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Full text of "Obras completas de Diego Barros Arana"

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y 


OBRAS    COMPLETAS 


DE 


DIEGO  BARROS  ARANA 


OBRAS  COMPLETAS 


DE 


DIE&O  BARROS  ABANA 


TOIIO  VI 


ESTUDIOS  HISTÚMCO-BIBLIOGRÁHCOS 


SANTIAGO  DE  CHILE 

BANDERA,     50 
1S09 


29401. — Imp.  Cbrvantms. — Bandera,  50 


LA   PRIMERA  BIOGRAFÍA 

I  EL  PRIMER  BÍÓGRAFO    DE  CRISTÓBAL  COLON  * 


Las  inYestigaciones  críticas  i  bibliográficas  sobre  la  his- 
toria primitiva  del  descubrimiento  de  América,  adelanta- 
das con  tanta  erudición  como  sagacidad  por  el  barón  de 
Humboldt  en  su  Examen  critique  de  Vhistoire  da  nouveau 
continente  mas  tarde  porel  norte-americano  H.  Harrisse  en 
numerosos  libros,  i  por  muchos  otros  bibliógrafos  distin- 
guidos, llegan  a  una  conclusión  desconsoladora  para  los 
que  desean  la  equitativa  distribución  de  la  gloria  que  debe 
irradiar  sobre  los  grandes  hombres.  Muchos  de  los  escri 
tos  jeográficos  de  principios  del  siglo  XVI,  en  que  se  conta- 
ban los  descubrimientos  recientes,  parecían  desconocer  el 
nombre  del  verdadero  descubridor  del  nuevo  mundo,  o  le 
asignaban  un  puesto  secundario  i  modesto  entre  los  auda- 
ces i  felices  es[)loradores  que,  siguiendo  el  camino  iniciado 
por  aquél,  habian  llevado  a  cabo  la  empresa  mas  memora- 
ble que  recuerda  la  historia  de  la  humanidad.  En  1507,  un 
jeógrafo  de  Saint-Dié,  en  Lorena,  escribia  estas  palabras 
en  un  libro  que  a  ellas,  o  mas  bien  al  error  que  contienen  i 
a  la  injusticia  que  orijinaron,  debe  alta  celebridad:  '^Ahora 

*  El  señor  Barros  Arana  publico  este  estudio  en  los  Anales  de 
hi  Universfdad  de  Chile,  número  eátvaorámíino  de  12  de  octubre 
de  1892,  p.  1  14. 

{Nota  del  Recopilador). 

TOMO    VI 


246470 


ESTUDIOS    HI8TÓRIC0-BIBL10GRÁFIC0S 


que  aquellas  rejiones  han  sido  mas  estensamente  examina- 
das, i  que  ha  sido  descubierta  una  cuarta  parte  (del  globo) 
por  Américo  Vespucio,  no  sé  qué  razón  habria  para  negar- 
le, en  honra  de  su  descubridor  Américo,  hombre  de  injenio 
sagaz,  el  nombre  de  Amerigen,  esto  es,  Tierra  de  Américo^ 
o  mejor  América,  ya  que  tanto  la  Europa  como  el  Asia  lle- 
van nombres  de  mujeres." 

Otras  publicaciones  vinieron  a  autorizar  este  error.  "El 
número  de  escritos  i  de  autores  que  atribuyeron  a  Américo 
Vespucio  el  mérito  de  haber  descubierto  el  continente  ame- 
ricano fué  tan  grande,  dice  uno  de  los  eruditos  historiado- 
res del  siglo  de  los  descubrimientos  jeográíicos,  que  no 
puede  admirarnos  el  que  la  primera  j)roposicion  de  dar  su 
nombre  al  nuevo  continente,  fuese  adoptada  i  divulgada 
inmediatamente  como  acertadísima"    ^. 


1  Sophus  Ruge,  Historia  de  Ja  época  de  los  descubrimientos  jeo- 
gráfícos,  lib.  III,  cap.  II,  §  IG.  — Bste  libro,  preparado  con  una 
grande  eriulicion  i  con  criterio  firme  i  seguro,  forma  parte  de  la 
valiosa  i  ordenada  colección  de  trabajos  históricos  publicados  en 
Aleir.ariia  con  el  título  i  en  la  forma  de  Historia  universal,  bajo  la 
dirección  del  ilustre  profesor  Guillermo  Onck en.  Esta  ol^ra,  cono- 
cida entre  nosotros  por  la  traducción  castellana  cpie  se  publica  en 
Barcelona,  inserta  en  la  pajina  133  las  líneas  que  dejamos  copia- 
das mas  arriha,  en  que  el  jeógrafo  de  Saint-Dié,  reproduciendo  en 
facsímile  el  fragmento  de  la  pnjina  del  libro  de  1507  que  las  con- 
tiene. Este  libro  se  titula  Cosmo^rafiae  introductio  cum  quihus- 
dam  geometrieae  ac  astronomiae  principis  ad  eam  rem  necessa- 
riis,  i  su  autor  que  allí  se  denomina  Martinas  Ilacomdas  era  un 
profesor  alemán,  orijinario  de  Freiburg,  llamado  Martin  Waltz- 
müUer.  El  historiador  Ruge,  al  recordar  estos  hechos  en  su  Histo- 
ria de  la  época  de  los  descubrimientos,  ha  puesto  en  una  nota  una 
lista  sumaria  e  incompleta  de  las  publicaciones  que  contribuyeron 
a  corroborar  i  fortificar  el  error  de  Ilacomilus  o  (Hilacomilus 
como  se  escribe  mas  frecuentemente).  En  esta  lista  se  da  a  este 
último,  sin  duda  por  descuíHo  tipográfico,  por  autor  de  un  libro 
titulado  OpuscuJum  de  mirahilihus,  impreso  en  Roma  en  1510.  El 
título  verdadero  de  esta  obra  es  el  siguiente:  Opusculum  de  mira- 
hilibu'i  nova  et  veteris  urbts  Romas  editum  a  Francisco  Albertinis 
clerico  florentino,  dedicatumque  Julio  secundo  pon.  max.  Es  una  des- 
cripción de  la  Roma  antigua  i  moderna  de  102  hojas  en  4^;  pero  al 


EL   PRIMER   BIÓGRAGO    DE   CRISTÓBAL    COLON 


Este  estravio  de  la  opinión,  en  que  se  ha  creido  ver  el 
fruto  de  un  plan  meditado  para  realzar  el  nombré  dé  Yes- 
pucio  sobre  el  de  Colon  i  sobre  el  de  todos  los  otros  esplo- 
radores,  es  seguramente  la  obra  de  la  ignorancia  en  que, 
por  falta  de  frecuentes  comunicaciones  entre  los  pueblos 
europeos,  i  por  la  escasez  de  publicaciones  aun  en  los  pri- 
meros años  de  los  tiempos  modernos.  Entonces  no  se  via- 
jaba para  describir  los  viajes.  En  vida  de  Colon  (hasta 
1506)  sólo  se  imprimieron  en  opiisculos  de  pocas  pajinas, 
dos  cartas  relativas  a  sus  csplorácioncs  Cuna  a  su  primer 
viaje  i  otra  al  cuarto),  mientras  que  las  relaciones  de 
Vespucio,  aunque  de  cortas  dimensiones,  eran  pintores- 
cas i  animadas,  con  pretensiones  científicas  i  con  estilo  des- 
criptivo, i  alcanzaron  mayor  circulación.  Esas  relacio- 
nes traducidas  a  varias  lenguas,  i  muchas  veces  reimpre- 
sas, habrian  tenido  talvez  una  existencia  efímera  a  no  ha- 
ber sido  reunidas  i  ordenadas  en  las  colecciones  de  viajes 
que  comenzaron  a  publicarse  desde  1504.  Esas  colecciones 
autorizaron  i  confirmaron  la  injusticia  propuesta  por  el  jeó- 
grafo  de  Saint-Dié. 

Un  nob'e  i  erudito  escritor  jeno ves,  testigo  de  la  injusti- 
cia que  parecía  oscurecer  la  gloria  de  su  compfitriota  Cris- 
tóbal Colon,  debió  sentirse  lastimado  por  eila.  En  obras 
absolutamente  estrañas  a  la  historia  del  nuevo  mundo, 
halló,  sin  embargo,  ocasión  para  intentar  la  restauración 
de  la  verdad  i  para  dar  al  nombre  del  ilustre  descubridor 
el  prestijioso  brillo  que  la  ignorancia,  mas  que  la  malicia, 


final  (le  ella  tiene  una  seccidn  en  alahaiiza  de  los  ciudadanos  ilus- 
tres de  Florencia  i  de  Savona,  i  después  de  enumerar  a  los  famo- 
sos oradores,  escritores,  i)intores,  etc.,  de  Florencia,  destina  .A 
Vespucio  unas  cuantas  líneas  que  traducidas  al  castellano  dicen 
así:  "En  el  nuevo  m  ndo,  Albericus  Vespulcio  (testnal)  de  Flo- 
rencia, enviado  por  el  fidelísimo  rei  de  Portugal  i  últimamente  por 
el  católico  rci  de  España,  descubrió  el  primero  nuevas  islas  i  rejio- 
ues  desconocidas,  como  gráficamente  aparece  en  su  libro  en  una 
carta  de  su  nuevo  inundo  a  Lorenzo  de  Mediéis  el  joven.'*  Alber- 
tini  parece  desconocer  los  descubrimientos  i  hasta  el  nombre  de 
Cristóbal  Colon. 


ESTUDIOS    IIISTÓRICO-BIBLIOGRAFIOOS 


había  comenzado  a  arrebatarle.  Como  vamos  a  verlo,  la 
primera  reseña  biográfica  de  Colon  fué  trazada  por  ese 
escritor. 

Era  éste  Pantaleon  Giustiniani,  mas  conocido  con  el 
nombre  de  Agnstin,  que  tomó  al  abrazar  la  vida  monásti- 
ca. Nacido  en  Jénova  en  1470,  e  hijo  único  de  una  familia 
aristocrática  en  que  se  reunian  los  nobles  apellidos  de 
Oiustiniani  della  Banca  i  de  Longa,  que  contaban  tradicio- 
nes gloriosas  en  la  historia  de  ese  estado,  recibió  en  su  ni- 
-ñez  una  educación  esmerada  en  un  convento  de  dominicanos. 
Como  a  la  edad  de  catorce  años  quisiera  tomar  el  hábito 
de  esa  orden,  sus  padres,  que  tenian  interés  en  que  se  per- 
petuara su  nombre,  obtuvieron  del  dux  i  del  arzobispo  de 
Jénova  una  orden  para  arrancarlo  del  convento,  i  lo  envia- 
ron a  España.  El  joven  Giustiniani  residió  cerca  de  cua- 
tro años  en  Valencia;  pero  habiendo  contraído,  por  desa- 
rreglos de  juventud,  una  enfermedad  que  lo  puso  a  las 
puertas  de  la  muerte,  volvió  a  Italia  en  L488;  i  como  pe-r- 
sistiera  con  mayor  firmeza  en  su  anterior  determinación, 
se  le  permitió  profesar  en  el  convento  de  los  dominicanos  de 
Pavia. 

En  aquella  época  de  la  ardorosa  renovación  de  los  estu- 
dios clásicos,  favorecida  particularmente  por  la  reciente 
invención  de  la  imprenta,  cuando  se  publicaban  i  tradu- 
cían las  obras  de  la  antigüedad,  i  se  estudiaban  junto  con 
la  historia  i  la  filosofía  de  los  griegos  i  de  los  romanos,  las 
lenguas  orientales,  Giustiniani,  descuidando  la  filosofía  i 
la  teolojía,  i  aun  las  ocupaciones  ordinarias  de  la  vida  del 
claustro,  se  consagró  con  grande  empeño  a  otras  tareas,  i 
aprendió  a  mas  del  latín,  que  sabia  perfectamente,  el  griego, 
el  árabe,  el  hebreo  i  el  caldeo.  Estos  estudios  lo  pusieron 
€n  comunicación  con  muchos  de  los  hombres  mas  distin- 
guidos de  Italia,  i  entre  otros  con  Juan  Pico  de  la  Miran- 
-<lola,  que  era  considerado  el  prodijio  de  ciencia  de  su  tiem- 
po. Giustiniani  enseñó  algunas  de  esas  lenguas:  pero  luego 
abandonó  el  profesorado  para  dedicarse  a  la  preparación 
de  una  biblia  políglota  que  quería  publicar. 


EL    PRIMER    RIOGRAPO    DE    CRISTÓBAL    COLON 


Amparado  por  la  protección  de  un  pariente  mui  acredi- 
tado en  la  corte  de  Roma,  el  cardenal  Bandinelli  Saoli,  fué 
favorecido  Giustiniani  con  el  cargo  obispo  de  Nebbio,  dió- 
cesis pobre  de  la  isla  de  Córcega.  En  este  rango  asistió  al' 
quinto  concilio  de  Letran  (1512-1513),  donde  combatió  al- 
gunos de  los  artículos  del  concordato  celebrado  entre  el 
rei  de  Francia  Francisco  I  i  el  papa  León  X.  La  fama  de 
Giustiniani  como  hombre  de  ciencia,  afianzada  en  la  ense- 
ñanza i  por  la  publicación  de  algunas  obras,  pasó  luego 
las  fronteras  de  Italia.  Francisco  I,  empeñado  en  fomentar 
los  estudios  clásicos,  lo  llamó  a  Francia  i  creó  para  él  la 
primera  cátedra  de  hebreo  que  tuvo  la  Universidad  de  Pa- 
rís, remunerando  sus  servicios  con  una  crecida  dotación. 

Desempeñó  ese  cargo  durante  cinco  años,  i  en  este  tiem- 
po tuvo  ocasión  de  hacer  un  viaje  a  Holanda,  donde  culti- 
vó amistad  con  Erasmo,  i  otro  a  Inglaterra,  que  le  permi- 
tió tratar  a  Tomas  Morus.  Giustiniani  estuvo  así  en  rela- 
ción con  los  sabios  mas  eminentes  de  su  época.  Babia  reu- 
nido una  biblioteca  escepcionalmente  rica  para  un  particu' 
lar  de  ese  tiempo,  compuesta  de  mas  de  mil  volúmenes,  así 
impresos  como  manuscritos,  que  por  su  testamento  legó  a 
la  ciudad  de  Jénora. 

De  regreso  a  su  patria,  en  1522,  fué  testigo  de  serias  per- 
turbaciones; i  en  una  revuelta  fué  herido  en  un  brazo.  Re- 
nunciando a  su  pro\'ecto  de  establecerse  definitivamente  en 
Francia,  volvió  a  hacerse  cargo  de  su  diócesis  de  Nebbio. 
En  1531  hizo  un  nuevo  viaje  a  Roma,  i  visitó  en  varias  oca- 
siones su  ciudad  natal.  **Poco  mas  tarde  (en  1536),  dice 
Pablo  Jo  vio,  desapareció  durante  un  viaje  entre  Jénova  i 
la  isla  de  Córcega,  sin  c{ue  pueda  saberse  si  fué  sepultado  en 
las  olas  del  mar  o  apresado  por  los  piratas  berberiscos, 
pues  nunca  apareció  vestijio  alguno  de  naufrajio  ni  de 
apresamiento  de  piratas  2". 

Giustianini  escribió   varias   obras  i  fué  editor  i  comenta- 


-  Paulo  J')vn,  Eloghim  virorvm  Tittns  iílustrivm  (Rasil,  1576)» 
p.  210. 


ESTUDIOS    UI8T0RIC0-B1BL10GRAFIC0S 


dor  de  otras,  de  manera  que  su  nombre  goza  todavía  de 
cierta  reputación  en  la  historia  de  los  trabajos  de  erudición 
de  su  siglo.  Nosotros  no  tenemos  paríi  qué  recomendar 
aquí  mas  que  dos  de  esas  obras  que  de  algún  modo  se  refie- 
ren al  asunto  que  tratamos  en  este  artículo.  Es  una  de  ellas 
una  historia  de  Jénova  que  lleva  este  título:  Ciistij^ntissimi 
nnnali  con  ¡a  loro  copiosa  tavola  deíla  cccelsa  ed  illnstrissi- 
ma  repuhíica  di  Genova  da  fidcli  ed  approbati  scrittori,  un 
volumen  en  folio.  Esta  obra,  la  única  que  el  autor  escribió 
en  italiano,  i  a  ({ue  sin  duda  no  alcanzó  a  dar  la  última 
mano,  i  que  fué  impresa  un  año  después  de  su  muerte,  es 
desordenada  i  de  escaso  valor  p'ara  los  tiempos  antiguos, 
pero  útil  en  la  parte  que  se  refiere  a  los  sucesos  po'steriores. 
En  ella  (folio  240),  recuerda  a  Cristóbal  Colon  como  un 
lujo  ilustre  de  la  ciudad  de  Jénova,  nacido  en  una  familia 
de  modestos  i  oscuros  artesanos  ^,  i  habla  de  un  legado  que 
aquél  habría  hecho  a  esa  ciudad  en  un  supuesto  codicilo. 

La  otra  obra  en  que  se  habla  de  este  mismo  asunto  es 
un  salterio  [)olíglota  (jue  lleva  este  título:  Psalteriam  he 
bracum,  graecum,  avcihicum,  caldacum  cum  tribus  latinis 
interprctationibus  et  glossis,  libro  curioso  e  importante  en 
los  anales  del  arte  tipogrático,  i  por  esto  prolijamente  des- 
crito pDr  distinguidos  bibliógrafos.  Está  dedicado  al  papa 
León  X;  i  en  su  última  pajina  se  indica  el  lugar  i  el  ano  de 
la  impresión,  en  siete  líneas  latinas  que  traducimos  en  se- 
guida. "Pedro  Paulo  Porro  lo  imprimió  con  admirable  in- 
jenioen  lacasadeNicolas  Justinianio  Pauli.bajoel  gobierno 
del  excelentísimo  Octavio  Pulgoso,  presidente  de  la  repúbli- 
ca jenovesa  en  nombre  del  reí  de  Francia,  en  el  año  de  la 
cristiana  salvación  de  15 16,  a  9  de  octubre.— Pedro  Paulo 
Porro,  de  Milán,  residente  en  Turin".  El  libro  está  formado 
p  >r  199  hojas  en  folio,  fuera  de  la  dedicatoria  i  de  una  epís- 
tola al  autor  que  sirve  de  introducción,  i  formado  por  ocho 
columnas  c{ue   se  corresponden  entre  las  pajinas  que  están 


•i  "Di  parentí   plebei,   dice  (Tiustiniani,  come  che  il   padre  fosse 
tessittore  di  panni  di  lana  e  luí  fosse  tessitore  di  seta." 


EL    PRIMER    BIÓGRAFO    DE    CRI.STOBAT.    COLON 


una  enfrente  de  otra.  La  primera  de  esas  columnas  contie- 
ne el  testo  hebreo  de  los  salmos  con  caracteres  hebraicos;  la 
segiin  la,  la  versión  latina  literal;  la  tercera,  la  versión  la- 
tini.  de  la  vulgata;  la  cuarta,  la  versión  griega  con  sus  ca- 
racteres respectivos;  la  quinta,  la  versión  arábiga  en  carac- 
i:éres  maugrabinos  o  de  los  árabes  de  África;  la  sesta,  la 
paráfrasis  caldea  en  caracteres  hebraicos;  la  sétima,  la 
traducción  latina  de  esta  paráfrasis,  i  la  octava  contiene 
las  notas  i  comentarios  de  los  salmos,  que  se  estienden  en 
la  parte  inferior  i  a  veces  en  la  parte  superior  de  las  pajinas. 
Esta  obra,  ifionumento  de  la  tipografía  i  de  la  ciencia  de 
la  época,  no  fué  apreciada  por  los  contemporáneos  en  lo 
■que  valia;  i  el  resultado  de  su  publicación  no  correspondió 
a  las  ilusiones  i  a  los  sacrificios  de  su  autor.  Este  mismo  ha 
recordado  en  el  folio  224  de  sus  Anales  de  Jénova,  el  dolo- 
roso desencanto  que  esperimentó.  "Hice  imprimir  en  féno- 
va,  dice,  a  mis  espensas,  con  aquel  trabajo  i  con  aquel  gas- 
to que  todo  literato  puede  suponer,  dos  mil  voliimenes  del 
salterio  davídico  en  las  indicadas  cinco  lenguas,  persuadi- 
do de  que  esta  obra  me  producirla  grande  aplauso  i  no  me- 
diocre utilidad,  que  3^0  pensaba  destinar  al  socorro  de 
algunos  parientes  mios  que  se  hallaban  necesitados,  crejen- 
•do  siempre  que  la  obra  tendría  grande  interés  i  que  los  pre- 
lados ricos  i  los  príncipes  se  moverían  a  ayudarme  en  los 
costos  para  hacer  imprimir  el  resto  de  la  biblia  en  la  mis- 
ma variedad  de  lenguas.  Pero  mi  credulidad  sufrió  un  en- 
gaño, porque  si  bien  la  obra  fué  aplauílida  por  algunos, 
fué  dejada  reposar  \  dormir,  pues  apenas  se  ha  vendido  la 
cuarta  parte  de  los  libros,  porque  los  hombres  jenerosos  i 
los  injehios  elevados  son  raros  i  pocos,  i  con  dificultad  pude 
recojcr  el  dinero  que  habia  gastado  en  la  impresión,  que 
fué  una  buena  cantidad,  porque  ademas  de  los  dos  rail  vo- 
lúmenes impresos  en  papel,  hice  imprimir  cincuenta  en  vite- 
la que  distribuí  entre  todos  los  reyes  del  mundo,  así  cristia- " 
nos  como  paganos."  Hoi,  los  ejemplares  de  ese  libro  son 
escasos,  1  se  les  guardan  esmeradamente  en  las  bibliotecas 
públicíjs  como  una  curiosidad   tipográfica,   i   como  uno  de 


8  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

los  volúmenes  mas  antiguos  en  que  se  habla  del  descubrí' 
miento  del  Nuevo  Mundo. 

Tenemos  a  la  vista  uno  de  los  ejemplares  de  ese  libro  cu- 
rioso. Al  reproducir  el  versículo  5  del  salmo  XVIII  que 
dice:  "In  omnen  terram  exivit  sonus  eorum:  et  in  finis  te- 
rree verba  eorum.  (La  voz  de  los  cielos  se  ha  propagado 
en  toda  la  tierra:  i  sus  palabras  hasta  los  confines  de  la 
tierra),"  Giustiniani  pone  un  comentario  que  es  quizás  el 
mas  estenso  de  su  libro.  Ese  comentario  es  una  biografía 
sumaria  de  Cristóbal  Colon^  en  cuyos  descubrimientos  el 
comentador  ve  el  cumplimiento  de  una  profecía  consignada 
en  esas  palabras  del  salmo  de  David,  i^unque  esa  biografía 
es  sumaria  i  adolece  adepnas  de  muchos  i  graves  errores,^ 
merece  tomarse  en  cuenta  por  ser  la  primera  que  se  escri- 
bió di  1  célebre  descubridor.  Por  este  motivo,  se  la  ha  repro- 
ducido algunas  veces,  r  aun  se  halla  traducida  al  ingles  en^ 
uno  de  los  libros,  Notes  on  Colomhus.átl  célebre  bibliógrafo 
norte-americano  Harrisse.  Como  según  creemos  no  lo  ha 
sido  nunca  a  nuestro  idioma,  vamos  a  dar  en  seguida  su 
traducción  testual.  Dice  así: 

"£¿  in  ñnes  tnundi  verba  eorum. — Por  lo  menos  así  ha 
sucedido  en  nuestros  días,  en  que  por  el  sorprendente  arro- 
jo del  jenoves  Cristóbal  Colon  se  ha  descubierto  i  se  ha 
agregado  al  cristianismo  un  orbe  nuevo,  por  decirlo  así. 
Mas,  como  el  mismo  Colorí  frecuentemente  decía  que  habia 
sido  designado  por  Dios  para  que  por  su  medio  se  cumplie- 
se esta  profecía,  no  parecerá  estraño  agregar  aquí  una  no- 
ticia acerca  de  la  vida  del  descubridor. 

"Cristóbal  Colon,  nacido  en  Jénova,  descendiente  de  hu- 
mildes projenitores,  ha  recorrido  en  nuestra  época,  en  po- 
cos meses,  mayor  estension  de  tierra  i  mar  que  casi  todos 
los  mortales  en  el  conjunto  de  los  pasados  siglos.  El  hecho 
parece  increíble,  pero  está  averiguado  i  comprobado  no  só- 
lo por  el  testimonio  de  muchos  navegantes,  sino  por  el  de 
las  armadas  i  ejércitos  que  se  han  dirijido  a  las  nuevas  tie- 
rras i  que  de  allí  han  vuelto. 

"En  su  niñez  apenas  alcanzó  a  adquirir  los  primeros  ele- 


EL    TRIMHR    BIÓGRAFO    DE    CRISTÓBAL    COLON 


inentos  de  instrucción;  i  una  vez  llegado  a  la  pubertad,  se 
entregó  con  entusiamo  a  la  navegación.  Poco  después  su 
hermano  se  dirijió  a  Portugal  i  emprendió  en  Lisboa  una 
negociación  sobre  cartas  para  el  uso  de  la  navegación, 
en  que  se  representaban  los  mares,  puertos,  playas,  goltos 
e  islas,  i  tuvo  oportunidad  de  conocer  las  noticias  que  le 
comunicaban  varias  personas  que  por  orden  del  rei  salian 
todos  los  años  a  esplorar  las  remotas  tierras  de  los  etio- 
pes i  las  desconocidas  zonas  del  océano,  situadas  entre  el 
sur  i  el  occidente.  Conversando  frecuentemente  con  esas 
personas  i  confrontando  lo  que  oia  con  lo  que  él  había  pen- 
sado al  estudiar  sus  cartas  i  con  lo  que  habia  leido  eñ  los 
cosmógrafos,  habia  llegado  a  formar  la  opinión  de  que, 
alejándose  de  las  playas  de  los  etiopes  i  navegando  en  lí- 
nea recta  entre  los  vientos  céfiro  i  lívico,  se  podria  llegar 
en  pocos  meses  a  alguna  isla  o  al  remoto  continente  de 
las  Indias. 

"Una  vez  que  recibió  de  su  hermano  estas  noticias,  Co- 
lon reflexionó  seriamente  sobre  ese  punto;  i  conversando 
con  algunas  personas  de  la  corte  del  rei  de  España,  les 
manifestó  que  si  el  rei  lo  auxiliaba  con  las  cosas  necesa- 
rias, él  creia  poder  realizar. el  proyecto  que  habia  forma^ 
do  de  llegar  a  las  tierras  i  pueblos  nuevos,  en  un  tiempo 
mas  corto  que  el  empleado  por  los  portugueses,  i  que 
ademas  podria  llegar  a  rejiones  antes  no  conocidas.  In- 
mediatamente se  comunicó  la  noticia  al  rei,  quien,  movido 
por  el  ejemplo  de  los  reyes  del  Portugal  i  por  su  afición  a 
cosas  de  esta  especie,  címiio  también  por  la  gloria  que  po- 
dia  resultar  para  él  i  para  sus  sucesores,  discutió  el  asunto 
largamente  con  Cristóbal  Colon  i  resolvió  al  fin  preparar 
dos  barcos,  en  los  cuales  espedicionó.  Colon  dirijiéndose 
por  de  pronto  a  las  islas  Afortunadas,  navegando  un 
poco  a  la  izquierda  de  la  línea  occidental,  es  decir,"  entre 
los  vientos  lívico  i  céfiro,  pero  bastante  alejado  del  lívico  i? 
mui  próximo  al  céfiro.  Después  de  una  larga  navegación,  i 
hechos  los  cálculos  necesarios,  se  vio  que  habia  recorrido- 
cuarenta  veces  cien  mil  pasos  en  línea  recta.   Los  compañe- 


10  ■  ESTUDIOS  HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFIOOS 

TOS  de  Colon,  perdida  toda  esperanza,  dijeron  que  era  nece- 
sario volver  atrás;  pero  él  les  observó  que,  según  sus  cálcu- 
los formados,  en  un  dia  mas  de  navegación  llegarían  a  un 
continente  o  a  algunas  islas.  1  en  efecto,  al  dia  siguiente,  los 
navegantes  divisaron  tierra  i  felicitaron  a  su  jefe  en  cpiien 
tuvieron  plena  confianza.  Habia  ahí  un  grupo  de  innume- 
rables islas,  poco  distantes  de  un  continente,  según  se  pre- 
sumió por  el  aspecto.  En  algunas  de  estas  islas  habia 
hombres  incultos,  llamados  caníbales,  que  devoral)an  car- 
nes humanas,  i  que  iban  a  ejecutar  robos  en  los  pueblos 
vecinos,  usando  en  su  navegación  embarcaciones  hechas 
de  una  sola  pieza,  en  las  cuales  se  dirijian  a  las  islas  veci- 
nas a  cazar  hombres,  a  manera  de  lobos  hambrientos. 
Fué  tomada  una  de  estas  embarcaciones  juntamente  con 
sus  tripulantes,  después  de  un  sangriento  combate,  i  esos 
tripulantes  fueron  llevados  a  España.  La  primera  isla  des- 
cubierta se  llamó  Española,  i  en  ella  se  encontraron  mu- 
chos hombres  que  llamaban  la  atención  por  su  miseria  i 
desnudez.  Se  les  llamó  afablemente  por  medio  de  signos, 
i  se  les  atrajo  con  obsequios.  Cuando  estuvieron  cerca,  fá- 
cilmente se  conoció  que  contemplaban  con  asombro  el  co- 
lor blanco  de  los  españoles,  sus  vestidos  i  su  llegada  a  esos 
lugares,  i  otras  circunstancias  que  les  hacian  pensar  que 
éstos  habian  bajado  del  cielo.  El  color  de  aquellos  hom- 
bres es  mui  distinto  al  nuestros,  pero  no  son  negros  sino  de 
un  color  parecido  al  del  oro.  Usaa  una  pequeña  capa  pen- 
diente del  cuello  i  adherida  al  pecho,  con  la  cual  cubren  su 
desnudez:  este  vestido  es  común  para  hombres  i  mujeres, 
con  escepcion  de  las  doncellas,  t  Suprimirnos  una  línea  por 
inconvenií^nte).  No  se  encuentran  ahí  animales  cuadrúpe- 
dos, a  no  ser  algunos  perros  de  pequeña  estatura.  Los 
hombres  se  alimentan  de  mices,  de  las  cuales  hacen  un  pan 
de  un  sabor  no  diferente  del  que  tiene  el  pan  de  trigo.  Usan 
también  bellotas,  de  forma  distinta  de  las  nuestras,  pero 
mas  agradable  al  paladar. 

''Realizado  su  objeto,  determinó  Colon  volver  a  Espa- 
ña, dejando  establecido  un  fuerte  en  el  primer  lugar  que  ha- 


EL    PRIMEK    BIÓGRAFO    DE    CRISTÓBAL    COLON  11 

bia  ocupado,  i  quedando  ahí  cuarenta  hombres  para  su 
custodia.  Llegó  con  toda  feHcidad  a  las  islas  Afortunadas, 
i  de  ahí  envió  mensajeros  con  una  carta  para  el  rei,  quien 
al  tener  noticias  de  estas  cosas,  tuvo  grande  alegría  i  col- 
mó de  grandes  honores  al  descubridor,  nombrándolo  almi- 
rante. Todos  los  grandes  recibieron  a  Colon  en  su  llegada, 
saludándolo  como  descubridor  del  Nuevo  Mundo. 

•'Poco  después  se  preparan  otras  naves  de  mayor  mag- 
nitud i  en  mayor  número  que  las  anteriores,  i  jjrovistas  de 
todo  lo  necesario.  Pero  al  mismo  tiempo  la  España  en  vi  a  a 
un  orbe  inocente  todos  sus  venenos,  pues  en  esas  naves  van 
niuchas  telas  de  seda,  i  vestidos  bordados  de  oro;  i  aquel 
lujo  a  quien  no  bastaba  haber  triunfado  en  nuestro  orbe, 
emprende  navegación  hacia  pueblos  puros  e  inocentes,  i 
nuestros  bosques  que  apenas  satisfacian  nuestra  gula,  en- 
vían a  remotas  tierras  su  jabalí;  pero  también  navegan  los 
que  han  de  remediar  estos  males  con  el  arte  de  Esculapio. 
Ivlevan  también  mujeres  i  árboles.  Según  después  se  averi- 
guó, el  trigo  se  desarrollaba  con  presteza,  secándose  en  se- 
guida, como  si  la  naturaleza  condenase  los  nuevos  jéneros 
de  alimentos,  i  como  si  quisiera  indicar  que  los  hombres  de- 
bían contentarse  con  sus  raices. 

"Colon  se  hizo  a  la  vela  con  doce  barcos  provistos  de 
armas,  de  tripulantes  i  de  todo  lo  necesario;  i  en  veinte  dias 
de  navegación  llegó  a  la  Española  i  encontró  que  habían 
sido  muertos  por  los  bárbaros  los  soldados  que  allí  había 
dejado,  a  causa  de  que  habían  sido  injustos  i  poco  respe- 
tuosos con  sus  mujeres.  Como  los  bárbaros  hiciesen  mani- 
festaciones de  arrepentimiento,  los  perdonó  Colon,  exijién- 
doles  que  en  adelante  fuesen  fieles  i  obedientes.  En  seguida 
envió  emisarios  en  todas  direcciones  en  donde  hubiese  algu- 
na isla  notable  por  su  estension,  su  clima  o  su  fertilidad, 
como  también  por  su  población.  Luego  se  le  comunicó  la 
noticia  de  que  en  algunos  lugares  se  encontraba  oro  en  al- 
gunas corrientes  de  agua,  i  que  también  aparecía  en  los 
campos  una  semilla  muí  parecida  al  pimiento,  por  lo  que 
determinó  fundar  una   ciudad,  acopiando  materiales  i  em- 


12  ESTl  DIOS    HISTÓRIC'O-BIBLIOGKÁFICOS 


picando  hombres  peritos,  i  dio  a  la  ciudad  el  nombre  de 
Isabel.  Habiéndose  embarcado  con  dos  naves,  dio  una  vuel- 
ta a  la  isla.  Recorriendo  el  litoral  de  aquella  tierra  a  la 
c'tial  dio  el  nombre  de  Juana,  empleó  setenta  i  un  dias,  diri" 
jiendo  siempre  la  proa  hacia  el  occidente,  i  habiendo  calcu- 
lado que  habia  recorrido  cerca  de  sesenta  veces.cien  mil  pa- 
sos. Dio  el  nombre  de  Evanjelistas  al  promontorio  en  que 
se  detuvo,  volviendo  en  seguida,  una  vez  recorrida  esa  es- 
tension.  Durante  la  navegación,  anota  en  una  carta  los 
golfo,  playas  i  promontorios.  Esta  parte  del  mundo  tenia 
dieciocho  grados  de  elevación  del  polo  ártico,  al  paso  que 
el  costado  de  la  Española  por  el  lado  norte  tenia  veinticua- 
tro. Sus  compañeros  observaron  que  en  aquel  año,  que  era 
el  de  1494-,  en  el  mes  de  setiembre  se  habia  visto  el  eclipse' 
en  la  Española  como  cuatro  horíis  antes  que  en  Ispalis, 
vulgarmente  llamada  Sevilla.  De  este  cálculo  infería  Colon- 
que  aquella  isla  distaba  de  Cádiz  cuatro  horas,  i  que  el 
Evanjelista  distaba  del  mismo  punto  diez  horas,  i  no  mas 
que  dos  horas,  es  decir,  la  duodécima  parte  de  todo  un  círcu- 
lo de  la  tierra,  de  aquel  lugar  que  Ptolomeo  llama  Cati- 
gara,  diciendo  que  es  el  último  habitable  en  el  oriente.  Por 
lo  cual,  si  el  suelo  no  opusiera  obstáculos  a  los  navegantes, 
sucedería  que  el  estremo  oriente,  recorrido  nuestro  hemisfe- 
rio inferior  en  sentido  contrario,  se  uniria  con  los  que  mar- 
chan al  occidente. 

"Terminadas  estas  navegaciones  admirables.  Colon  fa- 
lleció en  España.  El  rei,  que  en  vida  le  habia  otorgado  mu-" 
chos  privilejios,  dio  al  hijo  el  título  del  padre,  quien  lo  con- 
serva hasta  el  dia  de  hoi.  Ni  las  familias  ilustres  de  España 
rehusan  admitir  en  matrimonio  a  aquel  joven  ilustre  por 
su  nobleza  i  costumbres.  Al  morir  Colon,  :.o  se  olvidó  de 
su  amada  patria,  pues  dejó  la  décima  parte  de  sus  bienes 
para  la  festividad  de  San  Jorje. 

*'Si  este  varón  ilustre  hubiera  nacido  en  los  tiempos  he- 
roicos de  la  Grecia,  sin  duda  habría  sido  colocado  en  el  nú- 
mero de  los  dioses." 

Está  reseña  biográfica,   laudatoria,   como  se  ve,   para 


EL    PFIMBR    BIÓGRAFO    DE    CRISTÓBAL    COLON  13 


"Cristóbal  Colon,  adolece  de  numerosos  errores  que'algunos 
de  los  biógrafos  de  éste  se  han  empeñado  en  señalar.  Bar- 
tolomé de  las  Casas,  en  su  Historia  de  Indias,  impresa  por 
primera  vez  en  Madrid  en  1875,  destina  una  parte  del  ca- 
pítulo III  del  libro  I  a  refutar  las  noticias  consignadas  por 
Giustiniani,  señalando  la  contradicción  en  lo  que  éste  ha 
«scrito  respecto  a  los  primeros  años  de  Colon  en  las  dos 
obras  que  hemos  citado  mas  arnba,  puesto  que  en  una  dice 
que  se  ocupó  en  los  trabajos  manuales  de  artesano,  i  en  la 
.otra  que  desde  temprano  se  dedicó  a  la  navegación. 

A  este  mismo  punto  se  contrae  mas  particularmente  el  li- 
bro publicado  por  primera  vez  en  italiano  con  el  título  de 
historia  de  Colon,  escrita  por  su  hijo  don  Fernando.  * 

Bn  el  capítulo  II.  después  de  reprochar  a  Giustiniani  con 
gran  destemplanza  el  haber  rebajado  el  oríjen  de  Colon,  in- 
<íurriendo  en  la  indicada  contradicción  que  hai  en  aquellas 
dos  obras,  se  hace  la  crítica  minuciosa  de  la  reseña  biográ- 
fica que  dejamos  copiada,  i  al  efecto  se  señalan  sus  errores 
en  la  forma  siguiente: 

"Pero  no  es  de  maravillarse  que  Giustiniani  en  este  caso 
{el  oríjen  de  Colon)  que  es  oculto,  no  acertasecon  la  verdad; 
pues  en  las  cosas  mas  claras  de  su  descubrimiento  i  nave- 
gación, en  media  hoja  puso  mas  de  doce  mentiras,  en  el  sal- 
terio; las  cuales  tocaré  con  brevedad,  sin  dilatarme  en  res- 
ponderlas, por  no  interrumpir  el  hilo  de  la  historia,  pues  el 
curso  de  ella  i  lo  que  otros  escriben,  comprobará  la  false- 
dad de  lo  que  Giustiniani  escrib  \  La  primera  es  que  el  al- 
mirante fué  a  Lisboa  a  aprender  la  cosmografía,  que  le 
enseñó  un  hermano  suyo  que  estaba  allí;  i  lo  contrario  es 
cierto;  porque  el  almirante  vivia  antes  en  aquella  ciudad,  i 
él  enseñó  a  su  hermano  lo  que  supo.  La  segunda  falsedad 


*  Historia  del  S.  D.  Fernando  CoIomf)o:  Nelle  qualis'a  partico- 
lare  &  vera  relatione  della  vita  &ílei  fatti  delT  Ammiragiio  D,  Cris- 
tóforo  Colombo,  suo  padre.  E  dello  scoprimento  ch'  egli  fece  delF 
Indie  Occidentali  dette  Mondo  Nuovo,  hora  possedutedal  Serenis- 
simo.  Re  Cattolico,  Venezia  1571. 


14  ESTUDIOS    IIISTÓRICO-BJBLIOGEÁFICOS 

es  que  la  primera  vez  que  vino  a  Castilla,  aceptaron  los  re- 
ves  católicos,  don  Fernando  i  doña  Isabel,  su  proposición, 
después  de  siete  años  que  les  fué  hecha,  rehusándola  todos. 
La  tercera,  que  fué  a  descubrir  con  dos  navios;  i  todos  sa- 
ben, que  llevó  tres  carabelas.  La  cuarta,  que  loprimeroque 
descubrió,  fué  la  isla  de  la  Española,  habiendo  sido  la  de 
Guanahani,  que  llamó  San  Salvador.  La  quinta,  que  la  Es* 
pañola  estaba  poblada  de  caníbales,  indios  que  comen  car- 
ne humana;  siendo  verdad  que  sus  moradores  eran  la 
mejor  jente,  i  la  mas  civil  que  se  halla  en  aquellas  partes^ 
La  sesta  falsedad  es  que  peleando  tomó  a  los  indios  la  pri- 
mera canoa  que  vio;  i  consta  lo  contrario,  pues  en  aquel 
primer  viaje  no  tuvo  guerra  con  indio  alguno,  sino  paz  i 
amistíid  con  todos,  hasta  que  salió  de  la  Española.  La  sé- 
tima, que  volvió  por  Canarias,  cuyo  viaje  no  es  propio  de 
la  vuelta  de  aquellos  navios.  La  octava,  que  desde  Cana- 
rias despachó  un  mensajero  a  los  serenísimos  re\^es  católi- 
cos; siendo  cierto  que  no  llegó  a  aquella  isla,  i  que  el  men- 
sajero fué  él  mismo.  La  nona  cosa,  ñdsamente  escrita,  es 
que  volvió  con  once  navios  al  segundo  viaje;  i  es  claro,  que- 
fueron  diecisiete.  La  décima  mentira  es  que  llegó  a  la  Espa- 
ñola en  veinte  dias;  el  cual  es  tiempo  mui  corto,  aun  para 
llegar  a  las  primeras  islas,  i  no  fué  sino  en  dos  meses,  i  an- 
tes de  los  demás.  La  once  es,  que  al  instante  salió  de  la  Es- 
pañola con  dos  navios,  cuando  fué  a  Cuba;  i  nadie  ignora, 
que  fueron  tres  los  que  llevó.  La  duodécima  falsedad  que 
dejó  Giustiniani  escrita,  es,  que  la  Española  divSta  de  Espa- 
ña cuatro  horas;  i  el  almirante  cuenta  mas  de  cinco:  i  para 
juntar  la  falsedad  décima  tercia,  dice  que  el  fin  occidental 
de  Cuba,  dista  seis  horas  de  la  Española;  haciendo  mas  di- 
latado el  camino  desde  la  Española  a  Cuba,  que  desde  Es- 
paña a  la  Españoht;  de  manera,  que  de  la  poca  dilijencia  i 
confusión  que  usó  para  informarse  i  escribir  la  verdad  de 
estas  cosas  tan  claras,  se  puede  conocer  como  se  informaría 
de  lo  que  fuese  mas  oculto;  de  donde  procede  la  contradic- 
ción que  va  observada  en  lo  que  escribe." 

Las  rectificaciones  que  dejamos  copiadas,   son  jeneraL 


EL    PRIMER    BIÓGRAFO    DE    CRISTÓBAL    COLON  15 

mente  exactas,  i  ellas  revelan  que  en  1516,  cuando  se  publi- 
có la  primera  biografía  de  Colon,  se  sabia  bien  poca  cosa 
sobre  su  vida,  así  por  la  falta  de  comunicaciones  entre  los 
diversos  pueblos  de  Europa,  como  por  la  escasez  de  libros 
de  noticias  mas  seguras,  i  por  la  confusión  creada  por  las 
publicaciones  a  que  nos  hemos  referido  al  principio  de  este 
artículo.  Pero  conviene  ademas  advertir  que  no  se  puede 
atribuir  fundamento  a  don  Fernando  Colon  la  dureza  con 
que  allí  es  tratado  Giustiniaui.  Hai  en  el  libro  que  corre 
con  el  nombre  de  aquél,  tantos  i  tan  graves  errores  sobre  la 
vida  de  su  padre,  que  él  debia  conocer  cumplidamente,  i  tal 
deficiencia  de  noticias  sobre  puntos  capitales  que  don  Fer- 
nando habría  podido  ilustrar,  que  se  ha  llegado  a  poner  en 
duda  su  autenticidad.  La  crítica  histórica  se  ha  ejercitado 
en  este  estudio  con  la  mas  esmerada  prolijidad  i  con  abun- 
dante erudición,  i  aunque  no  ha  sido  posible  llegar  a  una 
conclusión  definitiva,  se  puede  sostener  que  si  como  parece 
probable  i  casi  positivo,  hubo  un  manuscrito  castellano  de 
don  Fernando  Colon  sobre  la  vida  de  su  padre,  éste  sufrió 
modificaciones  notables  en  la  traducción  italiana,  en  que 
se  introdujeron  noticias  i  digresiones  que,  inexactas  o  in- 
conducentes, han  aminorado  el  mérito  de  ese  libro,  así  co- 
mo la  confianza  que  debe  inspirar. 


EL  LIBRO  MAS  DISPARATADO 

QUE   EXISTE  SOBRE 

LA  HISTORIA   DEL    DESCUBRIMIENTO  DE    AMÉRICA 


Ningún  personaje  ha  tenido  un  mayor  número  de  bió- 
grafos que  Cristóbal  Colon.  Ninguna  porción  de  la  histo- 
ria de  la  humanidad  ha  dado  tema  a  tan  gran  número  de 
libros  como  el  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo.  La  gran- 
deza del  asunto,  el  interés  dramático  de  los  accidentes,  el 
carácter  de  los  hombres  singulares  que  en  ellos  intervinie- 
ron, han  dado  oríjen  a  verdaderos  millares  de  escritos  de 
todas  jerarquías  por  el  orden  de  mérito.  Al  lado  de  obras 
de  elevado  espíritu  filosófico  i  de  erudita  discusión  históri- 
ca, i  de  narraciones  estensas  i  prolijas,  es  menester  contar 
un  sinnúmero  de  libros  populares  destinados  a  la  enseñan- 
za del  pueblo  o  de  los  niños  en  forma  sumaria  i  sencilla. 

Aunque  la  investigación  i  la  crítica  no  han  alcanzado  a 
construir  la  historia  definitiva  de  aquellos  grandes  aconte- 
cimientos,  han   desentrañado  en  gran  parte  la  verdad  en 


*  Este  estudio  se  publicó  en  1873  en  la  Revista  Sud  América,  t. 
I,  p.  500,  con  el  título  de  Noticias  acerca  de  un  libro  curioso  sobre 
la  historia  del  descubrimiento  de  América.  Se  reimprimió  en  1892 
en  los  Anales  de  la  Universidad  de  Chile  p.  15-29. 

(Nota  del  Recopilador). 

TOMO  VI  2 


18  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

medio  de  los  errores  de  la  tradición  i  de  las  exajeraciones 
del  interés  i  de  la  pasión,  han  relegado  al  olvido  libros  i  es- 
critos de  valor  efímero,  mal  informados  o  mal  intenciona- 
dos, i  han  producido  obras  notables  por  su  mérito  científi- 
co i  literario.  Por  mas  que  parezca  una  paradoja,  hoi  la 
historia  del  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo  es  mucho 
mejor  conocida  que  lo  que  lo  fué  entre  las  jeneraciones  con- 
temporáneas de  esos  grandes  acontecimientos,  i  entre  las 
que  vinieron  hasta  tres  siglos  después. 

Sólo  así  se  esplica  la  publicación  de  libros  que  sin  duda 
debieron  circular  con  crédito  en  esas  épocas,  i  en  que  aque- 
llos hechos  están  contados  con  los  mas  monstruosos  erro- 
res que  es  posible  imajinar.  El  mayor  número  de  ellos  ha 
caido  en  completo  olvido,  otros  se  recuerdan  por  el  interés 
que  tienen  en  algunos  pasajes,  i  algunos,  por  fin,  como 
muestra  de  las  estravagancias  a  que  puede  conducir  la  fal- 
ta de  estudio,  de  criterio  i  de  seriedad  en  los  trabajos  em- 
prendidos con  un  propósito  histórico. 

Ocupa  entre  estos  últimos  un  lugar  prominente  un  volu- 
men latino  que  un  conocido  bibliógrafo  norte-americano 
califica  de  "uno  de  los  mas  impudentes  entre  los  libros  co- 
nocidos 1"  i  que  nosotros  consideramos  la  historia  mas 
disparatada  que  jamas  se  haya  escrito  del  descubrimiei.to 
i  conquista  del  Nuevo  Mundo.  El  título  completo  de  ese  li- 
bro es  como  sigue: 

'"Nova  typis  transacta  Novi  orbis  Indias  Occidentalis 
Bíiellii  Catéiloni,  ahhatis  Montisserrati  sociorumque  mo 
nachoTum  ex  oTÓine  Sancti  Benedwti  ad  supra  dicti  novi 
mundi  barbaras  gentes  Christi  S.  Evangelium  predicandiy 
gratia  delegatorum  sacerdotutn  demissi  per  papam  Ale- 
xandrum  VI,  anno  1492.  Nano  primum  e  varas  scnptori- 
bus  in  unum  collecta  et  ñguris  amata,  authore  Honorio 
Philopono.  (Nuevo  viaje  nuevamente  impreso  de  Boil,  ca- 
talán,  abad  de  Monserrate,  i  de  los  monjes  sus  compañe- 

1  Henry  Stevens,  Bibítothecíi  histórica  (Boston,  1870),  p. 
139. 


HL    LIBRO    MAS    DISPARATADO  :   l9 

ros  enviados  por  el  papa  Alejandro  VI  en  1492  para  predi- 
car el  evanjelio  a  las  naciones  bárbaras;  reunido  por  prime- 
ra vez  de  diferentes  autores  i  publicado  con  hermosos  gra- 
bados por  Honorio  Philopono.) 

Esta  obra  publicada  en  1621  sin  lugar  de  la  impresión, 
forma  un  volumen  en  folio  de  101  pajinas  con  18  láminas 
grabadas  en  cobre  por  Wolf  Kilian  ^  .  El  título,  también 
grabado,  contiene  dos  retratos  de  fantasía,  el  del  padre 
Boíl  i  el  de  San  Brandan,  personaje  lejendario  de  que  ha- 
blaremos mas  adelante.  El  nombre  de  Honorio  Philopono 
adoptado  por  el  autor,  es  simplemente  un  seudónimo.  Se 
sabe  sólo  que  esta  obra  ha  sido  escrita  por  un  monje  bene- 
dictino del  convento  de  Seittenstoet,  en  la  baja  Austria. 
Algunos  bibliógrafos  creen  que  su  verdadero  nombre  es 
Gaspar  o  Plautius,  abad  de  ese  convento,  a  quien  aparece 
dedicada  la  obra  con  todos  los  enfáticos  elojios  que  era 
costumbre  poner  en  tales  ])iezas  ^. 

El  objeto  de  este  libro  es  demostrar  que  los  padres  bene- 
dictinos fueron  los  primeros  predicadores  del  cristianismo  en 
el  Nuevo  Mundo.  Se  sabe,  en  efecto,  que  el  padre  frai  Bernar- 
do Boil  pasó  a  América  en  1493  con  el  carácter  de  vicario 
apostólico,  en  compañía  de  otros  sacerdotes  de  su  orden.  Se 
conoce  por  la  historia  que  este  personaje  permaneció  sólo 
poco  mas  de  un  año  en  la  isla  Española,  i  que  habiendo  cho- 
cado con  Colon,  se  volvió  a  España  a  principios  de  1495  en 
un  l)uque  que  llevaba  algunos  indios  para  ser  vendidos  co- 
mo esclavos  en  la  península.  Allí  fué  uno  de  los  mas  carac- 


2  Se  señala  una  segunda  edición  de  este  libro  hecha  el  mismo 
año  i  con  el  mismo  título  que  contiene  algunas  pajinas  mas  de  pre- 
liminares al  principio  i  otras  suplementarias  al  fin.  Creemos  que 
es  la  misma  edición  con  esas  simples  agregaciones,  i  con  una  lámi- 
na mas,  fechada  en  1622. 

3  La  palabra  Philoponus,  de  oríjen  griego,  quiere  decir  amante 
del  trabajo  o  del  estudio.  Era  el  nombre  que  se  dio  a  un  filósofo 
del  siglo  VII  de  nuestra  era,  Juan  Philopono,  uno  de  los  últimos 
representantes  de  la  famosa  escuela  de  Alejandría,  escritor  mui  fe- 
cundo, i  mui  aplaudido,  pero  de  escaso  criterio. 


20  ESTUDIOS    HISTÓiaCO-BlBLlOGRÁFICOS 

terizadrs  enemigos  del  célebre  descubridor,  contra  quien  pre- 
paró apasionadas  acusaciones  ^.  Aunque  el  padre  Boil  tío 
estuvo  mas  que  ese  tiempo  en  el  Nuevo  Mundo,  i  aunque 
no  conoció  otra  parte  de  él  que  la  Española,  se  le  hace  re- 
correr rejiones  i  paises  situados  a  millares  de  leguas  de  esa 
is!a,  i  que  sólo  fueron   descubiertas  i  esploradas  por  los  eu- 

4  Muñoz,  Historia  del  Nuevo  Mundo,  lib.  IV,  §  22,  hablando  de 
la  elección  que  los  reyes  hicieron  del  padre  Boil  para  el  cargo  que 
se  le  dio,  lo  llama  ''catalán,  monje  benedictino  del  monasterio  de 
Monscrrate,  sujeto  de  mucha  reputación  en  la  corte,  tanto  por  su 
literatura  i  santidad  de  vida,  como  por  su  prudencia  esperimenta- 
da  en  las  negociaciones  con  Francia  sobre  la  restitución  de  Rose- 
llon";  pero  en  el  libro  siguiente,  §  25,  de  esa  misma  Historia  asien- 
ta que  el  padre  Boil  no  correspondió  a  las  esperanzas  que  en  él  se 
habian  fundado.  Otros  historiadores  son  todavía  mucho  mas  du- 
ros con  ese  relijioso  a  quien  acusan  de  intrigante  i  de  promovedor 
de  desórdenes  en  la  colonia. 

El  padre  Boil  ha  encontrado  en  nuestros  dias  un  valiente  i  en- 
tendido defensor.  El  padre  Fidel  Fita  i  Colomer,  individuo  de  nú- 
mero de  la  Real  Academia  de  la  Historia  de  Madrid,  queriendo  jus- 
tificar a  aquél  de  las  apasionadas  i  temerarias  acusaciones  que  le 
ha  hecho  el  escritor  francés  Roselly  dk  Lokguíís,  publicó  en  aque- 
lla ciudad  en  1884  un  opúsculo  de  96  pajinas  en  4°  con  este  título: 
Frai  Barnat  Buy],  o  el  primer  apóstol  del  Nuevo  Mundo.  Colección 
de  documentos  raros  e  inéditos  relativos  a  este  varón  ilustre.  Aun- 
que de  este  escrito  se  desprende  que.  Colon  no  tenia  grandes  dotes 
de  gobierno  i  que  su  administración  en  la  Española  no  estuvo  se- 
ñalada por  la  suavidad  i  la  discreción  de  que  hablan  las  historias, 
la  esposicion  que  allí  hace  el  autor  no  nos  ha  parecido  completa- 
mente justifi,cati  va  de  la  conducta  del  padre  Boil. 

Como  este  relijioso  fué  también  escritor,  o  mas  propiamente 
traductor  de  la  obra  latina  de  otro  monje  del  monasterio  de  Mon- 
serrate,  pueden  hallase  noticias  acerca  de  él  en  el  Ensayo  de  una 
biblioteca  española  de  libros  raros  i  curiosos  formado  con  los 
apuntamientos  de  don  Bartolomé  GalIvAkdo  por  Zarco  del  Valle  i 
Sancho  Rayón.  (Madrid,  1866),  tomo  II,  columnas  103-6, i  en  las 
Memorias  para  formar  un  diccicnarto  de  escritores  catalanes  \  Bar- 
celona, 1836),  por  den  Félix  Torres  Amat,  obispo  de  Astorga,  pa- 
jina 112-5. 


BL    LIBRO    MAS    DISPARATADO  21 

ropeos  mas  de  treinta  años  después,  según  vamos  a  verlo 
en  la  esposicion  del  material  del  curioso  libro  de  que  damos 
noticia. 

ívn  la  época  en  que  éste  fué  escrito,  existia  ya  un  abun- 
dante caudal  de  información  histórica  sobre  el  descubri- 
miento i  conquista  del  Nuevo  Mundo,  en  obras  impresas 
qnc  debian  tener  una  vasta  circulación.  La  sola  hist  )ria  je- 
neral  de  Antonio  de  Herrera  publicada  en  Madrid  a  prin- 
cipios de  ese  siglo(1601-1615),  sin  contar  con  muchas  otras 
de  menos  estension  o  reducidas  a  sucesos  particulares,  for- 
maba una  fuente  de  noticias  seguras  que  permitian  escribir 
<'S()S  sucesos,  sino  con  la  verdad  absoluta,  siquiera  sin  gra- 
ves i  descomunales  errores.  El  padre  Philopono  (daremos 
este  nombre  finjido  al  autor  del  libro  de  que  se  trata)  des- 
conocia,  según  su  propia  confesión,  i  según  se  desprende 
de  las  citaciones  que  hace,  la  mayor  i  la  mejor  parte  de 
aquellas  obras.  Su  bagaje  histórico  consistia  en  la  traduc- 
ción itaHana  de  una  parte  de  la  historia  de  Oviedo,  en  la 
Historia  de  las  Indias  de  Gomara,  en  algunos  fragmentos 
o  citaciones  de  Pedro  Mártir,  i  en  varios  escritos  de  segun- 
da mano,  plagados  de  errores  i  mentiras  que  el  padre  Phi- 
lopono acepta  con  la  mas  singular  falta  de  criterio.  Su  pa 
sion  por  lo  maravilloso  lo  inclina  a  acojer  con  preferencia 
todo  lo  que  tiene  algo  de  prodijio.  Acepta  i  refiere  la  leyen- 
da de  San  Brandan,  monje  irlandés  del  siglo  VI  que  nave- 
gando en  el  océano  con  setenta  i  cinco  i  compañeros  en  bus- 
ca de  la  tierra  de  promisión,  habia  desembarcado  en  va- 
rias islas,  una  de  las  cuales  resultó  ser  un  enorme  pez,  en 
cuyo  lomo,  sin  embargo,  los  viajeros  habian  levantado  un 
altar  i  celebrado  el  santo  sacrificio  de  la  misa.  La  segunda 
lámina  del  libro  del  padre  Philopono  representa  este  pro- 
dijio con  todos  sus  accidentes,  estableciendo  que  él  se  veri- 
ficó entre  las  islas  Canarias  i  las  costas  de  África  i  España  ^ . 


•">  Un  libro  alemán  reciente,  la  Historia  del  descubrimiento  de 
América,  por  Rodolfo  Ckonau,  divulgado  entre  nosotros  por  la 
tra  luccion  castellana  publicada  en  Barcelona  en  1892,  ha  repro- 


22  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

El  libro  del  padre  Philopono  se  abre  con  una  disertación 
cosmográfica  i  jeográfica  de  ningún  mérito  i  de  no  pocos 
errores  para  Ikí^ar  al  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo. 
Cristóbal  Colon,  según  él,  salió  de  España  a  principios  de 
setiembre  de  1492,  descubrió  algunas  islas  i  volvió  al  año 
siguiente  a  Barcelona  a  dar  cuenta  a  los  reyes  del  resulta- 
do de  su  viaje.  Colmado  por  éstos  de  honores  i  de  títulos, 
Colon  fué  ademas  enviado  a  Roma  en  utia  ostentosa  lega- 
ción para  informar  al  papa  Alejandro  VI  de  los  nuevos  des- 
cubrimientos, i  para  presentarle  los  indios  que  llevaba  del 
Nuevo  Mundo,  para  que  siendo  instruidos  en  los  misterios 
de  la  relijion  recibieran  el  agua  del  bautismo.  El  papa,  des- 
pués de  aplaudir  el  celo  de  los  reyes  de  España  por  la  difu- 
sión de  la  fe,  i  el  feliz  empeño  que  Colon  habia  puesto  en 
esa  empresa,  concedió  i  donó  a  aquellos  en  pleno  dominio  i 
a  perpetuidad  todas  las  rejiones  del  Nuevo  Mundo.  Con 
este  motivo  el  padre  Philopono  reproduce  la  célebre  huía 
de  donación,  copiándola  del  libro  de  Gomara. 

Según  cuenta  el  padre  Philopono,  Colon  regresó  pronto 
de  Roma  con  frai  Fernando  Boil,  que  habia  sido  abad  o 
prior  del  convento  de  benedictinos  de  Monserrate,  en  Cata- 
luña i  con  doce  monjes  españoles  de  esta  orden.  El  papa 
habia  ceñido  a  aquél  el  palio  apostólico,  i  concedírlole  el  tí- 
tulo de  primado  de  las  iglesias  de  las  Indias  con  las  mas 
latas  facultades  Todos  ellos  fueron  recibidos  con  notable 
afabilidad  por  los  reyes  católicos,  don  Fernando  i  doña 
Isabel. 

Inmediatamente  dispusieron  éstos  el  segundo  viaje  del 
almirante.  En  efecto,  Colon  partió  de  España  el  1^  de  se- 
tiembre de  1593,  acompañado  por  el  padre  Boil  i  los  doce 
benedictinos.  Tocaron  en  Canarias,  i  saliendo  de  allí  el  6  de 
setiembre  con  dirección  al  polo  antartico,  se  hallaron  en 
un  mar  desconocido,  lleno  de  yerbas,  hasta  que  llegaron  a 
Paria,  acuatro  grados  de  la  línea  equinoccial,  con  tan  gran 


ducido  en  reducción  esta  lámina.  Véase  el  tomo  I,  páj.  204  de  la 
traducción. 


EL    LIBRO    MAS    DISPARATADO  23 

calor  que  se  corrompían  los  víveres,  se  desarmaban  las  va- 
sijas i  se  derretía  el  alquitrán.  El  desaliento  había  cundido 
entre  los  espedicionarios.  Colon  los  alentó  anunciándoles 
que  presto  llegarian  a  la  isla  de  Haití  o  Española.  Pero  so- 
brevino una  tempestad  horrible  que  pUvSo  a  la  flota  a  punto 
de  perecer;  i  esto  fué  causa  de  que  no  se  cumpliese  el  vatici- 
nio de  Colon.  El  padre  Boíl  apaciguó  el  mar  arrojando 
agua  i  aceites  benditos;  i  la  tempestad  se  disipó. 

Los  españoles  se  hallaron  a  ocho  grados  del  Ártico.  La 
aguja  de  marear  había  cambiado  su  dirección  en  seis  gra- 
dos. Colon  conoció  por  esta  circunstancia  que  estaban  cer- 
ca de  la  Española,  i  así  lo  anunció  a  sus  tripulantes.  Ya 
llevaban  los  castellanos  un  mes  de  navegación  desde  que 
salieron  de  Canarias  cuando  divisaron  la  isla  de  Santa 
Cruz,  a  400  leguas  de  la  Española.  Dirijiendo  su  rumbo  a 
tierra  desde  el  cabo  de  Tres  Puntas  o  mar  Paria,  llegaron 
a  esa  isla.  El  padre  Boil  desembarcó  allí  i  erijió  una  gran 
cruz  que  dio  oríjen  al  nombre  que  se  puso  a  la  isla.  Como 
los  indios  cristianos  anunciasen  a  Colon  que  allí  cerca  ha- 
bía otras  islas,  éste  se  dirijió  a  la  Española  donde  halló 
que  los  indios  habian  muerto  a  ios  españoles  que  dejó  en  su 
primer  viaje.  Apenas  hubieron  desembarcado  los  castella- 
nos, el  padre  Boil  levantó  otra  cruz  i  comenzó  la  predica- 
ción del  evanjelio  i  la  conversión  de  los  infieles.  La  idolatría 
fué  anonadada  en  ésta  isla:  antes  de  mucho  tiempo  habian 
sido  derribados  i  convertidos  en  cenizas  170,000  ídolos  de 
Cémes. 

No  se  limitan  a  esto  sólo  las  noticias  que  da  el  padre  Phi- 
lopono  acerca  del  segundo  viaje  de  Colon.  Se  sabe  que  el 
Almirante  hizo  entonces  una  esploracion  en  las  costas  de 
Cuba  i  de  Jamaica,  i  el  historiador  lo  hace  ir  acompañado 
por  el  padre  Boil,  que  no  salió  nunca  de  la  Española.  En 
Cuba,  dice,  predicaron  el  Evanjelio  el  padre  Boil  i  sus  mon- 
jes; erijieron  otra  cruz,  como  en  todas  las  tierras  que  pisa- 
ban, derribaron  los  ídolos,  los  altares  i  los  templos  de  los 
indíjenas,  i  levantaron  en  su  lugar  iglesias,  oratorios  i  con- 
ventos, designando  obispos  que  fueron  ord  mados  i  consa- 


24  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

grados  por  el  padre  Boil,  como  vicario  del  papa.  De  allí 
pasaron  a  Jarriciica,  donde  el  jefe  de  los  misioneros  mandó 
formar  una  enramada  para  decir  misa.  Una  tribu  de  in- 
dios, que  vio  el  fervor  con  que  los  castellanos  asistian  a  la 
misa,  no  pudo  resistir  a  un  impulso  que  les  comunicaba  un 
poder  sobrenatural.  Acercáronse  a  Colon,  i  ehjefe  de  la  tri- 
bu o  cacique  le  preguntó  lo  que  significaba  esa  ceremonia. 
El  Almirante  les  dijo  que  hablaran  con  el  padre  Boil  i  con 
los  frailes  que  lo  acompañaban,  porque  ellos  eran  los  men- 
sajeros de  la  palabra  divina.  Los  misioneros  les  esplicaron 
los  fundamentos  de  la  relijion  cristiana,  el  premio  que  Dios 
deparaba  a  los  buenos,  i  los  castigos  que  reservaba  a  los 
malos.  Los  indios  se  dejaron  convencer  i  se  hicieron  cris- 
tianos. 

Tal  es,  en  resumen,  la  narración  del  padre  Philopono  so- 
bre el  segundo  viaje  de  Colon.  No  hai  en  toda  ella  una  sola 
palabra  de  verdad:  todo  allí  es  un  error  en  jeografía,  en 
cronolojía  i  en  historia.  Por  poco  que  se  conozca  la  histo- 
ria de  esa  espedicion,  se  comprende  que  el  autor,  a  pesar  de 
la  insistencia  con  que  declara  que  no  quiere  contar  mas 
que  la  verdad,  se  ha  apartado  de  ella  en  el  cuadro  jeneral 
de  los  acontecimientos  i  en  todos  los  pormenores  con  que 
los  adorna. 

Se  creerá talvez  que  no  es  posible  amontonar  errores  his- 
tóricos en  mayor  número  ni  de  mas  grueso  calibre,  i  que 
por  tanto  el  resto  del  libro  del  padre  .Philopono  no  puede 
exceder  a  la  parte  que  dejamos  estractada.  Pero  no  es  así. 
Como  vamos  a  verlo,  la  relación  del  segundo  viaje  de  Co- 
lon es  lo  que  mas  se  acerca  a  la  verdad  en  todo  ese  libro 
singular.  Pasamos  a  estractar  de  él  la  relación  que  hace 
del  descubrimiento  del  Perú,  a  que  destina  muchas  pajinas, 
porque  en  estos  sucesos  hace  desempeñar  un  papel  mui  im- 
portante al  padre  Boil  que,  como  dijimos,  sólo  estuvo  en  la 
isla  española,  i  eso  durante  un  año. 

Pero  antes  de  referir  estos  sucesos,  el  padre  Philopono 
quiere  dar  una  noticia  del  continente  americano,  diferente 
de  las  islas  que  habia  descubierto  Cristóbal  Colon.   Utili- 


j  KL    LIBRO    MAS    DISPARATADO  25 

zando  para  esto  la  traducción  castellana  de  la  cosmografía 
de  Apiano,  publicada  en  Ambéres  en  1548,  i  tomando  por 
autor  de  las  escasas  i  absurdas  noticias  que  allí  se  hallan 
sobre  América,  a  Gregorio  Bonti,  o  Bontius,  siniple  editor 
del  libro,  el  padre  Philopono  trascribe  lo  que  sigue  en  la 
pajina  63:  ''América  que  agora  se  dice  cuarta  parte  del 
mundo,  tomó  nombre  de  Américo  Vespucio  inventor  della, 
i  casi  se  podria  llamar  isla  porque  la  mar  la  rodea  casi  por 
todas  partes".  Esta  referencia  es  una  prueba  evidente  del 
mal  criterio  del  autor  del  libro  de  que  tratamos;  que  pu- 
diendo  seguir  en  este  punto  a  Oviedo  i  a  Gomara,  va  a  bus- 
car esa  opinión  en  un  libro  de  segunda  mano,  sin  ninguna 
autoridad  en  materias  históricas. 

Según  el  padre  Philopono,  Colon  llegó  al  Darien  en  1497. 
Tuvo  allí  noticia  de  la  existencia  del  imperio  del  Perü,  i  re- 
solvió mandar  ciertos  indios  esploradores,  acompañados 
de  algunos  españoles,  para  reconocer  los  confines  de  ese 
imperio.  Atahualpa  reinaba  en  él:  por  medio  de  sus  caciques 
supo  que  habia  en  el  mundo  otro  pais  de  donde  hablan  sa- 
lido los  hombres  que  visitaban  las  fronteras  de  sus  estados. 
Tuvo  deseos  de  conocerlos;  i  con  este  objeto  envió  hacia 
ellos  como  emisarios  suyos  a  unos  indios  principales  para 
ofrecerles  el  permiso  de  penetrar  en  el  imperio,  i  para  entre- 
garles el  salvoconducto  que  les  permitiera  llegar  hasta  el 
Cuzco. 

Estos  pasaportes  eran  sólo  para  los  indios  que  servian 
de  emisarios  de  Colon;  pero  ellos  obtuvieron  permiso  para 
llevar  consigo  algunos  españoles,  i  así  penetraron  éstos  en 
el  imperio  peruano.  El  inca  los  recibió  favorablemente;  i 
ellos  le  prometieron  volverse  a  sus  naves  sin  hacer  mal  a 
nadie.  Cuando  Colon  fué  informado  de  todo  esto,  cuando 
supo  que  existia  un  imperio  vasto  i  rico  que  esplorar  i  que 
someterá  la  corona  de  Castilla,  resolvió  penetrar  en  él  i 
observarlo  todo  por  sus  propios  ojos.  Dejó  sus  buques  en 
el  Darien,  i  marchó  hacia  el  Cuzco  acompañado  por  27  sol- 
dados de  caballería,  100  arcabuceros,  varios  nobles  i  coro- 
neles españoles  i  el  padre  Boil,  que  llevaba  a  su  lado  a  algu  • 


26  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

nos  de  los  monjes  que  servían  bajo  sus  órdenes.  En  su  ran- 
go de  vicario  i  patriarca,  iba  el  padre  Boil  vestido  con  una 
cogulla  roja,  llevando  el  palio  apostólico  i  una  cruz  en  la 
mano.  Para  recibirlo,  Atahualpa  habia  enviado  los  carros 
de  su  servicio,  tirados  por  guanacos  u  ovejas  de  la  tierra. 
Los  frailes  llevaban  un  ejemplar  de  los  Evanjelios  en  que 
estaban  dibujados  los  distintos  pasajes  de  los  artículos  de 
la  fe. 

Colon  no  queria  penetrar  en  la  capital  del  imperio  sin 
que  se  le  recibiese  en  su  rango  de  emisario  del  rei  de  Espa- 
ña. Prestándose  a  sus  deseos,  los  indios  que  lo  acompaña- 
ban, enviaron  mensajeros  que  avisasen  la  proximidad  del 
Almirante,  a  fin  de  que  se  hiciesen  los  preparativos  para  su 
recepción.  Atahualpa  decretó  en  el  acto  todas  las  medidas 
del  caso.  Dispuso  que  un  cuerpo  de  sus  guerreros  se  coloca- 
se convenientemente  para  impedir  cualquiera  alboroto  de 
la  muchedumbre,  i  estorbase  que  los  españoles  pudieran 
sufrir  la  menor  molestia.  Estas  medidas  fueron  mui  opor- 
tunas, porque  concurrió  tan  gran  jentio  a  presenciar  la  en- 
trada de  los  españoles  en  el  Cuzco,  que  muchos  indios  fue- 
ron heridos  en  medio  de  la  apretura  que  se  formó.  Los 
indios,  sin  embargo,  no  intentaron  nada  contra  los  espa- 
ñoles: lejos  de  eso,  al  verlos,  desfilar,  caian  los  j:)eruanos  de 
rodillas,  doblaban  la  cabeza  en  señal  de  adoración,  i  hacian 
reverencias  mayores  aun  a  los  hombres  que  formaban  la 
caballería.  Atahualpa,  mientras  tanto,  esperaba  a  los  cas- 
tellanos en  su  palacio.  Al  llegar  allí,  mandó  el  Almirante 
hacerTuna  salva  de  arcabucería  para  saludar  a  tan  podero- 
so soberano;  pero  el  estampido  produjo  tal  espanto  entre 
los  indios  que  unos  cayeron  al  suelo  aterrorizados,  i  otros 
huyeron  despavoridos.  El  mismo  Atahualpa  no  pudo  con- 
servar su  sangre  fría,  i  pidió  al  Almirante  que  no  volviese 
a  saludarlo  de  esa  manera. 

La  recepción  en  el  palacio  delinca  no  fué  menos  solemne. 
Colon  entró  allí  con  el  padre  Boil;  i  dirijiéndose  a  Atahual- 
pa, pronunció  un  discurso  en  que  le  manifestaba  que  era 
enviado  de  un  rei  mui  poderoso,  que  lo  mandaba  al  Perú  a 


EL    LIBRO    MAS    DISPARATADO  27 


ofrecerle  la  paz  i  la  amistad  i  a  espresarle  sus  deseos  de  que 
fuese  feliz  en  esta  i  en  la  otra  vida,  para  lo  cual  enviaba  los 
relijiosos  benedictinos  que  lo  instruirían  de  lo  que  era  nece- 
sario hacer  a  fin  de  conseguir  la  salvación  eterna.  Al  mis- 
mo tiempo  le  entregó  los  regalos  que  llevaba  preparados  i 
que  consistian  en  im  vestido  completo  al  uso  de  los  euro- 
peos, máscaras,  flechas,  espejos,  cuchillos,  agujas  i  otras 
bagatelas  a  propósito  para  producir  impresión  en  el  ánimo 
de  los  indios.  Atahualpa  quedó  sorprendido  al  saber  que 
habia  en  el  mundo  otro  rei  mas  poderoso  que  él,  i  una  reli— 
jion  diferente  a  la  suya;  pero  Colon  trató  de  tranquilizarlo 
ofreciéndose  jenerosamente  a  enseñarle  a  preparar  el  p¿in  i 
el  vino,  i  a  suministrarle  operarios  para  el  trabajo  de  los 
campos  si  queria  rendir  obeJiencia  al  papa. 

Toda  esta  parte  del  libro  del  padre  Philoponus  es  obra 
escluáiva  de  la  fantasía  de  éste,  i  es  en  cuanto  puede  imaji- 
nirse  de  mas  contrarío  a  la  r¿izon  i  a  la  verdad  histórica. 
Como  se  ve  en  la  lámina  13,  Colon  i  el  padre  Boil  entraron 
al  Cuzco  en  compañía  de  Atahualpa  i  de  otros  magnates 
del  imperio  en  dos  carros  descubiertos,  de  cuatro  ruedas  i 
tirados  por  unas  especies  de  chivos  con  que  se  ha  querido 
representar  a  los  guanacos.  La  caballería  peruana,  monta- 
da en  animales  de  la  misma  clase,  forma  la  es:olta  de  honor. 
En  esas  primeras  conferencias  se  trató  de  los  asuntos  que 
dejamos  indicados,  i  sobre  todo  de  las  ventabas  que  resul- 
tarian  al  imperio  de  reconocer  las  autoridad  pontificia. 
Aunque  este  iiltinio  negocio  no  quedó  definitivamente  re- 
suelto, Atahualpa  no  dejó  de  atender  a  los  españoles  como 
buenos  amigos.  En  efecto,  mandó  que  su  camarero  las  hos- 
f)edase  en  la  casas  que  habia  hecho  preparar  con  toda  es- 
plendidez. Allí  vivieron  los  españoles  con  mucha  comodidad, 
reponiéndose  de  las  fatigas  de  su  viaje. 

Al  fin,  el  cuarto  dia  los  hizo  llamar  Atahualpa.  Los  es- 
pañoles vestian  sus  mejores  trajes  i  los  sacerdotes  iban 
revestidos  con  algunos  de  sus  ornamentos.  El  padre  Boil 
llevaba  en  la  mano  los  Evanjelios.  Al  presentarse  en  el  sa- 
lón del  inca,   predicóle  un   sermón.   El   sencillo  Atahualpa 


28  ESTUDIOS    HiSTÓllICO-BIBLlOORÁFICOS 

creyó  que  el  libro  hablaba:  lo  tomó  en  sus  manos,  lo  obser- 
vó con  mucha  atención  volviendo  algunas  de  sus  pajinas,  i 
luego  lo  aplicó  varias  veces  a  su  oido  para  saber  lo  que  dc- 
cia.  Convencido  al  fin  de  que  los  Evanjelios  no  hablaban, 
los  tiró  al  suelo.  Los  castellanos  no  pudieron  mirar  impa- 
sibles este  acto  que  consideraban  un  ultraje  premeditado  a 
su  relijion,  i  quisieron  acometer  contra  el  inca.  El  padre 
Boil  los  calmó  recomendándoles  la  tranquilidad,  puesto 
que  Atahualpa  procedia  por  ignorancia.  Los  castellanos  se 
tranquilizaron,  i  en  seguida  volvieron  a  su  aposento. 

Aquella  conferencia  está  representada  en  la  lámina  14 
del  libro.  En  una  espaciosa  galería  desde  la  cual  se  divisan 
muchos  edificios  de  tres  pisos,  está  colocado  el  trono  de 
Atahualpa.  Este  aparece  sentado  en  medio  de  su  corte  i  de 
su  guardia  de  guerreros;  i  el  p£?dre  Boil  a  la  cabeza  de  los 
otros  relijiosos  i  seguido  por  caballeros  i  soldados  castella- 
nos, se  adelanta  para  pronunciar  el  discurso  esplicativo  de 
la  relijion  cristiana,  de  la  autoridad  del  papa  sobre  todos 
los  soberanos  i  pueblos  de  la  tierra  i  de  la  doníicion  que  éste 
habia  hecho  a  los  reyes  españoles.  Ese  discurso  que  el  pa- 
dre Philoponus  da  íntegro,  hace  temblar  de  pavor  a  Ata- 
liualpa  cuando  se  le  habla  de  los  castigos  eternos  que  ame- 
nazan a  los  infieles.  Las  esplicaciones  i  promesas  que  le 
hace  el  padre  Boil,  lo  tranquilizan  un  poco;  pero  después  de 
esta  coníerencia,  no  se  llegó  todavía  al  resultado  que  espe- 
raban los  castellanos. 

El  arribo  de  aquellos  estranjeros,  sin  embargo,  habia 
producido  grande  excitación  en  todo  el  imperio  peruano.  El 
inca  pedia  tiempo  para  saber  si  sus  subditos  estaban  dis 
puestos  a  cambiar  de  relijion;  i  aunque  nada  impedia  que 
los  castellanos  permaneciesen  en  el  Ptrú,  conocieron  éstos 
que  no  podian  vivir  tranquilos.  Volviéronse  a  la  costa  a 
tomar  sus  buques;  i  allí  hallaron  que  todos  los  soldados 
que  habian  querido  aventurarse  a  penetrar  en  el  pais,  ha- 
bian  perecido  inhumanamente  sacrificados  por  los  indios. 
Colon  se  quejó  de  estos  asesinatos  a  Atahualpa,  anuncián- 
dole la  guerra  si  no  quería  someterse  al  rei  de  España  i 


fc-L    LIBKO   MAS    DISPARATADO  29 

adoptar  la  relijion  cristiana.  El  inca,  envalentonado  por 
su  mujer  i  por  los  sacerdotes  de  sus  dioses,  o  quienes,  se  rió 
de  esas  amenazas.  Mas  tarde,  tuvo  ocasión  de  arrepentirse 
de  su  confianza.  En  1525,  añade  el  padre  Philopono,  F'ran- 
cisco  Pizarro  invadió  el  Perú  para  vengar  la  muerte  de  los 
españoles  que  habían  ido  con  Colon.  Llevaba  muchos  in- 
dios caníbales,  enemigos  irreconciliables  de  los  peruanos, 
con  los  cuales  derrotó  a  Atahualpa  en  muchas  batallas,  lo 
apresó  i  conquistó  el  imperio.  El  inca  i  un  hermano  suyo 
fueron  ahogados  o  quemados. 

El  padre  Philopono  destina  todavía  algunas  pajinas  mas 
a  referir  la  historia  de  la  conquista  de  Méjico  i  de  algunas 
islas  de  las  Antillas,  con  errores  mas  o  menos  estupendos;  i 
termina  su  obra  protestando  que  sólo  ha  querido  escribirla 
para  que  se  sepa  la  verdad  acerca  de  los  servicios  presta- 
dos por  el  padre  Boil  i  por  los  benedictinos  en  la  piedica- 
cion  del  Evanjelio  en  el  Nuevo  Mundo.  ''Mi  intento  en  este 
libro,  dice  en  la  pajina  96,  ha  sido  demostrar  que  los  mon. 
jes  de  San  Benito  fueron  los  primeros  primados,  arzobispos 
i  vicarios  del  papa  en  toda  la  América  (de  lo  cual  hasta  el 
dia  se  han  gloriado  sin  razón  algunos  ambiciosos),  i  que 
allí  mismo  consagraron  obispos,  deanes  i  párrocos,  e  insti- 
tuyeron iglesias  antes  que  las  tuvieran  los  clérigos  o  los 
hermanos  de  las  otras  órdenes,  todo  lo  cual  lo  hemos  de- 
mostrado con  testigos."  En  otras  partes  repite  que  no  ha 
querido  escribir  mas  que  la  verdad,  apartando  cuidadosa- 
mente las  fábulas  en  que  a  veces  se  ha  tratado  de  envol- 
verla. 

Sin  embargo,  puede  asentarse  que  en  todo  ese  libro  no 
hai  una  sola  palabra  de  verdad.  En  torno  de  algunos  nom- 
bres propios  verdaderamente  históricos,  se  ha  tejiólo  un 
conjunto  de  hechos  tomados  a  veces  en  algunos  detalles  en 
fuentes  indignas  de  fe,  i  con  mucha  mas  frecuencia  inventa- 
dos impudentemente,  sin  poder  contar  con  apoyo  ni  en  las 
relaciones  escritas  ni  en  la  tradición.  El  breve  resumen  que 
hemos  hecho  del  contenido  del  libro  del  padre  Philopono, 
basta  para  que  toda  persona  que  tenga  un  conocimiento 


30  B8TUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Superficial  de  la  historia  del  descubrimiento  i  conquista  del 
Nuevo  Mundo,  comprenda  que  allí  todo  es  error,  absurdo 
descomunal,  invención  caprichosa  i  desautorizada. 

Mas  todavía  que  en  los  gravísimos  errores  de  hecho,  i  que 
en  las  estraordinarias  e  impudentes  invenciones  que  hemos 
recordado,  la  inexactitud  de  este  libro  reside  en  su  espíritu 
jeneral,  que  es  lo  mas  opuesto  a  la  verdad  que  pueda  conce- 
bir la  imajinacion  humana.  Que  al  padre  Boil,  que  sólo  re- 
sidió algunos  meses  en  la  isla  Española,  se  le  haga  viajar 
por  el  Perú  descubierto  mas  de  treinta  años  después,  es  sin 
duda  un  absurdo  histórico  verdaderamente  monstruoso; 
pero  es  todavía  mayor  el  de  atribuirle  el  papel  principal  en 
la  dirección  de  aquellas  empresas,  rebajando  el  nombre  i  el 
prestijio  de  Colon,  a  quien  el  autor  supone  sometido  a  las 
órdenes  del  padre  Boil,  i  obligado  a  pedirle  perdón  de  las 
numerosas  faltas  que  ha  cometido,  para  que  se  le  levanten 
las  censuras  lanzadas  contra  él.  Bajo  muchos  conceptos, 
puede  decirse  que  este  libro  es  quizás  lo  mas  depresivo  que 
se  ha  escrito  contra  el  descubridor  del  Nuevo  Mundo. 

Pero  hai  mas  que  esto  todavía.  El  autor,  empeñado  en 
hacer  servir  la  historia  a  un  propósito  determinado,  no 
tuvo  embarazo  para  adulterarla  con  invenciones  de  todo 
orden;  pero  híibria  debido  respetarla  al  menos  en  el  conjun- 
to i  en  los  accidentes  estraños  a  ese  propósito,  para  dar 
crédito  i  autoridad  a  su  libro.  El  padre  Philopono  no  lo  ha 
hecho  así.  Su  falta  de  criterio  lo  ha  llevado  a  preferir  ordi- 
nariamente las  fuentes  menos  autorizadas  de  información, 
1  a  buscar  en  ellas  no  lo  mas  racional,  sino  por  el  contrario 
lo  que  hai  de  mas  absurdo.  Queriendo  dar  una  descripción 
del  antiguo  imperio  peruano,  va  a  buscar  la  ya  recordada 
traducción  castellana  de  la  cosmografía  de  Apiano,  i  copia 
de  ella  las  siguientes  líneas  que  él  cree  escritas  por  el  editor 
o  mercader  de  libros  Gregorio  Bonti  o  Bontius:  "La  tierra 
que  se  dice  el  Perú  es  mas  rica  de  oro  i  especias  que  todas 
las  otras.  Esta  provincia  está  en  lonjitud  de  290  grados, 
contando  desde  el  occidente  hacia  el  centro  por  5  grados. 
Esta  tierra  se  llama  agora  la  Nueva  Castilla.  Es  en  tanta 


Eu    LIBRO    MAS    DISPAUATADO  31 

manera  rica,  que  en  una  ciudad  que  se  dice  CoUao,  se  halló 
una  casa  toda  hecha  de  oro,  i  comunmente  para  los  usos 
domésticos  usaban  de  vasijas  de  oro,  Cojen  tri^o  dos  veces 
al  año.  Hai  mucho  ganado.  Hai  ovejas  tan  grandes  como 
caballos,  que  paren  dos  veces  al  año.  Hai  ciudades  grandes 
ornadas  i  rejidas  con  policía,  sino  que  no  conocian  a  Cris- 
to. Agora,  ya  que  por  gracia  de  nuestro  señor,  son  bapti- 
zados, i  conocen  la  misericordia  de  Dios,  después  que  les  fué 
predicado  el  Evanjelio  de  Jesucristo." 

Se  creería  que  este  tejido  de  absurdos  no  podria  ser  so- 
brepujado en  las  descripciones  que  destina  a  otros  paises; 
pero  vamos  a  verlo  que  se  puede  ir  mas  léjos^  i  para  ello  re- 
produciremos las  pocas  líneas  que  consagra  a  Chile.  Dice 
así:  *'En  esta  provincia  de  Chile,  princijíalmente  en  la  ciu- 
dad de  Santiago,  ocurria  algunas  veces  un  hambre  horri- 
ble, i  con  este  motivo,  los  indios  se  cortaban  sus  propias 
pantorrillas  i  se  las  comian.  Sanaban  délas  heridas  i  estan- 
caban la  sangre  con  cierta  planta  que  los  españoles  llaman 
hematite,  bastando  para  ello  aplicar  una  hoja  sobie  la  he- 
rida de  la  pantorilla  *^  ."    Lo  que  el  padre  Philopono  habla 


6  Al  consignar  estas  noticias  el  padre  Philopono  en  la  páj.  66 
de  su  libro,  no  indica  la  fuente  de  donde  las  ha  tomado.  Se  creeria 
por  esto  que  son  inventadas  por  él,  pero  no  es  así. 

Ekcilla,  en  el  canto  IX  de  La  Araucana  ha  descrito  los  horro- 
res del  hambre  que  azotó  el  territorio  de  los  indios  en  1554  des- 
pués de  la  grande  insurrección  que  costó  la  vida  a  Pedro  de  Valdi- 
via. Dice  allí  que  los  indios  se  comian  unos  a  otros,  i  que  las  ma- 
dres devoraban  a  sus  hijos.  El  cronista  Marino  de  Lobera,  o  mas 
bien  el  padre  jesuita  Bartolomé  de  Escobar  que  rehizo  la  crónica 
de  aquél,  escribió  lo  que  sigue  en  el  capítulo  51:  "Hubo  indio  que 
se  ataba  los  muslos  por  dos  partes,  i  cortaba  pedazos  de  ellos  co- 
miéndolos con  gran  gusto:  '  El  doctor  Nicolás  Monákdes,  célebre 
médico  de  Sevilla,  publicaba  en  esta  ciudad  en  1574  una  nueva 
edición  (la  primera  completa)  de  su  Historia  medicinal  de  las  cosas 
que  se  traen  de  nuestras  Indias  Occidentales  que  sirven  en  la  medi- 
cina, libro  sumamente  curioso  i  útil  para  el  estudio  de  la  historia 
de  las  ciencias  naturales,  i  en  su  segunda  parte,  folio  73  i   siguien- 


ESTUDIOS    HISTÓRICO-IJIBLIOGKÁFICOS 


de  los   prodijios  operados  por  otros  medicamentos  de  los 
indios  americanos,  es  todavía  mas  maravilloso. 

Las  pajinas  que  el  padre  Philopono  ha  destinado  a  dar 
a  conocer  las  creencias  i  prácticas  relijiosas  de  los  indios  de 
América,  no  son  las  menos  curiosas  de  su  libro.  Ha  amon- 
tonado allí  todo  jénero  de  errores  i  de  invenciones,  recoji- 
das  en  escritos  sin  autoridad  alguna  histórica,  i  exajeradas 
o  trasvertidas  por  su  falta  absoluta  de  crítica  i  de  propó- 
sito serio.  Tomando  pié  en  lo  que  encuentra  en  algunos  de 
esos  escritos,  hace  intervenir  a  cada  paso  al  demonio  como 
inspirador  de  los  errores  de  los  indios.  De  la  misma  mane- 
ra, agrupa  i  aumenta  los  milagn^s  que  halla  referidos  por 
otros,  i  desplega  en  esta  parte  la  mas  candorosa  creduli- 
dad. Así,  recordando  en  la  pajina  91  los  prodijios  que  se 
contaban  á¿  cierta  cruz  erijida  por  el  célebre  conquistador 
Alvar  Núñez  Cabeza  de  Vaca,  el  padre  Philopono  que  los 
acepta  como  verdad  indiscutible,  agrega:  "Consta  que  es- 
tos milagros  fueron  efectuados  por  los  monjes  i  Scicerdotes 
i  no  por  los  malvados  militares."  Aunque  lo  sobrenatural 
(jcupa  una  buena  parte  de  muchos  de  los  viejos  libros  refe- 
rentes al  descubrimiento  i  conquista  del  Nuevo  Mundo, 
creemos  que  en  ninguno  de  ellos  tiene  mas  lugar  que  en  la 
obra  del  padre  Philopono. 


tes,  insertaba  una  carta  escrita  al  autor,  desde  Lima,  por  un  indi- 
viduo llamado  Pedro  de  Osma  i  dejara  i  Zejo,  destinada  a  darle  a 
conocer  algunas  producciones  americanas  de  que  no  habia  hablado 
Mor  ardes  en  las  primeras  ediciones  de  su  libro.  En  esa  carta  se 
halla  el  pasaje  siguiente:  "El  año  de  1558,  en  Chile  se  cortaron 
ciertos  indios  presos  las  pantorrillas  para  comérselas  i  las  asaron 
para  ello,  i  lo  que  es  mas  de  admiración,  que  se  pusieron  en  lo  cor- 
tado unas  hojas  de  ciertas  yerbas  i  no  les  salió  gota  de  sangre  te- 
niéndolas puestas;  i  lo  vieron  esto  muchos  entonces  en  la  ciudad  de 
Santiago,  presente  el  señor  don  García  de  Mendoza,  que  fué  cosa 
que  admiró  a  muchos. n  Estas  noticias  confundidas  i  reproduci- 
das sin  criterio  dentro  i  fuera  de  España  en  libros  vulgares  i  de  se- 
gunda mano,  sujirieron  al  padre  Philopono  el  pasaje  que  dejamos 
reproducido. 


EL    LIBRO    MAS    DISPARATADO 


El  libro  que  acabamos  de  analizar  en  sus  rasgos  princi- 
pales, no  rCvsiste  al  mas  lijero  examen.  Los  historiadores 
serios  que  lo  han  conocido  no  lo  han  tomado  en  cuenta  para 
nada,  o  lo  recuerdan  como  una  estravagancia  singular  de 
un  espíritu  desequilibrado;  pero  Roselly  de  Lorgues,  cuya 
historia  de  Cristóbal  Colon  no  se  recomienda  por  la  crí- 
tica, ha  buscado  apoyo  para  ciertos  incidentes  de  pura  ima- 
jinacion  en  el  testo  i  en  las  láminas  del  libro  de  Philo- 
pono  ^.  En  la  obra  del  obispo  Torres  Amat,  que  hemos  ci- 
tado mas  atrás  {Diccionario  de  escritores  catalanes,  art. 
Boil),  lo  hemos  visto  recordado  como  un  libro  realmente 
histórico;  pero  es  evidente  que  este  ilustre  escritor  no  se  dio 
el  trabajo  de  recorrer  algunas  de  sus  pajinas,^  porque  su 
ilustrado  criterio  le  habria  hecho  discernir  inmediatamente 
que  no  puede  llamarse  histórico  aquel  tejido  de  errores  i  de 
invenciones,  desprovisto  de  todo  sentido  de  verdad.  Sin 
embargo,  este  libro  se  busca  hoi  con  afán,  se  pagan  por  él 
precios  exorbitantes,  i  se  le  guarda  cuidadosamente  en  las 
bibliotecas  para  mostrarlo  como  una  curiosidad,  i  como 
una  muestra  de  las  aberraciones  del  espíritu  humano. 


'  Roselly  de  Lorgues,   Christophe  Colomb  (París,   1856)   to- 
mo I,  páj.  422. 


tomo    vi 


####l#####l##^í#í#A#r#A^,^ 


NOTICIA  BIBLIOGRÁFICA 

DE     LOS    POEMAS     A    QUE     HA      DADO    ORIJEN 
EL  DESCUBRIMIENTO  DEL  NUEVO  MUNDO 

El  célebre  publicista  francés   Miguel   Chevalier,  en  un  in- 
teresante artículo  publicado  en  la  Revue  des  detix  mondes 
de  julio  de  1845,  para  hacer  el  análisis  de  la  Historia   de  la 
conquista  de  Méjico  por  W.  H.  Prescott,    llega,   después  de 
una  esposicion  clara  i  ra^^onada  de  los   hechos,  a  la  conclu- 
sión  de  que  esos  sucesos  reducidos  a   la  exactitud  i  a  las 
proporciones   históricas,   tienen   mas  carácter  épico,   mas 
vida,  mas  grandiosidad  i  mas  interés  que  los  mas  famosos 
poemas  que  la  crítica  califica  con  el   nombre   de  epopeyas. 
"Al  lado  de  tal  asunto,   dice   Chevalier,  el  de  la  llíc\da   pa- 
rece bien  pobre...  La  Eneida  no  está  fundada  en  bases  mas 
grandiosas...  En  cada   una  de  estas   dos   obras  maestras  e 
imperecederas,  el  poeta  ha  debido  sacar  de  su  propia  imaji- 
nación  lo  maravilloso  con  que  ha  bordado   tan   admirable- 
mente las  aventuras.   Le  ha  sido  necesario  añadir  la  fábula 
a  una  realidad  mezquina;   le  ha   sido  forzoso  adornar   me. 
diante  un  arte  infinito  la  narración  contradicciones  históri- 
cas, con  descripciones  geográficas  i   con   las  nociones   mas 
avanzadíis  de  la  filosofía  de  su  tiempo.   De  esta   manera,  Ui 


*  El  señor  Barros  Arana  publicó  este  estudio  en  1873  en  la 
Revista  de  Ss.nti¿iffo,  t.  II,  p.  269.  Se  reimprimió  en  el  número  es- 
traordinario  de  los  Anales  de  la  Universidad,  de  Chije,  p.  31-51  — 
(Nota  del  Recopilador) 


36  ESTU  DIOS  IIISTÓRICO-BIBLTOGRÁFICOS 

Ilíada  i  la  Eneida  son  las  enciclopedias  de  las  dos  épocas  en 
que  fueron  escritas,  importantes  ambas  en  los  anales  del 
jénero  humano,  pero  enciclopedias  en  la  forma  mas  atra- 
yente,  i  salidas  de  la  mano  de  hombres  del  mas  raro  jenio  i 
del  mayor  saber...  Bajo  el  valor  intrínseco  de  los  aconteci- 
mientos que  se  verifican,  no  hai  nada  comparable  a  la  con- 
quista de  Méjico,  sino  Cv*^  la  invasión  del  Asia  por  Alejandro 
o  la  fundación  de  las  colonias  portuguesas  de  la  India." 

Estas  observaciones  que  el  distinguido  publicista  desa- 
rrolla en  unas  cuantas  pajinas  con  verdadero  conocimiento 
de  causa  i  con  juicio  seguro,  son  aplicables  no  sólo  a  la  con- 
quista de  Méjico;  sino  a  la  ma3^or  parte  de  las  empresas 
realizadas  en  el  descubrimiento  i  en  la  conquista  del  Nuevo 
Aíundo.  Casi  todas  ellas  tienen  el  mas  alto  interés  épico  por 
la  grandeza  de  la  acción,  por  las  dificultades  felizmente  ven- 
cidas, por  el  relieve  de  los  caracteres,  por  el  choque  de  dos 
razas  i  de  dos  sociabilidades  tan  diferentes  entre  sí,  \  por  la 
variedad  i  el  esplendor  de  la  naturaleza  i  de  los  paises  en 
€|ue  se  verificaron  esos  grandes  acontecimientos.  Sin  em- 
bargo, esas  empresas  han  sido  el  tema  de  centenares  de  en- 
sayos de  poemas  épicos,  i  ninguno  de  ellos  ha  estado  a  la 
altura  de  la  acción  que  se  canta.  La  Araucana  de  P^rcilla, 
el  mas  justamente  célebre  entre  todos,  es,  bajo  muchos  as- 
pectos, inferior  al  asunto.  Es  una  brillante  crónica  en  verso, 
vigorosa  i  animada  en  la  pintura  de  los  combates  i  de  los 
caracteres,  aunque  fatigosa  a  veces  por  los  incidentes  inne- 
cesarios; pero  débil  en  la  disposición  de  los  cuadros  de  la  na- 
turaleza i  de  las  costumbres,  i  sobre  todo  en  los  recursos 
poéticos  con  que  ha  pretendido  adornarla. 

Ninguna  de  esas  empresas  parece  presentar  condiciones 
i  caracteres  mas  favorables  para  una  verdadera  eoopeya, 
que  el  primer  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo.  Todo  allí 
otrece  la  grandiosidad  épica.  Los  hombres,  la  acción,  el 
medio  físico  i  moral  en  que  ésta  se  desenvuelve,  las  resisten- 
cias que  es  necesario  vencer  sobre  la  naturaleza  i  sobre  los 
errores  de  las  preocupaciones,  la  confianza  del  jenio  que  las 
domina,  las  injusticias  de  que  éste  fué  víctima,  i  la  celebri- 


NOTICIA     lUlJLTOGKAFICA 


dad  inmarcesible  que  ha  alcanzado  su  nombre,  son  circuns- 
tancias todas  que  casi  no  necesitan  de  elementos  i  recursos 
estraños  para  crear  i  constituir  una  verdadera  epopeya,  i 
hasta  podria  decirse  la  mas  grandiosa  de  las  epopeyas. 

Ese  asunto,  en  efecto,  ha  tentado  a  muchos  poetas.  I^^n 
1493,  cuando  apenas  se  anunció  la  primera  noticia  del  des- 
cubrimiento del  Nuevo  Mundo  por  la  publicación  de  la  cé- 
lebre epístola  de  Colon  a  Gabriel  Sánchez,  el  tesorero  de  los 
reyes  de  España,  un  eclesiástico  florentino  llamado  Giulia- 
no  Dati,  que  después  fué  obispo  en  Calabria,  compuso  ima 
paráfrasis  de  ella  en  sesenta  i  ocho  octavas,  de  las  cuales 
las  catorce  primeras  son  estrañas  al  asunto,  i  contienen  un 
enfático  elojio  del  papa  Alejandro  VI,  bajo  cuyo  pontifica- 
do se  verificó  ese  grande  acontecimiento.  Esta  relación  de 
escasísimo  mérito  literario,  olvidada  i  casi  perdida  durante 
mas  de  tres  siglos,  aunque  en  aquellos  años  fué  reimpresa 
varias  veces,  ha  sido  descubierta  i  buscada  con  grande 
anhelo  en  nuestro  tiempo  como  una  simple  curiosidad  bi- 
bliográfica. Ella  no  constituye  en  manera  alguna  lo  que 
podria  llamarse  un  ensayo  de  poema  épico;  pero  puede  de- 
cirse que  inicia  la  serie  de  producciones  de  esta  clase,  que 
tiene  por  tema  el  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo.  En  la 
presente  reseña  bibliográfica  vamos  a  pasarlas  en  rápida 
revista, 

El  primero  de  esos  poemas,  en  orden  cronólojico,  tiene 
por  autor  a  Lorenzo  Gambara,  erudito  italiano,  orijinario 
de  Brescia,  que  vivia  en  el  siglo  XVI  (150*^-1596),  i  cuyos 
versos  latinos  le  merecieron  cierta  reputación  en  su  época 
i  mas  tarde  las  mas  acerbas  criticas.  Hallándose  en  Ñapó- 
les, mereció  la  protección  del  cardenal  Granvella,  que  des- 
empeñaba el  alto  puesto  de  virrei  en  nombre  de  Felipe  II 
de  España.  Por  indicación  de  éste,  Gambara  se  propuso 
cantar  el  viaje  de  Colon  que  dio  por  resultado  el  descubri- 
miento de  América.  Su  objeto  era  reparar  las  injusticias  de 
que  el  insigne  descubridor  habia  sido  víctima  de  parte  de 
sus  contemporáneos.  Gambara,  como  muchos  otros  poetas 
de   su   siglo,  no  escribia  mas  que  en  latin.   En  este  idioma 


38  ESTUDIOS    HíSTÓRlCO-BIBLIOGRÁFrCOS 


■compuso  un  poema  en  cuatro  cantos  con  el  título  de  Co- 
liimbus,  sive  de  navigatione  Christophori Colombo,  que  fué 
publicado  en  Roma  en  1581,  en  un  tomito  de  112  pajinas 
en  8'\  Aunque  escrito  con  soltura,  i  aun  podria  decirse  con 
cierta  eleo^ancia,  carece  de  casi  todas  las  condiciones  de  poe- 
ma épico,  i  no  ha  merecido  el  nombre  de  tal.  El  poeta  ha 
querido  celebrar  a  Cristóbal  Colon  a  la  vez  que  al  padre 
del  cardenal  Granvella  que,  como  se  sabe,  fué  un  poderoso 
ministro  de  Carlos  V.  Supone  para  esto  que  aquél,  de  vuel- 
ta de  su  primer  viaje,  refiere  en  Barcelona  al  primer  Granve- 
lla (que  entonces,  en  1493,  debia  ser  un  niño  de  seis  años) 
la  historia  de  esa  portentosa  empresa.  Esta  relación,  ador- 
nada con  los  recurvaos  poéticos  del  autor,  constituye  todo 
el  poema.  Sea  que  hallaren  en  él  un  verdadero  mérito,  o  lo 
que  es  mas  probable,  que  quisieran  complacer  al  cardenal 
Granvella,  algunos  hombres  mui  distinguidos  de  ese  siglo, 
i  entre  ellos  Justo  Lipsio  i  Paolo  Manucio,  prodigaron 
grandes  elojios  al  poema  de  Gambara;  pero  otro  erudito 
no  méiios  célebre,  el  escritor  francés  Marco  Antonio  Muret, 
estigmatizó  las  obras  poéticas  de  Gambara  con  un  dístico 
latino,  que  siguiendo  el  axioma  de  Boileau  [Le  latín  dans 
les  mots  brave  rhonnéteté),  es  posible  citar  en  este  idioma, 
pero  que  la  decencia  no  permite  traducir: 

Brixia,  vestratis  merdosa  volumina^vatis 
Non  sunt  nostrates  tergeve  digna  nates. 

Aunque  el  poema  de  Gambara  fué  mui  leido  en  su  siglo  i 
mereció  el  honor  de  ser  reimpreso  varias  veces,  hoi  no  lo  re- 
cuerda nadie,  o  sólo  se  cita  como  un  trabajo  mediocre,  i 
como  un  esfuerzo  estéril,  como  tantos  otros,  para  hacer  re- 
vivir el  cultivo  de  la  poesía  latina. 

El  segundo  poema  a  que  dieron  oríjen  los  viajes  de  Colon 
fué  publicado  en  Roma  en  1590,  en  un  pequeño  volumen  en 
4^  con  el  título  Columbeidos,  dedicado  al  príncipe  heredero 
de  España  que  fué  después  Felipe  III.  Su  autor  era  Julio 
César  Stella,  romanv)  de  oríjen  i  poeta  latino  como  Gamba- 


NOTICIA     BIBLIOGRÁFICA  39 

ra.  Compuso  los  dos  primeros  libros  de  su  poema  a  la  edad 
de  veinte  años;  i  habiendo  consultado  el  parecer  de  los  eru- 
ditos i  de  los  literatos  antes  de  darlos  a  la  prensa,  recibió 
por  todas  partes  elojios  i  felicitaciones.  Muret,  el  crítico 
mordaz  de  Cambara,  se  mostró  satisfecho  de  la  latinidad  i 
de  la  versificación  de  Stella;  pero  indudablemente,  esto  es 
cuanto  hai  que  elojiar  en  un  poema  cuyo  plan  es  absurdo,  i 
que  ni  siquiera  fué  terminado,  porque  el  autor  no  compuso 
nunca  los  otros  dos  libros  que  habia  prometido.  A  pesar  de 
esto,  el  poema  de  Stella  contiene  fragmentos  de  verdadero 
mérito,  que  fueron  imitados  por  madame  du  Boccage,  cuya 
obra  es  seguramente  una  de  las  que  tienen  mas  calor  poéti- 
co éntrelas  que  se  han  compuesto  teniendo  por  héroe  a 
Cristóbal  Colon.  El  Columbeidos  de  Stella  fué  pubHcado 
por  el  preceptor  de  éste,  el  jesuíta  Francisco  Benci,  i  mere- 
ció, como  hemos  dicho,  los  sufrajios  de  muchos  hombres 
distinguidos.  Hoi  nadie  lo  lee,  i  ha  pasado  a  ser  una  curio- 
sidad bibliográfica  i  nada  mas. 

Seis  años  mas  tarde,  en  1596,  se  dio  a  luz  en  Yesi,  ciudad 
de  Italia,  situada  a  pocas  leguas  de  Ancona,  otro  poema 
mucho  mas  estenso  que  los  anteriores,  i  que  tiene  la  parti- 
cularidad de  estar  escrito  en  idioma  vulgar.  Su  título  es  // 
Mondo  Nuovo.  Está  dividido  en  veinticuatro  cantos  de 
■mas  de  cien  octavas  reales  cada  uno,  i  forma  un  vohimen 
en  4°  de  306  pajinas  a  dos  columnas.  Su  autor  es  Juan 
Giorgini,  natural  de  la  misma  ciudad  de  Yesi,  el  cual  apé- 
n¿\s  ha  alcanzado  el  honor  de  ser  mencionado  por  los  histo- 
riadores de  la  literatura  italiana. 

Cuando  se  recorre  este  poema  con  algún  detenimiento, 
se  comprende  la  razón  de  este  desden.  Giorgini  versifica  con 
•cierta  facilidad,  i  aun  tiene  pasajes  agradables;  pero  no  se 
puede  imajinar  nada  mas  informe  i  defectuoso  que  el  plan 
del  poema.  Parece  que  el  poeta  ha  estudiado  el  descubri- 
miento i  la  conquista  de  América  en  los  antiguos  escritores 
•españoles,  Oviedo  i  Gomara  principalmente;  pero  ha  hecho 
tal  confusión  de  la  historia,  que  casi  en  todas  sus  partes 
'CSta  obra  no  tiene  mas  de  histórico  que  los  nombres  pro- 


40  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIO(iKÁFlCOS 

píos.  Ha  mezclado  los  hechos  de  Colon  con  los  viajes  de  sus- 
compañeros  i  sucesores,  con  la  espedicion  de  Balboa  i  con 
las  conquistas  de  Cortés.  Hace  intervenir  las  divinidades 
de  la  antigüedad  clásica  con  el  Dios  i  los  santos  del  cristia- 
nismo, interesadas  las  primeras  en  sostener  a  los  indios,  i 
los  segundos  en  ayudar  a  los  españoles.  Así  por  ejemplo, 
Pluton  i  los  magos  rodean  a  Moctezuma  con  su  poder  so- 
"brenatural  para  que  resista  a  los  conquistadores;  pero  la 
vírjen  María,  al  saber  esto,  corre  a  verse  con  la  Santísima 
Trinidad.  El  Padre  eterno  la  consuela  con  un  largo  i  docto 
razonamiento,  i  le  da  un  espejo  hecho  de  la  materia  del  cie- 
lo en  el  cual  puede  ver  todo  lo  futuro  i  la  manera  de  vencer 
a  Pluton.  La  vírjen  da  el  espejo  al  rei  de  España  para  que 
salga  de  peligros.  Toda  la  máquina  del  poema  de  Giorgini, 
que  ocupa  una  gran  parte  de  él,  corre  parejas  con  este  inci- 
dente, contado  mui  estensamente  en  el  canto  XIX. 

El  poema  de  Giorgini  fué  dedicado  al  príncipe  heredero 
de  España  (Felipe  HI),  i  a  sus  hermanas.  Se  le  aprobó  i  elo- 
jió  como  una  obra  mui  cristiana,  pero  no  parece  que  obtu- 
vo nunca  gran  boga.  Hoi  es  una  de  las  muchas  obras  raras, 
i  por  lo  mismo  costosas,  que  se  relacionan  con  la  historia 
de  América. 

Mas  estenso  todavía  que  el  poema  de  Giorgini  es  otro 
publicado  algunos  años  mas  tarde  por  el  caballero  Tomas 
Stigliani,  poeta  italiano  nacido  en  1545  en  Matena,  en  el 
reino  de  Ñapóles.  Se  propuso  cantar  los  viajes  i  peregrina- 
ciones de  Colon,  como  Homero  habia  cantado  los  de  Uh*- 
ses.  En  1617  publicó  en  Plasencia  los  veinte  primeros  can- 
tos de  un  poema  heroico  titulado  //  Mondo  Naovo,  que 
completó  mas  tarde  publicando  en  Roma  en  1628  su  poe- 
ma entero  en  treinta  i  cuatro  cantos,  en  un  volumen  en  4''^. 
Esta  obra,  que  ha  quedado  en  un  olvido  casi  completo,  i 
que  carece  casi  de  todo  mérito  literario,  tuvo  en  su  tiempo 
alguna  boga  por  causas  estrañas  al  asunto  que  trata.  Sti- 
gliani se  encaró  contra  el  famoso  poeta  Juan  Bautista  Ma- 
rini,  que  gozaba  entonces  de  una  reputación  colosal.  En 
cierto  pasaje  de  su  poema  dice:   ''En  este  rio,  i  vecino  al 


NOTICIA     BIBLIOGRÁFICA  41 


rnar,  vive  el  hombre-pez,  dotado  de  miembros  admirables,! 
llamado  por  otro  nombre  el  caballero  Marini;  bestia  verda- 
dera, aunque  el  vulgo  crea  que  es  hombre."  Estas  referen- 
cias produjeron  picantes  contestaciones  i  dieron  a  la  obra  de 
Stigliani  cierta  popularidad  que  no  sobrevivió  muchos 
años,  i  que  h¿i  desaparecido  del  todo  en  nuestro  tiempo.  El 
célebre  literato  napolitano  don  Pedro  de  Angelis,tan  cono- 
cido en  América  por  sus  trabajos  sobre  la  historia  i  la  jeo- 
grafía  de  las  provincias  arjen tinas,  ha  caracterizado  la 
obra  de  Stigliani  con  estas  palabras:  ''Es  el  poema  italiano 
raas  largo  que  se  haya  compuesto  sobre  el  Nuevo  Mundo. 
Está  escrito  en  octavas,  i  si  se  tuviese  la  paciencia  de  aca- 
bar su  lectura,  se  encontrarian  algunos  buenos  trozos  i 
muchos  versos  felices;  pero  el  provecho  no  guarda  propor- 
ción con  el  trabajo  que  impondria  la  lectura,  lo  que  hace 
que  éste  poema  esté  casi  completamente  olvidado." 

Otro  poeta  italiano  mucho  mas  famoso  que  todos  los 
nombrados,  i  también  mucho  mas  ilustre  por  su  jenio,tomó 
asimismo  a  Colon  por  héroe  de  un  poema  épico  que  desgra- 
ciadamente dejó  apenas  comenzado.  Alejandro  Tassoni, 
autor  del  Cubo  robado  (La  sechia  rápita),  hallándose  al 
servicio  de  los  duques  de  Saboya,  emprendió  la  composición 
de  un  poema  heroico  dedicado  al  duque  Carlos  Manuel  I, 
denominado  el  Grande.  En  ese  poema  titulado  UOcéano,  se 
proponia  cantar  a  Colon  i  el  descubrimiento  del  Nuevo 
Mundo.  Desgraciadamente,  Tassoni  no  compuso  mas  que 
el  primer  canto  formado  por  setenta  i  cinco  octavas  reales 
que  respiraban  el  vigor  poético  i  las  gracias  de  estilo  que 
distinguen  las  producciones  de  este  gran  poeta.  Este  primer 
canto,  escrito,  según  p¿irece,  en  1619,  ha  sido  publicado 
muchas  veces  con  las  otras  obras  del  mismo  autor.  El  gran 
mérito  de  este  fragmento  hace  sentir  que  la  obra  de  Tassoni 
haya  quedado  sólo  principiada;  porque  probablemente  ha- 
bria  sido  el  mas  notable  de  todos  los  ensayos  épicos  a  que 
ha  dado  oríjen  Cristóbal  Colon  i. 

1  Ademas  de  los  mencionados,   hai   todavía  tres  antiguos  poe- 


42  ESTUDIO     HISTÓRICOS-BIBLIOCRÁFICOS 

Es  singular  que  los  poetas  españoles  que  en  los  tiempos 
mismos  de  la  conquista,  o  inmediatamente  después  de  ella, 
compusieron  tantas  obras  para  cantar  las  hazañas  de  sus 
capitanes  i  de  sus  soldados  en  Méjico,  en  Nueva  Granada, 
en  el  Perú,  en  Chile  i  en  las  provincias  arjentinas,  no  se  ins- 
piraran en  la  relación  de  los  viajes  i  aventuras  de  Cristóbal 
Colon  "-.  Rl  primer  poema  castellano  especialmente  desti- 
nado a  cantar  el  descubrimiento  de   América,  data  sólo  de 


mas  italianos  referentes  al  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo,  pu- 
blicados en  el  siglo  XVII.  Uno  de  ellos  que  sólo  conozco  por  refe- 
rencias, i  que  ni  aun  está  concluido,  se  titula:  Delle  áue  tromhe"  i 
prime  tíati,  cioe  tre  libri  delta  victoria  navale,  e  tre  libri  del  mondo 
nuovo,  poemi  eroici  de  Guido  libando  Bexamati,  Parma,  1622,  en 
12*=*  El  segundo,  titulado  U America,  octavas  reales  por  Rafael 
GüALTEROTTi,  fué  publicado  en  Florencia  en  1611  en  un  volumen 
en  12°.  El  tercero  lleva  el  mismo  nombre,  America  está  dividido  en 
cuarenta  cantos,  i  fué  publicado  también  en  Florencia,  en  1650. 
Su  autor  es  Jerónimo  Bartolomei.  Estos  dos  últimos  poemas  tie-" 
nen  por  objeto  cantar  ¿il  florentino  Américo  Vespucio,  razón  por  la 
cual  no  damos  mas  estensas  noticias  acerca  de  ellos  en  este  ar- 
tículo. Por  fin,  en  1759,  se  publicó  en  Venecia  U Ammiragliu  delV 
IndiCy  poema  di  Oimildo  Emerezzio  pastor  arcade  (de  la  academia 
literaria  denominada  Arcadia  romana).  Su  autor,  Girolamo  Quiri- 
Ni,  mas  conocido  con  el  nombre  de  Angelo  María  que  tomó  al  ha- 
cerse fraile  benedictino,  obispo  mas  tarde,  i  bibliotecario  del  Vati- 
cano, compuso  muchas  obras  de  grande  erudición,  escribid  algunas 
poesías  italianas  i  latinas,  i  fué  un  insigne  protector  de  las  letras  i 
de  los  literatos,  sin  distancion  de  sectas.  Nunca  hemos  visto  su 
poema  sobre  Colon. 

2  No  contamos  aquí  como  poema  épico  compuesto  en  honor  de 
Colon  las  Elejías  de  varones  ilustreft  de  Indias  de  Juan  Castella- 
nos, cuya  primera  parte  fué  publicada  en  1589,  i  la  obra  completa 
por  primera  vez  en  el  tomo  IV  de  la  Bihltoteca  de  autores  españo- 
les de  Rivadeneira.  Esa  obra  es  la  crónica  en  versos  de  la  conquis- 
ta de  las  Antillas,  de  Venezuela  i  de  Nueva  Granada.  Los  viajes  de 
Cristóbal  Colon  ocupan  sólo  las  cuatro  primeras  elejías. 


NOTICIA     BIBLIOGRÁFICA  43 

1701;  i  aun  su  autor  no  era  español  de  nacimiento.  Don 
Francisco  Botello  de  Moraes  i  Vasconcelos,  caballero  por- 
tugués establecido  en  España,  publicó  en  ese  año  eñ  Barce- 
lona un  poema  heroico  titulado  El  Nuevo  Afunc/o,  dividido 
en  diez  cantos,  e  impreso  en  un  volumen  en  4^.  Botello  vivió 
en  una  época  de  pésimo  gusto  literario.  El  conceptismo,  es- 
to es,  el  deseo  de  encerrar  pensamientos  injeniosos  dentro 
de  cada  verso  por  medio  de  frases  complicadas  i  pretencio- 
sas, i  tratando  de  dar  a  las  palabra;s  un  grande  alcance  o 
un  sentido  profundo,  lo  habla  invadido  todo:  i  el  caballero 
portugués  no  era  hombre  capaz  de  iniciar  una  revolución 
contra  aquella  decadencia  literaria,  de  que  sólo  comenzó  a 
levantarse  la  España  medio  siglo  m.as  tarde.  Su  poema  no 
tiene  plan  ni  concierto.  La  acción  es  casi  incomprensible.  A 
cada  paso  está  embarazada  con  digresiones,  alegorías  i  des- 
cripciones inútiles  en  que  el  colorido  poético  está  reempla- 
zado por  frases  hinchadas  que  el  autor  creia,  sin  duda,  inje- 
niosas,  i  por  retruécanos  o  equívocos  de  mal  gusto.  De  vez 
-en  cuando  se  encuentra  uno  que  otro  rasgo  fácil  i  feliz;  pero 
son  éstos  tan  raros  i  es  tanta  la  monotonía  jeneral  de  la 
obra,  que  puede  asegurarse  que  no  hai  lector  alguno,  por 
paciente  que  sea,  que  tenga  valor  para  leerla  entera,  i  aun 
podria  decirse  para  leer  íntegro  uno  solo  de  sus  cantos. 
Se  comprende  que  una  obra  de  esta  naturaleza  debe  haber 
impuesto  un  gran  trabajo  a  su  autor  para  apartarse  abso- 
lutamente de  lo  que  es  sencillo  i  natural.  El  mismo  Botello 
declara  que  primeramente  escribió  su  poema  en  prosa,  i  que 
después  de  ponerlo  en  verso  i  de  darlo  a  la  prensa,  aun  no 
estaba  satisfecho  de  su  obra;  "pues  mi  ánimo  es,  agrega^ 
gastar  toda  mi  vida  i  estudios  en  este  poema,  dilatándolo 
e  ilustrándolo  mucho  mas,  i  aun  estos  diez  libros  vendrán 
a  ser  después  mayor  volumen,  como  lo  doi  a  entender  po- 
niendo una  octava  de  puntos  donde  pienso  introducir  mu- 
chas para  llenar  toda  la  idea  del  libro." 

El  Nuevo  Mundo  de  Botello  fué  dedicado  a  Felipe  V,  que 
acababa  de  ser  proclamado  rei  de  España.  Parece  que  sus 
-contemporáneos  lo   recibieron  con  esa  frialdad  precursora 


44  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

del  desden  profundo  en  que  ha  caídf)  en  nuevStrOvS  días  ^.  El 
bibliógrafo  González  Barcia  dice  que  en  1716  se  comenzó  la 
impresión  de  un  poema  de  Botello  que  llevaba  por  título 
Colon,  que  nunca  fué  terminado:  pero  de  seguro hai  en  esta 
indicación  un  error  de  título,  i  probablemente  una  equi- 
vocion  de  fechas,  porque  parece  que  nunca  se  pensó  en  re- 
imprimir el  Nuevo  Mundo  del  poeta  portugués.  Este  píisó 
los  últimos  años  de  su  vida  ocupado  en  otros  trabajos,  uno 
de  los  cuales  es  otro  poema  épico  sobre  la  fundación  del  rei- 
no de  Portugal,  reimpreso  tres  veces,  pero  casi  enteramen- 
te olvidado  en  nuestros  dias. 

Quince  años  mas  tarde  apareció  en  Italia  otro  poema 
referente  a  la  conquista  del  Nuevo  Mundo,  escrito  en  latin 
como  los  de  Gambara  i  Stella.  El  jesuíta  napolitano  liber- 
tino Carrara,  profesor  de  bellas  letras  en  el  colejio  de  Ro. 
ma,  queriendo  restaurar  el  gusto  por  el  cultivo  de  la  poe- 
sía latina  en  una  época  en  que  ese  gusto  habiapasado  para 
siempre,  i  cediendo  a  las  instancias  del  cardenal  Benedicto 
Pamphili,  empleó  veinte  años  en  componer  su  Columhus, 
sive  de  itinere  Christophon  Columbi,  poema  heroico  divi- 
dido en  doce  libros  en  hexámetros  latinos,  que  componen 
un  tomo  en  octavo  de  299  pajinas,  incluyendo  una  corta 
biografía  de  Colon.  Fué  impreso  en  Roma  en  1715;  pero  a 
diferencia  de  los  otros  libros  análogos  que  lo  habian  pre- 
cedido, obtuvo  el  honor  de  ser  reimpreso  en  Augsburgo  en 
17Í50.  Ginguenée,  gran  juez  en  cuestiones  relacionadas  con 
la  historia  literaria  de  Italia,  caracteriza  esta  obra  en  los 
términos  siguientes:   "La  invención  i  la  marcha  del  poema 


•>  Don  Leopoldo  Augusto  CufíTo  no  la  menciona  siquiera  en  el 
excelente  Bosquejo  histórico  de  la  poesía  castellana  en  el  siglo 
XVIII  que  publicó  en  1869  como  introducción  al  tomo  LXI  dé  la 
Biblioteca  de  autores  españoles  de  Rivadeneira.  La  misma  omisión 
se  nota  en  el  Ensayo  de  una  biblioteca  española  de  libros  raros  i 
curiosos  de  don  Bartolomé  Gallardo,  donde  sin  embargo  se  inclu- 
ye otra  obra  en  verso  de  Botello.  Ticknor,  por  el  contrario,  re- 
cuerda de  paso  este  poema  en  el  cap.  I,  parte  III  de  su  conocida 
Historia  de  la  literatura  española. 


NOTICIA     BIBLIOGRÁnCA  45 


son  verdaderamente  poéticos,  pero  el  estilo  loes  mucho 
menos;  i  a  esto  se  debe  sin  duda  que,  aunque  fuese  ventajo- 
samente anunciado  en  el  mundo  literario,  i  aunque  recibie- 
se muchos  aplausos  cuando  el  autor  lo  recitaba  sea  ahora 
muí  poco,  leido.". 

La  literatura  francesa  cuenta  también  cuatro  poemas 
concernientes  al  descubrimiento  de  la  América  i  a  los  via- 
jes de  Cristóbal  Colon.  Todos  elloá  han  sido  escritos  i  pu- 
blicados en  el  siglo  XVllI;  pero  ninguno  ha  alcanzado  el 
honor  de  ser  reimpreso  en  nuestro  tiempo:  tan  grande  es  el 
olvido  que  los  cubre. 

El  primero  de  todos  por  su  antigüedad  i  también  por 
su  mérito,  lleva  por  título:  La  Colombiade,  ou  la  foi  por- 
tee au  noüveau  monde  (un  volumen  en  8*^  de  184  pajinas). 
Su  autor  es  Madame  du  Boccage,  poetisa  mui  famosa  en  su 
época,  muerta  en  1802.  Fué  publicado  por  primera  vez  en 
1756,  i  reimpreso  mas  tarde  a  lo  menos  dos  veces,  en  las 
obras  completas  de  su  autora. 

Como  lo  indica  su  título,  este  poema  está  concebido  bajo 
el  punto  de  vista  cristiano.  Aladame  du  Boccage  lo  ha  de- 
dicado al  papa  Benedicto  XIV;  i  declara  en  el  prólogo  que 
si  su  obra  obtiene  algún  éxito,  ella  lo  "considerará  como  un 
milagro  hecho  en  nombre  del  pontífice  que  le  ha  permitido 
dedicársela".  Según  la  poetisa,  los  áñjeles  ayudan  a  Colon 
en  su  empresa;  i  las  resisten  los  poderes  infernales  que  es- 
tán representados  por  las  divinidades  de  los  indios  ameri- 
canos. Con  un  débil  conocimiento  de  la  historia,  Madame 
du  Boccage  ha  pintado  costumbres  completamente  imaji- 
narias,  ha  inventada  templos  grandiosos  en  los  países  del 
Nuevo  Mundo,  donde  sólo  existian  miserables  chozas,  i  no 
ha  alcanzado  a  dar  a  su  narración  el  colorido  local,  indis- 
pensable en  este  jénero  de  obras.  Sus  contemporáneos  que 
no  conocian  mucho  mas  que  ella  la  historia  del  descubri- 
miento del  Nuevo  Mundo,  le  aplaudieron  mucho  el  que  an- 
tes que  ningún  autor  francés  hubiese  tratado  este  hermoso 
asunto,  en  que  todos  los  colores  lr>cales  son  ricos,  i  absolu- 
tamente nuevos  para  la  poesía,  en  que  la  oposición  de  las 


46  ESTUDIOS  IIISTÓRTCO-BIBLIOGRÁFICOS 

costumbres  de  los  conquistadores  i  del  pueblo  conquistado, 
ofrece  tantos  contrastes,  i  en  que  la  historia  misma  tiene 
tod(j  el  atractivo  de  la  ficción,  pero  ellos  no  comprendían: 
que  nada  en  el  poema,  ni  los  hechos,  ni  las  costumbres,  ni 
las  descripciones  guardaban  relación  alguna  con  la  verdad, 
Madame  du  Boccage,  por  otra  parte,  no  sabe  dar  vigor 
a  los  caracteres  ni  a  los  sucesos  que  lo  necesitan;  de  tal 
modo  que  si  su  poema  posee  pasajes  tiernos,  i  descripciones 
poéticas,  carece  casi  por  completo  de  todo  lo  que  realmente 
constituye  la  epopeya. 

El  poema  de  Madame  du  Boccage  obtuvo  el  honor  de 
ser  traducido  a  verso  italiano  por  algunos  poetas  de  Lom- 
bardía,  i  publicada  en  este  idioma  en  Milán  en  1771,  en 
un  volumen  en  8"  En  nuestro  tiempo,  la  traducción  i  el 
orijinal  son  apenas  conocidos  por  los  curiosos  biblió- 
grafos. 

En  1773  se  publicó  en  Paris  un  poema  anónimo  que  lle- 
va por  t\tu\o:Christopbe  Colomb,  ou  PAménque  décott- 
verte,  en  dos  volúmenes  en  8"  Su  autor  es  un  abogado 
francés  apellidado  Bourgeois,  que  compuso  muchas  memo- 
rias sobre  anti"füedades  concernientes  a  la  historia  dcEran- 
cia,  i  que  viajó  largo  tiempo  en  las  colonias  francesas  i 
españolas  de  las  Antillas,  sobre  las  cuales  dejó  escritos  al- 
gunos tratados  interesantes.  Con  una  modestia  sincera,  el 
mismo  declara  que  no  tiene  mucha  fe  en  el  mérito  de  su 
obra,  porque  en  su  composición  el  aburrimiento  ha  hecho 
las  veces  de  Apolo  i  de  las  musas.  "En  espiacion  de  mis 
pecados,  dice,  hice  una  larga  residencia  en  Santo  Domingo: 
me  encontré  agobiado  por  el  mas  cruel  infortunio,  presa  de 
mil  horrores  qne  seria  inútil  detallar  aquí.  Durante  este 
largo  destierro  i  no  sabiendo  qué  hacer  para  espantar  el 
aburrimiento,  se  me  ocurrió  la  idea  de  celebrar  al  héroe  del 
pais.  Entregado  frecuentemente  a  mis  propias  reflexiones, 
sin  otro  socorro  contra  la  desesperación  que  la  firmeza  de 
alma  de  que  soi  deudor  al  Ser  Supremo,  he  creido  que  no 
podia  ocuparme  en  nada  mejor  que  en  cantar  a  ese  héroe. 
Me  ha  parecido  que  el  asunto  de  este   poema  encerraba 


NOTICIA    BIBLIOGRÁFICA  47 


precisamente  todo    lo    que    yo  necesitaba  para    mi    con- 
suelo". 

Bourgeois  conoce  mejor  que  sus  predecesores  la  historia 
del  descubrimiento  de  América,  la  vida  de  los  indíjenas,  i 
el  pais  que  sirve  de  teatro  a  la  acción.  Los  historiadores 
españoles  referian  que  hallándose  Colon  en  la  isla  de  Ma- 
dera, recibió  en  su  casa  a  un  piloto  español  que,  arrastra- 
do por  las  tempestades,  habia  reconocido  las  tierras  situa- 
das al  otro  lado  de  los  mares.  Contábase  que  este  piloto, 
estenuado  por  las  fatigas  de  sus  viajes  i  de  un  naufrajio, 
habia  muerto  después  de  referir  a  Colon  sus  aventuras:  i 
que  esta  revelación  éxito  al  insigne  navegante  a  acometer 
la  empresa  que  lo  ha  hecho  inmortal.  Burgeois  parece  acep- 
ta esta  invención  infundada;  pero  hace  que  sea  un  ánjel 
quien  estimula  a  Colon  a  llevar  a  cabo  sus  proyectos.  El 
cielo  lo  proteje  por  medio  de  maravillosos  prodijios;  i  des- 
pués de  fatigas  i  sufrimientos  de  toda  especie,  Colon  vuelve 
a  España  a  anunciar  el  resultado  de  su  espedicion.  La  ac- 
ción está,  pues,  reducida  al  primer  viaje;  pero  por  medio 
de  episodios,  visiones  de*Colon,  revelaciones  de  la  Verdad 
o  de  otras  divinidades  alegóricas,  se  desarrolla  a  la  vista 
el  cuadro  de  los  descubrimientos  i  conquistas  futuras.  El 
plan  del  poema,  no  está  mal  concebido  ni  mal  desarrollado, 
pero  en  los  detalles  ni  i  el  tono  jeneral  se  descubre  mas  el 
trabajo  de  la  razón  que  la  inspiración,  i  una  ausencia  casi 
completa  del  sentimiento  poético.  Esto  es  lo  que  ha  hecho 
que  este  poema  haya  corrido  la  misma  suerte  de  los  que 
lo  precedieron,  i  que  hoi  sean  mui  pocos  lo  que  lo  conocen, 
i  menos  aun  los  que  han  leido  algunos  de  sus  cantos. 

En  1782  se  publicó  en  Autun,en  Francia,  otro  libro  anó- 
nimo titulado  UAmériquc  décovverte, en. un  tomito  de  174 
pajinas  en  12"  El  autor  parece  desconocer  la  existencia  de 
los  otros  poemas  a  que  habia  dado  oríjen  Colon;  a  lo  me- 
nos así  se  deja  ver  en  la  siguiente  advertencia  puesta  al 
frente  del  libro:  "Desde  largo  tiempo  se  pide  el  poema  del 
descubrimiento  del  Nuevo  Mundo.  Los  periodistas  lo  indi- 
can,  los  sabios  lo  desean  i  las  bibliotecas  lo  esperan.   He 


48  ESTUDIOS  HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

aquí  el  bosquejo:  ojalá  que  este  ensayo  satisfaga  los  deseos 
del  público,  esperando  que  una  pluma  mas  atrevida,  un 
jenio  mas  fecundo  llene  este  objeto".  Este  poema  está  es- 
crito en  prosa,  como  un  simple  bosquejo  que  espera  un  poe- 
ta para  que  le  dé  forma.  ^ 

El  autor  de  este  ensayo  es  Pedro  Laurean,  historiador 
francés,  historiógrafo  del  conde  de  Artois  antes  de  1789, 
miembro  de  la  asamblea  Icjislativa  durante  la  revolución,  i 
muerto  en  .1845,  a  la  edad  de  97  años.  Cuando  compuso 
esta  obrita,  ya  Robertson  habia  dado  a  luz  su  aplaudida 
historia  de  América,  i  en  ella  pudo  estudiar  los  hechos  en 
que  está  basado  el  poema.  Laurean  se  ha  limitado  a  referir 
en  seis  libros  el  primer  viaje  de  Colon,  adornando  la  narra- 
ción con  circunstancias  inventadas,  como  la  erupción  deun 
volcan  submarino,  operada  por  el  demonio  a  instancias  del 
fanatismo,  la  relación  que  hace  un  indio  viejo  describiendo 
a  Colon  los  países  de  América  que  habia  recorrido  en  su  ju- 
ventud, i  entre  los  cuales  se  contaba  el  Perú,  i  las  referencias 
que  vSe  hacen  a  sucesos  posteriores  de  la  historia  americana, 
i  entre  éstos  los  viajes  de  Magallanes,  de  Drake,  etc.,  etc.,  i 
la  independencia  de  los  Estados  Unidos.  En  todo  el  poemi- 
ta  de  Laurean  no  se  encuentran  las  estravagancias  que  abun- 
dan en  otras  obras  análogas,  pero  no  hai  tampoco  en  él 
verdadera  poesía. 

No  puede  decirse  lo  mismo  de  otro  poema  publicado  con 
mucha  menos  modestia  el  mismo  año  de  1782.  Le  nouveHU 
monde,  ouChristopheColomb,  por  Rohtrto  Martin  Lesuire, 
es  una  de  las  producciones  mas  estravagantes  i  absurdas 
que  se  puedan  imajinar.  Escritor  sin  gusto  i  sin  criterio,  el 
ciudadano  Lesuire,  como  se  llamaba  en  sus  escritos  durante 
la  revolución  francesa,  se  creia  un  hombre  de  jenio,  tomaba 
por  aplauso  de  sus  contemporáneos  las  aprobaciones  de  la 
condescendencia  de  algunos  hombres  distinguidos,  i  la  po- 
pularidad entre  los  lectores  frivolos,  i  se  dirijia  a  la  posteri- 
dad con  una  confianza  inconcebible.  Sin  necesidad  de  espo- 
ner el  asunto  de  este  poema,  lo  que  seria  mui  difícil  visto  el 
embrollo  de  la  acción,  bastaria  citar  los  nombres  de  los  per- 


NOTICIA     BIBLIOGRÁFICA  49 

sonajes  que  figuran  en  él  para  que  se  forme  una  idea  de  su 
plan.  Ademas  del  papa,  Luis  XII,  reí  de  Francia,  el  jeneral 
portugués  Alburquerque,  aparece  allí  Clemencia  Isaure,  poe- 
tisa francesa,  que  da  por  amante  de  Colon.  Lesuire  hizo  una 
segunda  edición  de  su  poema  en  1800,  que  él  llama  entera- 
mente refundida  i  correjida;  pero  parece  que  tanto  ésta  co- 
mo la  primera  le  acarrearon  no  pocas  burlas.  "Los poemas 
épicos,  decia  Lesuire,  no  han  producido  a  sus  autores  mu- 
chos agrados";  i  se  consolaba  recordando  las  desgracias  de 
Homero,  de  Lucano  i  del  Tasso  ^. 

Los  únicos  poemas  concernientes  a  Cristóbal  Colon  que 
conozcamos  en  lengua  inglesa,  son  dos  obras  de  cierto  mé- 
rito, i  un  ensayo  de  cortas  dimensiones  ^.  El  primero  fué  es- 
crito por  un  poeta  norte-americano  que  figuró  en  la  guerra 
de  la  independencia  de  los  Estados  Unidos.  Joel  Barlow,és- 


4  Existen,  ademas,  en  la  literatura  francesa,  otras  obras  poé- 
ticas que  sin  tener  el  carácter  de  poemas  épicos,  refieren  los  viajes 
de  Colon.  Aquí  mencionaremos  dos  de  ellas,  1^  Colon  dínis  les  fers 
a  Ferdinand  et  laahelle,  epístola  poética  que  se  supone  dirijida  a 
estos  re\''es  por  el  ilustre  navegante  para  recordar  sus  servicios  i 
reprochar /i  aquéllos  las  injusticias  de  que  se  le  habia  hecho  vícti- 
ma. Su  autor  fué  el  caballero  de  Langkac,  fecundo  poeta  francés 
que  sirvió  en  la  diplomacia,  i  en  otros  puestos  públicos  i  que  murió 
en  1839.  La  epístola  de  que  tratamos,  que  tiene  mas  declamación 
que  sentimiento  poético,  fué  premiada  por  la  academia  de  Marse- 
lla i  publicada  en  París  (la  portadadel  libro  dice  Londres)  en  1782. 
en  un  volumen  de  150  pajinas  en  octavo,  cuya  mayor  parte  está 
ocupada  por  un  estudio  histórico  acerca  de  Colon,  destituido  de 
todo  mérito  de  investigación,  i  que  sólo  contiene  lasnoticias  que  se 
hallan  en  la  jeneralidad  de  los  libros  de  segunda  mano.  2.^  La  Na- 
vigation,  poema  descrij)tivo  de  José  Esmknakd,  publicado  en  1805 
i  reimpreso  el  año  siguiente,  armonioso  i  correcto  en  la  versifica- 
ción, majestuoso  i  solemne  en  muchos  pasajes,  fiel  i  agradable  en 
las  descripciones,  peí  o  monótono  i  fatigoso  en  su  conjunto,  como 
casi  todas  las  obras  de  ese  jénero.  El  canto  segundo  de  ese  poema, 
que  es  quizás  el  mas  animado,  tiene  por  objeto  cantar  los  viajes  de 
Colon. 

^  Como  no  contamos  en  esta  revista  bibliográfica   las  novelas 
a  que  ha  dado  oríjen  Cristóbal   Colon,  no  hai  para  qué  mencionar 

TOMO  VI  4 


50  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BÍBLIOGRÁFICOS 

te  era  su  nombre,  gozó  en  su  tiempo  i  en  su  patria  de  la  re- 
putación de  un  gran  poeta.  En  1787  dio  a  luz  un  poema  con 
el  título  de  La  visión  de  Colon  (The  visión  of  Columbus), 
que  mas  tarde  refundió  en  otro  mas  estenso  dado  a  la  luzen. 
Filadelfia  en  1807  con  el  título  de  Colomhiada  (TheColum- 
biad).  Comienza  el  poeta  presentando  a  Cristóbal  Colon 
cargado  de  cadenas  en  la  cárcel  de  Valladolid.  Se  lamenta 
éste  de  las  injusticias  de  los  hombres,  cuando  se  le  aparece 
Héspero,  el  jenio  benéfico  del  nuevo  continente,  que  lo  liber- 
ta de  sus  prisiones  i  lo  lleva  a  una  montaña  desde  donde  ve 
el  pasado  i  el  porvenir  de  la  América,  la  vidadelossalví^jes, 
los  imperios  de  Méjico  i  del  Perú,  las  conquistas  délos  espa- 
ñoles, la  revolución  de  los  Estados  Unidos,  las  campañas  de 
Washington,  i  por  último,  la  armonía  i  la  fraternidad  polí- 
tica de  todos  los  pueblos  de  la  tierra. 


una  de  Fenimore  Cooper  {Mercedes  de  Cnstilln),  ni  otras  que  se 
han  dado  a  luz  en  España. 

La  literatura  inglesa  posee  ademas  otro  poema  sobre  el  descu- 
brimiento de  América,  pero  cuyo  héroe  no  es  Cristóbal  Colon.  En 
1805  el  poeta  Raberto  Southky  publicóen  Londres  en  un  volumen 
en  8"  un  poema  titulado  Madoc.  El  héroe  es  un  príncipe  bretón  o 
gales  que  huyendo  de  su  patria  para  sustraerse  a  las  persecuciones 
de  un  hermano  rival,  descubre  el  norte  de  la  América  i  se  establece 
en  este  continente  en  el  siglo  XÍI.  Southey,  hombre  investigador  e 
ilustrado,  ha  estudiado  regularmente  las  costumbres  de  los  ameri- 
canos, i  ha  dado  mas  ínteres  a  su  poema  relacionando  la  acción 
con  el  establecimiento  de  los  aztecas  en  el  valle  de  Méjico.  Este 
poema  mui  criticado  por  unos  i  mui  ensalzado  por  otros,  tiene  un 
mérito  verdadero,  a  pesar  de  la  afectación  del  estilo  i  de  la  falta  de 
orijinalidad  en  muchos  de  sus  detalles. 

E\  bibliógrafo  ingles  Sarin  señala  en  su  Dictionnry  ofbooks  re- 
yatmo- ío  ^/Tjer/ca,  bajo  el  número  14,656,  un  poema  anónimo  ti- 
tulado Columbus  or  the  new  world,  a  poem  bv  Britannicus,  Lon- 
don,  8^,  sin  espresar  el  año  de  la  impresión.  Nunca  he  visto  un 
ejemplar  de  este  libro,  que  según  parece  sólo  ha  conocido  Sabin  por 
una  simple  indicación,  talvez  inexacta  o  equivocada.  Por  referen- 
cia también  tengo  noticia  de  otro  poema  compuesto  en  lengua  in- 
glesa con  el  título  siguiente:  AmericR  discovered,a.  poem,  in  twelve 
books,  by  an  american.  New  York,  1850,  de  283  pajinas. 


NOTICIA     BIBLIOGRÁFICA  51 


Este  poema,  reimprevSo  a  lo  menos  tres  veces,  tuvo  cierta 
boga  en  los  primeros  veinticinco  años  del  siglo  XIX,  i  la  pren- 
sa de  Estados  Unidos  i  de  Europa  le  tributó  grandes  elo- 
jios.  Pero  la  crítica  ilustrada  señaló  también  sus  defectos  con 
alto  criterio.  Un  periódico  literario  de  esos  tiempos  (Analec- 
ticMagazine,  volumen  lV),lo  caracterizó  en  los  términos  si- 
guientes: "Este  poema  tiene  un  defecto  radical  de  plan,  de 
tal  suerte  que  ningún  jcnio  poético,  de  cualquier  grado  que 
fuese,  habría  podido  salir  completamente  airoso.  Es  la  na- 
rración de  una  visión,  i  un  diálogo  continuado  ocupa  diez 
cantos  i  cerca  de  siete  mil  versos.  El  tiempo  de  su  acción  se 
estiende  desde  los  mas  remotos  períodos  de  la  antigüedad 
hasta  el  mas  lejano  porvenir;  i  la  escena  pasa  con  la  rapi- 
dez de  una  pantomima  de  una  parte  del  globo  a  otra.  No 
hai  allí  aq^^clla  regularidad  relacionada  con  la  acción  o  con 
las  series  de  acciones  por  la  cual  los  caracteres  puedan  ser 
desarrollados,  excitar  el  interés  i  atraer  la  atención.  Por 
otra  parte,  la  constante  confusión  de  la  historia  real  i  fa- 
miliar con  la  alegoría  i  la  ficción,  es  una  comloinacion  des- 
tructora de  esa  accidental  ilusión  con  que  nosotros  nos  in- 
teresamos por  las  aventuras  de  un  héroe  épico...  Sus  versos, 
ademas,  no  llevan  el  sello  de  la  inspiración  poética,  i  es  evi- 
dente que  ellos  han  sido  elaborados  por  el  esfuerzo  de  un 
trabajo  resuelto  i  sostenido."  La  Revista  de  Edimburgo, 
que  constituía  el  tribunal  mas  autorizado  de  la  crítica  in- 
glesa, fué  mas  severa  todavía.  Para  los  que  deseen  conocer 
mas  de  cerca  el  poema  de  Barlow,  'diremos  aquí  que  el  dis- 
tinguido publicista  colombiano  don  Juan  García  del  Rio 
hizo  un  análisis  detenido  de  él  en  el  tomo  II  del  Repertorio 
Amer.cano  (1827,  páj.  6  i  sig.)  Mas  tarde,  los  crítict^s  han 
mirad  j  el  poema  de  Barlow  con  gran  desden.  Philarete 
Chasles  lo  llama  simplemente  "paquete  pesado  de  papel  i 
de  cartón." 

Otro  poeta  CUYO  mérito  es  sin  duda  alguna  superior  al 
de  Barlow,  cantó  a  Colon  en  lengua  inglesa.  Es  éste  Sa- 
muel Rogers,  rico  banquero  de  Londres,  jeneroso  protector 
de  las  letras,  hombre  de  verdadero  injenio  i  de  gusto  liter,a^ 


52  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

rio,  que  cultivó  la  poesía  en  varios  poemas  i  en  un  conside- 
rable número  de  piezas  líricas  justamente  estimadas.  En 
1812,  en  un  volumen  de  poesías,  publicó,  con  eltítulo  Fra^- 
mentos  de  un  poema  llamado  El  viaje  de  Colon  (The  voyage 
ofColumbus),  la  obra  a  que  nos  referimos.  Por  su  plan  i 
por  su  espíritu,  es  una  alianza  entre  la  poesía  personal  o  su- 
jetiva i  la  poesía  narrativa.  La  historia  de  Colon  es  el  te- 
ma del  poema,  pero  esa  historia  no  está  contada,  sino  sim- 
plemente indicada  en  una  serie  de  reflexiones  sobre  los  mo- 
mentos mas  importantes  de  ella.  Mui  juiciosamente,  el 
autor  no  pretendía  presentar  un  poema,  sino  diversos  frag- 
mentos del  viaje  de  Colon.  Muchos  de  ellos  tienen  la  apa- 
riencia de  haber  sido  en  su  oríjen  partes  de  un  canto  lírico 
sobre  esa  empresa,  i  conservan  ese  carácter  predominante. 
No  son  tanto  las  porciones  de  una  narración,  como  los  Sen- 
timientos de  las  visiones  del  poeta.  Sir  John  Mackintosh, 
de  quien  tomamos  en  parte  estas  observaciones,  analizó  ^n 
La  Revista  de  Edimburgo,  itn  octubre  de  1813,  esos  frag- 
mentos, señalando  las  bellezas  reales  de  algunos  de  ellos, 
pero  reconoce  que  hasta  entonces  el  poema  épico  sobre  el 
descubrimiento  del  Nuevo  Mundo  estaba  por  componerse.  El 
sincero  aplauso  que  tan  insigne  crítico  tributa  a  la  obra  de 
Rogers,  reduciéndola,  sin  embargo,  a  proporciones  mucho 
mas  modestas  que  la  de  una  verdadera  epopeya,  no  ha  sido 
confirmado  por  la  posteridad;  i  El  viaje  de  Colon,  a  pesar 
del  valor  artísticamente  literario  de  muchas  de  sus  partes, 
i  de  estar  todo  él  exento  "de  las  flaquezas  de  la  neglijencia 
i  de  los  vicios  de  la  afectación",  hoi  es  poco  leido  i  conside- 
rado la  mas  pobre  de  las  obras  de  ese  autor. 

Existe  ademas  en  la  literatura  inglesa  otro  poemita  de 
menores  dimensiones  i  de  mérito  inferior,  sobre  el  descubri- 
miento de  América.  Fué  la  obra  premiada  en  un  certamen 
de  estudiantes  en  Cambridge  en  1813;  i  aunque  publicada 
ese  mismo  año  en  un  opúsculo  de  18  pajinas,  es  hoi  tan  je- 
neralmente  desconocida,  que  no  se  le  encuentra  mencionada 
en  las  prolijas  bibliografías  de  la  literatura  inglesa  de 
Watt  i  de  Al.libone,  ni  en  la  Bibliotheca  Americana  de  Rich, 


NOTICIA     BIBLIOGRÁFICA  53 


ni  en  las  reseñas  biográficas  que  se  han  escrito  sobre  su 
autor.  Era  éste  un  joven  de  veinte  años  llamado  (orje  Wad- 
dington,  distinguido  mas  tarde  por  trabajos  literarios  de 
mui  distinto  jénero.  Ese  poema,  titulado  Colvmhus,  consta 
sólo  de  382  versos,  refiere  en  sus  ras^j^os  jenerales  el  primer 
viaje  del  célebre  navegante,  i  algunos  accidentes  de  sus  de- 
mas  esploraciones,  recuerda  las  glorias  de  otros  viajeros  que 
debían  completar  el  reconocimiento  del  globo,  i  señala  los 
progresos  de  la  civilización  que  produjo  aquel  portentoso 
descubrimiento.  A  falta  de  un  notable  valor  literario,  ya 
sea  en  la  concepción  del  plan,  ya  en  el  sentimiento  poético, 
hai  allí  corrección  en  la  forma  i  un  aliento  inspirado  por  la 
razón  que  ha  desarrollado  el  estudio. 

Obra  mas  ordenada  i  mejor  dispuesta  que  casi  todas  las 
anteriores  es  un  poema  en  ocho  cantos  titulado  Christoforo 
Colombo,  publicado  en  Jénova  en  1846,  i  reimpreso  en  Tu- 
rin  en  1858,  después  de  una  revisión  hecha  por  el  autor.  Es 
éste  Lorenzo  Costa,  poeta  jcnoves  de  verdadero  mérito.  Su 
poema,  que  fué  mui  aplaudido  a  la  época  de  su  publicación, 
demuestra  un  estilo  poético  vigoroso  i  flexible,  i  un  gran 
poder  descriptivo  que  se  estiende  a  los  hombres  i  a  la  natu- 
raleza. El  cuadro  de  la  junta  de  doctores  que  juzgan  i  con- 
denan el  proyecto  de  Colon,  contiene  retratos  admirables, 
que  tienen  todo  el  color  de  una  pintura.  La  descripción  de 
la  brújula  i  muchos  otros  pasajes,  incidentes  parciales  o 
episodios,  son  justamente  admirados.  "Pero  si  este  brillan- 
te poeta  ha  recibido  el  don  de  la  espresion,  dice  un  historia- 
dor de  la  literatura  contemporánea  de  Italia,  no  posee  el 
de  la  concepción  sino  en  una  proporción  insuficiente;  i  su 
poema  es  un  hermoso  templo  vacío,  al  cual  se  penetra  con 
respeto,  pero  que  no  se  puede  dejar  sin  esperimentar  un 
secreto  sentimiento  de  satisfacción  por  haber  salido  6". 

Uno  de  los  mas  ilustres  poetas  españoles  de  nuestros 
días,  don  Kamon  de  Campoamor,  intentó  también  cantar 


6  Améclée  Roux,  Histoire  de  lalitératture  itaíienae  contemporai- 
nc  (Paris,  1870),  lib.  III,  cap.  I,  páj.  287. 


54  ESTUDIOS    HÍSTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

a  Cristóbal  Colon  en  un  poema  épico.  Hallándose  de  gober- 
nador en  la  provincia  de  Valencia,  publicó  en  la  ciudad  de 
este  nombre,  en  1854,  un  volumen  que  lleva  este  título: 
Colon,  poema.  Está  dividido  en  dieciseis  cantos  de  corta 
estension.  La  escena  pasa  en  el  mar  durante  el  primer  viaje 
del  célebre  navegante,  que  es  el  asunto  del  poema;  pero,  por 
medio  de  episodios  mas  o  menos  bien  relacionados,  i  de  vi- 
siones poéticas,  pasa  en  revista  toda  la  vida  de  su  héroe, 
recuerda  muchos  sucesos  de  la  historia  de  Bspaña,  diserta 
sobre  varias  cuestiones  filosóficas,  morales  i  políticas,  i 
señala  la  importancia  que  aquel  sorprendente  descubri- 
miento debia  tener  en  el  porvenir.  Hai  ademas  episo- 
dios de  pura  imajinacion  i  estraños  al  asunto,  largas  refe- 
rencias a  la  historia  antigua,  la  personificación  de  algunas 
virtudes  i  otros  elementos  poéticos  que  no  siempre  son  fe- 
lices. Resulta  de  aquí  cierta  falta  de  plan  o  cierto  desorden 
que  fatiga;  i  aunque  el  poema  tiene  pasajes  notables  por  ki 
elevación  moral  i  por  el  sentimiento  poético,  se  puede  decir 
de  él  que  no  está  a  la  altura  del  asunto.  Entonces  fué  reci- 
bido con  frialdad,  i  aunque  mas  tarde  se  le  ha  reimpreso, es 
contado  en  segunda  fila  entre  las  obras  poéticas  de  este 
distinguido  autor. 

El  único  poema  referente  al  descubrimiento  del  Nuevo 
Mundo  que  conozcamos  en  lengua  portuguesa,  es  la  obra 
de  un  escritor  brasilero  de  nuestros  dias,  Manuel  de  Araujo 
Porto  Alegre,  nacido  en  la  provincia  de  San  Pablo,  en  el 
Brasil,  en  los  primeros  años  del  siglo  XIX  (1806).  Era  un 
pintor  de  cierta  nota  a  la  vez  que  hombre  de  estudio  i  poe- 
ta fecundo.  Preparaba  desde  años  atrás  su  poema  titulado 
Colombo  ,  i  aun  en  1851  publicó  algunos  cantos  en  los  pe- 
riódicos literarios;  ])ero  sólo  lo  dio  a  luz  en  1866  en  dos  vo- 
lúmenes impresos  en  Viena  i  dedicados  al  emperador  don 
Pedro  II.  Está  formado  por  cuarenta  cantos  i  por  un  es- 
tenso prólogo,  también  en  verso,  en  que  cuenta  la  toma 
de  Granada,  i  sirve  de  introducción  histórica. 

La  acción  del  poema,  complicada  i  confusa,  está  emba- 
razada con  digresiones  estrañas  al  asunto,   con  referencias* 


NOTICIA     BIBLIOGRÁFICA  55 


históricas  frecuentemente  difusas,  i  con  episodios  que,  como 
la  historia  de  los  incas,  no  tienen  un  feliz  enlace.  Así,  pues, 
aunque  no  faltan  pasajes  de  cierto  valor,  el  poema  como 
conjunto,  es  de  penosa  lectura,  i  no  despierta  el  interés  que 
debiera  inspirar  una  obra  digna  de  aquefla  grande  empresa. 
En  esta  larga  serie  de  poemas  que  hemos  examinado 
lijeramente,  no  hemos  hallado  ninguno,  no  diremos  que 
corresponda  a  las  reglas  tradicionales  dadas  por  la  antigua 
crítica  a  las  obras  de  esta  clase,  sino  que  reúna  el  interés, 
la  vida  i  la  grandiosidad  que  son  indispensables  en  una 
epopeya  ^.  El  célebre  crítico  Mackintosh,  en  un  artículo 
citado  anteriormente,  creia  en  1813  que  los  viajes  de  Colon 
no  serán  tema  de  un  verdadero  poema  épico  sino  en  un  leja- 
no porvenir,  cuando  este  continente  después  de  ser  teatro  de 
grandes  i  memorables  acontecimientos  que  hayan  creado 
nuevas  naciones,  contemple  el  descubrimiento  i  la  conquista 
envueltos  en  las  oscuridades  lejendarias.  Nosotros  que  pre- 
senciamos la  renovación  de  las  ciencias  históricas  i  que  las 
vemos  acercarse  a  la  seguridad  absoluta  al  referir  los  suce- 


7  En  esta  reseña  Ijibliográfica  de  los  poemas  a  que  ha  dado  orí- 
jen  el  descubrimiento  de  América,  no  hemos  querido  hablar,  como 
lo  hemos  dicho  mas  atrás,  sino  de  aquellos  que  hemos  podido  exa- 
minar por  nosotros  mismos,  i  que  sin  duda  constituyen  el  mayor 
número  entre  las  obras  de  esa  clase.  Sabemos  que  existen  algunos 
otros  que  sólo  mencionamos  por  vía  de  nota,  o  que  no  hemos 
nombrado.  Uno  de  ellos  es  La  Atlántida,  poema  catalán  por  don 
Jacinto  Verdaguer,  publicado  en  Barcelona  en  1877,  reimpreso 
allí  mismo  el  año  siguiente  con  una  traducción  castellana  de  don 
Melchor  Palau,  i  traducido  a  verso  castellano  por  don  Francisco 
Díaz  Carmona,  Madrid,  1884— En  1870  se  ha  publicado  en  Jéno- 
va  un  poema  titulado  La  Colomhiada,  endialectojenoves.  — Tam- 
poco hemos  logrado  ver  el  poema  Cristoforo  Colomho,  compuesto 
por  el  célebre  i  fecundo  poeta  bohemio  Luis  Augusto  P'rankl,  i 
publicado  en  Stuttgart  en  1836. 

El  número  de  odas  o  cantos  líricos  compuestos  en  honor  de  Co- 
lon, excede  a  cuanto  pueda  imajinarse.  Tenemos  notas  de  muchas 
de  ellas,  como  de  algunas  obras  dramáticas,  i  esas  notas  que  consi- 
deramos muí  incompletas,  se  refieren  a  mas  de  ochenta  piezas  de 
ambos  jéneros. 


56  ESTUDIOS     HISTÓRICOS-BIBLIOCRÁFICOS 

SOS  en  toda  su  verdad,  sin  oscuridades  ni  leyendas,  no  po- 
demos creer  que  no  llegará  jamas  para  la  América  el  perío- 
do previsto  por  el  crítico  ingles.  Nos  iniajinamos  por  esto 
que  si  el  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo  no  ha  dado 
oríjen  a  la  composición  de  un  poema  digno  de  tan  grande 
asunto,  es  porque  éste,  consignado  en  las  severas  pajinas  de 
la  historia,  es  por  sí  mismo  superior  a  toda  epopeya,  así 
como  un  héroe,  reducido  a  las  proporciones  de  la  mas  rigo- 
rosa verdad,  nos  interesa  mucho  mas  que  los  caracteres 
épicos  creados  por  los  mas  grandes  poetas. 

La  poesía  i  la  leyenda  han  pretendido  hacer  un  Cristóbal 
Colon  artificial.  Es  un  jenio  superior  a  la  naturaleza  huma- 
na, una  especie  de  visionario  sublime  que  bajo  una  influen- 
cia sobrenatural,  adivina  la  existencia  de  un  nuevo  hemis- 
ferio, lo  busca  con  fe  inquebrantable  i  lo  hace  salir  del  seno 
de  la  mar  tenebrosa.  Schiller,  uno  de  los  mas  grandes  poe- 
tas que  hayan  cantado  a  Colon,  lo  retrata  así  en  una  de 
sus  piezas  líricas:  ''¡Adelante,  atrevido  viajero!  Que  el  espí- 
ritu burlón  te  mire  con  desden:  que  el  piloto  que  está  en  el 
timón  deje  caer  su  mano  fatigada.  Boga  siempre,  siempre 
hacia  el  occidente!  Allí  se  mostrará  indispensablemente  la 
costa,  porque  al  fin  ella  se  estiende  distinta  i  brillante  a  los 
ojos  de  tu  jenio.  Confíate  al  dios  que  te  guía,  i  sigue  nave- 
gando en  el  océano  silencioso.  Aunque  ella  no  existicvse, 
saldria  ahora  del  seno  de  las  olas.  La  naturaleza  está 
aliada  al  jenio  por  un  pacto  eterno:  lo  que  éste  promete 
aquélla  lo  cumple." 

Esto  podrá  ser  mui  pintoresco  i  aun  podrá  encantar  a  la 
imajinacion;  pero  el  Colon  de  la  historia  es  mil  veces  rnas 
interesante.  Él  hombre  que  guiado  por  la  razón,  combi- 
nando las  nociones  científicas  de  su  tiempo,  cree  que  es 
posible  llegar  a  las  rejiones  del  oriente  navegando  hacia  el 
occidente,  que  acomete  esa  empresa  con  ánimo  resuelto, 
que  vence  todas  las  dificultades  que  le  opone  la  ignorancia, 
i  que  realiza  felizmente  aquella  empresa  memorable  entre 
todas  las  que  ha  ejecutado  la  humanidad,  es  sin  duda  mu- 
cho mas  grande  i  mucho  mas  verdadero  que  el  visionario 


NOTICIA     BIBLIOGRÁFICA  57 

sublime  que  se  supone  movido  por  inspiración  sobrenatu- 
ral. Por  eso,  el  descubrimiento  de  América  contado  en  la 
forma  seria  i  severa  de  la  historia,  tiene  mas  interés,  mas 
vida  i  mas  grandiosidad  que  todos  los  poemas  que  se  haa 
compuesto  sobre  el  mismo  asunto. 

La  historia  de  Cristóbal  Colon  contada  de  este  modo  es 
la  verdadera  epopeya  de  aquel  gran  acontecimiento.  Aun- 
que esa  historia  no  haya  llegado  a  una  forma  que  pueda 
considerarse  definitiva,  se  la  conoce  en  sus  rasgos  jenerales, 
en  su  espíritu  i  en  el  mayor  número  de  sus  accidentes.  La 
Vida  de  Cristóbal  Colon  por  Washington  Irving,  escrita 
hace  mas  de  vSesenta  años,  i  que  por  lo  mismo  debe  ser  com- 
pletada i  aun  modificada  en  algunos  puntos  con  todas  las 
adquisiciones  de  la  investigación  moderna,  es  un  cuadro 
mas  comprensivo,  mas  animado  i  mas  atrayente  que  todos 
los  poemas  que  pueda  crear  la  imajinacion.  *'E1  historiador 
es  el  único  poeta  de  los  grandes  hombres",  ha  dicho  un 
ilustre  escritor  de  nuestra  época.  I  ese  escritor  (Alfonso  de 
Lamartine)  que  fué  también  un  insigne  poeta,  ha  trazado 
tina  biografía  de  Colon  en  que  la  esposicion  ordenada  i  re- 
gular de  los  hechos,  tiene  mas  sentimiento  poético  que  to- 
dos los  poemas  a  que  ha  dado  oríjen  el  descubrimiento  del 
Nuevo  Mundo. 


EL  PROYECTO  ÜK  CANONIZAR  A  CRISTÓBAL  COLON 


'■Qui  découvrit  un  nouveau  monde? 
Un  fou  qu'on  raillait  en  tout  lieu. 

."Vieux  soldats  de  plomb  que  nous  sommes 
Au  cordeau  nous  alignant  tous, 
Si  des  rangs  sortent  quelques  hommes, 
Tous  nous  crions:  A  bas  les  fousl 
On  les  persécute,  on  les  tue; 
Sauf,  aprés  un  lent  examen, 
A  leur  dresser  une  statue, 
Pour  la  gloire  du  genre  humain." 

BÉKANGEK.    Les   foUS 


Cristóbal  Colon  pertenecia  al  número  de  aquellos  hom- 
bres inmensamente  superiores  cantados  por  Béranger,  a 
quienes  sus  contemporáneos  insultan  i  desprecian  porque 
no  pueden  comprenderlos,  i  a  quienes  la  posteridad  erije 
estatuas  cuando  su  gloria  irradia  sobre  todo  el  orbe,  i 
cuando  la  humanidad  disfruta  los  beneficios  alcanzados 
por  sus  teorías  sociales  i  filosóficas  o  por  sus  descubrimien- 
tos materiales. 

Esta  injusticia  de  los  hombres  que  amargó  la  existencia 


*  PvSte  artículo  se  publicó  en  1873,  en  la  Revista  de  Santiago, 
t,  II,  p.  653.  Se  reimprimió  con  algunas  agregaciones  en  los  Anales 
déla  Universidad  de  Chile,  1892,  p.  53-87. —(Nota  del  Recopilador). 


60  ESTUDIOS  HISTÓRICO-BIBLIOGRÁÍ'ICOS 

de  Colon  hasta  sus  últimos  dias,  i  que  durante  muchos 
años  amenguó  su  gloria,  tenia  razón  de  ser  en  los  tiempos 
en  que  esponia  sus  proyectos.  Por  mas  que  estos  proyectos 
estuvieran  fundados  en  la  razón  natural,  en  bases  científi- 
cas incontrovertibles,  conocidas  desde  tiempo  anticuo,  i  en 
la  opinión  de  sabios  que  debían  gozar  de  un  gran  prestijio, 
es  la  verdad  que  esos  fundamentos  no  podian  ser  del  domi- 
nio del  vulgo,  i  que  tenian  ademas  en  su  contra  ideas  arrai- 
gadas, a  las  cuales  se  les  daba  el  valor  de  dogmas. 

Cuando  Colon  se  presentó  a  los  reyes  de  España  para 
pedirles  los  ausilios  indispensables  con  que  hacer  su  viaje 
de  esploracion,  se  le  despachó  a  Salamanca,  la  ciudad  sabia 
por  excelencia  en  la  península  ibérica,  asiento  entonces  de 
una  antigua  i  famosa  Universidad.  Allí  iban  a  discutirse  las 
teorías  cosmográficas  de  Colon,  ante  una  junta  de  docto- 
res en  teolojía  convocada  espresamente  para  dar  sobre  ellas 
una  opinión  que  ilustrara  a  los  reyes.  Los  teólogos  nega- 
ron que  la  tierra  fuese  redonda,  i  que  en  caso  de  serlo  fuese 
posible  hacer  un  viaje  de  circunnavegación  sin  desprenderse 
de  ella  para  caer  en  los  espacios  sin  límites,  i  se  rieron  de  la 
existencia  de  los  antípodas,  es  decir,  de  hombres  que  habi- 
taran rejiones  en  que  era  preciso  andar  con  la  cabeza  para 
abajo  i  en  que  la  lluvia  i  el  granizo  cayesen  de  abajo  para 
arriba.  Después  de  dilatadas  i  maduras  discusiones,  el  pro- 
yecto de  Colon  fué  condenado  como  quimérico  por  los  doc- 
tores de  Salamanca  i. 


1  El  historiador  don  Juan  Bautista  Muñoz,  el  mas  circunspecto 
i  mejor  preparado  de  cuantos  escritores  españoles  han  pretendido 
referir  el  descubrimiento  i  conquista  de  América,  contando  estos 
hechos  en  el  §  28,  lib.  II  de  su  Historia  del  Nuevo  Mundo  (Madrid, 
1793),  dice  lo  que  sigue:  "Es  lástima  que  no  hayan  quedado  docu- 
mentos de  las  disputas  que  se  tuvieron  en  el  convento  de  los  domi- 
nicanos de  San  Estévan  (en  Salamanca),  para  formar  juicio  del 
estado  de  las  matemáticas  i  astronomía  en  aquella  Universidad, 
famosísima  en  el  siglo  XV.  Consta  que  Colon  sentaba  sus  propo- 
siciones, esponia  sus  fiíndamentos  i  satisfacia  a  las  dificultades. 
I  se  ha  conservado  la  memoria  de' varias  objeciones  ridiculas,  dig 


BL    PROYECTO    DB   CANONIZAR    A    CRISTÓBAL    COLON  61 


Por  absurdos  que  parezcan  en  nuestros  días  los  funda- 
mentos de  esta  condenación,  es  preciso  confesar  que  ella 
está  dentro  de  la  lójica  de  las  ciencias  corrientes  del  siglo 
XV.  Los  doctores  de  Salamanca  consideraban  error,  i 
error  incuestionable,  toda  noción  científica  que  no  estuvie- 
ra contenida  en  la  Biblia;  i  en  los  casos  dudosos,  buscaban 
no  la  esplicacion  racional  que  puede  convencer  a  los  espíri- 
tus libres  de  preocupaciones,  sino  los  libros  que  nos  lega- 
ron los  santos  padres.  Los  teólogos  de  Salamanca  no  ha- 
llaron en  la  Biblia  una  sola  palabra  que  apoyase  las  doc- 
trinas de  Colon:  allí  no  se  habla  ni  de  la  redondez  de  la 
tierra,  ni  de  la  existencia  de  los  antípodas.  En  cambio,  dos 
de  los  mas  afamados  espositores  de   la  doctrina  bíblica, 


ñas  de  idiotas  destituidos  de  los  elementos  de  la  esfera.  A  la  breve- 
dad i  facilidad  de  la  navegación  a  la  India,  se  opuso  que  por  ven- 
tura se  hallaria  el  mar  elevado,  i  seria  como  subir  cuesta  arriba: 
que  era  enorme  la  grandeza  del  océano,  i  no  bastarían  tres  años 
para  llegar  al  fin  del  oriente.  Mayor  desatino  se  juzgaba  el  descu- 
brimiento de  las  tierras  occidentales,  ignoradas  de  tantos  sabios 
como  había  producido  el  mundo,  no  siendo  posible  que  supiese 
mas  un  nuevo  nave^jante;  i  cuando  las  hubiese,  serian  ir)liabitables 
o  desiertas,  porque  la  especie  iiamana  :a!>a  reducida  a  la  parte 
del  erlobo  descrita  por  Ptolomeo,  i  San  Agustiri  negaba  la  existen- 
cia de  las  antípodas". 

Esa  junta  debió  celebrarse  en  el  invierno  de  14S8-87,  durante 
el  cual  la  corte  residió  en  Salamanca.  Aunque  en  las  primitivas 
relaciones  históricas  se  daba  cuenta  de  las  objeciones  que  se  ha- 
cian  al  proyecto  de  Colon,  la  primera  noticia  que  se  ha  dado  de 
esa  junta  se  halla  en  frai  Antonio  de  Rkxiesal,  Historia  de  ¡a  pro- 
vincia de  San  Vicente  de  Cliiapa,  Madrid,  1619,  lib.  II,  cap  VII, 
páj.  52,  donde  se  dice  que  Colon  "comenzó  a  proponer  sus  discur- 
sos i  fundamentos,  i  en  sólo  los  frailes  de  San  Estévan  halló  aten- 
ción i  acojida...  I  con  el  favor  dt^  hís  relijiosos  redujo  a  su  opinión 
los  mayores  letrados  de  la  escuela."  Estas  palabras,  escritas  siglo 
i  cuarto  después  de  los  sucesos  a  que  se  refieren;  i  sin  presentar 
fundamento  alj^uno  en  su  ap:)yo,  han  sido  miradas  con  desconfian- 
za por  la  crítica,  i  como  una  invención  de  un  relijioso  dominicano 
en  favor  de  la  orden  a  que  pertenecía.  Menos  caso  se  ha  hecho  de 
las  informaciones  que  en  este  sentido  ha  dado  don  Fernando  Pi- 
ZARKo  I  Okellana  en  el  cap.  IIÍ  de  sus  Varones  ilustres  del  Nuevo 


62  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


San  Agustín  i  Lactancio  '^,  condenan  terminantemente  esas 
teorías  como  una  invención  absurda  de  los  filósofos  de  la 
antigüedad  griega,  i  como  un  error  contrario  a  los  libros 
sagrados.  Si  desde  el  o  unto  de  vista  puramente  humano  se 
creia  que  la  ciencia  de  tantos  siglos  no  baVia  podido  dejar 
sin  resolver  el  problema  que  ahora  pretendía  esplicar  un 
oscuro  navegante,  colocando  la  cuestión  en  el  terreno  de 
las  discusiones  relijíosas,  se  juzgaba  que  Colon  no  podía  te- 
ner razón  contra  los  padres  de  la  iglesia. 


Mundo,  Madrid,  1639,  porque  este  libro,  del  mas  escaso  valor 
histórico,  contiene  numerosos  errores  i  no  se  recomienda  por  la  in- 
vestigación. En  cambio  de  esto,  Bartolomé  de  Las  Casas,  escri- 
biendo su  Historia  de  Indias,  dice  en  el  lib.  I,  cap.  XXXII,  tomo  I, 
páj.  250,  que  tenia  en  sus  manos  una  carta  escrita  por  Colon  en  la 
isla  Española,  en  que  se  hallan  estas  palabras:  "Ya  saben  Vues- 
tras Altezas  que  anduve  siete  años  en  su  corte  importunándoles 
por  esto;  nunca  en  todo  este  tiempo  se  halló  piloto,  ni  marinero, 
ni  filósofo,  ni  de  otra  ciencia  que  todos  no  dijesen  que  mi  empresa 
era  falsa,  que  nunca  hallé  ayuda  de  nadie,  salvo  de  frai  Antonio 
de  Marchena,  después  de  aquella  de  Dios  eterno,  etc.;  i  mas  abajo 
dice  otra  vez,  agrega  Las  Casas,  que  no  hubo  persona  que  no  lo 
tuviese  a  burla,  salvo  aquel  padre  frai  Antonio  de  Marchena." 

Algunos  escritores  españoles  de  nuestros  días  han  pretendido 
rectificar  o  condenar  como  falso  cuanto  se  ha  contado  hasta  aho- 
ra sobre  la  célebre  junta  de  Salamanca.  Hemos  examinado  dos  de 
esas  puVjlicaciones,  Colon  en  España,  Madrid,  1884,  por  don  To- 
mas RoDKiouHZ  PiNiLLA  (véase  particularmente  la  pajina  243),  i 
Colon  en  Sahimanca  o  el  huésped  de  San  Esteran,  por  don  Alejan- 
dro de  la  ToRRK  i  Velrz,  canónigo  doctoral  de  Salamanca,  Huel- 
va,  1885.  La  refutación  que  allí  se  hace,  nos  ha  parecido  poco  con- 
vincente, i  en  todo  caso  se  referiría,  nó  al  hecho  principal,  sino  a 
algunas  incidencias.  Aceptando  las  refutaciones  hechas,  la  llama- 
da junta  de  Salamanca  no  habría  tenido  el  carácter  oficial  i  solem- 
ne que  se  le  atribuye,  i  en  esas  conferencias  Colon  habría  logrado 
interesar  a  los  dominicanos  de  San  Estévan  en  favor  de  sus  pro- 
yectos; i  la  junta  de  doctores  en  que  éstos  fueron  desaprobados, 
se  habría  verificado  en  la  ciudad  de  Córdoba,  lo  que  no  altera  el 
fondo  histórico  de  ese  rechazo. 

2  He  aquí  textualmente  la  opinión  de  estos  dos  padres  de  la 
iglesia. 

San   AousTi.x,  en   su   libro   titulado    La    ciudad   de  Dios,    lib. 


EL   PROYECTO    DE   CANONIZAR    A    CRISTÓBAL    COLON  6B 

A  pesar  de  todo,  Colon  que  había  conseguido  interesar 
a  los  reyes  en  favor  de  sus  proyectos,  emprendió  el  viaje 
inas  memorable  que  recuerda  la  historia  de  la  humanidad. 
En  vez  de  llegar  a  las  rejiones  orientales  del  Asia,  como  ha- 
bía anunciado,  descubría  un  Nuevo  Mundo  de  cuya  exis- 
tencia no  se  tenia  noción  alguna.  En  el  momento  se  vio 
colmado  de  aplausos  i  de  honores;  pero  la  prosperidad  que 
le  crearon  sus  descubrímentos,  fué  de  muí  corta  duración. 
*'Su  larga  carrera  ofrece  apenas  seis  o  siete  años  de  conten- 
to i  de  felicidad.  Vivió   bastante  tiempo  entre   los  hombres 


XVI,  cap.  IX  se  espresa  en  estos  términos:  **Por  lo  que  res- 
pecta a  lo  que  se  nos  cuenta  de  que  hai  antípodas,  es  decir, 
hombres  cuyos  pies  están  opuestos  a  los  nuestros,  i  que  habitan 
en  esa  parte  de  la  tierra  en  que  el  sol  se  levanta  cuando  se  pone 
para  nosotros,  no  hai  razón  éilguna  para  creerlo.  Esta  aserción 
no  está  apoyada  en  ningún  conocimiento  histórico,  sino  en  supo- 
siciones i  conjeturas  que  suponen  que  la  tierra  es  redonda  i  que 
está  suspendida  en  el  aire,  imajinándose  que  la  parte  que  está 
bajo  nuestros  pies,  no  carece  de  habitantes.  Pero  ellos  no  con- 
sideran que  aun  suponiendo  que  la  tierra  es  redonda,  no  se  se- 
guiría que  la  parte  opuesta  deje  de  estar  cubierta  de  agua.  Por 
otra  parte,  i  aunque  no  lo  estuviese,  no  habría  necesidad  de  que 
fuera  habitada,  puesto  que  están  en  contra  por  una  parte  la  Es- 
critura, cuyas  predicciones  cumplidas  ya,  atestiguan  la  veracidad 
en  lo  que  respecta  al  pasado,  i  por  la  otra,  hai  un  absurdo  en  de- 
cir que  algunos  hombres  han  atravesado  una  estension  de  mar 
tan  considerable  para  ir  a  poblar  en  otra  parte  del  mundo." 

Mas  esplícito  es  todavía  Lactancio.  En  su  tratado  de  las  Insti- 
tuciones divinas,  lib.  III,  cap.  XXIV,  no  sólo  condena  las  teorías 
de  los  filósofos  griegos  sobre  la  redondez  de  la  tierra  i  la  existen- 
cia de  los  antípodas,  sino  que  se  burla  de  ellos  en  nombre  de  la  ra- 
zón i  del  simple  sentido  común.  "Los  que  creen  que  hai  antípodas, 
dice,  ¿sostienen  un  pensamiento  razonable?  ¿Hai  alguien  bastante 
estravagante  que  pueda  persuadirse  que  tengan  los  pies  para  arri- 
ba i  la  cabeza  para  abajo,  que  hai  países  en  que  las  yerbas  i  los 
árboles  crecen  descendiendo,  i  qie  la  lluvia  i  el  granizo  caen  su- 
biendo?... Busquemos  la  fuente  de  este  error,  i  encontraremos  sin 
duda  que  procede  de  la  misma  causa  c[ue  los  otros.  Cuando  los 
filósofos,  engañados  por  la  sombra  de  la  verosimilitud,  han  admi- 
tido una  vez  un  falso  principio,  es  menester  también  que  admitan 
las  consecuencias  que  sacan  de  él.  Caen  de  error  en  error:  abrazan 


64  ESTUDIOS  HISTÓRICO-BÍBLIOGRÁFICO  S 

para  esperimentar  lo  que  la  superioridad  tiene  de  importu- 
no, i  cuan  difícil  es  ilustrar  la  vida  sin  turbarla  i  sin  com- 
prometer el  reposo  ^. 

La  injusticia  de  los  hombres  que  amargó  los  últimos 
años  de  la  vida  de  Colon,  se  ejercitó  también  durante  lar- 
go tiempo  sobre  su  memoria.  La  fama  de  sus  compañeros 
i  sucesores  en  la  carrera  de  los  descubrimientos,  i  luego  la 
de  los  audaces  i  brillantes  conquistadores  que  establecie- 
ron la  dominación  española  en  las  diversas  rejiones  del 
Nuevo  Mundo,  oscurecieron  poco  a  poco  la  gran  figura  his- 
tórica del  que  habia  abierto  el  camino  para  aquellas  mara- 
villosas empresas.  El  continente  recien  hallado  no  recibió 
el  nombre  de  su  glorioso  descubridor.  El  bachiller  Martin 


indiscretamente  el  priniiíro;  i  en  lugar  de  examinar  el  segundo  que 
se  presenta,  lo  sostienen  por  tOila  especie  de  medios  en  vez  de  juz- 
gar el  primero  por  el  segundo.  ¿Cómo  se  han  empeñado  en  soste- 
ner que  hái  antípodas?  Observando  el  movimiento  i  el  curso  de 
los  astros  han  visto  que  el  sol  i  la  luna  se  ponen  siempre  por  el 
mismo  lado,  i  salen  siempre  por  el  lado  opuesto.  Pero,  no  pudien- 
do  descubrir  el  orden  de  su  marcha,  ni  adivinar  cómo  pasaban  del 
occidente  al  oriente,  han  imajinado  que  el  cielo  era  redondo;  que 
el  mundo  también  lo  era  como  una  bola,  que  el  cielo  jiraba  conti- 
nuamente arrastrando  consigo  el  sol  i  los  astros.  Siendo  redondo 
el  cielo,  era  menester  que  la  tierra,  que  está  encerrada  dentro  de  él 
fuese  redonda  también.  Si  la  tierra  es  redonda,  debe  mirar  al  cie- 
lo por  todos  lados,  i  le  opone  por  todas  partes  mares,  llanuraá  i 
montañas.  I  de  aquí  se  ha  seguido  que  no  ha¡  ninguna  parte  que 
no  sea  habitada.  Véase  cómo  la  redondez  que  se  atribuye  al  cielo, 
ha  dado  ocasión  a  inventar  los  antípodas.  Cuando  se  pregunta  a 
los  que  defienden  estas  opiniones  monstruosas  cómo  puede  suce- 
der que  estando  sobre  la  tierra  no  caigan  hacia  el  cielo,  responden 
que  es  por  que  los  cuerpos  pesados  tienden  siempre  hacia  el  cen- 
tro como  los  radios  de  una  rueda.  Confieso  que  no  sé  qué  decir  di 
esas  personas  que  permanecen  encaprichadas  en  sus  errores,  i  que 
sostienen  sus  estravagancias,  si  no  es  que  cuando  disputan  no  tie- 
nen otro  objeto  que  divertirse  i  hacer  ostentación  de  su  injenio. 
Me  seria  fácil  probar  con  argumentos  irresistibles  que  es  imposi- 
ble que  el  cielo  rodee  a  la  tierra  por  todas  partes." 

3  HuMBOLDT,  ExAmen  critique  de  Vhistoire  de  la  géographie  da 
nouveau  continent,  Peiris,  1837,  tom.  IV,  páj.  9. 


EL   PROYECTO    DE    CANONIZAR    A   CRISTÓBAL    COLON  65 

Fernández  de  Enciso,  que  indudablemente  había  conocido 
a  Colon,  i  que  por  haber  residido  muchos  años  en  las  nue- 
vas posesiones  de  América  estaba  mui  al  cabo  de  su  descu- 
brimiento, es  autor  del  primer  tratado  español  de  jeogra- 
fía  que  contiene  la  descripción  de  estos  paises,  i  en  él  se  ha 
guardado  de  nombrar  a  su  descubridor  4.  "Entre  los  va- 
rios espedientes  empleados  para  rebajar  a  Colon  por  los 
que  estaban  envidiosos  de  su  gloria, '  dice  Washington  Ir- 
ving,  uno  fué  dirijido  a  destruir  todo  su  mérito  de  orijinal 
descubridor.  Se  contó  que  habia  recibido  informes  acerca 
de  la  existencia  de  tierras  en  las  partes  occidentales  del 
océano,  de  un  piloto  que  habia  sido  arrojado  a  ellas  por 
los  fuerte?  vientos  del  este,  i  que  a  su  vuelta  a  Europa  ha- 
bia muerto  en  casa  de  Colon  dejando  en  poder  de  éste  la 
carta  i  diario  de  su  viaje,  por  los  cuales  se  guió  en  sus  des- 
cubrimientos el  célebre  navegante."  Esta  invención  circu- 
laba jeneralmente  en  España  desde  principios  del  siglo  XVI. 
La  recuerdan  los  historiadores  Oviedo  i  Las  Casas  sin  dar- 
le crédito,  i  aun  negando  su  autenticidad  ^.  En  1552,  López 
de  Gomara,  el  capellán  de  Cortes,  cronista  poco  escrupulo- 
so en  la  elección  de  sus  noticias,  pubHcando  su  Historia  de 
las  Indias,  asienta  que  aquel  hecho  fué  efectivo,  si  bien  sólo 
se  tenian  acerca  de  él  noticias  vagas  i  contradictorias  ^. 
Otro  cronista,  que  goza  jeneralmente  de  cierto  prestijio 
tradicional,  i  que  sin  embargo  es  todavía  menos  escrupu- 


4  Fernández  de  Enciso,  Suma  de  jeografía  que  trata  de  todas 
las  partes  i  provincias  del  mundo,  Sevilla,  1519. 

5  Gonzalo  Fernández  de  Oviedo,  Historia  jeneral  i  natural  de 
Indias,  lib.  II,  cap.  II,  tomo  I,  páj.  13  de  la  real  academia  de  la 

historia,  Madrid,  1851 Bartolomé  de  las  Casas,  Historia  de  las 

Indias,  lib.  I  cap.  XIV,  tom.  I,  páj.  103  i  siguientes,  Madrid,  1875. 

6  Francisco  López  de  Gomara,  Historia  de  las  Indias,  §  13, 
páj.  165,  en  la  edición  de  los  Historiadores  primitivos  de  Indias 
de  la  Biblioteca  de  autores  españoles  deRivadeneira  (tomo  XXII). 
La  opinión  que  damos  en  el  texto  sobre  el  valor  histórico  de  Go- 
mara, es  la  de  todos  los  que  han  tenido  que  estudiar  sus  obras 
con  alguna  prolijidad.  "Tenia  Gomara  doctrina  i  estilo,  dice  don 

TOMO  VI  5 


66  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

loso  que  Gomara  para  aceptar  anécdotas  e  invenciones 
desautorizadas,  dio  gran  desarrollo  a  la  de  ese  pretendido 
viaje  de  un  piloto  español,  creó  para  él  el  nombre  de  Alon- 
so Sánchez  de  Huelva,  i  fijó  el  año  de  1484  para  colocar 
esa  aventura  ^.  Esa  invención  corrió  después  en  muchos  li- 
bros; i  hoi  mismo,  cuando  la  crítica  histórica  parecía  ha- 
berla relegado  a  un  justo  olvido,  hemos  visto  un  escrito  re- 
ciente que  pretende  rehabilitarla  sin  fundamento  alguno 
razonable,  i  sin  mas  apoyo  que  el  rumor  vulgar  de  que  ha- 
blaban los  antiguos  cronistas  ^. 

Los  celos  i  rivalidades  nacionales  parecieron  también 
empeñarse  en  rebajar  ia  gloria  de  Colon.  Así  es  como  el 
eminente  historiador  portugués  Joao  de  Barros  que  publi- 
caba en  1552  la  primera  parte  de  sus  famosas  Decadas  de 
Asia,  al  destinar  un  capítulo  a  las  complicaciones  nacidas 
entre  la  España  i  el  Portugal  con  motivo  de  los  nuevos 
descubrimientos,  habla  de  "hum  Christovao  Colom",  cu- 
yas proposiciones  habia  desechado  el  soberano  portugués 
"porque  vía  en  este  Christovao  Colom,  homen  falladore 
glori(íso  em  mostrar  suas  habilidades,  e  mais  fantástico  e 
de  imagina9oes  com  sua  Ilha  Cypango  que  certo  no  que 
dizia"  9.-_"íh;s  digno  de  notarse,   dice   Humboldt,  que   Ba- 


Juaii  Bautista  Muñoz,  Historia  del  Nuevo  Mundo,  prólogo,  páj. 
XVIII,  pero  empleóse  en  ordenar  sin  discerniniiento  lo  que  halló 
escrito  por  sus  antecesores,  i  dio  crédito  a  patrañas  no  ¡sólo  falsas 
sino  inverosímiles  " 

7  Gakcilaso  dk  la  Vkga,  Comentarios  reales  délos  Incas,  Lis- 
boa, 1609,  libro  I,  cap.  III  Washington  Ikvíng  en  el  apéndice  IX 
de  su  inajistral  Historia  de  la  vida  i  viajes  de  Cristóbal  colon,  ha 
analizado  prolijamente  esta  invención,  recordando  a  muchos  de 
los  cronistas  i  escritores  que  la  han  repetido.  Debemos  advertir 
que  en  la  traducción  castellana  que  corre  de  esta  obra,  ese  apéndi- 
ce está  abreviado. 

^  Cristóbal  Colon  i  Alonso  Sánchez,  o  el  primer  descubrimiento 
del  Nuevo  Mundo,  por  ej  presbítero  doctor  don  Baldomcro  de  Lo- 
renzo I  Lkal,  Jerez  de  la  Frontera,  1892. 

í)  Joao  de  Barros,  Da  Asia,  dec.  I,  lib.  III,  cap.  XI.  En  la  edi- 
ción real  de  esta  obra,  Lisboa,  1787,  que  es  la  que  tengo  a  la  vis- 
ta, este  capítulo  ocupa  las  pajinas  247  -55  del  tomo  I. 


EL   PROYHCrODB   CANONIZAR    A    CRISTÓBAL   COLON  67 

rros  no  habla  de  Colon  en  ninguna  parte  de  su  hermosa 
obra,  como  de  un  hombre  de  alguna  importancia"  ^^. 

Pero  la  justicia  de  la  posteridad  no  podia  dejar  de  abrir- 
se camino.  En  el  principia,  fueron  los  italianos  los  mas  em- 
peñados en  esta  obra  de  reparación.  En  un   artículo  que 
hemos  publicado  mas  atrás,  puede  verse  lo  que  en  15  L6  es- 
cribía Agostino  Giustiniani,  el  primero  de  los  biógrafos  de 
Colon.   En  1551  se  daba  a  luz  en  Venecia  la  historia  latina 
de  esta  República,  que  dejó  escrita  el  cardenal  Pietro   Bem- 
bo,  muerto  cuatro  años  antes;  i  uno  de  sus  doce  libros, 
casi  todo  entero,  estaba  destinado  a  referir  el  descubri- 
miento  del   Nuevo   Mundo   por  Cristóbal  Colon,  "la  mas 
grande  de  las  cosas,  decia  Bembo,  que  en  edad   alg^una  ha- 
yan  conseguido  ejecutar  los  hombres."    Recordando   las 
persecuciones  de  que  Colon  fué  víctima,  un  viajero   milanes 
que   habla  residido  catorce  años  en   América,  escrilña  en 
1565  estas  palabras:  ''Si  Colon   hubiese  vivido  eri  tiempo 
de   los  antiguos  griegos  i  romanos,  o  a  lo  menos  entre  jen- 
tes  jenerosas  i  liberales,  se  le  habrian  levantado  estatuas  i 
quizás  templos,  i  se  le  habrían   tributado  honores  divi- 
nos" ^^.  Tasso,  el  insigne  cantor  de   La  Gerusalemme  libe- 
rata,  pone  en  boca  de  una  mujer  misteriosa  que   guia  en  el 
mar  a  un  puñado  de  guerreros  cristianos,  estas   palabras: 
*'Dia  vendrá  en  que  las  columnas  de   Hércules    (el   estrecho 
de  Jibraltar)  serán  una    fábula  despreciada  por  los  iiave- 
gantes.  I  esos  mares  lejanos,  hoi   dia  sin   nombre,   esas  na- 
ciones desconocidas  todavía  serán  célebres  entre  nosotros. 
La  mas  atrevida  de  las   naves  dará  la  vuelta  de  los  mares: 
vencedor  de  todos  los  obstáculos  i  rival  del  sol,    medirá   la 
inmensa  estension  de  la  tierra.  Un  hijo  de  la  Liguria  osará 
el  primero  abrir  ese  camino  desconocido.  Ni   los   bramidos 
amenazadores  del  viento,  ni  el   mar  inhospitalario,    ni   las 
incertidumbres  de  los  climas  desconocidos,  ningún  peligro, 


10  HüMBoLDT,  Examen  critique  etc.,  tomo  IV,  páj.  27. 

11  Girolamo  BE^'Z()NI,  Historia  del  Mondo  iVuoro,  Venezia,  1565, 
lil)   I,  cap.  XII. 


68  ESTUDIOS    HISTÓRlCO-BlBLlOtlEÁFICOS 


ningún  espanto  de  los  mas  terribles  i  formidables  podrán 
trabar  su  jeneroso  coraje.  Tú  desplegarás  ¡oh,  Colon!  tus 
velas  afortunadas  hacia  un  nuevo  polo  tan  lejano  que  ape- 
nas la  fama  que  tiene  mil  ojos  i  mil  alas,  podrá  seguir  tu 
vuelo"  12. 

Al  fin,  la  verdad  histórica  recobró  sus  derechos  inaliena- 
bles. A  las  crónicas  primitivas  sucedieron  otras  mejor  pre- 
paradas, i  luego  obras  concebidas  con  un  verdadero  espíri- 
tu filosófico,  con  investigación  mas  vasta  i  variada,  i  con 
formas  literarias  correctas  i  atrayentes.  Las  historias  de 
Robertson  i  de  Muñoz  en  el  último  tercio  del  siglo  anterior^ 
la  colección  de  documentos  dispuesta  por  Fernández  de  Na- 
varrete,  la  vida  de  Colon  por  Washington  Irving,  i  las  eru- 
ditas i  sagaces  observaciones  críticas  de  Humboldt,  para 
no  citar  mas  que  los  principales  entre  esos  trabajos,  ha- 
bian  echado  antes  de  mediados  del  siglo  XIX,  luz  abun- 
dante sobre  la  historia  del  descubrimiento  de  América^ 
abriendo  el  camino  a  nuevos  estudios  de  verdadera  i  sólida 
erudición,  para  esclarecer  los  puntos  sobre  los  cuales  se 
suscitaban  dudas,  i  para  construir  la  historia  definitiva  de 
aquellos  grandes  acontecimientos. 

En  esas  circunstancias  se  produjo  un  incidente  de  carác- 
ter literario  que,  sin  desviar  el  rumbo  trazado  a  estos  estu- 
dios históricos  por  el  espíritu  de  crítica  razonada  i  filosófi- 
ca, habia  de  orijinar  cierto  ruido.  Un  escritor  francés,  lla- 
mado Antonio  Francisco  Roselly  ^^,  que  solo  habia  publi- 
cado algunas  obras  del  mas  exaltado  misticismo  {El  Cris- 
to ante  el  siglo,  (1835),  De  la  muerte  antes  del  hombre  i  del 
pecado  orijinal  (1841),  De  la  mujer  i  de  la  serpiente  (1842 )► 
dio  a  luz  en  Paris,  en  1845,  otro  libro  de  esta  clase  con  el 
título  de  La  croix  dans  les  deux  mondes,  i  allí,  en  el  capítu- 
lo Xll,  después  de  contar  a  grandes  rasgos  i  sin  mucho  es- 

i^  Jerusakmme  literata  (1575),  canto  XY,  oct.  30,  31  i  32. 

13  El  apellido  de  Lorgues  que  agrega  a  su  nombre,  es  el  de  la 
ciudad  de  su  residencia  en  el  departamento  del  Var.  En  sus  últi- 
mas obras,  M.  Roselly  de  Lorgues  se  daba  el  título  de  conde;  pero 
éste  no  era  hereditario,  sino  de  concesión  romana. 


BL   PROYECTO    DE   CANONIZAR   A   CRTSTÓRAL   COLON  69 

tudio,  la  historia  del  descubrimiento  de  América,  proclama 
la  santidad  de  Cristóbal  Colonia.  Ese  escrito  pasó  casi  desa- 
percibido; pero  su  autor,  insistiendo  mas  empeñosamente 
en  su  propósito,  se  preparó  a  escribir  una  historia  comple- 
ta de  Colon  para  demostrar  en  ella  la  santidad  del  carác- 
ter de  éste  i  la  misión  providencial  que  desempeñó.  Roselly 
de  Lorgues  comunicó  su  proyecto  a  los  dignatarios  de  la 
iglesia  a  quienes  creia  interesados  en  esta  obra  llamada  de 
rehabilitación.  "Cuando  se  hayan  dado  a  luz  todos  los  do- 
cumentos que  se  refieren  al  descubrimiento  del  Nuevo  Mun- 
do por  Cristóbal  Colon,  le  contestó  el  papa  Pió  IX  en  bre- 
ve de  10  de  diciembre  de  1851,  aparecerá  de  manifiesto, 
como  lo  afirmáis  con  razón,  que  Cristóbal  Colon  ejecutó 
sus  proyectos  bajo  el  impulso,  con  el  concurso  de  la  santa 
sede  i  con  el  celo  del  clero  por  principal  ausiliar."  El  padre 
Ventura  de  Ráulica,  para  apoyar  la  rehabilitación  prome- 
tida por  Roselly  de  Lorgues,  publicó  en  1S53  un  opúscu- 
lo que  lleva  el  título  de  Cristóbal  Colon  restituido  a  la 
iglesia. 

Roselly  de  Lorgues  carecia  de  la  preparación  convenien- 
te para  la  empresa  que  habia  acometido.  Tenia  un  conoci- 
miento superficial  e  incompleto  de  la  historia  i  de  la  htera- 
tura  de  España,  i  casi  ninguno  de  la  lengua  castellana. 
Para  leer  los  antiguos  cronistas  o  los  documentos  colec- 
cionados por  Navarrete,  tuvo  que  recurrir  a  las  traduccio- 
nes francesas,  muchas  veces  simples  abreviaciones  no  siem- 
pre fieles  al  orijinal;  i  cuando  quiso  usar  i  trasladar  un 
texto  castellano,  lo  desnaturalizó,  como  desnaturalizaba 
los  nombres  propios.  Roselly  de  Lorgues  anunciaba  que 
por  primera  vez  se  iba  a  tener  una  historia  del  descubri- 
miento del  Nuevo  Mundo,  porque  todos  los  que  hasta  en- 
tonces habian  escrito  sobre  esos  grandes  hechos,  no  habian 


14  Se  juzgará  del  espíritu  de  este  libro  recordando  que  en  el  ca- 
pítulo XIII  Roselly  de  Loro^ues  sostiene  la  ''probabilidad  de  que  el 
Evanjelio  fué  predicarlo  eatre  los  americ mos  antes  del  descubri- 
miento de  s\i  continente." 


70  ESTUDIOS    HÍSTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


comprendido  la  verdadera  misión  de  Cristóbal  Colon,  i  ha- 
bían obedecido  a  móviles  mezquinos  o  a  pasiones  de  secta. 
La  publicación  de  Christophe  Colomb,  histoire  de  sa  vie 
et  de  ses  vojasfes  d'aprés  desdocuments  aathentiqaes  tires 
d^Espagne  et  d'Italie  por  Roselly  de  Lorgues,  Paris,  1856, 
debió  ser  una  decep:ion  para  los  que  esperaban  alguna  no- 
vedad. Desde  luego,  el  mismo  autor  declaraba  que  se  habia 
^'abstenido  de  pintar  el  estado  de  los  paises  que  Colon  des- 
cubrió i  que  observó  antes  que  ningún  otro.  Los  detalles 
de  su  administración,  las  consideraciones  científicas  que 
parecen  desprenderse  naturalmente  de  sus  viajes,  agrega  el 
autor,  nos  son  igualmente  prohibidos  por  la  estrechez  del 
cuadro  en  que  hemos  debido  resumir  los  rasgos  de  esta 
noble  existencia."  Pero,  dentro  de  este  cuadro  así  limita- 
do, el  libro  de  Roselly  de  Lorgues  no  contenia  ninguna  no- 
vedad de  carácter  histórico.  No  hai  en  sus  dos  volúmenes 
un  solo  hecho  cierto  que  no  hubiera  sido  contado  anterior- 
mente por  la  jeneralidad  de  los  historiadores,  i  que  no  se 
halle  mas  claramente  espuesto  en  la  obra  majistral  de 
Washington  Irving.  De  la  misma  manera,  no  ha  exhibido 
o  citado  un  sólo  documento  que  no  hubiera  sido  ya  publi- 
cado por  Sportono  i  p  )r  Navarrete.  '*Lo  que  de  este  orí- 
jen  se  separa,  dice  un  reciente  i  distinguido  biógrafo  de  Co- 
lon, lo  que  no  se  apoya  en  esas  autoridades,  es  hijo  de  la 
imajinacion  de  Roselly  de  Lorgues,  producto  de  su  ardien- 
te fantasía,  pura  novela  o  falsedad  palmaria,  que  convier- 
ten su  libro  en  obra  de  grata  lectura,  mas  sin  poder  aspirar 
al  título  de  historia,  ni  enseñar  cosa  alguna  que  no  se  supie- 
ra por  todos  en  Europa  i  en  América"  ^-K 


15  Don  José  VTaría  Ashmsio,  Cristóbal  Colon,  si  vida,  sus  viajes, 
sus  descubrimientos,  Barcelona,  sin  fecha  de  impresión,  tomo  1, 
introducción,  pajina  LXXí.  Dos  pajinas  mas  atrás,  dice  este  au- 
tor que  aunque  en  su  sentir  el  libro  de  Roselly  de  Lorgues  "no 
debe  figurar  nunca  entre   las  obras  ienuinamente   históricas,  sino 

entre  las  de  apacible  entretenimiento   i  amena   lectura ,   no  es 

posible  dejar  de  hablar  de  ella  con  algún  detenimiento,  porque  a 
pesar  de  su  verdadero  descrédito,  todavía   hace    mui  poco  tiempo 


BL   PROYECTO    DE    CANONIZAR    A    CRISTÓBAL    COLON  71 

Pero  si  en  este  libro  no  hai  novedad  alguna  de  valor  his- 
tórico, la  hai  en  el  falseamiento  de  los  hechos  i  de  los  docu- 
mentos, i  en  la  manera  de  sacar  de  ellos  las  deducciones 
mas  estrañas,  i  con  frecuencia  mas  contrarias  a  su  natural 
sentido.  "El  que  no  cree  en  lo  sobrenatural,  dice  el  autor, 
no  puede  comprender  a  Colon",  concepto  con  que  pretende 
condenar  todo  lo  que  se  ha  escrito  de  mas  serio  i  funda- 
mental sobre  la  historia  del  descubrimiento  del  Nuevo 
Mundo,  i  que  anuncia  el  hacinaniieato  de  prodijios  que  ha 
reunido  en  su  libro  i^.  Roselly  de  Lorgues  declara  franca- 
mente que  él  no  escribe  con  el  espíritu  sino  con  el  corazón, 
i  este  sistema  le  permite  dar  rienda  suelta  a  su  imajinacion, 
como  vamos  a  verlo  con  algunos  ejemplos. 

Se  sabe  que  después  de  la  muerte  de  Colon,  su  hijo  lejíti- 
mo  i  heredero  don  Diego,  tuvo  que  sostener  un  pleito  con 
la  corona  para  que  se  le  pusiera  en  posesión  de  los  honores 
i  emolumentos  ofrecidos  a  su  padre.  En  ese  juicio  ruidosí- 
simo, se  trató  de  negar  a  Colon  hasta  la  prioridad  del  des- 
cubrimiento, sosteniéndose,  entre  otros  hechos,  que  el  mis- 
mo año  de  1492,  en  que  aquél  hizo  su  primer  viaje,  Martin 
Alonso  Pmzon  estaba  preparándose  para  ir  a  descubrir  las 
nuevas  rejiones,  porque  tenia  noticia  cierta  de   su  existen- 


se. sostenian  algunas  cuestiones  promovidas  por  él,  i  quizás  se  en- 
cuentre algún  iluso  que  lo  alegue  como  autoridad,  cuando  en  ver- 
dad ninguna  puede  ni  debe  concedérsele."  La  obra  de  Asencio,  es- 
crita con  elegancia  i  con  lato  conocimiento  del  asunto,  ha  sido 
publicada  en  dos  grandes  volúmenes  de  lujosa  i  esmerada  impre- 
sión, i  con  buenas  i  abundantes  láminas.  Observaremos,  sin  em- 
bargo, que  los  dibujos  que  están  al  borde  de  cada  pajina,  son  los 
mismos  que  adornan  una  edición  de  lujo,  pero  abreviada,  de  la 
obra  de  Roselly  de  Lorgues,  publicada  en  París  en  1879. 

16  El  mas  ardiente  i  entusiasta  admirador  de  Roselly  de  Lf)R- 
GUES,  caracteriza  su  Vida  de  Colon  en  los  términos  sio^uientes: 
"Acabo  de  leer  por  segunda  vez  esta  vida  de  Cristóbal  Colon,  i 
en  verdad,  no  he  visto  vida  alguna  át  santo  en  que  el  milagro  sea 
mas  frecuente,  i  por  decirlo  así,  mas  natural.  El  sobre  natural  di- 
vino i  su  corolario,  el  bajo  natural  diabólico,  flamean  en  cada 
pajina.  Solamente  uno  i  otro  se  desplegan  en  las  proporciones 
mas  excepcionales  i  mas  jigantescas.  Es  una  especialidad  inaudita 


72  E3STUDI0S  HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


cia  por  haberlas  visto  dibujadas  en  un  mapa  que  existia 
en  Roma  en  la  biblioteca  del  Vaticano.  Los  testigos  que 
rindieron  información  sobre  este  punto,  eran  los  hijos  i 
deudos  de  Pinzón,  cuyo  testimonio  se  invocaba  para  pro- 
bar que  Colon  habia  sabido  de  boca  de  aquél  la  existencia 
de  los  paises  desconocidos;  pero  muchos  de  ellos  respondie- 
ron que  no  sabian  nada,  unos  pocos  dijeron  que  habian 
oido  hablar  vagamente  de  este  asunto,  i  sólo  uno,  que  es 
un  hijo  de  Pinzón,  declaró  que  él  habia  visto  en  Roma  el 
mapa  de  que  se  trataba,  i  que  era  cierto  que  Colon  habia 
tenido  conocimiento  de  él  por  la  noticia  que  su  padre  le  ha- 
bia dado.  La  justicia  no  hizo  caso  de  esa  declaración.  Los 
historiadores  de  Colon  la  han  despreciado  como  una  in- 
vención ridicula  con  que  se  ha  querido  oscurecer  las  glorias 
de  Colon,  suponiendo  en  otros  la  idea  que  el  jenio  de  éste 
habia  concebido  veinte  años  antes  de  efectuar  su  viaje.  Ro- 
selly  de  Lorgues,  sin  embargo,  se  apodera  de  ella;  da  cré- 
dito a  la  declaración  interesada  de  ese  único  testigo,  i 
construye  con  ella  todo  un  edificio  de  pura  imajinacion, 
para  probar  que  el  papa  Inocencio  VII  estaba  en  conoci- 
miento de  los  planes  de  Colon,  i  que  los  favoreció  con  sus 
luces  i  sus  bendiciones.    Como  indudablemente  no   puede 


en  el  milagro.  Allí  no  hai  enfermos  curados,  ni  muertos  resucitados, 
ni  en  jeneral,  ninguno  de  los  prodijios  de  la  lei  de  gracia,  a  lo  me- 
nos durante  la  vida  del  taumaturgo  (El  autor  detalla  en  el  apén- 
dice, según  Roselly  de  Lorgues,  los  milagros  hechos  por  Colon  en 
mar  i  en  tierra,  i  aun  después  de  su  muerte).  El  mensajero  del 
Evanjelio  (Colon),  por  una  misteriosa  retroacción  providencial, 
parece  pertenecer  a  la  antigua  lei;  i  cuando  se  lee  su  historia,  hace 

pensar  en  Moisés Cristóbal  Colon,  el  mas  inundado  de  gloria 

entre  los  hombres  de  buena  voluntad,  proyecta  continuamente  lo 
sobrenatural  como  la  respiración  misma  de  su  obediencia.  Inves- 
tido de  la  mas  prodijiosa  de  todas  las  misiones,  su  buena  volun- 
tad está  en  ecuación  perfecfa  con  su  mandato,  i  todos  los  ac- 
tos naturales  de  su  vida  tienen  un  eco  inmediato  en  el  orden  so- 
brenatural mas  elevado."  León  Bloy,  Le  révélateur  du  glohe, 
Chnstophe  Colomb  et  sa  héatiñcation  fature,  Paris,  1884,  pajinas 
96  i  97. 


EL    PROYECTO    DE   CANONIZAR   A    CRISTÓBAL   COLON  73 

entrar  en  ningún  cerebro  racional  la  idea  de  que  hubiera 
un  mapa  en  que  estuviera  dibujada  la  América  antes  que  la 
América  hubiese  sido  descubierta,  Roselly  de  Lorgues  se 
cree  en  d  caso  de  esplicar  el  fundamento  de  su  opinión,  i 
añade  con  este  motivo:  "Nos  sentimos  inclinados  a  no  emi- 
tir ninguna  duda  sobre  la  existencia  de  un  mapa  en  que  se 
señalaban  las  tierras  que  habia  que  descubrir,  porque  se- 
mejante indicación  podia  existir  por  efecto  de  esa  misterio- 
sa iniciativa  de  las  grandes  cosas  que  constituye  el  carác- 
ter distintivo  de  la  iglesia  romana"  i^.  ¿No  es  verdad  que 
esta  conclusión,  mas  que  la  obra  de  una  candorosa  senci- 
llez, parece  fruto  de  un  espíritu  sarcástico  i  burlón? 

A  principios  de  julio  de  1502  hallábase  Colon  en  las  cos- 
tas de  la  isla  de  Santo  Domingo.  El  aspecto  del  cielo  le 
hizo  creer  en  la  proximidad  de  una  tempestad  horrorosa, 
que  anunció  a  sus  compañeros  con  alguna  anticipación. 
Seguramente,  era  uno  de  esos  funestos  huracanes  o  tempes- 
tades jiratorias  que  se  desarrollan  en  el  mar  de  las  Antillas 
en  la  época  de  los  grandes  calores.  Era  éste  un  fenómeno 
nuevo  para  los  españoles;  pero  los  accidentes  de  que  vienen 
precedidos  son  de  tal  naturaleza  i  de  tal  manera  alarman- 
tes, que  cualquier  marino  que  tiene  alguna  práctica  en  la 
observación  del  tiempo,  no  puede  dejar  de  temer  la  proxi- 
midad de  un  peligro.  Colon  anunció  a  sus  compañeros  la 
cercanía  de  una  tempestad  desde  que  aparecieron  los  pri- 
meros síntomas.  Humboldt,  juzgando  desde  el  punto  de  vis- 
ta puramente  humano,  la  superioridad  intelectual  de  Co- 
lon, ha  podido  con  toda  justicia  ''señalar  entre  los  rasgos 
característicos  del  célebre  navegante,  la  seguridad  i  pene- 
tración con  que  abraza  i  combina  los  fenómenos  del  mun- 
do esterior.  Observa  prolijamente,  dice,  la  configuración 
de  los  paises,  las  fisonomías  de  las  formas  vejetales,  las 
costumbres  de  los  animales,  la  distribución  del  calor,  i  las 
variaciones  del  magnetismo  terrestre.  Obstinándose  en 
descubrir  las  producciones  de  la  India,  observa  con  un  cui- 

17  Roselly  de  Lorgues,  tomo  I,  páj.  225  de  la  edición  de 
1856. 


74  iüSTÜDIOS   HISTÓRICO S-BIBLIOCRÁFICOS 

dado  escrupuloso  las  raices,  los  frutos  i  las  hojas  de  las 
plantas.  En  el  diario  marítimo  de  Colon  i  en  sus  relaciones 
de  viaje,  se  encuentran  establecidas  todas  las  cuestiones 
hacia  las  cuales  se  dirijió  la  actividad  científica  en  la  últi- 
ma mitad  del  siglo  XV  i  toda  la  duración  del  siguiente"  ^^. 

Por  su  parte,  Roselly  de  Lorgues,  se  coloca  en  un  terre- 
no diferente,  i  no  ve  en  esta  penetración  científica  del 
jenio  de  Colon  mas  que  una  prueba  de  su  misión  sobrena- 
tural, un  simple  milagro  del  cielo.  "A  falta  de  estudios  físi- 
cos, dice,  la  fe  lo  ayudaba  a  subir  a  esas  alturas  para  com- 
prender mejor  las  armonías  de  la  creación.  Estaba  de  tal 
manera  avanzado  en  la  contemplación  del  Verbo,  que  de- 
bia  mas  fácilmente  que  ningún  otro  apoderarse  de  los  indi- 
cios por  los  cuales  se  revelan  las  leyes  fundamentales  de 
nuestro  globo.  I  su  pensamiento  aguzado  por  la  contem- 
plación de  las  cosas  divinas,  veia  también  mas  lejos,  con 
mas  ra)idez  i  con  mas  exactitud  de  lo  que  podria  hacerlo 
la  ciencia  que  procede  según  sus  propios  datos"  i^. 

Por  mui  poco  conocimiento  que  se  tenga  de  las  antiguas 
crónicas  españolas,  se  sabe  que  abundan  en  milagros  por- 
tentosos operados  en  todos  los  puntos  donde  ponian  su 
plnnta  los  soldados  de  Castilla.  Aquí,  la  vírjen  María  arro- 
jaba a  los  indios  puñados  de  polvo  que  se  convertian  en 
lluvia  de. piedras;- allá,  el  apóstol  Santiago,  montado  en  un 
hermoso  caballo  blanco,  peleaba  con  la  espada  en  la  mano 
en  las  filas  de  los  conquistadores.  En  nuestro  tiempo  los 
historiadores  no  recuerdan  estos  cuentos  mas  que  para  pro- 
bar el  fanatismo  i  la  ignorancia  de  los  soldados  castellanos: 
nadie  se  atreve  a  referirlos  con  apariencias  siquiera  de  se- 
riedad. Roselly  de  Lorgues  obedece  a  otra  lójica:  recoje  em- 
peñosamente todas  esas  groseras  invenciones  de  la  supers- 
tición española  i  las  repite  grave  i  solemnemente.  Así  es  co- 


is HüMBOLDT,  Cosmos-,  tomo  II,  páj.  320,  cíe  la  traducción 
francesa  de  Faye.— Examen  critique  de  Vhistoire  de  la  géographie 
du  nouveau  continente  tomo  III,  pájs.  20  i  25. 

ií>   Roselly  de  Lorgues,  tomo  II,  pájs.  429  i  480. 


EL   PROYECTO   DE   CANONIZAR    A    CRISTÓBAL    COLON  75 

mo  ha  empleado  muchas  pajinas  para  contar  la  historia  de 
una  cru2  de  madera  que  dice  fué  plantada  por  Colon  en  la 
isla  de  Santo  Domingo.  Esa  cruz  milagrosa  curaba  todas 
las  enfermedades  de  los  que  se  acercaban  a  ella.  Los  indios 
sub'evados  no  pudieron  arrancarla  de  su  lugar  para  des- 
truirla, porque  un  poder  sobrenatural  la  defendia.  Habién- 
dole allegado  fuego,  las  llamas  la  consumieron,  pero  al  dia 
siguiente  renació  en  todo  su  esplendor.  '*Su  color  natural, 
dice,  no  habia  sido  siquiera  alterado;  sino  que  en  su  pie 
aparecia  un  poco  de  negro".  Aunque  vSe  le  cortaron  infinitos 
fragmentos  que  se  guardaban  cuidadosamente  como  reli- 
quias milagrosas,  la  cruz  conservaba  siempre  sus  primeras 
dimensiones.  "Inmediatamente  que  las  jentes  le  sacaban  un 
pedazo,  el  vacío  volvia  a  llenarse".  Por  fin,  en  el  espantoso 
terremoto  que  ocurrió  en  la  isla  en  1553,  se  observó  que 
todos  los  que  poseían  esas  reliquias  salvaron  de  la  catás- 
trofe, protejidos  por  un  poder  invisible.  Sin  embargo,  la 
cruz  desapareció  entonces,  o  a  lo  menos  no  se  supo  mas  de 
ella.  '*La  desaparición  posterior  de  esta  cruz,  dice,  no  de- 
be debilitar  en  nada  la  realidad  histórica  de  sus  efectos  i 
la  autenticidad  de  sus  prodijios La  realidad  de  los  mi- 
lagros operados,  no  se  puede  poner  en  duda". — *'Ningun 
hecho  es  mas  cierto  ni  está  mejor  comprobado,  añade  en 
otra  parte,  que  el  de  esta  cruz  milagrosa"^^. 

Colon  ha  sido  comparado  algunas   veces  con  ciertos  per- 

20  RosELLY  DE  LoRGUES,  tomo  II,  pajinas  481  a  495.  Este  au- 
tor se  apoya  en  el  testimonio  He  Oviedo,  a  quien  llama  testigo  de 
vista  de  los  prodijios  de  la  referida  cruz;  pero  Oviedo,  que  es  un 
historiador  formal  i  jeneralmente  verídico,  no  dice  que  él  los  ha 
visto.  Lejos  de  eso,  en  el  capítulo  Y,  lib.  III,  de  su  Historia  jeneial 
de  las  indias,  se  leen  t'stas  palabras:  "Afirman  muchos  e  tienen 
por  cosa  pública  cierta  que  ha  hecho  miraglos  después  acá,  i  que  el 
palo  desta  cruz  ha  sanado  a  muchos  enfermosn.  De  esta  indica- 
ción de  Oviedo  sacaron  Gomara  i  otros  escritores,  las  noticias  de 
los  milagros  de  dicha  cruz.  Lo  mismo  sucede  con  los  otros  prodi- 
jios en  que  abunda  la  historia  de  la  conquista  de  América.  Siempre 
descansan  en  rumores  anónimos  i  desautorizados,  i  muí  rara  vez 
hai  quien  hable  de  ellos  como  testigo  de  vista. 


76  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

sonajes  de  la  antigüedad  o  de  1  )s  tiempos  modernos,  a 
quienes  se  asemeja  por  la  importancia  de  sus  descubrimien- 
tos o  por  las  desgracias  de  su  vida.  Unos  lo  han  asimilado 
a  Gutenberg,  otros  al  Dante.  Rosellj  de  Lorgues  no  acep- 
ta ninguna  de  estas  comparaciones  buscadas  en  la  historia 
profana.  Colon,  según  él,  no  puede  compararse  sino  con 
San  Pedro,  jefe  del  apostolado,  o  con  Moisés,  jefe  del  pueblo 
de  Dios,  que  desempeñaron  una  misión  divina,  como  el  des- 
cubridor del  Nuevo  Mundo.  Son  dignas  de  señalarse  las  se- 
mejanzas que  el  historiador  encuentra  entre  estos  perso- 
najes. 

''Fácilmente,  dice,  se  ven  algunos  rasgos  esteriores  de  se- 
mejanza entre  Colon  i  el  jefe  del  apostolado.  En  idiomas 
diferentes  uno  i  otro  habian  recibido  el  mismo  nombre  de 
familia.  San  Pedro  era  hijo  de  Colomba  (la  paloma),  i  Cris- 
tóbal de  Colombo  (el  palomo).  Uno  i  otro  vivieron  al  prin- 
cipio del  producto  del  mar.  El  primero  recibió  de  Cristo  un 
nombre  que  significaba  que  él  llevaria  la  iglesia,  el  segundo 
recibió  de  la  iglesia  un  nombre  que  significaba  que  él  lleva- 
ría a  Crísto"  21. 

"Si  consideramos,  añade,  las  semejanzas  mas  salientes 
entre  el  destino  de  Moisés  i  el  de  Colon,  aparecerá  que  estos 
dos  hombres  estraordinarios  han  llenado  igualmente  una 
misión  providencial.  En  el  tiempo  señalado  por  la  provi- 
dencia, 1,500  años  antes  de  Jesucristo,  Moisés  reconstituye 
al  pueblo  de  Dios,  debilitado  por  la  esclavitud.  En  el  tiem- 
po marcado  por  la  providencia  1,500  años  después  de  Jesu- 
cristo, Colon  ensancha  las  vias  de  la  tierra,  acerca  las  na- 
ciones i  dilata  la  iojlesia  católica.   Uno  i  otro   llevabn   un 


21  RosELLY  DE  LoRGUEs,  tomo  II,  pajina  464.  El  autor  ha  des- 
tinado a  la  esplicacion  etimolójica  del  nombre  de  Colon.,  otra  pa- 
jina que  merece  conocerse.  "Por  su  nacimiento,  dice,  se  llamaba 
Colombo.  Este  nombre  espresa  a  la  vez  la  inocencia,  la  pureza,  la 
sencillez  del  corazón,  el  mensaje  sobre  el  agua  (la  paloma  del  dilu- 
vio), el  mensaje  pacífico,  el  mensaje  divino,  la  pronta  vuelta,  la  fe- 
liz nueva,  la  tierra  descubierta.  Espresaba  también  la  navegación, 
el  jenio  marítimo,  la  pieza  fundamental  de  todo  buque,   la  quilla 


EL   PROYECTO   DE    CANONIZAR   A   CRISTÓBAL   COLON  77 

nombre  altamente  simbólico.  Uno  i  otro  tenian  cuarenta 
años  cuando  acometieron  la  ejecución  de  su  mandato  divi- 
no. Moisés  debió  separarse  de  Séfora,  su  esposa^  para  cum- 
plir su  misión.  Colon  se  mantuvo  alejado  de  Beatriz  para 
cumplirla  suya.  El  mar  abrió  sus  ondas  i  dio  paso  a  Moisés. 
El  océano  allanó  sus  abismos  bajo  las  naves  de  Colon"  22^ 
Rosellv  de  Lorgues  encuentra  semejanza  hasta  en  los  pro- 
dijios  operados  en  cada  una  de  estas  empresas.  **Estos 
dos  mandatarios  del  Altísimo,  agrega,  ocupados  de  diver- 
sa manera,  recibieron  muestras  visibles  de  la  asistencia  di- 
vina, i  fueron  ayudados  sobrenaturalmente  con  un  socorro 
proporcionado  a  la  diferencia  de  los  tiempos  i  lugares."  Así 
se  esplica  claramente  por  qué  Colon  no  sacaba  agua  de  las 
rocas,  no  hacia  llover  el  maná  cuando  estuvo  a  punto  de 
perecer  de  hambre  a  la  vuelta  de  su  segundo  viaje,  o  no 
abria  los  mares  para  volver  a  la  isla  Española  después  del 
naufrajio  que  lo  mantuvo  relegado  en  Jamaica  sufriendo 
mil  penalidades  durante  un  año  entero.  Los  milagros  que 
hizo  Colon  eran  menos  portentosos  i  menos  visibles,  porque 
estaban  proporcionados  a  los  tiempos  i  a  los  lugares. 

Cuando  leemos  estos  i  otros  pasajes  análogos,  casi  esta- 
mos tentados  a  creer  que  son  o  una  burla  encubierta,  o  el 
producto  de  un  cerebro  enfermo.   Es  el  sistema  histórico  a 


(en  italiano,  colomba),  k  este  nombre  tan  espresivo,  que  tenia  por 
su  sangre,  la  Iglesia  añadió  otro  que  debía  ser  esplicativo  de  su 
futura  misión,  Christophoras,  es  decir,  que  lleva  á  Cristo,  que 
trasporta  la  cruz,  que  esparce  el  evanjelio.  I  cuando  fué  hombre  i 
estuvo  en  Castilla,  para  acomodar  su  nombre  a  la  lengua  españo- 
la, lo  abrevian  i  se  llama  Colon.  Por  la  fuerza  orijinal  de  su  sim- 
bolismo, ese  nombre,  así  empobrecido  como  queda,  representa  to- 
davía la  idea  del  viaje,  de  la  agricultura  al  otro  lado  de  los  mares, 
de  la  colonia,  de  la  trasplantación  lejana.  Esta  abreviación,  lejos 
de  mutilar  la  figura  emblemática  de  su  nombre,  la  estiende,  la 
completa,  la  caracteriza  mas  profundamente.  El  poder  de  su  nom- 
bre hace  asegurar  el  de  su  destinos.  Estas  puerilidades  serian 
chocantes  en  un  libro  serio  de  historia;  pero  en  el  de  Roselly  de 
Lorgues  son  frecuentes  i  no  causan  estrañeza. 
.    22  Roselly  de  Lorgues,  tomo  II,  páj.  464.. 


78  ESTUDIOS  HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICO» 

que  obedece  el  autor,  loque  le  hace  verlas  trCvS  virtudes 
teologales  en  las  tres  naves  con  que  Colon  hizo  su  primer 
viaje;  la  Santísima  Trinidad,  en  las  tres  primeras  espedicio- 
nes  de  Colon  (  i  nótese  bien  que  Colon  hizo  cuatro  viajes  de 
descubrimientos);  i  la  pasión  de  Jesucristo  en  el  hecho  de 
haberse  descubierto  el  Nuevo  Mundo  en  dia  viernes,  hallan- 
do en  éstos  i  en  otros  muchos  accidentes,  las  pruebas  claras 
de  que  la  vida  de  Colon  se  aparta  de  todas  las  existencias 
contadas  por  la  historia,  por  mas  que  los  que  los  vieron,  i 
aun  los  que  cooperaron  a  ellos,  no  hubieran  comprendido 
esta  obra  sobrenatural  ^^.No  es  estraño,  pues,  que  obede- 
ciendo a  este  sistema,  llegue  el  historiador  a  encontrar  el 
vaticinio  seguro  de  la  conquista  del  Nuevo  Mundo  en  un 
versículo  de  Isaías  que  dice  así:  "Las  naciones  i  n  inos  que 
a  ti  no  sirvieren  perecerán,  i  las  naciones  serán  destruidas 
i  desoladas." 

Pero  no  son  propiamente  esas  frivolidades  filolójicas,  ni 
la  abundancia  de  prodijios  sobrenaturales,  io  que  caracte- 
riza el  libro  de  Roselly  de  Lorgues.  El  falseamiento  de  he- 
chos perfectamente  ccmocidos,  los  juicios  teuR-rarios  sobre 
los  hombres  i  los  sucesos,  la  violencia  de  tono  para  pro- 
nunciarais, i  la  falta  de  razón  i  de  documentí)S  en  que  fun- 
darlos, dan  a  esa  obra  un  sello  de  orijmalidad,  que  la  sepa- 
ra de  todas  las  que  pretenden  merecer  el  título  de  historia 
seria.  Mas  adelante  veremos  el  tratamiento  que  da  a  todos 
o  a  casi  todos  los  que  han  escrito  sobre  aquellos  sucesos; 
aquí  nos  limitaremos  a  recordar  una  de  las  mas  injustas  i 
desautorizadas  imputacic  nes  que  refleja  el  sistema  históri- 
co a  que  obedece  Roselly  de  Lorgues.  Se  sabe  que  en  1493, 
cuando  se  preparaba  en  la  corte  la  numerosa  comitiva  que 
Colon  debia  traer  al  Nuevo  Mundo  en  su  segundo  viaje, 
para  establecer  la  dominación  española,  los  reyes  designa- 
ron para  vicario  o  jefe  de  la  nueva  iglesia  que  debia  esta- 
blecerse, a  un  relijioso  catalán  llamado  frai  Bernardo  Boil 
o  Buil,i  que  esta  designación  fué  sancionada  por  bula  pon- 


23  RosHLLY  DE  LouGUES,  tomo  II,  pájs.  453  i  454. 


RL    PROYECTO    DE    CANONIZAR    A    CRISTÓBAL   COLON  79 

tificia  de  25  de  junio  de  ese  año.  Como  ese  relijioso  se 
mostrara  mas  tarde  hostil  a  Colon,  RoseÜj  de  Lorgues 
desata  su  ira  contra  él;  pero  deseando  justificar  a  la 
curia  romana  del  cargo  que  podría  hacerse  por  su  desa- 
certada designación,  Roselly  de  Lorgues  supone  antojadi- 
zamente que  habia  en  España  dos  relijiosos  del  mismo 
nombre,  o  de  nombres  parecidos,  i  que  aprovechando  esta 
circunstancia,  el  rei  católico  don  Fernando  cometió  el 
indisculpable  sacrilejiode  dar  el  nombramiento,  nó  al  sacer- 
dote designado  por  el  papa,  sino  a  otro  que  no  rcunia  las 
condicionen  requeridas  para  el  desempeño  de  ese  cargo. 
"En  defensa  de  la  verdad,  de  la  dignidad  de  la  iglesia  i  de 
la  justicia  de  la  historia,  dice  Roselly  de  Lorgues,  estamos 
en  el  deber  de  esclarecer  al  fin  este  hecho  singular,  mante- 
nido hasta  el  presente  en  la  oscuridad,  aun  para  los  espa- 
ñoles" 24  Lqs  historiadores  españoles,  que  han  conocido 
esta  antojadiza  i  calumniosa  imputación,  se  mnestmn  jus- 
tamente indignados  contra  el  que  la  forjó.  "Es  inconcebi- 
ble, dice  uno  de  ellos,  tanta  lijereza  para  formular  tan  se- 
veros cargos,  acusaciones  tan  graves.  Para  injuriar  a  un 
rei  católico  con  las  denominaciones  de  falsario  i  sacrilego, 
se  necesita  toda  la  audacia  de  un  polemista  del  calibre  de 
Roselly  de  Lorgues;  pero  no  se  comprende  que  un  escritor 
católico,  el  postulador  en  una  causa  de  beatificación,  lance 
a  un  delegado  apostólico,  al  vicario  de  la  santa  sede  en  los 
paises  nuevamente  descubiertos,  la  acusación  de  que  ejer- 
cia  una  autoridad  usurpada  i  sacrilega,  sin  prueba  alguna 
que  justifique,  ni  aun  remotamente,  tal  suposición,  i  dando 
a  todos  los  actos  que  aquel  practicara  en  el  uso  de  su  car- 
go, un  carácter  de  ilejitimidad"  ^^. 

24  RosHLLY  DE  LoKGrES,  lib.  II,  cap.  V,  tomo  I,  pn]  509. — 
Este  autor  repitió  la  misma  imputación  en  su  Flistoire posthunc 
de  (  bristophe  Colomb,  París,  1S85,  páj.  11. 

'^^5  Don  José  Maria  Askncio,  (  ristóhal  (  olon,  lib.  11,  cap  XY. 
—  Los  documentos  relativos  al  nombramiento  de  ípie  se  trata, 
están  publicados  en  el  opúsculo  titulado  Frai  Btrnart  BuvI  o  el 
primer  apóstol  en  el  Nuevo  Mundo,  Madrid,  1884,  por  el  padre 
Fidel  FrrA  i  Colomek. 


80  ESTUDIOS   HISTÓKICO-BIBLIOGEÁFIGOS 

Como  lo  hemos  dicho  antes,  el  libro  de  Roselly  de  Lor- 
gues  habia  sido  preparado  para  reunir  i  presentar  las  prue- 
bas de  la  santidad  de  Cristóbal  Colon,  como  antecedente  i 
fundamento  en  qué  apoyar  la  postulación  que  debia  pre- 
sentarse a  la  santa  sede  a  fin  de  obtener  su  beatificación^ 
Este  propóvsito  provocó  algunas  réplicas,  de  que  daremos 
noticia  mas  adelante,  pero  fué  también  apoyado  por  di- 
versas publicaciones  de  mas  o  menos  estension.  Entre  ellas 
figura  La  vie  de  Chvistophe  Colomb  por  el  abate  Eujenio 
Cadoret,  antiguo  capellán  de  la  misma  francesa  i  canónigo 
de  Saint  Denis,  publicada  en  1869.  Forma  un,  volumen  de 
mas  de  cuatrocientas  pajinas;  i  aunque  el  autor  habia  resi- 
dido en  algunos  puntos  de  América,  i  aunque,  según  sus 
palabras,  habia  concebido  desde  muchos  años  atrás  el  plan 
de  esta  obra,  ella  no  es  mas  que  el  compendio  de  la  de  Ro- 
selly de  Lorgues.  La  esposicion  i  la  esplicacion  de  I03  he- 
chos obedecen  al  mismo  espíritu  i  al  mismo  propósito,  así 
como  su  manera  de  impugnar  a  los  que  antes  habian  escri- 
to sobre  este  asunto,  es  mui  semejante. 

Hai  un  punto  en  la  vida  del  ilustre  descubridor  que  ha 
embarazado  sobre  manera  a  los  llamados  rehabilita  dores 
de  su  memoria.  Cuentan  los  biógrafos  de  Colon,  que  des- 
pués de  haber  éste  enviudado,  tuvo  relaciones  amorosas 
con  una  dama  de  Córdoba  llamada  doña  Beatriz  Enríquez, 
i  que  de  esas  relaciones  nació  el  segundo  hijo  del  almirante. 
Fué  éste  don  Fernando  Colon,  hombre  distinguido  por  su 
saber  i  por  su  pasión  bibliográfica,  que  lo  llevó  a  reunir 
una  rica  biblioteca,  que  después  de  muchas  peripecias,  for- 
ma hoi  la  base  de  la  llamada  "Biblioteca  Colombina"  de 
Sevilla,  i  autor  de  varios  escritos,  el  mas  célebre  de  los  cua- 
les es  la  vida  de  su  ilustre  padre,  si  bien  la  crítica  ha  pre- 
tendido con  mui  buenas  razones  negar  la  autenticidad  par- 
cial, si  no  absoluta,  de  este  libro. 

Roselly  de  Lorgues  i  el  abate  Cadoret  no  han  podido  de- 

ar  de  discutir  este  punto  de  la  vida  de  Colon;  i  poniendo 

enjuego  todos  los  recursos  de  una  crítica  histórica  que  les 

es  particular,  han  pretendido  demostrar  que  doña  Beatriz 


HL   PROYECTO   DB    CANONIZAR    A   CRISTÓBAL    COLON  8l 

Enríquez  fué  la  segunda  mujer  lejítima  de  Colon,  que  su 
hijo  don  Fernando  es  el  fruto  de  ese  matrimonio,  i  que  el 
escritor  italiano  Napione  fué  el  primero  que  haya  preten- 
dido negar  en  1805  su  lejitimidad  26.  Según  aquellos  dos 
escritores,  los  biógrafos  posteriores  de  Colon  no  han  hecho 
mas  que  copiar  sin  discernimiento  una  calumnia  desauto- 
rizada. 

Permítasenos  detenernos  un  momento  en  esta  cuestión 
para  señalar  algunos  de  los  hechosenque  se  apóyala  creen- 
cia cierta  i  secura  en  la  ilejitimidad  de  don  Fernando  Co- 
lon. Al  esponerlos,  señalaremos  también  la  manera  coma 
se  ha  pretendido  refutarlos. 

1^  En  el  testamento  otorgado  por  Cristóbal  Colon  el 
19  de  mayo  de  1506,  se  encuentran  las  palabras  siguientes: 
''Digo  i  mando  a  don  Diego,  mi  .hijo,  que  haya  encomenda- 
da a  Beatriz  Enríquez,  madre  de  don  Fernando,  mi  hijo, 
que  la  provea  que  pueda  vivir  honestamente  como  person.t 
a  quien  yo  soi  en  tanto  cargo.  I  esto  se  haga  por  mi  des- 
cargo de  la  conciencia,  porque  esto  pesa  mucho  para  mi 
ánima.  La  razón  dello  no  es  lícito  de  la  escribir  aquí."  El 
abate  Cadoret  pretende  que  estas  palabras  no  revelan  nada 
en  contra  de  la  lejitimidad  de  don  Fernando  Colon;  i  que  a 
lo  mas,  importan  la  supresión  casual  de  las  palabras  mf 
esposa  al  nombrar  a  doña  Beatriz  Enríquez  en  el  referida 
testamento. 

2°  Don  Fernando  Colon  es  considerado,  como  hemos- 
dicho,  el  autor  de  la  vida  de  su  padre.  Cuenta  ahí  el  matri- 
monio de  éste  con   Felipa  Móñiz  de  Perestrello   (cap.  Y), 


26  Mas  tarde,  habiéndose  demostrado  que  este  hecho  estaba 
consignado  en  los  Annali  de  la  república  di  Genova  de  Felipe  Ca- 
SONI,  publicados  en  esa  ciudad  en  1708,  los  pretendidos  rehabili- 
tadores  del  nombre  de  Colon  dijeron  que  Casoni  era  el  inventor 
de  la  especie  de  la  ilejitimidad  de  don  Fernando  Colon.  Ya  vere- 
mos que  esa  noticia  habia  sido  publicada  muchos  años  antes  en 
la  misma  Italia  por  el  insigne  erudito  español  don  Nicolás  .Anto- 
nio en  su  Biblioteca  hispana  nova,  impresa  por  primera  vez  en 
Roma  en  1672. 

•lOMO    VI  6 


ESTUDIOS    IIISTORICO-BIBLIOGRAFICOS 


recuerda  varias  veces  a  ésta  en  el  curso  de  su  historia  (cap. 
X  i  cap.  LXXXVIII),  llamándola  la  mujer  del  Almirante,  i 
nunca  la  piimera  mujer;  pero  en  todo  su  libro  no  ha  dicho 
una  palabra  siquiera  sobre  el  pretendido  matrimonio  de 
Colon  con  doña  Beatriz  Enríquez,  ni  ha  recordado  a  ésta 
que  era  su  madre,  para  darle  el  título  de  esposa  del  descu- 
bridor. Existen  ademas  muchos  documentos  concernientes 
a  don  Fernando  Colon,  i  entre  ellos  su  testamento,  i  el  epi- 
tafio que  mandó  grabar  sobre  su  sepulcro.  En  todos  ellos 
se  da  el  título  de  hijo  de  Cristóbal  Colon,  pero  nunca  se 
ha  llainado  hijo  lejítimo,  ni  ha  recordado  el  nombre  de  su 
madre,  como  era  de  uso  i  costumbre  hacerlo  en  esos  docu- 
mentos 2*.  Los  pretendidos  rehabilitadores  de  la  gloria  de 
Colon  no  han  querido  aceptar  la  luz  que  arroja  este  testi- 
monio. 

3°  El  historiador  Gonzalo  Fernández  de  Oviedo,  que 
conoció  personalmente  a  Colon  i  a  sus  hijos,  recuerda  a 
éstos  en  los  términos  siguientes:  "Los  cuales  eran  don 
Diego  Colon,  hijo  lejítimo  del  almirante,  e  otro  su  fijo  don 
Fernando  Colon,  que  hoi  vive;  el  cual  es  virtuoso  caballero, 
i  demás  de  ser  de  mucha  nobleza  e  afabilidad  e  dulce  conven 
sacion,  es  doto  en  diversas  ciencias,  i  en  especial  en  cosmo-. 


2'  Estos  documentos  han  sido  dados  a  luz  por  don  Eustaquio 
Fernández  de  Navarrete,  como  apéndice  a  la  vida  de  don  Fer- 
nando Colon  publicada  por  él  en  el  tomo  XVI  de  la  Colección  de 
documentos  inéditos  para  la  historia  de  España.  Pero  este  escri- 
to, que  data  de  1850,  está  casi  olvidado  después  de  la  publicación 
del  notable  libro  que  el  distinguido  bibliógrafo  norte-americano 
Harrisse  dio  a  luz  en  1871  en  Sevilla  i  en  lengua  española,  con  el 
título  de  Don  Fernando  Colon,  historiador  de  su  padre,  ensayo 
crítico,  desarrollado  i  completado  el  año  siguiente  en  la  edición 
francesa  Fernand  Colomh,  sa  vie,ses  ceuvres.  Fssai  critique,  París, 
1872.  Estos  libros  iniciaron  la  discusión  sobre  la  autenticidad  de 
la  vida  de  Colon,  que  corre  con  el  nombre  de  su  hijo.  Harrisse, 
tan  profundamente  versado  en  estas  materias,  como  crítico  razo- 
nado i  sincero,  negaba  con  gran  acopio  de  datos  la  autenticidad 
del  libro;  pero  en  el  curso  de  la  discusión  modificó  considerable- 
mente i  con  verdadera  lealtad,  gran  parte  de  sus  opiniones. 


FL   PROYECTO    DE   CANONIZAR    A    CRISTÓBAL    COLON 


graphia"  28.  Roselly  deLorgues  i  el  abate  Cadoret  descono- 
-cian  esta  referencia  reveladora  que  se  encuentra  en  el  libro 
de  un  escritor  tan  autorizado  por  tantos  títulos;  i  cuando 
se  la  hizo  valer  en  la  discusión  que  se  siguió  a  la  publica- 
•cion  de  aquellos  libros,  se  dijo  que  en  la  frase  de  Oviedo  no 
se  ve  otra  cosa  que  la  supresión  de  la  palabra  'Mejítimo", 
hecha  para  evitar  una  repetición  no  sólo  innecesaria  sino 
chocante.  Por  lo  demás  Roselly  de  Lorgues,en  sus  escritos 
posteriores,  se  muestra  enemigo  encarnizado  de  Oviedo,  a 
quien  acusa  de  haber  sido  cruel  con  los  indios  i  de  haber 
contribuido  a  rebajar  el  mérito  de  Colon  suministrando 
argumentos  a  los  que  han  intentado  calumniar  al  ilustre 
descubridor. 

4°  Antonio  de  Herrera,  el  mas  estenso  i  completo  de  to- 
dos los  escritores  españoles  que  se  han  ocupado  de  la  his- 
toria de  Indias,  dice  estas  palabras:  "En  Portugal  casó 
Colon  con  doña  Felipa  Móñiz  de  Perestrello,  i  hubo  en  ella 
a  don  Diego  Colon;  i  después  en  doña  Beatriz  Enríquez, 
natural  de  Córdoba,  a  don  Hernando,  caballero  de  gran 
virtud  i  letras"  -^.  Roselly  de  Lorgues  ha  conocido  este 
pasaje;  pero  para  hacerlo  servir  a  su  sistema,  lo  traduce  en 
la  forma  siguiente:  "aprés  le  décés  de  cette  premiére  femme, 
il  en  épousa  une  seconde,  appelée  Beatriz  Enríquez,  de  la 
ville  de  Cordove,  dont  il  eut  Fernand,  gentilhomme  ver- 
tueux,  fort  experimenté  dans  la  science  des  bonnes  le- 
ttres"  30.  (Después  de  la  muerte  de  esta  primera  mujer,  se 
casó  con  una  segunda  llamada  Beatriz  Enríquez,  de  la  ciu- 
dad de  Córdoba,  en  la  cual  tuvo  a  Fernando,  caballero 
virtuoso,  i  mui  esperimentado  en  la  ciencia  de  las  bellas  le- 
tras). La  traducción  de  Roselly  de  Lorgues  seguida  i  adop- 
tada por  el  abate  Cadoret,  no  se  recomienda,  pues,  por  su 


28  Oviedo,  Historia  natural  i  jeneral  de  las  Indias,  libro  III 
cap.  VI,  tomo  II,  páj.  71  de  la  edición  de  1851. 

2í>  Herrera,  Historia  de  las  Indias  Occidentales,  dec.  1*^,  li¡)ro 
I,  cap.  Vil. 

30  Roselly  de  Lorgues,  tomo  I,  páj.  51. 


84  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

fidelidad:  hace  decir  a  Herrera  lo  que  éste  no  había  dicho. 
Roselly  de  Lorgues  -leclaró  mas  tarde  que  habia  tomado 
esas  palabras  de  una  antigua  e  incompleta  traducción  fran- 
cesa de  la  obra  de  Herrera;  i  que  en  las  palabras  testuales^ 
de  ésta,  no  habia  indicación  positiva  de  que  don  Fernanda 
Colon  fuese  hijo  ilejítimo. 

5^  Don  Diego  Ortiz  deZúñiga,en  sus  Anales  eclesiástico» 
i  seculares  de  la  ciudad  de  Sevilla,  publicados  en  1677,  dice 
testualmente  lo  que  sigue:  "El  11  de  julio  de  1539  murió  erk 
esta  ciudad  don  Fernando  Colon,  hijo  del  almirante  don 
Cristóbal  Colon,  caballero  en  quien  campearon  grandes 
prendas  i  excelencias  en  armas  i  letras:  nació  en  Córdoba  de 
doncella  noble  i  siendo  viudo  su  padre,  el  año  de  1487  a  2í> 
de  agosto,  como  parece  de  papeles  orijinales  suyos  que  tie- 
ne nuestra  santa  iglesia"  ^i.  Cuando  en  la  polémica  se  adu- 
jo el  autorizado  testimonio  de  este  cronista,  Roselly  de  Lor- 
gues, que  no  se  embarazaba  por  ninguna  dificultad,  contes- 
tó que  el  trozo  de  Ortiz  de  Zúñiga  que  dejamos  copiado,  era 
''precisamente  una  prueba  intrínseca  del  casamiento  de  Co- 
lon con  Beatriz  Enríquez";  pero  que  adolece  de  dos  defectos,, 
de  un  ''inoportuno  laconismo",  i  de  haber  dicho  ''siendo 
viudo",  cuando  seguramente  quiso  decir  era  viudo.  Por 
otra  parte,  Rosselly  de  Lorgues  sostiene  que  el  haber  adu- 
cido esta  prueba  en  contra  de  la  lejitimidad  de  don  Fernan- 
do Coíon  era  "una  miserable  argucia  de  abogado". 

6"^  El  sabio  bibliógrafo  don  Nicolás  Antonio,  que  escri- 
bió a  fines  del  siglo  XVII  su  Bibliotheca Hispana  nova,  ver- 
dadero monumento  de  la  erudición  española,  cuenta  a  don 
Fernando  Colon  en  el  número  de  los  escritores  castellanos; 
i  en  la  biografía  de  éste,  dice  que  era  hijo  del  almirante  i  de 
Beatriz  Enríquez,  pero  nacido  fuera  de  matrimodio  (citra 
conjugium  procreatus)  -^2.  Roselly  de  Lorgues  i  el  abate  Ca- 

iil  Véase  el  tomo  III,  páj.  375  de  la  reimpresión  de  esta  obra,, 
hecha  por  la  imprenta  real  de  Madrid  en  1796,  que  es  la  que  tene- 
mos a  la  vista. 

32  Nic.  Antonio,  Bibiothtca  hispana  nova,  tomo  1,  páj.  373,  2^ 
edición. 


EL    PROYfilCTO   DB    CA.XONIZA.R  A    CRISTÓBAL    COLON'  85 

doret  desconocían  completamente  este  testimonio,  que  fué 
■exhibido  por  sus  contradictores.  El  primero  de  aquéllos,  con 
la  destemplanza  i  la  procacidad  que  ha  empleado  en  toda 
■esta  polémica,  contestó  que  "Antonio  Nicolao  (Rosellv  de 
Lorgues  que  con  frecuencia  estropea  los  nombres  castella- 
nos, escribe  así  el  de  este  insigne  literato  español)  es  un  inep- 
to colector  de  noticias  bibliográficas,  dañino  con  sus  burra- 
das (ánneries),  ajeno  a  la  historia  del  revelador  del  globo 
(Colon),  e  incapaz  de  comprender  su  corazón". 

7*^  En  el  curso  de  esta  polémica,  pidió  varias  veces  Rose- 
llv de  Lorgues  que  se  le  presentara  el  testimonio  de  un  es- 
•critor  contemporáneo  de  Colon  que  dijese  clara  i  espresa- 
mente  que  don  Fernando  era  hijo  ilejítimo.  La  pubHcacion 
•completa  de  la  Historia  de  ¡as  Indias  de  Bartolomé  de  las 
Casas,  hecha  en  Madrid  en  1875,  permitió  exhibir  ese  tes- 
timonio. Esta  obra,  que  forma  cinco  gruesos  volúmenes,  era 
conocida  sólo  por  algunos  eruditos;  pero  esa  edición  la  ha 
puesto  al  alcance  de  todo  el  mundo.  Allí,  en  el  capítulo 
XXXVIII,  del  libro  II  (tomo  III,  pajina  194)  dice  estas  pa- 
labras: ''Colon  tenia  hecho  su  testamento,  en  el  cual  insti- 
tuyó por  su  universal  heredero  a  don  Diego,  su  hijo;  i  si  no 
tuviese  hijos,  a  don  Hernando,  su  hijo  natural,  i  si  aquel  no 
los  tuviese,  a  don  Bartolomé  Colon,  su  hermano".  Estas 
palabras,  escritas  por  un  hombre  de  gran  carácter  i  de  irre- 
prochable lealtad,  que  conoció  a  Colon  en  vida,  i  que  fué  el 
amigo  de  su  hijo  don  Fernando  Colon,  no  dejaban  lugar  a 
duda,  i  han  puesto  término  definitivo  a  esta  frivola  discu- 
sión, mantenida  sin  embargo  con  tanto  calor  i  con  tanta 
violencia  por  los  que  estaban  fuera  de  la  verdad  i  de  la 
razón  ^3, 


3:i  RosELLY  DE  LoKGUES  cíta  ademas  al  célebre  erudito  Tirabos- 
OHi,  que  en  su  Storia  de  la  letteratara  italiana,  tomo  VI,  lib.  I. 
cap.  VI,  llama  a  doña  Beatriz  Enríquez  segunda  mujer  {seconda 
mos^Ue)  de  Colon.  Pero  conviene  advertir  .que  Tiraboschi,  muí 
sabio  en  la  historia  de  las  letras  italianas,   no  es  autoridad   en 


86  ESTUDIOS    HISTÓRICO -BIBLIOGRÁFICOS 

Eli  verdad,  no  damos  a  esta  cuestión  grande  importan- 
cia, ni  tampoco  la  daban  los  contemporáneos  de  Colon, 
que  vieron  a  muchos  bastardos  elevados  a  las  mas  altas 
dignidades  del  gobierno  i  de  la  iglesia,  i  que  juzgaban  de  es- 
tas debilidades  de  la  naturaleza  humana  con  otra  lójica  i 
desde  un  punto  de  vista  mui  diferente  de  aquel  en  que  se 
han  colocado  los  pretendidos  rehabilitadores  de  Colon.  Pe- 
i-o  no  dejaremos  de  recordar  uno  de  los  argumentos  en  que 


cuestiones  de  historia  de  América,  que   desconoce  casi  completa- 
mente. 

El  historiador  francés  pudo  haberse  apoyado  en  otra  autoridad^ 
la  de  un  libro  que  fué  recordado  mas  tarde  en  el  curso  de  la  discu- 
sión. Nos  referimos  a  la  primera  parte  de  las  Noticias  historiales 
de  las  conquistas  de  Tierra  firme  por  frai  Pedro  Simox,  publicada 
en  Cuenca,  en  1627.  En  la  pajina  41  capítulo  XIV,  se  leen  las  pa- 
labras siguientes:  nEnviudó  Colon  i  casó  segunda  vez  en  la  ciudad 
de  Córdoba  con  doña  Beatriz  Enríquez,  natural  de  aquella  ciudad, 
que  parió  a  don  Hernando  Colon,  que  salió  de  mucha  virtud  i  le- 
tras, n  Este  historiador,  aunque  constituye  una  autoridad  mui 
atendible  en  lo  que  se  refiere  a  la  conquista  de  Venezuela  i  de  Nue- 
va Granada,  no  merece  gran  fe  en  lo  que  respecta  a  Colon,  sobre 
cuya  historia  ha  cometido  graves  errores;  pero  es  mas  digno  de 
tomarse  en  cuenta  que  la  opinión  de  Tiraboschi. 

Roselly  de  Lorgues  no  conocia  tampoco  otra  opinión  favorable 
a  su  causa,  i  que  sin  constituir  una  autoridad  irrecusable,  es  tam- 
bién mas  digna  de  consideración  en  este  punto  que  la  de  Tirabos- 
chi, Bossi,  en  su  Historia  de  C.  Colon,  pajina  16  (cito  la  traduc- 
ción francesa  que  tengo  a  la  mano)  dice  lo  que  sigue:  nEn  este  in- 
tervalo Colon  se  habia  casado  en  segundas  nupcias  con  Beatriz 
Enríquez,  de  Córdoba,  en  la  que  tuvo  a  Fernando,  el  historiador 
de  su  vida.  Se  ignora  la  época  precisa  de  este  matrimonio  etc., 
etc. 'I  Bossi  es  un  escritor  de  nuestro  siglo  (1818)  i  su  biografía  de 
Colon  es  un  rápido  bosquejo  de  57  pajinas,  fuera  de  varias  diser- 
taciones, destinada  a  servir  de  preliminar  a  la  reimpresión  dealgu-^ 
nos  documentos  relativos  a  Colon. 

A  falta  de  otras  autoridades,  Roselly  de  Lorgues  pudo  haber  ci- 
tado el  poema  de  don  Ramón  de  Campoamor  titulado  Colon,  im- 
preso en  Valencia  en  1854,  en  cuyo  canto  VI  se  supone  el  casa- 
miento secreto  de  su  héroe  con  doña  Beatriz  Enríquez,  i  el  naci- 
miento oculto  i  misterioso  de  don  Fernando  Colon.  En  realidad^ 
no  hai  fundamentos  mucho  mas  serios  para  sostener  esa  tesis. 


EL    PROYECTO   DE   CANONIZAR    A   CRISTÓBAL   COLON  8í 

se  apoya  el  abate  Cadoret  para  sostener  la  lejitiinidad  de 
don  Fernando. 

"¿Cómo  esplicarse,  dice,  que  los  relijiosos  i  los  eclesiásti- 
cos de  tan  alta  consideración  que  protejieron  a  Colon,  no 
tuvieron  jamas  el  pensamiento  de  inducirlo  a  que  pusiera 
un  término  al  desorden  de  su  vida,  casándose,  o  cómo  no 
supieron  obtener  de  él  esta  necesaria  satisfacción?"  Entre 
esos  eclesiásticos  amigos  i  protectores  de  Colon,  el  abate 
Cadoret  menciona  en  este  mismo  punto  el  arzobispo  de  To- 
ledo i  gran  cardenal  de  España,  don  Pedro  González  de 
Mendoza,  personaje  tan  ilustre  por  sus  talentos  políticos  i 
militares,  como  por  la  injerencia  que  tenia  en  la  dirección 
de  los  negocios  de  Estado  i  en  los  consejos  de  la  corte,  en 
donde  se  le  solia  llamar  "el  tercer  rei  de  España",  i  que  en 
efecto  fué  del  número  de  los  amigos  i  protectores  del  descu- 
bridor del  Nuevo  Mundo.  Pero  el  famoso  arzobispo  de  To- 
ledo no  liabria  podido  censurar  a  Colon  porque  tenia  un 
hijo  natural.  Hijo  del  ilustre  marques  de  Santillana,  tan 
célebre  por  sus  talentos  i  sus  virtudes,  el  gran  cardenal  te- 
nia una  hermana  bastarda  que  fué  abadesa  del  monasterio 
de  las  Huelgas  de  Burgos.  A  pesar  de  su  carácter  sacerdo- 
tal, el  mismo  cardenal  tuvo  en  dos  damas  de  la  corte,  va- 
rios hijos  naturales,  a  quien  reconocia  públicamente.  En 
favor  de  uno  de  ellos  instituvó  un  rico  mavorazeo  con  el 
título  de  marques  del  Cénete,  i  con  las  prerrogativas  de  la 
mas  alta  nobleza  castellana,  lo  que  sin  embargo  no  impe- 
dia que  se  le  proclamase  campeón  de  la  fe,  i  que  fuese  el  fun- 
dador déla  inquisición  i  de  muchos  conventos,  templos  i 
ermitas.  ^* 

Esta  cuestión  ociosa  e  inconducente,  promovida  sin  fun- 
damento serio  i  con  escaso  conocimiento  de  causa  por  los 
pretendidos  rehabilitadores  de  Colon,   fué  mal   planteada 


•í'i  Aunque  de  estos  hechos  hablan  casi  todos  los  historiadores  i 
los  jenealojistas  españoles,  véase  la  Vida  del  cardenal  don  Pedro 
González  de  Mendoza  por  don  Francisco  de  Medina  i  Mendoza, 
publicada  en  el  tomo  VI  del  Memorial  histórico  español,  particu- 
larmente las  pájs.  301  i  siguientes. 


^8  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

desde  el  principio.  Nada  les  habria  sido  mas  fácil  que  de- 
mostrar que  en  el  siglo  XV,  la  condición  de  bastardía  no 
tenia,  ni  en  España  ni  en  las  otras  naciones  de  Europa,  las 
consecuencias  que  la  afectan  en  nuestra  época.  El  código 
de  las  Partidas  i  las  leyes  de  Toro  bastarian  para  ilustrar- 
nos sobre  esta  materia,  si  la  historia,  no  ofreciese  por  mi- 
llares los  ejemplos  del  diverso  concepto  en  que  entonces 
eran  tenidos  los  hijos  ilejítimos.  Era  la  época  en  que  el  pa- 
pa Alejandro  VI,  a  la  faz  del  mundo,  creaba  principados 
para  sus  hijos  i  para  sus  nietos.  En  España,  los  mas  gran- 
dee  señores,  del  rei  abajo,  no  hiician  misterio  de  los  hijos 
ilejítimos  quetenian,iparalos  cualesbuscaban  i  alcanzaban 
puestos  de  honor  i  de  provecho.  Fernando  el  católico  tenia 
un  hijo  natural  llamado  don  Alfonso  de  Aragón,  que  en  1478, 
cuando  sólo  contaba  seis  años  de  edad,  fué  preconizado  ar- 
zobispo de  Zaragoza;  i  este  arzobispo  tuvo  también  un  hijo 
natural  llamado  don  Fernando  de  Aragón,  que  a  su  vez  fué 
arzobispo  de  Zaragoza,  i  a  quien  don  Nicolás  Antonio  in- 
cluye entre  los  escritores  españoles  '^^,especific<'indoque  "fué 
hijo  del  arzobispo  Alfonso,  i  nieto  de  Fernando,  rei  de  Cas- 
tilla i  de  Aragón". 

Pero  si  la  historia  de  Colon  de  Roselly  de  Lorgues  care- 
ce de  un  verdadero  valor  histórico,  alcanzó  por  circunstan- 
cias que  es  mui  fácil  comprender,  cierta  popularidad  que 
hoi  ha  desaparecido.  Mientras  los  americanistas  mejor  pre- 
parados la  miraban  con  desden  o  con  indiferencia,  se  la 
reimprimia  varias  veces,  una  de  ellas  en  forma  algo  abre- 
viada, pero  con  lujo  de  grabados  i  de  cromolitografías,  i  se 
la  traducia  a  varias  lenguas.  No  tardaron  en  aparecer  las 
críticas  partidas  de  varios  lados.  Dos  de  ellas  merecen  re- 
cordarse particularmente.  M.  Eraile  Deschanel,  escritor  es- 
piritual i  de  variada  ilustración,  profesor  ahora  de  litera- 
tura moderna  en  el  colejio  de  Francia,  publicó  en  el  Jour- 
nal des  Débats  una  serie  de  artículos  sobre  la  colección  de 


'^^  Don   Nicolás    Antonio,  Bihliotheca  hispana  nova,   tomo  L 
páj.  368. 


•KOVBCTO    DH   CANONIZAII    A    CRISTÓBAL   COLON 


viajes  antiguos  i  modernos  de  Charton,  que  fueron  reuni- 
dos en  un  volumen  dado  a  luz  en  1862  con  el  título  de 
Christophe  Colomb  et  Vasco  de  G^ /77a (reimpreso  en  1865), 
i  allí  hizo  la  burla  mas  injeniosa,  mas  acerada  i  mas  con- 
■cluyente  que  puede  imajinarse  del  libro  de  Roselly  de  Lor- 
^ues  i  de  su  sistema  histórico.  Un  canónigo  jenoves,  Anjelo 
Sanguineti,  profesor  i  helenista  distinguido,  autor  ademas 
de  una  Vita  di  Chistophoro  Colomho  publicada  en  Jénova 
■en  1846,  dio  a  luz  en  esa  ciudad  en  1875  un  opúsculo  de 
18  pajinas  con  el  título  de  La  canonizzazione  di  Chistoforo 
Colombo,  que  luego  fué  seguido  de  un  apéndice;  i  en  él  ata- 
caba rudamente  el  proyecto  iniciado  por  los  escritos  de 
Roselly  de  Lorgues.  En  España  aparecieron  igualmente  li- 
bros i  opúsculos  de  mas  o  menos  mérito,  dirijidos  a  impug- 
nar al  pretendido  rehabilitador  de  Colon.  La  discusión  se 
ha  mantenido  durante  algunos  años,  i  ella  ha  producido 
un  cierto  número  de  obras  que,  exhibiendo  nuevos  datos  i 
documentos,  prestan  algún  servicio  al  historiador. 

Creemos  que  rara  vez  una  discusión  de  carácter  literario 
ha  dado  oríjen  a  un  número  igual  de  denuestos  i  de  impro- 
perios. Roselly  de  Lorgues  fijó  desds  el  primer  dia  el  tono 
del  debate.  Al  publicar  su  libro  en  1856,  i  en  seguida  en 
cuanto  ha  escrito  para  su  defensa,  la  emprende  contra  vi- 
vos i  muertos  con  una  violencia  i  una  procacidad  que  un 
debate  de  esa  naturaleza'parecia  proscribir.  Según  él,  na- 
die habia  escrito  hasta  entonces  la  verdadera  historia  de 
Colon  ni  comprendido  el  carácter  i  la  misión  de  éste;  i  lo 
que  aun  es  peor,  todos  los  que  habian  intentado  hacerlo, 
habian  obedecido  a  móviles  mezquinos,  i  a  un.  propósito 
dañado  de  falsear  la  verdad  para  servir  a  intereses  indig- 
nos del  carácter  i  de  la  misión  del  historiador.  Washington 
Irving  i  el  barón  de  Humboldt,  los  dos  hombres  que,  has- 
ta ahora,  han  levantado  los  monumentos  literarios  mas 
sólidos  i  mas  duraderos  a  la  gloria  del  descubridor  del  Nue- 
vo Mundo,  no  han  podido,  según  Roselly  de  Lorgues,  es- 
cribir la  verdad,  porque  ambos  eran  protestantes,  i  por 
tanto  "enemigos  naturales  de  Colon".  Tres  eruditos  itaha- 


90  ESTUDIOS  hist(3rico-bibltográficos 

nos  que,  inspirados  por  una  ardiente  admiración,  habían 
ilustrado  algunos  puntos  de  la  vida  del  descubridor  del 
Nuevo  Mundo,  Napione,  Cancel liere  í  Sportono,  están  des- 
provistos de  criterio  o  de  lealtad;  i  por  falta  de  espíritu 
filosófico  o  por  móviles  mezquinos  se  habían  hecho  los  pro- 
pagadores de  calumnias.  Don  Martin  Fernández  de  Nava- 
rrete,  el  intelíjente  i  laborioso  compilador  de  la  mas  rica  i 
valiosa  colección  de  documentos  que  se  haya  hecho  sobre 
Colon,  sus  compañeros  i  sucesores,  era  un  hombre  sin  críti- 
ca, empleado  a  sueldo  de  Fernando  VII,  i  por  tanto  encar- 
gado de  justificar  a  Fernando  el  católico,  i  el  odio  tenaz 
que  éste  había  tenido  a  Cristóbal  Colon. 

Hasta  entonces,  sin  embargo,  estas  injustas  i  desauto- 
rizadas censuras  tenían,  a  lo  menos  en  la  forma,  alguna 
moderación;  pero  cuando  Rosellj  de  Lorgues  quiso  contes- 
tar a  las  críticas  que  se  hacían  a  sus  escritos,  perdió  toda 
mesura.  Bastaba  que  se  le  citara  la  autoridad  de  algún 
antiguo  escritor  a  fin  de  restablecer  la  verdad  sobre  un  he- 
cho, para  que  el  pretendido  rehabilitador  de  Colon  le  lan- 
zara los  rayos  de  su  ira;  el  cronista  Oviedo,  el  bibliógrafo 
don  Nicolás  Antonio,  como  hemos  visto  antes,  fueron,  en- 
tre otros  muchos,  objeto  de  la  destemplada  saña  de  Rose- 
Uy  de  Lorgues.  Los  impugnadores  de  éste  eran  tratados 
con  menos  miramiento  todavía  en  esa  polémica  en  que  la 
procacidad  llegó  a  sus  iiltimos  excesos.  Roselly  de  Lorgues 
daba  al  canónigo  Sanguinetti  los  apodos  de  "padre  de  la 
mentira",  "Satanás  el  calumniador",  "el  abogado  de  Sa- 
tanás", etc.,  i  a  los  individuos  de  una  academia  de  Jénova 
que  apoyaba  a  éste,  así  como  a  monseñor  Magnasco,  ar- 
zobispo de  esa  ciudad,  que  los  protejia,  se  les  llamaba  "co- 
fradía de  calumniadores".  Según  Roselly  de  Lorgues,  el 
eminente  bibliógrafo  H.  Harrisse,  colombista  apasionado, 
autor  de  muchos  libros  en  honor  de  Colon,  i  de  una  erudi- 
tísima historia  crítica  de  éste,  es  indigno  de  crédito,  porque 
es  amigo  "del  renegado  Renán";  el  célebre  jeógrafo  D'Ave- 
zac  es  un  "abogado  argucíoso  i  volteriano";  i  hasta  don 
Francisco  Adolfo  de  Varnhagen,   el  distinguido   historia- 


EL    PROYECTO    DE    CANONIZAR    A    CRISTÓBAL    COLON  91 

dor  brasilero  que  conocimos  en  Chile  desempeñando  una 
misión  diplomática,  sale  por  incidente  a  colación  para  que 
el  iracundo  Rosselly  de  Lorgues  le  niegue  toda  autoridad, 
porque  pretende  que  era  "frac-mason".  Algunos  de  los  ad- 
versarios del  escritor  francés  no  han  hecho  caso  de  su  pro- 
cacidad i  de  sus  ofensas,  pero  otros  se  las  han  devuelto  gol- 
pe por  golpe.  *'Mi  propósito,  entiéndase  bien,  es  probar 
que  el  señor  conde  de  Roselly  es  un  charlatán",  decia  el  ca- 
nónigo Sanguinetti  en  uno  de  sus  escritos  ^^.  Los  contra- 
dictores españoles  no  han  sido  por  lojeneral  mas  corteses. 
Todo  el  calor  empleado  en  esta  discusión  por  Roselly  de 
Lorgues  i  por  sus  colaboradores  en  la  pretendida  rehabili- 
tación de  Colon,  ha  resultado  absolutamente  estéril  para 
el  objeto  que  aquél  tenia  en  vista.  El  2  de  diciembre  de 
1866,  monseñor  Donnet,  cardenal  arzobispo  de  Burdeos, 
pidió  a  Pío  IX  que  la  causa  de  la  beatificación  de  Cristó- 
bal Colon  fuese  presentada  ante  la  congregación  de  ritos. 
*'Ningun  papa  antes  que  vuestra  santidad,  decia  el  carde- 
nal Donnet,  habia  atravesado  el  océano.  Ocupado  en  una 
lejana  nunciatura,  vos  habéis  medido  en  su  ancho  la  in- 
mensidad del  Atlántico.  Habéis  afrontado  las  formidables 
intemperies  del  cabo  de  Hornos  i  penetrado  en  los  incon- 
mensurables espacios  del  Pacífico.  Se  diria  que  un  designio 
particular  de  lo  alto  os  preparaba,  por  estíi  navegación 
mas  allá  de  las  rejiones  equinoxiales,  a  comprender  mejor 
la  grandeza  del  descubrimiento  i  los  épicos  trabajos  del  hé- 
roe cristiano  encargado  de  ejecutarlo.  Este  viaje,  que  for- 
ma un  episodio  memorable  en  vuestra  vida,  no  lo  será  me- 
nos en  los  anales  devuestro  pontificado,  porque  él  ha  tenido 
por  consecuencia  una  restitución  capital  hecha  simultá- 
neamente a  la  historia  i  a  la  iglesia."  El  cardenal  Donnet, 
como  lo  había  sostenido  Roselly  de  Lorgues,  parecía  creer 
que  el  viaje  a  América  en  1823  del  canónigo  Mastai,  que 
tomó  el  nombre  de  Pió   IX  al   ser  elevado   a  la  dignidad 


36  "II  mío   assuiito   (rintendano  una  volta)  é  di  provare  che  il 
áignor  conté  Roselly  é  un  ciarlatano." 


92  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

pontificia,  habia  sido  el  oríjen  de  la  rehabilitación  histórica 
de  Cristóbal  Colon.  Otros  prelados  se  adhirieron  a  esa  pe- 
tición; pero  por  entonces  no  tuvo  efecto  alguno. 

''En  fin,  dice  uno  de  los  mas  ardorosos  sostenedores  de 
la  causa  de  la  canonización  de  Cristóbal  Colon,  la  con- 
vocación del  concilio  ecuménico  del  Vaticano  (1869)  pa- 
recía ofrecer  a  los  representantes  de  la  iglesia  una  ocasión 
de  discernir  una  muestra  de  gratitud  a  este  cristiano  he- 
roico. El  conde  Roselly  de  Lorgues,  postulador  oficial  aun- 
que laico,  dirijió  a  los  padres  del  concilio  una  memoria 
para  recordar  los  derechos  de  Cristóbal  Colon  a  un  testi- 
monio solemne  de  reconocimiento.  Según  el  parecer  de  un 
gran  número  de  arzobispos,  obispos  i  de  consultores,  se  re- 
dactó una  postulación  en  que  se  suplicaba  al  jefe  de  la  igle- 
sia que  se  dignara  diferir  a  los  votos  de  los  fieles,  i  que 
usando  de  su  soberanía  apostólica,  ordenase  la  introduc- 
ción de  esta  causa  por  via  de  escepcional  ^^.  Como  algu- 
nos prelados  se  retiraran  de  Roma  inmediatamente  des- 
pués que  dieron  su  voto  por  la  infabilidad,    se  convino  en 


•^'  En  el  caso  de  Cristóbal  Colon  se  pedia  que  la  causa  de  su  bea- 
tificación se  introdujese  por  la  via  escepcional,  por  no  ser  posible 
ajustaría  a  las  prescripciones  consignadas  por  el  papa  Benedicto 
XIV  en  su  famosa  obra  Beatiñcatione  et  canonizatione,  de  que  se 
puede  decir  que  es  el  código  que  rije  en  la  materia.  El  célebre  ca- 
nonista chileno  don  Justo  Donoso,  obispo  de  Ancud  i  después  de  la 
Serena,  esplica  en  la  forma  siguiente  las  reglas  para  dar  principio 
a  la  causa:  "El  procedimiento  en  la  causa  de  beatificación  no  se 
inicia  a  menos  que  haya,  previamente,  suficiente  constancia  de 
/ama  sa/7Cí/íaí/&-,  por  medio  del  proceso  i  juicio  que  pronuncie  el 
ordinario,  es  decir,  el  obispo,  i  en  sede  vacante,  por  el  vicario  ca- 
pitular, sobre  las  virtudes  i  milagros  del  siervo  de  Dios."  Donoso, 
Instituciones  de  derecho  canónico,  libro  III,  cap.  XIII,  §  3^ 

Según  estas  prescripciones,  este  primer  proceso  debe  ser  levan- 
tado por  el  obispo  en  cuya  diócesis  haya  vivido  el  individuo  que 
se  trata  de  beatificar,  i  deben  recojerse  las  informaciones  de  las 
personas  que  lo  conocieron  i  que  pueden  declarar  como  testigos 
de  su  santidad.  Como  eti  el  caso  presante  no  existia  ese  proceso, 
ni  era  posible  formarlo  se  pedia  la  introducción  de  la  causa  por 
via  escepcional. 


KL    PROYECTO    DE    CANONIZj^R    A    CRISTÓBAL    COLON  9o 

que  cuando  volviera  a  abrirse  la  sesión,  la  postulación  se- 
ria propuesta  públicamente  para  que  la  firmasen  los  padres 
del  concilio.  Muchos  de  ellos  debian  hacer  una  moción  re- 
lativa a  la  causa  de  Cristóbal  Colon;  cuando  el  castigo  de 
la  Francia  (la  guerra  franco-alemana)  i  la  intrusión  bestial 
de  los  espoliadores  de  la  santa  sede  (los liberales  italianos), 
poniendo  obstáculos  a  la  reunión  de  la  asamblea  ecuméni- 
ca, aplazaron  esta  cuestión,  cuya  oportunidéid  era  tan 
jeneralmente  proclamada"  •^^. 

Los  trabajos  emprendidos  para  la  canonización  de  Cris- 
tóbal Colon  iban  a  esperimentar  un  largo  aplazamiento. 
El  gobierno  pontificio,  mui  preocupado  con  cuestiones  i 
dificultades  de  la  mas  alta  gravedad  después  de  la  ocupa- 
ción de  Roma  por  el  rei  de  Italia,  no  podia  prestar  aten- 
ción a  aquel  negocio.  Mientras  tanto,  la  discusión  tomaba 
en  libros,  en  opúsculos  i  en  artículos  de  revista  i  de  diario, 
un  gran  calor.  La  obra  de  Rosellv  de  Lorgues,  que  en  el 
principio  habia  tenido  pocos  impugnadores,  se  atrajo  una 
gran  popularidad  desde  que  se  anunció  que  ella  era  el  funda- 
mento de  la  postulación  en  que  se  pedia  la  beatificación  de 
Cristóbal  Colon.  Sanguinetti,  el  canónigo  de  Jénova  que 
hemos  recordada  anteriormente,  rompió  entonces  sus  fue- 
gos contra  el  pretendido  rehabilitador  del  glorioso  descu- 
bridor del  Nuevo  Mundo.  Su  ejemplo  fué  seguido  por  otros 
escritores  en  Italia,  en  Francia  i  en  España,  i  se  produjeron, 
junto  con  folletos  o  artículos  de  polémica,  algunos  libros 
de  verdadera  investigación  que  han  dado  luz  sobre  muchos 
punto  de  historia.  Numerosos  escritores  de  reconocido  es- 
píritu relijioso,  eclesiásticos  algunos  de  ellos,  sostenian  que 
la  beatificación  de  Colon  no  tenia  fundamento  alguno  se- 
rio, i  que  en  caso  de  llevarse  a  efecto,  no  agregaria  nada  a 
la  gloria  del  descubridor  del  Nuevo  Mundo,  i  seguramente 
contribuiría  a  disminuir  la  fe  en  las  resoluciones  de  la  san- 
ta sede.  El  aparato  de  sobrenatural  con  que  se  habia  reves- 


<^8  León  Bloy,  Le  Révélateur  da  ^lobe,  Chrisiophe  Coiombet  sh 
heatiñcation  íuture,  Píiris,  1844,  páj.  53-4. 


94  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIIJLTOGRÁFICOS 

tido  la  historia  de  Colon,  i  los  milagros  que  se  atribuían  a 
éste,  habian  encontrado  mui  pocos  creyentes.  La  Gaceta 
de  Francia,  el  mas  antiguo  i  talvez  el  mas  caracterizado 
representante  del  partido  citólico  i  monarquista  de  Paris, 
por  el  órgano  de  su  redactor  literario  el  conde  de  Pont- 
martin,  i  con  motivo  de  una  nueva  edición  de  la  vida  de 
Colon,  decia  el  5  de  enero  de  1879  estas  palabras:  "El  li- 
bro de  este  excelente  conde  RoselU^  de  Lorgues  es  uno  de 
los  libros  mas  grotescos  que  jamas  hayan  caido  en  mis 
manos." 

Manifestaciones  partidas  de  otra  parte,  mucho  mas  bu- 
lliciosas todavía  que  esos  escritos,  tendían  a  presentar  a 
Colon  bajo  un  aspecto  mui  diferente  del  que  habian  querido 
darle  los  llamados  rehabilitadores  de  su  memoria.  El  par- 
tido liberal  italiano  lo  aclamaba  una  de  las  mas  altas  glo- 
rias de  la  Italia,  i  lo  colocaba  entre  los  hombres  ilustres 
que  sus  contemporáneos  no  habian  comprendido,  hacién- 
dolo víctima  de  la  superstición  i  de  la  ignorancia.  El 
gobierno  piamontes  habia  puesto  en  los  billetes  de  banco 
la  efijie  de  Colon  en  frente  de  la  del  conde  de  Cavour.  En 
una  procesión  histórica  celebrada  en  Jénova  el  17  de  marzo 
de  1872  con  motivo  del  solemne  entierro  civil  del  tribuno 
revolucionario  Mazzini,  la  efijie  de  Colon  fué  paseada  junto 
con  la  de  Rienzi,  de  Arnaldo  de  Brescia  i  de  otros  célebres 
patriotas  que  son  llamados  los  precursores  de  la  libertad 
de  Italia.  Cada  vez  que  se  celebraba  en  esa  ciudad  algún 
acontecimiento  tendente  a  afianzar  la  unidad  italiana,  el 
pueblo  cubria  de  flores  i  de  coronas  la  estatua  de  Colon. 
Los  discursos  que  en  esas  fiestas  se  pronunciaban,  eran  la 
espresion  de  un  orden  de  sentimientos  bien  diversos  a  los 
que  alentaban  a  los  postulantes  de  la  beatificación  de  Colon. 

El  ruido  causado  por  tantas  publicaciones,  la  falta  de 
informaciones  i  de  pruebas  para  demostrar  la  santidad  de 
Colon  i  para  autorizar  los  milagros  que  se  le  atribuían,  i 
por  iiltimo,  el  desprestijio  que  la  crítica  razonada  habia 
echado  sobre  los  libros  de  los  que  pedian  la  beatificación, 
decidieron  por  entonces  la  pérdida  de  la  causa.  En  octubre 


EL    PROYECTO    DE    CANO^iZAR    A    CRISTÓBAL    COLON  95 

de  1877,  la  congregación  de  ritos  resolvió  que  no  podia  pa- 
sarse adelante  "porque  ningún  hecho  ha  venido  a  demos- 
trar de  una  manera  palpable  las  heroicas  virtudes  cristia- 
nas de  Cristóbal  Colon;  porque  aparte  de  su  grande  obra, 
el  descubrimiento  de  América,  su  vida  privada  i  pública  da 
lugar  a  críticas  i  juicios  nada  favorables;  porque  en  las 
crónicas  de  aciuel  tiempo  nada  se  encuentra  a  propósito  que 
pueda  señalarlo  como  digno  del  insigne  honor  de  colocarlo 
en  los  altares;  i  porque  la  fama  que  ha  dejado  al  morir,  no 
es  de  aquellas  de  un  católico  eminente  notable,  ni  jamas  se 
le  ha  invocado  como  santo."  ^9 

Los  postulantes  de  la  beatificación  de  Colon  no  se  die- 
ron por  vencidos  pur  este  fallo.  Publicaron  nuevos  libros  i 
opúsculos  mas  ardorosos  todavía,  i  despacharon  emisarios 
a  solicitar  en  Europa  i  en  América  adhesiones  a  la  postula- 
ción. Muchos  prelados  se  escusaron  de  adherirse;  pero  mu- 
chos otros  firmaron  con  buena  voluntad  las  peticiones  c[ue 
se  buscaban.  Un  caballero  de  Jénova  llamado  José  Baldi, 
antiguo  negociante  en  piedras  preciosas,  en  cuyo  comercio 
habia  visitado  varias  veces  la  América,  i  que  se  habia  inte, 
resado  vivamente  por  la  beatificación  de  Colon,  escribió  o 
dio  su  nombre  a  un  libro  titulado  Lh  glorifícazione  del  ge- 
nio cattolico,  t  se  hizo  el  vice-postulador  de  esa  causa.  '*En 
1881,  el  domingo  de  Ramos,  dice  León  Bloy,  el  señor  José 
Baldi  fué  presentado  a  su  santidad  León  XIII  por  el  conde 
Rosellj  de  Lorgues,  i  tuvo  el  honor  de  colocar  en  manos  del 
papa  un  magnífico  álbum,  seguramente  el  mas  curioso  que 
jamas  hubiese  entrado  al  Vaticano.  Este  álbum  contenia 
entonces  466  adhesiones  episcopales  en  que  se  solicitaba  del 
jefe  de  la  Iglesia  la  introducción  exceptionali  ordine  de  la 
causa  del  servidor  de  Dios  (Cristóbal  Colon)  ante  la  sagra- 
da congregación  de  ritos."  ^^  Antes  de  mucho  tiempo   se 


^'•í  Copio  estas  palabras  del  fallo  de  la  congregación  de  ritos  de 
la  Vida  de  Colon,  anteriormente  citada,  de  don  José  María  Asen- 
sio,  tomo  I,  pajina  LXXIJI. 

40  León  Bloy,  Le  Révélateur  du  globe,  páj.  71. 


96  ESTUDIOS    mSTÓllICO-BlBLIOGKÁFICOS 

agregaron  nuevas  adhesiones.   En  noviembre  de  1883  se 
elevaban  a  615,  i  en  1885  a  627. 

Sin  embargo,  aunque  la  postulación  recordaba  "que  des- 
de la  encarnación  del  Verbo  no  se  ha  verificado  un  aconte- 
cimiento mas  preclaro  i  mas  ntil  que  el  descubrimiento  deí 
Nuevo  Mundo  por  Cristóbal  Colon",  no  señalaba  mas- 
prueba  de  la  santidad  de  éste,  i  de  los  milagros  que  debia 
haber  operado,  que  "la  célebre  historia  compuesta  por  el 
egrejio  conde  Roselly  de  Lorgues,  en  la  cual  están  descritos 
con  fe  i  suma  dilijencia  la  vocación  sobrenatural  de  Cristó- 
bal Colon,  sus  virtudes  i  su  celo  católico  en  el  descubri- 
miento del  nuevo  orbe,  en  todo  lo  cual  fué  ayudado  por  el 
favor  de  la  sede  apostólica,  i  por  los  anuncios  celestes".  Pa- 
rece que  esta  prueba,  que  la  crítica  habia  desautorizada 
completamente,  no  ha  parecido  mui  satisfactoria  a  su  san- 
tidad León  XIII  ni  en  la  sagrada  congregación  de  ritos,, 
porque,  según  entendemos,  no  ha  vuelto  a  tratarse  de  la 
proyectada  beatificación  de  Cristóbal  Colon.  ^^ 


41  En  el  curso  de  este  artículo  hemos  tenido  ocasión  de  citar 
algunos  de  Jos  libros  i  opúsculos  a  que  dio  oríjen  la  polémica  sus- 
citada con  motivo  del  proyecto  de  beatificación  de  Cristóbal  Co- 
lon, pero  existen  muchos  otros  de  los  cuales  vamos  a  recordar  los 
que  hemos  tenido  a  la  vista  i  hemos  consultado  como  fuente  de  in- 
formación para  conocer  este  asunto. 

Van  Bkocken  (barón),  Des  vicisitudes  posthumes  de  Christo- 
phe  Colomb  et  de  sa  beatiñcation  possihle,  Paris,  1865. 

RosELLV  DE  LoKGUES,  U amhassadeur  de  Dieti  et  le  pape  Pie 
IX,  Paris,  1874,  reimpreso  en  1884  con  el  título  de  Christophe 
Colomb  serviteur  de  Dieu,  son  apostolat,  sa  sainteté. 

Roselly  de  Lorgues,  Satán  contre  Christophe  Colomb  ou  la 
pretendue  chute  du  serviteur  de  Dieu,  Paris,  1876. 

Roselly  de  Lorgues,  Histoire  posthume  de  Christophe  Co^ 
lomb,  Paris,  1885. 

RoGER  (abate  G.  cura  de  Montargis),  £^/o^e  historique  de  Chris- 
tophe Colomb,  Orleans,  1885. 

Sanguinetti  (Angelo,  canónigo  de  Jéno  va),  Osservazionc  ad  un 
articolo  della  Civilta  Cattolica,  Jénova,  1876. 

Sanguinetti,  Intorno  alia  seconda  edizione  della  storia  di  Co- 
lombo  peí  conté  Roselly  de  Lorgues,  Paris,  1879. 

Lorenzo  i  Leal  (doctor  clon  Baldomcro,  misionero  apostólico),. 


EL    PROYECTO    DE    CANONIZAR    A    CRISTÓBAL    COLON  97 

Cristóbal  Colon.  El  héroe  del  catolicismo,  leyenda  histórica.  Huel 
va,  1884. 

Fernández  Duro  (Cesáreo,  capitán  de  navio  e  individuo  de  la 
Real  Academia  Española  de  la  Historia),  Colon  i  la  Historia  pos- 
tuma, examen  de  la  que  escribió  el  conde  Roselly  de  horgues.  Ma- 
drid, 1885. 

Estos  escritos  i  los  que  sobre  el  mismo  asunto  hemos  citado  en 
el  curso  de  este  artículo,  no  forman  mas  que  una  parte  de  los  que 
se  han  publicado  con  motivo  de  la  discusión  a  que  ha  dado  oríjen 
el  pro\'ecto  de  beatificar  a  Cristóbal  Colon.  Por  simples  referen- 
cias conocemos  algunos  otros;  pero  nos  seria  imposible  recordar- 
los todos,  i  mucho  rhas  los  numerosos  artículos  de  revista  o  de 
diario  que  hemos  visto  citados. 


TOMO  VI 


ALGUNAS  PALABRAS  SOBRE  LA  HISTORIA  DE  LA  JEOGRAFIA 

A     PROPÓSITO 
DEL    DESCUBRIMIKNTO  DE   AMÉRICA  * 


"Hubo  un  tiempo,  i  ese  tiempo  no  está  todavía  mui 
apartado  de  nosotros,  en  que  todas  las  ciencias  debian  to- 
mar su  oríjen  en  la  Biblia.  Era  ésta  la  base  única  sobre  la 
cual  se  les  permitia  levantarse.  Se  dejaba  al  astrónomo  ob- 
servar los  astros  i  formar  almanaques;  pero  a  condición  de 
que  la  Tierra  continuara  en  el  centro  del  universo,  i  de  que 
el  cielo  continuase  siendo  una  bóveda  sólida,  sembrada  de 
puntos  luminosos.  El  cosmógrafo  podia  construir  cartas 
jeográficas,  pero  debia  hacerlo  partiendo  del  principio  de 
que  la  Tierra  era  una  superficie  plana,  suspendida  milagro- 
samente en  el  espacio,  i  sostenida  por  la  voluntad  de  Dios. 
Si  algunos  teólogos  menos  ignorantes,  permitian  a  la  Tie- 
rra tomar  la  forma  esférica,  era  bajo  la  condición  espresa 
de  que  no  tendria  antípodas.  La  historia  natural  de  los 
animales  debia  partir  de  la  reproducción  de  los  que  habian 


*  Publicado  en  los  Anales  de  ¡a  Universidad  de   Chile  en   1892, 
to  mo  83,  pajinas  453-471. 

{Nota  del  Recopilador) 


100  ESTUDIOS    HISTÓRICO  BIBLIOaRÁFIC OS 

sido  conservados  en  el  arca.  La  historia  i  la  etnografía 
tenían  por  base  común  la  dispersión,  sobre  la  superficie  de 
la  Tierra,  de  la  familia  de  Noé.  Las  ciencias  tenian,  pues,  su 
punto  de  partida  fijo  i  determinado;  i  alrededor  de  cada 
una  de  ellas  un  círculo  de  que  les  era  prohibido  salir  so 
pena  de  caer  al  instante  bajo  la  temible  censura  de  los  teó- 
logos, que  tenian  siempre  al  vServicio  de  su  opinión,  buena  o 
mala,  tres  argumentos  irresistibles,  la  persecución,  la  pri- 
sión o  la  hoguera." 

Con  estas  palabras  comienza  el  célebre  arqueólogo  Le- 
troniie  un  estudio  majistral  sobre  la  historia  de  los  opinio- 
nes cosmográficas  en  la  edad  media  i.  Ellas  bosquejan  en 
sus  rasgos  jenerales  una  época  de  retroceso  intelectual,  en 
que,  rechazando  i  aun  pretendiendo  hacer  olvidar  las  mas 
sólidas  conquistas  del  jenio  i  de  la  ciencia  de  los  antiguos, 
se  inventó  un  sistema  del  universo  fundado,  vse  decia,  en  la 
interpretación  literal  i  correcta  de  la  Biblia. 

Los  griegos,  en  efecto,  habian  establecido  sobre  estas 
materias  principios  fundamentales,  exactos,  i  tanto  mas 
sorprendentes  cuando  se  consideran  la  limitación  de  su  cam- 
po de  estudios,  i  la  falta  de  los  medios  i  de  los  instrumen- 
tos de  que  han  podido  disponer  los  pueblos  modernos. 
"Como  no  tenian  libros  sagrados,  dice  un  moderno  histo- 
riador de  la  Grecia,  i  por  consiguiente  ni  cuerpo  de  doctri- 
nas de  que  no  era  permitido  apartarse,  ni  clase  sacerdotal 
que  guardara  para  sí  sola  el  dogma  i  la  ciencia,  ni  aristo- 
cracia social  que  limitara  el  campo  del  pensamiento,  los 
griegos  dejaron  a  los  espíritus  la  libertad  mas  completa. 
De  esta  manera,  constituyeron  la  filosofía  moral  i   política 


1  Letkonne,  Des  opinions  co^mographiques  des  peres  de 
Peglise,  rapprochées  des  doctrines  phúosophiques  de  la.  Gréce,  es- 
tudio publicado  en  la  Revue  des  deux  mcndes  del  15  de   marzo  de 

1834. 

El  sabio  francés  pudo  ampliar  estas  observaciones  estendien- 
dolas  a  otras  ciencias,  a  la  lingüística,  por  ejemplo,  detenida  du- 
rante muchos  siglos  en  su  desarrollo  por  la  obligación  de  buscar  el 
oríjen  dé  las  lenguas  en  la  famosa  torre  de  Babel. 


HISTORIA    DE    LA    JEOORAFÍA  101 

en  su  indepenciencia.  Hicieron  de  ella  (como  lo  hicieron  de 
las  demás  ciencias)  el  dominio  de  todos,  i  no  le  asignaron 
otro  objeto  que  la  investigación  de  la  verdad.  Por  este  me- 
dio, abrieron  a  la  intelijencia  un  inmenso  horizonte.  Lo'que 
el  sentimiento  sólo  alcanzaba  a  percibir  vagamente,  la  ra- 
zón fué  a  examinarlo,  i  con  cuánto  poder!"  Esa  libertad  de 
que  pudo  gozar  el  jenio  griego,  produjo  los  mas  maravillo- 
sos resultados  en  favor  de  la  civilización  de  la  humanidad. 
"La  Grecia,  dice  un  distinguido  filósofo  de  nuestros  dias, 
ha  formado  la  educación  del  mundo,  del  occidente  por 
Roma,  del' oriente  por  las  colonias  jónicas,  por  Alejandría, 
Antioquía  i  Constantinopla.  Cualquiera  que  sea  la  parte 
que  se  conceda,  en  la  evolución  del  espíritu  humano,  a  los 
elementos  diversos  que  han  constituido  los  pueblos  moder- 
nos, bajo  la  diversidad  de  los  temperamentos  nacionales  i 
de  los  destinos  históricos,  se  descubre,  en  último  análisis, 
un  fondo  intelectual  común  en  toda  civilización  partícipe;  i 
ese  fondo  es  griego  -." 


2  André  Lefevkh,  U  bomme  á  travers  les  a^es,  chap   V. 

No  podemos  resistir  al  deseo  de  consignar  aquí  algunas  líneas 
sobre  -da  enerjía  racional  de  los;  griegos."  que  hallamos  en  un  libro 
de  Mr  R.  C.  Jebb,  distinguido  profesor  de  Glasgow,  ti  Los  grie- 
gos, dice,  no  fueron  el  primer  pueblo  que  halló  la  manera  de  culti- 
var bien  la  tierra,  de  elaborar  bien  los  metales,  de  enriquecerse 
por  la  guerra  o  por  el  comercio.  T'^ueron  sí  el  primer  pueblo  que  hizo 
de  la  razón  el  guia  de  su  vida  social.  Se  encuentra  una  prueba 
de  ello  en  la  existencia  de  las  ciudades  griegas  Mientras  otros  h()m- 
bres  vivian  en  tribus  o  bajo  reyes  despóticos,  los  griegos  se  habian 
reunido  en  ciudades  i  sociedades  rejidas,  no  por  la  fuerza,  sino  por 
la  persuasión  de  leyes  iguales  para  todos.  Otra  prueba  se  encuen- 
tra en  los  libros  griegos.  Allí  hallamos  escritores  de  toda  especie, 
poetas,  historiadores  i  filósofos  habitualmente  empeñados  en  des- 
cul)rir  la  razón  de  las  cosas.  Bajo  este  aspecto,  la  literatura  griega 
tiene  un  interés  que  no  posee  ninguna  otra.  Ella  nos  muestra  cómo 
los  hombres  se  encaminaron  primero  en  un  pensamiento  sistemá- 
tico. Ella  nos  enseña  cómv:)  algunas  cuestiones  que  han  sido  solu- 
cionadas mas  tarde  i  otras  que  todavía  se  discuten,  fueron  presen- 
tadas por  el  pueblo  que  primero  trató  de  solucionarlas."  Jkbb's^ 
Greek  Jiteratiire,  London,  1886,  chap.  I,  p.  6. 


102  ESTUDIOS    HISTÓRTCO-BIBLlOCmÁFK.'OS 

En  jeografía,  los  griegos,  si  bien  no  pudieron  esplorar 
mas  que  una  porción  limitada  de  la  Tierra,  njaron  con  ma- 
no segura  las  bases  de  la  ciencia.  Sacándola  del  estrecho 
campo  de  los  itinerarios  descriptivos,  tuvieron  una  concep- 
ción mucho  mas  elevada  del  dominio  de  la  jeografía,  i  me- 
diante la  observación  astronómica,  sentaron  como  prmci- 
pio  fundamental  e  inconmovible  la  esfericidad  de  la  Tierra. 
Demostrado  este  principio  con  una  gran  sagacidad  jeoiné- 
trica  i  con  una  claridad  de  esposicion  que  no  deja  lugar  al- 
guno a  duda,  dedujeron  como  consecuencia  la  posibilidad 
de  dar  una  vuelta  entera  al  globo  si  fuera  dado  atravesar 
el  océano  que  se  estendia  entre  las  costas  occidentales  de 
Euro]3a  i  la  rejion  mas  oriental  del  Asia,  navegación  que  no 
podian  emprender  los  marinos  de  la  antigüedad  en  sus  pe- 
queñas embarcaciones,  i  sin  contar  con  el  ausilio  de  la  brú- 
jula. Sus  trabajos  para  determinar  las  dimensiones  de  la 
Tierra  para  fijar  científicamente  la  posición  de  cada  uno  de 
sus  puntos,  i  para  señalar  los  límites  de  las  zonas  climato- 
lójicas,  tienen  una  gran  precisión,  i  fueron  el  punto  de  j)ar- 
tida  de  los  inconmensurables  progresos  que  en  este  terreno 
ha  llevado  a  cabo  la  ciencia  moderna.  Por  fin,  hubo  filóso- 
fos i  matemáticos  griegos  que,  adelantándose  muchos  si- 
glos a  los  grandiosos  trabajos  de  Copérnicoide  Galileo,  es- 
plicaron  el  movimiento  aparente  de  los  astros,  por  un  mo- 
vimiento real  de  la  Tierra  en  torno  de  su  eje  -K 

Las  doctrinas  científicas  de  los  griegos,  sustentadas  i  es- 


3  Aristótklhs  en  su  tratado  Del  cielo,  cap.  II  núm.  13,  dice  lo 
que  sigue:  --Los  pitagóricos  sostienen  que  la  Tierra,  que  no  es  mas 
que  uno  de  los  astros,  produce,  jirando  sobre  sí  misma,  la  noche  i 
el  diíi.'i  CiCKRON  en  sus  Cuestiones  académicas,  libro  IV,  cap.  39, 
es  mas  [ireciso  todíivía  con  estas  palabras:  -lílicetas  de  Siracusa 
(pitagórico)  enseñaba  que  el  cielo,  el  sol  i  las  estrellas  permanecen 
inmóviles,  mientras  que  la  Tierra  sola  se  mueve;  i  que  jirando  ésta 
con  rapidez  en  torno  de  su  eje,  produce  exactamente  el  mismo  efec- 
to f|ue  si  se  moviese  el  cielo,  permaneciendo  la  Tierra  inmóvil. -i  iín 
las  Obras  morales  de  Plutarco  (traduc.  Ricard),  vol.  IV,  se  en- 
cuentran dos  pasajes  que  no  sólo  confirman  esas  noticias^  sino  que 


HISTORIA    DE    LA    JBOGRAFÍA  103 

puestas  por  muchos  escritores,  pasaron  a  Roma.  Aunque 
allí  la  ciencia  no  contó  con  tantos  adeptos  como  en  Grecia, 
fueron  admitidas  i  propagadas  por  algunos  de  los  mas 
grandes  jenios  de  la  literatura  latina,  por  César,  por  Cice- 
rón, por  Séneca,  por  Plinio  el  antiguo  etc.,  etc.  La  deca- 
dencia de  las  letras  romanas  coincide  con  la  propagación 
del  cristianismo.  Los  doctores  de  la  nueva  fe  no  se  sintie- 
ron ligados  por  las  doctrinas  científicas  entonces  recibidas; 
i  combatieron  i  rechazaron  todo  lo  que  parecia contrario  al 
texto  de  la  Biblia.  ''¡Así  comienza,  dice  un  distinguido  his- 
toriador de  la  jeografía,  ese  fatal  antagonismo  entre  la 
ciencia  i  el  dogma  relijioso  que  debia  tener  mas  tarde  las 
mas  deplorables  consecuencias!"  * 

Para  desarraigar  el  prestijio  de  las  doctrinas  cosmográ- 
ficas de  los  griegos,  los  padres  de  la  iglesia  escribieron  mu- 
chos tratados.  Las  teorías  de  la  esfericidad  de  la  Tierra  i 
de  la  existencia  de  los  antípodas,  fueron  impugnadas  en  to- 
dos los  tonos,  ya  "como  una  estravagancia  de  jentes  que 
ejercitaban  su  injenio  en  sostener  cosas  inverosímiles,"  ya 
como  principios  contrarios  a  la  sana  razón  i  a  la  revelación 
que  consignan  las  sagradas  escrituras.  "San  Agustin,  Lac- 
tancio,  san  Basilio,  san  Ambrosio,  san  Justino  mártir,  san 
Juan  Crisóstomo,  san  Cesario,  Procopio  de  Gaza,  Severia- 


las  amplían  dando  a  conocer  que  hubo  filósofos  griegos  que  indi- 
caron ademas  del  movimiento  de  rotación  de  la  Tierrn,  su  movi- 
miento de  traslación  en  torno  del  sol.  Dice  así:  "Páj.  322.  Hera- 
clídes.de  Ponto  i  el  pitagórico  Ecfanto  hacen  mover  la  Tierra  no 
de  un  punto  a  otro,  sino  como  una  rueda  fija  que  jira  sobre  su 
centro,  i  dicen  que  este  movimiento  se  efectúa  de  occidente  a 
oriente  '.  "Páj.  424.  Aristarco  suponía  que  el  cíelo  era  inmóvil,  que 
la  Tierra  hacia  una  revolución  oblicua  a  lo  larcro  del  zodíaco,  i  que 
ademas  jíraba  sobre  su  eje.n  Sería  difícil  espresar  con  mas  preci- 
sión ideas  científicas  tan  adelantadas  i  tan  opuestas  a  la  percep- 
ción vulgar  de  los  sentidos.  I  lo  que  es  de  maravillarse  es  que  dos 
rail  años  mas  tarde  costara  tan  caro  a  Galileo  el  sostener  i  afian- 
zar aquellas  verdades  científicas. 

4    ViviEN  DE  Saint  Martin,  Histoire  de  la  géographie,    París, 
1875,  páj.  217. 


104  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLlOaRÁFlCOS 


no  de  Gabala,  Diodoro  de  Társis  etc.,  etc.,  no  permiten  que 
el  verdadero  cristiano  conserve  duda  alguna  a  este  respec- 
to. Es  menester  convenir  en  que  si  los  fenómenos  natura- 
les no  estuviesen  a  la  vista  para  contradecir  el  texto  de  la 
Biblia,  la  interpretación  literal  que  aquéllos  daban,  seria 
sin  réplica.  La  esplicacion  que  los  padres  de  la  iglesia  dan 
de  la  Biblia,  i  las  consecuencias  que  de  ellas  sacan,  serian 
igualmente  incontestables.  Verdaderamente,  sólo  median- 
te las  mas  forzadas  interpretaciones  se  puede  ver  en  ese  tex- 
to otra  cosa  que  la  que  vieron  los  padres  de  la  iglesia"  •"> 

Nosotros  no  hemos  consultado  mas  que  algunos  de  esos 
escritos  para  comprobar  la  exactitud  de  esta  referencia  i  de 
la  observación  que  la  completa.  Ese  examen  nos  ha  de- 
mostrado que  el  distinguido  arqueólogo  francés  espone  con 
la  mayor  fidelidad  las  opiniones  de  aquellos  padres  de  la 
iglesia,  Pero  tenemos  a  la  vista  un  libro  del  mismo  carác- 
ter que  aquellos,  que  desarrolla  el  propio  tema  mas  esten- 
samente,  i  que  propone  todo  un  sistema  cosmográfico  fun- 
dado en  la  revelación,  i  opuesto  al  de  los  griegos.  Se  titula 
Topografía  cristiana  del  universo,  establecida  por  demos- 
traciones sacadas  de  la  escritura  divina,  i  cuya  verdad  no 
es  permitido  a  los  cristianos  poner  en  duda.  Fué  escrito  en 
el  siglo  VI  de  nuestra  era  por  un  monje  de  Alejandría  que 
se  nombra  Cosmas  Indipleustes,  palabras  griegas  con  que 
mas  bien  que  un  nombre  propio,  se  designa  la  ocupación 
del  autor,  "cosmógrafo,  navegador  indiano."  Dos  manus- 
critos griegos  de  esta  obra,  conservado  el  uno  en  la  biblio- 
teca del  Vaticano  (del  siglo  IX),  i  el  otro  en  la  biblioteca 
laurentina  de  Florencia  fdel  siglo  X),  habiansido  examina- 
dos por  muchos  eruditos,  i  aun  se  liabia  publicado  la  tra- 
ducción de  algunos  fragmentos,  cuando  el  padre  benedictino 
Bernardo  Montfaucon  la  dio  a  luz  íntegramente  en  Paris 
en  1706  en  su  texto  griego,  acompañándolo  de  la  traduc- 
ción latina,  i  con  numerosas  láminas  que  son  la  reproduc- 
ción de  las  miniaturas  del  manuscrito.    Forman   parte  del 


Letroxne,  artículo  citado,  páj.  604. 


HISTORIA    DE    LA    JEOGEAFÍA  105 

tomo  II  de  una  valiosa  Collectio  nova  patrum  et  scripto- 
Tvm  graecorum  Eusehii  Caesariensis,  Athanasii  et  Costnae 
aegyptii  (Nueva  colección  de  los  padres  escritores  griegos 
Eusebio  de  Cesárea,  Atanasio  i  Cósmas  de  Ejipto).  Otras 
ediciones  posteriores,  i  los  análisis  de  la  crítica  moderna, 
han  dado  a  conocer  bastante  bien  la  obra  de  que  trata- 
mos. *^ 

La  obra  de  Cósmas  tiene  por  objeto  principal  destruir 
todas  las  opiniones  cosmográficas  de  los  griegos.  Comienza 
por  una  invocación  a  la  Santísima  Trinidad,  cuyo  auxilio 
implora  el  autor  para  poder  estirpar  las  herejías.  **Por  to- 
das partes,  dice,  se  dirijen  vivos  ataques  contra  la  iglesia. 
Hasta  algunos  hombres  que  se  visten  con  el  nombre  de  cris- 
tianos, pretenden  con  los  filósofos  paganos,  i  con  desprecio 
de  la  sagrada  escritura,  que  el  cielo  es  esférico,  enguiñados 
sin  duda  por  loseclipses  de  luna  i  sol.  Mi  libro  se  dividirá  en 
cinco  partes.  La  primera  va  dirijida  contra  esos  heréticos. 
Allí  establezco  que  el  que  quiere  ser  cristiano  no  debe  dejar- 
se arrastrar  por  razonamientos  especiosos  a  proposiciones 
contrarias  a  la  divina  escritura,  porque  si  se  profundizan 
esas  hipótesis  de  los  griegos,  se  reconoce  que  no  son  mas 
que  mentiras  i  sofismas  que  no  pueden  sostenerse.  En  el  se- 
gundo libro  yo  respondo  a  la  cuestión  de  esos  cristianos: 
*'  Destruidas  esas  hipótesis  ¿con  qué  las  reemplazáis?"  De- 
m  uestropara  ello  cuál  es  la  verdadera  hipótesis  sacada  de  la 
escritura  santa,  i  digo  cuál  es  la  verdadera  forma  del  mundo. 


6  La  obra  de  Cósmas  fué  reimpresa  en  el  tomo  XI  de  la  célebre 
colección  de   Andrés  Gallandi   titulada  Bibliotheca  veterum  pa- 
triim     antiquarvmque     scriptorvm      ecclesiasticorum,  —  Yenecia 
1765-81. 

Sin  embargo,  aunque  esa  obra  habia  sido  publicada  en  aquellas 
colecciones  de  los  escritos  de  los  padres  de  la  iglesia,  casi  no  era 
conocida  jeneralmente  mas  que  por  los  análisis  que  de  ella  hablan 
hecho  los.historiadores  déla  literatura  i  de  las  ciencias;  pero  en 
1855  M.  Edouard  Charton  dio  a  luz  en  Paris  una  traducción 
francesa  algo  abreviada,  pero  con  las  curiosas  láminas  de  la  pri- 
mera edición,  en  el  tomo  II  de  la  colección  titulada  Voyageurs  an- 
ciens  et  modernes. 


106  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLIOGRÁFJCOS 

En  seguida,  si  alguno  duda  todavía,  i  me  responde:  ¿Quién 
me  prueba  que  Moisés  i  los  profetas  han  dicho  la  verdad?'^ 
yo  les  demuestro  en  mi  tercera  parte  cuan  dignos  son  de  fe, 
probándoles  al  efecto  que  no  son  ellos  sino  el  Espíritu  san- 
to el  que  habla  por  su  boca;  i  establezco  después  que  mi 
opinión  es  la  de  todos  los  autores  sagrados  de  la  antigua  i 
de  la  nueva  lei,  i  digo  cual  es  la  utilidad  de  conocer  la  figu- 
ra del  mundo  i  de  donde  ha  nacido  esa  idea  de  su  esferici- 
dad. Mi  cuarta  parte  es  una  breve  recapitulación  de  lo  que 
he  dicho  antes  i  una  refutaci(jn  de  la  esfericidad  del  mundo 
i  de  la  existencia  de  los  antípodas.  En  fin,  la  quinta  parte 
establece  que  este  sistema  no  es  una  vana  hipótesis  inven- 
tada por  mí,  sino  el  resultado  de  la  observación  del  taber- 
náculo de  Moisés,  construido  por  el  orden  de  Dios  para  re- 
presentar el  mundo,  ese  tabernáculo  "imájen  del  mundo," 
ccino  lo  llama  el  nuevo  testamento,  único  en  realidad,  pero 
separado  en  dos  por  el  velo  que  lo  divide,  como  Dios  ha  se- 
parado en  dos,  por  el  firmameato,  el  universo  que  en  el 
principio  era  uno.  I  así  como  en  el  tabernáculo  habia  una 
parte  interior  i  otra  esterior,  así  también  hai  en  el  mundo 
una  rejion  baja  i  una  rejion  alta:  aquélla  es  el  infierno  i  ésta 
el  mundo  futuro,  a  donde  subió  el  primero  nuestro  señor 
Jesucristo  después  de  su  resurrección,  i  a  donde  después  de 
él  subirán  los  justos.  Desde  Adán  hasta  Moisés,  desde  Moi- 
sés hasta  san  Juan,  i  desde  san  Juan  todos  los  apóstoles  i 
los  evanjelistas  todos,  digo,  de  una  voz  unánime,  no  han 
hablado  mas  que  de  estas  dos  rejiones.  Ninguno  ha  supues- 
to que  antes  o  después  existiese  una  tercera,  sino  que  to- 
dos, guiados  por  el  Espíritu  santo,  han  declarado  que  no 
existian  mas  que  dos.  Por  eso,  siguiendo  paso  a  paso  las 
sagradas  escrituras,  he  figurado  el  universo,  después  esos 
lugares  de  donde  salieron  los  israelitas,  esa  montaña  en 
que  recibieron  la  lei  escrita,  ese  tabernáculo  divino  i  en  fin, 
la  tierra  prometida  en  que  establecieron  su  mansión." 

En  realidad,  toda  la  parte  propiamente  cosmográfica  de 
la  obra  de  Cósmas,  puede  distribuirse  en  dos  secciones.  La 
primera  es  la  refutación  de  las  doctrinas  científicas  de  los 


HISTORIA    DE    LA   JEOGRAFÍA  107 

jeógrafos  i  filósofos  griegos;  i  la  segunda  es  la  esposicion 
del  sistema  del  universo  que  el  autor  ha  arreglado.  Apo- 
yándose en  frecuentes  citaciones  de  la  Biblia  i  de  los  santos 
padres,  declara  absurdo  e  insostenible  no  sólo  ante  la  ra- 
zón sino  ante  la  fe,  cuanto  iiabian  enseñado  aquellos  sobre 
estas  materias,  concluyendo  por  decir  que  la  esfericidad  del 
mundo  i  la  existencia  de  los  antípodas,  no  pasan  de  ser 
^'cuentos  de  vieja."  La  segunda  sección  es  mucho  ma.s  cu- 
riosa todavía  Citando  a  cada  paso  a  los  profetas,  a  los 
poetas  i  a  los  demás  escritores  bíblicos,  i  buscando  la  inter- 
pretación racional  de  ellos  en  las  obras  de  los  padres  de  la 
iglesia,  construye  su  sistema  cosmográfico. 

El  universo,  según  Cósmas,  tiene  la  forma  del  tabernácu- 
lo de  Moisés,  mas  claramente,  la  de  una  casa  o  de  un  gra- 
nero, cuyo  largo  es  doble  del  ancho.  La  parte  inferior  es  un 
estenso  plano,  cuyo  centro  está  ocupado  por  las  tierras,  i 
€uyos  bordes  son  formados  por  el  océano,  si  bien  mas  allá 
de  éste,  por  la  parte  del  norte,  hai  también  tierras  donde 
estuvo  el  paraiso  terrenal  i  donde  habitaron  los  hombres 
antes  del  diluvio,  pero  a  donde  no  pueden  llegar  ahora. 
Cuatro  formidables  murallas  que  se  levantan  en  los  costa- 
dos de  ese  plano,  van  a  unirse  a  la  bóveda  celeste,  que  cu- 
bre el  mundo.  La  esplicacion  de  los  fenómenos  del  cielo, 
completa  el  cuadro  cosmográfico.  Existe  en  la  rejion  del 
norte,  según  el  monje  de  Alejandría,  una  alta  montaña  có- 
nica en  torno  de  la  cual  revuelven  regularmente  el  sol,  !a 
luna  i  los  demás  astros,  sin  pasar  jamas  ])or  debajo  de  la 
Tierra,  i  sin  salir  de  las  murallas  que  la  circunscriben.  De 
€sa  manera  se  producen  los  dias  i  las  noches,  según  sea  que 
el  sol  esté  delante  o  detras  de  la  montaña,  i  la  mayor  o  me- 
nor prolongación  de  los  dias.  es  decir  la  sucesión  de  las  es- 
taciones, según  áea  que  el  sol  efectúe  su  revolución  en  la 
parte  mas  gruesa  o  mas  delgada  de  la  montaña  cónica.  Por 
lo  demás,  Cósmas,  de  acuerdo  con  muchos  padres  de  la 
iglesia,  establece  que  el  sol  i  la  luna,  así  como  los  demás  as- 
tros, tiene  cada  cual  un  ánjel  que  los  conduce  en  su  marcha, 
de  lo  que  resulta  que  estos  movimientos  son  perfectamente 


108  ESTUDIOS    HISTÓR1C0-B[BL10í;KÁFI('OS 

regulares,  i  aun  podría  decirse  iutelijentes.  Según  él,  son 
también  los  ánjeles  quienes  preparan  la  lluvia,  reúnen  las 
nubes,  i  presiden  directamente  la  acción  de  los  vientos,  del 
rocío,  de  la  nieve,  del  calor,  del  frió,  en  una  palabra  de  to- 
dos los  fenómenos  meteorolójícos  '. 

No  es  necesario  esponer  en  todos  sus  pormenores  el  siste- 
ma cosmográfico  de  la  Topografía,  cristiana,  i  por  tanto 
nos  limitamos  a  darlo  a  conocer  en  sus  rasgos  jenerales. 
Cósmas  dice  i  repite  que  espone  la  forma  del  mundo  no  se- 
gún su  propia  opinión  i  sus  propias  conjeturas,  sino  ajus- 
tándose en  todo  a  las  indicaciones  reveladas  que  hallaba 
en  los  profetas,  en  los  otros  tratados  de  la  Biblia  i  en  los 
escritos  de  los  santos  padres,  i  sujetándose  a  las  lecciones 
de  grandes  doctores  i  maestros.  Se  ha  dicho,  por  esto,  que 
así  como  la  célebre  Jeografía  de  Claudio  Ptolomeo  no  es 
propiamente  una  obra  orijinalde  éste  sino  el  resumen  claro 
i  ordenado  de  la  ciencia  de  los  griegos  en  jeografía  mate- 
mática i  en  astronomía  en  el  segundo  siglo  de  nuestra  era, 
así  también  la  obra  de  Cósmas  es  el  resumen  de  las  ideas, 
conocimiento  i  opiniones  que  en  cosmografía  tenian  los 
cristianos  en  el  siglo  VI. 

Los  absurdos  de  este  sistema  cosmográfico  i  de  las  doc- 


">  Juan  Pun^oPONO,  filósofo  del  siglo  VII,  último  representante 
autorizado  de  la  escuela  griega  de  Alejandría,  se  hacia  pargo,  en  el 
libro  I  de  su  tratado  De  la  creación  del  mundo,  de  esta  opinión  de 
alguncs  padres  de  la  iglesia,  en  los  términos  siguientes:  "Que  nos 
digan  los  que  así  piensan  en  qué  lugar  de  la  escritura  divina  han 
aprendido  que  los  ánjeles  pongan  en  movimiento  la  luna,  el  sol  i 
Ins  otros  astros  tirándolos  con  una  cuerda  como  a  las  bestias  de 
carga,  impulsándolos  por  detras  como  se  hace  con  los  fardos  de 
mercaderías,  o  moviéndolos  de  las  dos  maneras  a  la  vez,  o  en  fin 
cargándolos  sobre  sus  hombros.  ¿Hai,  en  verdad,  algo  mas  ridícu- 
lo que  todas  estas  suposiciones?  Como  si  Dios  que  ha  creado  el 
sol.  la  luna  i  todos  los  astros  no  hubiese  podido  imprimirles  el  mo- 
vimiento, así  como  ha  dado  a  los  cuerpos  pesados  i  lijeros  una 
tendencia  a  precipitarse  hacia  la  Tierra,  i  a  todos  los  seres  vivos 
una  facultad  de  moverse  que  ellos  sacan  del  principio  de  actividad 
que  los  anima."  Philopono  no  logró  convencer  a  sus  adversarios. 


HISTORIA    DE    LA    JEOGRAFÍA  109 

trinas  en  que  se  fundaban,  no  podían  dejar  de  llamar  la 
atención  i  de  provocar  la  mas  amarga  crítica,   cuando  al- 
gunos siglos  mas  tarde  recobró  su  imperio  la  verdad  cientí- 
fica, i  cuando  los  progresos  de  la  observación  i  de  los  des- 
cubrimientos confirmaron  la  exactitud  i  la  precisión  de  la 
ciencia  de  los  griegos.   El  padre  jesiiita  José  de  Acosta,  que 
recorrió  una  buena  parte  de  América  en  el  siglo  XYI,  i  que 
en  1590,  un  siglo  después  del  descubrimiento,  publicaba  en 
Sevilla  su  Historia  natural  i  moral  de  las  Indias,  discutía 
en  los  primeros  capítulos  de  esa  obra  las   opiniones  de   al- 
gunos santos  padres,  i  en  especial  de  san  Juan  Crisóstomo, 
de  Lactancio,  de  Procopio  i  de  san  Agustín  sobre  estas  ma- 
terias, i  terminaba  con  esta  observación:    "No  se  ha  de 
ofender  nadie,  ni  tener  en  menos  los  santos  doctores  de  la 
iglesia,  si  en  algún  punto  de  filosofía  i  ciencias  sienten  dite- 
rentemente  de  lo  (jue  está  mas  recibido  i  aprobado  en  bue- 
na filosofía,  pues  todo  su  estudio  fué  conocer  i  servir  i  pre- 
dicar al  criador,   i  en  esto  hicieron  grande  excelencia.   I 
como  empeñados  del  todo  en  esto,   que  es  lo  que  importa, 
no  es  mucho  que  en  el  estudio  i  conocimiento   de  las  criatu- 
ras no  hayan  todas  veces  por  entero   acertado."  Todo  eso 
puede  ser  exacto;  pero  también  lo  es  que  esos  errores  ense- 
ñados con  el  carácter  de  verdad  relijiosa,  produjeron  un  re- 
troceso en  el  desenvolm ¡miento  del  espíritu  humano  que  se 
hizo  sentir  durante  cerca  de  mil  años. 

Conviene  advertir  que  esas  doctrinas  no  se  impusieron 
sin  resistencias.  Cósmas  habla  de  los  contradictores  que 
hallaba  el  sistema  cosmográfico  de  los  padres  de  la  iglesia, 
i  de  los  defensores  que  aun  quedaban  de  la  teoría  de  la  es- 
fericidad de  la  tierra  i  de  la  existencia  de  los  antípodas. 
Son  pocos  los  escritos  que  nos  han  quedado  sobre  esa  con- 
troversia. Juan  Phílopono,  que  es  llamado  el  último  re- 
presentante de  la  ciencia  de  los  griegos,  escribió  en  el  siglo 
VII  un  tratado  que  citamos  mas  atrás,  para  demostrar 
que  las  sanas  doctrinas  cosmográficas  no  tenían  nada  de 
opuesto  al  cristianismo;  pero  no  se  le  hizo  caso.  Otros  es- 
critores menos  valientes  i  tal  vez  menos  conocidos,  recorda- 


lio  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

ron  de  paso  aquellas  doctrinas  manifestando  por  ellas  cier- 
to respeto,  pero  sin  atreverse  a  sostenerlas  i  a  defenderlas. 
De  este  modo  la  luz  de  la  ciencia  griega  fué  apagándose 
poco  apoco.  A  mediados  del  siglo  Vill  hubo  en  Baviera 
un  sacerdote  llamado  Virjilio  que  enseñaba  que  la  Tierra 
era  redonda  i  que  había  otras  rejiones  habitadas,  esto  es, 
que  habia  antípodas.  El  papa  san  Zacarías,  que  por  lo  de- 
mas  era  un  hombre  ilustrado,  escribió  a  san  Bonifacio,  su 
legado  en  Jermania,  estas  palabras  con  fecha  de  4  de  no- 
viembre de  751:  ''En  cuanto  a  la  perversa  doctrina  de  Vir- 
jilio, si  se  prueba  que  sostiene  que  hai  en  la  tierra  otro 
mundo  i  otros  hombres,  espulsadlo  de  la  iglesia  en  un  con- 
cilio después  de  haberlo  despojado  del  sacerdocio.  Noso- 
tros hemos  escrito  al  duque  de  Baviera  que  nos  lo  envié,  a 
fin  de  examinarlo  por  nosotros  mismos  i  de  juzgarlo  se- 
gún los  cánones.  También  hemos  escrito  al  mismo  Virjilio 
i  a  Sinodio  cartas  amenazadoras,  i  os  creemos  a  vos  mas 
bien  que  a  ellos"  ^. 

Pero  la  verdad  científica  debia  recobrar  sus  derechos  im- 
])rcscriptibles.  En  medio  de  las  tinieblas  que  en  esas  mate- 
rias reinaban  en  Europa,  la  luz  apareció  llevada  por  los 
árabes,  i  comenzó   a  abrirse  paso   entre  los  espíritus  mas 


^  t)sta  carta  del  papa  san  Zacarías,  recordada  por  varios  escri- 
tores del  siglo  XVII,  fué  publicada  por  el  célebre  padre  íIakdouix 
en  1715  en  su  Collectio  re^w  máxima  concilionim. 

Creemos  que  fue  D'Alembekt  el  primero  que,  en  el  brillante  i 
sólido  bosquejo  de  la  historia  de  las  ciencias  que  escribió' como  dis- 
curso preliminar  de  la  Enciclopedia,  señaló  esa  carta  como  una 
muestra  de  las  ideas  cosmográficas  de  la  edad  media.  Algunos  es- 
critores eclesiásticos  han  pretendido  dar  a  ese  documento  un  sig- 
nificado diverso,  sosteniendo  que  lo  que  el  papa  condenaba  no  era 
precisamente  la  teoría  de  la  existencia  de  los  antípodas,  sino  una 
doctrina  contraria  "al  dogma  de  la  unidad  del  jénero  humano." 
Se  ha  observado  con  justicia  que  esta  esplicacion  violenta  del  sen- 
tido de  la  carta  del  papa,  importa  un  ataque  a  la  antropolojía, 
única  autoridad  que  puede  resolver  sobre  la  unidad  o  diversidad 
del  jénero  humano,  ciencia  cuyo  dominio  i  cuya  independencia  son 
tan  respetables  como  los  de  la  astronomía  i  los  de  la  jeografía. 


HISTORIA    DE    LA    JEOGRAFÍA  111 

claros  i  mas  aventajados.  Los  árabes,  a  quienes  la  tradi- 
rion  vulgar  atribuyó  durante  siglos  tendencias  contrarias 
a  la  civilización,  habian  encontrado  en  Ejipto  los  libros 
griegos,  lo  habian  estudiado  i  traducido;  i  libres  de  preocu- 
paciones relijiosas  contrarias  a  la  ciencia,  adoptaron  las 
doctrinas  jeográficas  i  cosmográficas  de  Aristóteles,  de 
Eratóstenes,  de  Hiparco  i  de  Ptolomeo,  i  las  propagaron 
en  sus  conquistas  en  occidente,  adelantando  con  trabajos 
propios  la  jeografía  matemática  i  la  astronomía.  Los  ára- 
bes de  España  rivalizaron  en  actividad  literaria  con  los  de 
oriente,  poseyeron  muchas  bibliotecas,  i  la  escuela  de  Cór- 
doba no  fué  menos  célebre  que  la  de  Bagdad.  A  ella  concu- 
rrieron en  los  siglos  XI  i  XII  muchos  estudiantes  de  los 
pueblos  cristianos  de  Eurojja;  i  de  vuelta  a  sus  paises  res- 
pectivos, propagaron  éstos  en  la  medida  de  sus  fuerzas,  i 
en  cuanto  se  lo  podia  permitir  el  estado  social  de  la  época, 
los  conocimientos  que  habian  recibido.  '^  Las  obras  de 
Aristóteles,  traducidas  del  griego  al  árabe,  fueron  vertidas 
del  árabe  al  latin  con  las  imperfecciones  consiguientes  a 
esta  doble  versión,  pero  prestaron  un  gran  servicio  a  la 
restauración  científica. 

Este  es  el  tiempo  en  que  se  inicia  la  rehabilitación  de 
Aristóteles  i  de  las  doctrinas  peripatéticas  así  en  filosofía 
pura  como  en  ciencias  físicas  i  naturales.  Alberto  de  Rolls- 
tadt  (1193-1280),  fraile  dominicano  i  mas  tarde  obispo  de 
Ratisbona,  mas  conocido  con  el  nombre  de  Alberto  el  gran- 
de, inicia  con  sus  escritos  i  con  su  enseñanza  ese  movimien- 
to que  habrían  de  adelantar  sus  discípulos.  El  mas  brillan- 
te i  el  mas  notable  de  ellos  en  el  dominio  de  la  filosofía  i  de 


•'  Aunque  los  hechos  aquí  recordados  son  el  objeto  de  muchos 
libros  en  que  han  sido  estudiados  con  la  mas  esquisita  prolijidad, 
nosotros  podemos  recomendar  particularmente  a  los  lectores  chi- 
lenos las  notables  pajinas  que  a  ellos  ha  dedicado  Humboldt  en  el 
tomo  II  del  Cósmof^,  i  los  tres  capítulos  que  con  el  título  de  "Cua- 
dro de  la  civilización  arábiga",  forman  el  libro  VI  de  la  Histoire 
des  Árabes  por  L.  A.  Sedillot,  Paris,  1854,  cuadro  tan  noticioso 
i  erudito  como  compacto  i  bien  ordenado. 


112  Ei^TUDIOS    HISTÓmCO-BIBLIOGRÁFICOS 

la  teolojía,  fué  santo  Tomas  de  Aquino,  que  también  se 
ocupó  en  el  estudio  de  las  ciencias,  i  contribuyó  en  todo 
sentido  a  propagar  las  doctrinas  aristotélicas  adaptándo- 
las al  cristianismo.  "La  física  contenida  en  las  obras  de 
santo  Tomas,  dice  uno  de  los  mas  entusiastas  espositores 
de  sus  doctrinas,  no  es  otra  cosa  que  la  física  de  Aristóte- 
les con  pocas  modificaciones.'  ^^ 

Pero  el  siglo  XIII  produjo  otro  hombre  que,  consagrán- 
dose mas  especialmente  al  estudio  de  los  fenómenos  de  la 
naturaleza,  ejerció  mayor  influencia  en  el  restablecimiento 
de  la  verdadera  ciencia  i  en  los  progresos  subsiguientes  de 
la  jeografía  i  de  la  cosmografía.  "Rojerio  Bacon,  contempo- 
ráneo de  Alberto  el  grande,  dice  Humboldt,  puede  ser  con- 
siderado como  la  aparición  mas  importante  de  la  Edad 
Media,  en  el  sentido  de  que  mas  que  nadie  ha  contribuido 
directamente  a  agrandar  el  dominio  de  las  ciencias  natura- 
les, a  establecerlo  sobre  ia  base  de  las  matemáticas  i  a 
provocar  los  fenómenos  por  los  procedimientos  de  la  espc- 
rimentacion.  Estos  dos  hombres  llenan  casi  todo  el  si- 
glo XIII;  pero  Rojerio  Bacon  ofrece  de  particular  que  ha 
ejercido,  por  el  método  que  aplicó  al  estudio  de  la  natura- 
leza, una  influencia  mas  útil  i  mas  duradera  que  la  que,  con 
mas  o  menos  razón,  se  ha  atribuido  a  sus  descubrimientos. 
Apóstol  de  la  Hbertad  de  pensar,  él  atacó  la  fe  ciega  a  la  au- 
toridad de  la  escuela;  pero,  mui  distante  también  de  desde- 
ñar las  cuestiones  que  habian  ocupado  a  la  antigüedad  gric- 
ga,  profesaba  una  igual  estimación  por  el  estudio  profundo 
de  las  lenguas,  por  la  aplicación  de  las  matemáticas  i  de  la 
ciencia  esperimental,  a  la  cual  consagró  un  capítulo  espe- 
cial en  su  Opus  majus.  Protejido  i  favorecido  por  el  papa 
Clemente  IV,  después  acusado  de  majia  i  encarcelado  por 
Nicolás   II  i  Nicolás  IV,   él   esperimentó  las  vicisitudes  de 


1^  HstucJios  sobre  la  ñlo.-iofía  de  santo  Tomas,  por  frai  Ceferino 
González,  profesor  de  la  Universidad  de  Manila,  i  después  obispo 
de  Córdoba  en  España,  Manila,  1864,  tomo  I,  introd.páj.  XXXV. 


HISTORIA    DE   LA    JEOGRAFÍA  113 

que  en  todos  los  tiempos  fueron  víctimas   los  grandes  je- 
nios  11. 

Rojerio  Bacon,  que  habría  merecido  con  mas  justo  título 
que  Alberto  el  apodo  de  grande,  fué  en  el  siglo  XIII  el  mas 
conspicuo  representante  del  espíritu  aristotélico,  ''que  es  el 
espíritu  de  la  ciencia  moderna";  12  { tiene  en  la  historia  de 
la  civilización  un  puesto  de  honor  no  sólo  por  sus  escritos 
i  por  sus  descubrimientos,  sino  por  la  persecución  de  que  se 
le  hizo  víctima,  por  la  condenación  de  sus  libros  por  la  au- 
toridad eclesiástica,  i  por  los  14  años  de  prisión  que  se  le 
hizo  sufrir  en  castigo  de  sus  opiniones  científicas,  i  de  que 
sólo  se  vio  libre  pocos  meses  antes  de  su  muerte.  Bacon  es- 
puso con  toda  valentía  la  doctrina  aristotélica  de  la  esferi- 
cidad de  la  Tierra,  la  posibilidad  de  darle  una  vuelta,  i  la 
segura  existencia  de  una  porción  considerable  de  ella  que  no 
habia  sido  descubierta,  pero  que  debia  hallarse  habitada,  i 
encontrarse  ''debajo  de  nuestra  propia  habitación",  es  de- 
cir en  los  antípodas.  Apoyándose  en  los  escritos  de  Aristó- 
teles, de  Séneca  i  de  Plinio  el  antiguo,  sostiene  Bacon  que  el 
océano  interpuesto  entre  la  costa  occidental  de  España  i  la 
estremidad  oriental  del  Asia,  no  era  de  grande  estension,  i 
que  podia  navcgarse  con  un  viento  fa.vorable,  facilitándose 
así  la  comunicación  entre  esos  apartados  continentes.  Esta 
doctrina,  enseñada  por  los  árabes,  pero  nueva  en  las  escue- 
las de  la  Europa  cristiana,  encontró  muchos  impugnado- 
res, pero  contó  en  ese  siglo  i  en  los  dos  siguientes  con  algu- 
nos adeptos.  Uno  de  ellos,  Pedro  de  Ailly  (el  Pedro  Aliaco 
citado  por  Cristóbal  Colon  en  su  correspondencia),  propa- 
gaba las  mismas  teorías  en  los  principios  del  siglo  XY;  i  sus 
escritos,  que  en  estas  materias  eran  copia  mas  o  menos  lite- 
ral de  las  obras  de  Bacon,  gozaron  en  su  tiempo  de  mayor 


11  HuMBOLDT,    Cosmos,   Essai  dhme  dcscription  physiquc  du 
monde  (trad.  Galusky),  tomo  II,  páj.  300. 

12  ViviEN  DE  Saint  Martin,  obra  citada,  páj.  288. 

TOMO    VI  8 


114  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁriCOS 

crédito  que  éstas,  i  ejercieron  una  grande  influencia  en  el 
ánimo  del  descubridor  del  nuevo  mundo  ^^. 

No  cabe  la  menor  duda  de  que  a  mediados  del  siglo  XV 
estas  opiniones  cosmográficas  eran  profesadas  por  los  espí- 
ritus mas  adelantados  de  la  época.  El  descubrimiento  de  la 
brújula,  el  comercio  que  por  el  Mediterráneo  i  la  via  del 
Ejipto  se  hacia  con  los  pueblos  orientales,  la  relación  de  los 
viajes  terrestres  a  esos  apartados  paises,i  las  esploraciones 
de  los  portugueses  en  la  costa  de  África,  sin  contar  con 
otras  empresas  que  son  mas  imperfectamente  conocidas, 
habian  despertado  el  amor  a  los  estudios  jeográficos.  Con- 
firman este  hecho,  entre  muchas  otras  pruebas,  la  existen- 
cia de  globos  i  cartas  jeográficas  mui  superiores  a  cuanto 
se  conocia  hasta  entonces,  la  célebre  correspondencia  del 
astrónomo  Pablo  Toscanelli  con  Cristóbal  Colon,  i  las  vi- 
gorosas i  proféticas  estrofas  del  poema  de  Luigi  Pulci. 

Pero  no  debe  creerse  que  esas  doctrinas  jeográficas  se  hu- 
biesen jeneralizado  suficientemente  aun  entre  los  hombres 
de  cierta  ilustración.  Por  el  contrario,  sobran  pruebas  para 
convencerse  de  que  hallaban  todavía  en  las  mismas  univer- 
sidades casi  tanta  resistencia  como  en  el  tiempo  en  que  Cós- 
mas  escribia  su  Topografía  cristiana.  Es  famoso  en  la  his- 
toria de  las  letras  el  nombre  de  Alonso  de  Madrigal,  mas 
conocido  con  el  nombre  de  el  "Tostado",  obispo  de  Avila  e 
insigne  teólogo  español  del  siglo  XV,  que  gozó  de  gran  fa- 
ma por  la  estension  de  sus  conocimientos  i  por  la  multipli- 
cidad de  sus  obras,  que  entonces  i  mas  tarde  se  considerá- 
is HuMBOLDT  ha  estudiado  estas  cuestiones  con  la  mas  esqui- 
sita  erudición  en  su  Examen  critique  de  rhistoire  de  la  ^éographie 
du  noveau  continent,  tom.  T.,  páj.  60  i  siguientes,  demostrando 
con  los  textos  a  la  vista  que  la  pajina  que  Pedro  de  Ailly  destina 
a  este  asunto  en  su  Imago  mundi  está  calcada  mas  o  menos  tex- 
tualmente de  laque  a  él  consagra  RojerioBacon  en  su  Opus  majvSy 
por  mas  que  ésta  no  aparezca  citada  en  la  obra  de  aquél,  sobre  la 
cual  pesaba  la  censura  eclesiástica. 

Véase  también  sobre  esto,  Osear  Peschel,  Geschicbte  des  Zei- 
talters  der  Entdeckuní^en  (Historia  del  siglo  de  los  descubrimien- 
tos), Stuttgart  (1877),  lib.  L,  cap.  V. 


HIST0RI4    DE    LA    JBOGRAFÍA  115 

ban  un  monumento  asombroso  de  ciencia.  Hoi,  esas  obras 
están  casi  olvidadas;  i  por  lo  que  a  nosotros  toca,  aunque 
las  hemos  visto  en  algunas  bibliotecas,  nunca  hemos  tenido 
curiosidad  de  examinarlas.  Sin  embargo,  el  erudito  padre 
Montfaucon  para  sus  comentarios  al  libro  de  Cosmas,  i 
William  Whewell,  el  eminente  historiador  de  las  ciencias  in- 
ductivas, sacaron  de  aquellas  obras  una  referencia  que  ayu- 
da a  conocer  el  estado  de  la  opinión  de  los  teólogos  sobre 
€sa  materia  en  la  segunda  mitad  del  siglo  XV.  'Xos  mis- 
mos escrúpulos  (es  decir,  la  persistencia  en  creer  contraria 
a  la  revelación  la  teoría  de  la  esfericidad  de  la  Tierra  i  de  la 
-existencia  de  los  antípodas)  prevalecieron  entre  los  escrito- 
res cristianos  hasta  el  último  período  de  la  edad  media;  i 
muí  pocos  años  antes  que  Colon  hubiese  visitado  el  otro 
hemisferio,  el  Tostado  decia  que  la  opinión  de  la  redondez 
de  la  Tierra  era  una  doctrina  ''peligrosa"  i^. 

Hai  otro  hecho  que  demuestra  mas  palmariamente  to- 
davía cuánto  cuesta  desarraigar  los  errores  del  espíritu  de 
ios  hombres,  sobre  todo  cuando  han  sido  inoculados  con  el 
nombre  de  preceptos  o  doctrinas  relijiosas.  Don  Fernando 
Colon,  en  el  capítulo  XI  de  la  historia  de  su  padre,  i  Bar- 
tolomé de  Las  Casas  en  el  capítulo  XXIX  del  Hbro  I  de  la 
Historia  de  las  Indias,  han  consignado  con  grande  unifor- 
midad en  los  accidentes  i  detalles,  las  opiniones  de  los  doc- 
tores teólogos  que  fueron  encargados  de  examinar  los  pro- 
yectos del  futuro  descubridor  del  Nuevo  Mundo.  Esas  opi- 
niones eran  mas  o  menos  las  mismas  con  que  Lactancio  i 
otros  padres  de  la  iglesia  habian  combatido  en  los  prime- 
ros siglos  de  la  era  cristiana  la  doctrina  griega  de  la  esferi 
€Ídad  de  la  tierra  i  de  la  existencia  de  los   antípodas.  ^''^ 


14  William  Whewell's,  History  ofthe  inductive  sciences  from 
the  earliest  to  the  prexent  time,  London,  18v57,  vol.  I,  p.  197. 

li^  Las  obras  de  Lactancio  eran  en  el  siglo  XV  mucho  mas  co- 
nocidas i  populares  de  lo  que  son  al  presente.  Apenas  inventada 
la  imprenta,  entre  los  años  1465  i  1468,  se  habian  hecho  ocho  edi- 
ciones de  ella. 


116  ESTUDIOS    HISIÓEICO  BIBLIOGRÁFICOS 

*'Otros  alegaban  a  san  Agustín,  dice  Bartolomé  de  las  Ca- 
sas, el  cual  negaba  que  hubiese  antípodas,  que  son  los  que 
decimos  que  andan  contrario  de  nuestros  pies,  i  ansí  traían 
por  refrán  "duda  sant  Agustín."  I  don  Fernando  Colon 
asienta  exactamente  el  mismo  hecho  en  los  términos  que 
siguen:  "Aunque  el  almirante  Cristóbal  Colon  respondía 
a  todo  esto  (las  objeciones  se  le  hacían),  cuanto  mas 
eficaces  eran  sus  razones  tanto  menos  las  comprendían 
i  entendían  aquellos  doctores,  porque  cuando  alguno  enve- 
jece con  malos  fundamentos  en  la  matemática,  no  puede 
alcanzar  nunca  la  verdad,  porque  lo  impiden  las  reglas  fal- 
sas aprendidas.  Finalmente,  todos  ellos,  a  falta  de  otras 
razones,  repetían  el  proverbio  castellano:  "San  Agustín  du- 
da," por  cuanto  este  santo,  en  el  capítulo  IX  del  libro  XXI 
de  La  Ciudad  de  Dios,  reprueba  i  tiene  por  imposible  que 
haya  antípodas,  i  que  se  pueda  pasar  de  un  hemisferio 
a  otro." 

El  resultado  de  aquella  conferencia,  celebrada  en  Sala- 
manca, según  se  ha  escrito  hasta  ahora,  o  en  Córdoba^ 
como  se  pretende  en  algunos  escritos  modernos,  fué  el  re- 
chazo del  proyecto  de  Colon.  "Sus  promesas  i  ofertas,  dice 
Las  Casas,  fueron  juzgadas  de  ellos  (los  doctores)  por  im- 
posible i  vanas  de  toda  repulsa  digna;  i  con  esta  opinión, 
por  ellos  así  concebida,  fueron  a  los  reyes  e  hicíéronles  rela- 
ción de  lo  que  sentían,  persuadiéndoles  que  no  era  cosa  que 
a  la  autoridad  de  sus  personas  reales  convenía  ponerse  a 
favorecer  negocio  tan  flacamente  fundado,  i  que  tan  in- 
cierto e  imposible  a  cualquiera  persona  letrada,  por  indoc- 
to que  fuera,  podía  parecer,  porque  perderían  los  dineros 
que  en  ello  gastasen,  i  derogarían  su  autoridad  real  sin  al- 
gún fruto." 

La  empresa  proyectada  por  Colon,  sin  embargo,  se  llevó 
a  cabo  porque  hubo  personas  que  tuvieron  fe  en  ella,  i  por 
que  suministraron  los  fondos  esperando  un  buen  negocio,  i 
produjo  el  resultado  maravilloso  del  descubrimiento  de  un 
continente  desconocido  cuando  sólo  se  buscaba  un  camino 
para  llegar  a  las  rejiones  orientales  del  Asia.  La  historia,  la 


HISTORIA    DE    LA    JBOGRAFÍA  117 

poesía  i  la  pintura  hau  sido  inexorables  para  estigmatizar 
i  condenar  al  desprecio  a  la  docta  asamblea  que  rechazó 
los  proyectos  de  Colon.  Hai,  sin  embargo,  en  esta  conde- 
nación un  exceso  de  rigor  que  raya  en  injusticia.  Los  teólo- 
gos reunidos  en  Salamanca  o  en  Córdoba,  no  cometieron 
mas  falta  que  la  de  no  haberse  adelantado  a  las  opiniones 
jenerales  dominantes  todavía  en  las  escuelas  de  su  tiempo. 
Un  distinguido  filósofo  de  nuestros  dias,  Juan  Reynaud, 
ha  destinado  a  este  asunto,  en  un  excelente  estudio  sobre 
Colon,  algunas  observaciones  que  merecen  conocerse:  "Al- 
gunos historiadores,  dÍ2e  Reynaud,  se  manifiestan  sorpren- 
didos de  que  Colon,  después  de  haberse  hecho  oir,  hubiera 
tenido  tanta  dificultad  para  hacer  aceptar  sus  pro3^ectos. 
Reflexionando  atentamente,  nos  parece  que  hai  mas  bien 
motivos  para  sorprenderse  de  que  después  de  haberse  hecho 
oir,  hubiera  alcanzado  crédito.  Seguramente,  si  la  inquisi- 
ción que  entonces  acababa  de  nacer,  hubiera  tenido  ya  to- 
do su  vigor,  las  cosas  hubieran  llegado  a  otro  desenlace. 
Es  claro  que  Colon  era  herético  en  jeografía  con  el  mismo 
título  que  Galileolo  era  en  astronomía,  i  que  el  primero  me- 
recia  su  condenación  por  haber  demostrado  la  existencia  de 
los  antípodas,  como  la  mereció  el  segundo  por  haber  demos- 
trado  la  rotación  de  la  Tierra.  Es  evidente  que  los  hebreos, 
que  no  tuvieron  idea  alguna  de  la  esfericidad  de  la  Tie- 
rra, debian  dejar  ver  en  sus  libros  esta  ignorancia  radical; 
de  manera  que  si  se  admite  que  la  autoridad  de  esos  libros 
es  absoluta,  es  forzoso  reconocer  que  la  esfericidad  de  la 
Tierra  no  es  mas  que  una  fábula  i  si  por  el  contrario  se  ad- 
mite que  la  esfericidad  es  real,  es  preciso  reconocer,  poruña 
consecuencia  no  menos  necesaria,  que  la  autoridad  de  esos 
libros  no  es  en  manera  alguna  absoluta,  i  que  en  ellos  se 
deja  ver  la  imperfección  humana.  Asentemos  solamente, 
sin  entrar  aquí  en  la  esposlcion  de  las  doctrinas  jeográficas 
de  la  iglesia,  que  la  relijion  católica,  haciendo  derivar  del 
antiguo  i  del  nuevo  testamento  todo  el  conjunto  de  los  co- 
nocimientos humanos,  no  ha  tenido  jamas  sobre  la  figura 
de  la  Tierra  otras  opiniones  que  las  de  Moisés  i  de  los  pro- 


118  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

tetas.  Los  primeros  padres  de  la  iglesia,  arrastrados  por 
la  severidad  de  su  lójica  i  de  su  fe,  debieron  necesariamente 
rechazar,  como  contraria  a  la  ortodojia,  la  ciencia  de  Pla- 
tón, de  Aristóteles  i  de  todos  los  filósofos  mas  esclarecidos 
de  la  Grecia,  i  hacer  sin  restricciones  la  apoteosis  de  opinio- 
nes que  ellos  consideraban  como  espresadas  por  la  palabra 
misma  del  Espíritu  santo.  La  Tierra  fué  entonces  conside- 
rada universalmente  como  una  superficie  plana,  rodeada 
por  todas  partes  por  el  océano,  i  soportando  el  cielo  tendi- 
do sobre  ella  como  una  tienda.  El  tabernáculo  construido- 
por  Moisés  en  el  desierto,  era  la  representación  simbólica 
del  mundo."  No  debe  estrañarse  que  teniendo  tales  creen- 
cias, rechazasen  en  la  junta  de  teólogos  las  teorías  jeográ- 
ficas  de  Cristóbal  Colon. 

Los  errores  que  hemos  señalado,  estaban  tan  arraigados 
que  subsistieron  todavía  algunos  años,  aun  después  del 
descubrimiento  de  la  América.  Son  una  prueba  de  ello  las 
bulas  pontificias  de  3  i  4  de  mayo  de  1493,  por  las  cuales 
Alejandro  VI,  en  su  calidad  de  soberano  pontífice  i  según 
las  ideas  entonces  admitidas  entre  los  pueblos  cristianos, 
concedió  a  los  reyes  de  España  el  dominio  esclusivo  i  ab- 
soluto de  los  paises  recien  descubiertos.  Trazó  al  efecto  una 
línea  meridiana  imajinaria  de  demarcación  entre  los  paises 
concedidos  ahora  a  los  españoles  i  los  que  uno  de  sus  ante  - 
cesores  habia  concedido  a  los  portuguCvSes.  La  crítica  je(j- 
gráfica  ha  señalado  en  esas  bulas  tres  errores  evidentes  que 
demuestran  un  gran  desconocimiento  de  la  jeografía  jene- 
ral  i  de  la  jeografía  matemática.  El  papa  establecia  que 
esa  línea  meridiana  pasaría  cien  leguas  al  occidente  de  las 
Azores  i  de  las  islas  de  Cabo  Verde,  como  si  ambos  archi- 
piélagos estuviesen  situados  en  el  mismo  meridiano,  sienda 
que  entre  uno  i  otro  hai  cinco  grados  de  diferencia.  Resol- 
vió que  fueran  españolas  las  tierras  situadas  al  occidente  i 
al  mediodía  de  esa  línea,  determinación  cosmográfica  ver- 
daderamente incomprensible  desde  que  una  línea  tirada  de 
norte  a  sur  no  puede  separar  las  rej iones  setentrionales  de 
las  meridionales.  Por  fin,  el  papa  no  parecía  creer  en  la  es- 


HISTORIA    DE    LA    JBOGRAFÍA  119 

íerícidad  de  la  tierra,  o  a  lo  menos  no  tenia  idea  alguna  fija 
sobre  la  materia,  puesto  que  no  preveia  que  navegando  los 
españoles  al  occidente  i  los  portugueses  al  oriente,  hablan 
de  encontrarse  en  el  hemisferio  opuesto  como  se  encontra- 
ron en  efecto,  dando  esto  oríjen  a  complicaciones  que  fué 
necesario  resolver  treinta  años  mas  tarde. 

En  realidad,  la  noción  de  la  esfericidad  de  la  Tierra,  pro- 
clamada de  tantos  siglos  atrás  por  las  concepciones  de  la 
ciencia  griega,  i  combatida  con  tanto  ardor  en  nombre  de 
las  doctrinas  que  se  decian  reveladas,  no  quedó  definitiva  e 
indestructiblemente  afianzada,  sino  después  del  viaje  in- 
mortal de  Hernando  de  Magallanes.  ''Nada  hai  mas  gran- 
de que  este  viaje,  dice  Michelet.  Desde  entonces  el  globo 
estaba  seguro  de  su  redondez.  Descubrimiento  de  grande  al- 
cance, no  sólo  material  sino  también  moral,  que  centupli- 
caba la  audacia  del  hombre  i  lo  lanzaba  en  otro  viaje  sobre 
el  libre  océano  de  las  ciencias,  en  el  esfuerzo  temerario  i  fe- 
cundo de  dar  vuelta  a  lo  infinito."  i^  £i-a  éste  el  triunfo 
mas  espléndido  de  la  razón  sobre  el  principio  de  autoridad. 


16  Michelet,  La  mer,  1,  lib.  II. 


i 


ALGUNAS  ANOTACIONES 

A   LA    VIDA  I    VIAJES    DE   CRISTÓBAL  COLON 
ESCRITA    EN    INGLES    POR    WASHINGTON    IRVING 


La  Historia  de  la  vida  i  viaje  de  Cristóbal  Colon  por 
Washington  Irving,  es  el  monumento  literario  mas  her- 
moso que  hasta  hoi  se  haya  levantado  a  la  gloria  del  des- 
cubridor del  nuevo  mundo.  Escrita  en  1827  en  vista  de  las 
historias  i  crónicas  así  impresas  como  inéditas  que  se  co- 
nocian,  i  de  las  valiosas  colecciones  de  documentos  que  po- 
co antes  habian  dado  a  luz  Sportono  en  Jénova,  Fernández 
de  Navarrete  en  Madrid,  la  obra  del  célebre  literato  norte- 
americano reúne  a  un  estenso  conocimiento  del  asunto,  el 
arte  de  la  composición,  formas  encantadoras  por  su  senci- 
llez, i  un  notable  espíritu  crítico. 


*  El  señor  Barros  Arana  escribió  en  1893,  sin  su  firma,  algunas  notas 
para  la  edición  del  libro  que  coleccionamos  en  seguida: 

aVida  i  viajes  de  Cristóbal  Colon  escrita  en  ingles  por  Washington  Trving, 
edición  abreviada  por  el  mismo  autor  para  uso  de  la  juventud,  mandada 
traducir  i  publicar  por  el  Ministerio  de  Instrucción  Pública  de  Chile,  1  vol. 
eu  8."  (Valparaíso,  Imp.  de  la  Patria,  (1893)  de  351  pájs.)»  Desgraciadamente, 
el  autor  no  hizo  sino  principiar  estas  anotaciones  en  las  primeras  pajinas  de 
la  edición  del  libro  de  Irving,  i  ocupaciones  de  otro  jénero,  le  impidieron 
seguir  un  trabajo,  sumamente  útil  e  interesante,  porque  habria  resuelto  di- 
versos puntos  de  la  vida  de  Colon  acerca  de  los  cuales  todavía  la  crítica 
histórica  no  ha  dicho  definitivamente  su  última  palabra. 

{Nota  del  Recopilador) 


122  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Este  libro  fué  acojido  con  un  aplauso  que  puede  llamar- 
se universal.  Reimpreso  muchas  veces  en  idioma  ingles,  fué 
traducido  antes  de  mucho  tiempo  a  casi  todas  las  lenguas 
de  Europa;  i  de  cada  una  de  esas  traducciones  se  han  hecho 
varias  ediciones.  Aquí  recordaremos  que  la  traducción  cas- 
tellana ha  sido  publicada  dos  veces  en  Chile,  una  en  1850  i 
otra  en  1856. 

Aunque  después  de  la  publicación  de  la  obra  de  Washing- 
ton Irving  se  han^dado  a  luz  muchas  otras  sobre  la  histo- 
ria del  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo,  i  aunque  algunas 
de  éstas  sean  el  fruto  de  una  estensa  i  prolija  investigación, 
i  hayan  adelantado  sobre  diversos  puntos  la  luz  que  aque^ 
había  dado  en  su  libro,  conserva  éste  la  primacía  entre  to- 
dos los  que  se  han  escrito  sobre  la  vida  i  viajes  del  insigne 
descubridor,  como  cuadro  completo  de  conjunto,  por  la 
abundancia  de  sus  noticias  i  por  la  hábil  disposición  con 
que  están  espuestas. 

Pero  ese  libro,  si  bien  arreglado  i  escrito  con  la  mas 
perfecta  claridad,  no  podia  ser  popular  por  su  grande  es- 
tension.  El  autor  quiso  remediar  ese  inconveniente;  i  para 
poner  la  vida  de  Colon  al  alcance  de  toda  clase  de  lectores, 
i  especialmente  de  los  jóvenes  que  comienzan  a  iniciarse  en 
el  estudio  de  la  historia,  preparó  i  publicó  un  compendio 
que,  como  su  obra  grande,  ha  sido  muchas  veces  reimpreso, 
i  traducido  a  varios  idiomas. 

No  existia,  sin  embargo,  una  traducción  castellana  de 
este  compendio.  El  gobierno  de  Chile  ha  querido  reparar 
esa  falta  por  el  siguiente  decreto: 

''Santiago,  12  de  Octubre  de  1892. 

"Considerando  que  es  un  deber  de  gratitud  honrar  la 
memoria  del  descubridor  del  Nuevo  Mundo,  i  que  es  conve- 
niente difundir  el  conocimiento  de  la  vida  de  Cristóbal  Co- 
lon como  un  medio  de  estímulo  para  la  juventud;  en  con- 
memoración del  cuarto  centenario  del  descubrimiento  de 
América,  decreto: 


ANOTACIONES  A  LA  VIDA  DE  COLON  123 

** Hágase  una  edición  en  español  de  la  Vida  de  Colon 
compendiada  por.  Washington  Irving  para  la  enseñanza 
elemental,  a  ñn  de  distribuirla  gratuitamente  en  las  escue- 
las publicas  de  Chile.  Encargúese  la  edición  de  este  trabajo 
al  decano  de  la  Facultad  de  Humanidades.  Anótese,  comu- 
niqúese i  publíquese. 

MONTT. 

Máximo  del  Campo. ^^ 

Este  decreto  ha  sido  el  oríjen  de  la  presente  edición,  la 
primera  que  se  haya  impreso  en  nuestra  lengua  de  este  libro 
tan  útil  como  interesante. 

La  traducción  ha  sido  hecha  por  don  Alberto  Berguecio. 

Algunas  notas  puestas  al  pié  de  varias  pajinas,  rectifican 
i  completan  ciertos  pasajes  históricos  que  las  investigacio- 
nes posteriores  a  la  publicación  de  este  libro,  han  hecho  co- 
nocer con  mas  exactitud. 


Sobre  el  nacimiento  de  Cristóbal  Colón 

Es  mui  grande  el  número  de  las  localidades  que  se  dispu 
tan  el  honor  de  haber  contenido  dentro  de  sus  murallas  la 
cuna  del  ilustre  descubridor.  No  sólo  se  cuentan  en  esta  se- 
rie varios  pueblecitos  en  los  alrededores  de  Jénova,  sino 
también  otras  ciudades  en  el  norte  de  la  Italia,  como  Savo- 
na,  Milán,  Módena  etc.,  sin  que  ninguna  de  ellas  pueda 
comprobar  satisfactoriamente  sus  pretensiones.  La  hipóte- 
sis mas  audaz  i  menos  fundada  es  la  que  supone  la  ciudad 
de  Calvi  en  la  isla  de  Córcega  como  lugar  de  nacimiento  de 
Colon. 

Una  de  las  causas  principales  de  esta  inseguridad  con- 
siste en  que  el  apellido  de  la  familia  de  Colon  (Colombo)  se 
halla  con  mucha  frecuencia  en  casi  todos  los  puertos  del 
golfo  ligúrico.  Colon  mismo  ha  declarado  solemnemente, 


124  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

que  había  nacido  en  la  ciudad  de  Jénova,  por  ejemplo  en  la 
institución  del  mayorazgo,  hecha  en  Sevilla  en  1498  (véase 
Nayarrete,  Colección  de  viajes  i  documentos,  II,  228);  pe- 
ro su  hijo  i  biógrafo  don  Fernando  Colon,  que  desgracia- 
damente no  se  pronuncia  con  claridad  sobre  el  particular, 
nos  comunica  que  Colon,  aun  en  la  época  en  que  estaba  en 
el  Portugal,  es  decir  antes  de  emprender  su  primer  viaje, 
solia  suscribirse  ''Columbus  de  Terrarubra,"  dando  a  co- 
nocer con  esto,  que  habia  provenido  de  esta  pequeña  aldea, 
cu\^o  nombre  se  ha  conservado  en  el  pueblecito  Terrarossa 
en  la  comarca  de  la  Fontanabuona,  unos  20  klm.  al  este 
de  la  ciudad  de  Jénova. 

Esta  noticia  es  confirmada  ademas  por  el  obispo  Las 
Casas,  que  en  su  Historia  de  las  Indias  se  espresa  de  esta 
manera  sobre  el  lugar  donde  naciera  Colon:  "Fué,  pues,  di- 
ce, este  varón  escojido  de  nación  jenoves,  de  algún  lugar  de 
la  provincia  de  Jénova;  cual  fuese  donde  nació,  o  que  nom- 
bre tuvo  el  tal  lugar,  no  consta  la  verdad  dello  mas  de  que 
se  solia  llamar  antes  que  llegase  al  estado  que  llegó,  Cris- 
tóbal Columbo  de  Terrarubia,  i  lo  mismo  su  hermano  Bar- 
tolomé Colon." 

No  obstante,  la  mayoría  de  los  Colombistas  acepta  ac- 
tualmente la  misma  ciudad  de  Jénova  como  la  que  dio  na- 
cimiento a  Colon,  inclinándose  ante  la  autoridad  del  im- 
portante documento  arriba  citado.  Otros,  como  el  señor 
H.  Harrisse,  distinguido  crítico  norte-americano  a  quien  se 
deben  muchas  investigaciones  sobre  todo  lo  que  toca  a  Co- 
lon, imputan  a  este  descubridor  el  haber  ocultado  mas  tar- 
de, cuando  ya  habia  hecho  célebre  su  nombre,  su  prove- 
niencia de  nacimiento  en  una  oscura  aldea,  atribuyéndose 
mas  bien  su  oríjen  del  célebre  puerto  en  el  mar  ligúrico. 

Sobre  el  nacimiento  del  descubridor  de  América 

Un  examen  detenido  de  las  numerosas  investigaciones 
que  han  tratado  de  averiguar  el  verdadero  año  del  naci- 
miento de  Colon,  nos  lleva  a  las  siguientes  conclusiones: 


ANOTACIONES   A    LA   VIDA    DE    COLON  125 

Hai  tres  fechas  a  las  cuales  pueden  conducir  los  distin- 
tos cálculos,  a  saber  les  años  1436,  1446  i  1456,  salvo  pe- 
queñas variaciones  secundarias  que  oscilan  entre  1435  has- 
ta 1437;  1445  hasta  1447  i  1456  hasta  1458. 

Para  obtener  la  fecha  de  1436  aproximadamente  sirve 
una  indicación  de  Andrés  BernáIvDEZ,  cura  de  Los  Palacios, 
comtemporáneo  i  amigo  de  Colon,  el  cual  en  su  ''Historia 
de  Jos  Reyes  Católicos'^  escribe  que  Colon  murió  en  1506 
en  la  avanzada  edad  de  setenta  años,  poco  mas  o  menos. 

Otro  cálculo  que  llega  al  resultado  de  1456  toma  por  ba- 
se las  propias  indicaciones  del  Almirante,  por  poco  seguras 
que  sean.  Colon  asegura  en  su  diario  de  navegación  "con 
fecha  21  de  diciembre  de  1492)  que  habia  pasado  entonces 
casi  sin  interrupción  23  años  en  el  servicio  marítimo;  por 
otra  parte  dice  don  Fernando  Colon  en  la  ''Vida  del  Almi- 
rante^^ que  su  padre  habia  empezado  a  navegar  desde  su 
14""°-  año,  así  que  debió  haber  nacido  por  el  año  de  1456. 
Ademas,  hai  otra  indicación  que  hace  el  mismo  Almirante 
(Navarrete,  Colección  I,  311)  en  una  carta  fechada  7  de 
julio  de  1493,  según  la  cual  habia  entrado  a  la  edad  de  28 
años  en  el  servicio  de  los  reyes  de  España;  i  en  una  carta 
con  fecha  14  de  enero  de  1493,  Colon  escribe  al  rei,  que  el 
venidero  20  de  enero  habria  servido  precisamente  7  años  a 
la  monarquía  española. 

Luego  resultaría  de  este  cálculo  el  año  1458  como  el  de 
su  nacimiento. 

Sin  embargo,  mayor  confianza  merecen  las  investigacio- 
nes que  se  fundan  sobre  documentos  jurídicos  i  que  dan  por 
resultado  el  año  de  1446.  Los  datos  documéntanos  son  és- 
tos: El  dia  7  de  agosto  de  1473  aparece  Cristóbal  Colon 
como  testigo  ante  el  tribunal  de  Savona;  luego  debia haber 
cumplido,  según  el  derecho  jenoves,  su  25'"°-  año;  en  25  de 
mayo  de  1471  falta  a  ocasión  de  un  testimonio  semejante 
el  nombre  de  Cristóbal  entre  los  miembros  de  su  familia, 
probablemente  porque  entonces  no  habia  cumplido  aun  la 
edad  de  25  años.  Por  último,  aparece  como  testigo  en  un 
acto  testamentario  el  dia  20  de  marzo  de  1472,  debiendo 


12C>  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

gozar  a  esta  ocasión  ya  de  mayor  edad.  Según  todo  esto, 
el  día  de  su  nacimiento  cae  entre  el  25  de  marzo  de  1446  i 
el  20  de  marzo  de  1447.  Tal  es  el  resultado  que  parece 
aproximarse  mas  a  la  verdad  i  que  es  aceptado  por  la  ma- 
yoría de  los  historiadores  críticos  de  nuestro  tiempo. 

Sobre  la  familia  de  Colon 

Domenico  Colombo  i  Susana  Fontanarossa  tenian,  fue- 
ra de  su  hijo  Cristóbal  el  descubridor,  cuatro  hijos  de  los 
cuales  nos  quedan  noticias.  El  mayor,  después  de  Cristóbal, 
parece  que  fué  Giovanni  Pellegrino  Colombo,  cuya  exis- 
tencia es  comprobada  por  un  documento  con  fecha  7  de 
agosto  de  1473,  pero  del  cual  no  sabemos  casi  nada;  só- 
lo se  calcula  que  habia  muerto  ya  antes  de  1489  sin  dejar 
herederos. 

Sigue  en  la  serie  de  los  hijos,  Bartolomé,  el  que  mas  tar- 
de tomó  parte  muí  activa  en  los  viajes  i  descubrimientos 
del  Almirante;  una  hermana,  cuyo  nombx'e  parece  que  fué 
Blanchineta,  i  por  último  Gincowo,  llamado  también  Die- 
go, el  cual  acompañó  a  sus  hermanos  en  los  viajes  a  las  In- 
dias i  después  se  dedicó  a  la  carrera  eclesiástica. 

Sobre  los  primeros  estudios  del  descubridor 

La  noticia  de  que  Colon  en  su  juventud  habia  frecuenta- 
do la  Universidad  de  Pavía  se  funda  en  un  pasaje  de  la 
biografía  del  Almirante  atribuida  a  su  hijo  don  Fernando. 
Sin  embargo,  es  casi  seguro  que  éste  es  uno  de  los  mu- 
chos pasajes  de  la  obra  que,  a  causa  de  la  deficiente  tradi- 
ción, deben  aceptarse  con  mucha  reserva.  No  es  de  ninguna 
manera  probable  que  el  pobre  tejedor  Domenico  Colombo 
haya  mandado  a  su  joven  hijo  que  trabajaba  en  la  modes- 
ta profesión  de  sus  padres,  a  la  Universidad  de  Pavía  para 
estudiar  ahí  las  altas  ciencias. 

Colon  mismo  escribe  en  una  carta  del  año  1501,  que  ha- 
cia mas  de  40  años  que  se  habia  dedicado  a  la  carrera  de  la 


ANOTACIONES  A  LA  VIDA  DE  COLON  127 

navegación,  de  consiguiente  la  habría  principiado  ya  antes 
de  1461;  i  aun  supuesto  que  sus  estudios  en  Pavía  no  dura- 
ran mas  que  un  año,  sólo  habría  llegado  por  allá  antes  de 
1460.  Por  otra  parte,  aceptando  el  cálculo  que  coloca  el 
año  del  nacimiento  de  Colon  en  1446,  resultaría  que  sus 
padres  le  habían  mandado  a  la  Universidad  ya  en  la  edad 
de  14  años,  lo  que  no  se  puede  admitir.  Probablemente  el 
texto  de  la  obra  de  don  Fernando  es  corrompido  en  el  pa- 
saje a  que  nos  referimos,  debiéndose  leer  ''patria"  en  vez  de 
la  palabra  ''Pavía." 

Sobre  las  primeras  espediciones  de  Colon 

ANTES  DEL  DESCUBRIMIENTO  DE  AmÉRICA 

La  historiografía  crítica  ha  puesto  en  duda  la  exactitud 
de  esta  aventura  de  Colon,  (la  de  defender  contra  una  galera 
la  entrada  del  puerto  de  Túnez)  que  se  halla  referida  úni- 
mente  en  un  fragmento  epistolar  que  Las  Casas  i  la  ^'Vida 
del  Almirante^ ^  atribuyen  al  mismo  descubridor. 

Según  la  argumentación  de  H.  Harrisse,  la  espedicion 
contra  Túnez  a  las  órdenes  del  rei  Renato  de  Anjou  no  ha- 
bria  podido  verificarse  sino  entre  1459  i  1461.  Ahora  su- 
poniendo que  fué  efectivamente  en  el  último  de  estos  años, 
la  edad  de  Colon  no  permite  siquiera  que  haya  podido  ser 
€l  héroe  de  esta  relación,  pues  en  1461  contaba  apenas  15 
años.  Por  lo  demás,  no  existen  indicios  bastantes  seguros 
de  que  Renato  haya  ordenado  mas  tarde  otras  espedicio- 
nes marítimas  i  confiado  el  mando  de  un  buque  de  guerra 
a  un  tejedor  jenovés. 

Fuera  de  esto,  hai  tantas  imposibilidades  de  otra  cla^e 
en  esta  historieta,  que  autores  cuya  competencia  en  cues- 
tiones náuticas  debe  reconocerse,  la  desechan  como  una  in* 
vención  posterior  que  jamas  habría  comunicado  un  hom- 
bre tan  reputado  por  sus  conocimientos  náuticos,  como  lo 
fué  don  Fernando,  en  una  biografía  de  su  padre. 


LA  VERDADERA 

GUANAHANI   DE  COLON,  POR  DON  F.    ADOLFO  DE 
VARNHAGEN  * 

Tal  es  título  de  una  interesante  Memoria  histórico-crítica 
que  acaba  de  publicar  en  los  Anales  de  la  Universidad!  en 
■un  folleto  por  separado  el  señor  don  Francisco  Adolfo  de 
Varnhagen,  el  distinguido  historiadordel  Brasil  que  se  halla 
entre  nosotros  desempeñando  un  alto  cargo  diplomático. 
El  objeto  de  esta  Memoria  es  investigar  cuál  fué  la  primera 
tierra  americana  que  pisó  Colon  en  su  célebre  viaje  de  1492^ 
i  cuál  su  derrotero  en  esa  memorable  espedicion. 

Este  punto  de  la  historia  de  la  jeografía  del  nuevo  conti- 
nente está  envuelto  en  dudas  e  incertidumbres  de  todo  jé- 
nero.  Es  sabido  que  Cristóbal  Colon  llevaba  en  su  primer 
viaje  un  diario  en  que  apuntaba  todas  las  incidencias  de  su 
navegación  i  de  las  esploraciones  que  hacia.  Ese  diario,  per- 
dido fatalmente  para  la  posteridad,  no  se  conoce  ahora 
mas  que  por  el  estracto  que  formó  el  obispo  Las  Casas 
para  hacerlo  servir  en  su  historia  de  las  Indias.  Este  es- 
tracto,  sin  embargo,  es  bastante  completo  ,  aunque  no  da 
todas  las  noticias  apetecibles  para  llegar  a  descubrir  el  ver- 
dadero rumbo  que  sigió  en  su  primer  viaje  el  célebre  nave- 
gante. 


*  El  señor  Barros  Arana  publicó  este  artículo  en  los  Anales  de 
la  Universidad  de  Chile,  en  enero  de  1864,  tomo  24,   pajinas   321- 
I'  325.  {Nota  del  Recopilador). 

TOMO    VI  9 


130  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


Desgraciadamente,  la  imperfección  de  las  cartas  jeográ- 
ficas  del  tiempo  de  Colon  ha  dado  oríjen  a  la  oscuridad  en 
que  ha  quedado  envuelta  esta  cuestión  de  historia  ameri- 
cana. Colon  dice  en  su  diario  que  la  primera  isla  a  que 
abordó  era  llamada  Guanahani,  que  visitó  la  isla  Saometo 
i  otras  mas,  apuntando  el  nombre  con  que  eran  conocidas 
por  los  indíjenas. 

Posteriormente,  cuando  la  jeografía  hubo  hecho  sólidos 
progresos,  i  cuando  se  levantaron  buenas  cartas  de  las  An- 
tillas, los  nombres  de  esas  islas  habian  cambiado  de  tal 
modo  que  era  difícil  señalar  con  acierto  el  rumbo  que  habia 
seguido  Colon  en  su  primer  viaje.  Su  mismo  diario,  por  mi- 
nucioso i  completo  que  sea  el  estracto  conservado  por  Las 
Casas,  no  basta  casi  para  indicar  su  rumbo  en  medio  de  las 
innumerables  islas  de  aquellos  archipiélagos.  El  barón  de 
Humboldt,  que  ha  estudiado  mui  atentamente  esta  cuestión, 
ha  dicho  con  toda  verdad  que  "se  han  conservado  minu- 
ciosamente los  nombres  i  apellidos  de  los  hombres  que  han 
pretendido  ser  los  primeros  en  reconocer  una  parte  del  Nuevo 
Mundo,  i  que  sin  embargo,  nos  vemos  reducidos  a  no  poder 
unir  estos  recuerdos  a  una  localidad  determinada  i  a  mirar 
como  vago  e  incierto  el  lugar  de  la  escena." 

Sin  embargo,  la  curiosidad  de  saber  cuál  habia  sido  el 
primer  lugar  de  América  cjue  descubrió  Colon  en  su  célebre 
viaje,  ha  dado  lugar  a  trabajos  de  investigación  histórica 
llenos  de  interés  i  de  erudición.  El  prolijo  historiador  don 
Juan  B.  Muñoz  señaló  la  isla  llamada  ahora  Watling;Nava- 
rrete  la  del  Gran  Turco,  situada  mucho  mas  al  sur;  i  Was- 
hington Irving  la  de  Catt,  adoptada  también  por  la  respe- 
table opinión  de  Humboldt.  Los  historiadores  posteriores 
han  vSeguido  alternativamente  estas  tres  hipótesis,  con  mui 
peqiteñas  variaciones,  sin  empeñarse  mucho  en  señalar  en 
las  cartas  jeográficas  un  nuevo  derrotero  que  esté  comple- 
tamente de  acuerdo  con  el  diario  de  Colon. 

Esas  tres  opiniones  presentaban  ciertas  dificultades 
para  ser  admitidas  sin  reserva  alguna.  La  topografía  de 
las    islas    señaladas  en  las  cartas  no  coincidia  perfecta- 


LA  VERDADERA  GUANAHANI  131 

tamente  con  la  descripción  que  de  ellas  había  hecho  Colon 
•en  su  diario;  los  rumbos  trazados  no  eran  del  todo  confor- 
mes con  los  que  señala  aquel  documento,  pero  los  escritores 
<:itados  salvaban  esos  inconvenientes  con  decir  que  debía 
haber  algún  error  de  copia  en  el  diario  de  Colon,  estrac- 
tado  por  Las  Casas,  o  una  equivocación  del  mismo  nave- 
gante. En  este  estado  se  hallaba  la  cuestión  cuando  ha  que- 
rido tomar  parte  en  ella  un  escritor  esperímentado  en  este 
jénero  de  estudios  i  de  investigaciones. 

El  señor  don  Francisco  Adolfo  de  Varnhagen,  autor  de 
una  excelente  historia  del  Brasil,  editor  de  algunas  crónicas 
portuguesas,  cuya  publicación  exijia  penosos  estudios,  ha- 
bía consagrado  interesantes  trabajos  a  los  viajes  de  Ves- 
pucio,  i  a  la  bibliografía  del  primer  viaje  de  Colon.  Ahora, 
ha  entrado  mas  en  materia,  estudiando  el  derrotero  del  cé- 
lebre navegante  i  trazando  en  la  carta  de  las  Antillas  un 
rumbo,  no  sólo  mas  racional  que  el  señalado  por  sus  ante- 
cesores, sino  también  mucho  mas  conforme  con  el  diarlo  de 
Colon.  Este  es  el  tema  de  la  Memoria  que  ha  publicado  en 
los  Anales  de  la  Universidad.  Para  desarrollarlo,  no  ha  ne- 
cesitado suponer  mas  errores  de  copia  en  el  estracto  del 
obispo  Las  Casas  que  el  de  un  mismo  nombre  escrito  dos 
veces  de  diverso  modo,  ni  menos  imajinar  que  Colon  se 
haya  equivocado  en  el  derrotero  que  señalaba.  Su  esplica- 
cíon  es  tan  lójica  que  no  vacilamos  en  preferirla  a  la  de  sus 
ilustrados  antecesores. 

Tomando  diverso  punto  de  partida,  el  señor  Varnhagen 
ha  señalado  la  pequeña  isla  de  Mayaguana,  una  de  las  que 
forman  el  archipiélago  de  Bahama,  como  la  tierra  a  donde 
abordó  Colon  el  12  de  octubre  de  1492.  Los  fuegos,  que, 
según  el  diario,  vio  el  célebre  navegante  la  noche  que  prece- 
dió al  descubrimiento,  eran  de  las  islas  denominadas  Los 
Caicos,  que  quedan  al  su'reste.  Sentada  esa  base,  el  erudi- 
to historiador  ha  seguido  trazando  en  la  carta  el  rumbo  de 
aquel  viajé  al  norte  de  las  islas  Acklin  i  Crocked,  que  supo- 
ne ser  la  Saometo  de  Colon.  De  ahí  lo  sigue  a  la  isla  llama- 
da hoí  Long  Island,  que,  según  él,   fué  la  que  Colon  llamó 


132  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Fernandina;  i  después  de  hacerle  dar  la  vuelta  de  esta  isla  i 
de  tocar  de  nuevo  a  la  Saometo,  lo  lleva  a  la  isla  de  Cuba, 
en  el  oscuro  puerto  de  Givára.  Para  basar  este  derrotero^ 
volvemos  a  repetirlo,  el  señor  Varnhagen  ha  seguido  paso 
a  paso  el  diario  de  Colon.  No  ha  necesitado  violentar  el 
sentido  de  sus  palabras,  suponer  errores  de  copia,  ni  mu- 
cho menos  equivocaciones  en  los  cálculos  de  Colon,  como 
lo  han  hecho  algunos  de  sus  predecesores.  Su  guia  principal 
ha  sido  una  paciente  observación,  teniendo  a  la  vista  el  do- 
cumento ya  citado  i  las  mejores  cartas  de  aquellos  archi- 
piélagos, que  los  marinos  ingleses  han  levantado  recien- 
mente.  Para  dar  cima  a  su  investigación,  se  ha  auxiliado 
déla  filolojía  i  de  sus  propios  recuerdos  de  viaje  en  las  An- 
tillas. El  idioma  luca\^o  le  ha  servido  para  rectificar  la  es- 
critura de  algunos  nombres  propios,  señalados  de  distinta 
manera  en  los  documentos  i  en  los  libros.  Sus  viajes  por  la 
isla  de  Cuba  le  han  permitido  fijar  el  punto  de  esa  isla  a  que 
abordó  Colon  en  su  primer  viaje.  "Pudimos,  dice  por  ins- 
pección propia  de  la  mayor  parte  de  la  costa  septentrional 
de  dicha  isla,  constituirnos  en  jueces  competentes  en  la 
cuestión,  i  hoi  notitubeamos  ya  en  suponer  que  la  recalada 
de  Colon  tuvo  lugar  en  el  puerto  de  Givára.  I  de  nuestra  opi- 
nión son  varios  pilotos  prácticos  de  lacosta  a  quienes  hemos 
leido  los  pasajes  respectivos  del  diario.  Ninguno  de  los  otros 
puertos  permite  barloventear  tan  bien  a  la  entrada,  ningu" 
no  presenta  mejor  a  los  navegantes  un  cerro  *'a  manera  de 
mezquita"  parecido  a  la  Peña  de  Enamorados  {úq  Anteque- 
ra), i  ninguno,  finalmente,  se  recomienda  tanto  por  la  her- 
mosura de  sus  campiñas  pobladas  de  pajarillos  i  de  árboles 
varios." 

El  señor  Varnhagen  se  detiene  en  este  punto  del  viaje  del 
célebre  navegante.  Fácil  le  habria  sido  seguir  señalando  el 
resto  del  derrotero;  pero  ademas  de  que  el  interés  de  esta 
última  parte  de  la  primera  esploracion  es  mui  pequeño  i  de 
que  es  conocido  con  bastante  exactitud,  el  señor  Varjih agen 
cree  que  es  necesario  hacer  un  viaje  especial  en  lacosta  N.E. 
de  la  isla  de  Cuba  i  en  todo  el  N.  de  la  de  Santo  Domingo. 


LA  VERDADERA  GUANAHANI  133 

^*iQué  gloria  no  seria  para  la  España,  que  tiene  una  esta- 
ción marítima  de  tantos  vapores  en  las  Antillas,  agrega  el 
señor  Varnhagen,  mandar  en  uno  de  ellos  un  literato,  va- 
rios hombres  de  ciencia  i  algún  fotógrafo,  a  seguir  la  estela 
de  Colon  en  su  primer  viaje,  acabando  con  las  dudas  que 
tienen  los  doctores  respecto  al  modo  cómo  se  llevó  a  cabo 
la  grande  obra  de  Isabel  la  Católica!" 

La  Memoria  del  señor  Varnhagen  va  acompañada  de  una 
carta  prolija  i  bien  construida,  en  que  están  trazados  los 
diversos  derroteros  señalados  por  Muñoz,  Navarrete  e  Ir- 
ving,  i  de  la  reproducción  fiel  del  diario  de  Colon  estracta- 
do  por  Las  Casas,  i  publicado  en  el  primer  volumen  de  la 
importante  colección  de  Navarrete.  Al  hacer  esta  publica- 
ción, ha  procedido  con  la  lealtad  que  caracteriza  a  los  eru- 
ditos que  se  consagran  a  esta  clase  de  trabajos  i  que  emiten 
sus  opiniones  con  la  mayor  buena  fe.  Ha  querido  que  el 
lector  pueda  confrontar  su  hipótesis  con  la  de  los  distingui- 
dos historiadores  que  le  precedieron  en  este  estudio,  para 
que  puedan  resolver  la  cuestión  en  vista  de  todos  sus  ante- 
cedentes. Por  nuestra  parte,  no  vacilamos  en  declarar  que 
el  derrotero  propuesto  por  el  señor  Varnhagen  es  el  que 
está  mas  conforme  con  el  diario  de  Colon,  única  autoridad 
en  esta  materia. 

Trabajos  de  esta  naturaleza  no  encuentran  de  ordinario 
muchos  lectores.  La  esposicion  prolija,  que  es  menester  ha- 
cer en  la  discusión  histórica,  puede  parecer  pesada  a  los  que 
no  tienen  un  gusto  especial  por  el  estudio  de  la  historia  ame- 
ricana i  por  la  prolija  investigación  de  este  jénero  de  porme- 
nores. En  cambio,  los  historiadores  que  en  adelante  quieran 
escribir  la  vida  del  célebre  descubridor  del  Nuevo  Mundo,  en- 
contrarán sin  duda,  sino  completamente  averiguada  la  ver- 
dad respecto  a  su  primer  viaje,  a  lo  menos,  una  hipótesis 
mucho  mas  aceptable  que  todas  las  conocidas  hasta 
ahora. 

El  señor  Varnhagen  ha  estudiado  ademas  otro  punto  in- 
teresante de  la  vida  de  Colon,  esto  es,  sus  relaciones  con  el 
rei  de  Portugal  i  sus   proyectos  de  descubrimiento.    En  los 


134  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁPICOS 

archivos  de  la  Torre  de  Tombo  de  Lisboa  i  en  la  biblioteca 
Colombina  de  Sevilla  ha  encontrado  documentos  entera- 
mente nuevos  sobre  un  punto  que  ha  dado  a  conocer  con 
bastantes  pormenores.  De  esos  documentos  resulta  que  los 
portugueses  habian  hecho  navegaciones  al  occidente  en  bus- 
ca de  *'una  grande  isla,  o  islas,  o  tierra  firme,  por  costa  que 
se  presume  ser  la  isla  de  las  siete  ciudades"  sin  resultado 
alguno.  No  parece  imposible  que  uno  de  esos  navegantes 
salido  del  Portugal  hubiera  ido  a  perderse  en  las  costas  de 
la  Terra  Nova,  i  que  esta  desgracia  hubiera  sido  causa  de 
que  el  rei  don  Juan  II,  guardando  a  Colon  todo  jénero  de 
consideraciones,  como  lo  prueba  el  señor  Varnhagen,  no 
quisiera  empeñarse  en  una  empresa  que  parecia  tan  peligro^ 
sa  como  inútil. 

Tales  son,  en  resumen,  los  hechos  consignados  en  la  inte- 
resante Memoria  del  señor  Varnhagen.  En  este  artículo  no 
hemos  hecho  mas  que  apuntar  a  la  lijera  algunas  de  sus 
conclusiones,  sin  presentar  las  pruebas  aducidas  por  él  en 
favor  de  su  opinión.  Para  reconocer  la  verdad  de  sus  apre- 
ciaciones i  aceptar  su  hipótesis  sobre  la  verdadera  Guana- 
hani  de  Colon  como  verdad  profunda  o  a  lo  menos  como 
la  mas  probable  de  todas  las  hipótesis,  basta  leer  atenta- 
mente su  Memoria  i  examinar  la  carta  jeográfica  que  la 
acompaña. 


#)#í#;#i  #.#i#)#)#)#i#^'#i#'.#í#i  A#í^#i#i 


DISCURSO 


EN  LA  FIESTA  SOLEMNE  DEL  12  DE  OCTUBRE  DE  1892 
CELEBRADA  POR  LA  UNIVERSIDAD  DE  CHILE  EN 
CONMEMORACIÓN  DEL  4.°  CENTENARIO  DEL  DESCU- 
BRIMIENTO  DE  AMÉRICA.  * 


EXCMO.  SEÑOR,   ** 

Señoras  i  señores: 

Hace  poco  mas  de  un  siglo,  un  escritor  francés,  que  gozó 
en  su  época  de  una  gran  popularidad,  terminaba  una  esten- 
sa i  fatigosa  Historia  ñlosófíca  i  política  de  los  estableci- 
mientos europeos  en  las  dos  Indias  con  ciertas  "reflexiones 
sobre  el  bien  i  el  mal  que  el  descubrimiento  del  Nuevo  Mun- 
do ha  causado  a  la  Europa."  Queriendo  que  este  asunto 
fuese  el  objeto  de  estudios  especiales  i  mas  detenidps,  pro- 
curó también  que  una  academia  de  provincia  ofreciera  un 
premio  a  la  mejor  memoria  que  se  le  presentase  sobre  este 
tema:  "El  descubrimiento  de  la  América  ¿ha  sido  perjudi- 
cial o  útil  al  jéncro  humano?".  Mas  de  cincuenta  escritores 
concurrieron  al  certamen  i  .  Era  un  tiempo  en  que  las  cues- 


■''  Publicado  en  Bl  Ferrocarril  de  Santiago  del  13  de  octubre  de 
1892,  i  en  los  Anales  de  la  Universidad  de  Chile,  níím.  estraordina- 
rio  de  ese  año,  páj.  XXXVI-XLVIII.  {Nota  del  Recopilador). 

**   Don  Jorje  Montt. 

1  El  abate  Guillermo  Tomas  Raynal  publicó  en  1780  la  edición 
definitiva  de  la  historia  de  las  dos  Indias  que  lleva  su  nombre, 
obra  de  escaso  valor  histórico,  insuficiente  en  sus  noticias  i  falta 


136  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

tiones  de  esta  clase,  dando  materia  para  declamaciones  filo- 
sóficas, i  para  el  desarrollo  de  pciradojas  sociolójicas  o  his- 
tóricas, despertaban  vivo  interés,  i  atraian  a  muchos  lite- 
ratos. 

En  nuestra  época,  ese  tema  no  hallaria  vSeguramente  un 
escritor  que  quisiera  dilucidarlo  ni  aun  por  simple  juego  de 
injenio.  La  importancia  trascendental  del  gran  aconteci- 
miento cuyo  cuarto  centenario  celebramos  hoi,  los  inmen- 
sos beneficios  que  ha  reportado  a  la  humanidad,  así  en  el 
orden  moral  como  en  el  orden  material,  son  hechos  que  no 
necesitan  discutirse.  Si  no  es  posible  recordar  sin  dolor  los 


iiiia  c 
un 


de  un  serio  estudio  del  asunto,  pero  llena  de  declamaciones  políti- 
cas i  filosóficas  preparadas  por  varios  escritores,  i  algunas  de  las 
cuales  son  verdaderamente  elocuentes.  El  crédito  i  la  circulación 
que  alcanzó  este  libro  en  esa  época,  forman  el  mas  completo  con- 
traste con  el  desden  i  el  olvido  en  que  ha  caído  en  nuestros  dias. 

De  paso  por  Lyon,  en  1783,  el  abate  Raynal  presentó  alaacade- 
le  esa  provincia  la  suma  de  1,200  francos  para  que   ofreciese 

premio  a  la  mejor  memoria  que  se  escribiese  sobre  el  tema  que 
indicamos  en  el  texto.  El  certamen  se  abrió  en  cuatro  períodos  di- 
ferentes, porque  si  bien  desde  el  principio  se  presentaron  algunas 
memorias,  ninguna  de  ellas  fué  considerada  digna  del  premio.  El 
número  total  de  memorias  presentadas  a  esos  certámenes,  pasa  de 
cincuenta;  pero  los  jurados  no  las  consideraron  merecedoras  de 
ese  honor.  Los  trastornos  consiguientes  a  la  revolución,  impidie- 
ron que  volviese  a  abrirse  el  certamen. 

En  1790  se  publicó  en  Paris  un  pequeño  opúsculo  en  que  están 
referidos  estos  antecedentes,  bajo  este  título:  Coup  d  oeil  sur  les 
quatre  concours  qui  ont  cu  lieu  á  V Academie  de  Lyon  pour  le  prix 
ofíert  par  M.  l'abbé  Raynal  sur  la  découverte  de  V Amcrique. 

Cuatro  de  las  memorias  presentadas  a  la  academia  de  Lyon, 
lian  visto  la  luz  pública.  Se  estima  la  mejor  de  ellas  la  que  lleva 
este  título:  Discours  sur  les  avanta^es  ou  les  desavantages  qui 
résultent pour  VEurope  de  la  découverte  de  V Amerique,  par  M. 
p*:|:*^  vice  cónsul  en  E***,  opúsculo  de  68  pajinas,  cuyo  autor  fué 
el  marques  de  Chastellux,  escritor  i  jeneral  francés  que  habia  ser- 
vido con  lucimiento  i  en  un  alto  rango  militar  a  la  causa  de  la  in- 
dependencia de  los  Estados  Unidos.  Este  escrito,  que  ha  merecido 
el  aplauso  de  algunos  literatos,  sostiene  que  el  descubrimiento  de 
la  América  ha  producido  las  mas  grandes  ventajas  a  la  felicidad  i 
a  la  civilización  del  mundo. 


DISCURSO  137 


horrores  de  la  conquista,  los  sufrimientos  inauditos  i  la 
■casi  completa  estincion  de  toda  una  raza  de  hombres,  la 
historia  no  puede  dejar  de  señalar  el  descubrimiento  del 
Nuevo  Mundo  como  el  factor  inicial  de  una  renovación  en 
«1  dominio  de  las  ciencias  i  en  el  desenvolvimiento  del  pro- 
greso humano.  La  contemplación  de  un  espacioso  conti- 
nente, en  que  todo  era  nuevo  para  los  descubridores,  i  en 
que  a  cada  paso  hallaban  una  infinidad  de  objetos  nuevos 
que  estimulaban  la  reflexión,  les  impuso  la  necesidad  impe- 
riosa de  observar  la  naturaleza  en  todas  sus  manifestacio- 
nes. Sin  duda,  el  mayor  número  de  aquellos  hombres  no  es- 
taba preparado  para  ese  jénero  de  trabajos.  No  era  posible 
tampoco  que  desde  el  primer  momento  se  dieran,  aun  los 
mas  aventajados,  cuenta  cabal  de  los  que  veian.  Pero  es  lo 
-cierto  que  antes  de  terminar  el  primer  siglo,  hablan  seña- 
lado todos  o  casi  todos  los  hechos  en  que  podia  ejercitarse 
la  observación  científica  sobre  los  variados  dominios  de  la 
eografía  del  Nuevo  Mundo  -    . 


2  Este  espíritu  de  observación  de  la  naturaleza,  que  se  impuso 
como  una  necesidad  a  los  primeros  descubridores  o  pobladores  eu- 
ropeos del  Nuevo  Mundo,  se  manifiesta  en  las  cartas  de  Colon  con 
caracteres  tales  que  han  llamado  justamente  la  atención  de  todos 
los  naturalistas  que  han  estudiado  esa  correspondencia.  El  Suma- 
rio de  la  natural  i  jeneral  historia  de  las  Indias  que  publicó  en  To- 
ledo¡en  1526  el  cronista  Gonzalo  Fernández  de  Oviedo,  i  mas  nota- 
blemente la  primera  parte  de  su  Historia  natural  i  jeneral  de  las  In- 
dias que  publicó  en  Sevilla  en  1535,  son  prueba  evidente  del  desa- 
rrollo que  liabia  tomado  ese  mismo  espíritu.  Pero  el  libro  del  pa- 
dre José  de  Agosta,  Historia  natural  i  moral  de  las  Indias,  publi- 
cado  en  Sevilla  en  1590,  que  aunque  varias  veces  reimpreso  (la  úl- 
tima edición  es  de  1792)  es  menos  conocido  que  la  obra  de  Oviedo, 
va  mucho  mas  lejos  todavía  que  todos  sus  predecesores,  i  toca 
con  abundancia  de  noticias  i  con  un  notable  criterio  de  obser- 
vación, casi  todos  los  puntos  de  la  ciencia  que  hoi  se  llama  física 
del  globo.  En  los  trabajos  que  se  siguieron  durante  cerca  de  dos 
siglos,  se  nota  mucho  menos  interés  por  esa  clase  de  estudios,  i 
lo  que  es  mas  lamentable,  mucho  menos  discernimiento.  Aun  po- 
dría decirse  que  es  preciso  llegar  a  las  Noticias  Americanas  de  don 
Antonio  de  Ulloa,  publicadas  en  Madrid  en  1792,  para  hallar  en 


1B8  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Ese  descubrimiento,  el  mas  grande  i  el  mas  trascenden- 
tal que  haya  hecho  el  hombre,  fué  el  puntó  de  partida  del 
sorprendente  desarrollo  que  tomaron  simultáneamente  la 
física  terrestre,  el  arte  de  navegar,  la  astronomía  matemá- 
tica, todas  las  ciencias  físicas,  i  la  antropolojía,  compren- 
diendo en  ella  no  sólo  el  estudio  de  las  razáis  humanas,  sino 
el  de  sus  lenguas  tan  variadas  i  complejas.  Debe  también 
recordarse  que  ese  descubrimiento  es  el  principio  de  la  era 
de  los  grandes  viajes,  que  comunicando  al  hombre  un  im- 
pulso vigoroso  de  espansion,  lo  hallevado  a  todos  los  pun- 
tos de  la  tierra,  que  ha  dilatado  la  civilización  por  medio 
de  la  industria  i  del  comercio,  que  ha  puesto  en  contacto  a 
todos  los  pueblos,  que  ha  estrechado  sus  relaciones  i  sus 
intereses,  i  que  tiende  a  formar  una  sola  familia  de  la  hu- 
manidad entera.  Mas  que  por  el  tiempo  en  que  se  verificó, 
por  su  acción  en  el  desenvolvimiento  del  espíritu  humano, 
el  descubrimiento  de  la  América  marca  el  principio  de  la 
edad  moderna. 

Los  contemporáneos  de  aquel  gran  acontecimiento  lo  sa- 
ludaron con  un  arranque  de  admiración  i  de  aplauso.  ''Es- 
taba reservado  a  nuestro  tiempo,  decia,  lleno  de  satisfac- 
ción, uno  de  los  mas  insignes  eruditos  de  su  siglo  (Pedro 
Mártir  de  Anghiera),  el  ser  testigo  de  un  descubrimiento 
que  deja  atrás  cuanto  hicieron  los  antiguos,  el  ver  acrecen- 
tarse de  esta  manera  la  estension  de  nuestras  concepciones, 
i  el  ver  aparecer  en  el  horizonte  tantas  cosas  nuevas."  Sin 
embargo,  ni  ellos,  ni  los  mismos  actores  que  ejecutaron 
esos  prodijios,  pudieron  comprender  toda  la  impoi'tancia 
que  tenían,  i  mucho  menos  prever  las  estraordinarias  con- 
secuencias que  debian  producir.  Colon  i  sus  compañeros, 
así  como  todos  sus  contemporáneos,  creian  que  sólo  se  ha- 
bía hallado  un  camino  mas  corto  para  llegar  a  la  China  i  al 
Japón,  i  que  las  rejiones  recien  descubiertas  eran  las  costas 


la  literatura  española  referente  a  América,  una  obra  que,  con 
relación  al  progreso  científico  de  cada  época,  tenga  un  mérito 
análogo  al  del  libro  del  padre  Acosta. 


ijiscüRSO  139 


de  esos  grandes  imperios  que  habian   descrito  los  viajeros 
de  la  edad  media. 

Los  brillantes  sucesos  de  la  conquista  vinieron  luego  a 
oscurecer  en  cierto  modo  las  maravillas  del  descubrimien- 
to. Las  hazañas  militares  produjeron  en  el  ánimo  de  los 
hombres  mas  admiración  que  las  concepciones  del  jenio. 
Las  primeras  relaciones  daban  a  las  aventuras  guerreras 
mas  importancia  que  a  la  elaboración  del  pensamiento 
que  habia  preparado  esa  era  de  prodijios.  Las  habilidades 
de  Becerrillo,  el  perro  de  Ponce  de  León,  i  las  de  su  hijo 
Leoncico,  el  perro  de  Vasco  Núñez  de  Balboa,  ocupan  en 
algunos  de  los  antiguos  cronistas  el  espacio  que  habrian 
necesitado  para  trasmitirnos  noticias  de  otro  orden  que 
nos  ayudasen  a  esplicarnos  el  jénesis  del  descubrimiento. 

Este  descubrimiento  no  es  la  obra  de  la  casualidad  o  de 
una  aventura  irreflexiva.  La  historia,  por  un  deber  de  jus- 
ticia hacia  la  venerable  memoria  del  insigne  navegante  que 
lo  llevó  a  cabo,  i  para  suministrar  una  enseñanza  prove- 
chosa, ha  debido  estudiar,  al  través  de  los  siglos,  la  evolu- 
ción de  las  ideas,  de  las  convicciones  científicas  i  de  las  es- 
peranzas que,  acrecentando  insensiblemente  el  poder  del 
hombre,  le  permitieron  combinar  i  ejecutar  una  empresa 
que  parecia  superior  a  la  intelijencia  humana.  Dos  escrito- 
res que  fueron  contemporáneos  de  Colon,  que  conocieron 
perfectamente  sus  proyectos  i  las  doctrinas  i  antecedentes 
en  que  se  fundaban,  su  propio  hijo  don  Fernando,  i  Bartolo- 
mé de  las  Casas,  abrieron  el  camino  a  este  orden  de  prove- 
chosas investigaciones.  "Debiendo  ahora,  dice  el  primero, 
esponer  las  causas  que  movieron  a  mi  padre  al  descubri- 
miento de  las  Indias,  digo  que  fueron  tres:  los  fundamentos 
naturales,  la  autoridad  de  los  escritores  i  los  indicios  de 
los  navegantes." 

Lo  que  don  Fernando  Colon  llamaba  "fundamentos  na- 
turales", era  la  noción  científica  que  los  filósofos  griegos» 
rechazando  hipótesis  que  pugnaban  con  la  razón,  llegaron 
a  formarse  de  la  figura  del  globo  que  habitamos.  Aceptada 
la  teoría  pitagórica  de  la  esfericidad  de  la  Tierra,  espuesta 


140  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


i  defendida  mas  tarde  por  Aristóteles  con  una  admirable 
claridad,  no  se  necesitó  un  grande  esfuerzo  de  injenio  para 
entrever  la  posibilidad  de  una  navegación  desde  la  estremi- 
dad  de  la  Europa  i  del  África  hasta  las  costas  occidentales 
del  Asia.  "La  Tierra  no  sólo  es  redonda  sino  que  es  menos 
grande  de  lo  que  jeneralmente  se  cree,  decia  el  ilustre  filóso- 
fo; i  el  mar  que  baña  el  litoral  al  otro  lado  de  las  columnas 
de  Hércules  (el  estrecho  de  Jibraltar)  baña  también  las  cos- 
tas de  la  India." 

El  célebre  jeógrafo  Estrabon,  que  escribía  tres  siglos  mas 
tarde,  esplicaba  con  toda  certidumbre  que  la  mayor  esten- 
sion  de  tierras  en  nuestro  globo  se  dilata  de  oriente  a  po- 
niente, i  forma  en  torno  de  él  una  especie  de  círculo,  "de  tal 
manera,  dice,  que  se  podria  ir  por  mar  desde  la  Iberia  hasta 
la  India  siguiendo  siempre  el  mismo  paralelo,  si  no  fuese  la 
inmensidad  del  Atlántico  que  representa  el  complemento 
de  ese  círculo."  Séneca  creia  que  ese  viaje  era  la  obra  de  po- 
cos dias  si  se  contaba  con  viento  favorable.  Las  dificulta- 
des que  oponia  la  inmensidad  del  océano,  eran,  sin  embar- 
go, inabordables  para  los  navegantes  antiguos  que  no 
conocieron  la  brújula  ni  muchos  otros  instrumentos  de  ma- 
rear; pero  los  jeómetras,  los  jeógrafos,  los  filósofos  i  hasta 
los  poetas  aceptaron  i  sostuvieron  esas  doctrinas. 

Las  tinieblas  de  la  edad  media  eclipsaron  por  algunos  si- 
glos las  conquistas  científicas  de  los  griegos.  La  esfericidad 
de  la  Tierra,  la  existencia  de  los  antípodas  i  la  habitabilidad 
de  las  diversas  zonas  del  globo,  fueron  condenadas  como 
teorías  contrarias  a  la  tradición  relijioséi  i  a  la  sana  razón. 
Pero  la  ciencia  recobró  al  fin  sus  derechos.  Los  escritos  cos- 
mográficos de  los  árabes,  fundados  .sobre  las  doctrinas  de 
los  griegos,  vuelven  a  iluminar  los  espíritus.  Desde  el  siglo 
Xni  aparecen  los  destellos  de  una  nueva  luz  científica  en 
jeografía,que  el  interés  despertado  por  las  relaciones  de  via- 
jes recientes  a  países  lejanos,  contribuye  a  alimentar.  Uno 
tras  otro  vienen  hombres  superiores  que  en  lucha  abierta 
contra  el  oscurantismo  de  esa  época,  fueron  preparando  la 
evolución  intelectual  que  habia,  de  inaugurar  la  era  de  los 


DISCURSO  141 


grandes  descubrimientos  del  siglo  XV.  La  historia  ha  seña- 
lado muchas  veces  las  cartas  en  que  Pablo  Toscanelli,  el  in- 
signe astrónomo  de  Florencia,  trazaba  a  Colon  el  camino 
que  debia  seguir  para  llegar  a  las  Indias.  Pero  hai  otro  tes- 
timonio mucho  menos  recordado  que  demuestra  con  igual 
evidencia  que  ese  orden  de  ideas  sehabia  difundido  entre  los 
espíritus  mas  avanzados  de  su  época.  Luigi  Pulci,  poeta 
florentino  i  probablemente  amigo  i  discípulo  de  Toscanelli, 
diez  años  antes  del  viaje  de  Colon,  i  con  una  seguridad  cien- 
tífica que  parece  adelantarse  un  siglo  q,  lo  menos  a  las  ideas 
jenerales  de  sus  contemporáneos,  demuestra  por  boca  de 
uno  de  los  personajes  sobrenaturales  de  su  poema,  que  era 
una  invención  absurda  de  la  antigüedad  la  que  suponia  que 
las  columnas  de  Hércules  habian  sido  levantadas  como  lí- 
mite puesto  a  las  empresas  de  los  hombres.  Es  el  demonio 
Astarot  el  que  habla  en  estos  términos: 


"Debes  saber  que  esa  opinión  es  vana; 

Irá  mucho  mas  lejos  el  que  quiera; 

La  superficie  de  la  mar  es  plana, 
Aunque  formen  las  tierras  una  esfera: 
Si  la  ignorancia  de  ia  raza  humana 
Creyó  en  tiempo  pasado  que  aquel  era 
El  límite  del  mundo,  hoi  arrogantes 
Pasaron  mas  allá  los  navegantes. 

"Se  puede  penetrar  otro  hemisferio 
Porque  hacia  el  centro  todo  ser  gravita: 
I  a  la  Tierra,  por  obra  de  un  misterio, 
Sólo  el  espacio  la  tiene  circunscrita. 
Hai  mas  allá  ciudades  i  otro  imperio 
I  otra  raza  de  jentes  que  lo  habita: 
Contempla  el  sol!  se  afana  en  su  carrera. 
Sabe  que  en  otros  pueblos  se  le  espera."  3 


3    Luigi   PuLcr,    Margante    Maggiore,   Florencia,   1482,  canto 
XXV,  estancias  229  i  230.  He  aquí  el  texto  italiano: 


142  ESTUDIOS     HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Tales  eran,  señores,  las  ideas  cosmográficas  que  profesa- 
ban los  hombres  mas  adelantados  del  siglo  XV.  Esas 
ideas,  irreprochables  en  el  fondo,  por  cuanto  tenian  por 
base  la  noción  exacta  de  la  esfericidad  de  la  tierra,  descan- 
saban también  en  dos  errores  que  pueden  llamarse  de  deta- 
lle, sustentados  por  los  sabios  i  filósofos  mas  profundos, 
esto  es  en  la  estension  imajinaria  que  daban  al  Asia  i  en  la 
pequenez  que  asignaban  a  nuestro  globo.  ^ 

Ese  doble  error,  que  la  historia  de  las  ciencias  ha  llama- 
do feliz,  por  los  efectos  que  produjo,  no  podia  ser  reconoci- 
do sino  por  la  esperimentacion.  Un  ilustre  sabio  francés  del 
siglo  XYIII  (D'Anville)  esplicaba  este  hecho  en  una  fórmula 
tan  verdadera  como  injeniosa.  ''El  mas  grande  de  los  erro- 
res de  los  jeógrafos  antiguos,  decía,  ha  producido  en  los 
tiempos  modernos  el  mas  grande  de  los  descubrimientos 
jeográficos." 

Pero  Colon  no  se  contentó  con  la  luz  que  arrojaban  las 
doctrinas  científicas.  Circulaban  entonces  entre  los  arma- 


**Sappi  che  questa  opinione  é  vana, 
Perché  piü  oltre  navicar  si  puote, 
Pero  che  Tacqua  in  ogni  parte  é  piaña, 
Benché  la  Terra  abbi  forma  di  ruóte; 
P^ra  piü  grossa  allor  la  gente  uniana, 
Tal  che  potrebbe  arrossirne  le  gote 
Ercule  ancor,  d'aver  posti  que'  segni 
Perché  piü  oltre  passeranno  i  legni. 

'*E  puossi  andar  giú  nell'altro  emisíerio, 

Pero  che  al  centro  ogni  cosa  reprime: 

Sicché  la  Terra  per  divin  misterio 

Sospesa  sta  fra  le  stelle  sublime; 

E  laggiü  son  cittá,  castella,  e  imperio; 

Ma  no'l  cognobbon  quelle  genti  prime: 

Vedi  che  il  sol  di  camminar  s'affretta, 

Dove  io  ti  dico,  che  laggiü  s'aspetta." 
4    **Los  compañeros  dp  Alejandro  el  grande,  decía  Plinio,  His- 
toria natural,  lib.  VI,  cap.  XXI,  han  escrito  que  la  India  era  la  ter- 
cera parte  de  toda  la  Tierra." 


DISCURSO  143 


dores  i  jente  de  mar  de  las  costas  del  Atlántico  i  de  las 
islas  vecinas,  noticias  vagas  de  viajes  misteriosos  empren- 
didos en  diversos  tiempos  al  occidente,  i  de  tierras  lejanas  i 
desconocidas  que  habrian  sido  divisadas.  Esas  noticias  in- 
ciertas i  nebulosas,  que,  sin  embargo,  la  investigación  mo- 
derna ha  certificado  en  parte,  interesaban  sobremanera  a 
Cristóbal  Colon.  Según  el  testimonio  de  su  propio  hijo,  ha- 
llaba en  ellas  la  confirmación  de  sus  doctrinas  cosmográfi- 
cas, i  le  sirvieron  para  defenderlas  i  hacerlas  triunfar. 

Un  jenio  menos  sólido,  un  carácter  menos  vigoroso  i  per- 
sistente, liabria  encontrado  en  esas  doctrinas  i  en  aquellas 
noticias  la  materia  de  disertaciones  injeniosas  i  teóricas, 
que  le  habrian  permitido  ganarse  a  sus  teorías  a  los  hom- 
bres ilustrados.  Colon  procedió  de  una  manera  mucho  mas 
práctica.  "Cuando  hubo  formulado  su  sistema,  dice  Was- 
hington Irving,  ese  sistema  se  grabó  profundamente  en  su 
espíritu.  Desde  ese  momento  no  esperimentó  ni  duda  ni  va- 
cilación. Hablaba  de  las  tierras  que  pensaba  descubrir,  con 
tanta  confianza  como  si  las  hubiera  visto  por  sus  propios 
ojos."  El  mismo  se  preparó  para  ir'a  buscarlas  con  la  cer. 
tidumbre completa  e  inquebrantable  deque  debia  hallarlas. 
Jamas  hombre  alguno  puso  tanta  constancia  en  la  elabora- 
ción i  en  la  ejecución  de  una  grande  empresa,  ni  mostró 
mas  fe  i  mas  firmeza  de  alma  para  hacerla  triunfar.  Jamas 
un  hombre  de  acción  encontró  mayores  dificultades  en  su 
camino,  ni  tuvo  que  vencer  mayores  resistencias  para  po- 
ner en  obra  sus  proyectos.  Jamas  un  hombre  de  jenio  reali- 
zó de  una  manera  mas  brillante  el  descubrimiento  que  te- 
nia prometido. 

Colon,  sin  embargo,  no  encontró  en  su  vida  la  paz  i  la 
prosperidad  a  que  sus  grandes  hechos  lo  hacian  merecedor. 
Mientras  elaboró  sus  proyectos,  tuvo  que  soportar  el  des- 
den del  vulgo  que  no  lo  comprendia,i  una  cadena  de  angus- 
tias i  de  contrariedades  que  habrían  doblegado  a  otra  alma 
menos  fuerte.  El  aplauso  que  le  atrajo  su  descubrimiento, 
no  le  procuró  mas  que  un  corto  período  de  bienestar.  Las 
injusticias  de  los  hombres  amargaron  dolorosamente  sus 


144  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGIÍÁFICOS 

Últimos  años.  Ellas,  en  cambio,  han  realzado  su  figura  en 
la  historia,  i  han  dilatado  el  raudal  de  gloria  que  acompa- 
ña a  su  nombre  en  el  fallo  inapelable  de  la  posteridad.  '*E1 
jenio,  dicen  los  moralistas,  no  reina  mas  que  en  el  porve- 
nir." Colon,  que  fué  uno  de  los  mas  grandes  jenios  del  pa- 
sado, reina  hoi  en  todos  los  pueblos  de  la  tierra,  porque  to- 
dos gozan  los  beneficios  de  su  portentoso  descubrimiento. 


JUAN  I  SEBASTIAN  CaBOT 

SEGÚN  LAS  ULTIMAS    INVESTIGACIONES    HISTÓRICAS  * 

El  nombre  de  los  navegantes  Juan  i  Sebastian  Cabot,  no 
es  en  manera  alguna  desconocido  para  cualquiera  que  haya 
hecho  un  lijero  estudio  de  la  historia  de  América.  Pero  la 
serie  ordenada  de  sus  viajes,  la  noticia  de  los  países  que  es- 
ploraron, su  biografía,  en  fin,  ha  estado  envuelta  en  oscuri- 
dades i  tinieblas  en  que  era  mui  difícil  penetrar.  Así  se  ve 
que  en  las  historias  jenerales,  aun  en  las  mas  acreditadas, 
como  en  la  obra  de  Bancroft  sobre  los  Estados  Unidos,  no 
se  halla  nada  de  bien  claro  i  de  bien  determinado  para  esta- 
blecer un  orden  de  hechos  perfectamente  averiguados. 

Hasta  hace  pocos  años,  el  mejor  i  el  mas  completo  con- 
junto de  noticias  sobre  ambos  viajeros,  era  un  libro  anó- 
nimo publicado  en  Filadelfia  en  1831  con  el  título  de  A  me- 
moir  oí  Sebastian  Cabot;  with  a  review  ofthe  history  oí 
maritime  discovery .  lUustraded  by  documents  from  therolls 
(Memoria  sobre  Sebastian  Cabot;  con  una  reseña  de  la  his- 
toria de  los  descubrimientos  marítimos.  Ilustrada  con  do- 
cumentos de  los  archivos).  Este  libro  contiene  un  grande 
acopio  de  datos  casi  desconocidos  hasta  entonces,  i  está  es- 

*  Publicado  en  la  Revista  Chilena,  (1875)  tomo  II,  pájs.  666- 
685,  sin  nombre  de  autor.  Véase  el  N°  317  de  las  Notas  para  una 
bibliografía  de  obras  anónimas  i  seudónimas  sobre  la  historia,  la 
jeografía  i  la  literatura  de  América,  por  Diego  Barros  Arana.  San- 
tiago, XSS2.—[Nota  del  Recopilador). 

TOMO    VI  lO 


146  ESTUDIOS   HISTÓKICO-BIBLIOGRÁFICOS 

crito  con  método  i  claridad,  pero  deja  muchos  vacíos  res- 
pecto de  las  primeras  cspediciones  de  los  célebres  navegan- 
tes. Su  autor,  que  quiso  ocultar  su  nombre  a  la  época  de  la 
publicación  de  la  obra,  es  Ricardo  Biddle,  personaje  distin- 
guido por  esos  años  en  el  foro  i  en  la  política  de  los  Esta- 
dos Unidos. 

Durante  los  cuarenta  años  trascurridos  de  entonces  acá, 
han  aparecido  diversas  memorias,  artículos  de  obras  enci- 
clopédicas i  otras  piezas  que  han  permitido  adelantar  la 
investigación;  pero  sólo  desde  1869  han  visto  la  luz  pública 
trabajos  mas  razonados,  como  pasamos  a  demostrarlo. 

En  ese  año,  en  efecto,  un  ingles  mui  erudito,  Mr.  J.  F.  Ni- 
cholls,  bibliotecario  de  la  ciudad  de  Brístol,  publicó  en  Lón. 
dres,  un  volumen  de  190  pajinas  en  8°  menor,  que  por  su 
ejecución  tipográfica  puede  llamarse  una  preciosidad.  Ese 
pequeño  volumen  está  adornado  de  un  retrato  de  Sebas- 
tian Cabot,  grabado  según  una  antigua  pintura,  i  de  una 
carta  jeográfica  que  reproduce  una  parte  del  mapa-mundi 
construido  en  1544  por  ese  navegante.  Su  título  es:  The  re- 
marcable Ufe,  adventures  and  discoveries  o f  Sebastian  Ca- 
bot, of  Brístol,  the  íounder  oí  Gteat  Britains  maritime 
power,  discoverer  oí  América  and  its  ñrst  colonizer  (La  no- 
table vida,  aventuras  i  descubrimientos  de  Sebastian  Ca- 
bot, de  Brístol,  fundador  del  poder  marítimo  de  la  gran 
Bretaña,  descubridor  de  América  i  su  primer  colonizador). 
En  esta  obra  se  halla  una  historia  regular  i  ordenada  de  la 
vida  de  los  dos  marinos  con  hechos  i  documentos  que  hasta 
entonces  no  se  habían  exhibido. 

El  mismo  año  de  1869,  M.  d'Avezac,  famoso  jeógrafo 
francés,  muerto  hace  pocos  meses,  leia  primero  a  la  socie- 
dad de  jeografía  de  Paris  (18  de  junio),  i  después  a  la  reu- 
nión de  las  cinco  academias  del  Instituto  de  Francia  (6  de 
octubre),  una  memoria  titulada  Les  navigations  terre-neu- 
viennes  dejean  et  Sebastian  Cabot,  que  forma  un  opúsculo 
de  sólo  20  pajinas  en  8*^  Allí  discute  consólida  erudición  los 
diversos  puntos  de  la  historia  de  aquellos  viajes  tan  poco 
conocidos  por  los  historiadores  anteriores.  El  opúsculo  de 


JUAN    I    SEBASTIAN    CABOl'  147 

M.  d'Avezac,es  simplemente  una  carta dirijida  al  reverendo 
Leonardo  Woods,  erudito  norte-americano,  que  le  pedia  ma- 
yores informaciones  sobre  ciertas  opiniones  que  d'Avezae 
habia  emitido  respecto  de  los  viajes  i  descubrimientos  de 
esos  célebres  marinos.  Conviene  advertir  que  d'Avezac  no 
conoció  el  trabajo  de  Mr.  Nicholls,  ni  éste  el  de  aquél;  pero 
que  en  muchas  ocasiones  la  investigación  los  lleva  al  mismo 
resultado,  si  bien  en  otros  casos  ambos  se  encuentran  en 
diverjencia. 

Por  fin,  Le  Magasin  pittoresqiie,  periódico  semanal  i  li- 
terario publicado  en  Paris,  bajo  la  intelijente  dirección  de 
M.  Eduardo  Charton,  dio  a  luz  en  si.s  números  24  i  36  del 
año  de  1871,  dos  interesantes  artículos  biográficos  sobre 
Juan  i  Sebastian  Cabot,  acompañados  de  dos  retratos,  ar- 
tículos que  realmente  no  contienen  mas  que  las  investiga- 
ciones de  M.  d'Avezac,  pero  espuestas  con  claridad  i  en  una 
forma  mas  accesible  al  común  de  los  lectores,  aunque  no 
exenta  de  descuidos  i  de  errores. 

De  estos  diferentes  escritos,  i  principalmente  de  los  tres 
primeros,  vamos  a  tomar  las  noticias  principales,  siguién- 
dolos fielmente  i  reproduciendo  con  frecuencia  sus  propias 
palabras.  Nuestro  objeto  es  sólo  dar  a  conocer  a  los  lecto- 
res chilenos  que  se  interesan  por  esta  clase  de  estudios,  un 
resumen  compendioso  de  las  mas  recientes  investigaciones 
sobre  aquellos  viajes  memorables. 


JUAN   CABOT. 

Comenzaremos  nuestra  reseña  hablando  del  mayor  de 
los  dos  viajeros. 

Juan  Cabot,  no  era  ingles,  como  han  supuesto  algunos, 
ni  veneciano,  como  han  escrito  muchos.  "En  un  lugar  cual- 
quiera, mas  o  menos  oscuro,  del  rio  de  Jénova,  sino  en  la 
misma  ciudad  de  los  palacios,  quizás  precisamente  en  Cas- 
tiglione,  hacia  mediados  de  la  primera  mitad  del  siglo  XV, 


148  ESTUDIOS    inSTÓRlCO-BlBLlOGRÁFICOS 

según  creo,  dice  M.  d'Avezac,  nació  Juan  Cabota,  Cfiboto 
o  Cabot,  el  cual  a  principios  de  1460,  a  mas  tardar,  fué  a 
habitar  en  Venecia,  se  casó  allí  con  una  hija  del  pais  i  tuvo 
tres  hijos.  Después,  al  cabo  de  una  residencia  de  quince  años, 
i  por  consentimiento  unánime  del  Senado,  espresado  por 
149  votos,  obtuvo  del  dux  Andrés  Vendramino,  el  28  de 
marzo  de  1476,  su  carta  de  ciudadano  de  Venecia  {Privile- 
gmm  civitatis  de  intvs  et  extra).  Según  parece,  se  habia  de- 
dicado con  grande  éxito  al  estudio  de  la  cosmografía  i  a  la 
práctica  de  la  navegación.  Quizas  habia  solicitado  las  lec- 
ciones del  célebre  cosmógrafo  florentino  Pablo  Toscanelli,  i 
sin  duda  habia  recojido  con  la  avidez  de  un  estudioso  discí- 
pulo, las  teorías  profesadas  por  el  sabio  anciano  sobre  la 
disposición  de  las  tierras  i  de  los  mares  en  la  superficie  del 
globo,  teorías  que  habian  resonado  en  la  corte  de  Portu- 
gal, i  habian  excitado  una  curiosidad  que  el  sabio  florenti- 
no satisfizo  en  una  carta  mui  conocida,  que  dirijió  desde 
Florencia  en  1474  a  un  personaje  de  la  corte  portuguesa". 

La  carta  de  ciudadanía  recordada  por  d'Avezac,  i  men- 
cionada también  por  Xicholls,no  deja  lugar  a  dudas  de  que 
Juan  Cabot  era  jenovés  de  nacimiento  como  Colon.  Pero  la 
manera  dudosa  como  el  célebre  crítico  habla  de  las  relacio- 
nes de  Cabot  con  Toscanelli,  o  mas  bien,  del  conocimiento 
que  el  primero  tuvo  de  las  teorías  jeográficas  del  segundo, 
parece  infundada,  porque  no  es  creible  que  un  marino  i  cos- 
mógrafo como  Cabot  no  estuviese  al  corriente  de  las  teo- 
rías que  sustentaba  un  sabio  tan  ilustre  como  Toscanelli, 
Sólo  siglo  i  medio  mas  tarde,  el  nombre  i  los  servicios  de 
éste  comenzaron  a  olvidarse,  a  punto  que  el  padre  Maria- 
na, el  célebre  historiador  de  España,  confundia  a  Toscanelli 
con  el  viajero  Marco  Polo,  que  vivió  dos  siglos  antes. 

Desde  Venecia,  Cabot  hizo  algunas  peregrinaciones  al  le- 
vante, i  supo  por  las  carabanas  de  Arabia  que  las  especie- 
ría llegaban  de  mano  en  mano  de  los  paises  mas  remotos 
del  Oriente.  Creyendo  como  Toscanelli  i  como  Colon  que 
era  posible,  saliendo  de  las  costas  occidentales  de  Europa, 
llegar  a  las  rejiones  mas  orientales  del  Asia,  buscaba  un 


JUAN    I    SEBASTIAN    CABOT  149 


medio  para  practicar  este  viaje.  Con  este  objeto  salió  de 
Venecia  llevando  consigo  a  su  mujer  i  a  sus  hijos  para  ir  a 
fundar  en  el  estranjero,  según  la  costumbre  cosmopolita  de 
los  venecianos,  un  establecimiento  de  comercio  marítimo,  i 
elijió  el  puerto  de  Brístol,  cuyo  estuario  se  abre  exacta- 
mente hacia  esos  parajes  occidentales  donde  Toscanelli  se- 
fí  alaba  a  lo  lejos  las  afortunadas  playas  de  Catai,  ola 
China.  '^Se  puede  conjeturar,  añade  d'x^vezac,  que  fué  por 
los  años  de  1477,  aproximativamente,  cuando  la  familia 
de  Cabot  trasportó  sus  penates  a  ese  puerto  del  estremo 
occidental  de  Europa,  porque  su  segundo  hijo,  Sebastian, 
que  supongo  nacido  entre  1472  i  1473,  era  mui  niño  to- 
davía." 

Reinaba  entonces  en  Inglaterra  Enrique  VII,  que  acaba- 
ba de  pacificar  el  pais  después  de  las  desastrosas  i  sangrien- 
tas guerras  de  las  dos  rosas.  Ese  monarca  no  era,  por  cier- 
to, un  grande  hombre,  capaz  de  acometer  empresas  arries- 
gadas para  conquistar  la  gloria;  pero  tenia  a  veces  sabios 
consejeros;  i  en  todo  caso,  bastaba  sólo  tentar  su  prodijiosa 
avaricia  con  el  anuncio  de  lejanos  tesoros  para  hacerse  es- 
cuchar por  él.  Juan  Cabot  vio  sus  proposiciones,  si  no  com- 
pletamente aprobadas,  toleradas  a  lo  menos,  con  tal  que 
algunos  particulares  consintiesen  en  tomar  por  su  cuenta 
las  primeras  tentativas.  En  efecto,  el  15  de  julio  de  1480 
salieron  de  Brístol  dos  naves  para  ir  al  oeste  de  Irlanda  a 
buscar  la  isla  del  Brasil,  nombre  que  se  daba  a  un  pais  des- 
conocido, pero  que  se  creia  cerca  del  Asia,  i  que  producia  en 
abundancia  palo  de  tinte.  Las  naves  pertenecian  a  Jay  el 
joven,  i  eran  comandadas  por  el  mas  hábil  marino  que  en- 
tonces hubiese  en  Inglaterra  (Magister  navis  scientiñcus 
marinarius  totias  Angliae,  dice  un  antiguo  documento).  El 
18  de  setiembre  se  supo  en  Brístol  que  después  de  dos  me- 
ses de  crucero,  la  espedicion  habia  vuelto  a  un  puerto  de 
Irlanda  sin  haber  encontrado  la  isla  buscada.  '*Estoi  per- 
suadido, dice  d'Avezac,  que  ese  hábil  marino  no  puede  ser 
otro  que  el  mismo  Juan  Cabot." 


150  JBJi.TÜDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Pero  si  esta  primera  espedicion  del  célebre  piloto  es  du- 
dosa, o  a  lo  menos  si  no  se  puede  dar  como  incuestionable 
que  él  la  mandase,  no  se  puede  decir  lo  mismo  de  otras  em- 
prendidas once  años  después.  En  efecto,  en  1491  comienza 
una  serie  de  esploraciones  consecutivas  que  empleaban 
cada  año  dos,  tres,  cuatro  carabelas,  para  ir  a  merced  de 
Juan  Cabot  a  descubrir  aquellas  tierras  supuestas  por  los 
mas  eminentes  cosmógrafos  del  siglo  XV.  El  puerto  de 
Brístol  era  siempre  el  punto  de  partida  de  estas  espedicio- 
nes.  Este  hecho  no  puede  ponerse  en  duda  porque  está  ofi- 
cialmente consignado  en  un  despacho  de  25  de  julio  de 
1498  que  el  embajador  español  en  Londres,  don  Pedro  de 
Ayala,  dirije  a  su  gobierno  a  propósito  de  la  partida  de 
una  grande  espedicion  confiada  a  Cabot.  ''Los  de  Brístol, 
dice  Ayala,  ha  siete  años  que  cada  año  han  armado  dos, 
tres,  cuatro  carabelas  para  ir  a  buscar  la  isla  del  Brasil  i 
las  Siete  Ciudades  con  la  fantasía  deste  Ginoves."  Este  do- 
cumento confirma  también  que  la  patria  de  Juan  Cabot 
fué  Jénova,  i  nó  Inglaterra  o  Venecia. 

Una  de  estas  espediciones  emprendida  en  1494  fué  mas 
feliz  que  las  anteriores.  Juan  Cabot,  que  iba  acompañado 
por  su  hijo  Sebastian,  encontró  la  tierra  del  continente 
americano,  cerca  de  la  isla  de  Terranova,  a  la  cual  dio  el 
nombre  de  San  Juan  o  tierra  de  los  Bacallaos,  con  que  la 
siguieron  denominando  los  jeógrafos  por  muchos  años. 
Este  hecho  que  prueba  la  prioridad  de  Cabot  sobre  Colon, 
en  el  descubrimiento  de  las  tierras  continentales,  es  demos- 
trado por  M,  d'Avezac  de  la  manera  siguiente: 

Existe  en  la  Biblioteca  nacional  de  Paris  un  gran  mapa- 
mundi elipsoide  que  contiene  bajo  el  título  de  Rétulo  del 
auctor,  las  líneas  siguientes:  "Sebastian  Caboto,  capitán  i 
piloto  mayor  de  la  Sacra  Cesárea,  Católica  Majestad  del 
Imperador  Don  Carlos  Quinto  deste  nombre  y  Rey  Nuestro 
Sennor,  hizo  esta  figura  estensa  en  plano,  anno  del  nasci- 
miento  de  nuestro  Salvador  Jesu  Christo  de  M.  D.  X  L  IIII 
(1544)  annos  etc."  El  mapa  mundi  de  Cabot  fué  publicado 
por  medio  del  grabado,  i  reimpreso  mas  tarde;   pero  de  la 


JUAN    I    SEBASTIAN    CABOT  151 


edición  orijinal  no  se  conoce  mas  ejemplar  que  el  que  guar- 
da como  un  tesoro  la  biblioteca  nacional  de  Paris.  En  este 
mapa  está  trazada  la  tierra  de  San  Juan  o  de  los  Bacallaos; 
i  como  sucede  frecuentemente  en  muchas  cartas  del  siglo 
aVI,  la  pintura,  viniendo  en  auxilio  del  texto,  ha  figurado 
muchos  osos  blancos  de  una  hábil  ejecución  artística.  En 
ese  lugar  hai  también  una  rcífer-encia  a  las  notas  marjinales 
escritas  en  latin  i  en  castellano;  i  allí  se  leen  las  líneas  que 
siguen:  ''Esta  tierra  ha  sido  descubierta  por  Juan  Cabot, 
ciudadano  de  Yenecia,  i  Sebastian  Cabot,  su  hijo,  el 
ano  del  nacimiento  de  Nuestro  Salvador  Jesu  Christo 
MCCCCXCIIII(1494),  el  veinticuatro  de  junio  (a  cinco  ho- 
ras de  la  mañana)  a  la  cual  (tierra)  se  ha  dado  el  nombre 
de  Primera  tierra  vista)  i  a  una  isla  grande  que  está  cerca 
de  la  dicha  tierra,  se  le  ha  dado  el  nombre  de  San  Juan,  por 
haber  sido  descubierta  el  mismo  dia".  Es  verdad  que  en 
una  edición  posterior  de  este  mapa-mundi,  por  un  error  ti- 
pográfico mas  bien  que  por  una  corrección  mal  aconsejada, 
según  M.  d'Avezac,  esta  fecha  está  alterada  i  puesta  en  su 
lugar  una  tres  años  posterior  pero  este  sabio  se  cree  en  el 
deber  de  afirmar  como  un  hecho  incontestable  que  el  primer 
descubrimiento  de  Cabot  fué  el  24  de  junio  de  1494. 

Mr.  Nicholls  ha  conocido  también  este  mapa-mundi,  del 
cual  reproduce  por  medio  del  grabado  la  parte  mas  impor- 
tante, es  decir,  la  isla  de  Terranova  i  la  porción  inmediata 
del  continente.  Discute  en  algunas  pajinas  de  su  capítulo 
III  el  valor  de  ese  documento,  señala  las  opiniones  que  en 
pro  i  en  contra  de  la  autenticidad  del  viaje  i  del  descubri- 
miento de  1494  se  han  emitido  por  muchos  jeógrafos,  i  sin 
manifestar  la  misma  seguridad  de  d'Avezac,  llega,  sin  em- 
bargo, a  una  conclusión  semejante.  "Esta  inscripción,  dice 
en  la  pajina  29,  no  puede  ser  un  error  en  la  fecha,  porque 
se  encuentra  a  la  vez  en  las  dos  inscripciones,  en  español  i 
en  latin;  i  es  completamente  evidente  que  el  editor  del  ma- 
pa, consideraba  i  creia  que  era  perfectamente  verdadero 
que  Cabot  habia  hecho  su  primer  viaje  (su  primer  descubri- 
miento) en  1494."  Por  nuestra  parte,  nos  limitamos  a  se- 


152  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOCrRÁFICOS 

ñalar  estos  hechos  sin  aceptar  ni  combatir  las  opiniones 
emitidas. 

Pero  mientras  Juan  Cabot,  como  simple  ájente  de  empre- 
sas industriales,  ejecutaba  estas  repetidas  tentativas  para 
buscar  un  camino  a  las  Indias  navegando  hacia  el  occiden- 
te, Cristóbal  Colon  habia  hecho  su  grandioso  descubrimien- 
to en  nombre  del  rei  de  España.  Una  bula  del  papa  habia 
adjudicado  a  ese  soberano  el  dominio  sóbrelos  paises  recien 
descubiertos;  i  después  de  las  protestas  del  rei  de  Portugal, 
habíase  estendido  en  junio  de  1494  el  famoso  tratado  de 
Tordesíilas  que  señalaba  la  línea  de  demarcación  de  las  po- 
sesiones futuras  de  ambos  paises.  Así  se  comprenderá  que 
cuando  Juan  Cabot,  de  vuelta  de  su  viaje,  tuvo  noticia  de 
estos  sucesos,  conoció  que  no  podia  continuar  sus  esplora- 
ciones  como  lo  habia  hecho  hasta  entonces,  es  decir,  por 
cuenta  de  los  negociantes  i  armadores  que  le  facilitaban  sus 
recursos.  Le  era  indispensable  acudir  a  un  monarca  que 
tomase  esas  empresas  bajo  su  protección  para  hacerse  fuer- 
te contra  las  pretensiones  esclusivas  de  España  i  del  Portu- 
gal. Quizas  en  esos  momentos  tuvo  que  luchar  contra  las 
influencias  del  embajador  de  Castilla  don  Rui  González  de 
Puebla,  que  habia  recibido  órdenes  de  su  soberano  para  ha- 
cer representaciones  contra  toda  empresa  de  estejénero. 
^' Estas  cosas  semejantes,  se  decia  en  un  despacho  real  diri- 
jido  a  ese  embajador,  son  cosas  mui  inciertas  i  tales  que  por 
agora  no  conviene  entender  en  ellas,  i  también  mirad  que 
a  aquellas  partes  no  se  puede  entender  en  esto  sin  perjuicio 
nuestro  e  del  rei  del  Portugal." 

A  pesar  de  todo,  Enrique  VII  de  Inglaterra  por  una  me- 
morable  concesión  firmada  en  Westminster  el  5  de  marzo 
de  1496,  que  Biddle  i  Mr.  Nicholls  insertan  íntegra,  con- 
cede privilejio  a  Juan  Cabot,  ciudadano  de  Venecia,  i  a  sus 
tres  hijos,  Luis,  Sebastian  i  Santos  (Sanctus),  que  ordina- 
riamente llaman  Sancho,  o  a  sus  ajentes  i  comisionados, 
para  navegar  bajo  el  pabellón  real  británico,  ya  sea  por  el 
este,  por  el  oeste  o  por  el  norte  en  descubrimiento  de  las 
tierras  desconocidas  del  hemisferio  boreal,   i   tomar  legal- 


JUAN   I    SEBASTIAN    CABOT  15¿ 


mente  posesión  de  ellas  en  nombre  de  la  corona  de  Inglate- 
rra, para  gozar  esclusivamente,  ellos  i  sus  herederos,  a  títu- 
lo de  vasallos  i  de  oficiales  del  rei,  con  la  obligación  de 
pagar  a  la  corona  el  quinto  del  beneficio  neto  de  los  pro- 
ductos, los  cuales  podian  ser  introducidos  libres  de  todo 
derecho  de  aduana  por  el  único  puerto  de  Brístol. 

¿Qué  causas  retardaron  la  salida  de  la  espedicion  hasta 
los  primeros  dias  de  mayo  de  1497?  M.  d'Avezac  cree  que 
€ste  retardo  sólo  puede  atribuirse  a  las  dilijencias  de  la  di- 
plomacia castellana.  Sea  de  ello  lo  que  se  quiera,  el  hecho 
€s  que  en  la  fecha  citada  salia  de  Brístol  una  navecilla  tri- 
pulada por  dieciocho  hombres,  de  los  cuales  uno  era  francés 
de  Borgoña,  otro  jenovés,  pero  cuya  mayor  parte  era  com- 
puesta de  ingleses  de  aquel  puerto.  Esa  embarcación  estuvo 
de  vuelta  a  principios  de  agosto.  En  efecto,  el  10  de  ese  mes, 
el  rei  mandaba  pagar  de  su  tesoro  una  gratificación  de  diez 
libras  esterlinas  al  que  habia  hallado  la  nueva  isla  (to  hím 
who  found  the  Isle,  dice  la  cédula).  Esta  miserable  remune- 
ración tiene  grande  importancia  en  la  historia,  puesto  que 
€l  decreto  que  la  dispuso  sirve  para  esplicar  un  hecho  im- 
portante en  la  serie  de  los  descubrimientos  geográficos  de 
ese  siglo. 

Pero  no  se  crea  que  ese  es  el  único  documento  que  recuer- 
de aquel  viaje  memorable.  Residia  entonces  en  Londres  un 
comerciante  veneciano  llamado  Lorenzo  Pasqualigo.  Con 
fecha  23  de  agosto  de  1497,  ese  comerciante  escribia  a  sus 
hermanos  establecidos  en  Venecia,  una  carta  en  que  les  re- 
feria lo  que  sabia  acerca  del  resultado  de  esa  espedicion. 
Según  este  relato,  Juan  Cabot  habia  encontrado  a  setecien- 
tas leguas  al  este,  una  tierra  continental  que  habia  costea- 
do por  el  espacio  de  trescientas  leguas.  No  habia  hallado 
alma  viviente  en  los  puntos  en  que  habia  tocado,  pero  sí 
observó  huellas  de  habitantes,  sobre  todo  en  los  árboles 
cortados  i  por  los  hilos  o  redes  para  cazar  aves.  A  la  vuel- 
ta, habia  visto  dos  islas  donde,  sin  embargo,  no  quiso  desem- 
barcar a  causa  del  agotamiento  de  sus  víveres.  Juan  Ca- 
bot habia  vuelto  a  Brístol  después  de  una  correría  de  tres 


154  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFÍCOS 

meses;  pero  habia  dejado  en  las  tierras  que  acababa  de  des- 
cubrir una  gran  cruz  con  la  bandera  de  Inglaterra  i  la  de 
San  Marcos  de  Venecía. 

Se  podría  hacer  el  objeto  de  un  estudio  especial  la  desig- 
nación verdadera  de  esas  tierras  que  después  de  esta  espe- 
diciíDn  fueron  colocadas  bajo  el  doble  protectorado  de  la 
Gran  Bretaña  i  de  Venecia.  Convendriapara  ello  comparar 
el  mapa-mundi  de  Sebastian  Cabot  con  la  carta  del  céle- 
bre piloto  español  Juan  de  la  Cosa.  Este  último  mapa,  le- 
vantado en  1500,  e  impreso  en  nuestro  siglo  por  el  barón 
de  Humboldt,  demarca,  con  una  serie  de  pabellones  signifi- 
cativos, aquellos  lugares,  señalando  en  el  este  el  nombre  de 
cabo  de  Inglaterra,  i  en  el  oeste  con  la  inscripción  de  mar 
descubierto  por  los  ingleses.  Esa  rejion  es  la  misma  que 
treinta  años  después  los  españoles  llamaban  Tierra  de  Es- 
teban Gómez,  por  el  nombre  de  un  célebre  piloto  portugués 
que  después  de  haber  acompañado  a  Magallanes  en  su  via- 
je al  Estrecho  en  1520,  esploró  bajo  bandera  española  las 
rejiones  boreales  de  la  América,  el  año  de  1525. 

Después  de  esta  célebre  espedicion,  Juan  Cabot  fué  pre- 
miado dignamente  por  sus  trabajos.  Recibió  el  título  de 
almirante,  pudo  usar  vestidos  de  seda,  hizo  concesiones  de 
algunas  islas  a  dos  de  sus  compañeros,  i  prodigó  a  muchos 
otros  las  mas  magníficas  promesas.  El  rei  Enrique  Vil,  por 
una  concesión  fechada  en  Westminster  en  3  de  febrero  de 
1498,  lo  autoriza  espresamente  a  él  o  a  sus  representantes 
a  tomar  en  los  puertos  de  Inglaterra  seis  naves  de  doscien- 
tas toneladas,  con  todos  sus  aparatos,  al  mismo  precio  i 
bajo  las  mismas  condiciones  que  para  el  servicio  real.  Au- 
torizábalo ademas  a  tomar  tanta  jente  cuanta  se  presen- 
tase voluntariamente  para  pasar  con  él  a  las  tierras  e  islas 
que  acababa  de  descubrir  en  nombre  i  bajo  el  mando  de  Su 
Majestad.  Se  sabe  que  Cabot  hizo  por  sí  mismo  los  gastos 
del  armamento  de  dos  naves.  Otras  tres  fueron  armadas 
por  diversos  mercaderes,  entre  los  cuales  las  cuentas  del  te- 
soro real  permiten  recojer  los  nombres  de  LanceloteThirkill, 
de  Tomas  Eradle}^  i  de  Juan  Cárter.  No  se  conoce  a  punto 


JUAN    I    SEBASTIAN   CABOT  155 

fijo  la  causa  que  impidió  que  Juan  Cabot  emprendiese  esta 
nueva  espedicion;  pero  todo  hace  presumir  que  esa  causa 
fué  su  propia  muerte,  ocurrida  probablemente  en  1498. 

Esta  suscinta  relación,  viene  pues  a  separar  las  diferen- 
tes espediciones  ejecutadas  por  este  célebre  marino.  Si  él  no 
pudo  llevar  a  cabo  la  espedicion  de  1498,  que  algunos  his- 
toriadores han  supuesto  equivocadamente  que  fué  la  pri- 
mera que  realizó,  la  gloria  de  ejecutarla  estaba  reservada 
a  su  hijo  Sebastian,  de  quien  pasamos  a  ocuparnos  para 
consignar  las  noticias  que  encontramos  en  los  libros  a  que 
nos  referimos. 

II. 

SEBASTIAN  CABOT. 

La  primera  parte  de  la  vida  de  Sebastian  Cabot  está  os- 
curecida por  las  mismas  incertidumbres  que  envuelven 
casi  por  completo  la  historia  de  su  padre. 

Desde  luego,  ¿cuál  fué  la  patria  de  este  célebre  navegan- 
te? Por  un  fragmento  que  mas  atrás  hemos  copiado  tes- 
tualmente,  se  ve  que  M.  d'Avezac  lo  supone  nacido  en  Ve- 
necia,  en  la  época  en  que  su  padre  residia  en  esta  ciudad. 
Mr.  Nicholls  es  de  distinta  opinión,  i  sostiene  que  Sebastian 
Cabot  era  ingles,  nacido  en  Brístol  por  los  años  de  1474  a 
1477.  De  las  razones  que  dá  en  apoyo  de  esta  opinión,  la 
mas  poderosa  es  la  que  sigue:  un  erudito  ingles,  Ricardo 
Edén,  que  vivia  en  la  primera  mitad  del  siglo  XVI  i  que  co- 
noció personalmente  a  Sebastian  Cabot,  tradujo  al  ingles 
las  célebres  Decadas  de  Orbe  Novo  de  Pedro  Mártir,  que 
fueron  publicadas  en  este  idioma  en  1555.  En  una  de  sus 
obras.  Edén  escribió  las  palabras  que  copiamos  en  seguida 
testualmente:  "Sebastian  Cabot  me  dijo  que  él  habia  naci- 
do en  Brystowe  (Brístol);  i  que,  cuando  tenia  cuatro  años, 
habia  sido  llevado  con  su  padre  a  Venecia,  i  que  no  volvió 
a  Inglaterra  con  su  padre  sino  después  de  un  cierto  núme- 
ro de  años,  lo  que  habia  hecho  creer  que  habia  nacido  en 


156  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Venecia".  Aceptando  la  autenticidad  de  esta  noticia  debe 
convenirse  en  que  Juan  Cabot  habia  hecho  un  viaje  a  In- 
glaterra i  habia  residido  allí  cuatro  o  cinco  años  a  lo  me- 
nos, antes  de  ir  a  establecerse  definitivamente  en  Brístol. 

Parece  incuestionable  que  Sebastian  Cabot  acompañó  a 
su  padre  en  sus  primeras  espediciones,  a  lo  menos  en  la  de 
1494,  si  ésta  es  efectiva,  i  en  la  de  1497,  que  no  puede  po- 
nerse en  duda.  Lo  habria  acompañado  igualmente  en  la  es- 
pedición  del  año  siguiente,  si  una  causa  desconocida,  que 
talvez  fué  la  muerte  de  Juan  Cabot,  como  ya  hemos  dicho, 
no  hubiese  impedido  a  éste  el  acometer  esta  nueva  empresa. 

Pero,  la  concesión  de  3  de  febrero  de  1498,  a  que  nos 
hemos  referido,  no  era  estrictamente  personal  en  favor  de 
Juan  Cabot.  El  rei,  por  una  cláusula  del  estilo  en  esa  clase 
de  documentos,  autorizada  la  sustitución  en  favor  de  su 
representante  debidamente  autorizado;  i  esta  cláusula,  en- 
contró en  esta  circunstancia  su  aplicación  efectiva.  Sebas- 
tian Cabot,  de  edad  entonces  de  23  o  25  años,  tomó  en  ese 
momento  el  mando  déla  pequeña  flota  de  cinco  naves  man- 
dada equipar  en  virtud  de  la  autorización  conferida  a  su 
padre.  La  tripulación  era  compuesta  de  300  hombres,  i  las 
provisiones  embarcadas  debian  servir  para  un  año,  porque 
el  objeto  de  la  espedicion  era  colonizar  las  tierras  trasa- 
tlánticas donde  la  Inglaterra  acababa  de  plantar  su  pabe- 
llón. Pero  la  misión  de  Cabot  no  debia  limitarse  a  esto  sólo: 
tenia  encargo  de  hacer  todos  los  esfuerzos  para  penetrar 
mas  adelante  de  los  paises  descubiertos,  hasta  lleg¿ir  a  una 
isla  llamada  Cipango  (Japón),  donde,  según  la  creencia 
vulgar,  crecía  en  grande  abundancia  la  especería. 

La  escuadrilla  espedicionaria  partió  de  Brístol  a  princi- 
pios del  verano  de  1498.  Un  ventarrón  la  asaltó  a  la  par- 
tida, i  una  de  las  naves,  mui  maltratada  por  la  tempestad, 
fué  obligada  a  retroceder  para  buscar  refujio  en  las  costas 
de  Irlanda,  pero  las  otras  naves  siguieron  su  camino.  Lle- 
garon éstas  a  tocar  a  tierra  a  una  latitud  de  cerca  de  45 
grados,  mucho  mas  pronto  de  lo  que  se  esperaba;  i  desde 
allí  siguieron  a  la  vista  de  la  costa  que  se  estendia  al  norte, 


JUAN    I    SEBASTIAN    CABOT  157 

en  la  esperanza  de  hallar  un  pasaje  que  condujese  a  las  tie- 
rras pobladas  i  cultivadas  de  Cipango.  De  esta  manera, 
Cabot  llegó  hasta  cerca  de  los  58  grados  de  latitud  norte 
recorriendo  la  costa  de  Labrador.  Mr.  Nicholls,  después  de 
examinar  muchas  i  mui  importantes  autoridades,  sostiene 
que  Cabot  pasó  mas  al  norte  todavía,  i  que  entrando  por 
un  estrecho  que  se  abre  a  61  grados,  penetró  a  la  bahía  o 
mar  de  Hudson,  de  que  fué  el  primer  esplorador.  Sea  lo  que 
se  quiera  de  este  hecho,  la  verdad  es  que  aun  cuando  los 
navegantes  se  hallaban  en  el  mes  de  julio,  encontraron  en 
esas  altas  latitudes,  tantas  i  tan  grandes  masas  de  hielos 
flotantes  que  se  vieron  forzados  a  volver  atrás.  Tocaron 
entonces  en  Terranova,  donde  repararon  sus  fuerzas  i  re- 
novaron en  parte  sus  provisiones  con  los  peces  a  que  los 
indíjenas  daban  el  nombre  de  bacalao.  De  esta  circunstan- 
cia nació  que  aquel  lugar  fuese  denominado  Tierras  de  los 
Bacalaos,  con  que  aparece  designada  en  casi  todos  los  ma- 
pas del  siglo  XVI.  Cabot  recorrió  en  seguida  la  costa  con 
dirección  al  sudoeste,  hasta  ponerse  aproximativamente 
a  la  altura  del  estrecho  de  Jibraltar;  i  de  allí,  encontrándo- 
se escaso  de  víveres,  hizo  rumbo  a  Inglaterra.  Aquí  se  le  es- 
peraba desde  el  rnes  de  setiembre;  pero  Cabot  no  pudo  lle- 
gar a  Brístol  hasta  fines  de  octubre.  Su  espedicion,  mui  im- 
portante bajo  el  punto  de  vista  de  los  descubrimientos  jeo- 
gráficos,  habia  sido  infructuosa  como  empresa  industrial. 
Cabot  no  habia  podido  descubrir  el  pasaje  que  habia  anun- 
ciado para  llegar  a  los  paisesde  la  especiería.  Se  dijo  que  en 
esta  inútil  i  desastrosa  espedicion,  después  de  muchas  vici- 
situdes i  de  cuatro  meses  pasados  en  el  mar,  habia  perdido 
la  mayor  parte  de  sus  tripulaciones.  Así,  pues,  recibió  una 
fria  acojida  que  le  dejó  los  mas  tristes  recuerdos;  i  por  el 
momento  vio  eclipsarse  su  reputación  de  hábil  marino  i  de 
afortunado  descubridor. 

Nada  se  sabe  de  positivo  acerca  de  los  años  que  sucedie- 
ron a  este  contratiempo.  Podria  creerse  que  emprendió  por 
su  cuenta  otros  viajes;  podria  suponerse  también  que  tomó 
parte  en  las  espediciones  que  hicieron  algunas  asociaciones 


158  ESTUDIOS    HISTÓniCO-BIBLIOGRÁFlCOS 


mercantiles  a  que  eran  admitidos  los  portugueses  de  las 
islas  Azores,  i  que  continuaron  los  descubrimientos  en  las 
inmediaciones  de  Terranova.  *'E1  campo,  dice  d'Avezac,  es- 
tá abierto  a  las  conjeturas,  pero  ningún  indicio  de  mediano 
valor  se  ha  presentado  todavía,  i  vale  mas  dar  un  salto  al 
través  de  esta  laguna  histórica." 

Mientras  tanto,  la  reputación  de  Cabot  no  habia  queda- 
do concentrada  en  las  islas  británicas.  Desde  mucho  tiem- 
po atrás,  las  comunicaciones  diplomáticas  délos  embaja- 
dores de  Castilla  en  Londres,  lo  habian  señalado  a  la  corte 
de  España  como  uno  de  los  marinos  mas  intrépidos  i  mas 
hábiles  de  su  siglo.  Aun  no  es  improbable  que  él  mismo 
buscase  medies  de  relacionarse  por  este  lado  para  encon- 
trar el  desquite  de  la  indiferencia  i  del  olvido  con  que  en  In- 
glaterra se  pagaban  sus  servicios.  Si  él  tuvo  CvSte  pensa- 
miento desde  tiempo  atrás,  la  verdad  es  que  no  pudo  rea- 
lizarlo hasta  1512,  merced  a  las  circunstancias  que  pasa- 
mos a  referir. 

Por  muerte  de  Enrique  VII,  heredó  la  corona  de  Inglate- 
rra, en  1509,  su  hijo  Enrique  VIII.  Casado  éste  con  una 
tia  del  rei  de  España,  era  natural  que  abrazara  su  causa 
en  la  lucha  que  los  españoles  sostenian  contra  el  rei  de  Fran- 
cia por  ciertas  provincias  de  Italia;  i  en  efecto,  en  1511  en- 
tró en  la  liga,  con  la  esperanza  de  reconquistar  la  parte  del 
territorio  francés  que  un  siglo  antes  poseian  los  ingleses.  El 
13  de  setiembre  de  1512,  el  rei  Fernando  V  de  España,  mas 
conocido  con  la  dominación  de  '*elcatólico,"escribiaaEord 
Willougby,  comandante  en  jefe  de  las  tropas  inglesas  que 
una  escuadra  española  acababa  de  trasportar  a  Italia,  pa- 
ra pedirle  que  enviase  a  España  a  Sebastian  Cabot,  que  sin 
duda  en  ese  momento  se  hallaba  a  la  orden  del  jeneral  in- 
gles. Lord  Willougby  accedió  sin  dificultad  al  pedido  del 
aliado  de  su  rei,  de  tal  suerte  que  un  mes  después,  Cabot  se 
hallaba  en  Castilla.  Así  se  desprende  de  una  real  cédula  da- 
da por  Fernando  en  Logroño,  a  20  de  octubre  de  1512,  en 
la  cual  confiere  a  aquel  ilustre  marino  el  grado  de  capitán, 


JUAN    I    SEBASTIAN    CABOT  .    159 

con  50  mil  maravedises  de  sueldo,  i  con  residencia  en  la  ciu- 
dad de  Sevilla,  donde  debia  esperar  sus  órdenes. 

En  esa  ciudad,  Cabot  contrajo  estrecha  amistad  con  el 
insigne  erudito  i  dilijente  historiador  del  descubrimiento  de 
América,  Pedro  Mártir  de  Anghiera,  que  lo  recibia  fami- 
liarmente en  su  casa,  que  lo  hospedaba  a  veces  bajo  su  te- 
cho, i  que  se  hallaba  con  él  en  la  corte  a  fines  de  1515,  espe- 
rando las  resoluciones  reales  concernientes  a  una  proyecta- 
da espedicion  marítima  que  debia  partir  de  España  en 
marzo  del  año  siguiente. 

La  muerte  de  Fernando  el  católico,  ocurrida  en  enero  de 
1516,  vino  a  embarazar  la  partida  de  esta  espedicion,  para 
la  cual  no  se  habian  hecho  todavía  todos  los  aprestos.  En 
aquellos  meses  de  interregno  i  de  perturbación  en  la  mar- 
cha jeneral  de  los  negocios  públicos,  Cabot,  esperando  que 
el  advenimiento  de  un  nuevo  soberano  le  permitiese  llevar 
a  cabo  sus  proyectos,  solicitó  según  se  desprende  de  los  he- 
chos que  pasamos  a  narrar,  un  permiso  para  trasladarse  a 
Inglaterra.  No  se  sabe  a  punto  fijo  si  la  corte  de  Londres 
le  habia  hecho  nuevas  proposiciones  para  ponerlo  a  la  ca- 
beza de  otra  espedicion  naval.  Pero  Ricardo  Edén,  el  ami- 
go de  Cabot,  que  publicó  en  1553  la  traducción  inglesa  de 
-un  estracto  de  la  Cosmograñfi  de  Sebastian  Münster,  la 
hizo  preceder  de  una  dedicatoria  al  mui  alto  i  mui  poderoso 
príncipe  duque  de  Northumberland,  en  la  cual  refiere  que 
allá  por  el  octavo  año  del  reinado  de  Enrique  VIII,  es  decir, 
el  de  1517,  ese  monarca  habia  equipado  i  hecho  salir  al 
mar  algunos  buques  bajo  las  órdenes  de  Sebastian  Cabot  i 
de  sir  Tomas  Pert,  cuya  falta  de  resolución  fué  causa  de 
que  este  viaje  no  produjese  el  resultado  apetecido.  El  famo- 
so colector  de  viajes  Juan  Bautista  Ramusio,  dedicó  todo 
el  tercer  volumen  de  sus  Navigationi  et  Viaggi  a  reunir  re- 
laciones concernientes  al  descubrimiento  i  conquista  de 
América,  i  lo  hizo  proceder  de  una  estensa  epístola  dirijida 
al  célebre  poeta  neo-latino  Jerónimo  Fracastoro.  Allí,  en 
la  pajina  4,  recuerda  que  Sebastian  Cabot  le  habia  escrito 
muchos  años  antes,  que  en  sus  navegaciones  en  las  costas 


160  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


de  la  América  del  norte,  había  llegado  hasta  los  67  grados 
i  medio  de  latitud  setentrional,  donde  se  hallaba  el  12  de 
junio  teniendo  delante  de  sí  un  mar  libre,  i  creyendo  firme- 
mente que  por  esta  via  era  posible  pasar  hasta  el  Catai  (la 
China);  lo  que  habria,  añade,  ejecutado  si  la  oposición  del 
patrón  i  de  los  marinos  sublevados  no  lo  hubiesen  reducida 
a  volver  atrás.  Aunque  en  este  pasaje  Ramusio  no  señala  el 
año  en  que  tuvieron  lugar  estos  sucesos,  de  su  propia  rela- 
ción parece  desprenderse  que  no  fué  en  el  viaje  de  Cabot  de 
1498.  A  estas  dos  autoridades,  habria  que  agregar  una 
tercera  no  menos  atendible.  Roberto  Thorne,  negociante 
ingles  establecido  en  Sevilla,  dirijia  en  1527  al  rei  Enrique 
VIII,  una  memoria  en  que  le  recomendaba  la  conveniencia 
de  esplorar  las  rejiones  del  norte,  i  en  que  le  hablaba  de  es- 
tos viajes  con  un  grande  entusiasmo  que,  según  decia,  ha- 
bia  heredado  de  su  padre,  que  era  uno  de  los  descubridores^ 
agregando  que  si  los  marinos  hubiesen  sido  dóciles  i  hubie- 
sen seguido  los  consejos  i  los  designios  de  su  piloto,  habrian 
llegado  a  las  rejiones  de  la  India  que  producen  las  ricas 
mercaderías  del  Oriente.  Todos  los  hechos  relativos  a  esta 
espedicion,  habian  sido  perfectamente  estudiados  por  Ri- 
cardo Biddle  en  los  capítulos  13,  14  i  15  de  la  historia  de 
Cabot  publicada  en  1831,  de  que  hemos  hecho  referencia  en 
el  principio  de  este  artículo.  Los  nuevos  biógrafos  del  famo- 
so navegante  no  han  hecho  mas  que  utilizar  estas  curiosas 
e  interesantes  investigaciones. 

De  vuelta  de  esta  campaña,  frustrada  en  parte  como  se 
ha  visto,  por  la  sublevación  de  las  tripulaciones,  Cabot 
pasó  inmediatamente  a  España.  Acababa  de  saberse  ahí  la 
muerte  de  Juan  Díaz  de  Solis,  el  infortunado  descubridor 
del  Rio  de  la  Plata,  que  desempeñaba  el  cargo  de  piloto 
mayor,  esto  es,  de  jefe  del  establecimiento  hidrográfico  que 
guardaba  las  cartas  de  los  nuevos  descubrimientos  i  que 
suministraba  instrucciones  a  los  marinos  que  emprendían 
otros  viajes  de  esploracíon.  Por  real  cédula  fechada  en  Va- 
lladolid  el  5  de  febrero  de  1518,  Cabot  recibió  ese  impor- 
tante título  con  el  sueldo  adicional  de  cincuenta  mil  mará- 


JUAN   I    SEBASTIAN    CABOT  161 

vedises  i  ademas  veiaticiaco  mil  maravedises  para  ''ayuda 
■de  costas,"  lo  que  elevaba  su  renta  a  ciento  veinticinco  mil 
maravedises  por  año.  A  pesar  de  esto,  en  1519  Cabot  se  ba- 
ilaba accidentalmente  en  Inglaterra.  El  cardenal  Wolsey  le 
hizo  entonces  ventajosas  propuestas  a  fin  de  que  tomara 
el  mando  de  una  espedicion  descubridora,  para  lo  cual  es- 
taban prontos  los  buques.  Cabot  respondió  que  hallándose 
desempeñando  un  carg )  importante  en  servicio  del  rei  de 
España,  no  podia,  sin  permiso  formal  de  éste,  aceptar  aque- 
lla propuesta;  i  como  entonces  sin  duda  meditaba  otros 
proyectos,  se  trasladó  de  nuevo  a  Castilla  para  entrar  al 
ejercicio  de  sus  funciones. 

El  primerservicio  prestado  por  Cabot  a  España  fué  el 
haber  presidido  las  famosas  conferencias  de  Badajoz,  en 
abril  i  mayo  de  1521-,  en  que  los  pilotos  españoles  i  portu- 
gueses discutian  a  cual  de  los  dos  paises  tocaban  las  islas 
Molúcas,  en  virtud  del  repartimiento  hecho  por  la  memo- 
rable bula  del  papa  Alejandro  VI,  i  por  el  tratado  de  Tor. 
desfilas.  Se  sabe  que  la  resolución  de  aquel  congreso  fué  fa- 
vorable a  las  pretensiones  de  España,  i  que  los  portugueses 
«e  prepararon  a  resistir  por  la  fuerza  a  las  espediciones  cas- 
tellanas que  pretendieran  comerciar  o  hacer  conquistas  en 
los  archipiélagos  inmediatos  a  la  India.  El  monarca  espa- 
iiol  por  su  parte  estaba  resuelto  a  hacerse  respetar.  Orga. 
nizóse  una  compañía  para  espedicionar  a  aquellas  rejiones, 
«c  ofreció  a  Cabot  el  mando  de  una  escuadrilla  espediciona- 
ria,  i  en  setiembre  de  1524  el  consejo  de  Indias  lo  autorizó 
para  empeñarse  en  esta  empresa.  El  mismo  soberano,  por 
resolución  de  4  de  marzo  de  1525,  preparó  para  llevarla  a 
cabo  cuatro  pequeñas  embarcaciones  de  cien  toneladas 
ciento  cincuenta  hombres  de  tripulación;  pero  un  comer- 
ciíinte  de  Sevilla  aumentó  esas  fuerzas  con  una  cuarta 
nave. 

La  escuadrilla  debia  haber  partido  de  Sevilla  cinco  meses 
-después;  pero  sea  por  las  exijencias  diplomáticas  del  Por- 
tugal o  por  otra  causa  cualquiera,  sólo  se  hizo  al  mar  en 

TOMO    VI  II 


162  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

los  primeros  días  de  abril  de  1526.  El  plan  de  Cabot  era  se- 
guir el  rumbo  de  Magallanes,  pasar  por  el  Estrecho  a  que 
legó  su  nombre  ese  ilustre  descubridor  i  llegar  a  los  mares 
de  la  India  para  esplotar  el  comercio  de  la  especiería  en  las 
Molúcas,  en  el  Catay  i  en  Cipango.  Los  primeros  dias  de 
este  viaje  fueron  bastantes  felices;  pero  las  disposiciones 
administrativas  habian  sido  tomadas  con  tan  poco  cuida- 
do, que  los  víveres  comenzaron  a  faltar  cuando  apenas  lle- 
gaban a  las  últimas  partes  conocidas  de  las  costas  del  Bra- 
sil. Cabot  se  vio  por  esta  circunstancia  obligado  a  cambiar 
de  plan  i  a  tomar  tierra  en  el  puerto  de  los  Patos,  a  poca 
distancia  de  la  isla  de  Santa  Catalina,  donde  vivian  en  me- 
dio de  los  indios  pacíficos  de  la  costa,  algunos  desertores 
pertenecientes  a  diversas  naciones  de  Europa.  Ahí  tuvo  no- 
ticia de  las  esploraciones  que  se  habian  hecho  en  aquellos 
lugares,  i  determinó  cambiar  su  rumbo  para  esplorar  las 
rejiones  centrales  de  la  América  del  Sur  por  el  gran  rio  des- 
cubierto por  Solís.  En  ese  lugar  también  tuvo  que  sofocar 
la  insubordinación  de  algunos  de  los  suyos,  viéndose  for- 
zado a  imitar  la  conducta  que  en  años  atrás  había  obser- 
vado Magallanes,  esto  es,  a  abandonar  en  una  isla  desier- 
ta a  tres  oficiales  que  se  oponian  a  sus  proyectos.  Cons- 
truyó, ademas,  algunas  pequeñas  embarcaciones  para  la 
esploracion  de  losrios  del  interior,  i  en  seguida  se  puso  en 
viaje  para  el  Rio  de  la  Plata,  a  cuyo  estuario  penetró  en  fe- 
brero de  1527. 

La  historia  de  estas  esploraciones  debe  mui  poco  a  la  in- 
vestigación de  los  eruditos  que  han  hecho  los  últimos  estu- 
dios acerca  de  los  viajes  de  Sebastian  Cabot.  M.  d'Avezac, 
ni  siquiera  las  menciona  en  el  opúsculo  que  nos  referimos,  i 
que  se  termina  con  los  sucesos  de  1518.  Mr.  Nicholls  pasa 
mui  lijeramcnte  sobre  esta  espedicion,  como  si  hubiese  creí- 
do que  no  podia  agregarsenada  a  la  relación  hechaenl831 
por  el  historiador  norte  americano  Biddle.  Pero  el  libro  de 
éste,  aunque  mui  bueno  en  la  época  que  se  publicó,  i  aun- 
que conserva  todo  su  mérito  en  muchas  de  sus  partes,  ha 
envejecido  en  otras,  merced  a  las  nuevas  investigaciones. 


JUAN    I    SEBASTIAN    CABOT  163 

Así,  por  ejemplo,  después  de  la  impresión  de  ese  libro,  el  dis- 
tinguido historiador  brasilero  don  Francisco  Adolfo  de 
V  arnhagen,  dio  a  luz  en  la  Revista  del  Instituto  histórico 
d  el  Brasil  (tomo  XV,  pajinas  14  a  41)  una  importante  rela- 
ción escrita  por  un  marino  llamado  Luis  Ramírez,  compa- 
ñero de  Cabot  en  ese  viaje,  i  descubierta  el  siglo  último  por 
el  historiador  español  Muñoz.  Esa  carta,  que  sin  duda  fué 
conocida  por  los  antiguos  crdnistas  castellanos,  ha  permi- 
tido a  los  mas  recientes  historiadores  ampliar  las  noticias 
que  se  tenian  acerca  de  ese  viaje.  Vamos  a  seguir  a  éstos,  i 
particularmente  a  M.  Alfredo  Demersey  en  su  Histoire  phy . 
sigue,  économique  et  politique  du  Paraguay,  cap.  I  i  II  de 
su  parte  tercera,  para  hacer  un  resumen  compendioso  de 
estos   sucesos. 

Así  que  Cabot  hubo  penetrado  en  el  Rio  de  la  Plata,  fon  ■ 
deó  cerca  de  una  isla  a  que  dio  el  nombre  de  San  Gabriel;  i 
desde  ahí  despachó  por  las  aguas  del  Uruguai  a  uno  de  sus 
capitanes  nombrado  Juan  Alvarez  Román  con  encargo  de 
remontar  la  corriente  de  ese  rio;  pero  habiendo  perdido  éste 
su  buque,  emprendió  su  viaje  por  tierra  para  volver  a  unir- 
se con  el  jefe  espedicionario,  i  fué  inhumanamente  asesinado 
por  los  indios  feroces  de  aquellas  riberas.  A  pesar  de  este 
contratiempo,  Cabot,  sin  arredrarse  por  nada,  dejó  alguna 
jente  en  San  Gabriel,  i  avanzando  resueltamente  hacia  el 
Norte,  penetró  en  el  rio  Paraná  i  llegó  hasta  el  punto  en  que 
desagua  en  éste  otro  rio  llamado  Carcarañal,  donde  levan- 
tó un  fuerte  a  que  dio  el  nombre  de  Espíritu  Santo.  Allí  de- 
jó sesenta  hombres;  i  a  la  cabeza  de  otros  ciento  diez  siguió 
en  setiembre  de  1527  su  viaje  hacia  el  norte  con  sólo  dos 
embarcaciones.  Las  noticias  que  habia  recibido  en  las  cos- 
tas del  Brasil  de  boca  de  los  desertores  portugueses,  le  ha- 
bian  infundido  la  esperanza  de  hallar  en  aquellas  rejiones 
riquezas  comparables  a  las  de  los  paises  orientales,  a  cuya 
esploracion  habia  renunciado.  En  efecto,  en  el  alto  Paraná, 
hallándose  cerca  de  una  isla  llamada  Apipé,  habia  obtenido 
de  los  indíjenas  por  medio  de  cambios,  algunas  muestrasde 
ricos  metales  que  le  confirmaron  su  idea  de  hallar  en  breve 


164  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOÜRÁFICOS 

tiempo  tesoros  prodijiosos.  Descendiendo  de  nuevo  aquel 
rio  hasta  el  lugar  donde  se  le  junta  el  Paraguai,  penetró  en 
este  viltimo,  i  remontó  su  corriente  sin  grandes  dificultades, 
a  Jo  menos  en  el  principio.  Pero  un  serio  obstáculo  lo  espe- 
raba en  el  lugar  en  que  por  estrecharse  el  lecho  del  rio  i  por 
dificultarse  la  navegación,  los  españoles  le  dieron  el  nombre 
de  Angostura.  Ahí  sostuvo  un  terrible  combate  con  los  in- 
dijenas,  del  cual  salió  vencedor,  no  sin  haber  perdido  algu- 
nos de  sus  soldados. 

Después  de  este  costoso  triunfo,  Sebastian  Cabot,  siem- 
pre intrépido  i  siempre  resuelto  a  adelantar  la  esploracion 
de  aquel  pais,  marchó  todavía  mas  adelante  hasta  el  lugar 
en  que  ahora  existe  la  capital  del  Paraguai.  Este  parece  ha- 
ber sido  el  término  de  sus  descubrimientos.  En  este  lugar 
resolvió  volver  atrás:  pero  cuando  hubo  llegado  al  Paraná, 
encontró  aquí  a  Diego  García,  piloto  espaiiol  a  quien  el  rei 
habia  confiado  el  gobierno  de  los  paises  descubiertos  por 
Solís.  García  partió  de  España  eres  meses  antes  que  Cabot; 
pero  habiendo  sufrido  muchas  contrariedades  en  el  viaje, 
habia  llegado  a  las  aguas  del  caudaloso  Plata  mucho  tiem- 
po después  que  él.  Como  este  último  tenia  un  título  real  i 
efectivo,  dado  por  el  rei  de  España,  para  ejercer  el  gobierno 
de  esta  rejion,  i  como  Cabot,  que  habia  salido  de  Europa 
con  el  propósito  de  llegar  a  los  mares  de  la  India,  no  tenia 
título  alguno,  se  suscitaron  entre  ambos  las  mas  serias  di- 
ficultades, por  cuya  causa  los  dos  jefes  enviaron  sus  comi- 
sionados a  la  metrópoli  para  sostener  sus  derechos.  Cabot 
pedia  también  a  España  refuerzos  para  proseguir  sus  des- 
cubrimientos; pero  después  de  cerca  de  dos  años  de  inútil 
espectativa,  i  fatigado  por  la  inacción  a  que  se  veia  reduci- 
do, dejó  en  el  fuerte  de  Espíritu  Santo  una  partida  de  tropa 
bajo  el  mando  de  uno  de  sus  capitanes,  i  se  hizo  a  la  vela 
para  España  adonde  llegó  a  fines  de  julio  de  1530,  según  se 
ve  por  un  documento  publicado  por  el  señor  Varnhagen  en 
la  pajina  439  del  tomo  primero  de  su  Historia  do  Brasil. 
Cupo  entonces  a  Cabot  la  misma  suerte  que  a  tantos 


JUAN    I    SEBASTIAN    CABOT  165 


otros  descubridores  españoles.  En  España  se  halló  envuelto 
en  pleitos  i  dificultades.  Ademas  de  las  jestiones  que  en  con- 
tra suya  hacian  los  ajentes  de  Diego  García,  lo  acusaban 
los  deudos  de  algunos  de  sus  subalternos  en  la  ultima  espe- 
dicion,  de  haber  sido  causa  de  la  muerte  de  unos  i  de  haber 
abandonado  a  otros  en  una  isla  desierta.  El  fiscal  del  con- 
sejo de  Indias,  querellábase  también  contra  Cabot,  por  cuan- 
to éste  no  habia  cumplido  las  instrucciones  que  sacó  de  Es- 
paña al  emprender  su  viaje.  Ese  tribunal,  procediendo  con- 
tra él  con  el  mismo  rigor  con  que  habria  procedido  contra 
un  hombre  que  no  hubiese  tenido  sus  méritos  i  servicios,  lo 
puso  en  prisión;  i  sólo  después  de  varias  dilijencias,  consin- 
tió en  darle  la  corte  por  cárcel,  bajo  de  fianza. 

Don  Martin  Fernández  de  Navarrete  ha  salvado  del  ol- 
vido un  importante  documento  que  nos  instruye  de  estos 
sucesos.  Parece  que  Sebastian  Cabot  hizo  sus  representa- 
ciones a  Carlos  V;  i  este  príncipe,  que  se  hallaba  en  Alema- 
nia, consultó  al  consejo  sobre  el  particular.  La  comunica- 
ción de  este  tribunal,  de  16  de  raa\^o  de  1531  (publicada por 
Navarrete  en  el  tomo  Y,  pajina  330  i  sigts.  de  su  Colección 
de  viajes  i  descubrimientos,  etc.),  contiene  el  pasaje  que  si- 
gue: * 'Manda  V.  M.  que  le  hagamos  saberla  causa  de  la  pri- 
sión de  Sebastian  Caboto.  El  fué  preso  a  pedimento  de  al- 
gunos parientes  de  algunas  personas,  que  dicen  que  es  cul- 
pado en  sus  muertes,  i  por  otros  que  desterró,  i  también  a 
pedimento  del  fiscal,  por  no  haber  guardado  las  instruccio- 
nes que  llevó;  i  así  fué  preso,  i  dada  la  corte  por  cárcel  con 
fianzas".  Carlos  V  hizo  espléndida  justicia  al  atrevido  es- 
plorador:  no  sólo  dispuso  que  volviese  a  desempeñar  el  car- 
go de  piloto  mayor,  sino  que  aun  le  ofreció  el  gobierno  de 
las  rejiones  que  acababa  de  descubrir  i  de  recorrer;  pero  las 
penurias  del  tesoro  real  impidieron  que  se  le  suministrasen 
los  medios  para  emprender  un  nuevo  viaje  i  para  adelantar 
los  descubrimientos  en  el  rio  de  la  Plata. 

Desde  esa  época,  Cabot  vivió  en  Sevilla  ocupado  en  sus 
tranquilos  estudios  de  jeografía.  Fué  entonces  cuando  pre- 


Ifi-G  ESTUDIOS    HISrÓRICO-BlBLTOaiiÁFICOS 

paró  su  famoso  mapa-jaiundi,  de  que  hemos  hablado  mas 
atrás,  i  del  cual,  como  hemos  dicho,  no  se  conserva  mas 
ejemplar  que  el  que  existe  en  la  Biblioteca  nacional  de  Pa- 
ris,  i  que  fué  comprado  a  un  alto  precio  en  Munich  en  1844. 

Este  mapa  mide  1  metro  48  centímetros  de  ancho  por  1 
11  centímetros  de  alto,  i  tiene  a  ambos  lados  dos  tablas  de 
leyendas  esplicativas  en  latin  i  en  castellano,  tan  estensas 
como  numerosas,  de  tal  suerte  q«ue  por  el  dibujo  i  por  es- 
tos comentarios  es  uno  de  los  documentos  mas  importan- 
tes que  existan  para  estudiar  la  historia  de  la  jeograíía  de 
los  siglos  XV  i  XVI.  La  fecha  de  este  mapa-mundi  es,  co- 
mo queda  dicho,  el  año  de  1544. 

Cabot  residió  todavía  cuatro  años  mas  en  España.  Al 
fin,  en  1548,  abandonó  ese  pais  i  fué  de  nuevo  a  estable- 
cerse a  Brístol.  ¿Qué  causa  pudo  influir  en  esta  determina- 
ción? ¿Porqué  dejó  un  puesto  tan  honroso  i  lucrativo  como 
el  de  piloto  mayor  que  desempeñaba  en  Castilla?  Mr.  Ni- 
cholls  se  ha  hecho  estas  mismas  preguntas  i  sólo  ha  ha- 
llado una  contestación.  Sebastian  Cabot,  dice,  no  podia 
vivir  en  pais  agobiado  bajo  el  peso  del  despotismo  relijioso 
i  de  la  inquisición.  No  simpatizaba  con  una  relijion  en  cuyo 
nombre  se  hablan  cometido  las  mas  atroces  crueldades  en 
Méjico  i  en  Perú;  i  volvia  a  Inglaterra  a  vivir  bajo  un  réji- 
men  mas  liberal  i  tolerante.  Lejos  de  retirarse  de  España 
por  algún  disgusto  con  el  gobierno  del  emperador,  el  em- 
bajador de  éste  en  Londres,  solicitó  empeñosamente  que 
Cabot  volviese  a  Castilla  a  seguir  desempeñando  el  alto 
puesto  que  se  le  habia  confiado. 

En  Inglaterra  Cabot  fué  colmado  de  distinciones.  Inme- 
diatamente después  de  su  arribo,  la  rejencia  que  gobernaba 
el  reino  durante  la  menor  edad  de  Eduardo  VI,  le  concedió 
una  pensión  anual  de  2500  marcos  (166  libras  esterlinas, 
13  chelines,  4  peniques),  suma  considerable  para  aquella 
época.  Posteriormente,  en  marzo  de  1551,  después  de  nue- 
vos servicios  de  Cabot,  esta  pensión  fué  elevada  a  200 
libras  esterlinas  por  año.  Sus  primeros  trabajos,  aparte  de 


JUAN   I    SEBASTIAN    CABOT  167 


la  comisión  de  examinar  pilotos,  que  según  parece  se  le  con- 
:fió  entonces,  se  dirijieron  a  esplicar  las  variaciones  de  la 
brújula,  observadas  durante  sus  navegaciones.  Pero  enton- 
ces se  trataba  también  en  Inglaterra  de  nuevos  proyectos 
de  viaje  a  las  rejiones  del  Asia.  Cabot,  con  el  título  de  gran 
piloto  de  Inglaterra  i  de  gobernador  o  jefe  de  una  compa- 
ñía de  mercaderes,  propuso  en  1553  un  estenso  plan  que 
consistia  en  dar  una  nueva  dirección  a  las  espediciones  que 
se  dirijiesen  en  busca  del  camino  de  las  Indias.  Consistia 
este  pensamietito,  no  en  tomar  el  rumbo  del  noroeste  como 
se  habia  intentado  en  las  espediciones  anteriores,  sino  el 
del  noreste,  es  decir,  navegar  el  Mar  Blanco  recorriendo 
las  costas  mas  setentrionales  de  Europa  i  de  Asia  para  lle- 
gar por  este  camino  desconocido  a  los  paises  mas  remotos 
del  Oriente.  Este  proyecto  fué  acojido  con  ardor;  i  en  el 
mismo  año  zarparon  tres  naves  que,  después  de  un  viaje 
■desastroso  en  que  pereció  el  jefe  de  la  espedicion  con  dos  de 
las  embarcaciones;  la  otra  mandada  por  Ricardo  Chance- 
llor,  esploró  las  costas  del  norte  de  la  Rusia  ,  i  trajo  a  su 
vuelta  importantes  noticias  acerca  de  este  imperio,  casi 
desconocido  hasta  entonces  para  los  europeos.  No  es  éste 
el  lugar  de  referir  las  espediciones  subsiguientes  que  dieron 
por  resultado  el  conocimiento  jeográfico  de  aquellas  altas 
lejiones  boreales:  nos  basta  recordar  aquí  que  fué  Sebas- 
tian Cab.)t  el  que  tuvo  la  primera  idea  de  tales  espedi- 
ciones. 

Su  entusiasmo  por  fomentar  i  dirijir  las  empresas  de  des- 
cubrimientos lejanos,  no  disminuyó  un  momento,  i  se  ma- 
nifestó en  tedas  ocasiones.  Esteban  Burroughs,  compañero 
de  Chancellor  en  la  espedicion  de  1553,  i  encargado  de  ha- 
cer un  nuevo  viaje  para  adelantar  los  descubrimientos  en 
las  rejiones  setentrionales  de  Europa,  ha  consignado  en  el 
diario  de  su  navegación  un  hecho  que  revela  el  ardor  juve- 
nil con  que  Cabot,  en  sus  últimos  dias,  alentaba  a  los  ma- 
rinos que  tomaban  parte  en  estas  peligrosísimas  empresas. 
■i'FA  lunes  27  de  abril  (1558),  dice  Burroughs,  el  mui   respe- 


168  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

table  Sebastian  Cabot  vino  a  bordo  de  nuestra  pequeña 
embarcación^  que  se  hallaba  en  Gravesend  (al  oriente  de 
Londres),  acompañado  por  diversos  caballeros  i  señoras, 
que  después  de  haber  visitado  nuestro  buque,  i  de  haber 
recibido  las  atenciones  que  pudieron  hacérseles  a  bordo, 
bajaron  a  tierra  dando  a  nuestros  marinos  liberales  re- 
compensas. I  el  buen  viejo,  maestro  Cabot,  dio  a  los  poljres 
las  mas  liberales  limosnas  recomendándoles  que  pidieran 
al  cielo  por  la  buena  fortuna  i  próspero  resultado  del  viaje 
de  nuestro  buque.  Entonces,  en  una  fonda  comieron  él  i  sus 
amigos  i  nos  hicieron  grandes  atenciones  a  mí  i  a  los  que 
estaban  en  nuestra  compañía;  i  por  la  complacencia  que 
sentia  por  nuestro  proyectado  viaje,  él  mismo  tomó  parte- 
en el  baile  entre  las  personas  jóvenes  i  vigorosas  que  esta- 
ban con  nosotros,  después  de  lo  cual  él  i  sus  amigos  se 
marcharon  encomendándonos  a  la  protección  del  Altísimo." 

Cabot  fué  menos  feliz  bajo  el  reinado  de  María  Tudor. 
Por  decreto  de  27  de  mayo  de  1557  se  vio  privado  de  la 
pensión  que  le  pagaba  la  corona.  Los  historiadores  se  es- 
plican  este  hecho  atribuyéndolo  a  la  influencia  del  marido 
de  la  reina,  Felipe  II  de  España,  que  no  podia  perdonar  a 
Cabot  el  haber  abandonado  el  servicio  de  esta  nación.  De 
esta  manera  se  cumplió  con  este  insigne  marino  la  lei  de  in- 
gratitudes i  de  injusticias  mas  o  menos  crueles,  que  amar- 
garon la  vida  de  casi  todos  los  grandes  descubridores  del 
siglo  XVI,  comenzando  por  el  mas  grande  de  todos,  por 
Colon. 

Esta  es  la  ultima  noticia  que  respecto  a  su  vida  consig- 
nan los  historiadores.  La  fecha  de  su  muerte  es  desconocida, 
como  la  de  su  nacimiento;  pero  podemos  inferir  que  su  fa- 
llecimiento ocurrióentre  1557  i  1560.  Puede  inferirse  igual- 
mente que  murió  no  lejos  de  Londres,  por  el  hecho  de  que 
el  historiador  Edén,  que  vivia  allí,  se  halló  presente.  Refie- 
re éste  que  las  últimas  palabras  del  célebre  descubridor 
fueron  referentes  a  una  revelación  divina  que  decia  haber 
tenido,  mediante  la  cual  habia  encontrado  un  método  nue- 


JUAN    I    SEBASTIAN    CABOT  169 

vo  e  infalible  para  fijar  las  lonjitudes,  problemas  que  en- 
tonces atormentaban  a  los  mas  grandes  cosmógrafos,  sin 
que  hubiesen  podido  hallarle  solución.  *'Esun  misterio  dón- 
de descansan  sus  cenizas,  dice  Mr.  Nicholls;  i  el  que  dio  a 
Inglaterra  un  continente  i  a  la  España  un  imperio,  descan- 
sa en  una  tumba  desconocida." 

Tal  es,  en  resumen,  el  resultado  de  las  últimas  investiga- 
ciones de  que  ha  sido  objeto  la  historia  de  los  dos  ilustres 
descubridores,  Juan  i  Sebastian  Cabot.  Al  esponerlo  en  es- 
te artículo,  no  hemos  hecho  otra  cosa  que  estractar  las  no- 
ticias consignadas  en  las  obras  de  Biddle,  d'Avezac  i 
Nicholls,  en  las  que  todos  estos  hechos  están  estudiados 
con  sólida  erudición,  i  espuestos  con  claridad  i  método. 


EL  DESCUBRIMIENTO  DEL  RR»  DE  LA  PLATA 


La  historia,  de  la  jeografía  americana  es  desde  algunos 
^ños  el  objeto  de  un  estudio  prolijo,  con  que  se  comienza  a 
descubrir  el  encadenamiento  de  viajes  i  esploraciones  que 
dieron  por  resultado  el  reconocimiento  completo  del  Nuevo 
Mundo.  La  historia  conservaba  sola  el  recuerdo  de  las 
tentativas  acertadas;  i  ese  trabajo  oscuro  de  los  navegan- 
tes que  no  vieron  sus  esfuerzos  coronados  por  un  éxito  fe- 
liz, esa  acumulación  de  hechos  aislados  que  preparaba  el 
movimiento  acrecentando  la  fuerza  moral  de  los  descubri- 
dores con  el  poder  de  la  convicción,  quedaba  oscurecido 
ante  los  resultados  jenerales.  Colon,  Balboa  i  Magallanes 
gozaban  de  una  justa  nombradla,  pero  hai  una  multitud  de 
esploraciones  que  prepararon  la  de  aquellos  tres  viajeros,  sí 
bien  no  dieron  un  importante  resultado  inmediato,  que 
permanecian  o  enteramente  ignoradas  o  envueltas  en  gran 
oscuridad  i  confusión.  En  este  artículo  voi  a  hablar  de 
una  de  ellas,  que  la  historia  ha  referido  hoi  de  varios  mo- 
dos i  con  errores  mas  o  menos  notables. 


*  Publicó  el  señor  Barros  Arana  este  artículo  en  la  Revista 
del  Pacífíco  (1861)  tomo  IV,  pájs.  593-600,  después  de  haberlo 
leido  en  el  Círculo  de  Amigos  de  las  Letras  de  Santiago.  Se  repro- 
dujo en  la  Revista  de  Buenos  Aires  (1865)  tomo  VI,  páj.  88;  i  el 
historiador  anentino  don  Bartolomé  iVíitre  discutió  este  punto 
de  historia  americana  en  la  misma  Revista,  tomo  VI,  páj.  419.—^ 
{Nota  del  Recopilador), 


172  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁMCOS 

Se  sabe  que  los  descubrimientos  de  Colon,  i  posterior* 
mente  los  de  Balboa,  despertaron  en  toda  España  un  en- 
tusiasmo estraordinario.  Las  noticias  de  las  riquezas  au*- 
ríferas  de  los  paises  recien  descubiertos,  el  campo  de  con- 
quistas romanescas  que  se  abria  a  los  aventureros  caste- 
llanos, i  la  esperanza  de  abrirse  una  carrera,  produjeron 
una  fiebre  jeneral  en  toda  la  península.  Los  escritores 
contemporáneos  han  dejado  en  sus  obras  el  cuadro  anima- 
dísimo de  las  costas  occidentales  de  España  cubiertas  de 
hidalgos  empobrecidos,  soldados  sin  fortuna  i  aventurero» 
de  todas  condiciones,  precipitándose  en  débiles  barquichue- 
los  para  cruzar  el  océano,  i  conquistar  en  el  Nuevo  Mundo 
una  provincia  en  que  creian  hallar  el  oro  en  abundancia 
igual  a  las  arenas  del  mar. 

Entre  los  marinos  que  en  aquella  época  celebraron  asien- 
to o  contrato  con  el  monarca  para  hacerse  nuevos  descubri- 
mientos, figuraba  un  piloto,  natural  de  Lcbrija,  en  Andalu- 
cía, llamado  Juan  Díaz  de  Solís,  de  quien  dice  la  historia 
que  ''era  el  mas  excelente  hombre  de  su  tiempo  en  su 
arte  i,"  En  dos  viajes  anteriores,  Solís  habia  reconocido 
el  golfo  de  Honduras  i  descubierto  una  parte  de  la  pro- 
vincia de  Yucatán  (1506)  i  recorrido  la  costa  meridio- 
nal del  nuevo  continente  (1509)  hasta  mucho  mas  ade- 
lante que  ningún  otro  esplorador.  Perseguido  i  proce- 
sado a  su  vuelta  de  este  segundo  viaje  por  desavenencias 
con  sus  camaradas,  Solís  permaneció  en  prisión  hasta 
1512:  mas  de  dos  años  de  informaciones  i  pleitos  dieron 
por  resultado  final  la  comprobación  de  su  inculpabilidad  i 
su  vuelta  al  favor  del  rei:  a  los  empleos  i  a  los  honores.  Se 
le  indemnizó  con  dinero  los  perjuicios  sufridos  por  su  pri- 


1  Herrera,  Historia  jeneral  de  los  hechos  de  los  castellanos  en 
las  Islas  i  Tierra  firme  del  mar  océano.  Decada  11,  Libro  I,  cap. 
VII,  fol.  13  de  la  edición  de  1601,  que  cito  por  ser  la  mas  autori- 
zada, si  bien  mas  rara.  El  erudito  historiador  brasilero  F,  A.  de 
Varnhagen  pretende  que  Solís  era  portugués.  Véase  su  Historia 
Geral  do  Brazil,  tomo  I,  sección  II,  páj.  29. 


EL   DESCUBRIMIENTO    DEL    RIO    DE    LA   PLATA  173 

sion,  i  se  le  llamó  al  puesto  de  piloto  mayor  en  reemplazo 
del  célebre  Américo  Vespucci,  que  acababa  de  morir.  En- 
tonces el  rei  Fernando  se  proponía  hacerlo  servir  en  un 
proyectado  viaje  a  las  provincias  asiáticas  que  habian  des- 
cubierto los  portugueses  2.  El  descubrimiento  del  Mar  del 
Sur  vino  a  dar  otro  rumbo  a  »us  proyectos. 

En  efecto,  desde  que  llegaron  a  España,  las  primeras  no- 
ticias del  descubrimiento  de  Balboa,  i  las  muestras  de  oro 
i  perlas  que  mañosamente   remitia  a  la  corte  para  desper- 
tar la  codicia  del  rei  i  de  los  aventureros,   Fernando,  cuyo 
tesoro  empobrecido  por  las  costosas  guerras  de  Italia,  ne- 
cesitaba una  pronta  reparación,  hizo  equipar  uno  tras  otro 
los  navios  para  aquellos  paises  dorados  que  quería  agre- 
gar a  sus  dominios.   Como  debe  suponerse,  los  espediciona- 
rios  seguian  el  camino  conocido;  sus  buques  los  llevaban  a 
las  costas  orientales  de  la  rejion  del  istmo,  i  de  allí  se  inter. 
naban  en  las  ásperas  nn  ntañas  para  llegar  a  la  costa  occi- 
dental, donde  se  habia  fundado  la  colonia  con  el  halagüeño 
nombre  de   Castilla  del   Oro.  Pero  a  los  jeógrafos  i  pilotos 
se  les  ocurrió  fácilmente  que   haciendo  reconocimientos  de. 
tenidos  al  sur  de  la  tierra  hasta  entonces  conocida,  se  ha- 
bia de  encontrar  un  pasaje  al  mar  recien  descubierto  que  pu- 
diera llevar  los  buques  españoles  a  espalda  de  Castilla  del 
Oro    para    proseguir    los   descubrimientos.   Para  llevar  a 
cabo  esta  empresa  se  necesitaba  un  marino  niui  esperimen- 
tado;  i  la  elección  recayó  en  el   piloto  mayor  Díaz  de  Solís. 
Estendiéronse  las  bases  del  contrato  en  escritura  públi- 
ca, como  podrian  hacerlo  dos  simples  comerciantes.   El  rei 
Fernando  entraba  en  la  empresa  con  un  capital  de  cuatro 
mil  ducados  para  obtener  un  tercio  de  los  beneficios:  Solís 
debia  hacer  el  resto  de  los  gastos,  los  cuales  le  serian  indem 
nizados  con  otro  tercio  de  las  utilidades  del  viaje,  que  re- 

2  Véanse  los  documentos  portut^ueses  relativos  a  estos  proyec- 
tos que  recojió  el  historiador  Núñez  de  Lisboa,  i  publicó  Navakke- 
TE  en  su  Colección  de  viajes  de  los  españoles,  tomo  III,  páj.  127  i 
siguientes. 


174  ESTUDIOS   HISTÓRIC0-BIBLI0GRÁFIC08 

partiría  con  los  capitalistas  que  proporcionaran  fondos;  i 
el  tercio  restante  quedaba  también  a  disposición  del  jefe  de 
la  espedicion  para  premiar  a  los  que  en  ella  tomasen  parte. 
Aquel  contrato  tiene  ademas  una  circunstancia  rara  en  los 
documentos  de  este  jénero  de  aquel  tiempo:  Solís  no  pidió 
ni  títulos  ni  mercedes,  confiando  mas  en  la  gratitud  del  so- 
berano que  en  las  estipulaciones  que  rara  vez  se  cumplian. 
Esta  muestra  de  la  superioridad  de  espíritu  del  piloto  ma- 
yor no  es  la  única  que  se  encuentra  en  aquel  convenio:  sién- 
dole estrictamente  prohibido  comunicar  a  nadie  la  parte 
que  tomaba  el  reí,  él  tuvo  maña  para  levantar  un  emprés- 
tito  con  que  equipar  sus  naves  i  juntar  jente  para  tripular- 
las, comprometiendo  así  a  los  capitalistasi  a  los  marineros 
en  una  empresa  que  no  conocian.  Talvez  el  sólo  nombre  de 
Solís  era  una  garantía  para  los  especuladores:  ellos,  como 
el  rei,  creian  quizá  que  aquella  espedicion  habia  de  realizar 
nuevos  descubrimientos  i  asegurar  nuevas  i  mas  ricas  con- 
quistas que  la  Castilla  del  Oro  ^. 

Tan  vastos  pro3^ectos  quedaron,  sin  embargo,  sin  reali- 
zación. Solís  salió  dei  puerto  de  Lepe  el  8  de  octubre  de 
1515,  i  reconoció  prolijamente  la  costa  del  Brasil  desde  el 
cabo  de  San  Roque  hasta  Rio  de  faneiro,  fijando  las  latitu- 
des de  los  puntos  que  observaba.  No  se  conserva  hoi  el  dia- 
rio de  la  espedicion;  pero  los  estractos  de  que  está  formada 
la  relación  del  cronista  Herrera,  revelan  demasiado  los  pro- 
gresos que  en  poco  mas  de  veinte  años  habia  hecho  la  cos- 
mografía náutica,  gracias  a  las  observaciones  de  los  com- 
pañeros i  sucesores  de  Colon.  Esta  misma  precisión  se  nota 
en  el  reconocimiento  de  la  costa  hasta  los  treinta  i  cinco 
grados  de  latitud  austral,  én  donde,  creyendo  sin  duda  en- 
contrarse en  la  boca  de  un  canal  que  les  llevara  al  mar  del 
sur,  Solís  cambió  el  rumbo  de  sus  naves  i  siguió  navegando 
hacia  el  occidente,  sin  perder  de  vista  la  costa  que  se  esten- 
io Hste  contrnto  está  puhÜcadoen  Kavaruétv,  Colección  de  via- 
jes, tomo  IJI,  pajina  134.  Kn  este  mismo  tomo  hai  publicados  al- 
gunos otros  documentos  referentes  a  esta  espedicion. 


EL  DESCUBRIMIENTO  DEL  RIO  DE  LA  PLATA       175   ^ 

día  al  norte.  Era  esta  la  ribera  izquierda  del  dilatado  ca- 
nal que  forman  en  su  confluencia  los  riosUruguai  i  Paraná, 
conocido  entonces  con  el  nombre  de  Panaguazús,  después 
con  el  de  Solís,  i  posteriormente  de  la  Plata.  Los  marinos 
españoles  quedaron  asombrados  al  encontrar  un  caudal 
tan  considerable  de  agua  dulce;  i  halagados  con  la  idea  de 
lo  maravilloso  que  tanto  preocupaba  a  los  navegantes  i 
descubridores  de  aquel  siglo,  lo  llamaron  mar  Dulce.  El 
mismo  Solís  se  adelantó  con  una  nave  al  resto  de  la  flotilla, 
i  siguió  sus  reconocimientos  hasta  una  isla.  La  vista  de  su 
buque  habia  despertado  una  sorpresa  indescribible  entre 
los  salvajes  que  poblaban  la  ribera:  llenos  de  curiosidad  sa- 
lian  de  sus  chozas  para  ver  de  cerca  aquel  raro  espectáculo^ 
i  se  retiraban  de  prisa  al  divisar  a  los  españoles.  Los  con- 
temporáneos dicen  que  Solís  era  tan  inesperto  en  negocios 
de  guerra  como  diestro  navegante.  Sin  manifestar  el  mas 
hjero  temor,  echó  el  ancla,  i  acompañado  por  dos  oficiales 
de  la  real  hacienda  i  seis  hombres  mas,  bajó  a  tierra,  con 
la  intención  sin  duda  de  tomar  posesión  del  pais  para  la 
corona  de  Castilla.»  Su  imprudencia  fué  la  causa  de  su  per- 
dición: los  indios  se  hablan  emboscado  esperando  que  se 
internaran  en  la  isla;  i  tan  pronto  como  Solís  i  sus  compa- 
ñeros se  hallaron  lejos  de  su  nave,  fueron  vigorosamente 
atacados  i  muertos  sin  poder  defenderse  contra  el  mayor  nú- 
mero i  sin  que  sirvieran  los  socorros  de  los  de  a  bordo. 
Un  cuñado  del  jefe  de  la  espedicion,  el  piloto  Francisco  de 
Torres,  tomó  entonces  el  mando  de  la  flotilla,  i  dio  la  vuel- 
ta a  PySpaña,  refiriendo  con  lúgubres  colores  la  desgracia 
que  habia  puesto  fin  a  la  espedicion.  Según  ellos,  los  cuer- 
pos de  Solis  i  demás  compañeros  hablan  sido  destrozados 
por  los  salvajes  i  sus  miembros  asados  i  comidos  con  ho- 
rrenda ferocidad  ^.  Un  hábil  viajero  que  visitó  posterior- 
mente aquellos  paises  i  observó  contacto  superior  el  carác- 


4  Pktkus  Martyr,  De  orbe  novo,   decas  tertt'i,   páj.  275,  276, 
Paris,  1587. 


]  76  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

ter  de  sus  primitivos  habitantes,  atribuye  al  pavor  que  se 
apoderó  del  ánimo  de  los  compañeros  de  Solís  la  relación 
de  los  horrores  que  se  siguieron  a  su  muerte.  El  piensa  que 
aquellos  salvajes  no  fueron  antropófagos,  porque  de  haber- 
lo sido,  no  era  probable  que  los  hábitos,  que  tan  profundas 
raices  tienen  ea  el  ánimo  de  los  bárbaros,  hubieran  desapa- 
recido pocos  años  mas  tarde  ^. 

L^  desgraciada  espedicion  de  Solís  no  dio  el  resultado 
que  de  ella  se  esperaba;  pero  importó  al  menos  el  reconoci- 
miento de  la  costa  americana  hasta  latitudes  donde  no 
hablan  llegado  aun  los  europeos,  i  el  descubrimiento  del 
Rio  de  la  Plata,  a  cuyas  orillas  se  habían  de  fundar  mas 
tarde  importantísimas  colonias.  Esto  es  lo  que  aparece  de 
los  documentos  i  relaciones  mas  autorizadas;  pero  no  han 
faltado  escritores  que  supongan  reconocida  esa  costa  has- 
ta mucho  mas  adelante,  en  espediciones  anteriores,  i  que 
quitan  al  viaje  de  Solís  su  verdadera  importancia. 

Sábese  que  poco  después  de  los  primeros  descubrimien- 
tos de  Colon,  salieron  de  varios  puertos  de  Europa  espedi- 
ciones clandestinas  para  hacer  nuevos  reconocimieutos,  en 
contravención  de  las  ordenanzas  dictadas  por  los  monar- 
cas españoles  ^,  i  ha  llegado  a  creerse  que  los  pilotos  que 
los  mandaban  se  aventuraron  a  perseguir  los  descubri- 
mientos a  lo  largo  de  la  costa  oriental  en  la  América.  En 
una  hermosa  edición  de  la  jeografía  de  Pfotomeo  impresa 
en  Roma  en  1508,  con  treinta  i  cuatro  cartas  jeográficas, 
se  publicó  un  planisferio,  formado  por  un  artista  alemán, 
Juan  de  Ruysch,  autor  de  algunas  de  esas  cartas  destinadas  a 
completar  la  colección  deBuckinck,que  en  la  edición  de  Pto- 
lomeo  de  1478  habia  ensayo  el  grabado  en  cobre  para  multi- 
plicar los  mapas.   Ruysch  fué  el  primero  en  publicar  una 


i>  Félix  de  Azara,  Descripción  e  historia  del  Paraguai  i  del  Río 
de  la  Plata,  tomo  II,  cap.  XVIII,  páj.  4,  edición  de  Madrid,  1847. 

6  Ordenanza  a  3  de  setiembre  de  1501,  publicada  por  Navakkk- 
TE,  en  el  tomo  II,  páj.  259  de  la  Colección  citada. 


EL     DESCUBRIMIENTO    DEL   EIO    DE    LA    PLATA  177 

carta  jeneral  del  Nuevo  Mundo  ^;  pero  tan  sumamente 
errada,  que  sólo  es  concebible  en  un  primer  ensayo.  La 
América  meridional  está  representada  con  el  nombre  de 
Terra  Sanctae  Crucis,  que  entonces  se  daba  al  Brasil,  en  la 
forma  de  una  isla  inmensa  separada  por  un  estrecho  de 
mar  al  norte  de  Honduras  i  Yucatán,  que  se  representa 
también  en  forma  de  isla,  i  con  el  nombre  de  Culicar,  i  pro- 
longada al  Sur  hasta  los  cincuenta  grados,  donde  hai  una 
nota  latina  que  dice  que  los  portugueses  habían  recorrido 
las  costas  hasta  aquella  latitud.  Un  fraile  Celestino,  natu- 
ral de  Benevento,  trabajó  para  esta  edición  una  descripción 
latina  de  los  paises  recien  descubiertos,  en  que  asienta  que 
aquellas  tierras  se  prolongaban  hasta  los  37^^;  i  que  se  de- 
cía (ut  íerunt)  que  no  terminase  en  los  cincuenta  ^. 

Estos  documentos,  aunque  casi  desconocidos  de  los  histo- 
riadores, podrían  hacer  creer  en  documentos  anteriores  a 
1508  hasta  aquellas  latitudes;  pero  un  Hjero  examen  bastará 
para  desterrar  toda  duda.  El  planisferio  de  Ruysch,  en  que 
mas  que  el  estudio  i  la  observ^acion,  se  ve  la  ímajinacion  del 
autor  complacida  en  trazar  islas  í  estrechos  donde  existe 
un  continente,  i  aun  la  descripción  del  fraile  de  Benevento 
pierden  toda  autoridad  ante  otras  mas  respetables.  En 
1513  se  publicó  en  Scrasburgo  una  nueva  edición  de  Ptolo- 
meo,  con  hermosas  cartas  jeográficas  grabadas  en  madera. 
Una  de  ellas  es  un  planisferio,  i  otra  un  mapa  de  las  costas 
e  islas  del  Nuevo  Mundo,  trazadas  con  estudio  í  cuidado,  i 
evitando   los  groseros  errores  de   la  carta  de   Ruysch.    El 


"  Catalogue  des  csirte-;  geo2^raphiques^  topographiques  et  mari- 
nes du  prince  Lahanoff,  París,  1823. 

8  Geographiay  latine  reddittay  correcta  a  Marco  Beneventano 
et  Joanne  Cotta.  Roma,  1508,  in  fol.  La  disertación  del  primero  de 
éstos,  que  ocupa  14  fol.,  tiene  por  título  Marci  Beneventani  Orhis 
nova  descriptio.  Bl  planisferio  de  Ruysch,  que  no  es  raro  en  las  bi- 
bliotecas públicas  europeas,  ha  sido  reproducido  por  el  barón  de 
Humboldteuel  tomo  V,  de  su  Examen  critique  cié  la  geographie 
du  nouveau  continent. 

»roMo  VI  12 


178  ESTUDIOS   HISTÓRICO- BIBLIOGRÁFICOS 

Nuevo  Mundo  está  bosquejado  con  toda  la  exactitud  que 
puede  desearse  atendidos  los  conocimientos  de  la  época,  di- 
latándose desde  los  55°  de  latitud  norte  hasta  los  35°  del 
sur,  sin  indicar  el  rio  de  la  Plata,  que  entonces  no  era  cono- 
cido. Basta  ver  ambos  mapas  para  conocer  que  los  jeógra- 
fos  de  Strasburgo  estaban  mas  al  corriente  de  los  descubri- 
mientos marítimos  que  los  escritores  i  artistas  de  la  edición 
romana  de  Ptolomeo. 

El  planisferio  de  Ruysch  no  merece  una  detenida  crítica;, 
pero  hai  otra  autoridad  mui  respetable,  causa  del  error  en 
muchas  obras  modernas,  que  se  debe  examinar  mas  aten- 
tamente. Antonio  de  Herrera  refiere  que  el  mismo  Díaz  de 
Solis,  acompañado  por  Vicente  Yáñez  Pinzón  hicieron  una 
esploracion  en  1508  i  1509,  i  reconocieron  hasta  los  40°  de 
latitud  austral,  haciendo  frecuentes  desembarcos  en  la  costa 
i  tomando  posesión  de  ellas  en  nombre  del  rei  Fernando  9. 
La  historia  de  Herrera,  forma  autoridad  casi  siempre,  a 
menos  que  se  trate  de  fijar  los  grados  jeográficos  o  de  dar 
otras  nociones  cosmográficas,  porque  siguiendo  los  diarios 
de  los  navegantes  o  relaciones  anteriones  a  él,  copia  sus 
errores  o  hace  inintelijibles  sus  noticias  ^^K  En  este  caso,  He- 
rrera ha  incurrido  en  un  error.  ¿Cómo  suponer  que  Solis  i 
Pinzón  recorrieran  aquellas  costas  hasta  los  40°,  haciendo 
frecuentes  desembarcos,  i  que  hubieran  pasado  sin  aperci- 
birse de  la  existencia  del  rio  de  la  Plata,  cuya  boca  mide 
mas  de  cuarenta  leguas?  ¿Cómo  esplicarse  la  sorpresa  de 
Solis  en  el  segundo  viaje  i  su  sospecha  de  que  aquél  fuera 
un  estrecho  de  mar  que  pudiera  llevarlo  al  mar  del  sur,  si 
siete  años  antes  habia  reconocido  que  la  costa  se  prolon- 
gaba mas  allá  de  aquel  rio? 

Pero  aun  hai  mas.    Los  documentos  mas  autorizados  no 
hablan  de  viajes  en  aquellas  latitudes,  antes  de  la  segunda 


9  Década  I,  lib.  VII,  cap.  IX. 

1^  HüMBOLDT,   Examen  critique  de  la  geographie  da  noiiveatt 
continent,  tomo  H,  en  varias  partes. 


EL    DESCUBRIMIENTO    DEL.    RIO    DE   LA    PLATA  179 


espedicion  de  Solis,  i  aun  después  de  ésta  i  del  reconocimien- 
to del  rio  de  la  Plata  i  fijan  como  término  del  mundo  cono- 
cido i  esplorado,  la  parte  norte  de  aquel  rio.  En  1519  el 
primer  jeógrafo  español  de  aquel  tiempo,  Martin  Fernán- 
dez deEnciso,  fijaba  como  fin  de  la  costa  esplorada  ''el  ca- 
bo deSancta  María  en  XXXV grados".  "Pasado  este  cabo, 
agrega,  entra  un  rio  de  mas  de  XX  leguas  de  ancho  a  do 
ay  gentes  que  comen  carne  humana"  ii.  Se  conoce  por 
este  rasgo  que  se  referia  a  la  desgraciada  espedicion  de  So- 
lis  en  1516.  Este  testimonio  es  decisivo,  tanto  mas  cuanto 
que  viene  de  un  jeógrafo  tan  competente.  "La  parte  jeo- 
gráfica  de  su  obra  está  resumida  con  exactitud  i  curiosi- 
dad, i  la  correspondiente  a  las  tierras  que  se  iban  descu- 
briendo es  mui  importante  para  conocer  el  resultado  de  las 
espediciones  hasta  aquella  época"  12.  Sólo  después  del  via- 
je de  Magallanes  a  la  estremidad  meridional  del  continente 
americano,  principiaron  los  jeógrafos  a  hablar  de  la  costa 
que  se  estiende  al  sur  del  rio  de  la  Plata. 

El  investigador  mas  prolijo  de  cuantos  han  estudiado 
la  historia  americana  i^,  lleno  de  respeto  por  los  trabajos 
del  cronista  Herrera,  le  censura,  sin  embargo,  su  precipita- 
ción para  copiar  sin  examen  lo  que  se  encontraba  escrito 
en  los  historiadores,  i  aun  para  "vender  por  averiguado  lo 
incierto";  i  agrupa  un  buen  número  de  ejemplos  que  no  de- 
jan la  menor  duda  acerca  de  la  veracidad  de  su  crítica. 
Esta  indicación  sirve  para  esplicar  el  oríjen  del  error.  Ló- 
pez de  Gomara  dice  en  su  Historia  de  las  Indias  ^'^  que 
Américo  Vespucci  referia  haber  navegado   el  año  de  1501 


11  Suma  de  Geographia,  etc.,  fol.  LI. 

12  Navarrkth,  Disertación  sobre  la  historia  de  la  náutica,  páj. 
144.  Este  autor  piensa  que  la  Jeografía  de  Enciso  es  la  primera 
descripción  que  se  hizo  del  Nuevo  Mundo,  porque  no  tuvo  noticia 
de  la  de  frai  Marcos  de  Benevento,  publicada  en  1508. 

13  Muñoz,  Historia  del  Nuevo  Mundo,  prólogo,  páj.  XXIII  i  si 
guientes. 

1^  Cap.  87,  foj.  113  de  la  edición  de  Ambéres  de  1554. 


180  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

por  la  costa  del  Brasil  hasta  los  4^0^,  i  agrega:  ''Muchos 
tachan  las  navegaciones  de  Américo.  Yo  creo  que  navegó 
mucho;  pero  tamlDÍen  sé  que  navegaron  mas  Vicente  Yáñez 
Pinzón  i  Juan  Díaz  de  Solis.";  i  en  otra  parte  agrega  que 
este  último  estuvo  cas/ a  los  40°.  Gomara,  órgano  de  las 
prevenciones  contra  el  navegante  florentino,  asentó  aque- 
llo vagamente  i  Herrera  dio  por  averiguado  lo  incierto,  i  es- 
cribió que  Pinzón  i  Solis  llegaron  hasta  la  latitud  de  40°. 

Ilai  otro  error  referente  a  las  navegaciones  de  Solis  de 
que  es  autor  el  mismo  Gomara,  autoridad  mui  poco  res- 
petable. Supone  que  en  1512,  el  año  mismo  de  que  el  na- 
vegante de  Lebrija  estaba  en  una  prisión  de  Rspaña,  re- 
conoció el  rio  de  la  Plata  i^,  i  que  hallando  allí  muestras 
de  ricos  metales,  dio  la  vuelta  a  Europa  i  solicitó  del  rei  el 
título  de  gobernador,  con  el  cual  hizo  la  segunda  espedi- 
cion,  que  tuvo  un  fin  tan  desastroso.  Los  documentos  re- 
velan que  todo  esto  es  una  patraña:  Solis  fué  sacado  de  la 
prisión  por  hacer  un  viaje  a  la  India  Oriental  en  busca  de 
lasMolúcas;i  poco  después,  el  rei  Fernando  cambió  de  plan, 
i  le  encargó,  como  queda  referido,  que  circumnavegando  el 
continente  americano,  fuese  a  buscar  un  paso  para  comu- 
nicar por  mar  con  la  colonia  fundada  en  la  costa  occiden- 
tal del  istmo  de  Panamá.  El  contrato  con  el  rei  existe,  i  en 
él  no  se  habla  nada  de  gobierno  ni  de  cosa  que  se  le  parez- 
ca. I  sin  embargo,  este  error  tan  notable  de  Gomara,  fué 
copiado  poco  después  por  Oviedo  ^^  i  reproducido  sin  exa- 
men ni  criterio  por  casi  todos  los  que  posteriormente  han 
hablado  de  este  punto  de  la  historia  americana. 

Después  de  esta  indijesta  esposicion  de  hechos  i  pruebas, 
parece  necesario  formular  los  puntos  capitales  de  este  ar- 
tículo: 1°  el  rio  de  la  Plata  fué  descubierto  por  Juan  de  So- 


is Cap.   88. 

16  Historia  jeneral  i  natural  de  las  Indias,  lib.  XXIII,  cap.  I.  lis- 
ta parte  de  la  historia  de  Oviedo  quedó  inédita  a  la  época  de  la 
muerte  del  autor,  i  sólo  se  ha  publicado  recientemente  con  la  his- 
toria completa,  en  Madrid,  1851,  etc.,  etc. 


EL    r>E.SCUBRIMIENTO    DEL    RIO    DE    LA    PLATA  18] 

lis  en  1516;  2°  este  fué  el  viaje  de  esploracion  mas  adelan- 
tado que  habían  hecho  los  europeos  hacia  la  estremidad 
meridional  de  América  hasta  aquella  época;  i  3°  Solis  tocó 
allí  incidentalmente,  e  inducido  por  un  error,  pero  nó  por- 
que llevase  el  pro\^ecto  de  establecer  un  gobierno. 

Hai  en  historia,  como  en  todas  las  ciencias,  dos  clases 
de  trabajos:  uno  de  conjunto  i  apreciación  jenerales,  que 
despiertan  el  interés  i  que  leemos  con  agrado:  otro  hai  que 
precede  al  anterior,  i  que  le  es  indispensable;  consiste  éste 
en  el  estudio  prolijo  de  los  detalles  mas  minuciosos,  en  la 
confrontación  de  autoridades  i  documentos,  i  en  la  prepa- 
ración de  los  materiales  para  la  verdadera  historia.  En  es- 
te artículo  he  querido  hacer  esto  último  con  un  punto  de  la 
historia  americana,  que  se  referia  de  diversas  maneras, 
mas  o  menos  equivocadas.  Talvez  algún  historiador  apro- 
veche mis  observaciones  para  desterrar  definitivamente  los 
errores  que  señalo. 


VIDA  1  VIAJES 

DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES 


i 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES 


^Magallanes,  señor,  fué  el  primer  hombre 
Que  abriendo  este  camino  le  dio  nombre, 

Ercilla. — La  Araucana^  canto  I,  estrofa  8.^ 


ADVERTENCIA.  PRELIMINAR 

Si  el  viaje  emprendido  por  Magallanes  hubiera  produci- 
do sólo  el  reconocimiento  de  la  estremidad  meridional  del 
continente  americano,  el  descubrimiento  del  estrecho  a  que 
la  posteridad  ha  dado  el  nombre  del  célebre  marino,  i  la 
navegación  de  mares  desconocidos,  i  debiera  considerarse 
como  una  de  las  mas  notables  empresas  que  se  llevaron  a 
cabo  en  aquel  siglo  de  atrevidas  esploraciones.  Pero  ese  via- 
je señala  ademas  uno  de  los  mas  sólidos  progresos  que  ja- 
mas haya  hecho  la  jeografía.  La  escuadrilla  de  Magallanes, 
después  de  tres  años  de  navegaciones  i  desgracias  que  la  re- 
dujeron a  una  sola  nave,  habia  dado  la  primera  vuelta  al 
mundo.  La  redondez   de   la   tierra,   que  habian   adivinado 


*  Este  trabajo  se  publicó  en  los  Anales  de  la  Universidad  de  Chi- 
le (1862)  pájs.  486-570;  584-593;  (1863)  pájs.  163-173;  212-232; 
253-273;  325  336  i  404-414— Se  imprimió  en  tirada  aparte  en 
1  864  (1  vol.  155  pájs.)  Este  libro  ha  sido  traducido  al  portugués 
por  Fernando  de  Magallanes  Villas  Boas  i  publicado  por  la  Real 
Academia  de  Ciencias  de  Lisboa,  en  1881.  El  título  de  esa  traduc- 
ción es  el  siguiente: 

*'  Vida  e   viagens  de  Fernao  de  Magalhaes  por  Diego  Barros 
Arana.    Traduccao  do  hespanhol  de   Fern¿indo   de  Magalhaes  Vi- 


^ 


186  ESTUDIOS    HISTÓmCO-BlBLIOGRÁFICOS 

algunos  sabios,  fué  desde  entonces  un  hecho  probado  por 
la  esperiencia.  La  jeografía  rompió  las  ligaduras  que  la 
amarraban  a  las  preocupaciones  del  vulgo,  i  pudo  desarro- 
llarse libremente  para  llegar  al  estado  en  que  hoi  la  vemos. 

La  importancia  de  este  viaje  fué  reconocida  por  los  con 
temporáneos  de  Magallanes.  El  célebre  colector  de  las  rela- 
ciones de  viajeros  Juan  Bautista  Ramusio,  al  publicar  en  el 
primer  tomo  de  su  colección  la  traducción  italiana  de  la 
historia  del  viaje  de  Magallanes  escrita  por  Maximiliano 
Transilvano,  decia  en  una  advertencia:  "El  viaje  ejecutado 
por  los  españoles  al  rededor  del  mundo  en  el  término  de 
tres  años  es  una  de  las  mayores  i  mas  maravillosas  empre- 
sas que  se  hayan  llevado  a  cabo  en  nuestro  siglo  i  aun  de 
las  que  sabemos  de  los  antiguos,  porque  ésta  excede  a  to- 
das las  conocidas  hasta  ahora...  i  si  oyeran  referir  los  gran- 
des filósofos  de  la  antigüedad  los  acontecimientos  i  el  fin  de 
este  viaje,  se  quedarían  pasmados  i  fuera  de  sí".  Posterior- 
mente, se  han  repetido  estos  mismos  conceptos  talvez 
con  mas  elegancia,  pero  siempre  con  igual  admiración  i 
aplauso. 

''No  hai  vida  mas  terrible  que  la  de  Magallanes,  dice 
Michelet.  Todo  es  combate,  lejanas  navegaciones,  fugas  ] 
procesos,  naufrajios  i  asesinato  frustrado,  en  fin  la  muerte 
entre  los  bárbaros.  Pelea  en  África.  Pelea  en  la  India.  Vive 
entre  los  malayos  tan  bravos  i  tan  feroces.  El  mismo  pare- 
ce haberlo  sido. 


Has  Boas,  Bacharel  formado  en  Mathematica  de  la  Universidade 
de  Coimbra,  Coronel  do  corpo  do  Estado  Maior,  Secretario  da 
Escola  Polyttechnica,  etc.,  etc  "  Lisboa,  Typographia  da  Acade- 
mia Real  das  Sciencias,  1881,  1  vol.  en  4^  de  192  pájs. 

El  libro  del  señor  Barros  Arana  aparece  citado  en  The  Ufe  of 
Ferdinand  Ma^ellan  and  thc  ñr-it  circamnavega.tion  of  the  ^lobe 
by  F.  H.  GuiLLHM.\RD,  London,  1890,  1  vol.,  8°,  de  353  pájs.,  con 
ilustraciones  i  numerosos  mapas  en  color  para  ilustrar  los  progre- 
sos del  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo. —  {Nota  del  Recopi- 
lador.) 


VIDA    I    VIAJES    DE   HERNANDO    DE    MAGALLANES  187 

"En  SU  larga  residencia  en  Asía,  recoje  todos  los  datos 
prepara  su  grande  espedicion,  su  tentativa  de  ir  por  la 
América  a  las  islas  Molúcas.  Estaba  seguro  de  encontrar  la 
especiería  buscándola  en  su  pais  orijinario  a  mejor  precio 
del  que  tenia  entonces  trayéndola  del  occidente  de  la  India- 
La  empresa  en  su  idea  primitiva,  fué  enteramente  comercial* 
Una  rebaja  en  el  precio  de  la  pimienta  fué  la  inspiración 
primera  del  viaje  mas  heroico  que  jamas  se  haya  hecho  en 
€ste  planeta. 

"El  espíritu  cortesano,  la  intriga  dominaba  entonces  en 
Portugal.  Magallanes,  tratado  mal,  pasó  a  España,  i  Car- 
los V  le  dio  magníficamente  cinco  naves.  Pero,  no  se  atrevió 
a  fiarse  enteramente  en  el  tránsfuga  portugués:  le  impuso 
un  asociado  castellano.  Magallanes  partió  entre  dos  peli- 
gros, la  malquerencia  española  i  la  venganza  portuguesa 
que  lo  buscaba  para  asesinarlo.  Vio  la  revolución  en  su  es- 
cuadra, i  desplegó  un  heroísmo  terrible,  indomable  i  bárba- 
ro. Encadenó  al  asociado,  i  se  hizo  el  único  jefe.  Mandó 
apuñalear,  degollar,  descuartizar  a  los  recalcitrantes.  En 
medio  de  todo  esto,  naufrajios,  naves  perdidas.  Nadie  que- 
na seguirle,  cuando  se  divisó  el  aspecto  aterrador  de  la 
punta  de  la  América,  la  desolada  Tierra  del  Fuego  i  el  de- 
solado cabo  Frov^ard.  Esta  comarca,  arrancada  del  conti- 
nente por  violentas  convulsiones,  por  la  furiosa  ebullición 
de  mil  volcanes,  parece  una  tormenta  de  granito.  Hincha- 
da, requebrada  por  un  súbito  resfriamiento,  causa  horror. 
Son  picos  agudos,  campanarios  excéntricos,  negras  telas, 
dientes  atroces  de  tres  puntas;  i  toda  esta  masa  de  lava,  de 
basalto,  está  cubierta  de  lúgubre  nieve. 

"Esto  era  de  sobra  para  todos.  Magallanes  dijo:  "Va- 
mos adelante".  Buscó,  volvió,  se  desenredó  de  cien  islas, 
entró  en  un  mar  sin  límites,  píicíñco  este  dia,  i  que  ha  con- 
vServado  el  nombre  de  tal. 

"Magallanes  pereció  en  las  Filipinas.  Cuatro  navios  de- 
saparecieron. El  único  que  quedó,  la  Victoria,  no  tenia  al 
fin  mas  que  trece  hombres,  pero  tenia  su  gran  piloto,  intré- 


188  i:STUD10S    HlST<)RR'0-EIBLIOGRÁFlCOS 

pido  e  indestructible,  el  vasco  Sebastian,  que  volvió  sólo 
habiendo  sido  el  primer  mortal  que  diera  la  vuelta  al 
mundo. 

"Nada  hai  mas  grande  que  esto.  Desde  entonces,  el 
globo  estaba  seguro  de  su  redondez.  Esta  maravilla  físi- 
ca del  agua  uniformemente  estendida  sobre  una  bola  a  que 
se  adhiere  sin  separarse,  este  milagro  estaba  demostrado. 
El  Pacífico  estaba  al  fin  reconocido,  ese  grande  i  misterioso 
laboratorio  donde,  lejos  de  nuestra  vista,  la  naturaleza  tra- 
baja profundamente  la  vida,  nos  elabora  mundos,  conti- 
nentes nuevos. 

"Revelación  de  inmenso  alcance,  no  sólo  material,  sino 
también  moral,  que  centuplicaba  la  audacia  del  hombre  i 
lo  lanzaba  en  otro  viaje  sobre  el  libre  océano  de  las  cien- 
cias, en  el  esfuerzo  temerario  i  fecundo  de  dar  vuelta  a  lo 
infinito"  i  . 

Sin  embargo,  si  la  posteridad  ha  reconocido  la  impor- 
tancia de  este  viaje,  bien  poco  conoce  acerca  del  hombre 
que  lo  concibió  i  lo  emprendió.  Desde  este  punto  de  vista, 
Magallanes  ha  sido  mucho  menos  feliz  de  lo  que  merece. 
Mientras  se  han  escrito  i  publicado  centenares  de  obras  i 
de  volúmenes  sobre  viajeros  i  descubridores  de  una  impor- 
tancia mui  inferior  a  la  suya,  sobre  él  no  se  posee  un  estu- 
dio completo,  una  biografía  capaz  de  darlo  a  conocer,  de 
revelar  el  alcance  de  su  jenio,  la  dirección  de  su  carácter 
sus  antecedentes  i  su  vida.  En  las  historias  jenerales  se  ha 
referido  su  viaje  con  mas  o  menos  acierto,  con  mas  o  menos 
estension;  pero  se  ha  descuidado  casi  del  todo  su  persona. 
Conozco  sólo  tres  ensavos  biográficos  de  Hernando  de 
Magallanes  '^  .   Escribió  el  primero  el  contra-almirante  fran- 


.   1    MiCHRLHT,    Lr    mcr,   lib.    11,   páj.    284',  i   siguientes  (París, 
1861). 

*  No  merecen  este  nombre  la  erudita  introducción  que  ha  pues, 
to  Carlos  Amoretti  a  su  cuidada  reimpresión  del  Primo  Via^gio 
attorno  il mondo,  escrito  por  Amtonio  Pigafetta  (Milán,  1800), 
ni  la  pequeña  biografía  puesta  al  freace  de  la  reproducción  de  esta 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       189 


ees  Mr.  de  Rossel  (Biographie  universelle,  tom.  XXVI)  con 
conocimiento  de  las  obras  españolas  que  tratan  de  ese  via- 
je; el  segundo,  don  Martin  Fernández  de  Navarrete  al  fren- 
te del  tomo  IV  de  su  importante  Colección  de  los  viajes  i 
descubrimientos  que  liicieron  por  mar  Jos  españoles  desde 
ñnes  del  siglo  XV;  el  tercero,  ha  sido  publicado  por  M.  Fer- 
dinand  Denis  en  el  tom.  XXXII  de  la  Noavelle  biographie 
genérale.  Aunque  todos  ellos  poseen  cierto  mérito,  el  segun- 
do es  sin  duda  el  mas  estimable  i  el  mas  completo.  Navarre- 
te publicaba  entonces  ua  volumen  de  documentos  relativos 
a  ese  viajero,  i  de  ellos  i  de  muchos  libros  tomó  los  datos 
sobre  que  ha  basado  su  biografía;  sin  embargo,  no  ha  saca- 
do el  provecho  que  pudo  para  dar  a  conocer  al  célebre  na- 
vegante. Hai  deficiencia  de  noticias  en  -ciertas  partes,  i  es- 
casa observación  i  poco  gusto  para  reunirías  i  agruparlas, 
de  modo  que  de  ellas  resalte  el  retrato  de  Magallanes  tan 
completo  como  nos  lo  han  trasmitido  los  mas  autorizados 
testimonios. 

Como  aquel  célebre  viajero  fué  el  primer  descubridor  del 
territorio  chileno,  tuve  que  estudiar  sus  esploraciones  para 
darlas  a  conocer  en  una  historia  jeneral  de  Chile  en  que  tra- 
bajo desde  muchos  años  atrás.  En  las  historias  de  los  des- 
cubrimientos i  conquistas  de  los  españoles  i  portugueses  en 
el  siglo  XVI,  encontré  todojénero  de  noticias;  pero  quise 
adelantar  mis  investigaciones  en  los  documentos  i  relacio- 
nes que  permanecen  inéditos,  i  me  engolfé  en  esta  tarea  du- 
rante mi  viaje  a  España  en  1859  i  1860.  Antes  de  mucho 
tiempo,  pude  persuadirme  que  el  sabio  historiógrafo  don 
Juan  Bautista  Muñoz  había  hecho  ya  todo  el  tríibajo  de 
investigación  con  el  propósito  de  hacerlo  servir  parala  con- 


misma  obra  en  los  Voya^ears  ¿incleiis  et  modernes  de  E.  Cuartón 
(tom.  III,  páj.  266,   París,  1855). 

E\  Journal  ilustré  des  voyat^es  et  des  voyageurs,  (tom.  II,  páj. 
95,  Paris,  1858)  ha  publicado  una  biografía  de  Magallanes,  curio- 
sa por  los  errores,  junto  con  un  retrato  de  pura  fantasía,  para  pre- 
ceder una  nueva  reimpresión  del  Viai^gio  de  Pigafeíta. 


190  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

tinnacion  de  su  Historia  del  Nuevo  Mundo,  de  que  dejó  pu- 
blicado un  solo  tomo.  Muñoz  habia  esplotado  con  todo 
acierto  los  archivos  de  España  i  Portugal,  habia  copiado- 
los  documentos  mas  importantes  iestractado  los  de  menos 
ínteres,  i  habia  reunido  el  mas  rico  caudal  de  noticias  que 
pudiera  apetecerse.  Na^varrete  mismo  ha  hecho  mui  poco 
mas  que  publicar  los  documentos  que  ya  habia  recopilado 
Muñoz  en  su  valiosa  colección  de  manuscritos. 

En  esta  colección,  que  se  conserva  en  la  rica  biblioteca 
de  la  real  academia  de  la  historia  de  Madrid,  i  a  que  tuve 
libre  acceso,  merced  a  la  ilustrada  liberalidad  de  dicha  cor- 
poración, recojí  copiosos  datos  que  apuntaba  escrupulosa- 
mente, i  que  pude  aumentar  pocos  meses  después  en  el  pre- 
cioso archivo  de  Indias  depositado  en  Sevilla.  Insensible- 
mente, mis  notas  excedieron  los  límites  que  en  un  principia 
me  habia  fijado.  Buscando  noticias  acerca  del  descubrimien- 
to de  la  estremidad  meridional  del  continente  americano^ 
habia  recojido  todos  los  antecedentes  necesarios  para  ha- 
cer una  biografía  de  Magallanes  tan  completa  como  rae  lo 
permitieran  mis  fuerzas  i  los  documentos  que  han  quedada 
de  aquel  célebre  viaje.  Me  era  ya  materialmente  imposible 
hacer  entrar  en  una  historia  jeneral  de  Chile  todas  las  noti- 
cias que  habia  recojido.  Forzoso  me  fué  entonces  empren- 
der otro  trabajo  de  distinto  jénero,  un  ensayo  especial  so- 
bre la  vida  i  viajes  del  famoso  descubridor. 

Tal  fué  el  oríjen  del  libro  presente  *. 

*  Cuando  apareció  el  trabajo  sobre  Magallanes  del  señor  Ba- 
rros Arana,  se  publicó  en  los  Anales  áe  la  Universidad  de  Chile 
(1864,  pájs. ''462-466),  la  siguiente  apreciación  sobre  aquel  nota- 
ble estudio  histórico: 

*'E1  señor  Barros  Arana  ha  enriquecido  la  literatura  nacional 
con  la  publicación  que  acaba  de  hacer  de  esta  nueva  obra.  Cree- 
mos, i  estamos  ciertos  de  no  equivocarnos,  que  ella  será  leida  con 
sumo  interés,  i  que  llamará  por  muchos  motivos  la  atención  del 
público  ilustrado. 

La  biografía  de  Hernando  de  Magallanes  es  divertida  como  una 
novela  e  instructiva  como  una  historia.    Reúne  por  consiguiente 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE   MAGALLANES  191 

lo  Útil  a  lo  agradable.  Está  llena  de  aventuras  i  peripecias,  de 
combates  i  naufrajios,  de  descubrimientos  i  esploraciones.  Así  pue- 
den leerla,  sin  que  sus  esperanzas  queden  defraudadas,  el  que  bus- 
ca en  los  libros  entretenimiento  i  el  que  busca  en  ellos  provecho. 

Soldado  valeroso,  marino  consumado,  viajero  infatigable,  Her- 
nando de  Magallanes  es  un  personaje  notable,  de  ruda  e  imperio- 
sa fisonomía,  que  merece  ser  conocido  i  estudiado. 

El  navegante  portugués  pasó  su  existencia  en  una  ajitacion 
perpetua  luchando  contra  los  hombres  i  contra  la  naturaleza,  con- 
tra los  asiáticos  i  africanos  que  resistian  la  conquista  europea,  i 
contra  los  mismos  portugueses  i  españoles  que  se  oponian  a  sus 
designios,  contra  las  asperezas  de  rejiones  desconocidas  i  contra 
las  tempestades  de  mares  nunca  vistos. 

Nacido  en  Portugal,  va  a  pelear  en  el  Asia  i  en  el  África  para 
aumentar  los  dominios  e  incrementar  los  tesoros  de  su  patria. 

Naufraga  en  el  archipiélago  de  Lasquedivas,  i  rehusa  escapar 
en  las  chalupas  con  los  demás  jefes  i  oficiales,  permaneciendo  vo- 
luntariamente en  un  islote  desierto  hasta  que  se  salva  el  último  de 
los   marineros. 

Se  enemista  con  el  rei  del  Portugal  porque  no  le  concede  los  ho- 
nores i  prerrogativas  a  que  se  juzga  acreedor;  i  abandona  la  tierra 
de  sus  padres,  renunciando  a  su  nacionalidad  ante  escribano  pú- 
blico, para  ir  a  avecindarse  en  España,  a  cu3^o  monarca  ofrece  su 
íntelijencia  i  su  brazo,  su  brújula  i  su  espada. 

Se  casa  en  Sevilla  con  doña  Beatriz  Barbosa;  pero  mui  pronto 
deja  el  lecho  de  su  esposa,  que  se  hallaba  embarazada,  i  la  cuna  de 
su  hijo,  que  tenia  sólo  seis  meses,  para  dirijir  la  audaz  empresa 
que  debia  costarle  la  vida  e  inmortalizar  su  nombre:  el  descubri- 
miento de  un  pasaje  al  través  de  la  América  para  encaminarse  a 
las  Molúcas. 

¿Qué  le  importaban  las  caricias  de  su  mujer  i  las  sonrisa  de  sus 
hijos?  Sólo  vive  feliz  i  satisfecho  en  medio  de  las  borrascas  i  de  las 
batallas. 

Antes  de  partir  de  la  Península  en  busca  de  la  gloria  i  de  la 
muerte,  se  ve  forzado  a  ocultarse  en  su  casa,  i  a  no  salir  a  la  calle 
mas  que  raras  veces,  i  eso  escoltado  por  guardias,  a  fin  de  liber- 
tarse de  las  acechanzas  del  gobierno  portugués  que  quería  asesi- 
narle en  castigo  de  sus  ofrecimientos  a  España. 

Como  las  amenazas  no  surten  efecto  para  que  varié   de  resolu- 
ción i  vuelva  a  su  país  natal,    se  recurre  entonces  a    los  halagos;, 
pero  ni  el  miedo  del  puñal  ni  la  promesa  de  dignidades  i  favores  lo- 
graron doblegarle. 

Es  aborrecido   de  los   portugueses  que  le  consideran   como  un- 


192  ESTUDIOS     HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

traidor,  i  es  mirado  con  desconfianza  por  los  españoles  que  n  o 
pueden  olvidar  su  oríjen,  por  lo  cual  estalla  una  asonada  popular 
en  contra  suja,  antes  de  que  se  haga  a  la  vela  para  su  largo  i  pe- 
ligroso viaje. 

Durante  la  navegación,  prende  por  su  propia  mano,  en  presen- 
cia de  todos  los  capitanes  i  pilotos,  a  Juan  de  Cartajena,  el  se- 
gundo de  la  armada,  que  le  habia  faltado  al  respeto  desconociendo 
su  preeminencia  i  autoridad,  le  pone  en  un  cepo  como  si  fuera  un 
soldado  raso,  i  le  destituye  ignominiosamente  del  mando  que  le 
habia  conferido  Carlos  Y,  llamándole  en  la  cédula  de  su  nombra- 
miento "conjunta  persona"  del  jefe  de  la  espedicion. 

En  el  puerto  de  San  Julián,  se  sublevan  tres  naves  de  las  cinco 
que  capitaneaba;  pero  sofoca  la  cons[)iracion  con  la  mayor  osa- 
día, manda  dar  la  muerte  a  los  promotores,  i  con  la  ferocidad  de 
un  caníbal  hace  descuartizar  los  cadáveres  para  infundir  terror 
entre  sus  subalternos.  Se  retira  de  aquel  puerto  maldito  dejando 
abandonados  en  su  estéril  playa  a  Juan  de  Cartajena  i  al  capellán 
Pedro  Sánchez  de  la  Reina,  acusados  igualmente  de  tramas  revo- 
lucionarias. 

Prosigue  su  marcha  a  despecho  de  los  temporales,  mas  temibles 
para'él  que  las  revueltas,  decidido  a  llegar  hasta  el  grado  75  de  la- 
titud sur  oi  no  descubre  antes  el  pasaje  que  busca.  Ni  la  intensidad 
del  frió  que  apenas  puede  soportarse,  ni  la  escasez  de  los  víveres  de 
que  puede  proveerse,  ni  los  huracanes  que  a  cada  momento  se  em- 
bravecen con  mas  furor,  ni  el  aspecto  de  la  tripulación  que  se  ma- 
nifiesta sombría  i  descontenta,  son  capaces  (h  intimi  l.irie. 

fin  medio  de  los  vientos  i  las  lluvias,  de  los  padecimientos  i  las 
quejas,  de  las  tormentas  del  cielo  i  del  mar,  i  de  las  tormentas  de 
su  jen  te  harta  ya  de  fatigas  i  sobresaltos,  de-ícubre  por  fin  el  ^s- 
trecho  que  lleva  su  nombre,  i  penetra  en  el  o.:éano  que  él  llamó 
Pacíñco,  dando  cima  a  uno  de  los  viajes  mas  heroicos  i  portento- 
sos que  nunca  se  han  emprendido. 

Una  borrasca  habia  hecho  pedazos  anteriormente  una  de  sus 
naves;  la  defección  le  priva  de  otra  al  atravesar  el  E-ítrecho. 

Después  de  las  tempestades,  siguen  los  horrores  del  hambre. 

El  alimento  de  los  navegantes  vino  a  ser  el  polvo  fétido  de  las 
galletas  devoradas  por  los  gusanos  i  las  ratas;  en  seguida  las 
mismas  ratas,  que  eran  estimadas  como  un  bocado  tan  apetitoso, 
que  se  pagaba  medio  ducado  por  cada  una;  después  el  cuero  con 
que  estaban  forradas  las  vergas;  i  por  último  el  aserrín  de  la  ma- 
dera. Su  bebida  era  un  agua  hedionda  i  corrompida,  que  causaba 
náuseas  al  tomarla. 

Mientras  tanto,  las  enfermedades,  entre  ellas  el  escorbuto,  diez- 
maban la  tripulación. 


VIDA   I    VIAJES    DB    HERNANDO    DE    MAGALLANES  193 


No  obstante  las  tempestades,  las  sediciones,  los  naufrajios,  la 
traición,  el  hambre  i  la  muerte,  la  pequeña  flota  continuó  su  rum- 
bo hacia  adelante  impelida  por  una  voluntad  inexorable.  Los 
que  sobreviviau  arrojaban  al  mar  los  cuerpos,  o  mas  bien  los  es- 
queletos, de  los  que  sucumbian;  i  el  jefe  ordenaba  impasible  la 
maniobra  como  si  tal  cosa  hubiese  sucedido.  Si  hubiera  sido  nece- 
sario i  hubiera  podido  hacerlo,  habria  llegado  hasta  el  polo. 

iVIagallánes,  a  fuerza  de  constancia  i  de  enerjía,  escapó  a  tantas 
penalidades  i  privaciones,  de  que  él  mismo  participaba  como  el  úl- 
timo grumete;  i  fué  a  morir,  como  el  héroe  de  un  poema  caballeres- 
co, en  una  de  las  islas  Filipinas,  tratando  de  someter  a  los  subditos 
rebeldes  de  un  reyezuelo  bárbaro,  sin  otro  objeto  que  hacer  un  os- 
tentoso alarde  de  su  valor. 

La  empresa  de  Magallanes,  aunque  orijinalmente  mercantil, 
como  la  de  Cristóbal  Colon,  es  una  de  las  mas  grandiosas  que  re- 
jisLran  los  anales  marítimos.  Ella  ha  abierto  nuevas  vias  i  nuevos 
horizontes  a  la  náutica,  a  la  jeografía  i  al  comercio. 

La  figura  de  Magallanes  merece  ser  pintada  de  cuerpo  entero 
con  toda  detención  i  cuidado.  Es  un  tipo  orijinal  de  paladin  i  co- 
merciante, de  cristiano  i  salvaje,  lleno  de  fe  i  orgullo,  de  paciencia 
i  osadía,  que  atrae  i  cautiva.  No  ha  descubierto  mas  que  una  tie- 
rra infecunda,  poblada  por  habitantes  que  hasta  ahora  son  un 
problema  en  la  historia  natural:  pero  su  nombre  pasará  a  la  pos- 
teridad mas  remota,  ligado  al  Estrecho  que  será  un  monumento 
eterno  de  su  fama. 

A  mas  del  interés  que  le  presta  su  contenido,  el  libro  que  anun- 
ciamos tiene  todavía  un  doble  mérito  para  los  chilenos:  haber  sido 
escrito  por  un  compatriota  nuestro  i  referirse  al  descubridor  de  la 
parte  austral  de  nuestro  territorio,  que,  sea  dicho  de  paso,  fué  vi- 
sitada por  Magallanes  muchos  años  antes  que  la  estremidad  del 
norte  ío  fuese  por  Almagro.  La  vida  de  Magallanes  es  por  lo  tanto 
una  pajina  de  la  historia  de  Chile,  que  en  el  caso  actual  está  re- 
dactada por  un  hijo  del  pais. 

Don  Diego  Barros  Arana  ha  narrado  su  relación  con  claridad 
i  sencillez,  sin  frases  retumbantes  i  sin  relumbrones  de  mal  gusto. 
Ha  consultado  para  componerla  todos  los  libros  antiguos  i 
modernos  que  tenían  alguna  coneccion  con  su  asunto;  pero  no  ha 
limitado  sus  investigaciones  únicamente  a  lo  que  estaba  impreso, 
sino  que  se  ha  estendido  también  a  lo  que  se  encontraba  manus- 
crito. 

Durante  su  viaje  a  Espí'ña,  el  señor  Barros  Arana  tuvo  ocasión 
de  rejistrar  varios  documentos  inéditos  referentes  al  célebre  nave- 
gante lusitano,  de  los  cuales  sacó  apuntes  prolijos  que  ha  utiliza- 

TOMO    VI  13 


194  ESTUDIOS    HTSTÓRTCO-BIBLIOGRÁnCOS 


do  para  la  redacción  de  su  trabajo.  Entre  otras  cosas,  pudo  leer  i 
estudiar  con  descanso  la  voluminosa  colección  de  manuscritos 
reunida  por  donjuán  Bautista  Muñoz,  último  cronista  de  Indias, 
que  ha  dejado  en  ella  una  mina  riquísima  que  han  esplotado,  i 
seguirán  esplotando  con  fruto,  los  historiadores  de  América. 

Para  qne  se  conociera  toda  la  importancia  de  la  publicación  he- 
cha por  don  Diego  Barros  Arana,  seria  preciso  que  se  recojieran, 
aun  cuando  fuese  a  la  lijera,  las  principales  biografías  de  Maga- 
llanes que  se  han  dado  a  luz  hasta  la  fecha.  Las  mejores  son,  sin 
disputa,  la  escrita  por  Mr.  Rossel  que  viene  en  el  tomo  26  de  la 
Biogrnfía  universal,  la  escrita  por  Mr.  Denis  {|ue  se  encuentra 
en  el  tomo  32  de  la  Nueva  biografía  jeneral,  i  en  especial  la  escri- 
ta por  don  Martin  Fernández  de  Navarrete  que  se  halla  al  frente 
de  su  Colección  de  viajes  i  descubrimiento  que  liicieron  por  mar 
los  españoles  desde  fines  del  siglo  XV,  que  aventaja  a  las  otras 
dos.  Las  tres  son,  sin  embargo,  mui  diminutas  e  incompletas  si  se 
las  compara  con  aquella  de  que  hablamos,  sobre  todo  respecto  de 
los  hechos  de  Magallanes  antes  de  su  espedicion  a  América,  que  el 
escritor  chileno  ha  rastreado  en  diversas  crónicas  portuguesas. 

La  obra  del  señor  Barros  Arana  está  seguida  por  varias  ilus- 
traciones en  que  el  autor,  con  su  sagacidad  reconocida  i  su  erudi- 
ción estremada,  discute  varios  puntos  dudosos  referentes  a  la  vida 
de  Magallanes,  i  refuta  los  errores  en  (pie  hablan  incurrido  algu- 
nos de  los  escritores  que  haliian  tratado  antes  que  él  sobre  el  mis- 
mo tema.  Sus  observaciones  son  siempre  justas  i  acertadas,  i  ma- 
nifiestan una  lectura  i  una  laboriosidad  poco  comunes." —  {Nota 
del  Recopilador.) 


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CAPITULO  PRIMERO 


Xacimiento  i  familia  de  Hernando  de  Magallanes  — Se  embarca 
para  la  India. — Pvspedicion  a  la  costa  oriental  del  África.  —  Su 
vuelta  a  Portugal.  -Magallanes  hace  la  primeracampaña con- 
tra Malaca.— Naufraga  en  los  bajos  de  Padua.  — Su  presencia 
de  espíritu. — Asiste  a  ia  o  upacion  de  Goa  i  al  sitio  de  Malaca. 
—  Malograda  espedicion  a  las  Molúcas. — Vuelve  Magallanes  a 
Lisboa.— Hace  una  nueva  campaña  en  África.— Sus  correrías 
en  A.zamor. — Es  herido  de  una  lanzada.  — El  rei  desatiende  sus 
servicios.  —  Sus  proyectos  de  futuros  descubrimientos. — Rui  Fa- 
leiro. — Magallanes  se  desnaturaliza  en  Portugal  i  pasa  a  Es- 
paña. 

Nació  Hernando  de  Mao^allánes  en  la  pequeña  aldea  de 
Sabrosa,  provincia  de  Tras-os-Montes,  en  el  reino  de  Por- 
tugal. Los  documentos  faltan  para  fijar  la  fecha  de  su  na- 
cimiento; pero  se  puede  colejir  sin  temor  de  equivocarse  mu- 
cho que  debió  tener  lugar  por  los  años  de  1480.  De  sus  pro- 
jenitores  se  sabe  sólo  que  su  padre  se  llamaba  Pedro  i. 

Habia  en  Portugal  cinco  grados  de  nobleza.  Parece  que 
la  familia  de  Magallanes,  o  Magalhaens,  como  escriben  los 
portugueses,  pertenecía  a  la  cuarta  clase,  a  la  de  los  "fidal- 
gos  de  cotta  de  armas  e  geragao,  que  ten  insignias  de  no" 
bresa."  La  fcimilia  tenia  un  escudo  de  armas  jaquelado, 
esto  es,  compuesto  de  cuadritos,  como  un  tablero  de    aje- 


1  Véase  la  Ilustración  núm.  1. 


196  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁPICOS 

diez.  Posteriormente,  a  fines  del  siglo  XVII,  el  reí  don  Pe- 
dro II  dio  el  título  de  vizconde  de  Ponte  Arcada  a  uno  de 
los  miembros  de  esta  familia,  a  Pedro  Jacques  de  Maga- 
Ihaens  -. 

Los  primeros  años  de  Hernando  de  Magallanes  están  en- 
vueltos en  la  incertidumbre.  Se  refiere  sólo  que  pasó  su  ni- 
ñez en  Lisboa,  ocupado  en  el  palacio  en  calidad  de  paje  de 
la  reina  doña  Leonor,  i  del  rei  don  Manuel  ^.  Allí  hizo  sus 
primeros  estudios;  pero  es  probable  que  su  espíritu  inquieto 
i  emprendedor  no  pudiera  sujetarse  a  la  vida  tranquila  i 
monótona  de  la  corte,  i  que,  deseoso  de  adquirir  un  nombre 
i  de  buscar  aventuras  en  un  mundo  casi  desconocido,  ofre- 
ciera voluntariamente  sus  servicios  para  ir  a  militar  en  las 
apartadas  rejiones  del  Asia,  campo  entonces  de  las  hazañas 
i  conquistas  de  los  portugueses. 

La  India  era,  en  efecto,  el  teatro  de  gloriosos  i  producti- 
vas empresas,  en  que  se  sostenía  una  guerra  llena  de  intere- 
santes peripecias  i  en  que  se  abria  el  rico  mercado  de  la  es- 
peciería, que  hablan  esplotado  durante  la  edad  media  las 
repúblicas  italianas.  Las  navegaciones  de  Vasco  de  Gama 
i  de  Cabral  alrededor  del  África  hablan  abierto  nuevo  rum- 
bo a  ese  comercio,  deque  ahora  gozaban  esclusivamente 
los  portugueses,  asentando  su  dominación  tan  pronto  en 
tratos  pacíficos  con  los  reyezuelos  asiáticos  que  quieran  so- 
meterse, como  por  medio  de  la  guerra  i  de  la  conquista  ar- 
mada. La  noticia  de  las  resistencias  que  encontraban  sus 
soldados,  determinó  al  rei  don  Manuel  a  equipar  una  nu- 
merosa armada,  la  mas  considerable  que  hasta  entonces 
hubiera  saHdo  de  Portugal  con  ese  rumbo.  Componíase  de 
veintidós  naves,  de  las  cuales  solo  seis  eran  carabelas  i  las 
otras  galeones  o  navios^  i  en  ellas  se  embarcaron  "muchos 
i  mui  honrados  hombres,  muchos  hidalgos  i  caballeros  es- 


2  Manuel  Severix  de  Paria,  Noticias  de  Portugal.  Disc.  III, 
pájs.  83,  90  i  139.  Edic.  del  Janeiro  1740,  adicionada  por  J.  Bar- 
bosa. 

3  Arjensola,  Hist.  de  las  Molúcas,  lib.  I,  páj  .6.— Id.,  Anales  de 
Aragón,  lib.  I,  cap.  13,  páj.  133. 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       197 

perimentados  en  la  guerra",  como  dice  un  historiador  por- 
tugués. El  mando  de  la  escuadra  i  de  las  tropas  fué  confia- 
do con  el  rango  de  virrei  de  las  Indias,  a  don  Francisco  de 
Almeida,  "persona  de  altos  merecimientos  i  nobles  cualida- 
des para  grandes  i  dificultosas  empresas,  i  en  guerras  con- 
tra moros  de  África  i  de  Granada  mui  esperimentado  ^." 

Magallanes  se  alistó  entre  los  espedicionarios.  F^ran  tan- 
tos los  peligros  de  estos  viajes  i  de  las  campañas  en  que  se 
empeñaban  los  soldados  i  los  esploradores,  que  todos  se  pre- 
paraban espiritualmente  como  cristianos  fervientes,  i  dispo- 
nian  de  sus  bienes  para  el  caso  de  morir  en  la  empresa.  Ma- 
gallanes lo  hizo  así:  el  19  de  diciembre  de  1504  otorgó  un  so- 
lemne testamento  en  Belén,  barrio  occidental  de  Lisboa,  que 
servia  entonces  de  puerto  a  las  naves  que  hacian  el  viaje  de 
las  Indias.  No  teniendo  otros  herederos  mas  inmediatos, 
Magallanes  dejaba  su  patrimonio  a  una  hermana  suya,  do- 
ña Teresa,  casada  con  Juan  de  Silva  Télles,  jentilhombre  de 
palacio,  i  señor  del  castillo  de  Pereira  de  Sabrosa,  con  obli- 
gación de  trasmitir  su  apellido  junto  con  sus  armas  a  sus 
herederos  •^.  Antes  de  ilustrar  su  nombre  con  grandes  he- 
chos i  de  formar  por  sí  mismo  un  noble  tronco  de  familia, 
Magallanes  miraba  con  digno  orgullo  el  nombre  que  le  le- 
garon sus  mayores  i  queria  que  se  conservara  en  sus  sobri- 
nos, ya  que  él  podia  sucumbir  en  lejana  tierra  sin  herederos 
mas  directos. 

La  escuadra  dejó  las  aguas  del  Tajo  el  25  de  marzo  de 
1505,  en  medio  de  las  mas  solemnes  celebraciones.  Los  sol- 
dados de  Almeida  iban  a  establecer  la  dominación  portu- 
guesa sobre  bases  mas  sólidas  que  los  tratados  i  compro- 
misos de  los  pérfidos  monarcas  de  aquellos  paises.  Las  his- 


■i  Pedro  de  Mariz,  Diáloi^os  de  varia  historia,  Dlá].  IV,  cap,  XV, 
páj.  244. 

5  El  testamento  de  Magallanes  no  ha  sido  conocido  sino  en 
1855.  Uno  de  los  herederos  de  su  nombre  lo  descubrió  en  Lisboa  i 
suministró  una  copia  a  M.  Ferdinand  Denis,  erudito  escritor  sobre 
las  costas  del  Brasil,  a  quien  debo  el  conocimiento  de  este  intere- 
sante documento. 


11)8  ESTUDIOS    IIISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

torias  de  estas  conquistas  recuerdan  muí  rara  vez  el  nom- 
bre de  Magallanes,  que  sin  duda  por  su  rango  subalterno 
no  tenia  ocasión  de  distinguirse  particularmente.  Parece» 
sin  embargo,  que  servia  de  ordinario  en  la  marina,  i  que  en 
ellcí  adquirió  los  conocimientos  i  la  práctica  que  tan  útiles 
habian  de  serle  mas  tarde  para  consumar  la  empresa  que 
ha  inmortalizado  su  nombre.  En  1506,  en  efecto,  se  hicie- 
ron sentir  violentas  ajitaciones  en  los  pequeños  reinos  de  la 
costa  oriental  del  África,  que  los  portugueses  habian  gana- 
do a  su  alianza  o  hecho  tributarios;  i  como  Almeida,  bajo 
cu\^a  dependencia  estaban  también  esas  colonias,  conociera 
su  importancia  para  la  conservación  de  las  posesiones  de 
la  India,  despachó  una  escuadrilla  a  las  órdenes  de  Ñuño 
Yaz  Pereyra  "con  algunas  personas  señaladas:  una  Fer- 
nando de  Magallanes,  aquel  nombrado  de  la  Fama  por 
ilustre  descubridor"  ^.  El  [)rudente  Yaz  Pereyra  colocó  en 
el  trono  de  Quiloa  a  un  monarca  amigo  de  los  portugueses 
i  restableció  las  buenas  relaciones  comerciales  con  ese  Esta- 
do i  con  Sofala,  pais  rico  situado  en  frente  de  la  isla  de  Ma- 
dagascar,  que  algunos  jeógrafos  de  aquel  siglo  denomina- 
ban el  Ofir  de  Salomón. 

No  es  posible  decir  cuánto  tiempo  permaneció  Magalla- 
nes en  África,  ni  señalar  las  empresas  en  que  tomó  parte 
durante  aquejla  espedicion.  A  principios  de  1508  se  hallaba 
de  vuelta  en  Portugal,  cuando  el  reí  preparaba  una  nueva 
escuadrilla  encargada  de  adelantar  los  descubrimientos  i 
conquistas  en  el  Asia.  Se  hablaba  entonces  de  la  península 
de  Malaca  i  de  sus  riquezas  copio  del  Quersoneso  á úrico  de 
los  antiguos.  El  soberano  portugués,  animado  por  las  no- 
ticias que  le  venian  de  la  India,  mandó  aprestar  cuatro  na- 
ves, que  puso  bajo  el  mando  de  Diego  de  López  de  Sequeira, 
con  nombramiento  de  gobernador  de  una  provincia  que 
queria  formar. 

Magallanes  se  alistó  en  la  nuevaespedicion,  i  con  ella  sa- 


6  Manuel   de  Fakia  i  Sousa,  Asia  portuguesa,  tom.  I,  parL,  I, 
cap.  10,  páj.  91. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  1'  9 


lió  de  Lisboa  el  5  de  abril  de  1508.  Después  de  haber  hecho 
un  prolijo  reconocimiento  de  la  isla  de  Madagascar,  la  es- 
cuadrilla se  dirijió  a  Ceilan;  pero,  combatida  por  vientos 
contrarios,  tuvo  que  recalar  a  Cochin  en  la  costa  occiden- 
tal de  la  India,  donde  tenia  su  residencia  ordinaria  el  virrei. 
Almeida  hs  suministró  nuevos  recursos  para  proseguir  el 
viaje:  aumentó  la  flota  de  Sequeira  con  otro  navio,  i  el  nú- 
mero de  sus  soldados  con  sesenta  hombres  de  la  guarnición 
de  Cochin.  Después  de  esto,  los  espedicionarios  dejaron  el 
puerto  el  19  de  agosto  de  1509. 

Las  naves  de  Sequeira  reconocieron  la  isla  de  Sumatra, 
inesplorada  hasta  entonces  por  los  europeos;  i,  después  de 
varias  escursiones,  fueron  a  fondear  en  frente  de  la  rica  i 
populosa  ciudad  de  Malaca.  Por  mas  que  el  rango  que  Ma- 
gallanes ocupaba  entonces  fuera  mui  subalterno,  parece 
que  él  observaba  prolijamente  aquellos  países  tomando 
nota  de  cuanto  veia,  nó  en  la  forma  de  un  diario  histórico 
sino  de  una  reseña  jeográfica.  En  medio  de  los  afanes  i  fati- 
gas consiguientes  a  esas  penosas  campa^ñas,  Magallanes, 
como  pocos  de  sus  compañeros,  tenia  cuidado  particular 
de  recojer  i  apuntar  noticias  referentes  a  la  navegación  de 
aquellos  mares,  i  a  la  situación,  clima  i  producciones  de  los 
paises  que  visitaba.  Sin  embargo,  su  residencia  en  Malaca 
no  pudo  prolongarse  mucho  tiempo.  Los  indios  malayos, 
después  de  haber  recibido  amistosamente  a  los  portugueses 
i  de  haber  entrado  en  relaciones  comerciales,  concibieron  el 
proyecto  de  asesinarlos  traidoramentc,  así  en  tierra  como 
en  las  naves,  a  una  hora  convenida.  Pocos  momentos  antes 
de  dar  el  golpe,  cuando  los  indios  esperaban  solo  la  señal 
para  apuñalear  a  Sequeira  en  su  propio  navio,  Magallanes, 
noticioso  del  complot,  se  presentó  al  jeneral  i  dio  la  voz  de 
alarma.  Los  indios  se  echaron  al  mar  para  ganar  a  nado 
la  ribera;  pero  en  tierra,  los  portugueses  fueron  asesinados 
o  tuvieron  que  asilarse  en  la  casa  de  la  factoría  o  que  ganar 
los  botes  i  volver  a  bordo  con  gran  peligro  de  sus  vidas. 
Magallanes,  que  no  habia  perdido  su  sangre  fria  en  medio 
del  conflicto,  prestó  oportunos  ausilios  a  sus  compatriotas 


200  ESTUDIOS    IIISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

facilitándoles  el  reembarco.  Entre  los  que  entonces  se  sal- 
varon de  una  muerte  segura,  merced  a  estos  esfuerzos,  se 
contaba  Francisco  Serrano,  o  Serrao,camarada  i  quizá  pa- 
riente de  Magallanes,  con  quien  contrajo  una  estrecha  amis- 
tad que  duró  basta  su  muerte  ^. 

Este  conflicto  fué  causa  de  que  por  entonces  desistieran 
los  portugueses  del  pro\^ecto  de  establecerse  en  Malaca. 
Sequeira  quemó  dos  de  sus  naves  que  no  podía  manejar 
por  falta  de  tripulación,  se  embarcó  en  la  mejor  de  todas 
ellas  para  volver  directamente  a  Europa,  i  mandó  a  sus 
oficiales  que  en  las  otras  dos,  que  estaban  en  mal  estado^ 
volviesen  a  Cochin,  i  que  carenadas  en  ese  puerto,  se  pusie- 
sen en  viaje  para  Portugal.  A  Magallanes  le  tocó  quedar  en 
estas  últimas. 

Como  lo  habia  dispuesto  el  jeneral,  las  dos  naves  volvie- 
ron a  Cochin,  i  de  allí  salieron  en  breve  para  Europa.  Des- 
graciadamente, al  acercarse  al  archipiélago  de  Lasquedivas, 
las  naves  naufragaron  en  los  bajos  de  Padua,  grupo  consi- 
derable de  arrecifes  peligrosos.  Las  tripulaciones  alcanza- 
ron a  tomar  las  chalupas  i  a  salvarse  en  un  islote  desierto, 
donde  no  se  pensó  mas  que  en  ganar  una  tierra  mas  pobla- 
da i  hospitalaria.  Los  jefes  i  las  personas  importantes 
pretendian  embarcarse  inmediatamente  en  los  botes,  dejan- 
do a  los  marineros  i  soldados  en  aquel  islote  mientras  les 
mandaban  ausilio  para  ponerse  en  salvamento.  Magalla- 
nes, sin  embargo,  no  quiso  gozar  del  beneficio  que  le  daba 
su  rango  de  oficial:  en  lugar  de  embarcarse  con  sus  compa- 
ñeros, se  quedó  en  el  islote  con  las  tripulaciones,  prefiriendo 
esponerse  a  perecer  antes  que  abandonarlas  despiadada- 
mente. Tal  vez  esta  acción  contribuyó  a  salvar  a  los  infeli- 
ces náufragos;  los  oficiales  les  enviáronlos  socorros  necesa- 
rios, i  pocos  dias  después,  Magallanes  i  los  suyos  llegaron 
a  Cananor,   capital  de  uno  de  los  reinos  occidentales   del 


'  Joao  de  Barros,  Décadas  de  Asia,  Déc.  II,  lib.  IV,  cap.  IV, 
páj.  417. — LAF^rrAU,  Histoire  des  áecouverte^  et  conquestes  des 
portugais.  Lib.  V,  tom.  II,  páj.  37. 


VIDA  1  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       201 

Inclostan.  Los  historiadores  así  portugueses  como  castella- 
nos han  referido  este  hecho  encomiando  ardientemente  la 
noble  conducta  de  Magallanes  ^. 

Se  encontraban  todavía  los  náufragos  en  esa  ciudad 
cuando  pasó  por  allí  el  nuevo  gobernador  de  la  India,  Al- 
fonso de  Alburquerque,  en  viaje  para  Ormuz.  Habia  salido 
de  Cochin  con  fuerzas  considerables  para  emprender  nuevas 
conquistas  en  la  Persia  i  llegar  hasta  el  mar  Rojo  i  el  Ejip- 
to.  En  Cananor,  embarcó  en  su  escuadra  a  Magallanes  i 
sus  demás  compañeros  de  infortunio.  Ayudáronle  éstos  a 
someter  la  importante  ciudad  de  Goa,  i  a  establecer  la  auto- 
ridad de  los  portugueses  en  la  costa  de  Malabar  (noviem- 
bre de  1510)  i  mas  tarde  en  una  nueva  campaña  contra  el 
reino  de  Malaca.  El  sitio  de  esta  ciudad,  puesto  en  julio  de 
1511,  fué  el  teatro  en  que  los  portugueses  desplegaron  do- 
tes militares  de  que  hasta  entonces  no  habian  necesitado 
en  la  India.  Jamas  los  pueblos  asiáticos  habian  opuesto 
mavor  resistencia  a  los  conquistadores  europeos.  Cada  ca- 
lle, cada  edificio  fué  el  sitio  de  un  nuevo  combate.  Al  fin,  el 
valor  de  los  sitiadores  i  el  jenio  de  Alburquerque  pudieron 
mas  que  la  enerjía  de  los  malayos;  i  los  portugueses  ocupa- 
ron la  ciudad  medio  arruinada  después  de  nueve  dias  de  lu- 
cha tenaz.  En  ella,  Magallanes  se  distinguió,  ''dando 
de  sí  mui  buenas  muestras",  dice  un  historiador  caste- 
llano. 9 

La  conquista  de  Malaca,  tuvo  gran  importancia  política 
i  militar  en  casi  toda  el  Asia.  Los  soberanos  de  los  diversos 
reinos  de  la  Indo-China  i  de  las  islas  inmediatas,  manda- 
ron embajadores  a  felicitar  a  Alburquerque  i  a  solicitar  su 
alianza.  Los  portugueses  se  encontraron  entonces  en  situa- 
ción de  emprender  nuevos  viajes  de  esploracion  en  los  ma- 
res vecinos  para  reconocer  los  innumerables  archipiélagos 


^  Barros,  déc.  I í,  libro  IV,  cap.  I,  páj.  375.— Herrera,  i^e- 
chos  cielos  castellanos  en  las  Indias  occidentales.  Déc.  II,  lib.  II, 
cap.  XIX  páj.  66.  Ed.  de  Madrid,  1601. 

9  Herrera,  déc.  II,  lib.  II,  cap.  XIX,  páj.  66. 


202  ESTUDIOS    HISTÓllICO-BIBLlOGRÁFICOS 


que  circundan  la  parte  oriental  de  aquel  continente.  Desde 
Malaca  despachó  Alburquerque  tres  naves  bajo  el  mando 
de  Antonio  de  Abreu,  distinguido  capitán  que  llevaba  en- 
cargo de  reconocer  las  islas  de  Banda  i  las  Molúcas,  famo 
sas  en  el  comercio  por  su  valiosas  producciones  de  nueces 
moscadas  i  clavos  de  olor. 

Un  historiador  español  refiere  que  Magallanes  hizo  este 
viaje  de  esploracion  ^^.  En  él  desempeñó  también  un  papel 
importante  aquel  amigo  suyo  Francisco  vSerrano,  a  quien 
salvó  la  vida  en  la  primera  espedicion  a  Málac¿i.  Separ¿ido 
de  la  escuadrilla,  el  buque  que  mandaba  Serrano  se  destro- 
zó en  uno  de  esos  archipiélagos,  que  los  historiadores  lla- 
man de  Lucopinas,  salvándose  sin  embargo  la  tripulación; 
pero  habiendo  ofrecido  su  ayuda  a  los  isleños  en  las  gue- 
rras que  los  tenian  divididos,  alcanzó  a  llegar  a. Ternate, 
una  de  las  Molúcas,  donde  levantó  fuertes  e  hizo  alianzas 
para  aseguríir  la  futura  dominación  europea  en  aquellos 
mares. 

Mientras  Serrano  se  establecía  en  Ternate,  Abreu  i  Ma- 
gallanes, volvían  a  Malaca  con  un  rico  cargamento  de  es- 
peciería recojido  en  su  viaje.  Rechazados  por  vientoscontra- 
rios,  hablan  reconocido  la  pequeña  isla  de  Amboina  i  otras 
del  archipiélago  de  Banda  donde  cargaron  completamente 
sus  naves  i  dieron  la  vuelta  a  la  India  para  anunciar  su 
descubrimiento  i  vender  las  mercaderías  traidas  de  aquellas 
islas.  Por  pobre  que  parezca  el  resultado  inmediato  de  este 
primer  viaje  de  esploracion,  él  abrió  el  camino  a  las  espedi- 
cijones  subsiguientes  i  un  nuevo  campo  a  la  actividad  co- 
mercial de  los  europeos. 

Poco  después  de  la  vuelta  de  los  espedicionarios,  salió 
para  Portugal  una  escuadra  mandada  por  Hernán  Pérez 
de  Andrade,  el  esplorador  de  las  costas  de  la  China.  En  ella 
se  embarcó  Abreu  para  regresar  a  su  patria  cargado  de 
honores  i  provisto  de  bienes  de  fortuna,  i  es  probable  que 
lo   acompañara   también   Magallanes  puesto  que  a  medía- 


lo Arjknsola,  Historia,  de  las  Molúcas,  Hb.  lí,  páj.  6. 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DB  MAGALLANES       203 

1         — — — ' 

<3os  de  1512,  se  hallaba  en  Lisboa  de  vuelta  de  sus  viajes  i 
de  sus  campañas.  Menos  feliz  que  él,  el  valiente  Abreu  mu- 
rió en  la  navegación. 

Magallanes  quedó  empleado  en  el  servicio  de  palacio  con 
el  rango  de  mozo  fidalgo,  i  con  una  pensión  de  mil  reis 
mensuales  i  una  ración  diaria  de  cebada,  derechos  que  la 
casa  real  pagaba  a  los  buenos  servidores  con  el  nombre  de 
moradía.  En  julio  de  ese  mismo  año  obtuvo  un  aumento  en 
esta  pensión  considercible  por  el  valor  de  los  gajes,  pero 
mas  aun  por  la  importancia  que  él  daba  en  la  corte  ^K  Ma- 
gallanes fué  elevado  al  rango  de  fidalgo  escudeiro,  con  una 
pensión  de  1850  reis;  pero,  lejos  de  contentarse  con  tan 
mezquinos  honores,  solicitó  permiso  para  pasar  al  África, 
donde  los  soldados  portugueses  sostenian  una  guerra  llena 
de  peripecias  i  peligros,  i  estendian  sus  conquistas  C(m  me- 
nos ventajas  que  en  la  India,  pero  con  igual  gloria.  A  me- 
diados de  1513,  el  rei  equipó  una  escuadra  decuatrocientos 
buques  de  todo  porte,  i  un  ejército  de  19,000  hombres  de 
guerra,  que  puso  bajo  el  mando  de  su  sobrino  don  Jaime  de 
Braganza.  Es  probable  que  de  ese  número  fuera  Hernando 
de  Magallanes,  si  bien  el  prolijo  historiador  de  las  conquis- 
tas de  los  portugueses  en  África  no  señala  su  nombre  entre 
los  personajes  distinguidos  de  la  espedicion  i"^. 

De  cualquier  modo  que  sea,  Magallanes  sirvió  en  la  gue- 
rra contra  los  berberiscos  a  las  órdenes  de  Juan  Soárez, 
uno  de  los  oficiales  c[ue  ocuparon  la  importante  pUiza  de 
Azamor  cuando  sus  habitantes,  mal  preparados  para  la 
defensa,  la  ofrecieron  al  jeneral  portugués.  No  pasó,  sin  em- 
bargo, mucho  tiempo  (1514)  sin  que  las  tropas  del  rei  de 
Fez  i  después  las  del  deMequinez  volvieran  a  sitiar  esa  ])la- 
za.  Magallanes  se  distinguió  particularmente  en  la  defensa, 
ejecutando  diversas  salidas  contra  los  moros  en  que  acre- 
ditó su  valor  i  alcanzó  ascensos  militares.  En  una  de  ellas, 
recibió  una  lanzada  en  un  muslo  que  le  prohibió  el  libre  uso 


11  Documentos  recojidos  por  Muñoz  en  los  archivos  de  Lisboa. 

12  Faria  i  Sousa,  África  portugaesn,  cap.  Vil,  páj.  108. 


204  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLIOGRÁFICOS 

de  una  pierna  para  el  resto  de  su  vida.  Nombrado  cuadri- 
llero mayor,  rango  equivalente  quizá  al  de  capitán  de  una 
compañía,  hizo  una  nueva  correría  después  de  la  cual  trajo 
a  IcJ  plazn  oci.ocientos  noventa  prisioneros  i  dos  mil  cabe- 
zas de  ganado.  El  reparto  de  este  botin  dio  lugar  a  quejas 
i  reclamaciones  de  todo  jénero,  que  habian  de  ser  mas  tar- 
de motivo  de  graves  disgustos  para  Magallanes,  i"' 

Natural  era  que  esperase  nuevos  honores  en  premio  de 
estos  servicios.  En  efecto,  Magallanes  volvió  a  Portugal,  i 
solicitó  del  rei  don  Manuel  un  aumento  en  los  gajes  que  se 
le  pagaban.  No  parece  que  fuera  la  codicia  de  dinero  lo  que 
le  estimulara  a  hacer  esta  solicitud,  porque  el  aumento  de 
la  pensión  era  casi  insignificante,  mientras  que  el  valimien- 
to que  se  ganaba  con  el  ascenso  era  mui  considerable.  "Su- 
bir cinco  repeles  en  dinero,  dice  un  historiador  portugués,  es 

subir  muchos  grados  en  calidad"  ^^ "porque  crecer  en 

esto  un  real  es  crecer  mucho  en  opinión"  i"^.  Magallanes,  sin 
embargo,  recibió  la  mas  dura  repulsa:  el  rei,  sin  querer  oir 
sus  reclamaciones  ni  reconocer  sus  servicios,  le  mandó  que 
volviera,  a  Azamor  para  justificarse  de  los  cargos  que  se  le 
hacian  por  el  reparto  del  botin  cojido  en  la  correría  de  que 
hemos  dado  cuenta.  Inútil  fué  que  Magallanes  pasase  a 
aquella  plaza  i  se  presentase  de  nuevo  en  Lisboa  con  los 
justificativos  de  su  inocencia,  porque  el  rei,  al  mismo  tiem- 
])0  que  premiaba  a  otros  hombres  de  menos  mérito,  desairó 
su  solicitud  i  lo  dejó  en  el  mismo  rango,  i*' 

Los  historiadores  que  han  recordado  este  contratiempo, 
no  han  dejado  de  señalar  que  la  envidia  de  hombres  de  es- 
caso mérito  tuvo  una  parte  principal  para  que  se  consuma- 
ra esta  injusticia.  Uno  sólo  hai  que,  asumiendo  un  tono 
moralizador,  dice  que  los  hombres  estiman  siempre  sus  mé- 


1-^  Joao  de  Barros,  Dec.  III,  lib.  5,  cap.  8,  páj.  627. 

14  Faria  i  Sousa,  Asia  portuguesa^  tomo  I,  parte  III,  cap.  V. 

15  1(1.  Europa  portuguesa,  tomo  II,  art.  IV,   cap.  I. — Lafitau, 
lib.  VIII,  tomo  II í,  páj.  45. 

16  Barros,  Loe.  cit. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  205 


ritos  en  mas  de  lo  que  valen  ^'^:  observación  injusta  cuando 
se  aplica  a  Magallanes,  cuyo  jenio  i  cuyo  carácter  le  desti- 
naban para  llevar  a  cabo  empresas  dignas  de  Colon  i  de 
Gama. 

Desde  entonces,  contrájose  particularmente  al  estudio 
teórico  de  la  cosmografía  i  de  la  náutica,  como  igualmente 
a  la  composición  de  una  obra  sobre  los  paisesque  habia  vi" 
sitado.  De  esta  época  de  su  vida  data  sin  duda  la  "Descrip- 
ción de  los  reinos,  costas,  puertos  e  islas  de  la  India",  que 
ha  llegado  hasta  nosotros  en  la  lengua  castellana,  i  que 
aun  permanece  inédita.  A  imitación  de  los  jeógrafos  de  su 
siglo,  Magallanes  describe  aquellos  paises  recorriendo  las 
costas  desde  el  cabo  de  Buena  Esperanza  para  adelante, 
señalando  los  puertos,  islas  i  ciudades  i  describiendo  mui 
sumariamente  las  costumbres  de  sus  habitantes.  Por  mas 
que  el  frontispicio  del  manuscrito  español  diga  que  su  autor 
Fernando  de  Magallanes  vio  i  anduvo  todo  lo  que  describe, 
es  evidente  que  los  copistas  o  traductores  castellanos  hicie- 
ron intercalaciones  i  variantes  de  trascendencia  ^^.  De  este 
modo,  una  obra  mui  importante  para  conocer  el  punto  a 
que  habian  llegado  los  conocimientos  jeográficos  de  los  por- 
tugueses en  aquella  época,  i  mas  útil  todavía  para  conocer 
la  estension  de  los  viajes  de  Magallanes  en  la  India,  ha 
sido  imperfeccionada  por  agregaciones  posteriores  que  le 
han  arrebatado  la  mayor  parte  de  su   mérito. 

Tanto  en  Lisboa,  como  en  Oporto,  donde  tenia  Maga- 
llanes una  residencia  mas  fija,  buscaba  a  los  marinos  i  cos- 
mógrafos de  mayor  nota,  i  recojia  de  eJlos  i  de  las  cartas 
de  navegar  que  se  le  presentaban,  datos  importantes  sobre 
la  íonjitud  del  mar,   "materia,  agrega  un  historiador  por- 


17  Maffei,  Historia  indicaram,  l:b.  VIH,  páj.  309,  (Caen, 
1614.) 

18  La  obra  de  Magallanes  se  titula:  Descripción  de  los  reinos^ 
costas,  puertos  e  islas  que  hai  en  el  mar  de  la  India  oriental  desde 
el  cabo  de  Buena  Esperanza  hasta  la  China:  de  los  usos  i  costum- 
bres de  sus  naturales;  su  gobierno,  relijion,  comercio  i  navegación^ 
i  de  los  frutos  i  efectos  que  producen  aquellas  vastas  rejiones,  con 


203  ESTUDIOS    IlISTÓRICO-BIBLIOGKÁnCOS 

tugues,  que  tiene  echados  a  perder  mas  portugueses  igno- 
rantes, de  lo  que  han  ganado  los  doctos  por  ella"  ^-^  Ma- 
gallanes, sin  embargo,  no  buscaba  la  solución  de  uno  de 
esos  problemas  que  estravian  el  juicio:  su  proyecto  era  mas 
osado  que  los  cálculos  que  se  elaboran  en  un  gabinete,  pero 
una  vez  concebido  sólo  necesitaba  de  audacia  para  llevarlo 
a  cabo.  La  amistad  que  lo  ligaba  con  Francisco  Serrano  no 
se  habia  enfriado  por  la  distancia  que  los  separaba.  Lejos 
de  eso,  desde  las  islas  Molúcas  le  escribia  para  comunicarle 
noticias  jeográficas  de  ese  archipiélago,  darle  cuenta  de  la 
gran  distancia  que  lo  separaba  de  Malaca,  i  referirle  los  ser- 
vicios que  desde  allí  prestaba  a  su  patria.  Magallanes  con- 
testaba esas  cartíis  anunciándole  que  pronto  se  verian  en 
aquellos  paises,  ya  fuerapor  el  camino  que  seguian  los  por- 
tugueses, ya  por  el  derrotero  que  llevaban  los  castellanos 
para  trasladarse  a  las  rejioncs  recien  descubiertas.  ''^ 

Entre   otras   personas  con  quienes   Magallanes  contrajo 
amistad  en  esas  circunstancias,  se  distinguia  Rui  o  Rodrigo 


otras  noticias  mui  curiosas:    compuesto  por  Fernando  Magalla- 
nes, piloto  portugués  que  lo  vio  i  anduvo  todo. 

Hcf  examinado  una  copia  de  esta  obra,  de  letra  del  siglo  XVI, 
que  poseía  en  Madrid  el  erudito  bibliófilo  don  Pascual  de  Ga- 
3'ángos.  * 

10   Barros,  Déc.  III,  lib.  V,  cap    VIIL 

'-iO  Joao   de  Barros,  Dé.-.  III,  lib    V,  cap.  VII  i  VIII 

^  Al  íiii  (le  este  Estudio  el  señor  Barros  Arana  hizo  la  siguiente 

•  CORRECCIÓN 

"En  el  capítulo  I,  dimos  cuenta  de  una  DescripcAon  de  la  India  oriental  que 
existe  inédita  i  que  se  atribuye  a  ^Magallanes,  corno  lo  espresa  el  manuscrito  que 
hemos  consultado.  Don  Martin  Fernánder,  de  Xavarrete  habia  sospechado  ya  que 
esta  obra  no  fuese  compuesta  por  ^Magallanes,  pero  el  erudito  iiistoriador  del  Brasil 
don  Francisco  Adolfo  Varnhagen,  (jue  examinó  detenid-unente  dicho  manuscrito, 
observó  (¡iie  era  sólo  una  imperfecta  traducción  castellana  de  la  obra  que  conipusa 
Duarte  Barbosa  sobre  el  mismo  asunto,  i  que  sólo  ha  sido  publicada  por  primera 
vez  en  1813,  en  la  Colecqao  de  noticias  para  a  historia  e  geografía  das  naqoes  ul- 
tramarinas, vol.  II.  Tan  poco  conocida  era  la  obra  de  Barbosa,  aun  en  Portugal,^ 
que  al  comenzar  su  publicación,  sus  editores  la  traducían  del  italiano  de  la  colec- 
ción de  Kamusio;  i  sólo  cuando  estaba  impresa  una  parte  de  ella  se  halló  el  manus- 
crito portugués  que  se  creia  perdido.  No  es  estraño  que  en  España  se  liiciera  en  el 
siglo  XVI  una  traducción  de  aíjuella  obra  1  que  se  atribuyera  a  Magallanes."' 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       207 

Faleiro,  vecino  del  pequeño  villorrio  de  Cabilla,  "grande 
hombre  en  la  cosmografía  i  astrolojía  i  otras  ciencias  hu- 
manas", como  dice  Oviedo  -^i.  Sus  enemigos,  enconados 
contra  él  por  su  carácter  atrabiliario,  i  mas  que  todo  por 
haberse  empeñado  en  la  empresa  de  Magallanes,  decian  de 
él  íjue  era  un  ignorante,  i  que  sólo  las  inspiraciones  de  un 
demonio  familiar  podian  hacerlo  pasar  por  sabio  en  ciertas 
occisiones.  22  Sin  embargo,  Faleiro  poseía  los  conocimien- 
tos mas  sólidos  que  entonces  se  tuvieran  sobre  ia  náutica; 
comprendió  el  pensamiento  de  Magallanes  i  se  asoció  a  su 
empresa  con  toda  resolución.  Un  hermano  suyo,  Francisco 
Faleiro,  hombre  de  menos  mérito,  pero  de  no  menor  lealtad, 
se  ofreció  gustoso  a  acompañarlos  en  sus  trabajos. 

Pero  el  viaje  que  meditaban  no  podia  llevarse  a  cabo  sin 
la  cooperación  de  un  gobierno;  i  todos  ellos  temieron  que  el 
rei  don  Manuel  de  Portugal  no  habria  de  aceptar  sus  pro- 
puestas. Nada  podia  esperar  Magallanes  del  soberano  que 
tan  en  menos  habia  miradíi'  sus  servicios,  i  dádoles  tan  po- 
bre premio.  Les  faltaban  recursos  para  acometer  la  empre- 
sa por  su  propia  cuenta;  i  sobre  todo,  carecian  del  permiso 
necesario  para  emprender  un  viaje  en  que  debian  tocar  po- 
sesiones que  estaban  cerradas  a  todo  tráfico  que  no  fuera 
autorizado  por  el  monarca  español.  Magallanes  i  sus  ami- 
gos se  resolvieron  al  fin  a  abandonar  el  Portugal  i  pasar  a 
España  para  manifestar  sus   proyectos  i  preparar  su  viaje. 

Antes  de  dejar  su  patria,  Magallanes  quiso  desnaturali- 
zarse de  ella,  como  cumplía  a  un  hidalgo  del  siglo  XVI.  Hí- 
zolo  en  efecto,  por  actos  públicos,  i  con  toda  solemnidad^ 
para  quedar  libre  de  ofrecer  sus  servicios  a  quien  mejor  qui- 
siera 23.  Separándose  entonces  de  sus  amigos,  a  quienes 
queria  adelantarse,   se  puso   en    viaje  para  Sevilla.  Llegó  a 


21  Oviedo,    Historia  jcner¿il  de  his  Indias,  lih.  XX^  cap.  I. 

22  Herrera,  Déc.  II,  lib.  II,  cap.  XIX. 

2.i  Paria  i  S<>usa,  Comentarins  a  la  Luisiada  de  Camoens^ 
tomo  II,  comentario  a  la  octava  140  del  canto  X  —Barbosa,  Bt- 
bliotheca  Lusitana,  tomo  II,  páj.  31. 


208  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

esta  ciudad  el  20  de  octubre  de  1517,  dispuesto  a  presentar- 
se al  rei  Carlos  I  de  España  i  hacerle  sus  propuestas  para 
emprender  el  viaje.  Hasta  entonces,  Magallanes  no  habia 
revelado  su  pensamiento:  en  España  iba  a  descubrir  los 
planes  que  habia  meditado  largos  años  i  que  hal)ian  de 
consumar  la  obra  de  Colon  i  producir  una  revolución  com- 
pleta en  los  conocimientos  jeográficos  de  su  siglo. 


CAPÍTULO  II 


Familia  de  Diego  Barbosa. — Se  casa  Magallanes  con  una  bija  de 
éste. — Hace  sus  propuestas  a  la  casa  de  contratación  de  Sevi* 
lia.— Línea  divisoria  de  las  posesiones  españolasi portuguesas. 
— Juan  de  Aranda. — Primeras  desavenencias  con  Faleiro. — 
Viaje  de  Magallanes  i  Faleiro  a  ValladoHd.— Servicios  presta- 
dos a  ambos  por  Aranda. — Acuerdan  con  éste  un  convenio  par- 
ticipándole de  los  beneficios  de  la  empresa. 

Cuando  Magallanes  llegó  a  Sevilla,  residía  en  esta  ciu- 
dad un  antiguo  marino  portugués  llamado  Diego  Barbosa. 
En  el  rango  de  capitán  de  una  nave  del  reí  don  Manuel  ha- 
bia  becho  en  1501  una  importante  espedicion  a  los  mares 
de  la  India  con  la  escuadrilla  de  Juan  de  Nova  que  batió 
una  flota  de  los  moros  que  negociaban  en  Calcuta,  i  descu- 
brió las  islas  de  la  Concepción  i  de  Santa  Elena  ^  .  Habién- 
dose separado  del  servicio  i  retirádose  a  España,  Barbosa 
encontró  en  esta  nueva  patria  un  alto  protector  en  la  per- 
sona de  don  Alvaro  de  Portugal,  hermano  del  célebre  du- 
que de  Braganza  mandado  decapitar  en  Lisboa  en  1483 
por  el  rei  don  Juan  11.  Después  de  ese  trájico  acontecimien- 
to, don  Alvaro  se  habia  asilado  en  España,  de  donde  al- 


1  Fakia  i  Süusa,   Asia  portuguesa,  part.  I,  cap.  V,  tomo  I,  páj. 

50 Lafitau,  Histoire des  decouvertes  et  conqiiestes  des  Portugais, 

lib.  II,  tomo  I,  páj.  175  i  siguientes. 

TOMO  VI  14 


210  ESTTJDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

canzó  de  los  reyes  católicos,  sus  parientes,  honores  i  consi- 
deraciones de  todo  jénero,  i  los  cargos  de  presidente  del 
consejo  de  los  reyes  i  de  alcaide  del  real  alcázar  de  Sevilla 
2  ,  que  le  sirvió  para  protejer  i  dar  un  ventajoso  acomo- 
do a  su  compatriota.  Barbosa,  en  efecto,  fué  hecho  co- 
mendador del  orden  de  Santiago,  i  teniente  alcaide  del 
mismo  alcázar.  Este  alto  puesto  importaba  para  él  una 
posición  ventajosa,  merced  a  la  cual  contrajo  matrimonio 
con  una  señora  principal  de  esa  ciudad,  llamada  doña  Ma- 
ría Caldera.  Fruto  de  este  enlace  fué  una  hija,  doña  Bea- 
triz, que  vino  a  ser  mas  tarde  la  esposa  de  Magallanes. 

Al  lado  de  Barbosa  vivia  también  un  hijo  mayor  que  ha- 
bía traido  de  Portugal,  i  que  como  él  habia  navegado  en 
los  mares  de  la  India.  Duarte  Barbosa, éste  era  su  nombre, 
habia  esplorado  casi  todas  las  Indias  i  los  archipiélagos  in- 
mediatos, i  habia  observado  esas  rejiones  con  una  sagaci- 
dad rara  en  los  soldados  i  marinos  de  su  siglo.  Fruto  de 
estas  observaciones  fué  un  libro  descriptivo  sobre  aquellos 
paises  que  habia  terminado  a  su  vuelta  a  Europa  ^.  Los  co- 
nocimientos que  habia  adquirido  en  sus  viajes  fueron,  como 
severa  mas  adelante,  de  grande  utilidad  para  llevar  a  cabo 
la  empresa  de  su  compatriota. 

Magallanes  encontró  en  esa  familia  la  mas  cordial  acoji- 
da,  sea  que  lejanos  vínculos  de  parentesco  lo  unieran  a  Bar- 
bosa, o  que  sólo  su  nacionalidad  fuera  suficiente   título  pa- 


-  LÓPEZ  DE  Haro,  Nobiliario  de  España,  lib.  VII,  part.  II,  páj. 
189. — Ortiz  de  Zúñiga,  Anales  de  Sevilla,  lib.  XIV,  torno  III,  páj. 
409  (Madrid,  1796). 

•5  El  colector  italiano  J.  B.  Ramusio,  publicó  en  1554,  en  el  pri- 
mer volumen  de  sus  Navigationi  e  viaggi,  una.  traducción  incomple- 
ta de  la  interesante  relación  de  Duarte  Barbosa.  Sólo  en  1813  se 
ha  publicado  en  Lisboa  el  orijinal  completo  de  este  libro  en  el  tomo 
II  de  la  Colecgao  de  noticias  para  a  historia  e  geografía  das  na- 
^oes  ultramarinas. 

En  un  documento  contemporáneo  de  Duarte  Barbosa  se  dice 
que  era  sobrino  de  Diego.  Véase  la  carta  de  Sebastian  Alvarez  al 
rei  de  Portugal  en  el  tomo  VI  de  la  Colección  de  Navarrete,  pa- 
jina 153. 


VIDA    I    VIAJES    DE  HERNANDO  DE    MAGALLANES  211 

ra  su  estimación.  Vivió  con  ella  el  tiempo  que  residió  en 
Sevilla,  i  contrajo  rnatrimonio  con  la  hija  de  su  huésped  al 
poco  tiempo  de  haber  llegado  de  Portugal. 

Las  relaciones  de  Barbosa  debian  serle  de  gran  utilidad  de 
€n  los  trabajos  a  que  tenia  que  consagrarse.  Magallanes, 
€n  efecto,  no  desatendia  sus  proyectos  un  solo  instante;  i 
aun  sin  aguardar  a  que  llegaran  sus  compañeros,  dio  prin- 
cipio a  sus  dilijencias.  Los  reyes  católicos  habian  estableci- 
do en  Sevilla  una  gran  oficina  que,  con  el  nombre  de  casa 
de  contratación,  tenia  facultades  para  dar  licencia  de  ar- 
mar naves  i  fijarles  su  rumbo,  recojer  datos  sobre  las  nue- 
vas colonias,  e  informar  al  gobierno  acerca  de  las  mejoras 
que  pudieran  introducirse  en  ellas,  i  constituirse  en  tribu- 
nal para  entender  en  los  pleitos  que  pudieran  suscitarse  a 
consecuencia  de  los  viajes  particulares  ^  .  Magallanes  se  di- 
rijió  a  la  casa  de  contratación  a  fin  de  hacer  sus  propuestas 
para  el  viaje  que  proyectaba,  sin  descubrir,  sin  embargo,  los 
detalles  de  su  plan.  Ofrecia  simplemente  llegar  a  las  islas, de 
la  especiería,  las  Molücas  i  demás  de  los  archipiélagos  orien- 
tales de  la  India,  por  un  camino  diverso  delque  hasta  enton- 
ces seguian  los  portugueses,  asegurando  que  aquellas  islas  es- 
taban situadas  dentro  de  la  rayade  las  posesiones  españolas. 
Después  del  primer  viaje  de  Colon,  en  efecto,  el  papa  Ale- 
jandro VI,  a  petición  de  los  reyes  católicos,  habia  deslinda- 
do con  una  línea  imajinaria  las  pretensiones  de  los  españo- 
les i  portugueses  al  dominio  de  los  paises  desconocidos. 
Unos  i  otros  buscaban  la  India  en  sus  viajes  i  esploracio- 
nes;  i  mientras  aquellos  encontraban  en  su  camino  un  nue- 
vo continente,  éstos  emprendian  la  circunnavegación  del 
África  para  llegar  a  los  paises  apetecidos.  El  papa  habia 
corrido  la  línea  de  demarcación  de  polo   a  polo,  a  cien  le- 


4  Veitia  i  Linaje,  Norte  de  la  contratación  de  las  Indias  Occi- 
dentales, lib.  I,  cap.  I Ortiz  de  Zúñiga,  Anales  de  Sevilla,   tomo 

III,  páj.  190. — Solórzano,  Política  indiana,  lib.  Yí,  cap.  17. 

Navarrete,  Colección,  etc.,  tomo  II,  Doc.  148,  pajina  285,  pu- 
blica íntegras  las  primeras  ordenanzas  de  la  casa  de  contratación, 
que  sólo  conoció  de  referencia  Veitia  i  Linaje. 


212  ESTUDIOS    HISTÓRICO -BIBLIOGRÁFICOS 

guas  al  poniente  de  las  islas  Azores,  i  dio  a  los  españoles  la 
posesión  de  cuantas  tierras  descubrieran  mas  adelante,  de- 
jando a  los  portugueses  en  facultad  de  descubrir  i  conquis- 
tar los  países  situados  al  oriente  de  esa  raya.  Por  un  con- 
venio posterior  entre  ambos  gobiernos,  se  fijó  ese  límite  a 
doscientas  sesenta  leguas  mas  al  occidente  ^  . 

Al  hacer  este  reparto  de  las  tierras  que  no  eran  pobladas 
por  cristianos,  el  papa  procedia  en  conformidad  con  las 
creencias  de  ese  siglo.  La  bula  de  donación  dice  que  por  su 
pura  liberalidad,  su  ciencia  cierta  i  por  la  plenitud  de  su 
potestad  apostólica  ^  ,  Alejandro  VI  concedia  a  los  reyes 
de  España  la  propiedad  de  las  islas  i  tierras  que  descubrie- 
ran mas  allá  de  la  línea  señalada.  A  pesar  de  la  ciencia 
cierta  que  habla  la  bula,  el  pontífice  creia  que  las  tierras 
descubiertas  por  Colon  eran  la  estremidad  oriental  del  Asia; 
i  ni  en  esa  ni  en  las  bulas  subsiguientes  que  espidió  a  este 
respecto,  manifestó  sospechar  que  navegando  en  direccio- 
nes opuestas,  los  españoles  i  portugueses  pudieran  encon- 
trarse en  su  camino. 

Esta  misma  creencia  fué  por  mucho  tiempo  jeneral  entre 
los  jeógrafos  i  navegantes.  Colon  murió  en  la  convicción  de 
que  las  tierras  que  habia  descubierto  formaban  parte  del 
Japón  o  de  la  China;  pero  cuando  los  esploradores  castella- 
nos vieron  que  las  tierras  recien  halladas  se  dilataban  al 
parecer  de  un  polo  a  otro  formando  una  barrera  invenci- 
ble, i  cuando  se  internaron  en  las  tierras  i  descubrieron  el 
mar  del  sur,  percibieron  que  pisaban  un  continente  desco- 
nocido. Entonces  se  buscó  un  paso  que  llevara  las  naves 
españolas  a  los  mares  recien  hallados  i  a  las  rejiones  de  la 
India,  menos  ricas  en  oro,  perlas  i  piedras  preciosas,  pero 
cuyas  producciones  de  especierías  eran  tan  codiciadas  en  los 
mercados  europeos.  No  hubo  golfo  que  no  mereciera  un  es- 


5  Muñoz,  Historia  del  Nuevo  Mundo,  lib.  IV,  sección  18  a  30.— 
Navarrete,  Colección,  etc.,  tomo  II,  números  17  i  18. 

6  De  nostra  mera  liberalitate,  et  ex  certa  sciencia  ac  de  Aposto- 
Hcae  Potestatis  plenitudine 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       213 

tudio  especial,  creyendo  los  esploradores  encontrar  allí  el 
canal  que  buscaban  ccn  tanto  empeño.  Engañados  por  los 
caudalosos  ríos  que  vacian  sus  aguas  en  el  océano,  remon- 
taron sus  corrientes  para  penetrarse  en  breve  de  que  no  es- 
taba allí  el  tan  deseado  estrecho.  Los  viajeros  esploraron 
■de  esta  manera  la  costa  oriental  del  continente  americano 
hasta  las  márjenes  del  rio  de  la  Plata. 

•  Natural  parecía  que  el  gobierno  español  aceptara  las 
propuestas  de  Magallanes.  El  marino  portugués  ofrecia  no 
sólo  descubrir  el  paso  tan  buscado  hasta  entonces  entre 
uno  i  otro  mar,  i  llevar  a  los  españoles  a  las  islas  de  la  es- 
peciería por  un  camino  que  nadie  conocía  i  que  nadie  podia 
disputarles,  sino  que  se  proponía  probar  que  aquellas  islas 
•estaban  en  los  límites  fijados  por  el  papa  a  las  posesiones 
del  rei  de  España.  Los  ajentes  de  la  casa  de  contratación, 
sin  embargo,  no  entraron  en  arreglo  alguno  con  Magalla- 
nes. Sea  que  no  estuvieran  autorizados  por  el  rei,  o  que 
desconfiaran  de  las  promesas  de  un  aventurero  estraño  i 
desconocido,  ellos  oyeron  sus  propuestas  sin  interesarse  en 
los  proyectos  de  futuros  descubrimientos. 

Afortunamente,  desde  un  año  atrás,  desempeñaba  el  car- 
olo de  factor  de  la  casa   de  contratación  un  caballero  de 

■o 

Burgos  llamado  Juan  de  Aranda,  hombre  entusiasta  por 
ese  jénero  de  empresas  i  capaz  de  comprender  la  importan- 
cia del  viaje  que  meditaba  Magallanes.  Antes  de  empeñar- 
se en  este  trabajo,  Aranda  hizo  recojer  en  Portugal  infor- 
mes acerca  del  recien  llegado;  i  como  éstos  fueran  comple- 
tamente satisfactorios,  tomó  un  vivo  interés  en  favor  suyo 
i  de  sus  proyectos.  Magallanes,  que  hasta  entonces  habia 
guardado  el  plan  de  su  viaje  con  gran  reserva,  descubrió  a 
Aranda  sus  propósitos  dispuesto  a  asociarlo  en  sus  traba,- 
jos  como  también  en  el  beneficio  de  aquella  empresa. 

Las  circustancias  se  presentaban  mui  favorables  para 
llevar  a  cabo  el  proyectado  viaje  de  Magallanes.  El  19  de 
setiembre  habia  desembarcado  en  Villaviciosa  de  Asturias 
el  heredero  de  la  corona  de  España.  Carlos  de  Austria,  jo- 
ven intelijente  i  emprendedor  que  habia  de  ilustrar  su  reir 


214  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

nado  con  grandes  acciones.  Aprovechándose  de  la  ventajo- 
sa posición  en  que  le  colocaba  su  empleo,  Aranda  escribió 
reservadamente  al  gran  canciller  del  rei,  que  era  entonces 
un  flamenco  de  escaso  mérito,  Mr.  Sauvage,  sucesor  indig- 
no del  gran  Cisnéros  ^.  Magallanes,  sin  embargo,  no  tuvo 
noticia  alguna  de  esta  primera  dilijencia  de  su  protector. 

Mes  i  medio  baria  que  se  hallaba  en  Sevilla,  cuando  llegó 
allí  Rui  Faleiro  acompañado  de  su  hermano  Francisco. 
Desconfiado  por  carácter,  temeroso  de  que  alguien  pudiera 
aprovecharse  de  sus  revelaciones  para  emprender  antes  que 
ellos  el  viaje  proyectado,  Faleiro  se  puso  rabioso  al  saber 
que  Magallanes  habia  hablado  de  sus  planes  con  el  factor 
Aranda.  Echóle  en  cara  su  lijereza  i  el  mal  cumplimiento 
que  daba  a  sus  compromisos.  La  amistad  que  los  habia 
ligado  estuvo  un  momento  a  punto  de  romperse;  pero  la 
fria  razón  se  sobrepuso  al  fin  a  los  arranques  de  la  rabia. 
Calmóse  la  irritación  de  Faleiro,  reanudaron  sus  buenas 
relaciones  i  quedaron  convenidos  en  mantener  su  alianza 
fraternal  hasta  la  consumación  de  la  empresa. 

Desde  luego,  pensaron  ambos  que  lo  mejor  que  habia  que 
hacer  era  ponerse  en  camino  para  Valladolid,  donde  estaba 
la  corte,  i  presentarse  al  rei  para  esponerle  sus  proyectos. 
Sabedor  Aranda  de  este  propósito,  les  representó  que  retar- 
daran su  viaje  hasta  que  llegara  la  contestación  a  la  carta 


7  El  cronista  López  ue  Gomara  en  el  cap.  XC.  de  su  Historia 
Jeneral  de  las  Indias^  ha  incurrido  en  el  error  de  asentar  que  Ma- 
gallanes hizo  sus  tratos  con  el  cardenal  Jiménez  de  Cisnéros.  Don 
José  VARGAS  I  PoNCE,  autor  de  la  relación  histórica  de  los  viajes 
al  estrecho  de  Magallanes  que  acompaña  al  Viaje  de  la  fragata 
Santa  María  de  las  Cabezas,  repite  lo  mismo.  Véase  la  pajina  180. 

La  misma  equivocación  ha  cometido  el  barón  de  Humboldt  en 
el  tomo  I,  pajina  304  de  su  Histoire  de  la  géographie  du  nouveau 
continent,  i  Amoretti  en  la  introducción  puesta  al  viaje  de  Piga- 
fetta,  pajina  XX iX.  Los  autores  de  la  Historia  de  la  real  marina 
española  (Madrid,  1854),  repiten  este  error  junto  con  muchos 
otros  que  hacen  indigna  de  todo  crédito  esta  obra. 

Jiménez  de  Cisnéros  murió  el  8  de  noviembre  de  1517,  i  Maga- 
llanes solo  comenzó  a  tratar  con  los  ministros  del  rei  en  febrera 
de  1518. 


VIDA    I   VIAJES   DE  HERNANDO    DE    MAGALLANES  215 

que  habia  escrito  poco  antes;  pero  esta  nueva  revelación, 
en  vez  de  producir  el  efecto  que  se  proponia  el  factor,  enfu- 
reció de  nuevo  aFaleiro.  Magallanes  mismo  se  quejó  amar- 
gamente de  la  conducta  que  su  confidente  habia  observado 
en  este  negocio.  Las  reconvenciones  tomaron  entonces  un 
aire  de  acritud  que  parecía  destinado  a  producir  una  vio- 
lenta i  final  separación. 

Aranda  fué  todavía  mas  prudente  que  ambos.  Por  mas 
que  él  viese  que  era  mui  difícil  sino  imposible  mantener  sus 
buenas  relaciones  con  Magallanes,  estando  de  por  medio 
Faleiro  con  su  carácter  atrabiliario  i  dominante,  el  factor 
soportó  con  paciencia  estos  disgustos  i  aceptó  el  proyecto 
de  presentarse  en  la  corte,  ofreciéndose  él  mismo  a  acom- 
pañarlos. Faleiro,  sin  embargo,  no  quiso  aceptar  su  com- 
pañía. La  natural  desconfianza  del  jeógrafo  portugués  le 
hizo  creer,  sin  duda,  que  Aranda  se  proponia  sólo  sonsacar- 
les los  fundamentos  i  bases  de  su  proyectado  viaje  para 
esplotarlos  en  provecho  propio  i  dejarlos  burlados.  Por 
toda  contestación  a  sus  amistosos  ofrecimientos,  Faleiro  i 
Magallanes  convinieron  en  seguir  por  el  camino  de  Toledo, 
mientras  el  factor  de  la  casa  de  contratación  marchaba 
por  la  via  de  Estremadura,  para  reunirse  los  tres  en  Medi- 
na del  Campo  i  entrar  juntos  a  Valladolid,  residencia  en- 
tonces de  la  corte. 

En  todas  estas  relaciones,  era  sin  duda  Faleiro  el  que 
imprimia  carácter  a  los  trabajos  de  la  empresa.  Magalla- 
nes, el  hombre  práctico,  el  navegante esperimentado,  el  sol- 
dado atrevido  de  la  guerra  de  la  India,  se  doblegaba  fácil- 
mente ante  las  atrabiliarias  exijencias  de  su  compañero,  el 
hombre  teórico,  el  jeógrafo  de  gabinete  que  en  los  mapas  i 
en  los  globos  habia  meditado  la  posibilidad  i  ventajas  del 
viaje  que  los  preocupaba.  Ese  ascendiente,  sin  embargo, 
manifestado  con  tanta  terquedad,  no  podia  durar  mucho 
tiempo:  Magallanes,  mas  discreto  en  su  trato  i  mas  prácti- 
co en  el  arte  de  la  navegación  como  en  las  relaciones  ordi- 
narias de  la  vida,  se  abria  naturalmente  un  camino  mas 
ancho  i  espedito  i  se  conquistaba   mejor  la  voluntad  de 


21^  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGIIÁFICOS  • 

cuantos  le  conocían.  Sin  él,  talvez  el  factor  Aranda  les  ha- 
bría negado  para  en  adelante  su  útilísima  protección;  pero, 
por  fortuna,  supo  sobrellevar  con  calma  las  impertinentes 
desconfianzas  de  Faleiro  i  cooperar  a  la  realización  de  tan 
importante  empresa. 

Pero  Aranda  hiz()  mas  que  soportar  con  paciencia  las 
estravagancias  de  Faleiro.  Desde  los  primeros  días  de  su 
arribo  a  Sevilla,  faltaron  a  éste  los  recursos  necesarios  para 
vivir  en  una  ciudad  en  que  era  completamente  desconocido. 
Entonces  la  bolsa  del  factor  de  la  casa  de  contratación  sir- 
vió jenerosamente  para  atender  a  las  necesidades  del  hom- 
bre desconfiado  que  veía  una  acechanza  en  cada  rasgo  de 
amistad  de  su  protector,  un  mal  propósito  en  cada  dilijen- 
cia  hecha  por  éste  en  favor  de  los  pro^^ectos  que  había  me- 
ditado. 

Por  fin,  llegó  el  tiempo  de  ponerse  en  camino  para  la 
corte.  El  20  de  enero  de  1518  salieron  de  Sevilla  los  tres, 
por  los  distintos  caminos  que  habían  señalado.  Aranda 
tomó  la  vía  de  Estremadura;  i  Magallanes  i  Faleiro,  agre- 
gándose a  la  comitiva  de  doña  Beatriz  de  Pacheco,  duquesa 
viuda  de  Arcos  e  hija  del  marques  de  Víllena.  fueron  con 
esta  señora  por  el  camino  de  Castilla  hasta  Escalona,  en  los 
estados  de  esta  noble  familia.  No  se  habían  alejado  mucho 
de  Sevilla  cuando  los  alcanzó  un  correo  con  noticias  de  Juan 
de  Aranda.  Comunicábales  éste  haber  recibido  una  carta 
del  reí,  en  que  le  recomendaba  presentarse  cuanto  antes  en 
la  corte  con  Hernando  de  Magallanes  para  tratar  del  pro- 
yecto de  viaje  a  los  mares  de  la  India  que  lo  había  traído 
a  España.  Carlos  de  Austria  se  manifestaba  deseoso  de 
conocer  al  navegante  portugués  que  venia  a  ofrecerle  la  po- 
sesión de  las  islas  de  la  especiería,  i  se  empeñaba  en  arreglar 
con  él  el  modo  i  forma  de  emprender  un  viaje  que,  según  se 
creía,  había  de  ser  tan  provechoso  a  la  corona. 

Al  fin,  se  encontraron  los  tres  viajeros  reunidos  en  Medi- 
na del  Campo,  preparándose  para  entrar  en  Valladolíd  a 
presentarse  al  reí.  Magallanes  rebosaba  de  contento  al 
verse  a  punto  de  acometer  la  empresa  que  habia  meditado 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  217 

tan  pacientemente  i  e<i  que  cifraba  sus  esperanzas  de  fortu- 
na i  de  gloria.  En  su  alborozo  no  vaciló  en  ofrecer  a  su 
protector  Aranda  la  quinta  parte  de  las  utilidades  del  futu- 
ro viaje;  pero  Faleiro,  siempre  exijente  i  atrabiliario,  se 
negó  a  aceptar  la  base  que  proponían  Aranda  i  su  propio 
compañero.  Sin  comprender  la  jenerosidad  con  que  aquél 
le  había  servido  hasta  entonces,  aveníase  apenas  a  que  se 
le  asegurara  la  octava  parte  de  los  provechos  de  la  empre- 
sa, i  esto  en  el  caso  en  que  el  rei  hiciera  de  su  cuenta  los 
gastos  de  la  armada. 

Este  fué  el  convenio  final  que  hicieron  los  tres.  Recien 
llegados  a  Valladolid,  el  23  de  febrero,  estendieron  una  es- 
critura pública  ante  el  escribano  de  sus  altezas  Diego  Gon- 
zález de  Santiago.  En  ella  decian  los  dos  aventureros  por- 
tugueses: ''todo  el  provecho  e  intereses  que  hubiéramos  del 
descubrimiento  de  las  tierras  e  islas,  que  placiendo  a  Dios 
hemos  de  descubrir  e  de  hallar  en  las  tierras  e  límites  e  de- 
marcaciones del  rei  nuestro  señor  don  Carlos,  que  vos  ha- 
yáis la  octava  parte,  e  que  vos  daremos  de  todo  el  interese 
e  provecho  que  dello  nos  suceda  en  dinero  o  en  partimento 
o  en  renta  o  en  oficio  o  en  otra  cualquier  cosa  que  sea  de 
cualquier  cantidad  o  cualidad,  sin  vos  facer  falta  alguna,  e 
sin  sacar  ni  aceptar  cosa  alguna  de  todo  lo  que  hubiéra- 


mos. 


"  8 


Este  convenio  no  se  podia  llevar  a  cabo  sin  un  tratado 
en  forma  con  el  rei,  para  ir  a  descubrir  en  aquellas  tierras. 
El  factor  de  la  casa  de  contratación,  empeñado  ya  en  la 
empresa  por  un  interés  mas  sóUdo  que  la  simple  protección 
a  los  aventureros  portugueses,  se  dispuso  a  presentarlos  a 
los  ministros  del  rei  i  hacer  valer  sus  relaciones  e  influjo 
para  que  el  proyecto  pudiera  realizarse. 


8  Este  documento  ha  sido  publicado  por  Navarrete  en  la  paji- 
na 110  del  tomo  IV  de  su  Colección. 

Los  hechos  referentes  a  las  relaciones  de  Aranda  con  Magalla- 
nes i  Faleiro  están  basados  en  un  curioso  espediente  de  que  da- 
remos noticia  en  la  Ilustración  núra.  II. 


CAPÍTULO  III 


La  corte  del  reí  de  España. — Magallanes  i  Faleiro  encuentran  un 
protector  en  el  obispo  de  Burgos. — Sus  primeras  conferencias 
con  los  ministros  del  rei.  —Manifiestan  sus  proyectos  i  hacen 
proposiciones  para  ir  a  descubrir. — Dudas  cosmográficas  que 
despiertan  estos  proyectos.—  Confianza  de  Magallanes.  —  Con- 
trato celebrado  con  la  corona.  —Disposiciones  del  rei  en  favor 
del  viaje. — Celos  de  la  corte  de  Portugal— Sus  reclamaciones 
diplomáticas. — Dificultades  que  oponen  los  oficiales  de  la  casa 
de  contratación — El  rei  las  allana.— Nuevas  e  inútiles  recla- 
maciones del  embajador  portugués. 


El  príncipe  Carlos,  sus  ministros  i  consejeros  estaban 
preocupados  con  los  afanes  consiguientes  al  reconocimiento 
del  primero  en  el  rango  del  rei  de  España,  cuando  Magalla- 
nes i  Faleiro  llegaron  a  Valladolid.  Las  cortes  de  Castilla 
convocadas  para  este  objeto  en  dicha  ciudad,  después  de 
alarmantes  discusiones,  habían  prestado  el  reconocimiento 
pedido;  pero  el  ánimo  del  nuevo  soberano  no  estaba  libre 
de  inquietudes  i  sinsabores  después  de  ese  acto  de  sumisión. 
Síntomas  alarmantes  de  futuras  rebeliones  hacían  temer 
por  la  tranquilidad  de  la  monarquía. 

De  este  modo,  las  lisonjeras  espectatívas  que  los  aventu- 
reros pudieron  haber  concebido  al  principio  sobre  la  juven- 
tud i  el  entusiasmo  del  príncipe,  debieron  sufrir  una  nota- 
ble modificación  a  la  vista  de  la  corte  i  de  las  circunstancias 
que  la  mantenían  enajenada.  Agregúese  a  esto  que  entre  los 


220  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

consejeros  del  reí  no  se  veía  uno  solo  capaz  de  interesarse 
por  una  empresa  de  esta  naturaleza.  Dominaba  en  ella,  en 
calidad  de  ministro,  Guillermo  de  Crov,  señor  de  Chievres, 
hombre  de  talento,  es  verdad,  pero  avasallado  por  una  co- 
dicia insaciable  que  lo  habria  hecho  desatender  cualquiera 
empresa  de  que  no  hubiera  sacado  un  provecho  personal  ^. 
El  gran  canciller  de  Castilla,  Juan  Sauvage,  lo  igualaba  en 
codicia  sin  poseer  las  prendas  necesarias  para  el  gobierno, 
i  sin  interesarse  por  él  -;  i  el  cardenal  Adriano  de  Utrech, 
antiguo  preceptor  del  rei,  a  quien  este  habia  encargado  que 
compartiera  con  Cisnéros  la  rejencia  de  España,  era  un 
hombre  débil,  sin  conocimiento  de  las  cosas  de  gobierno, 
que  gozaba  apenas  de  una  efímera  reputación  por  su  eru- 
dición en  la  teolojía  escolástica  ^.  No  eran  sin  duda  éstos 
los  hombres  aparentes  para  comprender  i  patrocinar  pro- 
yectos como  los  que  traian  a  Castilla  Magallanes  i  Fa- 
leiro. 

Por  fortuna,  el  rei  i  la  corte  daban  gran  crédito  en  todo 
]o  referente  al  gobierno  de  las  nuevas  colonias  i  a  los  pro- 
yectos de  futuros  descubrimientos  al  obispo  de  Burgos, 
Juan  Rodríguez  de  Fonseca,  miembro  del  consejo  de  Indias 
i  su  presidente  en  ausencia  del  gran  canciller.  Era  éste  un 
prelado  mundano,  mas  aficionado  a  los  asuntos  de  gO' 
bierno  que  al  desempeño  de  sus  funciones  episcopales,  intri- 
gante i  rencoroso.  Enemigo  declarado  de  los  hombres  de  un 
mérito  sólido,  contrarió  cuanto  pudo  los  proyectos  de  Co' 
Ion,  de  Balboa  i  de  Cortes  haciendo  valer  su  influjo  cerca 
de  los  re^^es  i  empleando  siempre  manejos  indignos  *.   Fon- 

1  Sandoval,  Historia  de  Carlos  V,  lib.  III,  §  XVI,  fol.  77  (Valla- 
dolid,  1604).— MiÑANA,  Continuación  de  la  Historia  de  Mariana^ 
lib.  I,  cap.  III — Petrus  Martyk,  Opas  epistolaram,  epist.  662,  662 
i  173. 

Ferrer  del  Rio  ha  publicarlo  en  castellano  estas  tres  epístolas 
entre  los  documentos  de  su  Historia  de  las  comunidades  de  Cas- 
tilla (Madrid,  1851). 

2  Sandoval,  lib.  III,  §  XLIX,  fol.  62. 

3  RoBERTsoN,  History  of  Charles  V,  Book  I. 

^  Los    historiadores  españoles,   respetando  el  carácter  que   iii- 


VIDA  1  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       221 

seca,  sin  embargo,  observó  con  Magallanes  i  Faleiro  muí 
distinta  conducta.  Sea  que  de  sus  proyectados  viajes  espe- 
rase un  provecho  personal,  o  que  con  la  protección  de  estos 
aventureros  quisiera  reponerse  del  natural  desprestigio  que 
debian  haberle  granjeado  sus  anteriores  intrigas,  el  obispo 
de  Burgos  se  declaró  desde  luego  en  su  decidido  protector 
ante  el  rei  i  sus  consejeros. 

En  efecto,  antes  de  muchos  dias,  los  portugueses  fueron 
presentados  a  los  ministros  del  rei  por  el  mismo  Fonseca 
para  que  personalmente  espusieran  sus  proyectos.  Maga- 
llanes llevaba  consigo  un  globo  pintado  en  que  estaban  se- 
ñalados los  mares  i  costas  hasta  entonces  conocidos,  pero 
en  el  cual  habia  dejado intencionalmente  en  blanco  el  punto 
por  donde  pensaba  hacer  su  viaje  ^.  La  primera  cuestión 
que  se  suscitó  fué  la  de  saber  si  lasislasque  los  aventureros 
se  proponían  descubrir  i  conquistar,  estaban  dentro  de  los 
límites  fijados  por  el  papa  a  las  posesiones  del  rei  de  Espa- 
ña. Entonces  Faleiro  mostró  con  el  compás  en  la  mano  que 
esas  islas  estaban  comprendidas  por  la  línea  de  demarca- 
ción de  Alejandro  VI  ^. 

Salvada  esta  dificultad,  fué  necesario  que  Magallanes  i 
Faleiro  hicieran  por  escrito  sus  propuestas  al  rei.  Propu- 
sieron en  efecto  dos  proyectos  de  espedicion,  ya  fuera  que 
Carlos  quisiese  hacer  los  gastos  de  la  empresa  o  que  acep- 
tara sólo  una  parte  de  sus  futuras  utilidades  a  trueque  de 
darles  permiso  para  hacer  el  viaje  con  fondos  particulares. 
En  esos  dias,  cabalmente,  habia  llegado  a  Castilla  un  co- 
merciante llamado  Cristóbal  de  Haro  que  poseia  estensas 
relaciones  mercantiles  en  África,  i  en  la  ciudad  de  Ambéres, 
donde  tenia  su  residencia  habitual.  Haro  habia  celebrado 
un  convenio  con  el  rei  don  Manuel  de  Portugal  para  nego- 


vestia  este  prelado,  no  se  atrevieron  a  caracterizarlo  con  su  ver- 
dadero colorido.  Véase  a  W.  Irving,  Life  of  Colomhus,  i  parti- 
cularmente el  apéndice  núm.  XXXII,  al  fin  de  esa  obra. 

•'>  Herrera,  déc.  II  lib.  II,  cap.  XIX. 

^  LÓPEZ  DE  Castañeda,  Historia  do  descohrimento  e  conquista 
da  India  per  los  portugueses,  tom.  I,  introducción. 


222  ESTUDIOS    HISTÓKIC0-BIBL.10GRÁP1C0S 

ciar  en  la  costa  de  Guinea,  pero  habiendo  mandado  a  aque" 
líos  mares  algunos  de  sus  buques,  los  portugueses  que 
guardaban  la  costa  le  echaron  a  pique  siete  naves,  sin  que 
el  rei  quisiera  reparar  tan  grave  daño  '.  Natural  era  que  el 
acaudalado  comerciante  de  Ambéres,  cobrara  saña  contra 
el  soberano  que  tan  mal  cumplia  sus  compromisos.  En  efec- 
to, Haro  vio  en  la  empresa  de  Magallanes  i  Faleiro  no  sólo 
un  campo  de  provechosas  especulaciones,  sino  también  un 
medio  para  vengarse  de  la  perfidia  del  rei  de  Portugal;  i  les 
ofreció  los  recursos  necesarios  para  acometer  su  empresa. 
De  ahí  provino  que  los  aventureros  propusieran  al  rei  ha- 
cer el  viaje  por  su  propia  cuenta,  ofreciéndole  el  quinto  de 
todo  el  ínteres  i  provecho  de  la  empresa  con  tal  que  la  co- 
rona les  garantizara  la  dominación  i  gobierno  de  las  islas 
que  hablan  de  descubrir. 

Por  si  el  monarca  no  aceptaba  estas  proposiciones,  Fa- 
leiro i  Magallanes  pedian  al  rei  que  les  diese  para  ellos  i  íus 
herederos,  i  con  el  título  de  almirantes,  el  gobierno  de  las 
tierras  que  descubriesen  junto  con  la  vijésima  parte  de  los 
frutos  que  produjeran.  Sólo  en  el  caso  en  que  pasaran  de 
seis  las  islas  que  hallasen  en  su  camino,  podrían  ser  dueños 
de  dos  de  ellas;  pero  de  todos  modos  reclamaban  que  se 
prohibiera  a  cualesquiera  otros  empresarios  hacer  viajes  de 
esploracion  i  de  comercio  en  el  término  de  diez  años,  a  las 
islas  que  ellos  descubriesen  s. 

Esta  última  propuesta  fué  la  que  pareció  mas  aceptable 
al  soberano.  Carlos  quería  que  el  descubrimiento  se  hiciera 
por  cuenta  de  la  corona;  pero,  como  no  tuviera  mucha  con- 
fianza en  los  conocimientos  de  los  portugueses,  les  pidió 
que  señalasen  el  rumbo  que  pensaban  seguir  en  su  viaje  ja 
que  con  tanta  seguridad  hablaban  de  pasar  al  mar  del  sur 
por  un  camino  hasta  entonces  desconocido,  i  que  sin  em- 


7  Documentos  estractados  en  Lisboa  por  don  Juan  B.  Muñoz. 

8  Estas  propuestas  con  algunos  artículos  de  menor  importan- 
cia, existen  en  copia  en  el  archivo  de  Indias,  i  fueron  publicadas 
por  Navarrete  en  la  páj.  113  del  tom.  IV  de  su  Colección, 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       223 

bargo  habían  buscado  con  tanto  ahinco  los  marinos  i  es- 
ploradores  castellanos.  Había  en  esta  desconfianza  del  reí 
algo  de  desagradable  i  bochornoso  para  Magallanes,  tan- 
to mas  cuanto  no  le  era  posible  dar  una  respuesta  satis- 
factoria a  una  cuestión  de  esa  naturaleza.  Después  de  los 
infructuosos  viajes  hechos  en  busca  de  un  estrecho,  que  co- 
munícase los  dos  océanos,  los  españoles  habían  acabado 
por  creer  que  el  continente  americano  se  dilataba  sin  inte- 
rrupción del  uno  al  otro  polo,  como  una  barrera  puesta 
por  la  naturaleza  para  separar  los  mares  occidentales  de 
los  orientales,  *'de  forma,  dice  un  escritor  de  aquella  épo- 
ca, que  en  ninguna  manera  se  pudiese  pasar  ni  navegar  por 
allí  para  ir  hacia  el  oriente"  ^. 

Magallanes,  sin  embargo,  pensaba  de  muí  distinta  ma- 
nera. En  sus  viajes  al  rededor  del  África  había  podido  ob- 
servar la  forma  piramidal  de  este  continente;  i  los  datos 
recojidos  hasta  entonces  por  los  viajeros  españoles  acerca 
de  la  conformación  de  la  América  meridional,  debieron  su- 
jerirle  el  pensamiento  de  que  era  posible  circumnavegarla 
como  Vasco  de  Gama  lo  había  hecho  en  África.  Después  de 
la  espedícion  de  Diego  de  Lepe  (1500)  i  de  la  observación 
que  hizo  este  navegante  de  que  doblando  el  cabo  de  San 
Agustín  las  costas  de  la  América  se  inclinaban  violenta- 
mente  hacia  el  suroeste,  los  viajeros  españoles  que  esplo- 
raron hasta  las  orillas  del  rio  de  la  Plata,  no  cesaron  de 
observar  que  el  nuevo  continente  seguía  siempre  esa  incli- 
nación vertical.  Esas  observaciones  debieron  hacer  creer  a 
Magallanes  que  la  América  terminaba  en  una  punta,  i  que 
no  era  difícil  encontrar  ahí  el  paso  que  comunicara  los  dos 
océanos  i^.  En  las  almas  apasionadas,  estas  conjeturas  se 
convierten  pronto  en  convicciones  profundas;   i  Magallá- 


9  Maximiliano  Transilvano,  Relación  del  descubrimiento  de 
las  Molácas,  en  Navakrete,  Colección  etc.  tom.  IV  páj.  255. 

10  Véanse  las  sagaces  i  eruditas  observaciones  que  a  este  res- 
pecto hace  HuMBOLDT,  Histoire  de  la  géographie  da  nouveau  con- 
tinent,  tom.  I  páj.  328  i  siguientes. 


224  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


nes  debió  sacar  de  allí  i  de  otras  suposiciones  mas  o  me- 
nos injeniosas,  la  fe  sincera  que  tenia  de  hallar  el  camina 
que  lo  llevase  a  los  mares  del  oriente,  adelantando  ios  re- 
conocimientos que  los  españoles  liabian  hecho  en  la  costas 
americanas. 

Pero  si  esas  conjeturas  tenian  en  su  ánimo  el  valor  de  los 
datos  mas  autorizados,  temió,  como  era  natural,  que  fue- 
ran despreciadas  por  el  rei  de  España  i  sus  consejeros.  En 
circunstancias  semejantes,  cuando  los  doctores  i  los  teólo- 
gos negaban  a  Colon  la  posibilidad  de  llegar  a  las  Indias 
saliendo  de  España  con  rumbo  al  occidente,  el  gran  descu- 
bridor repetia  en  su  apoyólos  versos  de  una  trajedia  de  Sé- 
neca. Cuando  el  rei  i  sus  ministros  pidieron  a  Magallanes 
que  señalara  los  fundamentos  de  su  proyecto,  sospechó  éste 
que  se  iban  a  reir  de  esas  observaciones  que  no  estaban  ba- 
sadas en  una  cita  ambigua  de  algún  padre  de  la  iglesia  o 
de  algún  filósofo  de  la  antigüedad.  El  futuro  descubridor 
dijo  entonces  que  en  la  tesorería  del  rei  de  Portugal  habia 
visto  una  carta  de  navegar  levantada  en  años  atrás  por  un 
famoso  jeógrafo  llamado  Martin  Behaim,  en  que  estaba  se- 
ñalada una  comunicación  entre  ambos  mares,  que  él  pen- 
saba hallaren  su  viaje  ii.  A  la  referencia  de  esta  autori- 
dad, Magallanes  agregaba  que  si  no  hallase  el  pasaje  que 
buscaba,  iria  por  el  * 'camino  de  los  portugueses,  pues  que 
para  mostrar  que  las  Molúcas  caian  en  la  demarcación 
de  Castilla,  bien  se  podia  ir  por  su  camino  sin  perjudicar- 
les" 12. 

Talvez  bastó  la  autoridad  que  citaba  Magallanes  para 
resolver  las  dificultades  de  la  empresa.  El  rei  i  sus  minis- 
tros, desconfiados  al  principio,  aceptaron  en  breve  sus  pro- 
puestas, i  con  fecha  de  22  de  marzo  mandaron  estender  la 
capitulación  o  contrato  en  que  se  autorizaba  el  proyectado 
viaje  de  los  aventureros  portugueses.  Comprometíase  el  rei 
a  no  dar  licencia  a  persona  alguna,  por  el  término  de  diez^ 


11  Véase  la  Ilustración  nóra.  III. 

12  Herrera,  déc.  II  lib.  II,  cap.  XIX. 


VIDA    I    VIAJES    DE   HERNANDO    DE    MAGALLANES  225 

años,  para  que  fuese  a  descubrir  por  el  camino  que  ellos 
proponían.  Para  este  viaje,  Carlos  raandária  armar  cinco 
navios,  abastecidos  de  jente,  en  número  de  234  personas, 
de  víveres  para  dos  años,  i  de  competente  dotación  de  arti- 
llería, concediendo  el  mando  de  esa  escuadrilla  a  Faleiro  i 
Magallanes,  como  también  la  veinteava  parte  de  las  utili- 
dades de  los  descubrimientos,  i  el  título  para  ellos  i  sus  su- 
cesores de  adelantados  i  gobernadores  de  las  tierras  e  islas 
que  encontrasen  en  su  viaje  i-^.  El  mismo  dia  22  de  marzo 
de  1518,  el  rei  dio  íi  Magallanes  i  Faleiro  el  título  de  capi- 
tanes de  dicha  armada  con  poder  i  facultad  para  ejercer  el 
mando  por  sí  o  por  sus  tenientes,  tanto  en  mar  como  en 
tierra  i  mientras  durase  el  viaje,  debiéndoseles  guardar  los 
respetos  i  consideraciones  correspondientes  al  cargo  que  se 
les  confiaba  i*.  Desde  la  fecha  de  este  nombramiento,  la 
casa  de  contratación  de  Sevilla,  debia  abonarle  el  sueldo  de 
50,000  maravedís. 

El  término  tan  feliz  de  esta  negociación  se  debia  casi  es- 
clusivamente  al  empeño  que  en  ella  habia  puesto  el  obispo 
Fonseca.  El  rei  Carlos,  mui  joven  todavía  en  aquella  época, 
no  estaba  en  situación  de  apreciar  el  mérito  ni  las  ventajas 
de  la  empresa  propuesta  por  los  aventureros  portugueses; 
pero  el  obispo  de  Burgos  habia  llegado  a  ser  en  la  corte  la 
primera  autoridad  en  materia  de  navegación  a  las  Indias,  i 
éste  supo  emplear  su  influencia  en  favor  del  proyectado  via- 
je a  las  islas  de  la  especiería.  Alerced  a  esta  protección,  Ma- 
gallanes i  Faleiro  vieron  acercarse  el  momento  de  realizar 
sus  planes  i  alcanzaron  cierto  grado  de  valimiento  en  la 
corte. 

En  el  séquito  de  ésta  salieron  de  Valladolid  a  principios 
del  mes  de  abril.  Carlos  habia  conseguido  que  las  cortes  de 
Castilla  lo  reconociesen  i  jurasen  como  rei,  i  marchaba  a 
Zaragoza  a  reclamar  igual  juramento  de  los  aragoneses. 


13  Este  contrato  ha  sido  publicado  íntegro  por  Navarkete  eu 
la  píij.  1 16  del  tom.  IV  de  su  Colección. 

14  Navarrete,  Colección,  etc.  tom.  IV,  páj.  121. 

TOMO    VI        '  15 


226  ESTUDIOS    HlSTÓRICO-BIBLIOGRÁnCOS 

En  su  viaje,  se  detuvo  algunos  dias  en  Aranda  de  Duero^ 
residencia  entonces   de   su   hermano,   el  infante   Fernando, 
príncipe  sagaz  i  bondadoso,  cuya  popularidad  le  desperta- 
ba vivos  recelos.    En   esta  ciudad,  dictó  el  rei  varias  provi- 
dencias destinadas  a  acelerar  los  aprestos   para  la  espedi- 
cion  de  Magallanes.   Mandó  que  se  aumentase  el  sueldo  de 
los  dos  portugueses  con  8,000  maravedis  mensuales  mien- 
tras sirvieran  en  la  escuadrilla  que  se  preparaba,  i  dispuso 
que  desde  luego  se  entregasen  a  cada   uno  30,000  marave- 
dis para   ayuda  de  costas.    Por  otras  cédulas  espedidas  en 
la  misma  ciudad,  ordenó  que   se  cumplieran  en  sus  herede- 
ros las  mercedes  que   les  habia  concedido,  facultó  a  Maga- 
llanes i  Faleiro  para  que  presentasen  los  pilotos  que  debie- 
ran ir  en  la  armada  a  fin  de  que  fueran  examinados  por  la 
casa   de  contratación,  asignándoles   ventajosos   sueldos,  i 
encargó  a  dicha  casa  que  se  entendiera   con   ambos   para 
aprestar  las  naves  i  acelerar  la  partida  de  la  espedicion  i-"\ 
Pero  si  el  rei  estaba   tan  bien   dispuesto   para  protejer  i 
activar  la  empresa  de  Magallanes,  no  pasó  mucho  tiempo 
sin  que  se   suscitaran   nuevas  dificultades.  El  rei  de  Portu- 
gal, noticioso  de  los  proyectos  de   sus  antiguos   subditos  i 
divisando  en  ellos  futuros  peligros  parala  seguridad  de  sus 
posesiones  en  la  India,   trató  de  combatir   la   empresa  por 
cualquier  medio  que  se  presentara.  Los  celos  que  los  descu- 
brimientos i  conquistas  de  los  castellanos  habian  desperta- 
do en   la  corte  de   los   reyes   del  Portugal   eran  demasiado 
vehementes,  i   se  habian  hecho  sentir  por  proyectos  dignos 
de  un  siglo  en  que  los   preceptos  de  la  moral  eran  muí  mal 
comprendidos.  Cuando  Cristóbal  Colon  de  vuelta  de  su  pri- 
mer viaje,  arribó  a  Lisboa  combatido  por  una  violenta  tem- 
pestad, no  faltó  en  aquella   corte  quien  propusiera  al  rei  e^ 
espediente  de  asesinar  al  descubridor  para  destruir  el  secre- 
to de  su  viaje  i  aprovecharlo  después  en  favor  de  Portu- 


i'>   Navarrete  ha  tomado  de  la  colección  de  papeles  que  dejó  don 
Juan  B.  Muñoz  el  estracto  de  estas  reales  cédulas. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO   DE    MAGALLANES  227 

gal  16.  Posteriormente,  en  1512,  cuando  Fernando  el  cató- 
lico mandó  aprestar  algunos  buques  para  que  Juan  Díaz  de 
Solis  fuese  en  busca  de  las  islas  de  la  especiería,  el  embajador 
del  Portugal  hizo  tan  enérjicas  reclamaciones  que  fué  nece- 
sario desistir  por  entonces  de  ese  proyecto  i'.  Natural  era 
que  la  corte  portuguesa,  consecuente  con  esta  política  de 
celos  i  rivalidades,  tratara  de  estorbar  el  viaje  de  Maga- 
llanes. 

Hallábase  entonces  en  España  el  embajador  portugués 
don  Alvaro  de  Costa,  encargado  de  solicitar  la  mano  de  la 
infanta  doña  Leonor  para  el  rei  don  Manuel  de  Portugal. 
Con  motivo  de  esta  alianza,  el  embajador  no  cesaba  de  ha- 
cer sus  representaciones  contra  los  provectos  de  Magalla- 
nes, i  aun  trató  de  disuadir  a  este  representándole  que  era 
indignode  un  hidalgo  el  empeñarse  en  empresas  que  liabian 
de  redundar  en  perjuicio  de  su  rei  i  de  su  patria.  Pero,  como 
todas  estas  dilijencias  no  surtieran  el  efecto  apetecido,  se 
trató  en  los  consejos  del  rei  de  Portugal  de  buscar  un  reme- 
dio mas  eficaz  a  aquella  exijencia  En  esas  deliberaciones, 
fué  un  prelado  portugués  el  que  propuso  el  arbitrio  mas 
atroz.  Don  Fernando  de  Vasconcelos,  obispo  de  Lamego, 
indicó  que  era  urjente  atraerse  a  Magallanes  por  medio  de 
gracias  i  favores,  o  hacerlo  asesinar  en  caso  de  que  no  los 
aceptase  '^^. 

Por  grande  que  fuera  la  reserva  con  que  se  diera  este  con- 
sejo, la  noticia  del  peligro  que  corrían  los  aventureros  por- 


16  Herrera,  Déc.  I,  lib.  II,  cap.  III.— ^Agustin  Manuel  de  Vas- 
CONCELLos,  Vida  I  acciones  del  rei  don  Juan  II,  décimo  tercero  rei 
de  Port^iiral,  lib.  VI,  fol.  293  i  294  (Madrid  1639). 

1^  Véanse  las  cartas  del  embajador  de  Portugal  a  su  rei,  publi- 
cadas por  Navarkete  en  el  tomo  III,  páj.  127  i  siguientes  de  su 
Colección. 

1^  Farl\  i  Sousa,  Europa  Portu^^uesa,  part.  IV,  cap.  I,  tomo  II, 
páj.  543. — Pvl  jesuíta  LAFrrAL,  que  ha  dado  cuenta  de  este  hecho 
{Histoire  rJes  descouvertes  et  conquestes  des  portueais,  lib.  VIII, 
tomo  III,  páj.  47),  oculta  el  nombre  del  autor  de  este  consejo,  si 
bien  dice  que  fué  uno  de  los  mas  acreditados  señores  de  la  corte. 


228  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLIOGRÁFICOS 

tugueses  llegó  a  P2spaña  cuando  éstos  se  hallaban  en  Zara- 
goza, residencia  accidental  de  la  corte.  Como  es  fácil  supo- 
ner, ambos  tomaron  todas  las  precauciones  necesarias  para 
librarse  de  ser  asesinados.  El  obis|)o  de  Btirgos,  el  mas  em- 
peñoso de  sus  protectores,  los  hacia  escoltar  de  noche  por 
los  criados  de  su  servidumbre  para  salvarlos  de  una  cela- 
da; i  ellos  tenian  particular  cuidado  de  salir  raras  veces  de 
su  casa  ^'\ 

Un  peligro  mas  seno  que  el  que  amagaba  sus  vidas,  ame- 
.nazaba  en  esos  momentos  a  la  provectada  espedicion  de 
Magallanes.  Los  ohciales  de  la  casa  de  contratación  de  Se- 
villa recibieron  mal  la  noticia  del  convenio  celebrado  entre 
los  portugueses  i  el  rei  de  España,  i  trataron  de  poner  dificul- 
tades i  tropiezos  a  su  cumplimiento.  Con  este  mocivo,  re- 
presentaron al  rei  las  dificultades  de  la  empresa,  lo  incierto 
de  sus  resultados  i  provechos  i  la  escasez  de  dinero  para  ha- 
cer frente  a  los  gastos  que  exilia  el  equipo  de  la  escuadrilla. 
Pero,  Carlos  no  estaba  dispuesto  a  retroceder  de  sus  pro- 
yectos ante  dificultades  de  ese  jénero  ni  a  ceder  por  las  re- 
flexiones que  pudieran  hacerle  sus  empleados  dependientes. 
Escribió  a  éstos  de  que  era  su  voluntad  llevar  a  cabo  el 
viaje  provectado;  i  que  de  una  remesa  de  oro  que  acababa 
de  llegar  de  las  Indias  se  gastasen  hasta  6,000  ducados,  o 
lo  que  fuere  necesario,  consultando  para  todo  a  Magalla- 
nes i  Faleiro.  Al  mismo  tiempo,  el  rei  impartió  órdenes  para 
que  se  comprasen  en  Vizcaya  i  en  Flándes  los  artículos  na- 
vales que  allí  se  pudieran  conseguir  a  mejor  precio  -^. 

Para  activar  mas  aun  estos  aprestos,  dio  el  rei  al  mismo 
Magallanes  su  carta  para  los  oficiales  de  la  casa  de  contra- 
tación encargándole  que  se  presentara  cuanto  antes  en  Se- 
villa a  fin  de  allanar  toda  dificultad  i  de  preparar  por  sí 
mismo  los  elementos  necesarios  para  la  espedicion.  Por 
gracia  especial,  Carlos  condecoró  a  Magallanes  i  a  Faleiro 


19  Herkera,  Déc.  II,  lib.  11,  cap.  21. 

20  Carta  del  rei  a  los  oficiales  de  la  contratación  de  20  de  julio 
de  1518,  estractada  por  don  Juan  B.  Muñoz  de  los  rejistros  de 
reales  cédulas. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE     MAGAí^LÁNES  229 

con  las  cruces  de  comendadores  de  la  orden  de  Santiago, 
distinción  honrosa  que  los  reyes  no  concedian  sino  a  sus 
mas  señalados  servidores.  Magallanes  salió  de  Zaragoza  a 
fines  de  julio,  i  llegó  a  Sevilla  a  mediados  de  agosto,  donde 
fué  recibido  con  señales  de  agrado  por  los  oficiales  de  la 
contratación.  En  carta  de  IB  de  ese  mes  decían  al  rei  que 
se  holgaban  del  convenio  celebrado  con  Magallanes,  que 
creianniui  honrosa  i  provechosa  esta  negociación,  i  que  si  el 
oro  llegado  poco  antes  de  las  Indias  no  bastaba  para  los 
gastos  de  la  empresa,  acababan  de  recibir  una  nueva  i  mas 
considerable  remesa,  de  la  cual  podrían  sacarse  los  fondos 
necesarios  -i. 

Tanta  actividad  i  tanta  decisión  departe  del  rei  en  favor 
de  la  empresa  de  Magallanes,  no  desalentaron  al  embaja- 
dor de  Portugal.  Don  Alvaro  de  Costa  no  desma^^aba  en 
su  empeño  de  representar  a  los  ministros  del  rei  de  España 
los  derechos  de  su  soberano  a  las  islas  de  la  especiería,  los 
inconvenientes  i  dificultades  del  viaje  proyectado,  i  lo  que 
es  mas  que  todo,  la  pretendida  incompetencia  de  Magalla- 
nes i  Faleiro  para  dar  cima  a  tan  grande  obra.  Inútil  era 
que  los  ministros  de  Carlos  le  señalaran  un  artículo  de  la 
contrata  celebrada  con  aquellos  por  el  cual  se  les  prohibía  de 
una  manera  terminante  que  en  su  viaje  tocaran  en  alguna 
de  las  posesiones  del  rei  de  Portugal,  o  que  en  lo  mas  míni- 
mo hirieran  los  intereses  de  na  monarca  a  quien  en  ese  mis- 
mo documento  denominaba  su  "mui  caro  i  muí  amado  tio 
i  hermano".  El  embajador  persistía,  a  pesar  de  todo,  en  sus 
empeños  i  trabajos. 

En  setiembre  (1518),  aprovechándose  de  una  enferme- 
dad del  ministro  Chiebres,  don  Alvaro  tuvo  una  conferen- 
cia con  el  rei  en  que  le  habló  de  estos  asuntos  con  una  dura 
franqueza.  Espúsole  que  era  indigno  de  un  rei  el  recibir  en 
su  servicio  a  los  vasallos  de  otro  rei  amigo  suyo  porque  eso 
no  se  acostumbraba  entre  buenos  caballeros;  que  no  era 
tiempo  de  disgustar  a  un  monarca  amigo  por  cosa  de  tan 


Documento  estractado  por  don  Juan  B.  Muñoz. 


2  ')0  ESTUDIOS    MISTÓRíCO-RIIÍLIOaRÁFíOOS 

poca  importancia  i  tan  incierta;  i  que  en  España  tenia  va- 
sallos suyos  muí  capaces  de  hacer  descubrimientos,  sin  ne- 
cesidad de  emplear  a  los  portugueses  que  venian  disgusta- 
dos de  su  rei,  i  de  quienes  éste  del)ia  naturalmente  tener 
desconfianza.  Tal  vez  esaí=?  razones  tuvieron  algún  peso  en 
el  ánimo  del  monarca  español.  Por  toda  contestación,  dijo 
al  embajador  que  hablara  sobre  el  particular  con  el  carde- 
nal Adriano,  a  quien  estimaba  mas  que  í^  cualquiera  otro 
(le  sus  consejeros. 

Como  se  ve,  en  estas  últimas  conferencias,  el  embajador 
portugués  daba  un  sesgo  enteramente  personal  a  sus  recla- 
maciones. No  hablaba  ya  de  los  derechos  de  su  soberano  a 
las  islas  de  la  especiería,  que  podian  ser  discutidos  i  talvez 
negados,  sino  sólo  de  las  personas  que  el  rei  de  España  em- 
pleaba para  este  viaje,  pensando  quizá  que  bastaba  alejar 
a  los  portugueses  de  la  empresa  para  que  quedara  parali- 
zada. Esta  manera  especiosa  de  presentar  sus  quejas,  inquie- 
tó algo  al  cardenal,  hombre  débil  de  carácter  i  de  cabeza,  i 
lo  indujo  a  reunir  el  consejo  de  Indias  para  consultarlo  so- 
bre el  particular.  El  obispo  Fonseca  i  sus  colegas  sacaron 
de  embarazo  a  su  rei:  dijeron  ellos  que  el  descubrimiento 
meditado  caía  en  los  límites  fijados  ])or  el  Papa  a  las  pose- 
siones españolas,  punto  principal  de  la  cuestión;  i  que  poco 
importaba  que  el  rei  de  F2spaña  empleara  dos  portugueses 
de  quienes  decian  los  mismos  reclamantes  que  eran  hom- 
bres de  poca  importancia,  siendo  que  el  rei  de  Portugal  se 
servia  de  muchos  españoles.  Esta  decisión  sacó  de  vacila- 
ciones al  cardenal;  i  el  mismo  ministro  Chiebres,  instado 
por  el  embajador  para  que  determinara  al  rei  a  volver 
atrás,  se  apoyó  en  la  resolución  del  consejo  de  Indias,  di- 
ciendo que  en  este  asunto  era  el  obispo  de  Bíirgos  i  los  cas- 
tellanos sus  amigos,  los  únicos  instigadores  del  rei  ^-. 

Después  de  oir  tales  escusas  i  sobre  todo  de  notar  la  re- 
solución en  que  se  hallal)an  Carlos  i  sus  consejeros  de  llevar 


22   Carta  de  Costa  al  rei  de  Portugal,  Zaragoza  28   de   setiem- 
bre de  1518,  estractada  por  Muñoz  en  los  archivos  de  Lisboa. 


VIDA    1    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  231 

adelante  el  pro\'ecto  de  viaje,  parecía  natural  que  el  emba- 
jador portugués  hubiera  desistido  de  toda  reclamación  i  de 
toda  instancia.  No  sucedió  así  sin  embargo;  don  Alvaro 
volvió  a  insistir  de  nuevo  en  sus  exijencias  para  que  se  se- 
parara a  Magallanes  del  servicio  de  España  i  se  desistiera 
por  entonces  de  aquella  empresa;  pero  el  rei  liabia  tomado 
al  fin  una  resolución  irrevocable,  i  por  mas  c[ue  empleara 
las  fórmulas  mas  melifluas  de  la  diplomacia,  marchaba  de- 
recho hacia  su  objeto  sin  cuidarse  de  los  intereses  ajenos  ni 
de  las  quejas  de  su  pariente  i  aliado. 


CAPÍTULO  IV. 


Innlilidad  de  Faleiro  para  les  trabajos  de  la  escuadra.  -  Activi 
dad  de  Magallánts.— Contrariedades  que  sufría.— Desorden 
provocado  en  contra  suya.— Justicia  que  hace  el  rei  a  Maga- 
llanes.—Actividad  en  los  aprestos  de  la  escuadra.— Instruccio- 
nes del  rei.— Los  ajentes  portugueses  tratan  de  ganarse  a  Ma- 
gallanes i  Faleiro.— El  rei  separa  a  éste  de  la  escuadra — Últi- 
mos aprestos. — Magallanes  recibe  el  estandarte  real. — Salen 
las  naves  de  Sevilla.— Testamento  de  Magallanes.- La  espedi- 
cion  zarpa  de  San  Juan  de  Barrameda. 


Desde  que  Magallanes  estuvo  de  vuelta  en  Sevilla,  no 
pensó  mas  que  en  activar  el  apresto  de  la  armada  espedi- 
cionaria,  temeroso  quizas  de  que  pudieran  sobrevenir  al- 
gunas dificultades  que  embarazasen  la  realización  de  sti 
pensamiento.  Si  al  principio  se  habia  presentado  sólo  como 
un  asociado  subalterno  de  los  proyectos  de  Faleiro,  ahora 
la  corte  i  todas  las  personas  con  quienes  tenia  que  tratar 
veian  en  él  el  alma  de  la  empresa.  Su  nombre,  que  al  prin- 
cipio figurabíi  en  los  documentos  en  segundo  orden,  des- 
pees del  de  Faleiro,  comenzaba  a  obtener  Ja  precedencia  en 
las  comunicaciones  oficiales. 

Faleiro,  en  efecto,  no  era  el  hombre  aparente  para  coo- 
perar en  trabajos  de  este  jénero.  Cosmógrafo  de  estudios 
teóricos,  tenia  pocos  conocimientos  del  mundo  i  de  la  prác- 
tica de  la  vida,  se  desagradaba  por  las  dificultades  que  era 
preciso  vencer,  i,  chocaba  con   todos  los  hombres  con  quie- 


234  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGKÁPICOS 

lies  tenia  que  tratar.  Magallanes,  por  el  contrario,  en  vez 
de  abatirse  por  los  obstáculos,  cobraba  en  ellos  mayor 
fuerza,  los  combatia  con  enerjía,  i  llegaba  a  la  realización 
de  su  pensamiento  ganándose  a  algunas  de  las  personas 
que  los  contrariaban,  venciendo  resueltamente  la  resisten- 
cia de  las  otras. 

Por  fortuna,  Magallanes  encontró  en  Sevilla  útiles  e  im- 
portantes colaboradores  para  sus  trabajos,  que  llevaron 
su  celo  hasta  suministrarle  los  recursos  pecuniarios  que  le 
entregaban  con  dificultad  los  empleados  del  rei.  El  tesorero 
Alonso  Gutiérrez  i  Cristóbal  de  Haro  suplieron  con  dinero 
])ropio  tina  parte  de  los  recursos  que  faltaban;  por  consi- 
deraciones al  obispo  de  Burgos,  que  se  habia  declarado  en 
el  mas  decidido  protector  de  la  empresa,  algunos  comer- 
ciantes de  «Sevilla  pusieron  en  ella  los  capitales  que  falta- 
ban 1 

Pero,  si  Magallanes  alcanzaba  tan  generosa  protección 
de  parte  de  algunas  personas,  no  le  faltaban,  en  cambio, 
enemigos  declarados  de  su  empresa  a  quienes  combatir. 
Las  resistencias  que  hallaba  en  sus  afanes,  nacian  de  ordi- 
nario del  empeño  que  el  rei  de  Portugal  ponia  en  separarlo 
del  servicio  de  España.  Las  halagü_Mias  promesas  que  con 
este  motivo  se  le  hicieron,  no  bastaron  a  inclinar  a  Maga- 
llanes a  desistir  de  sus  proyectos;  i  entonces  pensaron  sus 
enemigos  que  lo  que  conv^enia  era  tenderle  acechanzas,  pro- 
moverle dificultades,  fomentar  la  discordia  entre  sus  mis- 
mos parciales  i  fatigarlo  con  estas  hostilidades  hasta  que 
desmayara  en  sus  propósitos. 

A  los  enemigos  que  le  hacian  este  jénero  de  guerra  atri- 
buyó Magallanes  de  ordinario  los  obstáculos  con  que  tro 
pezaba.  El  mismo  hareferidocon  gran  minuciosidad  uno  de 
esos  accidentes,  que   tantas   molestias   e   incomodidades  le 
causaron. 

Tratábase  de  sacar  a  la  ribera  del  Guadalquivir  una  de 


1  Herrera,  déc.  11  lib.  lY,  cap.  IX,  pái,  129     Arjensoi.a,  ^na- 
/es  de  Aragón,  lib.  I,  cap.  179,  páj.  739. 


VIDA    1    VIAJES    DE    IIERXANDO    DE    MAGALLANES  235 

las  naves  que  tenia  el  nombre  de  Trinidad  para  carenarla 
en  tierra.  Cayendo  la  marea  al  amanecer,  Magallanes  se 
levantó  a  las  tres  de  la  mañana  del  día  22  de  octubre 
(1518)  a  fin  de  hacer  los  aprestos  para  el  trabíijo.  Cuando 
llególa  hora  de  comenzar  la  faena,  mandó  poner  cuatro 
banderas  con  sus  propias  armas  en  los  cabrestantes  donde 
se  acostumbraba  llevar  las  insignias  de  los  capitanes,  de- 
Jando  lugar  para  colocar  mas  arriba  el  estandarte  del  rei  i 
el  de  la  nave,  que  era  alusivo  al  nombre  que  se  le  habia  da- 
do. Desgraciadamente,  estas  banderas  no  estaban  aun  pin- 
tadas, i  por  tanto  no  se  i)udo  colocarlas  a  tiempo  de  em- 
prender el  trabajo.  Los  curiosos  que  se  habianagrupadoen 
la  ribera  comenzaron  a  murmurar  de  ló  que  veian,  diciendo 
que  eran  aquellas  las  banderas  del  rei  de  Portugal,  que 
Magallanes  enarbolaba  insolentemente  en  una  nave  espa- 
ñola, ralvez  habia  alguien  que  incitaba  al  pueblo  provo- 
cando esas  murmuraciones;  pero,  el  capitán  continuaba 
sus  trabajos  sin  fijarse  en  nada,  cuando  llegó  un  alcalde  de 
mar  diciendo  a  los  concurrentes  que  arrancasen  i  rompie- 
sen esos  estandartes. 

El  desorden  iba  a  comenzar  con  apariencias  mui  alarman- 
tes. Magallanes  se  acercó  a  los  grupos  de  curiosos  i  les  re- 
presentó tanto  a  ellos  como  al  alcalde  de  mar,  que  aquellas 
armas  que  veian  pintadas  en  las  banderas  de  la  nave,  eran 
las  de  su  familia,  i  nó  las  del  rei  de  Portugal,  de  cu\^o  servi- 
cio se  habia  separado  para  servir  al  rei  de  España.  Pero  es- 
tas esplicaciones  no  valieron  nada  para  el  alcalde  ni  para 
los  amotinados,  los  cuales  tan  pronto  como  Magallanes 
hubo  vuelto  a  sus  trabajos,  quisieron  arrancar  las  bande- 
ras que  flameaban  en  la  nave.  Hallábase  allí  el  doctor  San- 
cho de  Matienzo,  canónigo  de  la  Catedral  de  Sevilla  i  pri- 
mer oficial  de  la  casa  de  contratación;  i  viendo  el  desacato 
que  se  iba  a  cometer,  interpuso  su  autoridad  i  sus  respetos 
para  con  el  alcalde  de  mar,  i  en  seguida  pidió  a  Magallanes 
que  quitase  esas  banderas,  causa  del  tumulto  i  de  la  irrita- 
ción popular.  Habia  en  esta  exijencia  algo  de  vergonzoso 
para  el  altivo  capitán,  tanto  mas  cuanto  que  allí  cerca  es- 


2oG  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGKÁFICOS 

taba  nn  ájente  del  reí  de  í\)rtugal,  a  quien  conocía  mucho 
MagallánCvS,  i  que  era  quizas  el  instigador  del  desorden.  El 
capitán,  sin  eml)argo,  accedió  a  la  ]3eticion  del  doctor  Ma- 
tieiizo,  1  quitó  las  banderas  para  restablecer  la  calma. 

Esta  medida  de  prudencia  no  produjo,  sin  embargo,  el 
efecto  íjue  era  de  esperarse.  El  alcalde  de  mar  habia  ido  en 
busca  del  teniente  de  almirante,  empleado  equivalente  a  los 
capitanes  de  puerto  de  nuestros  dias,  i  volvia  con  él  dis- 
jjuesto  a  cumplir  la  orden  que  el  primero  habia  dado.  El  te- 
niente requirió  a  Magallanes  para  que  entregase  aquellas 
banderas:  i  como  Magallanes  contestase  resueltamente  que 
no  tenia  cuenta  alguna  que  dar  por  aquel  suceso,  aquel  em- 
pleado levantó  su  mano  contra  el  capitán  portugués  lla- 
mando a  gritos  a  los  alguaciles  para  que  lo  prendieran  co- 
mo igualmente  a  los  su  vos  que  manifestaban  disposición  de 
defenderlo.  La  lucha  se  iba  a  trabar;  ])ero  el  doctor  ^latien- 
zo  se  interpuso  reclamando  a  nombre  del  reí  que  no  se  co- 
metiese un  atentado  tan  contrario  a  su  servicio.  El  teniente 
de  almirante,  i  los  hombres  que  lo  acompañaban,  se  pusie- 
ron furiosos,  con  esta  contraried¿id;  i  echando  mano  sobre 
aquel  alto  funcionario,  sacaron  sus  espadas  i  las  esgrimie- 
ron sobre  su  cabeza  como  si  quisieran  descargar  sus  golpes. 
La  jentc  de  Magallanes,  que  habia  recibido  su  salario  ade- 
lantado i  que  veia  el  peligro  que  podia  correr,  aprovechó 
aquella  confusión  para  comenzar  a  desbandarse;  i  el  mismo 
capitán,  en  un  momento  de  justa  ira,  protestó  de  aquella  ; 
tropelía  i  anunció  que  abandonaba  la  nave  en  manos  de 
los  alcaldes  i  alguaciles,  confiado  en  que  encontraría  repa- 
ración de  aquel  agravio.  Sólo  entonces  se  aquietaron  los 
espíritu:  la  autoridad  del  doctor  Matienzo  fué  reconocida^,  j 
i  sus  empeños  sirvieron  para  determinar  a  Magallanes  a 
volver  al  trabajo  comenzado. 

Eácil  es  suponer  cuan  grande  seria  la  irritación  que  este 
suceso  produjo  en  el  ánimo  del  altivo  capitán.  Magallanes 
dio  cuenta  al  reí  del  agravio  declarándole  que  aquella  afren- 
ta hecha  a  él  en  su  carácter  de  capitán  de  las  naves  españo- 
las, necesitaba  ima  pronta   reparación,  i  pidiéndole  que  se 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  237 

sirviera  impartir  las  órdenes  necesarias  para  evitar  que 
esos  atentados  se  repitiesen,  i  que  en  adelante  se  le  guarda- 
sen las  consideraciones  debidas  a  su  carácter  ^^. 

Magallanes  tenia  razón  para  confiaren  que  el  rei  hari^ijns- 
ticia  a  sus  reclamos.  Desde  Zaragoza  le  escribió  una  carta  es- 
presándole su  desagrado  por  aquel  suceso  i  su  satisfacción 
por  la  conducta  del  doctor  Matienzo.  El  rei  hizo  mas  todavía: 
reprendió  a  las  autoridades  de  Sevilla  por  no  haber  acudido 
en  socorro  de  su  capitán,  i  encargó  que  la  casa  de  contrata- 
ción recibiese  información  d  1  hecho  para  castigar  severa- 
mente a  sus  autores. 

Estos  incidentes  retardaban,  entre  tanto,  los  aprestos 
para  la  salida  de  la  espedicion.  El  obispo  de  Burgos,  sin 
embargo,  no  cesaba  de  reiterar  sus  exijencias  para  obtener 
el  pronto  despacho  de  cuanto  podia  interesar  a  la  empresa 
de  Magallanes.  Acompañando  a  la  corte  en  su  viaje  a  Bar- 
celona a  principiosde  1519,  el  obispo Fonscca  insistia  cerca 
del  rei  en  la  necesidad  de  lanzar  al  mar  cuanto  antes  la  es- 
cuadrilla descubridora.  P^n  aquella  ciudad  despachó  el  rei, 
desde  últimos  de  marzo  hasta  principios  de  ma\M),  muchas 
cédulas  que  revelan  el  interés  que  tenia  en  favor  de  la  em- 
presa. Nombró  tesorero  de  la  espedicion  a  Luis  de  Mendo- 
za; i  debiendo  mandar  dos  de  las  naves  Magallanes  i  Fa- 
leiro,  dio  el  cargo  de  capitán  de  la  tercera  a  Juan  de  Carta- 
jena  con  el  empleo  de  veedor  jeneral,  i  la  capitanía  de  la 
cuarta  nave  a  Gaspar  de  Quezada.  En  sus  comunicaciones 
a  la  casa  de  contratación,  encargaba  el  rei  que  si  era  posi- 
ble se  disminuyese  el  número  de  los  hombres  que  debian  ir 
en  la  flota,  i  que  se  consultase  siempre  a  Magallanes,  sobre 
la  admisión  de  los  marineros  i  demás  jente  de  las  naves, 
''por  cuanto   tiene   de  esto   mas   esperiencia".  Encargaba 


2  Carta  de  Magallanes  al  rei,  escrita  en  Sevilla  a  24  de  octubre 
de  1518.  Herrera,  que  debió  conocer  esta  carta,  ha  dado  cuenta 
detenida  de  este  suceso  en  la  déc.  II,  lib,  I  Y,  cap.  IX  de  su  Historia 
de  las  Indias.  De  allí  sacó  sin  duda  Arjensola  las  noticias  que  de 
este  hecho  ha  publicado  en  sus  Analds  de  Aragón,  lib.  I,  cap.  79 
páj.  740. 


238  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIbLIOdRÁFICOS 

tanihi^n  que  los  dos  marinos  portugueses  espusieran  por 
escrito  el  rumbo  que  pensaban  seguir  i  las  demás  instruc- 
ciones (jue  debieran  servir  a  todos  los  pilotos  de  la  espedi- 
cíon.  Cí;n  igual  emj^eño  atendía  a  los  intereses  de  los  co- 
merciantes que  sinninistraban  armamento,  dinero  o  merca- 
derías a  la  escuadra,  asignándoles  una  parte  proporcional 
de  las  utilidades  en  éste  i  en  los  tres  primeros  viajes  que  lii_ 
cieran  íi  las  islas  de  la  especiería.  Deseando  disponer  una  se- 
gunda espedicion,  el  rei  mandó  que  se  encargara  su  direc- 
ción a  Francisco  Faleiro,  con  el  sueldo  de  35,000  marave- 
dís mientras  estuviese  ocupado  en  este  trabajo.  A  los  pilo- 
tos i  maestros  de  la  escuadra  les  prometió  ])remiarlos  con 
privilejios  de  caballeríéi  i  otras  gracias  a  líi  vuelta  de  su 
viaje;  i  para  atender  a  las  necesidades,  de  la  esposa  de  Ma- 
gallanes, doña  Beatriz  de  Barbosa,  madre  ya  de  un  niño, 
mandó  que  se  le  pagara  durante  el  viaje  el  sueldo  de  su  ma- 
rido. Todas  estas  disjDosiciones  dieron  ün  rápido  e  impor- 
tcirite  impulso  a  los  aprestos  de  la  espedicion  ^. 

Kn  esos  mismos  días  se  formaron  en  la  corte  las  instruc- 
ciones que  el  rei  daba  a  Magallanes  i  F'aleiro  para  normar 
la  conducta  que  debieran  observar  en  su  viaje.  Ese  docu- 
mento, que  lleva  la  fecha  de  8  de  mavo  de  1519,  contiene 
74  artículos  que  revelan  la  prolijidad  i  cuidado  con  que  en- 
tonces se  fijaban  las  operaciones  de  este  jénerode  empresas. 
En  ellas  señalaba  el  rei  el  peso  de  equipaje  que  se  debía  per- 
mitir a  cada  uno  de  los  empleados  de  la  escuadra,  recomen- 
daba a  los  jefes  de  ésta  la  línea  de  conducta  que  habían  de 
observar  con  sus  subalternos  í  en  sus  tratos  con  los  reye- 
zuelos de  las  tierras  que  descubriesen,  a  quienes  habían  de 
agasajar  amistosamente,  desconfiando  síem}:)re  de  sus  pro- 
mesas i  halagos;  pero  les  encargaba  también  que  en  sus  ne- 
gocios con  ellos  trataran  de  poner  las  mercaderías  españo- 
las en  el  ma3^or  precio  que  les  fuese  posible.  -^ 


•^  Estas  reales  cédulas,  junto  con  otras  de  menor  importancia, 
fueron  prolijamente  estractadas  por  don  Juan  Bautista  Muñoz  en 
su  preciosa  colección  de  Ms.  para  la  historia  de  América. 

'í  Esta  instrucción  ha  sido  publicada  por  Navakrete  en  el  tom. 
IV',  páj.  130  (le  su  Cokccioii. 


VIDA    I    VIAJES   DE    HERNANDO  DE    MAGALLANES  239 

Con  este  docu mentó,  ademas,  el  reí  habia  querido  evitar 
toda  dificultad  con  su  pariente  don  Manuel  de  Portugal. 
•  El  artículo  1^  dice  así  testualmente:  '*La  principal  cosa  que 
vos  mandamos  i  encargamos  es,  que  en  ninguna  manera  no 
consintáis  que  se  toque  ni  descubra  tierra,  ni  otra  ninguna 
cosa  dentro  en  los  límites  del  serenísimo  rei  de  Portugal,  mi 
mui  caro  e  mui  amado  tio  i  hermano,  ni  en  su  perjuicio, 
porque  mi  voluncad  es  que  lo  capitulado  e  asentado  entre 
la  corona  real  de  Castilla  i  la  de  Portugal,  se  guarde  i  cum- 
pla mui  enteramente,  así  como  está  capitulado." 

Los  celos  del  rei  de  Portugal  no  se  calmaron,  sin  embar- 

|y  go,  con  esta  declaración.  Lejos  de  eso,  los  ajentes  que  habia 
enviado  a  España  no  desistieron  dc^  sus  proyectos  de  ganar- 
se a  Magallanes,  o  de  suscitarle  dificultades  a  su  empresa. 
A  mediados  de  julio  llegaron  a  Sevilla  Cristóbal  de  Haro, 
Juan  de  Cartajena  i  otros  empleados  delaescuadra  con  ins- 
trucciones particulares  que  no  estaban  en  perfecta  armonía 
con  las  instrucciones  dadas  al  capitán,  de  donde  se  orijina- 

I  ron  algunas  dificultades  de  que  se  trataba  en  la  casa  de 
contratación.  El  ájente  del  rei  de  Portugal  en  aquella  ciu- 
dad, Sebastian  Alvarez,  quiso  aprovecharse  de  aquella  co- 
\^untura  para  fomentar  la  discordia  i  separar  a  Magallanes. 
Con  este  objeto  se  presentó  en  la  posada  en  que  vivia  el 
capitán.  Hallólocomponiendo  las  vituallas  i  conservas  para 
el  viaje;  e  inmediatamente  trabó  conversación  con  él  sobre 
la  empresa  en  que  se  habia  comprometido.  Alvarez  le  dijo 
que  aquella  seria  la  última  vez  que  le  hablase  como  amigo  i 
compatriota,  puesto  que  lo  veia  resuelto  a  llevar  adelante 
un  proyecto  tan  peligroso  i  tan  contrario  a  los  intereses  de 
su  rei.  En  contestación  a  estas  palabras,  Magallanes  espu- 
so que  su  honor  no  le  permitía  faltar  al  trato  que  habia  ce- 
lebrado  con  el  rei;  pero,  como  Alvarez  le  objetara  que  no 
era  honra  lo  que  se  ganaba  indebidamente,  i  que  hasta  los 
mismos  castellanos  lo  niir¿iban  como  ruin  i  traidor,  el  capi- 
tán portugués  respondió  con  altivez  i  dignidad  que  los  des- 
cubrimientos que  realizara  en  su  viaje  ibanaredundar  tam- 
bién en  beneficio  del  rei  don  Manuel,  a  pesar  de  que  no  toca- 


240  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLIOGRÁFICOS 

ria  en  ninguna  de  sus  posesiones. — "Basta  descubrir  en  de- 
marcación de  Castilla  las  riquezas  que  ofrecéis  para  que 
hagáis  un  gran  daño  al  Portugal",  contestó  Alvarez.  Bn  el 
siglo  de  Magallanes  se  creia  como  principio  inconcuso  que 
la  prosperidad  i  riqueza  de  un  pueblo  importaba  un  grave 
daño  para  otros  estados. 

El  ájente  portugués  llegó  a  convencerse  que  con  ese  ¡ene- 
ro de  representaciones  no  conseguirla  disuadir  a  su  compa- 
triota. Recurrió  entonces  a  los  halagos  i  promesas,  i  a  irri- 
tar su  ánimo  recordándole  las  dificultades  que  se  habian 
suscitado.  Espúsole  con  este  motivo,  que  si  queria  pasarse 
al  servicio" del  rei  de  Portugal,  el  mismo  Alvarez  seria  su  me- 
diador asegurándole  que  obtendria  de  aquel  monarca  gra- 
cias i  favores  que  se  le  dispensaban  en  España  por  interés  i 
no  por  afección  a  su  persona.  Pidióle  ademas  que  no  hicie- 
ra caso  del  cariño  que  le  manifestaba  el  obispo  de  Burgos 
porque  no  habia  en  él  sinceridad  alguna.  Talvez  Magalla- 
nes sintió  vacilar  su  natural  firmeza  al  oir  estas  palab  ras; 
pero,  recobrando  su  ánimo,  contestó  que  mientras  el  rei  de 
España  estuviera  dispuesto  a  cumplir  lo  pactado,  él  no 
abandonaria  su  servicio,  en  la  seguridad  de  que  sus  protec- 
tores allanarian  las  dificultades  que  habian  nacido  -'*. 

Después  de  esta  negativa,  Alvarez  pensó  en  ganarse  a 
Rui  F'aleiro,  cuyo  carácter  atrabiliario  i  dominante  lo  te- 
nia quejoso  de  Magallanes  i  de  los  empleados  de  la  casa  de 
contratación  por  las  dificultades  que  se  suscitaban.  Falei- 
ro,  sin  embargo,  se  manifestó  mas  firme  i  resuelto  que  su 
compañero.  A  las  representaciones  del  ájente  del  soberano 
portugués  contestaba  que  nunca  abandonaria  el  servicio 
del  rei  de  España,  su  señor,  que  tantas  mercedes  le  habia  he- 
cho. Al  oir  esta  respuesta,  repetida  varias  veces  con  igual  re- 
solución, Alvarez  acabó  por  creer  que  el  cosmógrafo  portu- 
gués habia  perdido  la  razón,  i  así  lo  escribió  a  su  soberano. 


5  Carta  de  Sebastian  Alvarez  al  rei  de  Portugal,  escrita  en  Se- 
villa el  18  de  julio  de  1519,  i  estractada  por  don  J.  B,  Muñoz  en 
los  archivos  de  Lisboa. 


VIDA   I    VIAJES    DE    HERNANDO   DE    MAGALLANES  24 1 

Nada  de  eso  había  ocurrido,  sin  embargo.  Faleiro  con- 
servaba su  juicio;  pero  las  desavenencias  que  en  el  principio 
habia  tenido  con  Magallanes,  iban  tomando  poco  apoco  el 
carácter  de  abierta  ruptura.  No  era  posible  que  dos  hom- 
bres igualmente  resueltos  pero  de  mui  distinto  jenio,  pudie. 
ran  resolverse  a  emprender  el  viaje,  teniendo  ambos  un  ran. 
go  igual  i  el  mismo  mando  en  la  escuadra  espedicionaria. 
El  rei  tuvo  que  elejir  entre  los  dos  para  confiar  a  uno  solo 
el  mando  de  las  naves  i  el  estandarse  real;  pero  como  no 
quisiera  desairar  a  ninguno  de  ellos,  tuvo  que  dar  Otro  ses- 
go a  su  resolución.  Por  real  cédula  dada  en  Barcelona  a  26 
de  julio  (1519),  dispuso  el  soberano  que  Faleiro,  que  a  la 
sazón  no  se  hallaba  en  entera  salud,  no  se  embarcara  en  la 
escuadrilla  de  Magallanes,  debiendo  quedarse  en  Sevilla  a 
fin  de  hacer  los  aprestos  para  un  nuevo  viaje  que  debia  lle- 
varse a  cabo  con  igual  rumbo  *^. 

Todavnahizo  mas  el  rei  a  fin  de  revestir  a  Magallanes  de 
toda  la  autoridad  necesaria  para  ejercer  el  mando  durante 
el  viaje.  En  esa  misma  real  cédula  ascendia  a  Juan  de  Car- 
tajena  al  mando  de  la  nave  que  debia  capitanear  Faleiro; 
pero,  mandaba  también,  que  el  tesorero  Luis  de  Mendoza, 
que  se  habia  puesto  en  choque  con  Magallanes,  prestara  a 
éste  la  obediencia  que  era  debida  al  jefe  de  la  escuadra.  Pa- 
ra conseguir  este  mismo  resultado,  el  rei  separó  de  su  servi- 
cio a  dos  marinos  portugueses  que  comenzaban  a  manifes- 
tarse turbulentos. 

Con  tan  enérjicas  resoluciones,  todo  estuvo  pronto  a  fines 
de  julio  para  emprender  el  viaje.  Las  cinco  naves  se  halla- 
ban provistas  de  armas  i  municiones,  con  víveres  propor- 
cionados para  un  viaje  de  dos  años  i  con  265  hombres  de  tri- 


C  No  he  podido  encontrar  esta  real  cédula,  pero  se  hace  mérito 
de  ella  en  varios  documentos  de  la  época,  i  particularmente  en  el 
requerimiento  que  hizo  Magallanes  a  los  oficiales  de  la  contrata- 
ción para  que  se  le  prestara  obediencia.  Herrera,  que  talvez  co- 
noció esa  real  cédula,  ha  referido  esto  mismo  en  la  déc.  II,  lib,  IV, 
-cap.  IX,  páj.  130  — Arjensola,  Anales  de  Aragón,  íib.  I,  cap.  79, 
^áj.74.0. 

TOMO   VI  16 


242  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

pulacion  entre  capitanes,  pilotos,  cirujanos,  escribanos, 
trabajadores  i  marineros  7.  Las  dificultades  entre  Magalla- 
nes i  la  casa  de  contratación  habían  ido  desapareciendo  poco 
a  poco,  merced  al  empeño  que  en  ello  ponía  el  reí;  i  Maga- 
llanes mismo  se  hallba  dispuesto  a  confiar  el  mando  de  una 
de  las  naves  al  hermano  de  Faleiro,  si  se  avenía  éste  a  faci- 
litarle una  copia  de  las  tablas  de  lonjítud  que  había  dispues- 
to para  el  viaje.  Francisco 'Faliero  era,  en  efecto,  un  hombre 
de  importantes  conocimientos  náuticos  que  podía  ser  mui 
útil  a  la  espedicíon;  ^  pero,  sea  que  no  quisiera  aceptar  el 
puesto  que  se  le  ofrecía  por  enemistad  con  Magallanes  o  que 
tuviera  cualquier  otro  inconveniente,  el  hermano  del  a.stró- 
nomo  se  quedó  en  Sevilla  dispuesto  a  partir  en  otro  viaje. 
Rui  Faleiro,  sin  embargo,  entregó  a  su  antiguo  compañero 
el  tratado  de  lonjitudes  que  había  de  servirles  para  la  nave- 
gación. -^ 

Arreglado  todo  esto,  se  dispuso  la  ceremonia  del  juramen- 
to de  Magallanes  i  de  la  entrega  del  estandarte  real  que  había 
de  llevar  en  la  espedicíon.  Elijióse  para  esta  fiesta  una  igle- 
sia que  con  el  nombre  de  Santa  María  de  la  Victoria,  acaba- 
ban de  construir  en  el  barrio  de  Tríana  los  padres  francis- 
canos mínimos.  El  asistente  de  Sevilla,  Sancho  Martínez  de 
Leiva,  recibió  de  Magallanes,  según  las  costumbres  del  tiem- 
po, el  juramento  i  pleito  homenaje  de  que  llevaría  a  cabo  la 
empresa  con  toda  fidelidad  como  leal  vasallo  del  reí  de  Es- 
pana  e  Indias,  con  lo  cual  puso  en  sus  manos  el  estandarte 


7  Entre  los  documentos  reunidos  por  Muñoz  se  encuentra  la  no- 
ticia del  costo  de  las  naves,  número  i  nombre  de  todos  sus  pasaje- 
ros, sus  provisiones  de  víveres,  armas,  medicamentos  i  herramien- 
tas. El  costo  de  la  escuadra  excedió  de  8.000,000  de  maravedís, 
de  los  cuales  cerca  de  una  cuarta  parte  habian  sido  suministrados 
por  Cristóbal  de  Haro. 

«  Navarrei  £,  Disertación  sobre  la  historia  de  la  náutica,  part. 
III,  páj.  147.  (Madrid,  1846). 

9  Joao  de  Barros,  dec.  III,  lib.  V.  cap.  X.  refiere  que  poseía  el 
cuarto  capítulo  de  los  treinta  que  formaban  este  tratado.  No  se 
tienen  otras  noticias  acerca  de  él.  Véase  la  Ilustración  núm.  IV^ 


VIDA   I    VIAJES    DB    HERNAMDO   DE    MAGALLANES  243 

real.  Enseguida,  Magallanes  exijió  de  los  capitanes  i  oficia- 
les de  sus  naves  el  juramento  de  que  seguirían  el  rumbo  que 
él  les  trazase,  le  obedecerían  en  todo.  La  ceremonia  quedó 
terminada  de  esta  manera. 

En  la  mañana  del  10  de  agosto  de  1519,  las  naves,  des- 
pués de  hacer  una  descarga  de  artillería,  soltaron  sus  ama^ 
rras  i  bajando  por  las  aguas  del  Guadalquivir,  fueron  a  fon- 
dear en  el  puerto  de  San  Lúcar  de  Barrameda,  donde  debian 
terminarse  los  aprestos  de  la  espedicion.  Magallanes,  sin  em- 
bargo, quedó  en  Sevilla  algunos  dias  mas,  ocupado  de  los 
últimos  trabajos.  Hizo  entonces  un  solemne  testamento  por 
el  cual  distribuía  sus  bienes  para  el  caso  que  muriese  en  el 
viaje.  Disponía  en  él  que  la  décima  parte  de  los  productos 
de  la  espedicion  se  repartiera  entre  cuatro  conventos  de  Se- 
villa, de  Barcelona,  de  Aranda  de  Duero  i  de  Oporto;  i  que 
aplicara  la  quinta  parte  de  sus  bienes  en  sufrajios  por  el  des- 
caneo de  su  alma.  Del  gobierno  que  el  reí  le  había  concedi- 
do por  vía  de  mayorazgo  de  las  tierras  que  descubriere, 
Magallanes  instituía  primer  heredero  a  su  hijo  Rodrigo^ 
que  entonces  sólo  tenia  seis  meses  de  edad,  o  en  defecto  de 
éste  el  hijo  o  hija  que  le  naciera  de  su  esposa  que  se  hallaba 
en  cinta.  A  falta  de  éstos,  el  mayorazgo  debía  pasar  a  la 
familia  de  Magallanes,  con  la  indispensable  condición  de 
llevar  su  apellido,  usar  sus  armas  i  residir  i  casarse  en  Cas- 
tilla. Allí  mismo  nombra  por  albacea  de  sus  bienes  al  comen- 
dador  Diego  de  Barbosa,  su  suegro,  i  al  doctor  Sancho  de 
Matíenzo,  canónigo  de  Sevilla  i  oficial  de  la  casa  de  con- 
tratación. El  primero  de  éstos,  ademas,  debía  desempeñar  el 
cargo  de  curador  de  sus  hijos  hasta  que  llegaran  a  la  edad 
de  dieciocho  años,  i^ 

Se  ocupó  también  Magallanes  durante  los  últimos  dias  de 
su  residencia  en  Sevilla,  en  disponer  un  memorial  que  quería 
dejar  al  reí  antes  de  partir  para  declarar  las  alturas  i  situa- 
ción de  las  tierras  i  cabos  principales,  "porque  podría  ser. 


10  Este   testarnento   fué  encontrado  en  Sevilla  por  don  Juan  B- 
Muñoz,  quienlo  copió  en  estractos  en  su  valiosa  colección  de  Ms* 


244  ESTUDIOS     HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

dice  que  el  reí  de  Portugal  quisiera  en  algún  tiempo  decir 
que  las  islas  Molúcas  están  en  su  demarcación,  i  podria 
mandarcambiarlas  derrotas  de  las  costas  i  acortar  los  gol- 
fos de  la  mar,  sin  que  nadie  se  lo  entendiese,  así  como  yo  lo 
entiendo,  i  sé  cómo  se  podria  hacer"  n.  Estas  precauciones 
parecian  necesarias  en  esos  momentos  porque  se  anunciaba 
que  el  reí  de  Portugal  se  disponía  a  hacer  salir  algunas  na- 
ves para  estorbar  el  viaje  de  Magallanes,  sosteniendo  sus 
derechos  al  dominio  de  las  tierras  que  este  navegante  se 
proponía  descubrir. 

Después  de  esto  los  capitanes  que  habían  quedado  en  Se- 
villa, tomaron  las  chalupas  para  bajar  el  rio  i  reunirse  a  la 
escuadra,  que  se  hallaba  fondeada,  como  hemos  dicho,  en 
San  Lúcar  de  Barrameda.  Allí  se  ocuparon  algunos  dias  en 
proveer  a  las  naves  de  los  víveres  que  faltaban.  Todas  las 
mañanas  las  tripulaciones  bajaban  a  tierra  para  oir  misa 
en  la  iglesia  de  nuestra  Señora  de  Barrameda;  i  ante»  de 
partir,  el  capitán  dio  la  orden  de  que  todalajente  de  su 
escuadra  se  confesase,  disponiéndose  espiritualmente  para 
tan  largo  viaje.  Magallanes  prohibió  ademas  bajo  penas 
rigorosas  que  se  llevase  a  bordo  mujer  alguna  i"'. 

Estas  disposiciones  no  podian  retardar  mucho  tiempo 
mas  la  salida  de  la  escuadra.  El  20  de  setiembre,  habiéndo- 
se levantado  un  favorable  viento  SO.,  Magallanes  mandó 
levar  anclas  i  desplegar  las  velas  para  alejarse  de  aquellas 
tierras  a  donde  no  debian  volver  sino  unos  pocos  de  sus 
compañeros  después  de  haber  llevado  a  cabo  el  viaje  mas 
portentoso  que  hasta  entonces  se  hubiera  hecho. 


11  Este  memorial  ha  sido  publicado  por  Navarrete  en  el  tom. 
IV.  de  su  Colección,  páj.  188. 

12  PiQAFETTA,  Primo  viaggio,  lib.  I. 


CAPITULO  Y. 


Noticias  de  la  escuadrilla  de  Magallanes  — Disposiciones  para 
arreglar  la  marcha. — Permanencia  en  Tenerife. — Primeras  di- 
ficultades con  Juan  de  Cartaiena. — Magallanes  lo  pone  preso. 
— La  escuadrilla  avista  las  costas  americanas. — Entra  en  la 
bahía  de  Rio  de  Janeiro. — Negociaciones  con  los  indíjenas.  — Re- 
conocimiento del  Rio  de  la  Plata. — Arribo  a  la  bahía  de  San  Ju- 
lián.— Magallanes  se  decide  a  pasar  allí  el  invierno. — Descon- 
tento de  sus  capitanes. — ^Traman  un  complot. — Se  apoderan 
los  sublevados  de  tres  naves. —  Entereza  de  Magallanes. — 
Muerte  de  Luis  de  Mendoza.  — El  jefe  de  la  escuadra  sofoca  la 
sublevación. — Castigo  de  los  amotinados. 

La  escuadrilla  con  que  había  salido  Magallanes  de  San 
Lúcar  de  Barrameda,  era  compuesta,  como  queda  dicho, 
de  cinco  naves  de  poco  porte,  pero  bien  construidas  i  pro- 
vistas en  sus  estremidades  de  una  elevada  obra  muerta  que 
tenia  el  nombre  de  castillo.  La  mejor  de  estas  naves,  aun- 
que no  la  mas  grande,  era  la  Trinidad  que  mandaba  en 
persona  Magallanes;  la  segunda,  la  San  Antonio,  era  man-^ 
dada  por  Juan  de  Cartajena,  que  a  su  cargo  de  capitán 
unia  el  de  veedor  de  la  armada,  i  el  título  de  ''conjunta 
persona"  de  Magallanes;  la  tercera,  la  Concepción,  tenia 
por  capitán  a  Gaspar  de  Quesada;  la  cuarta,  la  Victoria,  al 
tesorero  de  la  armada  Luis  de  Mendoza;  i  la  quinta,  la 
Santiago,  que  apenas  media  poco  mas  de  80  toneladas,  te- 
nia por  jefe  al  piloto  Juan  Serrano. 


246  ESTUDIOS    HISTÓRíCO-BrBLIOGRÁrrCOS 

A  parte  de  estos  capitanes,  iban  en  la  escuadra  algunas 
personas  de  conocida  distinción,  que  Magallanes  había 
acomodado  en  su  propia  nave.  Figuraba  entre  éstos  un  in- 
dio malayo,  bautizado  con  el  nombre  de  Enrique,  i  que  el 
capitán  en  jefe  habia  embarcado  consigo  en  el  humilde  ran- 
go de  criado,  para  que  le  sirviera  de  intérprete  en  sus  nego- 
ciaciones con  los  reyezuelos  de  las  islas  que  iba  a  descubrir. 
Iba  allí,  también,  Duarte  Barbosa,  aquel  portugués  cuña- 
do de  Magallanes,  tan  notable  por  sus  esploraciones  en  el 
Asia  i  por  el  tratado  jeográfico  en  que  las  describió.  Figu- 
raba, ademas,  entre  ellos,  Antonio  de  Pigafetta,  a  quien 
los  españoles  denominan  Antonio  Lombardo,  por  ser  na- 
tural de  Vicencio  en  Lombardía,  que  al  saber  los  aprestos 
de  la  atrevida  espedicion  que  Magallanes  i  Faleiro  prepa- 
raban en  España,  pidió  al  rei  el  permiso  de  hacer  este  viaje, 
cuya  historia  habia  de  narrar  mas  tarde  con  tanta  senci- 
llez i  tanto  agrado.  En  la  flota  se  embarcaron,  ademas,  al- 
gunos portugueses,  italianos,  franceses,  flamencos  i  hasta 
un  ingles  natural  de  Brístol.  Ocupaban  éstos,  en  su  mayor 
parte,  cargos  mui  subalternos:  unos  eran  soldados,  otros 
marineros  o  artesanos,  i  algunos  sólo  eran  criados  de  los 
capitanes  i. 

1  Véanse  las  listas  de  las  tripulaciones  publicadas  por  Naya- 
RKETE  en  el  IV  tom.  de  su  Colección,  páj.  12  a  22. 

El  laborioso  e  intelijente  historiador  brasilero  don  Francisco 
Adolfo  de  Varnhagkn,  refiere  en  su  Historia  geral  do  Brazil,  sec. 
II,  tomo  I,  pajina  31,  i  en  una  ilustración  puesta  en  la  pajina 
436  del  mismo  tomo,  que  iba  también  en  la  espedicion  un  piloto 
portugués  llamado  Juan  de  Lisboa  que  antes  de  esta  época  habia 
estado  en  el  Brasil  i  que  escribió  un  libro  sobre  la  marina,  perdi- 
do ahora,  pero  ruyo  descubrimiento  seria  talvez  de  gran  impor- 
tancia para  el  esclarecimiento  de  la  historia  de  la  jeografía.  Tal- 
vez en  las  listas  publicadas  por  Navarrete,  Juan  de  Lisboa  está 
n puntado  con  otro  nombre,  ül  título  de  su  obra  era  el  siguiente: 
^'Tratado  da  agulha  demarcar  achado  por  Joao  de  Lisboa  ho 
anno  de  1514,  pollo  que  se  pode  saber  en  cuallquer  parte  que  ho- 
tnem  cstiver  quánto  he  arredado  do  meridiano.^'  Juan  de  Lisboa 
fué  hecho  mas  tarde  piloto  mavor  de  Portugal,  i  falleció  antes 
de  1534. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE   MAGALLANES  3^7 

En  los  primeros  días  del  viaje,  reinó  en  la  escuadra  un 
^rden  admirable.  Magallanes  liabia  tenido  particular  cui- 
dado de  dictar  en  tierra  los  mas  prolijos  reglamentos  no 
sólo  para  ordenar  las  señales  de  una  nave  a  otra  sino  tam- 
bién para  la  disciplina.  "A  fin  de  que  la  escuadra  fuese 
siempre  en  orden,  estableció  para  los  pilotos  i  los  maestres 
las  reglas  siguientes.  Su  nave  debia  preceder  siempre  a  las 
otras;  para  que  no  la  perdieran  de  vista  durante  la  noche, 
fijaba  en  la  popa  una  antorcha  de  madera  llamada  farol. 
Si  ademas  de  éste,  encendia  una  linterna  o  un  pedazo  de 
cuerda  de  esparto,  las  otras  naves  debían  hacer  otro  tanto 
para  manifestarle  que  lo  seguian.  Cuando  a  mas  del  farol 
encendia  dos  fuegos,  las  naves  debian  cambiar  de  dirección 
sea  para  mejorar  el  rumbo  o  ya  a  causa  del  viento  contra- 
rio. Cuando  encendia  tres  fuegos,  era  señal  de  que  debia 
quitarse  la  boneta,  que  es  una  parte  del  velamen  que  se  co- 
loca bajo  la  gran  vela  cuando  el  tiempo  es  bueno,  a  fin  de 
tomar  mejor  el  viento  i  acelerar  la  marcha.  Cuatro  fuegos 
eran  señal  de  que  debian  recojer  todas  las  velas;  o  desple- 
plegarlas  si  estaban  recojidas.  Muchos  fuegos  o  algunos 
cañonazos  servían  para  advertir  que  la  escuadra  estaba 
cerca  de  tierra  o  de  algún  bajo,  i  que  por  consiguiente  era  ne- 
<:esario  navegar  con  mucha  precaución.  Había  ademas 
otra  señal  que  indicaba  cuando  se  debia  echar  el  ancla. 

'*Se  hacia  tres  guardias  cada  noche;  la  primera  al  prin- 
cipio de  la  noche,  la  segunda,  que  se  llam.'iba  medía  hora, 
a  media  noche,  i  la  tercera  antes  de  amanecer.  Por  consi- 
guiente, toda  la  tripulación  estaba  dividida  en  tres  guar- 
dias: la  primera  bajo  las  órdenes  del  capitán;  el  piloto  pre- 
sidia la  segunda,  i  la  tercera  pertenecía  al  maestre.  El  co- 
mandante jeneral  exijíó  de  la  tripulación  la  mas  estricta 
disciplina  a  fin  de  asegurar  por  este  medio  el  feliz  éxito  del 
viaje"  K 

El  sesto  día  de  navegación,   esto  es  el  26  de  setiembre,  la 

2  PiGAFETTA,  Primo  viaggio  attorno  il  mondo,  lib.  I — Instruc- 
<:iones  del  reí  a  Magallanes. 


2á8  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

escuadra  llegó  a  un  puerto  de  la  isla  de  Tenerife,  donde  se 
detuvo  tres  dias  para  cargar  carne,  agua  i  leña.  De  ahí 
pasó  al  puerto  de  la  Montaña  Baja,  en  el  que  permanecie- 
ron tres  dias  esperando  una  carabela  que  llevaba  pez  para 
la  escuadra  ^,  El  2  de  octubre,  entrada  ya  la  noche,  las  na- 
ves se  hicieron  de  nuevo  a  la  vela  con  rumbo  al  S.  O.  A. 
mediodia  del  3  de  octubre,  Magallanes  hizo  un  pequeño 
cambio  en  el  rumbo  de  la  flota  sin  pedir  consejo  a  los  otros 
capitanes  i  pilotos.  Este  cambio  no  estaba  indicado  en  la 
instrucción  náutica  que  el  jefe  habia  dado  antes  de  embar- 
carse a  los  otros  capitanes.  Juan  de  Cartajena,  que  por  ser 
llamado  en  la  cédula  de  su  nombramiento  * 'conjunta  per- 
sona" de  Magallánes,»se  creia  su  igual  en  el  mando,  se  sin- 
tió de  que  se  hiciera  una  variación  de  esa  naturaleza,  sin. 
preceder  el  acuerdo  de  los  capitanes  i  pilotos;  i  así  lo  recla- 
mó formalmente.  El  comandante  jeneral,  que  no  era  hom- 
bre para  sufrir  contradicciones  de  esta  especie,  contesto- 
terminantemente  que  si  habia  error  en  aquella  instrucción, 
él  estaba  dispuesto  a  salvarlo,  que  no  reconocia  conjunta 
persona  en  la  escuadra  ni  tenia  que  dar  cuenta  a  nadie  de 
sus  operaciones  náuticas,  debiendo  seguirlo  de  dia  por  la 
bandera  i  de  noche  por  el  farol  sin  hacerle  observaciones 
ni  reparos  ^.  Cartajena  no  se  atrevió  a  insistir  ante  tan 
firme  lesolucion,  i  aunque  con  mucho  disgusto,  tuvo  que 
obedecer  a  Magallanes,  guardando  en  su  corazón  un  pro- 
fundo despecho. 

Magallanes  pasó  entre  la  costa  de  África  i  las  islas  de 
Cabo  Verde,  i  después  de  algunos  dias  de  viaje  mui  prós- 
peros por  las  costas  de  Guinea,  llegó  a  los  8."^  lat.  N.  a  la 
altura  de  la  montaña  denominada  Sierra  Leona.  Allí  espe- 
rimentaron  vientos  contrarios  o  grandes  calmas  junto  con 
una.  fuerte  lluvia  que  los  acompañó  hasta  mas  adelante  de 
la  línea  equinoccial,  durante  sesenta  dias.   En  ese  tiempo, 


3  Herrera,  déc.  II,  part.  IV,  cap.  X,  páj.   131   (Madrid,  1601). 

4  Herrera,  id,  id.  páj.   132  i  133.— Navarrete,   Relación  del' 
vi  aje,  tomo  IV  de  su  Colección,  páj.  29. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  249 


las  dificultades  que  comenzaron  a  suscitarse  entre  Maga- 
llanes i  Cartajena  a  su  salida  de  Tenerife,  tomaron  cuerpo 
p  hasta  el  punto  de  producir  una  violenta  ruptura.  Era  cos- 
tumbre en  la  marina  española  que  en  la  tarde,  a  las  ora- 
ciones, todos  los  capitanes  de  una  flota  mandaran  saludar 
al  jefe  de  ella.  En  las  instrucciones  que  el  reí  habia  dado 
para  el  viaje  de  Magallanes,  encargaba  éste  que  hiciera 
cumplir  esta  práctica  ^,  i  así  se  hacia  en  efecto  cada  dia  al 
anochecer.  Una  tarde,  el  marinero  que  dio  el  recado  de 
Cartajena,  dijo  a  Magallanes: — ''Dios  os  salve,  señor  capi- 
tán i  maestre,  e  buena  compañía."  El  capitán  portugués 
vio  en  este  saludo  un  desacato  cometido  contra  su  autori- 
dad, i  por  toda  respuesta  mandó  decir  a  Cartajena  que  se 
guardara  bien  de  saludarlo  en  esa  forma,  sino  dándole  el 
tratamiento  de  capitán  jeneral  que  le  correspondia.  "Le 
he  saludado  con  el  mejor  marinero  de  la  nave,  i  quizá  otro 
dia  le  salude  con  un  paje",  contestó  resueltamente  Carta- 
jena; i  en  efecto  dejó  pasar  algunos  dias  sin  enviarle  el  re- 
cado de  ordenanza. 

Magallanes,  sin  embargo,  no  era  hombre  de  dejarse  bur- 
lar por  sus  subalternos,  i  mucho  menos  por  uno  que  pre- 
tendía ser  su  igual  en  el  mando.  No  pudiendo  tolerar  la 
altanería  de  Cartajena,  i  creyendo  sin  duda  que  no  sólo 
perjudicaba  a  su  dignidad  de  jefe  de  la  escuadra  sino  tara- 
bien  a  la  necesaria  subordinación  de  los  demás  capitanes, 
resolvió  castigarlo  con  una  ejemplar  severidad.  Un  dia 
reunió  en  la  Trinidad  a  todos  los  capitanes  i  pilotos  para 
discutir  el  rumbo  que  debiera  fijarse  a  las  naves.  Tratóse 
allí,  ademas,  de  la  manera  de  saludarse  en  las  tardes;  i 
Cartajena,  alentado  sin  duda  con  su  primer  triunfo,  trabó 
sobre  esta  materia  una  irritante  discusión.  Magallanes  no 
quiso  oir  nada;  i  echando  mano  de  Juan  de  Cartajena,  lo 
tomó  del  pecho  diciéndole: — "Sed  preso."  Inútil  fué  que 
Cartajena  reclamara  el  ausilio  de  los  otros  capitanes  i  pi- 
lotos para  apresar  a  Magallanes,  porque  sea  porque  estu^ 


Instrucción  dada  a  Magallanes,  etc  ,  art.  3°. 


250  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

vieran  convencidos  de  la  justicia  de  su  proceder,  o  porque 
temieran  la  saña  de  su  jefe,  todos  ellos  se  quedaron  inertes 
sin  tratar  de  oponerle  resistencia  alguna,  Cartajena  fué 
arrastrado  al  cepo,  i  colocado  allí  de  los  pies  en  casti- 
go de  su  insolencia;  pero  como  alguno  de  los  capitanes  in- 
tercedieran respetuosamente  por  él  pidiendo  lo  entregara 
preso  a  uno  de  ellos,  Magallanes  lo  confió  al  capitán  de  la 
Victoria  Luis  de  Mendoza,  después  de  haberle  recibido  el 
juramento  de  tener  preso  a  Cartajena  i  de  presentárselo 
cada  vez  que  lo  pidiere  ^.  El  mando  de  la  nave  San  Anto- 
nio fué  confiado  al  contador  Antonio  de  Coca. 

La  escuadrilla  tomó  el  rumbo  de  SO.  tan  pronto  como 
pasaron  las  calmas  que  la  habian  detenido  en  la  costa  de 
Guinea.  El  29  de  noviembre  estaba  enfrente  del  cabo  San 
Agustin,  en  la  costa  de  América,  i  de  aUí  siguió  su  viaje  ha- 
cia el  sur  hasta  el  dia  8  de  diciembre,  en  que  avistó  las  pla- 
yas del  Brasil  cerca  de  los  20°  de  latitud  meridional.  Conti- 
nuando por  este  camino,  el  18  de  ese  mes  entró  en  la  bahía 
de  Rio  de  Janeiro,  a  que  los  españoles  dieron  el»  nombre  del 
santo  del  dia,  llamándola  Santa  Lucía.  ''Aquí  hicimos,  dice 
el  historiador  de  la  espedicion,  una  provisión  de  gallinas, 
patatas,  una  especie  de  fruta  que  se  asemeja  al  cono  del 
pino,  pero  que  es  estremadamente  dulce  i  de  un  gusto  esqui- 
sito  (la  pina),  cañas  mui  dulces,  carne  de  anta,  que  se  ase- 
meja a  la  de  vaca,  etc.,  etc.  Hicimos  excelentes  negocios. 
Por  un  anzuelo  o  por  un  cuchillo  nos  daban  cinco  o  seis  ga- 
llinas; dos  gansos  por  un  peine;  por  un  espejito  o  un  par  de 
tijeras  obteníamos  pescado  suficiente  para  alimentar  diez 
personas;  por  un  cascabel  o  por  una  cinta,  los  indíjenas  nos 
traian  una  canasta  de  patatas.  A  precios  tan  altos  como 
esos  cambiábamos  las  figuras  de  los  naipes;  por  un  rei  me 
dieron  seis  gallinas,  i  los  indios  creyeron  que  habian  hecho 
un  negocio  excelente"  ^  . 

•'  Carta  del  contador  Juan  López  de  Recakle  al  obispo  de  Bur- 
gos, publicada  por  Navarrete,  en  el  tomo  IV  de  su  Colección, 
páj.  201. 

7   PiGAFETTA,  líb.  L 


VIDA    I    VIAJES    DE   HERNANDO    DE    MAGALLANES  251 

Por  largo  tiempo  se  ha  creído  que  Magallanes  fué  el  pri- 
mer esplorador  de  aquella  hermosísima  bahía.  Documentos 
-de  incontestable  autoridad  han  venido,  sin  embargo,  a  re- 
velar que  desde  ocho  años  antes,  desde  1511,  llevaba  el 
nombre  de  bahía  del  Cabo  Frió,  i  que  en  ella  se  habian  es- 
tablecido algunos  portugueses  que  negociaban  con  los  indí- 
jenas,  cargando  sus  naves  de  palo  de  tinte.  Magallanes, 
con  todo,  no  encontró  allí  mas  que  indios  Tupinambas, 
tribu  pacífica  de  la  raza  Guaraní  que  poblaba  aquellas  cos- 
tas. Queriendo  cumplir  con  las  instrucciones  que  le  habia 
dado  el  rei,  Magallanes  prohibió  bajo  pena  de  la  vida  que 
se  tomara  algunos  indios  como  esclavos;  porque  no  queria 
dar  pretesto  a  las  reclamaciones  i  quejas  del  rei  de  Portu- 
gal, ni  cargar  sus  naves  con  inútiles  consumidores  de  ví- 
veres. 

La  permanencia  de  los  esploradores  en  la  bahía  de  Rio 
de  Janeiro  no  duró  mas  que  catorce  dias.  El  27  de  diciem- 
bre, después  de  proveer  bien  sus  buques  de  aves  i  frutas, 
Magallanes  desplegó  de  nuevo  las  velas  i  siguió  su  viaje  en 
la  misma  dirección  que  lleva  la  costa  del  continente,  aun- 
que sin  avistar  la  tierra,  hasta  que  el  10  de  enero  de  1520 
se  encontró  en  frente  del  cabo  de  Santa  María  situado  en 
la  embocadura  del  caudaloso  rio  de  la  Plata,  que  denomi- 
naban los  marinos  rio  de  Solis,  en  memoria  de  su  célebre 
cuanto  infortunado  descubridor.  El  comandante  en  jefe  de 
la  escuadra  quiso  adelantar  los  reconocimientos  jeográfi- 
cos;  i  en  consecuencia  remontó  las  aguas  del  rio  i  esploró 
hasta  el  7  de  febrero  sus  dos  márjenes  i  algunas  de  sus  islas. 
En  estos  reconocimientos,  Míigallánes  examinó  un  cerrito 
situado  en  la  orilla  norte  que  formaba  un  contraste  singu- 
lar con  las  bajas  i  dilatadas  llanuras  que  se  estienüen  en 
aquellos  lugares.  Dieron  los  españoles  a  aquella  altura  el 
nombre  de  Monte-Vide,  de  donde  se  ha  derivado  el  nombre 
actual  de  Montevideo.  Algunos  salvajes  de  las  inmediacio- 
nes, que  inducidos  por  la  curiosidad  visitaron  las  naves, 
fueron  obsequiados  por  Magallanes,  sin  entrar,  sin  embargo, 
en  tratos  i  negociaciones. 


252  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLIOGRÁFICOS 

El  viaje  se  continuó  el  14  de  febrero,  siguiendo  siempre 
las  naves  la  inclinación  de  la  costa,  pero  sufriendo  ahora 
las  constantes  borrascas  de  otoño  que  las  dispersaban  por 
algunos  dias,  i  embarazaban  sus  operaciones.  Magalla- 
nes, como  el  primer  esplorador  que  habia  visto  aquellos- 
lugares,  reconocia  prolijamente  los  cabos  i  bahías  de  la 
costa,  deseoso  de  encontrar  el  tan  deseado  estrecho,  objeto 
principal  de  la  espedicion.  Todos  sus  afanes,  sin  embargo,. 
parecian  inútiles:  los  reconocimientos  practicados  no  ofre- 
cian  ningún  resultado;  i  la  estación  lluviosa  se  acercaba 
mas  rápidamente  de  lo  que  era  de  creerse  i  de  desearse.  Por 
fin,  el  81  de  marzo  entró  la  escuadrilla  al  puerto  de  San  Ju- 
lián, donde  Magallanes  queria  invernar. 

Las  discordias  de  los  marinos  habían  ido,  entre  tanto^ 
haciéndose  cada  dia  mas  sensibles  i  peligrosas.  En  la  bahía 
del  Janeiro,  Magallanes,  receloso  de  la  fidelidad  de  Antonio 
de  Coca,  a  quien  él  mismo  habia  elevado  al  rango  de  capi- 
tán, le  quitó  el  mando  de  la  nave  San  Antonio  i  la  entregó- 
a  su  primo  hermano  Alvaro  de  Mezquita,  portugués  de  na- 
cimiento. El  mismo  dia  que  arribaron  al  puerto  de  San 
Julián,  al  saber  la  resolución  que  tenia  Magallanes  de  pasar 
allí  el  invierno,  i  de  acortar  para  ello  las  raciones  de  víve- 
res, los  otros  capitanes  i  las  tripulaciones,  acordándose 
mas  de  las  comodidades  que  dejaban  en  España  que  de 
los  compromisos  que  hablan  contraído  con  el  rei,  i  de  la 
gloria  inmensa  que  les  iba  a  reportar  aquella  empresa,  re- 
cabaron de  Magallanes  que  alargase  las  raciones  o  se  vol- 
viese atrás,  puesto  que  parecía  temerario  el  proyecto  de 
buscar  un  estrecho  que  era  imposible  hallar,  i  que  bastaba 
haber  navegado  hasta  donde  nadie  se  habia  atrevido  a  lle- 
gar, i  donde  podía  muí  bien  suceder  que  alguna  tempestad 
deshecha  los  arrojase  a  alguna  costa  donde  no  pudiesen; 
salir. 

Las  inmediaciones  del  puerto  de  San  Julián  eran,  en  efec- 
to, despobladas,  desprovistas  de  víveres  i  ademas  suma- 
mente frías.  Magallanes,  sin  embargo,  no  se  arredró  ni 
ni  por  la  pobreza  de  lugar,  ni  por  el  rigor  de  la  estación^ 


VIDA    I    VIAJES    DB    HERNANDO    DE    MAí>ALtÁNBS  253 

por  la  resistencia  que  trataba  de  oponerle  su  jente.  Bn 
contestación  a  esas  exijencias,  dijo  resueltamente  que  esta^ 
ba  dispuesto  a  morir  o  a  cumplir  lo  que  había  prometido 
al  rei,  de  quien  tenia  encargo  de  viajar  hasta  el  término  de 
aquella  tierra  en  busca  de  un  estrecho  que  indudablemente 
habia  de  hallar  mas  adelante.  Si  la  estación  era  fria,  Ma- 
gallanes creia  que  en  pocos  meses  mas  volverla  el  verano, 
i  entonces  los  esploradores  tendrían  dias  mas  largos  mien- 
tras mas  se  acercaran  al  polo  sur;  i  si  ellos  se  quejaban  de 
la  falta  de  víveres  i  bastimentos,  el  jefe  les  recordó  que  en 
aquel  lugar  habia  leña  abundante,  agua  excelente  i  gran 
variedad  de  pescados  i  mariscos,  i  que  ademas,  acortando 
las  raciones,  no  les  faltaría  nunca  el  pan  ni  el  vino  ^. 

Pero,  las  resistencias  que  comenzaban  a  encontrar  entre 
los  suyos  iban  tomando  poco  a  poco  un  carácter  mas  serlo 
i  alarmante.  El  siguiente  día  de  su  arribo  al  puerto  de  San 
Julián,  el  1*=*  de  abril,  era  domingo  de  ramos  *';  i  queriendo 
solemnizar  este  aniversario  con  una  misa  i  demás  fiestas 
relijíosas  que  pudieran  practicarse  en  aquella  tierra  desier- 
ta, Magallanes  invitó  a  todos  los  capitanes,  oficiales  i  pi- 
lotos que  desembarcasen  a  oir  la  misa  i  a  comer  después  en 
su  compañía  en  su  propia  nave.  Sólo  Alvaro  de  Mezquita 
i  Antonio  de  Coca  fueron  a  tierra  con  las  tripulaciones,  i 
únicamente  el  1°  de  éstos  pasó  a  la  nave  Trinidad  a  comer 
con  el  comandante  en  jefe.  Magallanes  sospechó  desde  en- 
tonces que  algo  se  tramaba  en  contra  suya;  pero  se  man- 
tuvo a  la  espectativa,  resuelto  a  hacer  frente  a  cualquier 


8  Herrera,  déc.  II,  lib.  IX,  cap.  XII,  páj.  297.  Este  cronista 
ha  referido  con  una  minuciosa  prolijidad  todos  los  pormenores  del 
viaje  de  Magallanes  desde  Rio  de  Janeiro  hasta  el  puerto  de  San 
Julián.  El  interesante  diario  escrito  por  Francisco  Albo  i  publi- 
cado por  Navarrete  en  el  tomo  lY  de  su  Colección,  páj.  209  i  si- 
guientes, así  como  la  carta  citada  del  contador  López  de  Recalde 
i  la  relación  de  Maximiliano  Transilvano,  tienen  muí  pocos  por- 
menores que  no  h^js.  consignado  aquel  ilustrado  cronista. 

9  Pascua  Florida,  dice  equivocadamente  el  cronista  Herrera, 
déc.  II,  lib.  IX,  cap.  XI. 


254  .  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

movimiento,  a  resistirlo  i  a  dominarlo.  Tramábase,  en 
efecto,  un  vigoroso  complot  contra  Hernando  de  Magalla- 
nes. En  la  noche  de  ese  mismo  dia,  Gaspar  de  Quesada, 
capitán  de  la  nave  Concepción,  que  tenia  preso  a  su  bordo 
a  Juan  de  Cartajena,  puso  a  éste  en  libertad  i  armó  treinta 
hombres  resueltos  para  dar  un  asalto  a  la  nave  San  Anto- 
nio. Este  proyecto  pudo  realizarse  fácilmente  durante  la 
oscuridad  de  la  noche;  i  una  vez  abordo  de  la  San  Antonio^ 
Quesada  apresó  i  puso  grillos  ni  capitán  Alvaro  de  Mez- 
quita, declarando  que  la  Concepción  i  la  Victoria,  donde 
mandaba  Luis  de  Mendoza,  se  hablan  pronunciado  contra 
la  autoridad  de  Magallanes  a  quien  querían  obligar  a  que 
tratase  con  mas  consideraciones  a  los  capitanes  i  oficiales 
subalternos.  El  maestre  de  la  nave,  Juan  de  Elorriaga,  sa- 
lió a  la  defensa  de  su  capitán;  pero  Quesada  le  dio  cuatro 
puñaladas  en  un  brazo  que  lo  pusieron  fuera  de  todo  pro- 
yecto de  resistencia,  i  consiguió  hacerse  reconocer  como 
capitán  de  la  nave.  De  este  modo,  los  sublevados  queda- 
ron dueños  de  la  San  Antonio,  cuyo  mando  tomó  el  mismo 
Quesada,  de  la  Concepción,  de  la  que  se  hizo  capitán  Carta- 
jena i  de  la  Victoria  que  mandaba  Luis  de  Mendoza  i*^. 

Magallanes,  entretanto,  dormia  tranquilamente  en  la  na- 
ve Trinidad.  Fácil  es  concebir  cuál  seria  su  sorpresa  en  la 
mañana  siguiente  cuando  supo  la  noticia  de  la  revolución 
consumada  en  la  noche  en  tres  naves  de  su  escuadra.  Tan 
ufanos  estaban  los  sublevados  con  su  facilísimo  triunfo,  que 
al  amanecer,  creyéndose  vencedores,  mandaron  un  emisario 
subalterno  a  notificar  al  comandante  en  jefe  de  lo  ocurrido 
i  a  requerirlo  por  el  cumplimiento  de  las  órdenes  del  rei  res- 
pecto del  tratamiento  que  habia  de  dar  a  los  demás  capi- 
tanes i  oficiales  de  las  naves.  Los  amotinados  decían  que 
se  hablan  apoderado  de  aquellas  naves  para  evitar  en  ade- 
lante el  mal  trato  que  hasta  entonces  hablan  recibido;  pero^ 

1^  Consta  todo  de  las  informaciones  que  mandó  levantar  Ma- 
gallanes en  el  puerto  de  San  Julián,  i  que  se  hallan  publicadas  ett 
■el  IV  tomo  de  la  Colección  de  Natarrktp:,  páj.  189  i  siguientes. 


VIDA   I   VIAJES    DE    HERNANDO    DB   MAGALLANES  255 


que  si  Magallanes  se  avenía  a  entrar  en  capitulaciones,  es- 
taban dispuestos  a  darle  el  tratamiento  de  señoría,  respetar 
sus  órdenes  i  besarle  pies  i  manos  n.  Para  el  caso  en  que  sus 
proposiciones  no  fuesen  aceptadas,  los  tres  capitanes  ha- 
bian  preparado  las  armas  de  sus  buques  respectivos. 

El  jefe  de  la  espedicion  no  era  hombre  que  entendiera  de 
transacciones  con  los  amotinados.  Magallanes  sabia  de- 
masiado que  una  primera  debilidad  seria  la  causa  de  su 
completa  ruina;  i  con  ánimo  superior,  se  resolvió  a  resistir 
a  esas  re[)resentaciones  i  exijencias.  Por  toda  respuesta  a 
sus  instancias,  los  mandó  llamar  a  su  propia  nave;  pero  los 
capitanes  sublevados  temieron  ser  aprehendidos  i  maltrata, 
do  i  le  contestaron  que  pasara  el  jefe  a  la  nave  San  Antonio^ 
donde  se  reunirian  todos  para  discutir  lo  que  convenia  ha- 
cer  en  esas  circustancias. 

En  vez  de  aceptar  esta  invitación,  Magallanes  determinó 
sofocar  a  mano  armada  la  insurrección  de  sus  subalternos. 
La  empresa  parecía  difícil,  vista  la  superioridad  i  ventajas 
de  los  amotinados,  pero,  el  resuelto  capitán  se  preparó  a 
dar  el  golpe,  i  despachó  una  chalupa  tripulada  por  el  al- 
guacil Gonzalo  Gómez  de  Espinosa  i  seis  hombres  de  su  con- 
fianza para  que  llevaran  al  capitán  déla  Victoria  la  orden 
de  presentarse  inmediatamente.  Luis  de  Mendoza  leia  la 
orden  de  Magallanes  con  cierta  sonrisa  maliciosa  como  si 
hubiera  descubierto  en  ella  una  trama  contra  la  cual  era 
menester  ponerse  en  guardia^  cuando  Gómez  de  Espinoza 
sacó  repentinamente  un  puñal  que  llevaba  oculto  i  le  dio 
una  cuchillada  en  la  garganta.  Uno  de  los  su3^os  descargó 
sobre  la  cabeza  del  infeliz  Mendoza  un  segundo  golpe  que 
lo  dejó  muerto  en  la  cubierta. 

La  lucha  se  iba  a  trabar  talvez  entre  los  hombres  de 
Espinosa  i  la  tripulación  de  la  nave,  i  sin  duda  que  aque" 


11  Este  requerimiento  consta  de  la  carta  del  contador  Recaldc 
ya  citada,  el  cual  lo  recojió  de  las  declaraciones  dadas  en  Sevilla 
por  algunos  de  los  mismos  amotinados.  Es  probable  que  no  fuese 
tan  respetuoso  su  mensaje. 


256  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

líos  iban  a  sucumbir  ante  el  mayor  número;  pero  Magalla- 
nes era  demasiado  previsor  para  que  hubiera  espuesto  a  los 
suyos  a  tamaño  peligro.  Casi  en  el  momento  en  que  sucum- 
bia  Luis  de  Mendoza,  llegaba  a  la  nave  el  cuñado  de  Maga- 
llanes, Duarte  Barbosa,  oficial  tan  intrépido  como  intelijen- 
te,  con  quince  hombres  bien  armados,  i  se  enseñoreaba  de 
«lia  sin  la  menor  resistencia,  izando  en  sus  mástiles  una 
bandera  en  señal  d'e  triunfo.  Para  prevenirse  contra  un  gol- 
pe de  mano  de  los  amotinados.  Barbosa  sacó  la  Victoria 
del  punto  donde  se  hallaba  fondeada,  i  fué  a  colocarla  al 
lado  de  la  nave  capitana.  El  menor  de  los  buques  espedicio- 
narios,  que  a  las  órdenes  de  Juan  Serrano,  habia  permane- 
cido fiel  al  comandante  en  jefe,  siguió  este  ejenplo  para  po- 
nerse también  fuera  del  alcance  de  los  sublevados. 

Los  planes  de  Cartajena  i  Quesada  se  hallaron  desconcer- 
tados. Es  cierto  que  aun  les  quedaba  la  Concepción,  i  la  San 
Antonio,  tn  que  eran  reconocidos  como  capitanes;  pero,  sea 
que  no  tuvieran  plena  confianza  en  las  tripulaciones,  o  lo 
quees  mas  probable,  que  se  sintieron  abatidos  por  la  firme- 
za incontrastable  de  Magallanes,  ambos  jefes  no  pensaron 
mas  que  en  fugar  i  en  dar  la  vuelta  a  España.  Este  mismo 
proyecto  les  pareció  irrealizable  el  dia  3  de  abril  cuando  tra- 
taban de  ponerlo  en  ejecución.  Magallanes  estaba  colocado 
con  sus  tres  naves  en  la  embocadura  del  puerto;  i  no  era 
posible  que  los  dejara  salir  libremente. 

Quesada  concibió  entonces  otro  pensamiento.  En  su  na- 
ve mantenía  preso  con  grillos  i  encerrado  en  un  camarote 
al  capitán  Alvaro  de  Mezquita,  primo  hermano,  como  he- 
mos dicho,  de  Hernando  de  Magallanes.  El  capitán  revo- 
lucionario creyó  que  le  convenia  ponerlo  en  libertad  i  em- 
plearlo como  intermediario  para  obtener  del  comandante 
enjefe  una  provechosa  capitulación.  Mezquita,  sin  embargo, 
no  aceptó  lacomision  que  se  le  confiaba:  conocía  demasiado 
a  su  primo  para  creer  que  éste  pudiera  entrar  en  convenio 
con  los  amotinados,  i  espuso  francamente  a  estos  que  per. 
dieran  toda  esperanza  de  arribar  a  un  avenimiento  con  Ma- 
gallanes. Desde  entonces,  Quesada  i  Cartajena  cambiaron 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO   DE    MAGALLANES  257 

He  plan:  pensaban  salir  del  puerto  en  la  misma  noche  espe- 
rando poner  en  la  proa  de  una  de  sus  naves  al  capitán  Mez- 
(juita  para  que  desde  allí  hiciera  sus  proposiciones  al  jefe 
de  la  escuadra. 

En  la  noche,  en  efecto,  se  puso  en  ejecución  este  plan.  La 
nave  San  Antonio  acercaba  ya  a  la  capitana,  cuando  Ma- 
gallanes hizo  romper  los  fuegos  de  artillería  i  mosquetería, 
disponiendo  inmediatamente  el  abordaje.  Los  suyos  asalta- 
ron la  nave  de  los  sublevados  preguntándoles  en  voz  alta: 
"¿Porquién  estáis?";  a  lo  que  contestó  la  tripulación:  "Por 
el  rei  nuestro  señor,  i  por  vuestra  merced".  Desde  entonces, 
toda  tentativa  de  resistencia  de  parte  de  los  amotinados 
fué  imposible.  Magallanes  ap^-esó  sin  esfuerzo  alguno  a  Que- 
sada,  al  contador  Antonio  de  Coca  i  a  los  demás  cabezas  del 
motín;  i  mandó  tomar  en  la  Concepción  al  capitán  Cartaje- 
na,  que  tuvo  que  entregarse  humildemente  a  los  vencedores. 

No  bastaba  sofocar  el  motin:  era  también  necesario,  a 
juicio  de  Magallanes,  castigar  a  sus  autores  para  escar- 
miento i  ejemplo  de  los  marinos.  El  siguiente  dia  4  de  abril, 
Magallanes  mandó  desembarcar  el  cadáver  de  Luis  de  Men- 
doza i  descuartizarlo  en  tierra,  haciendo  pregonar  su  trai 
cion;  i  tres  dias  después,  esto  es,  el  7,  condenó  a  la  pena  de 
muerte  a  Gaspar  de  Quesada,  i  a  un  criado  suyo  llamado 
Luis  de  Molino;  si  bien  este  último  alcanzó  su  perdón  a 
í;rueque  de  servir  de  verdugo  para  la  ejecución  de  su  amo. 
Quesada  fué  decapitado  en  tierra  con  toda  la  solemnidad 
posible;  y  su  cadáver  fué  igualmente  descuartizado  mientras 
se  pregonaba  su  traición,  No  fué  Magallanes  mucho  mas 
benigno  con  Juan  de  Cartajena:  tanto  éste  como  el  capellán 
Pedro  Sánchez  de  la  Reina,  que  poco  tiempo  después  fué 
sorprendido  en  una  trama  revolucionaria,  fueron  condena- 
dos a  quedar  abandonados  en  aquella  playa  desierta  i"'. 

Era  necesario  justificar  ante  el  rei  este  proceder,  duro. 


12  Estos  sucesos,  referidos  con  pequeñas  diverjencias  por  Herre- 
ra, déc.  II,  IX,  cap.  XII,  constan  de  la  carta  del  contador  López 
de  Recalde,  en  vista  de  la  información  que  se  levantaba  en  Sevilla 

'lOiMO    VI  17 


258  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁnCOS 

violento  si  se  quiere,  pero  necesario  para  mantener  la  disci- 
plina i  la  moralidad  en  la  escuadrilla  espedicionaria.  Ma- 
gallanes sabia  bien  lo  que  Labia  que  hacer  en  tal  caso.  Su 
primo  Alvaro  de  Mezquita  entabló  su  querella  por  escrito. 
El  capitán  en  jefe  que  traia  en  sus  naves  escribanos  i  al- 
guaciles, les  encaVgó  la  formación  de  una  sumaria  i  el  es- 
clarecimiento judicial  de  todo  lo  ocurrido.  Para  esto,  se  re- 
cojieron  prolijas  declaraciones  de  los  testigos  i  actores  de 
aquel  drama  sangriento,  i  se  levantó  el  proceso  que  debia 
ser  presentado  al  rei  a  la  vuelta  de  viaje.  Esas  declaracio 
nes  que  han  llegado  a  nuestros  dias  como  un  importante 
documento  histórico,  justificaron  á  Magallanes  ante  el  so- 
berano, i  han  formado  una  prueba  irrecusable  de  la  enerjía 
i  resolución  con  que  el  esforzado  navegante  supo  dominar 
la  sublevación  de  sus  subalternos  i^. 


en  mayo  de  1521,  i  en  que  declaraban  particularmente  los  enemi- 
gos de  Magallanes,  empeñados  en  acusarlo,  i  de  otra  información 
levantada  en  octubre  de  1522,  a  la  vuelta  de  la  nave  Victoria, 
para  esclarecer  las  ocurrencias  del  viaje. 

Hkrrkra  dice  que  el  clérigo  revolucionario  era  francés. 
Juan  de  Elorriaga  murió  en  San  Julián  el  11  de  julio,  de  resultas 
de  las  heridas  que  recibió  de  mano  de  Quesada.  Así  consta  de  las 
listas  de  los  muertos  durante  la  espedicion. 

1^  Esta  información  ha  sido  publicada  por  Navarrete  en  la 
jiáj.  189  i  siguientes  del  tomo  IV  de  su  importante  Colección. 


CAPITULO  VI. 


Magallanes  manda  hacer  un  reconocimiento  al  sur  de  la  bahía  de 
San  Julián.— Navegación  de  Juan  Serrano  con  este  objeto.— Re- 
conoce el  rio  de  Santa  Cruz.— Su  naufrajio.— Magallanes  socorre 
a  los  náufragos,  que  vuelven  a  reunírsele. — Esploracion  al  inte- 
rior.—Se  dejan  ver  algunos  habitantes  de  aquellas  rejiones.  — Su 
aparente  diformidad.— Relaciones  de  Magallanes  con  los  pata- 
gones.—Combate  de  los  castellanos  con  los  patagones. — Maga- 
llanes sale  del  puerto  de  San  Julián.— Una  tempestad  lo  obliga  a 
recalar  al  rio  de  Santa  Cruz.— Continúa  la  navegación. — Avis- 
ta el  cabo  las  Vírjenes.  —Des  naves  se  adelantan  a  hacer  una  es- 
ploracion.—Entrada  al  estrecho. 

Restablecida  la  obediencia  en  la  escuadrilla  espediciona- 
ria,  i  habiendo  calmado  algo  las  lluvias,  Magallanes  deter- 
minó mandar  hacer  reconocimientos  en  las  costas  vecinas 
para  buscar  el  deseado  estrecho.  La  inacción  a  que  se 
veia  reducido  por  los  rigores  del  invierno,  i  las  constantes 
tormentas  de  aquellos  mares,  lo  tenian  talvezmas  desasose- 
gado que  los  temores  de  nuevas  sublevaciones,  contra  las 
cuales  habia  hallado  un  remedio  tan  eficaz.  Mediante  la 
actividad  del  navegante  portugués,  en  los  últimos  dias  de 
abril  estuvo  todo  pronto  para  practicar  un  reconocimiento 
al  sur  de  la  bahía  de  San  Julián, 

Juan  Serrano  fué  elejido  para  dirijir  esta  operación.  La 
nave  que  éste  mandaba,  la  Santiago,  quizá  porque  era  la 
carabelamenor  de  escuadrilla,  fué  destinada  para  este  obje- 


260  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGKÁFICOS 

to.  Magallanes  encargó  al  capitán  Serrano  que  navegando 
a  lo  largo  de  la  costa  hacia  el  sur,  buscase  el  estrecho  que 
debia  hallarse  cercano.  El  esplorador,  sin  embargo,  no  po- 
dia  alejarse  mucho  del  resto  de  la  escuadra:  si  no  encontra- 
ba el  estrecho  a  cierto  numero  de  leguas,  debia  vol\rerse  a 
San  JuHan  a  reunirse  a  sus  compañeros. 

Felices  fueron  los  primeros  dias  de  navegación.  Serrano 
siguió  costeando  cerca  de  veinte  leguas,  has  que  el  3  de  mo- 
yo se  halló  en  la  boca  de  un  rio,  cuya  anchura  de  mas  de  una 
legua  le  hizo  creer  talvez  que  era  la  entrada  del  estrecho  bus- 
cado. En  conmemoración  de  la  fiesta  que  en  ese  dia  celébrala 
iglesia.  Serrano  lo  llamó  de  Santa  Cruz,  nombre  que  hasta 
hoi  ha  conservado  ese  rio.  Allí  se  estuvo  seis  dias  recono- 
ciendo la  costa,  pescando,  i  cazando  lobos  marinos  que  se 
encontraban  en  gran  abundancia,  i  de  un  tamaño  descono- 
cido hasta  entonces  por  los  navegantes  castellanos.  Estos 
no  se  descuidaron  de  señalar  en  sus  relaciones  del  viaje  que 
uno  de  estos  animales,  despojado  del  cuero,  de  la  cabeza  i 
de  la  grasa,  pesaba  diecinueve  arrobas,  i 

Convencido  de  que  allí  no  estaba  el  estrecho  que  busca- 
ba, Serrano  siguió  su  viaje  al  sur  sin  separarse  mucho  de  la 
costa.  Apenas  habia  navegado  algunas  leguas  cuando  se  vi6 
detenido  por  los  temibles  temporales,  tan  frecuentes  en  aque- 
llos mares.  El  22  de  mayo  cargó  el  viento  con  con  gran  fu- 
ror, reduciendo  a  jirones  las  velas  de  la  nave.  El  timón  fué 
arrancado  por  las  olas;  i  la  nave  misma,  arrastrada  por  el 
viento,  fué  a  vararse  a  la  costa.  Fehzmente,  la  playa  era 
baja  i  pudo  encallarse  la  proa  dando  tienpo  a  que  la  tripu. 
lacion,  en  número  de  treinta  i  sietehombres,  bajase  a  tierra. 
Sólo  un  negro,  esclavo  de  Juan  Serrano,  se  ahogó  en  aquel 
conflicto  2  .  La  nave  destrozada  por  las  olas,  se  fué  a  pique 


1  Herrera,  Déc.II,  Lib.  IX,  cap.  XIII. 

2  La  fecha  de  este  suceso,  i  la  pérdida  del  esclavo  de  Serrano 
consta  de  las  listas  de  las  personas  que  perecieron  en  la  espedicion. 
Herrera,  que  en  el  libro  i  capítulo  citado  de  las  mejores  noticias  del 
naufrajio,  refiere  equivocadamente  que  no  pereció  nadie  en  él.~Ma- 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       261 

en  pocos  momentos,  sin  que  los  castellanos  hubieran  podi- 
do salvar  cosa  alguna  de  su  carga. 

Ocho  días  pasaron  los  náufragos  en  aquel  lugar  sin  saber 
a  qué  arbitrio  recurrir  para  reunirse  a  sus  compañeros  que 
habian  quedado  en  la  bahía  de  San  Julián.  Faltos  de  otro 
alimento  que  las  lapas  que  encontraban  en  las  rocas  de  la 
costa,  resolvieron  al  fin  emprender  el  viaje  por  tierra.  Car- 
garon para  ello  las  tablas  de  la  nave  que  el  mar  habia  arro- 
jado a  la  playa,  a  fin  de  construir  una  balsa  que  les  sirviera 
para  pasar  el  rio  de  Santa  Cruz.  La  distancia  que  los  sepa- 
ba  de  este  rio  era  apenas  de  seis  leguas;  pero  estenuados 
por  las  fatigas  i  desprovistos  de  otro  alimento  que  las  yer- 
bas que  cojian  en  la  marcha,  los  náufragos  tardaron  cua- 
tro dias  i  se  vieron  obligados  a  abandonar  una  parte  con- 
siderable de  la  madera  que  conduelan.  Al  fin  llegaron  a  las 
orillas  de  aquel  rio  que  les  ofrecía  abundantes  recursos  de 
pesquería;  i  allí  construyeron  una  pequeña  balsa  en  que  pu- 
dieron pasar  dos  hombres  a  la  ribera  opuesta  para  seguir  su 
marcha  hasta  el  puerto  de  San  Julián.  Todavía  tardaron 
once  dias  en  este  viaje.  Alimentábanse  de  yerbas  silvestres 
i  de  de  mariscos  crudos;  i  sufrieron  tantas  fatigas  i  penurias 
que  al  presentarse  a  Magallanes,  ni  éste  ni  sus  compañeros 
los  podian  reconocer. 

El  jefe  de  la  espedicion  no  se  abatió  por  este  nuevo  con 
traste.  El  mar  continuaba  borrascoso:  tempestades  frecuen- 
tes i  prolongadas  no  permitían  a  los  marinos  prestar  sus 
compañeros  una  usilio  pronto  i  eficaz;  pero  Magallanes  dis- 
puso inmediatamente  que  salieran  por  tierra  veinte  hombres 
cargados  de  pan,  vino  i  otros  bastimentos,  i  que  fueran  a 
buscar  a  Serrano  i  los  náufragos  a  las  orillas  del  rio  de 
Santa  Cruz.  Los  castellanos  vencieron  las  dificultades  que 
les  oponían  la  aspereza  de  los  campos  que  atravesaban  i  los 


ximiliano  Transilvano  refiere  este  naufrajio  i  la  muerte  del  esclavo 
como  ocurridos  en  agosto,  cuando  Magallanes  reconocía  aquellas 
costas  con  su  escuadrilla.  El  mismo  error  ha  copiado  Vargas  Pon- 
ce  en  la  relación  del  Viaje  de  Santa  María  de  las  Cabezas,  páj.  189. 


262  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

rigores  de  la  estación.  Se  vieron  obligados  a  derretir  el  hie- 
lo para  proveerse  de  agua;  i  para  socorrer  cuanto  antes  a 
sus  compatriotas,  marchaban  de  prisa  por  campos  desier- 
tos, sembrados  de  rocas  a  veces,  o  cubierto  de  escarcha  i 
de  nieve.  Llegaron  al  fin  al  rio  de  Santa  Cruz  donde  los  es- 
peraban Serrano  i  los  suyos,  macilentos,  estenuados  de  fa- 
tiga. Allí  tardaron  todavía  dos  días  en  pasar  el  rio  en  la 
pequeña  balsa  que  habían  construido  anteriormente.  Los 
castellanos  aprovecharon  este  retardo  en  esplorar  el  sitio 
del  naufrajio  i  en  recojer  los  restos  de  la  nave  i  de  la  carga 
que  el  mar  habia  arrojado  a  la  ribera  ^  .  Súlo  entonces  die- 
ron la  vuelta  a  la  bahía  de  San  Julián.  Las  penalidades  de 
la  marcha  se  repitieron  entonces;  pero  superiores  a  tanto 
padecimiento,  los  esploradores  se  reunieron  al  jefe  de  la  es 
pedición  sin  perder  un  solo  hombre. 

Magallanes  distribuyó  a  los  náufragos  de  la  carabela  en 
las  otras  navcsde  la  escuadrilla.  Juan  Serrano,  que  se  habia 
hecho  notar  por  su  fidelidad,  i  que  aun  en  medio  de  aquel 
contratiempo  habia  desplegado  gran  enerjía,  fué  nombrado 
capitán  de  la  Concepción.  Pero  lejos  de  acometer  nuevas 
empresas  de  esploracion  en  aquellos  mares,  Magallanes  se 
resolvió  al  fin  a  no  salir  de  la  bahía  mientras  los  rigores 
de  la  estación  ofrecieran  algún  peligro.  Se  ocupó  sí  en  re 
faccionar  las  naves,  para  lo  cual  levantó  en  tierra  una  pe 
quena  casa  de  piedra  en  que  estableció  la  herrería  de  su 
maestranza.  Era  tan  intenso  el  frió  que  allí  se  esperimen ta- 
ba que  tres  de  los  trabajadores  perdieron  las  manos.  A  pe- 
sar de  esto,  el  jefe  espedicionario  trató  de  hacer  un  recono- 
cimiento en  el  interior  del  país.  Cuatro  hombres  bien  arma- 
dos fueron  enviados  con  este  objeto.  Debian  llegar  hasta 
treinta  leguas  tierra  adentro,  plantar  una  cruz,  i  entablar 
relaciones  con  los  habitantes  de  aquellos  lugares  si  los  ha- 
llaban, i  si  la  tierra  ofrecía  socorros  de  víveres  i  bastimen- 
tos.  Los  esploradores,  faltos  de  agua  i  alimentos,  que  no 


3  Herrera,  Déc.  2,  Lib.  IX,  cap.  XIII.  —Carta  citada  del  conta- 
dor López  de  Recalde. 


VIDA   I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  263 

hallaron  en  su  marcha,  volvieron  a  San  Julián  avisando 
que  el  país  parecia  enteramente  despoblado. 

Mucho  tiempo  pasaron  los  castellanos  en  este  puerto, 
sin  ver  un  solo  habitante  de  aquellas  rejiones.  Creian  ya 
que  la  tierra  era  despoblada,  cuando  divisaron  en  los  are- 
nales de  la  costa  un  hombre  casi  desnudo,  de  figura  jigan- 
tesca,  que  cantaba  i  bailaba  echándose  arena  en  la  cabeza  *. 
Magallanes  mandó  a  tierra  a  un  marinero,  con  orden  de 
hacer  los  mismos  movimientos,  como  una  muestra  de  amis- 
tad i  de  paz.  El jigante  pareció  aceptar  estas  proposiciones, 
i  pasó  a  un  islote  donde  habia  desembarcado  el  jefe  de  la 
escuadra.  Su  sorpresa  a  la  vista  de  los  españoles  no  se  po- 
dia  ocultar.  Levantaba  el  dedo  como  si  quisiera  decir  que 
los  estranjeros  venian  del  cielo. 

No  era  menor  la  sorpresa  de  los  españoles.  Por  una  sin- 
gular inclinación  a  ver  en  todas  partes  algo  de  maravilloso, 
mui  natural  en  los  aventureros  del  siglo  XYlj  los  compa.- 
ñeros  de  Magallanes  creyeron  que  ese  hombre  fuerte,  gran- 
de, membrudo  quetenian  delante,  formaba  parte  de  alguna 
tribu  de  jigantes  hasta  entonces  desconocida  de  los  euro- 
peos. "Este  hombre  era  tan  grande,  escribía  el  historiador 
de  la  espedicion,  que  nuestra  cabeza  alcanzaba  apenas  a  su 
cintura.  Era  de  una  hermosa  estatura:  su  rostro  era  ancho  i 
teñido  de  rojo,  los  ojos  estaban  rodeados  de  amarillo,  i  en 
sus  mejillas  tenia  dos  manchas  en  forma  de  corazón.  Sus 
cabellos,  que  eran  mui  reducidos,  parecían  emblanquecidos 
con  algún  polvo.  Su  vestido,  o  mejor  dicho,  su  capa,  era 
hecha  de  cueros  de  un  animal  que  abunda  en  este  pais.  Este 
animal  tiene  la  cabeza  i  las  orejas  de  muía,  el  cuerpo  de 
camello,  las  piernas  de  ciervo  i  la  cola  de  caballo,  i  relincha 
como  éste"  ^. 


4  El  capitán  Cook  observó  que  los  indíjenas  de  la  isla  de  Ma— 
licolo,  se  echaban  agua  en  la  cabeza  en  señal  de  paz:  Voyage  dans 
Vhémisphere  austral,  tomo  III,  cap  III,  páj.  88  (París,  1773).  ha, 
misma  costumbre  habia  observado  Dampierre  entre  los  habitan- 
tes de  la  costa  occidental  de  la  Nueva  Guinea. 

o  PiGAFETTA,  Wa^^/o  etc,  lib.  I.  — El  animal  que  tan  imperfec- 
tamente describe  el  viajero  italiano  debe  ser  el  guanaco. 


264  ESTUDIOS  'IllSTÓRICO-BIBLIOGRÁFlCOS 

Los  compañeros  de  Magallanes  creyeron  como  Pigafetta 
que  aquel  hombre  era  un  jigante.  Los  viajeros  que  poste- 
riormente visitaron  esos  paises  repitieron  las  mismas  noti- 
cias acerca  de  la  estatura  de  aquellos  salvajes  ^;  i  aun  los 
sabios  modernos  que  los  examinaron  con  toda  detención, 
estuvieron  a  punto  de  dejarse  engañar  por  las  apariencias. 
*'No  debemos  disimularnos,  dice  D'Orbigny,  que  nosotros 
mismos  nos  hemos  engañado  por  las  apariencias  al  aspecto 
de  esos  hombres.  El  ancho  de  sus  espaldas,  su  cabeza  des- 
nuda, la  manera  como  se  cubren  de  la  cabeza  a  los  pies  con 
capas  de  pieles  de  animales  salvajes  cocidas  de  una  sola 
pieza,  nos  hacian  tal  ilusión,  que  antes  de  medirlos  los  ha- 
bríamos tomado  por  hombres  de  una  talla  estraordinaria, 
mientras  que  la  observación  directa  los  reducia  al  orden 
común.  ¿No  han  podido  dejarse  influenciar  otros  viajeros 
por  las  apariencias  sin  buscar  como  nosotros  la  verdad  por 
medio  de  medidas  exactas?"  '. 

Magallanes  recibió  afablemente  al  salvaje.  Mandó  darle 
de  comer,  i  que  le  pusieran  delante  un  espejo  grande  de 
acero  que  le  causó  gran  sorpresa  i  admiración.  '*E1  jigante, 
que  no  tenia  la  menor  idea  de  este  mueble,  i  que  sin  duda 
veia  por  primera  vez  su  propia  figura,  retrocedió  tan  es- 
pantado que  echó  al  suelo  a  cuatro  de  nuestros  hombres 
que  estaban  detras  de  él"  ^.  Después  de  hacerle  algunas  ob- 
sequios, Magallanes  mandó  dejarlo  en  tierra  haciéndolo 
acompañar  por  cuatro  hombres  armados. 

No  tardaron  en  presentarse  otros  salvajes.  Alentados 
sin  duda  por  la  esperanza  de  obtener  obsequios  semejantes 
a  los  que  recibió  el  que  habia  estado  a  bordo,  manifesta- 
ron sus  deseos  de  visitar  las  naves.  Los  españoles  los  reco- 
jieron  en  la  chalupa  i  los  transportaron  a  la  Trinidad  para 
que  los  conociera  el  capitán  de  la    espedicion.   Magallanes 


6  Véase  la  Ilustración,  núm.  V. 

7  D'Orbigny,   Uhomme  américain,   tomo   TI,    páj.   67.    (París, 
1839). 

8  Pigafetta,  Viaggio,  etc. 


VIDA    1    VIAJES    Díü    HERNANDO    DE    MAGALLANES  265 

los  recibió  con  la  misma  afabilidad,  haciéndoles  servir  una 
comida  ordinaria,  pero  abundante  que  los  salvajes  devora- 
ron en  un  momento.  Después  de  comer  i  de  visitar  las  na- 
ves, hicieron  señas  de  que  querian  volver  a  tierra;  i  el  capi- 
tán los  mandó  dejar  en  la  chalupa  ^.  Los  españoles,  mara- 
villados de  la  aparente  disformidad  de  aquellos  naturales,  i 
sobre  todo  del  gran  tamaño  de  sus  pies,  les  dieron  el  nom- 
bre de  patagones,  con  que  son  conocidos  hasta  ahora  ^^. 

Las  visitas  de  los  indíjenas  continuaron  todavía.  Uno 
de  ellos,  que  parecía  de  carácter  mas  suave  i  sociable,  per- 
maneció varios  dias  en  las  naves,  aprendió  a  pronunciar 
algunas  palabras  castellanas,  i  pidió  que  lo  bautizaran. 
Los  españoles  le  dieron  el  nombre  de  Juan  Jigante,  le  hicie- 
ron diferentes  obsequios  de  ropa,  espejitos,  chaquiras  i 
otras  bagatelas,  i  lo  mandaron  dejar  en  tierra,  cuando  así 
lo  solicitó.  Durante  su  permanencia  en  la  nave,  se  comia  o 
llevaba  consigo  los  ratones  que  cazaban  los  marineros. 

Tan  grande  fué  la  admiración  que  causó  en  Magallanes 


9  Herrera,  dec.  II,  lib.  IX,' cap.  XII. 

10  Oviedo  Historia  de  las  Indias^  lib.  XX,  cap.  VI. 

GOMARA,  Historia  de  las  Indias,  cap.  XCI,  fol.  119  (Ed.  de  Am- 
béres,  1554).  Este  último  autor  da  algunas  noticias  referentes  a 
los  patagones,  tomadas  i  exajeradas  de  las  primeras  relaciones  de 
Pigafetta,  que  trascribimos  en  seguida:  "Metia  i  sacávanse  por 
el  guarguero  una  flecha  para  espantar  a  los  estranjeros,  a  lo  que 
mostravan,  aunque  disen  algunos  que  lo  usan  para  gomitar  es- 
tando hartos,  i  cuando  han  menester  las  manos,  o  los  pies.  Tra- 
yan  coronas  como  clérigo,  i  el  de  mas  cabello  largo,  i  trenzado 
como  un  cordel,  en  que  suelen  atar  las  saetas  yendo  a  caza  o  gue- 
rra. Venian  con  abarcas,  i  vestidos  de  pellejas,  i  algunos  mui  pin- 
tados." 

BuFFON,  transcribiendo  un  fragmento  del  viaje  de  Cavendish, 
estractado  en  la  célebre  colección  inglesa  de  viaies  de  Harris,  dice 
que  según  ese  el  viajero,  ''Magallanes  nombró  patagones  a  eso^  sal- 
vajes porque  su  estatura  era  de  cinco  codos,  o  siete  pies  seis  pul- 
gadas. No  dice,  agrega,  en  que  lengua  la  palabra  patagón  espresa 
esa  estatura."  {Oeuvres  de  Buffon,  tomo  XII,  páj.  395,  ed.  de 
1831).  Es  curioso  hallar  estas  equivocaciones  en  escritores  de 
tanta  altura. 


26Q  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


la  presencia  de  esos  salvajes  que,  a  pesar  de  su  firme  propó- 
sito de  no  cargar  su  escuadrilla  con  bocas  inútiles,  concibió 
el  proyecto  de  embarcar  dos  para  presentarlos  en  España, 
a  la  vuelta  de  su  viaje,  como  seres  sobrenaturales.  No  tar- 
dó en  presentársele  la  oportunidad  que  deseaba.  Después 
de  haber  pasado  algunos  días  sin  ver  un  solo  patagón,  el 
28  de  julio,  se  acercaron  a  la  ribera  cuatro  de  los  mismos 
que  hablan  visitado  anteriormente  las  naves.  Magallanes 
los  hizo  transportar  a  bordo,  i  ahí  apartó  los  dos  que  des- 
tinaba para  llevar  a  España,  permitiendo  que  volviesen  a 
tierra  los  otros  dos  i^.  Nada  podia  hacerle  sospechar  que 
aquella  visita  de  los  indíjenas,  que  parcelan  tan  dóciles  i  man- 
sos, pudiera  envolver  algún  peligro  para  sus  compañeros. 

En  la  noche,  sin  embargo,  se  hicieron  sentir  síntomas 
alarmantes.  Hasta  entonces,  los  marinos  castellanos  no 
hablan  distinguido  chozas  ni  fogatas  que  les  revelaran  que 
aquellas  tierras  eran  habitadas.  Los  pocos  salvajes  que  se 
acercaban  a  la  costa  parecian  miembros  de  alguna  tribu 
que  tenia  su  residencia  a  lo  lejos;  pero  en  la  noche  se  deja- 
ron ver  ciertos  fuegos  en  la  ribera,  como  si  hubiera  llegado 
del  interior  una  nueva  partida  de  indíjenas.  Al  amanecer, 
Magallanes  despachó  siete  hombres  en  reconocimiento.  Los 
esploradores,  sin  embargo,  no  encontraron  un  sólo  hombre 
en  el  lugar  donde  hablan  visto  aquellos  fuegos.  Quedaban 
sólo  los  vestijios  de  su  permanencia  en  aquel  sitio  i  las  ceni- 
zas de  sus  fogatas,  que  hablan  abandonado.  Los  salvajes 
hablan  huido  dejando  impresa  su  huella  en  la  nieve,  que  cu- 
bría las  llanuras  inmediatas.  No  parecía  natural  que  siete 
hombres  mal  armados  se  aventuraran  en  su  persecución: 
los  castellanos,  con  todo,  siguieron  las  huellas  de  los  indí- 
jenas durante  todo  el  dia  sin  divisar  uno   solo.    Cansados 


ll'PiGAFETTA  refiere  con  circunstancias  novelescas  la  prisión  de 
los  dos  patagones.  Fué  menester,  según  él,  ponerles  grillos  por 
engaño,  haciéndoles  entender  de  que  se  queria  obsequiarles  esos 
fierros  i  ponérselos  en  los  pies  para  que  pudieran  llevárselos  a  tie- 
rra. Primo  viaggio,  lib.  I.  Gomara  copia  estos  mismos  porme- 
nores. 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       267 

de  tan  inútil  escursion,  i  temiendo  que  les  sorprendiera  la 
noche,  resolvieron  dar  la  vuelta  a  las  naves,  cuando  se  vie- 
ron acometidos  por  nueve  patagones  completamente  des- 
nudos i  armados  deflechas,  que  habian  venido  siguiéndolos 
a  la  distancia.  En  el  momento  se  trabó  el  combate.  Los 
españoles  no  tenian  mas  armas  de  fuego  que  un  arcabuz: 
llevaban  en  cambio  sus  espadas  para  acuchillar  a  sus  ene- 
migos, i  sus  rodelas  para  defenderse  de  las  flechas.  La  lu- 
cha fué  encarnizada:  un  castellano,  soldado  de  la  nao  Tri- 
nidad, llamado  Diego  Barrasa,  calló  mortalmente  herido; 
pero  sus  compañeros  redoblaron  su  empeño,  cargaron  cuer- 
po a  cuerpo  a  los  enemigos  i  los  pusieron  en  pavorosa  fuga 
como  también  a  sus  mujeres  que  estaban  reunidas  en  las 
inmediaciones.  Los  españoles  hallaron  en  aquel  lugar  una 
abundante  provisión  de  carne  medio  cruda,  que  los  salvajes 
i  sus  familias  abandonaban  en  la  fuga.  Cargaron  la  que 
pudieron  llevar  consigo,  i  se  retiraron  a  pasar  la  noche  a 
un  monte  vecino,  i  a  cenar  al  lado  del  fuegD.  El  día  siguien- 
te volvieron  al  puerto  de  San  Julián.  La  relación  de  su  co- 
rrería, i  mas  que  todo  la  pérdida  de  Barrasa,  causaron  en 
el  ánimo  de  Magallanes  una  profunda  impresión.  Deseando 
vengarlo,  despachó  veinte  hombres  al  interior  del  pais;  pero 
después  de  ochodias  de  inútiles  escursiones,  volvieron  éstos 
sin  haber  hallado  un  solo  salvaje.  Los  espedicionarios  no 
hicieron  otra  cosa  quedar  sepultura  al  cadáver  de  su  cama- 
rada. 

El  cosmógrafo  de  la  espedicion  Andrés  de  San  Martin  se 
ocupó,  durante  los  dias  que  las  naves  permanecieron  en 
aquel  puerto,  en  hacer  diferentes  observaciones  para  medir 
la  lonjitud  según  el  sistema  que  Rui  Faleiro  habia  indicado 
en  Sevilla.  El  24  de  agosto,  estando  ya  todo  dispuesto 
para  el  viaje,  repitió  sus  observaciones  i  fijó  la  latitud  de 
49°  18',  dato  importante  para  continuar  la  navegación 
comenzada. 

Magallanes,  en  efecto,  lo  habia  dispuesto  todo  para  la 
marcha.  Habia  hecho  en  sus  naves  las  reparaciones  que  se 
creian  necesarias;  i  reservándose  para  sí  el  mando  de  la  Tri- 


268  ESTUDIOS    HISTÓRIC0-I3IBLTOGRÁFIC0S 


nidad,  había  entregado  el  de  las  otras  a  hombres  que  le  me- 
recían plena  confianza.  Alvaro  de  Mezquita  i  Juan  Serrano 
iban  de  capitanes  de  las  naos  San  Antonio  i  Concepción  ^^; 
i  Duarte  Barbosa,  el  cuñado  de  Magallanes,  quedó  al  man- 
do de  la  Victoria  i^.  Antes  de  levar  anclas,  el  jefe  de  la  es- 
pedicion  mandó  dejar  en  tierra,  en  cumplimiento  de  la  sen- 
tencia dictada  anteriormente,  a  Juan  de  Cartajena  i  al  clé- 
rigo Pedro  Sánchez  de  Reina,  con  una  regular  provisión  de 
galletas  i  vino.  Los  marinos  castellanos  se  despidieron  con 
gran  lástima  de  aquellos  desgraciados;  pero  no  se  levantó 
una  voz  en  la  escuadrilla  para  oponerse  a  la  voluntad  de 
su  jefe:  tan  grande  era  el  respeto  que  había  sabido  infundir 
después  del  castigo  de  los  amotinados.  La  escuadrila  salió 
al  fin  del  puerto  el  24  de  agosto  ^^,  después  de  haberse  con- 
fesado i  comulgado  todos  los  hombres  que  la  componían. 
Todo  hacia  creer  que  los  temporales  del  invierno  habían 
pasado.  El  mar  estaba  tranquilo,  las  lluvias  habían  cesado, 
i  el  viento  soplaba  con  menos  fuerza.  Los  navegantes  si- 
guieron su  viaje  sin  separarse  mucho  de  la  costa,  i  con  el 
mismo  rumbo  que  en  meses  atrás  había  llevado  Serrano  en 
su  desgraciada  esploracion;  pero  al  acercarse  al  rio  de  San- 
ta Cruz,  la  tempestad  había  vuelto  a  aparecer.  El  26  de  oc- 
tubre, al  entrar  en  ese  rio,  "faltó  poco  para  quelaCvScuadra 
naufragase  a  causa  de  los  vientos  furiosos  que  soplaban  i 
de  la  gruesa  mar  que  levantaban,  dice  el  historiador  de  la 
espedicion;  pero  Dios  i  los  cuerpos  de  los  santos,  es  decir  los 
fuegos  que  resplandecían  en  la  punta  de  los  mástiles,  nos 
socorrieron  i  nos  salvaron"  i^.  Los  fuegos  producidos  por 
la  electricidad  que  en  medio  de  las  tempestades  se  dejan  ver 
frecuentemente  en  los  mástiles  de  las  naves,  habían  orijína- 
do  una  superstición  muí  jeneralizada  entre  los  navegantes 
de  aquella  época.  Los  marinos  del  tiempo  de  Magallanes 

12  Herrera,  Déc.  II,  líb.  IX,  cap.  XIII  i  XV. 

13  Barros,  Déc.  III,  i  lib.  V,  cap.  IX. 

1^  Diario  de  navegación  de  Francisco  Albo. — Relación  de  Maxi- 
miliano Transilvano. 

15  PiGAFETTA,   Viaggío  lib.  I. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO   DB    MAGALLANES  269 

creían  que  eran  los  cuerpos  de  San  Telmo,  San  Nicolás  i 
Santa  Clara,  como  los  antiguos  creían  ver  a  Castor  i  Pc- 
lux,  que  venían  en  auxilio  de  los  viajeros  desventurados. 
Sólo  en  nuestro  siglo  se  ha  dado  una  esplicacion  racional  a 
estos  fuegos,  i  se  ha  desterrado  para  siempre  esa  supersti- 
ción 16. 

En  el  rio  de  Santa  Cruz  pasó  Magallanes  cerca  de  dos 
meses.  Ocuparon  los  castellanos  este  tiempo  en  hacer  una 
buena  provisión  de  agua  i  leña,  i  en  cojer  i  secar  el  pescado 
que  ahí  se  encuenta  en  abundancia  i^.  El  cronista  Herrera 
refiere  también  que  el  11  de  octubre,  a  las  diez  horas  i  ocho 
minutos  de  la  mañana,  el  capitán  Juan  Serrano  bajó  a  tie- 
rra a  observar  un  eclipse  de  sol,  que  debía  tener  lugar,  si 
bien  el  resultado  de  sus  observaciones  no  sirvió  de  nada 
para  determinar  la  lonjitud  de  aquel  lugar,  que  era  lo  que 
vSe  buscaba  i^. 

La  primavera  había  aparecido  definitivamente  en  aquellas 
rejiones.  Los  días  eran  ya  mucho  mas  largos  quelasnoches; 


16  Véase  la  Ilustración  núm.  VI. 

17  El  capitán  Fitz-Roy,  al  hablar  de  este  puerto,  da  muchas 
noticias,  i  publica  un  plano  i  muchas  vistas  en  el  cap.  XVI  de  sus 

Voyages    oí  Aventure    and    Beagle,    between    1826    and    1836, 
vol.  II. 

18  La  manera  confusa  como  Herrera  (déc.  II,  lib.  IX  cap. 
XIV)  da  cuenta  de  la  observación  practicada  por  Serrano,  ha  he- 
cho creer  a  Amoretti,  el  ilustrado  editor  de  Pigafetta,  que  el  cro- 
nista español  asegura  que  el  eclipse  tuvo  lugar  en  efecto:  aserción 
que  él  contradice  en  vista  del  silencio  que  a  este  respecto  guarda 
el  viajero  italiano.  Herrera  dice  sólo  que  a  la  hora  señalada  pa- 
reció desnudarse  la  claridad  del  sol  "pero  no  en  tal  manera  que  el 
cuerpo  del  sol  en  todo  ni  en  parte  se  pudiese  haber  escurecido." 
De  su  relación  se  desprende  que  en  las  instrucciones  que  llevaban 
consigo  los  castellanos,  sin  duda  las  qne  le  dio  Faleiro  en  Sevilla, 
había  indicación  de  un  eclipse  que  debía  tener  lugar  en  ese  día, 
pero  deja  ver  que  no  fué  visible  en  el  lugar  donde  se  hallaba  Ma- 
gallanes. M.  PiNGRÉ  en  su  Cronologie  des  eclipses,  publicada  en 
el  primer  volumen  de  Uart  de  verifier  les  dates  (2^  edición)  señala 
un  eclipse  solar  que  tuvo  lugar  el  11  de  octubre  de  1520,  que  no 
fué  visible  en  la  Patagonia,  puesto  que  nada  dicen  a  este  respecto 
el  Viaggio  de  Pigaeetta,  el  diario  de  Albo,  ni  los  documentos  que 


270  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁnCOS 

las  tormentas  habían  calmado,  el  viento  batía  menos  fuer- 
za í  el  tiempo  se  presentaba  propicio  para  emprender  el 
viaje  de  esploracíon  en  busca  del  estrecho  deseado.  El  18  de 
octubre,  Magallanes  mandó  levar  anclas,  i  dio  a  su  escua- 
dra el  rumbo  de  suroeste,  siguiendo  siempre  la  prolonga- 
ción de  aquella  costa.  Los  vientos  del  sur,  reinantes  en 
aquella  estación,  que  retardaban  su  marcha,  no  pudieron 
sin  embargo  embarazarla.  Los  marinos  castellanos  avan- 
zaban con  pavor  por  aquellos  mares  desconocidos,  i  por 
aquellas  latitudes  a  donde  jamas  había  llegado  navegante 
alguno;  pero  Magallanes,  lleno  de  confianza  i  de  resolución, 
había  declarado  a  sus  compañeros  en  la  instrucción  que  les 
dio  antes  de  salir  del  rio  de  Santa  Cruz,  que  estaba  resuelto 
a  seguir  adelante  hasta  descubrir  el  estrecho,  aunque  le 
fuera  necesario  llegar  hasta  los  75°  de  latitud  austral,  i 
aunque  las  tormentas  desaparajaran  sus  naves.  Sólo  en 
caso  de  no  hallar  el  estrecho,  pensaba  tomar  rumbo  al  este, 
e  ir  a  las  Molúcas  por  el  sur  del  cabo  de  Buena  Esperan- 
za i». 


consultó  el   prolijo  cronista   Herrera  i   que  no  han  llegado  hasta 
nosotros. 

El  historiador  portugués  Fernando  Lópp:z  ue  Castañeda  en  su 
Historia  do  descobrimento  i  conquista  de  India  per  los  portugue- 
ses, lib.  VI,  dice  que  Magallanes  se  sirvió  de  un  eclipse  de  sol  que 
se  verificó  el  17  de  abril  de  1520,  para  determinar  **segun  las  re- 
glas que  le  hablan  sido  dadas  por  Faleiro,  que  había  61^  de  dife- 
rencia de  lonjitud  entre  Sevilla  i  el  rio  Santa  Cruz."  A  ser  cierto 
este  hecho,  probaria  que  los  navegantes  castellanos  tenían  en  esa 
época  reglas  bastantes  precisas  para  fijar  la  lonjitud  de  los  luga- 
res, puesto  que  la  equivocación  seria  sólo  de  menos  de  dos  grados; 
i  basta  leer  el  cap.  IV,  lib.  V,  déc.  III,  de  la  historia  de  Barros 
para  penetrarse  de  las  notables  contradicciones  que  hallaban  los 
castellanos  al  hacer  las  observaciones  según  las  reglas  de  Faleiro. 
Aparte  de  esto,  el  hecho  asentado  por  Castañeda  es  completa- 
mente falso.  Pingré  en  la  obra  citada  no  señala  eclipse  alguno  en 
17  de  abril  de  1520;  i  en  ese  dia  Magallanes  i  sus  compañeros  no 
se  hallaban  en  el  río  de  Santa  Cruz  sino  en  la  bahía  de  San 
Julián. 

19  Barros,  Déc.  III,  lib.  V,  cap.  IX.— Carta  del  contador  López 
de  Recalde. 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       271 

Dos  días  se  mantuvo  la  escuadrilla  voltejando  acausa  de 
los  vientes  contrarios  que  retardaban  su  marcha;  pero, 
cambiado  el  viento,  avanzó  con  toda  felicidad  hasta  los  50° 
de  latitud.  El  21  de  octubre,  estando  a  distancia  de  cinco 
leguas  de  tierra,  avistó  una  larga  punta  de  tierra  baja  i 
arenosa  que  se  estendia  hacia  el  suroeste.  Las  naves  se 
acercaron  a  reconocerla:  era  un  cabo  detras  del  cual  se  dis- 
tinguia  una  abra  de  algunas  leguas  de  ancho.  En  recuerdo 
de  la  fiesta  que  aquel  dia  celebra  la  iglesia,  el  cabo  fué  de- 
nominado de  las  Once  mil  vírjenes,  que  conserva  hasta  hoi 
2^.  Magallanes  creyó  desde  luego  que  aquella  érala  entrada 
del  estrecho  que  buscaba.  Inmediatamente,  dio  orden  a 
Mezquita  i  a  Serrano  que  se  adelantasen  con  las  naves  San 
Antonio  i  Concepción  a  practicar  un  reconocimiento,  mien- 
tras él  quedaba  con  las  otras  dos  naves  en  el  mismo  lugar 
esperando  su  regreso.  Los  esploradores  no  debian  tardar 
mas  de  cinco  dias  en  aquella  operación. 

En  la  noche  sobrevino  una  terrible  borrasca  que  duró 
treinta  i  seis  horeis,  i  que  obhgó  a  las  dos  naves  que  habian 
quedado  con  Magallanes  a  abandonar  las  anclas  i  a  dejar- 
se arrastrar  a  merced  de  las  olas  i  del  viento.  Las  otras  dos 
naves  sufrieron  el  mismo  temporal;  e  imposibilitadas  para 
reunirse  al  resto  de  la  escuadrilla,  a  causa  de  un  promon- 
torio que  se  levantaba  en  la  orilla  norte  del  canal,  sin  duda 
el  cabo  de  la  Posesión,  se  dejaron  llevar  por  el  viento  al 
fondo  de  lo  que  creian  que  era  sólo  una  bahía,  esperando 
vararse  de  un  momento  a  otro.  En  el  instante  en  que  se 
creian  perdidos,  vieron  una  pequeña  abertura,  que  tomaron 
por  un  recodo  de  la  bahía,  i  se  dirijeron  hacia  aquel  punto. 
Era  esta  sin  duda  la  angostura  denominada  ahora  de  Nues- 
tra Señora  de  la  Esperanza.  Navegando  siempre  adelante, 
siguieron  su  viaje  hasta  una  bahía,  a  que  los  españoles  die- 
ron mas  tarde  el  nombre  de  San  Gregorio.  Allí  se  les  presen- 
tó a  la  vista  una  nueva  angostura,  conocida  después  con 
el  nombre  de  San  Simón,  pasada  la  cual,  los  marinos  entra- 


20  Diario  de  navegación  de  Francisco  Albo. 


272  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

ron  a  una  hermosa  bahía,  la  mos  espaciosa  que  hasta  en- 
tonces hubieran  visto  en  aquellos  canales.  La  borrasca 
había  calmado  entonces:  los  esploradores  después  de  reco- 
nocerlos lijeramente,  creyeron  que  debían  volver  a  reunirse 
con  el  jefe  de  la  espedicion,  para  darle  cuenta  de  lo  que  ha. 
bian  visto  21. 

Magallanes,  entre  tanto,  aguardaba  por  momentos  el 
regreso  de  las  naves  esploradoras.  Aunque  no  había  espira- 
do el  plazo  que  les  señaló  para  su  vuelta,  comenzaba  a  te- 
mer que  hubieran  sucumbido  en  la  tormenta  que  él  mismo 
había  sufrido. 

Desde  los  buques  se  divisaban  en  la  tierra  inmediata  unas 
columnas  de  humo.  Magallanes  i  sus  compañeros  conjetu- 
raron que  los  que  habían  salvado  del  naufrajio  encendían 
fuegos  para  anunciarles  su  existeUcias  i  pedirles  auxilio. 
"Pero,  mientras  estábamos  en  esta  incertidumbrc,  escribe 
el  historiador  de  la  espedicion,  vimos  las  dos  naves  surcan- 
do a  velas  desplegadas  i  con  pabellones  flotantes  que  ve- 
nían hacía  nosotros.  Cuando  estuvieron  mas  cerca  dispara- 
ron muchos  tiros  de  bombardas,  lanzando  gritos  de  alegría. 
Nosotros  hicimos  otro  tanto;  i  cuando  supimos  por  ellos 
que  habían  visto  la  continuación  de  la  bahía,  o  por  mejor 
decir,  del  estrecho,  nos  preparamos  para  seguir  nuestro  ca- 
mino" 24. 

Los  marinos  de  cada  una  de  las  naves  dieron  a  Magalla- 
nes diversas  noticias  acerca  de  la  esploracion  que  acababan 
de  practicar.  Referían  los  de  una  que  no  habían  hallado 
mas  que  algunos  golfos  de  mar  baja  con  altísimas  riberas. 
Los  otros  decían  que  aquel  era  un  estrecho,  porque  habían 
caminado  tres  días  sin  divisar  salida,  echando  frecuente- 
mente la  sonda  sin  encontrar  muchas  veces  el  'fondo.  Ha- 
bían notado  ademas  grandes  corrientes,  i  muí  pequeñas 
menguantes,  lo  que  les  hacia  creer  que  aquel  canal  iba  a 
vaciar  sus  aguas  hacia  el  poniente  en  un  mar  desconocido. 


21  PiGAFETTA,  Prittio  Viaggio,  etc.  lib.  I. 

22  PiGAFETTA,  loC.   clt.  líb.  I. 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       273 

Estas  noticias  vinieron  a  confirmar  a  Magallanes  en  sus 
convicciones.  Inmediatamente,  se  adelantó  con  toda  su  es- 
cuadrilla hasta  una  legua  adentro  del  canal.  Allí  mandó 
surjir,  i  despachó  a  tierra  una  chalupa  con  diez  hombres 
para  que  reconociese  la  tierra  vecina.  Hallaron  éstos  una 
choza  con  mas  de  doscientas  sepulturas  de  indios,  porque 
según  su  costumbre,  viven  de  ordinario  en  el  interior  de  sus 
tierras,  i  sólo  se  acercan  a  las  orillas  del  mar  en  la  estación 
de  verano,  i  entonces  se  entierran  a  los  muertos.  En  la  pla- 
ya encontraron  también  una  ballena  muerta  i  muchos  hue- 
sos de  esos  animales  esparcidos  por  los  alrededores,  lo  que 
les  hizo  creer  que  era  lugar  de  grandes  tormentas.  Aparte 
de  esto  no  encontraron  hombre  alguno,  ni  otros  vestijios 
de  que  la  tierra  fuera  poblada. 

"Desde  aquel  sitio,  dispuso  Magallanes  que  la  nao  San 
Antonio  hiciera  una  nueva  esploracion  en  los  canales  que 
corrian  hacia  el  poniente.  Este  viaje  no  dio,  sin  embargo, 
por  resultado  el  reconocimiento  final  que  se  esperaba.  La 
nao  volvió  pocos  dias  después:  Mezquita  navegó  cincuenta 
leguas  sin  hallar  término  a  aquel  canal,  que  parecia  dilatar- 
se todavía  mucho  mas.  Entonces  dio  la  vuelta  a  reunirse 
con  el  jefe  de  la  espedicion"  25^ 

Si  algunos  marinos  se  sobresaltaron  con  esta  noticia,  si 
creyeron  que  la  travesía  de  aquellas  angosturas  presenta- 
ba gran  peligro  sin  ofrecer  esperanza  de  buen  resultado, 
Magallanes,  en  cambio,  cobró  nuevos  ánimos  i  se  dispuso 
a  emprender  la  marcha.  Ya  no  le  cabia  duda  que  estaba  en 
la  embocadura  del  estrecho  que  habia  buscado  con  tanto 
tesón,  que  habia  de  llevarlo  a  los  mares  de  la  India,  i  que 
habia  de  inmortalizar  su  nombre. 


25  Hérkera.  déc.  II,  lib.  IX,  cap.  XIV. 

TOMO    VI  18 


r 


r 


CAPÍTULO  YII. 

Magallanes    reúne  a  sus  pilotos  en  consejo. — Estévan  Gómez. — 

Combate  el  proyecto  de  Magallanes Penetra  la  escuadrilla 

en  el^strecho. — Se  separa  la  nao   San  Antonio. — Magallanes 

consulta  de  nuevo  a  los  capitanes  de  su  escuadra Parecer  del 

piloto  Andrés  de  San  Martin. — Se  continúa  la  esploracion  del 
estrecho.— Descubrimiento  del  mar  Pacífico — Sublevación  en 

la  nao  San  Antonio. — Llegan  a  Sevilla  los  sublevados Levan 

tase  en  la  corte  un  proceso  para  descubrir  la  conducta  de  ellos 
i  prisión  de  los  principales. 

Resuelto  a  seguir  adelante  en  su  proyectado  viaje,  Maga- 
llanes quiso,  sin  embargo,  oír  el  parecer  de  los  capitanes  i  pilo- 
tos de  su  escuadrilla.  Mandó  que  todos  ellos  se  reunieran  en 
la  Trinidad,  i  que  trajesen  noticia  cierta  de  los  bastimentos 
que  tenian  las  naves  para  continuar  el  viaje  hasta  las  Mo- 
lúcas.  La  reunión  tuvo  lugar,  en  efecto:  los  capitanes  dije- 
ron que  habia  víveres  para  tres  meses;  i  como  el  jefe  de  la 
espedicion  se  manifestaba  tan  decidido  a  llevar  a  cabo  la 
proyectada  empresa,  los  del  consejo,  sea  por  entusiasmo 
o,  lo  que  es  mas  probable,  por  el  respeto  que  Magallanes 
habia  sabido  inspirarles,  declararon  que  no  era  digno  de 
ellos  dar  la  vuelta  a  Castilla  sin  haber  consumado  la  obra 
que  el  reí  les  habia  encomendado. 

Entre  los  pilotos  que  asistieron  al  consejo,  habia,  sin  em- 
bargo, uno  que  desde  tiempo  atrás  tenia  queja  de  Magalla- 
nes. Era  éste  un  parieate  suyo,  portugués  también  de  na- 
cimiento, llamado  Estévan  Gómez,   que  se  habia  enrolado 


276  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

en  la  espedicion  por  empeño  de  su  jefe  i.  El  viajero  Pigafet- 
ta,  testigo  presencial  de  estos  altercados,  refiere  que  Gómez 
aborrecia  a  Magallanes  porque  cuando  éste  pasó  a  España 
a  hacer  sus  proposiciones  al  emperador  para  llegar  a  las 
Molúcas  por  el  oeste,  Gómez  habia  pedido  i  estaba  a  punto 
de  obtener  algunas  carabelas,  para  una  espedicion  de  que 
él  habria  sido  el  jefe;  pero  que  la  empresa  de  Magallanes 
habia  anulado  sus  proyectos,  reduciéndolo  a  aceptar  el 
puesto  de  piloto  2.  No  parece  probable  esta  aserción  del 
viajero  italiano:  Estévan  Gómez  se  habia  enrolado  volun- 
tariamente en  la  escuadrilla  espedicionaria,  cediendo  sólo 
al  influjo  de  Magallanes;  i  quizá  siempre  habria  marchado 
en  buena  armonía  a  no  descubrir  en  el  jefe  ciertas  preferen- 
cias que  hirieron  su  amor  propio.  Cuando,  a  consecuencia 
de  la  desobediencia  de  algunos  capitanes,  Magallanes  dio 
a  su  primo  Alvaro  de  Mezquita  el  mando  de  la  nao  San  An- 
tonio^ Gómez  se  ofendió  de  esta  distinción  i  se  creyó  injuria- 
do con  la  elevación  de  un  hombre  que  se  habia  embarcado 
en  el  rango  de  sobresaliente,  i  la  postergación  suya,  que 
desempeñaba  el  cargo  de  piloto.  Estos  antecedentes  espli- 
can  los  sucesos  que  tuvieron  lugar  en  la  escuadra. 

En  el  consejo  de  los  capitanes,  como  éstos  i  los  pilotos 
apoyaban  el  parecer  de  Magallanes,  Gómez  se  atrevió  a 
espresar  una  opinión  contraria.  Espuso  allí  que  puesto  que 
ya  se  habia  hallado  el  CvStrecho  para  pasar  al  otro  mar  i 
llegar  a  las  Molúcas,  era  tiempo  de  volverse  a  Castilla, 
porque  si  encontraban  largas  calmas  o  tempestades  en  el 
dilatado  viaje  que  tenian  que  hacer,  perecerían  todos,  o  por 
falta  de  víveres,  o  por  causa  de  las  borrascas.  Magallanes 
aparentó  gran  calma  al  oir  este  discurso;  pero  con  la  reso- 
lución que  le  era  característica,  contestó  que  aunque  supie- 
se que  tendría  que  comer  en  la  navegación  los  cueros  de 
vaca  en  que  iban  forradas  las  entenas  de  las  naves,  él  no 
volvería  atrás  hasta  no  descubrir  lo  que  habia  prometido 


1  Barros,  déc.  III,  lib.  V,  cap.  VIII. 

2  PiGAFETTA,   Viaggio,  lib.  I. 


VIDA  I  VIAJES  DB  HERNANDO  DE  MAGALLANES       277 

al  emperador,   porque  esperaba  que  Dios  lo   ayudaría  en 
aquella  empresa  3. 

Era  de  temerse  que  esta  oposición  fuera  el  principio  de 
nuevas  disenciones  en  la  escuadrilla.  Estévan  Gómez  no 
era  un  piloto  vulgar.  Por  sus  conocimientos,  su  enerjía  i 
su  carácter  gozaba  de  gran  crédito  entre  sus  camaradas. 
Magallanes  divisó  el  peligro;  i  antes  de  emplear  las  medidas 
de  rigor,  como  habia  tenido  que  hacerlo  en  la  bahía  de  San 
Julián,  prefirió  embarazar  todo  proyecto  de  resistencia. 
Mandó  pregonar  en  las  naves  que  al  dia  siguiente  mui  de 
mañana  se  emprenderia  el  viaje,  ordenando  ademas  que 
estuviese  todo  pronto  para  este  objeto,  i  prohibiendo  bajo 
pena  de  la  vida  que  se  hablase  de  las  dificultades  de  la  em- 
presa i  de  la  falta  probable  de  víveres. 

El  dia  siguiente,  en  efecto,  la  escuadrilla  se  hizo  a  la  vela 
pasando  por  los  mismos  sitios  que  poco  antes  habian  reco- 
nocido las  dos  naves  esploradoras  bajo  el  mando  de  Mez- 
quira  i  de  Serrano.  Pasaron  por  las  dos  angosturas  ya 
esploradas,  i  llegaron  hasta  la  bahía  de  San  Bartolomé, 
enfrente  de  unas  islas  de  diferentes  tamaños  ^.  Magallanes 
se  adelantó  todavía  un  poco  mas,  pero  volvió  luego  a  aque- 
lla bahía,  donde  echó  el  ancla.  Al  principio,  el  paisaje  que 
se  presentó  a  la  vista  de  los  navegantes  era  triste  i  pobre; 


3  Herrera,  déc.  II,  lib.  IX,  cap.  XY. 

Pigafetta  refiere  que  cuando  dudaban  los  compañerOv*;  de  Ma- 
gallanes de  que  aquel  canal  fuese  el  estrecho  buscado,  éste  dijo  que 
estaba  seguro  de  ello  por  haberlo  visto  trazado  en  una  carta  de 
marear  dibujada  por  Martin  Behaini,  que  se  conservaba  en  la  te- 
sorería del  rei  de  Portugal.  Véase  la  Ilustración  núm.  III. 

4  Para  comprender  mejor  laesploraciondel  estrecho  puede  verse 
la  carta  levantada  en  1767  por  los  marinos  que  componían  la  es- 
pedicion  francesa  de  M.  de  Bougainville,  publicada  con  la  relación 
de  su  viaje  en  1772;  la  que  dieron  a  luz  en  1788  los  marinos  espa- 
ñoles de  la  fragata  Santa.  María  de  las  Cabezas,  i  que  acompaña 
igualmente  a  la  relación  del  viaje;  i  la  que  levantó  la  comisión 
hidrográfica  inglesa  bajo  la  dirección  de  los  capitanes  King  i  Fitz- 
Roy,  que  es,  sin  disputa,  la  mejor  de  todas.  Las  cartas  anteriores 
son  defectuosísimas. 


278  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

estendidas  playas  de  arena  batidas  por  un  viento  frió,  emi- 
nencias desprovistas  de  vejetacion  i  rocas  áridas  i  peladas 
fué  todo  lo  que  vieron  en  la  primera  parte  del  estrecho. 
Mas  adelante,  el  paisaje  cambió  repentinamente:  las  altu- 
ras inmediatas  a  la  costa  estaban  cubiertas  de  árboles  de 
agradable  vista,  el  suelo  se  veia  tapizado  de  verde  yerba, 
i  un  cielo  despejado  que  realzaba  las  bellezas  del  paisaje, 
hicieron  decir  a  los  españoles  que  las  tierras  de  una  i  otra 
parte  del  estrecho  eran  las  mas  hermosas  del  mundo  ^. 

En  esta  esploracion,  Magallanes  se  habia  fijado  particu- 
larmente en  las  tierras  de  la  parte  norte  del  estrecho,  que 
suponia  que  seria  el  término  del  nuevo  continente.  En  las 
tierras  del  sur  habia  divisado  en  las  noches  algunas  foga- 
tas esparcidas  en  diversas  partes  de  la  costa.  Llamólas  por 
este  motivo  Tierra  del  Fuego  ^,  nombre  que  han  conservado 
hasta  hoi.  En  esas  mismas  tierras,  habia  distinguido  la  em- 
bocadura de  un  canal,  sin  duda  el  de  San  Jerónimo,  que  se 
dilataba  al  sureste  entre  unas  sierras  cubiertas  de  nieve, 
con  las  apariencias  de  un  nuevo  estrecho.  Inmediatamente, 
mandó  que  las  naos  San  Antonio  i  Concepción  fuesen  a  ha- 
cer un  reconocimiento  por  aquel  lado,  con  encargo  devolver 
en  el  término  de  cuatro  dias  '^.  La  primera  de  estas  naves 
marchó  a  velas  desplegadas  a  hacer  esta  esploracion:  la  se- 
gunda se  quedó  mui  atrás,  i  volvió  en  breve  a  juntarse  con 
Magallanes  sin  haber  adelantado  gran  cosa  en  el  reconoci- 
miento. 

Mientras  la  nao  San  Antonio  practicaba  esta  esplora- 
cion, la  escuadrilla  pasó  un  poco  mas  adelante,  pero  volvió 
en  seguida  al  lugar  señalado  para  la  reunión  de  todas  las 


5  Herrera,  déc.  II,  lib.  IX,  cap.  XV.  Véase  la  prolija  descrip- 
ción del  estrecho,  i  sus  terrenos  i  producciones  en  *el  Viaje  de  la 
fragata  Santa  María  de  las  Cabezas,  pájs.  292  i  siguientes. 

6  Maximiliano  Transilvano,  Relación,  etc.  §  IX. 

Oviedo,  Historía  jeneral  de  las  Indias,  tomo  III,  parte  II,  lib. 
XX,  cap.  I. 

7  Carta  citada  del  contador  López  de  Recalde.  Pigafetta,  Pri- 
mo viaggio,  lib.  I. 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES      279 

naves.  Allí  pasaron  seis  días  los  marinos  castellanos  ocu 
pados  en  pescar  sardinas  i  robalos,  que  habia  en  gran  abun- 
dancia, i  en  hacer  provisiones  de  agua  i  de  una  leña  olorosa 
que  recojieron  en  cantidad.  Inquietos  por  la  tardanza  de  la 
nave  que  mandaba  Mezquita,  Magallanes  mandó  que  la 
nao  Victoria  fuera  en  su  busca;  pero  volvió  en  breve  sin  ha- 
ber podido  hallarla.  En  medio  de  la  inquietud  que  esta  tar- 
danza podia  producir,  i  cuando  las  otras  naves  se  prepara- 
ban para  ir  en  su  busca,  el  piloto  Andrés  de  San  Martin  dijo 
a  Magallanes  que  no  gastase  tiempo  en  buscar  la  nave  per- 
dida, porque  suponia  que  se  habia  vuelto  a  España  ^.  El 
jefe  de  la  espedicion  creia  también,  o  que  los  marinos  de 
aquella  nave  se  habian  sublevado  contra  Mezquita  i  cam- 
biado su  rumbo,  o  que  habian  naufragado  en  el  canal  que 
debian  esplorar  9.  Quiso  sin  embargo,  esperar  todavía  al- 
gunos dias  i  aun  hacer  algunas  pequeñas  esploraciones  por 
ver  si  lograba  reunirse  con  sus  compañeros;  hasta  que  dis- 
gustado por  la  pérdida  de  los  víveres  que  llevaba  aquella 
nave,  i  convencido  de  la  inutilidad  de  sus  esfuerzos,  se  de- 
terminó a  seguir  la  marcha.  Navegando  al  sur,  según  la  in- 
clinación de  la  costa,  los  castellanos  llegaron  a  un  cabo,  el 
de  San  Isidro,  donde  se  estrecha  algo  mas  el  canal,  i  en  se- 
guida, cambiando  el  rumbo  hacia  el  suroeste,  avanzaron 
hasta  la  punta  mas  meridional  del  continente,  que  los  espa- 
ñoles llamaron  mas  tarde  morro  de  Santa  Águeda,  i  los  in- 
gleses caboFrov^ard.  Allí  observaron  los  pilotos  laposicion 
jeográfica  del  lugar,  i  la  fijaron  en  53"^,  40'  de  latitud  sur  i^. 
Basta  mirar  una  carta  moderna  del  estrecho  para  com- 
prender a  qué  grado  de  precisión  habian  llegado  los  nave- 
gantes españoles  de  principios  del  siglo  XVI  para  fijarla 
latitud  de  los  lugares  que  recorrian.  Con  escasos  conoci- 
mientos astronómicos,  con  instrumentos  de  observación 


8  Herrera,  loe.  cit. 

9  Max.  Transilvano,  Relación,  §  IX. 

10  El  capitán  King  fijó  la  latitud  del  cabo  Froward  en  los  53° 
53',  53"  Voyages  oí  Aventure  and  Beagle,  vol.  I. 


280  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIO GRÁFICOS 

sumamente  imperfectos,  ellos  señalaban  con  muí  poca  dife- 
rencia la  verdadera  situación  de  los  lugares  con  respecto  a 
la  línea  equinoccial.  No  sucedía  lo  mismo  en  la  designación 
de  las  lonjitudes,  problema  que  parecía  entonces  casi  irreso- 
luble, i  que  dio  lugar  a  que  se  tuviera  por  locos  a  los  hom- 
bres que,  como  Faleiro,  el  primer  compañero  de  Magalla- 
nes, se  empeñaban  en  su  estudio  i  llegaban  a  fijar  algunas 
reglas  ^^. 

Desde  ese  cabo  que  forma  la  estremidad  sur  del  continen- 
te americano,  Magallanes  fijó  el  rumbo  al  noroeste,  i  siguió 
navegando  hasta  una  ensenada  situada  a  los  53°.  La  es" 
cuadra  fondeó  en  este  lugar  por  orden  de  su  jefe.  La  separa- 
ción de  la  nao  San  Antonio  le  hacia  temer  nuevas  disensio- 
nes entre  sus  subalternos.  Sabia  bien  Magallanes  que  casi 
todos  éstos  marchaban  a  su  pesar,  embargados  por  el  te- 
mor que  él  habia  sabido  inspirarles,  i  que  aprovecharían  la 
primera  oportunidad  que  se  les  presentara  para  sublevarse. 
La  pérdida  de  su  pariente  Alvaro  de  Mezquita,  que  reduela 
el  número  de  los  hombres  de  su  confianza  en  la  escuadrilla 
espedicionaria,  no  era  menos  sensible  para  Magallanes: 
pero,  si  él  pesaba  en  su  interior  estos  contratiempos,  no 
le  faltaba  ánimo  para  hacer  frente  a  las  dificultades  de  su 
situación.  Queriendo  evitar  reuniones  peligrosas  en  su  pro- 
pia nave,  a  la  vez  que  conocer  cuáles  entre  los  capitanes, 
pilotos,  maestres  i  contramaestres  eran  contrarios  a  la  es. 
pedición,  espidió  el  21  de  noviembre  una  circular  a  todas 
las  naves,  pidiendo  el  parecer  de  los  hombres  caracteriza- 
dos de  cada  una  de  ellas  acerca  de  lo  que  deberla  hacerse. 
Decia  allí  que  él  nunca  desechaba  el  parecer  de  los  demás,  i 


11  Barros,  déc.  III,  lib.  V,  cap.  VIH  i  IX. 

Navarrete  ha  compuesto  una  interesante  i  erudita  Memoria 
sobre  las  tentativas  hechas  i  premios  ofrecidos  en  España  al  que 
resol  viere  el  problema  de  la  lonjitad  en  el  mar.  Habiendo  queda- 
do inconclusa  dicha  memoria,  un  nieto  del  autor,  don  Eusta- 
quio Fernández  de  Navarrete,  la  terminó  i  la  publicó  en  la 
Colección  de  documentos  inéditos  para  la  historia  de  España, 
tomo  XXI. 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       281 

que  servían  mal  al  emperador  i  faltaban  al  juramento  que 
a  él  mismo  le  habían  prestado  los  que  no  le  ayudaban  con 
sus  consejos.  *'Por  lo  cual,  agregaba,  os  mando  de  la  parte 
de  dicho  señor,  i  de  la  mía  ruego  í  encomiendo  que  todo 
aquello  que  sentís  que  conviene  a  nuestra  jornada,  así  de  ir 
adelante  como  de  volvernos,  me  deis  vuestros  pareceres  por 
escrito,  cada  uno  de  por  sí,  declarando  las  cosas  i  razones 
porque  debemos  de  ir  adelante,  o  volvernos,  no  teniendo 
respeto  a  cosa  alguna  porque  dejéis  de  decir  la  verdad;  con 
las  cuales  razones  diré  el  mió  i  determinación  para  tomar 
conclusión  en  lo  que  hemos  de  hacer." 

No  se  conoce  la  contestación  que  darían  todos  los  mari- 
nos a  esta  consulta;  pero  el  cosmógrafo  Andrés  de  San 
Martin,  que  servia  de  piloto  en  la  nao  Victoria  dio  un  in- 
forme contra  la  prosecución  del  viaje.  Sea  que  hubiera  re- 
cibido ofensas  graves  de  Magallanes,  como  los  enemigos 
de  éste  dijeron  en  España  ^^^  o,  lo  que  es  mas  probable,  que 
temiera  por  el  resultado  de  la  espedicion,  San  Martin  dio 
un  estenso  i  respetuoso  informe,  en  que  aconsejaba  al  jefe 
de  la  escuadrilla  que  después  de  reconocido  el  estrecho,  die- 
ra la  vuelta  a  Castilla.  El  hábil  piloto  dudaba  que  por 
aquel  camino  se  pudiera  llegar  a  las  islas  de  la  especiería, 
pero  representaba  el  mal  estado  de  las  naves,  la  falta  de 
víveres,  el  abatimiento  i  debilidad  de  la  jente,  las  frecuen- 
tes borrascas  de  aquellos  mares,  i  la  estremada  prolonga- 
ción del  viaje.  *'Yo  tengo  dicho  lo  que  siento,  anadia  al  con- 
cluir, i  lo  que  alcanzo  por  cumplir  con  Dios  i  con  vuesa 
merced,  i  con  lo  que  me  parece  servicio  de  S.  M.  i  bien  de  la 
armada:  vuesa  merced  haga  lo  que  le  parezca." 

Magallanes  no  había  abrigado  el  propósito  de  dejarse 


12  El  contador  López  de  Recalde  dice  en  su  carta  citada  que  en 
la  bahía  de  San  Julián,  Magallanes  aplicó  tormento  a  San  Mar- 
tin porque  había  hecho  una  carta  del  viaje,  que  arrojó  luego  al 
mar.  *'La  hizo  dar,  dice,  tres  tratos  de  cuerda  con  servidores  de 
lombarda  a  los  pies,  en  que  le  desconyuntó."  Esta  noticia  no 
consta  de  ninguna  otra  autoridad;  i  es  probable  que  sea  sólo  una 
invención  para  acusar  a  Magallanes  ante  el  reí. 


282  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOaRÁFICOS 

convencer  por  esas  representaciones.  Pensaba  siempre  en 
seguir  adelante  aunque  fuera  contra  la  voluntad  de  todos 
sus  subalternos.  Con  este  fin,  dio  a  los  capitanes  una  pro- 
lija instrucción  de  los  motivos  que  tenia  para  llevar  ade- 
lante su  viaje,  ordenando  que  todos  lo  siguiesen,  pues  con 
la  protección  divina  habia  de  llegar  a  buen  término.  Noti- 
ficada esta  resolución  en  las  naves,  Magallanes  mandó  le- 
var anclas  el  siguiente  dia  en  medio  de  las  salvas  de  sus 
arcabuceros  i^. 

La  escuadrilla  siguió  navegando  el  estrecho  con  rumbo 
al  noroeste;  pero  Magallanes  no  podia  resignarse  a  aban- 
donar aquellos  canales  sin  adquirir  nuevas  noticias  acerca 
de  la  nave  Srti  Antonio.  Se  detuvo  todavía  en  la  emboca- 
dura de  un  riachuelo,  que  ofrecia  a  la  escuadra  abundante 
pesca  de  sardinas,  i  mandó  que  la  nave  Victoria  volviese 
atrás.  Duarte  Barbosa,  que  mandaba  este  buque,  no  ha- 
biendo hallado  a  sus  compañeros,  plantó  una  bandera  en 
una  altura  inmediata  a  la  bahía  de  la  Posesión  i^,  en  cuyo 
pié  puso  una  marmita  con  una  carta  en  que  señalaba  el 
rumbo  de  la  CvSpedicion,  i  dio  la  vuelta  a  juntarse  con 
Magallanes.  Mientras  tanto,  una  chalupa  habia  ido  a  es- 
plorar la  desembocadura  occidental  del  estrecho.  Los  hom- 
bres que  la  montaban,  se  acercaron  al  lado  de  la  Tierra  del 
Fuego,  i  observaron  de  paso  diversos  canales,  que  la  corta- 
ban formando  islas  diversas.  Al  llegar  a  la  última  de  éstas, 
detras  de  una  punta  cubierta  de  arrecifes,  descubrieron  un 


13  Barros,  déc.  III,  lib.  Y,  cap.  9.  El  historiador  portugués, 
que  ha  consignado  en  su  célebre  historia  estos  importantes  do- 
cumentos, refiere  que  él  tenia  en  su  poder  el  libro  de  diario  del  pi- 
loto Andrés  de  San  Martin,  que  falleció  en  el  viaje,  i  que  de  él  sacó 
la  instrucción  de  Magallanes,  el  informe  del  piloto  i  muchas  otras 
noticias  referentes  a  esta  navegación. 

14  Talvez  en  los  montes  que  Bougainville,  en  recuerdo  de  un 
romance  de  caballerías  mui  popular  en  Francia,  denominó  Ay- 
mond  i  sus  cuatro  hijos.  Véase  su  Voyage  autour  da  monde  par 
la  fregate  da  Roi  la  Boadeuse,  etc.,  Paris,  1771,  Part.  I,  cap.  VIII, 
páj.  125. 


f 


VIDA  I  VIAJES  DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  283 


mar  inmenso  que  se  estendia  sin  límites  hacia  el  oeste.  Vol- 
vieron al  tercer  di  a,  i  anunciaron  que  habian  visto  el  cabo 
en  que  acababa  el  estrecho.  "Todos  lloramos  de  alegría, 
dice  el  historiador  de  la  espedicion.  Aquella  punta  fué  lla- 
mada cabo  Deseado,  por  que  en  efecto  deseábamos  verlo 
desde  largo  tiempo"  ^^. 

Ya  no  era  posible  esperar  mas  tiempo  a  la  nave  San  An- 
tonio. Después  de  las  iiltimas  noticias,  los  castellanos  si- 
guieron su  viaje  por  el  estrecho.  En  el  silencio  de  esas  solé" 
dades,  Magallanes  oia  las  repercusiones  i  bramidos  del  mar 
al  otro  lado  de  las  tierras  del  sur,  i  sin  querer  esplorarlas 
detenidamente,  creyó  que  el  pais  que  habia  denominado 
Tierra  del  Fuego  debia  ser  formado  por  algunas  islas  corta- 
das por  canales  i^.  Aquellas  rejiones  parecian  enteramente 
despobladas;  los  castellanos  no  habian  visto  un  solo  hom- 
bre en  todo  el  estrecho,  pero  los  fuegos  que  divisaron  en  las 
tierras  del  sur  i  las  sepulturas  que  encontraron  en  la  costa 
del  continente,  les  hicieron  creer  que  los  habitantes  de  aque- 
llos países  estaban  retirados  hacia  el  interior.  En  la  escua- 
drilla habia,  ademas,  dos  patagones  tomados  en  la  bahía 
de  San  Julián,  que  pudieron  darles  roticias  acerca  de  los  po- 
bladores de  esas  rejiones.  Uno  de  ellos  se  habia  quedado  en 
la  nave  San  Antonio;  pero  el  otro  estaba  en  la  escuadrilla, 
donde  era  objeto  de  la  curiosidad  de  los  marinos,  i  particu- 
larmente de  la  de  un  prolijo  investigador.  '^Durante  el  viaje, 
yo  éntrenla  lo  mejor  que  me  era  posible  al  jigante  patagón 
que  estaba  en  nuestro  navio;  i  por  medio  de  una  especie  de 
pantomima,  le  pregunté  el  nombre  patagón  de  muchos  obje- 
tos, de  manera  que  llegué  a  formar  un  pequeño  vocabulario. 
Se  habia  acostumbrado  tanto  a  esto,  que  apenas  meveia  to- 
mar la  pluma  i  el  papel,  se  acercaba  a  decirme  los  nombres 
de  los  objetos  que  tenia  a  su  vista  i  de  las  operaciones  que 
veia  hacer.  Un  dia  que  le  mostré  la  cruz,  me  hizo  entender 


15  PiGAFETTA,  Primo  Viaggio,  lib.   I. 

16  Maximiliano  Transilvano,  Relación,  §  tx 


284  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

por  sus  jestos  que  Setebos  i"  se  me  entraría  en  el  cuerpo  i 
me  haría  reventar.  Sintiéndose  enfermo,  i  creyendo  próximo 
el  fin  de  sus  días,  pidió  la  cruz  que  besó,  i  nos  pidió  que  lo 
bautizáramos.  Lo  hicimos  en  efecto,  dándole  el  nombre  de 
Pablo"  18.  El  patagón  murió  poco  después  de  la  salida  del 
estrecho. 

El  27  de  noviembre  de  1520,  la  nao  Victoria,  que  iba  ade- 
lante de  las  otras,  descubrió  una  punta,  desde  donde  las  cos- 
tas del  norte  cambiaban  violentamente  de  dirección.  Aquel 
sitio  fué  denominado  cabo  Victoria,  en  honor  de  la  na- 
ve que  lo  había  descubierto.  Después  de  ese  cabo,  estaba  el 
grande  océano  que  buscaba  Magallanes  para  seguir  su  vía- 
je  a  las  islas  de  la  especiería.  Los  españoles,  i  el  mismo  Ma- 
gallanes, dieron  al  estrecho  el  nombre  de  Todos  los  Santos, 
en  recuerdo  de  la  fiesta  que  celebra  la  iglesia  el  1^  de  no- 
viembre, día  en  que  entraron  en  sus  canales.  La  posteridad, 
mas  justiciera  con  el  navegante  portugués  de  lo  que  fué  con 
la  mayor  parte  de  los  descubridores  de-su  siglo,  le  dio  el 
nombre  que  hoi  conserva  i^. 

Magallanes  había  empleado  cerca  de  un  mes  en  pasar  el 
estrecho  que  había  buscado  con  tanto  ahinco.  Una  parte  de 
este  tiempo  había  sido  empleado  en  esploraciones  inútiles, 
en  discusiones  con  sus  subalternos,  i  en  esperar  que  se  les 
reuniera  la  nave  San  Antonio,  de  que  no  se  tenia  noticia 
cierta.  Por  desgracia,  las  sospechas  de  una  {sublevación  a 
bordo  i  de  su  vuelta  a  España,  de  que  le  había  hablado  el 
piloto  San  Martin,  tenían  sobrado  fundamento. 

Parece  que  desde  que  esa  nave  fué  despachada  por  Her- 
nando de  Magallanes  para  reconocer  un  canal  en  las  tie- 
rras del  sur,  el  piloto  Estévan  Gómez  i  otros  amigos  suyos 
habían  concebido  el  proyecto  de  separarse  de  la  escuadrilla 
espedicionaria.  Ellos,  sin  embargo,  no  revelaron  mas  tarde 


17  El  gran  demonio.— ü'Orbigny  no  señala  esta  palabra  entre 
las  que  apunta  del  idioma  patagón. 

18  PiGAFETTA,     Viaggio,  Üb.  I. 

19  Véase  la  Ilustración  núm.  Vil. 


VIDA    I    VIAJES   DE    HERNANDO  DE    MAGALLANES  285 

este  proyecto,  i  refirieron  el  suceso  de  la  manera  que  pasa- 
mos a  contarlo. 

Los  marinos  de  la  nave  San  Antonio  practicaron  el  reco- 
nocimiento  de  aquel  canal  sin  resultado  alguno,  i  al  tercer 
dia  volvieron  a  reunirse  con  la  escuadrilla  en  el  lugar  que 
les  habia  indicado  Magallanes.  No  hallaron  allí  buque  al- 
guno: las  otras  naves  habian  pasado  adelante  ese  dia  en 
reconocimiento  del  estrecho.  El  capitán  Alvaro  de  Mezqui- 
ta quiso  entonces  seguir  el  viaje  para  reunirse  con  Magalla- 
nes; pero  el  piloto  Estévan  Gómez  i  el  escribano  Jerónimo 
Guerra  se  oponian  a  este  proyecto,  i  trataban  de  volver  a 
España.  La  discusión  debió  ser  demasiado  acalorada,  a  tal 
punto  que  Mezquita,  viendo  desconocida  su  autoridad,  de- 
terminó hacerse  respetar  por  la  fuerza,  i  dio  una  estocada 
en  una  pierna  al  piloto  Gómez.  Este,  a  su  vez,  sacó  su  espa- 
da, e  hirió  al  capitán  en  la  mano  izquierda.  Mezquita  no 
gozaba  de  prestijio  alguno  entre  los  hombres  de  la  tripula- 
ción: el  odio  que  los  castellanos  tenian  a  Magallanes  por 
los  sucesos  del  puerto  de  San  Julián  se  habia  estendido  a  su 
pariente,  que  habia  desempeñado  un  papel  principal  en  las 
ejecuciones  que  se  siguieron  a  aquel  motin.  Así,  en  vez  de 
ayudarlo  contra  el  piloto  revelado,  los  marinos  se  echaron 
sobre  él  i  lo  apresaron.  En  seguida,  fué  nombrado  capitán 
de  la  nave  el  escribano  Guerra,  quien  mandó  cambiar  el 
rumbo,  i  seguir  viaje  a  España. 

Los  amotinados  trataron  de  recojeren  su  nave  al  veedor 
Juan  deCartajena  i  al  clérigo  Pedro  Sánchez  déla  Reina,  que 
Magallanes  habia  dejado  en  la  costa  patagónica;  pero  sea 
que  desistieran  de  este  pensamiento,  para  no  perder  tiempo 
en  su  viaje,  o  que  no  los  hallaran  en  el  sitio  en  que  habian  que- 
dado, continuaron  su  navegación  inclinándoseháciala  cos- 
ta de  África  ^o.  No  tardó  mucho  en  h acense  sentir  la  falta 
de  víveres  en  la  nave.  Fué  necesario  reducir  el  alimento 


20  El  historiador  portugués  Juan  de  Barros,  déc.  III,  lib.  V,  cap. 
IX,  es  quien  ha  consignado  esta  noticia,  sin  decir  si  hallaron  o  no 
a  los  dos  confinados.  — Arjensola  en  su  Historia  de  la  conquista 


286  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

de  cada  persona  a  tres  libras  de  pan  por  dia.  El  patagón 
que  iba  en  esa  nave,  falleció  antes  de  llegar  a  España. 

Durante  el  viaje,  los  sublevados  levantaron  una  infor- 
mación de  lo  ocurrido  en  la  escuadrilla,  para  justificar  su 
conducta  ante  el  rei.  Habiendo  aplicado  tormento  al  capi- 
tán Mezquita,  obtuvieron  de  él  las  declaraciones  que  qui- 
sieron para  su  descargo;  i  al  arribar  a  Sevilla  el  6  de  mayo 
de  1521,  se  presentaron  a  los  oficiales  de  la  casa  de  contra- 
tación i  entre  garon  al  preso.  Dijeron  que  las  crueldades 
consumadas  por  Magallanes  tenian  por  oríjen  los  requeri- 
mientos que  le  habian  hecho  para  que  guardase  el  orden 
fijado  por  las  provisiones  reales;  añadiendo  que  el  jefe  de  la 
escuadrilla  no  llevaba  rumbo  fijo  en  su  viaje  i  que  perdía  el 
tiempo  i  consumía  los  bastimentos  sin  provecho  alguno.  El 
suegro  de  Magallanes,  Diego  Barbosa,  que,  como  queda 
dicho,  desempeñaba  el  cargo  de  teniente  alcalde  del  alcázar  de 
Sevilla,  salió  a  su  defensa,  i  pidió  lalibertad  del  capitán  Mez- 
quita. Nada  pudo  conseguir,  sin  embargo:  los  oficiales  de  la 
contratación  levantaron  un  sumario,  i  recibieron  declara- 
ciones de  cincuenta  i  cinco  personas  que  iban  en  la  nave, 
tomaron  preso  a  Jerónimo  Guerra,  al  piloto  Estévan  Gó- 
mez, a  los  sobresalientes  Juan  de  Chinchilla  i  Francisco  de 
Ángulo,  idos  marinos  mas  que  parecían  los  mas  complica- 
dos en  la  sublevación.  Los  dernas  fueron  puestos  en  libertad 
para  evitar  gastos  inútiles.  El  contador  déla  contratación, 
Juan  López  de  Recalde  se  encargó  de  dar  cuenta  de  todo  al 
cardenal  rejente  del  reino,  durante  la  ausencia  de  Carlos 
V  21,  i  al  presidente  del  consejo  de  Indias. 

La  conducta  de  los  oficiales  de  la  contratación  fué  apro- 
bada en  la  corte.  Se  mandó  que  se  vijilara  a  la  mujer  e  hijos 
de  Hernando  de  Magallanes,  para  que  no  pudieran  fugarse 
al  Portugal,  i  que  se  trasladase  a  los  presos  a  Burgos,  don- 


de  las  MolucaSyWh.  I,  páj.  17,  dice  espresamente  que  los  rebeldes  los 
encontraron  i  los  llevaron  a  Castilla.  Este  es  un  error,  como  se  ve- 
rá mas  adelante. 

21  Este  informe  es  la  carta  tantas  veces  citada  del    contador 
López  de  Recalde. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO   DE    MAGALLANES  287 

de  residía  la  corte,  para  tenerlos  seguros  hasta  que  pudiera 
descubrirse  la  verdad  de  todo  lo  ocurrido  en  el  viaje.  Se  dis- 
puso también  que  no  se  les  pagase  sueldo  alguno  hasta  que 
no^se  ajustaran  las  cuentas  de  cada  uno  de  ellos.  El  proceso 
debia  necesariamente  ser  largo,  puesto  que  sólo  a  lavuelta'de 
Magallanes  o  de  su  escuadrilla  podía  llegar  atérmíno;pero 
el  castigo  de  los  procesados  comenzaba  desde  entonces. 
Hechos  de  esta  naturaleza  no  son  raros  en  los  juicios  que 
se  siguieron  a  los  esforzados  varones  que  descubrieron  i 
conquistaron  el  Nuevo  Mundo. 

El  consejo  de  Indias  se  acordó  también  de  aquellos  dos 
desgraciados  que  Magallanes  dejó  en  la  costa  patagónica, 
i  particularmente  de  Juan  de  Cartajena,  que  ocupaba  una 
posición  mas  espectable  que  su  compañero  de  infortunio. 
Mandó  que  la  casa  de  contratación  enviase  una  nave  a 
buscarlos;  pero  parece  que  jamas  se  logró  este  resultado  22. 
Ni  en  los  historiadores  contemporáneos,  ni  en  los  documen- 
tos mas  prolijos  se  encuentra  mención  de  que  hubieran  vuel- 
to a  España  aquellos  dos  personajes.  Se  puede  decir  casi 
con  seguridad  que  la  justicia  de  Magallanes  se  hizo  tan 
cumplida  como  él  lo  habia  querido. 


22  Carta  de  López  de  Kecalde  de  12  de  mayo  de  1521. 

Herrera,  déc  II,  lib.  IX,  cap.  XV,  i  déc.  III,  lib.  I,  cap.  lY. 

Representación  hecha  al  rei  por  Diego  Barbosa,  en  1523.  Este 
documento  ha  sido  publicado  por  Navarrete  en  la  páj.  298  del 
tomo  IV  de  su  Colección, 


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CAPITULO  VIII. 


La  escuadrilla  de  Magallanes  entra  en  el  grande  océano.— Los 
marinos  españoles  le  dan  el  nombre  de  mar  Pacífico.— Tocan 
en  unas   islas  que  llamaron   Desventuradas. — Sufrimientos  en 

la  escuadrilla:   enfermedades  i   hambre Arribo   a  las  islas  de 

los  Ladrones, — Relaciones  de  los  castellanos  con  los  isleños. 
— Róbanse  éstos  una  chalupa  i  son  castigados  — Reconoce  Ma- 
gallanes otras  islas  que  llamó  de  San  Lázaro.— Desembarca 
en  una  de  ellas. — Sus  relaciones  i  tratos  con  los  isleños.— Arri- 
bo a  la  isla  de  Masaguá. — Obsequios  cambiados  con  el  rei  de 
esta  isla. — El  caballero  Pigafetta  va  a  tierra  en  comisión. 


Las  tres  naves  a  que  había  quedado  reducida  la  escua- 
drilla de  Magallanes,  habían  entrado  por  fin  al  grande  océa- 
no. Los  marinos  daban  gracias  al  cielo  por  haber  salido  feliz- 
mente del  estrecho,  i  haber  llegado  a  aquellos  mares,  que 
nadie  había  surcado  antes  que  ellos.  Dejaban  atrás  las 
tempestades  que  habían  puesto  en  grave  peligro  sus  naves  i 
comenzaban  a  alejarse  bajo  los  mejores  auspicios  de  las  frías 
rejíones  del  estrecho.  Aunque  la  mar  era  gruesa,  no  tuvie- 
ron que  padecer  borrascas  ni  otros  contratiempos.  En  su 
regocijo,  los  castellanos  bautizaron  el  océano  con  el  nom- 
bre de  mar  Pacífico,  que  conserva  hasta  hoí  i. 

Favorecida  por  vientos  propicios,  la  escuadrilla  continuó 


1  PíG.\FETTA,    VÍa.ggÍo,  lib.  II. 

Herrera,  déc.  I,  lib.  IX,  cap.  XII. 

TOMO  VI  19 


290  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


felizmente  su  viaje  con  rumbo  hacia  el  norte.  Los  marinos 
divisaron  a  su"  derecha,  el  1°  de  diciembre,  dos  islas  de  los 
innumerables  archipiélagos  que  se  levantan  en  la  costa  oc- 
cidental de  la  Patagonia  i  alejándose  algo  de  la  tierra  na- 
vegaron hasta  el  24  de  enero  del  año  siguiente,  1521,  i 
hasta  ponerse  en  la  latitud  de  16°  15'  sin  distinguir  ni  el 
continente  ni  las  islas  inmediatas  '^  .  En  ese  dia  encontraron 
una  pequeña  isla,  en  cuyas  costas  no  pudieron  fondear,  i 
a  la  cual  dieron  el  nombre  4e  San  Pablo.  Poco  mas  adelan- 
te divisaron  otra  isla  que  llamaron  de  los  Tiburones;  pero 
no  habiendo  hallado  en  ellas  habitantes,  ni  víveres,  dieron 
a  ambas  el  nombre  de  Desventuradas  ^. 

Magallanes  se  acercaba  a  las  islas  que  encontraba  en  su 
camino  para  renovar  ios  víveres  de  su  naves.  "La  falta  de 
vitualla  era  ya  tanta,  dice  el  cronista  Herrera,  que  comian 
por  onzas  i  bebian  agua  hedionda,  i  guisaban  el  arroz  con 
agua  de  la  mar,  por  lo  cual  se  murieron  veinte  hombres  i 
otros  tantos  adolecieron,  que  causó  gran  tristeza  en 
ellos"  ^  .  Mas  pintoresco  es  todavía  el  viajero  Pigafetta 
cuando  refiere  las  miserias  que  él  i  sus  compañeros  sufrieron 
en  aquella  navegación.  '%a  galleta  que  comíamos,  dice,  ya 
no  era  pan,  sino  un  polvo  mezclado  de  gusanos  que  hablan 
devorado  toda  la  sustancia,  i  que  tenia  ademas  una  acritud 
insoportable  por  estar  impregnada  de  orines  de  ratas.  E^ 
agua  que  bebíamos  era  igualmente  pútrida  i  acre.  Nos  vi* 
mos  obligados,   para  no  morirmos  de  hambre,  a  comer  los 


2    Diario  de  Albo. 

•^  En  1812  publicó  en  Londres  el  intelijente  jeógrafo  español 
don  José  de  Espinosa  una  carta  del  mar  del  sur  en  que  señaló  el 
derrotero  de  la  escuadrilla  de  Magallanes.  Este  derrotero  es  el 
mas  exacto  que  se  conozca.  Los  demás  son  de  pura  invención,  o 
copiados  de  la  carta  de  Espinosa. 

Véase  la  Ilustración  núm.  VIIL 

4    Herrera,  déc.  II,  lib.  IX,  cap.  XV. 

De  las  listas  antes  citadas,  que  existen  orijinales  en  los  archi- 
vos de  Indias,!  que  fueron  publicadas  en  el  tomo  IV  de  la  Colección 
de  Navarrete,  aparece  que  fué  menor  el  número  de  los  muertos. 


VIDA    I     VIAJES   DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  291 

pedazos  de  cuero  con  que  se  había  forrado  la  gran  verga 
para  impedir  que  la  madera  no  gastase  las  cuerdas.  Estos 
cueros,  espuestos  siempre  al  agua,  al  sol  i  a  los  vientos,  eran 
tan  duros,  que  se  necesitaba  mantenerlos  cuatro  o  cinco 
diasen  el  mar  para  hacerlos  un  poco  tiernos;  en  seguida,  los 
poníamos  al  fuego  para  comerlos.  Muchas  veces  nos  vimos 
reducidos  a  alimentarnos  con  aserrin  de  madera;  i  las  ratas 
mismas,  tan  repugnantes  para  el  hombre,  habian  llegado  a 
ser  un  alimento  tan  buscado,  que  se  pagaba  hasta  a  medio* 
ducado  cada  una. 

"Esto  no  era  todo.  Nuestra  mayor  desgracia  consistía 
en  vernos  atacados  por  una  especie  de  enfermedad,  con  la 
cual  las  encías  se  hinchaban  a  punto  de  ocultar  los  dientes 
de  ambas  mandíbulas.  Los  que  eran  atacados  de  esta  enfer- 
medad no  podian  tomar  ningún  alimento.  Ademas  de  los 
'  muertos,  tuvimos  veinticinco  a  treinta  marineros  enfermos, 
que  sufrian  dolores  en  los  brazos,  en  las  piernas  i  en  otras 
partes  del  cuerpo,  pero  al  fin  se  curaron.  En  cuanto  a  mí, 
yo  no  puedo  dar  suficientemente  gracias  a  Dios  de  que  du- 
rante todo  este  tiempo,  i  en  medio  de  tantos  enfermos,  no 
haya  esperimentado  la  enfermedad"  ^ 

En  medio  de  tales  sufrimientos,  continuó  su  viaje  la  es- 
cuadrilla durante  cerca  de  tres  meses.  Felizmente,  el  viento 
les  habia  sido  favorable;  i  siguiendo  con  rumbo  noroeste,  el 
13  de  febrero  pasaron  la  línea  equinocial,  i  el  6  de  marzo 
avistaron  unas  islas  situadas  a  los  13°  de  latitud  norte.  ^ 

Al  acercarse  las  naves  a  una  de  esas  islas  para  tomar 
agua  i  provisiones,  los  castellanos  vieron  una  multitud  de 
canoas  que  navegaban  con  una  rapidez  asombrosa,  con  la 
ayuda  de  unas  velas  triangulares  formadas  de  un  tejido  tos- 
co   de  hojas  de  palmera.  Por  esta  razón  dieron  a  aquellas 


5  PiGAFETTA,  Fwg-gio,  \\h.   II.   La  enfermedad   de  que  habla  el 
viajero  era  el  escorbuto. 

6  Estas  fechas  están   visiblemente  equivocadas  en  Herrera.  Se- 
guimos el  diario  de  Albo,  que  está  acorde  con  el  Viaggio  de  Pi-^ 

gafetta. 


292  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLTOGRÁFICOS 

tierras  el  nombre  de  islas  de  las  Velas  latinas.  ^  Los  isleños 
iban  a  las  naves  atraidos  no  sólo  por  la  curiosidad,  sino 
también  por  el  deseo  de  negociar  los  víveres  que  llevaban, 
i  de  robar  a  los  estranjeros  los  objetos  que  pudieran  hallar 
a  mano.  A  pretesto  de  visitarlos,  subieron  a  bordo  en  tan 
gran  número  que  ya  no  cabian  en  la  escuadrilla.  Viéndolos 
empeñados  en  no  querer  bajar  a  sus  canoas,  Magallanes 
mandó  que  los  arrojaran  por  fuerza,  lo  que  practicaron  los 
marineros  con  bastante  facilidad;  pero  los  salvajes  no  tar- 
daron en  volver  armados  de  piedra  i  de  varas  de  madera 
endurecidas  al  fuego,  que  arrojaban  a  los  españoles  desde  sus 
canoas.  Al  principio,  encargó  Magallanes  que  no  les  hicie- 
ran mal  alguno:  alentados  con  esta  inacción,  que  ellos  atri- 
bulan tal  vez  a  cobardía,  se  hicieron  mas  agresivos,  i  fué  ne- 
cesario castigarlos  con  una  descarga  de  artillería.  Grandes 
fueron  los  destrozos  que  el  fuego  hizo  en  los  grupos  de  in- 
dios que  cercaban  las  naves,  obligándolos  a  retirarse;  pero 
eran  tan  bárbaros  que  no  dejaron  de  volver  en  breve  a  cam- 
biar sus  víveres  por  las  baratijas  que  les  daban  los  espa- 
ñoles. ^ 


^  Diario  de  Albo.  Maximiliano  Transilvano  llama  Ivagana,  la 
isla  a  que  aportó  Magallanes.  Debe  ser  la  isla  de  Guahan  o  de 
San  Juan  de  la  carta  del  jesuíta  español  Alonso  López,  que  es  la 
mas  meridional  del  archipiélago  de  las  Marianas. 

El  celebre  navegante  ingles  Jorje  Anson,  que  reconoció  este  ar- 
chipiélago en  1742,  dice  en  el  cap.  V,  lib.  III  de  su  Voyage  que  las 
islas  reconocidas  por  Magallanes  en  este  archipiélago  deben  ser 
las  de  Saypan  i  Tinian,  situadas  entre  los  15°  i  16"  de  latitud  nor- 
te. Esta  posición  no  se  acomoda  con  la  que  indica  Albo  en  su 
diario.  Ademas,  la  segunda  de  esas  islas  posee  unas  ruinas  mui 
notables,  que  sin  duda  habrían  llamado  la  atención  del  prolijo  Pi- 
gafetta.  Walter,  redactor  del  viaje  de  Anson,  hace  en  el  mismo 
capítulo  una  descripción  de  esas  islas,  dando  también  algunas 
vistas  de  ellas,  i  una  minuciosa  esplicacion  de  sus  naves  acompa- 
ñada de  una  lámina. 

8  Herrera,  déc.  III,  lib.  I,  cap.  III.— PrévOvST  dice  en  su  Hist. 
genérale  des  voyages,  tomo  X,  páj.  366,  edic.  de  París,  1752,  citan- 
do a  Pigafetta,  que  estos  salvajes  aprendieron  de  los  compañeros 
de  Magallanes  el  uso  del  fuego.    Pigafetta  no  dice  tal  cosa. 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       293 

Eran  aquellos  indios  diestrísimos  ladrones.  En  la  tarde, 
mientras  negociaban  cerca  de  las  naves,  tuvieron  la  habi- 
lidad de  robarse  la  chalupa  que  estaba  amarrada  a  una 
de  ellas.  Los  castellanos  notaron  mui  en  breve  su  falta- 
Mao-allánes  mandó  fondear  su  escuadrilla  en  el  mismo 
sitio;  i  en  la  mañana  siguiente  dispuso  que  noventa  hom- 
bres embarcados  en  dos  chalupas  desembarcasen  en  un  lu- 
gar inmediato,  al  pié  de  una  sierra,  donde  se  veian  muchas 
chozas  de  indios.  El  desembarco  no  fué  difícil:  los  salvajes 
trataron  oponer  una  tenaz  resistencia  disparando  tan  gran 
cantidad  de  piedras  que  parecia  que  granizaba;  pero  a  la 
primera  descarga  de  arcabucería  huyeron  despavoridos. 
Los  castellanos  ocuparon  aquel  lugar.  Quemaron  cuarenta 
o  cincuenta  chozas,  mataron  siete  hombres,  i  recojieron  una 
gran  cantidad  de  provisiones.  ''Cuando  nuestra  jente  heria 
a  los  isleños  con  sus  flechas,  que  ellos  no  conocían,  atrave- 
sándolos de  una  parte  a  otra,  dice  el  historiador  de  la  espe- 
dicion,  estos  desgraciados  trataban  de  arrancarse  las  fle- 
chas de  su  cuerpo,  tan  pronto  por  una  parte  como  por 
la  otra,  i  frecuentemente  morian  de  la  herida,  lo  que  no  de- 
jaba de  causarnos  compasión."  Los  salvajes  conocieron 
que  aquel  ataque  era  orijinado  por  el  robo  de  la  chalupa;  i 
temiendo  que  el  castigo  continuase  con  nuevos  horrores, 
la  echaron  al  agua  para  que  la  recojieran  sus  enemigos. ^ 

Según  se  veia,  la  esploracion  mas  detenida  de  aquellas 
islas,  i  la  prolongación  de  la  permanencia  de  los  castellanos 
en  ellas  no  tenia  objeto  alguno.  Magallanes  se  dispuso  en 
b  revé  para  darse  a  la  vela:  mandó  hacer  aguada  para  surtir 
su  escuadrilla,  i  dispuso  que  los  víveres  negociados  con  los  sal" 
vajes  o  arrancados  a  éstos  por  la  fuerza  el  dia  del  desem- 
barco, fuesen  distribuidos  en  todas  las  naves  para  socorrer 
a  los  enfermos  que  el  hambre  o  falta  de  alimentos  frescos 
hablan  producido  en  la  escuadrilla.  Les  víveres  recojidos 


9  PiGAFETTA,  I iaggio^  lib.  II.  Estc  Viajero  da  algunos  porme- 
nores acerca  de  las  costumbres  de  aquellos  salvajes.— Herrera, 
loe.  cit. 


294  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOCtRÁFICOS 

€n  las  islas  eran  cocos,  ñanes,  especie  de  papas,  algún  arroz 
i  plátanos,  que  fueron  de  gran  utilidad  en  las  naves  de  Ma- 
gallanes. Terminada  esta  distribución,  el  9  de  marzo  se  ale- 
jaron de  esas  islas  con  rumbo  hacia  el  suroeste.  Recordan- 
do lo  que  les  habia  pasado  en  aquellas  islas,  las  llamaron 
de  los  Ladrones,  nombre  con  que  son  jeneralmente  cono- 
cidas.i^ 

Los  españoles  comenzaban  a  navegar  entonces  en  m^dio 
de  los  innumerables  archipiélagos  que  se  levantan  en  los 
mares  orientales  del  Asia.  El  16  de  marzo,  habiéadose  ale- 
jado como  trescientas  leguas  de  las  islas  délos  Ladrones,  se 
encontraron  al  salir  el  sol  cerca  de  una  tierra  elevada,  que 
luego  reconocieron  mas  claramente.  Era  aquella  una  isla,  a 
que  los  naturales  daban  el  nombre  de  Zamal  i^.  Algunas 
canoas  que  se  dejaron  ver,  se  alejaban  a  gran  prisa  al  acer- 
carse los  castellatíDS.  Rijonojieroa  en  seguida  otra  isla  ve- 
cina; i  navegando  al  oeste  encontraron  otra  enteramente 
despoblada,  que  tenia  por  nombre  Humunu  i'-.  Magallanes 


10  El  navegante  holandés  Oliverio  Van  Noort,  que  viajó  por 
estas  islas  en  1600,  da  curiosas  noticias  acerca  de  las  costumbres 
de  sus  habitantes  que  revelan  cuánta  razón  tuvo  Magallanes  para 
darles  ese  nombre.  Véase  su  viaje  en  el  tomo.  III,  del  Recaed  des 
Voyagcs  qui  ont  serví  a  Ve^tahlis^emdnt  et  auK  progres  de  la 
Compagnie  des  Indes  orientales,  pájs.  82  i  83,;edic.  de  Rouen,  1725  , 
i  el  estracto  que  de  él  ha  hecho  Prévost  en  su  Histoire  genérale 
des  voyages,  tomo  X,  páj.  351,  edición  de  Paris. 

El  padre  jesuíta  Alonso  López,  misionero  en  estas  islas,  levantó 
una  carta  de  ellas  que  fué  publicada  en  P^spaña,  i  ha  sido  repro- 
ducida en  Francia  en  distintas  ocasiones. 

Las  islas  de  los  Ladrones  son  denominadas  también  Marianas 
por  los  esfuerzos  i  gastos  que  hizo  la  reina  doña  María  Ana  de 
Austria,  madre  de  Carlos  lí,  para  establecer  raisioties  en  ellas  i 
reducir  a  sus  habitantes  a  la  vida  civilizada.  Véase  la  obra  del  P. 
GoHiEN  titulada  Histoire  des  Mariannes,  Paris,  2^  edic,  170  1, 
€n  12^. 

11  En  los  mapas  tiene  siempre  el  nombre  de  Samar.  E\  diario 
de  Albo  llama  Suluan  i  Yunagan  las  primeras  islas  que  los  caste- 
llanos reconocieron  en  aquel  archipiélago. 

12  Así  la  llama  Pigafetta.  Albo  la  nombra  Gada.  Debe  ser  la  pe- 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  295 

mandó  desembarcar  allí  al  día  siguiente  para  hacer  aguada 
con  seguridad,  i  gozar  de  algún  descanso  después  de  tan 
largo  viaje.  Hizo  ademas  levantar  dos  tiendas  para  los  en- 
fermos i  mandó  matar  una  porquezuela,  tomada  sin  duda 
en  las  islas  de  los  Ladrones. 

Fué  aquel  un  dia  de  descanso  páralos  navegantes.  Como 
era  el  quinto  domingo  de  cuaresma  llamado  comunmente  de 
Lázaro,  los  castellanos  dieron  al  archipiélago  en  que  entra- 
ban el  nombre  de  San  Lázaro,  i  a  la  isla  en  que  se  hallaban 
el  de  Aguada  de  los  buenos  indicios.  Pensaban  talvez  per- 
manecer allí  algunos  dias;  pero  en  la  tarde  siguiente,  vie- 
ron llegar  hacia  ellos  una  chalupa  con  nueve  hombres.  Ma- 
gallanes dispuso  que  nadie  hiciese  el  menor  movimiento  ni 
pronunciase  una  palabra  sin  su  permiso.  '^Cuando  estuvie- 
ron en  tierra,  su  jefe  se  dirijió  al  capitán  jeneral  manifes- 
tándole por  jesticulaciones  el  placer  que  tenian  de  vernos. 
Viéndolos  tan  pacíficos,  Magallanes  les  hizo  dar  que  comer 
i  les  ofreció  al  mismo  tiempo  algunos  bonetes  colorados, 
espejitos,  peines,  avalorios,  telas,  varias  alhajas  de  marfil  i 
otras  bagatelas  semejantes.  Los  isleños,  prendados  de  la 
cortesía  del  capitán,  le  dieron  pescado,  un  jarro  lleno  de  vi- 
no de  palmera,  que  ellos  llaman  uraca,  unos  plátanos 
grandes  i  otros  chicos  que  son  de  mejor  gusto,  i  dos  cocos. 
Nos  indicaban  al  mismo  tiempo  por  jesticulaciones,  que  en- 
tonces no  tenian  otra  cosa  que  ofrecernos,  pero  que  volve- 
rían dentro  de  cuatro  dias  i  nos  traerían  arrobe,  que  ellos 
llaman  w/rzá/,  cocos  i  otros  víveres"  i^.  En  estos  tratos,  Ma- 
gallanes llegó  a  familiarizarse  con  los  isleños,  i  a  ganarse 
su  amistad.  Lleváronlo  a  la  isla  vecina,  llamada  Zuluan  i*, 
i  le  mostraron  sus  almacenes  de  mercaderías,  llenos   de  cla- 


queña  isla  de  Guigan,  situada  al  SE.  de  Samar,  que  hasta  hoi 
permanece  despoblada. 

13  PiGAFETTA,  Viaggio,  etc.,  üb.  I. 

Í4:  Eñ  las  cartas  modernas  se  llama  Suluan.  Es  una  islita  pe- 
queña adyacente  a  la  costa  oriental  de  la  isla  de  Leite.  Véase  el 
Diccionario  jeográñco  de  las  islas  Filipinas  por  los  PP.  Buzeta  i 
Bravo,  tomo  II,  Madrid,  1850. 


296  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

VOS  de  olor,  canela,  pimienta  i  nueces  moscadas,  haciéndole 
entender  que  los  paises  adonde  se  dirijian  producian  en 
gran  abundancia  estas  especies.  A  su  vez,  Magallanes  los 
convidó  a  bordo  de  sus  naves,  i  allí  les  manifestó  todo  lo 
que  podia  llamar  su  atención  por  la  novedad.  "Al  momento 
en  que  iban  a  partir,  hizo  disparar  un  cañonazo,  que  los  es- 
pantó singularmente,  de  modo  que  muchos  estaban  a  pun- 
to de  arrojarse  al  mar  para  huir,  pero  no  fué  menester  mu- 
cho trabajo  para  persuadirlos  que  no  debian  temer  nada. 
Así  fué  que  se  separaron  tranquilamente,  asegurando  que 
volverían  pronto  como  lo  habian  prometido."  Los  isleños 
cumplieron  fielmente  su  palabra.  Volvieron  a  la  isla  en  que 
estaban  acampados  los  castellanos,  les  trajeron  grandes 
cantidades  de  víveres,  cocos,  naranjas,  vino  de  palmera,  i 
hasta  un  gallo,  para  mostrar  que  tenian  gallinas.  Con  ellos 
venia  su  jefe,  que  era  un  anciano,  adornado  con  pendientes 
en  las  orejas.  En  cambio  de  sus  obsequios,  recibieron  algu- 
nas baratijas  de  las  que  Magallanes  habia  embarcado  en 
Sevilla  para  hacer  sus  cambios  en  las  tierras  que  visitase. 
Sin  detenerse  mucho  en  aquel  lugar,  siguió  navegando  ha- 
cia el  oeste  i  sureste  por  entre  pequeñas islitas despobladas. 
Los  castellanos  distinguieron  en  la  noche  del  27  de  mar- 
zo unos  fuegos  lejanos,  que  les  hicieron  conocer  que  por 
aquella  parte  habia  una  isla  poblada.  En  la  mañana  si- 
guiente, Magallanes  dirijió  sus  naves  hacia  ese  punto,  i 
cuando  estuvo  cerca  de  tierra,  vio  una  chalupa  con  ocho 
hombres  que  se  acercaba  a  la  escuadrilla.  Como  dijimos 
mas  atrás,  el  capitán  traia  consigo  un  esclavo  asiático,  na- 
tural de  Sumatra,  bautizado  con  el  nombre  de  Enrique,  i 
que  habia  traido  en  sus  naves  para  que  le  sirviera  de.  intér- 
prete. El  esclavo  habló  en  su  idioma  nativo  a  los  hombres 
de  la  chalupa,  i  estos  entendieron  lo  que  queria  decir,  por- 
que el  uso  de  la  lengua  malaya  estaba  jeneralizado  hasta 
aquellos  archipiélagos  que  comenzaban  a  reconocer  los  cas- 
tellanos. Los  isleños,  sin  embargo,  se  colocaron  al  lado  de 
las  naves,  pero  se  negaron  a  subir  a  bordo  i  aun  temian 
acercarse  demasiado  a  los  estranjeros.   Notando  esta  des- 


TIDA    I    VIAJES    DE   HERNANDO    DE    MAGALLANES  297 

confianza,  Magallanes  mandó  arrojar  al  mar  un  bonete 
colorado  i  algunas  bagatelas  amarradas  a  una  tabla,  que^ 
los  salvajes  recojieron  con  muestras  de  gran  contento.  Par- 
tieron éstos  en  seguida  a  dar  parte  a  su  rei  del  arribo  de 
aquellos  hombres  desconocidos.  No  tardó  en  llegar  el  rei  en 
persona,  trayendo  valiosos  obsequios  de  oro  i  jenjibre,  que 
Magallanes  no  quiso  aceptar  quizá  por  no  revelar  codicia 
a  aquellos  isleños,  si  bien  les  obsequió  algunas  bagate- 
las 15. 

En  la  tarde,  la  escuadrilla  fondeó  cerca  de  la  isla  en 
frente  de  una  pequeña  población  en  que  estaba  situado  el 
palacio  del  rei  ^^.  El  siguiente  dia,  29  de  marzo,  que  era 
viernes  santo,  Magallanes  mandó  a  tierra  a  su  esclavo  con 
encargo  de  decir  al  rei  de  aquella  isla  que  los  estranjeros  eran 
vasallos  del  rei  de  Castilla,  que  querian  hacer  paz  con  él  i 
contratar  mercaderías  que  llevaba,  i  que  si  tenia  víveres,  le 
rogaba  que  se  los  diese  i  se  los  pagaría.  El  rei  respondió 
que  no  los  habia  para  tanta  jente,  pero  que  partiría  con 
ellos  lo  que  tenia  i*".  Eos  castellanos  supieron  entonces  que 
aquella  isla  se  llamaba  Masavá,  o  Masaguá. 

No  tardó  mucho  el  rei  de  la  isla  en  ir  a  las  naves  llevan- 
do a  los  castellanos  valiosos  presentes  de  arroz  i  otros  ví- 
veres. Comenzó  por  abrazar  amistosamente  a  Magallanes; 
i  éste  a  su  vez  hizo,  en  medio  de  las  manifestaciones  de 
amistad,  varios  obsequios,  de  telas,  espejitos,  cuchillos  i 
otras  bagatelas,  al  rei  i  a  los  hombres  de  su  comitiva.  El 
esclavo  que  servia  de  intérprete,  se  encargó  de  advertir  a 
los  isleños  que  el  jefe  de  la  escuadrilla  quería  vivir  como 
hermano  con  el  rei  de  Masaguá,  lo  que  fué  para  este  causa 
de  gran  contento. 

Magallanes  presentó  al  rei  telas  de  diversos  colores  i  las 


15  PiGAFETTA,    Viaggio,  lib.  II. 

16  Es  la  pequeña  isla  de  Liinasagua,  o  Limasava,  que  Pigafetta 
llama  Massana  i  Albo  Masaguá.  Está  situada  al  sur  de  la  isla  de 
Leite. — El  P.  Colín,  en  sus  Misterios  apostólicos  délos  obreros  de 
la  Compañía  de  Jesús,  lib.  I,  cap.  VIII,  la  llama  Dimassavan. 

17  Herrera,  déc.  III,  lib.  I,  cap.  III. 


298  ESTUDIOS    HISTÓRICO -BIBLIOGRÁFICOS 

demás  mercaderías  que  traía  en  las  naves.  Le  mostró  todas 
las  armas  de  fuego,  i  aun  mandó  disparar  algunos  cañona- 
zos para  manifestar  su  poder.  Le  manifestó  las  armaduras 
de  acero  deque  se  revestian  sus  soldados,  que  los  hacían 
invulnerables  a  la  espada  i  al  puñal,  haciéndole  entender  que 
cada  una  de  sus  naves  tenia  un  número  considerable  de  sol- 
dados armados  con  la  misma  solidez.  Después  de  esto  lo  con- 
dujo al  castillo  de  popa,  i  mostrándole  una  brújula  i  la  carta 
de  su  navegación,  Magallanes  le  esplicó  por  medio  del  intér- 
prete las  dificultades  de  su  viaje,  el  estrecho  que  había  des- 
cubierto para  llegar  a  aquellos  mares, i  las  lunas  que  habia 
pasado  en  el  mar  sin  divisar  la  tierra. 

Fácil  es  comprender  cuan  grande  sería  la  sorpresa  del 
reí  de  Masaguá  i  de  su  comitiva  al  ver  aquellos  objetos  i  al 
oír  las  esplícacíones  de  Magallanes.  Los  habitantes  de 
aquella  isla  habían  salido  ja  de  ese  estado  de  barbarie  en 
que  los  hombres  de  las  tribus  salvajes  miran  con  desden,  o 
a  lo  menos  con  estúpida  indiferencia  los  mayores  prodijios 
de  la  civilización.  No  sólo  cultivaban  las  tierras  para  reco- 
jer  las  valiosas  producciones  de  aquellas  islas  sino  que  fa- 
bricaban con  cierta  habíHdad  los  objetos  que  eran  necesa- 
rios para  su  comodidad,  i  negociaban  sus  productos  con 
las  islas  vecinas.  El  reí  comprendió  la  superioridad  de  los 
estranjeros,  i  creyéndose  honrado  con  su  amistad,  trató  de 
festejarlos  i  obsequiarlos,  pensando  sin  duda  sacar  prove- 
cho de  sus  relaciones  con  ellos.  Queriendo  volver  a  tierra, 
suplicó  a  Magallanes  que  le  permitiese  desembarcar  con 
dos  castellanos  para  hacerles  ver  a  su  turno  algunas  parti- 
cularidades de  su  país.  El  jefe  de  la  espedicion  accedió  a 
esta  solicitud,  i  elijió  a  dos  hombres  de  las  naves  para 
acompañar  al  reí.  Uno  de  ellos  era  el  caballero  Antonio  de 
Pigafetta,  que  ha  consignado  con  una  sencillez  admirable 
en  la  relación  de  su  viaje  las  impresiones  que  recibió  en  el 
desempeño  de  esta  comisión. 

^'Cuando  desembarcamos,  el  reí  levantó  las  manos  al 
cíelo  í  se  volvió  a  nosotros:  hicimos  otro  tanto,  así  como 
todos  los  que  nos  seguían,  i  después  nos  colocamos  debajo 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       299 

-de  un  cobertizo  hecho  de  cañas  donde  había  un  balangai, 
embarcación  de  cincuenta  pies  de  largo,  i  nos  sentamos  en 
la  popa,  procurando  hacernos  entender  por  señas,  por  no 
tener  intérprete.  Los  de  la  comitiva  del  rei  permanecian  de 
pié,  armados  de. lanzas  i  escudos. 

''Sirviéronnos  un  plato  de  carne  de  cerdo,  con  un  cánta- 
ro lleno  de  vino;  a  cada  bocado  bebíamos  una  escudilla  de 
este  licor,  i  si  dejábamos  algún  resto,  lo  arrojaban  en  un 
cántaro  antes  de  volver  a  llenarla.  Nadie  se  atrevia  a  tocar 
la  escudilla  del  rei,  escepto  yo.  A  pesar  de  ser  viernes  san- 
to, no  pude  menos  de  comer  carne. 

''Antes  de  cenar,  presenté  al  rei  varias  cosillas  que  habia 
llevado  conmigo,  i  le  pregunté  el  nombre  de  muchos  objetos 
en  la  lengua  del  pais;  grande  fué  la  sorpresa  de  todos  cuan- 
do me  vieron  escribir. 

"A  la  hora  de  cenar  trajeron  dos  grandes  platos  de  por- 
celana, uno  con  arroz  i  otro  con  carne  de  cerdo  guisada, 
bebimos  en  las  mismas  escudillas  que  en  la  comida,  i 
cuando  acabamos,  fuimos  al  palacio  del  rei,  que  tiene  la 
forma  de  un  montón  de  heno,  cubierto  con  hojas  de  plátano 
i  sostenido  por  cuatro  vigas  bastante  altas;  se  sube  por 
una  escala  de  mano. 

"Cuando  llegamos  a  la  estancia  real,  nos  mandó  el  rei 
sentar  en  el  suelo  con  las  piernas  cruzadas.  Media  hora  des- 
pués trajeron  un  plato  de  pescado  asado,  cortado  en  pedci  - 
zos,  jenjibre  i  vino.  El  hijo  mayor  del  rei,  que  no  habíamos 
visto  hasta  entonces,  fué  a  sentarse  entre  su  padre  i  yo. 
Sirviéronnos  dos  platos  mas,  uno  de  pescado  i  otro  de 
arroz,  los  que  comimos  en  compañía  del  príncipe  heredero. 
Mi  compañero  bebió  descomedidamente  i  se  embriagó. 

"Sus  tandelas  son  hechas  con  una  especie  de  goma  o 
resina  de  un  árbol  que  llaman  anima,  envueltas  en  hojas 
secas  de  palmera  o  higuera. 

"Cuando  el  rei  quiso  acostarse,  nos  hizo  señas  para  que 
nos  fuéramos,  i  nosotros  dormimos  aquella  noche  al  lado 
de  su  hijo,  en  una  estera  de  cañas  con  almohadas  de  hojas 
de  árboles. 


300  ESTUDIOS    mSTÓKICO-BlBLIOGllÁFICOS 

"Al  siguiente  dia,  vino  el  rei  a  buscarnos  para  almorzar 
con  él;  pero,  habiendo  visto  nuestra  chalupa  que  habia 
venido  a  buscarnos  para  volver  a  bordo,  le  dimos  las  gra-  t 
cías  i  partimos  con  mi  compañero.  El  rei  estaba  de  buen 
humor:  nos  besó  las  manos  i  nosotros  le  besamos  las  suidas. 
Su  hermano,  que  era  rei  de  otra  isla,  se  vino  con  nosotros 
acompañado  por  tres  hombres.  El  capitán  jeneral  le  convi-  i 
dó  a  comer  i  le  regaló  varias  bagatelas. 

"Este  rei  nos  dijo  que  en  su  isla  habia  pedazos  de  oro 
gruesos  como  nueces  i  aun  como  huevos,  mezclados  con 
tierra,  i  que  todos  los  jarros  i  adornos  de  su  casa  eran  de 
ac|uel  metal.  Iba  vestido  con  bastante  decencia:  era  de  her- 
moso aspecto:  sus  negros  cabellos  le  caian  por  encima  de  los 
hombros:  llevaba  pendientes  de  oro  i  la  cabeza  envuelta  en 
un  velo  de  seda.  Cenia  una  especie  de  daga  o  espada  con 
puño  de  oro  i  vaina  de  madera  mui  bien  labrada.  En  cada 
uno  de  sus  dientes  se  veian  tres  manchitas  de  oro  de  modo 
que  parecia  que  toda  la  dentadura  estaba  atada  con  este 
metal.  Iba  perfumado  de  estoraque  i  benjuí,  i  se  pintaba 
el  cutis. 

"Su  permanencia  ordinaria  es  una  isla  en  donde  se  hallan 

os  paises  de    Butuan  i  Calagan  ^^,  pero  cuando  dos  revés 

quieren  conferenciar,  se  juntan  en  la  isla  deMasanaque  era 

donde  estábamos.  El  primero  de  dichos  reyes  se  llama  rajah 

Columbu  i  el  segundo  rajah  Siagu. 

"El  dia  de  Pascua,  que  era  el  último  del  mes  de  marzo^ 
el  capitán  jeneral  envió  desde  por  la  mañana  a  tierra,  al 
capellán  i  algunos  hombres  para  hacerlos  preparativos 
necesarios  para  decir  misa.  Envió  al  mismo  tiempo  al  es- 
clavo intérprete  para  que  notifícase  al  rei  que  íbamos  a  su  ^ 
isla,  no  para  comer,  sino  para  cumplir  con  una  ceremonia' 
de  nuestro  culto;  el  rei  lo  aprobó  todo,  i  nos  mandó  dos 
ce  rdos  que  habia  matado. 

"Desembarcamos  en  número  de  cincuenta  medio  armados     ¿ 


ly  En  la  isla  de  Mindanao.  Butuan  está  al  norte  de  dicha  isla, 
Calagan  o  Caragan,  al  sur. 


VIDA    I    VIAJES   DE   HERNANDO    DE    MAGALLANES  301 

i  vestidos  decentemente.  En  cuanto  llegaron  las  lanchas  a 
tierra,  se  dispararon  seis  bombardas  en  señal  de.  paz.  A^ 
saltar  en  tierra,  salieron  a  recibirnos  los  dos  reyes,  que  die- 
ron un  abrazo  al  jeríeral  i  le  pusieron  en  medio  de  ambos. 

"En  este  orden  llegamos  al  sitio  donde  debia  decirse  la 
misa,  i  antes  de  empezar,  el  jeneral  roció  a  los  dos  sobera- 
nos con  agua  de  almizcle.  En  la  oblación,  besaron  la  cruz, 
como  nosotros,  pero  no  hicieron  ofrenda.  Al  alzar  la  hostia 
consagrada,  adoraron  la  Eucaristía,  imitando  todo  cuanto 
hacíamos  nosotros.  Los  buques,  advertidos  por  una  seña, 
hicieron  en  este  momento  una  salva  jeneral,  i  después  de  la 
misa,  muchos  de  los  nuestros  comulgaron, 

«El  jeneral  mandó  traer  en  seguida  una  gran  cruz,  guar- 
necida con  los  clavos  i  la  corona  de  espina,  ante  la  cual  nos 
arrodillamos  lo  mismo  que  los  isleños.  El  intérprete  dijo  a 
los  reyes,  de  parte  del  capitán,  que  aquella  cruz  era  el  estan- 
darte que  le  habia  confiado  el  emperador  para  que  la  plan- 
tase en  todas  partes  donde  llegase;  que  por  consiguiente 
queria  dejar  una  allí,  para  que  cuando  arribase  a  la  isla 
algún  buque  europeo,  supiese  que  habíamos  sido  recibidos 
como  amigos,  i  tratase  del  mismo  modo  a  los  naturales, 
respetando  personas  i  haciendas.  Añadió  que  era  preciso 
poner  esta  cruz  en  el  paraje  mas  elevado  para  que  todo  el 
mundo  la  viese,  i  que  cada  mañana  debian  adorarla.  Los 
reyes  le  prometieron,  por  medio  del  intérprete,  cumplir  exac- 
tamente todo  cuanto  le  encargaba  el  jeneral. 

"Prcguntámosle  si  eran  moros  o  jentiles:  respondieron 
que  no  adoraban  ningún  objeto  terrestre,  pero  levantando 
las  manos  al  cielo,  dieron  a  entender  que  reconocian  a  un 
ser  supremo  a  quien  daban  el  nombre  de  Ahba,  lo  que  llenó 
de  satisfacción  al  jeneral.  Este  dijo  al  reí  que  si  tenia  algún 
enemigo,  iríamos  a  combatirlo  con  nuestros  buques.  Res- 
pondió el  soberano  isleño  que  en  efecto  se  hallaban  en  gue- 
rra abierta  con  los  habitantes  de  dos  islas  vecinas,  pero 
que  no  siendo  tiempo  a  propósito  para  atacarles,  no  podia 
aceptar  su  jeneroso  ofrecimiento. 

"Regresamos  a  bordo,  i  por  la  tarde  volvimos  a  tierra  i 


302  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGBÁFICOS 

fuimos,  en  compañía  de  los  re3^ezuelos  a  plantar  la  cruz  en 
la  montaña  mas  elevada  de  las  cercanías.  El  capitán  dio  a 
conocer  a  los  isleños  las  ventajas  que  alcanzarían  de  con- 
servar aquel  emblema  de  salvación,  ante  el  cual  nos  arrodi- 
llamos todos  los  circunstantes.  Al  bajar  de  la  montaña, 
atravesamos  muchos  campos  cultivados,  i  fuimos  al  paraje 
donde  estaba  el  balangai,  donde  los  reyes  nos  sirvieron  va- 
rios refrescos"  i^. 

Las  islas  que  entonces  reconocia  Magallanes  pertenecian 
al  archipiélago  que  habia  denominado  de  San  Lázaro,  i  que 
después  fué  llamado  de  las  Filipinas  en  honor  del  hijo  de 
Carlos  V  -*^.  En  esas  islas  habian  hallado  los  castellanos 


lí'  PiGAFETTA,  Viaggio,  lib.  II.  La  relación  del  viajero  italiano 
está  un  poco  abreviada  en  el  texto. 

Para  señalar  el  itinerario  de  Magallanes  en  las  islas  Filipinas 
he  tenido  por  únicos  guias  el  diario  de  Albo,  publicado  por  Nava- 
rrete  i  la  relación  de  Pigafetta,  teniendo  siempre  a  la  vista  la  car- 
ta de  aquel  archipiélago  publicada  en  Madrid  en  1749  por  el  je- 
suita  español  Pedro  Murillo  de  Belarde  en  su  Historia  de  las 
islas  Filipinas,  la  que  acompaña  los  viajes  de  lord  Anson,  i  la  pu- 
blicada últimamente  en  Madrid  en  el  Atlas  de  Coello.  Las  noticias 
que  acerca  de  este  viaje  han  publicado  el  Padre  Colín,  en  su  obra 
citada,  Frai  Juan  Francisco  de  San  Antonio  en  su  Crónica  de  los 
descalzos  de  San  Francisco  en  Filipinas,  i  los  padres  misioneros 
BuzETA  I  Bravo  en  la  Introducción  de  su  Diccionario  jeográñco  de 
las  islas  Filipinas,  contienen  errores  notables,^  nacidos  sin  duda  de 
que  no  conocieron  los  documentos  que  nos  han  servido  de  giiia  i 
cuya  autenticidad  no  puede  ponerse  en  duda.  El  Diccionario  de  los 
padres  Buzeta  i  Bravo  nos  ha  servido,  sin  embargo,  para  dar  el 
nombre  moderno  a  los  lugares  señalados  por  Albo  i  Pigafetta. 

Puede  verse  también  la  obra  publicada  en  1<846  en  Paris  por 
Mr.  Maelat  con  el  título  de  Les  Philippines,  dos  volúmenes  en  4° 
con  un  atlas.  La  obra  titulada  VOceanie  por  M.  de  Rienzi  (Paris, 
3  vol.  en  8*?)  contiene  muchos  errores  al  hablar  del  descubrimiento 
de  las  Filipinas. 

20  Los  padres  Bravo  i  Buzeta  i  casi  todos  los  escritores  españo- 
les ya  citados,  creen  equivocadamente  que  el  archipiélago  de  San 
Lázaro  es  el  mismo  que  Magallanes  habia  denominado  de  los  La- 
drones. Véase  el  diario  de  Albo  i  el  Viaggio  de  Pigafetta,  que  son 
las  verdaderas  autoridades  a  este  respecto. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  303 

una  favorable  acojida,  víveres  en  abundancia  i  descanso  de 
los  sufrimientos  de  una  larga  i  penosa  navegación.  Desgra- 
ciadamente, los  verdaderos  i  grandes  padecimientos  déla 
escuadrilla  espedicionaria  no  habian  comenzado  todavía. 


CAPITULO  IX. 


Llega  Magallanes  a  la  isla  de  Zebú.  —Sus  primeros  contratos  con 

el  reí  de  esta  isla Bautismo  del  reí,   de  la  reina  i  de  cerca  de 

ochocientos  isleños Castigo  de  los  pobladores  de  la  isla  de 

Mactan Magallanes   determina  atacarlos  al  saber  que  estos 

se  negaban  a  reconot.er  la  autoridad  del  rei  de  España.— Acome- 
te esta  empresa  contra  el  parecer  de  los  capitanes  de  la  escua- 
drilla.—Combate  del  27  de  abril  de  1521 — Arrojo  temerario 
de  Magallanes. — Su  muerte. —Su  retrato  trazado  por  el  caba- 
llero Pigafetta  — Los  vencedores  se  niegan  a  entregar  el  cadá- 
ver de  Magallanes. 


Parecía  que  Mao^allánes  había  olvidado  el  objeto  princi- 
pal de  su  célebre  espedicíon.  La  favorable acojida  que  habia 
recibido  de  los  pobladores  de  aquellas  islas,  las  muestras  de 
oro  que  le  habían  presentado,  las  ricas  producciones  de  es- 
peciería que  recibía  en  retorno  de  sus  obsequios,  preocupa- 
ban su  espíritu  de  tal  manera,  que  casi  habia  descuidadt)  el 
proyecto  de  continuar  su  viaje  a  las  Molúcas.  En  la  isla  de 
Limasagua  preguntó  a  los  reyezuelos  con  quienes  habia  es- 
tado en  comunicación,  cuál  era  el  puerto  de  las  inmediacio- 
nes mas  aparente  para  negociar  sus  mercaderías  i  proveer 
de  víveres  sus  naves.  Supo  entonces  que  habia  tres  puertos 
de  grande  importancia  en  aquellas  islas,  Ceylon,Zubtí  i  Ca- 

TOMO  VI  20 


306  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBUOGRÁFICOS 


lagan  i.  Habiéndole  dicho  que  el  de  Zubú  o  Zebú  era  el  mas      I 
rico  de  todos,  determinó  dirijirse  a  él.  | 

En  la  mañana  del  1"  de  abril  la  escuadrilla  estaba  lista.      I 
para  darse  a  la  vela.  El  rei  de  Masaguá   pidió  entonces  a       1 
los  castellanos  que  se  demoraran  en  su  isla  para  ayudarle  a       j 
hacer  sus  cosechas,  ofreciéndose  él  mismo  a  servirle  de  guia       ] 
en  su  viaje  a  Zebú.  Magallanes  aceptó  sus  proposiciones,  i      t 
mandó   que  bajaran  a  tierra  algunos  soldados  de  sus  na-       ' 
ves.  Este  trabajo  quedó  terminado  el  4  de  abril,  i  en  la  ma- 
ñana siguiente  los  esplora  dores  se  dieron  a  la  vela.  Pasan- 
do por  el  estrecho  que  separa  la  isla  deLeitede  la  de  Bohol,. 
llegaron  a  la  isla  de  Zebú,  i  fondearon  en  el  puerto  de  este 
nombre  el  dia  7  del  mismo  mes,  que  era  domingo.  Los  cas- 
tellanos observaron  en  la  costa  muchas  aldeas,  cuvas  casas 
estaban  construidas  sobre  los  árboles.  k\  acercarse  al  puer- 
to, Magallanes  mandó  enarbolar  todas  las  banderas  i  ha- 
cer una  descarga  de  artillería  que  causó  grande  alarma  en- 
tre los  isleños. 

Inmediatamente,  el  jefe  de  la  escuadrilla  despachó  a  uno 
de  los  suyos  con  el  esclavo  que  le  servia  de  intérprete  para 
conferenciar  con  el  rei  de  Zebú.  Encontraron  a  éste  rodeado  1 
de  mas  de  dos  mil  hombres  armados  de  lanzas  ipaveces  que 
miraban  con  giande  espanto  las  naves  castellanas  -.  El  es- 
clavo le  hizo  presente  que  las  descargas  de  artillería  eran 
sólo  una  señal  de  paz  i  de  amistad  con  que  los  europeos 
honraban  i  saludaban  a  los  príncipes  con  quienes  estaban 
en  buenas  relaciones,  que  el  jefe  de  las  naves  estaba  al  ser- 
vicio del  inayor  rei  de  la  tierra,  i  que  el  objeto  de  su  viaje 
era  llegar  hasta  las  islas  Molúcas,  pero  que  el  rei  de  Masa- 
guá le  habia  hecho  tanto  elojio  de  la  persona  i  del  poder 
del  rei  de  Zebú  que  se  habia  resuelto  a  hacerle  una  visita, 
deseando  ademas  refrescar  sus  víveres  i  negociar  las  merca- 


i  Ceylon,  o  Seilani,  como  escribe  Albo,  en  la  isla  de  Leite,  Zubú 
o  Zebú  en  la  isla  de  este  nombre,  i  Calagan  o  Caragan  en  la  costa 
oriental  de  la  isla  de  Mindanao. 

'^     PiGAFETTA,  Viaggio,  lib.  II.  HERRERA,  Dcc.  III,  lib.  I,  Cap.  III. 


VIDA   I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  307 

derías  que  traía  a  bordo.  Esta  declaración  tranquilizó  algo 
al  señor  de  la  isla;  pero  acostumbrado  a  las  consideracio- 
nes que  le  guardaban  los  reyes  de  las  islas  vecinas,  creyó 
que  estaba  en  el  caso  de  hacerse  respetar  de  los  estranjeros, 
i  comenzó  por  cobrar  un  derecho  que  le  pagaban  todas  las 
embarcaciones  que  se  acercaban  a  sus  dominios.  El  intér- 
prete de  los  castellanos  contestó  que  el  capitán  de  un  rei 
tan  poderoso  no  pagaria  derecho  a  ningún  rei  de  la  tierra 
i  que  estaba  tan  dispuesto  a  ofrecer  la  paz  como  aceptar  la 
guerra. 

Hallábase  cabalmente  en  la  isla  de  Zebú  un  moro  comer- 
ciante de  Siam  que  tenía  noticias  personales  de  las  hazañas 
de  los  portugueses  en  la  India, i  conocía  demasiado  la  mane- 
ra como  los  navegantes  europeos  negociaban  con  los  reve- 
zuelos  del  Asia,  i  las  ventajas  de  sus  elementos  de  guerra 
Deseando  evitar  al  rei  de  Zebú  los  embarazos  que  habian  de 
suscitarle  sus  pretensiones  respecto  a  los  castellanos,  le  habló 
de  las  conquistas  de  los  portugueses  en  la  India  iJe  aconsejó 
qué  evitara  toda  dificultad  que  pudiera  suscitarse.  El  intér- 
prete, que  entendió  las  esplicaciones  del  comerciante  moro, 
agregó  al  señor  de  Zebú  que  el  rei  de  Castilla,  a  quien  ser- 
via Magallanes,  era  todavía  mucho  mas  poderoso  i  mas 
temible  que  el  rei  de  Portugal,  i  que  si  hubiera  preferido  ha- 
cer la  guerra  habría  mandado  una  escuadra  considerable 
para  hacerse  respetar.  El  rei  de  Masaguá,  que  bajó  a  tierra 
para  estrechar  las  relaciones  entre  los  castellanos  i  los  isleños, 
allanó  todas  las  dificultades.  La  paz  quedó  convenida;  el  rei 
de  Zebú  se  allanaba  a  hacerse  tributario  del  rei  de  Castilla, 
pero  se  le  dijo  que  no  se  exijia  de  él  otro  derecho  que  el  pri- 
vilejio  esclusivo  de  negociar  en  sus  dominios.  Según  la  cos- 
tumbre de  aquellos  isleños,  era  necesario  que  Magalláne^i 
i  el  rei  se  sangrasen  para  beber  recíprocamente  su  sangre 
en  signo  de  amistad  i  alianza.  •'  Después  de  haberse  cambia 
do  los  obsequios  de  una  i  otra  parte,  i  de  muchas  ceremonias 
que  el  historiadorj  de  la  espedicion  ha  referido  con  gran  re-* 


'^ iPiGAFETTA,  Viaggio,  lib.  II. _ H p:rkera,  Déc,  IIÍ,  lib.  I,  cap.  líE. 


308  BSTirDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

cargo  de  pormenores,  la  paz  quedó  definitivamente  ajusta- 
da. El  rei  de  Zebú  se  manifestó  dispuesto  a  recibir  el  bau- 
tismo. 

Los  isleños  dieron  principio  a  sus  negociaciones.  Lleva- 
ban a  las  naves  gallinas,  puercos,  cabras,  arroz,  coco,  ñames 
i  diversas  frutas,  i  las  vendían  por  cascabeles,  cuentas  de  vi- 
drios i  las  telas  que  Magallanes  traía  en  sus  naves.  Hacian 
esto  con  todas  las  apariencias  de  sincera  amistad  i  sumi- 
sión  a  los  estranjeros.  El  rei  de  Zebú  espresó  sus  deseos  de 
hacerse  cristiano,  así  como  muchos  otros  señores  de  sus  do- 
minios, i  pidió  a  Magallanes  que  de  volver  a  Europa  le  de- 
jasen  en   su  isla  algunos  hombres  que  lo  instruyesen  en  los 
misterios  i  en   los  debereres  de  la  relijon  cristiana.  El  jefe 
espedicionario   accedió  a  esta  solicitud,  bajo  condición  de 
que  el   rei  confiara  dos  jóvenes  de  los  principales  de  sus  es- 
tados para  llevarlos  consigo  a  España,  donde  aprenderiaii 
la  lengua  castellana,  a  fin  de  que  a  su  vuelta  pudieran  darle 
una  idea  de  lo  que  hubiesen  visto. 

Al  fin  se  fijó  el  domingo  14  de  abril  para  la  ceremonia  del 
bautismo.  Los  castellanos  levantaron  en  la  plaza  principal 
del   pueblo   de  Zebú,   un    tablado  cubierto  de  tapicería  i  de 
hojas  de  palmera.  Magallanes  mandó  desembarcar  cuaren- 
ta hombres,  i  dos  mas  armados  de  piésacabeza  que  prece- 
dían el  estandarte  real.    La  escuadrilla  hizo  una  salva  de 
artillería  para  solemnizar  el  acto.  Después  de  abrazarse  cor. 
dialmente,  el  rei  de  Z.-bú  i  Magallanes  se  sentaron  en  ricos 
sillones:  los  otros  señores  de  la  isla  en  cojines  o  en  esteras. 
El  espedicionario  hizo  presente  al  rei  las  ventajas  que  le  iban 
a  resultar  de   abrazar  el  cristianismo,  una  de   las  cuales 
era  la  de  poder  vencer  mas  fácilmente  a  sus  enemigos.  Supo 
entonces  por  el  rei  que  habia  en  los  estados  de  éste  algunos 
jefes   que  no  siempre  estaban  dispuestos  a  reconocer  su  au- 
toridad.   Magallanes   los   hizo   llamar  i  les  dijo  por  medio 
del  intérprete   que  si  no  obedecían  al  rei  como  su  soberano, 
los  haria  matar  i  daria  a  aquel  todos  sus  bienes.  Al  oir  es- 
ta amenaza,  todos  los  jefes  prometieron  reconocer  la  auto- 
ridad real. 


VIDA    I    VIAJES    DE   HERNANDO    DE    A1AGALLÁNE8  309 

''Después   de   haber  plantado  una  gran  cruz  en  el  centro 
de    la   plaza,   se  pregonó,  un  aviso  para  que  el  que  quisiese 
abrazar  cristianismo  destru\'ese  sus  ídolos  i  pusiese  la  cruz 
en   su   lugar.  Todos   aceptaron  la  condición.  Tomando  en- 
tonces  al  rei  por  la  mano,  Magallanes  lo  condujo  al  tabla- 
do donde   se  le  vistió  enteramente  de  blanco,  i  se  le  bautizó 
junto  con  el  rei  de  Masaguá,  al  príncipe  su  sobrino,  el  mer- 
cader  moro  i  otras   personas  en  número  de  quinientos.    El 
rei   que  se  llamaba  Rajáh-Humabon,  fué  llamado  Carlos  en 
honor  del  rei  de  España.  Celebróse  en  seguida  la  misa,  des- 
pués de   la  cual  el  capitán  invitó  al  rei  a  comer  pero  éste  se 
esGUSÓ  i  nos  acompañó  hasta  las  chalupas,  que  nos  llevaron 
a  la  escuadra,  la  que  hizo  una  descarga  de  toda  su  artillería. 
"Después   de   comer,   desembarcamos   en   gran    número 
para  bautizar  a  la  reina  i  otras  mujeres.  Subimos  con  ellas 
al  mismo  tablado.   Mostré  a  la  reina  un  bustito  que  repre- 
sentaba la  vírjen  con  el  niño  Jesús,  lo  que  le  agradó  mucho 
i  la  enterneció.   Me  la  pidió  para  ponerla  en  el  lugar  de  sus 
ídolos,  a  lo  que  consentí  con  mucho   gusto.  Se  dio  a  la  rei- 
na el  nombre  de  Juana  en  honor  de   la  madre  del  empera- 
dor: el  de   Catalina  a  la  mujer  del  príncipe,  i  el  Isabel  a  la 
reina  de  Masaguá.   Bautizamos  este  dia  cerca  de  ochocien- 
tas personas  entre  hombres,  mujeres  i  niños"  ^. 

Estas  ceremonias  se  prolongaron  muchos  dias  mas.  Los 
isleños,  atraidos  mas  por  la  curiosidad  que  por  el  piadoso 
deseo  de  cambiar  de  relijion,  acudian  en  tropel  a  recibir 
las  aguas  del  bautismo.  Un  villorrio  de  la  vecina  isla  de 
Mactan,  cuyos  habitantes   se  negaban  a  reconocer  la  au- 


*  PiGAFETTA,  Viaggio,  \\h.  II  -  Hkrkeka,  Déc.  III,  lib.  I,  cap. 
111.  —  El  P.  Colín  en  su  Labor  Bvanjélica,  Ministerios  Apostólicos 
de  los  obreros  de  la  compañía  dejesns  en  las  islas  Filipinas,  lib  I, 
cap.  XIX,  refiere  que  cuando  el  adelantado  Miguel  López  de  Leij^a- 
pies  llegó  a  la  isla  de  Zebú  en  1565  a  asentar  en  ella  la  dominación 
española  halló  una  imíljen  de  bulto  del  niño  Jesús,  i  mas  tarde  las 
cruces  que  habia  levantado  Magallanes,  las  que  se  conservaban 
milagrosamente  a  pesar  de  los  incendios  i  de  otras  destrucciones, 
que  refiere  muí  estensamente  el  piadoso  historiador. 


310  ESTUDIOS    HISTÓRKO-BIBLKX^KÁFICOS 

toridad  del  rei  de  Zebú,  fué  incendiado  i  re  plantó  una  cruz 
en  el  lugar  que  antes  ocupaban  los  caceríos.  Magallanes 
exijió  del  rei  de  Zebú  el  juramento  de  fidelidad  i  sumi- 
sión al  rei  de  PySpaña,  en  la  misma  forma  que  soliau  ])res- 
tarlo  los  castellanos,  esto  es,  con  una  espada  desenvaina- 
da en  la  mano  i  delante  de  una  imájen  de  la  YÍrjen.  I^os 
otros  señores  de  la  isla,  a  su  vez,  juraron  obediencia  al  rei. 

Sin  embargo,  todas  estas  manifestaciones  de  acatamien- 
to i  de  respeto  estaban  revestidas  de  cierta  esterioridad 
que  habria  dado  que  temer  a  hombres  menos  resueltos  (jue 
Magallanes  i  sus  compañeros.  A  pesíir  de  la  facilidad  con 
que  adoptaban  la  nueva  relijion,  los  isleños  persistían  en 
rendir  culto  a  sus  ídolos.  P'ué  necesario  que  Magallanes 
curara  a  un  hermano  del  príncipe  que  se  hallaba  gravemen- 
te enfermo,  i  que  los  isleños  atribuyeran  a  milagro  del  cielo 
su  curación  para  que  la  relijion  de  los  europeos  comenzara 
a  gozar  de  algún  prestijio  en  aquellas  islas. 

Los  castellanos  pasaron  todavía  muchos  dias  en  la  isla 
de  Zebú.  Al  oriente  de  ella,  separada  sólo  por  un  canal  muí 
angosto,  i  casi  en  frente  del  puerto  donde  habia  fondeado 
la  escuadrilla,  está  situada  una  isla  pequeña  llamada  Mac- 
tan,  que  hablan  visitado  1  )s  soldados  de  Magallanes  i  don- 
de habian  incenciado  un  villorrio  porque  sus  habitantes  se 
negaban  a  reconocer  la  autoridad  del  rei  de  España. 

El  viernes  26  de  abril  recibió  el  capitán  espedicionario 
un  mensaje  de  uno  de  los  señores  de  esa  isla,  llamado  Zula. 
Enviábale  éste  con  uno  de  sus  hijos  dos  cabras,  haciéndole 
saber  que  si  no  le  remitía  todos  los  obsequios  prometidos, 
no  era  por  falta  suya  sino  por  causa  de  otro  jefe  llamado 
Silapulapu,  que,  irritado  por  el  incendio  de  uno  de  sus  vi- 
llorrios, no  queria  reconocer  la  autoridad  del  rei  de  España, 
pero  que  si  queria  mandar  en  su  socorro  una  chalupa  con 
algunos  hombres  armados  él  se  comprometía  a  Ijatir  i  so- 
juzgar a  su  rival. 

Magallanes  no  se  hizo  repetir  el  mensaje.  El  espíritu 
marcial  del  antiguo  soldado  de  la  India  se  a  venia  poco  con 
as  ílilacioncs;   i  tal  vez  sentia  haber   navegado  tanto  tiem- 


VIDA    I    VIAJES    DE  HERNANDO  DE    MAGALLANES  311 


po  i  haber  visitado  paises  desconocidos  sin  encontrar  oca- 
sión de  medir  sus  armas  i  de  desplegar  los  recursos  de  su 
carácter  osado  i  aventurero.  Inmediatamente  tomó  la  de- 
terminación de  ir  a  atacarlos  en  persona  con  la  jente  de 
que  podía  disponer.  Inútiles  fueron  las  representaciones 
que  para  disuadirlo  le  hicieron  los  suyos  i  aun  el  mismo  rei 
de  Zebú.  El  capitán  Juan  Serrano  le  aconsejó  que  no  pensa- 
se en  aquella  jornada,  porque  ademas  que  de  ella  no  saca- 
ría provecho  alguno,  las  naves  iban  a  quedar  tan  despro- 
vistas déjente  que  muí  pocos  hombres  podrían  tomarlas,  i 
por  último,  que  si  a  pesar  de  todo  persitstia  en  aquella  em- 
presa, no  fuese  él  mismo  sino  que  enviase  a  otro  en  su 
lugar  ''.  Magallanes  no  aceptó  este  consejo:  insistió  en  que 
era  menester  castigar  a  los  rebeldes,  i  dijo  que  como  buen 
pastor  no  podía  abandonar  su  rebaño  *'. 

En  la  noche  de  ese  mismo  día  quedaron  hechos  los  apres- 
tos para  aquella  empresa.  Magallanes  no  pudo  reunir  mas 
que  sesenta  hombres  armados  de  corazas  i  de  cascos:  los 
demás  estaban  todavía  enfermos  a  causa  de  los  sufrimien- 
tos consiguientes  a  la  prolongada  navegación  en  el  marPa- 
•cífico  i  a  la  escasez  de  víveres  que  habían  padecido.  A  media 
noche  se  embarcaron  éstos  en  las  chalupas  i  se  dirijeron  a 
Ja  isla  de  Alactan.  Los  seguían  el  rei  de  Zebú,  uno  de  los 
príncipes  de  su  familia,  varios  señores  de  aquella  isla  i  gran 
cantidad  de  hombres  armados  de  picas.  Magallanes  se 
acercó  a  Mactan  antes  de  amanecer;  i  no  pudiendo  desem- 
barcar su  jente  a  causa  de  la  baja  mar,  despachó  al  comer- 
ciante moro  a  prevenir  a  los  rebeldes  que  si  querían  reco- 
nocer la  soberanía  del  rei  de  España,  prestar  obediencia  al 
rei  cristiano  de  Zebú  i  pagar  los  tributos  exijidos,  los  con- 
sideraría como  amigos;  pero  que  en  caso  contrario  estaba 
dispuesto  a  castíganos  con  sus  armas.  Los  isleños  no  se 
intimidaron  con  estas  amenazas.  Contestaron  al  emisario 
de  Magallanes   que  ellos  también  contaban  con  sus  armas 


í'  Herrera,  déc.  III,  lib.  I,  cap.  I  Y. 

fi   PiGAFETTA,    Viaggio,  lib.  II. 


:U2  ESTUDIOS    HISTÓRICO -BIBLIOGKÁFIC OS 

para  defenderse,  i  que  lo  único  que  pedían  era  que  no  se  les 
atacara  de  noche. 

Kl  jefe  de  los  castellanos  quería  embestir  inmediatamente 
ai  villorio  en  que  dominaban  los  sublev^ados.  Los  consejos 
del  reí  de  Zebú  lo  disuadieron  de  este  propósito.  Manifes- 
tóle que  los  rebeldes  habían  abierto  muchos  hoyos,  en  los 
cuales  habían  clavado  gran  cantidad  de  estacas  agudas  pa- 
ra que  los  castellanos  sucumbieran  en  caso  de  un  ataque 
nocturno,  como  debía  suceder  si  daban  crédito  al  mensaje 
del  jefe  de  los  isleños.  Magallanes  se  resolvió  al  ftn  a  espe- 
rar el  día  para  emprender  el  ataque;  pero  creía  tan  segura 
la  victoria  que  no  quiso  aceptar  el  ausílío  que  le  ofrecía  el 
reí  de  Zebú.  Pedia  éste  que  se  le  dejase  acometer  primero 
con  sus  mil  hombres,  confiado  en  que  si  los  castellanos  lo 
avudaban,  la  victoria  era  segura.  Magallanes  no  consin- 
tió en  ello:  convencido  de  que  sus  soldados  bastaban  para 
flerrotar  a  los  enemigos,  dijo  a  su  aliado  que  se  mantuviese 
a  la  espectativa,  viendo  sólo  como  se  batían  los  europeos  ^ 

Al  rayar  el  dia  27  de  abril  de  1521  comenzó  el  desembar- 
co. A  causa  de  las  rocas  que  bordeaban  la  ribera,  los  caste- 
llanos no  pudieron  acercarse  a  tierra,  i  tuvieron  que  cami- 
nar un  buen  trecho  con  el  agua  hasta  la  cintura.  Algunos 
de  ellos  quedaron  al  cuidado  de  las  chalupas,  de  modo  que 
la  diminuta  división  de  Magallanes  estaba  aun  mas  redu- 
cida al  pisar  la  ribera  ^.  Se  preparaban  a  seguir  adelnn te 
cuando  se  presentó  un  cuerpo  de  indios  por  un  flanco.  Al 
momento  de  atacarlos,  se  descubrió  otro  cuerpo  por  el  otro 
lado;  i  antes  que  los  castellanos  se  dividieseu  en  dos  pelo- 
tones para  acometer  a  los  enemigos,  se  dejó  ver  un  tercer 
cuerpo  por  el  frente.  Durante  media  hora,  los  soldados  de 
Magallanes  sostuvieron  el  combate  manteniéndose  a  algu- 
na distancia  de  los  isleños,  dirijíéndoles  sus  flechas  i  un  fue- 


"i    Hekrrra,  déc.  III,  lib.  I,  cap.  IV'. 
Maximiliano  Tkansilyano,  §  XII. 
^    Herrera,  dice  en  el  lugar  citado,   que  desembarcaron  55  hom- 
bres: Pkíafktta  asienta  que  sólo  fueron  49. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  313 

go  sostenido  de  mosquetería  sin  causar  entre  ellos  grave 
mal,  porque,  aunque  muchos  fueron  heridos,  ni  las  balas 
ni  los  dardos  les  daban  la  muerte  súbita  que  ellos  temian 
del  poder  i  de  los  elementos  de  guerra  con  que  contaban  los 
estranjeros.  Lejos  de  intimidarse  por  los  lijeros  daños  que 
recibían,  los  isleños,  confiados  en  la  superioridad  de  su  nú- 
mero, volvian  al  combate  mas  atrevidos  i  furiosos,  i  lan- 
zaban contra  los  castellanos  nubes  de  cañas,  de  varas  en" 
durecidas  al  fuego  i  de  piedras,  dirijiendo  principalmente 
sus  ataques  contra  Magallanes,  a  quien  reconocian  perfec- 
tamente. Deseando  éste  separarlos  o  intimidarlos,  dispuso 
que  se  prendieran  fuego  a  las  chozas  del  pueblo  vecino.  Su 
orden  se  ejecutó  en  el  acto;  pero  la  vista  de  las  llamas  no 
hizo  mas  que  enfurecerlos.  Algunos  corrieron  al  lugar  mis- 
mo del  incendio  i  allí  mataron  a  dos  castellanos  que  encon- 
traron separados  de  los  suyos. 

Antes  de  mucho  tiempo,  los  isleños  notaron  que  los  es- 
tranjeros eran  invulnerables  siempre  que  los  golpes  que  se 
les  dirijian  se  estrellaban  contra  los  cascos  que  cubrían  sus 
cabezas  o  las  corazas  que  resguadaban  sus  pechos.  Pensa- 
ron entonces  que  dirijiendo  sus  tiros  a  las  piernas  de  los 
castellanos  habian  de  hacer  mayores  estragos.  Magallanes 
recibió  un  flechazo  en  una  pierna,  i  se  vio  obligado  a  orde- 
nar la  retirada.  Por  desgracia,  su  jente  estaba  desordena- 
da: el  número  de  los  enemigos  i  el  vigor  con  que  combatían 
la  habia  alarmado  de  de  tai  modo  que  ya  no  pensaba  si- 
no en  la  fuga.  Loscañones,que  habian  quedado  en  las  cha- 
lupa, no  podian  ayudar  a  los  españoles  a  causa  de  los  bajos 
arrecifes  de  la  costa  que  les  impedían  llegar  hasta  el  sitio 
del  combate.  Magallanes,  rodeado  de  unos  pocos  hombres, 
los  mas  fieles  i  atrevidos  de  sus  compañeros,  se  retiraba 
siempre  combatiendo  tenazmente  i  disputando  palmo  a 
palmo  el  terreno  que  abandonaba.  Su  jente  estaba  ya  en  la 
ribera,  con  el  agua  hasta  las  rodillas;  pero  no  podía  ganar 
aun  las  chalupas  i  recibía  los  dardos  i  las  pedradas  de  los 
isleños. 

En  medio  del  conflicto,  Magallanes  alentaba  a  los  suyos 


314  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIHLIOGRÁFÍCOS 


con  la  palabra  i  el  ejemplo,  esponiendo  su  vida  valiente- 
mente. Dos  veces,  las  pedradas  de  los  enemigos  perfectamen- 
te dirijidas  contra  su  persona,  hicieron  saltar  el  casco  que 
cubria  cabeza;  pero  su  valor  no  se  entibió  por  eso.  Este  de- 
sigual combate  duró  cerca  de  una  hora  con  el  mismo  ardor. 
Un  isleño  llegó  a  herir  en  la  frente  al  capitán  de  los  cas- 
tellanos, i  aunque  éste  lo  traspasó  con  su  lanza  perdió  su 
arma  que  dejó  sumida  en  el  cuerpo  de  su  adversario.  Quiso 
entonces  desenvainar  su  espada,  pero  este  movimiento  le 
filé  imposible  porque  su  brazo  derecho  estaba  también  he- 
rido. Los  enemigos  percibiendo  que  estaba  desarmado,  car- 
garon contra  éh  uno  de  ellos  le  dio  un  golpe  tan  recio  en  la 
pierna  que  lo  echó  al  suelo  de  cara.  Inmediatamente  se 
arrojaron  sobre  él  para  ultimarlo.  Cuando  se  vio  acosado 
por  los  enemigos,  se  volvió  muchas  veces  hacia  los  suyos 
para  ver  si  podian  salvarlo;  pero  esto  era  imposible.  "Co- 
mo no  había  entre  nosotros  uno  solo  que  no  estuviese  he- 
rido, i  como  no  nos  encontrábamos  en  estado  de  socorrer 
o  de  vengar  a  nuestro  jeneral,  dice  un  testigo  i  actor  de  és- 
ta fatal  jornada, nos  precipitamos  sobre  nuestras  chalupas 
que  estaban  a  punto  de  partir.  Nuestra  salvación  fué  debida 
a  la  muerte  de  nuestro  capitán,  porque  en  el  momento  en 
(|ue  pereció,  todos  los  isleños  corrieron  allugardonde  habia 
caido"  •' 


í'    PiGAFp:TrA,  Viaggio,  lib.  II. 

Bstos  sucesos  han  sido  referidos  con  detalles  mas  o  menos  di- 
versos por  Akjensola,  en  su  Historia  de  las  Malacas,  Gomara, 
Ov'iedo  i  Herrera  en  sus  Historias  de  las  Indias,  i  Maximdiano 
Transilvano  en  su  relación  del  viaje,  publicada  en  italiano  en  el 
primer  volumen  de  la  célebre  colección  de  Ramusio,  i  en  castella- 
no, en  el  IV  vol.  de  la  colección  de  Navarrete.  He  preferido  seguir 
casi  al  pié  de  la  letra  la  relación  de  Pigafetta,  que  merece  mas  fe 
como  testigo  verídico,  aunque  no  exento  de  algunas  exajera - 
ciones. 

L;)s  historiadores  de  las  islas  Filipinas  son  jeneralmente  muí 
inexactos  al  tratar  del  viaje  i  de  la  muerte  de  Magallanes.  El  pa 
dre  Colín  se  limita  casi  a  recordar  la  voluntad  divina.  *'Para  que 
se  vea,  dice,    que  no   habia  sido   elejido  de  Dios  Magallanes  para 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    I>K     MAGALLANES  315 

La  retirada  de  los  compañeros  de  Magallanes  no  fué  me- 
nos peligrosa.  El  rei  de  Zebú,  cumpliendo  las  órdenes  del 
jeneral,  habia  sido  simplemente  espectador  del  combate, 
presenciándolo  simplemente  desde  sus  embarcaciones;  i  los 
castellanos  que  habían  quedado  en  las  chalupas,  creyendo 
ausiliar  a  sus  compañeos,  rompieron  el  fuego  de  artillería 
cuando  estos  trataban  de  embarcarse,  causando  así  mayor 
confusión  entre  los  fujitivos.  La  jornada  costó  la  vida  a 
ocho  castellanos  i  a  cuatro  isleños  bautizados,  que  se- 
guian  de  cerca  a  Magallanes.  Uno  de  aquellos  era  Cristo, 
bal  Rabelo,  que  desde  algunos  dias  atrás  mandaba  la  nave 
Victoria  ^^.  Casi  todos  los  castellanos  que  volvieron  a  la 
escuadra  estaban  heridos  de  resultas  de  aquel  encarnizado 
combate. 

'*Así  pereció  nuestro  guia,  nuestra  luz  i  nuestro  sosten," 
escribe  el  historiador  de  nuestra  espedicion.  I  mas  adelante 
agrega:  "Pero  la  gloria  de  Magallanes  sobrevivirá  a  su 
muerte.  Estabaadornados  toda  de  la  virtudes:  mostró  siem- 
pre una  constancia  inscontrastable  en  medio  de  las  mavotes 
adversidades.  En  el  mar,  se  condenaba  a  las  mismas  peno- 
sas privaciones  que  el  resto  de  la  tripulación.  Versado  mas 
que  ninguno  otro  en  el  conocimiento  de  las  cartas  náuticas 
poseia  perfectamente  el  arte  de  la  navegación,  como  lo  pro- 
bó dando  la  primera  vuelta  al  mundo,  lo  que  nadie  antes 
que  a  él  habia  intentado"  ^^ 


otro  descubrimiento  ni  conquista,  que  el  de  Filipinas,  permite  el 
cielo  que  con  bien  lijera  ocasión,  le  sea  cortado  allí  el  hilo  de  la 
vida,  i  que  queda  sepultado  en  ellas  aquel  grande  capitán,  como 
«emilla  de  la  jenerosa  planta  del  evanjelio,  i  población  espaii(jia 
que  Dios  pretendía -en  estas  islas"  Labor  evanjélica,  etc.  lib.  1, 
cap.  XIX,  pá¡.  115. 

l(>  Relación  de  las  personas  que  parecieron  en  la  escuadra. 

PiGAFETTA,    Viaggio,  lib.  IL 

11  PiGAFETTA,  Viag^io,  lib.  11 —Magallanes  no  alcanzó  a  dar  la 
vuelta  al  mundo  en  su  célebre  viaje;  pero  en  su  juventud  habia  lle- 
gado a  Malaca  por  el  cabo  de  Buena  Esperanza,  i  en  su  última 
espedicion,  la  muerte  lo  sorprendió  en  los  mares  del  Asia,  a  poca 
distancia  de  los  lugares  que  recorrían  los  portugueses. 


316  ESTUDIOS    HISTÓR1C0-B1KL10GRÁF1008 

Por  grandes  que  sean  los  conocimientos  náuticos  del  ma- 
rino portugués,  i  las  virtudes  que  les  atribuya  Pigafetta, 
quehizocon  él  aquella  celebre  espedicion,  el  rasgo  distintivo 
de  su  carácter  es  la  convicción  profunda  con  que  concibió 
sus  proyectos  i  la  firmeza  con  que  supo  llevarlos  a  cabo.  Eo 
Magallanes  se  encontraban  reunidas  las  prendas  que  dis- 
tinguen  a  los  hombres  de  verdadero  jenio,  alta  intelijencia 
para  concebir,  constancia  para  realizar  su  pensamiento  i 
enerjía  para  vencer  las  dificultades  que  encontraba  en  su 
camino.  Magallanes  fué  tan  firme  i  tenaz  en  sus  negociacio- 
nes con  la  corte  de  España  para  empeñarla  en  su  empresa, 
como  valiente  i  decidido  delante  del  peligro  en  las  tempesta- 
des del  mar  i  en  las  borrascas  que  les  suscitaron  sus  compa- 


neros 


12 


Los  castellanos,  privados  así  de  su  jefe,  tuvieron  toda- 
vía el  sentimiento  de  no  poder  dar  sepultura  a  su  cadáver. 
El  rei  de  Zebú,  de  acuerdo  con  los  españoles,  mandó  decir 
a  los  sublevados   de  Mactan,  que  si  queria  entregar  el  cuer- 


1-  Los  escritores  portugueses  que  han  tratado  de  esta  célebre 
espedicion,  no  han  disimulado  su  encono,  ni  han  escaseado  su  cen- 
sura contra  Magallanes,  acusándolo  particularmente  de  desleal- 
tad para  con  el  rei  de  Portugal  por  haber  hecho  su  viaje  al  servi- 
cio del  rei  de  España.  El  historiador  Juan  de  Barros,  superior 
muchas  veces  a  las  preocupaciones  de  su  siglo,  parece  creer,  como 
los  diplomáticos  del  rei  don  Manuel,  que  toda  empresa  que  redun- 
dara en  provecho  de  un  estraño  era  un  perjuicio  para  el  soberano 
de  Portugal.  Su  predisposición  contra  Magallanes,  a  pesar  de  re- 
conocerle su  gran  mérito  de  navegante  i  de  soldado,  se  deja  tras- 
lucir en  cada  una  de  las  pocas  pajinas  que  ha  consagrado  a  tan 
célebre  viaje.  Este  mismo  sentimiento  respiran  los  escritos  de 
otros  historiadores  de  menos  elevación  que  Barros.  Camoens  mis- 
mo, tan  admirador  de  los  hombres  de  verdadero  mérito  como  ene- 
raigo  de  los  cortesanos,  habla  de  la  deslealtad  de  Magallanes  en 
términos  demasiado  duros,  a  punto  de  decir  que  era  indigno  de 
haber  nacido  portugués.  En  las  Luisiadas,  canto  10,  encon- 
tramos: 

"O  Magalhaes,  no  feito  con  verdade  ' 

Portugués,  porém  nao  na  lealdade." 


VIDA    I    VIAJES    DH    HERNANDO    DE    MAGALLANES  317 

po  de  Magallanes,  los  estranjeros  les  darían  la  cantidad 
que  pidieran  de  aquellas  mercaderías  que  llevaban  en  sus 
naves.  Los  vencedores,  enorgullecidos  con  tan  reñido  i  com- 
pleto triunfo,  respondieron  que  nada  podría  reducirlos  a 
deshacerse  del  cadáver  de  un  hombre  como  el  jefe  de  los  cas- 
tellanos, i  que  ellos  querían  guardarlo  como  un  monumen 
to  de  victoria.  Por  mas  ultrajante  que  fuera  esta  respues- 
ta para  los  europeos,  ellos  tuvieron  que  resignarse  a  esta 
nueva  humillación. 


CAPITULO  X. 

Recelos  de  los  castellanos  después  de  la  muerte  de  Magallanes. — 
Entra  el  reí  de  Zebú  en  un  complot  contra  ellos. — Matanza  del 
1*=*  de  mayo  de  1521.  —Toma  el  mando  de  la  escuadrilla  Juan 
Caraballo.  — Se  retira  de  la  isla  de  Zebú,  dejando  abandonado 
a  Juan  Serrano. — Destruye  la  nao  Concepción  en  la  isla  de 
Bühol.— Visita  varias  islas,  i  es  depuesto  del  mando. — ^Llegan 
los  casteüanos  a  las  Molúcas. — Trájico  fin  de  Francisco  Serra- 
no.— Los  reyes  de  aquellas  islas  reconocen  la  autoridad  del  rei 
de  España  — La  Victoria  da  la  vuelta  a  Europa.  -Padecimien- 
tos de  la  navegación. — Los  portugueses  le  toman  doce  hombres 
de  su  tripulación  en  las  islas  de  Cabo  Verde. —Arribo  a  Sevilla. 
—  Premios  concedidos  por  el  rei  a  Sebastian  de  Elcano. — Con- 
clusión. 

Después  de  la  muerte  de  Magallanes,  sus  compañeros  sólo 
presintieron  desgracias  en  el  porvenir  de  la  espedicion.  Los 
españoles  que  habian  desembarcado  en  Zebú  para  negociar 
sus  mercaderías,  se  apresuraron  a  volver  a  bordo,  temién- 
dolo todo  de  los  indíjenas  rebelados.  Faltándoles  el  jefe  que 
hasta  entonces  los  habia  dirijido  con  tanto  acierto,  los  cas- 
tellanos se  pusieron  bajo  el  mando  de  Juan  Serrano  i  Duar- 
te  Barbosa  i  ,  que,  como  segundos  de  Magallanes,  habian 
manifestado  las  dotes  de  capitanes  esperimentados. 

La  situación  de  los  compañeros  de   Magallanes  en  aque- 


1  PiGAFETTA,  lib.  IL  -  GoMARA,  Historia  de  las  Indias,  cap. 
XCII,  folio  123,  ed.  de  Ambéres  de  1554.  Gomara  dice  en  esta 
parte  que  Barbosa  era  suegro  de  Magallanes,  confundiendo  a 
aquél  con  su  padre  Diego  Barbosa  que  habia  quedado  en  Sevilla. 


320  ESTUDIOS   HISTÓllICO-BIBLIOGRÁFIC  os 

lias  islas  comenzaba  a  ser  muí   angustiada.  El  prestijio  de 
invencibles  de  que  habían  estado  rodeados  en  los  primeros 
dias,  se  habia  perdido  completamente.  Miraban  con  recelo 
a  sus  propios  aliados,  i  temian  a  cada  momento  nuevas  di- 
ficultades  i   nuevos   descalabros.    En  efecto,  los  reyezuelos 
enemigos  del  rei  de  Zebú  estaban  reunidos  en  la  isla  de  Mac- 
tan,  i  le  hacian  la  amenaza  de  matarlo  i  destruir  sus  tierras 
si  no  tomaba  las  armas  para  acabar  con   los  castellanos  i 
quitarles  sus  naves    -.   Talvez  vacilaba  aquel  jefe  antes  de  , 
tomar  parteen  el  complot  a  que  se  le  convidaba, cuando  un 
accidente  inesperado  vino  a  determinarlo  a  obrar.  El  escla- 
vo de  Magallanes,  que  habia  servido  de  intérprete  de  la  es- 
pedicion,  se  creyó  desligado  de  toda  obediencia  después  de 
la  muerte  de  su  amo;  pero  habiendo   recibido  malos  trata- 
mientos del  capitán  Barbosa,  que  como  deudo  de  Magallá. 
nes  habia  tomado  la  administración  de  sus  bienes,  determi- 
nó vengarse  de  los  castellanos.  Para  conseguir  su  objeto, 
refirió  al  rei  de  Zebú  que   los  europeos    habían   abrigado  el 
propósito   de  atacarlo  a  él,  apresarlo  i  llevarlo  cautivo  en 
sus  naves  "^  .    Este  fcdso  denuncio   produjo   el  efecto  que  se 
deseaba.  El  rei  de  Zebú   se   determinó   a  hacer  lo  que  se  le 
pedia. 

De  antemano  habia  ofrecido  a  los  castellanos  una  valiosa 
joya  que  debia  ser  presentada  al  rei  de  Castilla  en  señal  de 
vasallaje.  A  pretesto  de  entregarles  esa  joya,  el  rei  de  Zebú 
convidó  a  comer  en  tierra  a  los  capitanes  Barbosa  i  Serra- 
no, encargándoles  que  asistiesen  en  compañía  de  los  pilotos 
i  demás  personas  notables  de  la  escuadrilla.  Duarte  Barbo- 
sa no  vaciló  un  instante  en  aceptar  la  invitación  que  se  le 
hacia.  No  así  Juan  Serrano,  que  temiendo   alguna  acechan- 


2  Herrera,  déc.  III,  lib.  I,  cap.  IX.-  Barros,  déc.  III,  lib.  V, 
cap.  X. 

3  Declaraciones  de  Sebastian  de  Elcano  en  la  instrucción  levan- 
tada en  1552. — Pígafktta,  lib.  II. 

Maximiliano  Transilyano,  Rehicion,  §  XIII.- Gomara,  i7/sí. 
cap.  XCII.- Oviedo,  Historia  de  las  Indias,  part.  II,  lib.  XX, 
cap.  II. 


VIDA    I    VIAJES   DE   HERNANDO    DE    MAGALLANES  321 

za,  creía  que  la  prudencia  le  aconsejaba  no  bajar  a  tierra. 
Fuéle  forzoso  acceder  a  las  instancias  de  su  compañero  de- 
seando que  no  se  achacase  a  temor  su  negativa. 

En  la  mañana  del  1"  de  mayo  desembarcaron  ambos  jefes 
acompañados  de  veintisiete  personas,  entre  las  cuales  figu- 
raban Luis  Alfonso  de  Gois,  marino  portugués,  que  desde 
la  muerte  de  Magallanes  desempeñaba  el  cargo  de  capitán 
de  la  nao  Victoria,  el  hábil  piloto  Andrés  de  San  Martin, 
los  escribanos  Sancho  de  Heredia  i  León  de  Ezpeleta  i  el 
clérigo  Pedro  de  Valderrama.  El  rei  de  Zebú  los  esperaba  en 
la  ribera  rodeado  de  algunos  hombres  de  su  séquito.  Con- 
dújolos  a  un  bosque  de  palmeras  donde  tenia  preparada  la 
comida  con  que  finjia  obsequiarlos;  pero  tan  luego  como  se 
sentaron  se  vieron  acometidos  de  todos  lados  por  un  inmen- 
so número  de  isleños.  Toda  resistencia  fué  imposible:  la 
furia  de  los  agresores  i  su  número  considerable  decidie- 
ron su  triunfo  desde  el  primer  momento:  todos  los  caste- 
llanos fueron  asesinados  inhumanamente.  Sólo  se  respetó 
la  vida  del  capitán  Serrano,  por  quien  los  isleños  tenian 
mayor  estimación. 

En  la  escuadrilla,  entre  tanto,  no  se  tenia  noticia  alguna 
de  lo  que  ocurría  en  tierra;  pero  en  breve  llegaron  a  las  na- 
ves dos  de  los  compañeros  de  Serrano,  quienes,  después  de 
haber  desembarcado,  se  separaron  de  los  suyos  sospechan- 
do que  se  les  tendía  una  celada.  Era  uno  de  éstos  el  piloto 
portugués  Juan  Caraballo,  a  quien  por  su  posición  corres- 
pondía el  mando  de  la  escuadrilla  por  falta  de  Barbosa  i  de 
Serrano.  Caraballo  mandó  inmediatamente  que  las  naves 
se  acercasen  a  la  ribera  i  que  la  artillería  rompiese  el  fuego 
sobre  el  pueblo  vecino. 

Los  isleños  no  se  asustaron  por  esto.  Pocos  instantes 
después  se  presentaron  en  la  playa  en  confuso  tropel  arras- 
trando consigo  al  infeliz  Serrano  herido  i  maniatado.  Desde 
allí  pedia  a  los  suyos  que  suspendieran  todo  acto  de  hosti- 
lidad porque  podía  costarle  la  vida,  i  que  lo  rescataran  de 
las  manos  de  sus  aprehensores,  obsequiándoles  algunas  de 

TOMO    VI  21 


322  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

las  mercaderías  que  quedaban  a  bordo.  Todo  fué  en  vano: 
Caraballo  temía  una  nueva  trama  i  no  pensaba  mas  que  en 
abandonar  aquellas  islas.  ''Juan  Serrano,  dice  un  testigo 
ocular,  continuaba  implorando  la  piedad  de  su  compadre 
(Caraballo),  diciendo  que  seria  asesinado  en  el  momento  en 
que  nos  diésemos  a  la  vela;  i  viendo  que  sus  quejas  eran  inú- 
tiles, comenzó  a  hacer  imprecaciones  i  rogaba  a  Dios  que  el 
dia  del  juicio  final  pidiese  cuenta  de  su  alma  a  Juan  de  Ca- 
raballo su  compadre.  Pero  no  se  le  escuchó;  i  partimos  sin 
que  después  hayamos  tenido  noticia  alguna  de  su  vida  o  de 
su  muerte."  En  el  momento  de  salir  del  puerto,  los  castella- 
nos oyeron  una  gran  gritería,  i  supusieron  que  los  isleños 
acababan  de  dar  muerte  al  infeliz  Serrano  ^. 

La  escuadrilla  espedicionaria  siguió  su  viaje  i  llegó  a  la 
isla  de  Bohol.  Como  su  jente  estaba  reducida  a  solo  ciento 
quince  hombres,  que  no  bastaban  para  la  maniobra  de  las 
tres  naves,  acordaron  quemar  la  nao  Concepción,  que  era 
la  mas  vieja  e  inútil  de  todas  ellas.  Tocaron  en  varias  islas 
de  aquellos  archipiélagos  proveyéndose  de  víveres  i  hacien- 
do tratos  con  sus  reyezuelos;  i  el  8  de  julio  llegaron  a  la  isla 
de  Borneo,  donde  fueron  recibidos  amigablemente.  El  histo- 
riador de  la  espedicion  refiere  con  gran  prolijidad  las  confe- 
rencias que  los  castellanos  tuvieron  con  el  rei  de  aquella  isla 
al  través  de  una  especie  de  reja,  para  celebrar  la  paz  i  cam 
biar  los  presentes. 

A  pesar  de  esto,  los  castellanos  temieron  que  tras  de 
aquella  aparente  benevolencia  se  ocultase  el  pensamiento 
de  atacarlos.  Esta  sospecha  se  corroboró  con  un  suceso 
inesperado.  En  la  mañana  del  29  de  julio  vieron  acercarse 
a  la  escuadrilla  una  gran  cantidad  de  piraguas  que  navega- 
ban a  toda  prisa.  Temiendo  ser  atacados,  los  castellanos 
se  dieron  inmediatamente  a  la  vela,  pero  entonces  notaron 
Cjue  ocho  juncos,  o  embarcaciones  mayores,  se  habian  colo- 
cado detras  de  sus  naves,  como  si  se  tratara  de  atacarla» 


4  PiGAFETTA,  lib.  IT.— Maximiliano  Tkansilyano.  §§  XIII  i  XIV. 
—Herrera,  déc  III,  lib.  I,  cap.  IX. 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       323 

por  todos  lados.  ''Nuestro  primer  cuidado,  dice  el  historia- 
dor de  la  espedicion,  fué  desembarazarnos  de  los  juncos, 
contra  los  cuales  hicimos  fuego  de  tal  suerte  que  matamos 
mucha  jente.  Cuatro  de  ellos  cayeron  en  nuestro  poder;  los 
otros  cuatro  se  salvaron  yendo  a  encallar  a  tierra.  En  uno 
de  ellos  estaba  el  hijo  del  rei  de  la  isla  de  Luzon,  que  era  ca- 
pitán jeneral  del  rei  de  Borneo,!  acababa  de  conquistar  con 
estos  juncos  una  isla  llamada  Laoé."  A  pesar  de  que  Juan 
Caraballo  dejaba  en  tierra  a  un  hijo  suyo  i  otros  dos  espa- 
ñoles que  hablan  desembarcado  para  negociar  con  los  isle- 
ños, i  a  quienes  habria  podido  canjear  con  el  hijo  del  rei  de 
Luzon,  cometió  la  torpeza  de  dar  libertad  a  éste  en  cambio 
de  algún  oro.  Iniítiles  fueron  las  jestiones  que  después  de 
esto  hizo  Caraballo  para  obtener  el  rescate  de  su  hijo  i  de 
sus  compañeros.  Al  fin,  se  vio  obligado  a  darse  a  la  vela, 
llevando  consigo  dieciseis  hombres  i  tres  mujeres  apresados 
en  los  juncos  •"•. 

Las  naves  castellanas,  sin  embargo,  no  estaban  en  esta- 
do de  seguir  su  viaje.  Una  tempestad  que  sufrieron  en  la 
costa  de  Borneo,  las  obligó  a  abrigarse  en  un  puerto  des- 
poblado para  hacer  en  ellas  algunas  reparaciones.  Al  salir 
de  allí,  los  castellanos  quitaron  el  mando  a  Caraballo  i  lo 
dividieron  entre  dos  personas  de  las  mas  distinguidas  de  la 
escuadrilla.  El  mando  de  la  Trinidad  fué  confiado  a  Gon- 
zalo Gómez  de  Espinosa,  i  el  de  la  Victoria  a  Juan  Sebas- 
tian de  P^lcano,  hidalgo  vizcaíno,  que  estaba  destinado  a 
llevar  a  cabo  la  empresa  de  Magallanes.  Ambos  capitanes 
pensaban  sólo  en  llegar  cuanto  antes  a  las  islas  Molúcas, 
de  las  cuales  según  »us  cálculos  i  según  las  noticias  que  ha- 
bían recibido,  no  podian  distar  mucho.  Los  castellanos  se- 
guían su  viaje  por  entre  las  numerosas- islas  de  aquellos  ar- 
chipiélagos, i  encontraban  con  frecuencia  algunas  embarca- 
ciones que  se  ocupaban  en  hacer  el  comercio.  En  algunas  de 


5   PiGAFETTA,  lib.  IIL — HERRERA,    déc.  III,  lib.  I,  Cap.  X. 

Diario  de  Albo.— Declaraciones  tomadas  en  Sevilla  en  el  procesa 
de  octubre  de  1522. 


324  BSTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOaUÁF  ICOvS 


esas  naves  que  apresaron,  encontraron  pilotos  prácticos  en 
la  navegación  de  aquellos  mares,  que  les  sirvieron  de  guia, 
no  siempre  fieles  es  verdad,  para  llegar  hasta  las  islas  Mo- 
lúcas.  El  6  de  noviembre  divisaron  a  lo  lejos  cuatro  islas, 
que  se  levantaban  como  a  catorce  leguas  hacia  el  Oriente. 
"Bl  piloto  que  nos  guiaba,  dice  el  historiador  de  la  espedi- 
cion,  nos  dijo  que  eran  las  islas  Molúcas.  Dimos  gracias  a 
Dios;  i  en  señal  de  nuestro  regocijo,  hicimos  una  descarga 
de  toda  la  artillería.  Nadie  se  sorprenderá  de  la  alegría  que 
esperimentamos  a  la  vista  de  estas  islas  cuando  se  conside- 
re que  hacia  veintisiete  meses  menos  dos  dias  que  recorría- 
mos los  mares  i  que  habíamos  visitado  una  infinidad  de 
islas  buscando  siempre  las  Molúcas."  El  viernes  8  de  no- 
viembre, tres  horas  antes  de  ponerse  el  sol,  la  escuadrilla 
fondeó  en  el  puerto  de  la  isla  de  Tidor. 

Desde  luego,  los  castellanos  entraron  en  negociaciones 
•con  el  rei  de  aquella  isla.  Permitióles  éste  que  desembarca- 
ran i  negociaran  sus  mercaderías.  Cambiáronse  valiosos 
presentes  de  una  i  otra  parte:  los  castellanos  daban  sus  te- 
las, parios  i  sederías,  i  recibían  en  retorno  clavos  de  olor, 
nueces  moscadas  i  otras  especies  engrande  abundancia. 

Allí  supieron  que  Francisco  Serrano,  el  amigo  i  compañe- 
ro de  Magallanes,  que  lo  habia  instigado  a  emprender  su 
célebre  espedicion,  habia  muerto  envenenado  ocho  meses 
antes  en  aquella  misma  isla.  Establecido  desde  muchos 
años  atrás  en  la  isla  de  Ternate,  Serrano  habia  llegado  a 
ser  jeneralísimo  de  las  tropas  del  rei  de  ella,  i  habia  empren" 
dido  una  campaña  contra  el  rei  de  Tidor,  en  que  habia  que. 
dado  victorioso.  Su  enemigo,  no  olvidó  nunca  su  derrota;  i 
muchos  años  después,  a  principios  de  1521,  habiendo  pasa- 
do  Serrano  a  esta  isla,  fué  envenenado  por  traición.  De  este 
modo,  los  dos  soldados  portugueses  que  después  de  haber 
militado  juntos  en  la  India  i  visitado  aquellos  mares,  ha- 
bian  mantenido  correspondencia  para  reunirse  por  caminos 
desconocidos  en  las  célebres  islas  de  la  especiería,  murieron 
casi  a  un  mismo  tiempo,  cuando  estaban  a  punto  de  reu- 
nirse, i  de  realizar  así  las  aspiraciones  de  muchos  años. 


VIDA    I     VIAJES    DE    llEliKANDO   DE    MAGALLANES  l^2Ó 

Los  re3'es  de  las  islas  vecinas  fueron  con  los  castellanos 
igualmente  obsequiosos  que  el  de  Tidor.  Como  Jos  portu- 
gueses, que  comenzaban  a  navegar  en  aquellos  mares,  les 
hubieran  dado  mal  tratamiento,  todos  ellos  se  apresuraron 
a  reconocer  la  autoridad  del  rei  de  (bastilla,  a  recibir  la  re- 
lijion  cristiana  i  a  obsequiar  a  los  recien  venidos.  Los  espa- 
ñoles cargaron  sus  naves  con  las  valiosas  producciones  de 
aquellas  islas,  i  recojieron  aves  de  diversas  especies  para 
llevarlas  a  España  como  muestra  de  sus  riquezas  *^. 

A  mediados  de  diciembre  estuvo  todo  dispuesto  para  la 
marcha  de  los  espedicion arios.  Querian  éstos  volver  a  Es- 
paña a  anunciar  sus  descubrimientos  i  los  tratos  que  ha- 
bían celebrado  con  los  reyezuelos  de  las  islas  Molúcas;  pero 
cuando  trataron  de  salir  del  puerto,  reconocieron  con  jene- 
ral  sentimiento  que  la  nao  Trinidad,  que  hacia  de  capitana, 
estaba  estropeada  en  la  quilla  i  recibia  tanta  agua  que  era 
imposible  continuar  el  viaje  con  ella.  Trataron  de  remediar 
el  mal,  i  entonces  conocieron  que  era  necesario  descargar  la 
nave  para  carenarla.  Sin  embargo,  la  impaciencia  de  los 
castellanos  era  tal  que  no  podian  resignarse  a  una  demora 
de  tres  meses.  Acordaron  con  este  motivo  que  la  nao  Victo- 
ria, bajo  el  mando  de  Juan  Sebastian  de  Elcano  partiera  in- 
mediatamente llevando  las  comunicaciones  para  el  rei  i  lavS 
mercaderías  que  pudiera  cargar.  La  otra  nave,  la  Trinidad, 
debia  quedarse  en  Tidor  el  tiempo  necesario  para  carenar- 
la. Terminada  esta  operación,  debia  esta  nave  dirijirse  a 
Panamá  para  remitir  desde  allí  su  carga  a  España  '^. 

La  Victoria,  en  efecto,  salió  de  Tidor  el  21  de  diciembre 
de  1521,  llevando  sesenta  hombres  de  tripulación,  trece  de 


^  Estracto  tomado  por  don  J.  B.  Muñoz  de  las  paces  hechas  por 
los  castellanos  con  los  reyes  de  las  islas  Molúcas, en  la  colección  de 
Muñoz,  en  la  Biblioteca  de  la  real  Academia  de  la  Historia  de  Ma- 
drid. El  orijinal  existe  en  Sevilla,  en  el  archivo  de  indias. 

Maximiliano  Transilvano^  §  XIX.— Pigafetta,  lib.  III. 

7  Maximiliano  TraNvSILVano,  §  XX Pigafetta,  lib.  III. 

Véase  la  Ilustración  IX. 


3^6  ESTUDIOS    HISTÓRICO- BIBLIOGRÁFICOS 

los  cuales  eran  naturales  de  aquella  isla  ^.  Los  castellanos 
tocaron  todavía  en  algunas  islas  en  que  se  proveyeron  de 
pimienta,  madera  de  sándalo  i  canela,  i  siguieron  después 
el  mismo  camino  c^ue  llevaban  los  portugueses  en  sus  viajes 
a  la  Indi¿i.  Molestáronlos  algo  las  tempestades  en  la  costa 
de  África  e  igualmente  la  escasez  de  víveres;  pero  era  tal  su 
vehemencia  por  volver  a  España  que  no  quisieron  acercarse 
a  Mozambique  a  refrescar  sus  provisiones.  Quince  de  los  in- 
dividuos de  la  tripulación  fallecieron  durante  este  viaje. 
Por  fortuna,  las  penalidades  de  los  esploradores  llegaban  a 
su  término.  El  18  de  mayo  avistaron  la  estremidad  meri- 
dional del  África;  i  doblando  cuatro  dias  después  el  Cabo 
de  Buena  Esperanza,  pudieron  navegar  con  mas  felicidad  i 
por  mares  mas  conocidos. 

A  principios  de  julio  se  hallaba  la  Victoria  colocada  en- 
tre el  continente  africano,  que  tenia  a  su  derecha,  i  las  islas 
de  Cabo  Verde,  que  se  levantaban  a  su  izquierda.  La  esca- 
sez de  víveres  era  entonces  estremada.  "Era  tal  nuestra  mi- 
seria, escribe  el  historiador  de  la  espedicion,  que  si  el  cielo 
no  nos  hubiese  concedido  un  tiempo  favorable,  todos  ha- 
bríamos muerto  de  hambre.  El  9  de  julio  avistamos  las  is- 
las de  Cabo  Verde,  i  fuimos  a  fondear  a  la  que  lleva  el  nom- 
bre de  Santiago.  Como  sabíamos  que  nos  hallábamos  en 
tierra  enemiga  i  que  no  se  dejaría  de  concebir  sospechas 
contra  nosotros,  tuvimos  la  precaución  de  mandar  decir, 
por  medio  de  los  que  tripulaban  la  lancha  que  enviamos  a 
tierra  para  hacer  provisión  de  víveres,  que  nuestra  arriba- 
da a  aquel  puerto  era  forzosa  a  causa  de  habérsenos  roto 
nuestro  mástil  de  trinquete,  al  pasar  la  línea  equinoccial,  i 


s  PiGAFETTA,  lib.  III.— GOMARA,  cap.  XCVIII.— D.  Martin  Fer- 
nández de  Navakrete,  el  célebre  colector  de  documentos  sobre  los 
viajes  de  los  españoles  en  los  siglos  XV  i  XVI,  dice  en  una  corta 
noticia  biográfica  de  Sebastian  de  Elcano,  publicada  en  la  Colec- 
ción ríe  documentos  para  Ja  historia  de  España,  tom  I,  páj.  244?, 
que  la  nao  Victoria  salió  de  Tidor  el  21  de  abril  de  1522  El  mismo 
error  ha  sido  repetido  en  la  biografía  de  Elcano,  dada  a  luz  en  el 
tomo  VIII  de  la  Nouvelle  Biographie  genérale,  París,  1855. 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGALLANES  327 


<j|ue  no  teníamos  bastante  jente  para  componerlo;  añadi- 
mos que  el  capitán  jeneral  babia  continuado  su  rumbo  ha- 
cia España  con  dos  naos  mas.  En  fin,  les  hablamos  de  mo- 
do que  creyesen  que  veníamos  de  la  costa  de  América  i  no 
del  Cabo  de  Buena  Esperanza.  Ellos  lo  creyeron  así,  i  nos 
enviaron  dos  veces  la  lancha  llena  de  arroz  en  cambio  de 
nuestras  mercaderías. 

'^Habiendo  mandado  a  tierra  por  tercera  vez  la  chalupa 
con  trece  hombres  para  cargarla  de  provisiones,  notamos 
que  la  detenian,  i  según  los  movimientos  que  empezaban  a 
hacer  algunas  carabelas,  sospechamos  que  querían  también 
apresar  nuestra  nao,  lo  que  nos  determinó  a  hacernos  a  la 
vela  al  momento.  Supimos  luego  que  el  motivo  de  haber 
apresado  la  lancha  era  porque  uno  de  los  marineros  que  la 
tripulaban,  habia  descubierto  nuestro  secreto,  contando 
todo  cuanto  nos  pasó,  i  añadiendo  que  nuestra  nao  era  la 
única  de  la  armada  de  Magallanes  que  regresaba  a  Euro- 
pa" 9.  Forzoso  les  fué  darse  a  lávela  precipitadamente  para 
evitar  el  peligro  de  quedar  prisioneros  de  los  portugueses. 

Durante  su  permanencia  en  aquella  isla,  los  castellanos 
quisieron  comprobar  la  exactitud  de  los  diarios  de  navega- 
ción que  habian  llevado  los  pilotos.  "Hicimos  preguntar  en 
tierra,  dice  Pigafetta,  qué  dia  de  la  semana  era  aquél.  Se 
nos  contestó  que  era  jueves,  lo  que  nos  sorprendió,  porque 
según  nuestros  diarios,  estábamos  en  miércoles.  No  podía- 
mos persuadirnos  que  nos  hubiéramos  engañado  en  un  dia. 
Yo  me  sorprendí  mas  que  los  otros,  poique  habiendo  esta- 
do siempre  en  buena  salud  para  escribir  mi  diario,  habia 
señalado  sin  mterrupcion  los  dias  de  la  semana  i  las  fechas 
del  mes"  lo. 

Los  últimos  dias  de  navegación  de  la  nao  Victoria  fue- 
ron completamente  felices.  Favorecidos  por  los  vientos,  los 
castellanos  avistaron  las  costas  de  España  el  4  de  setiem- 
bre, i  dos  dias  después  entraron  en  la  bahía  de  San  Lúcar 


í>  Pigafetta,  lib.  IV. 

10  Véase  la  Ilustración  núm.  X. 


328  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLIOGRÁFieOS 

de  Barrameda.  Tres  años  antes  habían  salido  de  ese  mismo 
puerto  las  cinco  naves  que  mandaba  Magallanes;  una  sola 
volvia  a  España  después  de  haber  realizado  tan  célebre  es- 
pedicion.  De  los  265  hombres  que  se  hicieron  a  la  vela  el  20 
de  setiembre  de  1519,  sólo  volvian  dieciocho  i  aun  éstos 
flacos  i  enfermos.  La  misma  nao  Victoria  que  habia  salido 
de  las  Molúcas  con  sesenta  hombres  de  tripulación,  dejaba 
doce  en  las  islas  de  Cabo  Verde,  prisioneros  de  los  portu- 
gueses, i  los  otros,  dice  Pigafetta,  se  habian  fugado  en  la 
isla  de  Timor,  otros  habian  sido  condenados  a  muerte  por 
diversos  crímenes,  i  otros  finalmente  habian  perecido  de 
hambre. 

De  Elcano  no  se  demoró  muchos  dias  en  el  puerto  de  San 
Lúcar.  El  lunes  8  de  setiembre,  la  nao  Victoria  fué  a  fon- 
dear cerca  del  muelle  de  Sevilla,  anunciando  su  arribo  con 
una  salva  jeneral  de  artillería  ii.  El  dia  siguiente,  los  caste- 
llanos bajaron  a  tierra  en  camisa  i  descalzos,  con  sendos 
cirios  en  la  mano,  para  ir  a  visitar  la  iglesia  de  nuestra  se- 
ñora de  la  Victoria  i  la  de  Santa  María  la  Antigua,  como 
habian  prometido  hacerlo  en  los  momentos  de  peligro. 

La  noticia  del  arribo  de  la  nao  Victoria  después  de  ha- 
ber dado  una  vuelta  al  rededor  del  mundo,  se  estendió  rá- 
pidamente por  toda  España.  De  Elcano  se  habia  apresura- 
do a  comunicar  al  rei  el  resultado  de  su  viaje  desde  San  Lú- 
car de  Barrameda;  i  Carlos  V,  que  acababa  de  llegar  de 
Alemania  para  castigar  a  los  comuneros  rebeldes,  i  que  por 
tanto  se  hallaba  rodeado  de  atenciones,  contestó  su  men- 
saje con  fecha  13  de  setiembre.  En  su  carta,  el  rei  se  felicita- 
ba del  regreso  de  una  de  las  naves  de  aquella  célebre  espedi"^ 
cion,  i  manifestaba  al  afortunado  capitán  sus  deseos  de  ad' 
quirir  noticias  acerca  délos  países  recién  esplorados.  "I  por- 
que yo  me  quiero  informar  de  vos,  decía,  muí  particular- 
mente del  viaje  que  habéis  hecho  i  de  lo  en  él  sucedido,  vos 
mando  que  luego  que  esta  veáis,  toméis  dos  personas  de  las 
que  han  venido  con  vos,  las  mas  cuerdas  i  de  mejor  razón, 


11  Véase  la  Ilustración  ndm.  XL 


VIDA    1    VIAJES    DE   HERNANDO     DE    MAGALLANES  329 

i  OS  partáis  i  vengáis  con  ellos  donde  yo  estuviere,  que  con 
este  correo  escribo  a  los  oficiales  de  la  Casa  de  Contrata- 
ción de  Indias  que  os  vistan  i  provean  de  todo  lo  necesario 
a  vos  i  a  las  dichas  dos  personas"  12. 

Una  de  las  personas  que  acompañaron  a  de  Elcano  en  su 
visita  al  emperador  fué  el  caballero  Antonio  de  Pigafetta, 
el  célebre  historiador  de  la  espedicion.  '^Saliendo  de  Sevilla» 
dice  éste,  yo  fui  a  Valladolid,  donde  presenté  a  la  sacra  ma" 
jestad  de  don  Carlos,  nó  el  oro  ni  la  plata,  sino  cosas  que 
a  sus  ojos  eran  mucho  mas  preciosas.  Le  ofrecí,  entre  otros 
objetos,  un  libro  escrito  por  mi  mano,  en  que  dia  por  dia 
habia  apuntado  todo  lo  que  nos  había  ocurrido  durante  el 
viaje."  Después  de  esto,  Pigafetta  pasó  a  Portugal  para 
hacer  al  reí  don  Juan  la  descripción  de  los  paises  que  aca- 
baba de  visitar.  En  seguida  fué  a  Francia,  donde  hizo  igual 
relación  a  la  madre  de  Francisco  I,  entonces  rejente  del  rei- 
no; i  por  último,  pasó  a  Italia,  donde  dio  de  nuevo  la  histo- 
ria de  su  viaje  a  FeHpe  de  Viliers  de  risle-Adam,gran  maes- 
tre de  la  orden  de  caballeros  de  Rodas  ^^. 

El  emperador  premió  jenerosaraente  los  servicios  de 
Juan  Sebastian  de  Elcano.  Colmólo  de  honores  i  distincio- 
nes, concedióle  una  pensión  anual  de  quinientos  ducados  de 
oro,  autorización  para  llevar  siempre  dos  hombres  ar- 
armados  para  guarda  de  su  persona,  i  un  escudo  de  armas 
cuyos  cuarteles  aludian  a  varias  circunstancias  del  viaje  i 
cuya  cimera  era  un  mundo  con  esta  inscripción:  Primus  cir- 
cundedisti  me  1^. 


1-  Carta  de  Carlos  V  a  Sebastian  de  Elcano,  publicada  en  la 
Colección  de  Documentos  inéditos  para  la  ^historia  de  España, 
tomo  I,  páj.  247. 

13  PiGAFETA,    VÍaggÍo,\\h.  lll. 

Véase  la  Ilustración  núm.  Xll. 

11  Cédulas  de  23  de  enero  de  1523  i  de  20  de  mayo  de  1524,  pu- 
blicadas en  la  Colección  de  documentos  inéditos  para  la  historia 
de  España,  tomo  I. 

Ovie;do,  Historia  jeneral  de  las  Indias,  lib.  XX,  cap.  III. 

Véase  la  Ilustración  nüm.  Xlll. 


330  ESTUDIOS    IIISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Los  compañeros  de  Magallanes  que  alcanzaron  a  volver 
a  Europa  después  de  tan  célebre  espedicion,  obtuvieron 
igualmente  premios  i  distinciones.  Alvaro  de  Mezquita,  ca- 
pitán de  la  nao  San  Antonio,  preso  por  los  amotinados  i 
llevado  a  España,  donde  era  detenido  en  una  cárcel,  fué 
puesto  en  libertad,  si  bien  se  adelantó  el  proceso  con  las  de- 
claraciones de  los  recien  llegados  para  obtener  el  esclareci- 
miento de  los  sucesos  de  tan  célebre  espedicion. 

La  familia  de  Magallanes,  sin  embargo,  no  pudo  gozar 
por  mucho  tiempo  de  los  beneficios  quedebia  haberle  repor- 
tado este  viaje,  según  la  estipulación  celebrada  con  el  rei. 
El  hijo  de  Magallanes  murió  en  1521,  i  su  esposa  el  año 
siguiente.  Su  suegro  i  los  deudos  de  éste  fallecieron  poco 
años  después  dejando  vacantes  la  herencia  de  rentas  i  ho- 
nores de  Magallanes.  Sólo  muchos  años  mas  tarde,  se  pre- 
sentó un  portugués  desvalido,  falto  de  recursos  hasta  para 
litigar,  que  se  llamaba  pariente  del  célebre  descubridor  i 
que  reclamaba  en  vano  la  posesión  de  sus  bienes.  Magalla- 
nes había  muerto  sin  mas  herederos  que  sus  proezas  i  su 
gloria,  que  son  inmortales. 


PRUEBAS  E  ILUSTRACIONES 

CONCERNIENTES    A    LA 

VIDA  I  VIAJES  DE  HEMAHDO  DE  MAGALLANES 


ILUSTRACIÓN  I 

NACIMIENTO   I   PRIMEROS    AÑOS    DE   MAGALLANES 

(Véase  el  cap.  í,  páj.  195) 

Las  dudas  e  ineertidumbres  que  envuelven  los  primeros 
años  de  Cristóbal  Colon  se  repetian  al  tratarse  de  Hernan- 
do de  Magallanes.  Los  historiadores  le  designaron  por  pa- 
tria tan  pronto  la  ciudad  de  Oporto  (  Arjp:nsola,  Historia 
de  las  Molúcas,  lib.  I,  páj.  6,  i  en  sus  Anales  de  Aragón,  lib. 
I,  cap.  13,  páj.  133)  como  la  capital  del  reino  portugués, 
Lisboa,  (San  Román,  Historia  jener al  de  la  India  oriental^ 
lib.  2,  cap.  25,  páj,  341).  Posteriormente,  se  ha  encontrado 
en  la  bibhoteca  de  Oporto  un  curioso  manuscrito  que  lleva 
este  título:  Nobiliario  da  Caza  do  Cazal do  Pago,  ofíérecido 
a  Gaspar  de  Barboza  Malheiro  por  seo  tio  fr.  Joao  de  Ma- 
dre de  Déos.  Este  manuscrito,  que  contiene  una  jenealojía 
de  la  familia  de  Magallanes,  hace  nacer  a  Hernando  en  la 
villa  de  Figueiro,  provincia  de  Estremadura,  en  Portugal. 

Difícil  era  resolver  algo  en  vista  de  estas  tres  opuestas 
autoridades.  Felizmente,  se  ha  encontrado  en  Lisboa  un 
testamento  otorgado  por  Magallanes  mismo  en  el  barrio 
de  Belén,  con  fecha  19  de  diciembre  de  1504,  tres  meses  an- 
tes de  embarcarse  para  la  India,  en  que  declara  ser  natural 
de  la  villa  de  Sabrosa,  comarca  de  Villarreal,  provincia  de 
Tras-os-Montes.  Este  testamento,  que  he  conocido  en  Pa- 
rís gracias  a  la  benévola  amistad  de  Mr.  Ferdinand  Denis, 


334  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

el  erudito  historiador  del  Portugal  i  del  Brasil,  me  lia  pa- 
recido decisivo;  i  lo  he  seguido  en  el  texto  de  esta  historia. 

Menos  fácil  es  todavía  fijar  el  año  del  nacimiento  de 
Magallanes.  Fvl  mismo  Mr.  Denis,  que  ha  escrito  mía  bio- 
grafía del  navegante  portugués,  i  estudiado  prolijamente 
sus  viajes,  fija  la  fecha  de  1470  {Nouvelle  hiographie  genéra- 
le, tom.  XXXII,  col.  671);  pero,  poco  mas  adelante  dice 
que  Magallanes  tendría  una  veintena  de  años  en  1505, 
cuando  salió  por  primera  vez  de  Portugal,  lo  que  importa 
una  notable  contradicción.  He  creido  que  no  habia  temor 
de  equivocarse  mucho  en  fijar  el  año  1480,  como  época  de 
su  nacimiento,  suponiendo  que  tendría  veinticinco  años  al 
tiempo  en  que  comenzó  su  carrera  náutica  i  militar. 

Las  mismas  dudas  existen  respecto  a  los  padres  de  Ma- 
gallanes. El  Nobiliario  antes  citado  dice  que  su  padre  era 
López  Rodríguez  de  Magalhaens,  jentil  hombre  de  palacio, 
i  que  su  madre  se  llamaba  Margarita  Núñez,  poseedores 
ambos  de  un  mayorazgo  conocido  con  el  nombre  de  Spiritu 
Sancto.  El  Nobiliario  agrega  que  López  era  escribano  de 
un  tribunal,  i  que  el  padre  de  éste  se  llamaba  como  su  nieto, 
Hernando  de  Magalhaens,  señor  de  Parada  de  Gatim  en  la 
provincia  de  Minho.  El  antecesor  de  éste  era  Alfonso  de 
Magallanes,  señor  de  Porte  da  Barca,  i  de  la  torre  de 
Magalhaens,  de  donde  sacaba  su  oríjen  la  familia. 

Por  mas  digno  de  confianza  que  parezcan  estos  datos, 
no  es  posible  seguir  el  Nobiliario  que  los  contiene  como  una 
autoridad  irrecusable.  Existe  en  Sevilla,  en  el  archivo  de 
Indias,  un  voluminoso  espediente  seguido  en  1567  por  Lo- 
renzo de  Magallanes  para  probar  que  siendo  nieto  de  un 
primo  hermano  del  célebre  viajero,  él  era  su  descendiente  i  el 
heredero  de  las  gratificaciones  que  el  rei  le  habia  acordado. 
Para  esto,  presentó  informaciones  de  testigos  por  las  que 
aparece  que  el  padre  de  Hernando  se  llamaba  Rui  o  Rodri- 
go, i  su  abuelo  Pedro  Alfonso  de  Magallanes.  El  célebre 
compilador  de  documentos,  don  Martin  Fernández  de  Na- 
varrete,  que  no  conoció  el  Nobiliario  antes  citado,  pero  sí 
los  autos  del  archivo  de  Indias,  tomó  de  ellos  esa  noticia 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE   MAGALLANES  335 

en  la  introducción  biográfica  que  ha  puesto  al  tomo  IV  de 
su  Colección  de  Jos  viajes  i  descubrimientos  de  los  españo- 
les, páj.  XXIII. 

Sin  embargo,  documentos  de  otro  jénero  vienen  a  con- 
tradecir estas  noticias.  Donjuán  Bautista  Muñoz,  tan  pro- 
lijo investigador  como  crítico  distinguido,  encontró  en  los 
archivos  de  la  torre  do  Tombo  de  Lisboa  los  libros  de  mo- 
radías  que  pagaba  la  casa  real,  i  en  ellos  un  recibo  firmado 
por  Magallanes  de  la  pensión  o  salario  que  se  le  habia  asig- 
nado en  su  calidad  de  mozo  fidalgo  de  palacio.  En  ese  mis- 
mo recibo,  que  lleva  la  fecha  de  12  de  junio  de  1512,  se 
llama  hijo  de  Pedro  de  Magallanes.  Sin  duda,  que  esta  au- 
toridad merece  mas  fe  que  el  Nobiliario  antedicho  i  que  el 
espediente  seguido  en  1567. 


ILUSTRACIÓN  II 

RELACIONES   DE  JUAN  DE  ARA  NDA  CON    MAGALLANES 

I   FALEIRO 

(Véase  el  cap.  II,  páj.  217) 

En  1518,  el  fiscal  del  Consejo  de  Indias  instruyó  un  pro. 
ceso  a  Juan  de  Aranda  por  haber  hecho  un  convenio  priva- 
do con  Magallanes  i  Faleiro,  acusándolo  de  haber  acepta- 
do dádivas  i  promesas  mientras  desempeñaba  un  puesto 
tan  importante  en  la  administración.  Aranda  se  defendió 
refiriendo  sus  relaciones  con  los  dos  portugueses,  los  servi- 
cios de  un  carácter  privado  que  les  haVjia  hecho,  las  moles- 
tias i  disgustos  que  habia  tenido  que  soportar  para  atraer- 
los al  servicio  de  España,  i  la  jenerosidad  de  Magallanes 
para  ofrecerle  espontáneamente  la  octava  parte  de  los  be- 
neficios de  la  empresa.  El  6  de  noviembre  del  mismo  año, 
Magallanes  i  Faleiro  prestaron  por  orden  del  rei  sus  decla- 
raciones en  este  asunto,  i  en  ellas  confirmaron  la  exactitud 
de  los  hechos  referidos  por  Aranda  en  su  defensa.  Este  es- 
pediente, que  fué  conocido  por  don  Juan  B.  Muñoz,  contie- 
ne noticias  mui  interesantes  sobre  la  permanencia  de  Ma- 
gallanes en  España,  i  las  únicas  que  se  posean  acerca  de 
sus  relaciones  con  el  factor  Aranda.  A  mediados  de  1519  se 
trataba  este  negocio  por  el  Consejo  de  Indias  que  estaba 
reunido  en  Barcelona,  bajo  la  presidencia  del  obispo  de 
Burgos,  Juan  Rodríguez  de  Fonseca.  El  Consejo  absolvió  a 
Aranda  de  dicha  acusación. 

TOMO    VI  22 


338  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Muí  escasas  noticias  he  podido  encontrar  acerca  del  fac- 
tor Aranda,  que  tan  importantes  servicios  prestó  a  Maga- 
llanes, fuera  de  las  que  contiene  dicho  espediente.  Consta 
sólo  que  fué  el  tercer  factor  de  la  casa  de  contratación,  que 
comenzó  a  desempeñar  este  cargo  en  1516,  i  que  murió 
veinte  años  después,  en  1536  (Veitia  i  Linaje,  Norte  de  la 
contrat¿^cion,  lib.  1,  cap.  XXaYII,  jjáj.  292). 


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ILUSTRAClOiN  Jíl 

CARTA  DE  NAVEGAR  DE  MARTIN  BEHAIM 

(Véanse  el  cap.  III,  páj.  224  i  el  cap.  YII,  páj.  227.) 

Es  fuera  de  toda  duda  que  Magallanes  citaba  en  apoyo 
de  sus  teorías  una  carta  de  navegar  levantada  por  Martin 
Behaim,  que  él  decia  haber  visto  en  la  tesorería  del  rei  de 
Portugal.  Uno  de  los  compañeros  de  su  viaje,  historiógra- 
fo déla  espedicion,  el  caballero  Antonio  Pigafetta  refiere 
que  cuando  las  naves  de  Magallanes  entraron  en  el  estre- 
cho, casi  todos  los  marinos  pensaron  que  no  tenia  salida 
al  otro  mar,  pero  que  entonces  el  capitán  alentó  a  los  suyos 
asegurándoles  con  el  conocimiento  que  él  tenia  de  aquellos 
lugares  por  el  mapa  de  Behaim.  "Fernando  sapeba  che  vi 
€ra  questo  stretto  molto  oculto,  per  il  quale  si  poteva  navi- 
gare:  il  che  aveva  veduto  descritto  sopra  una  carta  nella 
tesoreria  del  re  di  Portogallo;la  cual  carta  fu  fatta  por  uno 
eccellente  uomo,  detto  Martin  di  Boemia."  Oviedo  tomó 
de  aquí  la  noticia  que  acerca  de  esta  carta  da  en  su  Histo- 
ria jener  al  de  las  Indias,  lib.  XX,  cap.  II, 

Francisco  López  de  Gomara,  que  publicó  en  Zaragoza, 
en  1552,  su  Historia  de  las  Indias,  dice  que  Magallanes 
''afirmaba  que  por  la  costa  del  Brasil  i  Rio  de  la  Plata, 
avia  paso  a  las  islas  de  la  especiería  mucho  mas  cerca  que 
por  el  cabo  de  buena  Esperanza.  A  lo  menos  antes  de 
subir  a  los  setenta  grados,  según  la  carta  de  marear  que 


340  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

tenia  el  rei  de  Portugal,  hecha  por  Martin  de  Bohemia, 
aunque  aquella  carta  no  ponia  estrecho  ninguno  a  lo  que 
oí  decir,  sino  sólo  el  asiento  de  los  Molucos"  (cap.  XC). 

Antonio  de  Herrera,  que  publicó  en  1801  la  primera  par* 
te  de  su  Historia  de  los  hechos  de  los  castellanos  en  las  In- 
dias, en  vista  de  los  mejores  documentos,  dice  que  Maga- 
llanes "iba  mui  cierto  de  hallar  el  estrecho,  porque  habia 
visto  una  carta  de  marear  que  hizo  Martin  de  Bohemia,  por- 
tugués, natural  de  la  isla  de  Fayal,  cosmógrafo  de  gran  opi- 
nión a  donde  se  tomaba  mucha  luz  del  estrecho."  [Déc.  II, 
lib.  II,  cap.  XIX]. 

¿Quién  era  este  Martin  de  Bohemia  que  levantaba  car- 
tas jeográficas  capaces  de  ilustrar  a  los  descubridores  del 
estreche?  El  mejor  de  sus  biógrafos,  M.  Murr,  ha  dado  una 
noticia  bastante  comprensiva  de  su  vida,  de  donde  tomamos 
los  datos  siguientes: 

Martin  Behaim  no  era  portugués,  como  lo  creia  He- 
rrera. Nació  en  Nürenberg  por  los  años  de  1430.  Dedicado 
al  comercio  de  telas  hizo  un  viaje  a  Venecia  en  1475,  i  a 
Malines,  Ambéres  i  Viena  en  los  años  de  1477  a  1479.  EvS 
probable  que  sus  relaciones  con  los  viajeros  desarrollaron 
su  gusto  por  la  navegación  i  la  jeografía.  En  1480,  pasó  a 
Portugal,  donde  siguió  contraido  a  esos  estudios,  adqui- 
riendo por  ellos  tal  reputación  que  cuatro  años  mas  tarde 
fué  nombrado  cosmógrafo  de  una  espedicion  que  el  rei  don 
Juan  de  Portugal,  puso  a  las  órdenes  de  Diego  Cam,  con 
encargo  de  adelantar  el  reconocimiento  de  la  costa  de  Áfri- 
ca. Los  esploradores  pasaron  la  línea  equinoccial  i  llegaron 
hasta  la  costa  de  Congo,  en  la  embocadura  del  rio  Zagra, 
donde  levantaron  dos  columnas  i  grabaron  las  armas  de 
Portugal,  en  recuerdo  de  aquel  viaje.  Parece  que  en  pre- 
mio de  este  servicio,  Behaim  fué  hecho  caballero  portugués. 

Inmediatamente  después,  Behaim  pasó  a  la  isla  de  Fayal, 
donde  contrajo  matrimonio,  en  1486,  con  la  hija  del  gober- 
nador lobst  de  Hürter,  enviado  ahí  con  una  colonia  flamen- 
ca, a  consecuencia  de  la  donación  que  el  rei  Alfonso  V  ha- 
bia hecho   de  esa  isla  en  1466  a  su  tia  Isabel  de  Borgoña» 


VIDA  I  VIAJES  DE    HERNANDO  DE  MAGALLANES      341 


I  madre  de  Carlos  el  Temerario.  Behaim  permaneció  en  Fa- 
yal  hasta  1490,  i  es  probable  que  en  esa  época  tratara  a 
Colon,  asegurándose  ambos  en  su  convicción  de  la  existen- 
cia de  las  tierras  occidentales. 

Según  documentos  publicados  recientemente  en  Chile  por 
•el  señor  don  Francisco  Adolfo  de  Varnhagen,  como  apéndice 
aun  opúsculo  mui  interesante  que  lleva  portítulo  La  verda- 
dera Guanahani  de  Colon,  los  portugueses  hicieron  en  esos 
años  algunos  viajes  en  busca  de  nuevas  tierras  al  occidente 
de  Europa,  i  aun  en  ellos  tomó  parte  un  caballero  alemán, 
pero  no  fué  éste  Martin  Behaim,  como  lo  dice  el  señor 
Varnhagen.  (Véase  el  opúsculo  citado,  pájs.  107  i  108). 

El  jeógrafo  de  Nürenberg  estaba  de  vuelta  en  su  patria 
-en  1491,  i  el  año  siguiente  obsequió  a  su  ciudad  natal  un 
globo  pintado  en  que  estaban  señaladas  las  tierras  hasta 
entonces  conocidas,  i  ademas  algunas  islas  situadas  al  occi- 
dente de  las  Azores,  tales  como  las  suponía  una  tradición 
de  la  edad  media,  que  sirvió  a  Colon  para  apoyar  sus  pro- 
yectos de  esploraciones  i  descubrimientos. 

En  1493  volvió  a  Portugal,  i  aun  hizo  un  segundo  viaje 
a  Fayal.  En  aquel  reino  desempeñó  un  papel  importante 
como  miembro  de  una  junta  de  cosmógrafos,  i  por  ser  el  au- 
tor o  perfeccionador  del  astrolabio,  instrumento  de  que  se 
sirvieron  por  mucho  tiempo  los  marinos  para  medir  la  al- 
tura de  los  astros  sobre  el  horizonte.  Después  de  nuevos  viéi- 
jes  a  Flándes  i  de  aventuras  que  no  es  del  caso  referir  aquí, 
Behaim  murió  en  Lisboa,  en  1506,  según  su  biógrafo  Murr, 
en  1507,  según  otros  documentos. 

Poco  tiempo  después,  en  1520,  un  profesor  de  matemáti- 
cas de  Nürenberg,  llamado  Juan  Schoener  obsequió  a  la  bi- 
blioteca de  esta  ciudad  un  globo  jeográfico  en  que  estaban 
dibujadas  las  tierras  conocidas  hasta  entonces  según  los  últi- 
mos descubrimientos.  Posteriormente  se  confundió  este  glo- 
bo con  el  de  Behaim,  atribuyéndose  a  éste  haber  hecho  des- 
cubrimientos aun  en  las  tierras  que  no  se  esploraron  sino 
después  de  su  muerte. 

Uno  de  los   hombres  mas  sabios  del  siglo  XVI,  tan  afa- 


342  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGÍJÁFICOS 

mado  orientalista  como  célebre  visionario,  publicó  en  la  se- 
gunda mitad  de  ese  siglo  dos  folletos,  en  que,  apoyándose 
sin  duda  en  el  globo  de  Schoener  atribuido  a  Behaim,  i  en 
la  relación  del  viaje  de  Pigafetta,  negaba  redondamente  a 
Magallanes  la  gloria  del  descubrimiento  del  estrecho  a  que 
la  posteridad  ha  dado  su  nomhve {Cosrnographic^  discipli- 
nee  compendiun  &.,  Basilea,  de  1561,  cap.  II,  páj.  22. —  De 
vniversitate  líber,  in  quo  astronomía  &.,  Paris  1563,  páj. 
37).  En  ambos  libros.  Portel  habla  del  "fretuniMartini  Bo^ 
hemi  a  Magaglianesio  Lusitano  alias  nuncupatum,  quod- 
que  terram  incogiiitam  australem  ab  Atlantide  separat." 

En  una  obra  latina  de  fines  del  siglo  XVI,  desconocida 
de  los  eruditos  i  de  los  bibliógrafos,  i  que  a  lo  menos,  ha  sido 
dos  veces  traducida  a  la  lengua  francesa,  encontramos  cier- 
tos conceptos  que  prueban  que  la  opinión  de  Portel  no  tuvo 
mucho  crédito  entre  sus  contemporáneos.  **E1  descubri- 
miento de  este  mar  (el  Pacífico),  dice,  es  debido  a  Magalla- 
nes, porque  todos  los  otros  pilotos  afirmaban  que  no  era 
mar...  i  en  la  carta  marina  de  Juan  de  Bohemia  (que  Ma- 
nuel rei  de  Portugal  guardaba  en  su  estudio),  se  encuentra 
que  no  hai  mar  alguno  descrito.  Con  derecho,  se  dice,  se 
llama  a  ese  mar  Magallánica,  del  nombre  de  su  descubri- 
dor Magallanes  cuando  mostró  un  camino  nuevo  i  mas 
corto  a  las  Molúcas.  La  memoria  de  este  personaje  durará 
siempre  gloriosa  mientras  el  padre  Océano  llevado  por  los 
ondas  septentrionales  vaya  a  ver  a  las  ninfas  del  medio- 
día". Wytfliet,  Histoire  Universelíe  des  Indes  Occidenta- 
les.  Dbuay,  1607,  páj.  85. 

Muchos  escritores  han  repetido  posteriormente  la  mis- 
ma aseveración  de  Portel  en  obras  mas  o  menos  especiales 
sobre  el  verdadero  descubridor  del  nuevo  mundo,  i  sobre  la 
historia  de  Behaim  i  su  familia.  Un  sabio  bibliófilo  italiano^ 
Francesco  Cancellieri,  cita  diez  autores  que  habian  escrito 
sobre  el  particular  hasta  mediados  del  siglo  \út\n\o.( Notizie 
bibliograñche  di  Cristoforo  Colombo,  Roma,  1809,  páj. 
39.)  En  esos  trabajos  se  llegó  hasta  negar  a  Colon  la  prio- 
ridad de  sus  descubrimientos,  atribuvéndose  a  Behaim  ha- 


VIDA    I    VIAJES    DE    HERNANDO    DE    MAGAliLÁNES  343 

ber  visitado  antes  de  1492  los  países  dibujados  en  el  globo 
de  1520.  Solo  dos  escritores,  es  verdad  que  de  gran  nota, 
salieron  a  la  defensa  de  Colon  i  de  Magallanes.  Fueron  éstos 
e)  historiador  ingles  Robertson  en  una  erudita  nota  puesta 
al  segundo  libro  de  su  History  oí  America  i  Voltaire  \^Essai 
sur  les  meourSy  chap.  145],  quien  destruye  con  gran  finura 
crítica  esas  aserciones  en  las  palabras  siguientes:  "No  hablo 
aquí  de  un  Martin  Beheni  deNürenberg,  de  quien  se  dice  que 
fué  al  estrecho  de  Magallanes  en  1460,  con  patente  de  una 
duquesa  de  Borgoña  que  no  reinaba  entonces  i  que  por  tanto 
no  podia  dar  patente  de  navegación.  No  hablo  tampoco  de 
las  pretendidas  cartas  que  se  atribuyen  a  este  Martin  Behem 
ni  de  las  contradicciones  que   desacreditan  esta  fábula." 

Sin  embargo,  un  diplomático  francés,  aunque  alemán  de 
nacimiento,  Luis  Guillermo  Otto,  desempeñando  una  comi- 
sión en  los  Estados  Unidos,  presentó  en  3  777  a  laSociedad 
filosófica  de  Filadelfia,  una  Memoria  sobre  el  descubrí- 
miento  de  América,  que  fué  publicada  en  el  segundo  vohi- 
men  de  las  memorias  de  dicha  corporación,  reimpresa  en 
Francia  el  ano  siguiente,  publicada  en  ingles  en  el  British 
re^/ster,  i  traducida  al  castellano  i  dada  a  luz  en  el  Espíritu 
de  los  mejores  diariosjiterarios,  núms.  127  i  128,  Madrid, 
5  i  12  de  mayo  de  1788.  Esta  memoria  es  considerada  con 
justicia  como  la  mejor  defensa  que  pueda  hacerse  de  los 
pretendidos  títulos  de  Behaim  a  la  gloria  de  haber  descu- 
bierto el  nuevo  mundo.  Otto,  sin  embargo,  conoció  sólo 
por  informes  el  globo  de  Behaim,  se  apoya  en  autoridades 
jeneralmente  falsas  i  espuestas  sin  especificación  particular, 
i  mereció,  por  tanto,  las  mas  juiciosas  críticas  de  varios 
eruditos  de  su  tiempo. 

Un  canónigo  de  Mallorca,  don  Cristóbal  Cladera,  publi- 
có en  Madrid  en  1794,  en  respuesta  a  Otto,  sus  Investiga- 
ciones sobre  los  descubrimientos  de  los  españoles.  El  conde 
Juan  Reinaldo  Carli  dio  a  luz  en  Milán  en  1792  otra  res- 
puesta a  Otto;  i  la  reproducción  de  la  erudita  biografía  de 
Behaim  escrita  por  Cristóbal  Teófilo  de  Murr  hecha  por 
el  canónigo  Caldera  junto  con  el  fac-símile  de  una  parte  del 


344  lüSTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

verdadero  globo  del  jeógrafo  de  Ntirenberg,  agregadas  a 
las  otras  pruebas  aducidas,  no  dejaron  lugar  a  duda  sobre 
la  nulidad  de  los  argumentos  de  los  que  atribuian  a  aquél 
el  descubrimiento  del  nuevo  mundo. 

Inútil  ha  sido  que  en  1800  tratara  Carlos  Amoretti,  el 
editor  de  los  viajes  de  Pigafetta,  de  salir  a  la  defensa  de  los 
derechos  de  Behaim  en  la  introducción  que  puso  a  aquella 
obra,  porque  la  cuestión  estaba  definitivamente  decidida. 
Después  de  él,  W.  Irving  en  el  apéndice  núm.  12  de  su  Life 
ofColombas,  i  un  artículo  publicado  en  la  Encycíopedie 
NoiiveUe  de  Leroux  i  Reynaud  [Paris,  1840,  tom.  II,  páj. 
343]  han  vuelto  a  negar  a  Behaim  los  descubrimientos  que 
se  le  atribuyen.  Pero,  el  mas  notable  de  todos  los  impugna- 
dores de  los  pretendidos  derechos  del  jeógrafo  de  Nüren- 
berg,  i  por  tanto  el  mejor  defensor  de  la  gloria  de  Colón  i 
Alagallánes,  es  el  barón  de  Humboldt.  Véase  la  Histoire  de 
hi  Geographie  du  nouveaii  continente  tom.  I,  páj.  256 
i  siguientes. 

No  dejaremos  de  recordar  aquí  una  circunstancia  que  co- 
rrobora la  convicción  de  que  antes  del  viaje  de  Magallanes 
no  podia  haber  carta  alguna  en  que  estuviera  señalado  el 
estrecho  de  su  nombre.  El  ilustrado  i  prolijo  historiador  de 
las  conquistas  de  los  portugueses  Juan  de  Barros,  que  es- 
cribía pocos  años  después  del  descubrimiento,  i  que  consul- 
tó con  un  cuidado  esquisito  todos  los  documentos  de  la  co- 
rona de  Portugal,  no  habla  en  ninguna  parte  de  esos  ma- 
pas, circuntancia  que  no  habria  omitido  jamas  si  hubiera 
existido,  para  desacreditar  con  esa  referencia  a  Magalla- 
nes, a  quien  profesa  mui  mala  voluntad  por  haber  presta- 
do sus  servicios  a  la  España. 

A  Magallanes  se  puede  atribuir  una  observación  llena  de 
exactitud  i  de  espiritualidad  que  Yoltaire  aplicaba  al  descu- 
bridor de  América:  "cuando  Colon  prometió  un  nuevo  he- 
misferio, se  le  dijo  que  este  hemisferio  no  podia  existir;  i 
cuando  lo  descubrió  se  pretendió,  que  ya  era  conocido  des- 
de mucho  tiempo  atrás". 


ILUSTRACIÓN  IV 

LA  PRETENDIDA  LOCURA  DE  RUI  FALEIRO 


(Véase  el  cap.  IV,  páj.  242). 


Los  motivos  que  ocasionaron  la  separación  de  Faleiro 
de  la  escuadrilla  de  Magallanes,  han  sido  esplicadosde  mui 
diversa  manera.  El  carácter  duro  i  atrabiliario  del  astrólo- 
go portugués  fué  causa  sin  duda  de  que  algunos  de  sus 
contemporáneos  lo  creyeran  loco,  i  así  lo  escribe  desde  Se- 
villa al  reí  de  Portugal  su  ájente  Sebastian  Alvarez.  Este 
rumor,  nacido  particularmente  entre  sus  enemigos,  ha  pa- 
sado a  la  historia  con  grandes  visos  de  verdad  averiguada. 

El  primer  historiador  que  consigna  esta  noticiaes  López 
DE  Gomara  en  el  cap.  XC  de  la  Historia  jeneral  de  las  In- 
dias, publicada  en  Zaragoza  en  1552.  Dice  allí  que  en  Sevi- 
lla ''enloqueció  Ruy  Faleiro,  de  pensamiento  i  de  no  poder 
cumplir  con  lo  prometido,  o  como  dicen  otros,  de  puro  des- 
contento por  enojar  i  deservir  a  su  rei.  En  fin  no  fué  a  los 
Malucos."  Oviedo  repitió  un  poco  mas  tarde  la  misma  es- 
pecie en  su  Historia  jeneral  de  las  Indias,  parte  II,  lib.  XX, 
cap.  I. 

Menos  crédulo  que  los  cronistas  castellanos,  el  historia- 
dor de  las  conquistas  de  los  portugueses  en  la  India,  Juan 
de  Barros,  dice,  (déc.  III,  lib.  V,  cap.  VIII)  que  era  voz  co- 
mún que  Faleiro  finjió  la  demencia,  i  que  Dios  permitió  que 
fuese  verdadera  hasta  quedar  encerrado  en  una  casa  de  lo- 


346  ESTUDIOS    IIISTÓmCO-lilBLIOGRÁFICOS 

eos  de  Sevilla;  pero  sin  dar  entero  crédito  a  ese  rumor,  in- 
fiere que  no  hizo  el  viaje  por  haberse  arrepentido,  o  talvez 
porque  como  astrólogo,  creyó  adivinar  el  mal  resultado  de 
la  empresa.  Amoretti  ha  aceptado  esta  iiltima  esplicacion 
en  la  introducción  puesta  al  Primo  viaggio  de  Pigafetta. 
Dice  así:  "Faleiro  habria  podido  embarcarse  con  Magalla- 
nes; pero,  como  pretendia  ser  astrólogo,  se  escusó  diciendo 
que  preveia  que  esta  navegación  le  seria  fatal." 

Después  de  éstos,  todos  los  historiadores  que  han  trata- 
do de  este  viaje,  con  escepcion  de  Antonio  de  Herrera,  jene- 
raímente  el  mas  estudioso  i  concienzudo  de  ellos,  han  repe- 
tido la  misma  noticia  de  la  demencia  dcFaleiro,  agregando 
muchos  que  quedó  furioso  en  una  casa  de  locos  de  Sevilla. 
Arjensola  en  su  Historia  de  las  Molácns,  lib.  I,  i  en  sus 
Anales  de  Aragón,  lib.  I,  cap.  79;  Illescas  en  su  Historia 
pontiñcal,  part.  II,  lib.  6,  párrf,  14;  i  Fr.  Juan  Francisco  de 
San  Antonio  en  su  Crónica  de  los  descalzos  de  San  Fran- 
cisco de  Filipinas,  part.  I,  lib.  II,  cap.  IV,  son  de  este  núme- 
ro. Frai  Antonio  de  la  Calancha,en  su  Crónica  moralizada 
del  orden  de  San  Agnstin  en  el  Perú,  lib.  I,  cap.  VI,  obser- 
va que  todos  los  descubridores  del  mar  del  sur  tuvieron 
suerte  adversa.  Vasco  Núñez  de  Balboa,  dice,  murió  dego- 
llado; Ruy  Faíeiro,  loco  rabioso;  el  marinero  de  Lepe,  que 
primero  lo  vio,  renegó  de  la  fé  i  se  hizo  moro,  i  Hernando 
de  Magallanes  fué  asesinado.  La  especie  de  la  locura  de  Fa- 
íeiro se  encuentra  repetida  todavía  en  la  corta  aunque  in- 
teresante biografía  de  Magallanes,  publicada  recientemente 
por  Mr.  Ferdinand  Denis. 

Navarrete,  que  a  un  conocimiento  profundo  de  los  docu- 
mentos unia  bastante  sagacidad  histórica,  ha  sido  el  pri- 
mero en  negar  la  locura  de  Faleiro.  "Si  hubiera  sido  tan  es- 
tremada i  cierta  la  locura,  dice,  no  era  regular  que  el  rei 
reservase  a  Faleiro  ni  para  hacer  otro  viaje,  ni  para  apres- 
tarlo i  prevenirlo:  i  la  espresion  de  que  no  fuese  en  éste  por 
capitán,  juntamente  con  Magallanes,  indica  bastante  que 
se  queria  precaver  el  resultado  de  la  discordia  i  desavenen- 
cia que  habia  entre  ellos  i  podía  serfatal  al  éxito  de  la  espe- 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       o47 

dicion"  (Ilustración  XI  a  su  biografía  de  Magallanes).  Bn 
seguida,  recuerda  algunos  documentos  e  incidentes  históri- 
cos que  vienen  en  su  apoyo. 

Faleiro  había  llevado  a  Sevilla  su  familia,  compuesta  de 
su  padre,  su  madre  i  sus  hermanos,  según  lo  avisaba  Sebas- 
tian Alvarez  al   rei  de  Portugal  en  carta  de  18   de  julio  de 

1519.  Habiendo  desistido  del  pensamiento  de  una  segunda 
espedicion,  los  padres  de  Faleiro  volvieron  a  Portugal,  a 
donde  fué   a  verlos  el  astrónomo  a   principios  de  junio  de 

1520.  El  24  de  este  mes,  hallándose  en  un  campo  llamado 
Oytero,  fué  apresado  por  orden  del  rei  de  Portugal.  Desde 
la  prisión,  escribió  al  cardenal  Adriano  de  Utrech,  que  go- 
bernaba en  Castilla  por  ausencia  del  soberano,  una  carta 
latina  que  se  conserva  orijinal  en  el  archivo  de  Indias,  para 
pedirle  que  recabara  su  libertad.  Sea  que  los  empeños  del 
rejente  alcanzaran  lo  que  solicitaba  Faleiro,  o  que  éste  se 
fugara  de  la  prisión,  lo  cierto  es  que  a  principios  de  1523 
estaba  de  vuelta  en  Sevilla.  Desde  esta  ciudad  escribia  el  22 
de  marzo  dos  cartas  al  rei  Carlos  para  manifestarle  las  ven- 
tajas que  se  podian  sacar  de  los  descubrimientos  hechos  por 
la  escuadrilla  de  Magallanes.  Pedia  en  ellas  que  se  le  die- 
ran los  sueldos  que  se  le  tenían  ofrecidos  por  hallarse  en 
gran  necesidad;  i  aconsejaba  al  soberano  que  hiciese  salir 
cada  año  una  nave  a  las  islas  de  la  especiería.  Pedíale,  ade- 
mas, licencia  para  armar  una  o  dos  naves  i  negociar  por  su 
cuenta,  o  que  le  mandase  por  capitán  de  una  nueva  espedi- 
cion en  que  podía  ser  mui  útil,  llevando  sus  cartas  geográ- 
ficas i  sus  instrumentos  astronómicos.  Dábale  cuenta  tam- 
bién del  profundo  sentimiento  que  había  causado  al  rei  de 
Portugal  el  viaje  de  los  españoles,  i  los  propósitos  en  que 
estaba  de  alejarlos  de  aquella  especulación  medícinte  una 
fuerte  suma  de  dinero,  i  el  deseo  que  tenia  de  atraerse  a  Fa- 
leiro a  su  servicio,  ofreciéndole  gracias  i  favores  porque  sa- 
liera de  España.  Estas  dos  cartas,  que  existen  oríjinales  en 
el  archivo  de  Indias,  i  de  que  ha  dado  cuenta  Herrera  (déc. 
III,  lib.  IV,  cap.  XX)  no  dejarán  lugar  a  duda  de  que  la 
locura  de  Faleiro,  que,  según  se  dice,  fué  causa  de  que  no  se 


348  ESTUDIOS    HISTÓHICO-BIBLIOGRÁFICOS 

embarcase  con  Magallanes,  es  una  impostura,  nacida  de  un 
rumor  creado  por  sus  enemigos. 

No  existen  otras  noticias  relativas  al  célebre  astrónomo 
portugués,  ni  se  sabe  en  qué  año  murió.  Se  ha  dicho  que  su 
hermano  Francisco  publicó  en  Sevilla,  en  1535,  un  tratado 
sobre  el  arte  de  la  navegación  (León  Pinelo,  Biblioteca 
oriental  i  occidental),  que  parece  completamente  perdido. 
Un  distinguido  jeógrafo  moderno,  autor  de  una  valiosa 
descripción  histórico-jeográficadel  Brasil,  Manoel  Ayres  de 
Cazal,  ha  supuesto  que  Faleiro  hizo  el  viaje  con  Magalla- 
nes. *'En  1519,  son  sus  palabras,  avistarao  o  cabo  de  S. 
Agostinho,  e  entrarao  no  babia  de  Rio  de  Janeiro  Fernan- 
do de  Magalhaes,  e  Ruy  Falleiro,  portuguezes  no  servÍ90 
de  Carlos  I,  hindo  fazer  o  primo  giro  do  globo."  [Corogra- 
phia  brasilica,  tomo  I,  int.  páj.  37,  Janeiro,  1833).  Creo  que 
éste  es  el  único  escritor  de  alguna  nota  que  haya  podido 
caer  en  este  error  tan  grave  al  tratarse  de  aquel  viaje. 


ILUSTRACIÓN  V 

LA    KSTATURA  DE  LOS   PATAGONES 

(Véase  el  cap.  VI,  páj.  264) 

La  descripción  de  los  patagones  hecha  por  el  viajero  Pi- 
gafetta  es  jeneralmente  exacta.  "Si  se  separa  de  su  narra- 
ción, dice,.I)'ORBiGNY,  lo  que  hai  de  mas  en  la  talla  que  in- 
dica, se  reconocerá  en  todo  el  resto  de  estos  detalles  una 
exactitud  notable  en  razón  de  la  época"  {Uhomme  ameri- 
cain,  tom.  II,  páj.  29). 

Pero  las  exajeraciones  de  Pigafetta  referentes  a  la  esta- 
tura de  los  patagones  son  frecuentes  en  los  viajeros  poste- 
riores, i  aun  en  los  que  visitaron  aquellas  rejiones  a  media- 
dos del  siglo  pasado.  El  presidente  de  Brosses,  en  el  tom. 
II,  páj.  324  i  siguientes  de  su  Histoire  des  navigations  aux 
ierres  australes,  impresa  en  1756,  ha  reunido  algunas  in- 
dicaciones estractadas  de  diversos  viajeros  que  visitaron 
la  Patagonia,  i  de  ellas  ha  deducido  que  sus  pobladores 
eran  verdaderos  jigantes(V.  la  páj  .331),  si  bien  cree  que  per- 
tenecian  a  una  familia  distinta  de  la  de  los  europeos  que  los 
visitaban. 

Entre  estas  referencias  de  los  viajeros  hai  una  que  merece 
llamar  la  atención  particularmente.  El  comodoro  ingles  By- 
ron,  que  se  detuvo  a  la  entrada  del  estrecho  en  1764,  i  que 
estuvo  en  relaciones  con  un  jefe  patagón,  dice:  "No  lo  medí, 
pero  si  puedo  juzgar  de  su  altura  comparándola  a  la  miar 


350  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

puedo  decir,  que  no  era  menos  de  siete  pies.  Casi  todos  te- 
nian  una  talla  igual  a  su  jefe.  Un  oficial  ingles,  que  tenia  seis 
pies  de  alto,  se  veia  transformado,  por  decirlo  así,  en  pig- 
meo al  lado  de  estos  jigantes,  porque  se  debe  decir  de  los 
patagones  que  son  jigantes  mas  bien  que  hombres  de  alta 
estatura". 

Noticias  semejantes  a  éstas  se  encuentran  en  la  mayor 
parte  de  los  viajeros  de  los  siglos  XVI  i  XVII.  Un  célebre 
marino  ingles,  sin  embargo,  Francisco  Drake,que  estuvo  en 
la  bahía  de  San  Julián  en  1578,  observó  que  los  patagones 
no  tenían  la  grande  estatura  que  les  atribuían  los  españo- 
les, i  que  habia  ingleses  mas  grandes  que  el  mas  alto  de 
ellos.  Esta  observación  está  consignada  en  una  relación  de 
su  viaje  escrita  por  un  compatriota  suyo  Edv^^ars  Clifíe.  El 
historiador  español  de  las  islas  Molúcas,  Arjensola,  conoció 
según  parece  esta  noticia,  i  la  trasladó  a  su  libro  sin  enten_ 
derla,  i  dándole  un  sentido  diametralmente  opuesto,  hacien- 
do hablar  al  mismo  Drake:  *'Aquí  aparecieron  ocho  indios 
jigantes,  dice,  que  dejaban  bajo  al  mas  alto  ingles".  (Lib. 
III,  páj.  105). 

El  lector  encontrará  una  noticia  completa  de  loque  sobre 
el  particular  han  escrito  los  diversos  viajeros,  así  como  un 
cuidadoso  estudio  fisiolójico  de  los  patagones,  en  el  tomo 
II  de  la  obra  citada  de  D'Orbigny. 


-  #í^  #ííi^  ,í^  *5fe¡^  4<*i^  í¿3^  #íí^ 


ILUSTRACIÓN  VI 

LOS  FUEGOS  DE  SAN  TELMO 
(Véase  el  cap.  VI,  páj.  269) 

En  todo  tiempo  se  ha  observado  durante  las  tempestades 
ciertas  llamas  o  titilaciones  luminosas  en  la  estremidad  de 
los  cuerpos  que  acaban  en  punta  cuando  ésta  está  levanta- 
da en  el  aire,  como  los  mástiles  de  las  naves  i  los  campana- 
rios de  las  iglesias.  Los  navegantes  antiguos  i  modernos 
han  podido  observar  este  fenómeno  sin  darle  una  esplica- 
cion  satisfactoria  hasta  que  la  ciencia  ha  estudiado  los  efec- 
tos de  la  electricidad.  En  los  tiempos  antiguos  esas  chispas 
eran  consideradas  comopresajios,detal  modo  que  una  sola 
llama,  que  recibia  el  nombre  de  Helena,  era  un  signo  de  mal 
agüero  para  los  navegantes,  así  como  dos  llamas,  Castor  i 
Pólux,  anunciaban  buen  tiempo. 

Estas  creencias  cambiaron  con  los  siglos,  pero  la  supers- 
tición quedó  siempre  en  píe.  Los  modernos  han  dado  al  mis- 
mo fenómeno  los  nombres  de  fuegos  de  San  Telmo,  San  Pe- 
dro, San  Nicolás,  Santa  Clara  o  Santa  Elena.  Un  sabio  mo- 
derno, F.  Arago,  ha  reunido  diversas  citaciones  de  muchos 
autores  antiguos  en  que  se  hace  mención  de  este  fenómeno 
observado  tanto  en  el  mar  como  en  tierra;  i  no  seria  difícil 
aumentar  todavía  el  número  de  citaciones.  Los  escritores 
que  recuerdan  estos  hechos  los  señalan  siempre  como  presa- 
jios  celestes.  Plutarco,  entre  otros,  refiere  que  cuando  la  flo- 
ta de  Lisandro  salia  del  puerto  de  Lampsace  para  atacar  a 


352  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

los  atenienses,  las  estrellas  de  Castor  í  Póliix  fueron  a  colo- 
carse a  ambos  lados  de  la  galera  del  almirante  espartano. 

En  la  historia  de  Colon  escrita  por  su  hijo  Fernando  se 
encuentra  consignado  un  hecho  semejante  que  tuvolugar  en 
una  noche  del  mes  de  octubre  de  1493,  durante  una  tempes- 
tad. "San  Telmo,  dice  el  historiador,  se  mostró  entonces  só- 
brela punta  de  un  mástil  con  siete  cirios  encendidos,  es  decir, 
se  percibió  los  fuegos,  de  que  los  marineros  creen  que  son  el 
cuerpo  de  este  santo.  Inmediatamente  se  oyó  cantar  mu- 
chas letanías  i  oraciones,  porque  las  jentes  de  mar  creen  que 
el  peligro  de  la  tempestad  ha  pasado  desde  que  San  Telmo 
aparece". 

Herrera  i  Pigafetta  han  consignado  hechos  semejantes  al 
referir  las  tempestades  que  sufrió  la  escuadrilla  de  Magalla- 
nes durante  su  célebre  viaje;  pero  el  hecho  mas  curioso  que 
a  este  respecto  se  recuerde  está  consignad  o  en  las  memorias 
del  célebre  marino  francés  Forbin.  ''Durante  una  noche  (en 
1696,  cerca  de  las  islas  Baleares),  se  nubló  de  repente  enme_ 
dio  de  relámpagos  i  de  truenos  terribles.  Sobre  los  mástiles 
vimos  mas  de  treinta  fuegos  de  San  Telmo.  Había  uno,  so- 
bre todo,  encima  del  gallardete  del  palo  ma^^or  que  tenia 
mas  de  un  pié  i  medio  de  alto.  Envié  un  marino  para  que  la 
bajara.  Cuando  éste  se  halló  arriba  sintió  que  el  fuego  hacia 
un  ruido  semejante  al  de  la  pólvora  que  se  prende  después 
de  haberla  mojado.  Ee  ordené  que  quitara  el  gallardete  i  que 
bajara,  pero  apenas  la  hubo  arrancado  de  su  lugar,  el  fuego 
la  abandonó  i  fué  a  colocarse  en  la  punta  del  mástil  sin  que 
fuese  posible  arrancarlo  de  ahí.  Permaneció  largo  tiempo  en 
el  mismo  lugar  hasta  que  se  consumió  poco  a  poco". 

No  son  menos  curiosas  las  referencias  de  fenómenos  seme- 
jantes observados  en  tierra  que  se  encuentran  en  escritores 
antiguos  i  modernos.  Esos  mismos  fuegos  se  han  hecho  no- 
tar en  las  lanzas  de  los  soldados  i  en  las  estremidades  de  ab 
gunos  campanarios.  Arago  (Le  Tonnerre,  chap.  XXX)  ha 
reunido  algunos  hechos  sumamente  curiosos  tomados  délos 
historiadores  u  observados  por  algunos  sabios  modernos. 
FiGVLEL<( Découvertes  scJentifíques,Yo\.  IV,  \q ParatonnetrCy 


VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES       353 

chap.  II)  ha  consignado  los  mismos  hechos  al  referir  las  ob- 
servaciones que  precedieron  al  descubrimiento  del  para- 
rayos. 

''Cuando  las  nubes  tempestuosas  están  mui  bajas,  ordi- 
nariamente no  hai  relámpagos.  La  electricidad  producida 
por  influencia  e?;  tan  fuerte  que  se  escapa  de  los  puntos  sa- 
lientes bajo  forma  de  llamas,  como  se  vé  en  las  puntas  de 
las  máquinas  eléctricas.  Este  fenómeno  ha  sido  denominado 
después  fuego  de  San  Telmo.  En  invierno  es  cuando  se  ob- 
serva mas  frecuentemente.  En  las  montañas  es  mas  común 
este  fenómeno  cuando  las  nubes  eléctricas  pasan  por  su  ve- 
cindad. No  hai  necesidad  de  decir  que  esta  llama,  a  pesar  de 
su  analojía  con  el  fuego,  no  quema  los  objetos  que  toca,  así 
como  las  puntas  de  nuestras  máquinas  no  se  calientan  ape- 
sar  de  la  gran  cantidad  de  electricidad  que  las  atraviesa. 

"Existen  entre  las  nubes  i  la  tierra  otros  objetos  que  pue- 
den ser  electrizados  por  influencia;  i  éstos  pueden  desligarse 
de  la  electricidad  visible  bajo  la  forma  de  llama.  Se  ha  visto 
frecuentemente  durante  una  tempestad  nieve  fosforecente 
que  caia  al  suelo  i  siempre  habia  en  el  aire  gran  carga  de 
electricidad".  (Kaemts,  Coiirs  complet  deMetereologle,  lib. 
VI).  Tal  es  la  espHcacion  que  la  ciencia  moderna  da  de  este 
curioso  fenómeno. 


TOMO   VI  23 


ILUSTRACIÓN  VII 

(Véase  el  cap.  VII,  páj.  284) 

EL  NOMBRE  DEL  ESTRECHO  DESCUBIERTO 
POR  MAGALLANES 

Muchas  veces  se  ha  dicho  que  el  mismo  Magallanes  dio 
su  nombre  al  Estrecho  que  descubrió  en  su  famosa  esplo- 
r  ación. 

Los  padres  Buzeta  i  Bravo  han  repetido  este  mismo  error 
en  la  pajina  73  del  primer  tomo  de  su  Diccionario  jeográñco 
histórico  de  las  islas  Filipinas.  Sin  embargo,  en  la  relación 
de  Pigafetta  i  en  el  diario  de  Albo  se  ve  que  el  célebre  nave- 
gante lo  llamó  solo  estrecho  de  Todos  los  Santos. 

A  mediados  del  siglo  XVI,  este  nombre  habia  sido  ya 
completamente  olvidado.  En  los  tratados  de  jeografía,  en 
las  cartas  o  mapas  i  en  los  libros  de  historia  se  le  llamaba 
con  el  nombre  de  su  descubridor.  En  febrero  de  1580,  el  ma- 
rino español  Pedro  Sarmiento  de  Gamboa,  que  pasaba  el 
estrecho  en  busca  del  corsario  ingles  Drake,  tomó  posesión 
de  él  en  nombre  del  rei  Felipe  II;  i  en  la  acta  que  al  efecto  le- 
vantó, cambiaba  solamente  el  nombre  de  aquel  paso.  ''ítem, 
dice,  hago  saber  a  todos,  que  para  hacer  este  Viaje  i  Descu- 
brimiento tomé  por  Abogada  i  Patrona  a  la  serenísima  Se- 
ñora Nuestra  Reina  de  los  Anjeles  Santa  María  madre  de 
Dios  siempre  Vírjen  conforme  a  la  Instrucción  de  su  Exce- 
lencia. Por  lo  cual,  i  por  los  milagros  que  Dios  Nuestro  Se- 


356  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

ñor  por  su  intercesión  ha  usado  con  Nosotros  en  este  Viaje 
i  Descubrimiento,  i  en  los  peligros  que  en  él  hemos  tenido, 
puse  por  nombre  a  este  ESTRECHO  DE  LA  MADRE  DE 
DIOS,  pues  que  antes  se  llamaba  estrecho  de  Magallanes; 
i  espero  en  su  Majestad,  siendo  como  es,  tan  devoto  de  la 
Madre  de  Dios,  le  confirmará  este  mesmo  Nombre  en  sus  es- 
criptos  i  Provisiones,  pues  Yo  en  su  Real  Nombre  se  le  puse^ 
para  que  siendo  Patrona  i  i^bogada  destas  Regiones  i  Par- 
tes interceda  con  su  preciosísimo  Hijo  Jesu-Cristo  Nuestro 
Señor  por  ellas  alcance  de  su  benditísima  Magestad  haya 
misericordia  de  las  Gentes  dellas,  i  les  envié  su  Santo  Evan- 
jelio  para  que  sus  ánimas  se  salven,  de  lo  qual  resultará  su- 
ma honra  i  gloria  a  los  Reyes  de  España  que  lo  hicieren  i 
fueren  Ministros  dello,  en  este  mundo  i  en  el  otro;  i  a  la  Na" 
cion  Española  que  lo  executere  no  menos  honra  i  provecho 
i  acrecentamiento". 

En  la  relación  histórica  del  Viaje  de  Sarmiento  se  da  al- 
gunas veces  el  nombre  de  Madre  de  Dios  al  estrecho  de  Ma- 
gallanes (  Viaje  al  estrecho  de  Magallanes  por  el  capitán  Pe- 
dro Sarmiento  de  Gamboa,  en  los  años  de  1579  i  1580^ 
Madrid,  1768,  páj.  512).  Apesar  de  esta  solicitud  del  célebre 
marino  español,  Felipe  II  se  abstuvo  de  cambiar  la  denomi- 
nación a  aquel  estrecho;  i  los' historiadores  i  viajeros  han 
seguido  señalándolo  con  el  nombre  de  su  célebre  descu- 
bridor. 


^A'A^^^A'^A^.&^AA 


ILUSTRACIÓN  VIII 

(Véase  el  cap.  VIII,  páj.  290) 
LAS  ISLAS  DESVENTURADAS 

¿Dónde  están  situadas  las  islas  que  Magallanes  denomi- 
nó Desventuradas?  En  los  diarios  de  la  navegación,  i  en  la 
prolija  narración  de  Pigafetta,  faltan  los  datos  para  fijar 
precisamente  la  posición  de  estas  islas.  De  ordinario  se  ha 
creido  que  son  las  islas  de  San  Félix  i  San  Ambrosio,  que  es- 
tán situadas  enfrente  de  la  costa  de  Chile  a  la  altura  del 
Huasco. 

El  célebre  marino  español  Pedro  Sarmiento  de  Gamboa 
es  de  esta  opinión,  cuando  en  la  narración  de  su  viaje  dice: 
^'Pasarnos  por  el  O.  dieciocho  leguas  de  las  islas  Desventu- 
radas que  están  en  25°  i  un  tercio,  las  cuales  año  de  1574, 
Juan  Fernández,  piloto,  yendo  a  Chile  acaso  las  descubrió 
segunda  vez  año  que  desde  que  Magallanes  las  descubrió 
año  de  1520  no  se  habian  visto  mas;  i  se  llaman  agora  San 
Félix  i  San  Amhrosio^\  {Viaje  al  estrecho  de  Magallanes  en 
los  años  de  1579  i  1580,  Madrid,  1768).  Arjensola  en  el 
lib.  III  de  su  Historia  de  las  MoMcas,  ha  reproducido  estas 
mismas  palabras. 

Sin  embargo,  los  datos  que  suministra  el  diario  de  Albo 
manifiestan  que  las  islas  visitadas  por  Magallanes  están  si- 
tuadas en  latitud  S.  de  10°  40'  lo  que  no  corresponde  en 
manera  alguna  a  la  posición  indicada  por  Sarmiento,  i  re- 
petida por  Arjensola. 


358  ESTUDIOS    IIISTÓRICO-BIBLlOaRÁFICOS 

El  jeógrafo  español  don  José  de  Espinosa,  que  examinó 
prolijamente  estos  documentos  i  que  levantó  una  carta  del 
grande  océano,  trazando  en  ella  el  rumbo  de  las  naves  de 
Magallanes;  fijó  a  estas  islas  mui  diversa  situación.  Según 
él,  la  de  San  Pablo  está  por  los  127°  15'  de  lonjitud  O.  de 
Cádiz  i  la  de  los  Tiburones  por  los  136°  30'  del  mismo  me- 
ridiano. Véase  la  carta  de  Espinosa  grabada  en  Londres  en 
1812.  Creemos  que  esta  opinión  es  la  mas  acertada. 


i 


ILUSTRACIÓN  IX 

(Véase  el  cap.  X  páj.  325) 
LA    ULTIMA    TRIPULACIÓN    DE    LA  NAO  TRINIDAD 

La  nao  Trinidad  quedó  en  Tidor  carenándose  después  de 
la  partida  de  Sebastian  de  Elcano.  El  capitán  Gómez  de 
Espinosa  hizo  desembarcar  la  artillería  de  las  naves  destrui- 
das anteriormente  para  no  cargar  demasiado  la  Trinidad^ 
i  determinó  dejarla  en  tierra  con  algunos  castellanos  para 
que  recibieran  informes  acerca  del  comercio  de  aquellas  is- 
las i  mantuvieran  las  relaciones  con  los  reyes  comarcanos. 
Carenada  la  nave,  Gómez  de  Espinosa  salió  de  Tidor  el  6 
de  abril  de  1522.  La  Trinidad  llevaba  cincuenta  hombres 
de  dotación  i  una  carga  de  novecientos  quintales  de  clavos 
de  olor. 

El  propósito  de  los  castellanos  era  dirijirse  a  Panamá 
para  volver  a  Europa  por  aquella  via.  Desgraciadamente, 
una  furiosa  tempestad  destrozó  de  tal  modo  la  nave  que  se 
vieron  obligados  a  volver  atrás  i  a  buscar  un  abrigo  en  las 
islas  de  los  Ladrones  que  habian  recorrido  poco  antes. 
Pensaban  volver  a  las  Molúcas  a  reparar  la  nave  cuando 
encontraron  un  barco  cuya  jente  conocia  a  los  castellanos. 
Supieron  entonces  que  a  los  pocos  días  de  su  salida  de  Ti- 
dor, una  partida  de  portugueses  mandada  por  el  capitán 
Antonio  de  Brito,  habia  llegado  a  la  isla  Ternate  i  tomado 
posesión  de  ella  a  nombre  del  rei  de  Portugal,  construyen- 
do al  efecto  una  fortaleza. 


360  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLrOGRÁFICOS 

Gómez  de  Espinosa  se  aprovechó  del  encuentro  de  aque- 
lla nave  para  despachar  en  ella  al  escribano  Bartolomé 
Sánchez  con  una  carta  para  el  capitán  portugués  en  que  le 
pedia  empeñosamente  que  le  mandara  algún  socorro  para 
salir  de  la  apurada  situación  en  que  se  hallaba.  Brito  acce- 
dió a  esta  solicitud;  i  en  conformidad  mandó  dos  barcos  en 
que  los  castellanos  pudieron  trasladarse  a  Ternate.  Los 
portugueses,  sin  embargo,  apresaron  a  Gómez  de  Espinosa 
i  sus  compañeros  quitándoles  las  cartas,  astrolabios,  cua- 
drantes i  derroteros  que  llevaban. 

Los  castellanos  estuvieron  prisioneros  como  cuatro  me- 
ses. De  allí  fueron  trasladados  a  fines  de  febrero  de  1523,  a 
la  isla  de  Banda,  en  seguida  a  la  de  Java  i  por  último  a 
Malaca  donde  mandaba  Jorje  de  Alburquerque.  Todavía 
permanecieron  ahí  prisioneros  mucho  tiempo  mas.  Reco- 
rrieron varias  ciudades  de  la  Lidia  hasta  mediados  de  1527 
en  que  pudieron  volver  a  Europa  sólo  cuatro  de  ellos.  En 
Lisboa  fueron  puestos  en  la  cárcel  pública,  donde  murió 
uno.  Gonzalo  Gómez  de  Espinosa,  Gines  de  Mafra  i  un  cié-' 
rigo  apellidado  Morales,  después  de  siete  meses  de  prisión, 
fueron  puestos  en  libertad,  por  haberlo  pedido  así  el  rei 
de  España.  El  resto  de  la  tripulación  de  la  nao  Trini- 
dad o  había  muerto  o  había  quedado  en  la  India  o  en  los 
archipiélagos  inmediatos.  Algunos  de  estos  últimos  volvie- 
ron mas  tarde  a  España. 

Los  incidentes  relativos  a  esta  última  parte  de  la  histo- 
ria de  la  célebre  espedicion  están  prolijamente  referidos  por 
Herrera  en  el  cap.  II,  lib.  IV,  déc.  III  de  su  historia,  i  cons- 
tan de  las  declaraciones  tomadas  en  Valladolid  por  el  con- 
sejo de  Indias  en  agosto  de  1527  a  los  castellanos  que  vol- 
vieron de  tan  penosa  peregrinación.  Estas  declaraciones 
han  sido  publicadas  por  Navarrete  en  la  páj.  378  del  tom. 
IV  de  su  célebre  Colección. 


ILUSTRACIÓN  X 

(Véase    cap.    X    páj.    327) 

EX-  PROBLEMA  DEL  uDIA  PERDIDO,,  EN  LA  NAVEGACIÓN 
DE  MAGALLANES 

La  diferencia  notada  por  Pigafetta  entre  el  dia  que  se- 
ñalaba su  diario  i  la  fecha  que  le  indicaron  los  portugueses 
en  las  islas  de  Cabo  Verde,  dio  lugar  a  estrañas  esplicacio- 
nes,  si  bien  no  tardó  mucho  en  esplicarse  la  verdad  de  este 
fenómeno.  Pedro  Martyr  de  Anghiera,  que  era  sin  duda 
uno  de  los  hombres  mas  eruditos  que  entonces  hubiera  en 
España,  escribió  una  carta  dejando  entrever  que  conocia 
la  verdadera  causa  de  aquella  aparente  contradicción,  si 
bien  parece  burlarse  de  la  confusión  de  los  compañeros  de 
Magallanes  que  les  habia  impedido  guardar  los  preceptos 
de  la  iglesia  respecto  a  los  ayunos  i  alimentos  (Opus  epis- 
tolarum,  ep.  770,  páj.  448,  ed.  de  Paris  de  1670). 

Mientras  los  hombres  de  alguna  instrucción  se  afanaban 
por  dar  una  solución  razonable  a  este  problema,  no  falta- 
ron escritores  que  aseguraran  que  la  confusión  provenia 
sólo  de  un  error  en  el  diario  de  los  navegantes  i  que  era 
inútil  tratar  de  darle  otra  esplicacion.  López  de  Gomara 
escribía  en  1552,  en  el  cap.  XCVII  de  su  Historia  jeneral 
de  las  Indias,  lo  que  sigue:  ''Erráronse  (los  navegantes)  un 
dia  en  la  cuenta,  i  así  comieron  carne  los  viernes,  i  celebra- 
ron la  pascua  en  lunes,  trascordáronse  o  no  contaron  el 


362  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

bisiesto.  Bien  que  algunos  andan  filosofando  sobre  ello,  i 
mas  yerran  ellos  que  los  marineros". 

Pigafetta,  que  estaba  mui  seguro  de  que  no  habia  error 
en  su  diario  se  empeñó  en  el  estudio  de  este  problema;  i  en 
la  relación  de  su  viaje  llegó  a  esplicarlo  satisfactoriamente. 
La  misma  esplicacion  se  encuentra  en  la  Historia  Natural 
i  Moral  de  las  Indias  del  jesuita  José  Agosta,  publicada  en 
Sevilla  en  1590.  Así,  pues,  el  problema  del  día  perdido  que 
tuvo  confundidos  a  los  contemporáneos,  fué  esplicado  sa- 
tisfactoriamente desde  la  primera  mitad  del  siglo  XYI. 

Ploi,  la  esplicacion  de  este  fenómeno  se  encuentra  con- 
signada en  todos  los  tratados  de  astronomía.  **Es  eviden- 
te, dice  M.  Arago,  que  un  viajero  que  diese  vuelta  a  la  tie- 
rra avanzando  progresivamente  hacia  el  oriente  para 
volver  al  punto  de  partida,  veria  levantarse  el  sol,  pasar 
por  el  meridiano  i  ponerse  una  vez  mas  que  las  personas 
que  quedaron  en  el  mismo  lugar,  i  que  ganaria  de  este  mo- 
do un  dia  entero.  Por  el  contrario,  otro  viajero  que  partie- 
se de  París  avanzando  progresivamente  hacia  el  occidente, 
habría  perdido  un  dia  entero  al  volver  después  de  haber 
dado  una  vuelta  a  la  tierra.  Esto  es  lo  que  han  observado 
los  compañeros  de  Magallanes  a  la  vuelta  del  viaje  de  cir- 
cunnavegación durante  el  cual  murió  el  ilustre  navegante 
portugués.  El  dia  de  su  vuelta  a  San-Lúcar  era  para  ellos 
el  20  de  setiembre  de  1522,  mientras  los  habitantes  de  la 
ciudad  contaban  el  21".  {Astronomie  populaire,  lib.  XX, 
cap.  XX,  tom.  III,  páj.  290).  En  esta  esplicacion  hai  un 
error  de  cronolojía,  porque  la  nao  Victoria  arribó  a  San- 
Lúcar  doce  dias  antes. 


ILUSTRACIÓN  XI 

(VéasG   cap.  X   páj.  828) 
LA  NAO  VICTORIA  DESPUÉS  DÉLA  VOELTA  AL   MUNDO 

Francisco  López  de  Gomara  en  el  capítulo  XCVII  de  su 
Historia  jeneral  de  las  Indias,  fol.  130,  dice:  *'La  nave  Ar- 
gos dejason,  que  pusieron  en  las  estrellas,  navegó  mui  po- 
quito en  comparación  de  la  nao  Victoria,  la  cual  se  debiera 
guardar  en  las  atarazanas  de  Sevilla  por  memoria". 

Estas  palabras,  mal  interpretadas  por  algunos  estranje- 
ros,  i  lo  que  es  mas  singular,  por  escritores  españoles,  ha 
dado  lugar  a  que  se  crea  que  la  nao  Victoria  habia  sido  con- 
servada en  Sevilla  en  recuerdo  del  célebre  viaje  i  de  la  prime- 
ra navegación  al  rededor  del  mundo.  Esta  especie  se  halla 
consignada  en  la  historia  de  los  viajes  del  abate  Prévost,  i 
en  la  introducion  del  Voyage  autour  da  monde  de  Bougain- 
ville.  Sin  embargo,  los  escritores  franceses  tomaron  la  noti- 
cia de  algunos  españoles  que  señala  Vargas  Punce  en  la 
Relación  del  viaje  al  Estrecho  de  Magallanes  en  1785  i  1786. 

Son  notables  particularmente  las  palabras  que  se  encuen- 
tran en  un  libro  de  Antonio  de  Torquemada,  impreso  en  Me- 
dina del  Campo  en  1599  con  el  título  áejardin  de  ñores  cw 
riosas.  En  el  folio  226  vuelto  se  lee:  "La  nao  que  se  llama 
Victoria  está  en  las  atarazanas  de  Sevilla,  o  a  lo  menos 
estuvo  como  cosa  de  admiración." 

Otro  escritor  español,  Martínez  de  la  Puente,  refiíien- 


364  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

do  los  sucesos  mas  notables  del  viaje  de  Magallanes  en  su 
Compendio  de  las  Historias  de  la  India  Orienta.,  impreso 
en  1681,  dice:  "Los  fragmentos  de  esta  nao  Victoria  se 
guardan  en  Sevilla  por  memoria  de  haber  sido  ella  sola 
quien  dio  vuelta  entera  a  todo  el  orbe  de  la  tierra  i  agua." 
A  pesar  de  estas  palabras,  el  hecho  de  no  hallarse  consig-. 
nada  en  los  Anales  de  Sevilla  de  Ortiz  de  Zúñiga  la  noticia 
de  que  fuera  conservada  de  esa  manera  la  nao  Victoria  ba- 
ria sospechar  que  todo  aquello  era  una  invención.  Pero  hai 
una  autoridad  irrecusable  para  negar  el  aserto  consignado 
en  las  obras  citadas.  González  Fernández  de  Oviedo,  el  mi- 
nucioso historiador  de  las  Indias,  refirió  el  verdadero  fin  de 
la  nao  Victoria  en  el  capítulo  I,  libro  XXI,  de  la  ed.  de  1547 
de  su  obra.  Dice  así:  "Salió  aquella  nao  del  rio  de  Sevilla  i  dio 
una  vuelta  al  pomo  o  redondez  del  mundo  i  andubotodo  lo 
que  el  sol  anda,  en  especial  por  aquel  paralelo  de  la  nave 
que  he  dicho  bojó  el  mundo,  yendo  por  poniente  i  tornando 
por  el  levante,  i  volvió  a  la  misma  Sevilla  i  aun  después  hi- 
zo aquella  nao  un  viaje  desde  España  a  esta  ciudad  de  San- 
to Domingo  de  la  isla  Española  i  tornó  a  Sevilla  i  desde  Se. 
villa  volvió  a  esta  isla,  i  a  la  vuelta  que  volvió  a  España 
se  perdió,  que  nunca  Jamas  se  supo  de  ella  ni  de  persona  de 
los  que  en  ella  iban^ 


ILUSTRACIÓN  XII 

(Véase  cap.  X  páj.  329) 
ANTONIO  DE  PIGAFETTA 

El  caballero  Francisco  Antonio  de  Pigafetta,  que  acom- 
pañó a  Magallanes  en  su  célebre  espedicion,  i  cu3''o  libro  es 
una  narración  mui  interesante  de  los  incidentes  de  ese  via- 
je, nació  en  Yicencio,  en  Lombardía  por  los  años  de  1491. 
Desde  su  juventud  manifestó  grande  afición  a  la  navegación 
i  á  las  ciencias  que  tienen  relación  con  ella.  Pasó  a  España 
en  1518  acompañando  a  Francisco  Chiericato,  embajador 
del  papa  León  X,  i  obtuvo  permiso  para  acompañar  a  Ma- 
gallanes en  su  viaje  en  busca  de  las  islas  Molúcas.  Durante 
la  navegación,  Pigafetta  se  ganó  la  confianza  de  su  jefe;  i 
se  aprovechó  de  su  situación  i  de  sus  conocimientos  litera- 
rios para  recojer  i  consignar  en  su  viaje  todas  las  noticias 
que  acerca  de  la  espedicion  i  de  los  paises  visitados  podian 
interesar  a  los  europeos. 

A  su  vuelta  a  Europa,  Pigafetta  fué  recibido  con  gran  dis- 
tinción por  muchos  soberanos.  El  emperador  Carlos  Y,  el 
reí  de  Portugal,  el  de  Francia,  los  príncipes  de  ItáHa  i  el  pa- 
pa Clemenne  Vil,  lo  colmaron  de  honores  i  presentes.  El  gran 
maestre  déla  orden  de  Malta,  Felipe  Villers  de  l'lsle-Adam  lo 
recibió  en  ella  el  3  de  octubre  de  1524,  i  le  concedió  la  enco- 
mienda de  Nossia.  El  resto  de  la  vida  de  Pigafetta  es  casi 
desconocido.  Se  sabe  sólo  qne  que  hizo  algunas  campañas 


366  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLTOGRÁFICOS 

contra  los  turcos  i  que  volvió  a  su  patria  donde  murió.  Se 
ve  todavía  en  Yicencio  la  casa  de  Pigafetta  decorada  con  un 
rosal  esculpido  con  esta  divisa:  *'No  hai  rosa  sin  espinas." 

La  relación  del  viaje  de  Pigafetta  fué  publicada  sin  fecha  en 
la  primera  mitad  del  siglo  XVI,  traducida  en  lengua  fran- 
cesa. Esa  relación,  sin  embargo  parece  sólo  un  compendio 
de  su  obra  que  se  creyó  por  mucho  tiempo  perdida.  Un  eru- 
dito italiano,  Carlos  Amoretti,  conservador  de  la  biblio- 
teca Ambrosiana  de  Milán,  descubrió  en  ella  un  manuscri- 
to que  parecia  ser  contemporáneo  del  autor.  Escrito  en  un 
lenguaje  tosco,  mezcla  de  italiano,  de  español  i  de  dialecto 
veneciano,  el  libro  necesitó  de  una  traducción  al  italiano 
para  que  Amoretti  pudiera  darlo  a  luz  en  Milán  en  1800. 
Amoretti  lo  tradujo  también  al  francés,  i  lo  publicó  en  Pa- 
rís el  año  IX  de  la  república.  Esta  edición  está  seguida  de 
un  vocabulario  de  las  lenguas  de  los  pueblos  que  visitó  Pi- 
gafetta i  de  otra  obra  de  éste  sobre  el  arte  de  la  navegación. 
Esta  relación  ha  sido  reimpresa  después  i  aun  traducida  al 
castellano;  pero  siempre  he  tenido  a  la  vista  la  edición  ita- 
liana de  1800,  i  la  francesa  del  año  IX.' 

Amoretti  acompañó  la  obra  de  una  introducción  biográ- 
fica del  autor,  que  puede  consultarse  con  provecho.  Puede 
verse  también  Le  Génie  de  la  Navigation  por  M.  F.  Denis, 
páj.  26. 


f^a^f^aí^'fi^^f^f'^^. 


ILUSTRACIÓN  XIU 

(Yéase  cap.  X  páj.  329) 
EL  PILOTO   JUAN  SEBASTIAN  DE  ELCANO 

De  una  sumaría  noticia  biográfica  de  Juan  Sebastian  de 
Elcano,  escríta  por  don  Martin  Fernández  Navarrete,  to- 
mamos los  hechos  siguientes  para  completar  lo  que  acerca 
de  este  person¿ije  hemos  publicado  en  el  texto  de  esta  obra. 

* 'Fué  Juan  Sebastian  de  Elcano  natural  de  Guetaria,  vi- 
lla marítima  de  Guipúzcoa,  i  fueron  sus  padres  Domingo 
Sebastian  de  Elcano  i  doña  Catalina  del  Puerto.  Dedicado 
desde  sus  primeros  años  a  la  navegación  estuvo  luego  man- 
dando una  nave  de  200  tonels.,  con  la  cual  hizo  importan- 
tes servicios  al  estado  en  Levante  i  en  África,  i  talvez  este 
concepto  le  proporcionó  ser  elejido  para  maestre  de  la  nao 
Concepción,  una  de  las  cinco  de  que  se  componia  la  arma- 
da que  se  preparaba  para  ir  a  la  India,  al  mando  de  Fer- 
nando de  Magallanes  por  otro  camino  que  el  que  hallaron 
los  portugueses.  (Vienen  en  seguida  algunas  noticias  sobre 
el  viaje  de  Magallanes). 

"Para  componer  las  diferencias  que  por  entonces  se  sus- 
citaron entre  las  cortes  de  Castilla  i  Portugal  sobre  la  per- 
tenencia de  las  Molúcas,  se  reunieron  jueces  instruidos  de 
ambas  naciones  entre  Jalvez  i  Badajoz.  El  emperador  nom- 
bró a  Elcano  con  otras  personas  doctas,  cuyas  razones  i 
doctrinas  dejaron  decidida  la  cuestión  a  favor  del  empera- 
dor,  a  la  que  contribuyó   poderosamente  la  opinión    de 


368  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

nuestro  navegante  que  acababa  de  ser  testigo  ocular  de  la 
verdadera  situación  de  aquellas  islas.  Concluidaesta  junta, 
pasó  Elcano  a  Portugalete  para  acelerar  la  construcción 
de  cuatro  naves  que  unidas  a  otras  tres  que  se  aprestaban 
en  la  Coruña  debian  componer  la  nueva  espedicion  para  las 
Molúcas  al  mando  del  comendador  Fr.  D.  García  de  Loaisa. 
Elcano  estuvo  entonces  en  Guetaria  i  desde  allí  se  trasladó 
a  la  Coruña  con  varios  maestres,  pilotos  i  jente  de  mar,  en 
cuvo  número  contaba  dos  hermanos  i  otros  parientes.  Ha- 
bilitada así  la  espedicion,  salió  a  la  mar  el  24  de  julio  de 
1525,  llevando  a  Elcano  por  segundo  jefe:  sufrieron  tal  tor^ 
menta  sobre  la  costa  del  Brasil  que  se  le  separaron  dos 
naos;  las  otras  cinco  tuvieron  después  otra  tempestad  jun. 
to  al  cabo  de  las  Yírjenes,  que  causó  la  pérdida  de  la  nao 
en  que  iba  Elcano,  quien  inmediatamente  trasbordó  a  otra, 
logrando  al  fin  desembocar  el  estrecho  el  26  de  mayo  de 
1526  con  innumerables  trabajos.  Ya  en  el  miar  Pacífico  hu- 
bo nuevas  separaciones  i  las  enfermedades  i  escasez  de  ví- 
veres causaron  irreparables  pérdidas  de  jente.  El  30  de  juho 
falleció  el  comendador  Loaisa,  i  en  su  lugar  tomó  el  mando 
Elcano,  conforme  a  una  provisión  secreta  del  emperador, 
con  gran  júbilo  de  aquellas  jentes;  pero  este  consuelo  fué 
poco  permanente  porque  cinco  dias  después  terminó  tam- 
bién Elcano  su  gloriosa  carrera,  el  4  de  agosto,  dejando  a 
sus  ilustres  compañeros  llenos  de  luto  i  de  dolor  i  su  situa- 
ción mui  crítica  i  apurada. 

"Posteriormente  se  ha  conservado  con  honra  i  aprecio 
la  memoria  de  un  hombre  tan  ilustre.  Don  Pedro  de  Echa- 
ve  i  Asu,  caballero  del  hábito  de  Calatrava  le  erijió  un  de- 
coroso sepulcro  en  1671;  i  don  Manuel  de  Agote,  natural 
de  Guetaria,  le  dedicó  una  magnífica  estatua,  trabajada 
por  don  Alfonso  Bergaz,  escultor  de  cámara  de  S.  M.  i  di- 
rector de  la  academia  de  S.  Fernando,  que  se  colocó  en  la 
plaza  pública  de  aquella  villa  el  año  de  1800  con  varios 
adornos  o  inscripciones  en  latín,  vascuence  i  castellano  que 
esplican  las  hazañas  memorables  de  este  singular  héroe  de 
la  marina  española." 


NOTAS  PARA  UNA  BIBLIOGRAFÍA 

OE  OBRAS  ANÓNIMAS  I  SEUDÓNIMAS  SOBRE  LA  HISTO- 
RIA, LA  JEOGRAFIA  I  LA  LITERATURA  DE  AMÉRICA. 


TOMO  VI 


24 


i 


NOTAS  PARA  UNA  BIBLIOGRAFÍA 

DE  OBRAS    ANÓNIMAS    I  SEUDÓNIMAS   SOBRE 
OGRAFIA 
AMÉRICA 


LA   HISTORIAj  LA    GEOGRAFÍA   I   LA    LITERATURA   DE 


Los  libros  anónimos  i  seudónimos  son  el  resultado  de 
causas  diferentes  i  aun  opuestas.  Algunos  de  ellos  son  el 
fruto  de  la  modestia  de  sus  autores  que,  por  un  sentimiento 
de  desconfianza  en  sí  mismos  i  en  el  valor  de  sus  trabajos, 
han  querido  ocultar  sus  nombres.  Otros  son  hijos  del  orgu- 
llo de  ciertos  personajes  que,  por  creerse  altamente  coloca- 
dos en  la  política  o  en  las  letras,  hallan  indigno  de  su  posi- 
ción el  firmar  un  libro  que  consideran  de  una  importancia 
inferior  a  su  prestijio  i  a  su  posición.  "El  libro  anónimo, 
decia  Rivarol,  refleja  muchas  veces  la  majestad  del  orgullo." 
Esta  reserva,  sin  embargo,  es  causa  de  que  algunos  escritos 
de  verdadero  mérito,  pero  mas  o  menos  estraños  a  los  inte- 
reses del  momento,  hayan  pasado  desapercibidos  del  pú- 
blico por  no  estar  amparados  con  un  nombre  prestijioso  i 
que  sólo  se  les  haya  reconocido  su  valor  cuando  se  ha  des- 
cubierto quién  era  su  verdadero  autor. 


*  Se  publicó  este  estudio  en  los  Anales  de  la  Universidad  de  Chi- 
le, en  la  entrega  de  enero  de  1882,  tomo  LXI,  pájs.  5-171;  i  se  hizo 
de  él  una  tirada  aparte  en  el  mismo  año. — {Nota  del  Recopilador).. 


ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLTOaRÁFIC  OS 


Mas  frecuentemente  todavía,  los  libros  anónimos  son  el 
fruto  de  un  cálculo  de  otra  naturaleza.  Muchos  autores 
han  juzgado  que  en  circunstancias  dadas,  un  libro  anónimo 
sobre  tal  o  cual  materia,  haria  mas  impresión  en  el  público 
que  si  llevase  el  nombre  del  autor.  Se  cree  que  dado  a  luz  en 
esta  forma,  el  escrito  debe  ser  considerado,  nó  como  el  juicio 
individual  de  un  hombre,  sino  como  una  espresion  mas  je- 
neral  de  la  opinión.  El  público  mismo  parece  aceptar  esta 
manera  de  ver.  En  ocasiones,  en  efecto,  sobre  todo  en  los 
libros  de  circunstancias,  la  opinión  se  impresiona  mas  pro- 
fundamente con  una  obra  anónima,  cuyos  móviles  i  propó- 
sitos desconoce,  que  con  otra  que  lleva  la  firma  de  un  au- 
tor, por  estimado  que  sea,  pero  al  cual  se  le  pueden  atribuir 
propósitos  personales.  Pvl  éxito  estraordinario  de  muchas 
obr¿is  de  esta  naturaleza,  se  ha  debido  en  gran  parte  a  la 
circunstancia  de  no  saberse  quiénes  eran  sus  autores. 

Un  sentimiento  de  otra  clase  ha  inspirado  un  número 
considerable  de  libros  anónimos.  Sus  autores  han  temido 
que  sus  escritos  pudieran  acarrearles  persecuciones  políti- 
cas o  desagrados  personales,  i  han  tratado  de  ocultar  sus 
nombres.  Este  móvil  ha  producido  muchas  obras  anónimas 
de  historia  sobre  sucesos  contemporáneos  a  sus  autores. 
Podrán  reflejar  pasiones  mas  o  menos  lejítimas,  pero  en 
todo  caso  son  ordinariamente  de  grande  utilidad  para  co- 
nocer i  apreciar  los  tiempos  pasados.  Importa  por  esto  des- 
cubrir los  nombres  de  sus  autores,  i  conocer  el  papel  que 
desempeñaron  en  los  sucesos  de  su  época,  para  juzgar  del 
crédito  que  merecen. 

Pero  hai  ademas  libros  anónimos  enteramente  inofensi- 
vos, en  que  el  autor  ha  ocultado  su  nombre,  o  lo  ha  disimu- 
lado bajo  un  seudónimo  i  aun  bajo  un  anagrama,  por  un 
simple  capricho,  casi  podria  decirse  que  por  una  inocente 
superchería  literaria.  Este  propósito,  por  ejemplo,  lleva  a 
un  hombre  a  tomar  un  nombre  de  mujer,  o  vice  versa,  o  a 
adoptar  en  literatura  "un  nombre  de  guerra",  como  dicen 
los  franceses,  diferente  del  nombre  de  bautismo  i  de  familia- 
Muchos  autores  famosos  en  las  letras,  casi  no  son  co- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  37B 

nocidos  mas  que  por  estos  nombres  de  invención.  Nos  bas. 
tara  citar  entre  los  mas  famosos  a  Tirso  de  Molina  en 
España,  i  a  Moliere  i  Voltaire  en  PVancia. 

"Los  conocimientos  que  se  pueden  tener  en  bibliografía 
dice   Barbier,  quedan   siempre  incompletos  si  no  se  llega  a 
levantar  el  velo   que  envuelve  a  los  anónimos."    En  efecto, 
los  bibliógrafos  mas  entendidos  han  destinado  a  este  estu- 
dio una   parte   de  sus  trabajos,  i  han   llegado  a  veces  a  los 
mas  curiosos  descubrimientos.  Han  creido  establecer  mejor 
el  valor  real  de  un  libro  fijando  el  nom.bre  del  autor  i  espli- 
cando  así  el  móvil  que  ha  podido  inspirarlo,  i  en  muchas  oca- 
siones, el  grado  de  confianza   que  merece.  Las  investigacio- 
nes que  se  han  necesitado   para  descubrir  a  los  autores  de 
obras   anónimas,  han   sido  algunas  veces  mui  largas  i  difí- 
ciles, pero  casi  siempre  han  sidocoronadas  porun  éxitofeliz. 
Las  notas  que  ahora  publicamos  tienen   por  objeto   ade- 
lantar este  estudio  respecto  de   la  bibliografía  americana. 
Nuestros  apuntes  se  refieren  sólo  a  los  libros  concernientes 
a  la  historia,  a  la  jeografía  i  a  la   literatura  de   Atnérica,  i 
aunque  contienen  un  buen  número  de  noticias,  los  conside- 
ramos sólo  un  simple  ensayo  que  debe  completarse  con  nue- 
vas investigaciones  i  con  nuevos  descubrimientos. 

Muchas  veces  se  ha  observado  que  es  jmposible  formar 
una  bibliografía  completa,  aun  acer.a  de  una  materia  de- 
terminada, i  aun  en  los  casos  en  que  solo  se  trata  de  cierta 
clase  de  libros.  Si  este  hecho  ha  pasado  entre  los  bibliógra- 
fos a  la  categoría  de  axioma  indiscutible,  debe  comprenderse 
bien  que  este  ensayo  no  puede  dejar  de  tener  muchas  defi- 
ciencias. 

Nos  limitamos  a  describirentrelos  libros  anónimos  i  seu- 
dónimos relativos  a  la  América  oue  han  llegado  a  nuestra 
conocimiento,  sólo  aquellos  que  hemos  podido  descifrar. 
Siempre  quedará  un  buen  número  de  libros  de  esta  natura- 
leza acerca  de  cuyos  autores  no  hemos  podido  hallar  noticia 
alguna,  i  que  pueden  ser  el  objeto  de  nuevos  estudios.  Esta 
es  la  razón  porque  no  hemos  dado  a  estos  apuntes  el  título 
pretencioso  de  Diccionario  de  libros  anónimos  americanos. 


oV4:  ESTUDIOS    flISTÓRICO-BlBLIOORÁFICOS 

De  todas  maneras,  creemos  que  los  bil3liotecarios,  los  colec- 
cionistas, i  sobre  todo  los  que  estudian  seriamente  la  histo. 
riade  América,  encontrarán  en  estas  notas  algunas  roticias 
que  pueden  serles  útiles. 

Hemos  reunido  estos  apuntes  lentamente,  en  un  largo 
número  de  años,  anotando  un  nombre  de  autor  desconocido 
cada  vez  que  en  nuestras  lecturas  hemos  podido  descubrirlo. 
Al  agrupar  estas  notas  para  darlas  a  luz,  hemos  adoptTido 
el  plan  que  hemos  creido  mas  cómodo  para  facilitar  su  con- 
sulta. Nuestro  trabajo  se  divide  en  dos  partes  que  se  com- 
plementan. En  la  primera  catalogamos  los  libros  anónimos 
i  seudónimos  en  estricto  orden  alfabético,  según  sus  títulos, 
que  copiamos  testualmente,  o  que  abreviamos  lijeramente, 
cuando  esta  abreviación  no  perjudica  en  nada  a  la  claridad 
i  reproduciendo  en  todo  caso  las  primeras  palabras  del  tí- 
tulo, que  son  las  que  deben  buscarse.  Al  pié  de  esa  indica- 
ción ponemos  el  nombre  del  autor,  i  de  ordinario  las  noti- 
cias que  acerca  de  éste  o  de  su  libro  puedan  interesar  mas 
directamente  al  lector.  En  la  segunda  parte,  catalogamos  a 
los  autores  por  orden  alfabético,  indicando  mui  sumaria- 
mente sus  obras  anónimas,  i  haciendo  una  referencia  numé- 
rica a  la  nota  que  le  corresponde  en  la  primera  sección.  Este 
método,  que  es  el  mejor  que  puede  seguirse  en  una  obra  de 
esta  naturaleza,  es  el  mismo  que  ha  seguido  Barbier  en  su 
Dictionnaire  des  ouvrages  anonymes  et  pseudonyrnes,  que 
por  el  caudal  de  noticias  i  por  la  manera  de  distribuirlas, 
debe  ser  considerado  una  obra  maestra  en  su  jénero. 

Antes  de  terminar  esta  advertencia,  tenemos  que  preve- 
nir una  observación  que  quizá  podria  hacerse  a  nuestras 
notas.  Se  dirá  que  alguna  o  muchas  talvez  de  las  indica- 
ciones que  éstas  contienen,  son  el  fruto  de  la  in,vestigacion 
de  otros  bibliógrafos,  i  que  habían  sido  consignadas  ya  en 
otros  libros.  A  este  respecto,  debo  manifestar  que  he  estu- 
diado prolijamente  un  gran  número  de  compilaciones  de 
esta  clase,  i  que  de  todas  ellas  he  sacado  un  número  consi- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  375 

•derabie  de  noticias  ^  .  Algunas  veces  las  he  rectificado  o 
completado  con  observaciones  mas  detenidas;  o  las  he  se- 
guido simplemente  cuando  nomerecian  reparo  alguno.  Pero 
ademas  de  esas  rectificaciones,  que  con  frecuencia  son  de 
alguna  importancia,  i  aun  destruyen  por  completo  ciertas 
indicaciones  que  se  daban  como  absolutas  i  definitivas,  he 
podido  agregar  un  número  mucho  mayor  todavía  de  ob- 
servaciones bibliográficas  enteramente  nuevas. 


^  Aparte  de  las  estensas  compilaciones  biográficas  de  Michaud 
i  de  Hoefer,  en  que  se  hallan  abundantes  noticias  acerca  de  la  bi- 
bliografía, he  tenido  siempre  a  la  vista  las  compilaciones  biblio- 
gráficas de  los  autores  siguientes:  Allibone,  Barbier,  Beck,  Brunet, 
Camus,  Harrisse,  Leclerc,  Lorentz,  Ludewig,  Manne,  Meusel,  Mü- 
11er,  Neé  de  la  Rochelle,  Quérard,  Rich,  Sabin,^  Salva,  Sempere  i 
Guarínos,  da  Silva,  Stevens,  Ternaux  -  Compans,  Tiele,  Tromel, 
Trübner,  Warden  i  Watt.  De  todos  ellos  he  sacado  algunas  noti- 
cias, como  puede  verse  recorriendo  algunas  de  las  notas  bibliográ- 
rficas  que  contiene  este  ensayo. 


NOTAS  BIBLIOGRÁFICAS. 


1.  —Abrégé  de  Jíi  RévoJtiticn  de  PAmériqtie  anglaise,  par 
Ai."^^,  amcricain,  París,  1778,  1  vol.  en  12*^. 
Por  Paul  Uric  DubuiSvSON,  literato,  poeta  i  autor  dramá- 
tico francés.  Nacido  en  Laval  en  1753,  abrazó  la  causa  de 
la  revolución  francesa,  i  después  de  muchas  peripecias,  fué 
acusado  ante  el  tribunal  revolucionario  como  cómplice  de 
Hébert,  condenado  a  muerte  i  ejecutado  el  24  de  marzo  de 
1794.  Es  autor  de  otras  dos  obras  que  se  relacionan  con 
la  historia  de  América,  i  que  fueron  publicadas  igualmente 
sin  nombre  de  autor.   Y.  el   índice  alfabético  de  autores. 

El  ^^réo-é  es  un  librito  de  escaso  interés.  El  autor  dice 
en  el  prólogo  que  se  propone  ilustrar  al  público  francés  que 
conoce  mui  poco  aquellos  sucesos.  "La  nación  francesa, 
dice,  conoce  tan  poco  al  pueblo  con  quien  su  soberano  ha 
celebrado  alianza  hace  poco,  que  da  el  nombre  de  Bosto- 
nianos  a  todos  los  habitantes  de^as  trece  provincias,  cuan- 
do en  razón  ese  nombre  no  pertenece  mas  que  a  los  de  la 
provincia  de  Massachusetts"  Al  fin  de  la  obra  está  inclui- 
do el  tratado  entre  Francia  i  Estados  Unidos,  celebrado 
ese  año. 

2. — Acadiade   (L')  ou  protiesses  angJaises  en  Acadie,  Ca- 
nadá  &,  poeme  comi-héro"que  en   quatre  chantsy 
par  M.  D***,  Cassel,  175S,  1  vol.  en  8^ 
Este  libro  es  un  poema  burlesco  de  las  campañas  de  los 
ingleses  en  América.   Su   autor,  Fr.   Antoine  de  Chevrier 


378  ESTUDIOS     HISTÓRICO-BIBLIOCIRÁFICOS 

(muerto  en  Roterdam  en  1762),  fué  un  poeta  francés  de 
gran  fecundidad,  de  mucho  injenio  satírico,  pero  también 
escesi vamente  libre. 

RiCH,  BibÜotheca.  Americana  Nov¿i,  ha  omitido  este 
libro. 

3. — Account  {An)  ofthe  cJiscoveries  tnade  in  the  South  Pa- 
ciñe  Ocean,  previous  to  1764,  London,  1767,  1  vol. 
en  8^ 

Por  Alexander  Dalrymplk,  que  tres  años  después  publi- 
có una  obra  mas  estensa  i  acabada  sobre  la  misma  mate- 
ria, con  el  título  de  An  historical  CoUection  of  several  voya- 
oes,  etc,  obra  traducida  al  alemán  i  al  francés. 

4. — Account  (An)  of  the  european  settlements  in  America. 
In  six  parts.  London,  1757,  2  vols.  en  8*^ 

PvSte  libro,  muchas  veces  reimpreso  i  traducido  a  varios 
idiomas,  ha  sido  atribuido  a  diversos  escritores.  Es  íuera 
de  duda  que  su  verdadero  autor  fué  el  célebre  Edmund 
BuRKK,  el  cual  fué  ayudado  por  su  hermano  Richard  Burke 
i  por  su  amigo  William  Bourke,  a  quienes  se  ha  dado  algu- 
nas veces  por  sus  autores. 

5. — Account  {An)  of  the  ñrst  settlement,  iaws,  form  ofgo- 
vernment  and  pólice  ofthe  Cessares;  a  people  of 
South  America,  in  nine  letters  from  Mr.  Vander 
Neck,one ofthe senators  ofthat  nation  to  his  friend 
in  Holland.  With  notes  hy  the  editor.  London,  1764, 
1  vol.  en  8^ 

Libro  de  imajinacion,  compuesto  en  el  mismo  espíritu 
que  la  célebre  Utopia  de  Thomas  More,  tomando  por 
teatro  del  gobierno  ideal  la  fabulosa  ciudad  de  los  Césares, 
en  el  sur  de  Chile.  Su  autor  fué  James  Burgh,  distinguido 
escritor  ingles,  i  conocido  por  una  obra  mui  celebrada, 
Dignity  of  human  nata  re. 

6. — Account  {An)  ofthe  present  State  ofNova  Scotia.  Edin- 
burgh,  1786,  1  vol.  en  8^ 
Reimpresa  el   año   siguiente   allí  mismo  con  el  título  de 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  379 


The  present  state  of  Nova  Scotia  etc.,  i  traducida  al 
francés  con  el  título  de  Rélation  de  V  état  actuel  de  la 
Nouvelle  Ecosie.  Véase  este  título.  Su  autor,  según  el  Dr. 
Watt,  Bibliotheca  Britannica,  p.  506,  fué  S.  Holling- 
WORTH,  a  quien  se  debe  otro  libro  sobre  las  costumbres  de 
los  africanos  i  la  esclavitud  moderna. 

7. — Account  (An)  of  the  proceedings  ofthe  governor  and 
assembly  oí  Jamaica  in  regard  to  the  maroon  ne- 
groes;  puhlished  by  order  ofthe  assemhíy'.  London, 
1796,  1  vol.  en  8^ 

Relativo  a  la  sublevación  de  los  negros  en  Jamaica,  es- 
crito por  Bryan  Edwards,  ingles  residente  en  esa  isla  i  au- 
tor de  algunas  obras  mui  estimables  sobre  la  historia  de 
las  Antillas. 

8. — Affaires  de  V Angleterre  et  de  VAmérique.  Anvers  (Paris), 
1776,  15  vols.  en  8"? 

Es  una  ev«pecie  de  revista  o  periódico  sobre  los  sucesos 
de  la  revolución  norte-americana.  Entre  sus  redactores  fi- 
guraban el  célebre  Benjamín  Franklin,  Court  de  Gebelin, 
Robinet  i  otros  escritores  i  sabios  franceses,  partidarios  de 
la  independencia  de  Estados  Unidos. 

9. — Aide  de  camp  {U  ),  oti  Vauteur  inconnu.  Souvenirs  des 
Deux  Mondes,  pubJiés  par  Maurice  De  Viarz.  Paris, 
1832,  1  vol.  en  8*? 

Bajo  la  forma  de  memorias  de  un  personaje  que  quiere 
guardar  el  incógnito,  este  libro  cuenta  algunos  hechos 
del  reinado  de  Napoleón  I,  en  la  guerra  de  P/Spaña.  Refiere 
en  seguida  que  después  de  una  corta  residencia  en  Inglate- 
rra, se  embarcó  para  Estados  Unidos  en  noviembre  de  1810. 
De  allí  se  trasladó  a  Cartajena  en  1811  i  tomó  servicio  en 
el  ejército  independiente.  1.a  guerra  de  Colombia  contra 
España,  es  el  asunto  de  la  mayor  parte  del  libro.  Este  teji- 
do de  aventuras  imajinarias  sirve  al  autor  para  dar  noti- 
cias de  Bolívar,  de  sus  compañeros  i  de  sus  adversarios. 
Es  simplemente  una  novela  que  puede  engañar  a  un  lector 
poco  atento. 

Su   autor  es  Alfred  Em.   Roergas  de  Servikz,   escritor 


380  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLTOGRÁFICOS 


frar.ces,  nacido  en  París  en  1807,  autor  de  una  novela  i  de 
algunas   de   las   biografías   de   la  c< 
srloircs  cíe  hi  France,  22  vols.  en  18". 


algunas   de   las   biografías   de   la  colección  titulada    Les 


10.— A Ih¿in.  A  tüíe  ofthenew  world.   New    York,  1851,1 
vol.enl2^ 

Interesante  novela,  con  cuadros  admirables  de  la  vida 
de  los  indios,  i  seguida  de  una  segunda  parte  titulada  The 
forest.  A  seque!  to  Alban.  Su  autor  es  Jedediah  Viccnt 
HuNTiNGTON,  distinguido  escritor  i  poeta  norte-americano, 
nacido  en  1815. 


11, — Aírnanach  ütnéricain,  asiatique  et  afncajn,  ou  état 
phvsicjue,  politiqtie,  eclésiastiqtte  et  tniíitaire  des  co- 
Jonies  d^Eiitope  en  Asie,  en  A  frique  et  en  Atnéri'qve. 
'  Ouvvage  qui  comprend  Jes  forees,  la  population,  les 
lois,  le  commeree  et  V administtation  de  ehaqiie pro- 
vince  de  ees  trois  parties  dii  monde.  París,  1784  i 
años  siguientes,  7  vols.  en  12" 

Este  almanaque  era  arreglado  por  Charles  Poncelin  de 
L.\  Rochp:-Tilt.ac,  eclesiástico  francés  i  escritor  mui  fe- 
cundo pero  poco  sólido,  que  abrazó  con  ardor  la  causa  de 
la  revolución,  i  que  mas  tarde  se  hizo  realista  exaltado. 
Las  noticias  históricas  i  estadísticas  que  contiene  este 
almanaque  son  copiadas  de  la  obra  de  Raynal,  i  en  jeneral 
carecen  de  interés. 

12. — Amador  Bueno,  ou  a  coroa  do  Brazil  en  1641,  drama 
épieo  histórico  americano,  pelo  autor  de  Sumé  e  de 
outras  composií^oes  Iliterarias.  Madrid,  1858,  1 
vol.  en  8^-^ 

Por  Prancisco  Adolpho  de  Varnhagen.  Véase  este  nom- 
bre en  el  índice  alfabético  de  autores. 

13.  — America  and  the  americans.  ''Audi  alteran partem.'^ 
By  a  citizcn  oí  the    world.  London,    1833,   1    vol. 
en  8'=' 
Por  James   Boardman.  Uno   de    los  muchos  libros  de  re- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  381 


futacion  a  que  dieron  oríjen  los  escritos  de   algunos   via- 
jeros ingleses  depresivos  para  los  Estados  Unidos, 

14?. — América  o  examen  jeneral  de  la  situación  política  de 
las  diferentes  potencias  del  continente  occidental, 
con  conjeturas  sobre  su   suerte  futura.  Por   un  ciu- 
'  dadano  de  los  Estados  Unidos.    Traducido  del  in- 
gles. Northampton  (Mas?.)  1828,  1  vol.  en  8- 

Es  la  traducciotí  castellana  de  un  libro  ingles  publicado 
anónimo  en  Filadelfia  en  1827  por  Alexander  H.  Evekett, 
distinguido  escritor  i  diplomático  norte  americano.  Del 
traductor  no  tengo  mas  noticia  sino  que  se  apellidaba  San 
Martin. 

15. — América  (La)  vindicada'  de  la  calumnia  de  haber  sido 
madre  del  mal  venéreo^  por  el  autor  de  la  ''Idea  del 
valor  de  la  isla  Española'",  Madrid,  1785,  en  4° 

Opúsculo  curioso,  de  sólo  80  pajinas,  que  contiene  mu- 
chas noticias  bibliográficas  sobre  escritores  españoles  que 
habian  tratado  esta  misma  materia.  Su  autor  es  don  An- 
tonio SÁNCHEZ  Valyerde,  clérigo,  natural  de  Santo  Do- 
mingo>  i  aficionado  a  los  estudios  de  ciencias  naturales. 

16. — Americae  tercia  pars,  memorabilem  provincise  Brasi- 
liae  historiam  continens,  germánico  primum  sermo- 
ne scriptam  a  Joanne  Stadio  Homburgensi  Hesso, 
nun  autem  latinitate  donatam  a  Teucrio  Annseo 
Privato  Colchante  cum  iconibus  Teodoro  De  Bry, 
Anno  1592,  Frankfort,  en  folio. 

Forma  parte  de  la  famosa  colección  de  viajes  de  De  Bry. 
Es  la  relación  alemana  de  los  viajes  hechos  al  Brasil  por 
Hans  Staden,  traducida  al  latin.  El  traductor  es  Juan 
Adán  Fonicer,  médico  i  poeta  alemán  que  escribia  en  latin 
i  que  se  nombraba  con  el  seudónimo  latino  Teucrius  An- 
níEus  Privatus.  Véase  a  Caraus,  Memoire  sur  ¡a  CoUection 
des  granas  voyages,  p.  56,  i  la  Bibliographie  instructi- 
ve  de  Neé  de  la  Rochelle,  tomo   X,  p.  152. 

17 American  anecdotes:  orijinal  and  select.  By  an  ameri- 

can.  Boston,  1830,  2   vols.  en  12*? 


382  ESTUDIOS    HISTÓRICO- BIBLIOGRÁFICOS 

Colecciónele  187  anécdotas,  en  su  mayor  parte  relati- 
vas a  la  revolución  norte  americana,  con  un  índice.  Su  au- 
tor fué  Freeraan  Hunt,  editor  i  escritor  norte  americano, 
muerto  en  1858. 

18. — American  (The)  annual  register,  or,  historical  tnemoirs^ 
oíthe  United  States,  for  the  year  1796.  Philadel- 
phia,  1797,  1  vol.  en  8^ 

Por  James  Thomson  Callender,  fecundo  i  turbulento 
escritor  norte  americano  que  pereció  ahogado  en  Rich- 
mond  (Yirjinia)  en  1803. 

19. — American  (The)  travelJer;  or  observations  on  the pre- 
sent  State,  culture  and  comtnerce  ofthe  hritish  co- 
ló nies  in  America.  By  an  oíd  and  experiencied  tra- 
der,  London,  1769,  1  vol.  en  4° 

Libro  importante  por  las  noticias  que  contiene  acerca 
del  estado  de  las  colonias  inglesas  en  vísperas  de  la  revo- 
lución de  la  independencia,  por  la  cuidada  descripción  de 
ia  bahía  de  Hudson.  Su  autor  es  Alexander  Cluny;  i  fué 
publicado  bajo  los  auspicios  de  Lord  Chattham. 

20. — American  war  [The),  a  poem,  in  six  books.  London^ 
1781,  1  voL  en  8*? 

Poema  histórico  sobre  la  guerra  de  la  independencia  de 
los  Kstados  Unidos,  escrito  por  Gcorge  Cockings,  poeta 
ingles,  autor  de  otros  poemas  sobre  campañas  militares 
de  su  tiempo,  la  conquista  del  Canadá,  la  pérdida  de  Mi- 
norca  etc.  Algunos  críticos  ingleses  aplaudieron  mucho 
al  que  motiva  esta  nota. 

21. — Ainericains  (The).  By  an  American  in  London.  Lon- 
dres, 1833,  1  vol.  en  12*? 

Por  el  Rev.  Calvin  Colton,  escritor  norte-americano 
(1789-1857)  que  vivió  algunos  años  en  Inglaterra.  Este 
libro  de  389  pajinas,  es  una  defensa  de  los  americanos  del 
nortecontra  los  ataques  consignados  en  los  célebres  viajes 
de  Basil  Hall  i  de  Mistress  Trollope. 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGEAFÍA  383 

22. — Atnericans  {The)   ai  honie.  Edited  by  the  author  oí 
''Sam  S¡ilck'\  London,  1854,  3  vols.  en  S^ 

Por  Thomas  Chandler  Haliburton.  Véase  este  nombre 
en  el  índice  alfabético  de  autores. 

23. — Amériqae  (L'j  anglaise,  ou  description  des  isles  et  ie- 
rres du  roi  d' Angleterre  dans  rAmériqne.  Avec  de 
nouvelles  caries  de  chaqve  isle  ei  ierres.  Tradiiii 
de  Panglais.  Amsterdam,  1688,  1  vol.  en  12*^ 

Este  voliímen  es  una  traducción  de  la  obra  A  Descrip- 
tion oí  the  island  oí  Jamaica,  with  the  other  isles  and  te- 
rricories,  etc.  Londres,  1672,  por  Richard  Blome,  célebre 
jeógraío  ingles.  Los  mapas  que  acompañan  a  esta  traduc- 
ción, mejores  que  los  del  orijinal,  realzan  el  mérito  déla 
edición. 

Hai  ademas  otra  edición  anónima  de  este  volumen  he- 
cha en  Amsterdam,  en  1715,  con  el  títido  de  Description 
des  />7e>  et  terres,  etc.  Véase  este  título,  número  127. 

24. — Amérique  (L')  découverie,  en  six  h'vres.  Autum,  1782, 
1  vol.  en  12*? 

Poema  en  prosa  destinado  a  celebrar  el  primer  viaje  de 
Colon.  Su  autor  lo  publicó  como  un  bosquejo  de  epopeya 
que  "una  pluma  mas  atrevida,  un  jenio  mas  fecundo"  pue- 
de ejecutar  dándole  la  forma  poética.  Fué  compuesto  por 
Pierre  Laureau,  historiador  francés,  muerto  en  1845. 

En  la  Revista  de  Santiago  (1  873)  tomo  II,  páj.  269  i  si- 
guientes, publiqué  un  análisis  de  esta  obra  en  un  artículo 
que  lleva  este  título:  "A'oías  hibliográñcas  sobre  los  poe- 
mas a  que  ha  dado  oríjen  Cristóbal  Colon,»  * 

25.— Amérique  [U)  en  1826,  au  Congrés  de  Panamáy  par  ^ 
M.  G.  Z.  Bruxelles,  1827,  1  vol.  en  8^ 

Este  opúsculo,  de  sólo  84  pajinas,  es  la  obra  del  jeneral 
polaco  Jorje  Constantino  Zenowicz,  ayudante  de  estado 
mayor  en  el  ejército  de  Napoleón,  oficial  al  servicio  de  Es- 

*  El  señf^r  Barros  Aiana  lo  reimprimió  con  algunas  agregaciones  en  el 
número  estraordinario  de  los  ÁJia/es  de  la  Universidad  de  Chile  (1892)  pájs. 
31  SI.  En  este  artículo  hace  referencia  a  otros  poemas  anónimos  sobre  Co- 
lon no  incluidos  en  su  estudio  bibliográficode  1882.  (Nota  del  Recopilador.; 


)84  ESTUDIOS  HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


paña  durante  la  revolución  de  1820  a  1823  i  autor  de  va- 
rias obras  que  respiran  un  espíritu  liberal. 

Este  opúsculo  se  halla  traducido  al  castellano  en  el  to- 
mo [I  de  la  obra  anónima  titulada  Memorias  i  documen- 
tos para  la  historia  de  la  independencia  del  Perú.  Véase 
este  título,  número  341. 

26. — Amérique  {De  7')  et  des  américains,  oti  observations 
ciirieuses  du pbilosophe  La  Douceur,  qui  a  parcouru 
cet  hémisphére  pendant  la  derniére  guerre  en  faisán t 
le  noble  niétier  de  tuer  les  hommes  sans  les  manger. 
Berlín,  1771,  1  vol.  en  8"^  (Probablemente  impreso 
en  Lvon.) 

Este  librito  de  sólo  80  pajinas,  que  es  una  crítica  injenio- 
sa  de  las  Recherches  sur  F  Amérique  et  les  américains  de 
Pauw.  es  atribuido  jeneralmente  al  benedictino  Antoine 
Joseph  Pernettj,  mas  conocido  con  el  nombre  de  Dom  Per- 
netty,  autor  de  otras  relativas  a  la  América  que  llevan  su 
nom!  re,  i  de  quien  se  trata  en  este  libro  como  adversario 
que  fué  de  las  teorías  de  Pauw. 

El  bibliógrafo  alemán  Meusel  {Bibliotheca  histórica)  lo 
atribuye  a  Pierre  Poivre,  autor  de  Voyages  cV  un  philo- 
sophe. 

Barbier,  por  su  parte,  le  da  por  autor  a  Dom  Pernetty 
o  a  Bonneville.  Weiss  (Biographie  UniverseUe),  se  inclina 
por  el  primero  sosteniendo  que  Bonneville  no  puede  ser  el 
autor  porque  en  1771  no  tenia  mas  que  once  años,  crítica 
que  ha  repetido  Rich  en  su  Bibliotheca  Americana  Nova. 
Pero  hai  en  esta  censura  una  confusión  de  nombres.  Se  ha 
confundido  a  Nicolás  de  Bonneville  con  un  injeniero  militar 
del  mismo  apellido,  C.  de  Bonneville  (Quérard  lo  llama 
Zacarías)  nacido  en  Lyon  en  1710  i  muerto  en  1780.  Este 
último,  que  sirvió  en  la  guerra  del  Canadá  a  mediados  del  si- 
glo último,  es  el  verdadero  autor  del  libro  a  que  se  refiere  esta 
nota.  Basta  leerío  para  conocer  que  el  autor  habla  de  visu 
de  la  guerra  del  Canadá,  lo  que  no  habria  podido  hacer 
Poivre  ni   Dom  Pernetty. 

27.— Among  the  guerrillas.  By  Edmund  Kirke.Ht\Y  York, 
1866,  1  vol.  en  12^ 
Por   James  R.   Gilmore,   autor  de  varios  otros  libros 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  885 

referentes  a  la  guerra  de  secesión  de  Estados  Unidos,  pu- 
blicados bajo  el  seudónimo  de  Edmund  Kirke.  Esta  indi- 
cación nos  ahorra  de  anotar  dichos  libros. 

28. — Análisis  estadístico   de  Ja  provincia  de  Mechoacan  en 
1822.  PorJ.J.  L.,  Méjico,  1824.  1  yoI.  en  4^ 
Por  Juan  José  Martínez  de  Lejarza. 

29. — Analyse  de  Phistoire  philosophique  et  politiqíie  des 
établissements  et  du  commerce  des  Européens  dans 
les  deux  Indes.  Leyde,  1775,  1  vol.  en  8*^ — El  mismo 
año  se  hizo  otra  edición  en  Paris. 

Es  un  compendio  de  la  célebre  obra  del  abate  Raynal,_ 
atribuido  por  Barbier  i  por  Quérard  a  Fr.  Bernard,  ho- 
landés de  nacimiento,  pero  de  oríjen  francés,  probablemen- 
te hijo  de  un  célebre  librero  francés  de  Amsterdam,  J.  Eré— 
deric  Bernard,  conocido  como  editor  de  dos  colecciones  de 
viajes. 

30. — Anecdotes  américaines,  ou  histoire  abrégé  des  princi- 
paux  événements  arrivés  dans  Je  Nouveau  Monde, 
depuis  sa  découvertejusqu^  a  J^époque  présente.  Pa- 
ris, 1776,  1  vol.  en  12° 

Compilación  vulgar  i  de  ninguna  importancia  histórica, 
por  Antoine  Hornot,  escritor  francés  del  siglo  XVIII. 

31. — Anecdotes  angJaises  et  américaines.  Années  1776  a 
1783.   Paris,  1813,  2  vols.  en  12^ 

Modesta  compilación  de  noticias  concernientes  en  su 
mayor  parte  a  la  historia  de  la  independencia  de  Estados 
Unidos.  Su  autor  fué  el  caballero  N.  de  l'Espinasse  de  Lan- 
GEAC,  fecundo  escritor  francés,  autor  entre  otras  obras,  de 
un  poemita  de  cierto  mérito,  titulado  Colomb  dans  les 
fers,  publicado  en  1782. 

32. — Aúnales   du   Conseil  Souverain   de  Ja  Martiniqae,  ou 
Tablean  historique  da  gouvernement  de  cette  coJo- 
nie,  depuis  son  premier  établissement  jusqu'   a   nos 
joursy  etc.,  etc.  Bergerac,  1786,  2  vols.  en  4° 
tomo  vi  25 


386  ESTUDIOS    HISTÓRICO- BIBLIOGRÁFICOS 

Por  Fierre  Dessalles  hijo,  consejero  del  consejo  sobera- 
no de  la  Martinica.  La  primera  parte  de  esta  obra  está  re- 
producida en  el  tomo  III  de  la  ^^Hist oiré  genérale  des  Atiti- 
lles^i  de  Adrien  Dessalles,  Paris,  1847-48,  5  vols.  8^  Adrien 
Dessalles  era  nieto  del  autor  de  los  Anuales. 

33. — Annals  ofGreat  Britain  from  the  ascensión  ofGeorge 
III  to  the  peace  oí  Amiens.  Edinburgh,  1807,  3 
Yols.enS'? 

Por  Thoraas  Campbell,  distinguido  poeta  e  historiador 
escoces,  muerto  en  1844.  Este  libro  contiene  la  historia  de 
la  guerra  de  la  independencia  de  Estados  Unidos  i  de  las 
negociaciones  que  le  pusieron  término. 

Z^^^t— Annals  oí  the  atmy  ofthe  Cumberland.  Philadelphia, 
By  an  ofñcer.  1864,  1  vol.  en  8*? 

Obra  importante  sobre  la  historia  de  la  guerra  de  sece- 
sión de  los  Estados  Unidos,  por  John  Fitch. 

35. — Answer  {An)  to  declaration  ofthe  american  congress. 
London,  1776,  1  vol.  en  8*? 

Libro  que  tuvo  mucha  circulación  en  Inglaterra,  i  que 
fué  varias  veces  reimpreso  i  traducido  al  francés.  Es  una 
curiosa  refutación  de  los  principios  políticos  i  sociales  es- 
puestos en  cada  pasaje  de  la  declaración  de  la  independen- 
cia de  los  Estados  Unidos.  Su  autor  fué  Jonathan  Lind. 

ZQ.—Apology  {An)  for  the  Ufe  ofMr.  Bampfyl  de  Moor  Ca- 
rewy  commonly  known  by  title  ofking  ofthe  beg- 
gars.  London,  1749,  1  vol.  en  8"^ 

Libro  muchas  veces  reimpreso,  que  refiere  la  historia  de 
un  muchacho  ingles,  confinado  a  Maryland  i  que  recorrió 
una  gran  parte  de  las  colonias  inglesas  llevando  una  vida 
llena  de  las  aventuras  mas  curiosas  i  divertidas.  Escrito 
por  Robert  Goadry,  librero  ingles. 

37. — Appel  des  étrangers  dans  nos  colonies.  Paris,  1763,  1 
vol.  en  12*? 
Aunque  concebido  con   un  propósito  económico  e  indus- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  387 

trial  en  favor  de  las  colonias,  tiene  algún  interés  históri- 
co. Su  autor  fué  Turnea u  de  la  Morandiere,  escritor 
francés,  dedicado  a  esta  clase  de  trabajos. 

38. — Apuntes  para  Ja  historia  de  la  revolución  del  Alto  Pe- 
rú y  hoi  Solivia,  por  un  patriota,  Sucre,  1855,  1  vol. 
en  8*? 

Resumen  sumario  pero  noticioso  de  la  historia  de  la  re- 
volución de  la  independencia  de  Bolivia,  escrito  por  el  Dr. 
don  Manuel  María  Urcullu,  presidente  entonces  de  la  cor- 
te suprema  de  Sucre,  según  lo  dice  espresamente  don  Ma- 
nuel José  Cortes  en  su  ensayo  sobre  la  historia  de  Boli- 
via, páj.  262.  La  obra  de  Urcullu  consta  de  212  pajinas, 
de  las  cuales  164  forman  la  narración  histórica,  i  las  si- 
guientes son  documentos. 

Don  Mariano  Felipe  Paz  Soldán  cataloga  este  libro  en 
la  bibliografía  que  ha  puesto  en  el  primer  tomo  de  su  His- 
toria del  Perú  independiente,  i  luego  agrega  "Se  atribuye 
al  Dr.  don  Manuel  M.  Aguirre."  Esta  indicación  carece  de 
todo  fundamento,  Paz  Soldán  ha  confundido  el  libro  de 
Urcullu  con  el  Bosquejo  histórico  escrito  por  don  Miguel 
María  de  Aguirre,  del  cual  solo  se  ha  publicado,  según 
creemos,  una  pequeña  parte. 

Z^.— Apuntes  para  la  historia  déla  República  oriental  del 
Uruguai.  por  A.  D.  de  P.,  Paris,  1863,  2  vols.  en  8^ 

Escritos  por  don  Antonio  Diodoro  de  Pascual,  español, 
nacido  en  la  provincia  de  Castilla  la  Nueva,  1822,  i  muer- 
to en  Rio  de  Janeiro  por  los  años  de  1874.  Después  de  ha- 
ber viajado  mucho  en  Europa  i  en  América,  se  estableció  en 
la  capital  del  Brasil,  donde  desempeñó  el  cargo  de  oficial 
primero  del  ministerio  de  relaciones  esteriores,  para  el  cual 
le  servia  el  conocer  varios  idiomas  que  hablaba  i  escribía 
con  rara  facilidad.  Es  autor  de  diversas  obras  escritas  unas 
en  español  i  otras  en  portugués,  de  historia,  crítica  litera- 
ria, novelas,  traducciones  del  ingles,  o  tratados  elementa- 
les, o  simples  artículos  de  periódico.  Algunas  de  ellas,  sobre 
todo  las  novelas,  están  firmadas  con  el  nombre  de  Adadus 
Calpe,  anagrama  de  A.  D.  de  Pascual. 

La  obra  que  mencionamos  en  esta  nota  ha  quedado  im- 
completa, i  sólo  comprende  los  sucesos  ocurridos  desde 
1810  hasta  1839.  Concebida  con  un  espíritu  contrario  a  la 


388  ESTO  DIOS    HISlÓmCO-BIBLIÓGRÁFICOS 

República  Arjentina  i  en  cierto  modo  favorable  al  Bra- 
sil, escrita  sin  método  i  con  formas  literarias  de  escaso  mé- 
rito aunque  no  de  pretensiones,  la  obra  está  llena  en  gran 
parte  con  documentos  casi  siempre  conocidos  i  publicados, 
i  en  cuya  reproducción,  según  se  asegura,  no  ha  habido  la 
fidelidad  que  se  requiere  en  publicaciones  de  esta  natura- 
leza, j 

40. — Apuntes  sobre  los  principales  sucesos  que  han  inñuido 
en  el  actual  estado  de  la  América  del  Sud.  Londres, 
1  vol.  en  8*? 

Esta  primera  edición  fué  hecha  en  Paris,  i  no  en  Lon- 
dres, en  1829,  con  motivo  de  los  esfuerzos  de  España  para 
reconquistar  la  América,  i  de  la  espedicion  a  Méjico  del  je- 
neral  Barradas.  La  segunda  edición  "correjida  i  aumenta- 
da," se  publicó  igualmente  en  Paris,  1830,  1  v.  en  8°  I  por 
último,  se  hizo  una  tercera  en  Cádiz,  1836,  1  v.  en  4^,  mu- 
cho mas  aumentada.  Las  dos  primeras  son  publicadas  ba- 
jo el  velo  del  anónimo:  la  tercera  lleva  el  nombre  del  autor, 
don  José  Manuel  Vadillo,  español  de  Cádiz,  ministro 
constitucional  de  Fernando  VII  en  1822,  i  perseguido  i 
asilado  en  Francia  después  del  restablecimiento  de  la  mo- 
narquía absoluta. 

En  el  prólogo  de  la  tercera  edición  se  hallan  algunas  no- 
ticias de  su  vida,  cuando  él  se  defiende  de  ciertos  cargo» 
que  le  hicieron  en  sus  historias  don  Sebastian  Miñano  i  el 
marques  de  Miraflores.  Por  lo  demás,  en  los  Retratos  po- 
líticos de  la  revolución  de  España  por  Carlos  Lebrun,  Fi- 
ladelfia,  1826,  páj.  24,  se  encuentra  un  retrato  biográfico 
de  Vadillo. 

Don  Leopoldo  A.  de  Cueto,  en  la  páj.  189  de  su  Bos- 
quejo histórico  crítico  de  la  poesía  castellana  en  el  siglo 
XVIII,  (tomo  61  de  la  Biblioteca  de  autores  Cí^pañoles  de 
Rivadeneira)  califica  a  Vadillo  de  "erudito,  prosador  poco 
ameno."  Pudo  haber  añadido  "escritor  desordenado,"  por- 
que aunque  Vadillo  reúne  en  su  libro  muchos  hechos,  es  di- 
fícil hallarles  ilación,  i  mas  difícil  aun  saber  lo  que  el  autor 
quiere  demostrar  con  ellos,  aunque  su  pensamiento  parece 
que  es  defender  al  gobierno  constitucional  de  España  por 
el  rumbo  que  quiso  daralos  negociosde  América.  Por  eso  e» 
que  don  Lorenzo  Zavala,  en  su  Ensayo  histórico  de  las  re- 
voluciones de  Méjico,  tomo  I,  páj.  6,  reprocha  a  este  escri- 
tor que  no  llega  a  ninguna  conclusión. 


NOTAS    PARA.    UNA    BIBLIOGRAFÍA  389 


4,1,—Arjirópolis  o  la  capital  de  los  estados  confederados  del 
Rio  de  la  Plata.  Solución  de  las  díñcultades  que 
embarazan  la  paciñcacion  permanente  del  Rio  de  la 
Plata.  Santiago,  1850,  1  vol.  8^ 

Por  don  Domingo   Faustino  Sarmiento.  Este  libro  fué 
igualmente  publicado  en  francés. 

42.— Arí  [L']  de  veriñer  les  dates,  depuis  Vannée  1770  jus- 
qu^  á  nosjour;  formant  la  continuation  oii  troisié- 
me  partie  de  Vouvrage  puhué  sous  cenom  par  les 
religieux  bénédictins  de  la  congregation  de  Saint 
Mam.  Paris,  1821-1844,  18  vols.  en  8*? 

Esta  obra,  destinada  a  completar  una  reimpresión  de 
U Art  de  veriñer  les  dates  (ejecutada  en  Paris  en  19  vols. 
8°  durante  los  años  1818  -1819),  es  el  fruto  del  trabajo 
colectivo  de  varios  eruditos,  uno  de  los  cuales,  el  marques 
de  Fortia  d'Urbain,  hizo  gastos  mui  considerables  para  la 
publicación  de  la  obra.  Queriendo  los  editores  hacer  entrar 
en  esta  continuación  la  historia  i  la  cronolojía  de  la  Amé- 
rica, asociaron  a  sus  tareas  a  un  célebre  erudito,  David 
^  Bailie  Warden,  irlandés  de  nacimiento  pero  naturalizado 
en  Estados  Unidos,  i  cónsul  de  esta  república  en  Paris.  Es- 
te tomó  a  su  cargo  la  publicación  en  1826,  desde  el  tomo 
IX,  comenzó  la  cronolojía  e  historia  de  América  que  debia 
completar  i  terminar  la  obra. 

La  muerte  del  marques  de  Fortia  d'Urbain,  que  seguía 
haciendo  los  gastos  de  impresión,  estuvo  a  punto  de  para- 
lizar en  1843  esta  publicación,  con  la  terminación  del  to- 
mo XVII  de  la  obra,  i  IX  de  la  historia  de  América.  Tomo- 
la  entonces  a  su  cargo  Obaldich  Rich,  célebre  bibliógrafo  i 
librero  norte-americano;  i  bajo  sus  auspicios  se  publicó  en 
1844  el  tomo  X.  La  obra  debia  constar  de  dos  volúme- 
nes mas  referentes  a  la  América;  pero  la  muerte  de  War- 
den, ocurrida  en   octubre  de  1845,  la  dejó  inconclusa. 

La  parte  americana  de  la  continuación  de  U Art  de 
veriñer  les  dates,  ocupa,  pues,  diez  volúmenes,  el  IX  al 
XVII [.  Estos  diez  volúmenes  están  distribuido  de  la  ma- 
nera siguiente: 

I.  Introducción,  Florida,  Méjico,  América  Central  i  Ca- 
lifornia. 

lí.   Continuación  de  California,  Perú  Bolivia  i  Chile. 


390  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOaRÁFICOS 

III.   Continuación  de  Chile,  República  Arjentina. 

lY  Colombia,  con  un  tomo  suplementario  de  178  pa- 
jinas de  índice  alfabético  de  los  primeros  cuatro  volú- 
menes. 

V  i  VI  Brasil.  (Estos  dos  tomos  se  encuentran  frecuente- 
mente separados  i  con  portada  diferente  con  el  título  de 
Histoire  chronologique  du  Brésil). 

VII  Las  Guayanas. 

VIII  Las  Antillas. 

IX  i  X   Estados  Unidos. 

La  muerte  impidió  a  Warden  terminar  otros  dos  volú- 
menes en  que  habria  completado  la  historia  cronolójica  de 
Estados  Unidos,  i  habria  consignado  la  del  Canadá. 

El  libro  de  Warden  es  una  obra  de  segunda  mano,  esto 
es,  no  el  resultado  de  una  investigación  prolija  de  los  do- 
cumentos, sino  una  vasta  compilación  de  noticias  toma- 
das de  los  libros  conocidos  i  usuales.  Las  diversas  partes 
de  su  obra  son  de  un  mérito  mui  diferente,  algunas  de  un 
valor  real,  i  otras  mediocres.  En  algunas  de  ellas  abundan 
los  errores  i  los  descuidos  consiguientes  a  un  trabajo  de 
esas  proporciones  emprendido  sin  los  materiales  necesarios 
para  llevarlo  a  cabo,  materiales  que  entonces  no  existian^ 
i  que  ahora  mismo  son  escasos.  Sin  embargo,  en  todas 
sus  partes  se  descubre  el  trabajo  de  un  espíritu  laborioso, 
versado  en  el  manejo  de  los  libros,  i  ademas  noticias  de  que 
puede  aprovecharse  el  historiador,  sobre  todo  en  lo  que 
respecta  a  la  bibliografía  americana  a  que  Warden  ha  dado 
bastante  importancia. 

43. — Arte  i  vocabulario  en  la  lengua  jeneral  del  Perú  llama- 
da Quichua,  i  en  la  lengua  española.  El  mas  copio- 
so i  elegante  que  hasta  ahora  se  ha  impreso.  En  los 
Reyes  [Lima].  Con  licencia  del  Excelentísimo  señor 
marques  de  Montes  Claros,  Virrei  del  Perú.  1614, 
1  vol.  en  16*? 

Libro  rarísimo  descrito  por  Ternaux  Compans,  Brunet, 
Barlett  i  Sabin,  que  lo  atribuyen  a  Francisco  del  Canto,  i 
por  Troemel  {Bibliothéque  atnéricaine,  Leipzig,  1861)  i  Lu- 
dev^ig  que  lo  consideran  de  autor  desconocido. 

Francisco  del  Canto  era  un  impresor  de  Lima  que  publi- 
có en  1607  la  Gramática  quichua  del  P.  Holguin,  en  1607  i 
1608  los  dos  volúmenes  del  vocabulario  del  mismo  autor 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  391 

i  en  1616  la  de  Gramática  Alonso  de  Huerta.  El  libro  anó- 
nimo de  1614  que  motiva  esta  nota,  tiene  una  dedicatoria 
al  obispo  de  Quito  firmada  por  Francisco  del  Canto,  i  esta 
circunstancia  ha  hecho  creer  que  éste  sea  a  la  vez  el  autor  i 
el  editor. 

44. — Atlas  Ameriquain  Septentrional  contenant  les  details 
des  differentes  provinces  de  ce  vaste  continent.  Tra- 
duit  des  cartes  levées  par  ordre  du  gouverneinent 
britanique.  Paris,1778,  1  vol.  en  fplio. 

Es  la  traducción  francesa  del  célebre  Atlas  de  Thomas 
Jefferys,  publicado  por  primera  vez  en  Londres  en  1776. 
Se  publicó  en  1777  en  Liorna  una  traducción  italiana,  tam- 
bién anónima,  destinada  a  dar  a  conocer  el  teatro  de  las 
operaciones  militares  de  la  guerra  de  la  independencia  de 
Estados  Unidos. 

45. — Atlas  histórico,  jenealójico,  cronolójico,  jeográñco, 
etc.,  de  Lesage,  escrito  por  el  conde  de  Las  Casas, 
traducido,  correjido  i  aumentado  por  un  español 
americano.  Paris,  1826,  1  vol.  en  folio. 

La  publicación  de  esta  traducción  fué  comenzada  en 
1826,  pero  sólo  se  terminó  en  1827.  Aunque  impresa  en 
Paris,  no  se  hace  mención  de  ella  en  La  Fratice  littéraire  de 
Quérard  ni  en  otras  grandes  publicaciones  bibliográficas, 
lo  que  se  esplica  por  la  circunstancia  de  que  la  edición  espa- 
ñola fué  enviada  casi  en  su  totalidad  a  América. 

Se  sabe  que  la  obra  francesa,  publicada  por  primera  vez 
en  Paris  en  1803-4  bajt)  el  nombre  de  A.  Lesage,  fué  reim- 
presa con  él  del  conde  de  Las  Cases,  que  ha  sido  considera- 
do su  verdadero  autor,  creyéndose  que  la  palabra  "Lesagen 
era  solo  un  seudónimo.  "Si  se  hubiera  de  dar  crédito  a  to- 
do lo  que  se  cuenta,  dice  Quérard  {France  littéraire,  tomo, 
IV,  páj.  586)  el  nombre  de  A.  Lesage  con  que  esta  obra  fué 
publicada,  no  seria  un  seudónimo  del  conde  de  Las  Cases, 
sino  el  nombre  de  un  clérigo  francés  refujiado  en  Inglate- 
rra, según  los  unos,  o  de  un  clérigo  irlandés  según  los  otros, 
verdadero  autor  del  Atlas.  Se  pretende  que  el  conde  de 
Las  Cases,  durante  su  emigración  en  Inglaterra,  tuvo  oca- 
sión de  conocer  a  este  último,  que  se  encontraba  en  estrema 
penuria.   El  eclesiástico   propuso  al  conde  la  venta  de  su 


392  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

manuscrito  por  el  precio  de  cincuenta  luises  (mil  francos), 
i  el  negocio  se  hizo.  El  eclesiástico  murió  poco  tiempo  des- 
pués; i  el  conde  de  Las  Cases  pudo  darse  a  su  vuelta  a 
Francia  como  autor  de  esta  obra." 

Aunque  la  traducción  castellana  se  hizo  teniendo  a  la 
vista  las  modificaciones  introducidas  en  las  numerosas  edi- 
ciones francesas  que  se  siguieron  a  la  de  1803,  el  traductor, 
por  su  parte,  reformó  parcialmente  el  libro,  suprimió  o 
abrevió  algunos  cuadros  i  noticias  que  no  tenian  un  gran 
interés  para  los  americanos,  amplió  las  que  se  refieren 
a  España  i  a  la  América  en  jeneral,  i  agregó  cuatro 
grandes  cuadros,  impresos  a  ocho  columnas  de  tipo  menu- 
do, en  que  ha  trazado  la  historia  de  todas  las  repúblicas  i 
colonias  americanas.  Dado  el  tiempo  en  que  se  publicó  este 
mapa,  i  la  escasez  relativa  de  libros  sobre  el  particular, 
esos  trabajos  son  notables,  por  la  exactitud  de  las  noticias, 
por  la  claridad  con  que  están  presentadas  i  por  el  plan  que 
ha  permitido  al  autor  formar  un  conjunto  compendioso 
pero  completo  i  útil  de  la  historia  americana.  Esos  cuadros 
fueron  traducidas  al  portugués  i  publicados  en  Rio  de  Ja- 
neiro en  1838  en  un  volumen  con  el  título  de  Historia  dos 
estados  d^ America.  Véase  la  nota  correspondiente  a  este 
último  libro. 

Fijando  la  vista  al  pié  de  cada  cuadro  jeográfico,  histó- 
rico o  cronolójico,  se  encuentra  una  línea  en  tipo  chico  en 
que  se  indica  si  es  traducción  del  francés,  refundición  o 
composición  orijinal,  con  la  noticia  de  que  estos  diferentes 
trabajos  han  sido  ejecutados  por  A.  de  A.  Era  éste  don 
Antonio  de  Arcos,  injeniero  español  que  después  de  haber 
servido  en  los  ejércitos  de  José  Bonaparte  durante  la  gue- 
rra de  la  península,  pasó  a  América  e  hizo  la  campaña  de 
Chile  en  1817  i  1818,  como  oficial  de  estado  mayor  del 
ejército  independiente.  En  Chile  formó  el  principio  de  su 
fortuna,  residió  después  dos  años  en  el  Brasil,  i  en  1825 
volvió  a  Europa  i  se  estableció  en  Paris,  donde  se  ocupó 
en  negocios  de  banco.  Fué  allí  donde,  por  simple  pasa- 
tiempo, tradujo  i  completó  el  Atlas  de  Las  Cases. 

46. — Autobiography  of a  femah  slave.  New  York,    1857, 
1  vol.  en  8^ 
Por  Mattie  Griffiths,  poeta  norte-americano. 

47. — Aventures  de  don  Juan  de   Vargas,  racontées  par  Jui 


NOTAS    PARA   UNA   BIBLIOGRAFÍA  393 

méme.  Tradaites  de  Vespagnol  sur  le  manuscrit 
inédit  par  Charles  Navarin.  París,  1853,  1  vol.  en 
8*=*  pequeño. 

Este  librito,  que  forma  parte  de  la  Biblioteca  Elzeviria- 
de  P.  Janet,  es  una  novela  de  aventuras  que  se  suponen 
ocurridas  a  un  hidalgo  andaluz  que  recorre  las  cinco  par- 
tes del  mundo  a  mediados  del  siglo  XVI,  i  que  es  testigo  i 
autor  en  los  sucesos  de  la  conquista  de  América.  Las  aven- 
turas son  divertidas  i  bien  contadas,  pero  con  frecuencia 
licenciosas.  Basta  leer  la  "Advertencia  del  traductor" 
para  sospechar  que  la  existencia  del  manuscristo  español 
es  una  invención.  El  nombre  del  llamado  traductor  es 
también  un  simple  seudónimo. 

Don  Pascual  de  Gayángos,  en  un  artículo  publicado  en 
en  el  tomo  IIÍ  páj.  241  de  la  Revista  española  de  ambos 
mundos  (Madrid,  1855)  hizo  un  análisis  de  este  libro.  (>ee 
con  razón  que  es  una  novela,  i  sostiene  que  ha  sido  escrita 
sobre  el  Viaje  del  mundo  del  clérigo  aaradecido  por  Ordó- 
ñez  de  Ceballos,  célebre  historia  romancesca  de  peregrina- 
ciones i  aventuras,  varias  veces  reimpresa  en  p]  siglo  XYII. 
El  señor  Gayángos,  sin  embargo,  no  dice  que  Navarin 
sea  un  nombre  de  invención.  Sabin,  er  la  pajina  355  del 
tomo  IX  de  su  Dictionnary  of  hooks,  clasifica  las  Aventu- 
tures  de  don  Juan  de  Vargas,  como  un  libro  serio  de  me- 
morias de  viajes. 

El  autor  de  este  libro  es  M.  Charles  Tefínaux,  hijo,  se- 
gún creo,  del  célebre  bibliógrafo  i  coleccionista  Ternaux 
Compans. 

Aunque  el  autor  conoce  bien  los  hechos  de  la  historia  de 
la  conquista  de  América,  en  que  hace  intervenir  a  su  héroe, 
incurre  en  algunos  errores.  Así  en  la  páj.  54,  supone  que 
Almagro  fué  juzgado  i  ejecutado  en  Lima, 

48. — Aventures  [Les]  de  Jaques  Sadeur,  dans  la  decouverte 
et  le  voyage  de  la  terre  austrak.  Paris,  1692,  1 
vol.  en  12^ 

Reimpreso  en  1705.  Este  libro  fué  publicado  por  prime- 
ra vez  en  Jinebra  en  1676  con  este  título:  "La  terre  aus- 
trale  connu,  c'est  á-dire,  la  description  de  ce  pays  inconnu 
jusque  ici,  de  ses  moeurs  et  de  ses  coutumes,  par  M.  Sa- 
deur." A  juzgar  por  el  título  se  tomarla  por  un  libro  de 
jeografía  i  de  viajes,  i  así  lo   he  visto   clasificado  por  el  cé- 


394  ESTUDIOS   HISTÓRiCO-BIBLIOGRÁFlCOS 

lebre  bibliógrafo  Tromel.  Sin  embargo,  es  sólo  una  novela 
licenciosa,  verdaderamente  escandalosa,  i  de  ningún  mérito 
literario.  Su  autor  fué  Gabriel  Foigny,  fraile  franciscano 
francés,  que  abandonó  el  convento  durante  muchos  años, 
i  que  llevó  una  vida  llena  de  aventuras. 

49. — Beaiix  traits  de  Vhistoxre  des  voyages,  ou  anecdotes 
curieuses  sur  difíérents  peuples  des  cinq  parties  du 
monde.  Edition  revue  par  Buqcelos.  Lille,  1825,  1 
vol.  en  18'^ 

Por  Simón  Blocquet,  infatigable  compilador  de  libritos 
elementales  para  la  instrucción  del  pueblo,  de  los  cuales 
tres  tienen  atinjencia  con  la  historia  americana.  Véase  su 
nombre  en  la  lista  alfabética  de  autores. 

50. — Belle  Bojd,in  camp  and  prison.  Witb  an  introduction 
by  a  friend  to  thesouth.  London,  1865, 2  vols.  en  8*^ 

Este  libro,  reimpreso  el  mismo  año  en  Nueva  York,  es 
mui  curioso.  Los  diarios  de  Estados  Unidos  contaron  la 
historia  de  su  heroina  i  autora  en  los  términos  siguientes: 
Belle  Boyd  era  una  joven  de  Martinsburg,  Virjinia,  que  se 
distinguió  en  la  guerra  de  secesión  como  espía  al  servicio 
de  Jackson  i  de  otros  jenerales  rebeldes,  i  que  cerró  su  ca- 
rrera seduciendo  a  un  teniente  de  la  marina  federal  llama- 
do Hardinge,  el  cual  se  enamoró  de  ella.  Hardinge,  cedien- 
do a  las  instancias  de  Belle  Boyd,  dejó  escapar  un  prisio- 
nero que  estaba  bajo  su  custodia,  i  poco  después  desertó 
del  servicio,  se  pasó  al  enemigo,  i  se  casó  con  ella.  La  au- 
tora del  libro  es  mas  conocida  con  el  nombre  de  Mistress 
Hakdinge. 

51.—  Beschrijvinge  van  de  volkpIantingeZvriname.T^QjáQn^ 
1718,  1  vol.  en  5^ 

Descripción  de  la  colonia  de  Suriñan,  dedicada  a  P.  van 
der  Veen,  gobernador  de  ella.  Contiene  un  corto  vocabu- 
lario caribe.  Su  autor  fué  J.  D.  Harlein,  escritor  holandés. 

52. — Beschrijvinge  van  het  Heerlijcke  ende  Gezegende Landt 

Guajana.  Gravenhagen,(LaHaya)  1660,1  vol.  en 4*^ 

^^Descripción  déla  excelente  i  bendita  tierra  de  Guayan a.^^ 


NOTAS    PARA    UNA   BIBLIOGRAFÍA  395 

Libiro  sumamente  raro  en  esta  edición,  destinado  a  probar 
las  ventajas  de  Guayana  sobre  los  territorios  llamados 
Nuevos  Paises  Bajos,  en  la  América  del  Norte,  para  los 
efectos  de  la  colonización.  Su  autor  fué  O.  Keye,  escritor 
holandés. 

53. — Biblioteca  americana  [La]  o  miscelánea  de  literatura^ 
artes  i  ciencias.  Por  una  sociedad  de  americanos, 
Londres,  1823,  en  8^ 

En  los  catálogos  bibliográficos  en  que  hemos  visto  ano- 
tado este  periódico,  ne  dice  equivocadamente  que  sólo  se 
publicó  un  tomo.  Se  dio  también  a,  luz  el  primer  número 
del  tomo  11,  que  consta  de  60  pajinas.  Es  una  publicación 
útil,  que  contiene  excelentes  artículos  de  crítica  literaria  i 
de  filolojía,  i  documentos  i  noticias  importantes  para  la 
historia  i  la  jeografía  americanas.  Sus  directores  i  principa- 
les redactores  fueron  don  Andrés  Bello  i  don  Juan  García 
DEL  Rio.  Las  iniciales  de  éstos,  puestas  al  pié  de  algunos 
de  los  artículos,  dejan  ver  quién  era  su  autor. 

'*E1  Repertorio  Americano^^  (1826-1827),  de  que  habla- 
mos en  otro  lugar,  fué  concebido  i  ejecutado  bajo  el  mismo 
plan  i  por  los  mismos  directores. 

54}.—Bib1¡otheca  americana:  being  a  choice  Collection  oí 
books  relating  to  North  and  South  America  and 
West  Indies,  including  voyages  to  the  southern  he- 
misphere,  maps,  engravings  and medals,Var{s,  1831, 
1  Yol.  en  8.° 

Bibliografía  americana  reimpresa  en  1840,  i  contraída 
especialmente  a  la  descripción  de  los  libros  de  su  autor, 
Dctvid  Bailie  Warden.  Véase  este  nombre  en  el  índice  de 
autores. 

55— Bibliotheca  Americana  vetustissima.  A  dcscription  oí 
works  relating  to  America,  published  between  the 
years  1492  and  1551.  New  York,  1866,  8*? 

Obra  notable   por  la  lujosa  i  esmerada  impresión  tipo- 
gráfica i  por  la  inmensa  erudición  bibliográfica.  Su  autor, 
Mr.   Henry    Harrisse,    abogado   de  Nueva    York,   pudo 
consultar  las  riquezas    singulares   que   sobre    la  historia 


396  ESTUDIOS    HISTÓRTCO-BIBLrOGRÁFICOS 

americana  han  amontonarlo  las  bibliotecas  públicas  i  par- 
ticulares de  Estados  Unidos,  catalogarlas  i  describirlas 
con  la  mayor  prolijidad.  Por  la  abundancia  de  notas  ilus- 
trativas, ha  podido  también  hacer  de  su  bibliografía  una 
verdadera  historia  jeográfica  de  ese  período,  que  la  consti- 
tuye en  un  libro  indispensable  para  el  que  desee  estudiar 
la  sucesión  i  el  desarrollo  de  los  descubrimientos  jeográfi- 
cos  defines  del  siglo  XV  i  déla  primera  mitad  del  siglo  XVI. 
El  libro  de  Mr.  Harrisse  fué  recibido  en  todas  partes  con 
jeneral  aplauso.  Sin  embargo,  un  periódico  literario  de 
Londres  The  Athsnaean,  de  6  de  octubre  de  1866,  publi- 
có un  violento  artículo  que  puede  verse  estractado  en  la 
Bihliotheca  histórica  de  Stevens.  El  error  mas  notable  que 
se  le  hallaba  era  el  haber  tomado  por  nombre  de  persona 
el  título  de  un  libro  alemán  Andere  Schiffahrt,  (Segunda 
Navegación),  creando  así  un  personaje  que  no  hsi  existido. 
Aunque  Mr.  Harrisse  ha  sostenido  que  éste  es  el  resulta- 
do de  una  inconsciente  corrección  de  pruebas,  agravada 
por  el  hecho  de  haber  puesto  otra  persona  el  nombre  de 
Andere  Schiffahrt  en  el  índice  de  autores,  este  error  ha  da- 
do lugar  a  muchas  burlas  entre  los  eruditos  i  ha  contri- 
buido a  minorar  el  valor  inmenso  de  esa  preciosa  biblio- 
grafía. 

56 Bibliotheca  Americana  vetustissima.  A  description  of 

works  reíating  to  America,  published  hetween  the 
years  1492  and  1551.  Additions,  París,  1872,  1 
vol.  8^ 

Complemento  de  la  obra  anterior,  preparado  por  Mr. 
Henry  Harrisse  bajo  el  mismo  plan,  e  impreso  con  ma- 
yor lujo  todavía.  Véase  sobre  éste  el  índice  alfabético  de 
autores. 

57. — Bihliotheca  Americo-Septentrionalis:  being  a  choise 
collection  of  books  in  various  langaages,  reíating 
to  the  bistory,  clima  te,  geography,  etc.  of  North 
Americu  from  its  ñrst  discovery  to  its  presen t  exis- 
ting  government.  París,  1820,1  vol.  8" 

Bibliografía  de  la  biblioteca  de  David  Baile  Warden,  i 
concerniente  casi  en  su  totalidad  a  Estados  Unidos.  Esta 
valiosa  colección,  prolijamente  descrita  por  su  propietario, 


NOTAS    PARA    UNA    RIBLIOGRAFÍA  397 

.  forma  hoi  parte  de  la  biblioteca  de  Harvard  College  (Massa- 
chusetts,  a  la  cual  fué  obsequiada  en  1822  por  Samuel  A. 
Elliott,  comerciante  de  Boston^  que  la  compró  a  su  primer 
propietario  (Véase  Public  libraries  in  the  United  States, 
Washington,  1876,  p.  82). 

58. — Bihliothecse  Atnericanse  primordia.  An  attempt  to- 
wards  layingthe  foundation  ofan  american  library 
London,  1713,  1  vol.  4^ 

Catálogo  esmerado  de  libros  americanos,  en  que  cada 
libro  está  descrito  con  la  mayor  exactitud,  con  su  título 
completo,  el  número  de  sus  pajinas  i  el  nombre  del  impre- 
sor. Desgraciadamente  sólo  describe  los  libros  obsequiados 
a  la  Sociedad  para  la  propagación  del  evanjelio,  por  Chi- 
te Kenníítt,  obispo  de  Peterborough;  pero  así  en  sus  re- 
ducidas proporciones,  es  un  trabajo  bibliográfico  superior, 
por  el  método  i  el  caudal  de  indicaciones  sobre  cada  libro, 
a  todos  los  ensayos  que  conozcamos  del  mismo  jénero  an- 
terior a  nuestro  siglo. 

59. — Bihíiotheca  mexicana.  A  catalogue  ofhooks  an  manus- ' 
ctipts,  almost   w^hoUy  relating  to   the  history  and 
íiterature  of  North   and  South    America,  particw 
larly  México.  London,  1869,  1  vol.  8*? 

Catálogo  útil  de  una  preciosa  biblioteca  de  libros  i  ma- 
nuscritos americanos  i  principalmente  mejicanos,  reunidos 
en  Méjico  por  el  abate  A.  Fischer,  capellán  del  emperador 
Maximiliano,  i  por  el  doctor  Berent.  Consta  de  2,962 
obras,  que  fueron  vendidas  en  Londres  en  venta  pública 
entre  el  1^  i  el  7  de  junio  de  1869,  i  que  produjeron  3,984 
libras  esterlinas,  2  chelines  6  peniques. 

60. — Bihíiotheca  mexicana.  Catalogue  d^une  coUection  de 
livres  rares  ( principalement  sur  Phistoire  et  la  lin- 
guistique)  reunie  au  Mexique  par  M***  at taché  a 
la  cour  de  Pempereur  Maximilien.  Paris,  1868, 
Opúsculo  en  8^ 

Compuesto  de  solo  233  artículos.  Formaron  parte  de  la 
biblioteca  del  abate  Agustín  Fischer,  capellán  de  Maxi- 
miliano, i  fueron  vendidos  en  París  en  1868.  Acerca  de  la 
mayor  parte  de  esta  biblioteca,  véase  el  número  anterior. 


398  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

61. — Biografía  del Jeneral  don  Manuel  Bálnes,  presidente 
de  la  República  de  Chile,  Santiago,  1846,  opúsculo 
de  84  pajinas,  8° 

Reseña  biográfica,  noticiosa  i  bien  ordenada,  escrita  por 
el  célebre  publicista  arjcntino  donjuán  Bautista  Alberdi, 
residente  entonces  en  Chile. 

62.— Biografía  del  jeneral  San  Martin,  por  Ricardo  Gual  i 
Jaén,  Londres,  1823,  1  vol.  8*? 

Esta  biografía  sumaria  pero  mui  bien  escrita,  fué  reim- 
presa en  Paris  en  1844,  con  algunas  noticias  i  documentos 
suplementarios,  i  en  Buenos  Aires  en  1854  con  un  retrato 
litografiado  i  con  un  mayor  número  de  documentos.  Ri- 
cardo Gual  i  Jean  es  el  anagrama  de  don  Juan  García  del 
Rio,  distinguido  escritor  neo-granadino,  que  habia  sido 
secretario  de  San  Martin  en  el  Perú. 

63. — Biographia  americana;  or  an  historical  and  critical  oí 
the  Uves,  actions  and  writings  of  the  most  distin- 
guished  persons  in  North  America.  By  a  gentleman 
oíPhiladelphia.  New  York,  1825,  1  vol.  8*? 

Por  Benjamin  Franklin  French,  escritor  norte-america- 
no mui  distinguido  mas  tarde  por  sus  trabajos  históricos 
sobre  la  Luisiania  i  la  Florida. 

64!.—Biooraphical  memoirs  of  the  ilustrious  general  Geor- 
ge  Washington,  late  president  of  the  United  States 
of  America.  Philadelphia,  1800,  1  vol.  16^ 

Historia  popular  de  Washington  escrita  por  Tomas 
CoNDiE,  reimpresa  varias  veces. 

Qo.—Biographieal  (A)  notice  ofcom.   [esse  D.  Elliott.  By  a 
citizen  ofNew  York,  Philadelphia,  1835,  1  vol.  12*? 
Por  Russell  Jarvis. 

Q6,—Bivouacs  {Les)  de  Vera  Cruz  a  México,  par  un  zou- 
ave;  avec  une  carte  spéciale  dressée  sur  place  par 
Tauteur.  P reface  par  Aurélien  SchoU,  Paris,  1864, 
1  vol.  8^ 


p= 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  399 

Por  el  marques  Gastón  Alexandre  Auguste  de  Gallifet, 
militar  francés  que  hizo  la  campaña  de  Méjico. 

67. — Bosquejo  lijerísimo  de  la  revolución  de  Méjico  desde 
el  grito  de  Iguala  hasta  la  proclamación  imperial. 
Filadelfia,  1822,  1  vol.  8^ 

Don  Lucas  Alaman,  que  cita  varias  veces  este  libro  en  la 
segunda  parte  de  su  Historia  de  Méjico,  acusándolo  de 
parcial  contra Iturbide,  dice  que  se  atribuye  a  don  Vicente 
RocAFUERTE.  conocido  patriota  guayaquileño.  El  mismo 
Rocafuerte  se  ha  reconocido  autor  de  este  libro  en  la  paji- 
na 23  de  un  opúsculo  publicado  en  Lima  en  1844,  con  el 
título  de  A  la  Nación.  Este  opúsculo  es  el  11°  de  una  se- 
rie de  escritos  publicados  por  Rocafuerte  con  el  mismo  tí- 
tulo, en  defensa  de  su  carrera  política.  Este  número  con- 
tiene una  especie  de  autobiografía  completa  de  este  perso- 
naje. 

El  libro  de  Rocafuerte  termina  con  un  poema  anónimo 
que  el  erudito  escritor  cubano  Bachiller  i  Morales  atribuye 
al  distinguido  poeta  don  José  María  Heredia.  "Aunque 
este  libro,  agrega,  aparece  impreso  en  Filadelfia,  lo  fué  en 
la  Habana. II 

En  la  portada  del  libro  se  lee:  "Philadelphia:  imprenta 
Teracruef  (Rocafuerte)  i  Narocajeb  (Berajano),  segundo 
apellido  de  aquel  personaje. 

68.— Boy  inventor  (  The) ,  a  memoir  oí  Mathew  Edwards. 
mathematical  instruments  maker.  Boston,  1860,  1 
YOl.  18^ 

Biografía  con  retrato  de  un  niño  inventor  de  algunos 
instrumentos  de  matemáticas,   escrita  por  Thomas   BuL- 

FINCH. 

69.— Brave  Oíd  Salt,  or  Ufe  the  Quarter  Deck.   A  story  oí 
the  Great  Rebelión.  By  Oliver  Optic,  Boston,  1866, 
1  vol.  16^ 

Por  VYilliam  J.  Adams,  escritor  norte  americano  conoci- 
do con  el  seudónimo  de  Oliver  Optic,  i  autor  de  muchas 
obras  i  de  un  periódico  literario  destinado  a  los  niños,  i 
mui  popular  en  Estados  Unidos. 


400  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

70. — Breve  relagao  dos  ultimas  successos  da  guerra  do 
Brasil,  restitu^ao  da  citade  Mauricia  etc.,  e  mais 
pravas  que  os  hollandezes  ocuparam  n'aquelle  esta- 
do. Lisboa,  1654,  4^ 

Opúsculo  de  30  pajinas,  rarísimo,  escrito  por  Joao  de 
Medeiros  Correa,  abogado  portugués,  auditor  de  guerra 
en  la  provincia  de  Alentejo. 

71. — Brief  discours  et  histoire  d^un  voy  age  de  quelques 
frangois  en  la  Floride;  et  da  tnassacre  autant  injtis- 
tement  que  harbarement  executé  sur  eux  par  les 
Hespagnols,  Pan  1565.  Par  ci  devant  redigé au  vray 
par  ceux  qui  s'en  retirerent;  de  maintenant  revue  et 
augmenté  de  nouveau  parUrbain  Chauveton  (Gene- 
vej,  1579,  1  Yol.  en  8*? 

Relación  reimpresa  en  otras  ocasiones.  El  P.  Charlevoix, 
en  la  bibliografía  puesta  en  su  Histoire  de  la  Noavelle 
France,  cree  que  esta  relación  está  sacada  del  Discours  de 
r histoire  de Isi  Florida,  publicado  en  1566  en  62  pajinas,  8°, 
sin  nombre  del  autor.  En  efecto,  el  Brief  discours,  etc.,  es 
una  reproducción  casi  literal  de  la  relación  anónima,  a  la 
cual  Chauveton  ha  añadido  algunos  detalles  tomados  en 
parte  a  otro  viajero  francés,  André  Thevet.  El  autor  ver- 
dadero de  esta  relación,  como  se  verá  en  la  nota  que  con- 
sagramos al  Discours  de  V histoire  de  la  Floride,  se  llamaba 
Le  Chailleux. 

Por  lo  demás,  el  mismo  Urbano  Chauveton,  en  la  tra- 
ducción latina  de  la  obra  de  Benzoni,  publicada  en  Jinebra 
en  1579,  dice  espresamente  en  la  pajina  533  que  la  relación 
de  los  sucesos  de  la  Florida  que  refiere  a  continuación,  está 
traducido  de  la  epístola  que  escribió  Nicolás  Challusius 
(Le  Chailleux)  de  Dieppe,  testigo  de  los  sucesos  que  narra. 

72. — Brief  (A)  disquisition   concerning  the  early  history  of 
printing  in  America.  New  York,  1866,  en  8^ 

Estracto  de  la  Biblioteca  Americana  vetustissima.  Véase 
el  núm.  55,  impreso  en  número  de  25  ejemplares. 

73. — Brieven  over  de  tegenwoordige  tijdsomstandigheden 
1779,  1  vol.  en  8^ 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  401 

Cartas  sobre  las  ocurrencias  de  este  tiempo,  pitblicadas 
sin  lugar  de  impresión  (probablemente  La  Haya  o  Ley- 
den)  destinadas  a  demostrar  el  ínteres  de  la  Holanda  en 
mantener  sus  relaciones  con  la  Gran  Bretaña,  i  en  resistir 
a  la  sujestiones  de  la  PVancia  en  la  cuestión  americana.  Su 
autor  fué  RyklofMicliel  van  Goens,  filólogo  i  publicista 
holandés  muerto  a  principies  de  este  siglo. 

Van  Goens  es  autor  de  otras  obras  anónimas  relaciona- 
das con  la  historia  americana.  Véase  mas  adelante  Politik 
Vertoog,  etc. 

74. — British  Enipire  {The)   in   America,  containing  the  his- 
tory  oí  the  discovery,  settlement,  progress  and  pre-' 
sent  stateofall  thehritish  coloníes  on  the  contitient 
and  islands   oí  America.    With  maps.  By  Hermán 
Molí,  geographer.  Loiidon,  1700,  2  vols.  en  8*' 

Algunos  bibliósfrafos  han  atribuido  este  libro  a  Hermíin 
Molí,  que  es  sólo  el  autor  de  los  map  s.  El  verdadero  au- 
tor del  libro  es  John  Oldmixon,  que  firma  la  dedicatoria, 
si  bien  la  vSe^unda  edición  de  1741,  que  contiene  la  con- 
tinuación de  la  historia,  no  trae  su  nombre  en  la  dedicato- 
ria. El  Dr.  Watt,  siempre  bien  informado,  incluye  este  libro 
entre  las  obras  de  Olmidxon,  en  su  Bibliotheca  Britannica, 
tomo  n.  páj.  716  y.  Oldmixon  (1693-1742)  fué  un  histo- 
riador  mui  fecundo,   poeta  i  crítico  injustamente   severo. 

lo.—Babbles  (The)  oí  Ganada.  By  the  anthor  oí  ''The 
Clockmakerr  London,  1839,  1  vol.  en  8^? 

Cuadros  de  las  costumbres  del  Canadá  por  Thomas 
Chandler  Haijburton.  Véase  el  índice  alfabético  de  au- 
tores. 

'76. — Caga  (A)  no  Brazil,  ou  Manual  do  calador  en  toda  a 
America  tropical,  acompanhado  de  um  glossario 
dos  termos  usuaes  de  caga  por  un  hrazileirp  devoto 
de    S.    Humberto.    Rio    de   Janeiro,   1860,   1    vol. 

en  8^       . 

Por  Francisco  Adolfo  de  Varnhagen,  mas  tarde  barón  i 
después  vizconde  de  Porto  Seguro,  célebre  erudito  e  histo- 
riador brasilero. 

TOMO  VI  2^ 


402  ESTUDIOS   HISTÓIIICO-BIBLIOGRÁFICOS 


77.  — California:    its  gola    and  its   inh¿ihitsnts.   Londoa^     | 
1856,  2  vols.  en  8'-  - 

Por  Sir  Henry  V.  Huntley,  oficial  He  la  marina  inglesa 
i  autor  de  otras  obras  de  viajes, 

78. — Carta  al  Observador  de  Londres^  o  impugnación  a  las 
falsedades  que  se  divulgan  contra  América.  Escrita 
por  Dionisio  Terrasa  i  Rejón,  natural  de  Metagua. 
Londres,  1819,  1  vol.  en  8^ 

Defensa  vigorosa  de  la  revolución  hispano-americana,  i 
crítica  acerada  de  las  opiniones  que  para  desprestijiarla 
em\t\a  El  Observador  de  Londres,  periódico  publicado  en 
esa  época  en  lengua  castellana  para  defender  los  intereses 
de  la  metrópoli.  El  autor  de  esta  carta  es  don  Antonio  Jo- 
sé de  Irisarki,  natural  de  Guatemala,  que  firmaba  algunos 
de  sus  escritos  con  el  anagrama  que  aparece  al  frente  de 
este  libro.  Irisarri  era  entonces  ájente  de  Chile  en  Londres. 
Su  conocimiento  de  los  sucesos  de  la  revolución  americana, 
en  que  habia  tomado  parte  principal,  le  permitia  rectificar 
muchos  errores  de  sus  adversarios,  i  burlarlos  con  los  chis- 
tes de  su  fecundo  injenio  de  polemista.  En  la  segunda  par- 
te de  este  libro  ha  publicado  algunos  documentos  impor- 
tantes i  dos  reseñas  biográficas,  una  de  O'Higgins  i  otra 
de  Bolívar,  escritas  con  acopio  de  noticias  i  con  verdadero 
talento  literario. 

79. — Carta  de  Cristóbal  Colon  enviada  de  Lisboa  a  Barce- 
lona en  marzo  de  1493.  Nueva  edición  crítica:  con- 
teniendo las  vanantes  de  los  diferentes  textos.  Jui- 
cio sobre  éstos,  refecciones  tendentes  a  mostrar  a 
quien  la  carta  fué  esciita,  i  varias  otras  noticias,, 
por  el  seudónimo  de  Valencia,  Viena,  1869,  1  vol. 
en  S'? 

Edición  de  lujo  publicada  en  un  corto  número  de  ejem- 
plares, de  la  traducción  castellana  de  la  primera  carta  de 
Colon,  impresa  con  caracteres  góticos  e  ilustrada  con  una 
introducción,  con  notas  críticas  i  con  un  mapa  de  las  An- 
tillas destinado  a  mostrar  que  la  primera  isla  visitada  por 
Colon,  fué  Mayaguana.  \i\  editor  i  comentador  de  esta  car-^ 
ta  fué  el  erudito  historiador  brasilero  don  Francisco  Adolfo 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  40S 

de  Varnhagen,  vizconde  de  Porto  Seguro,  que  en  1858  hizo 
la  edición  de  Valencia.   Véase  "Primera  epístola,  etc. ti 

80.— Carta  de  tin  americano  al  ''Español  de  Londres'^  so- 
bre su  número  XIX.  Londres,  1811,  1  vol.  en  8^ 

Escrito  notable  sobre  las  cansas  de  la  revolución  hispa- 
no-americana,  i  dirijido  a  refutar  las  doctrinas  de  El  Espa- 
ñol, periódico  que  redactaba  don  José  Blanco  White.  Fué 
el  autor  de  esta  Carta  el  clérigo  mejicano  don  José  Servan- 
do Teresa  de  Mikr  Norip:ga  i  Guerra,  autor  de  una  Histo- 
ria de  la  revolución  de  Nueva  España,  que  anotamos  mas 
adelante.  Véase  este  título. 

El  presbítero  Mier,  mui  conocedor  de  la  historia  i  de  la 
lejislacion  de  Méjico,  aprovechó  estos  conocimientos  para 
condenar  el  réjimen  gubernativo  i  político  de  la  España 
respecto  de  sus  colonias  de  América.  Su  obra  fué  reimpresa 
en  Chile  en  1812,  para  justificar  la  insurrección  contra  la 
metrópoli,  i  es  el  primer  libro  que  se  haya  dado  a  luz  en 
nuestro  pais. 

Habiendo  contestado  Blanco  White  en  el  número  XXIV 
de  £^/ £^s/)ai5o/ al  escrito  del  clérigo  Mier,  éste  publicó  su 
Segunda  carta  de  un  americano  al  Español  sobre  su  nú— 
mero  XXIV.  Contestación,  etc  Londres,  1812,  1  v.  8^,  vo- 
lumen de  200  pajinas,  igualmente  notable  por  su  conoci- 
miento de  la  cuestión,  por  su  espíritu  liberal,  i  hasta  por  el 
arte  literario,  raro  en  los  escritores  de  los  primeros  dias  de 
la  revolución  hispanoamericana. 

81. — Carta  de  un  ex  diputado  de  Nueva  España,  amante 
del  ñlósoío  Nezahualcogotl,  pero  no  tampoco  afec- 
to a  Jicotencatl  i  Majiscatcin,  como  enemigo  de  Te- 
zozomoc  i  Moxtlaton.  Escribíala  don  Nicasio 
Hueicolhuacan,  Madrid,  1822,  1  vol.  en  4^ 
Por  don  José  María  Quiros  i  Millan 

82. — Cartas  chilenas,  em  que  o  poeta  Cri tillo  conta  a  Do- 
rotheoos  factos  de  Fanfart ao  Minezio,  governador 
do  Chile.  Dadas  a  luz  com  una  introducqao  por 
Luis  Francisco  da  Veiga.  Rio  de  Janeiro,  1863,  1 
vol.  en  8^^ 


404  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOaRÁFICOS 

En  1845,  la  Minerva  /jras/'/e/íse  habla  publicado  en  su 
núm.  8  las  primeras  siete  cartas  de  esta  obra  anónima,  i 
diversos  eruditos  habian  tratado  de  descubgr  el  nombre  de 
su  autor.  El  entendido  bibliógrafo  e  historiador  Yarnha- 
gen  sostuvo  en  el  principio  que  este  era  el  poeta  Ignacio 
José  de  Alvarenga  Peixoto,  i  mas  tarde  Claudio  Manuel  da 

Costa.  El  señor  L.  Francisco  da  Veiga,  que  ha  hecho  la 
esmerada  edición  de  1863,  publicando  íntegras  las  trece 
cartas  que  forman  la  colección,  i  depurándolas  de  los  erro- 
res de  la  edición  anterior  de  lassiete  primeras,  las  ha  acom-» 
panado  de  una  erudita  introducción  en  que  queda  casi  de- 
finitivamente demostrado  que  su  verdadero  autor  fué  el 
insigne  poeta  brasilero  Thomas  Antonio  de  Gonzaga. 

Las  Cartas  chilenas  son  una  colección  de  sátiras  políti- 
cas mas  o  menos  injeniosas,  contra  la  administración  co- 
lonial de  los  portugueses;  i  en  este  sentido  son  de  una  gran- 
de utilidad  para  la  historia  del  Brasil,  al  mismo  tiempo 
que   una   lectura   agradable   i   entretenida.  El   nombre  de 

Chiie  está   tomado   sólo   para  encubrir  el   objetivo  de  la 
sátira. 

83. — Cartas  pehuenches;    o  correspondencia  de  dos  indios 

naturales  del  Pire-Mapa,  o  sea  la  cuarta  tetrarquía 

en  los  Andes,  el  uno    residente  en    Santiago,    i  el 

otro  en  las  cordilleras  pehuenches.  Santiago,  1820, 

periódico  en  12  números  en  4" 

Sabincatalogaeste  periódico  chileno  bajo  el  núm.  47,426 
de  su  Dictionnary  ofhooks  relatiag  to  America,  i  le  da  por 
autores  a  Melillanca  i  Guanalcoa,  nombres  imajinarios  de 
los  indios  que  mantienen  la  supuesta  correspondencia.  Se 
sabe  que  el  autor  de  las  Cartas  pehuenches  íwé  áon]\x^n. 
Egaña,  tan  conocido  en  la  historia  de  la  revolución  de 
Chile. 

84. — Cartas  sobre  a  Confederaqao  dos  Tamoyos  por  J.   G. 
Rio  de  Janeiro,  1856,  1  vol.  en  8" 

Crítica  del  poema  del  célebre  poeta  brasilero  Magal- 
haes,  por  José  iVlartiniano  Alendar,  distinguido  literato  i 
novelista  muerto  en   Rio  de  Janeiro  en  diciembre  de  1877. 

S5.— Cassette  {La)  verte  de  Monsieur  de  Sartine,  trouvée 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  405 

chez  Mademoiselle  da  Thé.  ^."^<^  édition  revue  et  co- 
rrigée  sur  celles  de  Leipzic  et  d'  Amsterdam.  La  Ha- 
ye,  1779,  en  8*? 

Hai  ejemplares  de  este  mismo  opúsculo,  con  el  mismo' 
año  de  impresión,  que  llevan  la  nota  de  5^  edición.  Parece 
que  en  realidad  no  ha  tenido  mas  que  una  sola.  Es  una  crí- 
tica burlesca  de  la  alianza  de  Francia  con  Estados  Unidos 
en  favor  de  la  independencia  de  éstos.  Su  autor  fué  Kichard 
TiCKELL,  poeta  ingles,  muerto  en  1793. 

86. — Catalogue  ofa  portion  ofthe  rare  and  eurious  íihrary 
of  an  eminent  collector  in  Edinboiirgh,  particu- 
larly  rich  in  works  relatin*^  to  America  (sin  lugar 
de  impresión),   1856,  1  vol.  en  8*=* 

Bibliografía  americana  de  la  biblioteca  de  David  Laing^ 
coleccionista  ingles,  editor  erudito  de  varias  obras,  i  es- 
critor de  mérito. 

87. — Catechism  {A)  ofthe  history  ofNew  Hamsphire,  frotn 
its  ñrst  settlement  to  the  ptcsent  period;  fot  the 
use  of  schools  and  families,  Concord,  1829,  1  vol. 
en   12*^ 

Por  John  Fakmer,  fecundo  escritor  norte-americano 
muerto  en  1838,  autor  de  muchos  libros  de  historia  local  i 
de  jenealojía  de  la  Nueva  Inglaterra. 

88. — Causa  criminal  instruida  al  jeneral  de  división  Anto- 
nio López  de  Santa  Ana,  acusado  del  delito  de  trai- 
ción contra  la  forma  del  gobierno  establecida  en  his 
bases  orgánicas,  Méjico,  1  vol.  en  4^ 

Libro  mt4Í  interesante  para  la  historia,  de  426  pajinas^ 
por  don  P.  Vergara. 

89.— Censor  Americano  (El),  Londres,  1820,  1  vol.  en  8*?. 

Periódico  mensual  publicado  en  Londres  en  español,  de 
julio  a  octubre  de  1820  para  defender  la  causa  de  la  inde- 
pendencia hispanoamericana.  Los  cuatro  números'^publi- 
cados  forman  un  tomo  de  354  páiinas,  i  contienen  muchos 
documentos  i  n  oticias  referentes  a  la  historia  i  la  jeografía 


406  KSTtjDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

de  las  nuevas  repúblicas.  Su  principal  redactor  fué  don 
Antonio  José  de  Irisarki,  ájente  de  Chile  en  Londres.  Y. 
este  nombre  en  la  lista  alfabética  de  autores. 

90. — Choix  de  lettres  ¿diñantes,  écrites  des  missions  étra  n- 
gcres\  a  veo  des  ¿idditions,  des  notes  critiques  et  des 
observations  pour  la  plus  grande  intelligence  de  ees 
lettres.  Par  M^'^^*  Paris,  1808-1809,  8  vols.  en  8^ 

Los  tomos  Vir  i  VIII  contienen  las  misiones  de  América 
precedidas  de  un  Cuadro  histórico  del  descubrimiento  del 
nuevo  mundo  i  de  los  primeros  establecimientes  de  los  es- 
pañoles, los  ingleses  i  los  franceses.  Su  autor  fué  el  abate 
Jean  Baptiste  Montmignon,  escritor  francés,  muerto  en 
182-4.  En  las  ediciones  posteriores  de  este  libro,  a  pesar  de 
ser  "aumentadas",  se  han  suprimido  algunas  de  las  obser- 
vaciones o  adiciones  del  abate  Montmignon,  aquellas  que 
tienen  menos  relación  con  el  asunto  de  que  se  trata. 

91.—  Christophe  Colomb,  ou  P Amérique  décoiiverte,  Paris, 
1773,  2  vols.  en  8^ 

Poema  en  verso  escrito  por  Augusto  Anicet  Büurgeois, 
abogado  e  historiador  francés  que  residió  algunos  años  en 
Santo  Domingo.  El  mismo  dice  que  encontrándose  "ago- 
viado  por  el  mas  cruel  infortunio,  i  no  sabiendo  qué  hacer 
para  espantar  el  aburrimiento,"  se  le  ocurrió  celebrar  al 
héroe  que  descubrió  esa  isla. 

En  la  Revista  de  Santiíigo  (X87v3),  tomo  II,  páj.  269  i  si- 
guientes, publiqué  un  análisis  de  esta  obra  en  un  artículo 
que  lleva  este  título.  Notas  bibliogníñcas  sobre  los  poe- 
mas a  que  ha  dado  oríjen  Cristóbal  Colon. 

Es  probable  quesead  retrato  del  autor  la  figura  que  hai 
en  la  lámina  del  tomo  II,  i  que  representa  a  un  hombre  ^que 
escribe  bajo  el  impulso  de  un  jenio  alado. 

92. — Chronological  [A)  abridginent,  ov  history  oí  discove- 
ríes  made  by  europeans  in  different  parts  oí  the 
world.  London,  1756,  3  vols.  en  12"^ 

Este  compendio  de  la  historia  de  los  viajes  i  descubri- 
mientos, hecho  con  buen  método  i  con  interés,  ha  sido  re- 
impreso con  cambios  de  título,   i   traducido  al  francés.  La 


¥ 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  407 

reimpresión  i  la  traducción  llevanel  nombre  del  autor,  John 
Barrow. 

^'^.—Chronologie  septenaire  de  rhistoire  de  la  paix  entre 
Jes  rois  de  France  et  d'Espagne.  Avec  le  succés  de 
plüsieursnavigationsaux  Indes  Orientales,  Occiden- 
tales et  Septentrionales,  depuis  le  commencement 
de  Van  1598  jusques  á  la  fin  de  Fan  .16S4.  París, 
1609,  1    Yol.  en  8*^ 

La  primera  edición  de  este  libro,  fué  hecha  en  1605;  i  en 
1612  se  reimprimió  completada  con  el  título  de   Chronolo- 
gie  nevenaire.   Bs  la  segunda  edición  de  1509  la  que  contie- 
ne las  noticias  sobre   los   viajes  a  América  i  en  especial  al 
>  Canadá,    tomadas,   según  el  distinguido  bibliógrafo  Ha- 

rrisse,  Notes  pour  servir  a  la  hiblios^raphie  de  la  Nouvelle 
France,  páj.  284,  de  los  viajes  de  Champlain.  El  autor  de 
este  libro  fué  Víctor  Palma  Cayet. 

94. — Clock-maker  {  The);  or  the  sayings  and  doings  oí  Sa- 
muel Slick.  London,    1837-40,  3  vols.  en  8^' 

Cuadros  humorísticos  de  la  vida  ^'■ankee,  muchas  veces 
reimpresos,  tratados  por  un  escritor  ingles  de  gran  talen- 
to, Thomas  Chandler  Haliburton,  juez  de  Nueva  Escocia, 
i  autor  de  muchas  obras,  algunas  de  ellas  anónimas.  Véase 
el  índice  alfabético  de  autores,  advirtiendo  que  allí  hemos 
apuntado  sólo  los  títulos  mas  importantes  de  estas  úl- 
timas. 

"95. — Códice  diplomático -americano.  Colección  de  cartas 
de  privilejios,  cédalas  i  otras  escrituras  del  gran 
descubridor  del  nuevo  mundo.  Habana,  1867,  1 
vol.  en  8*^  Con  un  retrato  litografiado  i  tres  fac- 
símiles. 

Reimpresión  de  los  documentos  castellanos  que  forman 
la  obra  señalada  en  el  número  siguiente,  con  la  introduc- 
ción i  las  notas  de  Sportono  traducidas  al  español  por  don 
Diego  Ruiz  Toledo.  Este  libro  fué  mandado  publicar  por 
el  cabildo  de  Cárdenas,  ciudad  de  Cuba,  donde  poco  antes 
se  habia  levantado  una  estatua  al  descubridor  del  nuevo 
mundo.  ^ 


408  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

96.— Códice  diplomático Colombo- Americano,  ossiaRaccol- 
ta  di  documenti  originaíi  e  inediti  spettanti  a  Cris- 
to foro  CoJomho,  alia  scoperta  el  il  governo  delP 
America.  Publicato  per  ordine  de  J'ilJmi.  decurioni 
de  la  cittá  de  Genova.  Genova,  1823,  1  vol.  en  é'^ 
Con  dos  retratos  de  Colon  i  dos  facsímiles. 

Esta  obra,  publicada  a  un  mismo  tiempo  en  Londres  en 
idioma  ingles,  fué  coordinada  por  el  padre  Giovani  Batista 
Sportono,  que  firma  la  erudita  introducción  biográfico- 
crítica  que  la  encabeza.  Para  la  traducción  castellana 
véase  el  número  anterior. 

üon  José  Blanco  Wliite  hizo  un  análisis  de  este  libro  en 
el  núm,  III  (abril  1'=*  de  1824)  del  periódico  titulado  Varie^ 
dades  o  el  Mensajero  de  Londres. 

97. — Colección  de  las  leyes,  decretos,  circulares  i  providen'- 
cias  relativas  a  la  desamortización  eclesiástica. 
Méjico,  1861,  2  vols.  en  12^ 

Por  don  Manuel  Payno,  ministro  de  hacienda  i  autor  de 
México  i  sus  cuestiones  financieras  con  la  Inglaterra,  la  Es- 
paña i  la  Francia.  Méjico,  1862,  1  vol.  en  4*?,  memoria  im-- 
portante  escrita  por  encargo  del  gobierno  mejicano. 

98. — Collection  (A)  oí orijinal papers  relative  to  the  histo- 
ry  of  the  colony  oí  Massachasetts-hay.  Boston, 
1769,  1  vol.  en  8*^ 

Publicada  por  el  teniente  gobernador  Thomas  Hutchix- 
soN  para  ilustrar  la  historia  de  los  primeros  tiempos  de 
aquella  colonia,  sobre  cuya  historia  escribió  i  publicó  una 
obra  importante.  Colección  reimpresa  en  1865  en  dos- 
volúmenes  en  4^ 

99.— Colombia:  siendo  una  relación  jeográfica,  topográñcá, 
agricultural,  comercial,  política,  etc.  de  aquel pais, 
adaptada  para  todo  lector  en  jeneral,  i  para  el  co- 
merciante i  colono  en  particular.  Londres,  1822,  2 
vols.  en  8° 

Esta  obra  íué  publicada  a  la  vez  en  ingles  i  en  españoL 
Escrita  primitivameute  en  el  primero  de  esoj  idiomas.  La 


NOTAS    PAKA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  409 

traducción  castellana,  como  se  deja  ver  por  el  título  que  he- 
mos copiado,  parece  hecha  por  una  persona  que  conoce 
mal  esta  lengua. 

El  bibliógrafo  Warden  dice  que  su  autor  fué  Walker, 
nombre  de  tantos  escritores  ingleses,  que  el  Dictionnary  of 
authors  de  AlHbone  señala  163  literatos  ingleses  del  mis- 
mo apellido.  Creo  que  el  autor  de  esta  obra  fue  Alejandro 
^V^vLKER,  el  autor  de  Política]  and  military  staíe  o f  Euro- 
pe,  publicado  en  1807,  i  de  otras  obras.  En  su  trabajo  fué 
ayudado  por  don  Leandro  Miranda,  hijo  del  famoso  jene- 
ral  venezolano  del  mismo  apellido,  el  cual  residia  en  Lon- 
dres, i  escribió  el  bosquejo  histórico  de  Colombia  que  ocu- 
pa una  buena  parte  del  segundo  tomo,  insertando  en  él 
muchos  documentos. 

El  libro  es  formado  principalmente  de  noticias  jeográfi-* 
cas  tomadas  de  los  viajes  de  Humboldt  i  de  Depons,  i  com- 
pletadas con  los  datos  oficiales  suministrados  por  el  go- 
bierno revolucionario  de  Colombia.  Creo  que  la  traducción 
castellana  ha  sido  hecha  por  el  mismo  don  Leandro  Miran- 
da, que  hablaba  i  escribia  mucho  mejor  el  ingles  que  el  es- 
pañol, por  haber  residido  casi  toda  su  vida  en  Inglaterra. 

100. — Colonice  AngUcanse  ilastratae;  or  the  acqiiest  of  do- 
minión and  the  plantation  oí  colonies  made  by  the 
english  in  America.  London.  1762,  1  vol.  en  4"^ 

Obra  muí  erudita,  de  la  cual  no  se  publicaron  mas  que 
141  pajinas.  Su  autor  fué  William  Bollan,  ájente  en  In- 
glaterra de  la  colonia  de  Massachusetts  de  1745  a  1762. 

101. — Colonial policy  ofthe  British  Empire.  Bythc  author 
of  the  ''History  of  the  British  Colonies".  Part.  I, 
Govrnement.  London, 1837,  1  vol.  en  8° 

Esta  primera  parte,  que  según  creo  es  la  única  que  se  ha 
publicado,  consta  sólo  de  87  pajinas,  i  contiene  noticias  se- 
írnras  e  interesantes:  Es  la  obra  de  R.  Montíromerv  Mar- 
TIN,  autor  de  otros  libros  importantes  sobre  las  colonias 
inglesas. 

102. — Colonies  (Des)   fran<^aises,  et  en  particulier  de  Saint- 
Domingue.  París,  1802,  \  vol.  en  8^ 
Por  Charles  EsMAXGARi),  antiguo   oficial  de  la  marina 


410  MSTÜDIOS    HISTÓIIICO-BIBLIOGRÁFICOS 

francesa  i   autor  de  una  obra   sobre  ésta,   publicada  en         i 
1800. 

103. — Commerce  (Le)  de  r Amériqae  par  Marseilh^  ou  ex- 
plication  des  lettres  patentes  pour  le  commerce  qut 
se  fait  de  J^arseille  aux  isles  ñanqaises  de  f  Améri- 
qae. Avignon,  1764,  2  vols.  en  4" 

Obra  curiosa  sobre  el  comercio  de  Francia  con  sus  colo- 
nias, escrita  por  Chambón,  perceptor  jeneral  de  hacienda. 

No  habiendo  tenido  éxito  -ii  su  oríjen,  el  editor  presentó 
al  público  ■  >'i  un  cambio  de  poriada,  en  1777  con  el  título 
(le  (jüidc  I  ommerce  de  T Amériqae;  i  en  1783  con  el  de 
Traite  génC- ral  du  commerce  de  V  Amérique. 

104. — Compendio  de  la  historia  arjcntina,  desde  el  descu- 
brimiento del  nuevo  mundo  hasta  el  presente.  Bue- 
nos Aires  (impreso  en   París),  1877,  1  vol.  en  8" 

Buen  compendio  elemental,  por  don  Clemente  L.  Fre- 
GEiKíj,  escritor  orijinario  de  hi  la  República  del  Urugaai,  i 
autor  de  algunas  otras  obras  históricas  estimables  por  el 
trabajo  de  investigación. 

105. — Compendio  de  la  historia  de  Venezuela,  desde  su  des- 
cubrimiento i  conquista  hasta  que  se  declaró  Estado 
independiente.  Caracas,  1840,1  vol.  en  8*^ 

Resumen  histórico  de  sólo  192  pajinas,  noticioso  pero 
desaliñado,  escrito  por  don  Feliciano  Montenegro  Colon, 
autor  de  la  Geografía  jeneral,  etc.  Véase  este  título,  núme- 
ro 185. 

10í3. — Compendio  deíla  storia  geográfica,  naturale  e  civih 
del  regno  del  Chile.  Bologna,  1776,  1  vol.  en  8"^  con 
10  láminas. 

Este  libro  anónimo  fué  traducido  al  alemán  i  publicado 
en  Hamburgoen  1782.  El  traductor,  apellidado  Jagemann, 
sin  fundamento  alguno  anunció  que  era  escrito  por  el  aba- 
te don  Felipe  Vidaurre,  ex-jesuila  chileno  que  en  esa  época 
residía  en  Italia,  i  que  se  ocupaba  en  escribir  una  obra  so- 
bre la  historia  natural  i  civil  de  Chile.  Esta  obra  ha  queda- 


NOTAS    PARAMUNA    BIBLTOaRAFÍA  411 

do  inédita,  i  de  su  examen  se  ve  que  no  tiene  nada,  que  lia- 
cer  con  el  compendio  italiano  anónimo.  La  indicación  bi- 
bliográfica del  traductor  alemán  fué  acojida  por  Meusel  en 
su  famosa  Bibliatheca  histórica,  i  híi  circulado  con  crédito 
en  muclios  otros  libros. 

En  1782,  el  abate  don  Juan  Ignacio  Molina  publicó  en 
Bolonia  su  Saggto  sulla  storia  natura  le  deí  Chile.  En  el 
prefacio  habla  del  compendio  anónimo  sin  dar  a  conocer  el 
nombre  de  su  autor.  En  la  traducción  francesa  del  libro  de 
/  Molina,  publicada  en  Paris  en  1789  por  Gruvel  (p.  IV),  se 
dice  que  no  tiene  fundamento  la  aserción  del  traductor  ale- 
mán del  compendio  anónimo  al  atribuirlo  al  abate  Vi- 
daurre.  En  la  traducción  alemana  de  la  historia  civil  de 
Molina,  publicadaen  Leipzig  en  1791,  se  dice  espresam ente 
(p.  305)  que  el  compendio  anónimo  no  es  la  obra  de  Vi - 
daurre,  como  habia  dicho  su  traductor,  i  que  su  verdadero 
autor  era  el  mismo  abate  Molina.  Esta  es  la  verdad. 

Toda  duda  desaparece  anteuna  autoridad  poco  conocida 
i  sin  embargo  mui  digna  de  respeto.  El  abate  don  Raymun- 
do  Diosdadt)  Caballero,  ex  jesuíta  español,  vivió  en  Italia 
en  trato  frecuente  con  los  otros  jesuitas  espulsados  de  los 
dominios  del  rei  de  España,  i  escribió  una  obraimportante 
con  el  título  de  Bihliotheca  scriptorum  Societatis  Jesu .  Sup  • 
plementa.  En  la  segunda  parte  de  ella,  publicada  en  Roma 
en  1816,  da  noticias  biográficas  i  bibliográficas  de  muchos 
jesuitas  del  tiempo  de  la  espulsion,  i  allí  en  la  noticia  con- 
cerniente a  Molina,  dice  espresamen  te  que  es  autor  del  com- 
pendio anónimo  de  1776.  Los  padres  Baker,  Bihliothéque 
des  écrivains  de  la  compagnie  dejésus,  tom.  V^  p.  540,  han 
adoptado  con  justicia  esta  opinión. 

B,n  alguna  bibliografía  he  visto  atribuir  disparatada- 
mente este  libro  al  abate  Clavijero.  No  es  menos  absurdo 
lo  que  dice  Leclerc  {^Bib.  Am.  1879)  de  que  las  láminas  de 
este  libro  son  las  mismas  de  la  obra  del  padre  O  valle. 

107. — Compendio  de  la  vida  de  el  apóstol  del  Brasil,  V.  P. 
Joseph  de  Anchieta  de  la  Compañía  de  [esas.  Jerez 
de  la  Frontera,  1677,  1  vol.  en  4" 

Compendio  de  sólo  65  pajinas  de  la  obra  latina  del  padre 
Sebastian  Be«etario,  publicada  en  1617  i  traducida  al  es- 
pañol, al  italiano  i  al  francés.  El  padre  Beretario  escribió 
su  libro  según  los  manuscritos  del  padre  Pedro  Rodríguez, 
jesuita  portugués  que  vivió  algunos  años  en  el  Brasil. 


412  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRAFICOS 

108. — Compíeat  hlstory(A)  ofSpanish  America, containing 
a  distinct  account  ofthe  disco very,  settiement,  tra- 
de  and  present  condition  of  New  México,  Florida, 
New  Galicia,  Guatiwala,  etc.  CoUected  chiefly  írom 
spanish  writers.  London,  1742,  1  vol.  en  8''' 

Por  John  Campbri>l,  fecundo  historiador  i  biógrafo  es- 
coces. Esta  obra  es  la  misma  que  señalamos  mas  abajo  con 
el  nombre  de  Conciso  history,  etc.,  con  sólo  el  cambio  de  tí- 
tulo. 

109. — Complot  dArnold  et  de  sir  Heiiry  Clinton  contre  les 
Etats-Unis  d'  Amérique  et  contre  le  general  Washing- 
ton. Paris,  1816,  1  vol  en  8*^  con  dos  retratos. 

Por  el  conde  Fr.  Barbk— Makhois,  célebre  majistrado  i 
escritor  francés  durante  la  revolución  i  la  restauración,  i 
autor  de  muchas  otras  obras,  dos  délas  cuales  {véasejour- 
nal  d^un  deporté  i  Refícxions  sur  la  colonic)  son  también 
publicadas  anónimas.  La  presente  fué  reimpresa  en  1831 
con  el  nombre  del  autor. 

110. — Concise  history  (A)  ofthe  spanish  America,  contai- 
ning  a  succinct  relation  ofthe  disco  very  and  settle- 
ment  of  its  several  colonies.  CoUected  chieñy  from 
spanish  writers.  London,  1741,  1  vol.  en  8° 

Por  John  Campbell.  -En  1742  se  puso  en  venta  con  el  tí- 
tulo de  Compíeat  history,  etc.,  i  en  1747  con  el  de  The  spa- 
nish empirc  en  America,  containing,  etc.  Es  una  misma  edi- 
ción con  tres  títulos  diferentes. 

Campbell  es  autor  de  muchas  otras  obras  históricas  i 
biográficas  relacionadas  con  la  América,  pero  publicadas 
con  su  nombre.  El  Dr.  Watt  ha  dado  una  lista  completa  de 
esas  obras  en  su  Bihliotheca  Britannica. 

111. — Concise  history  oí  the  United  States  from  the  disco- 
very  of  America  till  1807.  Philadelphia,  1807, 1  vol. 
en  16*? 

Reimpresa  i  completada  en  los  afios  posteriores.  Por 
John  Mac— CuLLoc. 


NOTAS  PARA  UNA  BIBLIOGRAFÍA  413 

112. — Conduite  {La)  des  francais  jiíst'iñé;  ou  ohservaüons 
.    sur  un  écrit  anglais,  intitulé:  Conduite  des  franjáis 
a  régard  de  la  Nouvelle  Escosse.  Par  M.  D.  L.  G.  D. 
Ch.  Utrech  (Paris)  1756,  1  vol.  en.12'^ 

Refutación  de  un  escrito  atribuido  a  Jefferys.  Véase  el  nú- 
mero que  sigue.  Esta  refutación  fué  escrita  por  Giibert  Ár- 
naud  Fran9oisSimon  de  Lagrange  de  Chessie;ux  abogado, 
secretario  del  rei  i  censor  real,  muerto  en  diciembre  del774, 
i  del  cual  no  se  conocen  otros  escritos. 

113. --Conduite  des  franqais  par  rapport  á  ¡a  Nouvelle 
Ecosse,  depuis  le  premier  établissement  de  cette  co- 
lonie  jusquá  nosjours.  Traduite  de  Tangíais,  avec 
de  notes  d^ un  ñanqais,  dans  lesquelles  il  disculpe  sa 
nation  des  imputations  dont  on  lacharge.  Londres^ 
1755,  1  vol.  en  12^ 

Traducción  francesa  de  un  libro  publicado  en  Londres  en 
1754,  con  el  título  de  The  conduct  ofthe  French,  etc.,  atri- 
buido al  célebre  jeógrafo  Thomas  JhfferYvS.  K1  traductor  i 
comentador  fué  Georges  Marie  Butel  Dumont,  autor  de 
otras  dos  obras  anónimas  relativas  a  la  América.  Véase  el 
índice  alfabético  de  autores. 

114. — Conquerors  [The]  ofthe  New  World  and  their  bonds- 
men,  being  a  narrative  ofthe  principal  events  which 
Jed  to  negro  slavery  in  the  West  Indies  and  America. 
LoLidon,  1858-52,  2  vols.  en  8- 

Por  Arthur  HelPvS,  distinguido  escritoringles  contempo- 
ráneo. Al  poco  tiempo  de  haber  publicado  esta  obra,  anó- 
nima como  todos  sus  trabajos  anteriores,  la  retiró  de  la 
circulación  para  comenzar  en  1855  la  publicación  de  otra 
obra  mas  cuidada  {The  spanish  conqiiest  in  América,  4  v. 
8*=*)  que  lleva  su  nombre  i  de  la  cual  ha  tomado  mas  tarde 
estensas  porciones  que  ha  publicado  con  los  títulos  de  vi- 
das de  Colon,  de  Las  Casas,  de  Pizarro.  En  todas  estas 
obras  estudia  principalmente  los  hechos  relacionados  con 
la  esclavitud  de  los  negros. 

115. — Consideratíons  on  the  present  situation  ofGreatBri- 


414.  ESTUDIOS    líISTÓRlCO-BlBLIOGRÁFTCOS 

tain  and  the  United  States  ofNorth  America.  Lon- 
don,  1774,  1  vol.  en  8^ 

Por  Richard  Champion,  cuyo  nombre  aparece  en  la  se- 
gunda edición,  mucho  mas  ampliada,  de  este  libro. 

116. — Considérations  sur  Tétat  present  de  la  colonie  frati- 
caíse  de  Saint-Domingue,  par  M.  H.  D.  París,  1776- 
77,  2  Yols.  en  8^ 

Al  fin  del  2^  tomo,  el  editor  promete  la  publicación  del 
3^  que  deberla  contener  el  proyecto  de  un  cuerpo  completo 
de  leyes  para  esa  i  para  las  otras  colonias  francesas;  pero 
ese  tomo  no  se  ha  publicado  jamas. 

Libro  escrito  por  Michel  Rene  Hilliakd  I)'Aiibkrtri;il, 
publicista  francés,  nacido  en  Paris  en  1740.  Después  de  ha- 
ber ejercido  diez  años  la  profesión  de  abogado  en  Santo 
Domingo,  volvió  a  Francia  i  publicó  esta  obra,  fruto  de  un 
serio  estudio  de  las  necesidades  de  la  colonia.  "Escritor 
mui  instruido,  que  sin  embargo  tuvo  la  desgracia  de  defen- 
der el  réjinien  de  la  esclavitud, <<  dice  Garran  (Rappovt  >ur 
les  troubles  de  Saint-Domingae,  tomo  I,  p.  26);  pero  la- 
mentando con  sentida  elocuencia  los  excesos  de  eseréjimen, 
censura  acremente  todo  el  sistema  colonial.  Su  obra  fué  su- 
primida por  la  autoridad,  i  él  mismo  tuvo  que  asilarse  en 
Bruselas.  Otro  escritor  francés,  Paul  ülric  Dubuisson,  pu- 
blicó en  1780  un  libro  para  refutarlo.  Véase  el  núm.  367. 
Sin  embargo,  las  Considérations  sur  Saint  Domingttc  fue- 
ron traducidas  al  alemán  (Leipzig,  1779,  2  vol.  en  8*?),  i  en 
esta  traducción  aparece  el  nombre  entero  del  autor  que  en 
la  edición  francesa  estaba  limitado  a  las  iniciales. 

Hilliard  D'Auberteuil  es  autor  de  otras  obras  que  se  re- 
fieren a  la  América  i  que  llevan  su  nombre;  i  de  una  anóni- 
nima.  Véase  su  nombre  en  el  índice  alfabético  de  autores. 

Mas  tarde  volvió  a  Santo  Domingo.  Se  ha  dicho  que  allí 
fué  asesinado  por  sujestiones  de  Dubuisson.  Véase  La 
France  littéraire,  tomo  IV,  p.  108. 

117. — Consulta  a  los  sabios  sobre  la  aproximación  de  ht 
segunda  venida  de  nuestro  Señor  Jesucristo,  por  un 
majistrado  mejicano.  Toluca,  1835,  1  vol  en  8^^ 
P^ste  libro,  relacionado  con  las  cuestiones  a  que  ha  dadí> 


r 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  415 

lugar  el  sistema  de  los  milenarios,  ha  sido  escrito  por  don 
José  María  Rozas,  que  firma  el  proemio. 

Ignoro  si  es  del  mismo  autor  un  opúsculo  publicado  en 
Méjico  en  1848,  en  8°  con  el  título  siguiente:  Disertaciones 
erítico-teolójicas  sobre  las  doctrinas  de  Juan  Josafat  Ben- 
Ezra  en  su  obra  titulada  Venida  del  Mesías,  por  un  teólogo 
mejicano.  Es  una  defensa  ardorosa  de  la  obra  de  Lacunza, 

118. — Contest  {The)  in  America  between  Great  Britain  and 
France,  with  its  conseqaences  and importance.  Lon- 
don,  1757,  1  vol.  en  8^ 

Este  volumen  que  revela  un  sólido  conocimiento  de  la 
jeograíía  de  la  América  del  Norte,  ha  sido  atribuido  a 
Oliver  Goldsmith,  que  lo  habria  redactado  sobre  los  datos 
que  se  le  suministraban.  Sin  embargo,  se  cree  con  mas  fun- 
damento que  su  autor  fué  John  Mitchell,  médico  i  botá- 
nico ingles,  que  residió  largos  años  en  las  coionias  británi- 
cas de  América  i  que  murió  en  Inglaterra  en  marzo  de  1768. 
Mitchell  es  autor  de  un  mapa  de  los  dominios  ingleses  i 
franceses  en  la  América  del  Norte,  publicado  en  Londres  en 
1755,  i  se  le  atribuye  otra  obra  anónima  que  anotamos 
mas  adelante:  Present  State  of  Great  Britain  and  Isoit.h 
A  merica . 

119.— Co/2 tro versF  (The)  between  Great  Britain  and  her 
colonies  reviewed.  London,  1769,  1  vol.  en  8*^ 

Libro  escrito  con  moderación  i  con  un  grande  acopio  de 
hechos  i  de  referencias  legales  para  demostrarla  naturaleza 
de  las  relaciones  entre  la  Gran  Bretaña  i  sus  colonias  de 
América,  i  la  dependencia  de  éstas  al  gobierno  ingles.  Esta 
obra  destinada  a  defender  la  causa  del  gobierno  ingles  en 
los  primeros  dias  de  la  revolución  americana,  fué  escrita 
por  Willianí  Knox.  subsecretario  de  gobierno  en  el  depai- 
tamento  de  administración  de  las  colonias  de  América. 

3  20. — Corps  belge  (Le)  du  Mexique.  Considera tions  en  fa- 
veur  de  ¡' organisation  de  ees  corps,  p¿ir  un  ofñcicr 
d'état-wajor.  Bruxelles,  1864,  1  vol.  en  8^ 
Por  Alexis  Henri  Brialmont. 


41  ()  ESTUDIOS    HISTÓIllCO-JUBLIOGRÁFICOS 


121. — Coup  doeil  rapide  sur  la  république  de  Costa  Rica. 
Par  F.  M.  Paris,  1849,  1  vol.  en  S'? 

Opúsculo  noticioso  publicado  el  mismo  año  en  ingles,  en 
Londres,  i  en  1850  en  español,  en  Madrid.  Su  autor  fué  don 
Felipe  MoTJNA,  ájente  diplomático  de  Costa  Rica.  Es  el  pri- 
mer bosquejo  de  un  libro  mas  estenso  que  publicó  el  mismo 
autor  en  lengua  castellana  con  él  título  de  Bosquejo  de  la 
República  de  Costa  Rica,  seguido  de  apuntamientos  para 
su  historia.  Nueva  York,  1851,  1  v.  8^,  con  mapas,  planos 
i  retratos. 

122.— Cot/r  {La)  de  Rome  et  V empereur  Maximilien,  rap- 
ports  de  la  cour  de  Rome  avec  le  gouvernement 
niexicain;  aconipagnés  de  deux  lettres  de  Vempe- 
reur  Maximilien  et  de  Tempera  trice  Charlotte.  Pa- 
rís, 1867,  1  vol.  en  8^-^ 

Por  el  periodista  francés  Leonce  Dktroyat,  antiguo  ofi- 
cial de  marina,  que  hizo  la  campaña  de  Méjico  de  1862 
i  tomó  servicio  al  lado  de  Maximiliano  como  subsecretario 
de  marina  i  como  jefe  del  gabinete  militar  del  em¡)erador. 
Volvió  a  Europa  acompañando  a  la  emperatriz  Carlota  i 
poco  después  publicó  esta  obra  i  luego  otra  titulada  L'in- 
tervention  franq¿use  au  Mexique  (ambas  anónimas)  cjue 
contienen  importantes  revelaciones  sobre  aquellos  sucesos. 

123. — Cuadro  histórico  del  gobierno  del  señor  Freiré.  Lima, 
1826.  1  vol.  en  8^^ 

Opúsculo  de  56  pajinas,  inclusos  los  documentos  justifi- 
cativos i  la  fe  de  erratas,  escrito  por  don  Miguel  Zañartu, 
Ministro  de  Estado  en  Chile  bajo  la  administración  del  je- 
neral  O'Higgins,  su  representante  después  en  Buenos  Aires, 
i  desterrado  al  Perú  en  1825  por  el  jeneral  Freiré.  Aunque 
apasionado  contra  el  gobierno  de  éste,  este  opúsculo  mere- 
ce ser  conocido  para  estudiar  la  historia  de  Chile  durante 
los  años  de  1823,  24  i  25. 

124. — Cuba  and  the  cubans;  comprising  a  history  ofthc  is- 
land  of  Cuba,  its  prestnt  social,  political  and  do- 
mestic  condition.  By  the  autor  of  ^'Letters  irom 
Cuba'\  New  York,  1850,  1  vol.  en  12^' 


.      NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  417 

Por  Richard  Burleigh  Kimball,  escritor  norte-ameri- 
cano. 

125. — De  la  Guyane  frangaise,  de  son  état  physique,  de  son 
agriculture,  de  son  régime  intérieur,  ou  examen  dun 
écrit  deM.  ¡e  marquis  de  Barbé  Marbois  sur  leméme 
sujet.  París,  1822,  1  vol.  en  8^ 

Por  Pierre  Marie  Sebastian  Catineau  de  t.a  Roche,  es- 
critor francés,  autor  de  algunas  otras  obras  que  llevan  su 
nombre,  una  de  las  cuales  vse  refiere  igualmente  a  la  Gua- 
yana. 

126. — De  Montcalm  en  Canadá,  ou  les  derniéres  années  de 
la  colonie  frangaise  (1756-1760).  Par  un  anclen  mis- 
sionaire.  París,  1867,  1  vol.  en  8'" 

Por  el  padre  Francois  Martin,  de  la  Compañía  de  Jesús. 
Este  libro  ha  sido  reimpreso  en  1875  con  el  nombre  del 
autor. 

127. — Descriptlon  des  lies  et  ierres  que  V Angleterre  possede 
en  Amérique.  Avec  de  nouvelles  caries  de  chaqué  Is- 
le  et  des  ierres.  Traduit  de  Panglois.  Amsterdam, 
1715,  1  vol.  12^ 

Traducido  de  una  obra  de  Richard  Blome,  célebre  jeó- 
grafo  ingles.  Véase  el  núm.  23. 

128. — Descripilon  des  ierres  Magellaniques  ei  des  pays  ad- 
jacens.   Traduit  de  l'anglois  par  M.  B***.  Geneve, 
1787,  2  vols.  18*? 

Hai  ejemplares  de  la  misma  edición  cuja  portada  dice 
Lausanne  en  lugar  de  Geneve.  En  1788  se  hizo  una  reim- 
presión. Es  la  traducción  francesa  de  la  conocida  obra  in- 
glesa del  jesuita  Thomas  Falkner,  publicada  en  Londres 
en  1774.  El  traductor  francés  fué  Marc  Theodore  Bourrit, 
esplorador  i  naturalista  suizo,  muerto  en  1819. 

129. — Descripilon  ei  hlsiolrc  naiurelle  du  Groenland  par 
Hans  Egede.  Traduite  en  frangais  par  D.  R.  D.  P. 
Geneve,  1763.  1  vol.  8°  con  cartas  i  planos. 

TOMO  VI  27 


418  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOORÁFICOS 

Traducción  de  la  obra  importante  de  un  célebre  misione- 
ro danés  que  residió  algunos  años  en  Groenlandia  i  que  co- 
noció perfectamente  este  pais.  El  traductor  fué  J.  B.  Des- 
roches DE  Parthenay,  abogado  e  historiador  francés, 
muerto  en  1766,  que  habia  estudiado  particularmente  la 
historia  i  la  lengua  de  los  estados  del  norte  de  Europa, 
Dinamarca,  Suecia  i  Polonia. 

130. — Description  (A)  of  Carolina;  containing  many  cu- 
rious  and  interesting  particulars  relating  to  the  ci- 
vil, natural  and  commercial  historj  ofthat  colony, 
London,  1761,  1  vol.  8^ 

Libro  importante  para  la  antigua  historia  de  aquel  es- 
tado, reimpreso  en  1836,  en  el  II  volumen  de  las  Histori- 
cal  Collections  of  South  Carolina,  con  el  nombre  del  autor, 
James  Glen,  gobernador  de  la  colonia  de  1744  a  1755. 

131. — Descubrimiento  i  conquista  de  la  América,  o  com- 
pendio de  la  historia  jeneral  i  del  nuevo  mundo,  por 
el  autor  del  Nuevo  Robinsou:  traducido  del  francés, 
correjido  i  mejorado  por  don  Juan  Corradi.  Ma- 
drid, 1803,  3  vols.  18^ 

Porjoach.  Hendick  Campe,  célebre  institutor  alemán, 
autor  de  muchas  obras  para  lectura  de  los  niños.  Este  com- 
pendio ha  sido  reimpreso  varias  veces.  Es  una  historia  ba- 
sada esclusivamente  en  la  obra  de  Robertson,  pero  mui 
elemental  i  no  exenta  de  errores. 

132. — Destin  (Le)  de  PAmérique  oii  dialogues  pittoresques 
dans  lesquels  on  developpe  la  cause  des  evenements 
actuéis,  relativements  a  cette  guerre.  Traduit  fidel- 
ment  de  Tanglois.  London.  1782,  1  vol.  8^ 

Diálogo  atribuido  a  algunos  altos  personajes  políticos 
ingleses  sobre  la  revolución  de  Estados  Unidos.  Escrito  en 
francés  i  anunciado  falsamente  como  traducción  del  ingles 
por  A.  M.  CÉRisiER,  escritor  francés  estaVjlecido  en  Ho- 
landa. 

El  lugar  de  la  impresión  es  supuesto.  Probablemente  fué 
impreso  en  Amsterdam. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  419 

133. — Diario  histórico  de  los  viajes  de  mar  i  de  tierra  he- 
chos al  norte  de  California^  de  orden  del  virrei  de 
Nueva  España  Marques  de  Croix  i  por  dirección  de 
don  Joseph  de  Galvez,  Méjico,  1776,  un  opúsculo  de 
56  pajinas  en  folio. 

Escrito  por  don  Miguel  Costanso,  e  impreso  en  un  limi- 
tado número  de  ejemplares.  Se  juzgará  de  su  valor  jeográ- 
fico    por  el  hecho  siguiente: 

El  célebre  historiador  ingles  William  Robertson  poseia 
una  copia  manuscrita  de  este  Diario,  i  la  suministró  al 
distinguido  jeógrafo  Dalrymple.  Este  la  hizo  traducir  al 
ingles  por  W.  Revely,  i  la  publicó  en  Londres  en  1790  con 
dos  mapas.  Esta  traducción,  que  es  mucho  menos  rara 
que  la  edición  de  Méjico,  lleva  a  su  frente  el  nombre  del 
autor. 

134?.— D/ano  militar  de  la  campaña  que  el  ejército  unido 
restaurador  abrió  en  e¡  territorio  peruano  el  año 
de  1S3S,  contra  el  jeneral  Santa  Cruz,  titulado  su- 
premo protector  de  la  confederación  perú-bolivia- 
na. Uvma,  1840,  1  vol,  S**',  con  dos  mapas  i  tres  pla- 
nos de  batallas. 

Escrito  por  el  coronel  don  Antonio  Placencia,  español 
de  nacimiento  al  servicio  del  Perú,  i  ayudante  jeneral  del 
estado  mayor  durante  la  campaña  de  1838  i  39  contra  la 
confederación  perú-boliviana. 

1S5. —Diary  of  a  Southern  refngee  during   the  war,  Bj  a 
lady  of  Virginia.  New  York,  1867,  1  vol.  12*^ 
Por  Mr.  John  P.  Mac  Guire. 

136.— (Die)  Unbekante  Neue  Welt,  oder  Beschreibung  des 
Welt  teits  Amerika,  und  des  Süd-Landes.  Durch  Dr. 
O.  D.  Amsterdam,  167.3,  1  vol.  4^ 

El  mundo  nuevo  i  desconocido;  o  descripción  de  Améri- 
ca i  de  las  tierras  del  sur.  Traducción  alemana  hecha  por 
Olivier  Dapper  de  la  obra  holandesa  de  Arnold  Montanus, 
publicada  en  Amsterdam  en  1671.  Aunque  el  nombre  de 
éste    no    aparece  en  la  traducción,  i  aunque  Dapper  se  da 


420  ESTUDIO    HISTÓIIICO-BIBLIOGRÁFICOS 

por  antor,  la  identidad  no  puede  ponerse  en  duda.   Ambas 
obras  tienen  las  mismas  láminas,  mapas,  retratos,  etc. 

Aparte  de  las  sumarias  noticias  que  contiene  sobre  Co- 
lon, Vespucio,  Magallanes,  esta  obra  es  de  una  importan- 
cia capital  para  la  historia  de  las  espediciones  i  conquistas 
de  los  holandeses  en  el  Brasil.  Véase  lo  que  a  este  respecto 
dice  Tromel,  Bihliothéque  américaine,  núm.  348. 

137. — Discours  de  Fhistoire  de  la  Floride,  contenant  la 
trahison  des  Espagnols  contre  les  suhdicts  da  Roy, 
en  Pan  1565.  Redigé  au  vray  par  ceux  quien  sont 
restez.  Dieppe,  1566,  1  vol.  12" 

Varias  veces  reimpreso  el  mismo  año,  i  en  Lyon  con  el 
título  de  Histoire  memorable  du  dernier  voyage  aux  In- 
des,  lieu  appelé  la  Floride,  i  traducido  al  ingles  también 
en  el  mismo  año  con  el  título  de  A  true  and perfect  des- 
cription  of  the  voyage  into  Terre  Florida  this  year  past 
1565.  London,  1  vol.  12°  En  una  carta  que  contiene  la 
edición  francesa,  se  lee  la  firma  de  Le  Chailleux,  que  es  el 
autor  de  la  relación. 

ürbain  Chauveton,  que  tradujo  al  francés  i  al  latin  la 
historia  italiana  de  Benzoni,  ha  publicado  al  fin  de  estas 
traducciones  la  relación  de  Le  Chailleux,  En  la  traducción 
latina  publicada  en  Jinebra  en  1579,  dice  espresamente, 
páj.  433,  que  la  relación  que  sigue  ha  sido  traducida  de  la 
que  escribió  en  francés  Nicolás  De  Chailleux,  testigo  pre- 
sencial de  l0v«  sucesos  que  narra.  Esta  indicación  confirma 
la  opinión  de  Charlevoix  i  de  otros  historiadores  que  atri- 
buían a  De  Chailleux  este  interesante  escrito. 

138. — Discovery  ofthe  New  World,  or  a  description  of  the 
South  Indies,  hetherto  unknownc  [Tenterhelly , 
Shee-land,  Fooliana,  Theenvingen)  By  an  English. 
London  (sin  fecha,  probablemente  1643)  1  vol.  S^ 

A  pesar  de  su  título,  este  libro  no  tiene  nada  de  historia. 
Es  la  traducción  humorística  de  una  novela  latina  titula- 
da Mí7/3íft/s  alter  et  idem,  sive  Terra  Australis  ante  hac 
scmper  incógnita  longis  itineribus  peregrini  academici  nu- 
perrime  lustrata,  publicada  en  Londres  en  1607  i  escrita 
por  el  obispo  Joseph  Hall,  célebre  teólogo  ingles.  La  tra- 
ducción inglesa  fué  hecha  por  John  Healey. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  421 

El  célebre  historiador  Hallam  {Lit.  Hist.  ofEurope  b. 
111,  chap.  VIII)  juzga  este  libro  en  los  términos  siguientes: 
"El  Mandas  alter  et  idem'^  del  obispo  Hall,  es  la  imitación 
de  los  últimos  volúmenes  de  Rabelais,  que  son  los  mas  dé- 
biles. Una  comarca  situada  en  la  tierra  austral  está  divi- 
dida en  cuatro  rcjiones,  Crapulia,  Viraginia,  Moronea  i 
Lavernia.  El  autor  da  mapas  de  toda  la  comarca  i  de  algu- 
nas rejiones.  Es  fácil  descubrir  el  alcance  de  esta  sátira,  de 
la  cual  sólo  una  pequeña  parte  se  refiere  especialmente  a  la 
Inglaterra.  En  suma,  no  es  una  concepción  mui  feliz." 

139. — DoencR:  Poema  offerecido  a  gratidao,  Lisboa,  1777, 
1  vol.  8^ 

Poema  en  cuatro  cantos  de  corta  estension  firmado  por 
el  seudónimo  Lereno  Selinuntino.  Su  autor  es  Domingo 
Caldas  Barbosa,  poeta  brasilero,  natural  de  Rio  de  Ja- 
neiro. Caldas  Barbosa  publicó  ademas  en  Oporto  en  1792 
otro  poemita  anónimo  titulado  Recopilaqno  dos  princi- 
paes  saccesos  da  historia  sagrada. 

La  Revista  do  Institato  histórico  do  Brasil^  tomo  XI Y, 
páj  449  i  siguientes,  contiene  un  buen  estudio  biográfico 
acerca  de  este  poeta  por  Francisco  Adolpho  de  Varnha- 
gen. 

140. — Don  Fernando  Colon,  historiador  de  su  padre.  En- 
sayo crítico  por  el  autor  de  ¡a  ^^ Biblioteca  america- 
na vetustissima.'^  Sevilla,  1871,  1  vol.  8° 

Por  Henry  Harrisse,  erudito  bibliógrafo  norte  ame- 
ricano, autor  de  algunas  otras  obras  que  mencionamos  en 
estas  notas.  Este  ensayo,  ampliado  considerablemente,  i 
aun  podria  decirse  completamente  rehecho  en  la  edición 
francesa  (véase  Fernand  Colomb),  es  un  estudio  crítico 
para  demostrar  que  la  historia  de  su  padre  qi^e  se  le  atri- 
buye, que  fué  publicada  en  italiano,  i  cuyo  manuscrito  es- 
pañol se  dice  perdido,  es  una  obra  apócrifa. 

114. — Droits  (Les)  de  la  Grande  Bretagne  établis  contre 
les  prétensions  des  Americains.  Traduit  de  Tan- 
glois  par  Freville.  La  Haje,  1776,  1  vol.  en  8^ 

Traducción  francesa  de  un  notable  opúsculo  ingles  titu- 
lado:   The  rights  of  Great  Britain  asserted  against  the 


422  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


clains  oí  America',  refutación  de  los  principios  consignados 
en  la  declaración  de  los  Estados  Unidos.  Este  opúsculo 
anónimo,  muchas  veces  reimpreso  en  el  mismo  año  de  1776, 
fué  escrito  por  Sir  John  Dalrympi^e,  célebre  escritor  ingles, 
muerto  en   1810. 


142. — Early  (The)  history  oí  the  southern  States:  Virgi- 
nia, North  and  South  Carolina  and  Georgia.  Illus- 
trated  by  tales,  sketches,  anecdotes  and  adventu- 
res,  By  Lamhert  Lilly,  schoolm áster.  Philadelphia, 
1832,  1  vol.  en  12^^  ^ 

Librito  de  lectura  popular  escrito  por  Francis  Lister 
Hawks,  autor  de  muchas  obras  de  esta  especie,  algunas  de 
las  cuales  son  anónimas.  Véase  mas  adelante  History  oí 
the  1i.  S.  or  únele  Phillip\s  eonversations. 

Hawks,  nacido  en  1798,  fué  uno  de  los  mas  famosos  pre- 
dicadores de  los  Estados  Unidos,  i  redactó  la  narración 
del  viaje  del  comodoro  Perry  a  los  mares  de  China  i  del  Ja- 
pon,  lujosamente  impresa  en  Washington  en  1859. 

143, — Elogi  storici  di  Cristoíoro  Colombo  e  di  Andrea 
D'Oria,  Parma,  1781,  1  vol.  en  4^  de  337. 

Acerca  de  esta  obra  se  lee  en  la  North  American  Review, 
tomo  XXI,  p.  425  lo  que  sigue:  "El  Elojio  de  Colon,  publi- 
cado anónimo  junto  con  el  Elojio  de  Andrés  D'Oria,  ha  si- 
do atribuido  el  marques  Hipólito  Durazzo.  Kstá  escrito 
con  grande  elegancia,  i  es  particularmente  valioso  por  el 
desarrollo  de  algunos  puntos  de  historia  relacionados  con 
la  vida  de  Colon". 

Ludovico  Bianconi  {Efemeridi  letterarie  di  Roma,  1782) 
dice  que  esos  elojios  eran  "el  trabajo  de  dos  jóvenes  de  la 
mas  conspicua  nobleza  de  Jénova.  El  autor  del  Elojio  de 
Colon  está  inflamado  por  el  estudio  de  las  cosas  útiles,  i 
con  tal  viveza  que  ha  formado  en  su  patria  un  uceo  con  el 
modesto  título  de  Villetta,  donde  todo  talento  bien  erudito 
va  a  refinarse  en  la  ciencia  i  en  las  bellas  artes;  i  a  este  efec- 
to viaja  por  las  mas  cultas  ciudades  de  Europa  adqui- 
riendo nuevas  luces,  máquinas  para  los  esperimentos  físi- 
cos i  producciones  naturales." 

Francesco  Cancel lieri  (Notizie  storiche  e  bihliografíche 
di  C.  Colombo^  p.  166)  pasando  en  revista  los  elojios  que 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  423 

se  han  hecho  del  descubridor  del  nuevo  mundo,  dice:  "Pero 
el  Elojio  mas  grandioso  i  tfias  magnífico  es  el  que  se  pu- 
blicó en  Roma  en  1781  en  una  espléndida  edición  en  4°, 
unido  al  de  Andrés  Doria,  i  reimpresos  ambos  en  Venecia". 
Cancellieri,  en  diversas  partes  de  su  libro,  da  al  marques 
Durazzo  por  autor  de  ese  Elojio. 

144?. — Elojio  fúnebre  del  benemérito ciudaaa.no  don  Manuel 
Belgrano,  ilustre  miembro  de  la  primera  junta  gu- 
bernativa de  las  provincias  del  Rio  de  la  Plata,  i 
después  jeneral  en  jefe  de  los  ejércitos,  etc.,  etc. 
Buenos  Aires,  1821,  1  vo\.  en  8^ 

,  Escrito  por  el   presbítero  doctor  don    Valentín  GÓMEZ, 

personaje  distinguido  en  la  historia  de  los  primeros  años 
de  la  República  Arjentina. 

145.— í^m/ro  Kastos.  Colección  de  artículos  escojidos.  Bo- 
gotá, 1859,  1  vol.  en  8^ 

Artículos  políticos,  de  crítica  literaria  i  de  costumbres 
por  Juan  de  Dios  Restrepo,  escritor  colombiano  popular 
bajo  el  seudónimo  de  "Emiro  Kastos". 

146. — England  and  America;    a  comparatioa  ofthe  social 
and political  State   ofboth  nations.  London,  1833, 
2  vols.  en  8*? 
Por  Richard  CobdeN)  el  célebre  economista  ingles. 

147. — English  (The)  empire  in  America,  Or  a  prospect  oí 
his  majesties  dominions  in  the  West-Indies.  Bj  R. 
B.  London,  1865,  1  vol.  en  12^ 

Libro  de  lectura  popular  muchas  veces  reimpreso.  Las 
mismas  iniciales  se  hallan  al  frente  de  otros  libros  de  com- 
pilaciones históricas  i  miscelánicas,  i  han  sido  interpreta- 
das como  Roberto  Burton,  homónimo  del  célebre  autor  de 
la  Anatomía  de  la  melancolía,  muerto  en  1639.  Sin  embar- 
go, ese  nombre,  aunque  muí  popular,  es  una  mera  inven- 
ción. El  verdadero  autor  deesoslibrosesNathanielCKOACH, 
su  editor.  * 


424  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


148. — Engíish  Héroe:  or  Sir  Francis  Drake  revived.  By  R. 
B.  London,  1867.  l'vol.  en  12*? 

Biografía  popular  de  Drake,  escrita  al  parecer  por  un  Ro- 
berto Burton,  bajo  cujo  nombre  ha  sido  traducido  al  ale 
man.  Su  verdadero  autor  es  Nathaniel  Croach,  el  editor 
del  libro.  Véase  el  número  anterior. 


Ud.—EngHsh  [The)   in  America.   London,   1851,   2  vols. 
en  S'? 

iiOjeada  jeneral  de  la  historia  americana  hasta  la  inde- 
pendencia de  Estados  Unidosn,  diceSabin  Escrita  por  Tho- 
mas  Chandler  Halibukton.  Véase  el  índice  alfabético  de 
autores. 

150. — Ensayo  cronolójico  para  ¡a  historia  jeneral  déla  Flo- 
rida. Contiene  los  descubrimientos  i  principales  su- 
cesos acaecidos  en  este  gran  reino  a  los  españoles, 
■  franceses,  suecos,  dinamarqueses,  ingleses  i  otras 
naciones  desde  1512  hasta  1722.  Escrito  por  don 
Gabriel  de  Cárdenas  z  Cano.  Madrid,  1723,  1  vol. 
en  fol. 

El  autor  de  este  libro,  el  célebre  erudito  don  Andrés  Gon- 
zález de  Barcia  (cuyo  anagrama  aparece  al  frente  de  él 
como  nombre  de  su  autor),  lo  escribió  para  completar  la 
segunda  edición  de  la  Historia  de  la  Florida  del  Inca  Gar- 
cilaso. 

F^n  la  Revista  de  Santiago,  tomo  III  (  ño  de  1873),  p. 
95,  publiqué  un  estenso  estudio  sobre  Barcia  i  sus  obras, 
en  que  se  encontrara  una  lista  de  las  ediciones  que  hizo  de 
numerosos  libros  sobre  la  historia  de  América. 

El  Ensayo  de  Barcia  ha  sido  reimpreso  en  Madrid  en 
1829  en  los  tomos  VIII  i  IX  de  una  edición  de  historiado- 
res de  la  conquista  del  nuevo  mundo,  que  sólo  contiene, 
ademas  de  esta  obra,  la  historia  de  Solis  i  las  del  Inca  Gar- 
cilaso  de  la  Vega.  Los  editores  de  1829  no  conocieron  el 
verdadero  nombre  del  autor  del  Ensayo. 

El  erudito  abate  don  Lorenzo  Hervas,  en  su  Catálogo 
de  ¡as  lenguas  de  las  naciones  conocidas,  tomo  I,  p.  212, 
cita  el  Ensayo  cronolójico  como  obra  de  don  Gabriel  Cár- 
denas Cano,  a  quien  llama  el  "docto  Canon,  desconociendo 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  425 


que  éste  era  el  anagrama  de  Barcia,  porque  al  tratarse  de 
otros  escritores  en  igualdad  de  circunstancias,  cuida  de  es- 
plicar  sus  verdaderos  nombres. 

Mas  singular  es  el  error  de  M.  Paul  Gaffarel  en  su  His- 
toire  de  la  Floride  frangaise,  Paris,  1875.  Bn  la  pajina  342, 
en  la  reseña  bibliográfica,  dice:  "Gabriel  de  Cárdenas  y  Ca- 
no, sous  le  pseudonyme  d'André  González  de  Barcia. n  M. 
Gaffarel  no  ha  conocido  la  obra  de  Barcia  sino  por  referen- 
cias del  padre  Charlevoix,  el  cual  en  su  Histoire  de  la  ISou- 
velle  France,  esplica  perfectamente  el  significado  del  ana- 
grama Gabriel  de  Cárdenas  z  Cano. 

151. — Ensayo  estadístico  sobre  el  estado  de  Chihuahua. 
Chihuahua,  1842,  1  vol.  en  fol. 

Por  Pedro  García  Conde.  Consta  sólo  de  92  pajinas  i 
siete  estados. 

152. — Ensayo  histórico  sobre  la  vida  del  Excmo.  señor  don 
Juan  Manuel  de  Rozas,  gobernador  i  capitán  jene- 
ral  de  la  provincia  de  Buenos  Aires.  Buenos  Aires, 
1830,  1  vol.  en  8^ 

Bosquejo  biográfico  de  sólo  32  pajinas,  que  no  se  refiere 
sino  a  los  principios  de  la  carrera  de  Rozas,  escrito  por  don 
Pedro  de  Angelis,  erudito  napolitano,  conocido  por  mu; 
chas  otras  obras  publicadas  en  Buenos  Aires. 

153. — Ensayo  político.  El  sistema  Colombiano,  popular, 
electivo  i  representativo  es  el  que  mas  conviene  a  la 
América  independiente.  Nueva  York,  1823,  1  vol. 
en  8^ 

La  dedicatoria  de  este  libro  al  poeta  colombiano  Fernán- 
dez Madrid,  está  suscrita  por  el  patriota  guayaquileñodon 
Vicente  Rocafuekte.  Este  mismo  ha  reconocido  su  pater- 
nidad, en  la  páj.  24,  de  un  opúsculo  publicado  en  Lima  en 
1844  con  el  título  de  A  la  Nación,  num.  11. 

Es  una  defensa  ardorosa  i  a  veces  elocuente  del  sistema 
republicano. 

154. — Ensayo  político  sobre  el  reino  de  Nueva  España,  sa- 
cado del  que  publicó  en  francés  Alejandro  de  Hum- 


426  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

boldt.  Por  D.  P.  M.  de  O.  Madrid,   1818,  2  vols. 
en  8^ 

Compendio  de  la  célebre  obra  del  barón  de  Humboldt, 
escrito  por  don  Pedro  María  de  Olive. 

155. — Entretenimientos  de  un  prisionero  en  ¡as  provincias 
del  Rio  de  la  Plata:  por  el  barón  de  Juras  Reales, 
siendo  físcal  de  S.  M.  en  el  reino  de  Chite.  Barcelona, 
1838,  2  vols.  en  8^ 

El  barón  de  Juras  Reales,  que  aparece  como  autor  de  este 
libro,  fué  don  Luis  de  Moxó,  catalán,  natural  de  Cervera, 
i  alcalde  del  crimen  de  la  real  audiencia  de  Cataluña  en 
1828.  Vivió  algunos  años  en  América  al  lado  de  su  tio  don 
Benito  María  de  Moxó,  arzobispo  de  Charcas,  i  por  muerte 
de  éste  en  1816,  entró  en  posesión  de  una  gran  parte  de  sus 
manuscritos.  En  una  pomposa  dedicatoria  al  célebre  minis- 
tro Calomarde,  el  barón  de  Juras  Reales  dice  que  esta  obra 
es  el  resultado  de  las  tareas  literarias  que  emprendió  para 
distraerse  de  su  cautiverio,  que  así  llama  su  residencia  en 
América  durante  la  época  de  la  revolución;  i  en  el  curso  de 
su  libro  añade  que  en  la  composición  de  éste,  utilizó  los 
manuscritos  de  su  tio. 

La  publicación  de  uno  de  esos  manuscritos,  hecha  en  Jé- 
no  va  en  1839,  las  Cartas  mejicanas,  disertaciones  sóbrelas 
costumbres  i  creencias  de  los  antiguos  mejicanos,  vino  a 
demostrar  que  el  libro  del  barón  de  Juras  Reales  es  uno  de 
los  plajios  mas  audaces  i  desvergonzados  que  se  conozcan. 
Ha  copiado  literalmente  el  manuscrito  de  su  tio,  supri- 
miendo aquellos  pasajes  en  que  éste  habla  de  sus  recuerdos 
personales  sobre  Méjico,  porque  el  barón  de  Juras  Reales 
no  habia  estado  en  este  pais. 

Este  plajio  fué  denunciado  por  el  célebre  bibliógrafo  nor- 
te-americano Rich  en  su  Bihliotheca  Amerii'ana  Nova,  to- 
mo II,  páj.  331:  i  condenado  mas  tarde  en  otras  obras. 
Véase  la  Biblioteca  Boliviana,  por  don  Gabri'^l  Rene  Mo- 
reno (Santiago,  1879),  p.  361.  La  mas  lijera  i  superficial 
comparación  de  estos  dos  libros,  demuestra,  en  efecto,  que 
todo  cuanto  contienen  los  Entretenimientos  de  un  prisio- 
nero, incluso  las  citaciones  i  referencias  a  algunos  escrito- 
res antiguos  i  modernos,  ha  sido  plajiado  délas  Cartas  me- 
jicanas  del  arzobispo  Moxó,  escritas  en  1805  i  publicadas 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  427 

después  de  la  obra  en  que  su  sobrino  don  Luis  de  Moxó  ha- 
bía pretendido  apropiarse  los  trabajos  de  aquél. 

156. — Épicos  brasileiros.  Lisboa,  1845,  1  vol.  en  12*^ 

Contiene  dos  poemas,  O  Uraguajr,  de  José  Basilio  de  Ga- 
ma, i  O  Caramurá,  de  frai  José  de  S.  Rita  Durao,  con  notas 
biográficas  i  críticas  puestas  por  el  editor  Francisco  Adol- 
pho  de  Vaknhagen,  después  vizconde  de  Porto  Seguro. 
Véase  este  nombre  en  el  índice  alfabético  de  autores. 

157. — Esquisse  de  la  révoíution  de P Amérique espagtiole,  ou 
récit  des  progrés  et  deTétat  actuel  deíaguerre  entre 
r Espagne  et  V Amérique  espagnole,  contenant  les 
principaux  íaits  et  les  diverses  combfits,  etc.,  etc., 
par  un  citoyen  de  P Amérique  Méridionale.  Traduit 
de  l'anglais.  París,  1817,  1  vol  en  8^ 

Esta  obra  fué  publicada  en  ingles  con  el  título  de  Outline 
ofthe  revolation  in  Spanish  America,  London,  1817,  1  v. 
8°  i  reimpresa  en  los  Estados  Unidos.  Exi«te  una  segunda 
edición  francesa  hecha  en  Paris  en  1819,  completada  con  la 
noticia  de  los  últimos  acontecimientos  de  la  revolución  his- 
pano-americana. 

\L\  Censor  Americano,  periódico  español  publicado  en 
Londres  en  1820  para  defender  los  intereses  de  las  nuevas 
ref)úblicas,  i  cuyo  redactor  principal  fué  don  Antonio  José 
de  Irisarri  (véase  el  núm.  89),  cita  una  opinión  de  este  libro 
en  su  número  de  1^  de  julio,  páj.  72,  i  pone  la  nota  siguien- 
te: "Esta  obra  fué  escrita  en  ingles  por  el  doctor  don  Ma- 
nuel Palacio  Fajardo,  natural  de  la  ciudad  de  Barínas,  de 
Venezuela,  i  se  publicó  en  esta  corte  (Londres)  el  año  de 
1817.  Recibió  los  elojios  de  los  literatos  ingleses  i  franceses, 
i  se  han  hecho  varias  ediciones  aquí,  en  Francia  i  en  Esta- 
dos Unidos  de  American. 

Palacio  Fajardo,  nacido  en  1784,  fué  diputado  por  Mi- 
jagual,  su  ciudad  natal,  en  la  provincia  de  Barínas,  al  con- 
greso de  1811  que  declaró  la  independencia  de  Venezuela, 
desempeñó  una  misión  de  su  gobierno  en  Estados  Unidos  i 
en  Inglaterra,  durante  la  cual  escribió  i  publicó  su  libro,  i 
en  1819  fué  ministro  de  estado  i  de  hacienda  de  Bolívar. 
Falleció  este  mismo  año. 


428  li^STÜDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

158. — Bssai  historique  sur  le  colonie  de  Surinam,  sa  fonda- 
tion,  ses  révolutions,  ses  progrés,  depuis  son  ori- 
gine Jusqú^á  nos  Joars,  ansi  que  les  causes  qui  de- 
puis quelques  années  ont  arréte  le  cours  de  sa  pros- 
perité;  avec  la  description  et  Fétat  actuel  de  la  colo- 
nie et  Vhistoire  déla  nationjuive,  portugaiseet  alie- 
mande  y  étahlie,  leurs  priviléges,  inmunités  et  fran- 
chises,  etc.  Paramaribo,  1788,  2  vols.  en  8*^ 

Libro  interesante  para  la  historia  de  esa  colonia,  i  al 
mismo  tiempo  el  primer  libro  impreso  en  Paramaribo.  Su 
autor  fué  D.  de  la  Nassy,  uno  de  los  judíos  mas  importan- 
tes de  la  colonia. 

159. — Essai  sur  cette  question:  Quand  et  comment  r Ame- 
rique  a  été  peuplée  d'hommes  et  d^animaux  par  E. 
B.  d'E.  Amsterdam,  1767,  5  vols.  en  12° 

El  mismo  año  se  hizo  en  Amsterdam  otra  edición  en  1 
Yol.  en  4*? 

Su  autor  es  el  jeógrafo  suizo  Samuel  Engel  (1702-1784), 
autor  de  otras  obras  sobre  la  posibilidad  de  comunicar- 
se por  el  norte  entre  los  océanos  Atlántico  i  Pacífico. 

La  teoría  en  que  se  funda  la  presente  es  como  si<Tue:  Antes 
del  diluvio,  las  aguas  de  nuestro  globo  eran  menos  consi- 
derables de  lo  que  son  ahora,  Kntre  la  América  i  el  África 
existia  la  Atlántida  de  los  antiguos.  Por  el  norte,  la  Amé- 
rica i  el  Asia  estaban  comunicadas.  Los  hombres  i  los  ani- 
males han  podido  pasar  por  ambos  puntos  en  un  tiempo 
mui  remoto,  antes  del  diluvio  que  no  fué  universal.  Esta 
misma  teoría  ha  sido  sostenida  antes  i  después  por  un 
gran  número  de  escritores. 

160. — Essád  sur  la  colonie  de  Samte  Lucie.   Par  un   ancien 
intendant  de  cette   isle.  Neufchatel,   1779,   1   vol. 
.    en8'? 

El  autor  es  Daniel  Mac-Ant.  Chardon,  escritor  fran- 
cés i  empleado  de  hacienda. 

161. — Essai  sur  les  colonies  í'rangaises;  ou  discours  politi- 
ques  sur  la  nature  du  governement,   de  la  popula- 


NOTAS  PARA  UNA  BIBLIOGRAFÍA  429 

don  et  du  commerce  de  la  colonie  de  S.  D.  (Saint- 
'  Domingue.  París,  1754,  1  vol.  €n  12" 

Historia  abreviada  pero  bien  hecha  de  la  administración 
•    -        de  esta  colonia,  escrita  por  Saintard,  síndico  de  la  compa- 
ñía francesa  de  las  Indias  i  autor  de  otras  obras  anónimas 
muerto  por  los  años  de  1760.   Véase  este  nombre  en   el  ín- 
dice alfabético  de  autores.    - 

162. — Essai  sur  Fhistoire  naturelle  de  Pisle  de  Saint-Do- 
tningue.   Paris,  1776,  1  vol.  en  8*^' 

Por  el  padre  dominicano  Nicolson.  Es  un  suplemento 
útil  de  la  famosa  obra  del  padre  Charlevoix  de  la  Compa- 
ñía de  Jesús. 

163. — Essay  (An)  on  the  natural  history  of  Guiana,  in 
South  America.  In  several  letters  froai  a  gentle- 
man  oí  the  medical  faculty,  duiing  his  residence  in 
that  country.    London,  1769,  1  vol.  en  8° 

Obra  capital  sobre  la  Guayana  por  Edward  Bancroft, 
saí)io  norte-americano,  muerto  en  1821.  Ha  sido  traduci- 
da a  varios  idiomas. 

164. — Estadística  de  la  República  de  Chile ^  tomo  I  (único 
publicado).  Provincia  de  Maule.  Santiago,  1845, 
1  vol  en  8*? 

Por  don  Fernando  Urízar  Garfias,  director  de  la  esta- 
dística i  encargado  de  la  publicación  de  sus  trabajos. 

16o.— Etat  present  de  Pcgliseetde  la  colonie  frangaise  dans 
la  Nouvelle  Erance,  par  M.  V  evéque  de  Quebec. 
Paris,  1688,  1  vol.  en  8^ 

Porjean  B.  La  Croix  de  Chevriéres  de  Saint  Valier. 
"Habiendo  sido  éste  nombrado  obispo  de  Quebec,  quiso, 
antes  de  ser  consagrado,  tomar  conocimiento  de  su  dióce- 
sis, i  se  embarcó  en  1685  para  el  Canadá.  El  año  siguien- 
te volvió  a  Francia,  i  escribió  en  forma  de  carta  una  re- 
lación de  su  viaje,  en  (jue  esponia  la  situación  de  la  Nueva 
Francia."  Charlevoix,  Hist.  de  la  Nouvelle  France.,  Biblio- 
graphie. 


430  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

166. — Etats  {Les),  empires  et  principautez  du  monde^  re- 
presentes par  la  description  des  pajs,  moeiirs  des 
habitants,  etc.  Par  le  Sr.  D.J.  V.  I:,  gentilhotnme 
ord.  de  la  chambre  du  roy.  París,  1615,  1  vol. 
en  4^ 

Este  tratado  de  jeografía  descriptiva,  que  contiene  unas 
ochenta  pajinas  relativas  a  la  América,  fué  reimpreso  en 
1626  con  el  título  de  Descripción  de  VUnivers,  i  conside- 
rablemente aumentado  después  por  otros  escritores  en 
dos  ediciones  subsiguientes,  sin  que  por  esto  deje  de  ser 
una  compilación  mediocre,  sin  valor  histórico  ni  jeográfi- 
co.  Su  autor  fué  Fierre  Davity,  seigneur  de  Montmartin, 
historiador  i  poeta  francés  (1573-1635)  de  escaso  méri- 
to. Su  libro,  que  ha  alcanzado  un  alto  precio  (M.  Ch. 
Leclerc,  Bibliotheca  Americana,  Paris,  1879,  avalúa  un 
ejemplar  de  la  primera  edición  en  150  francos,  por  sus  gra- 
bados i  como  curiosidad  bibliográfica)  no  tiene  valor  lite- 
rario. 

167. — Études  sur  V Antiérique  espagnoíe  sons  le  rapport  du 
commerce  tnaritime  de France.  DeVEquateur.  Paris, 
1848,   1  vol.  en  8*^ 

Opúsculo  de  32  pajinas  escrito  por  Gabriel  Lafond  de 
LuRCY,  capitán  de  la  marina  mercante  francesa,  mui  co- 
nocedor de  la  América,  en  cuyas  costas  habia  hecho  muchos 
viajes,  i  autor  de  una  estensa  i  noticiosa  relación  de  estos 
viajes  publicada  en  Paris  en  1842-45. 

168. — Europe  (U)  et  ses  colonies  en  decembre  1819.  Paris, 
1820,  2  vols.  en  8*=^ 

Este  libro,  reimpreso  en  1822,  fué  escrito  por  Beaumont 
DE  Brivazac,  escritor  francés  muerto  en  1821. 

169. — Examen  de  Tesclavage  en  genérale  et  particuliére- 
ment  de  Tesclavage  des  négres  dans  les  colonies 
frangaises  de  FAmérique,  par  V.  D,  C.  Paris,  1802, 
2  vols.  en  8^ 
Por  F.  Val.  de  Cüllion,  escritor  francés  (1734-1821). 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  431 

170. — Excursión  through  the  United  States  and  Canadá 
during  the  years  18 22  23.  Byan  english  gentleman, 
London,  1823,  1  vol.  en  8^ 

Libro  vulgar  i  superficial,  atribuido  por  el  bibliógrafo 
Rich  al  capitán  Blaney. 

171. — Excursions  dans  V Amértque  meridionales  le  nordou- 
est  des  Etats-Unis  et  des  Antilles,  dans  les  années 
1812,  1816,  1820,  et  1824,  par  Charles  Waterton, 
ecuyer;  suivie  d'une  notice  sur  les  sauvages  de  V 
Amérique  septentrionale.  Traduit  de  Tangíais,  Pa- 
ris,  1833,  1  vol.   en  8^ 

Este  libro,  publicado  verdaderamente  en  Rouen,  es  la 
traducción  de  una  obra  importante  para  el  estudio  de  la 
historia  natural,  i  que  sin  embargo  es  poco  conocida  fuera 
de  Inglaterra.  El  traductor  es  A.  de  Caze,  escritor  francés 
que  parece  haber  visitado  la  América.  La  noticia  sobre  los 
salvajes  americanos,  agregada  al  fin,  es  traducida  de  Was- 
hinton  Irving. 

172. — Far  West  ( The)',  or  a  tour  heyond  the  mountains. 
New  York,  1838.  1  vol.  en  12^ 

Por  Edmund  Flagg,  distinguido  periodista  norteameri- 
cano, que  ha  servido  en  la  carrera  diplomática  i  que  ha  es- 
critos algunas  obras  de  viajes.  Rich  atribuye  equivocada- 
mente esta  obra  a  M.  Flint,  confundiendo  este  libro  con 
A  condensed  geography  and  history  of  the  western  Sta- 
tes, or  the  Mississippi  valley.  By  Timothy  Flint,  Cincina- 
tti,  1828,  2  vol.  en  8^  Véase  sobre  este  escritor  el  índice  al- 
fabético de  autores. 

Sabin  llama  a  su  autor  Edward  Flagg.  Por  mi  parte, 
sigo  la  autoridad  de  AUibone  i  de  otros  bibliógrafos  norte 
americanos. 

173. — Fasti  novi  orbis  et  ordinatium  apostolicarum  ad  In- 
dias pertinentium  cum  annotationibus.  Yenecia, 
1776,  1  vol.  en  4^ 

Publicado  bajo  el  seudónimo  de  Ciriacus  Morellus,  por 
el  padre  Domingo  Müriel,  jesuita  español,  misionero  en  el 


432  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGEÁFICOS 


Paraguai  i  procurador  de  su  orden  en  Roma.  Es  una  colec- 
ción anotada  de  todas  las  órdenes  i  decretos  dados  por  los 
papas  i  los  reyes  sobre  la  administración  espiritual  de  la 
América,  desde  su  descubrimiento  basta  1771. 

174. — Fastos  de  la  dictadura  del  Perú  i  refutación  deBrand- 
sen  i  Riva  Agüero,  por  el  doctor  A.  G.  Arequipa, 
1826,    1  vol.  en  8^ 

Defensa  de  Bolívar  escrita  por  el  doctor  don  A.  Gonzá- 
lez, español  de  nacimiento  que  poco  mas  tarde  volvió  a  la 
península  i  figuró  en  la  política.  Aparte  de  las  apreciacio- 
nes del  autor,  contiene  muchos  documentos  útiles  para  la 
historia  de  la  independencia  del  Perú. 

175. — Federalista  [O),  publicado  en  ingle-z  por  Hamilton, 
Madisson  e  Jay,  cidadaos  de  Nova  York,  e  traduci- 
do en  portuguez  por***.  Rio  Janeiro,  1840,  3  vols. 
en  8^ 

Traducido  por  José  da  Gama  e  Castro,  médico  i  escri- 
tor portugués  naturalizado  en  el  Brasil.  Véase  su  nom- 
bre en  la  lista  alfabética  de  autores. 

176. — Fernand  Colomh,  sa  vie,  ses  ouvres.  Essai  critique 
par  Vauteur  de  la  ''Bibliotheca  americana  vetustis- 
sima'\  Paris,  1872,  1  vol.  en  8*? 

Por  Henry  Harrisse,  erudito  norte  americano.  Edición 
francesa  mucho  mas  ampliada  i  casi  rehecha  de  una  obra 
publicada  en  español  por  el  mismo  autor  (véase  el  núm. 
140)  En  ella,  después  de  estudiar  la  vida  de  don  Fernan- 
do Colon  a  la  luz  de  los  mejores  documentos,  trata  de  pro- 
bar que  la  Vita  é  fatti  deJl  Ammiraglio  1).  Christoíoro 
Colomho,  publicada  en  Venecia  en  1571,  muchas  veces  re- 
impreso i  presentada  como  la  traducción  italiana  de  una 
obra  española  escrita  por  su  hijo  don  Fernando,  es  una 
obra  apócrifa.  Esta  tesis  literaria,  aunque  preparada  con 
sólida  erudición  i  desarrollada  con  talento,  no  ha  conven- 
cido a  todo  el  mundo  i  ha  encontrado  impugnadores  re- 
sueltos. Puede  verse  sobre  este  punto  el  apéndice  puesto 
por  D'Avezac  a  su  notable  opúsculo  Année  véritable  de  la 
naissance  de  Christophe  Colomh,  Paris,  1873,  estractado 
del  Bulletin  de  la  société  de  géographie  de  Paris. 


líOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  433 


Mr.  Henry  Harrisse  replicó  a  esta  crítica  con  otro 
opúsculo  de  59  pajinas  en  8^  que  lleva  este  título:  IJhistoi- 
re  de  Christophe  Colomb  attribué  a  son  ñh  Fernand  Exa- 
men critique  du  Mémoire  lu par  M.  U AvezaCy  membre  de 
rinstkut  de  France  a  T Academie  des  Inscriptions  et  Belles 
Ltttres  en  aout  1873.  Paris,  1875. 

177 .—Fíghting  Joe;  or,  the  fortunes  oía  Staff  Ofñcer.  A 
stotr  oí  the  great  rebelión.  By  Oliver  Optic.  Bos- 
ton, 1866,  1  vol.  en  16^ 

Por  Williams  T.  Adams.  Véase  sobre  este  autor  el  nú- 
mero 69, 

17 H. —First  setters  (The)  of  New-England,  orconquest  oí 
the  Pequodsy  etc.;  as  related  hy  a  mother  to  her 
childrcn.  By  a  lady  of  Massachusetts.  Boston,  1821Í, 
1  vol.  en  12^ 

lis  la  segunda  edición  de  un  libro  varias  veces  reimpre- 
so Es  una  historia  de  los  establecimientos  europeos  en  la 
Nueva  Inglaterra,  referida  en  forma  de  cuentos  familiares, 
por  Lydia  María  Child,  conocida  también  con  su  nombre 
de  juventud  Miss  Francis,  ilustre  escritora  de  Boston. 

179.  -Flore  de  Terre  Neuve  et  des  íles  Saint  Fierre  et  Mi- 
quelon,  avec  figures  dessinées  par  Pauteur  sur  la 
plante  vivante.  Paris,  1829,  1  vol.  en  4r 

El  autor  de  esta  obra,  A.  J.  M.  Bachelet  de  La  Pylaie, 
viajero  naturalista  i  anticuario  francés  (1786-1856),  no 
publicó  mas  que  la  primera  entrega  que  consta  de  128  pa- 
jinas. Sus  colecciones  fueron  obsequiadas  al  museo  de  his- 
toria natural  de  Paris. 

ISO.— Florilegio  da  poezia  brazileira,  ou  coíecgao  das  mais 
notaveis  composigoes  dos  poetas  brazileiros  faleci- 
dos,  contendo  as  biographias  de  muitos  delles^ 
tudo  precedido  de  un  ensaio  histórico  sobre  as  le- 
tras no  Brazil.  Lisboa,  1850,  2  vols.  en  12^,  i  mas 
un  tercer  volumen  publicado  en  Madrid  en  1852. 

TOMO    VI  2^ 


434  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Colección  bien  escojida  i  dispuesta  de  poesías  brasileras, 
con  noticias  biográficas  i  críticas  que  revelan  una  sólida 
erudición,  por  Francisco  Adolpho  de  Varnhagen,  después 
vizconde  de  Porto  Seguro,  que  firma  la  introducción.  Véa- 
se este  nombre  en  el  índice  alfabético  de  autores. 

181. — Fragment  de  Xénophon,  nouveUement  trouvé  dans 
les  raines  de  Paltnyre  par  un  anuíais,  traduit  du 
grec  par  un  francais.  París,  1783,  1  vol  en  24?"^ 

Injeniosa  alegoría  en  que  está  contada  la  historia  de  la 
independencia  de  Estados  Unidos  bajo  la  apariencia  de  un 
fragmento  de  la  historia  griega:  Franklin  es  llamado  Tales, 
Washington,  Tusingónas;  Lafayete,  Fylaatete,  etc.  Esta 
obra  fué  traducida  al  alemán.  Su  autorfué  Gabriel  Brizar», 
historiador  francés  de  cierto  mérito,  que  después  de  haber 
abrazado  los  principios  de  la  revolución,  se  apartó  de  ella 
horrorizado  por  sus  excesos,  i  murió  de  pesar  el  23  de  enero 
de  1793,  dos  dias  después  de  la  ejecución  de  Luis  XVÍ. 

182 — Francis  Berrian,  or  the  mexican  patriot.  Boston, 
1826,  2  vols.  en  12*? 

Por  Timothy  F1.INT,  fecundo  escritor  norte  americano, 
misionero  en  el  valle  del  Mississippí  i  autor  de  un  libro  que 
hemos   mencionado   accidentalmente  en  la  nota  núm.  172. 

El  que  encabeza  esta  nota,  es  una  supuesta  relación 
auto-biográfica  de  un  joven  norteamericano  que  habria 
hecho  la  guerra  de  la  independencia  de  Méjico  sirviendo  en 
el  ejército  revolucionario. 

Flint  es  ademas  autor  de  otras  dos  novelas  publicadas 
anónimas:  George  Masón,  a  history  of  the  Mississippí^ 
Boston,  1829,  1  vol.  en  12*?,  i  The  Ufe  and  ndventiives  of 
Arthur  Clening,  Philadelphia,  1828,  2  vols.  en  12^ 

183.— Garimpeiros  {Os).  Rio  de  Janeiro,  1837,  1  vol.  en  S'- 

Poema  heroico  cómico  en  octavas,  compuesto  por  el 
canónigo  Januario  da  Cunha  Barhosa  (1780-1846),  en 
contestación  a  otro  poema  burlesco  titulado  O  Fezadelo, 
atribuido  a  Francisco  José  Pinheiro  Guimaraes.  Se  refiere 
a  los  asuntos  políticos  del  Brasil  durante  la  menor  edad 
de  don  Pedro  II.  Es  mui  raro  hallar  un  ejemplar  de  este 
poema. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  435 

184. — Gan  Edén,   or  Pictures    oí  Cuba.    Boston,  1854,  1 
vol.  en  12*^ 

Reimpreso  el  año  siguiente  en  Londres  con  el  nombre 
del  autor,  William  Henry  Hurlbüt,  escritor  norte  ameri- 
cano, colaborador  de  varias  revistas  inglesas. 

185. — Geooraña  jeneral  para  el  aso  de  la  juventud  de  Ve- 
nezuela. Caracas,  1833-1837,   4  vols.  en  4°  menor. 

F"l  autor  de  este  libro  es  don  Feliciano  Montenegro 
Colon,  militar  venezolano  que  después  de  haber  servido 
en  los  ejércitos  españoles  contra  los  independientes,  se  es- 
tableció en  Caracas,  fundó  un  colejio  con  la  protección  del 
jeneral  Páez,  entonces  presidente  de  Venezuela,  i  murió  allí 
el  6  de  setiembre  de  1853. 

Las  primeras  120  pajinas  del  primer  tomo,  son  un  resú' 
men  jeneral  de  jeografía  extra- americana,  que  parece  ser 
una  reimpresión  de  un  opúsculo  publicado  en  la  Habana 
en  1826,  i  de  que  probablemente  era  autor  el  mismo  Mon- 
tenegro Colon.  Pero  desde  que  comienza  a  tratar  de  la 
América,  se  estiende  considerablemente  i  da  cabida  a  no- 
ticias mas  o  menos  estensas  sobre  la  historia  de  cada  pais. 
El  primer  tomo  consta  de  54<2  pajinas,  i  después  del  re- 
sumen jeneral  de  que  hemos  hablado,  trata  de  Santo  Do- 
mingo, Cuba,  las  rejiones  árticas,  Canadá  i  Estados  Uni- 
dos. El  segundo  tomo,  de  564  pajinas,  trata  de  Méjico, 
América  Central,  las  Antillas,  Brasil,  Buenos  Aires,  Para- 
guai,  Uruguai,  Patagonia  e  isla  del  Pacífico.  El  tercero, 
con  618  pajinas,  trata  de  Chile,  Perú,  Bolivia,  Ecuador  i 
Nueva  Granada.  El  cuarto  con  646  pajinas  eslá  entera- 
mente consagrado  a  la  historia  de  Venezuela,  i  en  especial 
a  la  época  de  la  revolución.  Este  tomo  es  el  mas  impor- 
tante de  la  obra;  i  aunque  escrito  con  mui  poco  arte  lite- 
rario, es  notable  como  compilación  de  hechos.  El  autor 
promete  un  quinto  volumen  destinado  a  describir  una  a 
una  las  provincias  de  Venezuela;  pero  no  se  ha  publicado 
nunca. 

El  jeneral  Páez  ha  consagrado  algunas  pajinas  del  se- 
gundo tomo  de  su  Autografía  a  hacer  el  mas  pomposo 
elojio  de  los  servicios  i  de  los  escritos  de  Montenegro 
Colon. 

186. — Geographical  {The)  natural  and  civil  history  ofChi- 


486  ESTUDIOS    HISTÓRiCO-BlBLIOGRÁFlCOS 

H.  By  abbe  don  J.  Ignatius  Molina.  With  notes 
from  the  spanish  and  french  versions,  and  an  Ap- 
pendix,  containing  copious  extractes  from  the  ^raw- 
cana  of  don  Alonzo  de  Ercilla.  Translated  from 
the  original  italian  bj  an  american  gentleman. 
Middletown  (Connetticut),  1808,  2  vols.  en  8*? 

El  traductor  anónimo  de  esta  obra  fué  Richard  Alsop, 
poeta  i  erudito  norte  americano,  raui  aficionado  a  la  his- 
toria natural  i  coleccionista  de  aves  disecadas.  Véase  s  )- 
bre  él  Duyckjck,  Cyclopasdia  of  american  literature,  vol.  I, 
pajina  495  i  siguientes. 

La  traducción  de  los  fragmentos  de  ¿a  Araucana^  for- 
ma un  ai)éndice  de  62  pajinas  de  compajinacion  diferente 
i  que  se  aí^rega  al  segundo  volumen.  Klla  no  es  la  obra  de 
Alsop,  Es  tomado  en  su  mayor  parte  de  las  n.)tas  del  Hssr/y 
on  epic  poetry,  London,  1782,  por  William  Hayley.  Perola 
traducción  de  los  fragmentos  del  tercero  i  Ctiarto  canto  fué 
hecha  por  el  Rev.  H.  Boyd,  distinguido  traductor  de  obras 
poéticas. 

Las  notas  suplementarias  del  primer  tomo  completan 
veinte  pajinas  de  tipo  menudo,!  forman  una  descripcionjeo- 
gráfica  de  Chile,  estractada  del  Compendio  anónimo  pu- 
blicado en  Bolonia  en  1776,  obra  también  del  abate  Mo- 
lina. 

Véase  el  número  siguiente. 

187. — Geographical  (The),  natural  and  civil  history  oi 
Chili  translated  from  the  original  italian  of  the 
abbe  don  J.  Ignatius  Molina.  To  which  are  added 
notes  from  the  spanish  and  french  versions,  and  two 
appendixes  by  the  english  editor.  London,  1809, 
2  vols.  en  8^ 

Esta  traducción  es  la  misma  que  la  del  número  anterior, 
de  Richard  Alsop,  con  algunas  modificaciones  i  adiciones, 
pero  sin  tener  a  la  vista  el  orijinal  italiano.  Los  apéndices 
de  la  edición  americana  han  sido  reemplazados  por  una 
descripción  del  archipiélago  de  Chiloé,  estractada  de  la  obra 
del  padre  González  Agüeros,  i  una  noticia  de  las  tribus  que 
habitan  la  estremidad  sur  de  la  América  meridional,  to- 
mada principalmente  de  la  obra  del  padre  Falkner. 


NOTAS    TAHA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  437 


ISS. —Geog-rnphy  {The)  of  America,  and  the  West  Indies. 
London,  1841,  1  vol.  en  8^ 

Reimpreso  en  1845  con  el  título  de  America  and  the 
West  Indies  geographically  described,  i  con  el  nombre  de 
los  autores,  el  primero  de  los  cuales  es  George  Long,  erudi- 
to escritor  inorjes,  director  de  muclias  publicaciones  desti- 
nadas a  la  difusión  de  los  conocimientos  útiles,. 

189. — Georgia,  scenes,  characters,  incidents  etc.,  in  the  fírst 
halfcentury  ofthc  republic,  By  a  na  ti  ve  Georgian. 
Augusta,  1835,  1  vol.  en  12^ 

Libro  mui  aplaudido  i  muchas  veces  reimpreso.  Su  au- 
tor es  Augustus  B.  Longstreet,  profesor  i  ministro  meto- 
dista. 

190.-  Querré  d'Amérique,    Campagne  du  Potomac,  Mars 
.  .      Juilkt,  1862.  Paris,  1863,  1  vol.  en  8^ 

Por  el  príncipe  de  Joinville,  Francois  Ferd.  d'Orleans. 

191. — Guia  de  hacienda  de  la  República  mejicana.  Parte  le- 
gislativa. Méjico,  1825-1828,  en  12*? 
Por  don  J.  J.  Esteva. 

192. — Haiti,  ou  renseignemens  authentiques  sur  Pabolition 
de  Vesclavage  et  ses  resultáis  á  Saint-Domingue  et 
á  la  Guadeloupe,  avec  des  détails  sur  Pétat  actuel 
d^ Haiti  et  des  noirs  emancipes  qui  forment  sa  popu- 
lation,  traduit  de  l'anglais.  París,  1835,  1  vol. 
en  8^ 

Traducción  francesa  de  una  obra  de  ZacharyMACAULAY, 
padre  del  insigne  historiador  de  este  nombre.  El  objeto  de 
este  libro  como  el  de  muchos  otros  escritos  del  mismo  au- 
tor, es  abogar  por  la  emancipación  de  los  esclavos  en  las 
colonias  de  América. 

193.— iíeí  Britannische  Ryk  in  America,  etc.  Amsterdam, 
1721,  2  vols.  en  4^ 
Reimpreso  allí   mismo  en  1727.  Es  una  traducción  ho— 


438  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

É_ 

landesa  de  la  obra  de  John  Oltmixon.  Véase  el  núm.  74, 
enriquecida  de  algunas  láminas  i  mapas  mas  que  las  que 
tiene  el  orijinal.    El  traductor  es  R.  G.  Wetstein. 

194. — Histoire  chronologique  des  voyéigcs  vers  le  póle  arti- 
gue, parjhon  Barrow,  traduit  de  Tangíais.  París, 
1819,  2  vols.  en  8^ 

Traducida  por  Auguste  Jean  B.  Defauconpret,  fecundo 
traductor  de  obras  inglesas  i  escritor  de  cierto  mérito, 
muerto  en  1843. 

195. — Histoire  de  donjuán  Pala  fox,  évéque  d^Angélopolis 
Bruxelles,  1G90.  1  vol.  en  12^ 

Kste  libro  es  el  4°  tomo  de  la  Moral  pratiquc  des  jesui- 
tes.  Su  autor  fué  el  doctor  Antoine  Arnauld,  célebre  sabio 
francés,  amigo  de  Pascal,  autor  de  una  gran  variedad  de 
obras,  en  su  mayor  parte  de  controversia  relijiosa  i  enemi- 
go formidable  de  los  jesuitas.  Véase  mas  adelante  Fie  da 
venerable  don  Juan  de  Palafox,  núm,  460. 

196. — Histoire  de  V administration  de  Lord  North,  minis- 
tre des  ñnances  en  Angleterre  depuis  ITTOjusqu^en 
1780,  et  de  la  guerre  de  VAmérique  Septentrional 
jusqu'  á  la  paix.  Londres  et  París,  1784?,  2  vols. 
en  8*? 

El  autor  de  este  libro  es  Michel  Rene  Hili.iard  D'Au- 
BERTEUiL.  Es  también  autor  de  otra  obra  anónima  (véa- 
se el  núm.  116,  donde  damos  algunas  noticias  biográ- 
ficas). 

Dice  el  autor  que  habiendo  traducido  del  ingles  la  View 
oí  the  History  cfGreat  Britain  during  the  Administration 
oí  Lord  North,  creyó  que  seria  mejor  sustituir  en  su  lugar 
tma  historia  menos  prolija  pero  mas  completa,  conservan- 
do todo  lo  que  era  útil,  agradable  interesante  en  la  obra 
inglesa,  i  añadiendo  una  narración  completa  de  la  guerra 
americana. 

Esta  obra  ha  sido  traducida  al  español  por  don  P.  P.  de 
A.,  i  publicada  en  Madrid  por  la  imprenta  real,  1806,  1 
vol.   en  16^ 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  439 

197. — Histoire  de  la  decou verte  et  de  la  conquéte  du  Perou, 
par  Aiigastin  de  Zarate.  Traduite  de  l'espagnol  par 
S.  D.  C.  París,  1704,  2  vols.  en  12^ 

Hai  muchas  ediciones  de  esta  traducción.  La  primera 
fué  hecha  en  Amsterdam,  en  1708;  i  la  última  en  París,  en 
agosto  de  1830,  en  2  vols.  en  8*=*,  nimpresa,  dice  la  portada, 
a  espensas  del  gobierno  para  procurar  trabajo  a  los  obre- 
ros tipográficos--.  Es  una  buena  i  elegante  edición. 

El  traductor  fué  Bon  André,  conde  de  Broé  i  señor  de 
Citry  i  de  la  Guette,  traductor  también  de  Solis  i  de  la 
Histoire  de  la  conquéte  de  la  Florida.  Véanse  los  núms.  200 
i  201. 

198. — Histoire  de  V Amérique  par  Rob.^rtson,  traduite  de 
Tangíais,  París,  1778,  2  vols,  en  4''  o  4  vols.  en  12*^ 

La  mayor  parte  de  esta  obra  fué  traducida  por  J.  B.  An- 
toine  SuARD,  célebre  literato  francés  (véase  su  nombre  en 
la  lista  alfabética  de  autores);  i  los  dos  últimos  libros  por 
el  abate  Morellet.  Reimpresa  esta  obra  en  Roterdam  el 
año  siguiente  en  4  vols.  en  12°,  Comincourt  de  Durival,  re- 
visó la  traducción  haciendo  desaparecer  algunos  errores, 
salvando  pequeñas  omisiones  i  haciendo  entrar  las  adicio- 
nes que  Robertson  habia  intercalado  en  la  segunda  edición 
inglesa.  Mas  tarde  se  ha  reimpreso  muchas  veces  esta  tra- 
ducción con  los  nombres  de  Suard  i  Morellet.  i  gracias  a 
las  pequeñas  correcciones,  ha  llegado  a  ser  una  traducción 
perfecta. 

199. — Histoire  de  la  colonie  fracaise  da  Canadá.  París, 
1865-66,  3  vols.  gr.  en  8^ 

Esta  historia,  fruto  de  un  largo  trabajo  de  investiga- 
ción, e  inconclusa  todavía,  es  la  obra  del  abate  Faillon, 
autor  de  muchos  otros  escritos  sobre  la  historia  eclesiás- 
tica del  Canadá. 

200.— Histoire  de  la  conquéte  de  la  Floride  par  les  Espag- 
nols  sous  Ferdinand  de  Soto.  Ecrite  en  portugais 
par  un  gentil-homme  de  la  ville  d'Elvas.  Traduite 
par  M.  D.  C.  París,  1685,  1  vol.  en  12*? 

Barbier  i   otros  bibliógrafos   dieron  por  autor  de  esta 


140  KSTÜDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


traducción,  así  como  de  otras  obras  orijinales  i  traducidas 
que  llevan  las  iniciales  S.  D.  C.  a  Citry  de  la  Guette.  La 
Blographie  twiverselle  {vo\.  VIH,  p.  585)  desespera  de  ha- 
llar noticias  acerca  de  este  personaje  nolvidado  a  causa  del 
velo  del  anónimo  con  que  se  cubrió  siempreu,  i  lo  llama 
Citri  de  la  Guette  (S).  La  NovveUebiographie  genérale  ha 
interpretado  la  S.  por  Samuel. 

El  verdadero  nombre  del  traductor  es,  según  investig^a- 
ciones  que  datan  de  1830,  Bon  André,  conde  de  Broé,  se- 
ñor de  Citry  i  déla  Guette.  A  mas  de  esta  traducción  i  dedos 
obras  orijinales  que  escribió,  ha  traducido  al  francés  la  his- 
toria de  la  conquista  de  Méjico  de  don  Antonio  de  Solis,  i 
la  del  Perú  de  Agustin  de  Zarate 

El  libro  portugués,  cuya  traducción  motiva  esta  nota, 
es  otro  anónimo  cuyo  autor  no  ha  podido  descubrirse.  Se 
titula  Relaqam  verdadeira  dos  trabalhos  que  ho  gouerna- 
doT  don  Fernando  de  Sonto  e  certos  ñdalgos  portugueses 
passaron  no  descohrimiento  da  prouincia  da  Frolida. 
Agora  ñoñamente  feita  per  unñdalgo  Deluas,  Ebora,  1557, 
1  vol.  en  8*^  Jorje  César  de  Figaniere  ha  descrito  prolija- 
mente un  ejemplar  de  este  rarísimo  libro  bajo  el  núm  878 
de  importante  Bibliographia'hi'storica  portugueza.  Brunet, 
que  menciona  este  libro  en  su  AJanuel  du  libraíre,  dice  que 
un  ejemplar  fué  vendido  en  la  venta  de  la  librería  Heber  por 
8  £8sh. 

Aunque  el  anónimo  portugués  habia  sido  traducido  al 
ingles  por  Ricardo  Hakluyt  en  1601,  un  escritor  desconocido 
vertió  a  este  mismo  idioma  la  traducción  del  conde  de  Broé, 
cometiendo  todo  jénero  de  errores.  Como  el  orijinal  portu- 
gués i  la  traducción  de  Hakluyt  eran  sumamente  raras,  la 
francesa  del  conde  de  Broé  era  mui  buscada  por  los  curiosos 
i  los  literatos. 

Ahora,  esa  traducción  ha  perdido  gran  parte  de  su  im- 
portancia. La  Academia  real  de  ciencias  de  Lisboa  reim- 
primió ese  libro  en  1844  en  el  tomo  1^  de  la  Collecgao  de 
opúsculos  relativos  a  historia  das  navegaqoes,  viagems  e 
conquistas  dos  portuguezes;  i  la  sociedad  (le  Hakluyt  de 
Londres  reimprimió  en  1851  la  traducción  de  1601,  bajo 
la  dirección  de  William  B.  Rye. 

201. — Histoirc  de  la  conquéte  da  Mexiqíie,  oii  de  la  Nou- 
velle  Espagne,  traduite  de  Tespagnol  de  Solis,  por 
Taiiteur  du  "Triunvirat."  París,  1681,  1  vol.  en  4^? 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  441 


Hai  de  esta  traducción  de  Solis  a  lo  menos  seis  reimpre- 
siones hechas  en  Paris  i  en  Holanda,  en  una  forma  mas  pe- 
queña que  la  primera,  en  2  vols.  en  12°  Esta  traducción 
es  obra  de  Bon  André,  conde  de  Broé,  señor  de  Citry  i  de 
la  Guette,  traductor  de  otras  obras  españolas  i  portugue- 
sas. Véase  Histoire  de  In  conqtiéte  de  la  Floride,  etc., 
núm.  200. 

El  libro  que  se  menciona  en  la  portada  de  esta  traduc- 
ción es  la  Histoire  des  deiix  triunvirats,  Paris,  1681,  3 
vols  en  12°,  buena  pajina  de  historia  romana  que  algunos 
críticos  consideran  una  obra  maestra. 

202. — Histoire  de  ¡r  derniére  s^uerre  entre  la  Grande  Bre- 
tagne  et  les  Etats-Unis  de  ÍAmérique,  ia  France, 
J'Espagne  et  la  Hoílande  depuis  son  commence- 
ment  en  1 775  jusqu' á  su  ñn  en  1783.  Ornee  de  car- 
tes,  Paris,  1787,  1  vol.  en  4^^ 

Libro  reimpreso  el  año  siguiente  en  2" vols.  en  8°  i  tra- 
ducido al  español  en  1793.  En  1830  se  publicó  en  Paris  una 
tercera  edición  en  2  vols.  en  8°  bajo  la  dirección  de  un 
hijo  del  autor.  Kra  éste  Odel  Julien  Leboucher,  muerto 
en  1826. 

203. — Histoire  de  la  fondation  des  colonies  des  anciennes 
républiques,  adaptée  a  la  dispute  présente  de  la 
Grande  Bretagne  avec  ses  colonies  américaines. 
Traduite  de  Tangíais.  Utrech,  1778,  1  vol.  en  8- 

Rich  (Bibliotheca  Americana  Nova,  tomo  I,  p.  254)  atri- 
buye el  orijinal  ingles  a  un  escritor  apellidado  Barón,  que 
no  encontramos  mencionado  por  Watt  ni  por  Allibone.  La 
traducción  francesa  ha  sido  hecha  por  A.  Mari&CERisiER. 
Véase  sobre  éste  el  núm.  132, 

204. — Histoire  de  la  guerre  civile  en  Prance  depuis  1789 
jusqu'au  18  brumaire.  Paris,  1803,  3  vols;  en  8^ 

Por  Pierre  J.  B.  Nougaret.  Aunque  es  una  compilación 
descuidada,  contiene  noticias  interesantes  sobre  los  suce- 
sos dt  Santo  Domingo  i  de  las  otras  colonias  francesas. 
Véanse  los  núms.  464  i  499. 


442  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFÍCOS 

205. — Histoire  de  la  gaerre  contre  les  anglais  depuis  1645 
jusqu^  á  présent.  Genéve,  1759-60,  2  vols.  en  8" 

Contiene  con  bastante  estension  la  historia  de  la  guerra 
del  Canadá.  Escrita  por  Btienne  Joseph  Poullin  de  Lumi- 
XA,  historiador  francés  muerto  en  1772. 

206. — Histoire  de  la  Jamaica,  traduite  de  Tangíais,  Par 
M***,  ancien  officier  de  dragons.  Londres  (segura- 
mente Paris),  1751,  2  vols.  en  12- 

El  traductor  de  este  libro,  llamado  Raut.in,  no  es  cono- 
cido por  ningún  otro  trabajo  literario.  Barbier  i  Quérard 
atribuyen  el  orijinal  ingles  al  célebre  médico  i  botánico 
Hans  Sloane,  autor  de  un  viaje  a  Jamaica,  que  tiene  por  su 
plan  cierta  semejanza  con  el  libro  que  motiva  esta  nota,  el 
cual  mas  bien  que  una  historia  de  esta  isla,  es  una  especie 
de  relación  de  un  viaje  en  que  se  refieren  muchos  hechos 
históricos.  Para  convencerse  de  que  este  libro  no  es  una 
traducción  de  Sloane,  basta  ver  la  pajina  108  del  primer 
tomo,  donde  se  habla  de  los  escritos  de  ese  autor. 

El  orijinal  ingles  fué  publicado  anónimo  en  Inglaterra 
con  el  título  siguiente:  A  new  history  of  Jamaica,  írom 
the  earliest  acounts  to  the  taking  of  Porto  Bello  by  vice- 
almiral  Vernon.  In  thirteen  letters  from  a  gentleman  to  his 
friend,  Londres,  1740, 1  vol.  en  8°  A  pesar  de  la  forma  de  car- 
tas de  un  viajero,  que  tiene  este  libro,  es  probable  que  sea 
sólo  una  compilación  de  noticias  arregladas  en  Inglaterra. 
Con  todo,  es  interesante  i  bien  escrito,  i  contiene  muchas 
noticias  acerca  de  los  filibusteros  i  de  las  operaciones  mili-  ■\ 
tares  de  los  ingleses. 

207. — Histoire  de  la  navigation,  son  com menee ment,  ses 

progrés  et  ses  découvertesjusqu'á  présent.  Traduit  i 
de  Tangíais.    Le  commerce  des  Indes  Occidentales. 
Avcc  uu  catalogue  des   meilleurs  cartes  geographi- 
ques  et  des  meilleurs  livres  de  voyages  et  le  carao- 
tere  de  leurs  auteurs.  París,  1722,  2  vols.  en  12^ 

Esta  obra,  notable  por  su  espíritu  filosófico  i  aun  por  su 
investigación,  dado  el  tiempo  en  que  fué  escrita,  aunque  su- 
maria i  mui  deficiente,  es  la  traducción  francesa  de  la  intro- 
ducción puesta  al  frente  de  la  célebre  CoUection  oí  voyages 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  443 

and  travels,  dada  a  luz  en  Londres  en  1704,  en  4  vols.  en 
folio,  por  los  libreros  Awnsham  i  John  Churchill;  pero  el 
traductor  ha  ampliado  muchos  pasajes  i  añadido  capítu- 
los o  tratados  que  no  existen  en  el  orijinal.  El  autor  anó- 
nimo de  aquella  introducción  fué  el  famoso  filósofo  ingles 
John  Locke;  i  como  tal,  ella  ha  sido  incorporada  mas 
tarde  en  las  ediciones  de  las  obras  completas  de  éste.  Igno- 
ro quién  sea  el  traductor  francés  que  ha  dado  mayor  desa- 
rrollo a  este  libro.  De  su  lectura  parece  desprenderse  que 
fué  un  eclesiástico.  En  efecto,  ensalza  a  los  misioneros  i 
justifica  a  los  conquistadores  españoles  de  América  contra 
las  acusaciones  de  crueldad  en  el  trato  de  los  indios. 

208.— Histoire  de  la  Nouvelle  Yoik\  depuis  sa  découverte 
avec  une  description  géographiqae.  Traduite  de 
Tangíais  de  William  Smith.  Londres,  1787,  1  vol. 
en  12^ 

El  traductor  de  este  libro  fué  Marc  Antoine  Eidous.  Véan- 
se los  números  214  i  230. 

209. — Histoire  de  la  révolution  d^Atnérique,  par  rappor  á 
la  Caroline  Méridionale  par  David  Ramsay,  tra- 
duite de  Tangíais.  París,  1787,  2  vols.  en  8^    ' 

Quérarfl,  touK)  V.  pajina  84,  da  por  traductor  de  este 
libro  a  Lefort,  pero  no  agrega  indicación  alguna  acer- 
ca de  él 

210. — Histoire  de  la  révolution  d^ Espagne  en  1820,  prece- 
de d'un  aperen  du  régne  de  Ferdinand  VIII  depuis 
18X4,  et  d'un  Précis  de  la  révolution  de  PAméri- 
que  du  sud.  Paris.  1820,  1  vol.  en  8^ 

Este  libro  fué  reimpreso  en  el  mismo  año  de  1820  con  el 
nombre  del  autor.  Charles  Lazare  Laumier,  periodista 
e  historiador  francés.  Existe  una  traducción  castellana 
publicada  en  Paris  en  1821. 

211. — Histoire  de  Vexpédition  de  trois  vaisseaux  en v oyes 
par  la  compagnie  des  Indes  Occidentales  des  Pro- 
vinces  Unies  aux  terres  australes  en  17 21.  Par 
Monsieur  de  B.***  La  Have,  1739,  2  vols.  en  18^ 


414  ESTUDIOS    HISTOIIICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Relación  del  célebre  viaje  de  Roggewein,  escrita  en  ale- 
mán por  Cari,  Fridr.  de  Beherens,  natural  de  Mecklem- 
burgo,  i  oficial  de  la  flotilla.  Aunque  no  es  la  obra  ni  de 
un  hábil  escritor  ni  de  un  marino  instruido,  este  libro  tiene 
un  valor  histórico  por  las  noticias  que  contiene. 

212. — His  t  o  iré  de  /'  He  de  SaintDom  ingue,  dep  u  is  Pepo  que 
de  sa  décoa  verte  par  Chistophe  Colomb.  París, 
1819,  1  vol.en8.° 

Esta  obra,  que  algunos  bibliógrafos  han  creido  una 
simple  traducción  de  la  historia  inglesa  de  James  Barsket, 
publicada  el  año  anterior,  fué  escrita  por  Charles  Malo, 
fecundo  escritor  francés  muerto  en  1871.  La  tercera  edición 
de  1825,  con  lijera  modificación  de  título,  icontinuada  ha§- 
ta  1824,  lleva  a  su  frente  el  nombre  del  autor. 

213. — Histoire  des  aventuriers  ñibustiers  qui  se  sont  sígna- 
les dans  les  Indes;  contenant  ce  qu'Us  y  ont  fait  de 
remarquable,  avec  la  vie,  Jes  moeurs  et  les  costu-  i 
mes  des  boucaniers  et  des  habitans  de  Saint-Domin- 
giie  etde  laTortue.  Par  Alexandre  Olivier Oexmelin. 
Trevoux,  1775,  4  vols.  en  12.° 

A.  O  Oexmelin,  francés  o  flamenco  de  oríjen,  se  embar- 
có para  las  Antillas  en  1666,  i  después  de  las  mas  penosas 
aventuras,  se  enroló  entre  los  filibusteros  que  en  aquellas 
islas  mantenian  la  guerra  contra  los  españoles.  De  vuelta 
a  Europa  publicó  en  Amsterdam,  en  1678,  un  volumen  en 
holandés  con  el  título  de  De  Amcricaensqhe  Zee-Raover,  his- 
toria desordenada  i  poco  literaria,  pero  mui  noticiosa 
de  los  filibusteros  de  las  Antillas  La  singularidad  de  los 
hechos  consignados  en  este  libro,  llamó  sobre  él  la  atención. 
Un  médico  español,  establecido  en  Amsterdam,  llamado 
Alonso  de  Buena  Maison,  lo  tradujo  al  castellano  con  el 
título  de  Piratas  de  la  América,  i  Jo  publicó  en  Colonia  en 
1681  (probablemente  Amsterdam)  en  1  vol.  en  4°  con  los 
mismos  retratos,  láminas  i  mapas  que  tenia  el  orijinal  ho- 
landés. Esta  traducción  ha  sido  reimpresa  dos  veces  des- 
pués, en  Colonia  en  1684,  i  en  Madrid  en  1793. 

En  Inglaterra  fué  traducida  con  este  título:  A  trae  ac- 
coiint  ofthe  Bucaniers  of  America,  London,  1686,  1  vol. 
en  49 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  445 

En  todas  estas  ediciones  se  llama  al  autor  Esquemelin, 
lo  que  ha  dado  oríjen  a  que  muchos  bibliógrafos  e  histo- 
riadores hayan  creido  son  dos  autores  distintos,  uno  Es- 
quemelin i  otro  Oexmelin,como  se  ve  en  la  Bibliotheca  Bri- 
tannica,  en  el  prólogo  de  una  novela  de  M.  Ferdinand  Du 
plessis  titulada  Les  Houcanirs,  en  el  prefacio  de  la  traduc- 
ción francesa  de  la  Histoire  des  Hibustiers,  número  217,  i 
en  otras  partes. 

La  primera  edición  francesa  se  publicó  en  Paris  en  168G 
en  2  vols.  en  12°  Un  escritor  francés  llamado  De  Frontig- 
niÉre,  utilizando  la  traducción  castellana,  escribió  de 
nuevo  la  obra,  dándole  mas  orden  en  los  detalles  i  mas  for- 
ma literaria.  Fué  éste  quien  restituyó  la  escritura  del  nom- 
bre del  autor,  llamándolo  Oexmelin. 

En  1714  se  publicó  de  nuevo  en  l'aris  el  libro  de  De 
Frontigniére,  aumentado  con  una  cuarta  parte  en  que  es- 
tán referí  los  los  sucesos  posteriores  de  las  Antillas  hasta 
1697,  inclusa  la  espedicion  de  los  franceses  a  Cartajena,  i 
seguido  de  un  tercer  tomo  en  que  se  insertó  el  diario  del 
viaje  al  mar  del  sur  de  Ravaneau  de  Ltissan,  publicado  por 
primera  vez  en  1689. 

La  edición  de  Trevoux,  que  motiva  esta  nota,  consta  de 
cuatro  volúmenes,  de  los  cuales  los  tres  primeros  contie- 
nen el  mismo  material  de  la  de  1714;  i  el  cuarto  la  traduc- 
ción del  libro  de  Charles  Johnson  sobre  los  piratas  ingleses. 
La  edición  hecha  en  Lyon  en  esos  mismos  años,  es  análo- 
ga a  ésta. 

El  libro  de  Oexmelin,  rehecho  por  De  Frontigniére,  es  la 
fuente  i  oríjen  de  las  numerosas  historias  i  novelas  que  tie- 
nen por  asunto  las  singulares  aventuras  de  los  filibusteros 
de  las  Antillas. 


214. — Histoire  des  coionies  europeennes  dnns  V Amérique 
septentrionale,  en  six  parties.  Chaqué  partie  con- 
tient  une  description  de  la  colonie,  de  son  étendue, 
de  son  climat,  de  ses  productions,  de  son  commer- 
ce,  etc.,  traduite  de  Tangíais  de  M.  William  Burck 
par  M.  E.  París,  1767,  2  vols.  en  12*? 

Es  la  traduccMon  francesa  del  número  14.  El  traductor 
Mac.  Ant.  Bidous^  atribuye  equivocadamente  esta  obra  a 
Wílliara  Bourke,  cuyo  nombre  está  mal  escrito  en    la  por- 


446  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOORÁFICOS 

tada  del  libro,  siendo  que  su  verdadero  autor  es  Edmund 

BURKE. 

215. — Histoire  des  desastres  de  Saint  Domincrue.  Ouvrasre 
oú  Ton  expose  les  causes  de  ees  évenémens  par  F. 
C/*^  un  de  ses  précédens  colons.  Bordeaux,  1802, 
1  vol.  en  8^ 

Por  Félix  Carteaux,  antiguo  colono  de  Santo  Domingo 
i  autor  de  otreis  obras,  una  de  las  cuales  es  un  poema  en 
verso  titulado  Le  songe  de  Colomb,  i  otra  anónima  que 
anotamos  mas  adelante  bajo  el  número  434. 

216.— Histoire    des  ñibustiers.   Paris,    1S12-1813,  9  vols. 

en  18*^ 

Historia  popular  de  los  filibusteros,  dividida  en  ocho 
historias  parciales  con  los  diferentes  títulos  que  siguen:  1° 
Roí  de  la  Roche,  gouverneur  de  la  Tortue;  2^  Bras  de  fer,  la 
terreur  des  espagnols;  3^  Lolonais;  celebre  capitaine;  4^ 
Montauban  le  courageux;  5^  Morgan  I'incomparable;  6*^ 
Monbars  l'esterminateur,  le  protecteur  des  indies;  7^  Lau- 
rent  le  prudent;  8°  Grammont  le  grand,  dernier  chefdes 
flibustiers. 

Su  autor  es  J.  Fr.  Andrk,  fecundo  escritor  francés,  histo- 
riador, novelista,   traductor,  jeógrafo,  polemista,  etc. 

Estos  libritos,  de  escaso  valor  histórico,  son  desconoci- 
dos al  mayor  número  de  los  bibliógrafos. 

217. — Histoire  des  ñibustiers,  ir aáwíQ  de  rallemand  de  Mr. 
J.  W.  d'Archenholt^;  avec  un  avant-propos  et  quel- 
ques  notes  du  traducteur.  Paris,  1804,  1  vol.  en  8."^ 

Historia  animada  i  regularmente  exacta,  compuesta  por 
un  escritor  de  verdadero  talento  i  autor  de  otras  obras 
históricas  mas  apreciadas  aun.  El  traductor  francés  fué  el 
barón  J.  F.  BouRGOiNG,  literato  i  diplomático  muerto  en 
1811,  i  autor  del  Tablean  de  VEapagne  moderne. 

Eas  notas  que  ha  puesto  al  texto  son  insignificantes.  En 
algunos  pasajes  ha  abreviado  el  órijinal,  suprimiendo  no 
hechos  sino  consideraciones  jenerales. 

218.— Histoires  des  Incas,  rois  du  Perou,  par  Garcilasso 
de  la  Vega,  nouvellement  traduite  de  tespagnol  en 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA.  447 

friinqais,  et  mise  dans  un  meilleur  or'dre,  avec  des 
notes  et  des  additions  sur  Thistoire  natureÜe  de  ce 
pavs.  París,  174-4,  2  vols.  en  12^ 

El  traductor  anónimo  de  esta  obra  fuéThomas  Fran^ois 
Dalibard,  célebre  físico  i  botánico  francés,  que  puso  al 
texto  algunas  notas  sobre  la  historia  natural.  Conviene 
no  confundir  esta  traducción  con  la  de  Haudoin,  de  que  ha- 
blamos en  el  número  237.  , 

219. — Histoire  des  navigations  aux  Terres  Austrkles,  de- 
puis  1501,  contenant  ce  que  Pon  sgait  des  moeurs 
et  des  productions  des  contrées  decoavertes.  París, 
1756,  2  Yols.  en  4^ 

Aunque  esta  notable  obra  ha  envejecido  mucho  por  los 
grandes  descubrimientos  jeográficos  posteriores,  es  siem- 
pre la  mejor  historia  de  los  progresos  de  la  jeOgrafía  en^l 
Pacífico  del  sur  hasta  mediados  del  siglo  último.  Su  autor 
fué  Charles  de  Brosshs,  eminente  sabio  francés,  presidente 
del  parlamento  de  Borgoña,  muerto  en  1777. 

220.— Histoire  des  nauírages;  on  rccueil  des  relations  les 
plus  intéressantes  des  nauírages,  etc.,  etc.,  par  M. 
/)...  avocat.  París,  1789,  3  voís.  en  12^ 

Publicada  por  primera  vez  en  Reims  en  1781,  con  el  tí- 
tulo de  Rélation  dinfortuncs  sur  mer,  i  reimpresa  muchas 
veces  sola  o  con  la  continuación  de  Née  de  la  Rochelle  (Pa- 
ris,  1795,  5  vols.  en  8°)  i  con  la  de  J.  B.  Eyriés  (París, 
1815,  3  vols.  en  8°)  Su  autor  es  Jean  Louis  Huber  Simón 
Deperthks.  Algunas  de  las  últimas  ediciones  llevan  el 
nombre  del  autor. 

221. — Histoire  du  general  de  Lafayette,  par  un  citoyen 
américain;  traduite  de  Tangíais  par  M.***  París, 
1825,  1  vol.  en  8^     .^ 

Este  pequeño  volumen  de  sólo  104  pajinas,  es  la  traduc- 
ción de  un  buen  estudio  biográfico  publicado  en  enero  de 
ese  mismo  año  en  North  Anjericaa  review,  por  George 
TiCKNOR,  i  reimpreso  en  Filadelíia  en  un  opúsculo  por  se- 
parado. 


448  ESTTJDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Traducido  al  francés  por  Dubergier,  fecundo  novelista  i 
traductor  del  ingles,  muerto  en  1828. 

El  jeneral  Lafayette  recibió  con  agrado  esta  publicación. 
En  una  carta  escrita  a  Ticknor  en  marzo  de  1826,  le  dice 
lo  vSiguiénte:  "Esta  publicación,  que  tiene  derecho  a  mi 
profunda  i  afectuosa  gratitud,  ha  sido  bien  traducida  al 
francés  i  se  han  espedido  tres  ediciones.  Me  dicen  que  se  está 
haciendo  la  cuarta". 

Véase  Life,  Jetters  andjournals  ofGeorgc  Ticknor,  vol.  I, 
p.  334,  Las  llamadas  diversas  ediciones  son  sólo  nuevos 
tirajes  de  una  sola  edición. 

222..— Histoire  du  Paraguay  sous  les  jésuites  et  de  la  ro- 
yan té  qu'ils y  ont  exercée  pendant  un  siécle  et  demi. 
Amsterdam,  1780,  3  vols.  en  8° 

Estos  tres  volúmenes  contienen  la  traducción  francesa 
del  IV  tomo  da  la.  Colección  jeneral  de  documentos  tocan- 
tes a  los  regalares  de  la  Compañía,  puhlicrida  en  Madrid, 
17681770.  La  mayor  parte  de  este  tomo  está  ocupado  por 
el  Reino  jesuítico  del  Para^uai,  por  don  Bernardo  Ibáñez 
DE  EcHEVARRi,  tratado  que  en  hi  traducción  tríincesa  llena 
los  dos  tomos  I  i  II  i  las  primeras  215  pajinas  ÚA  líL  En 
la  pajina  213  de  este  íáltimo,  íiparece  una  declaración  fir- 
mada por  Ibáñez  de  Echkvarri,  en  que  se  dice  clérigo,  es- 
pañol, natural  de  Victoria,  se  llama  autor  del  libro  i  espre- 
sa que  lo  comenzó  en  las  Misiones  del  Paraguai  j  que  lo 
terminó  en  Buenos  Aires  en  1761.  En  la  edición  latina  de 
la  Historia  del  Paraguai  át\  padre  Charlevoix  (traducción 
del  padre  Domingo  Muriel,  Venecia,  1779)  hai  un  análisis 
crítico  de  la  obra  de  Ibáñez  de  Echevarri,  de  quien  se  dice 
que  habia  sido  espulsado  dos  veces  de  la  Comp¿iñía. 

223.— Histoipe  et  c  o  tu  me  roe  des  A  n  ti  lies  an'glaises.  Oú  Pon 
trouve  Vétat  actuel  de  leur  population  et  quelques 
détails  sur  le  commerce  de  contrahande  des  Anglais 
avec  les  Espagnols  daris  le  Nouveau  Monde.  Paris^ 
175a,  1  vol,  en  18^ 

Por  Georges  Marie  Butkl-Dumont    jurisconsulto  e  his- 
toriador francés  que  conocia  mucho  las  colonias  de  Améri 
ca.  Obra  importante  que  puede  considerarse  una  continua- 
ción de  la  que  sigue. 


NOTAS  PARA  UNA  BIBLIOGRAFÍA  449 

224. — Histoire  et  cotnmcrce  des  colonies  anglaises  dans 
r  Amérique  septentrión  ale.  Oú  Fon  trouye  Pétat 
actuel  de  leur  population,  de  leur  gouvernemeut, 
etc.,  Londres  (París),  1755;  1  vol.  en  12*^ 

Esta  obra  traducida  luego  al  ingles,  i  al  español  en 
1768,  fué  escrita  por  Georges  Marie  Butel-Dumont.  Véa- 
se el  número  anterior. 

225. — Histoire  genérale  de  PAsie,  de  VAfriqae  et  de  V Amé- 
rique. Paris,  1770-1775,  5  vols.  en  4*^ 

Impresa  igualmente  en  15  vols.  en  12®  Por  Fierre  Jo- 
seph  Antoine  Roubauü,  literato  i  economista  francés, 
muerto  en  1792  La  parte  americana  de  esta  obra  consta 
de  los  tres  últimos  volúmenes  de  la  edición  en  4*='  Publica- 
dos en  1775,  después  de  la  famosa  obra  de  Robertson,  que 
le  ha  servido  de  guia  tienen  poca  orijinalidad;  pero  no  care- 
cen de  mérito,  i  están  escritos  en  un  estilo  mas  natural  i 
menos  pretencioso  que  el  de  los  dos  primeros. 

226. — Histoire  genérale  des  voyages  de  découvertes  mariti- 
mes  et  continentales,  depuis  le  commencement  da 
monde  jusqu^á  nos  Joars  de  W.  Desborough  Coo- 
Icy,  traduitc  de  V ancuas  par  Ad.  Joanne  et  Old- 
Nick.  Paris,  1840  41,  3  vol.  en  12^ 

Traducción  francesa  de  la  obra  anotada  mas  adelante 
bajo  el  nombre  de  History  of  maritime  and  inland  disco- 
very,  etc.  i  completada  con  la  relación  de  los  últimos  des- 
cubrimientos por  D'Avezac. 

OldNik,  que  aparece  como  uno  de  los  traductores,  es  M. 
Paul  Daurand,  mas  conocido  con  los  seudónimos  de  Tira  i 
Fourgue  con  que  ha  firmado  el  ma3'or  número  de  sus  es- 
critos, muchos  de  los  cuales  son  traducciones  o  abreviacio- 
nes de  obras  inglesas. 

227. — Histoire  genérale  des  voy  ages,  ou  nouvelle  coUection 

de  toa  tes  les  relations  de  voyages   qui  ont  été  pu- 

bliées  jusqa' a  presen t.  Fañs,   1749   et  suivants,  20 

vols.  en  4° 

En  el  principio,  esta  obra  fué  una  simple  traducción  de 

TOMO  VI  29 


'450  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

la  obra  inglesa  de  Green  titulada  New  general  colícetion  oí 
voyages,  publicada  en  Londres  (1745-47)  Véase  mas  ade- 
•  lante  el  nxímero  355.  Pero  desde  el  tomo  VIII hasta  el  XV, 
agotado  ya  el  material  de  la  obra  inglesa,  el  traductor  de 
los  volúmenes  anteriores  se  hizo  compilador  laborioso  de 
los  materiales  mas  diversos,  i  en  1759  terminó  su  obra 
dando  en  ella  una  grande  importancia  a  la  historia  i  a  la 
jeografía  de  América. 

Hasta  este  punto,  esta  vasta  compilación,  así  la  tra- 
dticcion  del  orijinal  ingles  como  la  abreviación  de  las  otras 
relaciones,  fué  la  obra  del  abate  Antoine  Francois  Préyost 
d'Exiles, uno  délos  escritoresmas  fecundos  del  siglo  XVIII 
al  mismo  tiempo  que  grande  erudito  i  trabajador  infatiga- 
ble. En  1761  se  publicó  el  tomo  XVI,  que  contiene  el  índice 
alfabético  i  analítico  de  los  quince  volúmenes,  arreglado 
por  un  literato  tan  modesto  como  laborioso  llamado 
Chorapré. 

Los  cuatro  volúmenes  restantes  de  la  obra  están  distri- 
buidos en  la  forma  siguiente:  El  XVII  es  un  suplemento 
(|ue  contiene  las  rectificaciones  i  adiciones  de  una  reimpre- 
sión de  esta  obra  hecha  en  Holanda,  i  de  que  vamos  a  ha- 
blar en  seguida.  Los  tres  últimos  forman  una  continua- 
ción  de  la   obra,  ejecutada  por  Meusnier  de  Querlon,  De- 

'  leyre  i  Ronsselot  de  Surgj,  que  contiene  los  viajes  omitidos 

';  por  Prévost  o  los  publicados  después  de  su  muerte.  Esta 
continuación  es  compuesta  con  mucho  esmero  i  tiene  un 
gran  valor  literario. 

Los  mismos  editores  de  Paris  (Didot)   emprendieron  en 

''  1749  una  reimpresión    de  esta  obra  que  consta  de  80  vols. 

en   12°  Es  inferior  i    mucho   menos  estimada  que  la  ante- 
rior. 
'      '  Existe  ademas  la  reimpresión  hecha  en  La  Haya  en  1747 

'  '  i   aiíos  siguientes  en  25  vo^s.  en    4^   por  el  editor-    P.    de 

Horidt,  ibajo  la  dirección   de  varios  jeógrafos  i  eruditos, 

•'■  el  principal  de  los  cuales  fué  J.  P.  J.  Dubois,  francés  de  na- 

cimiento.   Ordinariamente   se    deprime    esta    reimpresión, 
que  como  vamos  a  verlo,  posee  cierto  mérito  particular,  se 

\\  diferencia  en  .muchas  de  sus  partes   de  la  edición  orijinal  i 

.^  contiene  considerables  correcciones 

j  Los  primeros  nueve  volúmenes  son  la  traducción  de  los 

cuatro  de  la  obra  de  Green.   Este  mismo  habia  reconocido 
que  la  edición  de  París  contenia  omisiones,  adiciones  i  erro- 

■;",,    ;' ,    res  de  traducion   que  debían  correjírse  en  la  edición  holan- 
;>^desa.  El  mismo  Green  ayudó  a  Hondt  con  sus  consejos  en 


NOTAS   PARA   UÑA    BIBLIOGRAFÍA  451 


la  preparacioii  de  los  materíales  para  el  resto  dé  la  obra. 

'  Los  editores  holandeses  pudieron  correjir  algunos  defectos 

detalles  e  introducir  importantes  adiciones,  sobre  los  via- 

■  jes  de  los  holandeses  á  la   India  Oriental  durante  el  siglo 

XVII.  Muchas  de  estas  agregaciones  sirvieron  para  for- 
mar el  suplemento  de  la  edición  de  Paris  de  que  hemos  ha- 

\  blado  mas  arriba,      .  •        . 

La,  obra  del  abate  Prévost  fué  traducida  al  holandés  i 
publicada  en  La  Haya  en  21  volúmenes  en  4"  La  Harpe 
hizo  mas  tarde  un  compendio  de  ella  en  24  volúmenes  en  8°, 
que  tuvo  por  un  momento  grande  aceptación. 

•  =     ■        Aunque  esta  vasta  compilación  ha  perdido  mucha  parte 
de  su  valor  con  la  reimpresión  íntegra  i  cuidada  del  mayor 
'  ■/"       iiúmero  de   las  relaciones  délos  viajeros  allí  reunidas  en 
estracto,  siempre  puede  consultarse  con  provecho.  Los  ma- 
pas i  las  láminas  que  la  ilustran  conservan  su  interés. 

228: — Histoire  hnpartiaíe  des  évenements  militaires  et  poli- 
.     tiques  de  la  derniere  giierre  dans  les  qu aire  parties 
:  ;    .        du  monde,  depuis  1764jusqu'  a  1780,  par  M.  de  L. 
París,  3  vols.  en  12^  V    ■  v  : 

,      :   .  Contraida  especialmente  a  la  historia  de  la  guerra  de  la 

(        independencia  de  los  Estados  Unidos.  Hai  una  segunda  edi- 

-.  I  cion  de  1785  i  una  tercera  de  1787.  Beuchot  (Bioo-r.  imiv.) 

sospecha  que  las  tres  ediciones  ao  son  mas  que  una  con  un 
simple  cambio  de  portada.  La  tercera  lleva  el  nombre  del 

i,  i  autor,  el  abate  Fierre  de  Longchamps.    ' 

2!29.— Histoire  haturelJe  de  Vlslaríde,    du    Groenland,  du 
¡       détroitdeüavisetd' autres  pays  sitúes  sous  le  Nord, 
..^  traduite  de  F allemand par  M***  Paris,  1750,  2  yoIs. 

■    "  ' ■  .    -61142^  ,  .,  .,       i. 

TraducGÍon  francesa  de  la  obra  alemana  de  jóhann  An- 
'     i         DERSON,  hecha  por  J.  Ph.  RoUvSselot  de  Suhgy.  Véase  este 
'       nombre  en  el  índice  alfabético  de  autores. 

^^0,— Histoire  naturelle  et  civile  de  la  Califprnie  par  M. 
Venegas.    Tra^uit  de  Tangíais  par  M,   E.    Paris, 
i.         -    1767,   3  vols.  en  12^ 
'    '■  '  '         Es  la  traducción  francesa  hecha  ¿obre  la  imperfecta  tra- 


452  ÜSTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOaRÁFICOS 

duccion  inglesa  de  la  obra  del  padre  Burriel  que  cataloga- 
mos mas  adelante  con  su  verdadero  título  Noticia  de  la. 
California,  bajo  el  número  363.  El  traductor  francés  fué 
Marc  Antoine  Eidoüs.  Véase  este  nombre  en  la  lista  altabé- 
tica  de  autores. 

231.— ií/sí o/re  naturelle  et  genérale  des  Indes,  Isies  et  Te- 
rre  Firme  de  la  grand  oceane,  Paris,  1556,  en 
folio. 

Es  la  traducción  de  la  parte  publicada  hasta  entonces  de 
la  célebre  obra  de  Gonzalo  Fernandez  de  Oviedo.  El  traduc- 
tor fué  Jean  PoIvRur,  ayuda  de  cámara  de  Francisco  I. 

Este  libro  no  está  incluido  en  la  Bihliothéque  américaine 
de  Ternaux  Compans. 

232. — Histoire  naturelle  et  morale  des  iles  Antilles  de  /' 
Amérique.  Enricbie  de  plusiers  helles  ñgures  de  ra- 
retes  les  pías  considerables  qui  y  sont  d^écrites. 
Avec  un  vocabulaire  caraíbe.  Amsterdam,  1658, 
1  vol.  en  4^ 

Reimpresa  en  Roterdam  en  1665,  en  Lyon  en  1667  i  en 
Roterdam  en  1681.  Esta  última  edición  es  la  mas  completa 
i  por  tanto  la  mejor.  Contiene  como  apéndice,  de  diferente 
compajinacion,  un  tratado  de  41  pajinas  descriptivas  de 
las  colonias  inglesas  de  la  América  del  Norte. 

Desde  la  primera  edición,  la  dedicatoria  de  este  libro 
aparece  firmada  de  Rochefort  o  "(^  de  Rochefort;"  i  la 
edición  de  Lyon,  hecha  sin  el  conocimiento  del  autor,  lleva 
en  su  portada    el  nombre  del  autor. 

Por  los  mismos  años,  el  padre  dominicano  Du  Tertre 
preparaba  i  publicaba  su  conocida  historia  de  las  Antillas. 
En  su  primera  edición  hecha  en  Paris  en  1654,  dice  que  se 
apresura  a  publicar  su  libro  porque  su  manuscrito  ha  caí- 
do en  poder  de  "ciertos  piratas"  que  lo  aprovecharían  dan- 
do como  obra  de  su  propia  cosecha  las  noticia  que  contie- 
ne. I  en  la  segunda  edición,  dada  a  luz  en  Paris  en  1667-71 
(4  vols,  en  4°),  i  por  tanto  después  de  hechas  las  dos  pri- 
meras ediciones  del  libro  de  Rochefort,  acusa  a  éste  positi- 
vamente de  haberle  robado  su  manucristo. 

Es  indudable  que  Rochefort  conoció  i  utiHzó  el  libro  de 
Du  Tertre,  que  lo  plajió  sin  citarlo,  como  utilizó  también  el 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  453 

manucristo  del  diccionario  caribe  del  padre  Raymond  Bre- 
tón; pero  también  es  verdad  que  el  libro  de  aquel  contiene 
observaciones  propias,  i  es  útil  sobre  todo  en  la  parte  rela- 
tiva a  la  historia  natural  de  las  Antillas  i  a  su  estado  de 
industrial  en  el  siglo  X  VII.  Bajo  este  aspecto  vale  mucho 
mas  de  lo  que  dicen  sus  detractores. 

Uno  de  estos,  el  padre  dominicano  Jean  B.  Labat  en  el 
prólogo  de  su  Nouveaii  voyage aux  iles  d'' Amérique,  va  has- 
ta asentar  que  Rochefort  no  ha  estado  nunca  en  las  Anti- 
llas, qne  plajió  la  relación  del  padre  Du  Tertre  i  que  la 
adulteró  con  detalles  de  su  invención  para  disimular  así  su 
robo.  No  es  posible  llevar  mas  lejos  la  exajeracion.  Roche- 
fort habitó  las  Antillas  francesas  bajo  el  gobierno  de  De 
Poincy.  vivió  en  la  isla  de  la  Tortuga  al  lado  de  Levasseur, 
i  sufrió  los  malos  tratamientos  que  este  aventurero  tan 
audaz  como  despótico,  inflijia  a  sus  subalternos.  Véase  so- 
bre este  punto  a  Charlevoix  Histoire  de  Tile  Hspagnole, 
libro  VII,  tomo  II,  pajina  15,  que  recuerda  este  hecho. 

Rochefort  era  ministro  calvinista.  A  su  vuelta  a  Europa 
se  estableció  en  Roterdam,  en  donde  gozó  de  la  libertad 
acordada  a  todos  las  creencias  por  el  gobierno  de  Holanda. 
Llamábase  Charles;  pero  la  circunstancia  de  no  firmar  mas 
que  con  la  letr^  inicial  de  su  nombre  de  bautismo,  ha  dado 
lugar  a  que  la  mayor  parte  de  los  bibliógrafos  lo  hayan 
confundido  con  un  literato  francés  del  siglo  XVII,  César 
de  Rochefort,  escritor  católico  i  celoso  controversista. 
Creo  que  los  primeros  autores  de  esta  confusión  fueron  los 
editores  de  Lyon,  que  en  1667  reimprimieron  la  Histoire 
naturelíe  des  Antilles, 

238. — Histoire  naturelíe  et  poUtique  de  la  Pensylvanie,  et 
de  rétahlissement  des  Quakers  datis  cette  contrée. 
Traduite  de  rallemand  par  xM.  D.  S.  Paris,  1768, 
1  vol.  en  16^ 

Traducción  de  una  obra  alemana  del  viajero  sueco  Peter 
Kalm.  El  traductor  fué  Jacques  Philibert  Roüsset.ot  de 
SuRGY;  economista  francés,  autor  de  otras  dos  obras  anó- 
nimas relativas  a  la  América.  Véase  el  índice  alfabético  de 
autores. 

2S4f.—Histoiie  nouvelle  des  Amazones.  París,  1678,  2  vols. 
en  12*? 


454  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Este  libro,  que  por  SU  título  se  tomaría  quizá  por  una 
historia  del  país  bañado  por  el  rio  Amazonas,  es  una  no- 
vela del  jénero  de  las  Mademoiselle  de  Scudéry,  escrita  por 
Francois  de  Chassepojl,  economista  i  literato  fra,nces  del 
siglo  XVII,  acerca  del  cual  no  se  tienen  noticias  biográ- 
ficas. 

235. — Histoire  véritable  et  naturelle  des  moeurs  et  prodac- 
tions  de  la  Noavelle  France,  vulgairement  dite  le 
Canadá.   París,  1664,  1  vol.  en  12*^ 

"Pvl  autor  de  este  librito,  dice  el  padre  Charlevoix,  en  su 
Histoire  de  la  Nouvelle  Francen  (Bibliographia),  no  es  el 
padre  Fierre  Boucher,  jesuíta,  como  lo  ha  creído  el  abate 
Lenglet  du  Fresnoj,  sino  Fierre  Boucher,  gobernador  de 
Trois  Riviéres,  uno  de  los  primeros  habitantes  de  la  Nue- 
va Francia.  Murió  de  cerca  de  cíen  años.n 

En  1874  ha  sido  reimpreso  este  libro  en  Quebec. 

236 — Histoires  d'arnour  au  Mexique,   en  Californie,    dans 
la    Nouvelle- Grenade  et    dans    Vlnde.   Par   Alfred 
■     Bréhat.  París,  1861,  1  v.  12*? 

Bréhat  es  seudónimo  de  un  joven  i  fecundo  escritor  fran- 
cés Alfredo  Brezennec,  muerto  en  1866.  Véase  G.  d'Heílly. 
Dictionnairedes  pseudonymes,  p  39.  Lorenz,  en  su  Cata- 
logue de  la  lihrairie  francaise  (1840-1866),  lo  llama  Alfred 
Guézenec. 

237. — Histoires  des  Incas,  rois  du  Pérou.  On  a  joint  a  cet 
te  édition  P  ^'Histoire  de  la  conque  te  de  la  Floride^^ 
par  le  me  me  de  la  Vega;  avec  des  ñgu  res  gravees 
par  B.  Picart.  Amsterdam,  1737,  2  vols.  4^ 

Edición  muí  buscada  por  las  láminas  que  la  ilustran. 
Contiene  los  Comentarios  reales  primera  parte  de  la  obra  de 
Garcilaso,  traducidos  por  J.  Pradellk  Baudouin,  con  pe- 
queñas correcciones,  pero  sin  nombrar  a  éste.  Esta  pro- 
V  duccion  se  había  publicado  en  París  en  1633  con  el  nom- 
bre del  traductor,  el  cual  tradujo  poco  después  la  segunda 
parte  con  el  título  de  Histoire  des  guiñes  civiles  des  Es- 
pagnols.  La  última  edición  de  ambas  obras  que  conozco  en 
francés,  fué  hecha  en  1830,  en    París,  en  7  v.  en  8°  i'Reim- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  455 

presión  hecha,  dice  la  portada,  para  dar  trabajo  a  los 
obreros  tipógrafos^. 

La  traducción  de  la  historia   de  la  Florida,    aunque  pu- 
blicada anónima,  es  la  de  P.  Richelet,  impresa  por  primera 
•     .       yez  en  1670  con  el  nombre  del  traductor. 

.  El  segundo  tomo  de  la  edición  que  motiva  esta  nota, 
contiene  ademas  en  las  pajinas  223-373,  la  Nouvelle  décoii' 
verte  d'un  pays  plus  grana  que  V  Burope  situé  dans  V  Amé- 
rique,  relación  del  descubrimiento  de  la  rejion  bañada  por 
el  Mississipi,  publicada  por  primera  vez  en  1697  con  el 
nombre  de  su  autor,  el  padre  Hennepin. 

Así,  pues,  esta  edición  de  1737,  notable  por  la  belleza  ti- 
pográfica i  por  sus  grabados,  es  compuesta  de  tres  obras 
anónimas,  cuyos  autores  no  es  difícil  descubrir,  porque  an- 
teriormente habian  sido  publicadas  con  el  nombre  de  sus 
autores. 

Por  un  error  tipográfico,  el  segundo  volumen  lleva  la  fe- 
.Ghadel727. 

238. — Historia  da  guerra  do  Brasil  contra  as  repúblicas 
do  Uruguay  e  Paraguay.  Rio  de  Janeiro,  1870-71, 
^vols.S^'"^ 

Obra  importante  para  estudiar  la  guerra  del  Paraguaí. 
No  es  propiamente  una  historia  sino  una  compilación  or- 
denada de  documentos  i  de  relaciones  publicadas  en  los 
diarios  de  los  estados  belijerantes,  ligadas  entre  sí  por 
cortas  notas  o  noticias  del  autor  del  libro. 

Es  este  el  doctor  Francisco  Pereira  da  Costa,  médico  de 
la  escuadra  brasilera,  fallecido  poco  después  de  terminada 
la  publicación  de  su  obra. 

239. — Historiadas  lutas  com  os  hollandeses  no  Brazil,  des- 
de 1624  a  1634.  Pelo  autor  da  ''Historia  geral  do 
Brazir. V'iensi,  1871,1  v.  8^ 

Por  Francisco  Adolpho  de  Varnhagen,  después  barón  i 
vizconde  de  Porto  Seguro,  con  cuyo  nombre  se  publicó  en 
Lisboa  en  1874  la  segunda  edición  mucho  mas  aumen- 
tada. 

240. — Historia  de  la  conquista  del  Perú,  con  observaciones 
preliminares  sobre  la    civilización  de  los  incas,  por 


456  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBI.IOGRAFICOS 

Guillermo  H.  Prescott.    Traducida  del  orijinal.  Ma- 
drid, 1847-48,  2  Yols.  8.o 

Reimpresa  mas  tarde  en  !a  Biblioteca  ilustrada  de  Gas- 
par i  Roig.  en  1  V.  a  dos  columnas  i  con  gran  cantidad  de 
grabados.  El  traductor  fué  don  Nemesio  Fernández  Cues- 
ta, escritor  español  contemporáneo,  compilador  de  una 
colección  de  viajes  á  las  cinco  partes  del  mundo. 

Existe  ademas  otra  traducción  castellana  hecha  en  Mé^ 
jico  por  don  Joaquin  García  Icazbalceta,  i  de  que  hai  dos 
ediciones  publicadas  en  esa  ciudad,  la  primera  de  las  cua- 
les fué  publicada,  según  creo,  sin  el  nombre  del  traductor. 
La  segunda,  que  tengo  a  la  vista,  fué  impresa  en  1850,  en 
2  V.  8^,  con  retratos  i  mapas  litografiados  i  con  un  apén- 
dice que  contiene  cuatro  capítulos,  en  que  el  traductor 
cuenta  la  historia  de  las  subsiguientes  guerras  civiles  de 
los  conquistadores  del  Perú  durante  el  siglo  XVI,  i  ademas 
la  Relación  de  la  conquista  del  Perú,  de  Pedro  Sancho,  tra- 
ducida del  italiano  de  la  colección  de  Ramusio. 

241. — Historia  de  la  revolución  de  Méjico  contra  la  dicta- 
dura del  jeneral  S¿inta-Ana,  1853  Jl 855,  con  doce 
retratos,  láminas  i  m¿ipas.  Méjico,  1856, 1  vol.  en 4.° 

He  visto  un  ejemplar  de  este  libro  obsequiado  por  el  au- 
tor al  bibliógrafo  mejicano  don  José  María  Andrade,  cu\'a 
rica  biblioteca  fué  comprada  por  el  desgraciado  emperador 
Maximiliano,  i  por  último,  vendida  obra  por  obra  en  Leip- 
zig, en  remate  público  en  enero  de  1869.  La  firma  autó- 
grafa del  autor  don  José  María  Lafragua,  poeta,  estadis- 
ta i  diplomático  mejicano  de  merecida  nombradia  (1815- 
1875).  En  la  Revista  Chilena  (febrero  de  1876,  páj.  311) 
publiqué  una  reseña  biográfica  acerca  de  Lafragua.  El  li- 
bro que  motiva  esta  nota  "es  la  historia  minuciosa  i  com- 
pleta de  aquella  célebre  revolución,  concebida  bajo  el  pun- 
to de  vista  liberal,  pero  escrita  con  mucho  mas  templanza 
de  lo  que  podia  esperarse  en  un  libro  preparado  en  medio 
de  una  lucha  apasionada  i  violenta". 

242. — Historia  de  la  revolución  de  Nueva  España,  anti- 
guamente Anahuac,  o  verdadero  oríjen  i  causas  de 
ella  con  la  relación  desús  progresos  hasta  el  presen- 
te  año  de  1813;  por  José  Guerra,  Londres,  1813, 
2  Yols.  en  8*? 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  457 

Obra  bastante  escasa  por  haberse  perdido  en  un  natiFra- 
jio  una  parte  considerable  de  la  edición.  Su  autor  fué  el  clé- 
rigo mejicano  don  José  Servando  Teresa  de  Mier  Noriega 
I  Guerra,  asilado  entonces  en  Londres,  donde  estaba  en  rela- 
ción con  San  Martin,  con  Bello  i  con  todos  los  hispano-ame- 
ricanos  que  trabajaiían  por  la  causa  de  la  independencia. 
El  clérigo  Mier  es  autor  de  otras  obras  sobre  la  misma 
materia.  Véase  mas  atrás  Carta  de  un  americano  al  Es- 
pañol, número  80 

La  vida  llena  de  accidentes  i  aventuras  de  este  ardoroso 
revolucionario,  i  acerca  de  la  cual  se  hallan  bastante  noti- 
cias en  la  Historia  ele  la  revolución  de  Méjico,' óq  Alaman, 
ha  dado  materia  a  un  volumen  titulado  Vida,  aventuras  t 
viajes  de  don  Ser  i- ando  Teresa  de  Mier,  precedida  de  un  en- 
sayo histórico,  por  don  Manuel  Payno,  Méjico,  1865,  1 
vol.  en  4^ 

243. — Historia  del  perínclito  Epaminóndas  del  Cauca,  por  el 
bachiller  Hilario  de  Altagumea.  Nueva  York,  1863, 
1  vol.  en  S'? 

Historia  satírica  i  burlesca  del  jeneral  neo-granadino 
don  Tomas  Cipriano  de  Mosquera,  escrita  por  don  Anto- 
nio José  de  Irisarki.  Véase  este  nombre  en  el  índice  alfabé- 
tico de  autores. 

244. — Historia  de  Méjico,  escrita  por  un  esclarecido  con- 
quistador Hernán  Cortes:  aumentada  con  otros 
documentos  i  notas  por  D.  Francisco  Antonio  de 
Lorenzana,  antiguo  arzobispo  de  Méjico.  Revisada 
i  adaptada  a  la  ortografía  moderna  por  don  Ma- 
nuel del  Mar.  Nueva  York.  1828,  1  vol.  en  8^ 

En  una  reimpresión  incompleta  de  la  colección  de  Cartas 
i  otros  documentos  corcernientes  a  Cortes,  que  con  ese 
mismo  título  publicó  el  arzobispo  Lorenzana,  en  Méjico,  en 
1770,  El  distinguido  bibliográfico  mejicano  don  Joaquín 
García  Icazbalceta aprecia  esta  edición  en  los  términos  que 
siguen: 

"Uno  de  los  resultados  de  esta  revisión  fué  el  cambio  de 
la  X  en 7  en  los  nombres  mejicanos,  i  no  hai  paciencia  que 
baste  para  leer  a  cada  paso  Temijtitar.  Se  omitieron  los 
números  1  a  5,  7  a  9  de  la  anterior  (la  de  Lorenzana),  i  se 


458  ESTUDIOS    HISTÓlllCO-BIBLlOGRÁFICOS 

añadió  una  noticia  histórica  de  Cortes,  con-algunas  malas 
estampas  tomadas  de  Clavijero."  (Icazbalceta,  p.  XXXV 
de  la  introducción  puesta  al  frente  del  primer' tomo  de  la 
Colección  áe  documentos  para  la.  historia  de  Méjico,  Méji- 
co, 1858). 

*  .  La  vida  anónima  de  Cortes,  que  ocupa  106  pajinas  de 
este  libro,  fué  escrita  ,  por  Robert  Charles  Sands,  poeta  i 
periodista- norte  americauo,  nacido  en  Nueva  York,  i  muer- 
to prematuramente  en  1832.  Sand  es  considerado  uno  de 
los  mas  orijinales  entre  los  poetas  i  humoristas  norte  ame- 
ricanos. 

Esta  noticia  sobre  la  vida  de  Cortes,  fué  escrita  por  en- 
cargo de  los  editores  de  la  obra  cuyo  título  encabeza  esta 
nota,  i  traducida  al  castellano  por  don  Manuel  Domínguez, 
mejicano.  El  manuscrito  ingles  sólo  se  publicó  después  de 
la  muerte  del  autor,  en  una  colección  de  sus  escritos  en 
prosa  i  verso  que  se  hizo  en  Nueva  York  en  1834  en  2 
vols.  en  8*? 

245.— Historia  do  Brazil desde  a  chegada  da  real  familia  de 
Braganca  en  1808  ate  a  abdigao  do  imperador  D. 
Pedro  I,  en  1831,  por  Joño  Armitage.  Traducida  do 
ingle z  por  humt  Brazileiró.  Rio  de  Janeiro,  1837,  1 
vol.  en8^ 

Este  libro  fué  publicado  en  Londres  en  1836,  en  2  vols. 
en  8^  ^on  algunos  documentos  que  han  sido  suprimidos  en 
la,  traducción  portuguesa.  Su  autor  fué  un  ingles,  John  Ar- 
mitage, *  que  residió  algunos  años  en  el  Brasil,  i  que  via- 
jó en  la  república  oriental  del  Uruguai  durante  la  guerra  de 
su  independencia.  En  Rio  de  Janeiro  vivió  mui  relacionado 
con  los  hombres  mas  distinguidos  del  partido  liberal  cons- 
titucional, sobre  todo  con  el  famoso  periodista  Evaristo 
Ferreira  da  Veiga,  i  aun  parece  haber  escrito  su  libro  bajo 
la  inspiración  de  éstos. 

A  pesar  de  algunos  errores  de  detalle,  su  historia  es  un 
libro  importante  por  la  claridad  en  laesposicion,  por  el  con- 
junto de  noticias  i  por  su  espíritu  liberal.  Su  severidad  para 

''  Acerca  de  Armitagr  véase  lo  que  el  señor  Barros  Arana  dice  en  la 
bibliografía  que  encabaza  el  tomo  Ide  la  Historia  de  América,  páj.  7  de  la 
edición  de  sus  Oóras  eomplelas.{Sa.ntiiigo  1908). 

Nota  del  Rix'Opilador. 


ÍÍOTAS    PARA    UNA    BIBLK>aRAFÍA  459'n 

•  .      •    j^^^g^í"  ^  ^^^  .Pedro  I,  es  causa  de  que  algunos  escritores 
del,  Brasil  no  lo  estimen  como  merece.  i 

_  Armitage  dejó  el  Brasil  en  1836,  i   poco  .después,  partió 

para  la  India.  En  jeneral,  su  libro  i  su  persona  son  tan  po- 
-  ,.  .       co  conocidos,  que  no  se  encuentran  noticias  acerca  de^él  en 
_     '      las  compilaciones  biográficas.  Allibone  no  lo  menciona  si- 
quiera en  su  Dictionary  oíauthors. 

El  traductor  brasilero,   que  ocultó  su  nornbre,  fue  Jo  a- 
.    quin  Teixeira  de  Mace  do,  epipleado  de  la  Aduana  de  Rio 
de  Janeiro,  muerto  en  febrero  de  1853.  Ha  traducido  igual- 
mente al   portugués  algunas  otras   obras  francesas  e  in- 
glesas. 

246. — Historia  dos  estados  d' America  Septentrional  e  Me- 
ridional ^  desde  a  sua  emancipagao  até  ao  reconhe- 
cimiento  de  sua  independencia.  Obra  escripia  ori- 
ginariamente em  hespanhol:  tradusida  porjacin- 
tho  Alves  Branco  Moniz  Barreto.  Aumentado  com 
varias  notas.  Rio  de  Janeiro,  1838,  1  vol,  en  4^ 

Es  la  traducción  portuguesa  de  los  cuadros  relativos  a 
la  historia  de  América  de  la  traducción  castellana  del 
Atlas  del  conde  de  Las  Casas.  Véase  el  número  45. 

Allí  dijimos  que  el  autor  de  estos  cuadros  fué  don  Anto- 
nio de  Arcos,  El  traductor  portugués  creyó  con  razón  qué 
ellos  formaban  un  buen  bosquejo  de  la  historia  de  estos 
países,  el  mejor  de  los  conocidos  hasta  entonces,  i  creyó  ha- 
cer un  servicio  a  los  lectores  brasileros  reuniendo  esas  no- 
ticias en  un  volumen.  Las  notas  se  refieren  casi  esclusi- 
vamente  a  la  historia  del  Brasil,  i  contienen  algunos  docu- 
mentos. 

El  volumen,  inclusa  la  lista  de  suscritores,  consta  de  382 
pajinas.  Pero  el  traductor  le  agregó  una  segunda  parte  de 
32  pajinas,  con  el  título  de  Apéndice  ao  bosquejo  histórico 
do  Brasil  por  J.  A.  B.  M .  B  impreso  en  el  mismo  año,  sobre 
la  revolución  de  Pernambuco  en  1824. 

247. — Historia  geral  do  Brazil,  isto  é  do  descobrimentOj 
colonisacao,  legislaqao  e  desemvolvimento  des  te  es- 
tado. Por  un  socio  do  Instituto  histórico  do  Brazil, 
natural  de  Sorocaha.  Madrid,  1854-1857,  2  vols. 
en  8^ 


460  ESTUDIOS    HISTÓRirO-BlBLlOGRÁFICOS 

El  segundo  tomo  no  tiene  ninguna  indicación  de  autor; 
i  la  línea  que  ésta  ocupa  en  la  portada  del  primero,  está 
reemplazada  por  estas  palabras:  "Dedicada  a  sua  mages- 
tade  imperial  o  senhor  don  Pedro  II". 

Obra  capital,  si  no  como  arte  de  composición,  como  con- 
junto de  noticias  bien  estudiadas.  Su  autor  fué  Francisco 
Adolpho  de  Varnhagen,  después  vizconde  de  Porto  Segu- 
ro. Véase  este  nombre  en  el  índice  alfabético  de  autores. 

La  segimda  edición  de  esta  obra,  publicada  en  Viena  sin 
año  de  impresión  (1876)  en  2  vols.  en  8°  mayor  í  mucho 
mas  completa  i  ampliada  que  la  primera,  lleva  en  su  porta- 
da el  nombre  del  autor. 

24*8. — Historia  naturalis  Bvasilsdy  in  qua  plantae  et  anima- 
maJia,  indigenarum  morhi,  ingenia  et  mores  descri- 
buntur,  Lugdunum  Batavorum  (Leide)  et  Amster- 
dolami  (Amsterdam),  1648,  1  vol.  fol. 

Edición  elzeviriana  con  cerca  de  500  grabados  en  made- 
ra, dirijida  por  J.  de  Laet.  Contiene  un  tratado  sobre  la 
medicina  brasilera  por  G.  Piso,  i  un  ensayo  sobre  las  histo- 
ria natural  del  Brasil  por  G.  Marcgkaf  dp:  Liebstad, 
en  el  cual  hai  ima  gramática  i  un  vocabulario  brasileros. 

249. — Historia  Paraguajensis  Petri  Francisci  Xaverii  de 
Charlevoix,  ex  gallico  latina,  cum  animadversio- 
nibus  et  supplemento.  Venecia,  1779. 

Traducción  latina  de  la  célebre  historia  del  Paraguai  del 
padre  Charlevoix.  El  traductor,  el  padre  Domingo  Mu- 
riel  (véase  el  núm.  173),  la  ha  completado  con  la  relación 
de  los  sucesos  del  Paraguai  hasta  el  año  de  1767,  añadién- 
dole algunos  documentos  mui  importantes  i  poniendo  al 
pié  de  sus  pajinas  muchas  notas  que  corrijen  o  completan 
el  teste. 

250. — Historia  política  de  los  establecimientos  ultramari- 
nos de  las  naciones  europeas,  por  Eduardo  Malo 
de  Luque.  Madrid,  1784-1790,  5  vols.  gr.  8^ 

Esta  obra  es  una  traducción  de  la  célebre  Histoire  phi- 
losophique,  etc.  de  Raynal,  con  la  supresión  de  los  pasajes 
revolucionarios  de  esta  obra  i  con  algunas  consideraciones 
i  datos  estadísticos  que  no  se  encuentran  en  el  orijinal.   Es- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLICMJRAFÍA  461 

ta  traducción  o  modificación  de  la  obra  francesa,  ha  sido 
hecha  por  don  Pedro  de  Lujan,  duque  de  Almodovar, 
muerto  en  1794,  personaje  político  español  i  director  de  la 
academia  de  la  historia  de  Madrid-  Kduardo  Malo  de  Lu- 
que  es  un  anagrama  de  Duque  de  Álmodovar.  En  1795  se 
publicó  en  Madrid  un  Elojio  histórico  del  Excmo.  señor 
duque  de  Almodovnr,  por  don  Nicolás  Rodríguez  Lazo,  en 
que  se  hace  un  examen  de  esta  obra  i  se  da  a  conocer  a  su 
autor.  Puede  verse  también  Sempere  i  Guarínos  Ensayo  de 
una  biblioteca  de  los  mejores  escritores  del  reinado  de  Car- 
los III.  tomo  IV,  páj.  1  i  siguientes. 

251. — History  {The)  ofthe  West  Indies,  containing  the  ac- 
¿es  and  adventures  ofthe  spaniards  wich  have  con- 
quered  and  peopJed  those<fountries,  etc.  Published 
in  latín  hy  Mr.  Hakluyt,  and  translated  into  en- 
glish  by  M.  Lok.  Gent.  London,  1597,  1  vol. 
en  4*?  .  , 

Es  una  traducción  inglesa  de   la  célebre  historia  latina 
del  Nuevo  Mundo  de  Pedro  Mártir  de  Anghiera. 

2^2.— Historie  al  (An)  account  of  all  voyages  round  the 
wold,  performed  by  english  navigators;  including 
those  lately  undertaken  by  order  of  his  presen t 
Majesty.  London,  1774-76.  6  vols.  en  8^ 

Colección  importante,  dirijida  principalmente  por  David 
Henry,  erudito  escritor  ingles,  muerto  en  1792. 

2^^.— Histórica]  [An)  account  of  the  rise  and  progress  of 
the  colonies  of  South  Carolina  and  Georgia.  Lon- 
don, 1779,  2  vols.  en  8^ 

Por  Alexander  Hevvatt,   ministro  anglicano,  ingles  de 
nacimiento,  que  residió   algunos  años  en  aquellos  estados. 

254. — Histórica!  {An)  and  chronological  deduction  ofthe 
origin  of  commerce,  from  the  earliest  accounts  to 
the  prcsent  time.  To  which  is  preñxed  an  introduc- 
tion  exhibiting  the  importance  ofour  colonies.  Lon- 
don, 1764,  2  vols.  fol. 


^62  ESTUDIOS   HIStÓRICG-BIBLIOGBÁÍ'ICOS 


,  Obra  importantísima  para  la  historia  del  comercio,  i  lle- 
na de  noticias  curiosas  i  bien  estudiadas  sobre  la  América. 

La  tercera  edición,  hecha  en  Dublin  en  1790,  contiene 
valiosas  adiciones  de  Mr.  Coonibe,  i  completa  la  historia 
del  comercio  hasta  esa  época.  Su  autor  fué  Adam  Ander- 
SON,  muerto  en  1765,  el  año  siguiente  de  publicada  su 
obra.  ; 


255.— íí/stor/ca/  and  política]  reñections  on  the  rise  and 
progress  ofthe  american  rehalUon.  London,  1780, 
1  vol.  en  8^ 

Libro  escrito  con  el  objeto  de  procurar  un  arreglo  amis- 
\\\  ■)  •  .  toso  i  conveniente  entre  la  Gran  Bretaña  i  sus  colonias  de 
,  ...  América.  Fué  su  autor  Joseph  Galloway,  escritor  ingles, 

autor  también  de  muchos  otros  [).infletos  concebidos  casi 

todos  en  el  mismo  sentido. 

256.— HistoTical  (An)  and  political  view  oí  the  present 
and  ancient  state  oí  the  colony  oí'  Sttrinatn,  in 
Sout  America;    ^vith   the  settlements  ofDemerary 

.   .^  \  V     and  Issequiho.  By  a  per  son    who   lived  there  ten 

,,y  .'  ,     -vears,  London,  J.781,  1  vol.  en  8" 

'  Traducción  ingle&ade  un  libro  francés  publicado  en  Maes- 
tricht  en  1778  con  el  título  á^  T¿ihleau  historique  et  po- 
litio ue  de  Vétat  anden  et  actuel  de  la  colonie  de  Surinam, 
dado  a  luz  con  el  nombre  del  autor,  Philippe  F'ermin,  doc- 
tor en  medicina  que  residió  diez  años  en  la  Guayana  ho- 
landesa, i  que  escribió  varios  libros  sobre  esa  rejion. 

257. — History  (The)  and  present  state  of  Virginia  in  four 
parís,  etc.,  etc.  By  a  native  and  inhahitannt  ofthe 
place.  Lonidon,  1^05,  1  vol.  en  8*^         ,  ,  i  , 

Completada  i  reimpresa  en  1722,  i  traducida  al  francés 
en  1707.,  Una  edición  hecha  en  Richínond  en  1855  con  una 
introducción  del  historiador  Qh  CajnpbeH,  lleva  el  nombre 
del  autor  de  este  libro,  que  por  otra  parte  encuentro  men- 
cionado en  la  Biblioteca  americoseptentrionalis,  publica- 
'"  da  anónirña  eii  1820,  por  D.  B.  Warden.  El  historiador  de 

Virjinia  se  llamaba  RobertBEvteRLEY. 


ÍÍOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  463 

2bS.-^JIistory  [The)  oí  don  Franciseó  Miranda's  attempt 
to  effect  a  revoluiion  ín  South  America,  in  a  se- 
ries ofJetters.  By  a  gentleman  who  was  an  oíñcer 
unáer  that  general,  to  a  íriend  in  the  United  Sta- 
tes. To  which  are  annexed  sketches  of  the  Híe  of 
Miranda  and  geographical  no  tices  of  Caraccas. 
Bostoni  1808,  1  vol.  en  12*^ 

Reimpreso  en  Boston  en  1810  i  1811,  siempre  bajo  el 
anóriimo.  En  1809  se  hizo  en  Londres  una  reimpresión 
con  el  nombre  del  autor.  James  'Biggs;  Es  la  historia  de  la 
desgraciada  es.pedicion  del  jeneral  Miranda  a  Vene2;uela  en 
1806.  ■         , 

Sabin  Dictionnary  of  boocks  relating  to  America,  núm. 
.  {  ,i  ,  9117,. dice  equivocadamente  que  el  autor  de  este  libro  se 
llamaba  Bullard.  , 

259. — History  (The)  ofLouisiana,  particqJarly  of  the  ees- 
sion  of  that  colon  y  to  the  United  States  o  f  Ameri- 
ca; with  an  introductory  essay  on  the  constitu- 
tion  and  'governement  of  the  Unitet  States.  By 
Barbé  Marbois.  Translated  from  the  french,  by  an 
,.    American  citezén.  Philadelpliia  1830,  1  vol  en  8*^ 

Traducido  por  William  Beach  Lawrence,  fecundo  escri- 
tor norte  americano,  economista,  jurisconsulto  e  histo- 
riador. , 

260. — History  {The)   of  maritime  and  inland  discovery, 
etc.  Ivondon,  1830,  3  vol.  en  8^ 

Buen  compendio  de  la  historia  de  los  viajes,  escrito  por 
\  W.  Desboro üGH  Cooley   para  la  enciclopedia  inglesa  del 

doctor  Laridner,  Es  la  primera  edición  inglesa  de  la  obra 
cuya  traducion  al  francés  hemos  anotado  bajo  el  núme- 
ro 226. 

261. — History   of  New-EngJand.   From   the  english  plan- 
•       :      ting  in  the  yeere  1628,   until  the  yepre  1652.  Lon- 
don,  1654,  1  vol.  en  4*? 

Libro  varias  veces  reimpreso.  Muchos  ejemplares  de 
esta  primera  edicicn  circularon  con  el  título  de  Histórica! 


464  ESTUDIOS  '  HISTÓRICO-BIBLIO(>RÁFICOS 

relation  oftbe  ñrst  planting  iti  New  Eagland.  Su  autor  fué 
Edward  Johnson,  uno  de  los  primeros  colonos  de  la  Nueva 
Inglaterra. 

262. — History  (A)  of  Philadelphia,  with  a  notice  ofvilla- 
ges  in  the  vecinity.  Philadelphia,  1839,  1  yo!,  en  8"^ 

Escrita  por  D.  Bowen.  Es  muí  noticiosa  sobre  la  gue- 
rra contra  la  Gran  Bretaña  de  1812  a  1815. 

263. — History  oí  the  island  of  Saint-Domingo  from  its  £rst 
disco very  by  Columbas  to  the  prescnt  period.  Lon- 
don,  1818,  1  vol.  en  8^ 

Por  Sir  James  Barsket,  ájente  del  gobierno  ingles  en 
aquella  isla.  Hai  ademas  otra  edición  de  este  libro  hecha 
en  Nueva  York  en  1825. 

264. — History  oí  the  late  war  in  the  western  country  írom 
the  commencement  oí hostilities  to  the  tcrmination 
oí  the  contest  on  the  return  oípeace.  Lexington. 
1816,  1  vol.  en  8^ 

Historia  auténtica  i  noticiosa  de  la  guerra  de  1812-1815 
entre  la  Gran  Bretaña  i  los  Estados  Unidos.  Por  Robert 
B.  Mac-Afee,  escritor  norte  americano. 

265. — History  (A)  of  the  Uves  and  exploits  ofthe  most  re- 
markabíe  pirates,  highwaymen,  murderers,  street 
robbers,  etc.  Birmingham,  1742,  1  vol.  fol. 

Edición  abreviada  i  anónima  de  una  obra  con  el  mismo 
título,  i  muchas  veces  publicada,  por  el  capitán  Charles 
Johnson.  Este  libro  interesante  contiene  muchas  noticias 
sobre  los  filibusteros  de   América. 

266. — History  ofthe  United  States.  By  n  citizen  oíMassa- 
chusetts.  Keene  (N.  H.),  1821,   1  vol.  en  12^ 

Buen  Qpmpendio  de  historia  muchas  veces  reimpreso.  Su 
autor,  Salma  Hale,  distinguido  escritor  norte  america- 
no, publicó  mas  tarde,  en  1840,  otro  compendio  elemental 
mas  estenso,  en  dos  volúmenes,  que  lleva  su  nombre. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  465 

267.—Historj  {The)  of  the  United  States  for  1796.  Phi- 
ladelphia,  1797,  1  vol.   en  8^ 

Por  James  Thomson  Ballender.  Véase  el  núm,  18. 

268. — History  of  the  United  States;  or  Únele  Philips s  con- 
versations  with  the  children  about  New^  York.  Ne^w 
York,  1835,  2  vols.  18^ 

Por  Francis  Lister  Hawks,  escritor  norte-americano, 
Véase  el  núm.  142. 

Con  el  mismo  título  de  Conversaciones  del  tio  Felipe  ha- 
bla publicado  en  1834  otro  volumen  análogo,  de  *^Historj 
of  Virginia^\ 

2^^.— History  (The)  ofthe  western  world.  The  United  Sta- 
tes, London,  1830,  2  vols.  8^ 

Compendio  de  la  historia  de  los  Estados  Unidos  escrito 
para  la  famosa  enciclopedia  del  Dr.  Lardner,  por  Henrj 
Fe:rgus,  erudito  escritor  ingles. 

270. — Hobomoky  a  tale  of  early  times.  By  an  American^ 
Boston,  1824,  1  vol.  12*? 

Narración  histórico-novelesca,  escrita  por  Lydia  María 
Child.  Véase  el  núm.  178. 

271. — How  I  canie  to  be  governor  ofthe  island  of  Cacona. 
By  the  hon.  Francis  Thistleton,  late  governor  ofthe 
island  of  Cacona.  Montreal,  1853,  1  vol.  8*^ 

Reimpreso  en  Nueva  York  el  año  siguiente.  Es  una  sáti- 
ra contra  los  gobernadores  coloniales  i  su  administración, 
i  en  especial  contra  el  gobierno  del  Canadá.  Su  autor  es  Wi- 
lliam  Henry  Fleet. 

272. — Impartial  {An)  relation  of  the  ñrst  rise  and  cause  of^ 
the  recent  differences  in  public  affairs  in  the  provin- 
ce  ofNorth  Carolina,  1770,  1  vol.  18^ 

Por  Harmon  Husband,  miembro  de  la  lejislatura  de  la 
Carolina  del  Norte.  Libro  de  104  pajinas  sumamente  raro, 
e  importante  por  los  documentos  que  contiene,  útiles  para 
la  historia. 

TOMO   VI  'óO 


166  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

273. — Imperio  (O)  doBrazil  na  exposigao  universal  de  1876 
en  Phiíadelphia.  Rio  de  Janeiro,  1875,  1  vol.  en  8*^ 

Este  libro,  preparado  para  la  esposicion  universal  de 
Vienaen  1873, i  considerablemente  ensanchado  con  motivo 
de  la  esposicion  deFiladelfia,  es  un  notable  estudio  descrip- 
tivo del  Brasil,  abundante  en  noticias  seguras  i  espuestas 
con  la  mayor  claridad.  Fué  escrito  por  personas  competen- 
tes bajo  la  dirección  del  vizconde  de  Bom  Retiro,  Luis  Pe- 
dreira  de  Coutto  Ferraz,  estadista  i  erudito  brasilero,  i  se 
hicieron  a  la  vez  ediciones  en  cuatro  idiomas  diferentes. 

274. — Indiens  {Les)  de  la  haie  d^Hudson.  Promenades  d^un 
artiste  par  mi  Jes  indiens  de  V  Amérique  du  Nord,  de- 
puis  le  Canadá  jusquá  Pile  de  Vanocouver  et  VOre- 
gon.  Imité  de  Panglais  parE.Delessert.  París,  1861, 
1  vol.  18*? 

El  autor  del  libro  ingles  de  que  éste  es  una  traducción 
abreviada,  esP.  Kank,  pintor  canadense  que  recorrió  aque- 
llas rejiones  recojiendo  vistas  i  retratos  de  indios,  i  que  ha 
narrado  sus  viajes  con  mucho  interés  i  animación. 

275. — Indios  bravos  (Os)  e  o  Sr.  Lisboa,  Timón  3°  Pelo  au- 
tor da  '^Historia  geral  do  BraziV.  Lima,  1867,  1 

YOl.  8^ 

opúsculo  de  polémica  que  tiene  algún  interés  histórico, 
escrito  por  Francisco  Adolpho  de  Vaknhagen,  después  viz- 
conde de  Porto  Seguro  para  defenderse  de  las  críticas  he- 
chas a  su  historia  por  el  célebre  escritor  brasilero  Joao 
Francisco  Lisboa  en  el  'lornal  de  Timon^\ 

276. — Individual  i  verdadera  relación  de  la  estrema  ruina 
que  padecióla  ciudad  de  los  iteres  (Lima),  con  el 
horrible  temblor  de  tierra  acaecido  en  ella  la  noche 
del  28  de  octubre  de  1 746,  i  de  la  total  asolación  del 
presidio  i  puerto  del  Callao,  por  la  violenta  irrup- 
ción del  mar  que  ocasionó  en  aquella  bahía.  Lima, 
1746,  1  vol.  4^ 

Reimpresa  en  Méjico  en  lLl4f7,  i  traducida  al  ingles  i  al 
francés.  Su  autor  fué  el  P.  Pedro  Lozano,   de  la  Compañía 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  467 

de  Jesús,  i  autor  de  tres  obras  muí  estimadas  sobre  la  his- 
toria i  la  jeografía  de  las  provincias  del  Rio  de  la  Plata. 

277. — Inñüence  (The)  oí  democracy  on  Uberty,  property 
and  the  happiness  ofsociety  considered,  By  an  ame- 
rican,  formely  member  of  congress.  With  introduc- 
tion  and  notes  bv  Henry  Ewbrank,  Esq.  London, 
1835,  1  vol.  8^      "^  ' 

Notable  escritor  de  Fisher  Ames,  orador  i  publicista  nor- 
te americano,  muerto  en  1808. 

:278. — Inocencia  justiñcada  contra  los  artificios  de  la  calum- 
nia. Extracto  del  papel  que  escribió  en  defensa  del 
honor  i  distinguidos  servicios  hechos  con  motivo 
de  la  revolución  suscitada  en  el  reino  del  Perú  por 
el  cacique  José  Gabriel  Tupac  Amaro,  en  el  año 
1780,  el  ilustrísimo  señor  donjuán  Manuel  Mosco- 
so  i  Peralta,  siendo  obispo  del  Cuzco.  Madrid  (sin 
fecha),  1  vol.  en  fol. 

Defensa  del  obispo  Moscoso  acusado  por  la  conducta 
que  habia  observado  durante  la  rebelión  de  Tupac  Amaru, 
útil  para  la  historia  por  las  noticias  que  contiene  sobre 
esos  sucesos.  Su  autor  fué  don  Ignacio  Castro,  clérigo  pe- 
ruano, nacido  en  Arica  en  1732,  i  muerto  en  el  Cuzco  en 
1792,  i  autor  de  varios  otros  escritos  particularmente  con- 
memorativos de  fiestas  solemnes.  Puede  verse  su  elojio  en 
el  tomo  VI  del  "Mercurio  Peruano",  o  en  el  VIII  de  la 
reimpresión  incompleta  de  ese  periódico  que  se  hizo  en 
1864. 

^79.— Intervention  (L'j  frangaise  au  Mexique;  accompag- 
née  de  documents  inédits  et  d^un  long  mémoire 
adressé  par  Pempereur  Maximilien  a  Vempereur 
Napoleón  et  remis  a  Paris  par  remperatrice  Char- 
lotte, precedée  d^une  preface  de  Clément  Duver- 
nois.  Paris,  1868,  1  vol.  8^ 

Por  el  periodista  francés  Leoncie  DííTroyat,  testigo  de 
muchos  de  los    hechos    que  narra,   i  autor  de  otra  obra 


4C8  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIO^RÁFICOS 

anónima,  "Za  Cour  de  Rome  et  Vempereur  MaximUi€n^\ 
que  como  la  presente  contiene  importantes  revelaciones  so- 
bre la  efímera  existencia  del  segundo  imperio  mejicano^ 
Véase  el  número  122. 

280. — Irvigiana.  A.  Memorial  of  Washington  Irving.  New 
York,  1869,  1  vol.  4^ 

Compilación  de  artículos  i  discursos  necrolójicos  con 
motivo  de  la  muerte  de  Irving,  reunidos  por  Evert  A. 
DuYCKiNCK,  uno  de  los  autores  de  la  uCiclop¿edia  oíame- 
rican  literatare.n 

281.— Jamaica  viewed;  with  aU  the  portSy  harbours,  and 
their  several  soundings,  tow  ns  and  settlements. 
By  E.  H.  London,  1661,  1  vol.  16^ 

Libro  de  escaso  mérito,  reimpreso  dos  veces  a  principios 
del  siglo  siguiente»  con  el  nombre  del  autor,  Edmond  Hic- 
KERiNGiLL.  Capitán  del  ejército  ingles  de  esa  colonia,  i  lue- 
go ministro  anglicano. 

282. — Jeune  voyageur  (Le)  dans  le  cinq  parties  de  monde. 
Ouvrage  contenant  le  portrait,  le  caractére,  la  reli- 
gión, les  moeurs  des  différents  peuples  de  Tunivers. 
Paris,  1829,  4  vol.  16. 

Por  Simón  Blocquel.  Véanse  los  núms.  49  i  366. 
Algunos  ejemplares  llevan  el  título  de    «Beautés  de  Vhis- 
toire  des  voy  ages,  n 

283.— Journal  d^un  deporté  non  jugé,  ou  déportation  en 
violation  des  lois  décretces  le  10  Fructidor  an  V^ 
Paris,  1834,  2  vols.  8^ 

Por  el  conde  Fr.  Barbé-Marbois,  célebre  majistrado  i 
escritor  francés. 

Este  libro,  de  un  interés  palpitante  i  dramático,  i  que 
contiene  muchas  noticias  sobre  la  Guayana  francesa,  fué 
reimpreso  en  Bru-selas  en  1885  con  el  nombre  del  autor. 

284f.— Journal  d^  un  voy  age  a  la  Louisiane,  íait  en  1720  par 
M***  capitaine  de  vaisseti  du  Roy.  Paris,  1768, 
1  vol.  en  12.° 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  469 


Este  libro,  no  mencionado  por  Barbier  en  su  \\Dictionaire 
d*  uvrages  anonymesn,  fué  escrito  por  Josehp  déla  Val- 
LETTE  Laudun,  capitán  del  navio  "Toulouse",  en  que  el 
padre  jesuita  Lival  hizo  su  viaje  de  esploracion  a  la  Lui- 
siana. 

Está  escrito  en  forma  de  cartas  dirijidas  a  una  señora. 
Contiene  pocas  i  casi  insignificantes  noticias  acerca  de  los 
paises  que  visitó  el  autor,  pero  es  escrito  con  injenio  i  con 
talento  literario. 

J.  de  la  Vallette  Landun  murió  en  Tolón  por  los  años  de 
1741  en  el  rango  de  jefe  de  escuadra.  Su  libro  fué  publicado 
mas  de  veinte  años  después  de  su  muerte,  mas  de  cuarenta 
de  la  época  en  que  se  hizo  el  viaje.  Como  no  tiene  noticias 
jeográficas  de  interés,  supongo  que  fué  impreso  como  un 
recuerdo  de  familia.  A  esta  circunstancia  debe  atribuirse 
el  que  sea  mui  escaso,  talvez  por  haberse  publicado  un  re- 
ducido número  de  ejemplares. 

285— Journal  histonque  (1698-1720)  de  T établissement 
des  frangais  á  la  Louisiane.  Nouvelle  Orlean.s,  París, 
1831,  1  V.  8*^ 

Este  libro  fué  publicado  por  primera  vez  en  Paris  en  vis- 
ta de  una  de  las  copias  manuscritas  que  circulaban  en 
Luisiana.  Su  autor  fué  Bérnard  de  La  Harpe,  colono  fran- 
cés que  que  residió  en  aquella  rejion  en  lósanos  1718-1723. 

286.— Journal  ofa  residence  in  Chili.  By  a  youg  American 
detained  in  that  country  during  the  revolutionary 
scenes  oflSlT,  18,  19.  Boston,  1823,  1  v.  12^ 

Relación  sencilla  de  las  aventuras  de  un  joven  norte- 
americano que  llegó  a  Talcahuano  en  agosto  de  1817  en 
un  buque  llamado  **Canton"  que  venia  de  Estados  Unidos, 
que  fué  detenido  allí  hasta  que  esta  plaza  i  toda  la  pro- 
vincia de  Concepción  cayeron  en  poder  de  los  patriotas. 
Contiene  muchas  noticias  acerca  del  ejército  realista,  que 
pueden  ser  utilizadas  en  la  historia  de  la  revolución  de 
Chile. 

El  autor  de  esta  relación,  según  Sabin  (tomo  IV,  páj. 
209)  se  llamaba  J.  F.  Coffin. 

Según  se  deja  ver  en  los  viajes  de  Cleveland,  capitán 
norte-americano,    cuyo    buque    estuvo  también  detenido 


470  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

por  los  realistas  en  Talcahuario  en  1817  i  1818,  i  que 
cuentan  los  mismos  sucesos,  el  capitán  del  "Cantón"  se 
se  llamaba  también  Cofíin,  pero  no  ha  sido  éste  el  autor 
de  la  relación  que  motiva  esta  nota. 

287. — Journal  {A)  of  the procedings  in  the  detection  ofthe 
conspiracy  formed  by  some  white  pcople  in  conjanc- 
tí'on  with  negro  and  other  slaves,  for  burning  the 
city  of  New  York  in  American  and  mardering  the 
inhahitants.  By  the  recordé  of  the  city  of  New 
York.  New  York,  1744,  1  vol.  4.° 

Reimpresa  en  Londres  en  1747  en  un  vol.  en  8°  Estas 
dos  ediciones  anónimas  son  estremadamente  raras,  i  los 
dos  o  tres  ejemplares  que  se  han  vendido  en  los  últimos  vein- 
te años,  se  han  pagado  a  precio  de  oro.  Las  reimpresio- 
nes posteriores,  de  1810  i  de  1851,  llevan  el  nombre  del 
autor,  Daniel  Horsm anden. 

288.— Kurzgefasste  geographische  naturliche  nnd  bürgeíi^ 
che  Geschichte  des  Konigreichs  Chile.  Hamburg,. 
1782,  1  vol.  8.° 

Traducción  alemana  del  compendio  de  la  historia  na- 
tural i  civil  del  reino  de  Chile,  publicado  anónimo  en  len- 
gua italiana  el  año  1776.  (V.  el  núm.  106).  El  traductor. 
E.  J.  Jagemann,  lo  atribuye  al  ex-jesuita  chileno  don  Fe- 
lipe Vidaurre,  que  en  esta  época  se  ocupaba  en  escribir 
una  historia  de  Chile  que  ha  quedado  manuscrita,  i  que 
no  tiene  nada  de  común  con  el  compendio  anónimo. 

El  verdadero  autor  de  éste  es  el  abate  chileno  don  Juan 
Ignacio  Molina,  que  pocos  años  mas  tarde  publicó  sobre 
la  misma  materia,  i  ampliando  las  noticias  de  aquel  pri- 
mer ensayo,  la  obra  que  lo  ha  hecho  célebre. 

289. — Letters  aboiit  the  Hiídson  River  and  its  vicinity. 
Written  in   1835  and   1836.   By   a  citizen  of  New 
York.  New  York,  1836,  1  vol.  18.° 
Por  Freeman  Hunt.  Véase  el  nüm.  17. 

290. — Letters  and  papers  relating  chieñy  to  the  provinciat 


NOTAS    PAKA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  471 

history  of  Pensylvania,    with  some  notices  of  the 
writers.  Philadelphia,  1855,  1  v.  12^ 

Por  Thomas  Balch,  que  es  propiamente  el  editor  de  esta 
colección,  mas  conocida  con  el  nombre  de  '^Shippen  pa- 
pers*\  por  el  nombre  de  Eward  Shippen,  jurisconsulto  de 
Filadelfia  (1729-1806),  autor  de  estas  cartas.  La  prensa 
de  los  Estados  Unidos  recibió  mui  favorablemente  esta 
colección. 

291. — Letters  from  a  landsscape  painter,  Boston,  1845,  1 
vol.  12^ 

'  Recuerdos  de  viaje  por  Charles  Lamman,   fecundo  escri- 

tor norte-americano. 

292. — Letters  from  Buenos  Ayres  and  Chih\  with  an  ori- 
jinal  history  of  the  latter  country.  By  the  author 
of  Letters  from  Paraguay.  London,  1819,  1  vol.  8° 

El  autor  de  este  libro  es  John  Constance  Davie,  cuyo 
nombre  aparece  al  frente  de  las  ^\ Letters  from  Paraguaya. 
Ambas  obras  son  viajes  ficticios,  sin  ningún  interés  para 
la  historia  i  la  jeografía.  Faltos  de  todo  valor  i  estimación, 
han  desaparecido  casi  por  completo,  de  tal  suerte  que  es 
difícil  encontrar  un  ejemplar. 

293.— Lettre  an  docteur  Maty  sur  les  Géants  Patagons, 
Bruxelles  (París),  1767,  1  vol.  12^ 

Por  el  abate  Gabriel  Frangois  Coyer,  erudito  e  injenio- 
so  escritor  francés  (1707-1782).  Se  hizo  una  segunda  edi- 
ción de  este  librito  en  el  tomo  II  de  las  obras  completas  de 
este  autor,  i  fué  traducida  al  ingles.  (Londres,  1767)  i  al 
alemán  con  notas  por  Turner  (Dantzig,  1769). 

«Las  pocas  noticias  acerca  de  la  grande  estatura  de  los 
patagones  que  cita  el  injenioso  abate,  son  usadas  por  él 
como  un  disfraz  para  lanzar  sus  dardos  contra  las  leyes, 
costumbres  i  gobierno  de  Inglaterra.  Después  de  probar 
con  suficiencia  la  existencia  de  los  jigan tes  patagones,  des- 
cribe un  código  de  leyes  domésticas,  sociales  i  políticas 
mediante  el  ejercicio  del  cual  se  desarrolla  i  conserva  esa 
estatura.  Todo  este  bosquejo  de  mera  imajinacion,  le  sumi- 
nistra un  medio  de  exhibir  las   deficiencias  i  absurdos  que 


472  ESTUDIOS    HISTÓRIGO-BIBLIOGRÁFICOS 

son  objeto  de  su  sátira.»  (Thomas  W.  Field,   An  essay  to- 
wards  an  Indian  Bibliography,  niím.  379). 

294. — Lettres  á  M.  Pabhé  de  Praát  par  un  indigene  de  í- 
Amérique  du  sud.  París,  1818,  1  vol.  8° 

Este  libro  tiene  por  objeto  defender  la  política  de  Espa- 
ña respecto  de  sus  colonias  de  América,  contra  las  acusa- 
ciones consignadas  en  los  escritos  del  abate  de  Pradt,  i  a 
demostrar  los  incuestionables  derechos  de  la  metrópoli 
sobre  estos  paises.  El  autor  de  estas  cartas  es  don  S.  de 
JoNAMA,  cónsul  de  España  en  Amsterdam. 

Las  referencias  que  en  ellas  se  hacen  a  la  historia  de  Mé- 
jico, inducen  a  sospechar  que  el  autor  era  mejicano  de  na- 
cimiento, i  por  tanto  indíjena  de  América,  como  lo  dice  el 
título  del  libro. 

Pero  en  1824  se  publicó  en  Méjico  un  libro  titulado  «De 
la  prueba  por  jurados^  o  sea  consejo  de  hombres  buenos» 
(1  vol.  12°),  por  don  Santiago  de  Jonama.  Creo  que  es  el 
autor  de  las  cartas  al  abate  de  Pradt,  que,  según  supongo, 
volvió  a  Méjico  después  de  la  revolución  española  de  1820. 

El  libro  anónimo  que  motiva  esta  nota  ha  sido  traduci- 
do dos  veces  a  la  lengua  castellana.  En  1819  el  jeneral  Mo- 
rillo encargó  su  traducción  a  su  secretario  don  José  Do- 
mingo Díaz,  autor  del  libro  anónimo  titulado  «Recuerdos 
sobre  la  rebelión  de  Caracas»,  i  esa  traducción  fué  publica- 
da el  mismo  año  en  la  capital  de  Venezuela  con  notas  del 
traductor,  i  reimpresa  en  Madrid  en  1829,  en  un  tomo  en 
8°  que  lleva  por  titiúo  «Cartas  al  señor  abate  de  Pradt 
por  un  indíjena  de  la  América  del  sur».  Esta  traducción 
revela  que  Díaz,  que  sabia  escribir  en  buen  castellano,  no 
poseía  bien  el  francés. 

En  1820  se  había  publicado  en  Madrid  la  otra  traduc- 
ción en  1  vol.  16^  con  este  título  uReñexiones  sobre  el  esta- 
do  actual  de  la  América  o  cartas  al  abate  de  Pradtw.  El 
autor  de  esta  traducción  fué  don  Antonio  de  PVutos  Teje- 
ros, clérigo  í  médico  español. 

295.— Lettres  critiques  et  politiques  sur  les  colonies  et\e 
commerce  des  villes  maritimes  de  France,  adres- 
seés  a  M.  G.  T.  Rajnal,  Généve  et  París,  1785, 
enS^ 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  473 

Es  una  de  las  numerosos  críticas  a  que  dio  lugar  la  céle- 
bre historia  del  abate  Raynal.  Fué  escrita  por  Paul  Ulrie 
DuBUissoN,  con  la  colaboración  de  un  escritor  francés  lla- 
mado Dubucq.  Véase  sobre  el  primero  de  éstos  lo  que  he- 
mos dicho  en  la  nota  núm.  1. 

296. — Lettres  (Vun  citoyen  sur  la  permisión  de  commer- 
cer  dans  les  colonies,  annoncée  pour  les  puissances 
neutres,  Paris,  1756,  2  part.  8^ 

Por  Saintard.  Véase  éste  nombre  en  el  índice  alfabético 
de  autores. 

297. — Lettres  d^un  fermier  de  Pensylvanie  aux  habrtants 
de  1  ^ Amérique  Septentrionaíe.  Tradaites  de  Van- 
glais.  Awsterdam  (Paris),  1779,  1  vol.  8.° 

Esposicion  razonada  de  las  quejas  de  las  colonias  ingle- 
sas de  América  contra  el  gobierno  de  la  metrópoli,  por 
John  DiCKiNSON,  escritor  i  estadista  norte  americano, 
muerto  en  1808.  El  traductor  francés  fué  Jacques  Barbeu— 
Dubourg,  médico  i  botánico  francés,  autor  ademas  de  al- 
gunos ensayos  de  filosofía  i  de  varias  traducciones  de  obras 
inglesas. 

298. — Lettres  et  mémoires  pour  servir  á  Vhistoire  naturel- 
le,  civile  et  politique  du  Cap  Bretón,  depuis  son 
étahlissement  jusqu^ a  la  reprise  de  cette  is le  par  les 
anglais  en  175 S.  La  Haye,  1760,  1  vol.  12- 

Por  Thomas  Pichón,  escritor  francés,  secretario  del  go- 
bernador francés  de  Cap  Bretón,  i  muerto  en  Inglaterra 
en  1781,  donde  habia  vivido  largos  años  bajo  el  nombre 
de  Tyrel,  consagrado  al  cultivo  de  las  letras.  Aunque  esta 
obra  no  corresponde  precisamente  a  su  título,  pues  faltan 
en  ella  las  memorias  prometidas,  es  curiosa,  útil  e  intere- 
sante. 

299.— Lettres  iroquoises.  Iropopolis  (Lausanne),  1752,  2 
vol.  12*^ 

Libro  varias  veces  reimpreso,  i  que  no  tiene  de  ameri- 
cano mas  que  el  título.   Es  la  crítica  de  las  cosas   de   Euro- 


47  i  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

pa  bajo  la  forma  de  la  supuesta  correspondencia* de  un 
indio  de  la  América  del  Norte  que  viaja  en  el  viejo  mundo, 
i  que  cuenta  cuanto  vé.  Su  autor  es  Jean  Henry  Maubert 
de  Gouvest,  escritor  francés  mas  famoso  por  las  aventuras 
de  su  vida  que  por  el  mérito  de  sus  escritos. 

300. — Lettres  sur  les  crimes  da  roy  Georges  III,  par  un 
olñcier  americain  au  service  de  la  France.  París, 
1794,  1  vol.  S'? 

Publicado  el  mismo  año  en  ingles  en  Paris.  Su  autor  es 
John  Skey  Eustace,  jeneral  norte  americano,  natural  de 
Jeorjía,  jefe  de  división  del  ejército  francés  de  Flándes, 
muerto  en  1805. 

301.— Leren  en  daren  der  doorlunchtighste  zee-helden,  he- 
ginnen  de  me t  de  tocht  na  Damieten  in  1217,  en 
eindigende  met  M.  A.  de  Ruyter,  vertronende  alie 
de  wornaamste  zeedaden  der  Hollanders.  Amster- 
dam,  1683,  1  vol.  4*? 

Vida  i  muerte  de  los  mas  ilustres  héroes  navales  comen- 
zando por  la  espedicion  a  Damieta  en  1217  i  acabando  con 
Ruyter,  demostrando  las  principales  acciones  de  los  holan- 
deses. Su  autor  es  Lambert  Van  Den  Bos  o  Bosch,  autor 
también,  de  la  obra  que  sigue. 

Algunos  bibliógrafos  han  creido  que  esta  obra  es  una 
segunda  edición  de  la  siguiente.  La  de  1676  contiene  bio- 
grafías de  navegantes  de  todas  las  naciones.  La  de  1683 
es  puramente  holandesa.  Aun  estas  biografías  de  los  ma- 
rinos holandeses  son  mas  amplias  i  estensas  en  este  segun- 
do libro;  i  contiene  algunas  biografías  que  no  existen  en  el 
primero. 

302. — Leven  en  daren  der  doorlachtighste  zee-helden  en 
ont  deckers  van  Landen  deser  eeuwen,  beginnen- 
de  met  Chr.  Colombus  en  eyndigende  met  M.  A, 
de  Ruyter.  Amsterdam,   2  vol.  4?*^ 

Vida  i  muerte  de  los  mas  ilustres  héroes  navales  i  descu- 
bridores de  paises  durante  lo¿)  últimos  siglos,  comenzando 
por  C.  Colon  i  acabando  por  M.  A.  de  Ruyter.  Contiene 
retratos  i  biografías  de  cuarenta  navegantes  i  descubrido— 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  475 

res,  i  entre  ellas  de  muchos  de  los  descubridores  i  esplora- 
dores  de  América.  Su  autor  es  Lambert  Vari  den  BOvS  o 
BoscH,  historiador  holandés,  cuyo  nombre  latinizado  es 
Sylvius.   Véase  el  número  anterior. 

SOS.— Libertador  (El)  del  mediodía  de  América  i  sus  com- 
pañeros de  armas  defendidos  por  un  amigo  de  la 
causa  social.   La  Paz,  1830.   1  vol.  8^ 

Defensa  de  Bolívar  escrita  por  don  Simón  Rodríguez 
en  la  forma  i  estilo  singulares  que  tienen  sus  otras  obras. 
Véase  sobre  Rodríguez  i  sus  escritos  el  importante  estudio 
publicado  en  las  Rios;rañas  de  americanos  por  don  Miguel 
L.  i  don  Gregorio  V.  Amunátegui,  Santiago,  1856. 

304. — Life  ad  adventure  in  the  South  Paciñc.  By  a  roving 
printer.   New  York,  1861,  1  vol.  12^ 

El  impresor  viajero,  autor  de  este  libro,  se  apellida 
Jones. 

SOS.— Life  in  México  during  a  residence  of  two  years  in 
that  country.  By  Madame  C.  de  la  B.  Boston, 
1842,  2  vols.  12^-^' 

Publicado  bajo  los  auspicios  del  célebre  historiador  nor- 
te americano  Prescott,  i  reimpreso  en  Londres  el  año  si- 
guiente en  un  volumen  en  8° 

La  autora  de  este  libro  es  Madama  Calderón  de  la 
Barca,  escocesa  de  nacimiento,  i  esposa  del  ministro  espa- 
ñol en  Méjico.  Su  nombre  de  familia  era  Francés  Inglis. 

306.— L//e  (The)  of  general  Lewis  Cass,  with  his  letter  and 
speeches.   Baltimore,  1848,  1  vol.  8° 

Por  George  H.  Hickman,  escritor  norte  americano,  au- 
tor de  varias  biografías. 

SOL— Life  [The)  of  the  Boston  Bard.  Written  by  himseU. 
New  York,  1825,  1  vol.  2^ 

Por  Robert  S.  Coffin,  poeta  norte  americano,  deno- 
minado el  bardo  de  Boston,  muerto  en  1857. 

308.— L/Ves  {the)  oí   St.  Thomas  de  Villanueva and  oí 


476  ESTUDIOS    HISTORICO-BIBLIOGRÁFICOS 

St.  Fruncís  Solano,  Apostle  oí  Perú,   oí  the  order 
ofSt.  Francis.   London,  1S47,  1  vol.  12'' 

La  vida  de  San  Francisco  Solano  que  se  encuentra  en 
este  volumen,  es  la  traducción  de  la  que  en  1677  publicó 
en  francas  el  padre  franciscano  Francisco  Courtot. 

309. — Llamamiento  de  la  isla  de  Cuba  a  la  nación  españo- 
la.   Por  un  hacendado,  en  diciembre  de  1854.  Nue- 
va York,  1  vol.  S'' 
Por  don  Cristóbal  Madan. 

310. — Maniñesto  o  satisfacción  pundonorosa  a  todos  los 
buenos  españoles  europeos  i  a  todos  los  pueblos  de 
la  América,  por  un  diputado  de  las  cortes  reunidas 
en  Cádiz,  en  8° 

Publicado  en  Filadelfia  en  1811,  i  referente  a  los  princi- 
pios de  la  revolución  hispano-americana.  Su  autor  fué  don 
José  Alvarez  de  Toledo,  diputado  a  las  cortes  de  Cádiz 
por  la  isla  de  Santo  Domingo. 

ill. — Manuel guide  des  voyageurs  aux  Etats  Unis  de  FA- 
mérique  du  Nord  par  M.  F.  D.  G.  américain  natu- 
ralisé,  ancien  eleve  ingénieur.  Paris,  1818,1  vol.  12° 

Por  Ferragus  de  Gelone,  antiguo  deportado  a  Cayena 
por  causas  políticas,  i  autor  de  una  Relation  de  la  depor- 
tation,  etc.  que  anotamos  mas  adelante. 

312. — Martin  Hylacomylus,  ses  ouvrages  et  ses  collabora- 
teurs,  par  un  géographe  bibliophile.  Paris,  1867. 
1  vol.  8^ 

Este  libro,  de  solo  176  pajinas  de  testo  i  3  de  introduc- 
ción, es  un  estudio  de  la  mas  esmerada  erudición  sobre  di 
versos  puntos  de  la  historia  de  la  jeografía  americana,  i 
las  cartas  jeográficas  de  principios  del  siglo  XVI.  Su  autor 
es  D'AvEZAC  Macaya,  miembro  del  Instituto  de  Francia, 
muerto  en   1875,   autor  de  muchos   otros  trabajos  de  la 

misma  naturaleza. 

# 

SIS.— Maravillosa  [La)  aparición  de  Santa  María  de  Gua- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  477 

dalvpe  o  sea   la    Vírjen  mejicana.  Méjico,  1853,  1 
vol.  49 
Poesías  por  F.  Al.  Ri'iz  de  Conejares. 

314 Medico  (El)  botánico  criollo,  París  (sin  fecha  de  im- 
presión) 4  vol.  8^ 

Consta  de  dos  partes,  cada  una  de  las  cuales  ocupa  dos 
volúmenes.  1.^  Flora  medical  i  útil  de  las  Antillas  i  de  la 
parte  correspondiente  del  continente  americano;  2.^  Tera- 
péutica vejetal  de  las  mismas  rejiones.  Su  autor  es  un  mé- 
dico francés,  Rene  de  Grossourdy,  que  anteriormente,  en 
1838,  habia  publicado  en  Paris  un  libro  titulado  Chimie 
medicale,  2  vol s.  8° 

315. — Mélanges  intéressants  et  curieux,  ou  abrégé  d^his- 
toire  naturelle,  morale,  civile  et  politique  de  V  A- 
sicy  de  r  A  frique,  de  P  Amérique  et  des  Terres  po- 
laires,  parM.R.D.S.  Pris,  1763-1765,  10  vol.  12.*^ 

Por  Jacques  Philibert  Russelot  de  Sukgy,  autor  de 
otras  dos  obras  anónimas  relativas  a  la  América.  Véase 
el  índice  alfabético  de  autores. 

316.— Memoir  (A)   biographical  and  genealogical  oí  Sir 
John  Leverett,  Knt.,  Governor  of  Massachusetts, 
1673-9;  of  hon.  John  Leverett,  julge,  etc.   Boston, 
1856,  1  vol.  8^  '  ^ 

Libro  de  familia,  noticioso  i  útil  para  la  historia,  es- 
crito por  Charles  Edward  Leverett. 

317.— Memoir  (A)  of  Sebastian    Cabot;  with  a  review  of 
the  history  of  maritime  discovery,  illustrated  by 
documents  from  the  rolls,  now  ñrst  published.  Phi- 
ladelphia,  1831,  1  vol.  8^ 

La  llamada  segunda  edición,  hecha  en  Londres  en  1832, 
no  es  mas  que  un  simple  cambio  de  portada.  Ambas  son 
anónimas. 

Brunet,  en  el  Manuel  du  libraire,  califica  con  razón  de  in- 
teresante este  libro,  i  lo   atribuye  equivocadamente   a  D. 


478  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLIOGRÁFICOS 

í__ 

B.  Warden,  conocido  bibliógrafo  e  historiador  norte- 
americano. 

El  nombre  del  verdadero  autor  de  este  libro  es,  sin  em- 
bargo, perfectamente  conocido.  Ha  sido  revelado  por  Rich, 
por  Allibone  i  por  muchos  bibliógrafos.  Era  un  juriscon- 
sulto i  estadista  de  Filadelfia,  llamado  Richard  Biddle, 
autor  de  otro  libro  igualmente  anónimo  sobre  los  viajes 
del  capitán  Hall  a  Estados  Unidos.  Véase  el  núm.  425. 
Nació  en  1796  i  murió  en  1847. 

Dados  los  conocimientos  que  en  1831  se  tenian  acerca 
de  la  vida  i  viajes  de  Sebastian  Cabot,  el  libro  de  Biddle  es 
un  trabajo  notable  por  la  investigación  i  por  la  crítica  his- 
tórica, i  que  conserva  su  mérito  apesar  de  los  trabajos 
posteriores  de  Nicholls  i  de  d'Avezac  sobre  el  mismo  asun- 
to. En  la  Revista  Chilena,  tomo  II,  páj.  666,  publiqué  un 
estudio  analítico  de  estos  diversos  trabajos  con  el  título 
de  Juan  i  Sebastian  Cabot  según  las  últimas  investigacio- 
nes históricas. 

318 — Mémoire  contenant  le  précis  des  faits,  avec  leurs  pié- 
ees  justiñcatives  puor  servir  de  réponse  aux  obscr- 
vations  envoyées  par  les  ministres  d' Angleterre 
dans  les  cours  de  VEurope.  París,  1756,  1  vol.  4"=* 
con  24  mapas. 

Memoria  relativa  a  la  cuestión  de  límites  entre  Francia 
e  Inglaterra  en  la  Nueva  Escocia.  Escrita  por  Jacoi)  Nico- 
lás MoREAU,  historiógrafo  de  Francia,  i  mandada  publi- 
car por  orden  del  rei. 

Zl^— Mémoire  contenant  un  aperqu  statistique  de  Pétat  de 
Guatemala  ainsi  que  des  renseignements  précis  sur 
son  commerce,  son  industrie,  son  sol,  sa  tempera— 
ture,  son  climat  et  tout  ce  qui  est  relatifa  cet  état, 
Accompagné  de  cartes.  Bruxelles,  1840,  1  vol.  8^^ 
Por  Obert,  ájente  de  colonización. 

320.— Mémoire  sur  la  navigation  dans  la  mer  du  nord,  de- 
puiz  le  10^  aulOO^  degréde  lonjitude,  avec  une  nou- 
velle  carte  sur  cette  étendue,  par  M.  le  B.  E.  Berne, 
1779.  1  vol.  4^ 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  479 

Por  M.  le  bailli  d'Engel  o  Samuel  Engel,  jeógrafo  suizo, 
autor  del  Essai  sur  cette  question,  etc.  Véase  el  núme- 
ro 159. 

En  esta  obra  insiste  en  la  posibilidad  de  navegar  en  el 
océano  boreal,  comunicándose  entre  el  Atlántico  i  el  Pací- 
fico, i  ar efecto  señala  el  camino  que  debia  seguirse,  agru- 
pando algunas  noticias  sobre  los  paises  situados  en  esos 
parajes  En  1765, Samuel  Engel  habia  publicado  otra  obra 
sobre  esta  materia.  Véase  el  núm.  322. 

Algunas  de  las  obras  de  Engel  fueron  escritas  primero  en 
alemán  i  luego  traducidas  al  francés  por  él  mismo.  "En 
jeneral,  dice  Eyries  [Biographie  universelle),  todo  lo  que 
Engel  ha  escrito  en  francés,  está  tan  lleno  de  jermanismo 
que  su  lectura  es  mui  fatigosa." 

321. — Mémoires  dv  générnl  Morillo,  comte  de  Cartagéne, 
marquis  de  la  Puerta,  relatifs  aux  événetnents  de 
ses  campagnes  en  Amérique  de  1815  a  1821.  Tra- 
duit  de  Pespagnol.  Paris,  1826,  1  vol.  8^ 

El  título  de  este  libro  es  absolutamente  impropio.  No  es, 
como  podría  creerse,  una  autobiografía  del  célebre  jeneral 
español  don  Pablo  Morillo,  sino  una  traducción  de  varios 
documentos  relativos  a  la  guerra  contra  los  independien- 
tes de  Venezuela  i  de  Nueva  Granada,  el  mas  importante 
de  los  cuales  es  el  Manifiesto  a  la  nación  española,  publi- 
cado por  Morillo  en  Caracas  en  1820,  i  en  el  cual  hace  una 
esposicion  bastante  detallada  de  su  conducta  como  jefe  del 
ejército  realista  para  defenderse  de  los  cargos  que  se  le  ha- 
cían en  España. 

Al  frente  del  libro  francés  se  lee  una  advertencia  en  que 
se  declara  que  no  es  el  jeneral  Morillo  quien  hace  publicar 
esta  edición.  Conservo  en  mi  poder  una  carta  autógrafa 
suya  de  8  de  febrero  de  1826,  escrita  en  Paris,  donde  habia 
establecido  su  residencia  después  de  la  caída  del  réjimen 
constitucional  en  España,  en  que  pide  al  célebre  periodista 
i  erudito  Buchón  que  haga  declarar  en  los  diarios  que  la 
publicación  de  este  libro  no  es  obra  suya,  i  que  se  ha  hecho 
sin  su  intervención. 

A  pesar  de  estas  declaraciones,  fué  el  mismo  Morillo 
quien  suministró  los  documentos  al  vizconde  de  Blossevi- 
LLE  para  la  publicación  de  esta  obra.  Blosseville  escribió 
la  introducción  que  firmó  con  sus  iniciales,  i  tradujo    dos 


480  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

largos  apéndices  que  contienen  la  relación  de  algunos  su- 
cesos de  esa  guerra,  escrita  por  don  José  Domingo  Díaz 
(Véase  el  niím.  403).  El  manifiesto  de  Morillo  i  los  otros 
documentos  fueron  traducidos  por  Meissonier  de  Valcroi- 
ssant,  colaborador  de  Blosseville  en  otras  obras. 

La  publicación  de  este  libro,  hecha  con  todo  este  aparato 
de  misterio,  tenia  por  objeto  contrarrestar  la  influencia  de 
algunos  escritos  europeos  favorables  a  Bolívar  i  depresi- 
vos de  Morillo. 

322. — Mémoires  et  observations  géographiques  et  critiques 
sur  J¿i  situation  des  pays  septentrionaux  dAsie 
et  de  FAmérique,  avcc  cartes.  Lausanne,  1765  1 
vol.  4^ 

Por  el  jeógrafo  suizo  Samuel  Engel,  autor  de  otras  obras 
que  se  refieren  a  la  jeografía  de  América.  Véanse  los  núms. 
159  i  320. 

Después  de  comparar  las  relaciones  de  los  viajes  al  norte, 
Engel  trata  de  probar  que  es  posible  la  comunicación  entre 
los  océanos  Atlántico  i  Pacífico,  fundándose  en  la  falsa 
teoría  física  de  que  el  mar  no  podía  helarse.  Este  libro 
causó  cierta  sensación,  i  fué  oríjen  de  varios  estudios  i  de 
reconocimientos  jeográficos 

S2S.— Mémoires  géographiques,  physiques,  et  historiques 
sur  PAsie,  VAfrique  etVAmérique,  extraits  des  écrits 
desjésuítes.  París,  1767,  4  vol.  12^ 

Por  Jacpues-Philibert  KouSvSELOt  de  Sürgy,  autor  de 
otros  obras  relativas  a  la  América  (Véase  el  índice  alfabéti- 
co de  autores). 

324. — Mémoires  historiques  sur  la  Louisiane,  contenant  ce 
qui  Y  est  arrivé  de  plus  mómorable  depuis  Tannés 
1687  jusqu^  a  présent.  Composés  sur  les  mémoires 
deM.  Dumont,  par  M.  L.  L.  M.  París,  1753,2 
vols.  12*=* 

El  primer  tomo  está  consargado  a  la  historia  natural,  i 

el  segundo  a  la  historia  civil  desde   la  muerte  de  La  Salle 

en  1687  hasta  1740.  Su  autor  fué  el    abate  Jean   Baptiste 

Le  Mascriek,  compilador  i  escritor    fecundo,    muerto  en 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  481 

1760.  Es  un  libro  importante  para    la  historia  de  aquella 
colonia. 

Muchos  bibliógrafos  distinguidos,  i  entre  ellos  Quérard 
i  Sabin,  han  creído  que  el  autor  délos  manuscritos  que  sir- 
vieron para  la  composición  de  este  libro,  es  Butel-Dumont, 
jurisconsulto  e  historiador  francés,  autor  de  dos  historias 
anónimas  del  comercio  en  las  colonias  inglesas;  i  la  misma 
confusión  se  rejistra  en  notables  compilacionss  biográfi- 
cas. El  autor  de  esas  memorias  manuscritas  que  revisó  i 
publicó  el  abate  Le  Mascrier,  fué  Dumont  de  Montiguy. 
oficial  francés  que  sirvió  veinticinco  años  en  la  Luisiana, 
i  que  conoció  perfectamente  el  pais  i  su  historia, 

S25.—Mémoires  philosophiqaes,  historiques  et  phy sigues , 
eoncernnntiR  découverte  de  rAmériqueSySes  anciens 
habitHnts,  leurs  moeurs,  leurs  usages,  etc.,  par  don 
ülloa.  Avec  des  observations  et  additions  sur  tou- 
tes  les  matiéres  dont  il  est  parlé  dans  l'ouvrage; 
traduits  en  franjáis  pare  M***  París,  1782,  2  vols.  8*? 

En  la  traducción  francesa  de  las  Noticias  Americanas  de 
don  Antonio  de  Ulloa,  publicadas  en  Madrid  en  1772.  El 
traductor  fué  Jean  Baptiste  Lefevre  de  Vili.ebrune,  he— 
'    lenista  i  orientalista  francés,  muerto  en  1809. 

Las  observaciones  i  adiciones  que  ocupan  las  pajinas 
137  a  499  del  tomo  11,  fueron  escritas  por  I.  Gottlob 
Schneider,  sabio  alemán,  uno  de  los  mas  grandes  filólo- 
gos i  de  los  naturalistas  mas  distinguidos  de  su  época, 
muerto  en  1822. 

S26.—Méinoires  sur  PAfrique  et  TAmérique,  París,  1752, 
1  vol.  4^^ 

Noticias  elementales  sobre  esos  continentes,  reunidas  por 
Etienne-André  Philíppe,  mas  conocido  con  el  nombre  de 
Philippe  de  Prétot,  distinguido  institutor  francés  muer- 
to en  1787,  i  autor  de  muchos  libros  elementales  de  histo- 
ria, de  jeografía,  de  cosmografía,  etc. 

327. — Mémoires  sur  la  vie  de  M,  de  Laval,  premier  évéque 
de  Québec.  Cologne,  1761,  1  vol.  12^ 

Obra  incompleta,  de  la  cual  no  se  ha  publicado  mas  que 
el  primer  tomo,  reimpreso  en  1762.  Fué  escrito  por  el  aba- 
te Bertrand  de  La  Tour,  canónigo  de  Québec. 

TOMO   VI  31 


482  ESTUDIOS    HISTORICO-BIBLIOGRÁFICOS 

328.-  Mémoires  de  la  vie  privée  de  Benjamín  Franklin, 
écrits  par  luí  méme,  et  adressées  a  son  £s  {suivis  de 
la  Science  du  honhomme  Richard);  traduits  de  Tan- 
gíais. Paris,  1791,  1  vol.  8^ 

Traducidas  por  Jacques  GibeIvIN,  médico  i  literato  fran- 
cés muerto  en  1828. 

329.— il/émoíres  dhm  américain,  avec  une  description  de  la 
Prusse  et  de  P  isle  de  Saint  Domingue.  Par  Fauteur 
des  lettres  d'  AíE  a  Zurac.  Lausanne.  1771,  2 
vols.  8"^ 

Este  libro,  reimpreso  en  Amsterdam  en  1772,  casi  no 
tiene  de  americano  mas  que  el  título.  El  pretendido  ameri- 
cano que  hace  sus  observaciones  sobre  las  cosas  europeas, 
a  imitación  de  las  ^^Cartas  persianas^  de  Montesquiu,  era 
Jacques  Yincent  Delacroin,  jurisconsulto  célebre,  i  fecun- 
do escritor  francés,  muerto  en  1832. 

330. — Memoirs  oí  a  Ufe  chieñy  passed  in  Pennsylvaniay 
within  the  last  sixty  years.  Harrisburgh,  1811, 
1  vol.  12*? 

Reimpresa  en  Edimburgo  en  1822,  i  en  Filadelfia  en 
1845  con  el  nombre  del  autor,  Alexander  Graydon,  capitán 
en  el  ejército  de  Estados  Unidos  durante  la  guerra  de  la 
independencia,    muerto  en  1818. 

331. — Memoirs  oí  Darien,  giving  a  sliort  description  oí 
that  Country.  Glasgow,  1715,  1  vol.  8° 

Rscrito  por  el  Rev.  Fracis  Borland,  que  residió  en  ese 
pais  en  1700  cuando  una  compañía  escosesa  quiso  plantear 
allí  una  colonia.  Su  libro,  que  tiene  por  objeto  referir  la 
historia  de  esta  tentativa  de  colonización,  fué  reimpreso  en 
Glasgow  en  1779  con  el  título  de  ''History  ofDarien^\ 

SS2.— Memoirs  of  the  Ufe  ofthe  late  Charles  Lee,  esq.,  se- 
cond  in  command  in  the  service  of  the  United  St-a 
tes  of  America  during  the  rcvolution.  London, 
1792,  1  vol.  8*? 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  483 

Muchas  veces  reimpreso,  i  en  ocasiones  con  pequeñas 
variaciones  en  el  título  ''Anecdotes.  ''etc  ''Life  and  metno- 
irs.''  etc.  Edward  Langworthy,  fué  el  director  de  esta 
publicación, 

333. — Memoirs  ofthe  hon.  Thomas  Jefíerson,  secretary  of 
State,  vice-president  and  president  of  the  United 
States  of  America,  New  York.  1809,  2  vols.  8^ 

Por  Stephen  Cullen  Carpenter,  periodista  ingles  natu- 
ralizado en  Estados  Unidos.  Es  un  libro  hostil  a  Jefferson  i 
a  su  administración. 


^Z^!. —Memoranda  of  a  settler  in  Lower  Canadá,  withhinst 
to  emigrants,  by  an  emigrant  farmer.  Montreal, 
1842,  1  vol.  12^^ 

Sabin,  en  su  ''Dictionary  of  books  relating  to  Americá'\ 
dá  por  autor  de  este  libro  al  Reverendo  Jacob  Argot,  es- 
critor norte-americano  (V.  el  núm.  354). 

335. — Memoria  hiográñca  del  ministro  de  hacienda,  conse- 
jero de  estado  i  en  ador  de  la  república  de  Chile 
don  Manuel  Renjiío,  escrita  por  su  mas  íntimo  ami- 
go. Santiago,  1845,  1  vol.  8.° 

Escrita  por  su  hermano  don  Ramón  Renjifo.  Consta  de 
83  pajinas  de  testo  i  de  42  de  documentos. 

336. — Memoria  sobre  a  nobreza  no  Brasil,  por  un  brasilei- 
ro.  Rio  de  Janeiro,  1841,  1  vol.  8^? 

Por  José  da  Gama  e  Castro,  médico  i  escritor  portu- 
gués, naturalizado  en  el  Brasil  (Véase  este  nombre  en  la 
lista  alfabética  de  autores). 

337.— Memorial  (A)  of  Daniel  Webster,  from  the  city  oí 
Boston.  Boston,  1853,  1  vol.  8.° 

Por  George  S.  Hillard,  distinguido  escritor  norte  ame- 
ricano. 


484  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFTCOS 

338.— Memorial  orgánico  que  a  consideracaoo  das  assam- 
bleas  geral  e  provinciaes  do  Brazil  aprésenla  um 
brasileiro.  Madrid:  1849.  1  vol.  8^ 

Opúsculo  de  50  pajinas,  continuado  en  1850  por  otro 
llamado  segunda  parte  de  solo  16  pajinas.  Su  autor,  Fran- 
cisco Adolpho  de  Varnhagen,  después  vizconde  de  Porto 
Seguro  (Véase  este  nombre  en  el  índice  alfabético  de  auto- 
res), propone  varias  reformas  capitales  en  la  organización 
administrativa  del  Brasil,  i  sobre  todo  la  formación  de  una 
capital  del  imperio  en  el  interior,  en  un  punto  mas  central 
i  mas  defendible  de  su  vasto  territorio. 

33^ .—Memorias  de  lo  acontecido  en  Córdoba  en  tiempo  de 
la  revolución  para  la  independencia  mejicana.  Jala- 
pa, 1827,  1  vol.  en  18.° 

Librito  sumamente  raro,  escrito  por  don  José  Domingo 
IsAssi,  según  lo  revela  don  Lúeas  Alaman  en  la  nota  14 
del  capítulo  V,  libro  I,  de  la  segunda  parte  de  su  exce- 
lente ^'Historia  de  Méjico'\  Es  una  historia  local  útil  para 
conocer  muchos  hechos  de  la  revolución  mejicana,  i  como 
tal  aprovechada  por  el  historiador  don  Carlos  María 
Bustamante  en  el  V  tomo  de  su^'CuRdro  histórico'^ 
Libro  desconocido  por  el  bibliógrafo  Rich. 

340. — Memorias  históricas  de  la  última  guerra  con  la  Gran 
Bretaña  desde  el  año  1774  hasta  su  conclusión. 
Tomo  L  Estados  de  América.  Año  1774  i  1775. 
Madrid,  1783,  en  8^ 

Por  don  José  de  Covarrúbias.  No  se  publicó  mas  que 
este  primer  tomo 

341. — Memorias  i  documentos  para  la  historia  de  la  inde- 
pendencia del  Perú,  i  causas  del  mal  éxito  que  ésta 
ha  tenido.  Obra  postuma  de  P.  Pruvonena.  París, 
1858,  2  vols.  8^ 

Libro  absurdo  i  mal  escrito  en  que  se  pretende  contar 
la  historia  del  Perú  desde  1820  hasta  1851,  pero  en  que 
no  se  descubre  mas  plan  que  el  de  amontonar  todas  las  in- 
jurias i  todas  las  calumnias  contra  casi  todos  los  hombres 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  485 

que  han  desempeñado  un  papel  culminante  en  esa  historia, 
comenzando  por  San  Martin,  Bolívar,  Sucre,  etc  El  autor 
cita  en  su  apoj^o,  i  comodocumentosjustificativos,  los  escri- 
tos mas  injustamente  ultrajados  que  se  han  publicado  con- 
tra esos  personajes.  Los  autores  de  este  indijesto  tejido  de 
calumnias  no  han  sabido  disimular  un  solo  instante  su 
pasión,  ni  presentar  un  solo  hecho  con  las  apariencias  de 
verdad.  Se  ha  dicho  de  este  libro  que  era  un  albañal  de 
inmundicias. 

El  nombre  de  Pruvonena  es  anagrama  de  "un  peruano". 
Ha  sido  escrito  bajo  la  inspiración  del  Gran  mariscal  del 
Perú  don  José  de  la  Riva  AgÜpirccuvo  papel  en  la  historia 
del  Perú  se  pretende  defender  enlodando  a  los  que  él  consi- 
deró adversarios.  Se  cree  que  un  canónigo  peruano  ape- 
llidado Arce  lo  ayudó  en  la  redacción,  o  la  hizo  toda  ella. 

342. — Memorias  para  la  historia  de  la  revolución  de  Cen- 
tro-América. Por  un  guatemalteco.  Jalapa,  1832, 
1  vol.  12'? 

Libro  útil  i  noticioso,  pero  incompleto.  Fué  escrito  por 
don  Alejandro  Marure,  autor  de  otras  obras  históricas 
sobre  la  América  Central.  La  mas  importante  de  ellas  es 
el  ^'Bosquejo  histórico  de  las  revolucione^^  desde  1811  has- 
ta 18S4'\  ampliación  de  la  anterior,  i  de  la  cual  solo  se  pu- 
blicó el  primer  tomo  en  Guatemala  en  1837. 

343. — Memorias  sóbrelos  acontecimientos  mas  notables  en 
la  provincia  de  Mendoza  en  1829  i  1830.  Mendo- 
za, 1830,  1  vol.  8° 

Relación  clara  de  los  sucesos  ocurridos  en  esa  provincia 
durante  un  corto  período  de  las  guerras  civiles  de  la  Repú- 
blica Arjentina.  Fué  escrita  por  el  coronel  don  Jerónimo 
Espejo  i  por  don  José  Lisandro  Calle,  ambos  naturales 
de  Mendoza,  i  el  segundo  autor  de  diversos  opúsculos 
históricos. 

344. — Men  and  manners  in  America.  By  the  author  of  Cy- 
ril  Thorton.  Edinburgh,  1833,  2  vols.  8^ 

Libro  muchas  veces  reimpreso,  i  posteriormente  con  el 
nombre  del  autor.  Era  éste  el  capitán  Thomas  Hamil- 
TON,    historiador    de  la  guerra  de  la  península  española, 


48G  ESTUDIOS    HISTÓllICO-BIBLIOGRÁFICOS 

en  que  él  mismo  había  servido,  i  autor  de  la  novela  que 
se  menciona  en  el  título  que  dejamos  copiado.  Se  reco- 
mienda este  libro  por  su  mérito  literario  i  por  la  sagaci- 
dad de  las  observaciones;  pero  los  críticos  norte— ameri- 
canos lo  acusan  de  dureza  en  sus  juicios  sobre  la  socie- 
dad de  los  Estados  Unidos. 

345. — ivierecimento  (O)  das  mulheres,  poema  de  Mr.  Le- 
gouvé,  traducido  en  portugués.  Rio  de  Janeiro, 
1813,  1  vol.  8^ 

Buena  traducción  en  verso.  El  traductor,  que  sólo  fir- 
maba en  esta  primera  edición  con  esta  inicial  B"'*"^  es  Do- 
mingo BoRGES  DE  Barros,  vizconde  de  Pedra  Branca,  na- 
tural de  Bahía,  poeta  mui  distinguido,  i  senador  del 
imperio  del  Brasil,  en  cuyo  rango  murió  por  los  años  de 
1855. 

346. — Mexique  (Le)  conquis,  poeme.  Paris,  1752,  2  vols. 
12"  con  dos  mapas  de  la  América. 

Por  BoESNiER.  Este  es  el  nombre  que  Barbier,  Quérard 
i  Sabin  dan  al  autor  de  este  poema;  pero  ni  en  sus  libros 
ni  en  ninguna  otra  parte  he  podido  hallar  noticia  algu- 
na acerca  de  este  autor.  El  examen  prolijo  de  su  libro  no 
me  ha  procurado  ninguna  indicación. 

"Ze  Mexique  conquis'^  es  un  poema  escrito  en  prosa, 
aunque  el  autor  reconoce  i  proclama  la  importancia  de 
la  versificación  para  la  poesía;  pero  dice  que  contra  su  in- 
clinación se  vé  obligado  a  separarlas,  "porque  no  tiene  el 
arte  de  hacer  versos".  Harrisse  ''Bibliotheca  americana 
vetustísima'^  páj.  112,  lo  dá  equivocadamente  como  es- 
crito en  verso. 

"Jamas,  dice  Boesnier  en  otra  parte,  ha  aparecido  un 
asunto  mas  digno  de  la  epopeya:  todo  respira  ahí  la  eleva- 
ción i  el  interés".  Confiado  en  la  importancia  del  asunto,  el 
autor  se  ha  limitado  a  referir  en  prosa  adornada  con  imá- 
jenes  i  galas  de  lenguaje,  la  historia  de  la  conquista  de  Mé- 
jico hasta  la  ocupación  de  la  capital  del  imperio  i  rendición 
de  Guatimocin,  siguiendo  mas  o  menos  fielmente  al  común 
de  los  historiadores  i  particularmente  a  Solis.  "Las  cos- 
tumbres, los  caracteres  dice  él  mismo,  todos  los  aconteci- 
mientos principales,  únicos  dignos  de  pasar  a  la  posteri- 
dad, son  conservados:   el  orden  de  los  tiempos  i  la  historia 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  187 

son  respetados.  Los  detalles  suprimidos,  cambiados,  embe- 
llecidos, son  aquellos  que,  según  la  confesión  de  í>olis,  no 
tienen  otro  fundamento  que  la  incertidumbre  o  la  conjetu- 
ra. La  libertad  de  que  él  mismo  dá  el  ejemplo,  es  permitida, 
i  aun  indispensable  en  un  jénero  en  que  la  exactitud  debe 
ceder  al  interés  i  a  la  verosimilitud.  La  ficción  no  ha  sido 
empleada  mas  que  para  sostener  la  atención,  i  para  ligar 
todas  las  partes  de  una  grande  acción,  cuyo  enlace  escapa 
fácilmente  en  una  simple  narración."  Aun  esta  parte  sobre- 
natural del  poema  es  imitada,  puede  decirse  así,  del  histo- 
riador español.  Para  Boesnier,  como  para  Solis,  la  con- 
quista de  Méjico  es  la  lucha  entre  el  cielo  (los  españoles)  i 
los  demonios  (los  mejicanos). 

El  poema  francés  está  dedicado  al  duque  de  Penthievre 
*'que  corona  todas  las  cualidades  amables  i  brillantes  que 
el  mundo  admira,  con  un  celo  ilustrado  por  la  relijion". 

347.— M/7/e  (Les)  et  une  heures,  contes  péruviens.  Amster- 
dam  (Paris),  1773,  2  vols.  12" 

Cuentos  del  carácter  de  los  de  'SCas  mil  i  una  noches'', 
que  se  suponen  referidos  a  un  inca  del  Perú  por  una  sacer- 
dotisa del  Cuzco.  Su  autor  es  Thomas  Simón  Gueullette, 
escritor  francés  muerto  en  1766,  "uno  de  los  mas  fecundos 
i  de  los  mas  agradables  imitadores  de  los  cuentos  orienta- 
les", dice  Weiss  en  la  "-Biographie  universelle'\  tomo  XIX, 
páj.  37.  Para  una  traducción  inglesa,  véase  mas  adelante 
^'Peruvian  tales'\  núm.  382. 

348. — Montevideo.  Apuntes  históricos  de  la  defensa  de  la 
república.  Colección  de  noticias,  de  hechos  auténti- 
cos i  de  documento  de  un  carácter  ofícial,  publicados 
unos,  inéditos  otros;  con  las  esplicaciones  indispen- 
sables para  la  mejor  intelijencia.  Montevideo,  1845, 
1  vol.  4^ 

Colección  de  documentos  i  noticias  para  la  historia  de 
la  defensa  de  Montevideo  contra  el  ejército  de  Oribe.  Des- 
graciadamente, la  muerte  impidió  al  autor  completar  esta 
obra,  de  tal  suerte  que  solo  dá  a  conocer  el  primer  tiempo 
del  sitio.  Su  autor  fué  don  Francisco  Agustin  Wright,  pu- 
blicista arjentino  i  antiguo  diputado  del  congreso  de  Bue- 
nos Aires. 


48  S  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

349.— Mi/seo  {El)  de  ambas  Américas,  Valparaíso,  1842,  3 
vols.  8^ 

Periódico  literario  que  contiene  muchas  noticias  sobre 
la  historia  i  la  jeografía  de  América.  Fué  su  director,  a  la 
vez  que  autor  de  numerosos  artículos,  don  Juan  García 
DEL  Rio,  escritor  colombiano,  secretario  de  San  Martin  en 
el  Perú,  i  ministro  de  hacienda  en  1836  de  la  Confederación 
perú  boliviana. 

350. — Narrative  [A)  ofthe  adventures  oían  american  na- 
yy  offícer,  who  ser  ved  during  part  oí  the  american 
revolution  under  Paul  Jones,  New  York,  1806,  1 
V.  12^ 

Publicado  dos  años  después  con  el  nombre  del  autor, 
Nathaniel  Fanning,  compañero  i  secretario  privado  de 
Paul  Jones,  i  después  oficial  distinguido  de  la  marina  délos 
Estados  Unidos, 

351. — Narrative  {A)  oíthe  campaign  oí  the  hritish  army 
at  Washington  and  New  Orleans,  under  generales 
Ross,  Pakenham  and  Lambert,  in  the  years  1814 
and  1815,  with  some  acount  oí  the  countries  visi- 
ted.  By  an  officer  who  served  in  the  expedition. 
London,1821,  1  vol.  8^ 

Memorias  concernientes  a  la  guerra  entre  la  Gran  Bre- 
taña i  Estados  Unidos,  escrita  por  George  Robert  Gleig, 
oficial  subalterno  en  aquella  campaña,  mas  tarde  clérigo 
anglicano  i  uno  de  los  mas  fecundos  historiadores  de  In- 
glaterra. Este  libro  ha  sido  varias  veces  reimpreso  i  en 
ocasiones  con  modificaciones  eu  su  título  i  en  su  testo.  Una 
reimpresión  norte-americana  hecha  en  Filadelfia  el  mismo 
año  1821,  contiene  un  apéndice  en  que  se  señalan  i  corrijen 
los  errores,  acusando  al  autor  de  apasionado  contra  los 
enemigos  de  la  Gran  Bretaña. 

352.— Naval  monument  (the),  containing  oíñcial  and  other 
accounts  oíaíl  the  hattles  íought  between  the  na- 
vies  oíthe  United  States  and  Great  Britain,  during 
the  late  war.  Boston  1816,  1  vol.  8^ 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  489 

Por  A.  BowEN,  editor  de  la  obra,  formada  principalmen- 
te de  documentos  oficiales  i  particulares.  Ha  sido  reim- 
presa en  tres  ocasiones. 

353. — New  {A)  and  exact  account  ofjatnaica,  wherein  the 
ancicnt  and  present  state  of  that  colony.  Edin- 
burgh,  1739,  1  vol.  8^ 

Libro  útil,  reimpreso  en  1740  con  un  apéndice  en  que  se 
cuenta  la  espe^dicion  del  almirante  Vernon.  Su  autor  fué 
Charles  Leslie,  del  cual  no  conozco  otros  escritos. 

354. — Ne^Aí  Engíand  and  her  insthntions,  by  one  ofher 
sons.  Boston,  1835,  1  v.  en  12°  Reimpreso  en  Lon- 
dres, 1835,  1  vol.  8^ 

Sabin,  en  su  uDictinnary  ofhooks  relating  to  Americau 
da  por  autor  de  este  libro  a  Jacob  Abbot,  escritor  norte- 
americano. V.  el  número  334. 

355. — New  {A)  general  coUection  of  voy  ages  and  travels. 
Comprehendig  every  thing  remarkahle  in  its  kind 
in  Europe,  Asia,  África  and  America.  Lotidon,  1745- 
47,  4  vols.  4*? 

Esta  colección,  conocida  con  el  nombre  de  Thomas  As— 
tley,  que  fué  el  editor,  sirvió  de  modelo  a  la  '^Histoire  des 
voyages"  del  abate  Prévost,  cuyos  siete  primeros  volúme- 
nes son  una  traducción  de  la  obra  inglesa.  Esta  es  relati- 
vamente pobre  en  la  parte  concerniente  a  América,  muí 
inferior  a  otras  colecciones  inglesas  conocidas  con  los  nom- 
bres de  los  editores.  (Churchil,  etc. )  i  a  la  del  abate  Pré- 
vost, que  dio  gran  desarrollo  a  los  viajes  a  América  en 
'  los  tomos  subsiguientes. 

El  director  de  esta  compilación  fué  John  Green,  autor 
de  una  relación  de  viajes  a  Oriente.  Aunque  deficiente  en  lo 
que  se  refiere  a  América,  como  ya  hemos  dicho,  es  justa- 
mente estimada  por  sus  otras  secciones. 

Los  cuatro  tomos  de  la  colección  de  Green  están  distri- 
buidos de  la  manera  siguiente: 

I.  Viajes  a  la  India  oriental  hasta  1620,  con  una  histo- 
ria bastante  estensa  de  los  descubrimientos  de  los  portu- 
gueses, i  viajes  a  algunas  partes  del  África. 


490  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

ir.  Viajes  a  Guinea  i  otras  partes  del  África,  al  Brasil  i 
a  las  Antillas. 

III.  Viaje  al  África  i  al  Asia. 

IV.  Viajes  a  la  China,  la  Tartaria,  etc. 

El  material  de  estos  cuatro  volúmenes  llena,  como  ya 
dijimos,  los  siete  primeros  tomos  de  la  colección  francesa 
del  abate  Prévost. 

356.— ATewe  Welt  und  Americanische  historien,  etc.  F'ran- 
fort,  1655,  1  vol.  fol.  con  cuatro  mapas  i  muchos 
grabados. 

Este  libro  fué  publicado  por  primera  vez  en  1631.  La 
de  1655  es  la  segunda  edición.  Al  frente  de  él  aparece  el 
nombre  de  Johann  Ludwig  Gottfriedt.  El  bibliógrafo  ale- 
mán Meusel  ^'Bibliotheca  historicá'\  tomo  III,  part.  I, 
páj.  225,  dice  que  ese  es  un  simple  seudónimo  que  oculta 
a  Juan  Felipe  Abelin,  colaborador  de  algunas  obras  publi- 
cadas por  los  De  Bry,  i  particularmente  de  su  famosa  co- 
lección de  viajes. 

El  libro  que  motiva  esta  nota  es  una  especie  de  compen- 
dio de  aquella  colección,  i  aun  podria  decirse  un  comple- 
mento de  ella.  Está  dividido  en  tres  partes:  La  primera, 
que  le  sirve  de  introducción,  contiene  la  historia,  la  jeogra- 
fía  i  la  historia  natural  del  nuevo  mundo  según  Acosta, 
Oviedo,  Pedro  Mártir,  Herrera,  Juan  de  Laert  i  otros.  La 
segunda  contiene  33  espediciones  a  América  desde  Colon 
hasta  Spilberg  i  Schouten.  La  tercera  encierra  la  descrip- 
ción de  las  Antillas  i  de  la  América  Central,  así  como  algu- 
nas otras  espediciones,  las  guerras  de  los  holandeses  en  el 
Brasil,  i  la  descripción  de  la  Groenlandia  i  de  Spitzberg. 
Los  grabados,  intercalados  en  el  testo,  son  tomados  de  la 
colección  de  De  Br}'.  El  yerno  de  éste,  Mateo  Merian, 
continuador  de  aquella  publicación,  fué  también  el  editor 
del  libro  de  Abelin. 

357.— A'oíe  sur  la  íondation  d'une  nouveUe  colonie  dans  la 
Guyane  Frangaise,  ou  apergu  d'un  nouveau  mode 
de  population  et  de  culture  pour  T exploitations  des 
régions  tropicales,  suivi  de  documents.  Paris,  1844, 
1  vol.  8.° 

Por  Jules  Lechevalier,  publicista  francés,  antiguo  san- 
simoniano,  muerto  en  1850.   El  mismo  año  de  1844,  des- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  491 

pues  de  un  viaje  a  Gua3'ana,  publicada  en  Paris,  por  la 
imprenta  real,  un  estenso  '^Rapport  sur  les  questions  coló- 
niales^\en  3  vol.  en  folio. 

358.— .Votes  on  Colombia,  taken  in  the  years  1822-23- 
WJth  an  itmerary  ofthe  route  from  Caracas  to  Bo- 
gotá; and  an  appendix.  By  an  officer  in  the  United 
States  army.  Philadelphia,  1827,  1  vol.  8.°  Con 
un  mapa  i  dos  planos. 

Por  Richard  Bache,  papitan  de  ejército  de  los  Estados 
Unidos  (1794-1836),  autor  de  ''View  ofthe  valley  of  Mis- 
sissippi''. 

S59.— Notes  on  Colombus.  New  York,  1866,  en  folio. 

Por  Henry  Harrisse.  Estudio  notable  para  la  bibliogra- 
fía i  para  la  historia  del  descubrimiento  de  América,  escrito 
con  grande  erudición  e  impreso  con  todo  lujo  i  en  95  ejem- 
plares. 

Este  erudito  bibliógrafo  ha  completado  sus  estudios 
sobre  Colon  en  una  serie  de  libros  anónimos  de  que  se  en- 
contrarán noticias  en  estas  notas,  i  por  último  en  otro  que 
lleva  su  nombre,  i  que  fué  publicado  con  este  título:  *'Les 
Colombo  de  France  et  c/'  Italie,  fameux  marins  du  XV 
siécle,  1461-14-92",  Paris,  1874.  1  v.  8^,  impreso  con  todo 
lujo,  como  las  otras  obras  del  autor. 

360. — Notes  pour  servir  á  Vhistoire,  á  la  bibliographie  et 
á  la  cartographie  de  la  Nouvelle  France  et  des  pays 
adjacents.  1540-1700.  Par  Tauteur  de  la  BibUoíhe- 
ca  Americana  vettistissima.  Paris,  1872,   1  vol.  8.° 

Por  Henry  Harrisse.  Bibliografía  majistral  del  Cana- 
dá, ilustrada  de  notas  críticas  que  revelan  una  estensa  i  es- 
merada erudición. 

Este  libro,  como  todos  los  otros  de  Mr.  Harrisse,  ha 
sido  publicado  con  verdadero  lujo.  Véase  su  nombre  en  el 
índice  alfabético  de  autores. 

361. — Notice  sur  la  vie  et  les  écrits  de  M.  Joel  Barlow,  mi- 
nistre plénipotentiaire  des  Etats—Unis  d' Amérique 
auprés  de  S.  M.  Tempereur  des  írangais.  Paris,  1813, 
1  vol.  4*? 


492  KSTGDIOS    HISTORICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Joel  Baalow,  nacido  en  Estados  Unidos,  sirvió  a  su  pa- 
tria como  voluntario  en  el  ejército  independiente,  mas  tar- 
de como  capellán  militar  i  luego  como  diplomático  cerca 
del  gobierno  francés.  Fué  un  poeta  distinguido,  autor  de 
"T/íe  Colutnhiá",  estenso  poema  épico,  i  murió  en  Craco- 
via en  diciembre  de  1812.  Esta  biografía,  que  sólo  consta 
de  32  pajinas,  justo  tributo  a  las  virtudes  públicas  i  priva- 
das de  Barlow,  es  la  obra  de  un  escritor  alemán  llamado 
Oelsxer,  que  en  años  anteriores  habia  desempeñado  una 
misión  diplomática  en  Francia. 

3  62. — Notice  sur  le  Chili,  par  un  vojageur  frangais.  Paris, 
1844^,  1  YoI.  8.° 

Opúsculo  de  43  pajinas  escrito  por  Eugéne  Duglot  de 
MoFRAS,  el  esplorador  de  California  i  el  Oregon,  i  autor  de 
una  obra  notable  sobre  estos  paises.  Estuvo  en  Chile  en 
1841  de  paso  para  California,  i  en  ese  pequeño  opúsculo 
ha  hecho  una  descripción  bastante  exacta  i  noticiosa  del 
pais. 

3  63. — Noticia  de  la  California^  i  de  su  conquista  temporal 
i  espiritual  hasta  el  tiempo  presente.  Sacada  de  la 
historia  manuscrita,  formada  en  Méjico  año  de 
1739  por  el  padre  Miguel  Venégas,  de  la  Compañía 
de  Jesús,  i  de  otras  noticias  i  relaciones  antiguas  i 
modernas.    Madrid,  1757,  3  vols.  4.° 

La  base  principad  de  esta  obra  es  la  relación  que  escribió 
el  jesuita  mejicano  Yenégas  (1700-1764)  con  el  título  de 
Empresas  apostólicas  de  los  misioneros  de  la  Compañía 
de  Jesús  en  la  conquirta  de  las  C a li/ornias.  relsicion  que 
hasta  ahora  se  conserva  inédita.  Otro  jesuita  español  mui 
erudito,  el  P.  Andrés  Marcos  Burriee  (1720-1762),  utili- 
zando una  copia  de  ese  manuscrito,  i  otros  documentos 
emanados  de  los  jesuítas  de  Méjico,  compuso  esta  obra  en 
cuyo  frontispicio  dejó  el  nombre  del  P.  Venégas,  cuyo  ma- 
nuscrito haljia  sido  su  principal  guia,  pero  en  el  cual  habia 
introducido  notables  modificaciones  i  habia  dado  mucho 
mayor  desarrollo  a  las  materias. 

En  el  tomo  VIII  de  la  Colección   de  documentos  inéditos 
para  la  historia  de  España,  hai  una  corta  reseña  biográfica 
del  P.  Burriel,  escrita  por  un  hermano  suyo,  la  cual  contie- 
ne una  lista  completa  de  sus  trabajos  literarios. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  493 

El  libro  que  motiva  esta  nota  fué  traducido  al  ingles,  i 
publicado  en  Londres,  en  1759,  sin  nombre  de  traductor. 
De  esta  traducción,  que  es  mui  defectuosa,  se  han  hecho  las 
versiones  siguientes:  al  holandés  (Haarlem,  1761);  al  francés 
(Paris  1767);  i  al  alemán  (Lemgow,  1769).  La  traducción 
francesa,  que  conozco,  tiene  por  nombre  de  traductor  la 
letra  E,  que  es  la  inicial  de  Eidous  (Marc  Antoine). 

364. — Noticias  biográñcas  del  Excmo.  señor  gobernador  i 
capitán  jeneraí  de  la  provincia  de  Santa  Fé,  briga- 
dier D.  Estanislao    López.   Buenos   Aires.   1830,   1 
vol.  8^ 
Por  don  Pedro  de  Angelis.  (V  el  núm.  152). 

365. — Noticias  curiosas  e  necessarias  sobre  o  Brasil.  Lisboa, 
1668.  1  vol.  4^ 

Este  libro,  pubh'cado  sin  nombre  de  autor,  es  una  simple 
reimpresión  de  la  introducción  jeográíica  de  la  famosa 
Crónica  da  Cowpanhia  de  Jesús  do  Estado  do  Brazil  por 
el  padre  Simón  de  Vasconcellos,  publicada  en  Lisboa  en 
1663.  Los  editores  de  esta  reimpresión  no  han  hecho  mas 
que  suprimir  las  primeras  líneas  de  aquella  introducción  en 
que  el  autor  anuncia  su  proyecto  de  escribir  la  historia  de 
los  jesuítas  en  el  Brasil. 

Conviene  advertir  que  el  libro  que  orijina  esta  nota  fué 
reimpreso  en  Rio  de  Janeiro,  en  1824,  1  vol.  en  8°,  igual- 
mente sin  nombre  de  autor. 

366. — Nouvel  abrégé  da  voyageur  fr aneáis  dans  les  cinq 
parties  da  monde.  Paris,  1829,  2  vols.  12^ 

Por  Simón  Blocquel  (Véase  el  núm.  366)  bajo  el  ana- 
grama de  Buqcellos. 

3Q7.—Noavelles  considerations  sar  Saint  Domingue,  en  re- 
ponse  a  celles  de  M.  H.  D.,  par  M.  D.  B.  Paris, 
1780.  1  vol.  8^ 

Es  una  respuesta  a  las  Considerations  de   M.    Hilliard 
D'AuBERTEiL,  de  que  se  dá  cuenta  bajo  ese  título  núm.  116. 
El  autor  de  esta  respuesta  es  M.    Paul  Ulrie  Dubuisson, 
de  quien  nos  hemos  ocupado  en  el  núm.  1. 


494  ESTUDIOS    HISTÓRiCO-BIBLIOGRÁFlCOS 


368. — Nouvelles  découvertes  des  Ruses  entre  PAsie  et  PA- 
mérique,  avec  Vhistoire  de  la  conquéte  de  Siherie 
par  W.  Coxe,  traduites  de  l'anglais.  París,  1781,  1 
vol.  4°  i  en  8.° 

Traducido  al  francés  por  J.  Nicolás  Demeunier  (Véase  el 
tiúm.  482). 

369. — Nova  Francia.  Or  the  description  of  that  part  of 
New  France,  v^hich  is  one  continent  with  Virginia. 
Described  in  the  three  late  voy  ages  and  plantation 
made  hy  M.  de  de  Monts,  M.  Pont- Grané  and  M.  de 
Poutriconrt.  Translated  out  of  french,  into  english 
by  P.  B.  London,  1609,  1  vol.  4.° 

Traducción  de  los  libres  IV  i  VI  de  la  célebre  Histoire  de 

France  la  Nouvelle  de    Mac    Lescarbot.    El  traductor  fué 

Fierre  Erondelle,   francés  de  Normandía,  establecido  en 

Inglaterra  i  autor  de  otras  obras  escritas  en  ingles.    Véase 

Watt,  Bih  Britannica. 

370.— iVovrJ  typis  transacta   navigation  Novi  orbis  Indas 

Occidentalis Authore  Honorio  Philopono,  1621, 

1  vol.  8°,  con  19  láminas  grabadas  en  cobre. 

Este  escrito,  que  el  bibliógrafo  Stevens  clasifica  en  su 
Bihliotheca  Histórica  de  "uno  de  los  mas  impudentes  en- 
tre los  libros  conocidos",  es  una  historia  del  descubri- 
miento de  América  i  de  los  primeros  misioneros  llena  de 
las  mas  singulares  i  disparatadas  invenciones.  Lajeogra- 
fía,  la  historia,  la  cronolojía,  todo  está  allí  desfigurado 
de  la  manera  mas  atroz  que  es  posible  concebir.  Baste  de- 
cir que  refiere  estensamente  que  Colon  descubrió  el  Perú, 
que  llegó  al  Cuzco  i  que  estuvo  en  conferencias  con  Atahual- 
pa.  En  la  Revista  de  Sad  América,  1873,  páj.  500  i  si- 
guientes publiqué  un  análisis  detenido  de  este  libro  que 
los  bibliógrafos  llaman  curioso  por  sus  estravagancias  i 
por  sus  errores   * 


*  Lo  reprodujo  en  los  Anales  de  la  Universidad,  número  estraor- 
dinario  de  1892,  bajo  el  título  de  El  libro  mas  disparatado  que 
existe  sobre  la  historia  del  descubrimiento  de  América.  En  esta 
reimpresión  el  señor  Barros  Arana  hizo  varias  agregaciones  al 
estudio  publicado  en  1873. 

.     (Nota  del  Recopilador). 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  495 

Es  la  obra  de  un  monje  benedictino  del  convento  de  Seit- 
tenstoct,  en  la  baja  Austria,  i  probablemente  de  Gaspa- 
rus  Plantías,  abad  de  ese  convento,  a  quien  aparece  de- 
dicada la  obra  en  una  epístola  llena  de  elojios.  Conviene, 
sin  embargo,  advertir  que  aunque  este  nombre  es  adopta- 
do por  el  mayor  número  de  los  eruditos  que  mencionan 
este  libro,  es  posible  que  él  mismo  sea  un  seudónimo. 

371. — Novo  (O)  Carapuceiro,  ou  typos  da  nossa  epocha, 
por  ***  Rio  de  Janeiro,  1842,  1  vol.  8^ 

Por  José  da  Gama  e  Castro,  médico  i  escritor  portu- 
gués naturalizado  en  el  Brasil  (V.  este  nombre  en  la  lista 
alfabética  de  autores). 

S72— Novo  (O)  princepe,  ou  o  espirito  dos  governos  mo- 
narchicos,  por  ■^**  Rio  de  Janeiro,  1841,  1  vol.  8"^ 

Por  José  da  Gama  e  Castro,  médico  i  escritor  portu- 
guez,  naturalizado  en  el  Brasil.  (Y.  este  nombre  en  la  lista 
alfabética  de  autores). 

373. — Novas  orhis  regionum  ac  insolarutn  veteribus  in- 
cognitaram,  una  cum  tabula  cosmographica.  et 
aliquot  aliis  consimilis  argumenti  libellis,  quorum 
omnium  catalogus  sequenti  patebit  pagina.  Basi- 
lea,  1532,  1  vol.  folio.     . 

Este  libro,  que  ha  sido  considerado  "la  primera  histo- 
ria jeneral  de  los  viajes"  (Weis,  Biographie  ttniverselle, 
art.  Grynaeus  S.)  fué  publicado  por  el  librero  Hervagius. 
Es  atribuida  jeneralmente  a  Grynaeus,  que  firmó  lo  dedi- 
catoria, i  que  tuvo  gran  reputación  como  eurudito  i  teó- 
logo protestante,  amigo  ám  Lutero,  de  Krasmo  i  de  Melan- 
chton,  i  por  haber  descubierto  los  cinco  últimos  libros  que 
nos  quedan  de  la  historia  de  Tito  Livio. 

La  colección  fuéformada  con  los  materiales  reunidos  por 
Juan  HuTTiCH  (1480-1544),  canónigo  de  la  catedral  de 
Estrasburgo,  bajo  cuyo  nombre  debe  clasificarse  la  obra, 
con  mas  razón  que  bajo  el  de  Grynaeus.  El  bil>liógrafo  ale- 
mán Mensel,  en  su  Bihliotheca  histórica,  tomo  III,  páj. 
221,  la  llama  Collectio  Huttichio-Hervagiana.  Harrisse 
en  su  Bihliotheca  americana  vetustissima  i  Sabin  Dict.  of 
hooks  relating  to  America  \sl  describen  bajo  el  nombre  de 
Huttich. 


49G  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

El  mismo  año  de  1532  se  hizo  en  Paris  una  reimpresión 
exacta  de  este  libro.  En  1535,  Hervagius  hizo  en  Basilea 
una  segunda,  o  mas  propiamente  tercera,  que  lleva  en  su 
portada  la  fecha  de  1537,  i  al  fin  1536  Contiene  sobre  las 
anteriores  la  relación  del  viaje  de  Magallanes  por  Maxi- 
miliano  Transylvano. 

Por  último,  en  1555,  hizo  Hervagius  en  Basilea  la  cuar- 
ta edición,  mas  completa  que  las  anteriores,  porque  con- 
tiene cuatro  piezas  mas,  dos  de  las  cuales  son  traducidas 
de  las  cartas  relaciones  de  Hernán  Cortes.  Por  esto  mis- 
mo es  la  mas  buscada,  como  se  ve  en  Brunet  Man.  du  li- 
hraire,  i  la  mas  rara.  Harrisse,  libro  citado,  páj.  2,  la 
llama  la  mejor,  i  lo  mismo  dice  Muller,  Books  on  America, 
páj.  215. 

Existe  ademas  una  edición  abreviada  hecha  en  Rotter- 
dam en  1616,  referente  casi  toda  a  América. 

PvSta  colección,  importantísima  para  la  historia  de  los 
primeros  viajes  a  América,  que  ocupan  la  mayor  parte  del 
libro,  fué  traducida  al  alemán  (1534),  i  al  holandés  con 
notable  agregación  en  1568. 

Aunque  se  la  menciona  siempre  con  el  nombre  de  Gri- 
naeus,  debe  llamársele,  pues,  Colleccion  Huttich. 

374. — Observaciones  sobre  la  memoria  del  señor  Onis,  rela- 
tiva a  la  negociación  con  los  Estados  Unidos.  Ma- 
drid, 1822,  1  vol.  8^ 

Escritas  en  ingles  por  John  Forsyth,  distinguido  orador  i 
diplomático  norte-americano,  i  en  esa  época  ministro  ple- 
nipotenciario de  los  Estados  Unidos  en  Madrid.  Su  manus- 
crito fué  traducido  al  castellano  por  el  padre  Thomas 
GouGH 

Slo.—Observations  sur  la  Virginie,  par  M.  J***  Traduites 
de  Tangíais.  Paris,  1786,  1  vol.  8^ 

Traducción  francesa  del  libro  de  Thomas  Jefferson,  publi- 
cado por  primera  vez  anónimo  en  Paris,  en  1782,  con  el  tí- 
tulo de  Notes  on  the  state  oí  Virginia,  i  inuchas  veces  reim- 
preso con  el  nombre  del  autor.  La  traducción  fué  hecha 
por  el  abate  André  Morellet,  fecundo  escritor  i  traduc- 
tor, miembro  de  la  Academia  francesa,  muerto  en  1819. 
Aunque  esta  traducción  fué  revisada  por  el  mismo  Jeffer- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  497 

son,  que  entonces  se  hallaba  en    París,   es  bastante  defec- 
tuosa. 

376.— Oriental  harp.  Poems  ofthe  Boston  bard.  Providen- 
ce.  1826,  1  vol.  8*?  con  retrato. 
Por  Robert  S.  Coffin.  (Véase  el  núm.  307.) 

377. — Origines  transatlantiques.  Beíain  d Esnambuc  et  les 
Normanas  avx  Antilles  d^aprés  des  documents  nou- 
Yellement  retrouvés.  París,  1863,  1  voJ.  8° 

Por  Pierre  Margry,  autor  de  otras  obras  que  llevan  su 
nombre,  sobre  los  antiguos  navegantes  franceses. 

378. — Paesi  novamente  retrovati.  Et  novo  mondo  da  Albe- 
rico  Vesputio  ñorentino  intitulato.  Vicentia,  1507, 
1  vol.  4^ 

Libro  curioso  i  varias  veces  reimpreso,  i  traducido  al 
alemán  í  al  francés  en  los  años  posteriores.  Tíraboschi, 
Brunet  i  Harrisse  lo  atribuyen  a  Antonio  Franzano  de 
Montai.boddo.  Harrisse  describe  prolijamente  las  diversas 
ediciones  i  traducciones  en  su  Bibliotheca  americana  vetus- 
tissima. 

379. — Pages  from  the  eclesiastical  history  of  New  England 
during  the  centnry  between  1740  and  1840.  Bos- 
ton, 1847,  1  vol.  16^ 

Por  el  Rev.  George  Bürguess.  Reimpreso  en  la  misma 
ciudad  en  1864. 

380. — Peregrinación  de  Luz  del  dia,  o  viaje  i  aventuras  de 
la  verdad  en  el  Nuevo  Mundo.  Por  A**,  miembro 
correspondiente  de  la  Academia  Española.  París, 
1875,  1  vol.  12^ 

Viaje  alegórico  i  crítico  en  la  República  Arjentina.  El 
cuadro  jeneral  de  la  obra  no  ofrece  muchos  atractivos  de 
invención,  pero  en  las  observaciones  de  detalle  revela  un 
injenio  fino  i  delicado  i  altas  dotes  de  estilo.  Su  autor  es  el 
doctor  donjuán  Bautista  Alberdi,  distinguido  publicista 
arjentino.  Véase  el  núm.  61. 
TOMO   VI  'ó2 


498  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLTOGRÁFTCOS 

381. — Periquillo   Sarmiento,  por    el    Pensador    Mejicano. 
Méjico.  1824. 

Novela  de  costumbres,  o  mas  propiamente  picaresca,  en 
i  que  se  hace  la  crítica  i  la  burla  de  la  sociedad  mejicana  de 

los  últimos  dias  del  coloniaje,  con  un  injenio  festivo  pero 
con  frecuencia  con  mucha  libertad,  pasando  en  revista  to- 
das las  escalas  i  condiciones.  Ha  sido  reimpresa  varias  ve- 
ces dentro  i  fuera  de  Méjico,  i  aun  traducida  al  alemán. 

Su  autor  es  don  Joaquin  P'ernández  de  Lizardi,  escritor 
mejicano  nacido  en  1771  i  muerto  por  los  años  de  1827. 
"Hombre  oscuro  i  hasta  entonces  desconocido",  dice  Ala- 
man  {Historia  de  Méjico,  tomo  HI,  páj.  287,)  se  aprove- 
chó de  la  libertad  de  imprenta  proclamada  por  la  consti- 
tución de  Cádiz,  i  en  1813  ¿^ fundó  un  periódico  titulado 
El  Pensador  Mejicano,  i  se  le  quedó  por  sobrenombre  el 
título  de  aquel  papel.  La  franqueza  de  sus  apreciaciones  le 
atrajo  una  prisión  i  mas  tarde  la  suspensión  del  perió- 
dico, que  continuó  publicando  en  1822.  Enemigo  del  clero  , 
i  de  todos  los  abusos  del  viejo  réjimen,  se  atrajo  este  año 
por  sus  escritos  una  escomunion  del  gobernador  del  arzo- 
bispado, lo  que  dio  lugar  a  mucho  alboroto. 

Pero  cualquiera  que  sea  el  juicio  que  se  tenga  de  los 
principios  de  Fernández  de  Lizardi,  la  crítica  mejicana  ha 
sido  unánime  para  aplaudir  su  gran  talento  de  escritor- 
Igualmente  hábil  en  la  prosa  que  en  el  verso,  ha  empleado 
en  su  sátira,  siempre  alegre  i  picante,  aunque  a  veces  algo 
cruda,  un  injenio  que  con  frecuencia  puede  soportar  la 
comparación  con  algunos  grandes  maestros  del  arte.  Sus 
compatriotas  o  han  llamado  el  "Cervantes  mejicano". 
El  canónigo  Beristain  i  Souza,  en  su  Biblioteca  hispano- 
americana septentrional  lo  denomina  el  "Quevedo  ameri- 
cano". Don  Carlos  María  Bustamante,  al  paso  que  con- 
dena los  principios  de  Fernández  de  Lizardi,  i  sobre  todo 
sus  ataques  tan  duros  al  clero,  hace  cumplida  justicia  a  su 
mérito  de  escritor,  encomiando  la  facilidad  de  su  estilo  i  la 
claridad  particular  para  hacerse  comprender  por  toda  cla- 
se de  personas.  Véase  la  nota  de  la  páj.  162  de  su  Historia 

del  emperador  don  Agui>tin   de  Iturhide,  Méjico,  1846. 

382. — Peruvian  tales,  related  in  one  thoasand  ¿in  one  hours^ 
hy  one  ofthe  selected  virgins  oí  Cusco  to  thc  inca 
ofPerú.  With  historwal   remarks.  Translated  from 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOORAFÍA  499 

the  french  hy  Samuel  Humphreys.  London,  1759,  4 
vols.  4^ 

Muchas  veces  reimpreso  en  este  idioma.  E&  la  traduc- 
ción de  la  obra  de  Thomas  Simón  Gueullette  que  hemos 
anotado  mas  atrás  bajo  el  núm.  34-7. 

383. — PJctorial  view  of  California.  With  information  and 
aávice  interesing  to  nll,  particularly  those  who  in- 
tend  to  visit  the  golclen  rejion.  Y^y  a  returned  cali- 
fornian.   New  York,  1853,  1  vol.  8^ 

El  mismo  libro,  con  las  mismas  láminas,  circuló  con  el 
título  de  California  Illustrated,  i  con  el  nombre  del  autor 
J.  M.  Lettes. 

384. — Pian  de  constitución  pour  la  colonie  de  Saint  Do- 
mingue^  suivi  d^une  dissertation  sur  le  commerce 
des  colonies  relative  á  ce  plan.  Par  M.  de  Ch**"* 
Paris,  1791,  1  vol.  8^ 

Por  Michel  Paul  Guy  de  C marañen,  poeta,  natural  de 
Santo  Domingo,  miembro  de  la  academia  francesa,  muerto 
en  1792.  / 

385.— Poems  {The)  ofArouet.  Charleston,  1786,  1  vol.  12^? 

De  Joseph  Brown  Ladd,  distinguido  poeta  norte-ameri- 
cano, muerto  en  un  duelo  a  la  edad  de  22  años,  el  mismo 
año  de  1786,  i  mas  conocido  con  el  seudónimo  de  Arouet 
con  que  firmaba  sus  escritos. 

3^6. — Political  (A)  and  historical  account  of  Lower  Ca- 
nadá.  By  a  Canadian.  London,  1830,  1  vol.  8° 

Por  Pierre  De  Salles  La  Terriére,  escritor  canadiense, 
que  compuso  este  libro  en  francés,  pero  que,  como  dice  el 
prólogo,  prefirió  traducirlo  al  ingles  para  ponerlo  al  alcan- 
ce del  mayor  número  de  lectores  de  aquella  provincia. 

387. — Political  [The]  annals  of  Lower  Canadá;  being  a  re- 
view  ofthe  political  and  legislative  history  ofthat 
pro W/2ce,  etc.,  etc.  By  a  british  settler.  Montreal, 
1828,  1  vol.  8.^ 


500  ESTUDIOS   HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Libro  curioso  i  lleno  de  noticiad,  escrito  por  John  Fle- 
ming, colono  ingles. 

»S88. — Folitical  (The)  detection;  or  the  treachery  and  tjr- 
rany  of  administration,  both  at  home  an  abroad; 
displayed  in  a  series  of  letters  signed  Junius  ame- 
ricanus.   London,  1770,  1  vol.  8*=* 

Por  Arthur  Lee,  escritor  i  diplomático  norte-america- 
no muerto  en  1792,  i  autor  de  algunos  otros  opúsculos 
políticos  sobre  la  insurrección  de  las  colonias  inglesas. 

389. — Political  (The)  progress  ofBritain;  or  an  impartial 
history  of  abuses  in  the governement  ofthe  British 
Empire  in  Europe,  Asia  and  America.  Philadelphia, 
I  part.  1794,  II  part.  1795.  1  vol.  8*? 

Varias  veces  reimpreso.  Panfleto  político  de  James 
Thomson  Callender.  Véase  el  nüm.  18. 

390. — Politick  Vertoog  over  het  Systema  van  Amsterdam. 
(Utrecht)  1781,  fol. 

"Discusión  política  sobre  el  verdadero  sistema  de  Ams- 
terdamit,  impresa  en  reducido  número  de  ejemplares,  pero 
reimpresa  el  mismo  año.  Es  un  opúsculo  político  en  que  el 
autor  condena  enérjicamente  las  simpatías  e  intervención 
de  la  Holanda  en  favor  de  los  Estados  Unidos  en  su  lucha 
de  independencia.  Su  autor  fué  Ryklof  Michel  van  Goens 
célebre  filólogo  i  publicista  holandés,  muerto  a  principios 
de  este  siglo. 

El  mismo  año  de  1781  publicó  Van  Goens  en  Amster- 
dam un  opúsculo  anónimo  titulado  Consideration  op  de 
Memoricy  etc.  (Consideraciones  sobre  el  memorial  dirijido  a 
S.  M.  por  John  Adams),  en  que  combatia  con  toda  resolu- 
ción las  pretensiones  de  los  Estados  Unidos  de  obtener  la 
aliaza  de  Holanda  contra  la  Gran  Bretaña,  alianza  que 
Van  Goens  consideraba  ruinosa  para  su  pais. 

Véase  el  núm.  73. 

391.— Préc/s  sur  VAmériqae  Septentrionale  et  la  Républi- 
que  des  Treize  Etats-Unis,  par  M.  J.  M.  Amster- 
dam, 1782,  1  vol.  8^ 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  501 

Por  Joseph   H.    Mandrillon.   Véase  mas    adelante  el 
ndm.  438. 

392. — Précis  tovchant  la  coíonie  du  Lord  Selkirk,  sur  la. 
rj viere  Rouge,  sa  destructron  en  1815  et  1816  et  le 
massacre  du  gouverneur  Semple  et  de  son  partí. 
Traduit  de  l'ouvrage  anglais  publié  a  Londres  en 
1817.    Montreal,  1818,  1  vol.  8.^ 

Refutación  de  una  obra  anónima  contra  Lord  Selkirk, 
publicada  en  Londres  i  traducida  al  francés,  i  referente  a 
sucesos  acerca  de  los  cuales  se  han  hecho  muthas  publica- 
ciones que  no  tenemos  para  qué  mencionar  aquí.  Según  M. 
Ch.  Leclerc  {Bihliotheca  americana,  Paris,  1878,  num. 
713),  esta  refutación  ha  sido  escrita  por  Thomas  Douglas, 
nombre  del  quinto  conde  de  Selkirk,  a  quien  se  refiere  el 
libro.  Pero  Rich,  en  su  Biblioteca  America  Nova,  vol.  II, 
páj.  88,  dice  que  él  poseia  un  ejemplar  del  orijinal  ingkvS 
con  una  nota  manuscrita,  firmada  por  John  Halket,  en 
que  aparece  que  éste  es  el  autor,  Allibone  [Dictionary  oí 
authors,  páj.  760)  dá  también  a  Halket  por  autor  de  ese 
libro,  acatando  la  autoridad  de  Rich. 

393.— Presení  (The)  state  oí Great  Britain  and  Ñor th  Ame- 
rica, with  regard  to  agriculture,  population,  trade 
and  manuíactures  impartially  consrdered.  London, 
1767,1  vol.  8° 
Atribuido  a  John  Mitchell.  Véase  el  núm.  118. 

394. — Primera  epístola  del  Almirante  don  Cristóbal  Colon 
dando  cuenta  de  su  gran  descubrimiento  a  D.  Ga- 
briel Sánchez,  tesorero  de  Aragón.  Acompaña  al 
texto  orijinal  castellano  el  de  la  traducción  latina 
de  Leandro  de  CovSco,  según  la  primera  edición  de 
Roma  de  1493,  i  precede  la  noticia  de  una  nueva 
copia  del  orijinal  manuscrito  i  de  las  antiguas  edi- 
ciones del  texto  en  latin,  hecha  por  el  editor  I).  Ge- 
naro H.  de  Yolafan.  Valencia,  1858,  1  vol.  8^ 

Edición  esmerada,  impresa  a  100 ejemplares,  icón  notas 
eruditas  del  editor.  Fué  éste  el  célebre  historiador  brasilero 


502  ESTUDIOS    HISTORICO-BIBLIOGRÁFICOS 

don  Francisco  Adolfo  de  Varnhagen,  cuyo  nombre  apare- 
ce disimulado  por  el  de  Genaro  H.  de  Volafan,  que  es  un 
simple  anagrama.  Véase  el  nombre  de  Varnhagenen  la  lis- 
ta alfabética  de  autores. 

395.— Rasgos  biografíeos  sobre  D.  Bernardino  Rivadavia 
por  D.  R.  Buenos  Aires.  1857,  1  vol.  12^ 

Por  el  Dr.  don  Dardo  Rocha,  mas  tarde  gobernador 
de  la  provincia  de  Buenos  Aires. 

396. — Rebels  (The),  or  Boston  before  the  revolution,  Bos- 
ton, 1825,  1  vol.  12*^ 

Cuadro  histórico  popular  i  novelesco  de  verdadero  mé- 
rito literario,  escrito  por  Lydia  María  Child.  Véanse  los 
núms.  178  i  270. 

397.— Recentes  novi  orbis  historias.  Coloniae  Allobrogum. 
1612,  Ivol.   4^ 

Estas  historias  recientes  del^nuevo  mundo,  forman  un 
volumen  casi  desconocido  de  los  bibliógrafos.  Ha  sido,  sin 
embargo,  descrito  por  Stevens,  sin  que  conociera  el  nom- 
bre de  su  autor.  El  bibliógrafo  Fred.  Müller  de  Amsterdam 
ha  esplicado  en  1872  el  nombre  del  autor  del  libro. 

Está  éste  dividido  en  dos  partes.  La  primera,  que  ocu- 
pa 51  pajinas,  consta  de  tres  memorias  cortas  sobre  via- 
jes al  septentrión,  a  la  América  por  los  mares  orientales, 
i  a  las  tierras  australes.  La  segunda  parte,  que  consta  de 
429  pajinas,  es  la  reproducción  de  la  historia  del  nuevo 
mundo  del  milanes  Girolamo  Benzoni,  traducida  al  latin 
por  ürbain  Chauventon,  con  el  apéndice  concerniente  a 
la  Florida,  que  éste  tradujo  de  Le  Chailleux.  Véase  el  núm. 
71. 

La  traducción  latina  de  Chauventon  (o  Calveston, 
como  ha  latinizado  su  nombre)  habia  sido  publicada  en 
Jinebra  en  1578  (hai  ejemplares  que  llevan  en  la  portada 
la  fecha  de  1581).  i  reimpresa  en  1600,  llevando  estas  edi- 
ciones los  nombres  del  autor  i  del  traductor,  que  se  han 
suprimido  en  el  libro  que  motiva  esta  nota. 

398. — Recherches  historiques  et  politiques  sur  les  Etats 
Unis  de  VAmcrique  Sepentrionale .  París,  1778,  4 
vols.  8^ 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  503 

Por  Filippo  Mazzei,  italiano  nacionalizado  en  Estados 
Unidos,  amigo  de  Jefferson,  i  mas  tarde  enviado  por  éate 
en  misión  diplomática  cerca  del  gran  duque  de  Toscana. 

399.— Recherches  philosophiques  sur  les  Américains,  ou 
wémoires  intéressants  pour  servir  á  Vhistoire  de 
Tespéce  humaine  par  M.  de  P.  Berlin,  1768,  2 
-vols.  8^ 

Primera  edición  de  un  libro  famoso  por  su  espíritu  para- 
dojal  i  por  las  réplicas  i  contestaciones  que  se  atrajo.  Su 
autor,  Cornelis  de  Pauw,  célebre  erudito  i  filósofo  holan- 
dés, poniendo  en  juego  una  grande  erudición,  se  propuso 
demostrar  que  la  América  era  el  continente  menos  favore- 
cido por  la  naturaleza,  i  que  sus  hijos  eran  bárbaros  inca- 
paces de  alcanzar  los  beneficios  de  la  civilización.  Entre  los 
muchos  impugnadores  que  halló  Pauw,  figura  en  primera 
línea  Dom  Pernett\^  benedictino  viajero  francés  que  escri- 
bió un  libro  para  refutar  las  teorías  del  filósofo  alemán. 
Pauw  contestó  por  un  nuevo  libro  publicado  en  1770  con 
el  título  de  Defense  des  recherches  sur  les  américahis,  reim- 
preso después  como  tercer  volumen  de  una  nueva  edición 
de  su  primera  obra. 

Molina,  Clavijero,  el  conde  Carli  i  varios  otros  historia- 
dores de  América,  llenaron  muchas  pajinas  de  sus  libros 
para  refutar  las  teorías  de  De  Pauw.  El  libro  de  éste, 
*  a  pesar  de  la  grande  erudición  que  revela,  i  del  espíritu  filo- 
sófico con  que  ha  sido  concebido,  no  se  ha  salvado  del  pol- 
vo del  olvido,  de  tal  suerte  que  en  nuestro  liempo  solo  se  le 
consulta  por  mera  curiosidad. 

400. — Recollections  oí  the  earíy  days  oí  the  national 
guard,  comprising  the  prominent  events  in  the 
historv  oí  the  famous  seventh  regiment  New  York 
militia.  Bv  an  exorderly  sergeant,  a  veteran  of  the 
national  guard.  New  York,  1868,  1  vol.  8^ 
Por  John  Masón. 

4^01.— Record  ofthe  service  ofthe  55^^'-  regiment  of  Massa- 
chusetts  volunter  infantry.  Cambridge,  1868,  1 
vol.  8^ 


504  MSTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


Recuerdos  de  la  guerra  civil  de  Estados   Unidos  por 
Charles   Barnard  Fox. 

402. — Recuerdos  de  provincia  por  el  autor  de  Civilización  i 
barbarie,  etc.   Santiago,  1850,  1  vol.  8^ 

El  nombre  del  autor  no  aparece  en  la  portada  de  este 
libro;  pero  basta  recorrerlo  para  conocer  que  es  una  auto- 
biografía de  don  Domingo  Faustino  Sarmiento,  distin- 
guido escritor  i  mas  tarde  presidente  de  la  República  Ar- 
jentina. 

403. — Recuerdos  sobre  la   rebelión   de    Caracas.    Madrid, 
1829,  1  vol.  S"" 

Libro  escrito  con  corrección  i  claridad,  i  acompañado 
de  muchos  documentos  que  lo  hacen  digno  de  ser  consul- 
tado para  estudiar  la  revolución  de  Venezuela;  pero  al 
mismo  tiempo  inspirado  por  un  odio  profundo  hacia  todos 
los  independientes,  a  quienes  retrata  con  los  mas  feos  colo- 
res. Su  autor  es  don  José  Domingo  Díaz,  médico  natural 
de  Venezuela  que  sirvió  en  el  ejército  realista  durante  la 
mayor  parte  de  la  guerra  de  la  independencia,  i  fué  secre- 
tario del  jeneral  Morillo.  Díaz  ha  traducido  del  francés 
una  obra  anónima  .contra  los  independientes  de  América. 
Véase  el  núm.  294. 

404. — Réñexions  sur  la  colonie  de  Saint  Domingue,  bu 
examen  approfondi  des  causes  de  sa  ruine,  et  des 
mesures  adoptes  pour  la  rétablir.  Paris,  1796,  2 
vol.  8^ 

Por  el  conde  Fr.  Barbé  Marbois,  célebre  majistrado  i 
escritor  francés,  que  por  haber  desempeñado  entre  otros 
cargos  el  de  intendente  de  Santo  Domingo  en  la  época  de 
la  revolución,  conocía  perfectamente  los  negocios  de  esta 
colonia. 

A  la  vuelta  de  la  anteportada  de  este  libro,  se  lee  el 
aviso  siguiente:  "On  trouve  chez  le  méme  libraire,  l'ouvra- 
ge  suivant  du  méme  auteur".  '^HJstoire  des  desastres  de 
Saint  Domingo,  précédée  d^an  tablean  du  régime  et  des 
progrés  de  cette  colonie  depuis  sa  íondation  jasqu'a  Tépo- 
que  de  la  revolution  frangaise^^  1  vol.  8^  Si  esta  obra  se  im- 
primió, fué  sin  duda  retirada  inmediatamente  de  la  circula- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  505 


cien.  No  he  visto  nunca  un  ejemplar  de  ella,  ni  ninguna 
otra  referencia  a  su  existencia.  No  está  mencionada  en 
ninguna  de  las  biografías  de  Barbé  Marbois  que  conozco, 
ni  en  la  France  littéraire  de  Quérard. 

405. — Kelaqao  diaria  do  sitio  e  tomada  da  forte  praqa  do 
Recife  recuperacao  das  capitanías  de  Itamaracá, 
Para  iba,  Rio  Grande,  Ciará  e  ilha  de  Per  nao  de 
Noronha.  Lisboa,  1654,  1  vol.  4° 

Esta  relación  de  solo  32  pajinas  sin  numeración  es  su- 
mamente rara.  Su  autor  fué  Antonio  Barbosa  Bacellak, 
portugués,  doctor  en  jurisprudencia,  muerto  en  1663. 

406. — Relacao  verdadeira  de  todo  o  sucedido  na  restaura- 
cao  da  Bahía,  desde  o  día  em  que  partiram  as  ar- 
madas de  S.  M.  té  o  em  a  dita  cidade  foram  arvo- 
rar  dos  seus  estandartes.  Lisboa,  1625,  4^ 

Opúsculo  rarísimo  escrito  por  Joño  de  M  edeiros  C  orre  a 
V.  sobre  éste  el  índice  alfabético  de  autores. 

407. — Relación  de  todo  lo  sucedido  en  la  provincia  del 
Pirú,  desde  que  Blasco  Nuñez  Vela  fué  enviado  por 
S.  M.  a  ser  visorey  della,  que  se  embarcó  a  i°  de 
noviembre  del  año  1543.  Lima,  1870,  1  vol. 

PvSte  relación,  escrita  por  un  personaje  contemporáneo 
de  los  sucesos  que  refiere,  fué  publicada  en  Lima  según  un 
manuscrito  obsequiado  por  un  distinguido  arqueólogo  i 
viajero  norte  americano,  Ephrain  George  Squier.  Creo  que 
se  dio  a  luz  a  espensas  del  gobierno  peruano.  Los  editores 
encargados  de  dirijir  la  impresión,  estaban  muí  poco  pre- 
parados para  ejecutar  con  acierto  este  trabajo.  Dejaron 
escapar  numerosos  errores  i  no  pudieron  dar  noticia  algu- 
na acerca  de  la  importancia  i  de  los  antecedentes  del  ma- 
nuscrito. 

Don  Juan  Bautista  Muñoz,  el  dilijente  investigador  de  la 
historia  americana,  conoció  esta  relación  inédita,  i  notan- 
'  do  su  conformidad  con  los  libros  V  i  VI  i  con  los  primeros 
capítulos  del  VII  de  la  Historia  del  Perú  de  Agustín  de 
ZARATE,  no  vaciló  en  declarar  que  era  parte  del  manuscrito 
primitivo  de  ese  historiador,  que  sin  duda  hizo  retocar  por 


50(>  ESTUDIOS     HISTÓKICO-BIBLIOí^RÁFICOS 

otro  escritor  mas  esperimentado,  i  que  de  esta  manera  la 
obra  impresa  recibió  mas  amplitud  en  algunas  partes,  i 
suprimir»  en  cambio  algunos  pasajes  importantes.  El  orden 
de  la  narración,  la  distribución  de  los  hechos  en  los  capítu- 
los, i  la  identidad  de  algunos  pasajes,  corroboraban  al  pa- 
recer esta  opinión. 

El  historiador  norte  americano  Prescott,  que  también 
conoció  esta  relación,  aceptó  i  confirmó  en  su  Historia  de 
la  conquista  del  Perú,  el  parecer  de  Muñoz.  Para  él,  la  re- 
lación inédita  era  la  obra  primitiva  de  Zarate,  i  bajo  mu- 
chos conceptos  era  preferible  a  la  parte  análoga,  del  libro 
impreso.  Don  José  Amador  de  los  Rios  ha  aceptado  igual- 
mente esa  opinión  en  una  nota  que  ha  puesto  a  la  páj.  458 
del  tomo  IV  de  la  Historia  jeneral  i  natural  de  las  Indias 
de  Gonzalo  Fernández  de  Oviedo. 

Por  ultimo  en  las  pájs.  514  i  siguientes  del  tomo  VII  de 
la  Colección  de  documentos  inéditos  de  América  de  don 
Luis  Torres  de  Mendoza,  (impreso  en  1867)  se  reproduje- 
ron, con  el  título  de  Relación  anónima  de  los  disturbios 
acaecidos  en  el  Perú,  los  fragmentos  de  este  libro  que  Mu- 
ñoz habia  copiado  en  el  tomo  83  de  su  colección  de  ma- 
nuscritos. 

IvOs  editores  de  Lima  desconocieron  todos  estos  antece- 
dentes. 

Un  erudito  bibliógrafo  español,  don  Marcos  Jiménez  de 
la  Espada,  publicando  en  Madrid  QnlSll  La  guerra  de 
Quito  de  Cieza  de  León,  ha  destinado  el  apéndice  num.  1, 
])uesto  al  fin  del  tomo  I,  a  examinar  esta  relación,  confron- 
tando algunas  copias.  Se  contrae  a  probar  que  Zarate  no- 
ha  podido  referir  como  testigo  presencial  ciertos  sucesos 
ocurridos  después  de  su  vuelta  del  Perú  en  1543,  i  que  en 
la  relación  anónima  están  contados  como  si  el  autor  los 
hubiera  visto.  Haciéndose  cargo  de  la  semejanza  que  exis- 
te entre  esa  relación  i  la  parte  correspondiente  de  la  Histo- 
ria del  Perú,  sostiene  que  Zarate,  como  muchos  antiguos 
cronistas,  como  Diego  Fernéndez,  i  sobre  todo  como  An- 
tonio de  Herrera,  siguió  fielmente  la  relaciones  inéditas 
que  tuvo  a  la  vista,  i  muchas  veces  trasladó  íntegros  lar- 
gos fragmentos  de  ellas.  "Zarate  no  es  el  padre  de  su  histo- 
ria sino  a  medias",  dice  Jiménez  de  la  E)spada.  Sin  embar- 
go, no  llega  a  formular  una  opinión  sobre  quién  pueda  ser 
el  autor  de  esta  relación,  pero  cree  que  su  segunda  parte, 
en  que  se  cuenta  la  campaña  pacificadora  de  La  Gasea,  ha 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  507 

podido  ser  escrita  por  éste  o  bajo  su  inspiración  por  uno 
de  sus  secretarios,  completando  un  manusccrito  que  con- 
tenia la  narración  de  los  hechos  anteriores. 

El  testoípublicado  en  Lima  difiere  en  algunos  pasajes  de 
la  relación  que  conocieron  Muñoz  i  Prescott.  Ignoro  si  esas 
diferencias  provienen  de  modificaciones  antojadizas  intro- 
ducidas por  los  editores.  Lo  que  es  fuera  de  duda,  es  que 
éstos  interpretaron  mal  varios  puntos  del  manuscrito. 

408. — Relación  del  viaje  hecho  por  las  goletas  Sutil  i  Me- 
jicana en  1792,  para  reconocer  el  estrecho  de  Juan 
de  Fuca;  con  una  introducción  en  que  se  da  noticia 
de  las  espediciones  ejecutadas  anteriormente  por 
los  españoles  en  busca  del  paso  del  noroeste  de  la 
América.  Madrid,  1872,  1  vol.  4*? 

La  introducción  de  este  libro,  que  ocupa  168  pajinas,  i 
que  es  un  notable  fragmento  de  la  historia  de  la  jeografía 
americana,  fué  escrita  por  el  célebre  erudito  don  Martin 
Fernández  de  Navarrete.  La  relación  del  viaje,  publicada 
,  por  el  Depósito  hidrográfico  de  Madrid,  es  la  obra  de  don 
Dionisio  Alcalá  Galiano,  que  mandaba  uno  de  los 
buques. 

M.  Ch.  Leclerc  en  su  Bibliotheca  americana  (Paris, 
1867)  dice  equivocadamente  que  la  erudita  introducción 
de  este  viaje  ha  sido  escrita  por  don  Dionisio  Alcalá  Galia- 
no i  don  Cayetano  Valdes,  que  mandaban  los  buques  espe- 
dicionarios;  i  ha  repetido  el  mismo  error  en  su  segunda  Bi— 
hliotheca  americana  (Paris,  1878).  Basta  leer  cualquiera 
biografía  española  de  don  Martin  Fernández  de  Navarre- 
te para  saber  que  éste  es  el  autor  de  esa  introducción. 

4:09.— Relación  del  último  viaje  al  estrecho  de  Magallanes, 
de  la  fragata  de  S.  M.  Santa  María  de  la  Cabeza 
en  los  años  1785  i  1786,  al  mando  del  capitán  de 
navio  don  Antonio  de  Córdoba.  Estracto  de  todos 
los  anteriores  desde  su  descubrimiento,  impresos  i 
manuscritos.  I  noticias  de  sus  habitantes,  suelo  i 
clima  i  producciones  del  estrecho.  Trabajada  de 
orden  del  Rei.  Madrid,  1788,  1  vol.  4r  con  4  mapas 
i  un  retrato  de  Magallanes. 


508  BSTUDIOSHISTÓRTCO-BIBLIOGRÁFICOS 

Esta  obra  se  completa  con  un  tomo  del  mismo  tamaño, 
pero  mucho  mas  delgado  que  lleva  este  título:  Apéndice  a. 
la  relación  del  viaje  al  estrecho  de  Magallanes  de  la  fragata 
de  guerra  Santa  Mana  de  la  Cabeza,  que  contiene  el  de  los 
paquebotes  Santa  Casilda  i  Santa  Eulalia  para  completar 
el  reconocimiento  del  estrecho  en  los  años  1788  i  1789 
{también  al  mando  de  don  Antonio  de  Córdoba).  Traba- 
jado de  orden  superior.  Madrid,  1793. 

Algunos  bibliógrafos  dan  por  autor  del  primero  de  estos 
libros  al  mismo  don  Antonio  de  Córdoba,  i  así  se  vé  tam- 
bién al  frente  de  las  traducciones  que  de  él  se  han  hecho  al 
alemán  i  al  ingles.  Sin  embargo,  su  verdadero  autor  es  don 
José  Vargas  Poncp:,  marino  i  literato  español  muerto  en 
1821.  Vargas  Ponce  no  habia  hecho  este  viaje;  pero  escri- 
bió el  libro  teniendo  a  la  vista  las  relaciones  de  los  mari- 
nos que  acompañaban  a  Córdoba.  Aunque  la  parte  jeo- 
gráfica  de  este  viaje  es  bastante  cuidada,  la  mejor  porción 
del  libro  es  la  relación  histórica  de  todos  los  viajes  que  se 
habían  hecho  hasta  entonces  por  el  estrecho  de  Magalla- 
nes. Esta  parte  deja  ver  que  Vargas  Ponce,  conocido  por 
otras  obras  históricas,  poseía  una  estensa  erudición. 

410. — Relación  descriptiva  de  la  fundación,  dedicación,  etc. 
de  las  iglesias  i  conventos  de  Mé/ico.  Méjico,  1863, 
1  vol.  4^ 

El  catálogo  de  la  biblioteca  del  emperador  Maximilia- 
no, redactado  por  el  bibliógrafo  mejicano  don  José  Ma- 
ría Andrade,  dá  por  autor  de  este  libro  a  don  L.  At^faro 
I  Pina.  Es  un  escrito  curioso  por  las  noticias  de  historia 
local  que  contiene. 

411. — Relación  verdadera  de  las  paces  que  capituló  con  el 
araucano  rehelado  el  marques  de  Baldes,  conde  de 
Pedroso,  gobernador  i  capitán  jeneral  del  reino  de 
Chile  i  presidente  de  su  real  audiencia.  Sacada  de 
sus  informes  i  cartas,  i  de  los  padres  de  hi  Compa- 
nía  de  Jesús  que  acompañaron  el  real  ejército  en  la 
jornada  que  hizo  para  este  efecto  el  año  pasado 
de  1641.  Madrid,  1642,  folio. 
Opíísculo  anónimo  escrito  por  el  P.  Alonso  de  Ovalle, 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  509 

i  reproducido  en  las  pajinas  301  i  siguientes  de  su  Histó- 
rica relRcion  del  reino  áe  Chile.  Roma,  1646. 

412. — Rélation  abregée  concernant  á  la  republique  que  les 
religieux  nommésjesuites,  des  provinces  de  Portu- 
gal et  d^ Espagne  otit  établie  dans  les  pays  et  do- 
maines  d^outremer  de  ees  deux  monarchies,  et  de  la 
guerre  qui'iis  ont  exitée  et  soutenm  contre  les  ar- 
mées  Espagnoles  et  Portugaises.  París,  1758,  1 
YOl.  8.° 

Pvste  libro  fué  escrito  orijinalmente  en  portugués,  i  se 
atribuye  al  marques  de  Pombal.  El  traductor  francés  fué 
Fierre  Olivier  Pinault,  abogado  del  parlamento  de  París 
muerto  en  1 790,  í  autor  o  traductor  de  varias  otras  obras 
contra  los  jesuítas. 

Con  el  título  de  Za  Republique  des  jesuites  renversée,  fué 
reimpreso  el  mismo  año  el  libro  de  Pombal  en  Amsterdana 
i  en  La  Haya. 

413. — Rélation  de  ce  qui  s^est  passé  dans  les  isles  et  terre 
ferme  de  TAmérique  pendant  lá  derniére  gue- 
rre avec  VAngíeterre  et  depuis  en  execution  du 
traite  de  B  red  a,  etc.,  Qtc.  FarJ.  C.  S.  D.  V.  París, 
1671,  2  Yols.  12*^ 

Libro  raro,  avaluado  en  200  francos  por  Leclerc. 
(Bibliotheca  americana,  París,  1878),  i  atribuido  jeneral- 
mente  ajean  Clodoré,  secrétaire  des  vaisseaux,  título  que 
esplicaria  las  iniciales  que  dejamos  copiadas.  Clodoré  fué 
gobernador  de  la  Martinica,  i  tomó  parte  en  la  guerra  de 
1666  i  1667,  que  es  el  asunto  de  una  gran  parte  de  este 
libro. 

414. — Rélation  de  divers  voyages  dans  VAfriquc,  VAmé- 
rique  et  aux  Indes  orientales.  Avec  la  descriptiott 
du  royanme  de  Juda.  París,  1718,  1  vol.  12*^ 

Hai  ejemplares  que  tienen  un  cambio  de  portada  con  la 
fecha  de  1726.  Compilación  mediocre  de  noticias  de  via- 
jes, hechas  por  Drahé  de  Grand  Pierre,  que  firma  la  dedi- 
catoria al  conde  de  Tolosa. 


510  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

415. — Rélation  de  la  déportation   et  de   Vcxil    a   Cayenne 
d^unjeune  frangais  sous  le  consulat  de  Baonaparte, 
en  1802.   Faris,  1816,  1  vol.  8*? 
Por  Ferragus  de  Gelone.  Véase  el  núm.  311. 

416. — Rélation  de  Vétat  actuel de  la  Nouvelle  Ecosse.  Tra- 
duit  de  Tangíais  par  F.  Soulés.  París,  1787,  1 
vol.  8.° 

Traducción  francesa  de  una  obra  anónima  publicada  en 
Edimburgo  en  1786  con  el  título  de  An  accouiit  oí  the 
prcsent  state  of  Nova  Scotia,  i  reimpresa  allí  mismo  con 
notables  agregaciones  en  1787,  con  el  título  de  The  present 
State  of  Nova  Scotia.  El  autor  de  ella  es  S,  Hollings- 
woRTH.  V.  Watt  Bihliotheca  Britannica,  p.  506  f.  Véase 
el  ntím.  6. 

él7.— Rélation  da  GroenJand.    Paris,  1647,  1  vol.  8° 

Liiiro  curioso,  varias  veces  reimpreso,  insertado  en  el 
Recueil  de  voyages  au  Nord'i  traducido  al  alemán  en  1674 
por  Hendrich  Sivers.  Fué  escrito  por  Isaac  de  la  Peyrére, 
célebre  erudito  francés  del  siglo  XVII,  que  recojió  los  ma- 
teriales para  este  libro,  i  para  una  Rélation  de  Vlslande, 
publicada  en  1663,  durante  su  residencia  en  Dinamarca, 
como  empleado  de  la  legación  de  Francia. 

418. — Remenihrancer    (The);     or   Impartial   repository  of 
pttblic  events,   from.   1775,   to  1784.   London,   17 
vols.  8.° 

Esta  compilación  periódica  contiene  una  gran  cantidad 
de  documentos  concernientes  a  la  historia  de  la  revolución 
norte-americana,  de  tal  suerte  que  se  le  considera  una  de 
las  mejores  fuentes  para  estudiar  aquellos  sucesos.  Fué 
publicada  por  John  Almon,  escritor,  editor  i  librero  de 
Londres,  muerto  en  1805. 

4^19.— Repertorio   Americano  (El).   Londres,   1826,  4  vols. 

go 

Periódico  trimestral  que  comenzó  a  publicarse  en  Lon- 
dres en  octubre  de  1826,  i  que  sólo  dio  a  luz  cuatro  núnie- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  511 

ros  O  tomos  de  mas  de  300  pajinas  cada  uno,  con  sus 
índices  respectivos.  Fueron  sus  directores  don  Andrés 
Bello  i  don  Juan  García  del  Rio,  cuyas  iniciales  puestas 
al  pié  de  algunos  de  los  artículos  sirven  para  dará  conocer 
a  sus  autores.  Entre  sus  colaboradores  se  contó  don  Vi- 
cente Salva,  cuyos  artículos  bibliográficos  están  firmados 
con  sus  iniciales. 

Este  periódico  publicó  documentos  i  noticias  muí  impor- 
tantes para  la  historia  i  la  jeografía  de  América.  Pero  los 
trabajos  mas  notables  que  contiene  son  los  artículos  de 
crítica  literaria  escritos  por  don  Andrés  Bello.  En  este  pe- 
riódico (tomo  II,  pájs.  21-45)  dio  a  luz  su  célebre  estudio 
sobre  el  oríjen  de  la  rima  asonante,  tantas  veces  citado 
por  insignes  eruditos,  i  plajiado  mas  tarde  por  un  escritor 
español  que  gozó  de  cierta  reputación. 

420. — Eéponse  a  la  déclaration  du  Congrés  américain. 
Traduite  de  Tangíais  par  F.  J.  Freville.  London, 
1777,  1  vol.  8*? 

Es  la  traducción  del  núm.  351,  obra  escrita  en  ingles 
por  Jonathan  LiND. 

421. — Réponse  aux  principales  questions  qui  peavent  étre 
faites  sur  les  Etats^ünis  de  V Amérique,  par  un 
habitant  de  la  Pensylvanie.  Lau satine,  1788,  2 
vols.  8.° 

Por  J.  E.  BoNNET,  i  destinada  a  servir  de  informe  a  los 
emigrantes  a  los  Estados  Unidos.  Reimpresa  en  la  misma 
ciudad  en  1795,  igualmente  bajo  el  anónimo;  pero  publi- 
cada en  Paris  en  1802  con  el  nombre  del  autor  i  bajo  este 
título:  Btats  Unis  de  l'Amérique  a  la  ñn  du  XVIII  siécle, 
2  vol.  8^ 

422 Researches  on  America;  being  an  attempt  to  settle 

some  points  relative  to  the  aborigines  of  America. 
By  an  officier  of  the  United  States'  army.  Balti- 
more,  1816,  1  vol.  8'^ 

Este  libro  es  el  primer  bosquejo  de  una  obra  mas  esten- 
sa que  su  autor,  James  H.  C.  Mac  Culloh,  dio  a  luz  el 
año  siguiente  en  Baltimore  con  el  mismo  título.    El  histo- 


512  ESTUDIOS    HISTORICO-BIBLIOGRÁFICOS 

riador  norte-americano  Prescott,  hablando  de  este  libro 
en  la  disertación  final  de  su  Historia  de  la  conquista  de 
Méjico,  dice  lo  que  sigue:  *'E1  Dr.  Mac  Culloh  en  este  pe- 
queño volumen,  ha  reunido  una  masa  mayor  de  materiales 
para  ilustrar  la  historia  de  los  aboríjenes  del  continente 
que  ningún  otro  escritor  de  nuestra  lengua."  I  en  el  pri- 
mer libro  de  la  Historia  de  la  conquista  del  Perú,  dice: 
"No  puede  hallarse  una  autoridad  mejor  acerca  de  las 
antigüedades  americanas." 

423.— 7?eseña  histórica  de  la  campaña  del  Perú  de  1838  i 
1339  i  XI  aniversario  de  la  batalla  de  Yungai. 
Santiago,  1851,  en  8.° 

Relación  sumaria  i  compendiosa  de  la  campaña  contra 
la  confederación  perú-boliviana,  escrita  por  don  Miguel  de 
Barra,  que  sirvió  en  la  secretaría  de  ejército.  La  parte 
histórica  de  este  opúsculo  no  consta  mas  que  de  18  pa- 
jinas. 

424. — Reverles  of  a  hachelor;  or  a  book  ofthe  heart.  Bj 
Ik  Marvel,  New  York,  1850,  1  vol.  12^ 

Novela  interesante,  muchas  veces  reimpresa,  i  traducida 
al  francés.  Su  autor  es  Donald  Grant  Mitchell,  fecundo 
escritor  norte-americano,  mas  conocido  con  el  seudónimo 
de  Ik  Marvel  con  que  ha  suscrito  el  mayor  número  de  sus 
obras.  Esta  corta  advertencia  nos  exime  de  anotar  aquí 
los  otros  libros  anónimos  de  este  mismo  autor. 

425.— i?eWevr  (A)  ofcapitain  Basil  HalPs  travels  in  Nortb 
America,  in  the  years  1827  and  1828,  by  an  Ame- 
rican.  New  York,  1830,  1  vol.  8^ 

Es  un  análisis  crítico  de  los  viajes  del  capitán  Basil 
Hall  a  Estados  Unidos  de  América,  cuyas  apreciaciones 
sobre  ciertos  puntos  habian  irritado  la  opinión,  i  dieron 
lugar  a  muchos  artículos  de  diario  i  de  revista.  El  libro 
que  motiva  esta  nota,  i  que  sólo  consta  de  149  pajinas, 
fué  escrito  por  un  distinguido  historiador,  jurisconsulto  i 
estadista  de  Filadelfia  llamado  Richard  Biddle.  Véase  el 
núm.  317. 

426. — Román  politique  sur  Vétat  présent  des  affaires  de 


NOTAS    PAKA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  513 

VAmerique,  oti  lettres  sur  les  moyens  d^étabUr  une 
paix  solide.   Amsterdam  (París),   1756,  1  vol.  12.° 

Consideraciones  políticas  acerca  de  la  guerra  -entre 
Francia  i  la  Gran  Bretaña,  por  Saintard,  síndico  de  la 
compañía  francesa  de  las  Indias.  Véase  su  nombre  en  el 
índice  alfabético  de  autores. 

V 

427. — Rosecrans'  campaign  with  the  fourteenth  army 
corps.  By  W.  D.  B.,  correspondent  of  T/ze  C/í?c//2- 
nati  Commercial.   Cincinnati,  1863,  1  vol.  12.° 

Historia  de  una  de  las  campañas  de  la  guerra  civil  de 
los  Estados  Unidos,  escrita  por  William  D.  Bickham,  co- 
rresponsal de  un  diario  de  Cincinati. 

428. — Saggio  delP astronomía  cronológica  e  mitología  de- 
gli  antiche  Messicani,  opera  de  D.  Antonio  León  e 
Gama,  tradotta  dallo   spagnuolo.   Roma,   1804,  1 

TOI.  8.° 

La  dedicatoria  de  la  traducción  a  la  ciudad  de  Méjico 
está  firmada  Pietro  Giuseppe.  ^Es  éste  el  jesuíta  mejicano 
Pedro  José  Márquez,  espulsado  con  todos  los  relijiosos  de 
su  orden  en  1767,  autor  de  muchas  obras  publicadas  en 
Italia  i  en  lengua  italiana,  i  muerto  en  Méjico,  adonde 
habia  regresado  con  motivo  del  restablecimiento  en  1816, 
de  la  Compañía  de  Jesús  en  los  dominios  del  rei  de  España. 

429 Scénes  et  pavsages  dans  les  ^udes,  par  Paul  Mar- 
coy.   Paris,  1861,  2  vols.  12^ 

Recuerdos  de  viajes  en  la  América  meridional,  de  poco 
valor  jeográfico.  El  verdadero  nombre  de  su  autor  es  Lau- 
rent  Saint  Ckicq. 

Véase  la  lista  alfabética  de  autores. 

éso.— Secret  history;  or  the  horrors  of  Santo  Domingo^ 
in  a  series  of  letters,  written  by  a  lady  at  Cape 
Franqais  to  colonel  Burr,  principally  during  the 
command  of  General  Rochambeau.  Philadelphia, 
1808,  1  vol  12^ 

TOMO    VI  í>3 


514  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFTCOS 

Libro  interesante  para  conocer  la  historia  de  los  horro- 
res cometidos  por  los  franceces  durante  su  campaña  en 
Santo  Domingo  bajo  los  jenerales  Leclerc  i  Rochambeau. 
Su  autor  es  una  señora  norte-americana,  Miss  Hassall. 

431.— iS/r  Henry  Morgan^  the  buccaneer.  London,  1842, 
3  vol.  8^ 

Novela  fundada  en  la  historia  de  los  filibusteros  de  las 
Antillas,  i  reimpresa  en  varias  ocasiones.  Su  autor  es 
Edward  Howard,  escritor  ingles,  novelista  popular,  muer- 
to en  1842. 

432.— iS^/A'  months  in  the  West  Indies  in  1825 ,  London, 
1826,  1  vol.  8^ 

Libro  curioso  i  útil,  traducido  al  holandés  i  varias  veces 
reimpreso  en  Inglaterra.  La  tercera  edición  inglesa,  de 
1832,  lleva  el  nombre  del  autor.  Es  éste  Henry  Nelson 
Coi.ERiDGE,  escritor  de  talento  i  de  instrucción,  muerto 
en  1843,  que  hizo  este  viaje  acompañando  a  un  tio  suyo, 
obispo  de  Barbada, 

433.— SVxteenjears  in  Chili  and  Perú,  írom  1822  to  1839. 
By  the  retired  governor  of  Juan  Fernández.  Lon- 
don, 1841,  1  vol.  8" 

Con  retratos,  mapas  i  láminas  litografiadas.  Aunque 
este  libro  aparece  como  anónimo  en  algunas  bibliografías, 
porque  en  efecto  el  nombre  del  autor  no  figura  en  su  por- 
tada, basta  recorrer  algunas  pajinas  o  siquiera  leer  la  de- 
dicatoria para  saber  que  fué  escrito  por  Thomas  Sutclif- 
FE,  oficial  ingles  al  servicio  de  Chile.  Es  una  modesta  na- 
rración de  sus  recuerdos  personales,  de  los  sucesos  ocurri- 
dos <  n  Chile  en  esos  años  i  en  la  campaña  al  Perú  de  1837, 
completada  con  la  traducción  de  algunos  documentos  o  de 
fragmentos  de  periódicos. 

Gobernador  de  la  isla  de  Juan  Fernández  en  1835,  cuan- 
do ocurrió  el  terremoto  que  arruinó  a  Concepción  i  a  otros 
pueblos  de  Chile,  Sutcliffe  comunicó  al  gobierno  de  Chile 
las  observaciones  que  le  sujirió  esa  catástrofe;  i  mas  tarde 
escribió  la  historia  de  esas  islas  con  el  título  siguiente: 
Crusoniana;  or  the  history  of  the  island  o f  Juan  Fernán- 
dez, Manchester,  1843,  1  vol.  8°.   Sutcliffe,  ademas,  habia 


NOTAS    PARA    IJNA    BIBLIOGRAFÍA  515 

publicado  en  Londres  los  dos  opúsculos  siguientes:  Account 
oíthe  Earthqaake  that  occured  on  the  island  o f Juan  Fer- 
nandez, 1839,  con  5  láminas;  e  Information  of  all  connec- 
ted  with  the  Rep.  ofChili,  comprising  the  tinanciaí  history 
ofthat  country,  from  1822-39,  1840  en  8^ 

434. — Soirées  hermudiennes,   ou    entretiens  sur   les  évené 
tnents  qui  ont    operé  la  ruine  de  la  partie  frangaise 
de  Saint  Domingue.  Par  T.  C***,   un  de  ees  précé- 
dens  colons.   Bordeaux,  1802,  8^ 
Por  Félix  Carteaux.  Véase  el  núm.  215. 

435. — Solemnes  exequias  de  don  Manuel  Ignacio  González 
del  Campillo,   obispo  de  la  Puebla   de    los  Anjeles, 
Méjico,  1814,  1  vol.  en  4^ 
Por  D.  L.  de  Mendizábal  i  Fr.  P.  Vásquez. 

4:36.— Souvenirs  des  Antilles:  Voyage  en  1815  et  1816  aux 

Etats   Unis  et  dans  Varchipel  caraibe.   Par  M 

París,  1818,  2  vols.  8.° 

Libro  superficial  i  casi  insignificante  escrito  por  el  barón 
de  MoNTLEZUN,  oscuro  escritor  francés.  Para  otra  obra 
también  anónima  del  mismo  autor.   Véase  el  niím.  487. 

437. — Souvenirs  d'un  mutilé,  récits  de  chasse  dans  le  Nou- 
veau  Monde,  par  Paul   Marcoy.    Paris,   1862,   1 
'      YOÍ.   12^? 

Recuerdos  de  viajes  en  el  Perú,  de  escasísimo  valor  jeo- 
gráfico,  i  con  accidentes  de  pura  imajinacion. 

El  verdadero  nombre  de  su  autores  Laurent  Saint  Cricq. 
Véase  el  índice  alfabético  de  autores. 

438.— 5/?ecíaíez7r  (Le)  américain,  ou  remarques  genérales 
sur  V Amérique  septentrionales  Amsterdam,  1784, 
1  vol.  8^ 

Libro  curioso  varias  veces  reimpreso,  i  seguido  de  una 
memoria  de  91  pajinas,  con  portada  i  filiación  diferentes  i 
con  este  título:  Recherches  philosophiques  sur  lá  découver- 


516  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

te  de  VAinériqve,  ou  discours  sur  cette  question,  proposée 
par  Tacademie  des  sciences  de  Lyon.  ¿La  découverte  de 
i'Amérique  a-t-elle  été  utile  ou  nusible  au  genre-humain? 

En  ella,  el  autor  se  empeña  en  probar  que  el  descubri- 
miento de  la  América  ha  sido  tan  funesto  para  ésta  como 
para  la  Europa.  Fué  escrito  por  Joseph  Madrillun,  lite- 
rato francés  que  habia  viajado  en  América,  i  que  habién- 
dose afiliado  en  el  partido  constitucional  durante  la  revo- 
lución francesa,  fué  acusado  de  mantener  correspondencia 
con  el  duque  de  Brunswick,  i  decapitado  el  7  de  enero 
de  1794. 

Madrillon  es,  ademas,  autor  de  otro  libro  anónimo. 
Véase  Précis  sur  V Amérique  Septentrionale,  núm.  391,  i 
traductor  del  Voyageur  ¿iméricain  de  Cluny,  niím.  500. 

439. — Storia  delP America,  in  continuazione  dei  compendio 
deIJa  storia  universalle  del  Sig:  Conté  di  Segur^ 
opera  oiiginale  italiana.  Milano,  1820-23,  29 
vols.  18.° 

En  1818,  el  editor  de  Stella,  de  Milán,  emprendió  la  pu- 
blicación de  una  historia  de  todos  los  paises,  tomando  por 
base  la  historia  universal  del  conde  de  Segur,  i  completán- 
dola con  historias  orijinales  o  traducidas  de  los  otros  pai- 
ses. La  publicación  se  terminó  en  1830,  con  182  pequeños 
volúmenes  en  18°,  de  los  cuales  sólo  58  son  traducción  del 
conde  de  Segur.  La  jeneralidad  de  las  historias  comple- 
mentarias es  mediocre,  pero  hai  algunas  traducidas  de 
otros  idiomas  que  son  obras  de  mérito.  Sin  embargo,  esta 
colección,  ahora  casi  olvidada,  tuvo  grande  éxito  a  la  épo- 
ca de  su  publicación. 

Un  erudito  distinguido,  Giuseppe  Cumpa gnoni,  escribió 
para  esta  vasta  compilación  las  historias  de  Rusia  i  de 
América,  Esta  última,  publicada  sin  el  nombre  del  autor, 
forma  29  pequeños  volúmenes  i  contiene  la  descripción  jeo- 
gráfica  de  todos  los  paises  de  América,  ija  historia  de  su 
conquista  i  colonización.  El  último  tomo,  que  comprende 
el  índice  jeneral  de  la  obra,  dá  a  conocer  el  nombre  del  au- 
tor.  Es  una  obra  bien  escrita,  fundada  en  los  libros  co- 
rrientes sobre  la  historia  de  cada  pais;  i  aunque  la  investi- 
gación histórica  deja  que  desear,  aun  tomando  en  cuenta 
la  época  en  que  se  escribió,  fué  mui  bien  recibida  dentro  i 
fuera  de  Italia. 


"^  NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  517 

440. — Sammarie  and  true  discourse  of  Sit  Francis  Drake 
West  Indian  voy  age.  Wherein  weretaken  the  tow- 
nes  of  Saint  Jaga,  Sancto  Domingo,  Cartagena  and 
Saint  Agustine.   London,  1589,  1  vol.  8.° 

Opúsculo  de  52  pajinas,  sumamente  raro,  i  por  el  cual  se 
ha  pagado  5  libras  esterlinas  15  chelines.  Escrito  por  Tho- 
raas  Catks,  cuyo  nombre  no  hemos  encontrado  en  el 
Díctionary  ofauthors  de  Allibone. 

441. — Sammary  (A)   account    oí  the  present  ñourishing 

state  of  the  respectable  colony  of  Tohago   in  the 

British  West  Indies.   lilustrated  with  a  map  and  a 

plan.   London,  1774,  1  vol.  8:° 

Pequeño  volumen  reimpreso  en  1777,   escrito   por  John 

FOWLHR. 

442.— Sí//22arj  (A)  view  of  America:  comprising  a  descrip- 
tion  of  the  face  of  the  country  and  of  several 
cities.   London,  1824,  1  vol.  8*? 

Por  Isaac  Candler,  viajero    ingles.   Se  refiere  esclusiva- 
mente  a  Estados  Unidos. 

443.— Sí/r  les  ñnances,  le  commerce,  la  matine  et  les  colo- 
nies.   París,  1802,  2vols.  8^?, 

Por  Charles  E.  Micoud  ü'Umons,   administrador  i  escri- 
tor francés,  muerto  en  1817. 

444.— v9z?r  Saint  Domíngue,  et  des  moyens  de  le  rétablir  par 
T.  B.  Paris,  1814,  1  vol.  8^ 

Escrito  por  T.  B.  Desmaulants,  según  La  France  Litte- 
taire  de  Quérard. 

445.— Ta6/eai7  de  Cayenne  oa  de  la  Gaiane  franqaise,  con- 
tenant  des  renseignemtnt  exacts  sur  son  climat, 
ses  prodactions,  les  natureis  da  pays,  les  diffé- 
rants  ressources  que  Pon  y  trouve.  Paris,  1799, 
1  vol.  8.^ 


518  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOí>RÁFICOS 

Por  el  vizconde  Galard  Terraube,  que  hizo  tres  viajes 
a  la  Guayana  francesa  para  rectificar  las  cartas  marinas,  i 
que  conoció  perfectamente  ese  pais. 

446. — Tableau  de  la  Grande  Bretrgne,  de  Vlrlande  et  des 
possessions  anglaises  dans  les  quatre  parties  du 
monde.  Paris,  1800,  4  vols.  8^ 

Por  Alexandre  B.  T.  barón  de  Baert,  escritor  francés, 
muerto  en  1825.  Esta  obra  contiene  muchas  noticias  so- 
bre las  colonias  inglesas  i  francesas  en  América. 

4<4,7.— Tablean  (Le)  de  rile  de  Tabago,  ou  de  la  Noavelle 
Oualchre,  Pune  des  isles  Antilles  de  TAmérique.  Ley- 
de,  1665,  1  Yol.  12^ 

Por  Charles  de  Rochefort.  Reimpresa  el  año  siguiente 
en  Paris  con  el  apellido  del  autor.   Véase  el  núm.  232. 

448.— Ta/es  and  sketches.   By  a  countrj  school  master^ 
New  York,  1829,  1  voí.  12^ 
Cuentos  de  lectura  popular  por  William  Leggett. 

449. — Travels  throvgh  the  interior  parts  oí  America.  In  a 
series  of  letters.  By  an  officer.  London,  1789,  2 
vols.  8^  con  mapas  i  láminas. 

Este  libro,  aunque  de  escaso  mérito,  i  en  parte  un  simple 
plajio  de  la  relación  de  la  campaña  del  jeneral  Burgoyne,  a 
cuyas  órdenes  sirvió  el  autor,  fué  reimpreso  en  1790  i  1792, 
dos  veces  traducido  al  francés,  i  una  al  alemán.  La  terce- 
ra edición  inglesa  lleva  el  nombre  del  autor,  Thomas  Am- 
BUREY,  oficial  ingles  que  hizo  la  guerra  contra  los  norte- 
americanos. Su  relación  tiene  todo  el  sello  de  las  pasiones 
de  la  lucha. 

450.— Tr/p  {A)  to  México;  or  recoUections  of  a   ten-mon- 
ths^ramble  in  1849-50.   By  a  barrister.    London,. 
1851,  1  vol.  8*? 
Escrito  por  Forres,  abogado  ingles. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  519 

451. — Trois  lettres  addre'íses  a  Messieurs  les  réJacteurs  du 
Courriet  des  Pays-Bas.    París,  1829,  8^    " 

Opúsculo  referente  a  la  guerra  de  la  independencia  de  la 
América  española,  por  don  Manuel  Eduardo  de  Gorostiza, 
escritor  i  poeta  mejicano,  i  cónsul  jeneral  de  Méjico  en  Pa- 
rís en  esa  época. 

4<52.— Universal  History  hj  Peter  Parley.  New  York,  1850, 
2  vols.  12.° 

Por  Samuel  Griswold  Goodrich,  fecundo  escritor  norte- 
americano, autor  de  una  larga  serie  de  libros  elementales 
de  historia,  de  jeografía,  de  biografía  i  de  ciencia,  publica- 
dos bajo  el  seudónimo  de  Peter  Parley.  Esta  indicación 
nos  ahorra  de  hacer  la  larga  lista  de  esas  publicaciones. 
Debe  advertirse,  sin  embargo,  que,  a  causa  de  la  populari- 
dad de  estas  obras,  se  ha  revestido  con  el  mismo  seudóni- 
mo a  algunos  escritos  que  no  son  de  Goodrich.  El  catálogo 
completo  de  las  obras  de  éste  se  halla  en  Allibone,  Dic- 
tionary  ofauthors. 

4^0^.— Venid  a  {La)   del  Mesías  en  gloria  y  majestad.   Por 
Juan  Josafat  Ben-Ezra.   Paris,  1825,  5  vols.  8^ 

Parece  inútil  decir  que  esta  es  la  obra  del  jesuita  chileno 
Manuel  Lacünza,  i  mucho  mas  anotar  su  libro  como 
anónimo  cuando  hai  ediciones  que  llevan  su  nombre  i  has- 
ta su  retrato.  Sin  embargo,  es  frecuente  hallar  bibliogra- 
fías en  que  se  vé  que  sus  autores  desconocieron  el  nombre 
de  Lacunza.  Véase,  por  ejemplo,  t\  Diccionario  jeneral  de 
bibliografía  española  por  don  Dionisio  Hidalgo,  tomo  III, 
páj.  457. 

La  Nouvelle  biographie  genérale,  tomo  XVÍ,  páj.  887, 
trae  un  pequeño  artículo  sobre  Juan  Josafat  Ben  Ezra,  en 
que  dice  lo  que  sigue:  "Seudónimo  del  autor  desconocido 
de  La  Venida  del  Mesías.  Se  cree  que  este  autor  era  ame- 
ricano, i  que  vivia  a  mediados  del  siglo  XVIII  "  Sin  em- 
bargo, en  el  tomo  XXVIIÍ,  páj.  626  de  la  misma  obra,  hai 
un  artículo  sobre  don  Manuel  Lacunza  en  que  se  le  señala 
como  autor  de  aquel  libro  i  se  hace  un  análisis  de  éste, 
contradicción  natural  en  las  obras  trabajadas  con  la  cola- 
boración de  muchas  personas. 


520  ESTUDIOS    HISTORICO-BIBLIOGRÁFICOS 

454. — Verdad  {La)  desnuda,  periódico  político  i  literario. 
Guayaquil,  1839-1840,  2  vols.  8*? 

Este  periódico,  comenzado  a  publicar  el  1^  de  junio  de 
1839  i  terminado  el  21  de  mayo  de  1840,  consta  de  28  nú- 
meros de  16  pajinas,  divididos  en  dos  tomos  con  su  índice 
respectivo.  Mas  que  simple  periódico,  debe  considerar- 
se como  una  importante  colección  de  documentos  i  no- 
ticias sobre  la  Confederación  Perú-Boliviana  (1836-1839) 
del  mas  alto  interés  para  la  historia  de  esa  administración 
i  de  la  guerra  que  le  puso  término.  Su  autor  fué  don  Anto- 
nio José  de  Irisarki.  Véase  este  nombre  en  el  índice  alfa- 
bético de  autores. 

455. —  Verloren  Arbeyt  ofte  klaar  en  korthondigh  ver- 
toogh  van  in  de  Lantstreeke  Guyana  aan  de  vas- 
te kuste  van  Amerika  op  de  river  Wiapoca  gelegen 
colonie,  Atnsterdam,  1678,  1  vol.  4*^ 

Clara  i  concisa  relación  de  la  colonia  situada  en  el  río 
Wiapoca  en  Guayana,  -en  la  costa  de  América.  Escrito  su- 
mamente raro,  e  interesante  para  la  historia  de  las  colo- 
nias holandesas  en  Gua^-ana.  Su  autor  fué  Gerardus  de 
Myst. 

456. —  Viajero  Universal  (El),  o  noticia  deVmundo  antiguo 
i  nuevo.  Obra  compuesta  en  francés  por  Mr.  de 
Laporte,  i  traducida  al  castellano,  correjido  el  ori- 
jinal,  e  ilustrado  con  notas.  Por  D.  P.  E.  P.  Ma- 
drid, 1795-1801,43  vols.  8*? 

El  verdadero  autor  de  este  libro  es  don  Pedro  Estala, 
.  presbítero,  traductor  en  verso  del  Hdipo  de  Sófocles  i  del 
Pluto  de  Aristófanes.  Fué  protejido  del  príncipe  de  la  Paz, 
quien  le  dedica  recuerdos  favorables  en  sus  Memorias,  se- 
ñalando sus  obras  literarias  (tomo  II,  pajina  266).  Don 
Leopoldo  Augusto  de  Cueto,  en  la  páj.  CXVII,  de  su  exce- 
lente Bosquejo  histórico  critico  de  la  poesía  castellana  en 
el  siglo  XVIII,  puesto  como  introducción  al  tomo  61  de 
la  Biblioteca  de  autores  españoles  de  Rivadeneira,  ha  dado 
una  noticia  biográfica  del  presbítero  Estala. 

Los  seis  primeros  tomos  son   traducidos  del  francés 
Desde  el  7^  para  adelante,  la  obra  se  titula:  El  viajero  uni- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  521 

versal  o  noticias  del  mundo  antiguo  i  nuevo.  Obra  recopi- 
lada de  los  mejores  viajeros,  por  D.  F.  E.  P.  En  esta  par- 
te, Estala  ha  aprovechado  largamente  los  escritos  espa- 
ñoles de  mediados  i  de  fines  del  siglo  pasado,  particular- 
mente los  de  algunos  jesuitas  contemporáneos  de  la  espul- 
sion.  La  sección  relativa  a  Chile,  que  comienza  en  el  tomo 
XIV  i  ocupa  todo  el  tomo  XV,  es  casi  una  trascripción 
completa  del  abate  Molina. 

Habiéndose  reimpreso  el  primer  tomo  de  esta  obra  en 
1796,  algunos  bibliógrafos  (i  entre  ellos  Salva)  la  dan 
equivocadamente  por  publicada  en  los  años  1796—1801. 

Las  láminas  que  acompañan  a  algunos  ejemplares  son 
de  otra  obm  Colección  jeneral  de  trajes  que  usan  las  na- 
ciones del  mundo  descubierto,  publicada  en  España  en 
esos  años  en  6  vols  en  8*=* 

Sobre  la  popularidad  de  que  gozó  la  obra  de  Estala, 
véase  lo  que  dice  el  príncipe  de  la  Paz  en  la  pajina  citada, 
nota. 

Los  Annales  de  voyages,  tomo  XVI,  pájs.  27—102  i  14?5 
163,  publicaron  una  traducción  francesa  por  M.  P.  (Pisa) 
de  la  parte  correspondiente  a  las  costumbres  de  los  arau- 
canos, la  que,  sin  sospecharlo  el  traductor,  ha  sido  toma- 
da de  Molina,  como  dijimos. 

457.—  Viajes  de  Enrique  Wanton  a  las  tierras  incógnitas 
australes  i  al  pais  de  las  Monas;  en  donde  se  es- 
presan las  costumbres,  carácter,  ciencias  i  policía  de 
estos  estraordinarios  habitantes.  Traducidos  del 
ingles  al  italiano  i  de  éste  al  español  por  D.  Joa- 
quín de  Guzman  i  Manrique.  Con  láminas.  Ma- 
drid, 1778,  2  Yols.  en  4^  menor. — Reimpresos  en  la 
misma  ciudad  i  completados  en  1781-1785,  en  4 
vols.  4°  menor. 

Este  libro  no  tiene  nada  de  americano;  i  sólo  se  le  ha 
dado  cabida  en  estas  notas  para  desvanecer  un  error  bi- 
bliográfico. 

Don  Pablo  Herrera,  erudito  autor  de  un  Ensayo  sobre 
la  historia  de  la  literatura  ecuatoriana,  publicado  en  Qui- 
to, hablando  de  don  Ignacio  Flores,  natural  de  Latacun- 
ga,  profesor  en  el  colejio  de  nobles  de  Madrid,  i  mas  tarde 
presidente  de  Charcas,  añade  lo   siguiente  en  la  páj.  111: 


522  MSTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

"'Se  dice  que  entonces  ( hallándose  en  Madrid)  escribió  la 
injeniosa  novela  titulada  Viajes  de  Enrique  Wanton,  etc. 
que  contiene  una  delicada  sátira  contra  las  costumbres  i 
policía  de  Inglaterra,  Francia  i  España.  No  existe,  es  ver- 
dad, un  comprobante  que  acredite  que  Flores  hubiese  sido 
el  autor;  pero  esta  es  la  creencia  de  nuestros  literatos  des- 
de que  ella  se  publicó,  esto  es,  desde  fines  del  siglo  pa- 
sado." 

Don  Pedro  Moncayo,  analizando  la  obra  de  Herrera, 
dice  en  la  páj.  466  del  tomo  V  de  la  Revista  del  Paciñco  \o 
que  sigue:  "No  queremos  hablar  de  una  producción  pican- 
te e  injeniosa  {Los  viajes  de  E.  Wanton)  atribuida  a  don 
Ignacio  Flores,  porque  no  tenemos  bastantes  datos  para 
sostener  tal  aserción." 

Vamos  a  hacer  en  pocas  palabras  la  historia  de  este  li- 
bro para  desterrar  todas  las  dudas,  que  hemos  visto  con- 
signadas ademas  por  otros  bibliógrafos. 

El  libro  de  que  se  trata  es  realmente  de  oríjen  italiano. 
Fué  publicado  en  Venecia  en  1764,  con  el  título  de  Viaggi 
di  En  rico  Wanton  ai  regni  delle  seimie  e  dei  cinocefali,  4* 
vol,  en  8°  con  láminas.  Es  considerado  por  los  críticos  la 
primera  novela  italiana  del  jénero  filosófico,  imitación  en 
la  forma  del  célebre  libro  de  Swift,  i  como  él,  crítica  inje- 
niosa de  las  costumbres,  de  los  sabios  i  de  los  médicos  de 
su  tiempo.  Su  autor  fué  un  escritor  veneciano,  hijo  de 
padres  armenios,  Zacarías  Seriman  (1708  1784).  Parece 
que  después  de  la  publicación  de  los  dos  primeros  volúme- 
nes, la  obra  fué  suspendida  por  la  autoridad  por  haberse 
conocido  que  no  era  la  traducción  de  una  obra  inglesa  sino 
una  sátira  orijinal  de  muchas  instituciones  i  de  personajes 
conocidos;  i  que  a  consecuencia  de  esto,  los  dos  últimos 
tomos  se  publicaron  bajo  el  anónimo  i  dando  a  Berna  por 
lugar  de  impresión.  La  edición  que  conozco  es  la  de  Vene- 
cia, 1824-1826,  6  vols  en  12^,  i  ésta  lleva  el  nombre  de  Se- 
riman. 

Un  abogado  español,  llamado  don  Gutierre  Joaquin 
Vaca  de  Guzman  i  Manrique,  que  después  fué  oidor  de  la 
audiencia  de  Granada,  tradujo  al  español  los  dos  primeros 
tomos,  i  los  firmó  con  su  nombre  abreviado,  Joaquin  de 
Guzman  i  Manrique,  lo  que  ha  podido  dar  oríjen  a  que  se 
crea  que  es  obra  anónima;  pero  las  iniciales  con  que  firma 
los  prólogos  no  deja  lugar  a  duda  sobre  la  identidad  de  la 
persona. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  523 

Alentado  con  el  éxito  de  la  obra,  se  determinó  a  darle 
fin  con  una  conclusión  orijinal  suya;  i  éste  fué  el  orijen  de 
la  segunda  edición  en  4  tomos,  hecha  en  1781  -1784.  En  la 
advertencia  o  prólogo  del  tercer  tomo,  firma  como  autor 
de  la  continuación  Rireguet  (anagrama  de  Gutierre)  Boi- 
cocepalo   cabeza  de  vaca,  en  griego). 

Después  de  esta  esposicion,  no  se  puede  poner  en  duda 
que  el  autor  de  este  libro  no  es  el  escritor  quiteño  don  Ig- 
nacio Flores.  Pero  a  mayor  abundamiento  vamos  a  citar 
la  opinión  irrecusable  de  un  contemporáneo  mui  conocedor 
de  la  literatura  española  de  ese  siglo.  Don  Juan  Sempere  i 
Guarínos  en  su  Ensayo  de  una  biblioteca  de  escritores  del 
reinado  de  Carlos  III,  dice  espresamente  en  el  tomo  VI, 
páj.  112,  que  el  autor  del  libro  español  (cuya  primera  mi- 
tad es  traducción  del  italiano)  fué  don  Gutierre  Joaquín 
Vaca  de  Guzman  i  Manrique. 

El  nombre  de  este  escritor  es  conocido  ademas  en  la 
bibliografía  por  ser  autor  de  otra  obra  publicada  en  Gra- 
nada en  1779,  i  por  ser  hermano  de  un  poeta  de  cierta 
•  distinción.  Véase  D.  L.  A.  de  Cueto,  páj.  148,  de  la  estensa 
introducción  puesta  al  tomo  61  de  la  Biblioteca  de  auto- 
res españoles  de  Rivadeneira. 

458. — Viajes  de  arden  suprema,  por  Fidel.  Año  de  1853, 
54  i  55.   Méjico,  1855,  1  vol.  4^ 

Por  don  Guillermo  Prieto,  poeta  i  economista  me- 
jicano. 

459.— We  de  Grégoire  López  dans  la  Nouvelle  Espagne, 
por  Fran9ois  Sossa.  Traduite  nouvellement  en 
fran9ais  por  un  pére  de  la  Compagnie  de  Jésus.  Pa- 
rís, 1644,  1  vol.  12^ 

El  traductor  es  el  padre  Louis  Conard,  jesuíta  francés 
(1592-1648),  muerto  en  las  Antillas. 

460. —  Vie  da  venerable  don  Jean  de  Pala  fox,  evéque  c/' 
AngéíopoUs,  et  ensuite  evéque  d^Osme,  dediée  á  sa 
majesté  catholique.  Cologne,  1767,  1  vol.   8.*^ 

Muchos  ejemplares  tienen  una  portada  con  fecha  1772. 
Es  la  historia  del  célebre  obispo  de  Puebla,  don  Juan  de 


524  ESTUDIOS  HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Palafox  i  Mendoza,  i  de  sus  famosas  querellas  con  los  jesuí- 
tas. Esta  obra  fué  escrita  primitivamente  por  el  jesuita 
francés  Fierre  Champion,  i  comenzó  a  publicarse  en  1688. 
Sólo  se  imprimieron  siete  pliegos,  i  la  publicación  fué  inte- 
rrumpida por  cuanto  el  padre  Champion  se  pronunciaba 
en  favor  del  obispo  i  en  contra  de  sus  hermanos  en  relijion. 

El  doctor  Arnaud  se  sirvió  de  esos  siete  pliegos  impre- 
sos para  la  historia  del  obispo  Palafoux,  que  forma  el  4^^ 
tomo  de  la  Morale  pr^tique  des  Jesuites. 

En  1767,  el  abate  Joseph  Antoine  Tossaint  Dinouart, 
en  posesión  del  manuscrito  orijinal  del  P.  Champion,  que 
existia  en  la  biblioteca  de  los  jesuitas  de  Paris,  escribió 
este  libro  modificando  el  estilo  del  antiguo  manuscrito,  i 
utilizando  ampliamente  la  obra  del  doctor  Arnaud  e 
insertando  algunos  documentos  interesantes. 

Este  libro  no  posee  un  gran  mérito  literario,  i  no  es  mas 
que  una  revisión  modificada  de  una  obra  anterior.  Pero  es 
útil  para  conocer  la  historia  de  las  famosas  querellas  que 
han  dado  tanta  celebridad  a  este  obispo,  i  que  han  impe- 
dido su  canonización. 

461. — Vie  {la),  les  aventures,  et  le  voyage  de  Groenland 
diíRév.  P,  Cordelier  Fierre  de  Mesange.  A  veo  una 
relation  bien  circunstanciée  de  V origine,  de  Thistoi- 
re,  des  moeurs  et  du  paradis  des  hahitants  du  PóJe 
Artigue.   Amsterdam,  1720,  2  vols.  12.° 

Aunque  algunos  bibliógrafos  han  clasificado  este  libro 
entre  las  obras  descriptivas  sobre  la  América,  es  simple- 
mente un  viaje  imajinario  escrito  por  Simón  Tyssot  de 
Patot,  profesor  de  matemáticas  en  Deventer  (Holanda)  i 
autor  de  poesías  i  de  otras  obras  de  imajinacion. 

462. —  View  ofthe  valley  oí  Mississipi;  or  the  emigrantes 
and  traveller\s  guide  on  the  west.  Philadelphia, 
1834,  1  vol.  S*?.  Con  15  mapas. 

Por  el  capitán  Richard  Bache,  con  cujas  iniciales  está 
firmado  el  prólogo.  Véase  el  núm.  358, 

4^Q^.—Visit  \^A)  to  the  falls  of  Niágara  in  Í800.  London, 
1826,  1  vol.  8.° 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  5'25 


Relación  de  un  viaje  a  los  Estados  Unidos,  por  John 
Maude,  escritor  ingles,  formada  por  las  notas  de  su  libro 
de  memorias,  sin  orden  i  sin  consideraciones  jenerales. 


464 Voyage  a  ía  Guiane  et  á  Cayenne,   fait  en  1789  et 

annés  suivantes,   par   L.    M.   B.,   armateur.  Paris, 
1788,  1  vol.  8^ 

FA  autor  de  este  libro  es  Fierre  J.  B.  Nougaret,  fecundo 
escritor  francés,  muerto  en  1823.  Es  un  viaje  supuesto, 
destinado  a  suministrar  noticias  acerca  de  la  Guaj^ana 
francesa  para  el  uso  de  los  emigrantes  i  trasportados.  El 
libro  no  tiene  la  forma  de  la  relación  de  un  viajero  sino  de 
una  descripción  histórica  i  Jeográfica  del  pais,  formada  so- 
bre las  noticias  que  se  hallan  ordinariamente  enlosjeó- 
grafos  i  viajeros.  Nougaret  no  habia  estado  nunca  en  la 
Guayana,  i  no  hace  mas  que  estractar  lo  que  encontraba 
en  los  libros  que  habia  consultado. 

Al  reverso  de  la  ante-portada  se  leen  estas  palabras:  ije 
poursuivrai  le  contre  facteur,  L.  Prudhommen.  M.  Víctor 
Nouvion,  en  la  bibliografía  de  la  Guayana  que  acompaña 
a  sus  ^'Extraits  des  auteurs  et  voyageurs  qui  ont  écrit  sur 
la  Guyane^\  lo  cataloga  equivocadamente  bajo  el  núm.  193 
con  el  nombre  de  Prudhomme  como  autor. 

465. —  Voy  age  á  la  Louisiane,  et  sur  le  continent  de  PAmé- 
rique  septentrionales  fait  dans  les  annés  1794  á 
1798,  par  B***  D***.  Paris,  1802,  1  vol.  8*? 

El  autor  de  este  libro  es  Louis  Narcisse  Baudry  des  Lo- 
ziÉRES,  como  él  mismo  lo  declara  en  su  ^^Second  voyage 
a  la  Louisiana,  faisant  suite  au  premier^\  Paris,  1803, 
2  vols.  8*^  En  la  dedicatoria  de  esta  segunda  obra  hai  bas- 
tantes noticias  biográficas  del  autor.  Abogado  i  cultiva- 
dor en  Santo  Domingo,  sirvió  en  el  ejército  francés  contra 
la  insurrección  de  los  negros;  i  triunfante  ésta  se  estableció 
en  la  Luisiana.  Vuelto  a  Francia  en  1802,  fué  historiógra- 
fo de  marina,  publicó  diversas  obras  i  murió  en  Paris  en 
1841  a  la  edad  de  ochenta  años. 

Las  dos  obras  que  hemos  citado  son  importantes  por  el 
gran  caudal  de  noticias  jeográficas  e  históricas  que  con- 
tienen acerca  de  la  Luisiana. 


526  ESTUDIOS    HISTORICO-BIBLIOGRÁFICOS 

4í66. —  Voyage  á  Ja  Martinique,  contenant  diverses  obser- 
vations  sur  la  physique,  Phistoire  naturelle,  etc., 
faites  en  1751  et  années  suivantes.   París,   1763,  1 

YOl.  4^ 

Relación  muí  estimada,  leida  en  1761  en  la  academia  de 
ciencias  de  Paris,  de  que  el  autor,  Jean  B.  Thibault  de 
Chanvalon,  era  miembro  correspondiente. 

4^67 .—Voy age  a  la  mer  du  Sud,  fait  par  quelques  offíciers 
cotnmandans  le  vaisseau  le  Wager.  Pour  faire  suite 
aux  Voy  ages  de  Georges  Ansoti.  Traduit  de  Tangíais. 
Lyon,1756,  1  vol.  4^ 

Existe  ademas  de  este  libro  otra  edición  hecha  el  mismo 
año  en  Lyon  en  1  vol.  en  12°  Estaban  destinadas  a  com- 
pletar las  dos  ediciones  francesas  de  los  viajes  de  Anson. 
No  es  una.  traducción  del  ingles,  sino  una  abreviación  de 
cuatro  relaciones  inglesas  publicada  poco  antes  por  los 
oficiales  del  Wager,  naufragado  en  las  costas  occidenta- 
les de  la  Patagonia.  Después  de  los  acontecimientos  mas 
dramáticos,  los  náufragos  se  dispersaron  por  diversos  la- 
dos i  algunos  de  ellos  volvieron  a  Europa.  Las  cuatro  re- 
laciones, a  las  cuales  habria  que  agregar  la  del  almirante 
Bjron,  que  sólo  se  publicó  en  1768,  i  que  por  tanto  no 
pudo  conocer  el  abreviador  francés,  se  completan  unas  a 
otras. 

La  relación  que  motiva  esta  nota,  resumen,  como  he- 
mos dicho,  de  cuatro  relaciones  inglesas,  fué  escrita  por  el 
abate  Rivers,  i  revisada  por  el  abate  Mac.  Antoine  Lau- 
gier,  que  gozaba  en  esa  época  de  una  alta  posición  litera- 
ria en  Lyon. 

468. — Voyage  a  travers  T Amérique  du  Sud  de  TOcéan 
Pacifique  a  YOcéan  Atlantique,  par  Paul  Marcoy. 
Ilustré  de  626  vues  par  E.  Rion,  et  acompagné  de 
20  cartes.  Paris,  1869,  2  vols.  4*^ 

Libro  hermoso  por  su  edición  i  por  sus  grabados,  pero 
de  escaso  valor  científico  i  jeográfico  i  sembrado  de  ficcio- 
nes como  narración  de  viajes.  La  imajinacion  en  el  testo  i 
en  los  dibujos,  desempeña  mas  papel  que  la  seriedad  de  los 
estudios.  El  nombre  de  Paul  Marcoy  que  aparece  al  frente 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  527 


de  este  libro  es  simplemente  un  seudónimo.  Su  verdadero 
nombre  es  Laurent  Sain-Cricq,  escritor  francés  que  viajó 
en  esos  países  como  asociado  a  la  célebre  espedicion  de 
Castelnau.  La  mayor  parte  de  los  grabados  de  sus  libros 
son  dibujados  sobre  las  acuarelas  pintadas  por  el  autor. 

Esta  relación  fué  publicada  primero  en  la  revista  de  via- 
jes titulada  Le  tovr  du  monde,  donde  el  autor  dio  a  luz  en 
1872  otros  estudios  de  viajes.  Véase  su  nombre  en  la  lista 
alfabética  de  autores. 


469. — Voyage  en  Chili,  au  Pérou  et  au  Mexiqae  pendant 
les  années  1820,  1821  et  1822,  par  le  capitaine  B 
(asil)  Hall,  officier  de  la  marine  royale;  entrepris 
par  ordre  du  gouvernement  anglais.  Orné  de  la 
carte  de  ees  pays.  Paris,  1825,  2  vols.  8*^ 

Esta  traducción  fué  dirijida  i  revisada  por  Tvouis  Satur- 
nin  Brissot-Tliivars,  librero  de  Paris,  i  ejecutada  por  uno 
de  sus  dependientes  apellidado  Leroy.  Brisot  Thivars  ha 
firmado  con  sus  iniciales  la  nota  preliminar  del  editor. 

La  librería  Arthus  Bertrand,  que  dio  a  luz  esta  primera 
edición,  publicó  una  segunda  en  1834.  En  1835,  esta  tra- 
ducción fué  reimpresa  en  La  Haya,  en  2  vols.  8^ 

De  esta  obra,  justamente  estimada,  existen  ocho  edicio- 
nes inglesas,  tres  de  ellas  hechas  en  el  solo  año  de  1824,  i 
una  traducción  alemana. 

470. —  Voy  age  au  póle  Arctique,  dans  la  baie  de  Baítin; 
fait  en  1878  par  le  capitaine  Ross  et  ¡ieutenant 
Parry.  Paris,  1819,  1  vol.  8*^ 

Traducido  del  ingles  por  J.  B.  Defaucompret.  Véase  el 
núm.  194. 

4í71.— Voy  age  autour  du  monde,  fait  dans  les  années  1740, 
41,  42,  43  et  45  par  George  Anson.  Orné  de  cartes 
et  de  figures  en  taille  douce.  Traduit  de  Tangíais. 
Attisterdam,  1749,  1  vol.  4- 

Traducción  francesa  de  la  obra  anotada  bajo  el  numero 
492.  Traducida  por  Elie  de  Joncoürt,  fecundo  escritor 
francés  nacido  en  Holanda.  Este    libro  ha  sido   reimpreso 


528  ESTUDIOS   HISTÓmCO-BIBLIOGRÁFICOS 

muchas  veces.  El  abate  de  Gua  de  Malves  revisó  la  traduc- 
ción para  la  edición  de  París,  1750,4  vols.  12*^ 

472. — Voyoge  autour  du  monde,  íait  en  1764  et  1765,  sur 
le  vaisseau  de  guerre  Le  Dauphin,  commandé  par 
le  chef  d'escadre  Byron;  dans  lequel  on  trouve  une 
notice  exHCte  du  détroit  de  MageUan,  et  des  géans 
appellés  Patagons.  Traduit  de  Tangíais  parM.R*'^^*. 
París,  1767,  1  vol.  12^ 

Traducido  por  J.  B.  Ant.  Suard,  célebre  literato  francés, 
muerto  en  1817,  traductor  de  los  viajes  de  Cook  i  de  las 
obras  mas  importantes  del  historiador  Robertson. 

473. — Voyage  autour  du  monde,  par  la  frégate  du  roi  La 
Boudeuse,  et  la  flúte  UEtoile,  en  1768  et  1769.  Pa- 
rís, 1771,  1  vol.  4*? 

Reimpreso  con  algunas  adiciones  en  1772,  en  3  vols.  8^ 
Esta  es  la  relación  del  célebre  viaje  de  L.  de  BougainliIvIvE, 
que  firma  la  dedicatoria  a  Luis  XV. 

4^7 4^. —Voyage  chez  les  peuples  sauvages,  ou  Vhomme  de  la 
n  ature;  histoire  mor  ale  des  peuples  sauvages  des 
deux  continents  et  desnaturéis  des  íles  de  la  nier  du 
Sud,  par  F.  Babié;  d'aprés  les  Mémoires  du  cítoyen 
R...  París,  1801,  3  vols.  8^^ 

Reimpreso  en  1803  en  3  volúmenes  í  con  láminas,  como 
la  primera  edición.  Es  la  obra  del  abate  Geróme  Richard, 
erudito  i  naturalista  distinguido,  miembro  del  Instituto 
de  Francia  en  la  sección  de  zoolojía. 

4:75.— Voyage  dans  rAmérique  Méridionale,    a  Vinterieur 
de  la   Cote-Ferme,   et  aux  iles  de  Cuba  et  aeja- 
maique  depuis  1808  jusqu' en  1819,  par  Julien  M***, 
Agen,  1823,  1  vol.  8^ 


NOTAS    PARA   UNA    BIBLIOGRAFÍA  5*29 

Hai  una  segunda  edición  hecha  en  París  en  1824.  Algu- 
nos ejemplares  tienen  un  nuevo  título  en  que  se  lee  el  nom- 
bre del  autor.  Por  lo  demás,  basta  recorrer  el  libro  para 
hallar  ese  nombre  en  muchas  de  sus  pajinas. 

Era  éste  un  negociante  francés  llamado  Jullien  Mellet, 
que  recorrió  una  parte  de  la  América  del  Sur,  Montevideo, 
el  Paraguai,  las  provincias  arjentinas,  Chile,  el  Perú,  Gua- 
yaquil, Quito,  Nueva  Granada,  Jamaica  i  Cuba.  Aunque 
observador  poco  atento,  i  al  parecer  de  mui  escasa  instruc- 
ción, ha  consignado  algunas  noticias  útiles  para  la  historia 
de  la  revolución  hispano  americana.  Con  frecuencia,  el  lec- 
tor americano  tiene  que  hacer  un  esfuerzo  para  interpretar 
los  nombres  propios,  que  están  allí  horriblemente  estropea- 
dos. Nos  bastará  citar  un  ejemplo.  En  la  páj.  111  el  almi- 
rante arjentino  don  Guillermo  Brown  es  llamado  Miguel 
Bruno. 

476. —  Voy  age  dans  V  Amérique  méridionaíey  commengant 
par  Buenos  Ayres  et  Potosí  jiisqa'  á  Lima.  Par 
Ant.  Zacarie  Helms.  Traduit  de  rauglais  par  M.  B. 
B.  de  Y.   París,  1852,  1  vol.  8^ 

El  viaje  de  Ilelms,  célebre  mineralojista  alemán  que  resi- 
dió en  América  a  fines  del  siglo  pasado,  fué  publicado  en 
ese  idioma. en  tVesde  en  1798.  En  1806  fué  traducido  al  in- 
gles, abreviad(>,  e  impreso  en  Londres  con  un  apéndice  que 
contiene  otras  loticias  de  esos  paises  tomadas  de  Alcedo  i 
de  Ulloa.  La  Yer¿.ion  francesa,  hecha  sobreestá  traducción, 
fué  ejecutada  por  Bertrand  Barere  de  Yieuzac,  fecundo  es- 
critor '.  traductor  francés. 

4:11.— Voy  a;^'.  dans  la  Han  te  Pennsylvanie  et  dans  Vétat 
de  Nj  ^  York,  par  un  membre  adoptif  de  la  nation 
Oneic'a.  Traduit  et  publié  par  l'auteur  des  '^Lettres 

d^un  'ultivateur  américain^\  Paris,  1801,  3  vols.  8° 
Obra  interesante  por  los  detalles  que  contiene  sobre  los 
indíjei  as  de  la  América  del  Norte.    Escrita  en  francés  por 
J.  Héctor  Saint  John  Crevecoeur,  antiguo  cónsul  de  Fran- 
cia en  Nueva  York,  muerto  en  1813. 

478.— í'uj     ,?  dans  íes   Etats-Unis  de  V Amérique  fait  en 
178-t,   conten  ant  une  descript'ion   de  sa   situation 
To:\i()  VI  o4 


530  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

présente,  de  sa  popalation,  agrictilture,  commerce, 
coutumes  et  nioeurs  de  ses  hahitants;  des  nations 
indiennes,  avec  quelques  anecdotes  sur plasieurs 
wembres  da  congrés  et  ofñciers  généraux.  Traáuit 
de  Tangíais  de  J.  F.  D.  Smith  par  M.  de  B...  Paris, 
1791,  2  vols.  8*? 

En  el  título  de  esta  traducción  hai  un  error.  El  viaje  de 
Smith  no  fué  hecho  en  1784  sino  en  los  años  anteriores. 
Ese  año  fué  impreso  en  Londres.  El  traductor  fué  el  vizcon- 
de L.  de  Barentin  de  Montchal,  escritor  francés,  muerto 
en  1824. 

4>79. "  Voy  a  fy^es  dans  les  parties  intérieures  de  FAmérique 
pendant  le  cours  de  la  derniére  gaerre,  par  un  offi- 
cier  de  Taniiée  royale.  Traduit  de  Tangíais.  Paris, 
1790,  2  vols.  8"? 

Traducción  anónima  de  la  obra  anónima  de  Thomas 
Amburey  (V.el  núm.  449)  hecha  por  P.  L.  Lebas,  traductor 
de  muchas  otras  obras  inglesas.  Existe  ademas  otra  tra- 
ducción francesa  de  este  libro  con  el  nombre  del  traductor 
Noel,  i  con  el  título  de  ^^fouriml  d'un  voyage  íait  dans  Vin- 
terieur  de  V Amérique  septentrionales^  París  1793,  que 
tampoco  dá  el  nombre  del  autor. 

480. — Voyage  dans  les  parties  intérieures  de  V Amérique 
septentrionales  pendant  les  années  1766,  67 et  68, 
(par  John  Carver).  Traduit  sur  la  troisiéme  édition 
anglaise  par  M.  de  C...  avec  de  remarques  et  quel- 
ques additions  du  traductcur.  Paris,  1784, 1  vol.  8^ 

Libro  importante  sobre  los  indíjenas  i  las  lenguas  de  la 
América  septentrional.  El  traductor  francés  es  Jean  Etien- 
ne  MoNTUCLA,  sabio  ilustre,  autor  de  una  famosa  historia 
de  las  matemáticas,  i  conocedor  de  algunas  rejiones  de 
A  nérica  donde  habla  viajado  como  secretario  del  goberna- 
dor de  Cayena,  i  como  astrónomo. 

A'Sl.  —Voyage  de  i' Amérique,  contenant  ce  qui  s^est  passé 
de  plus  remarquable  dans  F Amérique  septentriona- 
le,  depuis  1534jusqu^  á  presen L  Amsterdam,  1723, 
4  vols,  12" 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  531 

En  1722  se  publicó  en  París,  con  el  título  de  ^'Histoire 
de  r Atnérique  Septentrionale''  una  obra  referente  al  Cana- 
dá por  Bac^uerie  de  la  Poterie,  natural  de  la  Guadalu- 
pe, historia  de  escasa  investigación  i  de  pobre  literatura, 
cuyo  mérito  consiste  en  lo  que  el  autor  cuenta  como  testi- 
go. El  viaje  anónimo  a  que  se  refiere  esta  nota  es  el  mismo 
libro,  i  la  misma  edición,  a  la  cual  se  le  ha  cambiado  sólo  la 
portada. 

Algunos  bibliógrafos  mui  distinguidos,  i  entre  ellos  Meu- 
sel,  en  el  tomo  tercero  de  su  ^'Biblioteca  histórica.'^  se  han 
dejado  engañar  por  la  diversidad  de  títulos,  i  han  señala- 
do la  misma  obra  de  Bacquerie  de  la  Poterie  como  dos  li- 
bros diferentes. 

482. — Voy  age  de  découvertes,  a  Vocean  Paciñque  du  nord, 
et  autour  du  monde;  dans  lequel  la  cote  nord- 
oiiest  de  V Amérique  a  été  relevée;  ordonné  par  le 
roi  d^Angleterre,  pour  constater  s'/7  existe  un  pas- 
sage  de  Vocean  Paciñque  du  nord  á  Vocean  Atlanti- 
que  septentrional,  executé  en  1790  a  1795  par  le 
capitain  Vancouver.  Traduit  de  Tangíais.  Paris, 
1799  1800,  3  vols.  4*^,  et  un  Atlas  in  folio. 

Magnífica  edición  de  una  obra  notable.  Los  traducto- 
res franceses  fueron  J.  Nicolás  Demeunihr,  escritor  i  polí- 
tico francés,  muerto  en  1814,  i  el  abate  André  Murellet, 
fecundo  escritor  francés,  muerto  en  1819,  economista,  fi- 
lósofo i  crítico,  i  autor  de  un  gran  número  de  traducciones 
de  obras  inglesas. 

Existe  otra  traducción  francesa  de  la  obra  de  Vancou- 
ver, publicada  con  el  nombre  del  traductor  P.  F.  Henry. 
Paris,  1802,  6  vols.  8^ 

483. —  Voyage  (Le)  de  Vilíustre  seigneur  et  chevaJier  Fran- 
cois  Drach,  adniiral  d'Angleterre,  á  Ventour  du 
monde,  Paris,  1627,  1  vol.  12*^ 

Esta  relación,  traducida  de  la  obra  inglesa  de  Fr.  Pret- 
ty,  fué  publicada  por  primera  vez  (pero  sólo  la  primera 
parte)  en  1613,  i  reimpresa  completa  dos  veces  mas,  e  in- 
sertada por  fin  por  M,  Edouard  Charton  en  el  tomo  IV  de 
sus  *'  Voyageurs  ancwns  et  rnodernes'\  El  traductor  fran- 
cés fué  F.  de  LouvENCOURT,  señor  de  Vauchelles. 


532  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

484. — Voyag-e  de  Marseille  a  Lima  et  dans  les  autres  lieux 
des  Indes  Occidentales  par  le  sieur  D***.  París,  1720, 
1  vol.  en  12*? 

La  dedicatoria  de  este  libro  lleva  la  firma  verdadera  del 
autor,  DuRRET.  Como  este  no  habia  viajado  en  i^mérica, 
supone  que  él  no  hace  mas  que  revisar  i  dar  a  la  estampa 
el  manuscrito  de  un  cirujano  nombrado  Bachelier,  que  se 
embarcó  en  Marsella  en  diciembre  de  1707,  en  el  mismo 
buque  en  que  hizo  su  viaje  el  célebre  franciscano  Feuillée,  i 
cuya  obra  habia  sido  publicada  en  1714-15.  Toda  la  pri- 
mera parte  del  libro  de  Durret  hasta  la  salida  de  Lima,  es 
simplemente  un  estracto  de  la  obra  del  padre  Feuillée,  de  la 
cual  ha  suprimido  todo  lo  que  se  refiere  a  observaciones 
astronómicas. 

La  segunda  parte,  que  comprende  la  vuelta  del  viajero 
por  el  Cabo  de  Hornos,  describiendo  de  paso  a  Panamá  i 
Porto  Belo,  i  luego  por  el  Brasil,  las  Antillas  i  Madagascar, 
está  tomado  de  varios  viajeros  i  contiene  los  mas  curiosos 
errores  jeográficos. 

FA  padre  dominicano  Labat,  en  el  prefacio  de  su  '^Nou- 
veau  voyage  aux  isles  de  V Amérique'\  (Paris,  1722),  seña- 
la muchos  de  los  errores  i  plajios  del  libro  de  Durret,  que 
no  es,  sobre  todo  en  su  segunda  parte,  mas  que  un  viaje  de 
pura  invención,  una  verdadera  superchería  literaria. 

485. —  Voyages  du  capitaine Robert  Lade  en  différentes  par_ 
ties  de  VAftique,  de  PAsie  et  de  PAmérique:  conté, 
nant  Phistoire  de  sa  fortune^  et  ses  observations 
sur  les  colonies  et  le  commcrce  de  Espngnols,  des 
Anglais,  des  Hollandais,  Traduit  de  Tangíais.  Paris, 
1744,  2  vols.  12"?     . 

Reimpreso  en  1810  en  Paris,  en  1  vol.  8°  Ordinariamen- 
te se  clasifica  este  libro  entre  los  viajes  serios,  i  se  dá  por 
traductor  el  abate  Prévost  d'Kmles  (V.  el  nüni.  227, 
Hist.  genérale  des  voyages),  i  en  este  carácter  está  coloca- 
do en  las  bibliotecas.  Sin  embargo,  nunca  he  visto  el  oriji— 
nal  ingles,  ni  lo  encuentro  mencionado  en  las  grandes  com- 
pilaciones bibligráficas  del  Dr.  Watt  i  de  Allibone.  Sin 
atreverme  a  sostenerlo,  sospecho  que  los  viajes  del  r- pitan 
Roberto  Lade  son  una  novela  jeográfica  escrita  yr  un 
hombre  instruido  eintelijen te  como  lo  era  el  abate  '     T^vost. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  5B3 


486.—Voyage  du  tour  du  monde,  traduit  de  ritalien  de  Ge- 
melli-Carreri.  Par  M.  L.  N.  Paris,  1719,  6  vols.  16^ 

Traducción  atribuida  a  Eustache  Le  Noble,  i  reimpre- 
sa en  1727.  La  traducción  es  imperfecta,  i  las  láminas  de 
la  edición  francesa  son  inferiores  a  las  del  orijinal  italiano. 

En  el  siglo  pasado,  este  viaje  fué  el  objeto  de  críticas  i 
de  burlas.  Se  dijo  que  Geraeli-Carreri  no  habia  salido  de 
Ñapóles,  i  que  su  libro  era  un  tejido  de  invenciones  urdidas 
sobre  la  base  de  las  relaciones  de  otros  viajeros.  El  histo- 
riador Clavijero  i  el  barón  de  Humboldt  han  demostrado 
después  que  en  cuanto  se  refiere  a  Méjico,  la  obra  del  via- 
jero italiano  es  digna  de  fé,  i  que  sus  descripciones  no  han 
podido  ser  escritas  mas  que  por  un  testigo  de  vi^^ta. 

Aunque  muchos  bibliógrafos,  De  Bure  entre  otros,  dan 
por  traductor  de  este  libro  a  Le  Noble,  Barbier,  en  su 
'*Dict.  des  annonymes^\  lo  atribuye  a  Dubois  de  St.  Ge- 
NOis.  Barbier  destina  una  estensa  nota  a  demostrar  que 
la  traducción  no  puede  ser  la  obra  de  Le  Noble. 

4<S7. —  Voyage  íait  dans  hs  annces  1816  et  1817  de  New 
York  a  la  Nouvelle-Orléans  et  de  POrénoque  auMis- 
sissjppi par  les  petites  et  ks  grandes  Antilles.  Par 
Tauteur  des  ''Souvenirs  des  AntiUes^\  París,  1818, 
2  vols.  8^ 

Libro  lijero  i  superficial  por  el  barón  de  Monteezün. 
Véase  el  núm.  436. 


488.  -Voyage  í  A)  from  dhe  United  States  to  South  Ame- 
rica, performed  di^ring  the  year  1821,  1822  i  1823. 
Emhracing  a  description  oí  the  city  of  Rio  Janeiro, 
ofevery  port  importúnce  in  Chili,  of  several  in  lo- 
werPerú.  Newburjport,  1823,  1  vol.  8^ 

Opúsculo  de  80  pajinas,  de  que  se  hicieron  dos  ediciones 
en  el  mismo  año.  Nosotros  describimos  la  segunda.  Su  au- 
tor fué  Washington  Chase,  de  quien  no  conocemos  otros 
escritos  ni  tenemos  mas  noticias. 

439 — Voyage  historique  de  PAmérique  Méridionale  fait 
par  ordre  du  roi  d'Espagne  par  don  George  Juan 


534  ESTUDIOS   HISTÓRICO-HIBLIOGRÁFICOS 

et  don  Antoine  de  Ullon;  ouvrage  qui  contient  une 
histoire  de  incas  da  Perou,  et  les  observations  as- 
tronomiques  et  physiques,  faites  pour  determiner 
la  ñgurc  de  la  Terre.  Amsterdam,  1752,  2  vols.  4° 

Esta  traducción  fué  hecha  por  Eléazar  Mauyillon,  lite- 
rato francés,  historiador  i  gramático,  muerto  en  1779.  La 
edición  es  esmerada  i  de  lujo,  adornada  de  mapas  i  de  nu- 
merosas láminas.  Las  que  se  refieren  a  la  historia  de  los 
incas,  son  las  mismas  que  habian  servido  para  la  edición 
de  Garcilaso,  de  que  hemos  hablado  en  otra  parte.  Véase 
el  núm.  237. 

490. —  Voyage  pittoresqae  autour  dü  monde,  résamé  gene- 
ral des  voyages  de  décoiivcrtes  de  Byron,  etc.y  re- 
di gé  par  une  sacíete  de  voyageurs  et  d^hommes  de 
lettres  sous  la  dlrection  de  M.  Dumont  d'ütville^ 
París,  1833,  2  vols.  gr.  en  8^ 

El  autor  de  este  libro  es  M.  Louis  Reybaud.  Véase  el  nú- 
mero que  sigue. 

491. —  Voyage  pittoresque  dans  les  deux  Amériques,  resu- 
me general  de  toas  les  voyages  de  Colomh,  etc.,  etc. , 
par  les  redacteurs  du  Voyage  pittoresque  autour  du 
monde,  publié  sous  ¡a  direction  de  M.  Alcide  D'Or- 
higny,  Paris,  1836,  1  vol.  gr.  en  8^ 

El  autor  de  este  libro  es  M.  Louis  Reybaud,  viajero  i 
escritor  que  adquirió  mas  tarde  una  gran  nombradla  como 
economista  i  como  autor  de  ""Gerome  Paturof\  D'Orbig- 
ny  no  hizo  mas  que  dar  su  nombre  a  una  empresa  de  libre- 
ría, como  Dumont  D'Urville  lo  habia  dado  para  otra  obra 
análoga,  deque  también  fué  autor  M.  Louis  Re3^baud. 

4;92.— Voyage  (A)  round  the  world  in  the  years  1740,  41 
42,  43  i  44.  By  George  A  nson  esq.  commander  in 
chiefofa  squadron  ofhis  Majesty^sships,  sent  upon 
an  expedition  to  the  South  Seas.  Compiled  from  pa- 
pers  and  other  materials  oí  the  R.  H.  George  Lord 
Anson,    and  pubhshed  under  his  direction   by  Ri- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGUAFÍA  535 

ch¿ird   Walter,  M.  A.,  chapíain  ofthe  Centurión,  in 
that  expedition.  London,  1748,  1  vol.  4"^. 

Este  célebre  libro,  muchas  veces  reimpreso  i  traducido  al 
alemán,  al  francés,  al  holandés,  al  italiano  i  al  español,  ha 
sido  escrito  por  el  ilustre  matemático  Benjamín.  Robins,  so- 
bre los  papeles  i  apuntes  que  le  proporcionó  el  capellán  de 
la  espedicion,  cuj'^o  nombre  circula  jeneralmente  como  el  de 
su  autor. 

La  traducción  francesa  publicada  anónima  en  1749, 
Amsterdan,  4",  i  reimpresa  en  Paris,  1750,  4  vols.  12*=*,  fué 
hecha  por  Elie  de  Joncourt. 

493. —  Voyage  (A)  to  Mexí'co  and  Havana  with    some    oh- 
servations  on  the  United  States.  Bv  an  italian.  New 
York,  1841,  1  vol.  8*? 
Por  Charles  Barinetti. 

494.— Fora^e  (A)  to  Perú,  in  the  years  1745,  1746,  1747, 
1748  und  1749,  writen  hy  the  chapíain.  To  whJch 
is  added  an  appendix,  containing  the  presen  state 
of  the  spanish  affairs  in  America  in  respect  to 
mines,  trade  and  discoveries,  London,  1752,  1  vol. 
12- 

Este  librito,  muí  interesante  por  la  descripción  del  país 
después  del  terremoto  de  1745,  i  por  las  numerosas  noti- 
cias qne  contiene,  es  la  traducción  del  ^^Nouveau  voyage 
faitau  Pérou^^  publicado  el  año  anterior  en  Paris  por  el 
abate  Courte  de  la  Blancharuiére,  capellán  del  buque 
«Conde». 

495. —  Voyage  to  South  America,  with  an  account  of  a 
shipwreck  in  the  River  La  Plata,  in  the year  18^7. 
Bj  the  solé  survivor.  Boston,  1826,  1  vol.  12^ 

tiste  pequeño  volumen,  que  cuenta  la  historia  de  un  ñau 
frajio  desastroso  i  trájico,  fué  escrito  porGeorgeFRACKER. 

4^^^.— Voy  ages  (  The)  and  adventures  ofcapt.  Robert  Boy- 
le,  in  se  vera  I  parts,  of  the   world.    Towhich  is  an- 


536  ESTUDIOS    HISTORICO-BIBLIOGRÁFICOS 

ded  the  voyfige  oí  Richard  Castleman,  with  a  des- 
cription  ofthe  city  oíPhiladeíphia  and  the  country 
of Pennsylvania.  London,  1726,  1  vol.  8*^ 

Libro  muchas  veces  reimpreso  i  traducido  a  varios  idio- 
mas. Los  viajes  de  Bojle  son  una  simple  ficción,  i  como  tal 
han  sido  incluidos  por  Garnier  en  su  colección  de  ^'Voyages 
imaginnires,^^  pero  parece  que  la  relación  de  Castleraan  es 
auténtica.  El  autor  de  este  volumen  es  William  Rufus 
Chetwood,  librero  de  Londres,  autor  de  otros  escritos, 
muerto  en  la  pobreza  en  1766. 

497.  — Foj' ¿i ofs  dans  les  vallées  des  quinquinas,  Bas-Péroii, 
1849-1861,  par  Paul  Marcoy.  Paris,  1871-1872. 

Relación  pintoresca  de  viajes  al  interior  del  Perú,  publi- 
cada en  la  revista  de  viajes  titulada  "Le  tour  dii  Monde''. 
El  verdadero  nombre  de  su  autor  es  Laurent  Saint  Cricq. 
Véase  la  lista  alfabética  de  autores. 

498. — Voyages  d'  un  philosophe,  ou  observations  sur  les 
moeures  et  les  arts  des  peuples  de  P  Afrique,  de  V 
Asie  et  de  T  Amérique.  Iverdon,  1763,  1  vol.  12^ 

Es  una  colección  de  fragnientos  sacados  de  los  manus- 
critos de  Pierre  PoiVRE,  célebre  viajero  i  filósofo  francés, 
muerto  en  1786,  que  se  ocupó  principalmente  en  propagar 
el  cultivo  de  varias  plantas  útiles  en  algunas  colonias  fran- 
cesas, i  en  suavizar  la  suerte  de  los  esclavos.  Estos  fragf- 
mentos,  reimpresos  muchas  veces  con  el  nombre  del  autor, 
revelan  el  talento  de  un  verdadero  observador  i  el  alma  de 
un  filántropo.- 

499. —  Voy  ages  interessants  dans  differentes  colonies  fran- 
qaises,  espagnoles,  anglaises,  etc.,  contenant  des 
observations  relatives  á  ees  contrées;  et  une  memoi- 
re  sur  les  maladiés  les  plus  communes  a  Saint  Do- 
mingue.  Avec  des  anecdotes  singuliéres.  Le  tout  re- 
digo et  mis  au  jour  d'aprés  un  grand  nombre  de 
manuscrits  par  M.  N...  Paris  (sin  fecha)  1  vol.  8.° 

Por  Pierre  J.  B.  Nougaret,  autor  del  "  Voyage  a  le  Giiia- 
ne'  et  de  la  '' Hist  de  la  Guerre  civile'  de  que  hemos  habla- 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  53? 

do  en  los  números  304  i  464.  Nougaret  dice  que  este  libro 
está  basado  sobre  los  papeles  de  su  tio  M.  B***  ('Bour- 
geois),  secretario  de  la  cámara  de  agricultura  del  Cabo." 
Probablemente  éste  es  el  autor  del  poema  anónimo  ^'Chris- 
tophe  Colotnb',  descrito  bajo  el  numero  91. 

El  libro  de  Nougaret  es  una  pobre  compilación,  mui  des- 
cuidada i  sin  ningún  interés.  Algunos  bibliógrafos  han  ca- 
talogado este  libro  bajo  el  nombre  de  Bourgeois,  que  apa- 
rece allí  como  autor  de  una  memoria  sobre  las  enfermeda- 
des reinantes  en  Santo  Domingo  i  que  ocupa  cerca  de  cien 
pajinas  del  libro. 

^OQ.—  Voyageur  (Le)  amérícain,  ou  observations  sur  l'état 
actuel,la  culture,  le  commerce  des  colonies  britanni- 
ques  en  Amérique,  Traduit  de  Tangíais  parM.J. 
M...  Amsterdam,  1782,  1  vol.  8^ 

Traducción  de  la  obra  de  Alexander  Cluny.  V.  el  núm. 
19.  El  traductor  francés  es  Joseph  Mandrillon.  Véase  el 
núm.  438. 

501.— Vue  de  la  coJonie  cspagnole  du  Mississippi,  ou  des 
provjnces  de  Lotiísiane  et  Floride  Occidentale  en 
Vannée  1802,  par  un  observateur  résident  sur  les 
lieux.  Paris,  1803,  1  vol.  8*? 

El  autor  de  este  libro  es  Berquin  Du  Yallon,  natural  de 
Santo  Domingo,  i  establecido  en  la  Luisiana  después  de  la 
revolución  en  la  parte  francesa  de  aquella  isla.  En  la  por- 
tada   del    libro  el  autor    se    designa  así:  "B Duvallon, 

éditeur." 

Esta  obra  es  un  cuadro  descriptivo  de  la  Luisiana  occi- 
dental bajo  el  réjimen  español  escrito  con  dureza  pero  sin 
interés. 

Berquin  Du  Vallon  es  autor  de  de  algunas  poesías  i 
de  algunos  escritos  sobre  Santo  Domingo  publicados  con 
su  nombre. 

502.— Washington :  a  hiography  personal,  militarv,  and 
poUtical^t\N  York,  1856-1860,  3  vols.  8^-^ 

Historia  popular  e  ilustrada,  comenzada  por  Rufus 
Wilncot  Griswold,  erudito  i  fecundo  escritor  norte-ameri- 
cano, editor  de  importantes  compilaciones  de  poetas  i  pro- 


538  ESTUDIOS    HISTÓllICO-BIBLIOr^RÁFICOS 

sadores  de  los  Estados  Unidos.  Habiendo  fallecido  en  1857 
sin  dejar  concluida  su  vida  de  Washington,  otro  escritor 
norte  americano,  Benson  J.  Lossing  la  terminó.  Este  últi- 
mo es  autor  de  una  gran  cantidad  de  libros  ilustrados 
sobre  la  historia  de  Estados  Unidos,  todos  los  cuales  han 
prestado  un  gran  servicio  a  la  difusión  de  los  conocimien- 
tos útiles. 


503. —  Washington  and  the  generáis  ofthe  american  revo- 
lation.  Philadelphia,  1847,  2  vols.  12^ 

Libro  de  lectura  popular,  retirado  de  la  circulación  des- 
pués de  un  proceso  seguido  por  J.  T.  Headly,  autor  de  una 
obra  con  el  mismo  título.  Fué  escrita  por  Rufus  W.  Gkis- 
WOLD,  autor  de  la  obrja  anotada  en  el  número  anterior. 

^Q^.—  West  Indian{tlie):  a  comedy.l.onáim.A'lll.  1  vol.  8^ 

Comedia  de  Richard  CuMiJERLANo,  llamado  por  Golds- 
mith  "el  Terencio  de  la  Inglaterra."  En  las  ediciones  pos- 
teriores lleva  el  nombre  del  autor.  Esta  comedia  ha  sido 
traducida  al  francés,  al  danés  i  al  alemán.  Andrieux  la  imi- 
tó con  el  título  de  ''Le  jcuné  creóle.' 

505 White  {The)  slave;  or  memoirs  oía  fugítive.  Boston, 

1852,  1  vol.  12^ 

Interesante  novela  anti-esclavista,  muchas  veces  reim- 
presa en  Estados  Unidos  i  en  Inglaterra  con  pequeñas  mo- 
dificaciones de  título,  i  de  la  cual  existen  tres  traducciones 
diversas  al  francés  i  varias  ediciones  en  este  idioma.  Su  au- 
tor es  Richard  Hildret,  notable  escritor  norte-americano 
i  autor  de  una  valiosa  historia  de  Estados  Unidos. 


506.—Youth  (The)  ofjefferson;  or  a  chronicíe  ofcollege  Se- 
rapes.  New  York,  1854,  1  vol.  12*^ 

Por  John  Cooke,  novelista,  poeta  i  biógrafo  norte-ame- 
ricano, nacido  en  1830. 

507.— Zuloe,  ou  Ja  reíigieuse  reine,  épouse  et  mere,  sans  étre 
coupabJe;  histoire  contenant  des  details  inconnus 
jusqa'  a  cejour  sur  T existence  da   dernier  Inca  du 


NOTA8    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  5í?9 

Pérou  et  de  sa  famille,  dont  les  descendants  porte nt 
rHhstre  nom  de  Montezuma,  par  M.  R.  M.  París, 
1816,  3  Yols.  12.0 

Basta  copiar  el  título  de  esta  novela  para  suponer  lo 
que  debe  ser.  Su  autor  es  Raoui  Marcé,  poeta  i  novelista 
francés,  cuyas  obras  están  completamente  olvidadas,  i  cu- 
yo nombre  es  casi  del  todo  desconocido,  apesar  de  haber 
compuesto  entre  otras  obras  dos  odas  referentes  a  la  con- 
sagración de  Carlos  X  i  un  poema  en  catorce  cantos  titu- 
lado "La  Solitude." 


^^^^mmmAmMmm 


\mm  ALFABÉTICO  DE  AUTORES. 


A 


Abbot,  Jacob,  Memoranda,  etc.,  334. — New  England  and  her  ins- 

titutions,  núm.  354. 
Abelin,  J.  F.,  Newe  Welt,  356. 

Adams,  W.  I.,  Brave  Oldt  Sadlt,  69.— Fightingjoe,  177. 
Alberdi,  Juan  Bautista, -Bioo-r.  c/e/ y.   Búlnes,    61. — Peregrinación 

de  Luz  del  Día,  380. 
Alengar,  José  Martiniano,  Cartas,  84. 
Alfaro  i  Pina,  D.  L.  Relación  descriptiva,  410. 
Almodovar,  Duque  de,  Historia  política,  250. 
Almon,  John,  Remembrancer,  418. 
Alsop,  Richard,  Geographical,  nat.  and  civil  hist.    oí  Chili,  186  i 

187. 
Alvarez  de  Toledo,  D,  José,  Maniñesto,  310. 
Ames,  Fisher,  Inñuence  oí  democracy,  277. 

Anburej,  Thomas,  Travels,  449 Voyages,  479. 

Anderson,  Adam,   Htstorical  and  chronological,  254 

Anderson,  Johann,  Hist.  naturelle  de  í  Islande,  229. 

André,  J.  F.,  Hist.  des  flibustiers,  216. 

AngeHs,  Pedro,  Ensayo  histórico,  152.  —Noticias  hiográñcas,  364. 

Anghiera,  Petrus  Martyr,  History  ofthe  West  Indies,  251. 


'"'  Los  títulos  de  las  obras  están  abreviados.  El  número  que  sigue  a  cada 
uno  de  ellos  servirá  para  buscar  la  nota  bibliográfica  que  le  corresponde. 


542  ESTUDIOS    HISTORICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Arcos,  Antonio  de,  Atlas  histórico,  45. — Historia   dos  estados  d' 

America,  246. 
Arnaud,  Antoine,  His.  de  Palafox,  1  95. 
Avezac,  Arnaud  Pasca]  d',  Martin  Hvlacomdus,  312. 


B 


Bache,  Richard,  Notes   on    Colombia,  358  —  F/ew  oí  Mississippi, 

462. 
Bachelet,  A.  J.  M.,  Flore  de  Terre  Neuve,  179. 
Bacquerie  de  la  Poterie,  Voyage  de  V  Amérique,   481. 
Baert,  Alexandre,  Tablean  de  la  Grande  Bretagne,  446. 
Bancrof,  Edward,  Essav,  163. 
Barbé  Marbois,  Comte  Fr.,  Complot    d'    Arnold,    10^.— Journal 

c/'  un  deporté,  283. — Reñexions  sur  Saint  Domingue,  404. 
Barbeu,  Dubourg,  Lettrts  d'  un  fernner.  297. 
Barbosa  Bacelos,  Antonio,  Relacao  diaiia,  405. 
Barcia^  Andies  González  de,  Ensayo  cronolójico,  150. 
Barinet,  Charles,  Voyage  to  México,  493. 
Barón,  Hist.  de  la  foncl'ation  des  colonics,  20v3. 
Barra,  don  Miguel  de  la,  Reseña  histérica.  423. 
Barére  de  Vieuzac,  Bertrand,  Vfyage  dans  V  Amérique,  476. 
Barrow,  John,  Cronologial  Ahridgmmt,  92. 
Baskett,  James,  Hist.  ofSt.  Domingo   263. 
Baudry  des  Loziéres,  L.  N.,    l'oynge  a  la  Louisiana,  465. 
Beaumont  de  Brivazac,  Europe  et  ses  colomes,  168. 
Behrens,  Cari.  Fridr.  de,  Hist.  de  /'  exftedition,  211. 
Bello,  Andrés,  Biblioteca  Americana,  53. — Repertorio   Americano, 

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Benzoni,  Girolamo,  Recentes  nov  orbis  historiae  397. 
Beretario,  Sebastian,  Compendio  de  ht  vida  del  P.  Anchieta,  107. 
Bernard,  Fr..  Analyse  de  V  hist'dre  des  deux  Indes,  29. 
Berquin,  Du  Vallon,   Vue  de  la  co'onie  du  Mississippi,  501.  ' 
Beverley,  Robert,  History  of  I  irginia,  257. 
Bit-khan,  William,  Rosecran' s  Cíun/iaign,  4?27. 
Biddle,  Richard,  MemoirofS.  Cabnt  3\7  —Review,  4^25. 
Biggs,  James,  History  of  Mirand  i's  expedition,  256. 
Bianey,  cap.,  Excursión  thn>ugh  the  I'.  S.,  170. 
Blocquel,  Simón,  Beaux  traits  de  1  hi  toire,  4^9.— Jeune    voyageur, 

282.   -Nouvel  ahregué  du  voyageur,  366. 
Blome,  Richard,  Amérique,  23  —Dcseription  dc^  islcs,  127. 
Blosseville,  Vicomte  de,  Ivlémoires  du  tétiéral  Morillo,  321. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  1343 

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Boesnier,  Mexique  {  /  e)  conquis,  246. 

Bolland,  William,  Coloniae  anglicanae,  100. 

Bom  Retiro'  Yí'zconde  de.  Imperio  do  Brazil,  273. 

Bonnet,  J.  E.,  Reponse  aux  principales  questions,  421. 

Bonneville,  C,  Amérique  {De  P),  et  des  Americains,  26. 

Borges  de  Barros,  Domingo,  Merecimento  das  mulheres,  345. 

Borland,  Francis,  Afenioirs  of  Darien,  331. 

Bos,  Lambert  Van  Der,  Leven  en  daren,  301,  302. 

Bouclier,  Pierre,  Histoire  veritahle,  235. 

Bougainville,  Louis  de,  Voyage  autour  du  monde,  473. 

Bourgeois,  Christophe    Colomb,  91. 

Bourgoing,  J.  F.,  Histoire  des  fíibustiers,  217. 

Bowel,  A.,  Naval  monument,  353. 

Bowen,  D.,  History  oí l'hiladelpliia,  262. 

Brezennec,  Alfred,  Histoires  c/'  amour,  236. 

Briamont,  Alexis  Henri,  Le  corp  belge,  120. 

Brizard,  Gabriel,  Fragment  de  Xenophon,  181. 

Broé,  Bon  André  comte  de,  Hist.  de  la  conquéte  du   Perou,  197. — 

Hist.    de  la   Floride,    200.  -Hist.   de  la  conq.  du  AJexique, 

201. 
Brosses,  Charles  de,  Hist.  des  navigations,  219. 
Bulfich,  Thomas,  Boy  inventor,  68. 
Biirgess,  George,  L'ages,  279. 

Burke,  Edmund,  Account,  An,  4^.— Hist.  des  colonies,  214. 
Burriel,  P.  Andrés,  Hist.  nat.  déla  Californie,   230.— Noticia   de  la 

California,  363. 
Butel  Dumontt,  George  M.,  Conduite  des  francais,  113.-  Hist.  des 

Antilles,  223.— Hist.  des  colonies,  224. 


C 


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Calderón  de  la  Barca,  Madama,  Life  in  México,  305. 

Callender,  James,  T.,  ^merjca/j  register,   18.— Hist.   of  the   U.S., 

267.— Foliticalprogress  389. 
Campbell,  Jobn,  Compleat  history,  108.— Concise  history,  110. 
Campbell,  Thomas,  Annal  ofGreat  Britain,  33. 
Campe,  J.  Hendrick,  Descubrimiento  i  conquista   de  la  A  mélica, 

131. 
Candler,  Isaac,  Summary  xiew  of  America,  449. 
Canto,  Francisco,  Arte  i  vocabulario,  43. 


544  ESTUDIOS    HISTÓRlCO-BlBLTOGRÁFrCOS 

Carpenter,  StephenC,  Memoirs  ofTh.  Jeíferson,  333. 

Carteaux.  Félix,  Hist.  des  desastres,   215.— Soirées  bermudiennes^ 
434. 

Castro,  don  Ignacio,  Inocencia  justiñcada,  278. 

Cates,  Thomas,  Summarie  discourse,  440. 

Catineau  de  la  Roche,  P.  M.  S,,  De  la  Guyane  frangaise,  125. 

Cayet,  Víctor  Palma,  Chronologie  septenaire,  92. 

CavSe,  A.  de,  Excursions  dans  V Amérique,  171. 

Cerisier,  A.  M.,  Destín  de  VAmérique,  132.— Hist.  de  la  fondation, 
203. 

Clodoré,  Jean,  Rélation,  413. 

Cluny,  A lexand re,  American  ira ye7/er,    19. —  Voyageur  americain, 
500. 

Cobden,  Richard,  England  and  America,  146. 

Cockings,  George,  American  war,  20. 

Coffín,  J.  F.,  Journal  oía  residence  in  Chili,  286. 

Coííin,  Robert  S.,   Life   oí  the  Boston   hard,  307.— Oriental  harp, 
376. 

Coleridge,  Henr^^  Nilson,  Six  months  in  the  West  Indies,  432. 

Colton,  Calvin,  Americans,  21. 

Compagnoni,  Guiseppe,  Storia  delV  America,  439. 

Conard,  P.  Louis,  Vie  de  Gregoire  López,  459. 

Conde,  Pedro  García,  Ensayo  estadístico,  151. 

Condie,  1  homas,  Biographícal  Memoirs,  64. 

Cooke,  John  B.,  Youth  ofjefferson,  506. 

Cooley,  W.  D.,  History  oí marítime  discovery,  260. 

Costanso,  D.  Miguel,  Diario  histórico,  133. 

Courte  de  la  Blanchiére,  abate,  Voyage  to  Pérou,  494. 

.Courtol,  F.,  Lives  oí  St.  Francis  Solano,  etc.,  308. 

Covarrúbias.  D.  José  de,  ¿IJemorias  históricas,  340. 

Coyer,  Gabriel  Fr.,  Lettre  sur  les  Latagons,  293. 

Crevecoeur,  J.    Héctor  Saint   John,    koyage  dans   Pennsylvania  ^ 

477. 
Croash,  Nathaniel,  English  empire,  14^7.— English  héroe,  148. 
Cullion,  F.  Val  de.  Examen  de  F  esclavage,  169. 
Cumberland,  Richard,  West  India,  504. 
Cunha  Barbosa,  Januario  da,  Garimpeiros,  183. 


Ch 


Chabanau,  M.  P.  G.  de,  Plan  de  constitution,  384. 
Chambón,  Commerce  de  V  Amérique,  103. 
Champion,  Richard,  Considerations,  115. 


Notas  para  una  bibliografía  545 

Chanvalon,  J.  B.  Thibault  de,  Voyage  a  la  ñfartinique,  466. 
Chardon,  Daniel,  Essai  sur  Sainte  Lude,  160. 
Chase,  Washington,  Yoyage  to  South  America,  488. 
Chasepol,  Fran^ois  de,  Hist  des  Amazoncs,  234. 
Chauveton,  Urbain,  Recentes  novi  orhis  historiae,  397. 
Chetwood,  VVilh'am  Rufus,  Voyages  ofcapt.  Boyle,  496. 
Chevrier,  F.  Antoine,  U  Acadiade,  2. 

Child,  Lydia  María,  Frist  settlers,  178.— fíobomok,  270 Rebels, 

397. 


D 


Dalibard,  Fran^ois,  Hist.  des  Incas,  218. 

Dalrymple,  Alcxander,  Account  ofthe  discoveries,  3, 

Dalrymple,  Sir  John,  Droits  de  la  Grande  Bretagne,  141. 

Dapper,  OHvier,  Die  Unbekante  Nevé  Welt,  136.  i 

Davie,  John  C,  Letters  from  Buenos  Aires  and  Chili,  292. 

Davity,  Fierre,  Les  estats,  empires  et  principautez,  166. 

Daurand,  Paul,  Hist.  genérale  des  voyages,  226. 

Defáucompret,  J.  B.,  Hist.  chronologigue,  194^-— Voyages  au  póle 
Artigue,  470. 

Delacroix,  Jaeques  Vincent,  Memoires  c/'  un  americain,  329. 

Demeunier,  J.  Nicolás,  Nouvelles  decouvertes,  368  — Voyage  de  de- 
cou verte,  483. 

Deperthes,  Jean  L.  H.  S.,  Histoire  des  naufrages,  220. 

Desalíes,  Fierre,  Aúnales  du  conseil  de  la  Martinique,  32. 

Desmaulants,  J.  B.,  Sur  Saint  Domingue,  444. 

Desroches  de  Parthenay,  J.  B.,  Description  de  Groeniand,  129. 

Detroyat,  Leonce,  Court  de  Rome  et  Maximilien,  122.  — Interven- 
tion  íranqaise  au  Mexique,  279. 

Díaz,  José  Domingo,  Recuerdos  sobre  la  rebelión  de  Caracas,  403, 

Dickinson,  John,  Lettres  c/'  un  fermier,  297. 

Dinouart,  J.  A.  T.,  Vie  de  falafox,  460. 

Dubois  de  St.  Genois,  ?,  Voyage  autour  du  monde,  486. 

Dubuison,  Paul  Ulric,  Abrege,  1 Lettres  critiques,  295. — Nouve- 
lles considerations,  367. 

Duflot  de  Mofras,  Eugéne,  Notice  sur  le  Chili,  362. 

Durazzo,  Marques  Hippolito,  Elogi  di  C.  Colombo,  143. 

Durret,  Voyage  de  Marseille  a  I  ima,  484 

Duyckinck,  Evert  A.,  Irvingiana,  280, 


TOMO   VI 


35 


546  ESTUDIOS  HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


E 


Edwards,  Brjan,  Account  ofthe proceedings,  7. 

Egaña,  Juan,  Cartaiy  pehuenches,  83. 

Eidous,  Marc.  Ant.  Hist.  de  la  nouvelle  York,  208.—  Hist.   des  co~ 

lonies,  214.  -Hist.  naturelle,  230. 
Engel,  Samuel,  Essai  sur  cette  question,  159.— Memoire,  320.—  Me- 

moires,  322, 
Esmangard,  Charles,  Colonies  írancaises,  102. 
Erondelle,  Fierre,  Nova  Francia,  369. 
Espejo,  Jerónimo,  Memoria^  343. 
Estala,  Pedro,  Viajero  universal,  456. 
Esteva,  D.  J.  J.  Guia  de  hacienda,  191. 
Eustace,  John  Skey,  Lettres,  300. 
Everett,  Alexander,  América  o  examen  jeneral,  14. 


F 


Faillon,  Abbé,  Histoire  du  Canadá,  199. 

Falkner,  Thomas,  Description  des  terres  Magellaniques,  28, 

Faming,  Nathaniel,  Narrative  ofthe  adventures,  350. 

Farmer,  John,  Catechism  ofthe  history,  87. 

Fergus,  Henry,  History  ofthe  western  view,  256. 

Fernández  Cuesta,  Nemecio,  Hist.  de  la  conq.  del  Perú,  240 

Fischer,  A.,  Biblioteca  mejicana,  59,  60. 

Fitch,  John,  Annals  ofthe  army,  34. 

Flagg,  Edmund,  Fart.  West,  172. 

Fleet,  William  Henry,  How  I  carne  to  he  governor,  271. 

Fleming,  John,  Political  annals,  387. 

Flores,  Don  Ignacio,  Viajes  de  Enrique  Wanton  (no  es  su  autor), 

457. 
Flyn,  Timoty,  Francis  Berrian,  182. 
Foigny,  Gabriel,  Aventures  de  Jacques  Sadeur,  48. 
Forbes,  Trip  to  México,  450. 
Forsyth,  John,  Observaciones,  374. 
Fowler,  John,  Summary  account,  441. 
Fox,  Charles  Barnard,  Record  ofthe  services,  401. 
Fracker,  George,  Voyage  to  Sout  America^  495. 
Franklin,  Benjamín,  Affaires  de  V Angletcrre^  8, 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  547 

Fregeiro,  D.  Clemente  L.,  Compendio  de  la  hist.  Arjentin¿L,  lO^. 
French,  Benjamin  Franklin,  Biographia  americana,  63. 
Frontigniére,  de,  Histoire  des  Hibustiers,  213. 


G 


Galard  Terraube,  viconte  de,  Tablean  de  Cajenne.  445. 
Galiano,  don  Dionisio  Alcalá,  Kelacion  del  viaje,  408. 
Galliffet,  marquis  de,  Bivouacs  de  Veracrnz  a  Mexique,  66. 
Galloway,  Joseph,  Historical  and  politicaí  reflections,  255. 
Gama  e  Castro,  José,  Federalista,  11^.^ Memoria,  336.— iVoro  ca- 

rapuceiro,  371 — Novo princepe,  372. 
García  del  Rio,  donjuán,  Biblioteca  Americana,  53. — Biografía  del 

jeneral  San  Martin,  62. — Museo  de  Ambas  Américas;   349. 

—  /Repertorio  americano,  419. 
Gelone,  Feragus  de,  Manuel  Guide,  311. — /Reí.   de  la  deportation, 

415. 
Gíbelin,  Jacques,  Memoires  de  Franklin,  328. 
Gilmore,  James  R.,  A mong  the  guerrillas,  27, 
Gleig,  George  Robert,  Narrative  oí  the  campaign,  351. 
Glen,  James,  Description  o f  South  Carolina,  130. 
Goadry,  Robert,  Apology  for  the  life,  36. 

Goenz,  Ryklof  Michel  van,  Brieven,  73.  —Politik  Vertog,  390. 
Gómez,  Valentín,  Elojio  íun.  de  D.  Man.  Belgrano,  144. 
Gonzaga,  Thomas  Antonio  de,  Caitas  chilenas,  82. 
González,  A.,  Fastos  de  la  dictadura,  174 
Goodrich,  Samuel  G.,  Universal  history,  452. 
Gorostiza,  Manuel  Eduardo,  Trois  lettres,  451. 
Grand  Fierre,  Drahé  de,  Relation  de  divers  vojages,  414. 
Graydon,  Alexander,  Memoirs  ofa  life,  330. 
Green,  John,  New  collection  ofvoyages,  355. 
Griffiths,  Mathie,  Autobiography  ofa  female  slavc,  46. 
Griswold,  Rufus  W.,  Washington,  a  biography,  502.— Washington 

and  the  generáis,  503.  ^ 

Grossourdy,  Rene  de.  Médico  botánico  criollo,  314. 
Gueullette,  Th.  S,,  Mille  et  une  heures,  34^7. -Peruvian   tales,   382. 


548  ESTUDIOS  histórico-biblioí>r1fi<jos 


H 


Hale,  Salma,  History  oíthe  U.  S.,  266. 

Haliburton,  Thomas  Chandler,  Americans  at  borne,  22.— Bubbles 
oí  Canadá,  7v5 — Clock-makei,  94 — English  in  America^ 
149. 

Halket,  John,  Prccis  toiichant  la  colonie  de  Lord  Scikirk.  392. 

Hall,  Joseplí,  Diseovery  oftHe  New  World,  138. 

Harailton,  Thomas,  Mend  and  manners  in  America,  344. 

Hardinge,  Mitress,  Bclle  Bovd,  50. 

Harlein,  J.  D.,  Bcschrijivinge  van  Zurinanje,  51. 

Harrisse,  Henry,  Biblioteca  Americana,  55,— Id.  Id,  Additions,  56. 
— Brief  disquisitions,     72. — Don   Fernando   Colon,    140. — 

Fcrnand  Colomb,  176.— Notes  on  Colombus,   359 Notes 

pour  servir  a  la  bibliographie,  360. 

Hassael,  Miss,  Secret  history,  430. 

Havvks,  Francis  Lister,  Early  history  oíthe  southern  states,  142. 
-History  ofthe  U.  S„  268. 

Helps,  Artliur,  Conquerors  ofthe  New  World,  114. 

Hennepin,  P.,  Nouvelle  decouverte,  237. 

Henr\%  David,  Historical  account  ofall  voyages,  252. 

Hewal,  Alexander,  Historical  o fS.  Carolina  and  Georgia,  253. 

Hickeringill,  Edmonó,  Jamaica  viewed,  281. 

Hickman,  GeorgeH.,  Life  of general  Cass,  306. 

Hildreth,  Richard,  White  slave  505 

Hillard,  George  S.,  Memori¿d  o  f  Daniel  Webster,  337. 

Hillard  D'Auberteuil,  Michel  Rene,  Considerations  sur  Suint  Do- 
mingue,  116.— Histoire  de  Tadministration  de  Lord  North, 
196. 

HollingvYorth,  S.,  Account  ofNova  Scotia,  6. — Relation  de  la  N. 
Ecosse,  416. 

Hornot,  Antoine,  Anecdotes  américaines,  30. 

Hormanden,  Dan\e\,  Journal  ofthe  procedings,  287. 

Howard,  Edward,  Sir  Henry  Morgan,  431. 

Hunt,  Freeman,  American  anecdotes,  17 — Letters,  289. 

Huntington,  Jedediah  Vicent.,  Alban,  a  tale,  10. 

Huntley,  Sir  Henry  V.,  California,  77. 

Husband,  Harmond,  Impartial  relation,  272. 

Hutchinson,  Thomas,  CoUection  of  original  papers,9H. 


KOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  549 

Huttich,  J.,  iXovus  orhis,  373. 

Hurlbut,  Williatn  Henry,  Gan  Edem,  or  pictures  oí  Cuba,  184. 


Ibañez  de  Echevarri,  Bernardo,  Histoire  clu  Paraguay,  222. 
Irisarri,  D.  Antonio  José  de,  Carta  al  Observador  de   Londres,!^. 

— Censor  americano,   89.— Historia   del  Epaminóndas  del 

Cauca,  243  —  Verdad  desnuda,  454. 
Isassi,  D.  José  Domingo,  Memorias  de  lo  acontecido  en    Córdoba. 

339. 


Jarvis,  Russell,  Biograpbical  notice,  65. 

Jefferson,  Thomas,  Ohservations  sur  la  Virginie,  375. 

Jefferys,  Thomas,  Atlas  amérirjuain,  4^4-.— Conduitc  des  franjáis. 

113. 
Johnson,  Charles,  History  oíthe  Uves,  265. 
Johnson,  Edward,  History  ofNew  England,  261. 
Joinville,  Prince  de,  Guerre  d'  Amérique,  190. 
Jonama,  S.  de,  Lettres  á  M.  Vahbé  de  Pradt,  294 
Joncourt,  Hlie  de,  Voyage  autour  du  monde,  471. 
Jones,  Life  and  adventures,  304.  '' 


K 


Kalm,  Peter,  Histoire  de  la  Pensylvanie,  233. 
Kane,  P  ,  Les  indiens  de  la  baie  d'  Hudson,  274. 
Kennet,  White,  Bibliotecae  awericanae primordia,  58. 
Keye,  O.,  Beschrijvinge,  etc.,  51. 

Kimball,  Richard  Burleigh,  Cuba  and  the  cubans,  124. 
Knox,  William,  Controversy,  119. 


550  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁPICOS 


La  Croix  de  Chevriéres,  Jean  Baptiste,  Etat  present,  165. 

Lacunza,  D.  Manuel,  La  venida  del  Mesías,  453. 

Ladd,  Joseph  Brown,  Poems  of  Arouet,  385. 

Lafond  de  Lurcy,  Gabriel,  Etudes  sur  V  Amérique,  167. 

I/afragua,  D.  José  María,  Hist.  de  la  revolución  de  Aléj'co,  241. 

Lagrange  de   Chessieux,   G.    A.,  La  conduite  des  franc^aisjustiñé, 

112. 
La  Harpe,  Bernard  de,  Journal  historique,  285. 
Laing,  David,  Catalogue,  86. 
Lamman,  Charles,  Letters  from  a  painter,  291. 
Langeac,  N.  de  V  Espinasse  de,  Anecdotes  anglai^es  et  arnéricainSf 

31. 
Laiigworthj,  Edvvard,  Memoirs  of  Charles  Lee,  332. 
La  Terriére,   Fierre   de  S.,   Political  account  of  Lower  Canadá, 

286. 
La  Tour,  Bertrand  de,  Memoires  de  M.  de  Laval,  227. 
Laumier,  Charles  Lazare,  Histoire  de  la  revolution^  210. 
Lanreau,  Fierre,  Z'  Amérique  découverte,  24. 
Lawrence.  William  Beach,  History  of  Louisiana,  259. 
Lebas,  P.  L.,  Voyages,  479. 

Leboucher,  Odet,  Julien,  Histoire  de  la  derniére  guerre,  202. 
hecha'úeux,  Briefdiscours  et  histoire,   71.— Discours   de  Vhistoire^ 

137. 
Lechevalier,  Jules,  Note  sur  la  Guyane  frangaise,  357. 
Lee,  Arthur,  Political  detection,  288. 
Lefort,  Histoire  de  ¡a  revolution,  209. 
Legett,  William,  Tales  and  sketches^  448. 
Le  Noble,  Eustache  ?,  Voyage  uatour  du  monde,  486. 
Leroy,  Voyage  an  Chili,  469. 
Lescarbot,  Marc  ,  Nova  Francia,  369. 
Leslie,  Charles,  ATew  account  of  Jamaica,  353. 
Letts,  J.  M.,  Pictorial  view  of  California,  383. 
Leverett,  Ch.  Edward,  Memoir  hiographical,  316. 
Lind,  Jonathan,  Answer,  ^S.—Reponse,  420. 
Lizardi,  don  Joaquín  Fernández  de,  Periquillo  Sar miento,  ^Sl. 
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Long,  George,  Geography  of  America,  188. 
Longcham,  Fierre  de,  Hist,  impartíale,  228. 


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M 


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Mier  Noriega  i  Guerra,  D.José  Servando  Teresa  de.  Carta  de  un 
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552  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRAPICOS 

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Molina,  1).  Juan  Ignacio,  Co/77/?eí7ri/o   delía   StoriR,   106 — Kuzge- 

íasste,  288. 
Montalboddo,  Antonio  Franzano  de,  Paesi  no vn mente  retrovati, 

378. 
Montchal,    Vicomte   L.   de   Barentin  de,  Voyage  dans  les  E.    U., 

478. 
Montenegro   Colon,   Feliciano,   Compendio   de  la  historia,  105.— 

Geografía  jeneraí,  185. 
Montelezun,   Barón   de,   Souvenirs    des    Antilles,  436. —  Voyage, 

487., 
Montmignon,  Jean  b.,  Choix  de  lettres  édiñants,  90. 
Montucla,  Jean  E.,  Voyage  dans  V  Amérique,  480. 
Moreau,  Jacob  Nicolás,  Mémoire,  318— Voyage  de  découverte  482. 
Morellet,  André,  Ohservations,  375. 

Moxó,  Luis  de,  Entretenimientos  de  un  prisionero,  155. 
Muriel,  Domingo,  Fasti  novi  orhis,  173.  —Hi'^toria  paraguajensis, 

249. 
Myst,  Gerardus  de,  Verloren,  455. 


N 


Nassy,  D.  de  IsL,  Essii  historique,  158. 

Navarrete,  Martin  Fernández  de,  /^elación  del  viaje,  408. 

Nougaret,  Fierre  J.  B.,  Histoire  de  la  guerre  civÜe,  204. —  Voyage  a 

la  Guiana,  464.—  Voyages  interessants,  499. 
Nicolson,  P.,  Essai  sur  Vhist.  mit  de  Saint  Doaiingae,  162. 


O 


Ohert,  Memoire  sur  Guatemala,  319. 

Oelsner,  Notice  sur  foel  Barlow,  361. 

Olmixon,  John,  British  Empire,  74.  -Het.  Britannische  Ryk,    193. 

Olive,  Don  Pedro  María  de,  Ensayo  político.  154. 

O  valle,  P.  Alonso  de,  Relación  verdadera,  411. 

Oviedo  i  Valdes,  Gonzalo  Fernández  de,  Histoire  naturelle,  231. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBLIOGRAFÍA  553 


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Payno,  D.  Manuel,  Colección  de  leyes,  97. 

Pereyra  da  Costa,  Francisco,  Historia  da  guerra,  238. 

Peyrére,  Isaac  de,  Relation  du  Groenland,  417. 

Pbilippe,    Etienne   André,    Mémoires   sur  V  Afriqae  et  V  Amérique, 

326. 
Pichón,  Tilomas,  Lettres  et  mémoires,  298. 
Pinault,  Pierre  Olivier,  Relation  ahregée,  412. 
Piso,  G.,  Historia  naturalis  Brasiliae,  248. 
Placencia,  Antonio,  Diario  militar,  134, 
Plantius,  Gasparus,  Nova  typis  transacta  navigatio,  370. 
Poivre,  Pierre,  Voyages  d'  un  philosophe,  498. 
Poleur,  Jean,  Histoire  naturelle,  231. 
Pombal,  Marques  de,  Relation  abregée,  412, 
Poncelin  de  la  Roche  Tillac,  Charles,  Almanacb  americain,  11. 
Poulin  de  Lumina^  E.  Joseph,  Histoire,  205. 
Pradelle  Baudouin,  J.,  Hist.  des  Incas,  237. 
Prévost  d'  Exiles,  Ant.  Francois,   Histoire  genérale  des   voyages^ 

227.—  Voyages  de  Rohert  Lade,  485.     • 
Prieto,  Guillermo,    F/a/es,  458. 


Q 

Quiros  Millan,  José,  Carta  de  un  ex-diputado,  81. 


R 


Raulin,  Histoire  de  la  Jamaica,  206. 

Renjifo,  Ramón,  Memoria  biográfica,  355. 

Rcstrepo,  Juan  de  Dios,  Emiro  Kastos,  145. 

Reybaud,  Louis,  Voyage  autour  du  monde,  490.— Foya^e  dans  les 

deux  Amériques,  491 
Richard,  Gerome,  Voyage  chez  les  sauvages,  474. 

TOMO    VI  36 


551  ESTUDIOS    HISTÓKICO-BIBLIOí^RÁFlCOS 

Richelet,  P.,  Histoire  de  la  conquéte,  257. 

Riva  Agüero,  José,  Memorias  para  la  historia  del  Perú,  341. 

Rivers,  Abbé,  'Voyage  a  la  mer  du  sud,  467. 

Robins,  Benjamín,  l'oyage  round  the  world,  492. 

Rocafuerte,   Vicente,   Bosquejo  lijerísimo,    67. —  Ensayo  político, 

153. 
Rocha,  Dardo,  Rasgos  biográficos,  395. 
Rochefort,  Charles  de,  Hist.  naturelle,  232 — Tablean  de  Víle  de  Ta- 

hago,  447. 
Rodríguez,  Simón,  Libertador  de  América,  303. 
Roubaud,  Fierre  J.  A.,  Hist.  genérale  de  1  Amérique,  225. 
Rousselot  de  Surgy,  J.  Ph.,    Histoire  naturelle,    229. — Hist.   de  hi 

Pensylvíinia,  23S.—Melangcs,  315. — Memoires  geographi- 

ques,?,2^.  '\ 

Rozas,  José  María,  Consulta  a  los  sabios.  117. 
Ruiz  de  Conejares,  F.  Al.,  Maravillosa  aparición,  313. 


Sairtard.  Essais  sur  les  colonies,    161 Lettres  d'  nn  citoyen,  296. 

— Román  politique,  426. 
Saint  Cricq,  Laurent,   Scenes   et  paysages,  429.  —  Souvenirs  d'  un 

mutilé,  4^37. —  Voyage  ¡i   travers  V  Amérique,   468  —  Voya- 

ges  dans  les  va  11  oes,  497. 
Saint  VaHer,  Estat presen t,  165. 
Sand,  Robert  Charles,  Historia  de  Méjico,  244. 
Sarmiento,  Domingo  F.,  Arjirópolis,   4'  — Recuerdos   de  provincia, 

402. 
Schneidcr  I.  Gottlob,  Memoires  philosophiques,  325. 
Seriman,  Zacarías,  Viajes  de  Enrique  Wanton,  457. 
Serviez,  Alfred  Em   Roergas  de,  .-iide  de  camp,  9. 
Shippen,   Edward,  Letters  and papers,  290. 
Sportono,  Giovani  Batista,  Códice  diplomatice,  95  i  96. 
Suard,  J.  B.  Ant.,   Hist.  de  T  Amérique,   198. —  Voyage  autour  du 

monde,  472 
Sutcliffe,  Thomas,  Sixteen  years  in  Chili.  433. 


Teixeíra  de  Macedo,  Joaquín,  Historia  do  Brazil,  245. 
Ternaux,  Charles,  Aventures  de  donjuán  de  Vargas.  47. 
Tíckell,  Richard,  Cassete  verte ^  85. 


NOTAS    PARA    UNA    BIBI^IOGRAFÍA  555 

Ticknor,  George,  Hist.  de  Lafayette,  221. 
Turneau  de  la  Morandiére,  Appel  des  ¿trangers,  37. 
T^'SSQt  de  Patot,  Simón,  Fie  et  voyage  de  Groenland,  461. 


U 


ürcullu,  Manuel  María,  Apuntes  para  la  historia,  38. 
Urízar  Garfias,  Fernando,  Estadistiea  de  Chile,  164. 


V 


Yadillo,  José  Manuel,  Apuntes,  40. 

Valverde,  Antonio  Sánchez,  América  vindicada,  15. 

Vallette  Laudun,  Joseph  de  \a,  Journal  cV un  voyage,  284. 

\'argas  Ponce,  José,  Relación  del  último  viaje,  409. 

Varnhagen,  Francisco  \áo\pho  de.  Amador  Bueno,  12.— Caca  no 
Brazi'l,  76.— Carta  de  C  Colon,  79 — Épicos  hrasileiros^ 
156. — Florilejio,  180. — Historia  das  lutas,  239. — Historia 
geral  do  Brazil,  247. — Indios  hr¿ivos,  270. — Memorial  or- 
gánico,  338. — Primera  epístola,  394. 

Yasconcellos,  P.  Simón  de.  Noticias  curiosas,  365. 

Vergara,  P.,  Causa  criminal,  88. 

Villebrune,  J.  B.  Lefebvre  de,  Mémoires  philosophiques,  325. 


W 


Walker,  Alexander,  Colombia,  99. 

Warden,  David  B.,  Art  de  veriñer  les  dates,  42  — Bihliotheca  ame- 
ricana, 54. — Bihliothec¿i  americana  scptentrionalis,  57. 
Webstein,  R.  G.,  Het  Britannische  Ryk  in  America,  193. 
Wright,  Francisco  Agustin?,  Montevideo.  Apuntes  históricos,  348. 


Z 


Zañartu,  Miguel,  Cuadro  histórico,  123. 

Zarate,  Agustin  de?.  Relación  de  lo  sucedido  en  el  Pirú,  407. 


IjSÍÜIOE 


ESTUDIOS  HISTORICO- 
BIBLIOGRÁFICOS 

.  Pajinas 

La  primera  biografía   i  el  primer  biógrafo  de  Cristóbal 

Colon 1 

El-  LIBRO  mss  disparatado  que  existe  sobre  la  historia  del 

descubrimiento  de  América 17 

Noticia  bibliográfica  de  los  poemas  a  que  ha  dado  orí- 
jen  el  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo 35 

El  proyecto  de  canonizar  a  Cristóbal  Colon 59 

Algunas  palabras  sobre  la  historia  de  la  jeografía  a  pro- 
pósito del  descubrimiento  de  América 99 

Algunas  anotaciones  a  la  vida  i  viajes  de  Cristóbal  Colon 

escrita  en  ingles  por  Washington  Irving 121 

La  verdaü?:ka  Guanahani  de  Colon  por  don  F.  Adolfo  de 

Varnhagen 129 

Discurso  ex  la  fiesta  solemne  del  12  de  Octubre  de  1892 
celebrada  por  la  Universidad  de  Chile  en  conmemora- 
ción del  4^  centenario  del  descubrimiento  de  América...        135 

Juan  i  S?:bastian  Cahot  según  las  últimas  investigaciones 

históricas 145 

El  descubrimiento  del  Rio  déla  Plata 111 

Vida  i  viajes  de  Hernando  de  Magallanes 183 

Advertencia  preliminar 185 


558  ESTUDIOS    HISTÓlllCO-BlBLIOGRÁFICOS 

CAPITULO  PRIMERO 

NACIMIENTO  I  FAMILIA  DE  HERNANDO  DE  MAGALLANES 

Pajinas 


Se  embarca  para  la  India.  Espedicion  a  la  costa  oriental 
del  África.  Su  vuelta  a  Portugal.  Magallanes  hace  la 
primera  campaña  contra  Malaca.  Naufraga  en  los  ba- 
jos de  Padua.  Su  presencia  de  espíritu.  Asiste  a  la  ocu- 
pación de  goa  i  al  sitio  de  Malaca.  Malograda  espedi- 
cion a  lasMolúcas.  Vuelve  Magallanes  a  Lisboa.  Hace 
una  nueva  campaña  en  África.  Sus  correrías  en  Aza- 
mor.  Es  herido  de  una  lanzada.  El  rei  desatiende  sus 
servicios.  Rui  Faleiro.  Magallanes  se  desnaturaliza  en 
Portugal  i  pasa  a  España 195 


CAPITULO  11. 

Familia  de  Diego  Barbosa.  Se  casa  Magallanes  con  un 
hija  de  ésée.  Hace  sus  propuestas  a  la  casa  de  contra- 
tac^ion  de  Sevilla.  Línea  divisoria  de  las  posesiones  es- 
pañolas i  portuguesas.  Juan  de  Aranda  Primeras  de- 
savenencias con  Faleiro.  Viaje  de  Magallanes  i  Faleiro 
a  Valladolid.  Servicios  prestados  a  ambos  por  Aranda. 
Celebran  con  éste  un  convenio  participándole  de  los  be- 
neficios de  la  empresa.  ......  209 


CAPITULO  III. 

a 

La  corte  del  rei  de  España.  Migallánes  i  Faleiro  encuen- 
tran un  protector  en  el  obispo  de  Burgos.  Sus  prime- 
ras conferencias  con  los  ministros  del  rei.  Manifiestan 
sus  proyectos  i  hacen  proposiciones  para  ir  a  descubrir. 
Dudas  cosmográficas  que  despiertan  estos  proyectos. 
Confianza  de  Magallanes.  Contrato  celebrado  con  la 
corona.  Disposiciones  del  rei  en  favor  del  viaje.  Celos 
de  la  Corte  de  Portugal.  Sus  reclamaciones  diplomáti- 
cas. Dificultades  que  oponen  los  oficiales  de  la  casa  de 
contratación.  El  rei  las  allana.  Nuevas  e  inútiles  recla- 
maciones del  embajador  portugués 219 


índice  559 


CAPITULO  IV 

Pajinas 

Inutilidad  de  Faleiro  para  los  trabajos  de  la  escuadra. 
Actividad  de  Magallanes.  Contrariedades  que  sufría. 
Desorden  provocado  en  contra  suya.  Justicia  que  hace 
el  reí  a  Magallanes.  Actividad  en  los  aprestos  de  la 
escuadra.  Instrucciones  del  rei.  Los  ajentes  portugue- 
ses tratan  de  ganarse  a  Magallanes  i  Faleiro.  El  rei 
separa  a  éste  de  la  escuadra.  Últimos  aprestos-  Maga- 
llanes recibe  el  estandarte  real.  Salen  las  naves  de  Se- 
villa. Testamentó  de  Magallanes.  La  espedicion  zarpa 
de  Lúcar  de  Barrameda 233 


CAPITULO  V. 

Noticias  de  la  escuadrilla  de  Magallanes.  Disposiciones 
para  arreglar  la  marcha.  Permanencia  en  Tenerife.  Pri- 
meras dificultades  con  Juan  de  Cartajena.  Magallanes 
lo  pone  preso.  La  escuadra  avista  las  costas  america- 
nas. Entra  a  la  bahía  de  Rio  de  Janeiro.  Negociaciones 
con  los  indíjenas.  Reconocimiento  del  Rio  de  la  Plata. 
Arribo  a  la  bahía  de  San  Julián.  Magallanes  se  decide 
a  pasar  allí  el  invierno.  Descontento  de  sus  capitanes. 
Traman  un  complot.  Se  apoderan  los  sublevados  de 
tres  naves.  Entereza  de  Magallanes.  Muerte  de  Luis 
de  Mendoza.  El  jefe  de  la  escuadra  sofoca  la  subleva- 
ción.  Castigo  de  los  amotinados 245 


CAPITULO  VI 

Magallanes  manda  hacer  un  reconocimiento  al  sur  de  la 
bahía  de  San  Julián.  Navegación  de  Juan  Serrano  con 
este  objeto.  Reconoce  el  rio  de  Santa  Cruz.  Su  naufra- 
jio.  Magallanes  socorre  a  los  náufragos,  que  vuelven  a 
reunírsele.  Esploracion  al  interior.  Se  dejan  ver  algu- 
nos habitantes  de  aquellas  rejiones.  Su  aparente  difor- 
midad.  Relaciones  de  Magallanes  con  los  patagones. 
Combates  de  los  castellanos  con  los  patagones.   Maga- 


500  ESTUDIOS    HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 


Pajinas 

llánes  sale  del  puerto  de  San  Julián.  Una  tempestad  lo 
obliga  a  recalar  al  rio  de  Santa  Cruz.  Continúa  la  na- 
vegación. Avista  el  cabo  de  Las  Vírjenes.  Dos  naves 
se  adelantan  a  hacer  una  esploracion.  Entrada  al  Es- 
trecho  , 259 


CAPITULO  VIL 

Magallanes  reúne  a  sus  pilotos  en  consejo.  Esté  van  Gómez 
combate  el  proyecto  de  Magallanes.  Penetra  la  escua- 
drilla en  el  Estrecho.  Se  separa  la  nao  San  Antonio. 
Magallanes  consulta  de  nuevo  a  los  capitanes  de  su  es- 
cuadra. Parecer  del  piloto  Andrés  de  San  Martin.  Se 
continúa  la  esploracion  del  Estrecho.  Descubrimiento 
del  mar  Pacífico.  Sublevación  de  la  nao  San  Antonio. 
Llegan  a  Sevilla  los  sublevados.  Levántase  en  la  corte 
un  proceso  para  descubrir  la  conducta  de  ellos,  i  prisión 
de  los  principales 275 


CAPITULO  VIII. 

La  escuadrilla  de  Magallanes  entra  en  el  grande  océano. 
Los  marinos  españoles  le  dan  el  nombre  de  mar  Pací- 
fico. Tocan  en  unas  islas  que  llamaron  Desventuradas. 
Sufrimientos  en  la  escuadrilla:  enfermedades  i  hambre. 
Arribo  a  las  islas  de  los  Ladrones.  Relaciones  de  los 
castellanos  con  los  isleños  Róbanse  éstos  una  chalupa 
i  son  castigados.  Reconoce  Magallanes  otras  islas  que 
llamó  de  San  Lázaro.  Desembarco  en  una  de  ellas.  Sus 
relaciones  i  tratos  con  los  isleños.  Arribo  a  la  isla  de 
Masaguá.  Obsequios  cambiados  con  el  rei  de  esta  isla. 
El  caballero  Pigafetta  va  a  tierra  en  comisión 289 


CAPITULO  IX. 

Llega  Magallanes  a  la  isla  de  Zebú.  Sus  primeros  tratos 
con  el  rei  de  esta  isla.  Bautismo  del  rei,  de  la  reina  i  de 
cerca  de  ochocientos  isleños.   Castigo  de  los  poblado- 


ÍNDICE  561 


Pajinas 

res  de  la  isla  de  Macthan.  Magallanes  determina  ata- 
carlos al  saber  que  éstos  se  negaban  a  reconocer  la  au- 
toridad del  reí  de  España.  Acomete  esta  empresa  con- 
tra el  parecer  de  los  capitanes  de  la  escuadrilla.  Com- 
bate del  27  de  abril  de  1521.  Arrojo  temerario  de 
Magallanes.  Su  muerte.  Su  retrato  trazado  por  el  ca- 
ballero Pig'afetta.  Los  vencedores  se  niegan  a  entregar 
el  cadáver  de  Magallanes 305 


CAPITULO  X 

Recelos  de  los  castellanos  después  de  la  muerte  de  Maga- 
llanes. Entra  el  rei  de  Zebú  en  un  complot  contra  ellos. 
Matanza  del  1°  de  Mayo  de  1521.  Toma  el  mando  de 
la  escuadrilla  Juan  Caraballo.  Se  retira  de  la  isla  de 
Zebú,  dejando  abandonado  a  Juan  Serrano.  Destruye 
•la  nao  Concepción  en  la  isla  de  Bohol.  Visita  varias 
islas,  i  es  depuesto  del  mando.  Llegan  los  castellanos  a 
las  Molúcas.  Trájico  fin  de  Francisco  Serrano.  Los  re- 
yes de  aquellas  islas  reconocen  la  autoridad  del  rei  de 
España.  La  Victoria  da  la  vuelta  a  Europa.  Padeci- 
mientos de  la  navegación.  Los  portugueses  le  toman 
trece  hombres  de  su  tripulación  en  las  islas  de  Cabo 
Verde.  Arribo  a  Sevilla.  Premios  concedidos  a  Sebas- 
tian de  Elcano.   Conclusión 


PRUEBAS  E  ILUSTRACIONES  CONCERNIENTES  A  LA 

VIDA  I  VIAJES  DE  HERNANDO  DE    MAGALLANES..  331 

Ilustración       I.  Nacimiento  i  primeros  años  de  Magallanes  333 
II.  Relaciones  de  Juan  de  Aranda  con  Maga- 
llanes i  Faleiro 337 

III.  Carta  de  navegar  de  Martin  Behaim 339 

IV.  La  pretendida  locura  de  Ruy  Faleiro 345 

V.  La  estatura  de  los  patagones 349 

VI.  Los  fuegos  de  San  Telmo 351 

VIL  El  nombre   del   estrecho  descubierto  por 

Magallanes 355 

VIII.  Las  islas  Desventuradas 357 


562  ESTUDIOS  HISTÓRICO-BIBLIOGRÁFICOS 

Pajinas 

Ilustración    IX.  La  última  tripulación   de  la  nao   ^^Trini- 

dad'' 359 

,,  X.  El  problema  del  ^'dia perdido'  en  la  nave- 
gación de  Magallanes 361 

,,  XI.  La  nao   Victoria  después  de  la  vuelta  al 

rededor  del  mundo 363 

,,         XII.  Antonio  de  Pigafetta 365 

,,        XIII.  El  piloto  Juan  Sebastian  de  Elcano 367 

NOTAS  para  una  bibliografía  de  obras 
anónimas  i  seudónimas  sobre  la  histo- 
ria, la  jeografía  i  la  literatura  de  Amé- 
rica         369 

LNTRODUCCION 371 

NOTAS  bibliográficas 377 

índice  alfabético  de  autores 54 


FIN 


OVERDUE. 


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Yü   I827Í 


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