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l^arbaríí College ILíftrarg
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SALES FUND
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in Harvard College, 1816-1854. The income ís to
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language or for books illustra-
tive of Spanish history
and literature.*'
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BIBLIOTECA
DE
AUTORES MEXICANOS
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BdüND. SEP 19 1910
biografía DEL AUTOR
Taií ^actenso es él territorio de la República y
kasta poco há, rélativainente, est&ban tan aisla-
das nna¿ de Otras las diversas comarcas que lo
fonnan, qae nttda de raro tenía 'que no solamen-
te en un confín del país se ignorara ,^a existen-
cia de hombres de mérito que vivían en otro, si-
no qne aun eti la misma Capital se desconocie-
ran muchas veces los trabajos, los 'afanes y la
personalidad de aquellos que nunca habían per-
dido de vista el campanario de su pueblo y que
hábfán pasado largos años de su vida encerrados
en am gabinete cultivalndo las' ciencias 6 las le-
tras y dando á conocer dé tarde éh tarde los fru-
tos de sus vigilias eñ ' periddicois dé la localidad
é en libros que no traspasaban las fronteras de
•u Eiltadó natal, y que, por lo misnio, no exis-
tieran para los superficiales habitantes de la me-
trópoli; muchoB de los 'éuales todavía profesan
de buena fe la creencia de que la fama sólo pue-
de asistir a Ibs <iue con frecuencia' pisan el aís-
íalto de nuestras principales calles y ' se resig-
Toiicé y Foiit.— A.
VI
can á dejar nn aldea para venir á recibir el bau-
tismo de la celebridad en esta ciudad.
La facilidad de comunicacionee, el mayor' m<h
Timiento que hay en todoe sentidos en la RepA-
blka, la extensión de los ferrocarriles, y los ba-
jos portes del correo han hecho desaparecer en
gran parte ese aislamiento, y conseguido que lo»
mexicanos nos, vayamos conodendp unos á otros,
que nos aproximemos y que podamos apreciar eD
lo que valen ft los que en lejanas provincias se de-
dican al cultivo de algún ramo del sab«r humano.
Ehitre ellas se distingue la península de Yuca-
tán, centinela avanzado de nuestra nacionalidad
yor el Oriente y que trabajada por las .revolucio-
nes que han conmovido este suelo y por la desaatro
sa guerra de castas, ha estaño muchas veces casi
olvidada de las gentes del centro, por más que
haya dado al país numerosos y distinguidos hom-
bres públicos como Quintana Roo, Sainz de Ba-
randa,. Bejdn, Escudero, Sierfa, etc^ y otros mu-
chos: tranquila ya, como el resto de la Repú-
blica, cada día son más freicuentes, sólidas y cor-
diales las relaciones que unen á las diversas frac-
ciones políticas de esa península con sus seme-
jantes del interior, y son niás apreciados y me-
jor conocidos sus escritores y periodistas, «ns sa-
bios y hombres de letraii.
Entre los contemporáneos ocupa honroso lugar
el Sr. D. Bernardo Ponce y Fpnt, cuyas obris
recientemente se han publicado en esta capital,
y del que nos proponemos dar unos ligeros apun-
tes biográficos para que vayan colocados al fren-
te de esas obras.
va
Nació el día 23 de mano de 1848, & oriUas del
Golfo de México, en el peqnefio puerto llamado
Dzilam, en donde su familia se hallaba de pas),
con el propósito de embarcarse para Campeche,
hojeado de los indios mayas que se habían su-
blevado y que asolaban el Norte y Oriente de la
península, asesinando & tocios los individuos de
rasa blanca que encontraban indefensos, sin res>
petar sexo ni edad; tres días después de nacido
fué llevado & Campeche y bautizado en la In^lesia
de San Román.
Fueron sus padres el teniente coronel D, José
I). PoQoe y Contreras y Dofift Petrona Font y
Gutierres; el primero descendía de una anti^a
íamilia yucateca de origen espafiol; sus abualos
paternos fueron D. Manuel Ponce de la Cáma-
ra y Dofia María del Pilar Contreras, y los ma-
ternos D, Bernardo Font y Garda, . espafiol, y
Dofia Jacoba Gutierres del Castillo.
Pasadas las primeras letras, empes6 sus estu-
dios hasta el curso de Filosofía, en el "Liceo Cien-
tífico y Comercial,*' fundado por un sabio italia-
no, llamado D. Honorato I. Magaloni, primero en
la ciudad del Carmen, (Laguna de Términos»,
después en la ciudad de Mérida; así mismo en el
Seminario Conciliar de esa capital, cursó las asig-
naturas de Física, Astiw^omía y Trigonometría
plana, las que regentea!^ entonces .el inolvida-
ble Dr. Monseñor Norberto Domíngues, honra y
prez del sacerdocio y del magisterio del Estado;
por entonces se recibió de Bachiller en Filoso-
fía*
vil
En esa época, en que ios acotitécltóíenfos polí-
ticos preocupaban & todos los mexicanos que de
uno t otro confín dé la Nación se dividieron oii
dos bandos, eí Sr. Ponce y Font empuñó las' ar-
mas obligado por las circunstancias: eñ' princi*
pios del año de 1867. en que á consecuencia de
la decadencia del Imperio, empezaí'on ' á apare-
cer partidos libérales por todas partes, en Yu-
catfin no faltai'oh algunas de éstas y para com-
batirlas salió el coronel D. Arturo Peón con el*
Batallón de Seguridad de Mérida, en el que co-
mo soldado voluntario al principio,' ' y después con-
jel grado ' de sargento prinierof, presto sus serví'
cios el señor Font, que apenas coñtAbia 18 años
de edad; las dos veces que la ciudad de' 'Mérida
fué atacada por el General -D. Manuel Cepeda
Peraza, se encontró en ía Ciudadelnf de San Be-
nito, contribuyendo- á defender la capital del Fs-
tado.
Asimismo, estuvo presente áJ sitio de Oampe-
che en abril de ese misino año, entre las fuerzas
que defendían la plaza ft las órdenes del general
D. Juan Espejo, contra las sitiadoras acaudilla-
das por el titulado general Bríto y D. Pablo Gar-
cía, primer Gobernador dé ese Estado. En se- •
guida acompañó á su padre el Teniente Coronel
D. José D. Ponce, que háMb sido nombrado Pre-
fecto* Político y Comandante Militar del Depar-
tamento de la Laguna, ft tomar posesión de iSu
empleo.
Terminada la guerra del Imperio y algo paci-
ficado Yucatán, volvió D. Bernardo íl Mérida á
IX
dedicarse á sus estudios: ingresó ft la cátedra áe
Jurisprudencia, donde fué discípulo del LiC. D.
José D. Rivero Figueroa; y por fin, en 12 de no-
riembre de 1872, después de sustenta! un bri-
llante examen, obtuvo el título de licenciado en
leyes, profesión & la que d¿sde entonces se ha
dedicado y en la que ha alcanzado numerosos y
merecidos lauros. Bu» 15 de abrii de 18 1 4, con-
trajo matrimonio con una ' distinguida dama me^
ridana: la Srita. Da. Feliciana Cámara y Lu-
i&D, y hoy su hogar, donde siempre ha habitado
la felicidad, tiene el encanto y la animación que
le dan ocho vastagos que Üe esa dichosa unión
viven.
Sus arraigadas ccinviccioni<í pohticas, e) justo
orgullo profesional qué le inspira su posición y
la independencia de su carücter, le han impues*
to como regla de conducta jamás 8ol¡cita,r ningún
empleo público y aun rehusar algunos que se le
han ofrecido, conformándose con algunas suplen-
cias que no le impiden ejercer su noble profe-
sión; sin embargo, nunca ha rehusado su concur-
so cuando se ha tratado del bion público, y ha
desempeñado con eficacia y bastante acierto mu-
chas comisiones, que conociendo sus .talentos y su
saber, se le han confiado.
En agosto de 1872, el General D. Vicente Ma-
riscal lo nombró Síndico segundo del Ayuntamien-
to de Mérida; en noviipmbre de 1874 fué electo
Magistrado 3o. Supernumerario del Tribunal f?u-
perior de' Justicia del Estado; pocos niése's des-
pués fué electo también Ser. Suplente del Jnz-
gado lo. de la. Instancia del Departamento de
Mérida: en enero de 1883 volvió & ser agraciado
con la elección de Ser. Magistrado Supernume'
rario, desempeñando en esta vea el cargo, así co-
mo el de propietario, durante varios mesesi en
1887 renunció el de Fiscal supernumerario del
Tribunal, porque sus negocios particulares le im-
pedían atenderlo. Rn ese mismo año recibió el
nombramiento de 2o. Magistrado suplente del
Tribunal de Circuito que tenía su asiento en
Mérida.
También en el poder legislativo ha prestado dis-
tinguidos servicios el Sr. Ponce y Font: perte-
neció ft la XVII legislatura local que fué electa
en noviembre de 1897; formó parte de la siguien-
te y pertenece & la actual, elegida en 1901.
Católico sincero y ferviente como por fortuna lo
son la gran mayoría de los habitantes de la pe*
nínsula, en cuanta oportunidad se presenta pres-
ta su valioso y desinteresado concurso A todo lo
que redunde en mejor gloria de Dios y prosti*
gio y esplendor de nuestra sanita religión: para la
defensa de ella y combatir las tendencias de perse»
cución que un grupo de fanáticos jacobinos, que
de buena ó mala fe se llamaban liberales, querían
Iniciar en Mérida, se fundó en 1877 la "Sociedad
Católica," para cuya Secretaría general fué lla-
mado con unánime aplauso el Sr. Ponce y Font.
Debido á sus convicciones religiosas y & los só-
lidos y vastos conocimientos que posee en todí)a
los ramos del Derecho, en enero de 3891, el limo,
Sr. Obispo de Yucatán, Dr. D. Crescendo Carri-
XI
lio Ancolia^ de tan grata* memoria, le confirió el
grado de Doctor en ambos derechos. Fué un
premio merecido por la circunstancia rcrferida y
porque no estilándose ya otorgar ese grado en
los estudios profesionales, ha quedado resertado
únicamente para los hombres que al estudio reú-
nen el valer, el talento, la laboriosidad y reve-
lantes cualidades.
Comisiones y encargos que acreditan la estima
y aprecio que se hacen de las luces y experien-
cia deJ «efior Ponce, bastantes ha recibido y las
que vamos á enumerar confirman lo que hemos
dicho.
Kn marzo de 1882 fué nombrado por el enton-
ces gobernador del Estado, general D. Octavia-
no Rosado, para formar, en nniOn de los señores
Lie. D. Agustín Vadillo y Don Joaquín Ancoua
el proyecto de las bases que habían de servir
para los contratos que iba & celebrar el £«stado
con los Bancos "Nacional" y "Mercantil Mexi-
cano" para el establecimiento de sucursales de
ellos en la ciudad de Mérida: aprobado en un
todo ese proyecto mediante él se celebró el con-
trato con el "Banco Nacional,** no habiéndose
hecho otro tanto con el "Banco Mercantif* por
no haberse resuelto este & extender ni entonces
ni ahora^ sus operaciones al grado que necesita-
sen sucursales.
En agosto de 1901, cuando se trató de reorgani-
zar la antigua "Diputación de Comercio,** nom-
bre que en la Península ha llevado desde la épo-
ca colonial la Junta directiva de la Cámara de
XII
Comercio, fué nombrado Secretario de la Dipu
tación, y en unión del conocido patiiota Don Juan
Miguel Castro, consiguió reoíganizar del todo tan
útil é impoitante institución y formarle sus esta-
tutos, que aun rigen: el mejor. «logio que puede
hacerse de esa labor es que de entonces acá no
ha . habido necesidad de hacer ninguna reforma
en esa institución.
Por último en Junio de 1804 fué nombrado so-
cio correspondiente de la Academia jle Legisla-
ción y Jurisprudencia, establecida en México y
que ñ. su yee es correspondiente . de la Real de
Madrid.
Las ocupaciones de su profesión no han imupe-
dido al sefioF Ponce y Font, dedicarse á las la-
bores literarias y periodísticas por las que siem-
pre ha sentido afición y que es de deplorar qui?
no les haya dedicado mayor espado de tiempo.
Prueba de lo competente que es en estas mate-
rias son las páginas que va á recorrer el lectoi
y que no forman mAs de una pequeña parte de Jo
que aquel ha escrito.
En el periodismo siempre ha defendido • las sa-
nas ideas de política y de religión que son las
únicas que pueden causar bienes & nuestra pa-
tria; sus escritos reposados, profundos, lumino-
sos, tienen por tema el desarrollo de alguna fdea
práctica, el fomento de algo bueno; jamfts se
ha mojado su pluma en hiél para saherir ó ridi-
culizar ideas agenas ó personalidades contrin-
cantes, para sembrar odios ó para conquistarse
enemigos: 'no puede citarse persomi algusia que
XIII
por sus escritos profese prevención ó mala vo-
luntad kacia el señor Ponce. Periodista sere-
no y atildado escritor, ha sabido conquistarse
simpatías aun entre los que profesen ideas dis-
tintas á las suyas y crearse una reputación co-
mo hombre de letras que es igual á la que dis-
fruta como abogado de ciencia y de conciencia.
"La Revista de Mérida," antiguo y acreditado
periódico político de la capital de Yucatán, y que
en un tiempo le perteneció, en parte, en propie-
dad es en el que ha escrito sus principales ar-
tículos políticos; también colaborado ó formado
parte de la redacción de **E1 Semanario Yuca-
teco," periódico literario; de "La Razón Católi-
ca," fundado al establecimiento de la Sociedad
Católica, y con el objeto de defender á la Re-
ligión á la Iglesia de los ataques de que fué vic-
tima durante el gobierno de Don Sebastián Ler-
do de Tejada; "La Ley," Semanario de Juris-
prudencia que fundó en unión del Lie. Don Jo-
sé V. Castillo, y por último, "El salón literario,"
que por su nombre indica el género á que esta-
ba dedicado.
Conocemos de él además unas "Poesías escogi-
das," publicadas en nn tomo donde se encuen-
tran composiciones de otros autores yucatecos, y
dio á la estampa otro volumen que lleva por tí-
tulo "Recreos literarios"^ Recientemente ha pu-
blicado otras dos de gran utilidad llamadas, una
-"Colección de Leyes y demás disposiciones de
interés general, expedidas por los Poderes Eje-
cutivo y^ Legislativo de Yucatán, desde 1897 "
y la otra, "índice general, por orden de mate-
rias, de lafl Ck)Ieccione8 de Leyes del Estado de
Yucatán, formadas por Don Eligió Ancona y iJon
Antonio Gisneros C&mara," ambas de gran im-
portancia local para Yucatán. De la primera, he-
cha con autorización del gobierno del Estado lle-
va ya publicados dos tomos de texto y uno de
índice; el tomo tercero está actualmente en pien-
sa.
En cuanto á los escritos del Sr. Ponce, que pu-
blicamos en este volumen, el público lector de la
''Biblioteca de Autores Mexicanos" podrá juz-
gar acerca de ellos: la primera parte, ó sean las
"Leyendas y tradiciones" está inspirada en di-
versos episodios la historia de la península yuca-
teca que tan bien conoce el autor y ya sea en
verso, ya en prosa como los de "Los héroes de
Tihosuco" y "La realidad de un- sueño," acusan
perfecto conocimiento del idioma y facilidad 7
elegancia en la versifícacidn ; otro tanto puede de-
cirse de la parte que lleva el modesto titulo de
"Ensayos líricos;" el hombre de letras, y católi-
co sincero y entusiasta al mismo tiempo, está
dado á conocer, en los artículos sueltos, que úni-
camente tienen el defecto de ser en tan corto
número, desearía xmo tenerioe en mayor canti-
dad para poden* gustar más de toda la sana doctri-
na, de todas las máximas y buenos principios de
que están saturados. Por último, el jurisconsulto,
amante de su profesión y profundo conocedor de
las leyes y doctri/nas se nos revela en los últimos
escritos que contiene y en el tíno con que en eíias
XV
sabias y eraditas disertaciones, analiza la legis-
lación rigente en ciertos asuntos, señalando sus
deficiencias y sus adelantos; sus ventajas y los
defectos qae fácilmente pueden corregirse.
Ni serán las que hemos resefiado ligeramente,
las únicas producciones del sefior Ponce y Font,
ni serán las últimas; pues además de que aun
debe de tener algo inédito, todavía debe de es-
cribir más; y decimos que debe, parque para uv.
hombre habituado á manejar la pluma y estu-
diar continuamente, el legar á la posteridad, los
frutos de su ingenio y el producto de sus estudios
7 yigilias es una obligación imprescindible, so
pena de faltar á una de las condiciones que se le
impusieron al ser dotado por Dios de inteligen-
cia y de talento. Y es tanto más agradable el
cumplimiento de esta obligación, cuanto que con
él se cnltiyan esos dones, se tiene grata distrac-
ción y se deja perdurable recuerdo de una inma-
culada existencia dedicada toda entera al estudio
y á la meditación, un nombre honrado que sus
descendientes llevarán con orgullo y se esmera-
rán en honrarlo aun más.
Mexioo^ enero de 1903.
I.EYENDAS. EPISODIOS
TRADICIONES.
r / •'•.'■'
i
DOÑA INESDESALDANA.
LEYENDA ÜÍSTÓRICA.
Uta anciano resipetaWe
me contó íla triste hiiSitoria
que he giuai-daido «es lá imemoria
cual reliquia 'venerafc'te.
Ho)y repeti«>s me eS úsMt
sus .palahnas min á una:
es la l-ección qpai<tíu'na .
y oportuma Ja ocaisión, .
qluie hay quienes di corazón
canfíaii á la fortuínia. , ;
a
Poco aficioniaido á cuentos,
, elijo ía fíeatidad,
iporque es stempre ü-a verdad
•más ittil que los inventos.
El año irtíl setecienltos
y nueve, qftie dieH olvidio
en lia sima ya ¡ha caído,
la triste historia pasó
que el ainciama relató
con acentd conmovido.
"En unía' noche sombría
como las dlidias diel aima,
íQaiqílp^e ; eriy>r(#iJiiiik.'Cáíhla /
.tranquilamenite dormía.
Ni un ileve cuinjoír v>ema
aquella cailníia á iturfear, / ' ' '
y ni al pnoceloso mar,
gigiaoite cínitonces dormido
en IbCandb üjecho mullido,
se escuichaha miurmurar.
Sólo en un alto bafcórí '
de un edificio «esípaciioiso,*
qiue era ínograr de un genero^
hidaCigio, die gran Wasón, . ■
imirábaise lá la sazóm " - I
cómo indlecisa-brilíába '
-une! liuz, y se ocultaba, ' í<^
y luiego á 'brillar volvía
tíietrás dte Ca oeCos-ía^ ■ ■' ■ 'i\ ■
jone la ancha puerta ddbitiaba;
En este nioo aipasento,
devorawdb pétta extraña,
estafca Inés «efe Saü<íáña,
íla foeroína «dle mi ctuentio.
Fijaba Sil pensaimienito,
ilenio (de cruel ¡aimargtira;
en su inimejisa <íesvehtura,
y poseída ide espanto,
dejaba correr éd «llanto '
la» fluiente abuiíáosa y ptura,.
Sus gramdtes azules ojos,
qu-e antes da dicha albergaban,
tristes somlbras hioy velaban,
friíto de cruielles enojos./
De s«us flaibiós siempre rojos. '
como la fkxr tld granado,^
<el caTmín sé^'hafeía' aits-entadó,
y la cnieí ime!lia«iic.oHa
ya con sus tintes habíSi ' '
'los rojos 'laJbioé sombreado.
Era su íPeíhitt sierena,
virgiinal y sin manciilk,
coma »la luna que brife
lem noche d^e encantos Mena;
visión que el alma enajena^
stieík) die gratoé amores,
cuando libre d(e dolores
un tiemipo iniofclI<e se erguía,
y affi ía vi¡rtluicf lucía
sius fulgíentes résplanííores.
]
6
Mustia y palkla hacia 'd atuelo
ahora triste st-ffiídinaba,
como flor á qfue faltaba
la apacible luz del ciedlo.
¡Pctbre niña! ^el tdesoani&ueto .■■-.,
sti frente -hirió con «1 ala;
dicísvaniecióse la gaSja
óe sil esplénidlildia beSeza,
y -etti brazos <íe. ía tristeza,
d-el ddlor subió -.z escalia.
II
iLas restos de una 'bujía,
4e ía .muerte lenitre la« ansias, . ' .
sus r^oil3bun<Jos Tef lejqs
'áe vez len cuandb lanzaban*
Las somibras sluis megras toca?
extendíattii em tai s;ala,. . • .
y fes síoimlbras tuntas vieceg
y otras la Ibz dbminialbain.
Fué eí sííiencio ínterrwm'pi<lo
!por diois grave^ caimipiaiiiaidias .
cjiuie sonaron en la iaorr^
de Ja iglesia más cercainaL
— ¡Las Ad«s, y ArtuTo tno víeíne,
exdlamó' la itrís:te úasmsi^
y á las dooe 'de la tfnoche
im»e ofreció venir sin faikaí
Arturo me ha iproimeti<foi
ser mí esposo.,, ¡oh Diosf me engañar.
¡ Vanos son su6' iursMnentos
y stts (promesas liviasias,
que eü vienta <lel desengamo
domo á la fúabfLa Kk&garra!
¡ Heme aqvá, triste y á «olas !
•¡ Heme aqui ya sb^doaiB^,
tnarchka <de la iinocen^bi
Ha íCor ide suakve fragancia !
'Así dijo, y á sus ojos '
sui^ieron íuentes <ie lá^knaá
y á sus laibios contraídois
ipor la «pena tnás laimafg^,
ijuejas, reipnocSiies, so1fto2x>s,
tristes tatmentos del añtma.
Ddbló ante el <íoik>r la fre«te,
que es el <k>íar graíve carga,
y cayó desfsdteckfei
Ca tnujer krfortMnada. . .
Por el tofcon más cercano,
«un hombre -envuelto eti su caipa
desrizóse cajutaanewte,
comna si fuera) un fantasma^'
Uleigósie á Inés, levantóla,
y !mfiirá«vdlola cot) ansia^
íj>artir quiso «presuroso
ffl^vaíildo tati diulce carga-.
Abrióse una' puierta entonces,
dejando libre ta efitra^áa
á un catoallero jembozado,
oamo el otro, «en ne^m capa.
— Por fin té encuentro, — le dijo
con ronca 'voz, attettEuda
por la oódiera.y el oáio,—
al fin t<e aii)Ouesiitix>, piraitai
Laívaré ie«i. tu samigre iüiipura
imi hontia ipgr ti *nuuicil<li»d^
— ^Ten»e»(l la. kvligua, Dotii Jiorge, . .
que yia mii cólieca estalla,
¿'Mi saiigtey decisf mi vUia/
á la* honra wiestra hacen failta?
¡Vive Dios, V€fti4 por -ellas. . . . !
¿qifié i0siperáis? ¡venM, Saidañal
Así riejplicó aiquéí homíbre,
y tiequirieiDdb.ila espalda,
esiperó ya i9)percabiido
ipEirai ]a rcruenU íl»tállaw
Al escuchat estas vooes,
qiue hondiaimiente agitan su alma^
Inés volvió del letargo
len que el doDor la ená)argaba<,
(y (Uti grítía Í9m6 dícietKio:
— ¡Mi ;padre!.... | ArtMíToI. . » Salvada
•mi honra sena, padre mío:
amoja flejcw; «ü ctnna,
que me ha promdtídto Arturo
sier mi esposo... «no me engaña,
que ha venido á cK>nd ucirmc
¡haoib el atet* ♦ .
— ^¡Díesdiehada!
¿ Esiposa Inés de SaMafía
tú sueñas ó desvarías,
que roiba, -que incandía y mata,
y es .el terror de tais gentes
y «d azote -de las playas ?
¿ Es'posa ser, tto «de Arturo,
4|ue ese honibre así fio se Mama,
sino dd fieno Bailbülas^ '
€¿ desalmado (ñratat?
i Ames ni'U'erta yo te rtiire!
— ¡Barbillas! grkó La «daim;
y el terror y ^U wergtíefízet,
(y ki duda y la. vengstíDzsí,
y mil pasiones ét vieron
refliejar en M mirada.
Otra vez dtotftó ía frente
dnte el dolor, su esperm^a*
mkatidio dfeitvanecida,
cuall cqpo Kfe nieve ¿tenca
qiue el sdí con sus rmos besa
en la fragosa ononltaña.
iLos ^kxs hombres encuibiertos,
los ojos iapzdftÉáo 'llamas,
se acometieron vailíenties,
lleno el corazón die raíbia.
Fué lerrrbüe aquedhi lucha»,
■horrenda ffoé ilá baitaflíla}:
in<fecisa la victoria
por largo tioraipo, la pa'lima
ü otorgar no se aitpevía ;
mas Don Jorge, ail fin, b esipada
de su contrario, en el apecho
^mtió cómo |>enetTa(ba.
Latwó dblonosa qúieja,
miró á Inés, miró al Fánata,
soltó su mano el acero
Ponee y Font.— 2
10
y en tierra cayó sin alma.
'Loca die ddlor y espanto,
sudUtiais r^as crenchas doradas!
de su hermosa caibddera
en *Ias eibármeas espaldias, .
hacia su paidire lianróse,
y al cuenpo merte aíbrazada»
Ddña Inés entre congojas
siuis laimentos ex'hadalba.
Besó mil veces »el rositi^
en que ya la nnuieirte airada
su faiz ¿dUiSta y .siombría
ante sus ojos «mostraba. ;
Enitre sus manos convulsas,
como flores aisotadas
por el turbión, Jas ád m<uertio
con ansiedad estrechaba.
Y alzó 'la viQz oommovida,
por el Clanito «oítreoortadiai,
y "¡pediré! — gritó Morandio,-*-
peixloma ¡oh pa'dire! mi faiíta.
¡Tú me diste la exisíttencia, •
Yo de tu muerte sioiy causa!
¡Tú me diste amor sublime,
y yo el oorazóíi, liviapa»,
enitregruié á un; desoooocidb
que mi canidíor engañaiba!
¿Me iperdbnas ? ¡ob, nespondie !
iresiponidie á tul Inés amadla,
que ía razóni me aibandana. * . !*'
Mas lel siendit) selllaiba
los labios, yertos y ¡nruldos.
II
de Don Jiorge <k SaJdaña.
La verdad fa«gó sw ve*!© :
la huérfana <l'e^cha<ia
sirttió •désplomiarse un mundo
d?e ipeiía horrible en el alma:
sus labios se contraj»ei\wi,
se extraviaron sus miiradas^
y turbó el silencio gra?ve
9u oonvulsia camcajai^.
¡Loca! — mftimMiró Barbillas,
nnojó su faz una /lágrima,
¡que era tal vez üa primera
qluíe á sius ojos asotmaba!
Vaciló . . . mtró »ü mano
por roja sangre manchadb,
y el terror y Ca zozobra
contrajeron su faz páíMlcíaL —
jLoca! — reipítió de nuevo,
pasó la idiestra crispada
par su frente sudorosa . . .
se emibozó, al fin, en su capa,
miró á Inés y miró a3 muerto,
y se alejó de k estancia.
DON JUAN DE MONTBJO.
IiBYBNIXi,:,9IiST0BXC^ (1)
• I
Caballero va en cerril
soberbio aíazán tostado,
Juan Monrtejia y Matáonado,
apuesto -nubííd' y gie*itií.
De s^u Postro vatiomid '
la torva y agKa expresíóíi,
'<temue«tn»*^e é ía safitfón,
•tras íti nuibe «ttel sérrtWaáite, í
(1) lidfi peÉwniaJCB qoeñguTan en esta leyen*
hItt]daiMiño,'<hqo'de B. Joan- y dMo c^ ]>.
imiclaco de Montejjo, qvien llev-é a téi^iiitiie
14
vibra en i^ atoa gigante
tí ra^Q. -da- una pasión.
iFijo tiene el pensaimáento
y aíbsorlia «ni terrible kfca :
ella isoíla enseñorea
su a>nig)ustiadk> enitend'úmieinito.
Ni <un ftigitivio .momenta
concede a)l dulce reiposo,
ni lall grato sueña ná all gozo;
ique el volcán del corazón
arroja^ ;de uma , pjBaa^m y - » ;
el ¡mar de fuego ie^pañtósio.
Calado el anciio áómlbtfero •
y en negra caipa» enubozada,
el camino dilaítado
¡venciendo va el caibaUena.
Ya al instainite postrimiero
de su largo viaje el soil,
lia <30Diquista ^ Tuonl^iii, nitci6 el la, á^ ene*
ro de 1557 y cs&ó ooHa Doüa, M«ría de YelasiGio.
M MairíBcal D. Carlos de Luba y .áareUimo, se*
ñor de las VUlaa de Siria y Boicp>yia, (SkaipaQa),
gobernó la Peníiumibaí» segltoL OgigoUudo, des-
de el 11 de agosto de :^Q04 ha^ta el 28 de lUNur-
zo de 1612. Su *bijo D. ilViAtámi de Duna, 861o
eA conocido em la lUntoíria por. haber ^ijeteii-
dido, apoyado. íkkt su padire, obtener^ la Caieii*!*
tad de empireikdeip. la oonuQUiflita . de !lo« Itsi^z,
lo caai no pudo lo&i^a^é
15
«emfere wubeá de arrebol
y de grana, estlá ffiegatido ;
y va su frenfte ínclüíando
hacia ef sueio el girasol.
Las aves Ibuscain et nióo
que enitre í»s raimas oolgajioin.
y solíoitas cuiflaron "
imaiitener alli esócxndüdo.
Se oye dtefl buho el graznidio,
tdaja el íeón su cueva <A>soura;
y ea Ja revlueílilá ee¡pesiura,
qiie ocuAta en sombras sus gallas,
kívanta el eco en sus alas
eJ ootticierto dtef mtírra.
.El haz die leña llevaíido
sobre sus ihonubnos robusitos,
entre malezas y arbustos
va el ttalbrador caiminankio.
Un aire maiya ertfOinain«(k>
>áe moDÓtana ciadfettKcia,
sin terrores de «concrencia
y sin cuidiatdos pwDÚiQOs,
va á aspirar emte sus hijos
del amor la pura esencia.
£1 cazadkxr satisfecho
cruza d!él monte la falda,
:on el micrral á la espalda
la j'legría en el predio. -
Zan firme ipaso M estrecho
endeno obscuro se üanza ;
16
que aun abriga la esperamza, .
empeño q.ue, á £e, no es raiío,
ide hacer sJu. ipostner dispatio
«mientras á su choza avaraza.
Surgen en iéaigv^iíío aibrazo
il«uz y sombna : el Sol se oculta,
y su ígnea frenóte sppuilta
cíe 'la noche en el regaizio. i k
•Espiraba el 'br^e plazo
•de La viida de ajq-ud día,
(paira Don Ju!adi de agonía
y «dle quelbmtirto iprofutido;
y uma noche 'mé*. al nrundo
ern las somlbras envolvía.
.:. II
* "¡ Ultraje tail' no devora»
ni el más ímfimjQ pechero. . . 1
¡ Oulál pulüerai om loaíbialleio
que honra y vaJor j^t^sona!
Impaciettiite espeto la hora
soleim«ne de mi veiñganza; *;
esta es mi sola esperanza
y ^tia la única ilusión,
ítras la cuaíl el conaizón
don sed tíe tmuemte se lanza.
¡ A un Montejo y Maldonia*do
tal .uiltraje. . . ! ^vive Dios!
17
que basto para tos áos " '
esos hotmbres no han (piefiisá<loi! '
Con f)Qcienda h/é soportado^ "
fdishnuliamdo mi enojo,
de iiiii encomkatíida el ^despojo. . . (l)
iTias los tütraj^A ééí liijo^ ' '
sok> se lanrafli ide ñjo
oon sanigfe, y verterla- e^ojo!
"Hay quien — la canta decía —
"mieiiitras vuestóa- ausencia dura,
^'jnafncha <xm p&áón knptira
*ia inocencia oe M^a."
— La diuúa en el aííma mía ' •
despierta este l^acomsmo.
\ Se aihre pasa mi mn abismo '
óe dolor, d)e aíi^stiat horribíe l^---
'"Venid, Don Junan, si es posiMe;
*'si podéis, venítf íhíby mtsracx''
"El honor dte vuestro .nombre
"ajsí lo exig?e y demanda,
"que en lenguas die txfáo^ <|nda
**por las infamíias die ^ii homlbrie.''
(1) E Bik> dte 1605 andianó D. Cosfióü de liO-
nai que todos lo¿ eneomendej^os' eíd&ibiesen Um
tftaloe de «us encomiendas, y del examen pnac-
ticado reaidt6 que deélaiasé yaoainte la de D.
Juan de Montejo y Maldanado; pero su auto
lé revocado por la R«al Andieneia' dé Me-
co, y la resolubldii' de eéte ele^^^ado OMbuin&I,
iOfitoMiAiu por '«l'iBeal Ctons&jfo de Indias;
Bonee y Font. —3
.18
—"Yo haré quie cá naluttvk) «ie asotmbra
ante mi yeqiganza fiera. .. \.
ail imi&mo kuíiierQO atcudieca I :
par todo su pod^rÍQ, -
si-ii^o me bastara. f^l. ¡mío :
para una legión eiitera. . ¡i -
**¿ Quién el xneniguario será?
la esqueSa sni nioimibr^ caKa,
y an»te d cnutel sil-enicio csbaKa . i '
el furor que 41^ ahoga ya. : .í
Mas indíoándome e$tk .
qmén es el viMano; aleve
que á uCtnajar mi boncH* se atreva, . ;
del corazón el in^^into,
que un necuierdo, «iHiiica extinto, .
á hallar la «vcrda/d le mueve.
^*E1 es, mo. ímy .'(ÍM¿Iia,.i(?l villafucv
que en las caCles y (paseos
anda sóio en devaneos,
artero síeimipre y íiviamio.'
Hijo de ufi Líuíra ATelhuío
que á íiiuiestria cdlonia' tfprime,
y el ju;go d'pl puefblo j^prime
'para colmar su ambí'cióq,
' es Truitó' -de maMición .
qlíé do quier sU huella ijpprime, (i)
ea el n^tifn^o <Le loa buenos go^xamaKiitee q^uie i^
gieroi^.dlps .4emLaof3 de; ]>a:iPeiiíii6trla> áe Yuea*
19
f^Mds de ese reptil inmundo
quebrantaré 3a. catbeza. . .
Su tmidstd y txÁ ikreza
espanto serán de( wArnéoi^"
Asi, con ddio piíoíundo,
<}ue el alma en inñeiuK> tmeoa^ .
haciendo t^a horrible, mueca^
que espainltx> diiera .á Satán,
iba 'diciemdQ .Don Juan
ootí voz caveriK^sai y hueca.
II
Pronto á las puertjis llegó
de da nmy-noble y lieal
ciudad: la catle real
de ía Villa recoiwió (i)
En breve tiesnupo mgo
i la plaz^ en que orguOkx^ .
t&ndtirante ki 6poca colonial; pero la pt8l6n
Qoe «gitaiba eu aqueUos instantes el almai de
D. Juan y su natural oesentimlento por el des-
poifo de su encomienda, le cooiduclan & expre-
sarse en tales tóranlnos
<1) *iM^e Beed dle Ha' VüUa" ae llamaiba en-
tonces, en Iférida, & la. que comdnclia' al eami-
Qo gue se 41rlae 4 la que era toda;vlia ¡en aquel
tX^jD^ **\D^ de YaUad9'lid.'' .'£>9ta caUe no es
U misma que la que fu$ conocida cf^n los noon-
'es de Isamal 6 de los> Hida^qs, s^o la que
llaJDMuUa de ''Dragones,'' deispu^ , ''Central
Tiente^' y hosr oaile 61,
20
su casa-solaír toamiosa
se alzaíba, y (a^um TepreseMa
fiel monumento que ostenta, •
i-ecuerdos da ediad gloriosia (i)
En silencio y «soldad
ia ex'tensa ¡plaza yacía;
naidie-€fttOitioes »e aitfevia
á mostrara en ía dudad.
Entvfuielto en la óbscuiükterf,
y don .paso oauteSoso,' •
knto avanzó y sigiloso
cruzando la extensa plaza,
hasta acercarse á su. caisa,
angustiadlo y afanoso.
De un áílatnio corpulento
ail pie robusixD iteg^ó ; *
del caibalflía de^momó
Iquc dio 'a-Mi el «postrer álieríto
Sin' detenerse un momenito,
' el» tpáso rá<pidó 'guia?ba' '
Iraicia feu mansión, qiie estaba '
óé a<jtiieli Jugar ño diátaii'te ;
F>órq'U€ la «eHa, presto, ánlielanté
llegar tan sóio deseaba.
' (1) Ifisíta cajaa es la qué itahñicíó él ooniquíg-
tador D. inrancísco d« Mo^ntejo (MJo) én la
plása dé'artiías dé Méiíáá, -da donde todavía
-^ levairta osCentando «u extraña facbáda, en-
bferta de' aíbígh/tiaa^ Iflstórtcas relativa» al he-
cho ¿Ibrioaó ^e la <»xi>qaísta d<e \tc tierra de
los Mayas para la fe y civülzacida eritrtldsiui».
21
Mas vKaaL ixvdeoasa nombra ,
ttÉUfy cerca ide alli surgiói
y á Monitcjia preguntó:
— ¿ Sois vos, . DoD Juan ?
.^ — i¿ Quién me nombra ?
— ¿ Por qué «1 «hallar^i« os asombra ?
soy el celoso guardiáq
que os ha inlormado, Don- Juan,
<Íel peligro que María
sin auxilio corren;^ .
hostigadia por Tristán.
— ¡Tristón de Lunail ¿no es cierto ?-
dijo con voz cx>ncen>trada
y pioír Ca ratbia embargadia
Mootejo — ¡conitadSe muerto
si á i'Iegar hasta él acierto!.
Mas ¿quién siois» vos, quáén?; hablad,
y ante mi enojo íemblad .
si sois vil cal^un^niifüdor, i
que jiíganido coi^ mi. honor . . ¿ . !
— ^Tbl sospecha desechad.
En vaíHo qimeréis mi • nombre
en este insitamté ,salheT. . .
US espera una inl^^er
asediada por \¡in "h'^mbre.
— No me imiporta, y no qs asombro.;
►er vuestro nomíbrp quiero,
t juzgo no es cabajlero" :■ , J . ,
en en 3a sombra se oculta,
yn un cora2;ón seipulta
crud dolor 6l acero.
22
Vtuestro nombre ivoit» al diabkír '
— Con amenazas es nvengua. • . .
— 'Yo IOS arrancaré ia leiigua,
si es preciso. ¿Con qíuién hablo?
— Ptües lo queréis, soy' Fray P^blo-
de NiÉívarrete y Navddo:
no á vanos temores cedo,
me oondiielo die su afá».
En nombre de Dios, Don Juan,
Id, que aiquí e&perándloos quedo.
— ^Mas no puedo comrprender .
qué odutóo initerés os guía...
— Sois desoonfiadó, á fe mía.
¿Y cuál otro pue^ ser
que salivarla «una mujer
iéí deshonor, y á vos mismo
de caer en el abismo
iwsonidlabíe die la díuda ?
Prestar a! prójimo áyüda,
esto enseña el Cristianismo.
Ya el vulgo domienza á hírí>lar
die la pasión -ded de Luna, ' . *
y esta noticia ímpóituna ' '
pddía hasíba vos ¡BegáíT. "
Pydíoi alguno verle etiitfar ' \.
ien vuesftra casa á <fe¿horá, ''
y juzgar á Ta señora
cómplice d!e ta-l ddlito;
y los celos ¡Dios bendito!
vuestro infierno ftierain ah,ora..
23
¿Qué entoeices <íe vos.' sería 1*
¡ Y hasta dónde y Kasta ; dónd-^,
aCma que celias esc<n>de; . -.
en su furor 'll-egarí»!'
EÜ crimen pronto vendrí^b
á manchar su nobk írsnte; 'i'\',
y la víctima inocente / -
de tiwa venganza horrorosa,
tad vez sóío vuestra esposa
seria ; «o el delincuente.
Si queréis de la inocencia .
de María 'persuadiros,
y dtel doHor redimiros
de manchar vuestra ocflicienf ¡a, '
caima tened y. ipacietjícía ; .,
guardad sígalo aí entrar '
en vtiestira casa-spl^.; :
ved y oíd, Don Juiattij córi calina,
que las díudas de yaiestpa alma
pronto se han de disipar.
Así hgíbló á Don Juan la siombra, ,
con queda voz y r^imisa; .■ ^ t \
mientras que vaga, indecisa^
como fantaisma qué asom^bra,
se deslizaba en fa ailfombra
die la suave y verd'e grama.
EtfT vano Montéjo clama,
nadie resEponde á su ^ceijÍQ,
qoie muere en lía opda d^l yiéntc
como la luz de una llama.
24
— **Y la víctima ¿nocente
"de umá venganza horroross^
".tai vez sólo 'vituesti-a esposa
"serial ; «a el dlelíncu'ente."
Esite fraile esitá demente.
María traickm ó iiiel,
qui-en ha de morir es él..'/. .
I Sí! te mattairé, no hay d^áa^
aumque vendan eoi su ayuda
ks legiones de liuzbel.*'
Así Don Juan exclamó
oon sord¡o; a^tógadó acento;
y hacia su casta violento,
los pasos encaminó.
M amcho zaguán líegó,
que es hasta hoy la soíla .entraidx .,
que se ositenlta en su Sachada. '
Se detuvo allí un instante /
aniheloso y vacilante. ...
¡Sentía el alma angustiada !
Del cinito, al fi% con premur* . .
diesaltó lun iMavín''rtiohoáo, ' / ;
y lo introkiujia, nerVioso, ' *'.
die la chapa en la abertura.
Y cedió la cerradura-
'de fuerte bnonce bruñido^'
y en el ejíc, eaícomida
«por el írote continíuiado,
giró el postigo pamsadtoi
lanzanídb brónicó cttirrido.
26
En silencio y sükdad
la casa-solar yaicia,
y en su cruinto la tnvtítviz
la medrosa obscuridad; <
Reprimiendo la ansiedMd
que su ahna noblie tortura,
devorando su amtarguní)
en la casa peneitró. ; ;'. •:
¡CuáD feliz de afii salióla
¡Cttíll «es hoy «u^^deffv'entüra:! / • ».i '»
/ ■■ - . ■ ',
¡Ah, cuan distiflta es ia* suerte
que lioy k depara el destino,
qiuie le torna en asesino
que tlieva á sn' hx^gar la muerte!
Tal idea en su alma fuerte
surgir hace de dolor
un torreffKte «solador 5
y se libra» cruel bataBa', ^
, el odio que fiero estalla '
y efl instirtto del honor.
Mientras Dott'ijuflm cámkMBwiA '
va por la aoioha galería,
una s-ombra se i^a
por el zagiUán (penetrandkx
El ipatfo e;cten*o cniwndo,
recatada y misferiosa;
cua^l fantasmia «vaiporosá',
initerior ipouetró;
pncwito despareció' ' : ;
as una cdha íromidosa' '
Ponee y Font. — I
26
IV
En sus.aJlia<s trajo el viento
el soni<k> acomipasado,
metencólko, .pausado,
d-el esquilón ád convento, .,;
En apartado aposenitoy
á la luz de una bujia^
á urna diama'se veía
de rara y 'noble hermosura, -
y en su rostro y apostura
la indignación se leía:.
Sus gnatfi'dies, «rasgados ojos,
que eran negros ouaá' la noche,
die belleza sin repiroch^,-
reflejalhan sus enlojos. '
Sus ilabios de tinltjes rojos, ; .
q-ue hoy estájR'tíesdolorkbsr,- • •
por el diesdén conitanaídos,
expresan la indigíniaciófi
de su noble corazón
y de ski lorgnKo oíortdiííosi *
Un hombre cuyo Sfemblante
mandhaba la tonubra obscura
de loca pasión impura,
la contemfplaiba ?tfiliélante/
Y d'C la dama distiente . , ^
corto espacio solaaneoíte,
así diecía: — "¡Demente! ' in
¡ muy. bien diecí», estoy vlv>c0l '.rn
27
(ppr eso btimülÍa4o invoco
favor y pi-edari cjemente.
Por eso vengo rendido,
Aleña de pasión el aSfínai,
á (buscar la dtnke calima
y el sosiego que he peidido.
Mi cjorazón doloridlo
agK>nizando «palipita;
y aquí en mi pecho se agita.
y por vuesitero amor reclama,
oomno ú vpícán que la llama
por el cráter precipitav
No llaméiis á mi razón,
qHie iwátiil será este empeño. . .
•de mi razón no «oy du^ño
cuando grita él corazón.
Escuchadime. . . .!.la pasión
que a^uí en d pecho bats^la. ,
es la tempesitad que estajla; - ..
para ella no hay vaíladar {
ni en la tierra ni «en «eil' mar,
cuyo poKíer a,va.3?iilla/* — , .
Erguida la mdble frente,,
convulsa la blanca mano,
con ademán soberano
. y voz nerviosa, y (potente,
áa- dama exdíimó: — "i Dementa,
diemente estóís, Don 'frístan! ,
28
Si estuviera aquí Don Juar.,
tanta audacia ¿e vería
oonvertrida en cobar*día.
i Inútil es vuekno afán! '
¡•Apaj^tad die mi' presencial!
¡Salid por db habéis entrado!
No sé cómo he soportadlo
vuestra cínica insolencid !^'
— "Es in-útil résisienciía / '
la que oponéis a mi aimcxr/*
— "En defensa de mi hoino.r'
á todo, á txxlkD me aitre^vo;
y haré, Tristán, lo qiue debo, .
que no donozco d temor.
Daré vHDces, y eñ mi ayiidá
C-a servidu'm'bre vertdrá, ' ' *"
que de aq¡uí os arrojaré/*
— "Nada yiai vuestra bo«n.ra escuda.
Auxilio hcelí'aréis,' sin dlúda ;
mas ved cómo procedéis, '
que de esa «manera haréis
más pública la 'destionrái ;
y ya anffe el muqdo vuestra honra
hecha gironies veréis.
¿Quién ail Jverm'é en vueátro hogiar'
y Junto á vos á ta'l hora,.
'niecio jiuzgará, ¿eñorá.
que pude hasta aquí llegar
sin vuestra venia alcanzar?
Ese audJaz atrevimiento
29
/K> cabe en el pensduniento
del vullgo, qu€ jmzgia maí,
y sienfte un gozo infernal .. ,
- stt ai! prójimo da.itoirmeiito/''— ,
Esto dicjiepKlp el iii^io^
algiuios paso» avanza*
y hacia Mairia se dan^;,
•mas ésta con tK>bte 'brío,
con &^o. ademóos ^pniibrío ,
y con fiemblajite sereno, .
lleva lias ¡manios al seno^ . ,
y de tina cinta ^desata ,
agudo puñal, ideíipilaía,
g-uarnecidio y gkfdras^il^rkQ,
Del der lyi^n^^á .gra*» distaticia,.
<fvüe aCcanzarla .qqizá« pu^«e,.
cotí najp¡d=e«¡ir0trooed¿
á un extrenno die la estanycia.
Atli con ñem: ara-Qganda,
con alma serena y fuerte, . .
bjanddiendo el puñal, advierte
al vil seductor aA*daz^
que dar un paso no más
»le causaría la. muerte.
Súbitsumonte tuna puertí^.
oon estrépito s^ abiúó, • ■
y ipor élía penetró
MKDntejo. La. luz incierta
^sá á iluminar no acierta
aquella escena espantosa.
30
Un gritio latida su esposa
•de alaría y de temor;
se apercibe el scdhiictor
para una lucha horrorosa. •
Bri'Ka tí hcHofricida aceró
'en las manos dé Doíi Jua«i,
y se lanza hacia Tristán,
violento, imj>etaoso y fiero.
• — ** Ladrón de mi honra, yo espero
que pues valiente os mostráis
con una mujer, 3o seáis
con um hombre como vos.
¡Encomendaos á Dios, • •
que á la míuerte os acercáis T
Asi 'exclama y es su ácenlto
extraño, ronco, profundo,
cual si fuera de oitro mundo
eco de iia»fiema'l ooncetito.
En tan solemne momento,
ed silencio injtermmnipidfo
era sólo «por el mido
de las vibrantes espadas,
hábilmenite manejadlas
por agresor* y agredido.
De un a|K)sentto cercano
súbito entonces se abrió-
la puerta, y apareció
la forma díe un ser huimiano.
31
El sayasl dd fmnd'sc&tfio
con majesiad r^viestia:
la barba y xtcetro cubría
eii su ancho y largo csípuz,
y 'del que miirió en» la cruz
la samta eñgie traía.
— "Eli 'norttbre «de Dios— clamó-*-
Juan Mont€Jo, <iomínaos I
y vos, TrUtáfn, repcwiiaosl
¡o 'exijo .¡to mando yol''
Y majestuoso avanzó
con paso lento y palusado
hasta dcndie;' contrariado,
reprimiendo á duHas penas
el furor que ardía en sus vena^,
se halCate el de Matáonado.
— "Obra «mal eJ que su atffctita,
olvidando qüc es cristiano,
castiga conf !pfx>pia mano,
impío, Don Jiiat», inténita.
Muerte aifentosa y cruenta,
pam llar, ejemlilo a/1 mundo
de humildad y aaiiKw prpfundo,
Jesucristo, vida y luz
dfel hdhibrc, sufrió ten la cruz,
madero santo y fedutido.
Y vos, Tristán, el pecado
[•ue más envilece al hombre, '
n negro crimen sin mómbre,
3rríKe, Irábéis perpétradío.
32
óf loco, desatentado,
olvidl^doos de vos tnisoio,
t4:davia hacia ti aibismo
de otro niH«ff^ ^crimfsn ^ws;
y ia enseñanza pívidáis
die la fe del cristianismo,
Juan . Mootejo, perdonad J''
— ^"Es imposibte, imposifalev < . . .
ha sido el ultraje hocríltde ;
Ge maitaré sin:piedadr .
— "Los aiceíos envainad,
; infelices! qtie. es el dtido
:rínien que castiga d cielo
zcm la «pena 'á& Cafn,
mmensa, eterna, sún ñn, .. '
sin descanso y sini:consue!o.
Viuesrtro. *es, Tmtán, <?1 ddito
que otro d)elito. provoca;,
pues sois caibal2»ero, o^^tóca
ceder y á ceider te injvitx>. •
iDe vuestra coniciencia! ftl .grí^ .
deponeícl vitüestra pasi<^nv
diesJterrad del coFarón-
los deseos sedlictores,
y los odk>s y rencores '•:.;: :
.]ue turban vuestra ra^ón/*
— ¿ Quién stois vos ? ¿con qué derecho
len este asuníiq .105 .mie^cil'^?
si el campQ niQ (Jespejáís .
'h g-rado, por tfuerza os «cbo. '.,.
83
— ^**Es tu conaoán esti^cho ;
coeva en que ru^g^endo esNán
las pasiones de SaDá».
j Quién soy,. pregtMVta el vülanol
¡Carlos Luna y AMülaooI
i De rodillas, Don Tristín!"
Asi d fraile f>nxrruinipia
eofi fuerte y vibrante acento^
y tembloroso^ violeciíkx^
la ca^piucha se arraocó.
Trfetán ^ Luna cayó ,'
de rodillas desplomado^
de vergüenza anonadado
y de angustia' y de terror.
— ^**¡Mí padre 1 exclamó, ¡ señar P*
— "Serás, Tristán, castigado,**
Carlos Luna y Artllano
<fijó entonces á Montejo:
— **Maíadie, Juan, os lo dejo,
su vida está en vuestra mano."
— "Caballero soy cristiaírio
que vuestra conducta admira,
y su venganza retira.
Se ha calmado üa pasión
que angustíaJba el corazón
2 sólo á imi(taixDS aspira!
Temiendo que de otra suerte
á mis noticias Iteigara,
cosa .posible y no rara
con mae el mrundo se dávierte,
PoKoe y Font.-
84
este ultraje, y que 'la muiente
ddiera á Trisitíáái y á María,
á quien cómjplioe cre&rltai^,
vos, Doth IQarlds, a<oertaido, -
esta escema provocaidoi
hiafbéis con sad^iditiria.
La vida á Tirnsiián saiváiSy
ipresílláis á Maiia arpada,
y de mi iai horrible dudia
pama síennipre dtesteirráis.
¡BendítxDi, beindito seáis!
que de su nomíbre imemana
se gtiiardle siempre en la {historia,
por cumpHdio caíhaülero, {
gobénaamte justiciero,
de SOI patria honior y gloria!*^
w
EL VIBJO NU'ÑEZ MELIAN.
^PISOOIP WSTÓRiCO,
ISlíi tm «castaño brioso^
«con atpostura marcial,
rsaue de las «casas reales .
Framcisoo Núñez Micíián.
Blanca bair^ba, rostro alegre,
ojos die aflrdkinte mira^;
* Dffáll'it <te tencÍQ|)elo
]Vbe envidia á la nifeve da;
alema y puños d»e encaje
las bkuDOOis que el a^zaihar;
36
«
faja tk raso y en ella
fcüTgo y agudo puñal ;
üas calzas ide ñno pmtio,
borcegtuíes qoi'e á mitaé
-logran sólo 4e las pierna'S
imtiscutosíais arrífbaír;
en el sombrero un cinitillo
de diamantes que un* Bajá
deseado hiübiiera ; en el pecho
se <minain b cruz bríMar
d!e la <3(rden de Santiago,
cínltas, placas dte metaT,
escudc6 y dSstíintivos
deluiéríto rtiilítar.
Cubre las aincas del potro,
qoie toaios y vueltas da,
purpúrea y rica gualdnaipa
con recaímos sin rival.
Hiere el pisador el stielo
con sus oaiscos á compás,
y la blamca espuma cubre
cuello, brazos y preltal.
Rige con stwna destreza
Núñez al potoo que va *
sacaíido chispas a5 su€»iO
enlosado del portaí.
Deja el portal y á 'la plaaa,
que de gente henchida es-tlá,
sale el viejo, que aunque viejo,
parece mozo y gpaíánt.
Coo-onada estó la plaza
por la milicia locaí, <
87
«1 cuyas armas brillantes
se ve la 'luz refkjar.
Estandartes y banderas
*uce la tropa que ya
prorruínpe en vivas ruidosos
al Capitán genperal '
Los baloooes y ventanas
Cubiertas de gienutie están.
AHÍ se ve á k doncefrla,
como la flor dei rosaí,
ostentar de su l»emiosura
el encaimto singular.
Allí d tíoo cnoonucimlei'o,
altivo cual si feudteil
señor del Estado fuera,
ostenta con majestad
los terciopdos y galas
que envidia á Jos pobres dam.
'Mí el humilde pechero,
el saoendote «ejeaiiplar,
b dueña de iniegras IxDcas,
el pueblo, en fin, todb está.
Atambores y comcitas
se d-ejaai pronto escuchar,
y voltcssun las cainpanas
de la augusta caibedral.
El júbilo en toasts partes
enseña la aíegre faz,
y se aíboroza y divierte
3a muy noble y leal ciiudad.
3S
11
Las tropas id*e infainiteria
sie mueven siqfú y allá,
y di-estras evohicáonis^n
con precisión militar.
En cemaidos ipelotones
de la plaza al centro van,
y alli esiperam) á pie ümie
•del comibate la señal. >
Son los t]etx:iiois e^paiíoks
que al mundo bam hecho temlblar.
En sus no/jos y amicurillo»
•estasidartes de percal,
»e mira lel León de Castilla
y las dos torre» catmpaír.
; Sailrve, tercios limdoonaiUies,
quie pequeño el ¡moíndo bail'lái&
pana «las itremendias 'lides
de um oontiniuo batallatr!
¡Salve, estandarte glorioso
del valor y la leal'ta)d,
lq«ue las auras de la gloria
¡acariciian! con aiíátn!
Ya Núñez á 'la calbe^ia.
pronto se va á coíocaír '
del escuadrón ide jinetes,. ."
iqwie imfpaciienite la serial
espera del simulacjno •
para «poder avanziar.
El potro inquieto escarcea.
39 ;
ilticieiiido Ihliainoo pretal
y rieaidias die seda y oro,
que sujeta ^el die Molían.
Allí está la artil'kria,
y cerca de «Ula ai ^paiaaffy
con la e&pada toledaiia
día la esiperada sieñal.
Ruf<e -el cañón; su iesitaimpídio
íhace el suek) treipidar. '
£1 cast2año se encabrita,
lucha Núñez úe Melián
por Jomarlo, lanza un grito,
se ve 'la angustia aa su faz,
y á socorrer va un «esclavo
ad Capitán General.
Tómalle en brazos y. al punto,
con vigor y acitívidiari,
puede bajarle y tendterle
á la orilla del portal.
Desmontan ios esoudleros
que á auxiliarle (tainiít>i>én .van
preswirosos. .... .raas en vaniol
¡presa die fe 'muerte es yia¡!
El apuesto caballerQ,
el bizarro míütttar»
es sólo un cuerpo sin vida, :
sólo un cadláiveír no niiás !
El pueblo maravillado,
y sin poderse explicar .
el extraño oatso, en torno
se condensa de Meliáini..
"Ha muierto" — ^al fin extíamairon
40
los mus próximos ; — '^ogad
¡por el <kscait»o <M alma
diel Caipitán Generail.''
La noticia infausita corrcí
y con tal cekrídaid,
encomen<kro ó patán,
qti€ eai breve no repitiera
que no hubo esn las extensa plázá
con sorpresa sin igual :
"El gobernador ha muerto,
ha muerto Núñez Mdsán/'
¡Dobla con tañido triste
la campana en Catedral,
siuena con fúniebre acento
•la cometa mfliitairy
y lias sordbs atamboíies
sru redioible ad aire dlain.
Toman «las armas ol ptinto
•la posición fumeral,
y sie imelintan •lias tendieras,
ique nasiatidio el suelo van.
[Mlaincha la guemeira hue9te
siiis cuarteles á ocupar,
tómase en lúgubne escefva
el simulacro mamal,
y iküs geinrtes se rcftiran
con ipiaiso iteía^, qiud^ás
pensando cuáni brevemeíite
Isolemos ver acabar
^toria, polder y riqueaía,
fioirtuna y autoridlad.
LA CRUZ DEL CALLEJÓN.
LBYBNDA HISTÓRICA.
(Fué la histórica Izamal
de es-te mi cueiíto esoemario,
en el siglo qüt termina
el año dte veinticuatna '
A Yticatái» goberiitiuba
Fradiicisoo Antonio Tamrazo,
yucatecoi 'áísútígmóo,
odfesto^ pruidetiite y sabio.
rsL un callejón estnedio
le de la Cruz fué llamado,
Ponce y Font. ^
44
esipera espeiiai. ... ya salgo.
Cerróse hifego el postigo, .
dfe alli k>s <^ se apartaron,
\y después ét corto insitante,
se abrió hü piuerta. Las xnaiDOs
'enlazadas tíeromatúfyt^
'Margarita y Don Femando,
pior amor enloqiuecidios, **
rumbo Maicia 'la cruz tiotmaron.
Y cuando anítfe ella estuvieron,
quizá el deiber recordando,
Margarita se detuvo,
soltó de Fernán la 'mano «
y con voz sdleiniitte dijo:
— ^Ajitte el Leño sacrosa¡nto
que \st Pasión nos recuerda
diel Señor de Oo creadlo,
juro, Femán, quie tie adoro;
Jiira que en vítiouilo saioto
nos unirenK» oxañlaina.
— Por mi níDonlbre de cristiano,
te lo jiuro, Margaaitiai,
y que esite Lefto sagradla,
testigo áe la pronnesa
seta qiue de hinojos hago. *
— ^Vamos, pues, Fermán, soy tuya,-
Y de h} cruz se apasnbaroin
prosiguiendo su camimd.
No se habim alejadlo
die lajUí jmudio, cuando oyeron,
con ipavor y sioferesaílto,
como ruidb de cadienias
43
junto á la cruz que dejaron.
Y itoa vo« gravie y profunda,
•el diré rasgó «exclamamlo : f
—"Ya «sctiché tu jtirawmeriífca
y en la memoria lo gtaardo.
¡Ay de ti si tus promesas
no cumpíes cotno cristiattiol
lAy de tí, Femando Rojas T
La débil mujer de espanto
sintió «1 aJma «poseída :
sus pies á and^ %e «negaton,
y su corazón medroso,
como titinca a()iresttra>do,
sinitíó latir en el pedno.
Tembló, vaciló, culal árbd
que die tenupestad ainada
sucumbe al terrible estrago,
y al 9ti>ek> hubiera caído,
á no caer en los braszos
de su amante cfue á su cuerpo
con premufa se estrecharott*.
FemaiKlo, menos med>roiso,
{!evó á la espada b matno,
y excfcimó con voz sonora : ^
—No me asusta el mismo diablo,
y si h<Jlmbre sois ó demotiio,
que Je mi queréis burlaros, '
¡vive Dios! q'ue á los Ínflennos
>s lanzaré á cinitarazos.
Dtra vez de ía^ cadenas
los somidios se escucharon,
f mttrm.tiH«ois y sollozos,
46
tristes rumores d-e ¡Ua-ntOi
Una ltu;i> «ail mismo tiemipo^
de resplandíoires extraios,
kzuies, fosío««c€ditieS)
V macileintos y vagos,
fué la angosta entradiii c4>sauira
diel cenote iluminando.
Ail fin, lüfn, globo de fwgO .
vio salií de alli el hidalgp;
éste arrastra á Margarita,
se va con ^miedlo at)arti8<D¡do,
y el g'lobO) cual si nmipielidlaí
fueira por ocuiifta) ffijano^
lentamtente se movía
y se iba hack él acercando.
A aqiüel resplanckM" vadoso
creyó mirlar ^1 hidalgo,
que un bulto .nieigro, utva sombra
taimbién se iba aiproximando.
Y crecierom sus temiores,,
y creció .su sobresal to^
al pensiar que d bulto ifiuter^, ;
ital vez, el cuíeaipo diel diablo.
Ante la visión fatídica
temblar sintió Don Fernando
su oorazón ndble y fieiro '
al peligro acostuimibiiiaidb. i
Soltóv dd pufío la 'espada,
limpio acero tolédatio
que era tterror de las mozos
y effwidia de dos ¿imcianOs»
í*resa de mortal congoja.
47
can el ealbello erizada,
el temolr, ai fin,, venctóle,
sus rodillas. S€ <io;bl2UK)ii,
y Qd suielo cayó die hinoioa
€l amante <k»díchado,
11
PasS(aroin.<iíajs «trafi días,
•oanri'eTon años tr^us añ«Qte|
y Miargairiita Itloraiba
las ausencias diel hidiilgio!.
¡Tía» gratarfte aanor, quién creyetig
^e se thuibiese enraporado
conx) giolta -de aioícío
<iel sol arSíéíúbe al' cooitacto!
Ai viento líamzó «us quejas,
y el vieníto frívolo y vano,
<ie sus qiuiejas s^ Jbuirlaba^
•de su dtottioir y m l'lianto. .
¡Cuánitos días, cuántas noches .
pasó la iníeliz Horanido,
sepuiltaida lem el laibiSOTDQ
'ífe sus recu«erdos más caros I
Un día, cuiall otros ..muchos,
^ que (se íhalllaba esiperando
ver arribar de mepiente
á fe ciudbd ai ingratía,
i*uidio leiscudió y algazara
tmnulio fpoco uisado,
ipoíblación que ^tranquila
8lizíkrs>e vio sus años.
48
Mujer al fin^ el motivo
conocer ansió dd caso;
sau'e y mir^, con sorpresa,
grujpos de gente compactos,
<|uie corrían afanosos,
ora á pk y ona á caballo.
Cttóí era, inquirió, d motivo
del suce#o extraondinorio :
que el Golberftador, responder!,
en <}ai «vilíia era eéperado. (i)
Y leini verdad, el pu^eblo todo
endierezaiba los pasos
de k cmz hacia la cirmiifta, '
pobre temiplo y solitario
que se alzaba en el camino
que de Mérida Kamiaron.
Un ímipc¿so ¡rreslstiblie,
un deseo en • Ala extraño,
á Míargiarita ootndujo
al pie del madrero sftnto,
que fué testógo del voto
que de amor pnestó Ferna«ndo.
'Fija airusíosa las mítadas
Ihacia diomde, eti breve rato,
pasaría el gobernante
por el ipueblo acompiañado.
Se oyó clamor jubiloso
en todos los campanarios,
(1) Por decreto de 18 de octubre de 1828
concedió á Izamal él título de villa, y por
creto de 4 de diciembire de 1841, el de cludac
49
y ooheties vioflaiíores
liacia hs rtoíbes se ^zamon,
trazando ¡suiroos dle f u»ego
en €Í anchuroso «esipacio.
Los vítores einítusiastas
oyiéaionse imás cercanos, f.
Jy el Qobeimador de todas
aiquetlas gentes mxieadiQ'^
á Ib esquita dleil cenote
ainribó con l'ento jpQíso.
'Rasgó los aires tm grito
dtesgarrador, jjirolonigada ;
las gentes se d«tujv»eron ;
y rttias á otras se miraion;
el Golbemador pregunta
qué era lo que hialbía ¡pasado,
y lamtes de obtener resipuesta
miro cómo, el ixDistro fpálido
4X)(r la lemoción, se encubría
su ayudia¡nte Rojiai^ Caño,
Paiso Margarita abrióse
cinitre el oondurso, clañiafídSo:
^-^Escuchadme, deteneos,
justicia pidb y amipanc*. , ?
Albrióse ancburoea callé '
enJtre 'los grupos compactos;
recorrióla Miargarita
I con breve y segwó.ípiaso,
y nadie id gnave silencio
certó á tuirbar osado. '
-Justicia, señor, no gracia,
ego basta vos imlpforanido,
Ponoey Font.— 7
50
y jpues 'sois de ¡la jiUstkia
celoso diqposiiítairio^
■benigno escuchiaid mi quejb,
no me nieguiéis yuesltro fallió.
Ante esa cruz i5eiKdecidla
juirómie lanK»* tui hi<laIgo,
•qnie yo ínesgpterta juzgaiba
nobk, cabaífero, honrada
Jiuráme que "eíl <matrímon)io
oomi índísohublle lazo,
muesitro cairifk> pumfibte
camtáaría en aanior santo.
'Quehrlaintó 5iuls yvamxiíexitos,
qute eratti' jusnamemitos falsos,
y huyó de mí el fementido , . ,
aibandionándlomie ingrato.
— ¿ No hu'bo ¡nadie qti/e escuchara
las pram-esas dW hüd^algo?
— 'Nadie ¡ay die imíl ¿quién podría
en aqudla hora lescucharlo,
sí lai iKxfiDe ertai lavanziada
y el iparaje isoílitairib?
— ^¿ Donde fué ?
— Juiíito á esa cruz.
— ^¿A qué hora?
/ — ^Si no me ett'gaño,
las dldoe eran dIe mía mjchfi
ínioívidialble de mayo.
^ — ¿ Quién (flulé, decid, d perjuro
autor 'de tan gravie daño?
— ^AKí junto á vos te miro :
T'ernaiídb Rojas y Ca»no.
J
i
HJp^rixaftiKJo^ m^l ^qvé decís
d<e vu&sltalai culpa en descargo?
—A esta 4iwij'er no coíiozcOi
todo lo Kfcit dice es fá'Iso,
Así dijo el caballero
ton proidaz desembarazo,
y la triste Mar^garita
mnJdas dio á au triste^ tlaaiítoL
IiKieciso el góbemaiste
permaiKició girande espacio:
bttscaiba tin modo segtiro
•que k diera d restdtadQ
de saber lo verdlajdero
eq ajqaiel difícil caso.
-^A TOS, señioiiia, y a vos,
Feniaindio Rojas y Cano,
ipara esta noche a las dOoe
íiiite ^esá cruz os emplaza
Dijo, al fin, y connwvido
siguió su Ttfta aJ Sanltuaria
en que á la Virgen Purísimaí
venera el puéWo itzatatto.
in
Se oyien docie cám^pajiadas
«onar en él campanario
de la Iglesia que en el cepm
dza su najve' y swis atrios.
3n el calíeíjón ^som'brío
ivat.st octülta en él sudíafio
52
die las sombílas dle .'la moch^, .
se miran dos eniilx>za;dos
y tina /m<u jer cuyo cuerpo
envuélvese 'en -niégno tnáiíto.
Ya óe ¡pie junto á la cñiz,
tílice FTanosoo Tamazio:
— iSeñora, ¿jtuiráís en n'ómibre . ,
Id'el que murió én el Calvario
qne ois^ díó íMabra de esposo
'Fenniamdb Rojiás y. 0000"?
' — ^Juro, Señor, qojie le düje :
^'Anite el 'SÍgiDo sacroslanltp
que la Pasión no3 recuerda , .
id^l Señor d'e lo éreaidlo,
ju«Doi, Feamán, que te a'dióro;.
juira que em vimoufo santo . '
nos uüiáiTemos mañana.'^
' — ¡"Por mi nom'bre de oristia-po, ,"
•lesjponidlióme, te lo juro, ; '.
y que este Leñó sagrado '
tesitígo dfe la promesa
siea, que de Míhojos .te. bago:"
— ^¿Qiuiién escuchó 'él jiiTianienitó?
,nioi hiaiy testigos, todlo es fiailsio.
lY h¡ voz d'elí Ayijida<nte
no es|pira(ba enrfre siis lalbios,
cuatoida ruido 'de cadenas
entre la som1>m leiscucháron,
Y ide TO-z iproftunda y grave,
percibióse el eco extraño; . . .,,
— Yo escuché tu, juramento .,'
y en la memorial í'o gt^ardo.. ,
53
i'Ay -de ti si tus jprOmnesas
oío Cunniples como crístáano!
lAl oir -esitais palalbras,
Wóse Feímn dé espanto,
y en ítiarra cayó <k hirifojós
¡¡perdóíi, jperrdón ! éxdamanido.
A su miemoriá íuoÜKli«roín
lofe neouerdbí, poco gratos,
de la hiz íosfiorescéníte
y k figiura deíl diablo.
Un btrito negro en las soml^
movióse, y lum? triste foyo
de -luz aitumlbíTÓ la escénia.
lUn hombire se fué acercaiido
gue bujpdo sayal «viesltía,
tataban sus ipies y imañots
fuertes cadenas, y eí «rostro
ttiiostrafca asaz demacraido.
Cerca ya del gnujpo, dijo
á Franoisco 'de Tanrazo:
— ^Tiestigo del jurartieritó
iaoy que aquí prestó Pernando,
y es la cruz itarnfbién testigo
y á su nombre io decláíio,
Y poes dos testigos hacen
prueba plena, yo os demando
que píonunciéis . aqiuí mismo,
señíor, vuestro (justó' fallo. ....
— ^¿QÍiién sois vos? el gobernante
"eguntóie, descoinfiadio.
■^Fray Masitíiiez Sacramento. ,
•q-uí penitencias hago
¡por los «pecados del mmi4o
y por mis iproipios piecados. (i)
— O» conozco. Fray Miailtinez,
sois en vfrtud^is ipreolaro
y <no poed-c la meotíra '
enyüecef vuesiro<s lalbios.
¿Qué objetar podbéi» ahiora?
¿Qué osaréis 3ecir, Fernando?
— El ípepáím de Margajita
humíld-c anite vos reclamo;;
'lo solicito de hiniDJbs
aic|«ui á sus piladtas postrado.
— Con el aCima fo concedo,
pu«s con todiai el alm^ t^ amoy
susurró la po»bre niña
ai oída de Fomaíndo.
Y se oyeron dos suspiros^
y un sollozo •en^trecortadbv
y dos manos temblorosas
tiernamente se eslfrecharon,
Ooíi acento conmovido
así sentenció Tarrazo:
— Yo, contó Jutóz, os condene
■mañana mismo á casaros,
y que Fray Manuel Míurtíncz
os ánaí en etemio ía^o.
(I) Fracr MamiM iSlJairtín^^ dieil , Siaicria^ |
Bolía ñaeer (penitencia iJurante lais laltaiff ho- j
ras de la nocñe, con ana fuerte oade^á atadas ¡
á la elntuipa, anlte la cruz del ceuote y otare»
55
Y aqui ternuina la fiisitoría
(Viefdaderay lector caro«
que .escuché cuanfdfo era niño»
de boca de los amcianos.
"^B^
ALMOHADAS PRODIGIOSAS-
TRAWaiJN POPULAR
El año de mil seiscientos
y cincuenta y tres, vivía
Miguel Moreno tíe Andrade
en Valladolid, la vMla. —
Moreno /era de apellido:
bien el apellidlo le iba,
que también era moreno
de cutis su señoría.
Ponce y Font* -8
58
Éf a miUilaito, y k geoitei
ó .nobk ó sólo ihidalguilla^ ^^.^„
por tal cat»»f>«obre el hénsbro -^
desdeñosa le veia.
Mas era rico el de Andrade»
y es verdad muy bien sabida,
que con alas die o|:o, al ciek>
puede subir cualquier "quidam.'*
Llegó, ipues, á ser Aloaádie
de primer voto en la Villa,
y por fuerte de Peñalva
encomiendias pdxxveia.
Desd-e qu€ suibió MJcweno,
se aumentó oontra él la iniquina,
qii»e mie9tras niá« stube el hombftf >
máÁ áub-e el mar de -la envidia.
Lai encomienda dte Qiemayx,
que era provechosa y rica,
vacó también, y 'los nobles
con afán ila preítendiain.
Confirióla, ail fin. Moreno,
ó por gracia, ó por justicia,
á Femando de Aguilar,
un noble que desoeiidía
de un conquistadoír ,valie«te
de tt'uestna vasta Península*
Aumentós.e, con tai acto,
el odio, pasión iáidigna,
que si nació diel despecho,
dejóse guiar de lairau
Y acuisaciones y queja,s,
calumnias y villanías,
59
futieron á Martín Rabies
qu€ mandaba tn la Provincial .
Martín Robles Vrllafaña
se presentó cierto día
tu b ciudad «te in^noviso^
con a^ de hacer justicia.
iQué susto pai'a Moreno!
¡Cuánta esperanza fallida
hasta entonces en las a>ln\ad
it sus émulos nacía !
j Pobre Miorenol bien ipronto
verá su causa vencida,
tu fiera altívez domaida i
y vacante su Alcaldía!
í Vaivenes de la fortuna,
tuya ruedia corre aprisa, *
abriendo surcos muy hoñúoi
en los camplos die lá vida !
Los frailea, encome>tDd^ros
y otras geíites de valí»,
que á d^ fueron cortesanos
á Robles la bienvenida;
los eflemigtos de Andralde,
Senos de esperanzas vivas ;
sus amigos, que mira;t)a»n
las suyas desvanecidas,
todas ías gentes, en fin,
altas y de clases ínfimas,
Sí» retiraron prudentes,
i ando á su Sefior ía
(] í hallara en el suave lecha
t lescanso á sus fatigas,
60
qu€ ya el carro de la lOioche .
su ruta emipreiidido ihaibija.
Miguel Moreno <i<e Anxlirade
hacia su hogoír se 'encamina^
sintiendo herkk> eu orgullo^
viendlQ su causa peixliüa.
Alza, empero, con audacia
y dte&dén la freñite altiva,
y murmura por lo hajo:
''mañana será otro día."
II
Vás«e Robles á la alcíoiba,
se desnuda, y ila itüpüla
de terciopelo dejari'Üo
soibre cómoda v.ecina^ . í
en el lecho se iritrodíace
á ver si él sueño cDnicilia,-.
Sienitie una alínfolhada mes dura
que soldadesca tarima,
toma la otra y .lo misimo.
— ^¿ Qwé es esto? líurioso grita,
¿Ufsan piedras por aJmioihadias
estas gentes maldecidas?
— Señor, utfi' paje respbnd'e,
acaba de remitiríais
¡Miguel Moreno de ^Au'áráde
para vuesitna señoría.
Que miréis en tal fineza;,
dijo, su adhesión más viva,
y que mañalna la mano
61
liutnildie le- besaría;
Rietiróde lél paje, y solo
quedóse Robles.— i Por vida,
exclamó, que el raro caso
me suspeiíde y maravinai!
Toma el puñal, cortib, rasga
la tela burdá'y la fina
de ambas aímohadas, y »encuentra
mil momédas amarilla^/
efigies reales que jiuiñtas
seis mil -dluros sumarían. ^
¿Qué mache pasó el de Robles?
¿ Pasóla en suefio ó ' vigrlíai ?
Pruidenite calla 3a crónica;
¡ nadie sabe 'lo que haría !
mas la fraise deMbreuo
pronto se mirQ cvtojplída,
iporque, ail fin; tmirairari tddos
"<íue el ma&aína fué otno día.*^
III
Lanza d sol, en áureais flechas,
su clara hiz y benigna, '
y nobles y encomend-eiiois
al d!e Robles se üpróboSman.
Van allí ó mirar lá-nsiosos
cómo al mulato casrtiga,
cómo al orgultoso Alicalde
MorwDO, afrerttíir.'y hlitatlila.
Gozábanse die aniténiainó,
ólo así goza la envidia !
.62
en ver cómo aiquella -esitaitu^
itel pedestal rodaria.
Llega Moreno ide Andrade,
y en su porte se adivina
que ni teme, ni recela,
tii duda, ni diesconifiah.
A su «ncuentiio sale Robles,
cuyo rostro se ilumina
(¡oh prodigiosas almohadas I)
con placentera sonrisa.
Tiende á Moreno los brcuzoa,
y le esitriecha y te acaricia^ .
llamándole amóigo suyo
verdadero á quien estima^.
jOh sonpresai in^perada!
poco después, todavía
le noniíbra Tieniente suyo,
y se* ausenta die la Villa,
diejando á todaí la g^ente
as'ombrada y confundida.
'^Dádivas quebrantan peñas,**
tiiuiestros abuelos decian;
y entonces, coono hoy, sie ha visto
que la sórdida avaricia
ha logrado en todo tiempo
flai virtud mirar vencida,
triunfante siemipre á la audacia, .
y en pregón á la justicia.
8ICSBMPBR.
TRADK^ION BÍBLICA
CtifmdQ dd ^ey A^tiero fué ministro
el hijo de Amadáiti, Aman, d jpüeblo
bermoso le llamaba, y saibio, y justo,
tico, gallaipdo, valeroso y bueno.
Tanta isnx gloria fué, ¡tan eminentes
sus virtudes y dotes parecieron .
á todoB, desde «1 Rey hasta él esclavo,
que del vulgo y la corte fué modelo.
¿Quedase ^ogiar á algún niíaigtn'ate
ó demostrarle singular aiprecio?
soto á AWán oompafársele podía,
que era el tipo de tlodos más perfecto.
"Ks -más rico que Aman, que Aman máa
(síubio*
is valiente qué Aman, que Aman máá
(bueno.
64
más hérmo(sioqtiíe! Aman, "hablaadadeotr^i
ccjti» hii>érbolé dice el mundk> enteix),"
Mas como «9 Sol «descieiikle. Jiam d' oca^,
así descaendie Ataán de su apogeo,
y húndese, al fin, en neigra desvenjturai
ai (perJer eJ favor de'l rey Asnneno.
¿qué entonces fuié «de su podler y gloria?
¿qué fué de sui 'hermosura y su denuedo?
¿qué la ¡nsenisaita admiración d^l mundo?
eclipsólos ei saibio Mardbqueo.
Y amte la hermosa Ester, que el ney adora
se eclipsiatran los nVámai^ .neülejos
de la estrella dte Aman, y los eslogios
en sarcasmos itrocáronse y dicterios.
Ya no es A^^fánf ^i tko tA cnagnánimo,
ni linido, sabio, ni gentil, ni apuesito,
y el pueblo tornaidüzo, cuando qoiere
oomp«9..rar dte otros homlbre^ k>$ . deíeotos:
"es mas malo que Aman-, excjama^ pinto,
**»es más pobre que Aman, que Amáai.fíiláí
(necio,
y más todo qiuie Amáti, y toíb malo,
que ya es Aman el tipo 4e kn feo/*
Pasaironí'.yiai, Iqs siglos y es^costuimhre;
todavía decir en nuestros tiempos :
**es más .po|bre que Amén> qu<$ .Aoiáu niás
(rido,
es mías sabio que Anxán, que Amin raás
(necio/'
*'Y esta bíblica historia nos en!s.eña
qüe'eil miundo ádulai á Césares y Cresos,
y arroja, sin pieda^l, á lo§ hunuld'efi
el farda abrumador de su desprecio.^'
f>
LA CITA MISTERIOSA.
LEYENDA HISTÉRICA,
BI pueblo m» 1« contó,
y pues la ai^ttyria no invento,
responda el pnebío y no yo,
JosÉZoRRliXA.
<Ett «1 siglo ^ez y siete,
a&o de sesenta y <]os,
permitió estos Ihecho^ Dios
juya ivei^daid nadk objete,
Ju€ esita hisOCHftól se resiste; -
nues ;aiuivqu€ pátecie rara,
Poaee y Foot— Í9
66
lai refiere el Padre Lara
en crónicftó jijiie ^sprJbió;.
y píales él nos 'la camtó,
su pateraidia<l 'b eumpara.
La sencilla relación,
en hechos graves ifecunidia,
á veces eil Padlre fuñida
tan sólo en la tradkión.
Y se nota la omisión
■qu€ pa>deció CogoEudo, \
potes retferirlos no ipudo
ó consignarlos no qu¿so ;
mas fd'.*eiitej^coniciS0 ;
de Lara sera mi escudó.
A él y al pueblo me refiero,
y siui relación mi guíai
será en la historia sombría
de Don José de Cainipeiio.
Rieren que £á «ábalíero
¿itáróh á Catedral '['
(páiiu una noche fátaL >
LjÉira decir oipiítió
ío que en el templo pasó, '
quie es el hecbo principail.
De-sechandio yo el íefHsoCr •
•me avednítuifK>\hoy 4 d^jár .. •
k) que á Lara i^^rir.: , ^ .,
causó escrúpulo, 43, tegr^r.
Lo que allá e^.jeS iaterior ,' ::;.
'd*el teis)(pl<3í anagusto pasó.
67
''d ipuebio «le lo contó,
y yo aJ pueblo 9e ito cuento;
y pues la historia no iiiivento,
resjponida el pufeíblo y na yo/'
Rasga el sol abrasaidor
las éeSssti» y opéacsBs fanuanaSy
y <kjai eü lecho ide plutnas
el canoro nus^eñor. >
Sale al campo ti labraicior,
y iá través dte la espesara,
va, á lia milpa en denechura,
que gran oosecha pronoete,
3fevci<ndo al cinto el machete
don que su pan •ae procura.
En el campo la alegría
va repartáendb sus gsBmy
y ád ambieniüe en las alas
idermn»' su luz el düa).
Recoge lá nocfie limlbría
su mainitoi die obscuridaid,
y 'la luz, la aotirvMaic^
y la vida y el contento,
el midb y el imovimienitíoi
se e3|piaix:en ¡eni la ciud'ad.
Las seis so9i^.<k lai mañatfiai;
^a servidbmbre díespierta,
S8
y abre el Pabcio «u puerta
á la geiite «cortesana.
En la Caítedral ceiícatiai
se escudia el atgudo !s«ka .
de enorme y viejo esquilón
que -tañe, volteaíwk) aprisa,
y se v^ acudir á mfea
al puiéblo can devoción.
Y Don José d» Omxptw,
que es dtevioito y eís cristiano^
deja 'la cama ietn|(k*afio
y á misa Jlega leí ipriíaiero.
Jamás ha sido el* posftreso
en cumplir coa^l dlfber,
y por eso.ivíino á ser, .> .
y por su ciencia y vaíor,',. '
nombradla Gobetiasaídor,
y ascendido á Brigíatídaer.
Un austerq /fraqcíscanp,
de gran virtíiií y entereza^
hiuimildie y devoto reza
el gran raísterio . ci:¡stiainj6., .
Otro fraiJie, qtíé es ^p hérr^m^o,
die extranjera 'cpnk^ción, '. \ •
pronuncia un Hargp '^efmcm
que versa sobpe el deber
que toaos tieiiiem táe hacer
del crimen repanación.
Que quien un daño causó,
repare y ennfriewde ^el d!afto^ -^^ •
acates que conduya el -«fio
en que cometedo osó.
íY ital piedad dempaUió^
tanito ceüo y taiaU cieiieia, ;
del gran ooncuraíxen pre$9QCÍa,
qrtve el Cdípiítsak igeneral . ,
salió de la Outedral
pasmado de snx doctieticia. ,
Mas d vtri^ que esjcudoao^
muimiirador y^io^ilignOy
(hizo un juicio .-pooot diéobi
de aquel dítscuTso >pÍ9ídosa. ^
Y eui voz baja^ tfim&íosOf^ •
decia que en,.<Q^^rto instanvte^'!: /
len el pálido /s>em!blaf]ite
>del CapiHám gienerad,
de su inquietud la señal
se veía pdipitadiite.
Y en Yiucatám estimí^do
era el viejo Brigadier,
porque filié su proGediéT
siempre noble y siempre honrado.
Valiemte como moldadlo ;
altivo, noble y sinceno
cual cumplida caballero;, ^
afable, justo y benigno
coTtKk gobernante digno,
era Don José Campeno.
Sin emfcargo, en baja voz,
aiunqtie no tíon gran rebozo,
70
decían que cusúntdb nvozO^
cometió tm ddilo atmz.
La crónica es porta'*voz
de lai verdad ó el mvetrto,
y no alega et fuiídlaTniefito
de *la grave inculpación;
por aso yo la omisáóm
aquí re(parar iiUiento.
SaJió el buen Gobermaidlor ?
de misa, triste y somibirío,
y abrióle calle el geíitíoi ^
con i^Sipetuioso temior*
Presa de exiti^>ño |)avof
'llegó Camipéto á Palacio,
miró hacia el temploí desií^ía,
apretóse el corazón, '
y ail recordiar el sermón
faltábale aire y espacio*
Sus ciúadbs y faimíliaries;
qiue le muraron llegar, r ,
le hicieron (pronto olvidiar
Isus enoijiois y pesares. .
Poao después los mianjares
y üos saibrosos pasteles, '
las frutas die ricas mieilei,
el blanco pan esponjoso ^
y d rico viiDo «espuimoso,
estaiba-n en los 'matiitéles*
Pasaron; al oomeijar,
del Piaílacio en el contí^in.
71
y aHi principió Jel feítin '
eí mismo Gíobemaíáor.
Alegre ya» y deoklor,
desipués qu« .idev€>tK> r-eza,
CaiDpetx) á tiiOBtnarse empieaa.
sin qt»e uti solo .pensamieoíta..
ten aqueC f«liz.<niofne»to
consagrara á su triaiteza. .
Turna el.pkto sin demora,
mas emtre plato y maütel,
encuentra impre^ tm papel
que más que lee, devora*
¿Quién k (PUSO allí? Se igiioma.
¿De qtiié mojo, cómo^ c«;árido?
Todos se queian pensando
€51 aqiií'la acción audaz,
> Campero n i.cbo más,
que está, á su p^sar, temblando,
Y pálido, cual difumtio,
k'e aü fin : ^'J^sé Gaimp-^ro,
«m !a Catedral te espero
á la media noche en p mo.''
—¡Es misterioso t\ asunto!
No atino qué pueda ser.
PpoíiTo, dijo, he de saber .
quién á citanjie se atreve. '
'Em varto esperar no débc,"
esta noche le* he de ver.
El espanto y el terror
'ose entettDces retVaitado
72
€n el concurso^ a^lniirsKio
•de ta>l audacia y vahxr.
Y añadió el Gobermaritor
quie juzgaba qvoe efa cosa'
de él imigiui y vefgbtnzosay
al mismo Diablo temer,
si al Diablo hubiera «de vet-
en la cita imi«terio£a.
Todos dieroo Bvá opinión
y emjj>ezaiioo á argüir,
conviniendo, lal firi, <pie no ir
.prudencia era' y precaución.
— Buscan, dicen, la iócá«ióii
para um críraen xronieter.
— Yo no tengo á quién temer,
.pues care2?co de enemigos.
— ¡Muchos tpaitecen amd'gos^
y la son cual Lucifer !
— Señores, iré á la cita
'bien .¡preparado y absuelUoy
Bisi lo temigo resiuelto
y nada á cejar me incita.
—Mirad, señor, qaie , no , escrita
la carta está, sino impresa,
motivo die la sorpresa ■
de qiuie todos .«wiesitras dan.
No hay imiprenta en Yucatán.
;Arte diabólica e§ esa!;
— Resuelto á todo y díspue^o,
contestó, á la cita fté,
v73
y al mismo Diablo hablaré,
si obra óel Diablo es puesto.
Y haciebdo uinMipremor gesdo*
de <les<Ién, se kvarntó,
y así el alinmertío aoaibó,
{niesmadie se hallaibiEl á gu^to
por la turbación y el soisto
que la cita les causó.
II J
Como el iaro lutfniíiioso
en la derecha atedaya,
que sabresal<e en- ki playa,
alumbra el mar fwoceloso,
asi el Obispo viltüoso
la P«eninsti'la ilumina
con luz fulgente y divina;
y modelo «efe piedoKi,
dte virtud y de humildiaé,
su grey sá cielo encamina.
• Era Fray Luís de Oiíuen^es
iduilce, aíaible y ibtoakbdíoiso.,
con los pobres generoso,
padre comen dfe las gentes.
Esparcía las simíenties
de la -virtud donde qiuáera
que su acción llegar pudiera,
y en su Palacio y el templo
era siempre vivo ejemplo
de la virtud! tri&s oiustera.
Ponce y Font.— 10
74
. Kk> hay amargura ni Uatrto
que consolar no procure,
ni dolores -qoie 'nocuíci
con cello bcnigino y san^o. . «
Hodios se acogían al man^
de su atdiente caridad,
y él á todos, con bondad,
consuelío» y amor envia»,
qtuie es la estrella que los guia-
á la mística ciudad»
Comi lágrimas en los «ojos
y mirar aliento y fijo,
ante un santo Crucifijo
orando estalba die hiniojoSí^.
Y en te corona die abrojos
que la alba frente nod-ea,
y en la satitgre que gotea
del entreabierto costado,
con dulce arfojbo el Prelado'
miradas tiernas paeea.
Y cuando, más aibstrakio ,
sie hallaba en su devoción,
una puerta deL salón , .
aibrióse con» leve, nuidio.
lY (por él inajdvertidb,
un paje pcxr ella entró,
que lentamnente l'legó
(haista donidle estaíba» orando, .
y su abstracción respetando,
los •laíhüos 'no diesplegá» .
75
PukIo, al &!&, d ,pdje hafblar
y dijo que su £:»odíencia
el Gobernador, audiencia '
quería jde él alcalizar.
'-Haeedle al momettíio entrar,
que el qu»e aguarde uti personaje ;
de esa initportancia v Unaife,
de tal raingo y csAioBjáy
iK> eS'Cotsv^eniente, en verdad, >
<£jo con |>reimiura al paj€.
Breves itifetañftes después.
ad Capitán General,
e¡ Oibüspo iMSóho sitkl
ofrece amable y cortés.
Mas el prinueito á sus pies
dabU humitd^ ía rodilla^
y tal tacto no mancilla
fiíii carácter ni blasón,
que en k sáintta oonffésión
es á Dios á quien se bmnilla.
Y gran raito así estuvieron
el Gobernador halblando,
y su PreCado escuchandio.
Nadie oyó lo que dijeron.
Once campianadias «dieron,
al fin, en' la Gaifredral;
deio el Obisfpo el sitial,
te antiguo y viejo armario,
ló y díó un escapulario
Capitán General.
76
— ^Tenwd/te.dijo, confianza, .j •
ya que no os failta vaknr,
y poníed, Gofaernadory
sók) en Dios vuestra* fspetam».
Si es inferntal aflochonza
lo que Jos tiiendé iMcitcr,
naiásL die él debéis temer,
que jamás el Diiablo podo
á quien se asnpara á -este csoikIo
coQ' su malicia' vencer.
Mas si el •manda.tO' óe Dios
é su Tribunal os llama, • ^
si alguien por justicia claana,
qií-e cumpli«dia la» halle en vos.
M de la justicia <en pos :
si sois Juez, haced justicda;
si reía, vuestra mallicia
doble su fiera 'aCtivez '
ante el que es Supremo Juez
d-e clero, pojeblo y milicia.
. III
Solemnes, tristes, pausadas,
oyó dar »en Catcdíral
el Capitán General
doce grabes campanadas.
Y sus órdíeoies ya dadas
'de que nadie le siguiem>
77
90 (plena die quíe sufriera
duro castigo, salió
y al templo se encaminó
donde el citadlor le ^pera»
La noche era tenebrosa
y la denisa dbscnridla'd
envolvía á Ib ciuidaid
en la somibra misteriostau
£1 manólo <iuerme y reposa»
tregua dlaindo a sus querellas»
y liasta el cíelo stuis estrellas
á las miradas oculta»
y en negilcy crespón sepuíldt^a.
la luz que de^pklen ellas. '
El silencio pavoroso
sus akis inmienisas tiende,
y por doquiera' se extien<le
su dominio poderoso.
Se escucha sólo el medroso
graznido de mal ag»5ero
Á algún pájara agorero ^
que en la torre' se guarece,
y el cíorazón estremece
d^e Don José de Campero.
Su ayudante, silencioso
y recatándose «de él, ^'
i cierta distancia, fiel
stguta cauteloso.
si con piaí^ medroso
n caminaiváo los dos^
78
V dlel timo el oitro ew pos,
la distaiucia devaraiton,
y en corto instante llegaroi-
frente á la casta idé Dios.
Jutiito á la pulenta carada
se detiene el d^e Campero:
pronto el otro caballeno
líegia enupuñaffidb la espada.
Gira en sons ejeá, pausada,
la enomne y niaiciza puerta,
que sólo -se vcí entrealbierta,
y el Capitán General
por ella emtró en OáUeiral
con planta medrosa^ incierta.
Su ayudanta, ^cauteloso, V
temiendoi alguna asedEanzia^
hacía la puerta s^ lapiza .
de entrar por. ella anheloso. \
Mas un brazo vigbroso,
brazo .para él invisible^
con esfuerzo irresistible, :
violento le arrebiaíó
y aon él en tierra dio
dejándole allí insiettisiible.
Y tras de la puefta misma
que por sí sofla se abrió,
y que luego se cerró,
iGampero en siambraiS se obí^ma.
¡ Yiai no el engañoso prisma ,
de SOI altivo pensamiento.
79
^tan soüenuie ttuovnento
ñilimonto su vator,
qu« uíti invencible temor
xk á su coraxón l^ormeistol
Se detiene, á su pesar,
presa de mortal congoja,'
<k si mismo se 90twojk
y rto lo sabe evitar. j.
Quiere y no l>ued;e avamzaf ,
hasita< que al ikn vacilante^
y extendidas laideliante
las mainos, ttn paso dio,
y otra vez allí voívió
á detenerse anhelante.
La sombra' qoie le rodiea
y el silencio pavoroso
que del templo <maf}estuo«o
las anchas' natves pasea ;
bi visión que eia^^s-ti alma crea
supersiticioscftiemor,
y el lejaito'ipespflandiór ■ •
del cirio que ai^de ante/ un santo,
hacen que crezca el espantó • -
del sieñor Gobemsador.
Gira kt vista écKfo^vaf ■
en busca del que fe abrió
' . puerta, y lá nadie JíaBS
ue guiarle alfi pudiera;.
*en«sa, temCy iieÉ^espe^a,
xila, diudia y. a^vaitzsi;
80
concibe luego esperanza*
de que acaso salir puiode,
y rápido retrocede'
y hacia la pHiieiita se fianza* r .
Mas la puerta está cert^da,
y ooffi ya convwlsa mano,
poigfiiá por laibdrtá <ei)* vasoo
•en lucha dlesesperaida*
Sienite -el altoa ooiníturbaida
y hacia k» natve-sonníbría,
que á &u izquierda S€ vcia, ....
juzgajiida inútil la emipresa .
ide ipodeír salir, P>e$&
y ya eti Dios tait.sólo lío. r
Le invocía devioto y rew.
y sereruairsie consigue,
y luego «el camino fiiguje-
que hacia el ábside <eind!ere¿ia^
Ya con valor y edut^ar-eza
•Uega ipoiointo hatstat el Máfn^
que ooupa en todta fujociótiy .
y con ie «dulce i y aencUla^
aflili dobla b rodáUa •
y munmira tniteu ofiacjóoi. .
En el aire aufiípiecKSda^.
iSanzantío itemiés reflejos,
de Camipemo «está jk> teJK»
una lámipofl-a eBicetidlidta4:
SiniboSo es de cteimai vida
ipromesa de vGtíbaSüsao^
81
y su bltainaai thíz nos Janza
sus rayos harar tms borá,
cxDmo la luz bÍ€i3ihechora ' ' •>
de la nisu^ña «sipeninza. ^ ^>^
En urna ricS'de .pbMta,' ' '^'j ^
dcronadia JXM" la Gniz, '. . ' :•
d reflejo <te ésa ixxz
^ragijuraeote se retarata.- <
Y úempero hmipilde acata,
con palalxa.y ^ptíosataAeiJ^
el.Atigu'sIto Saeáaunaieiitov
y €o la luz y jea el aitar^ '
no se casistai de ñ^ - >> * ^ -
sus miradas 'OKk vaosMíÉo.-
Súbitaaneoite miró ,. - . ,-;, .
cómo temie y ivtaigarosa ;.
una tj&aacok y yaipoitot^t. .
imagen ajparecio, ,:;
'Y kntaimente.^,aíJZ9i^ , : . , i -i .. '
sin que 'leve rwdb liicipra,
cuiail si blsuDica'i^nübé; fuera, f .
que ád cielo dlesipiieinidiid^.. > :^ i
por el aire sVjSpendída,. . ;; '
en d eBpacío esttjujvíenau . . ^\.^.- ,
Y asi cototiniuó avanzando . ^ ,.1^.;.
süenciosa, (hasit?^ 'Héga^ _.^' ' ' ,.',..,' '''_];',¿^ ..
é aipP3narse en^el^i^tar.'" '.,';' ',.7V '
e eslá la ikiz lal'umbralr^ . , '
esa luz ikwninandp, . ^ ,
n vagas t$fi*ttais yerdíptsas,
Ponee y Font.— 11
^2
fué las nonroB^ majertiiMasy
lais bóviedas láuvidi^'
y las colünnaasoevofeáM
por las soonibiasijnúí^oiM;'
Los crísitaile»]4fa!7cdlovt9
lie las ojivas r<e|H«jaBi/
las ondas dé iuzv que -dejan'
akkninar sus resplandoraiv
Y aiquieltos.YQgDs falgofes
poco á ipOBO van xroQiendDv
y el templo to<lo incradÍQbdoi
cual si fuenatiiígSKÓ mnr, ' ^ '
Uasta &í nicho y ai ¡akatf
van sus oüasdsaitendlíflndo.
Súbitaini'ewte se oyó
cmi la torre no4e)a«i«,
ú clanK>r de una canaípana
que estridjenjtse resonó:
A aquel tañido »é éfelfó «
enomne grieitti'^n el' tii^o,
y <k aülá éé {tynéo <Éy^oúMy%,
que formaba <tí '^^sfítdho 'vano,
»UTgió un esqueleto huifnaino
como á la voz cte tirft^Dtijtim.
Sobre sí ftiisinias ¿firarotl,
con exitraño moyiifniten'fio,
tas losas del.pa|VÍn>ett¥to " .,
que unas dom otras choca-róm.
{")€ los huecos «que «(íejaroni,
aquí y afilí descüibtertois,
•lí.
wron satknkia loé muertos
en 4ierai^ta cúiahisidiii
y en el fúnebre cresipén '
^ tos suidariosicéfetertí^s.
'Y kfe huRiüak» pecheros,
kK esclavos y seSocies.
Obispas, Gobernadores,
los rkxiS'€!siGo«neiii(leiPOS, '
los altivos iQflMDeiiD6 '^
y los frai'Jes .y lod ctti^,
de $us honda» «epiíií)^^ '
tos negros antros dejafiron,
y en f)rocesaón se ¡sdk^eajrcMi
con sus itottáé ve^^Mbirtts.
fia&y(Ío 40 f fio sudor, i
<soQ el cabetlo «ridiado,
cayó en el Sfttfón*, ^eint»dé^^
eil sfeñor G>ob6t3iO(Íbr.
Y é su ^gargaliita el twror
se apretó .wa lueitemuéor
quiso gritar, y no pudoí
qpíso i^e»ír^ yítattipodiO;
i y creyó queneüstalba locot
¡y creyó que eétabft «m»k>1
De una triste «nielotííá
el melancólico soix
^ ¡scuchai, y fa puotoesión
s iica>min<aá lia crujíaí.
^ ilenciosa y sombría,
c lEanitasimais Meroiales,
aJlí ocupan tos.,wti4^s .,..
•que en lairga l)iiera se extieodien,
eái tanto qiue id.air^ hieiíí¿«\ i
los cánticos, fuíi¿ír.*k«v^ ;. :
Y con Iciff pgos.,aíbierta8^; '
<te un¿ii manera es^p^Atloisar • ^
Campero ve. la Sonpjrowf
procesión die aiq|ue'ílos/in4íiert08^ ,
Díébilies, viaigos, iwiedosí • v
y <íel coíx> •dlesj?f j^f^ididw,
se esciichaflio^ los «c^oicto
del órgano ctt}ías voce?,: ^
ó pafta.sa<ía|S ó A^IqceSy /, :-
«emejan trísíCej^geapííoe,;/ i
ICesa, '3& ñn, M rtriste canuto . .«
y la tnúsica se a^p*aig?a>» \<
laial triste iwí^or quf yugaí , : » >>
por el templo atiguisitO:y..6iatttc.4i:»
Y entre sállp^loip y.llatttp, .: '
de aquella .saJimodííi en pos, >:
se eíeva tristbe,iíi|a voz, / . / ; ,,
se oye iHia quejay wi lanjientOv
Junto al sQitiít^.moiiU'níe'nto. * •
en que est¿ .preeentte. Dios,.
**AIma, dioe^ en pena síoy
á quien Dios cerrarme quitósó ^
'las pueiitais diel Paraíso/' j. .
que ya abiertas á fiaüar voy.'
Por su mandato aquí estoy.'
Escujcbaid ¡loih potentados í'
v.dK.'^VA.'alAarf.
85
Gobenwadores, Preiacióe,
qiie reunidos áqui «estáiS}
y á juzgar dteKtos vaíá
€n la tientai perpetífados.
' . • ;' . - ' •
iMujer en <el wnmtáo M ..
de oeldbrada befleza; . . ¡¡r .
por mi virtud y riqu€«i ^ .. ;
agasajada me vi.
De padres pobks^ jOfaci .^
en la corté* virreinal, •.
y rico y pingüe caiudU
al fallecer oie. .kgtaron, :,
que á un «dutcr ^oiooaietidarot
creyéndolo biueÍK> y leal.
(Mas en su jpisdbo 'ix^iáoTf
Luzbel encendiió un Ic^eaeo, .
y tomóse, eníXMíc^, ijeía
<te crionea tque caa^^a üocror. ; ^ :
Prendó«5 de sm el tutor;
oo ballaihdo oorresponKJef^ia,
al halago y la violepcsa
y á n>a medios recuriió; ■
p» logciarme^ «ñas hiailó
Bien^>re firme resistencia.
Loco ya, de^ip^í^enitadfo, i
y en su vaníidad heridb, .
<* imor iqiuie liabia sentidlo
í ó en odSo tran-sf oimaiíia. j
il crimien {precipitado. .
{ la mano de Satán,
• i ■• .)•
86
concibió un oUKiaso .i>]|aii
de que no quiero aicordaroie* »
¡para kíego albánKlonarnie
y venirse á Y«ucaitánL .
Y á crisnen (tan horT(xx>sioi
otro ciimeni osflrdió^
pues con ¡mi fortorie hdyó
satísfedio y pcxteroiso.
Un porviemar espeoMoso
diesde entonces me esperoiíba,
y la suerte prepantalba'
aü hijo ilnoceinte nao;
porvenir triste yáioíhbrío,
(porvenir qUe' ^me e5panCalba.
i Juzgad, pues, y sentenciad
al autor de <his •dolót'es.
¡ObíspioiB, Goberiiittdores,
vuestro (állo hoy cmsmodad!
Vive mi hijo en la orfawüfod,
y no hay ncidie q«€ me iárgüyi
iqiuie no es jtMto tfé^tíísay^
quien, sin derecho y razófiy
retiene, inicuo Ial*ón,
la fortuina qtue ni» es sijya.''
Así fai «voz exclamó •
con tono estridertte^yseco,
que CíD las bóveda* el eco
vaigamenite iiqpitíó.
íLuego otra t«^if sé escuchó
en el pulpito cercano,
87
y el acanto síoiniobtimatio; '
que eo lias bómeéas pettMi^
parece que.de loi ^uttlba'
se alza roiico y «uboMÉúU ' '
'Del triste Oobeimé&ri-
el sudor el lOsttOiCiÍD^,
y oreoe^alál»^««fc c«M0O^r
y crece más sm^UírPorj^'' '
Gnuel y oerviow «evtiMor^ '
BUS fríos oiiembtofi'ii^gÉía,
y se esitr-emece- y pasóte' •
su aingusÉwl» ' <9»mzoA^ ' '
ly con ronca vn»,; 'íperdótf* .
y "perdón'' éMymcc» gñis^
*'Gaimpero,'«d^ó*te yo*,
oyie humikk kb -seaíteticiai
qure te Kfictan ia cleniéricia \
y la justicia de Dííóib. _ '^
Pues fuistexid ivfcio étt'pbs
y en el icíftfldtií Ije^ttiaaitebasíev .
y la vifhtó líHjrujwtic
tíe una bidcf éitóa irinjer,
vas de ttí^mnertífe á ^b^r
el Ínstente- <iiií»e dividiste,
' QueientiláB hoy eh agoníar ,
ya tu aJana angostfadd advierte
íspoíite. Sena tni «muerte '
"•ntro die teroeíió ^^
acia Dios tü iñente gniía
lo ajeno resitituye,
88
que tal acto éaaaúnviye
da pena* quie has díe st^firir ;
y pues vas pnofiito á immr,
el mal que hrcii^Ate destruye •
lEsto la justicia «OKkna ; < >^ ^
mas la ckinieniQkt 4iyioa^' * -'^
<qiue siemipre ál.gextáóoi seínciiciay
temipla y suavilza tu-ipi^ia*
AI fin la regicmi aeresia
de los justos. badairáS)
•y aüli el prenÜQ; gozisrás .
de qcAeth, 'bunülde y ciomtfita; \ ;
confiesa y ¡purgia el dielito,
«como purgánfdjptlia «siás.
Calló hú voz y Caim^ero , :
la vista extrai^aicb g^ira
hacia el púíjpiíto, en qoi^ mira
al sacerdiote extnainjj'ero.
Gni aqttiel seixil^lajnite austero,,
cfoin crecitemíte éspentp, advierte i , ,i .
que no hay vida, que.teis«tÁ iij¿prté.
que en la míradia sín t3«-iílo : ,,,
que alumbra e*! rostro amariKH>>
se esti mostiiaínd)o la mu-erte. , i
¡Oh angp^tiosta y cruel tormento^ i
I oh prolfongadá agonia !
José Campero s-entía . > m
apagarse el ¡pensamiento.
Los ojos oernó al momento
recc«ixiaíndo la) función^ . .. ., ,
89
y el esipantable sermón
crexó votlver lá * e:^c?iichar, ^
y que iba, luego^ á *;stHttai
en «u pecho el cornoAtk'.
¿Cuánito tiemipo.ieétLíVo asi?^
¿cuánto tiempo, Trío, inerte,
entre la vida y ¡la muerte
estuvo sufriendo allí?
Jamás Ja cróníoa oí
que tal cosa consignara.
Sólo afirtna el padsre Lara
que tanto ticanpioi sudió,
que aibsorto el <pijíMftí>;rtíró
que ^i sillón) no s¿^ Ifecíra.
V'
Largas y mortajes horas
duró tan fiera og^onía;
vinio, ai fin, Ja luz del día
con sus cintas seductoras.
Visiones aterradoras,
voces, músicas y canto,
pu&piros, quejas y llajito,
indecisa luz y vagiai,
todo ce&a, al fin se iapa;ga
cottK) por obra de encanto.
^ Tres días desipoiés bajó
^íaimpero á la septuJtura,
pije una extraña calenítura
\ vida le arrebató.
Ponce y PoDt.— 12
9i>
Mtas al morir océená .
•que una fuciite oantklaid
su aibaoea ti Is^ 'CÍu4bA
<de México remkiem» .
y que con élh, cuniplíera
su secreta Yoliiii!U4.
^
IDIUOFÜNE»RE. '
'I I ■ , ■ • i
. . i .J . ■ í^
En las torres icte 'te Iig^Jesía
toca á iivujeltó'te-cáimipiato,
y €s su fúnebre tañido
triste adiós que dice á uH' alma.
Toca -4 muierto., y err fe aldea
están las {>u€]it)ais cerradías^
y las mujene® reimidas
dan al ciek» ski» piafarías.
Está el hc^r^ dtesatoáo,
el hogar que ,6iié die «Maifta,
y hay llamo <e» todos loa ojo?
hay pemia en todift&.liajs alnoíast.
La muerta ^^e* tendida,
en el medio <^ í^a^salav
y en cuatro hachones de eena»
«e ven» temlblar oualrp. llaaMtSi<
92,
5 •eti'^ rincón -devisi estantía, - '''C' ; ''\
Términam las oracianes,
ios ouaitro cirios s« apagan,
y s€ acercaai cuatro amigos . . .
I Se van á llevar á Marta !
lEn el atanki 1^ {xonen,
y el maiidb se levanta,
y -de su «pecho «n soHozo,
Se arrdkfilla jiüto ail Who,
estrecha la mano helada
de la miuiertft) .y eja- bu firentie .
él beso postrer estampa.
Y se llevan á la muterta
6 Ca iparroqiuia cprcaDa, . ; ,'
y ai fin se alejap. las gentes
de la fúnebre mbr;adlí,j • . .- -
Y sigue triste el «sposo
lilorando á la esposa amsKla,
y una mano cariñosa' - ■■
su llattito ao«»bo' eojugaibía.
'La amigo/ fiel y constante, ^
la más querida de Marta. . .'■ '
¿Quién mejor que ieíía podría
consolarlo en su desgracia?
El uno jtiíKto del otroj •
con las manos enlajadas, '''
93
recibe d uno consuelos,
iprodigia la otrar palabras.
— ¡Quién cuail ella podrá amarme!
el marido, 2A fin, «exclama,
y las fuentes <íe sus ojos
oomo ríos se 'desatan.
^Qmén satbe, replícale ellia,
no huya \áe ti la espenanza,
quie eres íai» noble y tan bueno
que otras bay que mucho te aman.
Y lais imanos se estrecsharon
más V tniás, y en las mina-las
dos retánupa^os surgieron
•que se conítmden y abrazan.
TreiS nueses después b amiga,
la iaoniga «n^ejor <le iMarta,
al esposo consolaKlo
aanor etenno jiiralba.
▼
fj « 1.- ■
.. /
«'•,•, n !".
r
DONA LUZ.
TiftiunaiofK POPUutB.
La Petífimilá uti tieni|)o jgidbrjrnabn
-1 ilustre Ma-rqués^ de Santo. F^loíro,
fue D. 'í)iego Zapata se ílaitiaba ;
^m saoigre de' judíiói ni ^tle moro,' '
\\ie era Hnupia la sainare que llevaiba,
lunque si áaiil ó roja, y<o lo igfioro,
liie* mírica he visto mós qtie sátijgf^ róJa,'
) del coU^idñ petkímsiM Üoija.
ji ■..:"■.•;■••/ ;•■ .
Est« Martfiíés t(te Iievaii%ál& cuna' •
ivo enemigos; yta (>or justiciero
jue jama» abrigué yo <Julda aígiuna
qiie amar I^ 'justicia es désiáfuiem,
9G
Y entre los tales enemigos fueron,
Si no los ibas temibles, los mayores,
!os que de él beneficios recibieron ;
que siempre hai sido aisi! Los regikianes
conrtra el Marq'ués tan ruda ta emj>ren<iie-
(ron,
áe la salud del piueb^o celiadiores,
qtue era de verse el fiero ensañamiein'to
del muy ilustre 55 ipbje ^>^>5|^tamienito.
Quejas lanzó con implacaible siaña
contra Ziapaita^^ipotidiefQitdo'abaGoe,
«ante el noble Virrey de Nueva España
len imemoriales largos y difusos; ^
mas (y esta es cos;^ que 4. xiuiigm^ extrapa,
pues de ils^s^ ,c.<5^rtes son corríent^' usosi)/
no hizo caso. el Virrey di(^^les^qiiiejas
que desdeñó, -ppfr fikües ocins^ás.
La AsGmJfÁG^ mirápidose veí^cjda
más,,por k .gi«»ertie, qfue . lie; ; {^
qué por Zapata y bues^ .^borreci-áa,
se decide en sesión extraordinaria,
á dictar cieita enér^ca medídí^ , ^ : , *
que la hiagia del^podier díeposi/tadsa ;
djar un. golpe jd-e. estado que otras vepes.
colmada había su ambii^ióp copj creoes* •
"97
Ai efedbó; la c^ílkra Asamblea: . .
no á la hit' se coogrega, ^ni en pax^é
donde, la. gi^€ a los .«dites,v«av . ¿
(qué quien cons^piía^ Ae^me /el ^^ioaajtOt
sino en misencm áe la Iqz kSbea,
y en privadÍQ y oo j^ ]2]jbli<x> bcwp^áaje. .
Son dfe epredps políticos. y amnores
el re^rp y la soíziíbra opvotactaneB. . / • <•
A las oicz de la nochfí, ^ e} lOKKüíeiK^i
en que dio sni) ipostrena» caimjpaiiadteu
ti esquilótti sqooro átíl ipomnenbo^ .
un e:fil de su es|posÉt idolatrada
que ¿era ^ sesión' ítícalqradUi./ . '^
y -hasta id. d3ft>a, q<uizás, yic4yieir^n)0>f^uediir
no me esperes^ miVítn, ttrafiquifai qiitdb^—
Se oj^fi dfc uii beso>J tentador sqini4cv
despuiés el ig<%é de «iiaciza p^
que hizo al cerrarse temeroso ruido,
y al fin, la cajjle ,se miró lóesiertíi, -» ^^
Cuando ya ^sta'b'a lejos el onarido, , , .
sui adó^aáíi mSit^ sola yidespier^av r:
necesaria creyó una compañera ,. . .
para liacer la velaldia 1leva«dleraJ . ' , ,,
n» en ^a Ibiutscfib ya, <^ucmdio4in tBát)^ ,
como á¿ áSgo que cae de tina altura,' .
confuso Tkgiái á^ azoradtoi oído;'
retrocede Á su alcoba com premura,
y él ansia díe saber qué causa liten siid¡o
del tumor, tfl siasto y lai paivíitíb " '
PeneeyFont.— 13
. .98
de stí medroso corazón. <l<XTU!ia, .
Uega ala alWba''f con «orpresa mira
juíitó' 4 fifUr lecho coitytigiíl'& un hombre
que mío-ise ^ríjsá; tá verla ni retirá/
y M«no 1« idíceí^Nd <>« si^íonibre
el verme' ftCftií ^níoís iarfebirte la ira,
que yooiíjtipa, señora, pot thi nombré,
y por él vuestro angelical, divino,
qM'tio soy ún laidfóri ni tm asSesírip/* ,
I '■■•■■ '•'' '■ ■ ' ■"■[■• ^ " : •
Tirmpoí'híi qtie os conidíf: vuí-^tra hcr*
' •■ • '/ "■ * (moscira
gyalbóse'dtí'sáe entohieeí en twí almtf,"
y vuestra imagen, hechicera y püí'á, , '
njttoófjpofísiíempfe mi quiettKÍ' y cálfná. '
-Vínieí é ibü^a** la dicha y lá^érnura,
vine á pediros del amor la, pt^ilma,— ^^
Y%aifiádas\eri 11a'ritó';Íajs me^^^^^ /^^^',;. ¡
postráié ájité'la daniá dé rodillas, , : "
Serénase lá dam'á', y''a,un to'n^ ' . , '
quiere 'íá^oÜiíacse entre sus TabiJAs rojos ;
mas ti^á íéliós detiíénése indecisa.'^ " '
Pronto eit*lá'1üií'ia¿' los 'airados Wj6s ,.^'
no sin sorpresa el a¿nadtor 'divisp.
la x^gJl^ra .brot^?* . y lo^ ,«Ji;ioip$^.- . ,. , i
Y 'da .<3^íná ppornu'njgi^ fia fr^'se breve.;
— ^Al iiistíiinte salídi, villano ^leyíe.í.^.'
¿ Q)xé Qi:qréis, qué .buscáis ? ¿ Co^éjí^ aqa^o
que son*tan,pQbres,nii,fw>n|'a*y inj.lii^lgíuía
99
qtie obJigafrfne pofíáiscoi» esfle pasQ?
¿Y es taiita vuestra smdaqia y villaiaia /
que iK> tesnéis ¿snívir faifí^ím- fracaso? j
i Qué vama paríe»ttncípn!T---Ám' /decía • > >
cuaqdo <p9oilqhar43pn, .. Ueaoys< de ^irura^ .
que una llave cruji6, éa la- cer ríüdiiifa^ .
— ; Mi maridp! exijanM «lla;^¡nii mariiiql
¡Castigado íseréis! v ; . .
— Señora mía,
si es él, í>eFididQi estáis y eaiíCQr ipeídido;
mas á. airtbos nos .val<ÍT4 . la siaJigre . Irían
quie siempre en estes caiso$ he ^^idicx;
Vuestra» honira salvar^ oon , mi josadía.— r
Y así (fícíeticlb lá fe discreta daipia, , ^,^ • i
el homíbre se metió ,tjtajor Ja c^a. ,
¿ Qiaién aquel h-ddUbre fiié ? ya mt {)artce
que^esta preguflta «ÉntutáJ^ ^sciieíiió ' '^
que el lector ó lectora me enderece, .
que saberlo; mi l?iez, leimportá-mucíip.
El buen LaTa es*e puritéí no esclarece^
que 'era en mafcem de átgilcy; daíáK?.
Su nombre caCtei ; máis nos da un ihdi;cia:
ser páje d!tíl.^Afcír<piéís eíia= Su íoíicio. ' ,
¿ Qué hacfef, oJi Diosl: La dama viacilante
no sabe si d«eSr á su onarido' .v
que el mismo infierno le abortó un amante
ún quie lo hubiera i Satanás pcídidOj
ó príideinte caJlar^ y en el insitante fí
en que viera á su esposo ya dbrmidb,
saltf haría -^ai a«iadér impuPóJ • '" • *
•ertándose así dfel grave apuro.
100
Se decide, por fin, y cariñosa
va ai encoerttro ád niable cabaHcro,
y «! edil eti'te. írente die la liermosá
«ffi Ibeso deposita (placemtero, ' ^
tritni^ diel aimor <yti!e Mcia str esposa
siemiptie abrigó sü- corazón sincero,
RaáMSn tenía pata ser confiado,
que nunca ®ui mujer lo ItóbíSi engañado,
■ r-^Mí pronta vuelta exitráilárás acaso :
•pcJnisé, en effeoto, CiStar Ja nocbe entera
buscáttidio solución al grave caso
que así nos impacienta y desespera.
Hattto dincíl es y audaz el paso ; ' ,
mas ya pensado liabia la manera
un . ¡eidií tjiLentudo, aoinqiU'e algo vano^
de aca,biar de, uipa vez con el tírawol— v.
Alárqjase la.^posa y le príegiiata:
—¿Y por quiéi;i dkes eso?-ipii^;Creíij
que algo q1 nsariÁ?' susptt<jacz barrujuta- ,
de lo quHB bajo e^ lechó se ,escortíi5a«
— ¿Y por quién ha die sea*?t¿QA<iéfl^luiy. que
á la fiera maldad, la hipocresía, (junta
y al despiífcirm; lla^ vpááión (M ofóP . ;
El indigno Maítqués de Sartto'í''íoro.
Ese . Marqués tioie juzga que ' ño ¡egtaitfo^
hechos aquí á comiernos "marquesdies/' (i)
(1) Dulce U^paado' asfy muy osacb «it iK|ii6ll«]
época. . ■; .' ui'.\ I
101 í
cuaodo (por stmHe mniestlBa los liaUaoK»
aJ alcance de maaos y «paiñotes,
Ulaiñana )o veres, y á V€irlo.vakDps>
! ^ rejas al traivi^s y díe hastroíter,
! en un lugar qu^e Jiiu^o ya adivinas^
i hicÍ6i]ido «US calceta» viscaims. (i>
f
I Desniídase el ^dñ^ se ya á'llia,* c^lma
sin snspen^i^. ígltóákm
que dJesctibre; 'los hilos :<k la tntnai |
oramicipal á ^U'^iijg^tíaida esposa;
apQga Doña ÍMz ü. débU llama
del caindil xáikrkdlQr» y temerosa
de algún xaso «Ventulait ó cxjotíagtfnciaif
se fué acercando al liecho dod^prudencia.
¡Dormía ya eS edil! Favorecida
Doña Luz por la sotrtbra prórtiectoraf,
{acilit^ al intenso la salida t '
conne el giaián tras ella sin demora,
Bevandb /dsAmta 'de temor tratnsida,
hsí^tSL e\ piójásúo pixtío. A la señora, >
todavía de amor en el exceiso,
ia audacia tuvo de pieUide un beso.
Escapóse d aimante por el tmluro,
cuaí sienvo que huye la Teroz jauría
(1) Asi sola llamarse & los grilletes de los
f(ffzado8.
102'
de^^fcriecíhja!6j¿or'eii >éí stipr^wio aptíiro,
y á la ca«a i^ad-sifisifia^^ -guia, f '
Allí cuenta ai Marqués stt tnasnce ¡dum,
y Jos pdanes sntímoipes «eotif ia, ' >
y todio, en fiaylodttoe yl^'^elaitía
al ilusftre iDv)Diego«le Za|iata.- -^
Albrácak' «€ft Mai0()uáB, y la mSlMw • '
de la ciiKlald:anr cd mcmenU) jutiitá; ' '^'
y ciuumdo id falb»: (ooih su luz inicia^
el nu^evo d^iquí^ Salturtio apunta, '
respIaAidece en la tierra la jcistitia.
¿Qué sucede? do q«iana «« pregunta,
y hay quien djgfiv (no faltam háblaK^rés^); -
que len la^tíÉiceirestániIós regidióres.
lAqtií doy punto á Ja presenté historia,
y si ella te agradó, lectora amiga,
sóftoi fce pido paca mí la gjAorifty
(que ella. será la sola que.ooiíisig^), / :
De que la guardes fid en tü memoria.
¿La moraleía ?.¿ Quieres fque la diga?.
"No la violencia ni el rigíoír se ejeraa,
que vale wm.lsk maña <|u€ 1». fuera»/'
LOS HÉROES DE TIHOSÜCO.
i
1
,(yj^J^''/^\' i'i y^ ^ - -■ -;^- ^-^ ^'
ff- :• . tr 1' ití
LOS HÉROES PE ÍIIÍ¿)StJCd:
EPlSppiQ DElJk QUERRÁ SOCIAL.
'Era uno «cié los (Rimeros áís^ did m¡^: d&
agosto ide 185.1, <iia q-uie. se ^pesmtaba sonf :
brío y «tempcstufOísiO!, Obscuiras y <lan«sas
nubes se l>ívatti!t¥ilban jen el OrieiJte, pre-
cipitándose m lois . ámlbjítps 4'el cielo^ ^O:.
mo apiñiaidoa escuadrones die en^utaidos gi-
gantes imipelidos^ fpicwr «II soj^Ao de la tem-
pestiad. Las (pdunerás gotas de la íluyta
caíaua sobre las l^ojás de los árbgilfes^ ¿rodu
úmáo mil sonidos niisit;ie;ripsos, ó sobre la
sttiperficie de la (tierrarique las sonbía corr
deleitosa ayi4ez< \
P©moe y Font.— 14^
tenecieirte a'l convento, idion<k se halUaiba
instalada ta Comtaindancia genetial, se vei'i,
en los momentos eti que comienza nuestro
relato, á dos hombres dcipiartiendo amiga-
blemente, aunqtie ouio de ellos daba al otro
claras mu/estras de (respeto y stmiisáón.
/Era uno de ellos de esitalüura regular,,
gruieso, de conitinente nolble y majjestuoso
y cuyo^^ ibbíCKfhs^^píubelips ií^^ que ,
mtiohbi-áííd»^ ñkbteéi (pia)sMfe^ febwe^ fwh--
te que se imrliniaiba ya hacia úa tierra, aun-
que coniservandb aún ese aspecto de dis-
tinción Iqane 'daíh' laf <i<fettímibí»é'dél im'anidb y
el senitimienlo diel pr«opio fvaáer. Temáia eí
nostro conupletmnente aceitado, y^á itravés
de líos verdes cristales de sus gafas, se veía
brilliaír la inten-sa luz de su imirada penetran- ,
te y'eníérgica, ante tecuad loisihomibresjmás
audaces se 'sefntíaiñ' sobrécidgid'Os, á su pe-* " '
sar; mias la benevcía sonrisa 'de áqúel án-
ciíamo respétáblej sus mód'áíes' seniciílos ' y
su continente tddo,' en que se áámiriabá la' *
distünció-h,, utíida eil ffeíiz consorcio cod Ja '
imodíestia tnás aialtural, alÉráíá las v<Mti$k[ '
des nías rebeldes, vencía los ánimos . itiás'
quisquilloBos y íévanitiiSfcóá; é' iiliuíiídSá lá'
ootti'fianziá., pera ccfníikrii^a ' reápetüós¿: y de-
ferehtie, eh los óbirazonfe nUenos ' ábíertcis' '
á los suaves senitimientos de la kmiátá'dw
107^:^ ^
Su imiterloputor «era mw¿bfi^ jÁíkí^ joveri
quie éS: alto, bien forQuu^». tríguedo, de
ojos y cabeÚos «legros, «r^nd .ti{M> del sol*
(kulo valienitle, 4>^]rp.;travie9Q yaccfti^ de
aventuras, act¡¥^ y &^e<ia «n el 'tnom^QvfíKí:
d^l peligro, poro.d^omntaidQ^ípor ta. desidia
y la pereza durante la vida monptonia.i'
inaictiva {dcji cuairte'l. D^ |H€ fFento.ai aocia-
no, •que ocupalba una •inaia«$jUE^.y.de»Gainsa-
he^ -el braeo denecbo en lloe* iboff>4Les de 'una
entesa que jmiitoiá si ibeaia, el. joven soldado
se exiíxriíwiba en esftos^ tórminos, eínt íqb nwo-
oifetnitos e^ .que. nodotro^ iitenna^i ipoditio sor-
prenider el dliálogKit aoimadioi qme^^osteniaii :
— La nuova orgi^ización de las trqp^ad .
me parece, al .paf» que bu^oa y apropiadla
á las circunstancias adtuales de la guerra,
jmsítía y necesaria; pero tiene, á mi juicio,
el grave .inconveniente d« cpwtentat á unos,
que. son los .qw #e vaa, y de<WQ»tentar á
dtrQS que son los que se quediMi eji el cam^-
po de batalla^ lOiS xjue tibien que contiouiar
en eJ servicio activo de ilas armas.
— ^Es veixíad; pero fácil es hacer com.
prender á los que se quedan, que algutios
hafcían de serr.los.prinieros ^en disfrutaír por
algún tiejipc^po, de 4ai$ veoiitajas, del. descanso .
temponal que se le^ conoédie y. que todos
gozarán, á sm ItKempo, de esar ventaja.
— rNada.más lAgico; pero haced, mi Co-
ronel, que esta pobre gente que fviste ha-
faipos, come tof>ta<5' de maí^ y se bate día
•108 '
y noche con tta lenJértígoi veinte veces más
iMunnefrosoí/ se ócu^íildle de tener lógica : só-
lo ve que sruig cow^ñeros de armas, que
sus hermunofS' se van/ y sienten la desazón
y lia kiquietudl de nnA auséntia <|uév á* sü
juicio, k>s expondtó á'tttóiyoíejs [peligros y
■fatigas, 'f .. •." j- •;''■'
— ^Teniente' Coronel Cepeda, vos- lo ha
béis dídio: korg^anizaciónde las tropas én
móviSes y sediantáirttís «no «Mo es conve-
niente, eu' vista del estado adthüaJ de esta '
giienna' salvaje,' que á Dios grkcias, vá'to-
camdoásfu ténmino, sino jusitá y tieoesafiía,
pues hdsy iníiiisdiad de esiposos qiuie hace
muchos años están ausentes de sus espo-
sas, hijois que suspiran por d)ar un abraao
á sus pobres madre». '
— Es verdad ; pero el caso es que la des-
animación sSenfta sus reales éhttie nosotros ;
que el desconteaiíto cundie erttre la xláse de
tropa, y aun, inecesario es decirlo, comien-
zan á sentiiise esoe vagos '¡ síntomas que.
preceden sieimpre á las insurrecciones y á
las asonadas de cuartel. He Ofcáervado du-
raffite ki noche cieffitas idas y venidas le
unos redudtos á dtros, ciertas conferencias
entre los cabos y tos sargentos, y aun a'l-
gunas pallabras y frases de diobk sentido,
que me indican que algo setraania, 6 cüaií^
do memos, que es gramdle el descontento que
ha caustado la salida de la piaza de *a nía- ''
yor parte de la fuerza que la guarnecía.
—Entonces vigilad, vigilad sin descanso, y
„?09
á la prisnera..$eSalI <1^ insurrección i]r.e se
pr^serite, si esto se verifica durants mi aiu*
sencia, pu^es sigo mi caipinp hacia \'*alla<k>-
lid, obrad cao; energía, sin consid^racio
ties á nada ni á nadie. Así he procúralo
obrar siempre y sabe Dios que, auíu|ue me
diuele tewer qane usar de sevttidad en vier-
tas ocasiones, mo me ba íaltado, sin euirbar>
go, la energía «necesaria para reptriniir los
delitos,
Sé muy bien, señor, que el C?orowel
Rosado» al par que bueno y oonde$cendien-
te, ^be ser enérgico cuando es necesario,
' — ^Sus órdenes serán cumplidas: se vgila*
rá sin tregutai ni descanso*
Asi terminó éste coilto diálogo, saliendo
en seguida él Teniente Coronej C^apeda á
ocuparse en asumitos del servicio.
' n
Pocos nfi-prniemos después de 'esta esce-
na, el ruidlo substituyó al silencio queji^s-
»ta entonces había reinado, las guardias se
relevaban' ¿tuas á otras, se cambiaíba á loá
cqnitineíias, y la actividad y la animación dei
día sucedieron, en fin, á la ttraiiquílidad de
la tioche.
*Las nubeá no se resolvían á desóargar
sobre ki tierra los torrentes d^ a^a dé
<}ue estaban henchicSas ; ' pero el cie*o. per-
manecía obscuro y sombrío y Cos ilayos del
ÍIO
Síof 4iípeiTas ipodiam, de vez ert cuantío^ abrir*
se paso ittabkjosamente á través dte las bru-
mas qn€ lo cubmai, iltuminairido. caní es-
casa y ftigitivfai kiz los eslxechos huecos
qtre entre ixtibe y oilbe éejabaií vislumíbi-ar
¿penas algunos peq.u<eños gTraneí^ d¿íl man-
to azul del firmamento.
' Hacia las ntieve de la mañana, ipóco más
ó menos, Varios jefies y oficiaies esíaltian
reunidos eau el ¡mismo salón de <jü'e antes
heffnios hablado, en tor 'conredo^e^ que del
Coftiívento comducéti á k iglesia parroqUiaJ
ó eri una esltaredia calleja, que á rm%ío de
gafganita, TBnie k pJaza principáJ del pueblo,
que estó al Poniente de la Iglesia, c'6n otra
plaza cjiue Se halLsii situácja detrás déí mis-
mo Convento. Aíli esta'Hajn'los iTeniertíles
Coroneles Cepe^diá Peraza, Lázaro Rúz,
Cándido González y Nicolás Baj^ix>so, cajm-
peones denodados: los Caipitanes D. Fal:- .
pe Navarrete, pacificador de los pueblos de
las^ inmediaciones de yalladolj^ ; D. ,Dio-
nj|SiQ,yalencia y 'D." Manuelltürrarán, ,t\}o-
d'elos de .paJtriotisimo. y abnegfkciión^' ^.los
Tenientes,,!). Gregorio 5íe<lina, p,.,Í^roilán
Ruiz, D. ' Leoinaiido Flalcón y t), ^liguiel
Espinosa, y el Subtenianite D. Agustín Síu-
ñoz, fieles colaboradioires en la glor^ci^^^jm-
presa de reconquisitsar d ..país.;del..p(>d!»r'de
los &3.1vajÍBS. lios escriibien^es cjíe lá Coman-
cl^nci^ D. Jo^é.E. Marin, D. Félix. AiTQeo
y'D. Toribio.Ag4;iayp, se hallaban en sus
fxuestos resipectivos ocupados en sus lal»o-
411
re&y injáepstras «l.^Corgitel D. }os¿ Eulogio
Rpsa<k)„ di invicto campeen :d€ la guerra
spQaJl, jjue anitics h^eoKis.idl^scfito Ugeraiswcn-
te. niedía con.p3«oe I^jíms en ícnla sú «x-
lensióni la^ saja,,^n que ef^tabarÁnstalada la
liicinia, Sút)ítaai€n.te vino 3 i«>iientmn{nrle
rn las pix>{un4ais re^xiones qi>e lo eodxir-
gahan, la voz d-e un oficial, que con acento
I espetuoso y dand». tntiesltras <lc temer ser
importuno, dijo :
■—Mi Coronel^, la, tropa, repugna, el ran-
cho y mí soldado, sé ha ncsiáti Jo á recibir
el'suywg pfofinendo al mísanq tiempo pfwia-
bras inconvenientes.
-^¡C6m6'! ¿y q'ué'ftlenie él rancho para
• qu-e así ló repugnen?; .
' " '--Mí''Cx>i'ónél,^ el rancho no es
nlá's que 'lin pf-etextb, piies por lo q^ue he
póilido coníprénd»eT, 1?l verdadera razón ¿?l
íleácontteihto qué eimipiézá á notarse cintre
las tropas, 'és fla d^ haber sido retíra-ida.á sus
hogares ütia paxlté de la guamicloni.
. — íln^ancie^,; Capítar^p. ,sí «s. así, .m^dad
.poner m í^,íiiap!t?í á e4§. soldadK).dis<;9;p. y
que leid»^ aígpnos.flalps.píira que d ran-
cho fe . pa;;ez(^. iñc'nps ; repugnante., . ,
-^Estíi.hitiiHimkCmímh ijeplicóed; Caipi-
itán^ queem CortawJuíite.ide un cuartel y
'fidlifdwiío.WJftftW^ fué á cumplir la
ordtón que haibía recibido.
'-.! Pocos* ífrtomenit&s después, -JeiiJía d rui-
do de h» caíaír.y^xroitii6ta«'C0fí iq««íse m-
112
tentaba aíkogor, sin cdns-eguíí-lo !pt>r cdim*
pletoi, ])D6 lamentos que lanzaba el' 1nl>elix
'scAáeíáoi^ que hajbia tenkto la' inopoñtítia
octurreaiciía de qtíerer gbíár de las dulzuras
de un ratn<:ho ameinas niai tcomfinieiitado y
de loívidiáif las «mejor guísaiclas prevencio-
nes die la Odenanza tnüitar.
m
■ Todavía el riiidb dé libts tanubores y cor-
netifts y los Üamenitos d-el soldiado líenaban
eí^iadne, cuando ^ oyer<»i laji d)^tJoít>acio-
nes de varias aimias de íúego, al mismo
«tiempo quie Voceis confusa? y, gf itós ^se4i^
tciosos en yarios .puntios díi? la Hfiea. Alga-
)nas jetes y oficíales se di¡ri|¡;ierpi\ ¡pre<^ip^a-
tiarriénite á la Ooirnámidancía!, y. l]egíaróitx ja
deáíntes ál'tnisnio tíérnpp que ,pl Corotíd
Rjosia^o salla défl convento y pejiietraba en
la ^calleja díe qué antes liemos hátíla<ÍQ, ¿¿in
él objetó de informairse de ío que ocurría
UnJó» a uá)o fttóron Ue^iktó Ce^^iedá, "Ruz,
Goih2Íái'ez, BarfofiO, Navajt^é, VáJénicia
Btfuri^rán, Medina,- Raíiz, Fakón, EspinCHS*
y MuñÓ¿, uurlénidóée al gfnulpo íos fescrí-
biehtes dé la Gamanidan«dia Mfetfín, Aroeo
y Aguayo, id sargíento I>. Nabíor \fedeíída
yér asAstenlt^ ©. Joéé < María GolhtóleiÉí (l).
(1) AdiemftB üe: totas diec 7 mte personas
qiie peiüpiaaaeGdecY»»: fteifos al Garodoiel Boaallo»
kiíormado el, Corotiel. Rosado de qqe \úá
cyatij-óci^tbs ^oMibrtó (jéc' cdtr|p<>rtijaft 'Ih
güai^nici¿¿ ^'e hafeíatii suttíievádíS' ár 'grito
sedicioso, 'de' '¡ nimtán lóg'Jiéfés '^' 'dficüífeíí !
4^ .airtilléf íá qíie ^'taótó ^iftiladcl á iptíkíds'ípk'-
sds íde disltariciá <l€l 'Jíigái^ l'íiri qué'i'e ^há-
líab^^ y ¿ti ^cti^^eátibí ¿Sit^^iM iiiiGipd
quena (gietSL'áé'^aúll^^ p^eíte'siíl stí ><i-
iresipóría^ ' 'ddltatíM^ 'd^ . 'aífi«ert>éí , ÍJiR-
estaban' cortijrfiKraidóá' érí lA ■téVufcltá; '^ '^ ';
,^ [^«iTíté's'klé-'ékó 'toía' íríkifáíádb^ y^ e»!' rfíi's)-
iT>Q''tatóneí ftoikió W yiáirtkis^jétWi ?ué-
rañ '4 ;ípteiitiai^'<lue 1^^^ tróií>á;á'^k>IW6r¿4i^yi
ofdeií 'i' pejpr! aqu^lós tóWíiñ. ' ^^ífltió' j(>^ef>ei;-
pitadattiie'h'te 'ÍteclaMih<k^^ oíbc
deicidos.— íií'-iíli!tód"<ííie^^:r^^^^ '^C^-
*l, 'tiaieíií'flfe 'dijOí:»¿uSefkk,' -tocjloi tía >iftiUil,
esa gétñe úé' éMíUKS^a raxoiies ni ddtuuiSr
iDfü 4:e^of 'áf "líER? «amienasías : «Ive ipirfetendidb
hfik;ei*l09 nft^bi^dbrár y ife ^h^ ' qtíeáoó Ío. « (
: -^Ejiitíwitoíjs ^.m) -ttoft^^qitféda man necurs^
que WlWtf «natáftdd.-'ocsiipaid «i: (ruá<<te*'üf
áírt alerto ^ -íiiipattídíén ^cl'-niolnwefi^o^en *qnt
se pí^se4titeft'r«ftaí5 ttórbab. '• •■•!•]'. •! • ■•••'.''!*'•
'íiAst 'fe hítt^'jr^ya «!ifltíti©i»^pio^ jpaea en Ise
instainte se dejara» ver en tocte;alir«^io-
habla : aJsiiSKm roUYMh >^lKe»jfcW: .y .i>fi<Hí^le«i.qw?
no turlerian tienvpo che uni'r.ae «ail grupo, qpi^r
PoDoe y Font.— 15
1
\ú
tte^. las .g^^£iTiíl¿¿ de Jos sabl*v2¿cíos 'qú^
ar^futizabiá^ r^si^ltainiep^ : hacic|i<k>. íu^¿^ó
sobre aqülel ipqqueflo ^gfwpo dfei j-efes y ofi-
cUÁ^, coni$>U!est¡o ^oJeroert-e d^ Ifs <lje^*/y
oiáiQ persQí^aí?, qu^e ^iKes herpos íom?»raa¿x
S^reíjiosi jiw'te ¿q'U^l pelí^ üiumiíipnte y ijiié
gapreps^ itójpQsibJe ijue*pfurii€¿k s¡er véJfv•l^Io.;
re^^ieitop; á raprir apites gw j dejarse iiilin-T-
deir ()Mr ^aiqueiltai turba i^ iiíisu|>(>rtílina<rb5.
los jeíp$|.y o^fdajfes <^oi^ de
f4;i^jllena con iui^.<li^ípiaro -(ie^ ^^equieño .cañón .
y 0301, U>s tirqs «é^únicQ kisíjl que '.porta-
|)a tí sargpnito.D, N¿yl>or'yalerif^^ '
d)o el gj:jti|>o,e&pe|ii^fi^ la hora dé haíbérsé- ^
•l^s oiJie'irgO'.a pi^eipo con Jos ^bl-CiViaKÍois. . '
:Los 4^í)pqi^^lfos..etijaii .^joleopi^^p.' !¡"' j* '/ ^! ■, ,
(El estaimt>id'o.d6l>éaíñón^
insitsunté á !loé'a<gre9óQ^yfmiei3lb^
d^ ^kx) díapaandis «mrotvi^i coiiio.eti.ijina ^Hr
be á ai4üel.gTU{K(><Ie vadieoit6$.;:pfetx;)',f«a.9P3t|-
{yrésSáb ipt>odiiicidía^|ipor.«I hd^o tdid,.«qañóÉi
pasó ibien jMioWlafy el htiimííií;?^ <fe{5>ííBiectó
iíti^TSáo por el. aire, hámeá^ y ^^QO.qii^
sobaba e*n aquel é^skét J^im^nm^.-
Los reotirso8'.>ee;habitEün^a^p(H9ld0 pc|:.ui^^
y-'Oftra 'panfeBi..'- . ■ i ,■••;..•,• i. -j. • •,5;.'.-i.
íLos aigresores, aannaindo é(nitx>nice& bayo*
tietai?, 'se {^red|riWon'''Corno ti9i^ilDitrieti(|é<iao-
bí^ ^ «gfrttfK)' dte'aqtiéltes dlfeíB y «odnp' hé^
trufes. '• ' *•"■'■'■ ■ ■'' '■"'! •••'í'» >'í-
M éirfo doM6 'stó!s«tíreisi^|oíwe§,;lí0ciéfi^^
•mías <ienistai ku obsouridiad de da a/trt)iMel^l
ih
msKfneoito ; sé <kjó escudiar él ' roiKk> es-
taia]pí^,.<íei''^'tie^ y las iniibes . 4'&íartbá
. «1 N !•• i.- . ' ^/^* • '•■' ' 'I. . . *
! - • • i ' í ' t I . •■ • ' . , .
*, PqiQÓ niérko liicierctti. sí«^^embárg(}i,i loís
¿motÓMídos .ffc. te iras «áel fíelo, pues^^on-
VíÓMifú'Oit ayainza'ni(k> ; bastet éí itnsta^te .«é>h
^e el si^íg&áko .Deisíderió Huerta, ijue J^á
a la ,<:ái>eza <ii? la jjTÍiii)ti;^ .¿^^
la pruMa, dé ^t; Bayoneta cpntr^.'el^pcdip
<id GpfGJ^^l IRosidó. ./. . í^iiopipejí ^
vez die c:etqoce<Í!w, /^ coni s^eoid.^ j,
píoniéiKÍase U niflinoi|¿^ ^í cj^ijra-
zoi^'exc'lattjpió :...'"} " j' V" ",' '.,»" *.'.,, ,]
— |Hier,e íaquí, sí ite 'íüti^es, ínsu'^ttxiv
nstáófl Hiere .^ . ¡. aqui eistá «níi pecfíio^. '. '!\
2iquí'e55t^ ¿ri corazpih... ' ¿qiae 'espera-s?
¿Por <i\iévaK¡iíáá?'m ' ;' ;; * ■'^.
Y lipegii, idan^ertdpis^ íi tódo^ Ío(s* atnó;
tinados cpp.tiíniuo,^' ?.;, , / ■ j!,/ '_ . , / " .';
.77íH?l^^ ^*> ai^WJ, .^í? ^sjm Jefe ; p^'
ro, ^«pfi iptonitp ¿e l-^yf^ptoará e-f Eétariio: en
tero clamiíiiKÍo vefOigaiiz^ífK)?- nii, saagire, a«;
ntasnaida ;|r reqibiiíf 13 entonces el -terrjíbie
ctótjifo. , que mereic^ . viiéstriQí crimen ^ .;^ ..
¿0¿e es Jo <j|iíe. quenas?; i flíue
pecfo? ¿la muerte die vuestros Jefes? Pues
116
■ r
bkia, aquí no h^y más Jefe q<i;e yo. . . ^ .
l(í!é^mét>-'Vitt''VÍ6íeslt^^ «eírid,
tázf^ ' ''•''''' ' '5 '• ■•'• •* ■ ■ "ÍW-.K
*'• ¡Al fesctítíháf aqttéHá 'Hi^oí ' im{>tkie<Rtei qUe
tantas "^«idte-'lbji Hálbií'kJit^dtiÁ^ k^M-
qoiistar los laneros tdie la victoria ; al oQnIteim-
pitar aquella figiuira jmajesittiosa que se ele
Viaba como la eistastud diel vallar sobre su
(>9destal <i:e granito, díesai^asiido las ira^ dd
cktó'y'la''¿olé^ alé los h<;>rní>rétí; íifc(uealas
tüií)ás "¿é ^siintí-eriEiíi ,dolníífía)da 'pót '* Úlihi
%er!¿ál * iifini^teHoSía. ' Él ^ge¿to' qüí¿;' líabla
méiiia-zaab ^^' btóhlodél 'Conoñél'Tfasajtfo.
'eff' Víz-tífe* ¿dtíisiJtAár ¿u /db/Í, '.Wií^vfe' ^
'itó ;al'li^feró, y If^s (Jérii&/Váb.mii^a
Iváps 'poír ' íliiá 'niano invisitiie, Wi&isá^ ál
¿atjg'¿m3 V. füiéiígín 'í<^ihaíidio* ^üeriiHa. tra¿
éiSéfriiBá' frente '¿1 'gfii<pd'ai¿\l<fe W^^
tc^aies, 'hasítai completar los* 'tíratirOcie»n¡í6fe
fecMyáS''que tórrtpctóí^ lai'<gfuá)ií?(i¿íw.'
♦io eísfcy verutaja, .dí:9|||a,ypf5. «pe «g(psc^¿ijS|at
las armas ; irniaiidáío ^qw óbjedecieroa 'doié
Su fvoz se idlefó escuchar 3l¡é hfd'évíi ittiíft-
dátóp *W?tíás^'áa *HdíntJiWr-'V dbédyá^fon
die' igual ftíái1.dra;'Wnd aT 'tódndálr "^^íanift
c(¿;^ áe htóWft'Wijb'sotó. V'»*-^
'^tetonctó éí' Cdronet'Rósaldb líiaírídÓ.'btl*
«IOS dá^í/'y 's3»dtíi 'coitípáñiei%(k''sé''iaíst!i%Ím^
-^^ ^'Joiaii^xfe liióHiritó^ ¡ll^ata* <M*si
r^
cfortírsui ftióaos cot^ ua engeriría <qu€,era fie-
cesairia contra J^c^ áu€j^^^^ cabecillas
voj'la voz Qje imaípiaicx. qtue vjolvieron a «(Ks-,
obeoíeocr. Tos diez y suerte oficiales atroja-,
roijís^ canfinai fo^.qu'e juzg:aoan cabecillas, v
Tonts^ cantnai K)s,qu'e mzsidemfn cat>eciiias. v,
en eJ aofo j6s oesormaron. Táh% resoati- ,
cáon y enerva kititnidJó al rcs1»'<lé las loro-'
pas qtne oibededó .ya la «voz <l<eil Camandan
te etn jefe, dárigiéiKlose por lEracdones i
ocupar snts puestos y cuatteke.
JEl sargeivto D. Nafbor Valencia fué' €•
tüniíico «de tíos diez y ocho que resulto he-
rido.
Temeroso el Coroaid Rosado de que se-
mejanite hecho ^'^^KSSf^ decidió j>edii:
auxilio á los ouia)rt«Bkle Peto y Vallado-
lid y á los fca-nJtotíes «^f^ cercanos : misión
que fué coniñaida ai caipitám D. Felipe Na
valmete y al Teniente D. Miguel Espinosa.
En- efecto, como á las ^inco de la tarde
óefl día siguieante, ya d Corond Rosiado
conttoíba con los auxilios necesarios (pia«ra
castigar á los delinouentes y pana reorga-
nizar la gtiamición: él sargento Desiderio
Huierta y seis ini3Sviduos más, sufrieron la
ttltima ipena, castigo severo impuesto p>r
el Coronel Rosadlo, á pesar de repugnario
su noble corazóíi, piorque era el único me-
dio que podía emplearse tpara resüaiblecer
la dfeci'píina y devoilver á la autoridad e\
11?.
prestigia qi]<<^ s¡e hebia omep^gaa^^constáp'-
raiWemente con' tos Hechos «scawdaWas*
qué, ácjibaban /de tetiér . ;Itig^i*V ' \ ^
y reswJta actrnuí ae oijczy . ^ ^
hombres, diez y ocho héroc^ '(jiji-e se ' cu-^ '
briérori q.^ gipría ituñargeiilíle eo abuel día
LA KítÁjL,m¿ktí BU UN SUEÑO;
.'i . V TkÁOIClÓN 'POPULAR
■rr.i]
i' •
Mtvchos ,^o/» <íe^ue^ (te b fmidadón 4'e
iCan^>edlji;9^ 39a ^^í^tía 4m la pobl^óo qt^e
ílleva td ji^piHÍíre' 4^p; H en d,
%i^r;»r ^ue^ oci^Ip^/sÍqIq «91^. veía l|a,fák)bi «dé
E. íiasta' el'SvoijpíxAk^ -dé la.
sieira^.y l^ia los piros lados, í^ espeso
l?p$que .cQnyqesitQ í -de, ,árh9ilíes (fe-. taJla ©-
gwÍ!e«c^...¡0i;COQJti^9 que i|Ormaibi^ ; la
cordfflejTi^r.d.bo^q^e y.lá s^b^tt^ ^«^ 'ie^
lo ¿lá^. ;?!gipi49!Ü^ y .^in!tore9oc>: la suiper-^
§cieí iíimenaáj de. fa, .ultime;, hallábase, Kn-,
bi«ia por liaJfftínbrasnattvíW^d^ v^^ za-
4^*^'
im
*^oflt, tes' WáñcaíT goE
e! bosqu-e, limíbanidlo por algulnos lados la
sabana, se extendía en ancha y diltataxia
curva kicienido la exuberante firomdosid'Sbd
de sus árboles, cuyas copas devéndbse
majestuosamente, se destacaiban sobre el
fonido •azul de lui cíelo Utiiminiaidb pOr los ful-
gores de un sol tropical, y la coixKlkra,"cn
ñb)¿ákhiisL eWdkiíóíae ^/éfifa^lM^Ji dná
•la seirie íniterímínaible de siuis cerros y oíon-
tículos. En el 'iondf»* de«aqtid henmoso bos-
que, hacía el norte ^de b saibana y en tin
espacio desfii*.0^isft6"'fie 'árb<!)iíerfj abría su
ancha boca «un cenote ó ipozo natural, cu-
yas ag:iKis crístallínas .conrinníoaiban may9r
frondtosídad' y frescurk 4 aqud paraje de-
licioso. El aguiai de la fuenlte «suifat^ráfl^a
y ' 1¿" fe'ótií^ití H^etih^bíá^ rfé^' fea" mSk^,
cüyás i^áfttd^ ;ye"eáW^l?i^íi^árl í*irfáftclb' K-.
Vedáis ifensétís^ís ^^VieÁlÜta ¿á^^títí^ki^iaí^
bl^s;á 'l<>s^t^^' m .sbr; aríifefófi' cbi^ktáí**'-
menié áVéá'á^tbaik's-fohTiafey •eíHó^^^^ düfe
rótibáVatf'^él ¿fléW«<í^¿u^uW"'d)e''!&^*átttJ
tóé2!á,-cMilá^'WidiaW!^ .fiióita^tfé' stis^xfi*'
tos f éor'^s: E¿5Íkitídéfe''aqiif y aBá!,^ SÍft^
óM¿tí rii'fcoñciértc^,. \^étíMt''érf ^n^eü^ír/dél
pozó '^aitdíes''^ieábis <téi*WVa^ibláii(iüírk"''v
d^ Vá'na9fa»5 y dístiVi^ foi^rri¿¿;^'Miic6fe'^hd-:'
tüTál¿,§ ;qt¿e ; la ' pródSgaf ; njátui^-zíí ' '¿blñÍ56^
efecto, <i€ «descanso y <ie«blkz,' ert W époiíá'
á que muestro reüaibo se refiere, á todos los
viajeros que itransiKiaban' ''el camino reai
como entonces se <dedia, que conduce de
Mérkia; Á 'Campeche ; razón por Ha cual los
qv^e7!e 'i^it ;; sabaniv d«l lédscankx- . > i I
pie, kcekaik) ó^^ <í%eitá>s/ve^ie«íd>o fafí«gáí<
rcaide 4ní«ci dinfemiaf; hallaban' é^'Héí«feí'
<diáki:iij «Kmio Us caiid2vWá.6 que á^ifavies^'d'
Hds desiertosi del Adto, #n Véfiílád^rb' ida^>s
coa:i(iue eá tfqii@t>siitfi^'léi&-Mt¥^
tvéaiétd : ofaiecíáteÉí -la^ ftfenfíe 'sm á^a¿»
k^escris 7 oristaMnas pseí^ -íI^AíA^ kis eVi'
gencins-de la'»«í;€f íotíayé s« smhbra^'ntf^i-
«eríoea yAlí]fwrfectora^i08 árt^ tíft^í-
<jtt^ q<ie 1 arií crecían - esípotí«ánfea¥r«S!íitte'; síft'
noGésid^^de !o6 iewidadbs ^ ívó^ '^s
fei*08 troj^daltes ; ¡toS' páítfrtíte; que lattWH'-*
bain'áilmtÍÍ8»ies' e^^*á^s^i1^ónd!o8ftí3liéQíwtó de
kiis.lárlxrfe«/ gMg-dKitofes y €tó(«ilpax&i«0* gí>b-
gieos, y te'«aáMiií'y fe 'éortfílíera; éii' fiii', ¥é-^
ttesítKm^kys<j^cc¡n iígtadbfeles'y 'áonp?cfí->
dentes peft^iedtivás.
®ti esté -pttftq^ lorfínfádainenté s>ói[í«íufftí'/
en «que taflíaíS teóé*; dka'ott^ díistainíía' á
«isf««igíflfe 'lnüíí' viajeros qui ibairí iCan^'
* Ponoe y Font. — Id
1?2
dieron, }iigsor 1^ tiei:iiasy y 9Qqcin>a'$.esceii^
que yappps.á rejerir. « . ^ >
i»í .1. . . ., , ;J* ' . ..•.'.' ,;•
lAsíegum ib tra(Ucióii'X{Ufe<¡)rá ántés'*(te la
éfKMEaien «itne Sué ¿ütadaicb la 6oy villa^kle
Haoelchakáfi, húlbbicometlzado'á cekibilár*-
ste en Can^ipecheijiaftesita del Saiiflo Criáto
llamadlo. K^. Amor, fiesta «que, «oooio «s sot
bi<)lp, tietie Jiuigar anuatimeiilie en dümes dié
septiefnibTe, im k i&nmta <fe San RoÉná»/
qme «e Ji^lib átextranvaros die ta.citiidüid^iLa
tal ' fiesta,» dl^^ i«tcvtoilces, = era motivo de
r4igi<)<&a p^rtígaO'inatíqn» coopa Ja ariligua
d€i'.3antia|go ^ CQnnpo8tela> en. la Mádce
Patria; y !Q«iid!e verep cómo afluían dte to-
diQís.flos pMfOftos die la Beminsuila» ora sácere*
dc^)0s iqtie Sban ó afux¡:HaT á Im. del puerto.
en stif! fafMkS Cieligipsas, ora* enl'ermos qui^
%i9n e9:);Hi9Ca d!e la <ssía4 que .^sap^ribaa-
obtener ¿el Cri^ltiO inilaigrpso, oiíai ^verúarfeM
ros |p©pe@TUM>Rió '^íKnmros^^' «amóohdy.tse^
díioe inipiK>pi^niieinte, cple' hacíain/el' via^
cQiii*'.AtobÍetp.de;au»mplir una:^oinjesa,.ora'
en ííns traficantes I y n^ercade^esy taburó y*
desocupadlos y genites de^ itodas clases- y.
co|¥d6ck>nes .«qoieíatciiidlatn á,<:am <fe utílkkar
des-.y. granjerias^. 4 (parque de. zaimbra^y
catftaSí toros- y jaí^eos. Y:, como la m^yor-
m
par6e <ie !ois,cammo§,pú^¡oo<5 en jc^a ,6pf¿;,
ca^'no klcom-z^ iie c^fitc,- .
rae, qii-edanidose 'raíodestaraieí^tp ep,. .Ía,d^,
seíítfás'o^iñiiples caitmnos <)e l^éíTjuiíWi^,^^
to^echbs^j colínados'^dé faijgp,ó j>ediegr9íK)s,|
y ,por 6tra. part< U^^ ^^fl¿a^p.
ten /^escasas cómo 'ji<jiy la^ ,hit^M!S,,jint^nf ,
cioiiéiSj, los concuirenfte^ a 1^ tel, , fiesta! íi^-
cBan ''biij éíijtf ada ttriuatfaí^ jli hpy miuíaífe.
cijtbqajcí dfe Sos "pámipaWs" y, l^s ".mQ;ríi,(íq- r
n€S," yd eri (m-uías, ca!b^l|os y íijt^r^is, py»,
simpi-t^ménte a .pie, -qi^^p ^s.^.me^ «^ nit- ,
ttóal, seguro y econf^jj^^ <le . jiqJ9oó*>p}9fl '
terrestre. • • i « r i < •»,,'..
^Como/e! 'bp&que, de Hek;])(^j|kán estaba
sitii<3)c$o. so|]»re la única Q^mr^ttfca quci'^fx^'a.
"in , illp t^iroíWf;,'' icasi ,tódfc>^ Í||96 vJiajforDs tie^ r
n5«fa.,q:ue jwftqoDer ^siquiel |)ar«j,e,, qwe sd.
conviJR^ip.en fj-ti.otQ de,áescapi$c);.y! á wf^di-.:
da <j*u¿ í^^, aqr-eo^ntá^^ San-
KcB;i4n^ y;/ih¿nép|diQse, i^n caD«ecu«»i(íia,
tná^^,fn^,<?Qjftsá4^l5i»blf ei.l^ítnKsuQKte gejsir,
*^. i-SIM? ft e%,aOt^aB;de tq<fe>s ioi^ pueblos
y <jíilq2fc^€;s Kjle lia PjBní||&uia, -iro^ y másríViT.
ska|da, i y tcQncajir;rid^ !*P; íiallí^t»* » i IJ«^l^W>a-/
^n,..^'¿,tal |Tfaji}i?ra'^.qi;i^, íluiratfite jál.n*^ de
S}e^tí«n^e;}d)e. iCQd^.^^ t)uIlkfto.;y i«
aimnia|ci4p ^Uiopdíaa ,^ ^¡l^mcio-, ¡y. ^lad«irf
ha|hkuaA^,<Í^I,aflí^ se/rerMv
niam <^^íWPfti?,4i^z- ó doce .ían^asi: c<.#
sas/rí9$a€|f9lbiyas <:^¿IgadUTa3, íjue^convef-;
i^
taíibnai 'fe j^^Vcfó^ ;pi
ie^J'Tdíi'mithferosi ¿¿íicüirenc'iia j^ífaTi, ¿Or
'lAb'dtórtfe .feJüiípáW.eti' tales casos/ a, IqV hay
•bltaiWé¿''<íe'l<ís'ipu'i^5f6s pfópcimos a flcleV'
.^J.UA^''Í^lLMh^ iLui UAéd'íi^ w.i'J.Wl'l' J^'','« l>x« •
al Sur dd ihígriio Hdlellchakán ; pero los
hteÉÍittailtés-^iáfria'.píeqtief¥á'al«^ itiá^
ó naieitíiáte*' «fléf^, áJWádá á tté¿' régtülás;.
póéo^'ittte ó «íeíló^'áí'Oríefltéidiéí bósdíié
<tei <tecaA(#í,' lléíiakfe . X^áftihian'; hjbeYhtí
loíí (Jüíe'iúar^íJií^é^'V^M^^^ prbicíVi*a,ró'rt- Htí-
teneir ñjt'k^^^^jtrc^y ííffe' Sdfíyriy ó' í^'rA;*
pf«irf«éd!í>r« los ^€s ítlKífriIs' dte' X1caiy\i*rrf'
iieíl'ic^t^aftafe/'álFltóari áV!^^ tV/áyÁr'
nÁftiíttrty jr Ttte'jof'jprO(*íStos de 'Viruillll^/^fe-
vartlCatilfaL^ en-' feí ; áílgiínái ' hHitriíMes ' t^&Vfá-
jdefe ^(laé lióte pWrbégíer^ít dlfe féá ihdehit^ndSis
(tel tiei¥j^)''f>6tajVté»'Idg'aias^ W flfeíil'
ca«lí>^aiiaf, '<16J^^ lfé]<íí¿fiU^'
kéfty étt ¿é4«€ffei5, .ií)éx>'afírtf!ia)dia'pí^^
<!ñ -qu^' ytt* fib'^16 *S€''''éy^!H»¿híáiyitf ^^ áfc-
cioii€¿ de Jos viajemos jy Jjas, a^tpfpr^íjis rjcVe
téí -el dia, ora/ in^rrímpjajp, ^ siiq|4;|9:;^ifl-
jponeñte y 'imsibe|ir4a^o qiíe tejiii?.Of .,^rí¡¿ííe
las ^ aftas hqnais <íé Jifii ^p(^¿. *
- 'líi:
r.ft >!f.
sijgip^ Ja ^p(k,a^ Ri, ,^^ .-^j fj^lií^TOn'/ifts
^e .\^ . «sfu^r;?o? . jqwp : JWipslró par» i ayef í-
^ik
^MKbs müfcaé, tiá jóvéii qiie f hsalbá *(f>en¿s
cn-'k» ¿Reí y*bc4k> años y una scáorá^de
•edátí ya áivárízáídla, .c^ufe se detenían :^g;¥jjas
Veces pktd ^frfbfniar¿e 'de los viajeros [4i^e
hÉBlJaJbah á su j^'asó^ tfe las distanciajs. . que
írtitídiáfeaW ietwre üikxs pueblos y. otros y^;¿fe
las jornadas qwe «t^ían áhin que hacer para
llegar á Caimpeahe. Bna el joven de regu-
lar estatura, de col^ «brigaeño, aunque cla-
ro, de frente ancha y (feíocjada y ojos
garzos, gnaindes, expresivo.* y de mirada
áianqtiila y apaciiblé^^é^'fe velaba- Ib/ rio-
bks «¡wtiniiértbós <d¿ $<tr 6tii*a2óh 'y*la dul-
zura 'deí 'SU' «daíiic^er. Servía- d^' ínartoá' es-
te roétíb ovÉihúia y^dorrectO; uííá cabellera
obundaiüte y dé cídor cafetiño que hajátó^
en largos rizos <íasi hasta tócaf sus hom-
bros; reaÜMfndo 'en grtürt rAíittefa la het^no-
sura varonil y aumemtafrtído ■ fe ge-rtüBeía: y-
gaJtetkKa» d!e^ á-queS joVeh, ett^ó orifeeñ e^-
paífoieíá indtüdteible.^Lasaíiliid y la vida mk-
nif estábanse en aidiíd ¿tíeipo rolbüstó y lo-
aa«o, Hjtie hacia rtccA^dáf'lá naitürátótó >p!ri-
vilegiadá idfe k^'hidbhidbilés otxñqliistódótíes
del país, de esa maza «de hér<>es'fcgeírid^tii>s
que 'produjo la noWe 'tíetta tfé'los Cl<$es,
ÁifonM^ií'y Guénkiieá. 'Bra'ia vjütüa, .por é?l
contrario, enfermdza y ^chacosa: y ^unaUe
•piodían ' déscubi^í^^^ éii' 'su''ixís»^ ! ](as
huellas <íé' una 'Hierbiósti^ra^ jqiie. no debió ' ser
dfesifwecíabte, sus * facciones >ja^ j marj-
chitas' tomó flores rnüétiás, 's»Ui luirs^ ji^n^
g^méai y trbie, en lá qtf^-no brilklbáti ^3^ lo^
ívágpto^éfáih Ij^iiviéfiytud^-y dtí <iüf]ór qúís^
co y amarillo, de^uciíaai la- Üégyauridá<f die
sos; facciowes y oclittábah/ía átttí^uá gra-
cia y gentileza qti« <ai(l6rn¿ró¿ su j^soña.
A ipíosátíf de estes circunístetncias coíitnadai,
iieVelábasie en su semlblitnftse la/' -exquisita
boqicfed' ide sú^' séhtátnacíittois y ádhmtiflbfase
en su porte cierta nobleza, cierta" iriaBies^
tád qu«e sé itripon^y'h a^bfle v
simpática, al másnx) tiempo quief ' rejsQeta-
'ble.' ' - ': _ '■ ^'-'í -•- • -•' ;• ' I
Cb»ociflsc '^ié am!bo¿ Viáj^frós hacito
gxar jpiittíetraí vez efl yiaje íií puartto de^Cán;!-
pqchey .puiéBicomo antes héiíiibs kficííi/ íh-
<|n¿ría«i yle cuáintais persianas ; encobtraibáii
por id camiaioí te* disdáttciafe que itiedftír-
han entre la-s poblaciones' dtí' tránsitb 'y
otras. fU^oiastirdEitivas éfla «ruta- c|it»e>lleva-
It>a, la dámai.fXM* de&unte^i y tras ethi^ á
cierta di^tanda, el joven atbsoibtdb,' al pla-
reoes*, enijprdhínda«( 'nMdhackmeiS qoje.'ail
ün, iirtetiTUtfnpió escclaníMuidov al' >mi6ttnc
tíeni|)ío qiie^ jespokabau su cabalgadura' ip¿r
ra aüioattsar^ a- SM= -compañera.: M *' '^'" ■''"
--'Si<a^gultisl'w«é« Még^s^ á lá saífetói/áe
Helelohafcán, sirtniada en la cairre4Jefá''*íiíe
Cmx}f^fii\!¿^y\^^ las liiedlras que
e^tám esptípcídíÉS ' ion el ' bosqiié; d!tt« leti^ais
graibodas «n dbs ^otemíiaé/ Estd' ipé diifo
iTAioAas: tecd» mi paláfe, mfld¥é* itiíá, 'j^ i^é^
(Htiomelo pocos dKas antes de morir.
m
— ¿^a upa. A ^ unia.E) iti^iciate ítelünoriíi-
hx,^ ^* ?í>ejji<l¿ <k ani fllUÍíe^lov quien ;Ias gira-
t>Q c^rta <^a .que, r^»<ji<]iQ<» die, c^oosa^cio
y.5te.fa¡tiga y ¿^ornuantíndlos por «l.hsmibre
y .jxfcfc ^¡ ^e^, ac^mp«(fl9fil atíí lo« xíottquia-
.t^wes,,.. ' ..,. : . •• •
TT^gnL.efecto, tu .,a.biKík> ^i flomatía í Aí-
jo^9^jPér^'?;, , .■... . i."
—Y grabó sus iniciales panqué encaln-
taid<;)i de ^^^¿mierúáñíA. y be*!}!?^ <i& ila ^etatb&na
y , /st^s fUreíÍe4ore6, <;oqiqibió / Ui: iíapfifaHícS:
4e e^car alli un¡a Cf^a.dte caiii|)iQr enix^
,m4íerÍL ^^ar ^ .últei^iiK^ 4Í9i$ de ^w t-agi-
^affla yida, y d'oíijniT, f|!psíw.é^ db'e'IiQi, tól sucr
/ — Eapctanza que no pudo Terftear: la
vida 'die ¡los conquisitadóres fué vidí^de tícDít
>tÍQiia agitación y de comibate,, j^^cttkii^ ^tu
^buidK). contaiiwó á go2^ deipaiz.iy baaiqui^
di<íadl^ cuaodb.ita . <xin<}uidta estaba y^ >tei*-
iTDhÍQiada y afiatusadío jpor mi^ihc^Ki áftbs él
dSqimino >e:^pa(ñol sobre esta tiarra; vino '14
muerte á poner ñq á una vidiau ttón^agfiBí-
4a .s¿€ífl^pre ai sery}ciodle.vSu.rRe4V::y de su
^í^trku . .. '- .•- Mi :\u[\'>\*\'A\
r— A 5'..P. Est^i.imciaí'QiííC^inbíé^i flo»
Ja>$ 4e^;í»i. p2^i4r«í, Qiie se llaioió AaaitanionFó-
.tvs?, y.^onijiai^ vwe^as, madte .niiía, toiique
ew 9nd<ip iw^^>. Jí<*w>w^ ^ Agwil^, y
129
aiMí ptíeden iiKiicaí* mis Aos apcUWos^ Pé-i
rez ' y Agtrfkif ; Esto ■ m^e ' ^«rece : providcn- • '
ciad, y «fio-s^aí e^ítrafto'que, amianto 'el
tiempo; virtiera ^yo^á ser ^po¿ee<dor (Je «se
pedazo -cíe tiétrá: " ' : . t
¡Taá era fctí »eK?netó esfpei^ftóa'qtnc abri^ '.
gaihai el c<>razóíi íle Ihiestm^ joven' 'víajem»! '
IV
£1 bosque; 4^ Hí^lchakán ri^^t^ba sali-
larkx '.i ■ . . • : ; i ■ •..,, ' í . ,• .
El día ae fpres^niWba claro y ser-eno, ^a
cielo es-taiba: liimpiot y .diej^pejada y -el s<¡)l,
asomándose poc.'&tKúiiiia <?de la /bemipsa cor-. .
•éiMefa, ^ilu'rilinetha.íaíqv'el cua<Jro -espléndido .
qme ^ra . uuoa ét las. .más ibellau?. ma^nitestap .
cion©s de la !«mturalej2a. ' ... f. '' .<,
La» £ei9' die^ ]>a, tnmwA serian . . cviando.
nuestros rviaij'eros. penetraron en la sabana
del descdH£0. Ya qu^ el jov^A-ípudp* abar-
car con^ la> visrta aqu^l p>a^orainiai qu^e ante
él se dfcsarroteba, <juedós€t. suspendo y. .mar.,
raviílado goiamdp e» . ism comtieimplaciónr;.
mois ai fijar. svks •miradas en los ái^l>dles gi-
fijamtes á¡k majestuoso bosKiue, no pudo d«'
ar <ifc'iíxeliaia;iar:,; . i. -, -,' .-
— He ai(|uí qitwf Hegamos.ail weyo edén I.
iste es, ¡oh madre mía! tin «paraíso terrc-;,;
Ponee y Font.— 17
130
nal que en nada defee envkliaT al prínnero.
¡ Qtíé heimosnraál Dmtamtfe todo el camino
he venido penaando en la sabana; pero
conifiesD qwe mi fantasía no pudo represen-
tántnela tal como es. ¿ Con cuánta razón
tpensó mi abuelo vivir y morir aquí, le-
jos de los hombres y enitregado á la con-
«tetnplación de esta naituraleza rica y exu-
berante!
'Así exckÉnó el joven en tanto que,
•edhainido Jpie á tierna, «e íocupó en detener
la cabalgadora de su imadre.
(La señora, arrebujada en ancha ooilcha
d¡e algodón panai preservarse del aire frío
de la mafíana, no $e había ajado arún en
las beHezas del paraje á que esfbaban arri-
bankia; «mas exciteida su atención por el
entusiasmo de su hijo, dirigió sus mirada?
hacia el bosíque y ilia sab^a y hiacia' las
crestas azules de la oordillera^ ilulmmaldas
,por tos ddrSadbs ra)ros del sol saliente, y
maravillada y sorprendida, como su ¡hijo,
se «títregó á lai contemplación de «ak^uel
heMños-Ti esipeotá'cíulo. Pero si la admira-
ción del joven Pérez /í0iVjbt se «nanlfesta-
ba en ímpetus de alegría y en raptos de
«entusiasmo, la contemplajción de la dama
halBábase llenai de sorpresa dalorosa que
se revelaba en las contracciones de sn
semblanlte. La damai no veía simo devora-
ba, por decirlo así, con dolorosa ansiedad
hfs bellezas q«ue se 'díesarroilaban ante sus
ojos.
131
• f
— >Este es, exclamó, éste el paraje que»
soñié, |oh DÍos mío!
Y <fesa4ároiwie las fuentes tk sus q^^s,
corrieiidlo con d^bttndancia el (fatKlal -de su
llanto en sus pálidals y diescamacbs «ne-
jillas. Hondos suispiros se esc>a!p»ix>ii de
sus labios, y el eco d^ «u® «quejas/ tunban-
<k> el silencio qxMt Jheinsrfbas Vj&gó i ser íes-
ctvotiafdo fK>r su hijo, cfo/t babténdose.atpar-
ttia<lo dfe ella, «dfespués de halber dletenido su
cafbajs^uro^ parecía buscar algutia cosa.
bajo los áifbcAes dd bosque.
Al escuchar ios laímie!ii'tos.:de..su>imadrc,
corrió el jov^eiif apresuradamente haciai ella
pregTfrntándlole la causa de su tnies|penado<
vtamto; mas ella, procurandloi serenarse,
k tndkó qM la Ripeará, lo que él hizo qsí,
y ayudándola á dirigirse fhacia uiiiai die las
piedras tmás. próximas dbl bosque, sehtóta
en ella.
El silenció reiiió algfunos minutos én-
•tt^ ambos personaljes ; fe» d^ma^ ■ lloraba
amairgamen^.ie y tel jiolven, de pie y á respe-
tuosa düstáncia, la contemplaba» con 'oo
ojos humedecidos taimbién por las lá^i
mas y revelando en su senüblahte la hondd
penal que le causabQi ver sufrir h aquiell.!
de qmien recibió la vida. Como la aflicción
de la sefidra, kfjos de cákrtarse, cada vez
recia más, fné ya i'm»posibIe que s'ui ¡hijo
iguiera guao^tidc)» sitenció; aproximótse.
sentándose Juwto á él«la en liai misma pie-
132
•dra, ttomó una de sus iDiaiiosv buiesosa . y
fría, «ntre-kKs; 'suyas, ard'iieivtesry' robustas,
y con voct: llena id^e suavíainiíSL tetcmu^ voz i
entrecortabda,» yeces "por loajesfu'eraois qws .{
haciíai para comprimir lo^ ^solkim&sAt <Hjo :
— 'No -es hneno que ií>s- entregiaéis ai^' al
dolor. Vuesitra e4ifeftneda<l^ no -«is' iiicilrtt* «
Ibü-e, y aliéntatT*& lá espeffíMiia' <íe que' es fe'
viaj^ ^^-^ *^c^"*<^ empneiucSdo pam t>ttócaí •
un aBvio á vuestras óolencia», no «era in •
útil ó infnuctuosa.j Dio» premiará, sin dii*» •
da alfetuna^ fe 'gran- *e que os goía» «í san-
tulario dfelCriíto óe Amor, y pineses todo
amor y mií^cordíia, os devolVetá la- sa-
kid que os faltat ' '. • •
— -No quisjiierai alfligirtje, hijó mío»; pero
han sidb vanos' «nís esfuerzos .paTa conten
ner y disimular las manifestacioines dfe este
dolor prdftmdb que me agobia. Veior con •
'tristeza in&>ita quie-laviida s^ n^e^esoaipat
que. !lpi« muerte i5ÍR«^ mis ipiasos ye frmü^ de . •
cero», y sólo iaflta q«e ailargxie le mano
t:^<ra apodenarse nie sui víctima ; qlme imí úS- -
timoí dita, en ñnr, estó imiuy próxitnoi Y no -
es precisa'menite la idiea d<e "Itet «ímerte la
que me entristece y rae aicongoja, sino,
;.por qué no kktírtelo ya? la dte dejarte .so-
lo 'e-n el mundo, sin uíi jg?U!a pructen^be v <
cairiñoso que te dirija. por siis ásp,eroe g^én-
derpis, guia» qoie te es aún.- necesario,- iptíes
'aipenas ^estós franiqueaíi^ 4as puedas de-
la j»ulv<enitíuid.
133
. r
— No os entristezca semiejante idea; soy
honiibi^e ya, y vü^tpoá ^oméfos, "que 'ja-
más olvidaré, ^ráíi'laf hiz iqíKnme gixíé/ls,
éti^rza qué trie aíliente y- -d eséiídó que n\c
f>rt>tejai «del munido y d« tní misttio; ¿Peto
¿qué habter de estas cosaá ^qije siíHgeTi y
cofíturitórfi Vu-eátro anÍBrio»? Haibíetnois ".íe
mi«9fras eSjieraiteas en' vuiestra .prtAi.ta y
radrical!''euraci6n: el físico (i) -de Metida
nos ha dicíiiói q«e esté* \/iiíi;jV y las distrac-
ción^ que pr^partjriond', M^s sterán muV pfo-
c . íi-*Híjo 4nío^ siefffipTe'qihe los fisfcosf quie-
ren dtesenAaraiiaff fee dte los enferttios que
n^ tknenaiei^edSí^/lies reoetiaii tia^jes y pe-
regrinaciones;' Pero tíenes razón : * habljp-
tmiois die otra cosa. 2 Qué Iniscabis- entre
^ fc«5' Ó!lbío!es dld »bOsq«tíe ? •
'— *Ldi&' iníckkS' -de qwe an^Pés os- haWé.
Allí- est6n,f eíc*ftiv«¿nefl*e, grabadas en 'dr')s
colWntffas 'ique forrñaWVñ'' parte 'eii "otro
tiempo de :a»ltg^ ^ntuoio edífic^ío' cons-
tif*rfictofSfK)r kis antígiK» ' Ynóradores dri
-pats. 'A/' P.— Aífófniso Pérez, mí ■ nob!e
'ábt)iék>, • él/ valiente' soldianio ' (éonqitísf^dor
qtie du^rrtie ihoy el sméíío^ eit^írn^ y d-ya
tiimba-hé «Visitado tft?ritas'v^k»s effi SantiA-
gio ♦áfe'-MJéridfett'-''' •-' ' «i-^- • ■ '••■';
— Esas'piedrarsr seiVtránMe.ífapoi á mi
sepuícrO; / ■ ,« i. :■.•••■••' .
(i;k: Nombre qne^ »e daba entóiiceB á . 1<N9 m6-
134
*-rPar Dk>s,. madre mía, desechad, por
fin, esas lúgutMres ivlea$.
— rSi ;PQ¡piuedo, si mte es impos¡bI«e pea-
lar en otra 'oasa. Escudia^ pobre hij[(> ^lio,
y .oottnpreniderás ipor qué razón. estoy ínti-
maoJieirte convencida de que mi fin se acer-
oan Hia»bi1á cosa dieun mes qu<e cierta no-
che, en qtie pude conciliar el sueño des-
piués de largas hors^ <Ie insomnio, causado
<por v(\\s dolencias físicas y por el tenaz re-
duercki 'de tu padre, soñé que me hallaba
en un bosque defliciosp; árboles gigiames
elevaibaii. sus colpas opulentais, ca«'gadas de
goita<s de rocío; los pájanqs reto^abain alé-
gires en las ranva® saludando con sus can-
tos la apíirición del soJ; el oenote, abri^i-
do su ancha boca en un espacio fomia-do
por la ausencia <lie los árbojc^^r dejaba ver
alK en d í otudio' siefTiioIbsouro, , Ift tersa su-
perficie de stus aguáis; la sabana iimitensa,
e:}(tiendiépdose por un la^do hasta .€Of#Un-
dirse con la linea lejana de' horizonte, apa-
reei^ á mis ojos como un msr cuyató ondias
af>enas era/n* movidías por «1 tsoplo . de tm
vienlto suave, y la sierra, en fin, por otros
hdosi lim«taba> di horizontte, sirvi«t)dK> co-
mo de maroo á aquel cuadro sorprenidente.
• — ^Pero me estóis describieado» madre
miaí, el pamije en que nos haiHaiír>>s*
— Precíisaimeníe. Aquel bosque era este
bo^t»e, aqnella saibana estta sabana, fue-
lla sierra, la sienta quie vemoB : yo soné el
135
'panaije que estamos contemplafldo, yo soñé
á H«lekhakán. ¿Pe(K> sabes en qfué estaU j
me fidillaíba diamlo «ma e» sueños el
que idelicioso diei <]iescan9a? ¡Cstabaí e«
a^onia! Si, yo be sK^lado morir aqtti, ai(|ui,
hijo in^! *
Y otw vez el fiante y tos sollozos em-
bargaron la voz óe la afligida <bma.
— ^¿Pero haibiai-s visto alguna vez Helel-
cha'kán? » \ '
— Nutica, y eso te probará que mi stie-
ño no ha sido niás que un avi^o de Dios.
— Los sueños muda signíikaa.
— ^Algunas vetes, sí. ¿ No i^ecuerdas ^e
las Sagradlas Escrituras refieren los sísenos
de Faraón, interpretados por José, y el de
Ntahucodonosor, Hvterpr'eftadb' por Daniel ?
— Pues bien, maxire mía; yo s>eré vues-
tiiQ Jeteé 6 vuestro Dia«mel. ¿Sabéis lo que
vuestro sueño significa?
— ^Sí, ya te lo he dicho, que aquí he do
morir.
— 'Pues bien, sí, asi será ; pero no en la
época qítie vos creéis. Voy á deciros la cau-
sa de vuestno sweño y á daros en seguida
su interpredación. . '
^AJjgunía vez oiríais de boca -de mi paldire
la descripción de estos ameno© lugares,
mezclada *con recuerdos de mi aitmelo, y
vuestra kmiagftiíación impresionable retu-
vo las imágenes 'deí relato, qué borradas
por el tiempo, vcdvkron á presentarse esa
136
noohe con motóvo <le los recuerdos que de
.mi pa4re,/l^i^ ,lied)Q 4ur.^te vu-e^lro in-
. sojjinio* líé.aq^ni tCK^cx iAho;?ai ¿qíieréi^ la
ititettprjctíipióíi?. í^iies, aUáj.ya. jQasa^ÍQ..^mi
us^hxudo, itqnidi^ jw: «íl hambre y la; fatiga,
. Hfgó, áí '^'t^ Weqa^íSíji .qt;€i feallj^-^l descan-
so q.ue ttiaoto amibicionaba, defcri^^i /¡xar-e-
^er rntucbo ináif heinw>30 y agrad^l^ >;)fe lo
qu«e eis ,m r^'Jtíía4> jyi n^tinpail fj|é.,^i^. tras
:€;} .(J^seo. dte'viívif .y.mo!iig-.,<üqíií^)Tv;i|iiera ia
esperanza de fundar en estos luga«f s: '^ii;a
ovueva! poblaci^nf <forní).^a^f)iqfr :1jps hotnibrcs
de í ^1 íf aza,i poiWadla' jpor sas, .dic¿<;€í?4iení)e^-
Mi padre. ; aliiBentó jgv^l ..e^|)j^l^ q^ue
t^fWHXico .pjtvcjo reaH;zar, y .^a. ií©í , siento
. iguatmedi'e» » «naKÍre" ; mítíij- ^el j n^ftip.' i.dtes^o,
la >m(Í5in^,.,as^i?ax:ióli.;? vivir y «ktJiíif; aquí,
legiandlo iá,/|Tiiíí .íieiSiC!eí*J¡!^t#$.>e^^^
pacaíspv Y, si yipi.íie dfe vhdr j^ífiTioriríiaq^ui,
cJaroieSi iJUie: vo^^^ta-mJb'iéni viviréis ^enlestps
lugares y hallaréis,: aí»! fin, en ^k>s \m«i§ti5a
tuffiitoaí;.peix>'tall,»c0§p( no sará sin<5^ '4»espués
de largos años de vida, de salud y d|($if(^Ji-
CÍ<íaA .í ofM i ;r,i ... I- .. ,í .i; .'.!-l'-;/í
; ":•'/' ;. // • '^ -' n'. ■ •/ -íí/j; .: mmj .
V .r-M. . •.- ;:,.•< ..
Dejapom, jail fin, i^vj^sitr^f^ yi^j^res-la sa-
bana/cjiel tde?sicain^o^,cpn!tími»íi;n»ík>.sp ^^amiiio
nftnibo ,á-Caini|pfe<;Íhe.,, Habían.., «aívjaivzadv)
apeniaí& ciotwí u^i^ raílía. .por fe a^^icl?ia,í$íime-
137
tera, cuariído hallaron á'iui ancianto y tres
rniuijeres df; l^.p^ase ,3f)orig^nj.qili^ir«grefia
ban <i.e Caífápiec^ á ^v^ fireíKí^.íáffetfbos-
t-eoerse de ífutas) pencado y- otrds, (altercan-
ciae pana, vender á ios vi^jepos qvb^.ipa&sL-
rah por, 1^ sattxatna diejl ^^'^^^^^ xiuratnÉet da
ñestta proxkni^ die San.Rqmiáisiij .DleUiUüra el
joven Pérez. &u,<:;al?faJ:gaí(hiira,.y ^pliá(í> sdlío
hacerlo coqi lip>s.'tT^s^U'nfte$ qiüie impjlabttnal
paso, dirigióse laá ancianio ioterrogándiífie
acerca de la distaaicia <^ue les faltad yen-
cef ¿>aíira arribar al «ptueirtio. Detúvose el afi-
ciñno, y díés|p(tíés de saludiar con rep!¿sfti9,.ai
joven es-pañoí, cómo entonces ^e jgl=e<fia, fie
toldos los (^e este »airigen, fu'exaíi' ó no p-s^ci-
•dos 'en la tierra, iirformó^ythiniacips^m'^t^
• de 'cuanto saber qiueríá, Áproxiíno^e^:aíiien-
tras toñtó, tnua' d!e íás, tfes m'ujere&i oíjj'e-
• ciendo 1' la s-éfítória pande trigo y ipesca,49j
OQD tQil naturallidiád, despejo y <;:^ñpsa so-
licftiid,"C[ii<¿ no .pudb dejar die ser aceptada
ía oferta con sincero (ai^ade^iniie;nHjO.
— Gracias,' íii^a cmlíiai, dijo la -fli^ma, . puii-
' ca óJVídaré está' démoste afecto,
¿Cómo te lla«iriÍa¿? ' \\ ■„ . "^ , . ^ /
■ '—María, .vueétnai hu-mildle sef^yidbrá. ' . ,
V — ^í'Máríá, beíid nombre! -¿En dsóndie vi-
ves? ■ "' ' ;■;;. . .;; '.••'", ,';■;;;
, — Soy m^raí <llé\Xkatóikín> ipeq-iieño
'pá&íAo sirtiiiáíto poco rnás de tres legt^as,,^!
Oriente dfe Helekhakan;.péro em^i^^o a
Ponce y :^ont^j^^Q
138
«er« T^ecirtai de este último lugar, en el que
08 habréis detenido algunas horas.
'-^Sí, hemos diescanseudo en. la sabana
cerpai de dbs horas, y por lo mismo, ex-
traño oirte decir que habitas eñ Htefelcha-
kán. ¿Cómo puedie ser esto? No he vis lo
ahí dubitaciones de ninguna clase,, y no
creó q«e vivas bajo los árboles dfel bos-
qtiíe: I
-nEn «eífecto, mi casa, que es la vuestra,
no se divisa, desde eí punüoi en -que regu-
larmíente se dtetíenjen los viajeros, pues se
halla sátuadíai cdma á cuja«^etnta "mecaítes'' (í )
aj • PkAiienite del cenote y diel bosque que
habéis visto. Ahi me estó. fomientando (un
par*aje ó sitio ese anciano que: veis dtejpar-
tóendo con ese joven que, sin dbda, es
vuestro hijo. ;
-^¡Como! ¿pues ese anciano no es tu
pacíre?
— ^N6, sefíora, ese anciano que veis, es
hermama menor d^e mi pobre padre, qiue-
pasó ya lá mejor vida», contestó María. Es,
pules, mi tío-— añadió, — y recogióme, en su
casa, despotósi de la muertje de mi ipadre,
críandiome, edhicándome y queriéndiame
como á hija propicw suya.
— Pues bien, María, á mi «vuelta db Cam-
.peche, qnte será inniedíialtaimiente d«estpuiés
de la fiesta dte Siain Román, 'tendré el gtis*o
(1) Medida yucateea de veinte y cuatro varas.
139
de visitarte en tu nueva vecifídsMi y de le
varte algún lobseiquio^ que aicepitiarás cotno
unsL pequeña muiestra ée la sísnipatía que
has sabido i«i6[>Liarmé.
— GnjicibKs, Sieñora, replicó María con
sincero júlbilo; os esipero con hnpacietM^ia
en esa qufe es vuestra casa.
• — Míe has preguntaido si -ese joven^ que
ves ahí, ^ hijo ima; sí, María, es iiijo
mío y vas á conocerte.
— Juan^ áüjo .4a señonnt alzando 4a voz ;
Qfyroximate^ ven á compsartk conmii^ el
ob^ieqiuto «de eslba joven.
A^oximóse Pérez, aoudiíetiidb al Ikuma-
do de su trnadney quien le idS^o: ,,
— QuíenQí que oomozcas á esta joven que
(me ha agiafssgado con tanta sinceridad co-
mo cariño y quje .participes de su . obsle-
qfMQ.
— ^¿ Quién» a« elka, miaxke mía?
— ^Una paloma que estSá. fabrioaiiiídcií su
nido en las ceix:ania8 >iA ibioi»que de mi
íaftal sueñKX
— Os fiíuplico, madre mía, qu^ olvid^MS
vuestro suenio^ que itial idea, fija sin .Tesar
en vuestra memite, pued^ itífibuir de uifia ma-
nera dañosa en vuestrcü «quebrantada sa-
lud.
—No os príréií», «eñona, de lo que os he
lado, qiue me queda aún basta>nite para
i^Uíesitro hijo, exc.lattnó Mam, . brindando
ú joven dob otra? porción de pan y die pes
140
• . í
cadb. Y Pérez A^lar, al recibir eíl obse-
quio con qttJe se le' tiríridaba -fiíiifcwhejnte,
fijó evfe'laibidla .Marsai utua. mtradái áida^ádc-
ra con.^l rfuiego ^puopi^ de su e<iaíd. Al 'Men-
tirse María bajo la iíiílí(iifcnda d!é aquella
«minaiciaianrdieote y proí^nnifo; enKOküíones pa-
ixa.. dda ijcortatifias y, 'dles€om)ci<kks/ señti-
roietitos. que jamá^ halbía • ejcpeiriiméntado,
aüfatónonisei en.id'fonidtoi d'e am inOioeíifte cora-
< ^cm oomo «Mcendüdas < dlamas, cuyio ref le^
jo diejóse ver en am tnejíílas que s^ coló-
FOaroti.iconslaé tiiMaB «ée^-l^aureU-a: •. Ba)jó
; Meríá la visto; y .oéuntfusa «y ftúrfeittda. iií' ha-
lló palialbras <jué dceir ni posttira «lUié «to-
— 'María,' dS^jote Juan, me áíegíio dJe sa-
ibor que'erfeS' reciña del be^sq^u-é 'déJicioso
dterdes€iain»d: tal ipairaije -cuiMlrá: porfecta-
imsiiite *á' .su moradom.- A iniuést?r6 fegt«$^:>
de Camipeche, que será pronto, tenidípemoísi
el pllacer de viíáteírte y 'Ocñrfe9pof¥átT á tu
afectuosífe solioitmd. Y . alat^fairtdo % mano,
estrédió ílton > ftíHírte y expiiesivaittenté la
pequeña dte Miaría, qtie crecieron la ^ó-
cióiii y el ein)t*ur«aizo de k pdbft jov<éfi^ qu<*
lio se diaibaí cu^etrtta de acfueHa díemostísi-
. erómdle* afecto idüasitada» EHa; '• 9iA lemrbargfo.
siíi! 8¿ber lo^q^je híacía, «ití» dctí^se rázóh dfe
su proceder y díejándiose g^iar únicatuente
dé un «ecréto i'nípul'sodiÉí'ir^asifiíHMé sim-
pa tSa, dfe' carifíotto inkinjto, cofresporwííó
^á «la prediónf««m. otra Ipr^síón iéual, tíér-
141
viasa y ^daoueníie, ¿Piuede el <aI6(i^ hm- '»
zado al^ espacio,, dejíwr. d-e .caeiv sobr^ .• la
tierra ^icíitadio per lunaiovenciMeiaÉioc^^ >
cióa- ? ¿ Por qué d «pojejí .se tev|8intá«tt alfST^
d-el céfiro y vaiá íec«jyíar-el«étioí' de^» la-
f!or ? ¡.JFu^orzísys mi^tieríasas eaparcidap ^ei
la Naturaí^aa, . yosgtnais uow . «n ífO-tinKa y
secreta lazada á unos seres con otros sere^.
vosotras sois la cadena invisible, el lazo
del amor, la fuerza incoíitrasita'bile que con-
fundle en «n itodo anmAnico las díferenites
partes que componen el inuindo naitural y
visiib3ie!'Y así como en la Naturaleza cor-
pórea. eKis-teQ tesas aftraicqiattesy ^6»b itier^
zas n¡!v,^iKÍiAes que uiiíien á umosi senes con •
otros, así tonfoíón exist>en< en el nittndbjmo- n
ral ooiprientes.*ui¿s*erio6ap qae vmfeanrk kasi
afena5 en eteroo^ e» tndisolíuíbl^ c^nsíwcioí
Esas cqTTMifM» -. f^ IJwmaffx !el AMOR.
^jcPero el anuoir, daréis jipuedlé naoef así d«''
urMa iñaneira . '9áfa(}ta, al calor dé ufia'i^lk
frase, harfóí kiiripfiuencia ídte utia sotó' tní-
radá? ¿Podrá llamarse amor é eásí emo-
ción ffidiefiniícfci,' á ese sentimiento t^ago é
inexpltcabloiaiins qcie se levanta en el cor
razón de tíos persoínas ;«fue se Ten por la» vez
primera? Y yo^ os diré que «í no es im
amor profium'do^ tal como'suékti fbrmiaír'lo
»I trato' íntiícno y í recuente, si sonólas pri-
leras nUaniéestaíGianés, los ipriraeii&s hro^ :
2s, los (prijUíerps estremecinMéfitos del
mor. '
142
Sí, Jtian y María connenzaron á amarse
desdie aquel imomefito feliz en que se cru-
zanocí liois rayos ardiemtes de s>ui5 cniradas,
comeüKcaron á aitiairse y eHos no lo sabían,
ni podfeun exjplicarse la causa misteriosa
<íe su turbacián y eobresalto. •
I>e9pidSétiqintse, aA fin, ambos grupos de
viajeros, contítDuandio cada tuno la rutot que
segiufeifi.
VI
Holgársrnios 'Je Tpoder exf>Kcar y ctefimr
á nuestros ibewévoáos lectores, lasí emocio-
nes, inquietudes y dfesasiegos qtie dte^sde
!aq;uel instante se apoderaron de los oora«
zoines de Juan y de Marra; pero ¿dónde
está él ieng^je huiniano que dar puerta
una kl^a exaicta y precisa de ese esitiabdo
i-rtdeftnible del ánimo die qtóen comíeti®a
á sentir las tnistei-íosas inquietudles diel
amor? ¿Quién puede explkar eisás ialegrias
sin caluisa aparente, eísas tristezas sin moti-
vol, esas emociones lá veces dtulces y ha-
lagiieftas, á veces aimargas y dolonosas,
esos ímpe»tus d«e alborozo y de entusiasmo,
niackfc» al cafcr de e)s|perainzas vagas y li-
son)jeras, y esos írntotmentois, en fin, de an-
gtutstiai, que sutmiergen ai alma en mar infi-
nito; xlle düdbs y temores? ¿Quién podría
148.
cofíbaar las va^as asipiraciones, los dieseos
a^ndienites, lots anhelos in&iiftios de vm opra-
zón h«eridO jpor vez primera «por i» agúdía
fiedla dicA amor ? lEsitadio ag «ese did ánimo
que no ^e {puiedíe dieíhiir: haty que «en^ir
esals emociooesy inaiy iqiuie esouchar esas
vioioe6 misterJcfias qiue (nos habhoi al oído
un idiomai tmsitai emtoncets ig^noraéio, Iuly
que oir el x^iimor de los latidos diel cor&«6ti,
hay en fin, •que isentír el cesiebro infiamado
por kfeas eonteratmeinHíe nuevas yaipdofrosas,
ipor pen^saimienitos destunibradbres, <;oinp
ráfagas d>e vivida ¡liui?, para IJegar á com-
prendíer la inaltoinaíeza d!e ese 'Julcisitfno s««r
ttmieinto qué se llama amor, .sentiimiento
que, pantiendb 3el «mismloi Dios, como de
su immetiso foco, se díeimaona en oleadas gi-
gajnrtescas, aíbrazandb y confundiendo en
eílais misma»s á cuantos seres pweibjan los
esptacios inlfinítos. Vtaínia sieria, pues, de
mietítra ipaste, lai ipretenisió-n die examíniar
el estadio dIe ánimo de Jiuian y de Maria :
nuestros fleotonefe ípodrám imalginórselo.
guiados ;por sti iexquisita sensibilidad, y
'teiDer de él una idba mós exacta de la q»uíe
pudíemn sugerirles nuestr!a« d'eificientes .
expilicaciones. . Nos limitaremos, .pues, á
^ir que la' imagein ihechioera de Matía
rto se apartaba ya u-n *sdbo instatrte de la
w^i»aginacíón; de Juan, quien mtido y absor-
' segniíjaí sftj caimino hacia Campeche sin
'Se cueimta ele lo que pasaiha en tomo
144
suiyio, y '<juíe María nó cesaba d^ recordar
aqüieHa- -mirad» proí-tundá, 'bajo cujr^a extra-
ña influ'dn¿ijaJ sfeiftíd ajún 'a¿ítair^e - diil^ce-
-m-eiiite su corazón. Ni' Juan ni iMaría .po^
díajn exlylieafrse; 'sm*ernfcargo, la •naturate-
zaf éíf <&[m 'impresiginiés. jfuan no háfciá 'agna-
do minoa. Marijaí enai aAniadla die lum .hom-
bre'dte^^oi 'dase; pémoi su 'corazón había
permaiíetídO' «mt-eraímienie Viiig^ (á fas' .im- "
presiones xl^lanloír: ' '• ";•' ' ' ' '
Perixy ¿«quién/ ¿ra Miaría? "María efa la !
niíifj'ér 'niás h^rmósai y clegiaaite de aíqíuell^s
tkiittipos entre" las ihiiu jeréis . de su raza:, alíta .
y esbelta, 'luteíaflp mor^bidJez, de, su turgen-
te ^ttky'f fa suaVe onídhilaicion die los con-,
tomoi» de «sui bueirpo; su rostro, ' de' un*,
óv^to perfffiecto, de color ail'go imrenOs claro,
qu<é el de' Juan, lucía la iredondez de sus
me^iíMas 'sónroslatAas', la' adimifalbíle .proioor-."
cióm dte «tú -niariz fina y' redta y j¿i*'gira-
cio^la- "pfequeñ'ez de su boba, entí^ cuyc;? '
labios, Hg^éntiViiente entí^eabiejrtos, s^ adi
vmaiba tnáis que se' veía, fa blanca hilera
de sus dáeii'tes diminutos ; pero lo que má?
^real'ziate !a 'heiTmosura de áíquel irostiíq
interesahite e'fáii los o^'os, decoflor pardo,
coáiai no mity- común' entre las 'iñujerés Je
'la raza iridiígeria, c^os qtute'erau' gíandes/
•raisgladbs,' lle-hós de expresión, 'sombrea-
dos ípor laí^gfais «fie^iñas y' por las dos cur-" j
vas 'i'rt'épi-odhablé^ dié sus potoládás cejas.'
La aibunídantie caibelletra de María, megra y
M5
iltasitK06% como id. ala ^ cuervo, que ooA-
tr49taba a^adalbliQf^éfile. ^ii..€!l •color de
,.su8 p^;^^ en» vez d^^fstar sujeta en forma
de moño junto á la nuca, conio es cosáiuin-
hre ifiyeteniida enltire.las qnijer^^ de.su cla-
se, bájaíba en áa» tbrgas tren^a^ps; . hasta ceir-
ta;^ las corvas (i).
'Én bi éptoca ei>.qiuie (presanl:9ftios á Ma~
ría ¿ miestrc^ atmábíes Jeotoiies^ acointaiba
^laoQeiilt^. de <^u^e á.diez yodéis aóo».
Ftuqron los p^-es ?cle . Mari»^ . dos indiors
de la. cíase; noble: P. Isiáro Ózul, que fué
caciquee, de Xkaluntcm,: y.^la httja 4¿ <¡9CÍ-
qu^ Zima, die Poi?t>j9c, cuyo jqonibreí die pi-
la no fasat gu:9(rdtaKÍo la tradición}. Ciiaaidio
María contaba apenas diQ^..atío$,. falleció
su piaAe, díejándipC:^ d!e pattn«K>mo una ca
sa gbtisitruída con (liedrars Jiaibnüdtois^ restos
de edi-fioios amtig^ooe m9(ytai3, jcasa^ué exis-
te aíím en la pí^iza ;dle Xkaluivkin, ^uüiqiuie
convertidia en ruinoís; )a4gu.i>oi "n^ecaiWs!'
de semenfteii^ ór mflpae d)e mait;: mair
eotrojado lent (Qonsid^iAiile cantidad; cua^
renta cabezas de gaütadio vtacuno y unaj^pia-
ra de cemdas, de manera. q<Ué todo, esto,
unido á Iqis camifaidíaides que ad^eudlaban ca-
(6) Traían caibeilos lüny UrgüB y hacian y
hacen muy g>adáii tacado, partidp« en d(>fl yai-
B y entrehzábanselo' para otro moiiJo de to-
ldo. *'Bé¡lBúchClm dle laa cosas de Vueat&n por
"T^T T^ ■ ■•■■■■■•■ ■' >■■'■•
FonM y Font.— 19
•146
tercie $írvíe4Vteá y áigWfM^k' prendan de frlá-
tai y iOiXD, <:oti*titU!a Ailiá fortüiiá supferior
á la d« ia8 dj^trashabáúiite^ de su Y>ü6tí|b
nattal.' ■ ' -» •"■ ' ■ '■ • '•'- '"'" '' *•*'
A la m«erte del padre de Mafia, ^tticáf-
góse die>teUa y dé «Ifeu ádministí^d¿4i (jlís'^ü
pequeña fantuina, s¡u tió paterno J>. Pedro
NólasQQ i>&rul, ^mlb^e rtido / de pódá Wis-
truocióny .perb» de ^bliáichalble hóntadb/,
áatandbét gran Itimioi yr«a4'^pirudeaik^ los
negocie^y qiistí era ;e4 CohíttíEln*e ^cóitófejép
dtí SU9 ootéiíráiHHOsl La tórttiiia de "Ma-
fia ekiyba^ ípw^s,'. Wea aárrtkíisl!fiada.i y ' la
niña' • ha-bte «ecitído vbml ¿dwicadam- ítttiy
sbpectidr á'ía <íte*<«ir#$ rrkjtatíS 'd€ itf "ftizíá.
pues^ habb 'ajyretifclídíoi á' léer,^ «estiribir- y
ocmítar 'coiluniilédSaffa ¿eíffeddAii!. -A este» c<5-
noawniewtoey juntólbc^^ Mafia las -de
•la neligiAft mstíama; en 'lá que esáfeúba pér-
fec*awiertte! irtkpuída;' asi ^¿Arrtó eh ^lás tó-
bores prapia«!'de «lu «ejto,' eh litó qiie dtr-
cnoetrafea ^us 'grátnides híaihiHdatidds; y ade-
más, tañía to^'giiwtaTra''y'<ían!tó^ pr?-
•mor. •'• ■ '••''-< -f ' " "^ ' '•''•
•-■Tal' era María. ''■■'■ "''. ,. ''''/' "' '
VII
/ <!':: ^.i / •• .,1. . /M.ii mí ..I) '..;.. t I I...
1
raí g^etieráí de ínidaas/? ^n%}{ <
célebre misioneiro y OEísnio
. .1 /
'*/
iíl
r«^<ié^iJíy«»^ pr<eck>S!9i;pn;urt^acwlc
,fips^ íl^ /íiccí ]Ciiái^ ^y .o^pftpa .!5u»iuJ6ftl«s
reinos pdncipailes die Izamal, ZotutA^M^
m^ y Tu'üid-Xim.s. En fí^upiiícijln». ne;-
t^ 4 señoríos qu€ txií^tií^ ^J 4ie|iíH9 <te.Jia
siete ios ti^J'tiios pfhu^ipSiií^^^^t^^^
lies íleí'Afeiekiiitaido Mor»»tejó' a/sd.fij ■ /
el Lo dice Oiíuüiiavel, lioro autograío rki
Jladp por iHi estro iluí^ire Obi&pp Sr. VWÍ"
ílp^^^ itóodina, á ,9Víien. 'Uijí^^ xi'pbi^]^ ^^í^' h^i^-
'tóna y' H ainqiiediogia nii^técaj^ ; jpjepQj njn-
dieil^kl'a clarHla^. y pntXM^ íiVii, ,f¿€«rca 9ie ^p^^p
piinilo' niie .víiÍq á áciarai:' oqln'íuz,^ men-
d^l d^e^i.ihfTÍmient¿ y cQnqiuisíiá . ^jC Yu-
*'AT pbrí^r sus iptta'nitas en'Vucatan los
148
españoles, dice^ encontraroo d pais divi-
' éák> en ¿Úeciduievé peqoéfloe ésladoci ó ca-
dcazgm, qitie «Ik» .denonáoiáiiiQíir praein-
• tía», «Estos cackasgos eraoi': i, Ekab; 2,
QuMiaiQ-lia ó Gñkixíchei ; 3, Tdzes; 4, {^lo-
pi]l>; 5, Cochüáh ó Kokolát; 6, Cli6tenial¡
% Aldnchel; 8, Oeh-tPedi; 9,.Chafcán; to,
^ZipsÉím.; iif Ac^ftífjA; 12^ Kinpiech-ó Oann-
flecb; 13^ Cbiikaáipatíín^ Potondiáa ó
Qiiani|)iCÉón ; 14, Tixcíiel; 15, Acalán; 16,
Mtant; i^^^Hioicábalhtnnún'; 18, 2Satuta; 19^
Cttzroll/' ' ^
^ Loa pueblos de Pocboc y Xkaitkikiil y
•la' flofeotfUai dld descanso, ó sea Heldcha-
• káiñ, ¡pef^eneeíao'á te provtnekK de Acantf!.
Hacia ;d íifío de r53i/ cuando tóá' éspa
notes t^sidlíeroln por prímem vez éi¡i iCani-
pedie, hicieron stímstád con ej reyezuelo
de la pirovírici& de Acatru^l; d cácaque cti;
Xkalnirikin, que era exHonces'iHiQ.dte los
ai$oenid'ien'te& díe Mariai, adicto al ceryezuelp,
sigitÍQ la ipoljitñcá de éMe aíicionánidbsé . á
ibte españoles; inas d ciaciquc de Pocboc,
(le fiera condición, jamás transigió de gra-
do con los tónquistadofcs. EstQ, dio oca-
sión 1 que ¿ntre amibos caoiq'ue^^ haciera
tal enemistad, que no pocáis. veces, ocurría-
ron ^^á la fuerza dfe las aminas, para. resoí-
Ver 'súsi dií^rencíás. Uno dé tanlos^ coéü^^.
tes. ivivo jtor moftivo la ajyróxímación Átl
joven ^Capitán D. Fnincisco de Montj^jo.
prinio dd de igiial nombre que consumo
149
la conquista ,M .$>aU« Do» Francisco d<^
Montólo intentaba afcrírM; paso desde
Campepí^ ticisita T-Hó».¿x6^a» lamoctenta
Mérí^ para lo cual «ten^ique atravesar la '
provincia át, Aflmvd, Oxnia el'cacfci^ie'aimr »
go faQ^ia,4nyerto hacía. ^algúi;! tien^)|q>«
Mootejpl jbaltó.eii i^ provihici? ie Acanal k.
nn^ma r^Utencia qWreniPatpaohán y xi\f
toíckf el^ re^ d^ fi^is. baibím hal}adoi ,:1q^ •
cOQ^stadores : los caciques- át Oalkiní.'
Pocboícv PomMcli /j de cNv^is «« proyiniQtÍM^#"
jtiintaiiQn -sisa fioenas (paira qppnets», al pa> i
so <le los^e^panoie^ y codiio Daoul^et caciipie
óe . Xkakmkiir/ se mosIraTa {rio y ^remiso
Esta di ^siófi. inttestima infM|di¿ ? qot 'Se f rfi- .
sentara' á lot» e^afioleis eá PoÑpboc una
gravQi tnrtatti^ p^ira la <|ife los i>iid!ios h'ili^an ,
esMáo i^itífiiói gpaundes preparativos dr^
k>s comíba^es ^smpíqs que se Kfarafaan (i>-
en aqufl empeño» atacóle eildie Fpdbpc pa^ '
ra cjtilígGrte já cofncuiw con ^^ vasaVoii á
•Je la sdKda <le Campechtl de> Mprncjoj pen
ix>r^l;<;sMpiqw^ ZírpÉy de PoctipQ, ardiendo^^ t
en, iia ppr tío iiaíber pod|¡db dar |a txaitalia, -.
api^yxíin^g^ seguido de tóaos lo» (Sr«}p5; al ,
campameiita ct5|xmKd, y á «favor di^ ia$ som-
bras die la nochei lo ínciejKnó, huyenicko des^ ,
<1) LfO« eflciqnes princiiMiles que B€ optiti^
0» al perno áe los e«|>ailole0 90 HaHmiiban Na«-
150
•piwes á guarecerse en los bosircí. Las lla-
máis ^^h¥iSttltík^ akieriáifáMaá •éff'lfaftüte'^
ni(^ítafr<iemrt'tn'^^^^teaAiiA)*'á'¿fetVR^ •
bai^;>y «rtiétKiaye' VídJeirtír^
Ali'.d)¡á §í^fet*e'taé^rtW 'í^íFMBíIiálñW*/''
abóétoT'bfe'ifüíesilrb^Jiuart Péí<éÍ"(!J^*'KgMnaf;'^
visíe6 ^pHYtm^^'^é^ él tJaáííu^'tléfftlfiWí
dJetfttéá^áiiSoí^glí-aJb^íiao 'érí^'dÓi^^'t^Síínl&V ' '
tQtf» 'itíkMés <*^^'áli^•hbttfb^^é'/ Rn «¿fe^cíia-"-
káil^leirfbftjpfcb' ?Oá''ésií)áf^ '
XÍH5& d^e^vlv^í^s <$(fe 1-íte ^érfític^ f/^ Cafítiiífi''-''
die'^*káldt<tírtrf 4ieííí*ealtod>^J^ dé-'^stíf^ f»':'
rigasl'cfdímattlémnf :sia •di!!Mh<j^1iac'fV'1ii '^^^'^'^
vifitía njé- s<*¿káh., 'a-fei ^tíüTé- ÍJef %^?e(í!a*'> \i ^
téiírrihtó' ^s^tilSpíf^c»* dte^ síi' Vfifré'. 'F'rfX-Pftíte-'^ '
pdr»í*rtméfa V«:^ <if ¿aiCSqiídTtóuli; íáiiténíaifeh-' ' »
te -dl^'Mdríi >'el' sdítí^üa 4^ñW l«!o¥í«o'^*
« didtó' decir á e*üs íkfe Ti<!lti*fes» .lli'W.^KtílSÍ»'"^
ra2Ja(, qtí¿ toa •^^¿razíbihi^s'tfe' ¿if^^tifcíb^^síí'há^ ' '
bían <Je «mir con fcns dulces lazos ~ -diel
15Vi
Podlw^ y X^nok^ ^.it/r,a]9Wtip á.tsus des .
C€ttid8ept^s,..l49^ algunos/ aftos
país; 9ja5 ^d'qwrtjfi^ .gqfc^itroM dfel ipiaire.
mfajterno 2imá, en rocboc, un Paidre FTsmr .
ciso?iino, <in:^ a4mitjf^^j;a4ía >^'ulefi;ia^ PS^bJa-
cicmiesi tottiio yiy<6Íiriií¡i¡j'wipeS.Q en^it^nnim^, .
QKfíi¿Ua éniemi^ad y coiisígaiióío^ ^,fi>n^ ¿31- ;
lazaricíp a '^l^.as' fiain^ fl^^<> <Í€l/
casaímieyí^ío -iie . mJ^ .£)ziil con ja jjüyt\» icjle ,
ZimÁ, 'ísí^^ma,4!^^\^ R^f^ere ;ia, tri^- t
(Kcion qúie ijtpiiois .egtos ihÍejf;íi<^,^€yVÍíixon^
sigintíídos éiii su ÍHImj fe j'n^ieiñwi^ por, 'el t
Padpe FramcíiSicaJtio, v^:iúsi^rp J^í^qa^x ,'
de aiquellote poobltofe, y qix^'j^vpqiM^ Ú^W:
nusoríto íiu¿ degciifbi<.rtí>,,^'¿^'púé3. 4e ^J&W- ;.
nos anas, liiaiMáJ>alse t¡aú}, . Unible, qu^ np
pudo a\x.'íripriiars<,^ nú KWt;\ p\,\pídkphió^i4^s\í/
a.utor. ¡ Cuiíiteüls uijojtntBcmps, <;vláti'|p? ,rnQ;..,
nru¡nK?ntc>s icte n-uesUna* hisffiQfiTáaj^^a^^ "^5.:..
■oípalnecldiD co^io estos ajpi^^ oel, iPactie •
Fraffucísoasno ! . '„ .. . j.^: . .
16(2
tsrute, nottíbré pairai sn^ederfle' en A cákicaz-
go die XkaHunkin á uli 'jov«ti fbmaidb Ca-
yetaitío CaajtiiAii; qtie tip «ira tiatuial de di-
cho poíelMo sino Jdd 'dte PollicAiictíán ; dni-
játeo ijue xAifcuVó ¿n ileiccftnipeáisa <le los' freic-^
nos séHricios qu^ hsOht ^^tts/bseáb á lofs es-
][>año)e^. ' ' '•
'A ,fi8sáir de qner Oaeoiu era <íe csíráicitci
aititgolbte ^ cotnbfiaicléii^ y ptxxturaiba 9Vi
j^ltersíe 'ein sws oecásianias á los pritKÜpips'
<Se lía. equ^aii y b jtisticia^ «^ motñbinaimien-
lo no fué ¿JcMgidb con Ibcmeipilláfcitib por los
halbitairKteis <le Xldedunkín, ^ienes habitúa
dos, como testdboffiíy á cs€r gobemaklos por
la fa^ij^'ia .Dztül, Cttyos indiividíuos feíesxm to-
diófe lítój^ráíés ttó puiébfo, nlcteitsiáransie dis
gustiidos jpbr ténex qt»e sujeiaítise á la pbe-
^ekkik die tm fonáíñéo. La cats^ifelidlad' vino
& álufmpnteÉr iel <fife|g^o de k^ . veeinos d«
Xkaliünlan f su áJtimadvcrsión oonitínai e i .
TMie^ caicíqiUf , ipijes duííaiÁje los ,tres aftos
qiié , 'thatiá x\nti gdbemiolba al púeitAo» las
TÜluvías ^elscaéetainon dé tai hieútiiefriaí^ que las
coseohais fueron de imiuly poco rfenlditnielnlto
y di agiuia patria los teos diairiM» de la ipo-
íylaición esicaseó iguahndnitle, jpHolrqftáe lei úni-
co pozo qtne exisúa^ no da<ba la sufici^tc
tpiama kk neciesidadteGí dIe W HsAribunitets.; Lab
faímüías itenáain!, cdn* tal' itk)«tHo,' qule ir en
'busoa de agnia á isitiois lejaínos. áXkjdllin-
kifíj| mol que'ftefe'^ábsalba g|rkidfe moféstóas
y (tríautíájte/ iJdfe ínteírésie? de Miair4»"e¿a^.
153
los más ^pwj^AfidadbSy (nms ufa \é^ ta,'<pi€
teoBi ma^pon^ iránero «de MÉmak» de crias:
pcM* teste malino, tomó M «tío Ptéto'Dziiil la
<lotaranpnacióní 4lef txcidadalr d >^^Maié» ét '
9u fuf^ila y el suyioi i>r«|>k>' á 'las inmedia^
ckxmes de H«fcldiakáii, oomafUiefiido «des
pttés lel pensamietito db radvcanse en ^esite
pootOy de uniai iittii«ra eiklteiMe y dMirfitira^
con itoda isia famili» y sus sMivieaielib.' • ¥
como lols veckiofi Úe Xkaimricifiy stipensti-
ciólos icdmo ibuietios imyais^ cÉirííbuyeiPaiii te
CaBDaí db ülifviais y demiáis caSamidaidfes' de
mcfvteÑík» ikixnpcib á ssa (futievo gobemaübe,
fuenon :pdco á poco aibandonisitido sti piie
hloi y tiadfcáiíAlose an ^iias hwiiedtoidkwtes idé
Helekhakái^ teMa ^(luieidlar confVKirtidd íMi^'
tarde Xkoliuttilán eii lo que es hoy; csunpo
solftario «n donlde doloi se ftnittant la Kiorr«
del antiguo itiein|pSo y íSgmvús CBtím eir cúim-'
pleia mjQaL i
AIgiiiítik}ls átats despfulés del iesiet]iet*tito* ca-
efutíL ú^ JwK» y de Mariai end cüavínorde
Cain%)i^cihe^ «estipezó a poblasise con. las fa-
mÁiaB 4^ XlcaliAnkin lai sabaina y «I basque
de Heielchakán: rniayor itDiknleino <Je barm^ •
oas quie dbros (alias teviasiíbáibainlse aqui r
aíflát ^ otiden «ni ootmoietto ; veíanse por
ittodiais patitecí gfeünites que itxan) y vediñar Dcm-
•duciendb maderaiSr pí^dra;s, ^(aidois de stísAz
' tm*stos d9 tiDídas clatsíets tuecesark» paarsa
as ia/eneis damésXicais^ l^ hotnbtes se
x5Mipaíban m* fe» <JotilBtlr?uticióini. '(]b-ñ»evas
PoTiee j Font,— tO
15«
s^l'^TftíiyDfferiM*»;4>«w^ tBi/ñíidia y«io^ .
viqiiei|fc<¡>^T aue' cmiJIáldU : cotragiiríetiikler qucrí»;
OG^^míi^ ^^me; Jia^ ^Isumwes i enetehles ^' V :
|)(rt>yÍfriMl«(9ei» <|Mt»*ilo(s vanas: aioterklre^^iBe'-
h^iooi. j)j0V«i|qto^ ta •Mg|0na^: dltiriacite' kis
cTHet^Kk fattodáías. <irexiiQÍ|dta«' <esi H«ldchaklán
'er«f> muichioí ft»*yc)ir que- «Oltínais /.viecéfe, íJ^. ioisr •
ctírods^ ryr oSberradni»! <4i^e4X]ldleabaffiÍB¡s <h[álbi-'
taiciioa|:08, wldíaiibto) .d> pilolpósito
fa«9Qwl!Íai9 <té9VÍil^ d^r tmofslaidiaflr' aüirí ¡sus «gasna^ •
<]iQ^,ir>f «t^nés criat iLjai> isabanaí ^Id idiescaii-
sa»4qpm«íi{za(biá. á oolnltarsie.en éf^ttMiioíeto de;'
HdNichakán haibía dfe «doinvertitise <!íh«S at:-» •
tiil#,dle!tHwefch4!ltóax '•'•. i* ^ i.;*'
br^safia'' lai' >figttfa a<llétka"<l* 'f^i^o» 'D?íW : *
gtravej'eáár^o'y'aictefiÉadb'im^ *
cio^«s/^sevel^o «n lo® castíg^
•n\ia yf^íittioi4=ti€fm€idfer las inieoetsátífettíeiB y
veweer kwíiolbstóK?tif!lo¿ y c<^^
se |pirt3sifiítobB(ii>; era'^<^adíe»dldbVsM -fétlli^^^^^
1)er oficial •Saliigwho/''El ptt0({>6sto^ «áe rá^dkár-' '
$€ doSiiftíváímeit^ en Hefctóhatóán ' V^' (fe
r pama jete de la población á D. Pedro
DüInr'W •áWAáüó ré^M)le''¿u^' c<intaV ",
con «fe =sto|f«itii¿s^a^^b*b;.m' ¿v 'ííSIco* '
que se fonmabaih- défgpÜ^ ^M t?c)>iaÍ¿>Í'' ."
«**& 'pábí^ón,' •«*^3-'á''¿uiki¿'f.ro''!p'';
una aisaimiKtelf ^tJé'jalSBík •Viéfifi<*ará¿"' 'áí>n íá" '
DdMit'eiiC^á' líeftrnci8Íí"eoi^ti?! 'ÍM' vi' cñr
ineiiiwmiopx^g'»'M«rra,,comieTizaron a ver- ,
9e<^ *Sa«''p¿i{els'''gt^fij*'^iiyíW.'s<f,'''-fe '•,
nigéaik' ^i, lp»VyH9tbl'*''t¿ás''éñ 'é'A'íí-';''
dtó'ipÉiHi' áWSÜíbf^f ' sfi cytíinol'se 'aifí-^irV' '
las- WWiátí'-ífitíttlBbéa¿ 'aé'"tí"dé!t)a:''Amr?ri5" '
sef'fa(IÍÍtfiÉÍ»'?^m<d(3W'db^Tro^^^^
bosfcfuei'y^feg^háfe 5ñ'tti^T!íls,Tposíci/5n fií^'
e}ol¿wdlértá>aé''WaMfe ¿teaifa 'diita-^yd; plí3^ -
taba las sotrtbrás prolongadas de los "ár-
156
tm cqí^AütvÉip , esdtanaño y yei4a'<|erdniente
iiasiKlafiJtico, calpaz ^.Mundir poevo** á quicii
se' €ficop¿r9rsi kicpimaidaniieiit^ cotí M^
cubddro iáe íoi vife semisafiviatje. . ^^ %
•£^09^, :ai fin, jum^ «1 tronco tiotiusto
de ib .c)é^|bia^ % pgwa tnajeatuosa^ d<f Pecho
Dztil ; cesQ ^I ruido de Iqs a^t^albaléfi y el mur-r ,
imtflpde tes .coinvers^^uo^es, f)eii»aodo pac
iboídl^ partees e| «nJás pirpfundb, ¡silencio. ' '
^'^ponipaitriot^j^d^ Pednj; Daw¡i,.I>M>s ,
y la SantaJGruz (i) que gobiernan todas •
tas co^as, pakrece que han iqíspue^o qt|e la
anarydr pgUte die tís Camiliafi d^e Xkatunkin '
skwiáonm svís hogares p^KB radijcalser eti ,
Hdéfchaik^n.: a-sí^.a! tjjítíaosj lo . dei^otrai.
i^ ,e&cs¿sez ptd^^ tíuviaa» que
ha <:^s^éo la pérdiiicja ide las cosecha^, la^
caa^eni^hd^ (de las aguas que^ya '
iK>^jsN5'depci9Íf»ni len bis "sarOenjeiJa^^^f ? que
tsur^tipecé^airílas son para nuestras- anímofes,
y pjara nioisoJtícois cinismos ; la c»r«9tía^de lof
gíiainipts, las qtitelniedsidie$y y sobn^ todk^ la
vtcAuntsiKi quie manSfe^is tCBnánfcuictti>iente de^ ^;
radioairos aiquu.en donde hemos leyaaiftaido ;^
ya-fnuesdnas casas y aposentado á. nuestras ^
faüñüi?^. Debemos acator y obedeioer la '
\icií)i¿i|tad de Dkí^^
habéis TtianAfertlado hoy vuieistro d»eo de ,
(1), Bs pauy; .anttgna Uderoción ^e Um aborf- >
que sea yo quien» os gobierne y..<^ija efi
-nuesltrá'^nfaévtt |pG|blá|6i;^ ;)iUe .sfea'')!K>, ym^-
ttcf cal:k)U6; sabéis tíkiy' bien <|uie ehi la
aiiiiuiailkiad este empleo es dé ikMibír^ii^
tb de. Su Exoeflencít^ d séflóir Goberm'4<^
7 Cáipiiáui Generat de la Peninfiluil^ \á '^uien
'^IfUé^t^tktsL de vuestro deseo/y'enjei.caso
^ qNbeisleí^ agraciado <^ idklÉ> tiómbra*
núenldOy aoeplaiié giuetoso, sieiiipre que os
sajeüék á laÍs stgiuienttiQs cooldíciioines : hí po-
Uaicián se trazalrá dé la manara qiue yo lo
disponga; lois ^dtí&garéis á (presitar todacla-
flie «de auxilios á coánlais pcnpináts déée*^i
radicaffse^etiÉre okMioIbros/ytá^ sean idJé nutefi-
ttna razar ó ym espOiQoksá, «nartanda'á éstds
con reapelo y comsíderaidcaí ; que* á'ic^
fmtnenoe »e les concedan dds años Htií-e^s
de toda cantribucíófi. y -tequió v^íttít V
anm algunos aiujcítiiDls persotúilie^ IfkráMa
0Q9i¿truiC3Cióii db'^ms Vivierida^ ; qtte nó' Vk-
y» emtre 'Vc«mAV>s riñas, odiéis ni ésK^ifa-
te de^ nkigum daae, pdhqire de k> doslKTá-
(ños me v«íré ff^tt'ecáseildki' á casitigiarlos^ con
enarsfia^ y fM- último^ qttae iiímiejdbaftaíiieihte
qtiie se tenmíiM tar oonstiiuicción; de' todas
las c$M^, coinlliribaí]^ Vue^irds
neottraos y ürabialjo persottal á 0^ doití^ti/t-
ciándd len^lplo ein que hevnosf d^'j^J^
como criiHianoj^ qoe "MmoÉ; á Dioé y á lá
'"aímla •Cruz.*' CuaoMiid el anciano Dñd ter-
ikió de haUbr, levtaniláinbinse lodofs lois cit-
iMüantets y dnatdfestalxMi lát uttei voz' istí
VíStófol^e''éii segiükm lá reuiñion , v tonii^qao
xaaa imo el camwio qie su «casa. , „ . ■ ,
.i.Ul
íje^ j;#^ rite ,QÍg¿iá^ . y- í*(i. líwxte, .c «aímíocí,
imangos, pinas y "imaraftones" y otras
InercAncias ; diiílifi qu^^' -esiaiT- ¿plii¡daÉ¡ pát
. un ca)pai6aK <ó. ji&te ipata ica^^ |pd3iiAá"y Vúi
aniero ^lara c4da cinda /rtáuflás.' ' Mii*¿8iétó''íi-
tenas, 'áiIg«ino»'CQ!riii2rjc« 'y iiiiJtilé(hO(*i¿ 'Viá-
báMos,.»'ii»« ó írtenos «"tójíoifeaiméirtte ''e^it)á-
■dos, <kkieiiMan5e'd«ria)mie^ éíi' te pkúiole-
ta. de üa» mieveí poMacióíi, sJeseénéJeikMr^ dte
ic^' -en busca'de idiesc¿üÁ€0> y -nftfHgerflt^ • óiíi
, beUi&ittáas «damas y ájpuesitdg y g^ffMo^ ilio-
0O6y ora aiadÁsios r^^^^ttiublé!^, 'ntílitiares, ^-
•oerdot)es,/iiiños y dlg^uírtcy cfuie <itix>' -'fíyite
ínahciscaino"'.qiuie')''<A>n» lá» Kítlcrdá"írtlaí*t"á b
'CinÉiu» y el ^awiarío fc^'to'*iláiij6/*tei(CÍa
su eomúno á pie ó eiif ttiansá -AitMa," ÍJ1k^á!()tái^
ésiÉB »por sai pro|)ia- 'voluntad; ^ idsiir \eá^ «tlK
ora con el CiitrpOf 4yt>4b^^Tka^
•no90,.<k 8U p¿temiida|d ^^setfáfi^
veiise y' oirse el^^tiiáfag*» y jel^'btilHci<J''qüfe
QunamjEUban áe yu^tna^ extt^aofdíhá^i^
Üiaj eafaana pátÁorescá" vdel desJdaindd*:' ióls
artieíos^ «iicias^ y -j^ofcrtoirietttotí, ' oái^gifeaiif 'fe
desctfci^afaab sué ^miulci4 áliáig'^tie'id'lHgfli&it,
x]jixrui«e esta» • operacioimíjsf,^ ora* ' • ^aí^fíó's
energfkos y' «líüdbi 4im{>tesi 'epijtfetoi 'é"ftllbet*-
jckxioiies^ ora *algifniflt$ 'palabras ' -¿arfflóéiu^,
axxnnpiaiñkia5'<k'si9av«s ¡p<d>M eñ"dbl
4«fatopett Kie <^rifeis''y ^demfe V^hktfldl^ W-
^:aiiCtháb9i9?'S«s tiuilas ó^rotiiHe^, dó>s^ért)en-
ido ooffíi^íj^to® btev^í^h^tfjérg'ks^ ipt&tWáís rió
in\ei]os^sGeH!xikMlas de 'pica¿tiif*es$^fi*áées' '^lie
las idé. lofiíiaimíeros; 4 Qas^-jjl^ijieinttu^ d^ kl&
casas> bajo los süAxAes <lel bosque, ó cerca
<k Ja^^MichiSK boca del cenote, retmiause los
yiaijiefK3|$ en iinvnerosQs grupos «p que se
conúa con £(|]ietítoy se Ib^ía tais áe lo re-
gulbr y caavenieintie, y siobne todo, se ha-
'bl9ba, se reí» y^se <qainteba cotí desusado
adboróago^ .araéndo|sey por üliimOf á .los an-
tiguos vwiiios <]ie Xkatwkhiv ir y vieiiir por
toflais poJtes con(lujCi*epdk> jicaras de agua,
de Ikycbe; y de '^pozole" y fru^:as y. vían-
dstts d^, todas clases. Ibdb era animación
y cowtenjto: sóíp una mujer, joyen y hot-
miosa, aioinqiuie.oiciupatdá como las dexnás en
prqidígiar i ios viogeidps sus* cuicíailOB * y
aitemcioiKe, Pswgóa ajen» á la común aiie-
g/^ Triste y «peiM^ativa, obratba caist ma-
iquínalmenite, sin darse, míuchas vieces^ cuen-
Jtta, de )q x^iie ipasaiba á sil alrededor. Das
cífiqUIos literalmente plorados r.iideafban
3^s ojos, tristes y mel^infcpdicos, haciendo
'Ifojs a|>arecier más grajydes y más foettos
q^e de.ondín^o. L;» ipailidez desusanla. de
fifUiS; InisjUlas idalba ¿ su mostno más interés,
rpa¡yKi€ encanito que. minea. Esta mujer era
li^aim Desde, su, «enouenlrQ casual i con
Jiuao en. 1» catr^retena de Campechv i^ ^^
h^.de María se (había, desmejorado nota-
bízmente : la>^^ bonas de insiamnio, dias
y.noiphes ItlerM.de extrañas inquietudes,
de ¡mmo^ivadias zoadábnas, d$ vag<>9 acihe^
•los y quimiéinic^s visiontes, habiafk despoja-
do á sus ^nt^'üla^ 'c)e su juvenil ooior^ y
161 • «í
da. Inipeli<fe por' la ¡fisíarzía diisteíkxáá dí^'V
una es9i)e^¿in^>taá!i vagaiidMt1><yf^us piro^osf
petiscumléfttdr/ solía' *>e?Mpíiaiiia(r< todaia» Idís' '
manamos; iát^i!kln1gK]^ k!^ lk<Vali^ sod sO-' '
bre el h¡DlriaMi»t«f'ítto'4a?r8«»^ por el
bosq^uifr' ' ^-^ 'fiOiÉ^' 'la - sábáfK^^ ' !ác6ttit)a1íáni(Mli&
oixíiniariíttiíótit6'to*"iqiñ<eM'tiéi«ü'^^^ am ■
enltOlncles'*'su.ítosej]«lrtÉ6^e•'^^^^ icohipa- '
ñei^., su 8«eg«lnd'a i«atífe'. Esta-itiHijéf »e.
ManiiaJba' Paula 'y teJbla'sftío,'^ftiás' qt^ ^ir- '
vienta, am4gta'tóma*;dte*iJtíAirta//1íi 'AáKiíti' •
de María: Todk» ««estidis prafeeo^ terrtuiñíahati' '
en los sitk!)t¿^ttiil4s'oet^(auiíd¿ á *laí carretcífa'
de Ca»n^>eche, y aun á veces en la mbnía
carrertieiia'/'eii dbklte' Paula y 'Marto;"dete^''
maííse muicho tiériipb/^dislWSiítfás dn ver á
k>s viajetios.^lCíé; *'t*oftíi<:^''^6ffif'^ iiit^jemiiniai'hte '
íwqcesiótt.; '«igvesaíban áé taf «fifíi^a »de > San •
ciaímieríítt! ' s^- 'fiíjala ^ttí'^óé(^ ^ • l^'fero^; '
escifláriñándlcKlos can minada anhelointe é
indagadora.' C«ainí(l6' €Í''»^l'''ioi^tiÍ!init^^ sü
disco edtpleildoí^cDiso'aft'tttt''^^ feido, •
ya lej^ttívKte l-ós '*ft<wl»Hduik)ií d»é'%'sler-m y '
hacíanse sus rayos más ardientes y taluW- ' •
sos, eonpiiQtklíáfi íasi<k».Tn,ii)€reí.sü vuieha '
á HeQieldHíaiUtfbni iMaría oaimímfitba i^mJtkpmices •
con la 'fr^tole • iindíniádia^ oan^íaá *}lá|riiiima¡6i. -
los.egiQks, más tari^fle y nrá^ abatida; jq^i^e
Tfca.r^ffaM4a íb»ftá't««i'Jialdoítgináíve,- .silent; ,
TOff ')ín :» ;;> .;:«'\. '-:»>'/ m >' : i. ' ;. ■)••.
Ponce y Font. — 21
162
ciosa, y ñjando ide vet «n ctiaandoi «n Maiti»
una (miradla i«niqiuiieta é 'm^iagwior^».
Una dl^ estas mañütias, ya ceinca «¿fe h
hora era que cteibiafii i-ctgresiar á casa> ^ra
dt^ipiotiier el abngierzov hallábaiasie Pauía y
Maráa.smtadais en <un sMo mvfy próximo
á la cametesna de CamipeohiEL Súbitamente
María s^e, pti9o en «pie ipre&tacáQ atento o?-
do. Escuclió largo nalto, ñja^iido sw mi-
raiáais, con aintieloEa insisteocia, hacia el
Sur <l»e la carretera tíle Campeche; <pero
Túcn habiemdJ^ visto «india qttie Uaiftt^le pii
diera La* aitenciónj volvióse á dlejar caer con
desaliento en liaj piedlra que le eervki cié
silla.
— ^Parecióttrte, dSjo á Páula^ iha^fber oído
veces y pi3a<ias hacia ese lado.
— AlQQk esperas, sm duda algunas res-
(pomdiióla ésita istonriendo nra(Kcjoea<meske.
cuando te llama hi aA?ención y te sobresal*
ta aum el ruido 3e iais ranw» dte los árbo-
les.
Miaría sdbnesaiMóse xnás aún ixm la ob-
6«rvaicíón de su cdnPÉpañera, é incUnamlo
ruborizaíia la tfrente, no halló palabras aya
qtflé conterrftf r.
— Vatnos, hija mía, contimu^ Paula to-
mamdo entre Jas «tiyas una mano de Ma-
ría, ha^Begado eil^mofn^nto de las confklen-
cias : rtece«ario ¿s qoc haíMemos con toda
frajnqiueza, com lalbsoltita confianza; preciso
es que me abras tu canazón« qu<; me per-
r
163
cifitais Ip^ en tu pensatmcfito. Desde la
inueite de tiu •santa <maidipe, quédeme á tu
bidoy por redoanecidbciófi suya, para skjglir ,
su fato en todoi cuéinito sea poeibley y co-
mo casi ad (txnssno táeinipo de $u . muerte,
tuve el <tolor de piender á ni adorada. Jua-
na^ á mi hj$a úmca, tú ene» quien Uena en
• mi corazón ese vacío qute en él dejó su
muerte, ác miadiera qfue tú siti mí, aentiiias
más 1^ feflta de tu. madre y yo sin ti, me
hubiera ein(tii^e(g^aidb á un <Íblior tal, quie me
htibieía iíausaidD ya te «muerte. I>etx>, puer;,
cuidarte y dirigirte como si fuena )t;u mia-
ma madre, aJegi^ar<me don tus alie^ias y
consolarte ^ tus ptniais ;..este mismo debci* .
me da cierto derecKoj á inquirir y averiguar
«I míoitivp kte tus a>fegrías y la causa de tus
tristezas. No es, pKites^ vana curiosícbd la
que me guía^ ^ '
•Halcie aljgún tíe^njpo ^quie noto don db-
lor que iiu salud comiencgat á quebran^tainse :
estás páCUía, triste y cgerosia; padece$^ fre-.
cuentes detracciones, mu«y {recuente®,. co-
sa rara en tu carácter anilles alegjre y bu- .
'Hicíoso; duran>te largan horas de ta nkxhe
te aigitBs inquieta en tu hamaca, súni poder
conciliar d sueño, y observo, en finv q*ue ;
no eres lhid|y la misma de antes. Pero lo
«wwí me causa mafytor diesazón, es que ya no
confian tu3.penQis, tío ^aie haces cono-,
tus> inipreissionesi ni me reveíais el, mo^:
ie tUB inquietudes, iio que me haic^ dom-
164
>::;r
tprenáá' qu^ fttó» soy'tíHíiiéffa'ate Itt <kytáSíti' '"'"
za, q-ué W -réypb^'ó tni ^taHño.'''- 'í'-' **' -•" • ""
— ¡CóWto; P^Ma; iqiilé'díoes? '¿^vé&^rño^l ' '
tivos té fie'datítoi y¿í ||teía''qltie así iHnflés 'clfe' ^'' '
mJ.cairrfíór'Cbíüb Wk^tfe'qtii-eWfai, -^ áfe^rt-'- '*•"
.pr€ así-»tfelht'tlílte'titíioV'siihiqiW'ñ^^ ' '
Asi oijo Mana y rorntoijo a illorar, ¡pues
taC em:¿r%a)ó'%ku tó^«!ÍÍjyé;;tíik^^^
se, ima'oá/íiajbirá 'ciíaltqpiétó' b^^^ '!'"',
hacer que ffaá ISernitmas Drótairam a sus ojos.
Estirecnoilia' Palma entre siis bi-azos. ,v f*n- ,
lue^ando sus lagrimas oon el extremo tle
SU toca. ' , / ! . , t . , ^
— No'Ve* atrtnaV/'dijó, 'nía llt)irfe/Íiij.V;nia,' \'
que no ha §ido mi di>j'éto causiairte monín-:
cacion álje^vw. sino proporcioíiarte la pcá-
sir»n 'áe é^smkiffsírkus apenas/ porqil? inf^ií^'^ ' , ,
daiblem«enbe aÜguiniais tienes. *^^
— PeVfe sí^'no fe'stóv í^iHfetevái'hV5Héh"«íi']>e- "•' ^ ^
ms, ¿qaié^í)bHa*s^■t^ü¿db'f^tí^áf^^'sbl>''rfc^^^ "*^
tío me '^Wa^'^^ibmoí -'¿i 'Mera fti^ ' fla/írlél 'y^ "•' '
tú eresf^in'BttéWá''CóÍiiid ^lí<íitíá v'efeMáWo'- '^•' ' '
sa ccínitílígó, ¡i^é, púéfe"; ^í!^ii^dO' tíés^arr " ^'\
¿qué iT^^eflle fíacéi^^tifí*?'- ''■;'-»•' .•>''> í'
— Y"siñ'lbmlba<f^gÓ, Hiácé ' ¿flíg^Sii* tiértiipo^-r'" "'
que la' tristeza se ve ''¿íam* y^mañll!fiesl{;á;^éh''•'''^'''*
tfiiis ojói 'en tu ¿eifiKaii.teí'én''í6clá' t'ü '^Sei^-'^'''' '"^
sona. *'"'■ " ' ''P '■/ • ■' ■'"'• ■'*'' ■•• *' ••■•f '^'"'"'^ '*'"' ''•■'
— ¿ P^ftj dfe^d^'tuáhdo*haá^'nOtadb^eii-ÁÍÍ^'''
scmej.áni'bg'Wfetfe^'á/? '"^ '•^'" ''' ^V"' '-'^*:"" >''
^¿DWae'^«ft^jM'ó^'IDéá>íl^'riíl^^í'i'<n! !1^g* '^'' '
.Kll 165
•j fi^ií^ de>J4:tn^za.4 l?tj#Hí8fin!PÍií -^ tu pue-
blo anatai Si es ai^}vir«*¿^/^3^ Ifttfil qu-c
.i.'h-iii! -HrEk>pnQ'^rnitf^^in<k'ina.<ie Jlni«tezk si ,tal
•':).: >ihkiérarinas,*^|ÍQ(iqcÍ€ iBq-'pofina-isMb^MDiíte^r la
'«.u£niiicia/ide-tianU« piepsenaíS'kjiidiii emi-
«'.'' i:gT!illdoiá^HéfteBolla)k¿n^y:á bts»>B p^
;.!ni fisarcanosi.. ■ hn' .J ,«. • :/ 'Iíií; -.
.' .-. ' -«-^iito»ces</Hi|ja^ía,..saloí»í^ mb-
tivid á quéc^ahibuir tu itmstóza.; !
V. .,u>-:# WHI-r. . ..- .'.L .../.•.. •.•,/,!
iv , i/,r7T7Sí,.Wja>iníí^,:tíi, a^nos,; tv, e^^^
•'. ...1 rT-rYb,,Hr«WIWR(Í^H,:í ¿^^^ dle-
; uj v<;ki¡jqiae^«P(itP«fínei,4 .w^borD^r^ ,qi|i^.,tio sea
' oíl.; .Tr^«ei-^í^m^;fti^iU^.to^pi!b(re,|4í \^ mis-
ma:n|4fl^fl%í'qa'e',,u^..líoríibre,.¿á},[q|ii^. yo
".-. i<4rf-níí)^9«W..i,ífi/fi,n 1,/, íj-.' #/ «.'6-
■MU. o^/?wftí<í'.l^'>WíW?í.í-. í M.:r, M'\-.;m,. .;.
:iJÍ..^> TnPf?ítí)pin?b .oaní^ {i^ttolM? .^^< tristeza
1S6
de los que se han ausientado óe Xlu^un*
kím y como Cocom, que hace aigúo tiecqp'i
* atKtar (>peiulaido de tf, se (ué \i Canipedie
— N<cx, jaftnásy no sftno á Ooeom m po-
dré omoirile iMunca.
Y María permofneció' Idr^D rato niuJay
absiortat, oomo sisBllk diMitro de »i tnisma,
hubiera algo que atysorbtera de una mane-
ra absoluta 9u f^Miaamiento, como 6i allá
de k> más hondo de. su aimai hufama «ur-
gido una visión desliimbnajdora, ulna ima-
gen irlumtnada por k>s diáfanos rayos de
una ihíz divina y misteriosa.
^Las paídbras de Paula hahian sido una
revelación. Descorrióse aiñte Ite ojos de
Moría e*! velo ojue le ocultaha' uiii nMwdo
para ella hasta entonces desconocido, el
mtundo xle'l amor, y fné entonces cuando vi-
no ksfii memoria, innai vez más, \á nrirada de
Juain,cuando sintió en sit» mano la dulce pre-
sión de 'la de éste, cuamdo escuicihó la melo-
día de su voz, y rom^endo á llorar, echóse
en brazois de Pautta, exclattondo:
— jSx, ero es, eso ditfbe de ser; amo, mi
querida FteMiSa, amo etdti todo mi coraosón.
— ^Ya lo harbía adivinado y sólo por tso
me resculvi ¿ haJMart'e por primera vez de
estíoÉ aísittitos. Peío^dimé, si no es Coconi
el obijeto de tu amor, ¿Kfúéet paefdk ser?
;. Qtufén entre los naiturales de nuestro pue-
blo reúne la«s candíicione«i de Ootdm?
¿Quién 'Oomo él une á juventud y gattar-
167
(Ka, amor al ttafcajo y Vak>r, (nunca ides-
mentiab, «en los trances más serios y pe
Ugros»Q6 ? No huy tronco, por róbusitoi qoit
sea, que resista nnuidio tiempo al hacha de
Cocom m hsty fiera que etí los bioisqiuies no
canga herida ó muerta por la Ibafei dte su fu-
sil ó por eS filo de su maidbete. Adamas,
aunque no es «rico, <lescienKÍe, á creer k) que
dfce, de 'ke amtiguos reyes de Zottita.
' — íto, Paula, VK> almb i Cocom; y ya
que nue has beídho comiprenkler lo ^q(ü^ yo
misma igtioraiba?, voy á reív»eilarte con toda
fnmiqueza el estadio de mi corazón. ¿Re-
cuerdas á aquel jo^vem espaííol q|u:e hailla-
mioís en el caiminiD de Caimpeche ? Bba aconi-
ipañando á uma señora anciana y etiíenma.
— ^Si, -eti efecto, un jóvett a quien oí lla-
mar JtéiaiiK
— ^Juan P^ez y AigiuflUaa-: ese es el homibre
á qniejí almo.
Al escuchar la réveiacíórt de M^iria», que-
dase Paula triste y pensativa : su j>rín»t:r
Émptdso fué oondenar enérgicaanente un
amor qlute no hallaría, á su juiciía, honesta
correspondencia y que serí^ íuenfre cppiosa
de amarguras y desengaños ; pero guard '.
silencio (porque tentó GÉfKgir á María,
arr?i^nciáji»d)ple ^rui^capente ^a^,j|)c»¡e;s, de la
éstp^raíñ-za qu»e K^qniterizab^; á ,^g¿püinar ^n
'• ^'u ^Im?í die yirgjen. TrainisciiiTieroh algn*
\no^''miriüíx]!S tó , levantóse
' Páu'i^ excláimapídío: ^ j/ .;.,.• . .
—Ya, es' Tiorá" de* partir, ypín<oaj.Q;S, q^^* tu
tío estar^ Wúao^ijvd^ cbn iriipacicncia.
Incorporase tanjibi^pi Maflia y í¿iriba> ^'^^
* preipdSeroái siui vu^jlta á casiiá. . Cicpi'nabm
las. dos' ^mujeres sm (í'estt>lpgar los labios,
/ Páíiila trisiemen'be in?ípr<í.siónada.poa' Us re-
belaciones de . Moría, y .,^ária ' inquieta y
. ' désáasicscgaKfe ipor '^1 si
.minalron así. düránft»e,.algun;.'ticmp,9'.. hasta
qü«e' María^' no ^udiei?4y/^<i:p9ír^^f las du-
das' qü-e la ^sailijiaibatn, dijp a su. <; m^pañera:
— ¿ Tre í?a ¿íjSgjixst^ucJ'O, . .^caso, wat revela-
ción'? Paiuía, ptr DiOíS, háhlauíie con fraji-
— Temo (üsgustarte^ h-earir tu corazón.
— ^No, no, naida tietnas: háiblamc franca-
imicinite, dim»e tedio lo quie (piensas.
— -Pues bien, ^aría, con entera franq^ue-
za te haíbliairé, poixiute naJa deseo tanto ca-
nta tu bian», tu felicidiad, ¿Tien'*s noticia
unía, mijjer,dj^.;ij'uest^^ ..... .^
..^TTrH5L<?ídl^ C0^.,q^e.^^,b^^ii;j[9l^algi^
-^My^f ,ppf¡9s. .^iiel-^ iQ^ie^paaQlfs.P «■
.^. dlárse/^^^k Ji^^.infíía^i; peátó .^1 .,dlpi$eniaí:í le
n.I 169
,:.rrTT¿í^uegjp tMfX:í6^MqU3e Dotó Juani no se
,,: -ttN^, .no ,píuiBldp asegucaWoj peri^^de «to-
das maneras telmo q'U»e*.haga^ él< to>qp6 tán-
tofe o(t<rosj/ eiígañarte^txwi prdipesas qu-e
nunca. cumfpUIiná y aba^ndonarte/iiiiiigo sin
. ,|>ip4a^.iQtt jQ0«ifia»áa4 Noeeaatvo* es que
.,1 proce^. on^ •€£l)e'.f<s¿U:ntto <klicaKÍOy:can ?a
Tna-yor prudencia. Si Díom Juan.cvuelve,
.<!ui¿]^ <}e no. rpa;nDife3tad«. tus senlÁmtentos
. -ni .^uf> iiocR^'limiá isina$)Ieimii^ guarda tJi
•afoiíQinen 4o unos i honda. .<fcíítu.p©ciia^ has:a
■ ,«que '.^L-Clé é.;cc»vx3er.<S!U0;*V'e!rdBd«cas<inten-
ciojpii^.. ¡CuánitDi'nieiiorl'sería.lquO'nD igiar-
..tiíc;i|)ar,a* -díe $u .&»niíor^. sinf Síi-Kinciu^gumo
i.si^nt'ei4>ar¡.ti[l 4<No)Siermancjoft'qiíe (te en-
I ila^ara^ á t|a3(iho»A>^ 4«i'.to jraza?«D0(s ma-
. trimooips d^3iguále5s cuelen sen fcitlestos.
. . — i Paulia, cuánlicí datto- me ^stán-hiacien-
áo tiís 4paáabiiais.!. ■» .•.. ¡.-í/.í. i ..' -^ j.i :'
-7-lwQ siewbo, hija nií%-'le sienln) dtbn "toda
• mi;,^l(ma ; ypeix> t[i|i«iO!Mpreveínir6e cQmtra las
..assechaiizas de 'esofi''jiiion«ibres «blanros que,
. ciieyéíKÍpse-4'W0ri»9ipes.;áj nosotros^ /nois «des-
.^i<prefliaíi,..y.ílio«í;hi)íiaífcifUan;. r- ...,." , •. .¡. ,.
•i jtyr-Paulíaí^ íA.jqtífcis.á los..o&pakfiQleá..
' TrrNí^'HpeíoiefirtetTití. iYJdi*hoy<nminifi^^^
t I- tií^fCpnj niáis( e«iiergí«,mfl tojuor^ jid'¿stgB«ciaidía»-
.iapíep!t€ miiy jttn<i<^^'i9S»'p!C>í5que'aeidrata de
ti, jSiíi embírg^.iio ies-aflijasi .no illores,
,C43fnpu'l.^a á tu,,it4o,^.quB,|é},jf^brí4iadaniseja!r
Ponce y Font.— 22
arr^jniciáiidiple ^rui^cap^ente Ja^ jipares, de la
ésperairizá quie K^memab^'á^géj^^ *n
' jsu alñi^ dfe, yirg^^n. Traii>6cüiTÍjeron algti-
\nw*mmtitDS íiarStít.lqú^^^ , levantóse
Pau'jgi exclaimanicko: j/ , • .. ♦ .
--Yajes'TjIoi-a^'djé'parti^^^^ y^üxi^rp^, .que lu
tío estar^ ^uair¡SiánidiC)^^
., Incorporóse tan3il>i^i¡i Marta y .^ijaiiba" ani-
' pTieiD¿Íiaran siu. vu^Jta á casia. . Cám^nabm
' las. dos'^muje^e§ sin desplegar los labios,
/ Páiüja trisiemente in^r<í.sK>njada,por:.Us re-
Velaciones de ^. María, y ^María ' inqüjcia y
. ' d€siasicisé.gaKlá jpor/el silencia
,mináiron así diura«»t>e..algTÍii- tiempfpíj. hasta
que" Maíría,' no pudiei?idb .sóp^ftar ^Jas du-
das' que la ^sailijiaibatn, 'cl¡f9 a su. <; ]n.).jpíáñ'era :
7— J Jg^ Í^ id(i¡sg;us t^io, . ^ucaso^ miii revela-
ción'r'Paiula, ftott- Diocs, hábiflaaue con fran-
— ^Temo disgustairte^ heapir tu cor^izón.
— No, no, nada ttemas: háiblamí^ franca-
ime»nit»e, dim«e todo lo qukr ipiensas.
— -Pues bien, yMaría, con enterd franque-
za te hatolairé, parqu«e nadia deseo tanto co
mía tu bi-an», tu felicidaid. ¿Tien'i's noticia
unía» mujer, d^.^(ifiuest5Ta.¡ifaz^t? ^ .,..;. , ^
• -^H^;.9'í<ljq cQifiitar ,qY^ \íf?^ )^^
. -^Mi^)f ipófK^, .^ue;I'^.lí>§iesipanq¡;^s,pre •
, .^.j<lfá!rse/^^k J^jS^.infíjai^j; ^e¿o el. ,d¡e;^enlaí:e <
/^S(» amór^p¡. far^ yecj^S ;^»s pl^^n^inionr
..I 169
>'í?n¿bu<egp ^x:]fa^iqiifi Dqniijiiaiu no se
.,. -rríío, no ipíuiefdp asegucafcfíaj peripr^de to-
das maneras teteno qu^e.iiafa^ él< te>q#*e láti-
tofe ota-oa?/ ev^^atte jíXXk ¡prdrpfesas qu-e
nunca cuniipliná y sbasaácmwrt^.hanigo sin
, ..pi^iij^.m cí¡ym(í0mími Neceaaiio- es que
ji piroce^íafi. e» -€«1» .^istoito ^klicaidoy: con !a
tnayor prurfeiicia. Si Dton Juíaiiitvuelve,
. cui¿Í^ (le no. mamiif estarte, tus sentimientos
ni ,{iup /oanKiíaná 'súv^ei minada, guarda tji
!aimiqr..en 4o ttU^s .hondo idfffltu.podha^ has:a
• .que .él-Oé &;CíHloc3er.«sws:vesrdBÓccaB<inten-
ciojpi^^.. i Cuánitoi' m)ejor!'B<6ría.]que'no gar-
,,t.ic»i|)aca»,-<iie 3a .ttmor,. |si:i^íi'KjncitL,*aígunio
i.smt^<Sk ipoiiri. ti{\ .¿<No)Sieríaíjincjoíi/<qu'e.ite en-
1 l'la^arag 4 i|Oí1hor«lhfe jdw.feb jraaajBiLAZHs ma-
. trómpalos ' desíígualos ^i»eien sen . fciilestos.
-T-iPaAiLa, cíaÓJilid daA> rae tatánhajcien-
.do tuis ipaiabraisJ . ., .•.. i:./.,. i-..» - m.'
-t-JUq aiewbo, hija tnáa.,.'!© ¿ifcnljO ddm toda
' mij^llma ; vpeip. Cm^furoi-ipreveimitei ocnitra las
<as9echai|i2:as. de ^e:^&rtiiKDimihrQ!^««b>a«K^ que,
. ci!eyéncíp3fi-4'l^)0ri|9i5es^á< oíosotros^ /ruols «des-
M/FH^iaíií,y4í«o«'/h!Miiaíllaia. i.^.:,.. j j «i. ».
( :tTrÑQy4>ek> jefií-teirtó. lYi di -Hoy* maini'fies-
• í-t'p^íiqoi^ fitófe^ejcmrgía.má tCíporvitíéagBMciaidjaf-
]mn%^ jmujf Jun4lid^'.i^s..Fp5C>if<jue'seiAaita de
ti^ j5¿>i etp'lxaj^^.'nio fei^flijasi .no» ül ores,
,opin|^'l^a .á* tu, ,ttíp,,.quje„éí|,f^biíi |adoos.ej_aír
Ponce y Font.— 22
1
'
i, i 172
^r'i wmM 8^ttHianap<jUfii>u«to aeá;<iecir ql
desdie el día en qu-e halló \d<09siiMO, d
. iir^.ií^Óósie ^ ^tt.4>«¿hci>irac¡ia»íy.ífaba2 bital
eiDtre su avaricia y la 'bonda<iíi|«liii"al (
su carácter. '\>i*nhu)\ —
d regalo qfuie te ofreció la seiktfai^Agvifa
. i ; ^rtle^ 'ík^i y*f /fíetiei» ÁÁmáátiíák ; tuyo es
',. i:|r<^rio. >i-....n. -/J^ . !i./.; ^ vil- '•>-;. r.n »
j. ' i .TnA|ii¥l'U'^i*afií<ifttfcv4, 4Uíto^^ dehrt-- •'
i M.ientíj^glíi^o, .\toitiQ6t.'á4^*wpalDar.Ia;ciuia p
<'.;.^/ riAi'^^i*btfi'^j]$>^iq^e:^ita^^ Jti
i.ii 'íjfl^ftjf'lJ^:j^4¿8*'€«rf€iiTOíW'i^ espera «ni ítío;
Y Paftiáa y Miaría 4^J3«ron dvbaéquc
. ', ^flptmaronn^l b}ám(«i0^xl«::«it'yca3d¿. • í
-, •'..}«•■.•]; f'</. '. • ..íKI.''''' 1. 1 » '/ I
' \i>. i:l"».'*j *»*:•; ] •.< '" : • 'V f- .• • : ^' »i> .. ^
<<Hr"] •>jGuaáildQv.£diuifeL.%yi:MMÍatip^tiiOt«tán»ti ^
.-. '.j> la^i]¡l«<ipii^>a,<^AaEQgdeti:ird0 kntaidea^JS^ oy(
jarotL^flÁiMid» <d!e ica(báUo$<yii vbcbs! run|1>:> (
'rf, ^^i^f#ittfii(í-4te..íl^mfl^^ 'instarrtl
^jak>aí»r^^rft^A;í*tH^Jftf^t^t>c^^ J
í. .í«»a&^rn3í ^X^ ,ftíCíCÍarmíif(?ií* niinidijqítttóblíí í
173 ^'
pero qiié''Wéife?'iíx^»Di6S!''2jqtfé^t:5>í*f^á'^rí.- ■•
a? añviáió''myvtmrmo;^^Mms^ffk6p ' '
bse háteáfr^Maríárnc'ftiWa^aV^'é! '^eV*'-' ^«^^
fe uti'f^wítíiOft'^^^^^ Wftrfpéí^'"' -'^^
a. Maírta*íüé4KJ(Ií*'k!¡n.3o'!^^ Mo-'^ii^^r-' "^
lesmaiyá; 'y á-tríerfáíy^ fe "h^mk'Y^Apft^^^ ••»> ''"•
ros ojoís';'flj6tbs mHú^'áhíá^''<Mít;\'^t\^i\t^}''^' ' ='
irfkiita'. ■''• '"^ *•• "'-' •*t*^'i»'M '• iv'Mí -..| it«.. .lí)
. Sinttó ^'JiáiáYi^ ^i^ feü yiírtiar'^ íbifíá^Híf ^>ii '-^ > ^ '
los lJmt)i«dd¿'íi«¿ífe'j.d¿ «é'1á"lut^iíl!%'Sq»t^?f.^Í5 • "• ' '
q)o® idtesipediyrti' > -feféfrái ' d^ ^sí; lí>ífió" tW4'r¿ « ' ' ^» •
las siiyaá^tea? Whkyaé MiáWk VTÍekóMat' ^' "f
bek» V <fe*'1élé«T^á? !'>%.. i. '..rM, .. ...
/Un {ñorffitbiffdíiteí^á^^ltéfeó'fa ^Iñot^ "ét^'l "
los peri^íaíM-ae '<i^*^á'te<ílWnii§WrM^ fb-^*>^' "'*
c' ..I vi' ;• in'.V'il.r r'jf. ;^-.-. , i. > ' -v-ffc».-
-»'• » '1 rS> 7 . ir' •' '♦'■•> ' '••!'.• ».*',> '•". TN»
Seríárinrfs sgts ^ííé' ?&^«(ár<íé' Se ^iaqüfel''WiÍ3-' '^
mo dia: -Él^ sdl'da^f tS^ártta Isrlfuféá* áeVh^^ ' ' "^ '^
riz>o(nt¿, y ^yh¿^*fBÍ^§^rfflej<>y^ ií^í&ift 'fas''' ''*^'"
•niíbes ^Sé-esé''^<*^W)5fzp Kfiíéf^^ sRnae^díbééf^^
so en ckrtais á^ás''fd)fl '¿ño;'<(?dl()í^^(}ue ' ' '
' es ndíénHte>s«'tói«<6 tiri tíjíalntoióé' eiácaría-^ r- í
ta teíibóv-ateí í(teMieto/;i^al'»C3feííiiíií^ >.'n >. » I
176 ^} í
cuiidiaíckWáftn€Pn1»é'1ai icjftbeza <fe "Su makh*e j
ptiidb íómar éfeta, á' diiráé' -peiiáís, aE»lgüiiíd«
sorbos''.-der*ltlba¡j^. •' ' '^ • - •" •
— ¿Cóíno be s«ntte,' ma^c!. ttú^? jk-e- '
guntó íJüaW.'Als^'.lfóíy ójós lé'érfetrma al
oir la pWÉfl1n*a*tíé 'SüMlty, s-e iríóque ^\xs '
labios '^^éfMirakWiayyñ-'fcctob' p«ai^ íúñmxteit^ '''■
uTiía rei^puí!^'ri>€ft) íio ^piíáo'artífctí*íwf"iiiia\.
palafcraí' '^-f ; • ' • •!•• :.''»•' ¡i* .' ' '•• ^> ■•• '■
Juan siotió que uTtó-Vniaft^fdfe'Méfro totn-»
íprimíja) -ñieutb -y. cniíelmeBite- su éora^ón;
que uB^cdHol^ «nitó>ehfik]r grg > kraiaitaiba del-
fonido de»lsiuf»ér,» y queinnm 'tórrente 'de» ü- '
giriima» »^tt.gnÍKalba ix>n'aibnr6e poBO'eaiitré sitís •
párpados'; i^iierb 'Cfuií/(M»ei ci'soHoeo d-etení**'
do, siafóíílaíliaT'ewsii gargatito/iy-las l'agri- .
mas ¡aipdíB^'plifdkncmFbuitii^diecec'.stis^c^ '
Era n-eoasariofHo >alKíiíg3f» •á^•alqu•ella;!^l^^
miadre-iBfüa'.ílftaícbaiba' <2o¡hT'lae atilsia» •de-iá ♦
muierte.T^tsaüar diego 'diescainsarfilefl^^ la ./
ca^bezia'fde 1» eiRtfeRmatsdbrisrkiis ^alitK^faad&sv
se leva<ntó,i erijiagÓBie.teii 9Uidbr«fqtie'tah!«mte|-' •
ba. su roBtroij y •sg áijrigió láácia «la fuerte r ■
de k casa." AHÍ, «db: pire eri elíü:mít)raiy>sé ha- •
Haba BedriO'''Dzifll(,. imprésicmQidorapiiteíiawre- •.
lia escefíicifidié dodor;''.") ' ''•'*' •;•• • • ' ;•
— Madisv se .'d©jjff:«^eB!peraf»' Fray Aflónso:-
(i) y temóx^víQ lle^ertaá^de,^ díjolejiftamr'-. •'.
^í- f;.!--|r.I V .;:■? •: r, ; ..¡,,' :.. ,•
(1) Btt^él 1»á;iitt<íw!rit» <i«e : übsr ' ' sirve» áei r
<!ai9C«inor. i;J ••;:' >vl . 'I.íííI" •rj/nj í^rih»
177
^I>ebe estar ^1 llegar, i^espandióle Pe-
dro. Coimoi os dije, ya desd-e ayer main»dé
á st^Iiiicairle qtpe viniera para tener con él
una conferencia acerca de asuntos imjpor-
taniftes relativos á esta nuieva población, y
adtemás, al llegar ustedes, h«e mandado sa-
lir violentamenitie para Pocboc á u-n men-
sajero que atpresure sti viaje.
—Mi pobre madre se muere, Pddro.
—No iperdáis Ja esperanza : Fray Alon-
so» es, además die sacerdote, un gran físi-
co 4 quien he visto reaWzar maraívillas en
tedios los pueblos d-e esta comarca. Pero
níe iparece qfue es él quien viene aihí
'En **ef ecto, algunos i-ndios, provistics de
asitorohas, aívaínCTÍban hacia el caímáno ca-
rretero, en dbnde S'e divisaba un grupo de
seis indígenas que traían en hombros una
camilla. Enrtonces Pedro Dzul, seguido de
toldos los hombres y m-ujeres que Uenabain
su casa, salió a/1 encuentro de la camilla,
que llegó pocos mottnentos después, sa-
liendo de ella un franjciscano venerable.
Avanzó Pedro Dzul hasta llegar j.unt>o al sa-
ceidote, y besiándole la maino con religio-
sa bumildlaKÍ, te entregó su a almdllete. Acer-
cánom^, en seguida, todos los demás hom-
bres y mlijeres que allí estaban, y uno en
pos de otro, fueron salíudartdso al Reve-
db Padte, besándlale la mano y entre-
KÍole los ramíl'Letes, que siendo ya imu
Ponce y Font —23
178
dbots, encomendia'ba á las personas gue se
hallatban más próxlmiais á él.
— ^¿Y la eníerma en dlónd-e está? pre-
guntó á Pedro DtSúI, poies ya por el mensa-
jero tenía noticias d^ ella.
— ^Aquí en mi casa, señor: podéis eintrar
desde luego á verla.
Juian, que como hemos dicho, estaba en
d tuttnbral de lai puerta, avanzó al encuen-
tro d)el sacerdíote, y saiudándtoJo y besán^
dolé la/ miamo.
— ^^Señor, le dijo, mi pobre ^madre, pos-
trada en el lecho del dtoflor por una grave
etiifermedaid, mecesita dte los consiuielos es-
pirituales de la religión;. pero sé q«ue ade-
más de Ministro diel Altísimo, sois físico
insigne, y así «os ruego, que al pafl* de aten-
der á sus njecesid'adles espirituales, veáis áe
volver á su cuerpo la sakd qoie le faha, ó
cuian-Jo menos, pjtolkDttigar su vida cuanto
sea posibk.
— ^Haré,'hijo m.ío, Jo necesario para aten-
der á sus necesildlaides corporales y espiri-
tuales, y ajunque no soy insigne en el difí-
cil arte -de curar, pos'etí algunos cono*2Í-
mientos y no xiuidéis que haté todo lo po-
silble (auiKjue los efltementos con qiue con-
taimlos en estas dctoarciais, son bien redu-
ci'dos), para* tomaría á la sad^ud ó para pro-
lomgar su vídtei.
^Penetró en siegiiidla el Padre hasta don
de la enlferma estaiba, y sentándose en rus-
179
tica síUa díe makíera, comenzó á examinar-
la aitentamente ; d puteo, la lengua y el pe-
cho, fu-eron las regiones (principales de su
mittucíoso examen, terminado el oual, pre-
paró éí misimD nmi poción comipuesta de
inedicaniantos quie traía entre su Te<lucido
equilpaje, poción que le administró en d
acto, pensonfllmetite. Dos ó tres horas des-
pués se presentó el alivio, y la seíiora. aun-
que con ipenioiso esfuerzo y voz apenas per-
ceptible, pudb bsaceft su confesión general v
recibir el -saigraldlo Viático. Duraaite estas
ultimáis ceremonias, Juan estuívo de rodi-
las, anegadb en llanto, que le era ya un-
posible contener; á cierta disitteuncia del le
oho d^ áa eníerma, para evitar que? ésta a<í-
virtiera sti afliocióin', cubríase el rostro con
un (pañuelo, -dlanfdb rienda suelta- á sus lá-
grhnias y curso libre á sius sollozos.
TermiUcudlas küs sainadas ceremonias, el
ínanciscaffio se ^a|proximó á Juato', y ejstre-
ohámioJe cariñosameníte la mano, le di i o-:
— ^Hájjo mío, cristiano sois, y coimo buen
español, tenf(iré[s entero y firme corazóm.
Vuestra imadre está grave, tan grave, que
creói difícil que vea Ja luz -dlel día de ma-
ñana. Sabéis, hijo mío, aiñadió, al ver que
la aiflicción de Juan crecía, que la muerte
no es más que el tránsito de esta vida ll'e-
1 Je miserias y amarguras á otra miejor,
varada para las aílmas de los justos.
^ iplid vuestros úiMímos deberes de liijo
180
y (Je cristiano : hace<í que preparen u«i s^-
pudopQ conteniente, y estaíd «pronto á ineci*
bir la últiima íbemdiciófi de vuestra madre.
Yo estaré juníto á lellia' hasta que exhaite »u
postrer suspiro. <
Tratnscumeron algunas horas. Fray
Alonso rezaba algunas veces, y otras, ayu-
dajdb de Juan y de* María, administrajba á
la enferma el medicamiento por él prapa
radb, que sería quizás un caímante enérgi-
co. Hacia media noche ed alivio erai más
notatolle : después de un sueño largo y pro-
fundo, abrió los ojos la señora Aguilar, y
ocín voz más perceptÜMe que amtes. Ma-
mó á su hijo Juan. Aproxtmósie éste juinfto
al lecho, é hincando en tierra tmia rodüjla^
tclmló tuna ¡mismo ée su madre.
— ^Hijo mío, dijo ésta, mi sueño está
próximio á nealizarse : siento que la muerte
se va aipodíerandbi die mí paulatinamente;
que d frío qa^ entumece las extremidía-
des dle mi cuerpo va suhiendo, subiendo^
y que protnto Megará á a|p)oderarse d)e mi
corazón, quie es el cerntro de la vida. Voy,
pues, á dejarte para sieinupre: te quedas
solo en la tierra, sin más compañía que
mis restos mortales que te suplico no aban-
doriee jamás. Prepárame uffi sepuilcro lein cl
bosque del descansoí, que será para mí del
descanso eterno. Condúcete sieniipre co-
mía ibuen español, y sobre todo, como buen
cristiano*, y cuando sientas q*ue tu virtud
181.
vacila ó cuamdo te atribulen kxs sinsaboreo
y las angnis'tias dfe esta vida, ve á orar á
mi sepuilcro, que allí estaré yo para darte,
con el permiso dte Dios, liat fortaleza qiuie le
Mte, ó para infundirte la esiperanza y la
ooíiíormidaid quíe te sean necesarias. Reci-
be, hifj'Q «mío, mi ibeiiidlición, añadió .da an
ciama, extendienido sus flacas manos sobre
la cabeza díe Juan.
En este momento solemne se aíproximó
María, lílevandb en la mano un rosario.
— Sefk>ra, dijo, ya que el aüivio que sen-
tís os {permite escuioharme, pendion»ad que
os moleste enitnegámdbos este rosario que
hemos ha)llaído bajo líos árboles del botsque.
— Yo lo ¡perdí d día d)e nuestro paso
por Helelchakán, dijo Juan.
•—Me allegro, mncho me alegro de que
haya parecida. Es»te es, Mariai, eH obseqiuio
que quería hacerte ; y voliviéndíose á su hi-
jo,
—Juan, dijo, coloca eslte rosarioi en el
cuello de María.
Juan olbedeció. Cttandio María sintió en
el cuello eü contacta de las manos de Juan,
•vivo mbor tiñó sus miejilliaB, y apenas .pu-
<to balbueir una corta- frase die aigradeci-
miento á lai señara de A>gu»ilar.
Juan volvió á arrodülílairse, y aproxi
tíTdiGse á S)U mádlre, díjola eñ vioz muy
¡a, de mam'era que no pudierai ser pido
r los diemás:
182
' — Madre mía, no quiena ocukaroB por
más tiempo un secreto, pues jiaitiás los he
tenido ipara vos, y mi vida seria siempre
uim constante amargura, si no os revelara
k) que pasa len mi corazón : amo á Masía :
si este amor no es díe vuestro aigradío, de-
cídmelo jpara que lo olvidíe, pero si €s de
vu'estra aprobación', bendiecidJle.
Volvió los ojos la señorai Aigiuilar ha-cia
María y quedóse con/bemplándbla por «bre-
ve rato, extendió las manos, y tomaniíto
una de María y otra de Juan, indioó su
deseo de que se unieran. María, profun-
damente emocionada, cialyó de ripidillas jun-
to al lecho dte lai enferma, y sintió entre la
suya la mano de J«uan.
— 'Es'ta es, queridos hijos míos, la com-
pleta realización' de -mi sueño; yo soñé mo-
rir en la salbama dlel descanso; he visto
un sepukro cerradb í>or dos columnas en
que sie veían las dniciailes del nombre del
padpe de mi esposioi; pero ihe visto taní
bien que unía' casa modesta se levantaba
no lejos de mü sepulcro, y que en esi
casia vivía el hijo die mi corazón, rodeado
de su esfposa y dIe sus hijos. Dios os ben-
diga y bendígai vuestro amor, como yo les
bendigo. i ( ' *
— Os ju-noi, maidre mía, qtue seré ei pr'
mer pobladfor dIe Heleldiakán, y que ja
más me alejané d)e vos nd dte la sabana de
descanso.
1
183
Una sonrisa se dibujó en !ds labios <l€
ia moribufirila, queSando luego ést-a sumer-
gida en iporoÉuodto letargo. Algunas horas
después, los 'estremecímá'entos de &vi cuer-
po y las contraccioinies de su sembíaiitie, in-
dicaroíi claramente que Ja agonía se prc
seiptaba. Ed Padre franciscano arrodillóse
junljo al ieaba y coimienzó á recitar la reco-
mendaciótti' diel alma. Remiticiamos á des-
cribir aquella escena de dolor : !os que ha-
yan tenido la desdicha' de perder á sii ma-
dre, comiprieniderón ia inmensai amargum
que s& había aipoderado del corazón d-o
Juan. Al aílborear la iluz del nuevo dia, rin-
dió la señora Aguilar su alma al ICreadbi .
Juan unió los párpados de aq«uiellos ojos
que no debían vodver á.ver la íuz del día,
de aquellos ictjos que tantas veces le ha-
bían miradlo comí ternura. María estaiba de-
solada: lloraba como s-i su propia madre
hubiera muierta
XIII
La tumba de illa señora A4guilar fué abier-
ta en la orilla Sur del bosqu'e de Helel-
chatón : scAre día se veían lais dos col'um
ñas d)e las iniciaieís y una rústioai cruz de
"^*iera adomaida con coronas de vflores te-
s por las mottios de María. Juam pa^
i largas 'horas junto á aiquetía tumhai,
db(por el alma de sti madre.
184 '
Una noche, la noche que siguió al día
de los funerales, tea que la luz melancólica
de lai luna (bam/ba cotii sus pliaíteadtas ondas
el bosque, ila sierra y la sabana, hallábase
Juan senta/doi en rústico, banco cerca d-el
fúnebre monoi'mietfifto y de piíe junto á él*
casi estredhándotto entre sus brazos, se veía
al venerable sacerdote, confortándodo con
el bálsamo consolaidor dle. su ipalabra en^
cendida en el fuego die su aardienite caridad.
Desí>ués dte larga plática, y cuando la
resigniación había caído go<ta á g<-ta sobre
aqiuel corazón laiceradt>, rogó Juan á Fraj?
Aloffiíso qme lo diejara á soflas \\r\ momen-
to. Accedió d frameiscano á tas súplicas
de Juan y se re«tiró á una casa pióxima en
que sie hallaban reunidots casi: todos los
nuevos pobiadores dfc Helefchakán: oyó
allí lias pnetíensiones de éstos, de erigir en
puefoflio la díeliciosa safcana del descanso y
de t^ief por jefe añ anciano Pedro Dzu)!,
aiprdbó aquella decisión, y ofreció escribir
á Mérida en soliicitud 'cle la licencia ntece-
sajria ipara fund&r la nueva población 3'' de
líos títulos del imuicivo Caciqu.í, terminan-
do ppT excitar á tíodiois á que levarntaran
un peqiuieño templo en donde pudieran ve-
rificarse los oficios düvinos. y las prácti.Tas
de la Religión cristiana, colocámlóac la
población y d templo bajo el patrocini
del glorioso Stattn Francisco d^ Asís.
Juan Pécez die Aguiáar seguía, entretai:
185
to, emlbargadla ipor la fuerza incontrastabk
óe su dolor junto á la tunüba de su madre ;
y cuando s€ lialfeba más abstraído en sus
tristes meditaciones, una mamo se igosó
b!andam»efn'te sobtie sus 'espaldas : volvió la
visfta sHDTprendfidlo y haLló junto á sí la
blanca figura de María.
— i María, exclamó, María de mi ailmia,
esposa míai! ven, ven á llorar conmigo la
rau-erte dé nuestra madre.
-—Rato ha«Ge quie te espero: no haces
bien en entregarte así' al dolor, pasándote
largas hioras sin dormir ni alimentarte.
Vamic<s, la cena te espera.
— ^Víamos, María-, vamos ; pero antes nic-
cosito que aquí, junto 4 la tumba díe nj
«naidre, me jures que me anuas, que me
amas como yo te adíxrioi, oon toda el al-
ma, con «todo el corazón.
— Español, ¿feas jpiensadlo ya «seriam'ente
en io qwe dices? ¿No te arrepentirás nua-
ñana de haber uniído tu suerte á (lia de (uaia
pobre india que no puede llevarte nombr'*.,
posición sociaí, riqíuezas ni honores d»e nin-
guna clase?
—Calla, María, por Dios! ^qué estás di-
dendb? ¿qué nue impcrtain á mí los hono-
res ni la« riquezas? Sini mi madre y sin
"' el mundo me panecéría vació : tú eres la
ia die mi vid!a, el iadma de mi al'ma, tú la
r codiciada cuiyo swáve perfume ha de
•biailsamar el aire qwe res|)ire, tú, en fin,
Pon ce y Font. —24
186
el Ángel dte mi guarda, la dfUilce comigañe-
ra qu-e ha de aiyu<iarme á sobrellevaír la
carga die la vidia y el peso de mi dolor, tú
la que vendrá á llorar oottimigo jirnto á la
tumlba» d»e mi maid're. Ya avenas : cérea d^
Qsqvá edificaremos una caisa modesta que
pueda servir de santuario á nuestro amor.,.
Marta reclinó te frente, sollozando de
alegría, isobre el pecho de Juan, y no pu-
do, durante lairgo raito, pnonunciar luaia so-
la palaibna. Juam eniazó con sus brazos el
talle de María, estredhóla convulsivamen-
te contra su corazón, y tomando después,
con aimbas m«aino6, aqutedla ca)beza adorada,
estampó soíbre sais liaibios un -beso ardíen-
•tc . . . . María se estremeció, apartó diuilcc-
mente á Ju^ae y cayó de rodillas frexube ú
la tumiha quie se levamtaba iluminada por
los raiyos de la luna. i
— Ruies bien, exolamó, yo te juro por
la memoria de mi maidre y por la de la tu-
3fa, qtie te amo y q'ue te amré hasta el úl-
timio instante dé mi «vida. Sí, Juan de mi al-
ma, yo te amé desde el feliz momento en
qiUie te vi, por vez primera, en el camino» de
Camii>edie. Nimguna mirada antes de la toi-
ya 'había Cogradó conmover mi corazón ni
hafoía logrado conmioiver mi corazón ni
agitar mí alma tan dulcem(en.l3e con señsa-
cion-es hasta/ entonces, para mí, d'escono-
cidlas. Yo te amo, Juan mió, ya té' adbro,
y como estoy ya firmemente pensiuádida
187
de que tú también iwe amas, seré tu es-
posa.
—•Gracias, Mtariai. <Ie mi alma. Este es
el tnomeiuto más feliz de' mi vida. Vamos,
vaínos, quiera pecKr tumiainia 'hoy mismo
á tu tío Pedro.
— jpued'es hacerlo confia)dlaimieti»te : tcxio
se lo be revelado, y después dte consultar
oon Fray A^»oftiso, me ha matiifeistado que
accedería con gusto á niues»tros dteseos.
Y emlazadias das masnos cairiñósamcnte,
tomapooi Juatni y Mtaria el camino de la ca-
sa de Pedro DzKifl.
En la moche del 24 dte dliciemibre die ith
ario que se ignora, fué inaiuigurado el pe-
queño templo de la nuevaí población, que
fué edificaido en el ángulo S. O. del her-
micso bosq-ue, cotfiouirriendb á la ceremonia
niucbcs veciíios de los pueblos de Podbóc,
Pamuch, Xkaáutnkin y otrvDis de la comar-
ca. A las tres de lai madrugada de e«e mis-
mo día, Fray Alfonso unió pa»ra sienifxre, -
con los lazos del maítrómoniíoí, los destimas
<fe Juaoi y ée María, q^uietues fuerom ente-
camente felices en laquel hogar l^evatirtado
por la matio caprichoísiaí del amor, en me-
ííiio de la sabana deliciosa del descamso,
Affi, junto á la ttnmba de su madre, sie des-
^'"^ la vida monóitona pero feliz de Juatn
e María, que fueron así losi primeros
áadores !de la nfUie^va ,poiblacíón.
ían pasado ya rtiuohos aííos.
188
El itieni^ ha borrado casi todas las 'hiut:'
ILas die estos senoillos aicontecimáentos': ^!
iniíprovisiadio teiii|)lo ha ' sick) isubstituido
ipor loi a'Otuail igle^ parroquial, d/e sólida
constmcción, y las pcjbres casudias y ba-
rracas primitivas por edificios die matmpcns-
tiería, más ó menos amiplios, y por oasas
de piadmais miejtOT construidlas.
La poibre aldea de Heltícbaikáín se ha
convertido en la ViUa de Heoelphakán, una
de la.s poblaciones más importan-tes del
miodeirnio Estado de Campeche, (i)
¿Qué ét hizo del hermoso tbosiquie? ¿«que
de tes piedras labnaidas? ¿qitué de l»os fron-
dosKDis árboles que presibaiban su somtora
bienhechora á tos fatigadois ca-miiiaflitíes?
Nada de estoi exis^be ya. Los áiiboie-s y las
piedrae sirvieran ípara la fiaíbricación del
nuevo tem|pk> y de .la casa> cunail, que hoy
existen le'j'Gls «del piaraje en que se «edlificó
el templo primitivo, y por úLfcimo, aun la
f uemte de a^ua cristailina, que dKiranite tan-
tos artos -daiSmó la .s»ed de lios viajeros, fu'?
cegada, por orden, del Ayuínitaimienitia de la
Villa, el 27 de marzo de 1874!
Sin e*mlbiargfo, la mano del tiempo, de
sulyfa im.pil'aca'blte y des*rucrt/ora, no ha j»
didb lograr que dtesaipaírezca una de las
(1) El pueblo de Helelchakáu fué erigid"
en Villa, con el diistlntlivp de '^atiriota,** po
Ord<?n áe primeax) d-e jiumio de 1833.
F
1H9
coíitanas que cerraTOn la Ibumba die la na-
<ire d)e Tualn: colununa qu«, consenaiiKlo
isma dIe las inácáaies diel lüomibre de Alfon-
so Bcriez, la letra P, existe aún en el 'ans-
tfloi -dle 1¿ Cas-a Oural, como única huella,
como único recuierdio die J<a fumdación de
HeC^Idiakán y <íe ios sucesos qué acaba-
mes die narrar y constituyen el sencillo ar-
gumento (k "La Realidad die un Sueño.''
ENSAYOS líricos.
r
ESTT^'VP
pnnpi
ffT
El
iRm^^^P
^^^^j
^á
Si
y^sa^^
SffiÚ
m
m
ALBORADA.
j De su lecho de iperias y <le flores
sonriemdo le^^ígaiitaise la Aurora,
f t'lacer llevamidb á los mortafles piecbas
hendiiidos siemipre Jde leftal ooingoja.
'Con. sus rosaidos detíos entreabre
his puertas del aScázar en que imana
ti padre de la luz, y es su soniirisa
men'sajera fe.liz qwe al Sol psregoma.
•Liais mipailpaibiles somibrais dte la nodhíe,
del (Mee y bteñdloí suefífo protectorías,
huyenidlo van tíaanino del' Panieinüe,
indecisas, fugEíces, tehieposa®.
a la niebla recoge apresurada .
largos veltoiS' y -siuis aíbás tocas,
e la (albrupttiái cumbíie dfe los anonlfes
' I huyeffidlo á la vega enicanitaktolra.
Ponce y Pont.— 25
194
Las aves eni sus nidos se (HeibaUen
ensayando sius arias cadiettodosas,
y st escucha «eJ suspi-no <íe la ibrise^
y se escucha ei g'CftnÍT <i'e la paloma.
Eirtrealbine su «broche Ul azuceniai;
Ola perla del rocío brilladora
de los pétaJíds tiernos se desliza
y en el cinó&áo seno se aprisiona.
En la iplajya dlesierta emfprendie eá vuek)
el cisne aikoso ó la g«ntíl gavidta,
y vía* rizando con s»us blancas ailas
die»! mar movible las inquietas omdias.
ISA gtaC/lo ca-níta aLeteandb alegre
y lá sui familiai en dieiTedor convoca,
y se escucha en las torres de la* aídea
ha voz die las canupaniasi somovosa.
Himno solemne, unáveírsal, inmieinso,
naturaleza al IGr^etsídor entona,
y los ecos subMnues de su camto
hasitia al ¡píe die su trotnoi se remonitem.
(Ya el astro de la te en el Oriente
con majeáttad díeisculbre esplendorosa
la enrojecidia faz, .teuíatatío al mundk)
rayos 'áe fiuego que los caimpob darán.
Y como ámivakíe (el infinito espteücio
el éter en sus aOas más^eriosas.
195
así la hxz eki omldlufLant^s giros
veloíz se extíencte por la tierra itoda.
Las somibras huyen con la negra noche
y á lais miraid'as diel mortal aitóniltais,
cual siuíblimie visión que el allma enibainga,
la tierra se descubre arroibadora.
En panorasna estplénicKcb se miran
aítos momites, csajmpáñas delicíoisas, /
[ y amnoyos miufranunainibes y itorrent-es
qat se derrumban d^sde la alta roca ;
I los ríos cauíJaJo^s, cuyas márgeaies
plantas y floiieis emlaz^hdas boirdlain,
y -d resioíoaintb mar qwe embrarveciidio
lainziEU á los cielos sus hirviemrtfes olas.
; ] Señor, Señor! el aima te conltemiplia
m b luz indecisa de la aurora ;
mi espíritu tu espírituí adivina
al través de .lais náeblas y las soimbras.
i La iniiiiraidai de hiz del sdl madiainite
€s, Señor, -tu miraida podienofea :
ías líneas refulgentes de sus rayoís
océanos de mtmdbs eslabonan.
♦EJ vieníto que resuena en la montaña
' y icpuiebra su furor siobne tais ndcas ;
©1 céfiro qiue viaigla» en las ca-mpiñas
i y se queja y suispira entre las hoja« ;
196
fd río sonoroso y la cascada,
cuyas viaoes solenuncs, majiesíftiosas,
elóvanse á 'la ipiar qu€ el idulce arrullo
d>el lago y tile la fu'^ínite buliildk>ra;
el poderoso .miar .que ruige fiero,
si la tormeiita sin piiedadl la aaofta,
y coronaidas vato de 'blanca esptuma
á imlork en sus máingein^s 1^ olas;
>n)a!turalezav en fin, alíbotiiazadiai
tu siamíto nombre sin cesao- pregona,
y e'n sai octaóentia uaiíLversal eleva
hfajslta Tif sus plegarias fe!rwo(rosas.
Átomo yo que vaga á k venitura,
grano die polvo que huracán arroja
al lalbismo inson-áaible de la vdidta.,
soímbra vana que cruza viaipoíx>sa;
uno taimbiéni imi adento á la plegaria
que enltana con amor la tierra 'toda,
y ad débil eco de «mi humilde lira,
yo oattito á tu pcider, caaito 4 -tu gloria!
LUMEN IN COELO.
Brota á raudlaks <íe tu la'bia augnisto
feí poesía, usa vei^i, la oieiiciaí,
y el «niunklio aprende Ihuamiltde en tu preseii-
. / (cia
á conocer y amar lo buie«no y jusíto.
El campo aluímlbras del eiror vetusto
con la iuz de tu ctera inteligencia,
y á su bencina y suave refulgencia
el imundo serenó sai rositro aidusto.
Lia fe y la libertad armonizaste
y la paz olpusi^bes á la guerra,
cortando á la impi»edad el raoiidto voiielia
Entre los grainfdles, granlde te elevas»te,
y si tu gemio es luz laquí en la tierra,
uz ha de ser 'tu espíritu en ell cielo.
DESVARIO.
Ojos elaros, serenos,
ya que asi me miráis, miradme al menos.
Gdtiebre dx Zetina.
¿PiOT qvaé me iiniras, Elena?
No me mares, si emi tus ojos
sólo he <k ver los einojos
que te caiusa mi pasión.
Ño me mires, Kfue ai mkaaime
siento en. ét almiai ki «niKiepte,
ly quisiera no quer©rt?e
mi ajigtuBtiajclQl cotrazon.
No me mires, no me mires
si has de móirarme enojada,
si en tu 'líni(p¿<ia' imtÍTaidla
sólo desdén he de bailar.
Mas ¿qoié diga? ¡loco estoy!
iPerdania má desvaino, ,
mírame, ídblce laimíotr mío,
no me dtejes de mirar.
200
¿Qué tbipoirita'4ye esté la.tenüíei>fec
en tu aniíadEi eslcoóiüdia, '
si es imi»ertie quier ^da flai vi<J^ -•
á la llainm' díe m aimor?
Cuando en tus pupilas aiiidie
lel odio ámiplacable ¡y fiero,
é& itet maierte es tnenisajero
y ipresa dte Ja «mluerte soy.
' Y si d'ejáis ^ 'miBaríbié,
vuelvo á sulfirir cnutel' tanmenito,
y otra vez Ita mueilte si^ento
en mis venas ckcul&r.
iSi ihe de niorif por nía vette,
pdr no gozar tu miradla,
prefiero llai inuueirtie lafirada
en tus ojote emoonitrar. i
Si len ^lk>s ha?lilo la müeírte, .
esita miueiibe af^etecSdla
es para mí idiuloe vidiai,
ei9 para mí grartiof Edén.
Muero porque no me adbras,
y vivio ¡porque te aidbrol; ' '
¡unas veces tristt!e Iknro'
y otras rífO, dblce bien!
Y laisí vijvdertdo y muriendo,
porqjule me mires laíra'dla
ó la luz die tu miraidla
Sfe aipjarte esiqíuiva' <Ie «má, ''I' . '
eritve la vidb y la mwente
vivo y mueno agjottmzanidby
201
y <mueaia y vivo gozando,
<ya. desditchaidó ó feliz.
4 Qué ¡dfu'lce muerte -es la muerte
que oaiusan tus i>e\ios ojos 1
¡ Qué (Al-loes son los em)|jos
qme al iadma stuielen causar!
tPeitíbttiía mis tristes quejas,
iperdoaia mi «dlesivairk) ;
4 mírame, dbke amio(r imío,
iK> míe áefies de minair!
Poncey Font.— S
A PEDRO I. PÉREZ,
Con motivo de ]a función dedicada á honrar
su memoria.
•El cielo tropical pirestó Mgores
á itii mirakHa límipi<ía y ardfl«enrt)e,
fúlgiidla flwreoQa á itu espaciosa freme,
A) el genio coffioentnó sus resTpíaindores.
Dióte la sieívtai mégioos runnores,
su voz él ¿r-ueno, su gemir la fuente,
y «n ángel <fcl Señor, resplandiecicnte,
el arpa de oro en que canítaste amores.
Y pulsasibe el laiúy! d'd' sentiímiento ;
brilló tui genio como el soí fecundb,
y cajitasíte, poeten y íáe tu acento
el eco tííuJce, aaimónioo» y .profundo,
á b akura se alzó (M firmamento,
y una cordna arrébartaste al mundo 1
A CRIS I OB AL COLON.
Gomposieión leida en una velada
que en ^1 Teatro 'Te6n Contreraa" celebró
la Colonia Española.
No hay graindleza, ;Golón, cuaJ tu gram-
^ (deza,
ni hiÉnana glom se igiuíató á tu gloria;
no buscastte d laurel de la vktictniía
y él ciñó irumÉrcesible fcu caibczíai.
No quisiste el podtetr ni la nobleza,
y el genio *e otorgó su ejecutoriaj
I oo amibicianaáte el launa óe la hfetoria,
i y su libro mejor contigo 'ein(f>ieza.
' Fijos los icíjos, oottí aaindr profuTKlo,
i siemipjre en Jesús, tü místico modieló,
~'. 208
Etmbleniia qu*e en' el libro ide la hiátoria
señala el triunfo <fc tai aíu«d!az rateníto,
inmenso pedlestail ÜteÜ momi'm'enüoi
qvfc alza la tiema á tu ínclita nuemoria.
¡ Salve, Ooílióai', espíritu WeciKnido,
loco inlmortlaí que en místiooi delirio
soñaste hiaílaiT el ignonaclb mundio!
Si España te ipremáó con el martirio,
hoy España y el munldlcx )te coronan
y tu renomítíre, sin igual, pregonatti.
JUNTO A LA TUMBA
DE LÁ KIÑA
MARÍA ROSARIO LIZARDI.
Moirtr afeando mía niña» toidavla;
Tocar te exieetea oumibre sin caer,
Moüir tan dogel como tü, Mairfa,
¡B9to es ncüeer!
Antonio F. Grilo.
Nace el sol á la imíaiñaoa
de fe aiirona «en el regiaao,
y -desartia el ánir&o lazó
de SOIS ffUi%ores de graria.
Brota á ía vildía, lozana,"
emüreatwieíiíd'o su corola,
la íazfuceíia ó l*a aimiapola,
y velada piofr laj bruma,
nace rfizakía de espiu^mia
"eti' el tmar gi^gatiite Üa ola.
Ponce. yFont^27
210
Apaga d sol sus fulgores
liacknidio exjW'rar el diai,
. ck la mBft en Jfitt onda fria.
A sius tenues resploindores,
'inairchitos ya sus oalores,
cae al suelo dle^íhojadla
íkü 'flor qu€ fule ce!l*d>raid)a'
cuíail reina dte l'a hermios'Uira,
y va á niorir Sai onda pura
sobre la orillia apartaida,
¡iOb, fugaz y breve historia
del siér que á la vi<tei nace,
y <mzl niebla ¡se dieshace
sin diejar unía, memidria
idte s-u viidla tminsi'toria ! i
¡Ob. lieiro ibiipliacable simio!
¡Oh cruel y triste destinipí! .
El afima. gímiíesnidio aldlvierte
que la vida sólo es 'muerte,
buTla deJ (baidq mezquiino.
H'ámie lal caer die la tarde <
jíUinlto á tu fosa aolmlbría,
p'erlla) dte la patria mía!
Siento «el corazón, que alaaáde
'hacía 'de valor, 'Ooiboírde. ''
Y es qiuie mivoi frente á freníte
iá la muerte sohjriente
gozar «en su triiunfó Ideo;
es que eí frío miáilmol toco
q«u»e ocuflfta á uín ser inioiceinte.
F
211
Esta l'ájprdla mortuoria,
y el sau'ce triste y aolnillwío
<fe funeral murmurio,
traejiil h«oiy á lm£ -memorial
cuan fíugaz y traTtskoriai
fué tíUí exisftir en la tíerra,
y el ailma mía ^e aterra
penisaji-db en tu dtesvenliura, ^
al pie d<e la seipiiltura
que tus <tesipotjos emcáíerra.
Amgel fútete qu-e en el imuínkío
.apenas huella dlejaste,
porque est^redio le onloctaifenaiste,
áriáo, triste, itifecuirtdlo.
ÍY libre dlel toldo immmáo
de tu corteza hechicera,
cru<zaste la. azul esfera,
el iniinitioi, qwe asoniibna,
•y tuvisite pc^ adtfotmfcra *
á la inmensidad' embena'.
Dichosa fufltste, María,
que en. el fúnebre ajtaiúri',
¿I puerto ée ía slaí'U'd '
haillaste »eti tempranb día.
Libre d)e mumídana orgia
tus vesítidhiras dlejaando, I
vas en el éter fícltiatnldb,
"ual flota la Ibíanica mibe,
tu aiknla d»e niftar stiibe
a gloria 'dfe Dios buscando.
^
212
Dichosa tú, que leoDoootTaste
iemJ el inlfiniíto espacio,
el espléndáidb pautado
que tairttas veces sotñíaiSite,
Dddiosa tú que dejaste
pcín^as del mutudb mezquinas,
y 'en Ja» rególanjes düvionaps,
que con tu presemcila endantas,
smras Tdásúr á tus platiitai»
•mil eslieras ,pereigriflHas. - i
i Dichosa tú ! que el morir
•de la vtúdaí eou los adbores^
sitn anign:}d(ia<s ni doCores,
no es mioirir sima viivir.
Dichosa tú, que al partir
m% ituivisíte qfuíe temer,
y ;pairftiste A caíear.
¡ Lüíegar á lai excelsM cumlbre
•do irmdfiai davina lunubre,
siendo un ánígel es níacer!
Sauces de triste nfurinnulto,
prestad aü sepuficro solmlbra ; ^
ysiidletaís, servid de alfcxnAra
á una viofl'éta en capullo.
Presitlad, aives, vuestro arrullo
á la patolmlal inocente
ique el Mendlaval incfemeníte
azotó ai te-ndler el vuefc»;
venid, éngfeles del cielof,
cairttad su g-loria esJpIemdenlfe,
ar?"
EL TIEMPO
Al 8r. D. Victoriano Agüeros.
Un aáío más, vam aíío
su fremte en)rain<íci<ía
del tiempo en el a'bismo
ya triste sepultó!
¡Un año irnlás, -tm año,
suspiro óe ila vkto,
lalm»eín!to «ábUcroso
que el aire se lletó!
Un año, sí, ¿«qwé imiporta?
dfeckime, ¿qué es un año?
•Palabíia que ipronunjciám
los siglos al pasar; ^
214
soniáo imáteriosioi
iquc vag^a en giro exrtraño»,
y apenas si percibe
la m-memisb/ etemidiald. ^
Es nube vicCladk>ra
qiue aKá tetn/ el firtnamefnrto
va alígera arra¡sltTanld!o
su mainfto dle ona y tul,
y imáílaise ínidlecisa,
veloz cual ipensiamiento,
feu sdmtbra <ffl>ufjars«e
'diel laigo en la oodia! aaul.
Del mar dle tiuésftíra Vida
espuima qiue le^vanta
diel ■ itiempo fugitivo
ía aiirladla iteimipiestaid,
y lleva díe ola en KDilla,
con rapidez quie espanta,,
cabe lia (blafnca. orólfai
su Uri^te .fin á Challar.
i Deten tu vuelo, oh 5ieímbr3
que cnuizais d esp^alcio, , .
dietén tu vu<elo, escucha
imi grito díe d|oll»oir! ',
Tu vidla es cual mi vida,,
magnifico palacio/ r
forjado pct ía micnlje , i
de pobre ^oñíador. \
215
Deten ttjii curso et&mOi
Ipíues siendioi q:u<e l^ vjida
f ugtatz y deleznatok
contí'go huyanriía v*»; ,
que $>iion'to mi. cabeza
veiúse eiKajkeekfe,
y siento que irnj sangiie >
^d sopid helandb «^tá^. .,.
Mas ¡ay! «ñ vano, en vano
pretenidb, que es lacvm^
tu «naiudb torlbellkiío)
jniotoen-tos dfeteujer ;
mis ojos verán steijiiípTc
tu negra veatíduá^,
^uiall sombn^. vasia aoite ellos
pasaír, <dles(pai^cer.
Tras ella va im vida
cual rápido tomeínite
qoie cae d!e ía cumjbrc "
con ituidlo aítetradbr,
y -extiende por d, va¿4e
s-u lííirtpkiícfct conrieíaüe,
que miuíere enítre las ondas
dfel mar atnpsmíidor. ,
En vanq será, i. oh. tiempo!,
quie ^iga itu camlDiO,
y en vano que iprocure
ítu cur»o dteiiteníea;, , , ' • ,.; ¿
Tn muta es rutf^a.e'tíeTina, ,..
correr es itw d'estino
216
isin ttn k))9t8fliitle -sota
tu vóícuje swsfptemidter.
Al sopío de tus labios
mil sarteist se Hevarataiu
•do quiera que tú posa-s,
hfuyendo, el leve pie;
can tvidla se estttmjecem,
palpdltaii, giran, cantan,
mas hluiyfeis y lioís dejas
en breve penecieír.
Si pá níos dSós lia vida,
bien prcttutc^ te arrebatas;
¡isér eres caipftichoso,
oreactor y desHírulotor,
avaro de lai didia
qai^ dais y íutCigo matas,
fuente ^eves biienlbedhora,
ftíotren/te asioIaidcTr í
Anco Ms que en el cieJo
de Dios la maino itraza,
si dailíma siuis fufrories
il'a fiera teímpestad:
sus prístinos cafmlbiántes
revévien la espenatntza
que el echazón abriga ' 'í
del mísiero mioH:aI.
Mas ¡ay! cuan proivflol ^xtmgtiie
la nodhe con ^ ntamttó
217
los íú^kk» reflejos
del arco bienheduA-!
¡Cuan pnefaito la alegría
dottiviérbese en qtreflbtfWitít)!
¡Cuan (pnesíto tei verntiulra
tomarse vi en dteJÍor!
El día €s hijo tuyo,
la vida sitmboliza;
©í sol, tu fiel mánfisitro,
derrámaka dd qjuier; .
mas tú itaimbdén producieis
ía noche <juje horroriza,
la noche que stimlejta^
fatídica, el no ser.
Y así la njoch-e al diaj
•va siempre sucediendo,
q.ue en pos de la ventura
caanina «el cruel dolor,
y rápidds vaaii ambos,
tu imipuflso obedeciendo,
é caer en honda sima
'do nunca luce d sol.
¿Qmésí eres, ser extraño,
qoiíe rtajdes cuando mueres,
y mueres cuando naces,
que «íeim(pre vüvío estós
y siemipre esitás <maiirieindo?
Mi afán alivia, ¿qué eres?;
¿dfe dónde vienes?, díme,
responde, ¿á dónde vas?
Ponce y Pont.— 2
5M8
¡Em'iSg'ma misterioso *
que €¡t atÜrm.' (máa asoxn/birá
y en vano cofmprleindteiitie
p-rocuíra la racsóíi !
Ni espíritu, inixueipo,
tii luz, m a*un> viama scunbca;
«o existes y en ti exisrtem
las mu'ndbs, la creadón;
Tú ^viv^ piorq-ue vivo, '
no míu'eres poi^que mutera,
•Que nKíefttrás ^eres haya, <
tíx siomíptre vivires.
Tú marcas cb mi viKfci
la noche ipasajerai
La etemidadi sin ilímiittes
tíe Dios no nuaíncarási.
Tu curso. sigiuie, ¡oh .tiera,po!;
M rajudo torbellino
yo en horas de locuína
quisiiera d'eterieir;
tu 'ruta es ru-ta ettema,
cOrrer e^? itu desftiiino
sin u«niiMtei!n}te slollo
tu viaje sM&pemder.
ROSA MÍSTICA*
Rosa en el camipQ die David brotada,
dd jardm de los cielos desprendidia,
tú enubalsamais -el aura -de ila vida
por el n-egro pecado ^énveneniada,
•Rosa que fuiste reitta proclaimada'
die las ncisas de Sion, y enailteciidia
hasta el tóiono d)e Dios, estós oirouídia
de sól'es, y d)e eslrelÜas coronadla.
'De tu aroma divino ¿e U'enaro'n
cielo y tierra, y tu candida Ihiermoteulra
símbolo fes fiel de angélica ipui^eza.
Y ila tierra y Icis cielos te aclamaróíl
áe te flotres, la flor imás bella y pura,
Tiístíca rosía dte gcenitil bdleza.
DE VERACRUZ A MÉXICO.
A mi inolvidable amigo Franoiseo Sosa.
Ya la luz díe l'a» mañanta»
vaga y tímoda aíborea,
y en disipar se recréa-
la blanca indUa livóldinia.
Se esoudiiai die La idaimipaina
lai víolz pasusflKla y somolra,
y la gríBni locomotora,
qiue rugie, tiembla y.«Sie agita,
Ó^ raluda se ipreci^yita
y ya la vía devora.
Del momíte tra« la cortina
ste ocju-ltai, si fin, Veracruz,
222
y va cfiecietidb la hxz
sdbre la enhiesta colina.
En. la iiTlofntoña vecina
'inn niiaír dte niulbeis se me,:«.
Itras dk- luego a4)aírec€,
entre mares de arrebol.
Ja eticenid&dla faz del sol,
y á su luz ed muaildb creje.
•¿ Es .un sueño, ó es verdad? .
¿Es acaso devaneo,
ó es ifueáón qule e<l deseo
disfrazó 'dte realídlaíd?
¡ Qiué imlponentie inlaij estad !
¡qué regia natura:leza!
Brilla en ella itu gnaftideza
¡oh Señor! amdbadbra,
y en elía d aihna «tie arfíora,
y en ella te jnira y -reza.
Baja d<el soiel toórfeníte
dte los rayos tembl'adoires,
y la luz len íhíI colores • •
pi'nitia un cuadiro sicirpreindiente.
Miares 'Je oro reliufcieriite,
fliaigos die zafir y guaJdia, . ,.
océanos de esmeralda,
d)e púiipurai y d^e álqpacio,
'aipenas tienen espacio
dte los mofletes en la ía-ldla. ■
228
í Qxké hermiosura I ¡ qm »piorteiiito
ide cr^adtósi jativás soñada!
¡ Qué retatiéeád ígnc^^&áa.
por el •audaz peasattinentoi!
¿ Qivüé bardo &a el ai^dSmfiíetiito
dlp siiblime vnsipmiCKm,
j>i.do soñar tu visión,
¡dh miundio»! cuya bellczoi
hace pensar que en ti empieza
'del 'imiísnio Düoís la mansión?
¿Qué prntor lograra 'tanto
que fiel pmkirera cfoipiaírte ■
y á sus lienzios itraskatclarDe
con tuis ibelTezas y encaprto?
¿Qué cielo tiene itu manto,
que del sbl los rayos dbirati
y ricas tintas colorasi,
¡oh esfpléttKfidb cielo azirl!
¿Qué 'tuJ se parece aá tol
de las nnibes que ien ti moran ?
Rueda en sus rides de acero
la gentil locfcwnotora, <
fj;f las stdtaacías devora,
y yo djeteíileria quiero»
Todo es equí /pasajero;
fijaiCb ansio un instante,
y miix) albsonto, anhelante, ,
cómo intítcisío y -fogaz,
va huyendo sieini(pre hacia atfás,
y yo «íenupre hacia 'akíelia'nftte.
224
£1 lextenso llano miro I
cerca<fo por altas «montes,
Sqiué espléndidos horizontes!,
¡•qué panoraonajs aickniro!
Do qiuiera Ha. vista giro
iski dejar dUe cantoni(piUur
éatfe qoie parece un mar
d!e lio soñjüdá bdkiza: '
ó aquí el Bairaído empieza,
ó voy el cieto á escalar.
Sobre el viadwfcto atrevido,
qoie en piles inímlenisiOG diesoansa,
ib. máquina se abalanza
como leóii) persegniídoL
Cruje el itierna esttnemecidb,
«ue en Jos riíeles se gollpea,
y lanza la chknesiea
siu ca'bieílíefna que suibe
á comifundáise en Jb» n^be
que en la monitaña rastrea.
Romeos bramklos lainzando,
sti cairttera audlaz y rauda
cJontíeme, y su extesisa canuda
l^entannenite Va arnaisitrando.
Y á la alta CfdnKbre trepanidov
qiue siobre cura/bres se exitíedcle,
«In mar infinito íhiendle
Ick nubes y de oéliajes ....
¡son divinos cíortiinajes
íque lel cielo, 6 mi paso, pwendle í
225 '
Baja fuego májestiuosa-
y enltra en t\ tniniei pbsouiro,
^ cfcMDi paso firme y seguro,
cO(n. la aítívez de üina 'hermasQi
¡Allí está la ftóbtenitiCHsa
obra dfed genío : es el pu*enite
de Mietküc, íérrea »e!r$>iente,
que sobre monites idescaínsa,
y sobre iioncfe simiai lamza
su media lutia esplemdleihfte.
De esipanftiof y aribiiración
un griitío diel pecho amalnca,
ya la pcroÉumidía bailranca,
ya del hclmíbre la creaicióini
¡Qué iniefelble s»en«sacián! »
¡qué dfulce «elnioaiiuto, Dios (mío!
á mis pies d hoündo rio,
síobre mí Io=s aftos tmidnites,
más alllá Jos hiorizonftes
y do qmler tu poyerío!
Huye este duia-cfro graindiosíO'
qiuie en ei vacío ' sfe- me^e,'
y pírtonto idbsapaJr«ece ?
auíal ensueño vbípioróso. "* '
íLuego el vaJlte. •éelíkiosio * .
de Orizaba 'Se fprías'eota
que rmU .tírimores os-tenita.
^Cuáiuta luz- y culáintas flores !
!)el Pico los resplaitid'oires
anto prianlor aorecientta.
Ponce y Font.— 29
226
Huye el VoJk de Orizafca
y con él su/ mattislo tío,
•la ciudiaid, 9u caserío
qiue la wKXiba^ ooukdba.
Mas 'lucienido continuiaba
Citlaliteípec su be'llieza,
9U gallarda genitrleza
y s>U5 láMtoJB/ e>sp^aciiosa5,
que ha fosanaka<)o con sus rosas
b rica naturaleza.
Sube rugiendo jotra vez
el férreo monstruo de íuego,
se detiene y sigiule luüego
cortiendíO con avidez.
Pasa pncínito la estreduez
die otro tómel y otro puente,
y suíbte- y siulbe rugieiKtc
á las cuftnibpes -de Ma-lítra^a,
dtesde dbndle ®e retrate
tm panoralma esplendente.
Del valle en id amdio seno,
como búcait) dIe f Jdres,
duerme su stueño de afmores
de Ma!<tBTaítei el pueblo amen».
Die templos y casas lleno
se le ve destíle la ailtura,
como um «puebíia en mtnífía/tuTa
q^e regio akiar eton-beílece ;
y á veces desaipiarece
tras la revuieha espesura.
r
227
4 Cuan gentil y primoTiOtsa
te hizo Dios, ch ipaitria imía!
lj3tmás loca, famtasia
sofíó mansión, tan hermosa!
¿Mas per qué en el a-In>a> ansiosa,
al contemplar ttiu hermosura,
«urgir vi la imagen pwra
de ctra apartada llorón,
íque aidotra mi dovazóii
con Ifrenesí, con locura?
¿ Por iqué á <mi mente aciJdió
la Jiiiemoria iio tMomnalcia
de la tierra idolaitraida I
do mi cuina se meció ?
|¿ Re* qué d aíüma euaipiró,
dco tristeza y dtesconstíelo,
por corttettipJar otno cielo,
do entre ndbes de aiTobol,
más bnlSainte kflce el Sol
sobre el íníecundo sitíelo ?
¿ Per qué vi meoerse ufa-na
sobre la .playa arenoisa.,
la pailma getiitil y airosa
qiue mi verjel etngaJasia?
¡ No lo sé, patria iitzaJana !
lm,36 tú brdtaste á mi mentte
cual visión ¡re^lplaitóeciienite ;
V tm itiquietei' fantasía,
5cin las gálais te vestía i
ie esta tierra sorprendente.
229
Eiivítíiaiba sus colmas
stis kjaajidls horizóbties
y sus tiiieb-IaiS op2í8i<niais.
¡Cómo, kU9 ¡maffios dSivkias,^ . ^
¡ oh México ! lié a<toríiairo^, '
y en tu sorao derraimathcAii, '
cClmiálndolte dte vteüiftuíra,
lote domes die lía ibea^mostira
que otras tierras te éiividiaron.
Mimclho tiettiiipo ya iha pasado,
y auB gratoaBla estó en Jia jñuenrtíe
ini litermÉosura stoniprenidleníte,
t-u eniciamito ntumca soñadb.
Pretendo hay, íoco ,y psaldo,
imís caocionies 'entonalilte,
y en mis versíos rétrartiairte . . .
i vano eisftierzo que me afanatna !
íRotmipo ya jfa. tosca plurn^
q-ufó no ha podSdb piíitairteí
LLAKTO DEL CORAZÓN.
í Y eres tú loi que un tkmipo -me decía
I qoic <3K>ti el akna entera me adoralha ?
¿Y ores tú la que antairplle imíe juraba
tnil veces que jaauás me olviid^na?
\¿ Por qiuÉ htDiy te miro indilf érente y fría ?
¿Dónde está die tiui amor la ard'ieinte lava ?
i Tú, pérfida trnijer, eres yaj e^cl^va
de nana locaí pasión qu<e ma es la mía!
Corre ciega y cautívente los lazos
á qufc ese afecito criminal te lle^va ;
taspa Ja v^nda de mi fe en pedazos ;
mi recuerdo á comipas<ión te mueva...
- te inuporta mi am/cír ? j Olvádia. y goza
^rae mi pobre coraizón solloza !
F^
EL NADADOR Y LA CORRIENTE.
Mijcho de audaz y pioco de prudenite
tuvo seguramenite
un ágil nadador tqtie pretendía,
en no lejano día, '
cnuízalr im río conrtTa la carriente.
Y auí<qt*e no ie faltó q^riem le dijera
que el riesgo no <*>rríera,
él, obstimdb y lodoi,
tie su fiuarza y valbr no'desconíía.
Se desnuda, ee lainza á la onda frb,
ein donde se le ve luchar á pkxo.
Y ludia cotti valícr y can pujanza,
con itian ¡rafrio demieid'o,
e llega á soníreiríe la esperanza
siáíír victorioso en la ardíua eímpiresa.
i la «crilla conrt]r,a<riia á ver alcanza
le nádate* .no cesa;
232
mas 'ía fvf&m le falta, aJ fiíi^ y eí b'río^
y aiuiniqíiDe ski tregiua 'kodia
coa creciente valor y ski» des<,ans%.
la corrktutie l«e arrastnai y e» el río
húndtes^ haManiido inevitable mu^nte.
Un in's»tain*e desimies, su outefrlpo inerte,
qftie Ta corrienite azota,
^bre las <xi<dia» tutifbulenitas {lK3lta,
y eímipiijado del río hacia un remanso
paréete que iHaivegiai
y á detenerse entre los júnelos llegi.
"Esta historia dletnues-tra solaanente,
que íes inútil atudacia y j^ran •kxcura
con la: fiatórza Iti-diar dte. la ióorriéi*«I'M
f -
EL SÁBADO DE GLORIA
Sohre la ini«a azul dtel bcrizontc,
que «n curvaí imnensa extiéfvdese Icjanc,
dsid <íe la mañíanai
¿nal tnaíve leijrf^rtdorosa,
á vnaivegaii comienza frnajesítu^^sá
con sus velas »le fiiego sacudidas
pdr impetuoso vientio,
el iiiifniiijo mar «del ftrmarneiito.
Las ndebkis iímpelidtáii
de la ailta cumbre. del Calvario momc
por eí aiíTe sutil eti que s>e meGcn,
bajají áéí valle «hasta el risueño fondo,
" "' fin dlesiiparecen
baffTaiiíCja proéumdió en lo» niáálioíídO
}ué* «spíeiidíoroso el lucnánar del dí;i
latyos lanza en la azulaidla esfera,
Pon ce s Pont, —30
234
llevántío ia alegría
y la luz por doquier, coi^so si l'ubicfá
Il€gaj(Jo-á la mitad de su ciurrera!
-Torrtetntes de armlotiía
se e^uchon resonar, cual himno san-to
qu«e añegtre coro angelteal adzaní
y al Creador d-el mundo dedicara.
Abren las flores su nevaao broche
luckindb en sus corolas
que diel rio en las linfas so retrata»,
lágrimas qiuie virtió la dbia noclie.
Y surgen dte sus cálices las olas
de -los pertfufnies suaves
quíe en lab omidlas die^I aire s-ef^dilataít.
Y soínríe feliz Naturaleza
llena úe puro y cándSdb a'lborozo
al destemplar su mágica l>elleza
Mías súbito 'te-nublor conmiieie al mundOj
cual si un asitro, saláendia dei camino
que -sieñailaido entre los orbps tiene,
rozaida hubieira el eje dSaímajiíin o
en que el orbe terráqueo se mantiene^.
Y aílá del cielo en la ahuilada altura,
surgir se ve >uln querube
>áe luz vestido y nítida blanioura,:
y la extensión áel cie'jo ^
cruzando en ¡manso vuelo,
al sábiio llega dlondle em pobre fosa
del Homlbre^Dios b hu^nríanidad «reípoaa.
Sua^ve perítnjie, comoí flcir divina,
de Cristo el cuerpo exhala
y apenas con el ala •
el Ang-el dtel Sénior h. piedira' «toca,
se albr-e 4a tiAníba y die-mbadois caen,
<fe sírt)ito pavor sobrecogidos,
cdirio las carktó que doblega el vieti?to,
los sloCtíado's <fe Heirodes escogMos »
para guardlar -de Ctisto el momimenito.
Con suaves y amomórticas resinas '
llega^ion las muyeres
q«€ las- bu;e'llas ídívinas '
sigtrienon hasta el nKwute del Caívarío,
y glraiiKle &ié sly asoimíxTo cuando vieroit
vacía ya ta tumba
en que '*' cuesrpo de Cristo hi&llar creyeron/
y en <^ wicllo el blanquísimíO ínidarío.
^La trfete 'Maigdaflema
deja, lentonces, dorrer aoerbo Ikinto ;
ante el ^^epuJcro póstrase, y la pena,
y el hondo'd'eisootfisuelo, y el qiuebranto,
en siuis soMbras amiargas la envolvían . . .
Mías d'e ;pfron<to tescuciió q^ue le diecían :
— "EH, «mlujer, ¿píor que «lloras?"
AT oír tal sucenito, con presteza
tcHTnamdto ta cabeza,
ve enitre mares d)e luz airrohadoras,
jxm maíestad' aHigtisita desitacarse
dp <3u Jesús la imagen bend'ecídla,
bsorta y sorprendida,
' "ase á sus platutíaiS ; . '
236
mas extiendle Jeáús lais xnaaiOis^'&Bitit^ .
las aun (heridlaís y sangtitínitais itiamcSj*'
Y — "No me toquies, dice ,soy el Cristo,
voy á mi Badre- aún ; á tmis íbémxá3Tíc>s
di qule á Jesús ^esditiitaidk) hais vistto." -
Prontb kt extraña riueva, -
cdmlo la hxz que los espacios hieíntíej
por la ciudaid se extíe«die; - "'
la fe de los .dSscípullos TeíMiieva,
y conte e! pueíblíO en gttíptti&'Stfaftióso
á dointemiplar á aíqueil •Crucificado -
á la vidla inníoft^ resdciteldo. "j
■■ ■■■■■• .■'■■'. _%'■■■'"'"
Predicho estajha así. Las esidrirtteas *
tuArieronr ya su exacto cu^miplimiento.
Eil Hlambi-e-DiiOs desde elevaidla rock*
alzaste maljestuosio al firmaimeiíto,
y cual raiáíante «aligero qi^íHiábe/ -' * ^ \
desaipaTece, ál fin, en te álttrás '/' -
enjtre el fúígidb alíbor de t^i¿e ftü.bíé; . ;
EL REtÓJ.
M4qtiíjnía( 'Ores, portentCMsa
en la que jiutegio reside,
geiuio que del tiempp; n>ide
la carrera presunosa. . .■
¡ IiweiDciáni maraivi'llosa
del huimiaiio pensQ^xnkntol,
tú nos íTiarcas ,el^mto»men(to
brevie y fti!ga2,iíe la vMa, ,
Iqoíe es esrtlaicíón de partida
en el vaífe dlel twmento. -
Escudio aibsKJirto, aaihelante,
el sanido aconupasaidb,
iipr»e iguiail, siempre pausado,
tJii ipóndolia loscilamte.
238
I Oh qué br-eve «s 4Mt instante!
LfO^ segundics soíe stwi ;. y
ta rápida oscrlación, - ^
instantes fogaces, leves,
como los latidlos breves
del reloj d-el corazón.
tLlevo la mano abatido
al coraaón» palpátante ;
ai tú onarcas mn instante,
en éste siento un ^latido.
Tú, corazón doloirido,
sus pasos vas señalando,
y estáis los dos fevetendo
eí triste fin die la -etapa:
tú, reloj, qu-e lel tiempo escapa;
dorazón, que vas pasantíb.
' Un artífice divino
parece que ite fio»r»mió,
y el tiemipo medir te díó '.
como tu único destino. •
Sigue, reloj, tu camino,'
nía internumpas tu carrera, í
que al dletener-se^ creyera • ^
que el coraeón dejaría
de latir, y que sería
ley fiorzosa q^ue muriera! '
JULIO CESAR.
En consorcio feliz al genio aduana
vcilor y aiudacia : al itemtplo de la gloiria,
por fe senda floridla die leu historia,
-en sus alas le lleva la fortuna.
Su genio resiplandtece en la trilb»una,
y cxwisigue el laurel de la oratoria;
en la gfuerra í-e guía la victoria, '
y es so fama itimoctad como ninguna.
De su rival la estrella ifulgura^ite
á la 3«z de la sJutyai palidece,
y hasíta el tnono se acerca vacila«rite.
. Ma-s cuGíido el muindb' afcsortio le obe-
(decí*,
brilla el puñal dé Bruto, y el gigante
en brazos dé la gloria se adormece.
4 i. r
CONTRARIEDADES.
Silvio su jpasión declara
á la genitil Mag<M*eniai:
él oirge y -ella resiste,
y al fin le dice niisueña:
—*']\\xr3is qu« me quieres, Silvio,
¡.y iqj'alá no nue quisferas !
pues no tpudiienido quererte,
tu pasión ante causa pena.
¿'Gomo fué que resolviste
combatir mi resistencia,
y quererime, á pesar mió,
ddntra d vienito y la marea ?
Tu ardieaute amor importuno
es tin amar que, por fuerza,
lejos d'e caii&amos dichas
sólo desveiubulra'S creía.
Me quienes, y te parece
natural que yo te qtnéra,
Ponoe y Font.— 31
242
y al verte deseírgañado
^.&u>e'íta5 al <k>Iior las riendas.
No. te qjttáero, y tu carii» ^
sólo á sufrir irnie condiena
desazontes, inquietudes,
contrariediad/cs perpetuas.
Amtor es mota sublime
qu>e en el aillma nace y s^ena^
y an las ondias de la dácha
íiasra lio«s ci-dos se eleva.
Esto es amor, si ki nota
con otra armónica suenay r
y am/bas uinisianas vibran
y en el espacia se elevan.
Mas ; ay ! si la pobre nota
solitaria gira inquieta,
sólo es ingrato sonido,
áspera voz pasadera.
Esto es aimior, no ío dudeSy
si en uffi solo pecho reina,
si en un corazón anida
y no hay otro que lo sienta.
Quien ama, stafre tormentos
porque su pasión desd-eñan ;
sufre la persiana aimada
que no quiere qae la quieran.
Todas son cofiítrarieda/áes,
zozobras, disgusitos, (p»enias.. .
Conqute así, nú cairo amigo,..
no te quiero, ausnque m-e quieras. ''
PROBLEMA.
Virtud, eres nm. nombre, exclamó Bruto,
cuando en Filipos el amargo fruto
óe su traición á César recogía;
y pudo la osarfia
•de .tan procaz discurso, en su dtenrlota
coíuquistarle el dáctadb de patriota.
Vende á su Majestro Judas Iscariote,
y d-e traidor el (pavoroso tmloite,
víbramioi en siu conicieincia, le intimida
y le acosa sin tregua y se suicida.
Aqui para dlaír pon-ta
á ia cuesitión, po-egunto:
¿ven en Judias y en Bruto mis lectores
om traidor y un patriota, ó dos traidores.
Ovidio Zorrilla.
SOLUCIÓN PROBLEMÁTICA.
Con nuitaai ñlosóiñca,
fxyrmufxzs un problema,
a<iof>taiido por tesis ó por tema:
si en Judas ven y eti Bruto tus lectoires,
un traáicllor y un paitriíata ó dos trai<iores.
Al criterio común tal cosa ataca;,
pues á Bruto han tenido por partriota,
• ¡cosa extrañai! á pesar de su derrota.
Suiele olvidarse el crimen, si á él se aduna
el vencer, con pronvieóho, á la íortuna.
Mas si se rindie á la razón tributo,
si patriota, adtemás, trai<ioir fué Bru(to ;
y si traición se llama su delito,
pues fué diesleail á la amistad de un hom-
ahora necesito (ibre,
que des a>l crimen- die Iscariote nombre.
"Y será cuando sepan tus lectores
si ambos no fuenon más q«ue dos traidores.'*
:■ í^
/jita: uiA'>ív\ XLODaa')^
elegía.
£ii la llorada muerte del inspirado poeta Presbítero
Li« D. Francisco Vadillo Arguelles;
Rompes, al fin, >hi arcilla deleznaibk
^ue entre scwii'bras ¡tu espíritu eclipsaiba,
y alzaiúk) el vuelo, en majesirtuoso giüo,
á las regiodics de la hiz te íaiTzas.
Desde ía cárcel en que triste moro, "
cárcel del mumdó en que se aiStfixia imi aima,
envfdSiasb Kxwitemjpllo cóltnó smbes,
agitando fefií tós niveas alas.
Ya el siuíaív^ resplandior die luz divina *
te circunda do quier, tu rostro ibaña,
y la mibe lumimosa que te envutelve,
más teuluz «d^ tu 'espíritu agigiáirita.
248
Se oye del cono angelical el himno,
y se escucha el rumor -de líos '^osajisnas/'
y abre sus tpuertas ée dia-mante y ora
la celeste tfnainsión de venturanza.
Toma los ojos hacia mí un memento,
no te ocultes sin dar luirta imdradiaj
al sepulcro somlbrío. dond^e vive,
esta vida, que es muerte, el alana esclava.
Mas en vano nui acentJo enítre gemidos
á ti se eleva y afamoso clama, •
que ni escuchas mi* voz desde la/ altuiita,
ni /ves correr mis abundosas lágrimas.
¡Felice tú que tras de corta brega
saliste vencedor en la batalla,
y hoy ciñes á «tu frente k corona
de siempreviva y de laurel fbnnada!
¡ Dichoso tiú que á la región sublime
que tu estro de poeta» adivinaba,
dondie la dicha y la verdad inuperan,
arribas libre de mortales ansias!
¡ Dichoso tú, mientras que yo, infelíce. •
latadíQ' al poste de la vida toman», .
•siemtto cómo se cla/vatti en el pecho
lais fle'^has del dolor envetienadas»
Surgid, sungid de imis cansados ojos,
;oh ^rlas del dólor^ i^go del alma!' -
;J
249
Cual tonrieiite en su curso detenddo,
hervorosas brotad cotmo cascada.
Nio lloréis ipor la muerte del ipoeta,
que esa muerte es lai vida que no acaíba ;
llorad por imí que «vivo agonizante
sombra de vida, cual la muette amarga.
Llorad «la ausencia de mi tierno amigo
qnJe con mano piadbsa os enijugalba,
cuando al emubatie del dolor un día,
de mi angustiado corazón brotabais.
Jaimós le olvidaré... ¡bendito sea»
el oonsuelío Itevó con fe cristiana,
al lecho del dolor en que mt mad^e.
madre del corazón!, agotiizabaí
Surgid, surgid de mis cansados ojos,
¡oh ¡perlas del dolor, jugo del alma!,
y no os sequéis jamás, si no he de verle :
si no he de verle ya, corred, ¡oh lágrimas!
Ponéis. yPoTit^32
r>;. . í,*,/.- ., ,,.,, ,.*
IMPOSIBLE-
Yo quisiera que tu alirta., préndete, mía/
con lazo eterno á mi alma se estrechasen
fflístioo lazio qute jamás lograse
SLkfvosz romiper la parca imipía.
Y «del espacio á la regiión vacia
él delirio de amor nos transporttasey
y tu espíritu en mí se reterease
como el mi© en el tuiyo se extasía.
Y "Cíillaizakiois, imi bien, estrediamiérntic
y en uno cortfumidkios, cual si fuef afl
los dos UBI solo ser, eternamente
gozanafi de ima vida inmarcesible
y de affnor en el éxtasis vivieran ...
jTristte óe «ni, quie sueño un imposible í
1
ANTE UN CRUCIFIJO.
Y ese Aleluya que do quier retumba,
Ya al üaÍYeno redimido advierte
Que eres entrada de los eielos, {tamba!
Que eres ministro de ia yida, ¡muerte!
Gertrudis Gomsz dk Avsllanbda
¿Qué es el hombre? somlxra vana
que en el cielo de la vida,
va por un sopk> impelida
esi deleznable aldiíaina.
Celaje odaklo de ^ana
qtue leves forma» adqitriere,
débál sonido que hiere
las ondas raudlais del viento,
y conDQ triste laaneoto
•nace, crece, yaga y auauere.
•Desde la cuna al pianteón
¡cuántos ajEnarigos dolores!
¡íGuán escasas son las Mores
ique alegman el corazón!
¿ De qué sirve la aaribición
€tfi este mar de tristeza? " !
254 ,
¿De qué sirve -te riqueza? . 'f
¿ De <jti«é el ^xxier y la gloria ?
tTíotio es samíbra. trainsitora,
r u indád, rniis-eria , f Laqiuieza !
i Y 'hay quieni se emipteña en amar
esta vida que no es vida!
¡Y hay iqujfen^líL sandaijP<>ri'dar.í^
de líai tierra quiere hailíar!
¡Y hay -quien se afana *en gozar
toda suerte díe dulzuras,
cuando están las sepultmiras
y los féretros abiertos,
siemptie recitbienido muertos -
ein sus enítraña-s obscurasi!
Vuedvo á Ti, ¡ oh J^siis !, los ojois,
y tamibién entií s¿nAfliaai»t¿ - -
«miro á la m<u«ert^ triuiitente
•caufiíarte cruetes enogos. •
Miro tu freíite die aibrojios
y de espinas coronada,
y por sanig-rienfta ' laftizaídia ' -
miro itu costado abierto, •
y t;-i miro, ¡oh Gi"íVtoí, 'muerto,*
y á la muerte ajl'borozada.
¿Mia«s qiiHé dice el lafbia impío, -
pre?a el ailma de amargura?
¡Perdona^ ¡o^ Dios!, ¡mi locura;
perdona mi désvaifíio! " ".^ ■
De la muerte él .podetío'f '• >- -
tú para siemipre humi'llaste^
265
y á los hotnbrfes libettaste
de una eterna mal<iáción:
spuaertia es ya de saávaciófi
la muerte^ ét qmen-tríunfaiSte.
La molerte ea la Cruz litwxi
cmel batalla con la vida,
y a*Wi la míuerte vencidia
por su contrairia quedó.
Y poijes la vida alcalizó
esa espléíidídia victoria,
ya, muerte, es íva-ma, ilusoria,
la fuerza de tu poder;
y tu cetro viene á ser-
tan solo insignáa irrisoria.
Ya jannás la estirpe humana
sutfrirá tu ^xxlerío,
I» sujeta á tu albedrío
sema tu presa manían a.
Tu victoria es ipomipia vana,
que tras el triunfo aparente,
vuelve á surgir «sonriente,
naciendo dte ti^ la vida;
y al fin doblegas vencida,
la adusta y sober*bia frente.
Cese de correr el llanto,
vuelvan los ojos al cielo,
que es vida, luz y consuelo
el Señor tres veces Santo.
256
No es hinmo triunfal tu canto:
6i (tu voz do quiera zu&tilba
y en los espacios retuanba,
r*u« ere^ el hottnbre ya advierte, .
sierva dé la vkJa', ; oh muerte!
puerta ée los cielos, ¡tuimbal
^
DIO».
Ser cuyo ser de nadie has recibido
y eres el mismo ser por excelencia,
iti ha tenido principio tu existencia,
ni llegará jamás ail fin temidb.
•Ctianifloi viv^a, ipor Ti só-Io ha exisltido,
que es madre «universal tu Providencia :
vivir ó ser sin Ti fulera demíencia,
I y Tú, no más dte Ti, síanupre has vivido.
I Tú eres e] Sumo Bien, la Vida misma,
de !a Verdad imlpenetraible Arcano,
' Fuente de luz y es|>l'eínd'oro60 Prisma,
I del Universo Padre Sobenamo
I y cuanto creó tnii omnipoiten*te mano
como en anfeires dte luz en Ti se abisma.
Ponce y Font.— 33
:^:^
9
QUERELLAS.
(Caprteho aroftioo.)
Tiempo^ cjíttte vas presuroso
como la soffníbra pasanido^
escucha* las iniis querellas
q.ue del conazsóti exhaío!
Ayer, aleone é ristuefío
conria por estos prados
sin pesares (nán 'ddlofes, .
ski ania<rgx>S'^senigaños..
Elstonce diez e ocho abriles
auian sobre mi pasado,
e era tieriK» en peitsamíentos
assi oomo en tos mis (años.
De la imlocedad el fuelgo
esitaiba de mi adueñado». ^
e en mis ojjios Se plazían*
muchtafi dlairnaA^ontetnplaUo.
Fué genitil la mi ajpostnra
e el mi talante giallardo,
26()
anskia como l^caña
que ostenta el Ifruto doncdo.
Fuerte el ciuierpo resistía
la airmadum-, e lanza, e casco,
e la mi e&paida ñlosQi,
terror de «bandos contrario».
Mi neg«ro potro regia
muchas vega-das nxú mano,
ya en las cañas e tomieos,
ó ya- de Mar*é/€íí Joá J^íí^^
Terror de los perros morosT
espa»mtio de los christiaaios,
por las xnds nxuchas jiaseapas
kiuencíble fui 'llaimado.
|Ay de mí! ¿Qué se ficíeron
la mi apcstuca ¡e mí garbo,,
die los mancebos -efiuidia,
de las dionceíIas'«ncajnjto?
¿ Qué el mi comje e fiereasi,
qtiié del mí fuego e «u¿ rayos?
¿qué fué die la termoisura - ;
de los mís> años ip«fasaklos? '
; Ay ide inití ! De tattiieoisí hiénes^\
de esas prenda.^ «"regalos, ^ •
solamente finioa agora . ■ -
el placer de íwoípáalllosk ^ -
í RemembraníMs feíagíieñas
cicttno ías fiares diel tctímpól
¡Las mis muentas-alegrías^
ios mis amores '«pasadosf •
Non fabléis al aímst agoraty
261
Ansina se queneliaba
un pobre «vieja fidSaiJgo,
del Guadalqumir ferirnoso
hús claaias' o'mías niiranldo.
T
1
?í;.^
AFRODITA.
Ckmio «h€aéiilioa estM^na óe graiiAto
Se aüza gentil en pedeetaJ derecho
lia mirada lanaamido fll iníflD»ito,
A^í mi amor füsaftbase en el,s>eoho...r
¡Y hay «i cadlftyeír jxaira mi maldito!
•Sdento ya que md espíidftu d€£»ata
Xazoe que xm tiem(po al tuyo lo Ufaron,
Y Tiendo que tu'.iuttor eoi^rya y mata.
Sos eJas & la 1ti£ ee des(ple>garon
Y huye le^os -de ti, mujer Inigratai
No te aano, no: las loioais llTlanidiadieB
Eüan brotado aA caikxr de tuis excesos,
Y hoy el hastío & tu locuira añíades,
Y meaxAs» el acíbaa* & tus besoé
Y la sojODÍ/bra & ti» tgneaa claridades.
Gomo el beeo de Yenus Aifrodlta,
Ss tu beso fiaftal, que ardieaite y vivo.
26* -
•Slamipre al placer eaienvadoit inicita, • --*^ •
Enciende el fuego del amor lascivo . , ..-
Y ]»< fkw 4*61 e«|>i<r]íttt uifiíidbáta. **'*^
No eres el áin,g<eil que juzgué un instante
De inímiacTiílada y inríetiiia bdUeza;
No ece» el ideal que suefio aananite;
Y yo bn<sco cQ candoir y la {Murezai,
Cíotmo buBca la loz el ave erraiiite.
iComo heléndki^efiítsbtfiía Ue granJito,
Que entre escofluíbros halló su otoscuro lecho
Do no Inrad'lia la luz del Infinidto,
íE)n la tunníba sodnlbría de mi pécibó
Yajoe el ciadiáver de'tti íUmiOír niiaSdito.
Marida, 1902. ' ' ^
j
▼
c5
^--¿^
^7^7^*=-'^::^ -', rCtó-*
^^^^^E
EL AVE NEGRA.
Boí^caiba aitóíoeo «ü el aaal dei cielo
Albos cendiatoa, atlas de quembe.
De alguna virgen vaiporoso veCo
Y luz Tiente eu la dtonadla enibe.
i Y vi que es vano mi ardoroso anhelo!
Desde Ui Tooa en que la vida me a«ta«
Hecoetado entre e^liaas y enjtre abrojos,
S6k) Gonitemjplan mis camisados ojos
lioi lue del tsi^o q(Q^ -nos háere 6 mata,
lia ]iuz • sainigri>enta de reiflejos tojos.
iSiemipre <miíro la nube que me asombra,
La nube negí^ q.ue do quler,t«fe ensanciha
Y Que afta de Dozíbel, quii^gás, ®e nombra',
t>a UAiibe negra, fumeiral ailfomlbra
Qtie cielo y tiedra en^temebrece y maiiclia.
Tímida el alma y de terrores loca,
Mira fta nube, que los aires hiiemde,
£^ ajve conrvertidtfi; haeita la roca
t>0)!iide a(go(nl0o adigera diesciende;
Y ya mi flrente enardeeiida toca.
Poncey Font.— 84
266'
:B1 btiltre d^ dcvlor^ el av« iaaiM]»v
Que en la» tomíbas tan «6k> se lecraa.
El ave negra qfoe ¿bfanoea huameft
T>6Me k» «tofts áejmi sa envoltura,
I>6DCle la inue<rte podrediimibTe crea!
B/1 ave áe^ dolor Qoe se abaOfuusa
A mi or.ime, que ante eiUa se estreonece,
Bratre %m gpnn» con fñroic me afianza,
Eíl corvo pico míe buDide y desparece,
Y el palpitante corazón me. alcanza! .
^Marida, 1002.
T
... I
m&m^M
GLORIA, DICHA Y AMOR.
(En el álbum de una artista.)
¿CAmo quieres, heipniosa, que yo escriba
«n iQB pá^ians 'bJaincas d^ tu Ifibcv^ > <
si mis V€móÉ «nán coimo la somite^
que erafuifia áe 'la tus el ra^^o 1ÍJDi![>]do?
Ai enoainDiair mis veiBoe en siis p&gimiafi
¿namiabafi BerAta dn» su tevuiiai y brilio,
y mi ibnmllde tncoilano penaatmlenito
«1 sofpiky hél»ido áeA ifiyiemo frió.-
V^an & ti las nxteve de HeUicoma
y los que soiUr sus piedlSeetos hijos/
y A 8X1 aftiaDito soberano, flcaies
'broten lozeoias en tu heonnoso l&bro.
I'Mbb yo cyué puedo djarte que mo sea
ée cu liMJLo«ara y gemitileza Indíigno?
¿qifié {roedo dairte? de mis iMihres íSotres
9&I0 quedan in/útiles residuos.
.268 . .. .^
Pue^O tuve eD el ataia, y fne^ ardl«nls6;
corno la ILama del voOicáii bravio:
ñute el doSor, la duda, el d«se(n^s^o«
ee conviirtló em» ceaisa el fiuiego vinro.
Mas tú lo quijefeB: pldíes un lecfuerdo,
tina sosDJba», unai baeJla del caTiño
t>uiro y sincero qitie k^spií^ar sujp&ste,
y jt3e'c>t|fedece/e^'iwniaiiip|ep>^^^ - .
¡Que la luz de tu genio se dtglgante,
que suiba eoi haces hmp^ el «uto Oüünpo,
y derraimanjdo allí sU6 ondas de oro
lleoe tu gloria ex<^tea eil infinito!
I^a dto^a; de kt ókúm te Goaxme, -
s>i te hleirefi l»s fledudA' dífifl dioo oá^-
y nunca el desamotr te vesvEa, nonett .
Vltcftisma seas de su cruel dominio.
Cuasndo la cepa del {>la>ce)r aipuíree»
un recuerdo cosMacKgta & mi caiifio»
Una sonrlsai & mi amistad stnoeta,
un penisnmieiivto lal i)enisaan lento mío.
Mérlda, 1902.
AFELICIA.
Si en bofrasoosa tormenta -
fte agita el mar de mí vídla*,
y entre escollos y peligros
veloz mi nave camina;
&i en aiBán tan anigusitipsfO-
do qaier dirijo la vista
flbiuiscando el seguro pu-erto
die salvación y alegría;
si en vez de -un nayo tan soto
declara liiz y benigma^
nieblas y sorrrfbras conrtemiplo
cercar mí pobre barquilla ;
«i en el alma la siniestra
inano áel dolor gravita,
y roimpe desapiadladia
mi corazón q.ue «agonizia-;
atm .miro e<n lél ailto cielo
lucdr estrella divima
que á liTchar contra mi estrella
constante y buena me anima.
270
Astro de luz esplendente
que es mes hercnoso, Felicia,
imásquie la ¡lusiónr primera '
que nuestra .mente ilum>ina.
Ondas de luz laipacible
húnüedas de amor emvia,
y mi alma aooge, afaoosa,
loca de amcT sms caricias.
Eres tú la blanoa estrella
que e«n el cielo de mi vúda^
demamando sus (fulgores
mi honda trisít^eza disipa.
Los rayios de hiz herniosos
que hacia mí la estrella guía,
son de tu amor licxs efluivíos,
son de tu amor las caricias.
NAVIDAD.
[Salve, oh suelo (poiiten'toso
de la histórica. JtKkia,
donde el aluna- se recrea
GoniD en jamdin delicioso
que la suave twisa oreal
j Salve, tierra encantaxJora,
tierra igemitil y galamia,
CU03. de la fe cristiana
que mi alma entusiasta adiora
desde la ediad mlás temprama!
Del miumdo ingrato olvidada,
eres cual violeta hermosa
q»ue se escomíe p«udoinasa
allá en la sielvta, atpartadia
áe la ciudlari' builliciosa.
Tu seno abriga, rísoieña,
cercada de resplandores,
272
de anoina, luz y colores,
la ciiKkd iqtuie el alma sueña,
m<k) de gratos affnores.
La ciudad die quletv Micheas
dijo así en la pinofecía
qii<e su ipoiieblo repetía :
"¡Bendita por siempre s^s,
bendita, sí, todb día!"
"Eres huamildié -y pequJeña
de entre todlas las ciudades,
san pomipa ni vamidad'es ;
mas serás dfespúés la enseña
de universales vercteidles/*'
^^De ti, ciud^., nacerá
liiíjio sumiso á tu ley,
descendienite áe tu* Rey,*
que glorioso reiíiairlá
del señor sobre la grey.''
Fué Jehovó «quiíen sje lo dijo,
fué Jehová qtii^enie inspiró,
y lo que el Santo anunció,
!o que el Pri3Í'i1a predijo
d'es¿>ués el mundt) aumiri!.
¡ Hé allí la hti.miíd'e ciufdaki'
iqiuíe es cuna ¿éí Salvador,
fiuíesnite puna; del amor,
abniígo de la verdlad,
d«e los infiernos terror!
278
Sobre tina verde colino,
se eleva en el ivaille aroeoo
de flores y oilivia& lletio,
y cual señora domma
bajo un cielo a^ui, sereno.
El lugar humilde, obecuno,
d>e la anitígua Galilea,
¡bendito entre todos s«ea!
pues fué refugio sieguíx>
del Santo Rey de Judeai
En su origen pobre fuente,
aiuviique dé agua pura y dará,
gota que á secar bastara
un rayo del Sol luciente,
si el Sol á .taátiCH llegara.
Hoy podenoso Océano^
mar sin itondo ni ribera^
que abarcar jamás ;pU'diera
ni aun el pensamiento hiu;mano
en su Uinwtada esfenu
Es el aíto cuatro imril:
huyó con» la luz el día,
la noche tendido había
en el espiacio sutil
su caiheHera sombría.
PoBoe yF«Dt.— 35
274
Envuelta en iia sombra obscura
Belén diuienm^ en su CQÜna,
como tcida Palestina;
grave silencio domina,
y en el monte y la llanura
Sólo se escucha, si acaso,
d«el viento él -triste gemido,
ó el mcnótcino balido
del cordero cuy» paso .
semeja un eco. iperdidb.
Del Ed'er junto ¡á la torre,
en la caiirupüáiai cercana,
su manto de filigrana
súbita -el cieto descorre
como en plácida mañana.
Y á los ojü's asombrados
de algunos pobres pastorea,.,
l'uce el cielo mil coliooies,; ,
y los oampos dilatados
reflejaini sus respknd<>res. ;
Desciend^e aHá de«k' altura
del espacio esplendoroso,
un ángel de I'uz hermtoso
dcimo un sueño de ventura^
como éxtasis delicioso.
En pos de aqiiiél,. otros. imil, . . .
van de los ciielos bajando,
el ancho espacio cruzando,
* 2715
y en sus arpas óq marfil
himnos de ■amor eottonando .
"¡ Eterna, gloria en los cielos
<Ie la eterna inmensi<ta4! ,
¡ Gltoria al Dios de la bondad,
y al hombre paz y cottstielo,
si es de buena voluntad!"
'^¡ Levantaos 1 Presto el sueño
rechazaiAio de los. ojos,
id á postraros de hinpgos,
que ha venido el dulce Du-eño
á calmar vuesitros enojos."
"Cami?nad, hijos de Adán,
no abriguéis ningún temor,
que ha nacido el Salvador,
entre miserias y afán,
•paira ocnltdor su eisipliendolr."
Recoge el atira afanosa
lia celestial melodia', ,
y al quebrarse en la onda fría
de la fuente bulliciosa,
imita ñel su armonía.
De la tierra.se levantan
mil acentos seductores,
ecos Waodios, gemidores,
ue sus.piran,. lloran, caintian,
rx)fO tiernos ruiiseñores.
276 '
''Gloria á Dios eti las alturas
y á su eterno poderío,"
se escucha etif -el "bosque umbrío,
y en el monte y las llamiras
y en el murmurio del río.
En una gruta ignorada,
de baja y negra tedrambre,
de la humana 'muchedumjbre
se halla María apartada,
sin calor, ni hogar ni lumbre.
María, la Real Señora,
la del cielo maTavillia-,
dobla htamiide la rodilla
y a su Hijiof, que es Dios, adora^
con alma tierna y isencillav
El Niño acoge sonriente
sus amorosos halagos.
Llegan los tres Reyes Magos
de las regiones de Orienite. . .
se escuchan «rumíores vagoSv
Es que cuando al mundo asoma
el Sol de eterna justicia,
canta celestial milicia
los triunfos de Dios, y en Roma '
se humde el ara gentilicia.
277
¡Adiós, esperanzas locaí
de la Cesárea altiveza !
¡Adiós, humana grandeza,
que la ira de Dios provocas
sin comprender tu bajeza!
César comltemplla rracundo
su inespenado humümienlto:
su mezquino pensamiento
no alcanza que el viejo mundo
se Qpaga como un lamento.
¡Cumplióse la profecía 1
ki hora, de Dios esperada
de siglo en siglo es llegada;
aluoibra el Sol nuevo día
con su fulgente alborada.
y de la Virgen de Sien
•en la sonrisa divina,
la humiaina raza adivina, ^
¿presiente su Rediención,
y su frente al pojvo inclina.
A MI AMADA.
Gomo el lirio. qiie crece en la pradera
á la «margen de fluiente bullicios.'^.;
cual la sonrisa suave y hechicera
d-e la auiKWia apacible y deMciosai;
como el campo en la verde primavüra, .
eres bella y gentil, tierna y graci 3sa,
y es, bien- mió, tu cáadida hermosura,
como la luna, virginal y pura.
' Oastos y bellos ^^jn los resplandores
que iluminan tu lánguidia mirada;
besos de luz, sus rayos tembladores
acarician á mi aima enamorada,
haciéndola gozar de tus amores,
y trocando eñ vefdad ya realiziada,
las ilusiones que la mente mía
juzgó quimeras en lejano dí'a.
De un Edén de ventura prometido
^s tu* sonrisa, plácida memoria ;
ayo de íuz del cielo despremdido,
dulce reflejo de soñada 'gloria ;
280
bálsamo fué que al corazón herido
trocó stk eterna pena en transí tjoria;
mensajera de Dios, convierte en calma
l;a hclnríbüie tempesitad qiule agita á mi alma.
¿ Mas qué me importa tu amoroso acento,
ni qué la luz de tu imirar divino^
qué de tu talle el blando movimieníto,
qué tu frenite y tu cuello alabastrino?
¿Qué tu rara beldad que en uíi momento
marchitarse verá tu cruel desítino,
si en la vivida luz de tus miradas ■
no viera tus virtudes reflejada?
¿Qué más es la hermosura arrobadora?
Meteor'> fugaz que nos fascina ;
rápida exhalación que encantadora
con pasajera luz nos iluimina;
flor que brota gentil y seductora
cuandio Sibre el sol su puenta diamantina,
fniraje engañador que en el desierto
revive el corazón de angustia muerto.
Mas iay!. el meteoro «allá en elcielo,
sólo es visión fugaz y pasajera,
dura un instante y deja el desconsuelo,
cual la ilusión dorada y hechicera
al desgarrar la realidad sui velo;
la flor que nace al alb^i- placentera,
cae en la tarde deshojada al suelt,
y el viajero contempla en lontananza
huir con el miFaje su esperanza.
r
281
K4or que á he floras del pensil recrea,
luz suspemidida en el celesite manto,
miraje engañador que el sol nos crea,
eso tus gracias son, eso tu encanto.
Deja que siempre tus virtudes vea
ó en horas de placer ó de quffcranto:
cofiserv-a tu ahna inmaculada y pura,
y Va reina serás de la 'hermosura.
^B^'
Ponce y Poiit. —30
1
DISCURSOS,
artículos sueltos, etc.
DISCURSO
Kn eonfcesU€!|dii al del 8r. Uo. D. Jaim Fraaeiseo
Molina SoUs.
Señores:
Un (precepto neglarmentario de nuestra
querida Socieklad, me impone la tarea, bien
grata por cierto, «de contestiar al maginifico
discurro con que acaba de <íeleitarnos nues-
tro ntrevo oonsccio, nuestro compañero en
las laborea literarias -que son dbjeto de es
la Asociación, que comienza todavía á ha-
cer sus modestas plantaciones y a formar
sus humildes sementeras en el ameno caim-
po de nuestra Kterartura peninsular; y al
c**^ir este grato deber, natural es que
c ence dando al nuevo compañero la
t cordial y entusiástica bienvenida, y fe-
'' ido al' "Salón Literario" por haber lo
286
n
grado, tm socio que ¡por. tfod'Od tHtilost: -la-
honra y ^k) «náltece.. Sólo' me ^Kn^^.jg^f
la suerte me ¿laya áesigBSLáiscÁ^4¿íf^'^éÍ^^
.mo de vosotros, escaso de iméritos, pdbre
de ¿dea.s, para expresar «ail reci-én v-enido los
sentimientos de vjva alegría qu'e agitan
en estos insitaníes vuestro's corazones; pe-
ro puesto que así lo quiso la suerte, ten-
dréis que conformaros con qu»e Vutestros
sentamientos sean interpretadas por el que
carece de voz autorizada? ^.rJi hacerlo dig-
na y ocirreQtaimente. Ytenemtos motivo, se-
ñores, para alegrarnos sinceramente por
la adquisfciÓTi que logra erP'eíítGíS'momeiW
tos el ^' Salón Literario, '* "f)brque e'I Lie. L\
J.uan Francisco Molina Solís no es un ad-
venedizo en el temiplo de ^Minerva : larf;Os
años Wi que, ardiendo en el fuego del en-
tusiasmo, soforecogido.de teiijor y de res-
peto, pero ansioso de gloria,; desligóse l'as
sandalias del camino y cpmeózó a/subif *la
esoauináta que á él conduce., Áilanando di-
ficuiltades de '.todp generó, vi^nciendo 'toda
clase de escabrosidades, halogrado, fílTin,
Llegar al esoacicsio ves'tíbulo; ha ' vbt<)'
abrirse .de par en par 'las ip-uérfas de orO
del 'Sia.gradic templo ; há. podido penef/át en
su misterios-o recinto, y ha ^áí candado 'la
gloria de inscribir su .rio:Ti!bré en el Aibttpi
i-n^macul^do de los inmortales.^ Yo he sido.
Señores, tes'tigo presencial ^éf '|arg/> vi
emprendido por el Lie, Motina, /desde
287
prim-eros álhores de ««u juíveíutiud, p^ra i>o-
der llegíaiT al término de süV deseos : he ]b!rét
senciadfo esas dlficulíadés" vencidas,' he'
vi^O; esos obstáculos ''álkn^dó?, y, no-.!h«(í'
podSdica merw>s..de . adímitaír ' íá'jpacieñKfe-
constancia," la firmeza ' iéiqüáíiraiítable, y
sdbre todo, el orden y 'erirlíétodo emplea-
dos, paira no caer Vencido por el'caiisiaflicíó
y el desalien«to á ilí''iíiitad del cátntño.
•Era el veintidós ' de ,ma*rzo de 'liül bchd-
cieñtos sesenta y píábo.' Bii ün salón 'espar-
cióse 4e fuínacáisáisítuatla étiia <íaHé de i'aá'
Mionjas,' se veía úft grulpóde Jóvienes qiil^-
apenas contarían, de q^uíncé á veinte '^ñó^'á
de edad. Acompañada Hé Don 'Jo sé P¿V^)e
Castilla,, entrega ése ''saíóní levantáronse
todos aquellos jóvéiié;S'y salió á nuestro eil-
cuéfftix) .'uno dé díós. Este ér¿í Jüah^'FT-ari-
ciscó Molina S'oCis, quféti, ¿bn. ef ^«f^tteT
de Secretano de^la Soctediátí'cf'ue coíri'Uo-
nían aiqÚ€llc¿;jóiyéné^, iñbé- presentó' cOil las"
forhialidades\'r%láméntaríás. De^déí'esa fí*^
oha, para nií gratí'slmtá' ' y ' tti é mona'bl e , co '
menzaron las relaciiones áe írancá, afec-
tuosa y sincera amistad "cjüe 'si<^mpr.é ñie
han uaidiOí^á Juan Mp'!1n¿,' corno 'le hemos
lilamado sus a¡mígo's eri lenguaje faimi:
liar. La socíeda'd^^eVL^He háibíamíois sido
'"'' i'iitidos con eí cáráC'tfer de socios, é^á una
eaa.d (le ''"-^"" -''"'''"""""'" - — n---"^*-
ya
su discurao* AKí estaban Néstor Rubio Ai-
puche, Micunuel Níooün y Echánove, Beni-
to Ruz, Audomairó Moluia, Sefeastián y
Diego tíernández Escudero, José María
Peón, Feliciano Manzanilla Salazar, Juan
Peón Cóntr-ems, Man<u«l Villaonor y otros
q«ue no recuerdo. En aquella sesión del
veintidós de niairzo» se inauguró el "Gabi-
nete publico de íectura^' establecido por
**La Minerva," y en celebridad del fausto
acontecimiento, el Presidente Néstor Ru-
bio Alpucíbe pronunció un disourso inau-
gural, y Feliciano Manzanilla y Juan Ma-
lina leyercín dos composiciones en prosa.
Desde entonces dernostrafba ya Juan Mo-
lina su decidida afición á 'los estudios his-
tóricos: su primera labor literaria fué una
di'serta<;íón sobre historia general, escri-
ta xpara cunuplir un precepto reglamenta-
rio de "La Minerva," y leída en varias sc;
siones de la misma. Permitidme, señores,
que consagre aquí un recuerdo á, la me-
moria de algunos socios honorarios de "La
Minerva," ¡porque ellos fueron íos que con
sus consejos nos anímalban y dirigían en
nuestras huimtldes laibores; ellos eran el
entonces simple Presbítero D. Crescencio
Carrillo y Ancona, de gloriosa memoria
d inspirado poeta D. Ra«nón Aldana del
Puerto y el correcto; escritor y orador n
table D. Fabián Carrillo Suastie; Etí
también socios honorarios de '*La Min-
. 289
va" el Lie. D. José Dolores Riv^ro Figue-
roa, D. jo»é García Montero, t). Manuel
Aldana Rívas, el Presbítero D. Norberto
Domínguez, Vicario actual de la Diócesi,
D. Francisco Sosa» y otros. Ignoro el día
en q.ue fué fundada "La Minerva:^' rólo
puedo asegurar qu« ya existía en noviéni-
Iwe de mil ochocientos siesenta y siete, y
que en enero ó febrero de nuil ochocientos
setenta dejó de existir, dispersándose aquel
griípo de jóvenes que tacitas horas agra-
dables ihabían pasado ijuntos en el cultivo
de laís letras. Juan Molina no olvidó, sin '
enubargo, sus aficiones literarias, y so»f>re
todo, no aibandonó el estudio de la histo-
ria. El 15 ée septiemibre de rhil ochocien-
tos setenta y tres pronunció un discurso
patriótico en las galerías bajas d-el Ea'la-
cio MíumicipaJ ; desde mil ochocientos se-
tenta y cuatro hasta mil ochocientos se-
tenta y siete, redactó valienteimente el pe-
riódico .tit)uJ*akk> "El Mensajero" sostenien-
do a cada paso rudas polémicas en defen-
sa de sus ideales repulblicainos y democrá-
ticos, pero eminentemente cristianos; .el
dos de íebrero de mil ochocientos setenta
y ocho, fundó, en unión de Gabriel Aznar
y Pérez, Manuel Nicolín y Echánove y
el que tiene 'la honra de dirigiros 1^ pa-
laibra^ el "Semamario Yucateoo,'" cuya vi-
i «e rprolongó hasta fines de 1879, y Tí<^r
timo, toxjao parte en la redacción de *^La
Ponee y í'ont.— :j7
29Ó
Razón Católica/' en 1889 y 1890. Desde
entonces, Juan Molina, libre yia de com-
promisos periodísticos, se dedicó más asi-
duamente al cultivo de la historia, y ha da-
do á kíz pé'blioa varios estudios acerca de
Fray Diego de Landa, de la Casa d«e Es-
•tüdios y el Pantido Sanjuanista, del con-
qiuástádior Gómez del Castrilloy del Con-
de de PeñaJva, acerca de cuya muerte vi-
no á restabCiecer la verdad de los hechos
históricos, desvaneciendo la cqnsejá poi>u-
lar que lo hizo morir asesinado. Pero la
obra» magna dte Juan Molina, es, señores,
su magnífica ^^Historia del descucri alen-
tó y conquista de Yucatán," obra intere-
santísima, de esltflo sencillo y corre :to, que
ha ivenido á llenar muchos de los vacíos
que se la^nentaban acerca de puntos im-
portantes de nuestra historia peninsular, y
que revela en su autor, además de las do-
tes envidiables de su (buen talento, las cua-
lid'ades que aflates ihe indicado: su pacien-
te laborios¡da.d, su perseverancia y isu fir-
miezai, dbtes y cualidades quie 'le haim ¡periimi-
tido 'Ikvar á itérmino, á ¡pesar de sus múl-
tiples altenciones coi el ejercicio de »n difícil
y delicada profesión, esa obra hisitórica
que es el firme pediestal en que se levanta
la es-tatua de su gloria.
Y ya lo veis, señoires : aun en. el discurso
que acaliáis de escuchar, se ocupa nues-
tro nuevo cómj>añero en asuntos fiistóri-
291
eos, ño menos mlportantes qjue los d^máá
quie íha trazado su bien cortada pluma. Con
el estilo agradable y castizo que le es pro-
pio, tfioís ha referido la historia de las so-
ciedades literarias en Yucatán desde el
afk) memorable dte 1810, en que comenza-
ron á iluminar el cielo de nuestra Patria
los prinuer'os albores de la libertad políti-
ca, hasta .el año de 1870. En este discurso^
parece que su autor nos ha itomado de h
mano, y, íhacíéndonos subir á la cima dt
tWia anontaña, nos ha hecho contemnlar el
ameno campo de nuestra literatura: no¿
na mostrado la fuente humi'lde que brota
de -enitre las grieitas ^ie las peñías ; el arror
yo que se desliza entre márgenes de flo-
re» ; da ca)t0frata imponente y granidiosa que
derruimíba sus aguas mugidoras desde ¡las
alturas de la montaña, y iva, convertida
luego ' en manso río, á fecundar ell espa-
cioso vialle. Sí, ha» evocado ante nosiotros
lais sombras ilustres de Velázquez, Jimé-
nez, SoHs, Quintana, Calero- Barb^aichaniO
y otros, q¡ue son «como las fuentes y los
arroyos, y nos ha: hecho admirar esa gran
figura de Justx> Sierra, que vieoie á ser
la ¡mpoti'ente cajtaraita de nues>tra 3itera<-
tufl^ penirtsular y el río caudaloso que fe-
obnda el campo de las bellas letras ; figu
a que," cual estatua colosal de pórfido y de
naiiifto, se eleva májestuiosamente sobre el
.oriion-te,' dominando las cúpu'las de los
292
tesn{>]os y las dmais <le las montañas, á
pesar d-e que, ipor nuestra lameatable desi-
dia, no la hemos realzado aún sobfe el pe
destaJ de nuestra gratitud. Descendiendo
nu-estro honoraJble comipañero á tiempos
positeriores, iha consagrado un recuerdo
justo á Cisnenos, Carrillo Suaste, Pére2
Ferrer, Aldana y otros que, guiíados de su
amor á la ciencia y de stu entusiasmo por
las i>ellas letras, fundaron sociedades cien
tíficas y literarias, rediaictaron publicacio-
nes periódicas, dieron á luz libros y folle-
tos, y aumenta-ron, en fin, el pobre caudal
áe nuestra lüteratura. Nastuaul es que al
trasaar el autor del discurso que tengo la
honra de conitestar la historia de las so
ciedades científicas y literarias que han
existido en el país, tocara itamibién, .aimique
de )pa«so, la importante materia de la ins-
trucción pública, y nos dijera algo de la
historia de los Colegios, Institutos y de
más centras initelectuaJes que han difun-
dido en la Penínsutla la luz de la enseñan
za ; pero por lo mismo que tal moiteria no
es el olbjeto principal de su. discurso^ no
nos ha. hablado, sino someramente, de un
centro intelectual quie f.ue en su época de
verdadera im(pprtanoia, y ejerció una in-
fluencia decisiva en lo^ métodos de la en-
señanza: el '^Liceo Qentífico y Comerci"'"
que fundó, primero en Campeche, desgi i
en la ciuídad del CannDen, y por úkimo, i
293
esta capital, el satio itaHano D. Hono
rato I. Magalioni.
Permitidme, señares, que os diga algu-
na*5 palabras acerca de este Ccyleg^o y de
su fundador.
El 3 de diciemíbre de 1850, desembarcó
en Caan^peche, procedente de los Estados
Unidos de Norte-América, el señor Ma-
galoni, quien tenía la intención de seguir
viaje á Itaíía, su hermosa patria, de don-
de salió con motivo d-e la revolución de
1848. Ave de paso, desembarcó en Caaii-
peóhe con el óhioo objeto de conocer la
ciudad y descansar de las fatigas de un
largo y molesto viaj»e len buque de veía;
pero la mano del AmKD»r, cuya fiuerza) es in
contrastáble, le retuvo allí obligóndole á
renu-nciar á su familia, á su patria y, pro-
bablemente, á un porvenir muciho más li-
sonljero del que podía esperar en¡ nuestro
pobre país. Sufrió allí los exámenes re-
glamentarios piara obtener el título de Pro-
fesor, y el resultado de ellos fué tan satis-
factorio, quie eí Sínodo com|puesto, entre
dtras personas, de nuestro eminente Dr.
D. Justo Sierra, D. José María Re'gi'l y D.
Pantaieón. Barrera, dijo en su informe re-
lativo: ''El Sínodo juzga unánimemente
mué la llegada de este extranjero es una
ataja verdadera para nuestro país/' Sa-
.mente juzgaron los señores . Sinodales,
estai frase jiuista, ac^ritada y halagüeña^
294
fué una predicción. Alxrió el señor ^la^a-
loni su Colegio, y desde entonces .^otnenzó
á sentirse- en nuestra querida Península el
infliuijo <bienihe<3hor de una que pue'ía lla-
marse revolución en. «1 sistema de la ense-
ñanza. Al método antiguo que.se regía con
la Wáifcara regla ó aforismo pedagógico
de que "la letra con sagpe entra;" al mé-
todo ya rancio y desacreditado en la culta
Europa, de aplioar á los alumnos, sin tino
ni discreción, lai pena de azotes y demás
castigKDs humillantes que de^pr^itmían el ca-
rácter ác los niños y los despojaba de to-
do sentimiento de dielicadeza, se substi-
tuyó el sisibema moderno del estímulo, las
pen<ai9 fructíferas que consisten en a'gnen-
der d'e miernioiria trozos escogidos de sa
na lectura, en practicar por escrito ejer-
cicios de algún ramo de la enseñanza, y á
lo somo, y en úkimo caso, en aplicar á
l'Ois incorregibles las apenas de encierro ó
de expulsión. Además, ensancháronse no-
tablemente los horizontes <íe la enseñan-
za, initroduciendíT (a'lgunos ramos que casi
no s»e habían cultivado, como la Aritmé-
tiqa razonalda, la Geografía, la Historia.
el Francés y el Inglés, la Retórica y ía
Declamación, la Gimnástica y otros, mie*i-
tras que en el Seminario Conciliar de Mé-
rida, centro principal de la enseñanza parí
toda^ la Penínstula y aun para el Estado d<
Tabaco, sólo se curssiban Graniáttica C^
295
tellana, Latín, Filosofía, Twlogía y Dere-
cho canónico, y algunos años después,
desde 1857, cienciais nafturaíes, gracias á
los esfuerzos laudables de nueistro eminen
te naturalista el Br. D. Norberto Domín-
g»usez. El señor Magaiohi trasladó su Co-
legio á la ciudad del Carmen, y despn-é'^
á esta capital, en dbndie logró reunir de
cienito á doscientos alumnos que presenta-
ban brillantes^ exámenes y sostenían, divl-
di<los -en dos agrupaciones q»ue se llan\a-
ban "Aoadiemia FornMaiia'' y **Aca<Jení¡a
Tusculanai," numerosos actos literarios que
les servían dé estímulo y aun de solaz y
esparcimiento.
Pero ^diréis: ¿quién era Magaloni? <7qué
título literario trajo de su tierra que lo
a'bonara en presencia de nuesltros concíu-
diaidanos? El mismo Trespondió 'á esta pre-
gutitá en lUino de sus discUiTsos: "Educa-
do, dijo, en la modesta escuela del autor
'^Delle mié Prigioni," del "Eufemio di
Messina,'* del "Tommaso Moro, delía Eran-
cesca da Rímini," que tantas lágrimas es-
pontáneas hizo verter no sólo al sexg dé
bíl, sino al filosofo mlás austero, á la ver-
dad nunca, fuimos á mendigar títuiloá uní;
versitarios, «no jponque tuviésemos en me-
nospinecio á aqueüos respetalbles cueroos
1«e, como tantos faros encendido?, difun-
Icn sus luces por todas partes y de todas
irtes k'S reconceíitran en sü foco, .sino
296
poinque nunca tuvimos por diviisa el "autos
epha" d-e los platónicas; poíique naciónos
libres como el vienito á las letras y á las
ciencias, y queríamos re<xxrrer sin trabas
los campos inconnifensuraíbles de la huma-
na intelige'ncía. ... A más de eso, anadia
después, hay á veces en la fvida del hom-
br^e ciertos misterios cubiertos de un velo
que la mano profana tentaría en vano le-
vantar, > que siempre sabe respietar la
prud-ánte/' Refiere hiego qu«e tuvo la di-
ciha de atener por imentor eo la Universi-
dad de Turín á un célebre traductor de un
clásico griego; después, á un retórico bo-
lones, orador y ,poeta, que le enseñó á ma-
nejar la zampona de Virgilio, el laúd de
Catulo y Tíbulo y la lira de Horacio, el
mismpi,que aigiuinos años después fué lla-
mado, para itistruir al heredero dfe Fernan-
do de >í&lpoIes. A algunos de sus discípu-
los predilectos nos confió que pertenecía
á tna Academia de Florenciiá. con el título
griego de "Fileno." "Con todo, corítin-úa
Magaloni en su discurso, tenublando es-tá-
banjps de miedo cuando se nos decía por
los aanígos que teníamos vena poética, pues
oíamos repetir también á oada paso q'ue
''poeta'' era sinónimo de '.'loco." Hicirtios
trizan al fin la zamipoña, e'Í laúd, lá Jira, el
arpa de Alminta, que también habíamos
pulsado á veces, y colgamos los res^tos á
uno de aquellos abetos soberbios, pirami-
dales, que se desiprendien de las grí^t^s d^
297
los escarpados <i«espeñaderos de vivo gra-
nito del colosal Monviso ó del Monoems.
en donde tuvimo-s nuestras más sublinnes
inspií-aciones. En una palabra, volvimos ias
espaildas á Polimnia .para seguir á Urania
en los espacios celeistes, ó á Minerva en
sus abstracciones metafísicas^ en sus pre-
ceptos morales y en el desarrollo de las le-
yes de la naturaleza. Saludamos también
las aulas de As*trea y las de Esculapio, no
con la pretensión de tener título de abo-
gado ó de médico, sino únicamente por
amor al saber. No desouádamos tampoco
meditar los mejores a'pologóticos de nues-
tra religión católica, pues nos importaiba;
miáis que ttodo, saiber si la religión romana
era. realmente hija de Dios, ó fábula inven-
tada para embaucar al pueblo ignorante
por Uínos impostoreis interesados."'
Y en efecto, señores, é\ círculo de los
conocimientos de Mag^^^aloní, era inmenso:
sabía Matemáticas, Fiíosofía y ciencias na-
turales, Jurisiprudencia civil, Medicina,
Teología, Derecho canónico y litera/turas
griega, tetina é italiana, cotn profundo cd-
nocimiento de los escritores clásicos en
los tres idiomaís que «poseía con perfección :
no ignorafaa la literatura española, y. por
último, /hablab-a y escribía con facilidad ca-
torce idiomas, entre ellos el griego, el sans-
criito, el latín, el italiano, el francés, el ah-
trtati, el ing-lés, el portu'gués y el español.
Po«ce j yont <^3
298 .
Ya comprenderéis qvte hombre que reu-
nía tales conocimientos, tenía que ejercer
necesariamente una influencia poderosa
en. la enseñanza: en su Colegio se reunió
la mayor parte de la niñez y de la juven-
tud de lais clases acomodadas del país, pues
las familias menos farvorecidas de la for-
tuna, preferían colocar á sus hijos en el
Seminario Conciliar ó en otras es-c'jclas en
que las pensioinfes eran sumamente módi-
cas. En el "Liceo Cien^tífico y Comerrial"
de Magaloni, hicieron sus estudios prepa-
ratorios homíbreo que han sido y s.>n toda-
vía honra del foro, de la medicina, del pro-
fesorado, de la literatura, del comercio y
de. la industria, tales como Justo y Saií-
tiago Sierra, Manuel Nicolín y Eohánové.
Manuel Domínguez Elizalde, Raymundo
Cámara, José María, Rafael y Joaquín
Peón, Benito Ruz y Ruz,^ Benito Aznat
Santamaría^ Ramón y Nicanor Ancona y
otros ¡mudios.
Perdbnadime, señores, que haya distraí-
do algún tiemjpo vuestra benévola aten-
ción; «pero no podía yo dejar pasar esta
oport unidla d sin leindir el tribuito de mi
gratitud á la memoHai del hombre que co-
menzó por ens-eñarme, a'llí en la poética
ciudlad del Carnten, á balbucir las letras
del alfabeto, y acabó por iniciarme, aquí,
en M'érida, en las misteriosas abstracciones
d« la filosofía y en los difíciles problemas
299
de las ciencias exactas. Y, pues, me haibeis
permiltido colocar sdbre la tumiha del sabio
italiano la humilde flor de mis recuerdos.
no quiero ya abusar más tiempo de vues
tra paciente -bondad, y concluyo reiterán-
jioos mis «nés vivas y s-incenas felicitacio-
nes por este acto solemne en que vien«e
á sentarse entre nosoitros un literato, un
historiador, un juriscons-ulto d'e la valía de
Juan Francisco Molina Sfelís. Cierto .estoj
de que d «huevo socio de número de "El
Sadón Literario/' será un lazo de unión en-
tre nosotros, lazo que tenderá á estrechar
más y más kis afectuosas relaciones que nos
unen y nos anima.rá á continuar nuestras
humildes tareas literarias con creciente^en-
tU!S¡ajsmo y con ftrme é inqueibranitaíble per-
severancia. Sembrada es4á de Ihenmosas v
lozanas flores la senda que »nos propone-
mios recorrer, y aunque no han de faltai
en ella, como en todo campo, Ijis zarzas y
.los abrojos, tendamos la fe y la necesaria
fuerza de voluntad fpara apartarlos del c;»
mino, desdeñando las ofensas de sus pu'ii-
zantes espinas.
He dicho.
DlSCUJiSO
Pronunciado el 29 de janio, festividad de San Pedro
y San Pablo, en la Anamblea general solemne de
la ''Sociedad Católiea"
riimó. Señor,
Séniores:
Muchas veces en la cum'bre de una imon-
taña, sé oculta mansa y humi'Idte en su
íecha sulbterránieo, uníi futente de agua cris-
taliniai, y ios homibres que divagan perdi-
diois en. el -desatento y buscan afanosos dón-
die «mitigar la s^ed que ilos devora, pasan en-
cima de ella igmoiranidb su existencia. Mas
la fiuiemite que baja» de 'la montaña ya con-
vintiéndlose en pequeño río subterráneo
que, hiaüflaiidio die repente una salida ejn me-
dio die ilais rocas, osténteise á la itiz con-
vertida en imponente y hermosísima» cas-
cada, cuyas a^aíS «iimipetuosas se derrum-
ban con estrépito alíl'á en «el fondo áél ame-
no valk. Bi-en/ pronto las aguas conúenzaffi
lá correr con maljestuoso cpnitinentc en las
dilatadas rjaaiiuras . , . Mirad, señores, mi-
rad cómo la mansa y huJmíM'e fuente, có-
mo ia espáiéndidiai dartaraita, se encuentra
hoy comvertida en ancho y caudaloso río
qtuie vía' á pascar siui poinupa y galanura á
través dfe miií diversos países, fertiliizaTidío
las tierras con sus lajguas saludabl^^.
Pues bien, señores ; si es lícito com-parar
3as cosasi que vi«enen del cielo con lais de •
nuestro planeta, que no es más q^ue un gra-
no de poivo arrojiadó en» ia inmensidad de
1'a creación, un grano de arenja escalpado
de las interminables pUayas de la inmensi-
dad, os diré que asi como esa fuente hu-
milde surge desconocida en el seno de la
monttiaifía, así tamíbiéti en lias cumbres del
Calvario comenzó írariquMa, casi ígniora-
d'a, 'ía existencia d^e otra fuente de aguas
mucho mtás cristailinas y hermostas, que de-
bían f ertillizar ' los campos estériles v muS
tiios die ibi moral y la initeligencia;, nílucho
-más salttdlables, porque' venían á regar los
canupos dilatadlos de un Labrador divino.
Esiai humi'lde fuenite era, Señores, la socie-
dad cristiana, sogiedlad que brotó, colmo
por encanto, de 'los vaipores de la Sangre
de um Homlbre-Diías.
Todos conocéis la historiía maraviHosa
de esa sociedad! divina, y repetiría aquí, se-
ría, al par qaie im|>osible, cansar y tnoles-
tar vu€!stna benévola atención; pero sí me
I>ermitiréis evocar, á grandtes rasgos, algu-
nos recuerdos propios para avivar en nues-
tra inteligencia la luz esplendorosa de la fe
y mantener firme y seg^uina en el fondo de
nuestro corazón esa confianza ilimiitada en
el provenir, oooifianza que tiene por base
ic¿ paiaibra dfe Dios, ¡la palabra eterna que
jio pasa.
Je^auoristioi, Nutestno» Señor, había dicho á
Pedro, el Princijpe d'e los Apóstoles : 'Tú
eres Pedro y sobre esta piedra edificaré itíí
Iglesia, y ías «puertas d^r infierno- no pre-
vaíecerán ccwutra ella ;'* palabras en las que
se descü'bre, indlidáMemeriite, el designio
dte furtdíar aquí en la tierra una sociedad
organiaadla, una Iglesia sujeta á la s".!<pre-
macía é infalible direoción de un jefe, de
Pedto, piedra angular de»! edificio cristia-
no, bajse immiuitable sobre la cual las ^(^x^^ql-
raicioneis 'Venideras, los siglos futuros, de-
bían venir buimiíld'ementie á depositar su
patTte die rniaiterial y díe trabajo para her-
mosear, extend'er y coaisdlidtaír más y más
el augusito edificiioi prifucipiado. Y si tal dle-
signio se revelia en esas palabras divinas
¿cótfnio no dieducir lógícamíente que Jcs'u-
cristo ha queridk) también' la perpetuidad
dte su Igüesia? ¿Y cómo lograr esa per-
304
petuidlaid á través de todos los siglos, si
Pedrcí no viviera constaiitemlenitie eii' la
persona de los Paipais, sus legítimos suce-
sores? ¿Qué razón tenéis entonces, voso-
tros, herejes de todos los tiempos, iibre-
Ipensadorejs moderrM)s, paira' aio reconHDioer
en los Papas á los Vicarios de Jesucristo,
sus reipre sentantes en la tierna?
¡Ruigid, vienitos mundanales, miares d^e
'la impiedad y la «mierntira, estrellaos contra
la firme roca de la veiidlad: vuestros es-
fuerzos serán iim5)Oteintes y no quedará de
elíBois sobrena'dando más que la espumia de
vuestro despecho!
Dispersadlos los apóstoles i>or tx)idos los
ámbitos dicl «mundo, con el objeto de pre-
dicar la padabra divina, un día sintió Pedro
un ím-puilsio irresis«tible de dirigirse á la
metrópoli úe\ ipaganisimb y emp;-endió, por
imspiracióni de Dios, el camino de Roma.
¡ Hé ahi la ciudad de las siete colintas, la
ciudad de los Césares! Gigante adoTfneci-
do por los vapores de la sangre humana,
por el lamento de innumerables víctin'.as
atadas al carro de sus victoriais, empuña
con una mano el cetro del mundo, y con la
otra busca convulsivo un instrumento de
placer
Roma, la reina de la disollución, Roma,
el genio dte la muerte y la conquista,, está
destinada, sin embargo, á ser el faro lumi-
noso que ha de guiar con luz esplendoro-
306
sa á las gieneraciones venideras b^cia el
puertío de sajyación y de vida.
La^ fuente del cristianismo coarenzó á
correr 'silejiciosa en las montañas de Sion :
vedk; 'hoy seguir sil curso todavía hunMl-
de, aunquíc acumuladas sus aguas, en el se-
itio de las si<ete colinas.
Duinante los tres 'prihTnejx>s siglos da fuente
se 'maraí-iiene oauJla socavandlo los cimientos
■diel edificio romiatiioi y las vetusitos m-iiros .d.e
Ja sociiedlad antigua. Roima; se enítre,gaiba á
i'íals orgías dlel ipiagaTiisimo <siin; sosipeehaír que
en los suibterránieos de la ciudad, en }as
catacumibas, oorría apacible la fuente de
puras aguas -quie había die satisfacer la S€<1
de Qffñor y die justicia que Ja humanidad
sentía. En el transcurso de ese tiemipo, la
sangre de los mártires corrió á torrentes
en los circos de Roma, en las plazas pú-
blicas, en las provincias del dilafado Impe-
rio. Nerón, Decio, Severo, Diocleciano y
otros mtuchiclSí sen nom»br.es que no recuer-
da la humanidad sin estremecerle de Ho-
rror y die indignación. San Pedro y Saín
Pablo, cuya festividad celebra hoy la Igle-
sia, ©ellanom allí con su samigre la santidad
de su doctrina. . . ¿Pero dónde estáis, vos-,
otros, soberbios emperadores, dónde están
vuestro poder inmenso, vuestras riquezas,
ruestras legiones? ¿Qué se ha hecho el
/íiino e-parato de vuesitra gloria? ¡Yo os lo
diré! Habéis pasado comy leves sombras
Ponce y Pont.— 39
3J?
q]xe se desvam^cen á los primeros rayos de
la aurora, os habéis secado como gotas Jé
rocío al oom tacto die un áol abrasador; ma«s
al pasar, ha»bérs d-ejad'o en la níüémoria' de
los ¡hombres el recuerdo áe un triunfo d-e '
la Iglesia; vuestra léxistencia fué u.n ho-t he-
naje involuntario trübtítado á la verdad di-
vina. '
Sí, en vosotros ha triu»nfado e!' cristia-
nismo'dietod'as las paisionés y preocn-pa-
ciones paganas de lia sociedad antigua, ha
triunfado de la esclavitud de los hombres
aherrojados por el homfcre, de la esclavi-
tud de la mujer, de la esclavitud del mun-
d<y! ■]""''-
Acércase, enupiero, la época feliz de que
esta Religión divina apafezoa á la v^st*^ de
los homlbres con todo el solemne aparato
de.su gloria'. La hutmiMíe füemt'e, élmamiso
arroyo, va á contvertirsé en breve en es-
pléndida catarata cuyas límpidas agua-; van
á reflejar lto«s mil cainlbiantes de oro de la
luz divina. Escuchad ...
Un ru««oir extraordiriíairio se í>e'*ci'be
hacia el otro ladio de los Alí>es. Es m ejér-
cito de 40,000 legionarios á ouiya Gab.eza
aparece Cónstaintino, empuñando uñ • s-
tañdarte cuyo modelo vio trazado en la
bóveda azul del firmamernto. Es^e estándar-
te es la Cruz, el in:^rumento d'e muerte,
la seña;! aíites de ignominia que hoy se ve
enarboljáda al frente del ejército, cómo una
307
Ipo-endia q-ue asegiifria íia Krictoria. '^In hoc
signo viiTíGies/' «m esta señal vencerás*
A'Viamza, pues, ¡oh César! tu pemlón glr«-
rioso (MMieará eii breve sLn rivaí en las to-
rres óel-Capkolio, y **Roma, buscando í*n
«formo 4 stí^s diotses anonadados, verá su-
bir de 4iais catacumbas el genio diel oorve-
nir." (i) El' triunfo- del LáSaTo fué el*tr!im-
ío del Cristiainis-mOj y estai. revolución
eminentemente social, es la más portento-
sa-de las revohicíones que hamí presencia-
dlo lots sigilos. Las ideas, las costumbres y
hast^ el lenguaije, fujeix>n oaimbiaindo de
una ¡manera rádíioal y definiífi'va. El cris-
tianismo fué, desde entonces, la religión
oficial de muchos pueblos. La es|p!éíidi'ia
catarata habíiaise convertido em río caun la-
loso ique recorría todos los ¡países, en océa*
no inmenso que iba á cubrir con sus aguas
bienhechoras toda la extensión de la tie-
rra. Mas, ¡ ay ! cuántas «atmarguras, cuántos
diolores, ciíántas persecuciones itemdrá aun
que sufrir esta religión divina! De su seno
mismo han de .smrgir hijos bastardos que
no vacilatian en herir con sacrilega riia.no
el seno maternal ; ímas no importa, no, que
el estandarte de la Cruz ondeará siempre
victorioso y la nave de Pedro no se hundirí
jamás en el océano proceloso. El paganis-
(1) María Bernardo.— "Lof héroe» del CrtFtia
niamo.''
308
mo vencido intentará con Licinio, el após-
t0ta Juliano y Máximo iiinia reacdón. No
importa, el paganismo será vencido \]ie
niie\ro, y Pedro vivirá. Las emanaciones
pestiknciales de la hcfeji«i ¿nñcionarán ía
atmósfena cristiana ; pero como pasaron la
secta d-e los gnósticos, Mointano y sus pro-
feítisas, así también Manes, Arrio, Celes-
tio, Pelagio,,Nestorio y ifantos y tantos
otros, pasarán como las siombras d-e la no-
che en íprcBcncia d-e la Aurora, y Pedro vi
vira!
Un océano d-e bánbanos oaierá sobre la
Europa cual terrible inundació'n, anienia-
aain'dia destruir en breves días la obra de
los siglos ; pero esos "bárbaros sin Dios, ni
ley, caerán como frágiles cañas qniie h. tor-
menta azota, ante d siqtio de lia» Reden-
ción y ¡ Ped'no vivirá ! Su frágil barquilla
Sí deslizará á través de los revaelitos ma-
res de la Ediad Medía, disipamdo con su
luz las sombr«a»s de la idolaitVía y Je la
barbatrie; luchará contra la brutalidad de
los señores feudales; salvará á la civiliza-
ción por rmedio de sus órdenes nnomásticas
de un naufragio tseguro ; será atormentada
oor el j'uidaísim*o, por lai arbitrariedgd de
los reyes, por la ignorancia de los ouefblos ;
oero en todfS'S ^jartes saldrá victoriosa, y en
la s»erie no interrumpida de los Papas Pe-
dro vivirá.
Comió se leváinta el huracán en medio
B09
de Jos desiertos y con su empuje irresis-
tible <lerriba los árboles gigantes y arrolla
cuantos obstáculos se opioqie«n á su imipe-
titoso viaije, asi también se levantan del
fondo de los desierto© de la Aratyia, impe-
lidas ipor el soiplo de Dios, las razas nó-
madas, descendientes die Ismael: organ^'-
zadas y dirigidas por la voz de su Profeta,
dasbórdanse cual océano inmenst'> cuyos
<fiqi3es s^ nomipieran, é invaden con olea^-
das gigantescas el mundo conocidlo, im-
poniendo á los pueblos su fe religioso con
la cimiítarrai en la mano ó seduciéunJolos
cotni la cínica voluptuosidad de su d^trina.
¿Quién creyera entonces, spñores, que las
sociedades cristianas, que la Iglesia Cató-
lica no sucumbiría al formidable embate de
la borrasca? ¿Quién creyera entonces que
la 1>arquilla de Pedro no se hundiría bien
pronto en aJquel océano de bárbaras ? Y sin
emibargo, las sociedades cristianas se con-
mueven y levantan como un solo hoinitbre
á la voz auitorízada de los Papas, ¡al rudo
acento de Pedro el Ermitaño, á la elo-
cuente palabra de San Bernardo, y en,irbo-
h¡náo el glorioso estandarte de la Ci iiz, se
oponen como fuierte muro á las oleadas de
la invasión^ Las cruzadas salvaron la civi-
lizaciÓJi cristiana qn aquellos mmieiitos
solemnes, señalandb el "hasta aquí'' a'l es-
tandarte de la medía luna. Así, mientras
ahora languidece el im/perio de los Sulta-
310
nes y va á precipitarle al abisíno del pa-
stado, donde caen para no volver l'a;* ins-
tituciones 4htimanas y los sigte, la roca in-
vulnerable de la I^ksia. Católica se man-
tiene firme, dominamido las ca.tástrofes y las
ruinas que se amontonan á su alredecíor....
¡Pedlro vive! ^Pedáro viviié! -
En los albores die la Ed^ad Moderna,- el
paganismo volverá por medio -de la- ii*cra-
tura y de las bellas artes á samfcrar la di-
visión en las legiones cristiamas: Lute^-o,
Zuinglio, Calvino y otros, con pretextos
religiosos, echarán los cámien«tosdel pro-
testantismo; Voltaire, Rouis«sea«; D'Akm-
bert, filósofos, geólogos, enciclopedistas,
vendrán después con la ciemicia y -la filoso-
fía á atacaiT el edificio católico; posterior-
mente se levaintarán sus sucesores, un ejér-
cito de fanáticos que con el pretexto de
emancipar á los pueblos de la tiranía; -se
arrojarán como hambrientos lobos- sivbr*
el rebaño de Cristo. Mais no imporU, rodo
pasará. ¿ Dónde estáis, si no, aíudaces re-
formadores, filósofos descreídos, geólogos
petulantes, revolucionarios del 93,^Gnde
estáis? Mientras ^vuestros ^cuieiposse han
podrido ya eti el fondo dIe los - sepulcros,
¡Pedro vive! ¡Pedirío! viviról
Señores, ya lo veis : diez -y n«ueve siglos
hace que la Iglesia es coin:ibatida, y-la Igle-
sia triunfa siempre. Asomada ai bordie-dal
abismo de los tiempos, escucha con atento
&11
óldo el estruendo qu-e hacen lo«s iimiperíoá
al defrumibarse -en sus insondables profun-
didades y contoniipla con faz serema cómo
vienen los siglos, uno á wino, 4 rendir á sus
pies él homenaje de su fe ó la -confe^h <ie
su denx>ta* ¡ Córtio! ¿ No yms -eñ ^esto la se-
ñal-íniadible, de que la Igle^ Católica fs
obra -de Dios^? ¿No senjtis vuestro coirazán
inflamado por el valer y sosKenido^ por h
esperanza?
La lucha no ha terminado ni termii^ará
basta la consumación de U>6 sigles : la jran-
gre iseguiná corriendo a^bundosa etx el cam-
po dle la Igle^a ; quédale aún que sufrir
grártdes dcJores, terribles ipersecuciones ry '
que presenciar las* catástrofes .más espaj»-
tosas; pero canfiandft en la promesia de
Dios que ha asegurad'o el triunfo de - su
Igvesiav- ocíiticiueínos, ^s-t^ñ-Oíres, -el caíTÍiQO
que -su Providencia dívin» nos ha señala-
do. En los tíeniípois que atravesamos, los
atasques, de- la mpiediad redoblan su^ es-
fuerzos : el sucesor ée- San Pedro, el gran-
de é inmortal Pío IX, soporta las cadenas
de una prisión mal disim=ulada ; los Obis-
pos son« desterraáois die sus diócesis ; el cle-
ro afligido- y maltratado, y oprimida la con-
cieiwria de los creyentes con leyes injustas
y satánicas. . . ' •
Dirigid un momiento la vista á todos los
ámbitos del mundo moderno,- y no contem-
plaréis por do quiera, más que ruinas. Ean
3i2
kus Igksias solitarias ó. profanadas, en los
coiivenítas abaridonados, reina el silenció
de los sepulcros, y cuando la ct^riosidad' os
hace .penetrar en los ctoustros silemciosos,
os parece mirar asomar de repente la som-
bra^ de algún moAge que os pregunta:
¿Qué has hecho dte mis hermaaios? ¡Rui-
nas por todas ,par,ties, no más que ruinas!
Y en cambio, ¿qué es lo que ha edificado
el jacobinismo asolad6r?
Hoy, señores, se invoca un pretexto po-
lítico para condnuar la gnerta contra la
Iglesia; pero no importa: como la litera-
tura y las ^bellas artes, como la ciencia y
la filosofía, la política tendía también que
hacerse cristiana, y eláia/ diepoaítará á los
pies de Pedro el ho^nenaje d?e su fe ó la
confesión de su derrota.
¡Sí, toái!> pasará! De las ideas moldemás,-
de ías leyes modernas, no quedará más que
una sombra vana en lias páginas inmontar--
les de la historia, y ; Pedro vivirá!
Perseveremos, pues; agrupémonos en
derredor de ésíte Prelado virtuoso que se
halla colocado al frente de la Iglesia de
Yucatán; opongamos á los maTes desen
cadenados de la impiedad, el fuerte mii*
ro de íTitiestra fé y, no lo dudéis, "el iris de
paz lucirá esp!endto»roso en N>s cíelos dte la
Iglesia y de la Patria.
He dicho.
DISCURSO
Acerca de la edueaeión cristiana de la mujer.
Ilmci Señor:
iSeñioras y Señores:
Desigtiado por la R. Directora de este
importante Colegio, para gozar de la hon-
ra inestimable de dirigiros la palabra en
este momento solemne, quiero cumplir la
misión que se me confía, de la manera que
sea memos djesagradiable para la selecta reu-
nión que me escucha; y sólo puedo con-
seguirlo tratandJo de una materia que sea
intejressamte para todos los oyentes, ya que
mi falta de luces y dfe elocuencia me pe
ne en la condiicióni die -no podeaios deleitar
Ponoey Font.— 40
314
f'Ckn las preciosas flores de la ciencia y
las brillantes galas de la orafócria. Tal ma-
teria, es !a educación cristiana de la mujer,
materia vasta, ciertament-e, prolija y de su-
ma imiportancia que si, po* lo mismo, no
puede ser tratada de una manera comple-
ta en los estrechos limite^ jrle una sencilla
alocución, ésta misma circunstancia, al par
que me servirá de excusa, será motivo na-
ira que no abuse de vuestra bondad-:«a
atención.
A ningumo puíedle ocultarse la imix>rtan-
cia trascendental de la educación de la mu-
jer; pero no todk>s quieren confesar qup es
itodíavía ¡miucho miás importante,^ nuicho
/más trascedental para la felicidad de la
familia^ pama los intereses legítiinOsS de la
humanádad, y para la paz de! mundo, la
educadón cristiana de la mujer, es decir,
la educación inspirada en las ideas, únicas
•vier dad eras, de la moral cristiana. En efec-
to, si, como es verdad la educación |>n«pia-
mente dicha, es decir, una educación com-
•pletei, abraza .no solaimente la ilustración
del entend'imiienito, sino el cultivo del cora-
zón; si ed^ucar no sólo es desarrollar las
fuerzas física« é intelectuales del niño ó del
joven, sino también sus facultades morar-
ves, ya se comprenderá cuájn importa itte es
la educación cristiaita y cuánto' más debe
iweferirse á cierta educ-ación moldlerna-, qtie
sólo se ocuipa en la parte física y en la in-
31b
teleoüutal, diescuiídaauk) casi por completo la
parte jnoral die los aluin2K>s. Eistos pseudo-
profe sores jmoderoDs olvidan que si, el en-
tandimiento del niño es como arca d¡e oro
pneciosísima, pero vacía, que es;pem ser ooÍ-
nuada con las verdades de la ciencia, así
lamtbién su corazón «s á manera die exten-
so jardín todavía ávklo de inteligente cul-
tivo que, si seJe abandona: a «sus propias
fuerzas, producirá, en vez de pi23itadias fio
res, miiuohas yeríbas nociva* y imychas
pianitos. veaienosas. Pero se dirá: ¿por qué
para ser moral la educación te de ser pre-
cisamente cristiama ó religiosa? ¿No te-
nemos, .acaso^ la moral oitiiversal, es decir,
esa moral. que,. escrita en ios conazomes de
todos los hombíres por la ma^no misma de
Dios,, es (por tcldos conocida, admitida y
acatadla?. Señores, esto d^e la moral uni-
versal, me hace la misma impresión que
otras- universiaHdades, como -por ejemplo,
la del sufragio universal, que ȇ tantto ex-
ifcenjderlo, ^lividirlo y subdivklÍ5rt!o< sre ha
transformado en sombra im>palpable, cuya
existencia sólo comprendemos al recordar
que es la ausencia de la luz. ¿Qué es la
moral? Si la moral es invención del horri!-
•bre, es mudabíe, con-tingente, y no píicde
ser,, en ccmsecuencia, regla estaíble é infa-
lible de condiiicta; pero si la moral es re
gla. divina á que hemos de sujetar nuestros
actos, ^cómo al enseñarla y aplicarla po
316
demos prescindir die toda ttoción áe Dios?
¿cómo desligar das cosas tatn intimameme
unidas qute, d-e negar tuna, tenemos necesa-
riamente qiíe negar la otra? No hay tiem-
po, Señores, para repetii* aquí todos los
argumentos que, cuál arietes formidables,
han sido kunzados 'par los aipoloigistas del
cristianismo cpmtra el error de quie trato
que, cual débil muix>, no ha podido resis-
tir á su embate y se ha dierrumíbado con-
vertido en liviamo* polvo ; pero sí mé per-
mitiréis abrir, por*ujh .momento, el libro
de la historia, y escudiar el rumor áe las
generaciiones que, cual imponjente cascaxia.
ha caídio al fondo del abismo de Ids siglos.
¿Qué fué dfe la moral universal entre los
pueblos idólatras de los primeros tientos ?
¿qiuié fué de la moral universal entre líos
pueblos paganos posteriores, aun los más
avanzadbs en los florid^os senderos de las
cienicias humanas, como la Grecia, esa poé-
tica y cultísima nación que logró alcanzar,
icual idtra niingurfa, e! mayor grado, de es-
plentíloír en las ciencias y en láis artes? ¿qué
fué de la moral universal en la antigfua
Romta, señora y dominadora del mundo
entonces conocido? ¿qué fué, en fin, de lá
moral 'uiniversal en estas tierrais vírgenes
de América qu^ los conquistadlotrés batUa-
ron empapadas eri la saneare ínocenite de las
víctimas humanas, sacrificadas «en los alta-
res die los ídolos? Vosotros lo sabéis me-
jor que yo: abandomatía la conciencia del
317
hombre á los óébiíes dictados die una mo-
ral nattvral, át una moral sin sanción óg
ninguna clase, :bí«i pronto se sol>pe{>usÍ€-
ron á sus dictados las voces destempladas
de las pasiones más salvaijes y d^e los crí-
menes wÁs abominables. Me concretaré
á la sociedad romana, porque bien saibéiis
que en ella «e refumdieTon todas ó casi to-
das las demás de ese tiempo; y asi como
en el inmenso recinto* dfel Imperio se alber-
garon los hom'boTes de todos los países, así
también observamos en sus cogt'Umbres
los vicios todos del antiguo paganismo,
pufdiendo, por lo tanto, servirnos de tipo
de todos los pueblos que se viercja abancit)
nados á la sola influencia de la moral uni-
versal.
Ija sociedad romana^ estaba dividida en
clases profundamente separadas entre sí
por abismos insondables : el :patriciadoi, la
pleíbe, los esclavos; y tras esite modo de
ser, venía el poder omnímodo dé los pa-
dres sobre \o¿ hdjos, la degrada^í mi
de la mujer, la concupiscencia transforma-
da en dkxs ó diosa en las personas imagi-
narias die Vemis, Adonis y Ciibeles, Pdapo
y Flora; el robo; el asesinafto. la embria
guez, la perfidiía y todos los vicios y todos
los delitos, personificados y deificarlos en
los dioses del Olimpo, que ^^enía á ser así
un cielo pagano más retmgnante y nausea-
bundo que nuestras cárceles modernas.
318
¿Qué fué de la moral universal? ¿dótuie
estaba que no teima la fuerza njecesaria pa-
ra cegar la fuemte maldka de fet esclavitutl,
para contener á la autoddad pcrterna den-
tra de sus ju&tjos límites j pana salvar a la
miOíjer, y para purificar, en fin, las cos-ttim*
bres públicas y priva<ías qtie huibietton de
llegar á un gnad!o espasi.toso díe corrup-
ción? No, la moral universal, por sí sola,
mo basta pora guiar á k httmairtidlad por el
r-ecto -seaidero del -bien : d^esde que el hom-
bre pierde la vendadera noción die Dios;
desdle que no le queda para guiarse en el
piélago de la vida más -que la luz indecisa
de la razón, tiene que ex'traviarse y zozo-
brar como nave comlxtítida por todos los
víenftos. Para q^ne las sanas íiociones de la
moral no se borren dIe la itnteligencia de los
hombres, es necesaria que »u pureza sea
preservadla de toda manoha por una aoito-
ridad suprema que, emane del másmo Dios :
hé ajquí la obra áe la Iglesia instituida
por Jesucristo.
Hé aquí por qué !a moraU cristiana es
la única verdadera, piies, al par quic tcnrta
su raíz y origen d)el mismo Dios, que es 'a
fuente de itoáo ser, de toda verdíad y de
todo ibien, es coíilgeryada y preservada de
toda corrupción por la autoridad dle ese
m^'smo Dios, representad-a por su Iglesia.
Jamás puedie, por consiguiente, influir en
ía bondad ó la maildaid de kís acciones ni
319
el iiUerés privadlo, ni la utilidad pública, m
los extravió s de la razón. La moral cristia-
na- es, pues, la úniica moral verdfadéra y
•perfecta, y ¿lia es lá sol«a que'puedie salvar
á ¡a mujer -de esa« caídas espantosas á qué
la hace muuy expuesta su débil ma'turaíeza
y sus pasiones miás vehementes que las
del homlbre.
Áhióra, ¿por qué es convenionité éducaí*
á l-a anujer, y sdbre tocio, educarla cristia-
ntem'ente? ¿Peix> quién ignora la influen-
cia decisiva que la mujer ha ejercido siiem-
pre en los destinos d^ la humafnidad ? La
mujer ha sidb y será siam^e- una influen-
cia maléfica ó bienhechora en el otro se-
xo, pues ella ejerce, sobre el, hombre un
poiter inmenso, incojnitrastable .por medio
(íe las fuerzas más subyugadioras : Ta gra-
cia y la hermosura. Salomón lo dice en sus
proverbios : "5>on muchos los que la irntujeT
ha herido y derribadoi; y han muerto á sus
masnos los varones más fuertes. Su c^sa es
el cajmino del infierno, camino que remata
en la muerte ¡más funesta/' Y en otra par-
te: "¿Qu.jién hallará una mujer fuerte? De
mayor estima es que todas las p-reciosida-
des traídlas de lejos y de los últimos .tér
minos d>el mundo."
No puede la mujer perfeccionarse ó co
rromperse dSce uai sabio autor, síít. perfec-
cionar 6 corromper á los que hi rodean.
Podríamos, -en co»míproí>ac¡ón de esta ver-
320
dad, aihrir de nuevo el libro de lai historia
y señalar la influencia, generalmente per-
niciosa., que la mujer ejerció en las socie-
dades aniteriores al cris»tianis»mo ; mostra-
ríamos que ios actos de verdadera virtud
d<e l»a mujer pagana, fueron la excepción de
la regla, mientras que en las sociedades
cristianas formam, por el contrario, la re-
gla general; pero para esto, «^eria necesario
abusar de vuestra paciencia.
Hesiodo Uamaiba á la mujer hermoso
mal, mientras que mosotros obramos en
justicia al llamarla nuestro hermoso bien.
Y no i>odía ser de «tra manera: transfor-
mada la miujer en cosa, en un miieble óc
lujo, como otro cualquiera; sometida a«l
pK>der incondicional y despótico del padre
y del mairido eni ías sociedades antiguas,
estaba dnrminada por el hombre, cuando
se trataba del bien, pero cuando se tra»taba
del mal, convertíase entonces en dtomina-
■dora, y se vengaba convirtiéndose pana él,
e»ni fru'to emponzoñadlo. Vino, <emperp, Je-
sucristo, y tomando de la mano á feí fm*u-
jer, levantóla del estaido de degradación en
que se^ hallaibá, y le dijo : levántate 4 la al-
tttra del hombre, tu compañero, y cu.ni(ple
los magníficos destinos para o^ivt fuiste
creada. Y desde entonces comienza á des-
filar ante muestra vista ese ejército innu-
merable de matronas augustas, luces del
hogar, gloria de las naciones, honra y prez
321
^ ia humadla raza, algunas d¿ lajá cuáles
habéis oído aotilbrar por la intcligemte di-
rectora -de esbe Colegio. Si 4a intiuencia,
pues, die la niiujjer es tan decisiva para la
felicidad ó la die&gracia del género huma-
no; si ella influye en muestios consejos; si
es el znóvil que nos inipulsai y nos alienta
•en la 9ti|>retna batalla át la vita: si es }a
madre de ntiestros hijos; si es nuestra es»
posa, si es, en fin, miesFtora' eterna y obli-
gada compañera, preciso es hacerla ins-
truidla y buena, sobre todo^ buena, y esto
sólo se consigue por medio de u>iTa sólida
y cristíana educaciódi. Ilustremos, -pues, . y
eduquemos á la mujer; pero ilustrémosla v
eduquémosla cristianamente para que, eoa
vez de que sea la sireoiá que nos atiaiga.
con kk armiofíioisa dulzura de sus cantos har -
cia las rocas del iinaJ, sea la estrella ;bien-
hechora que nos guíe por el caímino del
bien y de la vártud*. Para que la mujer pue-
da cum(plir el gran ministerio para que
Dios la ha formadio, el de s^er ayuda y sos
ten del hombre, es necesario, dice un gram
escritor 'moderno, que no olvide nunca su
dávino ideatl, y que siempre aparezca á los
ojos del hombre como se representa á la
Virgen Maria en. su radian'te pureza: con
una corona dfe estreSlas en la frente, rod'ea-
la de ángeles, tocaíido apenas el suelo con
a extrermídiaid dse sus ropas y hollando la
aibeza de la sterpiente.
Ponee y Font.--41
Aforttifiadaineinite, Señores y Señora^
padres y madres • dé famxHa; quie me escü'
cháis^ histbéis comprendido ^cuán importan^
te es ia ediuoadón' cristiana «de vuesttas hi-
jas, y bacienKio iloda dase de sacrificios,
que in>dru<lablesiiente 'Os serán (réce-mpetisa-
dos, oemtribuís al sostenémiento.-de este
plantel de enseñanza, quedes esencialmeiite
cristiano, y auyo orden y f!rtoraH<íad, ver
d^aderamente admii^abies, sófn prefidla aegu-
ra del éxito más» lisonjero. Por.epto^ iinter-
pípetanido Icds sentimientos de la señwa Di-
rectNDra, os dipy las más expiesiv^BS gracias
por vuestros noibles esfuerzos» y os oonju-
vo para, qiae sigáis impartiendo al Godegio
vuestra v^iosa protección^ á finfdíe que k>
gnre >alca-nzair el grado de. prospetudad: que
necesita* ipara lletaar más eucn(plid4nie<iiit<e
su importante objeto. — HE DIGHO.
.''.f- '-.I ,- [ í'j u. -A .
LA IGLESIA CATÓLICA
Y LA LIBERTAD.*'
Suelen los iiñipíos inculpar' á la Iglesia
Católica de enemiga de la Ebertad de los'
pueblos y de adiversarip. de todo- progre-
so, y «no deja de ser curioso escuchar las
aipiaisionadas areqgias ó leer los discursos .
•de es»tos escritores que, casi .^ienípire, pro-
fesan los principids más contrarios ala ver-
dadera libertad dq los pueblos y niás, disol-
ventes de todo orden s»oicial.
¡Que la Iglesia católica es enemiga de
libertad! Apenas puede creerse; y.cier-,
mente que no se creería^ ^jsi no lo escí^-
láraimos cop ajiuestros propios oídoá, 3Í
324
"2"" '
no lo leyéramos con muíestroís propios ojO¿
¡Córmo! ¿será posible que después de c^-
ca áQ diez y nue-ve «iglos de coníst¿xites y
gloriosas luchas en pro de las verdaderas
libertades y de los legítimos derechos de
los pueblos; será posible que después de
cerca de diez y mueve siglos de una ense-
ñanza coriisüante, universal, janiás inrc-
rrumipida, de la subliime doctrina de! cris-
tianismo, la más favorable á los intereses
de la humanidad; será posible, decimos^
que haya luina^ sola voz que se aUova á
arrojiaiT á la faz de la Iglesia, turuana ca-
lunmia? ¡Ah! sí, por desgracia, no una
sino muchas voces se han alzado en estos
últimos tiempos para acusar á la Madre
del género hufinamo, á la incansable vigía
que vela constantemente á las puertas del
alcázar del mundo, resguardando á sus
descuidadlos moradores de toda sorpresa y
librándolos de toda esclavitud, pár<i acucar-
la, no sólo de haber descuidado $us ciebt-
res, sino de ser ella la que conspira con-
tra la libertad del mundo.
Pero será en vamo que preguntéis á esos
escritores cuáles son los hechos en qne
fundan su falsa acusación; cuáles las d6c-
trintas profesadas y enseñadas por los Pa-
dres de la Iglesia ó los ^pd^s escrito-
res ortodoxos que favorezcan el 'despotis-
mo; será en vano, porque ofa os respótí-
derámi con frases sonoras qoii^ nadlár dicet
325
" por sfu ambígüediad, ora Os espetaráai lar-
gos discursos henchidos de citas falsas y de
hechfois •matliciosamente referidos.
i Que la Iglesia católica es enerniga de
la libertad ! ¿ Cómo al eco de esas voces iai-
piostoras no se levantaíi del hueco de la
tumiba las generaciones que pasaron, para
arrojar un enérgico nventis á, la faz de
esos caluniíiáadores? ¿Cómo los gladiado-
ires romanas que luchaban en los circos pú
blicos con la^ fieras ; oómlo los prisioneros
de guertia- uncidos al carro de triunéo de
los vencedores; cómo los esclavos encor-
vados bajo el duro látigo de sus crueles ca-
.pataces;. cómo la rmuijer, yilmiente degra-
dada ; cómo, en fin, el pueblo entero, ex,pio-
ítado siempre om beneficio de unos poicos,
no. se levanta pa.ra protestar contra esa
calumnia sin ejemplo?
Mucha ignorancia ó una malicia infer-
nal se nec^itan .para pronunciar esos- dis-
cursos ante las asa'mble>as públicas ó para
consiigniar taíes des^propósitos en l«as pági-
jtas de libros y folletos que ven
Ja luz ptib'Hca en el seno de socie-.
dades etnvnenlem-ente cristianas. Estas
saben imuy «bien cuál era el estado del mun-
do antes <l¡e la venida del Salvador, y cuá-
les k)« cambios profundos, trascendemta-
>s^ realizados, después en medio de esias
Dd-edades, al solo influjo de las enseñan-
as cristianas; y saben taitibién cuáles $on
326
e! orig-en y las ttendencias d^ estos moder-
nos propagattidistas. Sí ; á pesar de que las
sociedades miad<ernias han sido trastorna-
das desde sus cimientos ; á pesar de que
se* ha logrado introducir el desorden en las
ideas y en las costuníbres ; á pesar de ha-
bense adulterado la historia; de hafceísc
mentido oom des'en.'vol'tmra ; á pesar, en fin,
de todos los ^esfuerzos empleados por la
impiediad eirít lia asombrosa lucha que lia
agitadlo al mundo en estos últi'mos siglos,
la verdad har salido aí fin vencedora y la
im,piedad subsiste como un hecho, pero
subsiste vencida, hümi-llada, desterrada
del corazón de los pueblos que qcumpren-
den que la idea cristiana es la fuente, y :a
Iglesia la protectora de todas Us Kbeirta-
des, y que la impiedad no es sino la mis-
ma tiranía mal disfrazitída con' el ridiciílo
trajje del laríeqüííi qué disimula con falsos
oropeles la grosetiai urdimbre de la tela.
Y así e«, en efecto.
En toda ciencia se reconoce un axio iia,
uñ iprhícipio fundamental que k sirve de
base, y del dual sé deducefl de una man'era
lóígi-ca y ttecesiariía todos 'los d^^ás ¡inn-
H^i,t)iós que, -¿omío cons.ccuencias in.iecHna-
bles, fofnian el conjuíito d'e la doct/rina. Si
este axioma ó principio llega A fonmularse
xie^utrná manera ifalsa, es decir, si se pr^
teíid'e hacer pasar como: verdlad f»inda4Tieii
tai un ^^eííorV falta' á la eiencfipi^ I51 "ba^üe ne
827
cesaría, y clafo es^ quq las coiuecu-enciás
que se dedoisscati, han de ser falsas: taiu-
bien y Jal^só ei óonjuntode la .d»xiriiírt*
L^'politka es te-rabiéh uña ciencia, y un4
ciencia de la& mis iiíipontantes y diftciies,
ptiestp que sup jíriíjcipios tienen qqe ciplir
carae- ái>!^';90ok^des. hidftnaoas} y 31 ll
política es: «na ciencia^ debe admitirse qu«í
eKÍebe ttiblaxtonia ó ipriiKipio.fuaixkiinventaU
del cual h^yan de deducirle. los .denwsj^coq
¡0$, fegte&'die su «iplicalció^ Siemio, -pues^,
la potttica. íla.> detici» de los gobiernos» la
que trata >dóI\pod*er temporal erigádi> en el
sefK) de los pueblos para^ sfu , conaervacián
yipcifecionatíiieníto.morajLy matetial, ckn^
toa del cir<iulo >(|e. ki -lifeiertad y áe les 4erc'
ché».'del Ihotnbre; el>axk>ma «fnndatsue/ital
dcí esQ^ ciéiticiá ! dtíbe: «versar sobre el origfsn
de ese pejd^pj y si este axioma se fornaula
de una .manera falsa, sancionándose <2oniO
verdiad loque ps.contrswioé^la verdfíi)d,.las
consecuencias *d'e ese principio blan^de. s^T
también /aicefeariaítoente íaJsas -yroontraria^
á ÍRiVtMzétm libertííd de los-^pwieiblo^, qu»-
es el objeto m/ás noible q'ue se pr^Jipont j 5íl
detrc¡^''ds8.jg fiiolkiíea.
■•A€i//pue«, «íonmulando d« uno 'maneria
tíJsa^csé-^íaxiofBa- sí>brfe^ el ofís^^n dej po
der, 1» impiedad modbmtl^'e5ncarrtatía ^>n
ekyíq«'&»s« Haiha por- antítesis el "libertaJis-
áfOf/^' en -rez'dír fofwnQfh un conjuin^'d'e4ocr
tFÍD^iiaVereiUé á la B'bertad, úo ha lieoho
328
sino remachar en los pies de las socieda-
des la dura cadena de ki esckuvitod. £1 po-
der, dice, "reside esencial y originarian^en-
te en el pueblo," y los gTá)iemos, escuda-
dos coíi este princiipio, ni reconocen otra
ley superior á ía suya, ni <|4]iieren goe se~
llame ley más que á los dictados de su ca-
pricho. Las consecuencias de «lubl «error tie-
nen, pues, que ser funestas y ' desastrosas
para la libertad ; porque basta que lois que
se llaman representantes del pueblo expi-
dan una disposición ouialquiera, «para que
se le dé eí tiomt>re de «ley y obligue su db*
servancia; launque semejante *iey" sea con-
traria á las leyes eternas de la justicia y Kle
ila moral. El cristtianisinioi, por el contrario,
ha enseñado con su. divino Fiutdador,
**que ' todo podíer viene» de Dios^^ y - que
Dios es la fuente, el origeni del- poder pú-
blico.
Txxla disposición, pnes, que sea contra-
ria á las leyes de Dios, es decir, á »la justi-
cia; no merece el nombre de ityj háyaia
dictado iun rey absoluto ó una asamblea
legislativa.
¿No es este principio u® principio de
libertad, una giarantía contra los 'avaifces
del poder, el escudo y mejora dfefensa de
las publicas libertades? ' '
Mas ¡ay! hasta este principió sublime de
libertad áe ha querido obsctireccr y térgi-
vetsaí- 'pór los eh'emigoB di^^i^irfetiahietnwt.
329
dámiole una explicación que no es la de la
Iglesia católica, sino la de un sistema por
eUa coDidenado: el cesarismo. EA cesaris-
nK> ha sido el que ha enseñado q»uje el Rey
es inmediaitamente designado «por Dios pa-
ra gobernar y es "ley viva," sin más li-
mitación que su voluntad soberana.
Para defender á la Iglesia de esta nue-
va calumnia» y al mismo tianKpo para 'jus-
tificar .nu<eslt«*a tesis d-e -qiuie, lejos de ser
ajquélíla en^efinígai de la libertad y d^e la de-
mocracia, ésy ha sido siem»pre, jícm* el con-
trario, la ^más celosa defensora de la liber-
tad civil y poiítíca die los pueblos, nos bas-
taría abrir ea cualquiera parte el libro di
fa historia^ y en sus tpáginas elo ni entes
hallaríamos á cada paso la compíeta demos-
tración de esta verdad. Veríaímos pasar an-
1c niulestra vista la gran figura- de Teodo-
sioel Grande, reprendido en'érgioámenté
por San Ambrosio por haberse dejado dj-
minar un mfcumento por sentimientos de
crueldad y de venganza. Veríamos des-
pués íá la Iglesia re;parar, en lo posible, las
ruinas canisadias por- los feroces invasores
del Norte; defcmider contra ellos los fueros
y itbertades de las provincias; suavizar á
los dominadores y concluir por conquistar-
los-,pa<ra la causa de ia civilización y' la li-
bentad. Vteríamos surgir delante ¿e nos-
otros esáf época- admirable de la :E<iád Me-
'diai tan :tpal estudiada y 'peor comprendí*
Poflcey Font— 4^
830 .
<ta, en la cual rqsplamdecian, al par de lit
fe más pTotfunda, los más hidalgos y cai)a-
llerosos sanitimienlos ; veríamos á la Igle-
sia defender á los pueblos de la brutalidad
de los señores feudales; cedebrar concilios
generales y provinoiaies, sínodos diolcesa*
ñas, asambleas de todas clases, enseñando
así á los pueblos con su ejettiplo el m(Xlo
de ser libres; faiviorecer el estableciitíien'
to de los municipios y aponerse, en fin ♦ por
todas partes, á la ai^bitnariedad y al des-
potismo ' de . ireyes que se dlaimiaiban católi-
cos. Gontémplaríamjós con los oijos db* la
imaiginación, ks maravilílas de} si^lo' de
León X que popularizó el gusto ^poi* el 'es-
tudio de las ciencias y de )as bellas' ártes;
desgraciadamente ffiteeadó y corrcttwpidd
por la protervia de ios thombres, y asisti-
ríamos .V los gloriosos iprincipios 'del reina-
do del inmontal Pío IX el. Grande,' • que
restaitiiró én sus pueWos la .representación
•níluinicipal'que les arrebató te. revolución
francesa. Mais ya que no nos' es :f]l6sífele
emprender inii llevar á término 'esfámag^
na tarea en las estrechas coltimifias de un
(periódico semanal, nos limiiaremos á éni
pliar en- otro artículo nuestras^ rawDÜíes^
con«i|gpnaitirib al Tnísmo tiemipo' las.dóctrl'-i
nas" de algunos grandes escritores: 'orto-
doxos, prefiríerpdo' aquellas eñ' qáe. tratan
del origéíi "del' poder; y' estío 'bastarla, :á
íiuesitTo juicio, para demostra^r njue la Rfí-
831
lición ^católica ha slio sie»:nipre 'la defen-
sora y propagQidora de la.« ideas de líber
tad; .pero libertad jiista y raiciofial, conser-
vadora del orden social estafbkcido por el
crfetíaíiisTno, y no d« la libertad demag(^)-
gica que corfiuce á los puieblos, ^pa-sb á pa-
so, á los horrores dd socialismo^.'
^11
Recorriendfo hí historia de- las vicisitu-
des d>e la humanidad, de iLofs grandes acotí
t€cimkn»tos^ éc l-os to-astornos -pipkmdos y
de las guerras sangfientas que la hán.tagi-
taio sin interrupción, desde los' pt-imeros
días de su existe'iKiia, á icnjpulsos ée m'ú en-
contiradas didctrinas, nu'estra' atención s<"
fija .principalmetuée en dbs de esos aoornte-
cimientos^ como los más notatbks y- ipro
miiuentcs, y ^qüe son' la clave que niós .acla-
ra y. explica el '^ran enigrria en cniíya so-
' ludón Be emipena ' nuestra iíntteiligencia ;
ismgtniá qbe c<Daisiste'en efea mezcla espan-
tosa, á' primera vista incomíprensible; de
bienes y de males, de verdades y de erro-
res que vemos: campear consf aníteitient*',
disputáiidose la posicsión del mupdo.
vDcf es» «másma maneara, al estudiar las di
Vérsfeá- doctrinas qiie durante tantos siglos
332
han &eryi'do de pasto á la ávida inteligen-
cia -del hombre, la mzón por si soda se
coníund»e y anonada aíiite su cúaiDulo in-
menso, sin que pueda disítingiAir en dónde
se oculta Ja verdad; nuas la razón, ituoni-
nada por los «resplandores de las anseñan-
zas divinas, íácilmente logra reducir á áos
únicamente todos esos sistemas, mirando
en uno de ellos al error <fue reviste sus
múltiples y variadas fonmas, y en el oitro,
á tei verdad que se presenta siempre la mis-
ma, tma, absoluta é i<n.muttaible.
•En efecto, en d orden de los "bechos, la
oaida del homibre por su rebelión contra
los mandatos dte su Creaídiofr,. lios explica
la exisrtencia del mal en el nmndo, deí mal
en todas sus face-s-, el mad físico ó las en-
fermedades y la imiuerte, el mal moral ó
el \pec3íóo\y- y el mal iinfteliectual, ó sea. e#
error; y como consecuencia necesaria, la
existencia en las sociedadíes anltiguas de
un gistemia' social, fundado en la base del
mai, y en el ^qoie predominaba de una ma-
nera irresistible la caprichosa voltintad del
hombre, libre de toda ley «superior; inias
por otra parte^ la redención d^ia ibumani-
dad por 'La mruiert»e ignominiosa del Hijo
de Dios en d árbo"! die la Cruz, es e^l otro
aoOíiTtecimiento que nos hcuee oomprendiier
la «existendia del bien en él mundo y íu
salvación de la es5>antosa catájsJtrofe qiife' tiv
YÓ lugtar ^n ]qs ffericÍQí ^?ampos' <]te1 •?«•
333
r¿í«b;^ y como con sec tienda de ^ése acorta
tecimknto m^imDrable, la existencia en 'las
socíéda-des crtstiamQs de un si&tema so-
cial fundado en la íbase del bien y en el
que no pnedomina la twránica volun-tiad del
tionubre, de una wmi&rsí exclusiva, sino á
cada paso sujeta y acomodada al itijpo eter-
no de la vohantad de Dios, de Ja 'ley di-
viinia.
Sin la caída del hom«bi^e, no se exjpílic;l
'la existenciai del mal eñ el mundo, y sin
la Redención el bien huíbiera desapareoído
jpor camjpktoMe la s-tiperficie de ía tierra:
lo primero fué producto de la li'bertad hu-
manal; lo seigiindo, gracia concedida por
la misericordia de Dios; pero coimo con-
secueaicifl' de ambos, y desde el momiento
en que se realizó la caída del hombre y
salió de los divinos labios del Creador la
promesa de la Redención, vemos en el
muado al bien junto ai mal y á la misera
tomafliidad unas veces caer y otraiS levan-
¡tarse, uiñas veces practicar d bien y ren-
dir sfus homenajes á la verdad y otras co-
•rrer desatentada por -los senderos del mal,
rindienido culto al emor y á la mentira, se-
gún que en ete pT»ed)OmfnaTi las consecuen-
cias de la caída ó se aprovecha de las gra-
cias de 1¿i Redención».
^'Ál efitirar el mal en el mundio-, dice Mr'.
•Ga.ünié, produjo el dualismo. Dt aquí. tam-
bién dos fMosofíaiS y dos literaturas, tan
334
opu.^sitas entre sí como los doís es^pírítus
que las iins'piran, como los ip^iricipios de
dondte parten, ootmo los medios q«uie em-
plean y oottho él .fm á que se» diiígen. De
aquí -tar^'bién, como consecuiencia , no me
nos absoluta, dios , '^políticas distintas: la
política del bien y la política del niial, la
política católica y la políitica pagana.''
En efecto, Jas cienciais, las artes, la lite-
ratura, la políticia*, todo se halla sujeto á
las influencias de, esos dos espíritus: cuan
do predomina el espíriitu del mal, las cien-r
cías, la literatura, jI^s art.es y la política, se
hacem píLganeis ; e» decir, ciencias 3Ín Dios,
literatura sin Dios, arte sin Dios, política
sin Dios; y cuando por d con^-rario, pre-
domina el esipíritu del bien,* las cienciai>,
las acutíes, la literatura y la política, sie ha-
cen cristiíamiais, es decir, servidoras d-*
Dios. . . '
Hé aquí, pues, cómo podemos redfucir
á dios solamente, como antes liemos didao,
los sisten^s que dividen en dos camjpo»s in-
mensos á 'la humanidad: el siistema' paga-
no, cuya esencia consiste en la rebeliórt del
h'Oimíhrte contra las leyas dle S'U 'Oreador^ y
el siis-tema cristiaflio, qu/e njo e» más qine .ú
sumisión áf.esas mismas leyes. . ^
Concretándonos ahora, á la i .política^
que es ;el objeto de estos ¡artículos, dire-
mio-s, como cwsecuencia d^ las id^as. hasta
aquí desanripijladas, .q^e, todos lo$. sis;t^ma^.
330
de gobdeiuió que ^-e ha'ñ :J>laiiiteado y Ío¿
qtue en adtelíuite pretenda ensayar la in-
faítigable yói^hiUáká <Jel hombre, pueden
reducirse á dos, : el sistema pagan > y e:
stsíema cristiano.
'En el primer sistemia, sea cual fuere la
forcDia de gobierno establecida, moníárqui-
ca, aristocrática ó pojpudar, la voluntad del
hombre -es la ley suprema que rige á los
puel>Ios, ley que no reconoce otra ley su-
perior, volumtad que no se doblega ante
ninguna Otra voluntad, regki de oomdfucta
imfpuesta á los ciudadanos que no se su-
jeta á otra regla **iguna. En este sistema
se desconoce por completo la existen<íia
<ie \m tipo eterno de perfección, al cual ha-
ya wc^dad de ajustar los mandamientos
d>e la autqnidad, so pena de usutipár los
deretíbos de Dios, de hollar los foeros sa-
grados (de lai justicial y de traistoraiar loca-
mente el orden social establecido por Dios
mismlo sohre ¡lí iancha y s^egura base de ^u
ley^ que e-s lar. ley del cristianismo.
á^mejantte sistema reinó casi exclusiva-
ngiente ^n la? sociedades antiguas, en las
cu^es la voluntad de la apersona ó perso-
nas, encargadas de contfecaionar üas leyes,
era la ley úni-pa que no admitía apelación,
ley stíprp^^nu^, inexorable, ineludible. E«i
las>naciopeis regidas por urn gobierno po-
pVi^arr. p fepul;>'íicaino, el pueblo era el sobe-
rano omnipotente, cuiyos catprichos no se
336
Siijetabaai á regla alguna dé twl orden Sü*
perior, y en las sociedadíes gobernadas por
ni^dáo de4 sistema monérquíco, la volun-
tad del Rey ó del Césaír, supremo Itn>pe-
ranite y Pontífice s.u|>nemo á la vez, dueño
de vid-as y haciendas, era la ley por exce-
lencia. Vemos, pues, que aníbíos sistemas
die gobierno, eí rL^uiblioano ó poputer y el
monárquico, venían á ser en las socieda
des antiguas, en la esemcia de siuis doctrí-
'Ua-s y es|>eciailmen.te en sus' resultados
prácticos, una misma cosa, un solo -siste-
ma que hacía gemir !á los pueblos ihaijo ei
yugo inso]>ortal>le -de liai esclaivitud y «la ti-
ranía ; porque si bien el sistema repu'bWca*
no ostentaba algiumas apariencias de líber
tad, ésta qu»edaiba ilus^oriada, no sokdieit-
te por ciertias Ansitituciones sociales, como
la esclavituid y ta división del ipueblo en
castas radicalmente separadas entre sí, que
impedían que el miaiyor número gomara si-
quiera de esos vis/lumibrés de libertad, si-
mio principalimiente parque, una vez elegi*
d'Ois por el pueblo los maoidatarios, éstos
comenzaban á legiislaír sin sujetarse á ley
alguna de un orden suiperior que garanti-
zara lia liibertad, ¿y qué imlporta ai pue*
blo el d'eredluo die dtesignar á sus gober-
nantes, si éstos, en el ejetxricio de la aju»^
toridtad íik) han de tener por morma de süS
aicítbs más que los caprichos de Su volun-
tad suprema?
"Gaila^ seoledÉH^Hes- tnodernas^i-idesée ne<
Renacimien'toihdtiúar-iiuestiiQs 4n^ irías ipar-
ticiiianhéníe, vcarnotí': repetirse este n^isiikO
jfeoóméiiOivDfisd'e que tel esjpíiríHii ddipíi^i
rúsm^ime inftroidiig& •en; éllcós'aaóíf' (^cias
sociedades modíemas,' roahpitffiído^I^aicknt-
rabie! imídad- 'ea .ideas^ lyi seirtimietitis/que
¡erii.eshredio.iy* >atnoF09o lazo » ügára ' á : 'los
diivefl90Í9 ;puebk)«»{qiie duxtmitt ki )£dadM?-
d>^ cTÍBciaii y &e;rdiesia2}iN)4]aban'. á la >soti|-
bra dé' íU» Iglesia^. i&^ "señiaáarcffi ^ti< soAobs
ittkÁ .prtáiináb^lkisn éois (cá!mipo¿> Í0[cie;i&tenir
ipre han dí^idíid¿ á la humaiifdaxir^! Eiictl
¡rampo |wií¿MWDí ^emoBíbüdlír ytrevoíf'erse
' en conf¿sOiyi á^tack» 'rtM>iri]i![))ie9ÍtO' ttiii «jér-
ckp de tebrías/ tná» i ó - nieiDOs descabeHcl-
dós^ naáá h3 inencfe íkreWjraJUei/yífá'O/irihiídí-
cu.UBl f)éro 'falsas! tódas' yi^qtxe \pvktáím^€\z-
sificacsr'<tahlbién^redlu<di¿fi4o¿»iS'á ck» »q-
lamente:^ ja'ti3i6iia idetnagfó^íoa dbi fibei^a-
• ]ásihfaí.-yíila>.tebriá'¿esarislBJ .-.rTit^'»!) ;?■..!
' j. fEidiba»a&riio> dicer '^'Id «sdíjoratifá. iMsi-
rde>ííes«l?!dia1riiT •MOTÍgbMri'aímCTite"?:Méní i.fi
jpueMofny ifk> jque fcli ptiebkj d>edirc<H»-eS)llo
' justo «yáo rverdacterb ;''' y el *G«8áTÍ3ih<V>dicc :
^-el'IReyj.ó cB Ccisares 1^ i)é-rsórt»'"Mittkiíe-
' díaAaMenitJe" (feísigiiada * por' DwépñfH ^m-
r)#iaiTrp, ipOF cóiTsi^iileiite, e] Re^p óiel'í€3ésár
- es^ra^f vhra'' .y-tsti.'UPcrfuiitaá ofo. irpiionoce
.otírat vQJiírartaii^-sufietior;':- Aímvbo^ sdsi¿«i(»€
MiTfatistruosDS^'por más cohtmríos'qtie^á'tpri-
íffi«bffvíf<atíípsw^ziaan^ ^oim'«í« eíiibaTTO^ -fin
^ ' P*Dce y Font.— 4$
;888
• su «tenbia . 3^ > len.* ( »}» vtsvM&dos fxr&otikos,
b^ aipaieosis idi^. id iraizpii^ ^ \ptíit imedie i ido üa
-KattnoipGteficnb xtél «ptiebio tó^^arioitninj^fQ)i(en<
/^i A'^aaiix)is;isástieniaS'CobKriea«e^>pium lalde^-
ctipckkni/qiae' dd oeeammo/ h^de d' sabio
'aáádr) íaiif eiá 'eiAado^j yiitQti^ás! 'paidbFas>véb'
-pioEenios aquií.pana eoMpktar rlai ido» q^
' deÜ».' tefver se* . deir t Qxi^njüSitiió : |>oilítieb iqare
Jm>i«mna|díiida á iasi ^oteklaBdésirjttiai^efñas.
íDtcb asfci;!.: ■: t' j.f r. ('i'/¿»; /iír'fir.íí -íiq
') f^íEfi/«Bte wsistemaui: elr h<KE|)^ spciaí,
ejñanoípaáo de iQsirleyestii^^in/iiim^'iTeiiia sin
fiSoalIizaoi6n ea las alniasf y ehdos oúerperv
Sé ratfsón /es ;laí rinegla'^ úe 4o ^ vercEadeiN], yjÁu
vóluti!tád'^l <M|iget«'idelídcreaho.'X&} íiii'í'tsa-
premó de ^sü- potóiticá». csíiel'fciefteaíac »áia-
Los destinos futuroír. il» ^i(alCJi?tl(máni<dach'ñb
-entraíririKam: imdá en r>ib oaiat&aSy^fiíoSáL él
ía ndfigiofrmotfessFnn&srT^ue tt'rf^ibstimiie'Bto
de^ reiiia'do »qti€ él -tiene) fCfii «^ /mohó^uf^-
gfvc{n>d^a: tomo cimí'qukTl'<)(tiT>-/r»fno deír^
-«hiMriisirra€Íón, poip «njeájo' de «sa?c«íB<itóí;,
- m& lBfrck5irrtaH'0©( : y.*, '^aipreiv^^ MicnfctaABíi:«
^íwtéi^és^lo e»%e!, y en íos.:limitesí«n.iqi»>*e
'corm&te, bi h»ee'resperta.r,vy's«m, fe&'át>aft'
«dbifá-y lia *fnajki^e^^i:«írrdi^^
ífKK' <»ntr«tíffctafií«s «[«6 •»«|n,^^cssii!í'Tttafi'ífne
Ifc .gar^riietceiv -sw >g^>ceB^N «nwitciiikndi^ral
.^9
flucblo ci?, la ^hfák^cj^, son bjuenas á sus
OJOS,, y las protege á. fco^ sin, creer en
ni^igíaoia. .' , .
, "I^ual suprwií^cía tiene en el orden. so-
cial. Todo ep^jé\ viene deí hombre y al
ibonibpeí; vuelve. El fs qárien por imiedio de
un <;<?ntnato formu'Iádia y firmado .por él
. mismo, ftunda.las sociedades, crea el podier
y lo dele-ga ,páfa volver á recdbrarlp ; mar-
ca» la .libeiltatd -de cadia uno; constituye la
. proipi^diad.; já^. •l'a, cd^ucación ; gioibicrnia las
. fortviTLa^, yj^ipada ^ sube^trae ^á su s»cíbera-
/'^gúít, pt^ues, se v¿, el /-esarisínio es la
í3pi<p«teiíi^Ís,.'S|üciail.dlel; .hio«nibre. Én ipríncipio,
est.la, , pfo^lanniafrión de k)|3..díe'recbos d(v
hqffApfe ,<x>ntr^ l<;>s,derechios de Dios, y Cl^
ei fbefáíp,..-^! ,(lespptism,o,. elevado á la úU>
...Tjal e,?, I»?', p)o»\ítÍ9^. pagana. ,
: 'Ep P^^rp&i art,ícu<¡Jps haremos una breve
exposición iíe la ¡política, Cristiana.
ni
_. /Cuando las tinieblas del paganismo cm
bríaíi toda la tierra, la inteligencia, humaría
g.emía- víctima del fanatismo y la supefs
tición, del error y la igncirancia; el hijo 4^
340
familia siifría resigiiado la de'sfpótica y tói"-
bara autorhíad del ipadre ; b esposa no era
para el mairádo más que el instrumentó de
un paisajero placer, y vivía destii'tuída d€
toda aiitoridaid, de toldo derecho, tal vez,
aun sobre lo^s seres i quienes iha'bíá dajJo
la vida; e»l pobre esclava, andrajoso y
misierable, m^ era para su avoinof «dueño
n^is qiue una- ''^cosa*' cuya estimación se
hallaiba en ra^óii directa de sus habilidaides
y prodiuctos ; las clases ínfimas de la socie-
dad se arrastraibarí itrá'bajosamente en el
cieno die las ciaidadx^si x>apuilloisa*s, dtestilnti-
diast de' todio dlerecho político y aiun civiá ;
y en fin, 'los gobiernos cuya autorijdarf no
tenía n;á,s fundamiento que la íiecesidíaQ,
Tnd más origen qiuíe la fuerza y la andaciaj
se hiallában en constatite y tremenda lti«(áia
contra- el pueíblo á quien vejábaíi y tirani-
zaban con cínica i'nédk'hcia, (¿y endb á me-
nudo deshechos a! fuiríóscí embate tí«e las
oleadas 'fevolücioniárias. ^ i s ;
Piero !hé aquií que alboreíai en los hori-
z^ontes el día esplendoroso de la libertad.
— Un niño ha nacido poibre, obscuro, en
la gruta más humilde de los alrededores -le
Belén. Reyes y pastores doblan ante él le-
verenites la <rodilla y le adoran, enseñan ^
fíSl¡e.;hecho^ail mundo que desde aqluel inr-
tanté . dichoso todas las raza-s, todos 'los
^pueblos* se.ráni oomsiderados "igualtes** an-
fe'Dlios; ' 1
341.
Treinta años después, es^ déhjj .^iño con- ;
verti<k> en ¡homlhre, comenzó á conjiruover
la tierra al solo inifki'}a de su palabra au^
tera y maijiestt^uosa, de su dioctrina &uíbli-\
me; y s^xíqnt decía <jue su reino no era!
de este nHuipdo^ diesde entonces comenzó á-
efectuarse en las ideas, en las costumíbre^j
en el fon-do del hiogad: doméstico, en las
ini^titucktties jpíúblicas, en las leyes, en la
sodkedad entera, una len'ta pero compleja
y absoluta transformación. — La «mujer fué
elevada al rango de comvpañera del honi
hre; el paidre «renunció á Los bárbaros de--
techos qute tenía soíbre el hijo, pero e! hi
jo aprendióy -al mismo tiempo, á reveren-
ciar al padlre, considerándolo conK> al re-
pnesentante de Diois en la tierra respecta á
ilta familia ; las cadenas de la esclavitud e<m-
pezaron á «ro-mperse; los gobiernos, com-
$)rendtien<lic' al fin que el hombre no tien-
por si mism.Q autoiridad alguna sobre e¡
hombre, com»enzaron á ajustar el eje*-cicio
del poder á la* reglas de la justicia y á r» -
prescripciones de la ley divina, y los pue-,
bloís, mirando en los gobiernos á los re-
(presentantes de Dios en la tierna, les pres-
taron su oibedienclia.
El cristianismo, pues, es la misnua liber-
tad; pero jaimíá'S de su doot^rina podnán. de-
ducirse esos principios que prioclama y
sostiene el mioderno liberalismo. Lejos de
enseñar que la soberanía reside en el puc-
34!í
bk>, atfce qué t<>áo'poiáet''i/vtne'éé'V>ÍbsyU'
jos d'é aconsejar qiíe se. diéspojáira' á nadie
de sus bienes ó de predi¿ar el corntrnisírio,
manifestó y enclargó que se tuViérá einiás
profuinido respeto á la ^napiedád, que es v
debe ser sagrada é in*vroía!blé; l-ejós de í-e-
lajar los vinctuños de la familia, estrecJrój
por el contrario, los lazDs qu-e liáü "unen*
lejos de predicar á los pueblos, como san*
to, el derecihk> de insurrección, aconsejó y
prescTÍibíó la oíbedáenck á l-óís gobiernos' les-
tablecidos, resultando de todo «esto el or-
den» más anmónico y (perfecto eñ' la fatnilia
y en la sociedad.
Esta es la revolución que el cristianismo
dbró en la síociedad y en la política.
*'E1 orden pasó del mtmdO'reHigkxso al
munido moral, dice un «autor, y del mundo
moral al mundo pialítico. El Ddos católico,
creador y sustentador de todas las cosas,
las sujetó al gobieirnk;) de su providencia, y
las gobernó por sus vicariios. San Pablo^
dice, en su "Epístola á los rOttnatiós," cap:
13: "Non est potestas nisi a Deü;'' y Sa-
lomón, en los ^Tnofverbios," cap. 8, vers.
15: "Per imfe reges regnant et conditores
legum jusita decemunt.'' La autoridad de
sus vicarios fué santa, cabalmente' por lo
que tuvo de ajena, es decnr, de divina. La
idea de la autoridad es de origen oatólico
Los antigulos gobernadones de las gfentes:
pusáe?ron sai soberanía sobre íundamenttos
9a8
liUfftánós^; ^bb<x7\^íron para 'sí ' y gdbfertíá-
ron por la fuerza. Los gobemadorí^íaato-'
licosytiíiiíéfittósé en írítíi<la' á $í proj)iosj; nu
faiE?ix>n ^íA-^éo^á* girío'nii'rtiáW <fe Dios ^
s(^Vi*>héá cié' íéé pútbtós. Cb^íkj'é! hóm-
to «3é>ó dé S^r *s«cd^vb'-dií! hómíjire:' Na<l*á'
hk f\ ár úw tiempo tfñsmo mhs fesj>'éf,aiM'c,
más l'S^ofl&rpdé^- y* í.fi^is aüg^isUp, «qiciié hjs" p^la-
bíftfs .qfcíé S^Igflési^ ponía eh lófe tíidos de;
1<!>¿ jrf-ín<íLpfe ciSstíáWós, al 'tiériipo' de ' su
coñsá^l^ién^í *^ohtód ésVe "bastón ccínfío
eí"*é!íi6í^n^ d^' Vane'átró! sagrado' 'pod¡er, 'y
psTá'ifié' pdAéá^' iótkÍñc2Br al díéM; '^stéfuéi
a!'qtó vaHla, corregir' áJ'Vfidoíso, v ITevaí'
al'^^í^fttéüib* ipbr d' xamíhib <4é la ' S^Wicióh.
Tbrfñátf ^1 c'érKí;p ióotfftb ' la 'té0& ' dtí • la; -ecttii-..
díad; éÍTÍna qtie gtólfbierria al itóéno y'.¿¿'sti-
gá'aF'frtaío: aprfended por aqtó a áiii^r la
juá'ti'da y a abciri^ecér ¿i ihlquidad.'* Esittas
páfaíW-á^. gúardabátií u^níi /cónsonancáa 'per-
fecta/¿fon !tá: id»ea dé* % alitor^idad' legíti-
«rtfej receladla, ái mu'ñd'ói por Niiestro Se-
ñaÍr'J^stijcR$t6:''*Scftis qttáá íli, ^qtui vidiéil-
liff' [ÍHh¿iípa>rf 'gent^^^ domiinuntuT eis:
et' p4ftíi¿Iptefe''"hábent ipáorum. No^n ita esl
antem'iíi Vobis,. sed quicumqne volüérit;
fiérl -nlajof, erit Vesiier mimstet: et güi-'
óiriiqífé Vtoluferit ín vo-bís prii^uis esse.
erít ortiñiqrtt servüz. Nam et ííKús holninis
ilictni <Vénít ut miinisítraretuír ei, sed ut' 'mi-
nistráiref,' et daifét aiiitnam suam redemp-
. ;;io49s ganeirjcmrcjgtfi ^^ta,.rf?xo;iíqpn xj^^n
segun<J<^s, ' rfjoncjqe ^p.^. HaíbieiKlQ[, dpmifl^^ -.
dje. la^jfüer?^'^nc^ ya lo¿ cuerpps y.¡
los; '^spirítüs 'j<úntáfiieoít¡¿;, .s.i^stentadpfe] por*
la fuerza diel díereciboi; J<>!s ( ppribiíC^^
que ,Üe ía obediencia. 4el hpñ>bre p*sarc«;
db^dien¿)a fósrzaiÜa psasáirioin á ,4a pi>^díen-
cia ^oasenti'd'a- ^liipero^ sj todos ,gaiíiux>t%
no ganaron .ítodo¿ igmlmp^tf;, opinio,|^vierA
que tos;picin.cípe,s, erij ¿1 lWch9.JnW3!ra}^ d*'
goKern^í en, noen'^r.e dé Dios, íepre^^la-f ;
haWj afla; Kupi)^ni(^4 ^^^9 S"' .PW^. ^^ vís^t^p
de $!U iirnipójbeAcía para:.c<?p§tituir uaaa auto- .
qdadiegitima por si sqi^y.\exi su nonibfe
propíp, niii.en^as que Ip^ jppebflos, en el he^
ch<:)'. hjisipo <ie 11Í9 oí)pdejC«?r. «^ el pijíi^cipe
sinior a su jPios,^ >erai:^. los represeniáate?/
de -lá mas jaíta.'j.' giprJiQ^ de las p¡re!íro^4'-
tiva^, hiiímiatia^^ íaí que cqpsist^e !^ ,no suj(5-
,taj-s^ síno'al/yuígo (Jié }a autü¡r,¡4^;di>^ínf|.
Estó, siry^e.i^árB. . explicar poir,(Uii4,partj? la.
siqgTuiax m^xiestíia .ci9.n 'q,ue * i^es^pw^decei;
en lá hitarla los príncipes dkhosos á, quie-.
nes Ips hombres llaman grandtes, y ^ Igle-
sia líamá santos ; y por otra la singular
noble^ra y altiyez que se ech>3 de ver en
el semblante de tiodos tos paaieW<>s cató-
345
lieos. .Una voz 4e paz y de consuelo. y d-e
miábricardía, se había levanítado en ei nuin-
doj y faáibia résonaáó hondamente en la ;
conciehaió hiMnáiaa, y esa voz h¿ibía ense-
ñado á las gentes, que los pequeños y ane- .
nesterosos nacen paía ser servidos, porgue
son rnenesteiTÓsos y 'póqucftos ; y que lofc
gramdés y ^k>s ricois nacen para servir, por
•que son ricos y ¿porque son 'ginaíndies. Él Ca-
toHcisimó, divinizando }a autoridad, santi-
ficó la obediencia; y santificando la
•uttia, , y diymíziaindo la otria», oondlenó
erpfgtulío en ^ sus mjanifestaciones más.
tremendas, en"^ el espíritu de dominación
y en ej espírjltvi de rebeldía. Dos cosas
son de todo ptwito imtposibles en una socie-
dad verdaderamente caitólica: el despotis-
mo y I¿^s revoluciones. Rousseau, que tu-
vo a^gúh^^s , veces súbitas y grandes ilu-
minadones, ha escrito estas flotables pala-
ibras;''*Lps.go)btieni)pis.m<^^ son deu-
dores índudaiblwenite al Cristianismo, por
una parte, de.; la consistencia de su auto-
ridad, y por otra, de que sean más^ gran-
des lo? intervalos entre las revoluciones.
Ni se na, extendido á esto sólo su influen-
cia; porque obrando sobre ellos mismoS;
los ha hecho mías humanos : piara conven- .
cerse dé eító, mo hay más que conUpararíos
con líos gobiernos antiguos.'' ("Emile,"* li-
bro iQuaftto.) Y M'ontesquieu ha dicho:
"No cabe duda sino que el cristianismo ha
Ponce y Pont.— 44
S46
Ct€íi(k> erttíie noáotros él <terecho poUtloo
qu^ récónoc^ñruas «en lá ¡paz, y el de geií
tes que respetaimos en la guerra, ptayos
beiiii»eficíOs no agradecerá nunca súíficiente-
nuente d gémtt^ humanoJ^^^físprit des
¡oís/' lii<br(a 29, cap. -tercero.) (i)
"Apenas se com|prende, pues, cótmio los
gobde-mos actuales se olvidan tan á rrienu
do de estás grandes verda-áe^, y repudÍQía-
do el cristiaíiismio, haciendo ateo al Está
día, volviendo las espaldas á Dios, no va-
cilan en precipitarse á Los abismos de la
impiedad, exponiéndose á los furores rev ". '[
liicíonarío's, consecuencia Ilegítima de los
pri.ncipios atiárquicos quie ínctikah á los
pueblos. í
El ^liberalismo" no es más que lá vuel-
ta del riniumdo al paganismo, mal encubier-
to co-n los ropajes de falsa Kbertad.— ^Este.
que podemos llamar "neo-paganismo "
aplicado a la política, ha hecho, por (xxi-
siguientte, imiperar en las modernas» socie-
dades, las ideas y los principios que ser-
vían de fundaimento al antiguo oesarísmo:
él ha. persuadido á los gobiernos, (le gue
todo lo pueden, de que sobre su omnímo-
da voluntad, sobre stis leyes dictadas á ca-
da paso por la pasión, el capricho y la ar-
bitrariedad, no existe ninguna otra «volun-
tad, ninguna otra ley saiperior; él, el quo
f 1 iDonoso Cortés. ' Btv ayo sobre el Catolicismo.'
34t
!iia»^«ñtíb«[>€cidí^ al piMíM<y hkaéñitotó créet
q«e*feS'él Aiittco s^éí"aiK>,:el qüe^á meldidia
de^ftáS antojos dá y qvMei el póíd^ cuándo
-mejor k place; y oomo consecuertda de
taáes despnofpósitos, los gobíeraios legislan
sin soajetarse á la ley divina, y de sinrazón
en -sinrazón, oon^en desatentadamente has
tta alcanzar el fantasma de la soberanía ab-
soluta, es dteír, el despotismo, el peor de
los 'desp<:jktisnK>s, el despotismo ateo. Doi
p4ijélí>»á;'-fiiJtáhxtofsé las -má'áos con '^inde-
cible trlacér^.aj ihirarse adornados con el
maxtto h.iechó'^giiioihés de tos ¿ésates, sé ca-
lan fiáaiíá. Ids'ojos d gori^ írigio, ^oítian
en^us maincís d hacha destructora y nom-
pen en núí (pedazos las sfílas 'de süís go-
beicñaiiítes.— L;ás revoluciones, la afiarquia
ó ¿r'nriás bdSó^ despatisimiQ^ son el úni-
od' patflfflóníor die los pueblos que de tal
madera s^' enoalbritan, comodáce un sa-
bio áutór, tajii la manó de Dios.
íRecórráse la historia de todos los pue-
'bl05 modernos., y ste. verá que alládoi^de
han lógtódo prevalecer las imspiraciones
del neo-pa¿ánismo, las revoluciones se han
stibedidó cóíl pasmosa rapidez' y la sangre
humana ha oorridb á (torrentes'. — ¿ Qué há
sido dle nuestra adorada Patriia, de nuestra
jpotrt'e Miéxioo en estos úUinios: Veinte
afíós? ¡Cuántas fructuosas lecciones po-
dríattiflóis apnovedhar si,- ajenos & todia mez-
quina pasión de partido, medicáramos con
3*8;
calma y ; si^feijiid^d s^tg \ .)o$ tristísimos
acontecinijeí^tos qu€ duíiant^. este . tieini>o
han témelo Jugar en nu^s^w st^ek> engan-
grettiitadibr' , * ,- ,.
IV
En nuestro anterior artícítiilo se ha visto .
cómo la Iglesia, enseñando á los pueblos
el origen divino de.l poder, lejos ele ahe-
rrojar á' éstos cpn las cadenas áe la. escla-
vitud, halos, ipor el contrario, emancipado,
de la tiranía, haciendo está imposiible eu .
las sociedades verdadera,mente cristtianas y
echiando los sólidos fundlaimtentos de la Ji-
bentad, pero libertad v^erdadera, ordenada,
santa, no esa libertad <jue oprime las pc-
pansiones del bien y la virtud y penmite
y laun protege las Ubres manifestaciones
del mal. i . •
Peno esite principio del origen divino del
poder, hulbieíoa .sido ineficaz, por si solo,
para fundar y, sobre todo, parí, conservar
en el mundo la libertad : se necesita;ba de
algo menos absíracto, de algo más prác-
tico y positivo que estuviera continuamen-
te á la vis/ta de los homibres, recordándo-
les sluis derechos y . persuadiéndolos de '«a
santidad de su^ deberes; se necesitaba *de
349
una ley ítKáral, eoífíá díte Augusto Náco-
**!ás, de u-n ideal 'de razón, de justicist, de
brdeñjd^ sociabilidad, de deber, oonfonme
al cuiai piidiéraimios hacer nuestras leyes,
reglar nuestro* deludios, asegurar nues-
tras lalaciones, régif tiüésf ros destimos gü-
- bucos f se necesiiitaí>a, en fin, de e$a ley
siuperior, de esa Tegla' invariable 'de que
hemos haíbfaidb '•en riuestt^os articulas añte-
ribreá y de que carecíá«ñ las sociedades ain-
tignas: ''^Ciceróln, kña'dé' éráutc«^ ániéi ci-
tada, hiovidió ins:tin1íivaniien'té de tó'^ tpre
serttimientos de Renovación universal gtiii
ágítátón éttt(3ínces'al hiuindo,y eíí que se
inspiTábá ail mismo tíehlipo la ntlista' de" Vir-
gilio, había soñado' -eité ideal imbral con
esa'cétosá!ih!5ógridad;qu^ litbi se presté "á
ninguna diminución' rti dfvfsiénV y.<fué idtfn-
tífi<íitda''A.bios rtiismío, ^ áütóó ^áutór,' de-
tía" bóntra^r -un oai^ácter iiéHgkiíá^ de* ism-
VérSaídad; tfe ¿aitóficidád ' sófeH*é tx!>dos'los
Estados' y'.sobte! tíodos los ^ ptiéblosf. Hé
•aquí cómo 'le' prdáiagáabá efr un "léníguaje
qtíe es;'hb sólo «ef dé'tW'filíés'(?)í<>; sirio que
.páhsfce. ser ééiki' profeta', ' como di<*e ■ muy
"b?én Lactaficío, á' qlutiein d'febem«d's/la'cón-
sef\fáción de -éáe hermoso írá'^entoí
"**Hay ivt\2i lev^ verdadera y laibfíoliftá, uni-
versal, invatíáble,' eterna, -tuya voz eííisefíi
eT íyién qiié ordtena y-apaftá det ittáí fine
prohibe. No puede debilitársela ñor nin-
gund ley, ííi' qíiiilárselé ttiada; *'tii el pueblo
,ni el. Seínado" ppieickfn .disp^í^^TW" 4e jP^Jíe
decefla ;. étla .se in't^eripritftaij á',5Í , jjoisjiija ; ,tu>
.':s^rá'' una en Romia> -Ofia: €t> AtfBní^,i,u¿a
boy, otri .mañana í.'poT, ío4aj3, ;í.Jrt^% í^n
todos t¿emipp3 **.reii;^ará" ,e3a;^l,^^¡ ií]iiiwita-
íble y santay.iqón.jella Dios, dueñ(>, yV^y
/del inundo, .Dip3 gu^ Ja ,hizo,.,discut4Q' y
'sancionó, i .D^qon9C€i;ía 4£s. aj^icarse.á sí
m^m^. es 'hojijar^ .twijO ,pu . ji^ráleí^^, ,^*s
mfligirse,, con.iestasiojQ^ jQj->pa;f):Í5q,.,,niás
cruel, ^un cuando. ,pudierítMSiU}>^^4'^i^e já
los otilóos supücipfi <iu^ se'.cií^ eater resef-
^vaidlofe |>afar«otrai>2w4i^.." (i) .', .M.tr/tnn i> .-
15^ Jky n-Q fiodá,^ p^r oHra.íqMe,^íg>va?.\-
g^io;,la 1^ ide.ía^ ,}=ey^^,;i^yr^je;iríi^,ííni-
. versi^J,,ky ó, Ufoui^J d-^enj^ví^^i^^inaírsjííitiQ-
. das las djeoii^^ y..qti^/no,>pil^d^^^^^rjPíípü-
diada 6íin,piGtt?^^e ft^ifa',de'flaf,Jey,.ft.í-fr:n
El Cpstmm^imio, . dsitfid^ ?^ r á }p^\ i^^^
.4w>s :cowo -áí las .oftcioníes;,una.,l^y,,V»?iiífl^-
sal, ,á la cUíaí: debien ,fe^,;'l>oi;»ibres:^rfPglíir
$tis acciones privadlas y los(,pwéblio^^,^iit1p-
gislación ,yrStf« co^tojí^l^yes ,pq?b;ica>s,;..,$¿i*
qoie los 'qa€ /mjarvdan,pi|t^au coptr^viarüí-i
n>drliQi:,d.e sus.prras<jrÍ4)cÍ9n^s,'.e$ la iWífí"
<€ián , diviira .que nos ha ihecíi^<^Uriic¡at pre-
sente de la lifeertadi; -poi^qwe ¿cómodo jba
de SiVwrgir ésta eti una nación en qiiepre-
domineeí qsip4ritii diel BvQn^elio, ai^^.PM-
yas saatas máxiínBS/ téngala c^m, j\m;\tiiqv
351
h, ciMbeza, .flo- sólp» I05 « gobernados ^ simo
t^'rnlíi^l tW g^beriíawtós^l? JcómomníO'i ha
dq/l^iiTfielf astro ^esplendoroso dseki liber-
tad eoMm^ pueblo;; en que 4as leyes estiéii
$uhQriáki94ím al tipo «eterao de la ley divi-
na, qde es ley de paz, de ord-em y de verda-
dera libertad? - • ' t
r.r ¿Pero estio^esdecir que. el Evangelio sea
la; "leyi tivü" d« lals nacioaids? '*De riingún
isníodo, f añade . el auáfór taitas 'veces. chado.
E« tJí5^;!errbír'«vo, menos condienafbk qiie el
.primerto (el <jtie:idefiende la «emancipación
«absoliW^r'dellpfcKlieírrteniporaií'de. todia» ley
Los ; minos y. Jas >it»ci<añes son 'd»el orden
d^ la.natuf»¿et«l: el Evangelio' es delordien
deia gi»ci8í: y esto?, dosNSwlenes difiedten
•ki&Q¡tailii'ef^. Jj0L s0cíedaid humatia $q Mte-
ve ea síík'eifertci-die libertiaid: y de.reaponsa-
IbáUikiKL La religicrn .se ^nuev© en .la -saya ;
eirferaide «griswría y.feaivajcíÓB^ í ?
Cadiá ima-tieoe. s«,texistet«eia -p^ au
.ré^híietHírstts }ey«s. . « ' -". .:
• <;Per® tqtiíé íddber deducirse de esto?
;iQ\mino tieñ)e-.'fela»cácm.? Serta un absurdo.
J^fes*. ¿ p»fi9r qué se hubiera heciho^ el or-
den'4e« la. jarraci® si notuviera.dbjeto? ¿Y
cuál es €9e-obi<€to si h!o el ord'en tíe la n^
titraK©f»?>¿iPebe, puesi, haber' relación- er-
-'líte.la.fKLWrjsliwfflL y la. írraría* entre. íais wa-
cion»esrTy )íieí E^vtineelio? vVEn .qué consiste
esta? • peBwjfóu ?-: BvidcntísiínitoitíMe- en que
352
las naoioties deben arreglarse por el Evan-
gelio, hacer de El no la leyv sino Iftr 4éy *áe
sm leyes, el eapirtUi «de sus iristiKi<5k»ies^
el anotna óe sus costumbre»,, e^ isüma ' de
su existencia, el principio regmlaclor de
Éus idoctfinas."
Podemos atin añadir que á esa ' ense-
ñanza del origen divino del (poder, que ha
ennoblecido el ánimo de' los hombres, dis-
poniendo á los que mandiui á k beiug^l-
dad y á los subditos á la obediencia, ; '^
eí9e rioo presente de ttbertíüd que ct GtisHo
hizo áias naciones con 'el* Evangelio, 'él
cristianismo añadió dOs hechos que 'son; al
«niismio 'tieinpo,^)a' práctica y coti'tintm' en-
señanza á las naKíioneis d«l modo' 'de s^r
libres; dos ^hechos que- son te raaüzácí6«n
de la 4ibetttad, á saber, la dávisión^del: pdd^r
y el ejenuplo perpetíÍQ de la Ig!tsiaí;
En ¿fecto, ningluwa que hova ojéaidó' sí-
quiera la hislofia de -los pueblos an^t^üos,
ipodra inorar qñe en esas 'sociedades, el
poder, así el político y oÍTÍ'l-<imnoel :re!.'-
gíoso, residía en uraa misirna persona o cor-
pors^íón, dando par iresultauOu como* con-
secuencia necesaifia, que degenerara fácí^
men^ en el «mós espantoso desobtismoi
La ^'Ley Regia" hizo de los Césaráít To-
mamos Sumos Pontífices y Supremos Itfj-
iperarttesry este poder ilimitado isohfe las
almas y tos cuerpos, poder" qvte no ^yro-
nodob regla m ley supenór 'i qiué ti juntar-
353
se, ipoder anbitrario, caprichoso, ñif6i^s-
truosío, prodiu'jo á los Nerones,, á los Tiber
ríos y á los iCaUgiilas que fueron el opro-
bio 4e k» reyes y la vergüenza (Je l^. Hu-
manidad; «mas desde el «momento en (jue
Jesucristo pronunció aquellas magntñcas
palabras de ^que tanto se hai abusado en
níuestros días : '"Dad al Césaír lo qn^ es del
César y á Dios ilo que es de Dios," lá sc-
mdlla de la libertad doinnenzó á germinar
en las entrañas de las sociedades, y -des-
pués se ostentó cual árbol frondoso á cuya
sombra se han sentado los pueblos ú go-
zar del suave ambiente de la libertad y á
descansar de las fatigas de una jornada Je
cuarenta siglos, verificada en •medí«> <le los
sufrimientos que les causaron los de^órdc
nes de la anarqivMa ó los desmanes ó di más
desenfrenado despotismo. Sí, á piitir ik
•!os tiempos venturosos del gran Constan-
tino, el podier "se dividüó:" el poder reli-
gioso, el poder sobre los e^ipíritus. resirli.'>
desde entonces exclusivamente en la Igle-
sia, tmaestra y depositaria de la veráad. y
e*l poder sobre los cuerpo» en la autoridad
civil, llámese Rey, Eoiperadar ó Presíd'^ii-
te de República. ' '
"Hacía veinte siglos, dice acerca de '^w ta
maíteria Mf. Gaume, que el hombre, escla-
vo del hombre «mismo, forcejaba con las
^ladieiDas qme él se hafbía voluntariamvnte
mpuesto. Dios, pues, tuvo compasión del
Ponee y Pont. — 45
354
tnunéo, y su Hijo eA persona destesidtó del
detoí para regje»erar todas las <osas, tan-
to en el orden sociatl c<Mno en el religioso-
Apoderándose de" la "Ley Regia.,'' la hizo
pedazos, colgó sus restos de la cruz, substi-
tuyó á esta constLt4icióai de k más mons-
truosa esclavitud, la graíi constitución de
4a libertad un^vorsal, y para inajuigurar uñ
nuevo reinado y una nuevia polMca, "di-
vidió el tpddler'' (i) creadlo ei Pontífice
al lado del César. A éste le deja el podei
corporal, y al prinaero el dcmiinio de 4as
almas. La sociedad tetnporai y la espiri-
tual unidas, sin confundirse, como el akna
y el cuerpo, caminatlán don paso segiuro
por la vía de la ¡perfección. De este modo
se salva 4a libertad humana, haciendo^
imposible para siempre el despotismo ce-
. sáreo.
En la política cristiana, el poder, lejos'
•de provenir de la tierra, desciende del cie-
lo ; el César, «mániatro de Dios y no man-
dataricf del pueblo, deija de ser "aíUítóno-
mo" (2) para convertirse en- id primer sá^b
dito de las leyes dfevinas."
Estos principáos fecundos de libertad
haini regeinloradb y isalivadk) ail miimia'; ¡ y aun
hay tcáavía quien se atreva í calumniar á
(1) Véiise á '«de Geilachei" ''Estudios robre Ba-
lu8ti(>:'' prefacio,
[2l El que gobierna por sus propias leyes. (N. del
T.)
355
ió, Iglesia Católica increpándicxla como ene-
miga de ki libertad, á la Iglesia católica,
que con su ejemplo consta»n.te ha enseñado
á ,Ios pueblos el modo* de ser libres ! Por-
que en efeotoi, ¿habrá alguno m-ediana-
»mien|te in-sitruídio iqiue ignore que es la Igle-
sia quien por medio de su organización y
-de sus asam-bleas, ha dado idea á los gue-
giino que lo ignore, te suplicamos se tome
Wos de las instituciones libres ? Si hay al
fo niol«^stia dfe concedernos aún su benévo-
la atención, y consecuentes con el propósl-
lo cjue nos hemos formado de apoyarnos
siempre en estos artículos de la aiutcrulad
de los grandes escritores, por V.i convic-
ción en que estamos de que nuestra pala-
bra humilde carece de todo prestigio, le
copiaremos aquí una página de la magní-
fica obra que D. Severo Catalina dio á luz
can el título de *'La Verdad del Progre-
so."
Dice así:.
"Mienstras los sai)io? Ji^cuten la natu-
rakzEb de la autoridad! y las formas cómo
ésta puied-e aparecer, la Iglesia asienta y
practica la única doctrina verdadera acer-
ca de la aujtoridlad, y ad«apta unía» forma de
organización, umai política externa, que no
es (nitrosamente la monarquía^ ni la aris-
tocracia, ni la república, y tiene, sin embar-
, k> bueno de tjodas esas formas, y evita
nalo qu-e dein<tro «de ^sas formas pudiera
356
contenerse, y con dolonosa frecuenciai s^
contiene : es raonarqíuáa, por cuanto el p^
der residle en «tuno; es aristocracia, gor
cuanto á los mejores puestos son llama-
dos "los mejores;" es democracia, por
cuflinto paira todos los puestos, incluso el
pontificado, son aptos "todos" por razón
del origen : tiene del absolutismo la centra-
lización; tiene diel const¿tucionaUs<mo^ la
discusión; tiene del republicainismo,. el su-
fragio.
Como dentro del orl>e católico hay na-
dones^ sujetas á todas las eniunciadas for-
mas de gobierno, la Igiesia, que es maes-
tra de la verdad', puede eftiseñar a todas
con el ejemplo, mostrando sobre todas ac-
ción saludable pcwr lo que se refiere á su
sistema orgánico, á su nuanera de ser. A
los reyes enseña la Iglesia con su pontifi-
cado e^lectivo, que el poder se recibe pri-
mero en el mundo, y Dios lo confirma en
el cielo ; que la elección ó la herencia no
modifican la maituraleza esencial del ^{>od)er ;
unai vez aceptado, sometidos una vez íos
subditos, el poder es la representación de
Dios en la tierra ; *'omnis potestas a Deo :'
toda potestad vi-ene de Dios, ora llegue
por conducto de los q«ue expresamente el^*
geín, ora) por la suces'ión hereditaria.. T^a
Iglesia con sus congregiatcionet. y sobre
todo, con sus concilios, ha ens€/&¿vSo a los
pueblos desde los rudimentos de los siste-
357
«Tuas llamados representativos: les ha eii-
señaido á discutir, á d€*libe'rar, y hasta á
votar. La Iglesia, elevando ó las prelacias,
al capelo y aun á la tiara á ¡os hijos d»*l
pudblo que de tal hotnor se hacen dignos
.por su virtud y sus lebras, ha- definido y
explicado la aristocracia, aniquilando los
iprivilegios de raza, qiuie tanta sangre cos-
taron en la Roma de los Césares. La Igle-
sia, acatandioi en el úkimo presbítero la
múisma potestad de corrsagirar el (pan y c'
vino, qu«e en el Sumo Pontífice, cabeza de
la. jerarquía; la Iglesia, reconociendo en
cada cristiano un subdito, sea cual ft»ere
su oottidición, contando el número de al-
mas y jamás apreciandio la cottidición de
ciudadanos ó extranjeros, de nobles ó de
plebeyos, de ricos ó de pobres, d^efitie y
explica la d'emoarad», la santa igua^/lad de
los espíritus ante Dios, alterable s61o por
la diferencia de las obras y el cai;,dal de los
merecimientos.
<La Iglesia, legislando, ha dadlo la nor-
ma de legislar. La Iglesia, gobeman'lo con
formas no definddiais', ipeculiares, "sui .ge-
nemis,'' con formas que no son las Ae los
«poideres temporales, y sin embargo," las
a'barcan ticic'íBis, ha dado la morma 'del go-
bernar.
La Iglesia, ofreciéndonos el espectácu-
lo de un Pontífice que se titula "siervo
de k)$ siervos,*' Sumoi Ss^c^rdót^ cu va n^i-
358
sa tkne el mismo valor que la misa ce-
l-ebradla por el úlitinio presrb.í'tero, «da á fjos
que mandan una lección solemaie para que
no se estímeai de mejiar naturaleza que
los stiibordiniaidos, m con otra alma, diver-
sa favorecidos : la Ig"ksia, ofrecien^lo el es-
pectáculo de un Pontífice que reiribe la
absoküción die manos de un ministro <}iie
-es súíbdito siiiiyo en la jerarquía, da ttn alto
testimionio á todbs los subditos de qx\jp en
serOo mío hay humillaiciiáni; pues ofeedecieti-
do al poder justo, sea éste espirituafl ó ¡tem-
/ponal, obedecemos á Dios, y á Dios todos
deibemos obediencia, diesde el Pontífioe Su-
.mio hasta los infelices q^ue se a^itiaíi en las
postreras ca,pas die la sociedad-.''
'La miateria que (hemos estado tratan-
do en esta sene de artículos, es inagotaible :
con ella tendríamos paira llenar vojúni'i-
««es en'terois ; perioi es necesario Jtermi«a?ríIoSj
y para hacerlo, concluiremios cumpUendo
la promesa que hicimos en mjiesíro primer
artículo d'e citar Las opiniones de alguno*
grandes escritores de la Iglesiai sobre e*
origetn «dtel ipodíer y dain á conictter cócrio si
manera de enteindler ese dogma ioiiparta.»
359
tísámo, naicta tiene .de contrario á la, liber-
tad: humana, ni á la razón, ni á la verda-
dera filosofía.
Los •enesnigos d© la Iglesia han hecho
sieizq>re grande algazara con motivo de
ese dogma; pero ó too se han* tomado la
molestia de meditar en él con tgida la cal-
ma que es necesaria para los estudios »e
lios, ó han- querido maliciosa y premedi
tad^iente diar á «las explicaciones de la
Iglesiia torcida ¿nteiipreiación, pues d<e otra
manera* no se explica su tenaz resisteiuoa
á aceptar «na verdad tan obvia como na-
.tisral, sencilla y filosófica. '
Antes de pasar ^delante, bueno será re-
cordar qiie^ esta dioctrina del derecho di-
vino en sus relaciones com b' sociedad, hay
<jue dí-stiaiguir dtos. .puntos iinwportíattites :
primero, eü "oriígen dfiviaio diel !pod»e¡r civil/'
y segundo, la forma ó manera con que
Dios comunica' este poder. Lo primero e?
k> qwe constituye el dogma, es decir, la
verdad revelada por Dios á los homíbres.
y que no es lícito á ningún católico inegar
ó poner en duda; lo segundb es otpiínaWc,
y ;ia Igle«a deja á su5 hijos eti en-tTena" li-
bertadl díe emitir y sostener sus opinioneSj
cualesquiera que «eain, siempre que no .ata
quen directa ni ind*irectamente la doctrina
•^atóKca sobre el origen mismo del poder.
Respecto de¡l primer ipuauto, hé aqiuá el
zonamieiíito que hacen los 'doctores c^-
360
tólicos: Kl homíbre es. sociable ¡por su 'pro-
pia naturaleza, es decir, no ha sido C!rea<k>
por Dios para vivir eni perpetuo aáslamíien-
to, para» anrdar errante en omíedio de los
bosques, lejos de sus semejan-tes, sdaio .ppr
el contrairio, pora vivir unido á ellos, gara
fcrmar la familia, fundíaimento de la socie-
dad, y cdn«ervadora y jMopagadtoea del gé-
nero huimano.
Ahora bien, es»tia« familias que experi-
mentan unas masnias necesidades, que síien-
ten las «mismas inclinácioínes, tiendien po/
su propio impiuJso á reunirse para auxi-
liarse mutuamente; y de aquí que svajs,
de una mianera natural y espontiánea la so
ciedad!, que no es otra coisa sino la reunión
de mayor ó menor número de familias. Pa
ra la conservación de esta sociedad, son in
dispensables él orden, k justidaí, y para
mantener el pritmiero y administrar la se-
gunda, se necesita de un gwiajnda, de lun
ejecutor, es decir, del poder civil. Si^ pues,
Dios ha querido la existencia de la socie-
dad, y ésta no puede conservarse sin el
poder civil, el poder civil,* es conforme á
la voluntad de Dios, es de '^origen diváttKx"
"A esto se reduce, dice Balmes, el fa-
moso deredho divino, ese espantajo que se
presenta á los iignoraxites é incafutos, para
hacerles creer que la Iglesia católica, al er
señar la obligación de obedecer á las p-
testades Ilegítima^ como fundadas en la 1<
361
de Dios, propane um do^^tna depresivo de
la dignidiaid hiuimana, é incomipatible con la
verdadera líbertaid. '
Al oír á Ciertos hombres burlán-dose del
<ierecl>o divino de los reyes, ditnase que los
católicos stnponeníos que el cielo envía a
los individuos ó famüias reales como una
bula de institución y que ¿gtioraimos gro-
seramente la histKM-ia de las vícísií.udes de
los poderes civiles; si hubiesen, examina
do más á fondo ^*ia materia, hubieran en
contradi qiwe, lejos de qoie se nos puedan
achacar ridiculeces semejantes, no hace-
»nilos más que establecer un principio cuya
tiecesidiaid conocieron todos los legislado-
res antiguos, y concillamos muy bien nues-
tro dogma con las sanas doctrinas lilosó-
ficar y los aconrecimientos l"*itoricos. En
confirmación de k> dicho, véase con qué
admirable lucidez explica este punto San
Juan Crisóstonx) en el homilía 23, sobre
íai carta á los romanos: "No hay potestad
**qtie no venga de Dios- ¿ Qvié decís ? ¿ Ijue-
*'ffO todo príncipe es constituido por Dios?
"Yo no dBgo esto; pues que no hablo de
"nin«g^n príncipe en particular, sino de
*^la mísnua ooisiai, es dlecár, de la ¡potestad
**nMsma, afirmando que es obra de la divi-
"na siaibiduria. la existencia de los pninci-
" adiós y el que todas las cosas no estén
nitregadas á temerario acaso. Por cuyo
^IQtrvo no dice, "no hay príncipe que no
362
"venga cte Diois," sino qu-e traita de la oosa
^'•másima, díiciendo: "no hay potestad que
"no veniga die Dios."
i Es admiraiMe la* claddad, sencillez v
concisión con que San Juam Crisóstonyj
ejqpfoiie el dOígmai! ¿Qiuíé püiedle objetarse
contra esta doctrina que sea n^eüanaffnente
razonalble ? Paira que se vea quié es-ta es la
que sdedTüpre ha enseñado la Iglesia^ ci-
tarennos aún á aSigiraOs afu-tores.' '
Explicando Belarm'Bno él s»entido en que
debe entendjerse el dtoigana diel origfen divi-
no del podier, dice "qu«é la potestad ipolitica
considerada en g»enerd, no descendiendo
en particuliar á la monairquía, aristocracia
ó demiocraciiia, ddmana inmexüataniiente <k
sólo Dios, pufes que estamsdo ajiexei< por oe-
cesiidlad á la naturaieza del homibre, ¡proce-
de de Aquel qitOe hiao la misnia no^utraleza
del ihomíbre. Adiemos, esta potestad es de
d>erecho natural, pues que no depen^de del
con»sentÍ!m¿ento de los (homlhres, daido que
quieran ó .no quieran, d^eben tener un go-
bierno, á no ser que deseen que el género
humano perezca, lo que es contra la incli-
nación de la natuíiaíleza. »Es así que el dere-
cho de lia natluraleza es de dierecho divi-
no, lulego ipor derecho devino se ha intro-
ducido también la gobernación ; y esto es,
según parece, lo que propiamente quiere
signiíiicar el Apóstol en la "Carta á los "^
imiaíios/' ca(p. XIII, cuiamdioi dice: "'
363
resiste á k potestad, resiste á la orcfenación
de Daos."
Suárez explica así el onig»en del poder:
*'Eii esto patrece que la opinión connún es,
que rWos, oosno au^tor de la naturaleza,
da esta potestad; de suerte que los (hom-
bres como que ¿Ésponen la materia y for-
man sujeto caipaz -áe esta potestad, y Dios
como qiuie (te la forma damdo esta potes
Bodíéranios, njjiltrplicandb nuestras ci-
tas, 'apoyanuos en la autoridad de San
Ireneo, de Santo Toenfo, quien expone y
detfvetDdb la miiismia doctrina en su obra in-
ímortal "De Regímine Principuim," y de
otros muchisiimiois escritores de los prime-
TOS -siglos del cristianiiiS'mo y de to Edlad
Medía, entre los cuales no nos olvídaría-
rmos de Sgoi Bernardo, el ilustire fundador
de Claraval, ni tamipoco die Bossuet y Fc-
nelón ; pero nos aibstendlremos de eEo iplara
íio hacer rntáe íargo y dfcfuso este humilde
traibajo, conterutándonos oon descendior á
•rtulestros tíemlpos y citar á algunos de los
escritores modernos.
Don J^kne Balmes, de quien hemos in-
sertado ya algítunas palabras, consag^^ra en
su célebre obra "El Protestantismo com-
parado con el Caítolicismo," algunos her-
1 sos capítulos en los cuales se ocupia en
vafiecer las caíumnias lanzadas contra
fg=lesia jx>r ^us enemigaos ; exponietKlQ
364
y desarraUando, con ski ig^ual maestría,
las d'cc trinas de lía Iglesia sobre esta impor-
itam-te maiteria.
Mr. Gatnne, en su oibtfTa! titulada ''La
Revolución Francesa," expone el «magnifi-
co cuadro de La; polkica cristiana, dándola
por tose el luoninoso do^^ima sobre el on-
gen del poder, tai ccwno lo eotendian y «ex-
plicaban Santo Tomás y San Bernardo.
Don Severo Gaitalkia, en **La Verdad
del PiiDgreso/' sin ,pretender, empeiio, di
lucidar extensamente la grave ouestión
del ,poder, cita las pala^brais del sab*o Be-
larmino que nosotros hemos «transcrito, y
oontinúa de esta 'man^a^a: *'No puede con-
cebirse aberración más triste ni ónjutia hki-
yor á la dignidad humana, que la aberra-
ción, en que incurren y la injuria que ha-
cen los que niegan el derecho divino, es
decir, los que creen que de ofcno centro, di'
otro principio qiue aio sea el mismo Dípos.
piedle prooed»er el -deiredho en ottya virtud
unos hombres mandan y los demás obede-
cen : la ley del más fuerte, «te ley de una ra-
za privilegiada pudieron en otras socteda
des ser fuentes del poder, Étkeíates etoinojeci-
das á todas horas con sangre humana ; pe-
ro desde el momento en q«ue la dignidad
del hotenbre se eleva en la escala moral has-
ta una altura que las sociedades antígaias
no pudieron, coticebir: desde el momei
en <jue la ley de b fucí^ y la ley de
365
tBSooÁ son» proscritas por la 4ey del amor y
<ie la justicia, k» hombnes jk> podían ha-
llar sino en el mismo Dios el origen de la
.patestad por la cual son en la tierra gober-
nados.
Dirán alfgunos : **Nio hay que subir 4:an
ateo; el poíler reside en el pueblo; la su-
ma dte las v<dti!i>tadies individuales consti-
tuye la voluntad c?olectivQi, universail; la
scáberanÍA iestá en ha muahedlumbre : el pue
blo «es esencíakníente "aiutónomo/' Y así
de frase en frase y de declamaición en de-
clamación, fea llegado á Ievan»taTse una
gritería que pone espanto en la cabeza y
miecfoi emi el cíorazqini Los aisbuíbos adulia-
dores de las masas quieren hacer pueblos
de soberanos, mientiías oomihaíten sin pie-
dad á los soberaíios de los pueblos. ¡Crue-
les 1 Tienen por las calles miliares y miNa-
res de soberanos 6 quienes tío enseñan á
leer ni á trabajar, de cuy» ma)jestad no se
acuerdan más que para ponerla á servicio
de su am.bicidn en iren-te d.e los cañones de
la aw4)oridad. ¡Cuántas lágrimas y otóáota.
sangre ha? ooís«ta^ á las sociedades moder-
nas esa soberao*./ tsin corona y sin subdi-
tos, ese «afostrácTO metafísico llamado "So-
beranía nacional r' Supongiaimos, por un
momento, á esa rein»' con corona; en el
■cicio díe su majes-tad real: deiños fo<r-
al abstracto metafísico: he aquí la
-"ia eligiendo un Eimpeffador ^^que es
366
ya <kposrt2uiio del. poder :'' hé aquí aiguiiai
provincias italiana» votando su ax^exión á
otP0 reino, '*por el cual están ya conquis-
tadas." ¿Qué hajy aquí de soberanía? ¿Q<ué
hay aiqui de nacional? ¿Por ventura los
hieohos no pasan á la vista de Europa? ¿O
se preitend¡e aún llegar hasta el ensañaanien-
to en el sarcasmo con. q»uie es saludada la
majestad del pueb'Joí por los que se llaman
sus apóstoles? Más patriótico, n^ notóe,
más nunmnitarío que engañar al fpuebk),
coronándolo, con ¿cürotia de abrojos, cu
briéndolo coo manto de miseria, es ense-
ñarle á obedecer y á trabajar ; á ser grande
en su pobreza, siendo graoide en sos vir-
tudes y en sus nobles afectos; á respetar
á las majesitades de la tierra, oomio reflejo
y representación de la mbaijestad del cie-
lo/'
Augusto Nicolás, .en su Opúsculo tito-
ladó "El Estadio sin Dios,'' desipués de fcus-
car »el origen Je la sociedaid, razonando
de la manera que .hemos dicho que razo-
nan los escritores católicos, concluye di-
ciendo; "De aquí debe deducirle que t\
poder no se hace, sino que se recibe por
el hombre; lo recibe de Ja 'naturakza eii
quien ha sido puesto por su Autor, oojpw
todos los instintos, tod?i6 'la^ tendenciaíS
nativas de su ser ; el poder es 'innato"* en
lia sociedad; y po!r aquí, el poder f""
Dios. »
367
* '''Hay más : el poder, la soiberaiúa, y cu*
lesqtiiera que sean' sus {armas, mcwiánqui-
ca;, c4igárquica ó democrática, bajo las cu>»-
les se las realice más adelante, ¿cuál pue
d»e .ser su.proiced:encia si no es del únkao
Poderoso, del único Soberano .por natura-
leza, á quien únicaanente ¡pertenece la glo-
ria, la majestad y la independenjcia ? ¿Cuál
es el 'hombre que teniga derecho sobre el
hom'bire ? y si ninjgiin hombre tiene dere-
cho sobr^ «el hombre, ¿ cómo un número de
homibnes, por grande que sea, tendrá este
derecho?"
Por últíimo, véase la obra "Soberanía so-
cial de Jesucristo," del "respetable Padre
Enrique RaanJere, que aun vive paria hon-
ra y gloria díe su Orden y de la Iglesia, en
la cualj d^espués de investigar la natura-
leza verdadera die la sociedad civil, y liai ne-
cesidad del poder que la rige paYa conser-
var la paz y la seguridad, añade :
*'Y ccwno -ésta paz de la sociedad y esta
«eguridad de «todos los derechios están en
ia volunta-d de Dios, la sociedad y el ;poder,
[sin los cuales una y otra serian imjposibles,
están igualmente cwdenados por síü. volun-
tad soberana, y deben con él relacionarse •
tomo á su pri'mieT Autor. ^ ;
' No de otixy modo, sino ipor esta volun
tad 7enera'l, es como Dios ha intervenido
tn consitibución de la sociedad civil y del
poi qu<e 'la rige. Por le demás, ha dejado
368
á los hombres en plena Isbertaidí de dar á
esta socíediad ha forma nús acLatptada á las
circunstancias, y de investir de aquel po-
der á las personas más propias para (poder
ejercerlo. Asi es que los más eminenteá
■i.octores oa»tolicos no adanáten que nihgu-
na forma partiouliar de gobierno, ningtina
monarquia, ni aun la más legitima, sea
"propiamente'' de derecho divino." Y en
una nota marginal añíade, para exptícar
mejor este pensamiento que i>ersonas ¡po-
co' versadas en estas, delicadas cuestiones
podrían tal vez ftízgar de contrario 6 las
enseñíaoizas de la Iglesia, lo siguiente :
"HaWarnos aquí únicamente de la f arena
del .poder civii y de la perstma q^e debe
estar revestidla dfe él, dos cosas cuya elec-
ción ha deíjado Dios á la libre voluntail
de los ihioimibres. En cuanto aj poder por
si mismo^ nada imipáde decir que es dfe de-
redho divino naitnirál, en el sentido de qtie
Dios dispuso su fbirmación ,por el, mismo
acto que creó la naturaleza humana «en un
estado en el que este poder le es indispen-
sable.'' i
Creemos que con los autores que hemos
citado, hay bastante para vindicar á la Igle-
sia de la calumnia que tantas veces «se ha:
lanzado contra ellid, de ser enemiga de la
libertad de los pueblos. Así pues, pasare-
mlas á tratar, aunque de paso y nruy sonie
ramente, e*l segundo punto qwte hemos in
369
dicaido, á sa/ber, la maniem ó farama con que
Dios comunica á los ^hombres el poder, so-
br^ ky cual, la escuela cesarista defiende
que lo hace "inmediajtamente/' es decir,
eH^-endo á la .persona misma que deba re-
gíentearlo, y la escuela católica enseña y
sostiene qiuie Dios domunica «el poder ci-
vil *'media*tamietnte," es decir, por niedio
del pueblo, á quien ha dejado la faoultad
d-e elegir á sius gobernantes. Estas doctri-
nas nada prejuzgan, pues, sobre la forma
de los gobiernos y conviiene asi á las mo-
narquías como á las repúlblicas. Esto so-
lo hasitaría para ivindScar á la Iglesia cató-
lica de la caüuímmiosa acusación que con-
tra día se haoe de qu-e su doctrina es fa
vorable al despotismo.
•Nid, laí doctrinia d^ la Iglesia es doctri-
na de luz, de amor, de libertad, y el espí-
ritu del cristianism'o es «el más centrar o
á la servidum'bre y el más favorable á la
verdadera libertad; razón por la cual, y
para terminar esitai serie de artículos, no
podemos míenos que exclamar cotí el Pa-
dre Ratmíére : "Decir lo contrario, es míen-
tír ante la evidencia de los hechos y ante
la evidencia de los textos ; es traspasar el
límite de la audaicia qiue pueda tolerarse
aún al sofista de profesión!''
PtDoe y Font.— 47
EL YUGO DE LA VEEDAD;
4 as cosas verdaderas son y exisiten poi
mi .propia aaturaleza.
Las cosa^ falsas son la neg^ación de la
existencia, la ausencia de la verdad.
En el momento mismo en que allá en el
principio de los tiempos el Ser Creadlor
a^brió sus divinos labios y dijo: "Sea la
luz," fo luz fué, Ib/ luz comenzó á existir
cioímo un ente real y verdadero, por su
propia naturaleza, y en alas del óteír, in-
vadió con oleadas gigantescas los infini-
tos campos del firmam^nitiOi.
•Las tinieblas que Meníabain el espacio
ánítes de qne la liuz exis-tiera ¿qué eraffi en-
tonces sino la negiaición, la ausencia Ú^ la
Inz?
372
La luz, pu-es, es la existencia d^l ser co-
nocido con e&te nombre, es la verdad; y
las tinieblas son la ausencia de la luz, la
negación de la verdad,
'Lo que se dice del oiiden puranmente
material, puede afirmaTse tambi-én del or-
den moral é intelectiuial.
El bien existje pOr igi misimo: el smai no
es más que la ausencia del ¡bjen.
El bien es la/ afirmación; el hial, la ne-
gación.
Una verdad religiosa, científica ó social,
es la afinmláción díe la exisíencia de esa
verdad en Ja mente infinita del Supremo
Ser, que es lai misma verdad, la verdad por
excelencia, y qiuie cual Océano inimemso
las abraza y ooimfprende á todas.
'El error n)o es más que la negación de
la verdad.
A la l'uz de estos principios, podemos
afirmar, en ooinsecuencia, quie la doctrinii
católicQ, qiuie es un conjunto de afirmacio-
nes, es la verdad, y es la verdad, porqu-e es
la universal afinmación.
La<s secrtas son el trrot, porque niegan
las verdiadtes reliígiosas, y sus doctrinas no
son más que un gonjunto d^e negaciones y
a'firmaciones, ó solamente de negadones.
Eo el primíer casa, mezclan lá sus errores
r
373
aígtanas vérdiades; eti el seg^uttiKÍo', S€ apar-
tan de una manera coiTfcpleta de la verdad :
y aunque entre ésta y el «enror no cabe tér-
mino ntfedia, analizándose y caniparándios€
en conjunto las diveirsas doctrinas, al ve-
rificarlo separad^tmente y uno á uno res-
pecíto die sus dogmas, 'plu'ede halliarse algu-
nos que sean verdladieros, y otros que ^lo lo
sean.
Eln primera línea, se presieníta el ateís-
mo, con arrogante ailtivez, enseñaindio cm\
ad^emán inisolente Ja hoja en bfettico de su
Credo. El ateísimfo es ía siuprema negación
en materias relLgiosias y, por ocm siguiente,
es *aimbién el siupremo error.
'En pos diel ateí'smio viene el deísmo, y,
con voz balbuciettite y remisa, apenas osa
pronfunciar un débil "Creo en Dios'' y na-
da más, dieteniéndose ariíte esta frase que
se fe ha escalpado. casi á su pesar. El dios
del deísimo eís luin. ddos triste, ocioso y sol-
itario, que dtesóeii'ai aun dirigir una sio'la mi
T&dst á este ejército innumerable de globos
que se ttnweven. en el espacio, y que así pu-
dieron haber sido creadiois' por El ^en un mo-
mento de pasajera lalotivitdad, oo-mo haber
surgido d)e reí>en*té anite la má^caí vadla
del acaso, ó ser eternos como Dios.
Siguiend'o las huellas del deísmo se preci-
ipita em conifusio tropel la rmuchediiimibre de
•las seatas protestantes y todas aquiellas .que
tienen por Ibase el lifcw-e pensiaimiertto: su
374
número es incotüta/blie y svns credos ooncuer-
•daií entre sí en aigunos punto» y difieren
en otros; /pero hay una circunsta^ioia di^-
na <le notairse, y es, K^xae todas e^las están
confentues en cuantío á que megasi umo ó
más dogmfas áe\ oaftolicismo, pero dáñeren
en cuanto al áogma que iúeg]a;n, de tal ma
nera, que isuís aifirmaciones, por una «pai^e.
y sus negiacipnes, por otra, ^o sirven pa-
na conñrmar «las verda«dies ene^eñíadiais <de si-
glo en siíjflo por la Iglesia catódica. Er¿
efecto, sus afirmaciones son tm homenaje
más tníbiutadio á kis verdaides que son su ob-
jeito, y sus negaciones parciaies, se desfrru-
yun por el solo hecho de serlo, pues la ne-
gación es i)a ausencia de la verdafd, y ade-
más, son destruidas itamibiéii por las afir-
maciian<es contirarias die las ócm&s Rectas.
Este hecho nos hace reflexionar en (Jue i a
doctrina protestante .no es urna dkxMriina p^j-
sitiviai, sino negativa ; sníjeta, por otra )pai'-
te, á consitanítfes «variaciones y mudanzas,
motivos pvor ílos cuales no puede ser ra ver-
dad *'que afirma^' ^ la vendaíd) que es una,
eterna, inalterable, sino el error "que nie-
ga," el error que es múltipile, vaTÍk:<, suíc to
siempre á caprichosas transformaciones.
El alma humana es, á la verdad^ lo que
el ojo á la luz. El "almoí, que es un ente ra-
cional por síu propia naturaleza, ha sido
375
crea<ia para comocer la verdoié y gozar de
el'la. El ojo, iqu€ es un órga<no corporal, ha
sidfo íormado pana servirse át la luz, y pue-
de idí€cÍTse <jue ¡el ajo vivie.d'e la luz, y cua;n-
do m> se halla en c«p.nitaiCto con eMa, cuam-
do l'a* /tinieblas k cercan con sus espesou
v-eJos, tÓTiniase en óirgano que paira nada
sirve.
La Klz es para e»I cijo va verdad, así co-
mo en sentidlo metafórico puede decirse
que la verdlaid es la l)ulz del entendimien-
to, la luz. del alma; y así como d ojo no
ipíuede OTiflirar los, O'bjetos sino ein la forma
que la luz se los presenta, sin que pue.la
libmaTse de eslta especie de ^tiranía., así el
alma .ma pueide compirender las verdiades
evidemtes sino taileisi como son en sí, _ sin
que pued'a jamás "camibiar ni- aun negar s\\
natura-le^ia*, .sin que pueda., en fin, librarse
del yugo dte la vertílad-.
fEA Gíjo podrá distingiuir^con. mayor ó me-
nor claridad aOs objetos ó en otra forma,
quizás, de lo qoje son; pero en e^te caso,
ni la luz na los objetos son los qute cam-
bdaai de njaturaleza, sinio el oijo efs el que,
por su imiperfección ó su enfermedad, se
ha» ahecho itmipotenUfe para dísitinig^ino^ co-
ino son eíi si.
Del misiTio modo 'a rnteligienoia del hiom
bpe, que es imperfecta y limitada, pcdrá
conocer, coíi piayor ó mienor evidencia, tal
ó cual verdad; pero esta verdad ni crece
376
ni disminuye porque sea total ó /parcial-
mente conocida, sino cpine permamece siem
pre la misnía, eterna, inalüerable con>o
Dios.
La verdad, que tiene una existencia pro-
pia, necesiairia, cuya naturaJeza imtrínseca
■n<o puede variar, se impone de umai mane-
ra irresistible á la razón, desde el instadite
mis-mo en qoie la llega á conocer con evi-
dencia., sin que pueda JÜbransie die su yu-
go, asi como el ojo sano no pneée mirar
los C'bjetos sino en la forama que se los pre-
senta 3a kiz.
La duda sólo c'on«is*te en qjiue las inteli-
gencias finitas no tieneai la fuerza de per-
cepción neceraria para aipodletarse áe la
verdad', y la voluntad, no haHando funda-
n'^ínitoí suficientes para asen'tir, vacila
entne ella y el error.
Si la) razón humana fuera perfecta, infi-
nita como la dte Dios, y la volunitaid) del
hom^^p. no se hallara enifenma, pos«eería
la verdad absjoluíta, carecería de esa liber-
tad imperfectoí que consiste en poder
errar y sufriría, por decirlo así, el despo-
tismo die Ja verdlad; mas por una parte, la
razón humana es imperfecta, limítalda, y
no hubiera podido, sin el .aiucxilio dte la Re-
velación divina, comocer muichas vendadíes.
■ni ipodrá liliegar jamás á poseer la verdad
absoluíta, y por otra parte, mota por el pe-
cado la primitiva armonía que existió i^n-
377
Iré la raaón y la voH^umitaid, la ^primera es á
cada paso ofu'scada jpor liais sombras de las
pasiones, y torcida la segtmda por -las con-
cupiscencias óe la carne, d-e tal modo, que
aunque la razón llega muchas veces á per-
cito-ir una verdad, la voluntad se alza contr?.
«cilla coin pasmosa .obstinación. Es enton-
ces cuando en el santuaria de la conciencia
sujrge porfiada ducha, pareciéndonos escu-
char en su interior dbs voces que sostienen
discusión acalorada. La voz de Ita vol'untad
triunfa á menudo, 'eficazmente auxiliada
por el incentivo de los placeres ó por el po-
deroso atractivo de los intereses .maiteria-
les, y hé aquí por qué vemios constantemen-
te cómo triunían en d mundo las pasiones
y ia maJdad, y por qué las doctrifnas más
abíSiurdias ¡hiaillan en. las muchediumtbres favo-
rable laicoigidla.
El otrgullo humano se oPende ante lá' cvi-
dencüa de la verdad y se rdbela contra su
tirajnia qu*e se le hace inisoportable, coni-
placiéndb-se y alboirozándlose cuando l(>£ra
foirmruilsar el errot que le es contrario ó
cuQíido sie le expone iwia dioctrlna cual-
quiera, siempre que no leisté apo'yadn p'^^r
atütioridad algitína ni se presente con. pre-
tensiones de ámjponeinse á la razón. Relx'í-
lase ante la evidencia- de h. verdad ia ra-
zón humana, así co»mo el ojo enfermo no
siuíire los nesplcwidbres die lu luz que se ]e
hac<e insopodtaible.
Poncey Pont.— 48 -
378
**E1 hombre prevaricador y caí<k>, no
ha skib hecho para la verdad, dice el sabio
Doinoso Ooi^ó»^ ni la verdad para el hom-
bre preva/ricadíor y caído. Entr2 la verdaJ
y la razón humana, después de la prevari-
cación djel hombre, surgió una repugnian-
ciá inmortal y una repulsióni invencible. La
verdad! tien€ en sí los títulos de su sobera-
nía, y no pide venia para imponer su yu-
go; mien-trais que el honubne, desde que se
rebeló contra s.u Dios, no consien*:e otra
soberanía «ino ht suya propia, si no \et pi-
den antes s»u consenltímiento y su venia.
Por eso, cuando la íverdíad se pone delante
de sus ojos, luego, al punito, comienza por
negarla, y negarla es afirmarse á sí prwio,
en calidaid de soiberano indei>endiente. Si
no pu^ede negarla, enti^ en combate con
ella, y combatiéndola, comlbate jpcr su so-
beranía. Si la vence, la crucificaí; si es
vencido, huye; huyendo, cree huiitr de ««u
servidumbre, y crutificándtóa, cree crucifi-
car á su 'rirano.
Por el contnario, entre la razón humana
y lo absurdo, hay una afinidad secrelfca», un
parenftesto estrechísimo. El pecado los ha
unido con el vinculo de un indisoluble irnta-
trimonáo. Lo absurdo triunía del hombre,
cabalmente pK>rqiue está desiri'udo de .Máo
derecho anterior y superior á la razón híu-
379
mantai. £1 hambre lo acepta cabalipente
porque viene dcsmáo^ porque careciendo
■de Klerecbos oo tiene pretefisiones ; jsu yo-
]uo4^ Jo acepta porque. es hijo de su e«n-
tendínúento, y el entendimiewto se com-
plaice en él porque es 911 propia hijo, su
propto verbo; porque es testimonio vivo
de su potencia creaitora/'
La verdad caitólica, como verdad reve-
lada, cuya evidencia hisitórioar es clara co-
mo la Ihíz del medio día, concita en contra
suya el émmo sdberbio de los homlbreB;
razón por la cual ha sido y será coíhstan-
temente combatida con encarn-iza^niiento ;
mas, p>or otra parte, sai obscuridadí dqig-
máftica, que no se impone á la ra¿ón, es la
causa de que prevátezca á pesar de "tíodas
tes comtrariedades;
"En efecto, el cristianiteimo, humaaamen
te baát^afido, continúa más adelaiite el sa-
bio auitor que hemos citjado, debía sucum-
bir, y era necesario que suctimbi'efa: debía
siueunibir, Jo fwimfero, porque e^a k^ Ver-
dad; k) Segundo, porqiue tenía en su apo-
yo testimonios elócueñrtísimOá, málagros'
portentosos y pruebas irreifragalbles. Jamás
el gértero hutmiaino dejó de tndbélarse y de
protestar corntra todas esas cosas separa-
das; y .no era pridbable, m creíble, ni ima-
380
ginable siquiera, que dejara át Teb'-Urse
y de protestar contra to^s ellaSs junt is : 3'
de hecho estaJió eíi blasfemias; y en T»ro-
testas y en rebeídías.
"En^pero, el Justo subió á la Gruz- por
amor; y e«&te amnor infinito, y eSa preciosí-
sima sangre, merecieron al mundip' lá venida
del Espíritu Santo. Entonces todas las co-
sas mtudaron de faz, jxxrque la razón kié
vencida por la fe y la natuiraJeza por la
gracia.
"¡ Cuan adlmíraible es Dios emi sus obras,
culám maraívi41oso en sus designios y cuvdM
sublime en sus pensam.ieiiti06 ^ El hom«bre
y lai verdad andalban reñidicts.; el orgullo
indoimQibCe del primero, se avenía mal con
la eividencia de la segunda. Dios templó
la evidencia de ésita, poniénd?o!a enitré nu— .
bes itraoisparentes,. y entvió alprimero la fe.
y enviánidosela, atjusitó oon él este pacto:
'* Yo dividiré oorntigb el imperio ; yo te diré
qtiíé has de creer y te daré fuerzai para
que lo creas ; pero nooiprimtré con el yiUigo
de Ja evidencia tu voluntad sotoeramá; te ^
doy la mano para salvairte, peno te dejo «e«!
derejcho de jperdente ; obra comnigó tu sa'-
vación^ ó piérdíete tú solo; tío te qúíifca'né
lo quie te di, y el día qtie te saqiuié die la ría-
dav te éí -el lübre alfciediríb."
381
Sí, el hombre es. Jibre ; pero su libertad,
que consiste en la fiactiltad «die escogier en-
tre el bien y el mal, entre la verdiad y el
error, es una libertad imperfecta, porque
la perfección de la libertad consiste, por el
coinítrario, en la imposibilidad dte diecidirse
por el mal ó por -el error. Dios «es perfec-
tamente libre, como es perfectamente bue-
no, perfectamente justo, perfectaanente sa-
bio, perfecto en todo, puies es la misma per-
fección ; y sin embargo, «es absolutameníte
imposiblie que Dios pueda jamás decidirse
por e! miai ó poo* el error.
Es necesario tener presente esta imiper-
feccióín de nuestra libertad, para procurar
^vencerla con el auxilio de la fe y de la gra-
cia, que nos han sido dadas para levantar
nuestra niaturaleza caída. Cuando sintaimos
anublarse muestro entend'imiemto con las
sombras del error ; cuando «esouchemos le-
vantarse airada y poderosa en el fondo del
corazón la voz del orgullo ó de las pasio-
nes; cuando nuestra a^lma pretenda rebe-
larse y protestar conitra la verdad católica,
pkllamos aJ E&píritu Diivino *'que cambió
la faz de todas las ¿osias/' que derrame en
nuesftro corazón él bálsamo de la gracia,
que es el único capaz de cambiar en dul-
zura su na-tural durezai y osadía, y qu^
encienda en noiestro enitendimiento la luz
esplenfdorosa de la fe, disponiéndolo para
acqpitar y recibir sin criimiLnales rcsi&ben-
cias, el S(uave yugo de la verdad.
PENSAMIENTOS
ACERCA DEL RACIONALISMO
Meidí'taffido ern los <Iiver<sos principios so-
cia'jes, filosóficos, políticos y r-eli'giosos .mx)-
cktTníadbs por los "enemiigos d'e la vieirdad.
he Oíbs^rvado siempre que 'esos princi|pi s
propinados á la candidez del ívii»l!go como
axiomas indiscutibles, como dogmas de
vei^dadi obvia y, siobre todo, como con-
qui'sttas preciosas en pro del bienestiaír so-
cial, die la verdad filosóficaí, de h.- 'libertad
política y de la verdad^a fe religiosa, son
precisa-miente la nega»ci6n. d-e todo orden sm-
ciail, de da verdadera y sana- filosofía, de la >
libertadles pol'ilica's y de toda fe ó creeti
cia religiosa.
384
En otros términos: semejantes princi-
pios pareoen eniinciar, en efecto, la verdad,
si se atiende nnicaanentie á lias palabras d>e
que se sirven los que se tonuam ia molestia
de formulados, ó se les acog>e con ligereza ;
pero si se des sujeta á un exannen *'caHta-
tivo y cuantitativo," como dSria un quínii-
co, se obtiene por segniTO resultado cono-
cer en sai com^posición los «elementos dele-
téreos del error comitrario á fe. verdad que
parecía enunciarse, la negación absoluta
y radücaí de los mismos principios que be
aparentan proclamar y el ningún peso Je
laá sinraizones que se les qaiiere dlar pot*
fu a<lamemp.
Me seitviré de la medicina psunai jK/iner un
ejemplo; mas como soy énteraimeijíte pro-
fano en esta imipor.tanite y difícil ciencia,
la leakajd me obliga á decíarar que supon-
go solamente como verdiad^ero lo que he
oído en boca de los adóp^tas, dejamdo á és-
tos toda la responsabilidad de sus asercio-
nes.
Hé 'aquí el ejem|plo :
Los homeópatas, desdé Hahneman, su
inventor, baista el último aficionado qu^i,
con la ayuda de um exiguo botiquín pre-
tenden hacer desaiparecer por vía d'e encan-
tamiento las mías graves enfermedades,
proclaman a voz en ouiello y en son- de
triunfo á la homeopatí-a. camo la verdiad en
medicina, como la verdadera, la única cien-.
m
cía médica ; pero como la hameopaitia sólo
Siátmmtíaraizl ^ernifü^ ^ig^iíkos ,m¡crc»pópt-
coís gloíbuiiüos , Q, terfK>o«f^tas írttinit^
les de a.rócaT.<iii« !TK><<>n'>(ei^ sii^»tantia
aj^ña Wie#ci¿ftl,/en. ía^santid^tí', ticcjísai*
ria para WíHEjm^in ienr ]a eowoirt^i/deil; «pa^
cientíe eíe!<2«o jítílgvwp bu^^.tJÍ.maÍ(K la hfh
rofeopatía viewVá fS^^l-asi. 1;^ c¿fn.pí^ta,4i¡^^
g»diítt)í <l€ tQttoí'pí^ pfila-* .€«%-•
batk kis ífeíí^ncaas d-eí. ej^rer^wl /huK^iano^I i
mtífiró» qiu€.:«ii*. "daloei iííríiiwnfc^/' aj **4>^'
prQced'ejfV <ktIa'^owe€(p^ía,<lui0raH<Jafsie»tí
rtoairibre <k "pfa«editeie»t(>,negSitíYa,?''q«íE)
ett este cAái>^ tíken;ic«&iafópffltas, iko :$íí| lo
iKígar*ed3K*>r{AhQiia('íbwn ^!^ '
ea ^a;c¡firic5a iqjue tíe»e',ppí' objietó en$^j:rK'
lote ímedios^dte ^coiijítatir.te^ ^loknc'i^ d^^i
cuerpo Jnnrwmo^ y'to.homeopftítfta! ^e.-fí^dMÍ
oe 'á^reprer»tntó»r:d GÓnaiíhíA^ dití sípit
pie espeotadoTA dt ysts h\<tk^^fmHQA^¡h'(¿f^
za medtóáttfc^ ó .sea,, la |>pppei3bS'ió« ti'ariitTral
•die los H0#gaTK)fe enferír)<^8'.ar.;c atado feiolfV
gi<x>/ y la ífu-^Tísa íñcrrbQsajde la eof^erit^ftfl^d/
la h¿fneí5patíé/„ awnidu«:^e jpf:pcl'aanaii?iive;ii'
ííariteraí ciencia médica, no es mas míe Jia
Hiegacióin abaoHlta y ráfltt^l d,^ Ja nae-díc^-
na* • ' -i- t" }i:[- i . .■'■[>•;:';« '^ .! . •'•,,'
Aísí concjttyen - díiofeti doj. Jq$í i ^ailóipait9.$g I ,y
siivl enibpeñatime, . po(?o> fii ^-«íilüQhQ, eia» 4vf i
ngnar lá verdlad de gi«isí0^érck>neí, ^ifve/óíJ'íl--
»mo^ ooíníapOya^ iini4ímíLei^;kí'Ui$>Qt.eS;is
át qiue 90CI viei^^teras/ pues la Itioóftésis
basta al cAyeto que me ppopoiigo. '^
Lo que sucede coa (a homeojiGftíia; su-
cede también con los detnés etef^tnad que
no esPtán lundddlos en la ver<kMkra natu-
raleía de las cosas y que, sirviénitoles dé
base un etvor, necesitaní 'iaita.vidj^se cou las
apariencias de la verdad para dfesluiniibi'ar
á los que adolecen de esa territíe dolencia
que se ilatna nádpia de énte^ndimfeiito,
acorn|)añada, la* inte veces, de fum raqui-
tis incurable de ta voltMntadi
Para los esipiritus ifn*presionaMes que se
conforman con arjíüníentos fundákiois «eti
simpdes analogifais, estó canuparaidón podrá
ser suficiemte ; pero á las alhnás raizonaMio-
rae que gustan de sondear' con ánániQ se-
reno hasta el fondo de las cosas, mi pobre
ejemplo estará mwy lejos de satisfaceries.
P(reciso es, por lo tanto, ex»minair alg^i-
nos de esos principios proclamados cdmio
vetxiaderos por ios «sectarios <tel érrór y* de-
mositrar dSrectaimente la* verdad de mi «te-
sis. i
Ha escuela •soci8¡iK^ltias*^-Uamá la rqp^ene-
radona de tei sociedad, la que aspira á es-
taWecer eJ mejor vMden' social. y «d más
propio y comdlüfcebte pora realizar la fdi-
ckiad dé lo« 2tóoc!iados. ' f • : í- -
La esóuiéla socialisírar preeciidte, es vet
dad!^ ^destruir el actual ordan de cosas ; pe
no para esitátlecér io»ttx> en sli lugar <juf
F"
387
jti^a más á propósito para conseguir la
féficidad <fel hombre.
La •esictielá sociajista no es, pues, atién-.
dase tM«en, enemiga del oirden socisil, al
menos así lo rfice, simo del a-dlual orden
q»ue juzga defectuoso y conitrario á la lí
bertad humana.
La escutela socialista pretende esteWe-
óer el verdatdero orden social, el lordien que
estó. fundado en la na.turaleza, y si se
atiende únicajmíente á sus fogosas decla-
macioiies en favor de los desvalidos ([oie es
•piran hantfbrieoftJOíS y d»esn?uidios, mienltras
junito á ellos pasaai cubiertos de cwx> y pe-
drería los magiíates de la tierra; si se es
cuchan sin reflexionar esais atrevidas deil-
níciones, . rápidfeus y fosíóricas como la luz
•de Jos relámpagos, que dicen que lá (pro-
piedad «es el robo, lo» religión cristiana un
mko, el maHrlmonio el egoísmo y la de
iTK)cracia la envidia; si se abandonian á la
sedtuc^ióti d»e sus ardientes peronaítas con
tra los gobiernos, cercenadores de la liber-
tad indívidluafi y política ; contra los sacer-
dotes, verdlugos de la ocmciencia y tiraTios
•de la razón ; si se dejan arrastnar por la. fas-
cinación que lies cau<sa la espléndida pin-
tura de una vid'a pasadla «eiiítre las delicias
de la comM'nidad de bienes, de la promis-.
cU'iidadi de Jas mujeres y de la absoluta li-
bertad 'áe acc'ión ; si se fijiain, en án, única-
niente en ías palabras y en te initencióti apa-
388 '
reiKte de esos dieclaimadores, k» miopes de
marran sostenidráit con léllos qu-e el socia!
lisíno es la verdadera ciencia social, el sis-
tema que está llamado á pJ¿Jitear el orden
y la armonía más encantadores en esta tie-
ora, q.ue será nuestro futuro paraíso, ,,
Ümfpero, 'ios homíbres pensadores que no
se dejan deslaim^brar por los irüjpuTOíS dcs-
tcfllos de los fuegosi fatuos, se 'Retienen, á
examiniar detenídia y concíeiiz'adcinierite
los principiíds que se proclaman- y- aquellos
^ue ínítenltan derribarse: pqr-.uii lado ycHt
el derecho de propiedad, consécuenciix. iríc-
ludálbJe de la ley dal .itraibaijio, prinplpio f ün-
diado en la naturaleza misma <3el ' hómhrf ;
el matrimíonio, base de la fairriir.á,^ "míe; es
fundamento inamovible de la- siciedad;
lia aultorid'ad política, reguladora d<rf orden
social, y la religión, ó lo que es' lo' n]isn)Oj^
la palabra d'e Diois, eriiseñando aí hóm'bfe'
sus deberes y manteniendo el orden nio-,
ral que sin ellla desaparecería bien proato'
de la tierra, y por oítro, laidío sólo' veii íá-sr-
presión de todos estos grandes princiipip's.' '
sin que leo su lugar se ediií'qué rnada sóli-
db, nada estable y dútra-défo caipaz'die man-
tener uñ orden/ social cuialquiera; si: so lo
ven elpHrícíptó'die lá oojmfimidJ^d' de tienes^,
qoiie concluiríia por nutóciaá la actividad m-.
dividuaj, por matar la industria, " las jantes'
y las ciencias ; si' ccmternplan á la $(^ied|aa .
entregada pQr^xxmpleto a-Ltorb^Mino aH'íi?-!
á§9
rfas lá»' {teéíóiies, sin regla alguna de cpn-
díidta/'sin' fri^no que tó ¿mantenga icnv $us
deberes, sin timión <jue la guíe á través de
Itó tempe sitádes ínaciá ei'.puferto íeliiz de' sus
ultihios'' y magníifi¿aa d-esitinos, ¿no es fuer-
za'que concluya' \por faonKprender que el
KóCÍali'$rríOj ' l-éjios Aé querer establecer ór:
déh 'ailguni>^ no es iiriás que la absíoliuíta ne-
gación de todo orden social?
.Las escuelas que de todo dudían són'en
fil«óí9ctfía'!.'t>'q(Ue lel síotctaltsnio en las cicncras
«ociailes', es decir, la negación de la filoso-
fia; porqíue.la iUo^ía es amor á la ciencia,
y la ciehtíá.su'poñre ciertos primcipios fltn-
•dganeñtátes soibre los cíüailes no cabe d's-
cü-sión; pero eis áisi que las escuelas ' pirró-
nicas noi efSftán ciertas nunca de la verdad
dé nada, ktegib las csciuelas pirrónicas no
son más que lia negacióm' d)e 'k filosotia.
Pirran nó >csta'ba ciento ni aun de la exis-
tencia real dñí los s^-^res físicos, \y sin' em-
bargo, se Mánniaba filósofo :
'*Se ha didho'; y con exactitud, dioe un
püijuiinuji xxoz^d is\ 9p oidpuiTjd* p snb 'joqnB
es un ^.r^'Or'^: y que el "mós allá'* que co-
lurhibra la naeón hiuunana, aquel es-pacio iii-
njenso que cae al otro lado de las froñltieras
de lá iinteílgencia:, es un míste'-io. Ahora
bkn;'ni lel axioma se demue-s^'-ira, iporquie
no há menester djemosti-ación, ni se de-
muestra el. misterio, t>orque su naturákza
ps la dé ser indiemostrable ; diveiga, piles.
390
el nacionalbmp ^mitre tm axioma y «un mis-
terio, sin rumbo fijo, sin pri-ncipio g«ierai
dor."
En leflecto, kfe Pinx>nes mo'lerncs no acep-
ítan, por una parte, el misiterio, y por otra,
contservam- «gu libertad <íe ne^ar, cuando
.más gana Jes de, los axiomas más obvios:
«no satt>en de <íáníde vienen ni á dónde van ;
carecen die j>un4x> de apoyo y de teise para
sus raciociniios ; sus eiloícubraciones no tie-
nen objeto determinado ¡y se llaman filó
sofos!
Lais escuelas racionalistas vienen repi-
tiendo á través de las edades, hace «ciiez y
nueve siglos, la pregunta die Piíatos á Je-
saioríisto : *'Quid :est tveritas ?" y como Pila-
tos vuelven las esipaldafs por no tener pa-
cíenicia y buanildad paia esperar la res-
puesta.
Esíte pensamienlto no es mío; pero es
nuevo, original y •verdadero.
El liberalismo se ostenta como el íqejor
sistema die libertad política.
'El liberalismo qiuíiere lá libertad», pero á
fuierza de quererkü la ahoga, la. amiquilai, y
en su lugar esta/Mece la más yergoinzosa
serviAiimbre.
La libertad) (perfecta no consiste en la
f acuitad) kfc hacerlo todo, el bien y el mjal in-
distintamemte, sino en practicar sólo el
bien. ' "
£>a líbertadi dte Jiacer -el mal, lejos die ser
391
tibertad, es <kíecto <te libentaid, porque
Dios, ser esencíalinente iU^re^ es, éín em-
bargo, incapaz 'de ponacticaf el mal.
Ahora bien^ el liberalismo, q¡\xt no tiene
por regla más qioie los didtados ide la razón
humana; qvte al par qne las del bien suele
pemritir (y es 4o que sucede con anés fre-
cfiencifii) ias «nanife^tactones del mal; que
«sujeta á kxs gobemadios á k>s' capirídios de!
íídribre, que por si minino no tiene aiaton-
dadalguma «cJbre el hotnbVc, y lo substrae á
la voJtttitafd die í>hs que es la úttica fuenK
de ver<biáera 4ibeitati ; el liberalismo, «digo,
es'eontrtarío á la BhertaKi, qué sólo consiv
^te en ihacer «t bien, «u|J€tándose á twi tipo
eterno de bonásiA^ qoie está fuera del hom-
bre. .1
Todas lais sectas religiosas se proclainan
!a vertted en materias de ndigión*
Las 'sectas pretenden destruir^ es cierto,
la religtón- caitóiIiGa, que ¿s la vewkdera,
la t^evetada por Dios; pero todas eHas con-
vienen en 1á necesidad de una rellgiátr.
La Jteíigión es y debe ser ^'regki segura
é infalible de verdad'' que ordena nuestras
relaciones con Dios; pero como la frágil
razón htimana está sujeta á <mTl errores y
fio i^s ni pwede ser nunca "re^la itifaKblé
de iveíidted'* y las sectas disídenltes recono
ceii por base de sii« doctrinas el libre exa-
men, de oqttí es cfoíe lias sectas no son más
que la rottttida negación de toÜa fe ó creen-
392
;í: ^t •,]-.. •i.'iis.MLX.rAoo. íil' rackíoaifeitto' en
íi'ic i^^;*-ci^¿*iLs ii>aiiU^$tachni;Có, ;iie la cia-
il*ií.a Ui<;V€ y coíícisa qu-e^puedie hficersceti
^Xn ari-iculo; <lie poftió'di'Cíí :• biKMi'> s^rá exa-
Aijii'3Lfl<j> abcTa «n* 4iínri$itnQ,'anaÜza*nci<> oaa
Jsl »i».is*iim 'brevetíítd' sil, tisi^ral^za; miS' cau
3as:.y.el obj€*to qtue »e fm^neí; ^ .»
» £Í T^icmali^tnói !«s í í a . reb¿lió¿ de ia ra -
¿s5nhtim««a'!ton»tra la Rafcójl diviitia*
o ,E1 .n»doímiistrt0 ifcoooot. iw Uííica cau
ía te soberbia. ><J^l.ih<wnbre,;.cuya priniera
iTiimiftestación' Mxvq lugacitíea ' '<>« fl^oridíOs
oaimíK>s'diel , Paraíso t^a-0iWfL:
El racionalismo, hijo de la oairne, m> so
propone; como pu-^iera tP©nsarsie, disfrtitar
los inefaWeis .ptoc^es <íel. erjten-cjimícíi.to,
.los 'hilas ptÉroB, toiSj.niá)se5<sya4i>SvÍo6 aiás
.«uWinfiíes; si'llO'la^aMisíaoción dfú orgufilo
in<k>rn!áible .y .«mub de- los jae^itos s^^ívsiiales :
' pcw?q«üé ñBÍ como íentr^ la vercjad! y la vir
tud,;exiat^ri'mi-steriofeíís relaciones, el >error
^engíendra siettBjxre d'pecaáQ.
'' ¿Cóapíiio tuní sistt:ema filosófico qiJje diespre-
cia 'la' palaibra divina püüede.st^-iitspirado
pdT éfl d'eá^ die gozíar ,los ¡¿aceres del es-
píritiu, 'de)-ia»aíti$facer la se<i' abrasadora de
coníocer. lais» obrías ^pontentoeas dfé la crea-
ción^ Sius^caufiías y io's ;fines ¿para qiie har
sido crfeada^B.' ■..-.*•' ■ >
La cáeiw^iá q/u»e se apii-rtsu d»? la re\ela-ción
393
dii^V'Lna, no es cian'cáa, la razón qne np' ^e
ilustra coui las enseñaíizias de Dios, jabais
llegan: a coiiocetr las verdades n;ds i^ipcr-
tamcs relativas á ellci misma," >u cirigen y
.su djesitiiiuc;, ni e'I origen y diestipo 'iei huTii-
br-e ^qxie la posiee.
A la yerd-ad, el racianalismo, camo txxlp
error., es ¿niconsecuiente ; aparenta aidiorai;, á
la razón 'huirnaoiíai, desea ensanchar el cir-
cuido d)e susí conocimientos, ilustrar'lai nú?
y más por todos lo«i niiediois posibles y, ¡co-
sa» raira ! nechaz/a: las enseñanzas de una Ra-
zófíi -que íes S'U|perior á ella, ée la Razón .que
abarca en su ílimiitada esfera la nazón de
tcidlais Iteis cosas, asi cíoimo el esipacio infinito
¿tbancQi y coñtóene Cos innumerables mun-
ax>s que nannan las gliorias del Señor.
■No sié doiKíe he Leído urna anócidiota q^ue»
á má jtáolo, peca de invonoisímal ; pero que
*5'iienK$Q( O|poitttueo referirla, 'bueno es no de-
j»arla pcüsar en •silencio.
CuenUaní quie «un astrónomo, dteundb rian-
diais una vez á s«ui ardiente fantasía, creyóse
en medSo d»d aspaicio aibarcantíb con una
, sola m»ifra)dla. te nuaraiviltas údí cido: veía
á la tíeiraia como -un ipnnlto imperceptible
petdaidb -en ía¡s oleadas de 3a cireación, a'-
esplendonoiso y heinmosí.sim)a Sirio rodar
miajetSítuosamieinite síoibre sn oalbieza, á Satur-
no, .orgnUloso con stis laniíllos giganitescos, .
y á «todlofi los astnoís diescubrír anite sus ojos
"?us miáis tnecónidítíois misterios. '
PpnceyFont — 50
394
. La akickiació'ti del pobre astrónomo He
gó haista ¡el grctíoi de destrozar loom despre-
cio «US potíionoisos iín^tmtiieiitos y de gre-
tcnder fíjiar sus ávidias mk^áacs en el düsco
espiI-enkJoroeo del Soá.
El desenüace dje esta pobre comieK&i eís
fáícil de ad&vinaír : el astróínomo mía pfudb ya
gozarse en «la cotiitem|pl)aicáán m aiuni die lo
poco que podía allicain'ziar ootti el atixflio de
sus itelescojpibs.
IimMl rwe paijece decir -que el aisitronoimo
es el naídolnalisimo, y ios ttíesícto^rias por él
desitfozadote Sia nevélaciófni idivina.
Ahorna bien, si el radionaildisnio dfesprecia
la poltelbra de '•Dlios, si rechaza el conoci-
miento die QjqtueíHlais vetídad'es .que no puede
aloanzaír con «sus soiteis fuerzas, si coníocien -
•djo, co»mo mo puedle metnois de coracer, que
la mzólnl humamja es frágil, lirniiítadaí y pro-
pensa á caer en eimotr, se enitréga, sin eaii- '
bíargo, en brazos dte sus caprichos, de sus
solas insipiíiiacionies, fuierzá es con>dkiir di-
ciendo que ^1 radionlaíliisnuo es conítramno á
la razón.
Pero, ¿Hlódde esrtá la .pateibra divina? ex-
clamará algún racionalista. "Quid est ve-
ritas?"'
¡Ah! lai paJabra divina resuena constaai-
telmiente lall oída de? holmbre, hace el esfpa-
cio de oeiitea dte seisi imñ! a-ñote, dbs-ííe 'Adán
hasta Mioísíés, desdte Moisés Tiasitíat' Jesu-
cristo, desde Jesucristo haista León XIH,
395
'La jpaJalxna^ divina está era los libros de
Moisés, €t> la «slulb¿kn€ y sencilla narración
de ios Evan^Mos, en Üai 'tíradíciíó'n de mil
geweradiotnies, en todas partes ; y sí sie nM>ega
la auteínltiicídad de los libros íe Moisés y
Jos die k>s cuatno EvangeHsitas, y ífeu tradición
consiteiínite y iitiiver«a,l y todo, ¿qmé «mirón
habrá ya para oreeír en a^no?
Si mo se cree en Moisés, ¿por qtié tazón
'ha de creerse en Herodoito, Salnstáo ó Tito
Livioi?
Si «se niega la .neveCacpóín» divinia, no qne-
d!a másq-ue una cosa: la diu«(la, y la duda
es el infiea^no antícipakHo díel afana.
▼
MÉXICO Y EL PROTESTANTISMO.
iDesdte qd-e 'fais ick>s Repúblicas henmartós
óél Contiiijesnitíe Affnmcano, conno <Kceii
utUois y cán'dLdaiTi'en'fee repiten otros, cons-u-
maron su indepenidieiicia de las respecítiy-ls
im-efttópoli'^ iyeAJa oviya. tutela viVijeron tlar-
go« año§; ééádie •e'l nucumento .'eíi Tiu-e e¿-
traron á figu'haU* como niaciidnes libpes éini el
gran concierito tiíniiversál, lá más ¡pocllelrosa
de esas Repúblicas, mirando en su ifuerza
y podierío suificienities títtiüos panai apoyar su
jpoflíJtkJai, comenzó a pretenidiOr lejercer sohre
'la otna toídía oíase de ¿nflti encías. Dando
vuelo á su insaciaible ambición, alentada por
las cotnItí'ijittasTeviiie'litas eíi- que sai vecina- se
2»igitát>á cegando ella misma/ las - fuentes,
bundanies de su riqueza y prosperidad,
íedíiDó ¿1 proyecto de anexarse su vasto '
territorio; mas como la época de las con-
quistas á mano orinada íhabia ^pasado ya^ y
por otra parte, era difícil y peligroso reali-
zar esos deseos por «nedio de la giíerra, se
resignó á dar treguas á su ánübición, espe-
rando que los aoontecimienitos misimos ven-
drían á ofrecerle repetidas coyumUicas para
realizar, aunque por piartes, sus planes ma-
quiavélicos. Entretanto, ella no debería
estar ociosa. — 'Comprendírendo cuan favora-
ble sería al 'ogiro de sus esperanzas que la
anarquía desorgapizada y consuínie^a len-
ínamétiítjé las pocas Tueraas de su noble ad-
vej'saria, propústcse desde enítioinceis fonneci-
it»a,r s^its d!i«coiyiias owile^, y pan3(per la ma-
ffiavilllasa unidlad en« la fe religiosa qtie has-
ta entonces había sváo su égida ¿^x)tedbo
_ra. I
¿ Quién no sabe q<ue el séníimientio re-
ligiaso ha sido siiamipre el gran lazo de
ailnitón qiure ha estnechad'o 4 loB hijo»s de
un mtelmo pueblo, hiaciéniáoil'os. fuertes é
inivencibles contra sus eín«e<migois ? ¿ Quién
ignora que la unidfeud' en la fe es la god-e-
noisa piatanca que, pual la die Arcjuiíonidfes, es
capaz por sí s<>lá de reánovar el óie!io y la
tierra? Biastafra reciolrlcíar, para contvence»--
•se die estta verdad' indSscutible, fa ; luitíha
graindíoí^al y sin ejemplo que el nobfe pue-
blo espafíojí sioetiuyo dlulrante tantps siglos
conifina los ferioices iii'vasoreis díe su patria,
los satífcarios de Mahotma.
399
Pptás bien, con»prenflien|dk> esta verdad
ios háibiieg hijos dje la , "repúbjiaa heffina-
na," >no han escaseado kois ipedios gea:^
ocínsegiiM' anarquizar tamibién 'tes ideas jre-
•Itgsosais idíe Iota biaibkfinles ée isu vecina.
'Deskfe el momenltioi teini que el í'ibertador
ItUt^ide consumó la iai'depeadternioLa de
nju-eslira paitiia ; desdíe el instawte en qiuie ei
sed de te v^rdiaídíenii liibejtod' aísomó su dis-
oo ^S(pí»eíKkxro®o en nueisitro horizonle po-
litócp, Éecun'dtaLwio con sus rayos bienihecho-
res 'faís semiEois die Oiujen y jprosperikkud, de
paz y «taTabajp, ie reílá'g>ión y piedad! q|uie
sefnbffig^on oportumamenlte en la táerra nue-
xicamü mi€istrois pxíoig'eíni tores ; dtesde el inis-
tsumtej en fin, elrn que la tunidlari .polí)tica y
adJminiídtrativa, religiosía y social que
senvía die base á feís instituckxnes qpuc
violiMitaBriam€3Títe se 'dio el pueblo me-
xicano, iban á ser la fuente abundante
-de todo proigreso legítümjoi, fe ^vaguar-
dia de Jos inttieineses üe la sociediald', la pren-
día «de unión y confcordiai enftlre sus hijos
y ja causa eficienite de la graiudíeza y po-
derío de la Nación, dieisde tese miotmiernto,
decimos, coímanizaínon. á plantearse tam-
bién los planes más ¡níernaks para rom-
per esa( unidad, para cegar esa fuente de.
prostperidadies, para matar esa causa dt:
nuestra o^randeza futura. — Cohechos, arte-
rías diplomátScas, protección soilapada á
los insurgentes de Texas y clara y maíiifies-
400
co, pretextos hipócritas ó especiosos para
ta en favor de determinado círculo políti-
la ocupación 'militar del territorio nacional,
reclamaciones exagíeradas muchas veces
por siipti*e€^tois perjuicios irrogado^ á ciir-
ÚBirwcs amerioanos, toda cíáise <ie medios, en
fin, han sado eanpleados con el objeto -de
irse aÍ:)SorbiefKlo (pai^ítinainente eJ vasdO
y feraz territorio de la Nación'.
En<tre esoB medios, amo de ios que him
sido empl-eaidlas can mayor" constancia, in-
drudia<?j»!emeníte porque e-speran qttc ha dí
pTodudfKe's ópémos frutos, es la 'Vvarngdi-
zacióoi," comuo diijoetn, úe los mexicanos,'
y a>I efiecto han invertídiof é invietften aáígiu-
nas sumas de pesos en la im-presióh dte' bi-'
bfiiíaií» iproltestfóunteis y en lai edificaidóirk «d^^
temiplos en alg^uno que otro punto é^ la
República.
El lazo r.eliigíó(so «es eá tmico vkncitío;
pucidie d'ed'rse, q<ue ha tenido la ííueraá' su-
ficiente para etstre'char entre fei y maiutener
un.idais á lais díverisais en<tidtad'eS'qfue fioírtoaiíi
h Gc«iíf'edeinació.n mexBcaina, imiutliias ide las
ctiallcs difieren de ¡las id<emás |por s»us cos-
tumbres, posición topogránca y alguna
aún p:>r sus itradücíion'e's. Rbnrpefr eisite la-
zo, es, pnies, lioi mismo qne nomiper "fej gran .
uni'd'ad nacáaniajl. Initrodluciir ein ntuestra*
patiria las Miso-s prinicipiós diel Protestatí-:
tismioi, princiipno? dfijs'oilv entes por s^imisí-'
mos, opines -sólo se fundían, en los veíeMoBO*
401
cap/niohos ide ía frágóll ríazón thtimana) es ki-
■trodhíciir la discordia más saiigri'enitB) en el
sénta dte nuaslltnais íaímílilas, bastanitie^ ¿oqi;
telbidos ya d'e a^uítxjs^ ankis á estó l^abrtí;
y s'^bido es qoie da foímiHa es e"! ínrmítn^ri
to die ia sodedladL Traisitorm'ias^fe
díe los imtíividKios, emiairdecídós los ¿nnJttbi,
a juanqoíizadlais ta/s famüliais, b¿©n onoitiitb» qni^
darían faimbién •trastorníatílo's líos É»tad^%
y amarquizada la Nación. ' . • * • ' , >
La oottiqíuisila dte iniuieisltíro tercilxDrá* ó f^^
la «TBSuyor polrtie, cuarudo mienlass ^e-ría en-
tM3(nces lía obra mfe fácil y haiceidra,; ffxír-
que fotítandb em los -Coinazoines ese nobl'*?
entusiasmo), esa liej?c>ica aiboegialofió;i y eSQ
poítnaatislmp puTo,' airldiileínitie, d«esi(iiite'r,es^d,
que Lnispim al homlbre la.íe iJeíigiosa;,X:.M,
cóniuínica la fuierza yla oonstaticiía! ■^>SfM4í
cienteís piara idefendteda coln/t!ra';'tgtíoS;;;$^H
enemigots», por podleíroslcus qtie "seíaíii" y' á pe?-
jar •dIeDold'Ois los'ofostáioulois,'por iiHv^esncíbljas
■que pQjrezíciaJii ; fajitaaití6 esa camunidaídide
idteete y aen/timíentoB, de in»te>pe'se^. y^^sb©:
r-anizas qiie prodlucem il*a unión dJe tós;<;m<f^-
<Jaínias y los hacen fuertes é iiweíícibbs,
¿ qiué idfea granjd'e, qiué, siétTttíiitiáenrbcf '¡¡^¿pi:
roso, qué tiobie laspiradón 'se<j£ . stuficte^
para insipirar ese paitriotfsmo q;u6 rpioi'jcede
Ante los golpes más rudos de ila advér-
sidiad y, sobre todíoi, para mantenerlo im-
ólume en los corazones y sostenerlo has-
ta sacrificar la vida y los intereses? ¿Se-
Ponce y Font. — 51
402
rá acas<> ei amor á la itíerra <l<nide se me-
ció «nuestra cutía, refrescada por l06 aires
embalsamados de nuestros campos? ¿Se-
ra tah sola Ca vista de muestro cielo tro-
{Mcal fkilmliiiiado siempre por torrentes de
uz espliendoro>sa<? ¿Será el recucirdo de
mieeltios padres cuyois huesos blaoqíueiar
do6 por la intemiperie yacen esparcidos en
desoiilAen en los osalrtas de los cementerios
ó roligiosanielute conservaidois en efl dbscni-
ro hueco de las tuimbas? Muchío» es esto.
en vestxfebd; petúi ¡alti! hi «triste expiertetncir,
nos ensena qué por grandles que sean
taCes motivos, no son, dblomoso es confe-
satiBci^ no son «sufioitenites para inspiínar el
paitríictis«no y la abneigaoión. Cuando los in-
tercises nuateriaües y las pasiones politíoas
haUan con voz }i(aü&Nga<lora aá coitatzón, el
paitíriotismo qiue ntoi está imspira'db y «sos4;e-
«líkto por la id>ea religíosta, laiiguidece y ca-
fe. / •
La uBiJd&d: religiosa es, puesi, nuesrtra úni-
ca SBfivacióin. Einltiéndanlo bien aqiuellios de
nnei^iünois conriudeüdianíois qiue basta abbra
han estadb baciencto eslfiueinzos .por rom-
per esa unidfarii. ¡Qwíera píos que no ten-
gan qiíé Morar fsius ex-travíos en un pcitive-
tór (juizá no leJBmo ! i
r
|íKSUI IaS!
POR PAUL FEVAL.
(Bibliografía.)
'Paiul Féval, d amigo y cofraíie <k Du-
mas, de Balzac, de Souili^.y de Erugeníc
Sué, !á cuya trislbe célebHdiald ai&piraba y ca-
si haibÍQi íoigrado alcamzaír; eil ligena inave-
Msta cuyo "¡aírgo caimAno sembló, como él
mismo dice, de tanitas páginas frivolas qxit
han siervitío dte jugniebe ail vienHoi ; el joven
escriitor, en fin, que inaniguró sn cairrera
literaria fiHómócis^ en e&e ejéíicito de feera-
ís stvperfioiíaíes, adbradoreis die la fonma,
i-e posekk>s de ías preccupacüomeis amiti-
istiantais ó tocados, cuamdo menos, del
404
in.diferenftiisttno religioso, Guya «lefenáKa es-
parció €3i el mtumdb <le las kvteUgenfciias Ja
mian/a tnaitiora y honnicidía» die VdCiüaiii^' y
los filósofos d-e su tieínpo; Paíuft Févall, de
cimos, ha senftido despertarse su cülara in
teli'g»encia que, sorprecidiida en eí l»echo am-
gustioso die la dluda poír los inayos kurnino-
sos de Ja ver<iad, se ha leivaitodía ávida
de conibemiipftaír los fulgores de la luz y de
g02<ar e«l suave y vivífijcanfte caior que co-
muinka. Sí, Paml Féval se ha conveíittdo
. de (todio idoii^aizón al c^vtdlierscnfcH y de su bri
llarete laliuinta mo vojverám á síaiir esas pá-
ginas fríivdlas é insub^itancialies eai las que
**ie:i nonubre de Dios es honfdaidia vagasmen-
te y '!a religión nottnibradta si'emnpre en «vi-
no/' Su ita'lenitia privilegiado, consiBigináti-
dose dtes-de hiego á estudios mlás serios, ha
comenzadb á prodiinoir iolbina« de géanero
ffimiiy tíísítinto á sus primeries «tfraibajos
obras q.ue iserán otiros <t»an.tos imioimím'enítos
Ievla«ntados en el oamino qwe aiuttii üe qm 4a
por recorrer en. ed desie!rto dte hi vida y qu"
seírvirán, afli par que «paira tnaitirar lias glorias
del Señoír, para siervúr de guía y de descorrí-
sioi á los pobres via>jeros qiute vían en btíscíi
de '!ia' ci'udadl starnta, de lia oe^.estial Jerusa-
lién.
Apenas conventklb Panl Féval, pasea su
mÍHfod'a'de águila, liibre ya die las somibt
del iimdiíe^entismo, por 2os caampos düa
dos de la Iglesia de Dios, y se posa y d
i 405
cansa en la contemplación de la fortaleza
mljs gnaffidüosai. é ¿nKíxpaignalble q'U'C, colo-
cada en te ¿poiiit)eTas mismas de los cani-
pcis enierniiiígas, eleva ¡hasta eíl cido sims al
tas muros y sius taniblgantes y. gallardlais to-
rres; examina sonprandido dos batallones
sagrados que en eterna lucha con las l'"-
giones infennales, libran con-stantanifent;^
mil y mil sangri'enrtlais y porfiaidas baitallaá
en defensa de lia Casa d»e Diios, y sui coia-
zón late de entusiasmo al contempter la
en-érgnca bi/arría, el valor soiiblime y temr
rario d*: a guamdia de honor que camina
siemipre firme y resuelta lieviand'o la van-
guardia de ese ejéncitio' mis'terioso que des-
provisito de armas materiales, sin dicrramar
nimca más que su propia sangre, . venci-
do siempre, resulta sin emib'argo siempie
vencedor : y áé] pecho á&\ novelista no pue-
de m-eno^ que -^^ se arparse im grito de admi-
ración a! reconocer en^ el castillo inexpug-
nable á la Compañía de Jesús y á los jesuí-
tas en la guardia de honor que marcTia vn
las primeras filas del ejército. ¡Cómo? Es
á los jfesuitais» á quienes la Iglesia confi?» los
pUiesitos mías avanzados, miás peligrosoí y
dle más difícil defensa? ¿S>on lo« jesuíta'';,
cuyo nomíbre h'a convertido el mumdb en
sinónimio de hipocriecía y en padrón de iv
famíia, 'lics veteranos iqiute comíl^aten en h.
vanguardia del ejéncitio de Dios? ¿Qué mis-
terio es éste ? Pero los ememigois de 'la Iglo-
406
sia, sm darse cuNemita dé d\o, se eGcargSLtí
de ejqpdkar «al adttnirado escritor aquel ex-
traño enigma. En efecto, la rabia constan-
te qi*e anima á la impdedfeid contm ia Com-
pañia die Jessiús, la guerra implacaible, ¡Br
miás interrumpida^ qute oonitra ella «sostiene
e'l prote&tantisono y todas las demás sec-
tas disidientes, tocio ese cúmulo inmeinso de
• injuírioís y de calumnias que sfe vomitan sin
tregua contra los h^'os de Loyote, son d
rayo de I^z que ihumina á los ojos de Fé-
val el ouadiro dle la verdad que hasta en-
tonces Ihaíbía permanecido pana éL envuelto
en las sombras, escondido en las tinieft>lasf
y sn razón perspicaz y poderosa, su talen-
to analítico y o(bs»erviador, aiuociliado por la
buena fe y la honradez que afortunada men-
te no llegó lá pender, halla en esa misma
raibÍQ», en esa misma guerra, en esas inju-
rias y calumnias la clave del emigma* Na-
da más s^cillo. Paul Fóval recuerda qtie
lo que más sie teme .es lio- que más se abo-
rrece : que lal enemigo débil se le desj^re-
ciai, pero que al fuerte y ipoderoso se le «tie-
ne siemipre presente y se le combate con
todas las armas y sin tregua. Ahora bien,
¿por qué la ritni(piedtad) rfelega fácilmente al
(C'lvido a otras «SiCiciaciones católicas y em-'
plea todo su encono con ardoroso ericanii-
zamiento cotutíra la Coimpañia ie Jesús?
Indludablemertfce porque es esta la felange
enemigia más temible y poderosa, más va-
407
lienite y resu«ka, xrijosi santa y m^Lgmnim^.
Y hé aquí eómó Paul Pévai de exijlNcÉi por
qué ia loutaíkza más ava»tí&da y próxima
á las posesionas enemigas es la Qxmfiafiía
de Jesús, y por qmié los jesuítas kxmain la
g>itfardia de honor diel Jefe de la Ig^sta y
marchan á la vaingiiardía de sru« ejércitos.
Y asi como antes de s<u conversión una
cajuinitnia dedcuíbíePta en teis pigkvas^de un
libro de Pascal, le ooinduce ai] estudio re-
posadlo y serio de la verdad Jieapecto de loíi
jesuk^s, **y á que recifbiera esa luz que frjé,
gracias á Dios, eí spreludáo de,«i amada
conversión," después de ostia., la'^^raiuóep'.a
y mognanimidad de la Coniq>añía, su cieii-
cia vasta y ppctSunda, sus: virtudes he«icdca<
y sublimes, stu atbsohita y maravillosa hu-
mriíldad, gtí taibnegación «in éjenupilo, y, so-
bre todo, su onei^B. v constancia en la
lutdha contra la imp'fedad, le explican ti-
cilmente la razón áe ese odio inaplacable,
de esa guerra sin ti^egua que Iicts enemi-
giQs dte te Iglesia sienten y sostfenen prin-
cipalmertte contra la Conípañia de J^$.
Al volver, pues, Pauí Féval al seno 4e la
Iglesia, en citvo ret^^o maitemiaír «int'ó
¿besüzarsé díulces v tranquilos !c« días <k
su iníancíai, no halla oon razón objeto 'mlS«
digno á 'stis santas meditaciones, m ma-
teria mí^s noble y levanítada para emplear
>s bríos de su infeligencia, que cantar
is glorias inmarcesibles de esa Compama
408
m^ravillo^, que píxxlainsiar en lavor su-
y<¡> "U verásid cuyo noistro es kicesanite-
trieiiite obscurecicíó y -desfigiinakia «por los
gpí^fe. alevdeíos d^e-Iá ionpiedad y reivin-
(ücatW^'Cootrar las caliimniias más cínicas
y jiíiX>C#fi. .
..iPdnie Paul .Fóval ímanós á la dbra y dte-
dicá'siis, ubejíOres horas al estudio y com-
ipioéicié^ de uíia **Iíisitoria general de los
Je£iuit9^ ;'' pero como este traíbajo es largo
y 'pentíeía, y la^s iim|pa)ciencías die su gene-
Ufoaa corazón le exigen proclanuar cuan.to
anotes á ila faz. de ios homlxres la verdad de
lo3- bociliQs "adiuiteirados, -brota de ?tí ploi-
•ma uh preciosioí libro, al oual pone por ti-
ttilo el si^urcástico grito de lob impíos:;' Je-
suiíras!** i' /
EsiSL es !a óbríta de to cual ensayare-
mos'«dlaír á ffiiuestrcis lectores siquiera una*
idea, ya que nuestras débiles, íuériftas nos
impiden ^xanlinainla y ooiment3rla cxtvnsa
y aoértadatfnente. '
- iTetíemos' á la. vista la 4>rimera edición
^^sjpañola* de la ofeira de Paul Feval, train-
cidai^por D. E. y D, J. B. de Hinojosa, im-
^reisa en MadVid el »año próximo pasado
de '^1877. Efi lunj Homo en cictavo mjáyior que
Qi^r^m^ 42g páginas.
■'Ser divSdie la otea en siete calpfitólos que
409
COíitprenden l^ historia de la fundación de
la Comjpañrai d^e Jesús, la d-e los primeros
Padr.es de ilia Compañia, una ojeada sobre
las misiones, la relación sucinta de las ma-
quinaciones y atrocidades com»ettdas oon
los jesuítas ,pcr los tristemente célebres pri-
meros ministros PkDimíbal, dtel Rey, die Por-
tu-gal; tOhictíisejuíl, del de Francia; Aranijía.
del de España ; Tanucci, del de Ñapóles, y
Felino, del duque de Panma, y concluye
en el úkimo capítulo con alguniaB reflexio
nes generales sobre la Compañía, su res-
tablieeimi«enita por Pió VII y lo urgente
qu« es sosten^er CiC»n»tnat üa baiibarie "la mu-
rallla "ée la caisa de Jesús/'
La obna no es, como pudi«era peinsatisé^
un compendio <de la tóstoria d*e los Jfesaií-
tas, sino más bien, coimo dice el autor
"una página arranciada al recuerdo díe Ioí
cpimenes que comlponen la historia de los
enemigos die la Coimipañí«ai ;" es un ligero
¡bosque jia en que esittán contenidas en geir-
men itcxiais las ideas que más tarde ha de
exíplanar y "/lia resieña del glorioso naci-
nKiento díe una instituición swMitne expuesta
al siniestro origen de un horrible desas-
tre" (el protestantismo.)
''En él, añaldle el auitbr, se indica el ca-
mino seguido po*- una obediencia nunca
desmentida; él da á conioícer el ruego he-
roico de Dotyoki corre sipondído por el má-
lagro de unaxpersecticióni sin tnegu?. y sin
Pone© y Font . — 52
410
fm ; él deja ver cómo durante más de dos
sigflos el ceii'tiinela apostado por el voto .
de Micoitmartre ha petrmanecido en su si-
tio sobre el camino de la revolución, y c j-
mo liabiendo sidO- asesd<nado un dia por los
mismos á ^•uiei.cs guardaba, puda la revo-
!iución abrirse camino y apoderarse de la
eii:y€ nanea.
£i dice á los hombres de buena Volun
tad .perezosos ó tímidos: "vigilad y (tened
ánimo cuando se trate ie la enseñanza, pties
la enseñanza es la brecha por donde se in-
troduce vuestra ruina." Todavía les dice
más: "Los pueblos, las clases, I03 parti-
dos que por no morir venden el soberano
d-eí edio de escoger los maestiios de sus hi-
jos, mueren también, mueren más pron-
^:ci, y miueren dieshonrados."
"Éste libro será, dice eni otra iparte, á
menos que la ejecución no- corresponda al
pensamáento, el boceto, trazado en ancha
escala, de mi gran tuadlno, "La historia ge-
neral de los Jesuítas,'' que termértate sí
Dios me da fuerzas y vida,. Necesito fijai
de amitennano Has tíneais principales y las
pers,peotivas. Mi trabajo actual será, pues,
sólo un bosquejo hecho con lápiz, ó para
hablar sin metáific»nas, un resumen l^ero
pues que ha de reducirse á un volumen.
Pero en este estudio h-echo en globo, me
propongo hacer resaltar ciertos hechos ca-
pitales: justamente aquelte que han ser-
«1
vido principalniíeirnte de materia \k los ca
Jumiriaóores, y qu-e forntaa, por decirlo
asi, la leyenda de la calumnia.
Hemos dado ama ligeras ¡dea diel conjun-
to de la obra. En otro artíou-lo nos ocupa-
remos en decir algo aioerca d«e las diversas
partes que la componen.
II
Comieiiiza sw; liibro Pajul Féval con ailgu-
lías ^'Noticias Preliminares/' en las que re-
fiere los moti)vos que lo lian imipulsado á
dar á luz su obra, el plan de ésta y h, id.
zón.ponqu'e la tituíó "¡Jesuitas!" ocupándi>-
se en este primer capítHílo en hacer algu-
nas reflexiones sohne la oonstiainitie Itudin
que ha existido siempre «nAre éí mal y 'A
bien, e»üne la Iglesia y ks puíertas del in-
fíemno: llama la atención soíbre un hecho
^que á primera viísta ,pudiera parecer un
ab^uoxlo ó unai paradoja y que sin embargo
no es más qiie' la vercfed, á saber, que todo
ío que se hace contra EHos es pana la glo-
ria de Dios, que los que defienda»! á Dios
y á su -Iglesia «no soístienen «en realidad nú i
que los verdaderos intereses de los perse-
guidores de Dios y de la Iglesia, lo cua'
sijcede dsamibfién en el proceso de la Coiv
4iá
pania dle Jesús ; refiere cómo desipués de
quince siglos da la Natividlad del Verbo,
nacieron eñ efl seno mismo d«el Cristianis-
mo homt)re» qu«e pretendieron d^estruir la
obnai "de Dios, y cómo ifiué emtoaces «lue na-
ció aJ nídsmo tiemipo San Ignacio de Loyo-
la, ese hombre extraordiTiario, «diestinado á
herir de mueirte á l'a/ IbestiJa dle la rebelión,
y concluye, en fin, el aJutor señalando ?as
dos necesidaídes apremianites que "-ien»e su
país,- necesidad que, á nuestro juicio, expe-
rimenta taímlbién el muestro, y aun pueée
decirse que toido el mundo moderno : la ne-
cesidiad d^e aprend'er la obediencia y la d-c
volver á Dios de quien nos hallamos olvi-
dados. En consecuencia, Paul Féval Oipina
que si ía Franici<a muere, morirá por. falta
de reíigión, de disciplina» y d-^ , abnesgación ;
motivo por el aual se propone él referir la
hisitbria dJe^esa admirable Compañía d>e Je-
sús, que es ejemiplo viVo de pied'ad, de obe-
diencia abso"luta y de unai fabnegadión qne
Do tiene límiites. Este cajpítulo contiene -
también algunas (revelaciones Tue son de
grave impiortancia y que enseñan una
vez más cuan mezquinos y criminailes son
los «móviles que impulsan . á imienudo á
los enemigos de U Iglesia 4 cáliímnisur-
'la y coimbatirla. Esto, á la verdad, no
es nuevo: ¿quién no conoce los' vergon-
zosos motivos que larrastraron á Luítero,
Calvino, Enrique VIII y demás corifeos
413
de la Marnaidia Re£oirnia á levantar el es-
•tand'airtte óc la» rebelión y precipitaíTse en
los abfenias die la imipiedíad? sí, no es jwie-
vo, pero íuíia reve'lacíón y, sobre todo,
una confesión más, no carecen de imipor-
tanícia ipara los intereses de la verdad ul-
trájad»! y de la IglesiJa de Dios tairntas ve-
ces escameícida.
La revelación es esta : "Eugenio» Sue, di-
ce Fóvál, era 'uaio de ios airis»tóoratas más
emcqpetados que he conocido en mi vida :
un verdadero silbarita á quien rTMolestaba
hasta el contacto dfe una hoja de rosa.
Cuando el éxito extraordinario de sus
"Misterios die París*' le hubo oomdenado
á la -dieimocracia, el dbctor Venon le sialió
al encuentro y le dijo: "Se puede hlacer un
negocio loco atacando á los Jestuátas." "Y
puso sobre su mesa qien billetes de mil
francos/" — ;Tal fué, exfclama con razón Fé
val, la elevaida filosofía que ipresidfó á la
construcción de estta máquina de segar Je-
suítas !
Eni seguida confiesa el autior que el di-
rector die un- periódico (parisiense, treinta
años antes, de su coniversión, le proipiiso lo
,mismo que el doctor. Venon á. Eugenio Sfue.
ofreciéndole para, atacar á íIos Jesuíitas, una
hiabitación llénQ de ''Documentos." Paul
Éévá'l reicíbió los ^'documenitos ;" peno sóJo
sirvieron para obligarle 'á admirar "la hu'-
milde y magnífica procesión de hombres
1
4U
ilustres que <ies<íe principios del sigto
XVI, veiicedoreis o mártires, han opuesto
su pecho descuibierto á todas das mieTitiras,
á toldos los despotismos, á todas las revo-
kiciones, á todbs las ferocidades, á «todas
las besftialidiadies/* Sintió su noble oorazÓD
e! d^eseo de airaucar la venda quse oubrc
los o|jos dte todos esos infelices que viven
engañados por «el sofisma-, protlamar la
verdad' en favor de te. Compañía de Jesús
y descuihrir á la multitud el feo rostro de
la calumnia más cínica y soez reflejarse
en las pliginas de multitud' de obras firívK>
las y fo»lletos insubstanciales; pero tuvo
miedlo de concitairse la animtadversacáón de
todas esas genites que fabrican el éxito,
tuvo miedo de las burSas de sus amigos,
líbrepemsadloces como él, de ipender su na-
ciente popularidad, die "comiprometerse"
para siempire, y calló, dalló los testimonios
favorables á los Jes»uí'tas que habia encon-
trado buscando su oondenacSón en !os
"documentos" del periodista parisiense
absteniéndose, ^m embar^go, de aceptar el.
repugnant'^ negocio que éste le propo-
nía ; Cuántos hombres que no calecen de
cierta honradez, consienten ¡oh Dios míol
en .permatnecer ata<ÍQs a<l poste die la men
tira, solamente por tíemor» de ser objete
de las burtes tíe los enemigos de la Igle-
sia!
415
En -el segando capítulo que titula *^E!
primer voto," refiere Paul Féval con ese tá-
cil y ameno estilo que dist.ngiue á los htic-
nos narradores franceses, inimiteb^í? en
este puinítio, las sencillas y conmovedoras
escenas que itiuvieron kigiaír en M .'«ntrnar-
tre, al tiempo de la fundación de la Com-
pañía de Jesús. f
No poiemos «resiistir íaü deseo d** insertar
adquiera algunos párrafos que darán <á
rraestros lectores una idea de ese estilo be-
'llísimo, de esas descripciones sen.'illas al
paiP qtie excictas, .poétiicas y verda'deras ^ue
caraoterizaffi la ¡háíbil pluma de Faul Fé-
va!. Héíos aqiufi:
''Antes d^e affiuanecer e-l día de la Asun-
ción del año 1534, un cojo q>u»e á pesar de
s«u enfermedad andaba con paso fuerte y
acelerado, <íescendia por la gran calle de
Santiago al íhainlio úe la Universidad ; ves-
tía el traje die los estudiantes pobires, aun-
que aparentaiba baiber llegado por los
años á' ia .mitad d^e su vida, pero en vez
del tinftero que lleva/ban de ordinario lo^
de su oficio, no tenía otra cosa al lado que
su rosario. Una g'ruesa cuerda nfueva pa-
sadla por encima de siui viejísima capa, aos-
enía un- miorral de tda, arma excelejn<te
ara andiar dIe nocíhe por París, mejor aún
ue la esipada ó el pallo, ,porqiie los rate-
os nttnca salftean á los mendigos.
416
En el momenítio que cos?t)eaba nuesítro cs-
•tudíiante el pretil del /puente ■d'esi'erto, aic-
ron las tres d-e la mañana en el reloj de la
Sairytta OaipiMa.
Aiquél toirció los ojos hajciía; lo a¿to del
Sena, poiblado die casas negraS, y saludó
con la señal die la oruz la cuadiradia mole
de Niuestra Señora. Niingfuna claridad
aniuinciaiba la aproximiadón de«l díaL
Es Ja hora en que todio dJUjemüe en Pa-
rís, lo mismo en el sá'gio XVI que en el si-
glo XIX. Al atravesar la oiiud¿d á lo lar-
go dte las oa<l'!ejueks intriinicadlas á manera
de una red que envuelven los Cercados,
nuesitro estudiante, con su morral, no halló
un alma hasta la .puerta de Monitimartre,
colio'cad'a en los ^alrededbres de la calle del
Maíllo ; en la calle nueva de San- EíustaqJuio
se edificairon ,pK>co tíemipó d'esipués las pri-
meras casas sobre el camino de la tond'a
exterior, du'ya tortuosa dirección . conser-
va, ^ . . ! '■■' ' '' ■' \"'^'\
La barrera esftaba cerrada. El guarda d^
noclic preguntó al cojo : ¿ Dónd'e va usted ^
El ooijo le resipond'ió : Voy á la capilla dei
Santo Mártir (a celebríar :1a fiesta de Is
siempre Virgen María.''
''El cnepiísculio 'de la mañatna ño .se ve:
aún, penoi la luna inclinadla al horizonte
dejaba caer en la camipiña suts tenues res
417
plandiores^ proyeciai^aAo en ella la flecha
<ie la aibaidia ediiñcaldta (par Suger, que se
asteiíitalba en la Iknuiia deltainitie de las ne
grsis coiinas de Mírntrnorency, y enfrente
de 'las cuatro tonres redíoindas de la nobdc
K:asa de Saint-Otaen, cuya camípaina saniaba
echada á vsuello ,ponqu>e sus diueiios los C¿
balleros de la Es-trella, instítiuídos en 1351
por el Rey Juan, tenian obligación de ce
lelbuao' aiseoníblea pksnai en este día 15 de
agosto^ desde la hora de (prisma hasta el di a
ái^iáemte después de las vísperas.
Nuestro cojo7 aunque á la sazóíi llevaba
morrad, haibíia sido taambién caballero amie
riormetite, sá bien hacía bastanibe tie-mpc
que vivía de una manera hiumilde lejos de.
'kus glorias diel murtdlo, y no era á éC á q^uieii
llamaban kis camipiainas die la Nobk Casa
El estaba destinadlo á fundar una orde»-»
caballeresca más Mustre que la del rey
Juan.
fPor el escarpado sepdeno» de Fontanello
fué por donde gtanó la cumbre die Mon»c
matre. ^
Reinaban todavía las sombras, cuanto
al llegar á lo alto oicuípado por el cemente
rio detiláB die la. 'íglesiiía parroquial, en e<
lugar donde se excavan ahora los cimien-
tos de la basílica ofrecida al Corazón dt
Jasws por e»l voto de Francia, se detlutvo fa,
tigaldo, mfiró en tormo suyo, , y exclaimó .
Soy el' primero en acudár á la cita«
Ponoe y Font .— 53
418
Y se pufeo á diescansar, no sentado ó re
€os>taido, sino de nodiUas, para fiezar el Ro
sario. (
Tbdtoi era silencio eti aquella desnuda
cresta; sólo el pianito de las noches ót es
tío ipasQíbia dulce y sereno. Aún. dormía la
aldiea die iMontrnartre, qiue deirannaba sus
primeras casas á derecha é izquierda de la
iglesda. Nodla se veóa sotxre la (nedondia s i-
pei^cie de íbl cuesita entre nuestro estukfiaxi-
te y el tmwo del cementerio sino algunos
blu/liboS' negros é inmóviles: piedras qtiizá
como aquellas díe qiue están sembrados los
campos 'Iruídücos.
Soinjaron las cuatro en el reloj de la igle-
sia, y en seguida el repique de la abadía
' llamó al oiíicio de maitines. '
Entonces Icívantóse uno de 'los builtos
que .parecían piedras, después dos, (tesipfués
'tódosi. Eran sieís, y levantándose á su vez
el estiudiiainte cojo, exclamó: bendito sea
DBos, creíame el primeito, y he sidb el úl-
timo.
Al íevantorse el sol ¡ilum.¡ttó á aqtieMos
jóvenes qluie rodeaban á nuestro estudian-te
el cual era de más edad) que ellos, y tensa
eí aire de un maestro en medio de sus dis-
tipulos. Desd'e ahora, no podkíemos ya de-
signiarle coni d título de esftudiant**, pues
todos los demás, excepto uno qut, era sa-
cerdote, vestíatt! como él el traje de su- pe-
queña familia escolar, que se^tiíai sus esítíu»-
dlós én la. Universidad de París.
419
Sólo el sacefxlote i>arecia hijo die Fran-
cia; los ottosy indtiso el cojo, mostnaban
en £Ai tnorena tez el sdlo de la raza espa-
ñcAob, qtte á la sazón ,partía oon nosotros ei
imperio del mundío. Carlos V era empera-
dor; Firaiici.900 I, rey. Colón acababa de
descubrir cuna mitad) desconocida de la tie-
TUBL
Ef» Sx>ma, Alejandro Faaiíesio, bajo el
nonibre.de Paulo 111/ sucedía á León X
sobre el 4tx>no de Ssan Pedro.
Em este año de 1534 ootitiaba Lutero cin-
cuento afk», Calvi«o treinta y tres, y el
cojo^ ctKyo nK>rrail, siettidlo ya de dxa, deja-
ba ver á través de sfcií tela iiegros {)(edíazos
de pan reoojgfidos nvendi-gainda, Msiabiai en
loB cuarenta y siete años.
¿ Por qué recordar Ita edad die este jpohrr
juiítaaneníbe pon la edad de Ltrtrero y Ja ckí
Calvino? Ponqué este pobre fué él solo más
grande y fecti-ndo en el biettii qiue Luitero v
Caívino reunádbs flueffon felcuindlo® en el
irntad. \
Llamábase Ignacio de Loyoía.
Había sido soldado y conocíaseíe: la
traza de su valor (indomable i^splandecia á
trasvés de Itai humildad dte su conversicin.
Pero también era un pensador, y su des
pejadia fnente tenía la clara extensión de
¿s oabezais predestinadas.
Notóbase algo del águila en stu' actitud,
isyas lineas enérgicas reflejaban como
420
con <Uácultad la inmeiisa dulzura que ayu^
dado de Dios haibía hecho entrar en su co*
razón.; todo Heno d^e gíu>errera saña el. dia
que fué tocado por la gracia. Aunque »u
semlblainte tenía un cará-dtier de gienerosa
e'levación, en suis ojos sobre todo, er^i diofode
brilXat)a la belleza de su alma : su mirada
inspiraba respeto y aitraia ad misino tiem-
po, porque ostentaíba á la paír el poder y
la terniura.
Haibían transcurrido trece años desd-e el
sangriento sitio de P^mpliona, donde se
en«oontró vendicio en siu victoria después de
la tirefriega die dotoe hoiras, que pasó rugden-
db y batiéndose como un león.
Estos Loyok, señores de Oñés, eran de
raza cánltaibra y duros en el conibaJte como
el ac€ix> de sus esípadias.. Ignacio, luci^ ca-
pitán*, aintiíguo paije del Rey Fernando, jo-
ven, ambicioso, altiyo y laimado, halláJbase
bajo la mano de Dios, quie le tenía enc:^
vado s-oibre el lecho dies'die donde podía oír
el rtridb de las baitailas. Díoese que pidió
á ios que le asis^hían, Hbros de oabaUefía
para engañar, sus ipenas; y le dieron las
historias de alguitios .míártires, entre otras,
las acltas del.g'lorioso Rey de todos IcKs miáir-
tiiires: "La Pasión de Nuestro Se^ñor,'"
'Corre en Guipúzcoa la tradicióip. de qfue
Ignacio se hallaba por aquél entonces, n
dído d^l amor á una doncella hermosa y
ca, ouya 'miaiqio le esitaba prometida. «Gu
421
do (hubo acabado d-e l-eer la "Pasión," re-
ferida por el A^KD'stO'l San Juan, arramcóde
su coraaón la inuagen de aqoíélla fpersona
tan qu'erida, y (poniendo sus lalbios sobre
uma miedalkt de María, Madre de Dios, hi-
zo voíto de dedicar su ailmla &1 servicio de
la Í€, y su cíuetipo á la castidad, diciendo :
"Heme aiq-uí cajbai'kro del grande amo*- y
soldado ide ki úmoa gSoria verdadera."
Reififeire -en segufldá el aiítor la admirable
vi^fei áe San Ignacio, dJesdie el momento de
su converistón, haista akjuel en que citó á
stis primeros disteípu'los ipa^na reunirse en
ha cumbre d'e Monitenaitre, y luego cooti-
núa :
"En el horizonlte que se veía reiimba la
soledad. Bl despertar de París envuelto
en ftvna bruima, «no producíia otros rumores
que las voces de sus caniipaaias pregonan-
do y recorda«ndo la dulce glv>ri¡a de María,
MaiA^ die Jesús, «así á los que la aman, co-
mo á los quie dejan enídiurecer sus oor!aszone«:
con el olvido de su inombre.
Em. aquefl entonces, París distaba bastan-
te de 'Monjtmartre ; sin embargo, creíasek
ya mluy gnande, y no era en medio de k
vasta llanura tiiís que um grupo grande de
casas apiñadas coníusiam-ente alirededorde
fes negtriás tomes de la maignífica Cated>rai
íRtermíaliaba al Oriente en los 'jardines de
an Paiblo á larga distancia de la Basitlíla,
lue con< sus pOrres aparesedíais á nmnera- de
422
ruadas, parecía un pesado carno camioaii-
do (hacía la ifocit»i|ieza de Vincentues ; al Oc-
cideíi-te «terminaba eti. el Louivre; por el
lado del Mediodía, cotí la cenca de San
Germán de los Prados, y, por el Norte, á
algnmos centeniaircs de pa^os de Son Etis-
taiquio; nada hacia presumir qcíe debiera
romiper muy pronto su akiienado recnUo
para intmdar 'las afueras.
Todo esfto se veía oubüerto por una nie-
bSa, la niebla de París, un aliento debajo
del ouaí bffilkuban dlébilnHenite las cruces
doradas d^e las (ig:}esias, recatriendo á través
del velo mh misterioso beso de kiz.
Rdnaba la calma ; pero no sé qué oculta
iniquietud se escapaba tíe ei^te reposo. .
Ignacio babla: ík» hay duda, debe fha-
Mar; ¿qué va á decir?
Los que quieran escuchar puedem oír to-
da/vía su palabra, á pesar deÜ tiemipo tnans-
currido. En su cíbra resiplatidtece, y sius es-
oríitos la han inmortalizado.
IGambiíado que ih^bo coni sus conUpañe
ros el oristíano «aludo, meditó >y comenzó
á ex/poner su pensamiento en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Y entonces las vidrieras de la iglesia abrie-
ron su paso al dhiflce dántíco de las vlrge<iies
en clausum qne entonaban alabanzas al
Señor."
En seguida pone enj boca de San Ignacic
el más hermwo, eencillo y elocaicnte dis
f
423
curso que ha saUdo jaitnás die laibios hu-
nuainos, en el ouial ex$)one á las 'míraidas de
sus discípulos el triste coiadro. iqiuie .presen-
taiba fci sociediaKi bumana en esa época fu-
i^esita de rejbelictti. Edi k. imipoisübilidiad d<e
insertaír ititegro ese discurso, itjOis confor-
niiareinKas' coii transladar aquí ilias palaihras
ooíi que termina, y son las sigiuienites :
"Ha llegado la íiora de oponer á Jia« rer
vueltas odas u¡n dique foT'madJo con corazo-
rúes puros. No bastaj <la oración, es menes-
ter obrar. Tiem/pos aitrás reiumiéronse otros
;p(afa imiiter á María la de Betania en su
piadosa conf(Jeimí>lación á los pies de Crás-
to. Ditíiosos ellos, alabéanosles, tpero nonos
limitemíos á imitarles;
"Tócanos á iio»otW)s ser los hijos de la
hacendoisa Marta». Seremos sacerdotes al
mismo tiempo que religiosos, y desempe-
ñaremos todas lias fu»ncÍ<Mies de los sacer-
dotes. ¡El esitudio. el confesonario, el pul-
pito, la. escuela y ta limosna, tanto del pan
espiritual, como dteJ ten>poral, esa es nues-
tra mí-sflón!
''ComibaltSr el mal presente, prepiarar el
bSen para lo (borvenir, llevar la divina pa-
lalbra hasta el oorazón. del cisma, y iá ío-
dte» partes 'djoodíe se ateiqtue la verdad, ir á
büsicar el eSlrror y k ignorancia has-ta Üos
confines de la tierra, enseñar á ios ,pegue-
ñítos á deletrear, á ¡lo*: adolescentes á creer,
á los moífo^ á pensaar, á los homíbres y a
424
las mujeres, á todos, A amar á Dios, «la pa-
tria y la familia ; enseñar la olemenda á los
jxxierosos, á los débiles la «lesignación,
coimpaifíera de' la espenanza, á los ricos la
generosiidlad, á los .pebres el «perdón, cíi fin,
á todos, á todos, la san4a ky de la cari-
dad-; esa d>ebe ser miestra. vi<la.
**A la -rebelfón opon-dreuios nuestro voto
de o^bedietDcia, al «Lgoísmo codicioso ««es-
tro voto de pobrera, á h: ambición y al or-
g«u!lo nuesitro voto ¿e h*umiMad.
"A nadie ¡>ediremos din^dro por les scr-
vfcib« que iprestemos ; y, sin embargo, nos
tratanán de avaros, jporque seremos calum-
niados de (todos los eneimigos de la Iglesia.
"A «pesar de no tenier salario algumo,
nfU'3slra poíhreza levantará grandes edificios
y distribuirií nwichas «limosnas.
'^Manafvüílladbs de esto, nos acusarón.
P-eiro nosotros seguiremos Éídielante con la
cabeza baja, como si mo s<e nois insiultara; \
amaremos á los que nos hayan ulifcrajakto,
como á nosobroís mismos, por elaimor de
Dios.
"Puw'ó es éste, amigos é bijos miqs, difi-
cultoso tod'ayíá d¡e creer. Eíso de presen-
taif la dtra mejilte. al que no<s dSo una bo-
fetada, ise resiste tanto al corazón, huma-
no, que ílos hoimbres califican y calificarán
siemfpre d^e hipooresíia tai sacrificio qiüe re-
putan imposible, y ée cobardía el heroís-
v^ <[ue nó acierta-n á conupten^jkr.
425
.^'Divorciadlo ^ hombre ée Dios, jamás
con'preiKiená, ni admitirá, que se ha d-t*
menes'üer mil veces más valor para strfnr
la íimairgoira del ultraje, -que para esKni-
pirla al rositro de qíuieii nos iasulta.
"A causa del malagro de nueistra pobre-
za, serem^os ladrones li los ojos d¡e los
hombres; á causa del milagro de nuestra
caridad, seremos hipócritas; á causa del
milagro de niuiestra humildad, seremos co-
í>ardes. ^
*^¡ Gloria á Dios !
"Ni fíáquiera nuestra miuerte será «ptode-
rosa á desarmar la in^oitia y el sarcasmo:
se dirá de nüteotros como se dijo del divi-
no Maesrtro Jesús, que hemos "desempe-
ñado muestro papel hasta el fin/' y que
nuestro úMmo sinspiro es m.ueistra úkima
meTi'tka. ¡Gloria, g'Ioria á solo Dios!
** Somos los coimípañea-os de A'quel qi^e
glorifica el -oprobro'. ¡ Alabado sea el Señor I
Por lo mismo que nuesftra desnudez será
uma i^qlieza y nuestra supuesta cobardía
uti valor so'brenatural, cuando parezca-
nrtois a<plasítad*cis disfrutaremic>s de un po-
der incomparable.
'^Bajo los pies de nues'tros enemigos,
vemldrán lá buscarnos los reyes y los p'Ue-
blós. iSeñ'Oír, alpa!r*tad de no'sotros el org-u-
llo así en las gradas de los tronos, como
eti el fondo de nuestra miseria ! j Gloría á
Pon ce j Font. — 54
426
Dioe! ¡Todo pana gloria die Dios! ¡A la
mayor gloria ée Dio®!''
•Es notaible la oracióai con qu-e San Ig-
nacio 'termánó su 'IsArgo discurso:
"i OTi Dios ! haced que la casa de vues-
tros siervote sea fluaidada para bien de to-
dos, y no sólo para nuestro propio bieu ;
á fin de que doaido «vniestpos siervos s.u vi-
da por la salud de lote hoffnhrfes en Jesu-
crisito "no cesen minea dle sefr persegui-
dos" .para vuestra mayor gloria, vos ci e
vivís y reináis por los siglos dte íos sigks.
Así sea/' . '
La súplica de San Ignaício fué escucha-
da por Dios. ¡ Más de tres siglos hace que
la Compañía dte Jesús "no cesa de -ser nt
seg*uída," ítod^o para gldria de Dios, á la
mayor gloria de Dios!
LA INlMAiCUiLAiDiA CONCEPCIÓN.
Eres vaso de nítida pureza,
Tierno lirio que el valle de dolores
Perfumas con suavísimos olores^
Uística rosa de gentil belleza,
Ar<*a de alianza nueva preservada
Bel naufragio fatal de la inocencia,
Mirra divina de aropiosa esencia,
La misma Concepción Inmaculada/'
El gran día se aproxima ; el día consa-
grad'Oí por la Iglesia ca/tólka pad-a conme-
morar con fiestas es|pléndidaá el tierno j
augustbo dogma de ja Concepción Inma-
culadteb <íe la Virgen María, se acerca con-
ducido rápidamente en las alas del Tiem-
po; y ya nos (parece ver sonreí¡»r en los ho-
rizontes los albores de su luz, brillantes y
magnífiooB. como los resplandotres d^ la
aiiTOiríb ^ Jos ¡países troipicales.
428
[Los corazones creyentes se látremeoeú
<le alegría á impulsos de los más tiemos
sentimientos de piedad, al gozar de ante-
mano con las ñestas que se celebran eii
ese día cHisico paira Y)ucaitán, en que sus
hijo(s todos, con raras excepciones, toman
¡parte en las solemnidades que asi la Igle-
sia como el ueblo, dedican á honrar oo-
mo es deibidlo á María, la escogida entre
todas las mujeres para ser la Madre aei
Salvador y la Eva en quien nácimols los
hottnblres á la vida de la gracia; los ojos de
la imaginalción se extasíajn. contemplandiO
nuestro cielo lim|plib y sereno como un in-
menso cristal iluminadla por los brillantes
fu'lgoreis de sLa luz, y se reonean en el as-
pecrto QÍegre y encamtadbr que presentan
las calles de la ciudad, adornadas^ con es-
meirol; créese oir resonar el cántico solem-
ne de los saceirdotes bajo las bóvedas ma-
cizas de nnieístros templos y los torrentes
de armonía de la músioa sagrada, . cuyas
notas graves y melancólicas se elevan ea
ondas conoéntiiiicas hasta \>Í tTtrtno del Se-
ñor ; parece que s¡e respira jtl aroma del in-
cienso qlue sube hasíta la cúpula en anchas,
espirales, y créese experimenftar, en. fin,
eisas dulces y tiernas sensaciones que bro-
tan en «nuestra alma, al eco de los cantos
y al influjo de las arhnofnías die la música,
y que hacen agolparse en nuestra meíit<?
un mumdo de ideas solbr^e el desitino fu-
429
turo de la humanidad, los mi-sterios de la
Religión., las ponKpas del culto, la sublkriB-
d)a»d 4e la naituraleza dfel hombre y Ja mi-
serfctifrdia inifinita de Aquel qíue quiso ele-
varla desde las regiones ínfimas del peca-
do, hasta las iíimensu'rables alturas de la
gttiaScia.
Lo© dogmas de la Religión son todos
gramdtes, igualmetute aiuigustos y dignos de
caíu1:¡var poderosamentbe la razón de los
hotníbreis ipensariores, como que todos ellois
están íntimamerítie relacionados y no for-
man juntos si-no una cosa que es únici, _é
indivisible: la verdad; pero el dogma de
la Concepción Inmaculada de María, atri-
ta con maiyor dulzura el corazón d.?l cri-v
tiand, ponqué es el más tierno y con ni- v
yedor de los dogmas ; cautiva con más
fuerza su imaginación impresíonaíble, ¿or-
que es la más poética, digámoslo así, vie
laiS verdades religiosas, y obligas ron me-
yor podter & la razón á dtítenefrse en él v
meditarlo con calma, porque es la Dtcdra
angular 'en que descansa: d soberbio r-lifí-
cio levantado :p»oir Dios para la sa!v:i -i -'n
del género humano, el hecho g*(^riosr; sin
el cual, no pokfría explicarsie la ConeejXMÓn
del Divínt)! Ver»bo ni, por consifgii^ente, la
redención del hoimjbre por la muerte i^no-
430
tnoniosa del Cristo en <el madero de la
Chuz.
Tal es la eooaiomia d^el cristianismo.:
negad uno solo d-e suis doigraias, y como
ooosecuenoia lógica y precisa, los derr.ás
tamlbiéni quedarán negados, y, viceversa,
afirmad una soJa de las verdades que ense-
ña y, si vuestra razón» es is-ana y se halla
libre de ptreocUpacionies, no podiá menos
de conduir por la/firmar una á una todas
las demás verdades que forman el herraosx)
conjunto d^l simlbolo orisitiano. ¡Ah! si
cieitas inteligencias obscurecidas por las
sombras del error se detuvierao en refle-
xionar algunas horas sobre este dogma
hermoso de Üiat Inmacuíada Concepción de
MaíTÍa, haciendo un esfiuierzo por ahogar
un solo instante la voz de sus pasiones,
ciefrtx>s estaimos que de deducción em d-e-
ducción y die consecuencia en consejcuen-
oia, vendrían, al fin, á parar en Ha aihsoluta
oonlfcísióii de las verdades todas de nues-
tra fe y en prostemairse á los pies del
Cristo, proclamando á la faz del mundo
su divinidad. El siaíbio .q»uedaTÍa, en efecto,
sorprendido y maravillado aJ obsenvar esa
intima relación que existe entre los dog-
mas todos ; su razón se oomíplaceTia pn pe-
netrar, hasíta donde es posible, en lasmis-
'431
teriosas ^proíiwklidad'es, ée esas veixlades
eternas, y sai alma se anroibaría en la con-
templación del grandioso fpl«aín realizado
por la Divinidad para devanJtar la naturale-
za caída dd homibre y, contando con su
concurso, pues es un ente libre, conducir-
lo de fcu mano hasta los campos deliciosos
de la vida etenna.
"En efecto, decíamos en otra ooasióoi-, es
admiraibde la economía del cristiamsmo:
su'blime y magnifico di plan desarrollado
por Dios en íai ofora de la Redención hu-
mana.
El hombre se separó de Dios por el pe-
cado y la mjujer fué la ca:isa de su caída;
pues íbien, el hom'bre droe volver á Dios
por medio del saorifioio de un Hombre-
Dios y Ȏl vo'lluinrt:ario concurso de una mu-
jer sin mancha de (pecado, pu'ra como los
lirios del campo, hermosa como la au-
rora. El Cristo es el damino estrecho
que nos conduce á la Divinidad, y María^
es la puerta por donde debemos emtrai
para hallar al Cristo. ¡ El Hijo de Dios, el
Verbo increado humanándose, revistién
dose de muestra carne en las en^trañas purí-
simas de una Virgen para asimáteirse, por
decirio así, á Üa humanidad, para unir al
hombre eternamente á su Creador! ¿que-
432
l-éis áfi-go más sutilime, más sorprendente
y que realce tanío la dignidad ^él hom-
bre? ¿Q»iié parecen al lado de esta dootri
na sublime todas esas aiberracion.es en que
ha caído la humanidad, las desnudeces oel
paganiísmio, la Ibnutal sensualidad deC niaho-
metismo, las pnácticas ridiculas de esas
doctrinas sim fundamento como el es'piri-
itismo y otras ?
Altísima es la impoírtaincia del ministe-
rio voluntario de M'aría en la obra de la Re-
dención ; y decimos voluntario, .porque no
fué CíU las manos de Dios tin intrumento
ciegK), como han osado «asegurar ciertxD'S he-
rejes, sino que íposeída de vivísima fe, pres-
tó su consentimiento al ser saludada por
el Ángel Gabriel ; consendmierito que cons-
tituye su mérito y ipor el oual Dios que Co
veía desde la eternidad, corrió ve todas las
cosas presentes y futuras, la eligió piara
ser <la Madre de.su Unigénito. ¿Y cónn)
esta Virgen destinadiai para albergar en su
seno al Hijo de Dios, podía no ser preser-
vada, de la mancha originaH ? María, la
Reina de los Anig»eles, María, la Madre de
los hombres, la segunda Eva, es, pues, "la
misima Comcepción Inmaciuila.da." .Esta ver-
dad, creída desde lo6 primeros siglos del
cristiam®mo, como todas te veidades futí-
433
damentaks de la Religión Católica, ha si-
do "declarada" do^ma de fe por la Ig-lesia
presidida .pCT el Santo Pontífice de la In-
maculada Oonceipción, Píoi IX el Grande.
•La fiesta se celebra el 8 de dicienubre/'
Hé aquí explicados en breves palatbras
los grandes motivos que tememos los cris
tianos piara honrar y venerar & la Virgen
María ; ihié aq-uí por qué anualmente, cada
día 8 dé diciembre, Ha ciudad de Mérida,
cusyo amor á ella (ha sido siempre tierno y
ajrdierrte, se visite de gala y concurren sus
hijos é los templos, no á "adorarla" como
á "diosa,*^ p»ero sí á "honrada" como la
feliz criatura escogida por Dios para ejer
cer em la obra de nuestra redención el
más tierno, santo y sublime ministerio.
Ponce y Font. — 55
1
LOS FUNERALES Y LA INHUMACIÓN
ORL ILMO SK.
OBISPO CARRILLO Y ANCÓN A
A las seis y media a. - m, com'enzo ía
M-i'Sa solemne de Reqtuiem, cantada po«r el
Vicario Caipitulair Monseñor Norberto Do-
mínguez. El cu-erpo del limo. Sr. Carrillo
ha^bía sido trasladado ya al Presbiterio,
frente a'l. a-i-ta-r mayor, y ooCocado sobre
se«ncillo .pero eleigia-nte túmulo en cjue se
veían las coromas ofrecidas á nomfcre del
señor Presidente de la República, y de
otnas personas y oerporaciones : de lo alto
de la cúprt!a d»e¡l templo, y partiendo ée
la corona m<a.gTníñca, caían, sobre el cata
Ico, aibriiéiidose hacia amibos lados, ele
unrties cortinajes en que se combinaban
436 -
con gusto y prqpiedad los coCores MaiKO
y negro; em los cuatro ánigulos déí cata
falco, se clevabewi cuatro pebeteros de for-
ma ete^antísima, en los que se veían fla
mear cuatro llamias temblorosas, como es
pkitus prontos á eleviarse á das regionei
eternas sobre hs aromosas luufbes áél in
denso; cuajtiro estandairtes megros se «veían
tamlbién en los cuatro lán»gnlos del monu
mentó, y alie en lo aílto de éste, «el cuerpo
áél limo, Sr. Olbis.pK>, revesitidD del traj€
propio de su alta Dignidad, oaroffiado por
la mitita y sujetando ccm la diestra el sim-
bólico cayado del Pastor.
La espacifO»sa Catedral estaba henchida
de gentes de todas Üas clases sociiul^ : aM
estaban los sacerdotes y los alumnos del
Seminario Conciliar, con sus trajes espe-
ciales; los componentes de la V. Archkor
fradia del Samtísimo Sacramento, revesti-
dos de sus rojas ve9tidura«, símíhoLO del
fuego del amor á Jesús Sacramentado que
abrasa al coriazón cristiano ; el Concejo d-"
lia Universidad Pontificia; los repiresentan-
tes de la pren'sa ; las Conferencias de San
Vicente de Paul; la Comisión que repre
sentalba á la oihidiad' de Izamal, cuna del
egregio Prelado ; <!<ats escuelas católicas ; los
gremiofe de la ciudad, cuyos estandartes se
veían adornar la nave principal del ten
pilo, y en fin, d p^ueblo todo, poseído d(
nú^ profundo dolor, oontemplaindó con lo
43t
ojos hmneckcidos por las tlógrimi^y el .ca^
(¿ver de su Rastjoir. Iü
Y el incienso stiibia en anchas espirales
' hacéai la bóveda del teniplo, y se escuchaba
la voz del oficiante alternándosie con !a
música y las 'VOces del oaro. ¡Qué niajes-
tad en ¡las ceremonias! iQué sublimidaci
esn lioe cánticos inimitalbles de la Misa vio
Réquiem! ¡Qué recogimiento, qija-
¡ Oto Santa Iglesia Católica, o!h esposa muy
amadla de Jesús! ¡cuan inuponetites, cuan
augustas, cuan sublimes «soin estas solemni-
dades maginiíñcas del culto, que elevam al
ahna, de estas míseras regiones de la tie-
•nta», á los campos esplendorosos de la ce
testial Jerusalén!
íTerminada la Misa," se canta»ron.lois res-
ponsos en la forma prevenida por el Cere-
monial de Obispos. Jamás habíamos oído
mejor aplicadas las palabras del cán^tico de
Ezequías: "Ego dixi: In dimidio dieruní
meottiuhn vadami aíd jportas inferí. — Ouaesi
vi residuttmf annorum meorum." "Dije yo :
A la mitad de mis días entraTé por las puer-
tas del seipulcro. Privado me veo ded res-
to de mis años...." Y lia más profunda emo-
ción em(bargó el alma de los que enten-
dieron estas palabras qrue recordaiban \s.
brevedad de la vida d<e nuestro Iloistre Pas-
tor! Y todiavia ahogándonos de pena, es-
cuchamos íambién estas palabras que ve-
níao á mitigarla, consolando dulcemente
1
nuestro an*gicBs<tiado corazón: '^Audivi vo
cem de coek> dicentem «iihi. — Beati laor-
tui, qur in Domino moriuntiur." "Oí iMia
voz del cielo que me d'cckb: "Bienavenjtu-
rados los muertos <juc mnxeren en el Se-
ñor."
La melamcólica voz de las cajnpanas que
doiblaban á muerto; la música maj|pnífica
y sublime det oficio de difuurtos ; las voces
de los siacerdotes ; los ctbvticos funerales ;
las nubes de incienso que «e elevaban co^
mo oraciones místicas al trono de* Dios :
las lémjparas y los cirios; las negras col-
gaduras; los estandaftes de Hos gremios,
todo, en. fin, contribuía á dar á aquellas «s^-
lemmidades tam itn'ponente majestad y tan
lúgubre tristeza, que eíl alma se sentía, ora
como atemorizada y recogéda «en lo más
hondo de nu«eistro ser, ora como diesia»tada
de las ligaduras de la materia, elevándose
á los infinitos espacios, como Wanco y te-
nue celaje ó cofmo el delicado perftmíe de
la flor.
Cesó el clamor funeral de las cteumrpanas ;
extinguiéronle las voces de lo« sacerdotes •
se apagaron las notas mefxancólicas de la
música sagnada, y el silencio batió sus ala:<
en los ámbitos del tamplo. Momentos des-
pués, sólo se e9cucih¿ba la voz del orador
sagrado, del señor Pbro. D. Carlos de Je-
sús Mejía, Rector del Semimnrio Concíiaí
que hacía el elogio fúnebre del líustre Prc-
439
lado, con. esia elocuencia sencilla, ;pero lle-
na de unción y de setitinM«eiiitOj que carac-
teriza sus adímiraubles discursos. Las ^rtcs
más ccnmovedoras de su imlprovisada ora-
ción, fberon ajqueKa'S en q»ue rec<Mxló k^
últimas palabras del Prelado difunto cuan
do recübió 'el Sagrado Viático, y cuando
el elocuente oradior, eníbargado tpor k mfis
praftwidiai emoción y con la viee^ entrecorten*
da por los sollozos, se despidió de<^ mismo
Prelado: "AdiÓ3, ¡Oh Padlre mío! Adiós,
anuado Pastor, ya no vorveremo's á ver-
te "
' Terminó, por fin, *oda solemnidad en el
ten:y>lo, y se organizó la procesión qiuie fué
saliendo lentamente. En 61 atrio dte la Ca-
tedrafl, el joven poeta D. Ramón Alda»na
Santaimaría, hijo del inolvidable vate yucá-
teco, p., Iv^nión Aldana Pue.:v ♦ • "^nun-
ció, con voz conmoivida, tul elogio fúne-
bre lleno de eicvadii* 'deas y setihrarlo ^Ir
florea retóri'tas doi mis exquis'i.> gurílv.--
La procesióm. contintuó luego su catrino
hacia el parque '^Hidalgo:" r'jmpian la
marcha los .«ailumnos de las "escuelas cató-
licas y les seguían los gremios le la ciu^
dad, enarbolan4o sus bandteras y estandar-
tes ; (las 'Oonferencias de San Vicente de
PaiuH ; lia Ardhicofradía del Santísimo'^ rcra-
mentó; twií número, extraordinario uc ca-
balleros», todos vestidos con «trajes de rigu-
roso luito, 3os aluimnos y (paiof esores del St;-
440
minar io Owciliar, y por último, «1 cadá-
ver del limo. Sr. Carrilk>, segui<k> del Ve-
neraíWe Cloro y de üa Banda de música
del Es-tado.— Ea pud>lo henchía las calles.
las plazas, Jas venUnas, los balcooies y uas
azoteas, de tal mmiera, qtUíe parecía un
mar de cuenpos humanois que se movía,
que se agitaba ooai.tinuainente.— De algu^
ñas vemtanas y azoteas larrojaban flores al
pasar el cuerpo del ilustre Prelado, que era
coíKluoido oxh homíbros de oo;mflsiones_a«^
se ailítemaban en cada esquina: la comisión
de Iz^amal, compuesta del Dr. D, Manu<el
Bolio y Ponoe, de D. Perfecto Bobo y Bo-
lio y de otras personas de Jia misma locah
dad, recibió d cuerpo en la plaza de la
Mejoraida y lo colocó 'en el carro fúnebre
mod»elo de elegancia, y buen gíisto, debi-
do á la hábil dárecciÓA del señor D.^ R»afae]
Peón y Loza.— Partió el carruaje íunebre;
partienom. los coches del ferrocarril urlbanc
y los íttrenes de 'los ferrocarriles de Méridí
á Progreso, die aanibas líneas ;. partieron los
nmimerosoís carruaje® piarticuláre?, y partió,
en fin, el pueblo- todos ora en los vehículos
expt^esados, ora á pie, hacia la fimca Pet-
kanché, última .morada del sabio diifun'to.
—Y allí, dominando el tumultuó^ oldaíe
de'l pueblo, se elevó la rdbusta é inspira-
da voz de D. Néstor Rubio Alpuche, qiuien
hizo el elogio tónébr^e del s-eñor Carrillo :
en frases correctas, esmaltadas con el bri-
441
lio seductor de imágeiíjes poéticas' y sem
bradas de {pensami'entos delidados, habló
el orador defi filósofo, del literato conspi-
cuo, del diligemite anticuario, dtel infatiga-
ble oibrero de la civilización, ded patriota
oek)6o y entusiasta y deC Prelado, en fin,
<juie lia sida honra y gloria de la Iglesia y
de la Patria, y muy especialnnente de esta
histórica tierra de dos mayas, que tanto
amor insjpiró lá isu coiia<zón y tanto interés
despertó . ein su privilegiada inteligencia.
IConsumóse Ja obra., al fin : en medio de
las fúnebres ceremonias, aoonupañado ipoi
las voces de Cos sacerdotes, sentido poi
todas las almas, lloradlo por todos las ojos,
vimos desa|pa.recer el cuerpo del . señor
Obispo tras la, insensible y fría losa del se-
puloro. jAlh! ¿cómo es, Dios -miio-, que tan-
ta gCoria ptueda caber en el estrecho recin
to de una sepultura? ¿cómo es que tantia
grandeza pueda convertirse en un pluñadc
de polvo? ¿cómo es que pueda apaigars^
para siemípre, como débil lamparilla^ lia lla-
ma poderosa de tan gran inteligencia? ¿có-
mo jpuede caber ese corazón, oafpaz de al-
bergar á un mundo, en ese (mezquino hue
co «abiertot en las entrañas de la tierra ? i In
sondaibUes -miisterios de la muerte, desva-
neceos, desvaiieoóo's, como liviana niebla
ante mis espantados ojos ; dejadme ver má^
allá ílos espacio's ítifinitas en qiue pueda vo-
lar, libre de mortales ataduras, esa alma
Pon ce y Fon t.— 56
442
grande del Sr. CarriHo; (Jejadme ver pd"
un nK>miento esas oleadas gigantescas,
esos torrentes de luz qixe inundan la crea
cion. y que iluminan ya su frente pensa
dona; defjadniíe oontemiplar extasiacío est
mar insondaKte, ese océano infinito, sin pía
yas ni Ihorizon'tes, en que &e agitan milla-
res de mundo's suiperiores al nuestro; de
jadme ver, en. fin, dejadme senítit* la Éter
mid'aid : qu«e sólo así podré comprendier que
no es el obsou^xv hueco de «esa tumba mise
najbk el término de una vida tan grand.'
como la vida del limo. Sr. Carrillo! i
\
■*Ki £i 3 O £. .>rj
LA DIPUTACIÓN DE COMERCIO
DATOS HISTÓRICOS
1804-1884
En estos momentos en que acaba de ba-
jar á la ttumba el eminente patiriota y dis-
tinguido ciudadano D. Juan Miguel Cas-
tro^ qíue tamtos y tan impoirtantes servi-
cios prestó al país y n^uy especialnuente al
comercia de esta capital y á la Diputación,
de la cual fué durante largos año^ el alma
que la inspiraba y la sostenía, no parece
inoportuno consignar .en "La Revista de
Méridd " los .pocos datos que acerca de es-
ta ímfKxrtanlte institución hemos podido re-
coger en sus archivos, harto descuidados
é incomipletos, por desgracia.
El libro más antiguo que existe ei^ los
archivos de la Di¡[>utación, es «uno en qu^s
se consiignaiban las actas de las sesiones
del Cuerpo y da principio con la de la ce-
lebrada el 6 de s«e|ptiemlbre de 1804; pero
del contexto unismo de dicha actta se dedu-
ce, sin dejar lugar á dudia alguna, que ha-
cía ya largo tiempo qiue la Diputación exis-
tía. Nada sabemos, pues, del origen y fun-
dación de ^'La Diputación de Comercio,"
que se pierden en la noche de* la época co-
lonial, dii .poseemos una idea completa die
la manera en que se hallaba organizaida.
Sabemos ooflomente que para sus sesio-
nes convocaiban los Capitanes Geiíerales
de la Provincia, alguna otra autoridad su-
perior, ó los dipnnados del comercio, que
se renovaban anualmente. Todos los con-
currentes tenían voz y voto.
En la refierida s-esión de 6 de septitém-
bre de 1804, se trató de fijar las obligacio-
nes de los (patrones de carros y de los
arrieros ; se acordó, á propuesta del Capi-
tán General D. Benito Pérez Voldeloraar.
la formación del Reglamenito interior de
la Diputación y se tomaron, en fin, ailgu-
nos otros acuerdos, expresados en dicha
acta con obscuro y singular laconismo.
Bl 18 del mismo mes y afio, se celebró
otra sesión, presidida por el Tesorero, Mi-
nistro de la Real Haciendiaí, D. Policarpo
A. Eclháno*ve|, en- la <iual sé eligió á'D. Si-
445
món Urcelay para í^esidir en él surgidero
de Sisal opn el emlpileo de irecibir la carga .
que vinií^ra de Caimpedhe, pues la Di-^uta-
cipn.tenb la .propiedad de unas bodegas
de palmas y cobraba medio rea! por toda
pieza que á ellas ingresaiba. '
Algún tiempo después, la Diputación
acorfe fabricar bodegas de maimposíería y
las de palmas se dieron alqaiiladias.
Etti' 5 de Marzo de 1816, el Capitón Ge-
neral Frey D.. Miguel de Castro, y Araos,
condescendiendo á. las instancias ique al
eíeoto le dirigieron los ' componentes de lá
Diputación, quienes lo hicieron segura-
mente etti' vista ÓG las grandeg dificultades
con que se tfopezralba siempre para reunir .
á los oomenciantes en Junla Genera!, dis-
puso que s^ procediera á la elección dé
una "Junía s^ubalterna de conciliarios,'*
ooinpuesta' de díoce individuos, qiiie'nes de-
biap reunirse, deliberar y resolver con ple-
nitud de poder, siempre que Ihufciera ne-
cesidad eje «tratar asuntos que interesarán
p.l comercio. ÍEn esta Junta tenían voto
cpjrno vocales 'natics de la misma, los com-
ryynentes de la Diputación. Es nótab'!e ^1
sigfuiente párrafo de la comirnicación que
con, tal objeto dirigió eí señor Casfró y
Araos, al señor Comisario f-r'lcn.iílt)" • ¡J
Poücarpo ATitonio de Fxhánove, «-|u¡c-n
presidía en esa épo:a las sesipnes de la T>I-
put^ion, porque en él se reconocen y tra-
446
tan de evitarse los graves. inconvenientt?s
á que siempre han dado lu^a- las Carpofa-
cioaes demasiadamettite niimerosas qitt,
suelen conventirse en ca.nnpos áe Agjairiíaa-
te. Ese párrafo dice así:
"Como todas las corporaciones dema-
siadamente numerosas, propenden por na-
turaleza al desorden, obram con lentitud,
producen facciones que ya no boascan el in-
terés ó utilidad de su institurto, sino el
'triunfo de su partido, y por último, resul-
tan otras inconsecuencias que son notoria.-
á la gente culta, prohibo el que se celebren
Juntas Generales de comercio, y sólo se
podrán tener para k elección a-nual de súi
oficios ó en algún extraordinario caso, qi:*.
por su demasiada gravedad é impc .-
se requiera taníta universidad de siiírr"-'
Fuera de éstos, la Junta subalterna será en
adelante la depositaría de la voz de toaos.
y comió la eleccióii de los comisionados
que k componen ha de ser libre, espoíitá-
nea y á satisfacción de ¡los individuos que
forman la masa general del cuerpo, se su-
pone <|ue el fruto de las deliberaciones será
lo que más convenga á sus comitentes."
En cumplimientlo de. lo dispuestoi por el
Capitán General,- el 13 de marzo de i^rh
&e reunieron en sesión general gran nútner
ro de coímerciantes y se procedió á ía elec-
ción de la "Junta subalterna de contíUa-
rios," que quedó compuesta de la manera
447
qute puede verse más adelante. Elsta míe
va orglanizacióm, lejos d-e entorpeoer los
progresos de la Diputación, anites por el
conítrario, sirvió «paira desembarazar su ca-
mino de las trabas y remoras que lo hacían
dificultoso, de tal manera, que fueron
de gran utilidad y trascendencia ¡las medi-
das que desde enOo-nces adoptó y las m
joras y progresos que realizó en pro de los
intereses del cotmercio y del país en gene-
ral.
"Eii febrero de 1817, decía en es¿e mis-
mo periódico D, Néstor Rubio Alpuchq
el añto» de 1881, esta Oorporación, en la
necesidad de contener los aivances dé los
piratas que infestaban nuestras costas, y
con &ufi depredaciones causaban perjuicios
ail comencio peninsular, resolvió construir
una embiarcaciónque garantizase nuestras
aguas, haciéndolas jespetables á aquellos
a»trevidos aventureros ; y á pes»ar de que el
presupuesto de gastos fijos, eventuales y
costo principal del buque ascendió á la su-
ma de sesenta mil pesos, la Junta puso ma-
nos á la obra, y eín ag-csto de 1818 estaba
en disposición de ser echado al agua. V
aunque el proyecto no se llevó á ca^bo com-
pletamen«te, pues el ''Místico San Miguel "
^as-í se llamaba el buque) no salió nunca
L imedir sus armas oon las de líos piratas, \'
5e deterioró por .la inacción en que se le
uvo, por cuya causa fué vendido con gran-
448
de pérdida ; sin em.ba'rgK)., el hecho de ha^ber
sido construido da á c*o«nocer la -resolución
de que estaban animados los componentes
de la Jutita, que los hacía acometer empre-
sas superiores á sus fuerzas."
No tuvo igual resutoadb la obra de la
construcción de u^n edificio de mamposte-
ría de capacidad conveniente, que substi-
tuyese á las antiguas bodegas de palmas
de Sisal. El S de octubre de 1815, la Jun-
ta de Comercio comisionó á D. Pedr)
Gu23mán para que las edificase, y habién-
dbíse concluido pocos años después, esta
vieron sirviendo á los comerciantes de Mé-
rida y produciendo una renfta que aumeai-
taba los fondos del gremio, hasta el año
de 1852 en q.ue fueron vendidas á la Aduj-
na Marítima. Mucho antes este misnUo D.
Pedro Guzmán, en unió^nde D. Jaim<e Tin-
tó, había construido el muelle de Sisal, co
misionado por la propia Junta.
El camino que conduce de esta ciudad
al que fué nuestro puerto, esitaba constan-
temente en reparació^n á costa áe sus fon-
dos: los arrieros y carreteros estaban su-
jetos á reglarñentos formados por ella : el
Gobierno del Estado y el Supremo de la
Naición estudiaban consitant^emente las
cuestiones y pedimentos que la Junta for-
mulaba, ya s»oiHcita>ndo exenciones de d^^^-
chos ó exi^endo el cumplimiento d-e dis-
posiciones favorables al comercio, que pre-
440
tendían akerarse, ó piroponiendo reformas
importantes en el sistema ren»tistico; y au.
que n«o todas las solicitudes eran favorable
meíite despachadas, nnuohas pitxlucían c]
efecto deseado y mejoraban .a condiciói
de nuestro comercio. Muy ihrgo sería re
señar uno á «uno todjs los actos de la anti
gua Junta die Come'xrio de Méridiai: cree-
mos que basta lo manifestado, para for-
marse una ¿dea de hs ventajas proporcH>
nadas por esta institución, hija de un espí-
ritu que quisiéramos res»ucitar para que
nuestra gener^ación no sea inferior bajo es
te respecto á la pasada."
En la ini{>06ibi.lidad de íiarrar una hi&to
riá ootrtpl-eKa de la "Diputación de Coiuier-
cio'* e nías cartas dimensiones de un ar •
tícuk> de periódico, nos contetitaremoe con
dar en seguida una relación de algunas <lc
las personas que la han compipesto con el
carácter de diputados ^opietariíos, ó nüen>
bros de 1a "Jtfnta ie conciliarios," desde
el año de 18Ó4 bíista ía presente fech?
1884; relación qtue no carece de interés pa-
ra la generación actual, cuyas familias riiá-s
distinguidas son descetidkmtes de efea* per
sonas.
i8o4.-^D. Francisco Vallado, D. Blas
de Torres, D. Josef Antonio Ríos, Secre-
tario.
i8o5.-^D. Blas de Tortes,^ D. Antonio
Fernánd'ez, D. Josef Antrniio Ríos,
Pon ce y Font /— W
450:
i8o6. — D. Antonio Fernández, D. Fran-
cisco Sauri, D. Jiosef Antonio Rios.
1808. — ^D. Joeé Matías Quintana, D. An-
«tonio de Lara, después D. Paiblo Moreno,
D. Josef Anfttonio Ríos, Secretorio.
1809 á i8n. — D. José María Quintana,
D. José María Guzmén, D. Jo»é Antonio
Ríos, Secretario.
1812. — D. José Duarte, D. Agustín Gon-
zález, . D/ Sesbastián Hernández, Secreta-
rio.
1813 á 1814.— ^D. José Manuel de Zapa-
ta, D. José Martín y Esjpinosa.
181 5. — ^D. Joaquín Quijano, D. Bernat-
do CariiOj D. Manuel Pastratia^ Secretario.
i8i6..-rjitínta Subalterna de Conciliarios :
D. José Miaauel de Zapata, D. Antonio
Domingo González, D. Vicente María Mi-
llet, D. Jaitne Tintó, D* Pedro José Guz-
man, D. José Espinosa, D. Antonio Fer-
nández, D. Francisco Benítez, D. Ramón
Cado. Diputados: D. Joaquín Quijano, D.
Bernardo Cano y D. Manioel Pastrana, Se-
cretario.
1817. — D, Vicente Millet, D. Buenaven-
tura del Castillo, D. Tomás Lujan, Secre-
tario.
1818 á/1819. — -D. Juan Ignacio Sansores.
D. Juan José Goraz, substituido por D.
José María Contneras, D. Miguel Morenjo.
iSao.^-iPrimera Ji^nta de cinco' indivi-
duos y un secrieterioj según Reglamento .
aprobado por el .Capitán General CastrQ y
Anáoz, ¿n 2 dé ccfcubfe de' Í819: D.. Juan ^
PasitoT, D. Luis Soibriniq/D. JoséTiburcio.'
López Coiistante, D. Vioehte Millet, D. '
José M. C¿mtreras, I>. Ignacio de Qoiija-.
no. Secretario. Suplentes : D. Raymündo *
de la fCámára y D. Juan Ignacio Sansores.
Esta Junta se fué renovando parcialniíen- '
te en los años siguíeribes, entrando á com-
ponerla D..Tióiniás Lujan, D. José Fabián'
Gamboa, cómo Secretiario, Ef. Antonio Ri-
v^ró, p. Pedro José Guzmáíi; D. Joaquín.
Torres y D. Juan Basilio Luján. Nos Jiini-
'tarribs én seguida á dar, en lo general, los.
nomlbries de los dos diputados propietarios '
y de! Secf<eitaíio qué, en unión d^e los cinco '
vocales, formaron desde entonces la "Di- ]
putación de Coanercio/' , '
1823.— D. Mateo Rada, D. Hilario Va ,
liado, ^P. Manuel L^ón Bravo, Sjecrétarío. '
,1824. — ^D. José M. de Zapata, D. Frán- '
cisco Benítez, D. Juah Basilio Lujan, D.'
Joaquín Torres, D. Pedro' José Guzínná^,
D. José M. García,. Secretario. '
.1828 á 1829.— D. Joaquín G. Rejón, .D. '
Joaquín Tienorió, D. Hilario Vallado, Se;
cretario, ' * ;
1830 á 1833.— D. José M. Peóii, P. To;
más Lujián, D. Simón Péóh, Secretario. *
1834, — ^P. Tomás' Lujan, 'D. Miguel'-
Lanz.D. Pedro dé Regil y Estrada, ¿'¿-^
cretario^ ^ , . .; . __ . ^^ ^.^ '. « : \
452
1835 á septiembre de 1851. — D. Joaguiti
G. Rejóo^ D. Juan E. Quijano, D. f edro
de Regil y Estrada, Secretario.
De octubre de 185 1 á 7 de noviepibre
de 1852, — 'D. Manuel Medina,, D. Manuel
Peón, D. «Manuel Encarnación AvUa, Se-
cretario.
De noviembre de 1852 á diciembre de
1853. — D. Manuel Medina, D. Manuel Jo-
sé Peón, D. Ángel A. Toledo, Secretario.
1854. — iD. l^anuel José Peón, D. Juan
de Regil, D, Angiel A. Toledo, Secretario.
1855 á 2 de fdwero de 1857. — D. Juan
de Regil, substituido después; por su au
s^ncia, por D. Juan Mígiuel Castro ; D. Ber
naSé de Mendiolea y D. Ángel A. Toledo,
Secretario.
.De 3 de febrero de 1857 á 24 de julic
de 1881.— D. Benito Amar Pérez, D. Ber-
ná«bé de Mendiolea y D. Carlos M. Quija-
no, Secretario, substituido después por D
Manuel Rivas Mediz.
Como se observará, por la relación ain/te-
rior consta, que desde el año de, 1804 has
ta el de 1824, el personal de la Piputacíón
se renovó con regnidaridad ; de 1824 á 1828
hay un vacío causado seguramente por des
cuido ó neglígieiqcia ; pero este vacio es «ma-
yor desde el año de 1835 hasta el antes d^
septícrpbre df i85t, en cuyipi , transcurso
¡sólo se, celet>raron tres sesiones! t*ero el
año de 1857 comienza el período «de nía-
453
yor decadencia que ha atravesado la "Di-
putación de Comercio," pues desde el re
f erido año de 1857 hasta el de 1863, sola
mente tuvieron tugar siete sesiones, entre
las cuales es notable la del día 4 de ño-
vieimbre de 1857, >en que la Diputación se
yió obligada, por las exigencias dí*l <jo
bierno de esa época de desconcierto polí-
tico, á entregar los fondos de su ^ropie
dad. La izarte del acta relativa, á este
acMierdo que copiamos literalmente, dice
así: "Considferando que sieiído apremian
te la ordé» del Goibierno, resuelto á dispo-
ner de los fondos del comercio á todo
trance, sin ser posible á los que lo repre-
sentan, eludir &n entrego, á pesar dt no
estar autorizados para ello, según el te-
nor de las actas anteriores y el objeto de
su destino. Que siendo inútil toda resis-
tencia, porque ésta tal vez comprometería
ios mismos fondos en las actuales circuns-
tancias de escasez en el Erario público, y
que siendo menos ejqpuesto accedei á lo
qu»e el Gobierno solicita, con prudencia v
política, para sacar bodas las ventajas posi-
bles, así como la mavor posible garantía
de soí reembolso. — .Suficientemente discuti-
do con más áe las dos terceras partes de
sus mdiembrós pnesentes, se aoOrdó por una-
níjmidad:
. Primero, Que hoy mismo, el Tesorero ac
'raercio, D. FraBcigco' 'Alzina y bajo su- solg
454
nombre, como si íuera asunto particular
suyo haga el préstamo ique solicita el Su
perior Gobi«erno, entregando al señor Jefe
d-e Hacienda tocios los pagarés qu€ en la
actualidad constituyen los íondos d-el co-
mercio que están á su encaTgo y cíe que
exigirá él documento a su satisfacción, co-
mo se acostumibra en taks casos, con «to-
das las facultades suficientes, sin que ten-
ga que consultar nada, por lo limitada del
tiempo, obrando como en interés propio,
por la merecida conifianza que insjpira á la
R. Junta.*' — Este golpe hirió de muerte á
la "Diputación de Co«me'rcio*' que, á partir
desde esté momento, languideció de una
manera comp^.eta, al grado de no proce-
derse á la renovación de su personal, hasta
que el año de 1870, el incansabfe D. Juati
TVÍiguel Castro tomó la iniciativa para coii-
seguir la •traslación de la Aduana de Sisal
al puerto de Progreso; y á pesar de qu^B la
Diputación no estaba organizada, pues de
sus antiguos componentes sólo existía el
señor D. Benito Aznar Pérer, se nombró
secretario interino á D. . José Font, y se
celebraron varias S'esiones en que se acor-
dó todo lo relativo á la expresada trasla-
ción de la Aduania.
•El 10 de agosto de 1870, se reunió él
comercio en Junta general pai:a acordar el
gasto de veinte mil pesos que se emplea-
• rían en la construcción dd edificio que de-
455
bia ocupaT la Aduana marítima del jpuer-
to; el 24 d-e octubre del onisino afto, para
tratar de la construcción del mu-elle ; el 14
de mayo de'1871, para acordar los medios
de reparar y construir el puent« y la cal-
zada; (i), y el 31 de diciembre de 1880 para
(1) Estos gastos nunea llegaron & efectuarse.
£1 edificio de la Aduana Marítima fué contrata-
do con el Sr. Fermín Domingo en la suma de
$22,000. La constrnccUJn del muelle con el in-
geniero americano KobeMo Sthbens, en la canti-
dad de $40,000. La calzada y puente, en $40,000
poco más 6 menos, fueron erogados por las cajad
de la federación, ft iniciativa del Sr. Castro, ba-
jo cuya dirección y vigilancia se pusieron.
También, por empeños del Sr. Castro, los düe-
£ío8 de predios en Sisal, fueron indemnizados por
el Gobierno General con dinero efectivo y los
mejores teiTenos en el nuevo puerto de Progreso.
Hace varios años que el muelle pasó & ser
propiedad de una Compañía, mediante contrato
con el Gobierno. Nacional, . en el cual se compro-
metía ampliarlo con material de hierro.
La antigua Aduana de Sisal liace también po-
cos años fué. arrendada y después vendida ft una
casa de comerno, alemana, con domicilio en es-
ta capital, empleándola para almacenes de palo
de tinte, chicle, maderas, sal y otros productos
dé lá' costa de Occidente.
Jasto es igualmente consignar que, para con-
s^igvLir del C. Benito Juárez, Presidente de )a
45G
la presentación y re-visión de las cu«entas
formadas por D. Juan Miguel Castro, en-
cargado de dirigir estas obras kiuportaa-
tes.
Por fin, el señor D. Benito Aznar Pére. .
excitado por la prensa para r-eorganizar
la "Diputación de Comercio** y an-niado y
secundado eficazmente por el mismo señor
Castro y por el Secretario interino D, José
Font, convccó á una reunión general de
comerciantes, con tal objeto, que se cele-
bró el 24 de julio de 1881. En e<^ta sesión
9e eligió u-na Diputación provisional que
se encargara de la formación de los Esta-
tutos y Reglamentos respectivos, habiendo
recakío' la elección en los señores D.
Juan Miguel Castro, para Presidente: D.
Felipe I'bafra Orto^ll, D. Jacinto Lizarra-
ga, D. Ramón Juanes Patrulló y D. José
Millct Hiibbe para vocales, y el q*ae esto
escribe para Secretario. Esta Diputación
provisional quedó facultada tambi^ para
atender á la representación del couwercio
en cuanto pudiera ofrecerse, hasta la com
plei^a reorganización del Cuerpo.
El proyecto áe los nuevos Estatutos >
Reglamentos, presentado por la Diputa-
Hepftblica, las sumas mencionadas, hicieron uso
de su Influencia, ademUs del Sr. Castro, D. An-
fonio O. Rej<^n, Lie. Manuel Cirerol, €}oberaador
Constitucional del Estado, y el Lie. Joaquín Pa-
trOo Peniche, Secretario de Gobierno,
457
ción provisional, fué aproba<k> por la
••^Asaimbl'ea Mercaatil,'* noimibre qtae ©n di-
chos Estatutos se da á la reunión ét todos
los comercian t-es, que en otros jpaíses se
llama Cámara de Comercio, en los anos de
1882 y 1883, haibiéndolo sido por el Go
bierno del Estado en prinitejpo de mayo del
presente año de 1884.
Conforme á estos Estatutos, la Junta
Directiva de la "Asamblea Mercan'til'' con-
serva su antiguo nombre de "Diputación
•de Comercio," y queda facultada á eri-
girse en »trib.u»nal arbitral para dirimir Jas
contiendas que se susciten entre comer-
ciantes, siempre qoie sea, por supuesto, á
soücitud de las partes interesadas.
"No n-Cis parece necesa'rio, dijeron los
autores deü proyecto al dar cuenta con el
resultado de sus trabajos, exponer aquí los
motivos y consideraciones que nos han
guiado en la formación de estos Estalii-
to;s y Reglafmientos y tn la adopción de las
reglas y prescripciones que contienen,
pues 'tales motivos nos parecen tan obvios,
que no pueden ocultarse á lai inteligencia
de las personas á cuyo estudio sometemos .
nuestros trabajos; mas sí creemos conve-
niente Mamar la atención acerca de la. nue-
va orgianización que se ha creído deber dar
á la ''Diputación de Comercio,'* que de hoy
en adelante será, no solamente un cuerpo
puramen'te representativo- del comercio, co-
Ponoe y Font.— 58
458
la o 'lo ha sido hasta aquí, sino tambiéji
' consultivo, y con la autoridad necesaria
para erigirse en Tribunal arbitral y diri-
mir las contiendas que se suscitan entre
los asociados.
"Una de las mayores necesidades que
desde el tiempo en que fué deroj^ado el
Código de Comercio, llamado "Código La-
res," expedido el año de 1851, se ha he-
cho sentir de una manera urgente, es la
de un «tiribunal que conozca de una ma-
nera breve y sin las dilaciones y solemni-
dades de los tribunales del fuero común,
de las cuestiones suscitadas entre comer-
ciantes. A ílenar esta necesidad hernias ocu-
rrido, estableciendo que lai "Diputación
de Comercio,*^ como Tribunal arbitral,
pueda conocer de esas cuestiones en la for-
ma detallada en el Reglamento de juicios
arbitrales, al menos mientras el Congreso
de la Unión expide un Código Mercantil,
cuya necesidad se hace sentir de una ma-
nera tan urgente como absoluta. No he-
mos sido los primeros, á la verdad, en
adoptar esta medida que, á nuestro juicio,
Ihia de evitar grandes males y ^perjuicios
pues la Cámara de Comercio de Veracruz
y de otras plazas, así nacionales como ex
tramjeras, la han ialdopt^do yK con muy sa-
tisfactorios resultados. ¿Por qué, pues,
muestra "Diputación dte Comercio" no po-
dría Henar la misma misión que esas Cama-
459
raiS, prestando así .tun servicio d-e grandísi-
ma importancia á los intereses ni«rcanti
les y contribuyendo á granjear á nuestro
comercio toda la (X)úfianza y respetá1>iU-
dad .que k son tan «necesarias ? Tenemos
la más perfecta convicción de que n^iáz es
más hacedero, y de que las personas qu«e
componen el R. Gremio del iComercio, es-
tarán, dispuestas con toda voluotad á cifre-
cer su contingente de conocimientos, la-
boriosidad é influencias oara conseguir t^r
loable fin/'
No failta qjuien crea que, habiéndose ya
expedido el '"Código de Comercio" que de-
he ¡regir en toda la República, gracias á la
' ííicansabile laboriosidad de nuestro distin-
guido comipaitriotá, el .Ministro de Justicia
Lie. D. Joaquín Baranda, ya no podrán
•tener lugar ante la "Diputación de Co-
mercio" esos juicios arbitrales, quedando
así redlicida á letra muerta eti sus Esta
tulO'S y Reglamentos la facultad concedida
á !a misma de dirimir afbi't'ral^mente las
contiendas de sus asociados ; pero seme-
jante idea íes absoktamente errónea y de«
caiminiad'a, pues ni el "Código de Comer-
cio'* ni otra 5ey alguna pi Va á üois ciuda-
danos d'3 jai facuilitad de sujetar la deci-
sióti de sti-s ciofntiendas al juicio de arbi-
tros libremente designados por ellos mis-
nlx>s,. y de desear sería que entrará en Ióf
'hábi'tos de! comercio octrárir á su Dipu
tación para estos y otros casos análogos
pues tal costumhre ahorraría á los comer-
cian«tes muchas dificultades, gastos^ di-
laciones y disgustos, y contraíuiría á for
mar un cuerpo de doctrina que sirviera de
norma en aidelattte para decidir y resolver
las dudSfcs y dificultades que se presenta-
ran.
Quisiéramos taoiibién que nuestros Go
biernos consukaran; y oyeran á la *T)ipu
tación de Comercio" antes de proceder á
dictar leyes ó tcwnar medidas acerca d^ ?os
negocios que tengan relación directa con
los interesen mercantiles; que las autori-
dades todais observen la regla de dirigirse
á la Diputación, como órgano legítimo del
comercio, siempre qu»e tengan necesidad de
entrar en relaciones con éste, y qne, en fin,
los gdbiernos y los particulares todos con-
tribuyan á dar á la Diputación todo el pres-
tigio y la autoridad' que le son neresa.rios
■para el mejor logro de los fines de su im-
portante y noble in^itución, como es cos-
tumbre hacerlo en todos los países civi
tizados y siquiera medianamentl' or^rani-
zados, política y socialmen'te hablando,
LiSíS Gamara« de CJomercio de Tnq:¡:ii'!-
rra, Francia, España y Alemiama. repre-
sentan un oapel muy importante en la vi
da social de estos pue4>los cultos, cuyos
gobiernos las consdítan á cada pa«o, cuaii-
áo 5e trata dte negocios que tie»en remciójí
461
con las artes industriates y el comercio,
fuen-tes de la riqueza y la (prosperidad de
las naciones.
Para compíetar estos breves datos histó-
ricos, diremos que las personas que com-
ponen actualmente la '^Diputación de Co-
mercio," electas confonme á las prescrip-
ciones de los nuevos Estatutos y Regla-
mentos, son los siguientes: Presidente, D.
Mi^el Elspinosa Rendón ; Vocales : D. Pa-
blo González Aznar, D. Bernardo Canc
iCasteíianos, D. Ricardo Gutiérrez, D. Ca
milo «Cámara, D. Juaai de Dios Rodcíg^^uez.
D. José M. Castro Lara, D. Manuel Pi-
nelo 'Montero y D. Amado Canftón Fre-
xas.
LOS títulos
PROPIEDAD DE TIERRAS
EXPEDIDOS POR EL
ESTADO DE YUCATÁN. ,
'. • í'
A mis distingaidoB amificos .
los Sres. Lies. D. Mana> 1 Do-,
minguez Elizalde, D. Antonio '
Espinosa y D. Manuel Farnán-
dez Alpuche.
Sabido €S que los Gobiernos del Estado
de Yucatán, en cumplimiento de leyes g/-
nerales dictadas por el Gobierno de la Me-
Trópoli en la época colonial y de ley js parti-
culares deJ mismo Estado, promuleíida,s
después de la Independencia, , expedían tí-.
tulos de proipiedad de terrenos baldíos :
¿qué clase de .vaíor tienen estois d'Otqinyejí-.
tos ? Maiteria es esta más difícil y complica-
464
da de lo que parec-e á primera vista, y <;
ría necesario emprender «ti estu<iio proli-
jo para «tratarla con toda la extensión que
merece; pero no contando, como no cuan-
to, con el tiem.po suficiente para ello, sólo
me propongo hacer un estudio lo más bre-
ve y conciso que sea posible, dada la inne-
gable importancia de la materia.
lA nadie mejor que á ustedes, que están
dedicados al estudio de este ramo especial
dfc nuestro Derecho, podía dedicar este pe-
queíio trabajo; y en efecto, se los dedico,
tanto con el ofl^j^to dte tribuitarles un ítesti-
monio dfe la sincera amis»tad que les pr-
feso, clíanto pdTsi que, si sus múltiple^? oc^u-
paciones se lo penmá'ten, contribuyan
sus luces á esclarecer la materia^ ratitlcan-
do ó rectificando las ideáis y opiniones que
en él emito, no sin gran temor de haber
errado eh todo ó eft parte.
Entraré, pues, en materia, sin má.^
preánnbulcis inútiles.
I
Por reglA general, los títulos expedidos
por í»oís gobiernos die los Estadas, que no
huibieren sMoi revisados en virtud de los
decretos de 2^ de noviembre de 1853, 7 de
julio dIe 18547 16 de octubre dte 1856, die
ta ley dé 3 d!e -áiciemlyre de 1855 y de la
465
circular <k 4 de octu'hre d€ 1856, soq nú-
ios y d^e ningún valor, á menof qu© hubie-
ren sido, revalidados por medio de compo-
sición' Qon.la Secretaría de Fomfenito; pero
crecí que áe, esta, regla, que es general é
inviariable para los diemás Estados, está
expqptuado el de Yucatán re^>ecto de los
títulos di^ prip-piedad que sus gobiernos hu-
bier-en libmdo desde la época colonial
ha»*ta eS 21 de. mayo de 1847, en que se
prcon-ulgó €?!. "Acta de. Beforimas'.' que de-
claró f?icultad excrlui^iva diel G>ngTe3o ge-
neral de la Riepújbilica, dar bases paara^ la
coloni^ción de terrenos de 'La misma, pues.
con es?te<pirecepitiO quedaron liOif Esitlados sin
facultad para dktar leyes «y reglacnientOíS so-
bre colonización, aunque m> huya sido de*-
rogado expresatmentie el óecirel¿ deiS de
facultó á dichoís Estados para expedirlos.
En efect?o, por real céd«ula de 24 di» no-^
agesto de ' 11824, que en su airtículo tercero
vi'emibre de 1735, sé mandó que los que
aicfquitíesemt bienes realengos, acudieran
precisiaimeñjte al'iRey para -que sus títulos
fuerafi/OOtt^firmíúdos ; pero habiendo demos-
trad»oi Ja práctiica* loa • grandes perjuicios, á-
que daJba lu^?ar esta disipos.íción, por • la
gran, ^««feínn-cia á que se hal?-aiba b C'^ite/
se promulgó k Real Instoioción- de 15: de?':
octubre de 1754 que decíaró facultad pri-
vativa áe los Vimeyes y Presidientes de
las Reail'es Audiencias, la de nomibrar los
Pon ce y Font. —59
466
Ministros Subdelegtaictos que ^eibian prac<
ticar la venta y composición de las tierras
V beldioG de la Corona, expidiendo k>s tí-
tulos respectivos, con las únicas excepcio-
nes que establece el capítulo XII que dice
así :
**XII.— Que en ios provincias dfistantes
de lias Audiencias, ó en que haya mar de
Dor mied'io, como Caracas, Habánía!, Carta-
f?ena, Buenos Aires, Panamá. ^'Yucatán/'
Cusmaoá, Margarita, Puerto Rico y o^tmas
de iguales circuustatKxas, se <iespachen Las
oonürmacíones por sus Gobemadíofes, coo
acuerdo de los Oficiales Reales y ó^l le-
niénte General Letrado, en donde le hu-
biere; y que los mismos Ministros deter-
minen igualmetvte las laupeíacionies que se
interpusieren dbl Sulxtelegfado que estu-
viere rtcnmbradb ó se nombrare en ctenda
una de las expresadas provincias é Islas,
sin acudiér á la Audiencia ó Chancillería
dtel Distrito, etc., eitc."
Según es-tía Real Instrucción, los Gobet-
nadores y Capitanes genettaies dte la Pn
vincia de Yucatán estaban facultaKtos paira
ejnpedir y confirrmar títukts de propi*i4a(í
f^c t^^nreros íbaiMfes sm tiecesidad dte que la
Audiicnciía de México, ni otra la^na, ron-
firmara tales títulos.
467
II
Promuigósie d-espués la Ondenaa^a d€
Inft^nícten'tes (4 de dácieimibre d«e 1786), que
declaró á estos Intenden.tes Juieces priva-
tivos de los asuntos relaitivos á ventas,
composiciones y repartimientos de tie-
rras realemgais y de Señorío y co« la fa»
culted, en con-secuencia, dte expedir títulos
ÓQ propiediad que debían ser confirmados
por la Jomta Superior die Hacienda, que
residía len México; perto esta ol>li.q^?fcción í'e
acudir á Ja Juinta en. solicitud de conñrma-
ción dlelos «títulos libradíois por los Inten-
dentes, cesó .por un acuerdo tomado por
lia miBmai Junta en 23 de julio de 17^; *
acuerdo que fué aprobado por Real Cédu-
la de 23 de marzo de 1798. Ninguna otra
disposición de importancia se dio desde es--
ta fecha acerca de terrenos baldíos, hasta
que las Cortes Españolas expidieron el de-
creto de 4 de enero de 1813 que cometió á
los Ayuntamientos la facultad de expedir
los títulos de propiedad de tierras realen-
(Tas, comunes ó baldías, con aprobación de
las Diputaciones provinciales creadas por
la Constitución española de 1812. La Dipu-
tación : provinciail de Yucartán se instaló
esdte lluego, y á. partir dtesde este año, fue- i
D(n ella ó los Oobemadiores ó InjtendtenteS;
uaÉwdio fia Diputación era «tiprimida po:
468
el partido atrsolutÍBita, quknes etftendfcun eQ
asuntos de baMíos. Ll«egó el 15 de sep-
tiemhne d€ 182 1 en que se jprodaimió la in-
dependencia de la Madre Patria. La Penín-
sutlad'e Yucatán se uin-ió á México; pero p<or
el artículo terceno d^el acta reuatóva, se e¿5-
tableció que contimiamam o4)6erván<k)6e las
leyes exisitentes, con inclusión de la Carta
de Oáidiz: YuccUtán contimió, pues, gozajn-
do de la facuütad' de disponer de los terre-
nos bailidíiofe, y la Diputación provinciail y
los AyUíntemieiKtos contínuanon rigien-do
en el país con la misma suma dte faculta-
des que les coníüeTÍan las leyes espaííolas.
Es verdad que dkiirante el efímero Iimiperio
de Ituiribidie aceptó Yuoatán un Capitán
General ntoimibrado por el Libertador; pie-
ro á pesar de estío, continuaron rigptíetiKia en
la Península Iss miomas leyes liasta el 29
de mayo de 1823, en que la Diputación
provincial, reimida en sesión extraoínditia-
ria, proclamó la unión de YucJ^tán á Mé-
xico bajo la forma' de una reipéblica fe Je
nada, es decir, ocm servan do íntegra su so-
beranía y concediendo únicamente á Mé-
xico ciertas facutedes, que no podía me-
nos de reconocerle, como la formación de
Icis tratados de alianza y de comercio, de-
claracübnes d>e g-uerra-s extranjerías, noni-
bnaimiento de empleados diplomáticas y
otro?' asointos geneirftles dé* la Nación.
iComo oofnisecueñcia 'áe esta importante
469
y ikiascenidenÉal dieclaTaciófi^ eligióse é ins-
•lalóae el rinenuwialbllfe dia 20 de agosio de
1823, ^^ primiera asamblea legislativa <le
Yucatán, que tomó el nombre de '*Augtis-
to Congreso Coflstítuyente/' Unoi d)e lo^
prinKoxtó actos de esta Asamblea, f-ué de-
cretar (21 de agosto de 1823) que coimí
nnairan observiáindose en el Estado l<ai tCons-
»titUíCÍón española y todas las de«iás 1eyes^>
decretos y órdernes vigentes, en ctuanto bjo
se opusieran ai régimen político federati-
vo qa^ se había adoptado. Y así, vernos
que el 'At^^to Oottiígreso'' declaró el 27
.del mis-mo mes de agosito, que el Eísiíiado
die Yucatán era soberano é independien'te
de <!a dlomitiadón de cualquiera otro, fuere
el que fuere, y comeuzó á legislar iíndistin*
•^amemíte sobne toda materia, con iricluá^ión
de los asuntoe relativos á baJdíos, acerca
de ios cuGü'cs dictó ¡las órdenes de 29 de
enero y 7 die atril de 1824 relativas á arren
damíeanto de terrenos baildíos y comunes.
El Gobierno de México, entretanto, ¡lejos
de oponerse á esto, facultaba, no sólo á
Yiucatán, sino á Iíqís dermás Estados de la
Repúbliciai, para legislar acerca de coloni-
zación. En efedto, el 18 die agostjo de J824,
el Soberano Congreso General Constitu-
yeofee de íkdís Estados Unidos Mexicainos,
expidió la primera ley sobre colotnízación.
que es la fundamental sobre la materia, y
ella dispuso (art. tercero) que los Congre-
470
sos die los Es-tados formaran las leyes ó re-
g'lamen<()06 die coloniaación de sus respec-
ti^vBS demarcacionas y cjue atendieran (atrít.
lo) á ác«s milkafl-es qjtne -tuvieraín derecho
a4 repaf^d dte tierras, en pnemio de sus ser
vicios. En consecuencia, el Congreso tJel
Estadb dictó la ley de colonización de 2
de diciomíbpe die 1825 publicada en 13 de
abril de 1826, que en. sus artículos prime-
ro y segtundto facultó al Gobemadicur del
mismo para expedir tiltjuío® de propkdad
de terrenos baldíos ; ley que fué aclarada
pK)r decretos de 20 y 26 de octubre de 1827
y 26 de lulio die 1831. Se expidieroin •tam-
bién las leyes, Utecretos y acuerdos de 28
de diciembre dio 1833, de 20 de aSril de
1837, die 16 y 17 dte noviembre de 1843, ^^
27 de abril, 6 de septüembsre, 11 y t8 de oc-
tubre, 13 de noviemlbire y 2 de diciembre
die 1844, 5 ^^ marao y 30 de abril de 1847.
III
Don Wistano Luis Orozco, en lia obra
inuportantísima quie acaba de publicar con
el itítuüo de "Legi<s*l<aición y Jurisprudencia
sobre terrenos Iludios," dice habhmdíoi de
la ley dte oolcnización dte 18 de agosto de
1824 lo qjue signe:
"Abí e« que, lo único que en ultimo ana
li&is poidría desprenderse de las disposicio-
471
ttes -dtel ckcreto ée t8 «de agosto de 1824.
es que ks Estadios Unidos (poidierotí dar
leyes sotare colonázación y conceder tku- .
fcws de propiedad sobre terrenos baldíos,
en diombre del GoDiemo de la Unión; y
que en todo esío obraban como simples
deiegíadios de la Federación.
Esta doctrina se oonfirma por los di-
versos decretos dictadlos en .fechas poste-
riores, ya íXM- los Congresos, ya por los
gobiennos de lai- Nación, de cuyos Klecnatos
nos ccuipareipcs len su oportuim<fad, y por
los cuales se observa d hecho invariabjc
die que Congresos y Gobiernos consideran
asuntos de su exclusiva jurisdiccióíi legis-
lar fen materia de tememos baldíos.
Estas dudas sobre la competencia de los
Estados para legislar sobre dicha materia,
desaparecen al tiempo de promiulgarse el
RegUamieinto de 4 de diciembre de 1846
qtie fijó reglas generales para proceder al
desíilnde y cdloffiización de los terrenos bai!-
díos de la Répúlblica, cuyo Reglaimento no
comíeitie á ¡los Bstadbs 1?l facultad ni eí en-
cargo de dtes^lindatt- ni adjudicar en ipropie-
dad kts terremcs baldíos de siui ' demarca-
ción.
Por último, el artículo 11 de la ''Acra
de Reformas" promulgada el 21 de mayo
de 1847, declanaí que tes facultad exclusi-
va del Con.g[r©so General, daa- bases pwira
la colioinización die tos terrenos de Ta Re-
472
pública; y con eate prec^epto constitucio-
nal quiedan inihabilitaclas los Estados para
dictor leyes sobtie cc'l»cinizacicm, aitínqu«e ño
hatva dícrogación expresa á^í^ dtearelo d-é
1.8 die agos-to de 1824, miemras no se les
concedía de nwevo dicha facultad ; facukad
que no se les ha vueLlJo á ccmcedier ha-sta
•la fecha.
Pero es \w\ hechicl <i«ue 'los Estados y aun
los depa«ntanientos, duraatie las épocjs del
régimen ceaviral,. expidieron títulos de pro
piedaifl por terresnAS baildíos.
Todos estos título» quedaron s'iittos á
revisión, no isólo por los d*ecre«tí*5 de 7 de
j'tiiio die 1854 y 25 de noviejmibrc' k- 1853,
dec!aixatíos niur*os por ei Oongicsfi con*=.ti-
tmyeimte en 16 de octubre de J856, suio
también, por -la t«y de 3 de diciembre dt4
mismo año 1855, Aniígenite aún hasta la fe-
cha, en cuanto no se oponga á leyes pos-
teriores, y iplor la circular de 4 Jt Cictubrií
de 1856,"
Esta doctrina me parece acert^a y le-
gal res|>ectia de los deimás Estados de la
Federación, cuyas facultadeá para legislar
acerca de colonización, sólo dimaiiaron de
•lia ley de 18 de agOíSto de 1824, per:> f.ty
respeioto de Yucatán, que corno se ha. vis-
to, disponía legí-^maimenitie de sus baldíos
en virtud de der^echos propios que le íu^*-
ron cottiferidos por leyes lamteriores, desde
la : épcca colonial, y estos deaiecbos no
473
;>iteck»n oc-nsiáenairse extinguidos sirK> cuan-
do han sido .revocadlcis en virtud de tkyes
generales de*! Gk>bie»nníO de la República,
IV
Gobernando el General Biustama-nie, co-
rnija Vicepnesidente de Cía República, el Con-
greso general expidió la ley dfe 6 de aibril
díe 1830, Qiue en su artículo cuairto recono-
ce claramente el derecho quie se halbía con-,
cedido á los Esitlaidos sabré dos terreólos
baldíois, puesta que maoid'aba que se íes
indemoiizara deil valor de dichos terrenos.
que se tomaran pana fortificacicm*es, atise-
nales y coConifais. Esta es una nueva conür
mación del derecho de los Estados de dis-
,pone.r dte siujs baildíos, y itamto jpor esta -ra-
zón, ouamto porque Yucatán había gozado
siempre de este derecho, el Comgreso del
mismo expidió la Cey s-obre . emajenacióri
de terrenos baldíos de 5 de abnil de 1841.
Es'ta ley señada l)a. extensión 'de los ejidos
áe ios pueblos; declara qué terrenoís sotí
baldíos v*endibles ó enajenables; fija su
precio) ; detenmina los procedümieíntos qas
d)eben tse-giuirse para su denunlcio y adjudi-
cación, y tenmina derogando- lais leyes, de*
cretois y órdenes ^'del Congreso general**
y dal Estado, en todo lo que á dicha lev
se orpusiedan. Esíta ley fué expedida cuaín-
Ponce y Pont— 60
474
do la Petimsithla de Yucatón se haíilaba
segregada de La Rcpuíylica. Bien prorwio
surgió la gituerra con México y éuié erttícwices
cuatido se expidió la ley de 26 de agosto
de 1842, en viitudí dte ia. cual se libraron
tótulcs de pnopiedadí coimo pnemio de ser-
vicios prestedos exii da campaña, Coino se
ha visito, en Ha éiptotca e<n que fué exipedida
esta 'ley, Yucatán gOizaiba, en virtud de 'le-
yes preexistenítes, á partir desde la época
colonial, del díerecha de disponer de los
tenrenos baldíos <áe su demarcación, dere
cho de que, no solamente n» (había .sido
privado poi* ley general ¿tlguna del Gobier
no die ía- Ixepóblica, sino '^'jit;, por el con-
trario, ;le había sidia c«oinifimv,do por las
leyes de 18 de agotsito die 1824 y 6 dte abril
de 1830; de lo qwe debe diednoirse lógica-
mente que los itfítiilos de .propiedad ex%e-
didbs en virtud de dicha ley -son buenos y
legítimos.
Después d)e esn fcy de 26 de agos«to de
1842 no volvió á darisif mra de importari-
cia en et Esitado, hasta que se expidió ei
Acueirdo die. 8 de ocftubre d^e .1844 que se
íimita á señíalar ía extensióm» qtie deben te-
ner lios ejidios <ile los pueblos ; acuerdo que
ha sido reconocido y res-poetado por el Go-
4T5
bierno de la Unión, como consta dé varias
ckculafie6, y e£|pecialmeníte, de !la de lo de
ÓKmx&ytre de 1870 que diispuiso q«e dicha
ley partícwlar siguiera vigenite en el Es-
tado, par haiber ¿vdo diotada por su Asiam-
bCeift Legislativa **ctiaiKÍo residían em ella
las facukades meoesariaiS para legislaír sp-
bre ítetfirenos baldíos," una vez que no es-
taha vigenite aún !la Conistittición de 1857,
qjtie dispuso que este asainto fuera del re
s<Mrte de los poderles federaáes. FA Estodo
contimiió ilegislíando acerca de la majteria,
como pwede verse por los acuerdos de 11
y 18 de ese miisano mes de octubre, 2 de di-
CBieimibre de 1844 y demás leyes y decre-
tos qioe anites he citado, hasto que D. José
Mariano de Salas, siendo Presidiernte inte-
rino de la Repú'blica, profmulgó el Regla
memtlo de colonizaicióin» de 4 de diciembre
de 1846 que fijó las reglas generales para
el desíinde y oolonaizacián de los terrenos
baldíos de ía República; ressflamento que
no otorga ciertamente á los Estados la fa-
cultad de entender en estos asuntos, pero
tampoco deroga las leyes especiales que
negian en Yucatán.
VI
Prottiulgiámon'se después el ^*Aafa de Re-
formáis" die 21 de «mayo de 1847, '^21 ^'^X 9^'
neraJ de 16 de febrero de 1854, ex)p¿dida
476
por «el Dictador D. Antotrio López de San-
ta-Auna, y por áltimOy la. Constitución, de
^^57' Q*^^ acabaran coa das facultadles con<
oedi-deiis á lo6 E^Éados en mafteriais de co-
lonnzació» y bal<lk>s ; pero si bien esta& de-
yes han- podido privac a! Estado de Yuca-
tán de esas facuikades, stus disposkione>s
no pueden ítei>er jamás efecto retnoactivo n¡
amilan, en consecueincáa, títulos legítima-
mente expedidos por auitíoridades conupe-
tentes ; de üo que se deduce que todos los
tíftiulos expedidos por el EsÉado de Y«ca-
tán^ por medio die sfus leg^tí^mas auicorida'
des, hajsíta que se promidgó el "Acta de Re-
fommas" die 1847, ^'^^ 'biuienoe y legitímos,
sin que esitén sujetos m 'iam\\ á revisió« ni
«ratificación die ninguma clase. En efecto
lais prí-moras leyes qine se dieron acerca de
n^vistvón de tiituilos, son Ila3 de 25 de no-
vieimlbre de 1853 y 7 de julio de 1854 <^pe
tU'vieroini, ciertameinitte, por {MÍnciipiai objeto
leivindioar ed territorio nacional para , la
So^berafliía de la Repúblaicía ; peto si bien es-
tas leyes dedaran que ios témenos baldíos
nuiíca haiTU podidb enajenarse por ílos Esta-
dos, eKaiS mi&mas excepbi'iaini die esta «i^la
las enajenaciones que se hubieren hecho
con e\ co»n«ocimie.n'to y la sanción de .!os
podereíj generales, y ya íhemos visto r^y^,
Yucatán gozaíha del derecho de dáspoi er
de sufe baldíos en virtud» de leyes emaihti-
das de aurtioridades oompetentes. Además *
477
estáis dos üeyes fueron dieclaradaB milas |)0.
decíieto de i6 dié octubíTe die 1856, y la iey
de 3 de diicieimibne de 1855 promnílgiada poi
el Presádeínte imberino D. Jiían Alverez.
que hasta hoy no ha sido derogada, decla-
ró en su artículo segando qiue -todos los
títulos expedidos dlurante ece período (des-
de septiembre de 1821 hasta aquella fe-
cha), pior las auitoridades 's«u5>edores de los
Estaos ó Terrkxmos bajo el stetermía Fe-
<ieml, ''en virtud de sus facufltades kga-
íe«," ó por las de los I>epaTtawn€»nrtos ó
Territorios bajo el ? sistema eeíitral, con ex
presa auitorizadón ó consentimiiemto del
Supremo -Gobierno, para la adquiísáción de
dfichos «Üerrenois, "todo coiufoTme á LaiS le-
yes qiíe sie halliafban vigentes en 'la fecha
de liai cesiótn» ó emajemacíón respectiva, s:^-
rán en fodo tiempo firmes y valederos, co-
mo los de cualqciieír lotr^a propiediad iegal-
mente adquiirida, siíi que en ni^nsfún caso
puedan &ufj»e»tarse á miev^af revisión ó rati-
ficación por paite dtel Goibiemo." Lais le
ves= posteriores «?o han derogado és^tas e»T
lo qiue se -refiere á tre visión de fítuilos pri-
nrcrdiales, v tx>r el con^Wiario. veimos que
la l¿v de 26 de marzo de 1804 declara en
su aiiticulo 6^ exentos de toda revisión v
composición los tttulots expedidos **por
auíOíTidiades competentes, conforme á las
leyes.''
''Es diaro, dice e! Lie. Orozcó eii su
478
obra ya cttaday que asi dfet^ia suceder. { Se-
ría ud robo vergonzoso anmticar dineno ai
por un títtiilo primordial, ''expedido poi
au'toddaid oompeiieiute y con total arreglo
á las leyes" qiuie esrtaiban en. vigor al tiem-
po de la expedición deíl título. Para poder
verificar semejante expoliación, ser«a> necc
sairio que las leyes pudieramt tener retiroac*
tividad, sería necesario que la mano de.
hombre pudiera tocar las sonYbrshs impal-
pables dtel pasado, serio» necesario que no
estuviera escrito el artícelo i/fde la Cons-
tíitJución!''
VII
¿ Pero cuáles han sido esae auAonidadea
competentes resíi»ectiO' d^ los títulos de t;í-
rrenos baldíos de Yucatán? Esta pregun-
ta está ya conitestiada con Llodo k> que h-e
expuesto hasta aquí ; peTo )^rp mayor cla-
ridad, condensaré, en la si^^uiíenjte focraa.
las ideas amátidajs:
I. Hasta i7.^S los Cabildos, Subdelega-
dos y demáis» Minrstrcs, etc., en, qiiienes los
Gobernodores y Capitanes Generales de la
Península hubceren deleg)3do sus faculta-
des, y los misnuc's Gobernadíores y Capita-
nes Generales ; advintiendo qwe, según el
artículo cuarto de la Reai Instrucción de
479
15 <ie oatubre <ie 1754, los tkulos expedí-
doe atiites <kl año die 1700 son válidos, aun
cusaindo no esitén oomfirmados por el Rey.
por los Viriieye^ ó por los Pn&skienítes de
ia Reaá Aiudienciai, con tail que estén ano-
tados en los térmínios que dicha Real Ino-
imccSón expresa, y respecto de los títulos
expedidlos dfespuiés de 1699, son igualmen-
te finmes y válidJos, siemipre que los libra-
dos por los Calbildbs, sutnlelegados, etc.,
tengan la confirmación del Gobernador y
Caipátán Goneraí die ¡la Penínisula. conforme
ajl capitulo XII de dáichiai Real Instruc-
ción.
II. Desde 1754 el Gobernador y Capitán
Gieneral de loi Peníínis«ula ó los Subdelega-
dos^ etc., coni sóílo 'la* coniirma,ción de- di-
cho CaTwVláin General.
III. Desde 1786, los Intendienibes, con re-
'V'iisliórt y confinmacióm de te Junta Supe-
rior (fe Hacienda cpu*e reís Mía en México.
IV. Desdle 1790, -los miiíamos Intendentes,
sin necesidad de Ca comifirmación de diclid
Jumta Superior de Hatíaend!a.
V. De&dle 1813 !cis Ayiuntatirientos, con
p probación de la Diputación provinciaJ de
le Penínsiula.
VI. Desdíe 1825 el Gobernador del Es.ta-
do, siít revisión ni confiranacicio! de ninígu-
na otra aoitoridad.
VIT. Desdle 21 die mavo de 1847, en jqais
♦e prornuñgó el "Actia d'e Refornias" 4 la
480
Constitucáón de la Ropúbíka, que. ded-a-
ró facuItBíd exckusiva <íe!l -Congreso Gene-
ral dar bases para la (Colonización, la úni-
ca autoridad Kx>níp»et€«3ite es el Presideiiíbe
die la República; porque sá bien es verdad
que en ejsita épcca Yucatán estaba segre
gtedo de la Nación, y en 30 de abrid de es.e
imtísmo año d!e 1847 expidió una ntieva íey
sobre prqpiedad, enajenacióíi y arrieíido de
terrenos baSdíos, qute en siui aítículo prime-
ro dedaró que esitos itewemos erin pro-
piedad del Estado, «tamíbícn es cierto que
e\ Gobierno General confii<feraíba ó é&te
como Esítadio treibelde, que no pcidia eludir
'la obseniaíncia y cumpíimáeoTito <íe las leyes
ofenerailes dte la República, por 16 que j«U2-
.ffo» que esta lev de 30 de abrid de 1847 ^^
pcirl!í,a, ya subsistir, en virtud de las expre-
sadas refonmas Constí<tucional'es decreta-
das len 2T de imaVo del mismo año de 1847.
"Robustece fsita opifróóti comsóderar qu^ el
Estado die Yuticnitán se reinocr.poró á la Np-
rión por dieoreto d^e 17 die a^rosto die 1^48.
^ne eni su antítulo tercero declaró que el
Estadio de' Yucatán' se sujetaba á la Cotr«;
tifiición eí"n<^ral v "á sus reformas;" ar-
tícuilo Que fiíné modificado por deonetr» de 94
del mfemo mes, ouie declaró v^er-^ñícs ^s
Cevetsi" oficie ^o habíatn est-gdio hastía esa ftscli?
en lo oue -vn se pmisieran á 'la rbu'StiíWictón
D'a>!^icu'la<r <h\ Estado "v ^ la Constitución
y Üeyes generalas de la Reipública/*^ Ade-
481
más, á painbir die esta épocar, se ve qti^e ya
eí Es'tadfo conisideraba á viec^s al Gobier-
- no "de la República como el único ooflup^-
tenítie para Segísdar acerca de esta materia
de baldaos; y aisí, por dieoreto de primero
d>e abrül de 1851, el Omgxeso del Eméo
facultó al Ej«ec«tívo dd imásimo para co?;i-
cedter licenci-as para corte die maderas eti
terrenos baldíos de BacalaíT y Río Hondo,
previo el conseritámienito del Supremo Go-
bierno Nacional, y ¡por decreito de 3 de eiK-
to de 1857 mandó la presentación áe los .
ikulos de propiediad expiedidos desdie el
«iño de 1821, con el objeto de d^ á dicho
Supremo Gobie^mo un informe exacto dfe
9os tenrencs baídíos adjudicados por el Es-
liado en (pax>piedlad ó en arrendamiento.
La facultad conícedida al Supremo Go^
biemo por el *^Acta de Reforlnas" de 21
d-e mayo de 1847, i^^ confirmada lúégfó.
¡por 1^ Gomisitfiítución política de 1857; ac
(tualniíenfte en vigor, que len Has fracciones
XXI y XXIV, dledáró que son faCiultadeS
^\ Congreso generail, dictar leyes sobre
coilottiizacióíní y fijar las regüas a que deb**
s:uijet¿rse la ocupación y «oajfénación de.
ferremos baldíos y el precio d-e ésítoc.
Creo, pues, que los títulos de propie^La.^
"í^xpiedidos ipor ^os Gobíiernos del Es-tado
n*es dlel 21 de rnayio de 1847, son finmes y
aledleros, según' el artícfuilo 65 de la lev
e 26 de marzo de 1894. por hab-er «ido ex-
pon ee y Font. — 61
482
pe^fídoiS por ítistcmídaidei oompetenites y c<m
los requisitos establecidos por las leyes
rtue se hallalbasi en vigor -e>n la época ck
su expediciónv y que lo© tkuíos posterio-
res á esa (echa son iiiuil<o^ y de ningún va -
ior, nulídiajdt qu<e «está expresameiybe decla-
rada por el articuiky 71 de esta míania lev^
de 26 díe marzo de 1894, por lo que «tos
tíitulois necesitan de &ev revoilidados ^or los
m>edíos que esrtabkceíi la»ffeyie« vigentes.
AlguiíaiT podrá objetar qiuie, sí el Estado
de Yucatán no se reincorporo á la Repú-
blica, sino por decreto de 17 de agosto át
1848, es éesáe esta teclia y no desde majo
de 1847, cuaffido empezó á regir -en él Es-
tado el *'Acta dé Refoítrtas" y que, en
consecuencia, ios títuícs ^expedidos «on
bu'enoig hasta el 17 de agosto de 1848 y no
solafrriíente h,ais.ta imayo de 1847. La ob
jecíión no caretce de fuenza ; peto como an-
tes he dichío, la RjepúiWíca coni^eraba en
esa época a Yucatán como Estado rebel-
de que no podía eludir el cuimplimfento
die las feyes genierales de la Nación, y la
Seicretaría de Fioimemrto, obrando en con-
secuencia, Jamás ha acepísado «como firmes
y valederos los títulos expedidos en 184^
483'
r • ■ . YIII -
Antes de terminar este pequeño traba-
jo, haré observar lo que es verdaderamen-
te curioso: la faka casi absoCuiai de cono
cimiettto de la *maítteria qu« revelan las le
yes, decretos y dtemiis disposicioíijes dicta-
<ias, lü-mo iKr eil Gobienno general, cuan-
to por e' particular diel Estado; y asi se ha
visto VA, .por ej-empio, q^ue la República
se haiÚa despojado éA dominio eminente
qi?e fe cornesponde en su a-cmitorio, conce-
diendo á los Estados la facultiad d^ legis^lar
sobre colonización, y ahora diré que ei Es-
tado de Yucatáuu, á pesar de lais leyes gene-
rales que he citado, que lo privaban ya del
dierecho de dispcner de siuis baildíos, sdlía
expedir todavía títolos de propiedad y aun
legislar sobre la materia. En el acta ó plan
de la revolución que estalló en la ciuda-
deía de San Benito de esta capital el 28 de
febrero de 1847, se ve su aittkulo séptimo
que dice <jaie : "con el objeto de indiemni-
zar á los jpiuebloB de alguinos perjuicios que
han sufrido en la traslación de dominio d-c
las tierras de camiunidades y otras posiei
das con títulos de inmemorial proceden
cia, el primer Congreso Constitucional .>e
\ ocupará, de pref^reinicia, del definitiv 1
aa glo ée este asunto." En vititud de este
P"! -, tomó posesiión del Gobierno de la
P ínsula el General D. Sebastíán López
d( 'ergo, y en efecto, como primera pro-
484
videncia, trtevocó por -decreto «de 2 <k ntíLCZO
de es« año la ley die 5 de abril die 1841 90-
bre enajoaaición de terretios baldiios; pero
d Gobiorno qufe emanó -de esc nKmmient >
pofiítico, duiró apenas cloce días y quedó de
nuievo victoriosa la sangiríeñtia», antipatrió-
líca y criminal revolución de 8 de dicicEXH-
bre. de 1846 <fue prodamó ia neutralidad
de Yucatáiw^n la giíenra que Ja -Repiibüca
so^itenía coíutra los E9ta<k)is Unidos. Sin
embargo, este gobierno^ «revoluciotiario de-
rogó ta/mbién^ «pw decreto de 5 de mcwzo
de 1847, ^ expresada iey de 5 de abril de
1 84 1 sobre enajeíiacion de «terrenos bal-
díos, lo que prueba ée una miiaaera índu-
d'able la iconfusíón y el desorden que. reina-
ban en esite a^uiito de vital ¡ümpontancía,
oomfusión y desorden qiuie erai ' ítiiecesiajrío
terminar por medio de una nueva ley. Es-
ta ley no hubo de expedirse, sino, coma
he dicho ya, en 30 de abril de 1847, dejan-
do mucho que desear, por .cierto, sus dis-
posiciones que denuncian desde -luego la
intención de expedir otra que fuera más
completa y mejor meditada,' la que nunca
llegó á darse.
IX .
Despiués dé esta; ley «e^expídiieron *
icíeoretos de pirí'mero de labril de 1851 3 5
de enero de 1857, de que lie hablad*^ i
485^
at¿e Tcvelati qoie en ed Gioibi«e!rno del Estado ^
comíéiizaflxL á germivsar la lidiea de que ca-
recia ya de snjs a^ntí^as facultadles g^ra
legisilatr aceroa* d^ ooHomzacián y baldíos.
Tieoe de notable esta úMma ley «uma cir-
^4in6taiKÍa que no diebo dejar, pasaír inadr
vertkki : en su artícuílo tercero dispone Q\xe
los que no presentasen, sin justa causa, Ȓ
Gobierno del Estado, diurante el témuinio
die tres imeses, S'iis «tiiifulos de propiedad pa-
ra que, se tomara razón de ellos, **perde-
fían todo dierecho á Sos teriienos que po-
seíam» en pnopiedad ó e/n airiiéndo ;'' disposi-
ción dlraconiana qué -reveSa miuiy poco res-
peto laJ drerechio de propiedad*.
Sin etnbargo de q<ue, como he dicho, los
actos del Gobierno del Estado piarecían in-
dicar su piO-ns'uasión de que el Supremo Go-
bierno Nacioffial era el único que itenía ya
la iwecesaria compefreruciapara disponer die
ios terreno» balldiíos de la Repúblioa», el des-
orden ocntinwó, á juzgar por el decreto de
26 de febrero d»e 1862 que disjpuso que,
mienUras ed Oongreso Gencraií resolvía so
bre la iniciativa que varios Estados de la
República le habían dirigido, y la Legis-
latura del Estadio habrá' isectindado, para
qi3»e declarara! que los 'témenos baldíos per-
tenecem á ios Estados, *'el gTobierno man-
^ — a suspender la enajenación de éstos,
-npre que 'los pueWlos á que pertenecían
Dipusieran á ella."
^e dtecreto revela que, á pesar del "Ac-
486
-b 4e Refcnmais'' de 1847, 4e la cinnilat de
28 die octubre de 1856, <ie la ConiBtiituicióii
de 1857 y -de otras varias providencias y
ciixíuíalres del Ministerio de Fomieoto, con-
tinuaban enajenándbse por el Estado I03
terrenos baádíos: ya he dicho que estos
títulos son nufios y de ningún valor, salvo
cctmiposición con -el Ministerio de Po'
mentó*
Pero todavía más: ¡5a primera Legisla'
tura ConsítiíJueteínal del Estado derogó, por
d-acreto de 9 die octuihne de 1862, este de
26 ^e febrero del místno año, que previno
nü Gobierno que susperidiena) la «enajena-
ción de terrenos baídkw!
Este desorden vino a itermínar con ía
expedición de la. jfcy sobre oeupacíóín y
enajenación de terrenos baídíos hecha -THyr
D. Benito Juárez eiru 20 de juHo de 1^63,
que, en eu artíou»lo 28, dieclaró que ttodo
contrajto ó disposición relativa á teweños'
baldíos, que no fuera dictada confornte á
las prescrípcíoni^s die esta ley, y por Io<?
funicionairíos á quienes efla cometa la facuJ-
tad, sería nula de plemo derecho y no coris"-
títuiría responsable en cosa alguna á jB' Ha-
cienda públ'íca.
Aunque no me he propuesto hacer tin <
tudio extenso acerca de fc«s títufos de pi
piedad de baldíos y de todas las teyes
487
lativa^ á hf materia, simo concretairine úni-
camente á indicaciones y consi<ienacion«eis
g-enerales que puedan, si no servir de guia,
cuando menos, facilitar e>I eiS'tudiiO de cual-
quier negocio relaitivo que en la práctica
se presente, no puedo dejar de indicax
que, además de los títulos de que.soméra-
meníte he hablado, hay otros expedidos por
el Esiuado desde 1869, que son viáilidos por
disposición del Ministerio de Fomento
Tales títulos son liqs que hubieren sido li-
brados por los Jefes poílítioos del Estado
en favOr de los indígenas que estabaíi rea^
y verdaderamenite en» posesión de terne
nos baídíos sin los respectivos titulas de
propiedad. En efecto, por circuilar de 30
^e septiembre de 1867 se umandó, por ra-
rones de equidad y conveniencia, qoie no
¿e despojaba 4 esos indígenas de su p^e-
S<ión y que ocurrieran á las Jefaturas poii-
iicas á solicitar sus títulos de propiedaa.
PosterioTOiíente á esta ciroular, el Jefe ptv
fitíco de Mérida remitió a! Ministerio de
Fomento dos expedientes formados con
motavo dfe las solicitudes de Jos indígenas
de San Antonio Papacal y San AnitoniCk
l.uch, pidiendo que se les exipidiera» e^ ti-
tuila dví propiedad de los terrenos baldáov
iiue se hallabatn ocupandio, conforme á esa
ciicuiar de 30 de septiemibre de 1867. bi
linistmo expidió entonces Ja ordeoí» d'e 5
e dicje-míbre de 1868 en que, aclarando >
íiterandb dicha cincuíar, dispuso que fut
488
ran ios mismos Jefes Poíitícos quienes h-
Draran üos títulos en la forma y del 'mcxio
q.u« tío regkimentara e! Gobienno diel £&-
cado. Este lo hizKDi asi en ordeni qnite expi-
dió el Poder Ejecutivo oom feoto 19. de
enero <ie 1869, mandando qué los Jefes po
líticos <lispusieran la nijensura de e»os t^
rrenos y libraran á los rnteresados k>s n«tí^
pectívos títulos de propiedad, previa^ apro-
bación del mismo (iobierno dH Estado.
Estos tituíos son, pues, firmpes y- váíídois, a
pesar de haber sido librados .como por- vii
de excepción y sm <Aserviaiiiida de ias r<^
glas generales,
XI
Tenmáno aquí este breve' estudio^ na s;n .
temor de haber incurrido, como dije al
principio, en algún error involuntario; cu-
ya rectificación espero de quienes son más
competentes que yo en esta obscura .y di- .
frcil materia; pero de todos modos, abri-
go la esperanza de que él pueda ser de al-
guna utilidad á los propietarios de fincas
rústicas, á los agrimensores y á. mis ho- .
norables compañeros de profesión, aunque
no sea más que para facilitarles el regis^
tro, que siempre es penoso, de las leye5
relativas á la materia; y sí asi fuere, me
consideraré ventajosamente compensadi
del tiempo y del trabajo que dediqué á es
te pequeño estudio.
4Sa
BJSQI8TR0 de Um Leyes, Deoretoe Vrdenes, Aeuer-
tíos y Vireularesi^t^ se dtanm el anterior estudio.
'^Real Instruceión" de 15 <1« ocibubre <k
1754- — Colccdóade kyes de Dublán y Lo-
zamo.: — ^Toctuo $xrimero, página 13, número
si^e.
"Real Céduia'' de 23 de marzo de 1798.
— Coíecoión d'e Dtibllán y Lozano. — ^Tomo
primero, página 69, númiero 30.
"Constitución Española die 1812." — La
gii^na colección,: — Tomo primero, página
\!\.g número 96.
".Decreto*' die Has Cortes Españolas de 4
de enero de 181 3. — Colección y tomo ci-
tados, página 397, número 107 y Pandec-
tas hispano-mexicanas. Tomo segundo,
página 302, núm-ero 2,474.
"Decreto" del Congreso Constituyente
de Yucatán de 21 de agosto de 1823. — Co-
lección de Peón y Gomíra*— Tomo prime-
ro, página 2.
'Decreto" de 27 de agosto de 1823.—
Colección y tiomo citados, página 16.
"Ordenes" de 29 de enero y 7 de abril
•4e 1.824.— -Colección Y tomo citados, pági-
nas 75 y 100.
*'Ley" del Congreso Geníeraíl Constitu-
nte de los E&tadbs Unwdos MexicaníCB
18 de agosto de 1824. — ^Cól^ección dt
Ponce y Font ^62
490
Dublán y Lozano. — ^Totiio ¡primero, pagifla
712, número 416.
''Ley'' <kl Estado de 2 de didembrv dic
1825, publicada en 13 de abril de. 1626.—
Colección de Peón y Gondra,— :Tonio se-
altando, ipágina 37.
*'D€cret?o»s" y órdenes del Estado d'e 20
y 26 de octmbre de 1827 y 26 de, juíro d-e
1 831. — Colección y tomo citados, págs. 94
97 y 225.
"Ley" del Gotfiigreso General de 6 de
abril de 1830. — Colección de Calvan jto*
nio q-uinto, página lOO, y la de Ehiblin y
Ijozatio, tomio segundo^ página 238^ núme»
ro 809.
Ley" deJ Estado de 28 de diciembre d^
1833. — ^CoIección de Aznar, tomo pri«niiero
página 155.
"Decreto" de 20 de abril de 1837. — Cv
lección y tomo citados, página 260. ~
'*Tvey" de 5 de abril de 1841. — Coíecokó^:
rie Azniar, tiomo segundo, página 116.
**Ley'" de 26 de agosto de 1842. — (jxtc
ción y toimo citados, página 215.
"Decretos de 16 y 17 de noviembre de
1843." — La misma colección. — 'Tomo se-
gutiido, páginas 285 y 288.
**becn^W de 27 de abrÜ de i844.-t-0>
lección V itómo citados, página 318.
"Acuerdos" de 6, de septiembre, ii, 8 ;'
18 de octubre, 13 de noviembre y 2 de di^
ciembre de 1844." — Colección y tomo cita
dos, páginas 347, 350, 3Si» 352, 368 y 37]
491
'Reglaim^to" d-e cok>ni/.acióiti de 4 <k
ákkwtbre de 1846. Colección de Dü'blán y
Lozano^ tomo quinito, ¡página 229, númie
ro 2,931.
"Decreto*" die 2 y 5 de marzo de 1847
— Coleoctón de Aznar, tomo tercero, pági-
na 105.
_ **Ley'' de 3Ó de abril de 1847. — Colección
y tomo diados, págima 13a
•'Acta'* dte jiefornias conatitucionates de
21 de mayo de 1847.*— Colección de Du-
b!án y Lozano^ tomo quinto, página 275
número 2^982.
^'Decretofi'* de 17 y 24 de agosto dt
1848.— -iColeccíón de Aznar, itomo terceroj
páginas 217 y 223.
"Decreto*' de primero de abril! de 1851*
- — CbJeoción die Ancona, tomo primero, pá-
gina 59.
"Decreto** de 25 de noviembre de 18^3.
— ^Colección de Díublán y Lozíaino, tomo
Sexto, página 776, número 4,118.
''Ley** general dte 16 ée febrero de 1854*
*— 'Colección) d¡e Dnblán y Lx>zank>, itomK)
séptimo, página 51, número 4,211.
''Decreto*' de 7 dé jnlio de 1854.— La
misñm Colección, tomo séptimo, página
228. •nú'mero 4,276.
"Lev** dIe 3 de diciembre de iSt^t;. — Co-
Jección V lüomo citados, página 627, núme-
ro 4,.';88.
"Circuilar" de 4 de octubre de i8.í;6,—
492
Lá misma colección, toitia octavo» pá^na
273, dijúmero 4,818.
'^Decreto*' de 16 die octubre de 1856. —
Coiliecoiión y tomo citados, página 269, nú-
mero 4,811.
''Circular" de 28 de octubre de 1856. —
La misma colección, tamo octavo, página
2^7^ número 4,818.
*1(jo<nstitución" de 1857. — «Colección y
»tomo ciitiados, página 384, námiero 4,888.
^'Decreto'' del Estado de 3 dte enero de
1857. — Colección de Ainoctia, tomo prime-
ro, página 386.
''Decreto" del Estadb de 26 de febrero
de 1862. — ^La misma coSeodón, tomo se-
gundo, página 28Q.
''Decreto" de 9 de octubre ce 1862 — La
misma colección, toimo tercero, página 16.
"Ley"^ general de 20 de julio de I86^
— 'Colección de Dublán v Loeano, tomo no^
veno, i>ágina 637, núnuero 5,893.
''Circular" de 30 de septierntore de 18^7,
—•Lia mis-ma colección, tomo décimo, pég.
86, número 6,124.
"Orden'* Suprema de 5 de diciembre de
1868.^— Colección de Ancona, tomo terce-
ro, f^^gina 312, en miOita á la que sigue:
"Ordlen" dieil Ejecu<távo del Estado de 19
He enero de i86g. — Ibídonn.
''Circular'' de 10 de diciembre de 1870.
— LegslacLón y guía de terrenos bald.íos,
.^or el Lie. José Díaz Leal página 30.
lívDICE.
^- . . . * " .' íü
Biografía dd. Autor- . * . . ^ . v
: r ; ; ; leyendas
- EPÍSODIOS Y TRADICIONES.
Doña- Inés de Saldaña- ,...*. 3
Don Juan- de MontefO/ . ... . . . 13
EF Viejo Núfiez Melián. v . . . . 35
La Cruz del- callejón. *...... 41
tars almohadas prodigiosas. ... 57
'*Sic semper/'. * 63
La cita misteriosa. . v ...... 65
Idilio fúnebre. .• .- V . .,..., 91
Doña Lu2. .-.......*. 95
Los Héroes de Tíhosuco. ..... 103
La: realidad de un sueño. ..... 119
i- 'ENSAYOS LÍRICOS.
"Lumert incóelo/'; . . . . ^ . . * 197
Desvatííóí; : ^ . ^ / ¿ . /:. . - .- 199
494
A Pedro I. Pérez. . 203
A Cristóbal Colón. . . .' 205
Junto á la tumba de la niña María
Rosario Lizardi 209
'*E1 Tiempo." 213
Rosa Mística 219
De Veracruz á México 221
Llanto del corazón 229
El nadador y la corriente. ..... 231
El Sábado de Gloria. ...... 233
El Reloj • . • . 235
Julio Cesar 237
Contrariedades . . . -. 241
Problema * • , 243
Solución problemática 245
Elegía . - . 242
Imposible 251
Ante un Crucifijo 253
Dios 257
Querellas. ............. 2«;«;
Afrodita ^^
El Ave negra 265
Gloria, dicha y amor. • 20;^
A Felicia 269
Navidad -271
A mi amada. 279
DISCURSOS, ARTÍCULOS SUELTOS,
Discurso en contestación al del Sr..
Lie. Don Juan Francisco Molina
SoMs 285
495
Discurso ()ronunciado el 29 de Ju-
nio, festividad de San Pedro y
San Pablo, en la asamblea gene-
ral solemne de la ''Sociedad Ca-
_ tólica.". 301
Discurso acerca de la educación
cristiana de la mujer. ...... 313
La Iglesia Católica y la libertad. . 32.3
El Yugo de la Verdad 371
Pensamientos acerca del racionalis-
mo 383
México y el protestantismo. .... 397
; Jesuítas! 40.5
La Inmaculada Concepción. . . . 427
Los funerales y la inhumación del
limo. Sr. Obispo Carrillo y An-
cona. . ; • • • 433
La Diputación de Comercio, Da-
tos históricos 443
Los títulos de propiedad de tierras
expedidos por el Estado de Yu-
catán 464
Registro de las leyes, Decretos, Or-
denes, Acuerdos y Circulares que
se citan en el anterior capítulo. , 489
/S