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Full text of "Obras del Dr. D. Bernardo Ponce y Font. Prosa y verso"

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l^arbaríí  College  ILíftrarg 


FROM  THE 


SALES   FUND 


Established  under  the  will  of  Frangís  Sales,  Instructor 

in  Harvard  College,  1816-1854.    The  income  ís  to 

be  expended  for  books  *'  in  the  Spanish 

language  or  for  books  illustra- 

tive  of  Spanish  history 

and  literature.*' 


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BIBLIOTECA 

DE 

AUTORES   MEXICANOS 


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SALlllM.l.l 


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CXú/í^  •'UmaÍ*-' 


BdüND.   SEP    19    1910 


biografía  DEL  AUTOR 


Taií  ^actenso  es  él  territorio  de  la  República  y 
kasta  poco  há,  rélativainente,  est&ban  tan  aisla- 
das nna¿  de  Otras  las  diversas  comarcas  que  lo 
fonnan,  qae  nttda  de  raro  tenía  'que  no  solamen- 
te en  un  confín  del  país  se  ignorara  ,^a  existen- 
cia de  hombres  de  mérito  que  vivían  en  otro,  si- 
no qne  aun  eti  la  misma  Capital  se  desconocie- 
ran muchas  veces  los  trabajos,  los 'afanes  y  la 
personalidad  de  aquellos  que  nunca  habían  per- 
dido de  vista  el  campanario  de  su  pueblo  y  que 
hábfán  pasado  largos  años  de  su  vida  encerrados 
en  am  gabinete  cultivalndo  las' ciencias  6  las  le- 
tras y  dando  á  conocer  dé  tarde  éh  tarde  los  fru- 
tos de  sus  vigilias  eñ '  periddicois  dé  la  localidad 
é  en  libros  que  no  traspasaban  las  fronteras  de 
•u  Eiltadó  natal,  y  que,  por  lo  misnio,  no  exis- 
tieran para  los  superficiales  habitantes  de  la  me- 
trópoli; muchoB  de  los  'éuales  todavía  profesan 
de  buena  fe  la  creencia  de  que  la  fama  sólo  pue- 
de asistir  a  Ibs  <iue  con  frecuencia'  pisan  el  aís- 
íalto  de   nuestras   principales   calles   y '  se   resig- 

Toiicé  y  Foiit.— A. 


VI 

can  á  dejar  nn  aldea  para  venir  á  recibir  el  bau- 
tismo de  la  celebridad  en  esta  ciudad. 

La  facilidad  de  comunicacionee,  el  mayor'  m<h 
Timiento  que  hay  en  todoe  sentidos  en  la  RepA- 
blka,  la  extensión  de  los  ferrocarriles,  y  los  ba- 
jos portes  del  correo  han  hecho  desaparecer  en 
gran  parte  ese  aislamiento,  y  conseguido  que  lo» 
mexicanos  nos,  vayamos  conodendp  unos  á  otros, 
que  nos  aproximemos  y  que  podamos  apreciar  eD 
lo  que  valen  ft  los  que  en  lejanas  provincias  se  de- 
dican al  cultivo  de  algún  ramo  del  sab«r  humano. 

Ehitre  ellas  se  distingue  la  península  de  Yuca- 
tán, centinela  avanzado  de  nuestra  nacionalidad 
yor  el  Oriente  y  que  trabajada  por  las  .revolucio- 
nes que  han  conmovido  este  suelo  y  por  la  desaatro 
sa  guerra  de  castas,  ha  estaño  muchas  veces  casi 
olvidada  de  las  gentes  del  centro,  por  más  que 
haya  dado  al  país  numerosos  y  distinguidos  hom- 
bres públicos  como  Quintana  Roo,  Sainz  de  Ba- 
randa,.  Bejdn,  Escudero,  Sierfa,  etc^  y  otros  mu- 
chos: tranquila  ya,  como  el  resto  de  la  Repú- 
blica, cada  día  son  más  freicuentes,  sólidas  y  cor- 
diales las  relaciones  que  unen  á  las  diversas  frac- 
ciones políticas  de  esa  península  con  sus  seme- 
jantes del  interior,  y  son  niás  apreciados  y  me- 
jor conocidos  sus  escritores  y  periodistas,  «ns  sa- 
bios y  hombres  de  letraii. 

Entre  los  contemporáneos  ocupa  honroso  lugar 
el  Sr.  D.  Bernardo  Ponce  y  Fpnt,  cuyas  obris 
recientemente  se  han  publicado  en  esta  capital, 
y  del  que  nos  proponemos  dar  unos  ligeros  apun- 
tes biográficos  para  que  vayan  colocados  al  fren- 
te de  esas  obras. 


va 

Nació  el  día  23  de  mano  de  1848,  &  oriUas  del 
Golfo  de  México,  en  el  peqnefio  puerto  llamado 
Dzilam,  en  donde  su  familia  se  hallaba  de  pas), 
con  el  propósito  de  embarcarse  para  Campeche, 
hojeado  de  los  indios  mayas  que  se  habían  su- 
blevado y  que  asolaban  el  Norte  y  Oriente  de  la 
península,  asesinando  &  tocios  los  individuos  de 
rasa  blanca  que  encontraban  indefensos,  sin  res> 
petar  sexo  ni  edad;  tres  días  después  de  nacido 
fué  llevado  &  Campeche  y  bautizado  en  la  In^lesia 
de  San  Román. 

Fueron  sus  padres  el  teniente  coronel  D,  José 
I).  PoQoe  y  Contreras  y  Dofift  Petrona  Font  y 
Gutierres;  el  primero  descendía  de  una  anti^a 
íamilia  yucateca  de  origen  espafiol;  sus  abualos 
paternos  fueron  D.  Manuel  Ponce  de  la  Cáma- 
ra y  Dofia  María  del  Pilar  Contreras,  y  los  ma- 
ternos D,  Bernardo  Font  y  Garda, .  espafiol,  y 
Dofia  Jacoba  Gutierres  del  Castillo. 

Pasadas  las  primeras  letras,  empes6  sus  estu- 
dios hasta  el  curso  de  Filosofía,  en  el  "Liceo  Cien- 
tífico y  Comercial,*'  fundado  por  un  sabio  italia- 
no, llamado  D.  Honorato  I.  Magaloni,  primero  en 
la  ciudad  del  Carmen,  (Laguna  de  Términos», 
después  en  la  ciudad  de  Mérida;  así  mismo  en  el 
Seminario  Conciliar  de  esa  capital,  cursó  las  asig- 
naturas de  Física,  Astiw^omía  y  Trigonometría 
plana,  las  que  regentea!^  entonces  .el  inolvida- 
ble Dr.  Monseñor  Norberto  Domíngues,  honra  y 
prez  del  sacerdocio  y  del  magisterio  del  Estado; 
por  entonces  se  recibió  de  Bachiller  en  Filoso- 
fía* 


vil 

En  esa  época,  en  que  ios  acotitécltóíenfos  polí- 
ticos preocupaban  &  todos  los  mexicanos  que  de 
uno  t  otro  confín  dé  la  Nación  se  dividieron  oii 
dos  bandos,  eí  Sr.  Ponce  y  Font  empuñó  las'  ar- 
mas obligado  por  las  circunstancias:  eñ'  princi* 
pios  del  año  de  1867. en  que  á  consecuencia  de 
la  decadencia  del  Imperio,  empezaí'on  '  á  apare- 
cer partidos  libérales  por  todas  partes,  en  Yu- 
catfin  no  faltai'oh  algunas  de  éstas  y  para  com- 
batirlas salió  el  coronel  D.  Arturo  Peón  con  el* 
Batallón  de  Seguridad  de  Mérida,  en  el  que  co- 
mo soldado  voluntario  al  principio,' '  y  después  con- 
jel  grado '  de  sargento  prinierof,  presto  sus  serví' 
cios  el  señor  Font,  que  apenas  coñtAbia  18  años 
de  edad;  las  dos  veces  que  la  ciudad  de' 'Mérida 
fué  atacada  por  el  General -D.  Manuel  Cepeda 
Peraza,  se  encontró  en  ía  Ciudadelnf  de  San  Be- 
nito, contribuyendo-  á  defender  la  capital  del  Fs- 
tado. 

Asimismo,  estuvo  presente  áJ  sitio  de  Oampe- 
che  en  abril  de  ese  misino  año,  entre  las  fuerzas 
que  defendían  la  plaza  ft  las  órdenes  del  general 
D.  Juan  Espejo,  contra  las  sitiadoras  acaudilla- 
das por  el  titulado  general  Bríto  y  D.  Pablo  Gar- 
cía, primer  Gobernador  dé  ese  Estado.  En  se-  • 
guida  acompañó  á  su  padre  el  Teniente  Coronel 
D.  José  D.  Ponce,  que  háMb  sido  nombrado  Pre- 
fecto* Político  y  Comandante  Militar  del  Depar- 
tamento de  la  Laguna,  ft  tomar  posesión  de  iSu 
empleo. 

Terminada   la  guerra  del  Imperio  y  algo  paci- 
ficado Yucatán,   volvió  D.   Bernardo  íl  Mérida  á 


IX 


dedicarse  á  sus  estudios:  ingresó  ft  la  cátedra  áe 
Jurisprudencia,  donde  fué  discípulo  del  LiC.  D. 
José  D.  Rivero  Figueroa;  y  por  fin,  en  12  de  no- 
riembre  de  1872,  después  de  sustenta!  un  bri- 
llante examen,  obtuvo  el  título  de  licenciado  en 
leyes,  profesión  &  la  que  d¿sde  entonces  se  ha 
dedicado  y  en  la  que  ha  alcanzado  numerosos  y 
merecidos  lauros.  Bu»  15  de  abrii  de  18 1 4,  con- 
trajo matrimonio  con  una '  distinguida  dama  me^ 
ridana:  la  Srita.  Da.  Feliciana  Cámara  y  Lu- 
i&D,  y  hoy  su  hogar,  donde  siempre  ha  habitado 
la  felicidad,  tiene  el  encanto  y  la  animación  que 
le  dan  ocho  vastagos  que  Üe  esa  dichosa  unión 
viven. 

Sus  arraigadas  ccinviccioni<í  pohticas,  e)  justo 
orgullo  profesional  qué  le  inspira  su  posición  y 
la  independencia  de  su  carücter,  le  han  impues* 
to  como  regla  de  conducta  jamás  8ol¡cita,r  ningún 
empleo  público  y  aun  rehusar  algunos  que  se  le 
han  ofrecido,  conformándose  con  algunas  suplen- 
cias que  no  le  impiden  ejercer  su  noble  profe- 
sión; sin  embargo,  nunca  ha  rehusado  su  concur- 
so cuando  se  ha  tratado  del  bion  público,  y  ha 
desempeñado  con  eficacia  y  bastante  acierto  mu- 
chas comisiones,  que  conociendo  sus  .talentos  y  su 
saber,  se  le  han  confiado. 

En  agosto  de  1872,  el  General  D.  Vicente  Ma- 
riscal lo  nombró  Síndico  segundo  del  Ayuntamien- 
to de  Mérida;  en  noviipmbre  de  1874  fué  electo 
Magistrado  3o.  Supernumerario  del  Tribunal  f?u- 
perior  de'  Justicia  del  Estado;  pocos  niése's  des- 
pués   fué   electo   también   Ser.    Suplente    del   Jnz- 


gado  lo.  de  la.  Instancia  del  Departamento  de 
Mérida:  en  enero  de  1883  volvió  &  ser  agraciado 
con  la  elección  de  Ser.  Magistrado  Supernume' 
rario,  desempeñando  en  esta  vea  el  cargo,  así  co- 
mo el  de  propietario,  durante  varios  mesesi  en 
1887  renunció  el  de  Fiscal  supernumerario  del 
Tribunal,  porque  sus  negocios  particulares  le  im- 
pedían atenderlo.  Rn  ese  mismo  año  recibió  el 
nombramiento  de  2o.  Magistrado  suplente  del 
Tribunal  de  Circuito  que  tenía  su  asiento  en 
Mérida. 

También  en  el  poder  legislativo  ha  prestado  dis- 
tinguidos servicios  el  Sr.  Ponce  y  Font:  perte- 
neció ft  la  XVII  legislatura  local  que  fué  electa 
en  noviembre  de  1897;  formó  parte  de  la  siguien- 
te y  pertenece  &  la  actual,  elegida  en  1901. 

Católico  sincero  y  ferviente  como  por  fortuna  lo 
son  la  gran  mayoría  de  los  habitantes  de  la  pe* 
nínsula,  en  cuanta  oportunidad  se  presenta  pres- 
ta su  valioso  y  desinteresado  concurso  A  todo  lo 
que  redunde  en  mejor  gloria  de  Dios  y  prosti* 
gio  y  esplendor  de  nuestra  sanita  religión:  para  la 
defensa  de  ella  y  combatir  las  tendencias  de  perse» 
cución  que  un  grupo  de  fanáticos  jacobinos,  que 
de  buena  ó  mala  fe  se  llamaban  liberales,  querían 
Iniciar  en  Mérida,  se  fundó  en  1877  la  "Sociedad 
Católica,"  para  cuya  Secretaría  general  fué  lla- 
mado con  unánime  aplauso  el  Sr.  Ponce  y  Font. 
Debido  á  sus  convicciones  religiosas  y  &  los  só- 
lidos y  vastos  conocimientos  que  posee  en  todí)a 
los  ramos  del  Derecho,  en  enero  de  3891,  el  limo, 
Sr.  Obispo  de  Yucatán,  Dr.  D.  Crescendo  Carri- 


XI 

lio  Ancolia^  de  tan  grata*  memoria,  le  confirió  el 
grado  de  Doctor  en  ambos  derechos.  Fué  un 
premio  merecido  por  la  circunstancia  rcrferida  y 
porque  no  estilándose  ya  otorgar  ese  grado  en 
los  estudios  profesionales,  ha  quedado  resertado 
únicamente  para  los  hombres  que  al  estudio  reú- 
nen el  valer,  el  talento,  la  laboriosidad  y  reve- 
lantes cualidades. 

Comisiones  y  encargos  que  acreditan  la  estima 
y  aprecio  que  se  hacen  de  las  luces  y  experien- 
cia deJ  «efior  Ponce,  bastantes  ha  recibido  y  las 
que  vamos  á  enumerar  confirman  lo  que  hemos 
dicho. 

Kn  marzo  de  1882  fué  nombrado  por  el  enton- 
ces gobernador  del  Estado,  general  D.  Octavia- 
no  Rosado,  para  formar,  en  nniOn  de  los  señores 
Lie.  D.  Agustín  Vadillo  y  Don  Joaquín  Ancoua 
el  proyecto  de  las  bases  que  habían  de  servir 
para  los  contratos  que  iba  &  celebrar  el  £«stado 
con  los  Bancos  "Nacional"  y  "Mercantil  Mexi- 
cano" para  el  establecimiento  de  sucursales  de 
ellos  en  la  ciudad  de  Mérida:  aprobado  en  un 
todo  ese  proyecto  mediante  él  se  celebró  el  con- 
trato con  el  "Banco  Nacional,**  no  habiéndose 
hecho  otro  tanto  con  el  "Banco  Mercantif*  por 
no  haberse  resuelto  este  &  extender  ni  entonces 
ni  ahora^  sus  operaciones  al  grado  que  necesita- 
sen sucursales. 

En  agosto  de  1901,  cuando  se  trató  de  reorgani- 
zar la  antigua  "Diputación  de  Comercio,**  nom- 
bre que  en  la  Península  ha  llevado  desde  la  épo- 
ca colonial  la  Junta  directiva  de  la  Cámara  de 


XII 

Comercio,  fué  nombrado  Secretario  de  la  Dipu 
tación,  y  en  unión  del  conocido  patiiota  Don  Juan 
Miguel  Castro,  consiguió  reoíganizar  del  todo  tan 
útil  é  impoitante  institución  y  formarle  sus  esta- 
tutos, que  aun  rigen:  el  mejor. «logio  que  puede 
hacerse  de  esa  labor  es  que  de  entonces  acá  no 
ha  .  habido  necesidad  de  hacer  ninguna  reforma 
en  esa  institución. 

Por  último  en  Junio  de  1804  fué  nombrado  so- 
cio correspondiente  de  la  Academia  jle  Legisla- 
ción y  Jurisprudencia,  establecida  en  México  y 
que  ñ.  su  yee  es  correspondiente  .  de  la  Real  de 
Madrid. 

Las  ocupaciones  de  su  profesión  no  han  imupe- 
dido  al  sefioF  Ponce  y  Font,  dedicarse  á  las  la- 
bores literarias  y  periodísticas  por  las  que  siem- 
pre ha  sentido  afición  y  que  es  de  deplorar  qui? 
no  les  haya  dedicado  mayor  espado  de  tiempo. 
Prueba  de  lo  competente  que  es  en  estas  mate- 
rias son  las  páginas  que  va  á  recorrer  el  lectoi 
y  que  no  forman  mAs  de  una  pequeña  parte  de  Jo 
que  aquel  ha  escrito. 

En  el  periodismo  siempre  ha  defendido  •  las  sa- 
nas ideas  de  política  y  de  religión  que  son  las 
únicas  que  pueden  causar  bienes  &  nuestra  pa- 
tria; sus  escritos  reposados,  profundos,  lumino- 
sos, tienen  por  tema  el  desarrollo  de  alguna  fdea 
práctica,  el  fomento  de  algo  bueno;  jamfts  se 
ha  mojado  su  pluma  en  hiél  para  saherir  ó  ridi- 
culizar ideas  agenas  ó  personalidades  contrin- 
cantes, para  sembrar  odios  ó  para  conquistarse 
enemigos: 'no   puede   citarse   persomi   algusia   que 


XIII 

por  sus  escritos  profese  prevención  ó  mala  vo- 
luntad kacia  el  señor  Ponce.  Periodista  sere- 
no y  atildado  escritor,  ha  sabido  conquistarse 
simpatías  aun  entre  los  que  profesen  ideas  dis- 
tintas á  las  suyas  y  crearse  una  reputación  co- 
mo hombre  de  letras  que  es  igual  á  la  que  dis- 
fruta como  abogado  de  ciencia  y  de  conciencia. 

"La  Revista  de  Mérida,"  antiguo  y  acreditado 
periódico  político  de  la  capital  de  Yucatán,  y  que 
en  un  tiempo  le  perteneció,  en  parte,  en  propie- 
dad es  en  el  que  ha  escrito  sus  principales  ar- 
tículos políticos;  también  colaborado  ó  formado 
parte  de  la  redacción  de  **E1  Semanario  Yuca- 
teco,"  periódico  literario;  de  "La  Razón  Católi- 
ca," fundado  al  establecimiento  de  la  Sociedad 
Católica,  y  con  el  objeto  de  defender  á  la  Re- 
ligión á  la  Iglesia  de  los  ataques  de  que  fué  vic- 
tima durante  el  gobierno  de  Don  Sebastián  Ler- 
do de  Tejada;  "La  Ley,"  Semanario  de  Juris- 
prudencia que  fundó  en  unión  del  Lie.  Don  Jo- 
sé V.  Castillo,  y  por  último,  "El  salón  literario," 
que  por  su  nombre  indica  el  género  á  que  esta- 
ba dedicado. 

Conocemos  de  él  además  unas  "Poesías  escogi- 
das," publicadas  en  nn  tomo  donde  se  encuen- 
tran composiciones  de  otros  autores  yucatecos,  y 
dio  á  la  estampa  otro  volumen  que  lleva  por  tí- 
tulo  "Recreos  literarios"^  Recientemente  ha  pu- 
blicado otras  dos  de  gran  utilidad  llamadas,  una 
-"Colección  de  Leyes  y  demás  disposiciones  de 
interés  general,  expedidas  por  los  Poderes  Eje- 
cutivo   y^   Legislativo    de    Yucatán,    desde    1897 " 


y  la  otra,  "índice  general,  por  orden  de  mate- 
rias, de  lafl  Ck)Ieccione8  de  Leyes  del  Estado  de 
Yucatán,  formadas  por  Don  Eligió  Ancona  y  iJon 
Antonio  Gisneros  C&mara,"  ambas  de  gran  im- 
portancia local  para  Yucatán.  De  la  primera,  he- 
cha con  autorización  del  gobierno  del  Estado  lle- 
va ya  publicados  dos  tomos  de  texto  y  uno  de 
índice;  el  tomo  tercero  está  actualmente  en  pien- 
sa. 

En  cuanto  á  los  escritos  del  Sr.  Ponce,  que  pu- 
blicamos en  este  volumen,  el  público  lector  de  la 
''Biblioteca  de  Autores  Mexicanos"  podrá  juz- 
gar acerca  de  ellos:  la  primera  parte,  ó  sean  las 
"Leyendas  y  tradiciones"  está  inspirada  en  di- 
versos episodios  la  historia  de  la  península  yuca- 
teca  que  tan  bien  conoce  el  autor  y  ya  sea  en 
verso,  ya  en  prosa  como  los  de  "Los  héroes  de 
Tihosuco"  y  "La  realidad  de  un- sueño,"  acusan 
perfecto  conocimiento  del  idioma  y  facilidad  7 
elegancia  en  la  versifícacidn ;  otro  tanto  puede  de- 
cirse de  la  parte  que  lleva  el  modesto  titulo  de 
"Ensayos  líricos;"  el  hombre  de  letras,  y  católi- 
co sincero  y  entusiasta  al  mismo  tiempo,  está 
dado  á  conocer,  en  los  artículos  sueltos,  que  úni- 
camente tienen  el  defecto  de  ser  en  tan  corto 
número,  desearía  xmo  tenerioe  en  mayor  canti- 
dad para  poden*  gustar  más  de  toda  la  sana  doctri- 
na, de  todas  las  máximas  y  buenos  principios  de 
que  están  saturados.  Por  último,  el  jurisconsulto, 
amante  de  su  profesión  y  profundo  conocedor  de 
las  leyes  y  doctri/nas  se  nos  revela  en  los  últimos 
escritos  que  contiene  y  en  el  tíno  con  que  en  eíias 


XV 

sabias  y  eraditas  disertaciones,  analiza  la  legis- 
lación rigente  en  ciertos  asuntos,  señalando  sus 
deficiencias  y  sus  adelantos;  sus  ventajas  y  los 
defectos  qae  fácilmente  pueden  corregirse. 

Ni  serán  las  que  hemos  resefiado  ligeramente, 
las  únicas  producciones  del  sefior  Ponce  y  Font, 
ni  serán  las  últimas;  pues  además  de  que  aun 
debe  de  tener  algo  inédito,  todavía  debe  de  es- 
cribir más;  y  decimos  que  debe,  parque  para  uv. 
hombre  habituado  á  manejar  la  pluma  y  estu- 
diar continuamente,  el  legar  á  la  posteridad,  los 
frutos  de  su  ingenio  y  el  producto  de  sus  estudios 
7  yigilias  es  una  obligación  imprescindible,  so 
pena  de  faltar  á  una  de  las  condiciones  que  se  le 
impusieron  al  ser  dotado  por  Dios  de  inteligen- 
cia y  de  talento.  Y  es  tanto  más  agradable  el 
cumplimiento  de  esta  obligación,  cuanto  que  con 
él  se  cnltiyan  esos  dones,  se  tiene  grata  distrac- 
ción y  se  deja  perdurable  recuerdo  de  una  inma- 
culada existencia  dedicada  toda  entera  al  estudio 
y  á  la  meditación,  un  nombre  honrado  que  sus 
descendientes  llevarán  con  orgullo  y  se  esmera- 
rán en  honrarlo  aun  más. 

Mexioo^  enero  de  1903. 


I.EYENDAS.  EPISODIOS 


TRADICIONES. 


r  /    •'•.'■' 


i 


DOÑA  INESDESALDANA. 


LEYENDA  ÜÍSTÓRICA. 


Uta  anciano  resipetaWe 
me  contó  íla  triste  hiiSitoria 
que  he  giuai-daido  «es  lá  imemoria 
cual  reliquia  'venerafc'te. 
Ho)y  repeti«>s  me  eS  úsMt 
sus  .palahnas  min  á  una: 
es  la  l-ección  qpai<tíu'na    . 
y  oportuma  Ja  ocaisión,  . 
qluie  hay  quienes  di  corazón 
canfíaii  á  la  fortuínia.   ,  ; 


a 


Poco  aficioniaido  á  cuentos, 
,  elijo  ía  fíeatidad, 
iporque  es  stempre  ü-a  verdad 
•más  ittil  que  los  inventos. 
El  año  irtíl  setecienltos 
y  nueve,  qftie  dieH  olvidio 
en  lia  sima  ya  ¡ha  caído, 
la  triste  historia  pasó 
que  el  ainciama  relató 
con  acentd  conmovido. 

"En  unía'  noche  sombría 
como  las  dlidias  diel  aima, 
íQaiqílp^e ;  eriy>r(#iJiiiik.'Cáíhla  / 
.tranquilamenite  dormía. 
Ni  un  ileve  cuinjoír  v>ema 
aquella  cailníia  á  iturfear,  /  ' '  ' 
y  ni  al  pnoceloso  mar, 
gigiaoite  cínitonces  dormido 
en  IbCandb  üjecho  mullido, 
se  escuichaha  miurmurar. 

Sólo  en  un  alto  bafcórí   ' 
de  un  edificio  «esípaciioiso,* 
qiue  era  ínograr  de  un  genero^ 
hidaCigio,  die  gran  Wasón,  .  ■ 

imirábaise  lá  la  sazóm  "   -  I 

cómo  indlecisa-brilíába  ' 
-une!  liuz,  y  se  ocultaba, '  í<^ 
y  luiego  á  'brillar  volvía 
tíietrás  dte  Ca  oeCos-ía^       ■  ■'  ■  'i\  ■ 
jone  la  ancha  puerta  ddbitiaba; 


En  este  nioo  aipasento, 
devorawdb  pétta  extraña, 
estafca  Inés  «efe  Saü<íáña, 
íla  foeroína  «dle  mi  ctuentio. 
Fijaba  Sil  pensaimienito, 
ilenio  (de  cruel  ¡aimargtira; 
en  su  inimejisa  <íesvehtura, 
y  poseída  ide  espanto, 
dejaba  correr  éd  «llanto  ' 
la»  fluiente  abuiíáosa  y  ptura,. 

Sus  gramdtes  azules  ojos, 
qu-e  antes  da  dicha  albergaban, 
tristes  somlbras  hioy  velaban, 
friíto  de  cruielles  enojos./ 
De  s«us  flaibiós  siempre  rojos.  ' 
como  la  fkxr  tld  granado,^ 
<el  caTmín  sé^'hafeía'  aits-entadó, 
y  la  cnieí  ime!lia«iic.oHa 
ya  con  sus  tintes  habíSi    '    ' 
'los  rojos  'laJbioé  sombreado. 

Era  su  íPeíhitt  sierena, 
virgiinal  y  sin  manciilk, 
coma  »la  luna  que  brife 
lem  noche  d^e  encantos  Mena; 
visión  que  el  alma  enajena^ 
stieík)  die  gratoé  amores, 
cuando  libre  d(e  dolores 
un  tiemipo  iniofclI<e  se  erguía, 
y  affi  ía  vi¡rtluicf  lucía 
sius  fulgíentes  résplanííores. 


] 


6 


Mustia  y  palkla  hacia  'd  atuelo 
ahora  triste  st-ffiídinaba, 
como  flor  á  qfue  faltaba 
la  apacible  luz  del  ciedlo. 
¡Pctbre  niña!  ^el  tdesoani&ueto  .■■-., 
sti  frente  -hirió  con  «1  ala; 
dicísvaniecióse  la  gaSja 
óe  sil  esplénidlildia  beSeza, 
y  -etti  brazos  <íe.  ía  tristeza, 
d-el  ddlor  subió  -.z  escalia. 


II 


iLas  restos  de  una  'bujía, 
4e  ía  .muerte  lenitre  la«  ansias,  .       '  . 
sus  r^oil3bun<Jos  Tef lejqs 
'áe  vez  len  cuandb  lanzaban* 
Las  somibras  sluis  megras  toca? 
extendíattii  em  tai  s;ala,.  .    •       . 

y  fes  síoimlbras  tuntas  vieceg 
y  otras  la  Ibz  dbminialbain. 
Fué  eí  sííiencio  ínterrwm'pi<lo 
!por  diois  grave^  caimipiaiiiaidias  . 
cjiuie  sonaron  en  la  iaorr^ 
de  Ja  iglesia  más  cercainaL 
— ¡Las  Ad«s,  y  ArtuTo  tno  víeíne, 
exdlamó'  la  itrís:te  úasmsi^ 
y  á  las  dooe  'de  la  tfnoche 
im»e  ofreció  venir  sin  faikaí 
Arturo  me  ha  iproimeti<foi 
ser  mí  esposo.,,  ¡oh  Diosf  me  engañar. 


¡  Vanos  son  su6'  iursMnentos 
y  stts  (promesas  liviasias, 
que  eü  vienta  <lel  desengamo 
domo  á  la  fúabfLa  Kk&garra! 
¡  Heme  aqvá,  triste  y  á  «olas ! 
•¡  Heme  aqui  ya  sb^doaiB^, 
tnarchka  <de  la  iinocen^bi 
Ha  íCor  ide  suakve  fragancia ! 
'Así  dijo,  y  á  sus  ojos      ' 
sui^ieron  íuentes  <ie  lá^knaá 
y  á  sus  laibios  contraídois 
ipor  la  «pena  tnás  laimafg^, 
ijuejas,  reipnocSiies,  so1fto2x>s, 
tristes  tatmentos  del  añtma. 
Ddbló  ante  el  <íoik>r  la  fre«te, 
que  es  el  <k>íar  graíve  carga, 
y  cayó  desfsdteckfei 
Ca  tnujer  krfortMnada. . . 


Por  el  tofcon  más  cercano, 
«un  hombre  -envuelto  eti  su  caipa 
desrizóse  cajutaanewte, 
comna  si  fuera)  un  fantasma^' 
Uleigósie  á  Inés,  levantóla, 
y  !mfiirá«vdlola  cot)  ansia^ 
íj>artir  quiso  «presuroso 
ffl^vaíildo  tati  diulce  carga-. 
Abrióse  una'  puierta  entonces, 
dejando  libre  ta  efitra^áa 
á  un  catoallero  jembozado, 
oamo  el  otro,  «en   ne^m  capa. 
— Por  fin  té  encuentro, — le  dijo 


con  ronca  'voz,  attettEuda 

por  la  oódiera.y  el  oáio,— 

al  fin  t<e  aii)Ouesiitix>,  piraitai 

Laívaré  ie«i.  tu  samigre  iüiipura 

imi  hontia  ipgr  ti  *nuuicil<li»d^ 

— ^Ten»e»(l  la.  kvligua,  Dotii  Jiorge,     . . 

que  yia  mii  cólieca  estalla, 

¿'Mi  saiigtey  decisf  mi  vUia/ 

á  la*  honra  wiestra  hacen  failta? 

¡Vive  Dios,  V€fti4  por  -ellas. . . . ! 

¿qifié  i0siperáis?  ¡venM,  Saidañal 

Así  riejplicó  aiquéí  homíbre, 

y  tiequirieiDdb.ila  espalda, 

esiperó  ya  i9)percabiido 

ipEirai  ]a  rcruenU  íl»tállaw 

Al  escuchat  estas  vooes, 

qiue  hondiaimiente  agitan  su  alma^ 

Inés  volvió  del  letargo 

len  que  el  doDor  la  ená)argaba<, 

(y  (Uti  grítía  Í9m6  dícietKio: 

— ¡Mi  ;padre!....  |  ArtMíToI. . »  Salvada 

•mi  honra  sena,  padre  mío: 

amoja  flejcw;  «ü  ctnna, 

que  me  ha  promdtídto  Arturo 

sier  mi  esposo...  «no  me  engaña, 

que  ha  venido  á  cK>nd ucirmc 

¡haoib  el  atet* ♦ . 

— ^¡Díesdiehada! 
¿  Esiposa  Inés  de  SaMafía 
tú  sueñas  ó  desvarías, 
que  roiba,  -que  incandía  y  mata, 
y  es  .el  terror  de  tais  gentes 


y  «d  azote  -de  las  playas  ? 

¿  Es'posa  ser,  tto  «de  Arturo, 

4|ue  ese  honibre  así  fio  se  Mama, 

sino  dd  fieno  Bailbülas^    ' 

€¿  desalmado  (ñratat? 

i  Ames  ni'U'erta  yo  te  rtiire! 

— ¡Barbillas!  grkó  La  «daim; 

y  el  terror  y  ^U  wergtíefízet, 

(y  ki  duda  y  la.  vengstíDzsí, 

y  mil  pasiones  ét  vieron 

refliejar  en  M  mirada. 

Otra  vez  dtotftó  ía  frente 

dnte  el  dolor,  su  esperm^a* 

mkatidio  dfeitvanecida, 

cuall  cqpo  Kfe  nieve  ¿tenca 

qiue  el  sdí  con  sus  rmos  besa 

en  la  fragosa  ononltaña. 

iLos  ^kxs  hombres  encuibiertos, 

los  ojos  iapzdftÉáo  'llamas, 

se  acometieron  vailíenties, 

lleno  el  corazón  die  raíbia. 

Fué  lerrrbüe  aquedhi  lucha», 

■horrenda  ffoé  ilá  baitaflíla}: 

in<fecisa  la  victoria 

por  largo  tioraipo,  la  pa'lima 

ü  otorgar  no  se  aitpevía ; 

mas  Don  Jorge,  ail  fin,  b  esipada 

de  su  contrario,  en  el  apecho 

^mtió  cómo  |>enetTa(ba. 

Latwó  dblonosa  qúieja, 

miró  á  Inés,  miró  al  Fánata, 

soltó  su  mano  el  acero 

Ponee  y  Font.— 2 


10 

y  en  tierra  cayó  sin  alma. 
'Loca  die  ddlor  y  espanto, 
sudUtiais  r^as  crenchas  doradas! 
de  su  hermosa  caibddera 
en  *Ias  eibármeas  espaldias,    . 
hacia  su  paidire  lianróse, 
y  al  cuenpo  merte  aíbrazada» 
Ddña  Inés  entre  congojas 
siuis  laimentos  ex'hadalba. 
Besó  mil  veces  »el  rositi^ 
en  que  ya  la  nnuieirte  airada 
su  faiz  ¿dUiSta  y  .siombría 
ante  sus  ojos  «mostraba.  ; 
Enitre  sus  manos  convulsas, 
como  flores  aisotadas 
por  el  turbión,  Jas  ád  m<uertio 
con  ansiedad  estrechaba. 
Y  alzó  'la  viQz  oommovida, 
por  el  Clanito  «oítreoortadiai, 
y  "¡pediré! — gritó  Morandio,-*- 
peixloma  ¡oh  pa'dire!  mi  faiíta. 
¡Tú  me  diste  la  exisíttencia,     • 
Yo  de  tu  muerte  sioiy  causa! 
¡Tú  me  diste  amor  sublime, 
y  yo  el  oorazóíi,  liviapa», 
enitregruié  á  un;  desoooocidb 
que  mi  canidíor  engañaiba! 
¿Me  iperdbnas ?  ¡ob,  nespondie ! 
iresiponidie  á  tul  Inés  amadla, 
que  ía  razóni  me  aibandana.  * .  !*' 
Mas  lel  siendit)  selllaiba 
los  labios,  yertos  y  ¡nruldos. 


II 

de  Don  Jiorge  <k  SaJdaña. 
La  verdad  fa«gó  sw  ve*!© : 
la  huérfana  <l'e^cha<ia 
sirttió  •désplomiarse  un  mundo 
d?e  ipeiía  horrible  en  el  alma: 
sus  labios  se  contraj»ei\wi, 
se  extraviaron  sus  miiradas^ 
y  turbó  el  silencio  gra?ve 
9u  oonvulsia  camcajai^. 
¡Loca! — mftimMiró  Barbillas, 
nnojó  su  faz  una  /lágrima, 
¡que  era  tal  vez  üa  primera 
qluíe  á  sius  ojos  asotmaba! 
Vaciló . . .  mtró  »ü  mano 
por  roja  sangre  manchadb, 
y  el  terror  y  Ca  zozobra 
contrajeron  su  faz  páíMlcíaL — 
jLoca! — reipítió  de  nuevo, 
pasó  la  idiestra  crispada 
par  su  frente  sudorosa . . . 
se  emibozó,  al  fin,  en  su  capa, 
miró  á  Inés  y  miró  a3  muerto, 
y  se  alejó  de  k  estancia. 


DON  JUAN  DE  MONTBJO. 

IiBYBNIXi,:,9IiST0BXC^   (1) 

•     I 

Caballero  va  en  cerril 
soberbio  aíazán  tostado, 
Juan  Monrtejia  y  Matáonado, 
apuesto -nubííd' y  gie*itií. 
De  s^u  Postro  vatiomid    ' 
la  torva  y  agKa  expresíóíi, 
'<temue«tn»*^e  é  ía  safitfón, 
•tras  íti  nuibe  «ttel  sérrtWaáite,  í 

(1)  lidfi  peÉwniaJCB  qoeñguTan  en  esta  leyen* 

hItt]daiMiño,'<hqo'de  B.  Joan-  y  dMo  c^  ]>. 
imiclaco  de  Montejjo,  qvien  llev-é  a  téi^iiitiie 


14 

vibra  en  i^  atoa  gigante 
tí  ra^Q.  -da-  una  pasión. 

iFijo  tiene  el  pensaimáento 
y  aíbsorlia  «ni  terrible  kfca  : 
ella  isoíla  enseñorea 
su  a>nig)ustiadk>  enitend'úmieinito. 
Ni  <un  ftigitivio  .momenta 
concede  a)l  dulce  reiposo, 
ni  lall  grato  sueña  ná  all  gozo; 
ique  el  volcán  del  corazón 
arroja^  ;de  uma ,  pjBaa^m  y  -    »  ; 
el  ¡mar  de  fuego  ie^pañtósio. 

Calado  el  anciio  áómlbtfero  • 
y  en  negra  caipa»  enubozada, 
el  camino  dilaítado 
¡venciendo  va  el  caibaUena. 
Ya  al  instainite  postrimiero 
de  su  largo  viaje  el  soil, 


lia  <30Diquista  ^  Tuonl^iii,  nitci6  el  la,  á^  ene* 
ro  de  1557  y  cs&ó  ooHa  Doüa,  M«ría  de  YelasiGio. 
M  MairíBcal  D.  Carlos  de  Luba  y  .áareUimo,  se* 
ñor  de  las  VUlaa  de  Siria  y  Boicp>yia,  (SkaipaQa), 
gobernó  la  Peníiumibaí»  segltoL  OgigoUudo,  des- 
de el  11  de  agosto  de  :^Q04  ha^ta  el  28  de  lUNur- 
zo  de  1612.  Su  *bijo  D.  ilViAtámi  de  Duna,  861o 
eA  conocido  em  la  lUntoíria  por.  haber  ^ijeteii- 
dido,  apoyado. íkkt  su  padire,  obtener^  la  Caieii*!* 
tad  de  empireikdeip.  la  oonuQUiflita .  de  !lo«  Itsi^z, 
lo  caai  no  pudo  lo&i^a^é 


15 

«emfere  wubeá  de  arrebol 
y  de  grana,  estlá  ffiegatido ; 
y  va  su  frenfte  ínclüíando 
hacia  ef  sueio  el  girasol. 

Las  aves  Ibuscain  et  nióo 
que  enitre  í»s  raimas  oolgajioin. 
y  solíoitas  cuiflaron     " 
imaiitener  alli  esócxndüdo. 
Se  oye  dtefl  buho  el  graznidio, 
tdaja  el  íeón  su  cueva  <A>soura; 
y  ea  Ja  revlueílilá  ee¡pesiura, 
qiie  ocuAta  en  sombras  sus  gallas, 
kívanta  el  eco  en  sus  alas 
eJ  ootticierto  dtef  mtírra. 

.El  haz  die  leña  llevaíido 
sobre  sus  ihonubnos  robusitos, 
entre  malezas  y  arbustos 
va   el  ttalbrador  caiminankio. 
Un  aire  maiya  ertfOinain«(k> 
>áe  moDÓtana  ciadfettKcia, 
sin  terrores  de  «concrencia 
y  sin  cuidiatdos  pwDÚiQOs, 
va  á  aspirar  emte  sus  hijos 
del  amor  la  pura  esencia. 

£1  cazadkxr  satisfecho 
cruza  d!él  monte  la  falda, 
:on  el  micrral  á  la  espalda 

la  j'legría  en  el  predio.  - 
Zan  firme  ipaso  M  estrecho 
endeno  obscuro  se  üanza ; 


16 

que  aun  abriga  la  esperamza,  . 
empeño  q.ue,  á  £e,  no  es  raiío, 
ide  hacer  sJu.  ipostner  dispatio 
«mientras  á  su  choza  avaraza. 

Surgen  en  iéaigv^iíío  aibrazo 
il«uz  y  sombna :  el  Sol  se  oculta, 
y  su  ígnea  frenóte  sppuilta 
cíe  'la  noche  en  el  regaizio.         i  k 
•Espiraba  el  'br^e  plazo 
•de  La  viida  de  ajq-ud  día, 
(paira  Don  Ju!adi  de  agonía 
y  «dle  quelbmtirto  iprofutido; 
y  uma  noche  'mé*.  al  nrundo 
ern  las  somlbras  envolvía. 


.:.  II 

*    "¡  Ultraje  tail'  no  devora» 
ni  el  más  ímfimjQ  pechero. . .  1 
¡  Oulál  pulüerai  om  loaíbialleio 
que  honra  y  vaJor  j^t^sona! 
Impaciettiite  espeto  la  hora 
soleim«ne  de  mi  veiñganza;        *; 
esta  es  mi  sola  esperanza 
y  ^tia  la  única  ilusión, 
ítras  la  cuaíl  el  conaizón 
don  sed  tíe  tmuemte  se  lanza. 

¡  A  un  Montejo  y  Maldonia*do 
tal  .uiltraje. . . !  ^vive  Dios! 


17 

que  basto  para  tos  áos  "  ' 

esos  hotmbres  no  han  (piefiisá<loi!  ' 

Con  f)Qcienda  h/é  soportado^    " 

fdishnuliamdo  mi  enojo, 

de  iiiii  encomkatíida  el  ^despojo. . .  (l) 

iTias  los  tütraj^A  ééí  liijo^  '  ' 

sok>  se  lanrafli  ide  ñjo 

oon  sanigfe,  y  verterla-  e^ojo! 

"Hay  quien — la  canta  decía — 
"mieiiitras  vuestóa-  ausencia  dura, 
^'jnafncha  <xm  p&áón  knptira 
*ia  inocencia  oe  M^a." 
— La  diuúa  en  el  aííma  mía     '   • 
despierta  este  l^acomsmo. 
\  Se  aihre  pasa  mi  mn  abismo  ' 
óe  dolor,  d)e  aíi^stiat  horribíe  l^--- 
'"Venid,  Don  Junan,  si  es  posiMe; 
*'si  podéis,  venítf íhíby  mtsracx'' 

"El  honor  dte  vuestro  .nombre 
"ajsí  lo  exig?e  y  demanda, 
"que  en  lenguas  die  txfáo^  <|nda 
**por  las  infamíias  die  ^ii  homlbrie.'' 


(1)  E  Bik>  dte  1605  andianó  D.  Cosfióü  de  liO- 
nai  que  todos  lo¿  eneomendej^os'  eíd&ibiesen  Um 
tftaloe  de  «us  encomiendas,  y  del  examen  pnac- 
ticado  reaidt6  que  deélaiasé  yaoainte  la  de  D. 
Juan  de  Montejo  y  Maldanado;  pero  su  auto 
lé  revocado  por  la  R«al  Andieneia'  dé  Me- 
co, y  la  resolubldii'  de  eéte  ele^^^ado  OMbuin&I, 
iOfitoMiAiu  por  '«l'iBeal  Ctons&jfo  de  Indias; 
Bonee  y  Font.  —3 


.18 

—"Yo  haré  quie  cá  naluttvk)  «ie  asotmbra 
ante  mi  yeqiganza  fiera. ..  \. 
ail  imi&mo  kuíiierQO  atcudieca  I  : 
par  todo  su  pod^rÍQ,      - 
si-ii^o  me  bastara. f^l. ¡mío       : 
para  una  legión  eiitera.      .  ¡i  - 

**¿ Quién  el  xneniguario  será? 
la  esqueSa  sni  nioimibr^  caKa, 
y  an»te  d  cnutel  sil-enicio  csbaKa   .  i ' 
el  furor  que  41^  ahoga  ya.        :         .í 
Mas  indíoándome  e$tk      . 
qmén  es  el  viMano;  aleve 
que  á  uCtnajar  mi  boncH*  se  atreva, . ; 
del  corazón  el  in^^into, 
que  un  necuierdo,  «iHiiica  extinto,   . 
á  hallar  la  «vcrda/d  le  mueve. 

^*E1  es,  mo.  ímy  .'(ÍM¿Iia,.i(?l  villafucv 
que  en  las  caCles  y  (paseos 
anda  sóio  en  devaneos, 
artero  síeimipre  y  íiviamio.' 
Hijo  de  ufi  Líuíra  ATelhuío 
que  á  íiiuiestria  cdlonia'  tfprime, 
y  el  ju;go  d'pl  puefblo  j^prime 
'para  colmar  su  ambí'cióq, 
'   es  Truitó' -de  maMición  . 
qlíé  do  quier  sU  huella  ijpprime,  (i) 


ea  el  n^tifn^o  <Le  loa  buenos  go^xamaKiitee  q^uie    i^ 
gieroi^.dlps  .4emLaof3  de;  ]>a:iPeiiíii6trla>  áe  Yuea* 


19 

f^Mds  de  ese  reptil  inmundo 
quebrantaré  3a.  catbeza. . . 
Su  tmidstd  y  txÁ  ikreza 
espanto  serán  de(  wArnéoi^" 
Asi,  con  ddio  piíoíundo, 
<}ue  el  alma  en  inñeiuK>  tmeoa^ . 
haciendo  t^a  horrible,  mueca^ 
que  espainltx>  diiera  .á  Satán, 
iba  'diciemdQ  .Don  Juan 
ootí  voz  caveriK^sai  y  hueca. 

II 

Pronto  á  las  puertjis  llegó 
de  da  nmy-noble  y  lieal 
ciudad:  la  catle  real 
de  ía  Villa  recoiwió  (i) 
En  breve  tiesnupo  mgo 
i  la  plaz^  en  que  orguOkx^     . 

t&ndtirante  ki  6poca  colonial;  pero  la  pt8l6n 
Qoe  «gitaiba  eu  aqueUos  instantes  el  almai  de 
D.  Juan  y  su  natural  oesentimlento  por  el  des- 
poifo  de  su  encomienda,  le  cooiduclan  &  expre- 
sarse en  tales  tóranlnos 

<1)  *iM^e  Beed  dle  Ha'  VüUa"  ae  llamaiba  en- 
tonces, en  Iférida,  &  la.  que  comdnclia'  al  eami- 
Qo  gue  se  41rlae  4  la  que  era  toda;vlia  ¡en  aquel 
tX^jD^  **\D^  de  YaUad9'lid.''  .'£>9ta  caUe  no  es 
U  misma  que  la  que  fu$  conocida  cf^n  los  noon- 
'es  de  Isamal  6  de  los>  Hida^qs,  s^o  la  que 
llaJDMuUa  de  ''Dragones,''  deispu^  , ''Central 

Tiente^'  y  hosr  oaile  61, 


20 

su  casa-solaír  toamiosa 
se  alzaíba,  y  (a^um  TepreseMa 
fiel  monumento  que  ostenta,  • 
i-ecuerdos  da  ediad  gloriosia  (i) 

En  silencio  y  «soldad 
ia  ex'tensa  ¡plaza  yacía; 
naidie-€fttOitioes  »e  aitfevia 
á  mostrara  en  ía  dudad. 
Entvfuielto  en  la  óbscuiükterf, 
y  don  .paso  oauteSoso,'     • 
knto  avanzó  y  sigiloso 
cruzando  la  extensa  plaza, 
hasta  acercarse  á  su.  caisa, 
angustiadlo  y  afanoso. 

De  un  áílatnio  corpulento 
ail  pie  robusixD  iteg^ó ;  * 

del  caibalflía  de^momó 
Iquc  dio  'a-Mi  el  «postrer  álieríto 
Sin'  detenerse  un  momenito, 
'  el»  tpáso  rá<pidó 'guia?ba' ' 
Iraicia  feu  mansión,  qiie  estaba    ' 
óé  a<jtiieli  Jugar  ño  diátaii'te ; 
F>órq'U€  la  «eHa,  presto,  ánlielanté 
llegar  tan  sóio  deseaba. 


'  (1)  Ifisíta  cajaa  es  la  qué  itahñicíó  él  ooniquíg- 
tador  D.  inrancísco  d«  Mo^ntejo  (MJo)  én  la 
plása  dé'artiías  dé  Méiíáá,  -da  donde  todavía 
-^  levairta  osCentando  «u  extraña  facbáda,  en- 
bferta  de'  aíbígh/tiaa^  Iflstórtcas  relativa»  al  he- 
cho ¿Ibrioaó  ^e  la  <»xi>qaísta  d<e  \tc  tierra  de 
los  Mayas  para  la  fe  y  civülzacida  eritrtldsiui». 


21 

Mas  vKaaL  ixvdeoasa  nombra  , 
ttÉUfy  cerca  ide  alli  surgiói 
y  á  Monitcjia  preguntó: 
— ¿  Sois  vos, .  DoD  Juan  ? 

.^ — i¿  Quién  me  nombra  ? 
— ¿  Por  qué  «1  «hallar^i«  os  asombra  ? 
soy  el  celoso  guardiáq 
que  os  ha  inlormado,  Don-  Juan, 
<Íel  peligro  que  María 
sin  auxilio  corren;^        . 
hostigadia  por  Tristán. 

— ¡Tristón  de  Lunail  ¿no  es  cierto ?- 
dijo  con  voz  cx>ncen>trada 
y  pioír  Ca  ratbia  embargadia 
Mootejo — ¡conitadSe  muerto 
si  á  i'Iegar  hasta  él  acierto!. 
Mas  ¿quién  siois»  vos,  quáén?; hablad, 
y  ante  mi  enojo  íemblad    . 
si  sois  vil  cal^un^niifüdor,      i 
que  jiíganido  coi^  mi.  honor . .  ¿ . ! 
— ^Tbl  sospecha  desechad. 

En  vaíHo  qimeréis  mi  •  nombre 

en  este  insitamté  ,salheT. . . 

US  espera  una  inl^^er 

asediada  por  \¡in  "h'^mbre. 

— No  me  imiporta,  y  no  qs  asombro.; 
►er  vuestro  nomíbrp  quiero, 
t  juzgo  no  es  cabajlero"  :■        ,  J  .  , 
en  en  3a  sombra  se  oculta, 
yn  un  cora2;ón  seipulta 
crud  dolor  6l  acero. 


22 

Vtuestro  nombre  ivoit»  al  diabkír  ' 
— Con  amenazas  es  nvengua.  • .     . 
— 'Yo  IOS  arrancaré  ia  leiigua, 
si  es  preciso.  ¿Con  qíuién  hablo? 
— Ptües  lo  queréis,  soy'  Fray  P^blo- 
de  NiÉívarrete  y  Navddo: 
no  á  vanos  temores  cedo, 
me  oondiielo  die  su  afá». 
En  nombre  de  Dios,  Don  Juan, 
Id,  que  aiquí  e&perándloos  quedo. 

— ^Mas  no  puedo  comrprender    . 
qué  odutóo  initerés  os  guía... 
— Sois  desoonfiadó,  á  fe  mía. 
¿Y  cuál  otro  pue^  ser 
que  salivarla  «una  mujer 
iéí  deshonor,  y  á  vos  mismo 
de  caer  en  el  abismo 
iwsonidlabíe  die  la  díuda  ? 
Prestar  a!  prójimo  áyüda, 
esto  enseña  el  Cristianismo. 

Ya  el  vulgo  domienza  á  hírí>lar 
die  la  pasión  -ded  de  Luna,    '    .  * 

y  esta  noticia  ímpóituna       '  ' 
pddía  hasíba  vos  ¡BegáíT.  " 
Pydíoi  alguno  verle  etiitfar         '      \. 
ien  vuesftra  casa  á  <fe¿horá, '' 
y  juzgar  á  Ta  señora 
cómplice  d!e  ta-l  ddlito; 
y  los  celos  ¡Dios  bendito! 
vuestro  infierno  ftierain  ah,ora.. 


23 

¿Qué  entoeices  <íe  vos.' sería  1* 
¡  Y  hasta  dónde  y  Kasta ;  dónd-^, 
aCma  que  celias  esc<n>de;  .     -. 

en  su  furor  'll-egarí»!' 
EÜ  crimen  pronto  vendrí^b 
á  manchar  su  nobk  írsnte;      'i'\', 
y  la  víctima  inocente  /  - 

de  tiwa  venganza  horrorosa, 
tad  vez  sóío  vuestra  esposa 
seria ;  «o  el  delincuente. 

Si  queréis  de  la  inocencia     . 
de  María  'persuadiros, 
y  dtel  doHor  redimiros 
de  manchar  vuestra  ocflicienf  ¡a,   ' 
caima  tened  y.  ipacietjícía ;  ., 

guardad  sígalo  aí  entrar  ' 
en  vtiestira  casa-spl^.;  : 

ved  y  oíd,  Don  Juiattij  córi  calina, 
que  las  díudas  de  yaiestpa  alma 
pronto  se  han  de  disipar. 

Así  hgíbló  á  Don  Juan  la  siombra, , 
con  queda  voz  y  r^imisa;  .■  ^  t  \ 

mientras  que  vaga,  indecisa^ 
como  fantaisma  qué  asom^bra, 
se  deslizaba  en  fa  ailfombra 
die  la  suave  y  verd'e  grama. 
EtfT  vano  Montéjo  clama, 
nadie  resEponde  á  su  ^ceijÍQ, 
qoie  muere  en  lía  opda  d^l  yiéntc 
como  la  luz  de  una  llama. 


24 

— **Y  la  víctima  ¿nocente 
"de  umá  venganza  horroross^ 
".tai  vez  sólo  'vituesti-a  esposa 
"serial ;  «a  el  dlelíncu'ente." 
Esite  fraile  esitá  demente. 
María  traickm  ó  iiiel, 
qui-en  ha  de  morir  es  él..'/.  . 
I  Sí!  te  mattairé,  no  hay  d^áa^ 
aumque  vendan  eoi  su  ayuda 
ks  legiones  de  liuzbel.*' 

Así  Don  Juan  exclamó 
oon  sord¡o;  a^tógadó  acento; 
y  hacia  su  casta  violento, 
los  pasos  encaminó. 
M  amcho  zaguán  líegó, 
que  es  hasta  hoy  la  soíla  .entraidx  ., 
que  se  ositenlta  en  su  Sachada.         ' 
Se  detuvo  allí  un  instante    / 
aniheloso  y  vacilante. ... 
¡Sentía  el  alma  angustiada ! 

Del  cinito,  al  fi%  con  premur*  .   . 
diesaltó  lun  iMavín''rtiohoáo,  '  /   ; 

y  lo  introkiujia,  nerVioso,       '  *'. 

die  la  chapa  en  la  abertura. 
Y  cedió  la  cerradura- 
'de  fuerte   bnonce  bruñido^' 
y  en  el  ejíc,  eaícomida 
«por  el  írote  continíuiado, 
giró  el  postigo  pamsadtoi 
lanzanídb  brónicó  cttirrido. 


26 

En  silencio  y  sükdad 
la  casa-solar  yaicia, 
y  en  su  cruinto  la  tnvtítviz 
la  medrosa  obscuridad;  < 
Reprimiendo  la  ansiedMd 
que  su  ahna  noblie  tortura, 
devorando  su  amtarguní) 
en  la  casa  peneitró. ; ;'.  •: 

¡CuáD  feliz  de  afii  salióla 
¡Cttíll  «es  hoy  «u^^deffv'entüra:!  /   •   ».i  '» 
/     ■■  -    .    ■      ', 

¡Ah,  cuan  distiflta  es  ia*  suerte 

que  lioy  k  depara  el  destino, 
qiuie  le  torna  en  asesino 
que  tlieva  á  sn'  hx^gar  la  muerte! 
Tal  idea  en  su  alma  fuerte 
surgir  hace  de  dolor 
un  torreffKte  «solador  5 
y  se  libra»  cruel  bataBa',   ^ 
,  el  odio  que  fiero  estalla    ' 
y  efl  instirtto  del  honor. 

Mientras  Dott'ijuflm  cámkMBwiA ' 
va   por  la  aoioha   galería, 
una  s-ombra  se  i^a 
por  el  zagiUán  (penetrandkx 
El  ipatfo  e;cten*o  cniwndo, 
recatada  y  misferiosa; 
cua^l  fantasmia  «vaiporosá', 

initerior  ipouetró; 

pncwito  despareció'  ' : ; 

as  una  cdha  íromidosa'  ' 

Ponee  y  Font. — I 


26 

IV 

En  sus.aJlia<s  trajo  el  viento 
el  soni<k>  acomipasado, 
metencólko,  .pausado, 
d-el  esquilón  ád  convento,    .,; 
En  apartado  aposenitoy 
á  la  luz  de  una  bujia^ 
á  urna  diama'se  veía 
de  rara  y 'noble  hermosura,     - 
y  en  su  rostro  y  apostura 
la  indignación  se  leía:. 

Sus  gnatfi'dies,  «rasgados  ojos, 
que  eran  negros  ouaá'  la  noche, 
die  belleza  sin  repiroch^,- 
reflejalhan  sus  enlojos.    ' 
Sus  ilabios  de  tinltjes  rojos,        ; . 
q-ue  hoy  estájR'tíesdolorkbsr,-    •  • 
por  el  diesdén  conitanaídos, 
expresan  la  indigíniaciófi 
de  su  noble  corazón 
y  de  ski  lorgnKo  oíortdiííosi        * 

Un  hombre  cuyo  Sfemblante 
mandhaba  la  tonubra  obscura 
de  loca  pasión  impura, 
la  contemfplaiba  ?tfiliélante/ 
Y  d'C  la  dama  distiente     . ,  ^ 
corto  espacio  solaaneoíte, 
así  diecía: — "¡Demente!      '      in 
¡  muy.  bien  diecí»,  estoy  vlv>c0l     '.rn 


27 

(ppr  eso  btimülÍa4o  invoco 
favor  y  pi-edari  cjemente. 

Por  eso  vengo  rendido, 
Aleña  de  pasión  el  aSfínai, 
á  (buscar  la  dtnke  calima 
y  el  sosiego  que  he  peidido. 
Mi  cjorazón  doloridlo 
agK>nizando  «palipita; 
y  aquí  en  mi  pecho  se  agita. 
y  por  vuesitero  amor  reclama, 
oomno  ú  vpícán  que  la  llama 
por  el  cráter  precipitav 

No  llaméiis  á  mi  razón, 
qHie  iwátiil  será  este  empeño. . . 
•de  mi  razón  no  «oy  du^ño 
cuando  grita  él  corazón. 
Escuchadime. . .  .!.la  pasión 
que  a^uí  en  d  pecho  bats^la.    , 
es  la  tempesitad  que  estajla;  -  .. 
para  ella  no  hay  vaíladar  { 

ni  en  la  tierra  ni  «en  «eil'  mar, 
cuyo  poKíer  a,va.3?iilla/* —       , . 

Erguida  la  mdble  frente,, 
convulsa  la  blanca  mano, 
con  ademán  soberano 
.  y  voz  nerviosa,  y  (potente, 
áa-  dama  exdíimó: — "i  Dementa, 
diemente  estóís,  Don  'frístan!    , 


28 

Si  estuviera  aquí  Don  Juar., 
tanta  audacia  ¿e  vería 
oonvertrida  en  cobar*día. 
i  Inútil  es  vuekno  afán!      ' 

¡•Apaj^tad  die  mi' presencial! 
¡Salid  por  db  habéis  entrado! 
No  sé  cómo  he  soportadlo 
vuestra  cínica  insolencid  !^' 
— "Es  in-útil  résisienciía       /      ' 
la  que  oponéis  a  mi  aimcxr/* 
— "En  defensa  de  mi  hoino.r' 
á  todo,  á  txxlkD  me  aitre^vo; 
y  haré,  Tristán,  lo  qiue  debo, . 
que  no  donozco  d  temor. 

Daré  vHDces,  y  eñ  mi  ayiidá 
C-a  servidu'm'bre  vertdrá,      '  '  *" 

que  de  aq¡uí  os  arrojaré/* 
— "Nada  yiai  vuestra  bo«n.ra   escuda. 
Auxilio  hcelí'aréis,'  sin  dlúda ; 
mas  ved  cómo  procedéis,   ' 
que  de  esa  «manera  haréis 
más  pública  la  'destionrái ; 
y  ya  anffe  el  muqdo  vuestra  honra 
hecha  gironies  veréis. 

¿Quién  ail  Jverm'é  en  vueátro  hogiar' 
y  Junto  á  vos  á  ta'l  hora,. 
'niecio  jiuzgará,  ¿eñorá. 
que  pude  hasta  aquí  llegar 
sin  vuestra  venia  alcanzar? 
Ese  audJaz  atrevimiento 


29 

/K>  cabe  en  el  pensduniento 
del  vullgo,  qu€  jmzgia  maí, 
y  sienfte  un  gozo  infernal  ..      , 
-  stt  ai!  prójimo  da.itoirmeiito/''— , 

Esto  dicjiepKlp  el  iii^io^ 
algiuios  paso»  avanza* 
y  hacia  Mairia  se  dan^;, 
•mas  ésta  con  tK>bte  'brío, 
con  &^o. ademóos  ^pniibrío  , 
y  con  fiemblajite  sereno,   . 
lleva  lias  ¡manios  al  seno^      .  , 
y  de  tina  cinta  ^desata  , 
agudo  puñal,  ideíipilaía, 
g-uarnecidio  y  gkfdras^il^rkQ, 

Del  der  lyi^n^^á  .gra*»  distaticia,. 
<fvüe  aCcanzarla  .qqizá«  pu^«e,. 
cotí  najp¡d=e«¡ir0trooed¿ 
á  un  extrenno  die  la  estanycia. 
Atli  con  ñem:  ara-Qganda, 
con  alma  serena  y  fuerte,  .  . 
bjanddiendo  el  puñal,  advierte 
al  vil  seductor  aA*daz^ 
que  dar  un  paso  no  más 
»le   causaría  la.  muerte. 

Súbitsumonte  tuna  puertí^. 
oon   estrépito  s^  abiúó,  •  ■ 
y  ipor  élía  penetró 
MKDntejo.  La.  luz  incierta 
^sá  á  iluminar  no  acierta 
aquella  escena  espantosa. 


30 

Un  gritio  latida  su  esposa 
•de  alaría  y  de  temor; 
se  apercibe  el  scdhiictor 
para  una  lucha  horrorosa.    • 

Bri'Ka  tí  hcHofricida  aceró 
'en  las  manos  dé  Doíi  Jua«i, 
y  se  lanza  hacia  Tristán, 
violento,  imj>etaoso  y  fiero. 
• — ** Ladrón  de  mi  honra,  yo  espero 
que  pues  valiente  os  mostráis 
con  una  mujer,  3o  seáis 
con   um  hombre  como  vos. 
¡Encomendaos  á  Dios,  •    • 
que  á  la  míuerte  os  acercáis  T 

Asi 'exclama  y  es  su  ácenlto 
extraño,  ronco,  profundo, 
cual  si  fuera  de  oitro  mundo 
eco  de  iia»fiema'l  ooncetito. 
En  tan  solemne  momento, 
ed   silencio   injtermmnipidfo 
era  sólo  «por  el  mido 
de  las  vibrantes  espadas, 
hábilmenite  manejadlas 
por  agresor* y  agredido. 

De  un  a|K)sentto  cercano 
súbito  entonces  se  abrió- 
la puerta,  y  apareció 
la  forma  díe  un  ser  huimiano. 


31 

El  sayasl  dd  fmnd'sc&tfio 
con  majesiad  r^viestia: 
la  barba  y  xtcetro  cubría 
eii  su  ancho  y  largo  csípuz, 
y  'del  que  miirió  en»  la  cruz 
la  samta  eñgie  traía. 

— "Eli  'norttbre  «de  Dios— clamó-*- 
Juan  Mont€Jo,  <iomínaos  I 
y  vos,  TrUtáfn,  repcwiiaosl 

¡o  'exijo .¡to  mando  yol'' 

Y  majestuoso  avanzó 

con  paso  lento  y  palusado 

hasta  dcndie;' contrariado, 

reprimiendo  á  duHas  penas 

el  furor  que  ardía  en  sus  vena^, 

se  halCate  el  de  Matáonado. 

— "Obra  «mal  eJ  que  su  atffctita, 
olvidando  qüc  es  cristiano, 
castiga  conf  !pfx>pia  mano, 
impío,  Don  Jiiat»,  inténita. 
Muerte  aifentosa  y  cruenta, 
pam  llar,  ejemlilo  a/1  mundo 
de  humildad  y  aaiiKw  prpfundo, 
Jesucristo,  vida  y  luz 
dfel  hdhibrc,  sufrió  ten  la  cruz, 
madero  santo  y  fedutido. 

Y  vos,  Tristán,  el  pecado 
[•ue  más  envilece  al  hombre,     ' 
n  negro  crimen  sin  mómbre, 
3rríKe,  Irábéis  perpétradío. 


32 

óf  loco,  desatentado, 
olvidl^doos  de  vos  tnisoio, 
t4:davia  hacia  ti  aibismo 
de  otro  niH«ff^ ^crimfsn  ^ws; 
y  ia  enseñanza  pívidáis 
die  la  fe  del  cristianismo, 

Juan .  Mootejo,  perdonad J'' 
— ^"Es  imposibte,  imposifalev  < . . . 
ha  sido  el  ultraje  hocríltde ; 
Ge  maitaré  sin:piedadr  . 
— "Los  aiceíos  envainad, 
; infelices!  qtie.  es  el  dtido 
:rínien  que  castiga  d  cielo 
zcm  la  «pena  'á&  Cafn, 
mmensa,  eterna,  sún  ñn,   .. ' 
sin  descanso  y  sini:consue!o. 

Viuesrtro.  *es,  Tmtán,  <?1  ddito 
que  otro  d)elito. provoca;, 
pues  sois  caibal2»ero,  o^^tóca 
ceder  y  á  ceider  te  injvitx>.    • 
iDe  vuestra  coniciencia!  ftl  .grí^      . 
deponeícl  vitüestra  pasi<^nv 
diesJterrad  del  coFarón- 
los  deseos  sedlictores, 
y  los  odk>s  y  rencores      '•:.;:     : 
.]ue  turban  vuestra  ra^ón/* 

— ¿  Quién  stois  vos  ?  ¿con  qué  derecho 
len  este  asuníiq .105 .mie^cil'^? 
si  el  campQ  niQ  (Jespejáís  . 
'h  g-rado,  por  tfuerza  os  «cbo.      '.,. 


83 

— ^**Es  tu  conaoán  esti^cho      ; 

coeva  en  que  ru^g^endo  esNán 

las  pasiones  de  SaDá». 

j  Quién  soy,.  pregtMVta  el  vülanol 

¡Carlos  Luna  y  AMülaooI 

i  De  rodillas,  Don  Tristín!" 

Asi  d  fraile  f>nxrruinipia 
eofi  fuerte  y  vibrante  acento^ 
y  tembloroso^  violeciíkx^ 
la  ca^piucha  se  arraocó. 
Trfetán  ^  Luna  cayó  ,' 

de  rodillas  desplomado^ 
de  vergüenza  anonadado 
y  de  angustia'  y  de  terror. 
— ^**¡Mí  padre  1  exclamó,  ¡  señar  P* 
— "Serás,  Tristán,  castigado,** 

Carlos  Luna  y  Artllano 
<fijó  entonces  á  Montejo: 
— **Maíadie,  Juan,  os  lo  dejo, 
su  vida  está  en  vuestra  mano." 
— "Caballero  soy  cristiaírio 
que  vuestra  conducta  admira, 
y  su  venganza  retira. 
Se   ha  calmado  üa  pasión 

que  angustíaJba  el  corazón 

2  sólo  á  imi(taixDS  aspira! 

Temiendo  que  de  otra  suerte 
á  mis  noticias  Iteigara, 
cosa  .posible  y  no  rara 
con  mae  el  mrundo  se  dávierte, 

PoKoe  y  Font.- 


84 

este  ultraje,  y  que  'la  muiente 
ddiera  á  Trisitíáái  y  á  María, 
á  quien  cómjplioe  cre&rltai^, 
vos,  Doth  IQarlds,  a<oertaido,  - 
esta  escema  provocaidoi 
hiafbéis  con  sad^iditiria. 

La  vida  á  Tirnsiián  saiváiSy 
ipresílláis  á  Maiia  arpada, 
y  de  mi  iai  horrible  dudia 
pama  síennipre  dtesteirráis. 
¡BendítxDi,  beindito  seáis! 
que  de  su  nomíbre  imemana 
se  gtiiardle  siempre  en  la  {historia, 
por  cumpHdio  caíhaülero,     { 
gobénaamte  justiciero, 
de  SOI  patria  honior  y  gloria!*^ 


w 


EL  VIBJO  NU'ÑEZ  MELIAN. 


^PISOOIP  WSTÓRiCO, 


ISlíi  tm  «castaño  brioso^ 
«con  atpostura  marcial, 
rsaue  de  las  «casas  reales  . 
Framcisoo  Núñez  Micíián. 
Blanca  bair^ba,  rostro  alegre, 
ojos  die  aflrdkinte  mira^; 
*  Dffáll'it  <te  tencÍQ|)elo 
]Vbe  envidia  á  la  nifeve  da; 
alema  y  puños  d»e  encaje 
las  bkuDOOis  que  el  a^zaihar; 


36 

« 

faja  tk  raso  y  en  ella 
fcüTgo  y  agudo  puñal ; 
üas  calzas  ide  ñno  pmtio, 
borcegtuíes  qoi'e  á  mitaé 
-logran  sólo  4e  las  pierna'S 
imtiscutosíais  arrífbaír; 
en  el  sombrero  un  cinitillo 
de  diamantes  que  un*  Bajá 
deseado  hiübiiera ;  en  el  pecho 
se  <minain  b  cruz  bríMar 
d!e  la  <3(rden  de  Santiago, 
cínltas,  placas  dte  metaT, 
escudc6  y  dSstíintivos 
deluiéríto  rtiilítar. 
Cubre  las  aincas  del  potro, 
qoie  toaios  y  vueltas  da, 
purpúrea  y  rica  gualdnaipa 
con  recaímos  sin  rival. 
Hiere  el  pisador  el  stielo 
con  sus  oaiscos  á  compás, 
y  la  blamca  espuma  cubre 
cuello,  brazos  y  preltal. 
Rige  con  stwna  destreza 
Núñez  al  potoo  que  va     * 
sacaíido  chispas  a5   su€»iO 
enlosado  del  portaí. 
Deja  el  portal  y  á  'la  plaaa, 
que  de  gente  henchida  es-tlá, 
sale  el  viejo,  que  aunque  viejo, 
parece  mozo  y  gpaíánt. 
Coo-onada  estó  la  plaza 
por  la  milicia  locaí,     < 


87 

«1  cuyas  armas  brillantes 
se  ve  la  'luz  refkjar. 
Estandartes  y  banderas 
*uce  la  tropa  que  ya 
prorruínpe  en  vivas  ruidosos 
al  Capitán  genperal        ' 
Los  baloooes  y  ventanas 
Cubiertas  de  gienutie  están. 
AHÍ  se  ve  á  k  doncefrla, 
como  la  flor  dei  rosaí, 
ostentar  de  su  l»emiosura 
el  encaimto  singular. 
Allí  d  tíoo  cnoonucimlei'o, 
altivo  cual  si  feudteil 
señor  del  Estado  fuera, 
ostenta  con  majestad 
los  terciopdos  y  galas 
que  envidia  á  Jos  pobres  dam. 
'Mí  el  humilde  pechero, 
el  saoendote  «ejeaiiplar, 
b  dueña  de  iniegras  IxDcas, 
el  pueblo,  en  fin,  todb  está. 
Atambores  y  comcitas 
se  d-ejaai  pronto  escuchar, 
y  voltcssun  las  cainpanas 
de  la  augusta  caibedral. 
El  júbilo  en  toasts  partes 
enseña  la  aíegre  faz, 
y  se  aíboroza  y  divierte 
3a  muy  noble  y  leal  ciiudad. 


3S 

11 

Las  tropas  id*e  infainiteria 
sie  mueven  siqfú  y  allá, 
y  di-estras  evohicáonis^n 
con  precisión  militar. 
En  cemaidos  ipelotones 
de  la  plaza  al  centro  van, 
y  alli  esiperam)  á  pie  ümie 
•del  comibate  la  señal.       > 
Son  los  t]etx:iiois  e^paiíoks 
que  al  mundo  bam  hecho  temlblar. 
En  sus  no/jos  y  amicurillo» 
•estasidartes   de   percal, 
»e  mira  lel  León  de  Castilla 
y  las  dos  torre»  catmpaír. 
;  Sailrve,  tercios  limdoonaiUies, 
quie  pequeño  el  ¡moíndo  bail'lái& 
pana  «las  itremendias  'lides 
de  um  oontiniuo  batallatr! 
¡Salve,  estandarte  glorioso 
del  valor  y  la  leal'ta)d, 
lq«ue  las  auras  de  la  gloria 
¡acariciian!  con  aiíátn! 
Ya  Núñez  á  'la  calbe^ia. 
pronto  se  va  á  coíocaír        ' 
del  escuadrón  ide  jinetes,. ." 
iqwie  imfpaciienite  la  serial 
espera  del  simulacjno  • 
para  «poder  avanziar. 
El  potro  inquieto  escarcea. 


39    ; 

ilticieiiido  Ihliainoo  pretal 

y  rieaidias  die   seda  y  oro, 

que  sujeta  ^el  die  Molían. 

Allí  está  la  artil'kria, 

y  cerca  de  «Ula  ai  ^paiaaffy 

con  la  e&pada  toledaiia 

día  la  esiperada  sieñal. 

Ruf<e  -el  cañón;  su  iesitaimpídio 

íhace  el  suek)  treipidar.  ' 

£1  cast2año  se  encabrita, 

lucha  Núñez  úe  Melián 

por  Jomarlo,  lanza  un  grito, 

se  ve  'la  angustia  aa  su  faz, 

y  á  socorrer  va  un  «esclavo 

ad  Capitán  General. 

Tómalle  en    brazos    y.  al  punto, 

con  vigor  y  acitívidiari, 

puede  bajarle  y  tendterle 

á  la  orilla  del  portal. 

Desmontan  ios  esoudleros 

que  á  auxiliarle  (tainiít>i>én  .van 

preswirosos. ....  .raas  en  vaniol 

¡presa  die  fe  'muerte  es  yia¡! 

El  apuesto  caballerQ, 

el  bizarro  míütttar» 

es  sólo  un  cuerpo  sin  vida, : 

sólo  un  cadláiveír  no  niiás ! 

El  pueblo  maravillado, 

y  sin  poderse  explicar    . 

el  extraño  oatso,  en  torno 

se  condensa  de  Meliáini.. 

"Ha  muierto" — ^al  fin  extíamairon 


40 

los  mus  próximos ; — '^ogad 

¡por  el  <kscait»o  <M  alma 

diel  Caipitán  Generail.'' 

La  noticia  infausita  corrcí 

y  con  tal  cekrídaid, 

encomen<kro  ó  patán, 

qti€  eai  breve  no  repitiera 

que  no  hubo  esn  las  extensa  plázá 

con  sorpresa  sin  igual : 
"El  gobernador  ha  muerto, 
ha  muerto  Núñez  Mdsán/' 
¡Dobla  con  tañido  triste 
la  campana  en  Catedral, 
siuena  con  fúniebre  acento 
•la  cometa  mfliitairy 
y  lias  sordbs  atamboíies 
sru  redioible  ad  aire  dlain. 
Toman  «las  armas  ol  ptinto 
•la  posición  fumeral, 
y  sie  imelintan  •lias  tendieras, 
ique  nasiatidio  el  suelo  van. 
[Mlaincha  la  guemeira  hue9te 
siiis  cuarteles  á  ocupar, 
tómase  en  lúgubne  escefva 
el  simulacro  mamal, 
y  iküs  geinrtes  se  rcftiran 
con  ipiaiso  iteía^,  qiud^ás 
pensando  cuáni  brevemeíite 
Isolemos  ver  acabar 
^toria,  polder  y  riqueaía, 
fioirtuna  y  autoridlad. 


LA  CRUZ  DEL  CALLEJÓN. 


LBYBNDA   HISTÓRICA. 


(Fué  la  histórica  Izamal 
de  es-te  mi  cueiíto  esoemario, 
en   el   siglo  qüt  termina 
el  año  dte  veinticuatna      ' 
A  Yticatái»  goberiitiuba 
Fradiicisoo  Antonio  Tamrazo, 
yucatecoi  'áísútígmóo, 

odfesto^  pruidetiite  y  sabio. 

rsL  un  callejón  estnedio 

le  de  la  Cruz  fué  llamado, 

Ponce  y  Font.  ^ 


44 

esipera espeiiai. ...  ya  salgo. 

Cerróse  hifego  el  postigo,  . 
dfe  alli  k>s  <^  se  apartaron, 
\y  después  ét  corto  insitante, 
se  abrió  hü  piuerta.  Las  xnaiDOs 
'enlazadas  tíeromatúfyt^ 
'Margarita  y  Don  Femando, 
pior  amor  enloqiuecidios,  ** 

rumbo  Maicia  'la  cruz  tiotmaron. 

Y  cuando  anítfe  ella  estuvieron, 
quizá  el  deiber  recordando, 
Margarita  se  detuvo, 

soltó  de  Fernán  la  'mano     « 

y  con  voz  sdleiniitte  dijo: 

— ^Ajitte  el  Leño  sacrosa¡nto 

que  \st  Pasión  nos  recuerda 

diel  Señor  de  Oo  creadlo, 

juro,  Femán,  quie  tie  adoro; 

Jiira  que  en  vítiouilo  saioto 

nos  unirenK»  oxañlaina. 

— Por  mi  níDonlbre  de  cristiano, 

te  lo  jiuro,  Margaaitiai, 

y  que  esite  Lefto  sagradla, 

testigo  áe  la  pronnesa 

seta  qiue  de  hinojos  hago.  * 

— ^Vamos,  pues,  Fermán,  soy  tuya,- 

Y  de  h}  cruz  se  apasnbaroin 
prosiguiendo  su  camimd. 
No  se  habim  alejadlo 

die  lajUí  jmudio,  cuando  oyeron, 
con  ipavor  y  sioferesaílto, 
como  ruidb  de  cadienias 


43 

junto  á  la  cruz  que  dejaron. 
Y  itoa  vo«  gravie  y  profunda, 
•el  diré  rasgó  «exclamamlo :      f 
—"Ya  «sctiché  tu  jtirawmeriífca 
y  en  la  memoria  lo  gtaardo. 
¡Ay  de  ti  si  tus  promesas 
no  cumpíes  cotno  cristiattiol 
lAy  de  tí,  Femando  Rojas  T 
La  débil  mujer  de  espanto 
sintió  «1  aJma  «poseída : 
sus  pies  á  and^  %e  «negaton, 
y  su  corazón  medroso, 
como  titinca  a()iresttra>do, 
sinitíó  latir  en  el  pedno. 
Tembló,  vaciló,  culal  árbd 
que  die  tenupestad  ainada 
sucumbe  al  terrible  estrago, 
y  al  9ti>ek>  hubiera  caído, 
á  no  caer  en  los  braszos 
de  su  amante  cfue  á  su  cuerpo 
con  premufa  se  estrecharott*. 
FemaiKlo,  menos  med>roiso, 
{!evó  á  la  espada  b  matno, 
y  excfcimó  con  voz  sonora :  ^ 
—No  me  asusta  el  mismo  diablo, 
y  si  h<Jlmbre  sois  ó  demotiio, 
que  Je  mi  queréis  burlaros,      ' 
¡vive  Dios!  q'ue  á  los  Ínflennos 
>s  lanzaré  á  cinitarazos. 
Dtra  vez  de  ía^  cadenas 
los  somidios  se  escucharon, 
f  mttrm.tiH«ois  y  sollozos, 


46 

tristes  rumores  d-e  ¡Ua-ntOi 
Una  ltu;i>  «ail  mismo  tiemipo^ 
de  resplandíoires  extraios, 
kzuies,  fosío««c€ditieS) 

V  macileintos  y  vagos, 

fué  la  angosta  entradiii  c4>sauira 

diel  cenote  iluminando. 

Ail  fin,  lüfn,  globo  de  fwgO  . 

vio  salií  de  alli  el  hidalgp; 

éste  arrastra  á  Margarita, 

se  va  con  ^miedlo  at)arti8<D¡do, 

y  el  g'lobO)  cual  si  nmipielidlaí 

fueira  por  ocuiifta)  ffijano^ 

lentamtente  se  movía 

y  se  iba  hack  él  acercando. 

A  aqiüel  resplanckM"  vadoso 

creyó  mirlar  ^1  hidalgo, 

que  un  bulto  .nieigro,  utva  sombra 

taimbién  se  iba  aiproximando. 

Y  crecierom  sus  temiores,, 
y  creció  .su  sobresal to^ 

al  pensiar  que  d  bulto  ifiuter^, ; 
ital  vez,  el  cuíeaipo  diel  diablo. 
Ante  la  visión  fatídica 
temblar  sintió  Don  Fernando 
su  oorazón  ndble  y  fieiro     ' 
al  peligro  acostuimibiiiaidb.  i 
Soltóv  dd  pufío  la  'espada, 
limpio  acero  tolédatio 
que  era  tterror  de  las  mozos 
y  effwidia  de  dos  ¿imcianOs» 
í*resa  de  mortal  congoja. 


47 

can  el  ealbello  erizada, 
el  temolr,  ai  fin,,  venctóle, 
sus  rodillas.  S€  <io;bl2UK)ii, 
y  Qd  suielo  cayó  die  hinoioa 
€l  amante  <k»díchado, 

11 

PasS(aroin.<iíajs  «trafi  días, 
•oanri'eTon  años  tr^us  añ«Qte| 
y  Miargairiita  Itloraiba 
las  ausencias  diel  hidiilgio!. 
¡Tía»  gratarfte  aanor,  quién  creyetig 
^e  se  thuibiese  enraporado 
conx)  giolta  -de  aioícío 
<iel  sol  arSíéíúbe  al'  cooitacto! 
Ai  viento  líamzó  «us  quejas, 
y  el  vieníto  frívolo  y  vano, 
<ie  sus  qiuiejas  s^  Jbuirlaba^ 
•de  su  dtottioir  y  m  l'lianto.   . 
¡Cuánitos  días,  cuántas  noches    . 
pasó  la  iníeliz  Horanido, 
sepuiltaida  lem  el  laibiSOTDQ 
'ífe  sus  recu«erdos  más  caros  I 
Un  día,  cuiall  otros  ..muchos, 
^  que  (se  íhalllaba  esiperando 
ver  arribar  de  mepiente 
á  fe  ciudbd  ai  ingratía, 
i*uidio  leiscudió  y  algazara 

tmnulio  fpoco  uisado, 

ipoíblación  que  ^tranquila 

8lizíkrs>e  vio  sus  años. 


48 

Mujer  al  fin^  el  motivo 
conocer  ansió  dd  caso; 
sau'e  y  mir^,  con  sorpresa, 
grujpos  de  gente  compactos, 
<|uie  corrían  afanosos, 
ora  á  pk  y  ona  á  caballo. 
Cttóí  era,  inquirió,  d  motivo 
del  suce#o  extraondinorio : 
que  el  Golberftador,  responder!, 
en  <}ai  «vilíia  era  eéperado.  (i) 
Y  leini  verdad,  el  pu^eblo  todo 
endierezaiba  los  pasos 
de  k  cmz  hacia  la  cirmiifta,      ' 
pobre  temiplo  y  solitario 
que  se  alzaba  en  el  camino 
que  de  Mérida  Kamiaron. 
Un  ímipc¿so  ¡rreslstiblie, 
un  deseo  en  •  Ala  extraño, 
á  Míargiarita  ootndujo 
al  pie  del  madrero  sftnto, 
que  fué  testógo  del  voto 
que  de  amor  pnestó  Ferna«ndo. 
'Fija  airusíosa  las  mítadas 
Ihacia  diomde,  eti  breve  rato, 
pasaría  el  gobernante 
por  el  ipueblo  acompiañado. 
Se  oyó  clamor  jubiloso 
en  todos  los  campanarios, 


(1)  Por  decreto  de  18  de  octubre  de  1828 
concedió  á  Izamal  él  título  de  villa,  y  por 
creto  de  4  de  diciembire  de  1841,  el  de  cludac 


49 

y  ooheties  vioflaiíores 

liacia  hs  rtoíbes  se  ^zamon, 

trazando  ¡suiroos  dle  f  u»ego 

en  €Í  anchuroso  «esipacio. 

Los  vítores  einítusiastas 

oyiéaionse  imás  cercanos,      f. 

Jy  el  Qobeimador  de  todas 

aiquetlas  gentes  mxieadiQ'^ 

á  Ib  esquita  dleil  cenote 

ainribó  con  l'ento  jpQíso. 

'Rasgó  los  aires  tm  grito 

dtesgarrador,  jjirolonigada ; 

las  gentes  se  d«tujv»eron ; 

y  rttias  á  otras  se  miraion; 

el  Golbemador  pregunta 

qué  era  lo  que  hialbía  ¡pasado, 

y  lamtes  de  obtener  resipuesta 

miro  cómo,  el  ixDistro  fpálido 

4X)(r  la  lemoción,  se  encubría 

su  ayudia¡nte  Rojiai^  Caño, 

Paiso  Margarita  abrióse 

cinitre  el  oondurso,  clañiafídSo: 

^-^Escuchadme,  deteneos, 

justicia  pidb  y  amipanc*. ,      ? 

Albrióse  ancburoea  callé      ' 

enJtre  'los  grupos  compactos; 

recorrióla  Miargarita 
I  con  breve  y  segwó.ípiaso, 

y  nadie  id  gnave  silencio 
certó  á  tuirbar  osado.  ' 

-Justicia,  señor,  no  gracia, 
ego  basta  vos  imlpforanido, 

Ponoey  Font.— 7 


50 

y  jpues  'sois  de  ¡la  jiUstkia 

celoso  diqposiiítairio^ 

■benigno  escuchiaid  mi  quejb, 

no  me  nieguiéis  yuesltro  fallió. 

Ante  esa  cruz  i5eiKdecidla 

juirómie  lanK»*  tui  hi<laIgo, 

•qnie  yo  ínesgpterta  juzgaiba 

nobk,  cabaífero,  honrada 

Jiuráme  que  "eíl  <matrímon)io 

oomi  índísohublle  lazo, 

muesitro  cairifk>  pumfibte 

camtáaría  en  aanior  santo. 

'Quehrlaintó  5iuls  yvamxiíexitos, 

qute  eratti'  jusnamemitos  falsos, 

y  huyó  de  mí  el  fementido ,      .        , 

aibandionándlomie  ingrato. 

— ¿  No  hu'bo  ¡nadie  qti/e  escuchara 

las  pram-esas  dW  hüd^algo? 

— 'Nadie  ¡ay  die  imíl  ¿quién  podría 

en  aqudla  hora  lescucharlo, 

sí  lai  iKxfiDe  ertai  lavanziada 

y  el  iparaje  isoílitairib? 

— ^¿  Donde  fué  ? 

— Juiíito  á  esa  cruz. 
— ^¿A  qué  hora? 
/       — ^Si  no  me  ett'gaño, 
las  dldoe  eran  dIe  mía  mjchfi 
ínioívidialble  de  mayo. 
^ — ¿  Quién  (flulé,  decid,  d  perjuro 
autor  'de  tan  gravie  daño? 
— ^AKí  junto  á  vos  te  miro : 
T'ernaiídb  Rojas  y  Ca»no. 


J 

i 


HJp^rixaftiKJo^  m^l  ^qvé  decís 
d<e  vu&sltalai  culpa  en  descargo? 
—A  esta  4iwij'er  no  coíiozcOi 
todo  lo  Kfcit  dice  es  fá'Iso, 
Así  dijo  el  caballero 
ton  proidaz  desembarazo, 
y  la  triste  Mar^garita 
mnJdas  dio  á  au  triste^  tlaaiítoL 
IiKieciso  el  góbemaiste 
permaiKició  girande  espacio: 
bttscaiba  tin  modo  segtiro 
•que  k  diera  d  restdtadQ 
de  saber  lo  verdlajdero 
eq  ajqaiel  difícil  caso. 
-^A  TOS,  señioiiia,  y  a  vos, 
Feniaindio  Rojas  y  Cano, 
ipara  esta  noche  a  las  dOoe 
íiiite  ^esá  cruz  os  emplaza 
Dijo,  al  fin,  y  connwvido 
siguió  su  Ttfta  aJ  Sanltuaria 
en  que  á  la  Virgen  Purísimaí 
venera  el  puéWo  itzatatto. 


in 

Se  oyien  docie  cám^pajiadas 
«onar  en  él  campanario 
de  la  Iglesia  que  en  el  cepm 
dza  su  najve'  y  swis  atrios. 
3n  el  calíeíjón  ^som'brío 
ivat.st  octülta  en  él  sudíafio 


52 

die  las  sombílas  dle  .'la  moch^, . 
se  miran  dos  eniilx>za;dos 
y  tina  /m<u jer  cuyo  cuerpo 
envuélvese  'en  -niégno  tnáiíto. 
Ya  óe  ¡pie  junto  á  la  cñiz, 
tílice  FTanosoo  Tamazio: 
— iSeñora,  ¿jtuiráís  en  n'ómibre  . , 
Id'el  que  murió  én  el  Calvario 
qne  ois^  díó  íMabra  de  esposo 
'Fenniamdb  Rojiás  y. 0000"? 
' — ^Juro,  Señor,  qojie  le  düje : 
^'Anite  el  'SÍgiDo  sacroslanltp 
que  la  Pasión  no3  recuerda  ,      . 
id^l  Señor  d'e  lo  éreaidlo, 
ju«Doi,  Feamán,  que  te  a'dióro;. 
juira  que  em  vimoufo  santo  . ' 
nos  uüiáiTemos  mañana.'^ 
' — ¡"Por  mi  nom'bre  de  oristia-po, ," 
•lesjponidlióme,  te  lo  juro,    ;    '. 
y  que  este  Leñó  sagrado      ' 
tesitígo  dfe  la  promesa 
siea,  que  de  Míhojos  .te. bago:" 
— ^¿Qiuiién  escuchó 'él  jiiTianienitó? 
,nioi  hiaiy  testigos,  todlo  es  fiailsio. 
lY  h¡  voz  d'elí  Ayijida<nte 
no  es|pira(ba  enrfre  siis  lalbios, 
cuatoida  ruido  'de  cadenas 
entre  la  som1>m  leiscucháron, 
Y  ide  TO-z  iproftunda  y  grave, 
percibióse  el  eco  extraño; . .    .,, 
— Yo  escuché  tu,  juramento  .,' 
y  en  la  memorial  í'o  gt^ardo..  , 


53 

i'Ay  -de  ti  si  tus  jprOmnesas 

oío  Cunniples  como  crístáano! 

lAl  oir  -esitais  palalbras, 

Wóse  Feímn  dé  espanto, 

y  en  ítiarra  cayó  <k  hirifojós 

¡¡perdóíi,  jperrdón !  éxdamanido. 

A  su  miemoriá  íuoÜKli«roín 

lofe  neouerdbí,  poco  gratos, 

de  la  hiz  íosfiorescéníte 

y  k  figiura  deíl  diablo. 

Un  btrito  negro  en  las  soml^ 

movióse,  y  lum?  triste  foyo 

de  -luz  aitumlbíTÓ  la  escénia. 

lUn  hombire  se  fué  acercaiido 

gue  bujpdo  sayal  «viesltía, 

tataban  sus  ipies  y  imañots 

fuertes  cadenas,  y  eí  «rostro 

ttiiostrafca  asaz  demacraido. 

Cerca  ya  del  gnujpo,  dijo 

á  Franoisco  'de  Tanrazo: 

— ^Tiestigo  del  jurartieritó 

iaoy  que  aquí  prestó  Pernando, 

y  es  la  cruz  itarnfbién  testigo 

y  á  su  nombre  io  decláíio, 

Y  poes  dos  testigos  hacen 

prueba  plena,  yo  os  demando 

que  píonunciéis .  aqiuí  mismo, 

señíor,  vuestro  (justó'  fallo. .... 

— ^¿QÍiién  sois  vos?  el  gobernante 

"eguntóie,  descoinfiadio. 

■^Fray  Masitíiiez  Sacramento.  , 

•q-uí  penitencias  hago 


¡por  los  «pecados  del  mmi4o 
y  por  mis  iproipios  piecados.  (i) 
— O»  conozco.  Fray  Miailtinez, 
sois  en  vfrtud^is  ipreolaro 
y  <no  poed-c  la  meotíra     ' 
enyüecef  vuesiro<s  lalbios. 
¿Qué  objetar  podbéi»  ahiora? 
¿Qué  osaréis  3ecir,  Fernando? 
— El  ípepáím  de  Margajita 
humíld-c  anite  vos  reclamo;; 
'lo  solicito  de  hiniDJbs 
aic|«ui  á  sus  piladtas  postrado. 
— Con  el  aCima  fo  concedo, 
pu«s  con  todiai  el  alm^  t^  amoy 
susurró  la  po»bre  niña 
ai  oída  de  Fomaíndo. 
Y  se  oyeron  dos  suspiros^ 
y  un  sollozo  •en^trecortadbv 
y  dos  manos  temblorosas 
tiernamente  se  eslfrecharon, 
Ooíi  acento  conmovido 
así  sentenció  Tarrazo: 
— Yo,  contó  Jutóz,  os  condene 
■mañana  mismo  á  casaros, 
y  que  Fray  Manuel  Míurtíncz 
os  ánaí  en  etemio  ía^o. 


(I)     Fracr  MamiM  iSlJairtín^^  dieil ,  Siaicria^  | 

Bolía   ñaeer  (penitencia  iJurante  lais  laltaiff  ho-  j 

ras  de  la  nocñe,  con  ana  fuerte  oade^á  atadas  ¡ 
á  la  elntuipa,  anlte  la  cruz  del  ceuote  y  otare» 


55 

Y  aqui  ternuina  la  fiisitoría 
(Viefdaderay  lector  caro« 
que  .escuché  cuanfdfo  era  niño» 
de  boca  de  los  amcianos. 


"^B^ 


ALMOHADAS  PRODIGIOSAS- 


TRAWaiJN  POPULAR 


El  año  de  mil  seiscientos 

y  cincuenta  y  tres,  vivía 

Miguel  Moreno  tíe  Andrade 

en  Valladolid,  la  vMla. — 

Moreno  /era  de  apellido: 

bien  el  apellidlo  le  iba, 

que  también  era  moreno 

de  cutis  su  señoría. 

Ponce  y  Font*  -8 


58 

Éf a  miUilaito,  y  k  geoitei 

ó  .nobk  ó  sólo  ihidalguilla^  ^^.^„ 

por  tal  cat»»f>«obre  el  hénsbro         -^ 

desdeñosa  le  veia. 

Mas  era  rico  el  de  Andrade» 

y  es  verdad  muy  bien  sabida, 

que  con  alas  die  o|:o,  al  ciek> 

puede  subir  cualquier  "quidam.'* 

Llegó,  ipues,  á  ser  Aloaádie 

de  primer  voto  en  la  Villa, 

y  por  fuerte  de  Peñalva 

encomiendias  pdxxveia. 

Desd-e  qu€  suibió  MJcweno, 

se  aumentó  oontra  él  la  iniquina, 

qii»e  mie9tras  niá«  stube  el  hombftf  > 

máÁ  áub-e  el  mar  de  -la  envidia. 

Lai  encomienda  dte  Qiemayx, 

que  era  provechosa  y  rica, 

vacó  también,  y  'los  nobles 

con  afán  ila  preítendiain. 

Confirióla,  ail  fin.  Moreno, 

ó  por  gracia,  ó  por  justicia, 

á  Femando  de  Aguilar, 

un  noble  que  desoeiidía 

de  un  conquistadoír  ,valie«te 

de  tt'uestna  vasta  Península* 

Aumentós.e,  con  tai  acto, 

el  odio,  pasión  iáidigna, 

que  si  nació  diel  despecho, 

dejóse  guiar  de  lairau 

Y  acuisaciones  y  queja,s, 

calumnias  y  villanías, 


59 

futieron  á  Martín  Rabies 

qu€  mandaba  tn  la  Provincial    . 

Martín  Robles  Vrllafaña 

se  presentó  cierto  día 

tu  b  ciudad  «te  in^noviso^ 

con  a^  de  hacer  justicia. 

iQué  susto  pai'a  Moreno! 

¡Cuánta  esperanza  fallida 

hasta  entonces  en  las  a>ln\ad 

it  sus  émulos  nacía ! 

j  Pobre  Miorenol  bien  ipronto 

verá  su  causa  vencida, 

tu  fiera  altívez  domaida      i 

y  vacante  su  Alcaldía! 

í  Vaivenes  de  la  fortuna, 

tuya  ruedia  corre  aprisa,     * 

abriendo  surcos  muy  hoñúoi 

en  los  camplos  die  lá  vida ! 

Los  frailea,  encome>tDd^ros 

y  otras  geíites  de  valí», 

que  á  d^  fueron  cortesanos 

á  Robles  la  bienvenida; 

los  eflemigtos  de  Andralde, 

Senos  de  esperanzas  vivas ; 

sus  amigos,  que  mira;t)a»n 

las  suyas  desvanecidas, 

todas  ías  gentes,  en  fin, 

altas  y  de  clases  ínfimas, 

Sí»  retiraron  prudentes, 

i   ando  á  su  Sefior ía 

(]   í  hallara  en  el  suave  lecha 

t    lescanso  á  sus  fatigas, 


60 

qu€  ya  el  carro  de  la  lOioche  . 
su  ruta  emipreiidido  ihaibija. 
Miguel  Moreno  <i<e  Anxlirade 
hacia  su  hogoír  se  'encamina^ 
sintiendo  herkk>  eu  orgullo^ 
viendlQ  su  causa  peixliüa. 
Alza,  empero,  con  audacia 
y  dte&dén  la  freñite  altiva, 
y  murmura  por  lo  hajo: 
''mañana  será  otro  día." 

II 

Vás«e  Robles  á  la  alcíoiba, 
se  desnuda,  y  ila  itüpüla 
de  terciopelo  dejari'Üo 
soibre  cómoda  v.ecina^     .      í 
en  el  lecho  se  iritrodíace 
á  ver  si  él  sueño  cDnicilia,-. 
Sienitie  una  alínfolhada  mes  dura 
que  soldadesca  tarima, 

toma  la  otra  y .lo  misimo. 

— ^¿ Qwé  es  esto?  líurioso  grita, 
¿Ufsan  piedras  por  aJmioihadias 
estas  gentes  maldecidas? 
— Señor,  utfi'  paje  respbnd'e, 
acaba  de  remitiríais 
¡Miguel  Moreno  de  ^Au'áráde 
para  vuesitna  señoría. 
Que  miréis  en  tal  fineza;, 
dijo,  su  adhesión  más  viva, 
y  que  mañalna  la  mano 


61 

liutnildie  le- besaría; 
Rietiróde  lél  paje,  y  solo 
quedóse  Robles.— i  Por  vida, 
exclamó,  que  el  raro  caso 
me  suspeiíde  y  maravinai! 
Toma  el  puñal,  cortib,  rasga 

la  tela  burdá'y  la  fina 

de  ambas  aímohadas,  y  »encuentra 
mil  momédas  amarilla^/ 
efigies  reales  que  jiuiñtas 
seis  mil  -dluros  sumarían.      ^ 
¿Qué  mache  pasó  el  de  Robles? 
¿  Pasóla  en  suefio  ó '  vigrlíai  ? 
Pruidenite  calla  3a  crónica; 
¡  nadie  sabe  'lo  que  haría ! 
mas  la  fraise  deMbreuo 
pronto  se  mirQ  cvtojplída, 
iporque,  ail  fin;  tmirairari  tddos 
"<íue  el  ma&aína  fué  otno  día.*^ 

III 

Lanza  d  sol,  en  áureais  flechas, 
su  clara  hiz  y  benigna,  ' 
y  nobles  y  encomend-eiiois 
al  d!e  Robles  se  üpróboSman. 
Van  allí  ó  mirar  lá-nsiosos 
cómo  al  mulato  casrtiga, 
cómo  al  orgultoso  Alicalde 
MorwDO,  afrerttíir.'y  hlitatlila. 
Gozábanse  die  aniténiainó, 
ólo  así  goza  la  envidia ! 


.62 

en  ver  cómo  aiquella  -esitaitu^ 
itel  pedestal  rodaria. 
Llega  Moreno  ide  Andrade, 
y  en  su  porte  se  adivina 
que  ni  teme,  ni  recela, 
tii  duda,  ni  diesconifiah. 
A  su  «ncuentiio  sale  Robles, 
cuyo  rostro  se  ilumina 
(¡oh  prodigiosas  almohadas  I) 
con  placentera  sonrisa. 
Tiende  á  Moreno  los  brcuzoa, 
y  le  esitriecha  y  te  acaricia^    . 
llamándole  amóigo  suyo 
verdadero  á  quien  estima^. 
jOh  sonpresai  in^perada! 
poco  después,  todavía 
le  noniíbra  Tieniente  suyo, 
y  se*  ausenta  die  la  Villa, 
diejando  á  todaí  la  g^ente 
as'ombrada  y  confundida. 


'^Dádivas  quebrantan  peñas,** 
tiiuiestros  abuelos  decian; 
y  entonces,  coono  hoy,  sie  ha  visto 
que  la  sórdida  avaricia 
ha  logrado  en  todo  tiempo 
flai  virtud  mirar  vencida, 
triunfante  siemipre  á  la  audacia, . 
y  en  pregón  á  la  justicia. 


8ICSBMPBR. 


TRADK^ION  BÍBLICA 


CtifmdQ  dd  ^ey  A^tiero  fué  ministro 
el  hijo  de  Amadáiti,  Aman,  d  jpüeblo 
bermoso  le  llamaba,  y  saibio,  y  justo, 
tico,  gallaipdo,  valeroso  y  bueno. 
Tanta  isnx  gloria  fué,  ¡tan  eminentes 
sus  virtudes  y  dotes  parecieron     . 
á  todoB,  desde  «1  Rey  hasta  él  esclavo, 
que  del  vulgo  y  la  corte  fué  modelo. 
¿Quedase  ^ogiar  á  algún  niíaigtn'ate 
ó  demostrarle  singular  aiprecio? 
soto  á  AWán  oompafársele  podía, 
que  era  el  tipo  de  tlodos  más  perfecto. 
"Ks  -más  rico  que  Aman,  que  Aman  máa 

(síubio* 

is  valiente  qué  Aman,  que  Aman  máá 

(bueno. 


64 

más  hérmo(sioqtiíe!  Aman,  "hablaadadeotr^i 
ccjti»  hii>érbolé  dice  el  mundk>  enteix)," 
Mas  como  «9  Sol  «descieiikle. Jiam  d'  oca^, 
así  descaendie  Ataán  de  su  apogeo, 
y  húndese,  al  fin,  en  neigra  desvenjturai 
ai  (perJer  eJ  favor  de'l  rey  Asnneno. 
¿qué  entonces  fuié  «de  su  podler  y  gloria? 
¿qué  fué  de  sui  'hermosura  y  su  denuedo? 
¿qué  la  ¡nsenisaita  admiración  d^l  mundo? 
eclipsólos  ei  saibio  Mardbqueo. 
Y  amte  la  hermosa  Ester,  que  el  ney  adora 
se  eclipsiatran  los  nVámai^  .neülejos 
de  la  estrella  dte  Aman,  y  los  eslogios 
en  sarcasmos  itrocáronse  y  dicterios. 
Ya  no  es  A^^fánf  ^i  tko  tA  cnagnánimo, 
ni  linido,  sabio,  ni  gentil,  ni  apuesito, 
y  el  pueblo  tornaidüzo,  cuando  qoiere 
oomp«9..rar  dte  otros  homlbre^  k>$  .  deíeotos: 
"es  mas  malo  que  Aman-,  excjama^  pinto, 
**»es  más  pobre  que  Aman,  que  Amáai.fíiláí 

(necio, 
y  más  todo  qiuie  Amáti,  y  toíb  malo, 
que  ya  es  Aman  el  tipo  4e  kn  feo/* 
Pasaironí'.yiai,  Iqs  siglos  y  es^costuimhre; 
todavía  decir  en  nuestros  tiempos : 
**es  más  .po|bre  que  Amén>  qu<$  .Aoiáu  niás 

(rido, 
es  mías  sabio  que  Anxán,  que  Amin    raás 

(necio/' 

*'Y  esta  bíblica  historia  nos  en!s.eña 
qüe'eil  miundo  ádulai  á  Césares  y  Cresos, 
y  arroja,  sin  pieda^l,  á  lo§  hunuld'efi 
el  farda  abrumador  de  su  desprecio.^' 


f> 


LA  CITA  MISTERIOSA. 


LEYENDA  HISTÉRICA, 


BI  pueblo  m»  1«  contó, 

y  pues  la  ai^ttyria  no  invento, 
responda  el  pnebío  y  no  yo, 

JosÉZoRRliXA. 


<Ett  «1  siglo  ^ez  y  siete, 
a&o  de  sesenta  y  <]os, 
permitió  estos  Ihecho^  Dios 
juya  ivei^daid  nadk  objete, 
Ju€  esita  hisOCHftól  se  resiste;  - 
nues  ;aiuivqu€  pátecie  rara, 

Poaee  y  Foot— Í9 


66 

lai  refiere  el  Padre  Lara 
en  crónicftó  jijiie  ^sprJbió;. 
y  píales  él  nos  'la  camtó, 
su  pateraidia<l  'b  eumpara. 

La  sencilla  relación, 
en  hechos  graves  ifecunidia, 
á  veces  eil  Padlre  fuñida 
tan  sólo  en  la  tradkión. 
Y  se  nota  la  omisión 
■qu€  pa>deció  CogoEudo,  \ 

potes  retferirlos  no  ipudo 
ó  consignarlos  no  qu¿so ; 
mas  fd'.*eiitej^coniciS0    ; 
de  Lara  sera  mi  escudó. 

A  él  y  al  pueblo  me  refiero, 
y  siui  relación  mi  guíai 
será  en  la  historia  sombría 
de  Don  José  de  Cainipeiio. 
Rieren  que  £á  «ábalíero 
¿itáróh  á  Catedral  '[' 
(páiiu  una  noche  fátaL  > 

LjÉira  decir  oipiítió 
ío  que  en  el  templo  pasó,      ' 
quie  es  el  hecbo  principail. 

De-sechandio  yo  el  íefHsoCr      • 
•me  avednítuifK>\hoy  4  d^jár  ..  • 
k)  que  á  Lara  i^^rir.:     ,    ^  ., 
causó  escrúpulo, 43, tegr^r. 
Lo  que  allá  e^.jeS  iaterior     ,'  ::;. 
'd*el  teis)(pl<3í  anagusto  pasó. 


67 

''d  ipuebio  «le  lo  contó, 
y  yo  aJ  pueblo  9e  ito  cuento; 
y  pues  la  historia  no  iiiivento, 
resjponida  el  pufeíblo  y  na  yo/' 


Rasga  el  sol  abrasaidor 
las  éeSssti»  y  opéacsBs  fanuanaSy 
y  <kjai  eü  lecho  ide  plutnas 
el  canoro  nus^eñor.      > 
Sale  al  campo  ti  labraicior, 
y  iá  través  dte  la  espesara, 
va,  á  lia  milpa  en  denechura, 
que  gran  oosecha  pronoete, 
3fevci<ndo  al  cinto  el  machete 
don  que  su  pan  •ae  procura. 

En  el  campo  la  alegría 
va  repartáendb  sus  gsBmy 
y  ád  ambieniüe  en  las  alas 
idermn»'  su  luz  el  düa). 
Recoge  lá  nocfie  limlbría 
su  mainitoi  die  obscuridaid, 
y  'la  luz,  la  aotirvMaic^ 
y  la  vida  y  el  contento, 
el  midb  y  el  imovimienitíoi 
se  e3|piaix:en  ¡eni  la  ciud'ad. 

Las  seis  so9i^.<k  lai  mañatfiai; 
^a  servidbmbre  díespierta, 


S8 

y  abre  el  Pabcio  «u  puerta 
á  la  geiite  «cortesana. 
En  la  Caítedral  ceiícatiai 
se  escudia  el  atgudo  !s«ka  . 
de  enorme  y  viejo  esquilón 
que  -tañe,  volteaíwk)  aprisa, 
y  se  v^  acudir  á  mfea 
al  puiéblo  can  devoción. 

Y  Don  José  d»  Omxptw, 
que  es  dtevioito  y  eís  cristiano^ 
deja  'la  cama  ietn|(k*afio 
y  á  misa  Jlega  leí  ipriíaiero. 
Jamás  ha  sido  el*  posftreso 
en  cumplir  coa^l  dlfber, 
y  por  eso.ivíino  á  ser,     .>    . 
y  por  su  ciencia  y  vaíor,',.  ' 
nombradla  Gobetiasaídor, 
y  ascendido  á  Brigíatídaer. 

Un  austerq  /fraqcíscanp, 
de  gran  virtíiií  y  entereza^ 
hiuimildie  y  devoto  reza 
el  gran  raísterio .  ci:¡stiainj6., . 
Otro  fraiJie,  qtíé  es  ^p  hérr^m^o, 
die  extranjera 'cpnk^ción,     '.   \     • 
pronuncia  un  Hargp  '^efmcm 
que  versa  sobpe  el  deber 
que  toaos  tieiiiem  táe  hacer 
del  crimen  repanación. 

Que  quien  un  daño  causó, 
repare  y  ennfriewde  ^el  d!afto^  -^^   • 


acates  que  conduya  el -«fio 
en  que  cometedo  osó. 
íY  ital  piedad  dempaUió^ 
tanito  ceüo  y  taiaU  cieiieia, ; 
del  gran  ooncuraíxen  pre$9QCÍa, 
qrtve  el  Cdípiítsak  igeneral   .  , 
salió  de  la  Outedral 
pasmado  de  snx  doctieticia.       , 

Mas  d  vtri^  que  esjcudoao^ 
muimiirador  y^io^ilignOy 
(hizo  un  juicio  .-pooot  diéobi 
de  aquel  dítscuTso  >pÍ9ídosa.  ^ 
Y  eui  voz  baja^  tfim&íosOf^  • 
decia  que  en,.<Q^^rto  instanvte^'!:  / 
len  el  pálido /s>em!blaf]ite 
>del  CapiHám  gienerad, 
de  su  inquietud  la  señal 
se  veía  pdipitadiite. 

Y  en  Yiucatám  estimí^do 
era  el  viejo  Brigadier, 
porque  filié  su  proGediéT 
siempre  noble  y  siempre  honrado. 
Valiemte    como  moldadlo ; 
altivo,  noble  y  sinceno 
cual  cumplida  caballero;,  ^ 

afable,  justo  y  benigno 
coTtKk  gobernante  digno, 
era  Don  José  Campeno. 

Sin  emfcargo,  en  baja  voz, 
aiunqtie  no  tíon  gran  rebozo, 


70 

decían  que  cusúntdb  nvozO^ 
cometió  tm  ddilo  atmz. 
La  crónica  es  porta'*voz 
de  lai  verdad  ó  el  mvetrto, 
y  no  alega  et  fuiídlaTniefito 
de  *la  grave  inculpación; 
por  aso  yo  la  omisáóm 
aquí  re(parar  iiUiento. 

SaJió  el  buen  Gobermaidlor     ? 
de  misa,  triste  y  somibirío, 
y  abrióle  calle  el  geíitíoi      ^ 
con  i^Sipetuioso  temior* 
Presa  de  exiti^>ño  |)avof 
'llegó  Camipéto  á  Palacio, 
miró  hacia  el  temploí  desií^ía, 
apretóse  el  corazón,  ' 

y  ail  recordiar  el  sermón 
faltábale  aire  y  espacio* 

Sus  ciúadbs  y  faimíliaries; 
qiue  le  muraron  llegar,  r  , 

le  hicieron  (pronto  olvidiar 
Isus  enoijiois  y  pesares.  . 

Poao  después  los  mianjares 
y  üos  saibrosos  pasteles,     ' 
las  frutas  die  ricas  mieilei, 
el  blanco  pan  esponjoso      ^ 
y  d  rico  viiDo  «espuimoso, 
estaiba-n  en  los  'matiitéles* 

Pasaron;  al  oomeijar, 
del  Piaílacio  en  el  contí^in. 


71 

y  aHi  principió  Jel  feítin     ' 
eí  mismo  Gíobemaíáor. 
Alegre  ya»  y  deoklor, 
desipués  qu«  .idev€>tK>  r-eza, 
CaiDpetx)  á  tiiOBtnarse   empieaa. 
sin  qt»e  uti  solo  .pensamieoíta.. 
ten  aqueC  f«liz.<niofne»to 
consagrara  á  su  triaiteza. . 

Turna  el.pkto  sin  demora, 
mas  emtre  plato  y  maütel, 
encuentra  impre^  tm  papel 
que  más  que  lee,  devora* 
¿Quién  k  (PUSO  allí?  Se  igiioma. 
¿De  qtiié  mojo,  cómo^  c«;árido? 
Todos  se  queian  pensando 
€51  aqiií'la  acción  audaz, 
>  Campero  n  i.cbo  más, 
que  está,  á  su  p^sar,  temblando, 

Y  pálido,  cual  difumtio, 
k'e  aü  fin :  ^'J^sé  Gaimp-^ro, 
«m  !a  Catedral  te  espero 
á  la  media  noche  en  p  mo.'' 
—¡Es  misterioso  t\  asunto! 
No  atino  qué  pueda  ser. 
PpoíiTo,  dijo,  he  de  saber   . 
quién  á  citanjie  se  atreve.    ' 
'Em  varto  esperar  no  débc," 

esta  noche  le*  he  de  ver. 

El  espanto  y  el  terror 
'ose  entettDces  retVaitado 


72 

€n  el  concurso^  a^lniirsKio 
•de  ta>l  audacia  y  vahxr. 
Y  añadió  el  Gobermaritor 
quie  juzgaba  qvoe  efa  cosa' 
de  él  imigiui  y  vefgbtnzosay 
al  mismo  Diablo  temer, 
si  al  Diablo  hubiera  «de  vet- 
en la  cita  imi«terio£a. 

Todos  dieroo  Bvá  opinión 
y  emjj>ezaiioo  á  argüir, 
conviniendo,  lal  firi,  <pie  no  ir 
.prudencia  era'  y  precaución. 
— Buscan,  dicen,  la  iócá«ióii 
para  um  críraen  xronieter. 
— Yo  no  tengo  á  quién  temer, 
.pues  care2?co  de  enemigos. 
— ¡Muchos  tpaitecen  amd'gos^ 
y  la  son  cual  Lucifer ! 

— Señores,  iré  á  la  cita 
'bien  .¡preparado  y  absuelUoy 
Bisi  lo  temigo  resiuelto 
y  nada  á  cejar  me  incita. 
—Mirad,  señor,  qaie ,  no ,  escrita 
la  carta  está,  sino  impresa, 
motivo  die  la  sorpresa  ■ 

de  qiuie  todos  .«wiesitras  dan. 
No  hay  imiprenta  en  Yucatán. 
;Arte  diabólica  e§  esa!; 

— Resuelto  á  todo  y  díspue^o, 
contestó,  á  la  cita  fté, 


v73 

y  al  mismo  Diablo  hablaré, 
si  obra  óel  Diablo  es  puesto. 
Y  haciebdo  uinMipremor  gesdo* 
de  <les<Ién,  se  kvarntó, 
y  así  el  alinmertío  aoaibó, 
{niesmadie  se  hallaibiEl  á  gu^to 
por  la  turbación  y  el  soisto 
que  la  cita  les  causó. 

II  J 

Como  el  iaro  lutfniíiioso 
en  la  derecha  atedaya, 
que  sabresal<e  en-  ki  playa, 
alumbra  el  mar  fwoceloso, 
asi  el  Obispo  viltüoso 
la  P«eninsti'la  ilumina 
con  luz  fulgente  y  divina; 
y  modelo  «efe  piedoKi, 
dte  virtud  y  de  humildiaé, 
su  grey  sá  cielo  encamina. 

•    Era  Fray  Luís  de  Oiíuen^es 

iduilce,  aíaible  y  ibtoakbdíoiso., 

con  los  pobres  generoso, 

padre  comen  dfe  las  gentes. 

Esparcía  las  simíenties 

de  la  -virtud  donde  qiuáera 

que  su  acción  llegar  pudiera, 

y  en  su  Palacio  y  el  templo 

era  siempre  vivo  ejemplo 

de  la  virtud!  tri&s  oiustera. 

Ponce  y  Font.— 10 


74 

.  Kk>  hay  amargura  ni  Uatrto 
que  consolar  no  procure, 
ni  dolores  -qoie  'nocuíci 
con  cello  bcnigino  y  san^o.   .  « 
Hodios  se  acogían  al  man^ 
de  su  atdiente  caridad, 
y  él  á  todos,  con  bondad, 
consuelío»  y  amor  envia», 
qtuie  es  la  estrella  que  los  guia- 
á  la  mística  ciudad» 

Comi  lágrimas  en  los  «ojos 
y  mirar  aliento  y  fijo, 
ante  un  santo  Crucifijo 
orando  estalba  die  hiniojoSí^. 
Y  en  te  corona  die  abrojos 
que  la  alba  frente  nod-ea, 
y  en  la  satitgre  que  gotea 
del  entreabierto  costado, 
con  dulce  arfojbo  el  Prelado' 
miradas  tiernas  paeea. 

Y  cuando,  más  aibstrakio   , 
sie  hallaba  en  su  devoción, 
una  puerta  deL  salón  ,  . 
aibrióse  con»  leve,  nuidio. 
lY  (por  él  inajdvertidb, 
un  paje  pcxr  ella  entró, 
que  lentamnente  l'legó 
(haista  donidle  estaíba»  orando,  . 
y  su  abstracción  respetando, 
los  •laíhüos  'no  diesplegá»     . 


75 

PukIo,  al  &!&,  d  ,pdje  hafblar 
y  dijo  que  su  £:»odíencia 
el  Gobernador,  audiencia     ' 
quería  jde  él  alcalizar. 
'-Haeedle  al  momettíio  entrar, 
que  el  qu»e  aguarde  uti  personaje  ; 
de  esa  initportancia  v  Unaife, 
de  tal  raingo  y  csAioBjáy 
iK>  eS'Cotsv^eniente,  en  verdad,      > 
<£jo  con  |>reimiura  al  paj€. 

Breves  itifetañftes  después. 
ad  Capitán  General, 
e¡  Oibüspo  iMSóho  sitkl 
ofrece  amable  y  cortés. 
Mas  el  prinueito  á  sus  pies 
dabU  humitd^  ía  rodilla^ 
y  tal  tacto  no  mancilla 
fiíii  carácter  ni  blasón, 
que  en  k  sáintta  oonffésión 
es  á  Dios  á  quien  se  bmnilla. 

Y  gran  raito  así  estuvieron 
el  Gobernador  halblando, 
y  su  PreCado  escuchandio. 
Nadie  oyó  lo  que  dijeron. 
Once  campianadias  «dieron, 
al  fin,  en'  la  Gaifredral; 
deio  el  Obisfpo  el  sitial, 

te  antiguo  y  viejo  armario, 

ló  y  díó  un  escapulario 

Capitán  General. 


76 

— ^Tenwd/te.dijo,  confianza,  .j    • 
ya  que  no  os  failta  vaknr, 
y  poníed,  Gofaernadory 
sók)  en  Dios  vuestra*  fspetam». 
Si  es  inferntal  aflochonza 
lo  que  Jos  tiiendé  iMcitcr, 
naiásL  die  él  debéis  temer, 
que  jamás  el  Diiablo  podo 
á  quien  se  asnpara  á  -este  csoikIo 
coQ'  su  malicia'  vencer. 

Mas  si  el  •manda.tO'  óe  Dios 
é  su  Tribunal  os  llama,  •  ^ 
si  alguien  por  justicia  claana, 
qií-e  cumpli«dia  la»  halle  en  vos. 
M  de  la  justicia  <en  pos : 
si  sois  Juez,  haced  justicda; 
si  reía,  vuestra  mallicia 
doble  su  fiera  'aCtivez  ' 
ante  el  que  es  Supremo  Juez 
d-e  clero,  pojeblo  y  milicia. 

.  III 


Solemnes,  tristes,  pausadas, 
oyó  dar  »en  Catcdíral 
el  Capitán  General 
doce  grabes  campanadas. 
Y  sus  órdíeoies  ya  dadas 
'de  que  nadie  le  siguiem> 


77 

90  (plena  die  quíe  sufriera 
duro  castigo,  salió 
y  al  templo  se  encaminó 
donde  el  citadlor  le  ^pera» 

La  noche  era  tenebrosa 
y  la  denisa  dbscnridla'd 
envolvía  á  Ib  ciuidaid 
en  la  somibra  misteriostau 
£1  manólo  <iuerme  y  reposa» 
tregua  dlaindo  a  sus  querellas» 
y  liasta  el  cíelo  stuis  estrellas 
á  las  miradas  oculta» 
y  en  negilcy  crespón  sepuíldt^a. 
la  luz  que  de^pklen  ellas.  ' 

El  silencio  pavoroso 
sus  akis  inmienisas  tiende, 
y  por  doquiera'  se  extien<le 
su  dominio  poderoso. 
Se  escucha  sólo  el  medroso 
graznido  de  mal  ag»5ero 
Á  algún  pájara  agorero  ^ 
que  en  la  torre'  se  guarece, 
y  el  cíorazón  estremece 
d^e  Don  José  de  Campero. 

Su  ayudante,  silencioso 
y  recatándose  «de  él,  ^' 
i  cierta  distancia,  fiel 

stguta  cauteloso. 

si  con  piaí^  medroso 

n  caminaiváo  los  dos^ 


78 

V  dlel  timo  el  oitro  ew  pos, 
la  distaiucia  devaraiton, 
y  en  corto  instante  llegaroi- 
frente  á  la  casta  idé  Dios. 

Jutiito  á  la  pulenta  carada 
se  detiene  el  d^e  Campero: 
pronto  el  otro  caballeno 
líegia  enupuñaffidb  la  espada. 
Gira  en  sons  ejeá,  pausada, 
la  enomne  y  niaiciza  puerta, 
que  sólo  -se  vcí  entrealbierta, 
y  el  Capitán  General 
por  ella  emtró  en  OáUeiral 
con  planta  medrosa^  incierta. 

Su  ayudanta,  ^cauteloso,    V 
temiendoi  alguna  asedEanzia^ 
hacía  la  puerta  s^  lapiza  . 
de  entrar  por.  ella  anheloso.       \ 
Mas  un  brazo  vigbroso, 
brazo  .para  él  invisible^ 
con  esfuerzo  irresistible,      : 
violento  le  arrebiaíó 
y  aon  él  en  tierra  dio 
dejándole  allí  insiettisiible. 

Y  tras  de  la  puefta  misma 
que  por  sí  sofla  se  abrió, 
y  que  luego  se  cerró, 
iGampero  en  siambraiS  se  obí^ma. 
¡  Yiai  no  el  engañoso  prisma     , 
de  SOI  altivo  pensamiento. 


79 

^tan  soüenuie  ttuovnento 
ñilimonto  su  vator, 
qu«  uíti  invencible  temor 
xk  á  su  coraxón  l^ormeistol 

Se  detiene,  á  su  pesar, 
presa  de  mortal  congoja,' 
<k  si  mismo  se  90twojk 
y  rto  lo  sabe  evitar.  j. 

Quiere  y  no  l>ued;e  avamzaf , 
hasita<  que  al  ikn  vacilante^ 
y  extendidas  laideliante 
las  mainos,  ttn  paso  dio, 
y  otra  vez  allí  voívió 
á  detenerse  anhelante. 

La  sombra' qoie  le  rodiea 
y  el  silencio  pavoroso 
que  del  templo  <maf}estuo«o 
las  anchas'  natves  pasea ; 
bi  visión  que  eia^^s-ti  alma  crea 
supersiticioscftiemor, 
y  el  lejaito'ipespflandiór  ■      • 
del  cirio  que  ai^de  ante/ un  santo, 
hacen  que  crezca  el  espantó  •  - 
del  sieñor  Gobemsador. 

Gira  kt  vista  écKfo^vaf  ■ 

en  busca  del  que  fe  abrió 
' .  puerta,  y  lá  nadie  JíaBS 

ue  guiarle  alfi  pudiera;. 

*en«sa,  temCy  iieÉ^espe^a, 

xila,  diudia  y.  a^vaitzsi; 


80 

concibe  luego  esperanza* 
de  que  acaso  salir  puiode, 
y  rápido  retrocede' 
y  hacia  la  pHiieiita  se  fianza*  r    . 

Mas  la  puerta  está  cert^da, 
y  ooffi  ya  convwlsa  mano, 
poigfiiá  por  laibdrtá  <ei)*  vasoo 
•en  lucha  dlesesperaida* 
Sienite  -el  altoa  ooiníturbaida 
y  hacia  k»  natve-sonníbría, 
que  á  &u  izquierda  S€  vcia, .... 
juzgajiida  inútil  la  emipresa    . 
ide  ipodeír  salir,  P&gte$& 
y  ya  eti  Dios  tait.sólo  lío.    r 

Le  invocía  devioto  y  rew. 
y  sereruairsie  consigue, 
y  luego  «el  camino  fiiguje- 
que  hacia  el  ábside  <eind!ere¿ia^ 
Ya  con  valor  y  edut^ar-eza 
•Uega  ipoiointo  hatstat  el  Máfn^ 
que  ooupa  en  todta  fujociótiy  . 
y  con  ie  «dulce  i  y  aencUla^ 
aflili  dobla  b  rodáUa     • 
y  munmira  tniteu  ofiacjóoi.    . 

En  el  aire  aufiípiecKSda^. 
iSanzantío  itemiés  reflejos, 
de  Camipemo  «está  jk>  teJK» 
una  lámipofl-a  eBicetidlidta4: 

SiniboSo  es  de  cteimai  vida 
ipromesa  de  vGtíbaSüsao^ 


81 

y  su  bltainaai  thíz  nos  Janza 

sus  rayos  harar  tms  borá, 

cxDmo  la  luz  bÍ€i3ihechora         ' '     •> 

de  la  nisu^ña  «sipeninza.        ^   ^>^ 

En  urna  ricS'de  .pbMta,' '  '^'j     ^ 
dcronadia  JXM"  la  Gniz, '. . '  :• 
d  reflejo  <te  ésa  ixxz 
^ragijuraeote  se  retarata.-  < 
Y  úempero  hmipilde  acata, 
con  palalxa.y  ^ptíosataAeiJ^ 
el.Atigu'sIto  Saeáaunaieiitov 
y  €o  la  luz  y jea  el  aitar^  ' 
no  se  casistai  de  ñ^      -  >>    *     ^      - 
sus  miradas  'OKk  vaosMíÉo.- 

Súbitaaneoite  miró  ,.     - .  ,-;,      . 
cómo  temie  y  ivtaigarosa  ;. 
una  tj&aacok  y  yaipoitot^t.    . 
imagen  ajparecio,  ,:; 

'Y  kntaimente.^,aíJZ9i^  ,  :     . ,  i    -i  ..    ' 
sin  que  'leve  rwdb  liicipra, 
cuiail  si  blsuDica'i^nübé;  fuera,      f  . 
que  ád  cielo  dlesipiieinidiid^..       >      :^  i 
por  el  aire  sVjSpendída,.      .     ;;     ' 
en  d  eBpacío  esttjujvíenau      .       .  ^\.^.-  , 

Y  asi  cototiniuó  avanzando  .  ^  ,.1^.;. 
süenciosa,  (hasit?^  'Héga^  _.^' '  '  ,.',..,'  '''_];',¿^  .. 
é  aipP3narse  en^el^i^tar.'"  '.,';'    ',.7V   ' 

e  eslá  la  ikiz  lal'umbralr^        .  ,     ' 

esa  luz  ikwninandp,   .  ^        , 

n  vagas  t$fi*ttais  yerdíptsas, 

Ponee  y  Font.— 11 


^2 

fué  las  nonroB^  majertiiMasy 
lais  bóviedas  láuvidi^' 
y  las  colünnaasoevofeáM 
por  las  soonibiasijnúí^oiM;' 

Los  crísitaile»]4fa!7cdlovt9 
lie  las  ojivas  r<e|H«jaBi/ 
las  ondas  dé  iuzv que -dejan' 
akkninar  sus  resplandoraiv 
Y  aiquieltos.YQgDs  falgofes 
poco  á  ipOBO  van  xroQiendDv 
y  el  templo  to<lo  incradÍQbdoi 
cual  si  fuenatiiígSKÓ mnr, '  ^  ' 
Uasta  &í  nicho  y  ai  ¡akatf 
van  sus  oüasdsaitendlíflndo. 

Súbitaini'ewte  se  oyó 
cmi  la  torre  no4e)a«i«, 
ú  clanK>r  de  una  canaípana 
que  estridjenjtse  resonó: 
A  aquel  tañido  »é  éfelfó      « 
enomne  grieitti'^n  el'  tii^o, 
y  <k  aülá  éé  {tynéo  <Éy^oúMy%, 
que  formaba  <tí '^^sfítdho  'vano, 
»UTgió  un  esqueleto  huifnaino 
como  á  la  voz  cte  tirft^Dtijtim. 

Sobre  sí  ftiisinias  ¿firarotl, 
con  exitraño  moyiifniten'fio, 
tas  losas  del.pa|VÍn>ett¥to  "       ., 
que  unas  dom  otras  choca-róm. 
{")€  los  huecos  «que  «(íejaroni, 
aquí  y  afilí  descüibtertois, 


•lí. 


wron  satknkia  loé  muertos 
en  4ierai^ta  cúiahisidiii 
y  en  el  fúnebre  cresipén  ' 
^  tos  suidariosicéfetertí^s. 

'Y  kfe  huRiüak»  pecheros, 
kK  esclavos  y  seSocies. 
Obispas,  Gobernadores, 
los  rkxiS'€!siGo«neiii(leiPOS,  ' 
los  altivos  iQflMDeiiD6         '^ 
y  los  frai'Jes  .y  lod  ctti^, 
de  $us  honda»  «epiíií)^^  ' 
tos  negros  antros  dejafiron, 
y  en  f)rocesaón  se  ¡sdk^eajrcMi 
con  sus  itottáé  ve^^Mbirtts. 

fia&y(Ío  40  f fio  sudor,     i 
<soQ  el  cabetlo  «ridiado, 
cayó  en  el  Sfttfón*,  ^eint»dé^^ 
eil  sfeñor  G>ob6t3iO(Íbr. 
Y  é  su  ^gargaliita  el  twror 
se  apretó  .wa  lueitemuéor 
quiso  gritar,  y  no  pudoí 
qpíso  i^e»ír^  yítattipodiO; 
i  y  creyó  queneüstalba  locot 
¡y  creyó  que  eétabft  «m»k>1 

De  una  triste  «nielotííá 
el  melancólico  soix 
^    ¡scuchai,  y  fa  puotoesión 
s    iica>min<aá lia crujíaí. 
^    ilenciosa  y  sombría, 
c      lEanitasimais  Meroiales, 


aJlí  ocupan  tos.,wti4^s  .,.. 
•que  en  lairga  l)iiera  se  extieodien, 
eái  tanto  qiue  id.air^  hieiíí¿«\       i 
los  cánticos, fuíi¿ír.*k«v^    ;. : 

Y  con  Iciff  pgos.,aíbierta8^;  ' 
<te  un¿ii  manera  es^p^Atloisar  •  ^ 
Campero  ve. la  Sonpjrowf 
procesión  die  aiq|ue'ílos/in4íiert08^    , 
Díébilies,  viaigos,  iwiedosí     •  v 
y  <íel  coíx>  •dlesj?f j^f^ididw, 
se  esciichaflio^  los  «c^oicto 
del  órgano  ctt}ías  voce?,:     ^ 
ó  pafta.sa<ía|S  ó  A^IqceSy  /,  :- 
«emejan  trísíCej^geapííoe,;/       i 

ICesa,  '3&  ñn,  M  rtriste  canuto  .     .« 
y  la  tnúsica  se  a^p*aig?a>»     \< 
laial  triste  iwí^or  quf  yugaí ,  :  »  >> 
por  el  templo  atiguisitO:y..6iatttc.4i:» 
Y  entre  sállp^loip  y.llatttp,  .:     ' 
de  aquella  .saJimodííi  en  pos,  >: 
se  eíeva  tristbe,iíi|a  voz,  /  .  /   ;   ,, 
se  oye  iHia  quejay  wi  lanjientOv 
Junto  al  sQitiít^.moiiU'níe'nto.     *     • 
en  que  est¿  .preeentte.  Dios,. 

**AIma,  dioe^  en  pena  síoy 
á  quien  Dios  cerrarme  quitósó  ^ 
'las  pueiitais  diel  Paraíso/'        j.  . 
que  ya  abiertas  á  fiaüar  voy.' 
Por  su  mandato  aquí  estoy.' 
Escujcbaid  ¡loih  potentados  í' 


v.dK.'^VA.'alAarf. 


85 

Gobenwadores,  Preiacióe, 
qiie  reunidos  áqui  «estáiS} 
y  á  juzgar  dteKtos  vaíá 
€n  la  tientai  perpetífados. 

'         .   •  ;'    .  -  '    • 

iMujer  en  <el  wnmtáo  M  .. 
de  oeldbrada  befleza;    .   .    ¡¡r  . 
por  mi  virtud  y  riqu€«i  ^ .. ; 
agasajada  me  vi. 
De  padres  pobks^ jOfaci     .^ 
en  la  corté*  virreinal,    •. 
y  rico  y  pingüe  caiudU 
al  fallecer  oie.  .kgtaron,     :, 
que  á  un  «dutcr  ^oiooaietidarot 
creyéndolo  biueÍK>  y  leal. 

(Mas  en  su  jpisdbo  'ix^iáoTf 
Luzbel  encendiió  un  Ic^eaeo,    . 
y  tomóse,  eníXMíc^,  ijeía 
<te  crionea  tque  caa^^a  üocror. ;  ^ : 
Prendó«5  de  sm  el  tutor; 
oo  ballaihdo  oorresponKJef^ia, 
al  halago  y  la  violepcsa 
y  á  n>a  medios  recuriió;         ■ 
p»  logciarme^  «ñas  hiailó 
Bien^>re  firme  resistencia. 

Loco  ya,  de^ip^í^enitadfo,  i 
y  en  su  vaníidad  heridb,  . 
<*  imor  iqiuie  liabia  sentidlo 
í    ó  en  odSo  tran-sf oimaiíia.  j 

il  crimien  {precipitado.  . 
{      la  mano  de  Satán, 


•  i  ■•  .)• 


86 

concibió  un  oUKiaso  .i>]|aii 
de  que  no  quiero  aicordaroie* » 
¡para  kíego  albánKlonarnie 
y  venirse  á  Y«ucaitánL   . 

Y  á  crisnen  (tan  horT(xx>sioi 
otro  ciimeni  osflrdió^ 
pues  con  ¡mi  fortorie  hdyó 
satísfedio  y  pcxteroiso. 
Un  porviemar  espeoMoso 
diesde  entonces  me  esperoiíba, 
y  la  suerte  prepantalba' 
aü  hijo  ilnoceinte  nao; 
porvenir  triste  yáioíhbrío, 
(porvenir  qUe'  ^me  e5panCalba. 

i    Juzgad,  pues,  y  sentenciad 
al  autor  de  <his  •dolót'es. 
¡ObíspioiB,  Goberiiittdores, 
vuestro  (állo  hoy  cmsmodad! 
Vive  mi  hijo  en  la  orfawüfod, 
y  no  hay  ncidie  q«€  me  iárgüyi 
iqiuie  no  es  jtMto  tfé^tíísay^ 
quien,  sin  derecho  y  razófiy 
retiene,  inicuo  Ial*ón, 
la  fortuina  qtue  ni»  es  sijya.'' 

Así  fai  «voz  exclamó      • 
con  tono  estridertte^yseco, 
que  CíD  las  bóveda*  el  eco 
vaigamenite  iiqpitíó. 
íLuego  otra  t«^if  sé  escuchó 
en  el  pulpito  cercano, 


87 

y  el  acanto  síoiniobtimatio;     ' 
que  eo  lias  bómeéas  pettMi^ 
parece  que.de  loi  ^uttlba' 
se  alza  roiico  y  «uboMÉúU ' ' 

'Del  triste  Oobeimé&ri- 
el  sudor  el  lOsttOiCiÍD^, 

y  oreoe^alál»^««fc  c«M0O^r 
y  crece  más  sm^UírPorj^''  ' 
Gnuel  y  oerviow  «evtiMor^   ' 
BUS  fríos  oiiembtofi'ii^gÉía, 
y  se  esitr-emece- y  pasóte'  • 
su  aingusÉwl» '  <9»mzoA^    '  ' 
ly  con  ronca  vn»,;  'íperdótf*  . 
y  "perdón''  éMymcc»  gñis^ 

*'Gaimpero,'«d^ó*te  yo*, 
oyie  humikk  kb  -seaíteticiai 
qure  te  Kfictan  ia  cleniéricia  \ 
y  la  justicia  de  Dííóib.     _    '^ 
Pues  fuistexid  ivfcio  étt'pbs 
y  en  el  icíftfldtií  Ije^ttiaaitebasíev   . 
y  la  vifhtó  líHjrujwtic 
tíe  una  bidcf éitóa  irinjer, 
vas  de  ttí^mnertífe  á  ^b^r 
el  Ínstente- <iiií»e  dividiste, 

'    QueientiláB  hoy  eh  agoníar    , 
ya  tu  aJana  angostfadd  advierte 
íspoíite.  Sena  tni  «muerte      ' 
"•ntro  die  teroeíió  ^^ 
acia  Dios  tü  iñente  gniía 
lo  ajeno  resitituye, 


88 

que  tal  acto  éaaaúnviye 
da  pena*  quie  has  díe  st^firir ; 
y  pues  vas  pnofiito  á  immr, 
el  mal  que  hrcii^Ate  destruye   • 

lEsto  la  justicia  «OKkna ;    <  >^  ^ 

mas  la  ckinieniQkt  4iyioa^'  *  -'^ 

<qiue  siemipre  ál.gextáóoi seínciiciay 
temipla  y  suavilza  tu-ipi^ia* 
AI  fin  la  regicmi  aeresia 
de  los  justos. badairáS) 
•y  aüli  el  prenÜQ;  gozisrás    . 
de  qcAeth,  'bunülde  y  ciomtfita;     \  ; 
confiesa  y  ¡purgia  el  dielito, 
«como  purgánfdjptlia  «siás. 

Calló  hú  voz  y  Caim^ero  , : 
la  vista  extrai^aicb  g^ira 
hacia  el  púíjpiíto,  en  qoi^  mira 
al  sacerdiote  extnainjj'ero. 
Gni  aqttiel  seixil^lajnite  austero,, 
cfoin  crecitemíte  éspentp,  advierte  i  ,  ,i  . 
que  no  hay  vida,  que.teis«tÁ  iij¿prté. 
que  en  la  míradia  sín  t3«-iílo   : ,,, 
que  alumbra  e*!  rostro  amariKH>> 
se  esti  mostiiaínd)o  la  mu-erte. ,  i 

¡Oh  angp^tiosta  y  cruel  tormento^ i 
I  oh  prolfongadá  agonia ! 
José  Campero  s-entía  .  >      m 

apagarse  el  ¡pensamiento. 
Los  ojos  oernó  al  momento 
recc«ixiaíndo  la)  función^     .  ..  ., , 


89 

y  el  esipantable  sermón 
crexó  votlver  lá  *  e:^c?iichar,  ^ 
y  que  iba,  luego^  á  *;stHttai 
en  «u  pecho  el  cornoAtk'. 

¿Cuánito  tiemipo.ieétLíVo  asi?^ 
¿cuánto  tiempo,  Trío,  inerte, 
entre  la  vida  y  ¡la  muerte 
estuvo  sufriendo  allí? 
Jamás  Ja  cróníoa  oí 
que  tal  cosa  consignara. 
Sólo  afirtna  el  padsre  Lara 
que  tanto  ticanpioi  sudió, 
que  aibsorto  el  <pijíMftí>;rtíró 
que  ^i  sillón)  no  s¿^ Ifecíra. 

V' 

Largas  y  mortajes  horas 
duró  tan  fiera  og^onía; 
vinio,  ai  fin,  Ja  luz  del  día 
con  sus  cintas  seductoras. 
Visiones  aterradoras, 
voces,  músicas  y  canto, 
pu&piros,  quejas  y  llajito, 
indecisa  luz  y  vagiai, 
todo  ce&a,  al  fin  se  iapa;ga 
cottK)  por  obra  de  encanto. 


^  Tres  días  desipoiés  bajó 
^íaimpero  á  la  septuJtura, 
pije  una  extraña  calenítura 
\  vida  le  arrebató. 

Ponce  y  PoDt.— 12 


9i> 

Mtas  al  morir  océená    . 
•que  una  fuciite  oantklaid 
su  aibaoea  ti  Is^  'CÍu4bA 
<de  México  remkiem» . 
y  que  con  élh,  cuniplíera 
su  secreta  Yoliiii!U4. 


^ 


IDIUOFÜNE»RE.       ' 

'I               I            ■     ,  ■         •         i 

.  .   i .J    .    ■        í^ 


En  las  torres  icte  'te  Iig^Jesía 
toca  á  iivujeltó'te-cáimipiato, 
y  €s  su  fúnebre  tañido 
triste  adiós  que  dice  á  uH'  alma. 
Toca -4  muierto.,  y  err  fe  aldea 
están  las  {>u€]it)ais  cerradías^ 
y  las  mujene®  reimidas 
dan  al  ciek»  ski»  piafarías. 
Está  el  hc^r^  dtesatoáo, 
el  hogar  que  ,6iié  die  «Maifta, 
y  hay   llamo  <e»  todos  loa  ojo? 
hay  pemia  en  todift&.liajs  alnoíast. 
La  muerta  ^^e*  tendida, 
en  el  medio  <^  í^a^salav 
y  en  cuatro  hachones  de  eena» 
«e  ven»  temlblar  oualrp.  llaaMtSi< 


92, 

5  •eti'^  rincón  -devisi  estantía,  -  '''C' ;  ''\ 

Términam  las  oracianes, 

ios  ouaitro  cirios  s«  apagan, 

y  s€  acercaai  cuatro  amigos . . . 

I  Se  van  á  llevar  á  Marta ! 

lEn  el  atanki  1^  {xonen, 

y  el  maiidb  se  levanta, 

y  -de  su  «pecho  «n  soHozo, 

Se  arrdkfilla  jiüto  ail  Who, 

estrecha  la  mano  helada 

de  la  miuiertft)  .y  eja-  bu  firentie . 

él  beso  postrer  estampa. 

Y  se  llevan  á  la  muterta 

6  Ca  iparroqiuia  cprcaDa,  . ;      ,' 

y  ai  fin  se  alejap.  las  gentes 

de  la  fúnebre  mbr;adlí,j  •       .  .-  - 


Y  sigue  triste  el  «sposo 

lilorando  á  la  esposa  amsKla, 
y  una  mano  cariñosa' -   ■■ 
su  llattito  ao«»bo'  eojugaibía. 
'La  amigo/  fiel  y  constante,    ^ 
la  más  querida  de  Marta. .  .'■  ' 
¿Quién  mejor  que  ieíía  podría 
consolarlo  en  su  desgracia? 
El  uno  jtiíKto  del  otroj  • 
con  las  manos  enlajadas,     ''' 


93 


recibe  d  uno  consuelos, 

iprodigia  la  otrar  palabras. 

— ¡Quién  cuail  ella  podrá  amarme! 

el  marido,  2A  fin,  «exclama, 

y  las  fuentes  <íe  sus  ojos 

oomo  ríos  se  'desatan. 
^Qmén  satbe,  replícale  ellia, 

no  huya  \áe  ti  la  espenanza, 
quie  eres  íai»  noble  y  tan  bueno 
que  otras  bay  que  mucho  te  aman. 
Y  lais  imanos  se  estrecsharon 
más  V  tniás,  y  en  las  mina-las 
dos  retánupa^os  surgieron 
•que  se  conítmden  y  abrazan. 


TreiS  nueses  después  b  amiga, 
la  iaoniga  «n^ejor  <le  iMarta, 
al  esposo  consolaKlo 
aanor  etenno  jiiralba. 


▼ 


fj     «  1.-   ■ 


..    / 


«'•,•,  n !". 


r 


DONA  LUZ. 


TiftiunaiofK  POPUutB. 


La  Petífimilá  uti  tieni|)o  jgidbrjrnabn 
-1  ilustre  Ma-rqués^  de  Santo.  F^loíro, 
fue  D.  'í)iego  Zapata  se  ílaitiaba ; 
^m  saoigre  de' judíiói  ni  ^tle  moro,'     ' 
\\ie  era  Hnupia  la  sainare  que  llevaiba, 
lunque  si  áaiil  ó  roja,  y<o  lo  igfioro, 
liie*  mírica  he  visto  mós  qtie  sátijgf^  róJa,' 
)  del  coU^idñ  petkímsiM  Üoija. 

ji      ■..:"■.•;■••/      ;•■  . 

Est«  Martfiíés  t(te  Iievaii%ál&  cuna'  • 
ivo  enemigos;  yta  (>or  justiciero 
jue  jama»  abrigué  yo  <Julda  aígiuna 
qiie  amar  I^ 'justicia  es  désiáfuiem, 


9G 


Y  entre  los  tales  enemigos  fueron, 
Si  no  los  ibas  temibles,  los  mayores, 
!os  que  de  él  beneficios  recibieron ; 
que  siempre  hai  sido  aisi!  Los  regikianes 
conrtra  el  Marq'ués  tan  ruda  ta  emj>ren<iie- 

(ron, 
áe  la  salud  del  piueb^o  celiadiores, 
qtue  era  de  verse  el  fiero  ensañamiein'to 
del  muy  ilustre  55  ipbje  ^>^>5|^tamienito. 

Quejas  lanzó  con  implacaible  siaña 
contra  Ziapaita^^ipotidiefQitdo'abaGoe, 
«ante  el  noble  Virrey  de  Nueva  España 
len  imemoriales  largos  y  difusos;    ^ 
mas  (y  esta  es  cos;^  que  4.  xiuiigm^  extrapa, 
pues  de  ils^s^  ,c.<5^rtes  son  corríent^' usosi)/ 
no  hizo  caso. el  Virrey  di(^^les^qiiiejas 
que  desdeñó, -ppfr  fikües  ocins^ás. 

La  AsGmJfÁG^  mirápidose  veí^cjda 
más,,por  k  .gi«»ertie,  qfue .  lie; ;  {^ 
qué  por  Zapata  y  bues^  .^borreci-áa, 
se  decide  en  sesión  extraordinaria, 
á  dictar  cieita  enér^ca  medídí^  ,  ^ :    ,       * 
que  la  hiagia  del^podier  díeposi/tadsa ; 
djar  un.  golpe jd-e. estado  que  otras  vepes. 
colmada  había  su  ambii^ióp  copj  creoes*  • 


"97 

Ai  efedbó;  la  c^ílkra  Asamblea:    .    . 
no  á  la  hit'  se  coogrega,  ^ni  en  pax^é 
donde,  la. gi^€  a  los  .«dites,v«av  .     ¿ 
(qué  quien  cons^piía^  Ae^me  /el  ^^ioaajtOt 
sino  en  misencm  áe  la  Iqz  kSbea, 
y  en  privadÍQ  y  oo  j^  ]2]jbli<x>  bcwp^áaje. . 
Son  dfe  epredps  políticos. y  amnores 
el  re^rp  y  la  soíziíbra  opvotactaneB.  . /    •  <• 

A  las  oicz  de  la  nochfí,  ^  e}  lOKKüíeiK^i 
en  que  dio  sni)  ipostrena»  caimjpaiiadteu 
ti  esquilótti  sqooro  átíl  ipomnenbo^     . 
un  e:fil  de  su  es|posÉt  idolatrada 

que  ¿era  ^  sesión' ítícalqradUi./    .  '^ 

y  -hasta  id.  d3ft>a,  q<uizás,  yic4yieir^n)0>f^uediir 

no  me  esperes^  miVítn,  ttrafiquifai  qiitdb^— 

Se  oj^fi  dfc  uii  beso>J  tentador  sqini4cv 
despuiés  el  ig<%é  de  «iiaciza  p^ 
que  hizo  al  cerrarse  temeroso  ruido, 
y  al  fin,  la  cajjle  ,se  miró  lóesiertíi,  -»  ^^ 
Cuando  ya  ^sta'b'a  lejos  el  onarido,      ,  , . 
sui  adó^aáíi  mSit^  sola  yidespier^av       r: 
necesaria  creyó  una  compañera     ,.  .      . 
para  liacer  la  velaldia  1leva«dleraJ   .      '  ,  ,, 

n»  en  ^a  Ibiutscfib  ya,  <^ucmdio4in  tBát)^  , 
como  á¿  áSgo  que  cae  de  tina  altura,'  . 
confuso  Tkgiái  á^  azoradtoi  oído;' 
retrocede  Á  su  alcoba  com  premura, 
y  él  ansia  díe  saber  qué  causa  liten  siid¡o 

del  tumor,  tfl  siasto  y  lai  paivíitíb "    ' 
PeneeyFont.— 13 


.  .98 

de  stí  medroso  corazón.  <l<XTU!ia, . 

Uega  ala  alWba''f  con  «orpresa  mira 
juíitó'  4  fifUr  lecho  coitytigiíl'&  un  hombre 
que  mío-ise  ^ríjsá;  tá  verla  ni  retirá/ 
y  M«no  1«  idíceí^Nd  <>«  si^íonibre 
el  verme' ftCftií  ^níoís  iarfebirte  la  ira, 
que  yooiíjtipa,  señora,  pot  thi  nombré, 
y  por  él  vuestro  angelical,  divino, 
qM'tio  soy  ún  laidfóri  ni  tm  asSesírip/*  , 
I '■■•■■        '•''  '■  ■  '    ■"■[■•  ^       "  :    • 

Tirmpoí'híi  qtie  os  conidíf:  vuí-^tra  hcr* 
'  •■  •  '/     "■   *     (moscira 

gyalbóse'dtí'sáe  entohieeí  en  twí  almtf," 
y  vuestra  imagen,  hechicera  y  püí'á,  ,  ' 
njttoófjpofísiíempfe  mi  quiettKÍ' y  cálfná.  ' 
-Vínieí  é  ibü^a**  la  dicha  y  lá^érnura, 
vine  á  pediros  del  amor  la,  pt^ilma,—  ^^ 
Y%aifiádas\eri  11a'ritó';Íajs  me^^^^^     /^^^',;.  ¡ 
postráié  ájité'la  daniá  dé  rodillas,  ,     :  " 

Serénase  lá  dam'á',  y''a,un  to'n^  '    .  ,  ' 
quiere  'íá^oÜiíacse  entre  sus  TabiJAs  rojos  ; 
mas  ti^á  íéliós  detiíénése  indecisa.'^  "  ' 
Pronto  eit*lá'1üií'ia¿' los 'airados  Wj6s  ,.^' 
no  sin  sorpresa  el  a¿nadtor  'divisp. 
la  x^gJl^ra  .brot^?* .  y  lo^  ,«Ji;ioip$^.- . ,. ,      i 
Y 'da  .<3^íná  ppornu'njgi^  fia  fr^'se  breve.; 
— ^Al  iiistíiinte  salídi,  villano  ^leyíe.í.^.' 

¿  Q)xé  Qi:qréis,  qué  .buscáis  ?  ¿  Co^éjí^  aqa^o 
que  son*tan,pQbres,nii,fw>n|'a*y  inj.lii^lgíuía 


99 

qtie  obJigafrfne  pofíáiscoi»  esfle  pasQ? 
¿Y  es  taiita  vuestra  smdaqia  y  villaiaia  / 
que  iK>  tesnéis  ¿snívir  faifí^ím-  fracaso?        j 
i  Qué  vama  paríe»ttncípn!T---Ám' /decía  •    >   > 
cuaqdo  <p9oilqhar43pn, ..  Ueaoys<  de  ^irura^ . 
que  una  llave  cruji6,  éa  la-  cer ríüdiiifa^ . 

— ;  Mi  maridp!  exijanM  «lla;^¡nii  mariiiql 
¡Castigado  íseréis!  v    ;  .    . 

— Señora  mía, 
si  es  él,  í>eFididQi  estáis  y  eaiíCQr  ipeídido; 
mas  á.  airtbos  nos  .val<ÍT4 .  la  siaJigre .  Irían 
quie  siempre  en  estes  caiso$  he  ^^idicx; 
Vuestra»  honira  salvar^  oon ,  mi  josadía.— r 
Y  así  (fícíeticlb  lá  fe  discreta  daipia, ,  ^,^  •  i 
el  homíbre  se  metió  ,tjtajor  Ja  c^a.        , 

¿  Qiaién  aquel  h-ddUbre  fiié  ?  ya  mt  {)artce 
que^esta  preguflta  «ÉntutáJ^  ^sciieíiió  '     '^ 
que  el  lector  ó  lectora  me  enderece, . 
que  saberlo;  mi  l?iez,  leimportá-mucíip. 
El  buen  LaTa  es*e  puritéí  no  esclarece^ 
que 'era  en  mafcem  de  átgilcy;  daíáK?. 
Su  nombre  caCtei ;  máis  nos  da  un  ihdi;cia: 
ser  páje  d!tíl.^Afcír<piéís  eíia=  Su  íoíicio.  '  , 

¿  Qué  hacfef,  oJi  Diosl:  La  dama  viacilante 
no  sabe  si  d«eSr  á  su  onarido'  .v 
que  el  mismo  infierno  le  abortó  un  amante 
ún  quie  lo  hubiera  i  Satanás  pcídidOj 
ó  príideinte  caJlar^  y  en  el  insitante  fí 

en  que  viera  á  su  esposo  ya  dbrmidb, 
saltf  haría -^ai  a«iadér  impuPóJ    •    '"  •     * 

•ertándose  así  dfel  grave  apuro. 


100 

Se  decide,  por  fin,  y  cariñosa 
va  ai  encoerttro  ád  niable  cabaHcro, 
y  «!  edil  eti'te.  írente  die  la  liermosá 
«ffi  Ibeso  deposita  (placemtero,        '       ^ 
tritni^  diel  aimor  <yti!e  Mcia  str  esposa 
siemiptie  abrigó  sü- corazón  sincero, 
RaáMSn  tenía  pata  ser  confiado, 
que  nunca  ®ui  mujer  lo  ItóbíSi  engañado, 

■  r-^Mí  pronta  vuelta  exitráilárás  acaso : 
•pcJnisé,  en  effeoto,  CiStar  Ja  nocbe  entera 
buscáttidio  solución  al  grave  caso 
que  así  nos  impacienta  y  desespera. 
Hattto  dincíl  es  y  audaz  el  paso ;       '    , 
mas  ya  pensado  liabia  la  manera 
un .  ¡eidií  tjiLentudo,  aoinqiU'e  algo  vano^ 
de  aca,biar  de,  uipa  vez  con  el  tírawol— v. 

Alárqjase  la.^posa  y  le  príegiiata: 
—¿Y  por  quiéi;i  dkes  eso?-ipii^;Creíij 
que  algo  q1  nsariÁ?'  susptt<jacz  barrujuta- , 
de  lo  quHB  bajo  e^  lechó  se  ,escortíi5a« 
— ¿Y  por  quién  ha  die  sea*?t¿QA<iéfl^luiy.  que 
á  la  fiera  maldad,  la  hipocresía,  (junta 
y  al  despiífcirm;  lla^  vpááión  (M  ofóP  .  ; 
El  indigno  Maítqués  de  Sartto'í''íoro. 

Ese .  Marqués  tioie  juzga  que '  ño  ¡egtaitfo^ 
hechos  aquí  á  comiernos  "marquesdies/'  (i) 

(1)  Dulce  U^paado'  asfy  muy  osacb  «it  iK|ii6ll«] 
época.  .  ■;  .'  ui'.\  I 


101     í 

cuaodo  (por  stmHe  mniestlBa  los  liaUaoK» 
aJ  alcance  de  maaos  y  «paiñotes, 
Ulaiñana  )o  veres,  y  á  V€irlo.vakDps> 
!  ^  rejas  al  traivi^s    y  díe  hastroíter, 
!  en  un  lugar  qu^e  Jiiu^o  ya  adivinas^ 

i  hicÍ6i]ido  «US  calceta»  viscaims.  (i> 

f 

I     Desniídase  el  ^dñ^  se  ya  á'llia,*  c^lma 
sin  snspen^i^. ígltóákm 
que  dJesctibre;  'los  hilos  :<k  la  tntnai     | 
oramicipal  á  ^U'^iijg^tíaida  esposa; 
apQga  Doña  ÍMz  ü.  débU  llama 
del  caindil  xáikrkdlQr»  y  temerosa 
de  algún  xaso  «Ventulait  ó  cxjotíagtfnciaif 
se  fué  acercando  al  liecho  dod^prudencia. 


¡Dormía  ya  eS  edil!  Favorecida 
Doña  Luz  por  la  sotrtbra  prórtiectoraf, 
{acilit^  al  intenso  la  salida  t  ' 

conne  el  giaián  tras  ella  sin  demora, 
Bevandb  /dsAmta  'de  temor  tratnsida, 
hsí^tSL  e\  piójásúo  pixtío.  A  la  señora,    > 
todavía  de  amor  en  el  exceiso, 
ia  audacia  tuvo  de  pieUide  un  beso. 

Escapóse  d  aimante  por  el  tmluro, 
cuaí  sienvo  que  huye  la  Teroz  jauría 

(1)    Asi    sola    llamarse  &    los    grilletes  de  los 
f(ffzado8. 


102' 

de^^fcriecíhja!6j¿or'eii  >éí  stipr^wio  aptíiro, 
y  á  la  ca«a  i^ad-sifisifia^^  -guia,  f    ' 

Allí  cuenta  ai  Marqués  stt  tnasnce  ¡dum, 
y  Jos  pdanes  sntímoipes  «eotif ia,  '  > 
y  todio,  en  fiaylodttoe  yl^'^elaitía 
al  ilusftre  iDv)Diego«le  Za|iata.-      -^ 

Albrácak'  «€ft  Mai0()uáB,  y  la  mSlMw  • ' 
de  la  ciiKlald:anr  cd  mcmenU)  jutiitá;    '  '^' 
y  ciuumdo  id  falb»:  (ooih  su  luz  inicia^ 
el  nu^evo  d^iquí^  Salturtio  apunta,  ' 
respIaAidece  en  la  tierra  la  jcistitia. 
¿Qué  sucede?  do  q«iana  ««  pregunta, 
y  hay  quien  djgfiv  (no  faltam  háblaK^rés^);  - 
que  len  la^tíÉiceirestániIós  regidióres. 

lAqtií  doy  punto  á  Ja  presenté  historia, 
y  si  ella  te  agradó,  lectora  amiga, 
sóftoi  fce  pido  paca  mí  la  gjAorifty 
(que  ella. será  la  sola  que.ooiíisig^),    /    : 
De  que  la  guardes  fid  en  tü  memoria. 
¿La  moraleía ?.¿ Quieres fque  la  diga?. 
"No  la  violencia  ni  el  rigíoír  se  ejeraa, 
que  vale  wm.lsk  maña  <|u€  1». fuera»/' 


LOS  HÉROES  DE  TIHOSÜCO. 


i 


1 


,(yj^J^''/^\'  i'i  y^  ^    -  -■  -;^-   ^-^  ^' 


ff-   :•  .         tr      1'  ití 


LOS  HÉROES  PE  ÍIIÍ¿)StJCd: 


EPlSppiQ  DElJk  QUERRÁ  SOCIAL. 


'Era  uno  «cié  los  (Rimeros  áís^  did  m¡^:  d& 
agosto  ide  185.1,  <iia  q-uie.  se  ^pesmtaba  sonf  : 
brío  y  «tempcstufOísiO!,  Obscuiras  y  <lan«sas 
nubes  se  l>ívatti!t¥ilban  jen  el  OrieiJte,  pre- 
cipitándose m  lois .  ámlbjítps  4'el  cielo^  ^O:. 
mo  apiñiaidoa  escuadrones  die  en^utaidos  gi- 
gantes imipelidos^  fpicwr  «II  soj^Ao  de  la  tem- 
pestiad.  Las  (pdunerás  gotas  de  la  íluyta 
caíaua  sobre  las  l^ojás  de  los  árbgilfes^  ¿rodu 
úmáo  mil  sonidos  niisit;ie;ripsos,  ó  sobre  la 
sttiperficie  de  la  (tierrarique  las  sonbía  corr 
deleitosa  ayi4ez<    \ 

P©moe  y  Font.— 14^ 


tenecieirte  a'l  convento,  idion<k  se  halUaiba 
instalada  ta  Comtaindancia  genetial,  se  vei'i, 
en  los  momentos  eti  que  comienza  nuestro 
relato,  á  dos  hombres  dcipiartiendo  amiga- 
blemente, aunqtie  ouio  de  ellos  daba  al  otro 
claras  mu/estras  de  (respeto  y  stmiisáón. 

/Era  uno  de  ellos  de  esitalüura  regular,, 
gruieso,  de  conitinente  nolble  y  majjestuoso 
y  cuyo^^  ibbíCKfhs^^píubelips  ií^^  que  , 

mtiohbi-áííd»^  ñkbteéi  (pia)sMfe^  febwe^  fwh-- 
te  que  se  imrliniaiba  ya  hacia  úa  tierra,  aun- 
que coniservandb  aún  ese  aspecto    de  dis- 
tinción Iqane  'daíh'  laf  <i<fettímibí»é'dél  im'anidb  y 
el  senitimienlo  diel  pr«opio  fvaáer.  Temáia  eí 
nostro  conupletmnente  aceitado,  y^á  itravés 
de  líos  verdes  cristales  de  sus  gafas,  se  veía 
brilliaír  la  inten-sa  luz  de  su  imirada  penetran- , 
te  y'eníérgica,  ante tecuad  loisihomibresjmás 
audaces  se 'sefntíaiñ'  sobrécidgid'Os,  á  su  pe-* "   ' 
sar;  mias  la  benevcía  sonrisa 'de  áqúel  án- 
ciíamo  respétáblej  sus  mód'áíes'  seniciílos '  y 
su  continente  tddo,'  en  que  se  áámiriabá  la'  * 
distünció-h,,  utíida  eil  ffeíiz  consorcio  cod  Ja ' 
imodíestia  tnás  aialtural,  alÉráíá  las  v<Mti$k[  ' 
des  nías  rebeldes,  vencía  los  ánimos .  itiás' 
quisquilloBos  y  íévanitiiSfcóá;  é'  iiliuíiídSá  lá' 
ootti'fianziá.,  pera  ccfníikrii^a '  reápetüós¿:  y  de- 
ferehtie,  eh  los  óbirazonfe  nUenos '  ábíertcis'  ' 
á  los  suaves  senitimientos  de  la  kmiátá'dw 


107^:^     ^ 

Su  imiterloputor  «era  mw¿bfi^  jÁíkí^  joveri 
quie  éS:  alto,  bien  forQuu^».  tríguedo,  de 
ojos  y  cabeÚos  «legros,  «r^nd  .ti{M>  del  sol* 
(kulo  valienitle,  4>^]rp.;travie9Q  yaccfti^  de 
aventuras,  act¡¥^  y  &^e<ia  «n  el  'tnom^QvfíKí: 
d^l  peligro,  poro.d^omntaidQ^ípor  ta.  desidia 
y  la  pereza  durante  la  vida  monptonia.i' 
inaictiva  {dcji  cuairte'l.  D^  |H€  fFento.ai  aocia- 
no,  •que  ocupalba  una  •inaia«$jUE^.y.de»Gainsa- 
he^  -el  braeo  denecbo  en  lloe*  iboff>4Les  de  'una 
entesa  que  jmiitoiá  si  ibeaia,  el.  joven  soldado 
se  exiíxriíwiba  en  esftos^  tórminos,  eínt  íqb  nwo- 
oifetnitos  e^ .que.  nodotro^ iitenna^i ipoditio  sor- 
prenider  el  dliálogKit  aoimadioi  qme^^osteniaii : 

— La  nuova  orgi^ización  de  las  trqp^ad . 
me  parece,  al  .paf»  que  bu^oa  y  apropiadla 
á  las  circunstancias  adtuales  de  la  guerra, 
jmsítía  y  necesaria;  pero  tiene,  á  mi  juicio, 
el  grave  .inconveniente  d«  cpwtentat  á  unos, 
que.  son  los  .qw  #e  vaa,  y  de<WQ»tentar  á 
dtrQS  que  son  los  que  se  quediMi  eji  el  cam^- 
po  de  batalla^  lOiS  xjue  tibien  que  contiouiar 
en  eJ  servicio  activo  de  ilas  armas. 

— ^Es  veixíad;  pero  fácil  es  hacer  com. 
prender  á  los  que  se  quedan,  que  algutios 
hafcían  de  serr.los.prinieros  ^en  disfrutaír  por 
algún  tiejipc^po,  de  4ai$  veoiitajas, del.  descanso  . 
temponal  que  se  le^  conoédie  y.  que  todos 
gozarán,  á  sm  ItKempo,  de  esar  ventaja. 

— rNada.más  lAgico;  pero  haced,  mi  Co- 
ronel, que  esta  pobre  gente  que  fviste  ha- 
faipos,  come  tof>ta<5'  de  maí^  y  se  bate  día 


•108    ' 

y  noche  con  tta  lenJértígoi  veinte  veces  más 
iMunnefrosoí/  se  ócu^íildle  de  tener  lógica :  só- 
lo ve  que  sruig  cow^ñeros  de  armas,  que 
sus  hermunofS'  se  van/  y  sienten  la  desazón 
y  lia  kiquietudl  de  nnA  auséntia  <|uév  á*  sü 
juicio,  k>s  expondtó  á'tttóiyoíejs  [peligros  y 
■fatigas,     'f  ..  •."  j-  •;''■' 

— ^Teniente' Coronel  Cepeda,  vos- lo  ha 
béis  dídio:  korg^anizaciónde  las  tropas  én 
móviSes  y  sediantáirttís  «no  «Mo  es  conve- 
niente, eu'  vista  del  estado  adthüaJ  de  esta  ' 
giienna' salvaje,'  que  á  Dios  grkcias,  vá'to- 
camdoásfu  ténmino,  sino  jusitá  y  tieoesafiía, 
pues  hdsy  iníiiisdiad  de  esiposos  qiuie  hace 
muchos  años  están  ausentes  de  sus  espo- 
sas, hijois  que  suspiran  por  d)ar  un  abraao 
á  sus  pobres  madre».  ' 

— Es  verdad ;  pero  el  caso  es  que  la  des- 
animación sSenfta  sus  reales  éhttie  nosotros ; 
que  el  desconteaiíto  cundie  erttre  la  xláse  de 
tropa,  y  aun,  inecesario  es  decirlo,  comien- 
zan á  sentiiise  esoe  vagos  '¡  síntomas  que. 
preceden  sieimpre  á  las  insurrecciones  y  á 
las  asonadas  de  cuartel.  He  Ofcáervado  du- 
raffite  ki  noche  cieffitas  idas  y  venidas  le 
unos  redudtos  á  dtros,  ciertas  conferencias 
entre  los  cabos  y  tos  sargentos,  y  aun  a'l- 
gunas  pallabras  y  frases  de  diobk  sentido, 
que  me  indican  que  algo  setraania,  6  cüaií^ 
do  memos,  que  es  gramdle  el  descontento  que 
ha  caustado  la  salida  de  la  piaza  de  *a  nía-  '' 
yor  parte  de  la  fuerza  que  la  guarnecía. 
—Entonces  vigilad,  vigilad  sin  descanso,  y 


„?09 

á  la  prisnera..$eSalI  <1^  insurrección  i]r.e  se 
pr^serite,  si  esto  se  verifica  durants  mi  aiu* 
sencia,  pu^es  sigo  mi  caipinp  hacia  \'*alla<k>- 
lid,  obrad  cao;  energía,  sin  consid^racio 
ties  á  nada  ni  á  nadie.  Así  he  procúralo 
obrar  siempre  y  sabe  Dios  que,  auíu|ue  me 
diuele  tewer  qane  usar  de  sevttidad  en  vier- 
tas ocasiones,  mo  me  ba  íaltado,  sin  euirbar> 
go,  la  energía  «necesaria  para  reptriniir  los 
delitos, 

Sé  muy  bien,  señor,  que  el  C?orowel 
Rosado»  al  par  que  bueno  y  oonde$cendien- 
te,  ^be  ser  enérgico  cuando  es  necesario, 
' — ^Sus  órdenes  serán  cumplidas:  se  vgila* 
rá  sin  tregutai  ni  descanso* 

Asi  terminó  éste  coilto  diálogo,  saliendo 
en  seguida  él  Teniente  Coronej  C^apeda  á 
ocuparse  en  asumitos  del  servicio. 


'    n 

Pocos  nfi-prniemos  después  de  'esta  esce- 
na, el  ruidlo  substituyó  al  silencio  queji^s- 
»ta  entonces  había  reinado,  las  guardias  se 
relevaban' ¿tuas  á  otras,  se  cambiaíba  á  loá 
cqnitineíias,  y  la  actividad  y  la  animación  dei 
día  sucedieron,  en  fin,  á  la  ttraiiquílidad  de 
la  tioche. 

*Las  nubeá  no  se  resolvían  á  desóargar 
sobre  ki  tierra  los  torrentes  d^  a^a  dé 
<}ue  estaban  henchicSas ; '  pero  el  cie*o. per- 
manecía obscuro  y  sombrío  y  Cos  ilayos  del 


ÍIO 

Síof  4iípeiTas  ipodiam,  de  vez  ert  cuantío^  abrir* 
se  paso  ittabkjosamente  á  través  dte  las  bru- 
mas qn€  lo  cubmai,  iltuminairido.  caní  es- 
casa y  ftigitivfai  kiz  los  eslxechos  huecos 
qtre  entre  ixtibe  y  oilbe  éejabaií  vislumíbi-ar 
¿penas  algunos  peq.u<eños  gTraneí^  d¿íl  man- 
to azul  del  firmamento. 
'  Hacia  las  ntieve  de  la  mañana,  ipóco  más 
ó  menos,  Varios  jefies  y  oficiaies  esíaltian 
reunidos  eau  el  ¡mismo  salón  de  <jü'e  antes 
heffnios  hablado,  en  tor 'conredo^e^  que  del 
Coftiívento  comducéti  á  k  iglesia  parroqUiaJ 
ó  eri  una  esltaredia  calleja,  que  á  rm%ío  de 
gafganita,  TBnie  k  pJaza  principáJ  del  pueblo, 
que  estó  al  Poniente  de  la  Iglesia,  c'6n  otra 
plaza  cjiue  Se  halLsii  situácja  detrás  déí  mis- 
mo Convento.  Aíli  esta'Hajn'los  iTeniertíles 
Coroneles  Cepe^diá  Peraza,  Lázaro  Rúz, 
Cándido  González  y  Nicolás  Baj^ix>so,  cajm- 
peones  denodados:  los  Caipitanes  D.  Fal:- . 
pe  Navarrete,  pacificador  de  los  pueblos  de 
las^  inmediaciones  de  yalladolj^ ;  D.  ,Dio- 
nj|SiQ,yalencia  y  'D."  Manuelltürrarán,  ,t\}o- 
d'elos  de  .paJtriotisimo.  y  abnegfkciión^' ^.los 
Tenientes,,!).  Gregorio  5íe<lina,  p,.,Í^roilán 
Ruiz,  D. '  Leoinaiido  Flalcón  y  t),  ^liguiel 
Espinosa,  y  el  Subtenianite  D.  Agustín  Síu- 
ñoz,  fieles  colaboradioires  en  la  glor^ci^^^jm- 
presa  de  reconquisitsar  d  ..país.;del..p(>d!»r'de 
los  &3.1vajÍBS.  lios  escriibien^es  cjíe  lá  Coman- 
cl^nci^  D.  Jo^é.E.  Marin,  D.  Félix.  AiTQeo 
y'D.  Toribio.Ag4;iayp,  se  hallaban  en  sus 
fxuestos  resipectivos  ocupados  en  sus  lal»o- 


411 

re&y  injáepstras  «l.^Corgitel  D.  }os¿  Eulogio 
Rpsa<k)„  di  invicto  campeen  :d€  la  guerra 
spQaJl,  jjue  anitics  h^eoKis.idl^scfito  Ugeraiswcn- 
te.  niedía  con.p3«oe  I^jíms  en  ícnla  sú  «x- 
lensióni  la^  saja,,^n  que  ef^tabarÁnstalada  la 
liicinia,  Sút)ítaai€n.te  vino  3  i«>iientmn{nrle 
rn  las  pix>{un4ais  re^xiones  qi>e  lo  eodxir- 
gahan,  la  voz  d-e  un  oficial,  que  con  acento 
I  espetuoso  y  dand».  tntiesltras  <lc  temer  ser 
importuno,  dijo : 

■—Mi  Coronel^,  la,  tropa, repugna,  el  ran- 
cho y  mí  soldado,  sé  ha  ncsiáti  Jo  á  recibir 
el'suywg  pfofinendo  al  mísanq  tiempo  pfwia- 
bras  inconvenientes. 

-^¡C6m6'!  ¿y  q'ué'ftlenie  él  rancho  para 

•  qu-e  así  ló  repugnen?;  . 

'  "  '--Mí''Cx>i'ónél,^  el  rancho  no  es 

nlá's  que 'lin  pf-etextb,  piies  por  lo  q^ue  he 
póilido  coníprénd»eT,  1?l  verdadera  razón  ¿?l 
íleácontteihto  qué  eimipiézá  á  notarse  cintre 
las  tropas, 'és  fla  d^  haber  sido  retíra-ida.á  sus 
hogares  ütia  paxlté  de  la  guamicloni. 
.  — íln^ancie^,;  Capítar^p.  ,sí  «s.  así,  .m^dad 
.poner  m  í^,íiiap!t?í  á  e4§.  soldadK).dis<;9;p.  y 
que  leid»^  aígpnos.flalps.píira  que  d  ran- 
cho fe .  pa;;ez(^.  iñc'nps  ;  repugnante., .      , 

-^Estíi.hitiiHimkCmímh  ijeplicóed;  Caipi- 
itán^  queem  CortawJuíite.ide  un  cuartel  y 

'fidlifdwiío.WJftftW^     fué  á  cumplir  la 
ordtón  que  haibía  recibido. 

'-.!  Pocos* ífrtomenit&s  después,  -JeiiJía  d  rui- 
do de  h»  caíaír.y^xroitii6ta«'C0fí  iq««íse  m- 


112 

tentaba  aíkogor,  sin  cdns-eguíí-lo  !pt>r  cdim* 
pletoi,  ])D6  lamentos  que  lanzaba  el' 1nl>elix 
'scAáeíáoi^  que  hajbia  tenkto  la'  inopoñtítia 
octurreaiciía  de  qtíerer  gbíár  de  las  dulzuras 
de  un  ratn<:ho  ameinas  niai  tcomfinieiitado  y 
de  loívidiáif  las  «mejor  guísaiclas  prevencio- 
nes die  la  Odenanza  tnüitar. 

m 

■  Todavía  el  riiidb  dé  libts  tanubores  y  cor- 
netifts  y  los  Üamenitos  d-el  soldiado  líenaban 
eí^iadne,  cuando  ^  oyer<»i  laji  d)^tJoít>acio- 
nes  de  varias  aimias  de  íúego,  al  mismo 
«tiempo  quie  Voceis  confusa?  y,  gf itós  ^se4i^ 
tciosos  en  yarios  .puntios  díi?  la  Hfiea.  Alga- 
)nas  jetes  y  oficíales  se  di¡ri|¡;ierpi\  ¡pre<^ip^a- 
tiarriénite  á  la  Ooirnámidancía!,  y.  l]egíaróitx  ja 
deáíntes  ál'tnisnio  tíérnpp  que  ,pl  Corotíd 
Rjosia^o  salla  défl  convento  y  pejiietraba  en 
la  ^calleja  díe  qué  antes  liemos  hátíla<ÍQ,  ¿¿in 
él  objetó  de  informairse  de  ío  que  ocurría 
UnJó»  a  uá)o  fttóron  Ue^iktó  Ce^^iedá,  "Ruz, 
Goih2Íái'ez,  BarfofiO,  Navajt^é,  VáJénicia 
Btfuri^rán,  Medina,-  Raíiz,  Fakón,  EspinCHS* 
y  MuñÓ¿,  uurlénidóée  al  gfnulpo  íos  fescrí- 
biehtes  dé  la  Gamanidan«dia  Mfetfín,  Aroeo 
y  Aguayo,  id  sargíento  I>.  Nabíor  \fedeíída 
yér  asAstenlt^  ©.  Joéé  <  María  GolhtóleiÉí  (l). 

(1)    AdiemftB  üe:   totas    diec  7  mte    personas 
qiie  peiüpiaaaeGdecY»»:  fteifos  al   Garodoiel   Boaallo» 


kiíormado  el,  Corotiel.  Rosado  de  qqe  \úá 

cyatij-óci^tbs  ^oMibrtó  (jéc'  cdtr|p<>rtijaft  'Ih 
güai^nici¿¿  ^'e  hafeíatii  suttíievádíS'  ár 'grito 
sedicioso,  'de'  '¡  nimtán  lóg'Jiéfés  '^'  'dficüífeíí ! 

4^  .airtilléf íá  qíie  ^'taótó  ^iftiladcl  á  iptíkíds'ípk'- 
sds  íde  disltariciá  <l€l 'Jíigái^  l'íiri  qué'i'e  ^há- 
líab^^  y  ¿ti  ^cti^^eátibí  ¿Sit^^iM  iiiiGipd 
quena  (gietSL'áé'^aúll^^  p^eíte'siíl  stí  ><i- 
iresipóría^  '  'ddltatíM^  'd^  .  'aífi«ert>éí ,  ÍJiR- 
estaban' cortijrfiKraidóá'  érí  lA  ■téVufcltá;  '^  '^ '; 
,^ [^«iTíté's'klé-'ékó 'toía' íríkifáíádb^ y^  e»!'  rfíi's)- 
iT>Q''tatóneí  ftoikió  W  yiáirtkis^jétWi  ?ué- 
rañ  '4  ;ípteiitiai^'<lue  1^^^  tróií>á;á'^k>IW6r¿4i^yi 
ofdeií 'i'  pejpr!  aqu^lós  tóWíiñ. '  ^^ífltió'  j(>^ef>ei;- 
pitadattiie'h'te  'ÍteclaMih<k^^  oíbc 

deicidos.— íií'-iíli!tód"<ííie^^:r^^^^  '^C^- 
*l,  'tiaieíií'flfe  'dijOí:»¿uSefkk,'  -tocjloi  tía  >iftiUil, 
esa  gétñe  úé' éMíUKS^a  raxoiies  ni  ddtuuiSr 
iDfü  4:e^of  'áf  "líER?  «amienasías :  «Ive  ipirfetendidb 
hfik;ei*l09  nft^bi^dbrár  y  ife  ^h^ '  qtíeáoó  Ío. « ( 

:  -^Ejiitíwitoíjs  ^.m)  -ttoft^^qitféda  man  necurs^ 
que  WlWtf  «natáftdd.-'ocsiipaid  «i:  (ruá<<te*'üf 
áírt alerto  ^  -íiiipattídíén  ^cl'-niolnwefi^o^en  *qnt 
se  pí^se4titeft'r«ftaí5  ttórbab. '•  •■•!•]'.  •!  •  ■•••'.''!*'• 

'íiAst  'fe  hítt^'jr^ya «!ifltíti©i»^pio^  jpaea  en  Ise 
instainte  se  dejara»  ver  en  tocte;alir«^io- 

habla : aJsiiSKm roUYMh  >^lKe»jfcW: .y  .i>fi<Hí^le«i.qw? 

no  turlerian  tienvpo  che  uni'r.ae  «ail  grupo,  qpi^r 

PoDoe  y  Font.— 15 


1 


\ú 


tte^.  las  .g^^£iTiíl¿¿  de  Jos  sabl*v2¿cíos  'qú^ 
ar^futizabiá^  r^si^ltainiep^  :  hacic|i<k>.  íu^¿^ó 
sobre  aqülel  ipqqueflo  ^gfwpo  dfei  j-efes  y  ofi- 
cUÁ^,  coni$>U!est¡o  ^oJeroert-e  d^  Ifs  <lje^*/y 
oiáiQ  persQí^aí?,  qu^e  ^iKes  herpos  íom?»raa¿x 
S^reíjiosi  jiw'te  ¿q'U^l  pelí^  üiumiíipnte  y  ijiié 
gapreps^  itójpQsibJe  ijue*pfurii€¿k  s¡er  véJfv•l^Io.; 
re^^ieitop;  á  raprir  apites  gw  j dejarse  iiilin-T- 
deir  ()Mr  ^aiqueiltai  turba  i^  iiíisu|>(>rtílina<rb5. 
los  jeíp$|.y  o^fdajfes  <^oi^  de 

f4;i^jllena  con  iui^.<li^ípiaro  -(ie^  ^^equieño  .cañón  . 
y  0301,  U>s  tirqs  «é^únicQ  kisíjl  que  '.porta- 
|)a  tí  sargpnito.D,  N¿yl>or'yalerif^^  ' 

d)o  el  gj:jti|>o,e&pe|ii^fi^  la  hora  dé  haíbérsé-  ^ 
•l^s  oiJie'irgO'.a  pi^eipo  con  Jos  ^bl-CiViaKÍois.  .  ' 
:Los  4^í)pqi^^lfos..etijaii  .^joleopi^^p.'    !¡"' j* '/ ^!  ■, , 

(El  estaimt>id'o.d6l>éaíñón^ 
insitsunté  á  !loé'a<gre9óQ^yfmiei3lb^ 
d^  ^kx)  díapaandis  «mrotvi^i  coiiio.eti.ijina  ^Hr 
be  á  ai4üel.gTU{K(><Ie  vadieoit6$.;:pfetx;)',f«a.9P3t|- 
{yrésSáb  ipt>odiiicidía^|ipor.«I  hd^o  tdid,.«qañóÉi 
pasó  ibien  jMioWlafy  el  htiimííií;?^  <fe{5>ííBiectó 
iíti^TSáo  por  el.  aire,  hámeá^  y  ^^QO.qii^ 
sobaba  e*n  aquel  é^skét  J^im^nm^.- 

Los  reotirso8'.>ee;habitEün^a^p(H9ld0  pc|:.ui^^ 

y-'Oftra 'panfeBi..'-  .  ■   i  ,■••;..•,•  i.  -j.   •  •,5;.'.-i. 

íLos  aigresores,  aannaindo  é(nitx>nice&  bayo* 

tietai?,  'se  {^red|riWon'''Corno  ti9i^ilDitrieti(|é<iao- 

bí^  ^  «gfrttfK)'  dte'aqtiéltes  dlfeíB  y  «odnp'  hé^ 

trufes.      '•       '         *•"■'■'■ ■       ■''      '■"'!   •••'í'»      >'í- 

M  éirfo  doM6  'stó!s«tíreisi^|oíwe§,;lí0ciéfi^^ 
•mías  <ienistai  ku  obsouridiad  de  da  a/trt)iMel^l 


ih 

msKfneoito ;  sé  <kjó  escudiar  él '  roiKk>  es- 
taia]pí^,.<íei''^'tie^  y  las    iniibes  .  4'&íartbá 


.       «1    N  !••  i.-      .   '        ^/^*  •     '•■'     '    'I.       .  .      * 

!      -  •    •  i         '  í  '  t  I .      •■  •        '  .  , . 

*,  PqiQÓ  niérko  liicierctti.  sí«^^embárg(}i,i  loís 
¿motÓMídos  .ffc.  te  iras  «áel  fíelo,  pues^^on- 
VíÓMifú'Oit  ayainza'ni(k> ;  bastet  éí  itnsta^te  .«é>h 
^e  el  si^íg&áko  .Deisíderió  Huerta,  ijue  J^á 
a  la  ,<:ái>eza  <ii?  la  jjTÍiii)ti;^  .¿^^ 
la  pruMa,  dé  ^t;  Bayoneta  cpntr^.'el^pcdip 
<id  GpfGJ^^l  IRosidó. ./. .  í^iiopipejí  ^ 
vez  die  c:etqoce<Í!w,  /^  coni  s^eoid.^  j, 
píoniéiKÍase  U  niflinoi|¿^  ^í  cj^ijra- 

zoi^'exc'lattjpió :...'"}  "  j'  V"         ",'  '.,»"  *.'.,, ,] 

— |Hier,e  íaquí,  sí  ite  'íüti^es,  ínsu'^ttxiv 
nstáófl  Hiere  .^ .  ¡.  aqui  eistá  «níi  pecfíio^.  '.  '!\ 
2iquí'e55t^  ¿ri  corazpih...  '  ¿qiae  'espera-s? 
¿Por  <i\iévaK¡iíáá?'m  '    ;' ;;  *  ■'^. 

Y  lipegii,  idan^ertdpis^  íi  tódo^  Ío(s*  atnó; 
tinados  cpp.tiíniuo,^'  ?.;,    ,  /  ■  j!,/  '_   . ,  /  " .'; 

.77íH?l^^  ^*>  ai^WJ,  .^í?  ^sjm  Jefe ;  p^' 
ro,  ^«pfi  iptonitp  ¿e  l-^yf^ptoará  e-f  Eétariio:  en 
tero  clamiíiiKÍo  vefOigaiiz^ífK)?-  nii,  saagire,  a«; 
ntasnaida  ;|r  reqibiiíf  13  entonces  el  -terrjíbie 
ctótjifo. ,  que  mereic^ .  viiéstriQí  crimen  ^  .;^ .. 
¿0¿e  es  Jo  <j|iíe.  quenas?;  i  flíue 
pecfo?  ¿la  muerte  die  vuestros  Jefes?  Pues 


116 


■  r 


bkia,  aquí  no  h^y  más  Jefe  q<i;e  yo. . .  ^ . 
l(í!é^mét>-'Vitt''VÍ6íeslt^^  «eírid, 

tázf^  '  ''•'''''  '  '5  '•  ■•'•  •*  ■  ■  "ÍW-.K 
*'•  ¡Al  fesctítíháf  aqttéHá  'Hi^oí '  im{>tkie<Rtei  qUe 
tantas  "^«idte-'lbji  Hálbií'kJit^dtiÁ^  k^M- 
qoiistar  los  laneros  tdie  la  victoria ;  al  oQnIteim- 
pitar  aquella  figiuira  jmajesittiosa  que  se  ele 
Viaba  como  la  eistastud  diel  vallar  sobre  su 
(>9destal  <i:e  granito,  díesai^asiido  las  ira^  dd 
cktó'y'la''¿olé^  alé  los  h<;>rní>rétí;  íifc(uealas 
tüií)ás  "¿é  ^siintí-eriEiíi  ,dolníífía)da  'pót  '*  Úlihi 
%er!¿ál  *  iifini^teHoSía. '  Él  ^ge¿to'  qüí¿;'  líabla 
méiiia-zaab  ^^'  btóhlodél  'Conoñél'Tfasajtfo. 
'eff' Víz-tífe*  ¿dtíisiJtAár  ¿u  /db/Í,  '.Wií^vfe'  ^ 
'itó ;al'li^feró,  y  If^s  (Jérii&/Váb.mii^a 
Iváps  'poír '  íliiá  'niano  invisitiie,  Wi&isá^  ál 
¿atjg'¿m3  V.  füiéiígín  'í<^ihaíidio*  ^üeriiHa.  tra¿ 
éiSéfriiBá' frente '¿1  'gfii<pd'ai¿\l<fe  W^^ 
tc^aies,  'hasítai  completar  los*  'tíratirOcie»n¡í6fe 
fecMyáS''que  tórrtpctóí^  lai'<gfuá)ií?(i¿íw.' 

♦io  eísfcy  verutaja,  .dí:9|||a,ypf5. «pe  «g(psc^¿ijS|at 
las  armas ;  irniaiidáío  ^qw  óbjedecieroa  'doié 

Su  fvoz  se  idlefó  escuchar  3l¡é  hfd'évíi  ittiíft- 
dátóp  *W?tíás^'áa  *HdíntJiWr-'V  dbédyá^fon 
die'  igual  ftíái1.dra;'Wnd  aT  'tódndálr  "^^íanift 
c(¿;^  áe  htóWft'Wijb'sotó.   V'»*-^ 

'^tetonctó  éí' Cdronet'Rósaldb  líiaírídÓ.'btl* 
«IOS  dá^í/'y  's3»dtíi  'coitípáñiei%(k''sé''iaíst!i%Ím^ 
-^^  ^'Joiaii^xfe  liióHiritó^  ¡ll^ata*  <M*si 


r^ 


cfortírsui  ftióaos  cot^  ua  engeriría  <qu€,era  fie- 
cesairia  contra  J^c^  áu€j^^^^  cabecillas 

voj'la  voz  Qje  imaípiaicx.  qtue  vjolvieron  a  «(Ks-, 


obeoíeocr.  Tos  diez  y  suerte  oficiales  atroja-, 
roijís^  canfinai  fo^.qu'e  juzg:aoan  cabecillas,  v 


Tonts^  cantnai  K)s,qu'e  mzsidemfn  cat>eciiias.  v, 
en  eJ  aofo  j6s  oesormaron.  Táh%  resoati- , 
cáon  y  enerva  kititnidJó  al  rcs1»'<lé  las  loro-' 
pas  qtne  oibededó  .ya  la  «voz  <l<eil  Camandan 
te  etn  jefe,  dárigiéiKlose  por  lEracdones  i 
ocupar  snts  puestos  y  cuatteke. 

JEl  sargeivto  D.  Nafbor  Valencia  fué'  €• 
tüniíico  «de  tíos  diez  y  ocho  que  resulto  he- 
rido. 

Temeroso  el  Coroaid  Rosado  de  que  se- 
mejanite  hecho  ^'^^KSSf^  decidió  j>edii: 
auxilio  á  los  ouia)rt«Bkle  Peto  y  Vallado- 
lid  y  á  los  fca-nJtotíes  «^f^  cercanos :  misión 
que  fué  coniñaida  ai  caipitám  D.  Felipe  Na 
valmete  y  al  Teniente  D.  Miguel  Espinosa. 

En-  efecto,  como  á  las  ^inco  de  la  tarde 
óefl  día  siguieante,  ya  d  Corond  Rosiado 
conttoíba  con  los  auxilios  necesarios  (pia«ra 
castigar  á  los  delinouentes  y  pana  reorga- 
nizar la  gtiamición:  él  sargento  Desiderio 
Huierta  y  seis  ini3Sviduos  más,  sufrieron  la 
ttltima  ipena,  castigo  severo  impuesto  p>r 
el  Coronel  Rosadlo,  á  pesar  de  repugnario 
su  noble  corazóíi,  piorque  era  el  único  me- 
dio que  podía  emplearse  tpara  resüaiblecer 
la  dfeci'píina  y  devoilver  á  la  autoridad  e\ 


11?. 


prestigia  qi]<<^  s¡e  hebia  omep^gaa^^constáp'- 
raiWemente  con'  tos  Hechos  «scawdaWas* 


qué,  ácjibaban  /de  tetiér .  ;Itig^i*V '  \  ^ 


y  reswJta  actrnuí  ae  oijczy      .  ^  ^ 
hombres,  diez  y  ocho  héroc^  '(jiji-e  se '  cu-^ ' 
briérori  q.^  gipría  ituñargeiilíle  eo  abuel  día 


LA  KítÁjL,m¿ktí  BU  UN  SUEÑO; 

.'i   .    V  TkÁOIClÓN 'POPULAR 


■rr.i] 


i'  • 


Mtvchos  ,^o/»  <íe^ue^  (te  b  fmidadón  4'e 
iCan^>edlji;9^  39a  ^^í^tía  4m  la  pobl^óo  qt^e 
ílleva  td  ji^piHÍíre' 4^p;  H  en  d, 

%i^r;»r  ^ue^  oci^Ip^/sÍqIq  «91^.  veía  l|a,fák)bi  «dé 

E.  íiasta'  el'SvoijpíxAk^  -dé  la. 

sieira^.y  l^ia  los  piros  lados,  í^  espeso 
l?p$que  .cQnyqesitQ  í  -de,  ,árh9ilíes  (fe-.  taJla  ©- 
gwÍ!e«c^...¡0i;COQJti^9  que  i|Ormaibi^  ;  la 
cordfflejTi^r.d.bo^q^e  y.lá  s^b^tt^  ^«^ 'ie^ 
lo  ¿lá^.  ;?!gipi49!Ü^  y  .^in!tore9oc>:  la  suiper-^ 
§cieí  iíimenaáj  de.  fa,  .ultime;,  hallábase,  Kn-, 
bi«ia  por  liaJfftínbrasnattvíW^d^  v^^   za- 


4^*^' 


im 


*^oflt,  tes'  WáñcaíT  goE 
e!  bosqu-e,  limíbanidlo  por  algulnos  lados  la 
sabana,  se  extendía  en  ancha  y  diltataxia 
curva  kicienido  la  exuberante  firomdosid'Sbd 
de  sus  árboles,  cuyas  copas  devéndbse 
majestuosamente,  se  destacaiban  sobre  el 
fonido  •azul  de  lui  cíelo  Utiiminiaidb  pOr  los  ful- 
gores de  un  sol  tropical,  y  la  coixKlkra,"cn 
ñb)¿ákhiisL  eWdkiíóíae  ^/éfifa^lM^Ji  dná 
•la  seirie  íniterímínaible  de  siuis  cerros  y  oíon- 
tículos.  En  el  'iondf»*  de«aqtid  henmoso  bos- 
que, hacía  el  norte  ^de  b  saibana  y  en  tin 
espacio  desfii*.0^isft6"'fie  'árb<!)iíerfj  abría  su 
ancha  boca  «un  cenote  ó  ipozo  natural,  cu- 
yas ag:iKis  crístallínas  .conrinníoaiban  may9r 
frondtosídad'  y  frescurk  4  aqud  paraje  de- 
licioso. El  aguiai  de  la  fuenlte  «suifat^ráfl^a 
y '  1¿"  fe'ótií^ití  H^etih^bíá^  rfé^' fea"  mSk^, 
cüyás  i^áfttd^  ;ye"eáW^l?i^íi^árl  í*irfáftclb' K-. 
Vedáis  ifensétís^ís  ^^VieÁlÜta  ¿á^^títí^ki^iaí^ 
bl^s;á 'l<>s^t^^'  m  .sbr;  aríifefófi'  cbi^ktáí**'- 
menié  áVéá'á^tbaik's-fohTiafey  •eíHó^^^^  düfe 
rótibáVatf'^él  ¿fléW«<í^¿u^uW"'d)e''!&^*átttJ 
tóé2!á,-cMilá^'WidiaW!^  .fiióita^tfé'  stis^xfi*' 
tos  f  éor'^s:  E¿5Íkitídéfe''aqiif  y  aBá!,^  SÍft^ 
óM¿tí  rii'fcoñciértc^,. \^étíMt''érf  ^n^eü^ír/dél 
pozó  '^aitdíes''^ieábis  <téi*WVa^ibláii(iüírk"''v 
d^  Vá'na9fa»5  y  dístiVi^  foi^rri¿¿;^'Miic6fe'^hd-:' 
tüTál¿,§  ;qt¿e ;  la '  pródSgaf ;  njátui^-zíí '  '¿blñÍ56^ 


efecto,  <i€  «descanso  y  <ie«blkz,'  ert  W  époiíá' 
á  que  muestro  reüaibo  se  refiere,  á  todos  los 
viajeros  que  itransiKiaban'  ''el  camino  reai 
como  entonces  se  <dedia,  que  conduce  de 
Mérkia;  Á  'Campeche ;  razón  por  Ha  cual  los 

qv^e7!e  'i^it ;;  sabaniv  d«l  lédscankx- .  >     i  I 
pie,  kcekaik)  ó^^  <í%eitá>s/ve^ie«íd>o  fafí«gáí< 

rcaide  4ní«ci  dinfemiaf;  hallaban'  é^'Héí«feí' 
<diáki:iij  «Kmio  Us  caiid2vWá.6  que  á^ifavies^'d' 
Hds  desiertosi  del  Adto,  #n  Véfiílád^rb' ida^>s 
coa:i(iue  eá  tfqii@t>siitfi^'léi&-Mt¥^ 
tvéaiétd :  ofaiecíáteÉí  -la^  ftfenfíe  'sm  á^a¿» 
k^escris  7  oristaMnas  pseí^  -íI^AíA^  kis  eVi' 
gencins-de  la'»«í;€f  íotíayé  s«  smhbra^'ntf^i- 
«eríoea  yAlí]fwrfectora^i08  árt^  tíft^í- 

<jtt^  q<ie  1  arií  crecían  - esípotí«ánfea¥r«S!íitte';  síft' 
noGésid^^de  !o6  iewidadbs  ^  ívó^  '^s 
fei*08  troj^daltes ;  ¡toS'  páítfrtíte;  que  lattWH'-* 
bain'áilmtÍÍ8»ies'  e^^*á^s^i1^ónd!o8ftí3liéQíwtó  de 
kiis.lárlxrfe«/  gMg-dKitofes  y  €tó(«ilpax&i«0*  gí>b- 
gieos,  y  te'«aáMiií'y  fe  'éortfílíera;  éii'  fiii',  ¥é-^ 
ttesítKm^kys<j^cc¡n  iígtadbfeles'y  'áonp?cfí-> 
dentes  peft^iedtivás. 

®ti  esté  -pttftq^  lorfínfádainenté  s>ói[í«íufftí'/ 
en  «que   taflíaíS  teóé*;  dka'ott^  díistainíía'  á 
«isf««igíflfe  'lnüíí' viajeros  qui  ibairí  iCan^' 
*       Ponoe  y  Font. — Id 


1?2 

dieron,  }iigsor  1^  tiei:iiasy  y  9Qqcin>a'$.esceii^ 

que  yappps.á  rejerir.  «  .  ^       > 

i»í    .1.  .    .      .,    ,        ;J*  '  .  ..•.'.'       ,;• 

lAsíegum  ib  tra(Ucióii'X{Ufe<¡)rá  ántés'*(te  la 
éfKMEaien  «itne  Sué  ¿ütadaicb  la  6oy  villa^kle 
Haoelchakáfi,  húlbbicometlzado'á  cekibilár*- 
ste  en  Can^ipecheijiaftesita  del  Saiiflo  Criáto 
llamadlo. K^. Amor,  fiesta  «que,  «oooio  «s  sot 
bi<)lp,  tietie  Jiuigar  anuatimeiilie  en  dümes  dié 
septiefnibTe,  im  k  i&nmta  <fe  San  RoÉná»/ 
qme  «e  Ji^lib  átextranvaros  die  ta.citiidüid^iLa 
tal '  fiesta,»  dl^^  i«tcvtoilces,  =  era  motivo  de 
r4igi<)<&a  p^rtígaO'inatíqn»  coopa  Ja  ariligua 
d€i'.3antia|go  ^  CQnnpo8tela>  en. la  Mádce 
Patria;  y  !Q«iid!e  verep  cómo  afluían  dte  to- 
diQís.flos  pMfOftos  die  la  Beminsuila»  ora  sácere* 
dc^)0s  iqtie  Sban  ó  afux¡:HaT  á  Im.  del  puerto. 
en  stif!  fafMkS  Cieligipsas,  ora*  enl'ermos  qui^ 
%i9n  e9:);Hi9Ca  d!e  la  <ssía4  que  .^sap^ribaa- 
obtener  ¿el  Cri^ltiO  inilaigrpso,  oiíai  ^verúarfeM 
ros  |p©pe@TUM>Rió  '^íKnmros^^'  «amóohdy.tse^ 
díioe  inipiK>pi^niieinte,  cple' hacíain/el' via^ 
cQiii*'.AtobÍetp.de;au»mplir  una:^oinjesa,.ora' 
en  ííns  traficantes  I  y  n^ercade^esy  taburó  y* 
desocupadlos  y  genites  de^  itodas  clases-  y. 
co|¥d6ck>nes  .«qoieíatciiidlatn  á,<:am  <fe  utílkkar 
des-.y.  granjerias^. 4  (parque  de.  zaimbra^y 
catftaSí  toros-  y  jaí^eos.  Y:, como  la  m^yor- 


m 

par6e  <ie  !ois,cammo§,pú^¡oo<5  en  jc^a  ,6pf¿;, 
ca^'no  klcom-z^  iie  c^fitc,- . 

rae,  qii-edanidose  'raíodestaraieí^tp  ep,.  .Ía,d^, 
seíítfás'o^iñiiples  caitmnos  <)e  l^éíTjuiíWi^,^^ 
to^echbs^j  colínados'^dé  faijgp,ó  j>ediegr9íK)s,| 
y  ,por  6tra.  part<  U^^  ^^fl¿a^p. 

ten /^escasas  cómo 'ji<jiy  la^  ,hit^M!S,,jint^nf , 
cioiiéiSj,  los  concuirenfte^  a  1^  tel, , fiesta!  íi^- 
cBan  ''biij  éíijtf ada  ttriuatfaí^  jli  hpy  miuíaífe. 
cijtbqajcí  dfe  Sos  "pámipaWs"  y,  l^s  ".mQ;ríi,(íq- r 
n€S,"  yd  eri  (m-uías,  ca!b^l|os  y  íijt^r^is,  py», 
simpi-t^ménte  a  .pie,  -qi^^p  ^s.^.me^  «^  nit- , 
ttóal,  seguro  y  econf^jj^^  <le .  jiqJ9oó*>p}9fl ' 
terrestre.        •  •    i  «  r   i  <  •»,,'.. 

^Como/e!  'bp&que,  de  Hek;])(^j|kán  estaba 
sitii<3)c$o.  so|]»re  la  única  Q^mr^ttfca  quci'^fx^'a. 
"in ,  illp  t^iroíWf;,''  icasi  ,tódfc>^  Í||96  vJiajforDs  tie^  r 
n5«fa.,q:ue  jwftqoDer  ^siquiel  |)ar«j,e,,  qwe  sd. 
conviJR^ip.en fj-ti.otQ  de,áescapi$c);.y! á  wf^di-.: 
da  <j*u¿  í^^, aqr-eo^ntá^^  San- 

KcB;i4n^  y;/ih¿nép|diQse,  i^n  caD«ecu«»i(íia, 
tná^^,fn^,<?Qjftsá4^l5i»blf  ei.l^ítnKsuQKte  gejsir, 
*^.  i-SIM?  ft  e%,aOt^aB;de  tq<fe>s  ioi^  pueblos 
y  <jíilq2fc^€;s  Kjle  lia  PjBní||&uia,  -iro^  y  másríViT. 
ska|da,  i  y  tcQncajir;rid^  !*P;  íiallí^t»* » i  IJ«^l^W>a-/ 
^n,..^'¿,tal  |Tfaji}i?ra'^.qi;i^,  íluiratfite  jál.n*^  de 
S}e^tí«n^e;}d)e.  iCQd^.^^  t)uIlkfto.;y  i« 

aimnia|ci4p  ^Uiopdíaa  ,^  ^¡l^mcio-, ¡y.  ^lad«irf 
ha|hkuaA^,<Í^I,aflí^  se/rerMv 

niam  <^^íWPfti?,4i^z-  ó  doce  .ían^asi:  c<.# 
sas/rí9$a€|f9lbiyas  <:^¿IgadUTa3,  íjue^convef-; 


i^ 


taíibnai  'fe  j^^Vcfó^  ;pi 

ie^J'Tdíi'mithferosi  ¿¿íicüirenc'iia  j^ífaTi,  ¿Or 


'lAb'dtórtfe  .feJüiípáW.eti'  tales  casos/ a,  IqV  hay 
•bltaiWé¿''<íe'l<ís'ipu'i^5f6s  pfópcimos  a  flcleV' 

.^J.UA^''Í^lLMh^  iLui    UAéd'íi^   w.i'J.Wl'l' J^'','«     l>x«  • 


al  Sur  dd  ihígriio  Hdlellchakán ;  pero  los 
hteÉÍittailtés-^iáfria'.píeqtief¥á'al«^  itiá^ 
ó  naieitíiáte*'  «fléf^,  áJWádá  á  tté¿'  régtülás;. 
póéo^'ittte  ó  «íeíló^'áí'Oríefltéidiéí  bósdíié 
<tei  <tecaA(#í,'  lléíiakfe .  X^áftihian';  hjbeYhtí 
loíí  (Jüíe'iúar^íJií^é^'V^M^^^  prbicíVi*a,ró'rt- Htí- 
teneir  ñjt'k^^^^jtrc^y  ííffe'  Sdfíyriy  ó'  í^'rA;* 
pf«irf«éd!í>r«  los  ^€s  ítlKífriIs'  dte'  X1caiy\i*rrf' 

iieíl'ic^t^aftafe/'álFltóari  áV!^^  tV/áyÁr' 

nÁftiíttrty  jr  Ttte'jof'jprO(*íStos  de 'Viruillll^/^fe- 
vartlCatilfaL^  en-'  feí ;  áílgiínái '  hHitriíMes '  t^&Vfá- 
jdefe  ^(laé  lióte  pWrbégíer^ít  dlfe  féá  ihdehit^ndSis 
(tel  tiei¥j^)''f>6tajVté»'Idg'aias^  W  flfeíil' 
ca«lí>^aiiaf, '<16J^^  lfé]<íí¿fiU^' 

kéfty  étt  ¿é4«€ffei5,  .ií)éx>'afírtf!ia)dia'pí^^ 
<!ñ  -qu^'  ytt*  fib'^16  *S€''''éy^!H»¿híáiyitf  ^^  áfc- 


cioii€¿  de  Jos  viajemos  jy  Jjas,  a^tpfpr^íjis  rjcVe 

téí -el  dia,  ora/  in^rrímpjajp,  ^  siiq|4;|9:;^ifl- 
jponeñte  y  'imsibe|ir4a^o  qiíe  tejiii?.Of  .,^rí¡¿ííe 
las  ^  aftas  hqnais  <íé  Jifii ^p(^¿.  * 


-  'líi: 


r.ft  >!f. 


sijgip^  Ja  ^p(k,a^  Ri,  ,^^    .-^j  fj^lií^TOn'/ifts 
^e  .\^ .  «sfu^r;?o? .  jqwp :  JWipslró  par»  i  ayef í- 


^ik 


^MKbs  müfcaé,  tiá  jóvéii  qiie  f hsalbá  *(f>en¿s 
cn-'k»  ¿Reí  y*bc4k>  años  y  una  scáorá^de 
•edátí  ya  áivárízáídla,  .c^ufe  se  detenían  :^g;¥jjas 
Veces  pktd  ^frfbfniar¿e  'de  los  viajeros  [4i^e 
hÉBlJaJbah  á  su  j^'asó^  tfe  las  distanciajs.  .  que 
írtitídiáfeaW  ietwre  üikxs  pueblos  y. otros  y^;¿fe 
las  jornadas  qwe  «t^ían  áhin  que  hacer  para 
llegar  á  Caimpeahe.  Bna  el  joven  de  regu- 
lar estatura,  de  col^  «brigaeño,  aunque  cla- 
ro, de  frente  ancha  y  (feíocjada  y  ojos 
garzos,  gnaindes,  expresivo.*  y  de  mirada 
áianqtiila  y  apaciiblé^^é^'fe velaba-  Ib/  rio- 
bks  «¡wtiniiértbós  <d¿  $<tr  6tii*a2óh  'y*la  dul- 
zura 'deí 'SU'  «daíiic^er.  Servía-  d^'  ínartoá'  es- 
te roétíb  ovÉihúia  y^dorrectO;  uííá  cabellera 
obundaiüte  y  dé  cídor  cafetiño  que  hajátó^ 
en  largos  rizos  <íasi  hasta  tócaf  sus  hom- 
bros; reaÜMfndo  'en  grtürt  rAíittefa  la  het^no- 
sura  varonil  y  aumemtafrtído  ■  fe  ge-rtüBeía:  y- 
gaJtetkKa»  d!e^  á-queS  joVeh,  ett^ó  orifeeñ  e^- 
paífoieíá  indtüdteible.^Lasaíiliid  y  la  vida  mk- 
nif estábanse  en  aidiíd  ¿tíeipo  rolbüstó  y  lo- 
aa«o,  Hjtie  hacia  rtccA^dáf'lá  naitürátótó  >p!ri- 
vilegiadá  idfe  k^'hidbhidbilés  otxñqliistódótíes 
del  país,  de  esa  maza  «de  hér<>es'fcgeírid^tii>s 
que  'produjo  la  noWe  'tíetta  tfé'los  Cl<$es, 
ÁifonM^ií'y  Guénkiieá.  'Bra'ia  vjütüa,  .por  é?l 
contrario,  enfermdza  y  ^chacosa:  y  ^unaUe 
•piodían '  déscubi^í^^^  éii'  'su''ixís»^  !  ](as 

huellas  <íé'  una 'Hierbiósti^ra^  jqiie.  no  debió '  ser 
dfesifwecíabte,  sus  *  facciones  >ja^  j  marj- 
chitas'  tomó  flores  rnüétiás,  's»Ui  luirs^  ji^n^ 


g^méai  y  trbie,  en  lá  qtf^-no  brilklbáti  ^3^  lo^ 
ívágpto^éfáih Ij^iiviéfiytud^-y  dtí <iüf]ór  qúís^ 
co  y  amarillo,  de^uciíaai  la-  Üégyauridá<f  die 
sos;  facciowes  y  oclittábah/ía  átttí^uá  gra- 
cia y  gentileza  qti«  <ai(l6rn¿ró¿  su  j^soña. 
A  ipíosátíf  de  estes  circunístetncias  coíitnadai, 
iieVelábasie  en  su  semlblitnftse  la/' -exquisita 
boqicfed'  ide  sú^'  séhtátnacíittois  y  ádhmtiflbfase 
en  su  porte  cierta  nobleza,  cierta"  iriaBies^ 
tád  qu«e  sé  itripon^y'h  a^bfle  v 

simpática,  al  másnx)  tiempo  quief  '  rejsQeta- 
'ble.'    '    -       ':    _    '■    ^'-'í    -•-   •  -•'    ;•    '    I 

Cb»ociflsc  '^ié  am!bo¿  Viáj^frós  hacito 
gxar  jpiittíetraí  vez  efl  yiaje  íií  puartto  de^Cán;!- 
pqchey  .puiéBicomo  antes  héiíiibs  kficííi/  íh- 
<|n¿ría«i  yle  cuáintais  persianas ;  encobtraibáii 
por  id  camiaioí  te*  disdáttciafe  que  itiedftír- 
han  entre  la-s  poblaciones'  dtí' tránsitb 'y 
otras. fU^oiastirdEitivas  éfla  «ruta-  c|it»e>lleva- 

It>a,  la  dámai.fXM*  de&unte^i  y  tras  ethi^  á 
cierta  di^tanda,  el  joven  atbsoibtdb,' al  pla- 
reoes*,  enijprdhínda«( 'nMdhackmeiS  qoje.'ail 
ün,  iirtetiTUtfnpió  escclaníMuidov  al'  >mi6ttnc 
tíeni|)ío  qiie^ jespokabau  su  cabalgadura'  ip¿r 
ra  aüioattsar^  a- SM= -compañera.:  M  *'  '^'"  ■''" 

--'Si<a^gultisl'w«é«  Még^s^  á  lá  saífetói/áe 
Helelohafcán,  sirtniada  en  la  cairre4Jefá''*íiíe 
Cmx}f^fii\!¿^y\^^  las  liiedlras  que 

e^tám  esptípcídíÉS '  ion  el '  bosqiié;  d!tt«  leti^ais 
graibodas  «n  dbs  ^otemíiaé/  Estd'  ipé  diifo 
iTAioAas:  tecd»  mi  paláfe,  mfld¥é*  itiíá,  'j^  i^é^ 
(Htiomelo  pocos  dKas  antes  de  morir. 


m 

— ¿^a  upa. A  ^  unia.E)  iti^iciate  ítelünoriíi- 
hx,^  ^*  ?í>ejji<l¿  <k  ani  fllUÍíe^lov  quien  ;Ias  gira- 
t>Q  c^rta  <^a  .que,  r^»<ji<]iQ<»  die,  c^oosa^cio 
y.5te.fa¡tiga  y  ¿^ornuantíndlos  por  «l.hsmibre 
y  .jxfcfc  ^¡  ^e^,  ac^mp«(fl9fil  atíí  lo«  xíottquia- 
.t^wes,,..        '  ..,.   :    .      ••  • 

TT^gnL.efecto,  tu  .,a.biKík>  ^i flomatía  í Aí- 
jo^9^jPér^'?;,  ,  .■...  .  i." 

—Y  grabó  sus  iniciales  panqué  encaln- 
taid<;)i  de  ^^^¿mierúáñíA.  y  be*!}!?^  <i&  ila  ^etatb&na 
y ,  /st^s  fUreíÍe4ore6,  <;oqiqibió  /  Ui:  iíapfifaHícS: 
4e  e^car  alli  un¡a  Cf^a.dte  caiii|)iQr  enix^ 
,m4íerÍL  ^^ar  ^  .últei^iiK^  4Í9i$  de  ^w  t-agi- 
^affla  yida, y  d'oíijniT,  f|!psíw.é^ db'e'IiQi,  tól  sucr 

/ — Eapctanza  que  no  pudo  Terftear:  la 
vida  'die  ¡los  conquisitadóres  fué  vidí^de  tícDít 
>tÍQiia  agitación  y  de  comibate,,  j^^cttkii^  ^tu 
^buidK).  contaiiwó  á  go2^  deipaiz.iy  baaiqui^ 
di<íadl^  cuaodb.ita .  <xin<}uidta  estaba  y^  >tei*- 
iTDhÍQiada  y  afiatusadío  jpor  mi^ihc^Ki  áftbs  él 
dSqimino  >e:^pa(ñol  sobre  esta  tiarra;  vino '14 
muerte  á  poner  ñq  á  una  vidiau  ttón^agfiBí- 
4a  .s¿€ífl^pre  ai  sery}ciodle.vSu.rRe4V::y  de  su 
^í^trku  .  ..    '-  .•-    Mi  :\u[\'>\*\'A\ 

r— A  5'..P.  Est^i.imciaí'QiííC^inbíé^i  flo» 
Ja>$  4e^;í»i.  p2^i4r«í,  Qiie  se  llaioió  AaaitanionFó- 
.tvs?,  y.^onijiai^  vwe^as,  madte  .niiía,  toiique 
ew  9nd<ip  iw^^>.  Jí<*w>w^  ^  Agwil^,  y 


129 

aiMí  ptíeden  iiKiicaí*  mis  Aos  apcUWos^  Pé-i 
rez '  y  Agtrfkif ;  Esto  ■  m^e '  ^«rece :  providcn-  • ' 
ciad,  y  «fio-s^aí  e^ítrafto'que,  amianto   'el 
tiempo;  virtiera  ^yo^á  ser  ^po¿ee<dor  (Je  «se 
pedazo  -cíe  tiétrá:        "     '  :  .   t 

¡Taá  era  fctí  »eK?netó  esfpei^ftóa'qtnc  abri^  '. 
gaihai  el  c<>razóíi  íle  Ihiestm^ joven' 'víajem»!  ' 


IV 


£1  bosque;  4^  Hí^lchakán  ri^^t^ba  sali- 
larkx     '.i   ■    .  .    •  :  ;    i       ■  •..,,   '  í    .  ,•  . 

El  día  ae  fpres^niWba  claro  y  ser-eno,  ^a 
cielo  es-taiba:  liimpiot  y  .diej^pejada  y  -el  s<¡)l, 
asomándose  poc.'&tKúiiiia  <?de  la  /bemipsa  cor-. . 
•éiMefa,  ^ilu'rilinetha.íaíqv'el  cua<Jro  -espléndido . 
qme  ^ra .  uuoa  ét  las.  .más  ibellau?.  ma^nitestap . 
cion©s  de  la  !«mturalej2a.     '  ...        f.    ''      .<, 

La»  £ei9'  die^  ]>a,  tnmwA  serian  . .  cviando. 
nuestros  rviaij'eros.  penetraron  en  la  sabana 
del  descdH£0.  Ya  qu^  el  jov^A-ípudp*  abar- 
car con^  la>  visrta  aqu^l  p>a^orainiai  qu^e  ante 
él  se  dfcsarroteba,  <juedós€t. suspendo  y. .mar., 
raviílado  goiamdp  e» .  ism  comtieimplaciónr;. 
mois  ai  fijar. svks  •miradas  en  los  ái^l>dles  gi- 
fijamtes  á¡k  majestuoso  bosKiue,  no  pudo  d«' 

ar  <ifc'iíxeliaia;iar:,;  .  i.   -, -,'  .- 

— He  ai(|uí  qitwf  Hegamos.ail  weyo  edén  I. 

iste  es,  ¡oh  madre  mía!  tin  «paraíso  terrc-;,; 
Ponee  y  Font.— 17 


130 

nal  que  en  nada  defee  envkliaT  al  prínnero. 
¡  Qtíé  heimosnraál  Dmtamtfe  todo  el  camino 
he  venido  penaando  en  la  sabana;  pero 
conifiesD  qwe  mi  fantasía  no  pudo  represen- 
tántnela  tal  como  es.  ¿  Con  cuánta  razón 
tpensó  mi  abuelo  vivir  y  morir  aquí,  le- 
jos de  los  hombres  y  enitregado  á  la  con- 
«tetnplación  de  esta  naituraleza  rica  y  exu- 
berante! 

'Así  exckÉnó  el  joven  en  tanto  que, 
•edhainido  Jpie  á  tierna,  «e  íocupó  en  detener 
la  cabalgadora  de  su  imadre. 

(La  señora,  arrebujada  en  ancha  ooilcha 
d¡e  algodón  panai  preservarse  del  aire  frío 
de  la  mafíana,  no  $e  había  ajado  arún  en 
las  beHezas  del  paraje  á  que  esfbaban  arri- 
bankia;  «mas  exciteida  su  atención  por  el 
entusiasmo  de  su  hijo,  dirigió  sus  mirada? 
hacia  el  bosíque  y  ilia  sab^a  y  hiacia'  las 
crestas  azules  de  la  oordillera^  ilulmmaldas 
,por  tos  ddrSadbs  ra)ros  del  sol  saliente,  y 
maravillada  y  sorprendida,  como  su  ¡hijo, 
se  «títregó  á  lai  contemplación  de  «ak^uel 
heMños-Ti  esipeotá'cíulo.  Pero  si  la  admira- 
ción del  joven  Pérez  /í0iVjbt  se  «nanlfesta- 
ba  en  ímpetus  de  alegría  y  en  raptos  de 
«entusiasmo,  la  contemplajción  de  la  dama 
halBábase  llenai  de  sorpresa  dalorosa  que 
se  revelaba  en  las  contracciones  de  sn 
semblanlte.  La  damai  no  veía  simo  devora- 
ba, por  decirlo  así,  con  dolorosa  ansiedad 
hfs  bellezas  q«ue  se  'díesarroilaban  ante  sus 
ojos. 


131 


•  f 


— >Este  es,  exclamó,  éste  el  paraje  que» 
soñié,  |oh  DÍos  mío! 

Y  <fesa4ároiwie  las  fuentes  tk  sus  q^^s, 
corrieiidlo  con  d^bttndancia  el  (fatKlal  -de  su 
llanto  en  sus  pálidals  y  diescamacbs  «ne- 
jillas.  Hondos  suispiros  se  esc>a!p»ix>ii  de 
sus  labios,  y  el  eco  d^  «u®  «quejas/ tunban- 
<k>  el  silencio  qxMt  Jheinsrfbas  Vj&gó  i  ser  íes- 
ctvotiafdo  fK>r  su  hijo,  cfo/t  babténdose.atpar- 
ttia<lo  dfe  ella,  «dfespués  de  halber  dletenido  su 
cafbajs^uro^  parecía  buscar  algutia  cosa. 
bajo  los  áifbcAes  dd  bosque. 

Al  escuchar  ios  laímie!ii'tos.:de..su>imadrc, 
corrió  el  jov^eiif  apresuradamente  haciai  ella 
pregTfrntándlole  la  causa  de  su  tnies|penado< 
vtamto;  mas  ella,  procurandloi  serenarse, 
k  tndkó  qM  la  Ripeará,  lo  que  él  hizo  qsí, 
y  ayudándola  á  dirigirse  fhacia  uiiiai  die  las 
piedras  tmás. próximas  dbl  bosque,  sehtóta 
en  ella. 

El  silenció  reiiió  algfunos  minutos  én- 
•tt^  ambos  personaljes ;  fe»  d^ma^  ■  lloraba 
amairgamen^.ie  y  tel  jiolven,  de  pie  y  á  respe- 
tuosa düstáncia,  la  contemplaba»  con  'oo 
ojos  humedecidos  taimbién  por  las  lá^i 
mas  y  revelando  en  su  senüblahte  la  hondd 
penal  que  le  causabQi  ver  sufrir  h  aquiell.! 
de  qmien  recibió  la  vida.  Como  la  aflicción 
de  la  sefidra,  kfjos  de  cákrtarse,  cada  vez 
recia  más,  fné  ya  i'm»posibIe  que  s'ui  ¡hijo 
iguiera  guao^tidc)»  sitenció;  aproximótse. 

sentándose  Juwto  á  él«la  en  liai  misma  pie- 


132 

•dra,  ttomó  una  de  sus  iDiaiiosv  buiesosa .  y 
fría,  «ntre-kKs; 'suyas,  ard'iieivtesry' robustas, 
y  con  voct:  llena  id^e  suavíainiíSL  tetcmu^  voz   i 
entrecortabda,»  yeces  "por  loajesfu'eraois  qws  .{ 
haciíai  para  comprimir  lo^  ^solkim&sAt  <Hjo : 

— 'No  -es  hneno  que  ií>s-  entregiaéis  ai^'  al 
dolor.  Vuesitra  e4ifeftneda<l^  no -«is'  iiicilrtt*  « 
Ibü-e,  y  aliéntatT*&  lá  espeffíMiia'  <íe  que' es  fe' 
viaj^  ^^-^  *^c^"*<^  empneiucSdo  pam  t>ttócaí  • 
un  aBvio  á  vuestras  óolencia»,  no  «era  in  • 
útil  ó  infnuctuosa.j  Dio»  premiará,  sin  dii*»  • 
da  alfetuna^  fe  'gran- *e  que  os  goía»  «í  san- 
tulario dfelCriíto  óe  Amor,  y  pineses  todo 
amor  y  mií^cordíia,  os  devolVetá  la-  sa- 
kid  que  os  faltat  '    '.  •  • 

— -No  quisjiierai  alfligirtje,  hijó  mío»;  pero 
han  sidb  vanos'  «nís  esfuerzos  .paTa  conten 
ner  y  disimular  las  manifestacioines  dfe  este 
dolor  prdftmdb  que  me  agobia.     Veior  con  • 
'tristeza  in&>ita  quie-laviida  s^  n^e^esoaipat 
que.  !lpi«  muerte  i5ÍR«^  mis  ipiasos  ye  frmü^  de .  • 
cero»,  y  sólo  iaflta  q«e  ailargxie  le    mano 
t:^<ra  apodenarse  nie  sui  víctima ;  qlme  imí  úS-  - 
timoí  dita,  en  ñnr,  estó  imiuy  próxitnoi  Y  no  - 
es  precisa'menite  la  idiea  d<e  "Itet  «ímerte  la 
que  me  entristece  y  rae    aicongoja,     sino, 
;.por  qué  no kktírtelo  ya?  la  dte  dejarte  .so- 
lo 'e-n  el  mundo,  sin  uíi  jg?U!a  pructen^be  v  < 
cairiñoso  que  te  dirija. por  siis  ásp,eroe  g^én- 
derpis,  guia»  qoie  te  es  aún.- necesario,- iptíes 
'aipenas  ^estós  franiqueaíi^  4as  puedas  de- 
la  j»ulv<enitíuid. 


133 

.  r 

— No  os  entristezca  semiejante  idea;  soy 
honiibi^e  ya,  y  vü^tpoá  ^oméfos,  "que  'ja- 
más olvidaré,  ^ráíi'laf  hiz  iqíKnme  gixíé/ls, 
éti^rza  qué  trie  aíliente  y-  -d  eséiídó  que  n\c 
f>rt>tejai  «del  munido  y  d«  tní  misttio;  ¿Peto 
¿qué  habter  de  estas  cosaá  ^qije  siíHgeTi  y 
cofíturitórfi  Vu-eátro  anÍBrio»?  Haibíetnois  ".íe 
mi«9fras  eSjieraiteas  en'  vuiestra  .prtAi.ta  y 
radrical!''euraci6n:  el  físico  (i)  -de  Metida 
nos  ha  dicíiiói  q«e  esté*  \/iiíi;jV  y  las  distrac- 
ción^ que  pr^partjriond',  M^s  sterán  muV  pfo- 

c  .  íi-*Híjo  4nío^  siefffipTe'qihe  los  fisfcosf  quie- 
ren dtesenAaraiiaff fee  dte  los  enferttios  que 
n^  tknenaiei^edSí^/lies  reoetiaii  tia^jes  y  pe- 
regrinaciones;' Pero  tíenes  razón :  *  habljp- 
tmiois  die  otra  cosa.  2  Qué  Iniscabis-  entre 

^  fc«5' Ó!lbío!es  dld  »bOsq«tíe  ?  • 

'— *Ldi&' iníckkS'  -de  qwe  an^Pés  os- haWé. 
Allí-  est6n,f  eíc*ftiv«¿nefl*e,  grabadas  en  'dr')s 
colWntffas 'ique  forrñaWVñ'' parte  'eii  "otro 
tiempo  de  :a»ltg^  ^ntuoio  edífic^ío'  cons- 
tif*rfictofSfK)r  kis  antígiK» '  Ynóradores  dri 
-pats.  'A/'  P.— Aífófniso  Pérez,  mí  ■  nob!e 
'ábt)iék>,  •  él/  valiente'  soldianio '  (éonqitísf^dor 
qtie  du^rrtie  ihoy  el  sméíío^  eit^írn^  y  d-ya 
tiimba-hé  «Visitado  tft?ritas'v^k»s  effi  SantiA- 
gio  ♦áfe'-MJéridfett'-'''  •-'  '  «i-^- •  ■    '••■'; 

— Esas'piedrarsr  seiVtránMe.ífapoi  á     mi 
sepuícrO;  /  ■  ,«  i.   :■.•••■••'  . 


(i;k:   Nombre  qne^  »e  daba  entóiiceB   á  .  1<N9   m6- 


134 

*-rPar  Dk>s,.  madre  mía,  desechad,  por 
fin,  esas  lúgutMres  ivlea$. 

— rSi  ;PQ¡piuedo,  si  mte  es  impos¡bI«e  pea- 
lar en  otra  'oasa.  Escudia^  pobre  hij[(>  ^lio, 
y  .oottnpreniderás  ipor  qué  razón. estoy  ínti- 
maoJieirte  convencida  de  que  mi  fin  se  acer- 
oan  Hia»bi1á  cosa  dieun  mes  qu<e  cierta  no- 
che, en  qtie  pude  conciliar  el  sueño  des- 
piués  de  largas  hors^  <Ie  insomnio,  causado 
<por  v(\\s  dolencias  físicas  y  por  el  tenaz  re- 
duercki  'de  tu  padre,  soñé  que  me  hallaba 
en  un  bosque  defliciosp;  árboles  gigiames 
elevaibaii.  sus  colpas  opulentais,  ca«'gadas  de 
goita<s  de  rocío;  los  pájanqs  reto^abain  alé- 
gires  en  las  ranva®  saludando  con  sus  can- 
tos la  apíirición  del  soJ;  el  oenote,  abri^i- 
do  su  ancha  boca  en  un  espacio  fomia-do 
por  la  ausencia  <lie  los  árbojc^^r  dejaba  ver 
alK  en  d  í otudio'  siefTiioIbsouro, ,  Ift  tersa  su- 
perficie de  stus  aguáis;  la  sabana  iimitensa, 
e:}(tiendiépdose  por  un  la^do  hasta  .€Of#Un- 
dirse  con  la  linea  lejana  de'  horizonte,  apa- 
reei^  á  mis  ojos  como  un  msr  cuyató  ondias 
af>enas  era/n*  movidías  por  «1  tsoplo  .  de  tm 
vienlto  suave,  y  la  sierra,  en  fin,  por  otros 
hdosi  lim«taba>  di  horizontte,  sirvi«t)dK>  co- 
mo de  maroo  á  aquel  cuadro  sorprenidente. 
•  — ^Pero  me  estóis  describieado»  madre 
miaí,  el  pamije  en  que  nos  haiHaiír>>s* 

— Precíisaimeníe.  Aquel  bosque  era  este 
bo^t»e,  aqnella  saibana  estta  sabana,  fue- 
lla sierra,  la  sienta  quie  vemoB :  yo  soné  el 


135 

'panaije  que  estamos  contemplafldo,  yo  soñé 
á  H«lekhakán.  ¿Pe(K>  sabes  en  qfué  estaU  j 
me  fidillaíba  diamlo  «ma  e»  sueños  el 
que  idelicioso  diei  <]iescan9a?  ¡Cstabaí  e« 
a^onia!  Si,  yo  be  sK^lado  morir  aqtti,  ai(|ui, 
hijo  in^!  * 

Y  otw  vez  el  fiante  y  tos  sollozos  em- 
bargaron la  voz  óe  la  afligida  <bma. 

— ^¿Pero  haibiai-s  visto  alguna  vez  Helel- 
cha'kán?  »  \      ' 

— Nutica,  y  eso  te  probará  que  mi  stie- 
ño  no  ha  sido  niás  que  un  avi^o  de  Dios. 

— Los  sueños  muda  signíikaa. 

— ^Algunas  vetes,  sí.  ¿  No  i^ecuerdas  ^e 
las  Sagradlas  Escrituras  refieren  los  sísenos 
de  Faraón,  interpretados  por  José,  y  el  de 
Ntahucodonosor,  Hvterpr'eftadb'  por  Daniel  ? 

— Pues  bien,  maxire  mía;  yo  s>eré  vues- 
tiiQ  Jeteé  6  vuestro  Dia«mel.  ¿Sabéis  lo  que 
vuestro  sueño  significa? 

— ^Sí,  ya  te  lo  he  dicho,  que  aquí  he  do 
morir. 

— 'Pues  bien,  sí,  asi  será ;  pero  no  en  la 
época  qítie  vos  creéis.  Voy  á  deciros  la  cau- 
sa de  vuestno  sweño  y  á  daros  en  seguida 
su  interpredación.  .        ' 

^AJjgunía  vez  oiríais  de  boca  -de  mi  paldire 
la  descripción  de  estos  ameno©  lugares, 
mezclada  *con  recuerdos  de  mi  aitmelo,  y 
vuestra  kmiagftiíación  impresionable  retu- 
vo las  imágenes  'deí  relato,  qué  borradas 
por  el  tiempo,  vcdvkron  á  presentarse  esa 


136 

noohe  con  motóvo  <le  los  recuerdos  que  de 
.mi  pa4re,/l^i^  ,lied)Q  4ur.^te  vu-e^lro  in- 
.  sojjinio*  líé.aq^ni  tCK^cx  iAho;?ai  ¿qíieréi^  la 
ititettprjctíipióíi?.  í^iies,  aUáj.ya.   jQasa^ÍQ..^mi 
us^hxudo,  itqnidi^  jw:  «íl  hambre  y  la;  fatiga, 
.  Hfgó,  áí '^'t^  Weqa^íSíji  .qt;€i  feallj^-^l  descan- 
so   q.ue  ttiaoto  amibicionaba,  defcri^^i  /¡xar-e- 
^er  rntucbo  ináif  heinw>30  y  agrad^l^  >;)fe  lo 
qu«e  eis  ,m  r^'Jtíía4>  jyi  n^tinpail  fj|é.,^i^.  tras 
:€;}  .(J^seo.  dte'viívif  .y.mo!iig-.,<üqíií^)Tv;i|iiera  ia 
esperanza  de  fundar  en  estos  luga«f s:  '^ii;a 
ovueva!  poblaci^nf  <forní).^a^f)iqfr  :1jps  hotnibrcs 
de  í  ^1  íf aza,i  poiWadla'  jpor  sas,  .dic¿<;€í?4iení)e^- 
Mi  padre. ; aliiBentó  jgv^l  ..e^|)j^l^  q^ue 

t^fWHXico  .pjtvcjo  reaH;zar,  y  .^a.  ií©í  ,  siento 
.  iguatmedi'e» » «naKÍre" ;  mítíij-  ^el  j  n^ftip.'  i.dtes^o, 
la  >m(Í5in^,.,as^i?ax:ióli.;?  vivir  y  «ktJiíif;  aquí, 
legiandlo  iá,/|Tiiíí  .íieiSiC!eí*J¡!^t#$.>e^^^ 
pacaíspv  Y, si  yipi.íie  dfe  vhdr  j^ífiTioriríiaq^ui, 
cJaroieSi  iJUie:  vo^^^ta-mJb'iéni  viviréis  ^enlestps 
lugares  y  hallaréis,:  aí»!  fin,  en  ^k>s  \m«i§ti5a 
tuffiitoaí;.peix>'tall,»c0§p(  no  sará  sin<5^  '4»espués 
de  largos  años  de  vida,  de  salud  y  d|($if(^Ji- 
CÍ<íaA  .í  ofM  i   ;r,i  ...   I-  ..   ,í     .i;  .'.!-l'-;/í 

;     ":•'/'       ;.   //  •  '^    -'    n'.  ■    •/  -íí/j;  .:  mmj  . 

V        .r-M.  .    •.-    ;:,.•<     .. 

Dejapom,  jail  fin,  i^vj^sitr^f^  yi^j^res-la  sa- 
bana/cjiel  tde?sicain^o^,cpn!tími»íi;n»ík>.sp  ^^amiiio 
nftnibo  ,á-Caini|pfe<;Íhe.,,  Habían..,  «aívjaivzadv) 
apeniaí&  ciotwí  u^i^  raílía. .por  fe a^^icl?ia,í$íime- 


137 

tera,  cuariído  hallaron  á'iui  ancianto  y  tres 
rniuijeres  df;  l^.p^ase  ,3f)orig^nj.qili^ir«grefia 
ban  <i.e  Caífápiec^  á  ^v^  fireíKí^.íáffetfbos- 
t-eoerse  de  ífutas)  pencado  y-  otrds, (altercan- 
ciae  pana,  vender  á  ios  vi^jepos  qvb^.ipa&sL- 
rah  por,  1^  sattxatna  diejl  ^^'^^^^^  xiuratnÉet  da 
ñestta  proxkni^  die  San.Rqmiáisiij  .DleUiUüra  el 
joven  Pérez.  &u,<:;al?faJ:gaí(hiira,.y  ^pliá(í>  sdlío 
hacerlo  coqi  lip>s.'tT^s^U'nfte$  qiüie  impjlabttnal 
paso,  dirigióse  laá  ancianio  ioterrogándiífie 
acerca  de  la  distaaicia  <^ue  les  faltad  yen- 
cef  ¿>aíira  arribar  al  «ptueirtio.  Detúvose  el  afi- 
ciñno,  y  díés|p(tíés  de  saludiar  con  rep!¿sfti9,.ai 
joven  es-pañoí,  cómo  entonces  ^e  jgl=e<fia,  fie 
toldos  los  (^e  este  »airigen,  fu'exaíi'  ó  no  p-s^ci- 
•dos  'en  la  tierra,  iirformó^ythiniacips^m'^t^ 

•  de  'cuanto  saber  qiueríá,  Áproxiíno^e^:aíiien- 
tras  toñtó,  tnua' d!e  íás,  tfes  m'ujere&i  oíjj'e- 

•  ciendo  1'  la  s-éfítória  pande  trigo  y  ipesca,49j 
OQD  tQil  naturallidiád,  despejo  y  <;:^ñpsa  so- 
licftiid,"C[ii<¿  no  .pudb  dejar  die  ser  aceptada 
ía  oferta  con  sincero  (ai^ade^iniie;nHjO. 

— Gracias,' íii^a  cmlíiai,  dijo  la  -fli^ma, .  puii- 
'  ca  óJVídaré  está' démoste  afecto, 

¿Cómo  te  lla«iriÍa¿?    '    \\  ■„        .  "^  ,     .  ^  / 
■     '—María,  .vueétnai  hu-mildle  sef^yidbrá. '  .  , 
V    — ^í'Máríá,  beíid  nombre!  -¿En  dsóndie  vi- 
ves?    ■ "'    '  ;■;;.    .  .;;  '.••'",  ,';■;;; 

, — Soy  m^raí  <llé\Xkatóikín>  ipeq-iieño 
'pá&íAo  sirtiiiáíto  poco  rnás  de  tres  legt^as,,^! 
Oriente  dfe  Helekhakan;.péro  em^i^^o  a 

Ponce  y  :^ont^j^^Q 


138 

«er«  T^ecirtai  de  este  último  lugar,  en  el  que 
08  habréis  detenido  algunas  horas. 

'-^Sí,  hemos  diescanseudo  en.  la  sabana 
cerpai  de  dbs  horas,  y  por  lo  mismo,  ex- 
traño oirte  decir  que  habitas  eñ  Htefelcha- 
kán.  ¿Cómo  puedie  ser  esto?  No  he  vis  lo 
ahí  dubitaciones  de  ninguna  clase,,  y  no 
creó  q«e  vivas  bajo  los  árboles  dfel  bos- 
qtiíe:  I 

-nEn  «eífecto,  mi  casa,  que  es  la  vuestra, 
no  se  divisa,  desde  eí  punüoi  en  -que  regu- 
larmíente  se  dtetíenjen  los  viajeros,  pues  se 
halla  sátuadíai  cdma  á  cuja«^etnta  "mecaítes'' (í ) 
aj  •  PkAiienite  del  cenote  y  diel  bosque  que 
habéis  visto.  Ahi  me  estó.  fomientando  (un 
par*aje  ó  sitio  ese  anciano  que:  veis  dtejpar- 
tóendo  con  ese  joven  que,  sin  dbda,  es 
vuestro  hijo.  ; 

-^¡Como!  ¿pues  ese  anciano  no  es  tu 
pacíre? 

— ^N6,  sefíora,  ese  anciano  que  veis,  es 
hermama  menor  d^e  mi  pobre  padre,  qiue- 
pasó  ya  lá  mejor  vida»,  contestó  María.  Es, 
pules,  mi  tío-— añadió, — y  recogióme,  en  su 
casa,  despotósi  de  la  muertje  de  mi  ipadre, 
críandiome,  edhicándome  y  queriéndiame 
como  á  hija  propicw  suya. 

— Pues  bien,  María,  á  mi  «vuelta  db  Cam- 
.peche,  qnte  será  inniedíialtaimiente  d«estpuiés 
de  la  fiesta  dte  Siain  Román,  'tendré  el  gtis*o 


(1)  Medida  yucateea  de  veinte  y  cuatro  varas. 


139 

de  visitarte  en  tu  nueva  vecifídsMi  y  de  le 
varte  algún  lobseiquio^  que  aicepitiarás  cotno 
unsL  pequeña  muiestra  ée  la  sísnipatía  que 
has  sabido  i«i6[>Liarmé. 

— GnjicibKs,  Sieñora,  replicó  María  con 
sincero  júlbilo;  os  esipero  con  hnpacietM^ia 
en  esa  qufe  es  vuestra  casa. 

• — Míe  has  preguntaido  si  -ese  joven^  que 
ves  ahí,  ^  hijo  ima;  sí,  María,  es  iiijo 
mío  y  vas  á  conocerte. 

— Juan^  áüjo  .4a  señonnt  alzando  4a  voz ; 
Qfyroximate^  ven  á  compsartk  conmii^  el 
ob^ieqiuto  «de  eslba  joven. 

A^oximóse  Pérez,  aoudiíetiidb  al  Ikuma- 
do  de  su  trnadney  quien  le  idS^o: ,, 

— QuíenQí  que  oomozcas  á  esta  joven  que 
(me  ha  agiafssgado  con  tanta  sinceridad  co- 
mo cariño  y  quje  .participes  de  su  .  obsle- 
qfMQ. 

— ^¿ Quién»  a«  elka,  miaxke  mía? 

— ^Una  paloma  que  estSá.  fabrioaiiiídcií  su 
nido  en  las  ceix:ania8  >iA  ibioi»que  de  mi 
íaftal  sueñKX 

— Os  fiíuplico,  madre  mía,  qu^  olvid^MS 
vuestro  suenio^  que  itial  idea,  fija  sin  .Tesar 
en  vuestra  memite,  pued^  itífibuir  de  uifia  ma- 
nera dañosa  en  vuestrcü  «quebrantada  sa- 
lud. 

—No  os  príréií»,  «eñona,  de  lo  que  os  he 
lado,  qiue  me  queda  aún  basta>nite  para 
i^Uíesitro  hijo,  exc.lattnó  Mam,  .  brindando 
ú  joven  dob  otra?  porción  de  pan  y  die  pes 


140 

• .  í 

cadb.  Y  Pérez  A^lar,  al  recibir  eíl  obse- 
quio con  qttJe  se  le' tiríridaba -fiíiifcwhejnte, 
fijó  evfe'laibidla  .Marsai  utua.  mtradái  áida^ádc- 
ra  con.^l  rfuiego  ^puopi^  de  su  e<iaíd.  Al  'Men- 
tirse María  bajo  la  iíiílí(iifcnda  d!é  aquella 

«minaiciaianrdieote  y  proí^nnifo;  enKOküíones  pa- 

ixa.. dda ijcortatifias  y, 'dles€om)ci<kks/  señti- 
roietitos.  que  jamá^  halbía  •  ejcpeiriiméntado, 
aüfatónonisei  en.id'fonidtoi  d'e  am  inOioeíifte  cora- 

<  ^cm  oomo  «Mcendüdas  <  dlamas,  cuyio  ref le^ 
jo  diejóse  ver  en  am  tnejíílas  que  s^  coló- 
FOaroti.iconslaé  tiiMaB  «ée^-l^aureU-a:  •.  Ba)jó 

;  Meríá  la  visto;  y  .oéuntfusa  «y  ftúrfeittda.  iií'  ha- 
lló palialbras  <jué  dceir  ni  posttira  «lUié  «to- 

— 'María,'  dS^jote  Juan,  me  áíegíio  dJe  sa- 
ibor que'erfeS'  reciña  del  be^sq^u-é 'déJicioso 
dterdes€iain»d:  tal  ipairaije -cuiMlrá:  porfecta- 
imsiiite  *á'  .su  moradom.-  A  iniuést?r6  fegt«$^:> 
de  Camipeche,  que  será  pronto,  tenidípemoísi 
el  pllacer  de  viíáteírte  y  'Ocñrfe9pof¥átT  á  tu 
afectuosífe  solioitmd.  Y .  alat^fairtdo  %  mano, 
estrédió  ílton  >  ftíHírte  y  expiiesivaittenté  la 
pequeña  dte  Miaría,  qtie  crecieron  la  ^ó- 
cióiii  y  el  ein)t*ur«aizo  de  k  pdbft  jov<éfi^  qu<* 
lio  se  diaibaí  cu^etrtta  de  acfueHa  díemostísi- 
. erómdle* afecto idüasitada»  EHa; '•  9iA lemrbargfo. 
siíi!  8¿ber  lo^q^je  híacía,  «ití»  dctí^se  rázóh  dfe 
su  proceder  y  díejándiose  g^iar  únicatuente 
dé  un  «ecréto  i'nípul'sodiÉí'ir^asifiíHMé  sim- 
pa tSa,  dfe'  carifíotto  inkinjto,  cofresporwííó 
^á  «la  prediónf««m.  otra  Ipr^síón  iéual,  tíér- 


141 

viasa  y  ^daoueníie,  ¿Piuede  el  <aI6(i^  hm-  '» 
zado  al^  espacio,,  dejíwr.  d-e  .caeiv    sobr^  .•  la 
tierra  ^icíitadio  per  lunaiovenciMeiaÉioc^^  > 
cióa- ?  ¿  Por  qué  d  «pojejí  .se  tev|8intá«tt  alfST^ 
d-el  céfiro  y  vaiá  íec«jyíar-el«étioí'  de^»  la- 
f!or  ?     ¡.JFu^orzísys  mi^tieríasas  eaparcidap  ^ei 
la  Naturaí^aa, .  yosgtnais  uow  .  «n  ífO-tinKa  y 
secreta  lazada  á  unos  seres  con  otros  sere^. 
vosotras  sois  la  cadena  invisible,  el  lazo 
del  amor,  la  fuerza  incoíitrasita'bile  que  con- 
fundle  en  «n  itodo  anmAnico  las  díferenites 
partes  que  componen  el  inuindo  naitural  y 
visiib3ie!'Y  así  como  en  la  Naturaleza  cor- 
pórea. eKis-teQ  tesas  aftraicqiattesy  ^6»b  itier^ 
zas  n¡!v,^iKÍiAes  que  uiiíien  á  umosi  senes  con  • 
otros,  así  tonfoíón  exist>en<  en  el  nittndbjmo-  n 
ral  ooiprientes.*ui¿s*erio6ap  qae  vmfeanrk  kasi 
afena5  en  eteroo^  e»  tndisolíuíbl^  c^nsíwcioí 
Esas  cqTTMifM»  -.  f^  IJwmaffx  !el  AMOR. 

^jcPero  el  anuoir,  daréis jipuedlé  naoef  así  d«'' 
urMa  iñaneira . '9áfa(}ta,  al  calor  dé  ufia'i^lk 
frase,  harfóí  kiiripfiuencia  ídte  utia  sotó'  tní- 
radá?  ¿Podrá  llamarse  amor  é  eásí  emo- 
ción  ffidiefiniícfci,' á  ese  sentimiento  t^ago  é 
inexpltcabloiaiins  qcie  se  levanta  en  el  cor 
razón  de  tíos  persoínas ;«fue  se  Ten  por  la» vez 
primera?  Y  yo^  os  diré  que  «í  no  es  im 
amor  profium'do^  tal  como'suékti  fbrmiaír'lo 
»I  trato'  íntiícno  y  í recuente,  si  sonólas  pri- 
leras  nUaniéestaíGianés,  los  ipriraeii&s  hro^  : 
2s,  los    (prijUíerps     estremecinMéfitos    del 
mor.  ' 


142 

Sí,  Jtian  y  María  connenzaron  á  amarse 
desdie  aquel  imomefito  feliz  en  que  se  cru- 
zanocí  liois  rayos  ardiemtes  de  s>ui5  cniradas, 
comeüKcaron  á  aitiairse  y  eHos  no  lo  sabían, 
ni  podfeun  exjplicarse  la  causa  misteriosa 
<íe  su  turbacián  y  eobresalto.      • 

I>e9pidSétiqintse,  aA  fin,  ambos  grupos  de 
viajeros,  contítDuandio  cada  tuno  la  rutot  que 
segiufeifi. 


VI 


Holgársrnios  'Je  Tpoder  exf>Kcar  y  ctefimr 
á  nuestros  ibewévoáos  lectores,  lasí  emocio- 
nes, inquietudes  y  dfesasiegos  qtie  dte^sde 
!aq;uel  instante  se  apoderaron  de  los  oora« 
zoines  de  Juan  y  de  Marra;  pero  ¿dónde 
está  él  ieng^je  huiniano  que  dar  puerta 
una  kl^a  exaicta  y  precisa  de  ese  esitiabdo 
i-rtdeftnible  del  ánimo  die  qtóen  comíeti®a 
á  sentir  las  tnistei-íosas  inquietudles  diel 
amor?  ¿Quién  puede  explkar  eisás  ialegrias 
sin  caluisa  aparente,  eísas  tristezas  sin  moti- 
vol,  esas  emociones  lá  veces  dtulces  y  ha- 
lagiieftas,  á  veces  aimargas  y  dolonosas, 
esos  ímpe»tus  d«e  alborozo  y  de  entusiasmo, 
niackfc»  al  cafcr  de  e)s|perainzas  vagas  y  li- 
son)jeras,  y  esos  írntotmentois,  en  fin,  de  an- 
gtutstiai,  que  sutmiergen  ai  alma  en  mar  infi- 
nito; xlle  düdbs  y  temores?  ¿Quién  podría 


148. 

cofíbaar  las  va^as  asipiraciones,  los  dieseos 
a^ndienites,  lots  anhelos  in&iiftios  de  vm  opra- 
zón  h«eridO  jpor  vez  primera  «por  i»  agúdía 
fiedla  dicA  amor  ?  lEsitadio  ag  «ese  did  ánimo 
que  no  ^e  {puiedíe  dieíhiir:  haty  que  «en^ir 
esals  emociooesy  inaiy  iqiuie   esouchar  esas 
vioioe6  misterJcfias  qiue  (nos  habhoi  al  oído 
un  idiomai  tmsitai  emtoncets  ig^noraéio,  Iuly 
que  oir  el  x^iimor  de  los  latidos  diel  cor&«6ti, 
hay  en  fin,  •que  isentír  el  cesiebro  infiamado 
por  kfeas  eonteratmeinHíe  nuevas  yaipdofrosas, 
ipor  pen^saimienitos   destunibradbres,  <;oinp 
ráfagas  d>e  vivida  ¡liui?,  para  IJegar  á  com- 
prendíer  la  inaltoinaíeza  d!e  ese  'Julcisitfno  s««r 
ttmieinto  qué  se  llama  amor,  .sentiimiento 
que,  pantiendb  3el  «mismloi  Dios,  como  de 
su  immetiso  foco,  se  díeimaona  en  oleadas  gi- 
gajnrtescas,  aíbrazandb  y  confundiendo     en 
eílais  misma»s  á  cuantos  seres  pweibjan  los 
esptacios    inlfinítos.     Vtaínia  sieria,  pues,  de 
mietítra  ipaste,  lai  ipretenisió-n  die  examíniar 
el  estadio  dIe  ánimo  de  Jiuian  y  de     Maria  : 
nuestros     fleotonefe    ípodrám     imalginórselo. 
guiados   ;por   sti  iexquisita   sensibilidad,  y 
'teiDer  de  él  una  idba  mós  exacta  de  la  q»uíe 
pudíemn  sugerirles     nuestr!a«     d'eificientes  . 
expilicaciones.   .  Nos  limitaremos,  .pues,  á 
^ir  que  la'  imagein  ihechioera  de  Matía 
rto  se  apartaba  ya  u-n  *sdbo  instatrte  de  la 
w^i»aginacíón;  de  Juan,  quien  mtido  y  absor- 
'     segniíjaí  sftj  caimino  hacia  Campeche  sin 
'Se  cueimta  ele  lo  que  pasaiha  en  tomo 


144 

suiyio,  y  '<juíe  María  nó  cesaba  d^  recordar 
aqüieHa-  -mirad»  proí-tundá,  'bajo  cujr^a  extra- 
ña influ'dn¿ijaJ  sfeiftíd  ajún  'a¿ítair^e  -  diil^ce- 
-m-eiiite  su  corazón.  Ni' Juan  ni  iMaría  .po^ 
díajn  exlylieafrse;  'sm*ernfcargo,  la  •naturate- 
zaf  éíf  <&[m  'impresiginiés.  jfuan  no  háfciá  'agna- 
do minoa.  Marijaí  enai  aAniadla  die  lum  .hom- 
bre'dte^^oi 'dase;  pémoi  su 'corazón  había 
permaiíetídO'  «mt-eraímienie  Viiig^  (á  fas'  .im- " 
presiones xl^lanloír:  '  '•  ";•'  '  '  '    ' 

Perixy  ¿«quién/  ¿ra  Miaría?   "María  efa  la   ! 
niíifj'ér  'niás  h^rmósai  y  clegiaaite  de  aíqíuell^s 
tkiittipos  entre"  las  ihiiu jeréis . de  su  raza:,  alíta  . 
y  esbelta, 'luteíaflp  mor^bidJez,  de, su  turgen- 
te ^ttky'f  fa  suaVe  onídhilaicion  die  los  con-, 
tomoi»  de  «sui  bueirpo;  su  rostro, '  de'    un*, 
óv^to  perfffiecto,  de  color  ail'go  imrenOs  claro, 
qu<é  el  de' Juan,  lucía  la  iredondez  de  sus 
me^iíMas 'sónroslatAas',  la' adimifalbíle  .proioor-." 
cióm  dte  «tú  -niariz  fina  y'  redta  y  j¿i*'gira- 
cio^la- "pfequeñ'ez  de  su  boba,   entí^  cuyc;?  ' 
labios,  Hg^éntiViiente  entí^eabiejrtos,     s^  adi 
vmaiba  tnáis  que  se'  veía,  fa  blanca  hilera 
de  sus  dáeii'tes  diminutos ;  pero  lo  que  má? 
^real'ziate  !a  'heiTmosura    de    áíquel     irostiíq 
interesahite  e'fáii  los  o^'os,  decoflor  pardo, 
coáiai  no  mity- común'  entre  las  'iñujerés  Je 
'la  raza  iridiígeria,  c^os  qtute'erau'    gíandes/ 
•raisgladbs,'  lle-hós   de   expresión,   'sombrea- 
dos ípor  laí^gfais  «fie^iñas  y' por  las  dos  cur-"  j 
vas 'i'rt'épi-odhablé^  dié  sus  potoládás  cejas.' 
La  aibunídantie  caibelletra  de  María,  megra  y 


M5 

iltasitK06%  como  id.  ala  ^  cuervo,  que  ooA- 
tr49taba  a^adalbliQf^éfile.  ^ii..€!l  •color  de 
,.su8  p^;^^  en»  vez  d^^fstar  sujeta  en  forma 
de  moño  junto  á  la  nuca,  conio  es  cosáiuin- 
hre  ifiyeteniida  enltire.las  qnijer^^  de.su  cla- 
se, bájaíba  en  áa»  tbrgas  tren^a^ps; .  hasta  ceir- 
ta;^  las  corvas  (i). 

'Én  bi  éptoca  ei>.qiuie  (presanl:9ftios  á  Ma~ 
ría  ¿  miestrc^  atmábíes  Jeotoiies^  acointaiba 
^laoQeiilt^.  de  <^u^e  á.diez  yodéis  aóo». 
Ftuqron  los  p^-es  ?cle  .  Mari»^ .  dos  indiors 
de  la. cíase;  noble:  P.  Isiáro  Ózul,  que  fué 
caciquee,  de  Xkaluntcm,:  y.^la  httja  4¿  <¡9CÍ- 
qu^  Zima,  die  Poi?t>j9c,  cuyo  jqonibreí  die  pi- 
la no  fasat  gu:9(rdtaKÍo  la  tradición}.  Ciiaaidio 
María  contaba  apenas  diQ^..atío$,.  falleció 
su  piaAe,  díejándipC:^  d!e  pattn«K>mo  una  ca 
sa  gbtisitruída  con  (liedrars  Jiaibnüdtois^  restos 
de  edi-fioios  amtig^ooe  m9(ytai3,  jcasa^ué  exis- 
te aíím  en  la  pí^iza  ;dle  Xkaluivkin,  ^uüiqiuie 
convertidia  en  ruinoís;  )a4gu.i>oi  "n^ecaiWs!' 
de  semenfteii^  ór  mflpae  d)e  mait;:  mair 
eotrojado  lent  (Qonsid^iAiile  cantidad;  cua^ 
renta  cabezas  de  gaütadio  vtacuno  y  unaj^pia- 
ra  de  cemdas,  de  manera.  q<Ué  todo,  esto, 
unido  á  Iqis  camifaidíaides  que  ad^eudlaban  ca- 

(6)  Traían  caibeilos  lüny  UrgüB  y  hacian  y 
hacen  muy  g>adáii  tacado,  partidp«  en  d(>fl  yai- 
B   y    entrehzábanselo'   para    otro    moiiJo    de    to- 
ldo. *'Bé¡lBúchClm  dle  laa  cosas  de  Vueat&n  por 

"T^T  T^      ■  ■•■■■■■•■  ■'     >■■'■• 

FonM  y  Font.— 19 


•146 

tercie  $írvíe4Vteá  y  áigWfM^k' prendan  de  frlá- 
tai  y  iOiXD,  <:oti*titU!a  Ailiá  fortüiiá  supferior 
á  la  d«  ia8  dj^trashabáúiite^  de  su  Y>ü6tí|b 

nattal.'    ■  ' -»    •"■  '  ■  '■  •   '•'-    '"'"  ''  *•*' 

A  la  m«erte  del  padre  de  Mafia,  ^tticáf- 
góse  die>teUa  y  dé  «Ifeu  ádministí^d¿4i  (jlís'^ü 
pequeña  fantuina,  s¡u  tió  paterno  J>.  Pedro 
NólasQQ  i>&rul,  ^mlb^e  rtido  /  de  pódá  Wis- 
truocióny  .perb»  de  ^bliáichalble  hóntadb/, 
áatandbét  gran  Itimioi  yr«a4'^pirudeaik^  los 
negocie^y  qiistí  era  ;e4  CohíttíEln*e  ^cóitófejép 
dtí  SU9  ootéiíráiHHOsl  La  tórttiiia  de  "Ma- 
fia ekiyba^  ípw^s,'.  Wea  aárrtkíisl!fiada.i  y  '  la 
niña'  •  ha-bte  «ecitído  vbml  ¿dwicadam-  ítttiy 
sbpectidr  á'ía  <íte*<«ir#$  rrkjtatíS 'd€  itf  "ftizíá. 
pues^  habb  'ajyretifclídíoi  á'  léer,^  «estiribir-  y 
ocmítar 'coiluniilédSaffa  ¿eíffeddAii!.  -A  este»  c<5- 
noawniewtoey  juntólbc^^  Mafia  las  -de 
•la  neligiAft  mstíama;  en  'lá  que  esáfeúba  pér- 
fec*awiertte!  irtkpuída;' asi  ^¿Arrtó  eh  ^lás  tó- 
bores  prapia«!'de  «lu  «ejto,'  eh  litó  qiie  dtr- 
cnoetrafea  ^us 'grátnides  híaihiHdatidds;  y  ade- 
más, tañía  to^'giiwtaTra''y'<ían!tó^  pr?- 
•mor.  •'•  ■  '••''-<  -f  '  "  "^  '  '•''• 
•-■Tal' era  María.     ''■■'■    "''.      ,. ''''/'     "'   ' 

VII 

/     <!'::    ^.i      /      ••  .,1.  .      /M.ii       mí    ..I)     '..;..  t  I     I... 


1 


raí  g^etieráí  de  ínidaas/?  ^n%}{  < 
célebre  misioneiro  y  OEísnio 

.    .1  / 


'*/ 


iíl 

r«^<ié^iJíy«»^     pr<eck>S!9i;pn;urt^acwlc 

,fips^  íl^  /íiccí  ]Ciiái^  ^y  .o^pftpa  .!5u»iuJ6ftl«s 

reinos  pdncipailes  die  Izamal,  ZotutA^M^ 

m^  y  Tu'üid-Xim.s.  En  fí^upiiícijln».  ne;- 
t^  4  señoríos  qu€  txií^tií^  ^J  4ie|iíH9  <te.Jia 

siete  ios  ti^J'tiios  pfhu^ipSiií^^^^t^^^ 

lies  íleí'Afeiekiiitaido  Mor»»tejó' a/sd.fij  ■  / 
el    Lo  dice  Oiíuüiiavel,    lioro  autograío  rki 
Jladp  por  iHi  estro  iluí^ire  Obi&pp  Sr.  VWÍ" 
ílp^^^  itóodina,  á  ,9Víien.  'Uijí^^  xi'pbi^]^  ^^í^'  h^i^- 
'tóna  y'  H  ainqiiediogia  nii^técaj^ ;  jpjepQj  njn- 

dieil^kl'a  clarHla^.  y  pntXM^ íiVii, ,f¿€«rca  9ie  ^p^^p 
piinilo'  niie  .víiÍq  á  áciarai:' oqln'íuz,^  men- 

d^l   d^e^i.ihfTÍmient¿  y   cQnqiuisíiá .  ^jC     Yu- 
*'AT  pbrí^r  sus  iptta'nitas  en'Vucatan  los 


148 

españoles,  dice^  encontraroo  d  pais  divi- 

'  éák>  en  ¿Úeciduievé  peqoéfloe  ésladoci  ó  ca- 

dcazgm,  qitie  «Ik»  .denonáoiáiiiQíir    praein- 

•  tía»,  «Estos  cackasgos  eraoi':  i,  Ekab;  2, 
QuMiaiQ-lia  ó  Gñkixíchei ;  3,  Tdzes;  4,  {^lo- 
pi]l>;  5,  Cochüáh  ó  Kokolát;  6,  Cli6tenial¡ 
%  Aldnchel;  8,  Oeh-tPedi;  9,.Chafcán;  to, 

^ZipsÉím.;  iif  Ac^ftífjA;  12^  Kinpiech-ó  Oann- 
flecb;  13^  Cbiikaáipatíín^  Potondiáa  ó 
Qiiani|)iCÉón ;  14,  Tixcíiel;  15,  Acalán;  16, 
Mtant;  i^^^Hioicábalhtnnún';  18,  2Satuta;  19^ 
Cttzroll/'   '  ^ 

^  Loa  pueblos  de  Pocboc  y  Xkaitkikiil  y 
•la'  flofeotfUai  dld  descanso,  ó  sea  Heldcha- 

•  káiñ,  ¡pef^eneeíao'á  te  provtnekK  de  Acantf!. 

Hacia  ;d  íifío  de  r53i/ cuando  tóá'  éspa 
notes  t^sidlíeroln  por  prímem  vez  éi¡i  iCani- 
pedie,  hicieron  stímstád  con  ej  reyezuelo 
de  la  pirovírici&  de  Acatru^l;  d  cácaque  cti; 
Xkalnirikin,  que  era  exHonces'iHiQ.dte  los 
ai$oenid'ien'te&  díe  Mariai,  adicto  al  ceryezuelp, 
sigitÍQ  la  ipoljitñcá  de  éMe  aíicionánidbsé .  á 
ibte  españoles;  inas  d  ciaciquc  de  Pocboc, 
(le  fiera  condición,  jamás  transigió  de  gra- 
do con  los  tónquistadofcs.  EstQ,  dio  oca- 
sión 1  que  ¿ntre  amibos  caoiq'ue^^  haciera 
tal  enemistad,  que  no  pocáis. veces, ocurría- 
ron  ^^á  la  fuerza  dfe  las  aminas,  para. resoí- 
Ver  'súsi  dií^rencíás.  Uno  dé  tanlos^  coéü^^. 
tes.  ivivo  jtor  moftivo  la  ajyróxímación  Átl 
joven  ^Capitán  D.  Fnincisco  de  Montj^jo. 
prinio  dd  de  igiial  nombre  que  consumo 


149 

la  conquista  ,M  .$>aU«  Do»  Francisco  d<^ 
Montólo  intentaba    afcrírM;  paso    desde 
Campepí^  ticisita  T-Hó».¿x6^a»  lamoctenta 
Mérí^  para  lo  cual  «ten^ique  atravesar  la ' 
provincia  át,  Aflmvd, Oxnia el'cacfci^ie'aimr » 
go  faQ^ia,4nyerto  hacía. ^algúi;!  tien^)|q>« 
Mootejpl  jbaltó.eii  i^  provihici?  ie  Acanal  k. 
nn^ma  r^Utencia  qWreniPatpaohán  y  xi\f 
toíckf  el^  re^  d^  fi^is.  baibím  hal}adoi  ,:1q^  • 
cOQ^stadores :  los  caciques-  át    Oalkiní.' 
Pocboícv  PomMcli  /j  de  cNv^is  ««  proyiniQtÍM^#" 
jtiintaiiQn  -sisa  fioenas  (paira  qppnets»,  al  pa>  i 
so  <le  los^e^panoie^  y  codiio  Daoul^et  caciipie 
óe .  Xkakmkiir/  se  mosIraTa  {rio  y  ^remiso 
Esta  di  ^siófi.  inttestima  infM|di¿  ?  qot  'Se  f  rfi- . 
sentara' á  lot»  e^afioleis  eá    PoÑpboc    una 
gravQi  tnrtatti^  p^ira  la  <|ife  los  i>iid!ios  h'ili^an , 
esMáo  i^itífiiói  gpaundes  preparativos  dr^ 
k>s  comíba^es  ^smpíqs  que  se  Kfarafaan  (i>- 
en  aqufl  empeño»  atacóle  eildie  Fpdbpc  pa^ ' 
ra  cjtilígGrte  já  cofncuiw  con  ^^  vasaVoii  á 
•Je  la  sdKda  <le  Campechtl  de>  Mprncjoj  pen 
ix>r^l;<;sMpiqw^  ZírpÉy  de  PoctipQ,  ardiendo^^  t 
en,  iia  ppr  tío  iiaíber  pod|¡db  dar  |a  txaitalia,  -. 
api^yxíin^g^ seguido  de  tóaos  lo»  (Sr«}p5;  al  , 
campameiita  ct5|xmKd,  y  á  «favor  di^  ia$  som- 
bras die  la  nochei  lo  ínciejKnó,  huyenicko  des^ , 


<1)    LfO«    eflciqnes    princiiMiles    que    B€    optiti^ 
0»  al  perno  áe  los  e«|>ailole0  90  HaHmiiban  Na«- 


150 

•piwes  á  guarecerse  en  los  bosircí.  Las  lla- 
máis ^^h¥iSttltík^  akieriáifáMaá  •éff'lfaftüte'^ 

ni(^ítafr<iemrt'tn'^^^^teaAiiA)*'á'¿fetVR^        • 

bai^;>y  «rtiétKiaye'  VídJeirtír^ 

Ali'.d)¡á  §í^fet*e'taé^rtW  'í^íFMBíIiálñW*/'' 

abóétoT'bfe'ifüíesilrb^Jiuart  Péí<éÍ"(!J^*'KgMnaf;'^ 
visíe6  ^pHYtm^^'^é^  él  tJaáííu^'tléfftlfiWí 
dJetfttéá^áiiSoí^glí-aJb^íiao  'érí^'dÓi^^'t^Síínl&V ' ' 
tQtf»  'itíkMés  <*^^'áli^•hbttfb^^é'/  Rn  «¿fe^cíia-"- 
káil^leirfbftjpfcb' ?Oá''ésií)áf^  ' 

XÍH5&  d^e^vlv^í^s  <$(fe  1-íte  ^érfític^ f/^  Cafítiiífi''-'' 
die'^*káldt<tírtrf  4ieííí*ealtod>^J^  dé-'^stíf^  f»':' 
rigasl'cfdímattlémnf  :sia  •di!!Mh<j^1iac'fV'1ii  '^^^'^'^ 
vifitía njé- s<*¿káh., 'a-fei ^tíüTé- ÍJef %^?e(í!a*'> \i  ^ 

téiírrihtó' ^s^tilSpíf^c»*  dte^ síi' Vfifré'.  'F'rfX-Pftíte-'^ ' 

pdr»í*rtméfa  V«:^  <if  ¿aiCSqiídTtóuli;  íáiiténíaifeh-' ' » 
te  -dl^'Mdríi  >'el'  sdítí^üa  4^ñW  l«!o¥í«o'^* 

«  didtó' decir  á  e*üs  íkfe  Ti<!lti*fes»  .lli'W.^KtílSÍ»'"^ 
ra2Ja(,  qtí¿  toa •^^¿razíbihi^s'tfe'  ¿if^^tifcíb^^síí'há^  ' ' 
bían  <Je  «mir  con  fcns     dulces     lazos  ~  -diel 


15Vi 

Podlw^  y  X^nok^  ^.it/r,a]9Wtip  á.tsus  des  . 
C€ttid8ept^s,..l49^  algunos/   aftos 

país;  9ja5  ^d'qwrtjfi^  .gqfc^itroM  dfel  ipiaire. 

mfajterno  2imá,  en  rocboc,  un  Paidre  FTsmr . 
ciso?iino,  <in:^  a4mitjf^^j;a4ía  >^'ulefi;ia^  PS^bJa- 
cicmiesi  tottiio  yiy<6Íiriií¡i¡j'wipeS.Q  en^it^nnim^, . 
QKfíi¿Ua  éniemi^ad  y  coiisígaiióío^  ^,fi>n^  ¿31-  ; 
lazaricíp  a  '^l^.as'  fiain^  fl^^<>    <Í€l/ 

casaímieyí^ío  -iie .  mJ^  .£)ziil  con  ja  jjüyt\»  icjle  , 
ZimÁ,  'ísí^^ma,4!^^\^  R^f^ere  ;ia,  tri^-  t 

(Kcion  qúie  ijtpiiois  .egtos  ihÍejf;íi<^,^€yVÍíixon^ 
sigintíídos  éiii  su  ÍHImj   fe  j'n^ieiñwi^  por,  'el  t 
Padpe  FramcíiSicaJtio,   v^:iúsi^rp  J^í^qa^x ,' 
de  aiquellote  poobltofe,  y  qix^'j^vpqiM^  Ú^W: 
nusoríto  íiu¿  degciifbi<.rtí>,,^'¿^'púé3.  4e  ^J&W-  ;. 
nos  anas,  liiaiMáJ>alse  t¡aú}, .  Unible,  qu^  np 
pudo  a\x.'íripriiars<,^  nú  KWt;\  p\,\pídkphió^i4^s\í/ 
a.utor.  ¡  Cuiíiteüls  uijojtntBcmps,  <;vláti'|p?  ,rnQ;.., 
nru¡nK?ntc>s  icte  n-uesUna*  hisffiQfiTáaj^^a^^      "^5.:.. 
■oípalnecldiD  co^io  estos  ajpi^^    oel,    iPactie  • 
Fraffucísoasno !  .     '„  ..     .     j.^:    .  . 


16(2 

tsrute,  nottíbré  pairai  sn^ederfle'  en  A  cákicaz- 
go  die  XkaHunkin  á  uli  'jov«ti  fbmaidb  Ca- 
yetaitío  CaajtiiAii;  qtie  tip  «ira  tiatuial  de  di- 
cho poíelMo  sino  Jdd  'dte  PollicAiictíán ;  dni- 
játeo  ijue  xAifcuVó  ¿n  ileiccftnipeáisa  <le  los'  freic-^ 
nos  séHricios  qu^  hsOht  ^^tts/bseáb  á  lofs  es- 
][>año)e^.  '   '  '• 

'A  ,fi8sáir  de  qner  Oaeoiu  era  <íe  csíráicitci 
aititgolbte  ^  cotnbfiaicléii^   y  ptxxturaiba  9Vi 
j^ltersíe 'ein  sws  oecásianias  á  los  pritKÜpips' 
<Se  lía.  equ^aii  y  b  jtisticia^  «^  motñbinaimien- 
lo  no  fué  ¿JcMgidb  con  Ibcmeipilláfcitib  por  los 
halbitairKteis  <le  Xldedunkín,  ^ienes  habitúa 
dos,  como  testdboffiíy  á  cs€r  gobemaklos  por 
la  fa^ij^'ia  .Dztül,  Cttyos  indiividíuos  feíesxm  to- 
diófe  lítój^ráíés  ttó  puiébfo,  nlcteitsiáransie  dis 
gustiidos  jpbr  ténex  qt»e  sujeiaítise  á  la  pbe- 
^ekkik  die  tm  fonáíñéo.  La  cats^ifelidlad'  vino 
&  álufmpnteÉr  iel  <fife|g^o  de  k^ .  veeinos  d« 
Xkaliünlan  f  su  áJtimadvcrsión  oonitínai  e  i . 
TMie^  caicíqiUf ,  ipijes  duííaiÁje  los  ,tres  aftos 
qiié , 'thatiá  x\nti  gdbemiolba  al  púeitAo»  las 
TÜluvías  ^elscaéetainon  dé  tai  hieútiiefriaí^  que  las 
coseohais  fueron  de  imiuly  poco  rfenlditnielnlto 
y  di  agiuia  patria  los  teos  diairiM»  de  la    ipo- 
íylaición  esicaseó  iguahndnitle,  jpHolrqftáe  lei  úni- 
co pozo  qtne  exisúa^  no  da<ba  la  sufici^tc 
tpiama  kk  neciesidadteGí  dIe  W  HsAribunitets.;  Lab 
faímüías  itenáain!,  cdn*  tal'  itk)«tHo,'  qule  ir  en 
'busoa  de  agnia  á  isitiois  lejaínos.  áXkjdllin- 
kifíj|  mol  que'ftefe'^ábsalba  g|rkidfe    moféstóas 
y  (tríautíájte/ iJdfe  ínteírésie?  de  Miair4»"e¿a^. 


153 

los  más  ^pwj^AfidadbSy  (nms  ufa  \é^  ta,'<pi€ 
teoBi  ma^pon^  iránero  «de  MÉmak»  de  crias: 
pcM*  teste  malino,  tomó  M  «tío  Ptéto'Dziiil  la 
<lotaranpnacióní  4lef  txcidadalr  d  >^^Maié»  ét ' 
9u  fuf^ila  y  el  suyioi  i>r«|>k>'  á  'las  inmedia^ 
ckxmes  de  H«fcldiakáii,  oomafUiefiido  «des 
pttés  lel  pensamietito  db  radvcanse  en  ^esite 
pootOy  de  uniai  iittii«ra  eiklteiMe  y  dMirfitira^ 
con  itoda  isia  famili»  y  sus  sMivieaielib.'  •  ¥ 
como  lols  veckiofi  Úe  Xkaimricifiy  stipensti- 
ciólos  icdmo  ibuietios  imyais^  cÉirííbuyeiPaiii  te 
CaBDaí  db  ülifviais  y  demiáis  caSamidaidfes'  de 
mcfvteÑík»  ikixnpcib  á  ssa  (futievo  gobemaübe, 
fuenon  :pdco  á  poco  aibandonisitido  sti  piie 
hloi  y  tiadfcáiíAlose  an  ^iias  hwiiedtoidkwtes  idé 
Helekhakái^  teMa  ^(luieidlar  confVKirtidd  íMi^' 
tarde  Xkoliuttilán  eii  lo  que  es  hoy;  csunpo 
solftario  «n  donlde  doloi  se  ftnittant  la  Kiorr« 
del  antiguo  itiein|pSo  y  íSgmvús  CBtím  eir  cúim-' 
pleia  mjQaL      i 

AIgiiiítik}ls  átats  despfulés  del  iesiet]iet*tito*  ca- 

efutíL  ú^  JwK»  y  de  Mariai  end  cüavínorde 

Cain%)i^cihe^  «estipezó  a  poblasise  con.  las  fa- 

mÁiaB  4^  XlcaliAnkin  lai  sabaina  y  «I  basque 

de  Heielchakán:  rniayor  itDiknleino  <Je  barm^ • 

oas  quie  dbros  (alias  teviasiíbáibainlse  aqui  r 

aíflát  ^  otiden  «ni  ootmoietto ;  veíanse    por 

ittodiais  patitecí  gfeünites  que  itxan)  y  vediñar  Dcm- 

•duciendb  maderaiSr  pí^dra;s,  ^(aidois  de  stísAz 

'  tm*stos  d9  tiDídas  clatsíets  tuecesark»  paarsa 

as  ia/eneis  damésXicais^  l^    hotnbtes     se 

x5Mipaíban  m*  fe»  <JotilBtlr?uticióini.   '(]b-ñ»evas 

PoTiee  j  Font,— tO 


15« 

s^l'^TftíiyDfferiM*»;4>«w^  tBi/ñíidia  y«io^  . 
viqiiei|fc<¡>^T aue'  cmiJIáldU : cotragiiríetiikler  qucrí»; 

OG^^míi^  ^^me;  Jia^  ^Isumwes  i  enetehles  ^' V  : 
|)(rt>yÍfriMl«(9ei»  <|Mt»*ilo(s  vanas:  aioterklre^^iBe'- 
h^iooi.  j)j0V«i|qto^      ta  •Mg|0na^:  dltiriacite'  kis 

cTHet^Kk  fattodáías.  <irexiiQÍ|dta«'  <esi  H«ldchaklán 
'er«f>  muichioí  ft»*yc)ir  que- «Oltínais  /.viecéfe,  íJ^.  ioisr  • 
ctírods^  ryr  oSberradni»!  <4i^e4X]ldleabaffiÍB¡s  <h[álbi-' 
taiciioa|:08,  wldíaiibto)  .d>  pilolpósito 
fa«9Qwl!Íai9  <té9VÍil^  d^r  tmofslaidiaflr'  aüirí  ¡sus  «gasna^  • 
<]iQ^,ir>f  «t^nés  criat  iLjai>  isabanaí  ^Id  idiescaii- 
sa»4qpm«íi{za(biá.  á  oolnltarsie.en  éf^ttMiioíeto  de;' 

HdNichakán  haibía  dfe  «doinvertitise  <!íh«S  at:-»  • 
tiil#,dle!tHwefch4!ltóax  '•'•.  i*    ^  i.;*' 

br^safia''  lai'  >figttfa  a<llétka"<l*  'f^i^o»  'D?íW :  * 

gtravej'eáár^o'y'aictefiÉadb'im^  * 

cio^«s/^sevel^o  «n  lo®  castíg^ 

•n\ia  yf^íittioi4=ti€fm€idfer  las  inieoetsátífettíeiB  y 

veweer  kwíiolbstóK?tif!lo¿  y  c<^^ 

se  |pirt3sifiítobB(ii>;  era'^<^adíe»dldbVsM -fétlli^^^^^ 

1)er  oficial  •Saliigwho/''El  ptt0({>6sto^  «áe  rá^dkár-'  ' 
$€  doSiiftíváímeit^  en  Hefctóhatóán  '  V^'  (fe 


r  pama  jete  de  la  población  á  D.  Pedro 
DüInr'W  •áWAáüó  ré^M)le''¿u^' c<intaV  ", 

con  «fe  =sto|f«itii¿s^a^^b*b;.m'  ¿v  'ííSIco*  ' 

que  se  fonmabaih- défgpÜ^  ^M  t?c)>iaÍ¿>Í'' ." 

«**&  'pábí^ón,'  •«*^3-'á''¿uiki¿'f.ro''!p''; 

una  aisaimiKtelf  ^tJé'jalSBík  •Viéfifi<*ará¿"' 'áí>n  íá" ' 
DdMit'eiiC^á'  líeftrnci8Íí"eoi^ti?!  'ÍM' vi' cñr 


ineiiiwmiopx^g'»'M«rra,,comieTizaron  a  ver-  , 
9e<^  *Sa«''p¿i{els'''gt^fij*'^iiyíW.'s<f,'''-fe  '•, 
nigéaik'  ^i,  lp»VyH9tbl'*''t¿ás''éñ  'é'A'íí-';'' 
dtó'ipÉiHi' áWSÜíbf^f ' sfi  cytíinol'se 'aifí-^irV' ' 

las-  WWiátí'-ífitíttlBbéa¿  'aé'"tí"dé!t)a:''Amr?ri5"  ' 

sef'fa(IÍÍtfiÉÍ»'?^m<d(3W'db^Tro^^^^ 


bosfcfuei'y^feg^háfe  5ñ'tti^T!íls,Tposíci/5n  fií^' 

e}ol¿wdlértá>aé''WaMfe  ¿teaifa  'diita-^yd;  plí3^  - 
taba  las  sotrtbrás  prolongadas  de  los  "ár- 


156 

tm  cqí^AütvÉip ,  esdtanaño  y  yei4a'<|erdniente 
iiasiKlafiJtico,  calpaz  ^.Mundir  poevo**  á  quicii 
se'  €ficop¿r9rsi  kicpimaidaniieiit^  cotí  M^ 
cubddro  iáe  íoi  vife  semisafiviatje.        .  ^^  % 

•£^09^,  :ai  fin,  jum^  «1  tronco  tiotiusto 
de  ib  .c)é^|bia^  %  pgwa  tnajeatuosa^  d<f  Pecho 
Dztil ;  cesQ  ^I  ruido  de  Iqs  a^t^albaléfi  y  el  mur-r  , 
imtflpde  tes .coinvers^^uo^es,  f)eii»aodo  pac 
iboídl^  partees  e|  «nJás  pirpfundb,  ¡silencio. '    ' 

^'^ponipaitriot^j^d^  Pednj;  Daw¡i,.I>M>s  , 
y  la  SantaJGruz  (i)  que  gobiernan  todas  • 
tas  co^as,  pakrece  que  han  iqíspue^o  qt|e  la 
anarydr  pgUte  die  tís  Camiliafi  d^e  Xkatunkin  ' 
skwiáonm  svís  hogares  p^KB  radijcalser  eti , 
Hdéfchaik^n.:  a-sí^.a!  tjjítíaosj  lo . dei^otrai. 
i^  ,e&cs¿sez  ptd^^  tíuviaa»  que 

ha  <:^s^éo  la  pérdiiicja  ide  las  cosecha^,  la^ 
caa^eni^hd^  (de  las  aguas  que^ya  ' 

iK>^jsN5'depci9Íf»ni  len  bis  "sarOenjeiJa^^^f  ?  que 
tsur^tipecé^airílas  son  para  nuestras- anímofes, 
y  pjara  nioisoJtícois  cinismos ;  la  c»r«9tía^de  lof 
gíiainipts,  las  qtitelniedsidie$y  y  sobn^  todk^  la 
vtcAuntsiKi  quie  manSfe^is  tCBnánfcuictti>iente  de^  ^; 
radioairos  aiquu.en  donde  hemos  leyaaiftaido  ;^ 
ya-fnuesdnas  casas  y  aposentado  á.  nuestras  ^ 
faüñüi?^.  Debemos  acator  y  obedeioer    la    ' 
\icií)i¿i|tad  de  Dkí^^ 
habéis  TtianAfertlado  hoy  vuieistro  d»eo  de , 


(1),  Bs  pauy;  .anttgna  Uderoción  ^e  Um  aborf-  > 


que  sea  yo  quien»  os  gobierne  y..<^ija  efi 
-nuesltrá'^nfaévtt  |pG|blá|6i;^ ;)iUe  .sfea'')!K>,  ym^- 
ttcf  cal:k)U6;  sabéis  tíkiy'  bien  <|uie  ehi  la 
aiiiiuiailkiad  este  empleo  es  dé  ikMibír^ii^ 
tb  de.  Su  Exoeflencít^  d  séflóir  Goberm'4<^ 
7  Cáipiiáui  Generat  de  la  Peninfiluil^ \á  '^uien 
'^IfUé^t^tktsL  de  vuestro deseo/y'enjei.caso 
^  qNbeisleí^  agraciado  <^  idklÉ>  tiómbra* 
núenldOy  aoeplaiié  giuetoso,  sieiiipre  que  os 
sajeüék  á  laÍs  stgiuienttiQs  cooldíciioines :  hí  po- 
Uaicián  se  trazalrá  dé  la  manara  qiue  yo  lo 
disponga;  lois  ^dtí&garéis  á  (presitar  todacla- 
flie  «de  auxilios  á  coánlais  pcnpináts  déée*^i 
radicaffse^etiÉre  okMioIbros/ytá^  sean  idJé  nutefi- 
ttna  razar  ó  ym  espOiQoksá,  «nartanda'á  éstds 
con  reapelo  y  comsíderaidcaí ;  que*  á'ic^ 
fmtnenoe  »e  les  concedan  dds  años  Htií-e^s 
de  toda  cantribucíófi.  y  -tequió  v^íttít  V 
anm  algunos  aiujcítiiDls  persotúilie^  IfkráMa 
0Q9i¿truiC3Cióii  db'^ms  Vivierida^ ;  qtte  nó'  Vk- 
y»  emtre  'Vc«mAV>s  riñas,  odiéis  ni  ésK^ifa- 
te  de^  nkigum  daae,  pdhqire  de  k>  doslKTá- 
(ños  me  v«íré  ff^tt'ecáseildki'  á  casitigiarlos^  con 
enarsfia^  y  fM-  último^  qttae  iiímiejdbaftaíiieihte 
qtiie  se  tenmíiM  tar  oonstiiuicción;  de'  todas 
las  c$M^,  coinlliribaí]^  Vue^irds 

neottraos  y  ürabialjo  persottal  á  0^  doití^ti/t- 
ciándd  len^lplo  ein  que  hevnosf  d^'j^J^ 
como  criiHianoj^  qoe  "MmoÉ;  á  Dioé  y  á  lá 
'"aímla  •Cruz.*'  CuaoMiid  el  anciano  Dñd  ter- 
ikió  de  haUbr,  levtaniláinbinse  lodofs  lois  cit- 
iMüantets  y  dnatdfestalxMi  lát  uttei  voz'  istí 


VíStófol^e''éii  segiükm  lá  reuiñion ,  v  tonii^qao 
xaaa  imo  el  camwio  qie  su  «casa. ,     „    .     ■ , 


.i.Ul 


íje^  j;#^  rite ,QÍg¿iá^ . y- í*(i.  líwxte,  .c «aímíocí, 
imangos,  pinas  y  "imaraftones"  y  otras 


InercAncias ;  diiílifi  qu^^'  -esiaiT-  ¿plii¡daÉ¡  pát 
.  un  ca)pai6aK  <ó.  ji&te  ipata  ica^^  |pd3iiAá"y  Vúi 
aniero  ^lara  c4da  cinda  /rtáuflás.' '  Mii*¿8iétó''íi- 
tenas,  'áiIg«ino»'CQ!riii2rjc«  'y  iiiiJtilé(hO(*i¿ 'Viá- 
báMos,.»'ii»«  ó  írtenos  «"tójíoifeaiméirtte ''e^it)á- 
■dos,  <kkieiiMan5e'd«ria)mie^  éíi'  te  pkúiole- 
ta.  de  üa»  mieveí  poMacióíi,  sJeseénéJeikMr^  dte 
ic^'  -en  busca'de  idiesc¿üÁ€0>  y  -nftfHgerflt^  •  óiíi 
,  beUi&ittáas  «damas  y  ájpuesitdg  y  g^ffMo^  ilio- 
0O6y  ora  aiadÁsios  r^^^^ttiublé!^,  'ntílitiares,  ^- 
•oerdot)es,/iiiños  y  dlg^uírtcy  cfuie  <itix>' -'fíyite 
ínahciscaino"'.qiuie')''<A>n»  lá»  Kítlcrdá"írtlaí*t"á  b 
'CinÉiu»  y  el  ^awiarío  fc^'to'*iláiij6/*tei(CÍa 
su  eomúno  á  pie  ó  eiif  ttiansá  -AitMa,"  ÍJ1k^á!()tái^ 
ésiÉB  »por  sai  pro|)ia- 'voluntad;  ^  idsiir  \eá^  «tlK 
ora  con  el  CiitrpOf  4yt>4b^^Tka^ 
•no90,.<k  8U  p¿temiida|d ^^setfáfi^ 
veiise  y'  oirse  el^^tiiáfag*»  y  jel^'btilHci<J''qüfe 
QunamjEUban  áe  yu^tna^  extt^aofdíhá^i^ 
Üiaj  eafaana  pátÁorescá"  vdel  desJdaindd*:'  ióls 
artieíos^  «iicias^  y  -j^ofcrtoirietttotí, '  oái^gifeaiif  'fe 
desctfci^afaab  sué ^miulci4  áliáig'^tie'id'lHgfli&it, 
x]jixrui«e  esta»  •  operacioimíjsf,^  ora* '  •  ^aí^fíó's 
energfkos  y'  «líüdbi  4im{>tesi 'epijtfetoi  'é"ftllbet*- 
jckxioiies^  ora  *algifniflt$  'palabras  ' -¿arfflóéiu^, 
axxnnpiaiñkia5'<k'si9av«s  ¡p<d>M  eñ"dbl 

4«fatopett  Kie  <^rifeis''y  ^demfe  V^hktfldl^  W- 
^:aiiCtháb9i9?'S«s  tiuilas  ó^rotiiHe^,  dó>s^ért)en- 
ido  ooffíi^íj^to®  btev^í^h^tfjérg'ks^  ipt&tWáís  rió 
in\ei]os^sGeH!xikMlas  de  'pica¿tiif*es$^fi*áées'  '^lie 
las  idé.  lofiíiaimíeros;  4  Qas^-jjl^ijieinttu^  d^  kl& 


casas>  bajo  los  süAxAes  <lel  bosque,  ó  cerca 
<k  Ja^^MichiSK  boca  del  cenote,  retmiause  los 
yiaijiefK3|$  en  iinvnerosQs  grupos  «p  que  se 
conúa  con  £(|]ietítoy  se  Ib^ía  tais  áe  lo  re- 
gulbr  y  caavenieintie,  y  siobne  todo,  se  ha- 
'bl9ba,  se  reí»  y^se  <qainteba  cotí  desusado 
adboróago^  .araéndo|sey  por  üliimOf  á  .los  an- 
tiguos vwiiios  <]ie  Xkatwkhiv  ir  y  vieiiir  por 
toflais  poJtes  con(lujCi*epdk>  jicaras  de  agua, 
de  Ikycbe;  y  de  '^pozole"  y  fru^:as  y. vían- 
dstts  d^,  todas  clases.  Ibdb  era  animación 
y  cowtenjto:  sóíp  una  mujer,  joyen  y  hot- 
miosa,  aioinqiuie.oiciupatdá  como  las  dexnás  en 
prqidígiar  i  ios  viogeidps  sus*  cuicíailOB  *  y 
aitemcioiKe,  Pswgóa  ajen»  á  la  común  aiie- 
g/^  Triste  y  «peiM^ativa,  obratba  caist  ma- 
iquínalmenite,  sin  darse,  míuchas  vieces^  cuen- 
Jtta,  de  )q  x^iie  ipasaiba  á  sil  alrededor.  Das 
cífiqUIos  literalmente  plorados  r.iideafban 
3^s  ojos,  tristes  y  mel^infcpdicos,  haciendo 
'Ifojs  a|>arecier  más  grajydes  y  más  foettos 
q^e  de.ondín^o.  L;»  ipailidez  desusanla.  de 
fifUiS;  InisjUlas  idalba  ¿  su  mostno  más  interés, 
rpa¡yKi€  encanito  que.  minea.  Esta  mujer  era 
li^aim  Desde,  su,  «enouenlrQ  casual  i  con 
Jiuao  en.  1»  catr^retena  de  Campechv  i^  ^^ 
h^.de  María  se  (había,  desmejorado  nota- 
bízmente  :  la>^^  bonas  de  insiamnio,  dias 
y.noiphes  ItlerM.de  extrañas  inquietudes, 
de  ¡mmo^ivadias  zoadábnas,  d$  vag<>9  acihe^ 
•los  y  quimiéinic^s  visiontes,  habiafk  despoja- 
do á  sus  ^nt^'üla^  'c)e  su  juvenil  ooior^  y 


161    •  «í 

da.  Inipeli<fe  por' la  ¡fisíarzía  diisteíkxáá  dí^'V 
una  es9i)e^¿in^>taá!i  vagaiidMt1><yf^us  piro^osf 
petiscumléfttdr/  solía' *>e?Mpíiaiiia(r<  todaia»  Idís'  ' 
manamos;  iát^i!kln1gK]^  k!^  lk<Vali^  sod  sO-'  ' 

bre  el  h¡DlriaMi»t«f'ítto'4a?r8«»^  por  el 
bosq^uifr' '  ^-^  'fiOiÉ^'  'la  -  sábáfK^^ '  !ác6ttit)a1íáni(Mli& 
oixíiniariíttiíótit6'to*"iqiñ<eM'tiéi«ü'^^^  am  ■ 

enltOlncles'*'su.ítosej]«lrtÉ6^e•'^^^^  icohipa-  ' 

ñei^.,  su  8«eg«lnd'a  i«atífe'.     Esta-itiHijéf  »e. 
ManiiaJba'  Paula  'y  teJbla'sftío,'^ftiás'  qt^  ^ir- ' 
vienta,  am4gta'tóma*;dte*iJtíAirta//1íi  'AáKiíti' • 
de  María:  Todk»  ««estidis  prafeeo^  terrtuiñíahati'  ' 
en  los  sitk!)t¿^ttiil4s'oet^(auiíd¿  á  *laí  carretcífa' 
de  Ca»n^>eche,  y  aun  á  veces  en  la  mbnía 
carrertieiia'/'eii  dbklte' Paula  y 'Marto;"dete^'' 
maííse  muicho  tiériipb/^dislWSiítfás  dn  ver  á 
k>s  viajetios.^lCíé;  *'t*oftíi<:^''^6ffif'^  iiit^jemiiniai'hte ' 
íwqcesiótt.;  '«igvesaíban  áé  taf  «fifíi^a  »de  >  San  • 

ciaímieríítt! '  s^-  'fiíjala  ^ttí'^óé(^  ^  •  l^'fero^; ' 
escifláriñándlcKlos  can  minada  anhelointe     é 
indagadora.'  C«ainí(l6'  €Í''»^l'''ioi^tiÍ!init^^     sü 
disco  edtpleildoí^cDiso'aft'tttt''^^  feido,    • 

ya  lej^ttívKte  l-ós '*ft<wl»Hduik)ií  d»é'%'sler-m  y  ' 
hacíanse  sus  rayos  más  ardientes  y  taluW- '  • 
sos,  eonpiiQtklíáfi  íasi<k».Tn,ii)€reí.sü  vuieha  ' 
á  HeQieldHíaiUtfbni  iMaría  oaimímfitba  i^mJtkpmices    • 
con  la  'fr^tole  •  iindíniádia^  oan^íaá  *}lá|riiiima¡6i.  - 
los.egiQks,  más  tari^fle  y  nrá^  abatida; jq^i^e 
Tfca.r^ffaM4a  íb»ftá't««i'Jialdoítgináíve,-    .silent;  , 

TOff  ')ín  :»  ;;>  .;:«'\. '-:»>'/  m   >'  :    i.  '  ;.     ■)••. 
Ponce  y  Font. — 21 


162 

ciosa, y  ñjando  ide  vet  «n  ctiaandoi  «n  Maiti» 
una  (miradla  i«niqiuiieta  é  'm^iagwior^». 

Una  dl^  estas  mañütias,  ya  ceinca  «¿fe  h 
hora  era  que  cteibiafii  i-ctgresiar  á  casa>  ^ra 
dt^ipiotiier  el  abngierzov  hallábaiasie  Pauía  y 
Maráa.smtadais  en  <un  sMo  mvfy  próximo 
á  la  cametesna  de  CamipeohiEL  Súbitamente 
María  s^e,  pti9o  en  «pie  ipre&tacáQ  atento  o?- 
do.  Escuclió  largo  nalto,  ñja^iido  sw  mi- 
raiáais,  con  aintieloEa  insisteocia,  hacia  el 
Sur  <l»e  la  carretera  tíle  Campeche;  <pero 
Túcn  habiemdJ^  visto  «india  qttie  Uaiftt^le  pii 
diera  La*  aitenciónj  volvióse  á  dlejar  caer  con 
desaliento  en  liaj  piedlra  que  le  eervki  cié 
silla. 

— ^Parecióttrte,  dSjo  á  Páula^  iha^fber  oído 
veces  y  pi3a<ias  hacia  ese  lado. 

— AlQQk  esperas,  sm  duda  algunas  res- 
(pomdiióla  ésita  istonriendo  nra(Kcjoea<meske. 
cuando  te  llama  hi  aA?ención  y  te  sobresal* 
ta  aum  el  ruido  3e  iais  ranw»  dte  los  árbo- 
les. 

Miaría  sdbnesaiMóse  xnás  aún  ixm  la  ob- 
6«rvaicíón  de  su  cdnPÉpañera,  é  incUnamlo 
ruborizaíia  la  tfrente,  no  halló  palabras  aya 
qtflé  conterrftf  r. 

— Vatnos,  hija  mía,  contimu^  Paula  to- 
mamdo  entre  Jas  «tiyas  una  mano  de  Ma- 
ría, ha^Begado eil^mofn^nto  de  las  confklen- 
cias :  rtece«ario  ¿s  qoc  haíMemos  con  toda 
frajnqiueza,  com  lalbsoltita  confianza;  preciso 
es  que  me  abras  tu  canazón«  qu<;  me  per- 


r 


163 

cifitais  Ip^  en  tu  pensatmcfito.  Desde  la 
inueite  de  tiu  •santa  <maidipe,  quédeme  á  tu 
bidoy  por  redoanecidbciófi  suya,  para  skjglir , 
su  fato  en  todoi  cuéinito  sea  poeibley  y  co- 
mo casi  ad  (txnssno  táeinipo  de  $u .  muerte, 
tuve  el  <tolor  de  piender  á  ni  adorada.  Jua- 
na^ á  mi  hj$a  úmca,  tú  ene»  quien  Uena  en 
•  mi  corazón  ese  vacío  qute  en  él  dejó  su 
muerte,  ác  miadiera  qfue  tú  siti  mí,  aentiiias 
más  1^  feflta  de  tu. madre  y  yo  sin  ti,  me 
hubiera  ein(tii^e(g^aidb  á  un  <Íblior  tal,  quie  me 
htibieía  iíausaidD  ya  te  «muerte.  I>etx>,  puer;, 
cuidarte  y  dirigirte  como  si  fuena  )t;u  mia- 
ma  madre,  aJegi^ar<me  don  tus  alie^ias  y 
consolarte  ^  tus  ptniais  ;..este  mismo  debci*  . 
me  da  cierto  derecKoj  á  inquirir  y  averiguar 
«I  míoitivp  kte  tus  a>fegrías  y  la  causa  de  tus 
tristezas.  No  es,  pKites^  vana  curiosícbd  la 
que  me  guía^    ^  ' 

•Halcie  aljgún  tíe^njpo  ^quie  noto  don  db- 
lor  que  iiu  salud  comiencgat  á  quebran^tainse  : 
estás  páCUía,  triste  y  cgerosia;  padece$^  fre-. 
cuentes  detracciones,  mu«y  {recuente®,. co- 
sa rara  en  tu  carácter  anilles  alegjre  y  bu- . 
'Hicíoso;  duran>te  largan  horas  de  ta  nkxhe 
te  aigitBs  inquieta  en  tu  hamaca,  súni  poder 
conciliar  d  sueño,  y  observo,  en  finv  q*ue  ; 
no  eres  lhid|y  la  misma  de  antes.  Pero  lo 
«wwí  me  causa  mafytor  diesazón,  es  que  ya  no 
confian  tu3.penQis,  tío  ^aie  haces  cono-, 
tus>  inipreissionesi  ni  me  reveíais  el,  mo^: 
ie  tUB  inquietudes,  iio  que  me  haic^  dom- 


164 


>::;r 


tprenáá'  qu^  fttó»  soy'tíHíiiéffa'ate  Itt  <kytáSíti'  '"'" 
za,  q-ué  W  -réypb^'ó  tni  ^taHño.'''-    'í'-'     **'  -•"  •  "" 
— ¡CóWto;  P^Ma;  iqiilé'díoes?  '¿^vé&^rño^l   '  ' 
tivos  té  fie'datítoi  y¿í  ||teía''qltie  así  iHnflés 'clfe'  ^''  ' 
mJ.cairrfíór'Cbíüb  Wk^tfe'qtii-eWfai,   -^  áfe^rt-'-     '*•" 
.pr€  así-»tfelht'tlílte'titíioV'siihiqiW'ñ^^  '  ' 

Asi  oijo  Mana  y  rorntoijo  a  illorar,  ¡pues 
taC  em:¿r%a)ó'%ku  tó^«!ÍÍjyé;;tíik^^^ 
se,   ima'oá/íiajbirá 'ciíaltqpiétó'  b^^^  '!'"', 

hacer  que  ffaá  ISernitmas  Drótairam  a  sus  ojos. 
Estirecnoilia' Palma  entre  siis  bi-azos.  ,v  f*n-     , 
lue^ando  sus  lagrimas  oon  el  extremo  tle 
SU  toca.  '  , /  !    . ,  t     .  , ^ 

— No'Ve*  atrtnaV/'dijó,  'nía  llt)irfe/Íiij.V;nia,'  \' 
que  no  ha  §ido  mi  di>j'éto  causiairte  monín-: 
cacion  álje^vw.  sino  proporcioíiarte  la  pcá- 
sir»n  'áe  é^smkiffsírkus  apenas/  porqil?  inf^ií^'^    '  , , 
daiblem«enbe  aÜguiniais  tienes.  *^^ 

— PeVfe  sí^'no  fe'stóv  í^iHfetevái'hV5Héh"«íi']>e-  "•'  ^  ^ 
ms,  ¿qaié^í)bHa*s^■t^ü¿db'f^tí^áf^^'sbl>''rfc^^^  "*^ 

tío  me '^Wa^'^^ibmoí -'¿i 'Mera  fti^ ' fla/írlél 'y^  "•'  ' 
tú  eresf^in'BttéWá''CóÍiiid  ^lí<íitíá  v'efeMáWo'-  '^•'  ' ' 
sa  ccínitílígó,  ¡i^é,  púéfe";  ^í!^ii^dO'  tíés^arr  "  ^'\ 
¿qué  iT^^eflle  fíacéi^^tifí*?'-    ''■;'-»•'    .•>''>    í' 

— Y"siñ'lbmlba<f^gÓ,  Hiácé  '  ¿flíg^Sii*  tiértiipo^-r'"  "' 
que  la' tristeza  se  ve ''¿íam*  y^mañll!fiesl{;á;^éh''•'''^'''* 
tfiiis  ojói  'en  tu  ¿eifiKaii.teí'én''í6clá'  t'ü '^Sei^-'^''''  '"^ 
sona.  *'"'■     "  '  ''P  '■/   •  ■'  ■'"'•  ■'*''  ■••  *' ••■•f  '^'"'"'^  '*'"'    ''•■' 

— ¿  P^ftj  dfe^d^'tuáhdo*haá^'nOtadb^eii-ÁÍÍ^''' 
scmej.áni'bg'Wfetfe^'á/?  '"^    '•^'"  '''  ^V"'  '-'^*:""  >'' 

^¿DWae'^«ft^jM'ó^'IDéá>íl^'riíl^^í'i'<n!  !1^g*  '^'' ' 


.Kll     165 

•j     fi^ií^  de>J4:tn^za.4  l?tj#Hí8fin!PÍií  -^  tu  pue- 
blo anatai  Si  es  ai^}vir«*¿^/^3^  Ifttfil  qu-c 

.i.'h-iii!  -HrEk>pnQ'^rnitf^^in<k'ina.<ie  Jlni«tezk  si  ,tal 
•':).: >ihkiérarinas,*^|ÍQ(iqcÍ€  iBq-'pofina-isMb^MDiíte^r  la 
'«.u£niiicia/ide-tianU«  piepsenaíS'kjiidiii       emi- 
«'.''  i:gT!illdoiá^HéfteBolla)k¿n^y:á  bts»>B  p^ 
;.!ni  fisarcanosi..  ■      hn'    .J    ,«.  •    :/   'Iíií;  -. 
.'    .-.  '  -«-^iito»ces</Hi|ja^ía,..saloí»í^  mb- 

tivid  á  quéc^ahibuir  tu  itmstóza.;  ! 

V.     .,u>-:#  WHI-r.  .  ..-  .'.L    .../.•..  •.•,/,! 

iv   ,  i/,r7T7Sí,.Wja>iníí^,:tíi,  a^nos,;  tv,  e^^^ 

•'.  ...1  rT-rYb,,Hr«WIWR(Í^H,:í    ¿^^^  dle- 

;  uj  v<;ki¡jqiae^«P(itP«fínei,4  .w^borD^r^  ,qi|i^.,tio  sea 

'  oíl.;  .Tr^«ei-^í^m^;fti^iU^.to^pi!b(re,|4í  \^  mis- 
ma:n|4fl^fl%í'qa'e',,u^..líoríibre,.¿á},[q|ii^.  yo 

".-.   i<4rf-níí)^9«W..i,ífi/fi,n  1,/,  íj-.'  #/  «.'6- 
■MU.  o^/?wftí<í'.l^'>WíW?í.í-.  í   M.:r,   M'\-.;m,.    .;. 

:iJÍ..^>  TnPf?ítí)pin?b  .oaní^  {i^ttolM?  .^^<  tristeza 


1S6 

de  los  que  se  han  ausientado  óe  Xlu^un* 

kím  y  como  Cocom,  que  hace  aigúo  tiecqp'i 

*  atKtar  (>peiulaido  de  tf,  se  (ué  \i  Canipedie 

— N<cx,  jaftnásy  no  sftno  á  Ooeom  m  po- 
dré omoirile  iMunca. 

Y  María  permofneció'  Idr^D  rato  niuJay 
absiortat,  oomo  sisBllk  diMitro  de  »i  tnisma, 
hubiera  algo  que  atysorbtera  de  una  mane- 
ra absoluta  9u  f^Miaamiento,  como  6i  allá 
de  k>  más  hondo  de.  su  aimai  hufama  «ur- 
gido una  visión  desliimbnajdora,  ulna  ima- 
gen irlumtnada  por  k>s  diáfanos  rayos  de 
una  ihíz  divina  y  misteriosa. 

^Las  paídbras  de  Paula  hahian  sido  una 
revelación.  Descorrióse  aiñte  Ite  ojos  de 
Moría  e*!  velo  ojue  le  ocultaha'  uiii  nMwdo 
para  ella  hasta  entonces  desconocido,  el 
mtundo  xle'l  amor,  y  fné  entonces  cuando  vi- 
no ksfii  memoria,  innai  vez  más,  \á  nrirada  de 
Juain,cuando  sintió  en  sit»  mano  la  dulce  pre- 
sión de  'la  de  éste,  cuamdo  escuicihó  la  melo- 
día de  su  voz,  y  rom^endo  á  llorar,  echóse 
en  brazois  de  Pautta,  exclattondo: 

— jSx,  ero  es,  eso  ditfbe  de  ser;  amo,  mi 
querida  FteMiSa,  amo  etdti  todo  mi  coraosón. 

— ^Ya  lo  harbía  adivinado  y  sólo  por  tso 
me  resculvi  ¿  haJMart'e  por  primera  vez  de 
estíoÉ  aísittitos.  Peío^dimé,  si  no  es  Coconi 
el  obijeto  de  tu  amor,  ¿Kfúéet  paefdk  ser? 
;.  Qtufén  entre  los  naiturales  de  nuestro  pue- 
blo reúne  la«s  candíicione«i  de  Ootdm? 
¿Quién  'Oomo  él  une  á  juventud  y  gattar- 


167 

(Ka,  amor  al  ttafcajo  y  Vak>r,  (nunca  ides- 
mentiab,  «en  los  trances  más  serios  y  pe 
Ugros»Q6  ?  No  huy  tronco,  por  róbusitoi  qoit 
sea,  que  resista  nnuidio  tiempo  al  hacha  de 
Cocom  m  hsty  fiera  que  etí  los  bioisqiuies  no 
canga  herida  ó  muerta  por  la  Ibafei  dte  su  fu- 
sil ó  por  eS  filo  de  su  maidbete.  Adamas, 
aunque  no  es  «rico,  <lescienKÍe,  á  creer  k)  que 
dfce,  de  'ke  amtiguos  reyes  de  Zottita. 

' — íto,  Paula,  VK>  almb  i  Cocom;  y  ya 
que  nue  has  beídho  comiprenkler  lo  ^q(ü^  yo 
misma  igtioraiba?,  voy  á  reív»eilarte  con  toda 
fnmiqueza  el  estadio  de  mi  corazón.  ¿Re- 
cuerdas á  aquel  jo^vem  espaííol  q|u:e  hailla- 
mioís  en  el  caiminiD  de  Caimpeche  ?  Bba  aconi- 
ipañando  á  uma  señora  anciana  y  etiíenma. 
— ^Si,  -eti  efecto,  un  jóvett  a  quien  oí  lla- 
mar JtéiaiiK 

— ^Juan  P^ez  y  AigiuflUaa-:  ese  es  el  homibre 
á  qniejí  almo. 


Al  escuchar  la  réveiacíórt  de  M^iria»,  que- 
dase Paula  triste  y  pensativa :  su  j>rín»t:r 
Émptdso  fué  oondenar  enérgicaanente  un 
amor  qlute  no  hallaría,  á  su  juiciía,  honesta 
correspondencia  y  que  serí^  íuenfre  cppiosa 
de  amarguras  y  desengaños ;  pero  guard '. 
silencio  (porque  tentó  GÉfKgir     á     María, 


arr?i^nciáji»d)ple  ^rui^capente  ^a^,j|)c»¡e;s,  de  la 

éstp^raíñ-za  qu»e  K^qniterizab^;  á  ,^g¿püinar  ^n 

'•  ^'u  ^Im?í  die  yirgjen.  TrainisciiiTieroh  algn* 

\no^''miriüíx]!S  tó  ,  levantóse 

'    Páu'i^  excláimapídío:  ^  j/     .;.,.•     .    . 

—Ya,  es'  Tiorá"  de*  partir,  ypín<oaj.Q;S,  q^^*  tu 
tío  estar^  Wúao^ijvd^      cbn  iriipacicncia. 
Incorporase  tanjibi^pi  Maflia  y  í¿iriba>  ^'^^ 
*  preipdSeroái  siui  vu^jlta  á  casiiá.  .  Cicpi'nabm 
las.  dos' ^mujeres  sm  (í'estt>lpgar  los  labios, 
/  Páíiila  trisiemen'be  in?ípr<í.siónada.poa'  Us  re- 
belaciones de  .  Moría,  y  .,^ária '  inquieta  y 
.   '   désáasicscgaKfe  ipor '^1  si 

.minalron  así.  düránft»e,.algun;.'ticmp,9'.. hasta 
qü«e'  María^'  no  ^udiei?4y/^<i:p9ír^^f  las  du- 
das' qü-e  la  ^sailijiaibatn,  dijp  a  su.  <;  m^pañera: 
— ¿  Tre  í?a  ¿íjSgjixst^ucJ'O, .  .^caso,  wat  revela- 
ción'? Paiuía,  ptr  DiOíS,  háhlauíie  con  fraji- 

— Temo  (üsgustarte^  h-earir  tu  corazón. 

— ^No,  no,  naida  tietnas:  háiblamc  franca- 
imicinite,  dim»e  tedio  lo  quie  (piensas. 

— -Pues  bien,  ^aría,  con  entera  franq^ue- 
za  te  haíbliairé,  poixiute  naJa  deseo  tanto  ca- 
nta tu  bian»,  tu  felicidiad,  ¿Tien'*s  noticia 

unía,  mijjer,dj^.;ij'uest^^  .....     .^ 

..^TTrH5L<?ídl^  C0^.,q^e.^^,b^^ii;j[9l^algi^ 

-^My^f  ,ppf¡9s.  .^iiel-^  iQ^ie^paaQlfs.P   «■ 
.^.  dlárse/^^^k  Ji^^.infíía^i;  peátó  .^1  .,dlpi$eniaí:í   le 


n.I     169 
,:.rrTT¿í^uegjp  tMfX:í6^MqU3e  Dotó  Juani  no  se 

,,:    -ttN^,  .no  ,píuiBldp  asegucaWoj  peri^^de  «to- 
das maneras  telmo  q'U»e*.haga^  él<  to>qp6  tán- 
tofe  o(t<rosj/ eiígañarte^txwi  prdipesas     qu-e 
nunca.  cumfpUIiná  y  aba^ndonarte/iiiiiigo  sin 
.  ,|>ip4a^.iQtt  jQ0«ifia»áa4  Noeeaatvo*    es    que 
.,1  proce^.  on^  •€£l)e'.f<s¿U:ntto  <klicaKÍOy:can  ?a 
Tna-yor   prudencia.     Si   Díom  Juan.cvuelve, 
.<!ui¿]^  <}e  no.  rpa;nDife3tad«.  tus  senlÁmtentos 
.  -ni  .^uf>  iiocR^'limiá  isina$)Ieimii^     guarda  tJi 
•afoiíQinen  4o  unos  i honda.  .<fcíítu.p©ciia^  has:a 
■  ,«que '.^L-Clé  é.;cc»vx3er.<S!U0;*V'e!rdBd«cas<inten- 
ciojpii^..  ¡CuánitDi'nieiiorl'sería.lquO'nD  igiar- 
..tiíc;i|)ar,a* -díe  $u  .&»niíor^.  sinf Síi-Kinciu^gumo 
i.si^nt'ei4>ar¡.ti[l  4<No)Siermancjoft'qiíe  (te  en- 
I  ila^ara^  á  t|a3(iho»A>^  4«i'.to  jraza?«D0(s  ma- 
.  trimooips  d^3iguále5s  cuelen  sen  fcitlestos. 
.  . — i  Paulia,  cuánlicí  datto-  me  ^stán-hiacien- 
áo  tiís  4paáabiiais.!.  ■»  .•..  ¡.-í/.í.  i  ..'  -^  j.i :' 

-7-lwQ  siewbo,  hija  nií%-'le  sienln)  dtbn  "toda 

•  mi;,^l(ma ;  ypeix>  t[i|i«iO!Mpreveínir6e  cQmtra  las 

..assechaiizas  de 'esofi''jiiion«ibres  «blanros  que, 

.    ciieyéíKÍpse-4'W0ri»9ipes.;áj  nosotros^ /nois  «des- 

.^i<prefliaíi,..y.ílio«í;hi)íiaífcifUan;.  r- ...,."   ,  •.  .¡.  ,. 

•i  jtyr-Paulíaí^  íA.jqtífcis.á  los..o&pakfiQleá.. 

'    TrrNí^'HpeíoiefirtetTití.  iYJdi*hoy<nminifi^^^ 

t  I-  tií^fCpnj  niáis(  e«iiergí«,mfl  tojuor^  jid'¿stgB«ciaidía»- 

.iapíep!t€  miiy  jttn<i<^^'i9S»'p!C>í5que'aeidrata  de 

ti,  jSiíi  embírg^.iio  ies-aflijasi  .no  illores, 

,C43fnpu'l.^a  á  tu,,it4o,^.quB,|é},jf^brí4iadaniseja!r 

Ponce  y  Font.—  22 


arr^jniciáiidiple  ^rui^cap^ente  Ja^ jipares,  de  la 

ésperairizá  quie  K^memab^'á^géj^^       *n 

'  jsu  alñi^  dfe,  yirg^^n.  Traii>6cüiTÍjeron  algti- 

\nw*mmtitDS  íiarStít.lqú^^^  ,  levantóse 

Pau'jgi  exclaimanicko:    j/     ,      •  ..      ♦    . 

--Yajes'TjIoi-a^'djé'parti^^^^  y^üxi^rp^,  .que  lu 
tío  estar^  ^uair¡SiánidiC)^^ 
.,  Incorporóse  tan3il>i^i¡i  Marta  y  .^ijaiiba"  ani- 
'  pTieiD¿Íiaran  siu.  vu^Jta  á  casia.  .  Cám^nabm 
'  las.  dos'^muje^e§  sin  desplegar  los  labios, 
/  Páiüja  trisiemente  in^r<í.sK>njada,por:.Us  re- 
Velaciones  de  ^.  María,  y  ^María '  inqüjcia  y 
.  '  d€siasicisé.gaKlá  jpor/el  silencia 

,mináiron  así  diura«»t>e..algTÍii-  tiempfpíj.  hasta 
que"  Maíría,'  no  pudiei?idb  .sóp^ftar  ^Jas  du- 
das' que  la  ^sailijiaibatn,  'cl¡f9  a  su.  <;  ]n.).jpíáñ'era : 
7— J  Jg^  Í^  id(i¡sg;us t^io, .  ^ucaso^  miii  revela- 
ción'r'Paiula,  ftott-  Diocs,  hábiflaaue  con  fran- 

— ^Temo  disgustairte^  heapir  tu  cor^izón. 

— No,  no,  nada  ttemas:  háiblamí^  franca- 
ime»nit»e,  dim«e  todo  lo  qukr  ipiensas. 

— -Pues  bien,  yMaría,  con  enterd  franque- 
za te  hatolairé,  parqu«e  nadia  deseo  tanto  co 
mía  tu  bi-an»,  tu  felicidaid.  ¿Tien'i's  noticia 

unía»  mujer,  d^.^(ifiuest5Ta.¡ifaz^t?  ^      .,..;.     ,  ^ 
• -^H^;.9'í<ljq  cQifiitar  ,qY^ \íf?^  )^^ 

. -^Mi^)f  ipófK^,  .^ue;I'^.lí>§iesipanq¡;^s,pre  • 
,  .^.j<lfá!rse/^^k  J^jS^.infíjai^j;  ^e¿o  el.  ,d¡e;^enlaí:e  < 
/^S(»  amór^p¡.  far^  yecj^S ;^»s  pl^^n^inionr 


..I     169 
>'í?n¿bu<egp  ^x:]fa^iqiifi  Dqniijiiaiu no  se 

.,.   -rríío,  no  ipíuiefdp  asegucafcfíaj  peripr^de  to- 
das maneras  teteno  qu^e.iiafa^  él<  te>q#*e  láti- 
tofe  ota-oa?/  ev^^atte  jíXXk  ¡prdrpfesas     qu-e 
nunca  cuniipliná  y  sbasaácmwrt^.hanigo  sin 
,  ..pi^iij^.m  cí¡ym(í0mími  Neceaaiio-    es    que 
ji  piroce^íafi.  e»  -€«1»  .^istoito  ^klicaidoy: con  !a 
tnayor   prurfeiicia.     Si   Dton  Juíaiiitvuelve, 
.  cui¿Í^  (le  no.  mamiif estarte,  tus  sentimientos 
ni  ,{iup  /oanKiíaná  'súv^ei  minada,  guarda  tji 
!aimiqr..en  4o  ttU^s .hondo  idfffltu.podha^  has:a 
•  .que  .él-Oé  &;CíHloc3er.«sws:vesrdBÓccaB<inten- 
ciojpi^^..  i  Cuánitoi' m)ejor!'B<6ría.]que'no  gar- 
,,t.ic»i|)aca»,-<iie  3a .ttmor,. |si:i^íi'KjncitL,*aígunio 
i.smt^<Sk  ipoiiri. ti{\  .¿<No)Sieríaíjincjoíi/<qu'e.ite  en- 
1  l'la^arag  4  i|Oí1hor«lhfe  jdw.feb  jraaajBiLAZHs  ma- 
.  trómpalos '  desíígualos  ^i»eien  sen .  fciilestos. 

-T-iPaAiLa,  cíaÓJilid  daA>  rae  tatánhajcien- 
.do  tuis  ipaiabraisJ .  .,  .•..  i:./.,.  i-..»  -   m.' 

-t-JUq  aiewbo,  hija  tnáa.,.'!©  ¿ifcnljO  ddm  toda 

'  mij^llma ;  vpeip.  Cm^furoi-ipreveimitei  ocnitra  las 

<as9echai|i2:as.  de  ^e:^&rtiiKDimihrQ!^««b>a«K^  que, 

.   ci!eyéncíp3fi-4'l^)0ri|9i5es^á<  oíosotros^ /ruols  «des- 

M/FH^iaíií,y4í«o«'/h!Miiaíllaia.  i.^.:,..  j  j  «i.  ». 

(  :tTrÑQy4>ek>  jefií-teirtó.  lYi di  -Hoy*  maini'fies- 
•  í-t'p^íiqoi^  fitófe^ejcmrgía.má  tCíporvitíéagBMciaidjaf- 
]mn%^  jmujf  Jun4lid^'.i^s..Fp5C>if<jue'seiAaita  de 
ti^  j5¿>i  etp'lxaj^^.'nio  fei^flijasi  .no»  ül ores, 
,opin|^'l^a  .á*  tu,  ,ttíp,,.quje„éí|,f^biíi  |adoos.ej_aír 

Ponce  y  Font.—  22 


1 


' 


i, i    172 

^r'i  wmM  8^ttHianap<jUfii>u«to  aeá;<iecir  ql 
desdie  el  día  en  qu-e  halló  \d<09siiMO,  d 

.  iir^.ií^Óósie  ^  ^tt.4>«¿hci>irac¡ia»íy.ífaba2  bital 
eiDtre  su  avaricia  y  la  'bonda<iíi|«liii"al  ( 
su  carácter.  '\>i*nhu)\ — 

d  regalo  qfuie  te  ofreció  la  seiktfai^Agvifa 
.  i ;     ^rtle^  'ík^i  y*f /fíetiei»  ÁÁmáátiíák ;  tuyo  es 

',.    i:|r<^rio.  >i-....n.  -/J^  .  !i./.;  ^  vil- '•>-;.  r.n  » 
j.  '  i  .TnA|ii¥l'U'^i*afií<ifttfcv4,  4Uíto^^  dehrt--  •' 
i  M.ientíj^glíi^o,  .\toitiQ6t.'á4^*wpalDar.Ia;ciuia  p 

<'.;.^/  riAi'^^i*btfi'^j]$>^iq^e:^ita^^  Jti 

i.ii  'íjfl^ftjf'lJ^:j^4¿8*'€«rf€iiTOíW'i^    espera  «ni ítío; 

Y   Paftiáa  y  Miaría  4^J3«ron  dvbaéquc 

.  ',  ^flptmaronn^l  b}ám(«i0^xl«::«it'yca3d¿. •  í 

-,    •'..}«•■.•];    f'</.  '.      •    ..íKI.'''''    1. 1   » '/  I 

'  \i>.  i:l"».'*j  *»*:•;  ]  •.<  '"  :  • 'V  f- .•  •  :  ^'  »i>  ..  ^ 
<<Hr"]  •>jGuaáildQv.£diuifeL.%yi:MMÍatip^tiiOt«tán»ti  ^ 
.-. '.j>  la^i]¡l«<ipii^>a,<^AaEQgdeti:ird0  kntaidea^JS^  oy( 
jarotL^flÁiMid»  <d!e  ica(báUo$<yii  vbcbs!  run|1>:>  ( 
'rf,  ^^i^f#ittfii(í-4te..íl^mfl^^  'instarrtl 

^jak>aí»r^^rft^A;í*tH^Jftf^t^t>c^^  J 

í.  .í«»a&^rn3í  ^X^  ,ftíCíCÍarmíif(?ií*  niinidijqítttóblíí    í 


173      ^' 

pero  qiié''Wéife?'iíx^»Di6S!''2jqtfé^t:5>í*f^á'^rí.-  ■• 
a?  añviáió''myvtmrmo;^^Mms^ffk6p     '    ' 

bse  háteáfr^Maríárnc'ftiWa^aV^'é! '^eV*'-'  ^«^^ 
fe  uti'f^wítíiOft'^^^^^  Wftrfpéí^'"'  -'^^ 

a.  Maírta*íüé4KJ(Ií*'k!¡n.3o'!^^  Mo-'^ii^^r-' "^ 

lesmaiyá;  'y  á-tríerfáíy^ fe  "h^mk'Y^Apft^^^ ••»>  ''"• 
ros  ojoís';'flj6tbs  mHú^'áhíá^''<Mít;\'^t\^i\t^}''^'  '  =' 
irfkiita'. ■''•  '"^  *••  "'-'  •*t*^'i»'M  '•  iv'Mí  -..|  it«..  .lí) 
.  Sinttó ^'JiáiáYi^  ^i^ feü  yiírtiar'^  íbifíá^Híf ^>ii '-^  > ^  ' 
los  lJmt)i«dd¿'íi«¿ífe'j.d¿  «é'1á"lut^iíl!%'Sq»t^?f.^Í5  •  "• '  ' 
q)o®  idtesipediyrti'  >  -feféfrái '  d^  ^sí;  lí>ífió"  tW4'r¿  «  ' '  ^»  • 
las  siiyaá^tea?  Whkyaé  MiáWk  VTÍekóMat'  ^'  "f 
bek»  V  <fe*'1élé«T^á?  !'>%..  i. '..rM,     ..    ... 

/Un  {ñorffitbiffdíiteí^á^^ltéfeó'fa  ^Iñot^ "ét^'l  " 
los  peri^íaíM-ae '<i^*^á'te<ílWnii§WrM^  fb-^*>^'  "'* 

c'       ..I  vi'     ;•      in'.V'il.r     r'jf.      ;^-.-.    ,    i.     >     '     -v-ffc».- 
-»'•  »     '1    rS>    7    .      ir'  •'      '♦'■•>    '      '••!'.•  ».*',>    '•".     TN» 

Seríárinrfs  sgts  ^ííé'  ?&^«(ár<íé'  Se ^iaqüfel''WiÍ3-'  '^ 
mo  dia: -Él^  sdl'da^f  tS^ártta  Isrlfuféá*  áeVh^^ ' '  "^ '^ 
riz>o(nt¿,  y  ^yh¿^*fBÍ^§^rfflej<>y^  ií^í&ift  'fas'''  ''*^'" 
•niíbes  ^Sé-esé''^<*^W)5fzp  Kfiíéf^^  sRnae^díbééf^^ 

so    en  ckrtais  á^ás''fd)fl '¿ño;'<(?dl()í^^(}ue       ' ' ' 
'  es    ndíénHte>s«'tói«<6  tiri  tíjíalntoióé'  eiácaría-^  r-  í 
ta      teíibóv-ateí  í(teMieto/;i^al'»C3feííiiíií^       >.'n  >. » I 


176     ^}  í 

cuiidiaíckWáftn€Pn1»é'1ai  icjftbeza  <fe  "Su  makh*e  j 
ptiidb  íómar  éfeta,  á'  diiráé'  -peiiáís,  aE»lgüiiíd« 
sorbos''.-der*ltlba¡j^.    •'    ' '^  •  -    •"   • 

— ¿Cóíno  be  s«ntte,'   ma^c!.  ttú^?    jk-e- ' 
guntó  íJüaW.'Als^'.lfóíy  ójós  lé'érfetrma  al 
oir  la  pWÉfl1n*a*tíé  'SüMlty,  s-e  iríóque  ^\xs    ' 
labios  '^^éfMirakWiayyñ-'fcctob'  p«ai^  íúñmxteit^  '''■ 
uTiía  rei^puí!^'ri>€ft)  íio  ^piíáo'artífctí*íwf"iiiia\. 
palafcraí'  '^-f    ;  •  '      •   •!••  :.''»•'    ¡i*  .'  '  '••   ^>  ■••  '■ 

Juan  siotió  que  uTtó-Vniaft^fdfe'Méfro  totn-» 
íprimíja)  -ñieutb  -y.  cniíelmeBite- su     éora^ón; 
que  uB^cdHol^  «nitó>ehfik]r  grg >  kraiaitaiba  del- 
fonido  de»lsiuf»ér,»  y  queinnm  'tórrente 'de» ü-   ' 
giriima»  »^tt.gnÍKalba  ix>n'aibnr6e  poBO'eaiitré  sitís  • 
párpados';  i^iierb  'Cfuií/(M»ei  ci'soHoeo  d-etení**' 
do,  siafóíílaíliaT'ewsii  gargatito/iy-las  l'agri-   . 
mas  ¡aipdíB^'plifdkncmFbuitii^diecec'.stis^c^         ' 
Era  n-eoasariofHo  >alKíiíg3f»  •á^•alqu•ella;!^l^^ 
miadre-iBfüa'.ílftaícbaiba'  <2o¡hT'lae  atilsia»  •de-iá    ♦ 
muierte.T^tsaüar  diego 'diescainsarfilefl^^    la  ./ 
ca^bezia'fde  1»  eiRtfeRmatsdbrisrkiis  ^alitK^faad&sv 
se  leva<ntó,i  erijiagÓBie.teii  9Uidbr«fqtie'tah!«mte|-'  • 
ba.  su  roBtroij  y  •sg  áijrigió  láácia «la  fuerte  r  ■ 
de  k  casa." AHÍ,  «db: pire  eri  elíü:mít)raiy>sé  ha-   • 
Haba  BedriO'''Dzifll(,.  imprésicmQidorapiiteíiawre-  •. 
lia  escefíicifidié  dodor;''.")  '    ''•'*'  •;••     •    •  '     ;• 

— Madisv  se  .'d©jjff:«^eB!peraf»'  Fray  Aflónso:- 
(i)  y  temóx^víQ  lle^ertaá^de,^  díjolejiftamr'-.  •'. 
^í-    f;.!--|r.I    V      .;:■?  •:        r,      ;    ..¡,,'    :..     ,• 

(1)      Btt^él    1»á;iitt<íw!rit»     <i«e  :  übsr ' '  sirve»    áei  r 

<!ai9C«inor.  i;J      ••;:'       >vl      .    'I.íííI"    •rj/nj    í^rih» 


177 

^I>ebe  estar  ^1  llegar,  i^espandióle  Pe- 
dro. Coimoi  os  dije,  ya  desd-e  ayer  main»dé 
á  st^Iiiicairle  qtpe  viniera  para  tener  con  él 
una  conferencia  acerca  de  asuntos  imjpor- 
taniftes  relativos  á  esta  nuieva  población,  y 
adtemás,  al  llegar  ustedes,  h«e  mandado  sa- 
lir violentamenitie  para  Pocboc  á  u-n  men- 
sajero que  atpresure   sti   viaje. 

—Mi  pobre  madre  se  muere,  Pddro. 

—No  iperdáis  Ja  esperanza :  Fray  Alon- 
so» es,  además  die  sacerdote,  un  gran  físi- 
co 4  quien  he  visto  reaWzar  maraívillas  en 
tedios  los  pueblos  d-e  esta  comarca.  Pero 
níe  iparece  qfue  es  él  quien  viene  aihí 

'En  **ef ecto,  algunos  i-ndios,  provistics  de 
asitorohas,  aívaínCTÍban  hacia  el  caímáno  ca- 
rretero, en  dbnde  S'e  divisaba  un  grupo  de 
seis  indígenas  que  traían  en  hombros  una 
camilla.  Enrtonces  Pedro  Dzul,  seguido  de 
toldos  los  hombres  y  m-ujeres  que  Uenabain 
su  casa,  salió  a/1  encuentro  de  la  camilla, 
que  llegó  pocos  mottnentos  después,  sa- 
liendo de  ella  un  franjciscano  venerable. 
Avanzó  Pedro  Dzul  hasta  llegar  j.unt>o  al  sa- 
ceidote,  y  besiándole  la  maino  con  religio- 
sa bumildlaKÍ,  te  entregó  su  a  almdllete.  Acer- 
cánom^,  en  seguida,  todos  los  demás  hom- 
bres y  mlijeres  que  allí  estaban,  y  uno  en 
pos  de  otro,  fueron   salíudartdso   al   Reve- 

db  Padte,  besándlale  la  mano  y  entre- 

KÍole  los  ramíl'Letes,  que  siendo  ya  imu 

Ponce  y  Font  —23 


178 

dbots,  encomendia'ba  á  las  personas  gue  se 
hallatban  más  próxlmiais  á  él. 

— ^¿Y  la  eníerma  en  dlónd-e  está?  pre- 
guntó á  Pedro  DtSúI,  poies  ya  por  el  mensa- 
jero tenía  noticias  d^  ella. 

— ^Aquí  en  mi  casa,  señor:  podéis  eintrar 
desde  luego  á  verla. 

Juian,  que  como  hemos  dicho,  estaba  en 
d  tuttnbral  de  lai  puerta,  avanzó  al  encuen- 
tro d)el  sacerdíote,  y  saiudándtoJo  y  besán^ 
dolé  la/  miamo. 

— ^^Señor,  le  dijo,  mi  pobre  ^madre,  pos- 
trada en  el  lecho  del  dtoflor  por  una  grave 
etiifermedaid,  mecesita  dte  los  consiuielos  es- 
pirituales de  la  religión;. pero  sé  q«ue  ade- 
más de  Ministro  diel  Altísimo,  sois  físico 
insigne,  y  así  «os  ruego,  que  al  pafl*  de  aten- 
der á  sus  njecesid'adles  espirituales,  veáis  áe 
volver  á  su  cuerpo  la  sakd  qoie  le  faha,  ó 
cuian-Jo  menos,  pjtolkDttigar  su  vida  cuanto 
sea  posibk. 

— ^Haré,'hijo  m.ío,  Jo  necesario  para  aten- 
der á  sus  necesildlaides  corporales  y  espiri- 
tuales, y  ajunque  no  soy  insigne  en  el  difí- 
cil arte  -de  curar,  pos'etí  algunos  cono*2Í- 
mientos  y  no  xiuidéis  que  haté  todo  lo  po- 
silble  (auiKjue  los  efltementos  con  qiue  con- 
taimlos  en  estas  dctoarciais,  son  bien  redu- 
ci'dos),  para*  tomaría  á  la  sad^ud  ó  para  pro- 
lomgar  su  vídtei. 

^Penetró  en  siegiiidla  el  Padre  hasta  don 
de  la  enlferma  estaiba,  y  sentándose  en  rus- 


179 

tica  síUa  díe  makíera,  comenzó  á  examinar- 
la aitentamente ;  d  puteo,  la  lengua  y  el  pe- 
cho, fu-eron  las  regiones  (principales  de  su 
mittucíoso  examen,  terminado  el  oual,  pre- 
paró éí  misimD  nmi  poción  comipuesta  de 
inedicaniantos  quie  traía  entre  su  Te<lucido 
equilpaje,  poción  que  le  administró  en  d 
acto,  pensonfllmetite.  Dos  ó  tres  horas  des- 
pués se  presentó  el  alivio,  y  la  seíiora.  aun- 
que con  ipenioiso  esfuerzo  y  voz  apenas  per- 
ceptible, pudb  bsaceft  su  confesión  general  v 
recibir  el  -saigraldlo  Viático.  Duraaite  estas 
ultimáis  ceremonias,  Juan  estuívo  de  rodi- 
las,  anegadb  en  llanto,  que  le  era  ya  un- 
posible  contener;  á  cierta  disitteuncia  del  le 
oho  d^  áa  eníerma,  para  evitar  que?  ésta  a<í- 
virtiera  sti  afliocióin',  cubríase  el  rostro  con 
un  (pañuelo,  -dlanfdb  rienda  suelta-  á  sus  lá- 
grhnias  y  curso  libre  á  sius  sollozos. 

TermiUcudlas  küs  sainadas  ceremonias,  el 
ínanciscaffio  se  ^a|proximó  á  Juato',  y  ejstre- 
ohámioJe  cariñosameníte  la  mano,  le  di  i  o-: 

— ^Hájjo  mío,  cristiano  sois,  y  coimo  buen 
español,  tenf(iré[s  entero  y  firme  corazóm. 
Vuestra  imadre  está  grave,  tan  grave,  que 
creói  difícil  que  vea  Ja  luz  -dlel  día  de  ma- 
ñana. Sabéis,  hijo  mío,  aiñadió,  al  ver  que 
la  aiflicción  de  Juan  crecía,  que  la  muerte 
no  es  más  que  el  tránsito  de  esta  vida  ll'e- 
1  Je  miserias  y  amarguras  á  otra  miejor, 
varada  para  las  aílmas  de  los  justos. 
^     iplid  vuestros  úiMímos  deberes  de  liijo 


180 

y  (Je  cristiano :  hace<í  que  preparen  u«i  s^- 
pudopQ  conteniente,  y  estaíd  «pronto  á  ineci* 
bir  la  últiima  íbemdiciófi  de  vuestra  madre. 
Yo  estaré  juníto  á  lellia'  hasta  que  exhaite  »u 
postrer  suspiro.  < 

Tratnscumeron  algunas  horas.  Fray 
Alonso  rezaba  algunas  veces,  y  otras,  ayu- 
dajdb  de  Juan  y  de*  María,  administrajba  á 
la  enferma  el  medicamiento  por  él  prapa 
radb,  que  sería  quizás  un  caímante  enérgi- 
co. Hacia  media  noche  ed  alivio  erai  más 
notatolle :  después  de  un  sueño  largo  y  pro- 
fundo, abrió  los  ojos  la  señora  Aguilar,  y 
ocín  voz  más  perceptÜMe  que  amtes.  Ma- 
mó á  su  hijo  Juan.  Aproxtmósie  éste  juinfto 
al  lecho,  é  hincando  en  tierra  tmia  rodüjla^ 
tclmló  tuna  ¡mismo  ée  su  madre. 

— ^Hijo  mío,  dijo  ésta,  mi  sueño  está 
próximio  á  nealizarse :  siento  que  la  muerte 
se  va  aipodíerandbi  die  mí  paulatinamente; 
que  d  frío  qa^  entumece  las  extremidía- 
des  dle  mi  cuerpo  va  suhiendo,  subiendo^ 
y  que  protnto  Megará  á  a|p)oderarse  d)e  mi 
corazón,  quie  es  el  cerntro  de  la  vida.  Voy, 
pues,  á  dejarte  para  sieinupre:  te  quedas 
solo  en  la  tierra,  sin  más  compañía  que 
mis  restos  mortales  que  te  suplico  no  aban- 
doriee  jamás.  Prepárame  uffi  sepuilcro  lein  cl 
bosque  del  descansoí,  que  será  para  mí  del 
descanso  eterno.  Condúcete  sieniipre  co- 
mía ibuen  español,  y  sobre  todo,  como  buen 
cristiano*,  y  cuando  sientas  q*ue  tu  virtud 


181. 

vacila  ó  cuamdo  te  atribulen  kxs  sinsaboreo 
y  las  angnis'tias  dfe  esta  vida,  ve  á  orar  á 
mi  sepuilcro,  que  allí  estaré  yo  para  darte, 
con  el  permiso  dte  Dios,  liat  fortaleza  qiuie  le 
Mte,  ó  para  infundirte  la  esiperanza  y  la 
ooíiíormidaid  quíe  te  sean  necesarias.  Reci- 
be, hifj'Q  «mío,  mi  ibeiiidlición,  añadió  .da  an 
ciama,  extendienido  sus  flacas  manos  sobre 
la  cabeza  díe  Juan. 

En  este  momento  solemne  se  aíproximó 
María,  lílevandb  en  la  mano  un  rosario. 

— Sefk>ra,  dijo,  ya  que  el  aüivio  que  sen- 
tís os  {permite  escuioharme,  pendion»ad  que 
os  moleste  enitnegámdbos  este  rosario  que 
hemos  ha)llaído  bajo  líos  árboles  del  botsque. 

— Yo  lo  ¡perdí  d  día  d)e  nuestro  paso 
por  Helelchakán,  dijo  Juan. 

•—Me  allegro,  mncho  me  alegro  de  que 
haya  parecida.  Es»te  es,  Mariai,  eH  obseqiuio 
que  quería  hacerte ;  y  voliviéndíose  á  su  hi- 
jo, 

—Juan,  dijo,  coloca  eslte  rosarioi  en  el 
cuello  de   María. 

Juan  olbedeció.  Cttandio  María  sintió  en 
el  cuello  eü  contacta  de  las  manos  de  Juan, 
•vivo  mbor  tiñó  sus  miejilliaB,  y  apenas  .pu- 
<to  balbueir  una  corta-  frase  die  aigradeci- 
miento  á  lai  señara  de  A>gu»ilar. 

Juan  volvió  á  arrodülílairse,     y     aproxi 

tíTdiGse  á  S)U  mádlre,  díjola  eñ  vioz  muy 
¡a,  de  mam'era  que  no  pudierai  ser  pido 
r  los  diemás: 


182 

' — Madre  mía,  no  quiena  ocukaroB  por 
más  tiempo  un  secreto,  pues  jiaitiás  los  he 
tenido  ipara  vos,  y  mi  vida  seria  siempre 
uim  constante  amargura,  si  no  os  revelara 
k)  que  pasa  len  mi  corazón :  amo  á  Masía : 
si  este  amor  no  es  díe  vuestro  aigradío,  de- 
cídmelo jpara  que  lo  olvidíe,  pero  si  €s  de 
vu'estra  aprobación',  bendiecidJle. 

Volvió  los  ojos  la  señorai  Aigiuilar  ha-cia 
María  y  quedóse  con/bemplándbla  por  «bre- 
ve rato,  extendió  las  manos,  y  tomaniíto 
una  de  María  y  otra  de  Juan,  indioó  su 
deseo  de  que  se  unieran.  María,  profun- 
damente emocionada,  cialyó  de  ripidillas  jun- 
to al  lecho  dte  lai  enferma,  y  sintió  entre  la 
suya  la  mano  de  J«uan. 

— 'Es'ta  es,  queridos  hijos  míos,  la  com- 
pleta realización'  de  -mi  sueño;  yo  soñé  mo- 
rir en  la  salbama  dlel  descanso;  he  visto 
un  sepukro  cerradb  í>or  dos  columnas  en 
que  sie  veían  las  dniciailes  del  nombre  del 
padpe  de  mi  esposioi;  pero  ihe  visto  taní 
bien  que  unía'  casa  modesta  se  levantaba 
no  lejos  de  mü  sepulcro,  y  que  en  esi 
casia  vivía  el  hijo  die  mi  corazón,  rodeado 
de  su  esfposa  y  dIe  sus  hijos.  Dios  os  ben- 
diga y  bendígai  vuestro  amor,  como  yo  les 
bendigo.  i      (        '  * 

— Os  ju-noi,  maidre  mía,  qtue  seré  ei  pr' 
mer  pobladfor  dIe  Heleldiakán,  y  que  ja 
más  me  alejané  d)e  vos  nd  dte  la  sabana  de 
descanso. 


1 


183 

Una  sonrisa  se  dibujó  en  !ds  labios  <l€ 
ia  moribufirila,  queSando  luego  ést-a  sumer- 
gida en  iporoÉuodto  letargo.  Algunas  horas 
después,  los  'estremecímá'entos  de  &vi  cuer- 
po y  las  contraccioinies  de  su  sembíaiitie,  in- 
dicaroíi  claramente  que  Ja  agonía  se  prc 
seiptaba.  Ed  Padre  franciscano  arrodillóse 
junljo  al  ieaba  y  coimienzó  á  recitar  la  reco- 
mendaciótti'  diel  alma.  Remiticiamos  á  des- 
cribir aquella  escena  de  dolor :  !os  que  ha- 
yan tenido  la  desdicha'  de  perder  á  sii  ma- 
dre, comiprieniderón  ia  inmensai    amargum 
que  s&  había  aipoderado  del  corazón  d-o 
Juan.  Al  aílborear  la  iluz  del  nuevo  dia,  rin- 
dió la  señora  Aguilar  su  alma  al  ICreadbi . 
Juan  unió  los  párpados  de  aq«uiellos  ojos 
que  no  debían  vodver  á.ver  la  íuz  del  día, 
de  aquellos  ictjos  que  tantas  veces  le  ha- 
bían miradlo  comí  ternura.  María  estaiba  de- 
solada: lloraba  como  s-i  su  propia  madre 
hubiera  muierta 

XIII 

La  tumba  de  illa  señora  A4guilar  fué  abier- 
ta en  la  orilla  Sur  del  bosqu'e    de  Helel- 
chatón :  scAre  día  se  veían  lais  dos  col'um 
ñas  d)e  las  iniciaieís  y  una  rústioai  cruz  de 
"^*iera  adomaida  con  coronas  de  vflores  te- 
s  por  las  mottios  de  María.     Juam  pa^ 
i  largas  'horas  junto  á  aiquetía  tumhai, 
db(por  el  alma  de  sti  madre. 


184       ' 

Una  noche,  la  noche  que  siguió  al  día 
de  los  funerales,  tea  que  la  luz  melancólica 
de  lai  luna  (bam/ba  cotii  sus  pliaíteadtas  ondas 
el  bosque,  ila  sierra  y  la  sabana,  hallábase 
Juan  senta/doi  en  rústico,  banco  cerca  d-el 
fúnebre  monoi'mietfifto  y  de  piíe  junto  á  él* 
casi  estredhándotto  entre  sus  brazos,  se  veía 
al  venerable  sacerdote,  confortándodo  con 
el  bálsamo  consolaidor  dle.  su  ipalabra  en^ 
cendida  en  el  fuego  die  su  aardienite  caridad. 

Desí>ués  dte  larga  plática,  y  cuando  la 
resigniación  había  caído  go<ta  á  g<-ta  sobre 
aqiuel  corazón  laiceradt>,  rogó  Juan  á  Fraj? 
Aloffiíso  qme  lo  diejara  á  soflas  \\r\  momen- 
to. Accedió  d  frameiscano  á  tas  súplicas 
de  Juan  y  se  re«tiró  á  una  casa  pióxima  en 
que  sie  hallaban  reunidots  casi:  todos  los 
nuevos  pobiadores  dfc  Helefchakán:  oyó 
allí  lias  pnetíensiones  de  éstos,  de  erigir  en 
puefoflio  la  díeliciosa  safcana  del  descanso  y 
de  t^ief  por  jefe  añ  anciano  Pedro  Dzu)!, 
aiprdbó  aquella  decisión,  y  ofreció  escribir 
á  Mérida  en  soliicitud  'cle  la  licencia  ntece- 
sajria  ipara  fund&r  la  nueva  población  3''  de 
líos  títulos  del  imuicivo  Caciqu.í,  terminan- 
do ppT  excitar  á  tíodiois  á  que  levarntaran 
un  peqiuieño  templo  en  donde  pudieran  ve- 
rificarse los  oficios  düvinos.  y  las  prácti.Tas 
de  la  Religión  cristiana,  colocámlóac  la 
población  y  d  templo  bajo  el  patrocini 
del  glorioso  Stattn  Francisco  d^  Asís. 

Juan  Pécez  die  Aguiáar  seguía,  entretai: 


185 

to,  emlbargadla  ipor  la  fuerza  incontrastabk 
óe  su  dolor  junto  á  la  tunüba  de  su  madre ; 
y  cuando  s€  lialfeba  más  abstraído  en  sus 
tristes  meditaciones,  una  mamo  se  igosó 
b!andam»efn'te  sobtie  sus  'espaldas :  volvió  la 
visfta  sHDTprendfidlo  y  haLló  junto  á  sí  la 
blanca  figura  de  María. 

— i  María,  exclamó,  María  de  mi  ailmia, 
esposa  míai!  ven,  ven  á  llorar  conmigo  la 
rau-erte  dé  nuestra  madre. 

-—Rato  ha«Ge  quie  te  espero:  no  haces 
bien  en  entregarte  así' al  dolor,  pasándote 
largas  hioras  sin  dormir  ni  alimentarte. 
Vamic<s,  la  cena  te  espera. 

— ^Víamos,  María-,  vamos ;  pero  antes  nic- 
cosito  que  aquí,  junto  4  la  tumba  díe  nj 
«naidre,  me  jures  que  me  anuas,  que  me 
amas  como  yo  te  adíxrioi,  oon  toda  el  al- 
ma, con  «todo  el  corazón. 

— Español,  ¿feas  jpiensadlo  ya  «seriam'ente 
en  io  qwe  dices?  ¿No  te  arrepentirás  nua- 
ñana  de  haber  uniído  tu  suerte  á  (lia  de  (uaia 
pobre  india  que  no  puede  llevarte  nombr'*., 
posición  sociaí,  riqíuezas  ni  honores  d»e  nin- 
guna clase? 

—Calla,  María,  por  Dios!  ^qué  estás  di- 
dendb?  ¿qué  nue  impcrtain  á  mí  los  hono- 
res ni  la«  riquezas?  Sini  mi  madre  y  sin 
"'  el  mundo  me  panecéría  vació :  tú  eres  la 

ia  die  mi  vid!a,  el  iadma  de  mi  al'ma,  tú  la 

r  codiciada  cuiyo  swáve  perfume  ha  de 

•biailsamar  el  aire  qwe  res|)ire,  tú,  en  fin, 
Pon  ce  y  Font.  —24 


186 

el  Ángel  dte  mi  guarda,  la  dfUilce  comigañe- 
ra  qu-e  ha  de  aiyu<iarme  á  sobrellevaír  la 
carga  die  la  vidia  y  el  peso  de  mi  dolor,  tú 
la  que  vendrá  á  llorar  oottimigo  jirnto  á  la 
tumlba»  d»e  mi  maid're.  Ya  avenas :  cérea  d^ 
Qsqvá  edificaremos  una  caisa  modesta  que 
pueda  servir  de  santuario  á  nuestro  amor.,. 

Marta  reclinó  te  frente,  sollozando  de 
alegría,  isobre  el  pecho  de  Juan,  y  no  pu- 
do, durante  lairgo  raito,  pnonunciar  luaia  so- 
la palaibna.  Juam  eniazó  con  sus  brazos  el 
talle  de  María,  estredhóla  convulsivamen- 
te contra  su  corazón,  y  tomando  después, 
con  aimbas  m«aino6,  aqutedla  ca)beza  adorada, 
estampó  soíbre  sais  liaibios  un  -beso  ardíen- 
•tc . . . .  María  se  estremeció,  apartó  diuilcc- 
mente  á  Ju^ae  y  cayó  de  rodillas  frexube  ú 
la  tumiha  quie  se  levamtaba  iluminada  por 
los  raiyos  de  la  luna.  i 

— Ruies  bien,  exolamó,  yo  te  juro  por 
la  memoria  de  mi  maidre  y  por  la  de  la  tu- 
3fa,  qtie  te  amo  y  q'ue  te  amré  hasta  el  úl- 
timio  instante  dé  mi  «vida.  Sí,  Juan  de  mi  al- 
ma, yo  te  amé  desde  el  feliz  momento  en 
qiUie  te  vi,  por  vez  primera,  en  el  camino»  de 
Camii>edie.  Nimguna  mirada  antes  de  la  toi- 
ya  'había  Cogradó  conmover  mi  corazón  ni 
hafoía  logrado  conmioiver  mi  corazón  ni 
agitar  mí  alma  tan  dulcem(en.l3e  con  señsa- 
cion-es  hasta/  entonces,  para  mí,  d'escono- 
cidlas.  Yo  te  amo,  Juan  mió,  ya  té' adbro, 
y  como  estoy  ya  firmemente  pensiuádida 


187 

de  que  tú  también  iwe  amas,  seré  tu    es- 
posa. 

—•Gracias,  Mtariai.  <Ie  mi  alma.  Este  es 
el  tnomeiuto  más  feliz  de' mi  vida.  Vamos, 
vaínos,  quiera  pecKr  tumiainia  'hoy  mismo 
á  tu  tío  Pedro. 

— jpued'es  hacerlo  confia)dlaimieti»te :  tcxio 
se  lo  be  revelado,  y  después  dte  consultar 
oon  Fray  A^»oftiso,  me  ha  matiifeistado  que 
accedería  con  gusto  á  niues»tros  dteseos. 

Y  emlazadias  das  masnos  cairiñósamcnte, 
tomapooi  Juatni  y  Mtaria  el  camino  de  la  ca- 
sa de  Pedro  DzKifl. 

En  la  moche  del  24  dte  dliciemibre  die  ith 
ario  que  se  ignora,  fué  inaiuigurado  el  pe- 
queño templo  de  la  nuevaí  población,  que 
fué  edificaido  en  el  ángulo  S.  O.  del  her- 
micso  bosq-ue,  cotfiouirriendb  á  la  ceremonia 
niucbcs  veciíios  de  los  pueblos  de  Podbóc, 
Pamuch,  Xkaáutnkin  y  otrvDis  de  la  comar- 
ca. A  las  tres  de  lai  madrugada  de  e«e  mis- 
mo día,  Fray  Alfonso  unió  pa»ra  sienifxre,  - 
con  los  lazos  del  maítrómoniíoí,  los  destimas 
<fe  Juaoi  y  ée  María,  q^uietues  fuerom  ente- 
camente felices  en  laquel  hogar  l^evatirtado 
por  la  matio  caprichoísiaí  del  amor,  en  me- 
ííiio  de  la  sabana  deliciosa  del  descamso, 
Affi,  junto  á  la  ttnmba  de  su  madre,  sie  des- 
^'"^  la  vida  monóitona  pero  feliz  de  Juatn 
e  María,  que  fueron  así  losi  primeros 
áadores  !de  la  nfUie^va  ,poiblacíón. 

ían  pasado  ya  rtiuohos  aííos. 


188 

El  itieni^  ha  borrado  casi  todas  las  'hiut:' 
ILas  die  estos  senoillos  aicontecimáentos':  ^! 
iniíprovisiadio  teiii|)lo  ha  '  sick)  isubstituido 
ipor  loi  a'Otuail  igle^  parroquial,  d/e  sólida 
constmcción,  y  las  pcjbres  casudias  y  ba- 
rracas primitivas  por  edificios  die  matmpcns- 
tiería,  más  ó  menos  amiplios,  y  por  oasas 
de  piadmais  miejtOT  construidlas. 

La  poibre  aldea  de  Heltícbaikáín  se  ha 
convertido  en  la  ViUa  de  Heoelphakán,  una 
de  la.s  poblaciones  más  importan-tes  del 
miodeirnio  Estado  de  Campeche,  (i) 

¿Qué  ét  hizo  del  hermoso  tbosiquie?  ¿«que 
de  tes  piedras  labnaidas?  ¿qitué  de  l»os  fron- 
dosKDis  árboles  que  presibaiban  su  somtora 
bienhechora  á  tos  fatigadois  ca-miiiaflitíes? 
Nada  de  estoi  exis^be  ya.  Los  áiiboie-s  y  las 
piedrae  sirvieran  ípara  la  fiaíbricación  del 
nuevo  tem|pk>  y  de  .la  casa>  cunail,  que  hoy 
existen  le'j'Gls  «del  piaraje  en  que  se  «edlificó 
el  templo  primitivo,  y  por  úLfcimo,  aun  la 
f uemte  de  a^ua  cristailina,  que  dKiranite  tan- 
tos artos  -daiSmó  la  .s»ed  de  lios  viajeros,  fu'? 
cegada,  por  orden,  del  Ayuínitaimienitia  de  la 
Villa,  el  27  de  marzo  de  1874! 

Sin  e*mlbiargfo,  la  mano  del  tiempo,  de 
sulyfa  im.pil'aca'blte  y  des*rucrt/ora,  no  ha  j» 
didb  lograr  que   dtesaipaírezca  una  de  las 


(1)  El  pueblo  de  Helelchakáu  fué  erigid" 
en  Villa,  con  el  diistlntlivp  de  '^atiriota,**  po 
Ord<?n  áe  primeax)  d-e  jiumio  de  1833. 


F 


1H9 

coíitanas  que  cerraTOn  la  Ibumba  die  la  na- 
<ire  d)e  Tualn:  colununa  qu«,  consenaiiKlo 
isma  dIe  las  inácáaies  diel  lüomibre  de  Alfon- 
so Bcriez,  la  letra  P,  existe  aún  en  el  'ans- 
tfloi  -dle  1¿  Cas-a  Oural,  como  única  huella, 
como  único  recuierdio  die  J<a  fumdación  de 
HeC^Idiakán  y  <íe  ios  sucesos  qué  acaba- 
mes  die  narrar  y  constituyen  el  sencillo  ar- 
gumento (k  "La  Realidad  die  un  Sueño.'' 


ENSAYOS  líricos. 


r 


ESTT^'VP 

pnnpi 

ffT 

El 

iRm^^^P 

^^^^j 

^á 

Si 

y^sa^^ 

SffiÚ 

m 

m 

ALBORADA. 


j       De  su  lecho  de  iperias  y  <le  flores 
sonriemdo  le^^ígaiitaise   la  Aurora, 

f    t'lacer  llevamidb  á  los  mortafles  piecbas 
hendiiidos  siemipre  Jde  leftal  ooingoja. 

'Con.  sus  rosaidos  detíos  entreabre 
his  puertas  del  aScázar  en  que  imana 
ti  padre  de  la  luz,  y  es  su  soniirisa 
men'sajera  fe.liz  qwe  al  Sol  psregoma. 

•Liais  mipailpaibiles  somibrais  dte  la  nodhíe, 
del  (Mee  y  bteñdloí  suefífo  protectorías, 
huyenidlo  van  tíaanino  del'  Panieinüe, 
indecisas,  fugEíces,  tehieposa®. 

a  la  niebla  recoge  apresurada  . 
largos  veltoiS'  y  -siuis  aíbás  tocas, 
e  la  (albrupttiái  cumbíie  dfe  los  anonlfes 
'      I  huyeffidlo  á  la  vega  enicanitaktolra. 

Ponce  y  Pont.— 25 


194 

Las  aves  eni  sus  nidos  se  (HeibaUen 
ensayando  sius  arias  cadiettodosas, 
y  st  escucha  «eJ  suspi-no  <íe  la  ibrise^ 
y  se  escucha  ei  g'CftnÍT  <i'e  la  paloma. 

Eirtrealbine  su  «broche  Ul  azuceniai; 
Ola  perla  del  rocío  brilladora 
de  los  pétaJíds  tiernos  se  desliza 
y  en  el  cinó&áo  seno  se  aprisiona. 

En  la  iplajya  dlesierta  emfprendie  eá  vuek) 
el  cisne  aikoso  ó  la  g«ntíl  gavidta, 
y  vía*  rizando  con  s»us  blancas  ailas 
die»!  mar  movible  las  inquietas  omdias. 

ISA  gtaC/lo  ca-níta  aLeteandb  alegre 
y  lá  sui  familiai  en  dieiTedor  convoca, 
y  se  escucha  en  las  torres  de  la*  aídea 
ha  voz  die  las  canupaniasi  somovosa. 

Himno  solemne,  unáveírsal,  inmieinso, 
naturaleza  al  IGr^etsídor  entona, 
y  los  ecos  subMnues  de  su  camto 
hasitia  al  ¡píe  die  su  trotnoi  se  remonitem. 

(Ya  el  astro  de  la  te  en  el  Oriente 
con  majeáttad  díeisculbre  esplendorosa 
la  enrojecidia  faz,  .teuíatatío  al  mundk) 
rayos  'áe  fiuego  que  los  caimpob  darán. 

Y  como  ámivakíe  (el  infinito  espteücio 
el  éter  en  sus  aOas  más^eriosas. 


195 

así  la  hxz  eki  omldlufLant^s  giros 
veloíz  se  extíencte  por  la  tierra  itoda. 

Las  somibras  huyen  con  la  negra  noche 
y  á  lais  miraid'as  diel  mortal  aitóniltais, 
cual  siuíblimie  visión  que  el  allma  enibainga, 
la  tierra  se  descubre  arroibadora. 

En  panorasna  estplénicKcb  se  miran 
aítos  momites,  csajmpáñas  delicíoisas,      / 
[       y  amnoyos  miufranunainibes  y  itorrent-es 
qat  se  derrumban  d^sde  la  alta  roca ; 

I  los  ríos  cauíJaJo^s,  cuyas  márgeaies 

plantas  y  floiieis  emlaz^hdas  boirdlain, 
y  -d  resioíoaintb  mar  qwe  embrarveciidio 
lainziEU  á  los  cielos  sus  hirviemrtfes  olas. 

;  ] Señor,  Señor!  el  aima  te  conltemiplia 

m  b  luz  indecisa  de  la  aurora ; 
mi  espíritu  tu  espírituí  adivina 
al  través  de  .lais  náeblas  y  las  soimbras. 

i  La  iniiiiraidai  de  hiz  del  sdl  madiainite 

€s,  Señor,  -tu  miraida  podienofea : 
ías  líneas  refulgentes  de  sus  rayoís 
océanos  de  mtmdbs  eslabonan. 

♦EJ  vieníto  que  resuena  en  la  montaña 
'       y  icpuiebra  su  furor  siobne  tais  ndcas ; 
©1  céfiro  qiue  viaigla»  en  las  ca-mpiñas 
i        y  se  queja  y  suispira  entre  las  hoja« ; 


196 

fd  río  sonoroso  y  la  cascada, 
cuyas  viaoes  solenuncs,  majiesíftiosas, 
elóvanse  á  'la  ipiar  qu€  el  idulce  arrullo 
d>el  lago  y  tile  la  fu'^ínite  buliildk>ra; 

el  poderoso  .miar  .que  ruige  fiero, 
si  la  tormeiita  sin  piiedadl  la  aaofta, 
y  coronaidas  vato  de  'blanca  esptuma 
á  imlork  en  sus  máingein^s  1^  olas; 

>n)a!turalezav  en  fin,  alíbotiiazadiai 
tu  siamíto  nombre  sin  cesao-  pregona, 
y  e'n  sai  octaóentia  uaiíLversal  eleva 
hfajslta  Tif  sus  plegarias  fe!rwo(rosas. 

Átomo  yo  que  vaga  á  k  venitura, 
grano  die  polvo  que  huracán  arroja 
al  lalbismo  inson-áaible  de  la  vdidta., 
soímbra  vana  que  cruza  viaipoíx>sa; 

uno  taimbiéni  imi  adento  á  la  plegaria 
que  enltana  con  amor  la  tierra  'toda, 
y  ad  débil  eco  de  «mi  humilde  lira, 
yo  oattito  á  tu  pcider,  caaito  4  -tu  gloria! 


LUMEN  IN  COELO. 

Brota  á  raudlaks  <íe  tu  la'bia  augnisto 
feí  poesía,  usa  vei^i,  la  oieiiciaí, 
y  el  «niunklio  aprende  Ihuamiltde  en  tu  preseii- 
.  /  (cia 

á  conocer  y  amar  lo  buie«no  y  jusíto. 

El  campo  aluímlbras  del  eiror  vetusto 
con  la  iuz  de  tu  ctera  inteligencia, 
y  á  su  bencina  y  suave  refulgencia 
el  imundo  serenó  sai  rositro  aidusto. 

Lia  fe  y  la  libertad  armonizaste 
y  la  paz  olpusi^bes  á  la  guerra, 
cortando  á  la  impi»edad  el  raoiidto  voiielia 

Entre  los  grainfdles,  granlde  te  elevas»te, 
y  si  tu  gemio  es  luz  laquí  en  la  tierra, 
uz  ha  de  ser  'tu  espíritu  en  ell  cielo. 


DESVARIO. 


Ojos  elaros,  serenos, 
ya  que  asi  me  miráis,  miradme  al  menos. 

Gdtiebre  dx  Zetina. 


¿PiOT  qvaé  me  iiniras,  Elena? 
No  me  mares,  si  emi  tus  ojos 
sólo  he  <k  ver  los  einojos 
que  te  caiusa  mi  pasión. 
Ño  me  mires,  Kfue  ai  mkaaime 
siento  en.  ét  almiai  ki  «niKiepte, 
ly  quisiera  no  quer©rt?e 
mi  ajigtuBtiajclQl  cotrazon. 

No  me  mires,  no  me  mires 
si  has  de  móirarme  enojada, 
si  en  tu  'líni(p¿<ia'  imtÍTaidla 
sólo  desdén  he  de  bailar. 
Mas  ¿qoié  diga?  ¡loco  estoy! 
iPerdania  má  desvaino,  , 
mírame,  ídblce  laimíotr  mío, 
no  me  dtejes  de  mirar. 


200 

¿Qué  tbipoirita'4ye  esté  la.tenüíei>fec 
en  tu  aniíadEi  eslcoóiüdia, ' 
si  es  imi»ertie  quier  ^da  flai  vi<J^ -• 
á  la  llainm'  díe  m  aimor? 
Cuando  en  tus  pupilas  aiiidie 
lel  odio  ámiplacable  ¡y  fiero, 
é&  itet  maierte  es  tnenisajero 
y  ipresa  dte  Ja  «mluerte  soy. 

'    Y  si  d'ejáis  ^ 'miBaríbié, 
vuelvo  á  sulfirir  cnutel'  tanmenito, 
y  otra  vez  Ita  mueilte  si^ento 
en  mis  venas  ckcul&r. 
iSi  ihe  de  niorif  por  nía  vette, 
pdr  no  gozar  tu  miradla, 
prefiero  llai  inuueirtie  lafirada 
en  tus  ojote  emoonitrar.      i 

Si  len  ^lk>s  ha?lilo  la  müeírte,    . 
esita  miueiibe  af^etecSdla 
es  para  mí  idiuloe  vidiai, 
ei9  para  mí  grartiof  Edén. 
Muero  porque  no  me  adbras, 
y  vivio  ¡porque  te  aidbrol;     '  ' 

¡unas  veces  tristt!e  Iknro' 
y  otras  rífO,  dblce  bien! 

Y  laisí  vijvdertdo  y  muriendo, 
porqjule  me  mires  laíra'dla 
ó  la  luz  die  tu  miraidla 
Sfe  aipjarte  esiqíuiva'  <Ie  «má,  ''I' . ' 

eritve  la  vidb  y  la  mwente 
vivo  y  mueno  agjottmzanidby 


201 

y  <mueaia  y  vivo  gozando, 
<ya.  desditchaidó  ó  feliz. 

4  Qué  ¡dfu'lce  muerte  -es  la  muerte 
que  oaiusan  tus  i>e\ios  ojos  1 
¡  Qué  (Al-loes  son  los  em)|jos 
qme  al  iadma  stuielen  causar! 
tPeitíbttiía  mis  tristes  quejas, 
iperdoaia  mi  «dlesivairk) ; 
4  mírame,  dbke  amio(r  imío, 
iK>  míe  áefies  de  minair! 


Poncey  Font.— S 


A  PEDRO  I.  PÉREZ, 


Con  motivo  de  ]a  función  dedicada  á  honrar 
su  memoria. 


•El  cielo  tropical  pirestó  Mgores 
á  itii  mirakHa  límipi<ía  y  ardfl«enrt)e, 
fúlgiidla  flwreoQa  á  itu  espaciosa  freme, 
A)  el  genio  coffioentnó  sus  resTpíaindores. 

Dióte  la  sieívtai  mégioos  runnores, 
su  voz  él  ¿r-ueno,  su  gemir  la  fuente, 
y  «n  ángel  <fcl  Señor,  resplandiecicnte, 
el  arpa  de  oro  en  que  canítaste  amores. 

Y  pulsasibe  el  laiúy!  d'd'  sentiímiento ; 
brilló  tui  genio  como  el  soí  fecundb, 
y  cajitasíte,  poeten  y  íáe  tu  acento 

el  eco  tííuJce,  aaimónioo»  y  .profundo, 
á  b  akura  se  alzó  (M  firmamento, 
y  una  cordna  arrébartaste  al  mundo  1 


A  CRIS  I OB AL  COLON. 


Gomposieión  leida  en  una  velada 

que  en  ^1  Teatro  'Te6n  Contreraa"  celebró 

la  Colonia  Española. 


No  hay  graindleza,  ;Golón,  cuaJ  tu  gram- 
^  (deza, 

ni  hiÉnana  glom  se  igiuíató  á  tu  gloria; 
no  buscastte  d  laurel  de  la  vktictniía 
y  él  ciñó  irumÉrcesible  fcu  caibczíai. 
No  quisiste  el  podtetr  ni  la  nobleza, 
y  el  genio  *e  otorgó  su  ejecutoriaj 
I  oo  amibicianaáte  el  launa  óe  la  hfetoria, 
i  y  su  libro  mejor  contigo  'ein(f>ieza. 
'  Fijos  los  icíjos,  oottí  aaindr  profuTKlo, 
i  siemipjre  en  Jesús,  tü  místico  modieló, 


~'.  208 

Etmbleniia  qu*e  en'  el  libro  ide  la  hiátoria 
señala  el  triunfo  <fc  tai  aíu«d!az  rateníto, 
inmenso  pedlestail  ÜteÜ  momi'm'enüoi 
qvfc  alza  la  tiema  á  tu  ínclita  nuemoria. 
¡  Salve,  Ooílióai',  espíritu  WeciKnido, 
loco  inlmortlaí  que  en  místiooi  delirio 
soñaste  hiaílaiT  el  ignonaclb  mundio! 
Si  España  te  ipremáó  con  el  martirio, 
hoy  España  y  el  munldlcx  )te  coronan 
y  tu  renomítíre,  sin  igual,  pregonatti. 


JUNTO  A  LA  TUMBA 

DE  LÁ  KIÑA 

MARÍA  ROSARIO  LIZARDI. 

Moirtr  afeando  mía  niña»  toidavla; 
Tocar  te  exieetea  oumibre  sin  caer, 
Moüir  tan  dogel  como  tü,  Mairfa, 
¡B9to  es   ncüeer! 

Antonio  F.  Grilo. 

Nace  el  sol  á  la  imíaiñaoa 
de  fe  aiirona  «en  el  regiaao, 
y  -desartia  el  ánir&o  lazó 
de  SOIS  ffUi%ores  de  graria. 
Brota  á  ía  vildía,  lozana," 
emüreatwieíiíd'o  su  corola, 
la  íazfuceíia  ó  l*a  aimiapola, 
y  velada  piofr  laj  bruma, 
nace  rfizakía  de  espiu^mia 
"eti'  el  tmar  gi^gatiite  Üa  ola. 

Ponce.  yFont^27 


210 

Apaga  d  sol  sus  fulgores 
liacknidio  exjW'rar  el  diai, 
.  ck  la  mBft  en  Jfitt  onda  fria. 
A  sius  tenues  resploindores, 
'inairchitos  ya  sus  oalores, 
cae  al  suelo  dle^íhojadla 
íkü  'flor  qu€  fule  ce!l*d>raid)a' 
cuíail  reina  dte  l'a  hermios'Uira, 
y  va  á  niorir  Sai  onda  pura 
sobre  la  orillia  apartaida, 

¡iOb,  fugaz  y  breve  historia 
del  siér  que  á  la  vi<tei  nace, 
y  <mzl  niebla  ¡se  dieshace 
sin  diejar  unía,  memidria 
idte  s-u  viidla  tminsi'toria !      i 
¡Ob.  lieiro  ibiipliacable  simio! 
¡Oh   cruel  y  triste  destinipí!   . 
El  afima.  gímiíesnidio  aldlvierte 
que  la  vida  sólo  es  'muerte, 
buTla  deJ  (baidq  mezquiino. 

H'ámie  lal  caer  die  la  tarde      < 
jíUinlto  á  tu  fosa  aolmlbría, 
p'erlla)  dte  la  patria  mía! 
Siento  «el  corazón,  que  alaaáde 
'hacía  'de  valor,  'Ooiboírde.  '' 

Y  es  qiuie  mivoi  frente  á  freníte 
iá  la  muerte  sohjriente 
gozar  «en  su  triiunfó  Ideo; 
es  que  eí  frío  miáilmol  toco 
q«u»e  ocuflfta   á  uín  ser  inioiceinte. 


F 


211 

Esta  l'ájprdla  mortuoria, 
y  el  sau'ce  triste  y  aolnillwío 
<fe  funeral  murmurio, 
traejiil  h«oiy  á  lm£  -memorial 
cuan  fíugaz  y  traTtskoriai 
fué  tíUí  exisftir  en  la  tíerra, 
y  el  ailma  mía  ^e  aterra 
penisaji-db  en  tu  dtesvenliura,      ^ 
al  pie  d<e  la  seipiiltura 
que  tus  <tesipotjos  emcáíerra. 

Amgel  fútete  qu-e  en  el  imuínkío 
.apenas  huella  dlejaste, 
porque  est^redio  le  onloctaifenaiste, 
áriáo,  triste,  itifecuirtdlo. 
ÍY  libre  dlel  toldo  immmáo 
de  tu  corteza  hechicera, 
cru<zaste  la.  azul  esfera, 
el  iniinitioi,  qwe  asoniibna, 
•y  tuvisite  pc^  adtfotmfcra  * 
á  la  inmensidad'  embena'. 

Dichosa  fufltste,  María, 
que  en.  el  fúnebre  ajtaiúri', 
¿I  puerto  ée  ía  slaí'U'd     ' 
haillaste  »eti  tempranb  día. 
Libre  d)e  mumídana  orgia 
tus  vesítidhiras  dlejaando,      I 
vas  en  el  éter  fícltiatnldb, 
"ual  flota  la  Ibíanica  mibe, 

tu  aiknla  d»e  niftar  stiibe 
a  gloria  'dfe  Dios  buscando. 


^ 


212 

Dichosa  tú,  que  leoDoootTaste 
iemJ  el  inlfiniíto  espacio, 
el  espléndáidb  pautado 
que  tairttas  veces  sotñíaiSite, 
Dddiosa  tú  que  dejaste 
pcín^as  del  mutudb  mezquinas, 
y  'en  Ja»  rególanjes  düvionaps, 
que  con  tu  presemcila  endantas, 
smras  Tdásúr  á  tus  platiitai» 
•mil  eslieras  ,pereigriflHas.    -  i 

i  Dichosa  tú !  que  el  morir 
•de  la  vtúdaí  eou  los  adbores^ 
sitn  anign:}d(ia<s  ni  doCores, 
no  es  mioirir  sima  viivir. 
Dichosa  tú,  que  al  partir 
m%  ituivisíte  qfuíe  temer, 
y  ;pairftiste  A  caíear. 
¡  Lüíegar  á  lai  excelsM  cumlbre 
•do  irmdfiai  davina  lunubre, 
siendo  un  ánígel es  níacer! 


Sauces  de  triste  nfurinnulto, 
prestad  aü  sepuficro  solmlbra ;  ^ 
ysiidletaís,  servid  de  alfcxnAra 
á  una  viofl'éta  en  capullo. 
Presitlad,  aives,  vuestro  arrullo 
á  la  patolmlal  inocente 
ique  el  Mendlaval  incfemeníte 
azotó  ai  te-ndler  el  vuefc»; 
venid,   éngfeles   del  cielof, 
cairttad  su  g-loria  esJpIemdenlfe, 


ar?" 


EL  TIEMPO 


Al  8r.  D.  Victoriano  Agüeros. 


Un  aáío  más,  vam  aíío 
su  fremte  en)rain<íci<ía 
del  tiempo  en  el  a'bismo 
ya  triste  sepultó! 
¡Un  año  irnlás,  -tm  año, 
suspiro  óe  ila  vkto, 
lalm»eín!to  «ábUcroso 
que  el  aire  se  lletó! 

Un  año,  sí,  ¿«qwé  imiporta? 
dfeckime,  ¿qué  es  un  año? 
•Palabíia  que  ipronunjciám 
los  siglos  al  pasar;      ^ 


214 

soniáo  imáteriosioi 

iquc  vag^a  en  giro  exrtraño», 

y  apenas  si  percibe 

la  m-memisb/  etemidiald.       ^ 

Es  nube  vicCladk>ra 
qiue  aKá  tetn/  el  firtnamefnrto 
va  alígera  arra¡sltTanld!o 
su  mainfto  dle  ona  y  tul, 
y  imáílaise  ínidlecisa, 
veloz  cual  ipensiamiento, 
feu  sdmtbra  <ffl>ufjars«e 
'diel  laigo  en  la  oodia!  aaul. 

Del  mar  dle  tiuésftíra  Vida 
espuima  qiue  le^vanta 
diel  ■  itiempo  fugitivo 
ía  aiirladla  iteimipiestaid, 
y  lleva  díe  ola  en  KDilla, 
con  rapidez  quie  espanta,, 
cabe  lia  (blafnca.  orólfai 
su  Uri^te  .fin  á  Challar. 

i  Deten  tu  vuelo,  oh   5ieímbr3 
que  cnuizais  d  esp^alcio,  ,   . 

dietén  tu  vu<elo,  escucha 
imi  grito  díe  d|oll»oir!      ', 
Tu  vidla  es  cual  mi  vida,, 
magnifico  palacio/  r 

forjado  pct  ía  micnlje  ,   i 

de  pobre  ^oñíador.      \ 


215 

Deten  ttjii  curso  et&mOi 
Ipíues  siendioi  q:u<e  l^  vjida 
f ugtatz  y  deleznatok 
contí'go  huyanriía  v*»;     , 
que  $>iion'to  mi.  cabeza 
veiúse   eiKajkeekfe, 
y  siento  que  irnj  sangiie  > 
^d  sopid  helandb  «^tá^.  .,. 

Mas  ¡ay!  «ñ  vano,  en  vano 
pretenidb,  que  es  lacvm^ 
tu  «naiudb  torlbellkiío) 
jniotoen-tos  dfeteujer ; 
mis  ojos  verán  steijiiípTc 
tu  negra  veatíduá^, 
^uiall  sombn^.  vasia  aoite  ellos 
pasaír,  <dles(pai^cer. 

Tras  ella  va  im  vida 
cual  rápido  tomeínite 
qoie  cae  d!e  ía  cumjbrc  " 

con  ituidlo  aítetradbr, 
y  -extiende  por  d,  va¿4e 
s-u  lííirtpkiícfct  conrieíaüe, 
que  miuíere  enítre  las  ondas 
dfel  mar  atnpsmíidor.     , 

En  vanq  será,  i. oh. tiempo!, 
quie  ^iga  itu  camlDiO, 
y  en  vano  que  iprocure 
ítu  cur»o  dteiiteníea;, ,    ,       '  •  ,.;  ¿ 
Tn  muta  es  rutf^a.e'tíeTina,  ,.. 

correr  es  itw  d'estino 


216 

isin  ttn  k))9t8fliitle  -sota 
tu  vóícuje  swsfptemidter. 

Al  sopío  de  tus  labios 
mil  sarteist  se  Hevarataiu 
•do  quiera  que  tú  posa-s, 
hfuyendo,  el  leve  pie; 
can  tvidla  se  estttmjecem, 
palpdltaii,  giran,  cantan, 
mas  hluiyfeis  y  lioís  dejas 
en  breve  penecieír. 

Si  pá  níos  dSós  lia  vida, 
bien  prcttutc^  te  arrebatas; 
¡isér  eres  caipftichoso, 
oreactor  y  desHírulotor, 
avaro  de  lai  didia 
qai^  dais  y  íutCigo  matas, 
fuente  ^eves  biienlbedhora, 
ftíotren/te  asioIaidcTr  í 

Anco  Ms  que  en  el  cieJo 
de  Dios  la  maino  itraza, 
si  dailíma  siuis  fufrories 
il'a  fiera  teímpestad: 
sus  prístinos  cafmlbiántes 
revévien  la  espenatntza 
que  el  echazón  abriga  '  'í 

del  mísiero  mioH:aI. 

Mas  ¡ay!  cuan  proivflol  ^xtmgtiie 
la  nodhe  con  ^  ntamttó 


217 

los  íú^kk»  reflejos 
del  arco  bienheduA-! 
¡Cuan  pnefaito  la  alegría 
dottiviérbese  en  qtreflbtfWitít)! 
¡Cuan  (pnesíto  tei  verntiulra 
tomarse  vi  en  dteJÍor! 

El  día  €s  hijo  tuyo, 
la  vida  sitmboliza; 
©í  sol,  tu  fiel  mánfisitro, 
derrámaka  dd  qjuier;    . 
mas  tú  itaimbdén  producieis 
ía  noche  <juje  horroriza, 
la  noche  que  stimlejta^ 
fatídica,  el  no  ser. 

Y  así  la  njoch-e  al  diaj 
•va  siempre  sucediendo, 
q.ue  en  pos  de  la  ventura 
caanina  «el  cruel  dolor, 
y  rápidds  vaaii  ambos, 
tu  imipuflso  obedeciendo, 
é  caer  en  honda  sima 
'do  nunca  luce  d  sol. 

¿Qmésí  eres,  ser  extraño, 
qoiíe  rtajdes  cuando  mueres, 
y  mueres  cuando  naces, 
que  «íeim(pre  vüvío  estós 
y  siemipre  esitás  <maiirieindo? 
Mi  afán  alivia,  ¿qué  eres?; 
¿dfe  dónde  vienes?,  díme, 
responde,  ¿á  dónde  vas? 

Ponce  y  Pont.— 2 


5M8 

¡Em'iSg'ma  misterioso  * 

que  €¡t  atÜrm.'  (máa  asoxn/birá 
y  en  vano  cofmprleindteiitie 
p-rocuíra  la  racsóíi ! 
Ni  espíritu,  inixueipo, 
tii  luz,  m  a*un>  viama  scunbca; 
«o  existes  y  en  ti  exisrtem 
las  mu'ndbs,  la  creadón; 

Tú  ^viv^  piorq-ue  vivo,  ' 

no  míu'eres  poi^que  mutera, 
•Que  nKíefttrás  ^eres  haya,    < 
tíx  siomíptre  vivires. 
Tú  marcas  cb  mi  viKfci 

la  noche  ipasajerai 

La  etemidadi  sin  ilímiittes 
tíe  Dios  no  nuaíncarási. 

Tu  curso. sigiuie,  ¡oh  .tiera,po!; 
M  rajudo  torbellino 
yo  en  horas  de  locuína 
quisiiera  d'eterieir; 
tu  'ruta  es  ru-ta  ettema, 
cOrrer  e^?  itu  desftiiino 
sin  u«niiMtei!n}te  slollo 
tu  viaje  sM&pemder. 


ROSA  MÍSTICA* 


Rosa  en  el  camipQ  die  David  brotada, 
dd  jardm  de  los  cielos  desprendidia, 
tú  enubalsamais  -el  aura  -de  ila  vida 
por  el  n-egro  pecado  ^énveneniada, 

•Rosa  que  fuiste  reitta  proclaimada' 
die  las  ncisas  de  Sion,  y  enailteciidia 
hasta  el  tóiono  d)e  Dios,  estós  oirouídia 
de  sól'es,  y  d)e  eslrelÜas  coronadla. 

'De  tu  aroma  divino  ¿e  U'enaro'n 
cielo  y  tierra,  y  tu  candida  Ihiermoteulra 
símbolo  fes  fiel  de  angélica  ipui^eza. 

Y  ila  tierra  y  Icis  cielos  te  aclamaróíl 
áe  te  flotres,  la  flor  imás  bella  y  pura, 
Tiístíca  rosía  dte  gcenitil  bdleza. 


DE  VERACRUZ  A  MÉXICO. 


A  mi  inolvidable  amigo  Franoiseo  Sosa. 


Ya  la  luz  díe  l'a»  mañanta» 
vaga  y  tímoda  aíborea, 
y  en  disipar  se  recréa- 
la blanca  indUa  livóldinia. 
Se  esoudiiai  die  La  idaimipaina 
lai  víolz  pasusflKla  y  somolra, 
y  la  gríBni  locomotora, 
qiue  rugie,  tiembla  y.«Sie  agita, 
Ó^  raluda  se  ipreci^yita 
y  ya  la  vía  devora. 

Del  momíte  tra«  la  cortina 
ste  ocju-ltai,  si  fin,  Veracruz, 


222 

y  va  cfiecietidb  la  hxz 
sdbre  la  enhiesta  colina. 
En. la  iiTlofntoña  vecina 
'inn  niiaír  dte  niulbeis  se  me,:«. 
Itras  dk-  luego  a4)aírec€, 
entre   mares   de  arrebol. 
Ja  eticenid&dla  faz  del  sol, 
y  á  su  luz  ed  muaildb  creje. 


•¿  Es  .un  sueño,  ó  es  verdad?  . 
¿Es  acaso  devaneo, 
ó  es  ifueáón  qule  e<l  deseo 
disfrazó  'dte  realídlaíd? 
¡  Qiué  imlponentie  inlaij  estad ! 
¡qué  regia  natura:leza! 
Brilla  en  ella  itu  gnaftideza 
¡oh  Señor!  amdbadbra, 
y  en  elía  d  aihna  «tie  arfíora, 
y  en  ella  te  jnira  y  -reza. 

Baja  d<el  soiel  toórfeníte 
dte  los  rayos  tembl'adoires, 
y  la  luz  len  íhíI  colores    •  • 
pi'nitia  un  cuadiro  sicirpreindiente. 
Miares  'Je  oro  reliufcieriite, 
fliaigos  die  zafir  y  guaJdia,     .  ,. 
océanos  de  esmeralda, 
d)e  púiipurai  y  d^e  álqpacio, 
'aipenas  tienen  espacio 
dte  los  mofletes  en  la  ía-ldla.    ■ 


228 

í  Qxké  hermiosura  I  ¡  qm  »piorteiiito 
ide  cr^adtósi  jativás  soñada! 
¡  Qué  retatiéeád  ígnc^^&áa. 
por  el  •audaz  peasattinentoi! 
¿  Qivüé  bardo  &a  el  ai^dSmfiíetiito 
dlp  siiblime  vnsipmiCKm, 
j>i.do  soñar  tu  visión, 
¡dh  miundio»!  cuya  bellczoi 
hace  pensar  que  en  ti  empieza 
'del  'imiísnio  Düoís  la  mansión? 

¿Qué  prntor  lograra  'tanto 
que  fiel  pmkirera  cfoipiaírte     ■ 
y  á  sus  lienzios  itraskatclarDe 
con  tuis  ibelTezas  y  encaprto? 
¿Qué  cielo  tiene  itu  manto, 
que  del  sbl  los  rayos  dbirati 
y  ricas  tintas  colorasi, 
¡oh  esfpléttKfidb  cielo  azirl! 
¿Qué  'tuJ  se  parece  aá  tol 
de  las  nnibes  que  ien  ti  moran  ? 

Rueda  en  sus  rides  de  acero 
la  gentil  locfcwnotora,  < 

fj;f  las  stdtaacías  devora, 
y  yo  djeteíileria  quiero» 
Todo  es  equí  /pasajero; 
fijaiCb  ansio  un  instante, 
y  miix)  albsonto,  anhelante,  , 
cómo  intítcisío  y  -fogaz, 
va  huyendo  sieini(pre  hacia  atfás, 
y  yo  «íenupre  hacia  'akíelia'nftte. 


224 

£1  lextenso  llano  miro         I 
cerca<fo  por  altas  «montes, 
Sqiué  espléndidos  horizontes!, 
¡•qué  panoraonajs  aickniro! 
Do  qiuiera  Ha.  vista  giro 
iski  dejar  dUe  cantoni(piUur 
éatfe  qoie  parece  un  mar 
d!e  lio  soñjüdá  bdkiza:  ' 

ó  aquí  el  Bairaído  empieza, 
ó  voy  el  cieto  á  escalar. 

Sobre  el  viadwfcto  atrevido, 
qoie  en  piles  inímlenisiOG  diesoansa, 
ib.  máquina  se  abalanza 
como  leóii)  persegniídoL 
Cruje  el  itierna  esttnemecidb, 
«ue  en  Jos  riíeles  se  gollpea, 
y  lanza  la  chknesiea 
siu  ca'bieílíefna  que  suibe 
á  comifundáise  en  Jb»  n^be 
que  en  la  monitaña  rastrea. 

Romeos  bramklos  lainzando, 
sti  cairttera  audlaz  y  rauda 
cJontíeme,  y  su  extesisa  canuda 
l^entannenite  Va  arnaisitrando. 
Y  á  la  alta  CfdnKbre  trepanidov 
qiue  siobre  cura/bres  se  exitíedcle, 
«In  mar  infinito  íhiendle 
Ick  nubes  y  de  oéliajes .... 
¡son  divinos  cíortiinajes 
íque  lel  cielo,  6  mi  paso,  pwendle  í 


225 ' 

Baja  fuego  májestiuosa- 
y  enltra  en  t\  tniniei  pbsouiro, 
^  cfcMDi  paso  firme  y  seguro, 
cO(n.  la  aítívez  de  üina  'hermasQi 
¡Allí  está  la  ftóbtenitiCHsa 
obra  dfed  genío :  es  el  pu*enite 
de  Mietküc,  íérrea  »e!r$>iente, 
que  sobre  monites  idescaínsa, 
y  sobre  iioncfe  simiai  lamza 
su  media  lutia  esplemdleihfte. 

De  esipanftiof  y  aribiiración 
un  griitío  diel  pecho  amalnca, 
ya  la  pcroÉumidía  bailranca, 
ya  del  hclmíbre  la  creaicióini 
¡Qué  iniefelble  s»en«sacián!  » 

¡qué  dfulce  «elnioaiiuto,  Dios  (mío! 
á  mis  pies  d  hoündo  rio, 
síobre  mí  Io=s  aftos  tmidnites, 
más  alllá  Jos  hiorizonftes 
y  do  qmler  tu  poyerío! 

Huye  este  duia-cfro  graindiosíO' 
qiuie  en  ei  vacío '  sfe-  me^e,' 
y  pírtonto  idbsapaJr«ece  ? 

auíal  ensueño  vbípioróso.    "*    ' 
íLuego  el  vaJlte.  •éelíkiosio  *  . 
de  Orizaba  'Se  fprías'eota 
que  rmU  .tírimores  os-tenita. 
^Cuáiuta  luz-  y  culáintas  flores ! 

!)el  Pico  los  resplaitid'oires 

anto  prianlor  aorecientta. 

Ponce  y  Font.— 29 


226 

Huye  el  VoJk  de  Orizafca 
y  con  él  su/  mattislo  tío, 
•la  ciudiaid,  9u  caserío 
qiue  la  wKXiba^  ooukdba. 
Mas  'lucienido  continuiaba 
Citlaliteípec  su  be'llieza, 
9U  gallarda  genitrleza 
y  s>U5  láMtoJB/  e>sp^aciiosa5, 
que  ha  fosanaka<)o  con  sus  rosas 
b  rica  naturaleza. 

Sube  rugiendo  jotra  vez 
el  férreo  monstruo  de  íuego, 
se  detiene  y  sigiule  luüego 
cortiendíO  con  avidez. 
Pasa  pncínito  la  estreduez 
die  otro  tómel  y  otro  puente, 
y  suíbte-  y  siulbe  rugieiKtc 
á  las  cuftnibpes  -de  Ma-lítra^a, 
dtesde  dbndle  ®e  retrate 
tm  panoralma  esplendente. 

Del  valle  en  id  amdio  seno, 
como  búcait)  dIe  f  Jdres, 
duerme  su  stueño  de  afmores 
de  Ma!<tBTaítei  el  pueblo  amen». 
Die  templos  y  casas  lleno 
se  le  ve  destíle  la  ailtura, 
como  um  «puebíia  en  mtnífía/tuTa 
q^e  regio  akiar  eton-beílece ; 
y  á  veces  desaipiarece 
tras  la  revuieha  espesura. 


r 


227 

4  Cuan  gentil  y  primoTiOtsa 
te  hizo  Dios,  ch  ipaitria  imía! 
lj3tmás  loca,  famtasia 
sofíó  mansión,  tan  hermosa! 
¿Mas  per  qué  en  el  a-In>a>  ansiosa, 
al  contemplar  ttiu  hermosura, 
«urgir  vi  la  imagen  pwra 
de  ctra  apartada  llorón, 
íque  aidotra  mi  dovazóii 
con  Ifrenesí,  con  locura? 

¿  Por  iqué  á  <mi  mente  aciJdió 
la  Jiiiemoria  iio  tMomnalcia 
de  la  tierra  idolaitraida  I 

do  mi  cuina  se  meció  ? 
|¿  Re*  qué  d  aíüma  euaipiró, 
dco  tristeza  y  dtesconstíelo, 
por  corttettipJar  otno  cielo, 
do  entre  ndbes  de  aiTobol, 
más  bnlSainte  kflce  el  Sol 
sobre  el  íníecundo  sitíelo  ? 

¿  Per  qué  vi  meoerse  ufa-na 

sobre  la  .playa  arenoisa., 

la  pailma  getiitil  y  airosa 

qiue  mi  verjel  etngaJasia? 

¡  No  lo  sé,  patria  iitzaJana ! 

lm,36  tú  brdtaste  á  mi  mentte 

cual  visión  ¡re^lplaitóeciienite ; 
V  tm  itiquietei'  fantasía, 
5cin  las  gálais  te  vestía  i 

ie  esta  tierra  sorprendente. 


229 

Eiivítíiaiba  sus  colmas 
stis  kjaajidls  horizóbties 
y  sus  tiiieb-IaiS  op2í8i<niais. 
¡Cómo,  kU9  ¡maffios  dSivkias,^     .  ^ 
¡  oh  México !  lié  a<toríiairo^,  ' 
y  en  tu  sorao  derraimathcAii,      ' 
cClmiálndolte  dte  vteüiftuíra, 
lote  domes  die  lía  ibea^mostira 
que  otras  tierras  te  éiividiaron. 


Mimclho  tiettiiipo  ya  iha  pasado, 
y  auB  gratoaBla  estó  en  Jia  jñuenrtíe 
ini  litermÉosura  stoniprenidleníte, 
t-u  eniciamito  ntumca  soñadb. 
Pretendo  hay,  íoco  ,y  psaldo, 
imís  caocionies  'entonalilte, 
y  en  mis  versíos  rétrartiairte . . . 
i  vano  eisftierzo  que  me  afanatna ! 
íRotmipo  ya  jfa.  tosca  plurn^ 
q-ufó  no  ha  podSdb  piíitairteí 


LLAKTO  DEL  CORAZÓN. 


í  Y  eres  tú  loi  que  un  tkmipo  -me  decía 
I       qoic  <3K>ti  el  akna  entera  me  adoralha  ? 
¿Y  ores  tú  la  que  antairplle  imíe  juraba 
tnil  veces  que  jaauás  me  olviid^na? 

\¿  Por  qiuÉ  htDiy  te  miro  indilf érente  y  fría  ? 
¿Dónde  está  die  tiui  amor  la  ard'ieinte  lava  ? 
i  Tú,  pérfida  trnijer,  eres  yaj  e^cl^va 
de  nana  locaí  pasión  qu<e  ma  es  la  mía! 

Corre  ciega  y  cautívente  los  lazos 
á  qufc  ese  afecito  criminal  te  lle^va ; 
taspa  Ja  v^nda  de  mi  fe  en  pedazos ; 

mi  recuerdo  á  comipas<ión  te  mueva... 
-  te  inuporta  mi  am/cír  ?  j  Olvádia.  y  goza 
^rae  mi  pobre  coraizón  solloza ! 


F^ 


EL  NADADOR  Y  LA  CORRIENTE. 


Mijcho  de  audaz  y  pioco  de  prudenite 
tuvo  seguramenite 
un  ágil  nadador  tqtie  pretendía, 
en  no  lejano  día,  ' 

cnuízalr  im  río  conrtTa  la  carriente. 

Y  auí<qt*e  no  ie  faltó  q^riem  le  dijera 
que  el  riesgo  no  <*>rríera, 

él,  obstimdb  y  lodoi, 
tie  su  fiuarza  y  valbr  no'desconíía. 
Se  desnuda,  ee  lainza  á  la  onda  frb, 
ein  donde  se  le  ve  luchar  á  pkxo. 

Y  ludia  cotti  valícr  y  can  pujanza, 
con  itian  ¡rafrio  demieid'o, 

e  llega  á  soníreiríe  la  esperanza 
siáíír  victorioso  en  la  ardíua  eímpiresa. 

i  la  «crilla  conrt]r,a<riia  á  ver  alcanza 
le  nádate*  .no  cesa; 


232 

mas  'ía  fvf&m  le  falta,  aJ  fiíi^  y  eí  b'río^ 

y  aiuiniqíiDe  ski  tregiua  'kodia 

coa  creciente  valor  y  ski»  des<,ans%. 

la  corrktutie  l«e  arrastnai  y  e»  el  río 

húndtes^  haManiido  inevitable  mu^nte. 

Un  in's»tain*e  desimies,  su  outefrlpo  inerte, 

qftie  Ta  corrienite  azota, 

^bre  las  <xi<dia»  tutifbulenitas  {lK3lta, 

y  eímipiijado  del  río  hacia  un  remanso 

paréete  que  iHaivegiai 

y  á  detenerse  entre  los  júnelos  llegi. 

"Esta  historia  dletnues-tra  solaanente, 

que  íes  inútil  atudacia  y  j^ran  •kxcura 

con  la:  fiatórza  Iti-diar  dte.  la  ióorriéi*«I'M 


f  - 


EL  SÁBADO  DE  GLORIA 


Sohre  la  ini«a  azul  dtel  bcrizontc, 
que  «n  curvaí  imnensa  extiéfvdese  Icjanc, 
dsid  <íe  la  mañíanai 
¿nal  tnaíve  leijrf^rtdorosa, 
á  vnaivegaii  comienza  frnajesítu^^sá 
con  sus  velas  »le  fiiego  sacudidas 
pdr  impetuoso  vientio, 
el  iiiifniiijo  mar  «del  ftrmarneiito. 
Las  ndebkis  iímpelidtáii 
de  la  ailta  cumbre. del  Calvario  momc 
por  eí  aiíTe  sutil  eti  que  s>e  meGcn, 
bajají  áéí  valle  «hasta  el  risueño  fondo, 
"  "'  fin  dlesiiparecen 

baffTaiiíCja  proéumdió  en  lo»  niáálioíídO 
}ué*  «spíeiidíoroso  el  lucnánar  del  dí;i 
latyos  lanza  en  la  azulaidla  esfera, 

Pon  ce  s  Pont,  —30 


234 

llevántío  ia  alegría 

y  la  luz  por  doquier,  coi^so  si  l'ubicfá 

Il€gaj(Jo-á  la  mitad  de  su  ciurrera! 

-Torrtetntes  de  armlotiía 

se  e^uchon  resonar,  cual  himno  san-to 

qu«e  añegtre  coro  angelteal  adzaní 

y  al  Creador  d-el  mundo  dedicara. 

Abren  las  flores  su  nevaao  broche 
luckindb  en  sus  corolas 
que  diel  rio  en  las  linfas  so  retrata», 
lágrimas  qiuie  virtió  la  dbia  noclie. 

Y  surgen  dte  sus  cálices  las  olas 
de  -los  pertfufnies  suaves 

quíe  en  lab  omidlas  die^I  aire  s-ef^dilataít. 

Y  soínríe  feliz  Naturaleza 

llena  úe  puro  y  cándSdb  a'lborozo 
al  destemplar  su  mágica  l>elleza 

Mías  súbito  'te-nublor  conmiieie  al  mundOj 
cual  si  un  asitro,  saláendia  dei  camino 
que  -sieñailaido  entre  los  orbps  tiene, 
rozaida  hubieira  el  eje  dSaímajiíin o 
en  que  el  orbe  terráqueo  se  mantiene^. 

Y  aílá  del  cielo  en  la  ahuilada  altura, 
surgir  se  ve  >uln  querube 

>áe  luz  vestido  y  nítida  blanioura,: 

y  la  extensión  áel  cie'jo  ^ 

cruzando  en  ¡manso  vuelo, 

al  sábiio  llega  dlondle  em  pobre  fosa 

del  Homlbre^Dios  b  hu^nríanidad  «reípoaa. 


Sua^ve  perítnjie,  comoí  flcir  divina, 

de  Cristo  el  cuerpo  exhala 

y  apenas  con  el  ala      • 

el  Ang-el  dtel  Sénior  h.  piedira'  «toca, 

se  albr-e  4a  tiAníba  y  die-mbadois  caen, 

<fe  sírt)ito  pavor  sobrecogidos, 

cdirio  las  carktó  que  doblega  el  vieti?to, 

los  sloCtíado's  <fe  Heirodes  escogMos      » 

para  guardlar  -de  Ctisto  el  momimenito. 

Con  suaves  y  amomórticas  resinas      ' 

llega^ion  las  muyeres 

q«€  las-  bu;e'llas  ídívinas  ' 

sigtrienon  hasta  el  nKwute  del  Caívarío, 

y  glraiiKle  &ié  sly  asoimíxTo  cuando  vieroit 

vacía  ya  ta  tumba 

en  que  '*'  cuesrpo  de  Cristo  hi&llar  creyeron/ 

y  en  <^  wicllo  el  blanquísimíO  ínidarío. 

^La  trfete  'Maigdaflema 
deja,  lentonces,  dorrer  aoerbo  Ikinto ; 
ante  el  ^^epuJcro  póstrase,  y  la  pena, 
y  el  hondo'd'eisootfisuelo,  y  el  qiuebranto, 
en  siuis  soMbras  amiargas  la  envolvían . . . 
Mías  d'e  ;pfron<to  tescuciió  q^ue  le  diecían : 
— "EH,  «mlujer,   ¿píor  que  «lloras?" 
AT  oír  tal  sucenito,  con  presteza 
tcHTnamdto  ta  cabeza, 
ve  enitre  mares  d)e  luz  airrohadoras, 
jxm  maíestad'  aHigtisita  desitacarse 
dp  <3u  Jesús  la  imagen  bend'ecídla, 

bsorta  y  sorprendida, 

'  "ase  á  sus  platutíaiS ;  . ' 


236 

mas  extiendle  Jeáús  lais  xnaaiOis^'&Bitit^  . 
las  aun  (heridlaís  y  sangtitínitais  itiamcSj*' 
Y — "No  me  toquies,  dice  ,soy  el  Cristo, 
voy  á  mi  Badre-  aún ;  á  tmis  íbémxá3Tíc>s 
di  qule  á  Jesús  ^esditiitaidk)  hais  vistto."    - 
Prontb  kt  extraña  riueva,     - 
cdmlo  la  hxz  que  los  espacios  hieíntíej 
por  la  ciudaid  se  extíe«die;  -  "' 

la  fe  de  los  .dSscípullos  TeíMiieva, 
y  conte  e!  pueíblíO  en  gttíptti&'Stfaftióso 
á  dointemiplar  á  aíqueil  •Crucificado    - 
á  la  vidla  inníoft^  resdciteldo.  "j 

■■  ■■■■■•  .■'■■'.         _%'■■■'"'" 

Predicho  estajha  así.  Las  esidrirtteas    * 
tuArieronr  ya  su  exacto  cu^miplimiento. 
Eil  Hlambi-e-DiiOs  desde  elevaidla  rock* 
alzaste  maljestuosio  al  firmaimeiíto, 
y  cual  raiáíante  «aligero  qi^íHiábe/  -'  *  ^  \ 
desaipaTece,  ál  fin,  en  te  álttrás     '/'  - 
enjtre  el  fúígidb  alíbor  de  t^i¿e  ftü.bíé; .  ; 


EL  REtÓJ. 


M4qtiíjnía(  'Ores,  portentCMsa 
en  la  que  jiutegio  reside, 
geiuio  que  del  tiempp;  n>ide 
la  carrera  presunosa.  .  .■ 

¡  IiweiDciáni  maraivi'llosa 
del  huimiaiio  pensQ^xnkntol, 
tú  nos  íTiarcas  ,el^mto»men(to 
brevie  y  fti!ga2,iíe  la  vMa,  , 
Iqoíe  es  esrtlaicíón  de  partida 
en  el  vaífe  dlel  twmento.  - 

Escudio  aibsKJirto,  aaihelante, 
el  sanido  aconupasaidb, 

iipr»e  iguiail,  siempre  pausado, 
tJii  ipóndolia  loscilamte. 


238 

I  Oh  qué  br-eve  «s  4Mt  instante! 

LfO^  segundics  soíe  stwi    ;.       y 

ta  rápida  oscrlación,         -  ^ 

instantes  fogaces,  leves, 

como  los  latidlos  breves 

del  reloj  d-el  corazón. 

tLlevo  la  mano  abatido 
al  coraaón»  palpátante ; 
ai  tú  onarcas  mn  instante, 
en  éste  siento  un  ^latido. 
Tú,  corazón  doloirido, 
sus  pasos  vas  señalando, 
y  estáis  los  dos  fevetendo 
eí  triste  fin  die  la  -etapa: 
tú,  reloj,  qu-e  lel  tiempo  escapa; 
dorazón,  que  vas  pasantíb. 

'    Un  artífice  divino 

parece  que  ite  fio»r»mió, 

y  el  tiemipo  medir  te  díó  '. 

como  tu  único  destino.    • 

Sigue,   reloj,   tu  camino,' 

nía  internumpas  tu  carrera,  í 

que  al  dletener-se^  creyera  •  ^ 

que  el  coraeón  dejaría 

de  latir,   y  que  sería 

ley  fiorzosa  q^ue  muriera!  ' 


JULIO  CESAR. 


En  consorcio  feliz  al  genio  aduana 
vcilor  y  aiudacia :  al  itemtplo  de  la  gloiria, 
por  fe  senda  floridla  die  leu  historia, 
-en  sus  alas  le  lleva  la  fortuna. 

Su  genio  resiplandtece  en  la  trilb»una, 
y  cxwisigue  el  laurel  de  la  oratoria; 
en  la  gfuerra  í-e  guía  la  victoria,      ' 
y  es  so  fama  itimoctad  como  ninguna. 

De  su  rival  la  estrella  ifulgura^ite 
á  la  3«z  de  la  sJutyai  palidece, 
y  hasíta  el  tnono  se  acerca  vacila«rite. 

.   Ma-s  cuGíido  el  muindb'  afcsortio  le  obe- 

(decí*, 
brilla  el  puñal  dé  Bruto,  y  el  gigante 
en  brazos  dé  la  gloria  se  adormece. 


4  i.  r 


CONTRARIEDADES. 


Silvio  su  jpasión  declara 
á  la  genitil  Mag<M*eniai: 
él  oirge  y  -ella  resiste, 
y  al  fin  le  dice  niisueña: 
—*']\\xr3is  qu«   me   quieres,   Silvio, 
¡.y  iqj'alá  no  nue  quisferas ! 
pues  no  tpudiienido  quererte, 
tu  pasión  ante  causa  pena. 
¿'Gomo  fué  que  resolviste 
combatir  mi  resistencia, 
y  quererime,  á  pesar  mió, 
ddntra  d  vienito  y  la  marea  ? 
Tu  ardieaute  amor  importuno 
es  tin  amar  que,  por  fuerza, 
lejos  d'e  caii&amos  dichas 
sólo  desveiubulra'S  creía. 
Me  quienes,  y  te  parece 
natural  que  yo  te  qtnéra, 

Ponoe  y  Font.— 31 


242 

y  al  verte  deseírgañado 
^.&u>e'íta5  al  <k>Iior  las  riendas. 
No. te  qjttáero,  y  tu  carii»     ^ 
sólo  á  sufrir  irnie  condiena 
desazontes,  inquietudes, 
contrariediad/cs  perpetuas. 
Amtor  es  mota  sublime 
qu>e  en  el  aillma  nace  y  s^ena^ 
y  an  las  ondias  de  la  dácha 
íiasra  lio«s  ci-dos  se  eleva. 
Esto  es  amor,  si  ki  nota 
con  otra  armónica  suenay  r 
y  am/bas  uinisianas  vibran 
y  en  el  espacia  se  elevan. 
Mas  ;  ay !  si  la  pobre  nota 
solitaria  gira  inquieta, 
sólo  es  ingrato  sonido, 
áspera  voz  pasadera. 
Esto  es  aimior,  no  ío  dudeSy 
si  en  uffi  solo  pecho  reina, 
si  en  un  corazón  anida 
y  no  hay  otro  que  lo  sienta. 
Quien  ama,  stafre  tormentos 
porque  su  pasión  desd-eñan ; 
sufre  la  persiana  aimada 
que  no  quiere  qae  la  quieran. 
Todas  son  cofiítrarieda/áes, 
zozobras,  disgusitos,  (p»enias.. . 
Conqute  así,  nú  cairo  amigo,.. 
no  te  quiero,  ausnque  m-e  quieras. '' 


PROBLEMA. 


Virtud,  eres  nm.  nombre,  exclamó  Bruto, 
cuando  en  Filipos  el  amargo  fruto 
óe   su  traición  á  César  recogía; 
y  pudo  la  osarfia 

•de  .tan  procaz  discurso,  en  su  dtenrlota 
coíuquistarle  el  dáctadb  de  patriota. 
Vende  á  su  Majestro  Judas  Iscariote, 
y  d-e  traidor  el  (pavoroso  tmloite, 
víbramioi  en  siu  conicieincia,  le  intimida 
y  le  acosa  sin  tregua  y  se  suicida. 
Aqui  para  dlaír  pon-ta 
á  ia  cuesitión,  po-egunto: 
¿ven  en  Judias  y  en  Bruto  mis  lectores 
om  traidor  y  un  patriota,  ó  dos  traidores. 

Ovidio  Zorrilla. 


SOLUCIÓN  PROBLEMÁTICA. 

Con  nuitaai  ñlosóiñca, 
fxyrmufxzs  un  problema, 
a<iof>taiido  por  tesis  ó  por  tema: 
si  en  Judas  ven  y  eti  Bruto  tus  lectoires, 
un  traáicllor  y  un  paitriíata  ó  dos  trai<iores. 
Al  criterio  común  tal  cosa  ataca;, 
pues  á  Bruto  han  tenido  por  partriota, 
•  ¡cosa  extrañai!  á  pesar  de  su  derrota. 
Suiele  olvidarse  el  crimen,  si  á  él  se  aduna 
el  vencer,  con  pronvieóho,  á  la  íortuna. 
Mas  si  se  rindie  á  la  razón  tributo, 
si  patriota,  adtemás,  trai<ioir  fué  Bru(to ; 
y  si  traición  se  llama  su  delito, 
pues  fué  diesleail  á  la  amistad  de  un  hom- 
ahora  necesito  (ibre, 

que  des  a>l  crimen-  die  Iscariote  nombre. 
"Y  será  cuando  sepan  tus  lectores 
si  ambos  no  fuenon  más  q«ue  dos  traidores.'* 


:■  í^ 


/jita:  uiA'>ív\  XLODaa')^ 


elegía. 


£ii  la  llorada  muerte  del  inspirado  poeta  Presbítero 
Li«    D.  Francisco  Vadillo  Arguelles; 


Rompes,  al  fin,  >hi  arcilla  deleznaibk 
^ue  entre  scwii'bras  ¡tu  espíritu  eclipsaiba, 
y  alzaiúk)  el  vuelo,  en  majesirtuoso  giüo, 
á  las  regiodics  de  la  hiz  te  íaiTzas. 

Desde  ía  cárcel  en  que  triste  moro,   " 
cárcel  del  mumdó  en  que  se  aiStfixia  imi  aima, 
envfdSiasb  Kxwitemjpllo  cóltnó  smbes, 
agitando  fefií  tós  niveas  alas. 

Ya  el  siuíaív^  resplandior  die  luz  divina  * 
te  circunda  do  quier,  tu  rostro  ibaña, 
y  la  mibe  lumimosa  que  te  envutelve, 
más  teuluz  «d^  tu 'espíritu  agigiáirita. 


248 

Se  oye  del  cono  angelical  el  himno, 
y  se  escucha  el  rumor  -de  líos  '^osajisnas/' 
y  abre  sus  tpuertas  ée  dia-mante  y  ora 
la  celeste  tfnainsión  de  venturanza. 

Toma  los  ojos  hacia  mí  un  memento, 
no  te  ocultes  sin  dar  luirta  imdradiaj 
al  sepulcro  somlbrío.  dond^e  vive, 
esta  vida,  que  es  muerte,  el  alana  esclava. 

Mas  en  vano  nui  acentJo  enítre  gemidos 
á  ti  se  eleva  y  afamoso  clama,         • 
que  ni  escuchas  mi*  voz  desde  la/  altuiita, 
ni  /ves  correr  mis  abundosas  lágrimas. 

¡Felice  tú  que  tras  de  corta  brega 
saliste  vencedor  en  la  batalla, 
y  hoy  ciñes  á  «tu  frente  k  corona 
de  siempreviva  y  de  laurel  fbnnada! 

¡  Dichoso  tiú  que  á  la  región  sublime 
que  tu  estro  de  poeta»  adivinaba, 
dondie  la  dicha  y  la  verdad  inuperan, 
arribas  libre  de  mortales  ansias! 

¡  Dichoso  tú,  mientras  que  yo,  infelíce.  • 
latadíQ'  al  poste  de  la  vida  toman», . 
•siemtto  cómo  se  cla/vatti  en  el  pecho 
lais  fle'^has  del  dolor  envetienadas» 

Surgid,  sungid  de  imis  cansados  ojos, 
;oh  ^rlas  del  dólor^  i^go  del  alma!'  - 


;J 


249 

Cual  tonrieiite  en  su  curso  detenddo, 
hervorosas  brotad  cotmo  cascada. 

Nio  lloréis  ipor  la  muerte  del  ipoeta, 
que  esa  muerte  es  lai  vida  que  no  acaíba ; 
llorad  por  imí  que  «vivo  agonizante 
sombra  de  vida,  cual  la  muette  amarga. 

Llorad  «la  ausencia  de  mi  tierno  amigo 
qnJe  con  mano  piadbsa  os  enijugalba, 
cuando  al  emubatie  del  dolor  un  día, 
de  mi  angustiado  corazón  brotabais. 

Jaimós  le  olvidaré...   ¡bendito  sea» 
el  oonsuelío  Itevó  con  fe  cristiana, 
al  lecho  del  dolor  en  que  mt  mad^e. 
madre  del  corazón!,  agotiizabaí 

Surgid,  surgid  de  mis  cansados  ojos, 
¡oh  ¡perlas  del  dolor,  jugo  del  alma!, 
y  no  os  sequéis  jamás,  si  no  he  de  verle : 
si  no  he  de  verle  ya,  corred,  ¡oh  lágrimas! 


Ponéis.  yPoTit^32 


r>;.  .  í,*,/.-  .,    ,,.,,  ,.* 


IMPOSIBLE- 


Yo  quisiera  que  tu  alirta.,  préndete,  mía/ 
con  lazo  eterno  á  mi  alma  se  estrechasen 
fflístioo  lazio  qute  jamás  lograse 
SLkfvosz  romiper  la  parca  imipía. 

Y  «del  espacio  á  la  regiión  vacia 

él  delirio  de  amor  nos  transporttasey 
y  tu  espíritu  en  mí  se  reterease 
como  el  mi©  en  el  tuiyo  se  extasía. 

Y  "Cíillaizakiois,  imi  bien,  estrediamiérntic 
y  en  uno  cortfumidkios,  cual  si  fuef afl 
los  dos  UBI  solo  ser,  eternamente 

gozanafi  de  ima  vida  inmarcesible 
y  de  affnor  en  el  éxtasis  vivieran ... 
jTristte  óe  «ni,  quie  sueño  un  imposible  í 


1 


ANTE  UN  CRUCIFIJO. 


Y  ese  Aleluya  que  do  quier  retumba, 
Ya  al  üaÍYeno  redimido  advierte 
Que  eres  entrada  de  los  eielos,  {tamba! 
Que  eres  ministro  de  ia  yida,  ¡muerte! 
Gertrudis  Gomsz  dk  Avsllanbda 

¿Qué  es  el  hombre?  somlxra  vana 
que  en  el  cielo  de  la  vida, 
va  por  un  sopk>  impelida 
esi  deleznable  aldiíaina. 
Celaje  odaklo  de  ^ana 
qtue  leves  forma»  adqitriere, 
débál  sonido  que  hiere 
las  ondas  raudlais  del  viento, 
y  conDQ  triste  laaneoto 
•nace,  crece,  yaga  y  auauere. 

•Desde  la  cuna  al  pianteón 
¡cuántos  ajEnarigos  dolores! 
¡íGuán  escasas  son  las  Mores 
ique  alegman  el  corazón! 
¿  De  qué  sirve  la  aaribición 
€tfi  este  mar  de  tristeza?  "    ! 


254  , 

¿De  qué  sirve -te  riqueza?    .         'f 
¿  De  <jti«é  el  ^xxier  y  la  gloria  ? 
tTíotio  es  samíbra.  trainsitora, 
r u indád,  rniis-eria ,  f Laqiuieza ! 

i  Y  'hay  quieni  se  emipteña  en  amar 
esta  vida  que  no  es  vida! 
¡Y  hay  iqujfen^líL  sandaijP<>ri'dar.í^ 
de  líai  tierra  quiere  hailíar! 
¡Y  hay  -quien  se  afana  *en  gozar 
toda  suerte  díe  dulzuras, 
cuando  están  las  sepultmiras 
y  los  féretros  abiertos, 
siemptie  recitbienido  muertos     - 
ein  sus  enítraña-s  obscurasi! 

Vuedvo  á  Ti,  ¡  oh  J^siis !,  los  ojois, 
y  tamibién  entií  s¿nAfliaai»t¿    -        - 
«miro  á  la  m<u«ert^  triuiitente 
•caufiíarte  cruetes  enogos.         • 
Miro  tu  freíite  die  aibrojios 
y  de  espinas  coronada, 
y  por  sanig-rienfta '  laftizaídia       '      - 
miro  itu  costado  abierto,    • 
y  t;-i  miro,  ¡oh  Gi"íVtoí,  'muerto,* 
y  á  la  muerte  ajl'borozada. 

¿Mia«s  qiiHé  dice  el  lafbia  impío, - 
pre?a  el  ailma  de  amargura? 
¡Perdona^  ¡o^  Dios!,  ¡mi  locura; 
perdona  mi  désvaifíio!    "     ".^  ■ 
De  la  muerte  él  .podetío'f     '•       >-  - 
tú  para  siemipre  humi'llaste^ 


265 

y  á  los  hotnbrfes  libettaste 
de  una  eterna  mal<iáción: 
spuaertia  es  ya  de  saávaciófi 
la  muerte^  ét  qmen-tríunfaiSte. 

La  molerte  ea  la  Cruz  litwxi 
cmel  batalla  con  la  vida, 
y  a*Wi  la  míuerte  vencidia 
por  su  contrairia  quedó. 
Y  poijes  la  vida  alcalizó 
esa  espléíidídia  victoria, 
ya,  muerte,  es  íva-ma,  ilusoria, 
la  fuerza  de  tu  poder; 
y  tu  cetro  viene  á  ser- 
tan  solo  insignáa  irrisoria. 

Ya  jannás  la  estirpe  humana 
sutfrirá  tu  ^xxlerío, 
I»  sujeta  á  tu  albedrío 
sema  tu  presa  manían  a. 
Tu  victoria  es  ipomipia  vana, 
que  tras  el  triunfo  aparente, 
vuelve  á  surgir  «sonriente, 
naciendo  dte  ti^  la  vida; 
y  al  fin  doblegas  vencida, 
la  adusta  y  sober*bia  frente. 

Cese  de  correr  el  llanto, 
vuelvan  los  ojos  al  cielo, 
que  es  vida,  luz  y  consuelo 
el  Señor  tres  veces  Santo. 


256 

No  es  hinmo  triunfal  tu  canto: 
6i  (tu  voz  do  quiera  zu&tilba 
y  en  los  espacios  retuanba, 
r*u«  ere^  el  hottnbre  ya  advierte,  . 
sierva  dé  la  vkJa',  ;  oh  muerte! 
puerta  ée  los  cielos,  ¡tuimbal 


^ 


DIO». 


Ser  cuyo  ser  de  nadie  has  recibido 
y  eres  el  mismo  ser  por  excelencia, 
iti  ha  tenido  principio  tu  existencia, 
ni  llegará  jamás  ail  fin  temidb. 

•Ctianifloi  viv^a,  ipor  Ti  só-Io  ha  exisltido, 
que  es  madre  «universal  tu  Providencia : 
vivir  ó  ser  sin  Ti  fulera  demíencia, 
I    y  Tú,  no  más  dte  Ti,  síanupre  has  vivido. 

I       Tú  eres  e]  Sumo  Bien,  la  Vida  misma, 

de  !a  Verdad  imlpenetraible  Arcano, 
'     Fuente  de  luz  y  es|>l'eínd'oro60  Prisma, 

I        del  Universo  Padre  Sobenamo 
I     y  cuanto  creó  tnii  omnipoiten*te  mano 
como  en  anfeires  dte  luz  en  Ti  se  abisma. 


Ponce  y  Font.— 33 


:^:^ 


9 


QUERELLAS. 

(Caprteho  aroftioo.) 


Tiempo^  cjíttte  vas  presuroso 
como  la  soffníbra  pasanido^ 
escucha*  las  iniis  querellas 
q.ue  del  conazsóti  exhaío! 
Ayer,  aleone  é  ristuefío 
conria  por  estos  prados 
sin  pesares  (nán  'ddlofes,    . 
ski  ania<rgx>S'^senigaños.. 
Elstonce  diez  e  ocho  abriles 
auian  sobre  mi  pasado, 
e  era  tieriK»  en  peitsamíentos 
assi  oomo  en  tos  mis  (años. 
De  la  imlocedad  el  fuelgo 
esitaiba  de  mi  adueñado».  ^ 
e  en  mis  ojjios  Se  plazían* 
muchtafi  dlairnaA^ontetnplaUo. 
Fué  genitil  la  mi  ajpostnra 
e  el  mi  talante  giallardo, 


26() 

anskia  como  l^caña 
que  ostenta  el  Ifruto  doncdo. 
Fuerte  el  ciuierpo  resistía 
la  airmadum-,  e  lanza,  e  casco, 
e  la  mi  e&paida  ñlosQi, 
terror  de  «bandos  contrario». 
Mi  neg«ro  potro  regia 
muchas  vega-das  nxú  mano, 
ya  en  las  cañas  e  tomieos, 
ó  ya-  de  Mar*é/€íí  Joá  J^íí^^ 
Terror  de  los  perros  morosT 
espa»mtio  de  los  christiaaios, 
por  las  xnds  nxuchas  jiaseapas 
kiuencíble  fui  'llaimado. 
|Ay  de  mí!  ¿Qué  se  ficíeron 
la  mi  apcstuca  ¡e  mí  garbo,, 
die  los  mancebos  -efiuidia, 
de  las  dionceíIas'«ncajnjto? 
¿  Qué  el  mi  comje  e  fiereasi, 
qtiié  del  mí  fuego  e  «u¿  rayos? 
¿qué  fué  die  la  termoisura    -       ; 
de  los  mís>  años  ip«fasaklos?   ' 
;  Ay  ide  inití !  De  tattiieoisí  hiénes^\ 
de  esas  prenda.^  «"regalos,   ^  • 
solamente  finioa  agora  .  ■     - 

el  placer  de  íwoípáalllosk  ^  - 
í  RemembraníMs  feíagíieñas 
cicttno  ías  fiares  diel  tctímpól 
¡Las  mis  muentas-alegrías^ 
ios  mis  amores  '«pasadosf  • 
Non  fabléis  al  aímst  agoraty 


261 

Ansina  se  queneliaba 
un  pobre  «vieja  fidSaiJgo, 
del  Guadalqumir  ferirnoso 
hús  claaias'  o'mías  niiranldo. 


T 


1 


?í;.^ 


AFRODITA. 


Ckmio  «h€aéiilioa  estM^na  óe  graiiAto 
Se  aüza  gentil  en  pedeetaJ  derecho 
lia  mirada  lanaamido  fll  iníflD»ito, 
A^í  mi  amor  füsaftbase  en  el,s>eoho...r 
¡Y  hay  «i  cadlftyeír  jxaira  mi  maldito! 

•Sdento  ya  que  md  espíidftu  d€£»ata 
Xazoe  que  xm  tiem(po  al  tuyo  lo  Ufaron, 

Y  Tiendo  que  tu'.iuttor  eoi^rya  y  mata. 
Sos  eJas  &  la  1ti£  ee  des(ple>garon 

Y  huye  le^os  -de  ti,  mujer  Inigratai 

No  te  aano,  no:  las  loioais  llTlanidiadieB 
Eüan  brotado  aA  caikxr  de  tuis  excesos, 

Y  hoy  el  hastío  &  tu  locuira  añíades, 

Y  meaxAs»  el  acíbaa*  &  tus  besoé 

Y  la  sojODÍ/bra  &  ti»  tgneaa  claridades. 

Gomo  el  beeo  de  Yenus  Aifrodlta, 
Ss  tu  beso  fiaftal,  que  ardieaite  y  vivo. 


26*   - 

•Slamipre  al  placer  eaienvadoit  inicita,         • --*^  • 
Enciende  el  fuego  del  amor  lascivo  .  ,    ..- 

Y  ]»<  fkw  4*61  e«|>i<r]íttt  uifiíidbáta.  **'*^ 

No  eres  el  áin,g<eil  que  juzgué  un  instante 
De  inímiacTiílada  y  inríetiiia  bdUeza; 
No  ece»  el  ideal  que  suefio  aananite; 

Y  yo  bn<sco  cQ  candoir  y  la  {Murezai, 
Cíotmo  buBca  la  loz  el  ave  erraiiite. 

iComo  heléndki^efiítsbtfiía  Ue  granJito, 
Que  entre  escofluíbros   halló  su  otoscuro   lecho 
Do  no  Inrad'lia  la  luz  del  Infinidto, 
íE)n  la  tunníba  sodnlbría  de  mi  pécibó 
Yajoe  el  ciadiáver  de'tti  íUmiOír  niiaSdito. 

Marida,  1902.  '  '      ^ 

j 


▼ 


c5 

^--¿^ 

^7^7^*=-'^::^   -',  rCtó-* 

^^^^^E 

EL  AVE  NEGRA. 

Boí^caiba  aitóíoeo  «ü  el  aaal  dei  cielo 
Albos  cendiatoa,  atlas  de  quembe. 
De  alguna  virgen   vaiporoso  veCo 

Y  luz  Tiente  eu  la  dtonadla  enibe. 

i  Y  vi  que  es  vano  mi  ardoroso  anhelo! 

Desde  Ui  Tooa  en  que  la  vida  me  a«ta« 
Hecoetado  entre  e^liaas  y  enjtre  abrojos, 
S6k)  Gonitemjplan  mis  camisados  ojos 
lioi  lue  del  tsi^o  q(Q^ -nos  háere  6  mata, 
lia  ]iuz  •  sainigri>enta  de  reiflejos  tojos. 

iSiemipre  <miíro  la  nube  que  me  asombra, 
La  nube  negí^  q.ue  do  quler,t«fe  ensanciha 

Y  Que  afta  de  Dozíbel,  quii^gás,  ®e  nombra', 
t>a  UAiibe  negra,  fumeiral  ailfomlbra 

Qtie  cielo  y  tiedra  en^temebrece  y  maiiclia. 

Tímida  el  alma  y  de  terrores  loca, 
Mira  fta  nube,  que  los  aires  hiiemde, 
£^  ajve  conrvertidtfi;  haeita  la  roca 
t>0)!iide  a(go(nl0o  adigera  diesciende; 

Y  ya  mi  flrente  enardeeiida  toca. 

Poncey  Font.— 84 


266' 

:B1  btiltre  d^  dcvlor^  el  av«  iaaiM]»v 
Que  en  la»  tomíbas  tan  «6k>  se  lecraa. 
El  ave  negra  qfoe  ¿bfanoea  huameft 
T>6Me  k»  «tofts  áejmi  sa  envoltura, 
I>6DCle  la  inue<rte  podrediimibTe  crea! 

B/1  ave  áe^  dolor  Qoe  se  abaOfuusa 
A  mi  or.ime,  que  ante  eiUa  se  estreonece, 
Bratre  %m  gpnn»  con  fñroic  me  afianza, 
Eíl  corvo  pico  míe  buDide  y  desparece, 
Y  el  palpitante  corazón  me. alcanza!  . 

^Marida,  1002. 


T 


...  I 


m&m^M 


GLORIA,  DICHA  Y  AMOR. 


(En  el  álbum  de  una  artista.) 


¿CAmo  quieres,  heipniosa,  que  yo  escriba 
«n  iQB  pá^ians  'bJaincas  d^  tu  Ifibcv^    >  < 
si  mis  V€móÉ  «nán  coimo  la  somite^ 
que  erafuifia  áe  'la  tus  el  ra^^o  1ÍJDi![>]do? 

Ai  enoainDiair  mis  veiBoe  en  siis  p&gimiafi 
¿namiabafi  BerAta  dn»  su  tevuiiai  y  brilio, 
y  mi  ibnmllde  tncoilano  penaatmlenito 
«1  sofpiky  hél»ido  áeA  ifiyiemo  frió.- 

V^an  &  ti  las  nxteve  de  HeUicoma 
y  los  que  soiUr  sus  piedlSeetos  hijos/ 
y  A  8X1  aftiaDito  soberano,  flcaies 
'broten  lozeoias  en  tu  heonnoso  l&bro. 

I'Mbb  yo  cyué  puedo  djarte  que  mo  sea 
ée  cu   liMJLo«ara  y  gemitileza  Indíigno? 
¿qifié  {roedo  dairte?  de  mis  iMihres  íSotres 
9&I0  quedan  in/útiles  residuos. 


.268  .  ..    .^ 

Pue^O  tuve  eD  el  ataia,  y  fne^  ardl«nls6; 
corno  la  ILama  del  voOicáii  bravio: 
ñute  el  doSor,  la  duda,  el  d«se(n^s^o« 
ee  conviirtló  em»  ceaisa  el  fiuiego  vinro. 

Mas  tú  lo  quijefeB:  pldíes  un  lecfuerdo, 
tina  sosDJba»,  unai  baeJla  del  caTiño 
t>uiro  y  sincero  qitie  k^spií^ar  sujp&ste, 
y  jt3e'c>t|fedece/e^'iwniaiiip|ep>^^^  -    . 

¡Que  la  luz  de  tu  genio  se  dtglgante, 
que  suiba  eoi  haces  hmp^  el  «uto  Oüünpo, 
y  derraimanjdo  allí  sU6  ondas  de  oro 
lleoe  tu  gloria  ex<^tea  eil  infinito! 

I^a  dto^a;  de  kt  ókúm  te  Goaxme,    - 
s>i  te  hleirefi  l»s  fledudA' dífifl  dioo  oá^- 
y  nunca  el  desamotr  te  vesvEa,  nonett    . 
Vltcftisma  seas  de  su  cruel  dominio. 

Cuasndo  la  cepa  del  {>la>ce)r  aipuíree» 
un  recuerdo  cosMacKgta  &  mi  caiifio» 
Una  sonrlsai  &  mi  amistad  stnoeta, 
un  penisnmieiivto  lal  i)enisaan lento  mío. 

Mérlda,  1902. 


AFELICIA. 


Si  en  bofrasoosa  tormenta    - 
fte  agita  el  mar  de  mí  vídla*, 
y  entre  escollos  y  peligros 
veloz  mi  nave  camina; 
&i  en  aiBán  tan  anigusitipsfO- 
do  qaier  dirijo  la  vista 
flbiuiscando  el  seguro  pu-erto 
die  salvación  y  alegría; 
si  en  vez  de  -un  nayo  tan  soto 
declara  liiz  y  benigma^ 
nieblas  y  sorrrfbras  conrtemiplo 
cercar  mí  pobre  barquilla ; 
«i  en  el  alma  la  siniestra 
inano  áel  dolor  gravita, 
y  roimpe  desapiadladia 
mi  corazón  q.ue  «agonizia-; 
atm  .miro  e<n  lél  ailto  cielo 
lucdr  estrella  divima 
que  á  liTchar  contra  mi  estrella 
constante  y  buena  me  anima. 


270 

Astro  de  luz  esplendente 
que  es  mes  hercnoso,  Felicia, 
imásquie  la  ¡lusiónr  primera     ' 
que  nuestra  .mente  ilum>ina. 
Ondas  de  luz  laipacible 
húnüedas  de  amor  emvia, 
y  mi  alma  aooge,  afaoosa, 
loca  de  amcT  sms  caricias. 


Eres  tú  la  blanoa  estrella 
que  e«n  el  cielo  de  mi  vúda^ 
demamando  sus  (fulgores 
mi  honda  trisít^eza  disipa. 
Los  rayios  de  hiz  herniosos 
que  hacia  mí  la  estrella  guía, 
son  de  tu  amor  licxs  efluivíos, 
son  de  tu  amor  las  caricias. 


NAVIDAD. 


[Salve,  oh  suelo  (poiiten'toso 
de  la  histórica.  JtKkia, 
donde  el  aluna-  se  recrea 
GoniD  en  jamdin  delicioso 
que  la  suave  twisa  oreal 

j  Salve,  tierra  encantaxJora, 
tierra  igemitil  y  galamia, 
CU03.  de  la  fe  cristiana 
que  mi  alma  entusiasta  adiora 
desde  la  ediad  mlás  temprama! 

Del  miumdo  ingrato  olvidada, 
eres  cual  violeta  hermosa 
q»ue  se  escomíe  p«udoinasa 
allá  en  la  sielvta,  atpartadia 
áe  la  ciudlari' builliciosa. 


Tu  seno  abriga,  rísoieña, 
cercada  de  resplandores, 


272 

de  anoina,  luz  y  colores, 

la  ciiKkd  iqtuie  el  alma  sueña, 

m<k)  de  gratos  affnores. 

La  ciudad  die  quletv  Micheas 
dijo  así  en  la  pinofecía 
qii<e  su  ipoiieblo  repetía : 
"¡Bendita  por  siempre  s^s, 
bendita,  sí,  todb  día!" 

"Eres  huamildié  -y  pequJeña 
de  entre  todlas  las  ciudades, 
san  pomipa  ni  vamidad'es ; 
mas  serás  dfespúés  la  enseña 
de  universales  vercteidles/*' 

^^De  ti,  ciud^.,  nacerá 
liiíjio  sumiso  á  tu  ley, 
descendienite  áe  tu*  Rey,* 
que  glorioso  reiíiairlá 
del  señor  sobre  la  grey.'' 

Fué  Jehovó  «quiíen  sje  lo  dijo, 
fué  Jehová  qtii^enie  inspiró, 
y  lo  que  el  Santo  anunció, 
!o  que  el  Pri3Í'i1a  predijo 
d'es¿>ués  el  mundt)  aumiri!. 

¡  Hé  allí  la  hti.miíd'e  ciufdaki' 
iqiuíe  es  cuna  ¿éí  Salvador, 
fiuíesnite  puna;  del  amor, 
abniígo  de  la  verdlad, 
d«e  los  infiernos  terror! 


278 

Sobre  tina  verde  colino, 
se  eleva  en  el  ivaille  aroeoo 
de  flores  y  oilivia&  lletio, 
y  cual  señora  domma 
bajo  un  cielo  a^ui,  sereno. 

El  lugar  humilde,  obecuno, 
d>e  la  anitígua  Galilea, 
¡bendito  entre  todos  s«ea! 
pues  fué  refugio  sieguíx> 
del  Santo  Rey  de  Judeai 

En  su  origen  pobre  fuente, 
aiuviique  dé  agua  pura  y  dará, 
gota  que  á  secar  bastara 
un  rayo  del  Sol  luciente, 
si  el  Sol  á  .taátiCH  llegara. 

Hoy  podenoso  Océano^ 
mar  sin  itondo  ni  ribera^ 
que  abarcar  jamás  ;pU'diera 
ni  aun  el  pensamiento  hiu;mano 
en  su  Uinwtada  esfenu 


Es  el  aíto  cuatro  imril: 
huyó  con»  la  luz  el  día, 
la  noche  tendido  había 
en  el  espiacio  sutil 
su  caiheHera  sombría. 


PoBoe  yF«Dt.— 35 


274 

Envuelta  en  iia  sombra  obscura 
Belén  diuienm^  en  su  CQÜna, 
como  tcida  Palestina; 
grave  silencio  domina, 
y  en  el  monte  y  la  llanura 

Sólo  se  escucha,  si  acaso, 
d«el  viento  él  -triste  gemido, 
ó  el  mcnótcino  balido 
del  cordero  cuy»  paso   . 
semeja  un  eco.  iperdidb. 

Del  Ed'er  junto  ¡á  la  torre, 
en  la  caiirupüáiai  cercana, 
su  manto  de  filigrana 
súbita  -el  cieto  descorre 
como  en  plácida  mañana. 

Y  á  los  ojü's  asombrados 
de  algunos  pobres  pastorea,., 
l'uce  el  cielo  mil  coliooies,;     , 
y  los  oampos  dilatados 
reflejaini  sus  respknd<>res.    ; 

Desciend^e  aHá  de«k'  altura 
del  espacio  esplendoroso, 
un  ángel  de  I'uz  hermtoso 
dcimo  un  sueño  de  ventura^ 
como  éxtasis  delicioso. 

En  pos  de  aqiiiél,.  otros. imil,  .  .  . 
van  de  los  ciielos  bajando, 
el  ancho  espacio  cruzando, 


*     2715 

y  en  sus  arpas  óq  marfil 
himnos  de  ■amor  eottonando . 

"¡  Eterna,  gloria  en  los  cielos 
<Ie  la  eterna  inmensi<ta4!  , 
¡  Gltoria  al  Dios  de  la  bondad, 
y  al  hombre  paz  y  cottstielo, 
si  es  de  buena  voluntad!" 

'^¡  Levantaos  1  Presto  el  sueño 
rechazaiAio  de  los.  ojos, 
id  á  postraros  de  hinpgos, 
que  ha  venido  el  dulce  Du-eño 
á  calmar  vuesitros  enojos." 

"Cami?nad,  hijos  de  Adán, 
no  abriguéis  ningún  temor, 
que  ha  nacido  el  Salvador, 
entre  miserias  y  afán, 
•paira  ocnltdor  su  eisipliendolr." 

Recoge  el  atira  afanosa 
lia  celestial  melodia',  , 
y  al  quebrarse  en  la  onda  fría 
de  la  fuente  bulliciosa, 
imita  ñel  su  armonía. 

De  la  tierra.se  levantan 
mil  acentos  seductores, 
ecos  Waodios,  gemidores, 
ue  sus.piran,.  lloran,  caintian, 
rx)fO  tiernos  ruiiseñores. 


276        ' 

''Gloria  á  Dios  eti  las  alturas 
y  á  su  eterno  poderío," 
se  escucha  etif  -el  "bosque  umbrío, 
y  en  el  monte  y  las  llamiras 
y  en  el  murmurio  del  río. 


En  una  gruta  ignorada, 
de  baja  y  negra  tedrambre, 
de  la  humana  'muchedumjbre 
se  halla  María  apartada, 
sin  calor,  ni  hogar  ni  lumbre. 

María,  la  Real  Señora, 
la  del  cielo  maTavillia-, 
dobla  htamiide  la  rodilla 
y  a  su  Hijiof,  que  es  Dios,  adora^ 
con  alma  tierna  y  isencillav 

El  Niño  acoge  sonriente 
sus  amorosos  halagos. 
Llegan  los  tres  Reyes  Magos 
de  las  regiones  de  Orienite. . . 
se  escuchan  «rumíores  vagoSv 

Es  que  cuando  al  mundo  asoma 
el  Sol  de  eterna  justicia, 
canta  celestial  milicia 
los  triunfos  de  Dios,  y  en  Roma    ' 
se  humde  el  ara  gentilicia. 


277 

¡Adiós,  esperanzas  locaí 
de  la  Cesárea  altiveza ! 
¡Adiós,  humana  grandeza, 
que  la  ira  de  Dios  provocas 
sin  comprender  tu  bajeza! 

César  comltemplla  rracundo 
su  inespenado  humümienlto: 
su  mezquino  pensamiento 
no  alcanza  que  el  viejo  mundo 
se  Qpaga  como  un  lamento. 

¡Cumplióse  la  profecía  1 
ki  hora,  de  Dios  esperada 
de  siglo  en  siglo  es  llegada; 
aluoibra  el  Sol  nuevo  día 
con  su  fulgente  alborada. 

y  de  la  Virgen  de  Sien 
•en  la  sonrisa  divina, 
la  humiaina  raza  adivina,  ^ 
¿presiente  su  Rediención, 
y  su  frente  al  pojvo  inclina. 


A  MI  AMADA. 


Gomo  el  lirio. qiie  crece  en  la  pradera 
á  la  «margen  de  fluiente  bullicios.'^.; 
cual  la  sonrisa  suave  y  hechicera 
d-e  la  auiKWia  apacible  y  deMciosai; 
como  el  campo  en  la  verde  primavüra, . 
eres  bella  y  gentil,  tierna  y  graci  3sa, 
y  es,  bien-  mió,  tu  cáadida  hermosura, 
como  la  luna,  virginal  y  pura. 

'     Oastos  y  bellos  ^^jn  los  resplandores 
que  iluminan  tu  lánguidia  mirada; 
besos  de  luz,  sus  rayos  tembladores 
acarician  á  mi  aima  enamorada, 
haciéndola  gozar  de  tus  amores, 
y  trocando  eñ  vefdad  ya  realiziada, 
las  ilusiones  que  la  mente  mía 
juzgó  quimeras  en  lejano  dí'a. 

De  un  Edén  de  ventura  prometido 
^s   tu*  sonrisa,  plácida  memoria ; 
ayo  de  íuz  del  cielo  despremdido, 
dulce  reflejo  de  soñada 'gloria ; 


280 

bálsamo  fué  que  al  corazón  herido 
trocó  stk  eterna  pena  en  transí tjoria; 
mensajera  de  Dios,  convierte  en  calma 
l;a  hclnríbüie  tempesitad  qiule  agita  á  mi  alma. 

¿  Mas  qué  me  importa  tu  amoroso  acento, 
ni  qué  la  luz  de  tu  imirar  divino^ 
qué  de  tu  talle  el  blando  movimieníto, 
qué  tu  frenite  y  tu  cuello  alabastrino? 
¿Qué  tu  rara  beldad  que  en  uíi  momento 
marchitarse  verá  tu  cruel  desítino, 
si  en  la  vivida  luz  de  tus  miradas      ■ 
no  viera  tus  virtudes  reflejada? 

¿Qué  más  es  la  hermosura  arrobadora? 
Meteor'>  fugaz  que  nos  fascina ; 
rápida  exhalación  que  encantadora 
con  pasajera  luz  nos  iluimina; 
flor  que  brota  gentil  y  seductora 
cuandio  Sibre  el  sol  su  puenta  diamantina, 
fniraje  engañador  que  en  el  desierto 
revive  el  corazón  de  angustia  muerto. 

Mas  iay!.  el  meteoro  «allá  en  elcielo, 
sólo  es  visión  fugaz  y  pasajera, 
dura  un  instante  y  deja  el  desconsuelo, 
cual  la  ilusión  dorada  y  hechicera 
al  desgarrar  la  realidad  sui  velo; 
la  flor  que  nace  al  alb^i-  placentera, 
cae  en  la  tarde  deshojada  al  suelt, 
y  el  viajero  contempla  en  lontananza 
huir  con  el  miFaje  su  esperanza. 


r 


281 

K4or  que  á  he  floras  del  pensil  recrea, 
luz  suspemidida  en  el  celesite  manto, 
miraje  engañador  que  el  sol  nos  crea, 
eso  tus  gracias  son,  eso  tu  encanto. 
Deja  que  siempre  tus  virtudes  vea 
ó  en  horas  de  placer  ó  de  quffcranto: 
cofiserv-a  tu  ahna  inmaculada  y  pura, 
y    Va  reina  serás  de  la  'hermosura. 


^B^' 


Ponce  y  Poiit.  —30 


1 


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DISCURSO 


Kn  eonfcesU€!|dii  al  del  8r.  Uo.  D.  Jaim  Fraaeiseo 
Molina  SoUs. 


Señores: 

Un  (precepto  neglarmentario  de  nuestra 
querida  Socieklad,  me  impone  la  tarea,  bien 
grata  por  cierto,  «de  contestiar  al  maginifico 
discurro  con  que  acaba  de  <íeleitarnos  nues- 
tro ntrevo  oonsccio,  nuestro  compañero  en 
las  laborea  literarias  -que  son  dbjeto  de  es 
la  Asociación,  que  comienza  todavía  á  ha- 
cer sus  modestas  plantaciones  y  a  formar 
sus  humildes  sementeras  en  el  ameno  caim- 
po  de  nuestra  Kterartura  peninsular;  y  al 
c**^ir  este  grato  deber,  natural  es  que 
c  ence  dando  al  nuevo  compañero  la 
t  cordial  y  entusiástica  bienvenida,  y  fe- 
''       ido  al' "Salón  Literario"  por  haber  lo 


286 


n 


grado,  tm  socio  que  ¡por.  tfod'Od  tHtilost:  -la- 
honra  y ^k)  «náltece..  Sólo'  me  ^Kn^^.jg^f 
la  suerte  me  ¿laya  áesigBSLáiscÁ^4¿íf^'^éÍ^^ 
.mo  de  vosotros,  escaso  de  iméritos,  pdbre 
de  ¿dea.s,  para  expresar  «ail  reci-én  v-enido  los 
sentimientos  de  vjva  alegría  qu'e  agitan 
en  estos  insitaníes  vuestro's  corazones;  pe- 
ro puesto  que  así  lo  quiso  la  suerte,  ten- 
dréis que  conformaros  con  qu»e  Vutestros 
sentamientos  sean  interpretadas  por  el  que 
carece  de  voz  autorizada? ^.rJi  hacerlo  dig- 
na y  ocirreQtaimente.  Ytenemtos  motivo,  se- 
ñores, para  alegrarnos  sinceramente  por 
la  adquisfciÓTi  que  logra  erP'eíítGíS'momeiW 
tos  el  ^' Salón  Literario, '*  "f)brque  e'I  Lie.  L\ 
J.uan  Francisco  Molina  Solís  no  es  un  ad- 
venedizo en  el  temiplo  de  ^Minerva :  larf;Os 
años  Wi  que,  ardiendo  en  el  fuego  del  en- 
tusiasmo, soforecogido.de  teiijor  y  de  res- 
peto, pero  ansioso  de  gloria,;  desligóse  l'as 
sandalias  del  camino  y  cpmeózó  a/subif  *la 
esoauináta  que  á  él  conduce.,  Áilanando  di- 
ficuiltades  de  '.todp  generó,  vi^nciendo  'toda 
clase  de  escabrosidades,  halogrado,  fílTin, 
Llegar  al  esoacicsio  ves'tíbulo;  ha '  vbt<)' 
abrirse  .de  par  en  par  'las  ip-uérfas  de  orO 
del  'Sia.gradic  templo ;  há.  podido  penef/át  en 
su  misterios-o  recinto,  y  ha  ^áí candado 'la 
gloria  de  inscribir  su  .rio:Ti!bré  en  el  Aibttpi 
i-n^macul^do  de  los  inmortales.^  Yo  he  sido. 
Señores,  tes'tigo  presencial  ^éf '|arg/>  vi 
emprendido  por  el  Lie,  Motina, /desde 


287 

prim-eros  álhores  de  ««u  juíveíutiud,  p^ra  i>o- 
der  llegíaiT  al  término  de  süV  deseos :  he  ]b!rét 
senciadfo  esas    dlficulíadés" vencidas,'    he' 
vi^O;  esos  obstáculos ''álkn^dó?,  y,  no-.!h«(í' 
podSdica  merw>s..de  .  adímitaír  '  íá'jpacieñKfe- 
constancia,"  la  firmeza '  iéiqüáíiraiítable,     y 
sdbre  todo,  el  orden  y  'erirlíétodo  emplea- 
dos, paira  no  caer  Vencido  por  el'caiisiaflicíó 
y  el  desalien«to  á  ilí''iíiitad  del  cátntño. 

•Era  el  veintidós '  de  ,ma*rzo  de 'liül  bchd- 
cieñtos  sesenta  y  píábo.' Bii  ün  salón  'espar- 
cióse 4e  fuínacáisáisítuatla  étiia  <íaHé  de  i'aá' 
Mionjas,'  se  veía  úft  grulpóde  Jóvienes  qiil^- 
apenas  contarían,  de  q^uíncé  á  veinte '^ñó^'á 
de  edad.  Acompañada  Hé  Don 'Jo  sé  P¿V^)e 
Castilla,,  entrega  ése ''saíóní  levantáronse 
todos  aquellos  jóvéiié;S'y  salió  á  nuestro  eil- 
cuéfftix)  .'uno  dé  díós.  Este  ér¿í  Jüah^'FT-ari- 
ciscó  Molina  S'oCis,  quféti,  ¿bn.  ef  ^«f^tteT 
de  Secretano  de^la  Soctediátí'cf'ue  coíri'Uo- 
nían  aiqÚ€llc¿;jóiyéné^,  iñbé- presentó'  cOil  las" 
forhialidades\'r%láméntaríás.  De^déí'esa  fí*^ 
oha,  para  nií  gratí'slmtá' '  y  '  tti é  mona'bl  e ,  co ' 
menzaron  las  relaciiones  áe  írancá,  afec- 
tuosa y  sincera  amistad  "cjüe  'si<^mpr.é  ñie 
han  uaidiOí^á  Juan  Mp'!1n¿,' corno 'le  hemos 
lilamado  sus  a¡mígo's  eri  lenguaje  faimi: 
liar.  La  socíeda'd^^eVL^He  háibíamíois  sido 
'"''  i'iitidos  con  eí  cáráC'tfer  de  socios,  é^á  una 
eaa.d  (le ''"-^"" -''"'''"""""'"  -  —  n---"^*- 


ya 


su  discurao*  AKí  estaban  Néstor  Rubio  Ai- 
puche,  Micunuel  Níooün  y  Echánove,  Beni- 
to Ruz,  Audomairó  Moluia,  Sefeastián  y 
Diego  tíernández  Escudero,  José  María 
Peón,  Feliciano  Manzanilla  Salazar,  Juan 
Peón  Cóntr-ems,  Man<u«l  Villaonor  y  otros 
q«ue  no  recuerdo.  En  aquella  sesión  del 
veintidós  de  niairzo»  se  inauguró  el  "Gabi- 
nete publico  de  íectura^'  establecido  por 
**La  Minerva,"  y  en  celebridad  del  fausto 
acontecimiento,  el  Presidente  Néstor  Ru- 
bio Alpucíbe  pronunció  un  disourso  inau- 
gural, y  Feliciano  Manzanilla  y  Juan  Ma- 
lina leyercín  dos  composiciones  en  prosa. 
Desde  entonces  dernostrafba  ya  Juan  Mo- 
lina su  decidida  afición  á  'los  estudios  his- 
tóricos: su  primera  labor  literaria  fué  una 
di'serta<;íón  sobre  historia  general,  escri- 
ta xpara  cunuplir  un  precepto  reglamenta- 
rio de  "La  Minerva,"  y  leída  en  varias  sc; 
siones  de  la  misma.  Permitidme,  señores, 
que  consagre  aquí  un  recuerdo  á,  la  me- 
moria de  algunos  socios  honorarios  de  "La 
Minerva,"  ¡porque  ellos  fueron  íos  que  con 
sus  consejos  nos  anímalban  y  dirigían  en 
nuestras  huimtldes  laibores;  ellos  eran  el 
entonces  simple  Presbítero  D.  Crescencio 
Carrillo  y  Ancona,  de  gloriosa  memoria 
d  inspirado  poeta  D.  Ra«nón  Aldana  del 
Puerto  y  el  correcto;  escritor  y  orador  n 
table  D.  Fabián  Carrillo  Suastie;  Etí 
también  socios  honorarios  de  '*La  Min- 


.      289 

va"  el  Lie.  D.  José  Dolores  Riv^ro  Figue- 
roa,  D.  jo»é  García  Montero,  t).  Manuel 
Aldana  Rívas,  el  Presbítero  D.  Norberto 
Domínguez,  Vicario  actual  de  la  Diócesi, 
D.  Francisco  Sosa»  y  otros.  Ignoro  el  día 
en  q.ue  fué  fundada  "La  Minerva:^'  rólo 
puedo  asegurar  qu«  ya  existía  en  noviéni- 
Iwe  de  mil  ochocientos  siesenta  y  siete,  y 
que  en  enero  ó  febrero  de  nuil  ochocientos 
setenta  dejó  de  existir,  dispersándose  aquel 
griípo  de  jóvenes  que  tacitas  horas  agra- 
dables ihabían  pasado  ijuntos  en  el  cultivo 
de  laís  letras.  Juan  Molina  no  olvidó,  sin ' 
enubargo,  sus  aficiones  literarias,  y  so»f>re 
todo,  no  aibandonó  el  estudio  de  la  histo- 
ria. El  15  ée  septiemibre  de  rhil  ochocien- 
tos setenta  y  tres  pronunció  un  discurso 
patriótico  en  las  galerías  bajas  d-el  Ea'la- 
cio  MíumicipaJ ;  desde  mil  ochocientos  se- 
tenta y  cuatro  hasta  mil  ochocientos  se- 
tenta y  siete,  redactó  valienteimente  el  pe- 
riódico .tit)uJ*akk>  "El  Mensajero"  sostenien- 
do a  cada  paso  rudas  polémicas  en  defen- 
sa de  sus  ideales  repulblicainos  y  democrá- 
ticos, pero  eminentemente  cristianos;  .el 
dos  de  íebrero  de  mil  ochocientos  setenta 
y  ocho,  fundó,  en  unión  de  Gabriel  Aznar 
y  Pérez,  Manuel  Nicolín  y  Echánove  y 
el  que  tiene  'la  honra  de  dirigiros  1^  pa- 
laibra^  el  "Semamario  Yucateoo,'"  cuya  vi- 
i  «e  rprolongó  hasta  fines  de  1879,  y  Tí<^r 
timo,  toxjao  parte  en  la  redacción  de  *^La 
Ponee  y  í'ont.— :j7 


29Ó 

Razón  Católica/'  en  1889  y  1890.  Desde 
entonces,  Juan  Molina,  libre  yia  de  com- 
promisos periodísticos,  se  dedicó  más  asi- 
duamente al  cultivo  de  la  historia,  y  ha  da- 
do á  kíz  pé'blioa  varios  estudios  acerca  de 
Fray  Diego  de  Landa,  de  la  Casa  d«e  Es- 
•tüdios  y  el  Pantido  Sanjuanista,  del  con- 
qiuástádior  Gómez  del  Castrilloy  del  Con- 
de de  PeñaJva,  acerca  de  cuya  muerte  vi- 
no á  restabCiecer  la  verdad  de  los  hechos 
históricos,  desvaneciendo  la  cqnsejá  poi>u- 
lar  que  lo  hizo  morir  asesinado.  Pero  la 
obra»  magna  dte  Juan  Molina,  es,  señores, 
su  magnífica  ^^Historia  del  descucri  alen- 
tó y  conquista  de  Yucatán,"  obra  intere- 
santísima, de  esltflo  sencillo  y  corre  :to,  que 
ha  ivenido  á  llenar  muchos  de  los  vacíos 
que  se  la^nentaban  acerca  de  puntos  im- 
portantes de  nuestra  historia  peninsular,  y 
que  revela  en  su  autor,  además  de  las  do- 
tes envidiables  de  su  (buen  talento,  las  cua- 
lid'ades  que  aflates  ihe  indicado:  su  pacien- 
te laborios¡da.d,  su  perseverancia  y  isu  fir- 
miezai,  dbtes  y  cualidades  quie  'le  haim  ¡periimi- 
tido  'Ikvar  á  itérmino,  á  ¡pesar  de  sus  múl- 
tiples altenciones  coi  el  ejercicio  de  »n  difícil 
y   delicada   profesión,  esa  obra  hisitórica 
que  es  el  firme  pediestal  en  que  se  levanta 
la  es-tatua  de  su  gloria. 

Y  ya  lo  veis,  señoires :  aun  en.  el  discurso 
que  acaliáis  de  escuchar,  se  ocupa  nues- 
tro nuevo  cómj>añero  en  asuntos  fiistóri- 


291 

eos,  ño  menos  mlportantes  qjue  los  d^máá 
quie  íha  trazado  su  bien  cortada  pluma.  Con 
el  estilo  agradable  y  castizo  que  le  es  pro- 
pio, tfioís  ha  referido  la  historia  de  las  so- 
ciedades literarias  en  Yucatán  desde  el 
afk)  memorable  dte  1810,  en  que  comenza- 
ron á  iluminar  el  cielo  de  nuestra  Patria 
los  prinuer'os  albores  de  la  libertad  políti- 
ca, hasta  .el  año  de  1870.  En  este  discurso^ 
parece  que  su  autor  nos  ha  itomado  de  h 
mano,  y,  íhacíéndonos  subir  á  la  cima  dt 
tWia  anontaña,  nos  ha  hecho  contemnlar  el 
ameno  campo  de  nuestra  literatura:  no¿ 
na  mostrado  la  fuente  humi'lde  que  brota 
de  -enitre  las  grieitas  ^ie  las  peñías ;  el  arror 
yo  que  se  desliza  entre  márgenes  de  flo- 
re» ;  da  ca)t0frata  imponente  y  granidiosa  que 
derruimíba  sus  aguas  mugidoras  desde  ¡las 
alturas  de  la  montaña,  y  iva,  convertida 
luego  '  en  manso  río,  á  fecundar  ell  espa- 
cioso vialle.  Sí,  ha»  evocado  ante  nosiotros 
lais  sombras  ilustres  de  Velázquez,  Jimé- 
nez, SoHs,  Quintana,  Calero-  Barb^aichaniO 
y  otros,  q¡ue  son  «como  las  fuentes  y  los 
arroyos,  y  nos  ha:  hecho  admirar  esa  gran 
figura  de  Justx>  Sierra,  que  vieoie  á  ser 
la  ¡mpoti'ente  cajtaraita  de  nues>tra  3itera<- 
tufl^  penirtsular  y  el  río  caudaloso  que  fe- 
obnda  el  campo  de  las  bellas  letras ;  figu 
a  que,"  cual  estatua  colosal  de  pórfido  y  de 
naiiifto,  se  eleva  májestuiosamente  sobre  el 
.oriion-te,' dominando  las  cúpu'las  de     los 


292 

tesn{>]os  y  las  dmais  <le  las  montañas,  á 
pesar  d-e  que,  ipor  nuestra  lameatable  desi- 
dia, no  la  hemos  realzado  aún  sobfe  el  pe 
destaJ  de  nuestra  gratitud.  Descendiendo 
nu-estro  honoraJble  comipañero  á  tiempos 
positeriores,  iha  consagrado  un  recuerdo 
justo  á  Cisnenos,  Carrillo  Suaste,  Pére2 
Ferrer,  Aldana  y  otros  que,  guiíados  de  su 
amor  á  la  ciencia  y  de  stu  entusiasmo  por 
las  i>ellas  letras,  fundaron  sociedades  cien 
tíficas  y  literarias,  rediaictaron  publicacio- 
nes periódicas,  dieron  á  luz  libros  y  folle- 
tos, y  aumenta-ron,  en  fin,  el  pobre  caudal 
áe  nuestra  lüteratura.  Nastuaul  es  que  al 
trasaar  el  autor  del  discurso  que  tengo  la 
honra  de  conitestar  la  historia  de  las  so 
ciedades  científicas  y  literarias  que  han 
existido  en  el  país,  tocara  itamibién,  .aimique 
de  )pa«so,  la  importante  materia  de  la  ins- 
trucción pública,  y  nos  dijera  algo  de  la 
historia  de  los  Colegios,  Institutos  y  de 
más  centras  initelectuaJes  que  han  difun- 
dido en  la  Penínsutla  la  luz  de  la  enseñan 
za ;  pero  por  lo  mismo  que  tal  moiteria  no 
es  el  olbjeto  principal  de  su.  discurso^  no 
nos  ha.  hablado,  sino  someramente,  de  un 
centro  intelectual  quie  f.ue  en  su  época  de 
verdadera  im(pprtanoia,  y  ejerció  una  in- 
fluencia decisiva  en  lo^  métodos  de  la  en- 
señanza: el  '^Liceo  Qentífico  y  Comerci"'" 
que  fundó,  primero  en  Campeche,  desgi  i 
en  la  ciuídad  del  CannDen,  y  por  úkimo,     i 


293 

esta  capital,  el  satio  itaHano  D.   Hono 
rato  I.  Magalioni. 

Permitidme,  señares,  que  os  diga  algu- 
na*5  palabras  acerca  de  este  Ccyleg^o  y  de 
su  fundador. 

El  3  de  diciemíbre  de  1850,  desembarcó 
en  Caan^peche,  procedente  de  los  Estados 
Unidos  de  Norte-América,  el  señor  Ma- 
galoni,  quien  tenía  la  intención  de  seguir 
viaje  á  Itaíía,  su  hermosa  patria,  de  don- 
de salió  con  motivo  d-e  la  revolución  de 
1848.  Ave  de  paso,  desembarcó  en  Caaii- 
peóhe  con  el  óhioo  objeto  de  conocer  la 
ciudad  y  descansar  de  las  fatigas  de  un 
largo  y  molesto  viaj»e  len  buque  de  veía; 
pero  la  mano  del  AmKD»r,  cuya  fiuerza)  es  in 
contrastáble,  le  retuvo  allí  obligóndole  á 
renu-nciar  á  su  familia,  á  su  patria  y,  pro- 
bablemente, á  un  porvenir  muciho  más  li- 
sonljero  del  que  podía  esperar  en¡  nuestro 
pobre  país.  Sufrió  allí  los  exámenes  re- 
glamentarios piara  obtener  el  título  de  Pro- 
fesor, y  el  resultado  de  ellos  fué  tan  satis- 
factorio, quie  eí  Sínodo  com|puesto,  entre 
dtras  personas,  de  nuestro  eminente  Dr. 
D.  Justo  Sierra,  D.  José  María  Re'gi'l  y  D. 
Pantaieón.  Barrera,  dijo  en  su  informe  re- 
lativo: ''El  Sínodo  juzga  unánimemente 
mué  la  llegada  de  este  extranjero  es  una 
ataja  verdadera  para  nuestro  país/'  Sa- 
.mente  juzgaron  los  señores  .  Sinodales, 
estai  frase  jiuista,  ac^ritada    y  halagüeña^ 


294 

fué  una  predicción.  Alxrió  el  señor  ^la^a- 
loni  su  Colegio,  y  desde  entonces  .^otnenzó 
á  sentirse-  en  nuestra  querida  Península  el 
infliuijo  <bienihe<3hor  de  una  que  pue'ía  lla- 
marse revolución  en.  «1  sistema  de  la  ense- 
ñanza. Al  método  antiguo  que.se  regía  con 
la  Wáifcara  regla  ó  aforismo  pedagógico 
de  que  "la  letra  con  sagpe  entra;"  al  mé- 
todo ya  rancio  y  desacreditado  en  la  culta 
Europa,  de  aplioar  á  los  alumnos,  sin  tino 
ni  discreción,  lai  pena  de  azotes  y  demás 
castigKDs  humillantes  que  de^pr^itmían  el  ca- 
rácter ác  los  niños  y  los  despojaba  de  to- 
do sentimiento  de  dielicadeza,  se  substi- 
tuyó el  sisibema  moderno  del  estímulo,  las 
pen<ai9  fructíferas  que  consisten  en  a'gnen- 
der  d'e  miernioiria  trozos  escogidos  de  sa 
na  lectura,  en  practicar  por  escrito  ejer- 
cicios de  algún  ramo  de  la  enseñanza,  y  á 
lo  somo,  y  en  úkimo  caso,  en  aplicar  á 
l'Ois  incorregibles  las  apenas  de  encierro  ó 
de  expulsión.  Además,  ensancháronse  no- 
tablemente los  horizontes  <íe  la  enseñan- 
za, initroduciendíT  (a'lgunos  ramos  que  casi 
no  s»e  habían  cultivado,  como  la  Aritmé- 
tiqa  razonalda,  la  Geografía,  la  Historia. 
el  Francés  y  el  Inglés,  la  Retórica  y  ía 
Declamación,  la  Gimnástica  y  otros,  mie*i- 
tras  que  en  el  Seminario  Conciliar  de  Mé- 
rida,  centro  principal  de  la  enseñanza  parí 
toda^  la  Penínstula  y  aun  para  el  Estado  d< 
Tabaco,  sólo  se  curssiban  Graniáttica  C^ 


295 

tellana,  Latín,  Filosofía,  Twlogía  y  Dere- 
cho canónico,  y  algunos  años  después, 
desde  1857,  cienciais  nafturaíes,  gracias  á 
los  esfuerzos  laudables  de  nueistro  eminen 
te  naturalista  el  Br.  D.  Norberto  Domín- 
g»usez.  El  señor  Magaiohi  trasladó  su  Co- 
legio á  la  ciudad  del  Carmen,  y  despn-é'^ 
á  esta  capital,  en  dbndie  logró  reunir  de 
cienito  á  doscientos  alumnos  que  presenta- 
ban brillantes^  exámenes  y  sostenían,  divl- 
di<los  -en  dos  agrupaciones  q»ue  se  llan\a- 
ban  "Aoadiemia  FornMaiia''  y  **Aca<Jení¡a 
Tusculanai,"  numerosos  actos  literarios  que 
les  servían  dé  estímulo  y  aun  de  solaz  y 
esparcimiento. 

Pero  ^diréis:  ¿quién  era  Magaloni?  <7qué 
título  literario  trajo  de  su  tierra  que  lo 
a'bonara  en  presencia  de  nuesltros  concíu- 
diaidanos?  El  mismo  Trespondió  'á  esta  pre- 
gutitá  en  lUino  de  sus  discUiTsos:  "Educa- 
do, dijo,  en  la  modesta  escuela  del  autor 
'^Delle  mié  Prigioni,"  del  "Eufemio  di 
Messina,'*  del  "Tommaso  Moro,  delía  Eran- 
cesca  da  Rímini,"  que  tantas  lágrimas  es- 
pontáneas hizo  verter  no  sólo  al  sexg  dé 
bíl,  sino  al  filosofo  mlás  austero,  á  la  ver- 
dad nunca,  fuimos  á  mendigar  títuiloá  uní; 
versitarios,  «no  jponque  tuviésemos  en  me- 
nospinecio  á  aqueüos  respetalbles  cueroos 
1«e,  como  tantos  faros  encendido?,  difun- 
Icn  sus  luces  por  todas  partes  y  de  todas 
irtes  k'S  reconceíitran  en  sü  foco,    .sino 


296 

poinque  nunca  tuvimos  por  diviisa  el  "autos 
epha"  d-e  los  platónicas;  poíique  naciónos 
libres  como  el  vienito  á  las  letras  y  á  las 
ciencias,  y  queríamos  re<xxrrer  sin  trabas 
los  campos  inconnifensuraíbles  de  la  huma- 
na intelige'ncía. ...  A  más  de  eso,  anadia 
después,  hay  á  veces  en  la  fvida  del  hom- 
br^e  ciertos  misterios  cubiertos  de  un  velo 
que  la  mano  profana  tentaría  en  vano  le- 
vantar, >  que  siempre  sabe  respietar  la 
prud-ánte/'  Refiere  hiego  qu«e  tuvo  la  di- 
ciha  de  atener  por  imentor  eo  la  Universi- 
dad de  Turín  á  un  célebre  traductor  de  un 
clásico  griego;  después,  á  un  retórico  bo- 
lones, orador  y  ,poeta,  que  le  enseñó  á  ma- 
nejar la  zampona  de  Virgilio,  el  laúd  de 
Catulo  y  Tíbulo  y  la  lira  de  Horacio,  el 
mismpi,que  aigiuinos  años  después  fué  lla- 
mado, para  itistruir  al  heredero  dfe  Fernan- 
do de  >í&lpoIes.  A  algunos  de  sus  discípu- 
los predilectos  nos  confió  que  pertenecía 
á  tna  Academia  de  Florenciiá.  con  el  título 
griego  de  "Fileno."  "Con  todo,  corítin-úa 
Magaloni  en  su  discurso,  tenublando  es-tá- 
banjps  de  miedo  cuando  se  nos  decía  por 
los  aanígos  que  teníamos  vena  poética,  pues 
oíamos  repetir  también  á  oada  paso  q'ue 
''poeta''  era  sinónimo  de  '.'loco."  Hicirtios 
trizan  al  fin  la  zamipoña,  e'Í  laúd,  lá  Jira,  el 
arpa  de  Alminta,  que  también  habíamos 
pulsado  á  veces,  y  colgamos  los  res^tos  á 
uno  de  aquellos  abetos  soberbios,  pirami- 
dales, que  se  desiprendien  de  las  grí^t^s  d^ 


297 

los  escarpados  <i«espeñaderos  de  vivo  gra- 
nito del  colosal  Monviso  ó  del  Monoems. 
en  donde  tuvimo-s  nuestras  más  sublinnes 
inspií-aciones.  En  una  palabra,  volvimos  ias 
espaildas  á  Polimnia  .para  seguir  á  Urania 
en  los  espacios  celeistes,  ó  á  Minerva  en 
sus  abstracciones  metafísicas^  en  sus  pre- 
ceptos morales  y  en  el  desarrollo  de  las  le- 
yes de  la  naturaleza.  Saludamos  también 
las  aulas  de  As*trea  y  las  de  Esculapio,  no 
con  la  pretensión  de  tener  título  de  abo- 
gado ó  de  médico,  sino  únicamente  por 
amor  al  saber.  No  desouádamos  tampoco 
meditar  los  mejores  a'pologóticos  de  nues- 
tra religión  católica,  pues  nos  importaiba; 
miáis  que  ttodo,  saiber  si  la  religión  romana 
era. realmente  hija  de  Dios,  ó  fábula  inven- 
tada para  embaucar  al  pueblo  ignorante 
por  Uínos  impostoreis  interesados."' 

Y  en  efecto,  señores,  é\  círculo  de  los 
conocimientos  de  Mag^^^aloní,  era  inmenso: 
sabía  Matemáticas,  Fiíosofía  y  ciencias  na- 
turales, Jurisiprudencia  civil,  Medicina, 
Teología,  Derecho  canónico  y  litera/turas 
griega,  tetina  é  italiana,  cotn  profundo  cd- 
nocimiento  de  los  escritores  clásicos  en 
los  tres  idiomaís  que  «poseía  con  perfección  : 
no  ignorafaa  la  literatura  española,  y.  por 
último,  /hablab-a  y  escribía  con  facilidad  ca- 
torce idiomas,  entre  ellos  el  griego,  el  sans- 
criito,  el  latín,  el  italiano,  el  francés,  el  ah- 
trtati,  el  ing-lés,  el  portu'gués  y  el  español. 
Po«ce  j  yont  <^3 


298  . 

Ya  comprenderéis  qvte  hombre  que  reu- 
nía tales  conocimientos,  tenía  que  ejercer 
necesariamente  una  influencia  poderosa 
en.  la  enseñanza:  en  su  Colegio  se  reunió 
la  mayor  parte  de  la  niñez  y  de  la  juven- 
tud de  lais  clases  acomodadas  del  país,  pues 
las  familias  menos  farvorecidas  de  la  for- 
tuna, preferían  colocar  á  sus  hijos  en  el 
Seminario  Conciliar  ó  en  otras  es-c'jclas  en 
que  las  pensioinfes  eran  sumamente  módi- 
cas. En  el  "Liceo  Cien^tífico  y  Comerrial" 
de  Magaloni,  hicieron  sus  estudios  prepa- 
ratorios homíbreo  que  han  sido  y  s.>n  toda- 
vía honra  del  foro,  de  la  medicina,  del  pro- 
fesorado, de  la  literatura,  del  comercio  y 
de.  la  industria,  tales  como  Justo  y  Saií- 
tiago  Sierra,  Manuel  Nicolín  y  Eohánové. 
Manuel  Domínguez  Elizalde,  Raymundo 
Cámara,  José  María,  Rafael  y  Joaquín 
Peón,  Benito  Ruz  y  Ruz,^  Benito  Aznat 
Santamaría^  Ramón  y  Nicanor  Ancona  y 
otros  ¡mudios. 

Perdbnadime,  señores,  que  haya  distraí- 
do algún  tiemjpo  vuestra  benévola  aten- 
ción; «pero  no  podía  yo  dejar  pasar  esta 
oport unidla d  sin  leindir  el  tribuito  de  mi 
gratitud  á  la  memoHai  del  hombre  que  co- 
menzó por  ens-eñarme,  a'llí  en  la  poética 
ciudlad  del  Carnten,  á  balbucir  las  letras 
del  alfabeto,  y  acabó  por  iniciarme,  aquí, 
en  M'érida,  en  las  misteriosas  abstracciones 
d«  la  filosofía  y  en  los  difíciles  problemas 


299 

de  las  ciencias  exactas.  Y,  pues,  me  haibeis 
permiltido  colocar  sdbre  la  tumiha  del  sabio 
italiano  la  humilde  flor  de  mis  recuerdos. 
no  quiero  ya  abusar  más  tiempo  de  vues 
tra  paciente  -bondad,  y  concluyo  reiterán- 
jioos  mis  «nés  vivas  y  s-incenas  felicitacio- 
nes por  este  acto  solemne  en  que  vien«e 
á  sentarse  entre  nosoitros  un  literato,  un 
historiador,  un  juriscons-ulto  d'e  la  valía  de 
Juan  Francisco  Molina  Sfelís.  Cierto  .estoj 
de  que  d  «huevo  socio  de  número  de  "El 
Sadón  Literario/'  será  un  lazo  de  unión  en- 
tre nosotros,  lazo  que  tenderá  á  estrechar 
más  y  más  kis  afectuosas  relaciones  que  nos 
unen  y  nos  anima.rá  á  continuar  nuestras 
humildes  tareas  literarias  con  creciente^en- 
tU!S¡ajsmo  y  con  ftrme  é  inqueibranitaíble  per- 
severancia. Sembrada  es4á  de  Ihenmosas  v 
lozanas  flores  la  senda  que  »nos  propone- 
mios  recorrer,  y  aunque  no  han  de  faltai 
en  ella,  como  en  todo  campo,  Ijis  zarzas  y 
.los  abrojos,  tendamos  la  fe  y  la  necesaria 
fuerza  de  voluntad  fpara  apartarlos  del  c;» 
mino,  desdeñando  las  ofensas  de  sus  pu'ii- 
zantes  espinas. 

He  dicho. 


DlSCUJiSO 

Pronunciado  el  29  de  janio,  festividad  de  San  Pedro 
y  San  Pablo,  en  la  Anamblea  general  solemne  de 
la  ''Sociedad  Católiea" 


riimó.  Señor, 

Séniores: 

Muchas  veces  en  la  cum'bre  de  una  imon- 
taña,  sé  oculta  mansa  y  humi'Idte  en  su 
íecha  sulbterránieo,  uníi  futente  de  agua  cris- 
taliniai,  y  ios  homibres  que  divagan  perdi- 
diois  en.  el  -desatento  y  buscan  afanosos  dón- 
die  «mitigar  la  s^ed  que  ilos  devora,  pasan  en- 
cima de  ella  igmoiranidb  su  existencia.  Mas 
la  fiuiemite  que  baja»  de  'la  montaña  ya  con- 
vintiéndlose  en  pequeño  río  subterráneo 
que,  hiaüflaiidio  die  repente  una  salida  ejn  me- 


dio  die  ilais  rocas,  osténteise  á  la  itiz  con- 
vertida en  imponente  y  hermosísima»  cas- 
cada, cuyas  a^aíS  «iimipetuosas  se  derrum- 
ban con  estrépito  alíl'á  en  «el  fondo  áél  ame- 
no valk.  Bi-en/  pronto  las  aguas  conúenzaffi 
lá  correr  con  maljestuoso  cpnitinentc  en  las 
dilatadas  rjaaiiuras . , .  Mirad,  señores,  mi- 
rad cómo  la  mansa  y  huJmíM'e  fuente,  có- 
mo ia  espáiéndidiai  dartaraita,  se  encuentra 
hoy  comvertida  en  ancho  y  caudaloso  río 
qtuie  vía'  á  pascar  siui  poinupa  y  galanura  á 
través  dfe  miií  diversos  países,  fertiliizaTidío 
las  tierras  con  sus  lajguas  saludabl^^. 

Pues  bien,  señores ;  si  es  lícito  com-parar 
3as  cosasi  que  vi«enen  del  cielo  con  lais  de  • 
nuestro  planeta,  que  no  es  más  q^ue  un  gra- 
no de  poivo  arrojiadó  en»  ia  inmensidad  de 
1'a  creación,  un  grano  de  arenja  escalpado 
de  las  interminables  pUayas  de  la  inmensi- 
dad, os  diré  que  asi  como  esa  fuente  hu- 
milde surge  desconocida  en  el  seno  de  la 
monttiaifía,  así  tamíbiéti  en  lias  cumbres  del 
Calvario  comenzó  írariquMa,  casi  ígniora- 
d'a,  'ía  existencia  d^e  otra  fuente  de  aguas 
mucho  mtás  cristailinas  y  hermostas,  que  de- 
bían f ertillizar '  los  campos  estériles  v  muS 
tiios  die  ibi  moral  y  la  initeligencia;,  nílucho 
-más  salttdlables,  porque'  venían  á  regar  los 
canupos  dilatadlos  de  un  Labrador  divino. 
Esiai  humi'lde  fuenite  era,  Señores,  la  socie- 
dad cristiana,  sogiedlad  que  brotó,  colmo 
por  encanto,  de  'los  vaipores  de  la  Sangre 
de  um  Homlbre-Diías. 


Todos  conocéis  la  historiía  maraviHosa 
de  esa  sociedad!  divina,  y  repetiría  aquí,  se- 
ría, al  par  qaie  im|>osible,  cansar  y  tnoles- 
tar  vu€!stna  benévola  atención;  pero  sí  me 
I>ermitiréis  evocar,  á  grandtes  rasgos,  algu- 
nos recuerdos  propios  para  avivar  en  nues- 
tra inteligencia  la  luz  esplendorosa  de  la  fe 
y  mantener  firme  y  seg^uina  en  el  fondo  de 
nuestro  corazón  esa  confianza  ilimiitada  en 
el  provenir,  oooifianza  que  tiene  por  base 
ic¿  paiaibra  dfe  Dios,  ¡la  palabra  eterna  que 
jio  pasa. 

Je^auoristioi,  Nutestno»  Señor,  había  dicho  á 
Pedro,  el  Princijpe  d'e  los  Apóstoles :  'Tú 
eres  Pedro  y  sobre  esta  piedra  edificaré  itíí 
Iglesia,  y  ías  «puertas  d^r  infierno-  no  pre- 
vaíecerán  ccwutra  ella  ;'*  palabras  en  las  que 
se  descü'bre,  indlidáMemeriite,  el  designio 
dte  furtdíar  aquí  en  la  tierra  una  sociedad 
organiaadla,  una  Iglesia  sujeta  á  la  s".!<pre- 
macía  é  infalible  direoción  de  un  jefe,  de 
Pedto,  piedra  angular  de»!  edificio  cristia- 
no, bajse  immiuitable  sobre  la  cual  las  ^(^x^^ql- 
raicioneis  'Venideras,  los  siglos  futuros,  de- 
bían venir  buimiíld'ementie  á  depositar  su 
patTte  die  rniaiterial  y  díe  trabajo  para  her- 
mosear, extend'er  y  coaisdlidtaír  más  y  más 
el  augusito  edificiioi  prifucipiado.  Y  si  tal  dle- 
signio  se  revelia  en  esas  palabras  divinas 
¿cótfnio  no  dieducir  lógícamíente  que  Jcs'u- 
cristo  ha  queridk)  también'  la  perpetuidad 
dte  su   Igüesia?  ¿Y  cómo  lograr  esa  per- 


304 

petuidlaid  á  través  de  todos  los  siglos,  si 
Pedrcí  no  viviera  constaiitemlenitie  eii'  la 
persona  de  los  Paipais,  sus  legítimos  suce- 
sores? ¿Qué  razón  tenéis  entonces,  voso- 
tros, herejes  de  todos  los  tiempos,  iibre- 
Ipensadorejs  moderrM)s,  paira'  aio  reconHDioer 
en  los  Papas  á  los  Vicarios  de  Jesucristo, 
sus  reipre sentantes  en  la  tierna? 

¡Ruigid,  vienitos  mundanales,  miares  d^e 
'la  impiedad  y  la  «mierntira,  estrellaos  contra 
la  firme  roca  de  la  veiidlad:  vuestros  es- 
fuerzos serán  iim5)Oteintes  y  no  quedará  de 
elíBois  sobrena'dando  más  que  la  espumia  de 
vuestro  despecho! 

Dispersadlos  los  apóstoles  i>or  tx)idos  los 
ámbitos  dicl  «mundo,  con  el  objeto  de  pre- 
dicar la  padabra  divina,  un  día  sintió  Pedro 
un  ím-puilsio  irresis«tible  de  dirigirse  á  la 
metrópoli  úe\  ipaganisimb  y  emp;-endió,  por 
imspiracióni  de  Dios,  el  camino  de  Roma. 

¡  Hé  ahi  la  ciudad  de  las  siete  colintas,  la 
ciudad  de  los  Césares!  Gigante  adoTfneci- 
do  por  los  vapores  de  la  sangre  humana, 
por  el  lamento  de  innumerables  víctin'.as 
atadas  al  carro  de  sus  victoriais,  empuña 
con  una  mano  el  cetro  del  mundo,  y  con  la 
otra  busca  convulsivo  un  instrumento  de 
placer 

Roma,  la  reina  de  la  disollución,  Roma, 
el  genio  dte  la  muerte  y  la  conquista,,  está 
destinada,  sin  embargo,  á  ser  el  faro  lumi- 
noso que  ha  de  guiar  con  luz  esplendoro- 


306 

sa  á  las  gieneraciones  venideras  b^cia    el 
puertío  de  sajyación  y  de  vida. 

La^  fuente  del  cristianismo  coarenzó  á 
correr  'silejiciosa  en  las  montañas  de  Sion : 
vedk;  'hoy  seguir  sil  curso  todavía  hunMl- 
de,  aunquíc  acumuladas  sus  aguas,  en  el  se- 
itio  de  las  si<ete  colinas. 

Duinante  los  tres  'prihTnejx>s  siglos  da  fuente 
se  'maraí-iiene  oauJla  socavandlo  los  cimientos 
■diel  edificio  romiatiioi  y  las  vetusitos  m-iiros  .d.e 
Ja  sociiedlad  antigua.  Roima;  se  enítre,gaiba  á 
i'íals  orgías  dlel  ipiagaTiisimo  <siin;  sosipeehaír  que 
en  los  suibterránieos  de  la  ciudad,  en  }as 
catacumibas,  oorría  apacible  la  fuente  de 
puras  aguas -quie  había  die  satisfacer  la  S€<1 
de  Qffñor  y  die  justicia  que  Ja  humanidad 
sentía.  En  el  transcurso  de  ese  tiemipo,  la 
sangre  de  los  mártires  corrió  á  torrentes 
en  los  circos  de  Roma,  en  las  plazas  pú- 
blicas, en  las  provincias  del  dilafado  Impe- 
rio. Nerón,  Decio,  Severo,  Diocleciano  y 
otros  mtuchiclSí  sen  nom»br.es  que  no  recuer- 
da la  humanidad  sin  estremecerle  de  Ho- 
rror y  die  indignación.  San  Pedro  y  Saín 
Pablo,  cuya  festividad  celebra  hoy  la  Igle- 
sia, ©ellanom  allí  con  su  samigre  la  santidad 
de  su  doctrina. . .  ¿Pero  dónde  estáis,  vos-, 
otros,  soberbios  emperadores,  dónde  están 
vuestro  poder  inmenso,  vuestras  riquezas, 
ruestras  legiones?  ¿Qué  se  ha  hecho  el 
/íiino  e-parato  de  vuesitra  gloria?  ¡Yo  os  lo 
diré!  Habéis  pasado  comy  leves  sombras 
Ponce  y  Pont.— 39 


3J? 

q]xe  se  desvam^cen  á  los  primeros  rayos  de 
la  aurora,  os  habéis  secado  como  gotas  Jé 
rocío  al  oom tacto  die  un  áol  abrasador;  ma«s 
al  pasar,  ha»bérs  d-ejad'o  en  la  níüémoria'  de 
los  ¡hombres  el  recuerdo  áe  un  triunfo  d-e  ' 
la  Iglesia;  vuestra  léxistencia  fué  u.n  ho-t he- 
naje involuntario  trübtítado  á  la  verdad  di- 
vina.    ' 

Sí,  en  vosotros  ha  triu»nfado  e!'  cristia- 
nismo'dietod'as  las  paisionés  y  preocn-pa- 
ciones  paganas  de  lia  sociedad  antigua,  ha 
triunfado  de  la  esclavitud  de  los  hombres 
aherrojados  por  el  homfcre,  de  la  esclavi- 
tud de  la  mujer,  de  la  esclavitud  del  mun- 

d<y!  ■]""''- 

Acércase,  enupiero,  la  época  feliz  de  que 
esta  Religión  divina  apafezoa  á  la  v^st*^  de 
los  homlbres  con  todo  el  solemne  aparato 
de.su  gloria'.  La  hutmiMíe  füemt'e,  élmamiso 
arroyo,  va  á  contvertirsé  en  breve  en  es- 
pléndida catarata  cuyas  límpidas  agua-;  van 
á  reflejar  lto«s  mil  cainlbiantes  de  oro  de  la 
luz  divina.  Escuchad ... 

Un  ru««oir  extraordiriíairio  se  í>e'*ci'be 

hacia  el  otro  ladio  de  los  Alí>es.  Es  m  ejér- 
cito de  40,000  legionarios  á  ouiya  Gab.eza 
aparece  Cónstaintino,  empuñando  uñ  •  s- 
tañdarte  cuyo  modelo  vio  trazado  en  la 
bóveda  azul  del  firmamernto.  Es^e  estándar- 
te  es  la  Cruz,  el  in:^rumento  d'e  muerte, 
la  seña;!  aíites  de  ignominia  que  hoy  se  ve 
enarboljáda  al  frente  del  ejército,  cómo  una 


307 

Ipo-endia  q-ue   asegiifria  íia  Krictoria.     '^In   hoc 
signo  viiTíGies/'  «m  esta     señal     vencerás* 
A'Viamza,  pues,  ¡oh  César!  tu  pemlón  glr«- 
rioso  (MMieará  eii  breve  sLn  rivaí  en  las  to- 
rres óel-Capkolio,  y  **Roma,  buscando  í*n 
«formo  4  stí^s  diotses  anonadados,  verá  su- 
bir de  4iais  catacumbas  el  genio  diel  oorve- 
nir."  (i)  El'  triunfo-  del  LáSaTo  fué  el*tr!im- 
ío  del  Cristiainis-mOj     y     estai.    revolución 
eminentemente  social,  es  la  más  portento- 
sa-de  las  revohicíones  que  hamí  presencia- 
dlo lots  sigilos.  Las  ideas,  las  costumbres  y 
hast^   el    lenguaije,   fujeix>n   oaimbiaindo    de 
una  ¡manera  rádíioal  y  definiífi'va.     El    cris- 
tianismo fué,  desde  entonces,    la    religión 
oficial  de  muchos  pueblos.     La  es|p!éíidi'ia 
catarata  habíiaise  convertido  em  río  caun  la- 
loso  ique  recorría  todos  los  ¡países,  en  océa* 
no  inmenso  que  iba  á  cubrir  con  sus  aguas 
bienhechoras  toda  la  extensión  de  la    tie- 
rra. Mas,  ¡  ay !  cuántas  «atmarguras,  cuántos 
diolores,  ciíántas  persecuciones  itemdrá  aun 
que  sufrir  esta  religión  divina!  De  su  seno 
mismo  han  de  .smrgir  hijos  bastardos  que 
no  vacilatian  en  herir  con  sacrilega  riia.no 
el  seno  maternal ;  ímas  no  importa,  no,  que 
el  estandarte  de  la  Cruz  ondeará  siempre 
victorioso  y  la  nave  de  Pedro  no  se  hundirí 
jamás  en  el  océano  proceloso.  El  paganis- 


(1)   María   Bernardo.— "Lof  héroe»  del  CrtFtia 
niamo.'' 


308 

mo  vencido  intentará  con  Licinio,  el  após- 
t0ta  Juliano  y  Máximo  iiinia  reacdón.  No 
importa,  el  paganismo  será  vencido  \]ie 
niie\ro,  y  Pedro  vivirá.  Las  emanaciones 
pestiknciales  de  la  hcfeji«i  ¿nñcionarán  ía 
atmósfena  cristiana ;  pero  como  pasaron  la 
secta  d-e  los  gnósticos,  Mointano  y  sus  pro- 
feítisas,  así  también  Manes,  Arrio,  Celes- 
tio,  Pelagio,,Nestorio  y  ifantos  y  tantos 
otros,  pasarán  como  las  siombras  d-e  la  no- 
che en  íprcBcncia  d-e  la  Aurora,  y  Pedro  vi 
vira! 

Un  océano  d-e  bánbanos  oaierá  sobre  la 
Europa  cual  terrible  inundació'n,  anienia- 
aain'dia  destruir  en  breves  días  la  obra  de 
los  siglos ;  pero  esos  "bárbaros  sin  Dios,  ni 
ley,  caerán  como  frágiles  cañas  qniie  h.  tor- 
menta azota,  ante  d  siqtio  de  lia»  Reden- 
ción y  ¡  Ped'no  vivirá !  Su  frágil  barquilla 
Sí  deslizará  á  través  de  los  revaelitos  ma- 
res de  la  Ediad  Medía,  disipamdo  con  su 
luz  las  sombr«a»s  de  la  idolaitVía  y  Je  la 
barbatrie;  luchará  contra  la  brutalidad  de 
los  señores  feudales;  salvará  á  la  civiliza- 
ción por  rmedio  de  sus  órdenes  nnomásticas 
de  un  naufragio  tseguro ;  será  atormentada 
oor  el  j'uidaísim*o,  por  lai  arbitrariedgd  de 
los  reyes,  por  la  ignorancia  de  los  ouefblos ; 
oero  en  todfS'S  ^jartes  saldrá  victoriosa,  y  en 
la  s»erie  no  interrumpida  de  los  Papas  Pe- 
dro vivirá. 

Comió  se  leváinta  el  huracán  en  medio 


B09 

de  Jos  desiertos  y  con  su  empuje  irresis- 
tible <lerriba  los  árboles  gigantes  y  arrolla 
cuantos  obstáculos  se  opioqie«n  á  su  imipe- 
titoso  viaije,  asi  también  se  levantan  del 
fondo  de  los  desierto©  de  la  Aratyia,  impe- 
lidas ipor  el  soiplo  de  Dios,  las  razas  nó- 
madas, descendientes  die  Ismael:  organ^'- 
zadas  y  dirigidas  por  la  voz  de  su  Profeta, 
dasbórdanse  cual  océano  inmenst'>  cuyos 
<fiqi3es  s^  nomipieran,  é  invaden  con  olea^- 
das  gigantescas  el  mundo  conocidlo,  im- 
poniendo á  los  pueblos  su  fe  religioso  con 
la  cimiítarrai  en  la  mano  ó  seduciéunJolos 
cotni  la  cínica  voluptuosidad  de  su  d^trina. 
¿Quién  creyera  entonces,  spñores,  que  las 
sociedades  cristianas,  que  la  Iglesia  Cató- 
lica no  sucumbiría  al  formidable  embate  de 
la  borrasca?  ¿Quién  creyera  entonces  que 
la  1>arquilla  de  Pedro  no  se  hundiría  bien 
pronto  en  aJquel  océano  de  bárbaras  ?  Y  sin 
emibargo,  las  sociedades  cristianas  se  con- 
mueven y  levantan  como  un  solo  hoinitbre 
á  la  voz  auitorízada  de  los  Papas,  ¡al  rudo 
acento  de  Pedro  el  Ermitaño,  á  la  elo- 
cuente palabra  de  San  Bernardo,  y  en,irbo- 
h¡náo  el  glorioso  estandarte  de  la  Ci  iiz,  se 
oponen  como  fuierte  muro  á  las  oleadas  de 
la  invasión^  Las  cruzadas  salvaron  la  civi- 
lizaciÓJi  cristiana  qn  aquellos  mmieiitos 
solemnes,  señalandb  el  "hasta  aquí''  a'l  es- 
tandarte de  la  medía  luna.  Así,  mientras 
ahora  languidece  el  im/perio  de  los  Sulta- 


310 

nes  y  va  á  precipitarle  al  abisíno  del  pa- 
stado, donde  caen  para  no  volver  l'a;*  ins- 
tituciones 4htimanas  y  los  sigte,  la  roca  in- 
vulnerable de  la  I^ksia.  Católica  se  man- 
tiene firme,  dominamido  las  ca.tástrofes  y  las 
ruinas  que  se  amontonan  á  su  alredecíor.... 
¡Pedlro  vive!  ^Pedáro  viviié!  - 

En  los  albores  die  la  Ed^ad  Moderna,-  el 
paganismo  volverá  por  medio  -de  la-  ii*cra- 
tura  y  de  las  bellas  artes  á  samfcrar  la  di- 
visión en  las  legiones  cristiamas:  Lute^-o, 
Zuinglio,  Calvino  y  otros,  con  pretextos 
religiosos,  echarán  los  cámien«tosdel  pro- 
testantismo; Voltaire,  Rouis«sea«;  D'Akm- 
bert,  filósofos,  geólogos,  enciclopedistas, 
vendrán  después  con  la  ciemicia  y  -la  filoso- 
fía á  atacaiT  el  edificio  católico;  posterior- 
mente se  levaintarán  sus  sucesores,  un  ejér- 
cito de  fanáticos  que  con  el  pretexto  de 
emancipar  á  los  pueblos  de  la  tiranía;  -se 
arrojarán  como  hambrientos  lobos-  sivbr* 
el  rebaño  de  Cristo.  Mais  no  imporU,  rodo 
pasará.  ¿  Dónde  estáis,  si  no,  aíudaces  re- 
formadores, filósofos  descreídos,  geólogos 
petulantes,  revolucionarios  del  93,^Gnde 
estáis?  Mientras  ^vuestros  ^cuieiposse  han 
podrido  ya  eti  el  fondo  dIe  los  -  sepulcros, 
¡Pedro  vive!  ¡Pedirío!  viviról      

Señores,  ya  lo  veis :  diez  -y  n«ueve  siglos 
hace  que  la  Iglesia  es  coin:ibatida,  y-la  Igle- 
sia triunfa  siempre.  Asomada  ai  bordie-dal 
abismo  de  los  tiempos,  escucha  con  atento 


&11 

óldo  el  estruendo  qu-e  hacen  lo«s  iimiperíoá 
al  defrumibarse  -en  sus  insondables  profun- 
didades y  contoniipla  con  faz  serema  cómo 
vienen  los  siglos,  uno  á  wino,  4  rendir  á  sus 
pies  él  homenaje  de  su  fe  ó  la  -confe^h  <ie 
su  denx>ta*  ¡  Córtio!  ¿  No  yms  -eñ  ^esto  la  se- 
ñal-íniadible,  de  que  la  Igle^  Católica  fs 
obra -de  Dios^?  ¿No  senjtis  vuestro  coirazán 
inflamado  por  el  valer  y  sosKenido^  por  h 
esperanza? 

La  lucha  no  ha  terminado  ni  termii^ará 
basta  la  consumación  de  U>6  sigles :  la  jran- 
gre  iseguiná  corriendo  a^bundosa  etx  el  cam- 
po dle  la  Igle^a ;  quédale  aún  que  sufrir 
grártdes  dcJores,  terribles  ipersecuciones  ry ' 
que  presenciar  las*  catástrofes  .más  espaj»- 
tosas;  pero  canfiandft  en  la  promesia  de 
Dios  que  ha  asegurad'o  el  triunfo  de  -  su 
Igvesiav-  ocíiticiueínos,  ^s-t^ñ-Oíres,  -el  caíTÍiQO 
que  -su  Providencia  dívin»  nos  ha  señala- 
do. En  los  tíeniípois  que  atravesamos,  los 
atasques,  de-  la  mpiediad  redoblan  su^  es- 
fuerzos :  el  sucesor  ée-  San  Pedro,  el  gran- 
de é  inmortal  Pío  IX,  soporta  las  cadenas 
de  una  prisión  mal  disim=ulada ;  los  Obis- 
pos son«  desterraáois  die  sus  diócesis ;  el  cle- 
ro afligido- y  maltratado,  y  oprimida  la  con- 
cieiwria  de  los  creyentes  con  leyes  injustas 
y  satánicas.  .   .   '     • 

Dirigid  un  momiento  la  vista  á  todos  los 
ámbitos  del  mundo  moderno,- y  no  contem- 
plaréis por  do  quiera,  más  que  ruinas.  Ean 


3i2 

kus  Igksias  solitarias  ó.  profanadas,  en  los 
coiivenítas  abaridonados,  reina  el  silenció 
de  los  sepulcros,  y  cuando  la  ct^riosidad' os 
hace  .penetrar  en  los  ctoustros  silemciosos, 
os  parece  mirar  asomar  de  repente  la  som- 
bra^ de  algún  moAge  que  os  pregunta: 
¿Qué  has  hecho  dte  mis  hermaaios?  ¡Rui- 
nas por  todas  ,par,ties,  no  más  que  ruinas! 
Y  en  cambio,  ¿qué  es  lo  que  ha  edificado 
el  jacobinismo  asolad6r? 

Hoy,  señores,  se  invoca  un  pretexto  po- 
lítico para  condnuar  la  gnerta  contra  la 
Iglesia;  pero  no  importa:  como  la  litera- 
tura y  las  ^bellas  artes,  como  la  ciencia  y 
la  filosofía,  la  política  tendía  también  que 
hacerse  cristiana,  y  eláia/  diepoaítará  á  los 
pies  de  Pedro  el  ho^nenaje  d?e  su  fe  ó  la 
confesión  de  su  derrota. 

¡Sí,  toái!>  pasará!  De  las  ideas  moldemás,- 
de  ías  leyes  modernas,  no  quedará  más  que 
una  sombra  vana  en  lias  páginas  inmontar-- 
les  de  la  historia,  y  ; Pedro  vivirá! 

Perseveremos,  pues;  agrupémonos  en 
derredor  de  ésíte  Prelado  virtuoso  que  se 
halla  colocado  al  frente  de  la  Iglesia  de 
Yucatán;  opongamos  á  los  maTes  desen 
cadenados  de  la  impiedad,  el  fuerte  mii* 
ro  de  íTitiestra  fé  y,  no  lo  dudéis, "el  iris  de 
paz  lucirá  esp!endto»roso  en  N>s  cíelos  dte  la 
Iglesia  y  de  la  Patria. 

He  dicho. 


DISCURSO 

Acerca  de  la  edueaeión  cristiana  de  la  mujer. 

Ilmci  Señor: 

iSeñioras  y  Señores: 

Desigtiado  por  la  R.  Directora  de  este 
importante  Colegio,  para  gozar  de  la  hon- 
ra inestimable  de  dirigiros  la  palabra  en 
este  momento  solemne,  quiero  cumplir  la 
misión  que  se  me  confía,  de  la  manera  que 
sea  memos  djesagradiable  para  la  selecta  reu- 
nión que  me  escucha;  y  sólo  puedo  con- 
seguirlo tratandJo  de  una  materia  que  sea 
intejressamte  para  todos  los  oyentes,  ya  que 
mi  falta  de  luces  y  dfe  elocuencia  me  pe 
ne  en  la  condiicióni  die  -no  podeaios  deleitar 

Ponoey  Font.— 40 


314 

f'Ckn  las  preciosas  flores  de  la  ciencia  y 
las  brillantes  galas  de  la  orafócria.  Tal  ma- 
teria, es  !a  educación  cristiana  de  la  mujer, 
materia  vasta,  ciertament-e,  prolija  y  de  su- 
ma imiportancia  que  si,  po*  lo  mismo,  no 
puede  ser  tratada  de  una  manera  comple- 
ta en  los  estrechos  limite^  jrle  una  sencilla 
alocución,  ésta  misma  circunstancia,  al  par 
que  me  servirá  de  excusa,  será  motivo  na- 
ira  que  no  abuse  de  vuestra  bondad-:«a 
atención. 

A  ningumo  puíedle  ocultarse  la  imix>rtan- 
cia  trascendental  de  la  educación  de  la  mu- 
jer; pero  no  todk>s  quieren  confesar  qup  es 
itodíavía  ¡miucho  miás  importante,^  nuicho 
/más  trascedental  para  la  felicidad  de  la 
familia^  pama  los  intereses  legítiinOsS  de  la 
humanádad,  y  para  la  paz  de!  mundo,  la 
educadón  cristiana  de  la  mujer,  es  decir, 
la  educación  inspirada  en  las  ideas,  únicas 
•vier  dad  eras,  de  la  moral  cristiana.  En  efec- 
to, si,  como  es  verdad  la  educación  |>n«pia- 
mente  dicha,  es  decir,  una  educación  com- 
•pletei,  abraza  .no  solaimente  la  ilustración 
del  entend'imiienito,  sino  el  cultivo  del  cora- 
zón; si  ed^ucar  no  sólo  es  desarrollar  las 
fuerzas  física«  é  intelectuales  del  niño  ó  del 
joven,  sino  también  sus  facultades  morar- 
ves,  ya  se  comprenderá  cuájn  importa  itte  es 
la  educación  cristiaita  y  cuánto'  más  debe 
iweferirse  á  cierta  educ-ación  moldlerna-,  qtie 
sólo  se  ocuipa  en  la  parte  física  y  en  la  in- 


31b 

teleoüutal,  diescuiídaauk)  casi  por  completo  la 
parte  jnoral  die  los  aluin2K>s.  Eistos  pseudo- 
profe sores  jmoderoDs  olvidan  que  si,  el  en- 
tandimiento  del  niño  es  como  arca  d¡e  oro 
pneciosísima,  pero  vacía,  que  es;pem  ser  ooÍ- 
nuada  con  las  verdades  de  la  ciencia,  así 
lamtbién  su  corazón  «s  á  manera  die  exten- 
so jardín  todavía  ávklo  de  inteligente  cul- 
tivo que,  si  seJe  abandona:  a  «sus  propias 
fuerzas,  producirá,  en  vez  de  pi23itadias  fio 
res,  miiuohas  yeríbas  nociva*  y  imychas 
pianitos. veaienosas.  Pero  se  dirá:  ¿por  qué 
para  ser  moral  la  educación  te  de  ser  pre- 
cisamente cristiama  ó  religiosa?  ¿No  te- 
nemos, .acaso^  la  moral  oitiiversal,  es  decir, 
esa  moral. que,. escrita  en  ios  conazomes  de 
todos  los  hombíres  por  la  ma^no  misma  de 
Dios,,  es  (por  tcldos  conocida,  admitida  y 
acatadla?. Señores,  esto  d^e  la  moral  uni- 
versal, me  hace  la  misma  impresión  que 
otras-  universiaHdades,  como  -por  ejemplo, 
la  del  sufragio  universal,  que  ȇ  tantto  ex- 
ifcenjderlo,  ^lividirlo  y  subdivklÍ5rt!o<  sre  ha 
transformado  en  sombra  im>palpable,  cuya 
existencia  sólo  comprendemos  al  recordar 
que  es  la  ausencia  de  la  luz.  ¿Qué  es  la 
moral?  Si  la  moral  es  invención  del  horri!- 
•bre,  es  mudabíe,  con-tingente,  y  no  píicde 
ser,,  en  ccmsecuencia,  regla  estaíble  é  infa- 
lible de  condiiicta;  pero  si  la  moral  es  re 
gla.  divina  á  que  hemos  de  sujetar  nuestros 
actos,  ^cómo  al  enseñarla    y  aplicarla    po 


316 

demos  prescindir  die  toda  ttoción  áe  Dios? 
¿cómo  desligar  das  cosas  tatn  intimameme 
unidas  qute,  d-e  negar  tuna,  tenemos  necesa- 
riamente qiíe  negar  la  otra?  No  hay  tiem- 
po, Señores,  para  repetii*  aquí  todos  los 
argumentos  que,  cuál  arietes  formidables, 
han  sido  kunzados  'par  los  aipoloigistas  del 
cristianismo  cpmtra  el  error  de  quie  trato 
que,  cual  débil  muix>,  no  ha  podido  resis- 
tir á  su  embate  y  se  ha  dierrumíbado  con- 
vertido en  liviamo*  polvo ;  pero  sí  mé  per- 
mitiréis abrir,  por*ujh  .momento,  el  libro 
de  la  historia,  y  escudiar  el  rumor  áe  las 
generaciiones  que,  cual  imponjente  cascaxia. 
ha  caídio  al  fondo  del  abismo  de  Ids  siglos. 
¿Qué  fué  dfe  la  moral  universal  entre  los 
pueblos  idólatras  de  los  primeros  tientos  ? 
¿qiuié  fué  de  la  moral  universal  entre  líos 
pueblos  paganos  posteriores,  aun  los  más 
avanzadbs  en  los  florid^os  senderos  de  las 
cienicias  humanas,  como  la  Grecia,  esa  poé- 
tica y  cultísima  nación  que  logró  alcanzar, 
icual  idtra  niingurfa,  e!  mayor  grado,  de  es- 
plentíloír  en  las  ciencias  y  en  láis  artes?  ¿qué 
fué  de  la  moral  universal  en  la  antigfua 
Romta,  señora  y  dominadora  del  mundo 
entonces  conocido?  ¿qué  fué,  en  fin,  de  lá 
moral  'uiniversal  en  estas  tierrais  vírgenes 
de  América  qu^  los  conquistadlotrés  batUa- 
ron  empapadas  eri  la  saneare  ínocenite  de  las 
víctimas  humanas,  sacrificadas  «en  los  alta- 
res die  los  ídolos?  Vosotros  lo  sabéis  me- 
jor que  yo:  abandomatía  la  conciencia  del 


317 

hombre  á  los  óébiíes  dictados  die  una  mo- 
ral nattvral,  át  una  moral  sin  sanción  óg 
ninguna  clase,  :bí«i  pronto  se  sol>pe{>usÍ€- 
ron  á  sus  dictados  las  voces  destempladas 
de  las  pasiones  más  salvaijes  y  d^e  los  crí- 
menes wÁs  abominables.  Me  concretaré 
á  la  sociedad  romana,  porque  bien  saibéiis 
que  en  ella  «e  refumdieTon  todas  ó  casi  to- 
das las  demás  de  ese  tiempo;  y  asi  como 
en  el  inmenso  recinto*  dfel  Imperio  se  alber- 
garon los  hom'boTes  de  todos  los  países,  así 
también  observamos  en  sus  cogt'Umbres 
los  vicios  todos  del  antiguo  paganismo, 
pufdiendo,  por  lo  tanto,  servirnos  de  tipo 
de  todos  los  pueblos  que  se  viercja  abancit) 
nados  á  la  sola  influencia  de  la  moral  uni- 
versal. 

Ija  sociedad  romana^  estaba  dividida  en 
clases  profundamente  separadas  entre  sí 
por  abismos  insondables :  el  :patriciadoi,  la 
pleíbe,  los  esclavos;  y  tras  esite  modo  de 
ser,  venía  el  poder  omnímodo  dé  los  pa- 
dres sobre  \o¿  hdjos,  la  degrada^í  mi 
de  la  mujer,  la  concupiscencia  transforma- 
da en  dkxs  ó  diosa  en  las  personas  imagi- 
narias die  Vemis,  Adonis  y  Ciibeles,  Pdapo 
y  Flora;  el  robo;  el  asesinafto.  la  embria 
guez,  la  perfidiía  y  todos  los  vicios  y  todos 
los  delitos,  personificados  y  deificarlos  en 
los  dioses  del  Olimpo,  que  ^^enía  á  ser  así 
un  cielo  pagano  más  retmgnante  y  nausea- 
bundo que  nuestras     cárceles     modernas. 


318 

¿Qué  fué  de  la  moral  universal?  ¿dótuie 
estaba  que  no  teima  la  fuerza  njecesaria  pa- 
ra cegar  la  fuemte  maldka  de  fet  esclavitutl, 
para  contener  á  la  autoddad  pcrterna  den- 
tra  de  sus  ju&tjos  límites j  pana  salvar  a  la 
miOíjer,  y  para  purificar,  en  fin,  las  cos-ttim* 
bres  públicas  y  priva<ías  qtie  huibietton  de 
llegar  á  un  gnad!o  espasi.toso  díe  corrup- 
ción? No,  la  moral  universal,  por  sí  sola, 
mo  basta  pora  guiar  á  k  httmairtidlad  por  el 
r-ecto  -seaidero  del  -bien :  d^esde  que  el  hom- 
bre pierde  la  vendadera  noción  die  Dios; 
desdle  que  no  le  queda  para  guiarse  en  el 
piélago  de  la  vida  más  -que  la  luz  indecisa 
de  la  razón,  tiene  que  ex'traviarse  y  zozo- 
brar como  nave  comlxtítida  por  todos  los 
víenftos.  Para  q^ne  las  sanas  íiociones  de  la 
moral  no  se  borren  dIe  la  itnteligencia  de  los 
hombres,  es  necesaria  que  »u  pureza  sea 
preservadla  de  toda  manoha  por  una  aoito- 
ridad  suprema  que,  emane  del  másmo  Dios : 
hé  ajquí  la  obra  áe  la  Iglesia  instituida 
por  Jesucristo. 

Hé  aquí  por  qué  !a  moraU  cristiana  es 
la  única  verdadera,  piies,  al  par  quic  tcnrta 
su  raíz  y  origen  d)el  mismo  Dios,  que  es  'a 
fuente  de  itoáo  ser,  de  toda  verdíad  y  de 
todo  ibien,  es  coíilgeryada  y  preservada  de 
toda  corrupción  por  la  autoridad  dle  ese 
m^'smo  Dios,  representad-a  por  su  Iglesia. 
Jamás  puedie,  por  consiguiente,  influir  en 
ía  bondad  ó  la  maildaid  de  kís  acciones  ni 


319 

el  iiUerés  privadlo,  ni  la  utilidad  pública,  m 
los  extravió s  de  la  razón.  La  moral  cristia- 
na- es,  pues,  la  úniica  moral  verdfadéra  y 
•perfecta,  y  ¿lia  es  lá  sol«a  que'puedie  salvar 
á  ¡a  mujer  -de  esa«  caídas  espantosas  á  qué 
la  hace  muuy  expuesta  su  débil  ma'turaíeza 
y  sus  pasiones  miás  vehementes  que  las 
del  homlbre. 

Áhióra,  ¿por  qué  es  convenionité  éducaí* 
á  l-a  anujer,  y  sdbre  tocio,  educarla  cristia- 
ntem'ente?  ¿Peix>  quién  ignora  la  influen- 
cia decisiva  que  la  mujer  ha  ejercido  siiem- 
pre  en  los  destinos  d^  la  humafnidad  ?  La 
mujer  ha  sidb  y  será  siam^e-  una  influen- 
cia maléfica  ó  bienhechora  en  el  otro  se- 
xo, pues  ella  ejerce,  sobre  el,  hombre  un 
poiter  inmenso,  incojnitrastable  .por  medio 
(íe  las  fuerzas  más  subyugadioras :  Ta  gra- 
cia y  la  hermosura.  Salomón  lo  dice  en  sus 
proverbios :  "5>on  muchos  los  que  la  irntujeT 
ha  herido  y  derribadoi;  y  han  muerto  á  sus 
masnos  los  varones  más  fuertes.  Su  c^sa  es 
el  cajmino  del  infierno,  camino  que  remata 
en  la  muerte  ¡más  funesta/'  Y  en  otra  par- 
te: "¿Qu.jién  hallará  una  mujer  fuerte?  De 
mayor  estima  es  que  todas  las  p-reciosida- 
des  traídlas  de  lejos  y  de  los  últimos  .tér 
minos  d>el  mundo." 

No  puede  la  mujer  perfeccionarse  ó  co 
rromperse  dSce  uai  sabio  autor,  síít.  perfec- 
cionar 6  corromper  á  los  que  hi  rodean. 

Podríamos,  -en  co»míproí>ac¡ón  de  esta  ver- 


320 

dad,  aihrir  de  nuevo  el  libro  de  lai  historia 
y  señalar  la  influencia,  generalmente  per- 
niciosa., que  la  mujer  ejerció  en  las  socie- 
dades aniteriores  al  cris»tianis»mo ;  mostra- 
ríamos que  ios  actos  de  verdadera  virtud 
d<e  l»a  mujer  pagana,  fueron  la  excepción  de 
la  regla,  mientras  que  en  las  sociedades 
cristianas  formam,  por  el  contrario,  la  re- 
gla general;  pero  para  esto,  «^eria  necesario 
abusar  de  vuestra  paciencia. 

Hesiodo  Uamaiba  á  la  mujer  hermoso 
mal,  mientras  que  mosotros  obramos  en 
justicia  al  llamarla  nuestro  hermoso  bien. 
Y  no  i>odía  ser  de  «tra  manera:  transfor- 
mada la  miujer  en  cosa,  en  un  miieble  óc 
lujo,  como  otro  cualquiera;  sometida  a«l 
pK>der  incondicional  y  despótico  del  padre 
y  del  mairido  eni  ías  sociedades  antiguas, 
estaba  dnrminada  por  el  hombre,  cuando 
se  trataba  del  bien,  pero  cuando  se  tra»taba 
del  mal,  convertíase  entonces  en  dtomina- 
■dora,  y  se  vengaba  convirtiéndose  pana  él, 
e»ni  fru'to  emponzoñadlo.  Vino,  <emperp,  Je- 
sucristo, y  tomando  de  la  mano  á  feí  fm*u- 
jer,  levantóla  del  estaido  de  degradación  en 
que  se^  hallaibá,  y  le  dijo :  levántate  4  la  al- 
tttra  del  hombre,  tu  compañero,  y  cu.ni(ple 
los  magníficos  destinos  para  o^ivt  fuiste 
creada.  Y  desde  entonces  comienza  á  des- 
filar ante  muestra  vista  ese  ejército  innu- 
merable de  matronas  augustas,  luces  del 
hogar,  gloria  de  las  naciones,  honra  y  prez 


321 

^  ia  humadla  raza,  algunas  d¿  lajá  cuáles 
habéis  oído  aotilbrar  por  la  intcligemte  di- 
rectora  -de  esbe  Colegio.  Si  4a  intiuencia, 
pues,  die  la  niiujjer  es  tan  decisiva  para  la 
felicidad  ó  la  die&gracia  del  género  huma- 
no; si  ella  influye  en  muestios  consejos;  si 
es  el  znóvil  que  nos  inipulsai  y  nos  alienta 
•en  la  9ti|>retna  batalla  át  la  vita:  si  es  }a 
madre  de  ntiestros  hijos;  si  es  nuestra  es» 
posa,  si  es,  en  fin,  miesFtora'  eterna  y  obli- 
gada compañera,  preciso  es  hacerla  ins- 
truidla y  buena,  sobre  todo^  buena,  y  esto 
sólo  se  consigue  por  medio  de  u>iTa  sólida 
y  cristíana  educaciódi.  Ilustremos,  -pues, .  y 
eduquemos  á  la  mujer;  pero  ilustrémosla  v 
eduquémosla  cristianamente  para  que,  eoa 
vez  de  que  sea  la  sireoiá  que  nos  atiaiga. 
con  kk  armiofíioisa  dulzura  de  sus  cantos  har  - 
cia  las  rocas  del  iinaJ,  sea  la  estrella  ;bien- 
hechora  que  nos  guíe  por  el  caímino  del 
bien  y  de  la  vártud*.  Para  que  la  mujer  pue- 
da cum(plir  el  gran  ministerio  para  que 
Dios  la  ha  formadio,  el  de  s^er  ayuda  y  sos 
ten  del  hombre,  es  necesario,  dice  un  gram 
escritor  'moderno,  que  no  olvide  nunca  su 
dávino  ideatl,  y  que  siempre  aparezca  á  los 
ojos  del  hombre  como  se  representa  á  la 
Virgen  Maria  en.  su  radian'te  pureza:  con 
una  corona  dfe  estreSlas  en  la  frente,  rod'ea- 
la  de  ángeles,  tocaíido  apenas  el  suelo  con 
a  extrermídiaid  dse  sus  ropas  y  hollando  la 
aibeza  de  la  sterpiente. 

Ponee  y  Font.--41 


Aforttifiadaineinite,  Señores  y  Señora^ 
padres  y  madres  •  dé  famxHa;  quie  me  escü' 
cháis^  histbéis  comprendido  ^cuán  importan^ 
te  es  ia  ediuoadón' cristiana  «de  vuesttas  hi- 
jas, y  bacienKio  iloda  dase  de  sacrificios, 
que  in>dru<lablesiiente  'Os  serán  (réce-mpetisa- 
dos,  oemtribuís  al  sostenémiento.-de  este 
plantel  de  enseñanza,  quedes  esencialmeiite 
cristiano,  y  auyo  orden  y  f!rtoraH<íad,  ver 
d^aderamente  admii^abies,  sófn  prefidla  aegu- 
ra  del  éxito  más»  lisonjero.  Por.epto^  iinter- 
pípetanido  Icds  sentimientos  de  la  señwa  Di- 
rectNDra,  os  dipy  las  más  expiesiv^BS  gracias 
por  vuestros  noibles  esfuerzos»  y  os  oonju- 
vo  para,  qiae  sigáis  impartiendo  al  Godegio 
vuestra  v^iosa  protección^  á  finfdíe  que  k> 
gnre  >alca-nzair  el  grado  de.  prospetudad:  que 
necesita*  ipara  lletaar  más  eucn(plid4nie<iiit<e 
su  importante  objeto. — HE  DIGHO. 


.''.f-  '-.I    ,-   [  í'j  u.  -A    . 


LA  IGLESIA  CATÓLICA 

Y  LA  LIBERTAD.*' 


Suelen  los  iiñipíos  inculpar'  á  la  Iglesia 
Católica  de  enemiga  de  la  Ebertad  de  los' 
pueblos  y  de  adiversarip.  de  todo- progre- 
so, y  «no  deja  de  ser  curioso  escuchar  las 
aipiaisionadas  areqgias  ó  leer  los  discursos  . 
•de  es»tos  escritores  que,  casi  .^ienípire,  pro- 
fesan los  principids  más  contrarios  ala  ver- 
dadera libertad  dq  los  pueblos  y  niás, disol- 
ventes de  todo  orden  s»oicial. 

¡Que  la  Iglesia  católica  es  enemiga    de 
libertad!  Apenas  puede  creerse;  y.cier-, 

mente  que  no  se  creería^  ^jsi  no  lo  escí^- 

láraimos   cop  ajiuestros   propios   oídoá,  3Í 


324 

"2"" ' 
no  lo  leyéramos  con  muíestroís  propios  ojO¿ 

¡Córmo!  ¿será  posible  que  después  de  c^- 
ca  áQ  diez  y  nue-ve  «iglos  de  coníst¿xites  y 
gloriosas  luchas  en  pro  de  las  verdaderas 
libertades  y  de  los  legítimos  derechos  de 
los  pueblos;  será  posible  que  después  de 
cerca  de  diez  y  mueve  siglos  de  una  ense- 
ñanza coriisüante,  universal,  janiás  inrc- 
rrumipida,  de  la  subliime  doctrina  de!  cris- 
tianismo, la  más  favorable  á  los  intereses 
de  la  humanidad;  será  posible,  decimos^ 
que  haya  luina^  sola  voz  que  se  aUova  á 
arrojiaiT  á  la  faz  de  la  Iglesia,  turuana  ca- 
lunmia?  ¡Ah!  sí,  por  desgracia,  no  una 
sino  muchas  voces  se  han  alzado  en  estos 
últimos  tiempos  para  acusar  á  la  Madre 
del  género  hufinamo,  á  la  incansable  vigía 
que  vela  constantemente  á  las  puertas  del 
alcázar  del  mundo,  resguardando  á  sus 
descuidadlos  moradores  de  toda  sorpresa  y 
librándolos  de  toda  esclavitud,  pár<i  acucar- 
la, no  sólo  de  haber  descuidado  $us  ciebt- 
res,  sino  de  ser  ella  la  que  conspira  con- 
tra la  libertad  del  mundo. 

Pero  será  en  vamo  que  preguntéis  á  esos 
escritores  cuáles  son  los  hechos  en  qne 
fundan  su  falsa  acusación;  cuáles  las  d6c- 
trintas  profesadas  y  enseñadas  por  los  Pa- 
dres de  la  Iglesia  ó  los  ^pd^s  escrito- 
res ortodoxos  que  favorezcan  el 'despotis- 
mo; será  en  vano,  porque  ofa  os  respótí- 
derámi  con  frases  sonoras  qoii^  nadlár  dicet 


325 

"  por  sfu  ambígüediad,  ora  Os  espetaráai  lar- 
gos discursos  henchidos  de  citas  falsas  y  de 
hechfois  •matliciosamente  referidos. 

i  Que  la  Iglesia  católica  es  enerniga  de 
la  libertad !  ¿  Cómo  al  eco  de  esas  voces  iai- 
piostoras  no  se  levantaíi  del  hueco  de  la 
tumiba  las  generaciones  que  pasaron,  para 
arrojar  un  enérgico  nventis  á,  la  faz  de 
esos  caluniíiáadores?  ¿Cómo  los  gladiado- 
ires  romanas  que  luchaban  en  los  circos  pú 
blicos  con  la^  fieras ;  oómlo  los  prisioneros 
de  guertia-  uncidos  al  carro  de  triunéo  de 
los  vencedores;  cómo  los  esclavos  encor- 
vados bajo  el  duro  látigo  de  sus  crueles  ca- 
.pataces;.  cómo  la  rmuijer,  yilmiente  degra- 
dada ;  cómo,  en  fin,  el  pueblo  entero,  ex,pio- 
ítado  siempre  om  beneficio  de  unos  poicos, 
no.  se  levanta  pa.ra  protestar  contra  esa 
calumnia  sin  ejemplo? 

Mucha  ignorancia  ó  una  malicia  infer- 
nal se  nec^itan  .para  pronunciar  esos- dis- 
cursos ante  las  asa'mble>as  públicas  ó  para 
consiigniar  taíes  des^propósitos  en  l«as  pági- 
jtas  de  libros  y  folletos  que  ven 
Ja  luz  ptib'Hca  en  el  seno  de  socie-. 
dades  etnvnenlem-ente  cristianas.  Estas 
saben  imuy  «bien  cuál  era  el  estado  del  mun- 
do antes  <l¡e  la  venida  del  Salvador,  y  cuá- 
les k)«  cambios  profundos,  trascendemta- 
>s^  realizados,  después  en  medio  de  esias 
Dd-edades,  al  solo  influjo  de  las  enseñan- 
as  cristianas;  y  saben  taitibién  cuáles  $on 


326 

e!  orig-en  y  las  ttendencias  d^  estos  moder- 
nos propagattidistas.  Sí ;  á  pesar  de  que  las 
sociedades  miad<ernias  han  sido  trastorna- 
das desde  sus  cimientos ;  á  pesar  de  que 
se*  ha  logrado  introducir  el  desorden  en  las 
ideas  y  en  las  costuníbres ;  á  pesar  de  ha- 
bense  adulterado  la  historia;  de  hafceísc 
mentido  oom  des'en.'vol'tmra ;  á  pesar,  en  fin, 
de  todos  los  ^esfuerzos  empleados  por  la 
impiediad  eirít  lia  asombrosa  lucha  que  lia 
agitadlo  al  mundo  en  estos  últi'mos  siglos, 
la  verdad  har  salido  aí  fin  vencedora  y  la 
im,piedad  subsiste  como  un  hecho,  pero 
subsiste  vencida,  hümi-llada,  desterrada 
del  corazón  de  los  pueblos  que  qcumpren- 
den  que  la  idea  cristiana  es  la  fuente,  y  :a 
Iglesia  la  protectora  de  todas  Us  Kbeirta- 
des,  y  que  la  impiedad  no  es  sino  la  mis- 
ma tiranía  mal  disfrazitída  con'  el  ridiciílo 
trajje  del  laríeqüííi  qué  disimula  con  falsos 
oropeles  la  grosetiai  urdimbre  de  la  tela. 

Y  así  e«,  en  efecto. 

En  toda  ciencia  se  reconoce  un  axio  iia, 
uñ  iprhícipio  fundamental  que  k  sirve  de 
base,  y  del  dual  sé  deducefl  de  una  man'era 
lóígi-ca  y  ttecesiariía  todos 'los  d^^ás  ¡inn- 
H^i,t)iós  que,  -¿omío  cons.ccuencias  in.iecHna- 
bles,  fofnian  el  conjuíito  d'e  la  doct/rina.  Si 
este  axioma  ó  principio  llega  A  fonmularse 
xie^utrná  manera  ifalsa,  es  decir,  si  se  pr^ 
teíid'e  hacer  pasar  como:  verdlad  f»inda4Tieii 
tai  un  ^^eííorV  falta'  á  la  eiencfipi^  I51  "ba^üe  ne 


827 

cesaría,  y  clafo  es^  quq  las  coiuecu-enciás 
que  se  dedoisscati,  han  de  ser  falsas:  taiu- 
bien  y  Jal^só  ei  óonjuntode  la  .d»xiriiírt* 
L^'politka  es  te-rabiéh  uña  ciencia,  y  un4 
ciencia  de  la&  mis  iiíipontantes  y  diftciies, 
ptiestp  que  sup  jíriíjcipios  tienen  qqe  ciplir 
carae-  ái>!^';90ok^des.  hidftnaoas}  y  31  ll 
política  es:  «na  ciencia^  debe  admitirse  qu«í 
eKÍebe  ttiblaxtonia  ó  ipriiKipio.fuaixkiinventaU 
del  cual  h^yan  de  deducirle. los  .denwsj^coq 
¡0$,  fegte&'die  su  «iplicalció^  Siemio,  -pues^, 
la  potttica.  íla.>  detici»  de  los  gobiernos»  la 
que  trata  >dóI\pod*er  temporal  erigádi>  en  el 
sefK)  de  los  pueblos  para^  sfu ,  conaervacián 
yipcifecionatíiieníto.morajLy  matetial,  ckn^ 
toa  del  cir<iulo  >(|e.  ki  -lifeiertad  y  áe  les  4erc' 
ché».'del  Ihotnbre;  el>axk>ma  «fnndatsue/ital 
dcí  esQ^  ciéiticiá !  dtíbe:  «versar  sobre  el  origfsn 
de  ese  pejd^pj  y  si  este  axioma  se  fornaula 
de  una  .manera  falsa,  sancionándose  <2oniO 
verdiad  loque  ps.contrswioé^la  verdfíi)d,.las 
consecuencias  *d'e  ese  principio  blan^de.  s^T 
también  /aicefeariaítoente  íaJsas  -yroontraria^ 
á  ÍRiVtMzétm  libertííd  de  los-^pwieiblo^,  qu»- 
es  el  objeto  m/ás  noible  q'ue  se  pr^Jipont j  5íl 
detrc¡^''ds8.jg  fiiolkiíea. 

■•A€i//pue«,  «íonmulando  d«  uno  'maneria 
tíJsa^csé-^íaxiofBa-  sí>brfe^  el  ofís^^n  dej  po 
der,  1»  impiedad  modbmtl^'e5ncarrtatía  ^>n 
ekyíq«'&»s«  Haiha  por- antítesis  el  "libertaJis- 
áfOf/^'  en  -rez'dír  fofwnQfh  un  conjuin^'d'e4ocr 
tFÍD^iiaVereiUé  á  la  B'bertad,  úo  ha  lieoho 


328 

sino  remachar  en  los  pies  de  las  socieda- 
des la  dura  cadena  de  ki  esckuvitod.  £1  po- 
der, dice,  "reside  esencial  y  originarian^en- 
te  en  el  pueblo,"  y  los  gTá)iemos,  escuda- 
dos coíi  este  princiipio,  ni  reconocen  otra 
ley  superior  á  ía  suya,  ni  <|4]iieren  goe  se~ 
llame  ley  más  que  á  los  dictados  de  su  ca- 
pricho. Las  consecuencias  de  «lubl  «error  tie- 
nen, pues,  que  ser  funestas  y '  desastrosas 
para  la  libertad ;  porque  basta  que  lois  que 
se  llaman  representantes  del  pueblo  expi- 
dan una  disposición  ouialquiera,  «para  que 
se  le  dé  eí  tiomt>re  de  «ley  y  obligue  su  db* 
servancia;  launque  semejante  *iey"  sea  con- 
traria á  las  leyes  eternas  de  la  justicia  y  Kle 
ila  moral.  El  cristtianisinioi,  por  el  contrario, 
ha  enseñado  con  su.  divino  Fiutdador, 
**que '  todo  podíer  viene»  de  Dios^^  y  -  que 
Dios  es  la  fuente,  el  origeni  del- poder  pú- 
blico. 

Txxla  disposición,  pnes,  que  sea  contra- 
ria á  las  leyes  de  Dios,  es  decir,  á  »la  justi- 
cia; no  merece  el  nombre  de  ityj  háyaia 
dictado  iun  rey  absoluto  ó  una  asamblea 
legislativa. 

¿No  es  este  principio  u®  principio  de 
libertad,  una  giarantía  contra  los 'avaifces 
del  poder,  el  escudo  y  mejora  dfefensa  de 
las  publicas  libertades?  '  ' 

Mas  ¡ay!  hasta  este  principió  sublime  de 
libertad  áe  ha  querido  obsctireccr  y  térgi- 
vetsaí-  'pór  los  eh'emigoB  di^^i^irfetiahietnwt. 


329 

dámiole  una  explicación  que  no  es  la  de  la 
Iglesia  católica,  sino  la  de  un  sistema  por 
eUa  coDidenado:  el  cesarismo.  EA  cesaris- 
nK>  ha  sido  el  que  ha  enseñado  q»uje  el  Rey 
es  inmediaitamente  designado  «por  Dios  pa- 
ra gobernar  y  es  "ley  viva,"  sin  más  li- 
mitación que  su  voluntad  soberana. 

Para  defender  á  la  Iglesia  de  esta  nue- 
va calumnia»  y  al  mismo  tianKpo  para 'jus- 
tificar .nu<eslt«*a  tesis  d-e  -qiuie,  lejos  de  ser 
ajquélíla  en^efinígai  de  la  libertad  y  d^e  la  de- 
mocracia, ésy  ha  sido  siem»pre,  jícm*  el  con- 
trario, la  ^más  celosa  defensora  de  la  liber- 
tad civil  y  poiítíca  die  los  pueblos,  nos  bas- 
taría abrir  ea  cualquiera  parte  el  libro  di 
fa  historia^  y  en  sus  tpáginas  elo  ni  entes 
hallaríamos  á  cada  paso  la  compíeta  demos- 
tración de  esta  verdad.  Veríaímos  pasar  an- 
1c  niulestra  vista  la  gran  figura-  de  Teodo- 
sioel  Grande,  reprendido  en'érgioámenté 
por  San  Ambrosio  por  haberse  dejado  dj- 
minar  un  mfcumento  por  sentimientos  de 
crueldad  y  de  venganza.  Veríamos  des- 
pués íá  la  Iglesia  re;parar,  en  lo  posible,  las 
ruinas  canisadias  por-  los  feroces  invasores 
del  Norte;  defcmider  contra  ellos  los  fueros 
y itbertades  de  las  provincias;  suavizar  á 
los  dominadores  y  concluir  por  conquistar- 
los-,pa<ra  la  causa  de  ia  civilización  y'  la  li- 
bentad.  Vteríamos  surgir  delante  ¿e  nos- 
otros esáf  época- admirable  de  la  :E<iád  Me- 
'diai  tan  :tpal  estudiada  y  'peor  comprendí* 
Poflcey  Font— 4^ 


830  . 

<ta,  en  la  cual  rqsplamdecian,  al  par  de  lit 
fe  más  pTotfunda,  los  más  hidalgos  y  cai)a- 
llerosos  sanitimienlos ;  veríamos  á  la  Igle- 
sia defender  á  los  pueblos  de  la  brutalidad 
de  los  señores  feudales;  cedebrar  concilios 
generales  y  provinoiaies,  sínodos  diolcesa* 
ñas,  asambleas  de  todas  clases,  enseñando 
así  á  los  pueblos  con  su  ejettiplo  el  m(Xlo 
de  ser  libres;  faiviorecer  el  estableciitíien' 
to  de  los  municipios  y  aponerse,  en  fin  ♦  por 
todas  partes,  á  la  ai^bitnariedad  y  al  des- 
potismo '  de .  ireyes  que  se  dlaimiaiban  católi- 
cos. Gontémplaríamjós  con  los  oijos  db*  la 
imaiginación,  ks  maravilílas  de}  si^lo'  de 
León  X  que  popularizó  el  gusto  ^poi*  el  'es- 
tudio de  las  ciencias  y  de  )as  bellas'  ártes; 
desgraciadamente  ffiteeadó  y  corrcttwpidd 
por  la  protervia  de  ios  thombres,  y  asisti- 
ríamos .V  los  gloriosos  iprincipios  'del  reina- 
do del  inmontal  Pío  IX  el.  Grande,' •  que 
restaitiiró  én  sus  pueWos  la  .representación 
•níluinicipal'que  les  arrebató  te.  revolución 
francesa.  Mais  ya  que  no  nos'  es  :f]l6sífele 
emprender  inii  llevar  á  término 'esfámag^ 
na  tarea  en  las  estrechas  coltimifias  de  un 
(periódico  semanal,  nos  limiiaremos  á  éni 
pliar  en-  otro  artículo  nuestras^  rawDÜíes^ 
con«i|gpnaitirib  al  Tnísmo  tiemipo'  las.dóctrl'-i 
nas"  de  algunos  grandes  escritores:  'orto- 
doxos, prefiríerpdo'  aquellas  eñ'  qáe. tratan 
del  origéíi  "del' poder;  y'  estío  'bastarla,  :á 
íiuesitTo  juicio,  para  demostra^r  njue  la  Rfí- 


831 

lición  ^católica  ha  slio  sie»:nipre  'la  defen- 
sora y  propagQidora  de  la.«  ideas  de  líber 
tad;  .pero  libertad  jiista  y  raiciofial,  conser- 
vadora del  orden  social  estafbkcido  por  el 
crfetíaíiisTno,  y  no  d«  la  libertad  demag(^)- 
gica  que  corfiuce  á  los  puieblos,  ^pa-sb  á  pa- 
so, á  los  horrores  dd  socialismo^.' 


^11 


Recorriendfo  hí  historia  de-  las  vicisitu- 
des d>e  la  humanidad,  de  iLofs  grandes  acotí 
t€cimkn»tos^  éc  l-os  to-astornos  -pipkmdos  y 
de  las  guerras  sangfientas  que  la  hán.tagi- 
taio  sin  interrupción,  desde  los'  pt-imeros 
días  de  su  existe'iKiia,  á  icnjpulsos  ée  m'ú  en- 
contiradas  didctrinas,  nu'estra' atención  s<" 
fija  .principalmetuée  en  dbs  de  esos  aoornte- 
cimientos^  como  los  más  notatbks  y-  ipro 
miiuentcs,  y  ^qüe  son' la  clave  que  niós  .acla- 
ra y.  explica  el  '^ran  enigrria  en  cniíya  so- 
'  ludón  Be  emipena  '  nuestra  iíntteiligencia ; 
ismgtniá  qbe  c<Daisiste'en  efea  mezcla  espan- 
tosa, á'  primera  vista  incomíprensible;  de 
bienes  y  de  males,  de  verdades  y  de  erro- 
res que  vemos:  campear  consf aníteitient*', 
disputáiidose  la  posicsión  del  mupdo. 

vDcf  es»  «másma  maneara,  al  estudiar  las  di 
Vérsfeá- doctrinas  qiie  durante  tantos  siglos 


332 

han  &eryi'do  de  pasto  á  la  ávida  inteligen- 
cia -del  hombre,  la  mzón  por  si  soda  se 
coníund»e  y  anonada  aíiite  su  cúaiDulo  in- 
menso, sin  que  pueda  disítingiAir  en  dónde 
se  oculta  Ja  verdad;  nuas  la  razón,  ituoni- 
nada  por  los  «resplandores  de  las  anseñan- 
zas  divinas,  íácilmente  logra  reducir  á  áos 
únicamente  todos  esos  sistemas,  mirando 
en  uno  de  ellos  al  error  <fue  reviste  sus 
múltiples  y  variadas  fonmas,  y  en  el  oitro, 
á  tei  verdad  que  se  presenta  siempre  la  mis- 
ma, tma,  absoluta  é  i<n.muttaible. 

•En  efecto,  en  d  orden  de  los  "bechos,  la 
oaida  del  homibre  por  su  rebelión  contra 
los  mandatos  dte  su  Creaídiofr,.  lios  explica 
la  exisrtencia  del  mal  en  el  nmndo,  deí  mal 
en  todas  sus  face-s-,  el  mad  físico  ó  las  en- 
fermedades y  la  imiuerte,  el  mal  moral  ó 
el  \pec3íóo\y- y  el  mal  iinfteliectual,  ó  sea.  e# 
error;  y  como  consecuencia  necesaria,  la 
existencia  en  las  sociedadíes  anltiguas  de 
un  gistemia'  social,  fundado  en  la  base  del 
mai,  y  en  el  ^qoie  predominaba  de  una  ma- 
nera irresistible  la  caprichosa  voltintad  del 
hombre,  libre  de  toda  ley  «superior;  inias 
por  otra  parte^  la  redención  d^ia  ibumani- 
dad  por  'La  mruiert»e  ignominiosa  del  Hijo 
de  Dios  en  d  árbo"!  die  la  Cruz,  es  e^l  otro 
aoOíiTtecimiento  que  nos  hcuee  oomprendiier 
la  «existendia  del  bien  en  él  mundo  y  íu 
salvación  de  la  es5>antosa  catájsJtrofe  qiife'  tiv 
YÓ  lugtar  ^n  ]qs  ffericÍQí  ^?ampos' <]te1  •?«• 


333 

r¿í«b;^  y  como  con sec tienda  de  ^ése  acorta 
tecimknto  m^imDrable,  la  existencia  en  'las 
socíéda-des  crtstiamQs  de  un  si&tema  so- 
cial fundado  en  la  íbase  del  bien  y  en  el 
que  no  pnedomina  la  twránica  volun-tiad  del 
tionubre,  de  una  wmi&rsí  exclusiva,  sino  á 
cada  paso  sujeta  y  acomodada  al  itijpo  eter- 
no de  la  vohantad  de  Dios,  de  Ja  'ley  di- 
viinia. 

Sin  la  caída  del  hom«bi^e,  no  se  exjpílic;l 
'la  existenciai  del  mal  eñ  el  mundo,  y  sin 
la  Redención  el  bien  huíbiera  desapareoído 
jpor  camjpktoMe  la  s-tiperficie  de  ía  tierra: 
lo  primero  fué  producto  de  la  li'bertad  hu- 
manal;  lo  seigiindo,  gracia  concedida  por 
la  misericordia  de  Dios;  pero  coimo  con- 
secueaicifl'  de  ambos,  y  desde  el  momiento 
en  que  se  realizó  la  caída  del  hombre  y 
salió  de  los  divinos  labios  del  Creador  la 
promesa  de  la  Redención,  vemos  en  el 
muado  al  bien  junto  ai  mal  y  á  la  misera 
tomafliidad  unas  veces  caer  y  otraiS  levan- 
¡tarse,  uiñas  veces  practicar  d  bien  y  ren- 
dir sfus  homenajes  á  la  verdad  y  otras  co- 
•rrer  desatentada  por -los  senderos  del  mal, 
rindienido  culto  al  emor  y  á  la  mentira,  se- 
gún que  en  ete  pT»ed)OmfnaTi  las  consecuen- 
cias de  la  caída  ó  se  aprovecha  de  las  gra- 
cias de  1¿i  Redención». 

^'Ál  efitirar  el  mal  en  el  mundio-,  dice  Mr'. 
•Ga.ünié,  produjo  el  dualismo.  Dt  aquí. tam- 
bién dos  fMosofíaiS  y  dos  literaturas,    tan 


334 

opu.^sitas  entre  sí  como  los  doís  es^pírítus 
que  las  iins'piran,  como  los  ip^iricipios  de 
dondte  parten,  ootmo  los  medios  q«uie  em- 
plean y  oottho  él  .fm  á  que  se»  diiígen.  De 
aquí  -tar^'bién,  como  consecuiencia ,  no  me 
nos  absoluta,  dios , '^políticas  distintas:  la 
política  del  bien  y  la  política  del  niial,  la 
política  católica  y  la  políitica  pagana.'' 

En  efecto,  Jas  cienciais,  las  artes,  la  lite- 
ratura, la  políticia*,  todo  se  halla  sujeto  á 
las  influencias  de, esos  dos  espíritus:  cuan 
do  predomina  el  espíriitu  del  mal,  las  cien-r 
cías,  la  literatura,  jI^s  art.es  y  la  política,  se 
hacem  píLganeis ;  e»  decir,  ciencias  3Ín  Dios, 
literatura  sin  Dios,  arte  sin  Dios,  política 
sin  Dios;  y  cuando  por  d  con^-rario,  pre- 
domina el  esipíritu  del  bien,*  las  cienciai>, 
las  acutíes,  la  literatura  y  la  política,  sie  ha- 
cen cristiíamiais,  es  decir,  servidoras  d-* 
Dios.  .         .  ' 

Hé  aquí,  pues,  cómo  podemos  redfucir 
á  dios  solamente,  como  antes  liemos  didao, 
los  sisten^s  que  dividen  en  dos  camjpo»s  in- 
mensos á  'la  humanidad:  el  siistema' paga- 
no, cuya  esencia  consiste  en  la  rebeliórt  del 
h'Oimíhrte  contra  las  leyas  dle  S'U  'Oreador^  y 
el  siis-tema  cristiaflio,  qu/e  njo  e»  más  qine  .ú 
sumisión  áf.esas  mismas  leyes.        .  ^ 

Concretándonos  ahora,  á  la  i  .política^ 
que  es  ;el  objeto  de  estos  ¡artículos,  dire- 
mio-s,  como  cwsecuencia  d^  las  id^as. hasta 
aquí  desanripijladas,  .q^e,  todos  lo$.  sis;t^ma^. 


330 

de  gobdeiuió  que  ^-e  ha'ñ  :J>laiiiteado  y  Ío¿ 
qtue  en  adtelíuite  pretenda  ensayar  la  in- 
faítigable  yói^hiUáká  <Jel  hombre,  pueden 
reducirse  á  dos, :  el  sistema  pagan  >  y  e: 
stsíema  cristiano. 

'En  el  primer  sistemia,  sea  cual  fuere  la 
forcDia  de  gobierno  establecida,  moníárqui- 
ca,  aristocrática  ó  pojpudar,  la  voluntad  del 
hombre  -es  la  ley  suprema  que  rige  á  los 
puel>Ios,  ley  que  no  reconoce  otra  ley  su- 
perior, volumtad  que  no  se  doblega  ante 
ninguna  Otra  voluntad,  regki  de  oomdfucta 
imfpuesta  á  los  ciudadanos  que  no  se  su- 
jeta á  otra  regla  **iguna.  En  este  sistema 
se  desconoce  por  completo  la  existen<íia 
<ie  \m  tipo  eterno  de  perfección,  al  cual  ha- 
ya wc^dad  de  ajustar  los  mandamientos 
d>e  la  autqnidad,  so  pena  de  usutipár  los 
deretíbos  de  Dios,  de  hollar  los  foeros  sa- 
grados (de  lai  justicial  y  de  traistoraiar  loca- 
mente el  orden  social  establecido  por  Dios 
mismlo  sohre  ¡lí  iancha  y  s^egura  base  de  ^u 
ley^  que  e-s  lar. ley  del  cristianismo. 

á^mejantte  sistema  reinó  casi  exclusiva- 
ngiente  ^n  la?  sociedades  antiguas,  en  las 
cu^es  la  voluntad  de  la  apersona  ó  perso- 
nas, encargadas  de  contfecaionar  üas  leyes, 
era  la  ley  úni-pa  que  no  admitía  apelación, 
ley  stíprp^^nu^,  inexorable,  ineludible.  E«i 
las>naciopeis  regidas  por  urn  gobierno  po- 
pVi^arr.  p  fepul;>'íicaino,  el  pueblo  era  el  sobe- 
rano omnipotente,  cuiyos  catprichos  no  se 


336 

Siijetabaai  á  regla  alguna  dé  twl  orden  Sü* 
perior,  y  en  las  sociedadíes  gobernadas  por 
ni^dáo  de4  sistema  monérquíco,  la  volun- 
tad del  Rey  ó  del  Césaír,  supremo  Itn>pe- 
ranite  y  Pontífice  s.u|>nemo  á  la  vez,  dueño 
de  vid-as  y  haciendas,  era  la  ley  por  exce- 
lencia. Vemos,  pues,  que  aníbíos  sistemas 
die  gobierno,  eí  rL^uiblioano  ó  poputer  y  el 
monárquico,  venían  á  ser  en  las  socieda 
des  antiguas,  en  la  esemcia  de  siuis  doctrí- 
'Ua-s  y  es|>eciailmen.te  en  sus'  resultados 
prácticos,  una  misma  cosa,  un  solo  -siste- 
ma que  hacía  gemir  !á  los  pueblos  ihaijo  ei 
yugo  inso]>ortal>le  -de  liai  esclaivitud  y  «la  ti- 
ranía ;  porque  si  bien  el  sistema  repu'bWca* 
no  ostentaba  algiumas  apariencias  de  líber 
tad,  ésta  qu»edaiba  ilus^oriada,  no  sokdieit- 
te  por  ciertias  Ansitituciones  sociales,  como 
la  esclavituid  y  ta  división  del  ipueblo  en 
castas  radicalmente  separadas  entre  sí,  que 
impedían  que  el  miaiyor  número  gomara  si- 
quiera de  esos  vis/lumibrés  de  libertad,  si- 
mio principalimiente  parque,  una  vez  elegi* 
d'Ois  por  el  pueblo  los  maoidatarios,  éstos 
comenzaban  á  legiislaír  sin  sujetarse  á  ley 
alguna  de  un  orden  suiperior  que  garanti- 
zara lia  liibertad,  ¿y  qué  imlporta  ai  pue* 
blo  el  d'eredluo  die  dtesignar  á  sus  gober- 
nantes, si  éstos,  en  el  ejetxricio  de  la  aju»^ 
toridtad  íik)  han  de  tener  por  morma  de  süS 
aicítbs  más  que  los  caprichos  de  Su  volun- 
tad suprema? 


"Gaila^  seoledÉH^Hes-  tnodernas^i-idesée  ne< 
Renacimien'toihdtiúar-iiuestiiQs  4n^  irías  ipar- 
ticiiianhéníe,  vcarnotí':  repetirse  este    n^isiikO 
jfeoóméiiOivDfisd'e  que  tel  esjpíiríHii  ddipíi^i 
rúsm^ime  inftroidiig&  •en;  éllcós'aaóíf'  (^cias 
sociedades  modíemas,'  roahpitffiído^I^aicknt- 
rabie!  imídad-  'ea  .ideas^  lyi  seirtimietitis/que 
¡erii.eshredio.iy*  >atnoF09o  lazo  » ügára '  á : 'los 
diivefl90Í9  ;puebk)«»{qiie  duxtmitt  ki  )£dadM?- 
d>^  cTÍBciaii  y  &e;rdiesia2}iN)4]aban'.  á  la  >soti|- 
bra  dé'  íU»  Iglesia^.  i&^ "señiaáarcffi  ^ti<  soAobs 
ittkÁ .prtáiináb^lkisn éois  (cá!mipo¿>  Í0[cie;i&tenir 
ipre  han  dí^idíid¿  á  la  humaiifdaxir^!  Eiictl 
¡rampo  |wií¿MWDí  ^emoBíbüdlír  ytrevoíf'erse 
' en  conf¿sOiyi  á^tack» 'rtM>iri]i![))ie9ÍtO'  ttiii «jér- 
ckp  de  tebrías/  tná»  i  ó  -  nieiDOs  descabeHcl- 
dós^  naáá  h3  inencfe  íkreWjraJUei/yífá'O/irihiídí- 
cu.UBl  f)éro 'falsas!  tódas'  yi^qtxe  \pvktáím^€\z- 
sificacsr'<tahlbién^redlu<di¿fi4o¿»iS'á  ck»  »q- 
lamente:^  ja'ti3i6iia  idetnagfó^íoa  dbi  fibei^a- 
•  ]ásihfaí.-yíila>.tebriá'¿esarislBJ   .-.rTit^'»!)  ;?■..! 
'  j.  fEidiba»a&riio>  dicer  '^'Id  «sdíjoratifá.  iMsi- 
rde>ííes«l?!dia1riiT  •MOTÍgbMri'aímCTite"?:Méní  i.fi 
jpueMofny  ifk>  jque  fcli  ptiebkj  d>edirc<H»-eS)llo 
'  justo  «yáo  rverdacterb ;'''  y  el  *G«8áTÍ3ih<V>dicc : 
^-el'IReyj.ó  cB  Ccisares  1^  i)é-rsórt»'"Mittkiíe- 
'  díaAaMenitJe"  (feísigiiada  *  por'  DwépñfH  ^m- 
r)#iaiTrp,  ipOF  cóiTsi^iileiite,  e]  Re^p  óiel'í€3ésár 
-  es^ra^f  vhra''  .y-tsti.'UPcrfuiitaá  ofo.  irpiionoce 
.otírat vQJiírartaii^-sufietior;':-  Aímvbo^  sdsi¿«i(»€ 
MiTfatistruosDS^'por  más  cohtmríos'qtie^á'tpri- 

íffi«bffvíf<atíípsw^ziaan^  ^oim'«í«  eíiibaTTO^  -fin 
^ '   P*Dce  y  Font.— 4$ 


;888 
•  su  «tenbia .  3^  >  len.*  ( »}»  vtsvM&dos    fxr&otikos, 

b^  aipaieosis  idi^.  id  iraizpii^  ^  \ptíit  imedie  i  ido  üa 
-KattnoipGteficnb  xtél  «ptiebio  tó^^arioitninj^fQ)i(en< 

/^i  A'^aaiix)is;isástieniaS'CobKriea«e^>pium  lalde^- 

ctipckkni/qiae'  dd  oeeammo/ h^de  d'  sabio 

'aáádr)  íaiif eiá  'eiAado^j  yiitQti^ás!  'paidbFas>véb' 

-pioEenios  aquií.pana  eoMpktar  rlai  ido»  q^ 

'  deÜ».'  tefver se* .  deir  t  Qxi^njüSitiió :  |>oilítieb  iqare 

Jm>i«mna|díiida  á  iasi  ^oteklaBdésirjttiai^efñas. 

íDtcb  asfci;!.:        ■:  t'  j.f   r.  ('i'/¿»; /iír'fir.íí   -íiq 

')  f^íEfi/«Bte  wsistemaui:  elr  h<KE|)^     spciaí, 

ejñanoípaáo  de  iQsirleyestii^^in/iiim^'iTeiiia  sin 

fiSoalIizaoi6n  ea  las  alniasf  y  ehdos  oúerperv 

Sé  ratfsón  /es  ;laí  rinegla'^ úe  4o  ^ vercEadeiN],  yjÁu 

vóluti!tád'^l  <M|iget«'idelídcreaho.'X&}  íiii'í'tsa- 

premó  de  ^sü-  potóiticá».  csíiel'fciefteaíac  »áia- 

Los  destinos  futuroír.  il»  ^i(alCJi?tl(máni<dach'ñb 

-entraíririKam:  imdá  en  r>ib  oaiat&aSy^fiíoSáL  él 

ía  ndfigiofrmotfessFnn&srT^ue  tt'rf^ibstimiie'Bto 

de^  reiiia'do  »qti€  él -tiene) fCfii  «^  /mohó^uf^- 

gfvc{n>d^a:  tomo  cimí'qukTl'<)(tiT>-/r»fno  deír^ 

-«hiMriisirra€Íón,  poip  «njeájo'  de  «sa?c«íB<itóí;, 

-  m&  lBfrck5irrtaH'0©( :  y.*,  '^aipreiv^^   MicnfctaABíi:« 

^íwtéi^és^lo  e»%e!,  y  en  íos.:limitesí«n.iqi»>*e 

'corm&te,  bi  h»ee'resperta.r,vy's«m,  fe&'át>aft' 

«dbifá-y  lia  *fnajki^e^^i:«írrdi^^ 

ífKK' <»ntr«tíffctafií«s  «[«6  •»«|n,^^cssii!í'Tttafi'ífne 

Ifc  .gar^riietceiv -sw  >g^>ceB^N  «nwitciiikndi^ral 


.^9 

flucblo  ci?,  la  ^hfák^cj^,  son  bjuenas  á  sus 
OJOS,,  y  las  protege  á.  fco^  sin,  creer  en 
ni^igíaoia.  .'  ,  . 

,    "I^ual  suprwií^cía  tiene  en  el  orden. so- 
cial.  Todo  ep^jé\  viene  deí  hombre  y  al 
ibonibpeí;  vuelve.  El  fs  qárien  por  imiedio  de 
un  <;<?ntnato  formu'Iádia  y  firmado  .por  él 
.  mismo,  ftunda.las  sociedades,  crea  el  podier 
y  lo  dele-ga  ,páfa  volver  á  recdbrarlp ;  mar- 
ca»  la  .libeiltatd  -de  cadia  uno;  constituye  la 
.  proipi^diad.;  já^.  •l'a,  cd^ucación ;  gioibicrnia  las 
.  fortviTLa^,  yj^ipada  ^  sube^trae  ^á  su  s»cíbera- 

/'^gúít,  pt^ues,  se  v¿,  el  /-esarisínio  es  la 
í3pi<p«teiíi^Ís,.'S|üciail.dlel; .hio«nibre.  Én  ipríncipio, 
est.la,  ,  pfo^lanniafrión  de  k)|3..díe'recbos  d(v 
hqffApfe  ,<x>ntr^  l<;>s,derechios  de  Dios,  y  Cl^ 
ei  fbefáíp,..-^!  ,(lespptism,o,.  elevado  á  la  úU> 

...Tjal  e,?,  I»?', p)o»\ítÍ9^. pagana.  ,      

:  'Ep   P^^rp&i  art,ícu<¡Jps  haremos   una  breve 
exposición  iíe  la  ¡política,  Cristiana. 


ni 


_. /Cuando  las  tinieblas  del  paganismo  cm 
bríaíi  toda  la  tierra,  la  inteligencia,  humaría 
g.emía- víctima  del  fanatismo  y  la  supefs 
tición,  del  error  y  la  igncirancia;  el  hijo  4^ 


340 

familia  siifría  resigiiado  la  de'sfpótica  y  tói"- 
bara  autorhíad  del  ipadre ;  b  esposa  no  era 
para  el  mairádo  más  que  el  instrumentó  de 
un  paisajero  placer,  y  vivía  destii'tuída  d€ 
toda  aiitoridaid,  de  toldo  derecho,  tal  vez, 
aun  sobre  lo^s  seres  i  quienes  iha'bíá  dajJo 
la  vida;  e»l  pobre  esclava,  andrajoso  y 
misierable,  m^  era  para  su  avoinof  «dueño 
n^is  qiue  una-  ''^cosa*'  cuya  estimación  se 
hallaiba  en  ra^óii  directa  de  sus  habilidaides 
y  prodiuctos ;  las  clases  ínfimas  de  la  socie- 
dad se  arrastraibarí  itrá'bajosamente  en  el 
cieno  die  las  ciaidadx^si  x>apuilloisa*s,  dtestilnti- 
diast  de'  todio  dlerecho  político  y  aiun  civiá ; 
y  en  fin,  'los  gobiernos  cuya  autorijdarf  no 
tenía  n;á,s  fundamiento  que  la  íiecesidíaQ, 
Tnd  más  origen  qiuíe  la  fuerza  y  la  andaciaj 
se  hiallában  en  constatite  y  tremenda  lti«(áia 
contra-  el  pueíblo  á  quien  vejábaíi  y  tirani- 
zaban con  cínica  i'nédk'hcia,  (¿y endb  á  me- 
nudo deshechos  a!  fuiríóscí  embate  tí«e  las 
oleadas  'fevolücioniárias.  ^  i  s    ; 

Piero  !hé  aquií  que  alboreíai  en  los  hori- 
z^ontes  el  día  esplendoroso  de  la  libertad. 
— Un  niño  ha  nacido  poibre,  obscuro,  en 
la  gruta  más  humilde  de  los  alrededores  -le 
Belén.  Reyes  y  pastores  doblan  ante  él  le- 
verenites  la  <rodilla  y  le  adoran,  enseñan  ^ 
fíSl¡e.;hecho^ail  mundo  que  desde  aqluel  inr- 
tanté .  dichoso  todas  las  raza-s,  todos  'los 
^pueblos*  se.ráni  oomsiderados  "igualtes**  an- 
fe'Dlios;  '     1 


341. 

Treinta  años  después,  es^  déhjj .^iño  con-  ; 
verti<k>  en  ¡homlhre,  comenzó  á  conjiruover 
la  tierra  al  solo  inifki'}a  de  su  palabra  au^ 
tera   y  maijiestt^uosa,   de  su  dioctrina   &uíbli-\ 
me;  y  s^xíqnt  decía  <jue  su  reino  no  era! 
de  este  nHuipdo^  diesde  entonces  comenzó  á- 
efectuarse  en  las  ideas,  en  las  costumíbre^j 
en  el  fon-do  del  hiogad:  doméstico,  en  las 
ini^titucktties  jpíúblicas,  en  las  leyes,  en  la 
sodkedad  entera,  una  len'ta  pero  compleja 
y  absoluta  transformación. — La  «mujer  fué 
elevada  al  rango  de  comvpañera  del  honi 
hre;  el  paidre  «renunció  á  Los  bárbaros  de-- 
techos  qute  tenía  soíbre  el  hijo,  pero  e!  hi 
jo  aprendióy  -al  mismo  tiempo,  á  reveren- 
ciar al  padlre,  considerándolo  conK>  al  re- 
pnesentante  de  Diois  en  la  tierra  respecta  á 
ilta  familia ;  las  cadenas  de  la  esclavitud  e<m- 
pezaron  á  «ro-mperse;  los  gobiernos,  com- 
$)rendtien<lic'  al  fin  que  el  hombre  no  tien- 
por  si   mism.Q  autoiridad   alguna  sobre   e¡ 
hombre,  com»enzaron  á  ajustar  el  eje*-cicio 
del  poder  á  la*  reglas  de  la  justicia  y  á  r» - 
prescripciones  de  la  ley  divina,  y  los  pue-, 
bloís,  mirando  en  los  gobiernos  á  los  re- 
(presentantes  de  Dios  en  la  tierna,  les  pres- 
taron su  oibedienclia. 

El  cristianismo,  pues,  es  la  misnua  liber- 
tad; pero  jaimíá'S  de  su  doot^rina  podnán.  de- 
ducirse esos  principios  que  prioclama  y 
sostiene  el  mioderno  liberalismo.  Lejos  de 
enseñar  que  la  soberanía  reside  en  el  puc- 


34!í 

bk>,  atfce  qué  t<>áo'poiáet''i/vtne'éé'V>ÍbsyU' 
jos  d'é  aconsejar  qiíe  se.  diéspojáira'  á  nadie 
de  sus  bienes  ó  de  predi¿ar  el  corntrnisírio, 
manifestó  y  enclargó  que  se  tuViérá  einiás 
profuinido  respeto  á  la  ^napiedád,  que  es  v 
debe  ser  sagrada  é  in*vroía!blé;  l-ejós  de  í-e- 
lajar  los  vinctuños  de  la  familia,  estrecJrój 
por  el  contrario,  los  lazDs  qu-e  liáü  "unen* 
lejos  de  predicar  á  los  pueblos,  como  san* 
to,  el  derecihk>  de  insurrección,  aconsejó  y 
prescTÍibíó  la  oíbedáenck  á  l-óís  gobiernos' les- 
tablecidos,  resultando  de  todo  «esto  el  or- 
den» más  anmónico  y  (perfecto  eñ'  la  fatnilia 
y  en  la  sociedad. 

Esta  es  la  revolución  que  el  cristianismo 
dbró  en  la  síociedad  y  en  la  política. 

*'E1  orden  pasó  del  mtmdO'reHigkxso  al 
munido  moral,  dice  un  «autor,  y  del  mundo 
moral  al  mundo  pialítico.  El  Ddos  católico, 
creador  y  sustentador  de  todas  las  cosas, 
las  sujetó  al  gobieirnk;)  de  su  providencia,  y 
las  gobernó  por  sus  vicariios.  San  Pablo^ 
dice,  en  su  "Epístola  á  los  rOttnatiós,"  cap: 
13:  "Non  est  potestas  nisi  a  Deü;''  y  Sa- 
lomón, en  los  ^Tnofverbios,"  cap.  8,  vers. 
15:  "Per  imfe  reges  regnant  et  conditores 
legum  jusita  decemunt.''  La  autoridad  de 
sus  vicarios  fué  santa,  cabalmente'  por  lo 
que  tuvo  de  ajena,  es  decnr,  de  divina.  La 
idea  de  la  autoridad  es  de  origen  oatólico 
Los  antigulos  gobernadones  de  las  gfentes: 
pusáe?ron  sai  soberanía  sobre  íundamenttos 


9a8 

liUfftánós^;  ^bb<x7\^íron  para  'sí '  y  gdbfertíá- 
ron  por  la  fuerza.  Los  gobemadorí^íaato-' 
licosytiíiiíéfittósé  en  írítíi<la'  á  $í  proj)iosj;  nu 
faiE?ix>n  ^íA-^éo^á*  girío'nii'rtiáW      <fe  Dios  ^ 
s(^Vi*>héá  cié'  íéé  pútbtós.  Cb^íkj'é!  hóm- 

to  «3é>ó  dé  S^r  *s«cd^vb'-dií!  hómíjire:'  Na<l*á' 
hk f\  ár  úw  tiempo  tfñsmo  mhs  fesj>'éf,aiM'c, 
más  l'S^ofl&rpdé^-  y*  í.fi^is  aüg^isUp,  «qiciié  hjs"  p^la- 
bíftfs  .qfcíé  S^Igflési^  ponía  eh  lófe  tíidos  de; 
1<!>¿  jrf-ín<íLpfe  ciSstíáWós,  al  'tiériipo'  de  '  su 
coñsá^l^ién^í  *^ohtód  ésVe  "bastón  ccínfío 
eí"*é!íi6í^n^  d^'  Vane'átró!  sagrado'  'pod¡er,  'y 
psTá'ifié'  pdAéá^'  iótkÍñc2Br  al  díéM;  '^stéfuéi 
a!'qtó  vaHla,  corregir' áJ'Vfidoíso,  v  ITevaí' 
al'^^í^fttéüib*  ipbr  d'  xamíhib  <4é  la  '  S^Wicióh. 
Tbrfñátf  ^1  c'érKí;p  ióotfftb '  la  'té0& '  dtí  •  la;  -ecttii-.. 
díad;  éÍTÍna  qtie  gtólfbierria  al  itóéno  y'.¿¿'sti- 
gá'aF'frtaío:  aprfended  por  aqtó  a  áiii^r  la 
juá'ti'da  y  a  abciri^ecér  ¿i  ihlquidad.'*  Esittas 
páfaíW-á^.  gúardabátií  u^níi  /cónsonancáa  'per- 
fecta/¿fon  !tá:  id»ea  dé*  %  alitor^idad'  legíti- 
«rtfej  receladla,  ái  mu'ñd'ói  por  Niiestro  Se- 
ñaÍr'J^stijcR$t6:''*Scftis  qttáá  íli,  ^qtui  vidiéil- 
liff' [ÍHh¿iípa>rf 'gent^^^  domiinuntuT  eis: 
et'  p4ftíi¿Iptefe''"hábent  ipáorum.  No^n  ita  esl 
antem'iíi  Vobis,.  sed  quicumqne  volüérit; 
fiérl  -nlajof,  erit  Vesiier  mimstet:  et  güi-' 
óiriiqífé  Vtoluferit  ín  vo-bís  prii^uis  esse. 
erít  ortiñiqrtt  servüz.  Nam  et  ííKús  holninis 
ilictni  <Vénít  ut  miinisítraretuír  ei,  sed  ut' 'mi- 
nistráiref,'  et  daifét  aiiitnam  suam  redemp- 


.  ;;io49s  ganeirjcmrcjgtfi  ^^ta,.rf?xo;iíqpn  xj^^n 

segun<J<^s, '  rfjoncjqe  ^p.^.  HaíbieiKlQ[,  dpmifl^^  -. 

dje.  la^jfüer?^'^nc^  ya  lo¿  cuerpps  y.¡ 

los;  '^spirítüs  'j<úntáfiieoít¡¿;,  .s.i^stentadpfe]  por* 
la  fuerza  diel  díereciboi;  J<>!s  ( ppribiíC^^ 
que  ,Üe  ía  obediencia. 4el  hpñ>bre  p*sarc«; 

db^dien¿)a  fósrzaiÜa  psasáirioin  á  ,4a  pi>^díen- 
cia  ^oasenti'd'a-  ^liipero^  sj  todos  ,gaiíiux>t% 
no  ganaron  .ítodo¿  igmlmp^tf;,  opinio,|^vierA 
que  tos;picin.cípe,s,  erij  ¿1  lWch9.JnW3!ra}^  d*' 
goKern^í  en,  noen'^r.e  dé  Dios,  íepre^^la-f ; 
haWj  afla;  Kupi)^ni(^4  ^^^9  S"'  .PW^.  ^^  vís^t^p 
de  $!U  iirnipójbeAcía  para:.c<?p§tituir  uaaa  auto- . 
qdadiegitima  por  si  sqi^y.\exi  su  nonibfe 
propíp,  niii.en^as  que  Ip^  jppebflos,  en  el  he^ 
ch<:)'.  hjisipo  <ie  11Í9  oí)pdejC«?r.  «^  el  pijíi^cipe 
sinior  a   su  jPios,^  >erai:^.  los  represeniáate?/ 
de  -lá  mas  jaíta.'j.'  giprJiQ^  de  las  p¡re!íro^4'- 
tiva^,  hiiímiatia^^  íaí  que  cqpsist^e  !^  ,no  suj(5- 
,taj-s^  síno'al/yuígo  (Jié  }a  autü¡r,¡4^;di>^ínf|. 
Estó,  siry^e.i^árB. . explicar  poir,(Uii4,partj?  la. 
siqgTuiax  m^xiestíia  .ci9.n  'q,ue  *  i^es^pw^decei; 
en  lá  hitarla  los  príncipes  dkhosos  á,  quie-. 
nes  Ips  hombres  llaman  grandtes,  y  ^  Igle- 
sia líamá  santos ;  y  por  otra  la     singular 
noble^ra  y  altiyez  que  se  ech>3  de  ver  en 
el  semblante   de  tiodos  tos  paaieW<>s  cató- 


345 

lieos.  .Una  voz  4e  paz  y  de  consuelo. y  d-e 
miábricardía,  se  había  levanítado  en  ei  nuin- 
doj  y  faáibia  résonaáó  hondamente  en  la  ; 
conciehaió  hiMnáiaa,  y  esa  voz  h¿ibía  ense- 
ñado á  las  gentes,  que  los  pequeños  y  ane- . 
nesterosos  nacen  paía  ser  servidos,  porgue 
son  rnenesteiTÓsos  y  'póqucftos ;  y  que  lofc 
gramdés  y  ^k>s  ricois  nacen  para  servir,  por 
•que  son  ricos  y  ¿porque  son  'ginaíndies.  Él  Ca- 
toHcisimó,  divinizando  }a  autoridad,  santi- 
ficó la  obediencia;  y  santificando  la 
•uttia,  ,  y  diymíziaindo  la  otria»,  oondlenó 
erpfgtulío  en  ^  sus  mjanifestaciones  más. 
tremendas,  en"^  el  espíritu  de  dominación 
y  en  ej  espírjltvi  de  rebeldía.  Dos  cosas 
son  de  todo  ptwito  imtposibles  en  una  socie- 
dad verdaderamente  caitólica:  el  despotis- 
mo y  I¿^s  revoluciones.  Rousseau,  que  tu- 
vo a^gúh^^s  , veces  súbitas  y  grandes  ilu- 
minadones,  ha  escrito  estas  flotables  pala- 
ibras;''*Lps.go)btieni)pis.m<^^  son  deu- 

dores índudaiblwenite  al  Cristianismo,  por 
una  parte,  de.;  la  consistencia  de  su  auto- 
ridad, y  por  otra,  de  que  sean  más^  gran- 
des lo?  intervalos  entre  las  revoluciones. 
Ni  se  na,  extendido  á  esto  sólo  su  influen- 
cia; porque  obrando  sobre  ellos  mismoS; 
los  ha  hecho  mías  humanos :  piara  conven- . 
cerse  dé  eító,  mo  hay  más  que  conUpararíos 
con  líos  gobiernos  antiguos.''  ("Emile,"*  li- 
bro iQuaftto.)  Y  M'ontesquieu  ha  dicho: 
"No  cabe  duda  sino  que  el  cristianismo  ha 
Ponce  y  Pont.— 44 


S46 

Ct€íi(k>  erttíie  noáotros  él  <terecho  poUtloo 
qu^  récónoc^ñruas  «en  lá  ¡paz,  y  el  de  geií 
tes  que  respetaimos  en  la  guerra,  ptayos 
beiiii»eficíOs  no  agradecerá  nunca  súíficiente- 
nuente  d  gémtt^  humanoJ^^^físprit  des 
¡oís/'  lii<br(a  29,  cap.  -tercero.)  (i) 

"Apenas  se  com|prende,  pues,  cótmio  los 
gobde-mos  actuales  se  olvidan  tan  á  rrienu 
do  de  estás  grandes  verda-áe^,  y  repudÍQía- 
do  el  cristiaíiismio,  haciendo  ateo  al  Está 
día,  volviendo  las  espaldas  á  Dios,  no  va- 
cilan en  precipitarse  á  Los  abismos  de  la 
impiedad,  exponiéndose  á  los  furores  rev ".  '[ 
liicíonarío's,  consecuencia  Ilegítima   de   los 
pri.ncipios  atiárquicos  quie  ínctikah     á  los 
pueblos.  í 

El  ^liberalismo"  no  es  más  que  lá  vuel- 
ta del  riniumdo  al  paganismo,  mal  encubier- 
to co-n  los  ropajes  de  falsa  Kbertad.— ^Este. 
que  podemos  llamar  "neo-paganismo " 
aplicado  a  la  política,  ha  hecho,  por  (xxi- 
siguientte,  imiperar  en  las  modernas»  socie- 
dades, las  ideas  y  los  principios  que  ser- 
vían de  fundaimento  al  antiguo  oesarísmo: 
él  ha.  persuadido  á  los  gobiernos,  (le  gue 
todo  lo  pueden,  de  que  sobre  su  omnímo- 
da voluntad,  sobre  stis  leyes  dictadas  á  ca- 
da paso  por  la  pasión,  el  capricho  y  la  ar- 
bitrariedad, no  existe  ninguna  otra  «volun- 
tad, ninguna  otra  ley  saiperior;  él,  el  quo 


f  1  iDonoso  Cortés.  '  Btv  ayo  sobre  el  Catolicismo.' 


34t 

!iia»^«ñtíb«[>€cidí^  al  piMíM<y  hkaéñitotó  créet 
q«e*feS'él  Aiittco  s^éí"aiK>,:el  qüe^á  meldidia 
de^ftáS  antojos  dá  y  qvMei  el  póíd^  cuándo 
-mejor  k  place;  y  oomo  consecuertda  de 
taáes  despnofpósitos,  los  gobíeraios  legislan 
sin  soajetarse  á  la  ley  divina,  y  de  sinrazón 
en  -sinrazón,  oon^en  desatentadamente  has 
tta  alcanzar  el  fantasma  de  la  soberanía  ab- 
soluta, es  dteír,  el  despotismo,  el  peor  de 
los  'desp<:jktisnK>s,  el  despotismo  ateo.  Doi 
p4ijélí>»á;'-fiiJtáhxtofsé  las  -má'áos  con '^inde- 
cible trlacér^.aj  ihirarse  adornados  con  el 
maxtto  h.iechó'^giiioihés  de  tos  ¿ésates,  sé  ca- 
lan fiáaiíá.  Ids'ojos  d  gori^  írigio,  ^oítian 
en^us  maincís  d  hacha  destructora  y  nom- 
pen  en  núí  (pedazos  las  sfílas  'de  süís  go- 
beicñaiiítes.— L;ás  revoluciones,  la  afiarquia 
ó  ¿r'nriás  bdSó^  despatisimiQ^  son  el  úni- 
od'  patflfflóníor  die  los  pueblos  que  de  tal 
madera  s^' enoalbritan,  comodáce  un  sa- 
bio áutór,  tajii  la  manó  de  Dios. 

íRecórráse  la  historia  de  todos  los  pue- 
'bl05  modernos.,  y  ste.  verá  que  alládoi^de 
han  lógtódo  prevalecer  las  imspiraciones 
del  neo-pa¿ánismo,  las  revoluciones  se  han 
stibedidó  cóíl  pasmosa  rapidez'  y  la  sangre 
humana  ha  oorridb  á  (torrentes'. — ¿  Qué  há 
sido  dle  nuestra  adorada  Patriia,  de  nuestra 
jpotrt'e  Miéxioo  en  estos  úUinios:  Veinte 
afíós?  ¡Cuántas  fructuosas  lecciones  po- 
dríattiflóis  apnovedhar  si,-  ajenos  &  todia  mez- 
quina pasión  de  partido,  medicáramos  con 


3*8; 

calma  y ;  si^feijiid^d  s^tg  \  .)o$  tristísimos 
acontecinijeí^tos  qu€  duíiant^.  este .  tieini>o 
han  témelo  Jugar  en  nu^s^w  st^ek>  engan- 
grettiitadibr'  ,    *  ,-    ,. 


IV 


En  nuestro  anterior  artícítiilo  se  ha  visto  . 
cómo  la  Iglesia,  enseñando  á  los  pueblos 
el  origen  divino  de.l  poder,  lejos  ele  ahe- 
rrojar á' éstos  cpn  las  cadenas  áe  la.  escla- 
vitud, halos,  ipor  el  contrario,  emancipado, 
de  la  tiranía,  haciendo  está  imposiible  eu  . 
las  sociedades  verdadera,mente  cristtianas  y 
echiando  los  sólidos  fundlaimtentos  de  la  Ji- 
bentad,  pero  libertad  v^erdadera,  ordenada, 
santa,  no  esa  libertad  <jue  oprime  las  pc- 
pansiones  del  bien  y  la  virtud  y  penmite 
y  laun  protege  las    Ubres    manifestaciones 
del  mal.  i  .         • 

Peno  esite  principio  del  origen  divino  del 
poder,  hulbieíoa  .sido  ineficaz,  por  si  solo, 
para  fundar  y,  sobre  todo,  parí,  conservar 
en  el  mundo  la  libertad :  se  necesita;ba  de 
algo  menos  absíracto,  de  algo  más  prác- 
tico y  positivo  que  estuviera  continuamen- 
te á  la  vis/ta  de  los  homibres,  recordándo- 
les sluis  derechos  y .  persuadiéndolos  de  '«a 
santidad  de  su^  deberes;  se  necesitaba  *de 


349 

una  ley  ítKáral,  eoífíá  díte  Augusto  Náco- 
**!ás,  de  u-n  ideal 'de  razón,  de  justicist,  de 
brdeñjd^  sociabilidad,  de  deber,  oonfonme 
al  cuiai  piidiéraimios  hacer  nuestras     leyes, 
reglar  nuestro*  deludios,  asegurar     nues- 
tras lalaciones,  régif  tiüésf ros  destimos  gü- 
-  bucos  f  se  necesiiitaí>a,  en  fin,  de  e$a  ley 
siuperior,  de  esa  Tegla' invariable  'de     que 
hemos  haíbfaidb '•en  riuestt^os  articulas  añte- 
ribreá  y  de  que  carecíá«ñ  las  sociedades  ain- 
tignas:  ''^Ciceróln,  kña'dé'  éráutc«^  ániéi  ci- 
tada, hiovidió  ins:tin1íivaniien'té  de  tó'^  tpre 
serttimientos  de  Renovación  universal    gtiii 
ágítátón  éttt(3ínces'al  hiuindo,y  eíí  que  se 
inspiTábá  ail  mismo  tíehlipo  la  ntlista'  de"  Vir- 
gilio, había  soñado' -eité  ideal  imbral  con 
esa'cétosá!ih!5ógridad;qu^  litbi  se  presté  "á 
ninguna  diminución'  rti  dfvfsiénV  y.<fué  idtfn- 
tífi<íitda''A.bios  rtiismío,  ^  áütóó  ^áutór,'  de- 
tía"  bóntra^r -un  oai^ácter  iiéHgkiíá^  de*  ism- 
VérSaídad;  tfe  ¿aitóficidád '  sófeH*é  tx!>dos'los 
Estados'  y'.sobte!  tíodos  los  ^  ptiéblosf.    Hé 
•aquí  cómo 'le' prdáiagáabá  efr  un  "léníguaje 
qtíe  es;'hb  sólo  «ef  dé'tW'filíés'(?)í<>;  sirio  que 
.páhsfce.  ser  ééiki'  profeta', ' como  di<*e ■  muy 
"b?én  Lactaficío,  á' qlutiein  d'febem«d's/la'cón- 
sef\fáción  de  -éáe  hermoso  írá'^entoí 
"**Hay  ivt\2i  lev^  verdadera  y  laibfíoliftá,  uni- 
versal, invatíáble,' eterna,  -tuya  voz  eííisefíi 
eT  íyién  qiié  ordtena  y-apaftá  det  ittáí    fine 
prohibe.   No  puede   debilitársela  ñor  nin- 
gund  ley,  ííi' qíiiilárselé  ttiada;  *'tii  el  pueblo 


,ni  el.  Seínado"  ppieickfn  .disp^í^^TW"  4e  jP^Jíe 
decefla ;.  étla  .se  in't^eripritftaij  á',5Í , jjoisjiija ; ,tu> 
.':s^rá''  una  en  Romia> -Ofia:  €t>  AtfBní^,i,u¿a 
boy,  otri  .mañana  í.'poT,  ío4aj3,  ;í.Jrt^%  í^n 
todos  t¿emipp3  **.reii;^ará"  ,e3a;^l,^^¡  ií]iiiwita- 
íble  y  santay.iqón.jella  Dios,  dueñ(>,  yV^y 
/del  inundo,  .Dip3  gu^  Ja  ,hizo,.,discut4Q'  y 
'sancionó,  i  .D^qon9C€i;ía  4£s.  aj^icarse.á  sí 
m^m^.  es  'hojijar^  .twijO  ,pu .  ji^ráleí^^,  ,^*s 
mfligirse,,  con.iestasiojQ^  jQj->pa;f):Í5q,.,,niás 
cruel,  ^un  cuando.  ,pudierítMSiU}>^^4'^i^e  já 
los  otilóos  supücipfi  <iu^  se'.cií^  eater  resef- 
^vaidlofe  |>afar«otrai>2w4i^.."  (i)  .',  .M.tr/tnn  i>  .- 

15^  Jky  n-Q  fiodá,^  p^r  oHra.íqMe,^íg>va?.\- 

g^io;,la  1^  ide.ía^  ,}=ey^^,;i^yr^je;iríi^,ííni- 

.  versi^J,,ky  ó,  Ufoui^J  d-^enj^ví^^i^^inaírsjííitiQ- 

.  das  las  djeoii^^  y..qti^/no,>pil^d^^^^^rjPíípü- 

diada  6íin,piGtt?^^e  ft^ifa',de'flaf,Jey,.ft.í-fr:n 

El  Cpstmm^imio, . dsitfid^  ?^ r  á  }p^\ i^^^ 
.4w>s  :cowo  -áí  las  .oftcioníes;,una.,l^y,,V»?iiífl^- 
sal,  ,á  la  cUíaí:  debien  ,fe^,;'l>oi;»ibres:^rfPglíir 
$tis  acciones  privadlas  y  los(,pwéblio^^,^iit1p- 
gislación  ,yrStf«  co^tojí^l^yes  ,pq?b;ica>s,;..,$¿i* 
qoie  los  'qa€  /mjarvdan,pi|t^au  coptr^viarüí-i 
n>drliQi:,d.e  sus.prras<jrÍ4)cÍ9n^s,'.e$  la  iWífí" 
<€ián ,  diviira  .que  nos  ha  ihecíi^<^Uriic¡at pre- 
sente de  la  lifeertadi; -poi^qwe  ¿cómodo  jba 
de  SiVwrgir  ésta  eti  una  nación  en  qiiepre- 
domineeí  qsip4ritii  diel  BvQn^elio,  ai^^.PM- 
yas  saatas  máxiínBS/ téngala  c^m,  j\m;\tiiqv 


351 

h,  ciMbeza,  .flo-  sólp»  I05  «  gobernados  ^  simo 
t^'rnlíi^l  tW  g^beriíawtós^l?  JcómomníO'i  ha 
dq/l^iiTfielf  astro  ^esplendoroso  dseki  liber- 
tad eoMm^  pueblo;;  en  que  4as  leyes  estiéii 
$uhQriáki94ím  al  tipo  «eterao  de  la  ley  divi- 
na, qde  es  ley  de  paz,  de  ord-em  y  de  verda- 
dera libertad?  -  •  '  t 
r.r  ¿Pero  estio^esdecir  que. el  Evangelio  sea 
la;  "leyi  tivü"  d«  lals  nacioaids?  '*De  riingún 
isníodo,  f  añade .  el  auáfór  taitas  'veces.  chado. 
E«  tJí5^;!errbír'«vo,  menos  condienafbk  qiie  el 
.primerto  (el  <jtie:idefiende  la  «emancipación 
«absoliW^r'dellpfcKlieírrteniporaií'de.  todia»  ley 

Los ;  minos  y.  Jas  >it»ci<añes  son  'd»el  orden 
d^  la.natuf»¿et«l:  el  Evangelio' es  delordien 
deia  gi»ci8í:  y  esto?,  dosNSwlenes  difiedten 
•ki&Q¡tailii'ef^.  Jj0L  s0cíedaid  humatia  $q  Mte- 
ve  ea  síík'eifertci-die  libertiaid:  y  de.reaponsa- 
IbáUikiKL  La  religicrn  .se  ^nuev©  en  .la  -saya  ; 
eirferaide  «griswría  y.feaivajcíÓB^    í       ? 

Cadiá  ima-tieoe.  s«,texistet«eia -p^  au 
.ré^híietHírstts  }ey«s.  .  «    '      -".  .: 

•  <;Per®  tqtiíé  íddber  deducirse  de  esto? 
;iQ\mino  tieñ)e-.'fela»cácm.?  Serta  un  absurdo. 
J^fes*.  ¿  p»fi9r  qué  se  hubiera  heciho^  el  or- 
den'4e«  la.  jarraci®  si  notuviera.dbjeto?  ¿Y 
cuál  es  €9e-obi<€to  si  h!o  el  ord'en  tíe  la  n^ 
titraK©f»?>¿iPebe,  puesi,  haber'  relación-  er- 
-'líte.la.fKLWrjsliwfflL  y  la.  írraría*  entre.  íais  wa- 
cion»esrTy  )íieí  E^vtineelio?  vVEn  .qué  consiste 
esta?  •  peBwjfóu  ?-:  BvidcntísiínitoitíMe-  en  que 


352 

las  naoioties  deben  arreglarse  por  el  Evan- 
gelio, hacer  de  El  no  la  leyv  sino  Iftr  4éy  *áe 
sm  leyes,  el  eapirtUi  «de  sus  iristiKi<5k»ies^ 
el  anotna  óe  sus  costumbre»,,  e^  isüma  '  de 
su  existencia,  el  principio  regmlaclor  de 
Éus  idoctfinas." 

Podemos  atin  añadir  que  á  esa '  ense- 
ñanza del  origen  divino  del  (poder,  que  ha 
ennoblecido  el  ánimo  de'  los  hombres,  dis- 
poniendo á  los  que  mandiui  á  k  beiug^l- 
dad  y  á  los  subditos  á  la  obediencia,  ;  '^ 
eí9e  rioo  presente  de  ttbertíüd  que  ct  GtisHo 
hizo  áias  naciones  con 'el*  Evangelio,  'él 
cristianismo  añadió  dOs  hechos  que  'son;  al 
«niismio  'tieinpo,^)a' práctica  y  coti'tintm' en- 
señanza á  las  naKíioneis  d«l  modo' 'de  s^r 
libres;  dos  ^hechos  que- son  te  raaüzácí6«n 
de  la  4ibetttad,  á  saber,  la  dávisión^del:  pdd^r 
y  el  ejenuplo  perpetíÍQ  de  la  Ig!tsiaí; 

En  ¿fecto,  ningluwa  que  hova  ojéaidó' sí- 
quiera  la  hislofia  de  -los  pueblos  an^t^üos, 
ipodra  inorar  qñe  en  esas 'sociedades,  el 
poder,  así  el  político  y  oÍTÍ'l-<imnoel  :re!.'- 
gíoso,  residía  en  uraa  misirna  persona  o  cor- 
pors^íón,  dando  par  iresultauOu  como*  con- 
secuencia necesaifia,  que  degenerara  fácí^ 
men^  en  el  «mós  espantoso  desobtismoi 

La  ^'Ley  Regia"  hizo  de  los  Césaráít  To- 
mamos Sumos  Pontífices  y  Supremos  Itfj- 
iperarttesry  este  poder  ilimitado  isohfe  las 
almas  y  tos  cuerpos,  poder"  qvte  no  ^yro- 
nodob  regla  m  ley  supenór 'i  qiué  ti  juntar- 


353 

se,  ipoder  anbitrario,  caprichoso,  ñif6i^s- 
truosío,  prodiu'jo  á  los  Nerones,,  á  los  Tiber 
ríos  y  á  los  iCaUgiilas  que  fueron  el  opro- 
bio 4e  k»  reyes  y  la  vergüenza  (Je  l^.  Hu- 
manidad; «mas  desde  el  «momento  en  (jue 
Jesucristo  pronunció  aquellas  magntñcas 
palabras  de  ^que  tanto  se  hai  abusado  en 
níuestros  días :  '"Dad  al  Césaír  lo  qn^  es  del 
César  y  á  Dios  ilo  que  es  de  Dios,"  lá  sc- 
mdlla  de  la  libertad  doinnenzó  á  germinar 
en  las  entrañas  de  las  sociedades,  y  -des- 
pués se  ostentó  cual  árbol  frondoso  á  cuya 
sombra  se  han  sentado  los  pueblos  ú  go- 
zar del  suave  ambiente  de  la  libertad  y  á 
descansar  de  las  fatigas  de  una  jornada  Je 
cuarenta  siglos,  verificada  en  •medí«>  <le  los 
sufrimientos  que  les  causaron  los  de^órdc 
nes  de  la  anarqivMa  ó  los  desmanes  ó  di  más 
desenfrenado  despotismo.  Sí,  á  piitir  ik 
•!os  tiempos  venturosos  del  gran  Constan- 
tino, el  podier  "se  dividüó:"  el  poder  reli- 
gioso, el  poder  sobre  los  e^ipíritus.  resirli.'> 
desde  entonces  exclusivamente  en  la  Igle- 
sia, tmaestra  y  depositaria  de  la  veráad.  y 
e*l  poder  sobre  los  cuerpo»  en  la  autoridad 
civil,  llámese  Rey,  Eoiperadar  ó  Presíd'^ii- 
te  de  República.  '   ' 

"Hacía  veinte  siglos,  dice  acerca  de  '^w  ta 
maíteria  Mf.  Gaume,  que  el  hombre,  escla- 
vo del  hombre  «mismo,  forcejaba  con  las 
^ladieiDas  qme  él  se  hafbía  voluntariamvnte 
mpuesto.  Dios,  pues,  tuvo  compasión  del 
Ponee  y  Pont. — 45 


354 

tnunéo,  y  su  Hijo  eA  persona  destesidtó  del 
detoí  para  regje»erar  todas  las  <osas,  tan- 
to en  el  orden  sociatl  c<Mno  en  el  religioso- 
Apoderándose  de"  la  "Ley  Regia.,''  la  hizo 
pedazos,  colgó  sus  restos  de  la  cruz,  substi- 
tuyó á  esta  constLt4icióai  de  k  más  mons- 
truosa esclavitud,  la  graíi  constitución  de 
4a  libertad  un^vorsal,  y  para  inajuigurar  uñ 
nuevo  reinado  y  una  nuevia  polMca,  "di- 
vidió el  tpddler''  (i)  creadlo  ei  Pontífice 
al  lado  del  César.  A  éste  le  deja  el  podei 
corporal,  y  al  prinaero  el  dcmiinio  de  4as 
almas.  La  sociedad  tetnporai  y  la  espiri- 
tual unidas,  sin  confundirse,  como  el  akna 
y  el  cuerpo,  caminatlán  don  paso  segiuro 
por  la  vía  de  la  ¡perfección.  De  este  modo 
se  salva  4a  libertad  humana,  haciendo^ 
imposible  para  siempre  el  despotismo  ce- 
. sáreo. 

En  la  política  cristiana,  el  poder,  lejos' 
•de  provenir  de  la  tierra,  desciende  del  cie- 
lo ;  el  César,  «mániatro  de  Dios  y  no  man- 
dataricf  del  pueblo,  deija  de  ser    "aíUítóno- 
mo"  (2)  para  convertirse  en-  id  primer  sá^b 
dito  de  las  leyes  dfevinas." 

Estos  principáos  fecundos  de  libertad 
haini  regeinloradb  y  isalivadk)  ail  miimia';  ¡  y  aun 
hay  tcáavía  quien  se  atreva  í  calumniar  á 


(1)  Véiise  á '«de  Geilachei"  ''Estudios  robre  Ba- 
lu8ti(>:'' prefacio, 

[2l  El  que  gobierna  por  sus  propias  leyes.  (N.  del 
T.) 


355 

ió,  Iglesia  Católica  increpándicxla  como  ene- 
miga de  ki  libertad,  á  la  Iglesia  católica, 
que  con  su  ejemplo  consta»n.te  ha  enseñado 
á  ,Ios  pueblos  el  modo*  de  ser  libres !  Por- 
que en  efeotoi,  ¿habrá  alguno  m-ediana- 
»mien|te  in-sitruídio  iqiue  ignore  que  es  la  Igle- 
sia quien  por  medio  de  su  organización  y 
-de  sus  asam-bleas,  ha  dado  idea  á  los  gue- 
giino  que  lo  ignore,  te  suplicamos  se  tome 
Wos  de  las  instituciones  libres  ?  Si  hay  al 
fo  niol«^stia  dfe  concedernos  aún  su  benévo- 
la atención,  y  consecuentes  con  el  propósl- 
lo  cjue  nos  hemos  formado  de  apoyarnos 
siempre  en  estos  artículos  de  la  aiutcrulad 
de  los  grandes  escritores,  por  V.i  convic- 
ción en  que  estamos  de  que  nuestra  pala- 
bra humilde  carece  de  todo  prestigio,  le 
copiaremos  aquí  una  página  de  la  magní- 
fica obra  que  D.  Severo  Catalina  dio  á  luz 
can  el  título  de  *'La  Verdad  del  Progre- 
so." 

Dice  así:. 

"Mienstras  los  sai)io?  Ji^cuten  la  natu- 
rakzEb  de  la  autoridad!  y  las  formas  cómo 
ésta  puied-e  aparecer,  la  Iglesia  asienta  y 
practica  la  única  doctrina  verdadera  acer- 
ca de  la  aujtoridlad,  y  ad«apta  unía»  forma  de 
organización,  umai  política  externa,  que  no 
es  (nitrosamente  la  monarquía^  ni  la  aris- 
tocracia, ni  la  república,  y  tiene,  sin  embar- 

,  k>  bueno  de  tjodas  esas  formas,  y  evita 
nalo  qu-e  dein<tro  «de  ^sas  formas  pudiera 


356 

contenerse,  y  con  dolonosa  frecuenciai  s^ 
contiene :  es  raonarqíuáa,  por  cuanto  el  p^ 
der  residle  en  «tuno;  es  aristocracia,  gor 
cuanto  á  los  mejores  puestos  son  llama- 
dos "los  mejores;"  es  democracia,  por 
cuflinto  paira  todos  los  puestos,  incluso  el 
pontificado,  son  aptos  "todos"  por  razón 
del  origen :  tiene  del  absolutismo  la  centra- 
lización; tiene  diel  const¿tucionaUs<mo^  la 
discusión;  tiene  del  republicainismo,. el  su- 
fragio. 

Como  dentro  del  orl>e  católico  hay  na- 
dones^  sujetas  á  todas  las  eniunciadas  for- 
mas de  gobierno,  la  Igiesia,  que  es  maes- 
tra de  la  verdad',  puede  eftiseñar  a  todas 
con  el  ejemplo,  mostrando  sobre  todas  ac- 
ción saludable  pcwr  lo  que  se  refiere  á  su 
sistema  orgánico,  á  su  nuanera  de  ser.  A 
los  reyes  enseña  la  Iglesia  con  su  pontifi- 
cado e^lectivo,  que  el  poder  se  recibe  pri- 
mero en  el  mundo,  y  Dios  lo  confirma  en 
el  cielo ;  que  la  elección  ó  la  herencia  no 
modifican  la  maituraleza  esencial  del  ^{>od)er ; 
unai  vez  aceptado,  sometidos  una  vez  íos 
subditos,  el  poder  es  la  representación  de 
Dios  en  la  tierra ;  *'omnis  potestas  a  Deo :' 
toda  potestad  vi-ene  de  Dios,  ora  llegue 
por  conducto  de  los  q«ue  expresamente  el^* 
geín,  ora)  por  la  suces'ión  hereditaria..  T^a 
Iglesia  con  sus  congregiatcionet.  y  sobre 
todo,  con  sus  concilios,  ha  ens€/&¿vSo  a  los 
pueblos  desde  los  rudimentos  de  los  siste- 


357 

«Tuas  llamados  representativos:  les  ha  eii- 
señaido  á  discutir,  á  d€*libe'rar,  y  hasta  á 
votar.  La  Iglesia,  elevando  ó  las  prelacias, 
al  capelo  y  aun  á  la  tiara  á  ¡os  hijos  d»*l 
pudblo  que  de  tal  hotnor  se  hacen  dignos 
.por  su  virtud  y  sus  lebras,  ha-  definido  y 
explicado  la  aristocracia,  aniquilando  los 
iprivilegios  de  raza,  qiuie  tanta  sangre  cos- 
taron en  la  Roma  de  los  Césares.  La  Igle- 
sia, acatandioi  en  el  úkimo  presbítero  la 
múisma  potestad  de  corrsagirar  el  (pan  y  c' 
vino,  qu«e  en  el  Sumo  Pontífice,  cabeza  de 
la.  jerarquía;  la  Iglesia,  reconociendo  en 
cada  cristiano  un  subdito,  sea  cual  ft»ere 
su  oottidición,  contando  el  número  de  al- 
mas y  jamás  apreciandio  la  cottidición  de 
ciudadanos  ó  extranjeros,  de  nobles  ó  de 
plebeyos,  de  ricos  ó  de  pobres,  d^efitie  y 
explica  la  d'emoarad»,  la  santa  igua^/lad  de 
los  espíritus  ante  Dios,  alterable  s61o  por 
la  diferencia  de  las  obras  y  el  cai;,dal  de  los 
merecimientos. 

<La  Iglesia,  legislando,  ha  dadlo  la  nor- 
ma de  legislar.  La  Iglesia,  gobeman'lo  con 
formas  no  definddiais',  ipeculiares,  "sui  .ge- 
nemis,''  con  formas  que  no  son  las  Ae  los 
«poideres  temporales,  y  sin  embargo,"  las 
a'barcan  ticic'íBis,  ha  dado  la  morma  'del  go- 
bernar. 

La  Iglesia,  ofreciéndonos  el  espectácu- 
lo de  un  Pontífice  que  se  titula  "siervo 
de  k)$  siervos,*'  Sumoi  Ss^c^rdót^  cu  va  n^i- 


358 

sa  tkne  el  mismo  valor  que  la  misa  ce- 
l-ebradla  por  el  úlitinio  presrb.í'tero,  «da  á  fjos 
que  mandan  una  lección  solemaie  para  que 
no  se  estímeai  de  mejiar  naturaleza  que 
los  stiibordiniaidos,  m  con  otra  alma,  diver- 
sa favorecidos :  la  Ig"ksia,  ofrecien^lo  el  es- 
pectáculo de  un  Pontífice  que  reiribe  la 
absoküción  die  manos  de  un  ministro  <}iie 
-es  súíbdito  siiiiyo  en  la  jerarquía,  da  ttn  alto 
testimionio  á  todbs  los  subditos  de  qx\jp  en 
serOo  mío  hay  humillaiciiáni;  pues  ofeedecieti- 
do  al  poder  justo,  sea  éste  espirituafl  ó  ¡tem- 
/ponal,  obedecemos  á  Dios,  y  á  Dios  todos 
deibemos  obediencia,  diesde  el  Pontífioe  Su- 
.mio  hasta  los  infelices  q^ue  se  a^itiaíi  en  las 
postreras  ca,pas  die  la  sociedad-.'' 


'La  miateria  que  (hemos  estado  tratan- 
do en  esta  sene  de  artículos,  es  inagotaible  : 
con  ella  tendríamos  paira  llenar  vojúni'i- 
««es  en'terois ;  perioi  es  necesario  Jtermi«a?ríIoSj 
y  para  hacerlo,  concluiremios  cumpUendo 
la  promesa  que  hicimos  en  mjiesíro  primer 
artículo  d'e  citar  Las  opiniones  de  alguno* 
grandes  escritores  de  la  Iglesiai  sobre  e* 
origetn  «dtel  ipodíer  y  dain  á  conictter  cócrio  si 
manera  de  enteindler  ese  dogma  ioiiparta.» 


359 

tísámo,  naicta  tiene  .de  contrario  á  la,  liber- 
tad: humana,  ni  á  la  razón,  ni  á  la  verda- 
dera filosofía. 

Los  •enesnigos  d©  la  Iglesia  han  hecho 
sieizq>re  grande  algazara  con  motivo  de 
ese  dogma;  pero  ó  too  se  han*  tomado  la 
molestia  de  meditar  en  él  con  tgida  la  cal- 
ma que  es  necesaria  para  los  estudios  »e 
lios,  ó  han-  querido  maliciosa  y  premedi 
tad^iente  diar  á  «las  explicaciones  de  la 
Iglesiia  torcida  ¿nteiipreiación,  pues  d<e  otra 
manera*  no  se  explica  su  tenaz  resisteiuoa 
á  aceptar  «na  verdad  tan  obvia  como  na- 
.tisral,  sencilla  y  filosófica.      ' 

Antes  de  pasar  ^delante,  bueno  será  re- 
cordar qiie^  esta  dioctrina  del  derecho  di- 
vino en  sus  relaciones  com  b'  sociedad,  hay 
<jue  dí-stiaiguir  dtos.  .puntos  iinwportíattites : 
primero,  eü  "oriígen  dfiviaio  diel  !pod»e¡r  civil/' 
y  segundo,  la  forma  ó  manera  con  que 
Dios  comunica'  este  poder.  Lo  primero  e? 
k>  qwe  constituye  el  dogma,  es  decir,  la 
verdad  revelada  por  Dios  á  los  homíbres. 
y  que  no  es  lícito  á  ningún  católico  inegar 
ó  poner  en  duda;  lo  segundb  es  otpiínaWc, 
y  ;ia  Igle«a  deja  á  su5  hijos  eti  en-tTena"  li- 
bertadl  díe  emitir  y  sostener  sus  opinioneSj 
cualesquiera  que  «eain,  siempre  que  no  .ata 
quen  directa  ni  ind*irectamente  la  doctrina 
•^atóKca  sobre  el  origen  mismo  del  poder. 

Respecto  de¡l  primer  ipuauto,  hé  aqiuá  el 

zonamieiíito  que  hacen  los  'doctores  c^- 


360 

tólicos:  Kl  homíbre  es. sociable  ¡por  su  'pro- 
pia naturaleza,  es  decir,  no  ha  sido  C!rea<k> 
por  Dios  para  vivir  eni  perpetuo  aáslamíien- 
to,  para»  anrdar  errante  en  omíedio  de  los 
bosques,  lejos  de  sus  semejan-tes,  sdaio  .ppr 
el  contrairio,  pora  vivir  unido  á  ellos,  gara 
fcrmar  la  familia,  fundíaimento  de  la  socie- 
dad, y  cdn«ervadora  y  jMopagadtoea  del  gé- 
nero huimano. 

Ahora  bien,  es»tia«  familias  que  experi- 
mentan unas  masnias  necesidades,  que  síien- 
ten  las  «mismas  inclinácioínes,  tiendien  po/ 
su  propio  impiuJso  á  reunirse  para  auxi- 
liarse mutuamente;  y  de  aquí  que  svajs, 
de  una  mianera  natural  y  espontiánea  la  so 
ciedad!,  que  no  es  otra  coisa  sino  la  reunión 
de  mayor  ó  menor  número  de  familias.  Pa 
ra  la  conservación  de  esta  sociedad,  son  in 
dispensables  él  orden,  k  justidaí,  y  para 
mantener  el  pritmiero  y  administrar  la  se- 
gunda, se  necesita  de  un  gwiajnda,  de  lun 
ejecutor,  es  decir,  del  poder  civil.  Si^  pues, 
Dios  ha  querido  la  existencia  de  la  socie- 
dad, y  ésta  no  puede  conservarse  sin  el 
poder  civil,  el  poder  civil,* es  conforme  á 
la  voluntad  de  Dios,  es  de  '^origen  diváttKx" 

"A  esto  se  reduce,  dice  Balmes,  el  fa- 
moso deredho  divino,  ese  espantajo  que  se 
presenta  á  los  iignoraxites  é  incafutos,  para 
hacerles  creer  que  la  Iglesia  católica,  al  er 
señar  la  obligación  de  obedecer  á  las  p- 
testades  Ilegítima^  como  fundadas  en  la  1< 


361 

de  Dios,  propane  um  do^^tna  depresivo  de 
la  dignidiaid  hiuimana,  é  incomipatible  con  la 
verdadera  líbertaid.      ' 

Al  oír  á  Ciertos  hombres  burlán-dose  del 
<ierecl>o  divino  de  los  reyes,  ditnase  que  los 
católicos  stnponeníos  que  el  cielo  envía  a 
los  individuos  ó  famüias  reales  como  una 
bula  de  institución  y  que  ¿gtioraimos  gro- 
seramente la  histKM-ia  de  las  vícísií.udes  de 
los  poderes  civiles;  si  hubiesen,  examina 
do  más  á  fondo  ^*ia  materia,  hubieran  en 
contradi  qiwe,  lejos  de  qoie  se  nos  puedan 
achacar  ridiculeces  semejantes,  no  hace- 
»nilos  más  que  establecer  un  principio  cuya 
tiecesidiaid  conocieron  todos  los  legislado- 
res antiguos,  y  concillamos  muy  bien  nues- 
tro dogma  con  las  sanas  doctrinas  lilosó- 
ficar  y  los  aconrecimientos  l"*itoricos.  En 
confirmación  de  k>  dicho,  véase  con  qué 
admirable  lucidez  explica  este  punto  San 
Juan  Crisóstonx)  en  el  homilía  23,  sobre 
íai  carta  á  los  romanos:  "No  hay  potestad 
**qtie  no  venga  de  Dios-  ¿  Qvié  decís  ?  ¿  Ijue- 
*'ffO  todo  príncipe  es  constituido  por  Dios? 
"Yo  no  dBgo  esto;  pues  que  no  hablo  de 
"nin«g^n  príncipe  en  particular,  sino  de 
*^la  mísnua  ooisiai,  es  dlecár,  de  la  ¡potestad 
**nMsma,  afirmando  que  es  obra  de  la  divi- 
"na  siaibiduria.  la  existencia  de  los  pninci- 
"  adiós  y  el  que  todas  las  cosas  no  estén 
nitregadas  á  temerario  acaso.  Por  cuyo 
^IQtrvo  no  dice,  "no  hay  príncipe  que  no 


362 

"venga  cte  Diois,"  sino  qu-e  traita  de  la  oosa 
^'•másima,  díiciendo:  "no  hay  potestad  que 
"no  veniga  die  Dios." 

i  Es  admiraiMe  la*  claddad,  sencillez  v 
concisión  con  que  San  Juam  Crisóstonyj 
ejqpfoiie  el  dOígmai!  ¿Qiuíé  püiedle  objetarse 
contra  esta  doctrina  que  sea  n^eüanaffnente 
razonalble  ?  Paira  que  se  vea  quié  es-ta  es  la 
que  sdedTüpre  ha  enseñado  la  Iglesia^  ci- 
tarennos  aún  á  aSigiraOs  afu-tores.'      ' 

Explicando  Belarm'Bno  él  s»entido  en  que 
debe  entendjerse  el  dtoigana  diel  origfen  divi- 
no del  podier,  dice  "qu«é  la  potestad  ipolitica 
considerada  en  g»enerd,  no  descendiendo 
en  particuliar  á  la  monairquía,  aristocracia 
ó  demiocraciiia,  ddmana  inmexüataniiente  <k 
sólo  Dios,  pufes  que  estamsdo  ajiexei<  por  oe- 
cesiidlad  á  la  naturaieza  del  homibre,  ¡proce- 
de de  Aquel  qitOe  hiao  la  misnia  no^utraleza 
del  ihomíbre.  Adiemos,  esta  potestad  es  de 
d>erecho  natural,  pues  que  no  depen^de  del 
con»sentÍ!m¿ento  de  los  (homlhres,  daido  que 
quieran  ó  .no  quieran,  d^eben  tener  un  go- 
bierno,  á  no  ser  que  deseen  que  el  género 
humano  perezca,  lo  que  es  contra  la  incli- 
nación de  la  natuíiaíleza.  »Es  así  que  el  dere- 
cho de  lia  natluraleza  es  de  dierecho  divi- 
no, lulego  ipor  derecho  devino  se  ha  intro- 
ducido también  la  gobernación ;  y  esto  es, 
según  parece,  lo  que  propiamente  quiere 
signiíiicar  el  Apóstol  en  la  "Carta  á  los  "^ 
imiaíios/'  ca(p.  XIII,  cuiamdioi  dice:  "' 


363 

resiste  á  k  potestad,  resiste  á  la  orcfenación 
de  Daos." 

Suárez  explica  así  el  onig»en  del  poder: 
*'Eii  esto  patrece  que  la  opinión  connún  es, 
que  rWos,  oosno  au^tor  de  la  naturaleza, 
da  esta  potestad;  de  suerte  que  los  (hom- 
bres como  que  ¿Ésponen  la  materia  y  for- 
man sujeto  caipaz  -áe  esta  potestad,  y  Dios 
como  qiuie  (te  la  forma  damdo  esta  potes 

Bodíéranios,  njjiltrplicandb  nuestras  ci- 
tas, 'apoyanuos  en  la  autoridad  de  San 
Ireneo,  de  Santo  Toenfo,  quien  expone  y 
detfvetDdb  la  miiismia  doctrina  en  su  obra  in- 
ímortal  "De  Regímine  Principuim,"  y  de 
otros  muchisiimiois  escritores  de  los  prime- 
TOS  -siglos  del  cristianiiiS'mo  y  de  to  Edlad 
Medía,  entre  los  cuales  no  nos  olvídaría- 
rmos  de  Sgoi  Bernardo,  el  ilustire  fundador 
de  Claraval,  ni  tamipoco  die  Bossuet  y  Fc- 
nelón ;  pero  nos  aibstendlremos  de  eEo  iplara 
íio  hacer  rntáe  íargo  y  dfcfuso  este  humilde 
traibajo,  conterutándonos  oon  descendior  á 
•rtulestros  tíemlpos  y  citar  á  algunos  de  los 
escritores  modernos. 

Don  J^kne  Balmes,  de  quien  hemos  in- 
sertado ya  algítunas  palabras,  consag^^ra  en 
su  célebre  obra  "El  Protestantismo  com- 
parado con  el  Caítolicismo,"  algunos  her- 
1  sos  capítulos  en  los  cuales  se  ocupia  en 
vafiecer  las  caíumnias  lanzadas  contra 
fg=lesia  jx>r  ^us  enemigaos ;  exponietKlQ 


364 

y  desarraUando,  con  ski  ig^ual  maestría, 
las  d'cc trinas  de  lía  Iglesia  sobre  esta  impor- 
itam-te  maiteria. 

Mr.  Gatnne,  en  su  oibtfTa!  titulada  ''La 
Revolución  Francesa,"  expone  el  «magnifi- 
co cuadro  de  La;  polkica  cristiana,  dándola 
por  tose  el  luoninoso  do^^ima  sobre  el  on- 
gen  del  poder,  tai  ccwno  lo  eotendian  y  «ex- 
plicaban Santo  Tomás  y  San  Bernardo. 

Don  Severo  Gaitalkia,  en  **La  Verdad 
del  PiiDgreso/'  sin  ,pretender,  empeiio,  di 
lucidar  extensamente  la  grave  ouestión 
del  ,poder,  cita  las  pala^brais  del  sab*o  Be- 
larmino  que  nosotros  hemos  «transcrito,  y 
oontinúa  de  esta  'man^a^a:  *'No  puede  con- 
cebirse aberración  más  triste  ni  ónjutia  hki- 
yor  á  la  dignidad  humana,  que  la  aberra- 
ción, en  que  incurren  y  la  injuria  que  ha- 
cen los  que  niegan  el  derecho  divino,  es 
decir,  los  que  creen  que  de  ofcno  centro,  di' 
otro  principio  qiue  aio  sea  el  mismo  Dípos. 
piedle  prooed»er  el  -deiredho  en  ottya  virtud 
unos  hombres  mandan  y  los  demás  obede- 
cen :  la  ley  del  más  fuerte,  «te  ley  de  una  ra- 
za privilegiada  pudieron  en  otras  socteda 
des  ser  fuentes  del  poder,  Étkeíates  etoinojeci- 
das  á  todas  horas  con  sangre  humana ;  pe- 
ro desde  el  momento  en  q«ue  la  dignidad 
del  hotenbre  se  eleva  en  la  escala  moral  has- 
ta una  altura  que  las  sociedades  antígaias 
no  pudieron,  coticebir:  desde  el  momei 
en  <jue  la  ley  de  b  fucí^  y  la  ley  de 


365 

tBSooÁ  son»  proscritas  por  la  4ey  del  amor  y 
<ie  la  justicia,  k»  hombnes  jk>  podían  ha- 
llar sino  en  el  mismo  Dios  el  origen  de  la 
.patestad  por  la  cual  son  en  la  tierra  gober- 
nados. 

Dirán  alfgunos :  **Nio  hay  que  subir  4:an 
ateo;  el  poíler  reside  en  el  pueblo;  la  su- 
ma dte  las  v<dti!i>tadies  individuales  consti- 
tuye la  voluntad  c?olectivQi,  universail;  la 
scáberanÍA  iestá  en  ha  muahedlumbre :  el  pue 
blo  «es  esencíakníente  "aiutónomo/'  Y  así 
de  frase  en  frase  y  de  declamaición  en  de- 
clamación, fea  llegado  á  Ievan»taTse  una 
gritería  que  pone  espanto  en  la  cabeza  y 
miecfoi  emi  el  cíorazqini  Los  aisbuíbos  adulia- 
dores  de  las  masas  quieren  hacer  pueblos 
de  soberanos,  mientiías  oomihaíten  sin  pie- 
dad á  los  soberaíios  de  los  pueblos.  ¡Crue- 
les 1  Tienen  por  las  calles  miliares  y  miNa- 
res  de  soberanos  6  quienes  tío  enseñan  á 
leer  ni  á  trabajar,  de  cuy»  ma)jestad  no  se 
acuerdan  más  que  para  ponerla  á  servicio 
de  su  am.bicidn  en  iren-te  d.e  los  cañones  de 
la  aw4)oridad.  ¡Cuántas  lágrimas  y  otóáota. 
sangre  ha?  ooís«ta^  á  las  sociedades  moder- 
nas esa  soberao*./  tsin  corona  y  sin  subdi- 
tos, ese  «afostrácTO  metafísico  llamado  "So- 
beranía nacional  r'  Supongiaimos,  por  un 
momento,  á  esa  rein»'  con  corona;  en  el 
■cicio  díe  su  majes-tad  real:  deiños  fo<r- 
al  abstracto  metafísico:  he  aquí  la 
-"ia  eligiendo  un  Eimpeffador  ^^que  es 


366 

ya  <kposrt2uiio  del. poder :''  hé  aquí  aiguiiai 
provincias  italiana»  votando  su  ax^exión  á 
otP0  reino,  '*por  el  cual  están  ya  conquis- 
tadas." ¿Qué  hajy  aquí  de  soberanía?  ¿Q<ué 
hay  aiqui  de  nacional?  ¿Por  ventura  los 
hieohos  no  pasan  á  la  vista  de  Europa?  ¿O 
se  preitend¡e  aún  llegar  hasta  el  ensañaanien- 
to  en  el  sarcasmo  con.  q»uie  es  saludada  la 
majestad  del  pueb'Joí  por  los  que  se  llaman 
sus  apóstoles?  Más  patriótico,  n^  notóe, 
más  nunmnitarío  que  engañar  al  fpuebk), 
coronándolo,  con  ¿cürotia  de  abrojos,  cu 
briéndolo  coo  manto  de  miseria,  es  ense- 
ñarle á  obedecer  y  á  trabajar ;  á  ser  grande 
en  su  pobreza,  siendo  graoide  en  sos  vir- 
tudes y  en  sus  nobles  afectos;  á  respetar 
á  las  majesitades  de  la  tierra,  oomio  reflejo 
y  representación  de  la  mbaijestad  del  cie- 
lo/' 

Augusto  Nicolás,  .en  su  Opúsculo  tito- 
ladó  "El  Estadio  sin  Dios,''  desipués  de  fcus- 
car  »el  origen  Je  la  sociedaid,  razonando 
de  la  manera  que  .hemos  dicho  que  razo- 
nan los  escritores  católicos,  concluye  di- 
ciendo; "De  aquí  debe  deducirle  que  t\ 
poder  no  se  hace,  sino  que  se  recibe  por 
el  hombre;  lo  recibe  de  Ja  'naturakza  eii 
quien  ha  sido  puesto  por  su  Autor,  oojpw 
todos  los  instintos,  tod?i6  'la^  tendenciaíS 
nativas  de  su  ser ;  el  poder  es  'innato"*  en 
lia  sociedad;  y  po!r  aquí,  el  poder  f"" 
Dios.  » 


367 

*  '''Hay  más :  el  poder,  la  soiberaiúa,  y  cu* 
lesqtiiera  que  sean'  sus  {armas,  mcwiánqui- 
ca;,  c4igárquica  ó  democrática,  bajo  las  cu>»- 
les  se  las  realice  más  adelante,  ¿cuál  pue 
d»e  .ser  su.proiced:encia  si  no  es  del  únkao 
Poderoso,  del  único  Soberano  .por  natura- 
leza, á  quien  únicaanente  ¡pertenece  la  glo- 
ria, la  majestad  y  la  independenjcia ?  ¿Cuál 
es  el  'hombre  que  teniga  derecho  sobre  el 
hom'bire  ?  y  si  ninjgiin  hombre  tiene  dere- 
cho sobr^  «el  hombre,  ¿  cómo  un  número  de 
homibnes,  por  grande  que  sea,  tendrá  este 
derecho?" 

Por  últíimo,  véase  la  obra  "Soberanía  so- 
cial de  Jesucristo,"  del  "respetable  Padre 
Enrique  RaanJere,  que  aun  vive  paria  hon- 
ra y  gloria  díe  su  Orden  y  de  la  Iglesia,  en 
la  cualj  d^espués  de  investigar  la  natura- 
leza verdadera  die  la  sociedad  civil,  y  liai  ne- 
cesidad del  poder  que  la  rige  paYa  conser- 
var la  paz  y  la  seguridad,  añade : 

*'Y  ccwno  -ésta  paz  de  la  sociedad  y  esta 
«eguridad  de  «todos  los  derechios  están  en 
ia  volunta-d  de  Dios,  la  sociedad  y  el  ;poder, 
[sin  los  cuales  una  y  otra  serian  imjposibles, 
están  igualmente  cwdenados  por  síü.  volun- 
tad soberana,  y  deben  con  él  relacionarse  • 
tomo  á  su  pri'mieT  Autor.  ^  ; 

'    No  de  otixy  modo,  sino  ipor  esta  volun 
tad  7enera'l,  es  como  Dios  ha  intervenido 
tn       consitibución  de  la  sociedad  civil  y  del 
poi       qu<e  'la  rige.  Por  le  demás,  ha  dejado 


368 

á  los  hombres  en  plena  Isbertaidí  de  dar  á 
esta  socíediad  ha  forma  nús  acLatptada  á  las 
circunstancias,  y  de  investir  de  aquel  po- 
der á  las  personas  más  propias  para  (poder 
ejercerlo.  Asi  es  que  los  más  eminenteá 
■i.octores  oa»tolicos  no  adanáten  que  nihgu- 
na  forma  partiouliar  de  gobierno,  ningtina 
monarquia,  ni  aun  la  más  legitima,  sea 
"propiamente''  de  derecho  divino."  Y  en 
una  nota  marginal  añíade,  para  exptícar 
mejor  este  pensamiento  que  i>ersonas  ¡po- 
co' versadas  en  estas,  delicadas  cuestiones 
podrían  tal  vez  ftízgar  de  contrario  6  las 
enseñíaoizas  de  la  Iglesia,  lo  siguiente : 
"HaWarnos  aquí  únicamente  de  la  f arena 
del  .poder  civii  y  de  la  perstma  q^e  debe 
estar  revestidla  dfe  él,  dos  cosas  cuya  elec- 
ción ha  deíjado  Dios  á  la  libre  voluntail 
de  los  ihioimibres.  En  cuanto  aj  poder  por 
si  mismo^  nada  imipáde  decir  que  es  dfe  de- 
redho  divino  naitnirál,  en  el  sentido  de  qtie 
Dios  dispuso  su  fbirmación  ,por  el,  mismo 
acto  que  creó  la  naturaleza  humana  «en  un 
estado  en  el  que  este  poder  le  es  indispen- 
sable.'' i 

Creemos  que  con  los  autores  que  hemos 
citado,  hay  bastante  para  vindicar  á  la  Igle- 
sia de  la  calumnia  que  tantas  veces  «se  ha: 
lanzado  contra  ellid,  de  ser  enemiga  de  la 
libertad  de  los  pueblos.  Así  pues,  pasare- 
mlas  á  tratar,  aunque  de  paso  y  nruy  sonie 
ramente,  e*l  segundo  punto  qwte  hemos  in 


369 

dicaido,  á  sa/ber,  la  maniem  ó  farama  con  que 
Dios  comunica  á  los  ^hombres  el  poder,  so- 
br^  ky  cual,  la  escuela  cesarista  defiende 
que  lo  hace  "inmediajtamente/'  es  decir, 
eH^-endo  á  la  .persona  misma  que  deba  re- 
gíentearlo,  y  la  escuela  católica  enseña  y 
sostiene  qiuie  Dios  domunica  «el  poder  ci- 
vil *'media*tamietnte,"  es  decir,  por  niedio 
del  pueblo,  á  quien  ha  dejado  la  faoultad 
d-e  elegir  á  sius  gobernantes.  Estas  doctri- 
nas nada  prejuzgan,  pues,  sobre  la  forma 
de  los  gobiernos  y  conviiene  asi  á  las  mo- 
narquías como  á  las  repúlblicas.  Esto  so- 
lo hasitaría  para  ivindScar  á  la  Iglesia  cató- 
lica de  la  caüuímmiosa  acusación  que  con- 
tra día  se  haoe  de  qu-e  su  doctrina  es  fa 
vorable  al  despotismo. 

•Nid,  laí  doctrinia  d^  la  Iglesia  es  doctri- 
na de  luz,  de  amor,  de  libertad,  y  el  espí- 
ritu del  cristianism'o  es  «el  más  centrar  o 
á  la  servidum'bre  y  el  más  favorable  á  la 
verdadera  libertad;  razón  por  la  cual,  y 
para  terminar  esitai  serie  de  artículos,  no 
podemos  míenos  que  exclamar  cotí  el  Pa- 
dre Ratmíére :  "Decir  lo  contrario,  es  míen- 
tír  ante  la  evidencia  de  los  hechos  y  ante 
la  evidencia  de  los  textos ;  es  traspasar  el 
límite  de  la  audaicia  qiue  pueda  tolerarse 
aún  al  sofista  de  profesión!'' 


PtDoe  y  Font.— 47 


EL  YUGO  DE  LA  VEEDAD; 


4  as  cosas  verdaderas  son  y  exisiten  poi 
mi  .propia  aaturaleza. 

Las  cosa^  falsas  son  la  neg^ación  de  la 
existencia,  la  ausencia  de  la  verdad. 

En  el  momento  mismo  en  que  allá  en  el 
principio  de  los  tiempos  el  Ser  Creadlor 
a^brió  sus  divinos  labios  y  dijo:  "Sea  la 
luz,"  fo  luz  fué,  Ib/  luz  comenzó  á  existir 
cioímo  un  ente  real  y  verdadero,  por  su 
propia  naturaleza,  y  en  alas  del  óteír,  in- 
vadió con  oleadas  gigantescas  los  infini- 
tos campos  del  firmam^nitiOi. 

•Las  tinieblas  que  Meníabain  el  espacio 
ánítes  de  qne  la  liuz  exis-tiera  ¿qué  eraffi  en- 
tonces sino  la  negiaición,  la  ausencia  Ú^  la 
Inz? 


372 

La  luz,  pu-es,  es  la  existencia  d^l  ser  co- 
nocido con  e&te  nombre,  es  la  verdad;  y 
las  tinieblas  son  la  ausencia  de  la  luz,  la 
negación  de  la  verdad, 

'Lo  que  se  dice  del  oiiden  puranmente 
material,  puede  afirmaTse  tambi-én  del  or- 
den moral  é  intelectiuial. 

El  bien  existje  pOr  igi  misimo:  el  smai  no 
es  más  que  la  ausencia  del  ¡bjen. 

El  bien  es  la/  afirmación;  el  hial,  la  ne- 
gación. 

Una  verdad  religiosa,  científica  ó  social, 
es  la  afinmláción  díe  la  exisíencia  de  esa 
verdad  en  Ja  mente  infinita  del  Supremo 
Ser,  que  es  lai  misma  verdad,  la  verdad  por 
excelencia,  y  qiuie  cual  Océano  inimemso 
las  abraza  y  ooimfprende  á  todas. 

'El  error  n)o  es  más  que  la  negación  de 
la  verdad. 


A  la  l'uz  de  estos  principios,  podemos 
afirmar,  en  ooinsecuencia,  quie  la  doctrinii 
católicQ,  qiuie  es  un  conjunto  de  afirmacio- 
nes, es  la  verdad,  y  es  la  verdad,  porqu-e  es 
la  universal  afinmación. 

La<s  secrtas  son  el  trrot,  porque  niegan 
las  verdiadtes  reliígiosas,  y  sus  doctrinas  no 
son  más  que  un  gonjunto  d^e  negaciones  y 
a'firmaciones,  ó  solamente  de  negadones. 
Eo  el  primíer  casa,  mezclan  lá  sus  errores 


r 


373 


aígtanas  vérdiades;  eti  el  seg^uttiKÍo',  S€  apar- 
tan de  una  manera  coiTfcpleta  de  la  verdad : 
y  aunque  entre  ésta  y  el  «enror  no  cabe  tér- 
mino ntfedia,  analizándose  y  caniparándios€ 
en  conjunto  las  diveirsas  doctrinas,  al  ve- 
rificarlo separad^tmente  y  uno  á  uno  res- 
pecíto  die  sus  dogmas,  'plu'ede  halliarse  algu- 
nos que  sean  verdladieros,  y  otros  que  ^lo  lo 
sean. 

Eln  primera  línea,  se  presieníta  el  ateís- 
mo, con  arrogante  ailtivez,  enseñaindio  cm\ 
ad^emán  inisolente  Ja  hoja  en  bfettico  de  su 
Credo.  El  ateísimfo  es  ía  siuprema  negación 
en  materias  relLgiosias  y,  por  ocm siguiente, 
es  *aimbién  el  siupremo  error. 

'En  pos  diel  ateí'smio  viene  el  deísmo,  y, 
con  voz  balbuciettite  y  remisa,  apenas  osa 
pronfunciar  un  débil  "Creo  en  Dios''  y  na- 
da más,  dieteniéndose  ariíte  esta  frase  que 
se  fe  ha  escalpado. casi  á  su  pesar.  El  dios 
del  deísimo  eís  luin.  ddos  triste,  ocioso  y  sol- 
itario, que  dtesóeii'ai  aun  dirigir  una  sio'la  mi 
T&dst  á  este  ejército  innumerable  de  globos 
que  se  ttnweven.  en  el  espacio,  y  que  así  pu- 
dieron haber  sido  creadiois'  por  El  ^en  un  mo- 
mento de  pasajera  lalotivitdad,  oo-mo  haber 
surgido  d)e  reí>en*té  anite  la  má^caí  vadla 
del  acaso,  ó  ser  eternos  como  Dios. 

Siguiend'o  las  huellas  del  deísmo  se  preci- 
ipita  em  conifusio  tropel  la  rmuchediiimibre  de 
•las  seatas  protestantes  y  todas  aquiellas  .que 
tienen  por  Ibase  el  lifcw-e  pensiaimiertto:  su 


374 

número  es  incotüta/blie  y  svns  credos  ooncuer- 
•daií  entre  sí  en  aigunos  punto»  y  difieren 
en  otros;  /pero  hay  una  circunsta^ioia  di^- 
na  <le  notairse,  y  es,  K^xae  todas  e^las  están 
confentues  en  cuantío  á  que  megasi  umo  ó 
más  dogmfas  áe\  oaftolicismo,  pero  dáñeren 
en  cuanto  al  áogma  que  iúeg]a;n,  de  tal  ma 
nera,  que  isuís  aifirmaciones,  por  una  «pai^e. 
y  sus  negiacipnes,  por  otra,  ^o  sirven  pa- 
na conñrmar  «las  verda«dies  ene^eñíadiais  <de  si- 
glo en  siíjflo  por  la  Iglesia  catódica.  Er¿ 
efecto,  sus  afirmaciones  son  tm  homenaje 
más  tníbiutadio  á  kis  verdaides  que  son  su  ob- 
jeito,  y  sus  negaciones  parciaies,  se  desfrru- 
yun  por  el  solo  hecho  de  serlo,  pues  la  ne- 
gación es  i)a  ausencia  de  la  verdafd,  y  ade- 
más, son  destruidas  itamibiéii  por  las  afir- 
maciian<es  contirarias  die  las  ócm&s  Rectas. 
Este  hecho  nos  hace  reflexionar  en  (Jue  i  a 
doctrina  protestante  .no  es  urna  dkxMriina  p^j- 
sitiviai,  sino  negativa ;  sníjeta,  por  otra  )pai'- 
te,  á  consitanítfes  «variaciones  y  mudanzas, 
motivos  pvor  ílos  cuales  no  puede  ser  ra  ver- 
dad *'que  afirma^' ^  la  vendaíd)  que  es  una, 
eterna,  inalterable,  sino  el  error  "que  nie- 
ga," el  error  que  es  múltipile,  vaTÍk:<,  suíc  to 
siempre  á  caprichosas  transformaciones. 


El  alma  humana  es,  á  la  verdad^  lo  que 
el  ojo  á  la  luz.  El  "almoí,  que  es  un  ente  ra- 
cional por  síu  propia  naturaleza,  ha  sido 


375 

crea<ia  para  comocer  la  verdoié  y  gozar  de 
el'la.  El  ojo,  iqu€  es  un  órga<no  corporal,  ha 
sidfo  íormado  pana  servirse  át  la  luz,  y  pue- 
de idí€cÍTse  <jue  ¡el  ajo  vivie.d'e  la  luz,  y  cua;n- 
do  m>  se  halla  en  c«p.nitaiCto  con  eMa,  cuam- 
do  l'a*  /tinieblas  k  cercan  con  sus  espesou 
v-eJos,  tÓTiniase  en  óirgano  que  paira  nada 
sirve. 

La  Klz  es  para  e»I  cijo  va  verdad,  así  co- 
mo en  sentidlo  metafórico  puede  decirse 
que  la  verdlaid  es  la  l)ulz  del  entendimien- 
to, la  luz.  del  alma;  y  así  como  d  ojo  no 
ipíuede  OTiflirar  los,  O'bjetos  sino  ein  la  forma 
que  la  luz  se  los  presenta,  sin  que  pue.la 
libmaTse  de  eslta  especie  de  ^tiranía.,  así  el 
alma  .ma  pueide  compirender  las  verdiades 
evidemtes  sino  taileisi  como  son  en  sí,  _  sin 
que  pued'a  jamás  "camibiar  ni-  aun  negar  s\\ 
natura-le^ia*,  .sin  que  pueda.,  en  fin,  librarse 
del  yugo  dte  la  vertílad-. 

fEA  Gíjo  podrá  distingiuir^con.  mayor  ó  me- 
nor claridad  aOs  objetos  ó  en  otra  forma, 
quizás,  de  lo  qoje  son;  pero  en  e^te  caso, 
ni  la  luz  na  los  objetos  son  los  qute  cam- 
bdaai  de  njaturaleza,  sinio  el  oijo  efs  el  que, 
por  su  imiperfección  ó  su  enfermedad,  se 
ha»  ahecho  itmipotenUfe  para  dísitinig^ino^  co- 
ino  son  eíi  si. 

Del  misiTio  modo  'a  rnteligienoia  del  hiom 
bpe,  que  es  imperfecta  y  limitada,  pcdrá 
conocer,  coíi  piayor  ó  mienor  evidencia,  tal 
ó  cual  verdad;  pero  esta  verdad  ni  crece 


376 

ni  disminuye  porque  sea  total  ó  /parcial- 
mente conocida,  sino  cpine  permamece  siem 
pre  la  misnía,  eterna,     inalüerable     con>o 
Dios. 

La  verdad,  que  tiene  una  existencia  pro- 
pia, necesiairia,  cuya  naturaJeza  imtrínseca 
■n<o  puede  variar,  se  impone  de  umai  mane- 
ra irresistible  á  la  razón,  desde  el  instadite 
mis-mo  en  qoie  la  llega  á  conocer  con  evi- 
dencia., sin  que  pueda  JÜbransie  die  su  yu- 
go, asi  como  el  ojo  sano  no  pneée  mirar 
los  C'bjetos  sino  en  la  forama  que  se  los  pre- 
senta 3a  kiz. 

La  duda  sólo  c'on«is*te  en  qjiue  las  inteli- 
gencias finitas  no  tieneai  la  fuerza  de  per- 
cepción neceraria  para  aipodletarse  áe  la 
verdad',  y  la  voluntad,  no  haHando  funda- 
n'^ínitoí  suficientes  para  asen'tir,  vacila 
entne  ella  y  el  error. 

Si  la)  razón  humana  fuera  perfecta,  infi- 
nita como  la  dte  Dios,  y  la  volunitaid)  del 
hom^^p.  no  se  hallara  enifenma,  pos«eería 
la  verdad  absjoluíta,  carecería  de  esa  liber- 
tad imperfectoí  que  consiste  en  poder 
errar  y  sufriría,  por  decirlo  así,  el  despo- 
tismo die  Ja  verdlad;  mas  por  una  parte,  la 
razón  humana  es  imperfecta,  limítalda,  y 
no  hubiera  podido,  sin  el  .aiucxilio  dte  la  Re- 
velación divina,  comocer  muichas  vendadíes. 
■ni  ipodrá  liliegar  jamás  á  poseer  la  verdad 
absoluíta,  y  por  otra  parte,  mota  por  el  pe- 
cado la  primitiva  armonía  que  existió  i^n- 


377 

Iré  la  raaón  y  la  voH^umitaid,  la  ^primera  es  á 
cada  paso  ofu'scada  jpor  liais  sombras  de  las 
pasiones,  y  torcida  la  segtmda  por  -las  con- 
cupiscencias óe  la  carne,  d-e  tal  modo,  que 
aunque  la  razón  llega  muchas  veces  á  per- 
cito-ir  una  verdad,  la  voluntad  se  alza  contr?. 
«cilla  coin  pasmosa  .obstinación.  Es  enton- 
ces cuando  en  el  santuaria  de  la  conciencia 
sujrge  porfiada  ducha,  pareciéndonos  escu- 
char en  su  interior  dbs  voces  que  sostienen 
discusión  acalorada.  La  voz  de  Ita  vol'untad 
triunfa  á  menudo,  'eficazmente  auxiliada 
por  el  incentivo  de  los  placeres  ó  por  el  po- 
deroso atractivo  de  los  intereses  .maiteria- 
les,  y  hé  aquí  por  qué  vemios  constantemen- 
te cómo  triunían  en  d  mundo  las  pasiones 
y  ia  maJdad,  y  por  qué  las  doctrifnas  más 
abíSiurdias  ¡hiaillan  en.  las  muchediumtbres  favo- 
rable laicoigidla. 

El  otrgullo  humano  se  oPende  ante  lá'  cvi- 
dencüa  de  la  verdad  y  se  rdbela  contra  su 
tirajnia  qu*e  se  le  hace  inisoportable,  coni- 
placiéndb-se  y  alboirozándlose  cuando  l(>£ra 
foirmruilsar  el  errot  que  le  es  contrario  ó 
cuQíido  sie  le  expone  iwia  dioctrlna  cual- 
quiera, siempre  que  no  leisté  apo'yadn  p'^^r 
atütioridad  algitína  ni  se  presente  con.  pre- 
tensiones de  ámjponeinse  á  la  razón.  Relx'í- 
lase  ante  la  evidencia-  de  h.  verdad  ia  ra- 
zón humana,  así  co»mo  el  ojo  enfermo  no 
siuíire  los  nesplcwidbres  die  lu  luz  que  se  ]e 
hac<e  insopodtaible. 

Poncey  Pont.— 48  - 


378 


**E1  hombre  prevaricador  y  caí<k>,  no 
ha  skib  hecho  para  la  verdad,  dice  el  sabio 
Doinoso  Ooi^ó»^  ni  la  verdad  para  el  hom- 
bre preva/ricadíor  y  caído.  Entr2  la  verdaJ 
y  la  razón  humana,  después  de  la  prevari- 
cación djel  hombre,  surgió  una  repugnian- 
ciá  inmortal  y  una  repulsióni  invencible.  La 
verdad!  tien€  en  sí  los  títulos  de  su  sobera- 
nía, y  no  pide  venia  para  imponer  su  yu- 
go; mien-trais  que  el  honubne,  desde  que  se 
rebeló  contra  s.u  Dios,  no  consien*:e  otra 
soberanía  «ino  ht  suya  propia,  si  no  \et  pi- 
den antes  s»u  consenltímiento  y  su  venia. 
Por  eso,  cuando  la  íverdíad  se  pone  delante 
de  sus  ojos,  luego,  al  punito,  comienza  por 
negarla,  y  negarla  es  afirmarse  á  sí  prwio, 
en  calidaid  de  soiberano  indei>endiente.  Si 
no  pu^ede  negarla,  enti^  en  combate  con 
ella,  y  combatiéndola,  comlbate  jpcr  su  so- 
beranía. Si  la  vence,  la  crucificaí;  si  es 
vencido,  huye;  huyendo,  cree  huiitr  de  ««u 
servidumbre,  y  crutificándtóa,  cree  crucifi- 
car á  su  'rirano. 

Por  el  contnario,  entre  la  razón  humana 
y  lo  absurdo,  hay  una  afinidad  secrelfca»,  un 
parenftesto  estrechísimo.  El  pecado  los  ha 
unido  con  el  vinculo  de  un  indisoluble  irnta- 
trimonáo.  Lo  absurdo  triunía  del  hombre, 
cabalmente  pK>rqiue  está  desiri'udo  de  .Máo 
derecho  anterior  y  superior  á  la  razón  híu- 


379 

mantai.  £1  hambre  lo  acepta  cabalipente 
porque  viene  dcsmáo^  porque  careciendo 
■de  Klerecbos  oo  tiene  pretefisiones ;  jsu  yo- 
]uo4^  Jo  acepta  porque. es  hijo  de  su  e«n- 
tendínúento,  y  el  entendimiewto  se  com- 
plaice  en  él  porque  es  911  propia  hijo,  su 
propto  verbo;  porque  es  testimonio  vivo 
de  su  potencia  creaitora/' 


La  verdad  caitólica,  como  verdad  reve- 
lada, cuya  evidencia  hisitórioar  es  clara  co- 
mo la  Ihíz  del  medio  día,  concita  en  contra 
suya  el  émmo  sdberbio  de  los  homlbreB; 
razón  por  la  cual  ha  sido  y  será  coíhstan- 
temente  combatida  con  encarn-iza^niiento ; 
mas,  p>or  otra  parte,  sai  obscuridadí  dqig- 
máftica,  que  no  se  impone  á  la  ra¿ón,  es  la 
causa  de  que  prevátezca  á  pesar  de  "tíodas 
tes  comtrariedades; 

"En  efecto,  el  cristianiteimo,  humaaamen 
te  baát^afido,  continúa  más  adelaiite  el  sa- 
bio auitor  que  hemos  citjado,  debía  sucum- 
bir, y  era  necesario  que  suctimbi'efa:  debía 
siueunibir,  Jo  fwimfero,  porque  e^a  k^  Ver- 
dad; k)  Segundo,  porqiue  tenía  en  su  apo- 
yo testimonios  elócueñrtísimOá,  málagros' 
portentosos  y  pruebas  irreifragalbles.  Jamás 
el  gértero  hutmiaino  dejó  de  tndbélarse  y  de 
protestar  corntra  todas  esas  cosas  separa- 
das; y  .no  era  pridbable,  m  creíble,  ni  ima- 


380 

ginable  siquiera,  que  dejara  át  Teb'-Urse 
y  de  protestar  contra  to^s  ellaSs  junt  is :  3' 
de  hecho  estaJió  eíi  blasfemias;  y  en  T»ro- 
testas  y  en  rebeídías. 

"En^pero,  el  Justo  subió  á  la  Gruz-  por 
amor;  y  e«&te  amnor  infinito,  y  eSa  preciosí- 
sima sangre,  merecieron  al  mundip'  lá  venida 
del  Espíritu  Santo.  Entonces  todas  las  co- 
sas mtudaron  de  faz,  jxxrque  la  razón  kié 
vencida  por  la  fe  y  la  natuiraJeza  por  la 
gracia. 

"¡  Cuan  adlmíraible  es  Dios  emi  sus  obras, 
culám  maraívi41oso  en  sus  designios  y  cuvdM 
sublime  en  sus  pensam.ieiiti06  ^  El  hom«bre 
y  lai  verdad  andalban  reñidicts.;  el  orgullo 
indoimQibCe  del  primero,  se  avenía  mal  con 
la  eividencia  de  la  segunda.  Dios  templó 
la  evidencia  de  ésita,  poniénd?o!a  enitré  nu— . 
bes  itraoisparentes,.  y  entvió  alprimero  la  fe. 
y  enviánidosela,  atjusitó  oon  él  este  pacto: 
'* Yo  dividiré  oorntigb  el  imperio ;  yo  te  diré 
qtiíé  has  de  creer  y  te  daré  fuerzai  para 
que  lo  creas ;  pero  nooiprimtré  con  el  yiUigo 
de  Ja  evidencia  tu  voluntad  sotoeramá;  te  ^ 
doy  la  mano  para  salvairte,  peno  te  dejo  «e«! 
derejcho  de  jperdente ;  obra  comnigó  tu  sa'- 
vación^  ó  piérdíete  tú  solo;  tío  te  qúíifca'né 
lo  quie  te  di,  y  el  día  qtie  te  saqiuié  die  la  ría- 
dav  te  éí  -el  lübre  alfciediríb." 


381 

Sí,  el  hombre  es.  Jibre ;  pero  su  libertad, 
que  consiste  en  la  fiactiltad  «die  escogier  en- 
tre el  bien  y  el  mal,  entre  la  verdiad  y  el 
error,  es  una  libertad  imperfecta,  porque 
la  perfección  de  la  libertad  consiste,  por  el 
coinítrario,  en  la  imposibilidad  dte  diecidirse 
por  el  mal  ó  por  -el  error.  Dios  «es  perfec- 
tamente libre,  como  es  perfectamente  bue- 
no, perfectamente  justo,  perfectaanente  sa- 
bio, perfecto  en  todo,  puies  es  la  misma  per- 
fección ;  y  sin  embargo,  «es  absolutameníte 
imposiblie  que  Dios  pueda  jamás  decidirse 
por  e!  miai  ó  poo*  el  error. 

Es  necesario  tener  presente  esta  imiper- 
feccióín  de  nuestra  libertad,  para  procurar 
^vencerla  con  el  auxilio  de  la  fe  y  de  la  gra- 
cia, que  nos  han  sido  dadas  para  levantar 
nuestra  niaturaleza  caída.  Cuando  sintaimos 
anublarse  muestro  entend'imiemto  con  las 
sombras  del  error ;  cuando  «esouchemos  le- 
vantarse airada  y  poderosa  en  el  fondo  del 
corazón  la  voz  del  orgullo  ó  de  las  pasio- 
nes; cuando  nuestra  a^lma  pretenda  rebe- 
larse y  protestar  conitra  la  verdad  católica, 
pkllamos  aJ  E&píritu  Diivino  *'que  cambió 
la  faz  de  todas  las  ¿osias/'  que  derrame  en 
nuesftro  corazón  él  bálsamo  de  la  gracia, 
que  es  el  único  capaz  de  cambiar  en  dul- 
zura su  na-tural  durezai  y  osadía,  y  qu^ 
encienda  en  noiestro  enitendimiento  la  luz 
esplenfdorosa  de  la  fe,  disponiéndolo  para 
acqpitar  y  recibir  sin  criimiLnales  rcsi&ben- 
cias,  el  S(uave  yugo  de  la  verdad. 


PENSAMIENTOS 

ACERCA  DEL  RACIONALISMO 


Meidí'taffido  ern  los  <Iiver<sos  principios  so- 
cia'jes,  filosóficos,  políticos  y  r-eli'giosos  .mx)- 
cktTníadbs  por  los  "enemiigos  d'e  la  vieirdad. 
he  Oíbs^rvado  siempre  que  'esos  princi|pi  s 
propinados  á  la  candidez  del  ívii»l!go  como 
axiomas  indiscutibles,  como  dogmas  de 
vei^dadi  obvia  y,  siobre  todo,  como  con- 
qui'sttas  preciosas  en  pro  del  bienestiaír  so- 
cial, die  la  verdad  filosóficaí,  de  h.-  'libertad 
política  y  de  la  verdad^a  fe  religiosa,  son 
precisa-miente  la  nega»ci6n.  d-e  todo  orden  sm- 
ciail,  de  da  verdadera  y  sana-  filosofía,  de  la  > 
libertadles  pol'ilica's  y  de  toda  fe  ó  creeti 
cia  religiosa. 


384 

En  otros  términos:  semejantes  princi- 
pios pareoen  eniinciar,  en  efecto,  la  verdad, 
si  se  atiende  nnicaanentie  á  lias  palabras  d>e 
que  se  sirven  los  que  se  tonuam  ia  molestia 
de  formulados,  ó  se  les  acog>e  con  ligereza ; 
pero  si  se  des  sujeta  á  un  exannen  *'caHta- 
tivo  y  cuantitativo,"  como  dSria  un  quínii- 
co,  se  obtiene  por  segniTO  resultado  cono- 
cer en  sai  com^posición  los  «elementos  dele- 
téreos del  error  comitrario  á  fe.  verdad  que 
parecía  enunciarse,  la  negación  absoluta 
y  radücaí  de  los  mismos  principios  que  be 
aparentan  proclamar  y  el  ningún  peso  Je 
laá  sinraizones  que  se  les  qaiiere  dlar  pot* 
fu  a<lamemp. 

Me  seitviré  de  la  medicina  psunai  jK/iner  un 
ejemplo;  mas  como  soy  énteraimeijíte  pro- 
fano en  esta  imipor.tanite  y  difícil  ciencia, 
la  leakajd  me  obliga  á  decíarar  que  supon- 
go solamente  como  verdiad^ero  lo  que  he 
oído  en  boca  de  los  adóp^tas,  dejamdo  á  és- 
tos toda  la  responsabilidad  de  sus  asercio- 
nes. 

Hé  'aquí  el  ejem|plo : 

Los  homeópatas,  desdé  Hahneman,  su 
inventor,  baista  el  último  aficionado  qu^i, 
con  la  ayuda  de  um  exiguo  botiquín  pre- 
tenden hacer  desaiparecer  por  vía  d'e  encan- 
tamiento las  mías  graves  enfermedades, 
proclaman  a  voz  en  ouiello  y  en  son-  de 
triunfo  á  la  homeopatí-a.  camo  la  verdiad  en 
medicina,  como  la  verdadera,  la  única  cien-. 


m 

cía  médica ;  pero  como  la  hameopaitia  sólo 
Siátmmtíaraizl  ^ernifü^  ^ig^iíkos  ,m¡crc»pópt- 
coís  gloíbuiiüos  ,  Q,  terfK>o«f^tas  írttinit^ 
les  de  a.rócaT.<iii«  !TK><<>n'>(ei^  sii^»tantia 
aj^ña  Wie#ci¿ftl,/en.  ía^santid^tí',  ticcjísai* 
ria  para  WíHEjm^in  ienr  ]a  eowoirt^i/deil;  «pa^ 
cientíe  eíe!<2«o  jítílgvwp  bu^^.tJÍ.maÍ(K  la  hfh 
rofeopatía  viewVá  fS^^l-asi.  1;^  c¿fn.pí^ta,4i¡^^ 
g»diítt)í  <l€  tQttoí'pí^  pfila-*  .€«%-• 

batk  kis  ífeíí^ncaas  d-eí.  ej^rer^wl /huK^iano^I  i 
mtífiró»  qiu€.:«ii*.  "daloei  iííríiiwnfc^/'  aj  **4>^' 
prQced'ejfV  <ktIa'^owe€(p^ía,<lui0raH<Jafsie»tí 
rtoairibre  <k  "pfa«editeie»t(>,negSitíYa,?''q«íE) 
ett  este  cAái>^  tíken;ic«&iafópffltas,  iko  :$íí|  lo 
iKígar*ed3K*>r{AhQiia('íbwn  ^!^  ' 

ea  ^a;c¡firic5a  iqjue  tíe»e',ppí'  objietó  en$^j:rK' 
lote  ímedios^dte  ^coiijítatir.te^  ^loknc'i^  d^^i 
cuerpo  Jnnrwmo^  y'to.homeopftítfta!  ^e.-fí^dMÍ 
oe  'á^reprer»tntó»r:d  GÓnaiíhíA^  dití  sípit 

pie  espeotadoTA  dt  ysts  h\<tk^^fmHQA^¡h'(¿f^ 
za  medtóáttfc^  ó  .sea,,  la  |>pppei3bS'ió«  ti'ariitTral 
•die  los  H0#gaTK)fe  enferír)<^8'.ar.;c atado  feiolfV 
gi<x>/  y  la  ífu-^Tísa  íñcrrbQsajde  la  eof^erit^ftfl^d/ 
la  h¿fneí5patíé/„  awnidu«:^e  jpf:pcl'aanaii?iive;ii' 
ííariteraí  ciencia  médica,  no  es  mas  míe  Jia 
Hiegacióin  abaoHlta  y  ráfltt^l  d,^  Ja  nae-díc^- 

na*    •  '    -i-     t"     }i:[-   i  .   .■'■[>•;:';« '^    .!  .    •'•,,' 

Aísí  concjttyen  -  díiofeti doj.  Jq$í i ^ailóipait9.$g  I  ,y 
siivl  enibpeñatime, .  po(?o>  fii  ^-«íilüQhQ,  eia»  4vf  i 
ngnar  lá  verdlad  de  gi«isí0^érck>neí,  ^ifve/óíJ'íl-- 

»mo^  ooíníapOya^  iini4ímíLei^;kí'Ui$>Qt.eS;is 


át  qiue  90CI  viei^^teras/  pues  la  Itioóftésis 
basta  al  cAyeto  que  me  ppopoiigo.    '^ 

Lo  que  sucede  coa  (a  homeojiGftíia;  su- 
cede  también  con  los  detnés  etef^tnad  que 
no  esPtán  lundddlos  en  la  ver<kMkra  natu- 
raleía  de  las  cosas  y  que,  sirviénitoles  dé 
base  un  etvor,  necesitaní  'iaita.vidj^se  cou  las 
apariencias  de  la  verdad  para  dfesluiniibi'ar 
á  los  que  adolecen  de  esa  territíe  dolencia 
que  se  ilatna  nádpia  de  énte^ndimfeiito, 
acorn|)añada,  la*  inte  veces,  de  fum  raqui- 
tis incurable  de  ta  voltMntadi 

Para  los  esipiritus  ifn*presionaMes  que  se 
conforman  con  arjíüníentos  fundákiois  «eti 
simpdes  analogifais,  estó  canuparaidón  podrá 
ser  suficiemte ;  pero  á  las  alhnás  raizonaMio- 
rae  que  gustan  de  sondear'  con  ánániQ  se- 
reno hasta  el  fondo  de  las  cosas,  mi  pobre 
ejemplo  estará  mwy  lejos  de  satisfaceries. 

P(reciso  es,  por  lo  tanto,  ex»minair  alg^i- 
nos  de  esos  principios  proclamados  cdmio 
vetxiaderos  por  ios  «sectarios  <tel  érrór  y*  de- 
mositrar  dSrectaimente  la*  verdad  de  mi  «te- 
sis.  i 

Ha  escuela  •soci8¡iK^ltias*^-Uamá  la  rqp^ene- 
radona  de  tei  sociedad,  la  que  aspira  á  es- 
taWecer  eJ  mejor  vMden' social. y  «d  más 
propio  y  comdlüfcebte  pora  realizar  la  fdi- 
ckiad  dé  lo«  2tóoc!iados.     '     f  •  :  í-    - 

La  esóuiéla  socialisírar  preeciidte,  es  vet 
dad!^  ^destruir  el  actual  ordan  de  cosas ;  pe 
no  para  esitátlecér  io»ttx>  en    sli  lugar    <juf 


F" 


387 

jti^a  más  á  propósito  para  conseguir  la 
féficidad  <fel  hombre. 

La  •esictielá  sociajista  no  es,  pues,  atién-. 
dase  tM«en,  enemiga  del  oirden  socisil,     al 
menos  así  lo  rfice,  simo  del  a-dlual  orden 
q»ue  juzga  defectuoso  y  conitrario  á  la     lí 
bertad  humana. 

La  escutela  socialista  pretende  esteWe- 
óer  el  verdatdero  orden  social,  el  lordien  que 
estó.  fundado  en  la  na.turaleza,  y  si  se 
atiende  únicajmíente  á  sus  fogosas  decla- 
macioiies  en  favor  de  los  desvalidos  ([oie  es 
•piran  hantfbrieoftJOíS  y  d»esn?uidios,  mienltras 
junito  á  ellos  pasaai  cubiertos  de  cwx>  y  pe- 
drería  los  magiíates  de  la  tierra;  si  se  es 
cuchan  sin  reflexionar  esais  atrevidas  deil- 
níciones, .  rápidfeus  y  fosíóricas  como  la  luz 
•de  Jos  relámpagos,  que  dicen  que  lá  (pro- 
piedad «es  el  robo,  lo»  religión  cristiana  un 
mko,  el  maHrlmonio  el  egoísmo  y  la  de 
iTK)cracia  la  envidia;  si  se  abandonian  á  la 
sedtuc^ióti  d»e  sus  ardientes  peronaítas  con 
tra  los  gobiernos,  cercenadores  de  la  liber- 
tad indívidluafi  y  política ;  contra  los  sacer- 
dotes, verdlugos  de  la  ocmciencia  y  tiraTios 
•de  la  razón ;  si  se  dejan  arrastnar  por  la. fas- 
cinación que  lies  cau<sa  la  espléndida  pin- 
tura de  una  vid'a  pasadla  «eiiítre  las  delicias 
de  la  comM'nidad  de  bienes,  de  la  promis-. 
cU'iidadi  de  Jas  mujeres  y  de  la  absoluta  li- 
bertad 'áe  acc'ión ;  si  se  fijiain,  en  án,  única- 
niente  en  ías  palabras  y  en  te  initencióti  apa- 


388       ' 

reiKte  de  esos  dieclaimadores,  k»  miopes  de 
marran  sostenidráit  con  léllos  qu-e  el  socia! 
lisíno  es  la  verdadera  ciencia  social,  el  sis- 
tema que  está  llamado  á  pJ¿Jitear  el  orden 
y  la  armonía  más  encantadores  en  esta  tie- 
ora,  q.ue  será  nuestro  futuro  paraíso, ,, 

Ümfpero,  'ios  homíbres  pensadores  que  no 
se  dejan  deslaim^brar  por  los  irüjpuTOíS  dcs- 
tcfllos  de  los  fuegosi  fatuos,  se  'Retienen,  á 
examiniar  detenídia  y  concíeiiz'adcinierite 
los  principiíds  que  se  proclaman-  y-  aquellos 
^ue  ínítenltan  derribarse:  pqr-.uii  lado  ycHt 
el  derecho  de  propiedad,  consécuenciix.  iríc- 
ludálbJe  de  la  ley  dal  .itraibaijio,  prinplpio  f ün- 
diado  en  la  naturaleza  misma  <3el '  hómhrf  ; 
el  matrimíonio,  base  de  la  fairriir.á,^ "míe;  es 
fundamento  inamovible  de  la-  siciedad; 
lia  aultorid'ad  política,  reguladora  d<rf  orden 
social,  y  la  religión,  ó  lo  que  es'  lo'  n]isn)Oj^ 
la  palabra  d'e  Diois,  eriiseñando  aí  hóm'bfe' 
sus  deberes  y  manteniendo  el  orden  nio-, 
ral  que  sin  ellla  desaparecería  bien  proato' 
de  la  tierra,  y  por  oítro,  laidío  sólo' veii  íá-sr- 
presión  de  todos  estos  grandes  princiipip's.' ' 
sin  que  leo  su  lugar  se  ediií'qué  rnada  sóli- 
db,  nada  estable  y  dútra-défo  caipaz'die  man- 
tener uñ  orden/ social  cuialquiera;  si:  so  lo 
ven  elpHrícíptó'die  lá  oojmfimidJ^d' de  tienes^, 
qoiie  concluiríia  por  nutóciaá  la  actividad  m-. 
dividuaj,  por  matar  la  industria, " las  jantes' 
y  las  ciencias ;  si'  ccmternplan  á  la  $(^ied|aa  . 
entregada  pQr^xxmpleto  a-Ltorb^Mino  aH'íi?-! 


á§9 

rfas  lá»'  {teéíóiies,  sin  regla  alguna  de  cpn- 
díidta/'sin'  fri^no  que  tó  ¿mantenga  icnv  $us 
deberes,  sin  timión  <jue  la  guíe  á  través  de 
Itó  tempe sitádes  ínaciá  ei'.puferto  íeliiz  de'  sus 
ultihios'' y  magníifi¿aa  d-esitinos,  ¿no  es  fuer- 
za'que  concluya' \por  faonKprender  que  el 
KóCÍali'$rríOj '  l-éjios  Aé  querer  establecer  ór: 
déh 'ailguni>^  no  es  iiriás  que  la  absíoliuíta  ne- 
gación de  todo  orden  social? 

.Las  escuelas  que  de  todo  dudían  són'en 
fil«óí9ctfía'!.'t>'q(Ue  lel  síotctaltsnio  en  las  cicncras 
«ociailes',  es  decir,  la  negación  de  la  filoso- 
fia;  porqíue.la  iUo^ía  es  amor  á  la  ciencia, 
y  la  ciehtíá.su'poñre  ciertos  primcipios  fltn- 
•dganeñtátes  soibre  los  cíüailes  no  cabe  d's- 
cü-sión;  pero  eis  áisi  que  las  escuelas '  pirró- 
nicas noi  efSftán  ciertas  nunca  de  la  verdad 
dé  nada,  ktegib  las  csciuelas  pirrónicas  no 
son  más  que  lia  negacióm'  d)e  'k  filosotia. 

Pirran  nó  >csta'ba  ciento  ni  aun  de  la  exis- 
tencia real  dñí  los  s^-^res  físicos,  \y  sin' em- 
bargo, se  Mánniaba  filósofo : 

'*Se  ha  didho';  y  con  exactitud,  dioe  un 
püijuiinuji  xxoz^d  is\  9p  oidpuiTjd*  p  snb  'joqnB 
es  un  ^.r^'Or'^:  y  que  el  "mós  allá'*  que  co- 
lurhibra  la  naeón  hiuunana,  aquel  es-pacio  iii- 
njenso  que  cae  al  otro  lado  de  las  froñltieras 
de  lá  iinteílgencia:,  es  un  míste'-io.  Ahora 
bkn;'ni  lel  axioma  se  demue-s^'-ira,  iporquie 
no  há  menester  djemosti-ación,  ni  se  de- 
muestra el. misterio,  t>orque  su  naturákza 
ps  la  dé  ser  indiemostrable ;  diveiga,  piles. 


390 

el  nacionalbmp  ^mitre  tm  axioma  y  «un  mis- 
terio, sin  rumbo  fijo,  sin  pri-ncipio  g«ierai 
dor." 

En  leflecto,  kfe  Pinx>nes  mo'lerncs  no  acep- 
ítan,  por  una  parte,  el  misiterio,  y  por  otra, 
contservam-  «gu  libertad  <íe  ne^ar,  cuando 
.más  gana  Jes  de,  los  axiomas  más  obvios: 
«no  satt>en  de  <íáníde  vienen  ni  á  dónde  van ; 
carecen  die  j>un4x>  de  apoyo  y  de  teise  para 
sus  raciociniios ;  sus  eiloícubraciones  no  tie- 
nen objeto  determinado  ¡y  se  llaman  filó 
sofos! 

Lais  escuelas  racionalistas  vienen  repi- 
tiendo á  través  de  las  edades,  hace  «ciiez  y 
nueve  siglos,  la  pregunta  die  Piíatos  á  Je- 
saioríisto :  *'Quid  :est  tveritas  ?"  y  como  Pila- 
tos  vuelven  las  esipaldafs  por  no  tener  pa- 
cíenicia  y  buanildad  paia  esperar  la  res- 
puesta. 

Esíte  pensamienlto  no  es  mío;  pero  es 
nuevo,  original  y  •verdadero. 

El  liberalismo  se  ostenta  como  el  íqejor 
sistema  die  libertad  política. 

'El  liberalismo  qiuíiere  lá  libertad»,  pero  á 
fuierza  de  quererkü  la  ahoga,  la.  amiquilai,  y 
en  su  lugar  esta/Mece  la  más  yergoinzosa 
serviAiimbre. 

La  libertad)  (perfecta  no  consiste  en  la 
f acuitad)  kfc  hacerlo  todo,  el  bien  y  el  mjal  in- 
distintamemte,  sino  en  practicar  sólo  el 
bien.        '  " 

£>a  líbertadi  dte  Jiacer  -el  mal,  lejos  die  ser 


391 

tibertad,  es  <kíecto  <te  libentaid,  porque 
Dios,  ser  esencíalinente  iU^re^  es,  éín  em- 
bargo, incapaz  'de  ponacticaf  el  mal. 

Ahora  bien^  el  liberalismo,  q¡\xt  no  tiene 
por  regla  más  qioie  los  didtados  ide  la  razón 
humana;  qvte  al  par  qne  las  del  bien  suele 
pemritir  (y  es  4o  que  sucede  con  anés  fre- 
cfiencifii)  ias  «nanife^tactones  del  mal;  que 
«sujeta  á  kxs  gobemadios  á  k>s'  capirídios  de! 
íídribre,  que  por  si  minino  no  tiene  aiaton- 
dadalguma  «cJbre  el  hotnbVc,  y  lo  substrae  á 
la  voJtttitafd  die  í>hs  que  es  la  úttica  fuenK 
de  ver<biáera  4ibeitati ;  el  liberalismo,  «digo, 
es'eontrtarío  á  la  BhertaKi,  qué  sólo  consiv 
^te  en  ihacer  «t  bien,  «u|J€tándose  á  twi  tipo 
eterno  de  bonásiA^  qoie  está  fuera  del  hom- 
bre.    .1 

Todas  lais  sectas  religiosas  se  proclainan 
!a  vertted  en  materias  de  ndigión* 

Las  'sectas  pretenden  destruir^  es  cierto, 
la  religtón-  caitóiIiGa,  que  ¿s  la  vewkdera, 
la  t^evetada  por  Dios;  pero  todas  eHas  con- 
vienen en  1á  necesidad  de  una  rellgiátr. 

La  Jteíigión  es  y  debe  ser  ^'regki  segura 
é  infalible  de  verdad''  que  ordena  nuestras 
relaciones  con  Dios;  pero  como  la  frágil 
razón  htimana  está  sujeta  á  <mTl  errores  y 
fio  i^s  ni  pwede  ser  nunca  "re^la  itifaKblé 
de  iveíidted'*  y  las  sectas  disídenltes  recono 
ceii  por  base  de  sii«  doctrinas  el  libre  exa- 
men, de  oqttí  es  cfoíe  lias  sectas  no  son  más 
que  la  rottttida  negación  de  toÜa  fe  ó  creen- 


392 

;í:  ^t    •,]-..  •i.'iis.MLX.rAoo.  íil'  rackíoaifeitto'  en 
íi'ic  i^^;*-ci^¿*iLs  ii>aiiU^$tachni;Có,  ;iie  la  cia- 
il*ií.a  Ui<;V€  y  coíícisa  qu-e^puedie  hficersceti 
^Xn  ari-iculo;  <lie  poftió'di'Cíí  :•  biKMi'>  s^rá  exa- 
Aijii'3Lfl<j>  abcTa  «n*  4iínri$itnQ,'anaÜza*nci<>  oaa 
Jsl  »i».is*iim  'brevetíítd'  sil,  tisi^ral^za;  miS'  cau 
3as:.y.el  obj€*to  qtue  »e  fm^neí;     ^      .» 
»    £Í  T^icmali^tnói  !«s  í  í a .  reb¿lió¿  de  ia  ra  - 
¿s5nhtim««a'!ton»tra  la  Rafcójl  diviitia* 
o  ,E1  .n»doímiistrt0  ifcoooot.  iw  Uííica  cau 
ía  te  soberbia. ><J^l.ih<wnbre,;.cuya  priniera 
iTiimiftestación'  Mxvq  lugacitíea '  '<>«    fl^oridíOs 
oaimíK>s'diel , Paraíso  t^a-0iWfL: 

El  racionalismo,  hijo  de  la  oairne,  m>  so 
propone;  como  pu-^iera  tP©nsarsie,  disfrtitar 
los  inefaWeis  .ptoc^es  <íel.  erjten-cjimícíi.to, 
.los  'hilas  ptÉroB,  toiSj.niá)se5<sya4i>SvÍo6  aiás 
.«uWinfiíes;  si'llO'la^aMisíaoción  dfú  orgufilo 
in<k>rn!áible  .y  .«mub  de-  los  jae^itos  s^^ívsiiales : 
'  pcw?q«üé  ñBÍ  como  íentr^  la  vercjad!  y  la  vir 
tud,;exiat^ri'mi-steriofeíís  relaciones,  el  >error 
^engíendra  siettBjxre  d'pecaáQ. 
''  ¿Cóapíiio  tuní  sistt:ema  filosófico  qiJje  diespre- 
cia  'la'  palaibra  divina  püüede.st^-iitspirado 
pdT  éfl  d'eá^  die  gozíar  ,los  ¡¿aceres  del  es- 
píritiu,  'de)-ia»aíti$facer  la  se<i' abrasadora  de 
coníocer.  lais»  obrías  ^pontentoeas  dfé  la  crea- 
ción^ Sius^caufiías  y  io's  ;fines  ¿para  qiie  har 
sido  crfeada^B.'  ■..-.*•'  ■     > 

La  cáeiw^iá  q/u»e  se  apii-rtsu  d»?  la  re\ela-ción 


393 

dii^V'Lna,  no  es  cian'cáa,  la  razón  qne  np'  ^e 
ilustra  coui  las  enseñaíizias  de  Dios,  jabais 
llegan:  a  coiiocetr  las  verdades  n;ds  i^ipcr- 
tamcs  relativas  á  ellci  misma,"  >u  cirigen  y 
.su  djesitiiiuc;,  ni  e'I  origen  y  diestipo  'iei  huTii- 
br-e  ^qxie  la  posiee. 

A  la  yerd-ad,  el  racianalismo,  camo  txxlp 
error.,  es  ¿niconsecuiente ;  aparenta  aidiorai;,  á 
la  razón  'huirnaoiíai,  desea  ensanchar  el  cir- 
cuido d)e  susí  conocimientos,  ilustrar'lai  nú? 
y  más  por  todos  lo«i  niiediois  posibles  y,  ¡co- 
sa» raira !  nechaz/a:  las  enseñanzas  de  una  Ra- 
zófíi  -que  íes  S'U|perior  á  ella,  ée  la  Razón  .que 
abarca  en  su  ílimiitada  esfera  la  nazón  de 
tcidlais  Iteis  cosas,  asi  cíoimo  el  esipacio  infinito 
¿tbancQi  y  coñtóene  Cos  innumerables  mun- 
ax>s  que  nannan  las  gliorias  del  Señor. 

■No  sié  doiKíe  he  Leído  urna  anócidiota  q^ue» 
á  má  jtáolo,  peca  de  invonoisímal ;  pero  que 
*5'iienK$Q(  O|poitttueo  referirla,  'bueno  es  no  de- 
j»arla  pcüsar  en  •silencio. 

CuenUaní  quie  «un  astrónomo,  dteundb  rian- 
diais  una  vez  á  s«ui  ardiente  fantasía,  creyóse 
en  medSo  d»d  aspaicio  aibarcantíb  con  una 
,  sola  m»ifra)dla.  te  nuaraiviltas  údí  cido:  veía 
á  la  tíeiraia  como  -un  ipnnlto  imperceptible 
petdaidb  -en  ía¡s  oleadas  de  3a  cireación,  a'- 
esplendonoiso  y  heinmosí.sim)a  Sirio  rodar 
miajetSítuosamieinite  síoibre  sn  oalbieza,  á  Satur- 
no, .orgnUloso  con  stis  laniíllos  giganitescos,  . 
y  á  «todlofi  los  astnoís  diescubrír  anite  sus  ojos 
"?us  miáis  tnecónidítíois  misterios.        ' 

PpnceyFont — 50 


394 

.  La  akickiació'ti  del  pobre  astrónomo  He 
gó  haista  ¡el  grctíoi  de  destrozar  loom  despre- 
cio «US  potíionoisos  iín^tmtiieiitos  y  de  gre- 
tcnder  fíjiar  sus  ávidias  mk^áacs  en  el  düsco 
espiI-enkJoroeo  del  Soá. 

El  desenüace  dje  esta  pobre  comieK&i  eís 
fáícil  de  ad&vinaír :  el  astróínomo  mía  pfudb  ya 
gozarse  en  «la  cotiitem|pl)aicáán  m  aiuni  die  lo 
poco  que  podía  allicain'ziar  ootti  el  atixflio  de 
sus  itelescojpibs. 

IimMl  rwe  paijece  decir  -que  el  aisitronoimo 
es  el  naídolnalisimo,  y  ios  ttíesícto^rias  por  él 
desitfozadote  Sia  nevélaciófni  idivina. 

Ahorna  bien,  si  el  radionaildisnio  dfesprecia 
la  poltelbra  de  '•Dlios,  si  rechaza  el  conoci- 
miento die  QjqtueíHlais  vetídad'es  .que  no  puede 
aloanzaír  con  «sus  soiteis  fuerzas,  si  coníocien - 
•djo,  co»mo  mo  puedle  metnois  de  coracer,  que 
la  mzólnl  humamja  es  frágil,  lirniiítadaí  y  pro- 
pensa á  caer  en  eimotr,  se  enitréga,  sin  eaii-  ' 
bíargo,  en  brazos  dte  sus  caprichos,  de  sus 
solas  insipiíiiacionies,  fuierzá  es  con>dkiir  di- 
ciendo que  ^1  radionlaíliisnuo  es  conítramno  á 
la  razón. 

Pero,  ¿Hlódde  esrtá  la  .pateibra  divina?  ex- 
clamará algún  racionalista.  "Quid  est  ve- 
ritas?"' 

¡Ah!  lai  paJabra  divina  resuena  constaai- 
telmiente  lall  oída  de?  holmbre,  hace  el  esfpa- 
cio  de  oeiitea  dte  seisi  imñ!  a-ñote,  dbs-ííe  'Adán 
hasta  Mioísíés,  desdte  Moisés  Tiasitíat'  Jesu- 
cristo, desde  Jesucristo  haista  León  XIH, 


395 

'La  jpaJalxna^  divina  está  era  los  libros  de 
Moisés,  €t>  la  «slulb¿kn€  y  sencilla  narración 
de  ios  Evan^Mos,  en  Üai  'tíradíciíó'n  de  mil 
geweradiotnies,  en  todas  partes ;  y  sí  sie  nM>ega 
la  auteínltiicídad  de  los  libros  íe  Moisés  y 
Jos  die  k>s  cuatno  EvangeHsitas,  y  ífeu  tradición 
consiteiínite  y  iitiiver«a,l  y  todo,  ¿qmé  «mirón 
habrá  ya  para  oreeír  en  a^no? 

Si  mo  se  cree  en  Moisés,  ¿por  qtié  tazón 
'ha  de  creerse  en  Herodoito,  Salnstáo  ó  Tito 
Livioi? 

Si  «se  niega  la  .neveCacpóín»  divinia,  no  qne- 
d!a  másq-ue  una  cosa:  la  diu«(la,  y  la  duda 
es  el  infiea^no  antícipakHo  díel  afana. 


▼ 


MÉXICO  Y  EL  PROTESTANTISMO. 


iDesdte  qd-e  'fais  ick>s  Repúblicas  henmartós 
óél  Contiiijesnitíe  Affnmcano,  conno  <Kceii 
utUois  y  cán'dLdaiTi'en'fee  repiten  otros,  cons-u- 
maron  su  indepenidieiicia  de  las  respecítiy-ls 
im-efttópoli'^  iyeAJa  oviya.  tutela  viVijeron  tlar- 
go«  año§;  ééádie  •e'l  nucumento  .'eíi  Tiu-e  e¿- 
traron  á  figu'haU*  como  niaciidnes  libpes  éini  el 
gran  concierito  tiíniiversál,  lá  más  ¡pocllelrosa 
de  esas  Repúblicas,  mirando  en  su  ifuerza 
y  podierío  suificienities  títtiüos  panai  apoyar  su 
jpoflíJtkJai,  comenzó  a  pretenidiOr  lejercer  sohre 
'la  otna  toídía  oíase  de  ¿nflti encías.  Dando 
vuelo  á  su  insaciaible  ambición,  alentada  por 
las  cotnItí'ijittasTeviiie'litas  eíi- que  sai  vecina-  se 
2»igitát>á  cegando  ella  misma/  las  -  fuentes, 
bundanies  de  su  riqueza  y  prosperidad, 
íedíiDó  ¿1  proyecto  de  anexarse  su  vasto ' 


territorio;  mas  como  la  época  de  las  con- 
quistas á  mano  orinada  íhabia  ^pasado  ya^  y 
por  otra  parte,  era  difícil  y  peligroso  reali- 
zar esos  deseos  por  «nedio  de  la  giíerra,  se 
resignó  á  dar  treguas  á  su  ánübición,  espe- 
rando que  los  aoontecimienitos  misimos  ven- 
drían á  ofrecerle  repetidas  coyumUicas  para 
realizar,  aunque  por  piartes,  sus  planes  ma- 
quiavélicos. Entretanto,  ella  no  debería 
estar  ociosa. — 'Comprendírendo  cuan  favora- 
ble sería  al  'ogiro  de  sus  esperanzas  que  la 
anarquía  desorgapizada  y  consuínie^a  len- 
ínamétiítjé  las  pocas  Tueraas  de  su  noble  ad- 
vej'saria,  propústcse  desde  enítioinceis  fonneci- 
it»a,r  s^its  d!i«coiyiias  owile^,  y  pan3(per  la  ma- 
ffiavilllasa  unidlad  en«  la  fe  religiosa  qtie  has- 
ta entonces  había  sváo  su  égida  ¿^x)tedbo 
_ra.      I 

¿  Quién  no  sabe  q<ue  el  séníimientio  re- 
ligiaso  ha  sido  siiamipre  el  gran  lazo  de 
ailnitón  qiure  ha  estnechad'o  4  loB  hijo»s  de 
un  mtelmo  pueblo,  hiaciéniáoil'os.  fuertes  é 
inivencibles  contra  sus  eín«e<migois  ?  ¿  Quién 
ignora  que  la  unidfeud'  en  la  fe  es  la  god-e- 
noisa  piatanca  que,  pual  la  die  Arcjuiíonidfes,  es 
capaz  por  sí  s<>lá  de  reánovar  el  óie!io  y  la 
tierra?  Biastafra  reciolrlcíar,  para  contvence»-- 
•se  die  estta  verdad'  indSscutible,  fa ;  luitíha 
graindíoí^al  y  sin  ejemplo  que  el  nobfe  pue- 
blo espafíojí  sioetiuyo  dlulrante  tantps  siglos 
conifina  los  ferioices  iii'vasoreis  díe  su  patria, 
los  satífcarios  de  Mahotma. 


399 

Pptás  bien,  con»prenflien|dk>  esta  verdad 
ios  háibiieg  hijos  dje  la ,  "repúbjiaa  heffina- 
na,"  >no  han  escaseado  kois  ipedios  gea:^ 
ocínsegiiM'  anarquizar  tamibién  'tes  ideas  jre- 
•Itgsosais  idíe  Iota  biaibkfinles  ée  isu  vecina. 

'Deskfe  el  momenltioi  teini  que  el  í'ibertador 
ItUt^ide  consumó  la  iai'depeadternioLa  de 
nju-eslira  paitiia ;  desdíe  el  instawte  en  qiuie  ei 
sed  de  te  v^rdiaídíenii  liibejtod'  aísomó  su  dis- 
oo  ^S(pí»eíKkxro®o  en  nueisitro  horizonle  po- 
litócp,  Éecun'dtaLwio  con  sus  rayos  bienihecho- 
res  'faís  semiEois  die  Oiujen  y  jprosperikkud,  de 
paz  y  «taTabajp,  ie  reílá'g>ión  y  piedad!  q|uie 
sefnbffig^on  oportumamenlte  en  la  táerra  nue- 
xicamü  mi€istrois  pxíoig'eíni tores ;  dtesde  el  inis- 
tsumtej  en  fin,  elrn  que  la  tunidlari  .polí)tica  y 
adJminiídtrativa,  religiosía  y  social  que 
senvía  die  base  á  feís  instituckxnes  qpuc 
violiMitaBriam€3Títe  se  'dio  el  pueblo  me- 
xicano, iban  á  ser  la  fuente  abundante 
-de  todo  proigreso  legítümjoi,  fe  ^vaguar- 
dia  de  Jos  inttieineses  üe  la  sociediald',  la  pren- 
día «de  unión  y  confcordiai  enftlre  sus  hijos 
y  ja  causa  eficienite  de  la  graiudíeza  y  po- 
derío de  la  Nación,  dieisde  tese  miotmiernto, 
decimos,  coímanizaínon.  á  plantearse  tam- 
bién los  planes  más  ¡níernaks  para  rom- 
per esa(  unidad,  para  cegar  esa  fuente  de. 
prostperidadies,  para  matar  esa  causa  dt: 
nuestra  o^randeza  futura. — Cohechos,  arte- 
rías diplomátScas,  protección  soilapada  á 
los  insurgentes  de  Texas  y  clara  y  maíiifies- 


400 

co,  pretextos  hipócritas  ó  especiosos  para 
ta  en  favor  de  determinado  círculo  políti- 
la  ocupación 'militar  del  territorio  nacional, 
reclamaciones  exagíeradas  muchas  veces 
por  siipti*e€^tois  perjuicios  irrogado^  á  ciir- 
ÚBirwcs  amerioanos,  toda  cíáise  <ie  medios,  en 
fin,  han  sado  eanpleados  con  el  objeto  -de 
irse  aÍ:)SorbiefKlo  (pai^ítinainente  eJ  vasdO 
y  feraz  territorio  de  la  Nación'. 

En<tre  esoB  medios,  amo  de  ios  que  him 
sido  empl-eaidlas  can  mayor"  constancia,  in- 
drudia<?j»!emeníte  porque  e-speran  qttc  ha  dí 
pTodudfKe's  ópémos  frutos,  es  la  'Vvarngdi- 
zacióoi,"  comuo  diijoetn,  úe  los  mexicanos,' 
y  a>I  efiecto  han  invertídiof  é  invietften  aáígiu- 
nas  sumas  de  pesos  en  la  im-presióh  dte'  bi-' 
bfiiíaií»  iproltestfóunteis  y  en  lai  edificaidóirk  «d^^ 
temiplos  en  alg^uno  que  otro  punto  é^  la 
República. 

El  lazo  r.eliigíó(so  «es  eá  tmico  vkncitío; 
pucidie  d'ed'rse,  q<ue  ha  tenido  la  ííueraá'  su- 
ficiente para  etstre'char  entre  fei  y  maiutener 
un.idais  á  lais  díverisais  en<tidtad'eS'qfue  fioírtoaiíi 
h  Gc«iíf'edeinació.n  mexBcaina,  imiutliias  ide  las 
ctiallcs  difieren  de  ¡las  id<emás  |por  s»us  cos- 
tumbres, posición  topogránca  y  alguna 
aún  p:>r  sus  itradücíion'e's.  Rbnrpefr  eisite  la- 
zo, es,  pnies,  lioi  mismo  qne  nomiper  "fej  gran  . 
uni'd'ad  nacáaniajl.  Initrodluciir  ein  ntuestra* 
patiria  las  Miso-s  prinicipiós  diel  Protestatí-: 
tismioi,  princiipno?  dfijs'oilv entes  por  s^imisí-' 
mos,  opines  -sólo  se  fundían,  en  los  veíeMoBO* 


401 

cap/niohos  ide  ía  frágóll  ríazón  thtimana)  es  ki- 
■trodhíciir  la  discordia  más  saiigri'enitB)  en  el 
sénta  dte  nuaslltnais  íaímílilas,  bastanitie^  ¿oqi; 
telbidos  ya  d'e  a^uítxjs^  ankis  á  estó  l^abrtí; 
y  s'^bido  es  qoie  da  foímiHa  es  e"!  ínrmítn^ri 
to  die  ia  sodedladL  Traisitorm'ias^fe 
díe  los  imtíividKios,  emiairdecídós  los  ¿nnJttbi, 
a juanqoíizadlais  ta/s  famüliais,  b¿©n  onoitiitb»  qni^ 
darían  faimbién  •trastorníatílo's  líos  É»tad^% 
y  amarquizada  la  Nación.  '  .  •  *  • '  ,  > 

La  oottiqíuisila  dte  iniuieisltíro  tercilxDrá*  ó  f^^ 
la  «TBSuyor  polrtie,  cuarudo  mienlass  ^e-ría  en- 
tM3(nces  lía  obra  mfe  fácil  y  haiceidra,;  ffxír- 
que  fotítandb  em  los  -Coinazoines  ese  nobl'*? 
entusiasmo),  esa  liej?c>ica  aiboegialofió;i  y  eSQ 
poítnaatislmp  puTo,'  airldiileínitie,  d«esi(iiite'r,es^d, 
que  Lnispim  al  homlbre  la.íe  iJeíigiosa;,X:.M, 
cóniuínica  la  fuierza  yla  oonstaticiía!  ■^>SfM4í 
cienteís  piara  idefendteda  coln/t!ra';'tgtíoS;;;$^H 
enemigots»,  por  podleíroslcus  qtie  "seíaíii"  y'  á  pe?- 
jar  •dIeDold'Ois  los'ofostáioulois,'por  iiHv^esncíbljas 
■que  pQjrezíciaJii ;  fajitaaití6  esa  camunidaídide 
idteete  y  aen/timíentoB,  de  in»te>pe'se^.  y^^sb©: 
r-anizas  qiie  prodlucem  il*a  unión  dJe  tós;<;m<f^- 
<Jaínias  y  los  hacen  fuertes  é  iiweíícibbs, 
¿  qiué  idfea  granjd'e,  qiué,  siétTttíiitiáenrbcf  '¡¡^¿pi: 
roso,  qué  tiobie  laspiradón 'se<j£ .  stuficte^ 
para  insipirar  ese  paitriotfsmo  q;u6  rpioi'jcede 
Ante  los  golpes  más  rudos  de  ila  advér- 
sidiad  y,  sobre  todíoi,  para  mantenerlo  im- 
ólume  en  los  corazones  y  sostenerlo  has- 
ta sacrificar  la  vida  y  los  intereses?  ¿Se- 
Ponce  y  Font. — 51 


402 

rá  acas<>  ei  amor  á  la  itíerra  <l<nide  se  me- 
ció «nuestra  cutía,  refrescada  por  l06  aires 
embalsamados  de  nuestros  campos?  ¿Se- 
ra tah  sola  Ca  vista  de  muestro  cielo  tro- 
{Mcal  fkilmliiiiado  siempre  por  torrentes  de 
uz  espliendoro>sa<?  ¿Será  el  recucirdo  de 
mieeltios  padres  cuyois  huesos  blaoqíueiar 
do6  por  la  intemiperie  yacen  esparcidos  en 
desoiilAen  en  los  osalrtas  de  los  cementerios 
ó  roligiosanielute  conservaidois  en  efl  dbscni- 
ro  hueco  de  las  tuimbas?  Muchío»  es  esto. 
en  vestxfebd;  petúi  ¡alti!  hi  «triste  expiertetncir, 
nos  ensena  qué  por  grandles  que  sean 
taCes  motivos,  no  son,  dblomoso  es  confe- 
satiBci^  no  son  «sufioitenites  para  inspiínar  el 
paitríictis«no  y  la  abneigaoión.  Cuando  los  in- 
tercises  nuateriaües  y  las  pasiones  politíoas 
haUan  con  voz  }i(aü&Nga<lora  aá  coitatzón,  el 
paitíriotismo  qiue  ntoi  está  imspira'db  y  «sos4;e- 
«líkto  por  la  id>ea  religíosta,  laiiguidece  y  ca- 
fe. /  • 
La  uBiJd&d:  religiosa  es,  puesi,  nuesrtra  úni- 
ca SBfivacióin.  Einltiéndanlo  bien  aqiuellios  de 
nnei^iünois  conriudeüdianíois  qiue  basta  abbra 
han  estadb  baciencto  eslfiueinzos  .por  rom- 
per esa  unidfarii.  ¡Qwíera  píos  que  no  ten- 
gan qiíé  Morar  fsius  ex-travíos  en  un  pcitive- 
tór  (juizá  no  leJBmo !                         i 


r 


|íKSUI  IaS! 

POR   PAUL   FEVAL. 
(Bibliografía.) 


'Paiul  Féval,  d  amigo  y  cofraíie  <k  Du- 
mas,  de   Balzac,  de  Souili^.y  de  Erugeníc 
Sué,  !á  cuya  trislbe  célebHdiald  ai&piraba  y  ca- 
si haibÍQi  íoigrado  alcamzaír;  eil  ligena  inave- 
Msta  cuyo  "¡aírgo  caimAno  sembló,  como  él 
mismo  dice,  de  tanitas  páginas  frivolas  qxit 
han  siervitío  dte  jugniebe  ail  vienHoi ;  el  joven 
escriitor,  en  fin,  que  inaniguró  sn  cairrera 
literaria  fiHómócis^  en  e&e  ejéíicito  de  feera- 
ís  stvperfioiíaíes,  adbradoreis  die  la  fonma, 
i-e  posekk>s  de  ías  preccupacüomeis  amiti- 
istiantais  ó   tocados,   cuamdo  menos,   del 


404 

in.diferenftiisttno  religioso,  Guya  «lefenáKa  es- 
parció €3i  el  mtumdb  <le  las  kvteUgenfciias  Ja 
mian/a  tnaitiora  y  honnicidía»  die  VdCiüaiii^'  y 
los  filósofos  d-e  su  tieínpo;  Paíuft  Févall,  de 
cimos,  ha  senftido  despertarse  su  cülara  in 
teli'g»encia  que,  sorprecidiida  en  eí  l»echo  am- 
gustioso  die  la  dluda  poír  los  inayos  kurnino- 
sos  de  Ja  ver<iad,  se  ha  leivaitodía  ávida 
de  conibemiipftaír  los  fulgores  de  la  luz  y  de 
g02<ar  e«l  suave  y  vivífijcanfte  caior  que  co- 
muinka.  Sí,  Paml  Féval  se  ha  conveíittdo 
.  de  (todio  idoii^aizón  al  c^vtdlierscnfcH  y  de  su  bri 
llarete  laliuinta  mo  vojverám  á  síaiir  esas  pá- 
ginas fríivdlas  é  insub^itancialies  eai  las  que 
**ie:i  nonubre  de  Dios  es  honfdaidia  vagasmen- 
te  y  '!a  religión  nottnibradta  si'emnpre  en  «vi- 
no/'   Su  ita'lenitia   privilegiado,   consiBigináti- 
dose  dtes-de  hiego  á  estudios  mlás  serios,  ha 
comenzadb  á  prodiinoir  iolbina«  de     géanero 
ffimiiy  tíísítinto   á   sus  primeries     «tfraibajos 
obras  q.ue  iserán  otiros  <t»an.tos  imioimím'enítos 
Ievla«ntados  en  el  oamino  qwe  aiuttii  üe  qm  4a 
por  recorrer  en.  ed  desie!rto  dte  hi  vida  y  qu" 
seírvirán,  afli  par  que  «paira  tnaitirar  lias  glorias 
del  Señoír,  para  siervúr  de  guía  y  de  descorrí- 
sioi  á  los  pobres  via>jeros  qiute  vían  en  btíscíi 
de  '!ia'  ci'udadl  starnta,  de  lia  oe^.estial  Jerusa- 
lién. 

Apenas  conventklb  Panl  Féval,  pasea  su 
mÍHfod'a'de  águila,  liibre  ya  die  las  somibt 
del  iimdiíe^entismo,  por  2os  caampos  düa 
dos  de  la  Iglesia  de  Dios,  y  se  posa  y  d 


i  405 

cansa  en  la  contemplación  de  la  fortaleza 
mljs  gnaffidüosai.  é  ¿nKíxpaignalble  q'U'C,  colo- 
cada en  te  ¿poiiit)eTas  mismas  de  los  cani- 
pcis  enierniiiígas,  eleva  ¡hasta  eíl  cido  sims  al 
tas  muros  y  sius  taniblgantes  y.  gallardlais  to- 
rres; examina  sonprandido  dos  batallones 
sagrados  que  en  eterna  lucha  con  las  l'"- 
giones   infennales,  libran     con-stantanifent;^ 
mil  y  mil  sangri'enrtlais  y  porfiaidas  baitallaá 
en  defensa  de  lia  Casa  d»e  Diios,  y  sui  coia- 
zón  late  de  entusiasmo  al  contempter    la 
en-érgnca  bi/arría,  el  valor  soiiblime  y  temr 
rario  d*:    a  guamdia  de  honor  que  camina 
siemipre  firme  y  resuelta  lieviand'o  la  van- 
guardia de  ese  ejéncitio'  mis'terioso  que  des- 
provisito  de  armas  materiales,  sin  dicrramar 
nimca  más  que  su  propia  sangre, .  venci- 
do siempre,  resulta  sin  emib'argo  siempie 
vencedor :  y  áé]  pecho  á&\  novelista  no  pue- 
de m-eno^  que  -^^  se  arparse  im  grito  de  admi- 
ración a!  reconocer  en^  el  castillo  inexpug- 
nable á  la  Compañía  de  Jesús  y  á  los  jesuí- 
tas en  la  guardia  de  honor  que  marcTia  vn 
las  primeras  filas  del  ejército.  ¡Cómo?  Es 
á  los  jfesuitais»  á  quienes  la  Iglesia  confi?»  los 
pUiesitos  mías  avanzados,  miás  peligrosoí  y 
dle  más  difícil  defensa?  ¿S>on  lo«  jesuíta'';, 
cuyo  nomíbre  h'a  convertido  el  mumdb  en 
sinónimio  de  hipocriecía  y  en  padrón  de  iv 
famíia,  'lics  veteranos  iqiute  comíl^aten  en  h. 
vanguardia  del  ejéncitio  de  Dios?  ¿Qué  mis- 
terio es  éste  ?  Pero  los  ememigois  de  'la  Iglo- 


406 

sia,  sm  darse  cuNemita  dé  d\o,  se  eGcargSLtí 

de  ejqpdkar  «al  adttnirado  escritor  aquel  ex- 
traño enigma.  En  efecto,  la  rabia  constan- 
te qi*e  anima  á  la  impdedfeid  contm  ia  Com- 
pañia  die  Jessiús,  la  guerra  implacaible,  ¡Br 
miás  interrumpida^  qute  oonitra  ella  «sostiene 
e'l  prote&tantisono  y  todas  las  demás  sec- 
tas disidientes,  tocio  ese  cúmulo  inmeinso  de 
•  injuírioís  y  de  calumnias  que  sfe  vomitan  sin 
tregua  contra  los  h^'os  de  Loyote,  son  d 
rayo  de  I^z  que  ihumina  á  los  ojos  de  Fé- 
val  el  ouadiro  dle  la  verdad  que  hasta  en- 
tonces Ihaíbía  permanecido  pana  éL  envuelto 
en  las  sombras,  escondido  en  las  tinieft>lasf 
y  sn  razón  perspicaz  y  poderosa,  su  talen- 
to analítico  y  o(bs»erviador,  aiuociliado  por  la 
buena  fe  y  la  honradez  que  afortunada  men- 
te no  llegó  lá  pender,  halla  en  esa  misma 
raibÍQ»,  en  esa  misma  guerra,  en  esas  inju- 
rias y  calumnias  la  clave  del  emigma*  Na- 
da más  s^cillo.  Paul  Fóval  recuerda  qtie 
lo  que  más  sie  teme  .es  lio-  que  más  se  abo- 
rrece :  que  lal  enemigo  débil  se  le  desj^re- 
ciai,  pero  que  al  fuerte  y  ipoderoso  se  le  «tie- 
ne siemipre  presente  y  se  le  combate  con 
todas  las  armas  y  sin  tregua.  Ahora  bien, 
¿por  qué  la  ritni(piedtad)  rfelega  fácilmente  al 
(C'lvido  a  otras  «SiCiciaciones  católicas  y  em-' 
plea  todo  su  encono  con  ardoroso  ericanii- 
zamiento  cotutíra  la  Coimpañia  ie  Jesús? 
Indludablemertfce  porque  es  esta  la  felange 
enemigia  más  temible  y  poderosa,  más  va- 


407 

lienite  y  resu«ka,  xrijosi  santa  y  m^Lgmnim^. 
Y  hé  aquí  eómó  Paul  Pévai  de  exijlNcÉi  por 
qué  ia  loutaíkza  más  ava»tí&da  y  próxima 
á  las  posesionas  enemigas  es  la  Qxmfiafiía 
de  Jesús,  y  por  qmié  los  jesuítas  kxmain  la 
g>itfardia  de  honor  diel  Jefe  de  la  Ig^sta  y 
marchan  á  la  vaingiiardía  de  sru«  ejércitos. 
Y  asi  como  antes  de  s<u  conversión  una 
cajuinitnia  dedcuíbíePta  en  teis  pigkvas^de  un 
libro  de  Pascal,  le  ooinduce  ai]  estudio  re- 
posadlo  y  serio  de  la  verdad  Jieapecto  de  loíi 
jesuk^s,  **y  á  que  recifbiera  esa  luz  que  frjé, 
gracias  á  Dios,  eí  spreludáo  de,«i  amada 
conversión,"  después  de  ostia.,  la'^^raiuóep'.a 
y  mognanimidad  de  la  Coniq>añía,  su  cieii- 
cia  vasta  y  ppctSunda,  sus:  virtudes  he«icdca< 
y  sublimes,  stu  atbsohita  y  maravillosa  hu- 
mriíldad,  gtí  taibnegación  «in  éjenupilo,  y,  so- 
bre todo,  su  onei^B.  v  constancia  en  la 
lutdha  contra  la  imp'fedad,  le  explican  ti- 
cilmente  la  razón  áe  ese  odio  inaplacable, 
de  esa  guerra  sin  ti^egua  que  Iicts  enemi- 
giQs  dte  te  Iglesia  sienten  y  sostfenen  prin- 
cipalmertte  contra  la  Conípañia  de  J^$. 
Al  volver,  pues,  Pauí  Féval  al  seno  4e  la 
Iglesia,  en  citvo  ret^^o  maitemiaír  «int'ó 
¿besüzarsé  díulces  v  tranquilos  !c«  días  <k 
su  iníancíai,  no  halla  oon  razón  objeto 'mlS« 
digno  á 'stis  santas  meditaciones,  m  ma- 
teria mí^s  noble  y  levanítada  para  emplear 
>s  bríos  de  su  infeligencia,  que  cantar 
is  glorias  inmarcesibles  de  esa  Compama 


408 

m^ravillo^,  que  píxxlainsiar  en  lavor  su- 
y<¡>  "U  verásid  cuyo  noistro  es  kicesanite- 
trieiiite  obscurecicíó  y  -desfigiinakia  «por  los 
gpí^fe.  alevdeíos  d^e-Iá  ionpiedad  y  reivin- 
(ücatW^'Cootrar  las  caliimniias  más  cínicas 
y  jiíiX>C#fi.    . 

..iPdnie  Paul  .Fóval  ímanós  á  la  dbra  y  dte- 
dicá'siis,  ubejíOres  horas  al  estudio  y  com- 
ipioéicié^  de  uíia  **Iíisitoria  general  de  los 
Je£iuit9^ ;''  pero  como  este  traíbajo  es  largo 
y  'pentíeía,  y  la^s  iim|pa)ciencías  die  su  gene- 
Ufoaa  corazón  le  exigen  proclanuar  cuan.to 
anotes  á  ila  faz.  de  ios  homlxres  la  verdad  de 
lo3-  bociliQs  "adiuiteirados,  -brota  de  ?tí  ploi- 
•ma  uh  preciosioí  libro,  al  oual  pone  por  ti- 
ttilo  el  si^urcástico  grito  de  lob  impíos:;' Je- 
suiíras!**     i'  / 

EsiSL  es  !a  óbríta  de  to  cual  ensayare- 
mos'«dlaír  á  ffiiuestrcis  lectores  siquiera  una* 
idea,  ya  que  nuestras  débiles,  íuériftas  nos 
impiden  ^xanlinainla  y  ooiment3rla  cxtvnsa 
y  aoértadatfnente. ' 


- iTetíemos' á  la.  vista  la  4>rimera  edición 
^^sjpañola*  de  la  ofeira  de  Paul  Feval,  train- 
cidai^por  D.  E.  y  D,  J.  B.  de  Hinojosa,  im- 
^reisa  en  MadVid  el  »año  próximo  pasado 
de '^1877.  Efi  lunj  Homo  en  cictavo  mjáyior  que 
Qi^r^m^  42g  páginas. 
■'Ser  divSdie  la  otea  en  siete  calpfitólos  que 


409 

COíitprenden  l^  historia  de  la  fundación  de 
la  Comjpañrai  d^e  Jesús,  la  d-e  los  primeros 
Padr.es  de  ilia  Compañia,  una  ojeada  sobre 
las  misiones,  la  relación  sucinta  de  las  ma- 
quinaciones y  atrocidades  com»ettdas  oon 
los  jesuítas  ,pcr  los  tristemente  célebres  pri- 
meros ministros  PkDimíbal,  dtel  Rey,  die  Por- 
tu-gal;  tOhictíisejuíl,  del  de  Francia;  Aranijía. 
del  de  España ;  Tanucci,  del  de  Ñapóles,  y 
Felino,  del  duque  de  Panma,  y  concluye 
en  el  úkimo  capítulo  con  alguniaB  reflexio 
nes  generales  sobre  la  Compañía,  su  res- 
tablieeimi«enita  por  Pió  VII  y  lo  urgente 
qu«  es  sosten^er  CiC»n»tnat  üa  baiibarie  "la  mu- 
rallla  "ée  la  caisa  de  Jesús/' 

La  obna  no  es,  como  pudi«era  peinsatisé^ 
un  compendio  <de  la  tóstoria  d*e  los  Jfesaií- 
tas,  sino  más  bien,  coimo  dice  el  autor 
"una  página  arranciada  al  recuerdo  díe  Ioí 
cpimenes  que  comlponen  la  historia  de  los 
enemigos  die  la  Coimipañí«ai ;"  es  un  ligero 
¡bosque jia  en  que  esittán  contenidas  en  geir- 
men  itcxiais  las  ideas  que  más  tarde  ha  de 
exíplanar  y  "/lia  resieña  del  glorioso  naci- 
nKiento  díe  una  instituición  swMitne  expuesta 
al  siniestro  origen  de  un  horrible  desas- 
tre" (el  protestantismo.) 

''En  él,  añaldle  el  auitbr,  se  indica  el  ca- 
mino seguido  po*-  una  obediencia  nunca 
desmentida;  él  da  á  conioícer  el  ruego  he- 
roico de  Dotyoki  corre sipondído  por  el  má- 
lagro  de  unaxpersecticióni  sin  tnegu?.  y  sin 
Pone©  y  Font .  — 52 


410 

fm ;  él  deja  ver  cómo  durante  más  de  dos 
sigflos  el  ceii'tiinela  apostado  por  el  voto  . 
de  Micoitmartre  ha  petrmanecido  en  su  si- 
tio sobre  el  camino  de  la  revolución,  y  c  j- 
mo  liabiendo  sidO-  asesd<nado  un  dia  por  los 
mismos  á  ^•uiei.cs  guardaba,  puda  la  revo- 
!iución  abrirse  camino  y  apoderarse  de  la 
eii:y€  nanea. 

£i  dice  á  los  hombres  de  buena  Volun 
tad  .perezosos  ó  tímidos:  "vigilad  y  (tened 
ánimo  cuando  se  trate  ie  la  enseñanza,  pties 
la  enseñanza  es  la  brecha  por  donde  se  in- 
troduce vuestra  ruina."  Todavía  les  dice 
más:  "Los  pueblos,  las  clases,  I03  parti- 
dos que  por  no  morir  venden  el  soberano 
d-eí  edio  de  escoger  los  maestiios  de  sus  hi- 
jos, mueren  también,  mueren  más  pron- 
^:ci,  y  miueren  dieshonrados." 

"Éste  libro  será,  dice  eni  otra  iparte,  á 
menos  que  la  ejecución  no-  corresponda  al 
pensamáento,  el  boceto,  trazado  en  ancha 
escala,  de  mi  gran  tuadlno,  "La  historia  ge- 
neral de  los  Jesuítas,''  que  termértate  sí 
Dios  me  da  fuerzas  y  vida,.  Necesito  fijai 
de  amitennano  Has  tíneais  principales  y  las 
pers,peotivas.  Mi  trabajo  actual  será,  pues, 
sólo  un  bosquejo  hecho  con  lápiz,  ó  para 
hablar  sin  metáific»nas,  un  resumen  l^ero 
pues  que  ha  de  reducirse  á  un  volumen. 
Pero  en  este  estudio  h-echo  en  globo,  me 
propongo  hacer  resaltar  ciertos  hechos  ca- 
pitales: justamente  aquelte  que  han  ser- 


«1 

vido  principalniíeirnte  de  materia  \k  los  ca 
Jumiriaóores,  y  qu-e  forntaa,  por  decirlo 
asi,  la  leyenda  de  la  calumnia. 

Hemos  dado  ama  ligeras  ¡dea  diel  conjun- 
to de  la  obra.  En  otro  artíou-lo  nos  ocupa- 
remos en  decir  algo  aioerca  d«e  las  diversas 
partes  que  la  componen. 


II 


Comieiiiza  sw;  liibro  Pajul  Féval  con  ailgu- 
lías  ^'Noticias  Preliminares/'  en  las  que  re- 
fiere los  moti)vos  que  lo  lian  imipulsado  á 
dar  á  luz  su  obra,  el  plan  de  ésta  y  h,  id. 
zón.ponqu'e  la  tituíó  "¡Jesuitas!"  ocupándi>- 
se  en  este  primer  capítHílo  en  hacer  algu- 
nas reflexiones  sohne  la  oonstiainitie  Itudin 
que  ha  existido  siempre  «nAre  éí  mal  y  'A 
bien,  e»üne  la  Iglesia  y  ks  puíertas  del  in- 
fíemno:  llama  la  atención  soíbre  un  hecho 
^que  á  primera  viísta  ,pudiera  parecer  un 
ab^uoxlo  ó  unai  paradoja  y  que  sin  embargo 
no  es  más  qiie'  la  vercfed,  á  saber,  que  todo 
ío  que  se  hace  contra  EHos  es  pana  la  glo- 
ria de  Dios,  que  los  que  defienda»!  á  Dios 
y  á  su -Iglesia  «no  soístienen  «en  realidad  nú  i 
que  los  verdaderos  intereses  de  los  perse- 
guidores de  Dios  y  de  la  Iglesia,  lo  cua' 
sijcede  dsamibfién  en  el  proceso  de  la  Coiv 


4iá 

pania  dle  Jesús ;  refiere  cómo  desipués  de 
quince  siglos  da  la  Natividlad  del  Verbo, 
nacieron  eñ  efl  seno  mismo  d«el  Cristianis- 
mo homt)re»  qu«e  pretendieron  d^estruir  la 
obnai  "de  Dios,  y  cómo  ifiué  emtoaces  «lue  na- 
ció aJ  nídsmo  tiemipo  San  Ignacio  de  Loyo- 
la,  ese  hombre  extraordiTiario,  «diestinado  á 
herir  de  mueirte  á  l'a/  IbestiJa  dle  la  rebelión, 
y  concluye,  en  fin,  el  aJutor  señalando  ?as 
dos  necesidaídes  apremianites  que  "-ien»e  su 
país,-  necesidad  que,  á  nuestro  juicio,  expe- 
rimenta taímlbién  el  muestro,  y  aun  pueée 
decirse  que  toido  el  mundo  moderno :  la  ne- 
cesidiad  d^e  aprend'er  la  obediencia  y  la  d-c 
volver  á  Dios  de  quien  nos  hallamos  olvi- 
dados. En  consecuencia,  Paul  Féval  Oipina 
que  si  ía  Franici<a  muere,  morirá  por.  falta 
de  reíigión,  de  disciplina»  y  d-^ ,  abnesgación ; 
motivo  por  el  aual  se  propone  él  referir  la 
hisitbria  dJe^esa  admirable  Compañía  d>e  Je- 
sús, que  es  ejemiplo  viVo  de  pied'ad,  de  obe- 
diencia abso"luta  y  de  unai  fabnegadión  qne 
Do  tiene  límiites.  Este  cajpítulo  contiene  - 
también  algunas  (revelaciones  Tue  son  de 
grave  impiortancia  y  que  enseñan  una 
vez  más  cuan  mezquinos  y  criminailes  son 
los  «móviles  que  impulsan .  á  imienudo  á 
los  enemigos  de  U  Iglesia  4  cáliímnisur- 
'la  y  coimbatirla.  Esto,  á  la  verdad,  no 
es  nuevo:  ¿quién  no  conoce  los' vergon- 
zosos motivos  que  larrastraron  á  Luítero, 
Calvino,  Enrique  VIII  y  demás  corifeos 


413 

de  la  Marnaidia  Re£oirnia  á  levantar  el  es- 
•tand'airtte  óc  la»  rebelión  y  precipitaíTse  en 
los  abfenias  die  la  imipiedíad?  sí,  no  es  jwie- 
vo,  pero  íuíia  reve'lacíón  y,  sobre  todo, 
una  confesión  más,  no  carecen  de  imipor- 
tanícia  ipara  los  intereses  de  la  verdad  ul- 
trájad»!  y  de  la  IglesiJa  de  Dios  tairntas  ve- 
ces escameícida. 

La  revelación  es  esta :  "Eugenio»  Sue,  di- 
ce Fóvál,  era  'uaio  de  ios  airis»tóoratas  más 
emcqpetados  que  he  conocido  en  mi  vida : 
un  verdadero  silbarita  á  quien  rTMolestaba 
hasta  el  contacto  dfe  una  hoja  de  rosa. 
Cuando  el  éxito  extraordinario  de  sus 
"Misterios  die  París*'  le  hubo  oomdenado 
á  la  -dieimocracia,  el  dbctor  Venon  le  sialió 
al  encuentro  y  le  dijo:  "Se  puede  hlacer  un 
negocio  loco  atacando  á  los  Jestuátas."  "Y 
puso  sobre  su  mesa  qien  billetes  de  mil 
francos/" — ;Tal  fué,  exfclama  con  razón  Fé 
val,  la  elevaida  filosofía  que  ipresidfó  á  la 
construcción  de  estta  máquina  de  segar  Je- 
suítas ! 

Eni  seguida  confiesa  el  autior  que  el  di- 
rector die  un-  periódico  (parisiense,  treinta 
años  antes,  de  su  coniversión,  le  proipiiso  lo 
,mismo  que  el  doctor.  Venon  á.  Eugenio  Sfue. 
ofreciéndole  para,  atacar  á  íIos  Jesuíitas,  una 
hiabitación  llénQ  de  ''Documentos."  Paul 
Éévá'l  reicíbió  los  ^'documenitos ;"  peno  sóJo 
sirvieron  para  obligarle  'á  admirar  "la  hu'- 
milde  y  magnífica  procesión  de  hombres 


1 


4U 

ilustres  que  <ies<íe     principios     del     sigto 
XVI,  veiicedoreis  o  mártires,  han  opuesto 
su  pecho  descuibierto  á  todas  das  mieTitiras, 
á  toldos  los  despotismos,  á  todas  las  revo- 
kiciones,  á  todbs  las  ferocidades,  á  «todas 
las  besftialidiadies/*  Sintió  su  noble  oorazÓD 
e!  d^eseo  de  airaucar  la  venda  quse  oubrc 
los  o|jos  dte  todos  esos  infelices  que  viven 
engañados  por  «el  sofisma-,  protlamar     la 
verdad'  en  favor  de  te.  Compañía  de  Jesús 
y  descuihrir  á  la  multitud  el  feo  rostro  de 
la  calumnia  más  cínica  y  soez  reflejarse 
en  las  pliginas  de  multitud'  de  obras  firívK> 
las  y  fo»lletos  insubstanciales;    pero    tuvo 
miedlo  de  concitairse  la  animtadversacáón  de 
todas  esas  genites  que  fabrican  el     éxito, 
tuvo  miedo  de  las  burSas  de  sus  amigos, 
líbrepemsadloces  como  él,  de  ipender  su  na- 
ciente popularidad,     die   "comiprometerse" 
para  siempire,  y  calló,  dalló  los  testimonios 
favorables  á  los  Jes»uí'tas  que  habia  encon- 
trado buscando  su  oondenacSón     en     !os 
"documentos"  del     periodista     parisiense 
absteniéndose,  ^m  embar^go,  de  aceptar  el. 
repugnant'^    negocio  que    éste  le  propo- 
nía ;  Cuántos  hombres  que  no  calecen  de 
cierta  honradez,  consienten  ¡oh  Dios  míol 
en  .permatnecer  ata<ÍQs  a<l  poste  die  la  men 
tira,   solamente  por  tíemor»  de  ser  objete 
de  las  burtes  tíe  los  enemigos  de  la  Igle- 
sia! 


415 


En  -el  segando  capítulo  que  titula  *^E! 
primer  voto,"  refiere  Paul  Féval  con  ese  tá- 
cil  y  ameno  estilo  que  dist.ngiue  á  los  htic- 
nos  narradores  franceses,  inimiteb^í?  en 
este  puinítio,  las  sencillas  y  conmovedoras 
escenas  que  itiuvieron  kigiaír  en  M  .'«ntrnar- 
tre,  al  tiempo  de  la  fundación  de  la  Com- 
pañía de  Jesús.  f 

No  poiemos  «resiistir  íaü  deseo  d**  insertar 
adquiera  algunos  párrafos  que  darán  <á 
rraestros  lectores  una  idea  de  ese  estilo  be- 
'llísimo,  de  esas  descripciones  sen.'illas  al 
paiP  qtie  excictas,  .poétiicas  y  verda'deras  ^ue 
caraoterizaffi  la  ¡háíbil  pluma  de  Faul  Fé- 
va!.  Héíos  aqiufi: 

''Antes  d^e  affiuanecer  e-l  día  de  la  Asun- 
ción del  año  1534,  un  cojo  q>u»e  á  pesar  de 
s«u  enfermedad  andaba  con  paso  fuerte  y 
acelerado,  <íescendia  por  la  gran  calle  de 
Santiago  al  íhainlio  úe  la  Universidad ;  ves- 
tía el  traje  die  los  estudiantes  pobires,  aun- 
que aparentaiba  baiber     llegado    por     los 
años  á'  ia  .mitad  d^e  su  vida,  pero  en  vez 
del  tinftero  que  lleva/ban  de  ordinario  lo^ 
de  su  oficio,  no  tenía  otra  cosa  al  lado  que 
su  rosario.  Una  g'ruesa  cuerda  nfueva  pa- 
sadla por  encima  de  siui  viejísima  capa,  aos- 
enía  un-  miorral  de  tda,   arma  excelejn<te 
ara  andiar  dIe  nocíhe  por  París,  mejor  aún 
ue  la  esipada  ó  el  pallo,  ,porqiie  los  rate- 
os nttnca  salftean  á  los  mendigos. 


416 

En  el  momenítio  que  cos?t)eaba  nuesítro  cs- 
•tudíiante  el  pretil  del  /puente  ■d'esi'erto,  aic- 
ron  las  tres  d-e  la  mañana  en  el  reloj  de  la 
Sairytta  OaipiMa. 

Aiquél  toirció  los  ojos  hajciía;  lo  a¿to  del 
Sena,  poiblado  die  casas  negraS,  y  saludó 
con  la  señal  die  la  oruz  la  cuadiradia  mole 
de  Niuestra  Señora.  Niingfuna  claridad 
aniuinciaiba  la  aproximiadón  de«l  díaL 

Es  Ja  hora  en  que  todio  dJUjemüe  en  Pa- 
rís, lo  mismo  en  el  sá'gio  XVI  que  en  el  si- 
glo XIX.  Al  atravesar  la  oiiud¿d  á  lo  lar- 
go dte  las  oa<l'!ejueks  intriinicadlas  á  manera 
de  una  red  que  envuelven  los  Cercados, 
nuesitro  estudiante,  con  su  morral,  no  halló 
un  alma  hasta  la  .puerta  de  Monitimartre, 
colio'cad'a  en  los  ^alrededbres  de  la  calle  del 
Maíllo ;  en  la  calle  nueva  de  San-  EíustaqJuio 
se  edificairon  ,pK>co  tíemipó  d'esipués  las  pri- 
meras casas  sobre  el  camino  de  la  tond'a 
exterior,  du'ya  tortuosa  dirección  .  conser- 
va, ^  .     .      !  '■■'   '   ''   ■'  \"'^'\ 

La  barrera  esftaba  cerrada.  El  guarda  d^ 
noclic  preguntó  al  cojo :  ¿  Dónd'e  va  usted  ^ 
El  ooijo  le  resipond'ió :  Voy  á  la  capilla  dei 
Santo  Mártir  (a  celebríar  :1a  fiesta  de  Is 
siempre  Virgen  María.'' 


''El  cnepiísculio  'de  la  mañatna  ño  .se  ve: 
aún,  penoi  la  luna  inclinadla  al  horizonte 
dejaba  caer  en  la  camipiña  suts  tenues  res 


417 

plandiores^  proyeciai^aAo  en  ella  la  flecha 
<ie  la  aibaidia  ediiñcaldta  (par  Suger,  que  se 
asteiíitalba  en  la  Iknuiia  deltainitie  de  las  ne 
grsis  coiinas  de  Mírntrnorency,  y  enfrente 
de  'las  cuatro  tonres  redíoindas  de  la  nobdc 
K:asa  de  Saint-Otaen,  cuya  camípaina  saniaba 
echada  á  vsuello  ,ponqu>e  sus  diueiios  los  C¿ 
balleros  de  la  Es-trella,  instítiuídos  en  1351 
por  el  Rey  Juan,  tenian  obligación  de  ce 
lelbuao'  aiseoníblea  pksnai  en  este  día  15  de 
agosto^  desde  la  hora  de  (prisma  hasta  el  di  a 
ái^iáemte  después  de  las  vísperas. 

Nuestro  cojo7  aunque  á  la  sazóíi  llevaba 
morrad,  haibíia  sido  taambién  caballero  amie 
riormetite,  sá  bien  hacía  bastanibe  tie-mpc 
que  vivía  de  una  manera  hiumilde  lejos  de. 
'kus  glorias  diel  murtdlo,  y  no  era  á  éC  á  q^uieii 
llamaban  kis  camipiainas  die  la  Nobk  Casa 
El  estaba  destinadlo  á  fundar  una  orde»-» 
caballeresca  más  Mustre  que  la  del  rey 
Juan. 

fPor  el  escarpado  sepdeno»  de  Fontanello 
fué  por  donde  gtanó  la  cumbre  die  Mon»c 
matre.  ^ 

Reinaban  todavía  las  sombras,  cuanto 
al  llegar  á  lo  alto  oicuípado  por  el  cemente 
rio  detiláB  die  la.  'íglesiiía  parroquial,  en  e< 
lugar  donde  se  excavan  ahora  los  cimien- 
tos de  la  basílica  ofrecida  al  Corazón  dt 
Jasws  por  e»l  voto  de  Francia,  se  detlutvo  fa, 
tigaldo,  mfiró  en  tormo  suyo, ,  y  exclaimó . 
Soy  el'  primero  en  acudár  á  la  cita« 

Ponoe  y  Font .— 53 


418 

Y  se  pufeo  á  diescansar,  no  sentado  ó  re 
€os>taido,  sino  de  nodiUas,  para  fiezar  el  Ro 
sario.  ( 

Tbdtoi  era  silencio  eti  aquella  desnuda 
cresta;  sólo  el  pianito  de  las  noches  ót  es 
tío  ipasQíbia  dulce  y  sereno.  Aún.  dormía  la 
aldiea  die  iMontrnartre,  qiue  deirannaba  sus 
primeras  casas  á  derecha  é  izquierda  de  la 
iglesda.  Nodla  se  veóa  sotxre  la  (nedondia  s  i- 
pei^cie  de  íbl  cuesita  entre  nuestro  estukfiaxi- 
te  y  el  tmwo  del  cementerio  sino  algunos 
blu/liboS'  negros  é  inmóviles:  piedras  qtiizá 
como  aquellas  díe  qiue  están  sembrados  los 
campos  'Iruídücos. 

Soinjaron  las  cuatro  en  el  reloj  de  la  igle- 
sia, y  en  seguida  el  repique  de  la  abadía 
'  llamó  al  oiíicio  de  maitines.       ' 

Entonces  Icívantóse  uno  de  'los  builtos 
que  .parecían  piedras,  después  dos,  (tesipfués 
'tódosi.  Eran  sieís,  y  levantándose  á  su  vez 
el  estiudiiainte  cojo,  exclamó:  bendito  sea 
DBos,  creíame  el  primeito,  y  he  sidb  el  úl- 
timo. 

Al  íevantorse  el  sol  ¡ilum.¡ttó  á  aqtieMos 
jóvenes  qluie  rodeaban  á  nuestro  estudian-te 
el  cual  era  de  más  edad)  que  ellos,  y  tensa 
eí  aire  de  un  maestro  en  medio  de  sus  dis- 
tipulos.  Desd'e  ahora,  no  podkíemos  ya  de- 
signiarle  coni  d  título  de  esftudiant**,  pues 
todos  los  demás,  excepto  uno  qut,  era  sa- 
cerdote, vestíatt!  como  él  el  traje  de  su-  pe- 
queña familia  escolar,  que  se^tiíai  sus  esítíu»- 
dlós  én  la.  Universidad  de  París. 


419 

Sólo  el  sacefxlote  i>arecia  hijo  die  Fran- 
cia;  los  ottosy  indtiso  el  cojo,  mostnaban 
en  £Ai  tnorena  tez  el  sdlo  de  la  raza  espa- 
ñcAob,  qtte  á  la  sazón  ,partía  oon  nosotros  ei 
imperio  del  mundío.  Carlos  V  era  empera- 
dor; Firaiici.900  I,  rey.  Colón  acababa  de 
descubrir  cuna  mitad)  desconocida  de  la  tie- 

TUBL 

Ef»  Sx>ma,  Alejandro  Faaiíesio,  bajo  el 
nonibre.de  Paulo  111/  sucedía  á  León  X 
sobre  el  4tx>no  de  Ssan  Pedro. 

Em  este  año  de  1534  ootitiaba  Lutero  cin- 
cuento  afk»,  Calvi«o  treinta  y  tres,  y  el 
cojo^  ctKyo  nK>rrail,  siettidlo  ya  de  dxa,  deja- 
ba ver  á  través  de  sfcií  tela  iiegros  {)(edíazos 
de  pan  reoojgfidos  nvendi-gainda,  Msiabiai  en 
loB  cuarenta  y  siete  años. 

¿  Por  qué  recordar  Ita  edad  die  este  jpohrr 
juiítaaneníbe  pon  la  edad  de  Ltrtrero  y  Ja  ckí 
Calvino?  Ponqué  este  pobre  fué  él  solo  más 
grande  y  fecti-ndo  en  el  biettii  qiue  Luitero  v 
Caívino  reunádbs  flueffon  felcuindlo®  en  el 
irntad.  \ 

Llamábase  Ignacio  de  Loyoía. 

Había  sido  soldado  y  conocíaseíe:  la 
traza  de  su  valor  (indomable  i^splandecia  á 
trasvés  de  Itai  humildad  dte  su  conversicin. 

Pero  también  era  un  pensador,  y  su  des 
pejadia  fnente  tenía  la  clara  extensión  de 
¿s  oabezais  predestinadas. 

Notóbase  algo  del  águila  en  stu'  actitud, 
isyas  lineas  enérgicas  reflejaban     como 


420 

con  <Uácultad  la  inmeiisa  dulzura  que  ayu^ 
dado  de  Dios  haibía  hecho  entrar  en  su  co* 
razón.;  todo  Heno  d^e  gíu>errera  saña  el.  dia 
que  fué  tocado  por  la  gracia.  Aunque  »u 
semlblainte  tenía  un  cará-dtier  de  gienerosa 
e'levación,  en  suis  ojos  sobre  todo,  er^i  diofode 
brilXat)a  la  belleza  de  su  alma :  su  mirada 
inspiraba  respeto  y  aitraia  ad  misino  tiem- 
po, porque  ostentaíba  á  la  paír  el  poder  y 
la  terniura. 

Haibían  transcurrido  trece  años  desd-e  el 
sangriento  sitio  de  P^mpliona,  donde  se 
en«oontró  vendicio  en  siu  victoria  después  de 
la  tirefriega  die  dotoe  hoiras,  que  pasó  rugden- 
db  y  batiéndose  como  un  león. 

Estos  Loyok,  señores  de  Oñés,  eran  de 
raza  cánltaibra  y  duros  en  el  conibaJte  como 
el  ac€ix>  de  sus  esípadias.. Ignacio,  luci^  ca- 
pitán*, aintiíguo  paije  del  Rey  Fernando,  jo- 
ven, ambicioso,  altiyo  y  laimado,  halláJbase 
bajo  la  mano  de  Dios,  quie  le  tenía  enc:^ 
vado  s-oibre  el  lecho  dies'die  donde  podía  oír 
el  rtridb  de  las  baitailas.  Díoese  que  pidió 
á  ios  que  le  asis^hían,  Hbros  de  oabaUefía 
para  engañar,  sus  ipenas;  y  le  dieron  las 
historias  de  alguitios  .míártires,  entre  otras, 
las  acltas  del.g'lorioso  Rey  de  todos  IcKs  miáir- 
tiiires:  "La  Pasión  de  Nuestro  Se^ñor,'" 

'Corre  en  Guipúzcoa  la  tradicióip.  de  qfue 
Ignacio  se  hallaba  por  aquél  entonces,  n 
dído  d^l  amor  á  una  doncella  hermosa  y 
ca,  ouya  'miaiqio  le  esitaba  prometida.  «Gu 


421 

do  (hubo  acabado  d-e  l-eer  la  "Pasión,"  re- 
ferida por  el  A^KD'stO'l  San  Juan,  arramcóde 
su  coraaón  la  inuagen  de  aqoíélla  fpersona 
tan  qu'erida,  y  (poniendo  sus  lalbios  sobre 
uma  miedalkt  de  María,  Madre  de  Dios,  hi- 
zo voíto  de  dedicar  su  ailmla  &1  servicio  de 
la  Í€,  y  su  cíuetipo  á  la  castidad,  diciendo : 
"Heme  aiq-uí  cajbai'kro  del  grande  amo*-  y 
soldado  ide  ki  úmoa  gSoria  verdadera." 

Reififeire  -en  segufldá  el  aiítor  la  admirable 
vi^fei  áe  San  Ignacio,  dJesdie  el  momento  de 
su  converistón,  haista  akjuel  en  que  citó  á 
stis  primeros  disteípu'los  ipa^na  reunirse  en 
ha  cumbre  d'e  Monitenaitre,  y  luego  cooti- 
núa : 

"En  el  horizonlte  que  se  veía  reiimba  la 
soledad.  Bl  despertar  de  París  envuelto 
en  ftvna  bruima,  «no  producíia  otros  rumores 
que  las  voces  de  sus  caniipaaias  pregonan- 
do y  recorda«ndo  la  dulce  glv>ri¡a  de  María, 
MaiA^  die  Jesús,  «así  á  los  que  la  aman,  co- 
mo á  los  quie  dejan  enídiurecer  sus  oor!aszone«: 
con  el  olvido  de  su  inombre. 

Em.  aquefl  entonces,  París  distaba  bastan- 
te de  'Monjtmartre ;  sin  embargo,  creíasek 
ya  mluy  gnande,  y  no  era  en  medio  de  k 
vasta  llanura  tiiís  que  um  grupo  grande  de 
casas  apiñadas  coníusiam-ente  alirededorde 
fes  negtriás  tomes  de  la  maignífica  Cated>rai 

íRtermíaliaba  al  Oriente  en  los  'jardines  de 
an  Paiblo  á  larga  distancia  de  la  Basitlíla, 
lue  con<  sus  pOrres  aparesedíais  á  nmnera-  de 


422 

ruadas,  parecía  un  pesado  carno  camioaii- 
do  (hacía  la  ifocit»i|ieza  de  Vincentues ;  al  Oc- 
cideíi-te  «terminaba  eti.  el  Louivre;  por  el 
lado  del  Mediodía,  cotí  la  cenca  de  San 
Germán  de  los  Prados,  y, por  el  Norte,  á 
algnmos  centeniaircs  de  pa^os  de  Son  Etis- 
taiquio;  nada  hacia  presumir  qcíe  debiera 
romiper  muy  pronto  su  akiienado  recnUo 
para  intmdar  'las  afueras. 

Todo  esfto  se  veía  oubüerto  por  una  nie- 
bSa,  la  niebla  de  París,  un  aliento  debajo 
del  ouaí  bffilkuban  dlébilnHenite  las  cruces 
doradas  d^e  las  (ig:}esias,  recatriendo  á  través 
del  velo  mh  misterioso  beso  de  kiz. 

Rdnaba  la  calma ;  pero  no  sé  qué  oculta 
iniquietud  se  escapaba  tíe  ei^te  reposo.  . 

Ignacio  babla:  ík»  hay  duda,  debe  fha- 
Mar;  ¿qué  va  á  decir? 

Los  que  quieran  escuchar  puedem  oír  to- 
da/vía su  palabra,  á  pesar  deÜ  tiemipo  tnans- 
currido.  En  su  cíbra  resiplatidtece,  y  sius  es- 
oríitos  la  han  inmortalizado. 

IGambiíado  que  ih^bo  coni  sus  conUpañe 
ros  el  oristíano  «aludo,  meditó  >y  comenzó 
á  ex/poner  su  pensamiento  en  el  nombre 
del  Padre,  del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo. 
Y  entonces  las  vidrieras  de  la  iglesia  abrie- 
ron su  paso  al  dhiflce  dántíco  de  las  vlrge<iies 
en  clausum  qne  entonaban  alabanzas  al 
Señor." 

En  seguida  pone  enj  boca  de  San  Ignacic 
el  más  hermwo,  eencillo  y  elocaicnte  dis 


f 


423 

curso  que  ha  saUdo  jaitnás  die  laibios  hu- 
nuainos,  en  el  ouial  ex$)one  á  las  'míraidas  de 
sus  discípulos  el  triste  coiadro.  iqiuie  .presen- 
taiba  fci  sociediaKi  bumana  en  esa  época  fu- 
i^esita  de  rejbelictti.  Edi  k.  imipoisübilidiad  d<e 
insertaír  ititegro  ese  discurso,  itjOis  confor- 
niiareinKas'  coii  transladar  aquí  ilias  palaihras 
ooíi  que  termina,  y  son  las  sigiuienites : 

"Ha  llegado  la  íiora  de  oponer  á  Jia«  rer 
vueltas  odas  u¡n  dique  foT'madJo  con  corazo- 
rúes  puros.  No  bastaj  <la  oración,  es  menes- 
ter obrar.  Tiem/pos  aitrás  reiumiéronse  otros 
;p(afa  imiiter  á  María  la  de  Betania  en  su 
piadosa  conf(Jeimí>lación  á  los  pies  de  Crás- 
to.  Ditíiosos  ellos,  alabéanosles, tpero  nonos 
limitemíos  á  imitarles; 

"Tócanos  á  iio»otW)s  ser  los  hijos  de  la 
hacendoisa  Marta».  Seremos  sacerdotes  al 
mismo  tiempo  que  religiosos,  y  desempe- 
ñaremos todas  lias  fu»ncÍ<Mies  de  los  sacer- 
dotes. ¡El  esitudio.  el  confesonario,  el  pul- 
pito, la. escuela  y  ta  limosna,  tanto  del  pan 
espiritual,  como  dteJ  ten>poral,  esa  es  nues- 
tra mí-sflón! 

''ComibaltSr  el  mal  presente,  prepiarar  el 
bSen  para  lo  (borvenir,  llevar  la  divina  pa- 
lalbra  hasta  el  oorazón.  del  cisma,  y  iá  ío- 
dte»  partes  'djoodíe  se  ateiqtue  la  verdad,  ir  á 
büsicar  el  eSlrror  y  k  ignorancia  has-ta  Üos 
confines  de  la  tierra,  enseñar  á  ios  ,pegue- 
ñítos  á  deletrear,  á  ¡lo*:  adolescentes  á  creer, 
á  los  moífo^  á  pensaar,  á  los  homíbres  y  a 


424 

las  mujeres,  á  todos,  A  amar  á  Dios,  «la  pa- 
tria y  la  familia ;  enseñar  la  olemenda  á  los 
jxxierosos,  á  los  débiles  la  «lesignación, 
coimpaifíera  de'  la  espenanza,  á  los  ricos  la 
generosiidlad,  á  los  .pebres  el  «perdón,  cíi  fin, 
á  todos,  á  todos,  la  san4a  ky  de  la  cari- 
dad-; esa  d>ebe  ser  miestra.  vi<la. 

**A  la  -rebelfón  opon-dreuios  nuestro  voto 
de  o^bedietDcia,  al  «Lgoísmo  codicioso  ««es- 
tro voto  de  pobrera,  á  h:  ambición  y  al  or- 
g«u!lo  nuesitro  voto  ¿e  h*umiMad. 

"A  nadie  ¡>ediremos  din^dro  por  les  scr- 
vfcib«  que  iprestemos ;  y,  sin  embargo,  nos 
tratanán  de  avaros,  jporque  seremos  calum- 
niados de  (todos  los  eneimigos  de  la  Iglesia. 

"A  «pesar  de  no  tenier  salario  algumo, 
nfU'3slra  poíhreza  levantará  grandes  edificios 
y  distribuirií  nwichas  «limosnas. 

'^Manafvüílladbs  de  esto,  nos  acusarón. 
P-eiro  nosotros  seguiremos  Éídielante  con  la 
cabeza  baja,  como  si  mo  s<e  nois  insiultara;  \ 
amaremos  á  los  que  nos  hayan  ulifcrajakto, 
como  á  nosobroís  mismos,  por  elaimor  de 
Dios. 

"Puw'ó  es  éste,  amigos  é  bijos  miqs,  difi- 
cultoso tod'ayíá  d¡e  creer.  Eíso  de  presen- 
taif  la  dtra  mejilte.  al  que  no<s  dSo  una  bo- 
fetada, ise  resiste  tanto  al  corazón,  huma- 
no, que  ílos  hoimbres  califican  y  calificarán 
siemfpre  d^e  hipooresíia  tai  sacrificio  qiüe  re- 
putan imposible,  y  ée  cobardía  el  heroís- 
v^  <[ue  nó  acierta-n  á  conupten^jkr. 


425 

.^'Divorciadlo  ^  hombre  ée  Dios,  jamás 
con'preiKiená,  ni  admitirá,  que  se  ha  d-t* 
menes'üer  mil  veces  más  valor  para  strfnr 
la  íimairgoira  del  ultraje,  -que  para  esKni- 
pirla  al  rositro  de  qíuieii  nos  iasulta. 

"A  causa  del  malagro  de  nueistra  pobre- 
za, serem^os  ladrones  li  los  ojos  d¡e  los 
hombres;  á  causa  del  milagro  de  nuestra 
caridad,  seremos  hipócritas;  á  causa  del 
milagro  de  niuiestra  humildad,  seremos  co- 
í>ardes.       ^ 

*^¡  Gloria  á  Dios ! 

"Ni  fíáquiera  nuestra  miuerte  será  «ptode- 
rosa  á  desarmar  la  in^oitia  y  el  sarcasmo: 
se  dirá  de  nüteotros  como  se  dijo  del  divi- 
no Maesrtro  Jesús,  que  hemos  "desempe- 
ñado muestro  papel  hasta  el  fin/'  y  que 
nuestro  úMmo  sinspiro  es  m.ueistra  úkima 
meTi'tka.   ¡Gloria,   g'Ioria  á  solo  Dios! 

** Somos  los  coimípañea-os  de  A'quel  qi^e 
glorifica  el  -oprobro'.  ¡  Alabado  sea  el  Señor  I 
Por  lo  mismo  que  nuesftra  desnudez  será 
uma  i^qlieza  y  nuestra  supuesta  cobardía 
uti  valor  so'brenatural,  cuando  parezca- 
nrtois  a<plasítad*cis  disfrutaremic>s  de  un  po- 
der incomparable. 

'^Bajo  los  pies  de  nues'tros  enemigos, 
vemldrán  lá  buscarnos  los  reyes  y  los  p'Ue- 
blós.  iSeñ'Oír,  alpa!r*tad  de  no'sotros  el  org-u- 
llo  así  en  las  gradas  de  los  tronos,  como 
eti  el  fondo  de  nuestra  miseria !  j  Gloría  á 

Pon  ce  j  Font. — 54 


426 

Dioe!  ¡Todo  pana  gloria  die  Dios!  ¡A    la 
mayor  gloria  ée  Dio®!'' 

•Es  notaible  la  oracióai  con  qu-e  San  Ig- 
nacio 'termánó  su  'IsArgo  discurso: 

"i  OTi  Dios !  haced  que  la  casa  de  vues- 
tros siervote  sea  fluaidada  para  bien  de  to- 
dos, y  no  sólo  para  nuestro  propio  bieu ; 
á  fin  de  que  doaido  «vniestpos  siervos  s.u  vi- 
da por  la  salud  de  lote  hoffnhrfes  en  Jesu- 
crisito  "no  cesen  minea  dle  sefr  persegui- 
dos" .para  vuestra  mayor  gloria,  vos  ci  e 
vivís  y  reináis  por  los  siglos  dte  íos  sigks. 
Así  sea/'  .  ' 

La  súplica  de  San  Ignaício  fué  escucha- 
da por  Dios.  ¡  Más  de  tres  siglos  hace  que 
la  Compañía  dte  Jesús  "no  cesa  de -ser  nt 
seg*uída,"  ítod^o  para  gldria  de  Dios,  á  la 
mayor  gloria  de  Dios! 


LA  INlMAiCUiLAiDiA  CONCEPCIÓN. 

Eres  vaso  de  nítida  pureza, 
Tierno  lirio  que  el  valle  de  dolores 
Perfumas  con  suavísimos  olores^ 
Uística  rosa  de  gentil  belleza, 

Ar<*a  de  alianza  nueva  preservada 
Bel  naufragio  fatal  de  la  inocencia, 
Mirra  divina  de  aropiosa  esencia, 
La  misma  Concepción  Inmaculada/' 

El  gran  día  se  aproxima ;  el  día  consa- 
grad'Oí  por  la  Iglesia  ca/tólka  pad-a  conme- 
morar con  fiestas  es|pléndidaá  el  tierno  j 
augustbo  dogma  de  ja  Concepción  Inma- 
culadteb  <íe  la  Virgen  María,  se  acerca  con- 
ducido rápidamente  en  las  alas  del  Tiem- 
po; y  ya  nos  (parece  ver  sonreí¡»r  en  los  ho- 
rizontes los  albores  de  su  luz,  brillantes  y 
magnífiooB.  como  los  resplandotres  d^  la 
aiiTOiríb  ^  Jos  ¡países  troipicales. 


428 

[Los  corazones  creyentes  se  látremeoeú 
<le  alegría  á  impulsos  de  los  más  tiemos 
sentimientos  de  piedad,  al  gozar  de  ante- 
mano con  las  ñestas  que  se  celebran  eii 
ese  día  cHisico  paira  Y)ucaitán,  en  que  sus 
hijo(s  todos,  con  raras  excepciones,  toman 
¡parte  en  las  solemnidades  que  asi  la  Igle- 
sia como  el  ueblo,  dedican  á  honrar  oo- 
mo  es  deibidlo  á  María,  la  escogida  entre 
todas  las  mujeres  para  ser  la  Madre  aei 
Salvador  y  la  Eva  en  quien  nácimols  los 
hottnblres  á  la  vida  de  la  gracia;  los  ojos  de 
la  imaginalción  se  extasíajn.  contemplandiO 
nuestro  cielo  lim|plib  y  sereno  como  un  in- 
menso cristal  iluminadla  por  los  brillantes 
fu'lgoreis  de  sLa  luz,  y  se  reonean  en  el  as- 
pecrto  QÍegre  y  encamtadbr  que  presentan 
las  calles  de  la  ciudad,  adornadas^  con  es- 
meirol;  créese  oir  resonar  el  cántico  solem- 
ne de  los  saceirdotes  bajo  las  bóvedas  ma- 
cizas de  nnieístros  templos  y  los  torrentes 
de  armonía  de  la  músioa  sagrada, .  cuyas 
notas  graves  y  melancólicas  se  elevan  ea 
ondas  conoéntiiiicas  hasta  \>Í  tTtrtno  del  Se- 
ñor ;  parece  que  s¡e  respira  jtl  aroma  del  in- 
cienso qlue  sube  hasíta  la  cúpula  en  anchas, 
espirales,  y  créese  experimenftar,  en.  fin, 
eisas  dulces  y  tiernas  sensaciones  que  bro- 
tan en  «nuestra  alma,  al  eco  de  los  cantos 
y  al  influjo  de  las  arhnofnías  die  la  música, 
y  que  hacen  agolparse  en  nuestra  meíit<? 
un  mumdo  de  ideas  solbr^e  el  desitino  fu- 


429 

turo  de  la  humanidad,  los  mi-sterios  de  la 
Religión.,  las  ponKpas  del  culto,  la  sublkriB- 
d)a»d  4e  la  naituraleza  dfel  hombre  y  Ja  mi- 
serfctifrdia  inifinita  de  Aquel  qíue  quiso  ele- 
varla desde  las  regiones  ínfimas  del  peca- 
do, hasta  las  iíimensu'rables  alturas  de  la 
gttiaScia. 


Lo©  dogmas  de  la  Religión  son  todos 
gramdtes,  igualmetute  aiuigustos  y  dignos  de 
caíu1:¡var  poderosamentbe  la  razón  de  los 
hotníbreis  ipensariores,  como  que  todos  ellois 
están  íntimamerítie  relacionados  y  no  for- 
man  juntos  si-no  una  cosa  que  es  únici,  _é 
indivisible:  la  verdad;  pero  el  dogma  de 
la  Concepción  Inmaculada  de  María,  atri- 
ta con  maiyor  dulzura  el  corazón  d.?l  cri-v 
tiand,  ponqué  es  el  más  tierno  y  con  ni- v 
yedor  de  los  dogmas ;  cautiva  con  más 
fuerza  su  imaginación  impresíonaíble,  ¿or- 
que  es  la  más  poética,  digámoslo  así,  vie 
laiS  verdades  religiosas,  y  obligas  ron  me- 
yor  podter  &  la  razón  á  dtítenefrse  en  él  v 
meditarlo  con  calma,  porque  es  la  Dtcdra 
angular  'en  que  descansa:  d  soberbio  r-lifí- 
cio  levantado  :p»oir  Dios  para  la  sa!v:i  -i -'n 
del  género  humano,  el  hecho  g*(^riosr;  sin 
el  cual,  no  pokfría  explicarsie  la  ConeejXMÓn 
del  Divínt)!  Ver»bo  ni,  por  consifgii^ente,  la 
redención  del  hoimjbre  por  la  muerte  i^no- 


430 

tnoniosa  del  Cristo  en  <el  madero  de     la 
Chuz. 


Tal  es  la  eooaiomia  d^el  cristianismo.: 
negad  uno  solo  d-e  suis  doigraias,  y  como 
ooosecuenoia  lógica  y  precisa,  los  derr.ás 
tamlbiéni  quedarán  negados,  y,  viceversa, 
afirmad  una  soJa  de  las  verdades  que  ense- 
ña y,  si  vuestra  razón»  es  is-ana  y  se  halla 
libre  de  ptreocUpacionies,  no  podiá  menos 
de  conduir  por  la/firmar  una  á  una  todas 
las  demás  verdades  que  forman  el  herraosx) 
conjunto  d^l  simlbolo  orisitiano.  ¡Ah!  si 
cieitas  inteligencias  obscurecidas  por  las 
sombras  del  error  se  detuvierao  en  refle- 
xionar algunas  horas  sobre  este  dogma 
hermoso  de  Üiat  Inmacuíada  Concepción  de 
MaíTÍa,  haciendo  un  esfiuierzo  por  ahogar 
un  solo  instante  la  voz  de  sus  pasiones, 
ciefrtx>s  estaimos  que  de  deducción  em  d-e- 
ducción  y  die  consecuencia  en  consejcuen- 
oia,  vendrían,  al  fin,  á  parar  en  Ha  aihsoluta 
oonlfcísióii  de  las  verdades  todas  de  nues- 
tra fe  y  en  prostemairse  á  los  pies  del 
Cristo,  proclamando  á  la  faz  del  mundo 
su  divinidad.  El  siaíbio  .q»uedaTÍa,  en  efecto, 
sorprendido  y  maravillado  aJ  obsenvar  esa 
intima  relación  que  existe  entre  los  dog- 
mas todos ;  su  razón  se  oomíplaceTia  pn  pe- 
netrar, hasíta  donde  es  posible,  en  lasmis- 


'431 

teriosas  ^proíiwklidad'es,  ée  esas  veixlades 
eternas,  y  sai  alma  se  anroibaría  en  la  con- 
templación  del  grandioso  fpl«aín  realizado 
por  la  Divinidad  para  devanJtar  la  naturale- 
za caída  dd  homibre  y,  contando  con  su 
concurso,  pues  es  un  ente  libre,  conducir- 
lo de  fcu  mano  hasta  los  campos  deliciosos 
de  la  vida  etenna. 


"En  efecto,  decíamos  en  otra  ooasióoi-,  es 
admiraibde  la  economía  del  cristiamsmo: 
su'blime  y  magnifico  di  plan  desarrollado 
por  Dios  en  íai  ofora  de  la  Redención  hu- 
mana. 

El  hombre  se  separó  de  Dios  por  el  pe- 
cado y  la  mjujer  fué  la  ca:isa  de  su  caída; 
pues  íbien,  el  hom'bre  droe  volver  á  Dios 
por  medio  del  saorifioio  de  un  Hombre- 
Dios  y  Ȏl  vo'lluinrt:ario  concurso  de  una  mu- 
jer sin  mancha  de  (pecado,  pu'ra  como  los 
lirios  del  campo,  hermosa  como  la  au- 
rora. El  Cristo  es  el  damino  estrecho 
que  nos  conduce  á  la  Divinidad,  y  María^ 
es  la  puerta  por  donde  debemos  emtrai 
para  hallar  al  Cristo.  ¡  El  Hijo  de  Dios,  el 
Verbo  increado  humanándose,  revistién 
dose  de  muestra  carne  en  las  en^trañas  purí- 
simas de  una  Virgen  para  asimáteirse,  por 
decirio  así,  á  Üa  humanidad,  para  unir  al 
hombre  eternamente  á  su  Creador!  ¿que- 


432 

l-éis  áfi-go  más  sutilime,  más  sorprendente 
y  que  realce  tanío  la  dignidad  ^él  hom- 
bre? ¿Q»iié  parecen  al  lado  de  esta  dootri 
na  sublime  todas  esas  aiberracion.es  en  que 
ha  caído  la  humanidad,  las  desnudeces  oel 
paganiísmio,  la  Ibnutal  sensualidad  deC  niaho- 
metismo,  las  pnácticas  ridiculas  de  esas 
doctrinas  sim  fundamento  como  el  es'piri- 
itismo  y  otras  ? 


Altísima  es  la  impoírtaincia  del  ministe- 
rio voluntario  de  M'aría  en  la  obra  de  la  Re- 
dención ;  y  decimos  voluntario,  .porque  no 
fué  CíU  las  manos  de  Dios  tin  intrumento 
ciegK),  como  han  osado  «asegurar  ciertxD'S  he- 
rejes, sino  que  íposeída  de  vivísima  fe,  pres- 
tó su  consentimiento  al  ser  saludada  por 
el  Ángel  Gabriel ;  consendmierito  que  cons- 
tituye su  mérito  y  ipor  el  oual  Dios  que  Co 
veía  desde  la  eternidad,  corrió  ve  todas  las 
cosas  presentes  y  futuras,  la  eligió  piara 
ser  <la  Madre  de.su  Unigénito.  ¿Y  cónn) 
esta  Virgen  destinadiai  para  albergar  en  su 
seno  al  Hijo  de  Dios,  podía  no  ser  preser- 
vada, de  la  mancha  originaH  ?  María,  la 
Reina  de  los  Anig»eles,  María,  la  Madre  de 
los  hombres,  la  segunda  Eva,  es,  pues,  "la 
misima  Comcepción  Inmaciuila.da."  .Esta  ver- 
dad, creída  desde  lo6  primeros  siglos  del 
cristiam®mo,  como  todas  te  veidades  futí- 


433 

damentaks  de  la  Religión  Católica,  ha  si- 
do "declarada"  do^ma  de  fe  por  la  Ig-lesia 
presidida  .pCT  el  Santo  Pontífice  de  la  In- 
maculada Oonceipción,  Píoi  IX  el  Grande. 
•La  fiesta  se  celebra  el  8  de  dicienubre/' 


Hé  aquí  explicados  en  breves  palatbras 
los  grandes  motivos  que  tememos  los  cris 
tianos  piara  honrar  y  venerar  &  la  Virgen 
María ;  ihié  aq-uí  por  qué  anualmente,  cada 
día  8  dé  diciembre,  Ha  ciudad  de  Mérida, 
cusyo  amor  á  ella  (ha  sido  siempre  tierno  y 
ajrdierrte,  se  visite  de  gala  y  concurren  sus 
hijos  é  los  templos,  no  á  "adorarla"  como 
á  "diosa,*^  p»ero  sí  á  "honrada"  como  la 
feliz  criatura  escogida  por  Dios  para  ejer 
cer  em  la  obra  de  nuestra  redención  el 
más  tierno,  santo  y  sublime  ministerio. 


Ponce  y  Font. — 55 


1 


LOS  FUNERALES  Y  LA  INHUMACIÓN 

ORL  ILMO      SK. 

OBISPO  CARRILLO  Y  ANCÓN  A 


A  las  seis  y  media  a.  -  m,    com'enzo  ía 
M-i'Sa  solemne  de  Reqtuiem,  cantada  po«r  el 
Vicario  Caipitulair  Monseñor  Norberto  Do- 
mínguez. El  cu-erpo  del  limo.  Sr.  Carrillo 
ha^bía  sido  trasladado     ya  al   Presbiterio, 
frente   a'l.  a-i-ta-r  mayor,   y   ooCocado   sobre 
se«ncillo  .pero  eleigia-nte  túmulo  en   cjue  se 
veían  las  coromas  ofrecidas  á  nomfcre  del 
señor  Presidente  de  la  República,     y     de 
otnas  personas  y  oerporaciones :  de  lo  alto 
de  la  cúprt!a  d»e¡l  templo,  y  partiendo  ée 
la  corona  m<a.gTníñca,  caían,  sobre  el  cata 
Ico,  aibriiéiidose  hacia  amibos    lados,  ele 
unrties  cortinajes  en  que    se    combinaban 


436  - 

con  gusto  y  prqpiedad  los  coCores  MaiKO 
y  negro;  em  los  cuatro  ánigulos  déí  cata 
falco,  se  clevabewi  cuatro  pebeteros  de  for- 
ma ete^antísima,  en  los  que  se  veían  fla 
mear  cuatro  llamias  temblorosas,  como  es 
pkitus  prontos  á  eleviarse  á  das  regionei 
eternas  sobre  hs  aromosas  luufbes  áél  in 
denso;  cuajtiro  estandairtes  megros  se  «veían 
tamlbién  en  los  cuatro  lán»gnlos  del  monu 
mentó,  y  alie  en  lo  aílto  de  éste,  «el  cuerpo 
áél  limo,  Sr.  Olbis.pK>,  revesitidD  del  traj€ 
propio  de  su  alta  Dignidad,  oaroffiado  por 
la  mitita  y  sujetando  ccm  la  diestra  el  sim- 
bólico cayado  del  Pastor. 

La  espacifO»sa  Catedral  estaba  henchida 
de  gentes  de  todas  Üas  clases  sociiul^ :  aM 
estaban  los  sacerdotes  y  los  alumnos  del 
Seminario  Conciliar,  con  sus  trajes  espe- 
ciales; los  componentes  de  la  V.  Archkor 
fradia  del  Samtísimo  Sacramento,  revesti- 
dos de  sus  rojas  ve9tidura«,  símíhoLO  del 
fuego  del  amor  á  Jesús  Sacramentado  que 
abrasa  al  coriazón  cristiano ;  el  Concejo  d-" 
lia  Universidad  Pontificia;  los  repiresentan- 
tes  de  la  pren'sa ;  las  Conferencias  de  San 
Vicente  de  Paul;  la  Comisión  que  repre 
sentalba  á  la  oihidiad'  de  Izamal,  cuna  del 
egregio  Prelado ;  <!<ats  escuelas  católicas ;  los 
gremiofe  de  la  ciudad,  cuyos  estandartes  se 
veían  adornar  la  nave  principal  del  ten 
pilo,  y  en  fin,  d  p^ueblo  todo,  poseído  d( 
nú^  profundo  dolor,  oontemplaindó  con  lo 


43t 

ojos  hmneckcidos  por  las  tlógrimi^y  el  .ca^ 
(¿ver  de  su  Rastjoir.      Iü 

Y  el  incienso  stiibia  en  anchas  espirales 
'  hacéai  la  bóveda  del  teniplo,  y  se  escuchaba 
la  voz  del  oficiante  alternándosie  con  !a 
música  y  las  'VOces  del  oaro.  ¡Qué  niajes- 
tad  en  ¡las  ceremonias!  iQué  sublimidaci 
esn  lioe  cánticos  inimitalbles  de  la  Misa  vio 
Réquiem!  ¡Qué  recogimiento,  qija- 
¡  Oto  Santa  Iglesia  Católica,  o!h  esposa  muy 
amadla  de  Jesús!  ¡cuan  inuponetites,  cuan 
augustas,  cuan  sublimes  «soin  estas  solemni- 
dades maginiíñcas  del  culto,  que  elevam  al 
ahna,  de  estas  míseras  regiones  de  la  tie- 
•nta»,  á  los  campos  esplendorosos  de  la  ce 
testial  Jerusalén! 

íTerminada  la  Misa,"  se  canta»ron.lois  res- 
ponsos en  la  forma  prevenida  por  el  Cere- 
monial de  Obispos.  Jamás  habíamos  oído 
mejor  aplicadas  las  palabras  del  cán^tico  de 
Ezequías:  "Ego  dixi:  In  dimidio  dieruní 
meottiuhn  vadami  aíd  jportas  inferí. — Ouaesi 
vi  residuttmf  annorum  meorum."  "Dije  yo : 
A  la  mitad  de  mis  días  entraTé  por  las  puer- 
tas del  seipulcro.  Privado  me  veo  ded  res- 
to de  mis  años...."  Y  lia  más  profunda  emo- 
ción em(bargó  el  alma  de  los  que  enten- 
dieron estas  palabras  qrue  recordaiban  \s. 
brevedad  de  la  vida  d<e  nuestro  Iloistre  Pas- 
tor! Y  todiavia  ahogándonos  de  pena,  es- 
cuchamos íambién  estas  palabras  que  ve- 
níao  á  mitigarla,    consolando    dulcemente 


1 


nuestro  an*gicBs<tiado  corazón:  '^Audivi  vo 
cem  de  coek>  dicentem  «iihi. — Beati  laor- 
tui,  qur  in  Domino  moriuntiur."  "Oí  iMia 
voz  del  cielo  que  me  d'cckb:  "Bienavenjtu- 
rados  los  muertos  <juc  mnxeren  en  el  Se- 
ñor." 

La  melamcólica  voz  de  las  cajnpanas  que 
doiblaban  á  muerto;  la  música  maj|pnífica 
y  sublime  det  oficio  de  difuurtos ;  las  voces 
de  los  siacerdotes ;  los  ctbvticos  funerales ; 
las  nubes  de  incienso  que  «e  elevaban  co^ 
mo  oraciones  místicas  al  trono  de*  Dios : 
las  lémjparas  y  los  cirios;  las  negras  col- 
gaduras; los  estandaftes  de  Hos  gremios, 
todo,  en.  fin,  contribuía  á  dar  á  aquellas  «s^- 
lemmidades  tam  itn'ponente  majestad  y  tan 
lúgubre  tristeza,  que  eíl  alma  se  sentía,  ora 
como  atemorizada  y  recogéda  «en  lo  más 
hondo  de  nu«eistro  ser,  ora  como  diesia»tada 
de  las  ligaduras  de  la  materia,  elevándose 
á  los  infinitos  espacios,  como  Wanco  y  te- 
nue celaje  ó  cofmo  el  delicado  perftmíe  de 
la  flor. 

Cesó  el  clamor  funeral  de  las  cteumrpanas ; 
extinguiéronle  las  voces  de  lo«  sacerdotes  • 
se  apagaron  las  notas  mefxancólicas  de  la 
música  sagnada,  y  el  silencio  batió  sus  ala:< 
en  los  ámbitos  del  tamplo.  Momentos  des- 
pués, sólo  se  e9cucih¿ba  la  voz  del  orador 
sagrado,  del  señor  Pbro.  D.  Carlos  de  Je- 
sús Mejía,  Rector  del  Semimnrio  Concíiaí 
que  hacía  el  elogio  fúnebre  del  líustre  Prc- 


439 

lado,  con.  esia  elocuencia  sencilla,  ;pero  lle- 
na de  unción  y  de  setitinM«eiiitOj  que  carac- 
teriza sus  adímiraubles  discursos.  Las  ^rtcs 
más  ccnmovedoras  de  su  imlprovisada  ora- 
ción, fberon  ajqueKa'S  en  q»ue  rec<Mxló  k^ 
últimas  palabras  del  Prelado  difunto  cuan 
do  recübió  'el  Sagrado  Viático,  y  cuando 
el  elocuente  oradior,  eníbargado  tpor  k  mfis 
praftwidiai  emoción  y  con  la  viee^  entrecorten* 
da  por  los  sollozos,  se  despidió  de<^  mismo 
Prelado:  "AdiÓ3,  ¡Oh  Padlre  mío!  Adiós, 
anuado  Pastor,  ya  no  vorveremo's  á  ver- 
te   " 

'  Terminó,  por  fin,  *oda  solemnidad  en  el 
ten:y>lo,  y  se  organizó  la  procesión  qiuie  fué 
saliendo  lentamente.  En  61  atrio  dte  la  Ca- 
tedrafl,  el  joven  poeta  D.  Ramón  Alda»na 
Santaimaría,  hijo  del  inolvidable  vate  yucá- 
teco,  p.,  Iv^nión  Aldana  Pue.:v  ♦  •  "^nun- 
ció,  con  voz  conmoivida,  tul  elogio  fúne- 
bre lleno  de  eicvadii*  'deas  y  setihrarlo  ^Ir 
florea  retóri'tas  doi  mis  exquis'i.>  gurílv.-- 
La  procesióm.  contintuó  luego  su  catrino 
hacia  el  parque  '^Hidalgo:"  r'jmpian  la 
marcha  los  .«ailumnos  de  las  "escuelas  cató- 
licas y  les  seguían  los  gremios  le  la  ciu^ 
dad,  enarbolan4o  sus  bandteras  y  estandar- 
tes ;  (las  'Oonferencias  de  San  Vicente  de 
PaiuH ;  lia  Ardhicofradía  del  Santísimo'^  rcra- 
mentó;  twií  número,  extraordinario  uc  ca- 
balleros», todos  vestidos  con  «trajes  de  rigu- 
roso luito,  3os  aluimnos  y  (paiof  esores  del  St;- 


440 

minar io  Owciliar,  y  por  último,  «1  cadá- 
ver del  limo.  Sr.  Carrilk>,  segui<k>  del  Ve- 
neraíWe  Cloro  y  de  üa  Banda  de  música 
del  Es-tado.— Ea  pud>lo  henchía  las  calles. 
las  plazas,  Jas  venUnas,  los  balcooies  y  uas 
azoteas,  de  tal  mmiera,  qtUíe  parecía  un 
mar  de  cuenpos  humanois  que  se  movía, 
que  se  agitaba  ooai.tinuainente.— De  algu^ 
ñas  vemtanas  y  azoteas  larrojaban  flores  al 
pasar  el  cuerpo  del  ilustre  Prelado,  que  era 
coíKluoido  oxh  homíbros  de  oo;mflsiones_a«^ 
se  ailítemaban  en  cada  esquina:  la  comisión 
de  Iz^amal,  compuesta  del  Dr.  D,  Manu<el 
Bolio  y  Ponoe,  de  D.  Perfecto  Bobo  y  Bo- 
lio  y  de  otras  personas  de  Jia  misma  locah 
dad,  recibió  d  cuerpo  en  la  plaza  de  la 
Mejoraida  y  lo  colocó  'en  el  carro  fúnebre 
mod»elo  de  elegancia,  y  buen  gíisto,  debi- 
do á  la  hábil  dárecciÓA  del  señor  D.^  R»afae] 
Peón  y  Loza.— Partió  el  carruaje  íunebre; 
partienom.  los  coches  del  ferrocarril  urlbanc 
y  los  íttrenes  de  'los  ferrocarriles  de  Méridí 
á  Progreso,  die  aanibas  líneas ;.  partieron  los 
nmimerosoís  carruaje®  piarticuláre?,  y  partió, 
en  fin,  el  pueblo- todos  ora  en  los  vehículos 
expt^esados,  ora  á  pie,  hacia  la  fimca  Pet- 
kanché,  última  .morada  del  sabio  diifun'to. 
—Y  allí,  dominando  el  tumultuó^  oldaíe 
de'l  pueblo,  se  elevó  la  rdbusta  é  inspira- 
da voz  de  D.  Néstor  Rubio  Alpuche,  qiuien 
hizo  el  elogio  tónébr^e  del  s-eñor  Carrillo : 
en  frases  correctas,  esmaltadas  con  el  bri- 


441 

lio  seductor  de  imágeiíjes  poéticas'  y  sem 
bradas  de  {pensami'entos  delidados,  habló 
el  orador  defi  filósofo,  del  literato  conspi- 
cuo, del  diligemite  anticuario,  dtel  infatiga- 
ble oibrero  de  la  civilización,  ded  patriota 
oek)6o  y  entusiasta  y  deC  Prelado,  en  fin, 
<juie  lia  sida  honra  y  gloria  de  la  Iglesia  y 
de  la  Patria,  y  muy  especialnnente  de  esta 
histórica  tierra  de  dos  mayas,  que  tanto 
amor  insjpiró  lá  isu  coiia<zón  y  tanto  interés 
despertó .  ein  su  privilegiada  inteligencia. 

IConsumóse  Ja  obra.,  al  fin :  en  medio  de 
las  fúnebres  ceremonias,  aoonupañado  ipoi 
las  voces  de  Cos  sacerdotes,  sentido  poi 
todas  las  almas,  lloradlo  por  todos  las  ojos, 
vimos  desa|pa.recer  el  cuerpo  del  .  señor 
Obispo  tras  la,  insensible  y  fría  losa  del  se- 
puloro.  jAlh!  ¿cómo  es,  Dios  -miio-,  que  tan- 
ta gCoria  ptueda  caber  en  el  estrecho  recin 
to  de  una  sepultura?  ¿cómo  es  que  tantia 
grandeza  pueda  convertirse  en  un  pluñadc 
de  polvo?  ¿cómo  es  que  pueda  apaigars^ 
para  siemípre,  como  débil  lamparilla^  lia  lla- 
ma poderosa  de  tan  gran  inteligencia?  ¿có- 
mo jpuede  caber  ese  corazón,  oafpaz  de  al- 
bergar á  un  mundo,  en  ese  (mezquino  hue 
co  «abiertot  en  las  entrañas  de  la  tierra  ?  i  In 
sondaibUes  -miisterios  de  la  muerte,  desva- 
neceos, desvaiieoóo's,  como  liviana  niebla 
ante  mis  espantados  ojos ;  dejadme  ver  má^ 
allá  ílos  espacio's  ítifinitas  en  qiue  pueda  vo- 
lar, libre  de  mortales  ataduras,  esa  alma 
Pon  ce  y  Fon t.— 56 


442 

grande  del  Sr.  CarriHo;  (Jejadme  ver  pd" 
un  nK>miento  esas  oleadas  gigantescas, 
esos  torrentes  de  luz  qixe  inundan  la  crea 
cion.  y  que  iluminan  ya  su  frente  pensa 
dona;  defjadniíe  oontemiplar  extasiacío  est 
mar  insondaKte,  ese  océano  infinito,  sin  pía 
yas  ni  Ihorizon'tes,  en  que  &e  agitan  milla- 
res de  mundo's  suiperiores  al  nuestro;  de 
jadme  ver,  en.  fin,  dejadme  senítit*  la  Éter 
mid'aid :  qu«e  sólo  así  podré  comprendier  que 
no  es  el  obsou^xv  hueco  de  «esa  tumba  mise 
najbk  el  término  de  una  vida  tan  grand.' 
como  la  vida  del  limo.  Sr.  Carrillo!  i 

\ 


■*Ki   £i    3  O   £.    .>rj 


LA  DIPUTACIÓN  DE  COMERCIO 

DATOS  HISTÓRICOS 
1804-1884 


En  estos  momentos  en  que  acaba  de  ba- 
jar á  la  ttumba  el  eminente  patiriota  y  dis- 
tinguido ciudadano  D.  Juan  Miguel  Cas- 
tro^ qíue  tamtos  y  tan  impoirtantes  servi- 
cios prestó  al  país  y  n^uy  especialnuente  al 
comercia  de  esta  capital  y  á  la  Diputación, 
de  la  cual  fué  durante  largos  año^  el  alma 
que  la  inspiraba  y  la  sostenía,  no  parece 
inoportuno  consignar  .en  "La  Revista  de 
Méridd  "  los  .pocos  datos  que  acerca  de  es- 
ta ímfKxrtanlte  institución  hemos  podido  re- 
coger en  sus  archivos,  harto  descuidados 
é  incomipletos,  por  desgracia. 


El  libro  más  antiguo  que  existe  ei^  los 
archivos  de  la  Di¡[>utación,  es  «uno  en  qu^s 
se  consiignaiban  las  actas  de  las  sesiones 
del  Cuerpo  y  da  principio  con  la  de  la  ce- 
lebrada el  6  de  s«e|ptiemlbre  de  1804;  pero 
del  contexto  unismo  de  dicha  actta  se  dedu- 
ce, sin  dejar  lugar  á  dudia  alguna,  que  ha- 
cía ya  largo  tiempo  qiue  la  Diputación  exis- 
tía. Nada  sabemos,  pues,  del  origen  y  fun- 
dación de  ^'La  Diputación  de  Comercio," 
que  se  pierden  en  la  noche  de*  la  época  co- 
lonial, dii  .poseemos  una  idea  completa  die 
la  manera  en  que  se  hallaba  organizaida. 

Sabemos  ooflomente  que  para  sus  sesio- 
nes convocaiban  los  Capitanes  Geiíerales 
de  la  Provincia,  alguna  otra  autoridad  su- 
perior, ó  los  dipnnados  del  comercio,  que 
se  renovaban  anualmente.  Todos  los  con- 
currentes tenían  voz  y  voto. 

En  la  refierida  s-esión  de  6  de  septitém- 
bre  de  1804,  se  trató  de  fijar  las  obligacio- 
nes de  los  (patrones  de  carros  y  de  los 
arrieros ;  se  acordó,  á  propuesta  del  Capi- 
tán General  D.  Benito  Pérez  Voldeloraar. 
la  formación  del  Reglamenito  interior  de 
la  Diputación  y  se  tomaron,  en  fin,  ailgu- 
nos  otros  acuerdos,  expresados  en  dicha 
acta  con  obscuro  y  singular  laconismo. 

Bl  18  del  mismo  mes  y  afio,  se  celebró 
otra  sesión,  presidida  por  el  Tesorero,  Mi- 
nistro de  la  Real  Haciendiaí,  D.  Policarpo 
A.  Eclháno*ve|,  en- la  <iual  sé  eligió  á'D.  Si- 


445 

món  Urcelay  para  í^esidir  en  él  surgidero 
de  Sisal  opn  el  emlpileo  de  irecibir  la  carga  . 
que  vinií^ra  de  Caimpedhe,  pues  la  Di-^uta- 
cipn.tenb  la  .propiedad  de  unas  bodegas 
de  palmas  y  cobraba  medio  rea!  por  toda 
pieza  que  á  ellas  ingresaiba. ' 

Algún  tiempo  después,  la  Diputación 
acorfe  fabricar  bodegas  de  maimposíería  y 
las  de  palmas  se  dieron  alqaiiladias. 

Etti'  5  de  Marzo  de  1816,  el  Capitón  Ge- 
neral Frey  D..  Miguel  de  Castro,  y  Araos, 
condescendiendo  á.  las    instancias    ique  al 
eíeoto  le  dirigieron  los '  componentes  de  lá 
Diputación,   quienes   lo   hicieron    segura- 
mente etti'  vista  ÓG  las  grandeg  dificultades 
con  que  se  tfopezralba  siempre  para  reunir . 
á  los  oomenciantes  en  Junla  Genera!,  dis- 
puso que  s^  procediera  á  la  elección     dé 
una  "Junía  s^ubalterna     de     conciliarios,'* 
ooinpuesta'  de  díoce  individuos,  qiiie'nes  de- 
biap  reunirse,  deliberar  y  resolver  con  ple- 
nitud de  poder,  siempre  que  Ihufciera  ne- 
cesidad eje  «tratar  asuntos  que  interesarán 
p.l  comercio.  ÍEn  esta  Junta  tenían  voto 
cpjrno  vocales  'natics  de  la  misma,  los  com- 
ryynentes  de  la  Diputación.  Es  nótab'!e  ^1 
sigfuiente  párrafo  de  la  comirnicación  que 
con, tal    objeto    dirigió  eí  señor  Casfró  y 
Araos,  al  señor  Comisario    f-r'lcn.iílt)"   •  ¡J 
Poücarpo  ATitonio  de     Fxhánove,     «-|u¡c-n 
presidía  en  esa  épo:a  las  sesipnes  de  la  T>I- 
put^ion,  porque  en  él  se  reconocen  y  tra- 


446 

tan  de  evitarse  los  graves.  inconvenientt?s 
á  que  siempre  han  dado  lu^a-  las  Carpofa- 
cioaes  demasiadamettite  niimerosas  qitt, 
suelen  conventirse  en  ca.nnpos  áe  Agjairiíaa- 
te.  Ese  párrafo  dice  así: 

"Como  todas   las  corporaciones   dema- 
siadamente numerosas,  propenden  por  na- 
turaleza al  desorden,  obram  con    lentitud, 
producen  facciones  que  ya  no  boascan  el  in- 
terés ó  utilidad  de  su  institurto,     sino     el 
'triunfo  de  su  partido,  y  por  último,  resul- 
tan otras  inconsecuencias  que  son  notoria.- 
á  la  gente  culta,  prohibo  el  que  se  celebren 
Juntas  Generales  de  comercio,  y  sólo  se 
podrán  tener  para  k  elección  a-nual  de  súi 
oficios  ó  en  algún  extraordinario  caso,  qi:*. 
por  su  demasiada  gravedad  é  impc  .- 
se  requiera  taníta  universidad  de  siiírr"-' 
Fuera  de  éstos,  la  Junta  subalterna  será  en 
adelante  la  depositaría  de  la  voz  de  toaos. 
y  comió  la  eleccióii  de    los    comisionados 
que  k  componen  ha  de  ser  libre,  espoíitá- 
nea  y  á  satisfacción  de  ¡los  individuos  que 
forman  la  masa  general  del  cuerpo,  se  su- 
pone <|ue  el  fruto  de  las  deliberaciones  será 
lo  que  más  convenga  á  sus  comitentes." 

En  cumplimientlo  de.  lo  dispuestoi  por  el 
Capitán  General,- el  13  de  marzo  de  i^rh 
&e  reunieron  en  sesión  general  gran  nútner 
ro  de  coímerciantes  y  se  procedió  á  ía  elec- 
ción de  la  "Junta  subalterna  de  contíUa- 
rios,"  que  quedó  compuesta  de  la  manera 


447 

qute  puede  verse  más  adelante.  Elsta  míe 
va  orglanizacióm,  lejos  d-e  entorpeoer  los 
progresos  de  la  Diputación,  anites  por  el 
conítrario,  sirvió  «paira  desembarazar  su  ca- 
mino de  las  trabas  y  remoras  que  lo  hacían 
dificultoso,  de  tal  manera,  que  fueron 
de  gran  utilidad  y  trascendencia  ¡las  medi- 
das que  desde  enOo-nces  adoptó  y  las  m 
joras  y  progresos  que  realizó  en  pro  de  los 
intereses  del  cotmercio  y  del  país  en  gene- 
ral. 

"Eii  febrero  de  1817,  decía  en  es¿e  mis- 
mo periódico  D,  Néstor  Rubio  Alpuchq 
el  añto»  de  1881,  esta  Oorporación,  en  la 
necesidad  de  contener  los  aivances  dé  los 
piratas  que  infestaban  nuestras  costas,  y 
con  &ufi  depredaciones  causaban  perjuicios 
ail  comencio  peninsular,  resolvió  construir 
una  embiarcaciónque  garantizase  nuestras 
aguas,  haciéndolas  jespetables  á  aquellos 
a»trevidos  aventureros ;  y  á  pes»ar  de  que  el 
presupuesto  de  gastos  fijos,  eventuales  y 
costo  principal  del  buque  ascendió  á  la  su- 
ma de  sesenta  mil  pesos,  la  Junta  puso  ma- 
nos á  la  obra,  y  eín  ag-csto  de  1818  estaba 
en  disposición  de  ser  echado  al  agua.  V 
aunque  el  proyecto  no  se  llevó  á  ca^bo  com- 
pletamen«te,  pues  el  ''Místico  San  Miguel  " 
^as-í  se  llamaba  el  buque)  no  salió  nunca 
L  imedir  sus  armas  oon  las  de  líos  piratas,  \' 
5e  deterioró  por  .la  inacción  en  que  se  le 
uvo,  por  cuya  causa  fué  vendido  con  gran- 


448 

de  pérdida ;  sin  em.ba'rgK).,  el  hecho  de  ha^ber 
sido  construido  da  á  c*o«nocer  la  -resolución 
de  que  estaban  animados  los  componentes 
de  la  Jutita,  que  los  hacía  acometer  empre- 
sas superiores  á  sus  fuerzas." 

No  tuvo  igual  resutoadb  la  obra  de  la 
construcción  de  u^n  edificio  de  mamposte- 
ría  de  capacidad  conveniente,  que  substi- 
tuyese á  las  antiguas  bodegas  de  palmas 
de  Sisal.  El  S  de  octubre  de  1815,  la  Jun- 
ta de  Comercio  comisionó  á  D.  Pedr) 
Gu23mán  para  que  las  edificase,  y  habién- 
dbíse  concluido  pocos  años  después,  esta 
vieron  sirviendo  á  los  comerciantes  de  Mé- 
rida  y  produciendo  una  renfta  que  aumeai- 
taba  los  fondos  del  gremio,  hasta  el  año 
de  1852  en  q.ue  fueron  vendidas  á  la  Aduj- 
na  Marítima.  Mucho  antes  este  misnUo  D. 
Pedro  Guzmán,  en  unió^nde  D.  Jaim<e  Tin- 
tó, había  construido  el  muelle  de  Sisal,  co 
misionado  por  la  propia  Junta. 

El  camino  que  conduce  de  esta  ciudad 
al  que  fué  nuestro  puerto,  esitaba  constan- 
temente en  reparació^n  á  costa  áe  sus  fon- 
dos: los  arrieros  y  carreteros  estaban  su- 
jetos á  reglarñentos  formados  por  ella :  el 
Gobierno  del  Estado  y  el  Supremo  de  la 
Naición  estudiaban  consitant^emente  las 
cuestiones  y  pedimentos  que  la  Junta  for- 
mulaba, ya  s»oiHcita>ndo  exenciones  de  d^^^- 
chos  ó  exi^endo  el  cumplimiento  d-e  dis- 
posiciones favorables  al  comercio,  que  pre- 


440 

tendían  akerarse,  ó  piroponiendo  reformas 
importantes  en  el  sistema  ren»tistico;  y  au. 
que  n«o  todas  las  solicitudes  eran  favorable 
meíite  despachadas,  nnuohas  pitxlucían  c] 
efecto  deseado  y  mejoraban  .a  condiciói 
de  nuestro  comercio.  Muy  ihrgo  sería  re 
señar  uno  á  «uno  todjs  los  actos  de  la  anti 
gua  Junta  die  Come'xrio  de  Méridiai:  cree- 
mos que  basta  lo  manifestado,  para  for- 
marse una  ¿dea  de  hs  ventajas  proporcH> 
nadas  por  esta  institución,  hija  de  un  espí- 
ritu que  quisiéramos   res»ucitar  para   que 
nuestra  gener^ación  no  sea  inferior  bajo  es 
te  respecto  á  la  pasada." 

En  la  ini{>06ibi.lidad  de  íiarrar  una  hi&to 
riá  ootrtpl-eKa  de  la  "Diputación  de  Coiuier- 
cio'*  e  nías  cartas  dimensiones  de  un  ar  • 
tícuk>  de  periódico,  nos  contetitaremoe  con 
dar  en  seguida  una  relación  de  algunas  <lc 
las  personas  que  la  han  compipesto  con  el 
carácter  de  diputados  ^opietariíos,  ó  nüen> 
bros  de  1a  "Jtfnta  ie  conciliarios,"  desde 
el  año  de  18Ó4  bíista  ía  presente  fech? 
1884;  relación  qtue  no  carece  de  interés  pa- 
ra la  generación  actual,  cuyas  familias  riiá-s 
distinguidas  son  descetidkmtes  de  efea*  per 
sonas. 

i8o4.-^D.  Francisco  Vallado,  D.  Blas 
de  Torres,  D.  Josef  Antonio  Ríos,  Secre- 
tario. 

i8o5.-^D.  Blas  de  Tortes,^  D.  Antonio 
Fernánd'ez,  D.  Josef  Antrniio  Ríos, 

Pon  ce  y  Font  /— W 


450: 

i8o6. — D.  Antonio  Fernández,  D.  Fran- 
cisco Sauri,  D.  Jiosef  Antonio  Rios. 

1808. — ^D.  Joeé  Matías  Quintana,  D.  An- 
«tonio  de  Lara,  después  D.  Paiblo  Moreno, 
D.  Josef  Anfttonio  Ríos,  Secretorio. 

1809  á  i8n. — D.  José  María  Quintana, 
D.  José  María  Guzmén,  D.  Jo»é  Antonio 
Ríos,  Secretario. 

1812. — D.  José  Duarte,  D.  Agustín  Gon- 
zález, .  D/  Sesbastián  Hernández,  Secreta- 
rio. 

1813  á  1814.— ^D.  José  Manuel  de  Zapa- 
ta, D.  José  Martín  y  Esjpinosa. 

181 5. — ^D.  Joaquín  Quijano,  D.  Bernat- 
do  CariiOj  D.  Manuel  Pastratia^  Secretario. 

i8i6..-rjitínta  Subalterna  de  Conciliarios : 
D.  José  Miaauel  de  Zapata,  D.  Antonio 
Domingo  González,  D.  Vicente  María  Mi- 
llet,  D.  Jaitne  Tintó,  D*  Pedro  José  Guz- 
man,  D.  José  Espinosa,  D.  Antonio  Fer- 
nández, D.  Francisco  Benítez,  D.  Ramón 
Cado.  Diputados:  D.  Joaquín  Quijano,  D. 
Bernardo  Cano  y  D.  Manioel  Pastrana,  Se- 
cretario. 

1817. — D,  Vicente  Millet,  D.  Buenaven- 
tura del  Castillo,  D.  Tomás  Lujan,  Secre- 
tario. 

1818  á/1819. — -D.  Juan  Ignacio  Sansores. 
D.  Juan  José  Goraz,  substituido  por  D. 
José  María  Contneras,  D.  Miguel  Morenjo. 

iSao.^-iPrimera  Ji^nta  de  cinco'  indivi- 
duos y  un  secrieterioj  según  Reglamento  . 


aprobado  por  el  .Capitán  General  CastrQ  y 
Anáoz,  ¿n  2  dé  ccfcubfe  de'  Í819:  D..  Juan  ^ 
PasitoT,  D.  Luis  Soibriniq/D.  JoséTiburcio.' 
López  Coiistante,  D.   Vioehte  Millet,  D.  ' 
José  M.  C¿mtreras,  I>.  Ignacio  de  Qoiija-. 
no.  Secretario.   Suplentes :  D.   Raymündo  * 
de  la  fCámára  y  D.  Juan  Ignacio  Sansores. 
Esta  Junta  se  fué  renovando  parcialniíen-  ' 
te  en  los  años  siguíeribes,  entrando  á  com- 
ponerla D..Tióiniás  Lujan,  D.  José  Fabián' 
Gamboa,  cómo  Secretiario,  Ef.  Antonio  Ri- 
v^ró,  p.  Pedro  José  Guzmáíi;  D.  Joaquín. 
Torres  y  D.  Juan  Basilio  Luján.  Nos  Jiini- 
'tarribs  én  seguida  á  dar,  en  lo  general,  los. 
nomlbries  de  los  dos  diputados  propietarios  ' 
y  de!  Secf<eitaíio  qué,  en  unión  d^e  los  cinco  ' 
vocales,  formaron  desde  entonces  la  "Di-  ] 
putación  de   Coanercio/'  ,     ' 

1823.— D.  Mateo  Rada,  D.  Hilario  Va  , 
liado,  ^P.  Manuel  L^ón  Bravo,  Sjecrétarío.  ' 

,1824. — ^D.  José  M.  de  Zapata,  D.  Frán-  ' 
cisco  Benítez,  D.  Juah  Basilio  Lujan,  D.' 
Joaquín  Torres,  D.  Pedro' José  Guzínná^, 
D.  José  M.  García,.  Secretario.  ' 

.1828  á  1829.— D.  Joaquín  G.  Rejón,  .D.  ' 
Joaquín  Tienorió,  D.  Hilario  Vallado,  Se; 
cretario,        '  *  ; 

1830  á  1833.— D.  José  M.  Peóii,  P.  To; 
más  Lujián,  D.  Simón  Péóh,  Secretario.      * 

1834, — ^P.  Tomás'  Lujan,  'D.  Miguel'- 
Lanz.D.  Pedro  dé  Regil  y  Estrada,  ¿'¿-^ 
cretario^   ^  ,    .  .;     .        __ .  ^^         ^.^    '.   «   :  \ 


452 

1835  á  septiembre  de  1851. — D.  Joaguiti 
G.  Rejóo^  D.  Juan  E.  Quijano,  D.  f  edro 
de  Regil  y  Estrada,  Secretario. 

De  octubre  de  185 1  á  7  de  noviepibre 
de  1852, — 'D.  Manuel  Medina,,  D.  Manuel 
Peón,  D.  «Manuel  Encarnación  AvUa,  Se- 
cretario. 

De  noviembre  de  1852  á  diciembre  de 
1853. — D.  Manuel  Medina,  D.  Manuel  Jo- 
sé Peón,  D.  Ángel  A.  Toledo,  Secretario. 

1854. — iD.  l^anuel  José  Peón,  D.  Juan 
de  Regil,  D,  Angiel  A.  Toledo,  Secretario. 

1855  á  2  de  fdwero  de  1857. — D.  Juan 
de  Regil,  substituido  después;  por  su  au 
s^ncia,  por  D.  Juan  Mígiuel  Castro ;  D.  Ber 
naSé  de  Mendiolea  y  D.  Ángel  A.  Toledo, 
Secretario. 

.De  3  de  febrero  de  1857  á  24  de  julic 
de  1881.— D.  Benito  Amar  Pérez,  D.  Ber- 
ná«bé  de  Mendiolea  y  D.  Carlos  M.  Quija- 
no, Secretario,  substituido  después  por  D 
Manuel  Rivas  Mediz. 

Como  se  observará,  por  la  relación  ain/te- 
rior  consta,  que  desde  el  año  de,  1804  has 
ta  el  de  1824,  el  personal  de  la  Piputacíón 
se  renovó  con  regnidaridad ;  de  1824  á  1828 
hay  un  vacío  causado  seguramente  por  des 
cuido  ó  neglígieiqcia ;  pero  este  vacio  es  «ma- 
yor desde  el  año  de  1835  hasta  el  antes  d^ 
septícrpbre  df  i85t,  en  cuyipi  , transcurso 
¡sólo  se, celet>raron  tres  sesiones!  t*ero  el 
año  de  1857  comienza  el  período  «de  nía- 


453 

yor  decadencia  que  ha  atravesado  la  "Di- 
putación de  Comercio,"  pues  desde  el  re 
f  erido  año  de  1857  hasta  el  de  1863,  sola 
mente  tuvieron  tugar  siete  sesiones,  entre 
las  cuales  es  notable  la  del  día  4  de  ño- 
vieimbre  de  1857,  >en  que  la  Diputación  se 
yió  obligada,  por  las  exigencias  dí*l  <jo 
bierno  de  esa  época  de  desconcierto  polí- 
tico, á  entregar  los  fondos  de  su  ^ropie 
dad.  La  izarte  del  acta  relativa,  á  este 
acMierdo  que  copiamos  literalmente,  dice 
así:  "Considferando  que  sieiído  apremian 
te  la  ordé»  del  Goibierno,  resuelto  á  dispo- 
ner de  los  fondos  del  comercio  á  todo 
trance,  sin  ser  posible  á  los  que  lo  repre- 
sentan, eludir  &n  entrego,  á  pesar  dt  no 
estar  autorizados  para  ello,  según  el  te- 
nor de  las  actas  anteriores  y  el  objeto  de 
su  destino.  Que  siendo  inútil  toda  resis- 
tencia, porque  ésta  tal  vez  comprometería 
ios  mismos  fondos  en  las  actuales  circuns- 
tancias de  escasez  en  el  Erario  público,  y 
que  siendo  menos  ejqpuesto  accedei  á  lo 
qu»e  el  Gobierno  solicita,  con  prudencia  v 
política,  para  sacar  bodas  las  ventajas  posi- 
bles, así  como  la  mavor  posible  garantía 
de  soí  reembolso. — .Suficientemente  discuti- 
do con  más  áe  las  dos  terceras  partes  de 
sus  mdiembrós  pnesentes,  se  aoOrdó  por  una- 
níjmidad: 

.  Primero,  Que  hoy  mismo,  el  Tesorero  ac 
'raercio,  D.  FraBcigco'  'Alzina  y  bajo  su-  solg 


454 

nombre,  como  si  íuera  asunto  particular 
suyo  haga  el  préstamo  ique  solicita  el  Su 
perior  Gobi«erno,  entregando  al  señor  Jefe 
d-e  Hacienda  tocios  los  pagarés  qu€  en  la 
actualidad  constituyen  los  íondos  d-el  co- 
mercio que  están  á  su  encaTgo  y  cíe  que 
exigirá  él  documento  a  su  satisfacción,  co- 
mo se  acostumibra  en  taks  casos,  con  «to- 
das las  facultades  suficientes,  sin  que  ten- 
ga que  consultar  nada,  por  lo  limitada  del 
tiempo,  obrando  como  en  interés  propio, 
por  la  merecida  conifianza  que  insjpira  á  la 
R.  Junta.*' — Este  golpe  hirió  de  muerte  á 
la  "Diputación  de  Co«me'rcio*'  que,  á  partir 
desde  esté  momento,  languideció  de  una 
manera  comp^.eta,  al  grado  de  no  proce- 
derse  á  la  renovación  de  su  personal,  hasta 
que  el  año  de  1870,  el  incansabfe  D.  Juati 
TVÍiguel  Castro  tomó  la  iniciativa  para  coii- 
seguir  la  •traslación  de  la  Aduana  de  Sisal 
al  puerto  de  Progreso;  y  á  pesar  de  qu^B  la 
Diputación  no  estaba  organizada,  pues  de 
sus  antiguos  componentes  sólo  existía  el 
señor  D.  Benito  Aznar  Pérer,  se  nombró 
secretario  interino  á  D. .  José  Font,  y  se 
celebraron  varias  S'esiones  en  que  se  acor- 
dó todo  lo  relativo  á  la  expresada  trasla- 
ción de  la  Aduania. 

•El  10  de  agosto  de  1870,  se  reunió    él 

comercio  en  Junta  general  pai:a  acordar  el 

gasto  de  veinte  mil  pesos  que  se  emplea- 

•  rían  en  la  construcción  dd  edificio  que  de- 


455 

bia  ocupaT  la  Aduana  marítima  del  jpuer- 
to;  el  24  d-e  octubre  del  onisino  afto,  para 
tratar  de  la  construcción  del  mu-elle ;  el  14 
de  mayo  de'1871,  para  acordar  los  medios 
de  reparar  y  construir  el  puent«  y  la  cal- 
zada; (i),  y  el  31  de  diciembre  de  1880  para 


(1)  Estos  gastos  nunea  llegaron  &  efectuarse. 
£1  edificio  de  la  Aduana  Marítima  fué  contrata- 
do con  el  Sr.  Fermín  Domingo  en  la  suma  de 
$22,000.  La  constrnccUJn  del  muelle  con  el  in- 
geniero americano  KobeMo  Sthbens,  en  la  canti- 
dad de  $40,000.  La  calzada  y  puente,  en  $40,000 
poco  más  6  menos,  fueron  erogados  por  las  cajad 
de  la  federación,  ft  iniciativa  del  Sr.  Castro,  ba- 
jo  cuya  dirección  y  vigilancia  se  pusieron. 

También,  por  empeños  del  Sr.  Castro,  los  düe- 
£ío8  de  predios  en  Sisal,  fueron  indemnizados  por 
el  Gobierno  General  con  dinero  efectivo  y  los 
mejores  teiTenos  en  el  nuevo  puerto  de  Progreso. 

Hace  varios  años  que  el  muelle  pasó  &  ser 
propiedad  de  una  Compañía,  mediante  contrato 
con  el  Gobierno.  Nacional, .  en  el  cual  se  compro- 
metía ampliarlo  con  material  de  hierro. 

La  antigua  Aduana  de  Sisal  liace  también  po- 
cos años  fué. arrendada  y  después  vendida  ft  una 
casa  de  comerno,  alemana,  con  domicilio  en  es- 
ta capital,  empleándola  para  almacenes  de  palo 
de  tinte,  chicle,  maderas,  sal  y  otros  productos 
dé  lá'  costa  de  Occidente. 

Jasto  es  igualmente  consignar  que,  para  con- 
s^igvLir  del   C.  Benito  Juárez,   Presidente  de  )a 


45G 

la  presentación  y  re-visión  de  las  cu«entas 
formadas  por  D.  Juan  Miguel  Castro,  en- 
cargado de  dirigir  estas  obras  kiuportaa- 
tes. 

Por  fin,  el  señor  D.  Benito  Aznar  Pére. . 
excitado  por  la  prensa  para  r-eorganizar 
la  "Diputación  de  Comercio**  y  an-niado  y 
secundado  eficazmente  por  el  mismo  señor 
Castro  y  por  el  Secretario  interino  D,  José 
Font,  convccó  á  una  reunión  general  de 
comerciantes,  con  tal  objeto,  que  se  cele- 
bró el  24  de  julio  de  1881.  En  e<^ta  sesión 
9e  eligió  u-na  Diputación  provisional  que 
se  encargara  de  la  formación  de  los  Esta- 
tutos y  Reglamentos  respectivos,  habiendo 
recakío'  la  elección  en  los  señores  D. 
Juan  Miguel  Castro,  para  Presidente:  D. 
Felipe  I'bafra  Orto^ll,  D.  Jacinto  Lizarra- 
ga,  D.  Ramón  Juanes  Patrulló  y  D.  José 
Millct  Hiibbe  para  vocales,  y  el  q*ae  esto 
escribe  para  Secretario.  Esta  Diputación 
provisional  quedó  facultada  tambi^  para 
atender  á  la  representación  del  couwercio 
en  cuanto  pudiera  ofrecerse,  hasta  la  com 
plei^a  reorganización  del  Cuerpo. 

El  proyecto  áe  los  nuevos  Estatutos    > 
Reglamentos,  presentado    por  la    Diputa- 


Hepftblica,  las  sumas  mencionadas,  hicieron  uso 
de  su  Influencia,  ademUs  del  Sr.  Castro,  D.  An- 
fonio  O.  Rej<^n,  Lie.  Manuel  Cirerol,  €}oberaador 
Constitucional  del  Estado,  y  el  Lie.  Joaquín  Pa- 
trOo  Peniche,  Secretario  de  Gobierno, 


457 

ción  provisional,  fué  aproba<k>  por  la 
••^Asaimbl'ea  Mercaatil,'*  noimibre  qtae  ©n  di- 
chos Estatutos  se  da  á  la  reunión  ét  todos 
los  comercian t-es,  que  en  otros  jpaíses  se 
llama  Cámara  de  Comercio,  en  los  anos  de 
1882  y  1883,  haibiéndolo  sido  por  el  Go 
bierno  del  Estado  en  prinitejpo  de  mayo  del 
presente  año  de  1884. 

Conforme  á  estos  Estatutos,  la  Junta 
Directiva  de  la  "Asamblea  Mercan'til''  con- 
serva su  antiguo  nombre  de  "Diputación 
•de  Comercio,"  y  queda  facultada  á  eri- 
girse en  »trib.u»nal  arbitral  para  dirimir  Jas 
contiendas  que  se  susciten  entre  comer- 
ciantes, siempre  qoie  sea,  por  supuesto,  á 
soücitud  de  las  partes  interesadas. 

"No  n-Cis  parece  necesa'rio,  dijeron  los 
autores  deü  proyecto  al  dar  cuenta  con  el 
resultado  de  sus  trabajos,  exponer  aquí  los 
motivos  y  consideraciones  que  nos  han 
guiado  en  la  formación  de  estos  Estalii- 
to;s  y  Reglafmientos  y  tn  la  adopción  de  las 
reglas  y  prescripciones  que  contienen, 
pues  'tales  motivos  nos  parecen  tan  obvios, 
que  no  pueden  ocultarse  á  lai  inteligencia 
de  las  personas  á  cuyo  estudio  sometemos  . 
nuestros  trabajos;  mas  sí  creemos  conve- 
niente Mamar  la  atención  acerca  de  la. nue- 
va orgianización  que  se  ha  creído  deber  dar 
á  la  ''Diputación  de  Comercio,'*  que  de  hoy 
en  adelante  será,  no  solamente  un  cuerpo 
puramen'te  representativo-  del  comercio,  co- 
Ponoe  y  Font.— 58 


458 

la  o  'lo  ha  sido  hasta  aquí,    sino    tambiéji 
'  consultivo,  y  con  la  autoridad     necesaria 
para  erigirse  en  Tribunal  arbitral     y  diri- 
mir las  contiendas  que  se  suscitan   entre 
los  asociados. 

"Una  de  las  mayores  necesidades  que 
desde  el  tiempo  en  que  fué  deroj^ado  el 
Código  de  Comercio,  llamado  "Código  La- 
res," expedido  el  año  de  1851,  se  ha  he- 
cho sentir  de  una  manera  urgente,  es  la 
de  un  «tiribunal  que  conozca  de  una  ma- 
nera breve  y  sin  las  dilaciones  y  solemni- 
dades de  los  tribunales  del  fuero  común, 
de  las  cuestiones  suscitadas  entre  comer- 
ciantes. A  ílenar  esta  necesidad  hernias  ocu- 
rrido, estableciendo  que  lai  "Diputación 
de  Comercio,*^  como  Tribunal  arbitral, 
pueda  conocer  de  esas  cuestiones  en  la  for- 
ma detallada  en  el  Reglamento  de  juicios 
arbitrales,  al  menos  mientras  el  Congreso 
de  la  Unión  expide  un  Código  Mercantil, 
cuya  necesidad  se  hace  sentir  de  una  ma- 
nera tan  urgente  como  absoluta.  No  he- 
mos sido  los  primeros,  á  la  verdad,  en 
adoptar  esta  medida  que,  á  nuestro  juicio, 
Ihia  de  evitar  grandes  males  y  ^perjuicios 
pues  la  Cámara  de  Comercio  de  Veracruz 
y  de  otras  plazas,  así  nacionales  como  ex 
tramjeras,  la  han  ialdopt^do  yK  con  muy  sa- 
tisfactorios resultados.  ¿Por  qué,  pues, 
muestra  "Diputación  dte  Comercio"  no  po- 
dría Henar  la  misma  misión  que  esas  Cama- 


459 

raiS,  prestando  así  .tun  servicio  d-e  grandísi- 
ma importancia  á  los  intereses  ni«rcanti 
les  y  contribuyendo  á  granjear  á  nuestro 
comercio  toda  la  (X)úfianza  y  respetá1>iU- 
dad  .que  k  son  tan  «necesarias  ?  Tenemos 
la  más  perfecta  convicción  de  que  n^iáz  es 
más  hacedero,  y  de  que  las  personas  qu«e 
componen  el  R.  Gremio  del  iComercio,  es- 
tarán, dispuestas  con  toda  voluotad  á  cifre- 
cer  su  contingente  de  conocimientos,  la- 
boriosidad é  influencias  oara  conseguir  t^r 
loable  fin/' 

No  failta  qjuien  crea  que,  habiéndose  ya 
expedido  el  '"Código  de  Comercio"  que  de- 
he  ¡regir  en  toda  la  República,  gracias  á  la 
'  ííicansabile  laboriosidad  de  nuestro  distin- 
guido comipaitriotá,  el  .Ministro  de  Justicia 
Lie.  D.  Joaquín  Baranda,  ya  no  podrán 
•tener  lugar  ante  la  "Diputación  de  Co- 
mercio" esos  juicios  arbitrales,  quedando 
así  redlicida  á  letra  muerta  eti  sus  Esta 
tulO'S  y  Reglamentos  la  facultad  concedida 
á  !a  misma  de  dirimir  afbi't'ral^mente  las 
contiendas  de  sus  asociados ;  pero  seme- 
jante idea  íes  absoktamente  errónea  y  de« 
caiminiad'a,  pues  ni  el  "Código  de  Comer- 
cio'* ni  otra  5ey  alguna  pi  Va  á  üois  ciuda- 
danos d'3  jai  facuilitad  de  sujetar  la  deci- 
sióti  de  sti-s  ciofntiendas  al  juicio  de  arbi- 
tros libremente  designados  por  ellos  mis- 
nlx>s,.  y  de  desear  sería  que  entrará  en  Ióf 
'hábi'tos  de!  comercio  octrárir  á  su  Dipu 


tación  para  estos  y  otros  casos  análogos 
pues  tal  costumhre  ahorraría  á  los  comer- 
cian«tes  muchas  dificultades,  gastos^  di- 
laciones y  disgustos,  y  contraíuiría  á  for 
mar  un  cuerpo  de  doctrina  que  sirviera  de 
norma  en  aidelattte  para  decidir  y  resolver 
las  dudSfcs  y  dificultades  que  se  presenta- 
ran. 

Quisiéramos  taoiibién  que  nuestros  Go 
biernos  consukaran;  y  oyeran  á  la  *T)ipu 
tación  de  Comercio"  antes  de  proceder  á 
dictar  leyes  ó  tcwnar  medidas  acerca  d^  ?os 
negocios  que  tengan  relación  directa  con 
los  interesen  mercantiles;  que  las  autori- 
dades todais  observen  la  regla  de  dirigirse 
á  la  Diputación,  como  órgano  legítimo  del 
comercio,  siempre  qu»e  tengan  necesidad  de 
entrar  en  relaciones  con  éste,  y  qne,  en  fin, 
los  gdbiernos  y  los  particulares  todos  con- 
tribuyan á  dar  á  la  Diputación  todo  el  pres- 
tigio y  la  autoridad'  que  le  son  neresa.rios 
■para  el  mejor  logro  de  los  fines  de  su  im- 
portante y  noble  in^itución,  como  es  cos- 
tumbre hacerlo  en  todos  los  países  civi 
tizados  y  siquiera  medianamentl'  or^rani- 
zados,  política  y  socialmen'te  hablando, 

LiSíS  Gamara«  de  CJomercio  de  Tnq:¡:ii'!- 
rra,  Francia,  España  y  Alemiama.  repre- 
sentan un  oapel  muy  importante  en  la  vi 
da  social  de  estos  pue4>los  cultos,  cuyos 
gobiernos  las  consdítan  á  cada  pa«o,  cuaii- 
áo  5e  trata  dte  negocios  que  tie»en  remciójí 


461 

con  las  artes  industriates  y  el  comercio, 
fuen-tes  de  la  riqueza  y  la  (prosperidad  de 
las  naciones. 

Para  compíetar  estos  breves  datos  histó- 
ricos, diremos  que  las  personas  que  com- 
ponen actualmente  la  '^Diputación  de  Co- 
mercio," electas  confonme  á  las  prescrip- 
ciones de  los  nuevos  Estatutos  y  Regla- 
mentos, son  los  siguientes:  Presidente,  D. 
Mi^el  Elspinosa  Rendón ;  Vocales :  D.  Pa- 
blo González  Aznar,  D.  Bernardo  Canc 
iCasteíianos,  D.  Ricardo  Gutiérrez,  D.  Ca 
milo  «Cámara,  D.  Juaai  de  Dios  Rodcíg^^uez. 
D.  José  M.  Castro  Lara,  D.  Manuel  Pi- 
nelo  'Montero  y  D.  Amado  Canftón  Fre- 
xas. 


LOS  títulos 


PROPIEDAD  DE  TIERRAS 

EXPEDIDOS  POR  EL 

ESTADO  DE  YUCATÁN.     , 

'. •        í' 

A  mis  distingaidoB  amificos  . 
los  Sres.  Lies.  D.  Mana>  1  Do-, 
minguez  Elizalde,  D.  Antonio  ' 
Espinosa  y  D.  Manuel  Farnán- 
dez  Alpuche. 

Sabido  €S  que  los  Gobiernos  del  Estado 
de  Yucatán,  en  cumplimiento  de  leyes  g/- 
nerales  dictadas  por  el  Gobierno  de  la  Me- 
Trópoli  en  la  época  colonial  y  de  ley  js  parti- 
culares deJ  mismo  Estado,  promuleíida,s 
después  de  la  Independencia, , expedían  tí-. 
tulos  de  proipiedad  de  terrenos  baldíos : 
¿qué  clase  de .vaíor  tienen  estois  d'Otqinyejí-. 
tos  ?  Maiteria  es  esta  más  difícil  y  complica- 


464 

da  de  lo  que  parec-e  á  primera  vista,  y  <; 
ría  necesario  emprender  «ti  estu<iio  proli- 
jo para  «tratarla  con  toda  la  extensión  que 
merece;  pero  no  contando,  como  no  cuan- 
to, con  el  tiem.po  suficiente  para  ello,  sólo 
me  propongo  hacer  un  estudio  lo  más  bre- 
ve y  conciso  que  sea  posible,  dada  la  inne- 
gable importancia  de  la  materia. 

lA  nadie  mejor  que  á  ustedes,  que  están 
dedicados  al  estudio  de  este  ramo  especial 
dfc  nuestro  Derecho,  podía  dedicar  este  pe- 
queíio  trabajo;  y  en  efecto,  se  los  dedico, 
tanto  con  el  ofl^j^to  dte  tribuitarles  un  ítesti- 
monio  dfe  la  sincera  amis»tad  que  les  pr- 
feso,  clíanto  pdTsi  que,  si  sus  múltiple^?  oc^u- 
paciones  se  lo  penmá'ten,  contribuyan 
sus  luces  á  esclarecer  la  materia^  ratitlcan- 
do  ó  rectificando  las  ideáis  y  opiniones  que 
en  él  emito,  no  sin  gran  temor  de  haber 
errado  eh  todo  ó  eft  parte. 

Entraré,  pues,    en     materia,     sin     má.^ 
preánnbulcis  inútiles. 


I 


Por  reglA  general,  los  títulos  expedidos 
por  í»oís  gobiernos  die  los  Estadas,  que  no 
huibieren  sMoi  revisados  en  virtud  de  los 
decretos  de  2^  de  noviembre  de  1853,  7  de 
julio  dIe  18547  16  de  octubre  dte  1856,  die 
ta  ley  dé  3  d!e  -áiciemlyre  de  1855  y  de  la 


465 

circular  <k  4  de  octu'hre  d€  1856,  soq  nú- 
ios  y  d^e  ningún  valor,  á  menof  qu©  hubie- 
ren sido,  revalidados  por  medio  de  compo- 
sición' Qon.la  Secretaría  de  Fomfenito;  pero 
crecí  que  áe,  esta,  regla,  que  es  general  é 
inviariable  para  los  diemás  Estados,  está 
expqptuado  el  de  Yucatán  re^>ecto  de  los 
títulos  di^  prip-piedad  que  sus  gobiernos  hu- 
bier-en  libmdo  desde  la  época  colonial 
ha»*ta  eS  21  de.  mayo  de  1847,  en  que  se 
prcon-ulgó  €?!.  "Acta  de.  Beforimas'.'  que  de- 
claró f?icultad  excrlui^iva  diel  G>ngTe3o  ge- 
neral de  la  Riepújbilica,  dar  bases  paara^  la 
coloni^ción  de  terrenos  de  'La  misma,  pues. 
con  es?te<pirecepitiO  quedaron  liOif  Esitlados  sin 
facultad  para  dktar  leyes  «y  reglacnientOíS  so- 
bre colonización,  aunque  m>  huya  sido  de*- 
rogado  expresatmentie  el  óecirel¿  deiS  de 
facultó  á  dichoís  Estados  para  expedirlos. 

En  efect?o,  por  real  céd«ula  de  24  di»  no-^ 
agesto  de '  11824,  que  en  su  airtículo  tercero 
vi'emibre  de   1735,  sé  mandó  que  los  que 
aicfquitíesemt  bienes     realengos,     acudieran 
precisiaimeñjte  al'iRey  para -que  sus  títulos 
fuerafi/OOtt^firmíúdos ;  pero  habiendo  demos- 
trad»oi  Ja  práctiica*  loa •  grandes  perjuicios,  á- 
que  daJba  lu^?ar  esta  disipos.íción,     por   •  la 
gran,  ^««feínn-cia  á  que  se  hal?-aiba  b  C'^ite/ 
se  promulgó  k  Real  Instoioción-  de  15:  de?': 
octubre  de  1754  que  decíaró  facultad  pri- 
vativa áe  los  Vimeyes   y  Presidientes   de 
las  Reail'es  Audiencias,  la  de  nomibrar  los 

Pon  ce  y  Font. —59 


466 

Ministros  Subdelegtaictos  que  ^eibian  prac< 
ticar  la  venta  y  composición  de  las  tierras 
V  beldioG  de  la  Corona,  expidiendo  k>s  tí- 
tulos respectivos,  con  las  únicas  excepcio- 
nes que  establece  el  capítulo  XII  que  dice 
así : 

**XII.— Que  en  ios  provincias  dfistantes 
de  lias  Audiencias,  ó  en  que  haya  mar  de 
Dor  mied'io,  como  Caracas,  Habánía!,  Carta- 
f?ena,  Buenos  Aires,  Panamá.  ^'Yucatán/' 
Cusmaoá,  Margarita,  Puerto  Rico  y  o^tmas 
de  iguales  circuustatKxas,  se  <iespachen  Las 
oonürmacíones  por  sus  Gobemadíofes,  coo 
acuerdo  de  los  Oficiales  Reales  y  ó^l  le- 
niénte  General  Letrado,  en  donde  le  hu- 
biere; y  que  los  mismos  Ministros  deter- 
minen  igualmetvte  las  laupeíacionies  que  se 
interpusieren  dbl  Sulxtelegfado  que  estu- 
viere rtcnmbradb  ó  se  nombrare  en  ctenda 
una  de  las  expresadas  provincias  é  Islas, 
sin  acudiér  á  la  Audiencia  ó  Chancillería 
dtel  Distrito,  etc.,  eitc." 

Según  es-tía  Real  Instrucción,  los  Gobet- 
nadores  y  Capitanes  genettaies  dte  la  Pn 
vincia  de  Yucatán  estaban  facultaKtos  paira 
ejnpedir  y  confirrmar  títukts  de  propi*i4a(í 
f^c  t^^nreros  íbaiMfes  sm  tiecesidad  dte  que  la 
Audiicnciía  de  México,  ni  otra  la^na,  ron- 
firmara  tales  títulos. 


467 


II 


Promuigósie  d-espués  la  Ondenaa^a    d€ 
Inft^nícten'tes  (4  de  dácieimibre  d«e  1786),  que 
declaró  á  estos  Intenden.tes  Juieces  priva- 
tivos de    los    asuntos    relaitivos  á  ventas, 
composiciones  y  repartimientos     de     tie- 
rras realemgais  y  de  Señorío  y  co«  la  fa» 
culted,  en  con-secuencia,  dte  expedir  títulos 
ÓQ  propiediad  que  debían  ser  confirmados 
por  la  Jomta  Superior  die  Hacienda,     que 
residía  len  México;  perto  esta  ol>li.q^?fcción  í'e 
acudir  á  Ja  Juinta  en.  solicitud  de  conñrma- 
ción  dlelos  «títulos  libradíois  por  los  Inten- 
dentes, cesó  .por  un  acuerdo  tomado  por 
lia  miBmai  Junta  en  23    de   julio  de    17^;  * 
acuerdo  que  fué  aprobado  por  Real  Cédu- 
la de  23  de  marzo  de  1798.  Ninguna  otra 
disposición  de  importancia  se  dio  desde  es-- 
ta  fecha  acerca  de  terrenos  baldíos,  hasta 
que  las  Cortes  Españolas  expidieron  el  de- 
creto de  4  de  enero  de  1813  que  cometió  á 
los  Ayuntamientos  la  facultad  de  expedir 
los  títulos  de  propiedad  de  tierras  realen- 
(Tas,  comunes  ó  baldías,  con  aprobación  de 
las  Diputaciones  provinciales  creadas  por 
la  Constitución  española  de  1812.  La  Dipu- 
tación :  provinciail  de  Yucartán     se     instaló 
esdte  lluego,  y  á.  partir  dtesde  este  año,  fue-  i 
D(n  ella  ó  los  Oobemadiores  ó  InjtendtenteS; 
uaÉwdio  fia  Diputación  era  «tiprimida  po: 


468 

el  partido  atrsolutÍBita,  quknes  etftendfcun  eQ 
asuntos  de  baMíos.  Ll«egó  el  15  de  sep- 
tiemhne  d€  182 1  en  que  se  jprodaimió  la  in- 
dependencia de  la  Madre  Patria.  La  Penín- 
sutlad'e  Yucatán  se  uin-ió  á  México;  pero  p<or 
el  artículo  terceno  d^el  acta  reuatóva,  se  e¿5- 
tableció  que  contimiamam  o4)6erván<k)6e  las 
leyes  exisitentes,  con  inclusión  de  la  Carta 
de  Oáidiz:  YuccUtán  contimió,  pues,  gozajn- 
do  de  la  facuütad'  de  disponer  de  los  terre- 
nos bailidíiofe,  y  la  Diputación  provinciail  y 
los  AyUíntemieiKtos  contínuanon  rigien-do 
en  el  país  con  la  misma  suma  dte  faculta- 
des que  les  coníüeTÍan  las  leyes  espaííolas. 
Es  verdad  que  dkiirante  el  efímero  Iimiperio 
de  Ituiribidie  aceptó  Yuoatán  un  Capitán 
General  ntoimibrado  por  el  Libertador;  pie- 
ro  á  pesar  de  estío,  continuaron  rigptíetiKia  en 
la  Península  Iss  miomas  leyes  liasta  el  29 
de  mayo  de  1823,  en  que  la  Diputación 
provincial,  reimida  en  sesión  extraoínditia- 
ria,  proclamó  la  unión  de  YucJ^tán  á  Mé- 
xico bajo  la  forma'  de  una  reipéblica  fe  Je 
nada,  es  decir,  ocm servan  do  íntegra  su  so- 
beranía y  concediendo  únicamente  á  Mé- 
xico ciertas  facutedes,  que  no  podía  me- 
nos de  reconocerle,  como  la  formación  de 
Icis  tratados  de  alianza  y  de  comercio,  de- 
claracübnes  d>e  g-uerra-s  extranjerías,  noni- 
bnaimiento  de  empleados  diplomáticas  y 
otro?'  asointos  geneirftles  dé*  la  Nación. 
iComo  oofnisecueñcia  'áe  esta  importante 


469 

y  ikiascenidenÉal  dieclaTaciófi^  eligióse  é  ins- 
•lalóae  el  rinenuwialbllfe  dia  20  de  agosio  de 
1823,  ^^  primiera  asamblea  legislativa  <le 
Yucatán,  que  tomó  el  nombre  de  '*Augtis- 
to  Congreso  Coflstítuyente/'  Unoi  d)e  lo^ 
prinKoxtó  actos  de  esta  Asamblea,  f-ué  de- 
cretar (21  de  agosto  de  1823)  que  coimí 
nnairan  observiáindose  en  el  Estado  l<ai  tCons- 
»titUíCÍón  española  y  todas  las  de«iás  1eyes^> 
decretos  y  órdernes  vigentes,  en  ctuanto  bjo 
se  opusieran  ai  régimen  político  federati- 
vo qa^  se  había  adoptado.  Y  así,  vernos 
que  el  'At^^to  Oottiígreso''  declaró  el  27 
.del  mis-mo  mes  de  agosito,  que  el  Eísiíiado 
die  Yucatán  era  soberano  é  independien'te 
de  <!a  dlomitiadón  de  cualquiera  otro,  fuere 
el  que  fuere,  y  comeuzó  á  legislar  iíndistin* 
•^amemíte  sobne  toda  materia,  con  iricluá^ión 
de  los  asuntoe  relativos  á  baJdíos,  acerca 
de  ios  cuGü'cs  dictó  ¡las  órdenes  de  29  de 
enero  y  7  die  atril  de  1824  relativas  á  arren 
damíeanto  de  terrenos  baildíos  y  comunes. 
El  Gobierno  de  México,  entretanto,  ¡lejos 
de  oponerse  á  esto,  facultaba,  no  sólo  á 
Yiucatán,  sino  á  Iíqís  dermás  Estados  de  la 
Repúbliciai,  para  legislar  acerca  de  coloni- 
zación. En  efedto,  el  18  die  agostjo  de  J824, 
el  Soberano  Congreso  General  Constitu- 
yeofee  de  íkdís  Estados  Unidos  Mexicainos, 
expidió  la  primera  ley  sobre  colotnízación. 
que  es  la  fundamental  sobre  la  materia,  y 
ella  dispuso  (art.  tercero)  que  los  Congre- 


470 

sos  die  los  Es-tados  formaran  las  leyes  ó  re- 
g'lamen<()06  die  coloniaación  de  sus  respec- 
ti^vBS  demarcacionas  y  cjue  atendieran  (atrít. 
lo)  á  ác«s  milkafl-es  qjtne  -tuvieraín  derecho 
a4  repaf^d  dte  tierras,  en  pnemio  de  sus  ser 
vicios.  En  consecuencia,  el  Congreso  tJel 
Estadb  dictó  la  ley  de  colonización  de  2 
de  diciomíbpe  die  1825  publicada  en  13  de 
abril  de  1826,  que  en. sus  artículos  prime- 
ro y  segtundto  facultó  al  Gobemadicur  del 
mismo  para  expedir  tiltjuío®  de  propkdad 
de  terrenos  baldíos ;  ley  que  fué  aclarada 
pK)r  decretos  de  20  y  26  de  octubre  de  1827 
y  26  de  lulio  die  1831.  Se  expidieroin  •tam- 
bién las  leyes,  Utecretos  y  acuerdos  de  28 
de  diciembre  dio  1833,  de  20  de  aSril  de 
1837,  die  16  y  17  dte  noviembre  de  1843,  ^^ 
27  de  abril,  6  de  septüembsre,  11  y  t8  de  oc- 
tubre, 13  de  noviemlbire  y  2  de  diciembre 
die  1844,  5  ^^  marao  y  30  de  abril  de  1847. 


III 

Don  Wistano  Luis  Orozco,  en  lia  obra 
inuportantísima  quie  acaba  de  publicar  con 
el  itítuüo  de  "Legi<s*l<aición  y  Jurisprudencia 
sobre  terrenos  Iludios,"  dice  habhmdíoi  de 
la  ley  dte  oolcnización  dte  18  de  agosto  de 
1824  lo  qjue  signe: 

"Abí  e«  que,  lo  único  que  en  ultimo  ana 
li&is  poidría  desprenderse  de  las  disposicio- 


471 

ttes  -dtel  ckcreto  ée  t8  «de  agosto  de  1824. 
es  que  ks  Estadios  Unidos  (poidierotí  dar 
leyes  sotare  colonázación  y  conceder  tku- . 
fcws  de  propiedad  sobre  terrenos  baldíos, 
en  diombre  del  GoDiemo  de  la  Unión;  y 
que  en  todo  esío  obraban  como  simples 
deiegíadios  de  la  Federación. 

Esta  doctrina  se  oonfirma  por  los  di- 
versos decretos  dictadlos  en  .fechas  poste- 
riores, ya  íXM-  los  Congresos,  ya  por  los 
gobiennos  de  lai-  Nación,  de  cuyos  Klecnatos 
nos  ccuipareipcs  len  su  oportuim<fad,  y  por 
los  cuales  se  observa  d  hecho  invariabjc 
die  que  Congresos  y  Gobiernos  consideran 
asuntos  de  su  exclusiva  jurisdiccióíi  legis- 
lar fen  materia  de  tememos  baldíos. 

Estas  dudas  sobre  la  competencia  de  los 
Estados  para  legislar  sobre  dicha  materia, 
desaparecen  al  tiempo  de  promiulgarse  el 
RegUamieinto  de  4  de  diciembre  de  1846 
qtie  fijó  reglas  generales  para  proceder  al 
desíilnde  y  cdloffiización  de  los  terrenos  bai!- 
díos  de  la  Répúlblica,  cuyo  Reglaimento  no 
comíeitie  á  ¡los  Bstadbs  1?l  facultad  ni  eí  en- 
cargo de  dtes^lindatt-  ni  adjudicar  en  ipropie- 
dad  kts  terremcs  baldíos  de  siui  '  demarca- 
ción. 

Por  último,  el  artículo  11  de  la  ''Acra 
de  Reformas"  promulgada  el  21  de  mayo 
de  1847,  declanaí  que  tes  facultad  exclusi- 
va del  Con.g[r©so  General,  daa-  bases  pwira 
la  colioinización  die  tos  terrenos  de  Ta  Re- 


472 

pública;  y  con  eate  prec^epto  constitucio- 
nal quiedan  inihabilitaclas  los  Estados  para 
dictor  leyes  sobtie  cc'l»cinizacicm,  aitínqu«e  ño 
hatva  dícrogación  expresa  á^í^  dtearelo  d-é 
1.8  die  agos-to  de  1824,  miemras  no  se  les 
concedía  de  nwevo  dicha  facultad ;  facukad 
que  no  se  les  ha  vueLlJo  á  ccmcedier  ha-sta 
•la  fecha. 

Pero  es  \w\  hechicl  <i«ue  'los  Estados  y  aun 
los  depa«ntanientos,  duraatie  las  épocjs  del 
régimen  ceaviral,.  expidieron  títulos  de  pro 
piedaifl  por  terresnAS  baildíos. 

Todos  estos  título»  quedaron  s'iittos  á 
revisión,  no  isólo  por  los  d*ecre«tí*5  de  7  de 
j'tiiio  die  1854  y  25  de  noviejmibrc'  k-  1853, 
dec!aixatíos  niur*os  por  ei  Oongicsfi  con*=.ti- 
tmyeimte  en  16  de  octubre  de  J856,  suio 
también,  por  -la  t«y  de  3  de  diciembre  dt4 
mismo  año  1855,  Aniígenite  aún  hasta  la  fe- 
cha, en  cuanto  no  se  oponga  á  leyes  pos- 
teriores, y  iplor  la  circular  de  4  Jt  Cictubrií 
de  1856," 

Esta  doctrina  me  parece  acert^a  y  le- 
gal res|>ectia  de  los  deimás  Estados  de  la 
Federación,  cuyas  facultadeá  para  legislar 
acerca  de  colonización,  sólo  dimaiiaron  de 
•lia  ley  de  18  de  agOíSto  de  1824,  per:>  f.ty 
respeioto  de  Yucatán,  que  corno  se  ha. vis- 
to, disponía  legí-^maimenitie  de  sus  baldíos 
en  virtud  de  der^echos  propios  que  le  íu^*- 
ron  cottiferidos  por  leyes  lamteriores,  desde 
la  :  épcca   colonial,   y  estos   deaiecbos    no 


473 

;>iteck»n  oc-nsiáenairse  extinguidos  sirK>  cuan- 
do han  sido  .revocadlcis  en  virtud  de  tkyes 
generales  de*!  Gk>bie»nníO  de  la  República, 


IV 

Gobernando  el  General  Biustama-nie,  co- 
rnija Vicepnesidente  de  Cía  República,  el  Con- 
greso general  expidió  la  ley  dfe  6  de  aibril 
díe  1830,  Qiue  en  su  artículo  cuairto  recono- 
ce claramente  el  derecho  quie  se  halbía  con-, 
cedido  á  los  Esitlaidos  sabré  dos  terreólos 
baldíois,  puesta  que  maoid'aba  que  se  íes 
indemoiizara  deil  valor  de  dichos  terrenos. 
que  se  tomaran  pana  fortificacicm*es,  atise- 
nales  y  coConifais.  Esta  es  una  nueva  conür 
mación  del  derecho  de  los  Estados  de  dis- 
,pone.r  dte  siujs  baildíos,  y  itamto  jpor  esta  -ra- 
zón, ouamto  porque  Yucatán  había  gozado 
siempre  de  este  derecho,  el  Comgreso  del 
mismo  expidió  la  Cey  s-obre  .  emajenacióri 
de  terrenos  baldíos  de  5  de  abnil  de  1841. 
Es'ta  ley  señada  l)a.  extensión  'de  los  ejidos 
áe  ios  pueblos;  declara  qué  terrenoís  sotí 
baldíos  v*endibles  ó  enajenables;  fija  su 
precio) ;  detenmina  los  procedümieíntos  qas 
d)eben  tse-giuirse  para  su  denunlcio  y  adjudi- 
cación, y  tenmina  derogando-  lais  leyes,  de* 
cretois  y  órdenes  ^'del  Congreso  general** 
y  dal  Estado,  en  todo  lo  que  á  dicha  lev 
se  orpusiedan.  Esíta  ley  fué  expedida  cuaín- 
Ponce  y  Pont— 60 


474 

do  la  Petimsithla  de  Yucatón  se  haíilaba 
segregada  de  La  Rcpuíylica.  Bien  prorwio 
surgió  la  gituerra  con  México  y  éuié  erttícwices 
cuatido  se  expidió  la  ley  de  26  de  agosto 
de  1842,  en  viitudí  dte  ia.  cual  se  libraron 
tótulcs  de  pnopiedadí  coimo  pnemio  de  ser- 
vicios prestedos  exii  da  campaña,  Coino  se 
ha  visito,  en  Ha  éiptotca  e<n  que  fué  exipedida 
esta  'ley,  Yucatán  gOizaiba,  en  virtud  de  'le- 
yes preexistenítes,  á  partir  desde  la  época 
colonial,  del  díerecha  de  disponer  de  los 
tenrenos  baldíos  <áe  su  demarcación,  dere 
cho  de  que,  no  solamente  n»  (había  .sido 
privado  poi*  ley  general  ¿tlguna  del  Gobier 
no  die  ía-  Ixepóblica,  sino  '^'jit;,  por  el  con- 
trario, ;le  había  sidia  c«oinifimv,do  por  las 
leyes  de  18  de  agotsito  die  1824  y  6  dte  abril 
de  1830;  de  lo  qwe  debe  diednoirse  lógica- 
mente que  los  itfítiilos  de  .propiedad  ex%e- 
didbs  en  virtud  de  dicha  ley  -son  buenos  y 
legítimos. 


Después  d)e  esn  fcy  de  26  de  agos«to  de 
1842  no  volvió  á  darisif  mra  de  importari- 
cia  en  et  Esitado,  hasta  que  se  expidió  ei 
Acueirdo  die.  8  de  ocftubre  d^e  .1844  que  se 
íimita  á  señíalar  ía  extensióm»  qtie  deben  te- 
ner lios  ejidios  <ile  los  pueblos ;  acuerdo  que 
ha  sido  reconocido  y  res-poetado  por  el  Go- 


4T5 

bierno  de  la  Unión,  como  consta  dé  varias 
ckculafie6,  y  e£|pecialmeníte,  de  !la  de  lo  de 
ÓKmx&ytre  de  1870  que  diispuiso  q«e  dicha 
ley  partícwlar  siguiera  vigenite  en  el  Es- 
tado, par  haiber  ¿vdo  diotada  por  su  Asiam- 
bCeift  Legislativa  **ctiaiKÍo  residían  em  ella 
las  facukades  meoesariaiS  para  legislaír  sp- 
bre  ítetfirenos  baldíos,"  una  vez  que  no  es- 
taha  vigenite  aún  !la  Conistittición  de  1857, 
qjtie  dispuso  que  este  asainto  fuera  del  re 
s<Mrte  de  los  poderles  federaáes.  FA  Estodo 
contimiió  ilegislíando  acerca  de  la  majteria, 
como  pwede  verse  por  los  acuerdos  de  11 
y  18  de  ese  miisano  mes  de  octubre,  2  de  di- 
CBieimibre  de  1844  y  demás  leyes  y  decre- 
tos qioe  anites  he  citado,  hasto  que  D.  José 
Mariano  de  Salas,  siendo  Presidiernte  inte- 
rino de  la  Repú'blica,  profmulgó  el  Regla 
memtlo  de  colonizaicióin»  de  4  de  diciembre 
de  1846  que  fijó  las  reglas  generales  para 
el  desíinde  y  oolonaizacián  de  los  terrenos 
baldíos  de  ía  República;  ressflamento  que 
no  otorga  ciertamente  á  los  Estados  la  fa- 
cultad de  entender  en  estos  asuntos,  pero 
tampoco  deroga  las  leyes  especiales  que 
negian  en  Yucatán. 


VI 

Prottiulgiámon'se  después  el  ^*Aafa  de  Re- 
formáis" die  21  de  «mayo  de  1847,  '^21  ^'^X  9^' 
neraJ  de  16  de  febrero  de  1854,  ex)p¿dida 


476 

por  «el  Dictador  D.  Antotrio  López  de  San- 
ta-Auna, y  por  áltimOy  la.  Constitución,  de 
^^57'  Q*^^  acabaran  coa  das  facultadles  con< 
oedi-deiis  á  lo6  E^Éados  en  mafteriais  de  co- 
lonnzació»  y  bal<lk>s ;  pero  si  bien  esta&  de- 
yes  han-  podido  privac  a!  Estado  de  Yuca- 
tán de  esas  facuikades,  stus  disposkione>s 
no  pueden  ítei>er  jamás  efecto  retnoactivo  n¡ 
amilan,  en  consecueincáa,  títulos  legítima- 
mente expedidos  por  auitíoridades  conupe- 
tentes ;  de  üo  que  se  deduce  que  todos  los 
tíftiulos  expedidos  por  el  EsÉado  de  Y«ca- 
tán^  por  medio  die  sfus  leg^tí^mas  auicorida' 
des,  hajsíta  que  se  promidgó  el  "Acta  de  Re- 
fommas"  die  1847,  ^'^^  'biuienoe  y  legitímos, 
sin  que  esitén  sujetos  m  'iam\\  á  revisió«  ni 
«ratificación  die  ninguma  clase.  En  efecto 
lais  prí-moras  leyes  qine  se  dieron  acerca  de 
n^vistvón  de  tiituilos,  son  Ila3  de  25  de  no- 
vieimlbre  de  1853  y  7  de  julio  de  1854  <^pe 
tU'vieroini,  ciertameinitte,  por  {MÍnciipiai  objeto 
leivindioar  ed  territorio  nacional  para  ,  la 
So^berafliía  de  la  Repúblaicía ;  peto  si  bien  es- 
tas leyes  dedaran  que  ios  témenos  baldíos 
nuiíca  haiTU  podidb  enajenarse  por  ílos  Esta- 
dos, eKaiS  mi&mas  excepbi'iaini  die  esta  «i^la 
las  enajenaciones  que  se  hubieren  hecho 
con  e\  co»n«ocimie.n'to  y  la  sanción  de  .!os 
podereíj  generales,  y  ya  íhemos  visto  r^y^, 
Yucatán  gozaíha  del  derecho  de  dáspoi  er 
de  sufe  baldíos  en  virtud»  de  leyes  emaihti- 
das  de  aurtioridades  oompetentes.  Además  * 


477 

estáis  dos  üeyes  fueron  dieclaradaB  milas  |)0. 
decíieto  de  i6  dié  octubíTe  die  1856,  y  la  iey 
de  3  de  diicieimibne  de  1855  promnílgiada  poi 
el  Presádeínte  imberino  D.  Jiían  Alverez. 
que  hasta  hoy  no  ha  sido  derogada,  decla- 
ró en  su  artículo  segando  qiue  -todos  los 
títulos  expedidos  dlurante  ece  período  (des- 
de septiembre  de  1821  hasta  aquella  fe- 
cha), pior  las  auitoridades  's«u5>edores  de  los 
Estaos  ó  Terrkxmos  bajo  el  stetermía  Fe- 
<ieml,  ''en  virtud  de  sus  facufltades  kga- 
íe«,"  ó  por  las  de  los  I>epaTtawn€»nrtos  ó 
Territorios  bajo  el ?  sistema  eeíitral,  con  ex 
presa  auitorizadón  ó  consentimiiemto  del 
Supremo -Gobierno,  para  la  adquiísáción  de 
dfichos  «Üerrenois,  "todo  coiufoTme  á  LaiS  le- 
yes qiíe  sie  halliafban  vigentes  en  'la  fecha 
de  liai  cesiótn»  ó  emajemacíón  respectiva,  s:^- 
rán  en  fodo  tiempo  firmes  y  valederos,  co- 
mo los  de  cualqciieír  lotr^a  propiediad  iegal- 
mente  adquiirida,  siíi  que  en  ni^nsfún  caso 
puedan  &ufj»e»tarse  á  miev^af  revisión  ó  rati- 
ficación por  paite  dtel  Goibiemo."  Lais  le 
ves=  posteriores  «?o  han  derogado  és^tas  e»T 
lo  qiue  se  -refiere  á  tre visión  de  fítuilos  pri- 
nrcrdiales,  v  tx>r  el  con^Wiario.  veimos  que 
la  l¿v  de  26  de  marzo  de  1804  declara  en 
su  aiiticulo  6^  exentos  de  toda  revisión  v 
composición  los  tttulots  expedidos  **por 
auíOíTidiades  competentes,  conforme  á  las 
leyes.'' 

''Es  diaro,  dice  e!   Lie.  Orozcó  eii   su 


478 

obra  ya  cttaday  que  asi  dfet^ia  suceder.  { Se- 
ría ud  robo  vergonzoso  anmticar  dineno  ai 

por  un  títtiilo  primordial,  ''expedido  poi 
au'toddaid  oompeiieiute  y  con  total  arreglo 
á  las  leyes"  qiuie  esrtaiban  en.  vigor  al  tiem- 
po de  la  expedición  deíl  título.  Para  poder 
verificar  semejante  expoliación,  ser«a>  necc 
sairio  que  las  leyes  pudieramt  tener  retiroac* 
tividad,  sería  necesario  que  la  mano  de. 
hombre  pudiera  tocar  las  sonYbrshs  impal- 
pables dtel  pasado,  serio»  necesario  que  no 
estuviera  escrito  el  artícelo  i/fde  la  Cons- 
tíitJución!'' 


VII 

¿  Pero  cuáles  han  sido  esae  auAonidadea 
competentes  resíi»ectiO'  d^  los  títulos  de  t;í- 
rrenos  baldíos  de  Yucatán?  Esta  pregun- 
ta está  ya  conitestiada  con  Llodo  k>  que  h-e 
expuesto  hasta  aquí ;  peTo  )^rp  mayor  cla- 
ridad, condensaré,  en  la  si^^uiíenjte  focraa. 
las  ideas  amátidajs: 

I.  Hasta  i7.^S  los  Cabildos,  Subdelega- 
dos y  demáis»  Minrstrcs,  etc.,  en,  qiiienes  los 
Gobernodores  y  Capitanes  Generales  de  la 
Península  hubceren  deleg)3do  sus  faculta- 
des, y  los  misnuc's  Gobernadíores  y  Capita- 
nes Generales ;  advintiendo  qwe,  según  el 
artículo  cuarto  de  la  Reai  Instrucción  de 


479 

15  <ie  oatubre  <ie  1754,  los  tkulos  expedí- 
doe  atiites  <kl  año  die  1700  son  válidos,  aun 
cusaindo  no  esitén  oomfirmados  por  el  Rey. 
por  los  Viriieye^  ó  por  los  Pn&skienítes  de 
ia  Reaá  Aiudienciai,  con  tail  que  estén  ano- 
tados en  los  térmínios  que  dicha  Real  Ino- 
imccSón  expresa,  y  respecto  de  los  títulos 
expedidlos  dfespuiés  de  1699,  son  igualmen- 
te finmes  y  válidJos,  siemipre  que  los  libra- 
dos por  los  Calbildbs,  sutnlelegados,  etc., 
tengan  la  confirmación  del  Gobernador  y 
Caipátán  Goneraí  die  ¡la  Penínisula.  conforme 
ajl  capitulo  XII  de  dáichiai  Real  Instruc- 
ción. 

II.  Desde  1754  el  Gobernador  y  Capitán 
Gieneral  de  loi  Peníínis«ula  ó  los  Subdelega- 
dos^ etc.,  coni  sóílo  'la*  coniirma,ción  de-  di- 
cho CaTwVláin  General. 

III.  Desde  1786,  los  Intendienibes,  con  re- 
'V'iisliórt  y  confinmacióm  de  te  Junta  Supe- 
rior (fe  Hacienda  cpu*e  reís  Mía  en  México. 

IV.  Desdle  1790,  -los  miiíamos  Intendentes, 
sin  necesidad  de  Ca  comifirmación  de  diclid 
Jumta  Superior  de  Hatíaend!a. 

V.  De&dle  1813  !cis  Ayiuntatirientos,  con 
p  probación  de  la  Diputación  provinciaJ  de 
le  Penínsiula. 

VI.  Desdíe  1825  el  Gobernador  del  Es.ta- 
do,  siít  revisión  ni  confiranacicio!  de  ninígu- 
na  otra  aoitoridad. 

VIT.  Desdle  21  die  mavo  de  1847,  en  jqais 
♦e  prornuñgó  el  "Actia  d'e  Refornias"  4  la 


480 

Constitucáón  de  la  Ropúbíka,  que.  ded-a- 
ró  facuItBíd  exckusiva  <íe!l  -Congreso  Gene- 
ral dar  bases  para  la  (Colonización,  la  úni- 
ca autoridad  Kx>níp»et€«3ite  es  el  Presideiiíbe 
die  la  República;  porque  sá  bien  es  verdad 
que  en  ejsita  épcca  Yucatán  estaba  segre 
gtedo  de  la  Nación,  y  en  30  de  abrid  de  es.e 
imtísmo  año  d!e  1847  expidió  una  ntieva  íey 
sobre  prqpiedad,  enajenacióíi  y  arrieíido  de 
terrenos  baSdíos,  qute  en  siui  aítículo  prime- 
ro dedaró  que  esitos  itewemos    erin    pro- 
piedad del  Estado,  «tamíbícn  es  cierto  que 
e\   Gobierno  General   confii<feraíba  ó    é&te 
como  Esítadio  treibelde,  que  no  pcidia  eludir 
'la  obseniaíncia  y  cumpíimáeoTito  <íe  las  leyes 
ofenerailes  dte  la  República,  por  16  que  j«U2- 
.ffo»  que  esta  lev  de  30  de  abrid  de  1847  ^^ 
pcirl!í,a,  ya  subsistir,  en  virtud  de  las  expre- 
sadas refonmas  Constí<tucional'es     decreta- 
das len  2T  de  imaVo  del  mismo  año  de  1847. 
"Robustece  fsita  opifróóti  comsóderar  qu^  el 
Estado  die  Yuticnitán  se  reinocr.poró  á  la  Np- 
rión  por  dieoreto  d^e  17  die  a^rosto  die  1^48. 
^ne  eni  su  antítulo  tercero  declaró  que  el 
Estadio  de' Yucatán' se  sujetaba  á  la  Cotr«; 
tifiición  eí"n<^ral  v  "á  sus  reformas;"  ar- 
tícuilo  Que  fiíné  modificado  por  deonetr»  de  94 
del  mfemo  mes,  ouie  declaró  v^er-^ñícs  ^s 
Cevetsi" oficie  ^o  habíatn  est-gdio  hastía  esa  ftscli? 
en  lo  oue  -vn  se  pmisieran  á  'la  rbu'StiíWictón 
D'a>!^icu'la<r  <h\  Estado  "v  ^  la  Constitución 
y  Üeyes  generalas  de  la  Reipública/*^  Ade- 


481 

más,  á  painbir  die  esta  épocar,  se  ve  qti^e  ya 
eí  Es'tadfo  conisideraba  á  viec^s  al  Gobier- 
-  no  "de  la  República  como  el  único  ooflup^- 
tenítie  para  Segísdar  acerca  de  esta  materia 
de  baldaos;  y  aisí,  por  dieoreto  de  primero 
d>e  abrül  de  1851,  el  Omgxeso  del  Eméo 
facultó  al  Ej«ec«tívo  dd  imásimo  para  co?;i- 
cedter  licenci-as  para  corte  die  maderas  eti 
terrenos  baldíos  de  BacalaíT  y  Río  Hondo, 
previo  el  conseritámienito  del  Supremo  Go- 
bierno Nacional,  y  ¡por  decreito  de  3  de  eiK- 
to  de  1857  mandó  la  presentación  áe  los  . 
ikulos  de  propiediad  expiedidos  desdie  el 
«iño  de  1821,  con  el  objeto  de  d^  á  dicho 
Supremo  Gobie^mo  un  informe  exacto  dfe 
9os  tenrencs  baídíos  adjudicados  por  el  Es- 
liado  en  (pax>piedlad  ó  en  arrendamiento. 

La  facultad  conícedida  al  Supremo  Go^ 
biemo  por  el  *^Acta  de  Reforlnas"  de  21 
d-e  mayo  de  1847,  i^^  confirmada  lúégfó. 
¡por  1^  Gomisitfiítución  política  de  1857;  ac 
(tualniíenfte  en  vigor,  que  len  Has  fracciones 
XXI  y  XXIV,  dledáró  que  son  faCiultadeS 
^\  Congreso  generail,  dictar  leyes  sobre 
coilottiizacióíní  y  fijar  las  regüas  a  que  deb** 
s:uijet¿rse  la  ocupación  y  «oajfénación  de. 
ferremos  baldíos  y  el  precio  d-e  ésítoc. 

Creo,  pues,  que  los  títulos  de  propie^La.^ 
"í^xpiedidos  ipor  ^os  Gobíiernos    del    Es-tado 
n*es  dlel  21  de  rnayio  de  1847,  son  finmes  y 
aledleros,  según'  el  artícfuilo  65  de  la  lev 
e  26  de  marzo  de  1894.  por  hab-er  «ido  ex- 
pon ee  y  Font. — 61 


482 

pe^fídoiS  por  ítistcmídaidei  oompetenites  y  c<m 
los  requisitos  establecidos  por  las  leyes 
rtue  se  hallalbasi  en  vigor  -e>n  la  época  ck 
su  expediciónv  y  que  lo©  tkuíos  posterio- 
res á  esa  (echa  son  iiiuil<o^  y  de  ningún  va  - 
ior,  nulídiajdt  qu<e  «está  expresameiybe  decla- 
rada por  el  articuiky  71  de  esta  míania  lev^ 
de  26  díe  marzo  de  1894,  por  lo  que  «tos 
tíitulois  necesitan  de  &ev  revoilidados  ^or  los 
m>edíos  que  esrtabkceíi  la»ffeyie«  vigentes. 

AlguiíaiT  podrá  objetar  qiuie,  sí  el  Estado 
de  Yucatán  no  se  reincorporo  á  la  Repú- 
blica, sino  por  decreto  de  17  de  agosto  át 
1848,  es  éesáe  esta  teclia  y  no  desde  majo 
de  1847,  cuaffido  empezó  á  regir  -en  él  Es- 
tado el  *'Acta  dé  Refoítrtas"  y  que,  en 
consecuencia,  ios  títuícs  ^expedidos  «on 
bu'enoig  hasta  el  17  de  agosto  de  1848  y  no 
solafrriíente  h,ais.ta  imayo  de  1847.  La  ob 
jecíión  no  caretce  de  fuenza ;  peto  como  an- 
tes he  dichío,  la  RjepúiWíca  coni^eraba  en 
esa  época  a  Yucatán  como  Estado  rebel- 
de que  no  podía  eludir  el  cuimplimfento 
die  las  feyes  genierales  de  la  Nación,  y  la 
Seicretaría  de  Fioimemrto,  obrando  en  con- 
secuencia, Jamás  ha  acepísado  «como  firmes 
y  valederos  los  títulos  expedidos  en  184^ 


483' 

r     •     ■     .  YIII  - 

Antes  de  terminar  este  pequeño  traba- 
jo, haré  observar  lo  que  es  verdaderamen- 
te curioso:  la  faka  casi  absoCuiai  de  cono 
cimiettto  de  la  *maítteria  qu«  revelan  las  le 
yes,  decretos  y  dtemiis  disposicioíijes  dicta- 
<ias,  lü-mo  iKr  eil  Gobienno  general,  cuan- 
to por  e'  particular  diel  Estado;  y  asi  se  ha 
visto  VA,  .por  ej-empio,  q^ue  la  República 
se  haiÚa  despojado  éA  dominio  eminente 
qi?e  fe  cornesponde  en  su  a-cmitorio,  conce- 
diendo á  los  Estados  la  facultiad  d^  legis^lar 
sobre  colonización,  y  ahora  diré  que  ei  Es- 
tado de  Yucatáuu,  á  pesar  de  lais  leyes  gene- 
rales que  he  citado,  que  lo  privaban  ya  del 
dierecho  de  dispcner  de  siuis  baildíos,  sdlía 
expedir  todavía  títolos  de  propiedad  y  aun 
legislar  sobre  la  materia.  En  el  acta  ó  plan 
de  la  revolución  que  estalló  en  la  ciuda- 
deía  de  San  Benito  de  esta  capital  el  28  de 
febrero  de  1847,  se  ve  su  aittkulo  séptimo 
que  dice  <jaie :  "con  el  objeto  de  indiemni- 
zar  á  los  jpiuebloB  de  alguinos  perjuicios  que 
han  sufrido  en  la  traslación  de  dominio  d-c 
las  tierras  de  camiunidades  y  otras  posiei 
das  con  títulos  de  inmemorial  proceden 
cia,  el  primer  Congreso  Constitucional  .>e 
\  ocupará,  de     pref^reinicia,     del     definitiv  1 
aa    glo  ée  este  asunto."  En  vititud  de  este 
P"!    -,  tomó  posesiión  del   Gobierno  de  la 
P    ínsula  el  General  D.  Sebastíán  López 
d(     'ergo,  y  en  efecto,  como  primera  pro- 


484 

videncia,  trtevocó  por  -decreto  «de  2  <k  ntíLCZO 
de  es«  año  la  ley  die  5  de  abril  die  1841  90- 
bre  enajoaaición  de  terretios  baldiios;  pero 
d  Gobiorno  qufe  emanó  -de  esc  nKmmient  > 
pofiítico,  duiró  apenas  cloce  días  y  quedó  de 
nuievo  victoriosa  la  sangiríeñtia»,  antipatrió- 
líca  y  criminal  revolución  de  8  de  dicicEXH- 
bre.  de  1846  <fue  prodamó  ia  neutralidad 
de  Yucatáiw^n  la  giíenra  que  Ja  -Repiibüca 
so^itenía  coíutra  los  E9ta<k)is  Unidos.  Sin 
embargo,  este  gobierno^  «revoluciotiario  de- 
rogó ta/mbién^  «pw  decreto  de  5  de  mcwzo 
de  1847,  ^  expresada  iey  de  5  de  abril  de 
1 84 1  sobre  enajeíiacion  de  «terrenos  bal- 
díos, lo  que  prueba  ée  una  miiaaera  índu- 
d'able  la  iconfusíón  y  el  desorden  que.  reina- 
ban en  esite  a^uiito  de  vital  ¡ümpontancía, 
oomfusión  y  desorden  qiuie  erai '  ítiiecesiajrío 
terminar  por  medio  de  una  nueva  ley.  Es- 
ta ley  no  hubo  de  expedirse,  sino,  coma 
he  dicho  ya,  en  30  de  abril  de  1847,  dejan- 
do mucho  que  desear,  por  .cierto,  sus  dis- 
posiciones que  denuncian  desde -luego  la 
intención  de  expedir  otra  que  fuera  más 
completa  y  mejor  meditada,' la  que  nunca 
llegó  á  darse. 


IX  . 

Despiués  dé  esta;  ley  «e^expídiieron  * 

icíeoretos  de  pirí'mero  de  labril  de  1851  3  5 

de  enero  de  1857,  de  que  lie  hablad*^  i 


485^ 

at¿e  Tcvelati  qoie  en  ed  Gioibi«e!rno  del  Estado  ^ 
comíéiizaflxL  á  germivsar  la  lidiea  de  que  ca- 
recia  ya  de  snjs  a^ntí^as  facultadles  g^ra 
legisilatr  aceroa*  d^  ooHomzacián  y  baldíos. 
Tieoe  de  notable  esta  úMma  ley  «uma  cir- 
^4in6taiKÍa  que  no  diebo  dejar,  pasaír  inadr 
vertkki :  en  su  artícuílo  tercero  dispone  Q\xe 
los  que  no  presentasen,  sin  justa  causa,  Ȓ 
Gobierno  del  Estado,  diurante  el  témuinio 
die  tres  imeses,  S'iis  «tiiifulos  de  propiedad  pa- 
ra que, se  tomara  razón  de  ellos,  **perde- 
fían  todo  dierecho  á  Sos  teriienos  que  po- 
seíam»  en  pnopiedad  ó  e/n  airiiéndo ;''  disposi- 
ción dlraconiana  qué  -reveSa  miuiy  poco  res- 
peto laJ  drerechio  de  propiedad*. 

Sin  etnbargo  de  q<ue,  como  he  dicho,  los 
actos  del  Gobierno  del  Estado  piarecían  in- 
dicar su  piO-ns'uasión  de  que  el  Supremo  Go- 
bierno Nacioffial  era  el  único  que  itenía  ya 
la  iwecesaria  compefreruciapara  disponer  die 
ios  terreno»  balldiíos  de  la  Repúblioa»,  el  des- 
orden ocntinwó,  á  juzgar  por  el  decreto  de 
26  de  febrero  d»e  1862  que  disjpuso  que, 
mienUras  ed  Oongreso  Gencraií  resolvía  so 
bre  la  iniciativa  que  varios  Estados  de  la 
República  le  habían  dirigido,  y  la  Legis- 
latura del  Estadio  habrá'  isectindado,  para 
qi3»e  declarara!  que  los  'témenos  baldíos  per- 
tenecem  á  ios  Estados,  *'el  gTobierno  man- 
^ — a  suspender  la  enajenación  de     éstos, 

-npre  que  'los  pueWlos  á  que  pertenecían 

Dipusieran  á  ella." 

^e  dtecreto  revela  que,  á  pesar  del  "Ac- 


486 

-b  4e  Refcnmais''  de  1847, 4e  la  cinnilat  de 
28  die  octubre  de  1856,  <ie  la  ConiBtiituicióii 
de  1857  y  -de  otras  varias  providencias  y 
ciixíuíalres  del  Ministerio  de  Fomieoto,  con- 
tinuaban enajenándbse  por  el  Estado  I03 
terrenos  baádíos:  ya  he  dicho  que  estos 
títulos  son  nufios  y  de  ningún  valor,  salvo 
cctmiposición  con  -el  Ministerio  de  Po' 
mentó* 

Pero  todavía  más:  ¡5a  primera  Legisla' 
tura  ConsítiíJueteínal  del  Estado  derogó,  por 
d-acreto  de  9  die  octuihne  de  1862,  este  de 
26  ^e  febrero  del  místno  año,  que  previno 
nü  Gobierno  que  susperidiena)  la  «enajena- 
ción de  terrenos  baídkw! 

Este  desorden  vino  a  itermínar  con  ía 
expedición  de  la.  jfcy  sobre  oeupacíóín  y 
enajenación  de  terrenos  baídíos  hecha  -THyr 
D.  Benito  Juárez  eiru  20  de  juHo  de  1^63, 
que,  en  eu  artíou»lo  28,  dieclaró  que  ttodo 
contrajto  ó  disposición  relativa  á  teweños' 
baldíos,  que  no  fuera  dictada  confornte  á 
las  prescrípcíoni^s  die  esta  ley,  y  por  Io<? 
funicionairíos  á  quienes  efla  cometa  la  facuJ- 
tad,  sería  nula  de  plemo  derecho  y  no  coris"- 
títuiría  responsable  en  cosa  alguna  á  jB'  Ha- 
cienda públ'íca. 


Aunque  no  me  he  propuesto  hacer  tin  < 
tudio  extenso  acerca  de  fc«s  títufos  de  pi 
piedad  de  baldíos  y  de  todas  las  teyes 


487 

lativa^  á  hf  materia,  simo  concretairine  úni- 
camente á  indicaciones  y  consi<ienacion«eis 
g-enerales  que  puedan,  si  no  servir  de  guia, 
cuando  menos,  facilitar  e>I  eiS'tudiiO  de  cual- 
quier negocio  relaitivo  que  en  la  práctica 
se  presente,  no  puedo  dejar  de  indicax 
que,  además  de  los  títulos  de  que.soméra- 
meníte  he  hablado,  hay  otros  expedidos  por 
el  Esiuado  desde  1869,  que  son  viáilidos  por 
disposición  del  Ministerio  de  Fomento 
Tales  títulos  son  liqs  que  hubieren  sido  li- 
brados por  los  Jefes  poílítioos  del  Estado 
en  favOr  de  los  indígenas  que  estabaíi  rea^ 
y  verdaderamenite  en»  posesión  de  terne 
nos  baídíos  sin  los  respectivos  titulas  de 
propiedad.  En  efecto,  por  circuilar  de  30 
^e  septiembre  de  1867  se  umandó,  por  ra- 
rones  de  equidad  y  conveniencia,  qoie  no 
¿e  despojaba  4  esos  indígenas  de  su  p^e- 
S<ión  y  que  ocurrieran  á  las  Jefaturas  poii- 
iicas  á  solicitar  sus  títulos  de  propiedaa. 
PosterioTOiíente  á  esta  ciroular,  el  Jefe  ptv 
fitíco  de  Mérida  remitió  a!  Ministerio  de 
Fomento  dos  expedientes  formados  con 
motavo  dfe  las  solicitudes  de  Jos  indígenas 
de  San  Antonio  Papacal  y  San  AnitoniCk 
l.uch,  pidiendo  que  se  les  exipidiera»  e^  ti- 
tuila  dví  propiedad  de  los  terrenos  baldáov 
iiue  se  hallabatn  ocupandio,  conforme  á  esa 
ciicuiar  de  30  de  septiemibre  de  1867.  bi 
linistmo  expidió  entonces  Ja  ordeoí»  d'e  5 
e  dicje-míbre  de  1868  en  que,  aclarando  > 
íiterandb  dicha  cincuíar,  dispuso  que  fut 


488 

ran  ios  mismos  Jefes  Poíitícos  quienes  h- 
Draran  üos  títulos  en  la  forma  y  del  'mcxio 
q.u«  tío  regkimentara  e!  Gobienno  diel  £&- 
cado.  Este  lo  hizKDi  asi  en  ordeni  qnite  expi- 
dió el  Poder  Ejecutivo  oom  feoto  19.  de 
enero  <ie  1869,  mandando  qué  los  Jefes  po 
líticos  <lispusieran  la  nijensura  de  e»os  t^ 
rrenos  y  libraran  á  los  rnteresados  k>s  n«tí^ 
pectívos  títulos  de  propiedad,  previa^  apro- 
bación del  mismo  (iobierno  dH   Estado. 
Estos  tituíos  son,  pues,  firmpes  y-  váíídois,  a 
pesar  de  haber  sido  librados  .como  por-  vii 
de  excepción  y  sm  <Aserviaiiiida  de  ias  r<^ 
glas  generales, 

XI 

Tenmáno  aquí  este  breve' estudio^  na  s;n . 
temor    de  haber   incurrido,    como  dije  al 
principio,  en  algún  error  involuntario;  cu- 
ya  rectificación  espero  de  quienes  son  más 
competentes  que  yo  en  esta  obscura  .y  di-  . 
frcil  materia;  pero  de  todos  modos,  abri- 
go la  esperanza  de  que  él  pueda  ser  de  al- 
guna utilidad  á  los  propietarios  de  fincas 
rústicas,  á  los  agrimensores  y  á.  mis  ho-   . 
norables  compañeros  de  profesión,  aunque 
no  sea  más  que  para  facilitarles  el  regis^ 
tro,  que  siempre  es  penoso,  de  las  leye5 
relativas  á  la  materia;  y  sí  asi  fuere,  me 
consideraré   ventajosamente    compensadi 
del  tiempo  y  del  trabajo  que  dediqué  á  es 
te  pequeño  estudio. 


4Sa 


BJSQI8TR0  de  Um  Leyes,  Deoretoe    Vrdenes,  Aeuer- 
tíos  y  Vireularesi^t^  se  dtanm  el  anterior  estudio. 

'^Real  Instruceión"  de  15  <1«  ocibubre  <k 
1754- — Colccdóade  kyes  de  Dublán  y  Lo- 
zamo.: — ^Toctuo  $xrimero,  página  13,  número 
si^e. 

"Real  Céduia''  de  23  de  marzo  de  1798. 
— Coíecoión  d'e  Dtibllán  y  Lozano. — ^Tomo 
primero,  página  69,  númiero  30. 

"Constitución  Española  die  1812." — La 
gii^na  colección,: — Tomo  primero,  página 
\!\.g  número  96. 

".Decreto*'  die  Has  Cortes  Españolas  de  4 
de  enero  de  181 3. — Colección  y  tomo  ci- 
tados, página  397,  número  107  y  Pandec- 
tas hispano-mexicanas.  Tomo  segundo, 
página  302,  núm-ero  2,474. 

"Decreto"  del  Congreso  Constituyente 
de  Yucatán  de  21  de  agosto  de  1823. — Co- 
lección de  Peón  y  Gomíra*— Tomo  prime- 
ro, página  2. 

'Decreto"  de  27  de  agosto  de  1823.— 
Colección  y  tiomo  citados,  página   16. 

"Ordenes"  de  29  de  enero  y  7  de  abril 
•4e  1.824.— -Colección  Y  tomo  citados,  pági- 
nas 75  y  100. 

*'Ley"  del  Congreso  Geníeraíl    Constitu- 

nte  de  los  E&tadbs  Unwdos   MexicaníCB 

18  de  agosto  de  1824. — ^Cól^ección  dt 
Ponce  y  Font  ^62 


490 

Dublán  y  Lozano. — ^Totiio  ¡primero,  pagifla 
712,  número  416. 

''Ley''  <kl  Estado  de  2  de  didembrv  dic 
1825,  publicada  en  13  de  abril  de.  1626.— 
Colección  de  Peón  y  Gondra,— :Tonio  se- 
altando,  ipágina  37. 

*'D€cret?o»s"  y  órdenes  del  Estado  d'e  20 
y  26  de  octmbre  de  1827  y  26  de,  juíro  d-e 
1 831. — Colección  y  tomo  citados,  págs.  94 
97  y  225. 

"Ley"  del  Gotfiigreso  General  de  6  de 
abril  de  1830. — Colección  de  Calvan  jto* 
nio  q-uinto,  página  lOO,  y  la  de  Ehiblin  y 
Ijozatio,  tomio  segundo^  página  238^  núme» 
ro  809. 

Ley"  deJ  Estado  de  28  de  diciembre  d^ 
1833. — ^CoIección  de  Aznar,  tomo  pri«niiero 
página  155. 

"Decreto"  de  20  de  abril  de  1837. — Cv 
lección  y  tomo  citados,  página  260.  ~ 

'*Tvey"  de  5  de  abril  de  1841. — Coíecokó^: 
rie  Azniar,  tiomo  segundo,  página  116. 

**Ley'"  de  26  de  agosto  de  1842. — (jxtc 
ción  y  toimo  citados,  página  215. 

"Decretos  de  16  y  17  de  noviembre  de 
1843." — La  misma  colección. — 'Tomo  se- 
gutiido,  páginas  285  y  288. 

**becn^W  de  27  de  abrÜ  de  i844.-t-0> 
lección  V  itómo  citados,  página  318. 

"Acuerdos"  de  6,  de  septiembre,  ii,  8  ;' 
18  de  octubre,  13  de  noviembre  y  2  de  di^ 
ciembre  de  1844." — Colección  y  tomo  cita 
dos,  páginas  347,  350,  3Si»  352,  368  y  37] 


491 

'Reglaim^to"  d-e  cok>ni/.acióiti  de  4  <k 
ákkwtbre  de  1846.  Colección  de  Dü'blán  y 
Lozano^  tomo  quinito,  ¡página  229,  númie 
ro  2,931. 

"Decreto*"  die  2  y  5  de  marzo  de  1847 
— Coleoctón  de  Aznar,  tomo  tercero,  pági- 
na 105. 

_  **Ley''  de  3Ó  de  abril  de  1847. — Colección 
y  tomo  diados,  págima  13a 

•'Acta'*  dte  jiefornias  conatitucionates  de 
21  de  mayo  de  1847.*— Colección  de  Du- 
b!án  y  Lozano^  tomo  quinto,  página  275 
número  2^982. 

^'Decretofi'*  de  17  y  24  de  agosto  dt 
1848.— -iColeccíón  de  Aznar,  itomo  terceroj 
páginas  217  y  223. 

"Decreto*'  de  primero  de  abril!  de  1851* 
- — CbJeoción  die  Ancona,  tomo  primero,  pá- 
gina 59. 

"Decreto**  de  25  de  noviembre  de  18^3. 
— ^Colección  de  Díublán  y  Lozíaino,  tomo 
Sexto,  página  776,  número  4,118. 

''Ley**  general  dte  16  ée  febrero  de  1854* 
*— 'Colección)  d¡e  Dnblán  y  Lx>zank>,  itomK) 
séptimo,  página  51,  número  4,211. 

''Decreto*'  de  7  dé  jnlio  de  1854.— La 
misñm  Colección,  tomo  séptimo,  página 
228.  •nú'mero  4,276. 

"Lev**  dIe  3  de  diciembre  de  iSt^t;. — Co- 
Jección  V  lüomo  citados,  página  627,  núme- 
ro 4,.';88. 

"Circuilar"  de  4  de  octubre  de  i8.í;6,— 


492 

Lá  misma  colección,  toitia  octavo»  pá^na 
273,  dijúmero  4,818. 

'^Decreto*'  de  16  die  octubre  de  1856. — 
Coiliecoiión  y  tomo  citados,  página  269,  nú- 
mero 4,811. 

''Circular"  de  28  de  octubre  de  1856. — 
La  misma  colección,  tamo  octavo,  página 
2^7^  número  4,818. 

*1(jo<nstitución"  de  1857. — «Colección  y 
»tomo  ciitiados,  página  384,  námiero  4,888. 

^'Decreto''  del  Estado  de  3  dte  enero  de 
1857. — Colección  de  Ainoctia,  tomo  prime- 
ro, página  386. 

''Decreto"  del  Estadb  de  26  de  febrero 
de  1862. — ^La  misma  coSeodón,  tomo  se- 
gundo, página  28Q. 

''Decreto"  de  9  de  octubre  ce  1862 — La 
misma  colección,  toimo  tercero,  página  16. 

"Ley"^  general  de  20  de  julio  de  I86^ 
— 'Colección  de  Dublán  v  Loeano,  tomo  no^ 
veno,  i>ágina  637,  núnuero  5,893. 

''Circular"  de  30  de  septierntore  de  18^7, 
—•Lia  mis-ma  colección,  tomo  décimo,  pég. 
86,  número  6,124. 

"Orden'*  Suprema  de  5  de  diciembre  de 
1868.^— Colección  de  Ancona,  tomo  terce- 
ro, f^^gina  312,  en  miOita  á  la  que  sigue: 

"Ordlen"  dieil  Ejecu<távo  del  Estado  de  19 
He  enero  de  i86g. — Ibídonn. 

''Circular''  de  10  de  diciembre  de  1870. 
— LegslacLón  y  guía  de  terrenos  bald.íos, 
.^or  el  Lie.  José  Díaz  Leal  página  30. 


lívDICE. 


^-    .  .  .    *  "                          .'  íü 

Biografía  dd.  Autor-    .    *    .    .    ^    .  v 

:  r     ; ; ;   leyendas 

-    EPÍSODIOS  Y  TRADICIONES. 

Doña-  Inés  de  Saldaña-   ,...*.  3 

Don  Juan- de  MontefO/  .  ...  .  .  .  13 

EF  Viejo  Núfiez  Melián.   v   .   .   .    .  35 

La  Cruz  del-  callejón.   *......  41 

tars  almohadas  prodigiosas.    ...  57 

'*Sic  semper/'. *  63 

La  cita  misteriosa.   .  v   ......  65 

Idilio  fúnebre.    .•  .- V   .   .,...,  91 

Doña  Lu2.    .-.......*.  95 

Los  Héroes  de  Tíhosuco.   .....  103 

La:  realidad  de  un  sueño.   .....  119 

i-    'ENSAYOS  LÍRICOS. 

"Lumert  incóelo/';   .   .  .  .  ^  .  .  *  197 

Desvatííóí;   :   ^   .  ^   /  ¿  .   /:.   .   -  .-  199 


494 

A  Pedro  I.  Pérez.  . 203 

A  Cristóbal  Colón.   .   .   .' 205 

Junto  á  la  tumba  de  la  niña  María 

Rosario  Lizardi 209 

'*E1  Tiempo." 213 

Rosa  Mística 219 

De  Veracruz  á  México 221 

Llanto  del  corazón 229 

El  nadador  y  la  corriente.   .....  231 

El  Sábado  de  Gloria.    ......  233 

El  Reloj •   .   •   .  235 

Julio  Cesar 237 

Contrariedades .   .   .   -. 241 

Problema *  •   ,  243 

Solución  problemática 245 

Elegía .  -   .  242 

Imposible 251 

Ante  un  Crucifijo 253 

Dios 257 

Querellas.    .............  2«;«; 

Afrodita ^^ 

El  Ave  negra 265 

Gloria,  dicha  y  amor.  • 20;^ 

A  Felicia 269 

Navidad -271 

A  mi  amada. 279 

DISCURSOS,  ARTÍCULOS  SUELTOS, 

Discurso  en  contestación  al  del  Sr.. 
Lie.  Don  Juan  Francisco  Molina 

SoMs 285 


495 

Discurso  ()ronunciado  el  29  de  Ju- 
nio, festividad  de  San  Pedro  y 
San  Pablo,  en  la  asamblea  gene- 
ral solemne  de  la  ''Sociedad  Ca- 

_  tólica.". 301 

Discurso    acerca  de    la    educación 
cristiana  de  la  mujer.   ......     313 

La  Iglesia  Católica  y  la  libertad.    .     32.3 

El  Yugo  de  la  Verdad 371 

Pensamientos  acerca  del  racionalis- 
mo  383 

México  y  el  protestantismo.  ....     397 

;  Jesuítas! 40.5 

La  Inmaculada  Concepción.    .    .    .     427 
Los  funerales  y  la  inhumación  del 
limo.  Sr.  Obispo  Carrillo  y  An- 

cona.    . ;    •    •    •     433 

La  Diputación  de  Comercio,  Da- 
tos históricos 443 

Los  títulos  de  propiedad  de  tierras 
expedidos  por  el  Estado  de  Yu- 
catán  464 

Registro  de  las  leyes,  Decretos,  Or- 
denes, Acuerdos  y  Circulares  que 
se  citan  en  el  anterior  capítulo.   ,     489 


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