  es,  pues,  elemento  de  vida  y  de  pros- 
peridad para  el  país  labrado,  á  fin  de  no  recargar  el  costo 
de  producción,  antes  del  embarque. 

Lo  repetimos,  todo  el  sistema  de  transformación  de  la 
pampa,  en  morada  del  hombre  en  lugar  del  ganado,  de- 
pende de  esta  circunstancia.  El  ganado  es  un  producto 
agrícola  que  se  mueve  y  no  paga  flete:  ó  sus  producto' , 
siendo  valiosos  en  poco  volumen,  resisten  á  mayores  dis- 
tancias y  tienen  menos  competidores  que  los  cereales,  que 
han  de  ser  baratos,  para  ser  exportados. 

Un  ferrocarril  que  ligue  entre  sí  las  colonias  de  Santa  Fe 
funcionará,  por  otra  parte,  en  las  mismas  condiciones  que 
los  de  Europa  y  el  de  Oeste  de  Buenos  Aires. 

Cada  riel  será  sostenido  y  pagado  por  los  productos  del 
terreno  que  ocupa.  Los  ferrocarriles  nacionales  atraviesan 
'verdaderas  travesías  de  cientos  de  leguas,  sin  que  los  hu- 
medezca el  aire  recargado  de  emanaciones  de  la  cultura 
del  campo  ó  los  saluden  los  pueblos  á  su  paso.  En  Santa 
Fe,  el  producto  está  creado  antes  del  ferrocarril. 

Veinte  centros  de  población  lo  aguardan,  treinta  leguas 
labradas  hoy  (cien  en  un  año  mas)  tienen  ya  preparada  la 
carga.  ¿Las  lanas  y  cueros  que  conduce  el  ferrocarril  del 
Oeste  de  Buenos  Aires,  producirán  mas  carga,  y  su  trayecto 
mas  pasajeros  que  el  ferrocarril  intercolonial,  transportan- 
do productos  agrícolas?  A  cuántas  varas  cuadradas  de 
terreno  corresponde  un  vellón  de  lana?  á  cuántas  una  fane- 
ga de  maiz  ó  trigo?  Este  es  el  mas  sencillo  modo  de  com- 
parar utilidades;  y  sin  embargo,  aquel  ferrocarril  de  Santa 
Fe  costará  tres  veces  menos  de  lo  que  costaron  los  de 
trocha  ancha,  lo  que  exige  tres  veces  menos  transportes. 

Creemos  haber  expuesto  lo  bastante  para  mostrar  la  im- 
portancia que  tiene  aquel  primer  ensayo  de  viabilidad,  en 
país  agrícola  destinado  á  producir  cereales  para  la  expor- 
tación; pues  si  no  reúnen  esta  condición,  de  poco  han  de 
servir  para  el  consumo  del  país,  prueba  que  todas  las  Pro- 
vincias lo  producen. 


PROGRESOS  0BNBR\LB8  87 

Favorece  mas  la  circunstancia  de  estar  el  pequeño  capital 
accesorio,  garantido  ya  por  una  Provincia,  y  solo  pedirse, 
«orno  garantía  de  éxito  en  el  mercado  inglés,  el  nombre  de 
la  nación  para  darle  crédito. 

Seria  un  hecho  singular  que  la  garantía  nacional  se  de 
solo  á  las  vias  en  despoblado,  y  no  alcancen  á  las  que» 
como  la  propuesta,  están  en  condiciones  de  pagar  el  interés, 
desde  el  día  de  su  apertura,  por  recorrer  país  cultivado  y 
ligar  á  cortas  distancias  centros  de  población  activa,  inte- 
ligente, y  por  tanto,  extendiendo  su  acción  á  grandes  dis- 
tancias, lo  que  reclama  movimiento. 

ENTORPECIMIENTOS  EN  LA  VIA 

{El  Nacional,  Setiembre  4  de  1878). 

Siguen  repitiéndose  los  casos  de  encontrarse  obstruido 
el  tránsito  del  ferrocarril  de  Tucuman,  por  medio  de  ob&" 
táculos  puestos,  con  el  propósito  de  descarrilar  los  trenes. 

Muy  natural  es  creer  que  haya  en  ello  algún  designio, 
de  especulación  ú  otras  causas.  Posible  és  que,  como  suce- 
de casi  siempre  que  se  averigua  el  origen  de  una  forma 
especial  de  crimen,  que  tiene  aterrada  á  una  población,  se 
encuentre  que  es  un  solo  hombre,  el  inventor  y  perpetra- 
dor del  hecho,  multiplicándose  y  cambiando  de  localidades 
á  fin  de  no  ser  tomado. 

El  hecho  tan  repetido  de  la  via  de  Tucuman  puede  ser 
la  obra  de  algún  poeta  del  crimen  de  alguna  imaginación 
curiosa,  de  alguna  ambición  de  gloria  á  su  manera,  la  am- 
bición de  producir  algo  de  que  él  sea  el  autor. 

No  sería  extraño  que  el  propósito  hubiese  degenerado 
en  lucha,  y  se  repitiese  con  la  esperanza  de  triunfar 
al  fin. 

No  han  sido  mas  trascendentales  los  motivos  que  han 
inspirado  á  ciertos  paisanos  oscuros  en  los  pasados  tiem- 
pos sus  levantamientos  y  sus  algaradas. 

Siéntese  ser  algo,  el  hombre  que  desde  el  puesto  oscuro 
que  tiene  en  la  sociedad  puede  perturbarla  y  hacerle  acep- 
tar el  puesto  que  le  conquista  la  notoriedad  misma  de  sus 
hechos. 

Cuántas  ideas  extrañas  pueden  nacer  en  el  cerebro  del 


88  OBRA  8  DB  SARMIBNTO 

rudo  habitante  de  un  desierto,  como  el  que  inedia  entre- 
Córdoba  y  Tucuman  al  ver  apenas  perceptible  en  el  ho- 
rizonte, del  tamaño  de  una  mosca,  el  tren  que  nada  y 
nadie  puede  protejer  de  afuera;  que  se  cree  tan  seguro  en 
8u  ruta  de  hierro,  y  que  sin  embargo  un  atravesaño,  un 
bronce  interpuesto,  puede  descarrilar,  y  mostrar  asi  la  de- 
bilidad y  desamparo  de  aquellos  ostentosos  y  al  parecer 
triunfantes  instrumentos  y  creaciones  del  saber  y  del  poder 
de  los  hombrea  civilizados  I 

Cuan  grande,  cuan  poderoso  debe  sentirse  ante  sus  pro- 
pios ojos,  el  autor  del  descarrilamiento! 

Sentimiento  igual  impulsa  á  los  niños  á  hacer  averias  y 
á  poner  piedrecillas  y  obstáculos  en  los  ferrocarriles  tam- 
bién, en  Europa. 

Al  establecerse  en  Chile,  entre  Valparaíso  y  Santiago,  el 
primer  telégrafo,  la  primera  impresión,  como  que  era  el 
primero  en  esta  parte  de  América,  fué  de  asombro  de  con- 
tento y  de  orgullo;  si  bien  en  la  plebe  corrían  rumores  y 
versiones  absurdas  ó  ridiculas  sobre  su  acción,  como  es. 
natural  imaginarlo.  Ocho  días  después  amaneció  cortada 
el  alambre»  que  fué  inmediatamente  repuesto.  Volvieron 
¿  cortarlo  y  lo  compusieron.  Volvieron  á  cortarlo  y  lo 
cortaban  cada  vez  que  era  restablecido.  Trabóse  asi 
una  lucha  entre  la  administración  y  la  mano  ó  ma- 
nos invisibles  que  repetían  el  acto,  y  la  administración 
fué  vencida,  ante  la  tenacidad  del  propósito.  Acaso 
la  lucha  se  hizo  con  el  prurito  de  clase,  de  civilización,  to- 
mando los  campesinos  k  gloria  mostrar  su  poder  destruc- 
tor. Por  varios  meses  permanecieron  tirados  en  el  suela 
los  alambres,  hasta  que  un  día  se  tuvo  la  buena  inspira- 
ción de  levantarlos  y  reanudarlos. 

El  telégrafo  funcionó  desde  entonces  sin  tropiezo.  Hablan 
los  interruptores  mostrado  su  poder,  burlando  el  del  go- 
bierno, y  estaba  satisfecho  el  orgullo  de  la  ignorancia. 

Guando  la  guerra  del  Entre  Ríos,  se  cortaba  en  Santa  Fe 
el  telégrafo.  Descubrióse  al  fin  el  autor,  era  un  paisano 
vecino  de  los  alrededores,  y  probablemente  animado  de 
algún  sentimiento  extraviado  como  el  que  apuntamos. 

Medios  hay,  sin  embargo,  para  descubrir  el  ó  los  poetas. 
del  crimen  en  la  vía  de  Tucuman,  que  por  ser  caseros  y 
familiares  no  son  menos  eficaces. 


PROGRESOS  OBNERALUS  89 

Que  la  empresa  del  ferrocarril  tome  á  su  servicio  dos 
rastreadores^  y  no  pasarán  dos  días  sin  que  le  entreguen  al 
malhechor.  Los  hay  de  primer  orden  en  los  Llanos  de  la 
Rioja,  en  las  campañas  desiertas  de  San  Juan.  Ha  de  ha- 
berlos de  fama  y  nombradla,  de  manera  que  no  sea  posible 
equivocarse  en  cuanto  ála  capacidad  proporcional.  El  ras- 
tro del  caballo,  del  hombre  que  se  acerca  á  la  vía  férrea, 
el  del  malhechor  mismo  al  trasponer  una  viga,  son  docu- 
mentos legibles,  claros  como  una  escritura  pública,  y  que 
no  es  dado  ni  aun  &  la  previsión  borrar.  Donde  se  encuen- 
tre un  obstáculo,  basta  hacer  bajar  á  los  peritos  del  ras- 
tro, para  que  levanten  del  sumario*  con  el  cuerpo  indeleble 
del  delito,  la  filiación  del  delincuente,  su  fotografía  estam- 
pada en  el  suelo,  y  el  rastro  del  caballo,  que  seguirá  un  día, 
dos,  hasta  llegar  al  rancho,  donde  se  guarece  la  ñera  en 
deseos,  en  imaginación  y  en  perspectiva. 

Sería  de  desear  que  no  se  deje  perder  un  arte  como  el 
del  rastreador,  cuyos  grandes  maestros  van  desapareciendo, 
faltos  de  teatro  para  ostentar  su  habilidad. 

Este  arte  no  existe  sino  en  la  Rioja  y  San  Juan,  resto  de 
los  indígenas,  al  parecer,  pues  un  historiador  chileno,  je- 
suíta, dice  que  en  un  convento  de  Concepción,  tenían  los 
de  su  instituto  un  niño  de  doce  años,  indio  llevado  de  Cuyo, 
y  que  los  asombraba  con  su  extraño  talento  de  leer  las 
pisadas.  Esto  sucedía  ahora  dos  siglos,  lo  que  muestra  que 
es  un  arte  indígena. 

EXPORTACIONES  ¡I 


{El  Nacional  Octubre  14  de  i878.) 


Llamamos  no  hace  mucho  la  atención,  sobre  la  inmovi- 
lidad de  la  cifra  de  nuestras  exportaciones,  durante  diez         ^ 
años,  de  manera  de  revelar  que  la  ganadería,   que  sumi- 
nistra  las   materias  exportables,  ño  han  aumentado  su 
número  y  valor  en  tan  largo  lapso  de  tiempo. 

La  ganadería  es  nuestra  industria  principal.  A  ella  le 
están  consagradas,  diez  ó  quince  mil  leguas  cuadradas  de 
terreno,  entrando  la  agricultura  á  fígurar  en  tan  pequeña  I 

escala,  que  aun  no  se  hacen  sentir    sus  productos  en  la  j 

exportación.  La  ganadería  es,  pues,  la  medida  de  la  riqueza,  < 


I 

« 

I 


00  UHKA8    DK  HAKUIICNYÓ 

y  á  falta  de  otro  término,  el  producto  colonial  con  que 
concurrimos  á  los  mercados  del  mundo,  donde  no  tenemos 
por  rivales,  sino  la  Rusia,  Australia  y  alanos  otros  puntos 
del  globo,  en  que  cueros  y  lana»  se  producen  en  grande 
escala.  No  aumenta,  pues^  nuestra  riqueza,  mientras  que 
en  los  mismos  diez  años,  durante  los  cuales  la  producción 
agreste  ha  estado  estacionaria,  la  población  ha  aumentado 
en  dos  quintos,  y  por  tanto  corresponde  á  menor  cantidad 
por  persona  la  exportación  de  productos,  pues  que  si 
cincuenta  millones,  por  ejemplo,  correspondían  en  1868  á 
dos  millones  de  habitantes,  esto  es,  veinte  y  cinco  pesos 
por  persona,  en  1878,  aumentada  la  población  k  2.800.000, 
habitantes,  tocaría  á  cada  uno,  menos  de  diez  y  ocho  de 
exportación. 

Caénnos,  por  fortuna,  á  la  mano,  datos  que  abrazando  el 
mismo  lapso  de  tiempo,  pueden  ser  comparados  á.  los 
nuestros.  En  1868,  el  valor  de  las  exportacione.*^  de  los 
Estados  Unidos,  fué  de  262.389.900  pesos.  En  1878,  ha 
subido  á  680.683.798  pesos.  £1  aumento  de  riqueza,  ha 
sido,  pues,  en  diez  años,  de  ciento  cincuenta  y  tres  por 
ciento;  y  como  la  población  no  se  dobla,  sino  en  veinte  y 
dos  años,  resultaría  que  á  cada  habitante  corresponde  de 
exportación,  mayor  cantidad  en  1878  que  en  1868. 

CQmo  la  producción  principal  de  ios  Estados  Unidos  es 
la  de  los  productos  de  la  agricultura,  que  prepara  la  gran 
mayoría  de  la  población,  puede  dar  una  idea  del  desarrollo 
que  esta  ha  adquirido  en  diez  años,  labrando  nuevos  terre- 
nos, la  circunstancia  de  entrar  en  la  exportación  de  1879, 
un  aumento  de  112.793.510  pesos  en  cereales,  lo  que  hace 
casi  la  mitad  del  total  de  las  exportaciones  de  1869,  en  que 
entraba  el  algodón,  tablazón,  petróleo  y  carne  de  puerco, 
que  cuentan  por  ingentes  sumas.  Puede  aventurarse 
pues,  la  conjetura  de  que  este  exceso  de  exportación  de 
cereales  en  1879,  representa  en  efecto  la  extensión  de  la 
labranza  desde  1868  á  1878,  esto  es,  que  casi  ha  doblado  el 
territorio  labrado  nuevamente,  ó  agregado  al  capital  pro- 
ductor de  ahora  diez  años. 

Como  no  han  habido  plagas  que  hayan  atacado  sustan- 
cialmente  la  cría  del  ganado  entre  nosotros,  ó  alguna  seca 
extraordinaria  como  la  de  1875,  y  otras  que  de  tarde  en 
tarde  destruye  el  ganado  de  cría,  debe  buscarse  la  causa 


de  esta  estagnación  en  c 
del  ganado,  pues  ocupan( 
la  riqueza  en  general,  no 
proporción  siquiera  de  U 

Los  progresos  hechos  ei 
tacion  industrial  de  la  ga 
mtas  introducidas,  mayor 
verse  representados  en  li 
tada,  pues  aun  no  contal 
perfeccionamientos  intro 
que  es  realmente. 

Algún  diario  ha  sujerid 
mas  bajo  ahora  que  lo  ti 
puede  producir  un  error  i 
la  producción  de  lanas,  p 
en  año,  como  para  que  es 
explique  la  uniformidad 

Sea  de  ello  lo  que  fuere 
se  atraigan  grandes  can 
cacion  estadística  de  la  a 
grande  atención  en  adel 
valores  exportados,  en  rt 
fin  de  obtener  datos  cier 
regular  de  su  crecimientc 
sigue  siquiera  el  progrese 

Importa  tanto  mas  este 
que  los  productos  de  la ', 
escala,  deben  figurar  di 
exportación;  y  desde  ento 
un  desarrollo  sensible. 

No  tenemos  á  mano,  uc 
les  y  de  los  productos  d 
que  apenas  se  ensayaba 
pues  la  suma  que  represe 
aproximatíva  para  calcul 
por  ejemplo,  que  hace  la 
pues  era  esta  la  que  se 

Desde  este  año,  las  grai 
Ríos,  entrarán  con  sus  pr 
tacion,  el  trabajo  aplicad* 
tada  extensión  de  terren 


02  OltKAD    l>K  HAHMIKMTO 

habitantes  por  kilómetro,  y  puede  llevarlo  á  cifras  que  se- 
acerquen  á  la  de  la  población  rural  de  otros  paises,  pues 
se  sabe  que  ei  ganado  que  ocupa  una  legua  cuadrada  de 
terreno,  reclama  poquísimas  personas  para  su  guarda  y 
beneficio,  con  lo  que  el  pais  permanece  despoblado. 

Los  valores  de  la  producción  agrícola  serán  naturalmente 
influidos  por  causas  inevitables  por  ahora,  en  cuanto  á 
producir  riqueza  para  los  labradores.  Para  llegar  al  punta 
de  embarque  habrán  de  perder  mucho  de  su  utilidad^ 
aumentándose  los  costos  á  causa  de  las  diversas  remociones 
que^han  de  experimentar  en  el  trayecto.  Para  evitarlo,  se 
han  inventado  los  elevadores,  que  son  enormes  depósitos  de 
trigo,  de  tal  manera  combinados,  que  del  tren,  del  ferro- 
carril pasan  los  wagones  de  trigo  á  descargarse  por  si  solos, 
en  almacenes  paralelos  á  los  rieles,  desde  donde  cadenas 
sin  ftnMos  suben  á  las  máquinas  de  aventar,  limpiar,  pesar 
que  por  otro  camino  los  descienden  á  la  bodega  de  un 
buque  que  atraca  por  el  costado  del  elevador,  como  el  ferro- 
carril (ramal)  atraviesa  por  dentro  de  la  fábrica. 

Toda  esta  serie  de  operaciones  se  hace  sin  concurso 
humano,  si  se  exceptúan  los  maquinistas,  á  fin  de  evitar  que 
en  el  acarreo,  carga  y  descarga  del  trigo  en  bolsas,  se 
aumente  su  costo. 

En  cambio,  sabemos  de  ñnca  á  pocas  leguas  de  Buenos 
Aires,  que  no  exporta  sus  forrajes,  porque  el  costo  de 
enfardelar,  cargar  en  carretas  dos  leguas,  descargar  y 
pasar  al  ferro*carril,  descargar  este  en  Buenos  Aires  en 
otro  vehículo  hasta  almacenarlo  ó  venderlo,  ha  doblado  el 
valor  original  y  hecho  desventajosa  la  operación. 

Para  terminar  nuestras  observaciones  y  no  distraernos 
de  las  cifras  comparadas  que  las  motivaron,  completaremos 
la  exposición,  poniendo  en  relación  las  importaciones. 

En  1868,  69  y  70  la  importación  dá  en  derechos  un  término 
medio  de  81.226,008  pesos  sobre  7.331,000  de  exportación. 

En  1875,  76  y  77,  dá  en  derechos  de  importación  pesos 
33.813,000,  sobre  7.531,000  pesos  de  importación  en  los  mis- 
mos tres  años,  lo  que  muestra  un  aumento  proporcional  de 
importaciones  y  exportaciones,  en  los  últimos  tres  años; 
pero  conservándose  una  y  otra  en  31  millones  en  1869  y  33 
en  1878,  lo  que  no  dá  un  aumento  de  consumos,  proporcio- 


nal  siquiera  al  aumentt 
diez  años. 

Dá.  sin  embargo,  esta  n 
taciones,  la  prueba  de  qu 
proporción  de  la  exportat 

La  irregularidad  y  de 
años  intermediarios  71  á 
promedio  de  cincuenta  j 
de  solo  nueve  millones  d 


El  banquete  del  Club 
uno  de  los  grandes  prol 
protección  y  el  comercie 
al  frente  de  la  primera, 
la  segunda. 

Cuál  de  ios  dos  tendí 
imitaremos? 

El  Ministro  de  la  Prov 
-interrumpido,  cuando  ez 
taba  dar  á  la  industria 
Ministro  de  Hacienda  á 
el  mismo  sentido,  señali 
ofrecía  í  las  nacientes  i 

Si  el   Ministro  de  la 
hubiera  leído  un  telegra 
sumisión  de  tribus  de 
sistema  de  protección. 

Al  Ministro  provincial 
aquel  el  lugar  y  la  oca 
teria. 

Hurémoslo  é.  su  nomb 
sideraciones,  que  no  se 
clama  contra  los  nuevoi 
-nicipales. 

Buenos  Aires  es  una  p 
por  mas  que  ocupe  un  ( 
flanqueadas  sus  calles  di 


04  OBRAS  DB  SARIOBNTO 

tria^  al  comercio,  carece  de  calles  viables.  Su  actual  em- 
pedrado  es  único  en  el  mundo,  construido  para  destruir 
carros  y  carruajes  y  matar  animales  por  millares.  Son 
rarísimos  los  que  no  están  mancos  á  los  cuatro  meses  de 
servicio.  Las  calles  de  Buenos  Aires  y  los  indios,  consu- 
men uno  de  los  productos  que  debieran  ser  mas  pingües 
de  la  industria,  los  caballos. 

El  puerto  á  carretilla  y  las  calles^  imponen  á  la  impor- 
tación y  exportación  uu  recargo  de  derechos  que  nadie 
cobra  y  nadie  aprovecha. 

Seria,  pues,  la  primera  protección  á  la  industria,  ado- 
quinar, macadamizar,  ó  hacer  de  asralto  las  calles.  Ha  de 
hacerse  al  fin,  cuando  mas  no  fuese  por  quitar  de  la  vista 
del  paseante  y  por  honor  del  país,  el  espectáculo  de  una 
ciudad  culta  con  un  pavimento  construido  ex-profeso  para 
hacerla  intransitable.  Las  familias  usan  sus  carruajes 
para  ir  al  Parque,  fuera  de  la  ciudad  y  rara  vez  para  ha- 
cer visitas,  á  causa  del  martirio,  á  que  el  empedrado  las 
somete. 

Pero  tomando  solo  un  área  de  la  ciudad,  de  veinte  cua* 
dras  cuadradas,  se  necesitarían  diez  á  quince  millones  de 
adoquinen  de  granito,  y  éstos  representan  una  suma  que 
ha  de  imponerse  á  los  vecinos,  al  comercio,  á  la  ciudad 
sola,  sin  que  se  exija  que  Gbívilcoy  ó  San  Nicolás  ayuden 
con  su  parte  de  impuestos  locales,  á  empedrar  mejor  la 
ciudad  de  Buenos  Aires. 

Esta  es  la  cuestión  de  los  impuestos  locales.  La  repara- 
ción anual  de  los  empedrados  ó  pavimientos^  donde  los 
hay,  en  las  grandes  ciudades,  cuesta  enormes  sumas,  por- 
que el  movimiento  se  ha  hecho  tan  grande,  que  los  ensa- 
yos intentados  en  Inglaterra  de  hacerlo  de  hierro  no  han 
respondido  al  propósito  de  que  resistan  al  uso  y  destrucción 
diaria. 

Sería  ocioso  enumerar  cada  una  de  las  ineludibles  nece- 
sidades que  el  movimiento,  la  higiene  y  la  seguridad  indivi- 
dual imponen  á  las  grandes  ciudades  modernas.  Con  nues« 
tros  hábitos  de  indolencia»  de  imprevisión,  de  egoísmo^ 
hemos  dejado  renovarse  en  veinte  años  los  edificios,  sin 
atreverse  ningún  gobierno  ni  municipalidad  á  ensanchar 
las  calles  que  ya  son  intransitables,  y  llegarán  á  ser  un  dia 
no  lejano  la  causa  del  alejamiento  de  las  familias  de  como* 


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PR0GRBS03  GBN ERALES  05 

didad,  del  centro  actual,  en  busca  de  aire,  salud  y  reposa 
en  las  afueras. 

Pero  sin  esto,  el  alumbrado  á  gas,  hoy,  el  de  mañana,  eléc- 
trico, según  van  salvándose  las  dificultades  que  lo  encare- 
cían, el  cuerpo  de  policía  para  asegurar  la  vida  y  la 
propiedad  en  ciudad  tan  grande,  las  aguas  corrientes  y  las 
cloacas,  reclaman  enormes  sumas  de  dinero,  que  deben 
pagar  los  que  la  habitan,  sin  preguntarse  como  ni  de  donde 
sino  cuanto  es  el  monto  de  dinero  requerido.  ¿Pueden 
estar  sin  pavimento  viable  las  calles?  apagarse  el  gas? 
suprimir  la  policía,  cegar  las  cloacas? 

Nuestros  conciudadanos  nacionales  y  extranjeros,  se  so- 
brecojen  é  indignan  al  oir  hablar  de  nuevos  impuestos,  con 
Én  exceso  de  recargos,  porque  no  se  fijan  en  que  Buenos 
Aires  ha  entrado  recien  de  algunos  años  k  esta  parte  á.  cos- 
tearse el  ajuar,  digámoslo  así,  de  una  ciudad  moderna. 

No  se  ha  intentado«como  en  San  Francisco  de  California, 
ensanchar  sus  calles,  adoptando  otra  planta*  de  manera 
que  las  calles  modernas  de  treinta  varas,  no  pasan  sino  en 
pocos  puntos,  sobre  el  trazado  de  las  antiguas;  ni  mandán- 
dose nivelar  el  terreno,  como  en  Chicago,  levantando  de 
una  á  tres  y  cuatro  varas  las  casas  sobre  sus  cimientos,  en 
las  depresiones  del  terreno.  Pero  se  han  comenzado  á 
construir  cloacas,  hay  alumbrado,  como  en  todas  las  ciu- 
dades del  mundo,  policía  de  seguridad,  barrido  y  limpieza 
de  las  calles,  ya  que  no  hay  pavimento,  ni  aun  reparación 
del  malo  y  destructor  que  existe. 

Estamos,  pues,  pagando  las  innovaciones  introducidas,  y 
falta  aun  costear  aquellas  esenciales  de  que  carecemos;  y 
esto  se  hace  con  impuestos,  sobre  la  propiedad,  el  alimento, 
los  licores,  el  tabaco^  el  aire  que  se  respira,  hoy  detestable 
y  dañoso,  pero  que  acabará,  á  fuerza  de  contribuciones  y 
nuevos  impuestos,  por  ser  bueno  y  respirable,  sin  destruir 
pulmones  con  la  tisis,  como  el  mal  empedrado  destruye 
caballos,  ó  inyectar  la  fiebre  amarilla,  el  cólera,  el  tifus  y  la 
viruela,  que  son  unos  cobradores  de  los  impuestos  no  paga- 
dos antes,  y  que  condenan  á  muerte  á  tos  hijos,  las  esposas 
de  los  criminales,  que  pretenden  vivir  en  ciudades  popu- 
losas, gozar  de  su  fortuna,  concurrirá  los  teatros,  ostentar 
sus  equipajes,  sin  cuidarse  de  saber  quien  paga  los  costos  y 
á  cuanto   asciendan,'  ni  un  centavo  mas,   ni  un   centavo 


96  OUHAS   hit  8ARM1KMTO 

tnenos,  los  diversos  servicios  que  le  prestan  los  guardianes 
de  la  propiedad,  el  gas  que  lo  alumbra,  el  pavimento  liso  y 
suave  de  sus  calles,  el  canal  subterráneo,  que  lleva  lejos  los 
desechos  de  la  existencia. 

Los  diarios  que  han  tomado  por  diversión  ó  por  malicia» 
excitar  los  ánimos  contra  los  impuestos,  no  hacen  mas  que 
despertar  nuestras  tradiciones  de  raza.  El  indio  de  la 
pampa,  no  paga  impuesto  de  alumbrado  ni  de  aseo.  En 
torno  del  toldo,  se  van  acumulando  los  desechos  y  cuando 
la  infección  amenaza  sofocar  á  sus  habitantes,  se  traslada 
á  una  cuadra  ó  una  legua  mas  allá. 

Traía  intrigados  á  los  naturalistas  norte-americanos;  la 
presencia  de  sotillos  (groves)  de  vejetacion  frondosa  y  fru- 
tal. Descubrióse  al  fin,  que  eran  reproducción  de  semillas 
de  frutas  que  comieron  en  torno  de  sus  toldos,  antiguos 
salvajes,  y  que  fecundó  aquel  himno  que  las  rodeaba.  Una 
municipalidad  de  Madrid,  por  lo  que  respecta  á  otro  de 
nuestros  abolengos,  se  opuso,  el  siglo  pasado,  á.  que  se 
sacasen  las  colinas  de  basuras  que  se  acumulaban  en  la 
real  Villa,  por  hallarlas  necesarias  á  la  salud  pública. 

Mucho  de  lo  uno  y  de  lo  otro  conservamos,  y  por  hoy  nos 
duele  pagar  cuanto  cuesta  ser  aseados,  seguros  y  sanos. 

Un  impuesto  sobre  el  aire?  Parece  broma,  se  paga  en 
Londres  y  París,  y  en  todas  las  grandes  y  pequeñas  ciuda* 
des,  por  cada  puerta  y  por  cada  ventana  por  donde  el  pro- 
pietario se  permite  usar  de  la  luz  y  del  aire,  para  respirarlo; 
aire  que  cuesta  enormemente,  sin  embargo,  mantener  puro 
de  miasmas  infectos,  y  de  olores  nauseabundos;  luz  que 
es  preciso  procurarse  mediante  el  ensanche  de  las  calles,  y 
de  noche  por  una  red  de  arterias  ocultas,  que  la  distribuyen 
por  toda  la  grande  ciudad. 

Un  impuesto  sobre  el  vino,  los  licores,  los  alimentos? 

¿Qué  es  el  Octroiáe  Paris  y  de  todas  las  grandes  ciuda- 
des? Una  barrera  que  rodea  y  aisla  una  ciudad  del  resto 
del  país.  Para  entrar  en  ella,  hay  que  hacerlo  por  las 
puertas  permitidas,  donde  estacionan  día  y  noche  esbirros 
que  registran  todo  lo  que  se  introduce,  y  en  caso  de  sospe- 
cha vehemente,  á  las  mujeres,  á  fln  de  asegurarse  que 
ningún  licor  ó  alimento  se  introduce  en  la  ciudad,  sin 
pagar  el  Odroij  impuesto  que  hace,  sobre  los  vinos  por 
ejemplo,  el  raro  efecto   de   que   los   franceses    vengan   á 


PROGRESOS  QBNBRALBS  97 

Buenos  Airosa  beber  barato  el  Burdeos  que  en  Paris  les 
cuesta  tres  francos  mas  la  botella. 

Se  paga,  pues,  por  todo  lo  que  se  usa,  se  necesita,  se 
come,  se  bebe,  se  respira,  mal  que  quieran  disimularlo 
los  extranjeros  que  se  hacen  aquí  los  inocentes  cuando 
se  habla  de  impuestos,  ¿olvidan  que  no  se  puede  tener 
perro  sin  pagar  patente?  que  los  coches  la  pagan,  y  que 
nada  se  usa  sin  dar  lugar  á,  un  impuesto? 

París  se  impone  asi  cientos  de  millones  de  francos  anua- 
les, no  solo   para  proveer  á  sus  enormes  gastos  anuales, 
sino  para  pagar  el  interés  de  los  cientos  de  millones  que 
toma  por  empréstitos,  para  embellecer  la  ciudad,  levantar 
monumentos  grandiosos,   abrir  boulevares  que  rodean   y 
cruzan  la  gran  ciudad  en  todas  direcciones,  erigir  teatros 
como  la  Grande  Opera,  que  cuesta  setenta  millones,  todo 
para  hacer  de  aquella  ciudad  el  centro  de  atracción  de  los 
viajeros  de  todo  el  mundo;  especulación  admirable  y  coro- 
nada del  mas  feUz  éxito,  pues  gracias  á  sus  placeres,  sus 
artes,  sus  monumentos,  sus  teatros,  sus  fiestas,  sus  modas 
y   buen   gusto,  los  ricos  de  todos  los  pueblos  civilizados, 
acuden  seducidos  por  tantos  atractivos,  á  gastar  los  millo- 
nes que  han  acumulado  en  largos  años  de  trabajo;  y   no 
solo  alimentan  su  lujo,  sus  vicios,  sus  industrias,  y  pagan 
esos  mismos  monumentos  y  goces   que   los  atraen,  sino 
que  se  fijan  por  centenares  anualmente,  los  egoístas  y  mi- 
llonarios^ haciendo  así  adquirir  á  la  Francia  los  caudales 
desús  nuevos  huéspedes,  que  cuentan  en  adelante  como 
parte  de  la  riqueza  de  la  Francia.  Atraer  á  los  extranjeros, 
es  una  industria  parisiense,  la  mas  productiva  de   todas, 
pues  se  cria  cientos  de  miles  de  consumidores  ricos,  ^ue 
no  se  paran  en  gastos,  porque  á  gastar  van,  y  que  no  son 
todos  acaudalados  é  improduotores,  sino  es  del  dinero  que 
van  disipando  poco  á  poco  ó  en  sumas  enormes,  que  ali- 
mentan las  artes  de  ornato  y  de  lujo. 

Una  de  las  nuevas  fuentes  de  renta  que  han  añadido 
las  cámaras  francesas,  á  mas  de  la  régie  sobre  el  tabaco, 
es  el  nuevo  impuesto  sobre  los  fósforos. 

iQué  dirían  nuestros  alarmistas,  si  se  impusiera  un  cen- 
tavo por  cada  caja  de  fósforos,  sobre  todo  si  es  de  cera  I 

El  erario  adquiriría  millones  y  acaso  se  economizarían 

Tomo  xu.— 7 


9R  OBRAM    UK   HAKMIRNTO 

otros  tantos,  los  particulares,  usándolos  de  madera  ó  de 
calidades  mas  económicas.  Ignora  el  público  que  Buenos 
Aires  es  el  pueblo  de  la  tierra  que  consume  mas  fósforos, 
y  de  calidad  mas  costosa? 

El  paisano  y  el  elegante  de  la  ciudad,  la  cocinera  y  el 
rico  comerciante,  todos  consumen  fósforos  de  cerilla,  que 
son  construidos  en  Marsella  y  Turín,  para  el  consumo  de 
Buenos  Aires,  casi  esclusivamente,  y  para  algunas  gentes 
acomodadas  de  Europa. 

^  Hace  diez  años  no  eran  conocidos  los  fósforos  de  cera  en 
los  Estados  Unidos,  sirviéndose  de  los  manufacturados  en 
Boston,  de  palillos,  gracias  á  las  vigas  de  pino  seco,  que 
desde  cien  años  proveen  las  casas  antiguas  demolidas. 

Dejémonos,  pues,  de  lamentarnos  por  los  impuestos  que 
impone  la  vida  en  las  grandes  ciudades.  Por  no  haberlos 
pagado  veinte  años  antes,  la  ciudad  ha  sido  castigada  con 
el  cólera  y  la  fiebre  amarilla. 

Cada  robo  que  se  comete  impunemente,  cada  vida  inmo- 
lada, cada  carruaje  destruido,  cada  enfermedad  epidémica, 
están  cobrando  los  impuestos  que  no  queremos  pagar  al 
recaudador,  y  hay  padre  que  consiente  en  dar  un  hijo  por 
contribución,  antes  que  un  peso  de  impuestos. 

Ll  SUSCRiCIOR  NACIONAL 

{Bl  Natúmaí^  Octubre  »  de  I878.> 

La  ejecución  de  dos  proyectos  de  mejora,  depende  de) 
éxito  completo  de  la  suscricion,  que  les  sirve  de  base  en 
la  misma  ley  que  los  decreta.  Hablamos  de  la  seguridad 
de  la  frontera,  y  la  terminación  de  los  trabajos  del  puerto 
del  Riachuelo.  Las  recientes  victorias  sobre  los  indios,  y 
la  entrada  de  un  buque,  con  destino  directo  de  Europa  al 
puerto  de  Barracas,  habrían  hecho  subir  las  acciones  de 
empresas,  ya  realizadas,  y  cuyo  valor  dependiese  del  éxito 
de  la  obra  emprendida,  como  los  fondos  públicos  siguen  las 
peripecias  porque  atraviesa  el  crédito  de  una  nación,  según 
que  los  sucesos  le  sean  favorables  ó  adversos. 

Para  exitar  á  formar  acciones  en  las  empresas  de  ferino- 
carriles,  se  principia  por  hacer  el  cálculo  de  los  productos 
futuros  del  pais  que  atravesará. 


PROGRESOS  GENERALES  09 

En  el  proyecto  de  snscrícion,  hay  el  hecho  de  existir 
ya  el  puerto  á  que  se  consagra,  y  solo  se  necesita  ensan- 
charlo, para  hacerlo  completamente  productivo.  En  el  de 
traslación  de  la  frontera  al  pío  Negro,  el  Ministerio  de  la 
Guerra  principia  por  desembarazar  de  salvajes  el  país  in- 
termediario, según  la  serie  de  ¡)artes  de  recientes  victorias 
que  se  han  publicado.  La  obra,  está,  pues,  por  mitad  eje- 
cutada. 

Mas  la  suscricion  tiene  base  mas  sólida,  que  la  perspec- 
tiva de  éxito  ñnal  que  aquellas  felices  anticipaciones 
ofrezcan.  La  indicación  primera  de  levantar  una  suscri- 
cion garantida  con  tierras  públicas  de  las  que  se  habrían 
de  asegurarse  dentro  de  líneas  de  frontera,  vino  expontá- 
neamente  de  varios  capitalistas,  y  el  Ministro  de  Hacienda 
dio  las  indicaciones  que  se  harían  respecto  á  la  forma  que 
en  la  ley  garante  los  capitales,  del  modo  mas  eficaz.  Hay, 
si  puede  decirse,  á  mas  del  interés,  hipotecas  de  tierras  y 
amortización  rápida. 

No  es,  sin  embargo,  de  las  ventajas  que  la  ley  ofrece 
á  los  suscritores,  de  lo  que  quisiéramos  ocuparnos,  .sino 
del  ensayo  que  vá  á  hacerse  de  este  sistema  de  emprés- 
titos internos,  mejor  garantidos,  es  verdad,  que  los  ex- 
ternos. 

El  empréstito  popular  de  la  Provincia  de  Buenos  Aires, 
se  ha  realizado  en  las  mejores  condiciones,  sin  ser,  sin 
embargo,  popular,  puesto  que  una  casa  fuerte  lo  ha  toma- 
do por  su  cuenta.  Llámanse  suscriciones  nacionales  aque- 
llas en  que  gran  número  de  personas  toman  acciones; 
tales  como  el  famoso  empréstito  para  el  rescate  de  guerra 
de  la  Francia,  que  cuan  grande  era,  encontró  accionistas, 
y  suscritores  en  todas  las  clases  de  la  sociedad. 

No  debemos  disimularnos  que  estamos  poco  habituados 
á  dar  al  capitaj  sobrante  empleo  en  las  obras  públicas, 
aun  en  aquellas  de  mas  saneado  interés.  Las  gentes  que 
reciben  de  sus  lanas  y  cueros  gruesas  sumas,  construyen 
con  ellas  casas  de  alquiler  en  la  ciudad  capital,  único  me- 
dio de  inversión  conocido  de  los  que  no  hacen  el  comercio. 
Estos  edificios  son  verdaderas  cajas  de  ahorro,  se  edifica 
para  asegurar  el  capital  y  obtener  renta,  cosa  que  no  siem- 
pre se  consigue. 

El  ferrocarril  del  Oeste  vino  á  ser  del  Estado,  por  la  im- 


100 


OBRAS  DB   SARMIENTO 


l'\ 


posibilidad  de  encontrar  acciones  entre  los  vecinos,  ni  aun 
para  su  primitiva  extensión,  que  era  limitada. 

Pocos  negocios  por  acciones  se  han  presentado  en  esta 
parte  de  América,  tan  productivos  como  aquel.  La  empresa 
del  gas  renovó  por  varios  años  letras  por  seis  millones  en 
el  Banco,  por  no  encontrar  quien  suscribiese  las  acciones 
que  representaban  aquella  suma,  hasta  que  con  los  pro- 
ductos y  utilidades  mismas  de  la  empresa  se  amortizó 
aquella  deuda. 

Es  de  esperarse  que  la  suscricion  proyectada,  sea  pronta 
y  fácilmente  suscrita  por  los  grandes  capitalistas.  Muchos 
de  los  que  indicaron  este  medio,  forman  parte  de  la  comi- 
sión nombrada  para  promoverla,  y  son  tan  obvias  sus  ven- 
tajas, y  tan  incuestionables  las  garantías  que  las  aseguran, 
que  si  hubiese  solo  de  consultarse  el  interés  propio,  los 
miembros  de  la  comisión  solos  bastarían  para  suscribirla, 
como  sucedió  en  Copiapó,  con  el  primer  ferrocarril  proyec- 
'tado  en  esta  parte  de  América.  Las  acciones  por  tres  mi- 
llones fueron  suscritas  en  media  hora,,  y  sin  salir  del 
recinto  donde  se  reunieron   los  promotores  de  la  empresa. 

Lo  que  hubiéramos  deseado,  es  que  siendo  cuatro  mil  las 
acciones  que  habrán  de  emitirse,  por  valor  de  cuatrocientos 
pesos  cada  una,  fuesen  estas  suscritas  por  otros  tantos 
accionistas,  á  ñn  de  que  entrase  en  nuestras  costumbres  el 
hábito  de  tomar  acciones  en  las  grandes  empresas,  que 
como  estas,  ofrecen  seguridades  de  provecho. 

El  Banco  ha  sido  forzado  á-  dar  fondos  para  la  construc- 
ción de  los  ferrocarriles  internos  de  Buenos  Aires,  por  no 
presentarse  el  capital  individual  bascando  empleo  lucra- 
tivo, en  empresas  de  conocida  y  calculable  utilidad.  Acaso 
se  necesitó  el  lapso  de  algunos  años,  y  él  espectáculo  del 
éxito,  para  preparar  la  opinión,  pues  en  los  comienzos  del 
ferrocarril  del  Oeste,  mas  se  miraba  la  tentativa  como  obra 
patriótica  que  como  empresa  de  negocio  y  colocación  de 
capitales. 

£n  la  suscricion  actual  median  estímulos  mas  seguros. 
Puede  decirse  que  tienen  por  seguridad  lo  ya  avanzado  de 
la  obra  y  la  necesidad  de  conservarla.  Hay  la  tierra  que 
representa  con  demasía  el  valor  de  las  acciones  y  la  exten* 
sioD  de  esa  área,  no  es  solo  la  de  las  cuatro  mil  leguas 
reservadas  sino  toda  la  estension  de  país  que  ha  de  quedar 


PROGRESOS  GENERALES  101 

necesariamente  asegurada.  Hay  adennas  la  que  ya  lo  estaba 
de  antemano,  con  las  nuevas  líneas  de  frontera,  pues,  los 
valores  que  estas  tierras  adquieren,  van  á  reíluir  sobre  el 
aumento  de  valor  de  las  primeras.  Los  que  ya  poseen 
terrenos  fronterizos,  del  lado  interior  de  las  actuales  lineas, 
ganarán  mayor  valor  en  sus  actuales  posesiones,  con  solo 
hacer  que  la  frontera  se  aleje  y  ponga  mas  zonas  de  terri- 
torio bajo  las  nuevas  líneas  de  defensa. 

Los  estancieros  pueden  decir  que  con  solo  suscribir  accio- 
nes, están  resarcidos  con  usura,  por  el  alejamiento  inme- 
diato y  la  extinción  de  la  causa  del  peligro,  en  un  periodo 
masó  menos  largo;  pero  para  los  que  ocupan  la  parte  ya 
poblada,  desaparecen  virtualmente,  desde  que  las  tribus 
salvajes  sean  debilitadas,  sometidas  ó  alejadas  á  tales  dis- 
tancias, que  sus  incursiones  sean  imposibles  ó  de  rara 
ocurrencia. 

Desde  la  invasión  grande,  con  apariencias  de  guerra,  que 
hizo  Calfucurá,  poco  antes  de  morir,  y  que  fué  desbaratada 
en  1874,  los  indios  no  han  intentado  después  un  ataque 
serio',  aun  habiendo  vuelto,  por  rebelión^  á  la  vida  salvaje, 
los  mansos  de  Catriel  que  representaban  algunos  centenares 
.  de  lanzas. 

Lo  que  hemos  tenido,  desde  entonces,  acá,  son  malones  de 
pequeñas  partidas,  huyendo  del  combate,  y  solo  arrastrando 
tras  si  yeguas,  por  prestarse  mejor  á  la  fuga  rápida,  que  es 
el  plan  de  campaña  de  estas  incursiones.  Sumados  todos 
los  ganados  arrebatados  en  estos  últimos  años,  no  alcan- 
zarían á  pagar  el  costo  de  un  regimiento  de  caballería  de 
la  frontera. 

Las  grandes  y  frecuentes  pérdidas  de  hombres  de  pelea 
experimentadas  por  los  indios  en  los  combates,  la  irrepa- 
rable pérdida  de  las  chusmas,  que  es  peor  que  la  destruc- 
ción de  la  ciudad  en  los  países  civilizados,  pues  estingue 
para  siempre  la  tribu,  han  dejado  casi  resuelto  el  problema, 
y  débese  al  Ministro  de  la  Guerra,  el  haber  sabido  aprove- 
char el  momento  crítico,  diremos  asi,  de  la  decadencia, 
para  acelerar  la  destrucción  ó  el  sentimiento  ñnal  de  tri- 
bu*^ demasiado  débiles  yapara  invadir,  y  demasiado  ra- 
leadas y  empobrecidas  para  hacer  frente  siquiera  é  intentar 
resistir. 

La  idea  de  un  supromo  esfuerzo,  y  de  una  acción  rápida, 


102  OBRAS   Db  SARMIENTO 

es  portante,  lo  que  la  prudencia  aconseja,  y  lo  que  hará 
eficaz  la  pronta  suscricion  del  capital  requerido  para  11^ 
vario  á  cabo. 

Sobre  la  terminación  de  la  canalización  del  Riachuelo, 
apenas  es  necesario  detenerse.  Con  solo  construirse  allí 
un  abrigo  para  las  naves  menores,  en  los  días  de  borrasca, 
se  habría  dado  un.  gran  paso.  La  falta  de  seguridad  de 
un  puerto,  dispersa  el  comercio  de  cabotage,  no  solo  en 
varios  puntos  de  nuestras  costas,  sino  en  las  opuestas  del 
río,  haciendo,  por  decirlo  asi,  extranjero  nuestro  propio 
comercio. 

Trátase  de  acometer  por  empresarios  particulares  la  cons- 
trucción de  diques  que  encierren  un  puerto  frente  á  Bue- 
nos Aires,  y  de  lo  que  ya  se  han  levantado  planos,  pués- 
tose  en  exhibición  modelos  y  hóchose  propuestas. 

Pero  para  ancladero  de  lanchas  y  buques  como  los  que 
frecuentan  estas  costas,  nunca  habrá  obras  realizables  en 
corto  tiempo,  suficientes  para  proveerlo.  El  Riachuelo 
tendrá  en  todos  tiempos  su  importancia  especial,  sino 
puede  satisfacer  á  todas  las  necesidades. 

EXHIBICIÓN  DE  HORTICULTURA 

El  domingo,  día  en  que  habrá  de  cerrarse,  estará  como 
*el  de  apertura,  pues  se  relevarán  las  flores  y  las  bou- 
quets. 

Es  de  sentirse,  que  no  haya  concurrido  mayor  número 
de  gentes,  á  gozarse  con  el  espectáculo  de  tan  bellas  plan- 
tas, de  tan  variadas  y  completas  colecciones  y  tantos  obje- 
tos de  arte  exhibidos. 

Los  que  han  asistido  á  exhibiciones  del  género,  en  otros 
países,  aseguran,  que  ni  en  gusto  ni  en  variedad,  aunque 
en  cantidad  y  riqueza  le  excedan,  tendría  esta  exhibición 
que  apocarse,  trasladada  á  otro  pais. 

El  inmenso  galpón  de  zinc  corrugado,  que  cubre  el  local, 
-y  que  fué  hecho  para  depósito  de  materiales  de  las  aguas 
corrientes,  ofrece  un  local  como  pocas  veces  se  encuentra 
de  antemano  preparado. 

Sabemos  que  lo  aprovecharán  para  una  exhibion  de  fru- 
tas y  flores  en  el  otoño,  y  de  seguro  que  habrá  que  admi- 
rar, conociendo  entonce,  cuánta  es  fa  variedad  de  frutas 


y  como  ha  mejorado  e 
bran  ahora  laspreciosi 
materia  de  horticultuí 

La  distribución  de  p 
reunirá  mayor  concun 
sistentes,  siquiera  se 
fícas  flores  de  la  est 
de  ver. 

Debe  hacerse  una  rif 
ornato  y  de  ñores  en 
hallarán  ocasiou  de  lie 
liantes  de  nuestra  jard 

Vasos,  jarrones  y  mi 
dos  para  ornato  del  va; 
el  buen  gusto  y  como 
adquisiciones  que,  coir 
están  hechas  para  em 

La  agricultura  de  oi 
estas  exposiciones,  á 
hemos  oido  con  placer, 
que  las  flores  sobreabí 
alrededores  y  que  los 
tamaño,  variedad  de 
en  Europa. 

RESGU 

El  señor  Ministro  de 
los  empleados  de  Adua 
de  pasajeros  que  deset 
é  intimen  con  cortesía 
rren  introduciendo  en 
pagar  derechos. 

Muy  grande  es  el  dei 
con  el  abuso  de  confían 
nos  de  la  coitesia  que 
pajes,  para  introducir  n 

La  Aduana  no  ha  | 
introducidas  e)  pasado 
derecho,  lo  que  no  prt 
otros  objetos  de  lujo. 


v- 


104  OBKA»    l>K   8AKMIBNTO 

Hasta  los  baúles  de  los  emigrantes  suelen  servir  de  pase 
á  las  facturas  de  encajes  y  bordados. 

Sugeriremos  el  expediente  de  que  en  otras  aduanas  de 
América  se  valen,  para  parar  en  lo  posible  á  mal  que 
parece  inevitable,  si  como  en  el  Brasil»  Francia  y  otras 
partes,  no  se  hacen   pesquizas  formales. 

Al  desembarcar  los  pasajeros  y  entrar  con  sus  equipajes 
en  el  Resguardo,  encuentran  en  hojas  sueltas  y  en  varias 
lenguas,  una    prevención    á  ellos  dirigida,   informándoles, 
V  que  todo  objeto  que  no  haya  sido  usado,  y  sea  materia  de 

comercio  y  pague  derechos,  deberá  ser  alli  denunciado  y 
presentado  al  funcionario  por  el  introductor,  pudiendo 
pagnr  allí  mismo  el  derecho  y  que  los  que  no  fuesen  denun- 
ciados, caerán  en  comiso,  pagando  ademas  el  derecho. 

Notificados  así  los  pasajeros,  solo  los  intencionalmente 
contrabandistas  arrostran  el  peligro  de  ser  descubiertos, 
en  flagrante  desfalco,  y  los  que  se  han  prestado  á  ocultar 
objetos  ágenos,  no  se  prestan  á  ello. 

En  seguida,  el  empleado  ó  empleados  proceden  á  registrar 
cuatro  ó  seis  baúles  ú  otras  malas  á  su  discreción,  y  en 
conciencia,  y  con  esto  quedan  todos  bajo  la  responsabilidad 
de  sus  actos. 

Este  sistema  ha  producido  excelentes  resultados,  donde 
se  aplica  sin   desnaturalizarlo 

VALORZACION  DEL  PAPEL  MONEDA 

(Bl  Saeional,  Noviembre  SO  de  1878.) 

Si  no  esperamos  que  el  papel  moneda  se  acredite,  á  causa 
de  las  conferencias  provocadas  por  el  Ministro  de  Hacienda, 
para  valorizarlo,  como  se  dice,  contamos  con  que  algo  ha  de 
ganarse,  dando  ocasión  á  estudios  que  señalen  Jas  causas 
de  su  depreciación.  ¿  Cuánta  es  la  suma  de  los  billetes  en 
circulación?-  ¿Cuáles  son  las  transacciones  que  se  hacen 
en  papel,  y  cuáles  las  que  solo  admiten  como  intermediario 
el  oro?  ¿Cuánto  oro  se  extrae,  por  obligaciones  contraidas? 
¿Cuántas  son  las  clases  y  las  cantidades  de  otros  papeles  de 
crédito  que  suplen  al  papel  y  al  oro  en  traspasos  y  tran- 
sacciones? 

Es  indudable  que  cuando  una  moneda  es  fiduciaria  no 


PH00RB80S  GENERALES  105 

inspira  confíanza  hasta  conservar  una  relación  Oja  con  la 
moneda  metálica  y  el  oro,  que  es  de  un  valor  real,  se  esconde, 
lo  que  precipita  la  depreciación.  La  introducción  de  cheques 
en  el  clearing  hause^  es  aumentar  los  diversos  medios  de 
hacer  transacciones  y  por  tanto  excluir  al  papel  de  una 
parte  de  su  empleo  diario.  Los  cheques  son  otra  clase  de 
papel  de  crédito,  aun  que  no  tengan  sino  un  valor  momen- 
táneo. 

Todas  estas  cuestiones  deben  ser  examinadas,  y  no  duda- 
mos que  hayan  nacionales  y  extranjeros,  capaces  de  sumis- 
trar  datos,  y  averiguar  aproximativamente  la  verdad. 

Si  no  se  quema  una  porción  de  papel  emitido  según 
estaba  acordado,  no  perderá  el  crédito  el  Gobierno  ó  el 
Banco,  por  falta  de  conñanza;  pero  como  no  debieron 
seguir  y  siguen  circulando  los  cien  millones  que  no  se 
extinguen,  disminuye  en  proporción  el  valor  de  los  otros 
millones  que  estaban  en  circulación,  con  lo  que  cada  peso 
experimenta  la  disminución  de  valor  de  la  mayor  surqa  de 
la  circulación,  sobre  las  necesidades  de  numerario. 

Ahora,  si  una  plaza  de  comercio,  á  un  centro  do  industria 
limitada  al  consumo  y  sin  exportación,  á  una  ganadería 
entablada  y  poco  necesitada  de  dinero  para  nuevas  empre- 
sas ó  mejoras  intrínseca,  se  le  dota  con  oro,  con  papel 
moneda,  hipotecario,  fondos  públicos»  billetes  de  tesorería, 
cheques,  y  Dios  sabe  que  mas  monedas  ó  sus  representantes 
para  las  transacciones,  no  será  estráño,  que  habiendo  mas 
medios  circulantes  que  transacciones  necesarias,  el  hilo  se 
corte  por  lo  mas  delgado,  y  el  papel  moneda,  que  es  el 
menos  garantido,  se  desvalore. 

Faltando  ocupación  para  tantos  valores  en  circulación,  y 
obrando  todos  ó  casi  todos  sobre  una  reducida  población, 
como  es  la  de  la  ciudad  de  Buenos  Aires,  el  capital  se  ha 
de  inventar  transaccioiíes  artificiales,  y  el  agio  de  la  Bolsa 
dará  ocupación  á  los  millones  sobrantes. 

Hay  ciertos  hechos  que  toman  la  forma  de  dogmas,  y 
que  nadie  se  atreve  á  examinarlos,  por  temor  de  pasar 
plaza  de  herejes. 

La  forma  de  gobierno  es  uno  de  ellos. 

Tenemos  dos  órdenes  de  justicia,  dos  órdenes  de  Congre- 
sos, dos  órdenes  de  contadurías  y  administraciones,  para 
una  pobre  ciudad,  que  gobernaría  una  municipalidad  como 


IGd  0BKA8   DE  SAKMIKNTO 

la  de  Broockling,  con  medio  millón  de  habitantes,  ó  la  de 
Piladelfia,  con  660.000. 

Tenemos  un  Banco  Nacional,  con  el  nombre  de  Banco 
de  la.  Provincia,  con  una  Legislatura  que  regla  sus  movi- 
mientos^ que  ordena  dar  crédito  ár  esto,  negarlo  á.  aquello» 
que  permuta  deudas,  que  extrae  fondos  por  cientos  de 
millones;  y  en  seguida  se  reúnen  comisiones  para  dar  va- 
lor al  papel,  es  decir,  para  hacer  que  el  público  tenga  con- 
fianza de  que  la  Legislatura  de  hoy  ó  de  mañana,  no 
meterá  la  mano  en  aquella  arca  santa  de  la  confianza.  Los 
directores  del  Banco  han  dirigido  durante  veinte  años  el 
movimiento  de  los  caudales,  y  aunque  hayan  millones 
que  no  responden  cuando  son  llamados  á  cuenta,  es  auto 
de  fe  asegurar  y  creer  que  los  pasados,  futuros  y  presen- 
tes administradores  (han  debido  pasar  de  ciento)  no  han 
errado  nunca,  ya  que  es  justicia  que  deberán  hacerle  que 
otros  cargos,  sino  fuese  el  favor  mal  aconsejado,  son  inad- 
misibles. 

¿No  sería  esta  la  ocasión  de  tratar  en  esas  reuniones, 
y  sin  espíritu  de  secta,  de  partido,  de  provincia,  y  ni  si- 
quiera de  nación,  pues  se  trata  del  interés  del  comercio  y 
de  la  industria,  que  se  examinaren  estas  cuestiones  fun- 
damentales? Con  la  experiencia  de  tantos  años,  con  los 
hechos  reales  del  empleo  dado  á  capitales  del  Banco,  fuera 
de  operaciones  bancarias,  con  las  emisiones,  leyes  cum* 
plidas  por  un  lado,  mal  observadas  por  otro,  y  el  resul- 
tado práctico,  que  es  el  descrédito  del  papel;  no  sería  de 
preguntarse,  ¿es  posible  la  existencia  de  un  Banco,  cuyos 
dueños  en  definitiva  sean  unas  Cámaras  irresponsables, 
que  no  son  banqueras,  y  cuyo  administrador  sea  un  direc- 
torio que  no  es  dueño  de  lo  que  administra,  ni  de  su  vo- 
luntad siquiera,  para  no  entrar  en  transacciones  que  saben 
no  convenir  al  negocio  de  Banco,  que  es  guardar  y  ganar 
dinero. 

Hacemos  estas  simples  indicaciones,  sin  partí  pris^  y  como 
medios  de  valorizar  el  papel^  si  se  descubre  la  causa  ó  las 
muchas  causas  y  con  causas  que  contribuyen  á  desvalori- 
zarlo, de  día  en  día.  Hasta  las  fluctuaciones  de  la  opinión, 
sobre  lo  que  sucederá  en  el  Entre  Ríos,  tienen,  como  se 
sabe,  influencia  en  el  valor  relativo  del  papel. 


PROOKBSOH  GBNBKALE8  107 


LA  VALORIZACIÓN  DEL   PAPEL 

POR  EL  DESCRÉDITO  DE  LOS  GOBIERNOS 

{El  Nacional,  Noviembre  2t  de  i879.) 

Decíamos  que  algo  útil  debía  salir  de  aquellas  conferen- 
cias, aun  cuando  no  fuera  mas  que  dar  pábulo  á  las  habla- 
durías de  los  diarios. 

Con  motivo  de  cualquier  incidente,  se  pone  en  claro  la 
situación  de  los  ánimos. 

El  papel  moneda  se  desmonetiza.  ¿Cuál  será  la  causa? 
Claro  está,  dice  uno,  que  porque  no  ha  pagado  dos  trimes- 
tres el  Gobierno  Nacional.  Sí  es  porque  el  de  la  Provincia 
ha  distraído  cuatrocientos  millones' del  giro  del  Bancot 

El  primero  ha  inmovilizado  tanto,  el  segundo  ha  sacado 
distraído  sin  ánimo  de  devolución,  tantos  y  tantos  millo- 
nes, etc.,  etc. 

A  nosotros,  nos  ocurre  una  idea  simplísima.  Habiendo 
para  dar,  en  pago  de  lo  que  queremos  adquirir,  tantos 
millones  en  papel  moneda,  pudiera  suceder  que  la  masa 
de  las  transacciones,  á  que  la  propiedad  ó  el  cambio  se 
presentan,  no  ,pueda  ocuparse  todo  el  medio  circulante. 
Entonces,  el  papel  bajará,  para  dar  en  cambio  de  un  objeto 
mayores  cifras  nomigales. 

Si  el  papel  fuese  exportable,  se  iría  á  otra  parte  el  sobrante 
á  buscar  empleo. 

Pero  sucede  que,  á  mas  del  papel,  circula  oro  en  ciertas 
transacciones.    Menos  uso  del  papel. 

Billetes  de  tesorería,  cédulas  hipotecarías,  fondos  públi- 
cos, municipales,  cheques,  y  todo  linaje  de  papeles  de  cré- 
dito, con  que  se  compran  cosas. 

El  papel  bajará  tanto,  cuanto  menos  sea  requerido,  y 
dada  la  enorme  suma  de  valores  ñduciarios  al  portador,  lo 
que  los  constituye  moneda  de  cambio,  es  admirable  la 
consistencia  y  crédito  del  papel,  que  vive  y  resiste  al  com- 
bate de  la  especulación  de  la  Bolsa,  y  de  las  malas  lenguas, 
que  quieren  matarlo  á  fuerza  de  cariños. 

Remedio  á  tan  grave  mal.    Crestr  dos  mil  millones  mas 


108  OBRAS   Om  SAHMIKNTO 

de  riqueza,  consumo,  propiedad,  á  fin    de  que  se    requiera 
mas  papel  para  el  intercambio  y  traasaccionea. 

No  pudiendo  hacerse  esto,  por  lo  pronto,  habiendo  sobre 
todo  un  grande  interés  en  que  se  produzca  ó  una  invasión 
en  el  Entre  Ríos,  ó  una  guerra  exterior,  debe  principiarse 
por  disminuirlos  gastos  de  los  particulares  (aconsejado  en 
Elstados  Unidos  é  Inglaterra),  y  los  de  las  administraciones 
públicas.  Hecho  lo  cual,  deben  im{>onerse  al  pueblo  contri- 
buciones, para  que  pague  honradamente  lo  que  gasta 
en  tener  malos  gobiernos.  Esto  es  lo  que  se  hace  en  todas 
partes. 

En  los  Estados  Unidos,  que  pagaban  en  contribuciones 
ochenta  millones,  antes  de  la  guerra  de  secesión,  pagan 
hoy  trescientos  millones,  no  solo  para  pagar  los  intereses 
de  la  deuda,  sino  para  amortizarla,  con  lo  que  ya  la  han  dis- 
minuido de  quinientos  millones,  en  pocos  años. 

La  Inglaterra  se  ha  contentado  con  no  pagar  la  deuda, 
haciendo  del  escaso  interés  que  abona,  la  mayor  seguridad 
dada  á  la  colocación  de  capitales  inactivos. 

La  Francia,  que  es  la  nación  mas  recargada  de  deuda,  no 
solo  hace  frente  al  pago  de  los  intereses  y  á  la  administra- 
ción de  su  oneroso  gobierno,  con  seiscientos  mil  soldados  y 
marina,  y  el  material  de  guerra  renovado  mas  formidable, 
sino  que  tiene  sobrantes,  en  lugar  de  déficit  anual,  gracias 
á  la  honradez  del  pueblo  contribuyente,  que  no  entiende, 
como  el  de  nuestros  diarios,  que  el  gobierno  se  las  avenga 
como  pueda,  no  dándole  contribuciones,  ni  queriendo  que 
use  del  crédito,  que  él  se  reserva  para  vivir  en  palacios, 
arrastrar  coche  y  asistir  á  teatros,  carreras,  beneficios,  ex- 
posiciones y  fomentar  desórdenes,  guerras,  etc.,  etc.,  por  su 
intemperancia* 

Si  hay  déficit,  se  pide  prestado,  y  tenemos  por  fortuna 
un  Banco,  blando  de  corazón,  y  con  corazón,  lo  que  es  in- 
vención de  nuestra  sapiencia,  que  presta  á  gobiernos,  si  la 
Legislatura,  que  no  es  un  ser  humano  sino  una  sensitiva, 
se  enternece,  en  vista  de  lo  que  le  muestran,  de  angustiado 
lacrimoso. 

Este  mal  tiene  también  su  remedio,  y  es  constituir  Un 
Banco  de  crédito  para  descrédito  de  ios  gobiernosl 

Esto  es  lo  que  aconseja'el  buen  sentido,  por  medio  de  los 


PROGRESOS  QBNBHALBS  109 

órg«no8  mas  acreditados  déla  prensa  liberal,  economista,  y 
sobre  todo  patriota! 

No  se  impongan  contribuciones  para  cubrir  los  gastos 
públicos,  ni  se  le  abran  ai  gobierno  las  puertas  del  crédito 
y  seremos  salvos. 

El  primer  tuno  que  ofrezca  una  ñrma,  obtendrá  cuantos 
millones  pida  al  Banco,  y  ya  hay  de  ellos  unos  pobres  diez 
millones  de  fuertes,  no  solo  paralizados,  sino,  sino.««.apun- 
tadóé  en  el  agua;  pero  si  los  gobiernos,  en  nombre  de  las 
necesidades  de  todos,  de  las  calaveradas  de  todos^  de  la 
incapacidad  administrativa  de  todos,  dijese,  como  Chile 
donde  quiera  que  haya  deudas  contraídas;  necesito  ó  au- 
mento de  rentas,  ó  crédito, — se  le  contestará,  lo  que  se  pro- 
pone ya:  Para  todos,  nación  ó  provincia  nada. 

¿Y  cómo  se  hace  el  milagro? 

Creando  un  Directorio  independiente  de  legislaturas  y 
gobiernos. 

En  ese  punto  estamos  de  acuerdo.  ¿Quién  crea  el  Direc- 
torio? Y  una  vez  creada  esta  locomotiva,  y  abandonada  á 
sus  propios  impulsos,  ¿quién  lo  contiene? 

Convendría  ponerle  un  Directorio,  responsable  de  las  pér- 
didas que  sus  errores,  predilecciones,  favores,  etc.,  acarrea- 
ran. Si  no  se  hace  esto«  se  creará  una  dictadura,  á  papel  ó 
á  oro,  peor  mil  veces  que  las  políticas. 

Jackson,  en  los  Estados  Unidos,  se  puso  delante  de  una 
locomotiva  semejante,  y  logró  contenerla,  destruyéndola. 

Como  se  hace  el  milagro? 

Colocando  el  Banco  bajo  las  condiciones  de  todo  banco, 
con  un  Directorio  de  sus  propios  negocios,  perdiendo  sus 
miembros,  ó  ganando,  según  que  el  Banco  pierde  ó  gana. 

Entonces,  el  Banco  no  será  político,  ni  filántropo,  ni  obrero 
público,  ni  nacional,  ni  provincial.  Será  extranjero  á  toda 
cosa  que  no  sea  su  interés,  y  entonces  dará  á  los  gobier- 
nos bien  garantidos,  con  menor  premio  que  á  los  particu- 
lares, sin  ser  conjpulsado  á  ello,  y  solo  por  su  interés  bien 
entendido.  Un  Banco  de  Gobierno,  con  exclusión  de  los 
gobiernos,  es  una  invención. 


lio  0BRA8  DE  8ARMIBNT0 


EL  lAL  espíritu 

(fil  NaeionaK  Noviembre  86  de  1878.) 

Insinúa  un  diarlo,  á  propós«¡to  de  mlorixar  el  papel,  que 
68  puede  llevar  la  cosa,  «hasta  que  caiga  el  Gobierno  Na- 
cional, venga  lo  que  venga.» 

Preguntaríamos  solamente  al  autor  de  esta  bella'  idea, 
¿cuanto  bajarla  el  otro,  ó  cuanto  oro  acudiría  á  nuestro 
mercado,  para  valorizar  el  papel? 

Este  es  nuestro  sistema  de  discusión.  La  calamidad  pú- 
blica se  exagera,  no  para  hallarla  remedio,  sino  para  hacer- 
la servir  de  pantalla  á  otros  propósitos,  cuya  consecuencia 
recien  traería  la  catástrofe  temida 

El  Ministro  de  Hacienda  Balbin  ha  pagado  caro  de  unos 
diarios,  sus  tentativas  de  oír  consejo  sobre  los  medios  de 
dar  mas  valor  al  papel. 

£1  Gobernador  de  la  Provincia,  es  el  blanco  de  otros  ata-* 
ques.  El  Gobierno  Nacional,  que  parecía  extraño  al  asunto 
está  á  punto,  según  se  le  insinúa  respetuosamente,  de  ser 
llevado  á  la  cárcel  ejecutado  por  el  corredor  del  Banco,  que 
como  todo  acreedor,  tiene  el  derecho  de  elegir  deudores 
moroBos;  y  los  de  casa  gozan  privilegio. 

Hemos  de  oír  y  ver  cosas  nunca  vistas  ni  oidas,  en  país 
donde  nada  queda  por  verse  ni  oírse;  y  ya  se  anuncian  para 
esta  semana  grandes  acontecimientos. 

Verdad  es  que  principian  con  ella  las  cosechas  de  trigo» 
en  Santa  Pe,  y  la  buena  y  oportuna  lluvia  que  ha  empa- 
pado nuestras  campañas,  grandes  acontecimientos,  cuyas 
consecuencias  empezaremos  á  sentir  luegol 

No  cuentan  por  nada  en  la  historia  los  hechos  negativos, 
que  si  no,  miraríamos  como  de  mayor  trascendencia  no 
leer  en  los  diarios  nada  del  Entre  Ríos.  Parece  que  se  la 
hubiese  tragado  la  tierra,  desde  que  no  hay  esperanza  de 
una  pequeña  revuelta,  aunque  no  fuera  sino  por  la  forma, 
por  no  perder  la  buena  costumbre.  Todavía  rezongan 
algunos  contra  el  malvado  Febre,  pero  ya  el  pueblo  deses- 
pera de  aquella  heroica  provincia,  como  ya  había  desespe- 
rado  de  Santa    Fe.    Dos    provincias  perdidas,    oprimidas 


PROGRESOS  GENERALES  111 

ambas  bajo  el  peso  de  las  cosechas  de  trigo,  que  ahogan 
todo  patriotismo! 

Mientras  dicutimos,  pues,  como  valorizarse  el  papel, 
sacándole  á  cada  cual  ios  cueritos  al  sol,  (excepto  aquellos 
á  quienes  se  debe  todo  miramiento)  las  Provincias  todas  se 
mantienen  en  profunda  paz,  como  si  hubieran  olvidado 
todas  sus  querellas,  distraídas  por  la  bulla  y  algazara  que 
ha  levantado  el  inocente  propósito  de  hacer  llover  tanto 
mas  oro,  cuanto  mas  se  alarme  á  los  que  lo  esconden,  ó 
hacerlo  venir  de  afuera,  en  busca  de  colocación  ventajosa. 
Allá,  lábas^  lábas^  no  en  Salta,  que  es  muy  lejos,  y  es  ciudad, 
sino  en  Oran  que  no  es  ni  aldea,  en  el  extremo  fronterizo 
hacia  el  Bermejo,  hay  algo  que  explota;  pero  al  fin  esas 
cosas  se  acaban,  cuando  se  llega  á  saber  lo  que  hay  de 
verdad. 

Grave  discusión  ha  traído  la  noticia  del  fallo  arbitral  dado 
en  Washington,  sobre  la  línea  de  demarcación  entre  el  Para- 
guay y  la  República  Argentina,  no  para  aprobar  ó  desa- 
probar el  laudo»  lo  que  es  inútil,  sino  para  echarse  los  unos 
á  los  otros  la  culpa  del  poco  éxito,  lo  que  es  muy  prove- 
choso. 

MaS|  lo  que  da  materia  para  inagotable  discusión,  es  el 
Ministro  de  la  Guerra,  su  hermano,  el  Rio  Negro,  y  los 
autores  de  ocuparlo  desde  que  los  españoles  abordaron  estas 
playas. 

El  Presidente  se  ha  eclipsado:  los  otros  ministerios  no 
dan  señales  de  vida,  sino  es  el  de  Hacienda,  que  servirá  de 
abono  para  fertilizar  el  papel;  pues  ni  el  de  Relaciones 
Exteriores  llama  la  atención,  no  obstante  estar  gros^  con  la 
esperada  solución  de  la  cuestión  chilena. 

El  Ministro  de  la  Guerra  solo  llena  el  escenario.  Ya  se 
han  escrito  dos  columnas  de  su  acusación  y  una  de  su 
defensa;  es  de  admirar  el  encono  que  sus  actos  inspiran,  los 
errores  que  á  cada  paso  que  dá  comete;  y  la  perversidad  de 
su  medios  y  propósitos.  Afortunadamente  tiene  panegiris* 
tas  que  lo  elevan  á  las  nubes  y  le  devuelven  en  elogios,  lo 
que  el  encarnizamiento  de  tos  otros  le  quitan.  Qué  queda- 
rla de  todo  ello?  Un  joven  Ministro,  y  un  jórven  General, 
que  trabaja  diariamente  en  su  oficio,  que  ha  hecho  exce- 
lentes cosas,  de  que  por  decencia,   debiera  hacércele  jus- 


112  OBRAS  DE  SARMIENTO 

ticia,  y  que  es  de  esperar  continúe  completando  con  éxito 
la  obra  comenzada. 

Es  lástima  que  la  detracción  que  llueve  sobre  el  Minis- 
tro de  la  Guerra,  no  alcance  á  valorizar  el  papel,  ni  puedan 
muchos  los  elogios  que  en  revancha  se  le  prodigan, 
pera  pervertir  su  juicio,  y  distraerlo  de  su  trabajo,  que  á 
lograr  unos  y  otros  sus  propósitos,  acabarían  por  cansar  al 
público,  sublevar  la  conciencia  que  tiene  la  medida  de  la 
realidad.  La  pertinacia  é  injusticia  de  los  ataques  de  que 
es  víctima  diariamente,  solo  prueba  que  es  digno,  ó  lo  creen 
tal,  de  conquistar  la  estimación  pública;  pues  es  de  hom- 
bres de  pro,  ser  llevado  siempre  en  andas  por  sus  ene- 
migos. 

No  ha  de  ir  lejos  el  que  suscita  detractores,  que  no  duer- 
man, ni  descansen,  rascándose  donde  sienten  comezón. 

BILLETES  DE  BANCOS  PARTICULARES 

(El  Naáonal,  Diciembre  3  de  1878.) 

El  despacho  solicitado  de  papel  litografiado  ó  grabado  en 
el  exterior,  para  servir  de  moneda  fraccionaria  en  un  banco 
particular,  ha  hecho  que  el  gobierno  ponga  la  mano  sobre 
este  papel  y  declare  abusiva  su  emisión  y  circulación. 

El  país  ha  sido  sorprendido  por  la  libertad  de  los  bancos, 
sin  legislación  previa  que  precaviese  los  abusos  á  que  se 
presta  el  crédito.  Trátase  nada  menos  que  de  la  franquicia 
de  largar  á  la  circulación  verdaderos  valores  que  nada 
representan  sin  embargo,  no  teniendo  en  caja  una  cantidad 
para  responder  de  su  conversión,  que  no  se  hace  premiosa, 
sino  cuando  se  sabe  ó  sospecha  que  el  que  tales  valores 
emitió,  no  se  halla  en  aptitud  de  cambiarlos.  El  Entre 
Ríos,  Montevideo,  Santa-Fó  y  Córdoba,  han  experimentado 
ya  los  efectos  del  abuso  consentido  del  crédito,  desapare- 
ciendo Bancos,  ó  apariencias  de  Bancos,  sin  cuidarse  de 
saber  que  número  de  billetes  circulaban  con  su  ñrma. 

Mas  ni  aun  así,  se  considera  admisible  la  emisión  de 
billetes  querrepresenten  centavos,  ó  suplan  la  falta  de  mo- 
neda de  cobre,  para  las  transacciones  mínimas,  pues  de 
esas  se  sabe  que  nunca  serán  presentadas  al  que  las  emitió, 
y  que  por  tanto  es  pura  y  simplemente  acuñar  moneda,  sin 


PHOGHESOS  GBNBRAJ4BS  113 

inetal  alguno,  lo  que  equivale  á  falsificarla,  pues  no  llena 
ninguna  de  las  condiciones  de  la  moneda,  garantida  por 
el  Estado. 

El  decreto  del  gobierno  hecha  de  menos  una  ley  que 
cierre  la  puerta  ¿  estos  abusos.  Pero  siendo  facultad  legal 
del  ejecutivo  reglamentar  las  que  existen,  y  por  otra  parte, 
siendo  esclusivamente  suya  la  facultad  de  acuñar  moneda] 
ha  debido  ó  debe  en  adelante  determinar  los  límites  en  que 
los  particulares  pueden  hacer  uso  del  crédito.  Sin  eso,  que- 
daría abierta  la  puerta  á  los  mas  groseros  fraudes,  y'á  las 
mas  vejatorias  corruptelas,  tales  como  la  emisión  de  bille- 
les  de  mínimo  valor,  que  es  mirada  en  todas  partes,  y  por 
tanto  prohibida,  como  una  grosera  explotación  de  la*  credu- 
lidad del  vulgo,  que  es  el  que  usa  de  esta  moneda  frac- 
cionaria. 

Usaron  antes  los  pulperos  señas  de  suela,  latón  ú  otras 
materias,  para  dar  en  cambio  de  monedas  pequeñas,  en  el 
circulo  restringido  de  su  clientela,  lo  que  constituía  un  ver- 
dadero  papel  de  crédito,  consentido  por  el  que  lo  recibía  y 
garantido  por  el  que  lo  daba,  por  ser  el  proveedor  de  las 
cosas  necesarias  á  la  vida,  en  la  limitada  esfera  de  su  ba- 
rrio. La  seña  representaba  pan,  azúcar,  mas  bien  que  una 
moneda  metálica,  y  era  convertible  á  cada  hora  del  dja 
No  es  así  el  papel  moneda,  que  en  mínimas  fracciones  lan- 
ZB,  un  banco  á  la  circulación  de  toda  una  provincia.  No 
vuelve á  su  caja,  y  representa  moneda  metálica  que  nocir- 
cula  sin  ser  convertible  por  la  diseminación  de  su  uso. 

El  decreto  que  pone  término  á  estos  abusos,  tiene  ade- 
mas en  su  apoyo,  ser  los  billetitos  representación  de  una 
moneda  extranjera,  lo  que  los  pone  en  condiciones  ile- 
gales. 

La  enojosa  discusión  que  se  ha  suscitado  sobre  valori- 
zación del  papel  moneda  de  Buenos  Aires,  ha  traído,  ea 
medio  del  desorden  de  las  recriminaciones  ociosas  ó  male- 
volentes, la  ventaja  de  despertar  la  atención  pública  sobre 
los  defectos  de  todo  nuestro  sistema  de  bancos;  y  es  posi- 
ble, ó  al  menos  de  esperar  es,  que  descartando  todo  argu- 
mento inútil  ó  extraño  ai  asunto,  se  pongan  en  claro  los 
-errores  prevalentes  en  la  opinión  pública. 

Es  un  principio  fundamental  del  gobierno  de  una  nación. 

Tomo  xu.-a 


114  OBRAS  DB  SARMIINTO 

que  él  sólo  puede    acuñar  moneda,  y  el  papel  de  crédito 
es  una  de  sus  formas. 

¿Estamos  nosotros  en  el  terreno  legal  de  todas  las 
naciones  modernas? 

Parece  que  todos  están  de  acuerdo  en  que  no  puede 
existir  un  banco  sujeto  á  otras  leyes,  que  las  que  aseguran 
su  propio  giro;  lo  que  demuestra  que  todos  convienen 
ahora,  en  que  la  existente  legislación  peca  contra  la  exis- 
tencia misma  de  los  Bancos.  No  habrá,  pues,  banco  del 
Estado.  Quiérese  ademas,  que  no  tengan  privilegios,  lo  que 
lo  reduce  á  la  condición  de  todos  los  bancos. 

Disimúlase  en  cuanto  es  posible,  y  con  una  persistencia 
que  frisa  en  complicidad,  que  el  Banco  ha  sido  mal 
administrado,  puesto  que  tiene  en  jestion  una  enorme 
suma  de  dinero,  mal  colocado,  por  falta  de  suficiente 
garantía. 

Todos  convienen  en  que  no  ha  habido  malversación;  pero 
nadie  quiere  convenir  en  que  hay  un  vicio  en  la  organi- 
zación misma  de  la  institución. 

Cuál  seria  el  remedio,  para  un  mal  que  amenaza  des- 
truir el  papel,  quitándole  su  valor?  No  encontramos  otro» 
que  una  ley  nacional  sobre  bancos,  que  haga  entrar  todos 
los  nuestros  en  las  condiciones  de  los  bancos  de  todas  las 
demás  naciones,  haciendo  desaparecer  las  anomalías,  los 
privilegios,  que  tan  caramente  estamos  pagando. 

Como  los  desastres  que  ha  traído  el  mal  manejo  del 
banco  que  se  trata  de  reformar,  vienen  de  los  errores  de 
la  legislación,  y  la  práctica  es  hija  de  esa  misma  legislación, 
no  vemos  porque  tendrían  tanto  empeño,  los  que  tanto 
erraron,  en  continuar  con  aljjunos  de  los  errores,  siendo  el 
primero  de  todos,  tener  un  banco  legislado  por  una  parte 
de  la  nación,  con  papel  de  crédito,  cuyo  valor,  sin  embar- 
go, afecta  la  fortuna  de  todos  los  que  habitan  el  país, 
nacionales  ó  extranjeros.  ¿Es  excelente  este  sistema? 
Gontinuémoslo;  pero  á  mas  de  los  millones  perdidos,  resiga 
némonos  á  los  que  en  adelante  se  perderán,  continuando 
con  las  mismas  anomalías.  Hay  quien  propone  incorporar 
el  Banco  Nacional  en  el  de  la  Provincia.  Creemos  que 
esta  idea  es  fecunda.  Sin  cambiar  la  esencia  de  la  cosa, 
basta  borrar  una  palabra  y  todo  está  andado.  O  banco 
particular,   particularísimo,  sin  privilegios  ni   legislación 


PKOaRKSOS  OBMBI 

e3i)eciul,  ó  banco  general,  para  tod 
luijo  por  quien  tiene  faculudde  la| 

Cuestión  de  palabras,  desde  que 
A  una  Legislatura  Provincial  la  ta 
bancos. 

Si  una  experiencia  fructuosa  aboi 
reglas,  podría  en  favor  del  éxito,  c 
con  cincuenta  millotiesde  fuertes  c 
gracia  en  persistir,  en  materia  qui 
tado,  como  es  el  apartarse  de  las 
del  crédito  y  la  emisión  de  billetes 

La  Constitución  Nacional  no  lo  p 
que  es  atribución  de  ta  Soberanía,  ] 
facultad,  emitiendo  los  diez  millón 
su  sello,  y  que  con  él  circulan  eo  ti 

Propónese  ahora  que  dicte  ley< 
Provincial,  sobre  la  dirección  del 
DO  puede  perturbar  su  marcha. 

Se  pide,  sin  embargo,  lo  imposib 
lio  puede  legislar  para  futuras  legi 
revocables.  Ha  de  buscarse  base  i 
encontrarán  sino  haciendo  entrai 
bancos  bajo  el  fuero  común,  por  ui 
que  determine  las  condiciones  en  qi 

Nada  tenemos  que  inventar  k  est 
se  necesita  ingenio,  y  no  lo  hemos  t 
es  para  legislar  sobre  un  banco  an 
lio  tiene  en  el  mundo  uno  que  se  I 

Nada  se  intentará,  estamos  segur 
tiempo.  Nuevos  ensayos  traerán  n 
ha  de  llegar  la  época  de  que  esos 
hagan  abandonar  la  idea  de  auici 
ante  la  evidencia  de  persistir  en  un 
el  mejor  medio  circulante  no  es  lo 
que  se  cambian  no  son  locales,  el  r 
se  ha  de  hallar  en  lo  futuro,  en  deslc 
sentativos  de  los  valores, sean  estos 

El  caso  ocurrido  con  los  billetes  á 
gobierno  en  la  necesidad  de  ñjar  p 
considerandos  y  ya  es  un  gran  paso 
y  una  usurpación  de  facultades. 


116 


OBRAS  DE  8A.R1IIBMT0 


LA  EXPOSICIÓN  DE  PARÍS 


( El  Nacional.  Diciembre  U  de  <S78. ) 

Al  abandonarla  á  la  corriente  de  los  acontecimientos, 
que  pasan  arrastrados  por  el  tiempo,  para  entrar  en  la 
mar  de  la  historia  común  de  nuestro  siglo,  queremos  con- 
sagrar una  palabra  de  adiós  cordial  4  la  parte  honorable 
que  ha  cabido  á  la  República  Argentina. 

Debemos  al  corresponsal  en  París,  del  Courriet-  de  la 
Plata,  la  siguiente  apreciación :  .... 

«Debo  decir  sinceramente  y  sin  lisonja,  la  impresión 
que  ha  producido  la  exposición  de  la  República  Argentina, 
sobre  el  pueblo  francés  y  los  visitantes  en  general.  Incon- 
testablemente, entre  todas  las  Repúblicas  del  Sud  y  del 
Centro,  tiene  el  primer  premio  la  República  Argentina, 
mostrando  que  lo  merecía.  Mostróse  la  mas  completa, 
tocando  á  todos  los  ramos  de  la  industria  y  exhibiendo 
uroductos  variados,  á  diversos  títulos  notables...» 

Si  la  exposición  de  la  República  Argentina  ha  llamado 
particularmente  la  atención,  ha  sido  debido  en  gran  parte 
al  que  la  ha  organizado,  D.  Rufino  Várela,  el  Comisario 
General  nombrado  por  el  Gobierno  Nacional.»  etc. 

Antes  de  ahora,  y  á  vuelo  de  pájaro,  habíamos,  compa- 
rando cifras  de  número  de  premios  y  de  poblaciones 
respectivas,  entre  las  Repúblicas  Americanas  de  común 
origen,  apreciado  el  mayor  desarrollo  intelectual  é  indus- 
trial que  estas  cifras  revelaban. 

La  Exposición,  sin  embargo,  no  puede  apreciar  el  camino 
que  han  seguido  las  ideas,  para  llegar  á  resultados  tangi- 
bles y  transportables  de  un  lugar  á  otro. 

Ha  podido,  por  ejemplo,  el  Jurado,  acordar  al  Sr.  Chas 
una  medalla  de  oro  por  las  lanas  que  ha  presentado, 
productos  de  su  industria;  pero  no  ha  podido  estimar  el 
esfuerío  combinado  de  gran  número  de  criadores,  en  una 
larga  serie  de  años,  en  Buenos  Aires  para  introducir  tipos 
perfeccionados,  tarea  en  que  se  mostraron  mas  constantes 
mas  entendidos  ó  inteligentes,  que  los  criadores  de  Ausr 
tralia  ó  Cabo  de  Buena  Esperaza,  anticipándose  a  los 
Estados  Unidos  en  la  mejora  de  las  lanas. 


1 


PROOatfibOS  6BNBRALB8  117 

Han  podido  reconocer  los  productos  fabriles  en  cueros 
curtidos,  hierro  y  madera,  y  premiarlos,  no  obstante  que 
concurrían,  no  con  los  otros  Estados  de  América,  sino 
con  las  de  otras  naciones;  pero  no  se  ha  podido  llevar  k 
la  Exposición  la  ciudad  entera  de  Buenos  Aires,  renovada 
en  sus  ediñcios  en  solo  diez  años,  lo  que  ha  requerido 
el  concurso  de  todas  las  artes  industriales,  y  el  de  la 
arquitectura  de  ornamentación,  nriuy  superior  á  la  de  la 
generalidad  de  las  ciudades  europeas,  si  se  exceptúan  los 
boulevards  de  París  y  otras  construcciones  modernas  á 
las  que  ha  precedido   un   plan  general    de  construcción. 

¿Qué  papel  harían  en  la  Exposición  los  cereales  argen- 
tinos? Y  sin  embargo,  esos  humildes  productos,  repre- 
sentan un  cambio  completo  en  la  aplicación  del  trabajo, 
apenas  sensible  hace  veinte  años.  Representan  cien  centros 
activos  de  colonización,  de  trabajo,  de  industria,  y  la 
realización  de  una  serie  de  movimientos  en  las  ideas 
hispano  americanas,  desde  la  antigua  población  indígena 
y  la  exclusión  del  extranjero  en  los  dominios  españoles,, 
hasta  la  ruptura  de  todos  los  diques  de  raza,  de  religión» 
de  lenguas  etc.,  etc. 

La  Exposición  de  París,  en  la  parte  argentina,  pasando 
por  la  de  Filadelfia,  lleva  su  filiación  hasta  la  Exposición 
de  Córdoba,  en  que  se  tomó  razón,  por  la  primera  vez, 
de  los  productos  de  la  industria  argentina,  llamándolos 
á  concurso  y  sacándolos  de  la  obscuridad  en  que  yacían» 
Era  el  primer  campo  de  instrucción  á  que  convocaba  al 
espíritu  público,  mostrando  que  hay  otros  terrenos  en 
que  combatir,  con  gloria,  que  los  vergonzosos  campos  de 
batalla,  comunes  á  toda  la  raza  latina  en  estas  Américas. 

La  República  Argentina,  tiene,  en  medio  de  sus  shortco- 
mingst  como  dicen  los  ingleses,  en  medio  de  sus  miserias,, 
como  decimos  nosotros,  que  ningún  progreso  se  ha  pro- 
ducido, que  no  haya  sido  preparado  lentamente  por  el 
estudio,  las  ideas  derramadas,  y  ios  ensayos  malogrados 
ó  imperfectos. 

Otros  Estados  americanos,  pueden  envanecerse  de  pro- 
ducir cafó  bajo  los  trópicos,  hallar  guaneras  preparadas 
de  siglos  por  las  aves  acuáticas,  ó  ricos  veneros  de 
plata  en  sus  minas.  La  República  Argentina  lo  ha  creado 
todo  por  las  ideas,  por  el  pensamiento,  por  la  inmigración,. 


118  OBRAS  DB  SARMIBKTO 

que  transforma  su  industria  y  sus  campos,  la  refína  de  las 
lanas,  y  aun  el  éxito  de  su  Exposición  en  París,  que  venía 
preparándose  desde  1870,ensayandoí»x/)05¿cií)n^í,  despertando 
el  interés  público,  y  recorriendo  las  provincias  para  hacerlas 
manifestarse,  y  mostrar  al  mundo  lo  que  tiene  en  elemen- 
tos de  riqueza  y  lo  que  les  falta. 

Citaremos  un  hecho,  apenas  conocido,  de  esta  asimila- 
ción y  de  este  trabajo  lento,  pero  efectivo.  La  industria 
de  la  caña  de  azúcar  ha  tomado  en  el  Norte  un  f^ran 
desarrollo,  á  causa  de  la  prolongación  del  ferro-carril. 

Pero  era  necesario  estar  al  corriente  de  los  progresos 
que  la  maquinaria  ha  hecho  en  este  ramo;  y  á  ese  punto 
se  dirigió  desde  luego,  el  espíritu  industrial. 

En  la  Exposición  de  París,  se  ha  presentado  y  obtenido 
premio  el  mas  perfecto  mecanismo,  ó  maqumismo  de  pro- 
ducir azúcar  en  menor  tiempo  y  con  mas  rinde;  y  ya 
vienen  en  camino  tres  de  ellos,  para  acelerar  y  perfec- 
cionar la  producción  del  azúcar.  Uno  de  ellos  viene  para 
Santiago  del  Estero! 

Vése,  pues,  cuál  es  el  efecto  inmediato  de  las  Exposi- 
ciones, sin  escluír  á  la  de  Córdoba,  que  prepara  los  ele- 
mentos que  han  merecido  lugar  tan  prominente  á  nuestra 
industria,  ni  la  inmigración,  ni  las  colonias  agrícolas,  los 
cien  Chivilcoys  prometidos,  como  programas  sucesivos  de 
política. 

Un  producto  argentino  no  ha  sido  aun  bien  apreciado 
en  la  Exposición,  y  son  y  sus  singulares^  maderas  incorrup- 
tibles, el  quebracho  colorado,  el  lapacho,  etc.,  aunque  se 
hayan  presentado  como  materia  labrada. 

Hay  una  necesidad,  en  Europa,  de  maderas  incorruptibles 
para  durmientes  de  ferrocarriles.  A  Francia,  se  los  pro- 
porciona por  millones  actualmente  el  roble  de  España. 
Puede  el  lapacho  del  Chaco  suplirlo  á  precios  iguales, 
con  duración  indefinida,  pues  se  encuentran  aun  trozos 
de  madera  de  esta  esencia  que  los  jesuítas  enterraron 
hace  un  siglo  y  vuelven  á  servir  en  construcciones  moder- 
nas. Ya  empieza  á  ser  conocido  el  quebracho  en  Europa, 
y  pedido  para  objetos  especiales,  pero  no  es  conocido  en 
aquella  aplicación,  en  que  es  único,  como  resistencia 
secular  á  la  destrucción,  y  podría  ir  á  todos  los  Estados 
Europeos  á  reemplazar  las  maderas  ordinarias.    La  resis* 


PROGRESOS  GENERALES  1 19 

tencia  que  opone  al  trabajo,  su  dureza  férrea,  sería  ven- 
cida por  la  maquinaria,  y  la  circunstancia  de  ser  impe- 
netrables sus  oosques,  asegura  que  el  vapor  sería  aplicado 
al  desmonte,  con  mas  economía  que  la  fuerza  individual» 
aplicado  á  los  obrajes  actuales  en  que  se  emplean  dos  mil 
brazos,  que  pelean  con  los  quebrachos,  según  la  feliz  es- 
presión  de  los  paisanos,  saltando  á  la  vez  astillas  y  frag- 
mentos del  hacha. 

El  Sr.  Capitán  del  Puerto  Dr.  D.  G.  de  La  Fuente 
podría  dar  detalles  interesantes  sobre  estos  millones  de 
palos  que  están  parados  hace  siglos,  esperando  el  medio 
de  converui^^e  eu  oro,  desde  que  satisfagan  una  necesidad 
de  la  industria  moderna. 

DURA  LEX,  SED  LEX 

LOS  IMPUESTOS 

{Bl  Nacional,  Diciembre  ai  de  1878.) 

Hemos  guardado  silencio  sobre  las  leyes  de  impuestos, 
que  la  Legislatura  sancionó  y  promulgó  el  Ejecutivo,  como 
asi  mismo  sobre  la  legalidad  de  la  manifestación  contra 
la  ley. 

No  lo  guardaremos,  sin  embargo,  contra  las  doctrinas 
falsas  que  terjiversandola  historia,  se  emiten,  para  propa- 
gar la  subversión  de  toda  idea  de  gobierno. 

El  miércoles  18  de  1878,  La  Nación  encabezó  sus  columnas 
con  este  epígrafe:  «Buenos  Aires  libre»  y  una  proclama  á. 
las  Provincias,  mostrándoles  sin  duda  la  libertad  que  usaba 
ese  día.    {Ojalá  que  no  sea  un  día  histórico! 

Pero  ante  las  doctrinas  se  puede  protestar  también. 

'La  facultad  de  imponer,  en  las  Cámaras,  es  absoluta,  se 
tiice;  pero  «los  Estados  Unidos  resistieron  al  impuesto  de 
té,  por  que  era  inconstitucional.» 

No  existían  Estados  Unidos,  ni  siquiera  colonias  inglesas 
unidas,  cuando  la  colonia  de  Massachusets-Bay,  resistió  un 
impuesto  sobre  el  té,  que  había  sancionado  el  Parlamento 
>en  Inglaterra. 

Las  colonias  inglesas  no  estaban  gobernadas  por  el  Parla* 
mentó,  sino  por  el  rey. 


120  OBRAS   DB   flARfiflBNTO 

Resistieron  por  el  gran  principio  que  no  puede  un  legis- 
lador dictar  leyes  para  pueblos  que  no  est&n  representados 
en  la  Legislatura  que  las  dicta.  Burke,  en  el  Parlamenta 
inglés,  sostenía  este  primordial  derecho  del  pueblo  inglés. 

En  el  mismo  caso  se  halló  el  Estado  de  Rueños  Aires, 
con  el  Congreso  del  Paraná,  que  rechazó  sus  diputados  por 
que  no  habían  sido  electos  según  las  leyes  de  elecciones 
de  la  Confederación. 

Buenos  Aires,  no  representado  hasta  entonces  en  ese- 
Congreso,  no  podía  elegir  sus  diputados  por  leyes  que  no- 
se  habían  promulgado  en  Buenos  Aires«  y  emanadas  de  un 
Congreso  de  que  no  formaba  parte  cuando  se  dictaron. 

No  resistieron,  pues,  leyes  suyas,  las  colonias  inglesas 
de  Norte-América  antes  de  ser  nación,  sino  las  leyes,  que 
por  primera  vez,  después  de  tres  siglos»  intentó  imponerle 
un  Parlamento  que  gobernaba  á  la  Inglaterra  por  medio 
de  sus  Comunes,  pero  no  á  las  colonias  que  no  estaban 
representadas  en  Parlamento. 

Lo  mismo,  el  Estado  de  Buenos  Aires,  que  no  había  reco- 
nocido ni  Congreso,  ni  Presidente  de  un  Estado  diverso,  no 
derrocó  en  Pavón  al  Presidente  Derqui,  por  ser  gobierna 
elector,  como  se  ha  dicho,  sino  para  resistir  á  una  violación 
de  los  principios  fundamentales  de  la  legislación,  que 
requieren  que  el  ciudadano  que  ha  de  obedecer  la  ley» 
esté  de  derecho  representado  en  el, cuerpo  legislativo. 

Después  de  aquella  falsiñcacion  de  la  histoiia  y  del 
anacronismo  que  supone  unos  Estados  Unidos  que  no 
existían,  resistiendo  una  ley  inglesa  por  inconstitucionaU 
antes  de  haberse  dado  una  Constitución,  se  agrega  que  los 
Estados  Unidos,  en  nuestros  dias^  se  han  hecho  un  deber  de 
patrioUsmOf  de  conciencia,  en  pagar  los  impuesto»  mas  altos 
de  que  haya  memoria  en  la  historia  de  la  humanidad. 

Esta  aserción  peca  del  mismo  vicio  de  la  anterior. 

En  todos  tiempos,  los  Estados  Unidos  y  todas  las  naciones 
de  la  tierra,  libres  ó  despóticas,  no  por  patriotismo  ni  con- 
ciencia, pagan  los  impuestos;  sino  por  que  hay  crimen 
punible  por  las  leyes  en  resistirlos;  y  traición,  si  la  resis- 
tencia se  convierte  en  plan. 

Los  pueblos  no  obedecen  por  patriotismo,  ni  por  concien- 
eia^  sino  por  obligación  y  compulsión  de  la  ley,  con  las 
penas  que  ella  ha  impuesto. 


4.U 


PROGRESOS  6BNBRALB8  121 

Los  comerciantes  no  se  abstienen  de  hacer  contrabando, 
es  decir  de  no  pagar  altos  impuestos,  sino  por  temor  de  la 
conñscacion  de  las  mercaderías  fraudulentamente  intro- 
ducidas. 

Los  legisladores  d»  una  nación  pueden  por  patriotismo 
y  conciencia  imponer  al  pueblo  las  mas  altas  contribu- 
ciones de  que  haya  memoria,  para  pagar  las  enormes 
deudas  que  pesan  sobre  ese  mismo  pueblo. 

Asi  es  que  ios  Estados  Unidos  y  no  un  Estado  particu- 
lar» han  impuesto  enormes  derechos  sobre  el  consumo  de 
Jos  tabacos  y  de  los  alcoholes;  estos,  die9i  veces  mas  de  su 
valor;  asi  es  que  se  denuncian  diariamente,  y  se  mandan 
destruir  por  las  autoridades  nacionales  en  todos  los  Esta- 
dos, las  destilerías  clandestinas  de  whiskey^  y  que  se  des- 
cubren por  centenares  y  millares,  pues  siendo  tan  enor- 
mes los  impuestos,  se  improvisan  fortunas  con  no  pagarlos. 

El  patriotismo  no  se  usa  para  pagar^  aunque  pueda  ins- 
pirar al  Legislador  para  imponer.  El  pueblo  obedece,  pri- 
mero porque  es  un  crimen  resistir  á  la  ley,  y  son  castigados 
los  infractores,  y  segundo,  porque  si  el  pueblo  encuentra 
altos  los  derechos,  y  no  está. animado  del  sentimiento 
del  patriotismo  que  los  dictó,  ó  porque  la  ley  sea  realmente 
vejatoria,  en  la  próxima  renovación  del  cuerpo  Legislativo 
hará  prevalecer,  si  es  realmente  la  mayoría  la  que  tal 
pretende,  las  reformas  requeridas,  ó  la  derogación  de 
la  ley. 

Pero  una  ley  no  se  reforma  ni  deroga,  después  de  pro- 
mulgada, el  mismo  año,  en  la  misma  sesión^  y  por  la  misma 
legislatura  que  la  dictó. 

Este  es  otro  de  los  grandes  principios  fundamentales  de 
la  legislación.  No  de  los  Estados  Unidos,  sino  desde  que 
hay  sistema  representativo  en  la  tierra. 

Tiene  por  objeto,  precisamente,  evitar  conmociones,  agru- 
pamientos,  que  impongan  miedo  al  Legislador.  Quiérese 
que  haya  en  un  año  siquiera  el  tiempo  de  pensar,  de  ver 
los  resultados  de  una  ley,  para  corregir  los  defectos  ó  para 
mostrar  sus  ventajas,  y  hacer  prevalecer  el  patriotismo  del 
legislador  contra  el  egoísmo  del  que  no  quiere  contribuir  á 
soportar  las  cargas  del  Estado. 

No  son  los  Estados  Unidos  los  que  inventaron  el  axioma: 
Dura  lex,  sed  lex,  que  quiere  decir  que  no  hay  derecho  á 


122  OBKAd    DB   SAKUIKNTO 

•desobedecer  la  ley,  á  resistirla,  á  protestar  contra  ella,  des- 
pués de  promulgada. 

Pero  en  estas  falsiñcaciones  históricas,  haciendo  á,  Der- 
qui  Presidente  de  la  Confederación  sin  Buenos  Aires,  de- 
rrocad©  por  el  Estado  de  Buenos  Aires,  porque  era  Presi- 
dente elector,  all¿  en  su  Conferacion,  &  qué  anticipar  la 
Constitución  de  los  Estados  Unidos  y  la  existencia  de  los 
Estados  Unidos  mismos,  de  casi  veinte  años,  para  achacar- 
les una  desobediencia  á  las  leyes  de  impuestos,  cuyo  monto 
ofrecían  pagar,  desde  que  sus  propias  legislaturas  se  los 
impusieren? 

Esta  singular  teoría  de  que  si  en  nuestros  días  los  Esta- 
dos Unidos  pagan  los  mas  altos  impuestos  sobre  el  tabaco 
y  el  aguardiente,  es  por  puro  patriotismo  y  deber  de  con- 
ciencia, y  no  porque  estén  forzados  á,  cumplir  las  leyes  aun 
los  que  venden  tabaco  y  fabrican  aguardiente,  toda  esta 
corrupción  de  ideas,  toda  esta  corrupción  del  sentimiento 
público  viene  de  un  pecado  que  tales  propagadores^ 
tienen,  y  es  la  revuelta  de  Setiembre  que  necesitan  justifi- 
car, falseando  la  historia,  buscando  hechos  que  la  justifi- 
quen, engañando  al  pueblo  y  pervirtiéndolo^  enseñándole! 
no  obedecerlas  leyes  de  los  altos  impuestos,  como  las  acatan 
los  Estados  Unidos,  y  vergüenza  da  decirlo,  todas  las  nacio- 
nes de  la  tierra. 

La"^  resistencia  de  los  Estados  Unidos  al  inconstitucional 
impuesto  del  té,  trajeron  la  Independencia  de  los  Estados 
Unidos,  como  se  intentó  én  la  Verdel  Hé  aquí  el  gran 
secreto! 

Ahora  vamos  ya  no  solo  Sl  violar  la  ley,  sino  á  hacer  que 
las  Cámaras  y  el  Ejecutivo,  violen  el  gran  principio  de  que 
no  pueden  reformarse  ni  derogarse  leyes  en  el  año,  en  la 
misma  sesión  y  por  la  misma  Legislatura  que  las  dictó. 

Puede  ser  que  el  día  27  de  este  mes,  con  la  resistencia  á. 
la  ley  de  impuestos  sobre  el  tabaco,  como  en  Boston  sobre 
el  té,  «surja  un  movimiento  revolucionario,  que  independice 
ü  los  Estados  Unidos  de  América!» 

Pero  será  el  castigo  merecido  de  los  que  asi  preparan  la 
completa  desorganización  de  la  sociedad,  de  la  República 
y  de  las  formas  de  gobierno. 


PROGRESOS  GENERALES  123 


REGLAMENTACIÓN  DE  LA    LEY   DE  IMPUESTOS 

{El  Nacional,  Diciembre  t7  de  i878). 

El  decreto  del  Gobierno  reglamentando  la  ley  de  im- 
puestoSy  ha  dejado  al  parecer  satisfechos  á.  los  que  se  pre- 
tendian  directamente  interesados,  pues  aleja  la  fiscalización 
que  necesariamente  traía  aparejada  su  ejecución. 

La  manera,  sin  embargo,  de  producirse  el  decreto,  refi- 
riéndose á  la  petición  de  los  importadores  y  vendedores 
al  menudeo,  le  quita  mucho  de  la  altura  en  que  deben 
colocarse  los  actos  oficiales. 

Las  peticiones  no  traen  aparejado  proveído  ni  debe  men- 
társelas, como  origen  de  actos  públicos.  Se  desechan  sin 
proveer  no  ha  lugar,  con  solo  no  tenerlas  en  cuenta;  se 
atienden  como  exposición  de  razones  que  hacen  fuerza  en 
el  ánimo  del  legislador,  para  obrar  teniéndolas  presentes; 
pero  no  se  las  cita  como  anteceder^te,  pues  que  no  consti- 
tuyen un  acto  legal,  aunque  permitido,  como  no  se  dan  á. 
la  ley  las  razones  que  la  aconseja. 

Del  olvido  de  estas  reglas  ha  resultado  gue  se  crean 
algunos  con  derechcf,  á.  quejarse  de  que  el  Gobierno,  al 
tirar  el  decreto,  no  se  ajustó  á.  una  especie  de  convenio  ó 
tratado  que  suponen  celebrado  con  los  directores  de  la  pe- 
tición y  promotores  de  la  manifestación;  y  aun  cuando  no 
sea  mas  que  una  suposición,  el  publicar  como  documento 
oficial  las  propuestas  de  arreglo  hechas  por  ios  peticiona- 
rios, los  hace  aparecer  á  éstos  como  representantes  de  al- 
gún interés  social,  ante  las  autoridades  constituidas,  lo  que 
introduce  un  elemento  extraño  k  todo  sistema  de  gobierno. 
Los  gremios  de  introductores,  y  demás,  «representantes 
por  los  que  suscriben,^  es  una  falsa  aplicación  del  dere- 
cho de  hacer  peticiones.  Las  pueden  hacer  por  ellos  mis- 
mos los  que  las  suscriben;  pero  no  en  representación  de 
otros;  pues  esa  representación  los  constituiría  un  poder  eti 
la  sociedad.  Lo  mismo  es  una  firma  que  ciento,  ó  que  mil, 
para  suscribir  peticiones  si  son  respetuosas,  pidiendo  una 
gracia,  y  sobre  asunto  que  las  leyes  permitan,  sin  tal  re- 
presentación y   sin  la  pretensión  de  asumirla. 

La  Legislatura  ó  el  Gobernador,  han  podido  oir  sud  razo- 


124  0BHA8  UK    SAKMliIMTO 

nes,  tenerlas  en  cuenta,  ó  desatenderlas,  sin  admitir  que 
están  representando  k  nadie,  sino  exponiendo  ciertas  ra- 
zones de  conveniencia  pública  al  parecer,  ó  de  un  interés 
particular  cualquiera. 

La  manifestación  que  precedió,  participaba  de  un  carác- 
ter muy  objecionable,  en  cuanto  era  contra  una  ley  pro- 
mulgada. Dijose  que  ascendían  á  diez  ó  quince  mil  los 
manifestantes.  Sin  embargo^  los  vendedores  y  revendedores 
de  alcohol  y  tabaco  y  creemos  que  todos  los  que  tienen 
despacho  abierto,  no  pasan*  de  tres  ó  cuatro  mil  ^en  la 
ciudad. 

Hemos  visto  en  Nueva  York  desfilar  una  petición  de  car- 
niceros,  que  formaban  de  cuatro  en  cuatro;  llevaban  todos 
manguillos  blancos  en  los  brazos,  sobre  la  ropa  de  paño» 
señal  de  su  profesión,  sin  que  se  les  juntasen  muchedum- 
bres de  gentes  que  no  fuesen  los  de  aquel  oficio. 

Los  almaceneros,  pulperos  y  demás  gentes,  cualquiera 
que  sea  su  nacionalidad,  que  ejercen  una  industria  con  casa 
y  capital,  son  los  sostenedores  mas  decididos  del  orden  en 
las  grandes  ciudades,  por  que  su  interés  está  ligado  al  de 
la  sociedad  misma.  Sin  embargo,  aglomeraciones  de  gen- 
tes como  la  que  vimos  pasear  por  las  calles,  llamándose 
todos  coníerciantes  por  mayor  y  meAor  de  tabaco  y  aguar- 
diente, encierran  peligros  y  alarmas  para  lo  futuro,  que 
deban  evitarse  desde  ahora,  poniendo  orden  en  tales  actos; 
para  no  establecer  antecedentes,  reuniéndose  gente  sin 
vocación,  á  las  personas  de  una  vocación  determinada. 

Sin  dar  otra  importancia  á  un  acto  que  ha  sido  producido, 
fomentado,  y  casi  solo  inspirado  por  nuestros  diarios  políti- 
cos, acaso  provocado  por  los  inconvenientes  prácticos  de  la 
ejecución  de  la  ley,  observaremos  que  el  decreto  que  se 
presenta  cómo  consecuencia  de  una  representación  de 
personas  que  no  pueden  ser  representadas  (la  Legislatura 
y  el  Gobierno  las  representan),  huyendo  de  Scyla  cae  en 
Garibdis.  Tal  como  viene,  toma  la  forma  de  un  impuesto 
provincial  á  la  importación  que  es  nacional,  pues  pueden 
sumarse  el  de  aduana  y  el  provincial  sobre  el  mismo  ar- 
tículo«  estableciendo  diferencias  á  veces,  recargando  lo  que 
antes  no  estaba  impuesto,  y  requiriendo  procedimientos 
nacionales  para  la  ejecución  del  reglamento. 

£stamos  habituados  á  mirar  la  Nacion,~como  se  dice,  cual 


PK0aRB«08  GBNBRAXBS  125 

'COsa  que  no  nos  toca  de  cerca;  y  al  leer  el  decreto  regla-* 
mentarlo,  parece  que  no  se  ha  tenido  presente  que  ya 
pagan  derechos  esos  artículos,  y  que  el  gravarlos  directa- 
mente á  su  entrada  en  plaza,  puede  afectar  seriamente  la 
importación,  con  disminución  de  las  rentas  nacionales,  cuyo 
déñcit  será  necesaria  llenar  con  otros  impuestos  que  paga» 
rá  el  mismo  consumidor  de  tabacos  y  de  alcoholes,  lo  que 
cambia  el  nombre,  pero  no  la  esencia  de  las  cosas. 

LA  MEHIORIA  DEL   SENOR  HIINISTRO  DE  HICIENDA 

(El  Nacional,  Febrero  i7  de  1879.> 

Ocupa  este  notable  documento,  dos  pajinas  de  La  Repúr 
blica;  y  como  se  anuncia  que  ha  de  repartirse  luego  en 
folleto,  no  sabemos  si  aun  nos  sea  posible  darle  cabida 
en  nuestras  columnas. 

El  tono  que  domina  en  trabajo  tan  extenso,  es  el  que 
corresponde  á  un  alto  funcionario  público  y  á  la  gravedad 
del  asunto,  y  nos  hacemos  un  deber  de  felicitar  al  señor 
Ministro  por  su  tacto  y  sus  ideas. 

Tanto  se  ha  escrito  sobre  valorización  del  papel,  tanto 
sobre  deudores  al  Banco  ó  de  créditos  del  Banco,  que 
será  de  grande  utilidad  un  cuadro  completo  de  las  diver- 
sas cuestiones  que  están  entrelazadas  con  aquellas,  la 
moneda  nacional,  el  papel,  los  billetes  metálicos,  el  Banco 
Provincial,  las  autoridades,  el  oro  y  la  plata. 

Sucede  en  las  cuestiones  de  crédito  que  nos  embarazan, 
que  mezclándose  á  ellas  cuestiones  de  otro  órden^  diñ*- 
cultan  estas  la  solución  de  aquellas. 

La  cuestión  de  vida  ó  muerte  se  reduce  entonces,  para 
el  público,  á  saber  8i  son  galgos  ó  son  podencos ;  pero  galgos 
ó  podencos,  los  que  una  ú  otra  cosa  sostienen,  sienten 
que  el  agua  les  llega  á  la  boca,  y  que  un  minuto  perdido 
puede  consumar  la  *ruina  de  todos,  nación,  provincia^ 
Banco,  crédito,  comercio  y  fortunas  particulares;  y  como 
la  propiedad  particular  responde  y  paga  conjuntamente 
los  errores  del  Gobierno  nacional,  del  provincial  ó  del 
Banco,  no  ha  de  decirse  que  es  mejor  arruinarse  provín* 
cialmente,  que  nacionalmente,  pues  tanto  quita  la  una 
^ausa  como  la  otra. 


126  OBRAII  DK  8ARMIBMT0 

'  Toda  persona  que  toma  un  billete  de  papel  en  sus  ma- 
nos, es  el  pagador  de  su  descrédito,  venga  de  la  causa 
y  del  origen  que  viniere.  El  interés  de  todos,  diremos 
mejor  el  interés  de  cada  uno,  está  pues  en  buscar  y  ayu- 
dar á  encontrar  la  resolución  armónica  de  las  dificultades, 
de  manera  que  el  papel  se  salve  de  la  depreciación  y  el 
crédito  se  restablezca. 

No  entraremos  por  ahora  k  examinar  el  vasto  plan  que 
el  señor  Ministro  propone  para  conjurar  la  tempestad^  sin 
precipitar  resoluciones  de  circunstancias,  que  nada  resuel- 
ven sin  embargo.  Hablando  de  las  deudas  de  los  Gobier- 
nos, á  quienes  ocurre  primero  estrechar,  acaso  por  creerlos 
mejor  parados  que  sus  otros  deudores,  el  señor  Ministro 
observa  con  razón  que : 

a  Sus  deudas  han  quedado  bien  inscritas  en  el  Banco^ 
sus  responsabilidades  son  conocidas,  descansan  en  el 
pueblo  mismo,  que  es  de  donde  surjen  esos  Gobiernos,  y 
aún  cuando  no  pagaran,  aun  cuando  dejaran  por  años  el 
papel :  los  recursos  con  él  levantados  se  habrían  invertido 
I>or  el  pueblo  y  para  el  pueblo  mismo. 

«¿Están  los  deudores  particulares  en  ese  caso?  Segu- 
ramente nó,  y  no  necesito  detenerme  á  consignar  las 
razones  de  esta  afirmación. 

«Pues  bien;  desde  que  no  hay  paridad  de  condiciones  en 
los  deudores,  puede  afirmarse  con  exactitud  que  si  el  retar- 
do en  el  pago  de  las  deudas  influye  en  la  depreciación  del 
papel,  esa  influencia  ha  de  ser  mas  intensa,  mas  pondera- 
ble,  por  parte  de  los  deudores  de  peores  condiciones  de 
solvencia  y  seguridad.  Los.  Bancos  y  los  acreedores  en 
general  por  deudas  á  término,  pierden  ó  no  con  sus  deu- 
dores particulares,  pero  nunca  con  los  Gobiernos  y  mucho 
menos  aquí,  desde  que  podría  demostrar  con  datos  apro- 
ximados, que  todo  el  capital  del  Banco  escederá  en  muy 
poco  á  las  sumas  y  beneficios  que  ha  recibido  del  Gobierna 
Nacional  solamente. 

Si  se  trata  del  negociado  de  los  diez  millones,  con 
garantía  de  la  Nación  exclusivamente,  y  que  ha  motivado 
reclamaciones  á  causa  de  retardos  inevitables  en  las 
cuotas  de  amortización,  bástale  observar  que: 

«No  pagarla  la  Nación  el  4  %,  por  autorizar  una  emisión^ 
garantizando  su  conversión,  y  con  garantía  extensiva  hasta 


PROGRESOS  GENERALES  127 

22.000.000  de  pesos  fuertes,  sino  que  se  le  pagana  á  ella  una 
prima,  impuesto  ó  lo  que  quiera  llamarse,  por  haber  auto- 
rizado  la  circulación,  como  sucede  actualmente  en  Chile, 
como  lo  hace  el  Banco  de  Inglaterra,  según  lo  refiere  Je- 
veons,  aludiendo  á  las  garantías  de  la  emisión,  de  confor- 
midad con  lo  establecido  en  el  acta  de  1844,  en  estos  tér- 
minos.» 

Y  sin  hacer  cuestión  de  la  amortización  de  su  propia 
emisión,  hecha  por  la  Nación  en  billetes  del  Banco  de  la 
Provincia,  previene  al  Gobierno;  «que  V.  E.  debe  ordenar  la 
inmediata  destrucción  de  los  63.310.000  pesos  de  papel  mo- 
neda que  quedaron  en  la  circulación  desde  1865,  según  lo 
acredita  el  libro  del  señor  Garrigós,  oficialmente  publicado 
por  el  Banco,  página  250,  procedentes  de  los  160.000.000 
emitnios  en  los  años  59  y  60. 

«Esa  destrucción  ha  de  hacerse  sin  otra  requisición  que 
la  orden  del  Gobierno  Nacional,  cumpliendo  asi  lo  conve- 
nido con  este,  y  en  virtud  de  lo  cual  entregó  los  pesos  fuertes 
5.000.000  en  fondos  públicos  del  6  %  de  renta,  á  razón  de 
75%.  Esa  medida  está  también  ordenada  por  la  ley  pro- 
vincial de  27  de  Octubre  de  1864;  y  con  ella  se  restringirá 
convenientemente  la  circulación.» 

Y  como  se  trata  de  acudir  á  las  causas  que  producen  las 
dificultades  y  embarazos  presentes  aconseja  que  «deben 
restringirse  los  préstamos  llamados  habilitaciones;  que  no  son 
propias  y  menos  convenientes  para  un  banco  colocado  en 
la  situación  de  este,  sino  para  casas  secundarias  tomando 
formales  medidas  para  que  no  se  eludan  los  plazos  de  las 
obligaciones  pendientes,  como  se  me  asegura  que  sucede 
con  alguna  frecuencia.  Para  esto  bastarla  con  seguir  aten- 
tamente el  curso  de  las  operaciones  de  los  deudores,  y 
alzar  la  amortización  cuando  hubiere  fundada  sospecha  de 
que  se  ha  tomado  al  mismo  Banco  un  nuevo  préstamo  para 
amortizar  otro  anterior  y  mayor,  disminuyendo  por  ese 
medio  el  monto  de  la  amortización  primitiva.» 

«Que  el  Banco,  si  es  comercial  como  lo  entiendo,  no 
puede  anticipar  ni  prestar  sobre  bienes  raices;  ni  debe  con- 
servar bienes  de  esa  clase,  por  mayor  término  de  seis  meses 
ó  un  año,  por  ahora,  en  atención  á  las  circunstancias,  sino 
aquellos  que  sean  estrictamente  necesarios  para  su  desem- 


128  0BRA.8  DE  SARMIENTO 

peño,  por  ser  ello  contrario  á  la  Índole  de  su  giro  y  á  sus 
propias  conveniencias. 

«Que  el  Banco  no  puede  seguir  sosteniendo  las  operacio- 
nes y  deudas  del  Banco  Hipotecario,  sin  comprometer 
seriamente  sus  intereses  y  conspirar  contra  su  propio  cré- 
dito y  el  de  sus  notas.  Es  regla  que  cada  institución  debe 
bastarse  á  si  misma  y  mantener  su  propio  créditoj» 

Una  sola  idea  campea  en  todo  el  extenso  escrito,  y  es 
que  tenemos,  por  la  mas  extraña  de  las  aberraciones  que 
se  producen  sin  la  voluntad  de  los  hombres,  al  comercio 
vastísimo  de  un  país  que  ocupa  solo  el  segundo  lugar  ea 
la  clasificación  de  las  naciones  comerciales  del  mundo^ 
que  no  acuña  moneda  de  oro  ni  de  plata  para  sus  tran- 
sacciones, sirviéndose  para  ello  de  un  papel  que  no  tiene 
curso  sino  en  una  provincia,  de  plata  de  las  naciones 
vecinas  en  el  resto  de  la  República,  que  alimenta  el  mer- 
cado :  pero  que  no  corre  en  el  centro  comercial,  teniendo 
últimamente  que  comprar  oro  ó  plata  para  saldar  sus 
cuentas,  en  Europa  y  Estados  Unidos. 

Cuando  tales  monstruosidades  se  ponen  de  manifiesto ; 
cuando  coexisteutes  con  ellas  se  vé  la  depreciación  de 
papeles  de  limitada  circulación  á  limitados  lugares,  y  no 
se  encuentra  ó  siente  la  relación  inmediata  entre  causas 
y  efectos,  es  preciso  no  hablar  tanto  de  economía  política 
en  los  diarios,  ni  andar  á  casa  de  deudores,  para  tapar 
algún  agujero  del  edificio  que  se  desploma  por  todas 
partes. 

La  discusión  en  este  caso,  la  hiterposicion  de  autorida- 
des y  los  reclamos,  no  tienen  mas  efectos  para  el  pueblo, 
que  las  infinitas  articulaciones  promovidas  por  herederos» 
que  sin  encontrar  satisfacción  en  diez  años,  acaban  cou 
la  herencia  disputada. 

Con  buena  voluntad  pues,  y  sin  espíritu  de  escuela, 
partido  ó  secta,  porque  á  nada  sirve,  ha  de  afrontarse  la 
cuestión  en  su  conjunto,  entrando  en*  ella  empréstitos, 
deudas.  Banco,  papel  moneda,  notas  metá.licas  y  acuñación 
de  moneda,  porque  todas  aquellas  son  meras  fórmulas  de 
una  sola  cosa,  el  medio  circulante,  que  ha  de  ser  tal  que 
en  toda  la  extensión  de  la  República  tenga  el  mismo 
-valor  y  por  simple  cambio  de  sello,  pero  no  de  valor  in- 


PROGRBSOS  GENERALES  1129 

trinseco,  se  ajuste  al  valor  de  las  mercaderías  estrangeras 
en  su  propia  moneda. 

Si  alguna  institución,  si  alguna  práctica,  uso,  ó  derecho 
daña  ó  impide  llegar  á  este  supremo  objeto,  ha  de  desa- 
parecer, so  pena  de  sacrificar  el  interés  común  nacio- 
nal y  provincial,  el  comercio  extrangero  y  la  fortuna  par- 
ticular, á.  lo  que  los  ingleses  llaman  tecniealiiies^  ó  conven- 
donaUdades. 

EL  TRIBUNAL  ARBITRAL 

( El  Nacional,  Marzo  i3  de  1879. ) 

Vemos  generalmente  aceptada  la  idea  concebida  por  al- 
gunos abogados  de  nota,  de  constituir  un  tribunal  á 
donde  las  partes  puedan  prometerse  hallar  justicia,  con 
gastos  razonables,  menos  formalidades,  y  sobre  todo  con 
ahorro  de  tiempo,  que  es  el  mayor  de  los  inconvenientes 
que  presenta  la  administración   de  justicia. 

No  es  tanto  que  el  público  dude  de  la  integridad  y 
saber  de  los  Jueces  Ordinarios,  pues  los  remedios  legales, 
suplirán  á  estas  deficiencias,  que  no  son  sensibles  en 
los  juzgados  inferiores.  De  lo  que  todos  se  quejan,  es 
de  la  lentitud  de  los  procedimientos,  ocurriendo  caso  en 
que  el  asunto  está  en  estado  de  sentencia,  por  años, 
y  el  juez  no  lo  llama,  ni  las  partes  pueden  reclamar 
por  escritos  que  se  les  despache. 

El  público  recibirá  sin  duda  con  satisfacción  la  nueva 
institución  oficiosa,  que  ofrece  salvar  aquellas  remoras 
y  gastos,  por  medio  del  arbitraje,  en  los  casos  de  tes- 
tamentarias, arreglos  de  cuentas,  etc.,  que  las  partes 
convengan  en  someter  á  su  decisión. 

Tan  bien  reputados  están  en  el  foro  los  abogados 
que  han  formado  el  proyecto  y  constituyen  el  tribunal, 
que  solo  con  ciertas  reservas  aventuraríamos  algunas 
observaciones,  mas  bien  como  indicaciones  y  anteceden- 
tes, que  como  verdaderas  objeciones. 

Desde  luego,  el  éxito  del  ensayo  estaría  casi  asegu- 
rado, por  la  calidad  y  fama  de  entendidos  de  que  gozan 
los    miembros    que    componen    dicho    tribunal.     En    los 

Tomo  xu.— 9 


130  OBRAJf    l>K  SAKMIBNTO 

juicios  arbitrales,  las  partes  que  á.  ellos  se  someten  nece- 
sitan en  cambio  de  los  recursos  legales  á  que  renuncian, 
una  implícita  confianza  en  la  capacidad  y  probidad  del 
Juez,  á  cuya    decisión    someten  sus  mas  caros    intereses 

Creemos  que  una  reunión  de  abogados,  tales  como  los 
que  ofrecen  sus  servicios,  llenarán  en  la  generalidad  de 
los  casos  las  aspiraciones  de  las  partes.  ¿Podrá  espe- 
rarse que  en  todos?  Podrán  recusarse  miembros,  según 
las  antipatías  con  fundamento  ó  sin  él,  de  los  unos  y  de 
los  otros?  Y  dado  el  fallo  arbitral  é  inapelable,  basta 
donde  puede  el  tribunal  de  oficio  imponer  á  las  autori- 
dades legales  el   deber   de  hacerlo  ejecutar? 

Esto  ^no  puede  conseguirse,  sino  es  por  la  previa  es- 
critura de  compromiso  en  que  las  partes  se  obligan  á 
estar  al  laudo  pronunciado,  con  renuncia  expresa  de 
los  recursos  legales  y  de  tal  ó  cual  ley  que  pudiera 
favorecerle.  Entonces  la  justicia  ordinaria  hace  cumplir 
no  la  sentencia  arbitral  por  ser  sentencia,  sino  por  ser 
el  cumplimiento   de   un    contrato. 

Hace  muchos  años  que  en  Chile  está  en  pi^ctica,  sobre 
todo  en  testamentarias,  someterlas  á  un  solo  Juez  com- 
promisario, bajo  aquellas  condiciones  y  por  determinado 
tiempo,  precediéndose  en  todo  como  lo  proponen  los  del 
Tribunal  arbitral.  El  procedimiento,  como  se  vé,  es 
mas  sencillo  y  mas  adaptable  á  los  casos  particulares, 
por  ser  las  partes  interesadas  las  que  nombran  el  Juez, 
de  común  acuerdo;  y  para  obtenerlo  se  fijan  siempre  en 
abogados  de  nota,  por  su  saber  y  probidad,  en  los  ma- 
gistrados mismos  de  las  Cortes,  desde  que  renuncian  á 
todo  recurso  ordinario,  no  siendo  raros  los  casos  en  que 
Ministros  y  aun  el  Presidente  pueden  ser  solicitados  k 
desempeñar  funciones  para  las  que  no  están  impedidos 
por  los  cargos  públicos,  aprovechándose  las  partes  de  la 
autoridad  moral  de  que  como  abogados  y  jurisconsultos 
están  investidos. 

El  Tribunal  arbitral  que  proponen  realizar  los  abogados 
que  lo  componen,  trata  de  dar  mas  generalidad  al  uso 
de  someter  á  arbitros  los  asuntos  que,  como  la  división 
de  bienes  en  testamentarias  y  concursos,  requiere  la  pro- 
tección de  un  previo  compromiso,  que  contenga  las  rail 
pretensiones  particulares  que  hacen  perder  tiempo,  y  con 


PKOGRBSOS  GENERALES  131 

el  tiempo  y  las  diligencias  el  caudal  que  iba  á  divi- 
dirse. 

Tan  grave  es  este  mal,  que  consultado  al  efecto  el  Dr. 
Carreras  tan  experimentado  y  antiguo  juez,  solía  decir 
que  el  juicio  ordinario  de  testamentarias  concluía  siempre, 
sin  concluirse,  en  la  ruina  y  desaparición  de  los  bienes 
testamentarios. 

Deseamos  pues,  que  el  éxito  corone  el  ensayo  de  un  tri- 
bunal arbitral,  tanto  mas  cuanto  qué  los  nombres  de  los 
abogados  son  ya  una  garantía  dada  de  acierto  en  los 
juicios.  Celebraríamos  mas  que  el  uso  de  este  género  de 
juicios  se  haga,  con  este  motivo,  frecuente  y  acreditado, 
pues  han  de  ocurrir  por  centenares  los  casos,  y  entonces, 
si  asi  lo  prefieren  las  partes  interesadas,  acudirán  como 
auxiliares  á  jueces  compromisarios  creados  ad  Aoc,  por 
obligación  mutuamente  impuesta,  aprovechándose  asi 
todas  las  reputaciones  de  saber  é  integridad  con  que 
cuenta  el  foro  argentino. 

INMIGRACIÓN   Y   COLONIAS 

iBl  Nacional,  Abril  9  de  1879.) 

No  todo  lo  dicen  las  cifras,  si  no  viene  el  comentario  á 
poner  de  relieve  su  importancia. 

Se  han  publicado  datos  sobre  las  colonias  de  Santa  Fe,  y 
deseáramos  tenerlos  iguales  sobre  las  que  están  esparcidas 
en  Entre  Ríos,  Buenos  Aires,  Córdoba  y  territorios  na- 
cionales 

Las  llamadas  colonias  son  simplemente  centros  de  po- 
blación agrícola,  organizados  bajo  un  nuevo  plan,  es  decir, 
el  plan  de  todo  el  mundo  civilizado,  que  es  una  casa  con 
un  campo  de  labor  y  una  familia  de  labradores,  y  donde 
aquel  termina,  otra  casa  con  otra  familia  y  el  campo  que 
cultiva  para  su  sustento  y  bienestar. 

Nuestro  sistema  antiguo  es  distinto. 

Una  casa  con  una  ó  dos  leguas  de  terreno  inculto,  donde 
pacen  vacas,  y  otra  casa  con  tres  leguas  de  país,  donde 
pacen  ovejas,  vacas  y  caballos. 

En  Santa  Fe  hay,  pues,  treinta  y  ocho  núcleos  de  pobla- 
ción del  género  que  indicamos  al  principio,  y  que  se  van 


132  OBKAS    DK  8AKM1KMTO 

extendiendo  progresivamente,  á  medida  que  cultivan  mayor 
terreno*  Un  villorrio,  un  caserío  se  necesita  siempre  para 
residencia  del  juez  de  paz,  del  cura  cuando  ya  tienen  iglesia^ 
la  escuela  que  no  ha  de  faltarles  nunca,  tiendas,  herrerías 
y  otros  establecimientos  para  satisfacer  necesidades  co- 
munes. 

El  boletín  mensual  del  Departamento  de  Agricultura^ 
compara  la  extensión  de  terreno  cultivado  en  aquellas 
colonias,  que  era  de  61,800  cuadras  cuadradas  en  1876, 
mientras  que  en  1878^  es  de  78,344  cuadras.  El  aumento  es 
de  solo  16,444  cuadras. 

Es  algo  este  aumento,  pero  debiera  ser  mucho  mas.  No 
pediremos  sin  duda  á  la  estadística  agrícola  nuestra,  la 
manera  de  computarlos  progresos  que  tienen  los  norte- 
americanos, que  dicen  por  ejemplo:  este  año  se  ha  labrado 
un  territorio  igual  á  la  Bélgica  y  la  Holanda  juntas;  pero 
en  país  abierto  á  la  agricultura,  sin  los  bosques  seculares 
que  cubren  por  lo  general  el  suelo  norte-americano  y  cuyo 
desmonte  en  pequeñísimas  porciones  el  primer  año  agota  ó 
consume  las  fuerzas  del  pobre  colono,  debiéramos  prome- 
ternos que  la  ocupación  y  labranza  de  nuevas  producciones 
de  terreno  anduviese  mas  rápidamente  que  ocho  rail  cua- 
dras al  año,  que  al  ñn  son  solo  cinco  leguas  cuadradas,  ó 
el  equivalente  de  una  estancia  de  cria  de  ganado  que  fuese 
sometida  á  cultura.  ]  Cuántos  brazos  se  necesitarían  por 
legua?  Sin  duda  que  para  sembrar  trigo  no  se  necesitan 
millares. 

El  crecimiento  de  las  ciudades  no  está  sujeto  á  reglas. 
Chicago  dobló  su  población  cada  cuatro  años.  Otro  tanto 
puede  decirse  de  la  agricultura  extensiva,  donde  el  terreno 
es  barato  y  no  está  cubierto  de  bosques  que  retarde  las  la- 
bores. Propietario  hubo  en  Chile  que  enterraba  cuatro  mil 
fanegas  de  trigo,  con  ochocientas  yuntas  de  bueyes,  y  por 
tanto  con  mil  trabajadores.  De  1872  á  1878  la  población 
ha  doblado  solamente. 

I  Porqué  no  doblarían  en  un  año  la  población  y  la  extensión 
de  tierra  labrada  en  las  colonias  de  Santa  Fe! 

Esto  depende  solo  de  lo  remunerativo  del  trabajo,  y 
creemos  que  las  malas  cosechas  pasadas,  que  han  dado 
sin   embargo  para  vivir  á    todos,  y  para  enriquecerse  á 


PROGRESOS  QBNBRALES  133 

algunos  han  debido  ser    la   remora  que  detiene  la  pro- 
gresión. 

La  falta  de  caminos  que  den  fácil  y  barata  salida  á  los 
productos,  debe  haber  contribuido  á  este  retardo. 

Se  asegura  que  ya  está  organizada  la  compañía  que  es- 
tablecerá el  ferrocarril  de  las  colonias  á  Santa  Fe;  y  como 
en  país  tan  llano  pocas  obras  de  arte  se  necesitan,  y  los 
atravesaños  de  quebracho  están  en  el  Chaco,  y  los  rieles 
baratísimos  en  Inglaterra,  puede,  punto  menos  que  para  la 
próxima  cosecha,  estar  hilvanado  y  cosido  un  ferrocarril 
de  trocha  angosta  y  entonces  emprenderse  el  cultivo  de 
otras  pobres  ochenta  leguas  de  terreno,  del  terreno  mismo 
ocupado  por  aquellas  colonias  pero  no  cultivado. 

Mas  notable  nos  parece  la  composición  de  las  colonias, 
en  cuanto  á  sus  habitantes. 

Hay  8364  argentinos  en  un  número  total  de  24,239  habi- 
tantes, lo  que  constituye  una  tercera  parte.  En  otras  colo- 
nias es  mayor  el  número  de  argentinos.  En  la  ciudad  de 
Buenos  Aires  están  en  igual  proporción.  Los  argentinos 
establecidos  en  las  colonias,  á  mas  de  conservar  el  carácter 
y  lengua  nacional  de  aquellos  centros  de  población,  en- 
tran por  el  ejemplo  y  la  propia  práctica  en  el  régimen  de 
labores  á  industria,  que  van  labrando  la  riqueza  de  los 
colonos. 

Es  curioro  observar  que  en  los  Estados  Unidos  sucede 
á  este  respecto  precisamente  lo  contrario.  Irlandeses,  in- 
gleses, suecos  y  alemanes,  que  acuden  á  cultivar  el  suelo, 
tienen  que  abandonar  sus  viejas  prácticas,  y  adoptar  las 
mas  avanzadas  norte-americanas,  con  sus  arados  perfec- 
cionados, máquinas  de  segar,  trillar,  etc. 

En  nuestras  colonias,  si  bien  la  masa  de  italianos,  espa- 
ñoles, franceses,  etc.,  no  es  mas  adelantada  que  aquellos 
irlandeses  y  alemanes,  en  prácticas  agrícolas,  en  cambio 
con  el  espíritu  de  progreso  que  anima  á  todos  los  colonos 
buscan  los  medios  y  los  procederes  de  producir  mas  barato, 
lo  que  hace  que  las  mejores  máquinas  y  arados  estén  ge- 
neralizados allí. 

Otro  rasgo  distintivo  del  nuevo  régimen  colonial,  y  que 
promete  un  gran  desenvolvimiento  en  el  producto  de  la 
ganadería,  como  auxiliar  y  parte  integrante  de  la  agri- 
cultura. 


134  OBIIAS   DK  ifAKMlBNTO 

Aquellos  veinte  y  cuatro  mil  habitantes,  á  juzgar  por  el 
número  de  casas  que  habitan,  se  reducirían  á  cuatro  mil 
familias,  las  cuales  poseen  entre  si  mas  de  cien  mil  cabezas 
de  ganado  vacuno,  que  hacen  vivir  con  los  desperdicios  y 
productos  de  la  agricultura.  De  estos  animales  hay  veinte 
y  seis  mil  bueyes,  que  como  se  sabe  cuentan  por  el  doble 
del  valor  del  ganado  común,  y  quince  mil  vacas  lecheras, 
que  no  estamos  seguros  poseía  ahora  veinte  años  la  Pro- 
vincia entera  de  Buenos  Aires,  puesto  que  no  se  producía 
mantequilla  sino  en  ínñmas  cantidades,  y  que  aun  hoy 
para  proveer  de  leche  á  la  capital  le  sirven  la  mitad  de  agua 
por  no  alcanzar  la  leche  para  tantos. 

Esta  innovación,  que  felizmente  van  introduciendo  las 
colonias,  cambiará  dentro  de  poco  la  industria  ganadera. 

Qué  es  lo  que  produce  un  novillo? 

Muriendo,  el  cuero  es  de  bastante  valor:  la  carne  si  está 
á  buen  precio,  el  descolorido  tasajo,  y  carne  y  gordura,  si 
la  estaciones  favorable. 

Las  vacas  lecheras  viviendo,  es  decir  conservando  ese 
capital,  producen  al  año  otro  tanto  de  aquel  valor,  y  por 
tanto  doblan  el  valor  venal.  Como  se  ve  por  el  cómputo 
de  las  familias,  corresponde  á  cada  una  casi  tres  vacas 
lo  que  da  lugar  á  producir  injentés  cantidades  de  man- 
tequilla que  ya  se  introduce  en  el  mercado  de  Buenos 
Aires,  donde  abunda.  Esta  cultura  diremos  asi,  del  ganado 
vacuno,  acabará  por  hacerlo  si  bien  menos  numeroso, 
mas  productivo,  requiriendo  mayor  número  de  brazos, 
lo  que  importa  dar  ocupación,  alimento,  hogar  y  medios 
de  adquirir  á  mayor  número  de  gentes,  lo  que  constituye 
la  población  de  un  país. 

No  nos  sorprende  que  las  ovejas  que  poseen  las  colonias 
no  alcancen  á  cincuenta  mil;  pues  se  comprende  que  su 
cria  debe  tener  solo  por  objeto  proveer  á  la  alimeñtacioo; 
pero  encontramos  reducido  el  número  de  cerdos,  que  no 
pasa  de  trece  mil  en  todas  las  colonias. 

La  cria  de  cerdos  suple  con  venfaja  en  los  países 
agricultores  á  la  cria  de  ganado  mayor,  reduciendo  los 
granos  averiados,  el  maíz  cuando  está  exesivamente 
barato,  y  cultivando  zapallos  y  aprovechando  el  afrecho, 
la  carne,  manteca  y  jamones,  lo  que  equivale  al  cuero  de 
los  novillos. 


PROGRESOS  GENERALES  135 

La  manteca  de  puerco  de  los  Estados  Unidos,  hace 
concurrencia  ruinosa  á  la  grasa  de  Buenos  Aires  en  el 
^mercado  de  Inglaterra;  y  de  cuan  prodijiosa  cantidad  de 
cerdos  crian  los  Estados  Unidos,  puede  calcularse  no 
solo  por  los  colosales  establecimientos  de  Cincinati  y 
Chicago,  para  beneficiarlos  por  millones,  sino  de  la  célebre 
frase  del  Presidente  Grant,  que  alguna  vez  aseguró  que 
si  marcharan  por  cuatro  de  frente  los  cerdos  sobre  el 
Océano,  ó  debajo  de  él,  iría  entrando  á  Inglaterra  la 
cabeza  de  la  columna,  mientras  la  retaguardia  no  habría 
todavía  acabado  de  salir  de  los  Estados    Unidos. 

Aquellos  cerdos  son,  en  fin  de  cuenta,  maíz,  convertido 
en  carne,  y  una  máquina  que  deben  tener  pronta  los 
agricultores,  cuando  especulan  y  siembran  en  grande, 
para  transformar  sus  productos  agrícolas  en  ganado, 
desde  que  no  haga  cuenta  venderlos  en  su  primera 
forma. 

Terminaremos  estas  observaciones,  copiando  una  espi- 
ritual observación  que  hace  El  Colono  del  Oeste,  que  es  como 
se  sabe  El  Times  ó  El  Nacional  de  aquellas  civilizadas  comar- 
cas, sobre  la  guerra  entre  Chile  y  Bolivia, 

«Por  los  últimos  diarios  recibidos,  sabemos,  dice,  que  la 
República  de  Bolivia,  invocando  el  derecho  de  gentes^  desco- 
nocido por  Chile,  al  invadir  el  territorio  boliviano  expulsa  á 
los  chilenos  residentes  en  Bolivia;  y  Chile  invocando  el 
derecho  de  gentes^  desconocido  por  Bolivia  al  tomar  tan  injus- 
tificable resolución,  declara  la  guerra  á  Bolivia.» 

«¡Qué  derecho  de  gentes  han  invocado,  y  que  de  gentes 
tan  sin  derecho!» 

Sugiriéramos  á  los  colonos,  si  tuvieran  mas  abundancia 
de  cerdos,  la  observación  del  General  Grant  al  comunicarle 
por  telégrafo  el  rompimiento  de  hostilidades  entre  la  Fran- 
cia y  la  Alemania.  ¡Subirá  de  precio  nuestra  carne  de 
puerco! 

Acompañamos  si  al  rústico  ó  rural  periódico  en  su  pena 
de  que  un  Domingo  se  hayan  gastado  en  la  Esperanza, 
con  2.624  habitantes,  720  pesos  bolivianos  según  dice  cons- 
tarle, en  circo,  baile  y  rifa,  sin  economizar  siquiera  la  mitad 
para  cimientos  de  un  hospital!]) 

La  observación  es  oportuna,  y  la  necesidad  de  un  hospi- 
taU  urgente. 


136  OBRAS  DB  SAKMIBNTO 


NUESTROS  TRieOS 

{Bl  líadonal.  Abril  Vi  de  1879.) 


Tal  es  el  epígrafe  de  un  excelente  articulo  del  modesto 
Colono  del  Oeste,  que  en  medio  de  las  desagradables  contien- 
das de  la  política  militante  y  apasionada,  abrimos  con 
gusto,  diciéndonos:  E9to  mdíará  d  aqtieUOi  la  agricultura,  el 
trabajo,  el  nuevo  espíritu  que  suscita  y  se  difundirá  por 
todo  el  pafs.  No  es  posible  que  por  largo  tiempo  subsista 
en  un  mismo  país  y  aun  en  una  misma  provincia  el 
orden,  la  industria,  el  trabajo,  á  manchones  como  islas  afor- 
tunadas en  medio  de  un  mar  agitado,  ó  como  Oasis  de 
verdura  y  de  trabajo,  en  medio  de  un  desierto  en  que 
remolinean  los  tuaregs  ó  los  árabes  siempre  á  caballo. 

Mientras  nosotros  debatimos  todo  lo  que  puede  irritar 
ánimos  que  parecen  inspirados  desde  la  cuna  por  el  odio, 
el  Colono  del  Oeste^  rodeado  de  montañas  de  trigo  y  de  maíz 
estudia  los  mercados  del  muhdo  á  donde  á  de  ser  enca- 
minado preguntándose  cuáles  son  las  naciones  de  la  tie- 
rra  que  mas  habrán  de  necesitarlo. 

ot  Al  Brasil  mandaremos,  dice,  nuestro  trigo  elaborado; 
pero  no  podemos  mandar  al  exterior  todo  el  que  tenemos 
en  esa  forma,  y  es  preciso  colocar  la  mayor  parte  de  la 
cosecha  en  forma  de  grano  en  otra  parte....  La  Francia 
por  sus  malas  cosechas  actuales,  admite  algunas  expedi- 
ciones; pero  es  la  Inglaterra  la  que  ofrece  un  mercado 
permanente. 

La  Inglaterra,  con  abonos  naturalmente  costosos,  pro- 
duce cosa  de  treinta  y  una  y  tercio  fanegas  de  trigo  en 
un  espacio  equivalente  á  una  de  nuestras  cuadras. » 

Desgraciadamente  no  nos  hace  saber  el  Colono,  cuántas 
fanegas  se  producen  por  cuadra  en  las  colonias,  sin  abono^ 
para  saber  el  precio  de  costo  del  trigo  cosechado,  ya  que 
sabemos  que  lo  equivalente  á  nuestra  fanega  se  ha  ven- 
dido á  205  $  moneda  corriente  nuestra. 

Por  cartas  recibidas  de  Liperpool  se  sabe  que  mil  sacos 
de  trigo  de  Santa  Fe  del  costo  original  de  95  $,  se  han 


PROGRESOS  0KNBHALB8  137 

vendido  dejando  una   utilidad   neta  de  18,000  $  m/c,  lo 
que  hace  una  utilidad  de  diez  y  ocho  pesos  por  saco. 

Como  en  los  costos  de  producción  del  trigo  Qguran 
por  mucho  los  de  trasporte  á  los  puntos  de  embarque, 
y  hay  que  competir  en  Inglaterra,  con  los  trigos  norte- 
americanos movidos  á  vapor,  baratísimos  ferro-carriles  y 
elevadores,  impórtales  saber  á  los  colonos,  que  ha  llegado  á 
Buenos  Aires  de  Londres,  el  empresario  señor  Ponsati,  tra- 
yendo después  de  haber  conseguido  los  elementos  necesa- 
rios, para  el  establecimiento  del  ferro-carril  desde  el  Rosario 
á  Santa  Fe  con  ramificaciones  hasta  las  colonias  ya 
establecidas.  Cuentan  con  que  los  trabajos  á  que  se  dieron 
principio,  en  breve,  serán  muy  rápidos,  y  por  consiguiente 
quedarán  pronto  terminados. 

Presiéntese  que  los  que  posean  campos  en  el  trayecto 
del  ferro-carril  se  apresurarán  á  apropiarlos  á  la  coloni- 
zación, para  que  los  labradores  aprovechen  de  las  ventajas 
que  el  ferro-carril  les  ofrece,  con  lo  que  el  ferro-carril 
mismo  será  muy  productivo,  pues  cada  riel  tendrá  á 
ambos  lados  una  extensa  zona  de  productos  que  pague 
sus  costos,  como  son  prósperos  los  ferro-carriles  de  la 
campaña  de  Buenos  Aires,  con  solo  la  lana  que  vienen 
recogiendo  de  las  ovejas  que  pacen  á  sus  costados. 

Si  el  ferro-carril  se  establece  luego,  no  dudamos  que  la 
colonización  y  labranza  de  los  campos  de  Santa  Fe,  avance, 
rápidamente,  doblando  en  un  año  la  población,  que  se  ha 
reunido  en  diez,  y  tengamos  como  en  los  Estados  Unidos 
paises  enteros  añadidos  de  golpe  y  en  un  año  al  mapa  de 
lo  conquistado  por  el  hombre,  sobre  el  bosque  secular,  que 
opone  obstáculo  al  progreso,  mientras  que  la  Pampa  es 
terreno  feraz  desmontado  ya.  y  cada  semana  llegan  á  Bue- 
nos Aires,  los  habitantes  que  pueden  abrirla,  sembrarla 
en  el  año,  embarcar  el  trigo  y  el  maíz  en  el  ferro-carril 
barato,  y  emprender  nuevas  tareas,  edificar  sus  casas,  y 
establecer  sus  familias,  con  la  bendición  de  Dios,  cr^^mtMt 
et  mtiltiplicaminú 

II 

Como  todo  no  ha  de  ser  felicidad  en  este  mundo,  ya 
vemos  en  el  Colono  del  Oeste^  agitarse  cuestiones  que  pertur- 
ban la  tranquilidad  de  los  ánimos.    Hay  católicos  y  protes- 


138  OHkA8    1>K   HAKMIRNTO 

tantes,  dominando  por  su  numero  los  primeros,  y  sin 
embargo  se  dice,  la  escuela  municipal  es  regenteada  por 
un  preceptor  protestante,  pidiéndose  que  sea  católico. 

En  Buenos  Aires  esta  cuestión  siempre  renaciente  no 
preocupa  los  ánimos,  por  ser  católica  la  inmensa  mayoría. 
No  sucede  asi  en  las  colonias,  en  las  que  la  casualidad  pue- 
de haber  reunido  mayor  numero  de  protestantes  que  de 
católicos. 

Ya  en  1869  cuando  el  Presidente  visitó  las  colonias  en- 
contró este  semillero  de  discordia,  atizado  por  el  celo  irre- 
flexivo de  curas  y  pastores.  Loque  fué  todavía  mas  curioso 
que  los  unos  eran  partidarios  del  gobierno  y  los  otros  de  los 
opositores  santafesinos  en  política. 

Ha  de  ser  de  un  deplorable  efecto,  dividir  por  creencias 
las  escuelas,  pues  al  ñn  todos  han  de  aprender  lo  mismo 
en  ellas,  y  vivir  juntos  en  las  colonias. 

El  mejor  medio  de  mantener  la  unión,  es  prohibir, 
como  en  los  Estados  Uidos  en  las  escuelas  públicas,  toda 
enseñanza  de  cultos  parciales  y  disidentes,  esto  es  dogmá- 
tica, conservándola  religiosa. 

Los  párracos  y  pastores  tienen  otros  lugares  donde  ense- 
ñar sus  creencias,  y  los  padres  y  madres  obligación  de 
hacerlo  en  sus  casas. 

En  Bélgica,  á  causa  de  esta  misma  cuestión  se  ha  desig- 
nado una  pieza  de  la  misma  escuela,  y  donde  llamen 
sucesivamente  párrocos  y  pastores  á  sus  feligreses  para 
doctrinarlos. 

No  hay  que  hacerse  ilusiones  sobre  la  enseñanza  religiosa 
que  se  da  en  las  escuelas,  que  es  en  general  cortísima,  de 
paso,  en  un  día  de  la  semana  y  por  lo  tanto  insuficiente. 
El  día  es  corto  para  aprender  á  leer,  escribir,  contar,  geo- 
grafía, gramática,  etc. 

m 

Cuestión  mas  curiosa  suscita  á  discusión  el  Colono  del 
Oeste^  y  es  el  empeño  de  un  maestro  alemán  de  enseñar  en 
alemán  en  la  escuela  municipal.  Hay  un  periódico,  el 
Argentinische  Bote,  en  alemán,  lo  que  prueba  que  hay  una 
fuerte  población  alemana. 

La  cuestión  viene  puesta  en  estos  términos  por  El  Colono: 


PROGRESOS  OBNBHALBS  139 

«  El  colega  quiere  que  los  niños  sean  educados  primero 
en  el  idioma  alemán  porque  es  la  educación  mas  sólida  y  des- 
pués ingertarles  los  demás  conocimientos. 

«  DipeDse  el  colega. 

€  Nosotros  opinamos  de  otro  modo. 

«  Los  hijos  de  los  extranjeros,  k  cualquier  nacionalidad  ó 
idioma  á  que  pertenezcan,  por  el  solo  hecho  de  nacer  en  el 
país  son  ciudadanos  Argentinos,  (aunque  no  quieran)  y 
siendo  el  español  el  idioma  nacional,  en  él  debe  ser  su  edu- 
cación y  de  él  es  que  están  en  el  deber  y  la  conveniencia 
de  tener  un  completo  conocimiento,  sin  que  esto  obste,  á 
que  después  aprendan  otros  en  escuelas  particulares^  pero 
las  escuelas  públicas  ante  todo  deben  ser  inspiradas  por  las 
exigencias  de  la   nacionalidad.» 

Sin  salir  del  terreno  de  la  utilidad  práctica,  y  de  los 
intereses  comunes  á  todos  los  colonos,  objetaremos  á  este 
sistema,  aconsejado  por  el  egoísmo  del  padre,  que  se  olvida 
que  sus  hijos  no  han  de  tener  como  él,  apego  á  la  lengua  del 
país  de  donde  vinieron.  Uno  de  los  mayores  bienes  de  que 
goza  una  nación  es  la  unidad  del  lenguaje  de  sus  habitan- 
tes, y  la  mayor  remora  para  su  civilización  y  aun  para 
su  {íaz  interior,  las  diferencias,  ya  de  dialectos  populares 
como  en  Italia,  y  en  España, — pues  dialectos  muy  marcados 
son  el  catalán  y  el  gallego, — ya  la  presencia  de  un  idioma 
primitivo  y  tenaz,  como  el  vascuence,  que  tienen  que  olvidar 
en  América,  los  que  á  causa  de  la  lengua  han  estado  en 
guerra  civil  con  España  durante  siglos  y  estos  son  los  habi- 
tantes de  Vizcaya. 

El  Canadá  dividido  en  dos  lenguas,  el  francés  y  el  inglés, 
y  apenas  se  hablan  eiltresi  sus  habitantes,  malqueriéndose 
hereditariamente  porque  la  lengua  los  hace  enemigos.  En 
Inglaterra  el  irlandés  y  el  escoces  hablan  otra  lengua  que 
la  del  Parlamento,  y  se  sabe  las  guerras  y  opresiones  que 
han  traído  estas  divergencias  de  origen  y  lenguage. 

Los  Estados  Unidos  es  la  única  masa  de  cincuenta  millo- 
nes de  hombres  que  hablen  una  sola  lengua. 

En  algunos  Estados  del  Oeste,  donde  la  población  es  en  su 
mayor  parte  alemana,  se  ha  mandado  enseñar  el  alemán  en 
las  escuelas,  no  que  enseñar  en  alemán,  pues  se  enseña  en 
inglés;  pero  se  ha  querido  conservar  aquella  lengua,  por 
gozar  de  la  ventaja  de  aclimatar,  diremos  así,  la  rica  litera- 


140  OBRAS  DE  SAKMIBNTO 

tura  alemana,  sin  necesidad  de  traducir  sus  libros,  y  que 
tienen  la  ventaja  de  poseer  la  norte-americana  y  la  inglesa 
de  Inglaterra»  tan  fecundas. 

Cierto  es  que  la  educación  alemana  es  muy  sólida;  pero  no 
es  la  lengua,  ni  el  libro  el  sólido,  sino  el  método  y  el  maes- 
tro bien  instruido. 

El  castellano  posee  hoy,  lo  que  no  poseía  ahora  diez  años, 
una  vasta  colección  de  libros  de  enseñanza  en  español, 
sobre  todos  los  ramos  que  se  enseñan  en  las  escuelas. 

Las  prensas  de  Francia,  de  Bélgica^  de  los  Estados  Unidos 
y  las  nuestras  propias  nos  abruman  con  textos  exelentes, 
traducidos  y  adoptados  á  nuestras  necesidades;  y  ahora  que 
la  España  se  mueve  en  el  sentido  de  todas  las  naciones, 
difundiendo  los  conocimientos,  estánse  confeccionando  tra- 
tados de  enseñanza  exelentes,  sobre  todas  materias^  con 
mapas,  láminas  y  todo  lo  que  completa  los  medios  de 
instrucción. 

Sin  esta  consideración,  preguntaríamos  si  los  italianos, 
los  vascos,  los  franceses,  los  welches,  del  país  de  Gales,  los 
ingleses,  no  gustarían  también  de  perpetuar  sus  lenguas 
respectivas  en  el  país,  con  lo  que  tendríamos,  andando  el 
tiempo,  realizada  la  Babel  de  la  biblia,  aunque  allí  sucedió 
como  una  maldición,  para  dispersar  á  los  hombres  y  no 
para  reunirios. 

En  Buenos  Aires  el  egoísmo^  que  se  reviste  del  nombre  de 
patriotismo  al  estado  crónico,  está  ensayando  este  contra- 
sentido en  escuelas  italianas  y  alemanas  particulares  donde 
los  padres  se  empeñan  en  que  sus  hijos  no  sean  de  este  ni 
de  ningún  país. 

Trabajo  inútil  que  durará  la  primera  generación,  ó  algu- 
nos años,  y  se  refundirá  en  el  fondo  común  de  la  lengua 
general  que  los  penetra  por  todos  los  poros,  y  les  hace 
olvidar  lo  artiBciai  que  quiere  comunicárseles. 

El  mayor  mal  que  pueden  hacerle  á  sus  hijos  esos  padres 
obstinados  en  creerse  miembros  de  algún  pueblo  que 
abandonaron,  es  quitarles  del  corazón,  el  amor  al  país 
donde  nacen,  ó  hacerles  egoístas,  insociables  é  ineptos  para 
elevarse  moralmente,  y  hacerse  amar,  y  aun  mandar  y 
dirigir  á  los  otros  que  es  una  de  las  propensiones  humanas. 
¿Creen  aquellos  buenos  alemanes  que  sus  hijos  americanos 


PROGRESOS  GENERALES  141 

han  do  ir  á  Alemania  á  inscribirse  en  el  kindwher,  y  servir 
siete  años  en  el  ejército  alemán? 

Gomo  eso  es  imposible,  lo  que  eo  el  fondo  les  enseñan  es 
á  vivir  si  pudieran  de  contrabando  en  su  propia  patria,  no 
teniendo  er^  realidad  patria  alguna.    Esto  es  inmoral. 

EL  CRÉDITO  EN  EUROPA 

(El  Nacional  Abril  15  de  1879.) 

No  debemos  dejar  pasar  inapercibido  el  telegrama  de 
los  Sres.  Baring  B.  al  Sr.  Ministro  de  Hacienda,  dándole 
la  plausible  noticia  de  haber  en  pocos  días  subido  nues- 
tros bonos  7  %  los  de  1868,  y  6  los  de  Obras  Públicas. 

Espérase  que  en  breve  obtengan  mayor  precio,  y  si  no  se 
perturba  la  tranquilidad  pública,  que  no  termine  el  año  sin 
que  suban  al  precio  que  se  negociaron. 

Fomenta  esta  esperanza  el  l^echo  notable  hoy  que  el 
Brasil  y  la  República  Argentina  son  de  esta  parte  del  con- 
tinente americano  los  únicos  Estados  que  se  hallan  en 
condiciones  de  hacer  frente  á  sus  compromisos,  llenándolos 
religiosamente. 

Nuestras  rentas  nacionales  alcanzaron  el  pasado  año  á 
diez  y  ocho  millones,  y  lo  que  del  presente  va  corrido,  hace 
esperar  que  suban  á  diez  y  nueve  ó  veinte. 

La  inmigración  vuelve  á  regularizar  su  corriente,  siendo 
la  República  Argentina  y  los  Es^tados  Unidos  los  dos  esta- 
dos americanos  que  importan  brazos  é  industria  en  pro- 
porciones de  millones  por  año. 

El  año  73  fué  el  apogeo  de  nuestras  rentas,  de  nuestra 
inmii^racion,  de  nuestros  grandes  trabajos  de  obras  públi- 
cas, y  de  nuestra  exhibición  diremos  asi,  ante  el  mundo 
que  oía  resonar  el  nombre  de  la  República,  no  ya  por  sus 
glorias  en  la  guerra,  sino  por  la  magnitud  de  sus  empresas 
y  sus  paciñcas  conquistas. 

¿Créese  que  se  renueva,  reedifica  suntuosamente  y  se  ex- 
tiende una  ciudad  americana,  sin  que  al  entrar  en  el  tercer 
orden  de  las  ciudades  del  mundo,  no  la  den  la  bienvenida 
las  otras? 

Créese  que  se  desprenden  de  Europa  medio  millón  de 
habitantes  en  pocos  años,  dirigiéndose  hacia  un  punto  del 


142  OBKA8   DK  SAKMIMNTO 

globo,  sin  que  en  la  familia,  la  aldea,  la  ciudad  de  donde 
partieron»  no  se  sepa,  después,  y  se  hable  en  todas  las 
lenguas,  del  pais  á  donde  encontraron  trabajo  y  bienestar? 

Un  momento  de  alto  sobrevino,  es  verdad,  .y  una  reac- 
ción como  si  hubiéramos  corrido  demasiado  á,  prisa,  estra- 
viándonos,  y  necesitado  volver  sobre  nuestros  pasos.  La 
crisis  comercial  que  sobrevino  pudo  tener  en  parte  por 
causa,  el  mismo  desarrollo;  pero  como  iguales  crisis  han 
visitado  entonces  ó  después  á  la  Inglaterra,  los  Estados 
Unidos,  Chile,  etc.,  debemos  buscar  causas  mas  tangibles 
y  aceptables. 

Las  revueltas  de  1874  fueron  la  lúgubre  portada  por 
donde  apareció  el  fúnebre  carro  de  la  depresión  comercial, 
la  baja  de  nuestros  fondos  en  Europa,  en  proporción  de 
la  poca  confianza  que  la  solidez  de  nuestras  instituciones 
inspiraba. 

Esta  confianza  convalece  hoy  y  se  fortifica,  y  pruébanlo 
los  progresos  de  la  alza  que  se  viene  acentuando,  üo  obs- 
tante los  esfuerzos  malevolentes  hechos  por  dos  grandes 
diarios  para  hacer  dudar  de  nuestra  posibilidad  de  servir 
corrientemente  las  deudas,  ya  que  les  sea  imposible  poner 
en  duda  la  decidida  voluntad  del  gobierno  de  mantener  su 
adquirido  rango  entre  las  naciones  mas  solventes. 

Hace  un  año  que  el  Ministro  de  Hacienda,  con  el  dogal 
al  cuello  de  las  dificultades  financieras,  mostraba  para 
responder  á  los  detractores  de  la  República  en  el  exterior, 
lo  que  hablamos  hecho  en  unos  pocos  años,  contra  los 
cargos,  que  justifican  nuestros  desórdenes  civiles.  Hasta 
1863,  decía,  á  pesar  de  los  adelantos  del  mundo  civilizado 
carecíamos  de  líneas  férreas  que  unieran  las  distancias: 
nuestros  caminos  eran  intransitables,  nuestros  ríos  y  arro- 
yos no  daban  paso  en  ciertas  épocas  del  año;  nuestra  co- 
rrespondencia retardada  é  insegura;  los  telégrafos  apenas 
eran  conocidos  de  nombre,  excepto  un  corto  ensayo  en 
Buenos  Aires.  Desde  entonces  acá  tenemos  2317  kilóme- 
tros de  ferrocarriles,  8846  de  telégrafos— 4.696.000  cartas  dis- 
tribuidas— 961.894  leguas  recorridas  al  año  por  diligencia 
—y  392.889  inmigrantes  llegados  al  país  desde  63--Diez 
grandes  puentes  echados  sobre  ríos — y  diez  y  ocho  vías 
carreteras  en  varias  direcciones. 

EL  hilo  telegráfico  que  parte  de  Londres  llega  hoy  por 


PRoaKBSOS  GENERALES  143 

el  otro  cabo  á  Bolivia,  y  no  será  difícil  que  lueíjfo  asome  la 
punta  por  las  calles  de  Lima.     Todo  esto  da  crédito. 

Esta  laboriosa  recapitulación  tenía  que  hacer  el  Minis- 
tro el  año  pasado,  para  responder  dignamente  por  el  honor 
de  sus  predecesores.  Su  obra  personal  era  mas  penosa, 
pues  consistía  en  reparar  el  ediñcio  deteriorado  de  nuestro 
crédito,  proveyendo  á  todas  las  necesidades  del  pais,  que 
como  las  exigencias  del  servicio  de  la  deuda,  apenas  admi- 
ten aplazamiento;  y  este  trabajo  se  ha  llevado  á  cabo,  k 
fuerza  de  voluntad,  á  fuerza  de  insistencia  en  el  propósito 
de  mantener  el  crédito  y  elevarlo,  como  ya  lo  consigue  y  se 
lo  anuncian  de  Inglaterra. 

Ahora  tiene  el  país  otro  programa  aun  mas  vasto  que 
presentar  al  mundo  comercial  y  financiero,  para  levantar 
mas  alto  su  crédito.  Los  trabajos,  realizados  hasta  1874 
eran  ia  semilla  que  el  labrador  siembra  en  el  campo  he- 
redado y  mejorado  por  su  constante  labor.  De  1874  ade- 
lante la  República  emprende  ensanchar  ese  campo,  estir- 
pando  á  los  salvajes  que  lo  asedian  de  todas  partes,  y  en 
tres  años  de  campañas  y  de  victorias  entra  en  posesión  de 
millares  de  leguas  cuadradas,  que  van  á  figurar  en  ade- 
lante en  el  capital  productivo  de  la  nación.  Si  el  mundo 
se  muestra  indiferente  ante  la  pequenez  y  oscuridad  del 
enemigo  salvaje  vencido,  el  resultado  de  tan  meritorios 
esfuerzos,  tiene  su  influencia  en  la  estimación  financiera 
de  los  nuevos  recursos  de  una  nación,  que  aumenta  de  otro 
tanto  el  territorio  librado  á  la  explotación  del  trabajo.  No 
han  de  ser  Rostchild,  ni  Baring,  los  que  mejor  estimen  el 
hecho  novísimo  de  someter  cuasi  de  un  golpe,  los  salvajes 
que  cuatro  siglos  habían  resistido  á  la  conquista;  pero 
nadie  mejor  que  la  Bolsa  de  Londres,  en  cuanto  á  crédito 
ha  de  apreciar  el  telégrafo  de  anteayer  en  que  el  jefe  del 
ejército  anuncia  tener  por  delante  sesenta  leguas  lineales 
de  pastos  excelentes. 

Pero  el  hecho  grande,  tangible,  sorprendente  por  su  no- 
vedad, mas  que  los  avisos  de  ir  en  camino  las  remesas  de 
dinero  para  pagar  réditos  y  amortizaciones,  es  la  aparición 
en  el  mercado  europeo  de  los  trigos  argentinos,  no  en  mues- 
tras, y  cantidades  pequeñas  que  prometen  para  lo  sucesi* 
vo,sino  en  buques  cargados  hasta  el  tope,  que  son  simple^ 
mente  la  vanguardia  de  los  que  siguen  cargando,  y  de  los 


144  OBRAS   DK  SAHMIBNTO 

que  les  seguirán,  si  el  mercado  los  reclama,  pues  los  agri- 
cultores, tienen  todavía  en  graneros  seiscientas  mil  fane- 
gas mas. 

La  República  Argentina  agricultora  y  proveedora  (ie  ce* 
reales  en  grande  escala,  es  un  acontecimiento  en  el  mundo 
comercial  y  un  progreso  que  hablará  mas  alto  que  todas  las 
recapitulaciones  que  hagamos  de  nuestros  esfuerzos  para 
hacernos  dignos  de  la  cotiñanza  de  los  capitalistas.  Nuestras 
lanas  y  peleterías,  nuestras  harinas  y  nuestro  maiz,  res- 
ponden por  las  deudas  contraidas  de  unos  pobres  millones 
de  libras  esterlinas.  Hemos  dado  en  la  conquista  de  la  pam- 
pa una  nueva  hipoteca  y  en  los  cereales  que  ya  figuran  al 
lado  de  los  Estados  Unidos,  una  muestra  del  uso  que  hici- 
mos de  los  capitales  prestados. 

El  medio  millón  de  inmigrantes,  se  presenta  á  su  vez  en 
los  mercados  europeos,  con  el  producto  de  su  propio  tra- 
bajo; y  losque  se  disponen  á  buscar  posición  mas  favorecida 
que  la  que  les  cabe  en  el  país  que  nacieron,  gustando  allá 
mismo  del  pan  que  les  envían  sus  predecesores,  les  mues- 
tran el  camino  y  el  término  del  viaje,  las  colonias  de  ambas 
márgenes  del  Rio  de  la  Plata,  las  llanuras  desmontadas  y 
prontas  á  recibir  la  semilla  y  en  un  año  devolver  el  trabajo 
y  el  capital  que  er^ otros  países  no  obtienen  sino  con  el  lento 
trascurso  del  ^tiempo. 

En  un  año  mas,  mediante  la  protección  de  Dios,  nuestro 
crédito  estará  como  en  1873,  cuando  ante  la  Europa  se  dibu- 
jaba á  grandes  rasgos  el  vasto  campo  preparado  por  vías 
férreas,  telégrafos  y  caminos  é  inmigración  al  capital  y  al 
trabajo.  En  1880,  ensanchado  por  nuestras  armas  el  terri- 
torio explorable,  doblaba  la  producción  por  el  fruto  ya  madu- 
ro de  la  agricultura  y  el  aumento  de  la  población,  el  crédito 
pasará  de  los  límites  que  lo  asignaba  en  1874  el  96  %  y 
llegará  á  ponerse  á  la  par  de  las  naciones  mas  favorecidas 
por  la  confianza  del  capital. 

No  hay  en  esto  ilusiones.  La  acción  de  las  grandes  cau- 
sas que  tiene  por  base  empieza  á  sentirse.  Nuestras  ren- 
tas suben;  la  inmigración  aumenta;  la  producción  asume 
nuevas  formas,  sin  daño  de  las  antiguas;  y  las  fuerzas  del 
país  se  robustecen,  mientras,  triste  es  decirlo,  las  de  el  res- 
to de  la  América  decrecen.  La  República  Argentina  aquí, 
los  Estados   Unidos  al  otro  estremo,  son  con  el  Brasil  los 


PR06HBS0S  GENERALES  145 

dos  puntos  en  que  los  ojos  de  la  Europa  pueden  volverse, 
sin  que  nada  los  aflija.  Tenemos  la  paz  exterior,  y  la  tran- 
quilidad interior,  en  uno  y  otro  centro  de  producción  y  de 
inmigración  que  es  un  nuevo  capital  de  producción  que  va 
á  redituar  tan  luego  como  toca  la  tierra. 

Esta  es  la  situación  actual  y  los  títulos  á  la  consideración 
pública  de  los  gobiernos  que  la  han  preparado,  y  en  estos 
último-?  años  del  que  con  el  laborioso  y  tenaz  ministro  de 
hacienda  ha  preparado  las  brechas  que  las  revueltas  y  la 
crisis  obraron,  y  vuelto  á  levantar  el  crédito. 
.  Que  juzguen  de  su  responsabilidad  los  partidos  de  Bue- 
nos Aires,  si  abandonándose  á  las  orgias  de  alborotos,  des- 
quicio y  revueltas  que  preparan,  vuelven  como  á  fines  de 
1874  á  detener  la  República  en  su  marcha,  á  crearle  nuevos 
desfalcos  y  á  destruir  en  Europa  el  crédito  tan  penosa  y  tan 
lentamente  levantado  en  estos  cuatro  años,  para  volver  á 
caer  á  56  por  ciento  que  bajó,  desde  que  se  dudó  de  la  tran- 
quilidad de  la  República! 

Ya  vienen  señalados  por  la  mano  de  la  historia;  y  sería 
prudente  no  incurrir  en  recaídas,  que  no  tienen  disculpa. 
Hadémosles  amenaza  menos  cruel,  que  la  que  á  cada  mo- 
mento nos  repiten  de  provocar  Cuitiñosdel  furor  popular. 
Los  de  1874  que  se  estén  tranquilos;  porque  el  crédito  na- 
cional de  1880  está  esperando  verlos  obrar  para  venirse 
segunda  vez  abajo. 

Sentimos  no  poderle  dar  seguridades  al  señor  Baring, 
para  entonces.  Guando  se  atraviesa  una  revuelta  estúpida- 
damente  liberal,  las  reglas  del  criterio  faltan. 

LAS  RENTAS  DE  UN  MINISTRO 

(El  Nacional,  Mayo  3  de  1879.) 

Todas  las  damas  conocen  el  lenguaje  del  mostrador. 

—  Es  muy  caro,  —  dice  una  de  ellas  al  comprar  un  ar- 
tículo,— le  daré  tanto  I 

El  dependiente  tiene  su  frase  preparada,  y  con  voz  la- 
mentable le  contesta: 

—  Es  precisamente  lo  que  nos  cuesta  I  Pagamos  muy 
fuertes  derechos! — La  guerra  de   Rusia  con  Turquía! 

Tomo  lu.— 10 


146  OBRA 8   DB  8AKM1BNT0 

« 

Al  fin  le  da  el  articulo  al  precio  ofrecido;  por  sus  Iídüos 
ojos,  tiene  el  cuidado  de  insinuárselo  con  la  mirada  aun- 
que no  se  lo  diga. 

Una  vez  hallaba  muy  caras  unas  corbatas  el  Dr.  Velez, 
y  acaso  por  entretener  el  tiempo,  y  seguir  la  costumbre  de 
regatear  el  precio.  Un  niño  que  se  las  vendía,  le  dijo, 
como  es  de  fórmula: — Nos  cuestan  mas  en  aduana,  señor  I 
—  Cállate,  niño — le  replicó  el  doctor,  ¿y  cuándo  á  tí  te 
cuestan  nada? 

La  memoria  del  Ministro  de  Hacienda  de  este  gobierno 
de  Provincia  nos  trae  aquella  reminiscencia,  y  la  gana  de 
repetirle  el  dicho  del  Dr.  Velez: — Calíate  niño— ¿Cuándo  á 
tí  te  cuestan  nada  las  rentas  de  la  nación? 

Buenos  Aires  no  contribuye  con  un  centavo  á  las  rentas 
nacionales,  perdónenoslo  el  ñnancista  mal  informado. 

Las  rentas  las  paga  la  propiedad  ubicada  en  el  territorio 
de  la  República  Argentina,  sin  distinción  de  provincias 
nacionalidades  ni  personas,  como  la  empresa  argentina  del 
ferrocarril  Central  que  tiene  sus  oñcinas  en  Londres  paga 
la  contribución  del  incomet^  en  Inglaterra,  sobre  propie- 
dades argentinas  como  propiedad  inglesa,  por  cuanto  está 
aili  el  Directorio. 

Si  se  tratara  de  la  estadística  financiera,  los  ministros  de 
la  Nación  tendrían  ocasión  de  mostrar  cuál  es  la  suma  que 
la  propiedad  de  esta  ú  la  otra  parte  del  territorio  de  la 
República  produce  en  renta,  pero  en  la  Memoria  de  Ha- 
cienda de  un  gobierno  provincial,  sienta  mal  decir  que  no 
es  equitativo  el  empleo  que  la  nación  hace  de  lo  suyo,  no 
devolviéntiüle  en  inversiones  á  tal  ó  cual  grupo  de  contri- 
buyentes las  sumas  contribuidas. 

Nueva  York  para  citar  ejemplos  federales  en  materia  de 
rentas  nacionales,  tiene  en  su  territorio  cuatro  millones  de 
norte  americanos,  no  de  yorktitos^  y  la  aduana  donde  se  co- 
bran doscientos  millones  de  derechos,  y  está  en  Nueva 
York  la  mayor  acumuia<íion  del  capital  norte  americano. 
De  esos  doscientos  millones,  los  Estados  Unidos  no  invier- 
ten en  Nueva  York  ni  titi  centavo,  sino  se  cuentan  los  jueces 
federales  y  el  correo  y  los  emplea«i(ís  (ie  sus  propias  adua- 
nas. No  invierten  mas  eu  Nueva  Orleans  ni  en  Boston  ni 
Pensilvania  donde  hay  aduunas,  sino  es  en  edificios  para 
la  administración  de  correos  ú  otras  necesidades  nariona- 


PROORESOsif  GENERALES  147 

les.  El  Congreso  de  los  EsUidos  Unidos  que  ordepa  la  in- 
versión de  las  rentas,  y  en  eso  como  todas  las  naciones  del 
mundo,  t^iiom  donde  se  cobran,  ni  quien  las  paga;  porque 
la  ley  no  impone  á  cada  Estado  una  cuota  para  el  sostetí  de 
la  Nación,  como  en  la  intentada  y  fracasada  Confederación, 
sino  que  siendo  la  nación  el  Soberano,  provee  con  la  pro- 
piedad y  crédito  que  existe  en  el  Estado  á  sus  gastos  pro- 
pios. 

La  igualdad  del  impuesto  no  importa  la  igualdad  de  la 
inversión. 

Suele  decirse  entre  economistas,  de  la  institucioi-  del  go- 
bierno, cualquiera  que  sea  su  forma,  que  el  Estado  de- 
vuelve en  servicios  á  los  ciudadanos  la  renta  con  que  han 
contribuido  para  su  sosten. 

El  señor  Ministro  ha  tomado  esta  idea  y  le  ha  dado  una 
aplicación  singular  diciendo: — Si  una  Provincia  contribuye 
con  70  %  á  la  renta  de  una  nación,  es  claro  que  los  setenta 
por  ciento  debe  emplearlos  en  el  lugar  en  donde  se  produ- 
geron,  y  según  mis  cuentas  solo  veinte  y  nueve  escasos  se 
emplean  en  Buenos  Aires  pasando  lo  demás  á  otras  partes 
del  territorio.    (Qué  cada  vieja  cuide  de  su  madeja  I 

La  cuenta  es,  sin  embargo,  errada.  Buenos  Aires  ha  sido 
reediñrado  suntuosamente,  solo  desde  que  paga  el  70  %  á 
la  Nación,  y  no  sabemos  de  ciudad  alguna  de  las  otras 
provincias  que  haya  medrado  tanto.  Luego  se  le  ha  de- 
vuelto mas  del  70  %  en  servicios  de  comercio  ó  indus- 
tria, etc. 

Buenos  Aires  gasta  un  veinte  por  ciento  anual  en  ver 
flotar  sobre  sus  cabezas  el  pabellón  argentino^  que  es  con- 
siderado en  el  mundo  como  símbolo  de  un  pueblo  civili- 
zado. Paga  un  diez  por  ciento  anual  en  cónsules  y  ministros 
plenipotenciarios,  que  Buenos  Aires  necesita  mas  que  las 
otras  Provincias  en  el  extrangero,  para  sus  negocios,  y  no 
parecer  hijo  de  padres  desconocidos. 

Buenos  Aires  es  la  parte  del  territorio  donde  hay  mas 
seguridad  individual,  de  que  no  gozan  al  decir  de  muchos 
diarios  las  demás  Provincias,  y  esa  la  debe  á  ser  capital  de 
una  nación,  pues  no  la  conservaría  entregada  á  sus  propias 
fuerzas. 

Paga  Buenos  Aires  un  veinte  por  ciento  en  estorbar  que 
el  Brasil,  Bolivia,  el  Uruguay  ó  cualquiera  montonero  se- 


148  OHHAH    liK   MARMIKNTO 

greguen  de  la  República  Argentina,  Corrientes  ó  E!ntre 
Ríos  por  ejemplo,  porque  Buenos  Aires  sería  poca  cosa  por 
si,  si  aquellas  ú  otras  provincias  perteneciesen  á  una  na- 
ción estraña. 

Es  posible  que  Buenos  Aires  hubiese  acabado  con  los 
indios  de  su  frontera,  sin  auxilio  de  fuerzas  nacionales; 
porque  es,  sin  duda,  su  población  mas  poderosa  que  los 
indios;  pero  no  sucede  asi  con  las  naciones  del  tnundo,  y 
aun  sus  vecinos  que  le  son  superiores  en  fuei*za,  en  número 
y  en  territorio  y  pueden  dominarlo. 

¿Está  ó  no  pagado  Buenos  Aires  de  su  setenta  por  ciento? 
Recibe  ciento  por  uno;  pues  las  demás  provincias  no  se  las 
vé  hacer  progresos  tan  rápidos,  no  obstante  ios  cincuenta 
por  ciento,  que  cree  el  Ministro  que  les  envía  el  Gobierno 
Nacional,  en  lo  que  haría  muy  bien. 

Como  la  propiedad  particular  responde  de  las  deudas 
contraidas  por  una  nación,  es  claro  que  estando  ubicada 
la  mayor  cantidad  de  propiedad  argentina  desde  el  Arroyo 
del  Medio  para  acá,  los  réditos  que  psi^iin  las  rentas  nacio- 
nales, son  una  devolución  en  servicios  que  hace  la  nación  k 
Buenos  Aires;  pues  si  hubiera  de  liquidarse  la  deuda,  no 
son  los  individuos  los  que  responden  de  ella,  sino  la  pro- 
piedad.   Por  eso  no  hay  prisión  por  deudas. 

Buenos  Aires  debe  el  setenta  y  cinco  por  ciento,  de  la 
deuda  nacional  según  la  avaluación  del  señor  Ministro. 

La  Inglaterra  tiene  por  base  de  su  legislación  que  la 
propiedad  raiz  actual^  heredadla,  vendida,  comprada,  po- 
seída con  título  inatacable,  es  propiedad  de  la  reina  sin 
embargo. 

Un  extrangero  no  puede  poseer  ni  comprarla  porque  no 
es  subdito  de  ella  y  la  tierra  es  suya.  Los  Estados  Unidos 
profesan  por  principio  que  el  Gobierno  Nacional  no  tiene 
por  función  beneficiar  Estados,  abrir  canales,  establecer 
ferrocarriles  ni  contribuir  á  tn^^jora  alguna,  sino  es  para  su 
propio  servicio;  y  solo  de  al^jun  tiempo  á  esta  parte  ha  ayu- 
dado concediendo  tierras,  ó  emitiendo  bonos  á  la  ejecución 
de  alguna  grande  obra  pública  como  el  ferrocarril  intero- 
ceánico, ó  la  dotación  de  medio  millón  de  acres  á  un  Estado 
de  nueva  formación,  ó  para  colegios  de  agricultura  y  otros 
objetos  de  pura  longaminidad. 

No  devuelve  á  los  Estados  en  servicios  directos  las  con- 


í 


PROGRESOS  QBN ERALES  149 

tribuciones  que  ie  pagaron  los  poseedores  de  propiedad, 
productos  ó  valores,  sino  que  existiendo  los  Estados-Unidos 
como  nación  ya  con  eso  les  devuelve  en  servicios  la  renta. 
Lá  Inglaterra  poseyendo  la  escuadra  mas  poderosa  que 
existe  en  la  tierra  devuelve  en  servicios,  á  ia  Inglaterra, 
Irlanda,  la  Escocia,  y  el  país  de  Gales^  las  contribuciones 
que  les  impone.  La  prueba  es  que  los  ingleses  son  el  pue- 
blo mas  rico  de  toda  la  tierra,  que  sus  naves  mercantes  y 
sus  comerciantes  están  seguros  en  los  puntos  mas  aparta- 
dos del  globo,  y  el  nombre  y  el  pabellón  inglés  son  el 
orgullo  de  los  que  lo  llevan,  ó  se  cobijan  á  su  sombra. 

Decir  que  la  nación  argentina  no  devuelve  á  esta  ó  la 
otra  provincia  sino  una  mínima  parte  de  lo  que  contribuye 
y  aun  sacar  la  cuenta  en  pesos  y  reales  de  lo  que  recibe  en 
cambio,  es  renunciar  á  lo  que  la  dignidad  humana  estima 
en  mas  alto  grado,  cual  es  el  valor  moral  del  nombre,  de 
la  historia,  del  pabellón  de  las  naciones.  Los  argentinos 
no  las  provincias  que  nada  poseen,  gastamos  en  la  medida 
de  nuestra  capacidad,  y  acaso  no  sabemos  emplearlo  bien, 
lo  que  las  naciones  gastan  en  los  fínes  para  que  se  consti- 
tuyen los  pueblos  en  naciones,  tan  fuertes  como  pueden, 
que  son  mantener  dignamente  su  situación   en  el  mundo. 

Da  pena  leer  aquella  pobre  Memoria  en  que,  por  cambiar 
el  sentido  de  las  palabras,  haría  reir  á  ios  extrangeros  y 
gemir  á  sus  compatriotas! 

¿Querrá  creerse  posible  que  en  un  documento  público  y 
para  comparar  dalos,  entre  diez  y  nueve  naciones  del 
mundo  principiando  por  Inglaterra,  Alemania,  Francia,  y 
acabando  por  Estados-Unidos  y  Brasil,  se  agreguen  estas 
dos  naciones:  República  Argentina  y  Buenos  Aires?  Y  en 
otro  cuadro  comparativo,  sean  Buenos  Aires  y  República 
Argentina  las  que  se  comparan  con  las  otras  naciones,  para 
concluir  con  esta  observación,  «se  des{)rende  de  este  cua- 
dro, que  todas  las  naciones,  obtienen  la  mayor  parte  de  sus 
rentas  de  las  contribuciones  indirectas?;» 

Para  justificar  el  impuesto  sobre  bebidas  y  licores  en  una 
provincia  de  una  nación,  cita  el  ejemplo  de  Francia,  Rusia, 
Estados-Unidos,  olvidándose  que  las  palabras  Fruncía, 
Inglaterra  se  traducen  República  Argentina  ó  Chile  en 
materia  de  los  impuestos  que  cita,  y  no  en  Buenos  Aires 
ó  Córdoba,  que  equivalen  á  Nueva- York,  ó  Nueva-Orleans. 


i 


150  '        0BKA8  DB   SARMIENTO 

De  aquí  viene  que  la  Memoiia  abunde  en  un  espíritu  de 
provocación  y  de  vituperio  á  ia  nación  argentina,  de  que  se 
considera  desligado^  como  del  Congreso  á  quien  parece  no 
reconocer  el  autor  desde  su  altura  de  Ministro  de  esta  otra 
Francia,  de  esta  Inglaterra,  de  estos  Estados-Unidos,  que  se 
llama  Buenos  Aires. 

Después  de  mostrar  que  Buenos  Aires  administrado 
como  está,  sin  gastos  de  marina,  de  ejército,  de  represen- 
tación en  el  exterior  gasta  siete  millones  de  fuertes  anuales 
en  el  gobierno  provincial,  de  medio  millón  de  habitantes, 
mientras  que  el  Gobierno  Nacional  con  los  diez  millones 
del  ejército  y  marina,  y  las  Relaciones  Exteriores,  solo 
gasta  diez  y  siete  en  gobernará  dos  millones,  en  lugar  de 
buscar  en  donde  está  el  vicio  de  este  monstruoso  exceso  de 
gastos  provinciales,  único  objeto 'de  una  Memoria  provin- 
cial, se  apodera  del  presupuesto  nacional,  y  cual  si  fuera 
un  ministro  nacional  hablando  en  el  Congreso  ó  con  el 
Congreso  para  inducirle  á  reformar  sus  leyes,  pregunta 
desde  la  casa  de  Rosas: 

Pero  «los  gastos  nacionales  son  bien  distribuidos?» 

Fácil  seria  contestarle,  la  del  Dr.  Velez  al  niño. 

No  en  las  oficinas  ni  documentos  oficiales  de  Goberna- 
dores de  Provincias  donde  se  estudia  el  presupuesto  nacio- 
nal, sino  en  los  ministerios  de  Gobierno  Nacional  y  en  el 
Congreso.  No  entendemos  que  cuentas  saca  de  como  de- 
biera  el  Congreso  distribuir  sus  gastos. 

Si  de  los  diez  y  siete  millones  que  forman  el  total  de  las 
rentas  nacionales  doce  millones  consumen  las  relaciones 
exteriores,  el  ejército  y  marina,  la  iglesia  y  seis  los  réditos 
de  ia  deuda  extranjera,  lo  que  hace  los  mismos  IV.OOO.OOO, 
es  preciso  andar  tras  de  piltrafas  para  buscar  en  tal  ó  cual 
rincón  donde  se  habrán  invertido  lo  que  falte  del  70  %  con 
que  contribuye,  según  su  cuenta  Buenos  Aires,  para  acabar 
con  esta  cantinela: 

«Fuera  de  cuestión  la  Provincia  soporta  una  carga  indi- 
ta bida.  Las  contribuciones  nacionales  son  mal  distribuidas, 
«  y  de  ahi  de  donde  viene  el  mal. 

«Pero  aquí  se  presenta  la  Nación  Argentina  como  causa 
del  mal!» 

«Aquí  es  del  caso  repetir:    Los  impuestos  al  tabaco  y  las 


PaOGRBSOS  GENERALES  151 

bebidas,  permitirán  á.  la  Nación  Argentina  devolver  á  la 
Provincia  los  derechos  de  exportacionl. . . . 

Ei  verbo  permitir  es  una  atenuación  de  obligar,  porque 
se  trata  de  devoluciones  de  una  cosa  que  le  debe  la  nación 
argentina  á  sus  contribuyentes,  y,  según  parece,  imponién- 
doles el  ministro  á  estos  contribuyentes  de  provincia  los 
derechos  que  la  Francia,  los  Estados  Unidos- imponen  y  la 
Nación  Argentina  pudiera  imponer,  se  logra  devolverle  á 
la  Provincia  pero  no  á  los  contribuyentes  los  derechos  de 
expí)rtacion  cobrados  indebidamente  por  la  dicha  Nación 
Argentina.    Un  clavo  saca  otro  clavo! 

El  Gobernador  en  el  Mensaje  á  la  Legislatura  tranquilina 
á  la  nación  asegurándole  que  no  hay  ya  Quirogas,  ni  López 
que  desconozcan  la  Nación  Argentina.  No  ha  leido  la 
Memoria  de  su  ministro. 

Es  el  rival,  el  igual,  el  físcal  el  maestro  en  ñnanzas  y  el 
denunciador  del  Congreso,  desús  leyes, de  su  presupuesto, 
causa  de  todo  el  mal 

A    PROPOSITO  DE  UNA  MEMORIA 

(Bl  Nacionai,  Mayo  6  de  1879.) 

Los  que  hayan    leído    la  Historia  de  la  Gonstitmion  de  los 
Estados  Unidos  por  Ticnor  Curtis,  recordarán  las  resistencias 
*que  opuso  el  pequeño  Estado  de  Rhode  Island,  para  for- 
mar parte  de  la  Union,  no  habiéndolo  hecho  sino  años  des- 
pués, y  bajo  la  presión  de  derechos  diferenciales. 

Necesitan  tener  presente  esta  circunstancia  para  sentir 
la  gracia  de  un  hecho  que  trae  el  Harper  New  Monthly  Maga-- 
zine  de  Abril  de  1879,  y  que  nos  complacemos  en  traducir 
para  ilustración  de  nuestras  piopias  cosas. 

«El  siguiente  fragmento, — dice  diqho  Magaztne, — tomado 
de  un  viejo  libro  de  apuntes,  parecerá  nuevo  á  muchos 
ancianos,  y  tomará  de  sorpresa  á  no  pocos  jóvenes. 

«Vale  la  pena  de  leerlo. 

«Cuando  el  Juez  Story  abrió  la  primera  Corte  de  Jus- 
ticia federal  en  Rhode  Island,  y  de  cuyo  distrito  era  él 
Presidente,  tenia  por  pregonero  un  funcionario  adicto  á  las 
fórmulas  y  muy  preciso,  el  cual  había  estado  acostumbra- 
do á  abrir  y  hacer  las  acostumbradas  proclamaciones  en 


152 


0BKA8    ÜK   SAKMIKMTO 


los  Tribunales  del  Estado,  lo  cual  ejecutaba  con  gran  fer- 
vor y  unción,  y  muy  deliberadamente  el  final,  «Dios  tenga 
en  su  santa  guarda»  etc.,x>  en  que  terminaba. 

«El  Juez  Story,  con  aquella  manera  blanda  y  suave  que 
le  era  tan  propia,  dijo  al  pregonero: — Tened  la  bondad  de 
abrir  la  Corte,  con  todas  las  formalidades  de  estilo. 

— «Si,  Vuesa  Excelencia, — fué  la  respuesta  seguida  del 
sabido  Hear  yi^  oid,  dos  veces  repetido, — y  concluyendo  por 
una  oración,  pidiendo  por  la  preservación  del  Estado  de 
Rhode  Islatid,  y  plantaciones  de  Providence. 

— «No  es  así, — dijo  el  Juez. — Esta  es  una  Corte  de  los 
Estados  Unidos,  y  por  los  Estados  Unidos  es  que  debe  pe- 
dirse la  salvación. 

«El  pregonero  volvió  á  gritar: — Hear  yé^  oíd, — y  segunda 
vez,  tan  inveterado  era  en  él  el  hábito  de  su  práctica  anterior, 
que,  terminó  con  la  invocación  en  favor  del  Estado  de  Rho- 
de Island  y  plantaciones  de  Providence. 

«El  Juez  Story  volvió  á  )eprocharle  su  error,  y  esta  vez 
le  prometió  hacer  correctamente  la  proclamación,  y  comen- 
zó de  nuevo»  concluyendo  con  los  Estados  Unidos  de  Amé- 
rica, pero  añadiendo  todo  de  una  pieza,  y  mas  especialmente 
por  «el  Estado  de  Rhode  Island  y  las  plantaciones  de  Pro- 
vidence,» añadidura  que  el  Juez  hubo  de  aceptar  en  tran- 
sacción para  abrir  el  Tribunal,  y  proceder  con  los  asuntos 
de  la  Corte.» 

Providence  es  la  capital  de  Rhode  Island  actualmente, 
y  este  Estadito,  que  se  creía  dañado  con  la  Union  Ameri- 
cana bajo  la  Constitución  nueva,  tiene  ásn  sombra  la  par- 
ticularidad de  ser  el  Estado  mas  rico  de  la  tietTü  tocando  á 
cada  habitante  dos  mil  y  quinientos  pesos  de  capital,  y 
una  cantidad  exhorbitante  en  producto  anual  de  la  in- 
dustria. 

Tememos  que  si  á  cierto  Ministro  le  tocara  decir  que 
«Dios  preserve  á  la  República  Argentina,»  no  lo  haría  sino 
añadiendo  en  todo  caso,  y  mas  especialmente  á  «la  Provin- 
cia de  Buenos  Aires,  con  su  Campaña  é  Islas»;  según  lo  ha 
mostrado.en  las  tan  singulares  observaciones  de  su  sistema 
rentístico,  un  poco  ateo,  y  bastante  egoísta;  pues  consiste 
en  suponer  que  Buenos  Aires  seria  el  Estado  mas  econó- 
micamente gobernado,  sino  pagase  ejército,  obispos  y  cu- 


PBuaKUSOsf  afiNEUALBd  153 

ras,  embajadores  y   cónsules,  sobre  todo  sino  tuviese  ni 
bandera  ni  patrimonio  nacional. 

Es  el  hijo  pródigo  que  maldice  de  sus  padres,  porque 
gastan  todo  en  la  familia  y  le  dejan  escaso  salario  para  sus 
disipaciones. 

Un  curioso,  leyendo  aquella  elucubración  tan  cerrada  de 
argumentos  en  letras  y  aserciones,  hacia  notar  que  el  dato 
de  los  setenta  y  cinco  por  ciento  contribuidos  y  de  que 
solo  29  se  rescatan,  parte  de  una  notita  al  pie  de  una  pá- 
gina en  que  se  ha  dicho  «calculo  en  un75Vo«*-»  y  sobre 
esta  notita  al  pie  y  este  cálculo^  está  basada  la  demás  com- 
putación de  gastos  caseros,  para  hacer  resaltar  la  enoirni- 
dad  de  los  nacionales,  como  si  pudieran  disminuirse  estos 
en  una  parte  del  territorio  y  no  en  las  demás,  ó  como  si 
disminuido  el  ejército  y  la  marina  la  producción  habría  de 
aumentar. 

Son  funciones  anexas  á  la  soberanía  de  una  Nación,  es- 
tablecer derechos  de  importación,  contribuciones  directas, 
contraer  empréstitos  y  darse  el  presupuesto  que  juzguen 
sus  Representantes  oportuno. 

En  el  sistema  federal  no  hay  soberanías  diversas  en  anta- 
gonismo con  la  soberanía  nacional  que  es  única,  pues  ella 
representa  á  todos  en  el  exterior,  ella  es  la  heredera  de  la 
soberanía  que  la  España  ejerció  sobre  estos  dominios,  y  de 
que  hizo  traspaso  á  la  nación  por  el  acta  de  reconocimiento 
formal  de  su  independencia,  único  título  de  propiedad  pre- 
sentable ante  los  Tribunales  para  determinar  á  quien  per- 
tenecen catedrales,  fortalezas,  parques,  cuarteles  y  todo  lo 
que  haya  sido  destinado  durante  el  viireinato,  ó  los  gobier- 
nos posteriores  á  los  objetos  reservados  al  ejercicio  de  la 
soberanía  nacional. 

Gomo  las  provincias  no  pueden  hacer  guerra,  es  claro 
que  no  pueden  poseer  parques,  ni  fortalezas,  ni  cuarteles, 
en  cuanto  fueron  de  antiguo  consagrados  al  servicio  pú- 
blico. Decimos  lo  mismo  de  puertos  y  edificios  consagra- 
dos al  culto  nacional.  Las  catedrales  de  Sevilla,  Burgos  y 
otras  en  España,  tienen  talladas  en  la  piedra  las  armas 
reales  de  la  corona  de  España,  y  las  de  Córdoba  y  Buenos 
Aires  las  tuvieron  igualmente,  habiéndolas  hecho  quitar 
los  gobiernos  americanos. 

El   patronato  establece    la  propiedad  de  tales  edificios, 


154  OBRAS  DR  8ARMIBNTO 

como  el  derecho  de  hacer  guerra,  ó  la  obligación  de  defen- 
der el  país  de  toda  agresión,  determinan  la  propiedad  de 
las  armas  y  terrenos  que  á  este  objeto  se  consagraron. 

Dando  de  mano  á  estas  ociosas  discusiones,  esperamos 
bien  pronto  ver  la  cuenta  de  inversión  presentada  á  las 
Cámaras,  pues  los  que  están  habituados  á  las  prácticas 
administrativas,  echan  de  menos  en  la  Memoria  de  Hacien- 
da de  la  Provincia,  las  cuentas  de  los  gastos  hechos  en 
el  año,  y  como  y  en  que  se  ha  invertido  el  presupuesto. 

Vemos  en  la  serie  de  Memorias  nacionales  de  Hacienda, 
que  se  lleva  razón  desde  1863  de  todos  ios  gastos,  y  se  da 
cuenta  al  Congreso  de  la  inversión  del  presupuesto.  No 
sabemos  porqué  se  omite  en  la  Provincia  esta  pieza;  siendo 
la  última  una  larga  conversación  del  Ministro  con  el  pú- 
blico sobre  todas  las  cosas,  y  aun  sobre  las  rentas  y  gastos 
nacionales,  sin  que  el  contribuyente  maravillado  encuentre 
un  pobre  cuadro  de  inversión  ni  de  gastos. 

Hubo  en  París  una  fábrica  de  chales  que  para  darles 
importancia  imitaban  el  dibujo  especial  á  los  de  cachemira, 
y  el  tabricante  ingenioso  puso  á  la  puerta  este  anuncio  en 
letras  gordas:  «Fábrica  de  chales  de  cachemira^  sin  pelo 
de  cachemira.»        ^ 

La  Memoria  de  Hacienda,  sin  cuentas»  sin  cifras,  y  sin 
cuadros  de  inversión  nos  parece  «una  Memoria  de  Hacien- 
da sin  hacienda»  lo  que  es  mas  ingenioso,  sin  duda,  que 
hacerla  con  la  materia  propia  que  son  las  verdaderas 
cuentas. 

SUBDIVISIÓN   DE  JIERRAS  PDBLICAS 

(Bl  Nacional,  Hayo  14  de  i879.) 

Vemos  que  pasa  en  la  Legislatura  de  la  Provincia  una 
ley  dividiendo  la  tierra  pública  en  lotes  de  un  cuarto  de  le- 
gua en  algún  punto  del  territorio;  y  creemos  que  con  este 
paso  se  entra  en  una  buena  vía,  no  obstante  las  objeciones 
que  de  ordinario  se  oponen  á  la  enajenación  en  lotes  medi- 
dos y  de  menos  de  legua  cuadrada. 

Créese  que  se  debió  á  esto  el  que  no  se  colocan  con  facili- 
dad los  terrenos  del  Sur  de  una  legua  cuadrada. 

La  campiña  de  Chivilcoy,  siu  embargo,  dio  otros  resulta- 


PROGRESOS  GENERALES  155 

dos,  por  la  subdivisión  en  lotes  de  cien  y  doscientas  cuadras, 
y  bastaría  contar  no  solo  el  número  de  vacas  y  ovejas  que" 
sostiene,  sino  el  de  habitantes  y  casas,  pues  esta  es  la  mayor 
de  las  riquezas  en  países  tan  despoblados  aun.  El  partido 
Chivilcoy,  con  toda  clase  de  propiedad,  ya  sea  aj^ricola  ó 
pastoril,  rural  ó  civil,  hade  compararse  con  otro  Partido  de 
igual  estencion  territorial,  dividido  en  los  antiguos  lotes  de 
estancia,  para  ver  cuál  sistema  produce  mayor  riqueza,  á 
más  de  dar  medios  de  vivir  á  mayor  número  de  habitantes. 

Téngase  presente  que  en  una  estencion  de  país  de  estan- 
cias hay  diseminados  doscientos  mil  habitantes,  para  los 
cuales  la  ley  de  educación  común  es  letra  muerta,  por  falta 
de  núcleos  de  población,  para  establecer  escuelas.  En  tales 
parajes  pudiera  decirse  que  no  existe  sociedad. 

El  cercado  de  las  estancias  que  cada  día  se  generaliza 
mas,  produce  un  nuevo  rechazo  de  población,  pues  limitan- 
do el  movimiento  del  ganado,  y  asegurando  al  propietario 
su  conservación  da  lugar  á  despedir  brazos  y  familias  alle- 
gadas, que  están  de  mas.  Por  largos  años  la  estancia  cerca- 
da repelará  de  su  recinto  población.  No  son  los  grandes 
propietarios  los  que  han  de  emprender  detallar  la  indus- 
tria de  la  cria  del  ganado.  Bástanles  los  productos  en  grande, 
como  cueros,  lana,  grasa,  etc. 

Pero,  empieza  ya  á  tomar  ciertas  proporciones  la  elabora- 
ción de  la  leche,  cuyo  producto  anual  es  mayor  que  el  valor 
de  la  vaca  que  la  produce. 

Se  da  como  un  dato  positivo  que  en  las  colonias  de  Santa 
Fe  hay  quince  mil  vacas,  sometidas  á  este  mayor  grado  de 
cultura  ó  de  cultivo,  tomando  la  vaca  como  una  transfor- 
mación del  pasto.  Pudiera  haber  en  Buenos  Aires  un  mi- 
llón, y  producir  una  enorme  renta,  en  quesos  y  mantequilla. 

Para  que  este  segundo  paso  de  la  industria  ganadera  se 
dé,  conviene  que  hayan  lotes  de  tierra  de  poca  estension, 
de  manera  de  requerir  mas  trabajo  con  menos  superficie 
y  mayor  población  humana. 

Las  ovejas  han  requerido  mas  habitantes  que  el  ganado 
vacuno.^n  estado  salvaje. 

Las  vacas  sometidas  á  la  industria  de  la  lechería,  aumen- 
taría diez  veces  mas  la  población,  pagándola  el  aumento 
de  riqueza  y  producción  de  la  ganadería. 

No  obstante  los  milagros  que  está  haciendo  en  Santa  Fe 


156  OBRAS  DB  SARMIENTO 

la  cultura  de  los  cereales,  y  las  otras  producciones  que  la 
labor  arranca  k  la  tierra,  no  abogaríamos  por  un  cambio  de 
producción  en  Buenos  Aires,  cuyo  territorio  parece  creado 
exprofeso  para  alimentar  ganados. 

Pero  si  creemos  que  el  cultivo  de  pastos  artificiales  aumen- 
tará la  producción  en  relación  á  la  superficie,  desde  que  la 
propiedad  territorial  sea  menos  estensa,  y  admita  por  tan- 
to mayor  número  de  propietarios,  y  pida  mas  brazos.  Qué 
producirá  media  legua  de  terreno,  en  ovejas,  en  quesos,  ea 
manteca  con  solo  la  mitad  sembrada  de  alfalfa? 

Este  es  un  esperimento  que  aun  está  por  hacerse,  ó 
que  se  está  haciendo  ya  oscuramente,  sin  que  se  haga 
sentir  por  sus  efectos.  Menos  espacio  de  terreno,  requiere 
mayor  trabajo  personal,  para  producir  lo  mismo.  La  cul- 
tura del  pasto  aumenta  la  superficie  útil  como  la  cul- 
tura de  la  vaca,  aumenta  su  valor  por  el  producido  anual 
en  leche  que   hoy  no  cuenta  por  nada. 

La  consecuencia  ha  de  ser  dar  mayor  densidad  á  la 
población,  que  hoy  es  la  mas  diseminada  que  existe 
entre  los  pueblos  civilizados. 

El  cultivo  de  ;cereales,  sería  un  auxiliar  de  la  cultura 
de  los  pastos;  y  entonces  todavía  admitiría  en  ciertos 
parnjes  mayor  subdivisión  la  tierra- 
Creemos  que  el  tiempo  no  está  lejos,  cuando  haya  da 
ser  competido  el  estanciero  á  mejorar  sus  medios  de 
producir. 

Apenas  se  apercibe  la  generalidad  de  los  cambios  y 
sucesión  de  culturas  que   la   naturaleza    misma  hace. 

Al  principio  los  campos  son  pajonales  que  encubren  la 
superficie  y  mantienen  la  humedad  del  suelo.  El  ga- 
nado rompe  esta  cubierta,  la  pisotea  y  acaba  con  la  paja 
y  con  la  humedad  que  conservaba.  Otro  pasto  viene,  y 
en  los  terrenos  gruesos  el  cardo,  la  cola  de  zorra,  etc. 
hasta  el  trébol,  que  produce  la  cardilla. 

Lms  ovejas  medran  y  engordan,  pero  apretan  la  super- 
ficie del  terreno,  cerrándole  á  la  tierra  los  poros  por 
donde  las  raices  respiran  aire,  y  á  los  años  aparece  la 
zepa-caballo,  precursor  del  horrible,  del  inestingible  abrojo. 

Esta  es  la  última  evolución  de  la  naturaleza,  que  ha 
ido  siguiendo  los  cambios  introducidos  por  el  hombre. 
El  acto  que  sigue  es   el    comienzo   de    una   nueva   exis- 


PROGRESOS  6BNBRALBS  157 

tencia.  La  tierra  endurecíida  por  el  t«rraplenador  eterno 
de  la  uña  de  los  animales,  se  ha  enriquecido  no  obstante 
de  humus  ó  guano,  y  el  día  que  el  arado  abre  de  nuevo 
el  seno  de  la  tierra,  devuelve  en  mieses  el  ciento  por 
uno  literalmente. 

Esta  será  la  ventaja  de  los  trigos  cultivados  en  terrenos 
nuevos,  sobre  los  que  .ya  niega  al  cultivador  el  suelo 
de  Europa.  Los  primeros  están  abonados  para  un  siglo; 
los  segundos  deben  serlo  anualmente  y  á  mucho  costo. 
De  aquí  viene  que  en  campos  de  Buenos  Aires  se 
ha  cosechado  un  año  en  terreno  virjen  ciento  cinco  por 
uno,  mientras  que  ocho  por  uno  es  exelente  cosecha  en 
Francia,  y  doce  con  mayor  cultivo  en  Inglaterra. 

Aplaudimos,  pues,  la  división  en  lotes  de  cuarto  de  legua 
que  suponemos  equivalente  á  diez  cuadras  de  costado. 

Esta  sub-division  llamará  á  otra  clase  de  propietarios 
que  el  simple  estanciero,,  que,  según  su  género  de  indus- 
tria no  se  contenta    con  menos  de  dos  ó  tres  leguas. 

Esta  nueva  subdivisión  puede  ofrecer  propiedad  terri- 
torial al  alcance  del  inmigrado  residente  de  años,  con 
capital  adquirido,  y  con  hábitos  industriales  que  apli- 
cará á  las  circunstancias  del  país,  haciendo  la  cría  de 
ganado  mas  en  pequeño,  pero  forzándolo  á  producir 
mas,  en  lana  cuyo  término  parece  alcanzado  ya;  pero 
no  en  carnes  sino  es  con  la  raza  Lincoln — en  quesos  y 
mantequilla — en  manteca  de  puerco — en  cereales  y  le- 
gumbres, con  el  auxilio  de  la  alfalfa  y  otras  plantas 
forrajeras. 

GBA.NELES — Vemos,  con  gusto,  que  ya  se  intenta  en 
Santa  Fe,  construir  graneles  ó  elevadores  para  los  grandes 
almacenes  de  trigo  que  completaran  las  economías  de 
movimiento  que  han  de  principiar  los  ferro-carriles  de 
trocha  angosta.  Es  á  condición  de  abaratar  los  costos  de 
de  trasporte  y  movimiento  que  ha  de  ser  segura  la 
exportación.  En  Estados  Unidos  cuesta  el  hectolitro  de 
trigo  8  francos  y  puesto  en  Europa  16  francos.  En 
Francia  n)  puede  producir  á  menos  de  22  francos,  y 
vendido  á  27  no  es  gran  negocio  sembrarlo.  Es,  pues, 
preciso  economizar  gastos  de  producción  y  trasportes 
en  nuestros  cereales  para  competir  con  los  norte  ame- 
ricanos y  los  europeos. 


158  OBHAS   Dü  8AKU11BNTO 


EL  MINISTRO  DE  HACIENDA  DE  LA  NACIÓN 

(El  Nacional,  Mayo  15  de  1879.) 

Los  repetidos  telegramas  fríos  que  llegan  de  Inglaterra 
anunciando  la  suba  gradual  de  nuestros  fondos  públicos, 
contra  los  avisos  de  nuestros  noticieros  de  las  fuertes 
remisiones  de  metálico  que  envía  el  gobierno  para  hacer 
el  servicio  de  la  deuda,  aun  anticipándose  á  los  plazos, 
muestran  que  la  confianza  se  restablece  allá  y  acá,  y  que 
han  pasado  ya  los  días  de  malestar  que  las  crisis  dejó 
en  pos  de  sí. 

Cuando  sea  conocida  fuera  la  situación  del  país,  pintada 
en  el  Mensaje  del  Presidente  al  Congreso,  contribuirá  á 
confirmar  aquella  confianza,  á  que  pondrá  su  sello  la 
Memoria  del  Ministro  de  Hacienda,  que  tan  luminosos 
datos  encierra  siempre,  para  poner  de  manifiesto  el  orljen 
producto  é  inversión  de  las  rentas. 

No  siendo  tan  satisfactorio  para  los  prestamistas  ingleses 
el  cuadro  que  presentan  las  finanzas  de  casi  todas  las  otras 
secciones  americanas,  natural  es  que  las  miradas  se  vuel- 
van hacia  la  República  Argentina  y  se  interesen  por  saber 
cuales  son  los  financistas  que  tan  favorables  resultados 
obtienen.  Con  este  motivo  vemos  con  placer  que  el  nombre 
del  doctor  Plaza,  nuestro  Ministro  de  Hacienda,  es  citado 
con  encomio  en  publicaciones  inglesas,  y  sus  vistas  en 
materia  de  finanzas,  bancos  y  moneda  apoyadas  como  las 
mas  acertadas. 

«  La  carrera  de  este  hábil  y  eminente  Ministro  Argenti- 
no, dice  The  Riveí'  Píate  Mail^  ha  sido  notable  por  el  feliz  éxito 
que  la  ha  caracterizado.  Apareciendo  como  un  joven 
de  capacidad  no  experimentada,  cuando  las  condiciones 
financieras  de  su  país  habían  descendido  ai  último  grado« 
y  muchos  dudaban  de  la  estabilidad  de  sus  recursos,  el 
doctor  Plaza  encaró  osadamente  las  dificultades  de  su  posi- 
ción, y  no  solo  detuvo  la  oleada  de  adversidad  que  venia 
creciendo,  sino  que  puso  las  finanzas  en  predicamento  de 
restablecer  la  confianza  dentro  y  fuera  dejando  burladas 
las  especulaciones  que  tenían  por  base  el  descrédito  de  la 
República  Argentina.» 


PROGRESOS  GBNBRA1.K8  159 

Tales  testimonios,  y  el  del  éxito  que  en  materia  de  finan- 
zas hace  gran  fuerza,  deben  ser  muy  gratos,  como  son 
merecidas  para  el  laborioso  pretidigitador,  que  si  no  puede 
acuñar  moneda,  sabe  en  cambio  acuñar  crédito,  y  remediar 
las  dificultades  del  tesoro,  por  medio  de  operaciones  que 
acaban  por  dominarlas,  llevando  á  los  espíritus  la  confianza 
y  á  las  arcas  el  metálico. 

El  público  apenas  conoce  los  títulos  del  doctor  Plaza  para 
ser  tenido  por  un  hábil  administrador.  Encuéntranse  en 
la  Memoria  de  hacienda  de  1876,  que  debiera  ser  reimpresa 
como  un  manual  de  estadística  de  nuestras  rentas.  Es  un 
inventario  levantado  laboriosamente  de  las  deudas  nacio- 
nales contraídas,  de  las  rentas  recaudadas  é  invertidas 
desde  que  se  organizó  el  Gobierno  Nacional  Ja  importación 
y  exportación  de  cada  año  desde  entonces,  la  emigración  y 
cuanto  dato  sumini3tran  las  diversas  administraciones 
públicas  de  manera  de  hacer  del  Estado  un  cuerpo  vivo  y 
mostrar  sus  nervios,  sus  arterías  y  sus  crecimientos  y  enfer- 
medades transitorias. 

Quien  tales  datos  requirió  para  entrar  á  funcionar  como 
Ministro  de  Hacienda  dejaba  poco  á  la  ventura  de  los  acon- 
tecimientos, creándose  por  el  contrario  un  plan  y  un  siste- 
ma á  que  referir  los  nuevos  hechos,  pues  ellos  formarían 
parte  de  aquel  árbol  genealógico  de  la  renta^  según  la  pro- 
ducción y  el  consumo  que  obedecen  á  reglas  aunque  puedan 
ser  modificadas,  detenidas  ó  aceleradas  por  accidentes 
anuales. 

Así  sucede  que  el  cálculo  de  recursos  está  basado  siempre 
en  el  producto  de  la  renta  del  año  anterior  mas  la  propor- 
ción del  crecimiento  anual  de  la  producción  según  se  viene 
observando  de  antemano,  ó  bien  la  estagnación  ó  la  dismi- 
nución por  causas  que  están  obrando  crisis  comerciales, 
depreciación  de  productos,  guerras,  etc. 

El  salto  dado  por  la  renta  en  1878  sobre  la  base  del  cálculo 
de  recursos  pone  en  condiciones  nuestras  rentas,  relativa- 
mente á  los  gastos  que  no  alcanzan  sino  los  Estados  Unidos, 
la  Francia  y  la  Inglaterra  este  año.  Hubo  sobrante  de  lo 
presupuestado,  aunque  haya  sido  invertido  en  los  gastos 
accidentales  creados  por  leyes  especiales. 

Esta  circunstancia  servirá  para  remontar  mas  nuestro 
crédito,  al  Ministro  ofrecerá  ocasión  de  consolidarlo  mas 


160  OBRAS  DB  SARMIENTO 

y  mas^  si  los  propósitos  anunciados  en  el  Mensaje  de  conti- 
nuar haciendo  economías  pueden  llevarse  á  cabo. 

El  Gobierno  del  Brasil  ha  emprendido  igualmente  hacer 
economías  disminuyendo  el  ejército,  y  desarmando  parte  de 
su  escuadra,  que  había  exagerado  en  años  anteriores. 

Desgraciadamente,  no  podemos  imitarlo  al  respecto, 
pues  el  estado  de  alarma  causado  por  la  guerra  del  Paciñco 
y  cuyas  chispas  pueden  llegarnos  á  nosotros,  nos  imponen 
gravosas  previsiones. 

ACUÑACIÓN   DE   MONEDA 

(El  Nacional,  Mayo  i5  de  1879.) 

Creemos  que  la  opinión  de  las  Cámaras  está  formada  ya 
sobre  el  etaion  ó  doble  etalon  de  oro  ó  de  plata  que  ha  de 
adoptarse  en  la  moneda  nacional  que  habrá  de  acuñarse 
luego,  para  satisfacer  á  la  necesidad  de  medio  circulante 
en  el  interior  y  para  el  exterior. 

La  guerra  del  Paciñco  entre  lai^  tres  repúblicas  que  pro- 
veían de  moneda  de  plata  en  el  interior,  haciendo  cesar  el 
comercio  está  produciendo  estragos  en  las  provincias.  La 
enorme  quiebra  del  Banco  González  en  Mendoza,  que  deja 
á  centenares  de  familias  sin  sus  pobres  economías,  y  otras 
ocurridas  en  San  Juan,  tienen  por  origen  la  depresión  del 
comercio  de  Chile,  y  la  poca  demanda  de  ganados  engorda* 
dos,  pues  de  San  Juan  y  Mendoza  se  proveían  ios  puestos 
intermedios  del  Perú,  con  ganados  en  pié  llevados  en  vapo- 
res. La  prolongación  de  esa  deplorable  guerra  traerá  de 
rechazo  sobre  las  provincias  que  vivían  del  comercio  con 
Chile  ó  Bolivia  parte  de  sus  calamidades. 

Este  estado  de  cosas  hace  mas  urgente  acuñar  moneda 
propia  á  fin  de  proveer  de  medio  de  cambio  á  las  trasac- 
clones;  y  este  ha  de  responder  á  la  doble  necesidad  de 
nuestro  comercio  una  moneda  de  plata  para  el  comercio 
interior  y  una  de  oro  para  el  exterior,  dejando  su  relación  de 
valor  áser  fijado  por  la  demanda. 

Hay  motivos  de  esperar  que  ambos  metales  vuelvan  á  su 


PROOKBSOS  GBNERALES  161 

antigua  relación,  pues  ia  plata  muestra  tendencia  á  subir 
de  la  depredación  en  que  estaba.  Créese  que  esta  depreda, 
cion  vino  al  principio  de  creerse  que  las  minas  de  Califor- 
nia y  los  placeres  de  oro  de  A.ustraiia  inundarían  el  raundo 
de  metales  preciosos;  pero  esta  como  tantas  otras  anticipa- 
ciones, se  ha  desvanecido  ya,  y  no  será  sorprendente  ver 
luego  un  movimiento  en  el  sentido  de  recuperar  la  plata  su 
valor  relativo  al  oro. 

La  Cámara  de  comercio  de  Liverpool  ocupándose  de  estas 
cuestiones  ha  formulado  su  pensamiento  en  un  reunión  teni- 
da á  fines  de  Marzo,  en  estos  términos:  «Primero  que  una 
fija  relación  entre  el  oro  y  la  plata,  con  libertad  ¡limitada  de 
acuñar  moneda,  y  el  reconocimiento  de  dos  metales,como 
moneda  legal  completamente  liberatoria,  si  fuese  adoptada 
por  las  potencias  monetarias  de  primer  orden,  incluyendo 
la  Inglaterra  y  la  India,  seria  adecuado  para  restablecer 
la  plata  á  su  primitivo  valor  iriternacióhar  como  moneda. 
Segundo,  que  sería  de  desear  que  nuestro  gobierno  tomase 
medidas  para  asegurar  un  acuenlo  internacional  ppr  el 
cual  la  plata,  fuese  restablecida  á  su  legítima  parte  en  pro- 
veer de  medio  circulante  metálico,  suficiente  para  las 
necesidades  del  mundo». 

Estas  declaraciones,  si  bien  solo  expresan  un  deseo, 
deben,  sin  embargo,  tenerse  presente  al  legislar  sobre  mo- 
neda, por  cuanto  tnaestrán  las  tendencias  de  los  espíritus 
en  los  grandes  centros  comerciales,  y  señalan  el  camino 
que  deben   seguir    las  disposiciones   legales.    La  idea  del 

I 

solo  etalon  de  oro  ha  pasado  pues,  con   el  desequilibrio   de 
la  relación  antigua  entre  la  palabra  y  el  oro. 

Quedaría  solo  lijar  cual  sistema  habremos  de  seguir  si 
el  de  dollar,  el  peso  fuerte  ó  el  peso  métrico  adoptado  en 
Chile,  Perú  y  Boli  vía  con  quienes  tenemos  relaciomps  cpm.«r- 
ciales  saldadas  con  la  plata  y  esta  circunstancia  solo  hará 
inclinarse  á  que  nosotros  adoptdinosel  mismo  padrón,  para 
evitar  el  cambio  y  recambio  que  es  tan  ruinoso  en  las  tran- 
sacciones. 

Toiio  tu.— 11 


182  OBKAS   DB  SAKMIBNTO 


k  DONDE  IRA  EL  BUEY  QUE  NO... 

(Bi  Saamial,  Mayo  29  (jte  i879.) 

Toda  nuestra  prensa  ha  estado  estos  días  estasiada  en  la 
contemplación  del  feliz  desarrollo  de  nuestras  colonias, 
exitada  á  ello  por  los  datos  estadísticos  que  ha  acumulado 
el  Sr.  Larguía,  ó  las  revelaciones  que  hace  de  cuando  en 
cuando  el  señor  Diilon  sobre  entrada,  envío  y  colocación 
de  los  inmigrantes. 

Contando  el  número  de  fanegas  ó  de  arrobas  de  produc- 
tos agrícolas,  los  molinos,  máquinas,  caaas,  animales  que 
poseen  los  colonos,  acaba  uno  de  persuadirse  que  son  felices 
en  cuanto  pueden  serlo,  los  que  adquieren  su  subsistencia 
trabajando.  La  tierra  es  barata  y  fértil,  su  rendimiento 
abundante,  y  este  año  el  trigo  ha  subido  de  5  $  á.  7  $  en 
estos  dos  meses.  Las  mismas  circunstancias  prevalecen  en 
Entre  Ulos  y  Banda  Oriental. 

Sin  embargo,  nada  hay  que  nos  contente,  y  de  ello  es 
prueba  lo  que  leemos  en  la  Colonia  , Española  de  Montevi- 
deo, que  inserta  de  un  diario  de  Minas,  los  lamentos  de 
los  inmigrantes  de  su  nación^  haMando  pobre  el  país,  mal 
atendidos  los  inmigrantes,  poco  contentos  éstos  con  el 
pedazo  de  tierra,  que  poseen^  y  suponiendo  imaginarias 
cargasiy  falta  de  protección  y  franquicias  estarla  á  punto 
de  echar  á  la  calle  ó  por  sobre  el  cerco  de  tierra  que  posee, 
sino  fuera  costoso  el  trasladarse  á  otros  mundos,  por  que 
es  de  la  América  de  la  que  se  muestra  desencantada. 

Dudamos  mucho  que  sea  español  de  España,  sin  embar- 
go, el  que  aquellas  quejas  hace  oir,  porque  ciertas  frases  y 
modismos  de  que  usa  lo  denuncian  antiguo  habitante  de 
estos  países  y  habituado  á  sus  modos  de  decir. 

Pero  nos  sucede,  por  razones  de  oñcio,  tener  á  la  mano 
diarios  de  todas  partes  y  algunas  veces  que  dos*  de  distin- 
tas procedencias  se  estén  oyendo,  corrigiendo  y  desmintién- 
dose recíprocamente. 

Estaban  codeá^ndose  en  nuestro  bufete  la  Gaceta  Umvet^iol 
de  Madiid^  (Abril  79)  y  la  Colonia  Española ^de  Montevideo  del 
27  de  Mayo;  y  nos  pareció  oir  el  diálogo  que  sigue  entre 
ambos  diarios,  el  de  antiguo  establecido  por  estas  tierras. 


PHOa&BSOS  0BNBRALB8  103 

y  el  recién  llegado  que  le  trae  noticias  del  que  dejó.  El 
uno  da  á  Barrabás  con  la  América  y  sus  vanas  promesas, 
y  el  otro  le  da  memorias  de  lo  que  actualmente  ocuri*e  por 
su  casa.    Oigámoslos  que  no  deja  de  ser  instructivo. 

El  inmigrante  en  Montevideo  —  ^Carrera  azarosa  es  la  del 
hombre  fuera  de  su  patria;  nadie  es  capaz  de  definirla^  ni  aún  el 
mismo  que  la  transita  podria  explicarla. 

«iAmérica..^,  América... •  nombre  mágico^  que  simbolizaste  la 
riqueza^  el  bienestar.  ¿Qué  soplo  maléfico  convirtió  en  fabuloso 
talismán  de  ilusiones  fi^ 

El  hambre  en  España  —  El  Gobierno  ha  descuidado  la 
cuestión  de  subsistencias,  porque  en  esta  desventurada 
España  se  descuida  siempre  lo  principal  y  se  atiende  á  lo 
necesario,  y  ya  el  horrible  es^iectro  del  hambre  ha  aparecido 
en  muchas  poblaciones  relativamente  importantes,  acompa* 
nado  de  tumultos,  asonadas  y  desordenes.» 

«En  Grasada,  habiéndose  encarecido  el  pan,  hubo  el  lunes 
último  bastante  alarma,  por  haber  recorrido  las  calles  gru- 
pos de  mujeres,  hombres  y  muchachos  gritando  pan  á  ocho; 
y  en  vista  üel  tumulto,  y  de  que  casi  todas  las  tiendas  se 
cerraron,  el  gobernador  tomó  varias  medidas,  entre  ellas, 
la  de  impedir  la  entrada  de  forasteros  en  la  ciudad,  y  publi- 
car un  bando  prohibiendo  los  grupos  de  mas  Je  seis  per* 
sonas,  y  el  alcalde  publica  otra  alocución  manifestando  que 
la  autoridad  velaba  por  el  socorro  de  la  clase  jornalera.» 

El  inbugrante  en  Montevideo  —  La  pobrexa  te  ha  invadido 
América.  Estamos  en  un  pata  pobre^  y  decimos  pobre,  porque  lo  que 
tiene  no  basta  para  comprar  lo  que  no  tiene.  Agobiado  de  impuestos^ 
y  los  impuestos  no  alcanzan  para  todo  lo  que  el  eervicio  del  Estado 
precisa.    Se  debe  tanto,  que  ya  la  herencia  no  basta  para  redimirse. 

En  España — «En  Jaén,  habiendo  subido  también  el  [/recio 
del  pan,  ocurrieron  el  sábado  varios  escándalos  con  motivo 
de  haberse  presentado  al  gobernador  y  al  alcalde  las  muje- 
res de  las  clases  trabajadoras,  en  demanda  de  socorros. 
•  aEn  Ronda,  donde  se  sufre  una  miseria  espantosa,  hasta 
el  punto  de  que  el  Gobierno  ha  concedido  5,000  pesetas  del 
fondo  de  calamidades  para  el  alivio  de  los  mas  necesitados, 
acaecieron  el  jueves  escenas  tumultuosas  á  consecuencia  de 
haber  dispuesto  el  ayuntamiento  que  se  dieran  raciones  á 
los  braceros,  en  vez  de  alojarlas  y  mantenerlos  en  sus  casas 
los  particulares.» 


164  OBKA8    DB   SAUMIKNTO 

El  inmigrante  en  Montevideo  —  De  preferencia  u  üaman 
inmigrantes^  y  se  cree  hacerles  un  gran  fawr  cuando  se  les  entrega 
un  pedazo  de  tierra  erial  para  que  lo  debasten  y  lo  cultiven,  hacién- 
doús  pagar  después  un  tanto  por  las  semillas  que  echan  en  ¿I,  reco- 
giendo sus  frutos  después  de  inauditos  trabajos  y  desvelos,  y,  sin 
embargo,  se  le  impone  contribuciones  á  lo  que  tanto  su4or  ha  costado.» 

En  España — «En  Ecija  se  ha  alterado  anteayer,  el  orden 
público  por  la  misma  causa,  y  en  otros  puntos  se  advierten 
síntomas  nada  halagüeños,  que  revel^an  claramente  eJ  des- 
contento que  existe  en  el .  pueblo  {)or  la  carestía  de  los 
artículos  de  primera  necesidad,  y  ante  el  abandono  de  un 
Gobierno  que  debiendo  hat)er  previsto  los  sucesos,  se  ha 
cruzado  de  brazos  con  la  mayor  indiferencia.» 

Inmigrante  en  Montevideo — J^e  opinión  general  que  la  clase 
á  que  nos  referimos  se  enriquece  y  vive  muy  contento  de  su 
suerte,  y  esto  es  una  de  las  opiniones  que  conviene  destruir 
porque  no  es  asi.  Porque  ni  uno  solo  hay  que  se  queje  de 
la  falta  de  protección  y  de  las  humillaciones  por  las 
que  cada  día  tiene  que  pasar,  y  si  las  aguanta  es  poique  no 
tiene  medios  como  trasportarse  k  otros  países  donde  menos 
sufrirá. 

En  España — En  Madrid  mismo,  si  las  autoridades  visitasen 
con  frecuencia  los  mercados  públicos,  en  particular  los  de 
los  barrios  extremos,  tendrían  opasion  de  oir,  aunque  no 
quisieran,  las  sentidas  quejas  que  exhalan  las  clases  prole- 
tarias. El  pan  se  vende  á  nueve  cuartos  la  libra,  la  carne 
á  36.  las  patatas  á  medio  real,  y  así  los  primeros  artículos 
de  necesidad  imprescindible,  y  siempre  con  la  pei'spectiva 
de  mayor  carestía  en  breve  plazo. 

En  España — Si  el  gobierno  abandona  la  cuestión  de  subsis- 
tencias, proponiéndola  á  otras  muy  secundarias,  los  resul- 
tados tienen  que  ser  por  estremo  dolorosos. 

/  Ay  del  gobierno,  sea  cual  fuere,  que  no  fija  su  mirada  eu  las 
necesidades  urgentes  de  las  clases  populares  I » 

No  es,  como  se  ve,  mejor  la  situación  por  allá,  qua  la 
que  cabe  á  las  colonias  nuestras  donde  no  obstante  los  inn 
puestos  sobre  la  agricultura,  siempre,  queda  Mtx  mendrug'o 
para  no  morirse  de  apetito.  •     . 


pkoghesos  gbnbkales  165 


LA  MEIRORIA  DE  MARINA 

(El  NacionaL  Judío  7  de  1879.) 

•  •  •>     - 

« 

Se  ha  repartido  en  un  libro  de  444  páginas  la  Memoria 
de  Marina  que  presenta  al  Honorable  Congreso  por  1879  el 
Ministro  de  la  Guerra  y  Marina.     .  . 

El  hecho  solo  de  que  viene  la  Memoria  en  volumen  se- 
parado de  la  de  la  guerra  este  año  muestra  que  la  marina 
ha  tomadlo  gran  desarrollo  en  el  último  año,  y  los  valiosos 
documentos  administrativos  que  la  acompañan,  revelan  el 
asiduo  trabajo  consagrado  á  su  organización  y  manteni- 
miento. 

Consta  ya  nuestro  establecimiento  naval  de  una  escuadra 
de  encorazados  y  cañoneras  de  reciente  armamento  y  cons- 
trucción, de  un  arsenal  y  una  Escuela,  que  la  nabrán  de 
proveer  de  materiales  ó  inteligencia  para  su  manteni- 
mieíUo  y  dirección. 

La  Memoria  de  marina  está  escrita  bajo  la  inspiración 
de  la»  apreensiones  del  momento  que  le  dan  una  impor- 
tancia capital. 

La  ocupación  de  los  territorios  que  limita  por  el  Sur  el 
Río  Negro,  que  están  llamando  hacia  aquel  lado  de  prefe- 
rencia las  miradas  de  todos,  y  viene  naturalmente  al  espí- 
ritu la  idea  que  nuestros  esfuerzos  en  adelante  deben 
encaminarse  k  levantar  por  medio  de  la  población  y  del 
comercio,  para  usar  de  las  palabras  de  la  Memoria,  aquella 
vasta  zona  del  Sud  que  en  pocos  años  mas  está  llamada  á 
sustentar  nuevas  y  florecientes  ciudades,  que  transforma- 
rán la  república  engrandeciéndola  en  proporciones  incal- 
culables. 

Para  obtener  tamaños  resultados  debemos  reconcentrar 
nuestros  mayores  recursos  en  el  fomento  de  la  marina, 
dotando  á  la  escuadra  de  los  medios  de  poner  en  comuni- 
cación continua  los  puertos  de  la  Patagonia,  con  los  centros 
actuales  de  población,  derramando  en  su  trayecto  la  civi- 
lización  y  la  vida  en  esas  regiones. 

Repetimos  que  la  memoria  está  escrita  bajo  la  inspira- 
<!¡on  feliz  que  ha  llevado  nuestras  armas  á  las  márgenes 
.del  Rio  Negro.    Es,  í)ues,  disculpable  que   haya   en   ella 


166  OBRAS  DB  SARMIVMTO     . 

algunas  chispas  de  entusiasmo,  y  la  invaginación  embe- 
llezca con  sus  brillantes  colores,  el  nuevo  teatro  que  parece 
abrirse  á  la  industria. 

Guando  todos  los  motivos  de  exitacion  que  hoy  llevan 
nuestro  pensamiento  á  aquellas  regiones;  cuando  las  már- 
genes del  Rio  Negro  estén  aseguradas  á  la  civilización,  y 
no  tengamos  por  la  paz  celebrada  que  ocuparnos  de  la 
Patagonia,  ha  de  llegar  el  caso  de  preguntarles  si  conviene 
á  la  seguridad  de  la  República  y  á  su  progreso  verdadero 
estender  sin  limites  sus  poblaciones  k  las  sierran  desiertas, 
y  poco  hospitalarias  del  Sur  del  Río  Negro,  despolvoreando 
habitantes  en  una  superñcie  inmensa,  sin  vínculos  de  con- 
tacto  entre  si,  dejando  su  sustancia  en  el  trayecto  al  través 
de  desiertos,  para  encontrar  salida  á.  sus  productos. 

En  todas  cosas  vamos  marchando  á,  ciegas,  sin  detener- 
nos á  considerar  la  obra  imperfecta,  que  vamos  dejando 
atrás.  Ya  es  notable,  casi  única  entre  pueblos  cdstianos, 
la  limitación  del  número  de  habitantes,  por  milla  que  pue- 
blan nuestro  suelo;  pero  esta  desproporción  entre  la  su- 
perficie y  los  habitantes  crecerá  mas  el  dia  que  aumente- 
mos mas  su  superñcie,  sin  que  sea  seguro  que  aumentemos 
por  eso  mas  habitantes. 

Al  sur,  desde  el  Río  de  la  Plata,  á  Magallanes,  no  tiene 
territorios  que  por  la  opulencia  y  variedad  de  su  vegeta- 
ción, por  la  profundidad  y  utilidad  de  los  rios  que  desem- 
bocan al  océano,  prometan  servir  de  asiento  á  grandes  y 
florecientes  ciudades.  Habrán  villorrios  en  puertos  mal 
abrigados,  y  por  tanto  poco  frecuentados;  pero  los  Nueva 
Orleans,  los  Nueva  York,  ó  los  Ghicagos,  están  en  terrenos, 
en  puertos,  y  en  rios,  y  en  circunstancias  en  que  estuvie- 
ron y  están  las  grandes  ciudades,  que  se  desenvuelven 
porque  el  suelo  ó  el  comercio  los  alimenta. 

Nosotros  necesitamos  por  el  contrario  reconcentrar  nues- 
tras fuerzas,  dentro  del  Río  de  la  Plata,  á,  lo  largo  desús 
afluentes,  hacia  arriba,  en  Corrientes,  Entre  Rios,  Santa 
Fe  y  el  Chaco  hasta  ambas  márgenes  del  Bermejo,  porque 
la  naturaleza  es  propicia,  el  clima  genial,  los  rios,  caminos 
que  andan.  Necesitamos  llenar  los  huecos  despoblados 
entre  una  y  otra  plantación,  acortar  las  distancias,  para 
abaratar  los  fletes. 

Todo  esto  debemos  hacerlo  aquí  á  nuestro  lado,  viniendo 


PR0GKBS08  OltNBRALBS  167 

del  centro  hacia  la  circansferencia,  y  no  de  la  circunsfe- 
reticia  al  centro;  porque  así  llenando  vacios,  aproximando 
el  hombre  al  hombre,  an  pueblo  á  otro  pueblo,  organiza- 
mos sociedades  que  no  tenemos  todavía  tan  compactas 
como  es  necesario  para  su  gobierno,  seguridad,  adminis- 
tración y  riqueza. 

Vamos  mal  desparramá^ndonos  mas  y  mas.  No  hemos 
de  estar  seguros,  sino  dentro  del  Rio  de  la  Plata,  que  cie- 
rra la  República,  como  se  decía  de  Santiago  cierra  i. 
España.  La  tieiTa  está  cerca  para  guardar  el  agua,  y  el 
torpedo  ha  de  ser  el  centinela  que  á  cada  estrechura,  dé  el 
ominoso  quien  vive  al  enemigo,  que  quiera  abusar  del 
espesor  de  sus  blindajes  para  entrarse  en  nuestros  ríos  é 
imponernos  sus  órdenes. 

Para  poblar  las  tierras  del  Sur,  y  crear  aquellas  imagina- 
rias ciudades  del  país  despojado  de  vejetacion,  sin  rios 
navegables,  ni  puertos,  sin  ser  camino  á.  ninguna  parte,  ni 
encrucijada  de  rutas  comerciales»  siéntese  la  necesidad  de 
crear  una  marina  mari^tma,  y  dotarla  de  naves,  blindados, 
paquetes,  avisos  y  cañoneras. 

Esta  es  otra  de  las  generosas  caantó  ruinosas  ilusiones 
que  nos  llevan  forzadamente  al  Sur.  Tengamos  en  hora 
buena,  marina  de  agua  dulce,  porque  al  fin  en  los  rios, 
con  el  bajo  fondo,  las  vecinas  alturas,  y  el  oculto  torpedo, 
somos  en  nuestra  debilidad  iguales  k  los  fuertes  en  el 
mar. 

No  debemos,  no  hemos  úe  ser  nación  marítima.  Las 
costas  del  Sumo  valdrán  nunca  la  pena  de  crear  para  ellas 
una  marina.  Aquí  en  tierra,  seriamos  fuertes  todos  juntos 
contra  la  Inglaterra,  pues  al  fin  no  puede  lanzar  grandes 
ejércitos  á  tanta  distancia:  seremos  los  iguales  con  el  Brasil, 
en  tierra  y  en  los  ríos;  pero  en  el  mar  no  podemos  medir- 
nos con  las  grandes  naciones:  el  Brasil  mismo  nos  llevaría 
ventaja,  y  solo  podríamos  medirnos  de  igual  á  igual  con 
Chile,  contando  con  que  algún  Independencia  nuestro  ó 
ajeno,  bare  en  alguna  roca,  para  sentirnos  mas  fuertes, 
mientras  se  compra  en  Europa  otro  buque. 

No:  no  hemos  de  ser  nación  marítima,  líbrenos  Dios  de 
^tlo»  y  guardémonos  nosotros  de  intentarlo.  Dios  ha  que- 
rido en  su  infinita  sabiduría,  que  nuestros  territorios  aus- 
trales sean  un  derecho  de  la  rica  herencia  que  nos  guardan 


168  OIIKA8    l>K   8AKMIBMT0 

los  ríos.  Las  marinas  son  la  mano  de  hierro  con  que  las 
grandes  naciones,  nadie  mas  que  ellas^  estienden  su  domi- 
nio á  través  de  los  mares.  Cuando  la  Inglaterra  tiene 
trescientos  encorazados  ó  vapores  de  guerra  y  cañones  de 
mil  libras  no  es  permitido  á  los  débiles  andar  sin  su  per- 
miso y  su  compasión  en  los  mares.  Hoy  no  hay  marinas, 
ni  escuadras  para  los  pequeños. 

A  nosotros  nos  está  vedado  tener  buques,  porque  el  buque 
de  guerra  es  aforrado  con  plata,  no  que  con  cobre,  como 
el  antiguo  de  vela,  y  clavado  con  oro.  Un  cañón  inglesó 
noi  te-americano,  vale  todas  nuestras  posibles  carabelas  y 
tendriamos  que  arriar  bandera.  La  navegación  de  los 
mares  es  uii  lujo  que  no  se  permiten  sino  los  grandes  de 
la  tierra. 

No  salgamos,  pues,  de  nuestros  rios:  no  nos  creemos 
necesidades  ficticias,  ni  marinas  de  lanchas,  pues  que  mas 
no  podemos.  La  naturaleza  nos  ha  indicado  nuestros 
dominios  acuáticos,  rios  adentro.  Todo  el  arte  moderuo  de 
blindados,  acorazados  y  proyectiles  monstruos,  que  nos 
imponen  silencio  y  sumisión  en  el  mar,  están  contraba- 
lanceados en  nuestros  ríos  por  el  humilde  torpedo,  que 
impone  respeto  á  los  mas  osados. 

Colonicemos  ríos  arñba:  colonicemos  al  rededor  de  nues- 
tras propias  ciudades,  y  no  imaginemos  El.  Dorados^  donde 
los  antiguos  los  buscaron  en  vano  y  no  han  dejado  una 
población,  porque  el  país  no  vale  la  pena  de  correr  los 
azares  de  una  población  lejana. 

Eli  el  Sur  hemos  de  tener  Chtibuts,  y  Mercedes  y  Carmen 
de  Patagones,  rudimientos  de  extrangeros  rebeldes;  y  de 
miserables  aldeas.  En  Corrientes,  en  la  Formosa  de  Entre- 
Ríos,  en  las  colonias  de  Santa  Fe,  y  en  las  costas  de  Buenos 
Aires  se  han  de  alzar  cúpulas  y  elevadores  de  granos,  por- 
que ahí  están  reunidas  las  condiciones  que  fecundan  ciu- 
dades, comercio  de  otros  países,  ríos  navegables,  cuma 
dul«íe,  maderas,  sol  ardiente  que'venga  ilesde  el  Ecua- 
dor derramando  azúcar,  café,  algodón^  naranjas,  trigo, 
frutas,  etc. 

Bahía  Blanca  será  algún  día  algo;  aunque  nadie  le  ha 
impedido  serlo  en  tres  siglos  que  está  colonizada;  pero  no 
queramos  ponerla  en  conservatorio,  creando  marina  para 
ir  á  recojer  algunos  huevos  y  plumas  de  avestruz. 


PROGRESOS  GBNKRALBS  169 

Decimos  esto  contra  la  tender7cia  de  la  Memoria  á  crear 
marina  fuera  de  los  rios;  pues  por  lo  que  á  la  navegación 
de  estos  respecta,  la  que  tenemos  es  suficiente,  aunque 
requiera  perfeccionar,  como  lo  está,  haciendo  ei  ministerio 
su  administración,  é  instruir  su  personal  en  la  Escuela 
Náutica.  Eso  si  que  basta  y  sobra  para  ocupar  la  atención 
de  nuestros  marinos  de  agua  dulce,  y  no  lo  tomen  á  mal, 
pues  en  sus  ríos,  con  sus  costas,  al  costado,  y  sus  torpedillos 
de  distancia  en  distancia  pueden  reirse  del  mas  encope- 
tado. En  el  mar  es  otro  cantar.  Allí  no  vale  valor,  iii 
maña,  sino  el  blindaje  del  contrario  buque  que  tiene  cuatro 
pulgadas  mas  de  espesor,  y  el  proyectil  doscientas  libras 
mas;  ó  si  el  enemigo  tiene  cuatro  buques  mas  que  nos- 
otros, ó  uno  solo  como  puede  la  Inglaterra  que  valga  mas 
que  todos  nosotros  Juntos.  En  tierra  y  en  los  ríos  somos 
nación  y  podemos  hablar  alto:  en  el  mar ásigun. 

En  todo  caso  nos  aplaudimos  de  ver  que  tenemos  una 
marina  decente  y  proporcionada  á  nuestras  necesidades  y 
capacidad;  y  que  en  almacenes  hay  á  mas  de  buenos 
cañones,  ya  que  jarcia  se  consume  poca,  una  cincuentena 
de  guardias  marinos  que  serán  luego  pilotos  lemanes  de 
nuestros  ríos,  con  saber  bastante  para  enderezar  una 
coliza,  á  quien  quiera  seguirlos,  como  á  su  guarida,  ríos 
arriba.  Nada  (ie  mar,  asi  que  nos  veamos  libres  de  cues- 
tiones con  los  que  en  el  Pacífico  tienen  hartos  mares,  como 
quiftn  dice  dolores  (ie  cabeza,  que  les  han  cabido  en 
suerte. 

EL  PRESUPUESTO  DE  1880 

(Bl  Nacional,  Junio  9  de  1870.) 

Tenemos  por  delante  el  año  económico  de  1880,  que 
puede  decirse,  ya  empieza  para  los  cuidados  é  intereses 
públicos. 

Es  nuevo,  y  de  ello  habrá  de  tenérsele  en  cuenta  al 
Ministro  de  Hacienda,  el  hecho  de  presentar  el  presupuesto 
de  este  ramo  á  principios  de  Junio,  pues  hay  tiempo  de 
examinarlo,  en  todo  el  que  resta  de  las  sesiones. 

Todo  el  servicio  administrativo  depende  del  presupuesto, 
y  por  tanto  en  la  memoria  de  Hacienda   y  en    el  presu- 


« 


•j 


170  OBKAM   1>«  SAKttlIBMTO 

puesto  hemos  de  encontrar  la  extensión  dada  á  las  inver- 
siones. 

£1  Ministro  computa  en  18.762,061  $,  los  recursos  con  que 
contará  el  tesoro  el  año  venidero  para  hacer  frente  á  loa 
gastos.  La  certidumbre  ó  verosimilitud  de  esta  cifra  viene 
acreditada  por  el  producto  de  las  rentas  del  año  anterior 
que  anduvo  cerca  de  esa  suma,  y  que  excedía  notable- 
mente al  cómputo  de  recursos  del  año  antepasado. 

La  inversión  se  calcula  según  lo  presupuestado  para  el 
próximo  en  18.380,718  pesos  lo  que  establece  un  excedente 
de  renta  presupuestada,  que  aunque  de  poca  consideración 
muestra  el  estado  regular  y  satisfactorio  [de  las  rentas,  en 
relaciónalas  necesidades  urgentes  de  la  administración. 
El  déficit^  que  es  la  llaga  siempre  renaciente,  en  la  mayor 
parte  de  los  gobiernos,  ha  sido  cicatrizada  por  lo  pronto  en 
el  nuestro,  aunque  á  fuerza  de  restringir  los  gastos. 

A  una  primera  ojeada  sobre  las  sumas  que  forman  los 
grandes  capítulos  del  presupuesto,  vése  cuan  reducida  es 
la  parte  que  queda  disponible  para  atender  á  nuevas  inver- 
siones, eventuales,  ó  requeridas  por  el  interés  pública 

De  aquellos  18.763,061  pesos  presupuestados  8.429,157  son 
absorbidos  por  las  deudas  anteriores,  en  intereses  y  amor- 
tizaciones; y  de  los  8.000,000  que  quedan  disponibles,  cinco 
millones  largos  absorve  el  ejército  y  la  marida,  que  pueden 
ser  considerados  en  su  estado  de  paz,  como  un  seguro  que 
paga  la  propiedad,  para  su  guarda  de  invasión  exterior,  de 
depredaciones  de  los  indios  ó  guerra  civil  interna. 

Con  estas  deducciones  puede  decirse  que  todos  los  inte- 
reses sociales,  lo  que  toca  mas  de  cerca  á.  los  ciudadanos, 
gobiernos,  instrucción,  justicid,  obras  públicas,  se  hace  con 
los  cinco  millones  restantes,  de  los  diez  y  ocho  presupues- 
tados. 

Como  de  las  deudas  anteriores  que  pesan  sobre  el  erario 
no  hay  de  inversión  productiva  mas  que  el  empréstito  de 
obras  públicas,  y  los  bonos  de  puentes  y  caminos,  el  pre- 
supuesto muestra  que'la  generación  actu^il  trabaja  para 
pagar  los  gastos  que  demandaron  guerras  y  desórdenes 
pasados,  por  la  mitad  de  las  rentas  públicas,  no  quedán- 
dole disponible,  después  de  pagados  los  gastos  de  seguridad 
sino  un  resto  de  las  rentas  para  proveer  á  las  necesidades 
públicas,  y  los  gastos  y  personal  administrativo. 


PROORBSOS  GKMEftALBS  171 

La  dduda  pública  se  aumentará  de  menos  de  medio  mi- 
llón, y  entre  todos  los  gastos,  presupuestados  para  1880  hay 
un  aumento  de  un  millón  sobre  el  presupuesto  de  1879. 

La  remonta  de  la  escuadra  ha  requerido  los  lOOfiOO  pe- 
sos pedidos  al  Congreso  por  ley  es{)ecial. 

El  crédito  empieza  á  restablecerse  en  Europa,  merced 
al  equilibrio  ya  regularizado  entre  nuestras  inversiones  y 
lo  recaudado  en  lo  que  va  de  1879,  como  la  tendencia  á 
bajar  del  oro,  lo  que  muestra  holgura  en  las  transacciones 
comerciales,  concurren  á  hacer  presumir  que  la  produc- 
ción, como  las  rentas,  aumentarán  en  cierta  proporción 
para  el  año  venidero. 

Debe  tenerse  en  cuenta  sin  embargo  que  la  industria 
principal  del  país,  cual  es  la  ganadería,  no  ha  aumentado 
ni  este  ni  el  pasado  año,  como  debía  esperarse,  según  una 
ley  de  desenvolvimiento  anual,  que  le  «es  natural,  aunque 
el  precio  obtenido  por  igual  cantidad  de  productos  sea 
mayor  este  año  que  en  el  anterior.  Lo  mismo  sucede  en 
la  producción  de  cereales,  que  siendo  considerablemente 
mayor  este  año  que  el  pasado,  ha  aumentado  de  valor 
también  en  los  pocos  meses  transcurridos  desde  la  cose- 
cha, y  aunque  es  seguro  que  el  venidero  año  aumente  la 
producción  agrícola  en  relación  á  la  prosperidad  actual, 
y  á  la  creación  de  nuevos  centros  de  producción,  no  es 
tan  seguro  que  los  precios  se  mantengan,  pues  esto  de- 
pende de  circunstancias  especiales  á  los  mercados  euro- 
peos. 

Tendremos,  pues,  que  para  1880  la  producción  de  riqueza 
para  saldar  la  importación  que  produce  la  renta,  será 
igual  á  la  del  presente  año,  sin  mayor  desenvolmiento,  á 
no  ser  que  desapareciendo  causas  de  estagnación  ignora- 
das, aumente  la  producción  de  lanas  y  peleterías,  y  las 
futuras  cosechas,  suponiéndolas  buenas,  obtengan  siem- 
pre en  los  mercados  europeos  precios  remunerativos. 

Con  esto  tendremos  cinco  millones  de  fuertes  libres  para 
invertir  en  los  gastos  ordinarios,  tales  como  vienen  presu- 
puestados, con  un  aumento  de  medio  millón  de  deuda  y 
con  setecientos  mil  pesos  para  el  servicio  de  la  escuadra 
que  no  figuraron  en  los  presupuestos  anteriores. 

Tenemos  una  elección  de  Presidente  que  corresponde 
al  presupuesto  de  1880  y  esirañamos  que  el  señor  Mínis- 


f . 


172  OttKAtf    l>M   SAKAillflNTO 

tro  de  Hrtcienda,  tío  haya  presupuestado  una  suma  de  dos 
millotres,  en  gastos  posibles  de  acomodo,  como  debiera 
también  ha<;órsele  al  cálculo  de  recursos  una  disminución 
de  otros  dos  millones,  por  lo  que  pudieran  fallar  las  cose- 
chas, á  causa  de  la  langosta  séltona,  que  se  mueve  en 
tiempo  de  elecciones  de  Presitlente,  y  en  algunos  puntos 
arraza  los  productos  como  se    ha  visto  tantas  veces. 

Verdad  es  que  somos  un  pueblo  generoso,  que  la  hecha 
por- copas.  Fáltanos  el  sentimiento  esterlino;  el  cuánto 
cuesta  la  operación  que  se  proyecta. 

Tenemos,  por  ejemplo,  una  grave  cuestión  de  finanzas 
que  se  presentará  luego  al  Congreso.  Se  trata  de  aplazar 
una  cuestión  pendiente,  cuya  solución  inmediata  puede 
traer  una  guerra.  ¿Cuánto  costana  la  guerra,  preguntaba 
un  financista?  Dele  Vd.  que  cueste  doce  millones.  El  mas 
bajo  precio  á  que  pueden  los  proveedores  subministrar  una 
guerra  decente;  pero  no  debemos  dejar  á  nuestros  hijos 
una  cuestión  pendiente.  Solicitu<i  paternal  que  honra  ala 
generación  presentel  bienes  verdad  que  sienvlo  inevitable 
y  consuetudinario  legarle  á  la  generación  próxima^  y  acaso 
á  las  venideras,  el  cuitiado  de  pagar  las  deudas  qu€  nos- 
otros contraemos,  bueno  fuera,  en  cosa  que  no  es  una  soga 
al  cuello,  dejarles  para  los  que  han  (ie  pagar  la  deuda  que 
hagan  la  guerra,  ó  eviten  la  que  podrá  costamos  doce  mi- 
llones, que  ellos  y  no  nosotros  pagarán. 

Estamos  habituados  á  hacer  el  milagro  de  los  cinco  panes 
y  de  los  siete  pescados  v  todavía  sobra  para  los  agiotistas 
futuros. 

En  1861  las  rentas  de  los  Estados  Unidos  subían  á  ochenta 
milloíies.  En  1863  con  motivo  de  la  guerra  subieron  á 
trescientos  millones;  y  hoy  para  pagar  las  deudas  contrai- 
das 'entonces  se  impone  al  pueblo,  doscientos  millones 
anuales. 

Nuestra  ley  de  impuestos  baja  este  año  los  derechos  que 
se  cobraban  hasta  ahora  en  ciertos  artículos  de  gran  con- 
sumo, lo  que  prueba  que  estamos  Ujos  del  pensamiento 
de  aumentar  las  rentas-  públicas;  por  que  ni  remotamente 
se  supone  que  hayamos  de  salir  de  los  gastos  consultados 
pu  el  presupuesto;  pues  aquello  de  decir,  como  antes,  auto- 
rízase para  uso  del  crédito  hasta  la  cantidad  de 

millones,  es  frase  que  no  tiene  sentido,  y  quedará  borrada 


PROGRESOS  GENERALES  173 

de   nuestro  dircionnrio   político  y  administrativo,  si  se    la 
quiere  presentar  á  cotización  en  la  Bolsa. 

CASA   DE  MONÉnA 

{El  Nacional,  Junio  27  de  1879.) 

Considerábamos  terminada  la  discusión,  habiendo  recti- 
ficado  los  errores  en  que  se  basaban  los  ataques  dirigidos 
contra  la  planteacioii  de  una  casa  de  moneda,  |»ero  La  Li- 
bertad del  23,  nos  hace  saber  que  aun  existen  otros  que 
debemos  también  destruir. 

Se  ve  un  disparate  en  la  cantidad  de  cobre  que  el  Poder 
Ejecutivo  propone  amonedar,  así  como  el  que  con  las  utiii- 
daiies  que  de  esta  operación  resulten,  se  pretenda  construir 
la  casa  de  rnone%. 

Se  ve  otro  disparate  en  que  se  haga  sellar  en  Europa  esa 
cantidad  para  luego  lanzarla  á  la  circulación  y  obtener  el 
dinero  para  construir  la  casa  de  moneda.  ' 

Si  disparate  hay  en  iodo  esto,  no  es  indudliblemente  del 
Poder  Ejecutivo  sino  de  quien  ha  tenid#  semejantes 
ideas. 

En  primer  lugar,  preguntaremos  al  colega,  cual  es  la  base 
que  tiene  para  considerar  que  40  centavos  en  cobre  por  ha- 
bitante, es  un  disparate. 

La  Inglaterra,  Francia,  Estados  Unidos,  Bélgica,  Suiza, 
Italia,  etc.,  etc.,  tienen  mas  de  30  y  al^^^unos  de  estos  países 
mas  de  50  centavos  por  habitante. 

Con  qué  reglas  se  puede  deterrAinar  exactamente  la  can- 
tidad de  cobre  qide  un  país  precisa  para  llenar  las  necesida- 
des de  la  circulación  ?  Creemos  que  solamente  con  las  de 
la  experiencia. 

El  Congreso  fijó  esta  suma  de  40  centavos  en  la  ley  de 
1875,  é  indudablemente  alguna  base  tendría  para  hacerlo. 
Por  los  datos  que  poseemos  y  fundándonos  en  la  experien- 
cia de  las  naciones  mas  adelantadas,  creemoH  que  verda- 
deramente 40  centavos  por  habitante  pueda  ser  demasiado, 
y  que  30  serían  suficientes,  pero  creemos  también  que  dado 
el  caso  de  que  ningún  país  tuviera  esa  suma,  nu^ica  seria 
un  disparate  haberla  propuesto  por  cuanto  haciéndose  la 
acuñación  paulatinamente  y  á  medida  que  las  necesidades 


114  OBfULS  0K  «AKMIBNTO 

lo  requieran,  puede  siempre  suspenderse  la  fabricaeion  en 
tiempo,  y  no  solo  puede  esto  hacerse»  sino  que  el  Poder 
Ejecutivo  se  verla  obligado  á  ello,  porque  existiendo  cobre 
bastante  para  la  circulación  y  recibiéndolo  en  ¡guales  con- 
diciones que  los  particulares,  tendrá  siempre  en  sus  cajas 
la  cantidad  suficiente  como  para  que  no  le  convenga  fa- 
bricarlo, por  mero  placer  para  llenar  sus  cajas,  sin  la  posi- 
bilidad de  salir  de  él  en  ningún  caso. 

Se  aterroriza  el  colega  ante  la'  idea  de  que  se  traigan  de 
Europa  pesos  fuertes  800.000  ó  pesos  fuertes  600.000  en  co- 
bre y  se  lancen  k  la  á>irculacion,  para  obtener  así  un  bene- 
ficio con  quehacer  la  casa  de  moneda. — Con  razan,  pero  lo 
aterrorizante  de  esto  no  es  el  hecho  que  es  irrealizable, 
sino  la  concepción. — Cómo  se  cree  que  haría  el  Gobierno 
para  colocaTi  no  ya  de  golpe  sino  en  un  año  ó  dos  esa 
enorme  suma  en  cobres? — Los  arrojaría  á  la  plaza  pública 
para  qué  el  pueblo  los  recogiera  ? 

No,  porque  no  obtendría  el  beneficio  buscado  y  perdería 
el  capital — ^Pagarla  en  cobre  á,  la  administración  ó  saldaría 
sus  deudas  en  esa  moneda  ? 

Tampoco  tendría  ese  recurso,  puesto  que  la  ley  no  obliga 
á  nadie  á  recibir  mas  de  un  peso  en  cobre  por  toda  suma 
mayor  de  20  pesos — Goíno  se  ha  supuesto,  pues,  para  ha<:er 
este  argumento,  que  el  Poder  Ejecutivo  emitirla  el  cobre 
para  con  los  beneficios  construir  la  casa  de  moneda  que 
considera  de  urgente  necesidad  ? — ^Todo  es  error,  puro  error, 
lo  que  puede  haber  dicho  el  Poder  Bjecutivo  es  que  con  la 
sola  fabricación  del  cobre,  sea  esta  por  el  valor  de  pesos 
fuertes  400.000  ó  por  cualquier  suma  como  para  satisfacer 
las  necesidades  de  la  circulación  en  la  República  se  obten* 
drá  un  beneficio  que  excede  al  costo  de  la  casa  de  mone- 
da— Se  hizo  este  argumento,  perfectamente  exacto,  cuando 
se  creía  que  la  casa  de  moneda,  una  vez  agotada  la  fabri- 
cación, pesaría  como  una  hipoteca  sobre  el  erario  nacional. 

Estaríamos  con  el  colega  en  que  no  es  secundaria  la  cues- 
tión de  si  conviene  ó  no  el  establecimiento  de  una  casa  de 
moneda,  si  fuera  discutible  el  caso. 

Sentimos  qae  estas  cuestiones  de  detalle  nos  impidan 
ocuparnos  de  la  ley  de  monedas,  como  pensábamos  ha- 
cerlo, por  considerar  verdaderamente  interesante  su  dis* 
cusion. 


PR0GRB80S  OBNBRJLLBS  17& 


EL  MERCADO  DE  FLORES 

{Si  NaeUmal,  Julio  i9  de  1879.) 

Hemos  visto  en  el  lindo  pabellón  que  la  Municipalidad 
ha  erigido  en  la  plazuela  de  la  Universidad  para  mercado- 
y  exposición  de  flores^  un  anuncio  ofreciendo  alqjuilar  loca- 
lidades &  los  jardineros.  Parecíanos  que  aun  estaban  en 
construcción,  gradines,  ó  calvarios  al  rededor  de  la  colum- 
nata intetnor  de  manera  de  hacer  mas  productivo  el  espa^ 
ciO)  y  dar  pop  ambos  lados  exposición,  pues  banquetas  sobre 
pie  de  hierro  cuestan  pocoi  y  dan  mucho  brillo  á  las  flores; 
Si  han  de  llevar  sus  tiestos  y  cajones  los  jardineros,  ha  de 
tomar  un  pobre  aspecto,  mientras  que  así  queda  libre 
espacio  para  los  paseantes,  y  codiciosos  de  flores.  Es  natu- 
ral que  se  planten  algunas  enredaderas,  vignonias,  etc., 
para  revestir  las  columnas  exteriores  y  darle  al  edíQcia 
aspecto  de  vida.    Costaría  tan  poco! 

Sea  de  ello  lo  que  fuere,  y  como  es  ya  práctica  anunciar 
de  antemano  lo  que  dirá  el  que  tómela  palabra  en  la  ñesta, 
indicaremos  al  orador  de  la  Municipalidad  la  frase  de  ins- 
troduccion..     Señores  y  señoras: 

En  este  lugar  donde  levantamos  un  templo  á  Flora,  in^ 
mediato  al  de  Pomona,  (mire  hacia  el  mercado  don iase 
venden  manzanas,  peras  y  naranjas,  pues  estas  ültimHS  son 
las  manzanas  de  las  Hespéridos)  al  acabar  el  siglo  pasado,, 
tendían  los  indios  fronterizos,  mansos  habitantes  de  io  que 
es  hoy  Ciiivilcoy  y  Mercedes,  sus  guillapiés  de  zorrino,  de 
guanaco  y  de  pichones  del  tan  celebrado  avestruz,  tan  pro«^ 
saico  sin  embargo,  que  no  se  presta  á  una  ñgura  de  retórica. 
Plumas,  poteterías,  hé  aquí  los  productos  de  nuestra  indus- 
tria entonces.  Eso  que  veis.  Universidad  }•  Museo,  eran 
habitaciones  de  Padres  Jesuítas,  y  ese  Mercado  contiguo, 
pampa,  en  que  carretas  desapacibles  y  desairadas  ostenta- 
ban flacos  cuartos  de  carne,  para  sustento  casi  exclusivo 
del  arte  culinario  de  nuestros  padres,  en  asado,  puchero  y 
carbonadas. 

Aquel  era  el  Éuenos  Aires  de  entonces;  este  kiosco^  y 
estas  flores  son  el  emblema  del  Buenos  Airea  de  ahora» 
Cuánto  hemos  andado  de  entonces  acá!    De  paradero  de 


176  <M«KA^    i>K    SAItMlKNTU 

indios,  á  exposición  de  todo  lo  que  la  naturaleza  ostenta  en 
galas,  y  maravillas!  Cuánta  hemos  perdido  sin  embargo 
desde  entonces!  Aquellát  envidiable  quietud  colonial,  aque- 
llas elecciones  de  Corregidor  mayor,  y  de  Alcaldes  en  Cabil- 
do abierto,  y  los  notables,  solo  con  derecho  de  elegir  apar- 
tando los  blandengues  ó  los  alguaciles  al  bajo  pueblo,  para 
que  no  molestase  á  sus  señorías* 

Lo  demás  lo  sujerirá  la  ocasión,  las  comparaciones,  y 
algún  recuerdo  histórico,  el  Jardin  de  aclimatación  por 
ejemplo^  y  el  amor  alas  flores  de  tantos  tiranos,  y  grandes 
hombres,  como  el  .de  las  damas  que  tienen  mucho  de  lo 
primero,  y  i)oquisimo  de  lo  segundo,  sino  es  que  hayan 
Cornelias  que  den  al  mundo  GracosI  Búsquenlos  los  aficio- 
nados ¿L  comparaciones  y  los  hallarán  a  foison. 

UN  MILLÓN  DE  HECTOLITROS 

{SI  Nacional,  JUlio  id  de  1879.) 

Amenazan  á  los  colonos  agricultores  el  año  venidero,  si 
el  tiempo  es  favorable  para  la  cosecha  del  trigo  que  ya 
dejan  enterrado,  y  empezará  luego  á  teñir  de  verde  esme- 
ralda la  hoy  removida  y  parduzca  superficie  de  millares  de 
hectáreas. 

Y  no  sin  razón  decimos  que  amenazan,  pues  no  es  siem- 
pre seguro  que  se  repita  la  circunstancia  que  este  año  ha 
favorecido  la  exportación  con  el  subido  precio,  de  haber 
escaseado  las  cosechas  en  Europa. 

Sin.esiíS  condiciones,  la  cosecha  venidera  puede  ser  mas 
grande  y  menos  remunerada,  pues  los  cereales  nuestros  no 
pueden  competir  con  los  que  vayan  á  los  mercados  euro- 
peos de  países  donde  ¡a  obra  de  mano  sea  mas  barata,  ó  el 
transporte  no  recargue  el  costo  primitivo. 

Tendrán  luego  elevador  ó  granero^  en  el  Rosario  para. la 
ventilación  y  limpieza  y  embarque  de  trigo;  pero  á  la  mayor 
parte  de  las  colonias  falta  aun  el  transporte  barato,  que 
daría  un  ferrocarril  de  trocha  angosta,  que  hace  poco  costo 
la  construcción  que  paga  el  transporte  de  cereales. 

Sabemos  que  el  señor  Ponsati  concesionario  del  ferroca- 
rril de  las  colonias,  ha  regresado  de  Europa,  en  solicitud 
de  alteraciones  en  el.  contrato,  requeridas  por  los  capita- 


PROGRESOS  OBNBRALBS  177 

listas  de  Londres,  y  quo  la  Legislatura  de  Santa  Fe  ha  de 
ocuparse  luego  del  asunto. 

Sin  conocer  los  detalles,  propenderíamos  á  que  se  proce- 
diese con  actividad,  se  concediese  cuanto  es  posible  en 
atención  que  el  capital  está,  esquivo  y  desconfiado,  y  no  es 
tanto  réditos  subidos  lo  que  lo  seduce,  sino  seguridades 
redobladas,  para  ponerse  k  dos  anclas. 

Es  tan  corto  el  capital  requerido,  que  no  hay  que  temer  el 
abuso,  pues  suele  ser  defecto  y  no  ventaja  la  exigüidad  del 
capital  reclamado,  pues  las  grandes  casas  desdeñan  espe- 
culaciones pequeñas. 

La  trocha  angosta  es  ya  un  hecho  conquistado,  y  sus  ven- 
tajas fuera  de  cuestión  para  países  nuevos,  como  lo  demuestra 
la  obra  de  Agt.  Rieará  Rapter  que  ha  reunido  todos  los  datos 
suministrados  por  la  experiencia,  y  los  cómputos  del  costo 
de  construcción,  comparado  con  el  antiguo  sistema.  En 
los  países  nuevos  donde  la  población  y  los  productos  tienen 
ciertos  límites  como  en  el  de  Tucuman,  y  en  las  Colonias, 
las  grandes  trochas  arruinan  desde  luego  el  capital  por 
falta  de  productos;  y  cuando  se  pregunta  qué  se  hará  con 
un  ferrocarril  pequeño,  cuando  el  tráfico  venga  á  ser'gran- 
de,  se  contesta  victoriosamente,  «que  uno  de  los  mas  gran- 
des errores  cometidos  es  el  de  haber  construido  ferrocarriles 
con  mucha  atención  hacia  lo  futuro,  y  con  poca  conside- 
ración con  respecto  á  lo  presente.  No  hay  negocio  que 
pueda  mantenerse  contra  un  gasto  de  capital  que  no  está 
en  proporción  con  el  negocio  que  va  á  hacerse. 

«Todos  saben  .que  las  mas  recientes  manufacturas  han 
principiado  por  emplear  al  principio  poco  capital,  desenvol- 
viendo gradualmente  el  negocio. 

«En  los  casos  que  se  han  principiado  con  grandes  capita- 
les y  enormes  edificios;  la  quiebra  y  el  desastre  han 
sobrevenido  con  frecuencia,  aun  en  casos  que  todas  las 
ventajas  de  la  maquinaria  moderna  prestaban  su  concurso. 
Comenzar  en  grande  los  ferrocarriles  es  simplemente 
alejar  la  época  en  que  serán  remunerativos.» 

En  las  colonias  se  necesita  principiar  por  abaratar  la 
exportación  del  trigo;  el  trigo  exportado  creará  la  riqueza, 
labrando  mas  tierra  y  exportando  mas  trigo;  y  cuando  ^ea 
el  movimiento  tal  que  la  cadena  de  carros  no  se  interrumpa 

Tomo  xli.-12 


178  ORRA8    UK    MAHMIKNTO 

de  la  última  colonia  al  Rosario,  entonces  se  les  prende 
fuego  á  los  carritos  viejos,  y  se  hace  todo  de  nuevo;  como 
para  la  nación  que  la  trocha  angosta  habrá  creado!  Lo 
demás  son  sueñosl 


CUESTIÓN  MONETARIA 

Continúa  la  Cámara  de  Diputados  ocupándose  de  este 
importante  asunto  sobre  la  base  proyectada  por  la  comi- 
sión de  hacienda,  pero  se  nos  asegura  que  será  integrado 
ese  proyecto  con  muchas  de  las  disposiciones  que  con- 
tiene el  del  Ministro  de  Hacienda,  que  se  consideran  no 
solamente  buenas  sino  indispensables  para  establecer  una 
ley  conveniente   sobre  la  materia. 

Ese  solo  hecho  vendría  á  demostrar  la  bondad  del  la- 
borioso proyecto  del  Dr.  Plaza,  y  á  hacer  justicia  á  su 
mérito. 

Pero  nosotros  insistimos  una  vez  mas  en  que  la  Cá- 
mara debe  reaccionar  de  su  solución  anterior  y  adoptar 
el  proyecto  íntegro  del  Ministro  de  Hacienda,  si  quiere 
hacer  una  cosa  completa  y  benéfica  para  el  país,  amplián- 
doio  si  se  quiere  con  algunas  disposiciones  del  de  la 
Comisión  para  la  acuñación  en  el  extrangero,  de  una 
seria  cantidad  limitada  y  los  medios  de  darle  circulación. 
Convénzase  la  Cámara  que  con  el  proyecto  de  le?  Co- 
misión no  solamente  no  resuelve  las  dificultades  de  la 
complicada  situación  porque  atraviesa  el  país,  sino  que 
deja  subsistentes  los  males  y  los  agrava  con  la  intro- 
ducción de  nuevas  monedas  y  mantenimiento  de  las  que 
existen  en  circulación. 

En  materia  tan  delicada  no  se  inventa,   ni  se  conjuran 
males  tan  graves  con  medidas  transitorias. 

No  se    hace  moneda  para  un  año  ó  para  diez  sino  que 
debe  buscarse  la  estabilidad  como  primera   condición. 

La  prueba  mas  fehaciente  de  que  tenemos  razón  en 
nuestra  insistencia,  es  que  la  opinión  casi  unánime  está 
de  acuerdo  con  el  proyecto  del  Dr.  Plaza,  porque  en- 
cuentra en  él  los  medios  eñcaces  de  poner  término  á 
la  anarquía  monetaria. 
Si    asi    no    sucede,  corremos    riesgo  de  quedarnos   un 


PROGRESOS  6ENERALB8  179 

año  mas  sin  monedo,  porque  segnn  estamos  informados, 
el  Senado  rechazará  la  sanción  de  los  D.  D.  y  se  pro- 
nunciará por  el  proyecto  del  P.  E. 

LEY  DE  MONEDAS 

{El  Nacional,  5  de  Af^osto  de  1879.) 

Pasó  ayer  en  la  Cámara  de  Diputados,  contra  el  dic- 
tamen de  la  Comisión,  el  peso  de  plata  propuesto  por  el 
Ministro  de  Hacienda,  de  veinte  y  cinco  gramos,  lo  que 
lo  uniforma  con  la  moneda  de  plata  de  igual  valor  de 
Chile,  Perú  y  Solivia  y  otros  Estados  en  esta  parte  de 
América,  y  con  lo  que  se  llama  la  liga  latina  en  el  medio 
día  de  Europa,  incluyendo  la  Francia,  Italia,  Suiza,  Bél- 
gica y  España,  ligadas  con  nosotros  no  solo  por  el  co- 
mercio sino  por  la  inmigración;  pues  es  de  aquellas 
naciones  que  proviene  la  mayor  parte  de  la  nuestra. 
Así,  pues,  el  peso  de  veinte  y  cinco  gramos  adoptado 
para  la  pieza  de  plata,  será  el  mismo  á  que  están  habi- 
tuados los  argentinos  nacionales  é  inmigrados,  y  los 
americanos  en  toda  esta  parte  del  continente,  cuyas 
monedas  sirven  para  las  transacciones  reciprocas  entre 
unas  provincias  y  otras,  y  entre  las  naciones  vecinas  y 
limítrofes  con  la  nuestra. 

Si  una  moneda  es  el  signo  de  los  valores,  puede,  pues, 
decirse  que  se  ha  adoptado  una  palabra  que  entienden 
perfectamente,  cinco  ó  seis  Estados  americanos,  cinco  ó  seis 
en  Europa  y  todos  los  habitantes  de  la  República  cual- 
quiera que  sea  su  procedencia. 

Este  hecho  tiene  una  importancia  capital  que  creemos 
no  ha  sido  apreciada  por  los  que  [)referian  otra  cantidad 
de  plata,  representada  por  la  palabra  peso^  y  una  unidad 
monetaria. 

La  dificultad  mayor  que  ofrece  la  diversidad  de  mone- 
das en  Europa,  soberanos,  luises,  dollars,  etc.,  proviene  de 
que  cada  una  de  ellas  es  intraducibie  en  otra  lengua,  sino 
es  por  medio  de  operaciones  de  aritmética;  pero  es  mas 
grave  la  dificultad  cuando,  como  sucede  en  esta  parte  de 
América,  la  unidad  de  moneda  se  llame  peso,  y  la  dife- 
rencia de  valor  es  pequeña. 


180  UBRAS   1>K  «AKMIIBNTO 

Guando  menos  es  la  diferencia*  tanto  mas  complicada  es 
la  operación  mental  de  ajustarías  y  encontrar  el  equi-. 
valente. 

Una  peleona  de  Santa  Fe  ofrecía  vender  aliora  años, 
á  uno  de  Buenos  Aires  ciento  cincuenta  fanegas  de  trigo, 
damos  por  caso,  á  5  $  6  rls  fanega. 

Pero  como  una  fanega  de  Santa  Fe,  medida  en  la  fa- 
nega de  Buenos  Aires,  daba  catorce  almudes,  la  operación 
que  el  comprador  debía  realizar  mentalmente,  era  saber 
á  como  le  vendían  realmente  la  fanega,  pues  había  un 
resto  mas  de  trigo,  entre  el  precio  pedido  y  el  real  que 
resulta  haciendo  la  sustracción,  que  es  de  un  poco  menos 
de  cinco  pesos. 

He  aquí  pues  dos  hombres  que  no  se  entienden  sobre 
las  cifras  de  que  usan,  y  necesitan  operaciones  compli- 
cadas para  fijar  los  términos. 

Lo  mismo  ó  peor  sucede  en  la  moneda,  y  este  es  el 
mayor  obstáculo  al  comercio. 

El  que  vende  ganado  en  Chile,  muías  en  Bolivia,  ha 
hecho  sus  cálculos  sobre  el  valor  en  la  moneda  de  su 
país,  y  necesita  á  cada  momento,  para  cada  objeto  que 
cambia  ó  adquiere,  saber  cuanto  valdría  en  su  propia 
moneda,  en  la  moneda  de  su  conciencia,  lo  que  aparen- 
temente le  ofrecen  por  un  precio  que  sin  embargo  no 
es  el   valor  que  él  conoce. 

Los  extranjeros  que  vienen  á  Buenos  Aires  pasan  largos 
años  contando  para  si  en  la  moneda  de  su  país,  y  traduciendo 
el  papel  moneda  á  cada  compra  ó  pago  para  darse  idea 
del  valor  de  las  cosas. 

Este  resultado  traerá  la  adopción  del  peso  métrico  de 
veinte  y  cinco  gramos. 

El  ganado,  las  muías  se  venderán  en  Chile,  Lima  ó  la 
Paz  por  un  precio  en  números  ó  monedas,  en  que  está 
á  la  vista  para  el  vendedor  su  capital,  sus  gastos  y  su 
utilidad.  Entenderá  qué  es  lo  que  le  ofrecen,  porque 
sabe  qué  es  lo  que  él  da. 

Traerá  consigo  de  regreso  la  plata  que  le  pagan  si  asi 
le  conviene,  porque  en  su  país  vale  lo  mismo,  y  se  la 
recibirán  por  lo  que  él  la  recibió;  pues  todo  el  circuito 
comercial  habla  la  misma  lengua  monetaria. 

Un  mundo,  pues,  se  ha  andado  con  haber  aceptado  el 


PROGRESOS  OKNBHikLBS  181 

peso  de  veinticinco  gramos  á  que  hacía  excepción  el 
antiguo  sistema  nominal  nuestro  del  antiguo  peso  fuerte 
de  cuenta,  olvidándose  que  ese  peso  no  fué  nuestro,  sino 
de  las  monedas  acuñadas  en  Potosí,  Lima  y  Chile,  que 
cuando  fueron  repúblicas,  los  países  que  tenían  entonces 
casas  de  moneda^  adoptaron  el  peso  de|veinticinco  gramos. 

Dicho  se  está  que  los  múltiplos  serán  los  mismos  que 
propone  el  proyecto  del  Ministro  de  Hacienda;  pero 
una  ley  de  monedas,  una  vez  dada,  no  ha  de  ocuparse 
solamente,  de  proveer  de  una  cierta  especie  que  se  ne- 
cesita para  la  circulación,  sino  que  ha  de  establecer  la 
relación  entre  las  cosas,  y  la  moneda,  de  manera  que 
haya  un  padrón,  un  punto  ñrme,  una  piedra  de  toque* 
para  estimar  los  valores. 

¿Se  hacen  en  las  Provincias  de  preferencia,  las  transac- 
ciones en  plata? 

Los  negocios  con  Chile,  Perú  y  Bolivia  se  hacen  con 
plata  con  exclusión  del  oro! 

Cosa  rara,  sería  esta  preferencia. 

Sabemos  por  ejemplo  como  se  hace  hoy  el  negocio  de 
ganados  con  Chile,  desde  San  Juan  y  Mendoza,  que  son 
las  provincias  que  lo  engordan  con  pastos  artiñciales» 
para  darle  la  forma   requerida. 

Sube  á  millón  y  medio  de  pesos  este  negocio:  que  para 
transportar  de  un  lugar  á  otro  requieren  trescientas  muías 
cargadas  de  zurrones  de  plata. 

Estas  no  son  suposiciones.  Sanjuaninos  y  mendocinos 
viajan  á  Tucuman,  Oran,  Santiago,  Córdoba,  Santa  Fe, 
conduciendo  cada  especulador  en  ganados,  cuatro,  seis, 
diez  cargas  de  plata  sellada,  para  adquirir  los  ganados 
escojidos,  que  han  de  transportar  á  los  potreros  donde  se 
invernan  para  pasar  á  Chile. 

Si  el  dinero  de  compra  fuese  oro,  ocuparía  solo  treinta 
cargas  de  muía;  y  como  son  doscientos  ó  mas  los  com- 
pradores de  ganado,  no  necesitan  en  realidad  pagar  flete 
ni  escolta  de  peones,  ni  llevar  como  sucede  con  la  plata 
á  la  vista  los  zurrones  de  dinero.  ¿Porque  preferirían  en 
Tucuman,  Oran,  y  Santiago  que  les  paguen  en  plata  y 
no  en  oro?  como  los  que  venden  en  Chile,  Perú  y  Bolivia 
preferirían  plata  y  no  oro  en  cambio,  si  ambas  monedas 
estuviesen  relacionadas  con  la  de  su  propio  país? 


182  0BRA8   DB  SARMIENTO 

Es  singular  el  gusto  que  les  suponen  á  las  provincias  de 
preferir  la  plata  al  oro,  que  es  nnas  manejable,  mas  económico 
universal,  que  la  plata.  Bolivid,  Chile  y  el  Perú  sellan  la 
plata,  que  traen  ó  llevan  á  las  provincias,  los  que  no  hallando 
oro  en  igual  abundancia  necesiten  retornar  en  dinero  el 
valor  del  ganado  que  llevaron.  Ya  habría  en  esto  una 
acuñación  de  plata  para  las  necesidades  del  comercio  de 
menudeo.  No  vemos  porque  seria  necesario  mandar 
acuñar  ademas  cuatro  millones  de  monedas  de  plata, 
para  que  convertidos  en  cargas  de  transporte  de  un  lugar 
á  otro,  inviertan  ochocientas  muías  cargadas  de  zurrones 
de  plata,  ó  paguen  en  carruajes  ó  dilijencias  mayores  fletes 
todavía,  con  igual  molestia  y  peligro. 
Para  qué  son  pues  los  cuatro'  millones  de  pesos  en  plata? 
Lo  que  necesitan  las  provincias  es  moneda,  para  las 
transacciones  de  provincia  á  provincia,  para  comprar  el 
ganado  y  muías  en  todas,  desde  el  Eotre-Rios,  para 
venderlas  en  Chile,  Perú  y  Bolivia,  para  traer  k  Buenos 
Aires. 
Nadie  le  hace  asco  al  oro  en  las  Provincias. 
Al  papel  pase;  y  puede  perdonárseles.  Es  preciso  ser 
muy  ladinos,  como  somos  por  acá,  y  lo  serán  pronto  en 
Chile  con  el  curso  forzoso,  para  preferir  el  papel  al 
oro,  y  aun  á  la  plata,  que  no  es  tan  mala  como  pretenden 
los  economistas  de  por  acá.  No  la  conocen,  sino  es  en 
los  tiradores  de    los   lecheros. 

No  se  tengan  en  poco  estas  consideraciones  sobre  la 
onerosa  transportabilidad  de  la  plata. 

Nuestra  república  por  el  desparramo  de  su  población 
en  ciudades  á  centenares  de  leguas  es  la  que  menos 
debiera  usar  monedas  de  plata.  Diez  millones  viajando 
en  diez  años  habrán  pagado  un  millón  de  fletes  y  per- 
dido cien  mil  de  desgaste.  Cien  vidas  sacrificadas  en 
los  salteos  y  grandes  sumas  robadas.  En  un  siglo  de 
viajes  se  acabaría  su  valor  representado  en  el  metal  per- 
dido por  el  frotamiento. 

Si  hubieran  de  consultar  nuestros  gustos,  porque  parece 
que  es  materia  de  gustos  el  metal  de  la  moneda,  acon- 
sejaríamos, que  se  manden  sellar  cuatro  millones  en 
oro,  y  quinientos  mil  pesos  en  cobre,  y  las  provincias 
estarían  por  lo  pronto  servidas  con  monedas  de  trasporte 


PROGRESOS  OBNBRA.LBS  183 

para  sus  negocios  interprovinciales,  y  con  monedas  de 
vellón,  ó  de  cobre  para  sus  gastos  diarios.  Bastaría  para 
completar  el  juego,  que  se  sellasen  centavos  de  plata  de 
los  múltiplos  que  indica  el  proyecto  del  Sr.  Ministro. 

En  lo  que  creemos  que  anda  tirante  el  proyecto  es  en 
declarar  que  la  plata  no  será  moneda  de  chancelación, 
después  que  se  haya  acuñado  por  lo  menos  dos  mi- 
llones en  oro.  Desde  que  principian  por  acuñar  cuatro 
millones  en  plata,  mas  cuesta  arriba  se  hace  creer  que 
la  plata  no  será  la  moneda  prevalente  en  el  mercado. 
Si  pudiera  darse  otra  forma  á  la  declaración,  de  manera 
que  no  quede  continjente  del  oro  sellado  en  tal  cantidad, 
ó  subiendo  á  mas  millones  el  oro  sellado,  se  daría  tiempo 
de  disiparse  la  preocupación  de  que  los  provincianos 
prefieren  bétement^  la  plata  al  oro,  como  la  otra  preo- 
cupación de  que  los  de  por  acá  prefieren  el  papel  á  la 
plata. 

El  proyecto  de  ley  tiene,  pues,  que  llegar  al  padrón  de 
oro,  ó  cambiar  el  titulo,  y  llamarle  no  ley  de  monedast 
sido  empréstito  en   monedas  ú  otro  equivalente. 

Una  ley  de  monedas,  es  un  acto  de  ciencia  y  arte  digá- 
moslo así,  y  no  un  contrato  con  banqueros,  quesería  cuan- 
do mas  el  medio  de  ejecutarlo.  Guando  declaremos  la  gue- 
rra ¿se  dirá  que  los  proveedores  deberán  entregar  tantas 
raciones,  compuestas  de  carne  y  galleta  en  tales  términos 
y  lugares,  que  la  ley  designará? 

Una  ley  de  monedas  es  un  acto  nacional  que  se  refiere 
al  mundo  civilizado  entero,  á  los  estados  circunvecinos,  y 
á  la  propiedad  interna.  Vamos  á  poner  nuestro  visto  bueno, 
sobre  una  pieza  de  metal  que  allá  en  Liverpool,  Amster- 
dam  ó  Nueva  York,  servirá  de  base  para  las  transacciones 
comerciales,  pues  es  el  equivalente  de  cierta  cantidad  de 
trabajo  que  nos  viene  representado  en  mercaderías  para 
cambiarse  por  otra  cantidad  de  trabajo  nuestro.  El  oro  es 
la  representación  gráfica  de  ese  trabajo,  que  á  la  vez  sirve 
para  medir  el  nuestro  y  el  ajeno.  La  plata  puede  auxiliarlo 
en  sus  detalles  relacionándose  con  aquel  padrón,  única  me- 
dida de  los  valores,  puesto  que  no  hemos  de  mandar  á 
Europa  ni  plata,  ni  cobre  sellado,  y  la  plata  valdrá  lo  que 
el  oro  le  ordene  (aquí  para  entre  nosotros)  que  val^a. 

Una  ley  de  moneda,  que  no  sea  una  commande^  6  un  encar- 


1S4  OBRAS  DI  SAUMIBNTO 

go  hecho  á  plateros  y  acuñadores,  debe  principiar  asi:  El 
soberano  argentino    de  oro,  contiene  tanto  metal  de  fino* 
Tendréislo  oh  nacionesl  asi  entendidol 
Lo  demás  son  detalles  minorút/u. 

NUESTROS  CEREALES  Y  LA  CARESTÍA  EUROPEA 

{Bl  Nadanal,  6  de  Agosto  de  ifl79.) 

)to  podemos  resistir  á  la  propensión  de  ocupamos  del 
desarrollo  de  nuestra  naciente  aunque  ya  poderosa  agri- 
cultura, en  presencia  de  los  anuncios  de  malas  cosechasen 
Francia,  y  otros  puntos  de  Europa,  y  la  presentida  deman- 
da de  cereales  que  habrán  de  hacer  aquellos  mercados  á 
los  nuestros. 

El  pasado  año  fué  feliz  y  reparador  de  otros  menos  afor- 
tunados para  los  agricultores  argentinos.  Creemos  que  la 
mitad  por  lo  menos  de  la  cosecha  alcanza,  por  no  haber 
sido  esportada  aun,  á  gozar  de  la  suba  de  precios  del  mer- 
cado, lo  que  aumenta  el  producto. 

Un  segundo  año  próspero,  con  mayor  siembra  como  se 
anuncia,  habrá  radicado  completamente  el  sistema  de  co- 
lonización agrícola  en  las  márgenes  de  los  ríos  Paraná, 
Uruguay  y  aun  Paraguay,  con  la  de  Formosa,  que  se  anun- 
cia y  sentiríamos  ver  desbautizada,  borrando  una  antigua 
palabra  de  la  lengua  de  los  conquistadores. 

La  carestía  en  Europa  no  se  limita  solo  á  la  cosecha  de 
trigo.  El  vino  está  amenazado  en  sus  fuentes,  con  la  filoxe« 
ra,  y  una  terrible  helada  que  ha  quemado  la  uva  en  las 
parras.  Los  gusanos  no  alcanzan  á  formarse  para  producir 
la  seda,  pues  mueren  de  una  nueva  epidemia  que  se  ha 
desenvuelto. 

Aun  las  patatas  están  amenazadas  de  muerte  en  Europa. 
Nuestros  cereales  pueden,  pues,  llegar  á  tiempo  de  auxiliar 
á  los  menesterosos,  ya  que  también  se  anuncia  que  hay  dis- 
minución en  las  cosechas  de  los  Estados  Unidos,  que  de- 
bieron ser  enormes,  pues  se  calculaba  que  la  siembra  había 
aumentado  un  veinte  por  ciento  mas  del  año  anterior. 

No  creemos  que  el  éxito  del  pasado  año  haya  hecho  abrir 
para  este  en  gran  cantidad,  nuevos  terrenos,  que  es  lo  que 
constituirla  el  progreso  rápido  de  las  colonias.  Una  están- 


PR0ORBS08  OBNBRALB8  185 

cía  de  nueva  creación  requiere  algunos  años  para  devolver 
el  capital  invertido;  pero  el  cultivo  de  cereales  en  nuestro 
país,  desmontado  por  la  naturaleza,  puede  hacerse  de  im- 
proviso, si  la  utilidad  es  segura,  y  aumentarse  sin  propor- 
ción ni  graduación  el  territorio  labrado. 

Nos  aconsejan  mal  los  que  sugieren  la  conveniencia  de 
sembrar  enormemente  maíz,  en  previsión  de  una  fuerte  de- 
manda. 

Si  no  se  obtuviesen  buenos  precios  podría  invertirse  en 
engordar  vacas,  cerdos  y  caballos  que  lo  convertirían  en 
grasa,  manteca  y  aceite.  Esta  es  como  se  sabe  la  grande  in- 
dustria americana  y  debe  tenerse  en  reserva  por  los  agri- 
cultores como  medio  de  resarcir  pérdidas  ó  evitar  desper- 
dicios. 

NUESTRAS  RIQUEZAS! 

{Bl  Nacional,  Agosto  7  de  1870.) 

Corremos  riesgo  de  perder  él  seso,  con  la  contemplación  de 
nuestras  riquezas,  sobre  todo  después  de  la  conquista  de 
las  19,000  leguas!  Qué  campos!  qué  porvenir!  qué  riqueza! 
El  cerro  del  Pallen  lo  ha  divisado  el  Coronel  Uriburu,  aun- 
que parece  no  le  ha  prestado  mucha  atención.  Es  de  cobre 
nativo,  como  la  palabra  Pallen  lo  dice,  y  si  nuestros  ante- 
pasados no  han  sacado  una  barra  de  cobre;  es  seguro  que 
nuestros  hijos  lo  estraerán  k  tonela«ias.  Desgraciadamente 
el  cobre,  con  la  marina  férrea,  ha  perdido  de  sus  aplicacio- 
nes, y  de  su  valor. 

Pero  tenemos  hierro  en  Catamarca  bastante  para  suplir  al 
mundo,  ya  que  no  tenemos  habitantes  ni  hábitos  para  con- 
sumir cien  toneladas  al  año;  teniendo  presente  que  una  sola 
mina  extranjera  da  doscientos  cuarenta  y  ocho  tonelada^ 
diarias  de  ric^ro,  que  es  el  hierro  sublimado. 

Pero  tenemos  el  hierro  meteórico  del  Chaco»  y  una  peti- 
ción apoyada  calurosamente  por  la  prensa  para  conceder 
una  legua  de  terreno  en  torno  de  una  masa  de  hierro  aero- 
lito con  nikel  y  otras  sustancias^  que  explotará  el  solici- 
tante. 

Eso  sí.  Habrá  cobre  ó  no  en  el  Pallen  y  nikel  en  el  Gran 
Chaco,  lo  único  que  ha  de  quedaren  limpio  es  que  la  gene- 


186  0BKA8    l>K  MAKUiRNTO 

ración  actual  se  va  á  repartir  entre  si  las  tierras  conquista- 
das, como  ya  se  habían  repartido  sus  antepasados  las  po- 
bladas. A  las  futuras  generaciones  les  dejan  la  historia  de 
las  conquistas,  y  el  Pallen   y'el  hierro  raeteórico  del  Chaco. 

De  este  último  vemos  reproducido  en  la  petición,  como 
hecho  actual,  una  historia  que  hemos  leido  en  los  mismos 
términos,  hace  diez,  y  creemos  que  otra  vez  hace  veinte  ó 
treinta  años. 

Puede  existir  la  famosa  masa  de  hierro  meteórico,  porque 
famosa  es  en  el  mundo;  pero  si  existe,  diremos  al  empresa- 
rio de' encontrarla  y  explotarla,  que  dicha  sustancia  es  del 
todo  inútil  parala  industria,  siendo  hierro  calcinado,  inma- 
neable  é  infusible  en  las  condiciones  que  se  encuentra. 

El  costo  de  sacar  masa  tan  enorme,  importarla  la  cons- 
trucción de  un  camino  de  carretas,  para  su  especial  uso;  y 
sacado  sería  una  curiosa  inutilidad  en  el  Museo. 

La  forma  fantástica  de  arborescencia  de  ocho  pies  de 
alto,  y  de  varias  masas,  nos  hace  sospechar  que  todo  ello 
es  una  pamplina,  obra  de  la  imaginación  de  gentes  poco 
versadas  en  achaque  de  aerolitos.  Están  de  ellos  llenos  los 
museos  y  colecciones;  y  aunque  irregulares  todos  afectan 
ciertas  formas  chatas,  circulares  con  un  lado  bruñido  como 
metal  fundido,  que  parece  es  el  lado  que  vino  frontándose 
con  el  aire  al  caer. 

Acaba  de  caer  una  enorme,  aunque  en  fragmentos,  en 
Dacota  en  E.  U.  pesando  algún  fragmento  45  üb. 

Gomo  los  vieron  caer  tras  una  espantosa  detonación 
en  el  aire,  cabaron  en  la  tierra  removida,  y  á  cinco 
varas  de  profundidad  encontraron  clavado  el  fragmento. 
¿Cómo  están  sobre  la  superficie  en  el  Chaco  los  crestones 
arborescentes  de  aquellos  estupendos  areoiitos,  pues  son 
varios,  y  según  la  leyenda  parecen  un  jardín  de  hierro  en 
flor? 

Si  es  hierro  nativo  ¡terrestre,  mal  van  á  buscarlo  en  de- 
siertos sin  agua,  y  á  centenares  de  leguas  de  las  ciudades 
ó  de  las  costas.  Si  es  hierro  cósmico,  se  le  puede  hacer  gra- 
cia y  merced  al  solicitante  de  todo  el  que  encuentre  una 
legua  á  redonda,  pero  sin  concederle  la  legua,  ni  otra  ayuda 
de  costas. 

Acaso  sirva  un  día  de  objeto  y  trofeo  de  una  espedicion 
militar,  de  las  fuerzas  fronterizas,  ó  de  la  colonia  Formosa, 


PROORBSOS  0BNBRALB8  187 

que  puede  hacer  adquisición  de  aquella  joya,  para  atraer 
viajeros  científicos  que  la  visitarían  solo  por  ver  la  mas  co- 
losal, la  mas  inverosímil  y  mas  arborecente  masa  de  preten  " 
dido  hierro  aereolítico,  con  nickel,  caballo  y  otras  cosas  mas* 
El  anuncio  siguiente  lo  tomamos  de  un  diario  de  la  mañana: 

«Riquezas  naturales  del  Chaco — La  existencia  del  flerro 
metereológico  del  Chaco,  era  casi  un  problema.  Se  habían 
perdido  las  huellas  de  sus  primeros  descubridores. 

«  Corrían  las  noticias  mas  contradictorias,  las  versiones 
mas  absurdas. 

«Hoy  al  fin  se  conoce  el  lugar  donde  esa  gran  masa 
de  hierro  se  encuentra,  y  en  breve  podrá  esplotarse,  y 
entregarse  al  servicio  de  la  industria. 

c(  He  ahí  una  de  las  tantas  riquezas  que  posee  el  Chaco» 
y  que  el  día  que  se  realice  su  ocupación  definitiva^  darán  ¿ra- 
bajo  y  lucro  á  mulares  de  hombres, 

« Llamamos  la  atención  de  los  amigos  de  la  ciencia 
sobre  el  siguiente  documento  :i» 

¿Será  este  el  motivo  que  ha  decidido  al  gobierno  á  ocu- 
par definitivamente  el  Chaco  ?  Con  que  gente  ?  Pobres 
tierras,  no  salvará  una  legua ;  que  lo  que  es  lucro  para 
millares  del  trabajo  de  un  aereolito,  aunque  les  dieran 
á  cada  uno  un  pedazo,  no  tendrían  para  tabaco  t  Oh!  liri. 
cosí  Nos  vamos  á  volver  poetas  todos. 

IMPORTACIÓN  DE  GANADO  A  BUENOS  AIRES  I 

{El  Nacional,  Agosto  de  i879J 

El  hecho  se  ha  producido,  y  aunque  en  vía  de  ensayo, 
no  hemos  querido  dejarlo  pasar  inapercibido. 

Veíanse  dos  enormes  bueyes  en  exposición  de  los  treinta 
traídos  de  San  Juan,  para  proveer  al  abasto,  y  no  se 
cansaban  de  asombrarse  del  tamaño  de  aquellos  cuadrú- 
pedos, como  de  la  masa  enorme  de  carne  y  de  gorduras 
que  representan. 

Son  estos  huéspedes,  los  derrotados  de  la  guerra  del 
Pacifico.  Habían  sido  preparados  para  ser  conidos  en 
Iquique,  Arica,  Islay  y  Callao,  á  donde  viajaban  en  vapo- 
res, antes  sus  conjéneres,  después  de  haber  atravesado 
las  cordilleras  y  provistos  los  mercados  de  Chile. 


188  OBRAd  DB  8ARMIBNT0 

Este  69  el  primer  fruto  que  cosechamos  de  la  guerra! 

Ha  sido  pues,  una  valiente  inspiración  buscar  hacia  el 
Oriente  una  vía  al  ganado»  ya  que  se  le  cierra  la  del 
Occidente.  Se  nos  dice  que  se  han  vendido  los  bueyes  & 
2»000  $  cada  uno. 

No  es  todavía  el  precio  que  en  ios  buenos  años  se  pagaba 
en  Chile,  ni  mucha  ha  de  ser  la  utilidad,  á  causa  de  des- 
perdicio de  gordura,  después  de  dos  meses  de  marcha, 
traslaciones  á  ferro-carriles  y  sustos,  porque  las  conmo- 
ciones de  este  género  enflaquecen.  Testigo  el  ganado  de 
Buenos  A^íres  al  Sur  que  no  engorda  en  los  potreros  de 
Mendoza  y  San  Juan  de  puro  asustadizo. 

Tendrémonos  al  corriente  del  éxito  final  de  la  tentativa 
del  señor  Arce,  de  buscar  mercado  al  mas  valioso  pro- 
ducto de  la  agricultura  de  San  Juan  y  Mendoza,  que  es  el 
engorde  de  ganados  El  enorme  tamaño  de  los  bueyes, 
porque  bueyes  han  de  ser,  como  materia  prima,  hace  que 
sean  firmes  ios  engordes,  y  grande  la  cantidad  de  carne 
que  se  obtiene  de  cada  rez. 

El  vino  de  San  Juan  y  Mendoza  se  ha  hecho  ya  familiar 
en  el  uso  diario,  de  manera  que  si  tuviese  éxito  este 
primer  ensayo  de  importar  carnes  gordas  al  abasto,  encon- 
trarían resarcimiento  á  la  (>érdidas  que  les  impone  el  mal 
estado  de  las  plazas  del  Pacifico^  cerradas  unas  por  la 
guerra,  disminuido  el  tráfico  por  la  pobreza,  que  natural- 
mente desenvuelve. 

FERRO-CkRRILES 

{Ei  Naekmal,  Agosto  11  de  i879.) 

El  proyecto  presentado  por  el  Ejecutivo  al  Congreso  para 
prolongar  el  ferro-carril  de  Tucuman  hasta  Jujuy,  contiene 
innovaciones  en  la  usual  manera  de  construir  vías  férreas 
que  nos  reconcilian  en  parte  con  esta  clase  de  empresas, 
que  no  creemos  debieran  acometerse  según  el  antiguo  sis- 
tema de  las  empresas  particulares  ó  el  compromiso  de 
nuevos  empréstitos. 

Vemos  que  se  presenta  igualmente  una  empresa  de  este 
género  ofreciendo  hacer  el  mismo  camino,  por  suma  que 
andará  entre  ocho  ó  diez  millones;  y  ya  se  han  publicado 


PROQRBSOS  OBNBRALBS  189 

en  M  Standard  y  eii  El  iVaaona/,  artículos  que  recomiendan 
esta  empresa,  poniendo  en  duda  los  cálculos  del  ingeniero 
DumoBnil,  y  mostrando  que  no  habría  fondos  provenien- 
tes délos  productos  líquidos  del  Ferro-carril  áTucuman. 

Sabemos  igualmente  que  el  Gobierno  ha  recibido  pro- 
puestas de  capitalistas  norte-arnericanos  que  ofrecen  com- 
prar el  ferro-carril  de  Tucuman  y  construir  el  que  ha  de 
prolongarlo  hasta  Jujuy. 

Estos  diversos  sistemas  habrán  de  ser  considerados, 
pues  los  unos  excluyen  á  los  otros,  como  que  parten  de 
bases  distintas. 

No  DOS  parece  de  desdeñar  las  propuestas  de  compra  y 
construcción  por  cuenta  particular  de  capitalistas,  pues  á 
lo  que  conocemos  de  ellas,  son  en  general  admisibles. 

El  Gobierno  argentino,  tuvo  que  introducir  con  los  rieles, 
la  idea  misma  del  ferro-carril  y  hacer  concesiones  á  la  com- 
pañía que  emprendió  la  construcción  del  ferro-carril  central, 
que  ponía  en  manos  de  particulares,  el  tronco  de  las  futuras 
lineas,  que  habrían  de  ramificarse  en  varias  direcciones  ha- 
cia el  interior.  El  ferro-carril  á  Tucuman,  y  el  que  se  dirige 
al  Oeste,  construidos  de  cuenta  del  Gobierno,  están  sin  em- 
bargo subordinados  á  esta  línea  inicial;  lo  que  quita  á  la 
linea  el  carácter  de  dominio  público,  á  las  que  el  gobierno  ha 
continuado  y  habrá  de  continuar.  A  ningún  propósito  gene- 
ral se  opondría  pues  la  enagenacion  de  la  línea  férrea  de 
Tucuman,  y  aun  la  que  hubiese  de  construirse  á  Jujuy. 

Debe  tenerse  presente  que  el  ferro-carril  del  Oeste 
de  Buenos  Aires  está  en  vía  de  prolongarse  hasta  los 
límites  de  la  Provincia,  hacia  Córdoba,  y  que  no  ha  de 
pasar  largo  tiempo,  sin  que  se  aproxime  y  por  tanto  se 
ponga  en  comunicación  con  el  Central  Argentino,  lo  que 
podrá  igualmente  servir  para  la  línea  de  Tucuman,  puesta 
así  en  comunicación  directa  y  continua  por  tierra  con 
el  mercado  de  Buenos  Aires.  Este  empalme  puede  ejer- 
cer una  benéñca  influencia  sobre  todas  las  líneas  férreas, 
creando  nuevas  salidas  á  los  productos  del  interior,  muchos 
de  los  cuales,  no  se  prestan  al  cambio  de  ferro-carriles, 
buques  de  va[)or,  y  desembarco  siempre  costoso,  dadas  las 
condiciones  de  nuestros  puertos. 

El  proyecto  del  Gobierno,  dejando  á  un  lado  las  posibili- 


190  0BRA4   DB   SARMIENTO 

dades  de  venta,  salva  los  inconvenieDtes  que  se  tocan  al 
querer  prolongar  nuestras  lineas  férreas. 

Reconoce  hoy  la  Nación  fuertes  sumas  en  réditos  y 
amortizaciones  de  empréstitos  que  absorven  gran  parte  de 
la  renta.  El  Gobierno  ha  luchado  con  dificultades  enormes 
hasta  hoy,  para  hacer  frente  á  aquellos  compromisos;  y  sería 
indiscreto  contraer  otros  nuevos,  con  riesgo  de  hacer  impo- 
posible  la  administración  publica,  en  sus  otras  atenciones, 
si  hubiese  de  aumentarse  la  suma  que  ha  de  consagrarse 
anualmente  al  servicio  de  la  deuda. 

Deba  para  esto  partirse  del  hecho  ya  conocido  de  que  los 
ferro-carriles  no  producen  el  interés  del  capital  que  reco- 
nocemos en  empréstitos,  aunque  ayuden  á  mantenerlos, 
mientras  se  desarrolla  mayor  producción. 

El  gobierno  propone  pues,  invertir  en  la  prolongación  del 
ferro-carril  á  Jujuy,  lo  que  vaya  produciendo  el  de  Tucu- 
man,  que  ya  ofrece  cantidades  considerables,  y  que  promete 
aumentarlas,  &  medida  que  se  desarrolle  la  industria  en 
los  pueblos  del  Norte.  Si  no  hubiere  en  cuatro  ó  seis  años, 
de  producir  cantidades  suficientes  para  avanzar  rápidamen- 
te las  obras,  como  ya  se  objeta,  habría  al  menos  ese  aviso 
dado  á  la  prudencia,  para  no  aventurarse  demasiado  en 
obra  que  desde  luego  indicaba  no  ser  reumunerativa.  Ten- 
dría ademas  este  sistema  que  nada  compromete,  la  ventaja 
de  dar  tiempo  al  tiempo,  dejando  abierta  la  puerta  á  mejo- 
res sistemas  de  construcción  que  sugiriese  el  estudio;  y  sin 
ligar  la  acción  de  futuras  administraciones,  imponiéndoles 
desde  ahora  el  cumplimiento  de  contratos. 

Con  este  sistema  ademas,  se  gana  el  tiempo  necesario 
para  descargar  al  Estado  de  los  empréstitos  ya  contraídos; 
en  la  parte  necesaria  para  no  hacer  angustiosa  la  adminis- 
tración del  presupuesto.  Este  resultado  se  va  obteniendo, 
con  la  amortización  que  se  paga  religiosamente  y  habrá  de 
pagarse  en  lo  sucesivo,  sino  se  grava  inconsideradamente 
el  monto  de  los  réditos,  por  nuevos  contratos. 

La  propuesta  Carranza  y  Taylor,  por  ejemplo,  ofrece  con- 
diciones de  mayor  rapidez  de  ejecución;  pero  recargaría  de 
700.000  pesos  anuales  el  monto  de  réditos  á  pagar,  anual- 
mente, sobre  los  ya  reconocidos;  y  esto  es  de  tenerse  en 
cuenta . 

Otra  facción  nueva  del  proyecto  consiste  en  que  se  pro- 


PROGRESOS  6BNBRALES  191 

pone  ensayar  la  práctica  adquirida  en  el  país,  para  la  cons- 
trucción de  ferro-carriles,  tal  como  se  ha  hecho  ya  vulgar  en 
Buenos  Aires,  y  no  es  desconocida  en  Córdoba  y  Tucuman* 
Nuestros  ferro-carriles  todos  traen  el  pecado  original  de  la 
falta  de  experiencia  y  conocimiento  de  las  cosas  que  presi- 
dió á  los  contratos. 

El  Congreso,  el  Ejecutivo,  aun  los  ingenieros  no  podían 
estimar  las  propuestas  hechas,  sino  por  comparación  entre 
una  y  otras,  ó  con  las  que  les  había-n  precedido,  tan  arbitra- 
rias y  leoninas  como  pudo  obtenerlas  el  primer  empre- 
sario. 

Del  excesivo  costo  de  los  ferro-carriles  resulta  que  recono- 
ciéndoles tal  capital  como  el  que  invirtieron  realmente  y  el 
que  era  ganancia  de  la  empresa,  no  pueden  pagar  el  siete 
por  ciento  que  reconocen,  porque  es  en  verdad  el  catorce. 

La  trocha  angosta  se  propuso  remediar  á  estas  inevitables 
desproporciones  entre  los  costos  de  un  ferro-carril,  como 
los  que  atraviesan  países  densamente  poblados,  y  nuestros 
campos  desiertos,  escasos  todavía  de  producción;  pero  el  de 
Tucuman  ha  sido  la  hablilla  del  público;  y  sin  aceptar  el 
cargo  de  exesivamente  cara  que  se  hace  á  su  construcción, 
no  puede  ocultarse  que  ha  requerido  gastos  enormes  de 
reparación,  y  aun  de  refacción/  puesto  que  aun  hay  necesi- 
dad de  mudar  los  durmientes  de  algarrobo  ya  inservibles 
por  otros  mas  sólidos  de  lapacho  colorado. 

No  hay  en  nuestras  llanuras  grandes  obras  de  arte;  los 
wagones  se  construyen  aquí,  ó  su  precio  es  conocido:  los 
rieles  han  sido  encargados  tantas  veces,  que  no  se  echa  de 
menos  la  intervención  de  aquellos  fastuosos  empresarios, 
que  ásu  regreso  á  Europa,  acaso  por  hacer  papel,  han  exa- 
gerado sus  ganancias,  á  punto  de  crear  sospechas  aquí,  que 
dañan  á  los  futuros  em[)resarios«  poniendo  en  guardia  al 
público  contra  pretendidas  ó  reales  explotaciones. 

Otra  prolongación  se  propone  hacia  el  Oeste  de  Mercedes 
(en  San  Luis),  quizá  hasta  la  capital  ó  la  Paz  en  Mendoza, 
solicitando  los  productos  de  esta  provincia  y  la  de  San  Juan, 
que  por  venir  en  carros  hasta  Mercedes,  con  lo  que  han 
hecho  mas  de  la  mitad  del  camino  no  hallan  aliciente  para 
descargar  en  el  ferro-carril  por  lo  que  queda  de  vía  hasta  el 
Rosario.  Avanzando  el  ferro-carril  se  espera  que  los  carros, 
regresen  en  tiempo  corto,  para  repetir  sus  acarreos. 


102  OBRAS  DK  SARMIENTO 

Otro  ferro-carril  que  no  es  una  prolongación  es  el  del 
intercolonial  de  Santa  Fe,  el  primero  acaso,  fuera  de  Buenos 
Aires  que  traviese  país  productivo  en  todo  su  trayecto,  y 
por  tanto  inmediatamente  remunerativo,  como  los  de 
Europa.  Interesa  á  la  Nación,  que  la  producción  del  trigo, 
que  con  tan  feliz  éxito  se  ha  ensayado,  se  haga  en  condicio- 
nes de  costo,  iguales  á  las  de  los  Estados  Unidos,  sin  io  cual 
la  exportación,  ha  de  ser  precaria;  y  sin  segura  exportación, 
todo  el  sistema  de  colonización  por  la  agricultura  estaría 
expuesto  á  grandes  tropiezos.  ¿Qué  harían  los  colonos  un. 
año  con  cuatro  millones  de  fanegas  de  trigo,  inesportablea? 

Este  ferro-carril  corre  prisa  á  nu^tro  juicio,  aunque  sea 
menos  poético  que  los  demás. 

LE  BEUF  GRIS 

{Bl  Nacional,  Agosto  i8  de  IS79.) 

Hemos  tenido  en  Palermo  el  Domingo,  como  en  Paris,  un 
Martes  la  ñesta  del  buey  gordo» 

Un  empresario  saiijuanino,  el  joven  Arce,  introductor  de 
ganados,  engordados  artificialmente,  obsequió  á  la  Sociedad 
Rural  un  ejemplar  de  1800  libras  de  peso,  á  ñn  de  hacer 
conocer  la  nueva  mercadería. 

Hause  vendido  uno  en  2.700  $  m/c,  dos  en  2.500  m/c,  y 
otros  en  remate  á  menos  precio.  El  resultado  general  es 
que  podría  traerse  ganado  así  preparado  de  San  Juan  y 
Mendoza,  si  pudiera  suprimirse  una  parte  del  tiempo  de 
tránsito,  embarcando  en  chatas  el  ganado  en  el  Rosario, 
pues  es  solo  el  tiempo  lo  que  daña,  disminuyendo  la  gor- 
dura, para  suplir  á  la  falta  de  alimentos  en  el  largo 
camino. 

El  animal  gordo  consume  su  propia  grasa,  k  falta  de  ali- 
mento, para  quemar  y  mantener  el  calor  de  la  sangre 

Dicese  que  animales  de  raza  del  señor  Fereira  han  dado 
2.300  libras  de  peso;  loque  hace  creer  que  ejemplares  de 
este  tamaño  engordados  artificialmente  darían  2.700  libras» 
pues  á  eso  y  mas  puede  alcanzar  el  engorde. 

Podrían  intentar  la  engorda  artificial  los  hacendados  en 
Buenos  Aires? 

h(ys  precios  del  mercado,  como  se  ve  son  remunerativos. 


Pl<00RB!<(08  OBNBRALB8  103 

Creemos  que  se  obtendria  mas  pronto  y  quizá  tan  econó- 
mico resultado,   con    una    semi-estabalacion,    con  alfalfa  . 
cegada. 

Sin  embargo,  antes  de  todo  era  preciso  abrir  conferencias 
en  la  Sociedad  Rural,  sobre  el  cultivo  de  la  alfalfa,  como 
industria  en  grande  escala,  y  su  adaptación  al  terreno  de 
Buenos  Aires,  tomando  por  profesor  algún  sanjuanino  ó 
mendocino,  que  conocen  esta  cultura,  de  que  no  hay  ejem- 
plo en  Europa,  ni  Estados  Unidos,  ni  en  el  resto  de  Amé* 
rica,  pues  solo  con  el  riego  se  estiende  á  mil  cuadras  y  á  una 
legua  bajo  una  sola  administración. 

Vale  la  pena  ensayarlo;  pues  aunque  en  muchos  casos 
sea  cierto,  que  aquí  los  hombres  no  tienen  la  culpa  de 
ser  ricos,  según  lo  asegura  uno  que  no  lo  es,  ni  malicio- 
samente, como  tantos  otros,  no  deja  de  ayudar  á  las  costas 
por  lo  menos  la  inteligente  cria  de  ovejas  del  señor  Oli- 
vera, ó  la  de  caballos  del  señor  Casares,  que  algo  han 
puesto  de  su  parte  por  mas  que  digan. 

Vale  la  pena  de  continuar  por  el  arte  y  la  inteligencia 
la  obra  iniciada  por  la  naturaleza.  Nace  un  ternero  en 
Buenos  Aires,  y  por  mas  que  esté  esterilizado  y  despo- 
blado el  terreno,  para  que  su  merced  viva,  nada  valiera 
si  en  Europa  no  estuviesen  faltos  de  tierra,  apiñados  los 
hombres,  y  buenas  leyes  no  llamasen  de  todas  partes 
materias  alimenticias.  En  1849  valían  en  Buenos  Aires 
veinte  pesos  las  vacas  al  tirar;  \ó  que  prueba  que  el  ga- 
nado nada  vale  de  por  sí. 

Si  aquel  ternero,  fuese  mas  tarde  buey  de  raza  mas 
pura  que  las  degeneradas  nuestras,  si  los  pastos  salados 
ó  débiles  de  la  pampa  fueran  potreros  de  alfalfa  ú  otras 
plantas  forrajeras  cultivadas,  la  tierra  y  el  ganado,  val- 
drían en  favor  de  sus  dueños  seis  veces  mas,  completando 
toda  su  evolución;  lin  millón  de  hombres  mas  tendría 
ocupación  y  provecho,  seríamos  todos  algo  en  el  mundo, 
por  el  número  de  habitantes,  pues  que  el  nuestro  hoy  es 
indigno  de  mencionarlo  como  nación,  y  no  habría  quien 
se  jactase  de  no  tener  la  culpa  de  ser  rico;  que  es  una 
de  las  llagas  y  desigualdades  que  han  engendrado  el  so- 
cialismo, que  reclama  contra  estas  crueldades  del  acaso. 
Grústannos  hombres  como  el  señor  Arce,  que    tiene  la 

Tomo  xu.~18 


194  OBRAS   DE  SARMIENTO 

culpa  de  poseer  algo,  labrando  mil  cuadras  de  alfalfa, 
bajo  sistemas  mas  perfectos  que  los  que  conocen  los  agri- 
cultores de  Europa,  trayendo  bueyes  de  Oran,  Jujuy,  para 
convertir  en  gordura  la  alfalfa  y  esportarla,  sin  pagar 
flete,  porque  la  grasa  camina  con  sus  patas,  trepa  los  An- 
des, toma  pasaje  en  los  vapores  de  Valparaiso  á  Arica, 
Islai,  Iquique  y  puertos  intermedios;  y  si  oye  zumbar  las 
balas  que  se  tiran  el  Huáscar  y  la  Covadonga,  abandona 
esa  ruta,  y  se  dirige  al  Oriente,  á  Buenos  Aires,  el  país 
de  la  cria  salvaje,  á  mostrar  el  fruto  del  trabajo,  de  la 
inteligencia,  y  de  la  industria  perfeccionada  que  dobla  y 
triplica  el  valor  de  la  materia  primera,  una  vaca  ó  un 
ternero. 

LEY  CONTRA  LAS  LEYES 

{El  Nacional,  Agosto  SI  de  1879). 

La  Comisión  de  peticiones  de  la  Cámara  ha  presentado  y 
mandádose  repartir,  un  proyecto  de  ley,  por  ei  cual  se 
declaran  comprendidos  en  la  ley  general  de  pensiones  las 
viudas  é  hijos  de  ios  jefes  y  oficiales  que  habiendo  tomado 
parte  en  la  revolución  de  Setiembre  de  1874,  hubiesen  falle- 
cido antes  de  su  reincorporación  al  ejército. 

Los  términos  equívocos  en  que  está  concebido  el  proyecto 
disimulan  mal  el  objeto,  que  es  dar  una  pensión  solicitada 
por  alguna  familia;  y  no  atreviéndose  á^lecir  lo  que  desean 
en  un  caso  particular,  se  establece  una  regla  general,  para 
todos  los  casos. 

Hubo  una  vez  en  Buenos  Aires,  un  jefe  que  murió  en 
acto  de  insurrección  contra  el  Estado  de  Buenos  Aires;  y 
siendo  demasiado  escandaloso  pedir  pensión  para  sus  hijos, 
pedíala  el  proyecto  para  los  nietos  de  un  general,  cuya 
viuda  tenía  pensión,  y  era  abuela  de  los  hijos  del  vergon- 
zante. 

No  fué  aceptado  el  circunloquio,  sin  embargo  que  no  se 
establecía  como  en  el  presente  dar  pensión  á  los  lielitos. 
Se  respetaba  al  menos  el  decoro. 

El  proyecto  actual  habla  de  un  hecho  que  no  ha  existido» 
tal  es  una  revolución  en  1874,  puesto  que  ningún  gobierno 


PROORKSOS  GENERALES  195 

fué  destruido,  lú  movimiento  popular,  ni  alboroto  siquiera 
de  ciudad,  ocurrió  en  la  residencia  del  gobierno. 

El  12  de  Octubre  se  trascnitía  el  poder  de  una  adminis- 
tración á  otra,  no  obstante  un  motin  ocurrido  en  algunas 
divisiones  de  frontera. 

Es,  pues,  impertinente  la  palabra  revolución  en  una  ley, 
porque  á  mas  de  no  tener  significado  legal,  es  una  falsifica- 
ción de  la  historia. 

Restablecida  pues  la  palabra  legal,  el  proyecto  diría: 
Están  comprendidos  en  la  ley  general  de  pensiones,  los 
jefes  y  oficiales  que  hubiesen  tomado  parte  en  un  motin 
(la  fecha  importa  poco)  y  hubiesen  fallecido  antes  de  su 
reincorporación  al  ejército. 

Los  que  hubiesen  fallecido  en  el  motín  mismo,  no  pa- 
recen escluídos  del  premio;  y  en  cuanto  á  la  reincorpora- 
ción, si  en  efecto  se  reincorporan  al  ejército  los  muertos, 
jefes  y  oficiales,  no  se  comprende  como  se  incorporan  aun 
los  vivos  sin  reconocer  que  habían  dejado  de  pertenecer 
al  ejército. 

Toda  esta  confusión  de  ideas  viene  sin  duda  de  confundir 
los  efectos  con  las  causas,  y  del  uso  de  palabras  de  signi- 
ficado vulgar,  que  nada  significan  cuando  de  leyes  se  trata. 
Los  jefes  y  oficiales  de  un  motín  militar  pierden  por  ello 
sus  grados,  y  dejan  de  pertenecer  al  ejército. 

Una  ley  de  amnistía  política  puede  alcanzarles,  y  en- 
tonces, como  ha  sucedido  con  varios  generales,  el  Ejecu- 
tivo ha  pedido  nominal  mente  al  Senado  la  rehabilitación 
en  sus  grados  de  los  que  dejaron  de  ser  generales,  y  vuel- 
ven á  ser  dados  de  alta  en  el  ejército.  La  rehabilitación 
hecha  por  el  Senado,  puede  importar  el  derecho  á  pensión, 
no  por  sus  pasados  actos  ni  antiguo  título,  sino  por  el 
nuevo  y  los  futuros  servicios  que  de  él  se  esperan. 

Ha  habido  duda  sobre  si  la  antigüedad  debe  contárseles 
desde  el  nuevo  título;  pero  es  esta  cuestión  estraña  al 
asunto  que  nos  preocupa. 

Antes  pues  de  ser  reincorporado  un  individuo  al  ejér- 
cito, no  había  en  él  jefe  ni  oficial,  ni  por  tanto  derecho 
alguno  k  pensión. 

El  proyecto,  pues,  propone,  acaso  sin  premeditación,  una 
enormidad,  por  el  carácter  dogmático  que  reviste;  pues 
en  definitiva  se  reduce  á  establecer  que  los  jefes  y  oficia- 


196  0BKA8    ÜB    8AKM1BNTO 

les  autores  de  un  motín  militar,  y  lo  sotí  por  la  ordenanza 
todos  los  que  en  él  toman  parte,  no  han  delinquido  por  eso, 
y  conservan  &  sus  familias  los  derechos  que  la  ley  acuerda 
á  los  que  cumplen  con  su  deber  como  premio. 

EXPEDICIÓN  A  «RAUCANIA 

{Bl  NacUmcU,  Agosto  de  1879.) 

Bajo  este  rubro  leemos  en  el  Courrier  de  la  Plata  que  se 
supone  bien  informado,  que  las  tribus  arrojadas  de  la 
Pampa,  habiéndose  establecido  en  un  terreno  fértil,  bien 
regado  y  cubierto  de  bosques,  van  á  ser  arrojados  de  alli, 
y  perseguidas  hasta  alcanzar  á  las  tribus  que  les  han  dado 
asilo;  nombrando  entre  ellos  á  los  araucanos. 

Creemos  que  el  Gobierno  obrará  con  discreción  en  esas 
regiones,  sin  dar  lugar  á  conflictos  en  país  desierto,  en  que 
la  verdad  no  puede  saberse,  de  uno  y  otro  lado,  oscure- 
ciéndola relaciones  parciales. 

Es  mala  política  la  de  ir  á  buscar  camorra  á  los  arau- 
canos, cuya  tenacidad  proverbial  les  ha  permitido  en  tres 
siglos  tener  á  raya  al  Gobierno  de  Chile,  mas  directamente 
amenazado  por  sus  depredaciones. 

Es  peor  política  é  inicua  ademas,  la  que  tiene  por  em- 
presa el  esterminio  de  los  indios  sin  el  pretesto  de  la 
propia  defensa.  Son  al  fin  seres  humanos,  y  no  hay  de- 
recho para  negarles  la  existencia. 

No  lo  ha  hecho  nación  ninguna  hasta  ahora  con  los  sal- 
vajes. Aun  los  maories  antropófagos  de  la  Nueva  Zelanda 
han  sido  respetados  por  la  Inglaterra,  siempre  que  per- 
manezcan quietos.  Los  Estados  Unidos  dan  territorios  en 
propiedad  á  las  tribus  que  espulsan  de  sus  fronteras,  á  ñn 
de  asegurarles  la  existencia.  La  España  misma,  y  la  Re- 
pública Argentina  hasta  ahora  poco,  han  reconocido  á  los 
indios  su  derecho  á  vivir,  conteniéndolos  en  sus  escursio- 
nes,  y  aun  dándoles  yeguas  y  ganado  para  su  subsistencia 
á  condición  de  no  repetir  sus  malones. 

¿De  dónde  ha  salido  ahora  este  derecho  de  esterminio 
y  de  persecusion  hasta  el  Cabo  de  Hornos  de  un  lado, 
hasta  Chile  del  otro,  y  hasta  Bolivía  al  Norte,  de  tribus 


PROORIfiSOS  OBNBRALBS  107 

que  como  las  del  Sur  del  Río  Negro,  y  las  del  Limay  arriba, 
no  nos  habían  hecho  mal. 

Pero  esta  persecusion  á  outrance  es  ademas  de  impolítica 
y  absurda,  una  flagrante  violación  de  la  Constitución,  que 
dando  al  Congreso  facultad  para  proveer  de  soldados  y  de 
dinero  á.  la  segurrdad  de  la  frontera,  lo  hace  en  una  sola 
oración  conjuntamente  con  conservar  el  trato  pacifico  con  los 
indios^  y  promover  la  conversión  de  ellos  al  catolicismo. 
(Atribttcion  15). 

Pudiera  decirse  que  se  cumple  con  la  tercera  c1á.usula 
matándolos,  ó  haciendo  prisioneras  las  chusmas;  pero  la 
segunda  es  formal,  conservar  el  trato  pacifico  con  los  indios; 
y  el  trato  pacífico  no  es  invención  de  la  Constitución,  sino 
una  política  práctica  establecida  desde  la  conquista  que 
permite  asignar  subvenciones  á  los  caciques,  á  fin  de  ayu- 
darles á  vivir  y  que  se  tengan  en  paz.  Los  Estados  Unidos 
mas  justos  que  nuestros  gobiernos,  dejan  tierras  en  pro- 
piedad á  los  indios,  les  dan  alimentos  y  les  nombran  un 
delegado  ó  curador,  á  veces  dándoles  un  carpintero,  un 
herrero,  ó  un  maestro  de  escuela.  Asi  se  han  civilizado 
muchas  tribus,  teniendo  legislatura  algunas  de  ellas. 

La  política  adoptada,  las  invasiones  Limay  arriba  en 
busca  de  indios,  restos  de  tribus  estingutdas,  es  puramente 
un  acto  salvaje,  en  violación  de  lo  dispuesto  por  la  Cons- 
titución, y  el  derecho  de  gentes  en  lo  que  no  autoriza  el 
desalojo  total  de  las  razas  primitivas. 

No  ha  de  escasear  ni  de  hacerse  esperar  mucho  tiempo 
el  escarmiento,  sino  el  castigo  de  política  tan  injustificada 
y  arbitraria,  pues  el  Presidente  no  puede  disponer  del 
Ejército  para  fines  opuestos  á  la  Constitución.  Esas  tribus 
lejanas,  intermediarias,  son  una  barrera  que  nos  defiende 
contra  las  incursiones  de  los  araucanos,  que  un  día  serán 
aconsejados  por  blancos,  á  bien  que  si  son  felices  pagarán 
los  costos.  La  desocupación  del  país  no  poblado  por  los 
pueblos  cristianos,  restablece  el  desierto  preshistórico,  pre- 
humano,  el  vacio  horrible  que  servirá  de  teatro  á  los  crí- 
menes de  los  prófugos  y  tránsfugas  cristianes,  y  poblarán 
los  desertores  de  nuestros  propios  ejércitos. 

Teníamos  un  ejército  de  cuatro  mil  hombres  y  se  au- 
mentó á  ocho  mil  para  acabar  de  una  sola  vez  con  los 
indios.    Los  indios  han  concluido  y  el  ejército  no  puede 


198  OHKAi»   l>iE     8AKMIKNTO 

disminuirse  porque  detrás  de  estos  indios  están  otros  in- 
dios, y  detrás  de  éstos  otras  naciones. 

La  verdad  es  que  detrás  de  estas  novedades,  de  estas 
impaciencias,  de  estos  arrebatos  de  hacer  en  un  día  lo  que 
los  siglos  no  alcanzaron,  están  las  verdades  eternas,  el 
orden  natural  de  las  cosas,  que  no  se  cambia  con  mano- 
tadas. Está  la  Constitución  en  fin,  que  constituyó  las  R.  E. 
con  los  indios,  respetando  sus  derechos  anteriores  á  los 
nuestros.  Bueno  es  asegurar  nuestras  poblaciones  ya  que 
no  se  acabaron  los  indios;  pero  es  quimera  irlos  á  perse- 
guir en  sus  últimas  guaridas,  porque  no  hay  derecho,  y 
porque  es  una  crueldad  desautorizada  por  la  historia  y 
peligrosa. 

El  costo  de  vidas,  de  dinero,  de  caballos  que  traen  tan 
lejanas  y  desamparadas  espediciones,  es  solo  comparable 
al  embrutecimiento  del  soldado,  vuelto  á  la  vida  salvaje, 
para  asimilarse  al  enemigo  salvaje,  y  no  vale  el  mal  que 
no  evita  de  algunos  cientos  de  yeguas  robadas;  pues  desde 
que  acabó  la  gloriosa  expedición  al  Sur  no  han  dejado, 
como  antes,  los  diarios  y  los  partes  de  fortines  avanzados 
de  denunciar  invasiones  de  indios,  y  aun  exterminio  de 
guarniciones  pequeñas  abandonadas  en  desiertos  lejanos 
y  aislados. 

Las  aseveraciones  del  Courrier  de  la  Plata  y  sus  anticipa- 
ciones de  contingencias,  atingencias  y  propósitos  solapados 
en  tales  escursiones,  si  no  comprometen  al  gobierno,  le 
avisan  de  lo  que  debe  evitar. 

PARQUE  3  DE  FEBRERO 

(Bl  Pfaeional,  Mayo  6  de  1881.) 

El  domingo  fué  el  día  de  una  segunda  inauguración  del 
Parque  3  de  Febrero.  Lanzóse  el  primer  tramway  de  la 
línea  predestinada  á  trasladar  la  población  de  Buenos 
Aires  k.  los  bosques,  jardines  y  paseos  del  gran  Parque. 
Al  que  plantó  con  sus  manos  la  primera  palma  de  la  Ave- 
nida Sarmiento,  que  ya  no  es  de  las  Escobas,  viósele  por 
primera  vez  allí^  en  día  feriado,  después  de  siete  años  de  la 
primera  inauguración.  Esperaba  ver  llegar  en  sucesiva  y 
no  interrumpida  serie  de  ómnibus,  los  millares  de  pedes- 


PROGKBSOS   GRN  ERALES  199 

tres  que  habrán  de  animar  con  su  presencia  el  Panjue. 
En  el  Central  de  Nueva  York  se  contaron  160.000  paseantes 
á  pie,  el  prinner  año;  y  hace  tres  años,  se  contaron  siete 
millones.  De  Buenos  Aires,  con  el  cuarto  de  población, 
debe  concurrir  anualmente  millón  y  medio  de  paseantes 
á  pie.     Cuéntanse  diez  mil  al  año,  por  ahora. 

Todo  pasó  en  el  mayor  orden  sin  embargo. 

En  el  primer  tramway  venían  los  empresarios;  en  el 
segundo  debió  llegar  alguien  un  poco  mas  tanie,  y  el  tercer 

ómnibus  ya  se  avergonzaba  y  acortaba  de  haber  venido 

vacío! 

Aquel  paseo  tendrá  su  historia  larga  de  contar:  cuatro 
años  para  que  los  equipajes  de  tono  se  dignasen  honrar  con 
su  presencia  la  Avenida  de  las  Escobas:  cuatro  años  mas, 
para  que  algunas  familias  que  no  temen  la  critica  se  resol- 
viesen á  poner  el  pie  en  las  calles  laterales  y  ver  como  era 
aquello,  que  desde  luego  hallaron  pasablemente  bueno. 

Van  á  trascurrir  cuatro  años,  para  que  lo  que  dá  vida  á 
los  parques,  la  gente  por  millares  en  movimiento,  las  fami- 
lias, los  jóvenes,  los  artesanos  endomingados,  adquieran  el 
hábito  de  ir  á  aspirar  aire,  recrear  la  vista,  hacer  ejercicio 
fuera  de  las  trabas,  limites  y  barreras  de  la  ciudad.  El 
empresario  del  tramway  ha  tenido  la  idea,  qué  idea!  la 
pobrísima  idea  de  echar  el  tramway  por  dentro  de  la 
grande  avenida.  Porqué  nó  por  la  calle  del  costado  norte? 
En  todo  ha  de  guardarse  el  decoro  y  las  reglas  del  buen 
gusto.  El  tramway,  en  materia  de  Parques,  es  como  el 
paraguas,  el  sobretodo  y  los  zuecos  que  se  dejan  en  la 
antesala;  pero  meterse  en  el  centro  de  un  paseo,  con  sus 
ómnibus  y  sus  mancarrones  fatigados  y  tristes!... 

Si  nos  dieran  alguna  razón  para  ello,  nos  callaríamos 
la  boca. 

:2Hay  ciertas  cosas  que  se  sienten.  Al  que  no  las  siente 
es  inútil  decirle  nada,  sinó  que  un  tramway  dentro  de  una 
Avenida  d^  gala,  es  la  cosa  mas  bonita,  mas  criollita,  mas 
caserita  que  se  haya  imaginado.  Guando  haya  policía  en 
el  Parque,  le  pediremos  que  saquen  para  afuera  esacosa, 
que  suprime  la  mitad  de  la  Avenida,  que  la  profana,  la 
encanalla.  Las  gentes  de  todas  condiciones  gustarán  mas 
de  desembarcar  detrás  de  una  cortina  de  árboles  para 
ajustar   sus    vestidos,    reparar  sus  moños  y  sacudirse  el 


200  OKKAN    1»K   «fAHMiaiNTO 

polvo.  Los  empresarios  han  creido  que  el  tocador  de) 
pueblo  debe  ser  á  media  calle:  i^rato  espectáculo  el  de  ver 
bajar  niñas  y  viejas. 

LA  AVENIDA  CASARES 

La  parte  mas  bella  del  Parque  es  aquella  á  que  conduce 
la  avenida  Casares.  Las  gentes  que  no  han  visto  bosques» 
y  cuéntanse  por  millares,  deben  recorrerla  y  penetrar  entre 
espesuras  de  .icacias,  de  ébanos,  y  oscuridades  de  sauces, 
álamosJaureÍHs,  talas,  naranjos  y  toda  la  vejetacion  natu- 
ral ó  aclimatadn.  Para  muchos  debía  este  paseo  darles  el 
espectáculo  de  la  naturaleza  embellecida,  de  que  tan  pocos 
accidentes  se  muestran  á  los  alrededores. 

Guando  mas  encerrado  se  siente  uno  entre  aquellas  enra- 
madas sombrías,  el  bosque  hace  una  abertura»  y  el  rio 
aparece  como  una  página  en  blanco  del  mundo;  y  desapa- 
rece luego,  como  una  visión. 

Recomendaríamos  á  lo»  directores  de  los  trabajos  del 
parque  esta  parte  tan  privilegiada. 

Tememos  que  hagan  un  nacimiento  de  kioscos,  pabe- 
llones y  casicas  de  muñecas  en  la  cuadra  ó  dos  que  ya 
están  frecuetUadas.  Tenemos  el  espíritu  chiquito,  cuando 
labramos  la  Pampa. 

Cincuenta  mil  pesos  mensuales,  como  se  dice,  están  á 
disposición  de  la  comisión;  lo  celebramos;  debieran  desti- 
narse diez  mil  por  este  invierno,  y  cinco  mil  por  siempre  á 
ese  cuartel  del  Norte  entre  la  grande  Avenida  y  el  ferro- 
carril. El  dinero  d^be  así  distribuirse  en  cada  departa- 
mento. 

Las  plantaciones  y  bosques  tienen  cuarenta  años  de 
vida:  plantólas  Rosas,  y,  pueden  entresacarse,  tan  espesas 
son;  pero  la  avenida  está  abandonada  aun  y  trazada  apenas. 
La  magnifica  y  exuberante  reproducción  de  la  canna  indica 
en  el  departamento  fluvial  del  Sur,  bastaría  para  franjear 
las  calles  con  sus  mu  I  ti  pilcos;  teniendo  esta  planta  la  ven- 
taja de  encubrir  y  disimular  lo  agreste  y  desapacible  del 
terreno  inculto  adyacente.  Se  recomienda  esto  ademas  por 
el  lado  higiénico.  Cuando  esté  embellecido  aquel  paseo, 
los  médicos  piensan  recetar  á  las  damas  gordas  de  Buenos 
Aires,  dos  vueltas,  rasgo  característico  de  la  raza,  ó  cuatro 


PK00RES08  GENERALES  201 

vueltas,  por  la  Avenida  Casares,  segan  el  grado  de  obesidad 
que  les  procura  la  falta  de  ejercicio;  y  á  las  señoritas  que 
se  disponen  á  seguir  el  ejemplo  de  sus  mamas,  una  vuelta 
á  pie  por  la  Avenida  Casares.  Es  este  el  pueblo  mas 
adverso  al  ejercicio.  El  Parque  está  reservado  á  los  bellos 
carruajes,  para  pasar  en  revista  caballos  y  arneses,  en  tres 
cuadras  hábiles  de  la  Avenida  Sarmiento.  Lo  detnás  es 
país  ignoto,  hiperbóreo,  de  que  se  tienen  noticias  vagas, 
legendario,  con  tigras  escapadas  del  Museo. 

La  parte  que  recorre  la  Avenida  Casares  es  la  única  que 
dá  idea  de  un  Parque;  y  si  la  Comisión  no  la  embellece  y 
arregla,  si  el  público  cochero  y  caballerizo  no  la  frecuenta, 
es  porque  Comisión  y  paseantes  son  de  la  misma  manada, 
gente  que  camina  poco,  y  que  todavía  no  tiene  desenvuelto 
el  sentido  de  las  bellezas  naturales,  tan  raras  en  la  Pampa, 
tan  poco  sensibles  en  la  costa. 

REGRESO  DEL  DR.   GOULD 

NUESTRO  REPRESENTANTE  EN    EL    CONGRESO  MÉTRICO 

(Bl  Nacional,  Eoero  IS  de  I88i.) 

La  República  Argentina  puede  permitirse  el  lujo  de  ha- 
cerse representar  en  el  Congreso  convocado  en  Europa 
jiara  ponerse  de  acuerdólas  naciones  sobre  sistema  métrico 
y  monetario,  por  uno  de  los  primeros  sabios  de  nuestra 
época,  ya  que  sabios  de  varias  naciones  presidieron  á  su 
creación. 

El  resultado  de  tan  cientiñcos  debates  ha  sido  una  uni- 
formidad por  todos  aceptada,  siendo  vencidos  los  franceses 
por  un  voto  en  cada  una  de  las  varias  cuestiones  suscita- 
das, pero  adhiriéndose  al  fin  á  la  mayoría,  con  la  galantería 
y  amabilidad  que  caracteriza  al  pueblo  amable  por  exce- 
lencia. 

Pero  no  es  de  metros  ni  de  tipos  monetarios  que  queremos 
ocuparnos,  sino  de  dar  la  bienvenida  á  nuestro  ilustre 
representante  en  la  ciencia  el  Dr.  Gould,  Director  del  obser- 
vatorio de  Córdoba  que  no  bien  hubo  desembarcado  ayer, 
daba  cuenta  á  un  amigo  suyo  de  las  impresiones  de  viajes, 
por  Francia,  Inglaterra,  Alemania  y   Estados  Unidos.    De 


202  OBKAS   DR   SARMIENTO 

* 

lo  que  se  nos  ha  comunicado,  daremos  al  público  lo  mas 
notable. 

El  ya  ilustre  astrónomo,  hubia  sido  precedido  en  el 
mundo  sabio  por  su  uranometría  argentina  y  su  meteoro- 
logía argentina,  obras  ambas  suficientes  para  elevar  á  su 
autor  Á  la  altura  de  los  primeros  astrónomos  y  ocupar  el 
vacio  que  dejó  en  la  observación  celeste  el  P.  Secchi.  Al 
presentarse  en  los  observatorios  de  Greenwich,  París,  Ber- 
lín, Cambridge,  Oxford  etc.,  ha  sido  saludado  por  sus  con- 
colegas y  admiradores  con  las  muestras  de  alta  estimación 
á  que  sus  trabajos  lo  han  hecho  acreedor. 

Después  de  la  ruda  labor  de  doce  años  creándolo  todo 
en  Córdoba,  ha  recibido  en  todas  partes  la  recompensa 
debida  k  su  enorme  trabajo.  Las  fotografías  de  la  Luna 
premiadas  en  Filadelfía,  quedan  depositadas  en  el  Sánela 
sanctorum  de  los  grandes  observatorios  astronómicos  como 
los  documentos  y  escrituras  mas  fidedignas  de  la  apariencia 
actual  del  satélite. 

Ha  sido  pues  feliz,  un  hombre,  un  sabio.  Dios  se  lo  per- 
done, durante  seis  meses,  sintiéndose  el  favorito  de  la  ciencia 
y  dejando  á  los  sabios  en  la  expectativa  de  los  colosales 
trabajos  ya  realizados,  y  que  están  en  vía  de  comunicación. 
El  observatorio  de  Córdoba  es  el  Benjamín  de  la  astrono- 
mía moderna. 

Otros  goces  le  aguardaban  en  su  patria  á  donde  regre- 
saba de  paso,  y  recargado  de  gloria,  recibiendo  nuevas  y 
muy  ostensibles  muestras  de  estimación  de  los  observato- 
rios y  sociedades  científicas,  universidades,  profesores  etc. 

Llegó  en  vísperas  de  elecciones  de  Presidente,  y  pudo 
levantar  las  manos  al  cielo,  al  ver  á  su  patria  mostrar  sus 
manos  limpias  de  toda  mancha  en  la  elección  de  Presidente, 
el  pueblo  libre,  respetado,  triunfando  una  mayoría  real  sin 
el  indeciso  vacilar  de  las  pesas  de  la  elección  pasada;  coa 
una  Cámara  en  que  la  mayoría  republicana  está  expresada, 
y  un  Senado  en  que  ambos  partidos  se  equilibran  de  ma- 
nera de  estar  seguros  de  que  no  pasará  ley  alguna  de  par* 
tido. 

Podemos  nosotros  decir  que  no  está  perdido  todo,  des- 
de que  la  arca  santa  se  ha  salvado.  En  cuanto  k  sus 
amigos  y  los  Estados  Unidos,  podemos  concretar  en  dos 
hechos,  dos  horas  de  narrativas,  de  datos,  de  recuerdos,  de 


PROGRESOS  GENERALES  203 

asombros.  Un  amigo  antiguo  io  toma  del  brazo  en  el 
muelle  de  Boston  y  se  lo  lleva  de  allí  á  Cleveland,  en  el  in- 
terior, donde  reside.  De  paso  le  contaba,  como  que  un 
individuo  al  morir  había  legado  millón  y  m-^dio  de  dollars 
para  fundar  una  Academia  de  ciencias  aplicadas,  de  quien 
era  albacea,  y  esperaba  á  su  amigo  Gould  para  constituirlo 
síndico,  y  con  tres  mas,  dar  forma  al  pensamiento.  Llega- 
dos á  Cleveland,  propagada  la  noticia  de  tener  tan  grato 
huésped,  y  reunidos  los  nombrados  síndicos,  se  procedió  á 
organizar  los  trabajos  preparatorios,  ante  una  escogida 
barra  «le  curiosos.  Debe  ser  grato,  oír  discutir  á  sabios 
sobre  la  manera  de  hacer  producir  ciencia  á  unos  millones. 
Una  niña  de  Chicago  ha  domado  para  la  biblioteca  popular 
unos  tres  millones  de  dollars. 

El  Dr.  Gould  encontró  que  no  se  podía  obrar  con  menos 
de  dos  millones  de  duros,  y  sin  hacer  caso  de  las  impacien- 
cias del  auditorio,  hizo  aceptar  la  idea  de  capitalizar  inte- 
reses hasta  reunir  los  dos  millones,  gastando  poco  en  el 
entretanto,  en  los  indispensables  edificios,  máquinas,  labo- 
ratorios, etc.,  etc. 

Así  podrían  á  su  tiempo  gastarse  cien  mil  duros  al  año 
en  trabajos  y  veinte  mil  pesos  en  nuevas  adquisiciones. 
Poca  gracias  hacia  á  los  concurrentes  de  la  tierra  de  Clive^ 
esta  cachaza  y  aquella  parsimonia,  por  loque  uno  de  tantos 
se  acercó  al  Consejo,  y  pidiendo  la  palabra  dijo  que  á  nom- 
bre de  algunos  amigos,  ofrecía  costear  los  edificios,  labora- 
torios y  aparatos,  á  fin  de  que  se  pusiese  desde  luego  mano 
á  la  obra,  sin  mermar  el  capital  original,  en  lo  que  que- 
daron convenidos.  Vaya  una  gente,  para  hacer  la  barra  de 
alguna  de  nuestras  comisionesl 

L«  LUZ  ELÉCTRICA 

Pudiéramos  hacer  una  serie  de  progresos  en  la  civiliza- 
ción, con  solo  colocar  en  su  orden  la  serie  de  mejoras  en  la 
conservación  y  trasmisión  del  fuego,  desde  el  rayo,  Prome- 
teo ó  lá  fricción  de  dos  maderos,  el  eslabón,  la  pajuela,  el 
fósforo,  el  gas  y  actualmente  la  electricidad,  lo  que  es  volver 
Da  capo,  al  rayo,  que  trasmitió  el  fuego  á  un  árbol;  pero  que 
ahora  creamos  mediante  la  fricción  y  trasmitimos  con  dos 
alambres,  en  lugar  de  los  molestos  tubos  de  gas  que  hacen 


204  OBEAH  I»  SARMIBMTO 

el  eterno  mal  estar  de  la  familia,  ó  deslucen  y  comprometen 
toda  arquitectura. 

Falta  el  fiat  lux  de  la  Municipalidad,  aceptando  el  informe 
de  su  Comisión  en  la  solicitud  de  privilegio  de  alumbrado 
eléctrico  que  patrocina  el  joven  Ingeniero  Víeira,  para  que 
veamos  en  cuatro  meses  mas,  desaparecer  la  noche  en  la 
Plaza  y  calle  de  la  Victoria,  Florida,  Rivadavia  y  adyacen- 
cias, en  vía  de  ensayo.    . 

Habíanse  á  lo  que  sabemos  anticipado  otras  solicitudes, 
pues  pululan  en  el  mundo  hoy  los  sistemas  de  alumbrado 
mas  ó  menos  perfectos,  y  diverso  origen  y  partiendo  de 
bases  distintas,  la  luz  de  arco  por  ejemplo  (dos  carbones)  y 
la  lie  incandescencia. 

Las  condiciones  ofrecidas  por  los  señores  Stagg  Brothers, 
para  asegurar  el  servicio,  son  de  tal  manera  aceptables, 
que  acaso  fuera  su  seducción  misma  un  motivo  de  descon- 
confianza,  si  previamente  no  ofreciesen  los  empresarios 
ensayar  por  treinta  días,  y  en  grande  escala  á  sus  exclusi- 
vas espensas,  el  sistema,  obligándose  á  adoptar  en  los  diez 
años  de  privilegio,  las  mejoras  que  nuevos  descubrimientos 
cientiñcos  vayan  añadiendo  á  lo  que  ya  se  conoce  y  está  en 
fructuosa  aplicación  en  sesenta  y  ocho  patentes  distintas 
que  se  solicitan  según  diversos  sistemas.  ¿Habráse  presen- 
tado otra  vez  en  el  mundo,  espectáculo  como  el  que  el  estu- 
dio de  la  electricidad  presenta  en  nuestro  tiempo,  y  de  dos 
añosa  esta  piarte,  con  la  reconcentración  de  todo  el  poder 
científico  de  Europa  y  de  Norte  América,  á  resolver  el  pro- 
blema de  la  aplicación  de  la  nueva  luz  al  alumbrado? 

El  problema  está  resuelto,  y  es  inútil  que  una  asumida 
y  pretenciosa  prudencia  aconseje  ganar  (perder)  tiempo, 
mientras  se  fijan  en  sus  últimas  aplicaciones,  perfeccionán- 
dolos, los  procederes  que  haicen  al  ñn  manejable  esta  luz 
cuyo  defecto  principal  es  exceso,  pudiendo  suplir  al  sol,  y 
suprimir  la  noche  sobre  ciudades  enteras,  si  se  adoptan 
sistemas  de  este  tamaño. 

Lo  que  puede  usarse  y  podemos  ver  nosotros  en  Buenos 
Aires  dentro  de  poco,  serian  luces  de  arco  para  las  calles 
del  poder  de  mil  quinientas  bugías,  disminuido  y  humani* 
zado  hasta  el  de  ciento  que  pueden  soportar  nuestros  ojos;  y 
para  piezas  de  habitación  por  incandescencia  reducida  á 
cinco  bugías,  lo  que  la  hace  mus  viva  que  la  del  gas. 


PROGRESOS  GENERALES  205 

Esta  luz  es  trasmitida,  en  los  salones  por  raedio  de  apa- 
ratos que  dejan  á  un  lado  toda  la  ornamentación  que  se 
ha  tomado  á  las  bellas  artes  griegas  y  etruscas  en  la 
construcción  de  lámparas,  arañas,  faroles  etc.  La  luz  eléc- 
trica gusta  de  teñirse  de  los  colores  «leí  iris,  que  se  reprodu- 
cen con  la  nitidez  de  las  luces  blancas;  y  como  es  porincan- 
decencia  de  los  objetos  electrizados  que  se  propaga,  los 
fabricantes  de  aparatos  para  la  electricidad  han  escojido  el 
vidrio,  y  dándole  la  forma  de  flores  de  diversos  colores,  la 
lámpara  central  de  un  comedor  ó  un  salón  será  un  bouquet 
colosal  de  flores  luminosas^  enviando  las  rosas,  sus  colores 
á  los  rostros  que  los  necesiten,  é  indicando  la  experiencia 
y  el  gusto,  cuales  son  los  mas  agradables  en  una  soirée,  los 
mas  convenientes  en  un  teatro.  Si  el  lector  cree  que  los 
empresarios  han  pagado  al  Nacional  para  que  les  cuente  es- 
tos cuentos  de  brujería,  á  fin  de  que  el  público  y  las  damas 
clamen  por  la  inmediata  concesión  de  la  patente  solicitada, 
debemos  decirle  que  la  fabricación  de  útiles  no  pertenece  á 
esta  ó  la  otra  compañía,  sino  que  es  simplemente  la  aplica- 
ción del  principio  de  la  incandescencia  eléctrica.  Las  flores 
serán  pues  los  luminares  del  hogar  doméstico,  precursoras 
apenas  de  todas  las  fantásticas  aplicaciones  de  este  extraño 
poder  que  ofrece  transformar  las  sociedades  en  su  organi- 
zación íntima,  como  ya  las  ha  transformado  en  sus  relacio- 
nes de  nación  á  nación  por  el  telégrafo,  de  ciudad  y  de  casa 
á  casa  por  el  teléfono.  Anunciase  la  organización  de  una 
fuerte  sociedad  para  la  trasmisión  á  domicilio  de  poder 
eléctrico,  con  lo  que  el  artesano  pondrá  en  movimiento  sus 
utensilios  y  máquinas  sin  necesidad  de  calderas  de  vapor. 

Quien  ha  visto  propagarse  del  diaá  la  mañana  tres  so- 
ciedades del  telefona  en  esta  ciudad,  al  día  siguiente  de 
inventados  sus  sistemas  en  Estados  Unidos  ó  en  Europa,  se 
persuadirá  fácilmente  que  tendremos  las  aplicaciones  de  la 
luz  eléctrica  luego  en  todas  sus  formas,  para  todos  sus  fines, 
y  con  todos  los  perfeccionamientos  que  vayan  adquiriendo. 

Para  acelerar  estas  importaciones  no  dudamos  que  la  Mu- 
nicipalidad acepte  la  propuesta  de  los  señores  Stagg,  pues 
ella  se  reduce  á  mostrar  en  ejercicio  la  luz.  En  cuatro  me- 
ses mas  nada  ha  de  quedar  en  duda  sobre  su  practicabilidad 
pues  ha  de  estai  ya  en  práctica  en  varias  partes  y  sobre 


206  OBRAS   Dh  SARMIENTO 

todo  en  París  donde  una  sociedad  con  setenta  millones  de 
capital  va  á  emprendió*  la  ilunr)¡nacioQ. 

Lo  que  hay  de  concluyente  y  de  difinitivo  es  que  la  ilu- 
minación eléctrica  es  ya  un  hecho  práctico,  que  no  era  hace 
un  año,  y  lo  comprueban  los  numerosos  sistemas  de  dis- 
tribuir la  luz,  lo  que  da  lugar,  como  en  las  máquinas  de 
coser,  á  disentimientos  y  preferencias,  pero  que  ninguna  de 
ellas,  y  son  ocho  las  patentes  prevalentes,  como  en  la  ilu- 
minación eléctrica, deja  poner  en  duda  sus  ventajas. 

LOS  BOULEVARES 

Vamos  á  tener  boulevares  desde  que  la  Municipalidad  y 
su  Presidente  hablan  de  ello.  Las  familias  que  van  á  los 
baños  de  mar  de  Montevideo,  sienten  al  volver  á  sus  casas 
que  se  ahogan  en  nuestras  calles  á  guisa  de  tubos,  y  la 
idea  de  la  posibilidad  remotísima  deque  pudiera  al  andar 
del  tiempo  hacerse  un  milagro  en  Buenos  Au^es,  dotándolo 
de  anchas  calles  pasa  por  la  imaginación,  como  un  sueño 
y  una  prueba  deque  tenemos  imaginación  todavía  en  esta 
época  de  prosa  pedestre,  no  obstante  tramway  y  wagones, 
que  son  la  prosa  de  la  vida  elevada  á  la  segunda  y  á  la 
quinta  potencia. 

Y  sin  embargo,  Buenos  Aires  abunda  en  anchas  calles 
boulevares  y  Broadway,  como  Montevideo  y  Nueva  York, 
á  cuya  ciudad  se  parece  en  extremo,  pues  hay  entre  Garden 
Castle  que  es  el  muelle,  y  Wallslreet^  la  calle  del  muro  que  es 
como  nuestra  calle  de  Callao,  un  Buenos  Aires  viejo,  es 
decir  la  antigua  ciudad  holandesa,  que  se  le  ha  abando- 
nado con  sus  estrechas  calles  al  comercio,  las  melazas,  las 
lanas,  los  banco,  la  bolsa  y  toda  la  enorme  cocina  en  que 
se  prepara,  como  en  los  saladeros  la  riqueza  de  las  gran- 
des ciudades.  Una  familia  decente,  una  dama  elegante,  una 
Kangouru  que  son  las  que  dan  el  tono,  se  avergonzarla  de 
que  se  le  viera  en  aquella  ciudad  antigua^  mercante  y  ma- 
rinera. 

Trinity  Church,  el  Broodway,  la  5*  y  la  2*  avenida,  es- 
tán á  una  legua  de  aquellas  oñcinas  con  sus  carruajes,  sus 
elegancias  y  hasta  el  Central  Park  que  está  al  extremo 
opuesto. 

Buenos  Aires  es  lo  mismo,  y  está  preparado  como  Nue- 


PKOGRKSOS  GBNBR/^LBS  207 

va  York  para  ser  la  Nueva  York  de  este  extremo  de  A.mén- 
ca.    Débesele  á  Rivadavia  el  pensaraieato  y  la  previsión. 

Tenemos  la  calle  del  Callao  á  la  misma  distancia  del 
puerto  del  desembarco  que  estíl  Walstreet  y  Broodway  ca- 
lle ancha  de  Nueva  York. 

Las  prolongaciones  de  Ilivadavia,  Belgrano,  Santa  Fe, 
no  ceden  en  nada  á  las  avenidas  5%  2*  y  3*  de  Nueva  York, 
en  ancho  y  largo,  y  las  calles  de  atravieso.  Callao  á  afuera, 
están  calcadas  sobre  el  pach'on  de  las  de  Montevideo,  Chi- 
cago y  otras  ciudades  modernas. 

¿En  que  consiste  la  diferencia? 

En  que  nuestra  población  no  sabe  todavía  gozar  de  la 
vida.  Conserva  sus  costumbres  de  antaño,  aunque  la 
ciudad  se  transforme  y  las  exigencias  del  comercio  y  de  la 
industria  las  vaya  empujando  hacia  afuera. 

La  construcción  y  refacción  de  las  casas  de  Victoria, 
Florida  y  las  adyacentes  adaptadas  á  las  necesidades  del 
comercio  en  estos  tres  años,  excluyen  ya  la  familia  de  esta 
parte  de  la  ciudad,  salvo  que  se  condene,  como  lo  hacen 
muchas,  á  vivir  en  lo  mas  apartado  de  los  fondos,  ó 
en  altos  á  donde  llegan  los  ruidos  y  rumores  de  las 
calles. 

En  Londres,  en  Liverpool,  en  Nueva  York,  las  familias 
de  la  clase  acomodada,  aun  de  los  comerciantes,  viven 
lejos  del  centro  del  comercio  doncie  solo  almacenes,  Ban- 
cos y  escritorios  existen.  En  Nueva  York  ocupan  las  fa- 
milias calles  enteras,  en  esos  que  llamaríamos  extramu- 
ros, Callao  afuera,  con  fuertes  multas  para  impedir  que  se 
alquilen  piezas  para  el  comercio,  de  tal  manera  huyen  de 
su  bullicio. 

La  Chausée  d'Antin  en  París,  centro  hoy  del  mundo  ele- 
gante, está  también  fuera  del  viejo  París  que  continúa 
siendo  el  centro  del  comercio  y  la  industria. 

Es  seguro,  pues,  que  Buenos  Aires  va  á  experimentar 
cambios  análogos,  y  hasta  que  una  docena  de  buenos  y 
elegantes  ediücios  se  construyan  en  Callao  con  sus  vere- 
das de  ocho  varas,  para  que  se  determine  un  movimiento 
de  población  elegante  y  acomodada  en  esa  dirección;  y 
desde  entonces,  puede  decirse  que  Buenos  Aires,  el  esire- 
cho  Buenos  Aires  de  hoy,  se  trasladará  al  Buenos  Aires 
amplísimo,'  que    le   está  preparado  desde  hace  cuarenta 


208  OBHAÜ    DK   8AKM1KMT0 

años  en  la  traza  de  la  nueva  ciudad,  con  tres  ó  mas  ave- 
nidas pareielas  y  con  calles  transversas  que  corresponden 
á  ese  plan. 

Guando  >e  levante  el  edificio  de  la  Exposición  Continen- 
tal, ha  de  encontrarse  que  esa  plaza  es  demasiado  grande 
para  recibir  carretas  con  lana,  que  acabarán  por  no  venir 
de  la  campaña  así  que  avancen  y  se  extiendan  las  lineas 
de  ferrocarriles:  y  si  la  estación  inicial  se  traslada  allí,  ha 
de  crearse  un  centro  de  población  sobre  plan  mas  vasto 
que  el  que  permiten  las  calles  actuales  de  Buenos 
Aires. 

Tenemos  allí  un  plantel  de  ciudad  que  envidiarían  en 
otros  países,  para  habitación  de  pobres,  y  una  conejera 
por  ciudad  capital,  según  son  de  estrechas  las  calles,  en 
donde  se  está  actualmente  la  población  vieja  de  Buenos 
Aires. 

¿Un  boulevar  remediará 'el  mal  estar  que  dan  doce  cua- 
dras de  frente  y  doce  de  costado  á  los  habitantes  que  las 
ocupan  con  sus  moradas,  ó  á  los  transeúntes  en  doce 
varas,  disputándoselas  carros,  tramways,  con  coches,  equi- 
pajes, gentes  de  á  pie  y  estacionarios  por  accidentes? 

Hablemos  de  Boulevares. 

LOS    BOULEVARES 

La  nota  del  señor  Alvear,  pidiendo  el  concurso  de  la  ofi- 
cina nacional  de  ingenieros,  dice  que  ecexiste  en  el  conven- 
cimiento de  cada  uno,  la  idea  de  la  construcción  de  un 
Boulevard  que  partiendo  de  la  Plaza  Victoria  llegue  á  la 
Plaza  LfOrea,  cortando  las  manzanas  intermediarias, 
limitadas  por  las  calles  paralelas  de  Rivadavia  y  Tic- 
toria.» 

Sin  desechar  la  idea  y  la  ubicación,  en  vano  nos  hemos 
interrogado,  y  no  encontramos  que  exista  en  nuestro  con- 
vencimiento, que  deba  ser  allí  el  Boulevard  y  no  en  otra 
parte,  cortando  las  manzanas  en  dirección  paralela,  y  no 
en  dirección  oblicua,  por  el  centro  de  las  manzanas  y  no 
por  el  costado:  un  Boulevard  en  ñn,  y  no  dos  ó  mas. 

Seria  materia  de  someter  á  previo  examen,  las  condi- 
ciones del  Boulevard  y  su  preferente  colocación,  sin  dar 
por  sentado  de  antemano  que  es  cuestión  resuelta   la  de 


PROGRESOS   GKNERALBS  209 

ubiir  uno  por  el  centro (ie  las  designadas  manzanas  entre 
las  dos  calles  Victoria  y  Rivadavia,  muy  pobladas  y  por 
tanto  de  cara  expropiación. 

Una  de  las  ideas  que  se  han  propuesto  para  la  formación 
de  un  Boulevard,  es  la  de  ensanchar  una  de  las  calles  de 
la  ciudad,  absorviendo  el  costado  menos  ediñcado,  para 
hacer  menos  dispendiosa  la  expropiación,  que  ha  de 
extenderse  al  solar  con  todo  su  fondo  de  setenta  varas,  de 
manera  que  del  mismo  cuero  salgan  las  correas. 

Este  es  el  sistema  adoptado  por  ley  en  París,  y  que 
ha  hecho  fácil  la  construcción  de  los  grandes  Boulevares. 

Este  sistema  puede  aplicarse  á  una  de  las  calles 
Rivadavia,  Victoria  ó  Cangallo,  Piedad  ó  Floriiia.  Lo  que 
debe  consultarse  es  el  valor  actual  de  las  casas  y  terre- 
nos expropiables,  para  no  emprender  por  lo  mas  cos- 
toso. 

Tomar  una  calle  que  no  esté  actualmente  miay  edificada 
paralela  á  las  que  se  dirigen  al  Oe&te,  ejecutar  el  mismo 
sistema  de  ensanche  con  menos  costo  de  expropiación. 

Por  áetitro  de  las  manzanas.  Deben  expropiarse  treinta  y 
seis  varas  de  edificio  de  dos  costados  paralelos  de  una  man- 
zana con  todo  su  fondo.  Suponemos  para  mayor  econo- 
mía que  el  Boulevard  tenga  36  varas  de  ancho,  tres  veces 
nuestras  calles. 

La  manzana  quedaría  dividida  en  secciones  de  á  cin- 
cuenta y  siete  varas  de  fondo  dando  frente  k  una  calle,  y 
al  Boulevard;  de  manera  que  dividiéndose  los  solares  que 
darán  al  Boulevard,  de  los  que  tienen  actualmente  frente 
á  la  calle  Rivadavia,  por  ejemplo,  les  quedaría  á  cada  uno, 
veinte  y  tres  y  media  varas  de  fondo.  Pueden  ser  aprovecha- 
dos estos  terrenos  por  el  sistema  de  construcción  con  te- 
chumbre mansardé  que  permite  encerrar  todo  ó  la  mayor 
parte  del  terreno  bajo  el  mismo  techo.  En  la  parte  comer- 
cial de  la  ciudad  no  presenta  inconveniente  esta  escasez 
de  fondo. 

El  estudio  de  los  ingenieros  debe  tener  por  base  el  va- 
lor real  de  la  propiedad  en  las  calles  especiales  que  serian 
afectadas  por  el  boulevard  y  la  manera  de  expropiar,  á  fin 
de  calcular  á  ciencia  cierta  los  costos.  Todavía  hemos  de 
volver  sobre  este  asunto. 

Tomo  tu.—U 


210  OBRAS   DB   SARMIENTO 


EL  FERRO-CARRIL  DEL  OESTE 

Los  ferro-carriles  tienen  una  influencia  capital  en  el  bie- 
nestar y  la  prosperidad  de  los  pueblos  que  ligan  á  los  gran- 
des centros,  y  sobretodo,  en  los  que  pueden  considerarse 
de  recreo,  como  son  los  situados  en  las  inmediaciones  de 
esta  Ciudad. 

Suprimid  el  fácil  y  barato  transporte  que  hoy  propor- 
ciona el  ierro-carril  del  Oeste  á  las  poblaciones  situadas 
de  uno  y  otro  lado  de  sus  lineas  hasta  Moreno  y  las  veréis 
entrar  en  rápida  decadencin,  hasta  convertirse,  nuevamen- 
te, en   tristes  aldeas  sin  elemento  alguno  de  desarrollo. 

Multiplicad  las  ventajas  que  proporciona  esa  vía  férrea, 
hasta  hacer  insensible  la  distancia  que  separa  esas  po- 
blaciones y  el  fenómeno  opuesto,  tiene  que  operarse, 
hasta  transformarlas  en  barrios  opulent(»s  y  en  centros 
de  actividad  mercantil  é  industrial. 

Estas  observaciones  que  están  al  alcance  común  y  de 
verdad  tan  indiscutible,  debían  sujeririe  al  Directoriu  de 
esa  empresa,  la  confección  de  un  horario  de  salidas  y 
entradas  de  trenes,  mas  en  armonía  que  el  actual,  con 
alguno  de  los  ñnes  que  debj  proponerse. 

Ahora,  el  último  tren  que  parte  para  Moreno  sale  a  \hs 
9.10  y  el  que  regresa  de  ese  pueblo,  á  las  650  y  el  último 
de  Morón  á  las  8.55,  de  modo  que  los  que  residen  sillí, 
se  hallan  desde  la  oración  privados  de  todos  los  recursos 
de  la  capital  y  de  los  goces  de  la  vida  social  que  ella 
proporciona;  las  visitas,  los  teatros,  los  coticiertos,  y  el 
club  y  los  paseos  de  noche. 

Se  diüculta  asi  la  vida  secíal,  la  acción  política,  y  hasta 
el  auxilio  de  los  buenos  médicos  en  los  casos  urgentes, 
para  los  individuos  que  íijan  su  residencia  en  los  pueblos 
de  campaña  y  es,  por  esto,  principalmente,  que  ellos 
permanecen  desiertos  la  mayor  parte  del  año,  y  en  i<^s 
mismos  meses  de  verano,  en  que  afluye  al  cam^K)  el  ma- 
yor número  de  familias,  ellas  no  encuentran  todos  los 
.encantos  que  podrían  hallar,  debido  á  la  monotomia  ii^o- 
|>ortable  y  furzoza  de  las  noches. 

Se  acerca  añora  el  invierno  y  la  empresa  del  ten\y-c^r^ 
ril    del   Oeste   va    á    anticipar  aun   mas   la    hora    de  sus 


PROGKESOS  GBNEkALES  211 

Últimos  trenes,  un  vista  del  menor  tráfico  que  ella  misma 
provoca,  en  vez  de  tratar  de  ir  evitando. 

El  establecimiento  de  un  tren  de  noche  cuyo  costo  sería 
relativamente  pequeño,  cambiaría  completamente  las  con- 
diciones desfavorables,  de  los  ocho  pueblos  comprendidos 
entre  la  Floresta  y  Moreno,  permitiendo  que  ellos  ad- 
quieran una  mayor  población  fija,  como  la  que  ya  tienen, 
debido  al  servicio  de  los  tramways,  Belgrano  y  Flores. 
'  Mucho  mas  que  lo  que  indicamos,  se  ha  hecho  en  el 
Brasil,  comprendiéndose  que  las" facilidades  de  una  rápida 
c<»municacion,  para  los  que  viven  lejos  del  centro  principal 
de  población,  no  pueden  hacerse  cesar  con  la  luz  del 
día. 

En  la  ciudad  de  Rio  de  Janeiro,  no  se  ha  pensado  im- 
poner á  las  empresas  de  tramways,  como  entre  nosotros, 
1h  carga  pesada  de  realizar  servicios  municipales,  como 
son  los  de  empedrado  de  las  calles,  pero,  en  cambio,  se 
les  ha  exijido  condiciones  mas  en  armonía  con  sus  fun- 
ciones, y  entre  ¿lias  la  de  no  interrumpir  sus  viajes  durante 
toda  la  noche,  de  modo  que  los  que  residan  á  una,  dos 
ó  mas  leguas,  no  se  encuentren  nunca  privados  de  los 
medios  de  pronta  y   barata  comunicación. 

Al  principio  este  servicio  fué  muy  oneroso,  pero  hoy  ya 
va  siendo  lucrativo   para   las  empresas. 

Debido  á  esta  previsión  los  que  no  pueden  costear 
casas  en  los  parajes  centrales,  gozan  de  casi  todas  las 
ventajas  que  tienen  los  que  viven  en  el  centro  de  la 
población. 

A  estas  consideraciones  sobre  la  conveniencia  de  esta- 
blecer permanentemente  el  servicio  de  un  tren  de  noche 
con  los  pueblos  inmediatos  de  la  linea  del  Ferro-Carril 
del  Oeste,  debemos  agregar,  que  este  servicio  se  hace 
tanto  mas  necesario,  con  motivo  de  la  apertura  de  la 
Exposición  Continental. 

Los  gobiernos  y  las  asociaciones  particulares  han  hecho 
grandes  sacrificios  en  bien  del  brillo  de  esta  gran  fíesta 
industrial. 

Las  compañías  de  vapores,  han  rebajado  mas  sus  fletes, 
y  otras  los  han  suprimido,  transportando,  gratuitamente, 
verdaderos  cargamentos,  con  el  fin  de  que  afluya  1  a 
mayor  cantidad   de  productos  destinados  á  la    Exposición. 


212  OBRAS  DB  SARMIBNTO 

El  Gobierno,  por  intermedio  de  la  Gooiision  In^eclora, 
ha  subvencionado  una  oompañia  lírica  á  fin  de  que  dé 
conciertos  de  noche  en  la  Exposición,  que  será  cuando 
ella  estará  mas  concurrida  y  llena  de  atractivos,  y  con 
la  novedad  de  una  iluminación  á    luz  eléctrica  perfecta. 

Si  con  esa  oportunidad,  al  menos  no  se  establece  algún 
tren  de  noche,  parte  de  las  familias  que  residen  en  los 
pueblos  que  hemos  nombrado,  tendrá  que  venirse  al  pueblo 
disminuyéndose  las  entradas  normales  del  Ferro-carril,  y 
parte,  que  privarse  de  concurrir  i  las  mas  brillantes  fiestas 
de  la  Exposición. 

Confiamos  en  que  esta  indicación  será  atendida  por  el 
Directorio  que,  no  dudamos,  comprenderá  que  esa  em- 
presa ao  puede  permanecer  extraña  al  gran  movimiento 
que  se  produce  entre  nosotros,  y  que  tratará  de  cooperar 
por  los  medios  á  su  alcance  al  mejor  éxito  de  la  Expo- 
sición. 

Hemos  recordado  ya,  lo  que  hacen  las  compañías  de 
transportes  fluviales  y  no  es  posible  que  el  ferro-carril 
de  la  Provincia,  no  atienda  ni  á  las  necesidades  especiales 
que  esa    ñesta  crea. 

En  bien  del  público,  en  bien  de  la  Exposición,  en  bien 
del  crédito  del  Ferro-carril  del  Oeste  establézcase  ahora, 
al  menos,  un  tren  de  noche. 

No  seria  extraño  que  alguna  de  las  otras  empresas  lo 
hiciera  desde  luego. 

BOLETOS   DE  TIERRAS 

(Bl  Nacional,  Agosto  16  de  1879). 

Leemos  en  los  diarios  que  el  Gobierno  ha  mandado  re- 
servar las  tierras  á  una  y  otra  margen  del  Río  Negro  para 
colonización;  al  mismo  tiempo  que  un  proyecto  de  ley  en 
la  Cámara  de  Diputados,  las  destina  para  recompensará  los 
soldados  que  tomaron  parte  en  la  ocupación  y  conquista 
de  la  Pampa. 

En  el  primer  caso  serían  aquellos  territorios  colonias; 
en  el  segundo  boletos  de  tierras  al  portador,  por  el  derecho 
de  enagenacion  que  va  afecto  á  la  propiedad. 

Queremos  ponernos    en    este    liltimo  caso  para  señalar 


PHUOKE80S   OENBRALBS  213 

los  inconvenientes  que  traería  la  ejecución  del  proyecto  de 
ley,  tal  como  ha  sido  presentado,  y  que  prima  facie  ha  ob- 
tenido el  fácil  asentimiento  de  la  Cámara. 

Cuánto  es  una  hectárea!  Cuántas  hectáreas  mide  el  es- 
trecho valle  ó  la  vega  del  Río  Negro?  Entre  cuantos 
van  á  repartírselo?    Qué  harán  con  sus  lotes  de  terreno? 

Hemos  intentado  darnos  una  idea  aproximativa  de  la  ca- 
pacidad del  Valle  de  Río  Negro,  y  de  la  distribución  de 
tierras  que  en  él  intenta  el  proyecto  de  ley. 

Desde  luego  el  Valle  mide  unas  setenta  leguas  desde 
1p.  embocadura  del  Rio  Negro  hasta  la  isla  de  Choele- 
Choel,  y  de  allí  ochenta  hasta  mas  arriba  del  Limny. 

Su  ancho  medio  es  de  una  legua,  pues  solo  muy  arriba 
el  señor  Lorenz  indica  que  se  extiende  á  dos,  y  ducante  la 
extensión  de  estas  ciento  cincuenta  leguas  que  podemos 
extender  á  doscientas,  el  terreno  asume  diversas  condicio- 
nes, siendo  fértil  á  trechos  y  ada[)table  para  la  agricultura, 
provisto  de  buenos  pastos  en  muchas  partes,  cubierto  de 
matorrales  en  otros,  y  en  algunos  puntos  estéril  com- 
pletamente. 

El  itinerario  del  naturalista  Lorenz  señala  estas  alterna- 
tivas en  un  mismo  día. 

Puede  inferirse  de  la  impresión  que  deja  el  relato  <lel 
viaje,  que  en  algunas  partes  habrán  diez  mil  hectáreas  de 
labor  seguidas,  en  otras  menos  de  m\\,  alternadas  con 
matorrales,  terreno  de  pastoreo,  y  tierras  salitrosas  y  esté- 
riles. Todo  esto  no  es  de  desdeñar  cuando  se  habla  de 
lotes  de  cien  hectáreas,  ó  de  mil,  que  no  pueden  ser  be- 
neñciados  sino  [)or  la  agricultura. 

Destina  el  proyecto  cien  hectáreas  (cosa  de  cincuenta 
cuadras)  á  cada  individuo  «le  tropa  que  haya  pertenecido 
á  los  diversos  cuerpos  que  han  acabado  con  !a  sumisión 
de  los  salvajes.  Estas  operaciones  principiaron  en  1875, 
habiéndose  en  1876  aumentado  á  ocho  mil  hombres  el  per- 
sonal del  ejército. 

Han  habido  desde  entonces  bajas  de  soldados  cumplidos 
que  tendrían  igual  derecho  que  los  dados  de  alta  al  fin;  y 
no  recordamos  que  cuerpos  de  ejército  no  hayan  tenido 
parteen  esta  campaña,  pues  el  8^  y  el  13^  han  venido  el 
uno  del  Sur,  marchando  el  otro  del  Norte  á  incorporarse 
en  alguna  de  las  divisiones  en  campaña. 


214  OBRAS   DB  SARMIENTO 

No  haciendo  figurar  pues  mas  que  7.050  individuos  de 
tropa,  que  de  buenos  datos  tomamos,  serian  necesarias  270 
leguas  de  terreno  á  lo  largo  del  rio  para  ubicar  los  solda- 
dos. Ya  hemos  visto  que  el  valle  no  mide  doscientas  en  la 
cinta  del  terreno  que  ha  venido  escavando  para  hacerse  su 
lecho;  y  dejándole  al  río  y  sus  playas  ó  vega  propiamente 
dicha,  cincuenta  que  recorre;  dando  otras  cincuenta  á  la 
parte  estéril,  no  que(ia  terreno  para  ubicar  los  boletos  que 
se  destinarían  á  soldados. 

Para  jefes  y  oficiales,  se  necesitarían  ademas,  quinientas 
veinte  leguas^  con  solo  contar  dos  Generales,  doce  Jefes  de 
frontera,  veinte  de  cuerpos,  cuarenta  mayores,  ciento  cin- 
cuenta y  tres  capitanes,  ciento  noventa  y  siete  tenientes, 
y  ciento  cincuenta  oficiales  inferiores,  lo  que  da  un 
millón  trescientas  ochenta  y  siete  mil  quinientas  hec- 
táreas. 

Debe  tenerse  presente  que  una  vez  dictada  la  ley,  y  crea- 
do el  derecho,  no  importa  que  en  el  valle  del  Río  Negro  no 
haya  tierras,  no  ha  de  faltar  donde  acomodarlos;  pues  nue- 
vos proyectos  de  ley  complementarán  el  actual,  y  el  interés 
privado  hará  que  por  muchos  años  se  estén  comprobando 
soldados  y  oficiales  quede  alguna  manera  asistieron  á  las 
campañas  contra  indios. 

No  es  este,  sin  embargo,  el  grande  inconveniente  que 
queremos  señalar;  sino  que  dados  los  boletos,  ó  reconocido 
el  derecho  á  lotes  de  cien  hectáreas,  de  mil  quinientas  ó 
de  dos  mil,  han  de  ser  vendidas  por  los  titulares,  á  quien  algo 
les  ofrezca,  convirtiéndose  en  fondos  de  tierras,  ó  boletos, 
que  figurarán  entre  los  papeles  del  mercado. 

La  legua  de  terreno  por  esas  alturas  está  avaluada  en 
cuatrocientos  pesos  fuertes  la  legua,  loque  daría  el  valor  de 
50  pesos  fuertes  al  de  cien  hectáreas;  pero  como  estas  no 
son  tierras  de  pastoreo  exclusivamente,  ni  pueden  ser 
adaptadas  á  la  agricultura  sin  canales  de  irrigación  que 
son  obras  públicas  previas,  córrese  el  riesgo  de  dar  oca- 
sión á  un  ajio,  sobre  lotes  nominales,  de  que  el  soldado 
agraciado  sacará  poquísimo  provecho,  y  el  valle  del  Rio 
Negro  quedará  perdido  para  la  agricultura  y  para  la  po- 
blacion  de  gatíado  también.  ¿Cómo  y  en  donde  se  ubican 
los  boletos? 

Con  estas  7700  leguas,  las  cuatro  mil  del  empréstito  de 


PROGRESOS  GENERALES  215 

tierras,  y  las  que  se  pueden  poblar  de  las  provincias  de 
Buenos  A-ires  y  Córdoba  con  la  seguridad  dada  á  la  fron- 
tera, se  habrán  echado  al  mercado  seis  mil  leguas  de 
terreno  de  un  golpe,  que  es  lo  que  hasta  ahora  poco  medía 
la  Provincia  entera  de  Buenos  Aires;  y  es  fácil  saber  cuanto 
tiempo  y  población  ha  de  necesitarse  para  poblarlas.  El 
valor  de  la  tierra  se  ha  de  afectar  con  este  aumento,  en  lo 
que  ganará  la  industria  ganadera  y  la  agricultura  cerca  de 
las  ciudades  ya  pobladas. 

Para  hacer  efectiva  y  útil  la.  distribución  de  tierras  á 
oficiales  y  soldados  en  proporciones  como  las  que  el  pro- 
yecto asigna, era  preciso  proceder  á  la  colonización  mili- 
tar, de  manera  que  bajo  la  disciplina  áque  están  habitua- 
dos, y  con  la  protección  y  ayuda  del  gobierno  para  canalizar 
el  valle,  se  procediese  por  grupos,  escogiendo  los  lugares 
adecuados,  dirigiendo  los  trabajos,  hasta  dejar  poblaciones 
regulares,  familias  establecidas,  de  los  que  fueron  soldados 
y  acabarían  por  ser  agricultores. 

Las  colonias  extranjeras  de  Santa  Fe  proceden  en  cam- 
po que  no  requiere  riego,  de  un  modo  análogo;  pues  si  bien 
cada  familia  obra  independiente  de  toda  dirección,  con  la 
adquisición  del  terreno  adquiere  también  el  derecho  á  ser 
provista  de  ciertos  instrumentos  de  trabajo,  y  un  año  de 
mantención,  aunque  tenga  que  resarcirlos  con  los  pro- 
ductos. 

La  indicación  de  que  el  Gobierno  reserva  el  valle  del 
Río  Negro  para  colonización,  puede  importar  una  coloniza- 
ción militar,  ó  bien  hacer  entrar  aquellas  tierras  en  el 
plan  general  de  colonias,  que  inicia  el  Departamento  de 
inmigración. 

¿Porqué  no  se  harían  colonias  militares,  para  dar  ocupa- 
ción tranquila  ó  natural  á  los  soldados  cumplidos  que 
deseen  establecerse  en  ellas?  No  abogamos  precisamente 
por  este  sistema;  pero  el  premio  por  boletos  de  tie* 
rras  que  se  proyecta,  nos  parece  expuesto  k  impedir 
que  se  pueble  aquel  valle,  no  siendo  fácil  saber  quienes 
son  los  tenedores  y  donde  se  ubicarán,  porque  no  hay 
allí  colocación  ni  para  la  séptima  parte. 


216  OI»KA«    ilK   0AKM1NNTO 


LA   MUNICIPALIDAD  Y  LA   POLICÍA 

Si  hemos  de  estar  á  la  afirmación  del  Presidente  de  la 
Municipalidad,  en  su  nota  al  Ministro  del  Interior,  de  haber 
comunicado  á.  la  Policía,  como  resolución  municipal,  «que 
debía  prohibirse  que  los  cairuageB  tomaran  pasajeros  ó  recorrie- 
ran^ ofreciéndose  en  alquiler^  las  ccUles  que  rodean  las  plazas  atren- 
dadas;»  la  Policía  haMebido  ejecutar  la  orden,  pues  las  dudas 
anteriores  estaban  con  ellas  disipadas. 

La  Policía  no  es  procurador  d^el  tránsito  de  las  Ciilles 
que  una  ordenanza  municipal  reglamenta.  Los  interesa- 
dos cocheros,  ya  parece  que  han  hecho  uso  de  su  derecho 
llevando  á  los  tribunales  el  asunto. 

Puede  irse  muy  lejos^  atribuyendo  á  la  fuerza  de  policía, 
facultad  de  deliberar  ó  de  prejuzgar  sobre  la  aplicación  de 
las  leyes,  ó  las  ordenanzas  municipales.  El  vigilante  es 
un  funcionario  público,  personalmente  responsable  de  sus  actos, 
sin  que  les  valga  decir  que  recibió  orden  de  proceder,  pues 
esa  óidea  viene  del  temor  de  una  ley,  que  infringe  aquel  á 
quien  prohibe  obrar. 

Este  funcionarlo,  como  los  Comisarios,  son  responsables 
ante  los  jueces  ordinarios  desús  actos,  si  reclamasen  de 
ellos  los  que  se  crean  agraviados. 

La  ordenanza  municipal  de  1867,  y  la  interpretación  man- 
dada tener  por  resolución,  en  el  caso  ocurrente,  esa  tís  la 
regla  de  la  Policía.    No  tiene  otra  facultad. 

La  Policía  no  juzga,  sí  es  legal  ó  no  ese  acto. 

Lo  hace  el  Juzgado  de  Policía,  que  entiende  en  estos 
asuntos,  ó  bien  lo  resuelve  cualquier  juez,  á  quien  el  policial 
deberá  llevar  inmediatamente  el  aprehenditio,  infragantij 
hasta  que  el  juez  decida  verbalmente  el  caso,  pues  es  solo 
para  proceder  á  la  posición,  ó  detención.  ¿Se  dirá  que  nues- 
tros policiales  no  saben  leer,  y  no  pueden  saber  cuales  son 
sus  deberes,  para  ser  responsables  de  sus  actos  policiales, 
ante  el  juez? 

Debemos  hacer  sobre  esto  una  observación  que  estamos 
seguros  no  hecharán  á  mala  parte  las  personas  que  nos 
gobiernan. 

Los  desórdenes  de  las  gentes  dispuestas  ó  expuestas  ai 
crimen,  que    afortunadamente  es  una  insignificante  mn 


PROaUESos  GUNEKALBS  217 

noria  pueden  servir  tie  pretesto  pura  imponer  sobre  las 
ciudades,  tan  pocas  entre  nosotros,  poderes  que  se  convier- 
ten ül  fin  en  pretorianos;  y  la  ignoracia  de  nuestras  masas, 
de  donde  se  toma  el  personal  y  ejecutante  de  la  Policía» 
poner  á  disposición  y  bajo  el  dominio  de  los  mas  ignorantes» 
la  parte  mas  culta,  rica,  de  nuestro  país,  con  peligro  de  sus 
derechos, sometidos  no  al  discernimiento  del  vigilante,  sino 
á  la  orden  que  haya  recibido. 

Estableceremos  por  base  de  estas  observaciones,  que  ese 
vigilante  puede  ser  demandado  incontinenti, do  á  su  jefe,  sino 
á  un  juez  ordinario,  por  quien  se  crea  agraviado.  De  ahí 
á  dar  la  Policía  dictámenes,  y  providencias  declarando  no 
estar  en  su  derecho 'á  ios  tribunales,  ó  la  Municipalidaii,  va 
trecho. 

Nuestra  policía  actual  es  en  extremo  defectuosa,  preci- 
samente k  causa  del  prurito  de  hacerla  autoritativa  y  sufi- 
ciente por  si  misma  como  institución. 

Eficasisima  para  perseguir  los  crímenes  ya  cometidos, 
muy  entendidos  muchos  de  sus  comisarios  para  descubrir 
los  ocultos,  y  toda  ella  en  general  para  prevenir  los  que, 
sin  su  presencia  se  cometerían,  flaquea  por  la  parte  en 
que  se  requeriría  su  auxilio,  en  el  desenvolvimiento 
moral;  y  deseáramos  que  á  la  Municipalidad  se  le  prove- 
yese de  esos  agentes,  que  no  pueden  estar  á  las  órdenes 
de  un  Jefe,  que  pretende  representar  al  Poder  Ejecutivo, 
precisamente  porque  no  está  ni  deberá  estar  jamas  al  alcan- 
ce del  poder  político  el  ejercicio  de  tales  funciones. 

El  pueblo  de  todos  los  países  ha  distinguido  perfectamente 
la  diferencia  de  las  dos  funciones.  El  detective  de  la  policía 
inglesa,  para  la  prosecución  de  los  crímenes,  es  el  mouchtrd 
de  la  policía  francesa.  Aquel  es  la  honra  de  la  sagacidad 
humana,  el  otro  es  mirado  como  su  vergüenza,  el  espión 
político.    Y  sin  embargo  es  el  mismo  personage. 

La  higiene  es  ya  una  función  definida  municipal  que 
requiere  funcionarios. 

Hay  ya  en  varias  ciudades  una  clase  aparte  de  policía  de 
higiene,  que  tiene  facultad  para  penetrará  falta  de  otro 
nombre,  al  fondo  de  las  casas;  y  ordenar  sumariamente  lo 
que  cree  necesario.  Compréndese  que  este  funcionario  no  ha 
de  ser  un  hombre  sin  responsabilidad  personal,  sin  cultura, 
pues  que  va  á  ejercer  la  mas  peligrosa  de  la  funciones  que 


218  OBKAH    ÜK   »\KMIKNTO 

es  entrar  en  el  nsilo  doméstico,  loque  no  puede  hacer  la 
autoridad  sin  orden  del  Juez.  Compréndese  ademas,  que 
si  hubiera  de  darse  la  ley  autorizando  su  creación,  no  ha 
de  ponerse  á  disposición  de  emplea  ios  políticos,  sino  de  un 
departamento  médico. 

Los  bomberos  participan  de  este  mismo  carácter,  en  cuan- 
to se  requieren  facultades  morales  mas  que  fuerza  física 
para  el  desempeño  de  sus  funciones. 

La  existencia  de  sociedacies  para  la  protección  (ie  los  ani- 
males requerirían  un  cierto  número  de  empleados  para 
hacer  efectivas  las  leyes,  tales  como  los  que  deben  cuidar 
en  los  mataderos  y  caminos  que  no  se  atormente  k  los 
animales. 

La  educación  común  en  ciudad  tan  grande  requiere  que 
ciertos  empleados  de  policía  puedan  perseguir  á  los  niños 
vagos  que  por  millares  pasan  el  día  en  las  calles  de  los 
barrios  apartados,  en  las  playas  del  río  ó  en  los  mercados 
librándose  al  juego,  y  como  es  consiguiente  depravándose 
moralmente,  á  mas  de  que  no  reciben  educación   ninguna. 

Todas  estas  nuevas  exigencias  de  la  administración  de 
las  grandes  ciudades  requieren  otro  personal  y  otra  depen- 
dencia, que  la  de  la  policía  con  aires  militares  y  provista 
para  ejercer  la  fuerza  que  sin  duda  reclama  uno  para  cada 
diez  mil  habitantes  según  puede  verse,  de  las  novedades 
policiales  de  anteayer  reducidas  á  dos  robos,  tres  menores 
que  se  escapan  de  sus  casas,  y  un  carruage  cuyos  caballos 
se  desbocan. 

Podríamos  estractar  mas  novedades  policiales;  y  aun 
tomar  los  días  en  que  hay  mayor  número  de  detenidos  por 
la  policía,  para  mostrar  como  es  monstruosamente  despro- 
porcionado el  personal  de  la  policía,  para  la  limitada  nece- 
sidad que  hay  de  su  presencia.  Con  la  cuarta  ó  quinta 
parte  de  su  personal  estaría  igualmente  servida  la  ciudad. 

Las  ñestas  del  Carnaval  durante  cuatro  días  que  han 
puesto  en  movimiento  quizá  cien  mil  personas,  con  tres  mil 
carruages,  carros  de  mudanzas  y  demás  vehículos,  han 
mostrado  con  admiración  de  todos  los  que  conocen  grandes 
ciudades,  el  estado  nuiv  perfecto  de  sanidad  moral  que  pueda 
presentar  un  pueblo.  No  ocurrió  nada  en  tres  noches;  no 
hubo  robos  ni  aun  raterías,  no  hubo  homicidios,  accidentes 
ni  aun  riñas  de  palabras,  no  obstante  estar  obstruidas  las 


PK06KES0S  GENERALES  219 

veredas  con  los  enrnascarados,  y  ocupando  dos  leguas  los 
carruages  de  ida  y  vuelta. 

Síntomas  felices  que  aconsejan  caitibiar  el  tratamiento; 
menos  fuerjsa  y  mas  inteligencia  en  el  sistema  de  seguridad. 
Ciudad  tan  quieta,  muchedumbre  tan  moralizada,  gentes 
tan  cultas  como  las  que  forman  sus  clases  elevadas,  recla- 
man que  el  poder  director  de  la  administración  de  las  cosas 
urbanas  se  ejerza  por  medio  de  los  ciudadanos  mismos, 
pues  ese  es  su  derecho;  municipalidad  es  la  ciudad  misma 
y  ella  debe  gobernar  sus  cosas,  por  medio  de  sus  propios 
agentes. 

Ya  lo  hemos  notado,  hablando  de  las  colonias.  La  gene- 
ración presente  está  cometiendo  un  crimen,  y  es  romper 
y  descontinuar  las  tradiciones  humanas  sobre  el  gobierno 
íntimo  de  la  sociedad.  Se  funda  una  colonia  con  un  Co- 
misario, con  un  Comandante,  sin  derechos  propios  los 
pobladores,  ni  mas  ni  menos  como  se  plantan  árboles,  ó  se 
cria  ganado.  Al  fundar  á  Córdoba  el  delegado  del  Rey  ó 
del  Poder  Ejecutivo,  dice  que  le  da  todas  las  libertades  y 
franquicias  que  tienen  Córdoba  en  España  y  las  demás 
ciudades  para  indicar  que  donde  quiera  que  se  reúnan 
hombres  esas  franquicias  y  esas  libertades  les  acom- 
pañan. 

Lo  de  las  Colonias  puede,  sino  se  presta  atención,  esten- 
derse á  Buenos  Aires  también,  levantándose  poco  á  poco 
un  Comisario  (ie  la  corona,  ó  del  Ejecutivo,  que  diga  á  la 
Municipalidad  que  por  las  buenas  razones  que  al  Comisa- 
rio ocurra,  no  debe  cumplir  tal  ordenanza,  que  está  vi- 
gente, estando  en  ejercicio  la  Municipalidad  con  sus  an- 
tiguas facultades  y  reglamentos,  pues  no  es  dependencia 
del  Ejecutivo  en  sus  funciones,  ni  se  limitan  sus  facultades 
en  lo  dispositivo,  por  un  articulo  vetado,  única  parte  (ie  la 
ley  que  no  está  vigente. 

La  Municipalidad  puede  demandar  y  ser  demandada,  y 
no  vemos  porque  no  ha  puesto  demanda  ante  los  tribu- 
nales, por  obstrucción  puesta  al  ejercicio  de  sus  fun- 
ciones. 

Lo  repetimos:  el  vigilante  que  detiene  á  uno  en  la  calle 
por  creerlo  tomado  infraganti^  debe  desde  alU  conducirlo 
ante  el  Juez  de  Policía,  si  lo  hubiere,  ú  otro  cualquiera, 
para  que  corrobore  ú  ordene  la  prisión;  y  puede  á  su  vez 


I 


2'¿0  OBKAN    liN   tfAllMlISNTo 

Rer  el  aprehensor   demandado   por   errada  ó    atentatona 
aplicación  de  una  ordenanza   ó  violación  de  un   derecho. 

Recomendamos  al  señor  Jefe  de  Policía  que  baga  que 
el  librero  inglés  Mr.  Mackart  le  haga  venir  et  Pólice  Code 
and  MantMl  of  the  Criminal  Law^  que  acaba  de  publicarae 
en  Londres  por  C.  fi.  Howard  Vincent^  Director  de  Investiga- 
ciones criminales  (Cassell  and  c^). 

tt  Este  libro  está  fundado  dice  el  aviso,  en  las  órdenes 
generales  de  la  Policía  Metropolitana,  los  libros  de  ínstruC'- 
dones  de  las  diversas  fuerzas  policiales,  y  muchas  obras 
capitales,  tales  como  el  Digesto  de  la  ley  criminal  de  Stephen 
y  el  Manual  y  Guia  de  la  Policía.  El  objeto  es  informar  al 
empleado  de  policía  sobre  los  principales  puntos  que  tocan 
á  lii  práctica  y  responsabilidades  afectas  á  su  oHcio.  Los 
asimtos  están  tratados  alfabéticamente,  de  manera  de  no 
perder  tiempo  para  dar  con  la  materia  de  que  desea  in- 
formarse.» 

Sabemos  que  actualmente  se  hace  traducir  el  manual 
de  la  policía  metropolitana  de  New  York  y  no  dudamos 
se  vea  pronto  á  nuestros  vigilantes  como  aquellos,  estu- 
diando á  libro  abierto  sus  deberes  y  sus  obligaciones. 
Buenos  Aires  merece  ser  gobernado  con  inteligencia  y  por 
sus  propios  vecinos,  como  toda  otra  ciudad. 

EL  COMISARIO  DE  POLICÍA 

Be  resolvió  por  acto  del  Ejecutivo  Nacional,  el  llamado 
conflicto  entre  la  Municipalidad  y  el  Jefe  de  Policía  sobre 
ejecución  de  la  ordenanza  de  1867. 

La  justicia  parece  satisfecha,  quitando  un  embarazo  á 
la  ejecución  de  la  Ordenanza  Municipal. 

¿Gstálo  el  buen  gobierno,  con  relación  á  nuestras  ins- 
tituciones? 

Copiaremos  para  mayor  inteligencia  la  resolución  re- 
caída: 

«  Buenos  Aires,  Marxo  9  de  i88S« 

«  Considerando  que  las  dudas  que  se  han  suscitado  por 
parte  del  Departamento  de  Policía  se  reñeren  á  la  facultad 
de  prohibir  el  tránsito  por  las  calles  adyecentes  á  los 
locales  arrendados. 


1^ 


PRt>QKESOS  QBNBKALES  231 

«  29  Que  cbtá  prohibiiio  por  la  Onlenanza  Municipal  de 
29  de  Marzo  de  1867  á  los  carruajes  de  plaza  que  no  estén 
en  servicio,  estacionarse  en  las  calles  ó  tomar  pasajeros  en 
los  puntos  que  la  Municipalidad  tiene  arrendados  para 
estación  de  carruajes. 

«  3^  Que  esa  ordenanza  ha  regido  desde  la  época  de  su 
sanción  y  bastará  hoy  su  ejecución  para  hacer  efectivas 
las  obligaciones  del  contrato  de  arrendamiento  celebrado 
por  la  Municipalidad,  sin  que  sea  necesario  interrumpir 
el  tránsito  por  las  calles  públicas;  oficíese  al  Jefe  de  Po- 
licía para  que  disponga  se  preste  á  la  Comisión  Municipal 
el  concurso  que  requiere,  impidiendo  que  los  carruajes  de 
alquiler  que  no  estén  en  servicio  levanten  pasajeros  en  los 
locales  arrendados  por  la  Municipalidad  y  las  cuadras  que 
los  rodean. — ROCA — Bernardo  de  Irigoykn.» 

Las  premisas  ó  considerandos,  como  se  vé,  son  la  orde- 
nanza misma,  reproducida  en  el  3**;  la  práctica  establecida 
y  constante  en  el  tercero,  para  concluir  con  ordenar  que 
el  Jefe  <ie  Policía  preste  el  concurso  que  se  requiere,  im- 
pidiendo, da  capo  lo  que   la  ordenanza  ordenaba   impedir. 

Redactada  esta  disposición  por  uno  de  nuestros  mas 
distinguidos  abogados,  se  resiente  de  los  hábitos  del  foro, 
pues  es  una  sentencia  sobre  litigio  entre  partes,  dada  por 
el  juzgado  competente  á  saber, — ROCA,  Bernardo  de  Iri- 

GOYEN. 

Luego  el  Presidente  es  el  arbitro  en  la  ejecución  de  las 
ordenanzas  municipales? 

Gomo  no  suponemos  error  solamente  sino  inspiración 
política  en  esta  manera  de  proceder,  queremos  entrar  mas 
al  fondo  de  esta  cuestión. 

Sabemos  cuanto  hay  que  conceder  á  las  circunstancias, 
ó  deplorables  aiUecedentes,  quizá  á  la  lógica  y  á  algunas 
autoridades  y  ejemplos  que  pudieran  citarse;  pero  contra 
todo  esto,  é  invocando  el  sentimiento  de  previsión  que 
debe  estar  en  el  ánimo  de  los  que  gobiernan,  recordare- 
mos que  estas  prácticas  se  establecen  en  la  ciudad  que 
mayor  número  de  individuos  y  de  intereses  encierra,  y 
que  es  en  ella  por  tanto,  que  deben  resguardarse  los  gran- 
des intereses  sociales,  y  preservarse  las  instituciones  fun- 
damentales, pues  que  la  suerte  de  otras  ciudades,  y   el 


222  UURAM    1>B   8AKMIKNTO 

porvenir  délas  institucioHes  mismas  han  de  ser  afectadas 
por  estas  prácticas. 

Cuando  hubo  de  darse  una  Capital  á  la  Union  Norte 
Americana^  no  se  trató  de  hacer  de  una  de  las  grandes 
ciudades,  existentes,  la  Capital  por  no  querer  ellas  re- 
nunciar á  su  régimen  interno.  Después  las  que  no  eran 
tan  notables  entonces  son  ahora  las  mas  grandes  como 
Nueva  York,  y  se  le  han  agregado  otras  no  previstas,  Chi- 
cago, San  Luis  de  Missouri,  etc.,  Washington  principió  por 
aldea  y  aunque  hoy  tenga  cien  mil  habitantes,  es  tenida 
en  nada  como  influencia  sobre  las  instituciones  munici- 
pales, pues  pupulan  las  ciudades  que  le  son  superiores  en 
población;  y  aun  las  capitales  políticas  de  los  Estados  es- 
tán fuera  de  las  grandes  ciudades,  por  consideración  á  los 
intereses  propios. 

Como  no  hay  en  el  mundo,  diremos,  mas  capital  federal 
que  Washington,  y  esta  está  gobernada  por  el  Congreso, 
es  decir,  por  la  autoridad  ejecutiva  de  la  Nación,  no  hay 
duda  de  que  una  gran  parte  del  gobierno  está  allí^  como 
debe  estar  aquí  en  el  nuestro. 

Nuestro  disentimiento  está  en  la  manera  de  hacerse 
sentir  la  acción  del  gobierno;  y  en  esto  creemos  que  el 
nuestro  ha  iniciado  una  marcha  que  va  á  llevar  al  país, 
durante  esta  ó  dos  administraciones,  al  arbitrario  burocrá- 
tico   mas  absoluto  que  admitan  las  formas  republicanas. 

La  resolución  dada  en  el  caso  de  los  cocheros,  reviste 
todas  las  formas  de  un  laudo  ó  sentencia  judicial,  entre 
partes,  de  donde  resulta  que  el  Presidente  es  Juez,  que  la 
Municipalidad  y  el  Jefe  de  Policía  no  tienen  autoridad  pro- 
pia; que  la  ordenanza  misma,  reconocida  válida,  la  manda 
ejecutar  el  Presidente,  el  Jefe  de  Policía,  para  ese  caso. 

Qué  es  lo  que  reprobamos? 

Desde  luego  la  ñrma  del  Presidente  mandando,  renan- 
dando  ejecutar  una  ordenanza.  Segundo  la  manera  judi- 
cial de  proceder 

Consultado,  pues  consulta  hubo,  el  Ministro  debió  deslin- 
dar, limitar  á  sus  funciones  naturales,  el  poder  de  la  policía, 
diciendo  que  no  incumbe  á  este  empleado  oponer  dictáme- 
nes ú  opiniones  suyas  á  la  ejecución  de  las  ordenanzas,  ó 
do  las  leyes  etc. 

No  solo  se  constituye  en  sentencia  aquel  decreto  sino  que 


PROGREííOS  OBNERALES  223 

el  Presidente  aparece  como  el  real  y  verdadero  jefe  de  poli- 
cía, el  real  y  verdadero  Presidente  de  la  Municipalidad,  de 
quien  son  en  igual  grado  representantes  los  lugar-tenientes 
actuales. 

Un  diario  oficioso,  obedeciendo  á  la  lógica  de  los  antece- 
dentes, esperó  sin  duda  que  el  Presidente  se  pusiese  del 
lado  de  su  lugar-teniente  de  la  policía,  y  ya  anticipó  que 
nuestra  constitución  no  recorjocia  un  cuarto  poder  en  la 
Municipalidad  pues  había  dividido  el  poder  público  en  tres 
ramas  conocidas. 

Como  á  cada  revuelta  principiamos  á  crear  de  nuevo  el 
mundo,  y  como  la  Constitución  nuestra,  y  las  excentrici- 
dades que  nos  ocurran  ó  vayan  ocurriendo  son  la  ley  supre- 
ma de  la  tierra,  nos  olvidamos  que  esta  Constitución  es  la 
aplicación  á  un  país  no  constituido  dQ  los  principios  consti- 
tucionales, en  que  está  basado  el  gobierno  de  las  sociedades 
modernas. 

Asi  está  dividido  en  tres  ramas  el  poder  público  en  Fran- 
cia, la  Inglaterra,  en  toda  la  cristiandad,  lo  que  no  estorba 
que  cada  grupo  social  llámese  aldea,  villorrio,  villa^  ciudad, 
se  gobierne  por  sus  propias  autoridades  municipales. 

La  Constitución  argentina  es  la  única  que  hace  de  la 
Municipalidad,  un  poder  constitutivo.  Otórgase  á  las  Pro- 
vincias el  derecho  de  darse  una  Constitución,  á  condición 
que  ella  asegure  el  régimen  municipaL  Esta  declaración  tenía 
por  objeto  restablecer  el  antiguo  régimen  de  gobierno  de 
las  ciudades,  tales  como  lo  trajeron  é  implantaron  los  espa- 
ñoles, y  que  los  desórdenes  de  la  revolución  en  unas  partes, 
ó  la  posterior  erección  ó  fundación  de  ciudades  en  otras 
había  descontinuado. 

Una  sociedad  gobernada  por  Comisarios,  es  una  cosa  sin 
ejemplo,  sino  entre  nosotros.  La  cría  del  ganado  ha  dado 
al  Juez  de  Paz  la  importancia  y  las  funciones  de  la  Muni- 
cipalidad; pero  sin  las  garantías  de  esta;  sin  lainamovilidad 
del  Juez  de  Paz  de  la  Inglaterra,  ó  la  renovación  á  largos 
periodos  del  de  los  Estados  Unidos.  Ya  queda  establecido, 
gracias  á  la  sucesión  de  perversos  ejemplos,  que  el  Juez 
de  Paz  es  removible  á  cada  cambio  de  administración 
provincial;  como  los  policiales  á  merced  del  Jefe  que  s<e 
cambia  y  en  la  práctica  á  la  víspera  de  cada  elección,  al 
arbitrio  del  Gobernador. 


224  0RKA8   DB  8AKMIBNTO 

Dtf  las  continuas  remociones  üe  Municipalidades,  por 
cambiarse  la  ley  orgánica,  ó  por  pasar  de  la  Provincia  á  la 
Capital,  resulta  que  ya  van  cuatro  años  que  el  Gobernador 
ó  el  Presidente  nombran  municipales,  de  donde  pasa  al 
espíritu  la  idea  que  la  Municipalidad  depende  del  Presi- 
dente; como  el  Juez  de  Paz  del  Gobernadon  y  de  deducción 
en  deducción  se  llega  á  la  conclusión  que  el  Presidente 
decide  un  caso  de  aplicación  de  una  ordenanza  como  la  que 
se  refiere  á  cocheros. 

Lejos  de  pretender  que  la  Municipalidad  sea  un  cuerpo 
puramente  urbano,  electo  por  el  pueblo  sin  ingerencia  del 
gobierno  político,  debemos  recordar,  que  el  Gober.-ador  ó 
Delegado,©  Sub-delegado nombrado  por  el  Rey  ó  el  Virey  en 
América  era  el  Presidente  nato  del  Cabildo. 

Lo  que  sostenemos  es  que  nombrado  por  el  Presidente 
de  la  Nación  el  Presidente  de  la  Municipalidad  de  Buenos 
Aires,  este  ejerce  toda  la  plenitud  del  poder  municipal,  sin 
reputarse  un  delegado  ó  lugar  teniente  de  aquel,  pues  el 
Ejecutivo  está  encargado  de  hacer  cumplir  las  leyes,  nom- 
brando los  funcionarios  que  ellas  desigtian,  cuando  no  se 
provee  de  otro  modo.  En  el  caso  de  nombrar  interinamente 
á  un  empleo  electivo,  como  es  la  Municipalidad,  los  nom- 
brados interinarlos  tienen  toda  la  plenitud  de  autoridad 
que  corresponde  al  empleo,  y  que  no  altera  el  nombra- 
miento. 

Así,  pues,  la  Municipalidad  de  Buenos  Aires  es  aquella 
autoridad  y  poder  que  está  designado  en  el  articulo  5^  de  la 
Constitución,  sea  Legislatura  ó  Congreso  la  que  esté  obli- 
gado á  dotar  de  régimen  municipal  á  una  ciudad  sea 
capital  ó  no,  sea  aldea  ó  villa,  por  que  lo  que  ha  de  proveer- 
se es  de  régimen  municipal. 

Deducimos  de  todo  esto,  que  la  firma  del  Presidente  no 
ha  debido  figurar  en  esa  decisión  de  caso  que  no  debió 
ocurrir  entre  la  Municipalidad  y  la  Policía.  Dudamos  que 
la  firma  del  Ministro  estuviese  bien  en  ese  documento,  pues 
el  documento  no  debió  existir. 

De  qué  se  tratal  De  la  pretensión  de  los  cocheros  ¿esta- 
cionarse en  ciertos  lugares  que  la  Municipalidad  puede 
haber  prohibido  por  ordenanza.  Vamos  al  hecho  práctico. 
Un  cochero  se  establece  en  el  punto  prohibido,  ün  poli- 
cial (el  policial  no  el  jefe  de  policía)  le  manda  continuar  su 


PROGRESOS  OBNBRALB8  225 

«amino.  Resiste  ó  desobedece  el  cochero?  Le  ordena  el 
policial  seguirlo  al  puesto,  para  que  se  le  aplique  la  multa 
ó  la  pena. 

El  cochero,  ó  el  empresario  de  coches  á  que  pertenece 
el  vehículo  pretende  que  no  infringe  la  ordenanza  de  1867, 
y  pone  demanda  ante  un  juez;  y  el  juez  resuelve  que  está 
en  efecto  violada  la  ordenanza,  estacionándose  y  tomando 
pasajeros  en  el  punto  del  litigio. 

Intereses  particulares,  multas,  regidos  por  ordenanzas 
municipales.  ¿Vá  á  decidir  el  Jefe  de  Policía,  si  es  fun- 
dada ó  nó  la  demanda?  Quién  revistió  al  Presidente  de 
la  República  de  la  facultad  de  fallar  en  el  caso  ocurrido, 
por  pago  de  multa,  ó  bien  dando  una  interpretación  autori» 
tativüy  sobre  el  alcance  de  una  ordenanza  municipal  dic- 
tada en  1876? 

Nunca  había  descendido  un  Presidente  á  estas  funciones 
de  Comisario,  poniendo  la  firma  con  que  se  legalizan  tra- 
tados, ó  se  dá  sanción  á  las  leyes,  al  pié  de  asunto  que  ni 
á  un  Juez  de  Paz  alcanza,  pues  es  de  la  privativa  com- 
petencia del  policial  de  la  esquina,  hacer  marchar  con 
solo  un  signo,  al  coche,  ó  al  individuo  que  se  para  en  la 
calle. 

¿Ignórase,  por  ventura,  que  en  las  grandes  ciudades^  es 
prohibido  á  los  transeúntes,  pararse  en  la  vereda,  y  que 
el  vigilante  del  lugar,  le  mandará  seguir  su  camino  (ctr- 
cularf)  6  lo  tendrá  por  sospechoso,  sujeto  á  ser  conducido 
al  puesto  inmediato?  Hé  ahí,  pues,  de  donde  parte  la  or- 
denanza sobre  circulación  de  carruajes.  No  es  licito  á  un 
carruaje  estacionarse  en  donde  le  place,  ni  detenerse,  con 
riesgo  de  obstruir  el  tránsito. 

Ya  empieza  á  sentirse  en  Buenos  Aires  el  inconveniente 
de  las  grandes  ciudades,  y  son  las  obstrucciones  de  las 
grandes  avenidas  del  comercio.  En  el  Strand  de  Londres, 
suelen  inmovilizarse  las  líneas  de  coches  por  una  legua, 
y  la  policía  apura  su  organismo,  para  hacer  marchar  aquel 
torrente  coagulado  de  coches.  En  el  Broadway  de  New- 
York,  no  es  permitido  entrar  á  los  carros  cargados,  no 
obstante  que  tiene  35  varas  de  ancho,  ni  echar  rieles  para 
tramways,  para  evitar  aquellos  terribles  contratiempos. 

La  Municipalidad,  pues,  regla  el  tránsito  por  ordenanzas. 

Tomo  zu.— 15 


226  OBRAS  DB  iARKinfTO 

8ÍD  necesidad  para  ello  de  las  lacabraoiones  de  un  notable 
abogado,  que  nos  las  repita,  de  un  Jefe  de  Policía  que  no 
las  entienda,  pero,  que  consulta  á  otro  que  lo  ilumine  para 
menos  entenderlas,  y  de  un  Presidente  que  declare,  sin 
hacerlo  como  debiera,  que  la  Municipalidad  es  el  poder 
que  ezije  el  articulo  59  de  la  Constitución,  A  fin  de  que 
ella  misma  funcione  con  sus  poderes  legislativo,  judicial 
y  ejecutivo.  Sentiríamos  ver  al  Presidente  hacer  funcione» 
de  asesor,  á  fuerza  de  querer  estender  su  acción.  No  ha 
debido  firmar  el  decreto  que  inculpamos,  como  atentatorio. 

Si  fuéramos  empresarios  de  coches  habríamos  puesta 
óbice  k  la  ordenanza,  en  lo  que  prohibe  que  se  tomen 
pasajeros  (sin  estacionarse  en  las  calles  contiguas  k  la 
plaza).  Un  coche  vacio  pasa:  pregunto  si  va  desocupada 
y  est&ndolo  lo  tomo. 

El  tr&nsito  no  es  obstruido:  el  coche  de  alquiler,  toma 
pasajeros  en  calles  libres. 

.  Se  entiende  que  todo  esto  no  se  ha  de  ventilar  ante  un 
Juez  ordinario,  que  tiene  la  facultad  de  declarar  inconsti- 
tucionales las  leyes  dictadas  por  el  Congreso,  cuando  y 
mas  ordenanzas;  pero  el  Juez,  y  no  el  Jefe  de  Policía,  ni 
el  Ministro,  ni  el  Presidente. 

ERPRESAS  DE  Lt  LUZ  ELÉCTRICA 

Tiene  entre  manos  la  Municipalidad  la  5;oluoion  que  debe 
adoptar  sobre  propuesta  de  los  empresarios  Stragg,  y  como 
es  natural,  unos  Municipales  se  inclinati  k  nceptarlas, 
mientras  que  algunos  otros  y  entre  ellos  el  Presidente, 
desearían  mas  tiempo  para  resolver  con  mejor  conocí* 
miento. 

La  prensa  en  general  y  nosotros  con  ella  estaríamos  por 
la  pronta  adopción  del  sistema,  y  de  la  propuesta,  en 
cuanto  ella  permite  adoptar  nuevos  perfeccionamientos, 
y  revisar  los  precios  cuando  hayan  resultado  averiguados 
sobre  que  basar  los  juicios. 

Hemos  entrado  en  un  período  de  progresos  que  hacen 
del  mundo  civilizado  una  sola,  nación,  en  cuanto  á  la  adop- 
ción de  ciertas  mejoras.  Decide  de  bu  adaptabilidad,  la 
aplicación  que  de  las  ciencias  hace  el  capital  k  la  in- 
dustria ó  &  las  necesidades  públicas. 


PROGRESOS  GfiNBRALBS  2S7 

TenemoB  alumbrado  &  gas,  porque  lo  tienen  todas  las 
ciudades  del  mundo,  y  cuando  una  empresa  de  capitales 
extrangeros  solicita  poner  el  alumbrado  eléctrico  en  Bue- 
nos Aires,  es  porque  est&n  afanados  en  París,  en  London, 
en  New  York  colocando  los  tubos  que  conducirán  los  alam- 
bres del  alumbrado  eléctrico;  y  como  Buenos  Aires  cuenta 
por  algo  en  la  América  del  Sur,  por  la  misma  razón  que  un 
empresario  de  teatro  propone  á  Sarah  Bernhardt,  venir  & 
dar  funciones  en  la  Opera  de  Colon,  los  capitalistas  euro- 
peos echando  la  vista  por  el  mundo,  en  busca  de  ciudades 
üuminables  inmediatamente  por  medio  de  la  electricidad, 
mandan  sus  agentes  k  Buenos  Aires,  á  ofrecer  las  primi- 
cias del  grande  descubrimiento,  desde  que  ha  salido  ya 
del  laboratorio,  y  pasado  á  las  manos  del  industrial.  Ma- 
ñana,  sino  lo  está  ya,  será  propuesta  á  Río  Janeiro,  San- 
tiago, Montevideo,  y  por  algunos  años  mas,  y  hasta  que 
se  haya  hecho  vulgar,  no  se  estenderá  á  otras  ciudades 
Buenos  Aires  es  reputado  el  iniciador  en  esta  parte  de 
América. 

Ya  se  esplica,  porqué  razón  la  prensa  ha  estado  en  favor 
de  la  adopción  del  contrato,  que  nos  pone  á  la  par  en 
iluminación  de  las  grandes  ciudades. 

No  es  nuestra  Municipalidad  la  que  con  sus  luces  ha- 
brá de  decidir  sobre  la  practicabilidad  de  la  iluminación 
eléctrica. 

Es  la  ciencia  conjunta  de  todas  las  naciones,  y  la  opinión 
del  capital  la  que  decide  estos  puntos.  Hace  tres  años 
que  Edison  lanzó  á  la  circulación  la  idea  de  aquella  po< 
eibilidad,  y  recuerdan  que  aun  aquí  bajaron  las  acciones 
del  gas. 

Todos  los  laboratorios  se  pusieron  en  movimiento,  y  son 
veinte  los  sistemas  hallados  para  hacer  práctico  el  invento* 
Es  ya  práctico,  y  para  convencimiento  de  los  que,  por  estar 
lejos  del  teatro  de  la  actividad  pudieran  conservar  dudast 
les  recomendaremos  la  lectura  del  Scientific  Ameriean  de 
1881,  cuyos  asertos  en  materia  de  ciencias  aplicadas  á  la 
industria  hacen  autoridad  en  Europa,  sobre  informes  práC' 
tieos^  artes^  eiencias^  mecánica,  quimiea  y  manufacturas. 

En  el  número  da  Noviembre  19,  trae  un  articulo  sobre 
la  distribuoíon  de  luz  y  calor  en  la  ciudad  de  Neto  York^  que  gus- 
taríamos de  trascribir  integro,  pero  que  carecería  para  el 


228  OBRAS  1>ÍE  SAKMiBNTO 

convencimiento  de  la  elocuencia  del  magnifico  grabado 
que  cubre  la  primera  página,  con  la  colocación  de  los 
tubos  de  hierro  en  el  centro  de  la  calle,  en  Nueva  York, 
por  dos  de  las  mas  colosales  empresas,  según  el  Scientific 
American^  que  se  hayan  organizado  hasta  ahora. 

Uno  de  los  tubos  lleva  los  conductores  de  la  luz  eléc- 
trica; pero  ¿qué  se  imagina  el  pobre  lector  sur  americano 
que  lleva  el  otro?  Vapor  condensado  para  distribuir  k  do- 
micilio, con  sesenta  máquinas  para  producirlo  en  cada 
barrio  ó  manzana,  á  ñn  de  que  cada  vecino  tome  el  que 
necesite,  para  mover  sus  instrumentos  si  es  industrial, 
para  hacer  de  comer^  calentar  agua,  y  mantener  tibia  sus 
habitaciones,  desterrando  el  uso  de  fuego,  aquella  anti- 
gualla, que  hace  humo  y  causa  incendios. 

¿Y  nos  estamos  parando  aqui  en  el  abecé  de  los  progre- 
sos, el  alumbrado  eléctrico,  que  es  ya  historia  antigua,  de 
un  año  ? 

« En  el  lado  occidental  de  nuestra  ciudad  (Nueva  York) 
dice  el  Scientific  American^  la  Compañía  de  luz  eléctrica  de 
Edison,  está  colocando  un  sistema  completo  [de  conduc- 
tores en  las  calles,  mientras  que  la  Compañía  de  vapor  de 
Nueva  York  está  ocupada  al  estremo  occidental  de  la  obra 
de  poner  los  tubos  para  la  general  distribución  de  vapor, 
suministrar  calor  y  poder  motor.  Las  estaciones  centrales 
de  ambas  compañías  están  en  proceso  de  construcción,  y 
los  preparativos  de  oficinas  estarán  bien  pronto  en  ejer- 
cicio. 

«La  Compañía  de  Luz  Eléctrica  Edison,  ha  puesto  ya 
tres  millas  (19  de  Noviembre  del  año  pasado)  de  conduc- 
tores sobre  una  área  de  tres  cuartos  de  milla  cuadrada, 
al  sud  de  la  calle  Spruce,  y  al  este  de  la  de  Nassau.  Cuando 
este  distrito  esté  completo,  habrán  catorce  millas  de  coa- 
ductor bajo  las  calles,  y  siete  millas  conductor  de  servicio. 
Estos  conductores  alimentarán  16.000  lámparas  y  400  ca- 
ballos de  fuerza  para  mover  maquinaria.» 

Aun  á  riesgo  de  distraer  la  atención,  transcribiremos  lo 
que  se  refiere  á  la  distribución  de  vapor  por  lo  estupendo  de 
la  obra.  «La  Compañía  de  vapor  de  Nueva  York  está  coIol. 
cando  tubos  en  la  calle  de  Greenwich,  mientras  que  al 
mismo  tiempo  se  está  erigiendo  una  Inmensa  casa  caldero, 
ó  estación  de  calor,  en  la  misma  calle,  para  suplir  vapor  y 


PROGRESOS  GENERALES  229 

calor,  á  uno  de  los  diez  distritos  en  que  la  ciudad  está  divi- 
dida. La  mayor  parte  de  las  estaciones  están  ya  localizadas 
y  la  obra  en  el  distrito  avanza  rápidamente. 

«La  casa  caldero  se  eleva  cien  pies  de  altura,  y  contiene 
cuatro  pisos  de  calderos  con  diez  y  seis  calderos  en  cada 
piso,  loque  hace  sesenta  y  cuatro  calderos,  con  la  fuerza  de 
quince  rail  caballos.» 

«cLas  dos  chimeneas  son  mas  altas  que  el  monumento  de 
la  montaña  de  Hill.» 

Ya  puede  preparar  el  oido  la  Municipalidad  á  que  le  pidan 
permiso,  un  día  de  estos  para  montar  en  cada  parroquia 
una  casa  caldero,  para  proveer  de  calor,  con  economía  del 
carbón  y  leña  que  cada  uno  gasta  en  veinte  mil  casas,  en 
lugar  de  catorce  fuegos  para  todas.  Se  nos  distribuye  el 
agua  ¿porqué  no  el  fuego?  Tenemos  carruaje  á  la  puerta  en 
el  tramvv^ay  ó  en  el  wagón  para  movernos,  ¿por  qué  no 
hacemos  entrar  adentro  de  casa  un  poco  de  fuerza,  la 
de  un  caballo  para  que  trabaje  por  nosotros,  mientras  con- 
versamos ó  disputamos  sobre  el  pasaje  de  Venus,  con  per- 
miso del  Gobierno? 

La  verdad  es  que  Buenos  Aires  está  dotado  de  todos  los 
organismos  en  que  están  reconcentrando  por  medio  del 
capital  la  fuerza  que  antes  empleaba  cada  familia  ó  per- 
sona para  proveer  á  necesidades  comunes  á  todas.  Como 
el  alumbrado  eléctrico  se  impone  á  si  mismo,  por  que  no 
hemos  de  quedar  una^ora  atrás  del  movimiento  general, 
creemos  que  las  propuestas  que  se  han  hecho  deben  ser 
atendidas,  desde  luego,  sin  dejar  lugar  á  las  contingencias 
futuras. 

Como  se  ve  por  el  Scientifie  Anuriean  en  Noviembre  estaba 
ejecutada  una  legua  de  tubos  y  todavía  en  Marzo  no  se  dice 
nada  de  alumbrado  eléctrico  en  Nueva- York,  lo  que  mues- 
tra el  tiempo  que  se  necesita  para  llevar  á  cabo  tan  grande 
obra.  Aquí  se  pasarán  seis  meses  solo  de  ensayo,  para 
mostrar  el  sistema  y  cuando  los  dos  años  del  contrato  de 
gas  hayan  fenecido,  apenas  estarán  concluidas  las  encinas 
de  administración  del  terrible  elemento  de  que  se  constru- 
yen los  rayos,  mientras  que  antes  de  concluirse  el  ensayo 
en  Buenos  Aires,  Nueva-York  nos  llevará  un  año  de  eje- 
cución de  todas  las  obras  necesarias. 


230  OBKA»   un  HAKMIMMTO 

Nunca  mejor  que  ahora  para  arribar  á  arreglos  racio- 
nales por  una  y  otra  parte. 

El  Presidente  de  ia  Municipalidad,  ia  Comisioa  de  Higie^ 
ne^  la  de  Hacienda  y  toda  la  Corporación»  se  componen  de 
personas  honorables  y  entendidas,  como  lo  son  los  empre- 
sarios y  los  intermediarios. 

Todos  inspiran  la  mas  completa  confianza. 

Se  ha  hablado  de  una  licitación»  para  dentro  de  dos 
años.  Nos  parece  la  precaución,  mas  riesgosa  que  el  riesgo 
mismo,  á  causa  del  lapso  de  tiempo,  de  las  combinaciones 
posibles,  de  las  codicias  y  artimañas  provocadas,  y  de  do 
saberse  en  que  manos  estará  el  pandero  entonces. 

No  se  ha  acostumbrado  hacer  en  ferrocarriles,  ni  aguas 
corrientes,  iluminación  y  vastas  empresas,  estos  llamados 
urbi  et  orbi^  por  que  no  se  prestan  á  ello. 

Se  están  poniendo  los  tubos  de  los  conductores  en  Nueva» 
York,  en  Paris,  en  Londres,  y  probablemente  en  cien  ciu- 
dades norte-americanas,  porque  la  Compañía  de  luz 
eléctrica  Edisoni  tiene  asegurados  contratos  en  la  mayor 
parte  de  las  de  aquella  gran  nacion,*"y  como  hemos  dicho 
antes,  la  duda  no  nos  es  permitida,  pues  son  todos  los  sabios 
de  Europa  y  Norte-América,  con  los  millones  de  capital 
comprometidos  los  que  responden  del  éxito  de  la  trasfor- 
macion  del  modo  de  iluminar.  ¿Quedará  en  Buenos  Aires 
aplazado  por  dos  años  maS;,  la  resolución  de  problema  cien 
veces  resuelto  ya? 

Y  sin  embargo,  no  es  nuevo  este  sistema  de  aplaza* 
mientos.  Todo  Londres  estaba  iluminado  á  gas  hací  i 
tiempo,  cuando  se  presentó  en  Paris  el  empresario  ofre- 
^ciendo  iluminarlo  con  la  luz  sol,  que  asi  se  llamó.  Princi- 
pió por  iluminarse  las  TuUerías  que  lo  estuvieron  ocho 
días  consecutivos  á  satisfacción  del  gobierno;  pero  la  ciencia 
de  los  sabios  de  la  Academia  de  las  Ciencias,  acabó  por 
probar  que  el  gas  sol  no  alumbraba  como  las  velas  de  sebo, 
ó  el  quinqué  de  aceite,  y  se  pasaron  años  sin  adoptarse  el 
gas  en  Paris.  El  telégrafo  eléctrico  tuvo  la  misma  suerte. 
Los  sabios  sostenían  á  priori,  que  la  electricidad  no  se  tras- 
mitía á  diez  leguas,  y  no  se  aceptó  en  diez  años  el  telégrafo 
Morse,  inventando  un  telégrafo  de  brazos  eléctrico,  una 
gosa  que  no  era  ni  sal,  ni  agua;  pero  que  hacia  utilizable 
los  establecimientos  del  telégrafo  de  brazos,  y  satisfacía  el 


PROGRSSOS  OKNKRALBB  231 

«espirítu  de  localismoi  pues  los  s¿bios  no  estaban  exentos 
de  él,  antes*  La  Francia  se  bañó  en  sangre,  en  su  revo» 
iucion  de  1789|  por  desechar  como  una  imposición  inglesa, 
el  reglamento  de  debates  de  la  C&mara  de  ios  Comunes. 

Nosotros  tenemos  la  felicidad  de  tener  nuestros  sabios 
en  Inglaterra,  en  Francia,  en  los  Estados  Unidos;  y  en 
materia  de  practicabilídad  en  los  capitalistas  que  llevan  á 
<>abo  las  obras.  Lo  que  nosotros  ponemos  en  las  innova- 
<^iones  y  en  los  contratos,  es  la  honradez,  y  la  capacidad  de 
apreciar  las  cosas,  y  eso  sobra  á  nuestra  Municipalidad 
actual,  siendo  el  Presidente  un  fiscal,  mandado  hacer  para 
no  dejarse  influir  por  motivos  torcidos.  No  sabemos,  quie- 
nes serán  los  municipales  de  aquí  &  dos  años.  Atengá- 
monos á  los  que  conocemos.  Diez  años,  pasan  sin  sentirlo, 
y  toda  empresa  necesita  un  tiempo  para  resarcirse  de  los 
gastos  de  instalación  y  material.  Cuánto  .costarán  las 
leguas  de  tubos  subterráneos  de  hierro  y  de  cobre,  y  ios 
millares  de  pilares  y  los  aparatos? 

NOTICIAS  Y  DATOS  AMERICANOS 

La  industria  de  la  elaboración  de  azúcar,  avanza  cada 
día  á  pasos,  que  debemos  llamar  sin  hipérbole,  agigan- 
-tados.  Tucuman,  Salta,  Santiago,  Corrientes,  Jujuy,  For- 
mosa  en  el  Chaco,  se  agitan  y  cambian  de  aspecto,  por  la 
apertura  de  canales  de  irrigación,  desmonte  de  tierras 
vírgenes  y  rápida  plantación  de  la  caña  de  azúcar.  Los 
trenes  de  los  ferrocarriles  y  los  vapores,  van  de  día  en  día 
abrumados  con  la  poderosa  carga  de  las  máquinas  de 
reciente  invención  y  perfeccionamiento  de  los  ingenios 
modernos,  tan  perfectos  ya,  que  es  fabricante  de  azúcar  de 
primera  calidad,  el  que  tenga  caña  á  mano  y  haya  logrado 
montar  su  maquinaria.  La  azúcar  saldrá  perfecta,  al  fin 
de  la  serie  de  manipulaciones  que  indica  el  ritual. 

Algo  puede  perturbar  sin  embargo  esta  marcha  creciente 
de  productos  que  cada  día  extiende  los  límites  del  consumo 
dentro  del  de  nuestro  territorio;  y  es  bueno  poner  al  alcance 
de  todos,  los  hechos  que  influyen  en  el  precio  del  azúcar 
en  otros  países,  á  fin  de  que  se  tengan  en  cuentan  estos, 
en  la  inversión  de  capitales. 

ElBrazü  and  Biver  fíate  Maü  de  16  de  Febrero  de  este  año» 


232  OBaAS  OB  saeimibnto 

anunciando  la  disminución  en  el  consumo  del  café  que  se 
experimenta  en  el  mundo,  á  causa  probablemente  de  alguna 
falsificación  ó  mezcla  con  otros  granos  como  un  dátil  de 
palma,  d&  del  consumo  del  azúcar  la  noticia  siguiente. 

«tSi  volvemos  nuestra  atención  al  azúcar,  dice,  aquí  (Ingla- 
«  térra)  su  valor  va  constantemente  declinando,  y  en  efecto, 
«  apenas  hay  un  articulo  de  esta  clase  para  el  consumo  de 
<c  la  familia,  que  no  se  esté  vendiendo,  según  estamos  in- 
a  formados,  á  menos  id  costo  de  produecUní^  y  acarreando  pér- 
«  didas  constantes  á  los  importadores.  Viene  á  ser,  pues, 
«  cuestión  grave,  saber  á  donde  irá  á  parar  esto,  ó  cuando 
«  encontrarán  las  cosas  su  nivel. 

(c  Imposible  es  decir  hasta  cuando  durará  la  tendencia 
«  á  la  baja,  porque  al  fin  término  ha  de  tener,  no  pudiendo 
«c  suponer  que  los  importadores  hayan  de  continuar  hacién- 
c  dolo  siempre  con  pérdida. 

a  Toca  á  un  país  como  el  Brasil  estudiar  los  signos  de 
«  los  tiempos,  y  reducir  los  derechos  sobre  la  exportación 
«  de  la  azúcar,  á  ñn  de  poder  hacer  frente  á  la  competen- 
te cia  á  que  está  sugeto  ahora». 

Esta  declinación  de  los  precios  del  azúcar  en  Europea, á  ser 
efecto  del  aumento  de  producción,  á  mas  de  la  del  Brasil 
en  otros  países,  ha  de  afectar  necesariamente  el  precio  de^ 
la  nuestra,  aun  dentro  de  nuestros  propios  límites. 

Las  mismas  facilidades  que  los  perfeccionamientos  intro* 
ducidos  en  la  maquinaria  han  dado  á  la  fabricación  del 
azúcar  en  Tucuman,  están  generalizando  y  propagando  la 
plantación  de  caña  en  todos  los  países  adecuados,  y  hacien* 
do  abundar  mas  y  mas  el  articulo.  Algunas  otras  materias 
primas  como  el  trigo  ó  una  variedad  de  trigo,  se  emplean 
en  otras  partes. 

Por  largo  tiempo  no  ha  de  ser  remunerativa  la  exporta- 
ción de  nuestros  excesos  de  producción  en  azúcar,  pues 
tenemos  apenas  Chile  como  mercado  en  América,  y  el  Perú 
lo  provee,  siendo  un  concurrente  formidable  el  Brasil  que 
provee  de  este  articulo  á  los  mas  grandes  mercados  del 
mundo,  con  la  Habana. 

En  Buenos  Alies  y  Montevideo  la  azúcar  del  Norte  encon- 
trará la  del  Brasil  en  posesión  del  mercado,  y  tendrá 
siempre  que  arreglarse  á  sus  precios,  los  cuales  dependerán 
de  los  que  obtenga  en  el  mercado  inglés,  que  como  se  vé 


PROGRfiSOS  OBNBRALES  233 

poco  promete.  Pueden  pues,  si  dura  esta  situación  délas 
cosas,  ofrecerse  azúcar  brasilera  en  Buenos  Aires  conno  en 
Londres»  á  precios  de  costo. 

Esto  hará  que  los  productores  argentinos  habrán  de  medir 
sus  precios  á  estos  diversos  coeficientes.  La  producción 
argentina  en  general  puede  igualar  en  cuatro  ó  cinco 
años  mas,  el  consumo  argentino,  que  se  deduce  de  las 
cantidades  de  azúcar  importada  hace  cinco  años,  cuando 
se  hacia  sentir  la  producción  tucümana. 

Pero  no  debe  olvidarse  que  la  mitad  de  la  azúcar  extran- 
jera es  refinada^  y  la  purificación  de  Tucuman  y  Santiago  no 
ha  de  sustituirla  en  gran  parte,  por  cuanto  es  usada  por  la 
población  mas  culta  y  acomodada  en  el  té,  el  café  y  otras 
bebidas  en  las  que  se  siente  el  sabor  de  las  melazas  que 
quedan  sin  deluirse. 

Asi  pues,  por  los  azúcares  extranjeros,  y  por  las  refinadas, 
la  producción  del  país  no  podría  proveer  por  largo  tiempo 
á  mucho  mas  de  la  mitad  del  consumo,  aunque  pudiera 
extenderse  la  producción;  pues  que  es  otra  condición  Ja  del 
consumo  del  azúcar  que  no  está  precisamente  en  relación 
con  el  número  de  habitantes,  consumiéndose  dos  onzas  de 
azúcar  al  año  por  habitante  en  la  Rusia,  y  treinta  libras  en 
los  Estados  Unidos.  Todo  hace  creer  que  la  ciudad  de 
Buenos  Aires  consume  cincuenta  libras  por  persona. 

No  están  de  mas  estas  observaciones,  cuando  en  el  mismo 
periódico  leemos,  que  «los  bonos  argentinos  (Febrero  16)  no 
obstante  la  crisis  financiera  que  atraviesa  el  mercado  inglés, 
y  la  general  depreciación  de  las  acciones  extranjeras,  se 
mantienen  firmes,  circunstancia  que  es  una  de  las  facciones 
notables  de  la  Bolsa,  atribuyéndolo,  sin  duda,  á  la  con- 
fianza generalmente  sentida  en  el  futuro  desenvolvimiento 
del  pais». 

La  siembra  de  trigo  como  el  principal  de  los  cereales 
cultivados  en  el  país  admite  hacer  las  mismas  observaciones 
que  con  respecto  al  azúcar.  La  cosecha  de  este  año  ha  sido 
abundante,  de  manera  que  el  precio  de  la  harina  ha  bajado 
considerablemente,  y  continua  bajando,  no  obstante  que  su 
consumo  se  difunde  y  varia  cada  dia  mas,  como  para 
galleta,  fideos,  en  cantidades  que  suben  á  millones  de^ 
pesos. 

El   cultivo  del  trigo,  sin   embargo,  ha  de  hacerse   en 


234  0BR48  DB  8A.iilttEMT0 

vista  de  la  exportación,  para  que  sirva  de  base  &  la 
inmigración. 

Un  país  se  basta  así  misnao  con  ciertas  cantidades  de 
trigo;  y  cada  Provincia  argentina  produce  en  años  buenos 
tanto  ó  mas  de  lo  que  xonsume.  La  emigración  abriendo 
y  cultivando  terrenos  nuevos,  produciría  cantidades  enor- 
mes de  trigo  y  este  puede  bajar  &  precios  ínfimos,  si  no 
tiene  mercados  exteriores  adonde  enviar  su  exceso  de  pro- 
ducción sobre  el  consumo  interior. 

Esta  es  la  gran  cuestión  de  la  emigración. 

Es  preciso  producir  k  precios  que  puedan  competir  con 
los  que  la  masa  enorme  de  la  producción  norte-americana 
establece  en  los  mercados  europeos,  sembrando  el  trigo  y 
recogiéndolo  con  m&quinas,  trasportándolo  por  ferro-carriles 
continuos,  y  &  inñmo  precio  moviéndolos  en  masa  en  los 
elevadores,  hasta  ponerlos  en  los  buques  y  en  los  puertos 
sin  intervención  de  la  fuerza  humana. 

Es  muy  feliz  y  próspero  para  la  Provincia  de  Santa  Fe 
el  que  las  colonias  se  aumenten  rápidamente,  no  tanto  por 
las  nuevas  extensiones  que  someten  á  cultura,  sino  por 
cuanto  acortan  las  distancias  despobladas  que  separan 
las  plantaciones  entre  si,  lo  que  aumenta  el  valor  del  trans- 
porte de  los  cereales,  aumentando  su  costo  de  primera 
mano. 

Las  colonias  de  Santa  Fe  no  aseguran  una  prosperidad 
permanente  sino  cuando  hayan  ligado  entre  si  por  ferro- 
carriles los  diversos  centros  de  población  y  poblado  el 
terreno  intermediario,  para  poner  sus  cereales  en  las  mis- 
mas condiciones  ó  aproximativamente  que  los  de  los  Esta- 
dos Unidos. 

Luchan  estos  con  los  cereales  del  Canadá,  que  vienen 
todavía  á  precios  mas  bajos,  á  causa  de  la  limitación  de  los 
salarios,  ú  otras  condiciones  favorables;  pero  cuando  el 
aumento  de  producción  se  hace  de  S87  y  tres  cuartos  millo- 
nes de  busheis  en  1869,  á  459  millones  y  medio  en  1879« 
preciso  que  sean  muy  grandes  las  ventajas  que  ofrece  el 
cultivo  del  trigo,  y  enorme  la  masa  que  lanza  sobre  los 
mercados  europeos,  pues  si  bien  crece  la  población  en  el 
intertanto,  en  1869  correspondían  á  cada  habitante  siete 
busheis,  ocho  décimos,  mientras  que  en  1879,  correspondían 
mas  de  nueve. 


paooassos  obmbrauss  235 

La  República  nuestra  ha  debido  producir  en  estas  mis^ 
mas  proporciones  este  año,  diez  y  ocho  millones  de  bus- 
hels  de  trigo  &  ñn  de  que  correspondan  nueve  por  habi- 
tante. 

Para  dar  lastre,  diremos  así,  á  la  producción  del  trigo, 
correspondieron  en  aquellos  años  761  millones  de  bushels 
de  maiz  en  1869,  por  1765  millones  por  1879. 

Es  curioso  observar  que  los  Estados  Unidos  se  proveen 
de  cebada  del  Canadá  para  hacer  cerveza,  como  nuestros 
cerveceros  prefieren  la  de  Chile,  á  la  que  en  el  pais  se 
cosecha. 

Aun  no  se  ha  aveuturado  cifra  alguna  con  pretensión  de 
aproximarse  k  la  verdad  ó  de  conocerla,  sobre  la  cosecha 
de  cereales  este  año,  como  será,  fácil  bien  pronto  saber  la 
de  azúcar,  pues  se  aproxima  la  cifra.  Estas  cifras  son  como 
ia  sonda  en  la  navegación  de  nuestros  ríos. 

EMPRESAS  DE  UTILIDAD  PQBLICA 

Predomina,  entre  nosotros,  la  mala  tendencia  de  querer 
reconcentrar  en  la  administración  pública,  toda  empresa 
vasta,  y  el  desconocimiento  del  mérito  de  la  iniciativa  que 
debe  rodearse  de  todas  las  garantías  de  que  participa  la 
invención. 

Estos  hechos  son  mas  trascendentales  de  lo  que  á  primer 
vista  parece,  pues  mucho  influyen  en  debilitar  nuestros 
elementos  de  progreso. 

La  Municipalidad  reconoció  la  conveniencia  de  la  cons- 
trucción de  lavaderos  públicos,  lo  que  era  esencial  desde 
que  sus  ordenanzas,  con  fundada'razon,  prohiban  el  lavar 
en  las  riberas  de  la  ciudad  y  en  ios  conventillos. 

Un  empresario  particular  fué  el  que  tomó  la  iniciativa, 
presentando  después  de  estudiar  todos  los  diversos  sistemas 
-de  lavaderos  públicos,  adoptados  en  las  principales  capitales 
de  Europa,  un  proyecto  sumamente  perfeccionado  y  adap- 
tado á  las  condiciones  de  estaticiudad,  cuyos  planos  fueron 
aprobados  por  la  municipalidad,  pero  reservándose  ella 
construirlos  en  vez  de  darle  al  proponente  la  autorización 
que  solicitaba. 

Para  proceder  asi  tuvo  por  razón  el  creer  que  el  negocio, 
que  se  proponían  realizar  los  solicitantes,  iba  á  ser  muy 


236  OBRAS   l)R  8ARM1BNT0 

lucrativo,  conviniendo,  por  lo  tanto,  á  la  Corporación  explo- 
tarlo directamente,  haciendo  por  su  cuenta  los  lavaderos. 
Singular  criterio  destinado  á  ahogar  toda  iniciativa  indi- 
vidual! 

El  que  encuentra  un  gran  negocio  que  hacer^  como  no 
creemos  que  sea  el  de  los  lavaderos,  tiene  tanto  titulo  para 
explotarlo  como  el  que,  en  los  campos  desiertos,  descubre 
una  rica  mina,  y  solo  con  esa  seguridad  es  que  el  hombre 
se  aventura  en  las  especulaciones  siempre  peligrosas,  que 
se  separan  del  giro  rutinario,  y  esfuerza  su  ingenio,  bus- 
cando la  riqueza  propia  en  la  creación  de  nuevos  medio» 
de  adelanto  social. 

No  progresarían  los  Estados  Unidos  como  progresan,  si 
sus  poderes  públicos  viesen  con  celo  los  millones  que  se 
producen  por  la  iniciativa  de  los  particulares,  que  cuando 
se  enriquecen  creando  cosas  nuevas,  lo  hacen  siempre  con* 
provecho  general. 

Allí  el  Estado  ha  solido  hacerse  empresario  pero  por 
razones  muy  diversas,  en  las  que  tenemos  la  de  suplir  la 
falta  de  empresas  particulares  que  quieran  emprender 
algún  trabajo  de  utilidad  pública  de  urgente  necesidad. 

En  el  caso  actual,  desde  que  la  propuesta  no  encierra  un 
monopolio,  ni  natural,  ni  artificial,  la  conducta  de  la  Mu- 
nicipalidad no  tiene  en  su  apoyo  ni  ningún  principio  justo, 
ni  ninguna  conveniencia  práctica. 

Según  recordamos,  la  propuesta  contenía  la  base  de  que 
las  obras  podían,  después  de  cinco  años,  ser  expropiadas 
por  su  valor,  y  van  cerca  de  ocho  que  la  Municipalidad  con 
el  proposito  de  explotarlas,  construyéndolas  por  su  cuenta, 
no  quiere  permitir  su  establecimiento.  Si  al  principio  los 
hubiese  autorizado,  haría  tiempo  que  ellas  estarían  pres- 
tando  sus  servicios  á  la  higiene  de  la  población  y  á  las 
pobres  lavanderas,  que  tienen  que  ejercer  su  rudo  oficio  ¿i 
la  intemperie  y  perder,  ya  por  las  bajantes  del  río  ó  por 
las  lluvias,  gran  número  de  días  hábiles,  al  mei^,  y  lo  que 
es  mas,  para  los  propósitos  de  esa  Corporación,  el  ensayo 
se  habría  hecho  sin  compromiso  suyo,  y  en  caso  de  buen 


PROGRESOS  GBMBRALBS  237 

éxito,  ella  tendría,  en  los  mismos  lavaderos,  la  base  para 
obtener  los  fondos  necesarios  para  la  expropiación. 

Podría,  como  hoy  no  puede,  tener  la  propiedad  y  la  renta 
de  los  lavaderos. 

Debemos  hacer  otra  observación  contra  semejante  pro- 
pósito, y  es  que  las  empresas  particulares,  en  obras  de  esta 
naturaleza,  van,  mas  ó  menos  tarde  á  la  concurrencia,  que 
abarata  y  perfecciona  los  servicios,  mientras  que  esto  no 
sucedería  si  la  Municipalidad  llevase  á  efecto  su  propósito. 

Aun  bajo  el  punto  de  vista  de  la  fiscalización  higiénica, 
la  explotación  particular  resulta  mas  ventajosa,  como  nos 
lo  demuestran  los  mercados  particulares  á  los  que  se  obli- 
ga, por  medio  de  multas  y  una  vigilancia  diaria,  al  estricto 
cumplimiento  de  las  ordenanzas  sobre  frutas,  carnes,  aseo 
etc.,  mientras  que  estas  poco  se  observan  en  los  mercados 
municipales. 

Por  otra  parte,  cuando  los  locos  continúan  durmiendo 
de  á  dos  en  cama,  y  se  cura  en  40  por  ciento  menos  que 
antes,  por  falta  de  local  en  que  atenderlos;  los  hospitales 
no  pueden  ser  servidos  como  lo  exige  el  tratamiento  de 
los  enfermos;  las  calles  no  pueden  empedrarse  por  falta  de 
dinero,  y  los  acreedores  de  la  Municipalidad  están  impagos, 
no  es  sensato  pretender  abarcar  la  realización  de  todas 
las  obras  de  utilidad  pública. 

La  Municipalidad  ni  puede  hacer,  ni  quiere  dejar  hacer. 

Dándole  á  este  asunto  la  importancia  que  tiene,  el  señor 
Ministro  del  Interior,  según  se  nos  informa,  ha  pedido 
todos  los  antecedentes. 

Como  hemos  visto,  se  trata  de  algo  mas  serio  que  de  la 
realización  de  una  empresa  útil  en  forma  oficial  ó  parti- 
cular. 

Hay  que  reaccionar  contra  un  sistema  funestísimo  para 
el  país,  por  medio  del  cual  se  le  priva  de  parte  del  princi- 
pal elemento  con  que  puede  contar  para  la  realización  de 
las  grandes  obras  de  que  carece,  y  que  tiende  &  disminuir 
Ja  inciativa  individual,  minando  por  el  hecho  la  base  de  la 
«riqueza  pública. 

La  indolencia  y  la  rutina  son  las  favorecidas. 


238  0SR4I  DI  tARUtnro 


LA  EXPOSICIÓN 

LA  POUGÍA 


Terminado  lo  ocurrido  en  el  local  de  la  Exposición  qa» 
motivó  el  arresto  de  un  individuo,  no  creemos  escusada 
nuestra  apreciación  del  caso. 

Sostenemos  que  la  policía  está,  en  su  lugar,  reclamada 
ó  no  donde  quiera  que  hay  considerable  agrupamiento  de 
gentes. 

Damos  por  fidedigna  la  exposición  de  los  hechos  tal  cual 
la  han  hecho  por  escrito  los  funcionarios  públicos;  y  según 
esa  versión  toda  la  razón  est&  de  parte  de  la  Policia. 

Hechas  estas  declaraciones,  deploramos  que  el  caso 
haya  ocurrido,  por  creer  que  todo  procedió  de  un  mal 
entendido,  del  choque,  diremos  asi,  de  dos  sistemas  opues- 
tos. La  autoridad  pública  cuida  de  la  observancia  de  las 
leye^  y  los  agentes  que  representan  al  público  hacen  res- 
petar  las  formas  convencionales  y  aceptadas. 

Es  prohibido  tocar  hi  objetos.    Prohibido  por  quién  ? 

Las  leyes  del  pais  no  prohiben  tocar  los  objetos. 

No  hay  delito  ni  crimen  en  tocar  nada;  pues  el  sacrile* 
gio,  atribuido  &  este  acto,  con  los  vasos  sagrados,  ha  desa- 
parecido de  la  legislación . 

La  Comisión  de  la  Exposición^  autora  de  la  prohibiciont 
no  puede  crear  delitos,  ni  imponer  penas. 

La  policia  no  inventa  delitos,  ni  priva  de  su  libertad  k 
nadie,  por  actos  que  ninguna  ley  prohibe. 

Es  lícito  hacer  lo  que  la  ley  no  prohibe.  Esto  es  de  dere- 
cho  humano. 

Luego  no  se  puede  prender  &  un  hombre  por  haber  toca- 
do objetos  de  la  Exposición,  ni  al  que  fuma  en  los  carros 
ó  al  que  entra  en  una  casa  en  construcción  no  obstante  el 
sacramental  aviso,  no  se  permite. 

¿  k  dónde  iríamos  k  parar  si  un  hombre  hubiere  de  ser 
privado  de  su  libertad  por  violar  una  de  estas  prohibiciones 
que  no  emanan  dé  ley?    Si  la  policia  pudiese  dar  órdenes. 


PR06RB8O8  GBNBRALBS  239 

decretos,  que  traigan  aparejada  prisión,  tendríamos  el  mas 
torpe  de  los  despotismos,  el  del  policial  autor  de  la  ley  ó 
ejecutor  ciego  de  un  mandato. 

¿Quien  hizo  estas  prohibiciones,  y  quién  las  hace  eje- 
cutar ? 

Las  exposicionesi  las  carreras,  los  grandes  meetings,  los 
bailes,  las  fiestas  públicas  y  centenarios,  están  sometidos 
hoy  á  una  legislación  especial  en  todas  las  partes  civiliza- 
das, que  rige  y  se  observa  en  Fíladelña,  París,  Londres, 
Berlín  y  en  Buenos  Aires,  felizmente  con  vigor,  sin  nece- 
sidad de  la  fuerza,  fuera  del  dominio  de  las  autoridades 
públicas.  Entiéndase  que  la  policía  estará  presente,  pero 
se  entiende  también,  y  lo  acepta  sin  ofensa  ella  misma,  que 
debe  disimularse,  por  ser  de  mal  tono^  que  se  vean  ar- 
mas, uniformes,  autoridades,  donde  están  reunidos  gentlemen^ 
caballeros,  pues  tales  son  los  que  presiden  á  la  fiesta,  y  el 
pueblo  que  con  boleto  asiste. 

Cosa  digna  de  notarse !  Donde  quiera  que  esta  influencia 
domina,  porque  no  es  legislación,  el  pueblo  justifica  con 
su  obediencia,  su  prudencia,  el  decoro  de  su  conducta  la 
suavidad  de  aquel  imperio. 

Es  prohibido  tocar  los  objetos^  escrito  en  letras  de  molde, 
es  una  orden  á  que  obedece  el  buen  tono,  el  sentimiento 
de  las  conveniencias,  la  conciencia.  El  castigo  estaría 
en  la  desaprobación  de  los  demás,  y  si  la  cosa  importa, 
acaso  en  la  reprimenda  ó  la  expulsión  del  mai  criado^  del 
poco  delicado  caballero,  que  abusa  de  su  libertad. 

¿Quienes  son  los  agentes  encargados  de  hacer  cumplir 
estas  disposiciones? 

Vaya  á  recibir  la  respuesta  el  curioso,  á  los  juegos  atléti- 
cos  ingleses,  á  las  carreras  de  Lanús.  Unos  caballeros  que 
llevan  al  pecho  un  moño  de  cintas  de  ciertos  colores;  he 
ahi  la  arma  y  el  derecho  para  hacerse  obedecer.  Quien 
va  á  resistir  á  una  orden  insinuada  por  uno  de  estos  guar- 
dianes? 

La  Exposición  tiene  mas  de  trescientos  empleados  de 
este  género.  Los  hay  á  palmos  con  escarapela  argentina: 
los  hay  con  la  cucarda  oriental:  los  habrá  con  la  brasilera; 
y  todos  tendrán  sobre  todos  los  objetos  cuya  guarda  les 
está  confiada,  aquel  membrete  es  prohibido  tocar  los  tíijetos. 

La  policía  de  seguridad   puede  estar  y  debe  estar  pre- 


240  OBRAS  DB  SARMIENTO 

senté  en  todas  partes,  pero  lo  repetimos,  su  presencia  debe 
disimularse  cuanto  sea  posible.  Sea  monárquico  ó  repu- 
blicano un  país,  en  todas  partes  se  entiende  que  en  exposi- 
ciones, en  carreras  inglesas,  presididas  por  comisiones  de 
gentlemen,  la  policía  hace  una  triste  figura.  No:  los  caballe- 
ros, las  señoras  en  tales  reuniones  no  están  guardadas  por 
la  policía,  para  que  no  cometan  desórdenes,  para  que  no  to- 
quen los  objetos  \  Está  solo  para  prevenir  delitos  ordina- 
rios. 

Si  aceptamos,  pues,  las  exposiciones,  tenemos  que  acep- 
tar los  usos  y  costumbres,  las  leyes,  reglamentos  y  organi- 
zación que  ellas  traen  consigo.  Tan  rigurosas  son  estas 
reglas,  que  en  las  carreras  los  franceses  han  tenido  que 
aceptar  no  solo  las  leyes  del  juego  inglés,  y  las  autoridades 
que  las  presiden,  sino  hasta  las  palabras  turf^  sports^  gen- 
tlemanrider,  y  todo  el  vocabulario  del  «turf»,  porque  no  hay 
otra  palabra  decenté^  con  que  designarlas. 

Así  pues,  una  Exposición  administrada,  regida  por  vigi- 
lantes, por  autoridades  policiales  ó  públicas,  es  una  fea 
cosa,  y  ha  de  dar  lugar  á  escenas  como  la  que  ocurrió  el 
otro  día,  no  por  culpa  del  vigilante  ni  del  repórter^  sino  por- 
que se  mezclaron,  permítasenos  la  frase,  harinas  de  dos 
costales  diversos,  verdadero  conflicto  de  dos  jurisdicciones 
distintas. 

No  era  el  policial  el  que  debió  prevenir  al  repórter  que  es- 
taba infringiendo  el  no  toque  hs  objetos^  sino  otro  empleado 
que  está  allí  para  eso,  con  una  cucarda  celeste  en  el  pe- 
cho, con  encargo  de  mantener  las  reglas  en  las  exposi- 
ciones. 

n 

EL    REPORTEB 

El  policial  está  alli  para  prevenir  los  delitos,  es  decir, 
robos,  riñas,  tumultos,  etc.  Y  aquí  viene  otro  incidente  y 
otro  conflicto  entre  las  autoridades  ordinarias,  el  policial 
que  no  entiende  están  coeae^  y  el  espíritu  de  nuestra  época,  y  los 
efectos  de  la  libertad  de  imprenta.  ¿Se  imaginaría  el  po- 
licial que  quiso  castigar  al  que  tocaba  un  objeto,  que  atre- 
pellaba la  libertad  de  imprenta  en  su  instrumento  mas 


PROGRESO»  GENERALES  241 

precioso  para  el  diario,  pero  mas  incómodo  y  desmesurado, 
para  la  sociedad,  cual  es  el  repórter? 

Pues  el  repórter  ha  cambiado  las  costumbres  de  las  na- 
ciones, y  modificado  con  sus  audacias,  su  entrometimiento, 
y  su  omnipresencia  hasta  las  reglas  del  bien  parecer. 

Al  repórter  se  le  perdona  mucho,  en  obsequio  de  la  publi- 
cidad moderna.  No  olvidemos  para  no  entrar  en  detalles 
que  Stanley  el  osado  viajero  que  salvó  á  Livingstone  en  el 
corazón  del  África,  era  un  simple  repórter  d^  Herald  (de 
Nueva  York)  que  andaba  á  caza  de  noticias  en  Europa. 

El  repórter  se  permite  todo;  y  el  público,  los  soberanos, 
los  congresos,  la  diplomacia,  y  aun  las  leyes  le  perdonan 
todo. 

En  el  estado  mayor  de  los  ejércitos  en  campaña,  en  la 
vanguardia  seria  fusilado  por  espía  el  intruso  que  no  per- 
tenece al  ejército  si  no  dijese  la  palabra  mágica  areporteri^; 
y  desde  ese  momento  es  dueño  de  tomar  notas  y  dar  el 
boletín  de  la  victoria  antes  que  lo  haya  pasado  el  Ge- 
neral. 

Dado  este  espíritu  y  estas  ideas,  explícase  lo  ocurrido 
en  la  Exposición.  Decididamente  el  repórter  de  Le  Courrier 
de  la  Plata,  no  amenazaba  robarse  el  coche,  y  la  policía  nada 
tenía  que  ver,  si  el  policial  no  hubiere  santamente  creído 
que  aquel  es  prohibido  tocar  ¡os  objetos,  era  una  ley  del  Con- 
greso, ó  una  Ordenanza  Municipal.  El  policial  creyó  de 
su  deber  estorbar  tamaño  delito;  y  el  Repórter  se  indigna 
contra  tanta  insolencia.  Un  Reporterl  que  se  introducirá 
en  el  gabinete  del  Emperador  de  Rusia,  y  leerá  un  tratado 
y  lo  publicará  al  día  siguiente!  reprendido  por  tocar  un 
objeto  para  dar  cuenta  de  su  consistencia! 

Acude  la  Comisión  de  la  Exposición  en  favor  del  Repórter 
y  puesto  que  ella  es  a4itora  de  la  prohibición,  no  halla  á 
mal  que  un  Repórter  de  diario  la  infrinja;  porque  es  pre- 
ciso decirlo,  estas  disposiciones  no  rijen  con  los  reportera, 
á  quienes  por  el  contrario  se  da  libre  entrada  en  todas  partess 
al  Congreso,  en  los  teatros,  álasfíestas  en  lugar  privilegiado 
á  los  paseos  abordo  del  Brown,  donde  quiera  que  ha  de  ha- 
blarse ó  hay  que  ver,  que  describir,  de  que  dar  cuenta  al 
público  por  la  prensa. 
Acude  un  oñcial  de  policía  y  halla  que  hay  desacato  de 

Tono  xu.^16 


242  OBKAS   DB  SARMIENTO 

^  parte  del  Repórter,  en  lo  que  tiene  razón  y  mucho  mas  en 

el  Presidente  de  la  Comisión  que  se  exaspera,  y  grita,  y  ae 
escandaliza  de  que  se  desconozca  su  autoridad  en  lo  que 
también  tenía  razón. 

El  conflicto  vino  pues  de  que  ambos  partidos  tenían 
razón,  y  si  se  exasperaban  es  porque  estaban  hablando  dos 
lenguas  distintas:  la  policía,  la  autoridad,  desacato:  el  re- 
pórter, la  comisión,  prácticas  sociales,  usos  modernos,  la 
galantería  que  debe  reinar  en  las  ñestas,  y  buen  tono  en 
lugar  donde  todo  debe  ser  culto,  elegante,  decoroso,  sin 
armas,  sin  autoridades  ostensibles. 

La  policía  tenia  razón;  pero  francamente  debió  sentir 
mucho  tener  razón,  ó  que  en  el  camino  le  diesen  razón.  El 
policial  no  debió  intervenir  en  el  caso  de  que  un  repórter 
tocase  un  objeto,  que  no  se  deteriora  por  ello;  pues  un  re- 
pórter no  tiene  figura  de  ratero,  ni  de  muchacho  urguete,  ni 
de  artesano  siquiera  para  creer  que  hubiese  intención  torci- 
da en  tocar  un  objeto. 

Mucha  razón  ha  tenido  la  policía  contra  desacatos  innega- 
bles é  injustificables;  pero  es  de  esperar  que  no  volverá  á 
repetirse  escena  que  no  hace  honor  á  un  país  donde  hay 
hipódromo  turf^  Exposiciones  y  juegos  attétioos. 

En  todos  estos  actos  populares,  el  Presidente  de  la  Comi- 
sión es  el  soberano,  asi  lo  quieren  las  reglas  del  buen  tono 
y  la  policía  lo  hacen  unos  caballeros  que  llevan  ó  una  gorra 
con  galón,  ó  un  moño  de  cintas  en  el  pecho.  La  policía 
de  seguridad  es  para  los  picaros;  y  no  para  los  que  tocan 
los  objetos  que  cuando  mas  ^seráo  mal  criados,  sino  son 
reporiers  de  diarios  que  hacen  profesión  de  meterse  en  todas 
partes  y  descolgarse  por  la  chimenea  si  le  cierran  la 
puerta  de  entrada. 

La  escena  del  otro  día  ha  sido  una  antigualla  de  mal 
gusto,  y  de  peor  tono. 


PRüQRBSOS  GENKRALES  243 


ROYAL  SÚCIETY 

FOR  THE  PBEVENTION  OF  CRÜELTT  TO  ANIMALS 

(Bi  Naeionat,  Abril  5  de  188i.) 

Lo  diremos  en  griego  para  que  mejor  se  entienda 
La  republicana  Sociedad  Protectora  de  los  Animales  de 
Buenos  Aires,  ha  recibido   .le  la  Real  de  Londres,  y  d^  la 
Americana  de  New  York,  que  profesan  los  mismos  princi- 
pios y  se  consagrau  á  las  mismas  prácticas  de  humanidad 
cartas  de  reconocimiento,  confraternidad  y  estimulo. 

Nada  le  falta  á  la  nuestra,  que  ya  ocupa  un  lugar  en  la 
noble  familia  de  las  asociaciones  que  por  todo  el  mundo 
tienen  el  mismo  ñn.  sino  ser  reconocida  en  su  propio  país 
á  fin  de  poder  ejercer  sus  funciones  y  evitar  con  su  acción 
los  actos  de  frecuente  ocurrencia  por  desgracia,  de  crueldad 
con  los  animales. 

Lleva  esta  Sociedad,  mas  de  un  año  de  existencia,  desde 
que  fué  promovida  por  D.  Carlos  Guido,  su  fundador  y 
regularizada  por  la  incorporación  de  sus  primeros  socios 
nombraron  su  Presidente,  al  simpático  y  tan  deplorado  d' 
Eugenio  Blanco,  de  grata  memoria,  por  sus  relevantes  ser- 
vicios á  la  humanidad  y  á  la  Educación. 

El  deplorado  Presidente  murió  desgraciadamente,  cuan- 
do á  su  nombre  se  iba  á  solicitar  del  Gobierno  las  debidas 
autorizaciones. 

Esta  solicitud  la  han  promovido  algunos  de  los  miembros 
ante  el  Gobierno  Nacional,  en  circunstancias  que  estaba 
enfermo  el  señor  Viso,  que  renunció  después,  y  le  sucedió 
el  señor  Irigoyen  que  la  pasó  á  informe  al  Procurador  de 
la  Nación  que  aun  no  ha  provisto  lo  conveniente,  redu- 
cido &  lo  que  creemos,  á  reconocer  su  existencia. 

Por  falta  de  ese  reconocimiento  hace  un  año  ó  mas  que 
86  organizó  la  sociedad,  y  no  ha  podido  hasta  hoy  ejercer 
sus  benéficas  funciones,  pues  lo  primero  que  necesita  es 
que  los  empleados  de  policía  reconozcan  su  existencia    y 


244  OBRAS  DB  6AKIÍIBNT0 

mediante  la  insignia  que  presentarán  sus  miembros  ú  otro 
medio  de  reconocimiento,  aquellos  funcionarios  les  presten 
su  auxilio,  para  estorbar  los  actos  infiraganii  de  crueldad 
que  ocurren  diariamente  en  las  calles,  contra  disposiciones 
y  leyes  vigentes,  tales  como  las  que  prohiben  recargar  de- 
masiado los  carros  etc.,  etc.,  no  ejerciendo  los  miembros 
de  las  sociedades  protectoras  autoridad  alguna,  sino  influ- 
yendo moralmente  para  prevenir  las  infracciones;  y  tenien- 
do facultad  para  invocar  el  auxilio  de  los  empleados  de 
policía. 

La  Sociedad  para  la  protección  de  los  animales  no  ha 
producido  en  un  año,  mas  que  algunas  caricaturas  de  M 
Mosquito  una  oración  fúnebre  al  Presidente  Blanco,  y  la 
oposición  eficaz  que  opuso  á  la  resurrección  de  las  corridas 
de  toros. 

La  opinión  unánime  del  pais  mostró  en  este  solo  ensayo, 
la  utilidad,  influencia  y  acción  de  dichas  sociedades. 

La  secretaria  ha  andado  mas  activa  pidiendo  k  Europa 
y  Estados  Unidos  leyes,  reglamentos,  y  cuanto  se  refiere 
al  trabajo  y  organización  de  dichas  sociedades:  y  cosa  que 
honra  poco  á  nuestra  actividad,  la  Sociedad  Protectora  de 
los  Animales  está  ya  reconocida  corresponsal  de  las  de  su 
género  de  Inglaterra  y  de  ios  Estados  Unidos,  enviándoles 
unas  y  otras  los  documentos,  que  emanan  de  sus  canci- 
llerías. 

La  Amenean  Soeieiy,  ha  ofrecido  á  la  argentina  un  duplicado 
de  su  propio  sello,  que  ha  sido  aceptado,  como  una  mues- 
tra de  confraternidad,  y  un  honor  recibido. 

La  de  Londres  que  se  reputa  la  fundadora  escribe  lo  si- 
guiente, que  se  nos  comunica  para  hacerlo  conocer  del 
público.  Señor  secretario:  «He  tenido  mucho  placer  en 
«  leer  su  carta  á  la  Comisión  de  esta  sociedad,  la  cual  de- 
ce  sea  que  exprese  á  Vd.  la  gran  satisfacción  que  experl* 
«  menta  en  saber  que  aquella  sociedad  está  interesada  en 
«  promover  los  mismos  intereses  en  la  Confederación  Ar- 
«c  gentina.  Remito  á  Vd.  los  mas  importantes  documentos 
«  que  he  podido  reunir  sobre  el  asunto  á  que  se  refiere 
«  su  carta,  contando  con  que  sean  tan  útiles  como  interesan- 
«  tes,  (Laws,  bylaws  etc.)  Considerándome  muy  feliz  si  en 
ce  adelante  puedo  ser  de  alguna  utilidad  á  vuestra  sociedad^ 
«  tengo  el  honor  etc.  (el  Secretario).» 


PROOKBSOS  GENERALES  245 

Es  pues  de  un  grande  interés  que  se  despache  el  recono- 
cinaiento  de  la  Sociedad  Protectora,  para  que  entrando  en 
funciones  ella  misma  ofrezca  al  Congreso,  ó  á  la  Municipa- 
lidad los  elementos  de  legislación  ú  ordenanzas  que  habrán 
de  ser  requeridas,  para  que  haga  efectivos  sus  propósitos. 

Tenemos  ya  varias  disposiciones  municipales  que  no 
siempre  son  llenadas;  pero  aun  faltan  muchas  que  com- 
prendan todos  los  casos  conocidos  y  prohibidos  en  todas 
partes. 

El  Director  del  Ferrocarril  del  Oeste  ha  tomado  medidas 
para  evitar  que  se  haga  sufrir  sed  por  mas  de  un  día  á  las 
ovejas  que  se  traen  al  mercado,  y  encargándose  solícita- 
mente de  examinar  modelos  de  wagones  para  el  transporte 
sin  sufrimiento  del  ganado  vacuno,  por  los  ferrocarriles, 
porque  ya  empieza  la  industria  y  el  comercio  aballar  ven- 
taja y  utilidad  en  esta  clase  de  transporte. 

Materia  de  mucho  estudio  ha  de  dar  la  necesidad  de 
suprimir  en  los  mataderos  de  abasto,  prácticas  bárbaras 
que  existen,  y  que  no  solo  hacen  sufrir  álos  animales,  sino 
que  enfermando  la  carne  con  la  fatiga  y  el  cansancio,  es- 
ponen la  vida  de  los  que  comen,  pues  aquellas  corridas  y 
cansancio  la  inutilizan  para  el  alimento. 

Algunos  diarios  han  tomado  en  consideración  estas  y 
otras  razones  para  urgir  el  despacho,  y  nos  asociamos  á 
ellos  encareciendo  la  diligencia. 

CIUDAD  DE  BUENOS  AIRES 

292.095  HABITANTES 

1882 

{El  Nacional,  Abril  14  de  1882). 

Importa  mucho  tener  presente  que  el  mes  de  Febrero 
de  1882  en  que  se  abrió  la  Exposición  Continental,  la  ciu- 
dad de  Buenos  Aires  contaba  con  292.095  habitantes,  sin  con- 
tar con  los  cuerpos  de  linea  que  la  guarnecen,  sin  los 
visitantes  que  de  las  Provincias  ha  traído  la  Exposición, 
con  los  cuales  y  los  de  otros  procederes  podremos  colocar 
de  hoy  en  adelante  á  Buenos  Aires  entre  las  ciudades  de 


246  OHKAS    i)K    8AKMIKNTU 

trescientos  mil  habitantes,  que  ya  cuentan  por  algo  en 
el  mundo,  tales  como  Baltiraore,  que  cuenta  según  el 
reciente  censo,  con  322.000  habitantes. 

Buenos  Aires  tiene  mayor  población  aun,  y  puede  con- 
tarse con  cincuenta  mil  habitantes  mas  actualmente,  pues 
Belgrano,  Barracas,  y  San  José  de  Flores,  no  obstante 
formar  municipios  distintos,  son  parte  integrante  de  la 
ciudad  principal,  ya  porque  son  simples  prolongaciones  de 
las  calles  de  Santa  Fe,  Calle  Larga  y  calle  Rivadavia  que 
corre  sin  interrupción  hasta  sus  extremos,  como  porque  en 
gran  parte  sobre  todo  en  San  José  de  Flores  y  Belgrano  los 
habitantes  son  los  mismos  vecinos  de  la  ciudad  de  Buenos 
Aires;  siendo  Barracas  hoy  el  puerto  principal  de  Buenos 
Aires,  desde  que  se  han  ensanchado  los  canales,  y  pueden 
entrar  en  él  buques  de  catorce  y  quince  pies  de  calado,  que 
forman  la  generalidad  délos  que  vienen  de  ultramar  con 
carga,  si  bien  los  grandes  vapores  necesitan  diez  y  ocho  y 
aun  veinte  y  un  pies  de  profundidad  para  anclarse. 

Entre  Barracas  y  las  calles  de  Buenos  Aires  ai  Este  de  la 
calle  larga,  media  hoy  el  terreno  bajo  del  señor  Lezama 
que  no  ha  de  tardar  en  ser  dividido  en  lotes,  y  entonces  la 
ciudad  se  unirá  al  puerto,  desde  que  ya  es  nacional,  y  que 
su  escavacion  k  la  profundidad  requerida,  dé  entrada  á  toda 
clase  de  buques. 

No  pasarán  diez  años  sin  que  desaparezca  todo  limite  dis- 
cernible  entre  aquellos  municipios,  refundiéndose  con  Bue- 
nos Aires  en  una  sola  ciudad,  á  guisa  de  parroquias,  aunque 
conserven  sus  propias  municipalidades,  como  ha  sucedido 
en  Londres,  absorviéndose  los  pueblos  que  antes  estaban  á 
su  alrededor  y  englobándolos  en  su  estupenda  masa  cuando 
los  caminos  que  las  unían  á  la  metrópoli  se  convirtieron  en 
calles.  Así  escomo  ha  saltado  Londres  de  dos  millones  de 
habitantes  á  tres  en  pocos  años. 

Lo  que  pasa  en  Buenos  Aires,  ya  es  lo  mismo  que  ha 
sucedido  en  Nuevajíork,  que  cuenta  con  un  millón  ó  con 
dos  millones  de  habitantes,  según  que  se  la  considere  poli- 
ca  ó  comercialmente. 

La  vieja  ciudad  holandesa  es  el  centro  puramente  comer- 
cial, sito  en  la  punta  de  la  Península  ó  isla  de  Natham, 
estrecha  lengua  de  tierra  de  tres  leguas  de  largo  y  de 
una    milla  de    ancho,  entre  la  Zonda  brazo  de  mar,  y  el 


PROGRESOS  GENERALES  247 

Hudson  que  desemboca  en  la  bahía  mas  vasta  y  segura  del 
mundo.  Todas  aquellas  tres  leguas  de  largo,  con  seis  gran- 
des boulevares,  cuan  largas  son  aquellas  calles,  excepto  el 
Central  Park,  que  interrumpe  las  centrales,  forma  la  ciudad 
de  Nueva  York,  propiamente  dicha,  con  un  pnillon  y  dos- 
cientos mil  habitantes. 

Al  otro  lado  del  brazo  de  mar  llamado  la  Zonda,  que  esti 
hoy  atravesado  por  el  mas  estupendo  puente  colgante  bajo 
el  cual  pasan  los  buques  y  tienen  doce  cuadras  de  abertura, 
se  ha  ido  formando  la  ciudad  de  Brookling,  habitada  al 
principio  por  los  principales  comerciantes  por  mayor  y 
banqueros  de  Nueva  York  que  buscan  lejos  del  bullicio  de 
la  ciudad  comercial  un  lugar  tranquiló  donde  recogerse  á 
gozar  de  la  privanza  (privacy)  de  la  familia,  como  es  del 
gusto  inglés.  Ingleses  y  americanos  se  jactan  de  que 
sus  esposas  ignoran  donde  está  situado  el  escritorio  del 
esposo  comerciante. 

Gracias  á  los  Ferry-boats  ó  vapores  que  comunican  cada 
diez  en  diez  minutos  las  dos  riberas,  trasportando  el  coche 
con  sus  caballos,  los  carros  con  su  carga,  y  los  transeúntes 
sentados,  como  el  carrero  y  el  cochero,  para  ponerse 
en  movimiento  á  la  orilla  opuesta;  Brookling,  prolon- 
gación de  Nueva  York  cuenta  con  seis  cientos  mil 
habitantes;  y  como  en  la  ribera  opuesta  del  Hudson  al  Oes- 
te se  ha  ido  acumulando  población  que  vive  del  comercio 
de  la  gran  ciudad,  aunque  el  territorio  pertenezca  á  otro 
Estado  distinto,  como  Brookling  que  también  está  regido 
por  otra  Municipalidad,  los  trescientos  mil  habitantes  que 
tiene  Nueva  Jersey  son  parte  de  la  ciudad  de  Nueva  York, 
que  cuenta  según  se  ve  por  estas  cifras,  con  dos  millones  de 
habitantes,  porque  todas  aquellas  poblaciones  entran  en  la 
vida  de  Nueva  York,  aunque  tengan  diversos  nombres,  ó 
dependan  de  otras  autoridades. 

Podemos,  pues,  desde  ahora,  decir  que  Buenos  Aires  tie- 
ne el  número  de  habitantes  que  resulta  de  la  suma  de  las 
poblaciones  de  Belgrano,  San  José  de  Flores  y  Barracas  al 
Sur  y  al  Norte  que  son  dependencias  de  su  puerto  fluvial 
que  es  el  que  se  está  ensanchando  en  Barracas.  En  diez 
años  mas,  podrá  contar  mas  de  cuatrocientos  mil  habitan- 
tes; pues  ya  podemos  darle  trescientos  cuarenta  mil,  con 
las  indicadas  prolongaciones  y  absorciones. 


248  OBKAH    DK   SAKMilfiMTO 

No  será  diScii  espiicar  el  origen  y  leyes  del  crecimiento 
de  esta  ciudad^  que  no  debe  mucho  á  la  naturaleza,  pues 
su  puesto  ayuda  poco  al  desarrollo  de  la  navegación,  ha- 
ciendo necesario  por  exposición  y  desabrigo  que  el  cabo- 
taje se  disperse  al  amago  de  tempestades  y  busque  asilo 
en  San  Fernando  y  aun  en  Montevideo. 

La  causa  de  tun  rápido  y  progresivo  desarrollo,  viene  de 
que  el  comercio  de  esta  extremidad  del  mundo  necesita 
reconcentrarse  en  un  solo  punto,  donde  se  acumule  la  ma« 
yor  cantidad  y  variedad  de  productos,  k  fin  de  que  acudan 
el  mayor  número  de  compradores  para  fijar  su  precio,  por 
la  mayor  oferta  y  la  mayor  demanda. 

Este  es  el  secreto  de  los  grandes  centros  comerciales,  que 
no  se  trasplantan  de  un  lugar  k  otro  por  la  voluntad  huma- 
na, sino  ¿causa  de  un  cambio  de  rutas,  ó  algún  descubri- 
miento que  dé  nuesra  dirección  á  los  negocios  humanos. 

Asi  se  ha  esplicado  la  razón  de  ser  de  Babilonia  y  Ni- 
nive  que  crecieron  donde  hacían  encrucijada  los  caminos 
de  las  caravanas  del  Asia,  de  Tiro,  trasplantado  á  Alejan- 
dría y  á  Cartdgo  sucesivamente,  porque  en  un  punto  civi- 
lizado del  Mediterráneo  debían  cambiarse  los  productos 
del  Asia  y  África,  para  proveer  k  los  romanos  y  á  los  bár- 
baros donde  alcanzaba  el  vasto  comercio  fenicio. 

Venecia  fué  la  misma  Cartago  ó  Alejandría,  después  que 
los  bárbaros  se  civilizaron,  y  hasta  que  se  descubrió  la 
vuelta  del  Cabo  de  Hornos  que  sacó  del  Mediterráneo  el 
centro  del  comercio  v  lo  llevó  á  Amsterdam  con  los  kolan- 
deses  y  á  Londres  desde  que  la  Inglaterra  se  hizo  la  nación 
manufacturera  y  navegante  por  excelencia. 

Hoy  con  el  descubrimiento  de  América  y  la  independen- 
cia de  las  colonias,  un  centro  de  comercio  se  ha  hecho  en 
Nueva  York  para  el  Norte,  no  obstante  que  Boston  era  mas 
ciudad  que  Nueva  York  y  Baltimore  y  tiene  excelente 
puerto. 

En  este  otro  extremo  de  la  Anlérica  se  ha  formado,  aun- 
que mas  lentamente,  un  centro  comercial  en  la  ciudad  de 
Buenos  Aires  á  donde  se  acumulan  los  productos  de  todas 


PROGRESOS  QBNKRALES  249 

estas  regiones  y  se  reúnen  las  naves  de  todas  las  otras  na- 
ciones, á  ñn  de  ca'Vnbiarlos  con  ventajas  de  todos. 

Montevideo,  San  Nicolás,  el  Rosario,  aventajan  á  Buenos 
Aires  en  la  comodidad  de  sus  puertos;  pero  no  entrarían  en 
lisa  con  esta  ciudad  disputando  ó  compartiendo  el  tranco,, 
por  aquella  ley  suprema  que  requiere  su  reconcentración 
en  un  solo  punto;  y  basta  el  hecho  de  haberse  formado 
en  Buenos  Aires  una  gran  ciudad,  casi  expontáneamente, 
para  presumir  que  aquí  se  reúnen  otras  condiciones  y  ven- 
tajas que  atraen  la  concurrencia  y  aumentan  la  población. 

Los  ferrocarriles  datan  de  muy  poco  tiempo  para  que  se 
diga  que  su  dirección  hacia  el  Buenos  Aires  del  interior, 
le  da  estas  ventajas;  hasta  1870  las  carretas,  único  vehíóulo 
del  interior,  llegaban  tardíamente  á  Buenos  Aires,  y  desde 
entonces  los  ferrocarriles  descargan  sus  mercaderías  en  el 
^Rosario,  ciudad  nueva,  y  acaso  la  única  de  importancia  de 
reciente  origen  y  rápido  crecimiento  en  esta  parte  de  América; 
pero  no  por  eso  rival  de  Buenos  Aires,  que  será  siempre  el 
centro  comercial,  y  que  hará  crecer  mas  y  mas  al  Rosario, 
^  como  crecen  las  sucursales  cuando  la  firma  principal  aumen- 
ta su  capital. 

Otro  tanto  va  á  suceder  con  Bahía  Blanca,  así  que  llegue 
el  ferro-carril  á  aquel  punto;  su  crecimiento  dependerá  de 
la  mayor  cantidad  de  produ:;tos  que  puedan  suministrar  al 
comercio  de  que  Buenos  Aires  será  el  centro,  y  de  las  mer- 
caderías que  consuma;  pues  como  se  vio,  cuando  los  dere- 
chos diferenciales  fueron  establecidos  para  forzar  al  comer- 
cio á  ir  directamente  al  Rosario,  solo  se  consiguió  que 
enviasen  sucursales  de  Buenos  Aires  las  casas  centrales 
de  comercio,  para  despachar  allá,  obstensiblemente  loque 
iba  de  aquí.  El  Sur  como  el  Norte,  como  el  estuario  del 
Plata,  ha  de  hacer  sus  transacciones  y  cambios  de  valores  y 
productos  en  este  emporio  de  la  América  del  Sur,  ya  sean 
sus  puertos  San  Fernando,  Los  Pozos,  y  Balizas,  Barracas  y 
la  Ensenada  misma,  pues  todos  serán  puntos  de  la  ciudad 
comercial,  según  las  ventajas  de  carga  y  descarga  que 
ofrezcan. 


250  OHKAH    1»K   8AKMIKNT0 


LA  CAPITAL 

LEYES    DE  FORMACIÓN 

{El  NiKional,  Abril  S6  de  4881.) 


La  naturaleza  y  la  sociedad  obedecen  en  su  desarrollo 
á  leyes  naturales,  que  no  deben  violarse,  so  pena  de  re- 
cibir terribles  castiíJ[08. 

Tennennos  y  dijéramos  casi  esperamos,  que  la  marcha 
que  viene  siguiendo  el  país  hace  años,  de  falsear  las  ins- 
tituciones, las  elecciones  que  renuevan  los  poderes  ó 
representan  la  voluntad  del  pueblo,  para  sustituirle  la 
voluntad  de  un  hombre,  ó  de  un  círculo,  reciba  su  ejem- 
plar castigo  en  época  no  muy  lejana. 

Supongamos  que  se  gastan  veinte  millones  en  hacer  ua 
puerto  escavado  en  la  Ensenada,  y  que  no  lo  frecuenten 
los  deseados  y  esperados  buques  de  alta  mar.  Supongamos 
que  se  ediñca  una  calle  de  suntuosos  edificios  en  Tolosa, 
como  en  Washington  la  avenida  de  Pensilvania,  (la  única 
edificada  en  el  siglo),  y  no  haya  liabitantes  que  pueblan 
sus  plazas  desiertas  y  silenciosas,  como  las  de  Santa  Fe, 
con  cuatro  siglos  de  existencia,  si  comercio  como  el  de 
San  Isidro,  etc.,  etc. 

¿  No  será,  esto  el  legítimo  castigo  de  la  violación  de  todas 
las  leyes,  tanto  naturales  como  sociales,  á,  que  se  deberá 
la  enorme  é  inútil  inversión? 

¿  Por  qué  es  la  Legislatura  antigua,  adaptada  á  una  Pro- 
vincia nueva,  la  que  hace  estas  inversiones,  y  no  una 
Convención  del  nuevo  pueblo,  reunida  para  decirles^  ca- 
balleros: dense  una  capital  según  sus  necesidades  propias, 
sus  recursos,  etc.;  pues  que  nosotros  no  fuimos  electos  en 
vista  de  esta  nueva  emergencia.  Si  yerran,  yerren  ustedes» 
en  la  elección,  y  nosotros  nos  lavaremos  las  manos,  porque 
no  somos  sus  tutores? 

Ni  á  Tolosa,  ni  á,  la  Ensenada,  ocurrirá  población  por 
orden  de  la  Legislatura  de  Buenos  Aires,  simplemente, 
porque   en  cuatro  siglos  de  descubierto  aquel   puerto,    y 


j 


PROGRESOS  GENERALES  251 

diez  años  después  de  estar  dotado  de  ferrocarril,  no  ha 
podido  reunir  siete  mil  habitantes,  según  el  reciente  cen- 
so; mientras  en  el  Azul,  sin  puerto,  y  recien  ligado  por 
ferrocarriles  y  sin  comercio  se  han  aglomerado  17,000  ha- 
bitantes en  menos  de  veinte  años,  después  que  Calfucurá 
tendía  sus  toldos  de  su  poderosa  tribu  en  las  vecindades, 
ó  recorría  la  pampa  con  sus  malones.  Chivileoy  tiene 
triple  población  en  menos  tiempo,  aunque  lo  favorezca  el 
grande  y  productivo  ferrocarril  del  Oeste,  que  dá  el  ocho 
por  ciento  de  utilidad,  el  del  Sud  nueve,  mientras  que  el 
de  la  Ensenada  dá  un  uno  y  medio  por  ciento  anual  sobre 
sus  capitales. 

San  Nicolás,  tan  bien  situado,  á  orillas  del  Paraná,  tan 
de  antiguo  poblado,  si  tiene  mayor  población  que  los  otros 
pueblos,  no  está  en  proporción  de  sus  ventajas  de  ubicación. 

No  sería  fácil  decir,  porqué  se  agrupa  la  población  en 
Arrecifes,  aunque  en  Mercedes  se  comprenda  que  la  agri- 
cultura va  subdividiendo  el  terreno  y  atrayendo  población. 

ii 

CADMO  NO   FUNDÓ   k   ATENAS 

La  razón  de  ser  de  las  ciudades  no  se  fija  apriori.  Guando 
se  ve  surgir  Chicago,  Búfalo,  el  Rosario,  Pitsburg,  en  lu- 
gares que  los  vivos  podemos  decir  que  hemos  conocido 
punto  menos  que  desiertos,  entonces  se  descubre  que  era 
allí  donde  se  cruzaban  caminos,  donde  se  necesitaba  un 
puerto,  no  para  el  puerto  mismo,  ni  la  ciudad  ó  Estado 
que  lo  tiene,  sino  para  otros  distantes  que  buscan  salida 
á  sus  productos. 

¿Los  especuladores  de  terrenos  para  edificios  en  las 
grandes  ciudades,  saben  ó  pretenden  saber  para  donde 
se  inclinará  la  población,  pagando  la  tierra  en  propor- 
ción? 

Esto  sucede  en  París  y  Nueva  York.  Nueva  York  camina 
al  Norte:  Buenos  Aires  se  dirige  al  Norte,  que  pueblan 
sus  clases  refinadas.  Al  Sur  no  tienen  alquiler  las  casas 
en  ciertos  puntos.  El  centro  de  los  Estados  Unidos  marcha 
hacia  el  Noroeste. 

La  población  de  Buenos  Aires  va  hacia  el   Norte   y  el 


252  UURAtl    OK  «AKMIICMTO 

Este.  Belgrano,  San  Fernando,  Conchas,  Arrecifes,  Moreno, 
Lujan,  Mercedes,  Ghivilcoy — A  la  Ensenada  ni  hacia  ese 
lado  ha  podido  llevarla  el  ferrocarril,  ni  la  tentativa  de 
Rivadavia  de  trazarle  calzadas;  y  sin  el  saladero  de  Cam- 
baceres  habría  permanecido  desierto  siempre. 

¿Para  qué  dar  coses,  contra  el  aguijón?  Estas  son  leyes 
como  las  del  cálculo  de  las  probabilidades. 

El  puerto  no  será  puerto,  porque  no  se  va  por  ahí  á  nin- 
guna parte,  si  no  es  á  esta  ciudad  de  Buenos  Aires;  y  la 
capital  de  Tolosa  será  una  fruta  pasmada,  ó  un  niño  atro- 
fiado desde  su  nacimiento. 

El  pensamiento  dominante  en  el  proyecto  de  capital 
marítima,  es  crear  una  nación,  en  lugar  de  dar  cabacera 
á  una  Provincia. 


ni 


CAPITALES  IRRADIANTES 

Ningún  gobierno  moderno  ha  formado  ó  escogido  capi- 
tales para  hacer  grandes  ciudades. 

Las  ciudades  grandes  existían  y  las  dejaron  donde  se 
estaban. 

Otras  grandes  ciudades  nan  surgido  donde  nadie  se 
imaginaba;  y  las  aldeas  capitales  administrativas,  si  han 
lleguiio  á  ser  ciudades  es  porque  el  país  se  mueve,  se  enri- 
quece y  las  arrastra  en  su  movimiento. 

La  mitad  de  los  actuales  habitantes  de  Washington  es 
gente  de  color,  refugiada  desde  antes  de  la  emancipación. 
En  Madrid  amas  de  los  nobles  que  de  los  diversos  reinos 
establecieron  allí  su  residencia  de  corte,  hay  el  influjo 
anual  de  españoles  ricos  que  regresan  de  las  Amóricas,  ó 
de  la  Habana, y  dan  vida  al  comercio  con  sus  caudales, — sin 
éste  habría  sido  siempre  la  Real  Villa. 

El  proyecto  de  la  Ensenada  presiente  que  no  ha  de  tener 
capitalistas,  ni  movimiento  propio,  pues  ya  presupuesta  un 
millón  para  regalar  ladrillos  á  los  que  se  fabriquen  una 
casa.  No  hacemos  la  parodia  de  concepciones  desgraciadas, 
aunque  se  crean  hijas  de  la  buena  intención.  No  se  han 
hecho  Megalópolis  después  de  la  de  Pompeyo  que  llamó 
asi  á  una  ciudad  de  su  nombre. 


PROGRESOS  GENERALES  253 

No  se  sabe  donde  estuvo  la  gran  ciudad  de  su  hechura. 
Cuando  maduran  las  ciudades,  se  busca  en  el  clima,  la 
hidrografía,  ó  la  historia  geográñca  comercial,  el  origen  de 
su  grandeza. 

Pero  queremos  señalar  la  causa  del  error,  involuntario, 
k  fin  de  apartarlo.  Estamos  convencidos  que  la  mayor 
parte  de  ios  Senadores  y  Diputados  se  persuaden  de  que 
están  convencidos  ellos  mismos  de  la  practicabilidad  y  tras- 
cendencia de  la  capital  proyectada.  No  les  hará  impresión 
saber  que  Versailles  fué  una  grande,  suntuosa,  monumen- 
tal metrópoli  de  la  Francia  durante  casi  un  siglo  con  los 
fastuosos  reinados  de  los  Luises  XIV,  XV  y  XVI;  pero  que 
París  se  absorvió  la  capital  desde  que  tuvo  asamblea  y 
aspiró  la  Nación  á  la  libertad.  El  Escorial  cerca  de  Madrid 
era  una  capital  administrativa:  hoy  es  un  sepulcro  como 
una  de  las  Pirámides  de  -^Egipto.  Versailles  y  el  Escorial 
fueron  simples  errores  de  reyes,  como  es  hoy  error  de  un 
hombre,  acaso  de  un  círculo,  nos  importaría  poco  creer  que 
es  de  una  época,  la  capital  con  puerto  en  la  Ensenada. 

Son  los  vecinos  de  una  gran  ciudad  y  puerto  marítimo  los 
que  al  desprender  una  capital  para  la  provincia,  hacen 
una  Buenos  Aires  en  miniatura  con  su  puertecito  y  su  cate- 
dral, su  marina,  su  clero  y  su  casa  de  huérfanos  (para 
cuando  abunde  el  artículo.)  La  nueva  capital  ha  de  estar 
como  los  que  la  inventan,  viendo  el  Río,  atrayendo  las 
naves,  siendo  centro  de  comercio,  y  aun  de  cultura,  espe- 
rando á  Sarah  Bernhardt.  Ciudad  no  como  quiera  con 
civilización  aparte,  con  prescindencia  y  supresión  del 
tronco,  la  gran  ciudad,  que  ya  no  civilizará,  no  reunirá 
todas  las  fuerzas  activas,  y  la  cultura  heredada,  para  irra- 
diarla en  torno  suyo,  con  la  que  recibe  de  afuera  y  la 
transforma. 

¿No  sabrán  mejor  los  habitantes  actuales  de  la  Provincia 
«donde  les  apreta  el  zapato;»  que  ios  señores  de  la  capital 
que  no  se  separarán  de  sus  hermanos  de  la  antigua  Pro- 
vincia, sin  confeccionarles  una  capitalita,  hecha  por  el 
modelo  de  la  nacionalizada  de  Buenos  Aires,  como  la  buena 
madre  hace  el  ajuar  de  la  nueva  familia  que  va  á  fundar 
su  hijo? 

Esta  es  otra  de  las  preocupaciones  de  espíritu  que  obran 
irresistiblemente  para  determinar  nuestra  voluntad.    Bue- 


254  OBKAS   DE  8ARBIIENT0 

DOS  Aires  fué  una  gran  ciudad  frente  al  Rio,  y  una  cattipaña 
poblada  de  estancias  al  interior.  Los  dueños  de  las  estan- 
cias eran  los  ricos  vecinos  de  la  ciudad.  La  campaña  ha 
permanecido  en  el  lenguaje,  como  en  la  idea  que  repre- 
senta un  campo  de  estancias  aun  después  que  existen  ciu- 
dades y  villas  en  número  ya  de  setenta.  Hasta  ahora  poco 
la  campaña  estaba  representada  en  Cámaras  y  Congresos 
por  los  residentes  en  Buenos  Aires  solamente,  y  habría 
parecido  ridículo  y  nos  parece  todavía,  que  se  agregase  á 
la  ley  electoral  cuando  Buenos  Aires  era  capital  de  la  Pro- 
vincia, la  cláusula  que  tienen  las  constituciones  norte- 
americanas, exigiendo  que  el  Diputado  resida  en  la  cir- 
cunscripción electoral  que.  lo  elije.  ¡Qué  gracia  habría 
sido  para  nuestros  dandys,  nuestros  gomosos,  ver  llegar  á 
los  hoteles  y  pasearse  asombrados  por  las  calles  represen- 
tantes, verdaderos  representantes  de  Navarro,  del  Azul,  del 
Pergamino,  nacidos  y  criados  en  el  Pergamino,  Azul, 
Navarro.  {Cuántos  dichos  picantes!  {Cuántas  historietas 
inventadas  contra  los  guarangos,  etc.I 

Por  masque  no  se  aperciban  de  ello  nuestros  legisladores 
obedecen  todavía  á  la  asociación  de  ideas  de  ciudad  y  cam-^ 
paña!  Los  de  la  campaña  eran  al  principio  los  capataces 
de  nuestras  estancias,  después  los  lugareños,  aldeanos 
campesinos,  etc.  Todavía  somos  sus  tutores;  y  estando 
seguros  de  que  aquellas  buenas  gentes  no  se  las  habilu 
visto  mas  gordas,  que  cuando  les  dan  á  hacer  una  capital, 
nosotros  conocedores  de  la  cosa — ^¿no  ven  Vds.  esta  magni- 
fica ciudad  que  hemos  hecho  nosotros?  nos  encargamos  de 
hacerles  una  capital  á  nue$tra  imájen  y  semejanza^  con  puerto, 
bancos  (crecientes  de  arena)  y  suntuosos  edificios  antes 
que  haya  población. 

IV 

MAS  SABE  EL  LOCO  EN  SU  CASA 

Desgraciadamente,  reconociendo  que  los  residentes  en 
la  capital  tenemos  la  ciencia  infusa  que  revelan  nuestras 
instituciones,  y  que  en  aquellas  ciudades,  que  juntas  ya 
tienen  tanta  ó  mas  población  que  ésta,  no  haya  tantos 
ingenios,  ni  gente  instruida,  salvo  algunos  médicos  y  doc- 


PHOQRBSOS  GENERALES  255 

tores,  y  un  paisano  de  Mercedes,  Florencio  Ameghino,  que 
nadie  conoce,  y  es  el  único  sabio  argentino  según  el  sentido 
especial  dado  ¿  la  clasificación,  que  reconoce  la  Europa, 
debe  tenerse  en  cuenta^  como  una  cantidad  ó  un  ingre- 
diente atendible  que  aquella  campaña  que  fué  nuestra, 
es  hoy  la  muy  noble,  la  muy  independiente,  y  muy  sepa- 
rada Provincia  de  Buenos  Aires;  que  se  propone  gobernarse 
mal,  como  se  gobierna  pésimamente  la  República,  por  sus 
propios  hombres  y  su  propia  voluntad. 

Que  al  darse  sus  propios  habitantes  una  capital  desea- 
rán erigirla  según  sus  propias  conveniencias,  ó  la  idea 
errónea  pero  propia  que  tengan  de  ellas. 

Que  como  ellos  han  de  pagar  los  costos,  debe  ser  su 
Legislatura  provincial  electa  después  de  darse  una  cons- 
titución por  sus  propios  habitantes,  y  no  por  los  habitantes 
y  residentes  en  la  ciudad  de  Buenos  Aires,  que  ha  asumido 
carácter  mas  alto,  y  es  la  capital  de  la  nación  argentina. 

Que  darles  una  capital  decretada,  con  la  autorización 
de  invertir  cuarenta  y  aunque  no  fueran  sino  veinte  mi- 
llones de  fuertes,  faltándole  al  cálculo  de- recursos  déla 
nueva  provincia,  la  mitad  del  cálculo  de  recursos  de  la 
antigua,  por  quedarle  á  esta  los  valores  imponibles  de  la 
poderosa  ciudad  de  Buenos  Aires,  no  puede  preveer  á  que 
abismo  insondable,  con  la  bancarrota  al  fondo,  llevaría  á 
la  nueva  Provincia,  el  legado  de  deudas  que  le  deja  la 
antigua;  y  la  nueva  de  treinta  ó  mas  millones  que  le  im- 
pone la  voluntad  y  elección  propia  de  los  SS.  residentes 
de  Buenos  Aires  que  no  han  de  pagarlos,  y  que  quieren 
dotarnos  de  un  puerto  artiñcial  y  de  una  capital  emporio 
de  comercio  para  estarle  arrebatando  los  ricos  bocados  de 
la  boca  á  su  madre. 


LA  VOTACIÓN    EN  CONVENCIÓN 

Nos  pondríamos  en  contradicción  con  nosotros  tnismos, 
si  intentásemos  designar  á  los  ciudadanos  de  la  nueva 
Provincia  de  Buenos  Aires,  ó  á  la  convención  de  sus  legí- 
timos Delegados  al  efecto,  el  local  mas  conveniente  para 
la  capital    futura.    Deseáramos    que    para  designarla    se 


256  OHKAH    l)B   8AKMIKNTO 

tuviese  mayor  consideración  á.  las  instituciones,  ya  que  k 
los  habitantes  se  les  acuerde  tan  poca. 

Queremos  suponer  que  en  Chivilcoy  ó  Mercedes,  se  reúne 
una  Convención  de  Delegados  para  determinar  el  local  de 
Capital.  Buenos  Aires  Capital  de  la  Nación,  es  territorio 
extraño  á.  la  actual  Provincia  de  Buenos  Aires,  y  adolece- 
rán del  vicio  de  nulidad  todos  ios  actos  que  en  materias 
de  orden  interno  de  esta,  fuesen  sancionadas,  como  son 
nulas  las  sentencias  que  diere  un  Juez  fuera  de  su  juris- 
dicción. Este  es  punto  ñjado  y  costó  á  Jacobo  II  la  pér- 
dida de  su  reino. 

En  una  Provincia  tan  ilustrada  como  Buenos  Aires,  donde 
residen  mil  abogados,  doscientos  jueces,  tiene  cincuenta 
diarios  y  andan  por  las  calles  las  máximas  del  derecho, 
no  hay  una  persona  á  quien  se  le  oculten  estas  triviales 
verdades.  Hasta  los  reos  las  saben^  para  su  defensa — el 
fuero  de  la  causa. 

Pero  los  nombres  propios  y  el  hábito  causan  estos  mi- 
rajes, y  estas  alucinaciones. 

Como  Buenos  Aires  era  antes  una  sola  Provincia;  como 
ahora  hay  en  el  hecho,  dos  Buenos  Aires,  uno  ciudad  y 
otro  Provincia,  el  hábito  de  considerarla  una,  nos  hace 
indiferentes  á  las  violaciones  de  toda  ley,  de  todo  principio 
que  estamos  practicando.  Lo  mismo  es  Chana  que  Juana 
y  mañana  la  Capital  Buenos  Atm  dictará  una  Constitución 
á  la  Provincia  Buenos  Aires — por  qué  no?  sin  que  nadie  le 
repugne  la  idea  de  que  una  Legislatura  reunida  en  San 
Juan,  esté  dictando  una  Constitución  para  Mendoza,  ó  para 
el  Chaco,  cuando  se  declare  Provincia. 

¿Porqué  no  se  vá  la  Legislatura  de  la  Provincia  de  Buenos 
Aires  á  dictar  leyes  para  la  Provincia  de  Buenos  Aires  al 
territorio  de  su  jurisdicción,  á  pisar  sobre  el  suelo  sagrado 
de  la  Patria,  á  San  José  de  Flores  siquiera,  donde  hay  un 
Teatro  que  se  adapte  á  Palacio  de  la  Asamblea,  vecindario, 
edificios,  y  un  Templo  para  pedir  á  Dios  los  ilumine,  al 
lanzar  á  un  pueblo  en  las  aventuras  de  pagar  las  conse- 
cuencias de  la  precipitación,  y  falta  de  derecho  de  los  que 
hoy  legislan? 


PROGRESOS  GENERALES  f57 


VI 


LÁ  CAPITAL   VERDADERA 


Sin  pretender  señalar  una  capital  para  la  Provincia,  di- 
remos las  razones  que  habrán  de  hacerse  valer  en  una 
<7onvencion  de  Delegados  de  todos  los  partidos  que  la  com- 
ponen . 

Creemos  que  se  propondrán  tantas  capitales,  como  par- 
tidos haya;  pero  como  solo  una  ha  de  prevalecer,  no  hay 
que  alarmase  por  esas  divergencias,  mas  que  de  opinión,  de 
intereses.  Hemos  presenciado  una  elección  repetida,  cin- 
cuenta y  cuatro  veces  en  un  Congreso  de  trescientos  Dele- 
gados, en  dos  dias  de  votar.  El  cónclave  de  los  Cardenales 
se  encierra,  con  las  puertas  tapeadas^  á  elegir  un  Papa,  y  á 
veces  dura  un  mes  ó  mas  el  alumbramiento,  hasta  que  el 
Heraldo,  pueda  salir  y  anunciar  Papam  Habemus! 

No  nos  riamos  de  las  dificultades  y  torpezas  de  los  po- 
bres paisanos  según  nuestra  manera  de  ver  gente  sabia. 

Dejémosles  la  libertad  de  errar,  como  en  las  otras  Pro- 
vincias, pues  han  descendido  sus  habitantes  á  provincianos 
simplemente,  y  es  de  nuestra  parte  una  grosería  y  una  usur- 
pación y  entrometimiento  estarles  dotando  de  capital,  de 
catedrales,  de  palacios,  de  puertos,  para  que  ellos'  los  pa- 
guen y  nosotros  nos  sentemos  en  ellos. 

Creemos  adivinar  lo  que  diría  cada  partido  que  en  la 
Convención  se  formase,  en  favor  de  esta  ú  la  otra   capital. 

Tomando  el  censo  en  la  mano,  encontrarfase  que  hay 
cuatro  ó  cinco  fuertes  aglomeraciones  de  población  en  la  cam- 
paña. La  ciudad  mas  poblada  será  la  capital?.Entónces  es  San 
Nicolás,  con  puerto  gratis,  y  lejos,  lejos  de  Buenos  Aires^para 
que  no  la  sofoque  antes  de  nacer.  En  cuanto  á  puertos^ 
San  Fernando,  y  de  preferencia  los  Olivos  lo  ofrecen  gra- 
tis. Entre  la  Ensenada  y   los  Olivos  no  hay  comparación. 

En  Arrecifes  se  ha  reunido  grande  población  sin  que  se- 
pamos porqué.  Se  agrega  á  esta  categoría. 

Mercedes,  aunque  muy  vecino  de  Buenos  Airas,  reúne 
población,  cultura  y  otras  cualidades;  el  arranque  de  ferro- 
<;arril  de  los  Andes  que  irá  á  empalmarse  con  el  central  en 

Tomo  iu.^17 


t 


%8  OBttAS  MI  VAlUCmNTO 

Mercedes  de  San  Luis,  y  el  Central  le  traerá  las  vías  del 
Norte  y  del  Este.  Los  que  buscan  el  desarrollo  de  una  ciu- 
dad comercial,  se  reunirán  en  torno  de  esta  idea,  que  puede 
también  aplicarse  á  Lujan  con  el  ferrocarril  de  las  Flores, 
hacia  el  Sur  de  la  Provincia  y  el  del  Oeste  al  Bragado. 
Queda  aun  la  facción  que  sostendrá  la  capital  al  Sur. 

El  Azul  se  ha  desarrollado  prodigiosamente  en  solo  seis 
ú  ocho  años,  alcanzando  y  dominando  á  todos  los  partidos 
antiguos.  El  Gobernador  Rocha  no  sale  de  ahí,  va  y  vuelve, 
lo  que  prueba  que  le  gusta  admirablemente.  Debe  en  efec- 
to haber  en  aquella  región  nuevos  elementos  de  desarrollo 
y  riqueza.  El  Azul  era  el  término  del  ferrocarril  y  será 
luego  el  punto  central  del  que  continúa  hasta  Bahía  Blan- 
ca. Al  Azul  afluirán  los  habitantes  de  los  territorios  na- 
cionales que  se  poblarán  hasta  tocar  con  Chile.  De  la  pro- 
vincia nueva  á  ese  lado  está  la  parte  de  mas  desarrollo.  El 
Azul  será  mas  tarde  el  centro  de  la  provincia.  Las  colonias 
rusas  le  preparan  productos  agricolos.  Las  canteras  del 
Tandil,  mármoles  baratos  y  bellísimos  para  sus  catedrales 
empedrado  y  Gasa  Amarilla,  ó  chocolate,  ó  negra,  pues  tie- 
ne piedra  de  sillería  de  tan  variados  colores,  á  su  elección, 
en  lugar  de  la  Tuerta  Rosada  que  deja  en  Buenos  Aires. 

Hay  pues,  en  que  escoger  al  Sur  ó  al  Norte,  ó  al  centro 
— en  las  encrucijadas  de  los  ferrocarriles,  ó  en  las  mas 
grandes  poblaciones;  pero  que  ellos  elijan.  No  trataremos 
á  la  nueva  Provincia  como  á  un  troupsau^  como  fué  consi- 
derada la  campaña  antes,  la  residencia  de  nuestros  capa- 
taces, terreno  de  pastoreo. 

Somos  en  esto  mas  bonaerenses  que  porteños.  El  nombre 
de  la  provincia  de  Buenos  Aires  figura  en  nuestra  historia 
gloriosamente,  y  aunque  la  capital  le  falte,  por  honor  á  su 
rango,  debe  quedar  emancipada,  confiada  á  sus  |propiaa 
fuerzas  intelectuales  morales  y  rentísticas,  sin  legarle 
deudas  con  puertos  quimérieos. 


♦>■ 


ií 


PR0GKB808  GEN  BU  ALES  259 


CONVENCIÓN  DE  DELEGADOS 

DE  LA  NUEVA  PROVINCIA  DE  BUENOS  AIRES 
(reunida    EN  CHIVILOOY?) 


Para  determinar  la  capital  de  la  Provincia,  y  darse  una 
constitución,  nombrando  Diputados  por  los  partidos  que 
la  componen,  por  el  doble  de  los  que  les  corresponde  se- 
gún el  número  de  habitantes,  que  dá  el  nuevo  censo. 

£1  Senado  que  fué  de  la  antigua  Provincia  de  Buenos 
Aires,  incorporado  integramente  en  la  nueva,  cuyos  habi- 
tantes no  eligieron  la  mitad  de  ellos,  han  declarado  iina 
capital,  decretado  el  gasto  de  sumas  enormes,  y  se  prepa- 
ran para  dar  una  Constitución  á  la  nueva  provincia,  in- 
consultos sus  habitantes,  para  hacerla  en  Buenos  Aires,  por 
los  ciudadanos  del  Buenos  Aires  Nacional,  prorogados  Sena- 
dores del  Buenos  Aires  provincial,  que  han  quedado  fuera 
de^  su  territorio. 

En  toda  otra  circunstancia,  los  señores  á  quienes  una 
ley  dictada  al  efecto  les  prorrogó  su  mandato,  no  habrían 
aceptado  misión  que  no  les  corresponde  de  derecho,  y 
que  ve  ejercerse  sobre  otro  pueblo,  dotándolo  de  una  capi- 
tal por  ejemplo,  pero  echando  sobre  hombros  ágenos  el 
peso  de  un  gasto,  inaudito  por  su  enormidad  en  esta  Amé- 
rica, de  treinta  ó  cuarenta  millones  de  fuertes. 

Los  que  componen  el  Senado  no  debieron  aceptar  el  en- 
cardo de  imponer  tan  enorme  contribución,  autorizar 
empréstitos,  etc.,  porque  es  privilegio  de  la  Cámara  de  los 
Representantes   imponer    contribuciones    y   ordenar    los 

gastas. 
El  Senado  puede  por  deferencia  y  tolerancia  tomar  la 

iniciativa  en  gastos  corrientes;  pero  la  Cámara  de  los  Co- 
munes declaró  violación  de  sus  privilegios,  que  la  de  los 
lores  discutiese  mociones  sobre  impuestos  y  todo  lo  que  es 
financiero,  antes  que  la  Cámara  lo  proponga. 


260  OBRAS  DE  SABUIKNTO 

La  Constitucio  nuestra  nacional  consigna  en  general  el 
principio.  «cA  la  Cámara  de  Diputados  corresponde  exclusi- 
vamente  la  iniciativa  de  las  leyes  sobre  contribuciones»,  y 
seria  muy  curioso  ablegar  que  el  Senado  puede  votar  la 
inversión  de  treinta  millones  de  duros,  y  que  la  Cámara 
vote  los  empréstitos»  ó  las  rentas  que  han  de  cubrirlos. 

No  entraremos  en  discusión  sobre  este  punto;  pero  si 
diremos  que  dada  la  situación  de  gran  número  de  Sena- 
dores, prorogados  para  la  Provincia  que  ha  de  pagar  las 
sumas  que  votan^  habrá  algunos,  estamos  seguros,  que 
duden  un  poco  de  su  capacidad  legal  de  hechar  sobre  sí  la 
responsabilidad  de  tan  enormes  inversiones. 

El  proyecto  de  ley  de  Capital  estamos  informados,  fué 
presentado  á  las  dos  Cámaras  á  un  tiempo,  con  la  singu- 
laridad de  mandarle  al  Senado  los  documentos,  informes 
y  piezas  justiñcativas  de  la  preferencia  dada  á  una  locali- 
dad, negándoselos  á  la  Cámara  de  Representantes,  ó  des- 
cuidando enviarle  papel  ninguno,  no  obstante  pedirlo  con 
instancia  la  Comisión  de  la  Cámara,  que  estaba  encargada 
de  estudiar  la  cuestión,  como  le  correspondía  de  derecho. 
Reunióse  una  vez,  llamóse  al  Ministro,  y  sin  haber  visto 
documento  alguno,  antes  deque  el  Senado  tomase  en  con- 
sideración el  asunto,  el  Ministerio  obtuvo  un  voto  de  con- 
fianza en  los  estudios  y  buenas  razones  que  había  tenido 
el  Ejecutivo  para  recomendarlo,  y  se  votó  la  Ensenada  casi 
por  unanimidad. 

Entonces  pudo  el  Ejecutivo  ó  sus  parciales  asegurar  á 
los  miembros  vacilantes  del  Senado,  (eran  Viueve),  que  ya 
estaba  asegurada  la  votación  en  la  Cámara,  y  con  esta 
aserción  casi  verdadera,  fijar  el  voto  y  reunir  la  ma- 
yoría. 

Ahora  se  hace  la  misma  maniobra  con  los  Representan- 
tes. ¿No  ven  ustedes  que  hay  una  mayoría  de  mas  de 
cuatro  quintos  en  el  Senado?  Es  inútil  deliberar  y  oir  ra- 
zones. Ya  está  todo  hecho  I 

Pero  el  Senado  no  debió  continuar,  por  leyes  nuevas 
para  la  nueva  provincia,  en  la  integridad  de  la  antigua  re- 
presentación del  íntegro  Buenos  Aires. 

Pero  el  Senado  no  debió  sancionar  gastos  extraordina- 
rios de  millones,  porque  usurpan  sus  miembros  facultades 


PROGRESOS  GENERALES  261 

que  solo  pertenecen  á  la  Cámara.    Por  tanto  es  ilegal  el 
procedimiento. 

Pero  el  Senado  no  ha  podido  recibir  ai  mismo  tiempo 
que  la  Cámara,  el  proyecto  porque  asi  se  violan  las  for- 
mas del  gobierno  representativo,  como  el  que  hace  trampa 
en  el  juego  ó  está  viendo  las  cartas  del  contrario.  Una 
Cámara  antes  de  sancionar  un  proyecto  ignora  lo  que  suce- 
de en  la  otra. 

Tememos  que  el  Poder  Ejecutivo  que  tan  ejecutivo  se 
muestra  en  este  asunto,  haga  andar  á  vapor  á  la  Cámara 
de  Representantes,  en  el  despacho  de  esta  ley,  en  que  van 
comprometidos  millones  de  duros  por  decenas,  y  que  la 
Cámara  seducida  por  apariencias  se  apresure  á  confirmar 
el  ya  asegurado  faUo  aunque  impropiamente  anticipado  del 
Senado. 

¿Qué  dá  la  ley  sancionada?  una  capital  á  construir  en 
Tolosa  ó  terrenos  allí  vecinos?  Luego  no  hay  necesidad  de 
precipitarse  por  ganar  quince  días,  ni  taparse  los  Repre- 
sentantes con  cera  los  oídos,  para  no  oír  reflexiones. 
Aunque  la  Comisión  tuviese  su  aprobación  votada^  antes 
que  le  viniese  del  Senado  votado  el  proyecto,  puede  an- 
darse con  pies  de  plomo,  para  someter  á  debate  su  in- 
forme. ^ 

•No  se  improvisan  puertos,  Cartagos,  ni  aun  aldeas  en 
meses.  Los  Nemrod,  constructores  de  ciudades  andan 
escasos;  de  manera  que  siempre  ha  de  haber  tiempo  de 
suspender  los  trabajos,  aunque  se  hayan  tirado  á  la  calle 
uno  ó  dos  millones  antes  de  reconocido  el  error. 

Deseamos  que  se  diese  tiempo  á  la  opinión  pública  para 
examinar  cuestión  tan  grave.  Acaso  convendría  que  de 
algún  modo  fuese  consultada  la  opinión  de  la  provincia 
á  quien  van  &  regalarle  un  corte  de  capital,  salvo  pasarle 
la  cuenta  de  los  sendos  millones  que  le  costará.  Quizá  las 
buenas  gentes  aquellas,  gustarían  mas  de  una  capital  mas 
adentro,  mas  al  alcance  de  los  habitantes,  que  esta  que  va 
á  ponéraele  al  lado  á  la  vieja  Buenos  Aires,  como  los  Es- 
tados Unidos  á  su  madre  la  Inglaterra,  para  arrebatarle  el 
dominio  de  los  mares. 


262  OBKAt»    OK  8AKUIBNT0 


n 

BN8BNiJ>A 

¿Puede  construirse  un  puerto  en  la  Ensenada? 

Nada  es  imposible  hoy  á  las  fuerzas  din&micas.  La 
cuestión  es  saber  si  el  puerto  aprovechará  á  la  nueva  capi- 
tal, y  no  será  para  mayor  engrandecimiento  comercial  de 
Buenos  Aires. 

¿Puede  construirse  la  suntuosa  ciudad,  aun  dándole  el 
beneficio  del  tiemix),  que  sueña  ei  Mensaje  del  Poder  Eje- 
cutivo» centro  de  comercio  y  de  civilización  de  la  Provincia 
en  la  capital  Tolosa^ 

La  dificultad  estarla  en  reunir  habitantes,  sino  se  hace 
de  ella  un  presidio. 

Todo  ei  mundo  xharcha,  sin  darse  cuenta  de  ello,  á  la 
aglomeración  de  gentes  en  los  viejos  centros  comerciales. 
Se  despueblan  las  Provincias,  los  condados,  las  campañas  en 
Inglaterra  y  Francia,  y  engrosan  las  ya  grandes  é  inaudi- 
tas aglomeraciones  humanas. 

Unos  cuantos  ejemplos  recientes,  vivos,  actuales,  llevarán 
la  duda  á  ciertos  espíritus  la  duda  siquiera  para  no  preci- 
pitarse.   Vaya  un  dato  estadístico: 

«c  No  es  la  Francia  la  que  crece  rápidamente,  sino  París 
Los  franceses  están  emigrando  á  París.  Conforme  al  censo 
de  1881  la  población  de  la  ciudad  es  de  2.295,000  habi- 
tantes, mientras  que  en  1876  solo  tenia  1.988,806  habiendo 
aumentado  en  cinco  años  mas,  306,000  (trescientos  seis 
mil)  habitantes,  cifra  á  que  no  ha  llegado  Buenos  Aires 
en  tres  siglos,  no  obstante  que  ahora  se  aglomera  la  pobla- 
ción con  mas  celeridad.  Saint  Deni,  Sceaux,  á  los  alredo- 
res  de  París  han  adquirido  en  cuatro  años  cerca  de  100.000 
habitantes  mas  como  aquí  aumentan  Barracas,  San  José 
de  Flores  y  Belgrano,  que  son  dependencias  de  la  ciudad  de 
Buenos  Aires  y  las  absorverá  bien  pronto . 

No  hablaremos  de  Nueva  York,  ciudad,  comercial  y  no 
capital,  que  se  absorve  las  poblaciones  vecinas  y  tiene  un 
miyon  mas  de  habitantes  separados  por  canales  en  los 
suburbios  de  Brookling  y  New-Jersey. 


PRoaaBsos  obnbra.lbs  263 

Las  plantas  chicas  no  se  desenvuelven  á  la  sombra  de  los 
grandes  árboles.  Buenos  Aires»  la  grande  Buenos  Aires» 
le  sustraerá,  la  savia  á  Tolosa,  que  tendrá  sus  casas  desier- 
tas como  ciudad  abandonada  en  castigo  de  haber  conce- 
bido el  audaz  pensamiento  de  llevarse  al  Buenos  Aires 
histórico,  á  los  pantanos  de  la  Ensenada  ó  á  las  alturas  de 
las  Hermanas. 

No  hay  centros  de  comercio  y  civilización  con  dos  cabe- 
zas» como  el  águila  heráldica.    No  se  decretan  traspasos. 

Solo  el  cambio  de  las  rutas  de  comercio  muda  de  un  lugar 
á  otro  los  centros  de  intercambio.  Eso  fueron.  Tiro  y 
Alejandría.  No  tenemos  el  Alejandro.  Venecia  tiene  milla- 
res de  nobles  palacios  que  sirven  de  hoteles,  almacenes 
y  hospitales.  Faltóle  de  repente  con  la  vuelta  del  Cabo  de 
Hornos,  la  vida,  y  para  que  Tolosa  fuese  algo  un  día,  era 
preciso  que  el  viajero  que  visitase  estas  playas,  un  cicerone 
le  dijese  por  el  sitio  de  la  antigua  Buenos  Aires,  «estas  que 
ves  ruinas,  oh  Pavio,  fué  Itálica  bella»,  ó  como  Volney  vi- 
sitando Palmira  al  caer  de  la  tarde  exclamase:  «aquf  un 
pueblo  laborioso  cambiaba  las  piedras  preciosas  de  Oriente 
por  el  oro  de  Ophir.» 

No  exajeramos.  Tolosa  no  será  nada,  porque  se  pone 
cerca  de  Buenos  Aires.  Los  diputados  irán  por  las  ma- 
ñanas en  ferrocarril,  y  como  solo  cada  dos  días  se  reúnen, 
por  cuatro  meses,  regresarán  á  Buenos  Aires,  á  la  ópera, 
Versailles  fué  declarada  capital  de  Francia,  sus  monumen- 
tos, sus  palacios,  sus  glorias,  sus  bellas  artes,  sus  juegos 
de  agua, 'sus  jardines  habrían  honrado  á  Roma,  dejando 
muy  atrás  las  Termas  de  Caracalla  de  Nerón  ó  la  casa 
dorada,  tal  fué  el  fausto  del  gran  rey  y  de  la  Corte,  que  era 
la  nobleza  de  Francia  cautiva. 

La  perrera,  (en  que  hemos  tenido  el  honor  de  residir), 
encerraba  cinco  escuelas,  de  ellas  una  normal,  y  daba 
alojamiento  por  su  capacidad  al  despacho  de  un  Ministerio. 
Deshoras  del  mas  bello  viaje  separan  á  París  de  Versailles. 
Necesitaban  salvar  á  la  Asamblea  de  la  presión  de  los  ar- 
tesanos, demócratas,  socialistas,  rojos,  republicanos  de  París. 
Imposible!  París  pertubaba  con  la  vista  de  las  cúpulas 
los  debates  de  la  Asamblea,  hasta  que  se  decretó  la  vuelta 
de  París.  El  legislador  es  impotente  contra  estas  atrac- 
ciones. 


264  oBKAs  tíñ  sakmibuto 


m 


UN  EMPORIO 


Cuéntase  con  la  transformación  que  obrará  el  puerto  de 
la  Ensenada? 

Buenos  Aires  es  el  emporio  del  comercio  entre  la  Euro- 
pa y  este  extremo  de  la  América,  como  Nueva  York  lo  es 
al  otro  cabo. 

Buenos  Aires,  tiene  varios  puertos,  á  cual  mas  malos,, 
como  las  bocas  del  Nilo,  San  Fernando,  Santa  Catalinai 
Barracas,  la  Ensenada.  ¿Cuál  será  preferible  en  adelante? 
El  que  mayores  condiciones  reúna,  pero  para  Buenos  Airest 
aunque  ganen  en  ello  los  porteños  de  cada  puerto.  En 
vísperas  estamos  de  tener  puertos  con  cien  pies  de  profun- 
didad en  balizas  interiores,  yendo  á  buscar  las  naves  con 
trabajos  menos  costosos  que  los  ferro-carriles  elevados  de 
Nueva  Tork,  el  puente  colgado  de  Brookling,  aun  los  peque- 
ños itsmos,  ó  los  tunéis  que  se  intenta  abrir  entre  Francia 
é  Italia,  á  través  de  los  Alpes.  Pero  estos  gastos  pueden 
hacerse  en  frente  de  Buenos  Aires,  porque  hay  detras  un 
emporio  responda  de  ellos;  pero  no  se  pueden  hacer  en  la 
Ensenada,  porque,  sino  es  para  la  ciudad  de  Buenos  Aires,, 
para  nadie  ha  de  servir,  ni  con  derechos  diferenciales.  Las 
lanchas  de  desembarco  miden  hoy  cuatrocientas  y  seiscien- 
tas toneladas,  y  los  vapores  actualmente  en  construcción 
para  el  Atlántico  6.000.  En  veinte  y  un  pies  no  ancla  un 
vapor  dentro  de  seis  años,  pues  á  la  menor  cabezada,  tocará 
el  fondo;  y  á  la  ensenada  no  irá  vapor  de  6.000  toneladas 
con  carga  para  el  Sur  de  la  provincia,  ni  para  proveer  direc- 
tamente á  las  pulperías  futuras  de  Tolosa. 

Luego  la  ciudad  capital  ha  de  ser  donde  no  sea  necesaria 
gastar  previamente  diez  millones  de  duros  en  puerto,  dos 
en  cegar  pantanos  y  levantar  calzadas,  otro  en  agua& 
corrientes,  un  millón  para  habilitar  ciudadanos  vergonzan* 
tes  ó  empleados  condenados  á  veinte  años  de  servicio  para 
optar  al  retiro. 

La  razón  de  estos  programas  está  en  las  tradiciones  loca- 
les.   Como  la  Legislatura  actual  está  fuertemente  saturada 


PROGRESOS  OBNBRALBS  265 

de  bonaerenses  puros,  ninguno  de  ellos  concibe  capital 
sin  puerto,  como  Berlin,  Paris,  Filadelfía,  Dublin,  Harris- 
burg  y  ciento  que  sería  fácil  nombrat*,  siendo  lo  contrario 
la  excepción,  ni  capital  sin  ciudad  grande  como  Paris  y 
Londres. 

Estas  capitales  las  ha  creado,  sin  embargo,  el  comercio 
las  encrucijadas  que  hacen  de  los  caminos,  etc.,  y  seguirán 
desenvolviéndose  en  el  despacho  de  los  gobiernos.    ' 

Las  ciudades  creadas  ex'profeso  para  capitales  han  sido 
colocadas  en  lugares  como  Washington  donde  no  pueda 
desenvolverse  una  gran  ciudaJ;  ó  escogiendo  el  centro  del 
pais  como  Madrid,  cuando  los  reyes  de  Aragón,  Castilla 
conquistaban  Granada,  abandonando  á  la  bella  y  galante 
Sevilla;  ó  bien  como  las  capitales  de  Provincia  ó  Estados 
Norte-Americanos,  que  dejaron  en  poder  de  sus  municipa- 
lidades grandes  ciudades  como  las  de  Filadelña,  que  hoy 
tiene  880,000  habitantes,  para  llevar  la  administraccion  á 
Harrisburg  pequeña  aldea  entonces:  Nueva  York  el  centro 
de  comercio,  el  punto  de  desembarque,  de  medio  millón  de 
emigrados,  el  local  de  la  Bolsa,  el  centro  de  la  prensa  que 
gobierna  á  los  Estados  Unidos,  para  llevar  las  Cámaras  y 
el  gobierno  yorquino  á  Albany  que  está  ciento  veinte  millas 
adentro  del  pais. 

Con  el  propósito  de  abrir  otros  horizontes  á  nuestros  legis- 
ladores publicamos  sin  comentarios,  el  preámbulo  de  una 
ley  de  reconocimiento  de  un  nuevo  Estado,  dada  por  Con- 
greso Norte  Americano: 

IV 

UNA  GONVENaON 

«  Por  cuanto  el  pueblo  que  habita  la  porción  de  Virginia 
conocida  como  la  Virginia  del  Oeste,  por  una  Convención 
reunida  en  la  ciudad  de  Wheclind  el  25  de  Noviembre  de 
1861,  se  dio  una  Constitución,  con  el  propósito  de  ser  un 
Estado  separado  é  Independiente  y  por  cuanto  en  la  última 
elección  practicada,  dicha  Constitución  fué  adoptada  y 
aprobada  en  los  partidos  que  componen  el  territorio  sobre- 
dicho, por  los  votantes  califlcados  del  propuesto  Estado;  y 
por  cuanto: 


266  OBBJUI  DB  SAXmaHTO 

«La  Legislatura  de  Virginia  por  una  ley  sancionada  el  13 
^e  Mayo  de  1862,  dio  su  consentimiento  á  la  formación  da 
un  nuevo  Estado  dentro  de  dicho  Estado  de  Virginia  para 
ser  llamado  Vii^inía  Occidental,  y  abrazar  los  siguientes 
partidos,  á  saber....  (como  si  dijéramos  San  José  de  Flo- 
res) etc.  HanckoCy  Brooke,  Oblo  (eto,  cuarenta  y  ocho  en 
número),  y  por  cuanto,  tanto  la  Oonvencion  como  la  I^gi^ 
latura  han  peticionado  que  el  nuevo  Estado  sea  admitido 
en  la  Union,  y  siendo  republicano  en  la  forma,  la  CoiYSÜta- 
cion  sobredicha,  el  Congreso  debe  dar  su  asentimiento  para 
que  los  dichos  cuarenta  y  ocho  partidos,  sean  formados 
«en  un  Estado  independiente,  separado,  etcj» 


CONSTITUCIÓN  DB  LA  VIBOIMIA  OCCIDENTAL 


ce  Sección  2* —  El  territorio  de  los  siguientes  Partidos,  que 
antes  eran  parte  de  la  República  de  Virginia  formarán 
y  constituirán  el  estado  de  Virginia  Occidental.  (Siguen 
los  nombres  de  los  cuarenta  y  ocho  partidos). 

«  Sección  2^ — Los  poderes  de  gobierno  residen  en  los 
ciudadanos  del  Estado,  y  solo  pueden  ser  ejercidos  por  su 
voluntad  y  nombramiento. 

«  Sección  3^ — Toda  persona  que  resida  en  este  Estado, 
nacido  ó  naturalizado  en  los  Estados  Unidos,  y  sugeto  á  su 
jurisdicción,  será  ciudadano  de  este  Estado. 

ff  Sección  4^  —  Cada  ciudadano  tendrá  derecho  á  igual 
representación  en  el  gobierno,  y  en  toda  asignación  de 
representación,  será  consultado  en  cuanto  es  posible  la 
igualdad  de  números. 

«  Ninguna  distinción  se  hará  entre  extranjeros  residen- 
tes, y  ciudadanos,  en  cuanto  adquirir,  tener  propiedad  ó 
testar  ó  disponer  de  ella. 

«  Sección  5* — La  Legislatura  se  reunirá  en  la  Sede  del 
Oobierno  bienalmente^  y  no  antes,  á  menos  que  sea  convocada 
por  el  Oobernador. 

«  Sección  20— La  Sede  del  Gobierno  estará  en  Gharles- 
town,  hasta  que  de  otra  manera  se  disponga  por  ley.» 


PAOQRB808  OBNERALBS  867 


«DIRS  EXPRESS 

{SI  Nacional,  Julio  »  de  1879.) 

ViéDenos  este  nombre  á.  la  memoria»  al  recibir  con  re- 
comendación una  circular  impresa  de  Villar  y  Gia.  Cuyo 
SO»  avisando  que  establece  una  agencia  que  se  harA  cargo 
de  la  circulación  de  encomiendas  por  toda  la  República* 

Tan  grande,  tan  útil,  tan  indispensable  es  una  agencia 
de  este  género,  que  la  de  Adams  express,  pudo  pagar  una 
suma  de  trescientos  mil  duros,  de  que  fué  robada  durante 
«1  trasporte  por  su  intermedio  de  un  lugar  á  otro. 

Por  donde  quiera  que  se  viaje  en  la  inmensa  extensión 
de  los  Estados  Unidos,  hasta  en  la  última  aldea  y  villorio, 
el  viajero  encontrará  uno  ó  mas  carros  verde  esmeralda 
con  el  letrero  en  letras  de  oro  «Adams  express,»  que  son 
los  vehículos  de  la  poderosa  compañía  que  distribuye  en- 
<;omienda8  en  todos  los  Estados,  ciudades,  villas,  campañas, 
ya  sea  un  libro,  un  ajuar  de  casa,  un  reloj,  un  sombrero, 
ó  una  suma  de  veinte  mil  fuertes.  Basta  en  cualquier 
punto  entregar  el  objeto,  dando  la  dirección  de  su  destino, 
para  estar  seguro  que  la  oñcína  de  Adams  express  del 
lugar  designado  hará,  la  entrega  en  el  plazo  mas  corto,  á 
precio  inñmo,  y  con  toda  seguridad. 

El  Adams  express  es  el  mandero  universal,  el  vinculo 
que  une  todos  los  Estados,  y  el  intermediario  de  todas  las 
familias.  Maneja  millones;  hace  posibles  todas  las  cosas, 
y  allana  todas  las  dificultades.  Una  dama  de  Chicago  pide 
á  Steward  tendero  de  Nueva  York  un  vestido  de  50  duros, 
á  la  última  moda;  y  como  Steward  tío  engaña,  ni  pide  mas 
ni  menos,  y  Adams  express  está  en  todas  partes,  recibe  el 
vestido  y  lo  entrega  en  Chicago,  con  lo  que  puede  com- 
prarse en  las  tiendas  de  Nueva  York,  sin  moverse  de  su 
casa  de  Chicago. 

Tanto  bien  puede  hacer  una  agencia  de  este  género  en 
nuestro  desligado  país,  que  nosotros  mismos  hemos  andado 
promoviendo  la  formación  de  una,  que  llene  tan  gran  ne- 
cesidad; y  auguramos  grande  éxito  á  la  de  Villar  y  Cia.,  si 
logra  organizar  un  personal  de  eximia  exactitud  y  dili- 
j^encia,  y  ponerse  de    acuerdo  con   diligencias,  vapores» 


268  OBRA  8  DB  SARMIENTO 

ferrocarriles  y  demás  medios  de  trasportes.  Esta  es  la 
diñcultad  insuperable  para  particulares.  Una  encomienda» 
y  son  tan  variadas  sus  formas,  un  cajoncito,  una  caja  de 
cartón,  un  barril,  un  libro,  ha  de  entregarse  en  Mendoza 
á  la  diligencia,  que  habrá  de  entregarlo  al  ferrocarril,  dos 
administraciones,  y  el  ferrocarril  al  vapor  que  llega  á  Cam- 
paña, y  este  al  ferrocarril,  quien  lo  entrega  á  una  agencia 
del  vapor,  que  espera  que  la  reclamen  los  dueños,  que  no 
lo  hacen  tan  pronto,  y  cuando  llegan  en  cambio  de  un 
flete  enorme,  monstruoso,  capaz  de  arruinar  ¿  una  persona, 
encuentran  un  cajón  vacío  que  contuvo  pasa  moscatel,  y 
se  la  han  sustraído  las  ratas  de  estos  depósitos,  y  que 
tienen  por  única  respuesta  encogerse  de  hombros^  y  man- 
dar en  descargo  al  ferrocarril,  al  vapor,  al  Rosario,  á  San 
Luis,  en  donde  debió  practicarse  la  sustracción. 

Resultado  general:  la  orden  dada  á  los  puntos  de  envío 
de  no  repetir  la  broma,  y  dar  que  ganar  á  todos,  sin  re- 
cibir la  cosa  que  tantos  fletes  cuesta;  pues  es  preciso  saber 
que  no  avaluándose  por  el  peso,  ni  por  el  tamaño  las  en- 
comiendas, el  primer  conductor  le  pone  precio  según  está 
su  humor.  Si  de  mandar  de  Buenos  Aires  á  las  provincias 
objetos  de  uso  se  trata,  no  hay  que  pensar  en  ello,  pues 
no  sabria  á  quien  encomendar  su  trasporte,  ni  quien  le 
respondería  de  su  entrega. 

Y  son  millares  de  pesos  lo  que  importarían  las  enco- 
miendas para  una  agencia  única,  que  se  encargase  de  todo 
aquel  engorro  de  los  traspasos,  que  le  es  fácil  organizar, 
teniendo  cajas  suyas  para  los  vapores,  wagones  especiales 
para  encomiendas,  y  precios  módicos  que  por  volumen, 
así  tomado  en  grande  como  de  cualquiera  otra  carga^  co- 
brarían los  fletadores  intermediarios. 

Para  el  envió  de  libros,  joyas,  vestidos,  obsequios  de  todo 
género,  como  para  recibir  quesos,  frutas  secas,  dulces,  te- 
idosi  y  tantas  otras  producciones  del  interior  que  no  pue- 
den obtenerse  en  el  mercado,  es  una  agencia  general  mas 
que  un  intermedio,  un  principio  creador  y  generador  del 
movimiento  mismo. 

No  se  manda  ni  recibe,  nada  ó  poca  cosa,  porque  no  hay 
una  agencia,  un  Adams  ezpress,  que  esté  al  habla  en  todas 
partes,  para  entregarle  un  objeto  grande  ó  pequeño,  sin 
discutir  precios  porque  ya  están  fijados  equitativos,  á  fin 


PROGRESOS  OBNBRALBS  269 

de  hacer  fácil  el  envío,  y  crear  el  hábito,  y  con  la  póliza  ó 
recibo,  en  una  hoja  de  papel  que  se  incluye  en  carta, 
tener  la  seguridad  de  la  entrega  ó  el  pago  del  valor  de 
la  encomienda,  según  lo  declarado  contener  al  entregarla. 

Verán  por  esta  larga  esposicíon  Villar  y  Cía.,  cuan  sin- 
ceramente les  deseamos  el  mas  cumplido  éxito,  y  cuan 
grande  servicio  pueden  prestar  al  intercambio  de  peque- 
ños envios,  que  son  para  las  familias  un  motivo  de  con- 
tentamiento y  un  vinculo  entre  todas  las  provincias. 

En  Alemania  el  estado  que  administra  los  ferrocarriles 
y  el  correo  es  el  mandadero  de  cartas,  paquetes  y  enco- 
miendas, facilitando  y  asegurando  el  inmenso  comercio  de 
los  pequeños  envios,  de  objetos,  como  las  cartas  son  el 
vehículo  del  inmenso  intercambio  de  pequeños  y  diarios 
pensamientos.  Les  recomendamos  que  pinten  verde  es- 
meralda sus  carros,  con  las  letras  que  han  de  anunciar 
la  Agencia.  És  de  buen  agüero. — ^Express  Villar  t  Cía. 


EL  PROYECTO  DE  FRONTERAS 


(Bl  NaeUmal,  SeUembre  17  de  1879.) 

Ha  pasado  en  la  Cámara»  con  leves  modiñcaciones  y  apo* 
yado  por  grandes  mayorías,  el  proyecto  de  ley  presentado 
por  el  Ministro  de  la  Guerra. 

Ha  concurrido  á  su  adopción  la  Comisión  de  Guerra  é 
ilustrádolo  el  Diputado  General  Mitre,  con  la  competencia 
que  le  dan  su  práctica  y  estudios  anteriores,  sobre  cuestión 
que  tiene  el  privilegio  de  estar  sin  solución  siempre  y 
llamar  á  la  puerta  cada  hora.     ' 

El  incidente  promovido  por  el  Gobernador  de  la  Provin- 
cia, alegando  jurisdicción  sobre;los  terrenos  fuera  de  fron- 
tera, dio  de  nuevo  ocasión  al  General  Diputado,  para  hacer 
debida  ostentación  de  sentimientos  y  principios  mas  en 
armonía  con  los  intereses  generales  del  país. 

No  renovaremos  la  discusión,  agregando  razones  de 
nuestra  parte,  sobre  tan  debatida  cuestión,  la  que  creemos 
fijada  en  adelante  por  el  voto  de  la  Cámara. 

Nuestra  constitución  tiene  necesidad  de  retoques  para 
quitar  de  ella  los  resabios  que  le  quedan  de  las  presiones 
porque  hubo  de  pasar  el  texto,  á  Qn  de  hacer  viable  el  ins- 
trumento. 

El  General  Urquiza,  tenia,  al  entrar  en  el  sistema  consti- 
tucional, sus  tradiciones  de  partido,  que  creia  afectas  á  la 
victoria  obtenida  sobre  Rosas.  La  Constitución  había  de 
ser,  obedeciendo  á  estas  predilecciones  suyas,  federal;  y 
federal  según  un  derecho  que  á  su  juicio  preexistfa* 

La  voluntad  del  pueblo,  que  iba  á  constituirse,  era  reco- 
nocida en  principio;  pero  según  el  orden  de  ideas  tradicio- 
nales á  que  obedecía,  esa  voluntad  estaba  de  antemano 


PR06aB808  QBNBRA.LB8  271 

comprometida  por  el  pacto  cuadrilátero;  y  no  había  medio 
de  eTitar  que  en  la  GoDstítucion  constase  qae  se  hacia  de- 
conformidad  con  pactos  preexistentes. 

En  vano  habría  sido  insistir  en  qoe  una  Gonstitncion  se 
distingue  precisamente  de  un  pacto»  en  que  aquella  es  ana 
ley  obligatoria,  y  un  pacto  es  ana  obligación  de  que  es- 
posible  desligarse.  Fué»  pues,  preciso  aceptar  las  dos 
fuentes  que  se  contradecían.  «Nos  los  representantes  del 
pueblo,  en  virtud  de  pactos  preexistentes»» — lo  que  en  rigor 
de  lógica»  los  constituía  Delegados  ó  Ministros  Plenipoten- 
ciarios de  Estados»  y  no  representantes  del  pueblo. 

La  contradicción  es  mas  chocante  si  se  dice»  como  e& 
mejor  y  mas  correcta  práctica.  «Nos  el  pueblo»  en  virtud 
de  pactos,»  lo  que  anula  la  voluntad  del  pueblo,  que  no  es 
libre  en  su  acción»  sino  que  ya  viene  sometido  á  una  obli- 
gación^ anteriormente  contraída  por  gobernantes  ó  Estados. 

Las  constituciones  federales  modernas  tienen  un  intér- 
prete y  juez  arbitro  decisivo  en  todos  los  conflictos  entre 
poderes  nacionales  y  provinciales.  Pueden  hacerse  valer 
estos,  y  ser  atendidos;  pero  todos  están  regidos  por  la  dis- 
posición que  hace  que  la  constitución»  tratados,  y  leyea 
que  emanen  de  los  poderes  que  aquella  constituye»  son  la 
ley  suprema,  no  obstante  todo  lo  que  en  contrario  digan 
constituciones  y  leyes  provinciales.  Este  admirable  resorte 
de  que  carecieron  las  confederaciones  antiguas,  constituye 
el  último  tribunal  de  apelaciones,  y  la  suprema  ratio^  que  sin 
ella  estaría  librada  á  la  guerra.  Desde  que  la  Constitución», 
los  tratados»  ó  la  ley  del  Congreso  hablan»  todo  otro  juicio 
queda  suspendido  y  sin  efecto.  La  disolución  sería  la 
menor  de  las  dificultades  que  traerla  el  dejar  sin  solución 
obli^^atoria  las  mil  cuestiones  que  pueden  nacer  de  intere- 
ses encontrados;  y  como  Legislatura,  Gobernadores»  milicia 
y  cuantos  ejercen  autoridad  provincial»  son  ciudadanos 
argentinos  individualmente»  y  deben  obediencia  á  las  leyes 
del  CongroHO,  toda  opinión  colectiva»  en  nombre  de  pode- 
res provinciales»  queda  suprimida  por  el  individuo  que,  sin 
ser  sedicioso  ó  traidor  á  su  patria^  la  Nación»  no  puede 
sostenerla,  desde  que  reconoce  que  no  obstante  toda  cons- 
titución ó  ley  en  contrarío»  prevalece  la  ley  del  Congreso» 
en  que  él  está  debidamente  representado. 

El  proyecto  del  Gobierno»  á  mas  de  asignar  territorios  á 


272  OBRAS   DE  SARMIBNTO 

las  provincias  colindantes^  tiene  por  antecedente  de  ejecu- 
ción, el  despejar  de  salvajes,  previamente,  la  área  de  la 
región  que  quedarla  encerrada  por  la  nueva  linea  que 
debe  apoyarse  en  el  Rio  Negro. 

Ayer  no  mas  se  han  publicado  los  partes  de  haber^ 
tomado  veinte  indios  de  Pincen,  al  trente  de  la  linea  actual 

Gomo  se  procederá  para  ejecutar  el  despejo  presupuesto 
para  la  definitiva  ejecución  de  la  ley?  Si  hubiera  una 
linea  sosteníble  detrás  de  los  puntos  que  hoy  ocupan  los 
toldos  de  los  salvajes,  se  comprende  que  la  operación  ten- 
dría un  término  necesario. 

Esperamos  oir  la  autorizada  opinión  del  Ministro  de  la 
Guerra  sobre  este  punto;  pero  esto  no  estorba  que  indi- 
quemos, lo  que  ya  parece  vienen  aconsejando  los  hechos 
que  se  repiten  diariamente. 

Hace  tres  años  que  se  emprendió  el  desalojo  de  los 
indios;  y  el  ejército  ha  operado  con  buen  éxito,  toda  vez 
que  ha  acometido  en  divisiones  reducidas  avanzar  haéta 
las  tolderías. 

Los  indios  están  decididamente  quebrantados;  pero  no 
se  olvide  que  los  principales'  resultados  obtenidos  ha  sido 
traer  á  término  las  depredaciones  de  los  restos  de  la  tribu 
de  Gatriel,  sublevada  y  lanzada  al  desierto.  Si  estos  indios 
sometidos  desde  1850,  hubieran  permanecido  del  lado  de 
los  cristianos,  mucho  menos  productiva  habría  sido  la 
inmensa  labor  del  ejército  y  los  caudales  enormes  gas- 
tados. 

Aun  en  la  tribu  de  Pícen  ha  influido  mucho  para  debili» 
tarla  esta  vuelta  á  los  antiguos  hogares  del  viejo  Blanca 
Grande,  que  es  todavía  una  ramiñcacion  de  la  tribu  de 
Gatriel,  pues  era  antes  segundo  en  el  mando. 

Descartando  este  accidental  refuerzo  de  las  indiadas  sal- 
vajes, quedan  los  Ranqueles  y  Namuncurá  como  las  ma- 
yores fuerzas  que  resistirían  al  desalojo.  Los  continuos 
encuentros  con  los  indios  han  demostrado  que  no  hay  que 
temer  ó  prometerse  se  presenten  en  fuerza  á  disputar  el 
terreno;  pero  las  distancias,  el  desierto,  la  astucia  del  débil 
que  se  defiende,  y  nuestra  inevitable  falta  de  caballos,  para 
empresas  de  centenares  de  leguas  de  batida  y  de  tiempo 
indefinido  de  persecución,  opondrán  obstáculos,  que  pueden 
dejar  burladas  las  esperanzas. 


PROGRBaOS  &BNERALB8.  273 

No  habría  un  sistema  de  persecucioa  indicado  ya  por  los 
bechos,  que  guarde  al  mismo  tiempo  la  frontera  viva,  es 
decir  la  parte  poblada? 

Si  fuera  posible  consultar  á  los  jefes  experimentados  que 
están  actualmente  sobre  la  brecha,  digámoslo  así,  podrían 
saberse  los  inconvenientes  que  tendría  la  idea  que  vamos 
&  apuntar. 

Trescientos  hombres  bien  montados,  con  cien  infantes 
de  base,  nos  parece,  dado  el  terror  impreso  k  los  indios 
y  su  debilidad  numeraria,  fuerza  incontrastable  para  los 
salvajes.  Doscientos,  obrando  independientes,  y  librada 
su  acción  á  la  pericia  y  actividad  de  su  jefe,  sin  campa- 
mento ñjo^  y  en  campaña  permanente  darían  cuenta  de 
los  salvajes,  en  mas  ó  menos  tiempo. 

Para  hacernos  comprender,  llamaremos  á  este  sistema, 
sistema  Rauch.  Guán  diversas  sean  las  situaciones  y  cuan 
grande  la  escala  en  que  hoy  se  opera,  parécenos  que  las 
circunstancias  vuelven  á  ser  las  mismas.  De  Rauch  á 
nosotros,  media  la  emigración  de  Calfucurá,  araucano,  k 
estas  tierras  y,  de  1875,  la  vuelta  de  Gatriel  al  desierto. 
Una  y  otra  fuerza  entán  quebradas  ya,  y  solo  se  trataría 
de  aniquilarlas,  con  poco  costo. 

Lo  que  hay  de  deplorable  en  la  frontera,  es  el  exceso  de 
fuerzas  y  de  dinero  que  cuesta  su  defensa,  en  proporción 
del  número  de  los  enemigos. 

Hay  \ina  fuerza  suficiente,  para  cada  punto  que  los  sal- 
vajes escojan,  en  una  larga  extensión  de  leguas. 

El  cambio  de  plan  consistiría  en  no  hacer  continua  la 
línea  de  defensa,  desde  que  ya  se  sabe  que  el  ataque  se  ha 
de  reducir  á  treinta  ú  ochenta  ladrones  que  vienen  en 
busca  de  yeguas.  Por  el  sistema  que  proponemos,  la  alarma 
y  el  peligro  estarían  para  el  salvaje  en  sus  propios  toldos. 
La  movilidad  de  grupos  de  fuerza,  suponemos,  sería  en 
gran  número  de  casos,  freno  y  escarmiento  á  las  tentativas 
parciales  de  invasión,  pues  estas  serian  desconcertadas 
por  la  inopinada  presencia  y  encuentro  de  las  tropas  en 
movimiento,  ó  seguidas  por  el  rastro  que  dejan  &  3u  paso. 

Claro  es  que  las  poblaciones  estarán  espuestas,  de  vez  en 
cuando  &  accidentes  pero  no  debe  olvidarse  que  estos 
accidentes  de  pequeños  malones  que  salvan  la  linea  ex- 

ToVO  lU.— IB 


274  0BRA8  DB  8ARMIBNT0 

terior  de  defensa  y  llegan  k  las  poblaciones,  se  yieneo 
repitiendo  no  obstante  la  línea  continua,  de  años  atrás^ 
7  no  los  ha  estorbado  hasta  ayer  la  vigilancia  de  los  jefes. 

Tomemos,  pues,  las  cosas  como  son;  y  aceptemos  que 
han  de  haber  invasiones  de  indios,  que  se  infiltren  por 
entre  las  divisiones  en  campaña  activa. 

Obra  será  del  vecindario  amenazado  rechazarlas  por  su 
propia  conservación,  como  ya  lo  han  hecho  valientemente 
los  paisanos^  toda  vez  que  ha  ocurrido  el  caso.  No  es  per* 
fecto,  ni  de  echarse  &  dormir,  el  plan  que  proponemos, 
pero  es  hacedero  y  ahorra  ingentes  sumas  y  grandes  fuer- 
zas empleadas  para  obtener,  en  proporción,  pobrísimos 
resultados. 

k  TONTAS  Y  A  CIEGAS 

{SI  Nadofial  Agosto  t6  de  1882). 

Era  de  cajón  que  el  proyecto  sobre  fronteras  había  de 
recibirse  con  palos  de  ciego  por  los  que  viven  en  perenne 
acecho  de  coyunturas  para  hincar  el  diente  en  la  piel 
del  Ministro  de  la  Guerra. 

Lo  mismo  habría  sido  que  el  General  Boca  hubiera 
publicado  un  documento  destinado  á  combatir  la  ocupación 
del  Río  Negro.  La  censura  tonta  y  cargante  contra  las 
ideas  del  Ministro  habría  venido  en  la  mañana  siguiente 
como  el  resultado  obligado  de  la  digestión  de  la  noche. 
Estos  caballeros  necesitan  desocuparse  todos  los  días  del 
caudal  de  bilis  que  acumulan  durante  las  horas  del  sueño. 
De  lo  contrario,  reventarían,  como  podrá  corroborarlo  el 
hermano  facultativo  de  los  hermanos  Gutiérrez. 

Que  «el  proyecto  del  General  Roca,  dice  El  PuESLa 
copiando  á  La  Nación,  es  una  letra  sobre  el  porvenir  que 
no  pagará  el  firmante.» 

Hé  aquí  un  lapsus  de  la  pitonisa  de  la  calle  San  Martin 
de  que  automáticamente  se  ha  hecho  reo  el  otro. 

En  todo  caso,  el  Ministro  Roca  sería  el  aceptante  y 
no  el  firmante.  La  letra  sobre  el  porvenir  está  girada 
desde  once  años  atrás  por  el  Presidente  que  puso  el 
cúmplase  á  la  ley  de  1867,  dictada  bajo  sus  inspiraciones. 
Que  mala  memoria,  señores  críticos! 


PROGRESOS  GENERALES  275 

Desarrollemos  la  metáfora  y  digamos  entonces  que  el 
General  Roca  es  un  capitalista  aÍ3negado  que  toma  sobre 
si  el  giro  de  un  tramposo  político  á  quien  cerraron  sus 
cajas  los  mismos  ministros  de  su  administración;  de  un 
quebrado  que,  para  desfogar  su  fiebre  de  gloria  y  de 
renombre,  nos  llenó  de  letras  como  la  de  la  guerra  del 
Paraguay,  firmada  con  la  sangre  de  cuarenta  mil  argen- 
tinos y  que  el  porvenir  vá  pagando  poco  á  poco  en  mo- 
neda de  descrédito  y  de  pérdida  de  influencia  en  nuestra 
politica  exterior. 

Qué  figuras  retóricas  tan  aturdidas,  señores  Aristarcos 
por  contrato  I 

La  critica  que  El  Pueblo  Argentino  hace  en  detalle  del 
proyecto  de  avance  de  las  fronteras,  se  reduce  mas  ó  menos 
literalmente  á  estos  términos  y  á  este  lenguaje : 

¿  Con  que  fuerzas  se  va  á  efectuar  la  expedición  ?  No 
lo  sabemos.  ¿Es  posible  operar  con  el  ejército  que  ocupa 
las  líneas  actuales  y  cuanto  tiempo  durarán  los  prepara- 
tivos? Nada  de  esto  sabemos.  ¿  Gomo  se  hará  el  emprés- 
tito? Hay  probabilidades  de  colocarlo?  No  lo  sabemos 
tampoco.  ¿Hay  fuerzas  bastantes  con  las  actuales  para 
operar  y  guarnecer  la  linea,  ó  se  cuenta  con  otras?  Lo 
ignoramos  también,  y  por  lo  tanto,  no  pódennos  juzgar  de  la 
pracUcabilidad  de  ¡a  operación. 

Pues  entonces,  si  nada  sabe  Vd.,  envuélvase  en  la  capa 
de  su  ingnorancia  y  hágase  mas  bien  el  distraído,  mien- 
tras los  que  saben  discuten  como  la  gente  el  mas  tras- 
cendental de  nuestros  problemas  internos. 

¿Hemos  de  esperar  acaso  á  que  Vd.,  haga  memoria^  k  que 
Yd.  haga  entendimietUo^  como  dice  el  epigrama? 

Parece  broma,  pero  todo  lo  que  dejamos  transcrito 
está  estampado  en  el  tercer  editorial  del  Pueblo  Argentino 
de  hoy.  Empieza  ese  editorial  diciendo  que  el  General 
Roca  no  hará  nada  y  que  el  proyecto  de  avance  no  es 
sino  un  giro  sobre  las  generaciones  futuras  que  proba- 
blemente no  hallará  nunca  quien  lo  pague,  y  acaba  por 
declarar  que,  por  falta  de  conocimiento  de  causa, 
no  puede  el  autor  del  artículo  juzgar  de  la  practicabüidad  de 
h  operación. 

A  esta  familia  literaria  pertenecen  todas  las  produccio- 
nes de  estos  censores  á  outrance  de  la  situación.    El  cuento 


GBneral  P-:c»  »  m-  ^~^'i^  ^zi^^z^:  tj-  izm  ;■['!■ 
BÍ  el  giro  de  c:.  ^-t-n-i'-si  v..;:.;*  -  ■— ^  «rriro:  sa 
cajas  los  tniszjta  TL-i-aiir^  o-  «.  ■.itLrr.ííTrc::.-  i-  Ji 
quebrado  q^c,  :¿-"i  Lr=¿  cic  a  it^j---  u-  ;;  .■:i.  ^  't- 
renombre,  cíe  ..íoj:  iii  lírtí  r-itn  u.  ;i-  k  ;:Lirrr;i  u-. 
Paragudy,  firmiU  ^y^  ¡±  ici^r»-  jt  --.jit--?i:u.  eii  ur^'^i- 
tinos  y  que  el  f.i-rríi.j-  t»  i-nja:.^.  ii-:'?¿  i  i>r:i-  ei  ilv- 
neda  de  descréjiij  y  je  i^rr^.^  0=  !zlz.j^^^  -fi  i:j-i„-t 
política  eiUri.jf. 

Qué  figuras  reióricas  un  aturdidas,  B^íiares  AriSlarc-jB 
por  contrato ! 

La  critica  que  El  Pueblo  Amentino  hace  en  detalle  del 
proyecto  de  avance  de  las  fronteras,  se  reduce  mas  ó  meiios 
literalmente  i  estos  términos  y  k  este  lenguaje  : 

¿Con  que  fuerzas  se  va  á  efectuar  Ja  expediciun?  No 
lo  sabemos.  ¿Es  [wsible  o|)erarcon  el  ejército  que  ocupa 
las  lineas  actuales  y  cuanto  tiemfw  duraiin  loa  preparu- 
Ü70S?  Nada  de  esto  sabemos,  i  Comose  hará  el  enij-res- 
tiioí  Bay  probabilidades  de  colooario?  No  lo  sabíiiioa 
Umpoco.  ¿Hay  fuerzas  t-astdDtes  con  las  actuales  para 
operar  y  paraecer  la  lic^,  ó  se  cuenta  con  otras  ^  Lo 
ignoramos  Umbien,  y  ^^.r  k-  ■^i.n,  „  ,,.,^^1,  ^..„^  ¡^  ^ 

Pnes  eütóocea,  si  nsd»  %ab*  T  i_  «-t-j.,  .  ^^  . 
de  su  ÍQfpioranna  y  bijii*  ü^    tw  -  •    . .     ,         '    * 
tras  los  que  saben  iist-.y^  Tr-.-.    .   .™-.    "^"■"'   ^ "'■' 


27d  0BRA.8  DE  «ARMIBNTO 

es  sacar  la   lengua  á.  pasear  sobre  algunas  carillas  de 

papel,  aunque  por  fin  de  fiestas  tengan  qué «irse  y 

no  decir  nada  »,  como  el  portugués  del  cuento. 

Cuantos  grandes  pensamientos  se  llevarían  á  feliz  tér- 
mino si  las  malas  cabezas  que  los  combaten  no  tuviesen 
mas  meollo  que  las  de  los  redactores  del  Pqeblo  Abgentino. 

DISPOSICIONES  PREVENTIVIS^ 

(El  Nacional,  Septiembre  S  de  1879.) 

Sabemos  que  el  ministro  de  hacienda  se  ocupa  activa- 
mente en  preparar  los  medios  de  llevar  4  cabo  el  proyecto 
de  dar  á  la  frontera  su  ubicación  definitiva,  apoyándola  en 
el  Rio  Negro. 

Se  nos  ha  comunicado  asi  mismo  un  proyecto  de  ley,  que 
tiene  por  objeto  establecer  bases  y  garantías  para  un  em- 
préstito de  millón  y  medio  de  fuertes  que  estarían  dispues- 
tos á  suscribir  gran  número  de  estancieros  interesados  en 
el  buen  éxito  de  la  empresa,  de  lo  que  se  ha  dado  comuni- 
cación al  Ministro  de  Hacienda,  á  fin  de  que  lo  tenga  en 
cuenta. 

Nos  abstenemos  á  designio  de  abrir  juicio  sobre  la  prac- 
ticabilidad  del  proyecto  del  Ministro  de  la  Guerra,  hasta 
que  sean  mejor  conocidos  sus  detallea 

Queremos,  sin  embargo,  llamar  la  atención  sobre  otro 
género  de  medidas  preventivas,  que  aconseja  la  previsioa 
de  malones  k  las  poblaciones  fronterizas,  mientras  se 
afianza  un  sistema  de  defensa,  que  por  mas  comprensivo, 
ha  de  establecerse  mas  lejos  todavía  que  lo  que  está  hoy 
de  las  poblaciones  rurales  que  debe  asegurar. 

De  los  prolijos  datos  recogidos  por  el  Ministro  de  la  Gue- 
rra, resulta  que  ninguna  tribu,  ni  la  deNamuncurá,  ni  los 
Ranqueles,  están  en  condiciones  de  emprender  un  ataque 
serio  á  las  poblaciones. 

El  escarmiento  que  esperimentó  Galfucurá,  fué  el  último 
esfuerzo  para  conservar  la  superioridad  que  mantuvo  años 
antes;  y  sin  la  sublevación  de  Gatriel,  cuya  tribu  fué  á  au- 
mentar el  número  de  lanzas  salvajes,  mucho  dinero  se  ha- 
bría ahorrado,  y  el  avance  de  la  línea  hacia  el  desierto  dado 
mas  prontos  y  seguros  resultados. 


PR00RBS08  6BNBRA.LES  277 

Aun  con  las  fuerzas  hoy  acumuladas  en  la  frontera  y  la 
actividad  ofensiva  que  ha  tomado  nuestro  ejército,  no  pasa 
un  mes  sin  que  se  anuncie  la  aparición  de  pequeñas  inva- 
siones, que  llegan,  burlando  la  vigilancia  del  ejército,  hasta 
las  poblaciones,  y  arrebatan  arreos  de  yeguas,  que  por  lo 
general  se  les  quitan^  pero  que  es  prudente  creer  no  siem- 
pre se  consiga  en  su  totalidad. 

Es  de  la  repetición  de  este  hecho,  que  creemos  inevitable, 
de  lo  que  queremos  ocuparnos. 

Cualquiera  que  sea  el  número  de  los  soldados  que  cubren 
la  frontera  y  la  vigilancia  de  sus  jefes,  el  hecho  se  ha  consu- 
mado tantas  veces  y  continúa  reproduciéndose  tanto  que 
debemos  creer  continuará  en  adelante  y  acaso  con  mas  fre- 
cuencia, mientras  se  realiza  el  plan  general  de  una  nueva 
ubicación  de  la  linea  interior  de  defensa. 

La  razón  es  sencilla.  Las  pequeñas  invasiones,  escapan 
á  toda  vigilancia  por  su  pequenez  misma,  como  el  ladrón  y 
el  ratero,  en  las  ciudades,  burla  las  precauciones  tomadas 
para  la  defensa  y  conservación  de  la  propiedad,  y  la  red  de 
vigilantes  que  de  día  y  noche  observan  todos  los  movimien- 
tos. Los  indios,  al  acpmeter  estas  empresas,  luchan  por  la 
existencia,  pues  de  proveerse  de  alimentos  se  trata,  y  son 
verdaderos  empresarios  los  capitanejos  que  acaudillan  una 
espedicion,  rodeada  de  peligros,  es  verdad,  pero  disminuidos 
por  la  esperanza  de  eludirlos  en  presencia  del  hambre  que 
los  aguijonea,  y  la  que  á  riesgo  de  la  vida  deben  acallar. 

Habrá,  pues,  constantes  invasiones,  en  busca  de  los  arreos 
de  yeguas,  cuyo  ligero  andar  se  presta  á  los  cálculos  del 
baqueano  del  desierto. 

Para  precaverse  contra  este  azote,  creemos  que  aun  no 
se  han  tomado  suñcientes  precauciones,  y  nos  proponemos 
aconsejarlas. 

La  defensa  de  las  fronteras  se  hace  hoy  con  el  dinero  de 
las  rentas  públicas,  y  con  la  sangre  ó  el  trabajo  del  soldado 
ya  sea  de  linea,  ya  como  auxiliar  de  la  milicia. 

El  hacendado,  el  país,  la  estancia,  el  poblador,  no  se  de- 
fienden á  si  mismos,  ó  no  ayudan  sino  por  su  concurso  ar- 
mado, cuando  el  caso  ocurre,  á  hacer  mas  eficaz  ó  mas  fácil 
la  defensa. 

El  poblador,  en  los  puntos  mas  avanzados  de  las  pobla- 
ciones de  reciente  creación,  se  establece,  ó  establece  un  ca- 


278  ObllAS    UK   SAKMiKNTO 

pataz  y  peones,  con  el  grupo  de  ganado  de  que  puede  dis- 
poner. 

Solo  á  los  años,  y  aun  asi  no  siempre,  construye  casa, 
zánjeos,  palizadas,  que  opongan  resistencia  á  los  ataques 
inopinados  de  los  salvajes. 

Cria  yeguas  á  las  barbas  de  los  indios,  sin  recordar  que 
este  es  el  incentivo  principal  de  la  invasión;  y  establece  en 
ranchos  de  poquísincia  consistencia  las  gentes  que  cuidan 
de  sus  ganados. 

Nuestra  opinión  es  que  el  gobierno  debe  establecer  con- 
diciones de  población,  y  hacerlas  observar  rigurosamente, 
imponiendo  que  los  que  van  á  poblar  campos  nuevos  y  los 
que  ya  ocupan  cierta  zona  de  los  ya  poblados,  llenen  aque- 
llas condiciones. 

No  es  cierto  que  haya  el  derecho  de  abandonar  casi  á  la 
intemperie,  en  aquellas  llanuras  sin  limites,  á  dos,  tres  ó 
mas  seres  humanos,  sin  probabilidad  de  defensa  contra 
los  ataques  imprevistos  de  los  salvajes,  ni  ha  de  servir  de 
justificativo  la  natural  indolencia  é  incuria  de  nuestros  pai- 
sanos, que  ni  reclaman  tales  garantías,  ni  ellos  mismos 
toman  precauciones. 

DebíerSipues,  exijirse  con  toda  estancia  fronteriza,  que 
haya  una  casa  de  material,  capaz  de  abrigar  á  las  familias, 
y  en  su  defecto  un  zanjeado  en  torno  de  las  habitaciones, 
de  cuya  consistencia  y  capacidad  debieran  cerciorarse  las 
autoridades. 

En  otras  partes  de  América,  pues  todas  las  poblaciones 
cristianas  tienen  que  luchar  con  los  salvajes,  las  casas  del 
fronterizo  están  rodeadas  de  fuertes  palizadas,  de  palo  k 
pique  con  una  sola  entrada  y  puente  levadizo,  y  cuanta 
otra  precaución  requiere  la  vida  de  continuo  peligro  que 
llevan. 

Háse  repetido  con  frecuencia  el  hecho,  en  nuestras  cam- 
pañas, de  ganar  la  azotea,  donde  la  ha  habido,  dos  ó  tres 
hombres,  y  burlarse  con  fusiles  ó  escopetas  de  centenares 
de  salvajes,  que  no  gustan  de  exponer  su  vida,  pues  no  es 
la  gloria  sino  el  botinloque  los  estimula. 

Las  armas  de  fuego  no  fueron  hasta  ahora  sino  poco  fa- 
miliares 6l  nuestros  paisanos,  al  contrario  de  los  habitantes 
del  Oeste  fronterizo  de  los  Estados  Unidos,  cuya  destreza 


PROGRJtSOS  OBMBRALBS  279 

<Í6  manejarlas  comunicaron  á  los  salvajes»  quienes  les  ex- 
ceden hoy  en  lo  mortífero  y  seguro  del  tiro. 

Guando  el  viajero  se  acerca  á  las  habitaciones  de  los 
campesinos  americanos,  lo  que  mas  le  llama  la  atención 
es  el  número  de  rifles  que  están  á  la  vista,  pues  es  gala  y 
ostentación  del  huésped  hacer  conocer  y  admirar  sus  exce- 
lencias. 

Estas  costumbres,  sin  embargo,  son  una  garantía  de  la 
vida  de  toda  una  familia,  y  una  defensa  individual,  que 
hace  mas  despejada  de  cuidados  la  defensa  militar  de  la 
frontera. 

Nótase  con  satisfacción  entre  nosotros,  que  ya  no  son 
raros  los  casos  en  que  los  paisanos,  al  saber  la  proximidad 
de  indios,  se  reúnen  expontáneamente,  y  lejos  de  huir 
como  en  otros  tiempos,  acometen  por  si  solos  la  empresa  de 
buscar  á  los  salvajes  y  arrebatarles  el  robo. 

La  ley  ó  la  autoridad  también  debe  requerir  que  en  cada 
estancia  haya  un  vasto  corral  zanjeado,  á  ñn  de  recojer 
los  ganados,  y  ponerlos  á  cubierto,  bajo  el  tiro  de  fusil  de 
la  casa  zanjeada  ó  parapetada. 

El  primer  uso  que  del  alambrado  se  hizo  en  Buenos  Ai-' 
res  fué  en  un  corral  en  la  estancia  de  Remedios,  para  re- 
cojer el  ganado  por  las  tardes,  pues  que  hacia  doce  años 
•que  no  aumentaba,  disminuido  por  los  robos.  El  ganado 
venia  solo  al  aprisco,  y  era  fácil  por  la  colocación  habitual 
de  cada  tropilla,  echar  de  menos  la  que  faltaba. 

Nuestros  paisanos  se  burlarían  de  quien  les  dijese  que 
en  las  estepas  (pampas)  ,de  Asia,  los  kalmuks  hacen  pacer 
sus  yeguadas,  marchando  estas  en  filas  de  á  cuarenta  de 
frente,  y  en  columna  toda  la  tropa,  guardando  el  orden  de. 
marcha  los  machos,  que  se  conservan  como  oficiales,  fuera 
de  formación. 

En  algunos  puntos  de  América,  en  guarniciones  avanza- 
das,  al  tiro  de  un  cañonazo  de  alarma  las  caballadas  acu- 
den al  galope  k  guarecerse  en  los  corrales.  Los  animales 
son  mas  suceptibles  de  educación  que  lo  que  general- 
mente admitimos,  en  país  donde  á  los  domésticos  los  he- 
mos vuelto  salvajes. 

El  punto  mas  dificil  de  lograr  y  sin  embargo  el  mas  n^ 
cosario,  es  que  no  se  crien  yeguas  en  una  zona  de  frontera 
que  los  peritos  sabrían  designar.    De  este  modo,  los  salva- 


280  OBRAS   DB  8AKM1BNT0 

jes,  forzados  á  penetrar  muy  adentro  en  su  busca,  desistí* 
rian  de  la  empresa. 

Et  uso  ya  generalizado  de  la  alfalfa,  permitirla,  con  un 
potrero  de  cierta  extensión,  mantener  á  pesebre  los  pocos 
caballos  que  se  necesitan  en  una  estancia,  cuando  los  que 
se  conservan  están  bien  mantenidos,  y  el  no  tener  &  dis- 
posición una  cantidad  de  ellos  para  remuda,  hace  mas 
cuidadoso  á  los  ginetes.  En  Europa,  se  sabe,  un  soldado 
de  caballería  no  conoce  mas  caballlo  que  el  que  se  le 
da  al  incorporarse  al  cuerpo,  y  con  ese  hace  todas  su& 
campañas. 

Estas  exigencias  de  la  ley,  forzarían  á  los  pobladores  ¿ 
poner  un  poco  de  mas  capital,  y  un  poco  de  mas  inteligen- 
cia, con  medios  mas  civilizados  y  civilizadores  que  los  que 
hoy  emplean  porque  de  ningún  auxiliar  echan  mano. 

El  poblador  empresario  es  responsable  de  la  vida  de  Ios- 
hombres  que  toma  ¿  su  servicio  y  deja  abandonados  en 
el  desierto  sin  un  punto  fortificado  donde  salvar  del 
peligro. 

En  cuanto  al  derecho  de  legislar  sobre  estos  puntos,  cree- 
mos que  no  habría  cuestión,  ni  aun  sobre  la  prohibición  de 
crear  yeguas,  pues  sobre  este  producto  se  ha  legislado^ 
prohibiendo  venderlas,  lo  que  constituía  una  servidumbre 
de  la  frontera. 

{Bl  Saeional,  Octubre  4  de  1878.) 

Sancionóse  ayer  en  el  Senado  el  proyecto  que  provee  &  la 
traslación  de  las  fronteras  al  Rio  Negro,  con  una  aclaración, 
mas  bien  que  una  ligera  enmienda,  propuesta  por  las  comi- 
siones reunidas. 

Alguna  contradicion  parcial  que  obtuvo  el  proyecto, 
obligó  al  Ministro  de  la  Guerra  á  sostenerlo  en  general, 
dándole  ocasión  de  hacer  ostentación  de  su  estudio  espe- 
cial de  las  cuestiones  relativas  á  la  linea  de  fronteras,  y 
demostrar  como  el  paso  definitivo  que  hoy  se  daba,  venia 
preparado  por  los  que  se  sucedían  de  años  atrás,  bajo  las 
pasadas  administraciones,  desde  la  época  en  que  el  ejér- 
cito que  guarnecía  la  frontera  campaba  en  Rojas,  hasta  que 
de  avance  en  avance  se  había  ocupado  á  Garué. 

Surgió  en  el  debate  la  idea  de  añadir  un  articulo,  para 


PROGRB808  OBNERALBS  281 

asegurar  al  ejército  una  porción  del  territorio  que  habría 
de  conquistarse,  idea  que  fué  desechada,  por  la  dificultad  de 
hacerla  efectiva,  no  pudiendo  calcularse  ni  deBnirse  el 
tiennpo  que  absorverian  las  operaciones  militares,  ni  los 
cuerpos  de  ejército  que  habrán  de  sucederse  en  la  ejecución 
de  obra  tan  indeñnida. 

Tales  recompensas,  que  perturban  el  espíritu  del  solda- 
do y  las  reglas  estrictas  de  subordinación  y  deber,  dando 
margen  entre  gente  pocoinstruidas,^  quejas  de  haber  sido 
engañadas,  han  acabado  siempre  por  tomar  la  forma  de 
boletos  que  establecen  el  derecho  k  una  porción  de  tierra; 
boletos  negociables,  que  reúne  el  vivandero,  que  reconcen- 
tran otros,  y  acaba  por  ser  papel  de  crédito  y  fondos  públi- 
cos que  suben  y  bajan,  según  que  el  mercado  acrece  ó 
disminuye  la  posibilidad  de  que  los  dichos  vales  sean  ubi- 
cados en  alguna  parte,  lo  que  rara  vez  se  realiza,  sino  es 
en  beneficio  de  especuladores. 

Fuera  de  las  Cámara,  ya  pululan  los  proyectos  de  ocupa* 
cion  y  venta  de  todos  los  grandes  territorios  que  quedarán 
despejados  de  salvajes,  con  la  ocupación  del  Rio  Negro. 
Gomo  sucede  siempre,  la  imaginación  popular  está  ven- 
diendo la  piel  del  oso,  antes  de  haberlo  cazado.  El  Ministro 
de  la  Guerra  observaba  con  razón  que  bastaba  la  apari- 
ción de  ocho  indios,  para  hacer  precaria  é  insegura  la 
residencia  de  cristianos,  en  los  puntos  amenazados  de  tales 
visitas. 

El  nuevo  avance  de  las  fronteras  dará  ocasión,  como  se 
hizo  notar  muy  bien,  á  estudiar  topográficamente  el  terri- 
torio vastísimo  que  hoy  ocupan  ó  recorren  los  salvajes;  y 
como  ya  se  sabe  que  no  es  un  Sden  de  venlura,  y  que  no  en 
toda  su  extensión  sirve  aun  para  la  morada  de  salvajes, 
convendría  que  el  gobierno  esperase  á  obtener,  como  pri- 
mer fruto  de  sus  exploraciones,  datos  mas  completos  que 
los  de  que  puede  disponer  hoy. 

Una  observación  debemos  añadir  para  contener  estas 
prisaSi  y  es  que  la  ocupación  de  la  América  del  Sur  por  loa 
españoles  se  distingue  de  la  de  los  ingleses  en  el  Norte, 
en  que  aquellos  se  repartieron  la  tierra  en  las  proporciones 
que  ácada  uno  ocurría,  quedando  asi  países  enteros  poseídos 
titularmente,  desde  que  unos  cuantos  con  colonos  se  esta- 


282  OBRAtf  DE  SARMIBNTO 

blecian,  mientras  que  toda  la  sabiduría  del  sistema  ameri- 
cano del  norte  consiste  en  conservar  todo  el  territorio 
despoblado,  como  una  reserva»  para  las  generaciones  veni- 
deras, no  abandonando  á  la  presente  sino  la  cantidad  de 
tierra  medida,  que  solo  cultivándola  será  bastante  á  satis* 
facer  las  exigencias  de  una  familia. 

La  sola  ocupación  del  Río  Negro,  abandona  ya  cuatro  mil 
leguas  de  terreno  á  la  especulación  del  capital  ó  á  la  lenta 
ocupación  del  estanciero. 

Hay  en  ellas  campo  vasto  para  absorver  la  actividad  de 
la  generación  presente,  si  se  tiene  en  cuerna  que  otras  tan- 
tas leguas  hablan  sido  ya  encerradas  por  las  fronteras  de 
Buenos  Aires  y  lo  estarán  en  breve  por  las  de  Córdoba  y 
San  Luis.    De  ahi  no  debe  pasar  la  colonización. 

LOS  INDIOS 

{Bl  Nacicnal,  Noviembre  3  de  187f.) 

En  medio  de  tantas  preocupaciones  que  absorven  la 
atención  pública,  viendo  acumularse  nubes  en  el  ho- 
rizonte, el  espectáculo  que  presenta  nuestra  frontera 
viene  á  retemplar  los  espíritus  y  hace  nacer  la  esperanza 
de  soluciones  felices,  que  habremos  de  obtener  para  todas 
las  cuestiones  pendientes. 

Hace  un  año,  á  que  los  salvajes  sienten  pesar  sobre  ellos 
las  armas  de  nuestros  valientes  soldados;  y  el  desierto  no 
es  ya  un  refugio  á  donde  puedan  en  adelante  sustraerse  á 
su  alcance. 

Nuestros  soldados  se  baten  en  una  ostensión  de  tres- 
cientas leguas,  y  á  una  victoria  sobre  Pincen,  Catriel  ó 
Namuncurá,  responde  otra  sobre  Baigorrita  ó  los  Ranqueles. 
No  son  ym,  nuestras  fronteras  las  que  se  defienden,  sino 
ios  toldos  los  que  son  desbaratados  en  los  puntos,  lejanos 
del  desierto,  y  traídas  las  chusmas  á  incorporarse  en  las 
poblaciones  cristianas. 

Mucho  ha  de  valerle  al  Ministro  de  la  Guerra  este  feliz 
comienzo,  en  la  grande  obra  que  emprende,  de  fijar  para 
«n  adelante  las  fronteras.  Si  esta  obra  no  se  consolidase 
tan  pronto  como  se  espera,  los  andamies  puestos  para 
levantarla  serian,  por  si  solos,  una  grande  obra. 


PROGRKSOS  QBNBRALBS  283 

Los  salvajes  aterrorizados  por  esta  serie  de  golpes  que 
han  recibido,  forzados  á  abandonar  por  inseguros  sus  an- 
tiguos toldos,  tienen  que  agregar  á  las  pérdidas  reales 
esperimentadasy  las  que  produce  la  desmoralización  y  el 
cambio  de  morada. 

En  medio  del  desierto»  al  rededor  de  lagunas  en  campos 
dotados  de  pastos  ó  de  cacería,  el  salvaje  se  constituye 
una  patria  que  ama,  como  el  groenlandés  ama  sus  hielos 
y  sus  focas.  Abandonarla  por  insegura,  es  para  ellos,  conjo 
no  lo  es  para  nosotros  por  la  comunidad  de  los  pueblos 
civilizados,  la  mayor  de  las  desgracias;  y  el  quebranto  de 
la  destrucción  de  sus  toldos,  el, alejamiento  de  sus  antiguas 
guaridas,  no  lo  reponen  en  las  nuevas,  en  largos  años. 
Gooper  ha  pintado  con  sus  rasgos  admirables  la  desola- 
ción de  las  tribus,  que  sucumben  y  acaban  por  disper- 
sarse. 

La  obra  que  terminará,  debemos  esperarlo,  el  General 
Roca,  y  que  principió  con  éxito  el  malogrado  Alsina,  venia, 
sin  embargo,  preparándose  y  marchando  adelante,  de  mu- 
chos años  atrás. 

Son  imperceptibles  los  cambios  que  se  vienen  lentamente 
operando  en  el  espíritu  de  los  pueblos.  Sería  hoy  difícil 
esplicar  porqué  había  decaído  á  tal  grado  el  sentimiento 
de  la  superioridad  de  las  armas  nuestras  sobre  la  chuza 
de  los  salvajes,  cuando  de  1852  adelante  alguno  de  nuestros 
jefes  se  daba  por  bien  librado,  abandonando  de  noche  sus 
tiendas  para  escapar  de  Galfucurá,  el  rey  del  desierto  en- 
tonces; cuando  al  General  Hornos  le  lanceaban  los  soldados 
en  la  formación  y  los  coraceros  pedían  misericordia  en  un 
corral,  en  cuya  puerta,  sin  poder  salvarlos,  morían  valien- 
temente Otamendi  y  sus  compañeros  de  sacriücios. 

Pero  pasaron  años  sin  que  los  paisanos  se  atreviesen  á 
hacer  sin  el  auxilio  de  tropas,  frente  á  un  puñado  de  sal- 
vajes. Fuese,  sin  embargo,  desvaneciendo  el  terror:  los 
indios  esperimentaron  con  Galfucurá  derrotas  formales, 
hasta  limitar  sus  escursiones  á  malones  de  robo  de  yeguas 
y  sin  la  desmoralización  que  trajo  á  la  frontera,  el  distraer- 
se sus  jefes  de  sus  deberes  para  encender  la  guerra  civil 
los  indios,  sin  el  auxilio  que  les  llevó  Gatriel  con  sus  ocho- 
cientas lanzas,  estarían  ya  amedrentados  y  sometidos. 

La  mitad  de  los  gastos  hechos  posteriormente  se  han 


284  OBKAS   DB  «AIUIIBNTO 

íoTertido  en  reconquistar  lo  perdido  entonces,  sometiendo 
de  nuevo  á  las  tribus  mansas  sublevadas  y  vueltas  al  de- 
sierto. 

La  muestra  mas  inequívoca  del  progreso  hecho  en  estos 
últimos  años,  está  en  arrojo  de  los  paisanos,  que  al  Sur  de 
Buenos  Aires  ó  de  Mendoza,  hacen  frente,  de  su  propia 
cuenta,  á  ios  indios,  dándose  cita  y  saliendo  en  su  busca 
hasta  escarmentarlos.  Merced  al  nuevo  espíritu  del  ejér- 
cito y  de  los  paisanos,  se  reconquistó  el  país  que  media 
entre  el  Río  IV  y  V,  y  la  vasta  ostensión  que  guarda  hoy 
el  paso  del  Rey,  al  norte  de  Santa  Fe. 

Lo  que  presenta  de  nuevo  la  secular  lucha  con  ios  sal- 
vajes, no  es  solo  la  diminución  de  sus  lanzas,  como  lo  ha 
demostrado  el  General  Roca,  sino  el  ataque  de  las  tolde- 
rías, que  hace  diez  años  habría  parecido  empresa  desca- 
bellada, y  que  lo  era  en  efecto,  antes  que  gradualmente 
hubiere  la  línea  de  frontera,  avanzado  desde  Junín  y  Bra- 
gado,  con  el  General  Gaínza,  hasta  donde  las  llevó  mas 
tarde  Alsina,  abriendo  el  período  de  la  invasión  á  los  tol- 
dos, que  ha  reducido  á  sistema  el  General  Roca. 

Aun  sin  la  ocupación  del  R'o  Negro,  que  sería  la  nece- 
saria consecuencia,  podemos  úisminuir  el  ejército  en  pocos 
años,  pues  del  actual  desastre  de  los  salvajes,  no  podrán 
rehacerse  en  muchos  mas;  y  es  la  ley  fatal  de  la  vida 
salvaje,  que  nunca  pueden  repararse  sus  pérdidas,  pues 
en  contacto  con  pueblos  civilizados,  están  condenados  á  la 
final  estincion.  Cada  arreo  de  chusma,  es  una  tribu  que 
desaparece  del  haz  de  la  tierra. 

EiPRÉSTITO  RIO  NEGRO 

{Bl  Nacional,  Noviembre  iltle  1879.) 

La  Comisión  del  Empréstito  Nacional  de  Rio  Negro  y 
Riachuelo,  dirige  á  las  personas  que  supone  interesadas 
en  el  éxito  de  aquellas  grandes  empresas,  la  circular  que 
copiamos  á  continuación. 

Las  razones  que  los  comisionados  hacen  valer,  están 
ya  en  el  ánimo  y  en  la  conciencia  pública;  pues  pocos 
proyectos  de  empréstito  han  suscitado  menos  objeciones 
que  este. 


PH06RB«(0»  GBNERALBS  285 

Apelan  al  patriotismo,  y  al  interés  del  capital,  para  que, 
unidos,  secunden  los  propósitos  del  gobierno. 

Cuando  se  inició  la  idea  de  la  tiaslacion  definitiva  de  la 
frontera  al  Río  Negro,  había  en  perspectiva  la  grave  ope- 
ración de  desalojar  los  salvajes  del  territorio  intermedia- 
rio, operación  que  si  bien  era  segura,  quedaba  sujeta  á 
la^  contingencias  de  todos  los  cómputos  humanos. 

Los  sucesos  se  han  anticipado,  sin  embargo,  y  lo  que  habia 
de  esperarse  del  tiempo,  está  ya  realizado  en  gran  parte. 

Los  salvajes  han  sido  asaltados  en  sus  toldos,  tomadas 
parte  de  sus  chusmas,  perseguidos  y  dispersos  los  restos 
de  las  tribus  y  ahuyentadas  en  el  desierto. 

Esta  rapidez  misma  de  la  operación  preliminar,  hace 
urgente  llevar  á  término  la  obra  comenzada.  Seria  una 
falta  irreparable,  sino  es  á  costa  de  nuevos  sacrificios,  dar 
tiempo  á  los  salvajes  á  que  vuelvan  de  su  estupor,  y  se 
reconozcan  y  entiendan  para  mejorar  su  condición,  aun 
aceptando  la  triste  situación  á.  que  han  sido  reducidos. 

Estando,  como  está,  listo  el  ejército,  para  abrir  opera- 
ciones, la  demora  puede  solo  imponerla  la  lentitud  con 
que  se  reunirían  los  fondos  especiales,  destinados  á  los 
gastos  que  habrá  de  imponer  la  toma  de  posesión  de  los 
nuevos  puntos  que  ocuparán  las  fuerzas  y  la  instalación 
definitiva. 

Esta  parte  de  las  operaciones,  la  hará  el  público  capi- 
talista, y  es  lo  que  la  circular  de  la  comisión  espone, 
en  términos  que  nada  dejan  que  espresar  sobre  la  materia. 

Esperamos  que  al  llamamiento,  respondan  los  intereses 
bien  comprendidos  del  país,  el  de  centenares  de  hacen- 
dados, cuyas  propiedades  acrecen  de  valor  por  el  solo 
hecho  de  alejarse  los  salvajes,  y  el  de  los  prestamistas, 
que  no  consultarán  sino  la  buena  colocación  de  sus  fondos. 

EL  CACIQUE  PINCEN  Y  EL  EiPRÉSTITO 

(51  Nacional,  Noviembre  It  de  1878.) 

Sin  proponérselo  y  solo  por  ver  el  número  último,  tenía- 
mos por  (delante  El  Brazil  and  River  Píate  Mail^  en  una  de 
<^uya8  páginas  leíamos  lo  que  ligeramente  vertimos  del 
inglés  al  español:  «El  General  Roca  ha  recorrido  la  mayor 


286  0IIKA8   DK  8AKUIHMTO 

parte  del  pais  y  hallado  por  todas  partes  hermosos  pastos 
y  abundantes  aguas.  Al  cacique  Namuncurá  le  quedan 
apenas  100  guerreros  en  Marco  Grande.  Pincen,  ei  león  de 
las  pampas»  tiene  número  casi  igual  en  Malalico»  diez  leguas 
afuera  de  la  frontera  establecida  por  el  Coronel  Alsina. 
Todos  juntos,  poca  oposición  pueden  hacer  á  nuestra  ocu- 
pación del  Rio  Negro  y  sus  tierraSi  de  cuya  riqueza  habló 
el  jesuíta  F.  Falkner,  hace  ya  mas  de  un  siglo.» 

«Los  indios  que  uo  aceptaron  concesiones  ó  reservas  de 
tierras»  serán  arrojados  al  otro  lado  del  Río  Negro>  á  la 
Patagonia,  contando,  los  que  se  sometan,  con  buen  trata- 
miento ó  protección.» 

Esto  decían  el  Presidente  y  el  Ministro  de  la  Guerra,  en 
su  mensaje,  el  14  de  Agosto,  al  Congreso  y  antes  de  cum- 
plirse tres  meses,  el  león  de  la  Pampa,  como  ojo  de  Al'con, 
ó  la  ave  Negra,  Blackbird,  al  Norte,  está  encadenado,  que* 
dando  apenas  algunos  restos  de  su  tribu. 

Tememos  que  haya  error  de  traducción,  al  dar  solo  cien 
hombres  á  Namuncurá,  que  si  bien  ha  sufrido  varios  con- 
trastes, fué  sin  embargo,  por  muchos  años,  el  campeón  de 
las  indiadas  y  el  terror  de  las  fronteras.  Calfucurá,  su  padre 
alcanzó  á  mandar  mil  quinientas  lanzas. 

Desde  aquellos  tiempos,  las  tribus  que  le  obedecían,  como 
las  de  ios  que  accidentalmente  eran  sus  aliados,  han  venido 
recibiendo  frecuentes  golpes,  que  como  lo  observaba  el 
General  Roca,  habían  disminuido  enormemente  el  número 
y  la  pujanza  de  sus  lanzas. 

Con  motivo  de  haberse,  en  la  pasada  administración, 
tomado  medidas  preparatorias  para  ocupar  la  isla  de 
Choelechoelí  que  motivó  la  expedición  del  Comandante  de 
marina  Guerrico  al  Rio  Negro,  tenemos  á  la  vista  algunos 
informes  de  la  época,  en  que  es  curioso,  ahora,  ver  las 
impresiones  de  pavor,  que  todavía  inspiraban  los  indios. 

Por  curiosidadi  trascribiremos  algunos  trozos.  El  indio, 
«dice,  uno  de  los  prácticos  de  la  guerra  de  frontera  de  en* 
tonces,  es  un  enemigo  terrible.» 

«El  Gobierno  Nacional  ha  mandado  ocupar  militarmente 
la  isla  de  Choelechoel,  con  el  objeto  de  poner  en  ejecución 
la  ley  del  Congreso,  que  manda  avanzar  sobre  el  Rio 
Negro  una  nueva  linea  de  frontera,  hasta  encontrar  las 
nacientes  del  Rio  Colorado,  en  la  Provincia  de  Mendoza» 


PROGRESOS  GENERALES  287 

agregándose  al  efecto,  debe  mandar  dos  comisiones  cientí- 
ficas, que,  saliendo  de  San  Rafael,  Provincia  de  Mendoza, 
la  una,  y  la  otra  de  Choelechoel,  partan,  hasta  encontrarse 
en  medio  del  trayecto,  para  que,  puestos  de  acuerdo,  pue* 
dan  ir  fijando  la  linea  militar  y  demarcando  los  puntos 
principales  donde  pueden  colocarse  los  fuertes  de  la  nueva 
línea  que,  según  persona  competente,  puede  quedar  per- 
fectamente guarnecida  con  mil  quinientos  hombres.» 

«El  indio  es  un  enemigo  temible,  á  quien  debe  estarse 
preparado  para  recibirle  en  el  momento  menos  pensado, 
en  cualesquier  número  que  venga:  conozco  las  precauciones 
sagaces  de  que  se  valen  para  invadir,  debido  á  lo  cual» 
raras  veces  son  sentidos,  y  en  muchas  otras  se  han  visto 
llegar,  detrás  de  las  descubiertas  que  dieron  parte  sin 
novedad:  tengo  conocimiento  de  las  diferentes  clases  de 
invasiones,  que  varían  desde  pequeñas  partidas  hasta  masas 
de  dos  á  tres  mil;  la  mayor  la  encabezaba  el  cacique  Arau- 
cano Llanquetrú,  el  año  treinta  y  tres,  compuesta  en  su 
mayor  parte  de  indios  chilenos:  tengo  conocimiento  de  su 
estrategia  y  modo  de  combatir  miando  á  ello  son  obligados^  y 
que  por  la  sencillísima  formación  que  adoptan  hacen  es- 
tensa su  linea,  amenazando  desde  luego  nuestros  flancos  y 
retaguardia,  á  la  vez  que  dan  sus  cargas  hasta  nuestra 
linea,  y  aun  hasta  los  cuadros;  la  segunda  la  he  presen* 
ciado  el  año  treinta,  en  la  Loma  Negra,  Provincia  de  Buenos 
Aires,  que  derrotadas  las  alas,  cuasi  en  su  totalidad,  estuvo 
en  inminente  peligro  el  centro,  que  se  hallaba  en  cuadro» 
mandado  por  el  General  Pacheco:  he  visto  el  año  treinta  y 
dos,  en  el  Paso  de  las  Piedras,  Provincia  de  Mendoza, 
llegar  hasta  lancear  varios  hombres,  de  un  cuadro  formada 
de  excelente  caballería  de  línea,  pie  á  tierra:  el  año  treinta 
y  tres,  al  Sud  de  la  Provincia  de  San  Luis,  en  las  Acolla- 
radas, vi  repetirse  en  mayor  escala  aquella  escena;  de  tres 
cuadros  formados  de  las  dos  armas,  ocupando  el  centro  el 
de  infantería,  le  rompieron  un  frente  á  uno  de  caballería» 
pie  á  tierra,  se  entiende,  que  pudo  cerrarse  gracias  á  la 
buena  tropa,  muriendo  los  indios  que  penetraron  en  él,  y 
me  consta, que  otro  de  cordobeses  y  púntanos,  mandados 
por  un  Jefe  Reynafé,  fué  completamente  desecho  en  ó  por 
esos  años,  pereciendo  casi  todos  los  que  le  compusieronr 
para  cargar,  en  estos  casos,  marchan  uno  á  pié  y  otro  á 


288  OBRAS  DK  8A&UIKNT0 

caballo,  formando  una  especie  de  dos  filas,  en  que  los 
primeros  llevan  la  vanguardia  blandiendo  sus  largas  lanzas- 
Aquí  terminaré  mis  referencias  hacia  los  indios  asegu* 
rando,  que  mientras  no  se  sometan  tienen  por  necesidad 
que  invadir  forzosamente  en  algunas  partes,  por  que  no 
pueden  vivir  de  otro  modo,  á  no  ser  que  desde  el  año  treinta 
3'  nueve  á  esta  parte  lo  hayan  adquirido,  antes  no  solo  lo 
han  tenido.  Y,  por  lo  que  respecta  al  servicio  militar  que  se 
requiere  en  aquella  frontera  y  á  lo  que  con  él  pueda  rela- 
cionarse, bien  se  comprenderá  que  no  me  es  desconocido, 
pudiendo  valorar  debidamente  al  enemigo  que  tiene  que 
combatirse,  en  vista  de  lo  cual,  deben  emplearse  todos  los 
medios  eficaces  para  asegurar  la  empresa,  sin  exponerla 
de  ninguna  manera,  bien  mirada  su  magnitud  y  las  conse- 
cuencias fatales  que  acarrearía  una  impremeditación.  Asi, 
pues,  es  de  esta  base  y  principios  fundamentales  que  he 
partido  para  opinar  siempre,  que  donde  el  Congreso  ha 
mandado  que  se  establezca  la  nueva  línea  de  frontera, 
fuesen  los  parajes  mas  adecuados  para  resguardarla  per- 
fectamente, de  un  modo  sencillo.» 

Hoy  no  existe  ni  Llanquetrú  con  las  tres  mil  lanzas,  ni 
Galfucurü  con  las  mil  quinientas;  y  en  cuanto  d.  presentar 
batalla,  y  línea  cóncava,  con  infantes  y  caballeros  mezcla- 
dos como  los  romanos,  los  remington  han  impuesto  otro 
orden  de  batalla,  que  consiste  en  no  ponerse  á  su  alcance, 
habiendo  ocurrido  ya  el  caso  que,  sorprendido  un  jefe, 
sin  fuerza  por  haberla  desprendido  temprano  de  su  campa- 
mento, bastóle  hacer  tocar  una  sonata  á  la  banda  de  cla- 
rines, para  poner  en  dispersión  un  malón,  quitarles  el 
arreo  y  lo  que  es  mas,  hacerles  prisioneros,  los  que  confe- 
saron que,  oyendo  clarines  supusieron  la  presencia  de 
algún  escuadrón  de  línea,  y  encontraron  desesperado  el 
caso. 

Las  poderosas  tribus  han  desaparecido,  merced  &  las 
dificultades  que  vienen  encontrando  de  años  atrás  para 
aprovisionarse  suficientemente  de  ganados,  pues  ya  en 
J874,  por  informe  del  General  Kivas,  las  boleadas  mismas 


PR00RB80S  6BNBRA.LBS  289 

«ran  poco  fructuosas,  por  haber  agotado,  á,  fuerza  de  repe- 
tirlas, avestruces,  gamos,  guanacos,  etc.,  que  les  ayudaban 
á  matar  ó  entretener  al  menos  el  hambre. 

No  es  de  grande  importancia  numérica  la  destrucción 
de  la  tribu  de  Pincen;  pero  de  mucha  consecuencia  por  su 
influencia  moral  y  sus  relaciones  de  parentesco  con  otros 
caciques  de  la  Pampa,  entre  ellos  Manuel  Grande,  que  per- 
tenece á  la  tribu  de  Gatriel. 

Ayer  hacíamos  sentir  la  necesidad  de  activar  las  opera- 
ciones de  crédito,  que  sirven  de  base  á  la  grande  operación, 
fundándonos  en  que  los  sucesos  se  precipitan,  y  habría  que- 
branto en  dar  tiempo  á  que  los  salvajes  vuelvan  de  su 
estupor,  y  la  noticia  llegada  ayer  corroboraban,  con  la  toma 
de  Pincen,  las  observaciones  que  le  precedían. 

Después  de  esta  confirmación,  si  el  público  prestamista, 
no  se  apresura  á  tomar  las  acciones,  con  tantas  ventajas  y 
garantías  ofrecidas,  el  gobierno  debo  darse  por  advertido 
y  proceder  en  consecuencia,  á  fin  de  no  malograr  las  ven- 
tajas adquiridas. 

Sn  Chile,  el  capital  se  ha  mostrado  mas  aventurero  siem- 
pre, suscribiendo  por  millones  á  empresas  lejanas  de  minas, 
como  las  de  Caracoles,  ó  de  la  extracción  de  salitrci  de  los 
desiertos  del  Perú. 

Entre  nosotros,  con  los  negocios  de  ganado,  ó  alquileres 
de  casas,  está  habituado  á  proceder  con  mesura,  y  en  espe- 
culaciones tradicionales  y  caseras.  El  juego  de  la  Bolsa, 
absorve  la  imaginación  y  la  parte  aleatoria  que  entra  en 
los  negocios,  dando  ocupación  á  los  capitales  con  esperanza 
de  lucro  próximo,  aunque  algunas  veces,  (la  mitad  de  los 
casos)  traigan  menoscabo  del  capital. 

No  tenemos  el  petit  rentier,  el  doméstico  retirado,  que 
busca  colocación  en  los  fondos  públicos  á  su  escasa  fortuna 
-contando  con  asegurarse  renta. 

Si,  pues,  la  opinión  no  está  ya  lanzada  en  el  empréstito, 
podemos  estar  seguros  que  no  lo  estará  mas  tarde. 

Los  ferrocarriles  de  Buenos  Aires  han  dado  otras  veces  la 

Tomo  ni.  ^19 


S90  OBRAS  DE  SARMIBNTO 

medida  de  nuestra  capacidad  desuscribirs  acciones,  aun 
cuando,  como  en  el  presente  caso,  están  doblemente 
garantidos. 

LOS  RINQUELES  Y  LOS  RUMIES 

{Bl  Nagkmal,  Noviembre  18  de  lf79.) 

Rumies,  eran  los  cristianos  y  civiles,  en  Francia,  que  po- 
nían el  grito  en  el  cielo,  cuando  hubo  el  general  Lamorí- 
ciére  de  tomarse  represalias  contra  las  habituales  cruel- 
dades de  los&rabes. 

Igual  cosa  sucedió  cuando  el  General  Sherman,  mandó 
no  hace  seis  años,  pasar  á  filo  de  espada  una  tribu,  sin 
exepcion  de  niños  ni  de  mujeres. 

Necesitábase  un  escarmiento  contra  la  perfidia  de  sal- 
vajes, que,  llegando  el  caso^  estrellan  los  niños  y  cristianos 
contra  las  murallas  ó  el  tronco  de  los  árboles. 

Tenemos  actualmente  el  clamoreo  aturdidor  de  una  frac- 
ción de  la  prensa,  contra  un  acto  de  severidad,  ejercido 
contra  tribus  traidoras. 

No  diremos  nada,  en  justificación  del  hecho  del  coman- 
dante Roca,  según  él  dá  cuenta  al  Ministro  de  la  Guerra. 
Queremos  que  quede  á  la  apreciación  de  quién  quiera,  y 
bajo  el  punto  de  vista  que  prefieren  mirarlo.  Los  salvajes 
no  están  bajo  el  palio  del  derecho  de  la  guerra,  precisa- 
mente porque  ellos  no  lo  reconocen  ni  respetan.  Se  les 
tratado  ordinario,  con  la  indulgencia  que  merece  el  hom- 
bre en  estado  de  naturaleza.  Pueden  tratárseles  con  el  último 
rigor,  cuando  sea  necesario  infundirles  tensor,  para  conte- 
nerlos en  sus  propósitos  salvajes.  De  los  ranqueles,  diremos 
á  los  filántropos,  que  habiendo  el  gobierno  mandado  un 
sacerdote,  á  vivir  con  ellos  y  estudiar  el  medio  posible  de 
traerlos  á  mejores  costumbres,  el  sacerdote  de  regreso,  in- 
formó de  palabra,  no  creyendo  compatible  con  su  ministe- 
rio, hacerlo  de  otro  modo,  que  se  habia  convencido»  al  ver 
el  estado  de  depravación  moral  á  que  habían  llegado,  que  lo 
único  posible  era  quitarles  los  niños! 

No  entramos  en  el  fondo  de  la  cuestión,  sino  en  las  apre- 
ciaciones de  los  que  afean  el  acto.  También  diríamos  de 


! 


PROGRESOS  GBNBRALBS  291 


ellos,  lo  que  el  buen  padre,  que  la  depresión  moral  ha  toca- 
do ya  el  último  término. 

El  suceso  ocurrió  en  Mercedes,  de  San  Luis.  Un  N.  N.  del 
Rio  IV  escribe  á  un  B.  B.  de  Córdoba,  que  los  indios  fueron 
asesinados  en  un  corral;  y  la  prensa  política  nuestra,  dá 
por  cierto  el  accidente,  y  cuatro  días  después  declama  vir- 
tuosa, humana  y  heroicamente,  contra  tamaña  atrocidad. 

Porqué  no  añrma  con  todas  sus  letras  el  del  Rio  IV,  la 
revelación  que  hace  del  atentado?  ¿Porqué  lo  acojen  tan  sin 
reserva  los  que  aquí  lo  comentan? 

No  por  otra  razón,  sino  porque  pueda.tfanar,  aquella  agra- 
vación, el  buen  nombre  del  Ministro  de  la  Guerra. 

Al  oir  las  imputaciones  odiosas  que  contienen  los  escritos 
que  comentamos,  se  preguntaría  con  razón,  ¿cuáles  están 
mas  depravados,  cuáles  son  los  mas  bárbaros  y  cuáles  los 
ranqueles  ó  los  cristianos? 

El  mundo  europeo  se  conmovió  al  oir  el  relato  de  las 
crueldades  de  los  turcos  con  los  cristianos  sublevados  de  la 
Herzegovina,  que  dio  origen  á  la  guerra  y  á  la  desmenbra- 
cion  que  en  castigo  ha  sufrido  la  Turquía. 

La  pintura  de  que  nuestros  sentimientos  y  de  nuestras 
costumbres  hacen  los  diarios,  mentidamente  humanitarios, 
hacen  del  ejército  y  gobierno  argentino  otra  Turquía,  en  las 
atrocidades  ejercidas  con  los  bárbaros. 

Cuentan,  es  verdad,  con  no  ser  creídos,  tan  habituados 
nos  tienen  á  este  lenguaje;  pero  no  es  posible  sustraerse  á 
la  impresión  que  ese  lenguaje  mismo  deja  en  el  ánimo. 

Casi  es  permitido  creer  que  tales  horrores  se  han  cometi- 
do con  los  indios,  en  pueblo  donde  tales  diarios  se  escriben, 
y  donde  para  servir  á  ñnes  políticos,  se  aguza  el  ingenio,  á 
fin  de  hacer  el  mayor  mal  posible. 

Si  se  pregunta  cuál  es  el  mas  bárbaro,  el  mas  inmoral,  el 
mas  cruel  y  el  mas  desenfrenado,  entre  el  comandante  Ro- 
ca y  el  autor  de  los  artículos  que  lo  vituperan,  que  los  de- 
nuncia, todo  hombre  que  tenga  resto  de  sentido  moral  dirá 
que  el  último  le  exede  en  perversidad,  en  crueldad  y  en 
malignidad.  Si  se  quiere  juzgar  del  sentimiento  moral  de  un 
pueblo,  por  el  lenguaje  de  los  diarios,  al  comentar  el  hecho 
puede  asegurarse  que  el  hecho  debe  de  ser  cierto,  si  no  es 
mejor  el  comandante  que  el  escritor.  Tal  para  cual.  Esta 
es  la  verdad. 


202  OBRAS  DK    8A.KU1BIIT0 

El  primero  se  ha  entregado  á  un  rapto  de  pasión  colé* 
rica,  sin  duda,  contra  los  salvajes  que  le  matan  sus  sóida* 
dos,  mientras  que  el  segundo,  sin  cólera,  sin  pasión,  sin 
interés  por  los  salvajes,  destroza,  infama  la  reputación  de 
un  jefe,  á.  trueque  de  aerearle  aversiones  y,  por  carambola» 
á  un  ministro  que  lleva  el  mismo  nombre.  £1  primero,  ha 
dado  una  orden,  cruel  sin  duda;  pero  cuyo  pensamiento 
constituye  un  solo  acto.  El  segundo,  comete  en  dos,  tres, 
cuatro  artículos  seguidos,  tantos  crímenes  como  imputado* 
nes  odiosas  acumula.  Allá  hay  un  acto  bárbaro,  contra  bár- 
baros, aquí  el  refinamiento  civilizado  de  un  espíritu  sagaz, 
insidioso,  para  buscar  nuevas  faces  con  que  exitar  el  odio 
contra  uno  de  su  clase  social,  de  su  raza,  de  su  civil'usacion. 
¿Cuál  es  el  mas  depravado?  Pueden  correr  parejas  el  que 
maneja  la  espada,  y  el  que  degüella,  despedaza,  y  tritura 
con  la  pluma;  pero  si  no  es  cierto  el  hecho  imputado  al  pri- 
mero, queda  solo  subsistente  y  en  claro  la  maldad  que  su- 
girió los  dicterios,  las  calumnias,  y  hasta  la  invocación  de 
los  padres  de  la  Patria,  los  recuerdos  de  la  Independencia, 
los  principios  de  justicia  y  los  sentimientos  morales,  todo 
paradañará  la  reputación  de  un  jefe  subalterno  y  alcanzar 
á  la  de  un  Ministro. 

Conocemos  la  severidad  de  esos  mismos  diarios,  cuando 
en  presencia  de  los  hechos  escandalosos  que  se  suceden 
sin  tregua  en  estos  países,  recuerdan  la  frase  ominosa  de 
SotUh  América^  con  que  el  mundo  los  designa  como  quedó 
por  muchos  años  en  los  Estados  Unidos  el  nombre  de  Miss 
Trolope,  que  pintó  con  ruda  mano  la  grosería  de  las  costum- 
bres de  los  americanos  de  su  tiempo» 

El  grito  de  Trolope  en  un  teatro,  bastaba  para  que  reco- 
giese sus  pies  algún  chody  que  los  mostraba  en  público.  El 
grito  de  South  América^  con  que  el  mundo  nos  designa  moral 
y  politicamente,  bastaría  para  contenernos  de  matar  ipdios 
á  corral,  y  de  escribir  artículos  que  son  de  intención  y  fac« 
tura,  verdaderos  asesinatos  y  matanzas,  no  ya  en  el  de- 
sierto, ni  de  una  sola  vez,  si  no  en  medio  de  un  pueblo  cris* 
tiano,  pero  al  que  sus  militares  y  sus  escritores  le  han  hecho 
perder  todo  sentimiento  de  -pudor  y  de  humanidad. 

Imposible  que  no  sea  cierto  lo  del  corral  de  Mercedes,  ea 
país  donde  la  vtríiMÍde  los  escritores  empu&a  para  vengarlo 


PR0QRBS08  GENERALES  293 

el  puñal,  el  veneno,  la  calumnia,  la  injuria,  el  incendio  y  la 
deshonra. 


LOS  CATRIEL 

(Bl  Naeional,  Noviemljre  S6  de  1878). 

La  últimas  noticias  de  las  fronteras,  dan  en  camino 
para  los  acantonamientos  del  Ejército  de  operaciones,  los 
restos  de  la  antigua  tribu  de  los  Catriei. 

Contaron,  según  se  dice,  tres  mil  lanzas  en  tiempo  de 
Rosas.  Con  el  cambio  de  gobierno  á  su  calda,  se  desmo- 
ralizaron, tomando  el  Desierto,  desde  Tapalqué,  donde 
estaban  reducidos.  Sometiéronse  mas  tarde,  hasta  que 
sobrevino  la  revuelta  de  caciques  secundarios,  la  de 
Manuel  Grande,  que  disminuyó  su  número. 

Hasta  1874,  prestaban  sus  servicios,  como  indios  mansos 
en  las  divisiones  de  frontera  del  Sud^  recibiendo  raciones 
y  vestuario,  en  número  de  ochocientas  lanzas.  El  cacique 
Gatriel,  obeso,  se  hacia  arrastrar  en  coche.  A  fines  de 
aquel  año,  los  indios  fueron  arrastrados  en  el  motin 
militar  de  algunos  jefes  del  ejército,  y  no  habiendo  tenido 
éxito  la  tentativa,  un  segundo  cacique  quitó  la  vida  al 
rebelde,  para  volver  á  someterse  al  gobierno. 

Pero  no  se  conmueve  la  moral  de  los  salvajes,  sin  que 
suframos  las  consecuencias.  Los  indios,  á  su  vez,  hallaron 
que  el  gobierno  nuevo  era  malo  é  inconstitucional,  y 
tomaron  otra  vez  el  desierto. 

Aumentándose  con  ellos,  de  ochocientas  lanzas,  las 
fuerzas  de  los  indios  salvajes;  y  estos  conocedores  de  los 
lugares  y  habituados  á  mejor  disciplina  que  sus  congéneres 
de  la  pampa,  las  condiciones  de  la  defensa  de  la  frontera 
cambiaron  enteramente.  Namuncur&  tenia  ofrecidas  dos- 
cientas lanzas  para  la  defensa.  Ahora  tenia  por  el 
contrario,  ochocientas  de  refuerzo. 

Del  mal  salió  el  remedio,  y  la  guerra  ofensiva  se  pre- 
sentó como  necesidad  del  momento.  El  ministro  Alsina 
emprendió  con  vigor  el  ataque  &  los  toldos,  y  el  General 
Boca  persiguiendo  sin  descanso  esta  obra,  ha  terminado 
con  la  destrucción  de  la^  diversas  tribus,  obteniendo  la 


294  OBRAS  Dli.  8AR1ÍI8NT0 

desmoralización  y   sumisión   de  los  restos  de    la  de  los 
Gatriel. 

Si  contamos  con  los  que  regresen  hoy  k  someterse 
al  gobierno,  y  los  muertos  en  diversos  combates  ante- 
riores, que  no  sean  de  Pinceo,  ó  Ranqueles,  puede 
decirse  que  ios  caudales  gastados  en  estos  cuatro  años, 
se  han  invertido  en  gran  parte  en  reparar  el  estrago 
causado  por  la  deserción  de  los  Gatriel  en  1874.  Por 
ese  lado,  estamos,  pues,  con  la  anunciada  vuelta  de  los 
restos  de  la  tribu,  en  la  situación  en  que  las  cosas 
estaban  hace  cuatro  años:. 

De  este  escarmiento  han  participado  las  otras  tribus, 
perdiendo  sucesivamente  chusmas  y  lanzas;  pero  mas 
que  todo,  esperimentando  el  terror  de  nuestras  armas 
lo  que  es  una  victoria  mas  duradera  y  general  que  las 
que  dan  los  combates  parciales.  Ninguna  tribu  se  siente 
hoy  fuera  de  alcance,  y  no  hace  daño  ninguno  &  este 
cuadro  que  á.  Baigorrita  y  Epumer  haya  tocado  algo  de  la 
quema,  como  se  dice. 

Hablábase  ahora  de  una  reconcentración  de  tribus, 
cerca  de  Salinas  Grandes,  en  que  Namuncurá  habria  reu- 
nido dos  mil  lanzas,  con  los  Ranqueles  que  huyen  de  las 
fuerzas  del  Comandante  Roca.  No  recordamos  que  el 
sucesor  de  Galfucurá  haya  recibido  contrastes  serios  en 
todas  estas  escurciones  pasadas,  ni  ponemos  mucha  fé 
en  la  anunciada  reunión  de  los  Ranqueles,  y  proyectos 
de  invadir  la  frontera.  Las  distancias  que  tienen  que 
atravesar,  desde  los  toldos  de  Baigorrita  á  Salinas  Grandes 
imponen,  antes  de  entrar  en  campaña,  un  enorm^^ 
sacrificio  de  caballos,  si  bien  es  cierto  que  amenazados 
y  amedrentados  de  aquel  lado,  la  desesperación  puede 
intentar  milagros. 

En  el  estado  moral  que  ha  alcanzado  nuestro  ejército, 
con  el  impulso  que  dá  una  serie  no  interrumpida  de  victo- 
rias, nada  habria  que  temer  sino  sorpresas,  aun  de  dos 
mil  lanzas  reunidas. 

Cualquiera  ventaja  que  obtuvieran,  eludiendo^  como  de 
costumbre,  el  encuentro  con  nuestras  fuerzas,  sería  de  poca 
duración,  sino  fuera  que  pereciendo  como  están  de  ham- 
bre los  salvajes,  un  malón  pudiera  refrescar  sus  víveres  por 
algunos  meses. 


PROGRESOS  GENERALES  295 

Los  movimientos  actuales  de  nuestras  fuerzas,  en  pe- 
queñas divisiones^  obrando  independientemente,*  bajo  el 
mando  de  jefes  valientes  y  esperimentados,  han  traido  la 
serie  de  triunfos  sobre  tribus  también  aisladas,  que  han 
despejado  el  frente  de  nuestras  lineas.  Cada  una  de 
aquellas  divisiones  hace  de  por  si,  en  tan  vasta  super- 
ficie lo  que  el  coronel  Rauch  hacia  con  la  suya,  en  el  limi- 
tado campo  de  operaciones  que  le  trazaba  entonces  el  poco 
desenvolvimiento  del  pastoreo.  No  existia  Galcufurá  con 
su  fuerte  tribu,  ni  habla  siquiera  posibilidad  de  una 
liga  de  indios,  como  la  Confederación  de  las  cinco  nacio- 
nes, que  dio  tanto  que  hacer  á  la  Nueva  Inglaterra  y  Pen- 
silvania. 

Hoy  que  se  anuncia  una  liga  de  tribus,  bajóla  dirección 
de  Namuncurá,  nuestro  ejército  de  operaciones  al  Sur  mo- 
dificará, sin  duda  su  plan,  para  oponer  en  caso  necesario 
y  en  tiempo  una  reconcentración  de  divisiones,  que  burle 
y  escarmiente  las  tentativas  de  invasión.  Recordamos, 
con  este  motivo,  la  innovación  introducida  por  el  mariscal 
Bugeaud,  en  Argel,  para  combatir  con  éxito  á  los  árabes  la 
sobreponiéndose  á  la  movilidad  del  goun  (montonera),  y  á  la 
superioridad  del  ginete  en  el  desierto.  Gonsistia  en  hacer 
lo  que  quedó  desde  entonces  con  el  nombre  de  una  punta 
pues  invadir  hacia  el  desierto  se  dice  hoy,  hacer  punta,  en 
tal  ó  cual  dirección. 

Consiste  este  movimiento  en  avanzar  una  división  de  in- 
fantería y  caballería,  en  la  dirección  requerida,  suficiente- 
mente fuerte  para  resistir  un  ataque  inopinado.  Dos  fuer- 
zas marchan  á  distancias  convenientes,  como  si  fueran 
alas,  de  manera  de  acudir  en  tiempo  de  apoyar  la  primera; 
y  dos,  ó  cuatro  divisiones  mas,  según  la  importancia  del 
movimiento,  marchan  en  el  mismo  orden,  á  fin  de  apoyar 
á  las  anteriores.  Esta  es  una  cuña,  cuya  punta  la  forma 
la  primera  división.  Al  decir  del  General  francés,  solo 
desde  la  adopción  de  este  sistema  pudieron  ser  definitiva- 
mente arrollados  los  árabes,  pues  no  les  bastaba  evitar  la 
primera  división,  é  intentar  entrar  en  el  territorio  some- 
tido, desde  que  en  los  costados  hablan  de  dar  con  alguna 
división  que  haría  á  su  vez  punta,  llamando  &  las  otras  en 
su  auxilio. 

Sabemos  que  se  han  encontrado  muías  para  el  servicio 


296  OBRAS  DB  8AEMIBNT0 

del  ejército;  y  creemos  que  con  esta  mejora  asegurará  su 
movilidad.  Es  una  innovación  que  ya  tardaba,  pues  desde 
los  tiempos  de  San  Martin,  y  durante  las  guerras  de  Qui- 
roga,  hasta  las  que  acabaron  con  el  Chacho  en  el  Interior, 
los  ejércitos  marchaban  á  muía»  llevando  los  soldados  de 
caballería  sus  cabalgaduras  de  la  diestra. 

El  Coronel  Sandes "encantado  de  ver  caballos  herrados 
de  pies  y  manos  que  el  Gobierno  de  San  Juan  le  daba,  para 
hacer  su  campaña  &  la  Rioja,  no  comprendía  bien  ni  esti- 
maba en  mucho  la  dotación  de  muías,  que  se  ponía  á  su 
disposición. 

Habiendo,  sin  embargo,  experimentado  sus  efectos,  hizo 
una  marchado  cien  leguas,  casi  sin  parar,  hasta  hacer  caer 
dormidos  á  nuestros  soldados,  y  postrarse  él  mismo,  yenda 
á  morir  &  Mendoza. 

El  desierto  será  dominado  por  muías  y  no  por  caballos, 
que  se  agotarán  en  las  marchas,  antes  de  ser  requeridos 
para  el  combate. 

LAS  CARTAS  DE  CATAIEL 

{Bl  NacUmai,  NoTlembre  30  de  i87&) 

El  Courrier  de  la  Plata^  publica  dos  interesantes  cartas  de 
los  indios  Catriel,  después  de  estar  prisioneros.  Tienen  de 
interesante,  que  muestran  al  indio,  tal  como  es,  y  por 
tanto  incorregible.  Su  posdata  en  los  parlamentos,  ó  co* 
misiones  que  suelen  enviar  al  Gobierno,  como  en  sus  cartas 
á  particulares,  es  el  infalible  pedido. 

Cuando  cometen  un  crimen  de  que  piden  perdón,  en 
lugar  de  una  multa  impuesta  á  ellos,  pasan  la  nota  de  los 
pedidos.  Raciones,  tres  vestidos,  ropa  para  las  chinas, 
chapeados  de  plata,  etc. 

Catriel  prisionero,  después  de  todos  los  extragos  que  ha 
hecho  con  su  alzamiento,  en  prueba  de  su  sumisión,  pide 
raciones,  sombrero,  botas,  etc. 

ccEstoy  dispuesto  á  rendirme,  sí  me  dan  las  raciones  de 
antes.» 

Estas  raciones  fueron,  sin  embargo,  la  lepra  de  la  reduc- 
ción de  los  indios.  Motivo  de  corrupción  para  los  jefes 
administradores  de  raciones;  ocasión  de  robo  y  desfalco  de 


PROOKBSOtf  GENERALES  207 

la  comisión  misma  de  los  indios  que  le  recibía,  recibiendo 
terneros  por  vacas,  vendiéndolas  por  aguardiente  á  los  pul- 
peros del  Azul,  que  vivían  de  eso;  y  lo  que  llegaba  al  caci- 
que, para  guardárselas  él,  sin  dar  nada  ó  poquísimo  á  los 
individuos  de  chusma. 

La  triste  y  costosa  experiencia  de  tantos  años  ha  debido 
aleccionar  al  gobierno.  No  mas  raciones  á  los  indios,  y 
disolución  de  las  diezmadas  tribus,  como  se  está  haciendo, 
internándolos  y  distribuyendo  á  las  mujeres  y  niños  en 
la3  familias.  Este  sistema  ha  sido  desde  tiempo  inmemo- 
rial seguido  por  los  colonizadores;  y  sus  efectos  son  la  po- 
blación de  nuestras  ciudades  y  campos,  y  cuyos  habitantes 
conservan  aun  el  color  trigueño  de  la  raza  de  su  origen. 

Por  pequeña  que  sea  una  tribu,  desde  que  está  reunida, 
conserva  y  guarda  sus  tradiciones  y  su  lengua. 

La  escuela,  los  oñcios,  son  imposibles,  en  esa  aglomera- 
ción de  salvajes  hostiles  á  la  sociedad  basada  en  el  trabajo. 
La  radon  ha  de  continuar,  como  carga  sobre  el  gobierno; 
ración  improductiva  de  todo  resultado.  Los  indios  son 
unos  pensionistas  holgazanes. 

Mucho  puede  sugerir  el  sentimiento  de  humanidad  en 
favor  de  los  indios. 

Pocas  han  de  ser  las  madres  que  traigan  consigo  peque- 
ñuelos,  que  deben  acompañarlas  siempre;  pero  dejarles 
los  niños  de  diez  años  para  arriba,  por  temor  de  que  sufran 
con  la  separación,  es  perpetuar  la  barbarie,  ignorancia  é 
ineptitud  del  niño,  condenándolo  á  recibir  las  lecciones 
morales  y  religiosas  de  la  mujer  salvaje.  Hay  caridad  en 
alejarlos  cuanto  antes  de  esa  infección. 

Los  niños  distribuidos  en  las  familias  viven  felices,  por- 
que el  tratamiento  que  reciben,  la  educación  en  las  prác- 
ticas civilizadas  que  les  dan  las  cosas  y  las  personas,  los 
hacen  confundirse  bien  pronto  con  los  demás  niños.  Las 
madres  salvajes  no  tienen  autoridad  alguna  sobre  sus 
hijos,  que  desde  ocho  años  pertenecen  mas  bien  á  la  tribu 
que  á  la  madre,  ni  al  padre,  que  poco  caso  hace  de  ellos. 

De  ahí  viene  la  lentitud  en  aumentarse  las  poblaciones 
salvajes.  Mueren  muchos  niños,  por  insuficiente  alimen- 
tación, por  exceso  de  fatiga  en  las  marchas,  por  vivir  libra* 
dos  á  si  mismos  en  los  alrededores  de  las  tolderías. 

Cualquiera  situación  que  se  les  haga  en  el  campo  ó  en  el 


298  OBRAB  DB  8ARXIBNT0 

servicio  doméstico  entre  cristianos,  os  preferible  á  la  vida 
que  llevan  al  lado  de  sus  padres.     Que  no  hayan  raciones, 
ui  aduares  de  indios. 
Que  cada  uno  dependa  de  si  mismo,  trabajando. 

EL  EIPRÉSTITO  TERRITORIAL 

{Bl  Nacional,  Diciembre  S  de  4878.) 

Llamaremos  asi,  al  empréstito  destinado  á  la  remoción 
de  la  frontera,  garantido  por  las  cuatrocientas  leguas  ena* 
genables  en  el  Sur. 

Las  provincias  de  Córdoba  y  Buenos  Aires,  han  liecho 
cesión  de  las  que  se  les  abjudicaban,  fuera  de  sus  actuales 
fronteras,  lo  que  aumenta  la  cantidad  y  valor  de  las  tierras 
hipotecadas  y  adjudicables  ¿  los  prestamistas. 

Como  el  proyecto  de  traslación  tenia  por  base  la  expul- 
sión de  los  salvajes,  de  los  territorios  enagenables,  nuestro 
ejército  ha  hecho  tabla  rasa  de  tan  vasta  superficie,  demos- 
trando en  tres  meses  de  correrías,  de  victorias  y  de  aniqui- 
lar tribus  y  reducirlas,  que  las  promesas  del  gobierno  son 
ya  realidades. 

Todas  las  condiciones  han  sido  llenadas,  y  aunque  sabe- 
mos que  ha  sido  suscrita  parte  de  la  suma  requerida,  como 
continúa  el  aviso  de  la  administración  del  Crédito  Público 
Nacional,  invitando  á  los  que  quieran  suscribirse  á  acciones 
del  crédito  para  la  traslación  de  la  línea  de  frontera  y  cana- 
lización del  Riachuelo,  convendría  hacer  saber  al  público 
la  marcha  que  lleva  dicha  suscricion. 

Escusado  seria  encarecer  las  ventajas  y  la  utilidad  prác- 
tica que  ofrece  el  empleo  de  los  fondos  que  habrán  de 
recolectarse.  Aun  antes  de  proponerse  este  medio,  muchos 
vecinos  acaudalados  lo  indicaron  como  de  fácil  realización. 
Creemos  que  estas  reiteradas  seguridades  influyeron  en  la 
adopción  del  sistema  propuesto  de  levantar  dicho  emprés- 
tito, sobre  el  valor  de  la  tierras  que  iban  á  ocuparse;  y  que 
pudiera  decirse,  ya  están  guarnecidas  é  incorporadas  al 
territorio  explotable. 

Los  salvajes  no  estarán  en  dos  años  en  aptitud  de  acer- 
carse á  las  fronteras,  sino  es  que  amaine  la  persecución, 
por  falta  de  objeto.    El  ejército  no  podrá  estar  en  activa 


PROGHBSOS  0BNBRALB8  299 

campaña,  á  centenares  de  leguas  de  lo  poblado,  por 
el  consumo  de  caballos  que  esos  movimientos  exigen,  si  no 
se  toman  desde  luego  algunas  posiciones  permc^nentes,  que 
sirvan  de  base  á  futuras  expediciones.  Esas  posiciones  es 
lo  que  en  general  se  llama  la  traslación  de  la  frontera;  y 
del  éxito  del  empréstito  depende  que  puedan  hacerse  desde 
luego  las  inversiones  que  los  nuevos  establecimientos 
demandan. 

La  empresa,  tan  solicitada  de  años  atrás,  y  convertida  en 
ley,  quedaría  aplazada  indefinidamente,  ó  á  medio  realizar, 
si  el  empréstito  no  se  hiciese  efectivo  en  tiempo  hábil,  para 
emplearlo  convenientemente. 

Estas  consideraciones  deben  pesar  en  el  ánimo  de  los 
vecinos,  cuyos  intereses  habrán  de  ser  tan  directamente 
avorocidos  con  la  ejecución  de  una  idea  que  ya  ha  pasado 
á  ser  un  hecho,  en  cuanto  á  poner  á  cubierto  las  poblacio- 
nes actuales  de  los  peligros  de  que  han  estado  amenazadas 
siempre.  Pero  para  que  este  hecho  conquistado  sea  per- 
manente, es  preciso  darle  las  seguridades  que  solo  la  com- 
pleta realización  de  la  ley  puede  darle;  á  saber,  fíjar  las 
fronteras  en  posiciones  deflaiti vas,  fortificadas  y  en  comu- 
nicación con  los  puntos  poblados. 

En  cuanto  á  la  colocación  de  fondos,  bajo  el  aspecto  de  la 
utilidad  personal,  materia  es  esa  que  habrán  de  apreciar  los 
prestamistas  y  que  seria  escusado  encarecer. 

(Bl  Naeianah  Diciembre  3  de  1878J 

No  es  una  pretensión  la  de  buscar  el  origen  de  las 
ideas  prevalentes  en  una  época;  porque  en  la  investigación 
suelen  encontrarse  revelaciones  singulares  y  sorpren- 
dentes. 

A  cada  nuevo  descubrimiento,  á  cada  nueva  teoría,  se 
suscitan  contemporáneos,  ó  predecesores,  que  al  fin  de 
larga  disputa,  dejan  en  claro  la  verdad  de  los  hechos. 

Hubo,  días  pasados,  gran  debate  sobre  el  origen  de  la 
idea  de  ocupar  el  Río  Negro,  como  base  de  nueva  linea  de 
frontera.  Entre  los  concurrentes  al  certamen  y  verificación 
de  títulos,  no  se  presentó  donjíEmilio  Castro,  no  obstante 
constar  de  una  nota  de  la  Sociedad  Rural,  que  él  proponía 
esta  operación  en  1870.    Todavía  es  mas  notable  que  esta 


300  OBRAS  DB  SARMUtriTO 

misma  corporación  deseando  entonces  la  ocupación  del 
Rio  Negro,  y  ofreciendo  con  larga  lista  de  miembros 
8U  decidida  cooperación,  diese  origen  á  la  muy  bien  acogida 
idea  de  levantar  un  empréstito  entre  los  hacendados  y 
acaudalados  de  Buenos  Aires,  para  llevar  &  cabo  la  popular 
idea;  y  si  en  la  original  indicación  de  Argirópolis  ya  se 
apuntaban  dos  vaporcitos  en  el  Colorado,  para  asegurar 
las  comunicaciones,  en  segunda  nota  de  la  sociedad  Rural 
en  1870,  ya  se  trata  de  levantar  un  plano  y  circularlo  á 
mil  ejemplares,  de  las  tierras  adyacentes  k  este  lado  del 
Río  Negro,  que  parece  ser  el  prototipo  del  plano  con  que  el 
Gobienio  acompañó  el  proyecto  de  ley,  designando  las  tie- 
rras que  formarían  el  territorio  que  había  de  enagenarse, 
en  pago  de  los  fondos  destinados  á  costear  la  empresa. 

La  ley  del  Congreso,  las  apremiantes  notas  del  Goberna- 
dor Castro,  los  ofrecimientos  de  cooperación  de  la  Sociedad 
Rural,  y  aun  los  mapas  que  mandaba  levantar,  prueban  la 
popularidad  de  la  idea,  y  como  es  el  mismo  público,  ó  mas 
bien  los  hacendados  iuteresados  en  la  seguridad  y  exten- 
sión de  la  frontera,  los  que  han  venido  preparando  hasta 
los  detalles  dd  la  expedición,  que  al  ñn  ha  resuelto  llevar 
á  cabo  el  Gobierno. 

Se  nos  asegura,  sin  embargo,  que  la  suscrícion  del  emprés- 
tito progresa  lentamente,  ó  mas  bien  no  da  signos  de  vida« 
lo  que  debe  ser  una  triste  muestra  de  lo  que  es  el  interés 
público,  cuando  no  sean  las  rentas  ordinarias  las  que 
suministran  los  medios  de  llevar  á  cabo  un  deseo  generaL 

Creemos  oportuno  recordar  que  antes  de  confeccionarse 
la  ley,  y  teniéndola  presente,  se  elevaron  al  gobierno  nue- 
vas seguridades  de  cooperación,  y  aun  la  indicación  de  la 
enagenacion  de  tierras  á  cuatrocientos  pesos  legua,  para 
trasladar  la  frontera. 

c  Setion  de  la  Sociedad  Rural  Argentina^  pre^eniada  al  Gobema* 
dar  déla  Pravineia^  por  una  Comisión  d$  la  mitma^  compuesta  de  /o» 
dudadanoB  don  José  M.  Jurado^  don  Daniel  Arana^  don  Lui9  de  Cha* 
peaurouge  y  don  Ezeguiel  Real  de  Azud. 

«  Buenos  Aires,  Julio  k  de  i870. 

«  Las  continuas  invasiones  y  depredaciones  que  los  indios 
salvajes  hacen  aobre  nuestras  fronteras,  han  demostrado  ya 
hasta  la  evidencia  que  el  actual  sistema  de  defensa  es  ina* 


PROaKBSOS  0BNBKALB8  301 

decuado  ó  al  menos  insuficiente,  y  por  ellos  que  la  Sociedad 
Rurat  ha  creído  llegado  el  momento  de  contribuir  á  un 
cambio  radical  en  este  sistema,  apoyando  el  propuesto  por 
elExmo.  Gobierno  de  la  Provincia,  para  cuya  realización 
los  miembros  de  esta  corporación,  y  demás  ciudadanos 
que  suscriben,  ofrecemos  la  cooperación  mas  decidida. 

Firmados:  José  Martínez  de  Hoz,  Eduardo  Olivera,  Vicen- 
te C.  Amadeo,  José  M.  Jurado,  Federico  Leloir,  Jaime 
Arrufó,  Salustiano  Galup,  Félix  LÍHch,  Manuel  Gaché,  José 
G.  Lezama,  J.  A.  Brizuela,  M.  Azcuénaga^  Miguel  Crisol, 
Alvaro  Barros,  Gregorio  Torres,  Juan  M.  Villaraza,  Nicanor 
Lastra,  Eduardo  Bernal,  Garlos  Saenz  Valiente,  Marciano 
Gano,  Garios  Newton,  Martin  Golman,  Galixto  Moujan,  Jorge 
Temperley,  M.  Belgrano,  Agustín  E.  Vela,  José  L.  Vela,  Jorge 
Atucha,  Felipe  Rufino,  Ezequiel  Ramos  Mejia,  Estanislao 
Frías,  Felipe  A.  Llavallol,  Eustaquio  Torres,  Nicanor  Olivera, 
Emiliano  Aguirre,  Francisco  Bosch,  Manuel  E.  Ibañez,  Fé- 
lix Bernal,  Luis  Amadeo,  José  Roque  Pérez,  Marcelino 
Rodríguez,  Sulpicio  A.  Gómez,  Juan  A.  Figueroa,  Ramón  R. 
Gómez,  Juan  A.  Areco,  Ezequiel  Gárdenas,  Jorge  Lacombe, 
José  Z.  Miguens,  Felipe  S.  Miguens,  Mariano  Unzué,  Fran- 
cisco Lalama,  Justo  M.  Pinero,  Antonio  G.  Márquez,  Juan 
Cañas,  Juan  B.  Llermo,  Luis  A.  Huergo,  Juan  Cobo,  Juan 
G.  Pena,  Ramón  Viton,  Mariano  Castex,  Miguel  Torres,  Lino 
D.  Lagos,  Manuel  G.  López,  Federico  Terrero,  Daniel  Arana, 
Lorenzo  F.  Agüero,  A.  M.  Alvarez  de  Arenales,  Domingo  A. 
de  Achaval,  Garlos  Villate,  Ezequiel  Real  de  Azúa,  José 
Arce,  Pinto  y  Mejia,  José  M.  Villodas,  Juan  Hugues,  Joaquín 
Terrero,  Miguel  Vascheti,  Paulino  Amarante,  Francisco 
Halbach,  Federico  A.  de  Toledo,  Melchor  F.  Arana,  Francis- 
co A.  de  la  Serna,  L.  de  Ghapeaurouge,  F.  M.  Miguens,  Luis 
Bilbao,  Adolfo  Reyes,  José  Señorans,  Mariano  Casares,  An- 
tonio Clavos,  Manuel  Martin  y  Ornar,  José  C.  Gómez,  Manuel 
Fernandez,  Ezequiel  Martínez,  Patricio  Reed,  Vicente  Casa- 
res é  hijos. 

Es  copia — 

Martinez  de  Hoz^OUvera, 


302  OBHAS  DE  «AHMIBMTO 


Jallo  19  de  i870. 


«Acúsese  recibo,  agradeciendo  á  la  Sociedad  Rural  la  coo- 
peración que  ofrece  en  aeunto  de  tan  vital  interés  para  la  Provincia, 
ofrecimiento  que  ee  hará  presente  al  Exmo,  Gobierno  Nacional^  k  loa 
fines  convenientes ;  publiquese  é  insértese  en  el  Registra 
Oficial. 

CASTRO 
Mala  VER 

Sociedad  Rural. 

Baenos  Alres^  Jnlio  7  de  1870. 

En  el  interés  de  popularizar  mas  el  pensaniiento  del  Su- 
perior Gobierno  de  la  Provincia,  de  arrojar  á.  los  indios  mas 
allá  del  Rio  Negro,  la  Sociedad  Rural  veria  con  agrado  que 
S.  E.  mandara  litografiar  mil  ejemplares  del  mapa,  que 
contiene  las  tierras  afectas  al  Rio  Negro. 

El  Gobernador  de  la  Provincia  proveyó  como  se  pedia, 
ordenando  al  Departamento  de  Ingenieros  procediese  en 
consecuencia. 

A  estas  exitaciones,  que  no  son  solo  inspiradas  por  el  pa- 
triotismo, sino  que  el  interés  personal  bien  entendido  las 
sugiere,  siguieron  notas  del  Gobernadora!  Presidente, ofre- 
ciendo la  decidida  cooperación  de  los  que  con  la  Sociedad 
Rural,  garantían  con  sus  firmas  la  realidad  del  ofrecimiento 
que  como  se  vé,  se  hace  entrar  en  el  Registro  Oficial,  como 
acto  público,  después  de  mandadas  publicar,  dando  por  ello 
las  debidas  gracias. 

Las  notas  que  preceden,  hablan  por  si  mismas.  Pudiera 
decirse  que  contienen  un  compromiso  moral,  obligatorio, 
en  cuanto  son  los  firmantes  lo  mas  granado  de  la  opinión, 
y  por  el  interés  público  en  el  asunto  de  que  se  trata. 

Ahora  preguntaríamos,  ¿á  qué  habría  servido  la  iniciativa 
del  Ministro  de  la  Guerra,  el  aplauso  universal  con  que  fué 
acogida  su  idea  de  llevar  inmediatamente  á  cabo  la  trasla- 
ción de  las  fronteras,  y  la  singular  contienda  de  tantos  que 
se  disputaron  la  paternidad,  anterioridad,  y  originalidad 
del  pensamiento,  como  [si  se  tratase  del  planeta  Neptuno, 
8i,  no  suscribíéndose¡[el  empréstito,  la  expedición  quedase 


PROGRESOS  OBNBRALBS  303 

reducida  á.  las  correrías  actuales  de  nuestros  valientes  sol- 
dados, tras  las  amedentradas  tribus  salvajes? 
iWordsf  (Wordsl  ¡Wordslll  vanitas^  vanitatum  et  omnia  vanitaJ 
Quedaría  todo  reducido  á  mostrar  que  nuestros  Coroneles 
Winter,  Villegas,  Levalle,  García,  Racedo,  Roca,  Nelson,etc» 
etc.  son  los  únicos  que  han  realizado  algo  de  muy  valioso» 
que  no  es  la  ocupación  del  Rio  Negro,  ni  el  resultado  del  em- 
préstito, ni  de  ambas  leyes  de  ocupación,  ni  menos  de  la 
ostentosa  cuanto  dedicida  cooperación  de  la  Sociedad  Rural, 
sino  simplemente  del  empleo  de  los  recursos  del  presu- 
puestode  la  guerra,  y  de  la  actividad,  valor,  é  inteligencia  de 
nuestros  soldados,  cada  uno  de  los  cuales  puede  decir:  eg(h 
venieiüos  feci:  tullit  Mer  honores. 

'  Para  el  Ministro  de  la  Guerra  y  para  gloria  del  ejército,  lo 
hecho  hasta  aquí,  destruyendo,  ahuyentando,  reduciendo  á 
los  indios,  basta  y  sobra  para  merecerle  la  estimación  pú- 
blica, y  para  lisonjearse  de  haber  avanzado  la  obra  de  la 
habilitación  del  territorio,  dando  mas  ensanche  á  la  in- 
dustria. 

Pero  ahí  debe  detenerse  la  acción  del  gobierno  por  ahora, 
y  mientras  el  empréstito  no  sea  cubierto,  otra  conducta 
sería  proceder  fuera  de  los  términos  de  la  ley,  y  echar  so- 
bre el  tesoro  un  recargo  de  costas  que  no  se  sabe  á  donde  iría 
á  parar,  como  sucede  en  la  realización  de  todo  pensamien- 
to nuevo. 

Basta  y  sobra  lo  hecho,  para  el  presente  año;  dejando 
tiempo  k  la  opinión  para  que  se  ilustre  sobre  sus  propios 
intereses,  y  á,  los  hombres  acaudalados,  ó  patriotas,  ó  pro- 
motores de  empresas,  que  midan  el  mal  que  puedan  hacer 
con  ofrecimientos  que  no  significan  en  realidad  nada,  pero 
que  por  la  forma  olicial  en  que  se  hacen,  por  la  respeta- 
bilidad de  las  ñrmas  que  los  abonan,  acaban  por  formar  una 
convicción  y  una  opinión  general  que  arrastra  al  ñn  al 
Gobierno  y  al  Congreso,  sancionando  leyes,  montadas  sobr^ 
base  de  arena,  cual  es  un  empréstito  sobre  las  tierras 
públicas  que  van  á  conquistarse. 

Desmoronado  el  frágil  fundamento,  ocasión  era  de  reco- 
nocerle al  ex-Senador  Oroño  la  paternidad  reclamada  de 
la  ocupación  del  Río  Negro,  á  la  Sociedad  Rural  y  firman- 
tes sus  ofrecimientos,  á  fin  de  llevar  adelante  la  idea  del 
señor  Castro,  y  á  los  hacendados  presentes,  los  fondos  que 


dOé  OBRAS  !>■  8ARMICNT0 

se  proponiaa  anticipar,  mediante  enagenacion  de  tierras, 
y  quedarse  á  palo  seco,  con  lo  único  que  puede  reclamar 
el  Ministerio  de  la  Guerra,  que  es  haber  con  motivo  y 
como  preparación  del  gran  proyecto,  escarmentado  á  los 
indios,  dilatando  las  fronteras,  y  asegurando  por  años  el 
reposo  de  las  poblaciones. 

Mirado  bajo  esté  punto  de  vista  el  proyecto,  desde  que 
fracase  el  empréstito,  la  dignidad  del  gobierno  quedaría 
salvada,  é  ilesa  la  gloria  de  nuestras  armas.  El  plan  de 
operaciones  futuras  se  simplifica  á  reducirlo  á  la  vigilan- 
cia de  Rauch,  sin  línea  de  fronteras,  desde  que  se  com* 
pleten  las  operaciones  pendientes. 

Seguir  adelante  en  la  realización  de  la  traslación  defíai- 
tiva,  flaqueando  la  base  de  la  ley,  es  imponer  al  erarlo 
gastos  extraordinarios,  que  no  cubre  el  presupuesto,  y 
querer  contra  viento  y  marea  acumular  en  un  año  la  obra 
de  varios.  Lo  hecho  es  la  obra  diaria,  la  parte  de  trabajo 
que  cabe  al  ejército,  el  empleo  de  las  rentas  del  presupuesto 
de  guerra.    Basta  por  ahora. 

LAS  FRONTERAS  Y  EL  BANCO 

{Bl  Nacional,  Dielembre  3  de  1878. 

Nos  familiarizamos  rápidamente  con  ciertos  hechos,  y  no 
entramos  á  compararlos  con  los  anteriores,  lo  que  es  ine- 
vitable para  hacer  su  verdadera  apreciación. 

El  indio  va  desapareciendo  &  nuestra  vista.  No  es  ya  el 
invasor  terrible,  el  destructor  armado  de  nuestra  riqueza. 

Las  fronteras  están  seguras. 

Lo  están  desde  1875,  porque  el  hecho  es  de  una  data 
reciente. 

Ahora  bien  ¿cuánto  importan  para  la  Provincia  de  Bue- 
nos Aires,  sus  fronteras  aseguradas  ? 

¿Cuánto  vallan  en  ganados  las  invasiones  anteriores,  las 
grandes  y  las  pequeñas? 

Este  es  el  daño  material.  ¿  Pero  en  cuánto  se  estima  ade- 
mas el  daño  moral,  es  decir,  la  inseguridad  existente,  el 
capital  desalentado,  la  producción  disminuida? 

He  ahi  dos  cuentas  que  darían  por  suma  algunos  y  mu* 
chos  millones  por  año. 


PROGRESOS  GENERALES  305 

Pues  esto  se  debe  á  los  ímprobos  y  valerosos  trabajos 
•de  la  administración  actual.  Esta  es  una  de  las  partidas 
de  su  haber^  en  la  cuenta  de  los  cargos  y  descargos. 

Sin  embargo,  se  opina  que  la  administración  nacional  está 
arruinando  k  la  Provincia  de  Buenos  Aires,  según  la  de- 
tracción sistemática  de  algunos  órganos  de  la  prensa. 
¿De  donde  proviene  la  acusación?  Examinémosla. 
El  Gobierno  Nacional  ha  dejado  de  pagar  dos  trimestres 
de  la  amortización  debida  al  Banco  de  la  Provincia.  No  se 
aduce  ni  puede  inventarse  otro  cargo. 

El  hecho  es  cierto.  No  se  han  pagado  dos  trimestres. 
Pero  no  por  mala  voluntad,  no  por  distraerse  los  recursos 
del  tesoro  en  gastos  indebidos,  sino  por  exigencias  supre- 
mas que  pesan  igualmente  sobre  todos  los  argentinos. 

El  Gobierno  Nacional  se  encuentra  de  improviso  con  una 
fuente  de  gastos  nuevos.  Bs  necesario  armar  buques,  compo- 
nerlos, tripularlos,  ponerlos  en  movimiento  y  el  Congreso 
no  ha  votado  rentas  para  estos  desenvoisos  extraordinarios. 
Luego,  entonces  ¿que  extraño  tiene  el  que  se  desatiendan 
momentáneamente  otros  servicios^,  si  una  parte  de  la  renta 
nacional  tiene  aplicaciones  imprevistas  y  que  son  inelu- 
dibles? 

El  Ministro  de  Hacienda  no  es  creador  de  nuevos  im- 
puestos para  aplicarlos  á  los  gastos  impensados.  No  puede 
tener  otros  recursos  que  los  que  le  suministra  la  renta 
votada;  y  si  esta  va  hoy  en  parte  por  otros  caminos,  no  es 
por  cierto  culpa  suya. 

Es  necesario  ser  equitativo.  Es  necesario  fijar  la  aten- 
ción sobre  los  bienes  que  se  realizan  por  una  parte,  con 
provecho  de  la  riqueza  pública,  y  por  otra  sobre  las  exi- 
gencias de  la  defensa  nacional,  que  no  pueden  ni  deben 
ser  desatendidas. 

TRASPORTE  DE  BAGAJES  Y  PERTRECHOS 

{Bl  Noúionat,  Febrero  ti  de  1879.) 

Dará  el  señor  Ministro  de  Guerra  la  importancia  que 
crea  merecen  las  indicaciones  del  siguiente  comunicado, 
•sobre  medios  de  trasporte  de  bagajes  y  pertrechos  de  gue- 

Tomo  zu.^90 


306  OBRAS  DE  SARlflBNTO 

rra,  del  ejército  expedicionario  al  Rio  Negro,  á  travez  del 
Desierto. 

Muéstrase  entendido  en  la  materia  el  autor  del  comu- 
nicado, cualquiera  que  sea  el  valor  de  sus  apreciaciones 
en  cuanto  á.  la  practicabilidad  del  terreno,  para  carros.  Lo 
que  parece  fuera  de  duda,  es  que  las  arrías  de  muías 
presentan  dificultades  serias  de  detalle,  que  harán  difícil 
su  preservación. 

Durante  la  guerra  norte  americana,  se  inventó  un  carro 
de  guerra,  que  figuró  sin  rival  en  la  exposición  de  1867;^ 
y  el  tiro  de  muías,  animal  desconocido  hasta  entonces  en 
el  Norte,  suprimió  para  siempre  el  de  caballos. 

Sabemos  que  el  señor  Ministro  confiará.  ¿  Jefes  del  inte- 
rior la  organización  de  este  servicio  que  requiere  mas  in- 
teligencia que  cualquiera  otro  en  el  ejército. 

Carros  ó  arrias  deben  ser  servidos  por  mendocinos  ó 
sanjuaninos  exclusivamente,  so  pena  de  quedarse  á  pié 
desde  el  principio.  Es  imposible  imaginarlo,  k  no  haberlo 
visto,  cómo  carecen  del  instinto  de  conservación  de  les 
animales  de  silla  ó  de  carga,  los  habitantes  de  estas  lla- 
nuras donde  tanto  abundan  los  animales  La  imprevisión 
alcanza  hasta  los  jefes;  y  en  las  guerras  contra  el  Chacho, 
han  hecho  perecer  caballos  á  millares  los  jefes,  por  no 
prestar  fé  á  las  observaciones  de  los  arrieros  y  gentes 
prácticas,  que  podían  predecir  á  ciencia  cierta. 

Cuántos  animales  moríanse  pasmndoSj  á  causa  de  desen- 
sillarlos sudados,  en  noches  frías;  ó  estenuados  de  fatiga, 
por  no  detenerse  en  las  marchas,  en  los  lugares  precisos 
que  miden  las  jornadas! 

Sandes  se  mató  él  mismo,  en  una  marcha  inútil  de 
ciento  veinte  leguas,  sin  descanso. 

El  manejo  y  cuidado  de  las  muías  de  carga,  requiere 
una  complicadísima  ciencia,  que  no  se  adquiere  sino  des- 
pués de  años  de  práctica.  El  arriero  sabe  cuando  la  carga, 
cuando  y  en  que  lugar  oprime  al  animal,  y  lo  remedia  en 
el  acto. 

Si  al  enderezarla  emplea  un  minuto  mas,  solo  alcanzaii 
la  tropa  en  el  alojamiento,  marchando  solo  y  separado  todo 
el  día.  Ni  el  soldado  ni  el  paisano  de  otras  provincias, 
puede  suplir  al  conductor  de  carros  ó  al  arriero  de  aque- 
llas dos  provincias,  únicas  que  ejercen  esta  profesión. 


mm^Bm 


PR00KB80S  GBNBRALE8  307 


LA  EXPEDICIÓN  AL  «RIO  NEGRO» 

iBl  Nacional,  Febrero  14  de  1879.) 

Parece  cosa  resuelta  que  S.  E.  el  señor  Ministro  de  la 
Guerra»  expediciona  á.  ocupar  el  Rio  Negro.  Animados 
del  mayor  deseo  para  que  el  ejército  expedicionario  venza 
los  inconvenientes  de  la  pampa,  con  todas  las  diñcultades 
que  ella  le  presentará;  no  queremos  esquivar  nuestra  hu- 
milde opinión,  aunque  nadie  nos  la  haya  pedido. 

¿  Cuáles  son  los  inconvenientes  que  pueden  oponerse  al 
ejército,  desde  Garhué  hasta  el  Rio  Negro?  Dado  el 
brillante  éxito  de  la  guerra  ofensiva,  puesta  en  práctica 
contra  los  salvajes,  en  la  que,  desde  el  coronel  al  soldado 
todos  se  han  llenado  de  gloria,  solo  queda  que  vencer 
ciento  y  mas  leguas  de  desierto^  para  ocupar  las  márgenes  del 
Río  Negro. 

Siendo  pues  el  desierto  el  enemigo  terrible  que  el  ejército 
expedicionario  tiene  que  vencer,  creemos  que  lo  que  mas 
debe  preocupar  al  Señor  General  Roca,  son  los  elementos 
de  movilidad  que  deben  emplearse  para  el  completo  éxito 
de  la  expedición.  Es  sobre  esto  que  vamos  á  permitirnos 
dar  nuestra  opinión. 

La  organización  del  convoy  que  debe  acompañar  al  ejér- 
cito, en  el  caso  presente,  debe  llamar  muy  seriamente  la 
atención  del  señor  Ministro. 

Sabemos  que  S.  E.  se  ha  decidido  á  llevar  arrias  de  muías 
con  preferencia  á  carros  tirados  por  mtUas,  Creemos  que  en 
esto  se  sufre  una  gravísima  equivocación. 

Respetamos  lo  resuelto  por  el  señor  General  Roca,  como 
también  los  informes  que  le  hayan  suministrado  los  seño- 
res jefes  de  frontera;  sin  embargo,  pedimos  á  todos,  tengan 
presentes  nuestras  vistas. 

Se  dice  que  el  suelo  del  desierto  no  permite  rodar  carros. 
Puede  ser  que  asi  sea,  según  los  carros  que  se  pretenda 
hacer  viajar.  Por  ejemplo:  si  al  corazón  del  desierto  se 
internan  carros  tirados  por  bueyes^  es  muy  posible  que  no 
salieran  jamás;  pero  si  el  convoy  del  Ejército  fuera  de 
carros  tirados  por  muías  y  manejados  por  hombres  competentes^ 
estos  carros  atravesarían  el  desierto,  marcharían  á  la  par 


1 


308  OBBAfl   l>B  «AHMIHNTO 

de  las  columnas,  y  ejército    y  carros,  llegarían  al  Rio  Ne- 
gro  habiendo  vencido   los    inconvenientes  de  la  pampa. 

No  nos  proponemos  sostener  que  en  ciento  y  mas  leguas 
de  desierto,  los  carros  no  tengan  serios  inconvenientes  que 
vencer;  queremos  solamente  patentizar  que  con  todos  los 
inconvenientes,  los  catros  son  preferibles  á  las  arriar^  lo 
demostraremos. 

Ciento  cincuenta  muías  cargueras,  senos  dice,  son  las 
designadas  para  cargar  el  bagaje  del  ejército  expedicio- 
nario que  marchará  á  Carhué.  Conociendo  lo  que  consti- 
tuye el  bagaje  de  un  ejército,  cada  muía  no  podrá  catear 
mas  de  doce  arrobas,  por  lo  irregular  de  esta  clase  de  car- 
ga, resultando  que  en  los  ciento  cincuenta  muías  pueden 
llevarse  mil  ochocientas  á  dos  mil  arrobas  á  lo  mas. 

Para  cargar  y  descargar  en  cada  jornada  las  (150  cargas) 
se  necesitan  quince  peones  atrieros  aparejadores,  y  decimos 
quince,  porque  cada  uno  manejará  diez  mtUas^  aunque  se 
le  dé  un  soldado  para  ayudarlo.  Hablamos  de  peones 
arrieros,  porque  las  arrias  no  pueden  encomendarse  á  sol- 
dados; si  á  estos  se  entregan,  no  son  inteligentes  para  apa- 
rejar y  es  seguro  que,  dos  dias  después  de  marchar  de 
Carhué,  no  habría  una  sola  muía  en  estado  servible.  Entre 
los  arrieros  del  interior,  saber  aparejar^  es  una  ciencia  que 
solo  ellos  la  comprenden. 

Por  otra  parte  una  arria  (150  cargas)  no  podrá  moverse 
ni  ponerse  lista  para  marchar,  con  la  prontitud  que  el 
ejército  lo  hará  al  toque  de  ensillar^  y  si  es  necesario  mar- 
char de  noche  como  puede  suceder,  no  habrá  muía  que 
resista,  cargada  el  dia  y  la  noche. 

Demostraremos  ahora  cuales  son  las  ventajas  de  los  ca- 
rros tirados  por  muías: 

VeifUe  y  cinco  carros,  tirado  cada  uno  por  tres  muías  y  tres  de 
reserva,  pueden  caminar  día  y  noche»  si  fuere  necesario. 
Cada  carro  puede  cargar  de  cien  á  ciento  veinte  arrobas  ó  sea 
un  total  de  tres  mil  arrobas,  que  es  el  doble  de  lo  que  llevarán 
las  150  muías  de  carga. 

Las  grandes  travesías^  que  el  ejército  tiene  que  vencer, 
hace  que  el  recuerdo  del  agua  dé  mas  sed,  por  la  misma 
razón  que  la  que  se  vá  á  encontrar  ó  es  mala  ó  escasa.  El 
soldado  no  puede  llevar  mas  agua  que  la  que  contenga  sa 
caramañola  y  ni  tampoco  será  posible  llevarla  á  lomo  de  muía; 


PROGRESOS  GENERALES  309 

pero  si  en  cada  carro  se  colocan  dos  barriles  que  .cada  uno 
contenga  seis  arrobas  de  agua  de  peso;  los  veinte  y  cinco  carros, 
desde  que  marchasen  deCarhué,  llevarían  300  arrobas  de 
agua  de  reserva,  debiendo  recuperarse  la  que  se  gaste, 
donde  se  encuentre  potable. 

Respecto  á  la  prontitud  con  que  la  tropa  de  carros  debe 
ponerse  en  marcha,  es  incuestionable  que  cada  peón  ca- 
rrero tendrá,  pronto  su  carro,  en  el  mismo  tiempo  que  el 
soldado  tardará  en  estar  á  caballo. 

Réstanos  ahora  dar  nuestra  opinión,  sobre  los  vehículos, 
que  se  construyen  en  el  parque,  y  que  formarán  parte  del 
convoy  del  ejército. 

Si  es  verdad  que  en  el  desierto  no  pueden  rodar  carros, 
¿cómo  es  que  se  construyen  grandes  ambulancias  y  carros 
para  el  E.  M.?  Quiere  decir  pues,  que  el  león  no  es  tan  feo 
como  lo  pintan. 

Hemos  visto  las  ambulancias  y  carros,  pero  únicamente 
nos  ocuparemos  de  las  primeras: 

Las  ambulancias  son  grandes  carros  á  cuatro  ruedas  y 
montados  sobre  elásticos;  pero  encontramos  en  ellas  un 
inconveniente,  y  es,  que  las  ruedas  de  adelante  son 
chicas. 

Las  ruedas  chicas,  en  todo  carruaje  de  cuatro  ruedas  son 
indispensables  para  que  sean  ^  de  vuelta  entera  6  de  media 
vuelta,  pero  son  para  los  carruajes  que  transitan  en  las 
poblaciones,  en  calles  estrechas  y  en  donde  las  vueltas 
tienen  que  ser  rápidas. 

Las  ambulancias,  á  nuestro  juicio,  do  necesitan  que  sean 
de  vuelta:  ellas  tienen  que  rodar  en  campo  abierto^  donde  la 
vuelta  pueden  hacerla  tomando  todo  el  terreno  que  se  pre- 
cise, por  consiguiente,  creemos  que  la  rueda  chica  es  un 
inconveniente^  las  cuatro  ruedas  deben  ser  iguales  y  de 
hueUa. 

El  inconveniente  de  la  rueda  chica,  es  el  siguiente: — 
Empantanado  el  carruaje,  lo  que  ha  de  suceder  muchas 
veces,  las  ruedas  delanteras  se  pierden  hasta  la  maza^  todo 
el  peso  carga  sobre  ellas  y  pierden  completamente  su 
acción;  no  asi  la  rueda  grande  ó  alta,  que  aunque  se  entie- 
rre  prestará  mucha  mayor  facilidad  para  sacarla. 

Estos  carruajes,  necesariamente  tienen  que  ser  cons- 
truidos de  varas  y  por  ningún  principio  de  pértigo.    Con 


310  OBRAS  DB  SARMUIITO 

seis  tnulaSf  manejadas  {lor  dos  hombres,  las  ambulancias 
llenarán  el  objeto  para  que  son  construidas. 

Previendo  todos  los  inconvenientes  que  pueden  oponerse 
á  la  marcha  de  los  carros,  y  llegado  el  caso  de  ser  impo- 
sible que  atraviesen  cargados  un  espacio  de  terreno,  seria 
previsor  cargar  en  dos  carros  esos  aparejos,  para  trasladar 
al  lomo  de  las  muías  la  carga  de  los  carros. — Pueden  asi 
mismo  encontrarse  desfiladeros,  ya  por  causa  de  sanjones,  ú 
otros,  etc.,  etc. — Para  este  caso,  creemos  conveniente  la 
construcción  de  uo  sencillo  puente  de  madera^  de  tres  varas  de 
largo  por  dos  y  medio  de  ancho,  que  doblado  por  la  mitad 
iría  en  uno  de  los  carros. 

Al  escribir  estos  ligeros  apuntes,  lo  hacemos  por  el  mas 
vivo  interés  que  nos  anima,  que  el  ejército  expedicionario 
haga  la  gran  cruzada  del  desierto  con  la  mayor  seguridad 
posible^  y  es  en  este  sentido  que  deseamos  que  el  señor 
Ministro  de  la  Guerra  acepte  nuestras  vistas. 


LA  CAMPAR*  CONTRA  LOS  INDIOS 

( SI  Nacional,  Febrero  II  de  1879. ) 

Expresábamos  no  ha  mucho  el  deseo  de  ver  puestos  en 
orden  cronológico,  los  partes  de  los  sucesivos  encuentros 
de  nuestro  valiente  ejército  en  su  lucha  contra  las  tribus 
salvajes;  encuentros,  sea  dicho  de  paso,  que  hacen  casi 
cada  uno  una  campaña,  pues  son  fueraas  distintas,  jefes 
diversos,  contra  varios  é  inconexos  caciques. 

Nuestro  deseo  ha  despertado  las  reminiscencias  de  algún 
militar,  y  puestos  en  orden  apuntes  de  cartera,  que  se 
resienten  por  la  concisión  de  su  origen,  tomados  al  correr 
del  caballo,  mas  que  de  la  pluma,  en  ios  momentos  de  des- 
canso sin  reposo  que  siguen  al  combate,  ha  tenido  la  bon- 
dad de  remitirnos  una  cronología  que  principia  en  1875,  y 
ofrecen  continuar  hasta  1878,  no  sin  que  haya  su  k  últdca. 
HORA,  una  expedición  como  la  brillantísima  del  Coman- 
dante Freiré,  que  ha  llevado  sus  incursiones  hasta  las 
fuentes  del  Colorado . 

El  periodo  que  abrazan  veinte  combates  con  los  salvajes 
dados  por  la  Divisiou  Sud,  puede  llamarse  con  propiedad 


r 


PROGRESOS  OKNBRALBS  311 

•el  período  Alsina,  pues  es  inspiración  suya  la  que  imprime 
el  movimiento  ofensivo  de  las  fuerzas  que  guarnecían  la 
frontera  sud  Oeste  de  Buenos  Aires»  para  distinguirlo  del 
período  Roca,  que  es  continuación^  complemento,  y  abraza 
todas  las  fronteras  del  Sud  y  al  Oeste  y  al  Norte,  llegando  * 
á  los  extremos  del  territorio  y  abriendo  ancha  huella  para 
la  proyectada  ocupación  del  Río  Negro. 

Habría  de  preceder  á  estos  el  período  Gainza,  colocad 
antes  en  el  mismo  puesto  que  han  ocupado  los  dos  minis- 
tros nombrados;  período  de  elaboración  de  los  subsiguientes, 
pues  la  guerra  ofensiva  contra  los  salvajes  comienza  en- 
tonces, rescatando  las  fronteras  de  Río  V,  al  sud  del  IV  en 
Córdoba,  y  Paso  del  Rey  en  Santa  Fe,  que  la  divide  del 
Gran  Chaco. 

Avanzóse  en  Buenos  Aires  la  frontera  hacia  el  desier- 
to y  se  completó  la  línea  de  fortines,  que  hacían  oñcio  de 
estaciones  telegráficas  para  anunciar  por  toda  la  línea  la 
presencia  de  los  salvajes. 

Hasta  entonces,  los  salvajes  tienen  el  predominio  moral 
y  material  de  la  pampa,  Calfucurá  impone  respeto  con 
sus  dos  mil  lanzas  auracanas.  Al  principiar  la  adminis- 
tración Sarmiento,  como  que  nada  ó  poco  estaba  preparado 
en  la  frontera,  á  causa  de  la  guerra  del  Paraguay  que 
absorvida  los  recursos  y  la  atención,  una  fuerte  invasión 
al  Sud  arrasó  una  parte  de  la  campaña. 

Pero  luego  se  organizó  la  defensa,  y  las  invasiones  se 
redujeron  á  malones  de  pocas  lanzas,  que  encontraban 
dificultad  para  salir;  estando  colocado  el  ejército  á  van- 
guardia de  las  poblaciones. 

La  situación  se  iba  haciendo,  con  el  nuevo  sistema  in- 
tolerable para  los  salvajes,  y  Calfucurá,  haciendo  una  liga 
de  caciques,  emprendió  romper  la  linea  de  fortines  y  dar 
un  golpe  que  restableciese  la  preponderancia  de  antes. 

Diólo  en  efecto,  y  con  tan  buen  éxito,  que  llevaba  con- 
sigo, al  salir  de  la  línea  sesenta  mil  vacas  y  en  proporción 
yeguadas;  pero  se  encontró  con  el  ejército  al  mando  del 
General  Rivas,  que  lo  batió,  quitándole  el  arreo  y  dejándolo 
escapar  tan  mal  parado,  que  sus  indios  llegaban  á  los  toldos 
á  pie,  ó  montados  de  á  tres  en  un  caballo.  Calfucurá  pudo 
ser  aniquilado  entonces,  si  el  General  Rivas,  no  hubiese 
tenido  dificultades  para  llenar  órdenes  que  de  antemano 


312  OBRAS  DS  8ARH1KNT0 

tenia,  en  previsión  de  este  caso.  Sin  embargo  de  esto,  en 
esa  batalla  quedó  quebrado  el  poder  militar  é  invasor  de 
los  indios  y  un  año  después,  pudo  sin  anticipación  orde- 
narse la  ocupación  de  Garhué,  á  donde  campó  nuestro 
ejército,  y  no  se  estableció  de  firme. 

Sobrevino  la  guerra  civil  y  á  mas  de  perderse  el  efecto 
moral  producido  sobre  los  salvajes  hasta  entonces,  la  de- 
serción de  Catriel  con  ochocientas  lanzas  restableció  el 
equilibrio  de  las  fuerzas,  y  puso  la  frontera  en  peor  situa- 
ción que  la  que  tenía  en  1868,  pues  mil  lanzas  indígenas 
que  la  defendían  por  nuestra  parte,  iban  k  aumentar  de 
mil  lanzas  mas  la  fuerza  enemiga. 

Esta  era  la  situación  en  que  el  Ministro  de  la  Guerra,  Al- 
sina,  encontró  la  frontera. 

No  se  trataba  solo  de  conservar  las  posiciones  y  la  Unea 
avanzada  de  frontera,  que  tan  felices  resultados  había  dado^ 
sino  de  defenderse  contra  un  enemigo  reforzado  por  nuevos 
aliados  y  alentado  por  nuestros  propios  desacuerdos.  Háse 
notado  siempre,  que  los  indios  amigos  sienten  de  rechazo 
la  debilidad  moral  que  dan  al  gobierno  las  revoluciones 
políticas  de  los  cristianos.  Los  indios  de  Gatríel,  situado» 
en  Tapalqué,  antes  se  alzaron  después  de  la  caída  de  Rosas 
y  subsiguiente  sacudimiento.  Después  de  la  Verde,  se  vol- 
vieron &  sublevar  y  tomar  el  desierto. 

El  Ministro  Alsina  acometió  la  obra  de  reparación,  con 
valentía,  no  contentándose  con  defender  lo  ya  conquistado, 
sino  yendo  á,  los  toldos  á  buscar  á  los  salvajes. 

Esta  evolución  es  su  obra  y  su  gloria. 

Namuncurá,  el  hijo  de  Galfucurá,  los  Gatrieles,  sobrinos 
del  que  murió  en  una  revuelta  de  capitanejos  sublevados, 
fueron  saludados  á  balazos  en  sus  propias  tolderías,  por 
nuestras  fuerzas  avanzadas.  El  misterio  de  la  Pampa  quedó 
desde  entonces  explicado;  el  ensalmo  desvanecido.  Había 
caciques  y  tribus  diseminadas.  No  había  fuerzas  reunidas 
para,  una  vigorosa  resistencia. 

No  les  faltaba  valor;  pero  la  confianza,  que  es  la  mitad 
del  valor,  había  desaparecido. 

La  Pampa,  por  este  lado,  estaba  conquistada. 

Alsina  murió,  dando  diesde  su  techo  la  última  mano  k  su 
obra. 

Faltaba  generalizarla  y  completarla,  y  el  ministro  que  le 


PR00RB90S  GENERALES  313 

sucedió  lo  emprendió  con  fe  y  con  conocimientos^propios 
de  su  magnitud  y  éxito. 
He  aquí  los  datos  con  que  hemos  sido  favorecidos. 

FRONTERA.    COSTA  SUD 

Apuntes  cronológicos  de  las  invagiones  y  operaciones  ejecutadas 

Hemos  creído  de  importancia  hacer  un  ligero  bosquejo 
de  los  acontecimientos  de  la  Frontera  Costa  Sud,  en  la 
guerra  con  el  salvaje.  Esta  cadena  de  sucesos  comprende 
desde  el  año  75  al  78. 

Mucho  se  ha  escrito  y  discutido  sobre  la  terminación  ó 
seguridad  de  la  frontera,  y  del  dominio  y  poder  de  los  indí- 
genas de  la  pampa»  por  mas  de  tres  siglos. 

La  solución  de  este  problema  venía  conñada  de  siglo  en 
siglo  á  lento  avanzar  de  la  frontera,  dominando  el  desierto, 
hasta  que  vino  la  idea  de  tomar  lá  ofensiva,  para  asegurar 
la  frontera;  y  el  primer  impulso  se  debe  al  esclarecido  ciu- 
dadano Dr.  D.  Adolfo  Alsina,  á.  quien  cupo  esta  gloria. 

Para  inteligencia  de  lo  que  sigue  recordaremos  que  el 
indio  tiene  y  emplea  una  táctita  y  extratégia  que  se  separa 
casi  diametralmente  de  las  leyes  del  arte  militar. 

El  salvaje,  por  naturaleza  perspicaz  astuto,  sagaz,  nuuca 
trabaja,  siendo  el  objeto  primordial  de  sus  escursiones,  el 
robo  por  cuya  razón  vive  siempre  errante.  No  carece  de 
valor  y  se  ha  visto  varias  veces  que  ha  aceptado  el  choque 
con  nuestros  cuerpos  de  linea,  viniendo  &  estrellarse  sin 
mas  armas  que  la  chuza  en  las  balas  de  los  remington.  Sin 
embargo,  por  lo  general,  emplea  los  medios  posibles  para 
esquivar  todo  combate.  Lo  busca  cuando  se  siente  fuerte 
en  número  y,  lo  acepta  cuando  se  ve  comprometido,  para 
salvar  el  robo.  Se  hacen  necesarios  pues,  en  esta  guerra 
no  solo  los  conocimientos  tácticos,  sino  también  un  indis- 
pensable y  especial  estadio  práctico. 

El  indio  ataca  dividido  en  varios  grupos,  y  en  orden  dis- 
perso,  formando  mas  ó  menos  grandes  guerrillas,  al  frente, 
flancos  y  retaguardia.  Es  muy  veloz  el  aire  de  carga, 
acompañado  con  una  descomunal  gritería.  Si  no  ha  tenido 
feliz  éxito  el  choque,  con  la  rapidez  del  rayo  se  retira  á 
puntos  acordados  y  fuera  del  alcance  de  nuestros  proyecti- 
les, de  donde  por  reiteradas  veces  vuelve  á  cargar« 


•  ■ 


314  0BKA8   DB  8AKMIBNTO 

La  distribución  de  las  fuerzas  que  guarnecían  la  frontera, 
en  1876,  era  como  sigue: 

El  fuerte  G-eneral  San  Martin,  comandancia  en  jefe  de 
la  división  Costa  Sud,  se  encuentra  situado  á  las  márgenes 
del  arroyo  «Sauce  Corto»  entre  los  37<>49  latitud  y  3^38'  lon- 
gitud occidental  sobre  el  meridiano  de  Buenos  Aires.  El 
arroyo  corre  de  Norte  á.  Sud,  extendiéndose  la  línea  casi 
paralelamente  7  leguas  mas  al  Oriente. 

Los  campos  son  de  buenos  pastos,  con  abundantes  agual- 
das, formando  en  la  parte  Norte  suaves  ondulaciones,  y  al 
Sud  es  quebrado,  presentándosenos  las  sierras  de  la  Venta- 
na y  Curamalan,  de  donde  se  desprenden  varios  feraces 
valles,  con  abundantes  y  permanentes  vertientes. 

La  linea  componíase  de  los  siguientes  fortines:  A  la  de- 
recha,  Maipú,  Paunero,  Lamadrid,  Libertad,  Necochea  y 
Defensa,  en  una  extensión  de  25  leguas:  á  la  izquierda, 
Veintisiete,  Chaco  y  Pavón,  haciendo  un  total  de  línea  de 
42  leguas.  La  frontera  la  guarnecían  los  cuerpos  siguien- 
tes: Regimiento  1^  á  órdenes  del  2^  Jefe,  Sargento  Mayor 
D.  Pedro  Diez,  Regimiento  11  al  mando  del  Mayor  D.  Mar. 
cial  Nadal,  Batallón  «Gendarmes»  del  Rosario,  comandado 
por  el  Teniente  Coronel  D.  Manuel  Vázquez,  media  batería 
de  artillería  á  órdenes  del  teniente  D.  Estanislao  Maldonado 
y  40  lanzas  de  indios  amigos,  capitaneados  por  su  cacique 
Pichihuincá  siendo  el  jefe  de  la  división  el  Teniente  Coronel 
D.  Salvador  Maldonado,  jefe  del  Regimiento  1^ 

CRÓNICA   MILITAR 

El  6  de  Noviembre  del  75,  á  las  doce  del  día,  se  recibió 
aviso  del  jefe  de  la  linea  de  fortines,  que  entre  Paunero 
y  Lamadrid  entraba  una  invasión  como  de  500  indios^ 
Acto  continuo  se  tocó  generala  y  se  hizo  señal  de  alarma 
en  toda  la  linea. 

Momentos  después,  se  puso  en  marcha  la  división 
al  mando  de  su  jefe,  con  el  objeto  de  tomar  la  rastrillada 
de  los  salvajes,  que  iban  en  dirección  de  Juárez  y  Tres 
Arroyos.  A  las  5  p.  m.  llegamos  al  punto  indicado  y 
encontramos  que  los  indios  se  habían  vuelto,  después  de 
haber  penetrado  6  leguas,  ejecutando  esta  contra-marcha 
porque    habían    sentido    el    movimiento   de    las    fuei^sas 


PROGRESOS  OBNBRALBS  315 

las  cuales  rápidamente  marchaban  sobre  su  rastrillada.  A 
poco  se  avistaron,  y  se  destacó  al  Sargento  Mayor 
D.  Baldomero  Diaz,  con  un  escuadrón  del  Regimiento  P. 
para  que  principiara  &  operar  mientras  llegaba  el  resto 
de  la  división.  Precipitadamente  se  retiraban  los  sal- 
vajes hacia  el  desierto.  Se  mandó  reforzar  con  otro 
escuadrón  del  regimiento  11».  y  dando  orden  que  los 
cargara  y  persiguiera  con  la  mayor  velocidad  posible 
lo  que  se  efectuó,  sable¿indolos  y  haciéndoles  una  per- 
secución hasta  las  diez  de  la  noche,  habiendo  hecho 
alto  k  8  leguas  fuera  de  la  linea,  por  ir  toda  la  indiada 
en  completa  dispersión. 

El  resultado  de  este  encuentro  fué  quitarles  150 
caballos  entre  ellos  50  ensillados,  hacerles  tres  muertos 
y  muchos  heridos,  en  su  precipitada  fuga  arrojaban  las 
lanzas,  los  efectos  robados  y  toda  aquello  que  podía 
embarazar  la  huida. 

II 

El  dia  9,  á  las  doce  de  la  noche  llegó  el  señor  Enrique 
Black  del  establecimiento  de  D.  Jorge  Eeen,  trayendo 
parte,  de  que  como  200  indios  habían  invadido  por  Tres 
Arroyos  y  salían  por  las  «  Mostazas  »  con  un  arreo  de 
3,000  yeguas. 

En  el  acto  se  tocó  generala  y  media  hora  después  se 
ponía  en  marcha  la  fuerza,  en  dirección  de  las  sierras 
de  Guramalan,  marchando  todo  el  siguiente  día  hacia  las 
«  Mostazas. » 

El  10  se  tuvo  parte  que  por  la  frontera  de  Bahía  Blanca, 
se  avistaban  como  130  á  150  salvajes,  arreando  800  á  1000 
caballos  y  yeguas. 

El  capitán  D.  Victoriano  Rodríguez,  á  quien  se  había 
destacado  al  paso  de  los  Chilenos,  mandó  aviso  que  los 
indios  se  dirigían  á  salir  5  leguas  mas  arriba  de  dicho 
punto.  Inmediatamente  el  comandante  Maldonado  se  puso 
á  gran  galope  con  el  resto  de  la  fuerza,  dando  orden  al 
capitán  Rodríguez  que  los  cargara,  el  cual  dio  cumpli- 
miento, sableándolos,  habiéndoles  hecho  19  muertos,  dos 
prisioneros,  y  quitándoles  300  caballos,  mas  de  500  yeguas, 
lanzas  y  monturas. 


316  OBHAS   l>K  8AKM1KMT0 

En  este  encuentro  se  recomendó  al  capitán  Rodríguez» 
teniente  Cañete  y  cadete  Acevedo,  como  también  el  Sr. 
D.  Enrique  Black,  que  trajo  el  parte  y  acompañó  volua- 
tariamente  como  ayudante  al  comandante  Maldonado. 

III 

El  2  de  Diciembre  marchó  la  división  k  vanguardia  á 
esperar  una  invasión  anunciada  de  Namuncur¿ — Visto  que 
la  espresada  invasión  no  aparecía,  se  ordenó  regresara  k 
ocupar  sus  puestos  la  fuerza  de  la  linea. 

Al  tomar  nuevamente  posición,  se  encontró  con  40  k 
50  salvajes  que  iban  saliendo  con  bastante  arreo,  cargán- 
dolos y  haciéndoles  dejar  todo  el  robo. 

En  este  pequeño  encuentro  tomó  parte  el  teniente  Krat- 
zeostein,  que  venia  conduciendo  un  contingente  para  la 
frontera,  como  también  el  teniente  Cañete  que  iba  k 
escoltar  al  comisario  pagador. 

IV 

El  26  del  mismo  se  tuvo  aviso  del  camandante  Gómez 
de  que  algunos  grupos  de  indios  se  avistaban  frente  de 
Lavalle,  los  cuales  invadían,  en  combinación  con  la  su- 
blevación de  las  tribus  de  Catriel. 

A  muchos  hemos  oido  opinar  que  el  alzamiento  de  esa 
tribu  eran  sigilosos  trabajos  dé  algunos  mitrista» :  opinión  poca 
juiciosa,  inspirada  talvez  por  la  aversión  constante  que 
anima  á  ambos  partidos. 

¿Porqué  no  creer  que  Catriel  y  sus  capitanejos  no 
hacian  nada  mas  que  ceder  al  heredado  instinto  salvaje 
observando  por  todas  las  anteriores  generaciones  indíjenasf 

Millares  de  ejemplos  tenemos,  de  esta  naturaleza,  desde 
antiguos  tiempos,  cuando  se  principió  su  reducción  y 
conversión.  Siempre  lo  han  demostrado  que  aunque 
fuesen  tratados  con  las  mayores  consideraciones,  apro* 
vechaban  la  primer  disencion  para  matar,  robar  y  reti-^ 
rarse  al  desierto. 

La  desmoralización  consiguiente  de  la  participación 
dada  k  los  salvajes  en  los  sucesos  políticos,  basta  para 
explicar  su  deserción,  después  de  30  años  de  estar  reducidos*. 


PROGRESOS  GBNBRALBS  317 


LA  OCUPACIÓN  DEL  RIO  NEGRO 

{Bl  Naúional,  Marzo  6  de  1879.) 

AI  recorrer  los  diarios,  encontramos  que  la  próxima  rea- 
lizacioD  de  este  pensamiento  es  el  tema  diario  de  las  apro- 
baciones ó  de  la  critica  hostil  á  la  idea.  No  se  disimula 
como  móvil,  que  la  política  del  Ministro  de  la  Guerra,  su 
situación  culminante  en  las  eventualidades  de  la  próxima 
renovación  del  personal  administrativo,  entran  por  mucho 
en  la  dirección  que  se  dá  á  la  defensa  6  á  las  objeciones. 

SI  fuera  posible  apartar  á  un  lado  estos  vidrios  de  color 
ó  de  aumento,  podría  estimarse  la  verdadera  influencia 
que  la  inmediata  ocupación  del  Rio  Negro  tendrá,  para  me- 
jorar la  posición  de  los  que  en  ello  hallarían  un  interés  po- 
lítico asociado  al  grande  interés  general. 

Desde  luego,  creemos  que  la  realización  de  aquella  em- 
presa ha  de  dar  poco  prestigio  á  quien  se  propone  llevarla 
¿  cabo.  La  parte  brillante  de  los  hechos  de  armas,  lo  que 
ha  bastado  y  sobrado  para  dar  notoriedad  &  un  nombre,  ha 
pasado  ya,  en  el  sostenido  y  feliz  impulso  dado  k  la  persecu- 
ción de  los  indios  salvajes. 

Estos  han  sido  destruidos,  en  parte,  y  los  restos  de  tribus, 
dispersas  y  congregadas  en  puntos  nuevos,  quedan  necesa- 
riamente, por  la  naturaleza  de  la  sociedad  salvaje,  inhabi- 
litadas para  rehacerse  de  sus  quebrantos,  nunca,  y  mucho 
menos  para  recuperar  el  espíritu  agresivo,  que  los  hacia 
antes  un  motivo  de  zozobra  para  los  habitantes  del  país 
civilizado. 

Esta  presión  no  se  hará  sentir  en  estos  dos  ó  tres  años, 
por  lo  menos,  nuevamente  en  la  frontera. 

Esta  parte  del  programa  ha  sido  cumplidamente  llenada, 
y  con  una  felicidad  de  ejecución  que  ha  debido  sobrepasar 
toda  esperanza  y  dejar  satisfecha  toda  espectacion.  Diría- 
mos que  para  capital  político  hay,  como  el  hecho  lo  ha  de- 
mostrado, con  qué  dotar  y  enriquecer  al  menos  conten- 
tadizo. 

Queda  por  ejecutarse  la  segunda  parte  y  es  la  ocupación 
de  las  márgenes  del  Rio  NegrOi  y  vemos  en  la  prensa  em* 


318  OBRAS  DK  SAHMIBMTO 

peñado  el  debate  sobre  si  es  indispensable  que  se  lleve 
inmediatamente  á  cabo  este  pensamiento. 

La  rapidez  y  buen  éxito  con  que  se  ha  llevado  á  cabo  en 
un  año  la  terminación  de  la  conquista  del  desierto,  que 
por  hacerlo  resaltar  mas  comparamos  con  los  tres  siglos 
que  han  precedido,  predispone  los  ánimos  á  esperar,  á  de- 
sear, y  á  acometer  la  empresa  final,  el  finis  coronal  opus^  con 
la  ocupación  del  Rio  Negro. 

Sin  embargo,  mucho  pudiera  decirse  sobre  el  fondo  de  la 
idea  misma  tan  preconizada,  aun  aceptando  de  lleno  su 
urgente  é  inmediata  ejecución.  ¿Puede  por  ahora  ser  linea 
de  frontera  la  que  se  establezca  en  el  Rio  Negro? 

£1  pais  que  debe  guardarse,  es  el  que  avecina  á  las  Pro- 
vincias que  dan  frente  hacia  el  Sur  de  un  lado,  y  el  de  )a 
frontera  de  Buenos  Aires,  que  mira  al  Oeste.  Tropas  colo- 
cadas en  el  Rio  Negro,  no  pueden  acudir  á  defender  los  pun- 
tos amenazados,  que  están  demasiado  lejos  de  los  cuarteles 
de  invierno  de  la  guarnición. 

Puede  ocuparse  la  Isla  de  Choele  Choel  en  vista  del  pais 
mismo  que  le  avecina;  puede  ocuparse  el  Rio  Negro,  para 
su  propia  población  y  colonización.  Pudiera  decirse  que  esa 
ocupación  cierra  pasos  indispensables  para  trasportar  el 
robo  hasta  Chile. 

Todo  esto  puede  ser;  pero  no  resguarda  la  frontera  de 
San  Luis,  Córdoba,  ni  la  de  Buenos  Aires  mismo,  que  deben 
guardarse  á  si  mismas  por  fuerzas  independientes  del 
establecimiento  á  las  márgenes  del  Río  Negro,  pues  las 
distancias  son  enormes,  y  lo  serán  siempre  aun  después  de 
poblados  Carhué  y  Salinas  Grandes. 

De  aquí  resulta  que  los  establecimientos  del  Río  Negro, 
habrá  de  convenir  servirlos  por  Bahia  Blanca  mas  bien 
que  por  tierra;  ó  bien  la  Gobernación  de  Patagones  vendría 
á  ser  parte  integrante  del  sistema  de  colonización  del  Río 
Negro,  operando  aisladamente,  y  aun  creemos  que  habrá 
de  suceder  quede  mas  en  relación  con  las  indiadas  hacia 
el  Sur  del  mismo  rio  y  las  de  sus  cabeceras,  que  con  la& 
del  Norte,  hoy  quebrantadas,  y  alejadas  de  las  pobla- 
clones. 

Si  este  modo  de  ver  la  cuestión  es  exacta,  la  ocupación 
del  Rio  Negro  no  requiere  ni  un  grande  esfuerzo,  ni  es 
de  consecuencia /ínat  para  la  seguridad  actual  de  las  pobla- 


PROORBS08  GENERALES  319 

ciones  fronterizas  de  San  Luis,  hasta  el  Sud  de  Buenos 
Aires. 

Suponemos  que  muchos  gastos  se  han  hecho  en  adqui- 
siciones de  inmediato  empleo»  pero  tememos  que,  luchando 
con  las  inevitables  dificultades^  el  tiempo  se  ha  avanzado 
demasiado  para  precipitar  la  propuesta  ocupación.  Esta- 
mos ya  en  Marzo»  y  si  Abril,  bastara  para  trasladarse  fuer- 
zas ¿  las  márgenes  del  Rio  Negro,  irían  á  principiar  su 
obra  de  establecimiento  en  Mayo,  que  es  el  comienzo  del 
invierno  diez  grados  de  latitud  mas  al  Sud,  lo  que  da  una 
gran  intensidad  á  los  fríos.  Las  caballadas  correrán  ries- 
go de  ser  sacrificadas,  pues  han  de  llegar  en  el  peor  estado 
imaginable,  y  en  el  invierno  no  se  reponen  los  animales 
enflaquecidos. 

Otras  razones  deben  tenerse  en  cuenta,  y  no  podemos 
dejar  de  apuntarlas. 

Las  desagradables  ocun^encias  de  días  pasados,  han 
puesto  de  manifiesto  las  dificultades  financieras  con  que 
lucha  el  Gobierno. 

Háse  dado  como  atenuación  que  á  los  gastos  ordinarios, 
que  á  los  pagos  retardados  en  varios  ramos  del  servicio, 
se  añaden  los  que  han  debido  hacerse,  para  tripular  y 
remontar  la  escuadra,  en  espectacion  de  emergencias  que 
reclamasen  su  servicio.  Creemos  que  la  prudencia  acon- 
sejará mantenerla  en  ese  pie,  con  los  mismos  gastos,  mien- 
tras la  imprudencia  mantenga  en  pie  la  causa  que  lo 
requiere. 

A  situación  semejante,  no  debe  añadirse  sin  necesidad 
urgente,  con  un  despliegue  de  fuerzas  de  tierra,  una  em- 
presa que  demanda  necesariamente  inversiones  crecidas 
é  iniciales,  pudiendo  retardarlas  para  la  próxima  prima- 
vera, ó  aun  para  mas  tarde,  si  la  situación  continuase 
tirante. 

Tememos  que  el  Gobierno  se  vea  en  dificultades  admi- 
nistrativas, descuidando  otras  atenciones  urgentísimas  por 
llevar  adelante  un  pensamiento  que  por  ahora  (este  año)  no 
responde  á  nada  práctico;  pues  las  victorias  sobre  los  ¡n- 
dio3  invasores  y  el  aniquilamiento  de  las  tribus  y  dismi- 
nución de  sus  fuerzas,  ha  asegurado  la  frontera  por  este 
año  y  el  venidero. 

La  opinión  ha  de  quedar  satisfecha  con    este  resultado, 


320  OBRAS  DB  8AKMIENT0 

que  es  completo  para  sus  fines,  sin  cuidarse  mucho  de  sa- 
ber si  se  levantan  ranchos  en  el  Rio  Negro,  ó  se  acerca  al- 
gún campo  para  guardar  caballos. 

Las  ventajas  ya  aseguradas  bastan  para  satisfacer  al 
público.  Los  embarazos  financieros  serán  la  única  mani- 
festación próxima  de  lo  que  se  está  realizando  en  el  Sur. 
Es  viejo  defecto  de  nuestro  espíritu  ir  adelante,  sin  pa- 
rarnos en  obstáculos,  á  fin  de  realizar  una  idea  grandiosa, 
tales  como  dotar  al  país  de  ferrocarriles,  telégrafos,  ensan- 
char las  fronteras  y  asegurarlas,  y  aun  realizar  en  un  año, 
como  nos  complacemos  en  decirlo  poéticamente,  lo  que 
nuestros  padres  dilataron  tres  siglos.  Pero  tanto  hemos 
hecho,  tanto  hemos  tirado  de  la  cuerda,  que  nos  esponemos 
á  una  terrible  caída,  cuando  aquella  estalle,  á  fuerza  de 
tirarla. 

Ya  lo  hemos  dicho;  los  gastos  hechos  en  la  escuadra, 
á  mas  de  mantener  un  numeroso  ejército  en  campaña 
activa,  han  agravado  la  situación  financiera,  con  posterio- 
ridad al  plan  de  ocupar  inmediatamente  las  márgenes  del 
Río  Negro. 

Destináronse,  es  verdad,  fondos  especiales  para  ello,  con 
la  venta  de  tierras;  pero  creemos  que  no  ha  tenido  todo 
el  éxito  que  se  esperaba;  y  en  tal  caso  pesará  el  déficit 
sobre  las  rentas  ordinarias.  No  habrá  plata;  pero  se  lle- 
vará adelante  ^a  empresa,  como  si  la  hubiera,  bien  asi 
como  el  Congreso  ó  las  Legislaturas  autorizan  usar  del 
crédito,  para  llevar  á  cabo  proyectos  para  los  cuales  no  pro- 
veen nuevas  rentas. 

No  seria  esta  ocasión  de  observar  un  hecho  que  va 
tomando  cada  día  proporciones  alarmantes.  La  República 
Argentina  es  el  país  mas  despoblado  del  mundo,  dada  la 
extensión  territorial  y  el  número  de  sus  habitantes.  Uno  de 
estos  ocupa  dos  kilómetros. 

La  ocupación  del  Sur,  como  la  del  Chaco,  introduciendo 
nuevos  territorios  para  poblar  tiende  á  dispersar  mas  y  mas 
las  poblaciones  y  por  tanto  las  atenciones  del  Gobierno.  Esto 
debilita  su  acción  á  la  distancia,  y  aumenta  los  gastos  en 
lo  mismo  poblado,  pues  los  rieles  del  ferrocarril  que  atra- 
viesan un  centenar  de  leguas  vacias,  han  de  ser  pagados 
por  el  fruto  del  trabajo  cosechado  en  su  extremidad,  lo  que 
lo  encarece  en  extremo. 


PROGRESOS  GENERALES  321 

Concebimos  que  sedé  principio  á  un  sistema  de  colonias 
«n  la  parte  Sud  del  territorio,  tomando  por  base  el  Rio  Ne- 
gro. Es  una  región  que  debe  abrirse  á.  la  colonización;  pero 
desde  ahora  ha  de  pensarse  en  asegurarle  sus  vías  propias 
de  exportación,  ya  por  la  embocadura  del  Rio,  ya  por  los 
territorios  adyacentes;  pero  reputamos  cuestionable  que 
por  ahora  pueda  servir  de  frontera  al  país  habitado  y  po- 
blado de  antiguo,  por  estar  demasiado  lejos  al  Surjy  mediar 
á  mas  del  desierto  intermediario  del  Colorado,  distancias 
enormes  que  no  pueden  ser  recorridas  en  tiempo  para  res- 
guardar las  fronteras  actuales. 

El  terrible  escarmiento  que  han  sufrido  las  indiadas,  su 
casi  imposibilidad  de  restablecerse  en  dos  años,  para  vol- 
verse agresivas,  nos  dá  tiempo  para  proceder  sin  precipita- 
ción y  evitar  la  acumulación  de  gastos  en  un  año,  compro- 
metiendo la  administración  y  creándose  dificultades  que 
pueden  llegará  ser  invencibles. 

EL  PATRIOTISMO 

{El  Nacional,  Marzo  10  de  i879.) 

Hace  tiempo  que  venimos  tropezando  con  este  polisílabo 
que  parece  decirlo  todo,  y  que  sin  embargo  no  nos  dice 
nada  á  nosotros. 

Está  la  palabra  en  el  diccionario  castellano;  pero  es  de 
poco  uso  en  España,  donde  la  patria  es  la  España  y  la 
nación  un  reino,  dos  circunstancias  que  no  dan  ocasión  á 
crear  un  sentimiento  tan  espiritual.  En  la  marsellesa  hay 
una  estrofa,  aliona  enfants  de  la  Patrie;  pero  pasados  aquellos 
tiempos  y  fuera  del  lenguaje  poético  la  France  ha  recupe- 
rado su  puesto,  y  en  el  lenguaje  politice  se  le  llama  el  pais, 
y  aun  hubo  un  tiempo  en  que  se  decía  el  pais  legal.  No 
sabemos  si  los  republicanos,  los  imperialistas  ó  los  comu- 
nistas, hablaron  del  patriotismo. 

En  Inglaterra  no  se  conoce,  creemos  que  ni  la  palabra, 
á  fuerza  de  no  usarla,  pues  mal  puede  hablar  de  patria  la 
nación,  |que  abraza  diez  mil  islas,  y  tiene  entornes^  por  la 
parte  mas  sustancial,  cuatro  de  los  cinco  continentes. 

El  patriotismo  es  nuestro,  de  esta  parte  de  América,  y 

Tomo  zu.~8l 


322  OHKAB   DM  SARMIENTO 

acusa  sin  duda  que  no  tuvimos   y  que   nos  hemos  hecho 
una  patria. 

Los  patriotas  hacían  la  guerra  &  los  godos,  y  habian  fami- 
lias patriotas  y  otras  que  lo  eran  menos,  ó  no  querían  tener 
patria  propia,  hasta  que  concluimos  todos  por  ser  pa- 
triotas. 

El  patriotismo  era  entonces  un  sentimiento  nacional 
naciente,  y  un  estado  de  ñebre,  de  odio  guerrero,  de  exci- 
tación. 

Ser  muy  patriota  era  ser  muy  entusiasta,  (en  las  muje- 
res, era  otra  cosa  mas  mitológica)  y  el  patriotismo  inspiraba 
ó  suponía  inspirar  actos  de  abnegación,  de  desinterés,  de 
sacrificio,  en  obsequio  del  triunfo  de  la  causa  de  la  Indepen- 
dencia. 

Ha  trascurrido  medio  siglo  desde  entonces,  no  hay  godos, 
y  parece  que  no  hubiera  ya  patriotas;  pero  el  patriotismo 
ha  quedado  en  el  lenguaje  y  se  le  aplica  á  cada  acto  que  no 
pudiera  explicarse  de  otro  modo,  para  justificarlo.  Sí  se 
intentan  ó  aconsejan  revoluciones,  por  ejemplo,  siendo 
estas  contra  la  constitución  y  las  leyes,  y  contra  la  bolsa 
también  de  los  vecinos,  basta  anunciar  que  el  patriotismo 
inspira  la  subversión  para  justificar  el  atentado  y  absolver 
al  delincuente. 

iQué  puede  decir  la  ley,  contra  el  que  obra  por  puro 
patriotismo!  Y  sin  embargo,  ingleses  y  franceses  se  que- 
darían con  la  boca  abierta,  al  oir  esta  frase  y  esta  justifi- 
cación.  . 

Pero  tiene  todavía  otro  significado,  y  es  algo  en  política 
que  no  es  del  interés  público,  que  nos  manda  sacrificar  todo 
sentimiento  egoísta  y  personal,  ó  de  partido,  secta  ó  familia 
«en  aras  de  la  Patria.» 

Y  aunque  parezca  verso  aquella  personificación,  no  deja 
de  tener  curso  como  moneda  metálica,  y  dársele  el  valor 
de  la  prosa,  que  en  materia  de  intereses  públicos  vale  mas 
que  la  poesía. 

Vemos  invocando  á  cada  rato  el  patriotismo,  y  en  los 
embrollos  de  Tucuman  se  esperan  los  postumos  prodigios 
que  hará  el  patriotismo,  que  no  se  movió  en  los  ánimos 
para  no  producir  el  enredo. 

Así,  no  ha  mucho,  hemos  visto  indicada  la  idea  de  que 
ciertas  observaciones  nuestras  sobre  la  expedición  al  Río 


PROGRESOS  6BN ERALES  323 

Negro  no  eran  inspiradas  por  el  patriotismo.  No  se  necesita, 
es  verdad,  mucha  perspicacia  para  descubrir  que  ni  en  ese 
caso  ni  en  otros,  lo  menos  que  hemos  consultado  es  el 
patriotismo,  que  aconseja  hacer  revueltas  á  veces,  concilia- 
ciones otras,  y  casi  siempre  actos  que  están  en  pugna  con 
la  constitución  y  las  leyes,  que  nada  de  patriotas  tienen  si 
son  justas  y  arregladas  k  principios.  Un  buen  libro,  uña 
vieja  experiencia  y  una  buena  ley,  son  guias  mas  seguras 
que  diez  patriotismos. 

Suponiendo  que  no  se  obra  por  patriotismo  es  que  se 
han  dictado  leyes;  y  los  que  están  viendo  obrar  el  tantas 
veces  invocado  patriotismo  en  las  luchas  de  los  partidos, 
debieran  volver  sus  ojos  á  las  leyes^  que  enseñan,  man- 
dando, lo  que  cada  uno  debe  hacer. 

No  tenemos  otra  regla;  y  al  escribir  sobre  la  expedición 
al  Rio  Negro,  mas  que  por  el  patriotismo,  que  creemos 
ocioso  en  tales  materias,  nos  guiamos  por  las  sugestiones 
de  una  razón  que  creímos  exenta  de  doblez,  sino  está  libre 
de  error. 

¿En  qué  andanzas  anda  la  Patria,  en  aquellas  regiones 
recónditas  y  mediterráneas,  desde  donde  no  se  divisan  los 
humos  del  enemigo  extranjero? 

Puede  dudarse  cuanto  se  quiera  de  nuestro  patriotismo 
con  tal  que  se  nos  permita  á  nuestra  vez  dudar  del  patrio- 
tismo de  los  caballos  y  muías  que  habrán  de  llegar  como 
Dios  les  ayude  y  les  dejen  los  lomos  los  que  las  cabalguen, 
en  Junio,  á  los  cuarenta  grados  de  latitud  austral,  en  país 
en  estado  de  naturaleza  y  esa  no  muy  lozana,  en  busca  de 
pesebre,  pienso  y  descanso,  que  es  lo  que  nos  movió  á  hacer 
una  indicación  sobre  lo  avanzado  del  tiempo  de  expedi- 
ción ar. 

Parece  que  han  causado  la  mayor  estrañeza  tales  obser- 
vaciones, teniéndose  por  cosa  establecida  que  ha  de  ser 
adversario  político  el  diario  que  se  permita  observaciones, 
y  haber  falta  de  patriotismo  en  avisar  desde  la  proa,  que 
se  divisan  rompientes  adelante,  á  fin  de  prevenir  al  timonel 
para  que  sesgue  un  poco  el  curso. 

Guando  hace  mucho  calor,  como  al  presente,  lleva  pleito 
perdido  el  que  hable  de  los  inconvenientes  del  frió,  en  lati- 
tudes que  avanzan  hacia  los  polos.    Pero  de  cuarenta  gra* 


3SÍ4  OBKÜB  PB  SARICIEMTO 

dos  arriba,  las  campañas  militares  suelen  suspenderse,  de 
común  acuerdo,  gansuido,  como  se  dice,  cuarteles  de 
invierno. 

Sin  ir  tan  lejos,  el  Coronel  Campos,  nuestro,  podrá  contar 
la  historia  de  sus  experiencias,  una  vez  que  seducido  por  la 
adquisición  de  siete  mil  caballos,  abrió  operaciones  á.  prin- 
cipios de  invierno.  Todo  marchó  muy  bien,  hasta  una 
mañana  en  que  le  pasaron  parte  de  la  muerte  de  mil  qui- 
nientos caballos,  al  día  siguiente  de  otros  tantos  y  al  tercero 
de  estar  á  pié  tedo  el  ejército,  lo  que  aconseja  irse  despa- 
cio cuando  estamos  de  prisa.  Ignoramos  donde  estaba  el 
patriotismo  en  esta  emergencia;  lo  que  sabemos  es  que  en 
el  Paraná  se  triunfó  por  el  otro  medio.  Pero  dejemos  al 
patriotismo  y  á  los  caballos  salir  del  paso  como  les  permi* 
tan.  Deseáramos  solo  que  dejen  á  cada  cual  tener  su 
manera  de  ver,  sobre  cosas  que  á  todos  interesan,  sin  hacer 
ni  de  una  ley  ni  de  la  manera  y  tiempo  de  ejecutarla  una 
propiedad  particular,  gritando:  al  ladrón,  si  otro  que  el 
agraciado  trata  de  decir  esta  boca  es  mía. 

Háse  podido  indicar  la  idea  de  ocupar  el  Río  Negro,  desear 
llevarla  á  cabo  cuando  era  ley,  sostener  su  ejecución  cuando 
hubo  de  llevarse  á  cabo,  sin  que  todo  eso  y  mas,  pruebe 
que  no  hay  inconveniente  en  realizarlo  en  invierno,  sobre 
todo  si  el  que  lo  indica  ha  tenido  experiencia  de  otros 
climas  que  el  suyo,  y  tiene  la  conciencia  de  viajero,  que 
siente  el  frío  y  el  calor  que  arroja  cada  grado  de  latitud. 

Las  relaciones  que  se  establecen  entre  la  ocupación  del 
Rio  Negro,  que  viene  sonando  á  los  oidos  hace  treinta 
años,  y  ha  sido  materia  de  leyes  hace  diez,  con-  la  ejecu- 
ción actual,  son  un  poco  fantasistas;  pero  el  empeño  de 
imponer  silencio  á  toda  observación  y  aun  al  examen  de 
la  cuestión  misma,  declarándolo  falsa  de  patriotismo,  es 
pedir  demasiado  á  la  buena  voluntad,  y  por  el  contrarío 
exigir  la  renuncia  del  patriotismo,  que  hace  tan  nuestra 
la  expedición  como  de  los  que  la  ejecutan. 

Si  es  el  desiderátum  del  ejército,  de  los  partidos,  de  la 
opinión  y  de  la  prensa,  el  que  se  cumple  la  ley  que  se 
invoca,  esto  no  quitaría  que  haya  fríos  y  heladas  en  Junio 
á  los  40  grados  de  latitud;  y  bueno  es  indicarlo  en  tiempOf 
siquiera  para  que  se  tomen  las  precauciones  indispen- 


PROGRESOS  GENBRÍlLBS  325 

sables  en  pais  y  en  ejércitos  que  no  tienen  el  hábito  de 
preveerlos. 

Si  lo  que  la  ley  dispone,  los  hombres  públicos  han  apo- 
yado, y  todos  desean  ver  realizado,  fuese  la  medida  del 
acierto,  no  tendrían  los  pueblos  que  gemir  á  veces,  bajo 
el  peso  de  sus  propios  errores. 

La  historia  es  la  serie  de  errores  y  desaciertos  que  se 
van  corrigiendo  sino  los  agravan  el  fanatismo,  la  ambi- 
ción y  la  ignorancia.  Nuestras  prisas  de  hoy,  pueden  ser 
las  remoras  de  mañana,  y  no  hay  porque  taparse  los  oídos, 
si  alguien  no  tiene  entera  fé  en  que  han  de  salir  las  cosas 
como  las  concebimos. 

No  insisteremos  en  las  observaciones  que  tanto  han  es- 
trañado  diarios  que  necesitan  suponer  algo  de  muy  ex- 
traordinario para  hallar  prudente  darse  seis  meses  mas 
de  tiempo.  El  éxito  puede  mostrar  que  tales  temores  eran 
vanos.  No  combatiremos  por  tanto,  las  que  creen  pode- 
rosísimas razones  en  pro  de  la  inmediata  ejecución,  ra- 
zones, sin  embargo  que  esperan  del  tiempo  la  prueba. 
Esta  por  ejemplo.  «Si  se  deja  á  los  indios  sin  arrojarlos 
á  la  otra  orilla  del  Bio  Negro,  volverán  á  reunirse  mañana 
libres  del  pánico  que  hoy  los  domina.» 

Figura  de  retórica,  mañana.  Nosotros  decíamos,  el  pá- 
nico les  durará  un  año  por  lo  menos;  los  indios  no  se  reha- 
cen en  un  día.  Hay  tiempo  pues,  de  aguardar  á  la  primavera 
si  ahora  resulta  angustiado  el  tiempo.  Arrojar  al  otro  lado 
á  los  indios.»  Nos  parecía  que  los  dejamos  atrás,  al  Oeste 
y  al  Norte,  Galfucurá  vino  hace  veinte  años;  y  bien  puede 
aguardar  dos  otros  Namuncurá,  pues  no  es  hoy  muy  atrae* 
tiva  la  Pampa. 

Hay  pues  mucha  mas  poesía  en  estos  deseos,  que  sentido 
práctico,  como  hay  sentido  práctico  en  abandonar  una  dis- 
cusión que  no  traería  resultado,  si  las  observaciones  hechas 
carecen  de  fundamento  real.  Pero  pediríamos  á  los  que  no 
las  estiman  en  mucho,  que  guarden,  diriamos,  que  escon- 
dan su  patriotiitno,  como  el  paisano  oculta  el  facón,  ó  el 
naipe,  ó  el  rebenque,  cuando  habla  con  gente  mayor. 


326  OBRAS  DB  SARMIBNTü 


U  EXPEDICIÓN  AL  RIO  NEORO 

(Bí  Nacional,  Marzo  i9  de  i879.) 

Muchos  comentarios  suscita  la  anunciada  y  próxima  ex- 
pedición al  Bio  Negro. 

Es  posible  y  natural  que  vengan  á  espíritus  prevenidos 
desconfianzas  sobre  los  efectos  ulteriores  de  un  acrecen- 
tamiento de  poder  y  aun  prestigio  militar,  que  quedarian, 
tras  el  bien  operado,  como  queda  un  malestar  en  el  cuer- 
po después  de  un  exceso  de  alimentación. 

Habíamos,  por  nuestra  parte,  limitado  nuestras  obser- 
vaciones á  las  objeciones  que  sugería  lo  avanzado  de  la 
estación,  en  la  época  fijada  por  los  primeros  decretos. 

Decíamos  que  á  principios  de  Junio,  k  los  40  grados, 
era  mal  escogido  el  momento,  dada  la  larga  y  penosa 
marcha  de  las  divisiones  expedicionarias. 

Posteriores  revelaciones  del  plan  de  operaciones,  mo- 
difican aquellas  observaciones  y  les  quitan  parte  de  su 
importancia. 

Se  anuncian  divisiones  que  se  pondrán  en  movimiento 
desde  el  30  de  Marzo,  lo  que  dá  hasta  el  25  de  Mayo 
cincuenta  y  cinco  dias  para  llegar  á  las  márgenes  del 
Río  Negro. 

El  10  de  Abril  estará  en  franquía  la  división  principal, 
y  solo  haciendo  medias  jornadas  podrá  prolongar  su  mar- 
cha hasta  invertir  cuarenta  y  cinco  dias  de  tránsito,  hasta 
el  punto  de  reunión. 

Últimamente,  el  coronel  Alvaro  Barros  habrá  anticipa- 
do sus  movimientos  río  arriba,  de  manera  de  preceder  á 
los  expedicionarios  y  preparar  lo  necesario  para  acam- 
parse. 

Con  tales  disposiciones,  el  patriótico  25  de  Mayo  pierde 
mucho  de  su  poesía,  ganando  con  ello  el  buen  sentido 
práctico,  que  se  dá  tiempo  suficiente  á  fin  de  precaver 
inconvenientes. 

Si  estas  épocas  y  orden  de  marcha  nos  hubieran  sido 
conocidas,  habríamos  tenido  otra  impresión  que  la  que 
nos  dejaba  la  fecha  de  fines  de  Mayo,  como  comienzo  de 
establecimientos  en    país  desierto,   pues  se  anunciaban 


PROGRESOS  GlfiNERALBS  327 

para  el  señalado  25,  llegando  del  desierto  las  tropas,  y  de 
la  boca  del  Rio  Negro  la  flotilla,  sin  contar  con  los  acci- 
dentes, inevitables  en  país  desconocido  y  destituido  de 
todo  recurso,  que  suelen  dejar  burladas  las  combinacio- 
nes mas  racionales  y  crear  desenlaces  imprevistos. 

Por  todo  lo  demás  que  se  reñere  á  la  expedición,  aun 
su  objeto  mismo,  como  complemento  necesario  dé  las  fe- 
lices operaciones  ejecutadas  sobre  los  indios,  aguardare- 
mos á  que  la  esperiencia  dé  consejo,  sin  encargarnos  del 
triste  rol  de  profetas  de  mal  agüero,  habiendo  por  el  con- 
trario servido  la  fortuna,  como  humilde  esclavo,  á  los  pro- 
pósitos y  anticipaciones  del  cálculo. 

Es,  por  el  contrario,  conveniente  que  la  expedición  se 
haga,  conservando  á  los  expedicionarios  la  fe  en  el  éxito, 
y  la  religión  del  interés  del  país,  que  es  el  móvil  de  las 
grandes  acciones  y  la  recompensa  del  sacrificio;  y  nues- 
tros aplausos  y  nuestra  aprobación  no  le  han  de  esca- 
sear, desde  que  mejor  informados,  por  los  nuevos  datijs 
publicados,  aparece  salvado,  ó  abierto  el  camino  para  sal- 
varlo, el  inconveniente  material  que  habíamos  señalado 
tiempo  desfavorable,  si  se  dejaba  todo  hasta  el  25  de 
Mayo.  Dicen  asi  las  últimas  noticias: 

«  La  expedición  al  río  negro— El  sábado  ha  debido  par- 
tin  para  Trenquelauquen^  el  coronel  Villegas,  de  cuya 
frontera  es  comandante  en  jefe. 

Se  pondrá  al  frente  de  la  columna  de  su  mando  y  el  30 
del  mes  de  Marzo  abrirá  las  operaciones,  batiendo  á  su 
frente  y  en  marcha  hacia  el  Rio  Negro. 

Esta  es  una  de  las  divisiones  que  recorrerá  mayores 
distancias. 

Operará  en  combinación  con  el  coronel  Racedo,  que  ayer 
ha  debido  embarcarse  para  Villa  de  Mercedes. 

El  coronel  Levalle  sale  mañana  á  reunir  en  Carhué  el 
ejército  del  Centro,  que  el  10  de  Abril  partirá,  mandado 
por  el  general  Roca  en  persona. 

Este  cuerpo  comprende  las  divisiones  Puan,  Carhué  y 
Guamini. 

El  coronel  Albaro  Barros,  al  mando  de  las  columnas  de 
Bahía  Blanca  y  PatagoneSi  marchará  el  30,  teniendo  por 
objetivo  Choele  Choel,  donde  adoptará  las  medidas  estra- 


328  OBRAS  DB  SARMIENTO 

tégicas  convenientes  para  que  el  ejército  tenga  ahi  pro- 
visiones y  todo  género  de  apoyo. 

El  Comandante  Freyre  no  hará  la  campaña  de  ocupa- 
ción, 6  consecuencia  de  haberse  reagravado  la  enferme- 
dad que  lo  postra  en  cama,  contraída  en  las  últimas 
expediciones. 

Lo  asisten  los  doctores  Freyre  (padre  del  jefe).  Herrera 
Vegas  y  Pirovano. 

Las  fuerzas  que  hoy  ocupan  la  segunda  linea  de  la 
frontera  de  Buenos  Aires^  avanzarán  á  ocupar  la  prime- 
ra, como  base  de  seguridad  para  las  comunicaciones. 

El  ingeniero  militar  Host,  ha  llegado  á  San  Rafael,  des- 
de donde  emprenderá  la  exploración  del  territorio  hasta 
él  Rio  Negro. 

L«  EXPEDICIÓN  «L  RIO  NE8R0 

{Bl  Nacional,  Abrtl  t7  de  18790 

Ayer  tomó  el  General  Roca  el  ferro-carril  que  lo  traspor- 
tará de  una  sola  tirada  hasta  el  Azul.  El  Azul  era,  como 
no  habido  tiempo  de  olvidarlo,  el  cuartel  general  de  la 
frontera.  El  Azul  ha  cambiado  de  destinación.  Allí,  ó  en 
sus  inmediaciones,  están  las  canteras,  que  empiezan  á 
surtir  de  mármol  de  ornato,  á  la  construcción  en  Buenos 
Aires.  La  plaza  de  aquella  villa  está  adornada  con  bancos 
de  mármoles  de  colores  diversos,  amarillos,  negros,  blancos 
y  veteados  de  diversos  colores. 

El  Azul  es,  pues,  sino  como  un  arrabal  de  Buenos  Aires, 
un  elemento  de  construcción  de  la  ciudad. 

El  pueblo  fronterizo  hoy,  como  que  alli  está  el  cuartel 
general,  es  Guamini,  que  ya  cuenta  con  algunos  edificios 
y  casas  de  negocio.  Esta  misma  linea  va  á  desaparecer, 
pues  que  va  á  removerse  la  frontera  buscando  condiciones, 
que  respondan  al  plan  general  de  ocupación  de  la  Pampa, 
pues  ya  sería  impropio  llamarle  fronteras,  por  no  haber 
indios  fronterizos. 

Tanto  la  línea  de  fortines  avanzados  sobre  las  poblacio- 
nes hacia  el  desierto  establecidas  durante  la  administración 
Sarmiento,  como  el  mayor  y  mas  resuelto  avance  del 
Ministro  Alsina»  á  un  sistema  coordinado  de  defensa  tenia 


PROORBSOS  0ENBKALB8  329 

que  prescindir  de  las  desventajas  del  terreno,  á  trueque  de 
conservar  la  correspondencia  entre  los  puntos  fortificados.^ 
Tocábales  á  muchos  de  estos,  pais  sin  leña  y  los  soldadas 
sufrían  con  la   privación  de   este  consuelo    y  axiliar  del 
desierto:  el  fuego  y  la  Uama  en  el  vivaque. 

Ahora  es  fácil  remediar  tan  grave  inconveniente.  Mien- 
tras la  expedición  avanza  hacia  el  Sur,  á.  ocupar  Ghoele  Choel 
en  el  Rio  Negro,  varias  divisiones  quedarán  acantonadas 
en  diversos  puntos  de  la  Pampa  en  campos  ya  reconocidos 
y  en  que  los  algarrobos  y  otros  árboles  de  bosques  abun- 
dan. Algunos  de  estos  campamentos  ocuparán  los  lugures 
que  eran  la  residencia  habitual  de  tribus  salvajes. 

Concluida  la  toma  de  posesión  de  la  lejana  frontera 
acaso  esas  divisiones  que  quedan  hoy  como  de  resf^rvas 
sean  las  que  hagan  la  policía  de  la  Pampa  y  protejan  las 
nueva  s  poblaciones.  Volveremos  con  ello  al  sistema  de 
Rauch,  que  consistía  en  mantenerse  siempre  en  campaña, 
con  su  pequeña  división,  é  internándose  en  la  Pampa, 
cuando  la  audacia  de  algún  cacique  hacía  necesario  caer 
sabré  sus  toldos,  y  escamentarlo. 

Hoy  los  toldos  no  ezistenl  Hay  guaridas  en  que  se  escon- 
den los  restos  de  las  diesmadas  tribus;  pero  no  el  hogar 
antes  tranquilo  en  que  se  perpetuaba  la  vida  salvaje  del 
hombre  primitivo,  no  removiéndose  la  movible  tienda  sino 
para  cambiar  de  local,  cuando  las  inmundicias  de  los  alre- 
dedores hacían  insoportable  la  residencia.  Triste  y  ver- 
gonzoso es  decirlo.  El  cerdo  es  animal  mas  aseado  que 
el  hombre  en  estado  de  naturaleza  y  aun  muy  avanzado 
en  civilización.  En  Norte  América  se  encuentran  oasis  de 
árboles  frutales  aislado  sobre  un  ojo  de  terreno  feracísimo. 
Allí  hubo  toldos  de  indios  en  épocas  pasadas,  y  la  tierra 
quedó  abandonada  por  siglos. 

Muchas  dificultades  ha  de  presentar  la  ocupación  de  país 
tan  extenso;  pero  nada  ha  de  ser  comparable  con  las  ven- 
tajas de  la  extinción  de  las  tribus  salvajes,  ó  conservarlas 
tan  debilitadas  que  dejen  de  ser  un  peligro  social. 

Los  indios  mismos  han  ganado  en  ello  aun  en  el  cautiverio. 
Para  nosotros  no  hubo  la  poesía  de  los  que,  como  Rousseau,, 
creían  que  el  hombre  salvaje  conservaba  en  cambio  de 
algunas  privaciones,  la  libertad  en  toda  su  perfección.  Si 
en  algún  país  de  la  tierra  algo  pudiera  representar  este 


330  OBtlAS   DK  SUtKlKNTO 

idilio  es  entre  los  negros  que  habitan  el  ecuador  eo  Arrica. 
El  vestido  eieado  una  superfluidad  y  los  pl&tanos  la  dea* 
pensa  siempre  prorista,  loa  felices  habituiUes  »e  bacea  la 
guerra  para  vender  los  prÍBionerus,  íncdiidiau  y  arrasan 
las  poblaciones,  y  se  comen  unos  &  otros;  porque  las  am- 
brunas  que  interrumpen  aquel  sueño,  han  enseñado  ese 
último  recurso. 

Nuestros  indios  no  habitan  por  cierto  en  un  Edén,  y  la 
cuaresma  impuesta  i  una  tribu,  por  el  mal  éxito  de  un 
malón,  hacían  perecer  los  niños  incapaces  de  resisiir  al 
hambre,  y  reduela  á  esqueleto  las  mujeres. 

M.  Alfredo  Ebelot,  que  ha  hecho  reconocer  en  una  serie 
de|artfculo8  en  l&Revue  des  Deux  Mondes^  la  pampa  y  las  expe- 
diciones repetidas,  que  al  fin  han  terminado  con  la  subyu* 
gacion  de  las  tribus,  hace  la  siguiente  pintura  del  estado 
en  que  encontraron  los  restos  de  la  tribu  Catriel,  cuando 
fueron  vencidos  sus  gefes. 

X  Vimos,  ha  poco,  desembocar  de  todas  partes  los  convo- 
yes de  prisionei'os.  Siempre  seri  este  un  especliculo 
desgarrador,  sobre  todo  si  predominan  mujeres  y  niños 
Hacíalo  mas  lamentable  todavía  la  miseria  odiosa  que 
rodeaba  á  aquellos  infelices.  Llegutban  en  hileras,  poco 
menos  que  desnudos,  y  la  desnudez  no  embellece  por  cierto 
á  esta  raza  de  formas  sin  gracia.  Las  piernas  delgadas  y 
los  vientres  abultados  de  los  niños,  daban  testimonio  de  lo 
que  habían  sufrido. 

B  Los  Indios  se  habían  visto  reducidos  &  los  cueros  de  vaca 
de  sus  toldos.  Por  todas  partes  encontrábamos,  entre  los 
harapos  que  les  servían  de  cama,  lonjas  de  cuero  bien  pela- 
das, y  enterradas  en  el  suelo  para  ablandarlas.  Muchos 
niños  y  mujeres  habían  perecido. 

«Nada  hay  de  extraño  que  después  de  pruebas  seme- 
jantes, los  hijos  del  desierto  soporten  bien  la  fatiga  y  las 
privaciones. 

En  una  tribu  muere  joven  todo  el  que  no  presenta  una 
fuerza  admirable  de  resistencia.  Es  aquello  la  lucha  por 
la  existencia  en  todo  su  vigor.  No  hade  creerse  por  otra 
parte,  quesea  prueba  de  una  grande  fuerza  muscular,  esa 
facultad  de  vivir  al  aire  libre,  pasar  semanas  á  caballo, 
dormir  sobre  el  suelo  desnudo,  y  de  desafiar  el  calor  ó  el 


PROGRBSOS  GBNSRALBS  331 

frío.    Es  solo  UQ  vigor  negativo,  son  duros  pero  no  muscu- 
lares, y  cualquier  trabajo  seguido  los  a})ate». 

Tenemos  millares  de  indios  prisioneros  y  las  mujeres  y 
ios  niños,  puede  decirse  que  están  en  el  paraíso  terrenal, 
pues  si  no  gozan  siempre  de  las  comodidades,  están  exentos 
de  las  horribles  privaciones  del  desierto. 

En  este  punto  se  equivoca  el  autor  de  aquellos  bellos 
•escritos.  Los  indios  pequeños  destribuidos  en  las  familias 
son  felices,  en  su  esfera,  y  á  veces  llegan  á.  ser  los  regalones 
de  la  casa.  Los  afectos  de  familia  uuava  les  reemplazan 
los  que,  de  la  naturaleza,  olvidan  al  momento. 

Hacemos  votos  por  el  éxito  de  la  campaña  del  General 
Roca  en  cuanto  pone  término  á  un  estado  de  cosas  violento, 
ó  echa  los  fundamentos  del  que  ha  de  completar  la  obra. 

La  expedición  se  hace  en  medio  de  las  agitaciones  políti- 
cas que  preceden  al  nombramiento  de  nueva  administración 
política. 

Los  que  quedan  en  su  casas,  pondrán  dentro  de  poco  al 
rededor  de  la  confortable  chimenea  maldecir  su  nombre- 
Hay  para  estos  clamores^  un  aquietamiento  y  es  el  haber 
hecho  el  bien  duradero.  Alsina  murió  en  la  demanda  y 
sus  destractores  olvidaron  luego  que  habían  sido  detrac- 
tores, para  levantarle  una  estatua. 

Hay  unos  amigos  de  Buenos  Aires,  de  profesión  y  dere- 
cho, como  habían  antes  lloronas  de  profesión  en  los  entierros 
que  se  mesaban  los  cabellos  y  desgarraban  el  corazón  de 
los  verdaros  dolientes  con  sus  ayes  y  gemidos.  Lo  que  no 
quitaba  que  recibido  su  salario,  empinasen  un  vaso  de 
aguardiente  para  solasarse  y  reir.    Pobres  diablosl 

LA   EXPEDICIÓN  AL  SUR 

{Bl  Nacional,  Julio  il  de  i979i. 

Tenemos  de  regreso  al  señor  Ministro  de  la  Guerra  Gene- 
ral Roca,  después  de  terminada  la  gloriosa  obra  de  despojar 
de  salvajes  la  Pampa,  y  llevar  nuestras  guarniciones  á  las 
márgenes  del  Rio  Negro.  La  última  campaña  ha  sido  feliz, 
y  el  éxito  ha  correspondido  al  plan,  tal  como  fué  concebido. 

El  ejército  grande  sucumbió  en  Rusia  bajo  los  hielos  de 
^n  invierno  tan  crudo,  como  no  se  recordaba  de  años.  La 


332  OBRAS   DB   tfAKMlBNlO 

expedición  al  Sur,  por  el  contrario  ha  sido  secundada  por 
un  otoño  prolongado,  que  ha  alejado  ei  obstáculo  único  que 
podia  la  previsión  indicar. 

Pocas  veces  sucede  en  nuestras  guerras  y  operaciones 
militares,  que  los  kechos  respondan,  en  cuanto  al  tiempo,  á. 
la  intención  conque  se  emprendieron.  La  campaña  del  Ge- 
neral  Ivanowski  de  ocho  días,  la  del  General  Gainza  de 
veinte  y  dos,  pertenecen  á  ese  género.  La  actual  que  era 
la  toma  de  posesión  del  país  conquistado,  ó  mas  bien  el  com- 
plemento de  la  guerra  ofensiva  emprendida  contra  los  sal- 
vajes, tiene  el  carácter  de  un  paseo  militar, en  que  se  ase- 
gura y  cosecha  el  fruto  de  las  pasadas  victorias. 

Podía  quedar  en  los  ánimos  duda  sobre  la  estension  de 
las  conquistas,  y  á  los  salvajes,  pasado  el  pánico  de  las  de- 
rrotas, quedarles  la  esperanza  de  rehacarse.  La  espedicion 
que  ha  cruzado  la  Pampa  por  tres  lineas  distintas,  que  ha 
llevado  nuestra  artillería  á  hacer  salvasen  las  quebradas 
de  la  Cordillera  de  los  Andes,  disipa  aquellas  dudas,  y  nace 
morir  la  última  esperanza. 

La  invasión  sustituida  por  dos  sucesivas  presidencias,  & 
la  tradicional  defensiva  en  Santa  Fe  al  Norte,  en  Córdoba 
al  Oeste  y  Sur,  y  en  Buenos  Aires  al  Sur,  han  traido  al  ñn 
la  catástrofe  ñnai  para  la  desgraciada  raza  indígena,  si  des- 
gracia tan  grande  fuera,  que  sus  familias  no  continúen  en 
perdurable  barbarie,  abandonadas  á  sus  instintos  salvajes 
en  los  desiertos. 

Una  revolución,  pues,  se  ha  operado  en  nuestro  modo  de 
ser,  con  el  ensanche  inopinado  de  la  estension  territorial,  y 
con  la  desaparición  de  la  causa  de  vivir  armados,  circuns- 
tancia que  ha  dado  un  tinte  especial  á  la  vida  pública  argen- 
tina, y  que  amenazaba  convertirse  en  un  color  decidido 
como  en  Francia  antes,  ó  como  en  Venezuela  hoy.  Los  norte 
americanos  se  precavieron  de  él  desde  el  principio,  y  la 
guerra  que  armó  un  millón  de  soldados,  no  ha  dejado  sino 
restos  pasajeros. 

Hemos  pues  terminado  el  largo  periodo  de  la  lucha  de 
frontera,  que  fué  ganando  terreno  con  la  conquista,  que  re- 
trocedió con  la  guerra  civil.  Las  Provincias  de  Buenas  Aires, 
Santa  Fe,  Corrientes  y  Entre  Rios,  están  fuera  del  amago 
de  indios.  Para  Córdoba  y  San  Luis  quedan  restos  impo* 
ten  tes  de  las  tribus  ranqueles,  que  habrán  pronto  desapa- 


PROORBSOS  GENERALES  333 

recido.  Las  del  pie  de  las  Cordilleras  al  Sur  de  Mendoza, 
mas  cultas  ó  mas  quietas  que  las  de  la  Pampa,  propiamente 
dicha,  han  visto  desde  sus  toldos  nuestras  divisiones  de 
ejército  y  reconocido  el  gobierno  de  su  país.  Nuestros  ex- 
ploradores científicos,  Moreno  y  Lista,  habían  reconocido  ya 
la  mansedumbre  y  racionalidad  de  aquellas  tribus  lejanas. 
El  célebre  Livingston  ha  notado  en  sus  largas  peregrina- 
ciones al  travez  del  África  que  los  pueblos  y  régulos  negros 
eran  morales,  hospitalarios,  y  bien  intencionados,  donde  no 
habían  penetrado  los  árabes,  y  con  el  comercio  de  esclavos, 
el  engaño  y  la  violencia  pervertido  el  carácter  primitivo. 
Debe  suceder  lo  mismo  entre  nosotros,  conservándose  los 
indios  de  las  Manzanas,  y  puntos  lejanos,  libres  de  la  de- 
pravación moral,  el  odio  de  raza  en  que  habían  caído  nues- 
tros mas  vecinos  fronterizos.  Estos  habían  ademas  agotado 
sus  medios  naturales  de  7ivir,  y  tenían  que  procurarse,  aun 
á  riesgo  de  la  vida,  yeguas  en  nuestros  campos  poblados. 

Mendoza  quedará  también  asegurado,  con  la  expedición 
del  Coronel  Uriburu,  que  ha.  realizado,  lo  que  al  General D* 
José  Aldao  le  costó  la  vida,  traicionado  y  asesinado  con  su 
comitiva  por  los  indios,  y  D.  Feliz  tuvo  que  abandonar  sin 
conseguirlo. 

Hemos  pues  asistido  al  término  de  la  conquista  cristiana 
de  una  de  las  mas  extensas  regiones,  aun  despobladas  de  la 
América  española;  y  muy  memorable  ha  de  hacer  en  la  his- 
toria la  época,  los  gobiernos,  y  los  militares  que  lo  acelera- 
ron. Quédannos  otras  cosas  por  realizar,  y  mucho  que 
aguardar  el  tiempo;  pero  esta  obra^  debe  decirse  en  honor 
de  todos,  del  gobierno,  del  General  y  del  ejército  que  ha  sido 
rápida,  completa  y  bien  hecha. 

UN  PROGRAMA 

{Bl  Nacional,  Julio  17  de  1870.) 

La  Tri&ufio,  publica  como  programa  del  General  Roca,  su- 
ponemos que  para  la  presidencia,  los  telegramas  que  dirije 
4  grupos  de  individuos,  sobre  sus  propósitos  de  extensión, 
de  ocupaciones  y  conquistas  de  nuevos  territorios,  lo  que 
llama  la  segunda  parte  de  la  obra. 

Sentimos  decir,  que  los  Generales  y  sobre  todo  el  Ministro 


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334  0HRA8    DK   8AK11IBNTO 

de  la  Guerra,  propaguen  ideas  que  mas  apelan  á  la  imagi- 
nación del  común,  que  a  la  realidad  de  las  cosas. 

No  se  funda  una  gran  nación  desparpajando  la  población, 
extendiendo  á  millares  de  leguas  las  atenciones  y  ios  cui- 
dados de  la  administración. 

Guando  los  squaters  norte-americanos  se  desparramaban 
por  el  Oregon,  en  busca  de  aventuras,  y  posesión  de  terri- 
.  torios  lejanos,  el  Gobierno  les  hizo  prevenir  que  las  fuer- 
zas de  los  Estados  Unidos  no  podían  protejerlos  á  esas  dis- 
tancias; y  solo  la  conquista  de  California  hizo  posibles  tales 
extensiones. 

Una  nación  colosal,  no  se    constituye  diseminando  sus 

habitantes,  á  distancias  que  harán  imposibles  los  vínculos 

11  sociales,  políticos  y  adminisirativos,  el  cura,  la  escuela,  el 

juez,  la  milicia.  Se  puede  así  echar  los  cimientos  de  una 
grande  barbarisi,  como  la  de  las  estepas  de  Rusia,  de  donde 
nos  han  venido  los  ruso-alemanes  que  fueron  cultos  hace 
tres  siglos,  y  han  acabado  por  la  separación  y  aislamiento, 
;  |¡|i  con  perder  toda  tradición  civilizada,  por  vivir  en   cuevas, 

l,k  sin  distinción  de  sexos,  y  solo  quedándoles  una  supersti- 

,  i'|¡'  •  cion  por  religión.    Los  que  han  venido  á  nuestro  país,  se 

)i^¡,  están  amoldando  de  mala  gana  á  las  formas  y  hábitos  civi- 

lizados que  nuestros  paisanos  conservan   en   embrión  si- 
quiera. 
<  r  La  República  Argentina  es  el  país  del  mundo  donde  la 

población  esta    mas  diseminada,  y  es  el  error  político  mas 
grave  diseminarla  mas  y  mas  todavía.    Para  ser  fuertes 
.f'  necesitamos  estrechar  las  filas,  llenar  los  vacíos,  porque 

^i]l  con  ello  se  afirma  y  robustece  la  sociedad,  se  acortan  las 

■\\{H  distancias,  se  abaratan  los  fletes.    Actualmente  los  ferro- 

^i  carriles  son  improductivos,  porque  una  tonelada  de  azúcar 

tf  L  de  Tucumau,  una  pipa  de  vino  de  San  Juan,  tiene  que  pa- 

;í]|  gar  el  interés  de  cien  leguas  de  rieles  improductivos. 

No  han  de  ir  los  argentinos  á  ocupar  los  valles  hermosos 
que  se  descubran  al  pie  de  la  cordillera;  no  han  de  ir  los 
extranjeros,  que  no  penetran  en  el  interior,  por  no  alejarse 
de  las  costas  pobladas.  Somos  dos  millones  de  argentinos, 
la  inmigración  aumenta  este  número,  pero  no  dará  en 
veinte  años  aumento  tal  que  sea  necesario  apelar  á  los  te- 
rritorios lejanos  para  establecerla. 
El  sistema  norte-americano  de  población  es  expontáneo. 


1 


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n 


PROORBSOS  GENERALES  335 

En  los  trece  Estados  primitivos  toda  la  tierra  está  ocupada. 
El  estado  mide  los  territorios  nuevos  que  se  ofrecen  á  la 
población,  en  varios  puntos,  y  el  comprador  (ciudadano 
ya)  labra.  Un  dia  hay  una  población,  y  se  organiza  en 
territorio,  otro  avisa  que  se  siente  con  fuerzas  para  ser  Es* 
tado  y  el  Congreso  lo  reconoce  tal. 

Se  ha  hecho  un  mundo,  de  ello  le  viene  gran  gloria  al 
señor  Ministro  de  la  Guerra,  en  despejar  la  Pampa  de  tri- 
bus  ladronas. 

La  dilatación  de  la  sociedad  se  hará,  pues,  por  esta  vi  a 
sin  grandes  sacri&cios,  por  su  propio  interés.  Aun  así  no 
convendría  que  se  alejase  á  saltos  de  las  costas,  sin  vias 
de  comunicación,  sin  organización  social.  De  extranjeros 
sin  reconocer  una  patria  nos  está  dando  en  pequeño  mues- 
tras el  Chubut,  costeado  por  la  Nación,  sostenido  años  y 
años  para  que  subsista,  y  ahora  guarnecido  por  un  bata- 
llón, para  que  reconozca  nación,  dependencia  y  solidaridad, 
pues  ni  la  lengua  acepta. 

No  hagamos  grandes  naciones  del  vacío :  no  nos  inflemos, 
como  las  vesículas,  llenas  de  aire,  las  bolas  de  jabón,  que 
divierten  la  vista  de  los  niños,  creyendo  que  han  creado 
algo.    Basta  con  el  Rio  Negro. 

Ya  hay  doscientos  mil  habitantes  en  la  rica  y  poblada 
provincia  de  Buenos  Aires  que  nacen  en  lugares  donde  no 
puede  haber  e»cuela,  ni  cura,  ni  autoridades  civiles,  ni  cen- 
tro de  población.  No  hablemos  de  las  Provincias.  La  gue- 
rra civil  es  efecto  de  las  distancias;  el  bandalaje  ha  de 
sustituirá  los  indios,  en  los  alrededores  ó  fronteras  de  lo 
poblado,  si  nos  estendemos  sin  mesura. 

Han  de  hacerse  fijos  los  gastos  de  administración  que  hoy 
parecen  accidentales,  y  las  rentas  no  suben  en  proporción : 
líneas  de  vapores,  y  escuadrillas  para  cuidar  guarniciones, 
y  llevar  y  traer  tres  pasajeros,  escuadra  de  mar  y  de  rio» 
tropas  avanzadas  á  territorios  lejanos,  caminos,  y  obras  de 
viabilidad. 

Dejemos  al  individuo  obrar  espontáneamente  y  abando- 
nemos el  sistema  español  que  tenemos  en  la  tradición» 
avanzar  la  conquista,  fundar  oficialmente  pueblos,  para 
que  las  generaciones  futuras,  como  San  Juan,  La  Rioja, 
no  sepan  á  donde  volver  los  ojos  en  busca  de  desarrollo,  de 
contacto,  de  comercio. 


336  OBKiltf   DM  8A1KU1KMTO 

Llamamos  la  atención  del  público  sobre  este  mal  siste- 
ma, que  va  tomando  cada .  día,  á  fuerza  de  entusiasmo  y 
de  frases,  como  fundar  una  gran  nación,  y  otras  que  seducen 
la  imaginación.  Una  nación  ha  de  ser  compacta,  civilizada, 
fuerte  por  la  cohesión,  la  ocupación  efectiva  y  el  aprove- 
chamiento del  suelo. 

Sin  eso,  vamos  á  hacer  una  Rusia  grande,  y  una  pequeña 
Rusia.  £1  despotismo  militar  de  un  lado  y  el  nihilismo 
del  otro,  no  hay  nación. 

No  haya  miedo  de  los  indios  pacíficos  que  están  al  otro 
lado  del  Rio  Negro. 

Los  indios  se  multiplican  como  los  cristianoSi  bien   go- 
bernados.    El  General  Roca  lo  ha  visto  con  asombro,  y  á 
él  se  le  debe  en  mucha  parte  el  descubrimiento  de   una 
verdad,  que  ocultaban  los  mirajes  de  la  Pampa.    No  había 
tales  indios  I    No  son  ni  Roca,  ni  Alsina,  ni  Gainza  los  que 
los  han  destruido.    Es  la  acción  lenta  que  han  venido  ejer* 
ciendo  un  siglo  de  lucha  paulatina,  la  propia  vida  salvaje, 
y  la  falta  de  medios  de  subsistir.    No  había  tales  indios,  y 
hoy  meditándolo  bien,  da  vergüenza  pensar  que  se  haya  ne- 
cesitado un    poderoso    establecimiento  militar,  y  á  veces 
ocho  mil  hombres,  para  acabar  con  dos  mil  lanzas  que 
nunca  reunieron  los  salvajes.  En  los  Estados  Unidos  han 
desaparecido  lo  mismo. 

Calfucurá  fué  destruido  por  el  General  Rivas  en  la  laguna 
Verde,  y  si  no  lo  tomó  en  sus  toldos  no  fué  por  no  tener 
órdenes  anticipadas  de  obrar.  Alsina  destruyó  á  Catriel, 
que  fué  á  engrosar  las  ñlas  de  los  salvajes,  y  la  obra  final, 
meritoria,  digna  de  un  General,  acometida  por  el  General 
Roca,  con  todo  el  poder  militar  de  la  República,  y  sin  ne- 
cesidad de  que  el  Ministro  de  la  Guerra  abandonase  sus 
funciones  administrativas,  fué  ir  á  recoger  el  fruto  de  tan- 
tas victorias,  y  mostrar  que  no  había  tales  indios,  sino 
restos  de  tribus  aniquiladas.  Esta  es  la  campaña  sin  san- 
gre; pero  detengámonos  ahí,  y  organicemos  esto.  Dejemos 
á  los  que  vienen  en  pos»  su  trabajo. 

Los  Estados  Unidos,  única  nación  que  se  baila  en  nues- 
tras propias  condiciones  de  estension  de  territorio,  difusión 
de  la  población,  y  ocupación  del  dominio  nacional  por  indí- 
genas, lejos  de  emprender  su  destrucción  les  h%  asegurado 
por  tratados,  reservas  de  terreno  para  que  vi  van  j  hasta  que 


PRoaassos  generales  337 

la  población  cristiana  se  acerque  ó  siquiera  avanc^.  Si  hoy 

hay  recrudecencia  de  guerra  con  los   salvajes,  es  porque 

abierto  el  ferrocarril  que  liga  la  California  en  el  Pacifico 

con  las  poblaciones  que  van  dilatándose  desde  el  Atlántico, 

los  Estados  Unidos,  se  han   visto  forzados,  por  necesidad 

imperiosa  de  su  desarrollo,  á  violar  el  territorio  indígena,  j 

faltando  á  los  tratados,  y  por  la  presencia  y  pasaje  de  los 

trenes,  y  el  desorden  inevitable,  espantándoles  la  caxa  de 

que  vivían  y  espuéstolos  á  morir  de  hambre.   El  General 

Sherman,  el  Roca  de  los  Estados  Unidos,  asi  lo  confesó  en 

los  parlamentos  con  Síoux  y  Gomanches,   haciéndoles  la 

declaración  de  que  ya   no  podían  continuar  con  la  vida 

salvaje. 

Nuestro  sistema  de  querer  en  un  día  acabar  con  los  in- 
dios, que  no  nos  dañan  por  ahora  y  hacer  tabla  rasa  del 
suelo,  trae  un  desperdicio  de  fuerza  inútil,  como  el  que 
desmontara  terreno,  sin  ararlo  ni  tener  semilla  que  sem- 
brar. Matorrales  le  han  de  salir  que  son  peores  que  el  bos- 
que que  al  fin  algo  vale  y  produce. 

No  olvidemos  que  no  somos  mas  que  dos  millones  de  ha- 
bitantes, y  no  nos  emborrachemos  con  poesía  de  la  gran 
nación,  que  vendrá  sin  atrepellar  los  debidos  respetos  á 
las  cifras,  á  la  ley  de  aumento  de  la  población  sobre  el  ca- 
pital de  los  dos  millones,  y  el  ascenso  de  la  inmigración, 
que  es  proporcional  á  nuestra  población . 

Pero  lo  que  debemos  evitar  es  aumentar  los  gastos  del 
presupuesto  en  ejército,  escuadra,  guarniciones,  y  demás 
anticipaciones  de  gastos  para  colonias. 

No  nos  gustan  las  colonias  oficiales,  que  tanto  cuestan  al 
erario  y  á  tantos  despilfarres  dan  lugar.  La  acción  indivi- 
dual ha  poblado  los  Estados  Unidos,  y  levantado  á  Califor- 
nia y  Australia  al  rafngo  de  naciones.  No  forcemos  ni  al 
tiempo  ni  á  la  población.    Diseminar  no  es  poblar. 

LAS  IDEAS  SOBRE  FRONTERA 

{El  NaeUmat,  Julio  ii  de  i870.) 

El  mayor  servicio  que  se  puede  rendir  á  un  país,  es  ha- 
cerle que  se  tenga  en  los  límites  de  su  propia  capacidad, 
número  de  habitantes  y  recursos.    Vivimos  de  hipérboles. 

Tomo  zu — 89 


388  QBbLáM  OB  BAUmíMUTO 

el  hefoiBmo,  la  gloria,  el  valor  invencible»  la  libertad,   la 
grandeza    nacional,   y  obramos  en    consecoeocia. 

Uno  de  los  grandes  desastres  de  la  historia  moderna,  ha 
provenido  de  estas  infatuaciones.  No  eran  los  franceses 
los  dos  millones  escasos  que  hoy  pueblan  nuestro  territo- 
rio de  cien  mil  millas  cuadradas,  mientras  Londres  tiene 
el  doble  de  habitantes,  con  mil  veom  mas  riqueza,  en  el 
recinto  de  una  ciudad. 

Era  la  Francia,  la  gran  nacioUi  la  hija  primogénita  de  la 
gloria,  la  que  se  educaba  por  sus  libros,  su  prensa,  por  eu 
historia  á  creerse  invencible.  Jactábase  de  tener  en  la 
Argelia,  una  pepinera  de  héroes,  de  generales,  con  escuela 
permanente  de  guerra,  para  mantener  vivas  las  tradiciones 
militares. 

Ignoraba  que  la  guerra  contra  tribus  árabes  de  ginetes, 
en  campos  dilatados  sin  ciudades  ni  fortalezas,  no  requiere 
ni  hacer  nacer  mas  ciencia,  que  la  que  puede  tener  entre 
nosotros  don  Frutos  ó  Artigas,  y  cuando  hubo  de  habérselas 
con  la  Prusia,  con  el  viejo  Moltke,  los  mariscales  cargados 
de  medallas,  no  supieron  &  donde  dirigir  las  punterías  de 
sus  cañones,  ni  donde  concluida  la  batalla  que  el  valor 
empeñaba,  y  acababa  la  estratégica  cientiñca  del  enemigo, 
que  la  dirigía  desde  su  gabinete. 

Tiempo  es  ya  de  reaccionar  contra  este  espíritu,  de  que 
abusan  empresarios  de  candidaturas,  pervirtiendo  el  juicio 
público,  adulterando  la  historia,  corrompiendo  á  jefes  bene- 
méritos, á  quienes  acabarán  por  persuadir,  de  cuanta 
patraña  escriben  en  su  loor,  haciéndoles  olvidar,  que  la 
guerra  de  fronterra  si  tal  nombre  tiene  perseguir  alimañas 
dañinas,  pero  sin  armas,  sin  ciencia,  sin  disciplina,  no 
basta  á  envanecer  á  soldados,  que  desearan  encontrar  ene- 
migos dignos  de  su  bizarría. 

Las  campañas  contra  salvajes,  tienen  eso  de  singular  que 
no  tienen  siquiera  historia. 

Hay  encuentros,  en  campos  desconocidos;  con  enemigos 
sin  patria  y  sin  nombre;  un  telegrama  de  cuatro  renglones 
es  el  parte  detallado,  y  al  dia  siguiente  se  olvida  el  hecho, 
hasta  recibir  otro  telegrama  de  otro  punto  y  de  otra  fron- 
tera que  dice  lo  mismo  con  otros  nombres,  y  diez 
muertos. 

¿Cuántos  combates  se  han  dado  en  diez  años  conti^a  los 


-T7*- 


PROGRESOS  OEr^BRALBS  339 

indios?  El  cincel  del  estatuario  está,  todavía  tallando  la 
estatua  decretada  á  Alsina,  el  Macabeo  suscitado  contra 
los  salvajes;  y  aun  no  estará  colocada  en  su  pedestal 
cuando  ya  tendremos  otro  Macabeo  que  es  el  verdadero 
destructor  de  los  indios. 

Acaso  tengamos  un  día  que  imitar  á  los  Provinciales 
romanos,  que  teniendo  sus  plazas  llenas  de  estatuas  del 
Emperador  imperante,  á  la  muerte  de  éste,  aserraban  la 
cabeza  á  la  estatua,  para  sustituirle  la  del  nuevo  empe- 
rador, y  aprovechar  el  cuerpo  ya  tallado  por  mano  de 
artista. 

Esta  confusión  la  introduce  el  espíritu  de  partido,  y  la 
especulación  política  que  hace  y  deshace  héroes  cada  seis 
meses,  y  aun  los  contrapone,  haciendo  de  la  gloria  de  uno 
el  vilipendio  de  los  otros,  con  menoscabo  de  la  verdad 
histórica,  y  de  la  justicia  debida  á  todos. 

El  último  acto  de  la  lucha  contra  los  salvajes,  ha  dado 
merecida  gloria  &  un  Jefe  de  nuestro  ejército  que  la  con- 
sumó, poniendo  de  su  parte  mucha  inteligencia  en  conce- 
bir la  idea,  sin  que  le  hayamos  de  hacer  un  reproche  de 
su  paseo  por  el  desierto,  con  todos  los  aprestos  de  una 
campaña  militar,  pues  era  de  grande  efecto  aquella  ex- 
ploración, ya  para  convencerse  de  que  no  había  enemigos 
sino  restos  dispersos,  ya  para  hacer  sentir  á  toda  la  re- 
pública, y  á  la  campaña  de  Buenos  Aires  que  puede  repo- 
sar tranquila  por  esta  parte,  pues  no  la  harán  insegura, 
nuevas  algaradas  de  salvajes.  Si  veinte  malones  aparecen 
de  vez  en  cuando,  el  estanciero  sabe  ya  que  son  ladro- 
nes aislados,  sin  invasión,  y  á  los  que  bastará  echarles 
los  perros. 

Poetas  que  componen  epitalamios  á  merced  de  las  cir- 
cunstancias, para  esplicarnos  cómo  se  terminó  la  guerra 
con  los  indios  en  esta  parte,  no  deslien  en  sendas  estro- 
fas, el  célebre  atelegrama»  de  César;  vinú  vidi^  vkif  y  cuando 
se  les  observa  con  la  prosa  pedestre  de  las  cifras,  y  de 
las  no-entidades,  que  según  el  último  telegrama,  el  ejército 
no  encontró  á  quien  vencer,  suponen  que  algún  nicromán- 
tico  ó  encantador  ha  ocultado  á  los  temidos  salvajes,  por 
envidia  de  su  gloria. 

No  habia  indios  porque  no  debía  haberlos,  pues  habían 
venido  sucumbiendo  de  tres  siglos,  de  medio  siglo,  y  de 


í 


i 


340  OBRAS   ÚE  8ARIC1BNT0 

diez  años  á  esta  parte,  no  habiendo  hace  dos  años  qui- 
nientas lanzas  &  las  órdenes  de  ningún  cacique,  ni  dos 
mil  en  todas  las  tribus  dispersas  sobre  extensión  tan 
vasta. 

Es  preciso  pues,  reconstruir  la  verdad  histórica,  y  hacer 
desaparecer  estos  mirajes,  con  que  se  pretende  desmora- 
lizar á  los  militares,  cre&ndoles  epopeyas,  á  que  faltan 
Friamos  y  Héctores,  si  de  la  otra  parte  tampoco  hay  Ayax  y 
Aquilea. 

Las  ideas,  aun  cuando  de  fronteras  se  trata,  no  se  cam- 
bian de  un  día  á.  otro,  sino  que  se  desenvuelven,  se  mo- 
diñcan  con  la  esperiencia,  inspirando  una  idea  anterior 
un  desenvolvimiento  mas  tarde. 

Haremos  una  breve  reseña  de  lo  ocurrido  en  estos  úl- 
timos diez  años. 

Terminada  la  guerra  del  Paraguay  y  debiendo  comple- 
tarse las  lineas  de  defensa  se  hicieron  avanzar  hacia  el 
despoblado  éstas,  al  Oeste  de  Buenos  Aires,  al  Sur  de 
Córdoba,  al  Norte  de  Santa  Fé.  No  hubo  para  ordenarlo 
ni  genios,  ni  grandes  pensamientos.  Tampoco  la  prensa 
hizo  repicar  á  todo  vuelo  sus  campanas,  cuando  nuestras 
fuerzas  ocuparon  el  Rio  Y,  y  el  paso  del  Rey,  dejando 
dentro  de  fronteras  miles  de  leguas  que  ya  están  en  parte 
pobladas. 

Hasta  entonces  no  querían  creer  que  la  frontera  está 
adelante  de  las  poblaciones  y  no  atrás  como  estuvieron 
acampadas  las  fuerzas  antes.  Desengañáronse  cuando 
Galfucurá,  acosado  ya  por  el  hambre,  trató  de  romper  el 
cordón  sanitario,  y  penetró  en  efecto  á  las  poblaciones, 
arreó  sesenta  mil  vacas,  yeguas  y  ovejas,  dicen  que  cien 
mil.  Desgraciadamente  para  él,  como  estaba  previsto,  el 
General  Rivas  lo  aguardaba  á  la  salida,  y  lo  batió  y  dis- 
persó completamente  en  la  Laguna  Verde  llegando  apenas 
enancados  á  su  tribu  los  indios  dispersos. 

Todavía  no  venia  la  idea  de  tomar  la  ofensiva.  No  obs- 
tante que  el  General  Rivas  tenia  orden  de  beneficiar  la 
primera  victoria,  teniendo  una  división  pronta  para  echarse 
sobre  los  toldos  del  invasor,  inevitablemente  derrotado. 

El  General  Arredondo  hizq  una  entrada  sobre  los  ran- 
queles,  que  si  no  fué  coronada  de  éxito  completo  por  haber 


PROGRESOS  OBN  ERALES  341 

sido   sentido,  muestra   que  la  idea  de  tomar  la    ofensiva 
sobre  los  indios,  empezaba  ya  á.  hacerse  práctica. 

Hay  un  día  y  una  hora  en  la  historia  de  todos  los  poderes 
predominantes  hasta  entonces  en  que  decrecen.  Lo  que 
sigue  es  la  agonfa.  La  retirada  de  Rusia,  para  Napoleón, 
la  batalla  de  Guettysburg  para  la  secesión  de  los  Estados 
Unidos,  la  toma  de  Sedan,  para  la  Francia  etc.,  son  el 
perihelio  de  un  poder,  y  de  ahi  sigue  su  caída. 

En  la  laguna  Verde  se  acabó  con  la  preponderancia  de 
los  indios.  Su  hora  habla  sonado  con  la  derrota  de  las 
dos  mil  lanzas  del  araucano  Galfucurá.  La  frontera  que- 
dó asegurado,  los  indios  amedrentados  y  sumisos;  nuestros 
jefes  todos  convencidos  de  que  se  había  encontrado  el 
buen  sistema.  El  gobierno  hizo  tantativas  de  coordinar 
un  ataque  general  á  los  toldos  de  Galfucurá  de  los  ran- 
queles  y  de  los  pehuenches  de  la  cordillera. 

Estas  no  son  jactancias  á  posteriori.  El  Coronel  Roca  fué 
llamado  á  Buenos  Aires  exprofeso  para  consultar  con  él, 
el  plan  que  debía  seguirse,  de  invadir  á  los  toldos  de 
Mariano,  al  Oeste  de  Córdoba,  y  á  los  indios  de  la  cordi- 
llera por  Mendoza.  Si  no  se  resolvió  allí  nada,  fué  eñ  con- 
sideración de  observaciones  del  Coronel  Roca,  que  se 
tuvieron  presentes. 

A  la  sazón  escribía  el  General  Rivas,  del  Sur,  anunciando 
que  salía  con  mil  quinientos  hombres  á  cinco  caballos  por 
hombre,  á  castigar  en  sus  toldos  á  Cafulcurá  por  no  sa- 
bemos que  traición  ó  insolencia;  y  á  pocos  días  de  inter- 
valo recibía  el  Gobierno  aviso  suyo,  de  estar  en  Carhué 
y  pidiendo  mas  caballos. 

Deseáramos  que  el  General  Rivas  publicase  la  carta  del 
Presidente,  en  que  le  vituperaba  haber  procedido  sin  órde- 
nes, desbaratando  con  su  movimiento  el  plan  de  invasión 
general  que  estaba  preparando  el  gobierno,  y  ordenándole 
permanecer  en  Carhué,  construir  cuarteles,  y  establecerse 
definitivamente.  El  Comandante  Guerrico  supo  después 
de  esta  carta  y  apelamos  á  su  testimonio. 

Citamos  estos  hechos  históricos,  para  mostrar  como 
marchan  las  ideas,  y  se  preparan  los  acontecimientos  que 
vienen  en  pos.  Ya  se  había  recuperado  todo  el  territorio 
perdido  desde  1810  al  Sur  de  Córdoba,  y  al  Norte  de  Santa 
Fe;  y  aunque  no  se  pidiesen  las  albricias  por  esta  recti- 


342  0BKA8  DB  8AKUIBKT0 

ficacion  de  la  carta,  en  loa  ánimos  venfa  haciéndose  famí- 
liar  la  idea  de  ir  adelante,  en  todas  direcciones.  El  Mi- 
nistro Gainza  tuvo  la  idea  de  atravesar  una  línea  de 
fronteras  de  los  toldos  de  Mariano  á  Garhué,  que  solo 
media  en  el  plano,  setenta  leguas.  El  Presidente  le  negó 
constantemente  su  aprobación.    Existen  los  planos. 

¿De  dónde  había  de  sacar  Alsina,  un  buen  doctor  y 
político  civil  insigne,  la  idea  jefe  que  le  ha  dado  un  lugar 
en  la  historia,  de  avanzar  la  frontera  cien  leguas  mas  al 
Oeste  y  desplegar  la  actividad  y  energía  que  lo  llevó  á 
la  tumba? 

\  A.  dónde  van  á  parar  las  grandes  concepciones  mili- 
tares, si  al  primer  paisano  le  ocurre  lo  mismo  que  lo  que 
les  da  á  aquellos  su  genio  ó  su  esperiencia? 

Vamos  &  mostrar  ahora  como  Alsina  fué  llevado  de  la 
mano  por  los  antecedentes,  á  invadir  y  buscar  á  los  in- 
dios en  lugar  de  esperarlos. 

Los  que  predican  revoluciones,  olvidan  pronto  los  males 
que  hacen.  Los  Catrieles  enseñados  por  los  cristianos  & 
sublevarse,  ganaron  un  día  el  desierto.  Retrocedía  la 
conquista  de  la  pampa  con  eso,  cincuenta  años  atrás^ 
época  en  que  Rosas  sometió  esa  tribu.  Los  salvajes  to- 
maban otra  vez  preponderancia.  La  tribu  de  Catriel  daba 
hasta  entonces  ochocientas  lanzas  para  la  defensa  de  la 
frontera.  Eso  consta  de  las  listas  de  revista  y  raciona- 
miento, y  ochocientas  lanzas,  representan  cuatro  mil  indios 
de  chusma.  La  revolución  es  contagiosa.  Teníamos  al 
Oeste  tribus  sumisas,  dentro  de  fronteras,  Gañumil,  Colt- 
queo,  si  no  equivocamos  los  nombres.  Se  alzaron  también. 
Manuel  Grande  vino  á  ver  i  su  grande  amigo  que  lo  había 
tenido  preso  en  Martín  García,  á  esponerle  que  no  le  daban 
hacía  meses  sus  raciones  y  que  su  pequeña  tribu  perecía. 
Hizolo  este  presente  al  Gobierno  indicándole  el  peligro  de 
perder  á  este  indio  amigo.  Manuel  Grande  se  sublevó,  y 
se  unió  ¿  su  pariente  Pincen,  que  antes  se  había  mante- 
nido tranquilo.  Era  pues,  un  verdadero  desastre,  el  que 
trajo  en  la  frontera,  la  revolución  de  Setiembre.  Todo  lo 
ganado  en  medio  siglo  lo  habíamos  perdido,  pues  había 
cacique  de  esos  que  estaban  sometidos  desde  los  tiempos 
de  la  Independencia.  Puede  haber  inexactitudes  de  detalle 
en  esto  porque  no  tenemos  documentos  á  la  vista,  y  paes^ 


PR00&S80S  OBNBRALB8  343 

r 

<^omo  lo  hemos  dicho  antes,  esta  guerra  de  frontera  no 
tiene  historia. 

Alsina  ministro  de  la  guerra  no  necesitaba  pues«  ni  inspi* 
ración  militar,  ni  genio  para  tratar  de  enderezar  y  restable- 
cer las  cosas  á  su  antiguo  estado.  La  pista  de  la  revolución 
de  Setiembre  lo  llevaba  á  perseguir  las  tribus  sublevadas, 
y  conjurar  el  nuevo  peligro  de  la  frontera,  antes  asegurada. 
Era  preciso  tomar  á  Carhué  y  avanzar,  abrir  campaña  y 
no  descansar  hasta  restablecer  nuestra  ya  conquistada  y 
de  nuevo  perdida  preponderancia.  El  ejército  lo  hizo,  con 
valor,  con  incansable  actividad,  en  una  larga  serie  de 
combates  en  que  la  tribu  de  Gatrielfué  avasallada  y  to- 
mados sus  restos. 

EL  COMPLEMENTO  DE  LA  OFENSIVA 

{El  Nacional,  Julio  33  de  1879.) 

Tan  oscuros  quedan  estos  hechos  de  las  luchas  de  fron- 
teras con  salvajes,  que  apenas  tienen  un  nombre;  pues  que 
sucediéndose  los  triunfos  de  nuestro  ejército  en  pequeñas 
divisiones,  bajo  la  dirección  del  actual  Ministro  de  la 
Guerra.  El  iVadofiol,  recordó  la  estrategia  del  Mariscal  Bu- 
geaud  contra  los  árabes,  y  á.  la  que  debió  9U  sometimiento; 
la  que  consistía  en  hacer  una  punta,  operación  que  se 
explicó  entonces  y  que  tenia  por  objeto  garantir  á  una 
pequeña  división,  contra  la  posibilidad  de  encontrarse  ino- 
pinadamente sin  reserva,  con  fuerzas  superiores  y  como  lo 
exije  aquella  clase  de  guerra  lijara. 

Precaución  inútil  y  ya  tomada,  pues  M  Nacional^  ignoraba 
ó  habia  olvidado  que  Namuncurá  habia  ya  recibido  fuertes 
golpes  en  la  época  de  Alsina,  ya  que  los  Gatríeles  hablan 
sido  fraccionados  y  dispersos. 

Publicóse  mas  tarde  en  el  mismo  Nacional^  una  breve 
reseña  de  los  combates  ocurridos  con  las  tribus,  enumerán- 
dose veinte  y  tantos  de  ellos,  dados  por  las  varias  divisio» 
nes  del  Sur. 

Alsina  murió  en  la  demanda;  y  muriendo  daba  órdenes 
de  acometer  á  tal  tribu,  que  aun  se  mantenía  en  armas 
sirviéndole  de  oración  fúnebre,  el  parte  de  la  derrota,  cau- 
tiverio y  sumisión  de  las  tribus  alzadas. 


344  OHKA«   UK  «AHMIKNTO 

Gomo  no  se  han  encontrado  indios  por  ese  lado  en  la 
última  corrida  que  se  ha  hecho  salvo  insignificantes  restos, 
puede  decirse  que  quedaba  despejada  la  frontera,  con  lo 
que  tendríamos,  como  punto  de  partida  para  nuevas  em- 
presas, el  avance  de  la  de  Córdoba  hacia  el  Sur  desde  el 
Rio  IV  al  R(o  V,  ia  incorporación  á  Santa  Fe  del  territorio  boy 
poblado  que  media  con  el  Rey,  al  Norte  de  la  ciudad  de  Santa 
Fe,  en  cuyas  goteras  casi  estaba  antes  la  linea  de  defensa;  y 
la  extensión  dada  hacia  el  Oeste  de  la  Provincia  de  Buenos 
Aires,  hasta  la  zanja  construida  por  Alsina,  y  á  mas  todo  el 
territorio  al  Sur  y  al  Oeste  abandonado  ya  por  Namoncurá, 
único  cacique  que  podía  antes  oponer  resistencia. 

El  General  Roca  sucedió  al  malogrado  Alsina,  y  las  ope- 
raciones sobre  la  frontera,  sin  descontinuarse,  pues  las 
divisiones  seguían  en  sus  posiciones  avanzadas,  tuvieron 
un  momento  de  interrupción  hasta  recibir  nuevas  órdenes. 

Alsina,  pues,  había  realizado  una  grande  idea,  circuns- 
cribiendo su  ejecución  &  la  frontera  de  Buenos  Aires, 
llevado  á  ello  premiosamente  por  la  necesidad  de  recupe- 
rar las  tribus  mansas,  entonces  alzadas,  que  creaban  un 
peligro  nuevo^  reforzando  á  Namuncurá,  fuerte  todavía 
después  del  contraste  de  su  padre. 

El  General  Roca  había  mandado  largos  años  la  frontera 
de  Córdoba,  teniendo  á  su  frente  las  tribus  ranqueles.  Su 
posición,  el  contacto  diario  -con  aquellas  tribus,  su  situación 
de  mando,  debían  traer  á  su  espíritu  la  generalización  & 
aquella  frontera  del  sistema  ofensivo  que  ya  estaba  tan 
avanzado  en  la  de  Buenos  Aires,  que  venía  consumado  de 
años  atrás  en  Santa  Fe  y  Córdoba*  Mas  el  General  Roca 
llevaba  al  ministerio  otros  datos,  debidos  á  su  propio  esta- 
dio, y  que  si  bien  resultaban  de  los  hechos  realizados,  nadie 
había  verificado  con  la  exactitud  que  él.  Lo  que  hoy 
alarma  á  los  panegiristas,  es  precisamente  lo  que  mas  honra 
al  General  Roca,  y  es  haber  comprobado,  por  su  propia 
observación,  tomando  lenguas  de  vaquéanos,  cautivos  y 
lenguaraces,  prisioneros,  que  no  habían  indios,  con  un 
número  de  lanzas  suficientes,  para  contener  ó  poner  obs- 
táculo al  avance  de  nuestras  tropas  en  toda  la  extensión  de 
la  Pampa.  Esta  afirmación  del  General  Roca,  consta  del 
lucidísimo  informe  que  sometió  al  Presidente  y  fué  elevado 
al  Congreso  para  autorizar  los  gastos  de  la  batida  general 


PROGRESOS  GENERALES  345 

que  proponia,  como  paso  previo  para  ejecutar  la  ley  que 
tenia  ordenado  la  traslación  de  la  frontera  al  Rio  Negro. 
Es  pues  el  General  Roca  el  que  aseguró  que  no  habían, 
como  se  creía  hasta  entonces,  tales  indios  en  la  Pampa,  y 
quien  lo  ha  corroborado  en  su  última  batida  de  toma  de 
posición,  que  se  ha  hecho  sin  derramamiento  de  sangre, 
sino  es  el  que  haya  motivado  la  captura  de  familias  dis- 
persas de  las  tribus^ranqueles,  y  de  algunas  otras,  aun  que 
todavía  no  se  haya  sometido  Rafecalcurét,  que  mantiene 
restos  de  la  tribu  antes  tan  poderosa  de  Namuncurá  su 
hermano. 

En  1870,  el  Gobierno  quiso  darse  cuenta  del  número  de 
lanzas  que  podrían  oponer  los  salvajes  á  una  batida  gene- 
ral; algunos  jefes  del  ejército  consultados  al  efecto,  daban 
de  seis  á  siete  mil  lanzas,  cifra  exagerada  según  lo  han 
mostrado  los  hechos  después.  El  General  Roca  en  1876 
había  podido  obtener  datos  mas  ciertos;  y  con  la  sumisión 
de  las  alzadas  de  Gatriel,  los  golpes  dados  á,  Calfucurá  pri- 
mero, y  á  Namuncurá  después,  reducirlas  k  menos  de  tres 
mil,  incluyendo  á  Epumer,  y  Baigorrita  sucesores  de  Ma- 
riano Rosas. 

Hasta  1828  la  frontera  de  Buenos  Aires,  fué  guardada  por 
Rauch  victoriosamente,  con  ochocientos  hombres. 

En  1833  Rosas  había  llegado  &  Ghoele  Ghoel  sin  encontrar 
otros  indios  que  los  que  se  redujeron  con  el  cacique  GatrieK 
La  frontera  Oeste  permaneció  largos  años  en  la  Guardia 
de  Lujan,  hoy  Mercedes,  y  en  1852  Jefes  del  Estado  Mayor 
del  General  ürquiza  podían  ver  desde  la  Laguna  del  Toro 
las  crecidas  alamedas  que  señalaban  á  lo  lejos  el  territorio 
cultivado  que  es  Ghivilcoy. 

No  había,  pues,  grande  peligro  de  indios  por  ese  lado. 

Los  indios  no  aumentan  su  población,  con  el  trascurso 
del  tiempo,  por  lo  precario  de  su  existencia.  Se  extinguen 
solos  por  el  contrario  al  contacto  de  la  civilización.  En  los 
Estados  Unidos  han  desaparecido  doscientas  naciones  in- 
dígenas por  si  solas. 

Gomo  pudieron  después,  convertirse  en  una  amenaza  los 
indios?  Hay  un  hecho  histórico  que  lo  explica.  El  caci- 
que Galfucur&  araucano,  se  trasladó  á  este  lado  de  la  cor- 
dillera» y  pudo  reunir  dos  mil  lanzas,  otros  creen  que 
menos  de  mil;  pero  en  todo  caso  era  un  elemento  nuevo, 


346  OBRAS   DB  RARMIBMTO 

como  las  nuevas  hordas  de  bárbaros,  que  caian  sobre  las 
fronteras  del  imperio  Romano,  cuando  ya  se  habían  apaci* 
guado  y  domesticado  los  antiguos. 

Gaifucurá  dio  carácter  de  guerra  á  los  malones  de  Pincen 
ú  otros  caciquillos  subalternos: 

Aprovechando  del  cambio  de  gobierno  &  la  caída  de  Rosas 
infundió  terror  en  nuestras  campañas,  derrotó  nuestros 
ejércitos,  y  sublevó  á  las  tribus  mansas  de  Gatriel  que 
volvieron  mas  tarde  á  someterse  huyendo  de  las  prívacio* 
nes  de  la  vida  salvaje.  El  contraste  de  sus  armas  en  la 
Laguna  Verde,  quebrantó  su  poder,  y  ya  estaba  reducido 
á  términos,  su  hijo  Namuncurá,  por  un  tratado  en  que 
cedía  Garhué,  cuando  la  revolución  de  Setiembre  nos  hizo 
retroceder  á  condiciones  insostenibles,  sino  se  las  me- 
joraba. 

Las  operaciones  seguidas  con  tanto  éxito,  y  llevadas  & 
todos  los  puntos  de  la  Pampa,  por  nuestro  ejercito,  bajo  la 
hábil  dirección  del  Ministro  de  la  Guerra  que  sucedió  á  Alsi- 
na,  rotos  los  núcleos  de  Namuncurá  y  Catriel,  han  mostrado 
que  en  ninguna  parte  los  indios  han  hecho  frente,  ni  pre- 
sentado quinientas  lanzas  en  linea,  pues  las  alianzas  de 
salvajes  son  todavía  mas  difíciles  de  guardar  que  las  de 
principes  cristianos. 

La  división  del  Coronel  Lagos  ha  hecho  grande  cosecha 
de  dispersos,  de  las  desbandadas  tribus;  y  este  es  un  exce- 
lente resultado  de  la  batida  general. 

El  Coronel  Uriburu  ha  llegado  k  los  términos  de  los 
indios  amigos,  de  las  faldas  de  los  Andes  y  cabeceras  de 
Rio  Negro  y  del  Neuquen,  y  sería  sensible  que  las  necesi- 
dades de  la  guerra,  suscitasen  la  natural  desconfianza  del 
salvaje,  sobre  todo  al  ver  fuerza.  Seria  conveniente  man- 
tenerlos en  buenos  términos,  porque  no  creemos  que  haya 
conveniencia  en  atacar  sus  tribus,  si  actos  de  hostilidad  de 
su  parte  no  lo  hacen  necesario. 

Hemos  ya  manifestado  nuestra  repugnancia  á  la  prose- 
cusionde  la  caza  de  indios,  para  despojar  de  enemigos, 
según  se  dice,  el  terreno.  Hemos  oido  á  persona  entendida 
que  los  trabajos  de  saneamiento  de  la  ciudad  de  Buenos 
Aires  cuestan  enormemente,  y  diez  veces  mas  que  el  de 
ciudades  de  igual  área  en  Europa,  porque  en  igual  super- 
ficie, tiene  diez  veces  menos  habitantes.    Lo  mismo  sucede 


PRO0RBSO8  GBNBRilLES  347 

con  la  ocupación  de  grandes  superficies  de  terreno  con 
poca  población.  La  colonización  del  Cabo  de  Buena  Espe- 
ranza por  los  holandeses,  desparramando  la  población 
sobre  el  territorio,  ha  producido  los  boerít^  un  pueblo  criollo, 
que  no  forma  sociedad,  y  es  en  efecto  ingobernable. 

Las  indiadas  del  Chaco,  y  el  Chaco  mismo  pertenece  á 
otra  ñsonomía  de  nuestro  país.  Cubierto  de  bosque  espi- 
noso tan  grande  extensión,  las  tribus  son  nómades  en 
busca  de  caza,  ó  pesca  para  vivir. 

No  han  c^doptado  el  caballo,  y  no  usan  otras  armas  que 
las  flechas.  No  son  de  ordinario  invasoras,  sino  las  que 
están  en  contacto  con  Santa  Fe,  y  salvo  robos  y  violencias 
á  que  la  ocasión  da  lugar,  en  la  vida  salvaje,  no  son  una 
amenaza  para  las  poblaciones  cristianas,  y  pudiera  indu- 
círselas k  establecerse  á  orillas  de  los  ríos,  si  contaran  con 
protección,  ó  no  las  hicieran  cautivas,  como  ya  ha  sucedido, 
con  las  familias  que  dejan  en  la  costa,  cuando  los  varones 
pasan  á  Corrientes  k  vender  plumas  y  peletería. 

U  LEY  DE  PREMIOS  DE  TIERRAS  AL  EJÉRCITO  ESPEDICIONARIO 

{Bí  Nacional,  Agosto  95  de  4879.) 

Al  anunciar  por  telégrafo  el  señor  Ministro  de  la  Guerra 
«1  feliz  arribo  del  ejército  á  las  márgenes  del  Rio  Negro, 
el  Presidente  le  envió  los  parabienes,  anunciándole  que 
se  presentaría  al  Congreso  una  ley  pidiendo  premios  de 
tierras  para  el  Ejército. 

El  proyecto  presentado  en  Junio  fué  corregido  en  la 
Cámara  de  Diputados  y  sancionado  con  ligeras  enmiendas 
pasó  al  Senado. 

Al  entrar  en  discusión  el  senador  Sarmiento^  haciendo 
una  reseña  de  las  disposiciones  del  proyecto,  hizo  notar 
defectos  de  redacción  gravísimos,  y  la  incertidumbrt^  en 
cuanto  al  número  y  título  de  los  agraciados,  como  la 
extraña  observación  de  que  no  había  en  ambas  márgenes 
del  Río  Negro,  tierra  de  labor  bastante  para  dar  á  miles 
de  soldados,  en  condiciones  de  sacar  provecho  de  cien  hec- 
táreas (sesenta  y  cuatro  cuadras^  estableciéndose  en  ellas, 
que  es  el  propósito  ostensible  del  proyecto  de  ley»  de  ma- 
nera de  que  puede  resultar   en  el  hecho  que  no  se  les  de 


348  OBRAS   DB  8ABMIKNT0 

nada  en  realidad  por  no  haber  terreno,  ó  sean  colonias 
penitenciarias,  de  manera  de  ser  mas  bien  castigo  que 
premio. 

El  Senador  Sarmiento  propuso,  en  consecuencia,  un  acto 
previo  k  toda  discusión,  cual  era  pedir  al  Ejecutivo  listas 
nominales  de  los  Jefes,  oficiales  y  tropa  á  que  se  refieren 
cinco  artículos  del  Proyecto;  y  en  lugar  de  hacer  la  mensu- 
ra de  las  tierras  prometidas  en  ambas  márgenes  del  Río 
Negro,  después  de  concebidos  los  títulos,  hacerla  antes,  pa- 
ra ver  si  hay  en  efecto  tierras  adaptadas  al  objeto  del 
Gobierno. 

Asi  el  Congreso  sabrá,  á  quien  dá;  y  qué  es  lo  que  dá. 

Una  réplica  muy  luminosa  del  Senador  Pizarro  se  con- 
trajo á  justificar  la  denominación  del  ejército  expediciona- 
rio que  se  dá  á  los  agraciados  con  el  premio,  calificativo 
que  el  Senador  Sarmiento  había  hallado  inconsistente  coa 
el  proyecto  mismo,  además  de  otros  vicios  de  redacción. 

En  efecto,  el  proyecto  habla  en  su  primer  articulo  de  un 
ejército  expedicionario,  que  sería  de  suponer  sea  el  que 
hace  meses  condujo  con  tan  pocos  accidentes  notables  el 
señor  Ministro  de  la  Guerra  hasta  las  márgenes  del  Río* 
Negro;  y  si  no  estuviesen  incluidos  entre  los  Generales,  los 
herederos  del  Dr.  D.  Adolfo  Alsina  que  históricamente 
consta  no  formaban  parte  de  él,  sediria  que  el  ejército  ex- 
pedicionario, eran  las  divisiones  que  de  Guamini,  Garhué 
continuaran  avanzando  al  Sur  hasta  el  Río  Negro,  sobre  el 
país  que  antes  habían  despejado  de  indios. 

Esta  incongruencia  de  poner  unos  jóvenes  civiles,  por  el 
premio  de  carácter  de  generales»  viene  de  que  la  Cámara 
quiso  reconocer  los  servicios  de  un  Ministro  de  la  Guerra^ 
cuando  reconocía  los  de  otro.  Esta  chocante  incongruencia 
se  salva,  suprimiendo  el  calificativo  expedicionario,  que 
tampoco  concuerda  con  el  resto  del  proyecto  mismo,  pue& 
mas  adelante  pone  en  la  misma  condición  á  los  jefes,  oficia- 
les y  batallones  que  antes  fueron  removidos  de  las  fronte- 
ras de  Córdoba,  San  Luis  y  Mendoza  con  otras  categoría» 
de  agraciados,  tales  como  los  que  formaban  la  segunda 
línea  y  las  reservas  y  que  prepararon,  dice  el  proyecto,  el 
terreno  para  la  última  campaña. 

Acertando  á  ser  felizmente  con  pocas  variantes  el  misma 
ejército  el  que  desde  1875  adelante  ha  estado  en  campana^ 


PR00RB80S  GBNBRALBS  349 

persiguiendo  á  los  indios  en  sus  toldos  y  dando  mas  de 
cuarenta  combates,  parece  impropio  poner  en  segunda 
linea  estos  méritos  verdaderamente  militares,  y  al  frente 
la  última  campaña  en  que  no  hubo  combate  porque  no 
había  enemigos,  salvo  en  el  estremo  Oeste  de  tan  vasta  linea, 
donde  aun  sigue  recogiendo  tribus  dispersas  de  anteriores 
combates,  el  coronel  Uriburu. 

La  redacción  que  debiera  darse  pues,  según  el  Senador, 
para  poner  el  proyecto  de  acuerdo  consigo  mismo,  y  salvar 
-el  honor  del  escalafón  comprometido  con  la  interpolación 
de  doctores  y  menores  de  edad  entre  generales,  y  jefes  de 
división,  seria  un  premio  á  jefes  oficiales  y  tropa  que  hayan 
tomado  parte  en  las  campañas,  de  .'guerra  ofensiva  contra 
los  indios  desde  1875  á  la  fecha,  en  la  Región  sur  de  la  Re- 
pública. 

Redactado  asi  el  proyecto  y  aun  dejándole  en  la  manera 
como  está  la  materia  del  premio,  desparramada  en  cinco 
artículos,  se  necesita  saber  por  las  listas  de  Revista  de 
aquellos  cuerpos  desde  1875  adelante  y  aun  los  Guardias 
Nacionales  de  la  segunda  linea,  etc.  quienes  fueron  y  quie- 
nes son  los  individuos  de  tropa  que  los  componían  bástala 
sanción  de  la  ley,  sin  lo  cual  se  corre  el  riesgo  de  que  su- 
ban á  millares  sin  tasa  los  agraciados. 

Pero  hay  algo  mas  serio  que  puede  hacer  una  ironía  y 
una  burla  de  las  larguezas  aparentes  del  proyecto.  A  jefes 
y  oficiales  se  dan  terreno  en  cantidad  suficiente  para  es- 
tancia en  cualquier  punto  de  la  Pampa.  A  los  soldados  se 
les  dan  cien  hectáreas  en  ambas  márgenes  del  Río  Negro. 
AHÍ  y  no  en  otra  parte  han  de  estar  ubicados  los  premios. 

El  Senador  Sarmiento  indica  que  teniendo  ciento  cincuen- 
ta leguas  de  largo  el  Río  Negro,  pues  pierde  este  nombre 
en  la  confluencia  del  Neuquen  (rápido]  y  el  Limay,  y  dán- 
dole en  su  trayecto  una  legua  de  ancho  á  las  tierras  utili* 
zables  en  ambas  márgenes,  no  alcanzan  á  llenar  quinientas 
mil  hectáreas  requeridas  para  cinco  mil  hombres.  Ha  indi- 
cado, guiándose  por  las  descripciones  del  naturalista  Lo- 
renz,  y  por  las  de  Darwin,  y  D^Orbigny,  que  no  hay  ni  media 
legua  dentro  de  barrancas^  si  no  son  bañados,  recordando 
ft  este  propósito  el  fracaso  que  ha  esperimentado  la  división 
acampada  cerca  de  Ghoelechoel  que  se  creyó  haberse  aho- 
gado, sumergida  por  una  de  esas  inundaciones  frecuentes. 


850  QüKkñ   üJt  SAKMIEMTO 

y  cuya  marjen  á  muchas  cuadras  del  rio  al  Sur  se  ve  es- 
crita en  la  resaca  de  palos  de  sauces  y  basuras  que  han 
arrastrado  las  inundaciones  anteriores. 

De  la  calidad  de  las  pocas  manchas  de  terreno  que  per- 
mitirla cultivo  puede  juzgarse  por  la  calidad  de  las  plantas, 
que  en  ellas  crecen,  chañareSi  retama,  piquillin  (terreno 
de  seca  no),  retortuño,  cachiyuyoi  espartillo  (terreno  sali- 
troso). 

Ya  Darwín  y  D'Orbigny  habían  hablado  con  poco  entu- 
siasmo del  carácter  de  aquellas  tierras  secas,  bajo  una 
atmósfera  desprovista  de  humedad;  y  es  curioso  el  hecho 
recordado,  creemos  en  sus  viajes  por  el  Sr.  Sarmiento,  que 
el  naturalista  Dr.  D'Orbigny  le  dijo  ahora  muchos  años,  que 
esos  terrenos  entre  el  Colorado  y  Negro  eran  completa- 
mente  inútiles.  Lorenz  atenúa  esta  sentencia  con  su  usual 
amabilidad,  pero  compara  los  de  mas  abajo  con  los  de  cier- 
tas provincias. 

Los  oficiales  y  soldados  que  han  militado  en  el  interior  se 
acordaban  al  ver  retamas,  j añila,  etc.  de  loa  campos  de- 
siertos de  la  Rioja,San  Juan  y  otros. 

Donde  hay  retamos  y  jarilla  es  secano  incurable,  sino  se 
le  riega  artificialmente,  el  retortuño  y  el  espartillo  gustan 
de  terreno  salado;  y  las  cortaderas  que  crecen  en' la  vastísi- 
ma y  verde  pradera  donde  estaba  acampada  la  división  del 
coronel  Villegas  previenen  á  los  incautos  que  no  se  acues- 
ten á  dormir  en  parajes  que  son  cómplices  y  desagüe  de 
las  crecientes,  ya  de  las  nieves  en  Noviembre  adelante,  ya 
de  una  tuerte  lluvia  como  la  que  hizo  darse  un  baño  ¿  la 
división. 

¿Y  si  fuese  á  suceder,  en  efecto,  que  no  hubiese  tales  te- 
rrenos para  distribuir  &  los  soldados,  y  se  hallasen  con  cor- 
taderales,  ó  sá^banas  de  retortuño,  que  pondera  Lorenz  por 
su  frondosidad,  no  pedirían  los  chasqueados  que  ¿ios  que 
tan  pesada  broma  les  hacen  los  hicieran  dormir  en  uno  ú 
otro  lecho? 

El  Senador  Sarmiento  limitó  su  esposicion  &  pedir  que  se 
suspendiese  la  discusión  aplazándola  hasta  que  el  Ejecu- 
tivo mandase  mensurar  las  tierras  de  que  habla  el  proyec- 
to, y  pásaselas  listas  de  Revista,  en  que  están  los  nombres 
de  los  millares  de    individuos  que   han  formado  parte  y 


PROO&BSOB  GBNBRAL£8  35i 

cumplido  su  término,  de  los  diversos  cuerpos  á  que  se  re-^ 
fiereen  cuatro  años  la  ley. 

Esto  no  haría  perder  una  hora  ni  retardar  el  reparto,  pues 
mucho  mas  tiempo  se  ha  de  perder,  si  después  de  dictada  la 
ley,  creando  títulos  sobre  terrenos  imaginarios,  &  agraciados 
que  pueden  imaginarse^  se  ha  de  ir  á  medir  el  terreno,  y 
salir  del  paso  como  mejor  puedan,  probablemente  sin  que 
nadie  se  vuelva  á  acordar  de  tal  ley,  en  lo  que  á  los  solda- 
dos respecta;  pues  en  cuanto  &  jefes  y  oficiales,  eso  va  de 
suyo,  sin  tropiezo,  ni  márgenes  indispensables  de  rios. 

£1  Senador  Pizarro  replicó  á  la  primera  observación,  con 
respecto  á  la  redacción,  dándole  el  carácter  como  de  tratar 
de  deprimir  la  expedición  y  el  pensamiento  de  ocupar  el 
Rio  Negro.  Creemos  que  el  Senador  Sarmiento  tiene  en 
mas  al  General  que  indicó  la  necesidad  previa  de  despertar 
de  indios  la  Pampa  y  á  los  jefes  y  soldados  que  lo  consi- 
guieron peleando  cuatro  años,  que  al  Ministro  de  la  Gue- 
rra que  fué  á  una  campaña  sin  enemigos.  El  primero  vale 
cien  veces  mas  que  el  segundo,  aunque  tenga  el  mismo 
nombre. 

LEY  DE  PREMIOS 

(El  Nacional,  Agosto  t7  de  1879.) 

Terminó  ayer  la  discusión  suscitada  en  el  Senado,  por 
la  moción  de  aplazamiento  del  proyecto  de  ley  de  premios 
al  ejército  expedicionario,  hasta  obtener  datos  importan- 
tes y  determinados  sobre  los  dos  puntos  esenciales,  á  saber, 
número  de  agraciados,  y  extensión  y  calidad  de  las  tierras 
donadas  en  el  Río  Negro. 

Disipado  el  temor  del  miembro  informante  de  que  el 
aplazamiento  pedido,  para  mejor  proveer,  tuviese  por  ob- 
jeto suprimir  la  ley,  fué  fácil  que  se  pusiesen  de  acuerdo 
en  todo  lo  demás.  El  Senador  Sarmiento,  ofrecía  aun  no 
insistir  en  la  reforma  del  proyecto,  si  se  empeñaban  ello,  en 
cuanto  á  la  redacción,  que  hacia  cinco  artículos  de  las  per- 
sonas premiadas  con  el  mismo  premio,  y  con  la  interca- 
lación de  un  nombre  civil  hecho  en  la  primera  categoría, 
quitádole  la  oportunidad  del  calificativo  de  ejército  expe- 
dicionario, que  era  á  lo  que  se  limitaba  la  objeción. 


352  OBVLKa   DI  8ARHIBNT0 

Resolvióse,  pues,  por  habecjo  asi  propuesto  el  Senador 
del  Valle,  y  aceptádolo  el  de  la  moción  que  volviese  el  pro- 
yecto k  Comisión,  con  las  previas  declaraciones  requeridas 
por  el  Senador  Sarmiento;  ya  para  que  fuesen  incorpora- 
das en  el  proyecto,  ya  para  que  la  comisión  misma  los 
presentase  como  ley  separada. 

La  Cámara  parecía  estar  unánimemente  de  acuerdo  con 
las  declaraciones  previas  que  se  formulaban  en  dos  artícu- 
los. El  primero  pidiendo  al  Ejecutivo  se  extrajese  de  las 
listas  de  Revista  del  Ejército  durante  los  cuatro  años  de 
operaciones  ofensivas  sobre  los  salvajes,  hasta  su  su- 
misión. 

Una  lista  nominal  de  todos  los  jefes,  o&ciales  y  tropa  á 
que  se  refieren  los  artículos  1°,  5<>,  6^  y  7®  de  la  ley.  El 
segundo  ordenando  la  previa  mensura  del  terreno  utiliza- 
ble  para  agricultura  á  ambas  márgenes  del  Río  Negro,  cuyos 
planos  serían  remitidos  al  Senado  para  suplir  la  falta  de 
terreno  si  la  hubiere  en  esa  localidad,  en  otros  puntos  fa- 
vorables de  todos  los  territorios  colonizables. 

Ninguna  demora  á  la  aplicación  de  la  ley  traería  anti- 
cipar esta  mensura,  pues  después  de  sancionada,  habia  de 
requerir  el  mismo  tiempo^de  retardo  en  dar  títulos  de  pro^ 
piedad  á  los  soldados. 

Si  sucediere,  pues,  como  se  teme,  que  no  haya  tierras  de 
labor,  y  pocas  de  pastoreo  á  ambas  márgenes  del  Río  Ne- 
gro; y  los  beneficiarios  de  la  ley,  una  vez  averiguado  su 
número,  fueren  el  doble  del  terreno  expresamente  desig- 
nado, esta  parte  del  proyecto  de  ley  seria  un  desencanto, 
sino  pareciera  un  engaño  al  soldado,  á  quien  se  ofrece  un 
premio  nominal  de  una  tierra  que  no  existe.  ¿Qué  aplica- 
ción tendrían  los  elevados  propósitos  del  Mensage  del 
señor  Presidente,  al  motivar  la  conveniencia  del  pre- 
mio? 

«Esfte  proyecto,  dice,  tiende  ademas  á  reparar  males 
tradicionales  que  tomando  su  origen  en  las  costumbres  de 
la  colonia  han  venido  perpetuándose  merced  á  deficiencias 
de  nuestras  legislaciones  provinciales.  La  masa  del  pueblo 
no  es  propietaria,  y  su  vida  nómade  é  incierta,  se  halla 
destituida  del  vínculo  mas  fuerte  que  liga  al  hombre  á  su 
patria:  el  dominio  de  la  tierra  indispensable  á  sus  propias 
necesidades.» 


PROGRESOS  OBNBRiLLBS  353 

«Esta  ley  viene  á  dar  hogar  al  ciudadano  que  deja  de 
^er  soldado  para  entrar  en  la  vida  del  trabajo  y  que,  de  hoy 
en  adelante,  no  se  verá  dispuesto  á  caer  en  la  lastimosa 
situación  que  parecía  estar  antes  reservada  á  los  que  por 
haber  derramado  su  sangre  por  su  país,  quedaban  inutili- 
zados para  todo  ejercicio  lucrativo. 

«Viene  ademas  á  proveer  á  la  población  mas  rápida 
de  los  territorios  ocupados,  dando  asiento  á  pueblos 
que  en  breve  se  formarán  como  se  formaron  los  de  Garhué, 
Ouaminl  y  Fuerte  Argentino.  El  plan  general  de  fronte- 
ras quedará  asi  completado  una  vez  que  las  guarniciones 
tengan  á  su  espalda  la  población  que  ha  de  doblar  su  fuer- 
za y  ha  de  suministrarles  algunas  de  las  comodidades  de 
la  vida,  de  que  hoy  se  ve  privado  el  ejército  por  su  aleja- 
miento de  todo  centro  de  recursos. 

«Podemos,  pues,  decir  con  verdad  que  esta  será  una 
ley  de  justicia  y  de  reparación,  que  consulta,  á  la  vez  que 
el  porvenir  del  soldado,  las  conveniencias  de  la  nación  y  el 
progreso  mismo  de  los  territorios  que  hoy  han  entrado  ba- 
jo el  dominio  civilizado.» 

¿Qué  quedaría,  repetimos,  de  tan  encumbradas  ideas,  si 
resultase  que,  por  no  haberse  previamente  conocido  y 
mensurado  las  tierras  ofrecidas,  continuase  no  propietaria 
la  masa  del  pueblo,  sin  darle  hogar,  sin  caer  en  adelante 
en  la  situación  lastimosa  que  parecía  estarle  reservada? 

La  ley  previa  solicitada  por  el  Senador  Sarmiento,  y  ya 
en  camino  de  obtenerse,  asegura  los  propósitos  de  la  ley 
misma,  tan  dignamente  expresados  en  el  Mensaje  que  la 
recomienda,  ahorrando  al  Congreso  el  riesgo  dé  abrir  una 
brecha  á  la  disipación  de  títulos,  asignados  mal,  ó  arbi- 
traria ó  fraudulentamente,  á  tierras  que  en  realidad  no 
existiesen. 

Por  el  tenor  del  proyecto,  estas  han  de  estar  precisamente 
ubicadas  á  ambas  márgenes  del  Rio  Negro,  que  solo  mide 
de  grado  á  grado  150  leguas.  Mientras  que  los  reclaman- 
tes son  el  personal  del  ejército  de  linea  que  ha  estado  desde 
1875  operando  en  todo  el  frente  de  la  Provincia  al  Sur. 
¿Cuántos  desertores  en  cuatro  años,  para  descartar,  de  las 
listas?  ¿Cuántas  bajas  de  cumplidos  y  muertos  en  dichos 
'Cuatro  años?    ¿Cuántas  altas?    ¿  Cuántos  cuerpos  de  Guar- 

ToMO  xu.— 23 


^ 

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( 

.  }  354  OBRAS  DE  SARMIENTO 

;! 
1,1  dia  Nacional, destacamentos  etc.,  han  sido  empleados  desde 

1  i|  1875,  en  tan  dilatadas  fronteras,  en  la  segunda  y  aun  en 

la  primera  linea?   ¿Cuántos  cuerpos  pueden  figurar  en  las 

reservas? 

Todas  estas   son  categorías  de  soldados   acreedores  al 

j  premio,  sin  que  el  Senador  que  objetaba  la  redacción  del 

I  proyecto,  haya  agregado  ninguna.    El  Mensage  mismo  dice 

i  que  es  una  ley  de  rigurosa  justicia,  remunerando  larga»  y 

esforzados  servicios  consagrados  á  la  patria  por  ei  ejército 
nacional,  aserción  sin  embargo  desmentida,  ó  puesta  en 
segunda  linea,  cuando  en  el  articulo  V  del  proyecto,  se 
dice  que  el  premio  es  al  ejército  expedicionario^  extendién- 
'  dolo  mas  tarde  como  un  favor  y  una  amplificación   á  los 

que  prepararon  h  última  campaña. 

Y  para  hacer  mas  inexacta  esta  redacción,  la  Cámara 
le  intercala  como  de  contrabando,  entre  los  jefes  del  ejér- 
cito expedicionario  á  los  herederos  de  quien  no  formó  parte 
del  dicho  ejército  expedicionario. 

I  a  redacción  propuesta  por  el  Senador  Sarmiento  realiza 
el  texto  literal  del  Mensage  del  Poder  Ejecutivo,  remune- 
rar anf«¡/UGf  y  esforzndoB  servicios,  que  son  los  de  ios  articu- 
les 5^  6**  y  7®  y  no  los  del  primero,  ejército  expedicionario,  y 
que  no  admite  los  calificativos  de  antiguo,  y  muy  poco  de 
esforzado,  en  comparación  de  los  grandes  trabajos  de  ese 
mismo  ejército  y  del  mismo  General  que  lo  mandó  antes 
de  la  expedición  de  ocupación.  Lo  mismo  consultan  las 
listas  de  premiados  y  los  planos  de  mensura,  que  es  ase- 
gurar á  cada  uno  lo  que  legítimamente  le  pertenece,  y  evi- 
tar el  desdoro  al  Presidente,  al  Ministro  de  la  Guerra  y  al 
Congreso,  de  engañar  al  soldado  con  bellas  frases  sin  darle 
nada  en  realidad. 

Todo  esto  se  obtiene  por  los  medios  indicados,  y  que 
aceptados  por  la  comisión,  como  lo  estuvieron  unánime- 
mente por  el  Senado,  dejando  en  claro  el  pensamiento 
que  inspiró  las  observaciones,  que  se  pudo,  como  la  ha 
hecho  el  señor  Pizarro  equivocadamente,  atribuir  á  empe- 
ño de  disminuir  méritos,  como  si  hubiera  mas  mérito  en 
hacer  una  líltima  campaña,  que  en  haber  hecho  veinte 
antes,  con  mas  sufrimiento,  mas  combates,  y  mas  inte- 
ligencia. 


BANCO  DE  LA  REPÚBLICA  ARGENTINA 


CONTRA  BANCOS  PROVINCIALES  Y  NACIONALES 

POR  EDUARDO  MADEBO    CONSULTADO  AL  EFECTO 

AL  I«£CTOR 

{El  Nacional,  Junio  13  de  4882.) 

Tenía  de  larga  fecha  una  deuda  contraída  Madero,  con 
el  General  Sarmiento,  y  no  había  forma  de  hacerla  pagar. 
Tratábase  de  unos  libros  sobre  Bancos  y  economía  política 
que  le  envió  desde  los  Estados  Unidos,  como  k  Garlos  Calvo 
un  Wheaton  anotado  por  Dana,  que  llegaba  á  tiempo  como 
combustible  para  alimentar  en  la  hornalla  su  grande  obra 
sobre  las  variantes  del  derecho  de  gentes  moderno. 

El  General  Sarmiento  mandó  unos  apuntes  al  señor  Ma- 
dero  uno  de  estos  días,  provocando  á  estudiar  la  cuestión 
de  la  trasmisión  del  Banco  de  la  Provincia  á  la  Nación. 

El  pie  forzado  del  estudio  debía  de  ser  un  Banco  Nacional 
de  tal  manera  constituido,  que  el  Poder  Ejecutivo  Nacional 
ni  el  Congreso,  tengan  acción  en  la  Dirección  del  Banco;  y 
reconocimiento  en  cierta  forma  y  cantidad  de  los  capitales 
déla  Provincia»  de  manera  que  ella  misma  no  pese  sobre 
el  Banco,  con  nn  interés  provincial,  ni  influya  en  los  actos 
del  Directorio. 

El  Banco  Nacional  actual,  cualquiera  que  sea  su  organi- 
zación, ó  sus  causas,  ha  dejado  camino  abierto  á  la  acción 
del  Ejecutivo  Nacional. 

Nadie  podía  tratar  con  mas  independencia  de  espíritu 
este  asunto,  que  el  señor  Madero,  pues  nadie  ha  de  creerlo 
indiferente  siquiera  al  interés  de  Buenos  Aires. 


356  OBRiLS  DI  SARIOXNTO 

£1  General  Sarmiento  hace  de  este  estudio  que  abando- 
na al  publico,  el  medio  de  expresar  una  opinión  que  ha 
repetido  dos  años  á  sus  amigos. 

El  Banco  en  mano  de  los  gobiernos  de  Provincia  (legis- 
latura ó  lo  que  sea),  es  el  despilfarro  de  las  rentcis,  en 
mano  de  un  Poder  Ejecutivo  Nacional,  es  la  anarquía  ó  el 
aniquilamiento  rápido  de  la  clase  ciudadana,  de  origen 
americano  español,  que  dio  la  independencia,  sustituida 
por  el  capital  donde  se  encuentre,  y  principalmente  en  los 
no  ciudadanos  que  ya  prevalecen .  El  Gobierno  montado 
en  diez  mil  soldados  en  campamentos,  en  policías  exagera- 
das y  con  un  Banco,  no  necesita  ciudadanos.  La  riqueza 
no  sufrirá  por  eso. 

El  epilogo  de  la  carta  del  señor  Madero  es  el  siguiente: 

«Banco  de  la  Provincia — Consideraciones  generales  sobre 
«  el  Banco  de  la  República  Argentina — Emisión— Dos  pro- 
«  yectos  para  la  fundación  del  Banco  de  la  República  Ar- 
c  geutina — Amortización  del  papel  moneda  de  Buenos 
«  Aires — Unidad  monetaria  en  la  Nación — Extinción  dei 
<¡c  antagonismo  bancarío — Conveniencia  para  la  Nación— 
a  Ventajas  para  la  Provincia.» 

Sin  otro  preámbulo,  dejaremos  la  palabra  al  señor  Ma- 
dero. 

Baenos  Aires,  Mayo  M  de  1881. 

Señor  Dr.  D,  Domingo  F,  Sarmiento. 

Presente. 
Mi  estimado  amigo: 

Devuelvo  á  Vd.  su  escrito  sobre  la  cuestión  bancaria. 
Solo  me  he  permitido  corregir  cifras  y  hechos.  No  me  atre- 
vo á  tocar  una  letra  en  la  parte  teórica  ó  expresiva  de  sus 
opiniones. 

Vd.  me  pide  las  mias;  y  aunque  por  mis  ocupaciones  no 
dispongo  de  tiempo  para  dárselas  con  el  reposo  necesario 
sin  embargo  las  consideraciones  que  Vd.  merece,  meobli* 
gan  á  hacerlo  cálamo  cutrente. 

Esta  es  ámi  juicio  una  cuestión  muy  compleja,  que  debe 
tratarse  analíticamente.  Estamos  de  acuerdo  en  un  punto 
fundamental;  después  del  poder  que  da  al  Gobierno  de  la 


PROa&BSOB  QSNBRALKS  357 

Nación  la  posesión  de  esta  ciudad,  seria  impolítico  para  las 
libertades  públicas,  que  dispusiera  por  completo  del  poder 
financiero  del  Banco. 


BANCO    DE  LA   PROVINCIA 

Ck>mo  se  trata  de  construir  un  «Banco  de  la  República 
Argentina»,  sobre  la  base  del  «Banco  de  la  Provincia»,  em- 
pesemos  por  apreciar  las  ventajas  y  defectos  orgánicos  y 
administrativos  de  este,  para  ocuparnos  después  del  pro- 
yectado. 

Es  incuestionable  que  el  «Banco  de  la  Provincia»  ha  con- 
tribuido inmensamente  al  desarrollo  rápido  de  la  riqueza 
rural,  al  fomento  de  la  agricultura,  á  la  importación  de  in- 
dustrias, al  crédito  de  la  Nación  y  de  la  Provincia  y  hasta 
al  embellecimiento  de  esta  ciudad.  Negarlo,  sería  negar 
la  luz. 

Su  principal  defecto  orgánico  ha  sido  la  falta  de  indepen- 
dencia en  su  direccioui  expuesta  al  abuso  de  los  poderes 
públicos  en  las  grandes  operaciones  de  crédito  con  los  go- 
biernos; pues  el  abuso  en  los  créditos  particulares  no  se 
comete  coa  la  exageración  que  la  critica  pública  le  atri- 
buye. 

El  que  este  sea  Banco  de  Estado  (que  no  es  el  único), 
no  es  una  razón  para  que  se  decrete  su  muerte,  cuando  son 
indestructibles  los  grandes  hechos  que  ha  producido. 
¿Tiene  defectos  orgánicosi  como  es  el  poder  abusivo  de  los 
gobiernos?  Procuremos  corregirlos  al  reconstituirlos  en 
«Banco  de  la  República  Argentina.» 

¿Se  han  librado  de  estos  abusos  oficiales  los  grandes 
Bancos  que  se  presentan  como  modelo?  No.  El  «Banco  de 
Inglaterra»  tiene  entre  la  deuda  fija  contra  el  Gk)bierno,  que 
consolidó  en  1844,  y  los  fondos  públicos  que  aumentaron 
después  su  activo^  68  %  mas  de  su  capital .  El  «Banco  de 
Francia»  tiene  en  títulos  de  rentas,  por  préstamos  hechos 
al  GK)bierno,  en  diversas  fechas,  63  %  mas  de  su  capital 
y  esto  teniendo  en  cuenta  que  está  estinguido  el  préstamo 
al  Gobierno  da  1580  millones  de  francos,  consentido  por  el 
Banco,  á  causa  de  la  última  guerra.    Su  emisión  que  al 


358  OBRA«   DB  SAHMtBNTO 

principiar  ésta  era  de  1300  millones  de  francos,  una  ley 
autorizó  al  Banco  á  elevarla,  en  Julio  de  1871,  á  3200  nsillo- 
nes  y  la  circuló  de  hecho  hasta  cerca  de  3000  millones, 
(hoy  pasa  de  2700  millones.) 

El  «Banco  Nacional  de  Italia,»  tiene  en  su  activo,  entre 
fondos  públicos  y  otros  títulos  de  empréstito  hechos  al  Go- 
bierno, una  suma  que  excede  en  40  %  ^  su  capital,  y  Jos 
otros  tres  bancos  del  consocio  (Banca  Romana,  Toscana,  y 
de  Nápoii),  cuyos  billetes  son  los  de  curso  legal,  se  encuen- 
tran en  situación  análoga,  con  relación  á  su  capital. 

El  «Banco  de  Austria  y  Hungría,»  como  consecuencia  de 
las  grandes  deudas  del  Imperio,  se  encuentra  con  una 
emisión  inconvertible,  depreciada  en  17  %,  que  se  eleva  á 
326  millones  de  florines. 

Para  qué  mas  ejemplos. 

¿Es  de  instituciones  semejantes,  formadas  todas  menos 
una,  con  capital  de  accionistas,  de  las  que  no  abusan  los 
Gobiernos?  La  historia  muestra  que  ante  las  exigencias  de 
la  política  de  Pitt  ó  de  un  black  friday,  ante  la  pati-ie  en  danger 
ante  la  idea  de  Vitalia  unUa  ante  Solferino,  Custozza  y  Sa- 
dowa,  ó  cuando  desde  el  Vístula  al  Rhin  se  entona  Die 
Wacht  am  Rhein;»  no  hay  director  de  banco  que  no  ceda; 
porque  el  patriotismo  y  los  mas  nobles  sentimientos  del 
hombre  dominan  su  espíritu:  es  el  efecto  de  las  grandes 
crisis,  políticas  ó  económicas*  Así  cedieron  los  que  en  1876 
resistían  aquí  la  emisión  y  el  empréstito,  para  salvar  el 
crédito  de  la  Nación,  que  pendió  en  un  dia,  y  el  de  esta 
sociedad,  que  pagó  bien  caro  sus  errores.  Y  si  se  quiere 
medir  las  acciones  humanas  con  el  cartabón  del  egoísmo, 
también  ha  habido  y  habrá  en  todas  partes  directores  que 
cedan  ante  la  compensación  directa  ó  indirecta,  que  siem- 
pre puede  ofrecer  el  poder. 

No  es,  pues,  principio  inconcuso  que  los  gobiernos  no 
abusan  de  su  crédito  en  bancos  formados  con  capital  par- 
ticular. Pero  sí  puede  afirmarse,  que  ninguno  de  los  gran* 
des  bancos  que  se  presentan  como  modelo,  presta  con  las 
conveniencias  que  una  institución  de  la  naturaleza  del 
«Banco  de  la  Provincia.» 

Pudo  algún  día  decir  del  Banco  Nacional,  el  Dr.  Velez, 
lo  que  con  énfasis  y  orgullo  repetía  del  Banco  de  la  Pro- 
vincia?   «Si  señor,  Banco  de  habilitación,  puede  y   debe 


PROGRESOS  GENERALES  359 

hacerlo,  la  naturaleza  de  sus  depósitos  se  lo  permiten:  su 
principal  misión  es  esa.» 

Los  defectos  administrativos  son  bien  fáciles  de  corregir. 
Bastarla  concluir  con  la  legislación  de  que  el  Directorio  en 
quorum  resuelva  todos  los  asuntos.  Descompóngase  este  en 
comisiones  con  atribuciones  propias,  como  lo  propuse  hace 
nueve  años,  formando  una  comisión  de  descuento,  á  lo 
sumo  de  seis  directores,  para  aumentar  asi  su  responsa- 
bilidad y  que  cada  uno  desempeñe  aquello  para  que  sea 
mas  idóneo.  Escribase  al  pie  de  cada  pedido  que  se  otor- 
gue, el  nombre  del  director  que  lo  ha  recomendado.  Dése 
al  presidente  la  facultad  de  vetar  los  descuentos  y  que  solo 
puedan  concederse  de  nuevo  por  2/3  de  votos  de  la  «Comi- 
sión de  Descuentos.»  Si  usted  quiere  desvanecer  el  temor 
de  otros  peligros  que  indica,  introdúzcase  en  la  Constitución 
del  Banco,  el  articulo  que  propuse  entonces  en  el  capitulo 
Directorio:  «No  podrán  ser  directores,  al  mismo  tiempo,  dos 
ó  mas  parientes  por  consanguinidad  ó  afinidad,  dentro  del 
segundo  grado  inclusive;  ni  dos  ó  mas  socios  de  una  ñrma 
social;  ni  podrán  ser  nombrados  los  que  estén  ligados  por 
estos  vínculos,  con  el  Presidente  de  la  República,  con  el 
Gobernador  ó  sus  Ministros  respectivos,  ni  Senadores  ni 
Diputados  de  la  Nación  ó  de  provincia  alguna;  ni  Directo- 
res de  ferrocarriles;  ni  empleado  alguno  nacional  ó  de 
provincia;  y  agregúense  tantas  otras  disposiciones  fáciles  de 
concebir  y  largas  de  exponer,  y  serían  corregidos  hasta 
donde  es  posible  en  estos  bancos,  los  defectos  adminis- 
trativos. 


REDUCCIÓN  DE  IMPUESTOS 

(ffl  Saeional,  iallo  !•  de  188t.) 

El  Gobierno  de  los  Estados  Unidos  se  siente  agobiado 
hace  dos  años  por  el  peso  de  sus  sobrantes,  como  nosotros 
por  el  déficit  anual.  Parece  cosa  hecha  adrede,  cada  mes. 
sobran  doce  millones  de  doUars  en  tesorería,  y  por  mas 
rápida  que  se  haga  la  extinsion  de  la  deuda  nacional,  es 
un  acto  de  crueldad  hacérsela  pagar  en  pocos  años  á  una 
generación. 

Nosotros  somos  discretos.  Entre  los  dos  gobiernos  unidos 


360  OBHA«   UB  SAUUIBMTO 

de  Buenos  Aires  aumentan  diez  millones  por  mes  de  deudas 
para  construir  capitales,  puertos,  ferrocarriles,  muelles  y 
hasta  civilizaciones  completas,  con  sus  bellas  artes  corres- 
pondientes, todo  á  espensas  del  que  venga  atrás;  y  en  be- 
neficio de  los  que  invertirán  por  sus  cabales,  los  veinte 
millones,  en  los  cuatro  años  que  faltan  para  renovar  la  pre- 
sidencia y  ia  provincia. 

Se  van  á  suprimir  (en  los  Estados  Unidos)  loa  impuestos 
internos,  dejando  el  del  tabaco  y  el  aguardiente,  para  que 
haya  siempre  un  excedente;  pero  no  se  emplearán  en  obras 
pábtícas;  porque  nuestra  experiencia,  dice  the  amebican  ha 
sido  muy  desgraciada.  Cada  vez  que  se  han  emprendido 
trabajos,  ha  habido  en  el  Congreso,  los  mas  escandalosos 
manipuleos. 

SAN    JUAN 

{81  NaeiotuUp  Judío  17  de  188S.) 

Nuestra  correspondencia  de  aquella  Provincia,  trae  & 
nuestro  pedido,  datos  muy  favorables  sobre  el  estado  actual 
de  los  negocios. 

Durante  los  pasados  años  con  la  guerra  del  Paciñco,  la 
engorda  de  ganados  para  provisión  de  carnes  á  Chile,  y 
•puertos   intermedios,  de   Chañaral,   Antofagasta,   Cobija, 
Islai,  Arica,  Iquique  y  Callao  habia  sufrido  grandes  que- 
brantos, y  considerable  disminución. 

Los  pastos  hablan  descendido  antes  á  dos  reales  boli- 
vianos en  el  verano  por  cabeza  al  mes,  y  veinte  reales  en 
invierno. 

Hoy  pagan  los  negociantes  cinco  pesos  bolivianos  al 
mes;  y  los  beneficios  realizados,  el  año  trascurrido,  pasan 
de  medio  millón  de  fuertes. 

La  pasa  ordinaria  de  moscatel  se  vendió  el  pasado  año  á. 
tres  reales  la  arroba.  En  el  presente  se  ha  pagado  ocha 
reales,  por  esta  calidad;  y  ya  empiezan  &  generalizarse  sis- 
temas españoles  de  acomodo  elegante  en  cajas,  con  rótu- 
los etc.,  etc. 

Los  ensayos  felices  de  exportación  de  uva  fresca  hecha 
en  canastos  de  mimbre  y  que  por  las  repetidas  experien* 
cias  y  ensayos  de  los  señores  Sarmiento  y    Cordero,  es  ya 


PR00RBS08  GENERALES  361 

un  hecho  conquistado,  asegurará  á  Mendoza  y  San  Juan 
una  enorme  exportación  de  uva»  desde  el  próximo  año  en 
que  el  ferrocarril  se  aproxime  á  la  Paz. 

Los  descarozados  de  durazno  han  subido  igualmente  de 
precio,  k  medida  que  se  extienda  y  generalice  el  uso  para 
postres  de  esta  fruta,  en  extremo  dulce  en  San  Juan. 

Los  vinos  empiezan  á  suministrar  un  fuerte  articulo  de 
exportación,  siendo  preferidos  los  de  marca  Marenco  Gere- 
seto  y  G.^  que  suministró  diez  mil  bordalesas,  en  lo  que  va 
de  este  año.  En  la  exposición,  sin  embargo,  han  llamado 
la  atención  de  la  Gomision  de  examen,  cuatro  ó  cinco  cali- 
dades de  origen  particular,  si  bien  muchas  de  las  muestras 
enviadas  por  el  Club  Indtutrial  se  han  torcido,  lo  que  debe 
tener  presente  aquella  útil  sociedad,  para  remediar  el 
defecto  en  el  envase,  ó  en  la  confección. 

El  salario  ha  experimentado  una  alza  debida  ¿  la  demanda 
del  ferrocarril  y  en  consecuencia  las  mujeres  han  obtenido 
la  suba  de  6  reales  en  el  salario  de  dos  que  era  antes,  y  el 
délos  niños  de  uno  á.  cuatro  reales.  Las  labores  de  la 
agricultura,  cosechas  y  vendimias,  recojer  y  tender  la  pasa, 
admiten  y  en  ciertos  casos  requieren  el  trabajo  de  mujeres 
y  de  niños;  gracias  á  esto  la  población  entera  vive  de  su 
trabajo. 

Las  escuelas  son  objeto  de  grande  interés  para  el  público, 
siendo  la  provincia  en  que  está  mas  difundida  la  educación. 
Los  maestros  ganan  honrados  salarios,  lo  que  es  mucho  decir, 
y  las  maestras  son  generalmente  señoritas  de  buenas  fami- 
lias que  han  adoptado  esa  profesión.  Las  ayudantas  ganan 
diez  pesos,  que  es  mas  de  lo  que  daría  la  máquina  de 
costura. 

Las  letras  de  los  maestros  y  maestras  de  San  Juan  que 
se  nos  han  mostrado,  son  las  mas  perfectas  é  iguales  de 
toda  la  República  sin  excluir  las  de  Buenos  Aires  y  esto 
en  las  Escuelas  Rurales  lo  mismo  que  las  de  la  ciudad, 
las  de  las  maestras  mejores  que  las  de  los  hombres. 

Su  época  llega  á  Mendoza  y  San  Juan  de  entrar  de  lleno 
en  las  transformaciones  que  se  est&n  operando  en  Tucumau, 
Santa  Fe  y  Buenos  Aires.  La  industria  de  los  productos 
agrícolas,  convertidos  en  vinos  ó  en  gorduras,  tomará 
mayor  extensión  desde  que  llegue  el  ferrocarril  Andino 
que  va  á  comenzar  en  Mercedes  de  Buenos  Aires  por  un 


362  OBRAS   DB  SARMIENTO 

lado,  y  en  Santa  Rosa  de  los  Andes  al  mismo  tiempo  por 
el  otro  cabo. 

Lo  que  hace  falta  es  que  el  movimiento  intelectual  de 
aquellos  pueblos  corresponda  ó  mas  bien  s(^  jinticiiie  para 
preparar  las  vías,  á  las  líneas  férreas  que  llamará.ii  á  su 
puerta  bien  pronto,  y  no  tendrán  lista  la  carga  que  lian 
de  trasportar. 

El  Club  Industrial  de  San  Juan  ha  merecido  al  señor 
Lamas,  de  la  Comisión  Directora  de  la  Exposición  Conti- 
nental, los  mas  entusiastas  elogios  por  el  acomodo  artís- 
tico, industrial  y  entendido  de  todos  sus  objetos,  por  la 
prontitud  y  perfección  con  que  ha  respondido  al  llamado, 
asegurando  que  si  un  premio  debe  otorgarse  á  las  Comisio- 
nes, la  Provincia  de  San  Juan  lo  tiene  ganado  con  usura. 
«Se  deja  sentir,  dice,  al  ver  el  acomodo  y  la  elección  de 
los  objetos,  un  cierto  aire  de  civilización  y  cultura  latente, 
que  debe  alcanzar  al  artesano,  al  comerciante,  al  industrial, 
á  los  maestros  de  escuela  y  aun  -k  los  peones  que  acomo- 
dan  los  objetos.  Felicitamos  al  Club  Industrial  por  tan 
merecido  elogio  de  quien  tiene  por  delante  los  medios  de 
comparación,  aún  con  los  del  Uruguay  que  es  muy  notable. 
Pero  le  recomendamos  continúe  reuniéndose,  y  aconse* 
jando,  dirigiendo  y  preparando  la  carga  para  el  ferrocarril. 
San  Juan  y  Mendoza  se  hallan  en  las  condiciones  de  Tucu- 
man,  Santiago  y  Salta  al  frente  de  un  ramo  de  industria 
que  admite  contar  por  millones.  En  Tucuman  las  máquinas 
el  capital  y  la  inteligencia  han  creado  la  industria  de  la 
azúcar  en  cinco  años.  Mendoza  va  camino  de  mejorar  sus 
vinos.  San  Juan  mas  á  trasmano  necesita  poner  mas  inte- 
ligencia, y  la  tiene.    Póngala  en  ejercicio. 

TRASPORTE  DE  UVAS 

DE  MENDOZA  Y  SAN  JUAN 

{El  Nacional,  Junio  1«  de  1882.) 
EUREKA  t 

Hace  tres  años  que  se  están  haciendo  ensayos  por  en- 
contrar el  medio  de  trasportar  en  condiciones  industriales 
la  uva  de  Mendoza  y  de  San  Juan. 


PROGRESOS  GENERALES  363 

Ayer  ha  llegado  una  canasta  de  mimbre  con  quince 
racimos  mayúsculos,  intactos,  sin  deterioro  apreciable  de 
los  granos,  y  tan  fresca  y   lucida  como  la  acomodaron. 

El  que  la  ha  remitido  al  señor  Sarmiento  es  don  Agus- 
tín Aguirre,  acaudalado  é  inteligente  propietario  de  Men- 
doza, que  envió  hace  seis  años  doscientos  racimos  en  un 
cajón  de  carga,  todo  perforado,  y  llegaron  sin  detrimento; 
pero  el  casco  era  costoso. 

Se  habían  hecho  muchos  ensayos,  con  éxito  incierto, 
pues  el  cajón  mandado  de  San  Juan,  á  la  Exposinion,  no 
llegó  bien,  como  se  ha  malogrado  un  vastago  de  parra 
de  Mendoza  que  traía  cuarenta  racimos! 

El  señor  Sarmiento  sin  desmayar  por  estos  y  otros  acci- 
dentes, aconsejó  al  señor  Aguirre  mandar  en  canastos,  y 
ayer  se  recibió  uno  hecho  exprofeso  para  encerrar  las  pre- 
ciosas uvas  que  han  llegado  sin  lesión  alguna,  y  sin  cui- 
dado especial,  pues  venían  con  los  equipajes,  en  diligencia, 
ferrocarril,  vapor,  con  la  carga  y  descarga  que  reclaman. 

Está,  pues,  resuelto  el  problema;  y  es  inútil  describir  la 
manera  de  acomodar,  pues  eso  incumbe  á  los  que  inun- 
darán el  mercado  de  Buenos  Aires,  con  millares  de  canas- 
tos de  uva,  tan  esquisita  que  solo  en  algunos  puntos  privi- 
legiados de  Italia  ó  España,  la  tienen  igual  pues  en  climas 
mas  templados  es  excelente  para  vino,  precisamente  por- 
que no  es  tan  azucarada. 

Desde  que  eso  suceda,  Buenos  Aires  será  un  país  ha- 
bitable por  gente  de  gusto,  como  cuando  abunden  las 
chirimoyas  de  Tucuman  y  Salta  podrá  uno  creerse  en  el 
paraíso. 

CIEN  MIL  INMIGRANTES 

{El  ISaeional,  Julio  ii  de  1881). 

En  el  p.isado  mes  de  Abril  el  número  de  inmigrantes  que 
llegaron  á  los  varios  puertos  de  los  Estados  Unidos,  alcanzó 
á  104,274  individuos,  que  es  la  mayor  suma  que  se  cuenta 
hasta  hoy. 

En  tan  enorme  suma  solo  ñguran  5G5  franceses,  83  bel- 
gas, 6,400  italianos  y  1,763  suizos.  Los  demás  pertenecen  á 
ios  países  del  Norte  con  36,582  alemanes,  9,415  ingleses,  de 


364  OMHAtf  DE  SAiUilBNTO 

Inglaterra;  11,540  del  Canadá,  11,882  irlandeses  y  2,878  esco- 
ceses; en  todo  35,665  subditos  ingleses. 

El  Canadá  es  para  el  Gobierno  Inglés  la  cántara  de  las 
Danaides  en  cuanto  á  emigración.  Todos  los  esfuerzos  son 
inútiles  para  llevar  á  sus  propios  dominios  la  emigración 
inglesa.  Desembarcada  en  Quebec  ó  en  Montrael  pasa 
luego  el  San  Lorenzo  á  los  Estados  Unidos. 

El  conocimiento  de  este  hecho  debe  hacer  cautos  á  nues- 
tros legisladores  en  prodigar  pagos  de  fletes  para  atraer 
inmigrantes.  Las  razones  de  emigrar  no  están  aqui  siuo 
en  el  país  de  partida.  Los  alemanes  emigran,  los  franceses 
nó.  Las  razones  de  uno  y  otro  hecho  no  vienen  tanto  de  la 
situación  respectiva  del  inmigrante,  sino  de  la  mayor  esfera, 
de  conocimientos  en  las  muchedumbres. 

Lo  que  hace  la  fama  de  los  Estados  Unidos  en  los  pue* 
blos  de  las  lenguas  indo-germánicas«  es  desde  luego  la 
afinidad  de  razas,  y  creencias  religiosas,  como  el  nombre 
y  reputación  de  grande  riqueza  de  los  Estados  Unidos.  La 
tierra  tiene  un  valor  fijo,  hace  un  siglo,  y  cada  uno  en 
Europa  saca,  mientras  barre  una  pieza,  la  cuenta  de  los 
acres  que  con  su  salario  podrá  comprar  cuando  emigre. 

En  la  industria  de  la  seda  el  censo  de  los  Estados  Unidos 
señala  grandes  progresos,  pagándose  mas  de  nueve  millo- 
nes de  dollars  por  salarios  á  los  tejedores,  entre  los  cuales 
se  cuentan  los  manufactureros  ingleses  de  Goventry  y  Ma* 
clefield  que  emigraron  desde  que  el  tratado  con  la  Francia 
de  1860  hizo  imposible  esta  industria  en  Inglaterra. 

En  Alemania  ya  se  piensa  en  mandar  colonos  hacia  el 
Uio  de  la  Plata,  para  no  darle  á  los  Estados  Unidos,  lo& 
cuarenta  mil  que  le  proveen  anualmente,  contando,  asi  lo 
dice  un  diario,  con  armarle  querella  á  estos  gobiernos,, 
para  que  cumplan  sus  promesas  á  los  colonos,  y  enton- 
ces como  indemnización  hacerlos  colonias  alemanas. 

ISLA  DE  LIS  PALIAS 

(Bl  Nacional,  Jolio  Í4  de  18^} 

Ayer  se  paraban  los  brillantes  carruajes  de  regreso  de- 
Palermo,  delante  del  artístico  grupo  de  palmeros,  que  como 
un  bouquet,  corona  y  mas  tarde  sombreará  la  isleta  que  ha 


PROGRESOS  GENERALES  365 

inventado  el  artista  decorador  del  lago  de  la  Recoleta,  que 
«n  adelante  será  una  atracción  poderosa,  y  término  de 
paseos  por  la  tarde  desde  la  ciudad^  para  hacer  ejercicio* 
Con  los  tranways  que  llegan  por  la  vecindad  puede  cada 
uno  medirse  el  corso  que  quiere  hacer  á  pié  hasta  descan- 
sar bajo  las  palmas  ó  en  los  bancos  al  rededor  del  lago. 

Hasta  que  una  frondosa  vejetacion  no  disimule  la  arma- 
dura artística,  el  lago  parecerá  un  inmenso  alfeñique  de 
Córdoba,  tanto  se  asemeja  á  las  cristalizaciones  sacarinas 
el  revestido  de  toscas  que  cubre  los  costados. 

No  ha  andado  feliz  la  aglomeración  á  tan  corta  distancia 
<le  pilares  y  jarrones  que  separan  el  lago  del  terreno  al 
Oeste,  que  por  lo  profundo  puede  también  ser  convertido 
en  lago,  para  natación,  y  mas  amplia  navegación.  Lo  redu- 
<3Ído  del  espacio  y  la  acumulación  de  objetos,  darále  al  con- 
junto el  aire  de  una  exposición  de  plantas  y  objetos. 

Por  lo  demás,  el  tiempo  dará  su  sanción  á  estas  crudeces, 
si  como  es  de  esperarse  los  árboles  que  sombrearán  el 
lago  por  el  lado  de  la  barranca,  no  hacen  esperar  muchos 
años  su  prometida  sombra  y  la  plenitud  de  su  creci- 
miento. Es  en  lo  que  no  divierte  la  vista  de  la  estremada 
juventud. 

La  visita*  que  el  señor  Avellaneda  hace  á  Rio  de  Janeiro 
proporcionará  ocasión  de  obtener  del  Jardín  Botánico,  las 
variedades  de  pojmas  que  ofrezcan  resistir  á  nuestra  tem- 
peratura, pues  se  hace  un  honor  y  un  deber  este  instituto 
de  distribuir  por  el  mundo  los  tesores  que  ostenta  la  varia- 
da naturaleza  tropical.  En  quince  dfas  mas  estarían  aquí 
con  solo  pedirlas  á  los  funcionarios  de  aquel  benéfico  y 
suntuoso  establecimiento. 

Sabemos  que  han  llegado  al  Parque,  dos  victorias  regina, 
las  cuales  son  ya  un  anuncio  de  que  las  tendremos  en  el 
lago  de  la  Recoleta,  nombre  que  le  damos  á  nuestro  pesar, 
á  falta  de  otro  mas  alegre,  recordando  el  del  Fraile  Muerto 
dado  á  una  villa  de  Córdoba,  y  que  fué  difícil  cambiar  en 
Bell-Ville  que  solo  la  estación  lleva. 

Tan  contentas  quedaban  las  señoras  de  la  sorpresa  con 
que  el  Lord  Mayor  las  ha  favorecido  ayer,  que  pedían  en 
sus  votos  fervientes  lo  amarren  á  la  Municipalidad  para 
que  continúe  tales  obras  de  ornato  y  buen  gusto. 


366  OHHA«   DK   Í9ARIÍ1BNTO 


PASEOS  POBLICOS 

(Bl  Naeioiíah  Julio  f7  ríe  1883.) 

Señor  Don  Tareuato  de  Alvear,  Presidente  de  la  Municipalidad  de 
Buenos  Aires, 

Mi  estimado  señor  y  amigo. 
Me  hago  un  grato  deber  de  felicitarlo  por  el  lago  artificial 
y  artístico  aquarium,  conque  ha  dotado  los  alrededores,  no 
solo  por  el  embellecimiento  de  la  ciudad  sino  porque  per- 
sonalmente espero  de  tan  delicioso  ñn  hacer  un  ejercicio 
constitucional^  como  le  llaman  los  americanos  y  me  salve 
del  marasmo  á  que  me  lleva  la  vida  sedentaria,  repugnan- 
do salir  á  la  calle  por  solo  hacer  ejercicio  y  sin  un  lugar  á 
donde  dirigirme. 

Si  el  lago  me  dá  uu  poco  mas  de  vida  será  usted  quien 
contribuya  á  prolongármela.  Ayer  fui  en  parte  k  pié  y  á. 
pié  de  una  pieza  volví  á  casa  reconfortado,  y  aun  listo  para 
ir  y  volver,  sin  el  auxilio  del  tranvía  que  es  tan  socorrido. 
No  es  de  ahora  que  gusto  de  esos  lugares.  Usted  me  ha 
oido  disertar  largamente  sobre  un  plan  de  frontis  del  ce- 
menterio. Hará  seis  años,  no  sé  cuando,  aconsejaba  á  la  Mu- 
nicipalidad abatir  los  feos  murallones  que  sostenían  la 
barranca,  donde  es  hoy  el  Asilo,  peinarla  en  taltés  y  reves- 
tirla de  muzgo  para  hacerle  un  digno  terraplén  al  edificio 
de  la  Recoleta,  visto  desde  el  Rio* 

Quise  comprar  á.  la  Municipalidad  el  terreno  bajo  que 
hoy  deja  trazado  la  carta  del  camino  que  viene  por  el 
Paseo  de  Julio  y  la  casa  del  señor  Armstrong,  cuando  no 
valia  nada.  La  petición  de  compra  no  fué  provista,  porque 
el  municipal,  señor  Iraola  la  encarpetó,  para  quitarme  de 
la  cabeza  aquella  calaverada.  Ya  hubiera  tenido  mí  casita 
al  frente  de  mi  lago  favorito.  Pero  no  es  esta,  ni  aquellas 
reminiscencias,  el  objeto  de  la  presente,  sino  ayudarle  á 
completar  su  bella  obra,  con  algunas  indicaciones  prácti- 
cas, para  el  fácil  embellecimiento  de  la  isla,  que  ya  decora 
el  tropical  grupos  de  palmeros.  Me  creí  ayer  transportado 
á  la  Jamaica,  en  cuyas  campañas  viví  un  mes  entre  palmas, 
euforbias  y  picaflores  de  la  variedad  llamada  Doctor^  por 
las  largas  plumas  á  guisa  de  vica.    Los  cazaba  por  doce- 


PROGKBSOS  GEMBRALB8  367 

ñas,  tirándoles  con  carga  de  agua  en  lugar  de  munición. 
Pero  hay  otras  plantas  indígenas  en  Buenos  Aires,  que  re- 
claman el  honor  de  formar  parte  de  la  corona  vegetal  que 
ceñirá  las  sienes  de  la  encantadora  isla.  Principia  la  em- 
pírica lista. 

Paja,  pasto-dübo.  En  ciertos  faldeos  de  la  barranca  por 
la  quinta  de  Mr.  Hale,  y  por  los  Olivos,  se  conservan  plan- 
tas de  un  pasto  grande,  blanco,  persistente,  y  tanto,  que 
quemado  en  los  campos,  los  caballos  ruedan  sobre  sus  tron- 
cos. Dura  siglos.  Es  muy  ornamental  y  pueden  adquirirse 
trescientas  plantas  para  poner  en  los  tcUtis  del  lago  é  is- 
leta. 

YüccA  GLORIOSA.  Todüs  los  alrededores  están  llenos  de 
plantas  antiguas  que  han  plantado  los  paisanos  al  lado  de 
sus  ranchos.  Pueden  adquirirse  doscientas  en  flor  y  otros 
tantos  gajos  igualmente  ornamentales.  Es  verdadera- 
mente gloriosa  esta  planta  y  debe  colocarse  en  chorreras 
de  veinte  y  aun  mas,  pero  en  cantidad  y  no  á  puchiton.  La 
hay  en  el  Parque  de  Nueva  York,  con  grande  efecto. 

Melo-cactüs.  Originario  de  Buenos  Aires,  de  los  mas 
bellos  del  mundo.  Se  pueden  oibtener  trescientos  casi  sin 
costo  en  Zarate.  Tengo  amigos  patriotas  que  los  reúnan. 
En  la  tienda  de  lujo  del  señor  Burgos,  espase  una  noche 
un  meto- cactus  con  una  corona  perfectisima  de  veinte  y 
cinco  flores,  que  hace  ocho  años  viene  dando  dos  veces 
al  año  en  mayor  ó  menor  cantidad.  Como  no  necesita 
sino  un  puñado  de  arena  para  vejetar,  se  acomodarían 
centenares,  en  la  rocalla  de  las  márgenes  del  lagoé  isleta. 
Puede  variarse  con  el  cactus  de  flores  rojas  de  fácil  adqui- 
sición, de  los  que  en  tarros  tienen  en  los  patios  las  familias 
menos  acomodadas  de  Buenos  Aires. 

Por  toda  la  costa  y  á  la  derecha  del  ferrocarril  de  San 
Fernando,  hay  indígena  un  arbusto,  en  extremo  florescent» 
todo  el  verano  llamado  sen,  que  se  cubre  de  flores  amarillas, 
casi  sin  hojas,  hasta  hacer  mancha  dorada  como  los  duraz- 
nos. Pueden  colectarse  treinta  ó  mas,  aunque  se  necesita- 
rían ojos  ejercitados  para  reconocerlos,  pues  actualmente 
están  sin  hojas.  Sería  en  extremo  ornamental  como  arbusto. 

Últimamente,  yendo  á  la  Recoleta  he  podido  ver  en  flor 
el  talco  de  Tucuman,  en  la  finca  del  señor  Borbon,  quien 
puede  tener  plantas  disponibles  ó  el  señor  Mayer  que  me 


368  OBRAS   DB  SAHlflBMTO 

ha  obsequiado  con  dos  ejemplares.  Sin  la  dificultad  de 
hacerlas  crecer,  sin  envolverlas  en  lana  el  invierno,  serian 
de  hacer  del  talco^  las  mas  asombrosas  avenidas  en  el 
Parque,  que  como  las  de  palmas  caracterizan  el  pais. 

En  ornamentación  florestaU  no «e  usan  plantas  exóticas» 
y  ya  que  es  el  pensamiento  hacer  del  lago  un  museo  de 
plantas  acuáticas,  para  que  hagan  los  nenúfares  la  corte  á 
la  Vietoría^  nuestra  Reina  del  Alto  Paraná,  bueno  es  que  le 
hagan  sombra  desde  tierra,  plantas  y  árboles  de  la  tierra. 

EÍ  señor  Victorica  tiene  abundantes  almacigos  de  ombues 
de  que  debe  echarse  mano.  Hasta  por  lo  haragán  é  inútil, 
nos  representa.  Es  la  siesta  de  la  vejetacion;  pero  es  oscuros 
bello  de  forma  y  su  tronco  desafia  á  la  Ceilku  que  es  la 
reina  del  bosque  tropical ;  con  sus  peañas  y  sus  puntales 
como  si  hubieran  de  sostener  el  mundo.  Nada,  un  árbol 
fanfarrón  y  plebeyo.    Allí  está  bien. 

Perdonaráme  usted  que  haya  entrado  en  estos  detalles, 
por  ser  fácil  la  adquisición  de  las  plantas  indicadas  y  no 
dejar  al  Jardinero  introducir  otras,  por  no  reconocer  estas 
que  tiene  á  mano,  si  se  encarga  á  alguno  de  recolectarlas. 

Tengo  con  este  motivo  el  honor  y  el  placer  de  suscribirme 
su  affmo.  servidor. 


EL  SELLO   DE    LA   SOCIEDAD  AROENTIMA 

PROTECTORA    DE    LOS   ANIMALES 

(fii  NacUmal,  Agosto  8  de  188S.) 

Ha  hecho  muy  bien  el  Presidente  de  dicha  sociedad, 
haciendo  una  elegante  impresión  con  dicho  sello,  y 
acompañando  la  traducción  de  la  carta  de  remisión,  pa- 
ra hacer  conocer  y  amar  la  institución  que  representa. 
Todo  lo  que  es  forma  y  mejor  si  es  elegante,  se  hará 
excelente  entre  nosotros.  Está  pues  constituida  la  so- 
ciedad protectora  de  los  animales.  Todos  sabrán,  menos 
los  animales,  que  hay  unos  Protectores  que  no  tienen  á 
quienes  socorrer:  Sello,  comisiones,  actas.  Presidentes; 
todo,    menos   animales   socorridos   en  un  año:  por  qué? 


PR00RBS08  GBNBRALBS  369 

Porque  el  Ministerio  apenas  tiene  tiempo  de  rascarse;  y 
hace  cuatro  meses  que  la  Sociedad  anda  de  Herodes  á 
Pilatos,  sin  que  la  despachen. 

Y  sin  embargo  todo  marcha  admirablemente. 

La  sociedad  para  la  Protección  de  los  Animales  está 
ya  en  contacto  con  las  de  Londres  y  Nueva  York,  reci- 
biendo de  aquella  su  último  informe,  por  el  cual  cons- 
ta que  habia  recibido  once  mil  avisos  testificados  de 
vecinos  que  acreditan  dando  su  nombre  y  dirección  que 
han  presenciado  otros  tantos  casos  de  crueldad  con  los 
animales. 

Esto  hace  once  mil  socios  mas  por  la  acción  y  el  sen- 
timiento, como  la  policía  suministra  nueve  mil  mas,  por- 
que todo  su  personal,  principiando  por  el  Superintendente 
de  Policía  de  Londres  que  es  como  si  dijéramos  el  Pre- 
sidente de  Londres,  todos  están  al  servicio  de  aquella 
sociedad  de  buenas  gentes,  empeñados  en  que  los  ca- 
ballos sean  tratados  también  como  los  racionales;  pues 
merced  á  la  Magna  Carta^  á  estos  no  se  les  puede  moler 
á  palos. 

Buenos  Aires,  Julio  30  de  1882. 

Señor  D, 

Con  la  primera  impresión  del  sello  de  nuestra  Asocia- 
ción, cuya  vista  estamos  seguros  regocijará  k  usted  como 
socio,  ó  como  cristiano,  tengo  el  honor  de  acompañarle 
para  su  conocimiento  la  traducción  de  la  benévola  carta 
con  que  acompaña  el  sello  la  Sociedad  humana  de  Nue- 
va York  que  ha  querido  obsequiárnoslo.  Dice  así: 

Sociedad  Americana 
Protectora  de  Animales 

Cuartel  General,  Avenida  Cuarta 
Nueva  York,  Junio  3  de  1882 

Guilletmo  D.  Junor 

Secretario  Corresponsal  de  la  «Sociedad  Argentina  Protectora  de  los  Animales. 

Estimado  Señor: 

En  esta  fecha  remitimos  á  Vd.  el  sello  hecho  para 
vuestra  Sociedad,  el  que  se  servirá  Vd.  presentar  á  ese  cuer- 
po como  una  prueba  fraternal   de    aprecio,  ofrecida   por 

Tomo  zu.— 2é 


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t    ? 


370  OBRAS  hE  8ARMIBMTO 

esta,  la  Sociedad  madre  de  América,  á  una  organización 
hermana,  empeñada  en  la  misma  obra  humanitaria  de 
protejer  la  inferior  creación  de  Dios,  del  maltrato  ó  de  la 
crueldad. 

El  emblema  representa  la  misericordia,  interponiéndo- 
se entre  el  verdugo  y  su  victima,  cuyo  emblema*  ha  sido 
casi  universalmente  adoptado  ;por  las  sociedades  de  la 
confederación  humanitaria  aquí  y  en  el  extranjero,  por 
simbolizar  el  deber  que  incumbe  á  todo  hombre  y  á  to- 
da mujer  de  sano  corazón,  de  protejer  esa  raza  de  seres 
indefensos  á  quienes  es  deudor  el  hombre  de  la  mayor 
parte  de  los  beneficios  de  la  vida. 

Deseando  el  mejor  éxito  k  vuestra  Sociedad,  quedo  de 
Vd.  con  el  mayor  respeto. 

Enrique  Bergh^ 

Presldcüle. 

Con  este  motivo  tiene  el  gusto  de  saludar  á  Vd.  S.  S.  S* 

Domingo  F.  Sajimiento, 

Presidente. 

W,  D.  Junor, 

Secretario  Corresponsal. 

I  UNA  SENTENCIA   POLICIAL 

^  ;,  {Bl  Ifacional,  Agosto  17  de  1882.) 

y  Se  ha  publicado  un  extraño  documento  que  lleva  la  fir- 

ma del  señor  don  Marcos  Paz,  y  que  nos  deja  perplejos,  sin 
saber,  si  emana  de  la  Legislatura  de  Buenos  A.ires,  del 
Congreso  argentino,  del  Poder  Ejecutivo  Nacional  ó  de  la 
Suprema  Corte  en  apelación  de  fallo  de  abajo,  <}  essimple- 
V 1  mente  una  orden  á  un  comisario. 

El  comienzo  de  la  nota  «Aviso  á  usted»,  indica  esto 
último,  pues  solo  un  superior  se  dirijo  á.  un  inferior  cod 
esta  lisura,  sin  el  usual  « tengo  el  honor  dei>,  que  acostum- 
bran los  iguales,  entre  sí,  como  son  los  Ministros  Plenipo- 
tenciarios y  el  de  Relaciones  Exteriores. 
En  el  discurso  de  la  nota  hay  un  Dictamen  de  Asesor, 
\^  que  sirve    de    resolución,   lo  que  hace  suponer  que    este 

Asesor  es    un  Procurador   General    como   el  de  la  Corte 


•t 


> 


PHOGRBxfOS  OBNBRALB8  371 

Suprema,  ó  un    Fiscal,  con    facultades  y  nombramiento 
legal. 

No  es  esta  la  vez  primeía,  y  tememos  que  no  sea  la 
última,  en  que  hayamos  de  ocuparnos  de  este  singular 
poder  que  se  está  creando  con  cuatro  mil  veteranos  en  la 
ciudad,  y  que  no  solo  se  creerla  irresponsable  de  sus  ac- 
tos cuando  afectan  á  los  ciudadanos,  sino  que  también  se 
eregirá  en  juez  de  los  jueces,  y  en  lugar  de  llenar  un 
simple  mandato  de  amenet\  pasará  en  consultas  á  su  Asesor 
el  caso,  y  con  los  considerandos  de  derecho,  pondrá  no  ha 
lugar  á  la  orden  del  Juez  tal,  con  costas  y  repónganse  los  se- 
llos.— Paz. 

Esto  es  grave;  y  debemos  tratarlo  con  seriedad.  La 
sentencia  del  señor  Juez  Paz,  con  dictamen  de  Asesor,  tiene 
el  defecto  insanable  de  no  haber  dado  traslado  de  tal  dic- 
tamen á  la  parte  contraria,  el  Juez  correccional  Obligado,  á 
fín  de  que  pudiese  hacer  en  contra  del  dictamen  aseso- 
rado, algunas  de  las  observaciones  siguientes. 

La  policía  de  seguridad,  no  es,  excelentísimo  señor,  un 
cuerpo  deliberante,  sino  un  simple  ejecutor  de  las  senten- 
cias de  los  Tribunales.  Si  hubiere  que  ejecutarla  senten- 
cia de  muerte  de  un  reo,  la  fuerza  de  policía  que  es  la  que 
está  de  ello  encargada  en  otras  partes,  sin  someter  la  causa 
en  revisión  al  jefe,  ó  prevoste,  ó  mariscal,  la  ejecuta,  te- 
niendo la  sentencia  debidamente  legalizada  por  justifica- 
tivo. Sucede  lo  mismo  con  las  órdenes  de  citación,  arresto 
ó  prisión,  de  juez  competente,  que  se  cumplen;  y  no  es 
que  la  policía  sea  juez,  para  sabersi  el  juez  correccional  pue- 
de prendero  llamar  ásu  juzgado  aun  Diputado,  sino  es  «juez 
competente»  para  prender;  pues  el  cura  y  el  provisor  que 
son  jueces  de  ciertas  causas,  no  son  jueces  competentes 
para  prender. 

El  único  documento  en  caso  de  prisión,  que  la  policía 
trasmitirá  al  Alcaide  remitiéndole  el  arrestado,  será  la  or- 
den del  juez  que  lomando  arrestar  y  cuando  ese  reo  por 
habeas  corpus,  pide  que  se  vea  la  orden  de  prisión,  acusán- 
dola de  ¡legal,  el  juez  de  su  legalidad  tendrá  en  cuenta  las 
condiciones  é  inmunidades  del  arrestado,  para  ponerlo  en 
libertad,  pero  no  la  policía. 


372  OBRAS  DI  SARMIENTO 


I 


n 

Los  argumentos  del  abogado  asesor  del  Jefe  de  Policia« 
serian  excelentes  en  una  decisión  de  la  Cámara  á  que  per- 
tenece el  llamado  por  el  juez,  los  creemos  igualmente  va- 
lederos en  boca  del  mismo  Diputado;  pero  en  manera 
alguna  en  la  policía,  y  por  nota  al  juez  y  publicándola 
para  que  sirva  de  norma  á  todos  los  jueces  y  á  todos  los 
casos,  con  él  «le  aviso  á  usted  I »  . . . 
fi  La  autoridad  del  juez  se  hace  ilusoria  desde  que  la  sen- 

tencia del  Jefe  de  Policía,  niega  por  sus  fundamentos  la 
I  1  facultad  de  todos  los  tribunales  de  justicia  k  proceder,  sin 

:'  admitir  correcciones,  restricciones  y  lecciones  jurídicas  de 

I  ¡  un  empleado  de  la  policía  que  aprehende  reos,  como  los 

M  alguaciles  de  otros  tiempos,  ó  la  mariscalía  inglesa  ó  nor- 

|;  te-americana  dependiente  de  los  jueces. 

'  I ,'  Expondremos  la  doctrina  constitucional  sobre  las  inmu- 

,  ^  i  nidadas  de  los  diputados,  ya  que  no  somos  ni  comisarios  de 

.  ^  policía    para  arrogarnos  aunque  doctores,  la  facultad  de 

darla  como  dictamen  asesorado. 
Las  inmunidades  del  Diputado  son  exclusivamente  con- 
;  i  tra  arresto,  en  causas  civiles,  ó  de  mesne^  process^  eundo^  tnO' 

rando^  et  redeundo. 

Hablamos  del  derecho  parlamentario  original. 

Nuestra  Constitución  exigiendo  como   causa    de  prisión 

el  delito  infraganti,  parece  escluir  el  caso  del  crimen  que 

I  requiera  semi  plena   prueba   para  motivar  la  orden  del 

I  juez.    Hay  un  caso  que  está  omitido  en  la  Constitución  y 

es  el  de  breack  of  peace^  por  el  Diputado,  es  decir  tomar 
parte  en  alborotos  y  revueltas,  que  señalan  las  constitu- 
ciones normales.  También  parece  que  la  inmunidad  se 
extiende  sin  cesar  por  todo  el  tiempo  del  nombramiento, 
lo  que  sustraería  á  un  Diputado  á  las  justicias  ordinarias 
durante  su  mandado,  fuera  del  eundo^  morando  et  redeundo. 
Nuestra  jurisprudencia  debía  ajustarse  al  derecho  ori- 
ginal, á  saber,  por  el  término  de  las  sesiones,  para  que  no 
sean  influidas,  y  para  solo  los  casos  en  que  la  detención 
proceda  de  otras  causas,  que  de  crímenes  ó  delitos  ordi- 
narios. 


i; 


■I 


PROGRESOS  GBNBRALES  373 

Cuando  el  testimonio  de  un  Diputado  es  requerido  en  un 
proceso,  el  juez  tiene  que  pedir  venia  á  la  Cámara  á.  que 
pertenece  para  citarlo. 

En  caso  de  ser  el  encausado  el  mismo  Diputado,  veamos- 
lo  que  hay  de  práctica  á  este  respecto. 

En  Inglaterra  y  Estados  Unidos  el  Juez  procede  como  en 
los  casos  ordinarios;  y  después  de  abierto  el  proceso,  avisa 
á  la  Cámara  que  está  procesando  al  Diputado  N.,  por  el 
delito  que  verá  en  el  proceso  que  le  acompaña.  El  objeto 
de  este  aviso,  es  que  sepa  la  Cámara  porqué  no  asiste  uno 
de  sus  miembros  á  las  sesiones  y  donde  se  halla;  y  el 
acompañarle  la  causa  es  para  que  la  Cámara,  como  juez 
de  sus  propios  miembros,  ejerza  la  función  de  juez  ordina- 
rio en  escrito  de  Habeos  Carjnw^  y  juzgue,  si  está  la  orden 
de  prisión  conforma  á  las  reglas,  es  decir,  si  el  decreto  de 
prisión  fué  dado  en  forma,  etc. 

En  el  caso  ocurrido  aqui  con  el  Senador  Oroño,  se  pro- 
cedió de  otro  modo. 

El  Juez  de  la  causa  de  Iturraspe  acusado  de  conspira- 
ción, en  que  aparecía  complicado  Oroño,  por  cartas  encon- 
tradas al  reo  principal,  pidió  desaforo  á  la  Cámara,  acom- 
pañándole el  proceso.  El  Senado  se  dejó  seducir  por  la 
elocuencia  del  reo  que  dirigió  el  debate  sobre  si  se  habia 
de  poner  á  disposición  del  Juez  el  Senador,  y  por  unani- 
midad de  votos,  se  resolvió  que  nó,  enternecida  la  Cámara 
al  ver  en  ello  la  sevicia  del  Presidente  de  la  República 
contra  sus  enemigos  políticos. 

El  susodicho  Presidente  publicó  al  día  siguiente  el  hecho 
de  haber  sido  decidido  el  caso,  sin  su  participación,  en 
un  Consejo  de  Jurisconsultos,  entre  los  que  descollaban 
el  Procurador  de  la  Nación  doctor  Pico,  el  Jurisconsulto 
Yelez,  el  criminalista  Tejedor,  á  mas  de  los  Ministros. 

La  Corte  Suprema  mandó  seguir  la  causa,  no  obstante  la 
decisión  inicua  del  Senado,  sin  la  aprehensión  del  reo,  lo 
que  es,  aunque  no  se  siguiese,  parte  de  la  jurisprudencia 
que  prevaleció  en  aquel  caso  único. 

En  cuanto  á  la  jurisprudencia  verdaderamente  parla- 
mentaria, basta  citar  el  número  1665  del  Digesto  de  Wil- 
son.  «No  se  puede  invocar  el  privilegio  contra  acusaciones 
sobre  algún  acto  fuera  del  Parlamento,  porque  todas  las 
acusaciones  criminalesjson  contra  paccis  domini  regis.i^ 


^374  OUHAtt    UK   SAKUlIfiMTO 

Por  el  número  1652.  «En  general  los  privilegios  del  Par- 
lamento, tienen  todo  su  efecto,  escepto  en  ios  tres  casos 
siguientes — traición^  crimen  común  y  desorden  público! 

«Son  puestos  en  libertad,  número  1618,  los  Miembros  del 
Parlamento,  ahora  direciamente  por  decreto»  —  lo  que  su- 
pone que  han  estado  arrestados  sin  noticia  del  Parla- 
mento. 

1619 — «  No  pueden  tampoco  ser  presos  ni  aun  en  fuerza 
de  ejecución  mandada  por  sentencia.» 

1620 — «Ni  estar  sujetos  á  causa  alguna,  ni  á  ser  llama- 
dos ni  emplazados  ante  los  tribunales.» 

1821 — «Ni  aun  ser  citados  como  testigos.» 

1822 — «Ni  pueden  ser  embargados  sus  bienes  ni  sus 
tierras.» 

1823 — «Ni  sus  ()ersona8  asaltadas,  ni  sus  reputaciones 
dañadas.» 

Pero  todo  esto  es  fuera  de  los  tres  casos  especificados^ 
desorden  público— crimen  ordinario  y  traición. 

Ahora  para  poner  en  libertad  á  un  Parlamentario,  no  se 
pide  informe  al  Asesor  del  Alguacil  que  ha  de  prenderlo, 
sino  que  una  vez  preso  por  orden  de  Juez,  aunque  ilegal- 
mente,  aconsejan  los  autores. 

1627 — «Que  el  miembro  preso  ha  de  ser  puesto  en  liber- 
tad, sin  mas  requisito  que  el  de  la  ^  demanda^  y  no  por 
procuración  del  Jefe  de  Policía,  ó  mediante  el  «manda- 
miento de  habeas  corpus  bajo  la  autoridad  Federal,  ó  del 
Estado  según  el  caso»  y  no  por  la  policía  nacional  en 
caso  de  un  Diputado  de  Provincia. 

Veráse  por  estas  reglas  del  derecho  parlamentario,  corno 
aventurado  es  á  un  Asesor  suponemos  privado  de  un  Jefe 
de  Policía  novel,  dar  dictámenes  sobre  cuestiones  regidas 
por  la  Constitución,  y  k  dichos  jefes  tomar  resoluciones 
que  los  ponen  sobre  todos  los  tribunales  de  Justicia  y 
sobre  Congresos  y  Legislaturas,  determinando  por  si  y 
ante  si  la  jurisprudencia  que  deben  seguir  aquellos. 

¿Declara  con  fuerza  de  ley  el  señor  Jefe  de  Policía,  obli- 
gatoria á  todos  los  jueces,  presentes  y  futuros,  la  práctica 
intentada  y  no  consumada  ni  justificada  en  el  caso  de 
Qrono?  La  policía  hace  estas  declaraciones  y  obra  en 
consecuencia? 
¿Condena  ante  su  Corte  de  apelaciones  ó  de  error^  el  pro- 


* 


PROGRESOS  OBNBRALBS  375 

cedimiento  del  Juez  Superior  doctor  Obligado  cuyo  proce- 
der ha  sido  recto,  y  parlamentario? 

Prevendremos  al  señor  Jefe  de  Policía,  que  puede  igno- 
rarlo por  demasiado  jó  ven.  que  hay  dos  volúmenes  en  cuarto 
mayor  impresos,  de  desmanes,  atropellos,  crímenes,  come- 
tidos por  la  Policía  de  Buenos  Aires,  en  ese  mismo  lugar 
que  ocupa,  bajo  esa  misma  omnipotencia  que  va  asumiendo, 
para  que  se  detenga.  Es  el  Poder  Ejecutivo  á  quien  puede 
desobedecer  cuando  le  ordene  prisiones,  por  que  no  es 
juez  competente  para  prender,  sino  es  arrestar  por  desacato 
ó  en  estado  de  sitio.  A  los  jueces  no;  y  no  se  les  hacen 
humildes  reparos,  ni  k  V.  S.  pido  y  suplico^  dicíéndole:  «le 
aviso  k  Vd.  que  mi  Asesor,  á  consulta  mía,  ha  arreglado  las 
cosas  de  otro  modo. 

La  policía  va  á  ser,  siguiendo  este  camino,  un  ejército  de 
línea,  tendido  en  guerrillas  en  las  calles,  pronto  al  ataque, 
y  objeto  de  terror,  como  fué  antes  cuando  gritaban.  Mue- 
ran etc.  |Viva  doña  Encarnación  Ezcurra!  El  primer  inglés 
que  entró  en  el  abierto  Paraguay,  Mr.  Mansfield,  describe 
asi  lo  que  vio:  «Solo  una  vez  he  visto  al  Presidente  (López) 
desde  que  le  fui  presentado.  Encontróle  en  el  camino  en 
que  yo  me  paseaba  á  caballo;  como  él  volvía  á  la  ciudad 
desde  su  quinta  en  un  viejo  y  ridiculo  carruaje  que  era  el 
único  existente,  con  una  escolta  de  soldados  y  oñciales 
como  solo  la  Reina  llevaría. 

«Todo  el  mundo  está,  obligado  á  pararse  y  quitarse  el 
sombrero  cuando  pasa,  y  yo  hice  otro  tanto,  recibiendo  en 
cambio  un  complacido  saludo  de  su  parte.  En  tiempo  de 
Francia  todo  el  mundo  estaba  obligado  á  eacaree  el  sombrero  delante 
de  cada  soldado  policial;  y  los  muchachos  del  campo  que  no 
usan  vestido  alguno,  debían  llevar  sombrero  con  el  objeto 
de  saludarlos. 

«El  otro  día  fui  saludado  por  un  niño  desnudo  que  me 
quitó  el  sombrero.  Las  señoras  de  la  familia  real,  porque 
rey  alguno  es  mas  absoluto  que  este  anciano,  no  se  tienen 
apartadas  del  común  de  las  gentes,  sino  que  se  mezclan  á 
ellas  como  mortales  comunes,  aunque  tengan  mas  lujo 
como  que  son  mas  ricas — porque  todas  las  demás  familias 
han  sido  reducidas  á  la  pobreza  por  las  exacciones. 

«Lo  que  es  el  Presidente  rara  vez  vé  ó  recibe  sociedad. 
El  es  k  mi  juicio  el  hombre  mas  enteramente  aislado  del 


376  OBRAS  DE  6ARM1BNTO 

mundo,  y  á  diferencia  de  otros  reyes,  no  tiene  ni  ministros^ 
ni  consejeros  de  ninguna  clase;  todo  es  arreglado  por  el 
mismo;  y  por  él  exclusivamente  son  nombrados  los  emplea- 
dos. El  obispo  es  su  hermano  también;  y  el  general  del 
ejército  es  su  hijo.»  El  almirante  de  doce  años  era  tam- 
bién su  hijo. 

Todo  eso  es  historia  antigua.  No  la  principiemos  de 
nuevo.    ¿Quién  revoca  el  decreto? 

SOCIEDAD  PROTECTORA  DE  LOS  ANUALES 

HERRADURAS  CON    TACOS 

{El  Nacional  Jlgosto  n  de  iS^f 

Ayer  tuvo  lugar  una  interesante  conferencia  entre  el 
señor  Presidente  de  la  Municipalidad  y  el  de  la  Sociedad 
Protectora  de  los  animales,  acompañado  este  de  el  secreta- 
rio de  dicha  Comisión  Mr.  Meulay,  y  del  Dr.  Webster  con 
el  objeto  de  acordar  lo  conveniente  á  ñu  de  oponer  obstácu» 
lo  á.  las  frecuentes  caldas  de  los  caballos  de  los  tramways 
ó  de  carga,  á  causa  de  resbalar  por  falta  de  asidero  de  la 
herradura  sobre  la  lisa  superficie  de  la  piedra  del  adoqui- 
nado. 

Presentáronse  unas  diez  muestras  de  herraduras  que 
por  medio  de  ciertas  modificaciones,  opondrían  la  esperada 
resistencia,  adhiriendo  al  pavimento. 

Pareció  mas  perfecto  el  modelo  que  presentó  el  Dr.  Webs- 
ter, munido  de  un  taco  de  acero  al  frente  y  doB  en  las 
puntas  traseras,  sobre  los  cuales  reposarla  el  peso  del  ani- 
mal, dejando  el  resto  de  la  herradura,  como  unión  entre 
estos  tacos  lo  que  daría  lugar,  no  tocando  en  el  suelo  á 
darle  mas  ó  menos  espesor^  según  que  fuese  para  caballo 
de  tiro,  ó  de  carga.  Convínose  en  aceptar  el  modelo  que 
presentaría  el  señor  Webster,  después  de  haber  hecho 
ejecutar  las  correcciones  convenidas. 

Con  ellas  se  harían  cien  pares  de  herraduras  que  serAn 
puestas  á  prueba  en  los  caballos  de  los  carros  del  servicio 
de  la  policía,  y  reconocidos  sus  efectos  por  medio  de  visitas 
de  inspección  á  que  el  señor  Presidente  de  la  Municipa- 
lidad invitará  á  los  señores  socios. 


PROaKBdOS  GENERALES  377 

Quedó  por  su  parte  el  Presidente  de  la  Sociedad  de 
pedir  á  la  de  Nueva  York,  con  la  cual  está  en  correspon- 
dencia, una  barrica  de  herraduras  de  las  mejores  que  estén 
en  uso,  buscando  los  mismos  resultados.  Ya  la  sociedad 
habia  pedido  k  Londres  y  Estados  Unidos  cien  pares  para 
comparar  las  condiciones  de  construcción  y  calidad  de 
acero,  de  las  que  se  sirven  en  ambos  paises. 

El  Nacional^  ha  demorado  la  publicación  de  un  extenso 
articulo  del  Times  traducido,  en  que  aquel  diario  da  cuenta 
de  los  magníficos  festejos  del  cumpleaños,  cincuenta  y 
ocho  de  la  sociedad  para  evitas  la  crueldad  con  los  anima- 
les, que  como  se  sabe  es  una  gran  función,  por  cuanto  con* 
curre  la  nobleza  y  la  fínanza  á  oír  leer  el  informe  anual 
que  el  Presidente  presenta  á  los  numerosos  miembros  de 
ella,  dando  cuenta  de  los  trabajos  del  año. 

Este  año  el  Informe  anual  da  cuenta  de  una  carta  de  la 
Reina  Victoria,  solicitando  de  la  Sociedad  haga  valer  su 
prestigio  en  Irlanda,  k  fin  de  que  no  desgarreten  ú  mutilen 
los  ganados  y  caballos  los  facciosos,  por  dañar  á  los  land- 
lores  ó  propietarios,  á  causa  de  las  cuestiones  políticas  que 
irritan  los  ánimos. 

En  Buenos  Aires  el  Gobierno  y  la  Policía,  estando  como 
están  á  mayor  altura  que  aquellos  funcionarios  ingleses» 
lejos  de  pedirle  auxilio  á  sus  congéneres  aqui,  están  toda* 
vía  en  duda  si  existe  realmente  una  Sociedad  Protectora  de 
los  Animales,  no  obstante  pasar  de  ciento  veinte  los  sociosi 
haber  solicitado  seis  ú  ocho  mas  ser  recibidos  por  tales; 
tener  sello,  estar  distribuyéndose  diplomas  sobre  cartulina 
y  de  esquisito  dibujo  y  grabado,  y  estar  en  relación  con  las 
de  otros  países. 

Lo  que  le  falta  es  poder  obrar,  y  la  Policía  celosa  del 
cumplimiento  de  sus  deberes,  no  ha  reconocido  todavía  la 
conveniencia  de  que  tales  caballeros  se  pongan  en  contacto 
directo  con  los  vigilantes,  á  quienes  deberán  dirigirse 
cuando  necesiten  obrar;  pues  no  teniendo  los  socios  facul* 
tades,  no  pueden  hacer  cumplir  las  leyes. 

Es  hasta  hoy  una  sociedad  de  papel,  que  no  ha  tenido 
el  gusto  de  protejer  bestia  de  ningún  género,  no  obstante 
que  presencia  escenas  de  crueldad  y  barbarie  que  no  nos 
chocan  suficientemente;  por  que  estaraos  demasiado  habi» 


378  OBRAS  ÜK    84HMIBNTO 

tuados  á  oir  y  ver  cosas  peores,  porque  no  nos  llama  la 
atención  lo  que  es  simplemente  bárbaro. 

Guando  la  Sociedad  entre  en  función,  menos  de  un  año 
ha  de  bastar  para  despertar  el  interés  púMico  }'  el  de  los 
mismos  carreros  y  matanceros,  pues  el  hábito  no  desapro- 
bado es  el  que  da  mareen  á  la  repetición  de  tantas  violen- 
cias. 

P03TCRIPTÜM 

El  señor  Presidente  de  la  Municipalidad  ha  presentado 
Intimamente  tres  modelos  corregidos  de  herraduras/y  sobre 
ellos  se  ha  convenido  hacer  el  ensavo. 

EL  PRIMERO  DEL  RUNDO 

m  Naekmal,  SeUembre  1«  de  l8Si.) 

Culpan  á  los  yankees  de  la  manía  de  encontrar  que  lo 
que  les  atañe,  es  según  ellos,  the  fint  ofíhe  world. 

Con  sus  cincuenta  millones  de  habitantes,  sus  cereales 
por  cientos  de  millones  de  bushels,  bien  pueden  permitii^e 
estas  licencias  poéticas;  pero  raya  en  la  ceguedad  jactarse 
de  haber  construido  con  medio  millón  de  habitantes  la 
Penitenciaria,  cuyo  lujo  no  se  permitiría  la  Inglaterra  con 
treinta  millones. 

El  mismo  efecto  produce  el  cálculo  comparativo  de  los 
provechos,  que  dejará  el  Banco  de  la  Provincia,  siguiendo 
en  las  proporciones  de  hoy. 

«Se  puede  prever,  dice  un  economista,  que  dentro  de 
algunos  años,  el  capital  del  Banco  de  la  Provincia  de  Bue- 
nos Aires  habrá  excedido  al  del  Banco  de  Francia, 
(182.500.000  fr.)  y  que  en  un  porvenir  no  muy  lejano,  tendrá 
iü  capital  realizado  mayor  de  todos  los  establecimientos 
bancarios  del  mundo.» 

Gomo  la  plata  que  acumula  un  Banco  no  llueve  del  cielo, 
diñó  que  es  un  impuesto  que  cobra  á  los  particulares  que 
se  sirven  de  sus  fondos;  y  como  estos  particulares  que 
toman  dinero  prestado,  son  un  reducisimo  número,  de  una 
ciudad  que  no  tiene  trescientos  mil  habitantes,  puede  cal- 
cularse la  enormidad  de  las  sisas  que  cobra,  cuando  tan 


PROOKfCSOS  QENBRALBS  379 

<;orto  número  de  personas  pueden  dejar  lana  bastante,  para 
que  se  forme  en  el  Banco  usurario,  capital  igual  al  de  la 
Banca  de  Francia  que  sirve  á  ios  negocios  de  una  nación 
de  treinta  y  seis  millones,  á  los  de  Inglaterra  á  veces,  y  á 
los  de  Europa  misma. 

La  moral  del  cuento  seria  en  lugar  de  envanecernos  de 
hacer  tan  grandes  despilfarros,  por  que  el  Banco  es  res 
nulUuSy  de  la  fortuna  particular,  y  cercenar  á  los  negocios 
tan  grandes  sumas,  del  provecho  que  dejarían,  ver  en  donde 
esté  el  mal  y  reformarlo,  y  no  que  nos  enva:.e7camos  de 
lo  que  menos  honor  puede  hacernos. 

El  Congreso  económico  debiera  estudiar  esta  cuestión,  é 
indicar  donde  está  el  abuso. 

Gomo  ya  se  ha  experimentado,  un  mal  gobierno  por  año 
basta  para  distraer  millones  de  esas  sumas  y  gastos  im- 
productivos. 

LA  HIARINI  HOY 

Un  cronista  se  queda  de  que  no  lo  hubiesen  aguardado, 
anticipando  la  salida,  ciertos  paseantes  que  debían  en  dia 
festivo  visitar  la  Isla  de  Martín  García.  Despechado  de 
haberse  quedado  con  los  arreos  de  tourista  ó  de  marinero 
creyó  descubrir  que  eran  Senadores  y  Diputados  los  que 
debieron  ser  sus  compañeros,  y  echando  á  volar  las  conje- 
turas negras,  supuso  que  iban  á  reconocer  y  examinar  las 
fortalezas  de  Martín  García. 

Mayor  chasco  debieron  darse  los  Diputados  y  Senadores, 
si  es  cierto  el  cuento,  al  llegar  á  la  Isla,  y  notar  que  se  les 
habían  quedado  en  tierra  las  antiparras  para  ver  fortale- 
zas, no  sospechando  los  mas,  sino  todos,  que  estas  obras 
del  mas  consumado  arte  militar,  no  se  alcanzan  k  ver  k 
la  simple  vista,  ni  aun  siendo  diputados,  ni  ministros. 

Por  lo  que  puede  serles  útil,  les  daremos  algunos  datos 
muy  frescos. 

Ha  habido  un  bombardeo  en  Alejandría,  como  se  sabe, 
practicado  sobre  fortalezas  de  tierra,  por  la  escuadra  in- 
glesa, que  después  de  cuatro  horas  de  cañoneo  desde  la 
rada,  logró  apagar  los' fuegos  de  todas  las  fortiflcaciones^ 
abandonándolas  las  muy  maltratadas  tropas  y  alejándose 
«de  Alejandría,  cuya  ciudad  famosa  en  la  historia  por  el 


380  0BRA8   Dh  8ARMIBNT0 

nombre  de  8U  fundador  Alejandro,  que  llevaba,  fué  entre- 
gada á  las  llaaias,  desapareciendo  del  haz  de  la  tierra  uno 
de  los  mas  antiguos  y  grandes  emporios  del  mundo  antiguo. 

Los  fuertes  que  defendían  á  Alejandría  estaban  bien 
artillados,  con  piezos  Armstrong  de  23  pulgadas  de  calibre 
que  es  de  la  mas  gruesa  artillería  que  ha  salido  de  su& 
fábricas,  con  mayor  cantidad  de  menos  calibre  de  la  misma 
fabricación. 

Los  artilleros  eran  buenos;  pero  tuvieron  que  ceder  al 
mayor  calibre  y  certeza  de  tiro  de  los  ingleses,  quienes  les 
aventajaban  ademas. 

1*  Por  el  aseo  y  conservación  de  todo  el  material  pues 
una  pieza  mal  tenida,  con  material  poco  cuidado,  es  me- 
nos espedita  y  eficaz  que  las  que  se  conservan  esmeradas. 

So  Artilleros  rudos,  ignorantes,  como  algunos  indios  que 
tenemos,  inferiores  al  felata  egipcio,  retardan  el  servicio  de 
la  pieza,  y  disminuyen  su  eficacia. 

S°  ¿Cómo  disimulai*8e  que  los  tostados  y  apenas  educados 
egipcios  han  de  hacer  menos  certera  puntería  que  los 
cristianos,  y  mejor  si  son  ingleses? 

4°  Tras  de  todas  estas  desventajas  de  detalle,  que  en 
cuatro  ó  seis  horas  de  fuego,  suman  una  cantidad  enorme 
de  tiros  que  han  recibido  y  no  han  devuelto  en  propor- 
ción, queda  lo  esencial  que  es  el  enorme  calibre  de  las 
piezas  de  los  tres  mas  formidables  acorazados  que  tiene 
la  Inglaterra,  y  uno  de  ellos  que  no  tiene  Nación  alguna. 
Esto  es  lo  que  queremos  hacer  notar  k  nuestros  visitantes 
de  fortificaciones  y  escuadras,  á  fin  de  que  sepan  lo  que  en 
ello  se  contiene. 

Los  ingleses  hicieron  jugar  sobre  los  fuertes  de  Alejandría 
24  cañones  de  23  li2  centímetros,  23  cañones  en  parte  de  28« 
en  parte  de  30  centímetros,  y  cuatro  de  cuarenta  y  medio 
centímetros. 

Las  piezas  de  los  fuertes  egipcianos,  cuyo  número  se  ig* 
ñora,  eran  de  calibre  de  250  milímetros,  del  peso  de  18 
toneladas,  construcción  sir  W.  Armstrong,  y  que  había  en 
número  muy  considerable  piezas  de  23  centímetros  del 
mismo  constructor,  pesando  15  toneladas. 

Para  darse  una  idea  de  esto,  bastará  decir  que  un  cañón 
;.^  /  egipcio  de  23  centímetros,  lanzaría  con  una  rapidez  de  400 

metros  por  segundo,  un  proyectil  de  113  kilómetros  de  peso« 


;*-   ♦ 


PK00RES08  0ENERALB8  381 

-que  k  900  metros  atravesarla  una  plancha  de  hierro  de  21 
centímetros  (un  cuarto  de  espesor),  mientras  que  el  canon 
mas  reciente  inglés  del  mismo  calibre,  daría  al  mismo 
proyectil  una  velocidad  de  520  metros,  bastante  para  hacer 
atravesar  á  la  misma  distancia  una  plancha  de  cuarenta  y 
cinco  centímetros  (media  vara). 

Esta  es  la  diferencia  entre  las  armas  de  reciente  cons- 
trucción, que  no  tanto  aumentan  su  poder  por  el  mayor  ca- 
libre, cuando  por  la  calidad  de  la  pólvora  usada  y  la  cantidad 
que  corresponde  á  cada  uno  de  ellos;  «pólvora  especial  de- 
terminada, dicen  los  tratadistas,  para  los  gruesos  calibres 
dependiendo  del  peso  de  los  proyectiles  que  se  proponen 
lanzar». 

De  estos  defectos  adolecían  los  cañones  de  los  egipcios 
amas  de  la  imperfección  de  que  los  montajes,  el  mal  esta- 
do de  conservación  y  lo  mal  resguardado  de  los  artilleros, 
mientras  los  de  los  cañones  ingleses  estaban  á  cubierto  ba- 
jo torres  blindadas;  tanto  que  después  de  un  combate  de 

4  horas  contra  2  fuertes  egipcios,  se  redujeron  las  bajas  á 

5  muertos  en  4  buques  y  27  heridos  distribuidos  en  mayor 
número,  lo  que  reduce  á  menos  de  una  guerrilla  en  tierra. 
La  otra  inferioridad,  no  obstante  el  valor,  venia  del  bárbaro, 
poco  diestro,  y  destituido  de  exactitud  y  precisión  en  sus 
movimientos. 

Un  detalle  curioso  no  debemos  omitir,  aunque  no  tenga 
aplicación  á  nuestras  guerras; y  es  que  gracias  á  la  reciente 
colocación  de  la  artillería  en  los  mas  grandes  buques  in- 
gleses, el  Temeraire  y  el  Inflexible  batían  á  su  fuerte  con  los  de 
retaguardia,  con  lo  que  consiguieron  hacer  callar  sus  fuegos. 

Bástenos  estos  datos,  para  poner  en  conocimiento  de 
nuestros  guerreros.  Senadores  y  Diputados,  cual  es  el  poder 
de  ataque  que  poseen  los  acorazados  recientes  contra  las 
fortalezas  de  tierra,  repitiendo  las  palabras  del  autor  que 
nos  lo  suministra,  diciendo  á  los  paseantes  á  Martin  García, 
que  tienen  en  mano  el  podercomo  la  responsabilidad,  «que 
tienen  el  deber  de  rodearse  de  todos  los  datos,  de  pesar 
todos  los  datos,  de  pesar  todos  los  testimonios,  de  desconfiar 
sobre  todo  de  la  ignorancia  como  de  la  adulación^  que  casi  siempre 
andan  juntas.» 

Sacaremos  la  misma  consecuencia  para  nosotros  que  un 
conocedor  saca  para  la  Francia  del  resultado  de  la  tomada 


382  OBRAS  DE  SARMIENTO 

Alejandría,  y  es  que  puede  decirse  «sin  error  y  sin  presun- 
ción, que  los  puertos  y  las  ciudades  abiertas  del  litoral  no  puedem 
defenderse  eficazmente  contra  los  poderosos  medios  de  ataque 
de  que  disponen  actualmente  los  acorazados  de  última  cons- 
trucción, sino  por  medio  de  líneas  de  torpedos  fijos,  de  tor- 
pedos automáticos  y   de    botes  torpedos».    Esa   seria    la 
defensa  mejor  de  Martin  Garda.  Aconséjase  ademas  la  po- 
sesión que  mas  conviene  á  nuestros  ríos  de  guarda  costas, 
cañoneras    acorazadas,  algunas  con    espolón  y  otras  que 
sostengan  una  sola  enorme  pieza  como  tenemos  afortunada- 
mente algunas. 

Solo  á  estas  condiciones  se  podrá  evitar  dice  un  escritor 
marítimo  francés,  que  acorazados  como  el  Alexandra,  e\  Te- 
merario,  el  Inflexible^  vengan  á  apoderarse  de  noche  á  cinco  y 
seis   kilómetros  de  la  costa,  para   incendiar  y  destruir  i  ai- 
pune  é  inevitablemente  nuestros  arsenales  y  nuestros  puer- 
tos de    comercio*»  Esto  para  Francia,  que  para  nosotros  le 
agregaríamos  Buenos  Aires,  Montevideo  y  Rosario  que  es- 
tán tratando  para  servir  de  blanco,  á  los  buques  de  nueva 
construcción. 

Creemos  que  no  están  demás  las  observaciones  que  pre- 
ceden, cuando  el  público  se  preocupa  de  temores  de  guerra. 

Un  artículo  que  abunda  en  el  país  y  deque  hemos  hecho 
grande  uso,  el  valor  personal,  es  de  poca  importancia  en 
nuestras  guerras  modernas,  sobre  todo,  si  son  marítimas, 
pues  como  se  ha  visto  en  Alejandría,  se  puede  pelear  á  la 
sombra  de  una  torre,  y  tomar  ciudades  y  rendir  fortalezas 
sin  pérdida  casi  de  un  hombre.  Lo  que  se  necesita  es  dine- 
ro, mucho  dinero:  fierro,  mucho  fierro.     • 

Hay  ya  cañones  de  cien  toneladas  de  peso,  que  se  cargan 
con  diez  y  siete  arrobas  de  pólvora  y  mandan  un  proyectil 
de  una  tonelada  de  peso.  Para  defenderse  de  tales  taladros 
se  necesita  corazas  de  60  centímetios  y  ya  se  están  constru- 
yendo de  90,0  una  vara  de  espesor  del  hierro. 

LA  COLONIA  CORESA 

Por  la  colonia  «Conesa»,  no  pasan  años. 

Es  un  mito  según  el  Diputado  por  Tucuman,  que  quería 
hacer  comprender  al  Ministro  Irigoyen,  la  diferencia  que 
hay     entre    600  raciones  [y  seiscientos  habitantes  que  no- 


PKOORBSOtf  GBNBKALBS  383 

existen  en  la  tierra,  aunque  haya  una  partida  de  veinte  y 
cuatro  mil  fuertes  en  raciones  para  una  cotonía  que  tiene 
dos  escuelas  presupuestadas,  con  tres  maestrossín  niños  de 
firme,  á  mas  de  trescientos  pesos  de  gastos  de  entreteni- 
miento. 

¿Existen  los  seiscientos  habitantes?  Cómo  se  llama  el 
Juez  de  Paz?  Cuántas  habitaciones  hay  y  sobre  todo^  ¿na 
han  cosechado  nada  en  dos  años,  ni  adquirido  medios  de 
subsistencia? 

Este  es  el  sistema  entablado  de  crear  colonias,  para  crear 
lo  único  que  no  decrece,  ni  se  acaba  y  son  las  raciones,  y 
son  ciertos  proveedores  y  ciertos  militares,  donde  no  hay 
municipalidad. 

Añádese  á  esta  falta  de  comprobantes  de  la  exigencia  de 
la  cosa,  el  hecho  que  la  generalidad  ignora,  y  es  que  la 
colonia  aConesa»  es  una  tentativa  de  hacer  una  población 
de  indios  solos,  sin  blancos,  sin  cristianos,  escepto  el  poco 
cristiano  Comandante  y  el  poco  filántropo  proveedor. 

Este  es  el  país  de  los  ensayos.  Si  existieran  tales  seis- 
cientos indios  en  «Conesa»  este  año,  como  pretendió  el 
presupuesto  de  creación  ahora  dos  años,  dentro  de  diez 
serán  los  mismos  seiscientos  indios  sucios,  borrachos,  rate- 
ros, viviendo  en  toldos,  cuando  mas  en  ranchos. 

El  indio  no  aumenta  en  número,  cuando  está  solo,  porque 
la  civilización  lo  destruye^  como  se  ve  en  las  islas  de  Sand- 
wich, y  otras.  Los  jesuítas  hicieron  colonias  de  indios 
solos;  pero  amas  de  que  no  ha  subsistido  ninguna,  por 
el  vicio  mismo  de  su  conformación,  los  jesuítas  los  edu- 
caban, trabajando  para  los  jesuítas,  bajo  su  inmediata 
dirección  y  no  dejándoles  nada  á  su  albedrio.  En  ningu- 
na parte  los  españoles  hicieron  colonias  de  indios,  y  donde 
como  en  Méjico  y  Rioja,  hicieron  lo  que  se  llama  ¡os  Pueblos^ 
ahi  están  después  de  tres  siglos,  las  mismas  madrigueras 
de  pobres,  en  ranchos,  sin  industria,  sin  artes. 

Eso  sucede  ya  con  «Conesa».  Diputados  tan  serios  como 
el  señor  Presidente  de  la  Cámara,  y  los  varios  que  toma- 
ron la  palabra,  sostuvieron  por  constarles,  que  la  tal  colo- 
nia son  unos  cuantos  toldos,  como  no  pueden  dejar  de  ser, 
pues  el  señor  Zeballos  ha  visto  en  el  Sur  á  los  indios  á 
que  se  daban  materiales  para  rancho,  desparpajarlos  para 
construirse  toldos.    Pero   el   señor  Ministro   tiene  una  fe 


'!.\  ^ 


384 


OBRAS  DB  SARMIENTO 


incontrastable  en  las  partidas  del  presupuesto.  24.000  pesos 
para  seiscientas  raciones,  para  los  habitantes  posibles, 
inmutables  de  «Conesa».  Eso  es  práctico,  incontrovertible; 
los  24.000  pesos,  ni  un  centavo  menos,  y  la  Cámara  cedió 
ante  aquella  lógica  que  consistía  en  dejar  decir  y  repetir 
lo  mismo  refutado:  Y  luego  600  raciones  suponen  600 
estómagos!  Cómo  había  de  pedir  el  G-obierno  una  ración 
mas  de  las  6lK)? 

LOS  CALIBRES  DE  LA  CRÍTICA 

(El  Naeiomh  Septíembre  15  de  I88i.) 


V^ 


l\: 


90 

>  ^ 


El  Nacional,  ha  referido  con  motivo  de  una  visita  á  Mar- 
tin Garcia,  lo  que  dicen  escritores  especíales  sobre  el  al- 
cance y  poder  de  la  artillería  puesta  en  ejerció  por  los 
ingleses  en  Alejandría. 

Ciertos  diarios  aseguran  que  eran  esos  hechos  de  todos 
conocidos  aquí,  donde  como  se  vé  lo  sabemos  por  intui- 
ción. El  Standard^  es  natural  que  lo  supiese,  y  nos  guar- 
dará el  secreto.  Confesamos  ingenuamente  que  no  sabía- 
mos los  resultados  obtenidos  en  Alejandría  por  la  artillería 
reciente^  y  nos  llamó  la  atención  en  la  Revue  Scientifique  et 
Litleraire  un  artículo  de  catorce  columnas,  destinado  á  llamar 
la  atención  del  Gobierno  y  marinos  franceses,  sobre  los  re- 
sultados de  aquel  combate  que  aquí  parece  eran  conocidos. 

El  Nacional  para  no  ser  acusado  de  pedantería  no  dio  por 
por  suyas  aquellas  revelaciones,  sino  que  dijo:  «seguir  en 
ellas  el  autor  que  tenía  por  delante»,  añadiendo  que  era 
dirigida  á  la  Francia  y  no  á  nosotros,  aquella  muy  signifi- 
cativa frase  de  admonición  «que  el  bombardeo  de  Alejan- 
dría prueba  que  los  puertos  y  las  ciudades  abiertas  en  el 
litoraleño  pueden  defenderse  eQcazmente  contra  los  pode- 
rosos medios  de  ataque  que  poseen  actualmente  los  acoraza- 
dos, sino  es  por  medio  de  torpedos  etc.» 

¡Sabían  eso  en  Francia,  todos,  el  público? 

Es  entonces  el  autor  que  seguíamos  el  pedante^  pues  no 
se  para  en  decir  á  los  franceses,  dirigiéndose  á  todos  aque- 
llos que  por  cualquier  motivo  tengan  el  deber  de  asegurar 
el  territorio,  la  libertad  del  comercio  marítimo,  y  ver  el 
partido  que  pueden  sacar  de  estos  datos.  «Toca al  ñn  ala 


7 


PROGRESOS  GENERALES  385 

opinión  pública  ilustrada  sobre  los  peligros  qw  amenazan  al 
paiSf  de  investigar  y  de  resolverse  á  tiempo  á  los  esfuerzos 
necesarios  para  conjurarlos.» 

Si  esto  se  puede  decip  &  la  Francia,  no  vemos  porque  no 
podamos  decir  k  nuestra  opinión  pública,  á  nuestros  Dipu- 
tados que  van  á  Martin  Garcíai  que  aetualmente  los  medios 
de  defensa  de  tierra  son  inferiores  á  los  ataques  de  mar, 
que  es  inútil  fortificar  islas  como  Martin  García,  á  cual- 
quiera costa,  porque  acaba  de  verse  en  Alejandría  la  inte- 
rioridad de  los  medios  de  defensa. 

Hasta  1864  la  defensa  era  superior  al  ataque,  desde  los 
tiempos  de  Vauban.  Tenemos  torpedos  y  podemos  aumen- 
tarles, hé  aquí  la  moral  del  cuento;  pero  nunca  están  de  mas 
estas  prevenciones,  aun  para  los  militares  y  marinos, 
•cuanto  mas  para  los  civiles  que  duerman  en  paz  sobre  la 
<)reencia  en  que  están  de  tener  todos  los  medios  de  resis- 
tencia. 

Hay  un  hecho  que  debe  recordarse  siempre,  para  no  dor- 
mirse sobre  sus  laureles. 

Los  cañones  Krupp  de  la  Prusia,  estuvieron  en  la  Expo- 
sición de  París,  sin  que  el  Gobierno,  ni  fe  Génie^  ni  los 
hombres  especiales  se  tomaran  el  trabajo  de  examinar  la 
materia  de  que  estaban  compuestos,  sus  formas  y  alcance. 
4 Qué  necesitaban  verlos  franceses  de  Austerlitz  en  mate- 
ria de  cañones?  Dos  provincias  les  costó  el  descuido  ó 
el  menosprecio,  teniendo  hoy  toda  su  artillería  rehecha 
por  aquellos  modelos. 

Es  mas  serio  de  lo  que  se  cree  entre  nosotros  el  estar  al 
corriente  de  estos  resultados  obtenidos  por  la  artillería 
moderna.  Ya  hemos  visto  que  con  solo  cambiar  de  calidad 
de  pólvora  según  los  calibres,  se  obtiene  casi  el  doble  de 
velocidad  y  por  tanto  de  potencia.  Hemos  cambiado  nos- 
otros de  pólvora? 

DESCENTRALIZACIÓN    URBANA 

Debemos  llamar  la  atención  del  Gobierno  nacional  y  de 
la  Municipalidad  sobre  la  urgencia  de  promover  la  des- 
centralización de  la  población  y  del  movimiento  comercial 
y  administrativo  en  la  ciudad  de  Buenos  Aires. 

Tomo  m.— ^ 


386  OBRAB  DB  SAEMIXNTO 

En  86Í8  cuadras  de  frente  por  seis  de  fondo  se  encuentran 
reunidos  el  Palacio  de  Gobierno  Nacional,  el  Palacio  del 
Correo,  la  Capitanía  del  Puerto,  el  Congreso,  la  Municipa- 
lidad, la  Policía,  los  Tribunales  de  la  Capital  y  de  la  Na- 
ción, el  Crédito  Público,  y  el  Palacio  Arzobispal,  esto  es» 
casi  toda  la  administración  de  la  Nación  y  de  la  Capital. 

En  el  mismo  radio  tenemos  la  Aduana,  la  Bolsa,  los  siete 
Bancos  de  la  ciudad,  lo  que  trae  la  aglomeración  del  co- 
mercio mayorista  y  de  los  agentes  de  negocios,  los  agentes 
de  cambio,  y,  para  complemento,  en  ese  reducidísimo  espa. 
cío,  se  han  reunido  las  principales  iglesias,  los  centros 
sociales,  los  establecimientos  de  educación  superior,  los 
teatros  principales,  y  con  ellos,  se  vienen  agrupando  las 
clases  acomodadas  y  las  tiendas  de  lujo. 

Como  complemento,  se  conserva  en  el  mismo  radio,  un 
mercado,  un  hospital  y  dos  conventos. 

La  consecuencia  de  esa  triple  concentración  es  la  carestía 
creciente  de  los  alquileres,  la  estrechez  y  lo  insalubre  de  las 
habitaciones. 

Se  hace  cara  la  vida,  se  grava  el  comercio  grande  y 
chico,  con  un  gasto  fijo  considerable  que  contribuye  ai 
malestar  de  muchas  casas  de  comercio  át  la  vez  que  refluye 
en  perjuicio  de  toda  la  población  de  la  Capital  y  de  las 
provincias,  puesto  que  el  aumento  constante  de  gastos 
generales  tiene  al  ñn  que  recaer  sobre  el  consumidor,  y 
en  vasta  escala, restringiendo  la  concurrencia. 

Esta  cuestión  merece  ser  estudiada  muy  seriamente. 

La  concentración  presenta  ventajas,  pero  no  la  concen- 
tración absoluta. 

Debemos  aspirar  á  que  el  movimiento  administrativo  se 
opere  en  un  centro  reducido,  evitándose  pérdidas  de  tiempo, 
que  las  casas  concurrentes  del  comercio  se  agrupen,  y  que 
la  disminución  de  las  distancias,  permita  la  mayor  activi* 
dad  de  las  transacciones  financieras,  pero,  esas  concentra- 
ciones deben  ser  parciales,^y  operarse  en  barrios  distintos. 
Por  una  parte  los  Tribunales  y  todos  sus  agentes,  que 
viven  de  las  desgracias  sociales,  por  otras,  la  Administra- 
ción Nacional  y  gran  parte  de  sus  dependencias,  las  autori- 
dades eclesiásticas,  la  Administración  Municipal  etc.,  bien 
pueden  hallarse  situadas  en  distintos  parajes  de  la  ciudad. 
Esparcidos  esos  establecimientos  en  diversos  barrios,  los 


s  J        ■       .   '      ■     ■  I       ■  •  ■      ~    ■  t^» ■ 


PROQKBSOS  0BMERALB8  387 

seguirían,  poco  á  poco,  gran  parte  de  las  familias  y  de  lae. 
casas  de  menudeo  que  hoy  se  agrupan  en  este  centro,  que 
por  su  situación  especial  debe  pertenecer  al  comercio  mayo- 
rista y  al  movimiento  financiero. 

Dificilmente  podría  operarse  en  esta  ciudad  ningún  cam- 
bio mas  conveniente  en  sus  condiciones  económicas  é  higié- 
nicas, y  de  mas  urgente  necesidad. 

El  costo  de  la  construcción  de  los  edificios  administra- 
tivos en  los  divensos  barrios  de  la  ciudad,  seria  ínfimo  com- 
parado con  el  de  las  obras  del  gran  boulevard  proyectado. 

Hay  que  considerar,  además,  los  beneficios  de  una  y  otra 
clase  de  obras. 

El  gran  boulevard  no  proporcionaría  á  esta  ciudad  mas 
que  un  desahogo  mezquino,  mientras  que  la  descentrali- 
zación, que  indicamos^  la  pondría,  de  una  vez,  en  las  con- 
diciones esenciales  para  que  pueda  adquirir  el  amplio 
desarrollo  que  le  corresponde. 

Por  otra  parte,  las  construcciones  del  gran  boulevard 
serian  económicamente  tan  inconvenientes  como  favorables 
las  otras  obras. 

Con  el  sistema  de  centralización  actual,  sea  angosta  ó 
sea  ancha  la  caite  de  Rivadavia,  la  vida  toda  de  la  pobla- 
ción quedaría  siempre  concentrada  en  las  pocas  cua<iras 
en  que  está,  no  se  alejarían  de  este  centro,  ni  los  escrito- 
rios de  comercio,  ni  las  oficinas  de  los  abogados,  ni  las 
tiendas  lujosas,  ni  los  grandes  y  pequeños  establecimien- 
tos, ni  las  familias  que  se  disputan  las  pulgadas  de  te- 
rrenos, hasta  privarse  del  aire  y  de  la  luz  necesarias. 

Ya  tenemos  Boulevares,  las  calles  de  Callao,  de  Santa 
Fé  y  Entre  Rios,  que  por  bien  que  se  adoquinen  y  que  se 
iluminen,  no  atraerán,  en  nuestras  condiciones  actuales, 
los  elementos  que  abundan  en  el  centro  de  la  población^ 

Para  que  la  construcción  de  los  edificios  del  Boulevard 
se  costee,  es  indispensable  que  ellos  valgan  por  el  hecho 
del  ensanche  de  la  calle,  que|disminuye  la  extensión  de  las 
casas,  el  doble,  puesto  que  su  costo  será  el  valor  de  los 
edificios  que  se  derriben  y  el  de  los  que  se  Reconstruyan. 

La  empresa  será,  pues,  claramente  ruinosa,  pero  admi- 
tamos que  las  casas  reconstruidas  aumenten  de  tal  modo 
su  valor  que  la  Municipalidad  se  reembolse  del  capital  y 


388  OBHAS  UB  «AUMIBMTO 

de  los  intereses,  que  obtenga  beneficios,  y  siempre  estas 
obras  serán  contrarias  á  la  riqueza  del  país. 

La  razón  es  clara,  puesto  que  valgan  mucho  ó  valgan 
poco  las  propiedades,  según  sean  mas  ó  menos  lujosas, 
igual  será  la  producción  del  país,  mientras  que  el  capital 
invertido  en  las  reconstrucciones  habrá  dejado  de  contri- 
buir á  la  creación  de  productos,  sería  un  capital  perdido 
para  la  producción. 

Conviene  distingir  las  reconstrucciones  innecesarias  de 
la  edificación  de  nuevos  edificios,  que  respondan  al  fin 
industrial  de  abaratar  un  producto  necesariot  por  un  au- 
mento de  oferta. 

En  cuanto  á  las  obras  que  sirvan  para  operar  la  descen- 
tralización, ellas  serán  grandemente  reproductivas,  pro- 
duciendo una  vasta  reducción  en  los  gastos  generales  de 
los  grandes  establecimientos  de  comercio  y  de  las  peque- 
ñas industrias,  y  en  los  consumos  privados. 

FERROCARRIL  DEL  OESTE 

DOS  MIL  WAGONES 

{Bl  Naewnal,  Setiembre  r  de  i88S). 

El  interés  que  despierta  hoy  en  el  público  la  producción 
agrícola,  no  es  sin  duda,  por  cuanto  favorece  y  desen- 
vuelve la  riqueza,  ó  porque  dá  ocupación  lucrativa  á  los 
brazos  que  vienen  de  Europa  en  busca  de  trabajo. 

Estas  consideraciones  son  buenas  para  el  legislador  ó  el 
estadista;  pero  el  pueblo,  el  emigrante,  el  comercio,  tienen 
otra  manera  de  apreciar  las  conveniencias  públicas. 

Gustan  de  la  agricultura  por  cuanto  produce  materias 
exportables,  porque  tienen  un  buen  precio  en  el  mercado, 
porque  hay  demanda  de  ciertos  artículoSi  y  dejan  utili- 
dades. 

Veamos  lo  que  pasa: 

Varios  buques  están  á  la  carga  recibiendo  maíz  para 
Europa.  Los  contratos  son  hechos,  los  buques  están  en 
estadía  y  la  carga  no  se  completa.  El  ferrocarril  del  Oeste 
ha  entregado  ya  70.000  toneladas  de  maiz,  quedando  por 
entregar  45.000  toneladas  mas  desde  Marzo,  lo  que  hace 


PROGRESOS  0BNBRALB8  389 

siete  meses  de  trasporte  por  el  ferrocarril.    Vienen  por  día 
trescientas  toneladas. 

El  ferrocarril  solo  dispone  de  1.300  wagones  para  tras- 
portar la  producción  de  75.000  kilómetros  cuadrados  de 
superficie  á  que  sirve  aquel  trasporte,  ya  sea  en  cereales, 
ya  en  productos  de  la  ganadería. 

El  material  rodante,  pues,  del  ferrocarril  del  Oeste,  no 
corresponde  ya  á  las  necesidades  que  debía  satisfacer. 
Necesita  entregar  mil  toneladas  diarias  por  lo  menos. 

Sin  duda  que  no  debe  exigirse  que  en  un  día  se  exporte 
todo  lo  que  está  pronto  para  salir;  pero  que  un  solo  artículo 
como  el  maíz  requiera  siete  meses  para  trasportarlo  á  los 
puntos  de  embarque,  es  bastante  para  arruinar  &  la  mitad 
de  los  exportadores,  pues  corren  los  últimos  el  riesgo  de 
perder  la  ocasión  de  venta,  cambiando  los  precios  con  los 
productos  similares  de  otros  países,  en  los  mercados 
europeos* 

Esto  es  precisamente  lo  que  sucede  actualmente  en  Bue- 
nos Aires.  Los  que  han  vendido  maíz  no  alcanzan  á 
entregarlo  á  loa  plazos  estipulados,  porque  no  hay  medios 
de  trasporte.  Trescientas  toneladas  por  día  es  una  bicoca 
cuando  se  trata  de  ¡luchar  en  Europa  con  el  maíz  norte- 
americano trasportado  k  millones  de  toneladas,  inmediata- 
mente después  de  las  cosechas. 

Dos  mil  wagones  bastarían  apenas  para  proveer  á  las 
múltiples  necesidades  del  trasporte;  y  hoy  no  dispone  sino 
de  mil  trescientos.  La  estación  del  Once  ha  quedado  de 
tal  manera  estrecha,  que  i  mas  de  estar  atestados  de  carga 
los  terraplenes  exteriores,  como  los  verá  quien  se  acerque  & 
la  estación,  en  la  semana  pasada  han  estado  cinco  dias  sin 
descargarse  una  escandalosa  hilera  de  wagones. 

Se  sabe  el  empeño  contraído  por  el  señor  Gobernador,  de 
hacer  siete  prolongaciones  de  ferrocarriles  &  un  tiempo. 
Esto  suena  bien,  y  propicia  la  opinión,  dando  lugar  á  las 
inauguraciones  que  har&n  la  mas  bella  página  de  la  lite- 
ratura contemporánea  en  menú^  descripciones,  discursos  y 
trenes  gratis,  Pero  puede  sucederle  lo  que  á  aquel  empe- 
rador romano  que  se  propuso  echar  un  puente  sobre  la 
Bahía  de  Ñapóles,  y  cuando  los  ladrillos  no  hallaron  fondo, 
lo  terminó  con  embarcaciones  pareadas.  El  Emperador 
triunfó,  pasando  á  caballo  sobre  el  puente  de  chatas,  pero 


300  OBHK9  OS  SARMIBMTO 

hubo  de  perecer  de  hambre  Roma,  pues  las  barcas  de  que 
echó  mano  y  detuvo  en  Ñapóles,  eran  ku  que  traían  el  trigo 
de  Egipto^  que  alimentaba  la  gran  ciudad. 

Tendremos  en  estos  dos  años  las  prolongaciones  apete- 
cidas; pero  pueden  arruinarse  todos  los  que  han  sembrado 
trigo,  maíz,  tino  y  cosechado  lanas,  mientras  se  quiere  hacer 
con  los  mil  trescientos  wagoncitos,  almacenes  de  depósito, 
tren  rodante,  zorras  para  terraplenar  y  estar  en  todas  par- 
tes y  en  todas  las  fiestas. 

Gomo  hemos  visto,  uno  solo  no  puede  distraerse  de  la 
Via,  yendo  y  viniendo  sin  descanso,  y  ya  hemos  tenido 
quinieniae  que  fueron  al  Pergamino,  y  no  quisieron  al^ar 
carga  de  regreso,  porque  se  necesitaban  con  urgencia  para 
acantear  tierra  con  que  terraplenar  en  otras  partes. 

Los  ferrocarriles,  es  superfluo  repetirlo,  como  que  han 
suprimido  todo  otro  sistema  de  trasporte,  tienen  deberes 
que  llenar,  tan  imperiosos  como  los  que  imponen  los  con- 
tratos. Se  siembra,  se  cosecha,  se  vende,  se  compra  bajo 
la  base  de  que  en  el  momento  de  requerirlo,  las  vías  de 
trasporte  estarán  uo  solo  expeditas,  sino  en  suficiente  apti- 
tud de  proveer  á  las  necesidades. 

En  materia  de  cereales,  no  se  olvide  esto,  hemos  con- 
traído la  obligación  tácita  de  ponerlos  en  condiciones  igua- 
les de  disponibilidad  y  precio  á  los  cereales  norte-ameri- 
canos, so  pena  de  dejar  burladas  las  esperanzas  del  labrador 
y  la  emigración  será  una  plaga,  sí  la  ugricuitura  no  le 
asegura  los  medios  de  subsistencia. 

El  Directorio  del  ferrocarril  debe  tener  voz  y  voto  único, 
en  su  propia  administración,  y  sus  miembros  tienen  t*) 
derecho  y  el  deber  de  contener  los  desmanes  del  gobierno 
político,  que  se  entromete  á  dar  órdenes  en  cuanto  á  la 
administración  y  disposición  de  los  wagones. 

Este  es  el  efecto  de  la  usurpación  de  poderes  que  han 
venido  haciendo  los  gobiernos,  dejando  un  simulacro  áe 
Directorio  del  Banco,  otra  apariencia  del  Directorio  de 
Ferrocarril  para  decretar  fiestas,  inauguraciones,  discursos 
y  menú  para  eeiecientas  personas,  mientras  los  miles  de  tone- 
ladas de  maiz  están  vendidas  y  pagadas  y  no  parecen,  y  el 
buque  corre  riesgo  de  irse  á  pique  en  una  suestada,  falto 
de  lastre.  Al  público  se  le  está  haciendo  agua  la  boca,  de 
solo  pensar  en  el  mewá  que  van  á  preparar  los  qoutvmU^  Her- 


■9^^M^>^^pv|!~  «aa^paNM^Mi 


PK0GRB80S  GENERALES  991 

namlez  y  Fernandez.  BriUai  Savarin  les  ha  de  mandar  sus 
aplausos;  pero  bueno  seria  que  los  carros  de  carga,  car- 
guen maiz,  mientras  se  comen  las  trufas  y  las  langostas  de 
las  inauguraciones  de  las  que  sobrarán  siete  mil  canastos, 
como  es  de  regla,  con  los  cinco  panes  del  banquete  inau- 
gural. 

REVELACIONES  ESTADÍSTICAS 

{El  Nacional,  Setiembre  96  de  1881. 

La  Libertad  viene  haciendo  estudios  muy  importantes 
sobre  la  producción  del  país,  según  lo  acreditan  los  datos 
sobre  la  exportación  del  año  1881;  y  de  ellos  resulta  que 
ha  disminuido  en  ciertos  ramos  esenciales  la  producción, 
de  donde  debemos  deducir  que  el  capital  que  la  sumi- 
nistra disminuye  en  proporción. 

Vivimos  todos  de  entonar  un  eterno  hozana,  extasían- 
donos  ante  el  progreso  del  pais  que  reputamos  sorpren- 
dente, porque  lo  comparamos  con  nosotros  mismos,  y  mas 
bien  que  con  los  hechos,  con  la  atmósfera  de  millones 
que  nos  hacen  dos  gobiernos,  cuyos  gastos  y  autorizacio- 
nes de  gastar  para  crear  mundos,  desconciertan  en  efecto 
las  nociones  del  viejo  sentido  común,  avergonzado  de  la 
mezquindad  de  sus  cálculos. 

Exportábanse  por  ejemplo,  en  término  medio,  cueros 
vacunos  en  un  quinquenio  hasta  1875,  entre  salados  y  se- 
cos 2.648,928  cueros.  En  el  quinquenio  que  precede  á  1881, 
se  han  exportado  solamente  2.192,370. 

Ni  guerras,  ni  plagas  han  interrumpido  la  producción 
que  debió  pasar  de  3.000,000  de  cueros,  pues  que  las  in- 
dustrias, sean  ganaderas  ó  agrícolas,  en  países  nuevos,  de- 
ben ir  en  progresivo  aumento,  como  aumenta  la  población, 
como  deben  aumentar  las  rentas.  La  destrucción  de  los 
indios  ha  asegurado  al  ganado  mayor  mas  campos,  sin 
que  por  extenderse,  la  producción  disminuya,  que  háse 
traído  ganado  de  las  provincias  para  poblarlos,  y  en  todo 
caso  los  novillos  se  benefician  necesariamente. 

Es  pues  una  industria  parada^  y  ademas  que  retrocede. 

La  causa  de  este  retroceso  es  por  lo  constante  superior 
á  la  voluntad  humana. 


392  OBRAS   UK  «AKMIKNTO 

La  demanda  de  cueros  es  tan  ilimitada  ahora,  como  la 
ha  sido  en  1870.  ¿Por  qué  no  se  satisface?  Porqué  de- 
jaría el  productor  de  cueros  vacunos  de  conservar  su 
stocks  si  tanto  le  dária  esta  industria  ganadera  como  la  de- 
las  ovejas? 

El  ejemplo  de  la  Australia  es  concluyente.  En  el  mismo 
periodo  de  diez  años  ha  doblado  su  stock  de  ganado  vacuno 
de  casi  el  doble,  al  mismo  tiempo  que  sus  ovejas  han 
seguido  la  mismo  proporción. 

No  es  pues  trasformaclon  en  la  explotación  de  clase  de 
ganado,  sino  verdadera  y  real  diminución.  ¿Será  que  nos 
comemos  el  capital?  Debiéramos  tener  de  cueros  expor- 
tables, en  1881,  cinco  millones,  para  seguir  las  proporcio- 
nes de  aumento  que  llevan  Australia  y  Estados  Unidos  en 
el  mismo  lapso  de  tiempo;  y  muy  complicadas  deben  ser 
las  causas  de  la  disminución,  para  darse  cuenta  de  cuatro 
millones  que  no  se  producen. 

Suponiendo  al  pais  dos  millones  de  habitantes,  podemos 
dar  para  la  alimentación  de  cada  uno,  una  res  al  año, 
aunque  á  los  soldados  se  adjudican  siete.  Serían  pues, 
dos  millones  de  reses  consumidas,  que  representarían  tres 
mas  en  pié,  dos  para  la  reproducción  y  una  para  el  au- 
mento, lo  que  hace  ocho  millones  de  cabezas  de  ganado 
necesarias  para  la  alimentación.  Los  saladeros  funcionan 
por  su  parte,  con  mayor  ó  menor  actividad,  y  probable* 
mente  sin  relación  al  stock  de  ganado,  y  si  consultando  la 
elevación  de  los  precios  del  mer^cado  y  la  demanda. 

No  creemos  tampoco  que  las  lanas  hayan  aumentado  de 
tal  manera  estos  últimos  cinco  años,  para  esplicar  la  dis- 
minución del  ganado  vacuno.  La  carne  de  las  ovejas  puede 
contener  el  consumo  de  vacas,  hasta  cierto  punto,  pero 
no  la  sustituye,  sino  en  cierta  clase  de  trabajos  y  en  cier- 
tos lugares. 

Se  hace  notar  este  año  la  grande  exportación  de  maíz 
que  se  cree  llega  k  ochenta  mil  toneladas  en  esta  provincia. 
Créese  que  tome  cada  día  mas  incremento,  y  venga  &  ser 
uno  de  los  productos  mas  valiosos  del  pais.  Pero  la  pro- 
ducción del  maiz  compromete  otros  intereses,  otras  perso- 
nas y  otros  terrenos  que  el  que  ocupa  el  ganado. 

Fáganse  hoy  arriendos  subidísimos  por  terrenos  de  labor; 


PROQRESOS  0BMBRALB8  3^ 

y  empiezan    á  serlo  todos  los  que  están  vecinos  de  lo» 
ferrocarriles  y  pueden  aprovechar  de  su  fácil  trasporte. 

Muy  celebrada  ha  sido  en  Santa  Fé  la  inauguración  del 
primer  ferrocarril  intercolonial,  en  cuya  construcción  han 
tomado  parte  los  colones  mismos  con  sus  ahorros. 
V  Sentían  en  efecto  la  desventaja  de  su  situación,  despro- 
vistos de  medios  de  fácil  y  rápido  trasporte  al  mercado. 
En  Buenos  Aires  cuan  extensas  y  múltiples  son  y  habrán 
de  ser  las  lineas  de  ferrocarriles,  tanto  mas  habrá  de 
extenderse  el  cultivo  de  los  cereales^  alejando  la  cria  de 
ganado  de  una  ancha  zona  de  terreno  á  ambos  lados  dé- 
la via. 

En  lo  que  la  producción  de  los  cereales  en  Santa  Fé 
aventaja  á  la  de  Buenos  Aires,  pues  en  todo  lo  demás, 
aun  en  Cantidad  le  es  inferiori  es  en  la  situación  del  co- 
lono que  es  propietario  del  terreno  que  cultiva,  por  cuya 
razón  el  arriendo  que  el  inquilino  paga  en  Buenos  Aires 
puede  contentarle  como  utilidad  en  los  años  poco  favo- 
recidos. 

Recordamos  con  este  motivo  que  cuando  hubo  de  ex- 
tenderse la  línea  del  ferrocarril  del  Oeste  hasta  Ghivilcoy, 
el  gobierno  del  coronel  Mitre  presentó  un  proyecto  de  ley 
expropiando  una  zona  de  terreno  á  ambos  lados  de  la  via» 
para  ser  vendidos  en  lotes  para  la  agricultura. 

La  nota  con  que  lo  acompañó  esponía  la  necesidad  de 
proveer  á  estos  intereses,  en  previsión  del  futuro.  El  Se- 
nado compuesto  de  abogados  y  de  estancieros  apoyaron 
fuertemente  la  idea,  entre  ellos  Gascallares,  Gano,  Gue- 
rrico.  El  proyecto  se  perdió  en  la  otra  Gámara  por  la 
acción  de  jóvenes  universitarios,  poco  familiarizados  con 
los  intereses  agrícolas. 

Vendrán  mas  tarde  las  cuestiones  agrarias  que  hoy  ator- 
mentan á  la  Inglaterra,  para  fijar  las  relaciones  entre  el 
arrendatario  y  el  inquilino. 

En  el  país  se  sentirán  luego  los  efectos,  con  el  deterioro 
de  la  tierra.  El  inquilino,  sin  término  ni  garantía  saca  en 
el  fruto  del  año  su  arriendo,  cuidando  de  no  dejarle  al 
terreno  medios  valores,  que  no  han  de  aprovechar.  En 
Inglaterra  hay  arriendo  por  noventa  y  nueve  años,  á  fin  de 
que  el  inquilino  plante  nogales,  si  le  conviene,  (seguro  de 
cosechar  su  fruto. 


^4  0BRA8  DB  BARMIBNTO 

Mucho  tendríamos  que  decir  á  este  respecto,  y  lo  hare- 
mos con  mas  espacio^  á  medida  que  los  intereses  agríco- 
las se  vayan  desenvolviendo. 

Por  ahora  nuestro  objeto  era  solo  Udmar  la  atención 
sobre  los  resultados  de  la  estadística  de  la  exportación  de 
cueros  vacunos  que  revela  un  retroceso,  ó  el  abandona  de 
•una  forma,  la  mas  antigua  de  la  industria  ganadera. 

Seremos  suplantados  en  la  provisión  de  cueros  por  Tejas 
y  Australia?  ¿Será  el  ganado  de  las  Pampas  el  recuerdo 
<le  una  leyenda  popular  y  con  el  gaucho  que  desaparece, 
desaparecerá  también  la  industria  que  lo  creó? 

■ISTIESS  TROLLOPE 

iBl  NacUmal,  Octubre  3  de  im.) 

Ahora  treinta  años  cuando  un  norte-americano  ponía  á 
la  ventana  ó  sobre  las  mesas,  sus  largos  pies,  ó  cometía 
otro  desliz  de  las  buenas  reglas,  se  oia  la  voz  Mirs.  TroHopel 
Mirs.  TroHopel  que  hacia  recoger  las  largas  piernas  para 
tomar  posición  mas  elegante  y  aceptable.  Mirs.  Trollopey 
Dickens,  con  sus  críticas  hicieron  mucho  para  la  mejora  y 
reñnamiento  de  modales  de  los  yankees,  que  con  la  riqueza 
que  en  cantidad  de  doce  millones  anuales  derraman  en  los 
hoteles  europeos  y  en  las  escursiones  alpinas,  adquieren 
el  pulido  de  los  guijarros,  frotados  entre  sí  después  de 
rodar  largo  tiempo. 

No  son  los  modales,  ni  las  ideas  en  general  las  que 
pudiera  reformar  entre  nosotros  una  Mirs.  Trollope,  ó  un 
Dickens,  que  de  paso  contemplasen  nuestras  preocupa- 
ciones, y  las  tenemos  sobre  nuestros  progresos,  nuestros 
monumentos  y  nuestra  gran  ciudad. 

En  vano  se  desgañitan  los  que  han  viajado,  aconsejando 
mejoras,  en  el  aspecto  de  la  ciudad,  en  los  edificios,  en  la 
distribución  de  la  población.  El  viajero  que  viene  de  reco- 
rrer el  mundo  encuentra  una  grande  ciudad  injerta  en  una 
aldea,  con  veredas  estrechas,  con  calles  imposibles,  con 
jardines  polvorosos,  y  con  fuentes  sin  agua. 

Una  americana,  Miss  Lucy  Dowling,  ha  tomado  de  paso 
por  Buenos  Aires  algunos  apuntes  que  publica  La  Nuera 
Aevista  de  Buenos  AireSf  y  cuya  lectura  recomendamos  á  ios 


•mmunmi^m^i-S^ 


PROGRESOS  0BNBRALB8  995 

<1U6  gustan  de  ver  como  nos  juzgan,  á  fin  de  quitar  las 
barreras  que  se  oponen  á  mayores  ó  mas  bien  sostenidos 
progresos. 

Traeremos  aquí  algunas  observaciones  sobre  lo  que  tiene 
remedio,  pues  los  defectos  insanables  ha  de  curarlos  el 
tiempo  ó  futuras  trasformaciones. 

«La  obesidad  de  las  señoras,  dice  aquella  joven,  tiene  por 
causa  la  falta  de  ejercicio.» 

«Preciso  sería  comunicar  el  Paseo  de  Julio  con  el  Parque 
3  de  Febrero,  por  medio  de  una  arboleda,  para  que  se 
pudiera  cabalgar,  ejercicio  muy  saludable  y  conveniente, 
pero  que  hoy  es  peligroso  en  calles  estrechísimas  y  ocu- 
padas con  tramways. 

«En  una  sociedad  donde  abundan  los  caballos,  jamas 
salen  las  señoritas  por  higiene:  cabalgan  para  que  las 
vean,  y  ese  móvil  es  pobre. 

«El  Parque  3  de  Febrero  es  un  paseo  muy  bueno,  bien 
ideado,  y  el  mejor,  por  no  decir  el  único. 

«Pero  ese,  como  todos  los  demás,  está  solitario  todos  los 
dias,  y  solo  los  Domingos  y  dias  de  fiesta  hay  notable 
concurrencia  en  excelentes  carruajes  con  tiros  de  precio. 

«Pero,  ¿por  qué  no  la  hay  todos  los  dias? 

«Pero  es  pensar  que  las  señoras,  las  niñas,  los  hombres 
de  toda  edad  y  condición,  necesitan  cambio  de  escena, 
porque  la  monotonía  esteriliza  y  mata. 

«En  Europa  y  América  los  paseos  son  diariamente  con- 
curridos. Es  cuestión  de  higiene. 

«En  Buenos  Aires  no  se  encuentra  nunca  gente  que 
ocupe  los  bancos  en  los  paseos  públicos. 

a  Me  llamaba  la  atención  encontrar  los  paseos,  esos  lla- 
mados paseos,  siempre  solitarios,  los  he  frecuentado  k 
todas  horas,  y  jamas  he  visto  niños.  «Dónde  están  los  ni- 
ños me  decia.B  En  América  como  en  Europa,  los  jardines 
públicos  están  llenos  de  niños;  la  higiene  lo  exige.  Temo 
que  sea  muy  grande  la  mortalidad;  y  no  sé  como  las 
madres  no  dan  importancia  al  paseo  diario  de  esas  pobres 
criaturas.» 

« A  cargo  de  que  Corporación  están  estos  llamados  pa- 
seos?» 

«Por  qué  no  hay  pájaros?  Y  sin  embargo  en  los  jar- 
dines públicos  en  toda  la  Alemania,  la  Francia,  la  Bélgica» 


396  OBRAS  DE  SARMIBNTO 

la  Gran  Bretaña,  los  pajarillos  viven  bajo  la  salvaguardia 
de  leyes  protectoras,  y  hasta  los  niños  los  respetan  y  los 
aman. 

ff  Buenos  Aires  no  tiene  un  solo  bouleyard. 

«  La  calle  del  Callao  es  un  pantano  prolongado,  verdad 
es  que  actualmente  lo  adoquinan,  pero  sin  dobles  hileras 
de  árboles  (tiene  una)  que  explique  la  anchura  de  la  calle 
que  es  hoy  un  arrabal  sucio.» 

«  Se  conoce  que  el  pueblo  no  tiene  ideas  claras  sobre  sus^ 
propios  intereses,  y  que  elige  mal  sus  autoridades  muni- 
cipales. 

«  Bueno  sería  que  sus  paisanos  visitasen  las  ciudades  ame- 
ricanas, no  hablo  de  las  grandes  ciudades,  pero  aun  en  las 
aldeas  verían  como  se  cuidan  las  calles,  los  árboles  que 
las  adornan,  y  como  se  forman  jardines  y  paseos  públicos. 

ce  Los  que  conocen  las  instituciones  americanas,  la  im- 
portancia que  en  nuestra  República  tiene  el  municipio, 
que  es  la  raíz  del  gobierno  de  lo  propio,  pueden  compren- 
der la  sorpresa  que  yo  he  tenido  al  conocer  en  esa  capital 
las  calles,  los  mercados  y  los  paseos 

a  En  Norte  América  las  Municipalidades  habrían  tenido 
que  pagar  daños  y  perjuicios  por  el  malísimo  estado  d& 
esas  calles,  empedradas  de  la  manera  mas  grosera,  salvo 
las  que  están  adoquinadas.» 

Algunas  de  estas  indicaciones  de  la  viajera,  sino  todas, 
hablan  sido  hechas  y  repetidas  en  la  prensa  y  en  libros  de 
viajes.  Muchas  se  han  hecho  prácticas  y  no  pocas  se  llevan 
á  ejecución  este  año,  gracias  á  la  culta  iniciativa  del  ciuda- 
daño  D.  Torcuato  de  Alvear.  Algo  mas  se  ha  de  obtener 
repitiendo  estas  criticas  que  acaban  por  corregir  las  vicio* 
sas  ideas  hereditarias. 


FIN  DEL  TOMO  XU 


-•  — l-tl*  J  »- 


■arcj*»*»'    *    ^-r- 


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ÍNDICE  DEL  TOMO  XLI 


••••••••t •• 


•  ••• ' 


Informe  sobre  los  distritos  minerales^-Mloas  y  establecimientos  de 

la  República  ArRentlna 

Fábrica  de  vidrio  en  Cuyo 

Los  nuevos  proyectos 

Cosas  de  América 

fil  banco,  el  gobernador  y  el  ministro  de  hacienda. 

Los  dias  feriados 

La  acuñación  de  moneda 

Esportaelon  de  cereales 

Inmigración  y  colonización 

Á  propósito  de  los  nuevos  impuestos. 

£1  Riachuelo 

-Cien  problemas 

Ferrocarril  Santafecino 

Bmigracion  y  colonización 

Huelgas 

Cuarentenas 

Los  Ruso-Alemanes 

Moneda  de  plata 

La  estadística  comercial  y  la  renta.... 

Xa  memoria  de  Hacienda 

Acuñación  de  monedas 

•Cosechas  de  trigo 

Quince  mil  leguas 

Cuestión  monetaria 

Ferrocarril  de  las  colonias 

Entorpecimientos  en  la  via 

JExportaclones 

Protección  ¿  la  Industria 

La  suscricion  nacional.. 

Exhibición  de  horticultura 

Resguardo  de  pasajeros. ••• 

Valortradon  del  papel  moneda.. 
lA  valorización  del  papel 


•••  • 


Páginas 

5 
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47 

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Si 

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35 
40 
45 
60 
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87 
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61 
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67 
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76 
78 
79 


84 
87 
89 
93 
98 
iOt 

tos 

104 

«07 


308  ÍNDICB  DBL  TOMO  XLI 


Página» 


El  mal  espirito lio 

Billetes  de  bancos  particulares iit 

La  exposición  de  París il6 

Dora  lex,  sedlex 119 

Reglamentación  de  la  ley  de  Impuestos 123 

La  memoria  del  señor  Ministro  de  Hacienda «. ISS 

Bl  tribunal  arbitral l» 

Inmigración  y  colonias I3l 

Nuestros  trigos i3« 

El  crédito  en  euroin 441 

Las  rentas  de  un  ministro I4S 

Á  propósito  de  una  memoria IM 

Subdivisión  de  tierras  públicas 154 

El  Ministro  de  Hacienda  de  la  Nación US 

Acuñación  de  moneda I60 

A  donde  irá  el  buey  que  no Itt 

La  memoria  de  marina 165 

Bl  presupuesto  de  1880 169 

Casa  de  Moneda 17» 

El  mercado  de  (lores 175 

Un  millón  de  bectólitros I7« 

Cuestión  monetaria 178 

Ley  de  monedas 179 

Nuestros  cereales  y  la  carestía  europea 184 

Nuestras  riquezasi 185 

Inportacion  de  ganado  i  Buenos  Aires! 187 

Ferro-carriles 188 

Le  beuf  gras I9í 

Ley  contra  las  leyes 194^ 

E]y)edicion  á  araucania 196 

Parque  3  de  Febrero 198 

Regreso  del  Dr.  Gould íOl 

U  luz  eléctrica «t 

Los  Boulerares 906 

El  ferro-carril  del  Oeste, • «O 

Boletos  de  tierras til 

La  municipalidad  y  la  policía il6 

El  comisario  de  policía tiQ 

Empresas  de  la  luz  eléctrica 3S6i 

Noticias  y  datos  americanos 231 

Empresas  de  utilidad  pública , 235 

La  exposición 238 

Royal  Soclety 243 

Ciudad  de  Buenos  Aires .^ 145 

La  Capital 250 

Convención  de  delegados • iS9 

Adams  Express 267 

XL  proyecto  de  fronteras 170 


ÍNDICE  DEL  TOMO  XLI  399 

Páginas 

A  tontas  Y  á  ciegas • tik 

Disposiciones  preventivas 175 

Los  indios fSi 

Empréstito  Río  Negro Í84 

El  cacique  Pincen  y  el  empréstito 98ft 

Los  Ranqueles  y  los  Rumies S90 

LosCatriel »3 

Las  cartas  de  Gatriel SM 

El  empréstito  territorial IW 

Las  fronteras  y  el  Banco 304 

Transporte  de  I)agajes  y  pertrectios 906 

La  expedición  al  «Río  Negro» S07 

La  campada  contra  los  indios ata 

La  ocupación  del  Rio  Negro 317 

El  patriotismo 3S1 

La  expedición  al  Rio  Negro i 316 

La  expedición  al  Río  Negro 3S8 

La  expedición  al  Sur 39i 

Un  progltáa.» 333 

Las  ideas  sobre  frontera 337 

El  complemento  de  la  ofensiva 343 

La  ley  de  premios  de  tierras  al  ejército  espedicionario 347 

Ley  de  Premios 351 

Banco  de  1*  RepübUea  ArgentinaMX)ntra  Bancos  Provinciales  y  Na- 
cionales   35S 

Reducción  de  Impuuestos 369 

San  Juan 360 

Trasporte  de  uvas 36S 

Cien  mil  inmigrantes 863 

isla  de  las  Palmas...., 364 

Paseos  públicos 366 

El  sello  de  ía  Sociedad  Argentina 368 

Una  sentencia  policial 370 

Sociedad  protectora  de  los  animales 376 

El  primero  del  mundo 378 

La  marina  boy 379 

La  colonia  Conesa 381 

Los  calibres  de  la  crítica 384 

Descentralización  urbana « 385 

Ferrocarril  del  Oeste 388 

Revelaciones  estadísticas 391 

Mr8.Trollope 3»^ 


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