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Full text of "Obras completas de Diego Barros Arana"

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OBRAS   COMPLETAS 


DIEGO  BARROS  ARANA 


OBRAS  COMPLETAS 


DE 


DIE&O  BAMOS  ARANÁ 


TOMO  VII 


ESTUDIOS  HISTÓRICOS 


(SS^^@^ 


SANTIAGO. DE  CHILE 

BANDERA,    50 


n^\ 


2H400.— Lnp.  Cervantes.— Bandera,  50. 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA 

I  OTROS   DOCUMENTOS  INÉDITOS   CONCERNIENTES 
A  ESTE  CONQUISTADOR  * 

INTRODUCCIÓN 

En  la  vida  borrascosa  i  aventurera  de  los  conquistado- 
res españoles  de  América,  los  hombres  que  un  dia  habian 
llegado  a  la  cima  de  sus  aspiraciones,  se  encontraban  con 
frecuencia  el  dia  siguiente  sumidos  en  una  prisión,  procesa- 
dos por  sus  rivales  o  por  jueces  del  rei,  i  no  pocas  veces 
perdian  en  el  juicio  la  vida,  la  fortuna,  o  por  lo  menos,  los 
títulos  i  honores  que  habian  alcanzado  mediante  esfuerzos 
casi  superiores  a  la  naturaleza  humana. 

Esta  frecuencia  de  enjuiciamientos  i  de  procesos  revela 
también  en  los  conquistadores  españoles  un  respeto  por 
las  fórmulas  legales,  un  amor  por  la  chicana  forense,  que 
ofrece  el  mas  singular  contraste  con  la  violencia  i  la  ilega- 
lidad de  sus  actos.  Los  despojos  mas  injustificables,  las  mas 
inauditas  atrocidades  cometidas  por  el  abuso  de  la  fuerza, 
se  cubrian  con   el  manto  de  la  justicia  entre  los  pliegos  de 

*  Este  estudio  acerca  del  Proceso  de  Valdivia  se  pubíicó  en  los 
Anales  de  la  Univeisidad  de  '  Chile  (1873-1874)  tomo  XLIII, 
pájs.  241-363;  639-811  i  813-832  i  tomo  XLIV,  pájs.  163-276^ 
Los  diversos  estudios  sobre  Valdivia,  sus  socios  i  sus  compañe- 
ros, se  insertaron  ademas  en  la  Revista  de  Santiago  (1873).  vSe  hi- 
zo  una  tirada  aparte  de  este  libro  en  1874,  1  vol.  en  4^  Santiago, 
Imp.  Nacional,  392  pájs. 

Nota  del  recopilador. 
TOMO  vn  1 


246471 


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ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


un  espediente  que  solia  tener  uno  o   mas  millares  de  fojas. 

Los  archivos  españoles  están  atestados  de  espedientes  de 
esta  naturaleza,  comenzando  por  el  que  siguió  el  hijo  de 
Colon  para  obtener  de  la  corona  que  le  pusiera  en  posesión 
de  los  honores  i  de  los  emolumentos  ofrecidos  a  su  padre 
antes  de  emprender  su  primer  viaje.  El  proceso  de  Vasco 
Núñez  de  Balboa,  desgraciadamente  perdido  para  la  histo- 
ria, debia  ocupar  un  sitio  preferente  entre  esos  papeles  bo- 
rroneados en  que,  entre  muchas  calumnias  sembradas  por 
la  envidia,  se  encuentran  con  frecuencia  datos  preciosos 
para  el  historiador.  Los  procesos  de  Hernán  Cortes  i  de 
Pedro  de  Alvarado,  impresos  hace  pocos  años  en  Méjico, 
(el  primero  en  1852  i  el  segundo  en  1847)  prestan  igual- 
mente un  gran  servicio  a  la  historia  por  las  infinitas  noti- 
cias que  en  ellos  se  encuentran  diseminadas. 

Los  conquistadores  del  Perú  siguieron  con  una  regulari- 
dad invariable  esta  práctica  de  hacer  largos  procesos  i  de 
envolver  todos  sus  procedimientos  en  las  fórmulas  legales. 
El  inca  Atahualpa,  inhumana  e  inicuamente  sacrificado  por 
los  invasores  de  su  imperio,  fué  sometido  a  un  proceso  en  que 
se  salvaron  las  apariencias  legales,  pero  en  que  se  cometie- 
ron las  mas  abominables  injusticias.  Poco  mas  tarde,  du- 
rante las  primeras  guerras  civiles  de  los  conquistadores, 
Pizarro  i  Almagro,  desde  sus  respectivos  campamentos,  se 
procesaron  recíprocamente,  ya  para  justificar  su  conducta 
ante  el  rei,  ya  para  tener  adelantada  la  prueba  contra  su 
contrario  a  fin  de  terminar  el  juicio  después  de  la  victoria 
que  esperaba  cada  cual.  Vencido  i  prisionero.  Almagro  fué, 
en  efecto,  sometido  a  juicio;  i  el  espediente  que  le  formó  su 
feliz  rival,  formaba  un  cuerpo  de  autos  que  ''se  hizo  tan  al- 
to como  hasta  la  cintura  de  un  hombre",  dice  un  testigo  de 
vista,  el  caballero  don  Alonso  Enríquez  de  Guzman,que  to- 
mó parte  en  esos  sucesos. 

Pedro  de  Valdivia,  el  famoso  conquistador  de  Chile,  fué 
también  sometido  a  uno^de  esos  procesos  que  preparaban 
los  odios  i  la  envidia  de  sus  contemporáneos.  De  ese  proce- 
so casi  no  ha  quedado  huella  alguna  en  la  historia,  i  to- 


PROCESO    DE    PEDRO  DE    VALDIVIA 


das  las  relaciones,  así  como  los  documentos  publicados  o 
conocidos  hasta  ahora,  dejan  apenas  traslucir  que  la  con- 
ducta de  ese  caudillo  fué  pCvSquisada  por  uno  de  los  gober- 
nadores del  Perú. 

En  CvSta  introducción  vamos  a  dar  a  conocer  este  proceso 
del  conquistador  de  Chile,  presentando  a  nuestros  lectores 
hechos  enteramente  desconocidos  de  todos  los  historiado- 
res. Para  ellos  contamos:  1*^  con  el  espediente  seguido  en 
Lima  por  el  licenciado  La  Gasea,  pacificador  del  Perú,  del 
cual  se  nos  permitió  sacar  una  copia  completa  en  Madrid 
el  año  de  1859;  i  2^  de  la  correspondencia  del  mismo  La 
Gasea,  que  forma  un  conjunto  de  documentos  del  mas  alto 
interés.  Haré  notar  aquí  que  esta  colección,  formada  en  su 
mayor  parte  de  cartas  dirijidas  al  rei  o  al  consejo  de  In- 
dias, no  se  encuentra,  como  deberia  creerse,  en  el  archivo 
de  Indias  depositado  en  Sevilla;  i  que  los  papeles  que  con- 
sulté, eran  los  borradores  del  mismo  La  Gasea,  conserva- 
dos relijiosamente  por  sus  descendientes,  quienes  me  permi- 
tieron que  sacara  estas  copias  mediante  los  buenos  oficios 
del  eminente  literato  i  bondadoso  amigo  don  Pascual  de 
Gayángos.  La  circunstancia  de  no  hallarse  estos  papeles 
en  los  archivos  públicos  ha  sido  causa  de  que  los  mas  pro- 
lijos historiadores  que  se  han  ocupado  en  los  dos  últimos 
siglos  de  la  conquista  del  Perú,  hayan  ignorado  su  exis- 
tencia 1.  En  ellos  se  encuentran  preciosas  noticias,  algunas 
de  las  cuales  vamos  a  estractar  en  seguida. 


1  Prescott  tuvo  a  la  vista  una  relación  manuscrita  i  anóni- 
ma de  los  últimos  sucesos  de  la  guerra  civil  de  los  conquistadores 
del  Perú  que  cita  con  frecuencia  en  el  capítulo  III  del  libro  V  de 
su  excelente  Historia  de  la  conquista  del  Pera  i  que  bajo  el  testi- 
monio del  infatigable  investigador  don  Juan  Bautista  Muñoz, 
atribuye  al  mismo  La  Gasea.  Esa  relación  es  simplemente  una  co- 
pia algo  modificada  i  abreviada  de  una  estensa  carta  de  La  Gasea 
al  consejo  de  Indias,  fechada  en  el  Cuzco  el  7  de  mayo  de  1548. 
Fuera  de  este  fragmento,  el  erudito  historiador  norte-americano 
no  ha  conocido  nada  de  la  importante  correspondencia  del  presi- 
dente La  Gasea,  que  le  habría  sido  de  la  mas  grande  utilidad  para 
escribir  la  última  parte  de  su  historia. 


ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Todos  los  historiadores  de  la  conquista  de  Chile  refieren 
que  en  1547  Pedro  de  Valdivia  hizo  un  viaje  al  Perú  para 
a^^udar  con  su  espada  a  los  representantes  de  la  autoridad 
real,  empeñados  entonces  en  combatir  la  insurrección  de 
Gonzalo  Pizarro.  El  mismo  Valdivia  ha  referido  prolijamen- 
te este  viaje  en  una  carta  dirijida  al  rei  desde  la  naciente 
ciudad  de  Concepción  el  15  de  octubre  de  1550.  Cuenta  allí 
el  espléndido  recibimiento  que  le  hizo  La  Gasea,  el  cual  "di. 
jo  público,  añade  Valdivia,  que  estima  mas  mi  persona  (|ue 
a  los  mejores  ochocientos  hombres  de  guerra  que  le  pudie- 
ran venir  a  aquella  hora,  i  yo  le  rendí  las  gracias  teniéndo- 
selo en  mui  señalada  merced". 

El  mismo  hecho  está  referido  por  el  presidente  La  Gasea 
en  carta  dirijida  al  consejo  de  Indias  desde  Andahuailas, 
con  fecha  de  7  de  marzo  de  1548. 

Se  ve  allí,  que  La  Gasea  estimaba  en  lo  que  valia  el  mé- 
rito de  Pedro  de  Valdivia,  cuyos  talentos  militares  eran 
justamente  apreciados  en  el  Perú;  pero  sus  palabras  no  re. 
velan  ese  contento  con  que  se  enorgullecia  el  conquistador 
de  Chile.  La  Gasea  creia  desde  entonces  que  Valdivia  podía 
prestar  un  importante  servicio  a  la  pacificación  definitiva 
del  Perú,  trayéndose  a  Chile  a  muchos  hombres  de  espíritu 
inquieto  que  estaban  comprometidos  en  la  rebelión  de  Pi- 
zarro. 

Durante  toda  la  campaña  contra  los  rebeldes.  Valdivia 
prestó  excelentes  servicios.  La  Gasea  lo  reconoce  así  en  su 
carta  al  consejo  de  Indias  de  7  de  mayo,  en  que  hace  una  re- 
lación cabal  de  los  últimos  sucesos  de  la  guerra.  De  esta  re- 
lación consta  que  la  voz  de  Valdivia  era  escuchada  siempre 
con  atención  en  los  consejos  que  celebraba  el  jefe  pacifica- 
dor, i  que  su  persona  estaba  lista  para  acudir,  sin  tomar 
en  cuenta  los  peligros,  a  cualquier  punto  en  que  fuera  nece- 
saria. La  Gasea  refiere,  ademas,  que  fué  Valdivia  quien  to- 
mó prisionero  al  terrible  Carvajal,  el  segundo  jefe  de  la  in- 
surrección, cuando  huía  del  campo  de  batalla  de  Jaquija- 
huana,  en  que  acababa  de  sucumbir  su  ejército. 

Sin  embargo,  el  mismo  dia  en  que  La  Gasea  firmaba  esa 


PROCESO    DE    PEDRO   DE  VALDIVIA 


prolija  relación  dirijida  al  consejo  de  Indias,  el  7  de  mayo 
de  1548,  escribia  una  carta  al  rei,  mucho  mas  breve  que  la 
anterior,  en  que  se  limitaba  sólo  a  recomendarle  a  los  jefes, 
oficiales  i  letrados  que  mas  le  habian  servido  en  la  campa- 
ña con  su  espada  i  con  sus  consejos.  El  presidente  señala 
ios  servicios  prestados  por  el  jeneral  Pedro  deHinojosa,  por 
Lorenzo  de  Aldana,  Hernando  Mejía,  Pablo  de  Meneses, 
Juan  Alonso  Palomino,  Pedro  de  Cabrera,  Diego  Centeno, 
Gabriel  de  Rojas  i  el  obispo  de  Lima  frai  Jerónimo  Loayza, 
i  pide  para  todos  ellos  las  mercedes  i  recompensas  que  el 
rei  podia  dispensar  a  sus  buenos  servidores;  pero  ni  siquie- 
ra nombra  en  toda  su  carta  a  Pedro  de  Valdivia. 

¿Cuál  es  la  causa  de  esta  omisión?  La  lectura  de  toda  la 
correspondencia  de  La  Gasea  sirve  para  esplicárnosla. 

Se  sabe  que  hasta  entonces  Valdivia  no  tenia  mas  título 
para  llamarse  gobernador  de  Chile  que  el  que  le  habia  con- 
ferido el  cabildo  de  Santiago,  título  precario,  nacido  de  un 
acto  que  podia  calificarse  de  sedicioso,  i  que  el  rei  o  sus  re- 
presentantes lejítimospodian  anular.  La  Gasea  habia  creido 
recompensar  suficientemente  los  servicios  de  Valdivia  con- 
firiéndole ese  título,  que  el  conquistador  de  Chile  apetecia 
mas  que  cualquiera  otro  honor  i  que  cualquiera  otra  recom- 
pensa. El  23  de  abril  de  1547,  catorce  días  apenas  después 
de  la  batalla  de  Jaquijahuana,  i  cuando  La  Gasea  estaba 
mas  ocupado  en  el  castigo  de  los  rebeldes  i  en  la  pacifica- 
ción definitiva  del  Perú,  dio  a  Valdivia,  en  la  ciudad  del 
Cuzco,  el  apetecido  título  de  gobernador  de  Chile. 

Veamos  ahora  cómo  esplica  al  consejo  de  Indias  las  ra- 
zones que  tuvo  para  hacer  este  nombramiento.  '*E1  23  de 
abril,  dice  la  Gasea,  se  despachó  Pero  de  Valdivia  por  go- 
bernador i  capitán  jeneral  de  la  provincia  de  Chile,  llamado 
Nuevo  Extremo,  limitada  aquella  gobernación  desde  Copia- 
co,  que  está  en  27  grados  de  la  parte  de  la  equinoccial  ha- 
cia el  Sur,  hasta  41  Norte  Sur  derecho  meridiano,  i  en  an- 
cho desde  la  mar  la  tierra  adentro  cien  leguas  Hueste 
Leste. 

''Diósele  esta  gobernación  por  virtud  del  poder  que  de 


ESTUDIOS    HíSTÓmCOS 


S.  M.  tengo,  porque  convenia  descargar  estos  reinos  dejen- 
te,  i  emplear  los  que  en  el  allanamiento  de  Gonzalo  Piza- 
rro  sirvieron,  que  no  se  podían  todos  en  esta  tierra  reme- 
diar, i  cupo  dársela  a  él  antes  que  a  otro  por  lo  que  a  S.  M. 
sirvió  en  esta  jornada,  i  por  la  noticia  que  de  Chile  tiene, 
i  por  lo  que  en  el  descubrimiento  de  aquella  tierra  ha  tra- 
bajado. Proveyósele  del  oficio  de  alguacil  mayor  de  aque- 
lla gobernación  a  voluntad  de  S.  M.,  i  otras  cosas  que  por 
capítulo  pidió  a  S.  M.  para  que  en  ellas  hiciese  lo  que  su 
merced    fuese.'' 

Al  entregarle  ese  nombramiento,  La  Gasea  autorizó  a 
Valdivia  para  levantar  bandera  de  enganche  en  el  Perú. 
El  gobernador  de  Chile  queria  traer  a  este  pais  un  cuerpo 
ausiliar  para  llevar  a  cabo  sus  proyectadas  conquistas;  i  es- 
taba facultado  para  reunir  en  torno  suyo,  no  sólo  a  los 
aventureros  que,  habiendo  servido  en  las  filas  del  ejército 
del  rei,  se  hallaban  desocupados  después  de  vencida  la  rebe- 
lión, sino  a  los  soldados  de  Pizarro  que  no  hubieran  mere- 
cido otro  castigo  que  el  estrañamiento  del  Perú.  En  cam- 
bio. La  Gasea  prohibió  terminantemente  a  Valdivia  que 
trajese  consigo  indios  peruanos,  los  cuales  debian  ser  re- 
partidos entre  los  conquistadores  i  pacificadores  de  ese 
pais. 

La  Gasea,  sin  embargo,  no  tenia  mucha  confianza  en  la 
puntualidad  con  que  Valdivia  debia  cumplir  estas  instruc- 
ciones; i  temia  ademas  que  los  aventureros  que  habían  de 
acompañarlo  a  Chile  cometieran  todo  jénero  de  depreda- 
ciones i  fechorías  en  el  camino.  "En  16  de  mayo,  dice  él 
mismo  al  consejo  de  Indias  en  carta  de  25  de  setiembre  de 
1548,  envió  al  capitán  Martin  de  Robles,  hombre  dilijen  te 
i  deseoso  de  servir,  a  Arequipa  para  que  ayudase  a  la  jus- 
ticia i  a  los  vecinos  de  allí  que  la  jente  que  en  el  pueblo  de 
aquella  ciudad  se  habia  de  juntar  i  embarcar  para  Chile 
con  Valdivia  no  hiciese  daño  ni  llevase  naturales,  i  para 
que  los  que  allí  acudiesen  de  los  culpados  de  la  rebelión  de 
Gonzalo  Pizarro  que  no  fuesen  condenados  a  Chile,  i  pa- 
reció que  no  convenia  ir  allá  por  ser  hombres  mui  desaso- 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA 


segados,  los  prendiese  i  envíase  a  Lima,  para  que  de  allí 
con  otros  se  enviasen  a  España." 

Las  cartas  de  La  Gasea  en  que  se  consignan  estas  noti- 
cias, tienen  la  forma  de  diario,  en  que  el  pacificador  del  Pe- 
rú apunta  dia  por  dia,  i  casi  hora  por  hora,  todas  las  ocu- 
rrencias de  alguna  importancia.  En  la  misma  carta  de  25 
de  setiembre  se  encuentra  este  otro  hecho  concerniente  a 
Pedro  de  Valdivia.  "Este  dia  (18  de  setiembre)  recibí  carta 
de  Arequipa  de  que  Valdivia  era  partido  para  Chile  por  tie- 
rra con  ciento  veinte  hombres,  i  que  la  otra  jente  aguarda- 
ba que  los  navios  llegasen  al  puerto  de  aquella  ciudad  para 
embarcarse  en  ellos  e  ir  por  mar." 

Pero  los  denuncios  i  acusaciones  contra  Valdivia  debian 
repetirse  mucho,  cuando  La  Gasea  se  vio  obligado  a  tomar 
medidas  estremas,  como  lo  espone  en  una  carta  especial 
que  sobre  este  asunto  dirije  al  consejo. de  Indias  con  la  mis- 
ma fecha  de  25  de  setiembre.  A  consecuencia  de  esos  denun- 
cios, dice,  "despaché  desde  el  camino  (del  Cuzco  a  Lima) 
una  provisión  al  jeneral  Pedro  de  Hinojosa,  para  que  con 
toda  dihjericia  fuese  a  Arequipa  i  con  toda  buena  maña  i 
cordura  visitase  los  navios  i  soltase  todos  los  indios  que  en 
ellos  fuesen,  i  no  consintiese  que  se  sacase  alguno;  i  que  an- 
simesmo  procurase  de  prender  al  dicho  Luis  de  Chávez  i  a 
los  otros  condenados,  i  los  enviase  en  buen  recaudo  aquí  a 
Lima. 

"I  con  toda  disimulación  i  secreto  que  pudiese,  se  infor- 
mase de  las  cosas  de  Chile  que  me  habian  dicho,  i  que  si  ha- 
llase ser  verdad  procurase  de  hacer  volver  aquí  a  Valdivia 
i  enviar  la  jente,  porque  se  vaciase  algo  de  la  que  en  esta 
tierra  sobra,  con  don  Juan  de  Sandoval,  o  con  uno  de  otros 
dos  que  se  le  señalaron;  i  para  la  persona  que  enviase  se  le 
dióprovision  en  blanco,  i  que  si  no  hallase  que  era  como  se 
dice,  disimulase  i  le  dejase  ir  su  camino,  i  le  ayudase  a  aviar." 

Pedro  de  Valdivia  ha  referido  en  su  carta  citada  de  1550, 
su  entrevista  con  Hinojosa,  cuando  éste  lo  alcanzó  en  el 
valle  de  Sama,  un  poco  al  norte  de  la  actual  ciudad  de  Tac- 
na. La  relación  del  conquistador  de  Chile,  como  único  do» 


jtííSTUDIOS    HISTÓRICOS 


cumento  conocido  hasta  ahora  referente  a  estos  sucesos,  ha 
sido  fielmente  seguida  por  don  Miguel  Luis  Amunátegui  en 
su  inapreciable  historia  del  Descubrimiento  i  conquista  de 
Chile  (parte  II,  cap.  IV,  párr.  3°).  Valdivia  se  muestra  allí 
leal  i  obediente  a  las  órdenes  del  rei  i  de  los  representantes 
de  su  autoridad  en  el  Perú,  cuenta  artificiosamente  la  ma- 
nera cómo  se  sometió  al  jeneral  Hinojosa,  su  viaje  a  Lima 
i  su  pronta  rehabilitación  en  el  concepto  de  La  Gasea,  tan 
luego  como  éste  hubo  oidosus  descargos;  pero  ha  tenido  un 
particular  esmero  en  ocultar  todo  lo  que  le  era  algo  desfa- 
vorable, o  que  a  lo  menos,  pudiera  parecerlo  así.  La  histo- 
ria no  ha  podido  haísta  ahora  estudiar  estos  hechos  mas 
que  por  el  testimonio  de  una  sola  parte;  pero  conviene  co 
nocer  la  carta  del  presidente  La  Gasea  al  consejo  de  Indias 
escrita  en  Lima  el  26  de  noviembre  de  1548,  que  da  mui  es- 
tensas noticias  sobre  todos  estos  sucesos,  a  que  está  con- 
traida  casi  por  entero.  Por  este  motivo  le  damos  un  lugar 
en  esta  colección. 

El  licenciado  Pedro  de  La  Gasea  goza  en  la  historia  de  la 
merecida  reputación  de  hombre  de  alta  prudencia.  Encar- 
gado por  el  rei  de  pacificar  el  Perú  en  momentos  mui  difíci- 
les, sin  armas,  sin  ejércitos,  i  hasta  sin  prestijio  ante  los 
conquistadores,  que  veianen  él  un  clérigo  ajeno  a  la  carrera 
militar  i  a  los  afanes  de  la  administración  pública,  La  G'as- 
ca  supo  ganarse  a  su  partido  a  muchos  capitanes,  levantar 
tropas,  vencer  la  rebelión  de  Gonzalo  Pizarro  i  cimentar  la 
paz  i  un  gobierno  regular  en  el  pais  en  que  sólo  se  habia  he- 
cho sentir  el  poder  de  las  pasiones  mas  violentas  i  desorde- 
nadas. 

Indudablemente,  él  habria  dirijido  con  su  prudencia  ha- 
bitual el  negocio  concerniente  a  Pedro  de  Valdivia,  cuyos 
servicios  conocia  i  apreciaba  i  cuya  intelijencia  no  podía 
ocultársele.  Las  acusaciones  que  La  Gasea  habia  reunido 
contra  el  conquistador  de  Chile,  i  que  lo  habian  determina- 
do a  hacerlo  revolver  de  su  camino,  o  eran  completamente 
falsas,  o  recaian  sobre  faltas  de  poca  entidad.  Tan  luego 
como  La  Gasea  hubiera  conocido  esto  mismo,  habría  man- 


PROCESO  DÉ  PEDRO  DE  VALDIVIA 


dado  que  Valdivia  se  pusiese  en  viaje  para  asumir  de  nuevo 
el  gobierno  de  Chile. 

Pero,  entre  tanto,  el  24  de  octubre  de  1548  llegó  al  Ca- 
llao una  fragata  que  llevaba  pliegos  i  noticias  mui  impor- 
tantes de  Chile.  El  cabildo  de  Santiago,  después  de  celebrar 
cuatro  acuerdos  los  dias  29  de  agosto,  3,  10  i  22  de  se- 
tiembre 2,  habia  resuelto  enviar  a  uno  de  sus  miembros,  al 
rejidor  Pedro  de  Villagra,  a  dar  cuenta  a  La  Gasea  del  es- 
tado de  Chile  i  a  pedirle  que  se  sirviera  confirmar  a  Valdi- 
via en  el  carácter  i  rango  de  gobernador  de  este  pais.    En 
esa  misma  fragata  marcharon  al  Perú   algunos  soldados  i 
aventureros  que  iban  descontentos  de  Valdivia,  de  quien, 
según  decian,  hablan  recibido  agravios.   El  24  de  octubre, 
uno  de  éstos  dirijió  a  La  Gasea  un  legajo  sin  firma  alguna, 
que  contenia  cincuenta  i  siete  capítulos  de  acusación  con- 
tra Pedro  de  Valdivia.  El  acusador  recorría  todos  los  ac- 
tos de  la  vida  del  famoso  conquistador,  desde  que  salió  del 
Perú  en  1540,  hasta  que  se  embarcó  en  Valparaíso  en  di- 
ciembre de  1547  para  volver  a  ese  pais,  esto  es,  todos  los 
actos  de  su  gobierno,  fundando  en  cada  uno  de  ellos  una 
acusación  mas  o  menos  grave.  Por  mas  dispuesto  que  es- 
tuviera La  Gasea  a  poner,  según  los  dictados  déla  pruden- 
cia, un  término   a  los  procedimientos  que  habia  iniciado 
contra  Valdivia,  le  fué  indispensable  formar  un  espediente 
i  seguir  un  proceso  en  regla. 

En  la  acusación  anómina,  los  cargos  contra  el  conquis- 
tador de  Chile  están  amontonados  sin  plan  ni  concierto 
alguno.  Cada  punto  es  una  acriminación;  pero  éstas  no 
guardan  un  orden  lójico,  como  seria  por  ejemplo  el  de  se- 
guir la  sucesión  de  los  tiempos  o  el  de  reunir  en  un  capítulo 
todos  los  hechos  referentes  a  un  solo  jénero  de  faltas.  Es- 
tudiando, sin  embargo,  atentamente  este  curioso  docu- 
mento,  se  ve  que  todas  las  acusaciones  se  pueden    reducir 


2  Estos  acuerdos  están  publicados  en  el  primer  libro  de  actas 
del  cabildo  de  Santiago,  en  el  tomo  I  de  la  Colección  de  historia- 
dores de  Chile,  pájs.  150  a  161. 


10  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


a  cinco  puntos  capitales:  1°  Desobediencia  a  la  autoridad 
real  o  de  los  delegados  del  rei  de  quienes  dependia  el  go- 
bernador de  Chile;  2*^  Tiranía  i  crueldad  con  sus  subalter- 
nos; 3*^  Codicia  insaciable;  4*^  Irrelijiosidad;  i  5'^  Costum- 
bres relajadas  con  escándalo  público. 

Sobre  el  primer  punto,  se  acusaba  a   Valdivia  de  mirar 
siempre  en  menos  la  autoridad  real  i  de  haber  querido  sus- 
traerse a  toda  samision   a  los  gobernantes  del  Perú,   de 
quienes  dependia  inmediatamente.  Al  pisar    el  territorio 
chileno  en  Copiapó,  tomó  posesión  de  él,  no  en  nombre  de 
Francisco  Pizarro,  que  lo  habia  mandado  a  CvSta  conquis- 
ta, sino  como  comisionado  del   rei;    lo  que  importaba  un 
desacato  a  la  autoridad  del  jefe  de  quien   dependia.  Mas 
tarde  se  hizo  nombrar  gobernador  de  Chile  por  el  cabildo 
i  el  pueblo  de  Santiago,   para  independizarse  de  los  gober- 
nadores del  Perú.    Habiendo  recibido    poco   después  la  pa- 
tente de  teniente  g-obernádor  ñrmsiáa.  por  Vaca  de  Castro, 
Valdivia  se  la  guardó  sin  comunicarla  al  cabildo  porque 
creia  que  este  título  rebajaba  su  autoridad.   No  se  escusa- 
ba  de  censurar  las  providencias  que  emanaban  del  mismo 
monarca  de  España,  porque  según  decia,  administraba  los 
negocios  de   América  sin  conocerlos  i   obedeciendo   a  los 
consejos  interesados  de  sus  cortesanos.  Por  último,   ha- 
biendo estallado  en  el   Perú   la  rebelión   que  encabezaba 
Gonzalo  Pizarro,  Valdivia  habia  dejado  ver  sus  simpatías 
por  la  causa  de  éste;  con  el  objeto  de  auxiliarlo  habia  par- 
tido para  ese  país  en  1547;  i  si  se  plegó  a  la  causa  del  rei, 
fué  sólo  porque  vio  que  la  causa  de  la  insurrección  amena- 
zaba ruina. 

La  segunda  acusación  se  referia  al  despotismo  con  que 
Valdivia  habia  gobernado  en  Chile.  Durante  el  viaje  al 
través  del  desierto  de  Atacama,  habia  hecho  ahorcar  a  dos 
soldados  llamados  uno  Escobar  i  otro  Ruiz;  mas  adelante, 
habia  apresado  a  su  socio  Pedro  Sancho  de  Hoz  para  obli- 
garlo por  la  fuerza  a  desistir  de  la  compañía  que  ambos 
habian  celebrado  en  el  Perú.  En  Santiago  habia  hecho 
ahorcar  a  don  Martin  de  Solier,   a  un  vizcaíno  llamado 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  11 

Costreño,  a  un  Márquez,  a  Pastrana,  procurador  del  ca- 
bildo, a  Chinchilla  i  a  Juan  de  Bolaños;  i  tuvo  confesado  i 
a  punto  de  salir  al  patíbulo  a  un  Yásquez.  Acusábasele 
ademas  de  mil  actos  de  violencia,  de  haber  dado  de  golpes 
a  muchas  personas,  de  dar  los  puestos  mas  importantes  a 
los  hombres  mas  insignificantes  i  mas  ruines,  entre  los  cua- 
les los  acusadores  señalaban  a  Jerónimo  de  Alderete,  i  por 
ultimo,  de  gobernar  siempre  por  medio  del  terror  i  de  la 
opresión. 

La  codicia  de  Valdivia  era,  según  sus  acusadores,  verda- 
deramente insaciable.  No  le  habia  bastado  adjudicarse  para 
sí  solo,  a  título  de  repartimiento,  las  dos  terceras  partes 
del  territorio  chileno,  i  no  hacer  concesiones  a  los  que  no 
eran  sus  adictos  parciales,  sino  que  se  daba  trazas  para 
arrancar  a  sus  gobernados  p'or  las  amenazas  o  por  la  vio- 
lencia el  oro  que  habian  recojido,  los  animales  que  poseian 
las  prendas  que  habian  traido  del  Perú.  Valdivia  habia 
comprometido  la  vida  de  sus  soldados  mandándolos  a  bus- 
car oro  en  algunos  puntos  donde  indudablemente  debían 
ser  sacrificados  por  los  indios.  Por  último,  habiendo  resuel. 
to  hacer  su  viaje  al  Perú,  se  hizo  a  la  vela  en  Valparaíso 
llevándose  el  oro  de  muchos  colonos  a  quienes  habia  enga- 
ñado miserablemente.  El  mayor  número  de  las  faltas  im- 
putadas a  Valdivia  en  la  acusación,  se  refiere  a  este  punto; 
i  al  efecto,  se  vSeñalan  infinitos  hechos  que  fueron  casi  todos 
desmentidos  o  rectificados  en  el  curso  del  proceso. 

Los  acusadores  de  Valdivia  se  empeñan  igualmente  en 
presentarlo  como  un  hombre  irrelijioso,  que  no  estaba 
guiado  por  el  temor  de  Dios.  Al  clérigo  González  Marmo- 
lejo,  que  después  fué  el  primer  obispo  de  Santiago,  le  tenia 
encargado  que  enseñara  a  leer  a  una  joven  con  quien  Val- 
divia vivia  en  ilícitas  relaciones.  Este  gobernador  habia 
llevado  su  arrogancia  hasta  predicar  en  la  iglesia  para  pe- 
dir a  sus  gobernados  que  le  prestasen  todo  el  oro  que  te- 
nían, **  i  que  el  que  no  se  lo  prestase  supiese  que  se  lo  saca- 
ría i  el  pellejo  con  ello."  Un  secretario  suyo,  llamado  Juan 
de  Cárdena,  predicó  otro  sermón  "sobre  un  altar  dentro  en 


V2  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


la  iglesia  mayor  de  aquella  cibdad  (Santiago),  el  cual  fué  el 
mas  abominable  en  deshonra  de  Dios  i  del  rei  i  de  sus  va- 
sallos estando  a  oillo  el  gobernador  Pero  de  Valdivia  e 
todos  los  clérigos  e  todos  los  que  se  hallaron  en  el  pueblo» 
porque  así  fué  mandado  que  fuesen  a  oillo  con  un  alguacil." 
Acusábase,  ademas,  a  Valdivia  de  haber  traido  del  Perú 
a  una  mujer  española  llamada  Inés  Suárez,  con  quien  vivía 
en  ilícitas  relaciones,  manteniéndola  en  su  casa  i  comiendo 
en  una  misma  mesa,  con  público  escándalo  de  toda  la  colo" 
nia.  Inés  Suárez,  según  los  acusadores,  era  una  mujer  codi" 
ciosa  que  se  habia  hecho  dar  un  gran  repartimiento  de 
tierras  i  de  indios,  que  hacia  valer  su  influencia  cerca  de 
Valdivia  en  favor  de  los  que  le  daban  oro,  i  que  mandaba 
perseguir  a  los  que  la  ofendian  de  cualquier  modo,  contan- 
dosiempre  con  la  docilidad  del  gobernador  para  acceder  a 
todos  sus  caprichos. 

Estos  cargos  están  formulados  en  la  acusación  con  gran- 
de acopio  de  hechos  i  de  nombres  propios,  i  en  un  lenguaje 
duro  pero  claro,  aunque,  como  hemos  dicho,  esos  hechos  no 
están  agrupados  metódicamente.  Cualquiera  que  lea  esta 
sola  acusación  i  sin  conocer  los  descargos  a  que  dio  lugar 
el  proceso,  no  puede  dejar  de  creer  que,  aun  atribuyendo 
a  la  pasión  una  buena  parte  de  los  cargos  que  contiene,  hai 
en  ella  lo  suficiente  para  condenar  a  Valdivia,  como  mal 
gobernante,  como  mal  vasallo  del  rei  i  ademas  como  hom- 
bre codicioso. 

Si  La  Gasea  se  hubiera  sentido  dominado  por  pasiones 
violentas,  como  lo  estaban  casi  todos  los  otros  jefes  espa- 
ñoles en  América,  habria  procedido  precipitadamente,  ya 
para  condenar,  ya  para  absolver  a  Valdivia.  Pero  el  paci- 
ficador del  Perú,  hombre  de  gran  moderación  i  de  gran 
prudencia,  procedió  en  esta  ocasión  con  el  mismo  tino  i  la 
misma  templanza  que  acababan  de  asegurarle  el  triunfo 
sobre  Gonzalo  Pizarro.  Su  natural  sagacidad  le  hizo  des- 
cubrir que  los  autores  de  aquella  acusación  eran  sin  duda 
algunos  de  los  aventureros  que  acababan  de  llegar  de  Chi- 
le, i  que  la  circunstancia  de  presentarla  anónima,  envolvía 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  IS 

algo  mas  que  el  simple  proposito  de  ocultar  su  nombre. 
"Parecióme,  dice  el  mismo  La  Gasea,  se  me  daban  tan  disi- 
muladamente (los  capítulos  de  acusación),  que  se  podia 
sospechar  que  los  que  habian  sido  en  darlos  querian  ser 
testigos,  i  por  esto  tomé  información  de  los  que  habian  sido 
en  ellos  delatores." 

El  mismo  dia  en  que  La  Gasea  recibió  la  acusación,  el  28 
de  octubre,  comenzó  la  investigación  para  descubrir  quié- 
nes eran  los  autores  de  ella.  Al  cabo  de  dos  dias,  el  presi- 
dente lo  habia  descubierto  todo.  Los  acusadores  de  Valdi- 
via eran:  Hernán  Rodríguez  de  Monroi,  Diego  de  Céspedes, 
Francisco  de  Rabdona,  Antonio  de  Ulloa,  Gabriel  de  la 
Cruz,  Antonio  Taravajano,  Antonio  Zapata  i  Lope  de  Lau- 
da, ocho  soldados  que  habian  servido  largo  tiempo  en  Chi- 
le, i  algunos  de  ellos  desde  los  primeros  dias  de  la  conquis- 
ta. La  acusación  habia  sido  escrita  tres  dias  antes  en  casa 
de  un  mercader  establecido  en  Lima  i  llamado  Gaspar  Ra- 
mos. La  Gasea  dejó  así  establecido  que  ninguno  de  esos 
individuos  podria  aparecer  como  testigo  en  el  proceso  que 
se  iniciaba. 

A  pesar  de  la  gravedad  de  los  delitos  que  se  le  imputa- 
ban, quedó  Valdivia  en  la  mas  completa  libertad.  El  29  de 
octubre,  La  Gasea  mandó  que  se  diera  al  gobernador  de 
Chile  copia  de  los  capítulos  de  acusación,  ''para  que  si  quie- 
re decir  algo  cerca  de  ellos  en  su  descargo  lo  diga  dentro 
de  tercero  dia";  pero  sólo  el  30  del  referido  mes  se  le  entre- 
gó la  copia,  i  se  le  notificó  la  providencia  a  que  acabamos 
de  aludir.  Mientras  tanto,  el  presidente  no  dispuso  nada, 
ni  un  simple  arresto  preventivo  contra  la  persona  del  acu- 
sado de  tantos  i  tan  graves  delitos. 

No  se  pasó  el  término  fijado  sin  que  Valdivia  contestase 
los  cargos  que  se  habian  formulado  contra  él.  El  2  de  no- 
viembre presentó  a  La  Gasea  un  largo  escrito  que  contiene 
su  defensa  hecha  con  la  confianza  i  la  entereza  del  que  cree 
que  puede  justificar  por  completo  su  conducta.  Antes  de 
contestar  los  cargos  que  se  le  hacian,  el  acusado  comienza 
por  recusar  a  los  que  él  creia  autores  de  la  acusación,  i  que 


14  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


probablemente  querían  aparecer  como  testigos.  ''Porque 
los  capítulos  a  que  V.  S.  manda  que  yo  responda,  decia,  no 
están  firmados  de  quien  los  funda,  i  sospecho  que  los  delato- 
res querrán  ser  testigos  dello,  advierto  a  Y.  S.  que  los  mas 
que  en  la  fragata  vinieron  se  han  conjurado  contra  mí  e 
han  hecho  juntas  muchas  veces  a  hacer  los  dichos  capítulos 
por  odio  e  enemistad  que  me  tenian,  algunos  por  pasión 
que  concibieron  de  no  les  caber  indios  en  la  reformación, 
otros  porque  se  temen  de  castigo  por  hallarse  culpados  en 
el  motin  que  Pero  Sancho  tenia  reunido,  otros  que  aliende 
de  estar  apasionados  son  acostumbrados  a  bullicios  e  se 
han  hallado  en  otros  motines  i  por  ser  sediciosos  i  revolto- 
sos han  sido  desterrados  de  unas  tierras  para  otras,  i  son 
inciertos  en  mucho  de  lo  que  dicen  i  tratan".  I  en  seguida 
pasa  a  a  contestar  cada  uno  de  los  cargos  que  se  la  hacen, 
en  el  mismo  orden  en  que  se  hallan  espuestos  en  la  acusa- 
ción. 

Al  primer  jénero  de  acusaciones,  es  decir,  a  las  que  se  re- 
ferian  a  su  desobediencia  a  la  autoridad  del  rei  o  de  sus 
delegados.  Valdivia  contestó  con  grande  acopio  de  hechos 
i  de  razones.  Era  cierto  que  al  llegar  a  Copiapó  habia  to- 
mado posesión  del  territorio  chileno  en  nombre  del  rei,  por 
que  desde  allí  Pizarro  lo  habia  autorizado  para  hacer  sus 
conquistas.  Aceptó  el  título  de  gobernador  que  el  cabildo 
i  el  pueblo  de  Santiago  le  ofrecieron,  sólo  por  evitar  escán- 
dalos, i  contra  su  voluntad.  Las  provisiones  que  Yaca  de 
Castro  le  habia  enviado  desde  el  Perú,  eran  para  que  pu- 
diese nombrar  gobernador  después  de  sus  dias  i  mientras 
llegaba  resolución  real.  Siempre  habia  manifestado  gran 
sumisión  a  la  autoridad  del  rei.  Al  embarcarse  para  el  Perú 
llevaba  el  propósito  de  prestar  sus  servicios  en  contra  de  la 
rebelión  de  Gonzalo  Pizarro,  como  se  deja  ver  en  una  escri- 
tura que  habia  estendido  ante  escribano. 

Acerca  del  despotismo  con  que  habia  gobernado  en  Chi- 
le, la  defensa  de  Yaldivia  no  era  menos  esplícita.  Era  falso 
que  hubiera  hecho    ahorcar  al  soldado    Escobar,  el  cual  se 


PROCESO   DH    PEDRO    DE   VALDIVIA  15 

hallaba  vivo  en  España  ^.  Juan  Ruiz  fué  ahorcado,  es  ver- 
dad, porque  en  Atacama  había  querido  amotinar  la  colum- 
na de  Valdivia  para  que  se  volviera  al  Perú.  Pedro  Sancho 
de  Hoz,  con  quien  Valdivia  habia  celebrado  un  contrato  de 
sociedad  para  la  conquista  de  Chile,  no  sólo  no  cumplió  lo 
pactado  sino  que  al  llegar  a  Atacama  intentó  asesinar  a 
su  socio,  razón  por  la  que  fué  apresado,  si  bien  consiguió 
éste  a  fuerza  de  ruegos  que  se  le  perdonase  la  vida  i  se  le 
ofreciese  un  repartimiento  de  tierras  i  de  indios  de  Chile.  So- 
lier  i  sus  compañeros  habian  tramado  una  conspiración  en 
Santiago  para  asesinar  a  Valdivia:  fueron  procesados  con 
toda  formalidad,  i  su  ejecución  no  tuvo  lugar  sino  después 
de  haberse  evidenciado  su  crimen.  A  las  otras  acusaciones 
de  esta  clase  que  se  le  hacían,  Valdivia  contestó  negando 
los  hechos  o  esplícándolos  de  manera  que  sirviesen  mas  bien 
para  su  justificación. 

De  la  misma  manera  contestó  los  cargos  de  codicia  insa- 
ciable que  se  le  hacían.  Recordando  todos  los  hechos  aduci- 
dos por  sus  acusadores.  Valdivia  dice  que,  al  hacer  los  re- 
partimentos de  tierras  i  de  indios  entre  sus  compañeros, 
sólo  habia  tenido  en  vista  el  mérito;  que  cuando  había  so- 
licitado de  éstos  que  le  facilitaran  alguna  cantidad  de  oro, 
no  había  tenido  otro  objeto  que  el  mejor  servicio  del  rei;  i 
por  último,  que  si  algunos  de  los  suyos  habían  perecido  en 
el  desempeño  de  una  comisión,  fué  cuando  vijilaban  lá  cons" 
truccion  de  un  buque  por  medio  del  cual  esperaba  comuni- 
carse con  el  Perú.  Valdivia  no  negaba  haberse  apoderado 
del  oro  de  muchos  de  sus  gobernados  cuando  se  embarcó 


3  Valdivia  no  es  bastante  esplícito  en  su  defensa  al  hablar  de 
este  soldado,  pues  se  limita  a  decir  que  se  hallaba  vivo  en  España. 
La  verdad  es  que,  habiéndose  insolentado  Escobar  contra  su  ca- 
pitán Juan  de  Guzman,  Valdivia  condenó  a  aquél  a  la  pena  de 
muerte.  Cuando  se  ejecutaba  la  sentencia,  se  cortó  la  soga  de  la 
horca;  i  entonces,  como  era  costumbre  entre  los  españoles  de  ese 
siglo  en  casos  análogos,  Valdivia  le  perdonó  la  vida  para  que  fue- 
se a  España  a  hacerse  fraile. 


16  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


en  Valparaíso  en  1547;  pero  creía  justificar  su  conducta, 
esponíendo  que  lo  había  hecho  para  servir  a  la  causa  del 
reí  contra  la  rebelión  de  Gonzalo  Pizarro. . 

La  defensa  de  Valdivia  contra  las  acusaciones  que  hemos 
clasificado  en  el  cuarto  orden,  no  es  menos  terminante.  Es- 
puso que  ignoraba  que  el  clérigo  González  Marmolejo  hu- 
biera enseñado  a  leer  a  la  mujer  de  que  hablaban  sus  acusa- 
dores: negó  que  hubiera  predicado  en  la  iglesia,  si  bien  es 
cierto  que  una  vez  al  salir  de  la  misa  i  en  la  puerta  del  tem- 
plo, dirijió  una  alocución  a  sus  compañeros  para  que  ausi- 
liasen  al  tesoro  del  reí;  i  por  fin,  que  si  Juan  de  Cárdena  ha- 
bía hablado  con  irreverencia  en  la  iglesia,  él  lo  había 
reprimido  ásperamente. 

"Por  lo  que  toca  a  Inés  Suárez,  dice  Valdivia  contestan- 
do el  quinto  orden  de  cargos  que  se  le  hicieron,  cuando  vo 
fui  a  aquella  tierra,  fué  allá  con  licencia  del  marques  (Fran- 
cisco Pizarro),  evo  larecojí  en  mi  casa  para  servirme  della 
por  ser  mujer  honrada  para  que  tuviese  cargo  de  mi  servi- 
cio i  limpieza,  e  para  mis  enfermedades,  e  así  en  mi  solar 
tenia  aposento  aparte,  e  en  cuanto  al  comer  juntos  es  lo 
contrario  de  la  verdad,  sino  fuese  algún  día  de  regocijo  que 
el  pueblo  hiciese  que  a  ruego  de  algunos  saldría  a  comer 
con  los  vecinos  que  en  aquel  pueblo  había,  por  ques  mujer 
muí  socorrrida,  que  los  visitaba  i  curaba  en  sus  enfermeda- 
des, e  por  las  buenas  obras  que  della  han  recibido  era  muí 
amada  de  todos". 

El  tono  jeneral  déla  defensa  de  Valdivia,  por  mas  que 
en  ella  se  noten  algunos  artificios  para  dar  a  los  hechos  un 
significado  que  no  es  el  natural,  revela  en  ese  caudillo  una 
notable  elevación  de  espíritu,  i  un  carácter  bien  templado. 
Aun  contestando  las  mas  ruines  acusaciones,  conserva  su 
dignidad  incontrastable  i  sólo  una  que  otra  vez  se  abstiene 
de  responder  a  ciertos  cargos  por  considerarlos,  dice,  mise- 
rias i  poquedades. 

Por  satisfactoria  que  fuese  la  mayor  parte  de  las  espli- 
caciones  dadas  por  Valdivia  en  su  defensa,  quedaban  algu- 
nos puntos  oscuros  que  con  venia  esclarecer.  Por  otra  parte, 


'   PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  17 

no  era  posible  dar  una  resolución  definitiva  a  este  negocio 
sin  buscar  otros  antecedentes.  La  Gasea  lo  comprendió  así, 
i  desde  el  3  hasta  el  8  de  noviembre  recojió  las  declaracio- 
nes de  Luis  de  Toledo,  Gregorio  de  Castañeda,  Diego  Gar- 
cía Villalon  i  Diego  García  de  Cáceres,  que  habian  estado 
en  Chile  i  que  parecian  iiombres  desapasionados  i  veraces. 
Estas  declaraciones,  mui  interantes  para  la  historia  por 
contener  noticias  que  en  vano  se  buscarian  en  otros  docu- 
mentos, no  importan  en  realidad  una  vindicación  de  Pedro 
de  Valdivia;  lejos  de  eso,  allí  quedaron  mejor  comprobados 
algunos  de  los  cargos  que  se  le  hacian;  peí  o,  en  cambio,  allí 
también  se  encuentran  refutadas  por  completo  algunas  de 
las  acusaciones  de  sus  enemigos  i  quedan  de  manifiesto  mu- 
chos de  sus  servicios. 

Parece  que  el  hecho  que  mas  habia  llamado  la  atención 
de  La  Gasea  de  cuanto  se  imputaba  a  Valdivia,  era  el  que 
éste  hubiera  desatendido  las,  provisiones  reales  de  que  se 
decia  poseedor  Pedro  Sancho  de  Hoz.  En  el  curso  del  pro- 
ceso no  habia  quedado  mui  esclarecido  este  punto,  i  ni  si- 
quiera se  sabia  si  en  realidad  esas  provisiones  llevaban  la 
firma  del  rei.  A  fin  de  averiguarlo,  el  presidente  hizo  com- 
parecer de  nuevo  a  dos  de  los  acusadores,  a  Rodríguez  de 
Monroi  i  a  Lope  de  Landa;  pero  ambos  declararon  c|ue 
nunca  habian  leido  esos  documentos  i  que  de  oidas  no  mas 
sabian  que  eran  provisiones  reales.  Sólo  Pedro  de  Villa- 
gra,  que  fué  interrogado  sobre  el  particular,  manifestó  que 
habia  visto  esas  dos  provisiones  por  las  cuales  Sancho  de 
Hoz  era  nombrado  gobernador  de  los  paises  que  descu- 
briera al  sur  de  las  provincias  conquistadas  por  Pizarro  i 
Almagro.  Sin  embargo,  como  Villagra  no  recordaba  el  te- 
nor de  estos  nombramientos,  no  pudo  dar  espHcaciones 
mui  cabales  acerca  de  los  puntos  que  motivaban  el  interro- 
gatorio. 

La  Gasea  se  resolvió  a  fallar  en  vista  de  los  antecedentes 
que  tenia  recojidos.  Sus  consultores  en  este  negocio  habian 
-sido  el  arzobispo  de  Lima  frai  Jerónimo  de  Loaj^za,  el  jene- 
ral  Pedro  de  Hinojosa,  el  maiiscal  Alonso  de   Alvarado  i 

TOMO  VI  [  2 


18  ESTUDIOS    IIISTÓIUCOS 


Lorenzo  de  Aldana  '^,  quesuplia  a  su  lado  al  licenciado  Cian- 
ea, que  entonces  se  hallaba  en  el  Cuzco.  Parece  que  to- 
dos ellos  discutieron  i  acordaron  la  resolución  superior;  pero 
sólo  La  Gasea,  en  virtud  de  los  amplios  poderes  que  le  ha- 
hiLi  dado  el  rei,  ñrmó  la  sentencia  absolutoria  de  19  de  no- 
viembre de  1548. 

Tal  fué  el  término  del  proceso  de  Pedro  de  Valdivia.  Des- 
l)ues  de  haberse  hecho  en  contra  de  él  las  mas  tremendas 
acusaciones,  La  Gasea,  usando  de  los  amplios  poderes  que 
el  rei  le  habia  conferido,  lo  absuelve  casi  por  completo  en 
una  sentencia  que,  si  no  está  niui  arreglada  a  las  fórmulas 
jurídicas,  revela,  en  cambio,  el  aire  autoritario  i  patriarcal 
que  el  presidente  queria  dar  a  su  orobierno. 

Pero  es  preciso  leer  las  cartas  de  La  Gasea  al  consejo  de 
Indias  para  estimar  los  motivos  que  lo  movieron  a  absol- 
ver a  Valdivia  reponiéndolo  en  el  gobierno  de  Chile  en  que 
lo  liabia  confirmado  poco  antes.  El  presidente  no  parece 
creer  que  Valdivia  sea  inculpable  de  toda  falta;  pero  toma 
en  cuenta  otros  antecedentes  para  pronunciar  su  sentencia, 
l^edro  de  Valdivia,  pensaba  La  Gasea,  ha  conquistado  a 
Chile  manteniendo  en  paz  esta  provincia,  refrenando  con 
])rudencia  i  firmeza  los  desmanes  de  sus  compañeros  i  sol- 
dados; mientras  queeii  otro.s  puntos  de  América  la  conquis- 
ta era  una  cadena  interminable  de  disensiones  i  de  revuel- 
tas entre  los  mismos  españoles.  En  seguida  i  a  pesar  de- 
las  invitaciones  i  obsequios  de  Gonzalo  Pizarro  para  que 
tomara  parte  en  la  rebelión  que  encabezaba  en  el  Perú,  Val- 
divia habia  prestado  excelentes  servicios  a  la  causa  real 
para  combatir  esa  rebelión.  Si  en  Chile  se  habia  apoderado 
del  dinero  de  sus  subalternos,  lo  habia  hecho  para  servir 
con  él  a  la  obra  de  la  conquista  de  Chile  o  de  la  pacifica- 
ción del  Perú.  Si  Valdivia  no   podia  marcharse  a  Chile,   la 


4  Lorenzo  de  Aldana  era  primo  de  Antonio  de  Ulloa,  uno  de  los 
acusadores  de  Valdivia.  Por  eso  el  gobernador  de  Chile  lo  contaba 
en  el  número  de  sus  enemigos.  Véase  sobre  esto  la  carta  de  Valdi- 
via de  15  de  octubre  de  1550. 


PROCESO  DE  PEURO  DE  VALDIVIA  19 


jente  que  estaba  lista  para  acompañarlo,  quedaría  en  el  Pe- 
rú, i  allí  seria  un  obstáculo  para  afianzar  la  tranquilidad 
del  pais.  Por  ííltimo,  las  faltas  de  Valdivia  eran  tan  comu- 
nes en  su  siglo  i  en  el  nuevo  mundo,  que  si  se  hubiera  debido 
condenarlo  por  ellas,  no  liabria  uno  sólo  de  los  conquista- 
dores de  América  que  pudiese  eximirse  de  la  misma  conde- 
nación. 

No  debe,  pues,  estrañarseque  el  que  apreciaba  con  tanto 
criterio  los  hechos  concernientes  a  Valdivia,  pronunciase 
al  fin  la  sentencia  de  que  hablamos. 

El  proceso  de  Pedro  de  Valdivia,  de  que  acabamos  dé 
hacer  este  sucinto  resumen,  no  ha  sido  conocido  de  los  his- 
toriadores de  Chile.  Valdivia  gu'irda  la  mas  absoluta  i  la 
mas  estudiada  reserva  en  la  carta  quedirije  a  Carlos  V  con 
fecha  15  de  octubre  de  1550,  en  que  le  da  tantas  noticias 
sobre  su  viaje  al  Perú.  Solo  Diego  Fernández,  llamado  co- 
munmente El  Palentmo,  ha  dado  una  corta  noticia  acerca 
de  estos  hechos  en  su  Historia  del  Perú  (part.  I,  lib.  III, 
cap.  94),  publicada  en  Sevilla  en  1571,  i  que  nunca  ha  sido 
reimpresa.  Esta  noticia  sólo  consta  de  una  pajina,  i  es  de 
tal  manera  compendiosa  que  apenas  el  lector  puede  formar- 
se idea  de  los  hechos.  Fernández,  honrado  con  el  título  de 
cronista  del  Perú  por  el  virreidon  Andrés  Hurtado  de  Men- 
doza, pudo  consultar  muchos  documentos,  i  entre  éstos  al- 
gunas cartas  del  presidente  La  Gasea;  pero  no  parece  que 
haya  visto  el  espediente  de  que  consta  el  proceso  de  Val- 
divia. 

Este  espediente  constituye  un  documento  precioso  para 
la  historia  del  descubrimiento  i  conquista  de  Chile.  Las 
cartas  de  Pedro  de  Valdivia,  que  forman  el  mas  rico  arse- 
nal de  noticias  de  que  hasta  ahora  han  podido  disponer  los 
historiadores,  no  refieren  algunos  hechos  interesantes,  ni 
muchos  detalles  mui  curiosos.  Como  es  fácil  comprender, 
Valdivia  no  ha  contado  en  sus  cartas  nada  de  lo  que  pudie- 
ra hacerlo  desmerecer  a  los  ojos  del  rei,  ni  en  ellas  ha  podi- 
do hacer  entrar  numerosos  incidentes  que  él  no  juagaba  im- 
portantes, Las  cuarenta  i  seis  fojas  de  que  consta  el  proce- 


20  ESTUDIOS     HISTÓRICOS 


SO,  abundan  en  noticias  de  esta  naturaleza  i  arrojan  una 
nueva  luz  sobre  la  historia.  Así,  por  ejemplo,  la  matanza 
ejecutada  u  ordenada  por  Inés  Siiárez  de  algunos  caciques 
que  estaban  encerrados  en  Santiago  en  1541,  cuando  la  na- 
ciente ciudad  se  hallaba  embestida  por  los  indios  comarca- 
nos, es  un  hecho  referido  por  varios  cronistas,  pero  puesto 
en  duda  por  algunos  historiadores  modernos  i  negado  por 
otros.  Pues  bien,  este  hecho,  que  Valdivia  no  ha  consigna- 
do en  sus  cartas  a  Carlos  V,es  real  i  efectivo.  En  el  proceso 
aparece  contado  por  el  mismo  Valdivia  i  por  los  testigos, 
con  la  circunstancia  de  que,  ajuicio  de  éstos,  ese  acto  salvó 
la  ciudad  de  su  total  destrucción. 

Como  el  que  acabamos  de  recordar,  hai  muchos  otros 
hechos  en  el  proceso  de  Valdivia.  Por  este  motivo  nos  he- 
mos decidido  a  publicarlo  íntegro,  acompañándolo  de  algu- 
nos otros  documentos  que  juzgamos  mui  interesantes  para 
el  mejor  conocimiento  de  la  historia  de  Chile. 

De  las  cartas  del  presidente  La  Gasea  al  consejo  de  In- 
dias, apartaremos  cuatro,  que  son  las  que  tienen  mas  rela- 
ción con  Pedro  de  Valdivia.  Son  éstas:  1.''  Una  de  7  de  ma- 
yo de  1548,  en  que  refiere  casi  toda  la  campaña  de  la  paci- 
ficación del  Perú,  en  que  Valdivia  tuvo  una  parte  principal, 
i  que  puede  servir  para  compararla  con  la  narración  que 
éste  mismo  ha  hecho  de  sus  servicios  en  aquel  país.  En  esta 
carta  es  donde  La  Gasea  cuenta  que  ha  nombrado  gober- 
nador de  Chile  a  Pedro  de  Valdivia.  '2r  Otra  carta  de  25 
de  setiembre  de  1548,  en  que,  refiriéndole  los  sucesos  que 
se  siguieron  a  la  batalla  de  Taquiiahuana  para  restablecer 
el  orden  en  el  Perú,  habla  otra  vez  de  Valdivia  i  de  los  su- 
cesos de  Chile.  3'^  Otra  carta  de  25  de  setiembre,  que  pue- 
de considerarse  como  un  apéndice  de  la  anterior,  i  toda 
ella  concerniente  a  Valdivia.  Ar  Otra  carta  de  26  de  no- 
viembre, en  que  da  cuenta  estensa  del  juicio  de  Valdivia 
con  noticias  que  no  se  encuentran  en  eP  mismo  proceso  i  de 
los  motivos  que  tuvo  para  absolverlo.  5^  De  las  cartas 
subsiguientes  de  La  Gasea,  estractarc  algunos  pasajes  re- 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  21 

ferentes  a  Chile,  que  contienen  noticias  de  algún  interés,  i 
que  no  se  hallarian  en  otra  parte. 

En  seguida,  publico  una  estensa  carta  de  Pedro  de  Valdi- 
via  a  Hernando  Pizarro  escrita  en  Valparaiso  el  15  de  agos- 
to, i  terminada  en  La  Serena  el  4  de  setiembre  de  1545.  En 
esta  carta  le  hace  relación  de  la  conquista  de  Chile  i  le  da 
cuenta  del  estado  de  este  pais  con  noticias  que  no  se  hallan 
consignadas  en  su  correspondencia  al  emperador  Carlos  V. 
Esta  carta  fué  llevada  al  Perú  por  Antonio  de  Ulloa,  para 
remitirla  de  allí  a  España.  Aunque  Ulloa  hubiera  querido 
cumplir  su  encargo,  la  carta  no  habria  llegado  a  manos  de 
Pizarro,  que  entonces  se  encontraba  retenido  en  la  prisión 
en  que  pasó  veinte  años  para  pagar  la  muerte  de  Diego  de 
Almagro.  Pero  Ulloa,  olvidando  lo  que  debia  a  Valdivia, 
lo  traicionó  en  el  Perú  i  entregó  sus  cartas  a  los  que  creia 
enemigos  de  este  caudillo;  i  la  que  iba  dirijida  a  Hernando 
Pizarro  fué  a  parar  a  poder  de  La  Gasea,  quien  la  conser- 
vó entre  sus  papeles.  De  allí  saqué  la  copia  que  ahora  me 
sirve  para  dar  a  luz  este  importante  documento. 

Hasta  ahora  no  se  conocen  mas  que  cinco  cartas  de  Val- 
divia al  rei  de  España.  La  1^  firmada  en  La  Serena  el  4  de 
setiembre  de  1545,  el  mismo  dia  en  que  terminaba  la  carta 
para  Hernando  Pizarro,  i  remitida  con  Antonio  de  Ulloa. 
La  2^  en  Lima  el  15  de  junio  de  1548,  que  fué  enviada  a 
España  junto  con  la  correspondencia  del  presidente  La 
Gasea.  La  3"^  en  Concepción  el  15  de  octubre  de  1550,  que 
fué  llevada  por  Alonso  de  Aguilera,  mensajero  i  pariente 
del  mismo  Valdivia.  La  4''^  en  Concepción  el  25  de  setiem- 
bre de  1551,  i  enviada  a  PvSpaña  por  conducto  de  la  real 
audiencia  de  Lima,  encaro^ada  accidentalmente  del  gobier- 
no del  virreinato;  i  por  último,  la  5'^  en  Santiago  el  26  de 
octubre  de  1552,  que  llevó  a  la  corte  Jerónimo  de  Alderetc. 
Estas  cartas  guardadas  en  el  rico  archivo  de  Indias  depo- 
sitado ahora  en  Sevilla,  fueron  copiadas  en  1782  i  1788 
por  el  historiógrafo  don  Juan  Bautista  Muñoz,  que  reu- 
nia  los  materiales  para  escribir  una  estensa  historia   del 


ESTLTDIOI?    HISTÓRICOS 


nuevo  mundo,  de  que  no  alcanzó  a  publicar  mas  que  el  pri- 
mer tomo.  Los  papeles  de  Muñoz  formaban  una  colección 
de  copias  i  apuntes  de  mas  de  ciento  cincuenta  volúmenes, 
repartidos  hoi  en  varias  bibliotecas.  La  mejor  parte  de 
ellos  pertenece  a  la  real  academia  de  la  historia  de  Madrid, 
i  de  allí  se  han  sacado  las  copias  que  sirvieron  para  la  pu- 
blicación de  las  referidas  cartas  de  Valdivia    -K 

Un  estudio  atento  i  detenido  de  las  referidas  cinco  rela- 
ciones, me  hizo  comprender  que  quedaba,  a  lo  menos,  una 
carta  de  Valdivia  al  rei  que  no  habia  sido  copiada  por 
Muñoz,  puesto  que  no  se  encontraba  en  su  colección  de 
manuscritos,  i  que  por  esto  mismo  no  habia  sido  publica- 
díi.  Me  hacia  creer  esto  la  circunstancia  siguiente.  En  su 
carta  de  15  de  octubre  de  1550,  dice  Valdivia  al  rei  que 
habia  despachado  al  Perú  a  su  teniente  Francisco  de  Villa- 
gra  *J  para  que  le  trajese  algún  socorro  de  tropas,  i  agre- 
ga: ''con  el  escribí  a  V.  M.,  enviando  mi  carta  al  presiden- 
te (La  Gasea)  para  que  la  encaminase  con  las  suyas;  era  la 
data  de  9  de  julio  de  1549  años."  No  me  cabia,  pues,  duda 
alguna  de  que  habia  habido  una  carta  de  Valdivia  escrita 
en  esa  fecha. 


•">  Las  cinco  cartas  de  Valdivia  que  hasta  ahora  se  conocen, 
fueron  publicadas  por  primera  vez  por  don  Claudio  Gay  en  184-1, 
en  el  tomo  I  de  Documentos  anexos  a  la  Historia  física,  i  polkicn 
de  Chile.  Estas  cinco  cartas  fueron  reimpresas  en  Santiago  en 
1861  en  el  tomo  I  de  la  Colección  de  historiadores  de  Chile  Bn 
1852,  don  Pascual  de  Gayángos  publicó  dos  de  ellas,  la  de  1550  i 
la  de  1551,  en  el  tomo  IV  del  Memorial  histórico  español,  como 
apéndice  a  la  historia  de  la  conquista  de  este  pais  por  el  capitán 
Alonso  de  Góngoiía  A1armole[o;  i  por  último,  don  Luis  Torres 
DE  Mendoza,  el  compilador  de  la  Colección  de  documentos  inédi- 
tos de  Indias,  hri  publicado  en  1865,  en  el  tomo  IV  de  esa  compila- 
ción, las  mismas  dos  cartas  de  1550  i  de  1551. 

^  El  nombre  de  este  caudillo  da  lugar  a  una  duda:  ¿Debe  leerse 
i  escribirse  Villagra  o  Villagran?  Los  poetas  Oña  i  Ercilla,  i  los 
historiadores  Zarate,  Gomara  i  Suárez  de  Figueroa,  escriben  Vi- 
llagran. El  jesuíta  O  VALLE  escribe  también  Villagran  en  la  edición 
española  de  su  Histórica  relación  del  reino  de   Chile,  i    Villat^ra  en 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  23 

Al  penetrar  por  primera  vez  en  el  archivo  de  Indias  en  di- 
ciembre de  1859,  busqué  esta  carta  con  el  mayor  anhelo. 
Hallé  las  otrag  relaciones  escritas  por  Valdivia,  repetidas 
dos  i  tres  veces  con  pequeñas  modificaciones,  lo  que  se  es- 
plica  fácilmente  recordando  que  el  conquistador  de  Chile 
repetia  sus  cartas  por  varios  conductos  para  hacerlas  lle- 
gar a  manos  del  rei;  i  encontré  también  una  carta  escrita 
en  Santiago  el  9  de  julio  de  1549,  en  que  refiere  su  llegadci 
a  Chile  de  vuelta  del  Perú,  i  espone  sus  planes  futuros  de 
conquista,  para   lo   cual  despachaba  al   capitán   Villagra. 


la  edición  italiana  de  la  misma  obra  i  en  la  inscripción  de  una  de 
sus  láminas.  Otros,  como  Diego  Fernández,  el  historiador  dti 
Perú,  escriben  Villagra,  i  algunas  veces  Villagran.  En  el  siglo 
XVI  era  común  el  hacer,  tanto  en  los  manuscritos  como  en  los  li- 
bros impresos,  esta  clase  de  abreviaciones  de  la  letra  n,  escribien- 
do cotar  por  contar,  saliero  por  salieron.  En  los  manuscritos  se 
encuentra  mayor  diverjencia  todavía  en  la  escritura  de  este  nom- 
bre. Se  llama  este  caudillo  Villagran  en  muchos  documentos,  en 
otros  Villagra,  i  en  no  pocos  Villagra  sin  signo  alguno  de  abrevia- 
tura, tal  vez  por  descuido.  En  el  siglo  XVIII  se  publicaron  algu- 
nos libros  en  que  se  ha  dado  la  preferencia  a  esta  última  forma, 
como  la  reimpresión  de  las  historias  de  Antonio  de  Herrera  i  de 
Garcilaso  de  la  Vega,  i  la  única  edición  española  del  Diccioniirio 
jeográñco  de  Alcedo.  El  historiógrafo  Muñoz  adoptó  esta  mis- 
ma tbrma  en  la  gran  colección  de  documentos  que  hizo  copiar  en 
los  archivos  españoles,  i  la  publicación  de  esos  documentos  ha 
sido  causa  de  que  se  adopte  por  los  historiadores  modernos,  i  aun 
por  el  erudito  don  Pascual  de  Gayángos  en  la  edición  que  hizo  de 
la  crónica  de  la  conquista  por  Góngora  Marniolejo. 

La  misma  firma  autógrafa  de  Villagra  da  lugar  a  esta  confu- 
sión. Este  capitán  escribía  su  nombre  de  la  manera  siguiente^ 
Francisco  de  Villagra,  lo  que  probablemente  significa  abreviatura 
i  supresión  de  la  letra  n  en  el  final. 

Sin  pretender  resolver  esta  cuestión,  creo  que  debe  tenerse  mui 
en  cuenta  la  manera  como  escribieron  este  nombre  los  poetas 
Oña  i  Ercilla,  contemporáneos  ambos  del  referido  capitán,  i  cií- 
vos  versos  serian  muchas  veces  intolerables  si  hubiera  de  leerse 
Villagra  donde  ellos  escribieron  Villagran.  No  parece  tampoco 
posible  que  éstos  hubieran  cambiado  la  acentuación  de  esa  pala- 
bra dándole  una  forma  mucho  menos  adoptable  a  la  estructura 
métrica. 


24-  ESTUDIOS   HISTÓRICOS 


Esa  carta  permanecía  inédita  hasta  ahora.  Es  quizá  la  mé- 
nos  importante  délas  que  escribió;  perlera  indispensable 
darla  a  luz,  i  por  eso  la  incluyo  en  la  colección. 

Pero,  si  esa  carta  tiene  escaso  interés,  descubrí  también 
entonces  otro  documento  de  la  mas  alta  importancia.  En 
un  grueso  legajo  rotulado  Informes  de  méritos  i  servicios 
de  descubridores,  conquistadores  i  pobladores  del  reino  del 
Perú,  hallé  un  cuaderno  manuscrito  del  mas  alto  valor  his- 
tórico. Contiene  las  instrucciones  dadas  en  octubre  de  1550 
por  Pedro  de  Valdivia  a  Alonso  de  Aguilera,  para  que  a  su 
nombre  hiciera  en  la  corte  las  jestiones  que  se  le  encomen- 
daban. Hace  con  este  motivo  una  estensa  reseña  de  los  ser- 
vicic»s  que  ha  prestado  al  rei  durante  toda  su  vida,  repi- 
tiendo lo  que  ha  consignado  en  sus  cartas,  i  agregando  cier- 
tos pormenores  que  en  vano  se  buscarian  en  otras  partes. 
Este  documento  puede  considerarse  el  complemento  de  la 
correspondencia  dirijida  por  Valdivia  al  rei  de  España.  He 
creido  interesante  i  útil  su  publicación,  i  por  eso  no  he  vaci- 
lado en  incluirlo  en  la  presente  colección. 

Cuando  Alderete  partió  para  España,  en  octubre  de 
1552,  llevó  consigo  las  cartas  que  los  cabildos  de  las  diver- 
sas ciudades  dirijian  al  rei  para  recomendarle  las  pretensio- 
nes de  Pedro  de  Valdivia.  El  historiógrafo  don  Juan  Bau- 
tista Muñoz  copió  en  los  archivos  una  de  esas  recomenda- 
ciones, la  del  cabildo  de  Valdivia  (en  20  de  julio  de  1552), 
que  fué  publicada  por  don  Claudio  Gay  en  el  1.*^''  tomo  cita- 
do de  Documentos,  i  reimpreso  mas  tarde  en  tres  ocasio- 
nes '.  En_  los  mismos  archivos,  encontré  otras,  representa- 
ciones análogas  dirijidas  por  otros  cabildos  que  ahora  in- 
serto en  esta  colección  i  salen  a  luz  por  primera  vez. 

Como  apéndicecomplementario  de  estos  documentos,  pu- 


7  Por  don  Pedro  Pascual  de  Gayángos  en  el  tomo  IV  del  Memo- 
ri¿il  histórico  español  como  apéndice  a  la  crónica  de  Góngora  Mar- 
molejo;  pordon  Luis  Torres  de  Mendoza,  en  el  IV  tomo  de  la  Co- 
lección de  documentos  de  Indias;  i  en  el  II  tomo  de  la  Colección 
de  historiadores  de  Chile. 


PROCESO    DE  PEDRO    DB    VALDIVIA  25 

])lico  al  fin  de  ellos  otras  noticias  históricas  formadas  por 
mí  en  vista  de  papeles  inéditos  que,  o  tienen  una  importan- 
cia menor  que  los  que  publico  íntegros,  o  de  que  sólo  con- 
servo estractos  mas  o  menos  esténse  s  que  tomé  en  el  archi- 
vo de  Indias.  Estas  noticias  acabarán  de  dar  a  conocer  los 
hechos  consignados  en  los  documentos. 

Mi  propósito  al  hacer  esta  publicación  es  dejar  reunidos 
todos  los  documentos  que  puedan  servir  para  estudiar  la 
historia  de  la  conquista  de  Chile  bajo  el  gobierno  de  Pedro 
de  Valdivia.  Las  piezas  que  ahora  publico,  desconocidas  en 
Chile,  completan  los  datos  consignados  en  las  otras  cartas 
de  Valdivia  i  en  los  libros  del  cabildo  de  Santiago,  cuva 
primera  parte  fué  publicada  en  el  tomo  I  de  la  Colección 
de  historiadores  de  Chile. 

Diego  Barros  Arana 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA 


I  OTROS  DOCUMENTOS    CONCERNIENTES  A   ESTE 
CONQUISTADOR 


ACTA   DE   ACUSACIÓN  1 

1*^  En  Atacatna,  llevando  la  jornada  de  Chile,  el  gober- 
nador dio  garrote  a  un  soldado,  que  se  llamaba  Escobar, 
porque  Inés  Suárez  se  quejó  del. 

2"  ítem,  llegando  a  Atacama  prendió  a  Pero  Sancho,  y 
le  quiso  ahorcar,  y  le  hizo  hacer  dejación  de  las  provisio- 
nes reales  e  de  las  que  el  marques  tenia,  y  se  las  tomó  y  que- 
mó, y  le  hizo  deshacer  la  compañía  que  en  la  hacienda  tenian 
hecha,  y  le  quedó  a  pagar  lo  que  Pero  Sancho  le  habia  da- 
do para  hacer  aquella  gente  que  tenia,  y  nunca  se   lo  pagó. 


1  La  publicación  de  los  documentos  históricos  ofrece  entre  otras 
diñcultades  que  resultan  de  la  oscuridad  de  las  escrituras,  una 
mui  grave  orijinada  por  la  ortografía  i  por  la  forma  de  las  pala- 
bras. En  los  manuscritos  orijinales  del  siglo  XVI  i  de  una  parte 
del  siglo  XVII  es  común  el  hallar  palabras  divididas,  cuyas  por- 
ciones se  han  juntado  con  las  palabras  que  las  preceden  o  las  si- 
guen, letras  mayúsculas  empleadas  indistintamente,  i  aun  a  veces 
en  medio  de  dicción,  i  las  mas  groseras  faltas  ortográücas,  como 
hera,  forma  del  verbo  ser,  tuho,  forma  del  verbo  tener. 

Examinando  con  un  cuidado    especiíil  la  manera  como  proceden 


28  ESTUDIOS    HISTÓKICOS 


antes  le  tuvo  preso  en  grillos  mucho  tiempo  i,  y  tenia  por 
enemigos  a  los  que  le  hablaban  o  participaban  con  él,  e  pa- 
ra esto  tenia  siempre  Inés  Suárez  espías  e  grandes  intelijen- 
cias  para  saber  quien  le  hablaba,  y  nadie  no  le  osaba  ha- 
blar, porque  no  le  castigase. 

3°  ítem,  que  ahorcó  en  este  mismo  valle  a  Juan  Ruiz  sin 
confesión. 

4°  ítem,  que  llegado  que   llegó  al  valle  de  Copiapó  tomó 


los  hombres  mas  esperimentados  en  esta  clase  de  trabajos,  i  entre 
ellos  don  Juan  Bautista  Muñoz,  don  Martin  Fernández  de  Nava- 
rrete,  don  Pascual  de  Gayángos  i  don  José  Amador  de  los  Rios  en 
España,  i  don  Joaquín  García  Icazvalceta  en  Méjico,  es  fácil  reco- 
nocer que  existen  ciertas  reglas   que  conviene  seguir  i  respetar. 

Los  manuscritos  antiguos  deben  publicarse  tal  como  se  habrian 
publicado  en  el  tiempo  en  que  se  escribieron,  es  decir,  debe  respe- 
tarse la  forma  anticuada  de  la  palabra,  corrijiendo  sólo  la  orto- 
grafía viciosa  para  adaptarla  a  la  índole  de  la  lengua.  Así  es  como 
he  dejado  mili  por  mil,  cahsa  por  causa,  efeto  por  efecto,  quien 
por  quienes,  vendistes  por  vendiste,  tracto  por  trato,  del  i  dello 
por  de  él  i  de  ello,  destruicion  por  destrucción. 

Debe  igualmente  respetarse  escrupulosamente  la  estructura  de 
la  frase  sin  hacer  en  ella  alteración  alguna.  Sólo  en  casos  que  pue- 
da haber  lugar  a  ambigüedad,  es  permitido  introducir  en  ella  i  en- 
tre paréntesis,  una  palabra,  un  pronombre  o  una  preposición  que 
aclare  el  sentido. 

He  tenido  un  cuidado  particular  en  los  nombres  propios,  para 
darles  su  verdadera  forma.  Así  se  verá  que  muchos  de  ellos  son 
diferentes  de  los  que  se  han  publicado  en  las  cartas  de  Valdivia  i 
en  otros  documentos  impresos  en  los  últimos  años  En  las  notas 
señalo  la  razón  que  he  tenido  para  adoptar  una  forma  que  creo 
mas  verdadera  que  la  que  se  ha  seguido  hasta  ahora. 

1  La  renuncia  o  dejación  de  Pedro  Sancho  de  Hoz  fué  copiada  en 
los  archivos  españoles  por  don  Juan  Bautista  Muñoz  i  publicada 
por  don  Claudio  Gay  en  el  tomo  I  de  Documentos  anexos  a  su 
historia.  Al  leer  esa  escritura,  se  creería  que  Pedro  Sancho  de  Hoz 
renunciaba  espontáneamente  sus  derechos;  pero  como  se  ve  por  el 
proceso  de  Valdivia,  procedió  bajo  el  imperio  de  la  fuerza.  No  es 
exacto,  sin  embargo,  que  entonces  se  le  quitaran  todos  sus  títu- 
los. En  diciembre  de  1547,  cuando  Sancho  de  Hoz  fué  procesado 
por  deiito  de  conspiración  i  condenado  a  muerte,  conservaba  en  su. 
poder  algunos  de  eros  papeles. 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  29 

posesión  en  él  por  S.  M.  sin  llevar  provisiones  sino  de  don 
Francisco  Pizarro  por  su  teniente,  dándonos  a  entender 
que  era  ya  gobernador,  como  lo  fué  dentro  de  dos  meses. 

5*=*  ítem,  que  en  el  valle  de  Mapocho,  llegados  en  donde 
se  fundó  el  pueblo,  se  hizo  llamar  gobernador  y  elejir  por  el 
cabildo  contra  la  voluntad  de  todos. 

6"  ítem,  en  este  mismo  pueblo  ahorcó  a  don  Martin  de 
Solier,  natural  de  Córdoba;  mas  ahorcó  a  Cortreño,  viz- 
caíno; mas  ahorcó  a  Márquez,  natural  de  Sevilla;  mas 
ahorcó  a  Pastrana,  natural  de  Medina  de  Rioseco;  mas 
ahorcó  a  Chinchilla,  natural  de  Castilla  la  Vieja,  y  a  Juan 
de  Boláños,  de  Estremadura;  mas  tuvieron  confesado  a 
Vázquez  para  sacalle  a  ahorcar. 

7°  ítem,  en  este  tiempo  la  tierra  vino  de  paz,  y  contra 
la  voluntad  de  todos  echó  a  sacar  oro  y  puso  para  cojer  el 
oro  trece  españoles,  (a)  los  cuales  mataron  los  indios,  v  se 
alzaron,  lo  cual  fué  total  destruicion  de  la  tierra. 

8*^  ítem,  cuando  se  repartió  la  tierra  a  quien  quiso  Inés 
Suárez  y  la  tenian  contenta,  tuvo  repartimiento  y  públicas 
mercedes,  que  en  aquello  via  él  quien  le  deseaba  servir,  v 
decia  que  quien  bien  quiere  a  Beltran,  bien   quiere  a  su  can. 

9*^  ítem,  que  en  el  tiempo  del  repartimiento  les  decia 
Inés  Suárez  a  los  que  tenia  por  amigos,  cuando  estuviére- 
mos en  la  cama  el  gobernador,  mi  señor,  y  yo,  entrad  a 
hablalle  y  yo  seré  tercera,  y  así  negociaban,  y  dándole 
primero  de  las  miserias  que  en  este  tiempo  alcanzaba  en  su 
casa  cada  uno. 

10°  ítem,  que  decia  esta  señora  muchas  veces  que  quien 
no  le  daba  nada  no  era  su  amigo. 

11*^  ítem,  que  todo  el  tiempo  que  está  en  Chile  y  desque 
salió  del  Cuzco,  que  ha  mas  de  ocho  años,  está  amanceba- 
do con  esta  mujer,  y  duermen  en  una  cama  y  comen  en  un 
plato,  y  se  convidaban  públicamente  a  beber  a  la  flamen- 
ca, diciendo:  yo  bebo  a  vos:  e  manda  a  las  justicias  como 
el  mismo  gobernador,  y  los  cabildos  comunican  antes  lo 
que  han  de  hacer  y  después  lo  hecho,  porque  siempre  hace 
Valdivia,  el  gobernador,  el  cabildo  de  sus  criados  y  amigos. 


30  ESTUDIOS    HISTÓllICOS 


12"  ítem,  cuando  fué  el  capitán  Monroy  llevó  provisio- 
nes de  v^aca  de  Castro,  las  cuales  no  mostró  ni  obedesció. 

13^  ítem,  dijo  muchas  veces  públicamente  que  el  rev  no 
proveia  las  cosas  de  las  Indias,  como  era  razón,  porque  en- 
viaba licenciadillos  que  no  entienden  sino  en  robar  las  tie- 
rras e  volverse,  y  que  no  está  fuera  de  seso,  en  que  si  el  rev 
le  envia  tal  licenciado  que  le  habi¿i  de  obedecer  sin  envialle 
a  estvidiar,  porque  si  el  rey  quería  proveer  a  otro  que  le  ha- 
bía de  dar  trescientos  mili  pesos  primero  que  le  entrase  en 
la  tierra. 

14°  ítem,  e  ansí  escribió  al  vgj  que  si  quería  proveer  otro 
de  la  gobernación,  que  le  enviase  los  dichos  trescientos 
mil  pesos,  y  porque  Juan  Zurbano  i,  vecino,  le  dijo:  y  si  el 
rey  os  pregunta,  ¿qué  dehesas  o  vacas  vendistes?  dijo,  que 
le  ahorcaría;  e  le  trató  mal  de  palabra,  y  le  dejó  sin  indios. 

15°  ítem,  removiendo  indios,  dijo  Negrete,  vecino,  si  los 
míos  me  quitare,  vendrá  algún  dia  algún  licenciado  del  rey 
cpie  me  hará  justicia,  lo  cual  sabido  por  el  gobernador,  por 
la  misma  razón  dijo  públicamente  que  le  había  quitado  los 
ir/dios,  i  se  los  quitó. 

16*^  ítem,  llegado  Baptista  -,  el  maestre,  desta  tierra,  y 
diciendo  las  rel)eliones  desta  tierra,  se  alegró  mucho  Val- 
divia, y  dijo  públicamente:  ya  por  bien  que  el  rey  negocie 
por  estos  diez  íiños,  no  puede  entr¿r  en  la  tierra. 

17"  ítem,  loando  algunos  que  vinieron  en  este  navio  lo 
que  habia  hecho  Centeno  en  servicio  del  rey,  les  decia  con 
enojo,  que  no  dijese  nadie  delante  del  aquello,  porque  con- 
tra su  gobernador  no  ha  de  ir  nadie,  aunque  fuese  contra 
quien  fuese,  i  nadie  habia  de  pedir  a  Gonzalo  Pizarro  cuen- 
ta, sino  fjue  fuese  el  rey  en  persona. 

18'-*  ítem,  hablando  en  las  cosas  de  Gonzalo  Pizarro,  y 
como  venia  el   señor  presidente  a  estos   reinos,  dijo:  si  ésta 


1  Curbario  aparece  en  muchos  de  los  documentos  publicados 
hasta  ahora.  Se  firmaba  ^urbano,  lo  que  equivale  por  la  pronun- 
ciación i  por  la  escritura  a  Zurbano. 

-  Juan  Bautista  Pastene. 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  31 

vence  el  gobernador  í^izarro  jamas  entrará  el   re}^  en  el 
Perú. 

19'^  ítem,  mostró  tener  gran  deseo  y  voluntad  que  las 
cosas  de  Gonzalo  Pizarro  fuesen  de  bien  en  mejor,  y  decía 
públicamente  cuando  hablalia  alguno  mal  de  la  trama  su- 
ya, que  no  hablase  nadie  mal,  porque  él  estaba  mejor  in- 
formado que  todos,  y  que  era  hechura  de  los  Pizarros,  y  le 
pesaba  que  nadie  dijese  mal  de  los  Pizarros;  y  por  esto  na- 
die osaba  hablar  mal  en  las  cosas  de  Gonzalo  Pizarro. 

20"^  ítem,  dijo  muchas  veces  públicamente  que  el  rey  no 
tenia  en  esta  tierra  mas  de  lo  que  él  le  quisiese  dar,  porque 
él  lahabiaganadoa  su  costa  \'  con  su  trabajo;  y  esto  díjolo 
porque  le  decian  los  vecinos  que  sin  licencia  del  rey  no  era 
bien  darle  menos  de  sus  quintos  reales,  y  él  dijo  que  él  ha- 
bla ganado  la  tierra,  y  que  el  rey  se  habia  de  contentar  con 
loque  él  le  quisiese  dar. 

21°  ítem,  el  primero  año  que  se  sacó  oro  fué  todo  para 
él,  e  hizo  que  todos  los  caballos,  sin  quedar  ninguno,  le 
acarreasen  comida  a  las  minas,  i  al  que  se  lo  hacia  de  mal, 
le  sacaban  el  caballo  de  su  casa  y  se  lo  hacia  llevar  car- 
gado de  maiz,  e  a  los  que  no  querian  ir  les  echaba  en  colle- 
ras, a  Juan  Gutiérrez  e  a  Hidalgo. 

22^'  ítem,  en  este  año  no  pagó  mas  del  diezmo  a  S.  M. 
porque  sumase  menos  moneda. 

23*^  ítem,  otras  tres  demoras  quiso  que  pagasen  quin- 
tos, porque  obiesen  mas  cantidad  de  oro  para  tomallo, 
como  siempre  lo  ha  tomado. 

24°  ítem,  que  (a)  los  oficiales  del  rey,  especial  a  Francis- 
co de  Arteaga,  el  cual  sustentó  que  no  era  bien  que  le  to- 
mase el  oro  de  la  caja  del  rey,  le  trató  muy  mal,  tanto  que 
después  de  muerto  dijo  que  le  pesaba  porque  era  muerto, 
porque  si  no  lo  fuera,  le  diera  cien  azotes  con  los  libros  del 
rev  al  pescuezo,  porque  halló  un  testimonio  de  cómo  habia 
tomado  los  dineros  contra  la  voluntad  suya. 

25°  ítem,  que  después  de  muerto  Francisco  de  Arteaga, 
los  que  son  oficiales  del  rey,  son  sus  criados,  y  no  han  he- 
cho ni  dicho  mas  de  lo  que  él  les  ha  mandado. 


ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


26"  ítem,  que  llegado  el  navio  de  Juan  Baptista  di  ó  un 
mandamiento  a  los  oficiales  del  rey  para  que  le  buscasen 
emprestados  cincuenta  mili  pesos,  y  los  oficiales  después  de 
recebid o  el  mandamiento,  dijeron  no  quererles  nadie  em- 
prestar oro,  y  el  dicho  gobernador,  vista  su  poca  dilijen- 
cia,  dio  un  mandamiento  a  su  alguacil  mayor  para  que 
prendiese  los  cuerpos  a  Francisco  de  Yadillo  v  a  Juan  Hi- 
gueras y  a  Bartolomé  Sánchez,  conquistadores,  y  los  echa- 
se de  cabeza  en  el  cepo,  e  no  les  diese  de  comer  ni  de  beber 
hasta  que  diesen  todo  lo  que  tenian,  v  esta  ejecución  se  hi- 
zo; y  visto  que  no  tenian  otro  remedio,  los  pacientes  fueron 
aconsejados  por  sus  amigos  que  diesen  todo  el  oro  que  te- 
nian, que  mas  valia  dallo  que  no  morir  en  aquella  prisión, 
porquel  gobernador  ya  sabian  su  condición,  que  por  mata- 
llos  no  se  le  daria  nada,  y  asi  dieron  todo  lo  que  tenian,  y 
les  avisaron  que  no  hablasen   sino  que  les  costaría  la  vida. 

27.°  ítem,  que  en  este  tiempo  hizo  un  sermón  en  la  igle- 
sia entre  otros  muchos,  en  que  dijo  que  todos  los  que  te- 
nian oro  se  lo  prestasen,  que  é!  se  los  pagaria  mui  bien,  y 
que  el  que  no  se  lo  prestase  supiese  que  se  lo  sacarla  y  el  pe- 
llejo con  ello,  y  con  este  sermón  hubo  algunos,  especialmen- 
te el  padre  Juan  Lobo  y  Pero  Gómez,  que  buscaron  oro  em- 
prestado para  dalle,  porque  hablan  sacado  oro  aquella  de- 
mora, i  no  osaron  irle  a  decir  que  lo  habían  gastado  i  pa- 
gado a  sus  debdores. 

28*^  ítem,  que  (a)  Alonso  Descobar  y  Gregorio  Blas  fué  a 
ellos  Francisco  de  Villagran,  maestro  de  campo,  y  les  dijo: 
señores,  vengóos  a  dar  un  consejo,  porque  sois  mis  amigos: 
yo  sé  quel  gobernador  os  ha  de  enviar  a  pedir  el  oro  que  te- 
neis  el  uno  i  el  otro,  háceme  una  merced,  que  le  ganéis  por 
la  mano  e  se  lo  deis,  porque  3^0  os  prometo,  como  quien 
soy,  que  lo  sé  y  lo  ha  consultado  conmigo,  que  enviándoos" 
lo  a  pedir  y  negándoselo  vosotros,  os  ha  de  echar  las  cabe- 
zas en  los  cepos,  \^  no  saldréis  del  hasta  que  por  mal  se  lo 
deis,  así  que  pues  sabéis  su  condición,  tan  bien  como  yo,  no 
hagáis  otra  cosa  sino  luego  se  lo  dad;  así  que,  oido  (por) 
ellos  esto,  de  temor  se  lo  dieron. 


PROCESO   DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  33 

29°  Itera,  quel  primero  navio  que  a  aquella  tierra  fué,  la 
ropa  que  en  él  vino  mandó  al  mercader  que  la  traia  que  no 
la  vendiese  ni  fiase  hasta  tanto  que  él  diese  una  memoria 
para  (a)  quien  la  habia  de  fiar  o  no,  y  hizo  una  memoria  el 
gobernador  en  que  en  ella  manda  dar  a  docientos  e  a  cua- 
trocientos pesos  a  cada  soldado,  e  que  dellos  haga  cada 
uno  obligación,  y  después  de  haber  vendido  toda  la  ropa 
en  pago  de  la  mercadería,  dio  al  mercader  tres  caciques 
de  tres  conquistadores  y  descobridores. 

30^  ítem,  cuando  fué  a  aquella  tierra  Diego  Garcia, 
mercader,  tomó  el  gobernador  en  sí  mucha  parte  de  la  ro 
pa,  y  después  cuando  se  quiso  venir  le  dio  un  cacique  para 
-el  y  para  el  hijo  de  Lucas  Niño,  y  le  quitó  a  Negrete,  con- 
quistador, y  le  mandó  otro  de  Francisco  de  Rabdona,  y  el 
dicho  Diego  Garcia  le  hizo  mucha  quebra,  y  le  dio  las  deb- 
das  que  los  soldados  le  debian,  y  el  cobró  muchas  dellas  de 
los  soldados. 

31*^  ítem,  que  a  Alonso  Descobar  y  Galiano  debia  canti- 
dad de  dinero  el  gobernador,  y  les  dijo  que  hiciesen  quebra 
de  los  dineros  quel  les  debia  y  que  les  dariíi  indios  en  la  tie- 
rra, y  ellos  la  hicieron,  y  después  de  tomado  el  finiquito 
dellos,  y  dado  algunos  dineros  para  que  habian  de  abajar 
acá,  les  tomó  los  dineros  a  Galiano  y  a  Escobar,  y  no  los 
dejó  venir,  y  les  dio  los  caciques;  a  Escobar  le  dio  el  de  Cór- 
doba y  el  de  Riveros  y  el  de  Juan  de  Vera  y  otro  de  Mateo 
Diaz  y  se  los  quitó  contra  su  voluntad  y  a  Galiano  dio  los 
de  Antonio  de  UUoa,  y  después  de  salido  el  navio  se  los  qui- 
tó, y  los  dio  a  un  criado  suyo,  que  se  llama  Diego  Garcia,  y 
está  aquí. 

32°  ítem,  que  ninguno  osa  pedir  su  justicia  delante  de 
ningún  alcalde,  porque  a  los  alcaldes  y  rejidores  ha  dicho 
que  los  ah<)rcará  con  las  varas  al  pescuezo,  y  echó  a  un  al- 
calde en  unos  grillos,  y  por  ruegos  se  los  quitó  él,  porque 
mandaba  pagar  una  debda  a  un  criado  suyo,  que  se  llama- 
ba Diego  Diaz. 

33°   ítem,  yéndole  a  pedir  uno  que  le  ayudó  en  la  jorna- 
da con  dineros  i  caballos  para  que  la  hiciese,  que  se  llama 
TOMO  vn  3 


34  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Francisco   Alartínez  i,  de  comer,   porque  había  servido   al 
rey;  dijo  que  nadie  en  aquella  tierra  tenia  nada  sino  él. 

34^^  ítem,  que  pidiéndole  otro  conquistador  de  comer,  le 
dijo  quel  le  desengañaba,  que  aunque  toda  la  tierra  vacase 
no  había  de  dar  a  hijo  de  Dios  un  indio. 

35*^  ítem,  que  jugó  un  cacique  con  Bernardino  de  Mella 
desta  manera,  que  le  dijo,  juga  hasta  siete  u  ocho  mili  pe- 
sos, y  si  los  ganáredes  daros  hé  a  Juan  Darongo,  y  con  este 
cacique  ganó  a  Bernardino  de  Mella  mas  de  quince  o  veinte 
mili  pesos,  y  después  le  vino  a  jugar  el  mismo  cacique  y  le 
ganó  siete  mili  o  mas  pesos  el  dicho  Mella,  y  le  pidió  el  ca- 
cique, V  le  dijo  que  si  él  tuviera  criados  que  allí  había  de 
haber  muerto,  y  le  trató  mal  de  palabra,  y  el  dicho  Mella 
lo  publicó  y  lo  supo  toda  la  tierra,  y  está  aquí. 

36°  ítem,  que  queriéndose  venir  el  padre  Pérez  i  Juan  de 
Avalos,  tenían  muchos  yanaconas,  y  haciendas  y  buenos 
repartimientos,  y  se  los  compró  tomando  los  dineros  a  par- 
ticulares como  está  dicho,  y  de  la  caja  de  S.  M. 

37"^  ítem,  que  todo  el  tiempo  que  ha  que  está  en  la  tie- 
rra, ninguno  tenia  cosa  propia,  porque  todo  el  oro  que  en 
todas  las  demoras  se  ha  sacado,  lo  ha  tomado. 

38^  ítem,  que  cuando  vino  i  se  partió  del  puerto  de  Chi- 
le  tomó  todas  las  cartas  que  venían  para  el  señor  presiden- 
te y  para  vecinos  servidores  de  S.  M.,  y  las  echó  a  la  mar, 
porque  se  platicaba  entre  todos,  y  lo  tuvieron  por  cierto, 
que  venia  a  servir  a  Gonzalo  Pizarro  por  las  palabras  que 
en  el  pueblo  decia  en  favor  del  dicho  Gonzalo  Pizarro. 

39°  ítem,  que  ha  removido  muchas  veces  los  indios,  qui- 
tándolos a  unos  e  dándolos  a  otros.  E  a  su  manceba,  (a  la)' 
que  le  había  dado  gran  cantidad   de  indios,  quitólos,  para 


1  Francisco  Martínez  había  celebrado  con  Valdivia  en  octubre 
de  1539  una  compañía  para  esplotar  en  medias  la  conquista  de 
Chile,  poniendo  Martínez  en  la  Sociedad  caballos,  armas,  vestua- 
rio, etc.,  la  suma  de  9,000  pesos  de  oro.  Véase  sobre  este  punto  el 
apéndice  que  publicamos  al  fin  de  este  volumen  con  el  título  de  Los 
socios  de  Valdivia:  Francisco  Martínez  i  Pedro  Sancho  de  Hoz. 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  35 

dárselos  (a  ella)  demás  de  los  muchos  que  ella  tenia,  a  Fran- 
cisco Núñez  y  a  Landa,  conquistadores. 

40^  ítem,  dio  a  Jerónimo  de  Alderete,  sobre  lo  que  tenia, 
siendo  hombre  viejo,  inhábil  para  la  guerra,  y  que  nunca 
trabajó  en  ella,  los  indios  de  Luis  Tornero  y  de  Francisco 
de  Rabdona  y  de  Vergara,  conquistadores  i  descobridores 
con  don  Diego  de  Almagro,  porque  no  sirve  de  otra  cosa 
sino  de  acompañar  a  esta  señora  y  llevalla  de  la  mano,  y 
por  esto  le  ha  hecho  todo  el  tiempo  que  ha  que  está  en  aque- 
lla tierra  los  cuatro  años  alcalde,  y  los  cuatro  rejidor. 

41°  ítem,  que  le  dijo  a  Carreñoque  le  diese  cierta  hacien 
da  e  indios,  y  que  le  daria  mili  y  quinientos  pesos  para  irse 
a  su  mujer  e  hijos,  y  después  de  entregado  en  (de)  la  hacien- 
da del  dicho  Carreño  e  indios,  no  le  quiso  dar  los  dichos 
mili  e  quinientos  pesos  hasta  que  quebró  la  mitad  dellos,  y 
fuese  con  estos  dineros  a  embarcar,  y  tómeselos  i  mandóle 
echar  en  la  playa,  y  tiénese  por  cierto  que  de  enojo  murió, 
porque  estaba  tullido  y  se  venia  a  curar. 

42^  ítem,  a  Gamboa,  que  ensordeció  e  perdió  un  ojo  en 
aquella  tierra,  y  de  limosnas  le  dieron  los  vecinos  y  estan- 
tes de  aquella  tierra  ochocientos  o  mili  pesos  e  queriéndole 
quitar  la  moneda,  como. a  los  demás  se  hincó  (aquél)  de  ro- 
dillas llorando,  se  abrazó  con  él  i  le  dijo;  que  por  la  pasión 
de  Dios  le  diese  algo  de  lo  que  le  tomaba  para  curarse,  e  se 
lo  habian  dado  de  limosnas,  e  mandó  a  un  criado  suyo,  Ar- 
tano,  que  lo  echase  de  allí  en  la  mar;  y  respondióle  su  cria- 
do: échele  vuestra  señoría,  pues  le  toma  su  dinero. 

43^  ítem,  a  un  viejo  Ntiñez,  que  se  le  habia  dado  cierta 
hacienda  y  sabia  que  tenia  mili  pesos,  le  mandó  que  se  los 
diese  y  que  si  no  se  los  daVja  que  le  quitaria  el  pellejo,  y  res- 
pondióle el  viejo  Núñez,  no  tengo  sino  trescientos  pesos, 
porque  el  pellejo  es  overo  i  viejo,  y  no  es  bueno. 

44°  ítem,  que  todos  los  soldados  que  llevó  Alonso  de 
Monroy  consigo,  luego  que  llegaron  a  aquella  cibdad,  le 
mandó  a  su  alguacil  mayor  les  tomase  todos  los  carneros  y 
toldos  y  costales  y  cadenas  que  traian. 

45°  ítem,  que  tomó  todo  el  valle  de   Chile  en  sí  a  donde 


36  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


había  muchas  tierras  a  donde  haber  comida  todos  los  que 
eran  vecinos  y  no  vecinos,  y  no  las  quiso  dar  a  nadie,  por 
donde  ha  sido  mucha  cabsaque  los  naturales  hayan  venido 
a  menos  i  han  padecido  mucho  trabajo,  y  a  esta  cabsa  no 
se  ha  sacado  mucha  cantidad  de  oro  a  donde  S.  M.  tuviera 
muchos  quintos  reales,  porque  todo  se  lo  queria  tomar 
para  sí. 

46*^  ítem,  que  a  un  conquistador  que  se  llama  Vadillo, 
por  irle  a  pedir  un  principal  que  el  gobernador  le  habia  pe- 
dido emprestado  hasta  que  buscase  otra  cosa  que  dar  al 
que  lo  tenia,  le  dio  de  bofetones,  y  sus  criados  le  quisieron 
matar. 

47°  ítem,  que  estando  la  tierra  alzada,  iban  a  conquis- 
talla  con  el  gobernador,  y  los  dejaba,  y  se  venia  por  la  pos- 
ta a  ver  a  Inés  Suárez. 

48°  ítem,  que  de  tres  partes  de  la  tierra  tiene  el  goberna- 
dor las  dos,  e  Inés  Suárez  y  Alderete  la  otra. 

49°  ítem,  que  porque*un  soldado  que  se  llama  Caro,  no 
fué  a  estar  en  una  casa  suya,  le  quitó  el  caballo  i  las  armas, 
y  le  echaron  unos  grillos,  y  lo  maltrató  de  palabra;  y  se 
pensó  le  mandara  ahorcar. 

50°  ítem,  que  viniendo  dos  hombres  de  los  que  robaron 
en  el  navio  ^  por  el  camino,  toparon  con  Juan  de  Carde- 
ña  '-^  su  secretario  i  les  preguntó:  ¿qué  tales  vais  hermanos? 
■y  porque  le  respondieron  al  dicho  Juan  de  Cárdena  como 
hombres  apasionados,  mandó  el  gobernador  a  su  teniente 
por  una  carta  los  ahorcase. 

51°  ítem,   que  vendo  Vallejo,  un  soldado,  a  ver  a  Inés 


1  En  el  buque  en  que  Valdivia  se  embarcó  para  ir  al  Perú  en  di- 
ciembre de  1547. 

2  Bn  los  documentos  publicados  hasta  ahora  sobre  la  conquista 
de  Chile,  se  da  a  este  personaje  el  nombre  de  Juan  de  Cárdenas.  En 
el  estudio  de  los  documentos  orijiaales,  he  reconocido  que  se  firma- 
ba Juan  de  Cárdena,  i  que  así  se  le  nombraba  en  todos  los  escritos. 
Esta  clase  de  errores  en  la  interpretación  de  los  nombres  propios, 
es  mui  frecuente,  como  tendremos  ocasión  de  demostrarlo  con 
otros  ejemplos. 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  37 

Suárez,  la  estaba  mostrando  a  leer  un  bachiller,  que  se  lla- 
ma Rodrigo  González,  i  le  dijo  el  dicho  Vallejo  al  bachiller: 
muestra  a  leer  a  la  señora,  de  leer  verná  a  otras  cosas; 
por  esto  y  porque  dijo  un  dia,  que  los  enviaVjan  por  maiz 
les  viendo  muertos  de  hambre;  lo  echaron  en  una  cadena  en 
dos  colleras,  y  le  quisieron  aho^-car. 

52°  ítem,  que  Gonzalo  Pizarro  escribió  al  gobernador 
para  que  tomase  a  Calderón  i  los  bienes  que  tenia  de  Vaca 
de  Castro,  diciendo  que  se  los  debia  a  los  menores  hijos  del 
marques,  y  los  mandó  depositar  las  obligaciones  que  tenia 
del  y  de  particulares  por  cumplir  el  mandamiento  de  Gon- 
zalo Pizarro. 

53"  ítem,  que  en  aquella  tierra  estaba  un  secretario  én- 
yo,  que  se  llamaba  Juan  de  Cárdena,  el  que  entre  otros  mu- 
chos que  hacia  en  la  cibdad,  hizo  un  dia  sobre  un  altar 
dentro  en  la  iglesia  mayor  de  aquella  cibdad  un  sermón,  el 
cual  fué  el  mas  abominable  en  deshonra  de  Dios  y  del  rey  y 
de  sus  vasallos,  estando  a  oillo  el  gobernador  Pero  de  Val- 
divia e  todos  los  clérigos  e  todos  los  que  se  hallaron  en  el 
pueblo,  porque  así  fué  mandado  que  fuesen  a  oillo  con  un 
:T.lguacil;  V.  S.  mande  a  los  vecinos  que  en  esta  fragata 
vinieron  declaren  este  sermón,  porque  es  servicio  de  Dios  y 
de  S.  M.,  porque  hai  cosas  en  él  cjue  es  bien  que  las  se- 
pa V.  S. 

54^  Ítem,  que  al  tiempo  quel  navio  de  Baptista  quiso 
salir  del  puerto,  dio  el  gobernador  licencia  para  que  todos 
los  que   quisieran   ir  se  fuesen,  y  después  que  se  habian  des- 


1  Este  personaje,  llamado  Juan  Calderón  de  la  Barca,  llegó  a 
Chile  en  1543,  trayendo  ciertos  caudales  que  mas  tarde  dieron  lu- 
gar a  largas  cuestiones.  Decíase  ájente  de  Vaca  de  Castro,  i  auto- 
rizado para  llevar  a  cabo  algunas  conquistas,  lo  que  orijinó  que 
pretendiera  las  mismas  prerrogativas  i  honores  que  Valdivia.  Mas 
tarde,  cuando  se  le  cobró  el  dinero  que  habia  traido  a  Chile,  dicién- 
dose que  pertenecía  a  los  herederos  de  Francisco  Pizarro,  sostuvo 
que  era  propiedad  de  Vaca  de  Castro.  Sin  embargo,  no  habia  que- 
rido entregarlo  al  apoderado  de  éste,  como  se  ve  en  el  proceso  de 
Valdivia. 


38  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


hecho  de  sus  haciendas  no  se  las  quiso  dar  si  no  era  por 
dineros,  que  algunos  dellos  le  daban,  y  al  que  se  los  daba 
éi  tornaba  a  confirmar  la  licencia,  y  hay  parte  dellos  aquí. 

55*^  Ítem,  que  después  de  comprada  la  licencia,  conforme 
a  la  posibilidad  de  cada  uno,  se  fueron  a  embarcar,  y  ein- 
oarcados,  ya  se  querían  hacer  a  la  vela,  llegó  el  gobernador 
por  la  posta  al  puerto,  i  envió  a  Francisco  de  Villagra,  su 
maese  de  campo,  que  hiciese  desembarcar  todos  porque 
queria  hablalles  y  dalles  su  bendición,  y  venidos  que  vinie- 
ron a  tierra,  les  dijo  que  les  rogaba  que  en  todo  favorescie- 
sen  sus  cosas,  y  ellos  todos  lo  prometieron  así,  e  les  dijo 
que  por  mas  conformarle  lo  afirmasen  de  sus  nombres;  y 
estando  firmándolo  salió  escondido  y  fuese  al  batel  con  sus 
criados,  y  fué  un  Marin  que  está  aquí,  diciendo  que  como  le 
llevaban  así  robados  sus  dineros,  i  fué  corriendo  a  echarse 
en  el  batel,  pensando  de  haber  sus  dineros,  y  lo  echaron  a 
la  mar,  y  a  los  demás  en  la  playa  desnudos  i  robados,  en 
que  la  cantidad  que  allí  les  robó  fué  mucha. 

56*^  ítem,  que  cuando  fué  Alonso  de  Monroy  con  el  soco- 
rro que  Vaca  de  Castro  envió,  llevó  provisiones  suyas  para 
que  en  nombre  de  S.  M.  estuviesen  en  la  tierra  por  teniente 
y  capitán  y  nó  por  gobernador,  pues  no  tenia  abtoridad  ni 
provisiones  de  S.  M.  para  ser  gobernador,  que  obedeciese 
aquellas  provisiones  quel  dicho  Monroy  llevaba  de  Vaca  de 
Castro,  y  él  le  respondió  que  él  no  conocia  a  Vaca  de  Cas- 
tro, y  que  no  le  habia  de  decir  a  aquellas  palabras,  y 
dijo  no  creo  en  tal,  sino  estoy  por  daros  cien  puñaladas;  no 
embargante  esto  dijo  Monroy,  quiérolas  dar  al  cabildo, 
porque  así  me  lo  mandó  Vaca  de  Castro,  y  no  consintió 
(Valdivia)  que  se  las  diese,  y  de  miedo  no  las  dio  (Monroy). 

57"^  ítem,  que  un  vecino  que  se  llama  Herrera  envió  un 
hombre  a  los  valles  a  conquistallos,  y  venido  que  vino  el 
hombre  habian  quitado  al  dicho  vecino  los  indios,  y  le  pidió 
le  pagase  el  jornal  que  aquel  hombre  habia  ganado  en  ir  a 
]os  dichos  valles,  y  el  alcalde  mandóle  sacar  su  caballo  al 
dicho  Herrera  al  almoneda  i  vendello,  y  el  gobernador  pasó 
por  allí  y  preguntó   que   qué  caballo  era   aquel,  y  dijéronle 


PROCESO    DE    PEDRO    DE   VALDIVIA  39 

<{ue  era  para  pagar  aquella  soldada,  y  dijo  que  aquellas 
^ran  bellaquerías  y  que  el  las  entendía,  y  que  renegaba  de 
la  leche  que  mamó  si  no  le  metia  debajo  de  la  tierra,  porque 
^  estos  así  se  han  de  tratar. 

DECLARACIÓN  DE  HERNÁN  RODRÍGUEZ  DE  MONROI     ^ 

(28  de  octubre  de  1548.) 

En  la  cibdad  de  los  Reyes,  en  veinte  i  ocho  de  octubre  de 
tnill  e  quinientos  e  cuarenta  i  ocho  años,  su  señoría  del  se- 
ñor presidente,  por  ante  mí  Simón  de  Álzate,  escribano  de 
S.  M.,  hizo  parecer  ante  sí  a  Hernán  Rodríguez  de  Monroi; 
del  cual  su  señoría  tomó  e  recibió  juramento  en  forma  de 
derecho,  e  prometió  decir  verdad,  e  fué  amonestado  que 
diga  la  verdad  de  lo  que  supiere  acerca  de  lo  que  le  fuere 
preguntado. 


1  Hernán  Rodríguez  de  Monroi  habia  sido  uno  de  los  soldados 
^e  la  conquista  de  Chile,  adonde  vino  con  el  refuerzo  que  trajo  del 
Perú  el  capitán  Alonso  de  Monroi,  su  primo  hermano.  Parece  que 
era  de  condición  mas  elevada  que  la  mayoría  de  los  conquistadores. 
Gozaba  entre  los  suyos  de  la  reputación  de  hombre  audaz;  i  como 
se  mostraba  enemigo  decidido  de  Valdivia,  Pedro  Sancho  lo  buscó 
en  diciembre  de  154-7  para  que  apoyara  la  revolución  que  medita- 
ba. Rodríguez  de  Monroi  se  comprometió  a  ello;  pero  al  saber  que 
la  conspiración  habia  sido  denunciada,  él  se  presentó  al  goberna- 
dor Villagran  i  le  entregó  la  carta  que  habia  recibido  de  Pedro 
Sancho. 

♦  El  año  siguiente  volvió  al  Perú.  La  parte  que  allí  tomó  en  la 
acusación  de  Valdivia,  le  cerró  las  puertas  de  este  pais,  o  mas  pro- 
piamente, prefirió  no  volver  a  él  para  buscar  fortuna  en  otra  par- 
te. Marchóse  entonces  a  Potosí,  cuyas  minas  comenzaban  a 
atraer  un  gran  número  de  aventureros  de  todas  las  provincias  del 
Perú.  Hallábase  allí  en  marzo  de  1553,  cuando  el  caballero  don 
Sebastian  de  Castilla  alzó  en  los  Charcas  la  bandera  de  la  insu- 
rrección, dando  muerte  al  famoso  jeneral  Pedro  de  Hinojosa, 
gobernador  de  esa  provincia.  Otro  aventurero  de  un  carácter  cruel 
i  atolondrado,  Egas  de  Guzman,  instruido  de  estas  ocurrencias, 
^e  sublevó  en  Potosí;  i  aunque  no  encontró  resistencia,  cometió 
todo  jénero   de  atrocidades  i  saqueos,  i  organizó   tropas   para  de- 


40  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


I  le  fueron  mostrados  los  capítulos  de  acusación.  1  se  le 
preguntó  que  diga  e  declare  so  cargo  de  juramento  que  ha 
fecho,  si  sabe  o  ha  oído  decir  quien  fué  en  ordenar  estos  di- 
chos capítulos,  que  diga  e  declare  las  personas  que  fueron 
en  ordenallos. 

Dijo  que  fueron  en  ordenallos  este  deponiente,  y  Diego  de 
Céspedes  y  Francisco  de  Raudona  y  Antonio  de  Ulloa  y  Ga- 
briel de  la  Cruz  e  Taravajano  e  Antonio  Zapata  e  Lope  de 
Landa,  y  que  no  hobo  mas  destos  que  este  deponiente  se 
acuerde,  e  que  estos  se  juntaron  en  casa  de  nn  mercader 
adonde  llamaron  a  este  deponiente,  e  que  esto  es  verdad 
por  el  juramento  que  hizo,  e  firmólo,  Hernán  Rodríguez  de 
Monroy. — El  licenciado  Gcisca.  —  Ante  mí  Simón  de  Álzate, 
escribano  de  S.  M. 

DECLARACIÓN  DE  GABRIEL  DE  LA  CRUZ  1  . 

(28  de  octubre  de   L548). 

Luego  incontinente  su  señoría  del  dicho  señor  presidente 
hizo  parescer  ante  sí  a  Gabriel  de  la  Cruz,  del  cual  su  seño- 
ría tomó  e  recibió  juramento  en  forma  de  derecho,  e  prome- 


fenderse  haciendo  oficiales  a  sus  cómplices.  Hernán  Rodríguez  de 
Monroi  fué  nombrado  cabo  de  escuadra,  o  jefe  de  una  compañía, 
de  estas  fuerzas  revolucionarias. 

Cuando  supo  estos  sucesos,  la  audiencia  de  Lima,  que  goberna- 
Ija  accidentalmente  el  Perú  por  muerte  del  virrei  don  Antonio  de 
Mendoza,  mandó  que  el  mariscal  Alonso  de  Alvarado,  correjidor  * 
del  Cuzco,  marchase  contra  los  facciosos,  para  castigarlos  con  una 
severidad  ejemplar.  Al  entrar  a  Potosí  en  1553  hizo  decapitar  a 
algunos  de  ellos,  entre  los  cuales  fué  ajusticiado  Rodríguez  de 
Monroi,  el  acusador  de  Valdivia. 

He  encontrado  las  últimas  noticias  referentes  a  este  aventurero 
en  diversos  lugares  de  la  Historia  c/e/ Perú  de  Diego  Fernández^ 
Parte  H,  libro  IL 

1  Gabriel  de  la  Cruz  habia  acompañado  a  Valdivia  en  su  espedi- 
cion  a  Chile  desde  su  salida  del  Cuzco  en  1540.  Es  uno  de  los  con- 
quistadores que  firmaron  el  acta  popular  de  4  de  junio  de  1541, 
por  la  cual  Valdivia  fué  nombrado  gobernador  de  Chile.   Parece 


PROCESO    DE    PEDRO    DE1   VALDIVIA  41 

tió  de  decir  verdad, e  fué  amonestado  que  díga  la  verdad  de 
lo  que  le  fuere  preguntado,  e  siéndole  mostrados  los  capítu- 
los que  están  en  este  proceso,  e  se  lo  preguntó  so  cargo  del 
dicho  juramento  que  ha  fecho,  si  sabe  o  ha  oido  decir  quien 
fueron  en  ordenar  los  dichos  capítulos,  que  diga  e  declare 
qué  personas  fueron  en  ordenallos.  Dijo  que  los  conoce,  y 
fueron  en  ordenallos  este  deponiente  y  Antonio  Zapata  e 
Hernán  Rodríguez  de  Monroy  y  Céspedes  y  Rabdona  e  An- 
tonio de  Ulloa  e  Taravajano  e  Landa,  y  que  no  v«e  acuerda 
este  deponiente  que  estuviesen  ni  fuesen  en  ello  otras  perso- 
nas, e  que  esta  es  la  verdad  por  el  juramento  que  hizo,  e  fir- 
mólo, y  so  cargo  del  juramento  le  fué  encargado  el  secreto. 
— Gabriel  de  la  Cruz. — El  Hcenciado  Gasea. — Ante  mí  Simón 
de  Álzate,  escribano  de  S.  M. 

DECLARACIÓN  DE  ANTONIO  TARAVAfANO  1. 

(i8  de  octubre  de  1548). 

Luego  incontinente  su  señoría  del  dicho  señor  presidente, 
hizo  parescer  ante  sí  a  Antonio  de  Taravajano,  del  cual  su 
señoría  tomó  e  recibió  juramento  en  forma  de  derecho,  y 
habiéndolo  hecho,  prometió  declarar  verdad,  e  siendo  amo- 
nestado que  lo  diga,  le  fueron  mostrados  los  dichos  capítu- 


que  Gabriel  de  la  Cruz  no  era  un  soldado  vulgar,  porque  en  la  co- 
lonia mereció  distinciones  que  no  todos  alcanzaban.  Durante  todo 
el  año  de  1545  desempeñó  el  cargo  de  rejidor  del  cabildo  de  San- 
tiago, por  elección  hecha  por  el  cabildo  anterior.  Bn  los  documen- 
tos orijinales,  su  nombre  aparece  escrito  así:  Grnbiel,  como  según 
parece  se  escribía  entonces. 

1  Antonio  Taravajano  vino  del  Perú  con  Pedro  de  Valdivia  en 
1540,  i  fué  uno  de  los  que  firmaron  el  acta  de  proclamación  de  ese 
caudillo  en  1541.  Mas  tarde,  sirvió  a  las  órdenes  de  Pastene  i  de 
Alderete  en  el  reconocimiento  que  por  mar  mandó  hacer  Valdivia 
en  la  costa  de  Chile. 

Taravajano  se  ofendió  luego  con  Valdivia  porque  no  obtuvo  el 
repartimiento  de  indios  a  que  se  creia  merecedor,  i  pasó  a  ser  del 
número  de  los  que  en  la  colonia  se  mostraban  quejosos  del  gober- 


42  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


los,  e  fué  preguntado  si  los  conoce,  y  quien  fueron  en  hace- 
llos.  Dijo  que  conosce  los  dichos  capítulos  e  que  fueron  en 
hacellos  este  deponiente,  e  Hernán  Rodríguez  de  Monroy,  y 
Céspedes,  y  Rabdona,  y  Antonio  Zapata,  y  Lope  de  Landa 
y  Antonio  de  Ulloa,  y  no  hubo  mas  cuando  este  deponiente 
estuvo   presente,   por  cuanto  cuando  este  deponiente  llegó 


nador.  En  diciembre  de  1547,  cuando  la  conspiración  de  Pedro 
Sancho,  se  le  contaba  entre  los  qne  estaban  dispuestos  a  apoyar 
la  revolución.  Después  de  la  muerte  de  Valdivia,  volvió  a  Chile,  i 
vivió  como  vecino  encomendero  de  Santiago.  Son  curiosas  las  no- 
ticias siguientes,  que  se  refieren  a  los  últimos  dias  de  la  vida  de  este 
soldado  de  la  conquista. 

Al  terminarse  el  año  de  1566,  el  cabildo  de  Santiago  hizo  la  elec- 
ción de  los  consejiles  quedebian  ejercer  sus  funciones  el  año  siguien- 
te, designando  para  los  cargos  de  rejidores,  entre  otros  a  Pedro 
Gómez- i  a  Antonio  Taravajano.  El  1^  de  enero  de  1567,  los  nuevos 
funcionarios  debian  prestar  el  juramento  deestilo  anteel  licenciado 
Hernando  Bravo  de  Villalobos,  teniente  gobernador  del  reino  por 
Rodrigo  de  Quiroga,  que  entonces  desempeñaba  interinamente  el 
cargo  de  gobernador  de  Chile,  i  que  se  hallaba  en  Arauco.  Gómez  i 
Taravajano  se  negaron  a  prestar  el  juramento,  alegando  que  el  mal 
estado  de  su  salud,  su  vejez  i  otras  causas  les  impedían  aceptar  el 
cargo  de  rejidores.  Rogados  una  i  otra  vez  por  el  teniente  goberna- 
dor, i  negándose  ellos  a  aceptar  el  puesto,  mandó  éste  que  se  tuvie- 
ran por  presos  en  la  misma  casa  del  cabildo,  bajo  pena  de  multas 
considerables  i  de  pérdida  de  bienes  si  violaban  esta  orden.  Bn  3 
de  enero,  el  cabildo  volvió  a  celebrar  sesión.  Gómez  se  allanó  a 
prestar  el  juramento,  i  fué  puesto  en  libertad.  Taravajano  se  man- 
tuvo firme  i  quedó  preso. 

Siete  dias  mas  tarde,  el  cabildo  celebró  nueva  sesión,  i  de  nuevo 
fué  requerido  Taravajano  a  prestar  el  juramento  de  fiel  desempeño 
en  el  cargo  de  rejidor.  De  nuevo  también  se  negó.  El  teniente  go- 
bernador, sosteniendo  que  habia  cesado  la  causa  de  enfermedad 
alegada  por  Taravajano,  lo  condenó  a  un  apremio  mas  efectivo 
todavía,  i  allí  mismo  el  alguacil  Pedro  Martin,  puso  en  los  pies  del 
obstinado  anciano  una  cadena  de  presidario.  Taravajano  cedió  al- 
gunos dias  después;  i  en  la  sesión  del  cabildo  de  24  de  enero  desem- 
peñaba las  funciones  de  rejidor. 

Se  trataba  entonces  de  una  cuestión  mui  grave  para  la  colonia. 
Decíase  que  el  gobernador  Quiroga  pretendía  estender  el  límite  de 
las  conquistas  españolas  hasta  Chilué;  i  como  esta  noticia  produ- 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  43 

•estaban  hechos  la  mayor  parte  dellos,  e  que  no  se  acuerda 
de  otra  cosa,  e  que  lo  que  dicho  há  es  la  verdad  por  el  jura- 
mento que  hizo,  e  firmólo,  e  so  cargo  del  dicho  juramento 
que  ha  fecho  le  fué  encargado  el  secreto  de  lo  que  ha  sido 
preguntado. — Antonio  Taravajano.  —  El  licenciado  Gasea. 
— Ante  mí  Simón  de  Álzate,  escribano  de  S.  M. 

DECLARACIÓN   DE   LOPE    DE    LANDA  1 

(28  de  octubre  de  1548) 

Luego  incontinente  ansimismo  su   señoría  hizo  parecer 
ante  sí  a  Lope  de  Landa,  del  cual  su  señoría  tomó  e  recibió 


jera  grande  alarma  entre  los  vecinos  de  Santiago  que  conocían  la 
pobreza  que  habia  en  hombres  i  recursos  para  tamaña  empresa,  el 
licenciado  Bravo  de  Villalobos  le^'ó  en  esa  sesión  una  carta  de  Qui- 
roga  de  que  parecia  desprenderse  que  no  pensaba  en  tal  conquista. 
Taravajano  alzó  la  voz  con  grande  enerjía  e  indujo  al  cabildo  a  de- 
clarar por  unanimidad  que  aquella  espedicion  seria  funesta  para 
Chile  i  a  enviar  un  comisionado  a  espresar  esto  mismo  a  Quiroga. 
Pocos  meses  mas  tarde,  el  30  de  agosto  de  1567,  Taravajano  íir- 
mabacon  todo  el  cabildo  una  nota  al  virrei  del  Perú,  mui  importan- 
te como  documento  histórico,  en  que  le  da  cuenta  de  la  miseria  i 
postración  a  que  la  guerra  habia  reducido  al  reino  de  Chile.  Este 
fué  el  último  acto  de  la  vida  de  este  personaje.  Murió  en  setiembre 
de  ese  año,  bastante  entrado  en  años,  i  de  las  mismas  enfermeda- 
des con  que  habia  querido  escusarse  ocho  meses  antes  para  no 
aceptar  el  cargo  de  rejidor. 

El  nombre  de  este  personaje  ha  sido  desfigurado  en  los  documen- 
tos contemporáneos  de  la  conquista  que  se  han  dado  a  luz.  En  el 
acta  del  nombramiento  de  Valdivia,  publicada  por  don  Claudio 
Gay  en  el  primer  tomo  de  Documentos  anexos  a  su  Historia,  se  le 
nombra  Antonio  Tomé  Vajano.  En  el  mismo  documento,  publica- 
do en  el  tomo  1^  de  la  Colección  de  historiadores  chilenos,  se  le  lla- 
ma Antonio  Tomé  Vasano;  i  esta  misma  forma  ha  adoptado  uno 
de  los  modernos  historiadores  de  Chile.  En  las  actas  de  toma  de 
posesión  del  territorio  austral  de  Chile  por  la  espedicion  de  Paste- 
ne,  publicadas  por  don  Claudio  Gay  en  el  mismo  tomo,  se  le  hace 
firmar  Tarabajano  i  Tarabarano. 

1  Lope  de  Landa  habia  sido  de  los  mas  antiguos  conquistadores 
-de  Chile,  a  donde  vino  con  Valdivia  en  1540.  Parece  que  en  Ataca- 


44  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


juramento  en  forma  de  derecho,  e  él  habiéndolo  jurado  pro- 
metió de  decir  verdad,  e  siendo  amonestado  que  lo  diga, 
fuéle  mostrado  los  dichos  capítulos,  e  preguntado  si  los 
conosce  e  si  sabe  quien  fueron  en  hacellos,  dijo  que  los  co- 
nosce,  y  que  fueron  en  hacellos  este  deponiente,  e  Céspedes, 
e  Rabdona,  y  Taravajano  e  Gabriel  de  la  Cruz,  e  que  sabe 
que  Hernán  Rodríguez  de  Monroy  entendió  en  ellos,  e  al 
presente  no  se  acuerda  de  habello  visto  allá  cuando  este 
deponiente  estuvo  presente,  e  asimismo  sabe  que  fué  en  ello 
Antonio  de  Ulloa,  e  que  no  se  acuerda  que  hobiese  mas  per- 
sonas allí,  e  que  lo  que  ha  dicho  es  la  verdad  por  el  jura- 
mento que  hizo,  e  firmólo,  e  fuele  encargado  so  cargo  del 
di?ho  juramento  tenga  secreto  de  lo  que  le  ha  sido  pregun- 
tado.— Lope  de  Latida. — El  licenciado  Gasea. — Ante  mí  Si- 
món de  Álzate,  escribano  de  S.  M. 

DECLARACIÓN    DE   DIEGO  DE  CÉSPEDES  ^. 

{28  de  noviembre  de  1548). 

En  este  dicho  dia,  su  señoría  del  dicho  señor  presidente, 
hizo  parescer  ante  sí  a  Diego  de  Céspedes,  del  cual  su  seño- 
ría tomó  e  recibió  juramento  en  forma  de  derecho,  e  prome- 


ma  estuvo  encargado  de  la  guardia  que  custodiaba  a  Pedro  San- 
cho de  PIoz,  miént'as  estuvo  preso.  P2n  1541  firmó  también  el  acta 
del  nombramiento  de  Valdivia  como  gobernador  de  Chile.  Reñido 
con  este  porque  en  los  repartimientos  de  indios  no  habia  sido  re- 
munerado como  él  creia  merecerlo,  Lope  de  Landa,  que  era  un 
hombre  pacífico,  i  sobre  todo  mui  devoto,  pasó  a  ser  uno  de  los 
acusadores  de  Valdivia.  Creo  que  de  todos  estos,  él  fué  el  único  que 
volvió  a  Chile  en  vida  del  gobernador.  En  1550  era  uno  de  los  fun- 
dadores de  la  ciudad  de  Concepción,  donde  obtuvo  su  solar  i  su 
repartimiento.  Prestó  todavía  algunos  servicios  a  la  conquista; 
pero  se  distinguió  sobre  todo  por  su  celo  por  la  fundación  de  igle- 
sias i  por  la  administración  de  bienes  eclesiásticos. 

1  Diego  de  Céspedes  vino  a  Chile  con  Valdivia  en  1540,  i  firmó 
con  los  otros  vecinos  de  Santiago  el  acta  popular  de  4  de  junio  de 
1541.  En  1580  se  presentó  al  cabildo  de  Santiago  un  Diego  de 
Céspedes  pidiendo  permiso  para  abrir  una  escuela  de  enseñar  a 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  45 


tió  de  decir  verdad,  e  siendo   amonestado   que  lo  diga  fuele 
mostrado  los  dichos  capítulos,  e  si  los  conosce. 

Dijo  que  sí  conosce,  e  que  este  testigo  y  Hernán  Rodrí- 
guez de  Monroj,  e  Rabdona  e  Antonio  Ruiz  Zapata,  e  An- 
tonio de  Ulloa,  e  Gabriel  de  la  Cruz,  e  Landa,  y  Taravaja- 
no  fueron  en  hacellos,  e  que  no  hubo  otro  ninguno  que  en- 
tendiese en  ello,  e  que  lo  que  ha  dicho  es  la  verdad  por  el 
juramento  que  hizo,  e  firmólo  de  su  nombre;  fuéle  encarga- 
do so  cargo  del  dicho  juramento  tenga  secreto  de  lo  que  le 
ha  sido  preguntado. — Diego  de  Céspedes. — El  licenciado 
Gasea.— Ante  mí  Simón  de  Álzate,  escribano  de  S.  M. 

DECLARACI3x\  DE  FRANCISCO  RABDONA      ^. 

(28  de  noviembre  de  i  548). 

Luego  incontinente  en  este  dicho  dia,  su  señoría  del  di- 
cho señor  presidente  hizo  parescer  ante  sí  a  Francisco  de 
Rabdona,  del  cual  su  señoría  tomó  e  recibió  juramento  en 
forma   de   derecho,   e   prometió   de   decir   verdad,  e  siendo 


leer  i  a  escribir.  No  puedo  persuadirme  que  sea  el  mismo  acusador 
de  Valdivia,  a  menos  que  siendo  mui  joven  en  1540,  hubiera  alcan- 
zado a  vivir  cuarenta  años  mas. 

1  El  nombre  de  este  soldado  está  escrito  de  tres  distintas  ma- 
neras, Rabdona,  Raudona  i  Radona.  Aunque  cuando  prestó  su 
declaración  en  Lima,  no  firmó  porque  dijo  que  no  sabia  hacerlo, 
aparece  firmando,  o  a  la  menos  dando  su  nombre  para  que  otro 
firmara  por  él,  en  Santiago,  siete  años  antes,  el  acta  del  nombra- 
miento de  Valdivia  como  gobernador  de  Chile. 

Este  soldado  habia  hecho  con  Almagro  la  penosa  espedicion  a 
Chile  en  1536.  Mal  remunerado  por  Valdivia  i  aun  despojado  de 
algunos  indios  que  se  le  habían  dado,  Rabdona  fué  uno  de  los  des- 
contentos en  quienes  esperaban  apoyo  los  parciales  de  Pedro  San- 
cho de  Hoz,  cuando  tramaron  la  conspiración  de  diciembre  de 
1547.  El  año  siguiente  pasó  al  Perú  donde  tomó  parte  en  la  acu- 
sación de  Valdivia. 

Rabdona  no  volvió  a  Chile  después  de  la  acusación  de  Valdivia. 
Pasó  al  Alto  Perú  enrolado  en  las  tropas  del  rei  para  combatir  la 
insurrección  de   Francisco  Hernández  Jirón.  En  1554,  estando  los 


46  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


amonestado  que  lo  diga  fuéle  mostrados  los  dichos  capítu- 
los, e  que  diga  si  los  conoce,  e  quien  fueron  en  liacellos. 

Dijo  que  conosce  los  dichos  capítulos,  e  que  este  depo- 
niente fué  en  hacellos,  e  Hernán  Rodríguez  de  Monroy,  e 
Antonio  de  Ulloa,  e  Gabriel  de  la  Cruz,  e  Landa,  e  Tarava- 
jano,  e  Céspedes  e  Zapata  fueron  juntamente  con  este  testi- 
go en  hacellos,  e  los  hicieron  en  la  casa  de  Gaspar  Ramos, 
mercader,  que  puede  haber  tres  dias,  e  que  los  ordenaron 
para  dallos  a  su  señoría  del  dicho  señor  presidente,  e  que 
no  fueron  otras  personas  en  ello,  e  que  lo  que  ha  dicho  es 
la  verdad  por  el  juramento  que  hizo,  e  no  firmó,  porque 
dijo  que  no  sabia  escribir,  e  fuéle  encargado  el  secreto  de  lo 
que  le  ha  sido  preguntado. — El  licenciado  Gasea. — Ante  mí 
Simón  de  Álzate,  escribano  de  S.  M. 

DECIvARACION  DE  ANTONIO   ZAPATA     1. 

(29  de  noviembre  de  1548). 

En  veinte  y  nueve  días  del  dicho  mes  de  octubre  del  dicho 
año  su  señoría  del  dicho  señor  presidente  hizo  parescer  ante 
sí  a  Antonio  Zapata,  del  cual  su  señoría  tomó  e  recibió  ju- 


dos ejércitos  a  la  vista,  tuvieron  lu<íar  algunas  escaramuzas,  en 
una  de  las  cuales  Rabdona,  que  se  habia  adelantado  con  grande 
arrogancia  i  temeridad^  cayó  prisionero  en  poder  de  los  rebeldes. 
El  jefe  revolucionario  mandó  que  se  le  perdonara  la  vida;  pero  un 
soldado  llamado  Alonso  González,  bajo  cuya  guarda  fué  puesto, 
desobedeció  ia  orden  de  Hernández  jirón,  dispuso  que  Rabdona  se 
confesara  de  carrera,  i  en  seoruida  le  cortó  la  cabeza,  haciendo 
l)urla  de  su  inuerte.  Diego  Fernándhz,  Historia  de]  Perú,  parte 
II,  lib.  II,  cap.  51. 

1  Antonio  Zipata  habia  sirio  rejidor  del  cabildo  de  Santiago  el 
año  de  154-3,  desempeñando  desde  1541  el  cargo  de  mayordomo 
de  ciudad,  equivalente  al  de  tesorero  de  cabildo,  que  conservó  has- 
ta enero  de  1545.  En  diciembre  de  este  mismo  año,  volvió  a  ser 
elejido  por  el  cabildo  para  desempeñar  el  mismo  cargo.  Se  ve  por 
estos  hechos  que  Antonio  Zapata  habia  gozado  en  Chile  de  algu- 
nas consideraciones,  i  que  no  era  un  soldado  vulgar. 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    Vx\LDIVIA  47 

ramento  en  forma  de  derecho,  e  prometió  de  decir  verdad, 
e  siendo  amonestado  que  lo  diga,  fuéle  mostrado  los  capí- 
tulos en  este  proceso  presentados,  y  que  diga  si  ios  conosce 
e  quien  fueron  en  hacellos.  Dijo  que  los  conosce,  y  que  este 
testigo  fué  en  hacer  parte  dellos,  y  Monroy,  y  Antonio  de 
Ulloa,  y  Francisco  de  Rabdona,  y  Diego  de  Céspedes,  e  Ta- 
ravajano,  y  Landa  y  Gabriel  de  la  Cruz,  y  que  no  fueron 
otras  personas  en  hacellos,  y  que  los  hicieron  en  casa  de  un 
mercader  que  se  dice  Gaspar  Ramos,  que  puede  haber  cua- 
tro o  cinco  dias  que  los  hicieron  para  dallos  a  su  señoría 
del  señor  presidente,  y  que  no  fueron  otras  personas  en  ha- 
cellos  mas  de  los  que  dicho  tiene,  i  no  menos  fueron  induci- 
dos para  ello,  y  que  lo  que  ha  dicho  es  la  verdad  para  el  ju- 
ramento que  hizo,  e  firmólo,  y  fuéle  encargado  so  cargo  del 
dicho  juramento  tenga  secreto  de  lo  que  le  ha  sido  pregun- 
tado.— Antonio  Zapata  — Fi^l  licenciado  Gasea. — Pasó  ante 
mí  Simón  de  Álzate,  escribano  de  S.  M. 

PROVIDENCIA  DEL  PRESIDENTE  LA  GASCA     1. 

En  los  Reyes  en  veinte  y  nueve  de  octubre  de  mili  e  qui- 
tos e  cuarenta  y  ocho  años,  su  señoría  del  dicho  señor  pre- 
sidente dijo,  que  mandaba  dar  copia  de  los  dichos  capítu- 


lo Xo  aparece  en  el  proceso  que  La  Gasea  tomara  declaración 
a  Antonio  de  Ulloa,  que  según  las  deposiciones  de  los  otros  acusa- 
dores de  Valdivia,  fué  uno  de  los  que  prepararon  el  acta  que  deja- 
mos publicada,  i  probablemente  el  que  tuvo  una  parte  principal 
en  ella.  En  su  carta  al  rei  de  15  de  octubre  de  1550  Valdivia  se 
defiende  de  las  acusaciones  de  Ulloa,  i  habla  de  él  en  tales  térmi- 
nos   como  si  se  tratara  de  su  mas  encarnizado  enemigo. 

Era  Ulloa  un  hidalgo  estremeño,  natural  de  Cáceres,  que  había 
venido  del  Perú  al  lado  de  Pedro  Sancho  de  Hoz,  i  que,  como  éste, 
habia  preparado  un  complot  contra  Valdivia  durante  la  marcha. 
Perdonado  fácilmente,  fué,  a  lo  menos  en  apariencias,  uno  de  los 
mas  ardorosos  partidarios  del  gobernador  de  Chile,  cuyo  nombra- 
miento firmó  en  1541,  i  a  quien  sirvió  en  1542  como  rejidor  del 
cabildo  de  Santiago. 

Habiendo   e^íibido   que   babia   muerto  en   España  un  hermano 


48  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


los  al  dicho  gobernador  Pero  de  Valdivia  para  que  si  qui- 
siere decir  algo  cerca  dellos  en  su  descargo  lo  diga  dentro 
de  tercero  dia.  E  así  lo  mandó  e  lo  firmó  de  su  nombre.  El 
licenciado  Gasca. — Ante  mí  Simón  de  Álzate,  escribano 
deS.  M. 

NOTIFICACIÓN  A  VALDIVIA. 

En  treinta  de  octubre  del  dicho  año,  yo  el  dicho  esct iba- 
no  notifiqué  lo  proveído  \^  mandado  por  su  señoría  al  dicho 


mayor,  resolvió  volverse  a  su  patria  para  entrar  en  posesión  de 
un  mayorazgo  que  le  correspondía.  Valdivia  aprovechó  esta  oca- 
sión para  entregarle  las  cartas  que  queria  hacer  llegar  a  manos 
del  rei,  i  de  los  amigos  que  habia  dejado  en  el  Perú  i  en  España. 
Ulloa  salió  de  Chile  en  setiembre  de  1545;  pero  cuando  llegó  al 
Perú  encontró  este  pais  gobernado  por  Gonzalo  Pizarro,  e  mte- 
rrumpidas  las  relaciones  con  la  metrópoli.  Su  primo  Lorenzo  de 
Aldana  se  habia  plegado  a  la  causa  de  la  insurrección;  i  él  mismo 
entró  en  relaciones  con  Gonzalo  Pizarro,  que  le  suministró  ausilios 
para  volver  a  Chile.  Valdivia,  en  su  carta  al  rei  de  15  de  octubre 
de  1550,  acusa  a  Ulloa  de  la  mas  negra  traición  i  de  los  mas  feos 
manejos  en  contra  suya:  es  probable  que  en  esas  acusaciones  haya 
puesto  mucha  pasión  el  gobernador  de  Chile.  Sea  de  ello  lo  que  se 
quiera,  la  verdad  es  que  cuando  se  supo  el  arribo  al  Perú  del  licen- 
ciado La  Gasca  con  el  cargo  de  pacificador,' muchos  hombres  com- 
prometidos en  la  rebelión  abandonaron  la  causa  de  aquél  i  fueron 
a  servir  bajo  el  estandarte  real.  Aldana  fué  de  este  número.  Ulloa, 
por  su  parte,  reuniendo  los  soldados  que  tenia  prontos  para  en- 
viar a  Chile,  fué  a  juntarse  con  el  capitán  Diego  Centeno,  que  ha- 
bia encabezado  la  contra-revolución  en  el  Cuzco.  Alas  órdenes 
de  Centeno  i  como  capitán  de  una  compañía  de  caballos,  se  batió 
en  la  jornada  de  Guarina,  i  fué  en  cierto  modo  la  causa  de  la  de- 
rrota por  falta  de  arrojo  o  por  desorganización  de  sus  soldados. 
El  cronista  Antonio  de  Herrera  ha  referido,  por  un  descuido,  en 
su  Historia  de  las  Indias  occidentales,  déc.  VIH,  lib.  IV,  cap.  XIV, 
que  Ulloa  murió  en  esta  jornada.  La  verdad  es  que,  como  lo  refie- 
ren otros  historiadores,  logró  huir  del  campo  de  batalla,  i  evitan- 
do la  persecución  tenaz  de  los  vencedores,  alcanzó  a  reunirse  con 
L'i  Gasca,  a  cuyas  órdenes  sirvió  todo  el  resto  de  la  campaña. 
Después  de  ésta  tomó  parte  principal  en  la  acusación  contra  Val- 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  49 


Pero  de  Valdivia  en  su  persona;  testigos,  Diego  Quiros, 
maestre,  e  Yicencio  de  Montes. — Simón  de  Aízate,  escriba- 
no de  S.  M. 


Después  de  lo  susodicho,  en  dos  días  del  mes  de  noviem- 
bre del  dicho  año  antel  diciio  señor  presidente,  e  en  presen- 
cia de  mí  el  dicho  escribano,  paresció  presente  Pero  de  Val- 
divia, e  presentó  la  respuesta  de  los  dichos  capítulos  que  le 
fueron  notificados  e  puestos,  e  es  el  siguiente: 

DEFENSA   DE  VALDIVIA. 

Muí  ilustre  señor: 

Porque  los  capítulos  a  que  V.  S.  manda  que  yo  responda 
no  están  firmados  de  quien  los  fundan,  y  sospecho  que  los 
delatores  querrán  ser  testigos  dello,  advierto  a  V.  S.  que 
los  mas  de  los  que  en  la  fragata  vinieron,  se  han  conjurado 
contra  mí  e  han  hecho  junta  muchas  veces  a  hacer  los  di- 
chos capítulos  por  odio  e  enemistad  que  metenian,  algunos 
por  pasión  que  concibieron  de  no  les  caber  indios  en  la  re- 
formación, otros  porque  se  temen  de  castigo  por  hallarse 
culpados  en  el  motín  que  Pero  Sancho  tenia  munido,  otros 
que  aliende  de  estar  apasionados  son  acostumbrados  a  bu- 
llicios e  se  han  hallado  en  otros  motines,  y  por  ser  sedicio- 
sos i  revoltosos  han  seido  desterrados  de  unas  tierras  para 
otras,  y  son   inciertos  en   mucho  de  lo  que  dicen  v  tratan. 


I 


divia;  i  al  efecto,  trató  de  probar  a  La  Gasea  que  el  t^obernador 
<le  Chile  era  el  amigo  mas  ardoroso  de  los  Fizan  os,  como  se  deja- 
ba ver  por  una  carta  que  escribió  a  Hernando  Pizarro,  de  que 
Ulloa  era  portador,  i  que  éste  entregó  a  La  Gasea. 

Absuelto  Valdivia  de  esta  acusación,  Ulloa  queria  marcharse  a 
Bspaña.  El,  gobernador,  temeroso  de  que  pudiera  causarle  algún 
í^rave  mal  en  la  corte,  se  empeñó  en  pintarle  ante  el  rei  con  los 
colores  mas  feos  i  repugnantes.  Los  historiadores  que  han  conoci- 
flo  esta  carta  de  Valdivia,  la  han  aceptado  casi  sin  quitar  de  sus 
apreciaciones  todo  lo  que  parece  la  obra  de  la  pasión. 

TOMO  VII  •  4 


ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  lo  cual  puede  V.  S.  realmente  ser  informado,  y  aun  en  los 
mesmos  capítulos  que  me  ponen  parece  claro  contradecirse; 
pero  para  que  mas  claro  le  conste  a  Y.  S.  de  su  malicia  e 
pasión  Y  se  satisfaga  de  mi  limpieza  y  buen  celo,  procederé 
a  dar  mi  descargo  con  solo  referir  la  verdad  de  lo  que  pasa, 
no  embargante  que  debajo  desta  podrian  los  delatores  usar 
como  he  dicho  de  cabtela,  el  remedio  de  lo  cual  y  todo  lo 
demás  remito  a  la  rectitud  y  bondad  de  V  S.,  pues  conoce 
cuan  criado  i  vasallo  soy  de  S.  M.  y  que  solo  me  fundo  en 
obedescer  y  servir. 

En  lo  primero  de  Escobar,  digo  que  está  en  ííspaña  vivo 
y  sano,  3^  llevó  su  sentencia  para  que  si  algún  dia  se  le  pi- 
diese algo,  se  viese  como  sobre  el  delito  fué  sentenciado,  y 
está  libre. 

En  el  segundo  capítulo  digo,  que  Pero  Sancho  y  los  que 
con  el  iban,  visto  que  no  habian  podido  cumplir  nada  de  lo 
en  la  compañia  sentado,  llevaban  acordado  de  entrar  a  me- 
dia noche  a  matarme,  y  ansí  entraron  en  el  campo  a  esa 
hora,  y  preguntaron  por  el  toldo,  y  fuéles  dicho  que  3^0  era 
ido  adelante  a  proveer  bastimentos,  a  cu3^a  cabsa  no  hobo 
efeto  su  dañado  propósito,  v  sobrello  venido  3^0  se  hizo  in- 
formación, 3^  paresció  ser  ansí,  v  le  perdoné  y  solté;  y  que- 
riendo enviar  al  dicho  Pero  Sancho  a  esta  tierra  se  echó  a 
mis  pies  rogándome  le  llevase  conmigo,  porque  estaba  adeb- 
dado,  3'  le  habian  soltado  de  la  cárcel  de  la  cibdad  para  ir 
la  jornada,  e  si  allá  volvia  morirla  en  ella  por  debdas  que 
debia,  3-  a  los  demás  que  con  él  iban,  que  eran  Juan  de  Guz- 
man  y  otro  Guzman  y  un  Avalos,  los  desterré,  3'  ansí  vinie- 
ron a  cumplir  su  destierro;  3^  como  era  su  costumbre  amo- 
tinar y  deservir  a  S.  M.,  se  hallaron  con  don  Diego  de  Al- 
magro en  la  muerte  del  marques  don  Francisco  Pizarro,  3^ 
Vaca  de  Castro  hizo  justicia  dellos;  3^  en  lo  de  las  provisio- 
nes que  decia  tener  de  S.  M.  vuestra  señoría  las  tiene  en  su 
])oder,  por  donde  verá  claro  ser  el  contrario  de  la  verdad 
decir  habérselas  yo  quemado  y  tomado,  las  cuales  nunca 
3^0  vi,  y  las  del  marques  no  parecieron  ni  él  las  mostró,  ni_ 
habia  para   qué,   por  no  haber  cumplido  lo  capitulado,  3' 


/" 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  51 

conforme  a  la  compañía  no  lo  cumpliendo  eran  en  sí  ningu- 
no, como  en  ella  se  contiene,  mayormente  que  se  desistió  de 
todo  ello,  lo  cual  está  aquí  y  vuestra  señoría  lo  puede  ver, 
y  si  algo  le  debia  ya  se  lo  pagué,  e  si  alguna  vez  estuvo  de- 
tenido seria  por  delitos  que  cometió  y  alborotos  que  inten- 
taba. 

I  en  lo  de  prohibir  Inés  Suarez  que  nadie  hablase  con  Pe- 
ro Sancho,  y  todo  lo  demás  que  dicen,  nunca  tal  supe,  y  pa- 
resce  poquedad  y  malicia. 

En  lo  tercero  de  la  muerte  de  Juan  Ruiz,  digo  que  lo  que 
pasa  es,  que  éste  quiso  amotinar  la  jente  que  conmigo  iba 
en  Atacama,  diciendo  que  se  volviesen,  que  adonde  iban, 
que  él  habia  estado  en  Chile,  y  que  en  toda  la  provincia  no 
habia  de  comer  para  treinta  hombres,  e  que  los  demás  se 
habían  de  perder,  y  con  esto  tenía  toda  la  jente  desconten- 
ta y  escandalizada  y  amotinada  para  se  volver;  y  sabido 
por  Pero  Gómez,  maese  de  campo,  se  informó  de  todo  secre^ 
tamente,  y  halló  ser  verdad  por  información  que  hizo.e  por 
ello  se  hizo  justicia  del,  lo  cual  convino  hacerse  y  con  breve- 
dad, que  a  no  se  hacer  ansí,  poníase  condición  de  haber  es- 
<?ándalo  j  perderse  la  jornada. 

A  lo  cuarto  digo,  que  es  verdad  que  tomé  pOvSesion  en 
nombre  de  S.  M.  desde  donde  dicen,  porque  desde  allí  ade- 
lante el  marques  por  sus  provisiones,  me  daba  de  términos 
para  mi  conquista;  e  por  las  provisiones  del  dicho  marques 
goberné  hasta  que  tuve  nueva  ser  muerto,  e  deíspues  por 
ella  y  por  elección  quel  cabildo  y  oficiales  de  S.  M.  e  común 
hizo  en  m  con  grandes  requerimientos  e  protestaciones,  la 
cual  yo  acepté  por  evitar  escándalos  hasta  que  la  voluntad 
de  S.  M.  fuese  como  paresce  por  la  misma  elección,  la  cual 
])resenté  ante  V.  S.  en  Andaguaylas,  e  después  la  vido  el 
oidor  Cianea  y  el  mariscal  Alonso  de  Alvarado  y  el  secreta- 
rio Pero  López. 

A  lo  quinto  digo,  que  es  como  arriba  está  dicho  en  el  ca- 
pítulo precedente,  y  no  hai  otra  cosa. 

A  lo  sesto  digo,  que  lo  que  pasa  es,  que  don  Alartin  de 
Solier,  y  Ortuño,  e  Márquez,  e  Pastrana  e  Chinchilla  íncu- 


ESTI.DIOS    HISTÓRICOS 


rrieroTí  en  caso  de  traición  i  aleves,  porque  gobernando  yo 
aquellas  tierras  en  nombre  de  S.  M.  lejitimamente,  que  te- 
nia comisión  bastante  para  ello,  concertaron  de  me  matar 
porque  vista  la  pobreza  de  la  tierra  e  continua  guerra  de 
los  indios,  e  que  para  permanecer  en  ella  les  facia  que  ara- 
sen e  cavasen  por  sus  manos  como  yo,e  sabiendo  que  antes 
habia  de  perder  \a  vida  que  volver  como  don  Diego  de  Al- 
magro habia  fecho,  acordándose  de  la  orrosedad  desta  tie- 
rra  y  los  vicios  della,  e  que  en  su  mano  habia  sido  robar  lo 
que  quisisen  con  deseo  de  volver  a  ella,  paresciéndoles  que 
otro  ningún  remedio  no  tenian  sino  matarme,  e  también 
porque  lo  tenian  concertado  así  con  don  Diego  de  Alma- 
gro, y  sus  secuaces  al  tiempo  que  desta  tierra  salieron,  que 
los  dichos  don  Diego  e  sus  secuaces  habian  de  matar  al 
marques,  y  que  los  dichos  Solier,  e  Ortuño,  y  Márquez  e 
Pastrana  e  Chinchilla  me  matarian  a  mí,e  así  quedaria  to- 
da la  tierra  por  ellos.  E  fué  nuestro  señor  servido  que  la 
traicio'n  se  descubriese,  e  sabido  se  hizo  sobre  ello  informa- 
ción mui  bastante  ante  Pinel,  escribano  de  S.  M.,  e  se  for- 
mó proceso  sobre  el  delito  de  cada  uno,  guardándoles  los 
términos  que  el  derecho  en  tal  caso  manda,  e  se  pronunció 
sobre  cada  proceso  su  sentencia;  la  cual  se  ejecutó  en  sus 
personas,  e  se  confiscaron  sus  bienes  píira  la  cámara  de  S. 
M.  e  los  oficiales  de  su  real  hacienda  se  hicieron  cargos  de- 
llos  e  los  tienen,  e  por  los  procesos  que  están  en  poder  del 
dicho  escribano  paresceran  los  grandes  yerros  y  delitos  que 
cometieron,  y  esto  declaro  que  si  nuestro  señor  no  fuera 
servido  que  se  descubriera  la  traición  que  así  tenian  orde- 
nada, fuera  total  destruicion  y  muerte  de  los  españoles  que 
en  esta  tierra  estábamos,  y  quedaria  aquella  tierra  des- 
mamparada e  infame  para  in  perpetuo,  porque  habiendo 
salido  della  don  Diego  de  Almagro  que  habia  ido  con  gro- 
sísima armada  de  mar  e  tierra  sin  poder  estar  en  ella  algu- 
nos dias,  a  desemparalla  yo  fuera  confirmar  la  mala  opi- 
nión: e  con  estas  muertes  se  remediaron  los  dichos  daños,  e 
aunque  habia  otros  culpados  i  bulliciosos,  tomaron  ejem- 
plo en  ellos,   e  hasta  hoy  no  se  ha  fecho  otro  castigo,  e  ha 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA     ^         53 

habido  lugar  a  descubrir  a  S.  M.  otro  nuevo  mundo,  de 
que  nuestro  señor  ha  de  ser  tan  servido  y  el  real  patrimo- 
nio tan  acrecentado,  y  sus  vasallos  tan  remediados. 

Al  sétimo  digo,  que  no  es  ansí,  que  si  mataron  a  algu- 
nos españolea,  fué  que  los  indios  estaban  de  paz;  y  confiado 
desto  y  seguro  los  envié  a  facer  un  barco  para  informar  a 
S.  M.  i  al  marqués  en  su  real  nombre,  de  las  cosas  de  aque- 
lla tierra,  y  pedir  jente  y  socorro  de  cosas  nescesarias,  y 
estando  haciendo  el  dicho  barco,  se  alzó  la  tierra,  y  mata- 
ron los  indios  ocho  españoles.  Y  en  cuanto  a  lo  de  los  in- 
dios, yo  les  pregunté  que  cuando  se  sacaba  oro;  y  dijeror 
que  a  la  sazón  era  el  tiempo,  y  dije  a  mis  indios  y  no  a  otro 
que  fuesen  a  sicar  alguno,  como  lo  solian  hacer  para  el 
inga;  i  así  se  fueron,  con  solo  un  minero  para  ver  la  orden 
que  tenia  en  lo  sacar,  e  para  ver  las  minas,  lo  cual,  se  hizo 
para  que  se  trajese  lo  que  así  sacasen  en  el  dicho  barco  que 
sestaba  haciendo,  a  esta  cibdad  de  los  Reyes  para  acredi- 
tar la  tierra,  e  para  que  se  llevase  herraje  y  otras  cosas  de 
que  se  tenia  necesidad,  e  sin  ellas  no  se  podia  sustentar  la 
tierra. 

Al  octavo  digo,  que  niego  lo  en  el  capítulo  contenido,  por- 
que ninguno  fué  en  el  hacer  del  repartimiento  sino  yo  con 
el  escribano,  porque  lo  demás  era  menoscabo  de  mi  abtori 
dad  que  en  nombre  de  S.  M.  representaba:  e  soy  conocido 
tener  el  respeto  que  en  tales  casos  conviene;  e  así  no  debe 
V.  S.  hacer  fundamento  de  semejante  cosa  por  constar  cla- 
ro ser  malicia. 

Al  noveno  digo,  que  yo  no  tuve  noticia  de  tal  cosa,  por- 
que si  lo  supiera  mandara  castigar  a  los  unos  y  a  los  otros 
y  es  clara  malicia  porque  a  los  que  di  los  indios,  los  mere- 
cían raui  bien,  e  se  dieron  a  quien  en  Dios  y  en  mi  concien- 
cia me  paresció  habian  mejor  servido  en  la  tierra  a  S.  M. 

Al  deceno  digo,  que  no  hay  que  responder  ni  yo  sé  tal  co- 
sa, sino  ques  buscar  ocasión   de  tener  que  decir. 

Al  onceno  digo,  que  en  lo  que  toca  a  Inés  Suárez,  cuando 
yo  fui  a  aquella,  tierra  fué  allá  con  licencia  del  marqués,  e 
yo  la  recojí  en  mi  casa   para  servirme  della  por  ser  mujer 


54  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


honrada  para  que  tuviese  cargo  de  mi  servicio  e  limpieza,  e 
para  mis  enfermedades,  e  así  en  mi  solar  tenia  aposento 
aparte;  e  en  cuanto  al  comerjunto  es  el  contrario  de  la  ver- 
dad, sino  fuese  algún  dia  de  regocijo  que  el  pueblo  hiciese, 
que  a  ruego  de  algunos  saldria  a  comer  con  los  vecinos  que 
en  aquel  pueblo  habia,  porqués  mujer  mui  socorrida,  que 
los  visitaba  i  curaba  en  sus  enfermedades,  e  por  las  buenas 
obras  que  della  han  recibido;  via  era  mui  amada  de  todos,. 
v  en  lo  demás  quel  capítulo  dice  de  las  justicias  e  cabildo,^ 
ella  ni  otrapersonaninguna  no  es  parte,  porque  la  elección 
de  los  alcaldes  y  rejidores  que  se  hace  se  hace  por  votos  co- 
mo se  acostumbra  en  otras  partes;  v  de  los  que  me  traiaii 
señalados,  elejia  los  que  me  parecian  mas  idóneos  e  sabios, 
e  V.  S.  no  debe  mandar  dar  crédito  a  ninguna  cosa  de  las^ 
que  me  ponen  en  el  capítulo  contenidas. 

Al  doceno  digo,  que  las  provisiones  quel  capitán  Alonso 
de  Monroy  me  llevó,  fueron  dos,  una  para  si  yo  fuese  muer- 
to quedase  el  dicho  Monroy  en  mi  lugar,  y  otra  que  si  me 
hallase  vivo  pudiese  yo  nombrar  persona  que  sucediese  en 
el  gobierno  después  de  mis  dias  hasta  que  la  voluntad  de 
S.  M.  fuese;  e  de  otra  provisión  ninguna  no  se  tuvo  noticia. 

Al  treceno  e  catorceno  digo,  ques  testimonio  e  maldad 
lo  en  el  capítulo  contenido,  e  por  las  cartas  que  yo  escribí  a 
S.  M.  se  verá  lo  contrario  de  lo  que  dicen,  y  en  lo  del  Zur- 
bano  es  de  creer  que,  porque  es  muerto,  aprueban  con  él,  él 
cual  nunca  vido  tales  despachos  ni  era  hombre  para  darle 
cuenta  de  ningún  negocio  porque  era  inhábil,  que  aun  no 
sabia  leer  i. 

Al  quinceno  digo,  que,  lo  niego,  porque  yo  nunca  tal  su- 
pe ni  dije  que  Negrete  tal  dijese. 

Al  diez  i  seis  digo,  que  niego  haber  dicho  tal,  antes  tuve 
pena  de  lo  sucedido  en  esta  tierra,  i  a  cabsa  dello  vine  a  es- 
cribir a  S.  M.  y  escrebí  mui  bien,  como  es  público  i  notorio^ 


1  Como  en  algunos  documentos  aparece  firmado  Juan  Zurb¿i- 
no,  creo  que,  según  era  frecuente  entre  los  soldados  de  la  conquis- 
ta alguien  escribía  su  nombre  a  ruego  suyo. 


PROCESO  DB  PEDRO  DE  VALDIVIA  55 

A  los  diez  i  siete  digo,  que  niego  haber  dicho  tal  cosa,  ni 
se  ha  de  creer  de  mí,  porque  siempre  tuve  intento  de  hacer 
lo  que  hice  como  por  mi  servicio  se  puede  conocer,  y  que  ' 
siempre  dije  que  a  los  gobernadores  i  capitanes  se  debe 
toda  obediencia  e  respeto,  como  S.  M.  lo  manda;  mas  en  io 
que  toca  a  Gonzalo  Pizarro  nunca  lo  tuve  por  gobernador 
ni  capitán,  sino  por  tirano  i  deservidor  de  S.  M. 

A  los  diez  i  ocho,  digo,  que  lo  niego. 

A  los  diez  e  nueve  digo,  que  lo  niego,  como  en  el  capítulo 
se  incluye  e  que  por  mis  obras  se  ha  visto  la  verdad  desto. 

A  los  veinte  digo,  que  lo  niego,  porque  bien  sé  yo  ({ue 
aquellatierraera  i  es  ds^  S.M.,  c  yo  e  los  que  allí  estábamos 
sus  subditos e vasallos,  e  nunca  otra  cosa  les  d.'cia  sino  (jue 
en  cosa  que  tocase  a  deservir  a  S.  M.  no  hablasen,  porque 
no  se  los  perdonaria. 

Al  veinte  y  uno  digo,  que  como  yo  tenia  necesidad  de  di- 
neros para  enviar  a  estos  reinos  por  socorro  de  gentes  e  ar- 
mas y  caballos,  algunos  amigos  mios  se  ofrecian  a  dar  sus 
caballos  para  que  provej-ese  las  minas  de  comida,  y  diese 
manera  con  los  indios  de  mi  servicio,  e  algunos  otros  que 
me  ofrescieron echarse  a  sacar  oro; y  aquellos  me  dieron  sus 
caballos  para  llevar  un  camino  o  dos  de  comida,  e  ansí  los 
que  fueron  fué  de  su  voluntad,  e  no  sin  ella,  antes  les  decia 
que  aunque  se  me  hobiesen  ofrescido,el  que  no  pudiese  cum- 
plir su  palabra  se  la  soltaba;  y  en  lo  de  Juan  Gutiérrez  e 
Hidalgo,  en  aquella  sazoi  yo  no  estaba  en  la  cibdad,  y  des- 
pués supe  que  cuando  se  llevaban  aquellos  caballos  carga- 
dos de  comida,  apercibian  siete  o  ocho  soldados  para  que 
fuesen  en  su  guarda,  e  no  matasen  a  los  que  las  llevaban 
por  estar  la  tierra  de  guerra,  por  ser  la  cosa  que  tanto 
convenia  para  el  socorro  de  aquella  tierra  e  bien  de  todos; 
e  Alonso  de  Monroy,  mi  teniente,  apercibió  juntamente 
con  otros  a  esos  dos  soldados  que  el  capítulo  dice,  y  ellos 
no  quisieron  hacer  su  mandado,  y  por  esta  cabsa  los  man- 
dó echar  presos,  y  luego  los  mandó  soltar  sin  otra  pena 
ninguna. 

A  los  veinte  i  dos  digo,   que  después  que  se  saca  oro  se 


56  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


han  pagado  a  S.  M.  sus  reales  quintos,  no  embargante  quel 
cabildo  e  común  por  muchas  veces  me  han  pedido  que  pues 
en  otras  partes  no  se  pagaba  sino  el  diezmo,  que  no  permi- 
tiese que  ellos  fuesen  mas  agraviados,  e  yo  les  respondí  que 
era  hacienda  de  S.  M.  que  se  lo  fuesen  a  suplicar,  e  así  me 
remito  a  los  libros  dellos  o  papeles,  por  donde  se  verá  lo 
que  \^o  digo. 

A  los  veinte  i  tres  digo,  que  esto  clara  e  manifiestamente 
consta  ser  malicia,  porque  en  el  capítulo  precedente  dicen 
los  delatores  que  pagaban  los  diezmos,  porque  hobiese  me- 
nos, e  si  de  algo  me  he  socorrido  de  loá  quintos  de  S.  M.  ha 
sido  para  le  servir  e  sustentar  aquella  tierra  en  su  real  ser. 
vicio,  e  3"o  me  he  obligado  a  lo  pagar,  y  se  paga  de  mis  ha- 
ciendas, e  se  pagará  sin  que  S.  M.  reciba  ningún  menoscabo 
de  hacienda. 

A  los  veinte  i  cuatro  digo,  que  el  testimonio  que  dicen  se 
tomó,  fué  en  mi  presencia  al  tiempo  que  me  socorrí  de  líi 
caja,  e  que  por  esto  ni  por  otra  cosa  tocante  a  esto,  le  tra- 
té mal,  sino  que  lo  que  pasó  sobre  otro  caso  fué  que  dende 
a  tres  meses  que  habion  venido  el  capitán  Alonso  de  Mon- 
roj  y  el  capitán  Baptista  a  esta  tierra  con  el  oro  que  se  ha- 
bia  podido  haber  prestado,  vino  el  dicho  Arteaga  a  mí, 
queriendo  yo  salir  a  la  guerra  a  rogarme  que  le  dejase  tro 
car  un  caballo  y  otras  cosas  con  un  cacique  que  RaV^dona 
tenia,  e  le  daba,  e  yo  le  dije  que  como  no  teniendo  sino  un 
solo  caballo  e  habiendo  de  salir  a  la  guerra  lo  queria  ven- 
der, que  no  se  lo  habia  yo  dado  para  eso,  ni  habia  de  con- 
sentir se  baratasen  indios,  y  sobre  esto  por  cosas  que  res- 
pondió diciendo  que  él  no  queria  ir  a  la  guerra,  me  enojé 
con  él,  e  le  dije  que  cómo  un  caballero  como  él  teniendo  de 
comer  v  de  lo  mejor  de  la  tierra,  se  quería  quedar,  y  esto 
fué  el  mal  tratamiento  qu2.se  le  hizo,  y  en  lo  demás  no  le 
dije  nada  de  lo  en  el  capítulo  contenido. 

Al  veinte  i  cinco  digo,  que  los  oficiales  de  S.  M.  hacen  lo 
que  deben  como  se  verá  por  sus  libros,  e  si  de  algo  no  die 
ren  buena  cuenta,  fianzas  tienen  dadas  que  lo  pagarán  y 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  57 

ninguno  de  los  oficiales   no  es  criado  mío,  sino  es  Jerónimo 
de  Alderete,  que  está  proveido  por  S.  M. 

Alosveintei  seis  digo,  que  lo  que  pasa  es,  que  queriendo  yo 
buscar  algunos  dineros  prestados  para  venir  a  servir  a  S.M., 
como  vine,  los  oficiales  reales  pidieron  algunos  a  los  que  en 
el  capítulo  dice,  los  cuales  respondieron  que  no  conocian  rey 
ni  reina  sino  a  sus  dineros,  e  que  no  los  querían  dar,  e  que 
por  este  desacato  los  hice  echar  presos,  e  estovieron  en  la 
cárcel  un  dia  poco  mas  o  menos,  e  si  algo  prestaron  ya  es- 
tan  pagados  dellos  y  lo  que  se  hizo  en  este  caso  fué  por  ser- 
vir a  S.  M.  y  administrar  justicia. 

Al  vemte  i  siete  capítulos  digo,  que  lo  que  pasa  es  que  yo 
acostumbraba  hablar  muchas  veces  en  público  íú  tiempo 
cjue  saliamos  de  misa  por  consolallos  de  los  trabajos  en 
que  estábamos,  y  dalles  esperanzas  de  renumeracion,  y  en- 
tre otras  para  enviar  en  busca  de  remedio  les  pedí  por  sí 
no  me  qu-ífrieran  socorrer  e  prestar  algunos  dineros,  y  que 
esto  habia  de  ser  con  voluntad  de  cada  uno  de  ellos,  y  no 
sin  ella,  y  así  los  que  algo  me  dieron  fué  por  su  voluntad  y 
están  pagados,  y  lo  demás  en  el  capítulo  contenido  lo  nie- 
go, e  por  él  se  conosce  ser  malicia  e  pasión. 

A  los  veinte  í  ocho  digo,  que  desto  yo  no  sé  cosa  alguna, 
e  en  lo  que  toca  a  Yillagran  él  dará  cuenta  dello  cuando  le 
sea  pedida. 

A  los  veinte  e  nueve  digo,  que  lo  que  pasa  es,  que  Diego 
Garcia  de  Villalon  llegó  a  esa  tierra  con  un  navio  cargado 
de  armas  y  herraje  y  otras  cosas  necesarias,  al  tiempo  que 
se  deiaban  de  celebrar  los  oficios  divinos  por  falta  de  lo  ne- 
cesario, y  estaba  la  tierra  obpremida  de  los  naturales,  y 
ios  españoles  andaban  vestidos  de  pellejos  e  sin  camisas,  e 
con  lo  quel  dicho  Diego  Garciallevó  se  remedió  todo,  i  se  re- 
partió lo  que  llevaba  entre  todos;  y  allende  délo  dicho  andu- 
vo casi  dos  años  y  medio  en  la  conquista  de  la  tierra  sirvien- 
do con  sus  armas  i  caballo,  por  lo  cual  e  por  acreditar  la 
tierra  para  que  fuesenmercaderes  allá  con  lo  necesario  pa- 
ra sustentarla,  yo  le  encomendé  en  nombre  de  S.  M.  un  ca- 


58  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


cique  por  él  y  para  un  hijo  de  Lucas  Martin,  que  ofrescia  de 
ir  de  la  tierra  a  aquella  con  socorro  déjente  e  número  de 
caballos  y  yeguas  y  ganados  y  otras  cosas  nescesarias,  el 
cual  cacique  estaba  vaco  por  muerte  de  Juan  Salguero,  que 
murió  con  Alonso  de  Monroy,  al  cual  eran  sujetos  dos 
principales  que  tenian  dos  soldados;  y  en  la  reformación 
los  di  a  su  cacique,  el  cual  entre  todos  los  principales  e  in- 
dios tenia  hasta  trecientos,  e  diz  que  los  tiene  agora  Pedro 
de  Villag-ran,  en  el  cual  los  ha  depositado  el  teniente  por 
absencia  de  los  dichos. 

A  los  treinta  digo,  que  es  lo  del  mesmo  capítulo  de  arri- 
ba, eque  por  ofuscar  la  verdad  lo  dividen,  e  que  lo  en  el  ca- 
pítulo arriba  contenido  es  la  verdad,   e  no  sabe  otra  cosa. 

A  los  treinta  y  uno  digo,  que  niego  lo  en  el  capítulo  con- 
tenido, porque  a  los  dichos  Escobar  y  Galiano  se  les  han 
pagado  sus  dinercjs  sin  que  se  les  haya  fecho  quebra  de  co- 
sa ninguna,  y  que  el  cacique  quel  dicho  Escobar  tiene  se  lo 
trespasó  en  el  Cuzco  el  capitán  Monroy  en  presencia  de 
Vaca  de  Castro,  porque  fuese  allá,  y  le  socorriese  con  cier- 
tos caballos,  y  con  cuatro  mili  pesos  para  llevar  el  socorro 
de  gente  que  llevó;  y  aquel  socorro  fué  mucha  parte  para 
Cjue  se  sustentase  la  tierra  hasta  agora.  Y  en  lo  que  el  ca- 
pítulo dice  de  Galiano,  lo  que  pasa  es  que  por  la  buena 
obra  que  habia  hecho  en  fiar  la  mercadería  a  los  soldados 
para  que  se  pudiese  entretener  y  sustentar  hasta  que  se  sa- 
case de  las  minas  con  que  fuese  pagado,  porque  otros  fue- 
sen a  la  dicha  tierra  y  se  divulgasen  los  buenos  tratamien- 
tos que  recebian  los  que  allá  iban  con  mercaderías  e  cosas 
nescesarias,  mandé  que  un  principal  le  diese  de  comer  por 
padescerse  entonces  necesidad  por  las  guerras,  y  lu^go  que 
se  pudo  pagar  se  dio  el  cacique  a  Diego  Garcia  de  Cáceres, 
conquistador,  de  la  manera  quel  dicho  Galiano  lo  tenia,  y 
cuando  se  hizo  la  reformación  se  dio  al  capitán  Francisco 
de  Aguirre,  el  cual  hoy  dia  lo  tiene,  y  todos  estos  medios 
eran  nescesarios  para  sostentacion  de  la  tierra  e  gente,  co- 
mo V.  S.  entiende  convernia  para  entretener  a  tantos  con 
tan  poca  cosa. 


PROCESO    DE    PEDRO    DE   VALDIVIA  59 

Al  treinta   i   dos    digo,  que  niego    todo  lo  en   el  capítulo 
contenido  porque  la  justicia  de  S.    M     ha  estado  mui  libre 
para  administrarla  (a)  todos  los   que  la  pidiesen;  e  yo  nun- 
ca dije  sobre  tal  caso  que  ahorcaría  alcalde  ni  rejidor,  sino 
que  lo  que  sobre  esta  cosa  pasa  es,  que  estando  yode  cami 
no  para  el  descubrimiento  de  Arauco,  vino  a  mí  un  rejidor 
y  me  dijo  que  los  indios   e  pueblo  de   Longovilla,  que  está 
legua  i  media  o  dos  de  la  cibdad,  se  habia  de  quitar  de  all 
e  quitarle  sus  tierras  e  dallas  a  los  soldados  para  que  seni 
braseti  en  ellas,  e  yo  les  respondí  que  era  inhumanidad  qui 
tarles  a  aquellos  indios  sus  casas  e  haciendas,  pues  siempre 
hablan  sido  amigos,  dando  la  obediencia  a  S.  M.  e  ayudan 
do  en  la  guerra,  e  que,  pues   habia   otras  muchas  tierras 
los  soldados  las  tenian,  éstas  leshacian  poco  alcaso.  ¿Hobo 
ninguno  que  no  conociese  tan  mal  pago  en  nosotros  en  qui- 
talles  sus  casas  e  hacienda?   E  el  rejidor  me  replicó  a  esto 
diciendo,  que  no  se  habia  de  dejar  de  hacer,  y  entonces  le 
dije  con  enojo  que  le  certificaba,  que  si  cuando  volviese  ha- 
llare haberse  cjuitado  a  aquellos  indios   sus  casas  e  tierras, 
(jue  habia  de  castigar  a  quien  lo  hiciese,  e  si  fuese  necesario 
ahorcarles  sobre  el  caso,  porque  era  aquello  peor  que  mani- 
fiesto harreto  e  fuerza;  e  esto  dije,  hice  por  el  amparo  e  ab- 
mento  de  los  naturales,  a  quien  siempre   he  tenido  respeto, 
y  no  me  acuerdo  haber  echado  preso  alcalde  sobre   ningún 
caso,  ni  pasa  mas  de  lo  que  dicho  tengo, 

Al  treinta  i  tres  digo,  que  niego  lo  en  el  capítulo  contenido, 
e  que  si  Francisco  Martínez  me  dio  algo,  se  lo  he  pagado 
con  el  doblo;  y  en  ello  para  la  averiguación  de  las  cuentas 
que  entrevino  Diego  García  de  Villalon,  que  está  aquí  y  en 
lo  demás  que  el  capítulo  dice  del  gasto  para  la  dicha  jorna- 
da, nadie  la  hizo  sino  yo,  gastando  lo  que  tenia  y  adeb- 
dándome  en  gran  cantidíid,  e  en  lo  que  toca  al  servicio  de 
S.  M.,  siempre  tuve  tino  a  servir,  e  serví  como  lo  debo. 

Al  treinta  i  cuatro  digo,  que  importunado  de  muchos, 
podría  ser  que  dijese  algo  de  que  me  tomasen  ocasión  para 
lo  que  en  el  capítulo  se  dice,  mas  no  se  me  acuerda  dello. 

Al  treinta  i  cinco  digo,  que  niego   lo  en  el  capítulo  conté- 


60  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


nido,  pues  que  jo  nunca  tal  hice  direte  ni  inderete,,  i  Mella 
está  aquí  que  dirá  la  verdad,  como  aquí  se  dice,  porque  es 
ansí. 

Al  treinta  i  seis  digo,  que  lo  que  pasa  es,  que  por  hacer 
yo  buena  obra  a  los  en  el  capítulo  contenidos,  no  hallando 
quien  les  diese  dineros  de  presente  por  sus  casas  e  chácarras 
e  ganados  sino  fiado,  por  el  amor  que  les  tenia  se  lo  com- 
pré, e  pagué  luego  sin  tomar  nada  de  la  caja  de  S.  M.,  por- 
que cierta  parte  que  me  faltó  me  prestó  el  padre  bachiller 
Rodrigo  González,  v  los  indios  de  encomiendas  y  yanaconas 
luego  los  deposité  a  personas  que  habían  servido  a  S.  M., 
ansí  que  V.  S.  podrá  ver  si  son  obras  afectuosas,  o  se  me 
han  de  acomular  por  malas. 

A  los  treinta  i  siete  digo,  que  todos  han  tenido  e  poseido, 
e  tienen  e  poseen  sus  casas  e  liacienda  e  indios  quieta  e 
pacíficamente,  e  que  ansí  se  han  ido  muchos  ricos  a  Es- 
paña, e  algunos  vienen  agora  en  la  fragata  para  ello, 
y  otros  lo  quedan  en  la  tierra,  e  nunca  yo  pedí  nada  sino 
fuese  prestado  y  por  voluntad  de  sus  dueños  para  susten- 
tación de  la  dicha  tierra  e  de  los  que  en  ella  viven  e  han  vi- 
vido, e  lo  que  me  ha  sido  preseado  se  lo  he  pagado  e  pa- 
go de  mis  haciendas. 

A  los  treinta  i  ocho  digo,  que  niego  lo  en  el  capítulo  con- 
tenido, que  nunca  yo  tomé  cartas  mensajeras  que  viniesen 
para  V.  S.  ni  para  otra  persona  alguna  para  las  echar  a  la 
mar,  antes  todas  las  que  venian  se  dieron  a  V.  S.  en  Anda- 
gaaylas  i  las  envió  a  S.  M.;  e  en  lo  demás  que  dice  el  ca- 
pítulo que  venia  a  servir  a  Gonzalo  Pizarro  es  testimonio 
e  maldad  mui  gréinde  que  se  rae  levanta  y  V.  S.  lo  debria 
mandar  castigar  y  no  lo  disimular,  pues  vio  el  testimonio 
que  yo  tomé  en  el  puerto  de  Chile  al  tiempo  que  me  hice  a 
la  vela,  el  cual  Y.  S.  envió  á  S.  M.  que  se  lo  di  en  Anda- 
guaylas,  y  puede  ser  luego  informado  como  en  Arica  supe 
el  desbarato  de  Centeno  y  la  prosperidad  de  Gonzalo  Piza- 
rro y  que  estaba  en  Umarza  para  quisiese  ir  a  él,  y  no  em- 
bargante esto,  despaché  a  Juan  de  Cárdena,  mi  criado,  pa- 
ra que  fuese  a  dar  noticia  a  vuestra  señoría  de  mi  venida,  e 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  61 

si  en  Arequipa  hallare  armas  e  caballos  para  mí  e  para  los 
que  conmigo  venían  que  me  hiciese  ciertas  señas,  que  yo  me 
desembarcaria  e  iria  desde  allí  a  do  vuestra  señoría  estu- 
viere, e  por  tener  nueva  estaban  capitanes  e  gente  de  Gon- 
zalo Pizarro  en  ese  pueblo,  y  que  en  otra  parte  de  toda  la 
costa  no  se  h¿dlarian  caballos  u  otras  cosas  de  las  nescesa- 
rias  hasta  Lima,  no  toqué  en  parte  alguna  hasta  llegar  a 
la  dicha  cibdad;  ansí  que  es  manifiesta  la  malicia  de  lo  en 
el  capítulo  contenido,  e  paresce  ser  que  dicen  que  pensaban 
que  yo  estaba  en  España,  y  en  el  capítulo  acrimina  que  ve- 
nia para  servir  a  Gonzalo  Pizarro,  e  pues  estos  han  tenido 
atrevimiento  ante  vuestra  señoría  de  hablar  semejante  co- 
sa de  mi  honra, e  de  la  fidelidad  e  integridad  que  al  servicio 
de  S.  M.  he  siempre  guardado  y  debo  y  claramente  consta 
de  mi  limpieza  i  servicios,  suplico  a  vuestra  señoría  los 
mande  castigar,  porque  por  la  abtoridad  que  yo  he  tenido 
e  tengo  en  nombre  de  S.  M.  no  debe  vuestra  señoría  dar  lu- 
gar que  en  su  presencia  tan  atrevidamente  se  trate  a  mi 
persona  y  honra. 

Al  treinta  i  nueve  digo,  que  luego  como  a  esta  tierra  lle- 
gue, di  a  vuestra  señoría  particular  cuenta  de  como  para 
sustentar  y  entretener  la  jente  habia  convenido  al  principio 
dar  algunos  principales  sin  ser  vistos  ni  conocidos,  porque 
como  la  tierra  es  tan  falta  de  naturales  que  por  visitación 
no  se  hallaron  después  doce  mili  indios  y  parescia  haber  ca- 
cique que  no  tenia  trescientos  indios  y  estar  repartido  en 
tres  o  cuatro  españoles,  lo  cual  visto  por  todos  y  el  poco 
fruto  que  dello  se  tenia  y  el  daño  grande  de  los  naturales, 
que  a  no  ocurrir  es  cierto  se  consumiera  en  breve,  el  cabildo 
y  los  oficiales  de  S.  M.  y  todos  los  demás  me  pidieron  e  re- 
quirieron por  muchas  veces  que  hiciese  reformación  e  reme- 
diase los  daños  que  dicho  tengo,  i  a  la  eabsa  la  hice,  dando 
los  indios  en  Dios  y  en  mi  concienciaa  quien  me  parescia  e 
era  mas  justo  dárselos,  y  luego  el  mesmo  dia  que  el  repar- 
timiento se  publicó,  hice  dar  un  pregón  en  la  plaza  en  que 
referí  lo  dicho,  e  que  a  todos  los  que  se  le  habian  quitado 
algunos  indios;  le  daria  cuatro  doblados  en  lo  de  adelante 


62  ESTUDIOS    IllSTÓlíICOS 


diez  o  veinte  leguas;  pues  era  tierra  por  ellos  vista,  que  lue. 
cro  se  hribia  de  ir  a  conquistar  e  poblar,  e  así  los  di  a  mu 
chos,  y  otros  no  lo  quisieron,  y  dellos  resultó  que  como  a 
todos  los  que  pidieron  se  hiciese  reformación  les  páresela 
(fue  les  alcanzaría  parte  en  el  pueblo,  y  después  no  pudo 
ser,  quedaron  quejosos,  e  me  concibieron  odio,  a  cu\^a  cab 
sa  han  intentado  algunos  desasosiegos  e  motines  en  la  tie- 
rra como  vuestra  señoría  habrá  sabido,  por  donde  paresce 
haber  puesto  nuestro  señor  su  mano  para  poderme  susten- 
tar y  en  lo  que  dicen  de  Inés  Suárez  es  que  a  pedimento  e 
itnportunidad  de  los  que  en  aquella  tierra  estaban  por  las 
buenas  obras  que  della  dicen  haber  recibido,  e  porque  decian 
quel  dia  que  los  indios  dieron  aguazabara  a  la  ciudad  para 
la  dicha  Inés  Suárez  grande  ayuda  para  que  no  se  desampa- 
rase por  la  dilijencia  que  habia  tenido  en  curar  los  heridos 
para  que  volviesen  a  la  pelea,  e  después  en  el  ánimo  que  tu- 
vo en  que  se  matasen  los  caciques  y  en  ayudar  a  ello,  que 
fué  cabsa  principal  para  que  los  indios  vistos  muertos  sus 
señores  se  retrujesen,  e  que  por  ser  la  primer  mujer  que  en 
aquella  tierra  habia  entrado  se  le  diesen  algunos  indios  pa- 
ra su  sustentación  porque  sin  ellos  no  podria  vivir,  e  ansí 
]jor  respecto  de  lo  dicho  y  a  contemplación  de  todos,  de  los 
indios  que  yo  tenia  en  mi  depósito,  le  di  un  cacique  que  la 
alimentase,  y  los  indios  que  dice  en  el  capítulo  que  se  quita- 
ron a  Francisco  Ñúñez,  fué  un  principal  sujeto  a  este  caci- 
que sobre  el  cual  traia  pleito  el  mismo  cacique  con  el  dicho 
Francisco  Núñez,  e  sabido  la  verdad,  el  mismo  hizo  deja- 
ción del  e  se  lo  dejó,  y  en  lo  de  Landa  en  la  reformación  se 
dio  aquel  principal  que  tenia  a  su  cacique,  porque  era  sub- 
jeto  suyo,  e  por  pleito  que  con  el  Landa  habia  traido  el  al. 
calde  se  lo  habia  adjudicado  por  sentencia,  v  si  a  vuestra 
señoría  le  paresce  que  no  son  cabsas  justas,  mande  lo  que 
sobrello  fuere  servido,  que  lo  que  se  hizo  fué  por  las  razones 
arriba  publicadas. 

A  los  cuarenta  digo,  que  Jerónimo  de  Alderete  que  el  ca- 
pítulo dice,  es  de  los  primeros  conquistadores  de  la  tierra,  e 
es  hijodalgo mui honrado,  era  subcapitande  S.  M.  en  Italia, 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  Go 

e  salió  de  España  con  armada  a  su  costa  con  mucha  jen- 
te  a  su  cargo  para  Venezuela,  y  en  la  tierra  de  Chile  ha 
«servido  a  S.  M.  mui  bien  en  todo  lo  que  se  le  ha  ofreci- 
do, y  ha  ejercido  cargos  de  justicia  e  de  su  real  hacienda 
en  aquella  tierra,  e  por  lo  dicho  le  di  hasta  cuatrocientos 
indios,  los  cuales  e  muchos  mas  que  fuesen  caben  muí 
hien  en  él  y  los  tiene  merecidos,  como  vuestra  señoría  po- 
drá ser  informado  de  hombres   sin  pasión. 

A  los  cuarenta  i  uno  digo,  que  Carreño,  un  año  antes  fjue 
yo  partiese  de  Chile,  hizo  dejación  de  unos  indios  que  tenia 
en  encomienda,  los  cuales  di  luego  a  un  conquistador;  i  este 
Carreño  estuvo  muchos  dias  malo  de  una  enfermedad  de 
que  me  dicen  murió,  i  si  algunos  dineros  me  prestó  se  los  hi- 
ce luego  pagar,  e  por  la  poca  seguridad  de  la  mar  a  cabsa 
de  las  alteraciones  desta  tierra,  i  no  saber  la  sertidumbre  del 
estado  della,  no  convenia  ni  podia  traer  hombres  enfermos 
sino  sanos  para  si  se  ofresciese  que  pudiesen  tomar  las  ar- 
mas en  servicio  deS.  M.  i  en  nuestra  defensa,  i  porque  si  me 
fuera  nescesario  atravezar  a  Panamá  no  tenia  bastimentos, 
i  aliende  el  riesgo  que  podíamos  correr  por  falta  de  ellos,  era 
llevarle  evidentemente  a  la  sepoltura  por  haber  tiempo  que 
estaba  enfermo  e  mui  debilitado  i  ser  Tierrafirme  tan  enfer- 
ma e  mala  como  es  público  e  notorio,  e  a  la  cabsa  le  dejé  de 
traer. 

A  los  cuarenta  i  dos  digo,  que  niego  lo  en  el  capítulo  con- 
tenido, e  que  la  mayor  parte  del  dinero  que  ese  hombre  te- 
nia yo  se  lo  habia  dado,  i  si  algo  se  tomó  prestado  seria 
juntamente  con  los  demás  que  estaba  en  el  navio,  e  luego  le 
fué  pagado,  e  no  fué  mas  que  por  venir  como  venia  con  po- 
ca seguridad  de  la  mar  a  cabsa  de  las  alteraciones  de  la  tie- 
rra, e  por  las  otras  cabsas  en  el  capítulo  antes  deste  conte- 
nidas, le  dejé  de  traer,  e  consta  claramente  malicia  lo  que 
sobre  esto  dicen,  pues  dicen  sucedió  en  la  mar  i  los  delatores 
estaban  en  la  cibdad,e  no  lo  pudieron  saber,  e  también  por- 
que se  hallará  por  verdad  no  haber  enfermado  hombre  en 
toda  aquella  tierra,  que  \^o  no  le  haya  visitado  e  procurado 


64  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


SU  remedio  e  dado  de  mi  casa  de  lo  que  tenia  e  para  ello 
convenia. 

A  los  cuarenta  i  tres  digo,  que  niego  lo  en  el  capítulo  con-* 
tenido,  e  que  este  Núñez  es  un  hortelano  mió  e  lo  que  tiene 
yo  se  lo  he  dado,  e  no  habia  para  que  pedirle  nada  presta- 
do, que  es  un  pobrehombre  e  no  tiene  que  prestar,  antes  por 
ser  viejo  dejé  maridado  mirasen  mucho  por  él. 

A  los  cuarenta  i  cuatro  digo,  que  es  verdad  que  yo  man- 
dé se  comprasen  todas  las  cadenas  a  todos  los  que  las 
traian,  porque  no  tuvieren  con  que  aprisionar  los  naturales 
por  el  gran  daño  e  muertes  que  por  ello  es  notorio  leciben, 
e  no  se  hallará  que  yo  haya  consentido  echar  un  indio  en 
cadena  desde  el  dia  que  entré  en  aquella  tierra  ni  hacerles 
otro  ningún  mal  tratamiento,  e  lo  demás  que  dicen  de  cos- 
tales, carneros  e  toldos  yo  nunca  tal  mandé  que  se  tomasen, 
i  ellos  los  debieron  de  vender  al  que  mejor  se  lo  pagase,  e  no 
es  de  creer  que  yo  me  entrometiera  en  semejantes  miserias, 
ni  tal  pasó. 

Al  cuarenta  i  cinco  digo,  que  al  principio  cup'^  en  mi  re- 
partimiento el  valle  de  Chile,  el  cual  está  diez  leguas  de  la 
cibdad  por  lo  mas  cerca,  i  como  es  notorio  jamas  se  acos- 
tumbra en  estas  partes  dar  chácarras,  tierra  de  sembradu- 
ra sino  a  media  legua  o  a  una  a  lo  mas  de  donde  se  funde  el 
pueblo,  cuanto  mas  que  el  dicho  valle  ha  estado  de  guerra 
siempre  hasta  agora,  e  si  me  las  hobieran  pedido  yo  las  ho- 
biera  dado,  i  en  esto  se  conocerá  ser  malicia,  que  aun  a  una 
legua  de  la  cibdad  no  se  las  podia  hacer  tomar  ni  sembrar 
sino  era  por  fuerza,  e  no  hai  vecino  ni  estante,  ni  habitante 
que  no  tenga  todas  las  tierras  que  quiere,  i  en  lo  demás  se 
conoce  ser  impertinente,  e  todo  fundado  sobre  pasión,  por- 
que si  dicen  que  a  cabsa  de  no  darles  tierras  en  el  valle  de 
Chile  vinieron  los  indios  en  disminución,  claro  está  Cjue  a 
quitárselos  vinieran  en  mayor  e  tanto  .que  todos  pere- 
cieran. 

A  los  cuarenta  i  seis  digo,  que  el  soldado  en  el  capítulo  con- 
tenido es  un  herrero,  el  cual  vino  a  pedirme  le  diese  de  comer 
en  la  cibdad,  i  le  dije  que  lo  tomase  a  quince  o  veinte  leguas 


PROCESO  DB  PEDRO  DE  VALDIVIA  65 

de  allí  porque  junto  a  la  cibdacl  no  le  podia  dar  mas  del 
principal  que  le  habia  dado,  e  el  Diego  Vadillo  me  respon- 
dió, que  no  los  tomaría  a  diez  leguas.  Repliquéle  que  mirase 
que  habia  muchos  hijosdalgo  e  buenos  e  que  no  se  podia 
cumplir  con  ellos,  i  el  Vadillo  respondió,  que  pesase  a  tal 
que  qué  les  debia  a  ellos,  i  por  el  desacato  que  tuvo  a  nues- 
tro señor  le  di  una  puñada,  i  luego  acudió  un  paje  con  una 
espada  pensando  que  era  otra  cosa,  i  dejado  al  Vadillo  arre- 
metí al  paje  i  le  di  de  torniscones,  i  el  día  siguiente  luego 
abracé  al  Vadillo,  e  no  pasó  mas. 

A  los  cuarenta  i  siete  digo,  que  nunca  dejé  la  jente  en  la 
conquista,  antes  las  mas  veces  que  salia  no  volvía  sino  era 
por  los  requerimientos  que  me  hacían  los  soldados  de  hallar- 
se mui  fatigados  por  ser  la  guerra  tan  trabajosa,  por  estar 
falto  de  cosas  nescesarías  e  por  gran  peligro  en  que  estuvié- 
semos o  se  esperase,  e  si  alguna  vez  me  adelanté  a  mi  casa  se- 
ria estando  cinco  o  seis  leguas  de  vuelta  para  el  pueblo,  que 
me  decían  algunos  caballeros  i  soldados  que  nos  apresurá- 
semos a  nuestras  casas  para  pasar  buena  noche  a  cabo  de 
andar  tantos  días  e  noches  armados  en  la  guerra,  e  no  pa- 
só otra  cosa. 

í\  los  cuarenta  i  ocho  digo,  que  juro  a  Dios  e  a  la  señal  de 
la  cruz  t  que  a  lo  que  jo  alcanzo  i  entiendo  en  lo  poblado 
de  agora,  no  tendré  de  mili  e  quinientos  indios  arriba,  i  Al- 
derete  tendrá hastacuatrocientos,e  InesSuárez  podrá  tener 
hasta  quinientos,  i  dello  podrá  vuestra  señoría  ser  informa- 
do, que  aquí  está  quien  los  ha  visitado,  e  los  que  he  tenido 
e  tengo  bien  se  creerá  que  los  he  menester  para  me  susten- 
tar, mayormente  que  es  público  i  notorio,  que  cuando  yo 
fui  desta  tierra  para  descobrir  e  conquistar  aquella  tierra  i 
reducir  al  conocimiento  de  nuestro  señor  i  al  servicio  de 
S.  M.  los  naturales  della,  pospuse  i  dejé  el  mejor  reparti- 
miento que  en  ésta  habia  i  hai;i  una  mina  riquísima  i  otras 
cosas  de  mucho  valor;  e  no  me  maravillo  que  se  me  acre- 
mine,  pues  que  en  el  conscepto  de  vuestra  señoría  hai  quien 
tenga  atrevimiento  (de)  decir  tales  cosas  tan  libremente, 
pues   se  sabe  que  hai  en  la  cibdad  de  Santiago  del   Nuevo 

TOMO    VII  5 


66  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Estremo  cerca  de  treinta  vecinos,!  en  lo  de  la  Serena  quince 
o  diez  i  seis  que  todos  poseen  e  gozan  de  sus  indios,  casas  e 
haciendas  quieta  e  pacíficamente. 

A  los  cuarenta  i  nueve  digo,  que  este  caso  en  la  pregun- 
ta contenido,  fué  un  soldado  que  me  envió  Francisco  de  Vi- 
llagran,  maese  de  campo,  con  cierto  aviso  de  los  indios  de 
guerra,  i  le  mandé  que  luego  en  compañía  de  otros  volvie- 
se allá,  i  respondióme  que  no  queria  ir  donde  le  matasen,  e 
yo  dije  que,  pues  no  era  hombre  para  la  guerra,  que  die- 
se las  armas  e  caballo  a  otro,  i  así  de  presente  para  ejemplo 
de  otros,  porque  no  se  atreviesen  a  lo  menos  se  le  tomaron, 
e  a  tercero  dia  se  lo  hice  volver  todo  sin  hacerle  ningún  mal 
ni  daño,  aunque  mereciera  castigo  por  la  conjuntura  en 
que  estábamos. 

A  los  cincuenta  digo,  que  no  sé  nada  de  lo  en  el  capítulo 
contenido,  ni  lo  he  oido  hasta  ahora. 

A  los  cincuenta  i  uno  digo,  que  yo  no  se  nada  dello,  e  si 
algo  fué,  el  teniente  lo  debió  de  castigar,  porque  no  iba  a 
hacer  lo  que  le  mandaba,  e  lo  demás  me  parece  ha  sido  po- 
quedad e  malicia  de  quien  lo  articuló. 

A  los  cincuenta  i  dos  digo,  que  lo  que  pasa  es,  que  por 
parte  de  ios  menores  hijos  del  marqués  fué  fecha  ejecución  a 
Calderón  de  la  Barca  por  veinte  mili  pesos  como  en  los  bie- 
nes de  Vaca  de  Castro,  por  cierto  concierto  que  Diego  Me- 
jía  por  virtud  del  poder  que  del  dicho  Yaca  de  Castro  tiene, 
hizo  en  la  dicha  cantidad,  e  yo  fui  fiador,  i  no  se  le  tomó 
escriptura  ni  otra  cosa  alguna,  ni  se  hizo  por  mandamiento 
de  Gonzalo  Pizarro,  ni  porque  le  tocasen  ni  por  darle  con- 
tentamiento, sino  por  administrar  justicia,  porque  iba  ga- 
nando por  tela  de  juicio,  e  no  pasó  otra  cosa. 

A  los  cincuenta  e  tres  digo,  quel  dicho  Cárdena  en  el  ca- 
pítulo contenido,  paresciéndole  mal  que  Calderón  de  la 
Barca  queria  llevar  estrado  a  la  iglesia,  diciendo  que  eia 
almirante  e  capitán  jeneral  dcstas  partes,  e  porque  habia  fe- 
cho huir  un  barco  mió  que  era  grande  alivio  e  servicio  para  ' 
aquella  tierra,  e  decia  haber  enviado  por  una  armada  para 
hacer  cierto  descobnmiento,e  daba  entender  que  en  aquella 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  67 

tierra  e  en  otras  se  había  de  hacer  lo  que  él  mandase,  di- 
ciendo palabras  que  en  el  vulo^o  cabsaban  alboroto,  paresce 
<iue  para  dar  a  entender  sus  liviandades,  le  dijo  algunas  co- 
sas al  salir  de  misa  por  esta'r  allí  junto  mucha  parte  del 
pueblo,  de  lo  cual  me  pesó  mucho,  e  por  ser  en  la  iglesia,  e 
porque  allí  estaba  congregación  de  personas  no  le  reprehen- 
dí, porque  es  hombre  osado,  pero  luego  en  mi  casa  le  repre- 
hendí tan  gravemente  e  le  traté  tan  mal,  que  se  quejó  a 
muchas  personas,  del  enojo  que  del  tuve  estuve  muchos  dias 
que  no  quise  negociar  con  él  i  aun  estuve  por  dejarle;  e  vues- 
tra señoría  se  puede  informar  de  personas  sin  pasión,  se  con- 
tará que  no  fué  cosa  de  deservicio  de  S.  M.  ni  de  nada  de  lo 
•en  el  capítulo  contenido,  mas  de  lo  que  dicho  tengo. 

A  los  cincuenta  i  cuatro  digo,  que  lo  en  el  capítulo  conte- 
nido es  maldad  e  testimonio  que  se  me  levanta,  e  es  pú- 
blico e  notorio,  que  antes  se  me  puede  atribuir  culpa  de  dar 
mi  hacienda  a  todos  que  no  tomar  la  de  nadie,  especial- 
mente tan  poca  cosa  como  podia  resultar  dello,  i  sábese  que 
nunca  fui  amigo  sino  de  muchos,  i  esto  haberlo  por  grandes 
servicios  que  deseo  e  trabajo  de  hacer  a  S.  M.  para  de  nue- 
vo juntamente  con  mis  servicios  emplearlo  en  mas  servi- 
cios, e  pues  el  capítulo  dice  estar  aquí  algunos  dellos,  se 
sabrá  la  verdad  e  aun  se  podrá  saber  que  yo  he  dado  en 
aquella  tierra  para  sustentar  espontáneamente  e  gratis  mas 
de  cient  caballos,  e  muchas  armas  y  herraje,  e  vestidos  e  di- 
neros en  cantidad  de  mas  de  cient  mili  pesos,  e  puedo  decir 
que  creo  no  haber  venido  hombre  a  aquella  tierra  ni  quedar 
en  ella,  que  no  haya  rescebido  de  mí  alguna  dádiva  de  las 
que  tengo  dicho. 

Al  cincuenta  e  cinco  digo,  que  niego  lo  en  el  capítulo  con- 
tenido, e  que  lo  que  pasa  es  que  teniendo  yo  noticia  de  la 
trama  de  Gonzalo  Pizarro,  e  del  desacato  que  contra  nues- 
tro rei  e  señor  habia  usado,  e  que  vuestra  señoría  estaba  en 
Panamá,  que  conforme  a  la  desvergüenza  e  atrevimiento 
que  en  esta  tierra  se  habia  tenido,  no  habian  de  rescebir  a 
vuestra  señoría  ni  obedescer  ningún  mandamiento  deS.  M., 
rae  determiné  secretamente  por  varios  respectos  de  querer 


68  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


venir  en  busca  de  S.  M.  o  de  quien  su  real  nombre  tuviese,  y 
así  salí  de  la  cibdad  de  Santiago,  que  es  en  el  Nuevo  Estre- 
mo.  Llegado  al  puerto  hice  desembarcar  la  jente  que  en  la 
navio  estaba,  que  eran  inútiles  para  la  guerra,  por  ser  mer- 
caderes i  enfermos  e  jente  de  poco  valer,  e  los  dineros  que  en 
sí  tenian  los  hice  rejistrar  ante  escribano,  e  los  rescebí  en  mi 
poder  para  traerlos  con  todo  lo  demás  que  tenia,  porque  me 
paresció  que  tan  necesario  habia  de  ser  el  dinero  para  buen 
servicio  como  alguna  jente,  e  con  este  intento  me  partí  de 
Chile,  e  de  la  manera  en  el  capítulo  treinta  i  ocho  contenido^ 
vine  a  esta  cibdad,  adonde  se  me  informó  lo  que  sabia  de  la 
venida  de  vuestra  señoría  e  el  estado  de  las  cosas  de  la  tie- 
rra; e  así  con  toda  brevedad  posible  me  adérese  de  caballos 
i  armas  para  mí  e  para  los  que  conmigo  venian,  que  fueron 
mas  de  veinte  de  caballo,  e  socorrí  e  ayudé  a  otros  muchos 
caballeros  e  soldados  que  fueron  a  servir  a  S.  M.,  e  alcanza- 
mos a  vuestra  señoría  en  Andaguaylas,  e  aquí  están  algu- 
nos de  los  que  ayudé  de  a  trescientos  e  a  quinientos  pesos  e 
a  otros  mas,  e  así  en  esto  como  en  socorrer  alguna  jente  e 
aparejar  los  navios  e  aderesarlos,  e  lo  que  con  venia  para  el 
armada  de  mar  e  del  socorro  déjente,  e  cabalgaduras  e  ga- 
nados que  por  tierra  van,  gasté  todo  lo  que  traje,  e  mas  de 
noventa  mili  pesos  en  qtie  estoi  adebdado,  que  son  en  esta 
manera:  veinte  i  siete  mili  e   quinientos  pesos  que  debo  a 
S.  M.del  galeón  i  de  la  galera,  e  treinta  mili  que  debo  aHer 
nando  de   Huelva  e  Diego  Quiros,  estantes  al  presente  en 
esta  cibdad,  e  veinte  mili  a  los  marineros,  que  me  concerté 
con  ellos  por  un  año,e  doce  mili  que  me  fueron  prestados  en 
plata  en  el  Cuzco,  e  otras  menudencias  que  no  se  ponen  aquí 
por  evitar  prolijidad,  e  los  dineros  que  así  tomé  prestados 
en  el  Nuevo  Estremo,  así  en  la  cibdad  como  en  el  navio,  los 
libré  antes  que  del  puerto  saliese  para  que  fuesen  pagados 
de  mis  haciendas,  e  sábese  que  las  mas  cantidad  estaba  pa- 
gada   cuando  salió  la  fragata,  e  creo  está  ya  acabada  de 
pagar,  e  en  lo  demás,  como  en  el  capítulo  cuarenta  i  uno  i 
en  otros  capítulos  dije,  no  truje  conmigo  esa  jente  por  no 
tener  seguridad  de  la  mar,  e  por  el  resto  de  aquella  tierra 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  Q^ 

por  el  poco  número  de  españoles  que  en  ella  quedaban,  e  por 
el  avilantez  que  los  indios  tomarian  en  saber  de  mi  absen- 
cia,  e  para  que  los  nuestros  y  otras  personas  cobrasen  sus 
haciendas,  que  así  les  dejaba  libradas,  e  también  porque  no 
podia  entender  ni  satisfacerme  del  celo  que  cada  uno  tenia 
para  me  seguir  en  servicio  de  S.  M.  que  será  mi  último  fin  e 
intento,  e  lo  ha  siempre  sido,  e  será  como  por  mis  servicios 
se  ha  podido  conoscer  e  se  conoscerá  mediante  el  ayuda  de 
nuestro  señor,  que  para  que  haga  los  servicios  que  pretendo 
hacer,  será  servido  de  mandar. 

A  los  cincuenta  y  seis  digo,  que  niego  lo  en  el  capítulo 
contenido,  e  me  refiero  a  lo  que  digo  en  el  capítulo  doceno, 
porque  así  pasó. 

A  los  cincuenta  e  siete  digo,  que  niego  lo  en  el  capítulo 
contenido,  e  no  se  me  acuerda  ni  por  semejas,  e  lo  tengo  por 
falso,  e  por  ello  paresce  buscar  ocasión  con  queme  levanten 
testimonios  por  la  pasión  e  malicia  que  los  delatores  tienen, 
como  por  todos  los  capítulos  e  por  cada  uno  de  ellos  pa- 
resce. 

Suplico  a  vuestra  señoria  sea  servido  considerar  que  es- 
tas cosas  que  han  sucedido,  que  yo  declaro  han  convenido 
en  servicio  de  Dios  y  de  S.  M.  e  bien  de  la  tierra,  e  que  en  la 
guerra  no  pueden  serlas  cosas  tan  miradas  y  justificadas 
como  en  pueblos  quietos  e  de  paz,  e  que  he  padescido  mui 
grandes  trabajos  en  sustentar  nueve  años  continuos  en  tan 
poca  tierra,  e  con  tan  poco  mas  de  ciento  y  ochenta  espa- 
ñoles sin  poder  dar  de  comer  a  mas  de  cuarenta  y  tantos,  i 
que  he  fundado  dos  pueblos  donde  residen,  que  son  en  la 
cibdad  de  Santiago  y  la  de  la  Setena,  a  do  aunque  he  tenido 
continua  guerra  e  han  servido  tan  pocos  naturales,  he  fun  • 
dado,  gracias  a  nuestro  señor,  cinco  o  seis  templos  a  do  se 
alaba  su  santísimo  nombre,  e  es  de  considerar  lo  que  senti- 
rian  hombres  acostumbrados  a  la  grosedad  y  riquezas  desta 
tierra  hacerlos  arar  e  cavar,  porque  si  esto  no  hiciéramos 
no  nos  pudiéramos  sustentar,  a  cabsa  de  que  los  indios  de- 
terminaron de  no  sembrar  cuatro  años  arreo  ni  solo  un 
grano  de  maiz,  paresciéadoles  que  poresto  habíamos  de  de- 


70  jtíSTUDlOS    HISTÓRICOS 


samparar  la  tierra,  como  hizo  don  Diego  de  Almagro,  e  que 
yo  era  el  primero  que  echaba  mano  a  todo  desde  lo  menor 
hasta  lo  maj^or,  e  con  estas  cosas  pude  no  me  perder,  coma 
lo  hicieron  Pedro  Anzures,  Candia,  Mercadillo,  Diego  de 
Rojas,  e  otros  capitanes  que  a  la  sazón  entraron  a  desco- 
brir  con  grande  aparejo  e  innumerable  cantidad  de  natura- 
les, e  crea  vuestra  señoria  que  españoles,  no  digo  en  indios^ 
mas  en  otra  ninguna  parte  han  sufrido  semejante  cosa,  y 
esta  conozco  ha  sido  guiado  por  mano  de  nuestro  señor 
para  que  aquello  se  sustentase  e  permaneciese,  para  el  gran 
fruto  que  se  ha  de  hacer  en  el  nuevo  mundo  que  adelante  se 
ha  descobierto  e  se  ha  de  descobrir,  e  considerando  vuestra 
señoria  esto,  \^  el  trabajo  que  se  ha  tenido  y  tiene  en  con- 
tentar a  jente  de  indios,  e  que  es  casi  imposible^  no  me  cul- 
pará, sino  antes  soy  cierto  que  por  lo  que  toca  a  la  concien- 
cia de  vuestra  señoría  ha  de  ser  parte  para  que  de  S.  M. 
reciba  yo  grandes  mercedes,  e  vuestra  señoria  en  su  real 
nombre  me  las  ha  de  hacer,  e  todo  lo  he  yo  emplear  en  mas 
servir,  como  lo  debo. 

Pedro  de  Valdivia. 


DECLARACIÓN  DE  LUIS  DE  TOLEDO  ^ 

(3  de  noviembre  de  1548) 

En  la  cibdad  de  los  Reyes  en  tres  diasdel  mes  de  noviem- 
bre de  mili  e  quinientos  e  cuarenta  y  ocho  años,  su  señoría 


1  Luis  de  Toledo  era  un  joven  hidalgo  que  habia  acompañado 
a  Valdivia  desde  su  salida  del  Cuzco  en  1540.  Su  nombre  aparece 
al  pié  del  acta  en  que  los  vecinos  de  Santiago  aclamaron  goberna- 
dor de  Chile  a  este  caudillo.  Por  sus  servicios  i  por  su  lealtad  in- 
contrastable, Toledo  habia  merecido  la  confianza  del  conquista- 
dor, a  tal  punto  que  cuando  en  diciembre  de  1547  elijió  a  alguno 
de  los  suyos  para  que  lo  acompañaran  al  Perú,  designó  a  éste 
junto  con  Jerónimo  de  Alderete,  Diego  García  de  Cáceres,  su  se- 
cretario Juan  de  Cárdena  i  otros  caballeros  que  le  eran  decidida- 
mente adictos. 

En  el  Perú,  Luis  de  Toledo  sirvió  al  lado  de  Valdivia  en  la  cam- 
paña que  puso  término  a  la  rebelión  de  Gonzalo  Pizarro.   Se  ha- 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  71 

del  señor  presidente  hizo  parescer  ante  sí  a  Luis  de  Toledo 
del  cual  su  señoría  tomó  e  recibió  juramento  en  forma  de 
derecho,  e  prometió  de  decir  verdad,  e  siendo  examinado 
por  los  dichos  capítulos  e  porcada  uno  de  ellos,  juntamente 
con  lo  que  sobre  cada  uno  de  ellos  respondió  el  dicho  Pedro 
de  Valdivia,  depuso  e  declaró  lo  siguiente: 

Al  primero  artículo,  dijo  este  testigo  que  lo  que  cerca  del 
primero  capítulo  sabe  es,  que  el  dicho  Escobar  iba  debajo 
de  la  capitania  de  un  Juan  de  Guzman,  el  cual  era  capitán 
del  dicho  Valdivia,  e  se  desacató  contra  el  dicho  capitán,  e 
dijo  que  le  quitada  la  capitania  y  lo  revistiria  en  un  yana- 
cona, y  esto  dijeron  el  dicho  Escobar  e  un  don  Francisco. 
Por  esto  e  por  otras  cosas  que  allí  pasó,  tomó  información 
el  dicho  Pero  de  Valdivia,  e  paresciéndole  que  era  motin  en 
lo  que  habia  entendido,  le  mandó  dar  garrote,  y  dándoselo, 
se  quebró  la  soga,  e  el  dicho  Pero  de  Valdivia  mandó  que 
no  se  procediese  mas  en  ello,  y  lo  desterró,  e  así  lo  vio  este 


liaba  en  Lima  cuando  Valdivia  fué  sonletido  a  juicio.  Llamado  a 
prestar  su  declaración,  lo  hizo  como  hombre  honrado,  diciendo  la 
verdad  de  lo  que  sabÍM,  sin  escusar  las  faltas  de  su  jefe  i  sin  acep- 
tar las  acusaciones  infundadas,  que  eran  sólo  la  obra  de  la  mal- 
querencia i  de  las  enconadas  pasiones  de  los  enemigos  del  gober- 
nador. Creemos  no  equivocarnos  asegurando  que  su  declaración 
es,  no  sólo  la  que  contiene  mas  noticias  históricas  de  cuantas  se 
rindieron  en  este  proceso,  sino  la  menos  apasionada  de  todas.  De 
ella  resultan  algunos<fcargos  contra  Valdivia;  pero  también  apa 
rece  la 'justificación  de  éste  contra  algunas  de  las  acusaciones,  i 
particularmente  contra  la  de  codicia  insaciable.  Véase  particular 
mente  la  contestación  que  dio  al  capítulo  37.°  de  la  acusación. 
Vuelto  a  Chile  Luis  de  Toledo,  acompañó   a  Valdivia  al  sur.  i 

Ífué  uno  de  los  fundadores  de  la  ciudad  de  Concepción,  donde  se  le 
dio  un  buen  repartimiento  de  tierras  i  de  indios,  A  fines  de  1555, 
cuando  se  pobló  por  segunda  vez  la  ciudad  de  Concepción,  fué 
nombrado  alférez  real.  Se  sabe  que  esta  repoblación  sólo  duró  al- 
gunos dias. 
Las  historias  consignan  otros  hechos  concernientes  a  don  L'JÍ> 
de  Toledo,  que  no  sé  si  sea  el  mismo  personaje  que  prestó  su  d-í— 
olaracion  en  el  proceso  de  Valdivia.  Figura  éste  en  el  Perú  en  1553 


72  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


testigo  después  vivo  e  sano,  e  oyó  decir  que  se  fué  a  España 
a  meter  fraile,  e  que  nunca  oyó  ni  supo  que  por  cabsa  de 
Inés  Suárez  pasase  lo  susodicho. 

En  el  segundo  artículo,  dijo  que  este  testigo  se  halló  en 
el  toldo  del  dicho  Pero  de  Valdivia,  e  vio  como  entró  Pero 
Sancho,  e  Juan  de  Guzman,  e  Antonio  de  UUoa  ia  noche  en 
este  artículo  contenido,  e  como  halló  a  la  dicha  Inés  Suárez 
en  él  y  no  al  dicho  Pero  de  Valdivia,  porque  era  ido  ade- 
lante a  Atacama,  ques  el  cabo  del  Perú  hacia  la  parte  de 
Chile,  a  descolorir  el  camino,  e  según  oyó  decir  iban. con  in- 
tento de  matar  al  dicho  Pero  de  Valdivia,  e  desto  fué  pú- 
blica voz  e  fama,  y  el  dicho  Pero  de  Valdivia  volvió  e  los 
prendió,  no  se  acuerda  este  testigo  si  al  Ulloa  prendió  e  a 
dos  dellos,  que  fueron  unos  Guzmanes,  e  a  un  Avalos  deste- 
rró, e  ha  oido  decir  este  testigo,  que  uno  de  aquellos  que  se 
llamaba  Juan  de  Guzman,  fué  capitán  de  la  guarda  de  don 
Diego  (de  Almagro,  el  mozo),  e  le  hizo  cuartos  Vaca  de  Cas- 
tro, e  vio  este  testif^o  como  al  dicho  Pero  Sancho  lo  tuvo 


i  1554-,  i  mas  tarde  en  Chile  bajo  el  gobierno  de   don  García  Hur- 
tado de  Mendoza.    Aunque  por  las  fechas  no  se  nota  contraposi- 
ción para  que  todas  estas  noticias  se  refieran  a  un  mismo  hom 
bre,  no  me  atrevo  a  asegurarlo.    Hé  aquí  estos  datos. 

En  1553,  se  hallaba  don  Luis  de  Toledo  en  la  ciudad  de  Gua- 
manga  cuando  estalló  en  el  Cuzco  la  insurrección  de  Francisco 
Hernández  Jirón.  Enemigo  de  este  moviento  en  el  primer  instan- 
te, firmó  sin  embargo  el  acta  en  que  el  pueblo  de  Guamanga  se 
pronunciaba  por  la  rebelión;  pero  luego  volvió  sobref  sus'pasos, 
fugó  a  Lima  i  ayudó  a  someter  a  los  rebeldes. 

Don  Luis  de  Toledo  vino  a  Chile  con  don  García  Hurrado  de 
Mendoza.  Fué  él  el  encargado  de  conducir  desde  el  Perú,  i  por  la 
via  de  tierra,  los  caballos  que  venian  para  el  ejército.  Mas  ade- 
lante, se  distinguió  con  el  rango  de  coronel  en  la  guerra  contra  los 
araucanos,  sirviendo  bajo  las  órdenes  de  don  García.  Hallábase 
con  éste  en  la  Imperial  en  1558,  cuando  ocurrió  cierto  suceso  que 
no  hai  para  qué  referir  aquí,  por  el  cual  fué  condenado  a  muerte  el 
famoso  poeta  don  Alonso  de  Ercilla,  cuya  ejecución  habria  debido 
])rcsidir  don  Luis  de  Toledo  si  la  sentencia  no  hubiera  sido  re- 
vocada, 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  73 

preso  un  mes  o  dos  que  estuvieron  en  Atacama,  e  que  des- 
pués le  llevó  sin  prisiones  i  sin  armas  en  un  caballo,  e  un 
hombre  que  lo  guardaba,  e  que  no  sabe  mas  que  el  dicho 
capítulo,  mas  de  que  sabe  este  testigo  que  de  loque  el  dicho 
Valdivia  debió  al  dicho  Pero  Sancho  le  hizo  una  cédula  de 
ello;  e  que  no  sabe  este  testigo  si  se  lo  ha  pagado  o  no,  e 
antes  quel  dicho  Pero  Sancho  viniese,  por  mano  deste  tes- 
tigo escribió  el  dicho  Pero  de  Valdivia  al  marqués  don  Fran- 
cisco Pi;5arro,  que  si  el  dicho  Pero  Sancho  no  les  daba  todo 
lo  que  se  habia  obligado  en  la  compañía,  que  su  señoría  no 
le  enviase  allá;  e  vio  este  testigo  que  sin  llevar  nada  se  fué, 
e  la  carta  como  dicho  tiene,  la  escribió  este  testigo. 

En  lo  del  tercero  capítulo  del  interrogatorio  e  reinterro- 
gatorios, dijo  que  lo  que  sabe  es  que  Pero  Gómez,  maese  de 
campo  del  dicho  Pero  de  Valdivia,  e  por  su  mandado,  le 
prendió  e  le  tuvo  preso  una  tarde  al  dicho  Juan  Ruiz,  e  aque- 
lla noche  a  media  noche  le  ahorcó,  e  que  lacabsa  no  la  sabe 
este  testigo,  mas  de  haber  oido  decir,  qUe  un  soldado  que  se 
llamaba  Salguero  habia  dicho  al  dicho  Pero  de  Valdivia  de 
ciertas  cosas,  quel  dicho  Juan  Ruiz  habia  dicho.  No  sabe 
este  testigo  qué  palabras,  mas  de  que  oyó  decir  que  habia 
dicho  el  dicho  Juan  Ruiz  hablando  con  el  dicho  Pero  San- 
cho, si  yo  lo  hubiera  de  hacer,  ya  yo  hobiera  dado  con  Pero 
(le  Valdivia  al  través,  e  que  no  sabe  ni  ha  oido  decir  otra 
<josa. 

Al  cuarto  capítulo  de  los  interrogatorios,  dijo  que  sabe 
que  tomó  poí^esion  el  dicho  Pero  de  Valdivia  porS.  M.,  por 
queste  testigo  se  halló  presente  a  ello,  e  que  no  sabe  las  pro- 
visiones que  llevaría,  mas  de  que  cree  que  era  de  capitán  del 
marqués.  Después  dentro  de  ocho  o  nueve  meses  que  salie- 
ron de  Copiapo,  el  cabildo  de  Chile  elijió  al  dicho  Pero  de 
Valdivia  por  gobernador;  y  esto  es  lo  que  sabe,  e  no  mas 
acerca  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo. 

Al  quinto  capítulo  de  los  interrogatorios,  dijo  que  este 
testigo  vio  ir  a  un  Antonio  de  Pastr¿ina,  que  era  procura- 
<lor  de  la  cibdad,  a  requerir  al  dicho  Pero  de  Valdivia,  que 
aceptase  la  dicha  elección,  e  vio  como  el  dicho  Pero  de  Val- 


74  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


divia  decia  que  no  lo  quería,  e  esto  es  lo  que  sabe  e  no  otra 
cosa  acerca  del  capítulo. 

Al  sesto  capítulo  de  los  interrogatorios,  dijo  que  sabe 
que  ahorcaron  a  los  contenidos  en  el  dicho  capítulo,  e  vio 
este  testigo  cómo  en  el  pregón  decia  que  hacian  justicia  de 
aquellos  hombres  por  traidores,  e  que  lo  que  este  testigo 
ovó  que  querían  hacer  los  dichos  era  matar  al  dicho  Pero 
de  Valdivia  al  tiempo  que  viniese  a  despachar  un  barco,  que 
habia  de  venir  por  socorro  a  estas  partes  del  Perú,  e  muerto, 
meterse  ellos  en  el  dicho  barco  e  venirse;  e  esto  oyó  este  tes- 
tigo decir  al  común  de  la  gente,  e  no  sabe  si  era  verdad  o 
no,  porque  este  testigo  novio  los  procesos  ni  sabe  otra  cosa 
mas,  de  que  sabe  este  testigo,  que  si  el  dicho  Pero  de  Valdi- 
via hobiera  dejado  salir  los  que  se  querian  salir,  se  hobiera 
venido  mucha  gente,  e  quedara  tan  poca,  que  no  pudieran 
sustentar  la  tierra,  e  se  hubiera  seguido  gran  daño  como  de 
cosa  que  se  despoblaba  la  tierra,  e  se  perdia  oportunidad 
para  ganar  lo  de  adelante,  que  es  mui  gran  cosa,  según  la 
noticia  (quej  se  tiene,  y  empieza  mui  cerca  de  donde  agora 
están  los  dos  pueblos  poblados. 

Al  sétimo  capítulo  de  los  interrogatorios,  dijo  que  lo 
que  sabe  es,  que  al  tiempo  de  lo  que  habla  el  dicho  capítulo, 
la  tierra  vino  de  paz,  y  no  estaba  fecho  repartimiento  de 
indios,  y  envió  el  dicho  Pero  de  Valdivia  a  hacer  el  dicho 
barco,  e  a  hacer  sacar  el  dicho  oro,e  los  que  hacian  el  dicho 
barco  hacian  espaldas  a  los  que  sacaban  el  oro,  e  estando 
en  esto  se  alzó  la  tierra,  e  mataron  a  todos  los  españoles 
que  estaban  en  el  valle  de  Chile  labrando  la  madera  para 
hacer  el  barco,  e  no  escapó  sino  uno. 

Al  octavo  capítulo  de  los  dichos  interrogatorios,  dijo  que 
no  sabe  cosa  ninguna  de  lo  contenido  en  los  dichos  capítu- 
los, mas  de  que  sabe  que  todos  estaban  bien  con  la  dicha 
Inés  Suárez  por  amor  del  gobernador. 

Al  noveno  capítulo  de  los  dichos  interrogatorios,  dijo  que 
dice  lo  que  dicho  tiene,  e  no  sabe  mas  cerca  de  lo  contenido 
en  el  dicho  capítulo,  mas  de  que  sabe  que  era  mucha  parte 
con  el  dicho  Valdivia,  e  vio  como  la  ponían  por  íntercesora 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  75 

en  algunos  negocios  con  el  dicho  Pero  de  Valdivia,  pero  no 
sabe  si  los  acababa  con  él. 

Al  décimo  capítulo  de  los  dichos  interrogatorios,  dijo  que 
no  sabe. 

Al  onceno  capítulo  de  los  dichos  interrogatorios,  dijo  que 
sabe  que  el  tiempo  contenido  en  el  dicho  capítulo  tiene  el 
dicho  Pero  de  Valdivia  a  la  dicha  Inés  Suárez,  e  que  los  ha 
visto  comeré  dormir  muchas  veces  juntos,  e  ha  visto  lo  con- 
tenido en  el  dicho  capítulo  en  algunos  convites  de  los  rego- 
cijos, y  en  lo  que  toca  acerca  de  los  cabildos,  dijo  que  no 
sabe  nada. 

Al  duodécimo  capítulo  de  los  dichos  interrogatorios,  dijo 
que  no  sabe  cosa  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo. 

A  los  trece  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  dijo 
que  no  lo  sabe,  ni  menos  ha  oido  decir  cosa  de  lo  contenido 
en  el  dicho  capítulo. 

Al  catorceno  capítulo  de  los  dichos  interrogatorios,  dijo 
que  no  lo  sabe,  ni  oyó  decir  lo  contenido  en  el  dicho  capí- 
tulo. 

Al  quinceno  capítulo  de  los  dichos  interrogatorios  que  le 
fueron  leidos,  dijo  que  este  testigo  oyó  decir  que  habia  di- 
cho el  dicho  Negrete  que  vernia  una  mediagorra,  queriendo 
decir  que  vernia  un  licenciado,  e  le  volveria  sus  indios  si  el 
dicho  Pero  de  Valdivia  se  los  quitaba,  e  que  después  vio 
este  testigo  cómo  en  la  reformación  el  dicho  Pero  de  Valdi- 
via le  quitó  los  indios,  y  se  decia  que  por  aquello  se  los  qui- 
taba, y  no  sabe  este  testigo  si  es  así  o  no. 

A  los  diez  e  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
dijo  que  no  sabe  ni  ha  oido  decir  cosa  de  lo  contenido  en  el 
dicho  capítulo,  antes  cree  este  testigo  que  estaria  triste, 
porque  andando  en  la  guerra  Pero  de  Valdivia  y  este  testi- 
go, e  todos  los  que  allí  estaban,  CvStaban  tristes  parescién- 
doles  que  no  les  podria  ir  socorros,  y  que  no  podrian  ir  en 
toda  su  vida  a  España,  porque  según  las  cosas  en  estas  tie- 
rras pasaban  de  tiranos,  temian  que  allá  les  paresceria  que 
ellos  habiendo  pasado  por  aquí  lo  eran,  o  según  a  todos 
oyó  decir  este  testigo  después  que  a  estas  partes  llegó,  en 


76  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


la  jornada  contra  Gonzalo  Pizarro  ha  servido  a  S.  M.  mu- 
cho el  dicho  Pero  de  Valdivia. 

A  los  diez  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  este  testigo  cerca  de  lo  con- 
tenido en  la  dicha  pregunta  oyó  decir  al  dicho  Pero  de  Val- 
divia hablando  sobre  Gonzalo  Pizarro  y  de  Diego  Centeno, 
uaos  decian  que  Diego  Centeno  merecia  mucho,  v  otros  no, 
sino  que  habia  fecho  mal  en  juntar  jente  por  las  muchas 
muertes  que  dello  se  siguieron,  sino  que  habia  de  aguardar 
lo  que  S.  M.  mandaba,  y  el  dicho  gobernador  dijo  que  ansí 
le  páresela  que  cada  uno  debe  estar  en  su  casa,  y  no  cada 
repiquete  alzar  bandera  por  el  rey,  sino  aguardar  lo  que 
S.  M.  proveía,  porque  de  aquella  maneracada  uno  so  color 
de  servir  al  rey  puede  hacer  alborotos. 

A  los  diez  e  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  ni  ha  oido  decir  cosa  nin- 
guna de  lo  en  el  dicho  capítulo  contenido. 

A  los  diez  e  uueV^e  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe,  antes  vido  e  03^0  de- 
cir siempre  mili  herejías  del  dicho  Gonzalo  Pizarro,  e  se  ma- 
ravillaban de  las  tiranías  que  hacia. 

A  los  veinte  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  sién- 
dole leidos,  dijo  que  no  sabe  cosa  de  lo  contenido  en  el  dicho 
capítulo,  antes  oyó  decir  muchas  veces  al  dicho  Pero  de 
Valdivia  que  nadie  no  hablase  en  cosa  que  fuese  en  deservi- 
cio de  S.  M.  que  no  se  lo  consentirla,  que  aunque  fueren  cier- 
tos los  ahorcarla. 

A  los  veinte  y  un  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  este  testigo  que  en  el  tiem- 
po contenido  en  dicho  capítulo,  sacó  oro  para  sí  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  para  enviar  por  socorro  de  gente  según  él 
decia,  e  ansí  después  envió  a  Alonso  de  Monroy  e  a  Juan 
Baptista  por  el  dicho  socorro,  e  vio  Uevíircomida  a  los  que 
andaban  en  las  minas  con  los  caballos,  e  que  a  nadie  le  sa- 
caban por  fuerza  el  dicho  caballo,  e  queste  testigo  vio  como 
al  dicho  Juan  Gutiérrez  e  a  un  Francisco  Gallego  el  capitán 
Monroy  los  echó  en  la  cárcel,  e  los  tuvo  en  la  cadena  un 


PROCESO  DE  hEDKO  DE  VALDIVIA  77 


dia,  porque  no  querían  ir  en  guarda  de  los  dichos  caballos, 
e  no  se  acuerda  si  estaba  allí  en  la  cibdad  el  dicho  Pero  de 
Valdivia,  pero  a  lo  que  le  paresce  no  estaba. 

A  los  veinte  i  dos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  que  aquel  año  no  se  pagó  mas 
del  diezmo;  la  cabsa  no  la  sabe,  e  siempre  después  se  ha  pa- 
gado el  quinto,  sin  ■  mbargo  que  ha  visto  este  testigo  reque- 
rir los  cabildos  al  dicho  Pero  de  Valdivia  que  no  se  pagase 
sino  el  diezmo,  y  el  nunca  hj  ha  querido  hacer,  e  no  solo  ha 
tenido  cuidado  de  hacer  esto,  per(í  ha  tenido  cuidado  de  ha- 
cer arrendar  los  diezmos  de  los  frutos  para  S.  M. 

A  los  veinte  i  tres  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
y  siéndole  leidos,  dijo  que  ha  visto  este  testigo  como  ha  fe- 
cho pagar  los  quintos  a  S.  M.,  e  que  los  ha  tomado  presta- 
dos para  enviar  por  socorro  de  gente,  el  cual  es  necesario 
para  el  servicio  de  S.  M.,  porque  sin  mas  gente  no  se  puede 
pasar  adelante,  y  aquello  que  se  tiene  agora  pacífico  es 
muí  poco. 

A  los  veinte  y  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, i  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  ni  ha  oido  decir 
cosa  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo,  mas  de  quel 
dicho  Arteaga  era  servidor  de  S.  M. 

A  los  veinte  y  cinco  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, y  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  sabe  que  nin- 
guno de  los  oficiales  hace  mas  de  lo  que  el  dicho  Valdivia 
quiere,  como  cree  que  se  hace  en  todas  las  partes  de  Indias. 

A  los  veinte  y  seis  cajDÍtulos  del  dicho  interrogatorio,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  que  por  mandado  del  dicho 
Pero  de  Valdivia  se  dio  mandamiento  a  los  oficiales  para 
que  le  prestasen  cincuenta  mili  pesos,  diciéndoles  que  se  los 
prestasen  para  enviar  por  socorro  y  él  los  pagaria'con  los 
intereses,  e  sobrello  se  prendieron  a  Bartolomé  Diaz  e  aVadi. 
lio  e  a  Higueras,  los  cuales  sabe  este  testigo  que  prestaron 
cierta  suma  de  pesos  de  oro,  e  sabe  que  están  ya  pagados:  an- 
tes que  este  testigo  saliese  se  les  habia  pagado  lo  mas  dello, 
y  cuando  se  partió  se  quedaba  entendiendo  en  pagalles  la 
resta,  e  no  sabe  este  testigo  ni  oyó  que  los  dichos  hobiesen 


8  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


dicho  las  palabras  de  desacato  en  el  capítulo  del  interroga- 
torio contenidas. 

\  los  veinte  y  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
y  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  vio  como  el  dicho  Pe- 
ro de  Valdivia  rogó  por  una  plática  que  hizo  después  de  mi. 
sa,  que  le  prestasen  dineros  para  enviar  por  socorro,  y  que 
él  pagaria  lo  que  le  prestasen,  porque  habia  tanta  nescesi- 
dad  de  enviar  por  el  dicho  socorro  que  del  altar  lo  tomaria 
para  ello,  e  que  los  que  no  se  lo  diesen  le  habian  de  dar  el  oro 
y  el  pellejo,  e  que  entendió  este  testigo  que  la  jente  vio 
que  habia  nescesidad  deste  socorro,  pero  hacíaseles  de  mal 
dar  su  dinero,  paresciéndoles  que  no  estando  proveído  el  di- 
cho Pero  de  Valdivia  por  gobernador  con  provisiones  de  S. 
M.  podia  ser  que  fuese  otro  por  gobernador  e  no  quedase  él 
e  que  siendo  ansí  nopodian  ser  pagados  de  lo  que  prestasen, 
e  que  ansí  se  hacian  rehacios  de  no  prestallo,  e  entendiendo 
el    dicho  Pero  de  Valdivia  esto,  les  hizo  la  dicha  plática. 

A  los  veinte  y  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  oyó  decir  lo  contenido  en  el 
dicho  capítulo  a  muchas  personas,  e  especialmente  a  Esco- 
bar e  a  Gregorio  Blas. 

A  los  veinte  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interrogato 
rios,  e  siéndoles  leidos,  dijo  que  es  verdad  que  pasa  lo  conte- 
nido en  este  artículo,  según  e  como  lo  dice  el  artículo  del 
reinterrogatorio,  e  que  si  cuando  fué  Diego  García  no  diera 
a  este  deponiente  e  a  todos  los  demás  que  allí  estaban  ro- 
pa, porque  por  todos  se  repartió  a  doscientos  e  a  trescientos 
pesos,  no  se  pudiera  sustentar,  porque  no  tenían  con  que 
se  vestir,  porque  ya  andaban  muchos  españoles  en  cueros; 
que  no  traían  encima  camisa  ni  otros  vestidos,  sino  unos 
muslos  de  cuero  y  unos  jubones  con  que  se  cubrían  sus 
vergüenzas,  e  que  en  el  dicho  repartimiento  de  ropa,  el  dicho 
Valdivia  lo  hizo  muí  bien,  e  que  antes  quel  dicho  Diego  García 
fuese  era  tanta  la  nescesidad  de  vestidos,  que  había  españo- 
les que  no  tenían  mas  de  una  camiseta  de  lana,  que  era  de 
indio,  e  como  todos  cavaban  e  araban,  e  iban  a  cavar  e  a 


PROCESO  DB  PEDRO  DE  VALDIVIA  79 

arar,   e  por    no  gastarla,   desnudaban  cuando  habían  de 
arar  e  cabar. 

A  los  treinta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos  dijo,  que  cerca  de  lo  contenido  en  el  dicho 
capítulo  no  sabe  mas  de  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  le 
dio  dineros  para  en  pago  de  la  ropa,  e  también  vio  que  le 
dio  indios,  pero  no  sabe  que  se  los  diese  en  pago,  antes  cree 
e  tiene  por  cierto  que  se  los  dio  en  pago  de  la  buena  obra 
que  le  hizo  ea  llevar  aquel  navio  en  el  tiempo  que  fué,  por 
que  fué  a  muy  buen  tiempo. 

A  los  treinta  y  un  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios 
€  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  es  quel  dicho  Pero 
de  Valdivia  dio  a  Escobar  el  cacique,  teniendo  por  buena 
la  dejación  que  Monroy  habia  fecho,  e  provisión  que  habia 
fecho  Vaca  de  Castro,  e  después  oyó  decir  que  le  habia  da- 
do otros  tres  caciques  por  cierta  cantidad  de  pesos  que  le 
debia  e  caballos  que  habia  llevado  el  dicho  Escobar  a  la  tie- 
rra, los  cuales  se  habian  dado  a  soldados,  porque  a  sesenta 
soldados  que  habian  ido  de  socorro  habia  dado  el  dicho 
Escobar  en  caballos  e  ropa  y  armas  treinta  mili  pesos  poco 
mas  o  menos,  porque  fuesen  a  hacer  el  dicho  socorro,  e  por 
aquel  empréstito  que  para  el  dicho  socorro  habia  fecho  le 
habian  dado  los  dichos  tres  caciques,  e  esto  fué  público,  e 
así  publicamente  lo  oyó  decir  este  testigo,  e  que  ansimesmo 
sabe  este  testigo  quel  dicho  Pero  de  Valdivia  dio  al  dicho 
Galiano  otro  cacique,  el  cual  según  el  dicho  Galiano  dijo  a 
este  testigo,  le  daba  hasta  que  le  pagase  cinco  mili  pesos 
que  le  habia  dado  en  ropa,  porque  quince  mili  que  le  habia 
dado  le  habia  pagado  lo  demás,  e  que  ansí  después  vio  este 
testigo  como  le  quitó  el  dicho  cacique,  e  le  dio  a  Francisco 
de  Aguirre  que  al  presente  lo  tiene,  e  acabó  de  pagar  al  di- 
cho Galiano,  e  después  cuando  agora  se  venia,  entre  las 
personas  a  quien  tomó  los  dineros  en  el  navio,  era  uno  Ga- 
liano, al  cual  hasta  agora  no  ha  pagado,  pero  quedaba 
concertado,  y  este  testigo  habia  s^do  el  medianero  con 
Francisco  de  Villagran  para  que  en  la  demora,  que  era  de 


80  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


aquí  a  cuatro  meses,  pagasen  al  dicho  Galiano  de  la  hacien- 
da del  dicho  Pero  de  Valdivia. 

A  los  treinta  e  dos  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, y  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  de  esto  sabe  e  vio  es, 
que  estando  el  dicho  Pero  de  Valdivia  para  ir  a  la  entrada 
de  Arauco,  y  con  él  Diego  Diaz,  su  criado,  pidieron  ejecución 
en  el  caballo  del  dicho  Diego  Diaz  por  quinientos  pesos, 
porque  debía  a  Alonso  de  Monroy;  e  el  alcalde  la  mandó 
hacer  en  el  dicho  caballo,  y  el  dicho  Pero  de  Valdivia  dijo 
que  no  se  hiciese  en  el  caballo,  v  el  dicho  alcalde  dijo  que 
aquello  que  él  hacia  le  páresela  a  él  que  era  justicia,  y  el  di- 
cho Pero  de  Valdivia  le  respondió  luego:  ¿lo  que  yo  mando 
no  es  justicia?  que  era  que  no  se  hiciese  ejecución  en  el  ca- 
ballo, e  se  enojó,  e  le  mandó  llevar  preso  a  casa  de  este  tes- 
tigo a  donde  no  tenia  prisiones  mas  destarse  medio  dere- 
cho, e  no  sabe  mas  cerca  de  lo  contenido  en  el  dicho  ca- 
pítulo. 

A  los  treinta  y  tres  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, y  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  ni  ha  oido  decir 
cosa  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo. 

A  los  treinta  y  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  oyó  decir  al 
dicho  Pero  de  Valdivia,  que  aunque  vacasen  todos  los  in- 
dios de  Maypo  para  acá,  que  era  lo  que  está  cerca  del  pue- 
blo, no  habia  de  dar  indio  a  su  padre  que  resucitase,  e  esto 
decia  porque  no  quería  nadie  indios  adelante,  porque  los 
indios  de  adelante  son  muchos,  e  para  conquistallos  era 
menester  mucha  gente,  e  habiendo  poca  no  se  podían  con- 
quistar, e  ansí  parescia  que  no  era  de  provecho  lo  que  de 
allí  en  adelante  daba,  lo  cual  daba  para  contentallos. 

A  los  treinta  y  cinco  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, y  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  oyó  decir  lo 
contenido  en  el  dicho  capítulo  al  dicho  Mella,  e  no  sabe 
otra  cosa. 

A  los  treinta  y  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  es  que  dio  el  di- 
cho Pero  de  Valdivia  a  cada  uno  de  los  contenidos  en  la 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  81 

dicha  pregunta  por  todas  sus  haciendas  ciertos  dineros,  e 
que  no  sabe  que  los  tomase  de  la  caja  de  S.  M.,  e  que  parte 
de  los  dichos  indios  depositó  el  dicho  Pero  de  Valdivia  en 
Juan  Baptista  de  Pastene,  e  lo  demás  se  tiene  el  dicho  Pero 
de  Valdivia. 

A  los  treinta  y  siete  capítulos,  e  siéndole  leidos,  dijo  que 
ha  oido  decir  a  personas  que  están  en  aquella  tierra:  cosa 
del  diablo  es  que  no  ha  de  tener  hombre  cosa  propia,  e  que 
esto  decían  porque  siempre  les  enviaba  a  pedir  dineros  pres- 
tados, pero  que  todo  era  para  enviar  por  socorro,  porquel 
dicho  Pero  de  Valdivia  ninguna  cosa  guarda  para  sí,  sino 
todo  lo  gasta,  e  que  aunque  toviera  un  millón  lo  hobiera 
enviado  todo  para  que  enviara  por  socorro,  e  no  sabe  otra 
cosa  cerca  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo. 

A  los  treinta  y  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, dijo  que  no  sabe  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo,  ni 
tal  se  dijo  en  Chile,  sino  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  ha- 
bía de  venir  y  venia  adonde  estuviese  el  rey,  e  que  diciendo 
la  verdad  de  lo  que  pasaba  en  Chile  e  habia  dicho,  habia 
de  negociar  bien,  e  que  decian  allá,  e  temia  que  no  diria  si- 
no verdad,  e  oyó  decir  este  testigo,  que  echó  algunas  car- 
tas a  la  mar  a  hombres  que  venian  en  el  navio. 

A  los  treinta  y  nueve  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, y  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  es  que  los  in- 
dios contenidos  en  el  dicho  capítulo  de  los  dichos  Francisco 
Núñez  e  Lauda,  el  dicho  Pero  de  Valdivia  se  los  quitó  e  los 
dio  a  la  dicha  Inés  Suárez,  e  que  las  cabsas  no  lo  sabe,  mas 
de  como  oyó  que  los  del  cabildo  i  oficiales  le  hablan  reque- 
rido hiciese  la  reformación;  e  que  la  dicha  Inés  Suárez  sabe 
que  fué  la  primera  mujer  española  que  fué  en  aquella  tierra, 
e  sabe  que  ha  fecho  mucho  bien  en  curar  los  españoles  y  en 
apiadallos,  e  que  lo  que  pasa  cerca  de  la  muerte  de  los  di- 
chos caciques  es,  que  estando  el  dicho  Pero  de  Valdivia  y 
este  testigo  con  él  e  toda  la  mas  gente  diez  leguas  de  la  cib- 
dad  en  una  entrada  haciendo  la  guerra  a  un  cacique  que  se 
llamaba  Cachipoal,  vinieron,  según  oyó   decir  este  testigo, 

TOMO    VII  6 


82  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ocho  o  nueve  mili  indios  sobre  la  cibdad  de  Santiago,  don- 
de estaban  presos  ciertos  caciques,  con  intento  de  que- 
mar el  pueblo  y  sacar  los  caciques,  y  temiendo  el  dicho 
aprieto  del  pueblo,  porque  ya  tenian  ganada  la  plaza  del 
pueblo,  la  dicha  Inés  Suárez  dijo  a  los  que  allí  estaban  que 
matasen  a  los  caciques,  e  no  queriéndolos  matar,  instó  tan- 
to en  ello,  que  los  mataron  e  los  ayudó  a  matar,  lo  cual  fué 
cabsa  que  viéndolos  los  indios  dejaron  el  combate  y  se  fue- 
ron, e  no  solo  aprovechó  la  muerte  de  los  dichos  caciques 
para  escaparse  la  cibdad,  pero  después  acá  ha  habido  paz, 
la  cual  no  hobiera  siendo  aquellos  vivos,  porque  eran  hom- 
bres belicosos  en  quien  los  otros  indios  tenian  mucha  con- 
fianza. 

A  los  cuarenta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  que  los  indios  contenidos  en 
el  dicho  capítulo  los  quitó  a  Francisco  de  Rabdona,  e  Luis 
Tornero  e  Gaspar  de  Yergara,  e  los  dio  al  dicho  Alderete,  e 
que  él  ha  visto  acompañar  la  dicha  Inés  Suárez,  e  quel  di- 
cho Jerónimo  de  Alderete  ha  sido  de  los  primeros  que  fue. 
ron  a  conquistar  a  Chile,  e  a  residir  en  ella  continuamente, 
e  ha  oido  este  testigo  decir  que  ha  tenido  cargos  en  Italia, 
e  es  hombre  honrado, 

A  los  cuarenta  y  un  capítulo,  siéndole  leidos,  dijo  que  lo 
que  cerca  desto  sabe  es  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  com- 
pró al  dicho  Juan  Carreño  sus  casas  e  chácaras,  e  que  sus 
indios  dio  a  Diego  Garcia  de  Cáceres,  e  quel  dicho  Carreño, 
cuando  el  dicho  Pero  de  Valdivia  se  quiso  partir,  le  desem- 
barcaron del  navio  y  dende  a  obra  de  dos  o  tres  meses  mu- 
rió, e  que  él  estaba  mucho  tiempo  había  antes  tullido  e 
mui  malo,  e  se  queria  venir  a  curar  al  Perú,  e  que  si  murió 
del  enojo  o  del  mal  antiguo,  este  testigo  no  lo  sabe,  e  que 
esto  es  lo  que  sabe;  e  no  mas  cerca  de  lo  contenido  en  dicho 
capítulo. 

A  los  cuarenta  y  dos  capítulos  e  siéndole  leidos,  dijo  que 
sabe  este  testigo  que  entre  los  otros  dineros  que  se  toma- 
ron en  la  nao  se  tomaron  los  dineros  del  dicho  Gamboa,  e 
que  sabe  que  cuando  este  testigo  partió  no  estaban  paga- 


PROCESO  DE  PBÜRO  DE  VALDIVIA  83 

dos,  pero  Francisco  de  Villagran  quedó  que  se  los  pagaría 
en  esta  demora  ^  que  verná  de  aquí  a  tres  meses  o  cua- 
tro, e  que  no  sabe  mas  acerca  de  lo  contenido  en  el  dicho 
capítulo. 

A  los  cuarenta  y  tres  capítulos,  siéndole  leídos,  dijo  que 
no  sabe  nada  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo. 

A  los  cuarenta  y  cuatro  capítulos,  e  siéndole  leídos,  dijo 
que  sabe  que  los  criados  del  dicho  Pero  de  Valdivia  andu- 
vieron pidiendo  prestado  a  los  dichos  soldados  los  costales 
e  carneros,  e  algunos  toldos  para  hacer  costales,  e  no  «abe 
si  fué  por  mandado  del  dicho  Pero  de  Valdivia,  pero  que 
así  lo  oyó  decir,  e  que  sabe  este  testigo  que  en  Chile  nunca 
se  ha  echado  en  cadena  indio,  j  el  dicho  Pero  de  Valdivia 
procura  que  se  traten  bien. 

A  los  cuarenta  y  cinco  capítulos,  e  siéndole  leidos,  dijo 
que  sabe  este  testigo  quel  valle  de  Chile  es  del  dicho  Pero  de 
Valdivia,  e  quel  dicho  valle  está  diez  o  doce  leguas  de  la 
cibdad,  e  que  las  chácaras  que  tienen  los  vecinos  de  la  cib- 
dad,  e  la  mas  lejana  está  una  legua  de  la  cibdad,  e  que  en  el 
valle  de  Chile  no  estarian  seguras  las  chácaras,  e  los  que 
en  ellas  estuviesen  por  estar  al  derredor  de  los  indios  de 
guerra. 

A  los  cuarenta  y  seis  capítulos,  y  siéndole  leidos,  dijo  que 
03^0  decir  este  testigo  que  el  dicho  Vadillo  fué  a  hablar  al 
dicho  Pero  de  Valdivia,  no  oyó  sobre  qué,e  quel  dicho  Pero 
de  Valdivia  le  dio  una  puñada,  e  un  su  paje  echó  mano  a  la 
espada,  y  que  no  pasó  otra  cosa,  e  que  fueron  amigos. 

A  los  cuarenta  y  siete  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, y  siéndole  leidos,  dijo  que  muchas  veces  lo  vio  ir  a 
la  guerra  al  dicho  Pero  de  Valdivia,  e  cuando  volvía  volver 


1  Los  conquistadores  llamaban  demora  la  temporada  durante 
la  cual  podían  hacer  trabajar  a  los  indios  en  las  minas  o  labaderos 
de  oro.  Duraba  ordinariamente  ocho  meses,  desde  mediados  de 
abril  hasta  mediados  de  diciembre,  es  decir  el  tiempo  en  que  los- 
-arroyos  arrastraban  suficiente  agua  para  las  faenas. 


84  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


en  un  dia,  cuando  había  de  erii  rar  en  la  cibdad  andar  ocho 
o  diez  leguas,  e  que  no  sabe  la  c'i])sa,  porque  lo  mesmo  ha 
acontecido  a  este  testigo  por  venirse  a  su  casa,  e  que  nun- 
ca el  dicho  Pero  de  Valdivia  dejó  la  jente  en  la  guerra,  sino 
que  esto  era  después  de  salinos  de  la  tierra  ocho  o  diez  le- 
guas de  la  cibdad. 

A  los  cuarenta  y  ocho  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, Y  siéndole  leídos,  dijo  que  cree  este  testigo  quel  di- 
cho Pero  de  Valdivia  terna  pDco  mas  de  los  mil  e  quinien- 
tos indios  que  dice  el  interrogatorio,  e  que  de  lo  que  mas 
se  quejan  los  soldados  es  de  lo  que  tiene  la  dicha  Inés  Suá- 
rez,  la  cual  al  parecer  des  te  testigo  terna  mas  de  seiscien- 
tos indios,  e  de  lo  que  tiene  el  dicho  Alderete,  que  serán 
otros  tantos  délos  que  tiene  la  dicha  Inés  Suárez  al  parecer 
deste  testigo. 

A  los  cuarenta  y  nueve  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, y  siéndole  leidos,dijo  que  sabe  este  testigo  que  estan- 
do el  dicho  Francisco  de  Villagran  en  una  casa,  donde  este 
deponiente  con  él  i  otros  estaban  hechos  fuertes,  e  los  in. 
dios  que  venian  sobrellos,  envió  al  dicho  Caro  al  dicho 
Pero  de  Valdivia  por  socorro,  v  el  dicho  Pero  de  Valdivia 
le  mandó  volver  con  la  demás  jente  que  enviaba  en  socorro, 
e  no  quiso  volver,  e  por  ello  el  dicho  Pero  de  Valdivia  le 
quitó  las  armas  e  caballo,  e  donde  algunos  días  le  volvió 
otro  mejor  caballo. 

A  l«s  cincuenta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
y  siéndole  leídos,  dijo  que  no  sabe  cerca  de  lo  contenido  en 
el  dicho  capítulos  mas  de  lo  que  ha  oído  decir,  que  el  dicho 
Pero   de  Valdivia   había  espuesto   lo  castigasen,  pero  que 


nunca  se  castigaron. 


A  los  cincuenta  y  un  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, y  siéndole  leídos,  dice  que  sabe  que  echaron  preso  al 
Vallejo,  e  que  no  sabe  este  testigo  que  es  lo  que  dijo. 

A  los  cincuenta  y  dos  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, y  siéndoles  leídos,  dijo  que  sabe  que  por  cartas  de 
un  poder  se  pidió  a  Calderón  de  la  Barca  veinte  o  treinta 
mili  pesos  de  la  hacienda  de  Vaca  de  Castro,  e  dio  por  fia- 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  85 

dor  al  dicho  Pero  de  Valdivia  destar  a  dicho  e  pagar  lo 
juzo^ado,  e  así  se  quedó,  e  no  sabe  mas  acerca  de  lo  conte- 
nido en  el  dicho  capítulo. 

A  los  cincuenta  y  tres  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, i  siéndole  leídos,  dijo  que  este  testigo  se  halló  pre' 
senté  al  sermón  en  el  capítulo  contenido,  el  cual  fué  de  un 
hombre  como  charlatán,  e  que  dijo  muchos  devaneos  y 
desvergüenzas,  no  en  deservicio  de  S.  M.  sino  en  injuria  de 
Calderón  de  la  Barca,  notándole  de  loco,  e  persuadiendo  a 
Pero  de  Valdivia  que  estaba  presente,  que  diese  de  comer  a 
sus  criados  e  al  dicho  Cárdena  e  a  Inés  Suárez,  e  que  lo  que 
dijo  al  dicho  Calderón,  fué  por  sospecha  que  se  tuvo  quel 
dicho  Calderón  habia  enviado  el  dicho  barco  a  dar  aviso  al 
Vaca  de  Castro  de  todo  lo  que  allá  pasaba,  o  nunca  se  ha 
sabido  si  fué  ansí,  e  si  el  maestre  del  barco  de  huyó  de  suyo, 
e  que  el  dicho  Calderón  es  uno  que  fué  desde  estas  partes 
con  mercaderías,  las  cuales  dicen  algunos  que  eran  de  Vaca 
de  Castro,  e  él  dice  que  son  su3^as,  e  este  testigo  no  sabe 
cuy^as  son,  e  es  un  hombre  vano,  e  cuando  fué  a  Chile, cuan' 
do  iba  a  misa,  quiso  poner  un  estrado  en  la  Iglesia,  el  cual 
fué,  según  este  testigo  ha  oido  decir,  camarero  de  Vaca  de 
Castro. 

A  los  cincuenta  i  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios, i  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  nada  de  lo  con- 
tenido en  el  dicho  capítulo,  mas  que  el  dicho  Pero  de  Val- 
divia a  algunos  de  los  que  venian  acá  a  estas  partes  del 
Perrí  a  emplear  sus  dineros,  e  volver  con  mercaderías,  les 
dijo:  pues  vais  para  volver  acá,  préstame  mili  o  dos  mili 
pesos  para  enviar  por  este  socorro,  según  lo  que  cada  uno 
tenia. 

A  los  cincuenta  e  cinco  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  el  dicho  capítulo 
como  en  él  se  contiene,  porque  se  halló  presente  a  ello. 

A  los  cincuenta  e  seis  capítulos  de  los  dichos  interroga' 
torios,  e  siéndole  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene,  e 
no  sabe  mas. 

A  los  cincuenta  e  siete  capítulos  de   los  dichos  interroga' 


86  ESTUDIOS    HISTÓKICOS 


torios,  e  siéndole  leídos  dijo,  que  lo  que  cerca  deste  capítu- 
lo este  testigo  sabe  es,  que  teniendo  el  dicho  Herrera  cier- 
tosindios  le  mandaron  ir  a  serviren  laguerra  o  que  enviase 
hombre  por  él,  e  ansí  envió  a  un  soldado  que  se  dice  Aya. 
la,  el  cual  estuvo  sirviendo  en  la  guerra  un  año  por  el  dicho 
Herrera,  e  entre  tanto  quitáronle  los  indios,  i  el  salario 
por  entero  en  que  se  habia  concertado  con  el  dicho  Herré 
ra,  y  el  dicho  Herrera  decia  que  él  no  tenia  ya  indios,  que 
se  los  ii  tbia  quitado;  que  se  los  pidiese  a  quien  se  los  habia 
dado,  e  sobre  esta  cabsa  el  alcalde  hizo  ejecución  al  dicho 
Herrera  en  un  caballo,  y  estándolo  vendiendo  pasó  por  allí 
el  dicho  Pero  de  Valdivia  y  preguntó  lo  que  era,  e  hobo  eno- 
jo, e  dijo  las  palabras  contenidas  en  el  dicho  capítulo  contra 
el  dicho  Plerrera.  E  que  lo  que  ha  dicho  es  la  verdad  para  el 
juramento  que  ha  fecho,  e  firmólo  de  su  nombre,  e  que  este 
testigo  es  de  edad  de  treinta  años  poco  mas  o  menos;  fuéle 
encargado  so  cargo  del  dicho  juramento  tenga  secreto  de 
lo  que  le  ha  sido  preguntado  e  ha  declarado.— /^w/'s  de  Tole- 
do.— El  licenciado  Gasea. — Ante  mí,  Simón  de  Álzate,  escri- 
bano de  S.  M. 

DECLARACIÓN   DE  GREGORIO  DE  CASTAÑEDA  ^  , 

(5  de  noviembre  de  154R.) 

En  cinco  dias  del  mes  de  noviembre  del  dicho  año,  su  se- 
ñoría del  dicho  señor  presidente  hizo  parecer  ante  sí  a  Gre- 
gorio de  Castañeda,  del  cual  su  señoria  tomó  e  recibió  ju- 


1  Gregorio  de  Castañeda  llegó  a  Chile  en  diciembre  de  1543  o 
en  enero  de  1544  en  el  refuerzo  de  tropas  que  trajo  del  Perú  el  ca- 
pitán Alonso  de  Monroi.  Venia  en  el  rango  de  alférez.  Después  de 
haber  servido  cuatro  años  en  este  pais,  pasó  al  Perú  en  noviembre 
de  1548,  en  la  misma  fragata  en  que  tueron  a  aquel  pais  los  acusa- 
dores de  Pedro  de  Valdivia.  No  teniendo  ningún  motivo  de  queja 
contra  el  gobernador,  no  sólo  no  tomó  parte  en  esa  acusación, 
sino  que  con  su  declaración  contribuyó  a  que  Valdivia  fuese  ab- 
suelto. 

De  vuelta  a  Chile,  sirvió  en  el  ejército  conquistador  con  el  grado 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  87 

ramento  en  forma  de  derecho,  e  habiendo  jurado,  prometió 
de  decir  verdad,  e  siendo  esaminado  por  los  dichos  capítu- 
los e  por  cada  uno  de  ellos,  e  por  los  que  respondió  el  dicho 
Pero  de  Valdivia,  dijo  e  depuso  lo  siguiente: 

A  los  primeros  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  v 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  mas  de  habello  visto, 
después  del  tiempo  contenido  en  la  pregunta,  vivo,  e  ha 
oido  decir  que  se  fué  a  meter  fraile. 

A  los  segundos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  y 
siéndoles  leidos,  dijo  que  no  sabe  lo  contenido  en  el  dicho 
capiculo  no  se  halló  en  Atacama,  mas  de  que  sabe  quel  di- 
cho Pero  de  Valdivia  le  prendió  por  las  razones  en  el  capí- 
tulo del  reinterrogatorio  contenidas,  y  esto  sabe  porque 
fué  público,  y  esto  sabe  porque  fué  público,  y  se  lo  contó  el 
capitán  Alonso  de  Monroy  a  este  testigo  al  pié  de  la  letra 
como  se  contiene  en  el  dicho  reinterrogatorio. 

A  los  terceros  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndoles  leidos,  dijo  que  ha  oido  decir  este  testigo  que  ma- 
taron al  dicho  Juan  Ruiz  sin  confesión,  pero  no  sabe  este 
testigo  si  lo  mató  el  dicho  Pero  de  Valdivia,  o  el  dicho  Pero 
Gómez,  maese  de  campo  del  dicho  Pero  de  Valdivia,  porque 
era  del  motiu  del  dicho  Pero  Sancho. 

A  los  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  tomó  po- 
sesión en  nombre  de  S.  M.  en  Copiapó,  v  esto  sabe  por  ha- 
bello oido  decir  por  cosa  mui  cierta;  e  cjueste  testigo  sabe 
que  fué  proveido  por  el  marqués   don   Francisco    Pizarro 


de  capitán,  i  se  halló  en  muchas  batallas  en  que  ilustró  su  nombre 
Fué  del  número  de  los  catorce  españoles  que  después  de  la  muerte 
de  Valdivia  sostuvieron  con  los  indios  el  famoso  combate  que  ha 
sido  imortalizado  por  Ekcilla  en  el  canto  IV  de  La  Araucana,!  en 
que  Castañeda,  después  de  ejecutar  prodijios  de  valor,  tuvo  la  for- 
tuna de  escapar  con  vida.  El  poeta  le  ha  destinado  una  estrofa  es- 
pecial en  aquel  canto. 

Habiendo  logrado  llegar  hasta  la  Imperial  después  de  aquella 
jornada,  Gregorio  de  Castañeda  se  distinguió  de  nuevo  en  la  defen- 
sa de  esta  ciudad  en  abril  de  ese  mismo  año  1554,  cuando  fué  ata- 
cado por  los  victoriosos  araucanos,  bajo  las  órdenes  de  Lautaro. 


ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


para  aquella  conquista,  e  ha  oído  decir  que  el  dicho  mar- 
qués tenia  cédula  de  S.  M.  para  proveello,  e  este  testigo^ 
aunque  no  Íia  visto  la  cédula  orijinal,  ha  visto  el  treslado 
della,  e  después  sabe  e  este  testigo,  aunque  no  ha  visto  la 
cédula  orijinal,  ha  visto  el  treslado  della,  e  después  sabe 
este  testigo  quel  cabildo  de  Chile  le  elijió  por  gobernador 
hasta  que  S.  M.  otra  cosa  proveyese,  e  ansí  él  allá  siempre 
se  ha  intitulado  electo  gobernador,  o  no  gobernador  sim- 
plemente, e  ansí  los  cabildos  y  las  otras  personas  le  escri- 
bían siempre. 

A  los  quintos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
siéndoles  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene,  \^  no  sabe 
mas. 

A  los  sestos  cíipítu  los  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  ha  oido  decir  este  testigo,  e  es  cosa 
cierta,  quel  dicho  Pero  de  Valdivia  hizo  justicia  de  los  con- 
tenidos en  el  diclio  artículo,  porque  lo  querian  matar,  e  te. 
nian  fecho  motín  contra  él  e  que  si  aquello  se  efectuara  tiene 
este  testigo  por  cierto  se  despoblara  la  tierra,  porque  se- 
gún los  trabajos  (que)  en  aquella  tierra  ha  habido  y  se. han 
]3asado,  no  dice  este  testigo  tan  grande  disturbio  como 
aquel  bastara  y  salirse  della,  sino  otro  mui  menor  que 
aquello,  porque  los  primeros  años  los  españoles  pasaron 
mucha  hambre,  porque  los  naturales  pensando  que  se  habian 
de  venir  los  españoles  no  sembraba  e  se  apartaban  de  allí, 
y  era  tanta  la  necesidad  que  se  mantenia  los  españoles  de 
unas  sebolletas  del  campo,  que  son  como  ajos  cuervos  de 
España,  e  cigarrones  e  ratones,  hasta  que  los  mismos  espa- 
ñoles vinieron  a  arar  y  cabar  para  hacer  sementera,  e  han 
andado  vestidos  con  mantas  de  la  tierra,  y  esto  era  por 
gran  cosa,  pellejo  de  zorra. 

A  los  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  al  tiempo  que  aconteció  lo  contenido 
en  los  dichos  capítulos  no  estaba  allí,  porque  después  fué 
en  el  socorro  de  Alonso  de  Monroy;  pero  después  ha  oido 
decir,  que  estando  la  tierra  de  paz  estaban  ciertos  españo- 
les en  las  minas  donde  Pero  de  Valdivia  sacaba  oro,  v  otros 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  89 


haciendo  un  barcp  para  enviar  con  el  dicho  oro  por  soco- 
rro a  CvStas  partes  del  Perú,  e  que  los  indios  se  levantaron  e 
mataron  los  dichos  españoles. 

Al  octavo  capítulo  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  no  sabe  cosa  ninguna  de  lo  contenido 
en  el  dicho  capítulo,  antes  ha  visto  que  la  dicha  Inés  Suá- 
rez  muchas  veces  habiéndola  en  esto,  hacia  muchos  jura- 
mentos de  que  ella  en  nada  desto  se  entremetia  con  el  dicho 
Pero  de  Valdivia,  e  ese  testigo  así  lo  cree,  porque  tiene  a  la 
dicha  Inés  Suárez  por  mujer  de  verdad,  e  porque  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  es  muy  sacudido  e  mui  hombre,  e  tanto 
que  con  ser  Alonso  de  Monroy  gran  cosa  con  el  dicho  Val- 
divia, no  era  para  hacelle  dar  cuanto  un  guante,  porque  de 
lo  que  al  dicho  Pero  de  Valdivia  le  paresce,  no  es  nadie  par- 
te para   en  aquello  para  mudarle. 

A  los  novenos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  cosa  ninguna  de  lo  conte- 
nido en  el  dicho  capítulo  ni  lo  ha  oído  decir  hasta  agora. 

A  los  decimos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  sabe  cosa  de  lo  con- 
tenido en  el  dicho  capítulo  antes  le  paresce  que  es  refrán 
viejo,  y  otro  tanto  dice  este  testigo. 

.  A  los  once  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  sabe  este  testigo  que  e«  verdad  c}ue 
siempre  la  ha  tenido  en  su  casa,  e  muchas  veces  en  una  ca- 
ma, e  otras  veces  (a)  comer  a  una  mesa,  e  ha  visto  que  la 
trata  como  a  mujer  que  quiere  bien,  e  es  verdad  que  en  al- 
gunos convites  se  convidal)an  como  otros  que  allí  estaban' 
e  que  no  sabe  mas  cerca  de  lo  contenido  en.  el  dicho  capítulo, 
mas  de  que  se  sabe  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  hacia  de 
los  cabildos  aquellos  que  tiene  por  mas  amigos. 
,  A  los  doce  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  sabe  este  testigo  que  el  dicho  Vaca  de 
Castro  le  proveyó  estando  en  el  Cuzco  de  nuevo,  como  le 
haljia  proveido  el  marqués,  e  esto  sabe  porque  en  la  plaza 
del  Cuzco  este  testigo  leyó  la  provisión  siendo  alférez  de 
Monroy,  e  el  dicho   Monroy  llevaba  otro  para  que  si  fuese 


90  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


muerto  el  dicho  Pero  Valdivia  pudiese  tener  la  tierra  en 
nombre  de  S.  M.,  e  este  testigo  no  sabe  que  se  hizo  de  las 
provisiones,  mas  de  que  no  le  vio  usar  dellas. 

A  los  trece  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  no  sabe  cerca  de  lo  contenido  en  el  di- 
cho capítulo  mas,  de  que  habiéndole  en  buena  conversación 
en  cosas  de  Indias,  dccia  que  en  España  se  proveian  a  cie- 
gas e  con  no  buena  relación;  pero  que  nunca  este  testigo 
oyó  hablar  al  dicho  Valdivia  los  desacatos  que  el  capítulo 
dice,  antes  en  sus  palabras  siempre  iia  visto  este  testigo 
mostrarse  el  dicho  Pero  de  Valdivia  acatado,  e  preciarse  de 
criado  de  S.  M. 

A  los  catorce  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  cerca  de  lo  contenido,  ni 
tal  oyó  mas  de  quel  dicho  Zurbano  tenia  indios. 

A  los  quince  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  cerca  de  lo  contenido  en  di 
cho  capítulo,  mas  de  haber  oido  decir  que  el  dicho  Negrete 
habia  dicho  las  palabras  en  él  contenidas,  e  que  ansímesmo 
sabe  como  a  la  reformación  el  dicho  Pero  de  Valdivia  le  (jui- 
tó  los  indios. 

A  los  diez  e  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndoles  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  sabe  lo  contenido 
en  el  dicho  capítulo,  antes  sintió  del  dicho  Pero  de  Valdivia 
que  le  pesó  con  la  dicha  nueva;  pero  viniendo  agora  en  l:i 
fragata  oyó  decir  quel  dicho  F*ero  de  Valdivia  se  habia  hol- 
gado con  la  dicha  nueva;  no  se  acuerda  en  particular  quie- 
nes eran  los  que  decian,  mas  de  que  algunos  venian  mal  con 
el  dicho  Valdivia. 

A  los  diez  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  nunca  oyó  decir  lo 
contenido  en  el  dicho  capítulo  al  dicho  Pero  de  Valdivia; 
pero  a  algunas  personas  ha  oido  decir  que  lo  hablan  oido 
decir  al  dicho  Pero  de  Valdivia,  i  que  en  Chile  habia  sobre 
esto  entre  la  jente  opiniones,  que  unos  decian  que  el  dicho 
Diego  Centeno  habia  fecho  bien  en  juntar  jente,  i  otros  de- 
cían que  no  habia  sido  la  junta  para  mas  servicio  de  para 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  91 

matar  hombres,  y  esto  se  decia  porque  no  tenia  ni  se  sabia 
que  tuviese  facultad  de  S.  M.  para  ello,  e  que  seria  posible 
que  esto  se  tratase  delante  del  dicho  Pero  de  Valdivia,  e  él 
pasase  por  ello.  • 

A  los  diez  y  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leídos,  dijo  que  no  lo  sabe  ni  tal  ha  oido  decir. 

A  los  diez  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,dijo  que  no  lo  sabe  ni  menos  lo  ha  oido  de- 
cir, e  que  le  paresce  que  aunque  estuviera  loco  de  atar  no 
dijera  tales  desvergüenzas,  e  que  este  testigo  nunca  entendió 
del  dicho  Pero  de  Valdivia  sino  gran  celo  del  servicio  de 
S.  M.,  e  nunca  le  vée  de  blasonar  de  otra  cosa,  sino  que  ha 
de  descubrir  e  ganar  grandes  tierras  para  S.  M.,  e  en  esto 
habla  tanto  que  paresce  vanidad. 

A  los  veinte  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  cosa  ninguna  de  lo  conte- 
nido en  el  dicho  capítulo,  mas  de  que  entiende  que  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  cree  que  si  tiene  méritos  para  que  S.  M.  le 
encomiende  la  tierra,  e  que  no  seria  razón  que  sabiendo  lo 
que  ha  traljajado  se  encomendase  a  otro,  e  ansí  le  paresce 
a  este  testigo,  habiendo  sido  proveido  el  dicho  Pero  de  Val- 
divia para  la  dicha  conquista  como  lo  ha  sido,  e  habién- 
dolo fecho  siempre  como  lo  ha  techo  en  nombre  de  S.  M. 

A  los  veintiún  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  ha  oido  decir  quel  di- 
cho Pero  de  Valdivia  echó  la  tierra  a  las  minas,  e  hizo  lle- 
var la  comida  en  los  caballos,  e  que  para  ello  se  pasó  algún 
apremio  a  los  españoles,  e  se  prendieron  los  contenidos  en 
la  dicha  pregunta,  e  que  los  habia  prendido  Monroy,  e  que 
el  dicho  oro  que  se  sacó  se  envió  por  socorro  a  esta  tierra. 

A  los  veinte  e  dos  capítulos  dijo  que  es  verdad  que  en 
aquel  año  no  se  pagó  mas  del  diezmo,  e  que  dieron  fianza, 
que  si  S.  M.  no  lo  tuviese  por  bien  pagarían  lo  que  restaba 
a  cumplimiento  de  dicho  quinto,  e  que  después  acá  siem- 
pre se  ha  pagado  el  quinto,  sinembargo  que  los  vecinos  e 
todo  el  común  pedian  al  dicho  Pero  de  Valdivia,  que  pues 
que  en  aquella  tierra  se  padescia  tanto  trabajo  e  S.  M.  habia 


92  ESTUDIOS    HISTÓKICOS 


fecho  merced  en  otras  partes,  e  por  algún  tiempo  no  se  lle- 
vase mas  del  diezmo,  que  no  se  pagase  allí  mas  por  algunos 
años,  e  el  dicho  Pero  de  Valdivia  nunca  quiso,  sino  decia 
eme  él  no  tenia  para  aquello. 

A  los  veinte  y  tres  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene,  e  no 
sabe  mas,  de  que  la  primera  mora  cuando  se  pagó  solo  el 
diezmo,  dijo  Pero  de  Valdivia  que  se  habia  atrevido  a  ello 
por  ser  poca  cosa,  e  que  no  le  habia  dado  m  da  obligarse  a 
pagallo,  pero  que  esta  otra  era  gran  cantidad. 

A  los  veinte  y  cuatro cajyítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  mas  cerca  de  lo  con- 
tenido en  el  dicho  capítulo,  e  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia 
hobo  palabras  con  el  dicho  Francisco  de  Arti;  ga,  porque  le 
mandaba  ir  a  la  guerra  e  no  queria  ir,  e  solare  ello  le  dio 
mala  respuesta  el  dicho  Artiaga,eel  dicho  Pero  de  Valdivia 
por  la  mala  res{)uesta  quiso  poner  las  manes  en  él,  e  no  pa- 
só otra  cosa,  e  desde  allí  adelante  el  dicho  Ariiaga  mostra- 
ba Cv^tar  mal  con  el  dicho  Valdivia. 

A  los  veinte  e  cinco  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  cosa  de  lo  contenido 
en  el  dicho  capítulo,  mas  de  que  en  todo  vSe  hace  lo  que  el 
dicho  Pero  de  Valdivia  quiere,  e  que  el  dicho  testigo  no  ha 
conocido  oficial  real  sino  al  dicho  Jerónimo  de  Alderete,  y 
ecebto  que  cuando  agora  vino  Juan  Jofré,  que  era  contador, 
fjuedó  en  su  lugar  un  Diego  Diaz,  criado  del  dicho  Pero  de 
Valdivia. 

A  los  veinte  e  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  ques  verdad  que  echaron  presos 
a  los  contenidos  en  el  dicho  capítulo  sobre  que  prestasen  al 
dicho  Pero  de  Valdivia  dineros  para  enviar  a  esta  tierra 
por  socorro,  que  los  sobredichos  están  pagados  de  lo  que 
])restaron,  porque  los  oficiales  salieron  a  pagallo. 

A  los  veinte  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  el  tiempo  que  dicen  que  pasó 
lo  contenido  en  el  dicho  artículo,  este  testigo  no  vSe  halló 
presente  en  la  cibdad.  pero  que  después  que  allí  volvió  le 


PROCESO  DE  PEDEO  DE  VALDIVIA 


dijeron  que  había  pasado  lo  contenido  en  el  dicho  artículo, 
€  que  los  dichos  dineros  eran  para  enviar  por  el  dicho  soco- 
rro, y  que  así  envió  por  él  con  el  Juan  de  Avalos  Jofré,  que 
era  la  tercera  vez  que  habia  enviado  por  socorro, 

A  los  veinte  y  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  este  testigo  ni  se 
acuerda  habello  oido  decir. 

A  los  veinte  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  que  por  cédula  del  dicho 
Pero  de  Valdivia,  el  dicho  Diego  Garcia  dio  mucha  ropa,  e 
que  el  bien  e  conservación  de  aquella  tierra,  estuvo  en  el  bien 
que  el  dicho  Diego  Garcia  hizo,  i  que  después  de  Dios  por  él 
«e  sustentó  la  tierra,  e  que  por  la  obra  que  hizo  merecia  diez 
caciques  cuanto  mas  tres;  no  sabe  este  testigo  si  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  los  podia  quitar  a  otros  para  dárselos, 
pero  la  cabeza  de  los  indios  que  le  dio,  que  era  lo  mas,  esta- 
ba vaco  el  tiempo  que  se  le  dio. 

A  los  treinta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene,  e  no  sabe 
mas  de  quel  dicho  Diego  Garcia  hizo  algunas  vueltas  al  di- 
cho Pero  de  Valdivia,  pero  la  cabsa  no  la  sabe. 

A  los  treinta  y  un  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  es  que  al  tiempo 
que  habla  el  dicho  capítulo  estaba  Alonso  de  Monroy  en  la 
cibdad,  el  cual  dijo  a  este  testigo,  e  lo  mesmo  le  dijo  a  Es- 
cobar, que  andaban  en  el  concierto  con  el  dicho  Pero  de  Val- 
divia, para  que  el  dicho  Escobar  soltase  lo  que  debia  al  di- 
cho Pero  de  Valdivia  e  que  le  daria  los  caciques  en  la  pre- 
gunta contenidos,  y  el  dicho  Escobar  ha  dicho  a  este  testi- 
go que  pasó  el  dicho  concierto,  e  en  lo  de  Galiano  no  sabe 
mas  este  testigo  de  que  el  gobernador  le  pagó  el  otro  dia  lo 
que  le  debia  por  concierto  con  quiebra  de  algo  de  lo  que  le 
debia,  e  esto  sabe  deste  artículo  e  no  otra  cosa. 

A  los  treinta  y  dos  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  cuando  el  dicho  Pero  de  Val- 
divia quita  algunos  indios  a  alguno,  no  se  entremete  a  co- 
nocer alcalde  alguno,   pero  que  en  debtias  continuamente 


94  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


vée  que  conocen  los  alcaldes,  e  que  este  testigo  vido  llevar 
ua  alcalde  preso  una  vez,  pero  que  no  supo  la  cabsa,  e  oyó 
lo  que  en  el  capítulo  del  reinterrogatorio  se  dice  haber  pa- 
sado (entre)  el  dicho  Pero  de  Valdivia  con  el  dicho  rejidor 
sobre  las  dichas  tierras. 

A  los  treinta  \^  tres  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  mas  cerca  de  lo  con- 
tenido en  el  dicho  capítulo,  de  que  el  dicho  Francisco 
Núñez  merece  mui  bien  indios  en  la  tierra,  por  haber  ser- 
vido e  ayudado  bien  en  la  dicha  jornada,  e  ansí  se  le  die- 
ron indios,  los  cuales  se  le  sacaron  por  sujetos  de  otros  ca- 
ciques, aunque  este  testigo  cree  que  no  lo  son  sino  por  sí,  e 
agora  cuando  el  dicho  Pero  de  Valdivia  venia  acá,  le  dejó 
un  principal  que  era  de  Juan  jofré,  para  que  se  sirviese 
del. 

A  los  treinta  y  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  este  testigo  cerca 
de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo  mas  de  habello  oido  de- 
cir como  en  él  se  contiene,  ecebto  que  nunca  oyó  decir  que 
el  dicho  Pero  de  Valdivia  amenazase  al  dicho  Mella. 

A  los  treinta  y  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios; e  siéodole  leidos,  dijo  que  sabe  que  el  dicho  Pero  de 
Valdivia  con  dinero  que  le  prestaran,  hobo  las  casas  e  cha- 
carras  de  los  dichos  fuan  de  Avalos  Jofré,  e  del  padre  Pérez, 
e  un  principal  de  los  indios  que  aquellos  tenian  encomendó 
a  Juan  Jofré  e  los  otros  puso  a  su  cabeza. 

A  los  treinta  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  es  verdad  que  de  todo  el  oro 
que  en  las  demoras  que  en  las  tierras  se  sacó,  procuró  que 
le  diesen  lo  mas  quel  pudo  haber  prestado  para  Jos  dichos 
socorros,  e  que  agora  vinieron  de  particulares  en  esta  fra- 
gata obra  de  ochenta  mili  pesos,  e  que  antes  no  sabe  de  per- 
sona que  haya  salido  de  la  tierra  con  oro  mas  de  para  los 
dichos  socorros,  sino  Juan  de  Avalos  Jofré  e  los  padres  Die- 
go Pérez  e  Pero  Yañez,  que  saldrían  con  veinte  y  cinco  mili 
pesos. 

A  los  treinta  e  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrógate- 


PROCESO    DE  PEDRO    DE    VALDlvlA  95 

ríos,  e  siéndole  leídos,  dijo  que  este  testigo  no  sabe  ni  ha 
oido  decir  lo  contenido  en  el  capítulo,  e  este  testigo  cree  que 
vino  a  hacer  lo  que  hizo,  que  era  servir  a  su  rej. 

A  los  treinta  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  ques  verdad  que  ha  dado  e  re- 
movido indios  a  quien  se  le  ha  antojado,  e  que  este  testigo 
ha  oido  decir  que  le  hicieron  requerimiento  para  hacer  esta 
reformación  los  del  cabildo,  e  que  la  dicha  In:sSuárez  tiene 
indios,  y  entre  ellos  el  principal  de  Francisco  Núñez,  e  el 
principal  deLanda,  e  que  la  dicha  Inés  Suárez  es  mujer  hon- 
rada, e  es  la  primera  española  que  ha  ido  a  aquella  tierra, 
e  que  es  mui  caritativa,  e  a  todos  quiere  como  si  fuesen  sus 
hijos,  e  cura  desconcertaduras  e  otras  cosas,  e  en  el  cerco 
del  pueblo  ha  oido  decir  este  testigo,  que  fué  mui  animosa 
e  que  hizo  matarlos  caciques,  de  cuya  muerte  vino  mui  gran 
bien,  e  ansí  la  dicha  Inés  Suárez,  después  de  venido  Pero  de 
Valdivia,  con  todos  los  buenos  del  pueblo  hizo  una  proban- 
za de  sus  méritos. 

A  los  cuarenta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  este  testigo  quel  dicho  Pero 
de  Valdivia  en  la  reformación  dio  al  dicho  Jerónimo  de  Al- 
derete  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo,  e  tiene  este  testigo 
al  dicho  Alderete  por  merecedor  de  mas  de  aquello,  e  los 
cargos  de  alcalde  por  su  ancianidad  e  ser  hombre  honrado 
han  estado  en  él  mui  bien. 

A  los  cuarenta  i  un  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndoles  leidos,  dijo  que  lo  que  cerca  desto  sabe  es» 
que  estando  el  dicho  Carreño  mui  malo  e  los  pies  e  piernas 
mui  hinchados,  e  de  hidrópico,  que  tenia  cada  dedo  de  la 
mano  como  un  brazo,  se  quiso  salir  de  aquella  tierra  e  ve- 
nir a  esta,  e  vendió  las  chácaras,  puercos  e  maiz  que  tenia 
al  dicho  Pero  de  Valdivia  e  mili  e  quinientos  pesos,  e  hizo 
dejación  de  los  indios,  los  cuales  encomendó  el  dicho  Pero 
de  Valdivia  en  Diego  Garcia,  e  al  tiempo  de  la  entrega  de 
la  chácara  e  ganado  e  otras  cosas,  no  se  hallaron  tantos 
puercos  e  ganado  que  se  sufria  dar  lo  que  se  habia  concer- 
tado, e  por  esto  se  redujo  a  setecientos  pesos  que  pareció 


96  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


que  valia,  los  cuales  le  pagó  e  metió  el  dicho  Carreño  en 
el  navio  para  venirse  a  esta  tierra;  e  el  dicho  gobernador 
entre  los  otros  dineros  que  en  el  dicho  navio  tomó,  tomó 
aquellos,  e  hizo  volver  a  la  cibdad  al  dicho  Carreño,  el  cual 
dende  a  poco,  que  cree  que  no  seria  mes  y  medio,  murió,  pt  ro 
que  para  su  muerte,  según  su  mal,  cree  que  no  habia  ií:e- 
nester  enojo,  sino  la  enfermedad  que  tenia,  porque  no  tenia 
enfermedad  para  vivir. 

A  los  cuarenta  i  dos  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,dijo  queste  testigo  ha  oido  lo  contra- 
rio en  el  dicho  capítulo  a  algunas  personas  de  cuyos  nom- 
bres no  se  acuerda,  e  que  la  moneda  del  dicho  Gamboa  era 
de  limosnas,  e  no  sabe  este  testigo  que  hasta  agora  esté 
pagado. 

A  los  cuarenta  y  tres  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  que  el  dicho  Lorenzo 
Náñez  es  hortelano  d*el  dicho  Pero  de  Yíildivia,  e  ha  oido 
decir  que  el  dicho  Núñez  le  prestó  al  dicho  Pero  de  Valdivia 
ciertos  dineros  para  venir  agora  acá. 

A  los  cuarenta  y  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  es  verdad  que  llegando 
este  testigo  e  el  dicho  Alonso  de  Monroy  con  el  socorro,  y 
llevando  carneros  e  toldos,  un  alguacil  mayor  vino  de  par- 
te del  dicho  Pero  de  Valdivia  a  pedille  los  carneros  de  car- 
ga 1  quél  llevaba  para  proveer  de  llevar  comida  a  una  casa 
fuerte,  que  los  españoles  tenian  hecha  con  sus  propias  ma- 
nos del  gobernador  y  de  los  otros  españoles  que  allí  estaban 
para  hacer  frontera  a  los  indios,  la  cual  era  mui  necesaria, 
e  se  ha  sustentado  con  mucho  trabajo,  e  ansí  mismo  le  pi- 
dieron algunos  toldos  para  hacer  costales  para  llevar  la 
dicha  comida,  e  que  las  cadenas  que  de  acá  llevaba,  las  re- 
cojió  el  dicho  Pero  de  Valdivia,  el  cual  nunca  en  aquella 
tierra  ha  consentido  que  se  echen  en  cadenas,  el  cual  se 
apiada  bien  de  los  naturales,  y  los  quiere  tanto,  que  pares- 
ce  a  los  españoles  que  es  tacha. 


^  -Llamas. 


i 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  97 

A  los  cuarenta  e  cinco  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  ques  verdad  que  el  dicho  go- 
bernador tomó  el  valle  de  Chile  en  sí,  el  cual  está  por  lo 
mas  cercano  diez  o  once  leguas,  e  que  por  estar  la  tierra  de 
guerra  e  el  valle  tan  lejos  no  se  podia  allí  labrar,  ni  susten- 
tar allí  chácaras,  porque  apenas  podia  sustentar  la  dicha 
casa  fuerte,  pero  que  ya  agora  que  está  de  paz  aquella  tie- 
rra, todos  los  que  los  quieren,  tienen,  y  continuamente  vido 
este  testigo  que  se  los  daba  a  quien  los  pedia",  sino  que  los 
vecinos  no  querian  sino  cerca  por  la  razón  que  tiene  dicha. 

A  los  cuarenta  y  seis  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  cosa  de  lo  conte- 
nido en  el  dicho  capítulo,  ni  menos  lo  ha  oido  decir,  sino  es 
agora. 

A  los  cuarenta  y  siete  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios dijo  que  algunas  veces  por  cosas  nescesarias  vio  este 
testigo  volver  desde  la  guerra,  dejando  en  ella  la  jente,  a  la 
cibdad  el  dicho  Pero  de  Valdivia;  en  especial  se  acuerda  de 
una  que  le  llevaron  nueva  como  los  de  abajo  llegaban  cerca, 
e  se  entraban  en  la  tierra,  e  por  esto  volvió  a  proveer  en 
ello  para  ver  si  entraban,  e  otra  vez  volvió  porque  le  escri- 
bieron que  habia  navios  en  la  costa,  e  que  andaban  perdi- 
dos, e  volvió  a  hacellos  buscar. 

A  los  cuarenta  i  ocho  capítulos  dijo,  siéndole  leidos,  que 
sabe  que  para  lo  poco  que  hasta  agora  hai  pacificado  en  la 
tierra  tiene  muchos  indios  e  que  leparesce  a  este  testigo  que 
tiene  dos  mili  e  quinientos  indios,  e  de  Alderete  que  no  sabe 
que  tenga  mas  que  otro  vecino,  e  que  le  paresce  que  la  di- 
cha Inés  Suárez  terna  mas  de  seiscientos  indios. 

A  los  cuarenta  y  nueve  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  oyó  decir  que  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  le  mandaba  volvef  a  la  dicha  casa  fuerte 
ai  dicho  Caro,  e  porque  no  quiso  volver  le  quitó  las  armas 
y  caballo,  e  después  se  los  volvió. 

A  los  cincuenta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,   dijo  que  lo  que  desto   sabe   es,  que  dos 

TOMO  vil  7 


98  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


soldados  riñeron  con  el  dicho  Juan  de  Cárdena,  e  se  dijeron 
feas  palabras,  e  quel  dicho  Cárdena  se  quejó  al  dicho  Pero 
de  Valdivia,  el  cual  envió  a  decir  a  su  teniente  Francisco 
de  Villagran  que  supiese  la  verdad  e  los  castigase;  e  esto 
sabe,  no  porque  estoviese  presente  sino  por  habello  oido 
decir. 

A  los  cincuenta  y  un  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  nada  de  lo  conteni- 
do en  el  dicho  capiculo,  ni  lo  ha  oido  decir. 

A  los  cincuenta  y  dos  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, y  siéndole  leidos,  dijo  que  ha  oido  decir  que  se  hizo 
ejecución  contra  el  dicho  Calderón  de  la  Barca  por  un  man- 
damiento de  Gonzalo  Pizarro,  pero  que  este  testigo  no  lo 
ha  visto,  ni  sabe  mas  dello. 

A  los  cincuenta  y  tres  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, y  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  se  halló  pre- 
sente al  dicho  servicio,  e  que  en  él  no  hobo  desacato  de 
S.  M.,  sino  mili  desvarios,  que  todos  se  enderezaron  en  per 
juicio  del  dicho  Calderón,  el  cual  con  el  favor  que  llevó  de 
Vaca  de  Castro,  i  con  habello  ofrescido  el  dicho  Vaca  de 
Castro  de  dalle  facultad  de  ir  a  descobrir  unas  islas,  i  con 
ser  él  de  suyo  mui  elevado,  tenia  en  mucho  su  persona,  e 
mostraba  que  habia  de  ser  tenido  en  tanto  como  el  gober- 
nador, pero  en  lo  demás  no  es  perjudicial  e  que  por  lo  que 
aquel  dia  el  dicho  Cárdena  dijo  allí  contra  el  dicho  Calde- 
rón, recibieron  todos  pena,  e  algunos  hobo  que  se  enojaron, 
de  manera  que  quisieran  poner  de  buena  gana  en  él  las  ma- 
nos por  las  palabras  que  habia  dicho  contra  el  dicho  Cal- 
derón, e  que  el  dicho  Cárdena  es  un  hombre  como  char 
latan. 

A  los  cincuenta  y  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  cosa  de  lo  con- 
tenido en  el  dicho  capítulo,  e  que  sabe  que  ha  dado  muchos 
caballos  e  buscádolos  prestados  para  dallos,  e  que  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  es  mui  dadivoso  y  liberal,  e  que  de  lo  su- 
yo o  prestado,  siempre  avia  e  da  a  los  españoles  que  en 
aquella  tierra  están  e  vienen. 


PROCESO  DB  PKDRO  DE  VALDIVIA  99 

A  los  cincuenta  i  cinco  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios dijo  que  ha  oido  decir  lo  contenido  en  el  dicho  ar- 
tículo, e  que  así  es  notorio  que  pasó,  e  que  lo  que  se  ha  fe- 
cho en  la  paga  de  los  dineros  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia 
trajo  de  las  personas  particulares,  ya  este  testigo  lo  tiene 
dicho  con  otro  dicho  que  se  le  tomó,  que  a  ello  se  refiere,  e 
que  lo  que  se  resta  debiendo  estar  liberado  en  la  demora 
que  verná  de  aquí  a  dos  meses  o  dos  e  medio,  e  que  del  in- 
tento con  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  tomó  los  dichos 
dineros,  también  tiene  dicho  e  paresce  por  lo  que  después 
ha  fecho. 

A  los  cincuenta  y  seis  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene,  e 
no  sabe  mas  cerca  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo. 

A  los  cincuenta  y  siete  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  mas  de  lo  conte- 
nido en  el  dicho  capítulo  mas  de  habello  oido  decir,  e  que  lo 
que  dicho  tiene  es  la  verdad  para  el  juramento  que  hizo,  e 
firmólo  de  su  nombre,  e  que  este  testigo  es  de  edad  de  trein- 
ta e  un  año  poco  mas  o  menos,  e  fuéle  encargado  el  secreto 
so  cargo  de  dicho  juramento,  e  él  lo  prometió. — Gregorio  de 
CasUiheda. — El  licenciado  Gasea Ante  mí,  Simón  de  Alza- 
te,  escribano  de  S.  M. 

DECLARACIÓN  DE  DIEGO  GARCÍA  DE  YILLALON.    ^ 

(6  de  noviembre  de  1548). 

En  seis  de  noviembre  del  dicho  año,  su  señoria  del  dicho 
señor  presidente  hizo  parescer  ante  sí  a  Diego  Garcia  de  Vi- 


1  Diego  García  de  Villalon  llegó  a  Chile  a  mediados  de  1543  con 
un  buque  cargado  de  armas,  herrajes,  vestuario  i  demás  artículos 
de  que  heibia  gran  necesidad  en  la  colonia.  El  dueño  de  ese  carga- 
monto  era  Lúeas  Martínez  Vegazo,  soldado  enriquecido  en  la  con- 
quista del  Perú,  i  avecindado  en  Arequipa,  el  cual  mandaba  esas 
especies  calculando  hacer  un  excelente  negocio.  Así  fué,  en  efecto: 
García  de  Villalon  vendió  perfectamente  todos  esos  objetos;  i  como 
por  haberlos  traido  habia  prestado  un  notable  servicio  a  Valdivia, 


100  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


llalon,  del  cual  su  señoría  recibió  e  tomó  juramento  en  for- 
ma de  derecho,  e  prometió  de  decir  verdad,  e  siendo  pregun- 
tado acerca  de  lo  del  tenor  de  los  dichos  capítulos,  e  por 
cada  uno  de  ellos,  así  por  los  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia 
presentó,  dijo  e  declaró  lo  siguiente: 

A  los  primeros  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leídos,  dijo  que  después  que  pasó  lo  contenido  en  el 
dicho  capítulo,  vido  este  testigo  al  dicho  Escobar  en  estos 
reinos,  el  cual  según  público  i  notorio,  se  fué  a  España  a 
meterse  de  fraile. 

A  los  segundos  capítulos,  e  siéndole  leídos,  dijo  c[ue  lo 
contenido  en  el  dicho  capítulo  no  lo  sabe  este  testigo  por- 
que no  estal)a  allí,  mas  que  después  acá  este  testigo  oyó  de- 
cir al  capitán  Alonso  de  Monroy  e  a  otros,  que  de  presente 
no  se  acuerda  de  sus  ncjmbres,  que  se  hallaron  presentes  en 
la  sazón,  que  al  tiempo  que  Pero  Sancho  llegó  donde  estaba 
el  dicho  Pero  de  Valdivia,  iba  con  propósito  de  matar,  e 
que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  lo  supo  e  le  prendió,  e  deste- 
rró del  real  para  que  volviese  a  estos  reinos  a  Juan  de  Guz- 


cuyos  soldados  se  hallaban  en  la  mayor  desnudez,  éste  lo  colmó  de 
atenciones  i  le  dispensó  su  amistad.  García  de  Víllalon  recibió  un 
buen  repartimiento  de  tierras  i  de  indios,  i  se  quedó  por  entonces 
en  Chile  gozando  de  la  confianza  del  gobernador,  talvez  viviendo 
en  la  casa  de  éste  i  sirviendo  en  el  ejercito.  En  setiembre  de  1545 
volvió  al  Perú  con  Alonso  de  Monroi,  que  partía  en  busca  de  nue- 
vos socorros. 

En  ese  país  se  vio  precisado  a  tomar  armas  en  la  guerra  civil, 
pero  sirvió  en  el  eiércitoreal  hallándose  en  la  batalla  de  Huarinas. 
En  el  campo  de  la  Gasea  se  le  consideraba  como  un  buen  vasallo 
del  reí. 

Es  justo  decir  que  ese  caballero  era  acreedor  a  esas  distinciones. 
De  los  documentos  aparece  que  era  un  hombre  honrado,  i  que  fué 
siempre  leal  a  Valdivia  Después  de  haber  declarado  en  el  proceso 
de  éstC;  i  aunque  habría  podido  volver  a  Chile  seguro  de  continuar 
mereciendo  los  favores  del  gobernador,  se  quedó  en  el  Perú.  Vivía 
aun  en  1565,  cuando  prestó  cierta  declaración  en  una  información 
de  méritos  de  Ventura  Martínez,  que  quería  probar  sus  servicios 
en  la  conquista  de  Chile. 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  101 

man,  (a  quien  ejecutaron  aquí)  porque  decían  que  había 
sido  en  la  muerte  del  marqués,  e  que  a  Pero  Sancho  le  tuvo 
preso,  e  después  le  perdonó,  e  se  deshizo  la  compañía,  visto 
que  el  Pero  Sancho  no  cumplía  lo  que  había  puesto  de  ha- 
cer en  ello,  e  lo  llevó  consigo  a  ruego  del  dicho  Pero  San- 
cho, porque  iba  huyendo  desta  tierra  de  debdas  que  debía, 
por  las  cuales  le  habían  tenido  preso,  e  habiéndole  dado  de 
comer  el  dicho  Pero  de  Valdivia  al  dicho  Pero  Sancho  bien 
allá,  intentó  el  dicho  Pero  Sancho  otras  veces  de  nuevo  a  le 
matar,  e  le  perdonó  continuamente;  e  cuando  este  testigo 
fué  con  socorro  de  ropa  a  Chile,  el  dicho  Pero  de  Valdivia 
dio  al  dicho  Pero  Sancho  mejor  de  vestir  que  a  sí. 

A  los  terceros  capítulos,  e  siéndole  leídos,  dijo  que  este 
testigo  no  se  halló  presente  a  lo  contenido  en  el  dicho  capí- 
tulo, pero  que  ha.  oído  decir  que  pasó  como  se  contiene  en 
el  capítulo  del  reinterrogatorio. 

A  los  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leídos,  dijo  que  este  testigo  ha  oído  decir  i  es  pú- 
blico i  notorio  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  tomó  en  nom- 
bre de  S.  M.  la  posesión  de  las  provincias  de  Chile  en  Co- 
piapó  por  virtud  de  la  provisión  que  en  nombre  de  S.  M.  el 
marqués  le  dio,  e  que  después  que  se  supo  la  muerte  del  di- 
cho marqués,  el  cabildo  le  elíjíó  gobernador  i  hasta  que 
S,  M.  proveyese  otra  cosa,  e  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia 
no  quería  acebtar,  e  al  fin  lo  acebtó  a  importunación  del  di- 
cho cabildo,  e  si  el  dicho  Pero  de  Valdivia  no  lo  acebtara, 
no  pudiera  sino  haber  desgracias  en  la  tierra,  y  este  testigo 
ha  visto  la  elección,  que  fue  hasta  tanto  que  S.  M.  prove- 
yese otra  cosa. 

A  los  quintos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leídos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene,  lo  cual  es 
verdad  de  lo  que  sabe. 


1  Valdivia  fué  elejido  gobernador  de  Chile  antes  de  la  muerte  de 
Pizarro.  En  uno  de  los  apéndices  de  este  libro  dilucidaremos  este 
punto  poco  conocido  de  la  historia  de  la  conquista. 


102  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


A  los  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  sabe  que  los  dichos  Chinchilla,  e  los  de- 
mas  contenidos  en  el  capítulo  quisieron  matar  al  dicho  Pero 
de  Valdivia;  i  esto  sabe  porque  yendo  de  aquí  de  la  cibdad 
(le  los  Reyes  el  dicho  Pero  Sancho,  de  la  cual  iba  huyendo 
por  debdas,  e  habiéndose  soltado  de  la  cárcel  donde  estaba 
preso  por  ellas,  llegó  a  Acari,  donde  estaba  este  testigo;  y 
el  dicho  Chinchilla  y  Antonio  de  UUoa  e  un  Diego  Maldona. 
do,  concertaron  allí  de  ir  al  dicho  Pero  Sancho  con  cuatro 
o  cinco  amigos,  entre  los  cuales  eran  Antonio  de  Ulloa  e 
Juan  deGuzman  e  otros,  en  Atacama,  donde  estaba  el  dicho 
Pero  de  Valdivia,  e  que  allí  le  diesen  de  puñaladas,  e  alzasen 
por  gobernador  al  dicho  Pero  Sancho;  y  esto  comunicó  con 
este  testigo  el  dicho  Chinchilla  en  Acari,  e  llamaba  gober- 
nador el  dicho  Chinchilla  al  dicho  Pero  Sancho,  diciéndole 
que  aquello  habia  de  ser  su  nombre,  porque  el  dicho  Chin- 
chilla era  un  hombre  vicioso  e  liviano  e  jugador,  e  así  des- 
pués él  e  los  otros  contenidos  en  el  dicho  capítulo  quisieron 
matar  al  dicho  Valdivia  en  Chile,  en  la  cibdad  de  Santias^o 
e  esto  sabe  este  testigo,  no  porque  se  halló  presente,  sino  de 
habello  oido  decir,  que  es  cosa  mui  pública  e  notoria,  e  se 
hizo  proceso  contra  ellos,  e  fueron  confiscados  sus  bienes 
para  la  cámara  de  S.  M. 

A  los  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  este  testigo  no  se  halló  al  tiempo  que 
habla  el  dicho  capítulo  en  la  tierra,  pero  después  que  llegó, 
oyó  haber  pasado  como  en  el  capítulo  del  reinterrogatorio 
se  contiene. 

A  los  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  cerca  de  lo  contenido  en  el  dicho  capí- 
tulo, no  sabe  mas  de  que  cuando  da  indios  el  dicho  Pero  de 
Valdivia,  ve  que  solo  entiende  en  ello  con  su  escribano,  y 
que  sabe  este  testigo  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  es  mui 
sacudido,  e  vio  una  vez  que  porque  la  dicha  Inés  Suárez  le 
rogaba  por  cierta  persona,  se  enojó  con  ella,  i  la  echó  de  sí 
dándolo  al  demonio,  e  la  echara  de  casa  e  lo  efectuara  si  no 
fuera  por  ruego  de  Monroy. 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  103 

A  los  nueve  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
;  siéndole  leídos,  dijo  que  nunca  tal  sabe  ni  tal  oyó  decir,  { 
cree  que  si  algo  pasara  de  lo  que  dicen,  lo  supiera,  por  estar 
este  testigo  en  casa  de  Pero  de  Valdivia. 

A  los  diez  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leídos,  dijo  que  no  sabe  nada  de  lo  contenido  en  el  di- 
cho capítulo,  mas  de  que  cuando  este  testigo  fué  con  soco- 
rro, le  dio  por  contentallo  no  sé  que  cosillas,  al  presente  no 
se  acuerda  que  cosas. 

A  los  once  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,dijo  que  es  verdad  que  este  testigo  vio  como  con- 
tinuamente la  dicha  Inés  Suárez  comia  aparte,  e  no  con  el 
dicho  Pero  de  Valdivia,  sino  era  en  algunos  regocijos,  como 
era  el  dia  de  Nuestra  Señora,  e  Santiago  e  dia  de  Sant  Pe- 
dro, porque  el  dicho  Pero  de  Valdivia  por  entretener  la  jen- 
te  i  alegralla  procuraba  muchas  veces  regocijos,  e  a  ruego 
de  la  jente  comia  la  dicha  Inés  Suárez  con  el  dicho  Pero  de 
Valdivia  e  los  demás,  porque  la  dicha  Inés  Suárez  es  mujer 
mui  socorrida,  e  que  hace  por  todos,  e  es  mui  bien  quista  de 
todos,  e  fuera  de  la  conversación  que  con  el  dicho  Pero  de 

^    Valdivia  tiene,  es  mujer  honrada,  y  de  quien  nunca  se  sintió 
otra  cosa. 

A  los  doce  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leídos,  dijo  que  lo  que  cerca  desto  saVje  es,  que  con  el 
socorro  de  jente  fué  el  dicho  Monroy  por  tierra,  e  que  con 
él  de  ropa  y  herraje  y  otras  cosas  fué  este  testigo  por  mar  e 
llevó  cartas  del  dicho  Monroy,  en  que  le  escrebia  que  Vaca 
de  Castro  le  había  confirmado  la  provisión  del  marqués,  e 

tle  hacia  su  teniente  en  aquella  tierra,  que  en  caso  que  él  mu- 
riese proveía  de  la  gobernación  della  al  dicho  Monroy,  e  an* 
símismo  le  escrebia  como  Diego  Rojas  con  provisión  de  Va- 
ca de  Castro  iba  hacía  aquella  tierra,  que  estoviese  sobre 
aviso  no  entrase  en  ella,  e  no  sabe  mas  cerca  desto. 
A  los  trece  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leídos,  dijo  que  no  sabe  mas  cerca  de  lo  contenido  en  el 
dicho  capítulo,  de  que  sietnpre  vio  al  dicho  Pero  de  Valdí- 


104  ESTUDIOS    HISrÓRICOS 


YÍa,y  entendió  que  era  mui  servidor  de  S.  M.  e  mni  acatado 
e  obediente  a  lo  que  S.  M.  le  mandase. 

A  los  catorce  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  los  despachos  de  que  el  dicho  capí- 
tulo hace  mención,  se  hicieron  en  la  cibdad  de  la  Serena,  que 
es  en  Coquimbo,  e  al  tiempo  que  se  hicieron  este  testigo  es- 
taba presente,  e  con  Monroy  se  enviaron,  con  el  cual  voivió 
este  testigo  a  esta  tierra  por  mas  socorro,  e  al  tiempo  que 
se  hicieron  estuvo  presente  este  testigo,  e  los  vio  e  se  oyeron 
e  hicieron  ante  él,  y  escribió  mucha  parte  dellos,  i  no  con- 
tenian  m¿is  de  dar  relación  a  S.  M.  de  las  cosas  de  aquella 
tierra,  e  de  las  cosas  que  en  ella  pasaban,  e  se  le  suplicaba 
mandase  proveer  lo  que  fuese  su  servicio,  que  aquello  se 
cumpliría,  y  del  gasto  quel  dicho  Pero  de  Valdivia  habia 
fecho  y  como  estaba  empeñado,  e  sobre  todo  decia  que  lo 
que  S.  M.  proveyese  se  cumplida,  e  que  es  devaneo  lo  que 
el  dicho  capítulo  dice  al  parescer  deste  testigo,  que  no  ha- 
bia destar  tan  loco  el  dicho  Pero  de  Valdivia  que  dijese  lo 
en  ello  contenido,  e  que  al  tiempo  que  los  dichos  despachos 
se  hicieron,  sabe  este  testigo  quel  dicho  Zurbano  no  se  halló 
presente,  sino  que  estaba  en  la  cibdad  de  Santiago,  que  es 
sesenta  leguas  de  la  cibdad  de  la  Serena,  donde  se  hacían. 

A  los  quince  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  ni  se  acuerda  haber  oido 
decir  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo. 

A  los  diez  y  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  se  halló  en  Chile 
a}  tiempo  que  el  dicho  capítulo  dice,  porque  aquel  tiempo 
ya  este  testigo  andaba  sirviendo  a  S.  M.  en  lo  de  Guarina 
con  Diego  Centeno,  pero  a  los  que  vinieron  de  Chile  ha  oido 
decir  que  con  aquella  nueva  el  dicho  Pero  de  Valdivia  se  de- 
terminó luego  de  venir  a  servir  a  S.  M.;  e  así  ha  visto  este 
testigo  que  lo  hizo,  e  que  ha  servido  mui  bien  la  dicha  jor- 
nada contra  Gonzalo  Pizarro,  e  gastado  largo  en  ella. 

A  los  diez  y  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  se  hallaba  al 
tiempo  que  la  pregunta  dice  en  Chile,  pero  que     ntes  cuan- 


PROCESO    DE    PEDRO  DE    VALDIVIA  105 

do  se  halló  este  testigo,  que  era  en  el  de  la  tiranía  de  Gon- 
zalo Pizarro,  le  oyó  decir  que  cualquier  gobernador  e  justi- 
cia de  S.  M.  habia  de  ser  mui  acatado,  e  no  le  oyó  decir 
otra  cosa. 

A  los  diez  y  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene,  e  no 
sabe  mas  de  que  estos  que  han  puesto  los  capítulos  son 
mui  apasionados  contra  el  dicho  Pero  de  Valdivia,  porque 
a  algunos  no  ha  dado  indios,  e  a  otros  con  la  reformación 
les  quitó,  e  a  otros  porque  no  dio  tantos  como  ellos  qui- 
sieran, e  algunos  dellos  son  a  quien  el  dicho  Pero  de  Valdi- 
via tomó  los  dineros  prestados  para  venir  esta  jornada,  e 
los  hizo  que  volviesen  a  Santiago  estando  de  camino,  para 
venir  a  estos  reinos,  e  porque  los  demás  dellos  son  los  del 
bando  del  dicho  Pero  Sancho,  e  con  los  que  pensaba  matar 
a  Villagran,  e  cree  que,  según  están  mui  apasionados,  dicen 
muchas  cosas  contra  el  dicho  Pero  de  Valdivia. 

A  los  diez  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  nada  de  lo  contenido  en 
el  dicho  capítulo,  mas  de  que  ve  que  ha  parescido  lo  con- 
trario de  las  obras  del  dicho  Pero  de  Valdivia,  que  con  tan- 
ta determinación  vino  a  servir  e  sirvió  a  S.  M.  contra  el 
iicho  Gonzalo  Pizarro,  e  se  empeñó  para  hacello. 

A  los  veinte  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  mas  de  lo  contenido  en  el 
dicho  capítulo,  de  que  siempre  vio  quel  dicho  Pero  de  Val- 
divia hablaba  como  mui  buen  vasallo  e  criado  de  S.  M.,  e 
con  gran  acatamiento  e  obediencia. 

A  los  veintiún  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  qi:e  lo  que  cerca  desto  sabe  es,  que 
cuando  este  testigo  llegó  con  el  socorro  a  Chile,  como  en 
otras  cosas  llevaba  herramientas  para  las  minas,  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  habló  a  los  vecinos  diciéndoles  como  en 
las  dichas  herramientas  habria  aparejo  para  sacar  oro 
para  enviar  por  socorro,  que  les  rogaba  que  pues  él  no  que- 
na para  sí  sino  para  remedio  de  todos,  que  ayudasen  para 
que  se  sacase  algún  oro   para  enviar  por  el  dicho  socorro, 


106  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


e  ansí  todos  se  ofrecieron  a  ayudalle,  unos  con  caballos 
para  llevar  comida  a  las  minas,  y  otros  con  indios  e  yana- 
conas; e  con  lo  que  se  sacó,  que  fueron  veinte  e  cinco  mili 
pesos,  se  envió  por  el  dicho  socorro  a  estas  partes  con 
Alonso  de  Monroy  e  Juan  Bautista  de  Pastene,  sino  fueron 
mili  e  tantos  pesos  quel  dicho  Pero  de  Valdivia  envió  para 
su  mujer;  e  esto  sabe  porque  este  testigo  hizo  la  cuenta  de 
lo  que  a  cad'i  uno  de  los  dichos  Monroy  e  Baptista  e  a  este 
testigo  se  dio. 

A  los  veinte  y  dos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  e  vio  como  los  espumóles  que 
en  aquella  tierra  estaban,  dijeron  muchas  veces  al  dicho  go- 
bernador, que  pues  tanto  habia  trabajado  e  tan  poco  se 
hablan  aprovechado,  que  gozasen  de  la  merced  que  en  esta 
tierra  hablan  gozado  de  no  pagar  mas  del  diezmo  por  al- 
gunos años,  y  que  si  S.  M.  mandaba  después  que  pagasen 
el  quinto,  ellos  se  obligarían  a  pagallo,  e  nunca  supo  quel 
dicho  Pero  de  Valdivia  viniese  en  ello,  antes  se  pagaba  el 
quinto,  y  aun  hacia  arrendar  los  diezmos  para  S.  M. 

A  los  veinte  e  tres  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  este  testigo  que  ha  toma- 
do prestados  los  quintos,  de  lo  cual  solóse  ha  aprovechado 
en  la  tierra  para  enviar  por  socorro. 

A  los  veinte  e  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  estando  presente  este  testi- 
go el  dicho  Artiaga  pidió  a  Pero  de  Valdivia  licencia  para 
dar  un  caballo  i  otras  cosas  a  Rabdona  por  un  cacique, 
y  sobrello  vio  como  pasó  el  dicho  Pero  de  Valdivia  las  pa- 
labras contenidas  en  el  capítulo  del  reinterrogatorio  con 
el  dicho  Artiaga,  e  no  sabe  mas  cerca  de  lo  puesto  en  el  di- 
cho capítulo  ni  lo  ha  oido. 

A  los  veinte  e  cinco  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  ningún  criado  del  dicho 
Pero  de  Valdivia  es  oficial  del  rei,  sino  es  el  dicho  Jerónimo 
de  Alderete,  el  cual  lo  es  por  una  cédula  del  rei. 

A  las  veinte  e  seis  preguntas  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndoles  leidos,  dijo  que  no  sabe  cosa  de  lo  en  el 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  107 

capítulo  contenido,  mas  de  haber  oído  decir  que  Pero  de 
Valdivia  para  venir  a  esta  jornada  tomó  dineros  prestados, 
e  que  dellos  o  de  la  mayor  parte  dellos  ya  estarán  pa- 
gados. 

A  los  veinte  e  siete  capítulos  de  los  dichos  iuterrogato- 
rios,  e  siéndole  leídos,  dijo  que  este  testigo  no  estaba  en  la 
sazón  en  que  pasó  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo,  e  por 
esto  no  lo  sabe. 

A  los  veinte  y  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe,  porque  en  la 
sazón  ya  no  estaba  en  la  tierra. 

A  los  veinte  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  fué  e  socorrió  a 
Chile  la  primera  vez  que  socorrió,  e  los  hallo  en  tan  gran 
estrecho  que  no  tenian  que  vestirse,  ni  una  herradura  ni 
arma,  i  con  su  socorro  todos  se  remediaron  e  conquistaron 
la  tierra,  e  se  ensancharon  onde  antes  no  tenian  nada,  e 
que  este  testigo  anduvo  en  la  guerra  mejor  aderezado  que 
ninguno  de  caballos  e  todo  lo  demás,  e  sustentó  ordinaria- 
mente tres  e  cuatro  soldados,  e  loque  se  le  dio  fué  muí  poco 
según  el  beneficio  que  en  el  dicho  socorro  les  hizo,  que  los 
halló  tales  que  hasta  el  dicho  Pero  de  Valdivia  de  congoja- 
do andaba  como  ético,  e  si  este  socorro  este  testigo  no  lo 
llevara,  la  tierra  se  despoblara,  como  costará  por  una 
probanza,  que  este  testigo  hizo,  e  todos  los  que  allá  esta- 
ban decian  a  una  voz  que  mereció  que  le  diesen  la  mayor 
parte  de  la  tierra. 

A  los  treinta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  de  nadie  ha  cobrado  un  maravedí 
del  socorro  que  llevó,  que  montó  vein'te  e  seis  mili  pesos,  ni 
hombre  hasta  agora  le  ha  dado  nada,  si  no  fué  Pero  de 
Valdivia  que  le  dio  cuatro  mili  pesos  cuando  se  vino,  e  no 
sabe  mas  cerca  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo,  antes 
no  es  verdad  lo  en  el  capítulo  contenido. 

A  los  treinta  y  un  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  el  dicho  Escobar  dio  los  in- 
dios de  que  hace  mención  en  el  dicho  capítulo   a  Vaca  de 


108  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Castro,  porque  diese  dineros  e  caballos  a  Monroy  para  el 
socorro,  e  los  que  esto  articulan  son  grandes  ingratos,  por- 
que saben  que  si  el  dicho  P^scobar  no  diera  dineros  o  caba- 
llos para  el  socorro  todo  se  perdiera. 

A  los  treinta  y  dos  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  cerca  de  lo  conteni- 
do en  el  dicho  artículo,  mas  que  los  dichos  indios  de  Con- 
gopilla  han  sido  lealísimos,  e  han  ayudado  mucho  a  los 
cristianos  e  dado  avisos;  este  testigo  pidió  al  dicho  Pero 
de  Valdivia  una  chácara  en  la  tierra  de  aquellos  indios,  e 
lio  la  dio  por  ser  tales  como  ha  dicho  los  dichos  indios,  e 
quel  dicho  Pero  de  Valdivia  trata  mui  bien  a  los  indios, 
e  tiene  este  testigo  por  cierto,  que  por  el  cuidado  que  tienj 
dellos  le  ha  de  hacer  Dios  bien. 

A  los  treinta  y  tres  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  cerca  desto  es 
quel  dicho  Francisco  Martínez  prestó  al  dicho  Pero  de  Val- 
divia dos  mili  e  tantos  pesos  para  comprar  caballos  e soco- 
rrer soldados,  e  porque  antes  desto  le  debia  el  dicho  Pero 
(le  Valdivia  otras  cosas,  jjusieron  por  contador,  juez  árbi 
tro  a  este  testigo,  e  mandó  que  averiguadas  las  (mentas, 
quel  dicho  Pero  de  Valdivia  diese  al  dicho  Francisco  Mar- 
tine;5  cinco  mili  e  tantos  pesos,  e  vio  este  testigo  como 
parte  dellos  le  pagó  el  dicho  Pero  de  Valdivia,  e  la  restaban 
dicho  a  este  testigo  que  la  ha  pagado,  e  quel  dicho  Pero  de 
Valdivia,  como  ha  dicho,  es  y  ha  sido  mui  acatado  al  servi- 
cio de  S.  M. 

A  los  treinta  y  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torioSj  e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  ni  oyó  lo  conte- 
nido en  el  dicho  artípulo,  antes  vio  quel  dicho  Pero  de  Val- 
divia deseaba  contentar  a  todos,  e  por  contentallos,  ya  que 
no  tenia  que  dar  en  lo  que  estaba  de  paz,  repartía  indios 
en  lo  de  adelante,  e  que  para  el  juramento  que  ha  feche, 
que  muchas  veces  vio  que  pidiéndole,  e  importunándole 
S(  Idados,  se  le  soltaban  las  lágrimas  de  los  ojos  con  pena 
de  no  tener  que  dalles. 

A  los  treinta  e  cinco  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  109 

ríos,  e  siéndole  leidos.  dijo  que  no  sabe  ni  ha  oido  decir  lo 
contenido  en  el  dicho  capítulo,  antes  sabe  e  ha  visto  que 
cuando  el  dicho  Pero  de  Valdivia  gana  algo  a  algún  sol- 
dado se  lo  vuelve. 

A  los  treinta  e  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  lo  contenido  en  el 
dicho  capítulo,  m  ;s  de  que  oyó  decir  que  el  dicho  Rodrigo 
Pérez  trajo  doce  o  trece  mili  pesos,  e  Juan  de  Avalos  otros 
diez,  e  esto  ojo  decir  en  Arequipa,  donde  este  testigo  esta- 
ba cuando  llegaron. 

A  los  treinta  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe  mas  de  que,  como 
dicho  tiene,  estando  este  testigo  en  Chile  con  voluntad  de 
todos  para  recorrer  la  tierra,  se  sacaron  los  dichos  veinte 
e  cinco  mili  pesos,  e  que  siempre  tiene  entendido  que  lo  que 
le  han  dado  ha  sido  prestado,  e  que  se  lo  pagan,  e  que 
hasta  aquí  no  ha  podido  ser  menos  para  poder  sustentar 
aquella  tierra  de  importunarles  el  dicho  Pero  de  Valdivia 
para  que  le  prestasen  para  enviar  por  socorro,  el  cual  era 
tan  necesario  que  sin  él  no  se  pudiera  sustentar  la  tierra, 
la  cual  necesidad  con  la  jen  te  que  agora  ha  fecho  el  dicho 
Valdivia,  e  con  quedar  ya  abierta  la  conversión  de  aques- 
ta tierra,  aquella  cesará  de  aquí  adelante,  porque  es  buen 
golpe  de  jente  la  que  ha  fecho,  e  irá  cada  dia  mas,  e  ha- 
brá lugar  de  dar  licencia  a  los  que  de  allí  quisiesen  salir 
para  que  salgan,  el  cual  no  ha  podido  hasta,  agora,  porque 
si  la  dejara  se  despoblara  en  oyendo  de  acá  como  nos 
ha  ido. 

A  los  treinta  e  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo,  que  no  sabe  ni  menos  lo  ha  oido 
decir,  lo  que  en  el  dicho  capítulo  se  contiene,  antes  este  tes- 
tigo vio  en  Andaguailas  las  cartas  e  testimonios  en  el  ca- 
pítulo del  reinterrogatorio  contenidos,  e  oyó  decir  que  se 
habian  dado  al  seííor  presidente,  e  se  hablan  enviado  a  Su 
Majestad,  e  ha  parescido  clara  mentira  lo  que  en  el  dicho 
capítulo  se  dice  de  venir  el  dicho  Pero  de  Valdivia  a  ayudar 
a  Gonzalo  Pizarro,  pues  vino  a  servir  e  sirvió  a  S.  M.  en  esta 


11  ü  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


jornada  tan  bien  como  el  que  mas  ha  servido,  e  sabiendo 
como  supo  en  Tarapacá  la  victoria  de  Gonzalo  Pizarro  y 
su  pujanza,  i  estando  allí  a  mano  para  poderse  ir  a  él,  e 
tan  a  trasmano  para  venir  al  señor  presidente,  se  vino  a 
esta  cibdad  rodeando  para  poder  ir  al  dicho  señor  presi- 
dente, como  fué  y  le  alcanzó  en  Andaguailas. 

A  los  treinta  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  que  la  dicha  refor- 
mación hizo  a  instancia  del  cabildo,  el  cual  le  requirió  que 
hiciese  la  dicha  reformación,  porque  acontecía  tener  (a)  un 
cacique  de  quinientos  indios  cuatro  españoles,  de  lo  cual 
los  indios  recibían  gran  fatiga,  e  que  la  dicha  Inés  Suárez 
es  la  primera  española  que  fué  a  Chile,  e  era  mui  bien  quis- 
ta, cuando  este  testigo  de  allá  partió,  de  todos,  porque 
hacia  por  todos,  e  cuando  sabia  que  cuando  algún  soldado 
tenia  necesidad  de  algo  se  lo  enviaba,  e  que  estando  el 
dicho  Pero  de  Valdivia  en  la  guerra,  ocho  leguas  de  la 
cibdad  de  Santiago,  vinieron  los  indios  de  la  comarca  so- 
bre la  dicha  cibdad,  e  pusieron  en  tanto  estrecho  a  los 
españoles,  que  en  ella  quedaron,  por  sacar  los  caciques 
que  allí  estaban  presos,  que  entraron  en  la  cibdad  v  la  pu- 
sieron en  mui  gran  aprieto,  e  por  entre  el  fuego  que  hicie- 
ron para  quemar  la  cibdad,  les  echaban  tanto  que  casi  no 
quedó  español  que  no  quedase  herido;  e  la  dicha  Inés  Suá- 
rez los  curaba  rompiendo  las  mangas  de  la  camisa,  e 
viendo  que  la  cabsa  de  poner  en  tanto  estrecho  la  cibdad 
eran  los  caciques,  aconsejó  que  los  matasen;  e  así  fué  que 
habiéndolos  muerto,  e  viéndolo  los  indios,  se  fueron,  que 
nunca  mas  han  venido  sobre  la  cibdad,  e  han  venido  de 
paz,  e  no  se  sabe  mas  cerca  de  lo  contenido  en  el  dicho 
capítulo. 

A  los  cuarenta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  para  el  juramento  que  ha  fecho, 
que  el  dicho  Jerónimo  de  Alderete  tiene  méritos  para  los 
indios  que  tiene,  porque  allende  de  haber  servido  aS.  M. 
en  Italia  i  de  haber  venido  a  Venezuela  con  jente,  i  haber 
estado  en  esta  tierra  once  o  doce  años,  ser  de  los  primeros 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  lll 

que  fueron  a  Chile,  ha  sido  siempre  en  Chile  alcalde  e  reji 
dor  e  veedor,  i  fecho  en  la  gobernación  muchos  servicios,  e 
es  el  que  mas  a  Valdivia  ha  aconsejado  loque  debe  de  hacer 
para  con  Dios  e  su  rey,  porque  es  mui  buen  cristiano,  e  lo 
tiene  como  por  padre  el  dicho  Pero  de  Valdivia. 

A  los  cuarenta  e  un  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leídos,  dijo  que  este  testigo  cuando  estuvo 
en  Chile  vio  al  dicho  Carreño  mui  enfermo,  e  que  tenia  unos 
indezuelos  cabe  el  pueblo,  e  que  después  de  venido  oyó  decir 
que  habia  dejado  los  dichos  indios,  e  que  Pero  de  Valdivia 
por  sus  chácaras  e  haciendas  le  habia  dado  mili  pesos  con 
que  se  viniese,  e  que  le  habia  dejado  como  a  los  demás. 

A  los  cuarenta  e  dos  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  sabe,  porque  estaba  en 
esta  tierra,  ni  menos  lo  he  oido  decir. 

A  los  cuarenta  e  tres  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe,  porque  este  tes- 
tigo no  estaba  allá  cuando  dicen  que  pasó  lo  contenido  en 
el  dicho  capítulo. 

A  los  cuarenta  e  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios, é  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  acerca  de  lo 
contenido  en  el  dicho  capítulo  es  que  este  testigo  vido  que 
al  tiempo  que  Monroy  fué  a  aquella  tierra,  un  criado  del 
gobernador,  que  se  dice  Araya,  pedia  en  nombre  del  dich(3 
Pero  de  Valdivia  toldo  para  costales  para  llevar  comida  a 
las  minas,  e  carneros  para  llevallo,  e  vido  que  les  mandaba 
pagar  el  dicho  Pero  de  Valdivia,  y  también  vido  que  les 
compró  las  cadenas  para  deshacellas  para  herramientas 
para  minas,  por  que  no  echasen  indios  en  ellas,  porque  siem- 
pre ha  visto  quel  dicho  Pero  de  Valdivia  ha  tratado  mui 
bien  a  los  naturales,  e  nunca  este  testigo  ha  visto  que  con- 
sientiese  echar  ningún  indio  en  cadena. 

A  los  cuarenta  e  cinco  capítulos,  e  siéndole  leidos,  dijo 
que  sabe  que  el  valle  de  Chile  es  el  repartimento  del  dicho 
Pero  de  Valdivia,  e  está  diez  leguas  de  la  cibdad,  e  que  los 
vecinos  junto  a  la  cibdad  tienen  hartas  chácaras  donde  co- 
jen  sus  sementeras,  porque  ei  valle    de    Chile  ha    estado  en 


11?  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


guerra  e  no  podía  sembrar  en  ella,  e  ahora  que  ef^tá  de  paz, 
este  testigo  ha  oído  decir  que  está  sembrado  de  todo  los 
que  en  él  han  querido  sembrar,  que  les  han  dado  chácaras, 
pero  que  no  sabe  quien  se  las  ha  dado,  y  esto  sabe  acerca 
de  lo  contenido  en  este  artículo. 

A  los  cuarenta  e  seis  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  acerca  de  lo  conte- 
nido en  el  dicho  capítulo  sabe  es  que  este  testigo  vio  un  dia, 
quel  dicho  Vadillo  estuvo  hablando  con  el  dicho  Pero  de 
Valdivia  sobre  ciertas  cosas,  e  porque  se  desmesuró,  se  eno- 
jó el  dicho  Pero  de  Valdivia,  e  dijo  ¿no  hai  aquí  algún  cria- 
do mió  que  me  quite  de  aquí  este  hombre?  y  en  esto  arre- 
metieron sus  criados  e  le  echaron  de  allí,  y  no  le  hicieron 
mal  ninguno,  ni  menos  vido  este  testigo  que  pusiese  manos 
en  él  el  dicho  Pero  de  Valdivia. 

A  los  cuarenta  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  durante  el 
tiempo  que  estuvo  en  aquella  tierra,  anduvo  siempre'en  la 
guerra  a  donde  iba  el  dicho  Pero  de  Valdivia,  el  cual  después 
que  acababa  la  guerra,  no  teniendo  que  hacer  en  ella,  se 
venia  a  la  cibdad,  i  dende  el  camino  se  adelantaba  con 
algunos  amigos  y  este  testigo,  dejando  con  la  jente  a  su 
maese  de  campo  Francisco  de  Villagran,  e  nunca  vido  este 
testigo  que  los  dejase  en  la  guerra,  sino  como  dicho  tiene, 
e  por  reposar,  porque  dende  que  salia  allá  hasta  que  volvia 
no  se  quitaba  las  armas  de  acuestas,  e  por  descansar  llega- 
ba dos  dias  antes  que  la  jente. 

A  los  cuarenta  e  ocho  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios e  siéndole  leidos,  dijo  que  al  parecer  deste  testigo,  e 
según  ha  oido  decir  por  público  e  notorio,  el  dicho  Pero  de 
Valdivia  puede  tener  poco  mas  de  mili  e  quinientos  indios, 
los  cuales  meresce  mui  bien,  porque  dejó  en  esta  tierra,  se- 
gún es  público,  un  repartimiento  que  agora  renta  mas  de 
cien  mili  pesos,  e  así  mismo  es  mui  gran  gastador,  e  gasta  lo 
que  tiene  con  soldados;  e  la  dicha  Inés  Suárez  puede  tener 
hasta    setecicütos    indios,  e  Alderete    cuatrocientos  o  qui- 


PROCESO   DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  lio 


nientos,  y  le  paresce  que  él  los  meresce,  por  lo  que  ha  dicho 
en  esta  cabsaen  lo  tocante  a  los  susodichos. 

A  los  cuarenta  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios e  siéndole  leídos,  dijo  que  no  lo  sabe,  porque  en  la 
sazón  no  estaba  en  aquella  tierra,  que  ya  era  venido  a 
aquestas  parte?. 

A  los  cincuenta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe,  porque  en  la  sazón  este 
testigo  no  estaba  en  la  tierra. 

A  los  cincuenta  e  un  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe,  porque  a  la  sazón 
no  estaba  este  testigo  en  la  tierra. 

A  los  cincuenta  e  dos  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe,  porque  este 
testigo  no  estaba  én  la  tierra,  pero  si  algo  hizo  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  en  favor  de  los  hijos  del  marqués,  seria 
con  justicia  e  por  administralla,  e  no  por  complacer  al 
dicho  Gonzalo  Pizarro;  y  esto  cree,  porque  vino  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  en  servicio  de  S.  M.,  e  fué  contra  el  dicho 
Gonzalo  Pizarro  en  compañía  del  dicho  señor  presidente,  a 
donde  se  halló  en  su  prisión. 

A  los  cincuenta  e  tres  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  mas  de  habello 
oido  decir,  que  el  dicho  Juan  de  Cárdena  hizo  el  dicho  ser- 
món, el  cual  no  fué  en  deservicio  de  S.  M.  sino  en  perjuicio 
de  Calderón  de  la  Barca  i  de  otros  que  allí  estaban,  e  este 
testigo  tiene  al  dicho  Juan  de  Cárdena  por  charlatán  y  hom- 
bre vano,  e  por  tenerle  por  tal  no  se  maravillaría  que  ho- 
biese  dicho  algunas  liviandades,  como  dicen  que  dijo. 

A  los  cincuenta  e  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  contenido  en  este  ca- 
pítulo no  sabe  mas  de  quel  dicho  Pero  de  Valdivia  es  un  li-, 
beral,  e  da  a  todos,  e  les  favoresce  con  armas  e  caballos  e 
ropa,  y  (ha)  gastado  gran  cantidad  en  los  soldados,  e  a 
muchos  de  los  que  £il  presente  han  venido  ha  dado  armas 
e  caballos  e  ropa  e  otras  cosas,  e  que  cuando  algo  recibe, 
no  quiere  sino   pagallo. 

TOMO    Vil  8 


114  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


A  los  cincuenta  e  cinco  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios e  siéndoles  leídos,  dijo  que  este  testigo  en  la  sa. 
zon  en  que  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo  pasó,  no  es- 
taba en  las  dichas  provincias,  mas  de  que  ha  oido  decir  a 
Juan  de  Cepeda,  e  a  Jofré  e  a  Alderete,  que  vinieron  con  el 
dicho  Pero  de  Valdivia,  que  a  los  mercaderes e  personas  que 
estaban  con  su  dinero  en  el  navio,  les  echaron  en  tierra  e 
tomó  los  dineros  prestados,  e  dio  libramiento  para  que  los 
pagase  Villagran,  e  ha  oido  decir  que  ha  pagado  partes 
dellos,  e  que  sabe  este  testigo  que  para  ir  a  servir  a  S.  M. 
en  esta  jornada  contra  Gonzalo  Pizarro,ha  gastado  mucha 
cantidad  de  pesos  de  oro  en  aparejar  su  persona  y  los  de 
otros  en  esta  cibdad,  e  después  en  el  socorrer  algunos  sol- 
dados en  el  ejército,  como  los  socorrió,  dando  a  algunos 
de  a  trescientos  e  a  cuatrocientos  pesos,  e  que  ansí  mismo 
sabe  que  para  aviar  la  jente,que  por  tierra  va  a  Chile  e  por 
mar  envia,  se  ha  adebdado  en  mucha  cantidad,  porque  este 
testigo  sabe  de  setenta  mili  pesos  en  que  se  ha  adebdado. 

A  los  cincuenta  y  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene,  e  no 
sabe  mas  sino  que  cuando  el  dicho,  Monroy  y  este  depo- 
niente volvieron  por  socorro,  escribió  al  dicho  Yaca  de  Cas- 
tro le  mandase  (como)  servidor  o  criado  su\^o,  e  le  envió 
tres  mili  ochocientos  pesos  en  una  docena  de  platos  de  oro, 
e  unos  tazones  e  copas  con  robis,  copas  e  jarros  todo  de 
oro;  e  como  el  dicho  Monroy  no  halló  al  dicho  Yaca  de 
Castro  que  era  ido,  el  dicho  Monroy  lo  gastó  y  dio  parte 
de  ello  a  algunos  amigos  del  dicho  Pero  de  Yaldivia. 

A  los  cincuenta  y  siete  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios e  siéndole  leidos,  dijo,  que  no  sabe  nada  de  lo  conte- 
nido en  el  dicho  capítulo,  ni  lo  ha  oido,  e  que  lo  que  ha  di- 
cho es  la  verdad  e  ha  oido  decir  para  el  juramento  que  hizo, 
e  firmólo,  e  que  este  testigo  es  de  edad  de  treinta  e  tres  años 
poco  mas  o  menos,  fuéle  encargado  el  secreto  de  lo  que  le  ha 
sido  preguntado,  y  él  lo  prometió. — Diego  García  de  VíJla- 
]on.—E\  Licenciado  Gasea. — Ante  mí  Simón  Álzate,  escriba- 
no de  S.  M. 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  115 

DECLARACIÓN  DE  DIEGO  GARCÍA   DE  CÁCERES  1. 

(8  de  noviembre  de  1548) 

Después  de  lo  susodicho,  en  ocho  días  del  dicho  mes  del 
dicho  año,  su  señoria  del  dicho  señor  presidente  hizo  pare- 
cer ante  sí  a  Diego  García  de  Cáceres,  del  cual  su  señoria 
tomó  e  recibió  juramento  en  forma  de  derecho,  e  prometió 
de  decir  la  verdad  en  lo  que  supiese  acerca  de  lo  que  le  fuese 
preguntado  acerca  de  los  dichos  capítulos,  e  siéndole  leidos, 
e  así  los  que  presentó  el  dicho  Pero  de  Valdivia,  dijo  lo 
siguiente: 


1  Diego  García  de  Cáceres  vino  a  Chile  con  Pedro  de  Valdivia 
en  1540,  i  fué  uno  de  los  que  firmaron  la  proclamación  de  éste  co- 
mo gobernador.  Las  prendas  de  su  carácter  le  granjearon  la  esti- 
mación i  la  confianza  de  Valdivia,  que  no  sólo  le  dio  un  buen  re- 
partimiento de  indios,  sino  que  cuando  se  embarcó  para  el  Perú 
en  diciembre  de  1547,  lo  llevó  consigo  junto  con  otros  capitanes 
de  la  mas  probada  lealtad. 

Después  de  haber  prestado  su  declaración  en  el  proceso  de  Valdi- 
via, volvió  con  éste  a  Chile  en  1549.  Entonces  se  abrió  para  él  el 
período  mas  brillante  de  su  carrera.  El  23  de  diciembre  de  ese  año 
fué  electo  regidor  perpetuo  del  cabildo  de  Santiago,  i  desde  enton- 
ces se  le  consideró  como  a  uno  de  los  vecinos  mas  respetables  de 
esta  ciudad,  i  aun  de  toda  la  provincia  En  nombre  de  aquella  cor- 
poración desempeñó  durante  las  ídteraciones  que  se  siguieron  a  la 
muerte  de  Valdivia,  muchas  comisiones  de  que  habla  la  historia 
i  que  constan  de  los  libros  del  cabildo.  En  julio  de  1556  fué  enviado 
a  Lima  en  representación  de  la  ciudad  de  Santiago  i  con  amplios 
poderes  para  jestionar  en  su  nombre  ante  el  virrei  del  Perú,  la  real 
audiencia  de  Lima  i  Jerónimo  de  Alderete,  que  acababa  de  ser  nom- 
brado gobernador  de  Chile. 

Volvió  a  Chile  con  don  García  Hurtado  de  Mendoza  i  prestó  im- 
portantes servicios  en  la  campaña  contra  los  araucanos. 

Parece  que  García  de  Cáceres  vivia  aun  en  1583,  cuando  llegó 
a  Chile  el  gobernador  don  Alonso  de  Sotomayor,  el  cual  le  envió 
desde  Mendoza  un  poder  para  que  en  representación  suya  tomara 
intervención  en  los  asuntos  de  gobierno  hasta  que  él  se  recibiera 
del  mando. 


116  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


A  los  primeros  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  en  la  sazón  que  pasó 
lo  contenido  en  el  capítulo  no  se  halló  en  Atacama,  mas  de 
que  oyó  decir  que  el  dicho  Escobar  se  descomidió  con  su 
capitán,  e  habia  dicho  que  le  tomaria  su  capitanía,  y  lo  re- 
vestiria  en  su  yanacona,  e  ha  oido  decir  que  se  fué  a  Espa- 
ña, e  ques  vivo. 

A  los  segundos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  acerca  de  lo  contenido  en  este 
capítulo  no  sabe  mas  de  que  este  testigo  se  adelantó  desde 
un  despoblado  mas  acá  que  Atacama  con  Pero  de  Valdi- 
via a  buscar  la  dicha  comida  para  la  jente,  e  estando  en 
Atacama  entendiendo  a  buscar  la  dicha  comida,  llegaron 
mensajeros  al  dicho  Pero  de  Valdivia  avisándole  que  Pero 
Sancho  venia  con  Antonio  de  Ulloa,  e  un  fulano  de  Guz- 
man,  e  que  traian  mala  voluntad,  que  era  de  dalle  puñala- 
das al  dicho  Pero  de  Valdivia  e  alzarse  con  la  jente,  e  el 
dicho  Pero  de  Valdivia  llegado  que  fué  allí  la  jente  i  el  di- 
cho Pero  Sancho,  hizo  información  e  hizo  detener  al  dicho 
Pero  Sancho,  e  desterró  unos  dos  que  se  llamal)an  Guzma- 
nes,  e  un  otro  Avalos  para  que  se  volviesen  a  estas  partes, 
e  ansí  se  volvieron  a  España,  que,  auno  de  aquellos justi-' 
ciaron  por  lo  de  Almagro,  e  según  ovó  decir  al  dicho  Pero 
de  Valdivia  quiso  desterrar  al  dicho  Pero  Sancho  con  los 
otros,  e  a  ruego  del  dicho  Pero  Sancho  no  lo  hizo,  sino  lle- 
vólo consigo,  e  que  este  testigo  no  sabe  de  provisiones 
ninguna  que  tuviese  el  dicho  Pero  Sancho,  mas  de  haber 
oido  decir  que  tenia  una  provisión  para  descobrir  lo  de  la 
otra  parte  del  estrecho,  que  está  mui  lejos  de  lo  de  Chile, 
porque  según  dicen  está  quinientas  leguas. 

A  los  terceros  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  vio  la  jente  alborota- 
da para  volverse,  porque  el  dicho  Juan  Ruiz  andaba  amo- 
tinando la  jente  para  que  se  volviese,  diciéndole  que  la 
tierra  de  Chile  era  mui  poca,  e  que  no  habia  para  dar  de 
comer  sino  a  mui  pocos;  ¿qué  donde  iban?:  y  como  éste 
habia  ido  con  Almagro,  la  jente  le  daba  crédito,  e  por  esto 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  117 

Pero  Gómez,  que  al  presente  estaba  en  Chile,  e  era  maese 
de  campo  del  dicho  Pero  de  Valdivia,  le  prendió  y  hizo  jus- 
ticia del,  e  vio  este  testigo  como  luego  se  asosegó  la  jente, 
e  le  paresce  a  este  testigo  que  convino  hacerse  la  dicha  jus- 
ticia para  asosegar  la  jente. 

A  los  cuartos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  e  vido  que  el  dicho  Pero  de 
Valdivia  tomó  la  posesión  en  nombre  de  S.  M.  donde  el 
capítulo  dice,  por  virtud  de  las  provisiones  que  el  marqués 
le  dio  en  nombre  de  S.  M.,  e  dende  a  cierto  tiempo  después 
que  poblaron  la  cibdad  de  Santiago  en  las  provincias  de 
Chile  por  requerimientos  que  los  cabildos  le  hicieron,  le 
nombraron  por  electo  gobernador  hasta  que  S.  M.  prove- 
yese otra  cosa,  el  cual  lo  acebtó  a  importunación  de  todos 
los  del  cabildo  y  los  soldados  que  estaban  en  la  dicha  pro- 
vincia, e  este  testigo  oyó  decir  a  muchas  personas  que  si 
no  le  acebtaran  en  la  sazón  elijieran  otro  por  gobernador, 
e  al  parescer  deste  testigo  convino  que  acebtase  el  dicho 
Pero  de  Valdivia  la  elección,  porque  no  hobiere  escánda- 
los, los  cuales  cree  que  los  hobiera  según  vido  este  testigo 
que  andaba  la  jente  alborotada. 

A  los  cinco  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene  en  el  capítu- 
lo antes  deste. 

A  los  sestos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,- dijo  que  lo  que  sabe  acerca  de  lo  contenido 
en  este  capítulo  es  que  este  testigo  vido  como  en  la  cibdad 
de  Santiago  Alonso  de  Monroy,  teniente  que  a  la  sazón  era 
del  dicho  Pero  de  Valdivia,  hizo  ciertos  procesos  contra  los 
contenidos  en  el  capítulo;  los  cuales  según  decia  querían 
matar  al  dicho  Pero  de  Valdivia,  e  este  testigo  no  vido 
hacer  justicia  de  algunos  dellos,  porque  el  mismo  dia  que 
se  hacia  la  justicia  fué  este  testigo  acierta  guerra  de  in- 
dios, la  cual  según  se  decia  convino  que  se  hiciese,  porque 
de  no  hacerse  la  dicha  justicia  pudiera  ser  que  se  perdiera 
la  tierra,  porque  según  decia  habia  muchos  en  la  conjura- 
ción del  motin  que  los  susodichos  querian  hacer,  e  después 


118 


ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  fecha  la  dicha  justicia  este  testigo  vido  que  siempre  es- 
tuvieron pacificos  todos  los  que  en  la  tierra  estaban,  e  ansí 
mismo  este  testigo  oyó  decir  a  un  soldado  que  se  decia 
Higueras,  como  después  que  prendieron  al  dicho  Chinchi- 
lla i  estaba  preso  en  la  prisión,  le  dijo  el  dicho  Chinchilla: 
¿no  os  parece  que  lo  tenia  bien  concertado,  que  era  de  ma- 
tar al  dicho  Pero  de  Valdivia? 

A  los  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  es  que  este  testigo  vido 
que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  estando  la  tierra  de  paz,  dijo 
a  los  indios  ¿que  cuando  era  tiempo  de  sacar  oro?,  los  cua- 
les le  dijeron  que  en  la  sazón  era  tiempo  en  acabando  de  co- 
jer  sus  sementeras,  ansi  envió  un  minero  con  indios  suyos 
para  ver  de  la  manera  como  sacaban  el  oro,  y  en  este  tiem- 
po envió  el  dicho  Pero  de  Valdivia  a  hacer  un  barco  al  va- 
lle de  Chile  con  ciertos  españoles  para,  según  decia,  envia- 
lio  a  estas  provincias  del  Perú  a  dar  noticia  de  la  tierra  a 
S.  M.  e  al  marqués  en  su  nombre,  e  en  él  enviar  el  oro  que 
sacasen  los  dichos  indios  paríi  herrajes  y  otras  cosas  nece- 
sarias, porque  la  jente  estaba  desproveida;  y  estando  ha- 
ciendo el  barco  por  los  dichos  españoles  en  el  dicho  valle,  se 
alzó  la  tierra,  e  mataron  a  los  españoles  que  estaban  ha- 
ciendo el  barco,  que  no  escapó  sino  tan  solamente  uno  e  un 
negro. 

A  los  octavos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  vido  quel  dicho  Pero  de 
Valdivia  repartió  la  tierra  con  Alderete'que  en  la  sazón  servia 
de  escribano,  e  no  vido  ni  oyó  decir  este  testigo  que  diese 
indios  ningunos  a  intercesión  de  Inés  Suárez,  sino  a  los  que 
al  dicho  Pero  de  Valdivia  le  parescia  que  lo  merescian  me- 
jor e  lo  mesmo  hizo  en  la  reforinacion,  cuando  reformó  la 
tierra  junto  con  Juan  de  Cárdena,  su  secretario;  y  este  tes- 
tigo no  sabe  ni  menos  ha  oido  decir  quel  dicho  Pero  de  Val- 
divia diese  indios  a  ningunos  a  intercesión  de  la  dicha  Inés 
Suárez. 

A  los  novenos  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  ni   nunca  este  testigo 


PROCESO    DE    PEDRO    DE   VALDIVIA  li9 

oyó  decir  cosa  ninguna  de  lo  contenido  en  el  dicho  ca- 
pítulo. 

A  los  diez  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  ni  menos  lo  ha  oido  decir 
hasta  agora  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo. 

A  los  once  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e  sién- 
dole leidos,  dijo  que  este  testigo  vido  que  la  dicha  Inés  Suá- 
rez  fué  desta  tierra  en  compañía  del  dicho  Pero  de  Valdivia, 
la  cual  vido  que  en  Chile  durante  el  tiempo  que  ha  estado 
en  ella,  está  dentro  de  las  casas  del  dicho  Pero  de  Valdivia, 
la  cual  tenia  su  cama  aparte,  e  este  testigo  algunas  veces 
los  vio  a  entrambos  en  una  cama,  y  comer  en  regocijo  jun- 
to con  otros  muchos  del  pueblo,  pero  no  ordinariamente, 
porque  ella  tenia  su  servicio  apartado  onde  le  haciande  co- 
mer e  comian,  e  que  nunca  este  testigo  ha  oido  decir  que  las 
justicias  ni  cabildos  hiciesen  lo  que  ella  les  mandase,  antes 
este  testigo  tiene  a  la  dicha  Inés  Suárez  por  mujer  cuerda  e 
caritativa,  porque  durante  el  tiempo  que  este  testigo  la  co- 
noce le  ha  visto  hacer  mucho  bien  a  españoles  e  curallos  en 
enfermedades  e  darles  de  lo  que  ella  tenia,  e  algunos  a  quie- 
nes ella  hizo  bien  están  en  esta  cibdad,  a  la  cual  ha  visto 
ansimesmo  fundar  ermitas  en  la  dicha  provincia  de  Chile,  e 
adornar  los  altares  dellas  de  lo  que  allí  tenia,  e  este  testigo 
nunca  ha  visto  ni  conocido  que  tuviese  ningún  criado  del 
dicho  Pero  de  Valdivia  cargo  de  justicia,  sino  fuesen  Jeróni- 
mo de  Alderete  que  era  rejidor,  e  Rodrigo  Daraya  (de  Ara- 
va)  que  fué  alcalde. 

A  los  doce  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  sabe  cosa  ninguna 
de  lo  en  el  capítulo  contenido,  antes  oyó  decir  al  dicho 
Pero  de  Valdivia  lo  contenido  en  el  capítulo  del  reinterro- 
gatorio. 

A  los  trece  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e sién- 
dole leidos,  dijo,  que  este  testigo  no  sabe  ni  menos  oyó  de- 
cir cosaninguna  de  lo  en  el  capítulo  contenido,  antes  ha  co  • 
nocido  del  dicho  Pero  de  Valdivia  este  testigo  que  es  servi- 
dor de  S.  M.,  e  hablando  en  sus  cosas  tenelle  aquella  revé— 


120  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


rencia  que  se  debe,  e  en  público  y  en  secreto  comunicando 
con  personas  e  con  este  testigo  siempre  decia  que  en  las 
cosas  de  S.  M.  se  habia  de  tener  todo  respeto  e  obedien- 
cia, e  algunas  veces  decia  que  a  quien  no  los  toviese  en  lo 
que  era  razón  que  lo  habia  de  castigar  por  ello. 

A  los  catorce  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  sabe  ni  menos  lo 
OYÓ  decir  que  i!al  pasase,  e  dijese  el  dicho  Pero  de  Valdivia, 
ni  menos  cree  este  testigo  que  lo  diria,  porque  como  dicho 
tiene  lo  tiene  por  hombre  celoso  del  servicio  de  S.  M. 

A  los  quince  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  ojo  decir  públicamente 
quel  dicho  Negrete  habia  dicho  que  si  el  dicho  Pero  de  Val- 
divia le  quitase  los  indios  que  alguno  de  media  gorra  ^  ven- 
dria  e  se  los  volveria;  e  después  vido  este  testigo  que  los  in- 
dios que  tenia  se  los  quitaron  en  la  reformación,  pero  la 
cabsa  porque  se  los  quitaron  este  testigo  no  lo  sabe,  mas 
de  que  cree  que  seria  porque  no  se  destruyesen  los  natura- 
les, porque  estaban  repartidos  entre  muchos,  e  ser  pocos 
los  indios,  como  los  quitaron  a  otros;  este  testigo  cree  e 
tiene  por  cierto  que  convino  hacerse  así  por  el  bien  de  los 
naturales. 

A  los  diez  e  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  nunca  oyó  decir  al  di- 
cho Pero  de  Valdivia  ni  a  otras  personas  lo  contenido  en  el 
dicho  capítulo,  antes  decia  públicamente  de  que  supo  la  ti- 
ranía de  Gonzalo  Pizarro  que  nopodia  durar  contra  su  rei, 
porque  los  que  contra  él  se  levantaban  jamas  paran  en  bien 
en  donde  quiera  que  se  levantan,  y  él  como  buen  servidor 
de  S.  M.  propuso  de  se  venir  a  le  servir,  y  vino  a  estos  rei- 


1  En  el  lenguaje  de  los  conquistadores  se  llama  hombre  de  me- 
dia gorra  a  los  visitadores  que  enviaba  el  reí  o  a  algunos  de  sus 
ajentes  para  reparar  las  injusticias  cometidas  por  los  goberna- 
dores. 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  121 

nos  en  busca  del  señor  presidente,  e  sirvió  en  la  jornada 
contra  el  dicho  Gonzalo  Pizarro  con  su  persona,  e  con  soco- 
rros que  dio  así  de  dineros  como  caballos  e  armas  a  mu- 
chas personas,  como  es  notorio. 

A  los  diez  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios 
e  siéndole  leídos,  dijo  que  este  testigo  vino  en  compañía  del 
dicho  Pero  de  Valdivia  (a)  esta  jornada,  al  cual  antes  ni  en 
la  dicha  jornada,  ni  después  nunca  le  oyó  decir  lo  contrario 
en  el  dicho  capítulo  en  favor  del  dicho  Gonzalo  Pizarro,  an- 
tes de  que  supo  en  Tarapacá  el  desbarato  de  Diego  Cente- 
no mostró  pesares  por  ello,  e  mandó  que  los  del  navio  me- 
tiesen velas  por  venir  presto  en  busca  del  señor  presidente 
para  ayudalle  contra  el  dicho  Gonzalo  Pizarro,  como  lo 
tiene  dicho  e  declarado  antes  de  agora  a  que  se  refiere. 

A  los  diez  y  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  nunca  tal  oyó  decir  al  dicho  Pero 
de  Valdivia  sobre  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo,  ni  a 
otro  que  lo  hobiere  oido,  salvo  lo  que  dicho  tiene  en  la  pre- 
gunta antes  de  ésta  con  el  dicho  que  tiene  dicho  antes 
deste. 

A  los  diez  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  oyó  decir  al  dicho 
Pero  de  Valdivia  cosa  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo, 
ni  menos  a  otra  persona  que  se  lo  hobiere  oido. 

A  los  veinte  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  nunca  oyó  decir  lo  con- 
tenido en  el  dicho  capítulo  al  dicho  Valdivia,  ni  a  otra  per- 
sona que  se  lo  hobiese  oido. 

A  lo  veinte  e  un  capítulo  de  los  dichos  interrogatorios  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  vido  quel  año  conteni- 
do en  el  dicho  capítulo  el  dicho  Pero  de  Valdivia  sacó  con 
sus  indios,  e  con  algunos  indios  que  algunos  amigos  suyos 
le  dieron,  cierta  cantidad  de  oro,  el  cual  era  para  enviar  a 
esta  tierra  por  socorro  con  Alonso  de  Monroy,como  envió; 
y  este  testigo  se  halló  en  la  sazón  en  las  minas,  a  donde 
vido  que  venían  algunas  personas  que  traían  comida  para 
la  jente  que  andaba  en  ellos  en  sus  caballos,  los  cuales  vido 


122  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


que  venían  de  su  voluntad,  e  no  por  fuerza;  e  no  sabe  mas 
cerca  de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo,  ni  menos  ovó 
decir. 

A  los  veinte  e  dos  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  sabe  acerca 
de  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo  mas  de  que  ha  visto 
siempre  pagar  el  quinto  de  lo  que  se  metia  en  la  fundición 
a  S.  M.,  y  este  testigo  oyó  decir  públicamente  como  el  ca- 
bildo de  la  dicha  cibdad,  a  lo  que  se  acuerda,  y  otras  perso- 
nas le  habian  requerido  que  no  consintiese  que  pagasen 
mas  del  diezmo  del  oro,  e  el  dicho  Pero  de  Valdivia  habia 
respondido  que  no  lo  podia  él  hacer  sin  licencia  de  S.  M., 
que  si  en  el  Perú  lo  pagaban  que  era  por  merced  que  S.  M. 
les  habia  fecho,  e  que  ellos  lo  enviasen  ansí  a  pedir,  e  que 
él  se  las  haria. 

A  los  veinte  v  tres  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene  en  el 
capítulo  antes  deste,  a  que  se  refiere. 

A  los  veinte  e  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  sabe  ni  me- 
nos oyó  decir  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo,  mas  de  que 
oyó  decir  que  entre  el  dicho  Pero  de  Valdivia  y  el  dicho  Ar- 
tiaga  habian  pasado  ciertas  palabras  sobre  un  caballo, 
pero  las  palabras  que  pasaron  a  este  testioo  no  se  las  dije- 
ron ni  declararon. 

A  los  veinte  e  cinco  capítulos  de  los    dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  qu¿  este  testigo  conoce  a  los  ofi 
ciales  de  S.  M.  del    Nuevo    Estremo,  e  ninguno  dellos  sabe 
que  sea  criado  del  dicho    Pero  de    Valdivia,   sino  es  Jeróni- 
mo de  Alderete,  el  cual  lo  es  por    provisión    de  S.  M.    i,  se 
gun  este  testigo  lo  ha  oido  decir. 


1  La  provisión  hecha  por  el  rei  en  favor  de  Alderete  era  sim- 
plemente una  recomendación  datada  en  26  de  octubre  de  1544  pa- 
ra que  el  virrei  del  Perú  Blasco  Núñez  Vela  lo  confirmara  en  el  car- 
go de  tesorero,  si  no  recibia  malos  informes  acerca  del  agraciado. 
Ksta  recomendación  fué  presentada  al  cabildo  de  Santiago  el  2  de 
mayo  de  1549,  junto  con  el  nombramiento  de  Alderete  espedido 
por  La  Gasea. 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  123 

A  los  veinte  e  seis  capítulos  de  los  diclios  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  oyó  decir  que  el 
dicho  Pero  de  Valdivia  tuvo  presos  a  los  contenidos  en  el 
capítulo,  porque  les  pidió  cierto  oro  prestado  para  enviar 
por  socorro  a  estas  partes,  e  informar  a  S.  M.  de  aquella 
tierra,  e  porque  no  se  lo  querían  prestar  los  echó  presos,  e 
que  luego  los  mandó  soltar,  e  sueltos  le  prestaron  algunas 
de  las  dichas  personas  contenidas  en  el  dicho  capítulo  cier- 
to oro,  e  este  testigo  ha  oido  decir  a  los  que  de  allá  han 
venido  que  han  pagado  a  tales  personas  lo  que  ansí  pres- 
taron; e  esto  sabe  o  ha  oido  decir  acerca  de  lo  contenido  en 
el  dicho  capítulo. 

A  los  veinte  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  acerca  de  lo  con- 
tenido en  este  capítulo  es  que  este  testigo  vido  un  dia  ha- 
cer un  parlamento  al  dicho  Pero  de  Valdivia  a  los  vecinos 
de  la  cibdad  de  Santiago  dentro  de  la  iglesia  mayor,  en  que 
les  decia  e  pedia  por  merced  le  prestasen  algunos  dineros 
para  enviar  por  socorro  a  estas  partes  del  Perú,  e  que  lle- 
vasen jente  para  conquistar  lo  de  adelante  de  que  tenia 
gran  noticia,  e  vido  que  algunos  se  convidaron  de  pres- 
tallos,  e  no  vido  este  testigo  que  se  los  diesen,  mas  de  ha- 
ber oido  decir  que  le  habian  prestado  el  padre  Lobo  e  Pero 
Gómez  e  Vadillo  e  otros  cierta  cantidad;  este  testigo  no 
sabe  qué  tanto,  e  ha  oido  decir  a  los  quede  allá  vinieron  en 
la  fragata,  que  están  pagados  los  que  ansí  prestaron  de  al- 
guna parte  de  lo   que  dieron. 

A  los  veinte  e  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  ni  menos  ha  oido 
decir  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo. 

A  los  veinte  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  es  que  al  tiempo 
quel  dicho  Diego  García  de  Villalon  contenido  en  el  reinte- 
rrogatorio fué  e  aquellas  provincias,  los  españoles  que  en 
ellas  estaban  andaban  vestidos  de  pellejos,  i  era  uno  de  ellos 
este  testigo,  e  como  llegó,  el  dicho  Pero  de  Valdivia  repartió 
toda  la  ropa  que  en  el  navio  trajo  el  dicho  Diego   García 


124  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


entre  todos,  de  que  se  vistieron  e  dieron  gracias  a  Dios  por 
ello,  e  dende  que  en  aquella  tierra  estuvo,  nunca  vido  tanto 
regocijo  entre  la  jente  como  entonces;  i  el  dicho  Pero  de 
Valdivia  por  quel  dicho  Diego  García  habia  fecho  tan  bue- 
na obra  e  por  servicios  que  habia  fecho  en  la  tierra  en  la 
guerra  le  dio  al  dicho  Diego  García  un  cacique  de  un  Sal- 
guero que  murió,  y  a  este  testigo  y  a  los  que  en  aquella 
tierra  estaban  les  paresció  quel  dicho  Pero  de  Valdivia  ha- 
bia fecho  mui  bien  en  dalle  el  dicho  cacique,  porque  lo  mere- 
ció muí  bien,  e  antes  que  viniese  el  dicho  Diego  García  con 
el  navio  decian  todos  públicamente  al  dicho  Pero  de  Valdi- 
via que  al  primero  que  viniese  seria  bien  dalle  la  mitad  de 
la  tierra,  porque,  como  dicho  tiene,  estaban  desnudos,  e  no 
habia  vino  para  celebrar  el  oficio  divino,  e  muchos  solda- 
dos no  salian  a  la  guerra,  hasta  quel  dicho  Diego  García 
vino,  por  falta  de  herraje,  el  cual  llevó  allí  cierta  cantidad. 

A  los  treinta  e  un  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  dice  lo  que  dicho  tiene  en  el 
capítulo  antes  deste,  e  lo  demás  contenido  en  este  de  que  ha 
sido  preguntado  no  lo  sabe. 

A  los  treinta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  acerca  de  lo  contenido 
en  este  capítulo  es  que  estando  este  testigo  en  Chile  llegó  a 
aquellas  provincias  el  capitán  Alonso  de  Monroy  con  soco- 
rro que  habia  venido  dellas,  e  fué  con  él  el  dicho  Escobar,  e 
según  fué  público  e  notorio  si  no  fuera  por  el  dicho  Escobar 
no  pudiera  llevar  el  dicho  Monroy  el  socorro  que  llevó,  por- 
que decian  que  le  habia  prestado  y  dado  ciertos  dineros  e 
caballos  para  la  jente,  y  porque  le  ayudavSe  con  el  dicho  so. 
corro  hizo  el  dicho  Monroy  delante  de  Vaca  de  Castro  de- 
jación de  ciertos  indios  para  que  los  encomendasen  al  dicho 
Escobar,  y  el  dicho  Pero  de  Valdivia  viendo  que  habia  fe- 
cho el  dicho  Escobar  tan  buena  obra  por  el  dicho  socorro 
le  encomendó  los  indios  que  el  dicho  Monroy  hizo  dejación 
dellos  delante  de  Vaca  de  Castro,  y  al  dicho  Galiano  por- 
que fué  a  llevar  socorro  de  mercaderías  al  tiempo  que  fué 
Diego  García  de  Villalon,   le  dio  y  encomendó  un  cacique 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  125 


para  que  le  sustentase,  e  dende  a  ciertos  días  fué  el  dicho 
Galiano  al  dicho  Pero  de  Valdivia  y  le  dijo  que  no  se  queria 
servir  de  los  indios,  que  los  diese  a  quien  fuese  servido,  e  así 
delante  del  dicho  Galiano  dijo  a  este  testigo  que  se  sirviese 
dellos,  e  se  sirvió  hasta  que  con  la  reforma  que  hizo  de  la 
tierra  se  los  quitó,  e  los  dio  a  Francisco  de  Aguirre;  e  esto 
es  lo  que  sabe  e  no  otra  cosa  acerca  de  lo  contenido  en  el  di- 
cho capítulo. 

A  los  treinta  y  dos  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  ni  menos  ha  oido 
decir  lo  contenido  en  el  capítulo,  antes  ha  oido  decir  al  di- 
cho Pero  de  Valdivia  que  pasó  ciertas  palabras  con  un  al- 
calde sobre  unas  tierras  de  unos  indios  como  se  contiene  en 
el  reinterrogatorio,  y  este  testigo  ha  visto  que  siempre  ha 
mirado  e  tratado  el  dicho  Pero  de  Valdivia  mui  bien  a  los 
naturales  e  procurando  que  no  les  hiciesen  ningunos  agra- 
vios, y  a  los  que  los  hacian  los  mandaba  castigar. 

A  los  treinta  y  tres  capítulos  de  los  dichos  mterrogato- 
rios,  e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  ni  menos  lo  ha 
oido  decir,  mas  de  que  supo  quel  dicho  Pero  de  Valdivia 
habia  enviado  a  pagar  al  dicho  Francisco  Martínez  ciertos 
pesos  de  oro  con  Cárdena  de  ciertas  cosas  quel  dicho  Fran- 
cisco Martínez  le  habia  dado  para  la  jornada. 

A  los  treinta  e  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  para  el  juramento  que  tie- 
ne fecho,  que  no  lo  sabe  ni  menos  lo  ha  oido  decir. 

A  los  treinta  e  cinco  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  para  elj'uramento  que  tiene 
fecho  que  nunca  tal  supo,  ni  oyó  lo  contenido  en  el  dicho 
capítulo,  bien  es  verdad  que  le  vido  jugar  algunos  dineros 
e  caballos  con  el  dicho  Mella. 

A  los  treinta  e  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  es  que  este  tes- 
tigo supo  quel  dicho  Pero  de  Valdivia  dio  a  los  en  el  ca- 
pítulo contenidos  por  sus  casas  e  chácaras  e  una  yegua  e 
otras  cosas  cierta  suma  de  pesos  de  oro,  e  por  muchos 
puercos  que  tenían;  e  los  indios  que  los  susodichos  tenían 


I2fi  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


los  dio  unos  Juan  Baptista  de  Pastene,  e  otros  a  Juan  Jo- 
fré  de  Loaisa. 

A  los  treinta  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  ha  visto  que  to- 
dos los  que  están  en  la  provincia  de  Chile  han  tenido  e 
poseído  sus  haciendas,  e  este  testigo  no  ha  visto  quel  di- 
cho Pero  de  Valdivia  haya  tomado  a  ninguna  persona  sus 
haciendas,  e  el  oro  que  ha  tomado  a  los  españoles,  ha  sido 
prestado  para  se  lo  pagar,  e  a  algunos  ha  pagado,  según 
han  dicho  a  este  testigo  los  que  de  allí  vinieron  en  la  fraga- 
ta, e  a  los  demás  se  les  pagará  en  esta  última  demora  que 
viene;  e  esto  es  lo  que  sabe  cerca  deste  capítulo. 

A  los  treinta  i  ocho  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  vino  juntamente 
con  el  dicho  Pero  de  Valdivia  en  el  navio  en  que  venia,  e 
nunca  vido  ni  oyó  que  nunca  echase  una  carta  a  la  mar  que 
viniesen  para  S.  M,  ni  para  el  señor  presidente,  ni  para  per- 
sonas particulares;  lo  demás  en  el  capítulo  contenido  es 
maldad,  porque  por  la  obra  ha  parescido  ser  al  contrario, 
porque  el  dicho  Pero  de  Valdivia  vino  a  servir  a  S.  M. 
como  vino,  e  trabajó  en  su  servicio  en  la  jornada  contra 
Gonzalo  Pizarro  e  los  de  su  rebelión,  e  nunca  este  testigo 
oyó  decir  al  dicho  Pero  de  Valdivia  ninguna  cosa  en  favor 
de  dicho  Gonzalo  Pizarro  ni  de  sus  cosas;  antes  sabiendo 
que  estaba  mui  própero  e  pujante  después  del  desbarato  de 
Diego  Centeno  le  pesó  por  ello  y  mostró  tristeza  e  vino  en 
busca  del  señor  presidente,  como  vino  para  servir  a  S.  M. 
según  que  este  testigo  lo  tiene  declarado  sobre  este  caso 
mas  largo,  a  que  se  refiere. 

A  los  treinta  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios^ e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  es  que  a  interce- 
sión del  cabildo  e  vecinos  que  para  ello  le  siguieron,  el  di- 
cho Pero  de  Valdivia  reformó  la  tierra,  porque  al  principio 
por  la  noticia  que  los  indios  le  dieron  lo  habia  repartido,  e 
paresciéndoles  que  era  justo  que  se  reformasen,  porque  los 
repartimento  serán  en  cantidad  i  en  número  pocos,  e  así 
se  reformó  quitándolos  a  unos  e  juntándolos  con  los   que 


PROCESO    DE    PEDRO    DE   VALDIVIA  ]  27 

otros  tenían,  e  que  de  sesenta  vecinos  que  tenían  indios  hi- 
zo treinta  y  dos,  y  aun  a  este  testigo  le  quitó  un  cacique 
que  tenia  y  lo  dio  a  Francisco  de  Aguirre,  e  al  parescer  des- 
te  testigo  fué  justo  e  conveniente  que  se  hiciese  la  dicha  re- 
formación por  el  provecho  que  se  siguió  a  los  naturales, 
porque  estando  divididos  en  muchas  partes  recibían  mucho 
detrimento,  e  ansí  mismo  vido  que  la  dicha  Inés  Suárez  y 
Francisco  Núñez  traían  pleito  sobre  que  la  dicha  Inés  Suá- 
rez tenía  un  cacique,  e  decía  ser  subjeto  al  suyo  el  que  el  di 
cho  Francisco  Núñez  tenia,  y  este  testigo  oyó  decir  que  ha- 
bía fecho  dejación  del  el  dicho  Francisco  Núñez  en  ella;  í 
en  lo  de  Landa  vido  este  testigo  que  traia  pleito  con  la  su- 
sodicha, y  este  testigo  oyó  decir  que  se  había  sentenciado  a 
favor  della,  e  después  vido  que  la  dicha  Inés  de  Suárez  po- 
seía los  dichos  indios  por  lo  que  dicho  tiene. 

A  los  cuarenta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios,  e 
siéndole  leídos,  dijo  que  este  testigo  tiene  al  dichojerónimo 
de  Alderete  por  hombre  muí  honrado,  e  que  ha  oído  decir 
que  ha  sido  capitán  en  Italia,  e  ansí  mismo  sabe  que  es  con- 
quistador, e  como  a  tal  el  dicho  Pero  de  Valdivia  le  dio  y 
encomendó  ciertos  indios,  la  cantidad  este  testigo  no  lo  sa- 
be, e  después  en  la  reformación  vido  que  le  dio  los  indios  de 
los  contenidos  en  el  capítulo,  porque  decían  que  eran  sub- 
jetos  a  un  cacique  del  dicho  Jerónimo  de  Alderete;  pero  este 
testigo  no  oyó  decir  que  se  los  diesen  por  lo  en  el  capítulo 
contenido,  que  es  por  acompañar  a  Inés  de  Suárez,  sino  por 
lo  que  dicho  tiene,  al  cual  por  ser  persona  muí  honrada  e 
viejo  e  antiguo  le  encomendaban  cargos  de  justicia  de  al- 
calde i  rejidor,  el  cual  vido  que  los  usaba  y  ejercía  muí  bien 
los  dichos  oficios,  e  esto  es  lo  que  sabe  acerca  de  lo  contení- 
do  en  el  capítulo  e  no  otra  cosa. 

A  los  cuarenta  y  un  capítulo  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leídos,  dijo  que  lo  que  sabe  cerca  de  lo  con- 
tenido en  este  capítulo  es,  que  este  testigo  vido  quel  dicho 
Pero  de  Valdivia  compró  ciertas  haciendas  al  Carreño  con- 
tenida en  él,  e  que  eran  un  solar,  e  chacarras,  e  puercos,  e 
maíz  e  trigo  por  cierta  suma  de  pesos  de  oro,eí3te  testigo  no 


128  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


sabe  la  cantidad;  los  cuales  este  testigo  oyó  decir  que  se  los 
pagó;  e  por  dejación  de  ciertos  indios  que  el  dicho  Carreño 
tenia,  que  hizo  en  el  dicho  Pero  de  Valdivia,  el  dicho  Pero 
de  Valdivia  se  los  encomendó  a  este  testigo,  e  los  tuvo  has- 
ta que  como  dicho  tiene,  se  los  quitó  en  la  reformación,  y 
el  dicho  Pero  de  Valdivia  al  tiempo  que  se  vino  a  embarcar 
viendo  al  dicho  Carreño  mui  enfermo  con  otros  que  esta- 
ban en  el  dicho  navio,  los  mandó  echar  en  tierra,  e  no  los 
quiso  traer,  e  oyó  decir  que  le  habia  tomado  el  dicho  Pero 
de  Valdivia  prestado  como  a  los  demás  ciertos  dineros,  el 
cual,  según  han  dicho  aeste  testigo  los  que  de  allá  vinieron, 
murió  dende  a  cierto  tiempo  de  una  enfermedad  incurable 
que  tenia,  e  habia  muchos  años  que  la  tenia,  y  este  testigo 
lo  vido  enfermo,  que  era  que  estaba  hinchado  todo  el  cuer- 
po, e  los  dedos  de  los  pies  y  de  las  manos  tenia  tan  gordos 
como  un  brazo  de  un  hombre,  que  no  podía  comer  con  sus 
manos. 

A  los  cuarenta  y  dos  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  para  el  juramento  que  tie- 
ne fecho  este  testigo  se  halló  presente  al  tiempo  quel  dicho 
Carreño  quedó  en  tierra  pero  nunca  vido  que  pasase  cosa 
de  lo  en  el  capítulo  contenido,  y  los  dineros  que  le  tomaron 
a  él  e  a  los  demás  fué  prestado,  como  dicho  tiene,  e  les  dio 
libranza  en  Francisco  de  Villagran  para  que  se  los  pagase,  e 
cree  que  ya  estarán  pagados,  porque  según  han  dicho  a  es- 
te testigo  los  que  han  venido  en  la  fragata,  pagaron  parte 
dellos  e  los  demás  se  lo  van  pagando  conforme  sacan  de  las 

minas. 

A  los  cuarenta  y  tres  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  ni  menos  lo  ha 
oido  decir,  mas  de  que  el  dicho  Pero  de  Valdivia  debia  al 
dicho  Núñez  ciertos  dineros,  pero  según  lo  dijeron  era  de 
cierta  comida  e  cosas  que  del  compró. 

A  los  cuarenta  y  cuatro  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  lo  que  sabe  es,  que  este 
testigo  vido  en  el  tiempo  contenido  en  el  capítulo  a  los  que 
vinieron  con  el  dicho  Monroy,  que  pidió  el  alguacil  mayor 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  129 

por  mandamiento  del  dicho  Pero  de  Valdivia  ciertos  carne- 
ros que  habia  traido  prestados  para  llevar  comida  en  ellos 
a  las  minas,  y  después  de  llevada  la  dicha  comida  les  vol- 
vieron sus  carneros,  e  algunos  que  se  habian  muerto  los 
mandó  pagar  a  sus  dueños;  y  en  lo  de  las  cadenas  oyó  de- 
cir que  las  habia  mandado  tomar,  y  que  se  pagasen,  por- 
que no  echasen  a  los  naturales  en  cadenas,  y  este  testigo 
ha  visto  quel  dicho  Pero  de  Valdivia  ha  tratado  e  trata 
mui  bien  a  los  naturales,  y  no  consiente  ni  ha  consentido 
que  los  echen  en  cadenas,  ni  menos  les  hagan  otros  desa- 
guisados, e  a  los  que  sabia  que  les  hacian  algunos  agravios, 
los  mandaba  castigar;  y  en  lo  demás  contenido  en  el  capí- 
tulo acerca  de  los  costales  i  toldos,  este  testigo  no  lo  sabe 
ni  lo  ha  oido  decir. 

A  los  cuarenta  y  cinco  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  sabe  quel  dicho  Pero  de 
Valdivia  tiene  el  repartimiento  contenido  en  el  capítulo,  el 
cual  está  de  la  cibdad  diez  o  doce  leguas,  y  los  vecinos  v 
los  demás  soldados  ha  visto  este  testigo  que  tienen  sus  tie- 
rras e  solares  e  haciendas  junto  a  la  cibdad,  e  vido  que 
algunas  personas,  de  cuyos  nombres  no  se  acuerda  al 
presente,  porque  les  daba  chacarras  una  legua  de  la  cib- 
dad gruñían  e  decian,  que  pesase  a  tal,  que  ellos  no  que. 
rian  tan  lejos  las  chacarras,  e  antes  que  de  allá  partiese  el 
dicho  Pero  de  Valdivia  dio  licencia  a  muchas  personas 
para  que  sembrasen  en  el  dicho  valle,  e  así  sembraron,  y 
quedaron  muchas  sementeras  cuando  este  testigo  de  allá 
partió. 

A  los  cuarenta  i  seis  capítulos  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  este  testigo  no  se  halló  pre- 
sente al  tiempo  que  pasó  lo  contenido  en  el  capítulo,  pero 
dende  a  un  poco  llegó  este  testigo,  e  las  personas  que  se 
hallaron  presentes  le  dijeron  quel  dicho  Pero  de  Valdivia 
habia  pasado  ciertas  palabras  con  el  dicho  Vadillo  sobre 
♦ciertos  indios,  e  porque  se  le  habia  desatado  al  dicho  Pero 

TOMO    VII  9 


130  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  Valdivia  arremetió  un  paje  para  dalle,  y  el  dicho  Pero 
de  Valdivia  dio  al  dicho  paje  por  ello  ciertos  mojicones. 

A  los  cuarenta  y  siete  capítulos  de  los  dichos  interogar- 
torios,  e  siéndole  leídos,  dijo  que  para  el  juramento  que  tie- 
ne fecho  este  testigo,  iba  muchas  veces  a  la  guerra  con  el 
dicho  Pero  de  Valdivia,  el  cual  de  que  via  los  que  en  ella 
estaban  que  no  tenian  que  hacer,  le  rogaban  y  a  veces  le 
importunaban  y  requerían  se  viniese  a  la  cibdad,  y  así  ve- 
nia y  se  adelantaba  de  cuatro  o  cinco  leguas  para  ir  él  y 
los  que  querían  ir  a  descansar  a  sus  casas,  y  nunca  vido 
este  testigo  que  dejase  la  jente  en  la  guerra  y  se  viniese  a  la 
cibdad,  mas  de  una  vez  que  le  escribieron  dende  la  cibdad 
que  venia  cierta  jente  de  la  de  Diego  de  Rojas,  y  por  eso  se 
vino,  dejando  con  la  jente  a  su  maese  de  campo. 

A  los  cuarenta  v  ocho  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leídos,  dijo  que  para  el  juramento  que 
tiene  fecho  este  testigo  ha  echado  muchas  veces  cuenta  en- 
tre sí,  y  halla  que  puede  tener  el  dicho  Pero  de  Valdivia  mili 
e  ochocientos  indios  poco  mas  o  menos,  los  cuales  al  pares- 
cer  deste  tCvStigo  los  tiene  bien  merescido  por  lo  que  ha  tra- 
bajado en  la  tierra  en  conquistalla  e  sustentalla,  e  aunque 
fueron  muchos  mas,  y  el  dicho  Alderete  puede  tener  al  pa- 
rescer  deste  testigo  hasta  quinientos  indios,  y  le  paresce  a 
este  testigo  que  los  tiene  bien  merescidos,  por  ser  conquis- 
tador e  hombre  muí  honrado,  y  la  dicha  Inés  Suárez  puede 
tener  quinientos  indios  poco  mas  o  menos,  e  para  el  jura- 
mento que  tiene  fecho  la  dicha  Inés  Suárez  los  meresce  por 
ser  la  primer  mujer  española  que  fué  a  aquellas  partes,  y 
ha  fecho  muchas  obras  pias,e  ha  fundado  hermitas  e  ador- 
nado los  altares  dellas,  y  da  a  los  soldados  de  lo  que  ella 
puede  e  tienen  necesidad,  e  visita  a  los  que  están  enfermos, 
e  algunos  ha  curado  de  sus  enfermedades,  y  esto  es  lo  que 
sabe  acerca  de  lo  contenido  en  este  capítulo. 

A  los  cuarenta  e  nueve  capítulos  de  los  dichos  interro- 
gatorios, e  siéndole  leídos,  dijo  que  al  tiempo  e  sazón  que 
pasó  lo  contenido  en  el  capítulo  este  testigo  estaba  en  la 
guerra,  y  oyó  decir  que  pasó  según  e  como   se  contiene  en 


PEOCESÓ  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  131 

el  capítulo  del  interrogatorio,  e  al  tiempo  que  este  testigo 
volvió  de  la  guerra  lo  vido  suelto  al  dicho  Caro,  e  con  sus 
armas  e  caballos. 

A  los  cincuenta  capítulos  de  los  dichos  interrogatorios, 
e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  ni  menos  lo  ha  oido 
decir. 

A  los  cincuenta  e  un  capítulo  de  los  dichos  interrogato- 
rios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  no  lo  sabe  ni  lo  ha  oido  de- 
cir, mas  de  que  tuvieron  preso  al  dicho  Vallejo,  pero  no 
sabe  porqué,  e  que  lo  habían  suelto  de  la  prisión. 

A  los  cincuenta  e  dos  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  ciue  este  testigo  vido  en  Chile 
andaban  en  pleito  ante  la  justicia  entre  la  parte  de  los  me- 
nores hijos  del  marques,  Calderón  de  la  Barca  por  cierta 
debda  de  Vaca  de  Castro,  i  vido  que  hicieron  ejecución  al 
dicho  Calderón  en  ciertos  bienes,  e  que  el  dicho  Pero  de  Val- 
divia salió  por  fiador  dellos,  pero  que  este  testigo  no  vido 
ni  oyó  que  fuese  por  mandamiento  de  Gonzalo  Pizarro  ni 
tal  mandamiento  oyó  que  fuese  a  aquellas  partes. 

A  los  cincuenta  y  tres  capítulos,  e  siéndole  leídos,  dijo 
que  al  tiempo  que  pasó  lo  contenido  en  el  dicho  capítulo 
este  testigo  estaba  enfermo,  e  no  se  halló  presente  a  ello 
mas  de  que  oyó  decir  que  habia  fecho  cierto  parlamento 
por  reprehender  al  Calderón  de  la  Barca,  e  después  de  que 
este  testigo  estuvo  bueno,  e  fué  a  hablar  al  dicho  Pero  de 
Valdivia  hablando  en  ello  le  dijo  como  habia  reñido  con  el 
dicho  Cárdena  por  lo  que  habia  dicho  en  la  iglesia. 

A  los  cincuenta  e  cuatro  Capítulos,  e  siéndole  leidos,  dijo 
que  este  testigo  nunca  ha  visto  ni  menos  ha  oido  decir  que 
el  dicho  Pero  de  Valdivia  llevase  dineros  a  ningunas  perso- 
nas por  las  licencias  que  les  daba,  antes  ha  visto  al  dicho 
Pero  de  Valdivia  que  daba  a  muchas  personas  armas  e 
caballos  e  herraje  v  otras  cosas,  como  en  el  capítulo  del 
reinterrogatorio  se  contiene,  sin  que  por  ello  le  quedasen 
obligados  a  pagar  cosa  ninguna. 

A  los  cincuenta  e  cinco  capítulos,  e  siéndole  leidos,  dijo 
que  como  dicho  tiene,  dicho  Pero  de  Valdivia  vino  al  puerto 


132  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


y  se  embarcó  en  el  navio,  y  mandó  echar  fuera  a  los  que  a 
él  le  pareció  que  no  eran  para  venir  a  servir  a  S.  M.,  e  les 
tomó  los  dineros  prestados,  e  les  dio  libranzas  para  que  de 
sus  haciendas  les  pagasen,  y  asi  vino,  y  este  testigo  con  él 
a  esta  cibdad  en  donde  compró  armas  e  caballos  e  otras 
cosas  para  él,  e  los  que  con  él  fueron  a  servir  a  S.  M.  e  ál 
señor  presidente  en  la  jornada  contra  Gonzalo  Pizarro,  e 
dio  socorro  a  muchos  españoles  para  que  fueran  a  servir  a 
S.  M.;  e  este  testigo  oyó  decir  a  Diego  Quirós,  mercader, 
que  gastó  la  moneda  por  el  dicho  Valdivia  que  habia  gas- 
tado antes  que  fuese  desta  cibdad  cuarenta  mili  pesos,  e 
después  acá  ha  gastado  mucha  suma  de  pesos  de  oro  para 
el  socorro  de  la  jente  que  va  por  tierra  e  por  la  mar  en  la 
armada  que  envia,  e  está  adebdado  que  debe  a  Diego  Qui- 
rós e  a  Hernando  de  Huelva,  mercaderes,  al  pié  de  treinta 
mili  pesos  que  le  han  prestado  para  la  dicha  jornada  para 
la  jente  que  va  a  ella;  y  esto  es  lo  que  sabe  acerca  de  lo  con- 
tenido en  el  dicho  capítulo. 

A  los  cincuenta  e  seis  capítulos,  e  siéndole  leidos,  dijo 
que  no  lo  sabe  ni  ha  oido  decir  lo  contenido  en  el  dicho 
capítulo,  e  que  se  remite  a  lo  que  tiene  declarado  en  esta 
cabsa  cerca  de  las  provisiones. 

A  los  cincuenta  e  siete  capítulos  de  los  dichos  interroga- 
torios, e  siéndole  leidos,  dijo  que  para  el  juramento  que 
tiene  fecho  que  no  lo  sabe  ni  menos  lo  ha  oido  decir,  e  que 
lo  que  ha  dicho  en  este  caso  es  lo  que  sabe,  e  para  acerca 
de  lo  que  ha  sido  preguntado,  e  es  la  verdad  para  el  jura- 
mento que  hizo,  e  firmólo,  e  este  testigo  es  de  mas  de  trein- 
ta y  cinco  años,  e  fuéle  encargado  el  secreto.— Z)/eo-o  García 
de  Cáceres. — El  licenciado  Gasea.— Ante  mí,  Simón  de  Alza- 
te,  escribano  de  S.  M. 


PROCESO    DE    PEDRO    DE   VALDIVIA  133 

DECLARACIÓN  (2^)  DE  HERNÁN  RODRÍGUEZ  DE  MONRO^  1 

(en  15  de  noviembre  de  1548) 

En  quince  días  del  dicho  raes  de  noviembre  del  dicho  año, 
su  señoría  del  dicho  señor  presidente  hizoparescer  ante  sí  a 
Hernán  Rodríguez  de  Monroy,  del  cual  su  señoría  tomó  e 
recibió  juramento  en  forma  de  derecho,  e  prometió  de  decir 
verdad,  e  siendo  amonestado  que  la  diga. 

Fué  preguntado  que  si  sabe  qué  provisiones  tenia  Pero 
Sancho  de  S.  M.— Dijo  que  le  paresce  que  tenia  tres  provi- 
siones, e  que  así  le  paresce  que  Juan  Romero  el  dia  que  mu- 
rió el  dicho  Pero  Sancho  dio  a  este  testigo  tres  provisiones 
con  el  sello  real,  pero  que  este  testigo  no  vio  qué  se  conte- 
nia en  ellas,  porque  luego  las  volvió  sin  leellas  al  dicho  Ro- 
mero, e  que  asimesmo  el  dicho  Romero  dijo  a  este  testigo, 
que  en  Atacama  el  dicho  Pero  de  Valdivia  habia  rompido 
otra  al  dicho  Pero  Sancho,  la  cual  dijo  que  era  de  don 
Francisco  Pizarro  e  no  le  dijo  otra  cosa  mas  de  decirle  es- 
tas provisiones  son  de  S.  M.,  por  las  cuales  face  al  Pero 
Sancho  gobernador  desta  tierra,  e  que  le  rogaba  que  las 
viese  e  le  diese  favor  e  ayuda  para  que  quería  con  aquellas 
provisiones  en  la  una  mano  e  en  la  otra  una  vara  del  rei, 
pedir  a  un  alcalde  justicia  en  la  plaza,  e  que  no  pasó  cerca 
de  las  provisiones  otra  cosa,  e  que  nunca  oyó  decir  qué  se 
contenia  en  las  provisiones  mas  de  que  era  gobernador,  e 


1  Las  declaraciones  siguientes  fueron  tomadas  para  descubrir 
el  carácter  de  las  provisiones  de  Pedro  Sancho  de  Hoz,  i  si  era 
cierto  que  siendo  provisiones  reales,  las  habia  desobedecido  Pedro 
de  Valdivia.  Rodrigue?  de  Monroy,  que  habia  tenido  injerencia  en 
la  conspiración  de  Pedro  Sancho  en  1547,  habia  visto  esas  provi- 
siones, pero  su  declaración  no  arroja  mucha  luz  para  el  descubri- 
miento de  la  verdad. 

Véase  sobre  este  punto  el  apéndice  titulado  Los  socios  de  Val- 
divia. 


134  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


así  le  tenían  en  esta  opinión;  pero  que  no  sabe  este  testigo 
si  las  provisiones  le  liacian  gobernador  desde  allí  o  de  otra 
mas  adelante,  e  lo  que  dice  es  la  verdad  para  el  juramento 
que  hizo,  e  firmólo. — Hernán  Rodríguez  de  Monroy. — El  li- 
cenciado Gasea.—  Ante  mí,  Simón  de  Álzate,  escribano  de 
S.  M. 

DECLARACIÓN   (2^)   DE  LOPE    DE   LANDA   ^ 

(en  15  de  noviembre  de  1545) 

En  este  dicho  dia,  mes  e  año  susodicho,  su  señoría  del 
dicho  señor  presidente  hizo  parescer  ante  sí  a  Lope  de  Lau- 
da, del  cual  su  señoría  tomó  e  recibió  juramento  en  forma 
de  derecho,  e  habiendo  jurado  prometió  de  decir  verdad,  e 
siendo  amonestado  que  la  diga; 

Fué  preguntado  que  si  sabe  qué  provisiones  tenia  Pero 
Sancho  de  S.  M. — Dijo  que  para  el  juramento  que  tiene  fe- 
cho, que  este  testigo  tuvo  en  su  poder  la  primera  vez  que 
Pero  de  Valdivia  prendió  al  dicho  Pero  Sancho  en  un  cofre- 
cito  ciertas  escripturas  del  dicho  Pero  Sancho,  y  entre  ellas 
una  o  dos  provisiones  de  S.  M.  a  lo  que  se  acuerda,  pero 
que  no  las  levó  ni  sabe  lo  que  se  contenia  en  ellas,  mas  de 
que  se  oyó  decir  que  le  hacian gobernador  y  capitán  jeneral 
de  lo  que  descubriese,  e  no  sabe  otra  cosa  ni  lo  ha  oid)  de- 
cir, e  lo  que  sabe  es  la  verdad  para  el  juramento  que  hizo , 
e  firmólo  de  su  nombre,  e  fuéle  encargado  el  secreto. — Lope 
de  Lanc/a.— El  licenciado  Gasea.— Xntemi,  Simón  de  Álzate, 
escribano  de  S.  M. 


1  Según  hemos  dicho  en  otra  nota  anterior,  parece  que  Lope 
de  Landa  tuvo  a  su  cargo  la  custodia  de  Pedro  Sancho  de  Hoz  du- 
rante la  prisión  de  éste  en  Atacama  en  1540.  Se  creia  por  esto  que 
él  debía  conocer  los  papeles  que  llevaba  consigo  el  infeliz  socio  de 
Valdivia. 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  135 

DECLARACIÓN   DE   PEDRO  DE  YILLAGRAN  ^ 

(en   15  de  noviembre  de  1545). 

En  este  dicho  dia,   su  señoría   del  señor   presidente  hizo 
parescer  ante  sí  a  Pedro  de  Villagran,  del   cual  su  señoría 


1  Pedro  de  Villagran  habia  visto  en  diciembre  de  1547  las  pro- 
visiones de  Pedro  Sancho,  cuando  éste  fué  apresado  i  condenado  a 
muerte. 

Véase  el  apéndice  titulado  Los  socios  de  Valdivia. 

En  la  introducción  de  esta  serie  de  documentos  hemos  dado  la 
noticia  del  motivo  que  habia  llevado  al  Perú  a  Pedro  de  Villagran. 

Aquí  trascribiremos  por  via  de  nota  el  memorial  que  en  repre- 
sentación del  cabildo  de  Santiago  presentó  a  La  Gasea  el  mismo 
dia  15  de  noviembre  de  1547.  Es  mui  probable  que  esta  solicitud 
tuviera  una  grande  influencia  en  la  solución  que  el  pacificador  del 
Perú  dio  al  proceso  de  Valdivia. 

Hemos  tomado  nuestra  copia  del  orijinal  que  existe  en  el  archi- 
vo de  Indias  en  Sevilla. 

tiEn  la  cibdad  de  los  Reyes  destas  provincias  del  Perú  en  quince 
dias  del  mes  de  noviembre  año  del  nacimiento  de  Nuestro  Salva- 
dor Jesucristo  de  mili  e  quinientos  e  cuarenta  i  ocho  años  antel 
mui  ilustre  señor  el  licenciado  Pedro  de  la  Gasea,  del  consejo  de  S. 
M.  de  la  santa  y  jeneral  inquisición,  presidente  destos  reinos  y 
provincias  del  Perú  por  S.  M.  etc.,  y  en  presencia  de  mí  Simón  de 
Álzate,  escribano  de  S.  M.y  teniente  de  escribano  mayor  destos  rei- 
nos de  la  Nueva  Castilla  e  de  los  testigosyuso  escriptos,  pareció 
presente  Pedro  de  Villagran  en  nombre  del  consejo,  justicia  y  reji- 
miento  de  la  ciudad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo  de  las  provin- 
cias de  Chile  y  por  virtud  de  su  poder  que  firesentó,  i  presentó 
un  escrito  de  pedimento  su  thenor  del  cual  dicho  poder  i  escrito 
uno  en  pos  de  otro  es  este  que  se  sigue.— Testigos  que  fueron  pre- 
sentes a  la  presentación  ddlo:  el  Reverendísimo  señor  Arzobispo 
de  los  Reyes  i  el  jeneral  Pedro  de  Hinojosa  y  el  mariscal  Alonso  de 
Alvarado  i  el  capitán  Lorenzo  de  Aldana. 

"Mui  ilustrísimo  señor. — Pedro  de  Villagran,  vecino  y  rejidor 
^e  la  ciudad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo,  en  nombre  del  cabil- 
do justicia  e  rejimiento  de  la  dicha  ciudad  por  virtud  de  un  poder 
de  que  hago  muestra  ante  vuestra  señoría  e  digo  que  ansí  que  la 
relación  y  plática  que  en  el  dicho  cabildo  y  rejimiento  tuve  como 
por  su  especial  poder  que  tengo  y  pos^o  noticia  y  esperiencia  que 
de  aquella  tierra  como  tal  vecino  rejidor  e  conquistador  he  visto  y 


136  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


tomó  e  recibió  juramento  en  forma  de  derecho,  e  habienda 
jurado  prometió  de  decir  verdad,  e  siendo  monestado  que 
la  diga; 

Fué  preguntado  que  si  sabe  qué  provisiones   tenia  Pero 

por  los  servicios  que  a  S.  M.  ha  hecho  el  capitán  Pedro  de  Valdi- 
via en  su  penosa  industria  e  trabajo  y  grandes  gastos  y  espensas 
que  ha  tenido  y  distribuido  ansi  en  el  dicho  descubrimiento  como 
en  la  población  y  pacificación  de  aquellas  tierras  y  porque  para 
aumento  dellas  conviene  que  vuestra  señoría  entoda  brevedad  pues 
con  acertada  causa  y  retitud  le  ha  proveido  y  nombrado  en  nom- 
bre de  S.  M.  por  gobernador  de  aquellas  partes;  lo  despache  y 
compela  e  mande  que  va^'-a  luego  porque  de  su  persona  hai  muí 
gran  necesidad  en  aquellas  dichas  partes  y  si  necesario  f  s  en  el  di- 
cho nombre  ansi  lo  suplico  a  vuestra  señoría  selo  mande;  pues  de- 
mas  de  lo  dicho  es  gran  servicio  de  Dios  e  de  S.  M.  e  bien  de  los 
naturales  quel  dicho  gobernador  sea  brevemente  despachado  por 
ques  persona  que  tiene  entendido  y  conocido  los  méritos  de  los  es- 
pañoles que  allá  residen  y  los  servicios  que  a  S.  M.  han  hecho  ansi 
en  las  conquistas  y  sustentación  de  aquella  tierra  como  en  las  po- 
blaciones y  descubrimientos  della  y  les  gratificará  conforme  a  las 
cualidades  de  sus  personas  y  a  los  trabajos  y  servicios  que  han  he- 
cho y  vuestra  señoría  ansí  se  lo  mandará  porque  mandándoselo 
tenga  especial  cuidado  dello. 

''Otro  si  en  nombre  de  los  dichos  mis  partes  suplico  a  vuestra 
señoría  sea  servido  de  proveher  y  hacer  a  aquel  reino  las  mercedes 
siguientes: 

"Primeramente  pues  se  vee  por  ispiriencia  quelos  indios  y  aun- 
que sea  en  estas  partes  donde  son  muchos,  cada  día  vienen  a  me- 
nos y  se  disminuyen,  lo  cual  es  causa  no  ser  los  indios  perpetua- 
mente encomendados  enlas  personas  en  quien  se  encomiendan,  y 
pues  esto  acá  es  ansi  cuanto  con  mas  razón  lo  será  en  aquel  Nuevo 
Estrerao  donde  los  dichos  indios  son  tan  pocos  que  a  no  tenerse 
gran  vijilancia  en  su  conservación  se  menoscabaran  del  todo  en 
mui  breve  tiempo;  por  tanto  conviene  mucho  al  servicio  de  Dios  y 
de  S.  M.  y  sustentación  de  los  dichos  indios  e  conquistadores  de 
aquellas  partes  vuestra  señoría  les  haga  merced  en  nombre  de 
S.  M.  de  la  perpetuidad  dellos  y  ansí  lo  suplico  a  vuestra  se— 
ñoi  í.'i. 

"ítem,  pues  en  aquellas  tierras  las  herramientas  y  todo  lo  de- 
mas  con  que  el  oro  se  saca  y  descubre  es  tan  costoso  que  muchas 
veces  cuesta  mas  la  herramienta  que  el  provecho,  lo  cual  es  causa 
ser  las  partes  tan  lejanas  y  remotas  deacá  que  no  les  va  cosa  sino 


« 


PROCESO    DB    PEDRO    DE    VALDIVIA  137 

Sancho  de  S.  M.— Dijo  que   para  el  juramento  que  tiene  fe- 
cho, que  este  testigo  vicio  dos  provisiones,  e  lo  que  en  ellas 


con  raui  gran  trabajo:  por  tanto  será  gran  bien  y  merced  el  que 
vuestra  señoría  les  hará  en  que  mande  que  no  se  pague  a  S.  M. 
mas  del  diezmo  de  que  se  sacare  a  donde  está  el  estremo  donde  está 
aquella  tierra  o  ya  que  en  otras  partes  nuevas  donde  no  se  saca 
con  tanto  trabajo  S.  M.  ha  hecho  las  mismas  mercedes. 

i'Item  porque  todos  los  vecinos,  conquistadores  y  pobladores 
de  aquellas  partes  están  pobres  y  gastados  en  tal  manera  que  no 
pueden  rehacerse  de  sus  necesidades  tan  presto,  sea  vuestra  seño- 
ría servido  de  mandar  que  por  ninguna  debda  como  nosea  delito 
ni  que  descienda  del  no  se  les  pueda  hacer  ejecución  en  sus  perso- 
nas, armas,  caballos,  ropa  de  su  vestir,  esclavo  de  su  servicio,  ca- 
sas, estancias  ni  chácaras  sino  que  paguen  de  los  demás  bienes  que 
to hieren  guardándoles  los  susodichos  y  no  llegándoles  a  ellos. 

"ítem,  porque  aquella  cibdad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo 
está  mui  pobre  y  no  tiene  propios  algunos  de  ningún  jénero,  sea 
vuestra  señoría  servido  para  propios  della  en  nombre  de  S.  M.  de 
les  hacer  merced  de  las  penas  de  Cámara  y  fisco  de  S.  M.  los  cuales 
tenga  por  propios  y  en  el  entretanto  que  S.  M.  de  otra  cosa  sea 
servido. 

"ítem,  pues  todas  las  ciudades  de  los  Reinos  y  señoríos  deS.  M. 
como  lo  es  aquella  tierra  tienen  por  propios  los  pregoneros,  vues- 
tra señoría  sea  servido  de  dar  a  aquella  ciudad  por  propios  para 
ella  la  renta  de  la  pregonería. 

"Itera,  asi  mesmo  se  a  vuestra  señoría  servido  de  hacer  merced 
a  aquella  dicha  cibdad  de  la  cárcel  pública  y  los  derechos  del  al- 
calde della,  el  cual  paga  la  dicha  cibdad  sean  della  y  no  del  algua- 
cil della  alguno. 

"Las  cuales  dichas  cosas  y  cada  una  dellas  suplico  a  vuestra  se- 
ñoría entienda  el  universal  bien  y  merced  que  a  todos  los  conquis- 
tadores y  descubridores  y  pobladores  de  aquella  tierra  y  a  cada 
uno  en  particular  se  hará  en  concederles  vuestra  señoría  estas  mer- 
cedes y  en  ello  la  majestad  sobretodo  será  mui  servida. — Pedro  de 
Villagrati. 

"E  presentado,  su  señoría  dijo  que  lo  verá  y  proveherá  lo  que 
mas  convenga  al  servicio  de  S.  M.  Testigos  los  dichos. 

"E  yo  Simón  de  Álzate,  escribano  de  sus  majestades  susodicho 
presente  fui  a  lo  que  dicho  es  y  de  mandamiento  de  su  señoría  lo 
escribí  y  por  ende  fice  aquí  este  mi  signo  que  es  a  tal  en  testimo- 
nio de  verdad.- Simón  de  Álzate,  escribano  de  S.  M. —  Hai  un 
signon. 


138  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


se  contenia  a  lo  que  este  testigo  se  acuerda,  en  la  una  decía 
que  S.  M.  le  hacia  merced  en  lo  que  descubriese  e  poblase, 
pasadas  las  gobernaciones  del  marqués  don  Francisco  Pi- 
zarro  e  de  don  Diego  de  Almagro,  e  Camargo,  del  otro  lado 
del  estrecho  hasta  tanto  que  S.  M.  fuese  informado  pudiese 
ser  gobernador  de  aquella  tierra,  i  en  la  otra  porque  si  pre- 
feria  con  ciertos  navios  e  jente  a  su  costa  de  descubrir  islas 
e  puertos  en  esta  mar  del  sur,  e  pasados  las  dichas  goberna- 
ciones, como  no  fuese  en  parajes  dellas,sino  de  la  otra  parte 
del  estrecho,  le  hacia  justicia  mayor,  e  gobernador  y  capi- 
tán jeneral  de  aquella  tierra  hasta  tanto  que  S.  M.  fuese 
informado  a  lo  que  se  acuerda,  i  que  no  sabe  de  otras  nin- 
gunas provisiones,  e  que  lo  que  ha  dicho  es  la  verdad  para 
el  juramento  que  hizo,  e  firmólo. — Pedro  de  Villagran. — 
El  licenciado  Gasea. — Ante  mí,  Simón  de  Álzate^  escribano 
de  S.  M. 

SENTENCIA. 

En  la  cibdad  de  los  Reyes  en  diez  e  nueve  dias  del  mes  de 
noviembre  de  mili  e  quinientos  e  cuarenta  e  ocho  años,  el 
mui  ilustre  señor  licenciado  Pero  de  la  Gasea,  del  Consejo 
de  S.  M.,  de  la  Santa  y  Jeneral  Inquisición  y  presidente  des- 
tos  reinos  e  provincias  del  Perú  por  Su  Majestad  etc.,  por 
ante  mí  Simón  de  Álzate,  escribano  de  S.  M.  e  de  los  testi- 
gos de  yuso  escriptos,  su  señoría  de  dicho  señor  presidente 
dijo  que  mandaba  e  mandó  a  Pero  de  Valdivia  gobernador 
e  capitán  jeneral  por  S.  M.  de  las  provincias  de  Chile,  que 
no  converse  inhonestamente  con  Inés  Suárez,  ni  viva  con 
ella  en  una  casa,  ni  entre  ni  esté  con  ella  en  lugar  sospecho- 
so, sino  que  en  esto  de  aquí  adelante  de  tal  manera  se  haya 
que  cese  toda  siniestra  sospecha  de  que  entre  ellos  haya 
carnal  participación,  e  que  dentro  de  seis  meses  primeros 
•siguientes  después  que  llegase  a  la  ciudad  de  Santiago  de 
las  provincias  de  Chile,  la  case  o  envíe  a  estas  provincias 
del  Perú  para  que  en  ellas  viva  o  se  vaya  a  España  o  a 
otras  partes,  donde  ella  mas  quisiere. 


PROCESO  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  139 

Ítem,  que  de  los  indios  que  la  dicha  InesSuárez  tiene,  dis- 
ponga e  provea  a  los  conquistadores  de  las  dichas  provin- 
cias de  la  forma  e  manera  que  con  él  está  ordenad  o. i 

ítem,  que  imitando  la  clemencia  de  que  nuestro  rei  señor 
natural  ha  usado  y  usa  con  los  que  en  estas  partes  le  han 
deservido  en  las  alteraciones  pasadas,  perdone  todos  i  cua- 
lesquier  delitos  cuanto  a  lo  criminal  que  contra  él  se  hayan 
cometido  en  las  dichas  provincias  de  Chile  por  los  españo- 
les que  en  ella  hasta  agora  han  estado,  e  que  por  razón  de 
los  dichos  delitos  en  lo  criminal  por  lo  que  a  él  toca,  contra 
ninguno  de  ellos  no  proceda  en  juicio  ni  fuera  del,  e  que  le 
encargaba  y  encargó  contra  ninguno  dellos  tenga  rencor 
j|  ni  malquerencia  por  cosa  de  lo  pasado,  ni  dello  tome  ven- 
ganza ni  por  ello  deje  de  remunerar  los  trabajos  que  los  di- 
chos españoles  en  el  descubrimiento  e  conquista  e  sustenta- 
ción de  aquella  tierra  han  pasado,  sino  que  los  ame  e  tenga 
aquella  afición  que  los  superiores,  que  como  buenos  padres 
aman  a  sus  subditos,  le  suelen  tener,  como  de  la  bondad  y 
nobleza  de  ánimo  del  dicho  gobernador  se  espera  y  se  confia 
que  lo  hará,  pues  los  muchos  trabajos  de  que  él  y  ellos  han 
sido  compañeros  en  aquella  tierra  por  servir  a  Dios  e  a  su 
rei,e  hacer  lo  que  como  buenos  y  honrosos  eran  obligados, 
le  obliga  a  ello,  e  pues  ya  que  alguno  de  los  dichos  españo- 
les hayan  mostrado  alguna  voluntad  de  allegarse  a  Pero 
Sancho  y  salir  del  gobierno  de  Pero  de  Valdivia,  les  ha  da- 
do alguna  ocasión  a  ello  a  entender  quel  dicho  Valdivia,  no 
tenia  provisión  de  S.  M.  para  la  dicha  gobernación,  la  cual 
dicha  ocasión  ya  de  aquí  adelante  ha  de  cesar,  e  así  todos 
los  dichos  españoles  le  han  de  tener  e  tendrán  el  respeto  e 
acatamiento  que  a  gobernador  e  jeneral  de  su  rei  deben. 

^^m    1  Esta  parte  de  la  sentencia  no  se  cumplió:   Inés  Suárez  con- 
^Krajo  matrimonio  con  Rodrigo  de  Quiroga,  uno  de  los  mas  distin- 
guidos soldados  de  la  conquista  de  Chile;  pero  conservó  los  indios 
i  las  tierras  que  Valdivia  le  habia  dado  en  repartición. 

Véase  sobre  este  punto  el  apéndice  titulado  Inés  Suárez  i  doña 
Marina  Ortiz  de  Gaete. 


140  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ítem,  le  mando  que  acabe  de  pagar  a  los  particulares  lo 
que  dellos  ha  tomado  prestado  dentro  de  un  año  después 
que  llegare  a  la  dicha  cibdad,  e  que  de  aquí  adelante,  pues 
ya  cesa  la  necesidad  de  socorros  que  hasta  agora  tenian  por 
llevar  golpe  de  jente  como  agora  lleva  v  cada  dia  irá  a 
aquellas  provincias,  no  fatigue  los  españoles  con  emprésti- 
tos pidiéndoles  dinero  ni  otras  cosas  emprestadas,  ecebto 
no  concurriendo  tan  gran  necesidad  para  las  cosas  de  la 
conquista  que  no  se  pueda  escusar. 

ítem,  que  pues  ya,  bendito  Dios,  están  estos  reinos  del 
Perú  sacados  de  la  servidumbre  e  tiranía  pasada  e  puestos 
en  liberta  y  que  conviene  para  que  cada  dia  dellos  vaya 
jente  a  las  dichas  provincias  de  Chile,  dé  licencia  a  los  que 
de  aquellas  provincias  quisieren  salir  y  venir  a  estas  partes, 
o  a  España  o  a  otros  señoríos  de  S.  M.  para  que  libremen- 
te lo  puedan  hacer,  no  concurriendo  cabsa  bastante  porque 
no  se  le  deba  dar  la  dicha  licencia. 

ítem,  que  en  la  provisión  de  los  repartimientos  tenga 
gran  cuidado  de  proveer  e  mejorar  a  los  españoles  que  con 
él  han  conquistado,  e  poblado  e  ayudado  a  sustentar  las 
dos  cibdades  que  en  aquella  provincia  agora  están,  pues 
allende  de  debérseles  como  a  descubridores,  conquistadores 
e  pobladores,  se  les  debe  por  los  muchos  e  grandes  traba- 
jos que  en  sustentar  aquello  que  agora  está  de  paz  han  pa- 
decido, lo  cual  se  espera  ha  de  ser  principio  de  descubri- 
miento e  conquista  de  grandes  e  ricas  tierras  de  que  en 
aquella  gobernación  se  tiene  noticia,  e  por  el  clima  en  que 
caen  paresce  que  han  de  ser  del  temple,  fertilidad  e  bondad 
que  es  nuestra  España,  Italia  e  las  otras  partes  que  en  el 
clima  que  de  la  otra  parte  de  la  equinoxial  corresponde  al 
de  aquellas  están. 

ítem,  que  de  aquí  adelante  tenga  gran  cuidado  de  mirar 
los  repartimentos  que  da,  que  sean  tales  quédelos  tributos 
dellos  los  españoles  a  quien  los  encomendase  se  puedan 
mantener  o  aprovechar  sin  detrimento  de  la  conservación 
de  los  naturales,  e  sin  vejación  ni  molestia. 

ítem,   e  así  fechos  y  encomendados  los  dichos  reparti- 


1 


PROCESO    DE    PEDRO    DE    VALDIVIA  141 

TTiientos,  no  quite  a  ninguno  el  repartimiento  que  le  hubiere 
encomendado  sin  ser  vencido  e  sentenciado  sobre  ello,  se- 
gún e  como  S.  M.  por  sus  cédulas  y  ordenanzas  lo  manda, 
ítem,  que  lo  que  ha  sacado  e  tomado  prestado  de  la  caja 
e  hacienda  de  S.  M.  lo  vuelva  a  ella,  e  lo  ponga  en  el  arca 
de  las  tres  llaves  en  poderdelosoficipxles  reales  lo  mas  breve 
que  pudiere,  e  que  de  aquí  adelante  en  ninguna  manera  tome 
de  la  dicha  caja  hacienda  real,  antes  tenga  gran  cuidado  de 
que  los  oficiales  tengan  en  ella  gran  recabdo,  e  que  conti- 
nuamente avise  a  S.  M.  y  al  abdiencia  real  destos  reinos  de 
lo  que  cerca  desto  se  hace,  e  lo  que  de  dicha  caja  hubiere 
para  que  visto,  S.  M.  mande  lo  que  se  deba  de  hacer  en  la 
remisión  que  de  la  dicha  hacienda  a  estas  partes  e  a  Espa- 
ña se  deba  hacer. 

Lo  cual  todo  juntamente  con  lo  contenido  en  los  capítu- 
los de  la  instrucción  que  en  Cuzco  se  le  dieron,  le  mandó 
cumpliese  e  mandase  en  todo  e  por  todo  como  en  ellos  se 
contiene,  e  como  se  confia  de  su  bondad  e  celo  que  de  servir 
a  Dios  e  a  S.  M.  tiene,  so  incurrimiento  de  las  penas  que  en 
las  instrucciones  que  S.  M.  da  a  los  gobernadores  e  con- 
quistadores suele  e  acostumbra  poner,  e  lo  firmó  de  su 
nombre,  siendo  testigos  el  jeneral  Pedro  de  Hinojosa  y  el 
mariscal  Alonso  de  Alvarado. — El  licenciado  Gasea. — Ante 
mí,  Simón  de  Álzate,  escribano  de  S.  M. 

Luego  incontinente,  yo  el  dicho  escribano  en  presencia  de 
su  señoría  del  dicho  señor  presidente  notifiqué  lo  susodicho 
al  dicho  gobernador  Pero  de  Valdivia,  el  cual  dijo  que  está 
presto  de  lo  cumplir,  e  asi  lo  cumplirá  e  tenia  pensado,  aun- 
que no  se  le  mandara. — Testigos  los  dichos. — Simón  de  Ál- 
zate, escribano  de  S.  M. 

Luego  incontinenti  el  dicho  gobernador  Pero  de  Valdi- 
via pidió  a  su  señoría  le  mandase  dar  un  treslado  de  lo  que 
asi  le  habia  sido  notificado;  y  su  señoría  mandó  a  mi  el 
dicho  escribano  se  lo  diese  abtorizado  en  pública  forma; 
testigos  los  dichos. — Ante  mí,  Simón  de  Álzate,  escribano 
de  S.  M. 

Y  yo,  Simón  de  Álzate,  escribano  de  S.  M.  en  los  sus  rei- 


142  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


nos  e  señoríos  susodicho  en  uno  con  su  señoría  del  señor 
presidente,  presente  fui  a  lo  que  dicho  es,  v  de  su  manda- 
miento lo  hice  sacar  del  orijinal  que  en  mi  poder  queda,  y 
va  escrito  en  cuarenta  y  seis  hojas  con  ésta  en  que  va  mi 
signo,  e  va  cierto  e  verdadero,  e  lo  hice  escribir,  y  por  ende 
hice  aqueste  mió  signo  ques  atal.  En.testimonio  de  verdad. 
—  Hai  un  signo,  Simón  de  Álzate,  escribano  de  S.  M. — El 
licenciado  Gasea. 


MíimiiMmiimiiíifflMmíi«.iiM^^ 


DOCUMENTOS 

RELATIVOS  A  PKDRO   DE  VALDIVIA 
I 

Relación  del  licenciado  Pedro  de  la  Gasca  al  Consejo 
DE  Indias  sobre  la  campaña  de  pacificación  del  Pe- 
rú '"   FECHADA  EN  EL  CuZCO  EL  7  DE  MAYO  DE  1548. 

Muí  ilustres  y  muí  magníficos  señores: 
Desde   Andalaguaylas  en  7  de  marzo   próximo   pasado 
hice  relación  de  todo  lo  subcedido  hasta  entonces  e  del  es- 


1  Véase  lo  que  acerca  de  estos  documentos  hemos  dicho  en  la 
pajina  18   i   siguientes  de  la  introducción  de  este  libro. 

2  Esta  es  la  primera  carta  de  La  Gasca  al  consejo  de  Indias  en 
que  habla  estensamente  de  los  servicios  de  Pedro  de  Valdivia  Sin 
embargo,  en  otra  anterior  fechada  en  Andaguaylas  el  9  de  marzo 
de  1548,  anuncia  en  estos  términos  la  llegada  de  este  caudillo  al 
cuartel  jeneral: 

'*P2n  24  de  febrero  llegó  aquí  Pedro  de  Valdivia  con  siete  o  ocho 
de  caballo,  el  cual,  según  dice,  supo  en  Chile  como  yo,  por  manda- 
do de  S.  M.  habia  llegado  a  Panamá,  e^uego  determinó  de  me  ir  a 
buscar  allá;e  llegando  cincuenta  o  sea  sesenta  leguas  mas  arriba  de 
Arequipa,  supo  como  yo  estaba  en  Jauja,  e  que  Lima  estaba  por 
S.  M.  E  desde  allí  me  escribió  con  un  criado,  el  cual  no  ha  llegado, 
porque  aquel  Espinosa,  según  dicen  aquellos  dos  soldados  que  de 
allíhu\eron,  que  ya  son  llegados  a  este  real,  le  tomó  allí  e  quitó 
una  bestia  que  traia.  E  Valdivia  siguió  por  la  mar  su  camino  has- 
ta Lima,  donde  con  toda  priesa  se  puso  a  punto,  e  con  ella  se  par- 
tió y  ha  venido  aquí. 

"Muestra  gran  deseo  de  servir  en  esta  jornada,   e   hase  tenida 


14-A  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


tado  eQ  que  quedaban  los  negocios,  conforme  a  la  duplica- 
da que  en  este  pliego  torno  a  enviar,  e  envié  algunas  car- 
tas y  escripturas  de  que  en  ella  se  hace  mención,  de  las 
cuales  torno  a  enviar  copia  de  la  carta  que  me  escribió 
Francisco  de  Carvajal,  maestre  de  campo  de  Gonzalo  Piza- 
rro,  con  la  copia  de  otra  que  tomando  ocasión  de  aquella 
e  de  otra  que  Gonzalo  Pizarro  escribió  a  un  Francisco  Mu- 
ñoz, lescribí,  e  de  la  que  él  escrebió  al  dicho  Francisco  Mu- 
ñoz, e  copia  de  una  carta  que  Francisco  de  Carvajal  escre- 
bió a  Gonzalo  Pizarro  cerca  de  la  corona  con  que  en  breve 
decia  que  le  habian  de  coronar. 

Torno  asimismo  a  enviar  la  información  que  hobo  para 
enviar  a  Diego  Garcia  Paredes  preso  ante  US.  con  la  rela- 
ción de  su  negocio. 

En  9  del  dicho  marzo  e  10  salió  todo  lo  mas  del  campo 
de  Andaguaylas;  e  conéleljeneral,  y  en  11  salimos  ios  obis- 
pos de  Lima  e  Quito  e  yo,  e  Benalca:íar  e  Diego  Centeno  e 


por  acertamiento  su  venida,  por  ser  persona  de  dilijencia  y  espe- 
riencia  y  ánimo,  e  de  quien  en  las  cosas  de  la  guerra  se  tiene  en  es- 
ta tierra  crédito,  e  que  fué  maestre  de  campo  en  la  batalla  de  las 
Salinas,  e  así  por  este  conecto  que  del  se  tiene,  como  porque  pa- 
resce  a  la  jente  que  dándole  la  conquista  de  Chile,  llevará  allá  mn- 
cha  de  la  que  aquí  hai,  se  ha  alegrado  con  su  venida." 

La  Gasea  no  da  en  este  lugar  los  nombres  de  los  soldados  que 
iban  de  Chile  en  compañía  de  Valdivia  para  ayudarlo  en  la  empre- 
sa que  lo  llevaba  al  Perú;  pero  los  ha  consignado  el  cronista  Diego 
Fernández  en  su  Historia  del  Perú,  part.  I,  lib.  11,  cap.  LXXXV, 
fol.  129  vuelto.  Eran  los  siguientes:  Jerónimo  de  Alderete,  Gaspar 
de  Villarroel,  Juan  de  Cept?da,  capitán  Jofré,  Luis  de  Toledo,  don 
Antonio  Beltran,  Diego  Garcia  de  Cáceres,  Vicencio  del  Monte, 
Diego  de  Oro  i  el  secretario  de  Valdivia,  Juan  de  Cardería. 

En  1870  se  publicó  en  Lima  un  volumen  de  196  pajinas  en  4^ 
que  lleva  por  título  ^'Relación  de  todo  lo  sucedido  en  la  provincia 
del  Perú  desde  que  Blasco  Nuñez  Vela  fué  enviado  a  ser  visorey 
della,  que  se  embarcó  a  1^  de  noviembre  de  MXLIIIS^  Esta  rela- 
ción anónima,  contemporánea  de  los  sucesos  que  refiere,  es  eviden- 
temente un  fragmento  muí  interesante  de  una  crónica  de  la  con- 
-  quista  del  Perú  i  de  las  guerras  civiles  de  sus  conquistadores,  i  no 


I 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  145 

lo  mas  de  los  que  habían  quedado;  e  para  sacar  e  dar  avia- 
miento  al  resto  quedó  el  mariscal  Alonso  de  AlvaradOjC  con 
él  Pedro  de  Valdivia  pues  hobo  dificultad  en  haber  indios 
para  las  cargas,  que  con  dejar  allí  muchas  dellas  e  ir  mui  a 
la  lijera  todos  no  podiamos  tener  recabdo  para  partirnos 
todos  juntos. 

En  18  del  mesmo  llegamos  a  Abancay,  donde  supimos 
que  Gonzalo  Pizarro  se  estaba  en  el  Cuzco  e  habia  fecho 
dar  garrote  a  un  Andrés  Enamorado,  vecino  de  aquella 
cibdad,  porque  le  tuvo  por  sospechoso  de  quererse  venir  a 
servir  a  S.  M.  e  que  lo  mismo  habia  fecho  a  otros  de  quien 
tenia  la  misma  sospecha. 

Luego  que  allí  llegamos  enviamos  al  capitán  Alonso  Pa- 
lomino e  a  Pedro  Alonso  Carrasco,  vecino  del  Cuzco,  a  jun- 
tar materiales  para  la  puente  que  suele  haber  sobre  Apori- 
ma,  en  el  camino  real  para  el   Cuzco,  e  a  Lope  Martin  e  a 


■es  imposible  que  sea  una  porción  de  la  crónica  de  Cieza  de  León, 
de  la  cual  sólo  se  publicó  en  vida  del  autor  la  primera  parte,  que 
era  una  descripción  jeográfica  del  Perú.  En  la  pajina  169  de  esta 
relación  refiere  el  arribo  de  Valdivia  al  campamento  de  Andahuai- 
las.  Dice  con  este  motivo  "que  los  soldados  españoles  deploraban 
mucho  el  descalabro  de  Diego  Centeno  en  Guarina,  y  decían  que 
solo  el  saber  de  aquel  hombre  (Francisco  de  Carvajal)  los  habia 
vencido,  e  deseaban  mucho  tener  allí  al  capitán  Pedro  de  Valdivia, 
que  estaba  en  Chile,  aquel  que  fué  maestre  de  campo  en  la  batalla 
de  las  Salinas,  como  en  otra  parte  hemos  dicho,  porque  sabia  tan- 
to en  el  militar  arte  como  Francisco  de  Carvajal.  E  no  muchos 
días  después  que  esto  se  platicaba,  que  parece  que  Dios  ansí  lo 
ordenó,  vino  nueva  que  el  capitán  Pedro  de  Valdivia  habia  lle- 
gado de  la  ciudad  de  los  Reyes,  y  en  desembarcando  que  supo  del 
presidente,  luego  se  aderezó  de  guerra  con  sus  criados  e  amigos  y 

se  vino  para  él I  con  estas  necesidades  estuvo  allí  el  real  hasta 

que  llegaron  Diego  Centeno  y  Pedro  de  Valdivia,  en  los  cuales  se 
holgó  mucho  el  presidente  y  todo  el  campo,  que  muchos  deseaban 
su  venida,  y  se  hicieron  grandes  fiestas,  juegos  de  caña  ysortija.  E 
luego  el  presidente  hizo  a  Pedro  de  Valdivia  del  consejode  guerra, 
y  (éste)  administró  el  campo  de  allí  adelante  en  compañía  del  ma- 
riscal (Alonso  de  Alvarado)  y  del  jeneral  Pedro  de  íTinojosa." 

TOMO   VJI  11 


146  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


un  Francisco  Pina  a  hacer  lo  mismo  para  hacerla  en  Cata- 
bamba,  e  a  Juan  Jullio  e  a  Antonio  de  Quiñones  para  la  de 
Guacachaca,  e  a  don  Pedro  Portocarreroe  Tomas  Vázquez, 
todos  vecinos  del  Cuzco,  para  la  de  Hacha,  que  son  todos 
puentes  sobre  el  mismo  rio,  porque  nos  paresció  que  era 
bien  tener  a  punto  los  materiales  e  cosas  necesarias  para  fa- 
cer lo  que  mas  conviniesse,  según  lo  que  entendiéssemos  de 
los  designos  de  los  enemigos,  de  los  cuales  temamos  nue- 
vas, unas  veces  que  nos  querian  dar  lado  por  los  Andes  a 
salir  hacia  Guamanga,  e  para  esto  convenia  pasar  por  lo 
del  camino  real,  e  otras  veces  que  querian  huir  hacia  el  Co- 
llao;  e  para  salirles  al  encuentro  convenia  ir  por  la  de  Ha- 
cha, que  es  casi  20  leguas  de  la  del  camino  real. 

E  asimismo  se  proveyó  de  personas  por  toda  la  ribera  de 
Aporima,  para  que  tomasen  los  cestos  e  las  balsas  por  don- 
de los  indios  pasaban,  porque  puente  fecho  no  lo  habia  en 
todo  aquel  rio  para  que  ninguno  pudiese  pasar  de  la  otra 
parte  a  donde  nosotros  estábamos  a  saber  aviso  del  cam- 
po ni  pudiese  pasar  al  Cuzco  persona  que  le  diese  a  los  ene- 
gos,  e  el  que  pasase  fuesse  por  nuestra  mano  para  tenerla 
dellos.  En  esto  se  puso  tanta  dilijencia  que  los  enemigos 
nunca  pudieron  saber  qué  hacíamos  ni  dónde  estábamos, 
mas  de  sospechar  questábamos  cerca;  pues  vian  los  espias 
que  sobre  el  rio  tenian  como  aderezábamos  por  todas  par- 
tes para  hacer  puentes,  que  fué  cosa  que  segund  después  se 
ha  sabido,  que  mucho  los  desatinó  e  puso  en  gran  cuidado 
de  saber  el  camino  que  queriamos  llevar,  lo  cual,  como  di- 
go, nunca  pudieron  saber. 

E  proveyóse  asimismo  que  desde  Guamanga  se  en  viassen 
indios  con  algún  español  a  estar  sobre  Aporima  en  la  parte 
adonde  los  enemigos  habian  de  facer  puentes,  para  poder 
salir  por  el  camino  de  los  montes,  para  que  impidiessen  el 
hacerse  la  dicha  puente  e  a  toda  dilijencia  nos  diessen  aviso 
si  los  enemigos  allí  llegasseneintentassen  facer  aquella  puen- 
te para  que  pudiéssemos  enviar  e  impedillo. 

En  24  del  mismo  partimos  de  Abancay  dejando  en  la 
puente  de  Aporima  a  Pedro   Alonso  Carrasco  con  4  o  5  es- 


D0CUME3NT0S  RELATIVOS  A  VALDIVIA  147 

pañoles  e  algunos  indios  para  que  continuamente  hiciesen 
indicación  de  continuar  la  obra  de  la  puente;  a  fin  que  los 
enemigos,  creyendo  que  habiamos  de  pasar  por  allí,  descui- 
dassen  de  ir  o  enviar  a  impedirnos  de  pasar  por  las  otras 
puentes;  e  nopodimos  partir  antes  de  Abancay,  así  por  po- 
ner en  orden  la  jente,  como  po^  entender  algo  de  los  desig- 
nos de  los  enemigos  para  que,  mejor  entendidos  aquellos, 
pudiéssemosescojer  el  camino  que  debiamos  llevar;  e  sabido 
de  cierto  como  se  estaban  en  el  Cuzco  e  informados  de  la  gran 
dificultad  que  había  en  poder  ir  por  los  montes,  así  por  es- 
tar tan  cerrado  un  camino  antiguo  porque  habían  de  ir  to- 
mando aquella  derrota,  como  también  por  la  gran  falta 
que  de  mantenimientos  por  allí  tendrían  e  la  dificultad  que 
había  en  el  hacer  la  puente  sobre  Aporima,  que  antigua- 
mente solía  estar  en  aquel  camino,  paresció  que  la  idea  de- 
llos  por  allí  no  se  efectuaría,  e  que  ya  que  a  ello  se  determi- 
nasse  Gonzalo  Pizarro  le  seguirían  pocos  ese  perdería  presto 
tomando  aquel  camino,  e  que  por  donde  mas  jente  le  seguí- 
ría  e  mas  podría  caminar  e  con  mas  daño  de  la  tierra,  era 
yéndose  por  el  CoUao;  e  que  para  salir  al  encuentro,  en  ca- 
so que  por  allí  se  quisiesse  ir,  era  mas  conveniente  tomar  el 
camino  por  entre  ambos  rios  fasta  el  primero  brazo  de 
Aporima. 

E  así  nos  partimos  para  el  dicho  brazo  a  24  de  marzo 
con  intención  de  tomar  desde  allí  el  camino  de  las  otras 
tres  puentes  que  mas  conviniesse,  conforme  a  lo  que  de  los 
enemigos  allí  supiéssemos. 

E  otro  día  pasamos  un  despoblado  farto  frío  y  de  nieve 
en  que  mucha  de  la  jente  que  iba  a  pie  pasó  farto  trabajo  e 
se  quedó  sin  podello  pasar  aquel  día  e  otro  adelante,  pero 
plugo  a  Dios  que  la  segunda  jornada  venimos  a  un  valle 
caliente,  donde  con  estos  dos  días,  tornaron  en  sí,  porque 
ésta  es  la  condición  desta  tierra,  quQ  como  es  tierra  mui 
alta,  es  mui  fría  en  los  altos,  e  como  está  en  clima  de  suyo 
tan  caliente,  en  los  valles  es  fuego. 

Llegamos  al  dicho  brazo  primero  de  Aporima,  en  29,  don- 
de se  trató  si  se  debía  tomar  desde  allí  el  camino  para  la 


148  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


puente  de  Hacha,  porque  parescia  que  aquel  paso  era  el 
mas  seguro  a  causa  que,  ya  que  los  enemigos  acudiesen  a 
impedirnos  el  paso  de  la  puente  no  nos  impedirian  el  del 
vado  que  hai  por  allí  por  ser  mui  en  la  cabeza  del  rio,  e 
cuando  llegásemos  cesarían  las  aguas  y  estarian  mas  bajo, 
se  podría  vadear  e  también  se  decía  que  había  mas  comida 
por  allí,  e  de  otra  parte  considerado  el  mas  largo  camino 
que  por  allí  había  e  los  despoblados  fríos  e  de  nieve  que  yen- 
do por  aquel  camino  se  habían  de  pasar  e  cuan  cansada  e 
fatigada  venia  la  jente,  parescia  que  convenia  tomar  el  pa- 
so por  Cotabamba  que  estaba  cinco  leguas  deste  brazo. 

E  ansí  este  mesmo  día  se  enviaron  Valdivia  e  Grabiel  de 
Rojas  e  Diego  de  Mora  e  Francisco  Hernández  a  ver  la  dis- 
posición que  en  la  salida  de  aquella  puente  había,  e  subida 
de  la  sierra  que  pasaba  la  puente  estaba,  por  entender  el 
daño  que  los  enemigos  nos  podían  hacer  ya  que  víniessen 
a  impedirnos. 

Los  cuales  volvieron  otro  dia  y  dijeron  que  les  parescia 
se  debía  ir  por  Cotabamba,  porque  la  subida  de  la  sierra 
era  buena  e  que  legua  y  media  de  la  puente  cerca  de  lo  alto 
de  la  sierra  había  agua  e  sitio  fuerte  donde  asentarse  el 
real,  que  desde  allí  fácilmente  se  podía  tomar  la  cumbre  sin 
que  lo  pudiessen  impedir  los  enemigos. 

Con  este  parescer  escrebimos  a  Lope  Martín  que  sedíesse 
mucha  priessa  a  aparejar  los  materiales  para  aquella  puen- 
te e  que  esto  lo  hiciesse  sin  bullicio  e  secreto,  e  que  porque 
los  enemigos  no  sintiessen  antes  de  tiempo  lo  que  se  hacia, 
no  echasse  las  crisnejas,  que  son  guirnaldas  gruesas  de 
mimbres,  sobre  qué  en  esta  tierra  se  arman  las  puentes,  has- 
ta que  nosotros  nos  acercássemos  mas  a  la  puente. 

Escrebimos  asimismo  a  todos  los  que  estaban  en  las  otras 
puentes  que  hiciessen  gran  demostración  e  publicidad  de 
querer  hacellas,  e  que  dende  a  un  dia  o  dos  que  esto  huvie- 
ssen  hecho  se  víniessen  a  nosotros  porque  queríamos  passar 
por  Cotabamba,  e  que  ciertas  crisnejas  e  otros  materiales 
que  a  la  puente  de  Aporima  se  habían  aderezado,  se  que- 
masen porque  si  los  enemigos  quisiessen  dar  lado  por  allí 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  149 

no  hallassen  aparejo  para  hacer  enbreve  la  puente,  e  pa- 
ssarsenos  antes  que  pudiessemos  acudir  a  ellos. 

En  31  Pero  Alonso  Carrasco  me  envió  desde  Aporima 
las  dos  cédulas  que  con  ésta  envió  de  Gonzalo  Pizarro,  en 
que  decia  que  perdonaba  a  todos  los  que  se  le  habían  hui- 
do e  le  habian  sido  contrarios  v  prometiade  les  volver  sus 
indios  con  que  se  fucssen  a  él  antes  que  entre  él  y  el  ejército 
de  S.  M.  huviesse  contienda  de  batalla,  las  cuales  cédulas 
él  habia  enviado  con  un  indio  a  Pero  Alonso  Carrasco  e  a 
los  otros  que  estaban  allí  entendiendo  en  hacer  demostra- 
ción de  hacer  aquella  puente,  e  creyendo  que  estaba  allí  el 
capitán  Palomino  e  su  compañía. 

E  a  1*^  de  abril,  habiendo  oido  missa y  estando  todos  pa- 
ra partirnos,  recebimos  una  carta  de  Lope  Martin,  hecha 
del  día  antes,  en  que  decia  que  tenia  ya  echadas  tres  crisne- 
jas; i  pesónos  porque  parescia  que  se  habia  adelantado  e 
que  podrían  saberlo  los  enemigos  e  tener  tiempo  para  ve- 
nir a  impedirnos  el  passo. 

Partíraosnos  luego  apriesa,  y  enviamos  delante  a  Valdi- 
via y  al  capitán  Palomino  con  alguna  jente  que  fuessen  a 
la  lijera  a  dar  priessa  en  la  puente  e  a  guardarla  que  no  la 
quemassen  los  enemigos,  e  que  para  ello  con  balsas  pasa- 
ssen  de  la  otra  parte  del  rio  aquel  dia,  porque  la  noche  pu- 
diessen  estar  de  la  otra  parte  a  hacer  la  dicha  guarda. 

El  mesmo  dia,  llegando  cerca  de  donde  el  campo  se  habia 
de  asentar  e  dormir  aquella  noche,  me  dieron  una  carta  del 
provincial  de  la  orden  de  Santo  Domingo  que  con  Lope 
Martin  estaba  ayudando  en  la  puente  con  los  indios  que 
allí  cerca  la  orden  tiene,  en  que  escrebia  como  la  noche  an- 
tes al  amanecer  habian  llegado  tres  espias  que  Gonzalo  Pi- 
zarro traia  por  la  otra  parte  del  rio  con  indios  e  habian 
echado  fuego  en  las  crisnejas  y  se  habian  quemados  las  dos. 
Recebí  pena  no  solo  por  la  quema  dellas,  pero  por  creer  que 
luego  seria  avisado  Gonzalo  Pizrrro  e  nos  enviaria  e  empe- 
dir  el  passo  e  aun  el  nacer  de  la  puente,  de  que  no  solo  se  se- 
guiría trabajo  del  camino  e  peligro,  pero  aun  nos  podría 


150  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


por  ventura  necesitar  a  dejar  aquel  camino  e  tomar  el  otro 
trabajoso  de  Hacha. 

E  entendiendo  quel  remedio  estaba  en  la  brevedad  e  dili- 
jencia  de  hacer  la  puente  y  passar  por  ella,  se  partió  el  je- 
neral  con  los  capitanes  Meneses  e  Mejia  e  sus  compañías  e 
otra  jente  a  ayudar  a  hacer  la  puente  e  a  defender  que  los 
enemigos  no  llegassen  a  ella  ya  que  viniessen,  e  Grabiel  de 
Rojas  con  la  artillería  ansi  para  assentar  alguna  della  des- 
ta  parte  e  ayudar  a  defender  que  no  llegassen  los  enemigos 
a  la  puente  como  para  ayudarla  a  hacer  con  los  indios  de 
la  artilleria. 

E  pareciéndome  que  yendo  yO  se  daria  alguna  mas  prie- 
ssa,  determiné  de  ir  e  por  escusar  la  ida  de  mas  jente,  que 
no  podia  aprovechar  de  mas  de  estorbar  el  hacer  de  la 
puente  me  salí  con  el  jeneral  dando  a  entender  que  iba  para 
volverme  al  real,  e  solo  di  de  ello  parte  al  mariscal,  el  cual 
quedaba  para  llevar  el  campo.  Pero  los  obispos  de  Lima 
y  Quito  y  otros  lo  entendieron  y  nos  siguieron. 

E  porque  nos  anocheció  legua  y  media  de  la  puente  en 
una  bajada  de  una  cuesta  mui  agria  e  por  donde  no  se  po- 
dia caminar  cabalgando,  dado  que  casi  una  legua  fuimos 
de  noche  a  pié  e  con  gran  trabajo  no  podiamos  llegar  a  la 
puente,  los  obispos  ni  mucha  otra  jente  que  íbamos,  es- 
cepto  el  jeneral  i  Herhan  Mejia  que  con  alguna  jente  llega- 
ron allá,  los  cuales  e  Valdivia  e  Palomino  que  hablan  he- 
cho passar  algunos  a  nado  y  en  una  balsilla  el  rio,  defen- 
dieron disparando  arcabuces  toda  la  noche  que  no  que- 
massen  la  crisneja  que  quedaba  e  derribassen  parte  del  pi- 
lar sobre  que  se  habia  de  armar  la  puente,  unos  cuantos 
de  Gonzalo  Pi^arro  que  vinieron  aquella  mañana,  antes 
que  amaneciesse  a  hacerlo. 

En  saliendo  la  luna  tomamos  el  camino  los  capitanes 
don  Baltassar  de  Castilla  e  Martin  de  Robles  e  yo,  e  llega- 
mos en  amaneciendo  a  la  puente  en  la  que  se  dio  gran  prie- 
sa e  se  echaron  aquel  dia  cuatro  crisnejas  e  pasaron  con 
una  balsilla  tirando  la  jente  de  dos  sogas  a  que  estaba  ata- 
da de  una  parte  y  de  la  otra  del  rio,  el  jeneral,  los  otros 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  151 

capitanes  con  cerca  de  doscientas  arcabuceros,  e  por  el  rio 
con  harto  trabajo  se  passó  cantidad  de  caballos  porque  la 
entrada  era  tan  mala  que  para  echarlos  en  el  rio  era  me- 
nester despeñarlos. 

Enviáronse  aquel  dia  a  lo  alto  de  la  sierra  por  una  par- 
te a  don  Baltassar  de  Castilla  e  por  otra  a  don  Joan  de 
Sandoval  con  algunos  arcabuceros  a  reconoscer  lo  que  ha- 
bia,  e  no  vieron  ni  hallaron  mas  de  los  espias  e  indios  que 
Gonzalo  Pizarro  en  aquellos  altos  tenia,  porque  aunque 
luego  el  dia  antes  que  se  quemaran  las  crisnejas  los  espias 
le  avisaron,  estaba  en  el  Cuzco  nueve  leguas  de  allí,  e  no 
habia  tenido  tiempo  de  venir  ni  enviar  sobre  la  puente. 

Aquella  noche  el  jeneral  con  los  capitanes  e  jente  que 
de  la  otra  parte  habían  pasado,  guardó  la  puente,  e  de 
la  otra  la  guardó  Valdivia  y  Grabiel  de  Rojas,  e  para 
ello  se  pusieron  e  assestaron  tiros  hacia  un  lado  e  a  otro 
della. 

En  3  de  abril  se  continuó  la  priessa  de  la  puente,  de  ma- 
nera que  a  las  dos  del  dia  estaban  echadas  todas  seis  cris- 
nejas e  tiradas  e  tejida  la  puente  de  manera  que  pudo  em- 
pezar a  pasar  por  ella  la  jente.  E  asimismo  aquel  dia  se 
entendió  en  continuar  a  pasar  caballos  por  el  vado,  por- 
que a  cabsa  que  la  puente  no  se  deshiciese  no  pasaron  por 
ella,  e  ansi  passé  por  ella  gran  golpe.  E  ya  tarde  una  hora 
antes  de  puesto  el  sol,  el  jeneral  con  todos  los  que  habian 
pasado  por  la  balsa  e  por  la  puente  paresció  que  yo  debia 
de  subir  a  tomar  el  puente  e  agua  que  estaba  cerca  de  la 
cumbre  de  la  sierra  y  ansi  se  hizo. 

Corrieron  aquel  dia  el  capitán  Alonso  de  Mendoza  e  Lo- 
pe Martin  con  20  hombres  de  caballo  e  don  Joan  de  San- 
doval a  pie  con  10  o  12  arcabuceros;  y  en  lo  alto  de  la  sie- 
rra encontraron  con  Joan  de  Acosta,  al  cual,  luego  que 
Gonzalo  Pizarro  en  el  Cuzco  recibió  la  nueva  que  le  envia- 
ron los  que  quemaron  la  puente  de  cómo  la  haciamos  por 
Cotabamba,  envió  con  120  arcabuceros  e  30  hombres  de 
caballo  para  que  caminassen  a  toda  dilijencia,  e  viniessen 
a  quemar  la  puente  e  derribar  el  pilar  e  defender  que  no  se 


152  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


hiciesse,  y  hacer  daño  a  los  que  de  nosotros  hobiesen  pa- 
sado; y  él  a  toda  priessa  salió  del  Cuzco  coa  intento  de  les 
ir  a  hacer  espaldcis  e  se  puso  en  Jaquijaguana,  cinco  leguas 
del  Cuzco,  hacia  la  puente  por  do  veniamos. 

E  como  Joan  de  Acosta  descubrió  nuestros  corredores, 
dejó  su  jente  en  celada;  e  adelantándose  con  cinco  o  seis  de 
a  caballo,  e  llegando  cerca  dellos  mostró  que  se  retraia  por 
meterlos  en  la  celada,  como  fuera  sino  que  Joan  Núñez  de 
Prado,  natural  de  Badajoz,  de  quien  se  tenia  noticia  dias 
habia  que  se  deseaba  venir  a  servir  a  S.  M.,  venia  con 
el  dicho  Acosta  e  puso  las  piernas  a  su  caballo,  e  pasóse  a 
nuestros  corredores  e  avisóles  déla  jente  que  Acosta  tenia 
e  como  estaba  en  celada. 

E  asi  él  y  ellos  se  fueron  retrayendo;  e  Acosta  e  los  suyos 
los  siguieron  hasta  meterlos  en  el  fuerte  que  ya  el  jeneral 
tenia  tomado  cerca  de  la  cumbre. 

E  sintiendo  Acosta  o  sospechando  que  habia  jente  allí  cer- 
ca, hizo  alto  ya  noche,  e  se  retiró  e  envió  a  Gonzalo  Piza- 
rro  que  le  enviasse  mas  jente. 

Aquella  noche  el  mariscal  pasó  la  puente  con  golpe  de 
jente  e  la  estuvo  guardando,  porque  podian  venir  los  ene- 
migos a  quemarla  e  deshacer  el  pilar  por  otros  caminos  sin 
encontrar  con  el  jeneral  e  los  otros  que  estaban  arriba.  E 
también  Grabiel  de  Rojas  estuvo  en  guarda  con  los  otros 
tiros  como  la  noche  pasada. 

E  fué  tanta  la  priessa  que  aquella  noche  a  passar  se  dio 
la  jente,  que  la  ladearon  tanto  que  a  la  mañana  hobo  nece- 
sidad de  quitar  todos  los  barrotes  que  la  atravesaban  e  te- 
jian  e  las  sogas  con  que  se  ataban  para  poder  tirar  las 
crisnejas  y  endrezarla,  que  no  poca  pena  me  dio  por  el  peli- 
gro que  parecia  que  corrian  el  jeneral  y  los  que  con  ellos  es- 
taban, no  yéndose  a  juntar  con  ellos  masjente  si  acaso  Gon- 
zalo Pizarro  viniese  con  todo  su  campo  sobre  ellos. 

Dióse  este  dia,  4  de  abril,  gran  priessa  en  tornar  a  ade- 
rezar la  puente  e  pasar  caballos  por  el  rio,  ea  medio  dia  es- 
taba aderezada,  e  a  dilijencias  pasó  mucha  jente  con  la 
cual  el  obispo  de  los  Reyes  e  yo  nos  partimos   arriba  e  lie- 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  153 

gamos  al  fuerte  donde  estaba  eljeneral  al  tiempo  que  alza- 
ba el  real  para  subir  e  ponerse  en  lo  alto  de  la  tierra,  e  an- 
sí se  hizo  e  se  assentó  aquella  noche  en  lo  alto  e  toda  ella 
estuvo  tan  en  orden  como  si  se  hubiera  de  dar  batalla. 

Aquel  dia  corrieron  los  mesmos  Alonzo  de  Mendoza  e 
Lope  Martin  y  encontraron  a  Joan  de  la  Torre,  capitán  de 
Gonzalo  Pizarro,  e  a  Pedro  Martin  con  veinte  hombres  de 
caballo;  y  entendiendo  los  nuestros  que  estaba  detras  dellos 
Acosta  en  celada,  hicieron  alto  en  un  fuerte  donde  Joan  de 
la  Torre  e  Pedro  Martin  con  sus  20  hombres  les  acometie- 
ron diversas  veces,  e  los  nuestros  los  retraían  e  se  volvían 
luego  a  su  fuerte.,  E  de  esta  manera  estuvieron  hasta  bien 
tarde,  que  viendo  los  enemigos  que  no  los  podian  meter 
en  la  celada,  salieron  todos  sobre  los  nuestros,  los  cua- 
les se  recojieron  a  nosotros  sin    recebir  daño. 

En  5  fueron  a  correr  el  campo  los  capitanes  Diego  Cente- 
no e  don  Pedro  de  Cabrera  con  100  hombres,  la  mitad  de 
caballo  e  la  otra  mitad  de  arcabuceros  encabalgados;  en- 
viáronse tantos  corredores  porque  Joan  Núñez  de  Prado, 
e  otros  que  aquellos  dias  se  hablan  pasado  a  nosotros,  de- 
cían que  convenia  que  fuesen  en  número,  porque  muchos  de 
los  que  venian  con  los  corredores  de  Gonzalo  Pizarro  de- 
seaban venirse  a  nosotros,  e  no  osaban  hacerlo  viendo  po- 
cos corredores  a  quien  se  acojer. 

Nuestros  corredores  descubrieron  a  Joan  de  Acosta  que 
venia  con  300  hombres  e  mucho  número  de  indios,  que  ha- 
cían bulto  de  mas  de  mil  hombres,  e  ansí  creyeron  luego  que 
los  vieron,  que  venia  Gonzalo  Pizarro  con  todo  su  campo  a 
dar  en  nosotros,  e  ansí  nos  enviaron  a  decir. 

E  sin  embargo  que  faltaban  el  mariscal  que  había  queda- 
do a  la  puente  a  hacer  pasar  la  jente  e  traerla  delante,  e 
casi  la  mitad  de  la  jente  queno  era  llegada  e  la  artilleiia  que 
ansimesmo  aun  se  estaba  en  la  puente,  eljeneral  y  todos  los 
que  allí  estaban  con  mucho  ánimo  e  alegría  se  pussieron  a 
punto,  e  por  el  camino  donde  había  de  bajar  la  jente  de 
Gonzalo  Pizarro  se  pusso  Pablo  de  Menesesenunos  barran- 


154  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


eos  que  allí  estaban  con  su  compañía,  que  era  de  140  arca- 
buceros. 

E  luego  a  toda  dilijencia  se  envió  a  llamar  al  mariscal  pa- 
ra que  viniese  con  toda  la  jente  e  a  Grabiel  de  Rojas  con  la 
artilleria  e  a  Juan  Alonso  de  Badajoz,  vecino  de  Guaraanga 
e  naturalMe^Badajoz,  con  las  municiones,  porque  por  mie- 
do que  al  pasar  del  artilleria  e  municiones  no  se  ladease  la 
puente  antes  de  pasar  la  jente,  habia  quedado  a  la  pos- 
tre. 

E  ansimismo  se  envió  a  decir  a  nuestros  corredores  que 
se  viniessen  retrayendo  e  recojiendo  a  nosotros;  e  ansi  lo 
hicieron,  pero  tan  a  paso  que  pudieron  aguardar  que  los 
enemigos  llegassen  tan  cerca  que  conocieron  que  no  venian 
de  300  españoles  arriba,  e  que  los  otros  eran  indios. 

E  conociendo  esto  hicieron  alto  en  una  parte  fuerte  e 
aguardaron  allí  a  Acosta  e  a  su  jente,  e  enviáronnos  a  de- 
cir lo  que  pasaba,  e  que  les  enviásemos  socorro,  e  auvsi  se 
les  envió  con  Valdivia  y  el  adelantado  Benalcazar  e  Pa- 
blo de  Meneses  y  Hernán  Mejia  con  jente  de  caballo  e  ar- 
cabuceros. 

E  poco  después  de  enviado  nos  tornaron  a  enviar  a  decir 
Diego  Centeno  e  don  Pedro  cómo  los  enemigos  habian  visto 
nuestro  campo  e  se  habian  retirado. 

Luego  aquella  tarde  llegó  el  mariscal  con  mucha  de  la 
jente  que  atrás  quedaba,  e  Grabiel  de  Rojas  e  Juan  de  Bada- 
joz e  los  obispos  de  Quito  e  Cuzco. 

En  6  nos  estuvimos  en  el  mesmo  asiento  juntando  la  jen- 
te  que  habia  quedado  atrás. 

Este  dia  corrieron  el  licenciado  Carvajal  y  el  capitán 
Mercadillo  con  jente  de  a  caballo  e  los  capitanes  Hernán 
Mejia  e  Martin  de  Robles,  e  Francisco  Dolmoscon  número 
de  arcabuceros,  i  encontraron  a  Joan  de  la  Torre,  que  con 
poca  jente  venia  a  correr,  e  le  siguieron  hasta  meterla  en  el 
valle  de  Jaquijaguana. 

Todos  estos  dias  los  corredores  de  Gonzalo  Pizarro  y  en 
especial  este  dia,  se  desmandaron  a  decir  palabras  desa- 
catadas hasta  responder  a  los  nuestros  que  les  decian  que 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  155 

se  viniesen  a  servir  al  rey,  eque  si  no  lo  hacían  se  perderían, 
porque  venia  mucha  pujanza  en  servicio  de  S.  M.,  que  ellos 
tenían  buen  rey  en  el  gobernador  su  señor,  e  que  tomassen 
acuestas  al  rey  y  al  sacristán  que  enviaba,  e  otras  palabras 
mas  sucias  e  deshonestas,  e  que  si  tanta  pujanza  traya, 
que  para  qué  querían  que  ellos  se  pasassen. 

El  7  del  mesmo  partimos  de  lo  alto  e  fuimos  a  hacer  no- 
che cuatro  leguas  de  los  enemigos. 

Este  día  corrieron  el  capitán  Juan  de  Saavedra  con  jen - 
te  de  caballo  y  el  capitán  Pablo  de  Meneses  con  arcabuce- 
ros, e  la  noche  antes  los  enemigos  habían  puesto  dos  cela- 
das poco  adelante,  donde  nuestro  campo  se  asentó  este  dia, 
creyendo  poder  tomar  nuestros  corredores  en  medio  de 
ambas  celadas;  pero  llegando  cerca  de  ellas  los  nuestros  lo 
sospecharon  e  se  detuvieron,  e  luego  llegó  un  yanacona 
que  venia  huyendo  de  los  enemigos,  en  busca  de  su  amo 
que  un  dia  antes  se  había  pasado  á  nosotros,  e  avisó  a 
nuestros  corredores  de  las  dos  celadas,  en  las  cuales  había 
copia  de  jente,  e  venían  por  capitanes  Acosta  y  el  licencia- 
do  Cepeda  y  Diego  Guillen  y  Joan  de  la  Torre 

E  con  esto  los  nuestros  se  detuvieron  e  nos  lo  hicieron 
saber,  e  fuéel  capitán  Mejia  con  su  compañía  a  socorrerlos, 
e  tras  éste  Valdivia. 

En  8  caminamos  con  intento  de  parar  aquel  dia  en  cierto 
sitio  que  estaba  a  una  legua  de  los  enemigos;  e  yendo  cerca 
del  dieron  al  arma  en  la  avanguardía,  é  así  todo  el  campo 
caminó  apriessa  creyendo  que  los  enemigos  venian  cerca,  é 
era  que  nuestros  corredores,  que  eran  Diego  de  Mora  con 
jente  de  caballo,  y  Hernán  Mejia  con  arcabuceros,  habían 
retraído  a  los  suyos  hasta  ponerlos  en  un  cerro  alto  que 
estaba  sobre  su  campo,  e  al  mariscal  y  a  Valdivia  que  iban 
en  la  avanguardia,  paresció  que  convenia  tomarles  aquel 
cerro  por  descubrir  mejor  desde  allí  el  sitio  de  los  enemigos, 
e  ansí  lo  hicieron,  que  se  lo    tomaron  a  pusieron  ellos  en  él. 

Y  estando  nuestro  campo  alojándose  y  el  jeneral  e  otros 
de  nosotros  mirando  ciertas  quebradas  por  donde  parescia 


156  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


que  el  campo  podría  bajar  a  lo  llano,  nos  enviaron  a  decir 
el  mariscal  e  Valdivia  que  les  parescia  que  el  campo  se  de- 
bía mudar  a  un  llano  que  mas  adelante  de  aquel  cerro  es- 
taba sobre  los  enemigos,  e  ansi,  aunque  la  jente  venia  can- 
sada, nos  mudamos  e  pasamos  allí  donde  nos  liabian  en- 
viado a  decir,  e  se  asentó  el  real  ya  tarde. 

De  donde  estaba  el  real  de  los  enemigos  aun  no  una  le- 
gua, en  un  sitio  fuerte,  porque  tenia  hacia  un  lado  de  noso- 
tros la  sierra  mui  inhiesta,  e  al  otro  lado  un  rio  con  una  en- 
trada e  salida  no  buena,  e  junto  al  rio  de  la  otra  parte,  cié- 
nagas, e  a  las  espaldas  dos  barrancos  harto  hondos  que 
iban  desde  la  sierra  hasta  el  rio,  e  delante  un  llano  que  ha- 
cia el  rio  tenia  algunas  ciénagas. 

E  luego  aquella  noche  antes  de  puesto  el  sol,  los  enemigos 
hicieron  muestra  de  nos  acometer  por  dos  partes,  enviando 
hasta  cien  hombres  la  sierra  arriba  por  hacia  la  parte  don- 
de nosotros  habíamos  venido,  e  por  otra  otro  golpe  dejen- 
te  a  pié  e  de  caballo,  que  asimesmo  subia  hacia  nuestro 
real  la  sierra  arriba,  e  tras  éste  venia  todo  su  campo  en  un 
escuadrón  de  pié  e  otro  de  caballo  caminando  por  lo  llano, 
mostrando  representarnos  batalla. 

E  aunque  paresció  que  no  convenia  salir  a  ellos  con  el 
campo  por  venir  la  jente  cansada  e  ser  tan  tarde,  e  la  cues- 
ta tan  inhiesta,  que  no  podia  bajar  el  campo  ta'i  en  orden 
como  convenia,  pero  paresció  que  se  les  debia  hacer  rostro 
con  alguna  jente,  e  ansi  se  enviaron  contra  los  primeros  al 
capitán  Alonso  de  Pvíendoza  con  jente  de  a  caballo,  e  a  Par- 
davé  1  con  arcabuceros  e  a  los  otros  que  subian  por  la  otra 
parte  delante  de  los  escuadrones,  al  capitán  Mercadillo  con 
jente  de  caballo  e  a  los  capitanes  Pablo  de  Meneses  y  Her- 
nán Mejia  con  arcabuceros,  mandándoles  que  no  bajasen  a 


1  El  manuscrito  no  es  bastante  claro  en  este  nombre,  pero  pa- 
rece decir  Pardavé.  Es  el  capitán  Valentín  Pardavé  o  Pardaven  de 
que  hablan  Fernández,  Herrera  i  otros  cronistas  de  la  conquista 
del  Perú. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  157 


lo  llano  donde  estaban  los  enemigos  en  orden,  sino  que  so- 
lamente echasen  de  la  cuesta  a  los  que  por  ella  venian  su- 
biendo, e  ansí  lo  hicieron  y  estuvieron  hasta  que  yaanoche- 
cia  haciéndoles  rostro,  que  se  les  envió  a  decir  que  se  reco- 
jiessen,  e  ansi  lo  hicieron  e  los  enemigos  que  subian  por  la 
cuesta  se  volvieron  a  juntar  con  el  cuerpo  que  en  el  llano 
quedaba,  e  fueron  por  el  adelante  apartándose  de  sus  tol- 
dos que  creimos  que  se  volvian  a  otro  asiento  que  nos  ha- 
blan dicho  que  antes  habia  tenido,  pero  no  fué  ansi  porque 
a  la  mañana  los  hallamos  donde  antes  estaban. 
.  Aquella  noche  el  mariscal  e  Valdivia  e  yo  acordamos  que 
otro  dia  de  mañana  ellos  con  los  capitanes  Pablo  de  Mene- 
ses,  Hernán  Mejia  e  Palomino  con  sus  compañias  de  arca- 
buceros, mni  de  mañana  bajasen  a  lo  postrero  de  la  sierra 
a  reconocer  bien  el  sitio  de  los  enemigos  y  el  que  nosotros 
debíamos  tomar  en  lo  llano,  e  la  parte  por  donde  con  mas 
seguridad  e  mas  ordenados  podíamos  bajar  de  la  sierra,  e 
que  entanto  que  esto  ellos  hacian,el  jeneral  pusiese  en  orden 
y  a  punto  el  campo  para  que  luego  que  enviassen  a  decir 
que  abajasse  y  por  donde  caminássemos,  e  comunicado  con 
el  jeneral  le  páreselo  lo  mesmo. 

En  9  mui  de  mañana,  conforme  a  lo  acordado,  abajaron 
el  mariscal  e  Valdivia  con  Pablo  de  Meneses,  Hernán  Mejia 
e  Palomino,  e  hallaron  muy  cerca  de  nuestro  real  casi  en  lo 
alto  algunos  de  los  enemigos  que  iban  a  descubrir  y  ver 
nuestro  realyjente,  porque  aunque  hablan  trabajado  los 
enemigos  de  tener  lengua  della,  e  para  ello  de  haber  algún 
español  o  indio  que  les  dijesse  cuánta  e  quéjente  traíamos, 
nunca  le  hablan  podido  haber,  e  con  la  copia  de  corredores 
que  siempre  iban  delante  de  nuestro  campo,  nunca  los  su-^ 
yos  hablan  podido  llegar  tan  cerca  del  que  se  pudiessen  cer- 
tificar de  la  cantidad  de  nuestra  jente,  e  con  esto  e  con  re- 
cabdo  que  en  Aporima  por  todas  partes  se  puso  para  que 
no  les  pudiesse  pasar  aviso,  estaban  mui  sin  noticia  cierta 
de  nuestro  campo. 

E  para  tenerla  habia  enviado  Gonzalo  Pizarro  a  dos  clé- 
rigos, el  uno  que  tenia  a  cargo  a  su  hijo  e  a  otro  del  mar- 


158  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


qués,  y  el  otro  que  era  capellán  de  Cepeda,  so  color  de  ha- 
cerme requerimiento  que  deshiciesse  el  ejército  e  no  le  hicies- 
se  guerra  hasta  que  S.  M.  fuese  informado  de  cosas  que  le 
enviaba  a  informar  con  Lorenzo  de  Aldana  e  Gómez  de  So- 
lis;  y  estos  clérigos  llegaron  a  nosotros  cuando  estábamos 
en  lo  alto  de  la  sierra  pasada  la  puente;  e  por  entrar  mas 
de  sobresalto  en  el  real  vinieron  rodeando  fuera  de  camino 
aunque  ellos  dijeron  que  lo  hablan  hecho  por  haberle  perdi- 
do, e  porque  éstos  no  diessen  aviso  de  nuestra  jente  e  cosas 
del  campo,  habia  hecho  con  el  obispo  del  Cuzco  que  los  de- 
tuviesse  e  llevasse  a  buen  recabdo;  e  ansi  no  hablan  podido» 
tornar  a  darle  de  nosotros. 

El  mariscal  y  los  que  con  él  iban,  llevaron  delante  a  estos 
enemigos  que  subian  la  cuesta  e  los  retrajeron  a  un  cabezo 
que  estaba  lleno  último  de  la  sierra,  de  donde  se  descubría 
el  real  de  los  enemigos  e  estaba  dellos  a  tiro  de  falconete;  e 
aunque  en  el  cerro  estaba  cantidad  de  arcabuceros  de  los 
enemigos,  los  nuestros  se  íe  ganaron  desecharon  del,  e  visto 
bien  el  sitio  e  las  partes  por  donde  les  pareció  que  nues- 
tro campo  podia  bajar,  enviáronnos  a  decir  que  abajáse- 
mos. E  ansi  se  empezó  a  hacer,  porque  el  campo  estaba  a 
punto  para  ello;  e  abajó  tan  en  orden  cuanto  fué  posible 
por  cuesta  tan  inhiesta  como  aquella. 

Los  enemigos  empezaron  a  tirar  con  su  artillería  a  los 
nuestros  que  estaban  en  el  cerro,  e  dispararon  número  de 
veces,  y  aunque  les  pasaba  por  cima  las  pelotas,  plugo  a 
Dios  que  no  hicieron  daño. 

E  llegando  al  campo  amas  de  la  mitad  de  la  cuesta,  llegó 
Hernán  Mejia  con  quien  el  mariscal  e  los  que  estaban  en  el 
cerro  enviaban  a  pedir  la  artillería  para  desde  alli  tirar  a 
los  enemigos,  diciendo  que  no  solo  les  podian  hacer  mal  por 
estar  aquel  cerro  como  caballero  encima  dellos,  pero  que  los 
ocuparían  para  que  sin  impedimento  suyo  pudiéssemos  mas 
libremente  bajar  a  lo  llano,  e  ansí  se  les  envió  los  cuatro 
tiros  mayores  porque  aquellos  parecía  que  podía  alcanzar 
desde  el  cerro  hasta  los  enemigos,  e  con  ellos  fué  Grabiel  de 
Rojas,  e  los  otros  quedaron  con  el  campo,  e  con  ellos  el  te- 


DOCUMENTOS  KELATIVOS  A  VALDIVIA  159 

niente  de  Gabriel  de  Rojas,  porque  aliende  de  parescer  que 
no  convenía  que  el  campo  quedase  sin  artillería,  eran  tiros 
que  no  podían  alcanzar  tanto,  especialmente  que  iban  car- 
gados de  perdigones  para  tirar  desde  cerca  a  los  enemigos 
cuando  se  viniese  a  romper. 

Llevando  el  campo  su  caminóla  cuesta  abajo  se  entendió 
que  era  tan  agria  aquella  bajada  en  lo  último  della  que  no 
podía  abajar;  e  ansí  vendóla  a  reconocer  el  general  le  pares- 
ció,  e  por  esto  fué  necesario  torcer  por  la  cuesta  adelante 
desviándonos  de  los  enemigos,  a  bajar  por  otra  parte  e  ir 
por  caminos  tan  angostos  que  no  se  pudo  guardar  orden,  e 
por  esto  se  dio  gran  priessa  a  caminar  porque  ya  que  los 
enemigos  viniessen  a  nosotros  estuviéssemos  en  lo  llano  e 
puestos  en  orden  cuando  llegassen. 

Desde  el  cabezo  los  cuatro  tiros  nuestros  tiraron  a  los 
enemigos  con  mucha  priessa,  porque  Grabíel  de  Rojas  lleva- 
ba tan  a  punto  las  cosas  del  artillería  que  cada  tiro  llevaba 
en  su  cajoncíllo  sus  pelotas  apartadas,  en  otro  sus  cargas 
hechas  y  puestas  en  papel;  e  con  la  dílijencía  que  en  dispa- 
rar se  tuvo,  e  con  matar  un  criado  de  Gonzalo  Pizarro  que 
se  estaba  cabe  él  armándolo,  e  matar  otro  hombre  y  un  ca- 
ballo que  ansímismo  estaba  allí  junto,  y  la  priessa  que  ha" 
bia  en  caer  pelotas  entre  la  jente  de  los  enemigos,  hubo  en 
su  orden  alguna  confusión,  la  cual  ayudó  a  dar  lugar  para 
que  algunos  que  no  estaban  tan  firmes  con  Gonzalo  Pizarro 
se  le  pudíessen  empezar  a  huir,  especialmente  que  los  indios 
que  en  mucha  cantidad  los  enemigos  tenían,  huyeron  muy  a 
furia  e  ayudaron  a  la  confusión  con  su  huida.  Los  tiros  de 
los  enemigos,  como  he  dicho,  ningún  daño  hicieron,  e  por- 
que los  tenían  algo  apartados  de  sí  e  abajaban  algunos  de 
los  nuestros  del  cerro  hacia  ellos  los  retrajeron  e  metieron 
entre  sí. 

Abajado  nuestro  campo  a  lo  llano,  se  puso  con  gran 
presteza  en  la  orden  que  iba  platicada,  que  fué  que  se  hi- 
ciese un  escuadrón  de  infantería  que  llevaba  trescientos 
piqueros  e  cuatrocientos  arcabuceros,  los  250  en  dos  man- 
gas que  llevaban  los  capitanes  Hernán  Mejia  e  Juan  Alón- 


160  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


SO  Palomino,  e  los  demás  en  la  frente  del  escuadrron  po- 
que  como  teníamos  aviso  que  la  jente  de  caballo  de  los  ene 
migos  no  pasaba  de  200,  páreselo  que  no  liabia  para  que 
gastar  arcabuceros  en  enforrar  dellos  ^  este  escuadrón  por 
los  lados. 

I  en  las  espaldas  deste  escuadrón  iba  el  jeneral  con  el 
estandarte  real  e  tres  banderas  de  caballo,  que  serian  220 
en  buenos  caballos,  e  medianamente  armados,  el  cual  con 
ellos  habia  de  hacer  espaldas  a  este  escuadrón  de  infante- 
ría hasta  que  llegase  a  pelear,  y  entonces  salir  a  dar  en 
la  jente  de  a  caballo  de  los  enemigos  que  iba  en  su  reta- 
guardia. 

Habia  otro  escuadrón  de  200  piqueros  e  300  arcabuce- 
ros, los  60  en  una  manga  que  llevaba  el  capitán  Pardavé, 
e  los  otros  iban  en  la  frente  y  en  el  un  lado,e  donde  la  jente 
de  caballo  de  los  enemigos  podia  venir  a  romper,  porque 
este  escuadrón  habia  de  dar  por  el  lado  al  escuadrón  de 
infantería  de  los  enemigos  que  era  uno  solo,  e  ansí  deja- 
ban el  lado  suyo  que  llevaba  enforrado  de  arc:ibuceros 
hacia  la  retaguardia  de  los  enemigos,  donde,  como  dicho  es, 
iba  su  jente  de  caballo  según  nos  hablan  dicho,  en  dos  es- 
cuadrones el  uno  de  120  y  el  otro  de  80.  E  a  las  espaldas 
deste  nuestro  escuadrón  menor  de  infantería,  iba  otro  de 
caballos  de  150  hombres,  e  por  caudillo  del  el  adelantado 
Benalcazar,  para  que  luego  que  este  de  infantería  diesse 
en  el  lado  del  de  los  enemigos,  el  de  caballo  rompiese  con 
el  menor  de  caballo  de  los  enemigos. 

Iba  el  capitán  Pablo  de  Meneses  con  los  arcabuceros  de 
su  compañía  por  sobresalientes. 

Y  el  capitán  Alonso  de  Mendoza  quedó  con  su  compa- 
ñía, que  eran  cincuenta  y  tantos  de  caballo,  que  estuviesse 
a  un  lado  fuera  de  los  escuadrones  para  acudir  a  la  parte 
que  le  pareciese  que  tenia  mas  necesidad. 


1  En  resguardar  con  ellos. 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A    VALDIVIA  161 

Los  siete  tiros  de  artilleria  que  quedaron  en  el  cuerpo 
del  campo  se  pusieron  delante  los  escuadrones  a  mano  de- 
recha e  los  otros  cuatro  se  bajaron  del  cabezo  e  quedaron 
hacia  la  mano  izquierda. 

El  mariscal  quedó  para  correr  a  todas  partes  proveyen- 
do lo  que  fuese  necesario,  e  mandando  en  todo  lo  que  se 
debiesse  hacer,  e  asimismo  quedó  Valdivia  e  el  capitán  Pe- 
ña, e  Segura,  vecino  de  los  (Charcas,  para  ayudante. 

En  esta  orden  se  puso  todo  con  mucha  presteza,  y  por- 
que la  artilleria  de  los  enemigos  se  nos  habia  acercado  y 
nos  podia  hacer  daño  e  cojer  donde  estábamos,  llegándose 
en  la  dicha  orden  nuestro  campo  a  los  enemigos,  se  metió 
en  un  bajo  donde  ningún  daño  del  artilleria  dellos  se  podia 
rescibir. 

Juntamente  con  esto,  debajo  de  la  guarda  de  los  sobre- 
salientes e  de  las  dos  mangas  del  escuadrón  mayor  e  de  la 
compañia  de  Alonso  de  Mendoza,  se  sacó  por  entrambos 
lados  nuestra  artillería,  de  manera  que  descubríalos  e  daba 
en  ellos,  e  la  suya  no  lo  podia  hacer  en  nuestro  campo  por 
estar,  como  digo,  en  bajo. 

Luego  que  el  campo  bajó  de  la  cuesta  e  se  empezó  a  orde- 
nar, llegó  a  nosotros  Garcilaso  y  un  su  primo,  con  otros 
que  con  él  huyeron  délos  enemigos  a  nuestro  campo,  que 
fué  para  ellos  muí  gran  desmán. 

E  luego  ansimismo  les  huyó  el  licenciado  Cepeda  e  se  vi- 
no a  nosotros,  tras  el  cual  salió  Pero  Martin  e  le  alanzeó  el 
caballo,  e  si  los  nuestros  no  le  socorrieran,  también  alan- 
zeara  al  licenciado,  pero  como  digo,  socorriéronle  y  aun 
mataron  luego  allí  al  Pero  Martin. 

También  se  nos  vino  un  bachiller  de  los  diez,  gran  secuaz 
de  Gonzalo  Pizarro,  e  harto  en  las  cosas  pasadas  metido. 
E  ansimismo  se  vinieron  otro  número  dellos,  é  de  los  pos- 
treros se  vino  Diego  Guillen,  capitán  de  arcabuceros  de 
Gonzalo  Pizarro,  e  no  menos  metido  en  ellas,  e  con  él  vinie- 
ron diez  o  doce  arcabuceros  de  su  compañía. 

Sacado  Garcilaso  e  su  primo  e  los  que  con  el  vinieron  e 
algunos  soldados  que  se  hablan  hallado  en  la  de  Guarina 

TOMO   VII  11 


162  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


con  Diego  Centeno,  todos  los  demás  se  cree  vinieron  mas 
por  temor  de  verse  perdidos  conociendo  la  pujanza  de  núes 
tro  campo  e  la  buena  orden  del  que  no  por  acudir  á  la  voz 
de  su  rey,  porque  muchas  otras  veces  se  pudieron  haber 
huido,  especialmente  cuando  iban  por  corredores;  pero  en 
fin,  se  ha  disimulado  con  ellos  para  no  proceder  a  hacer 
justicia  dellos. 

Garcilaso  e  todos  los  que  se  pasaron  nos  aconsejaban 
que  aquel  dia  no  se  diese  batalla,  sino  que  nos  pusiésemos 
en  buena  orden  cerca  del  campo  de  Gonzalo  Pizarro,  que 
con  aquello  él  se  desharia  sin  rotura,  e  aunque  temí  que 
aquella  noche  huyese  Gonzalo  Pizarro,  me  páreselo  que  nos 
detuviéssemos  de  darla  por  ver  si  se  continuaba  el  venirse- 
nos  jente. 

Pero  como  vio  Gonzalo  y  su  maestre  de  campo  que  se 
les  iba  jente,  procuraron  de  caminar  en  su  orden  hacia  no- 
sotros, e  viendo  esto  los  sobresalientes  e  mangas  nuestras, 
empezáronse  a  allegar  a  ellos  y  a  disparar  en  ellos,  e  lo 
mesmo  hizo  nuestra  artillería  e  todo  nuestro  campo,  con 
paso  bien  consertado,  y  con  entera  determinación  se  llegó 
a  ellos. 

E  con  solo  esto  se  desbarataron  los  enemigos;  y  como 
hombres  perdidos  e  cortados  e  contra  quien  Dios  peleaba, 
unos  se  pusieron  en  huida,  entre  los  cuales  fué  Francisco  de 
Carvajal,  con  el  cual  luego  allí  en  una  ciénaga  cayó  su  ca- 
ballo e  lo  prendió  Martin  de  Almendras;  e  Gonzalo  Pizarro 
e  otros  sus  capitanes,  ni  fueron  ni  para  pelear  ni  para  huir; 
e  ansí  fué  presso  por  Villavicencio,  sarjento  mayor  de  nues- 
tro campo,  con  Joan  de  Acosta  y  el  bachiller  Guevara  e 
Francisco  Maldonado,  el  cual  fué  a  España,  capitanes  de 
Gonzalo  Pizarro,  con  otros  muchos. 

Presb  Gonzalo  Pizarro,  me  lo  trajo  el  mariscal,  e  vino  un 
poco  de  tiempo  tras  mi  con  él  para  me  le  representar,  e 
porque  yo  andaba  amonestando  la  jente  que  no  se  desorde- 
nase hasta  que  del  todo  se  reconosciese  la  victoria,  porque 
me  páreselo  que  aun  estaban  algunos  de  los  enemigos  jun- 
tos, y  también  porque  no  quise  dar  a  entender  a  Gonzalo 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  163 

Pizarro  que  en  tanto  se  tenia  su  persona  e  presión  como  él 
en  su  prosperidad  creía.  El  cual  diciéndole  que  S.  M.  había 
preguntado  que  quién  era  aquel  Gonzalo  Pizarro,  habia  di- 
cho que  él  le  daria  a  entender  quien  era  Gonzalo  Pizarro, 
e  desde  allí  lo  decia  cada  hora,  según  dicen,  representando 
lo  mucho  en  que  S.  M.  le  habia  de  tener. 

E  cuando  yo  aguardé  a  que  yo  llegase,  preguntó  quedo 
al  mariscal  si  se  apearía,  el  cual  dijo  que  sí,  dándole  a  en- 
tender que  no  habia  para  qué  preguntarlo  vsino  hacerlo,  e 
ansi  se  apeó  e  hizo  su  mesura. 

Yo  le  quise  consolar  juntamente  con  representarle  su  ye- 
rro, y  él  se  mostró  tan  duro  diciendo  que  él  habia  ganado 
esta  tierra,  que  me  forzó  a  responderle  áspero,  porque  rae 
parescic  que  convenia  satisfacer  a  tantos  como  nos  oían,  e 
le  dije  que  no  bastaba  andar  fuera  de  la  fideHdad  que  a  su 
rey  debía,  sino  que  aun  le  fuese  ingrato,  que  habiendo  dado 
S.  M.  a  su  hermano  lo  que  le  dio  y  la  mano  con  que  a  él  e  a 
los  otros  sus  hermanos  les  habia  hecho  ricos  de  muy  po- 
bres, e  levantadolos  del  polvo,  lo  desconociese,  especial- 
mente que  en  el  descubrimiento  él  no  habia  sido  cosa,  e  que 
su  hermano  que  en  él  habia  entendido,  habia  mostrado  bien 
cuan  entendido  tenia  la  merced  e  el  bien  que  S.  M.  le  habia 
hecho,  no  solo  mostrándose  en  su  vida  fiel  a  su  rey  como 
lo  fué  mas  aún  acatado.  E  sin  aguardar  respuesta  me  vol-  ?^, 
vi  al  mariscal  e  le  dije  que  le  llevasse,  e  me  fui,  e  le  envié  a  ^ 
decir  que  la  guarda  del  encomendasse  al  capitán  Diego  Cen- 
teno, al  cual  encargué  su  buen  tratamiento,  e  ansi  se  lo  en-* 
tregó. 

E  luego  me  trajo  Valdivia  a  Francisco  de  Carvajal,  maes- 
tre de  campo  de  Gonzalo  Pizarro.  y  tan  cercado  de  jentes 
que  del  habían  sido  ofendidas,  que  le  querían  matar,  que 
apenas  le  pudo  defender,  el  cual  mostró  que  holgara  que  le 
mataran  allí,  e  ansi  rogaba  que  dejasen  a  aquellos  ma- 
tarle.  Entregósele  en  guarda  a  Villavícencio. 

E  ansí  como  los  medios  desta  jornada  puso  Dios  por 
quien  es  e  por  los  méritos  del  cathólico  e  santo  ánimo  que 
S.  M.  tuvo  para  usar  de  benignidad  con  Gonzalo  Pizarro  e 


164  ESTUDIOS    HISTÓKICOS 


los  de  su  rebelión,  ansí  de  su  bendita  mano  apiadándose  de 
lo  que  debajo  desta  cruel  servidumbre  toda  esta  tierra  pa- 
descia,  e  harto  de  sufrir  las  ofensas  que  a  su  divina  mages- 
tad  se  hacian,sin  temelleni  respectarle, e  las  muertes, robos 
V  crueldades  que  Gonzalo  Pizarro  e  los  suyos  perpetraban 
e  cometian,  dio  el  fin  a  este  negocio  con  tan  poco  derrama- 
miento de  sangre,  que  de  parte  de  S.  M.  solo  un  hombre 
murió  e  de  la  de  los  enemigos  no  murieron  de  45  arriba  en 
la  batalla,  habiendo  de  entrambas  partes  1,400  arcabuce- 
ros, todos  jente  útil  j  diestra  e.con  muchas  e  mui  buenas 
municiones,  por  que  la  pólvora  desta  tierra  es  la  mejor  que 
puede  ser  a  cabsa  de  ser  el  salitre  excelente,  e  la  mecha  de 
algodón  e  el  plomo  en  mucha  abundancia;  e  17  tiros  de 
campo  e  un  verso^  e  mas  de  600  hombres  de  caballo,  todos 
buena  jente  e  muchos  dellos  hombres  de  figura  e  suelo^  sin 
el  otro  ntimero  de  piqueros,  porque  como  los  nuestros  vie- 
ron los  enemigos  tan  vendidos  e  perdidos  no  hicieron  mas 
de  prendellos. 

Aquella  noche  nos  juntamos  el  obispo  de  Lima,  jeneral, 
mariscal  y  el  licenciado  Cianea  e  yo,  e  tratamos  sobre  si  se 
llevarian  los  presos  al  Cuzco  a  hacer  justicias,  o  se  haria 
allí  dellos;  e  parescio  que  convenia  hacerla  con  toda  breve- 
dad de  Gonzalo  Pizarro  y  de  su  maestre  de  campo  y  de 
otros,  ansi  por  escusar  el  peligro  que  en  su  huida  podria 
haber,  como  porque  en  tanto  que  Gonzalo  Pizarro  vivia  pá- 
resela que  no  era  segura  la  paz  según  las  inquietudes  e  mu- 
danzas que  en  esta  tierra  ha  habido. 

E  ansi  parescio  que  del  e  de  los  otros  sus  capitanes  pre- 
sos se  debia  hacer  antes  de  partirnos  de  donde  estábamos, 
tomadas  sus  confesiones  e  informaciones  sobre  la  notorie- 
dad de  sus  delitos. 

E  aunque  por  el  breve  que  a  instancia  de  S.  M.   cuando 


1  Los  españoles  del  siglo  XVI  llamaban  tiros  de  campo  los  ca- 
ñones de  campaña;  verso  era  una  especie  de  culebrina;  pelotas  eran 
las  balas  de  canon. 

2  Hombres  de  posición  i  de  solar,  o  propietarios. 


DOCUMENTOS  RBLOTIVOS  A  VALDIVIA  165 

en  los  negocios  de  Valencia  se  me  dio,  puedo  entender  y  co- 
nocer destas  causas  e  de  cualesquiera  otras,  aunque  sean 
criminales  e  de  muerte,  e  que  S.  M.  me  mande  entender, 
pero  por  la  decencia  de  mi  hábito  me  paresció  cometer  el 
castigo  de  los  culpados  al  mariscal  y  al  licenciado  Cianea, 
que  en  toda  esta  jornada  *y  en  todo  lo  que  se  ofrece  en  ser- 
vicio de  S.  M.  como  buen  criado  suyo,  me  ha  ayudado  e 
ayuda  mucho,  e  ansí  se  lo  cometí. 

Y  otro  día  10  de  dicho  abril,  se  justició  Gonzalo  Pizarro, 
dándole  por  traidor  e  cortándole  la  cabeza  e  mandando 
que  se  lieyase  a  Lima  e  que  se  pusiese  en  cierta  manera  en 
lugar  público  donde  estuyiessecon  letrero  que  manifestasse 
cuj^a  era,  por  qué  delito  se  habia  puesto,  e  que  se  le  derri- 
basse  la  casa  que  tenia  en  el  Cuzco  e  se  pusiesseen  ella  otro 
letrero  de  piedra.  E  aunque  parescia  a  algunos  que  se  de- 
bia  hacer  cuartos,  no  me  pareció  por  el  respeto  que  al  mar- 
qués su  hermano  debia.  Murió  bien,  con  conoscimiento 
de  los  yerros  que  contra  Dios,  y  su  rey,  e  sus  prójimos  ha- 
bia cometido. 

El  mesmo  dia  se  hizo  justicia  de  su  maestre  de  campo 
Francisco  de  Carvajal,  natural  de  Ragama,  tierra  de  Arc- 
valo,  según  el  confesó,  y  se  arrastró  e  hizo  cuartos  e  se  pu- 
sieron al  derredor  del  Cuzco,  e  mandóse  poner  en  Lima  su 
cabeza  como  la  de  Gonzalo  Pizarro,  e  que  se  derribase  la 
casa  de  su  morada  que  en  aquella  ciudad  tenia  e  se  pusiesse 
en  ella  una  piedra  con  un  letrero  que  declarasse  cuj^a  era  e 
la  causa  porqué  se  derribó.  Dícesse  que  de  340  e  tantos 
hombres  que  Gonzalo  Pizarro  e  sus  ministros  justiciaron 
en  el  tiempo  de  su  rebelión,  justició  este  Francisco  de  Car- 
vajal los  300. 

Este  dicho  dia  se  hizo  justicia  del  bachiller  Juan  Velez  de 
Guevara,  capitán  de  Gonzalo  Pizarro  e  natural  de  Málaga. 

En  11  se  hizo  justicia  de  Joan  de  Acosta,  natural  de  Yi- 
llanueva  de  Barcarrota;  e  se  ahorcó  e  hizo  cuartos  e  se 
mandó  llevar  su  cabeza  al  Cuzco  e  ponerla  en  lugar  público. 

Este  mesmo  dia  nos  partimos  el  para  el  Cuzco,  y  en  12  lle- 
gamos á  esta  ciudad  donde  nos  recibieron  con  grande  alegt  ia. 


166  MSTUDIOS    HISTÓRICOS 


Luego  escrebí  á  todos  los  pueblos  del  Perú  haciéndoles 
saber  la  merced  que  Dios  les  habia  hecho,  encomendándoles 
le  diessen  gracias  porque  los  habia  librado  de  tan  gran  sub- 
jecion,  cruel  y  baja  servidumbre;  y  esto  hizo  no  solo  porque 
hiciessen  el  reconocimiento  destebien  a  Dios,  de  cuya  mano 
les  venia,  pero  aun  porque  se  so'segassen  los  buenos  con  ale- 
gría e  los  no  tales,  que  aun  no  faltaban,  con  miedo,  porque 
aun  de  Lima  el  mes  pasado  habia  tenido  necesidad  Loren- 
zo de  Aldana  de  desterrar  a  Panamá  algunos  hombres  y 
mujeres  que  en  aquella  ciudad  hablaban  cosas  en  favor  de 
Gonzalo  Pizarro  é  no  convenientes  para  el  sosiego  della. 

Escrebi  ansimismo  a  las  justicias  de  los  pueblos  para  que 
prendiessen  con  secuestración  de  bienes  los  que  hubiessen  sido 
culpados  en  esta  rebelión,  que  no  hubiessen  acudido  á  la 
voz  de  S.  M. 

También  escrebí  para  los  mesmos  efectos  á  Popayan  e 
Nuevo  Reyno  (de  Granada). 

E  luego,  en  llegando  al  Cuzco,  se  empezaron  a  prender 
muchos  otros  culpados  e  a  procederse  con  «pilos. 

También  se  empezaron  a  hacer  muchas  dilijencias  para 
saber  de  bienes  de  culpados,  que  en  el  Cuzco  y  en  otras  par- 
tes habia,  e dentro  de  siete  a  ocho  dias  se  halló  cantidad  de 
plata  e  oro,  esmeraldas  y  ropa,  escondido,  en  mas  (por  va- 
lor de  mas)  de  ciento  e  veinte  mili  pesos. 

Entre  los  cuales  se  hallaron  40  mili  que  Gonzalo  Pizarro  ¡ 
habia  tomado  de  los  quintos  de  S.  M.  al  tiempo  que  salió 
del  Cuzco  para  ir  a  ponerse  en  la  parte  donde  se  dio  la  ba-  [ 
talla,  e  porque  entonces  no  habia  cosa  en  la  caja  de  S.  M., 
para  que  se  convidassen  todos  los  que  tuviessen  oro  o  pla- 
ta no  marcado  a  traerla  a  marcar,  hizo  publicar  que  mar- 
carian  con  solo  el  diezmo,  e  ansi  lo  efectuó  y  del  diezmo  hu- 
bo estos  40  mili  pesos,  los  cuales  por  su  mandado  se  dejaron 
escondidos  en  esta  ciudad  y  se  hallaron  en  un  hoyo,  e  hecho 
un  horno  encima. 

Porque  hubiesse  todo  recaudo  en  la  guarda  de  lo  que  se 
liallasse,  se  aderezó  una  cámara  en  mi  posada  debajo  de 
tres  llaves,  e  la  una  se  dio  al  obispo  de  Lima,   que  en   esto 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  167 

e  en  todo  lo  demás  que  al  servicio  de  S.  M.  toca,  pone  harto 
mas  cuidado  y  dilijencia,  e  entiende  en  estas  mas  cosas  e 
menudencias  que  entenderia  en  sus  propias  cosas,  e  cierto 
en  todo  es  gran  alhaja  como  lo  ha  sido  en  todo  lo  pasado; 
e  la  otra  se  dio  al....  i  del  Cuzco,  e  la  tercera  al  contador 
Juan  de  Cáceres  que  hace  su  oficio  con  dilijencia. 

En  14  del  mismo  se  hizojusticia  de  Francisco  Maldonado, 
capitán  de  piqueros  de  Gonzalo  Pizarro  e  contino  que  fue 
deS.  M.  2. 

Este  dicho  día  se  despachó  el  capitán  Alonso  de  Mendoza 
con  gente  de  a  caballo  y  arcabuceros  a  buscar  a  Espinoza, 
maestresala  de  Gonzalo  Pizarro,  hijo  del  doctor  Espinosa, 
que  se  supo  como  venia  de  los  Charcas  con  60  hombres  c 
cantidad  de  plata  que  allá  a  particulares  habia  robado,  e 
que  después  que  salió  de  esta  ciudad  por  mandado  de  Gon- 
zalo Pizarro  a  traer  jente  e  plata  habia  muerto  cinco  hom- 
bres e  traia  de  los  60  los  40  por  fuerza  a  ayudar  a  Gonzalo 
Pizarro. 

El  15  se  hizo  justicia  de  Bastian  ^  Vergara,  natural  de 
la  villa  de  Vergara,  capitán  de  Gonzalo  Pizarro.  En  16  se 
hizo  justicia  de  Gonzalo  de  los  Nidos,  natural  de  Cáceres, 
que  fué  uno  de  los  que  en  estas  alteraciones  mas  palabras 
desacatadas  ha  dicho  contra  S.  M.  para  indignar  contra 
su  servicio  e  ganar  voluntades  para  Gonzalo  Pizarro. 

En  21  del  dicho  abril  se  azotó  número  de  delincuentes,  e 
condenó  a  que  se  llevassen  a  las  galeras  de  España,  e  otros 
en  destierro  perpetuo  destos  reinos,  e  a  Chile. 

En  22  el  licenciado  Polo  ^  ^  nieto  de  LopeDiaz  de  Zarate, 
secretario  que  fué  del  santo  consejo  de  la  inquisición,  el 
cual  antes  que  yo  viniese  a  esta  tierra  e  después  ha  sido 
mui  servidor  de  S.  M.,  y  por  ello  corrió  mil  riesgos,  se  des- 

1  Hai  una  rotura  en  el  orijinal. 

2  Individuo  del  cuerpo   délos  cien   continos   o   continuos,   que 
servian  de  guardia  personal  del  reí. 

3  Sebastian. 

^  El  lie  enciado  Polo  Ondegardo,  que  ma?í  tarde  escribió   dos 
memorias  o  Relaciones  sobre  la  organización  política   i  social  del 


168  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


pacho  a  los  Charcas  por  juez  pesquesídor  contra  los  cul- 
pados que  allí  había,  e  por  juez  de  los  bienes  que  allí  habían 
quedado  de  muchos  culpados. 

Este  mismo  día  se  despachó  el  capitán  Grabíel  de  Rojas 
a  la  dicha  villa  e  a  Porco  e  Potosí,  a  hacer  poner  en  labor 
la  mina  que  allí  tiene  S.  M.  e  las  otras  que  allí  se  confisca- 
ron de  los  culpados,  con  algunos  de  los  indios  que  allí  es- 
tan  vacos,  porque  con  gran  facilidad  e  sin  ningún  trabajo 
de  los  indios  en  estos  pocos  días  que  estarán  vacóse  la  mu- 
cha dilíjencia  del  capitán  Grabíel  de  Rojas  e  celo  que  tiene 
a  las  cosas  del  servicio  de  S.  M.,  se  pornánenlabor,  y  alien- 
de  de  lo  que  dellas  se  sacarán,  estará  para  venderse  mejor 
o  para  sacar  de  ellas  plata  en  cuantidad  con  negros. 

También  se  le  cometió  que  entendiesse  en  la  cobranza  de 
los  bienes  de  los  culpados  y  en  tomar  cuenta  a  los  mayor- 
domos y  jiersonas  que  allí  tenían,  e  que  ¿ínsimismo  hiciesse 
poner  recaudo  e  aprovechamiento  en  lo  que  hubiere  caído 
de  los  indios  vacos  y  en  lo  que  cayere  en  estos  pocos  días 
que  se  proveen,  que  todavía  ayudará  para  algo  de  lo  gas- 
tado en  la  guerra,  y  de  lo  mucho  que  Gonzalo  Pizarro  y  los 
suyos  han  robado  de  la  hacienda  real,  porque  los  buenos 
servidores  de  S.  M.  aunque  le  desean  hacer  servicio,  quedan 
tan  gastados  e  adeudados,  ansí  de  lo  que  en  la  guerra  con 
sus  personas  e  haciendas  han  ayudado,  como  de  lo  que 
Gonzalo  Pizarro  les  tomó,  que  no  tienen  posibilidad  para 
ello,  y  ternán  no  poca  necesidad  para  volver  en  sí  e  pagar 
lo  que  deban  de  tiempo.  E  por  esto  ha  parescido  ayudar  la 
hacienda  de  S.  M.  en  esta  necesidad  con  algunos  poquillos, 
que  siendo  muchos,  harán  algo. 

En  23  del  mismo  se  despachó  Pedro  de  Valdivia  por  go- 
bernador e  capitán  jeneral  de  la  provincia  de  Chile,  llama- 
da Nuevo   Estremo,   limitada  aquella  gobernación  desde 


Perú  bajo  la  dominación  de  los  incas.  El  historiador  Prescott, 
que  utilizó  esas  memorias  al  escribir  su  excelente  Historia  de  la 
conquista  del  Perú,  ha  hecho  un  análisis  de  ellas  en  el  final  del  cap. 
V.  del  1  i  b.  I  de  su  obra. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  169 

Copiapó,  que  está  en  26  grados  de  parte  de  la  equinocial 
hacia  el  sur,  hasta  41  norte  sur,  derecho  meridiano,  y  en 
ancho  desde  la  mar  la  tierra  adentro  cien  leguas  hueste 
leste. 

Diósele  esta  gobernación  por  virtud  del  poder  que  de 
S.  M.  tengo,  porque  convenia  mucho  descargar  estos  rei- 
nos de  gente  y  emplear  los  que  en  el  allanamiento  de  Gon- 
zalo Pizarro  sirvieron,  que  no  se  podian  todos  en  esta  tie- 
rra remediar;  e  cupodarsela  a  él  antes  que  a  otro  por  lo 
que  a  S.  M.  sirvió  esta  jornada  y  por  la  noticia  que  de 
Chile  tiene,  y  por  lo  que  en  el  descubrimiento  y  conquista 
de  aquella  tierra  ha  trabajado. 

Proveyósele  del  oficio  de  alguacil  mayor  de  aquella  go- 
bernación a  voluntad  de  S.  M.  y  otras  cosas  que  por  capí- 
tulos pidió  se  remit^.esen  a  S.  M.  para  que  en  ella  se  hiciesse 
lo  que  su  merced  fuese. 

No  envió  la  copia  de  la  provisión  e  instrucción  ni  de  los 
capítulos  que  pidió,  porque  en  otro  pliego  que  un  criado 
suyo  de  Valdivia  lleva,  se  envia. 

ítem,  se  proveyó  a  voluntad  de  S.  M.  el  oficio  de  theso- 
rero  de  aquella  tierra  a  Jerónimo  de  Alderete,  por  virtud 
de  una  cédula  que  para  ello  de  S.  M.  tenia  i,  e  dio  fianzas 
conforme  al  tenor  de  ella. 

ítem,  se  proveyó  del  oficio  de  contador  a  Estévan  de 
Sosa,  natural  de  Santa  Olalla,  que  ha  servido  en  lo  de  la 
Florida,  después  en  esta  jornada  e  allanamiento  de  Gonza- 
lo Pizarro.  Satisfizo  de  fianzas,  e  proveyóse  por  virtud  del 
poder  que  de  S.  M.  tengo  a  voluntad  de  S.  M. 

E  ansí  se  proveyó  de  la  misma  manera  del  ofició  de  vee- 
dor a  Vicente  Monte,  persona  que  ha  servido  en  el  Mara- 
ñon  y  en  el  allanamiento  de  Gonzalo  Pizarro,  e  tiene  noti- 
cia de  las  cosas  de  Chile. 

Este  dicho  dia  recibí  pliego   del  principe  nuestro  señor. 


1  Esta  cédula  como  hemos  dicho  en  otra  parte,  era  una  simple 
recomendación  del  rei  dada  en  26  de  octubre  de  1544. 


170  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


con  carta  de  V.  S.  la  cual  era  de  30  de  junio  de  1547,  fecha 
en  Zaragoza. 

Y  en  lo  que  toca  ai  sobreseer  en  la  residencia  de  Ben al- 
cázar, porque  no  se  impidiese  con  ella  el  ayuda  que  en  el 
allanamienno  de  Gonzalo  Pizarro  el  adelantado  (Benalca- 
zar)  podia  dar  al  licenciado  de  Armendariz,  entendiendo  la 
razón  que  para  ello  habia,  ha  sohreseido  hasta  agora,  e 
ansí  creo  que  lo  hará  hasta  que  el  adelantado  Benalcazar 
vuelva  a  su  gobernación,  porque  aliende  de  ser  justo  que  él 
se  halle  presente  a  darla,  el  adelantado  Andagoya  que  po- 
dia instar  para  que  se  le  fuese  a  tomar,  no  creo  que  estará 
en  estos  tres  meses  para  poder  salir  de  esta  ciudad  a  causa 
que  tres  jornadas  antes  del  primer  brazo  de  Aporima,  le 
dio  en  el  camino  un  caballo  una  coz  en  la  espinilla  de  la 
pierna  derecha  e  se  la  quebró,  que  ha  sido  para  él  muv 
gran  trabajo  e  para  los  que  con  él  veníamos,  y  especial 
para  mi  gran  congoja  de  ver  que  hombre  tan  bueno  e 
tan  servidor  de  S.  M.  e  que  con  tanto  celo  para  el  servicio 
de  S.  M.  e  amor  para  mi  persona  en  cuanto  en  sí  ha  sido, 
me  ha  ayudado,  le  aconteciesse  semejante  desgracia. 

Las  armas,  herrajes  e  las  otras  cosas  de  que  su  alteza 
mandó  proveer  para  esta  jornada,  me  escribió  el  conta- 
dor Almaraz  desde  Panamá,  como  habia  llegado  al  Nom- 
bre de  Dios,  e  me  envió  la  memoria  de  ellas,  e  dice  en  su 
carta  como  alguna  de  ella,  me  enviará  en  cierto  navio  que 
estaba  para  hacerse  a  la  vela.  Yo  le  escribo  ahora  que  en- 
vié todas  aquellas  cosas  dirijidas  a  Lima,  porque  allí  se 
venderán  e  ganarán  hartos  dineros,  escepto  las  picas  y  ar- 
cabuces, que  aquellos  no  hai  para  que  vengan,  ántes.acá  se 
procurará  poco  a  poco  de  ir  consumiendo  los  que  hay  en  la 
tierra;  pero  que  me  parece  que  entre  los  vecinos  del  Nom- 
bre de  Dios  e  Panamá  se  deben  repartir  a  precios  conveni- 
bles, pues  nosotros  cuando  de  allí  partimos,  aun  a  mas  su- 
bidos se  los  compramos,  e  mostraban  que  en  sacárselos  de 
su  poder  les  haciamos  grande  agravio  por  dejar  desarma- 
dos a  aquellos  pueblos. 

En  estos  negocios  nunca  se  hizo  esceptacion  de  persona, 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  171 

porque  cada  día  vía  que  iban  acudiendo  a  la  voz  de  S.  M. 
personas  de  quien  no  se  pensaba,  las  cuales  si  se  aceptaran 
no  vinieran;  e  aun  cuanto  por  mas  culpadas  eran  tenidas, 
mas  fruto  hacian  por  el  ánimo  i  ejemplo  que  a  otros  da- 
ban para  que  hiciesen  lo  mismo.  E  ansi  tengo  entendido 
que  entre  las  personas  que  mucho  han  ayudado  con  pasar- 
se a  la  voz  de  S.  M.  fueron,  el  licenciado  Carvajal,  e  Mar- 
tin de  Robles,  porque  como  eran  tenidos  por  uno  de  los 
hombres  que  mas  estaban  metidos  en  estas  cosas,  eran 
personas  granadas  entre  los  de  Gonzalo  Pizarro,  v  en  es- 
pecial el  licenciado  Carvajal,  a  quien  tenian  por  letrado  e 
cuerdo,  viendo  los  otros  que  aquellos  mirando  su  honra, 
vrenían  a  servir  a  su  rej^,  e  se  confiaban  del  perdón,  tenian 
atrevimiento  para  hacerlo  lo  mismo,  e  para  que  ansí  lo 
entendiesen,  e  por  la  entereza  que  se  conocía  de  sus  per- 
sonas para  servir  a  S.  M.,  se  les  dio  cargos  en  esta  jorna- 
da de  que  dieron  muy  buena  cuenta. 

A  todas  las  personas  que  Gonzalo  Pizarro  habia  despo- 
jado de  sus  indios  por  haber  sido  servidores  de  S.  M.  se 
les  han  restituido,  e  ansi  cuando  la  cédula  para  que  se  les 
restituyesen  a  Alonso  de  Mesa  S.  A.  dio,  llegó,  estaban  ya 
restituidos. 

En  el  dicho  dia  23  se  hizo  justicia  del  bachiller  Castro, 
natural  de  Benavente,  que  fué  mui  secuaz  de  Gonzalo  Pi- 
zarro. 

En  27  se  hizo  de  Diego  Contreras,  natural  de  Sevilla, 
que  fué  mui  apasionado  de  Gonzalo  Pizarro,  e  que  enten- 
día en  sus  municiones,  y  habia  preso  a  Damián  Hernán- 
dez cuando  le  ahorcó  Francisco  Carvajal,  porque  llevaba 
a  Diego  Centeno  traslados  de  las  provisiones  de  S.  M., 
que  desde  Lima  le  enviaba  Lorenzo  de  Aldana. 

En  28  se  hizo  justicia  de  Gonzalo  de  Morales,  vecino  del 
Cuzco,  e  natural  de  Soria,  que  era  mui  apasionado  de  Gon- 
zalo Pizarro,  e  habia  preso  a  Paez,  secretario  que  fué  de 
Vaca  de  Castro,  cuando  le  ahorcó  Francisco  de  Carvajal, 
porque  desde  el  Desaguadero  me  llevaba  despachos  del  ca- 
pitán Diego  Centeno. 


172  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


En  29  frai  Thomas  de  Sanct  Martin,  provincial  de  la 
orden  de  Santo  Domingo,  penitenció  públicamente  e  con 
pública  disciplina  a  frai  Luis,  fraile  de  la  dicha  orden  que 
ha  sido  uno  de  los  mas  escandalosos  en  la  rebelión  de  Gon- 
zalo Pizarro,  e  que  mayores  desacatos  contra  S.  M.  en 
pulpito  e  fuera  de  él  ha  dicho  en  favor  de  Gonzalo  Piza- 
rro, procurando  de  justificar  su  causa,  e  ayudándolo  has- 
ta decir  que  se  le  debia  de  dar  corona  de  rey  de  estos  rei- 
nos, con  haber  sido  su  orden  e  todos  los  que  en  ella  en  es- 
tos reinos  hai,  tan  servidores  de  S.  M,  e  enemigos  de  la  re- 
belión de  Gonzalo  Pizarro,  que  por  ello  han  padecido  opre- 
siones e  fatigas  muchas,  e  corrido  algunos  dellos  riesgos. 
Fué  condenado  a  clausura  de  cárcel  perpetua,  e  a  graves 
ayunos  e  otras  espirituales  penitencias. 

En  30  del  mesmo  se  enviaron  de  los  de  la  rebelión  de 
Gonzalo  Pizarro,  desterrados  perpetuamente  de  estos  rey- 
nos,  número  de  culpados  a  Chile  e  a  Lima,  para  que  de 
allí  (Lima)  se  enviassen  a  España  a  las  galeras  setenta 
v  seis. 

En  este  dicho  día  se  hizo  justicia  de  Berhardino  de  Va- 
lencia, natural  de  Zamora,  vecino  de  Guánuco,  gran  secuaz 
de  Gonzalo  Pizarro  e  alguacil  maj^or  que  por  él  fué  en  Li- 
ma y  en  el  Cuzco. 

Después  que  al  Cuzco  llegamos,  se  vieron  informaciones 
de  cosas  mucho  graves  y  desacatadas,  que  como  hombres 
ya  mui  desvergonzados,  Pizarro  e  los  suyos  hacian  e  de- 
-cian,  como  fué  que  tenian  concertado  de  coronar  por  rey 
de  estos  reynos  a  Gonzalo  Pizarro,  luego  que  hubiesen  vic- 
toria contra  el  ejército  que  conmigo  iba,  que  la  noche  an- 
tes que  saliessen  de  aquí  para  Jaquijahuana  habían  quita- 
do las  armas  reales  de  su  estandarte  y  echádolas  a  quemar 
en  un  brasero,  e  que  diciendo  un  dia  después  que  hubo  vic- 
toria contra  Centeno  e  entró  en  esta  ciudad,  a  un  Suero 
de  Quiñones  que  le  sirviesse  de  un  cacique  que  se  llamaba 
don  Carlos,  que  era  de  Antonio  de  Quiñones,  el  cual  anda- 
ba con  nosotros  en  servicio  de  S.  M,,  le  dijo:  servios  del  ca- 


I 


DOCUMENTOS   EELATIVOS    A    VALDIVIA 


cique  de  vuestro  primo,  aunque  yo  le  he  de  dar  de  bofetones 
por  el  nombre  que  tiene  i. 

Esto  es  ló  que  hasta  agora  se  ha  hecho  e  sucedido  de 
que  hay  que  hacer  relación  a  V.  S.  de  los  negocios,  e  por- 
que me  pareció  que  S.  M.  y  Vuestra  Señoría  querrían  in- 
formarse de  particularidades  que  en  relación  no  se  pueden 
asi  relatar  como  de  boca,  acordé  de  enviar  al  capitán  Her- 
nán Mejia  de  Guzman,  que  en  todo,  ansi  en  lo  que  se  hizo 
en  Tierra  Firme  y  sucedió  con  la  venida  de  la  primera 
armada  como  también  en  la  jornada  que  desde  Jauja  hizo 
el  ejército  de  S.  M.  hasta  la  batalla  e  desde  ella  hasta  ago- 
ra, se  ha  hallado  empleado  e  hecho  lo  que  a  bueno  debia, 
con  crecido  celo  al  servicio  de  S.  M:,  e  con  todo  ánimo  e 
determinación  para  que  de  todo  lo  que  de  acá  se  quiera 
saber  dé  cuenta. 

De  mi  lo  que  tengo  que  suplicar  a  Vuestra  Señoría  es  que, 
pues  cuando  S.  M.  me  mandó  venir  a  este  negocio  lo  acep 
té  con  que  fuesse  servido  que  pacificada  esta  tierra  sin 
aguardar  nueva  licencia,  yo  me  pudiesse  volver  a  España, 
me  den  favor  para  que  con  toda  brevedad  ésta  se  me  en- 
vié, porque  aunque  aquella  supliqué,  no  querria  ir  sin  ella. 
E  ya  que  he  trabajado,  e  no  pretendo  otra  merced  en  esta 
vida  sino  volver  a  morir  en  mi  naturaleza  e  vivir  lo  que 
rae  quede  de  vida,  que  ya  que  algo  sea  será  poco  en  un  hom- 
bre que  cumple  55  años  en  el  mes  de  agosto  que  viene  ^, 
que  no  han  sido  mui  descansados,  especialmente  estos  pos- 
treros, no  querria  volver  con  desgracia,  especialmente  que 
aunque  esta  licencia  venga  ya  en  camino,  llegará  a  tiempo, 
que  todo  lo  que  yo  en  la  tierra  puedo  hacer  está  hecho, 
porque   dentro   de  tres  meses  y   medio  estará  todo  lo  que 


1  Por  tener  el  mismo  nombre  del  rei  de  España. 

2  Hasta  ahora,  ninguno  de  los  historiadores  de  la  conquista 
del  Perú,  ni  la  biografía  anónima  del  licenciado  La  Gasea,  que  to- 
davía permanece  inédita,  habían  podido  fijar  la  fecha  del  naci- 
miento de  este  personaje.  De  este  punto  de  su  relación,  se  deduce 
claramente  que  nació  en  agosto  de  1493. 


174  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


conviene  a  la  pacificación  de  la  tierra  asentado,  porque 
dentro  destos  la  jente  que  para  el  allanamiento  de  Gonza- 
lo Pizarro  se  juntó,  estará  derramada  y  empleada,  e  toda 
la  tierra  repartida  e  la  audiencia  en  Lima  asentada.  E 
placiendo  a  Dios  para  cuando  esta  licencia  viniesse,  ha- 
brá cuantidad  de  oro  y  plata  allegada  para  llevar  a 
S.  M.  E  por  esto  convenía  que  Vuestra  Señoría  mande  que 
los  navios  que  en  Nombre  de  Dios  entonces  hobiese,  se  de- 
tengan hasta  que  llegue  porque  pueda  ir  en  ellos. 

El  2  de  mayo  se  hizo  justicia  de  Diego  Carvajal,  natural 
de  Plasencia,  que  ha  seguido  mucho  a  Gonzalo  Pizarro,  e 
trajo  juntamente  con  Francisco  de  Carvajal  las  mujeres  de 
Arequipa;  e  porque  una  de  Diego  García  de  Alfaro  se  ascon- 
dió,  puso  a  tormento  a  su  madre  hasta  que  le  dijo  della,  e 
después  que  la  tuvo,  según  ella  dice,  la  forzó,  y  afrentada 
de  ello,  tomó  rejalgar  i  y  ha  estado  después  que  aquí  en- 
tramos a  la  muerte  dello. 

Este  dia  se  azotaron  otros  culpados  con  destino  a  las  ga- 
leras de  España. 

En  4  se  hizo  justicia  de  Antonio  Biedma,  natural  de  Ube- 
da,  alférez  que  fué  del  licenciado  Cepeda,  el  cual  habia  sido 
en  traer  las  mujeres  de  Arequipa,  e  habia  tenido  que  hacer 
con  una  de  ellas,  casada  con  un  vecino  de  allí  que  andaba 
en  el  ejército  de  S.  M.,  e  se  habia  hallado  con  Diego  Cente- 
no, en  la  de  Guarina,  la  cual  aquí  en  el  Cuzco  se  mató  con 
solimán,  penada  de  lo  que  el  dicho  Biedma  con  ella  habia 
pasado. 

Con  las  muchas  ocupaciones  que  he  tenido  después  del 
desbarato  de  Gonzalo  Pizarro  y  los  de  su  valía,  no  he  podi- 
do despachar  antes  este  mensajero.  Nuestro  Señor  conserve 
y  aumente  vida  y  estado  de  Vuestra  Señoría  a  su  santo  ser- 
vicio como  los  suyos  deseamos.  Del  Cuzco  7  de  mayo  de 
1548 El  licenciado  Pedro  de  la  Gasea. 

1  Veneno,  el  oripimente. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  175 


II. 

Relación  del  licengiado  Pedro  de  la  Gasca  al  Conse- 
jo DE  Indias  sobre  los  asuntos  del  Perú,  fechada  en 

«  LA     CIUDAD  DE     LOS    ReYES     (LiMA)     A    25   DE  SETIEMBRE 

I         DE  1548. 

Muy  ilustres  y  muy  magníficos  señores: 
Con  el  capitán  Hernán  Mejía,  que  del  Cuzco  se  partió  en 
10  de  mayo  y  desta  ciudad  de  Lima  en  15  de  junio,  hice  re- 
lación de  todo  lo  sucedido  hasta  4  del  dicho  mayo  por  una 
carta  cuya  duplicada  con  esta  va. 

Lo  que  después  ha  sucedido  es  que  en  7  del  dicho  mayo 
se  hizo  justicia  de  un  Muñoz  ^  ,  vecino  del  Cuzco  y  natural 
de  Triana,  muy  secuaz  de  Gonzalo  Pizarro,  y  que  estando 
sentenciado  a  galeras  habiendo  usado  con  él  de  harta  mise- 
ricordia, quebrantó  la  cárcel  y  se  huyó,  y  el  mesmo  dia  se 
azotó  número  de  culpados  y  condenaron  unos  a  galeras  y 
otros  en  destierro  perpetuo  de  estos  reinos. 

En  11  se  hizo  justicia  de  Serra  ^  natural  de  Caraicejo, 
que  habia  seguido  a  Gonzalo  Pizarro  y  habia  sido  tan  de- 
sacatado en  su  rebelión  que  un  dia  antes  de  la  batalla  de 
Jaquijaguana,  siendo  corredor  y  diciéndoles  los  nuestros 
que  viniese  a  servir  al  rey,  respondió  que  le  besase  en  tal 
parte,  que  donoso  rey  era,  que  si  fuera  el  de  Francia  él  se 
pasara,  y  que  buen  rey  tenia  en  Gonzalo  Pizarro.  Habia  és- 
te ahorcado,  sin  tener  para  ello  mas  veces  que  un  solda- 
do ^  ,  a  uno  de  los  de  Diego  Centeno,  y  azotado  a  otro  que 
prendió  después  de  lo  de  Guarina.  Azotóse  y  cortósele  la 
lengua  antes  de  justiciarle. 

Este  dia  recibí  carta  del  capitán  Mercadillo  de  cómo  los 
que  llevaba  presos  hablan  concertado  de  se  soltar  y  matar- 
lo, i  que  lo  habia  descubierto  uno  de  ellos.  Escribiósele  que 


1  García  Muñoz. 

2  Hernando  de  la  Berra,  que  algunos  cronistas  llaman  de  la  Sierra. 
^  Mas  representación  o  carácter  que  de  soldado. 


I7t'  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


hiciese  justicia  de  los  principales,  y  perdonase  al  que  lo  ha- 
bia  descubierto. 

En  15  recibí  el  pliego  en  que  venia  el  sello  que  el  principe 
nuestro  señor  y  V.  S.  enviaron,  y  tenia  ya  otros  dos,  uno 
que  se  halló  entre  la  ropa  de  Gonzalo  Pizarro,  que  era  el 
que  trajo  el  visorrei  y  otro  que  el  visorreí  había  hecho  en 
Quito,  que  me  trajo  un  Cepeda  que  el  visorrei  le  habia 
comprado. 

Era  este  pliego  duplicado  de  otro  que  se  me  habia  escrito 
por  mayo  de  47,  y  por  haber  venido  por  la  Buenaventura 
se  detuvo  un  año  en  el  camino. 

En  16  envié  al  capitán  Martin  de  Robles,  hombre  dilijen- 
te  \^  deseoso  de  servir,  a  Arequipa,  para  que  ayudase  a  la 
justicia  e  los  vecinos  de  allí  a  defender  que  la  jen  te  que  en  el 
pueblo  de  aquella  ciudad  se  habia  de  juntar  y  embarcar 
para  Chile  con  Valdivia,  no  hiciese  daño  ni  llevase  natura- 
les, y  para  que  los  que  allí  acudiessen  de  los  culpados  de  la 
rebelión  de  Gonzalo  Pizarro  que  no  fuessen  condenados  a 
Chile,  los  prendiesse  y  enviasse  por  la  mar  a  Lima,  y  aun 
también  se  le  dio  mandamiento  paraqueciertos  que  habian 
sido  desterrados  a  Chile,  y  pareció  que  no  convenia  ir  allá 
por  ser  hombres  mui  desasosegados,  los  prendiesse  y  envias- 
se a  Lima  para  que  de  allí  con  los  otros  se  enviassen  a  Es- 
paña. 

En  24  se  hizo  justicia  de  Francisco  Espinosa,  hijo  del 
doctor  Espinosa,  y  maestresala  que  fué  de  Gonzalo  Pizarro, 
el  cual  cuando  Guánuco  alzó  bandera  por  S.  M.,  huyó  de 
Guánuco,  y  se  vino  a  Lima  a  Gonzalo  Pizarro,  y  con  jente 
que  le  dio  volvió  a  Guánuco,  y  hallando  que  los  mas  de 
aquel  pueblo  con  el  capitán  Juan  de  Saavedra  se  habian  sa- 
lido a  juntarse  en  los  Chachapoyas  con  los  de  Trujillo  y 
Bracamoros  y  Chachapoyas,  robó  a  Guánuco;  y  con  el  des- 
pojo volvió  a  Gonzalo  Pizarro  y  le  sirvió  y  siguió  hasta 
que  desde  el  Cuzco,  después  de  la  Guarina,  le  envió  a  Are- 
quipa y  a  los  Charcas  a  recojer  jente  y  dineros,  en  la  cual 
jornada  ahorcó  seis  españoles  y  entre  ellos  un  rejidor  y  al- 
gualcil  de  los  Charcas  por  ser  servidores  de  S.  M.,  y  quemó 


DOC  UMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  177 

cuantos  indios  porque  le  dijeron  bien  destos  españoles  y 
haciendas  de  ellos,  y  traía  cuantidad  de  plata  robada  y 
jente  por  fuerza  a  Gonzalo  Pizarro,  y  tomándole  la  nueva 
25  leguas  del  Cuzco  del  desbarate  de  Gonzalo  Pizarro,  lo 
dejó  todo  y  se  puso  en  huyda,  y  le  prendieron  algunas  de 
las  personan  que  luego  desde  Jaquijagana  se  enviaron  en  bus- 
ca suya.  Era  de  los  mui  privados  de  Gonzalo  Pizarro,  y 
ansi  se  hallaron  entre  los  bienes  de  Gonzalo  Pizarro  las  car- 
tas que  con  ésta  van. 

Ea  25  se  enviarotí  con  Juan  Porcel,  a  Lima,  treinta  y 
cinco  condenados  a  galeras  para  que  de  allí  se  enviassen  a 
Tierra  Firme  y  desde  allí  a  España. 

Este  dia  se  escribió  al  visorrei  de  la  Nueva  España  y  a 
Guatimala  y  Nicaragua  el  castigo  de  Gonzalo  Pizarro  y  de 
los  suj^os,  porque  para  amedrentar  los  nótales  ^  y  alegrar 
los  buenos  y  celosos  de  la  paz  y  sosiego  y  servicio  de  S.  M., 
parece  que  convenia  que  en  todas  estas  partes  se  supiesse. 

En  27  recibí  cartas  de  Lorenzo  de  Aldana  en  que  escribía 
como  era  muerto  el  thesorero  Riquelme,  y  del  recaudo  que 
se  ponia  en  su  hacienda  par^i  que  S.  M.  pudiesseser  pagado 
P;  de  lo  que  se  la  alcanzase,  y  luego  despaché  a  Estopiñan 
I  para  que  fuese  a  ayudar  en  el  recaudo  de  la  hacienda  por- 
que era  hombre  que  tenia  noticia  della  y  de  confianza. 

Este  dicho  dia  junté  los  tres  obispos  de  Lima,  Cuzco  y 
Quito,  y  vecinos  que  en  el  Cuzco  estaban,  que  eran  los  mas 
y  de  mas  importancia  de  todos  estos  reinos,  y  les  represen- 
té cuanto  convenia  a  sus  consci^ncias  y  conservación  de  los 
indios  y  para  tener  ellos  renta  cierta,  la  tasación  de  los  tri. 
butos;  y  que  pues  todos  se  hallaban  allí,  debían  de  nom- 
brar personas  que  visitassen  la  tierra  cuan  en  breve  fuesse 
posible  para  que  hecha  la  visitación  se  hiciesse  la  dicha  tassa. 
Todos  mostraron  parescerles  bien,  e  ansi  se  nombraron  se- 
tenta y  dos  personas  para  hacer  esta  visitación  y  se  les  han 
dado   instrucciones   como   la  han   de  hacer  y  repartido  las 


1  Esta  voz  designa   talvez   a  aquellos    de    los    cuales  se  tenían 
notas  desfavorables. 

lOMO    Vil  12 


178  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


partes  que  cada  dos  debían  visitar;  e  un  domingo,  dicha 
misa  mayor,  que  se  dijo  del  Spiritu  Santo,  en  la  Iglesia  del 
Cuzco,  juraron  en  manos  del  deán  que  la  habla  dicho,  todos 
los  que  allí  se  hallaron  de  los  nombrados,  que  fué  la  mayor 
parte,  de  hacer  la  dicha  visita  y  traerla  a  Lima,  conforme  a 
la  dicha  instrucción  bien  e  fielmente  y  con  entera  dilijencia. 
En  29  del  dicho  mayo  se  abrieron  mareéis  nuevas,  y  se 
puso  una  en  la  caja  de  las  tres  llaves  del  Cuzco  y  se  envió 
otra  a  los  Charcas,  porque  estos  dos  lugares  son  donde  mas 
fundición  se  hace,  y  otra  en  Arequipa  por  amor  de  la  con- 
tratación que  de  allí  hay  para  los  Charcas  y  Cuzco,  y  se 
espera  habrá  por  el  pueblo  nuevo  de  Chuquiabo  i  y  mandóse 
que  al  Cuzco  viniesse  Guamanga  a  fundir;  y  otra  a  Lima  a 
donde  se  mandó  que  viniese  a  fundir  de  Guánuco;  y  otra  a 
Trujillo  a  donde  se  mandó  viniese  a  fundir  los  Chachapoyas 
y  Piura;  y  otra  a  Quito  a  donde  se  mandó  viniesen  fundir 
Guayaquil  y  Puerto-viejo  y  la  ciudad  de  Loja,  que  es  la  que 
ahora  se  ha  edificado  en  las  Paltas,  y  mandóse  que  todas 
las  marcas  viejas  se  quebrassen,  ansi  porque  fuessen  todas 
de  una  forma  como  también  porque  se  evitassen  los  fraudes 
({ue  se  podrían  hacer  con  las  marcas  que  los  dias  pasados  se 
hablan  falsado  2. 

Paresció  que  para  que  de  aquí  adelante  hubiesse  buen  re- 
caudo en  la  hacienda  de  S.  M.  convenia  que  fuera  de  Lima 
en  crida  parte  destas  donde  hade  haber  fundición,  cada  aña 
se  nombrassen  en  cabildo  dos  vecinos  abonados  que  como 
tenientes  de  tesorero  y  cont*ador  tuviessen  las  dos  llaves;  y 
el  correjidor  que  allí  fuesse  tuviesse  la  otra,  y  asistiessen  á 
la  fundición  y  al  cabo  del  año  diessen  cuenta  con  pago  a 
los  de  nuevo  elejidos,  los  cuales  dentro  de  dos  meses  fuessen 
obligados  de  enviar  todo  el  alcance  de  todo  lo  corrido  en 
tiempo  de  los  pasados  a  Lima,  y  entregarlo  a  los  oficiales 
prin.ipales  que  en  esta  ciudad  han  de  residir,  y  que  poreste 
trabajo  se  les  diesse  algún   salario,   que   aunque  no   fuesse 


1  La  ciudad  de  la  Paz. 

2  Falsificado. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  179 

mucho,  siendo  vecinos  los  que  administrasen  estos   oficio» 
bastaría. 

Y  que  a  los  oficiales  reales  de  Lima,  cada  año  el  presiden- 
te de  la  audiencia  con  un  oidor  les  tomassen cuenta  de  todo 
lo  que  a  su  poder  hubiesse  venido  el  año  pasado,  y  aquello 
todo  pusiessen  los  dichos  oficiales  en  otra  arca  aparte,  la 
cual  hubiesse  cinco  llaves,  las  tres  que  quedassen  en  poder 
de  los  oficiales  y  las  otras  en  el  del  presidente  y  oidor  mas 
antiguo,  porque  desta  manera  andaria  la  hacienda  mas  se- 
gura y  se  administraría  con  mas  cuidado  y  estaría  mas  a 
plinto  para  enviarla  a  España. 

Y  haciéndose  esto  escussarse  ha  el  salario   de  los  oficia- 
1.^  pie  dicen  del  Nuevo  Toledo,  y  con  él  se  podrán  pagar  a 
t(  dos  los  otros  tenientes,  los  cuales  aunque  hubiesse  oficía- 
les de  la. Nueva  Castilla  y  del  Nuevo  Toledo,  no  se  pueden 
■iCscussar  si  ha  de  haber  buen   recaudo  en  la  hacienda,  v  es- 

tai'  abierta  la  fundición  continuamente,  sino  solo  en  los 
dos  pueblos  donde  ellos  residiessen,  especialmente  distando 
tanto  dellos  h  s  otros  en  que  se  hace  fundición.  E«to  es  lo 
que,  pensando  en  el  recaudo  de  la  hacienda  real,  me  ha  pa- 
recido entendida  la  perdición  que  hasta  aquí  en  ella  ha  ha- 
bido. 

En  esta  tierra,  como  está  tan  lejos  de  S.  M.  e  de  V.  S:, 
hay  muchos  desórdenes,  y  entre  ellos  hay  uno  que  los  que 
tienen  escribanías  las  venden  y  traspassan,  y  los  cabildos 
reciben  a  los  que  compran,  que  con  decir  que  han  de  traer 
confirmación  de  S.  M.,  las  tienen  como  si  tuviessen  título» 
y  aun  las  tornan  otra  vez  a  vender,  y  ansí  hallé  en  el  Cuzco 
cinco  escribanías  que  hay  todas  desta  manera.  Y  por  sacar 
la  cosa  desta  costumbre  y  aun  también  por  dar  alguna 
manera  de  premio  a  algunos  que  en  esta  jornada  han  ser- 
vido, en  primero  de  junio  proveí  a  beneplácito  de  S.  M.,  y 
con  que  dentro  de  dos  años  y  medio  se  trajesse  aprobación 
de  mi  provisión,  la  cual  pasado  el  dicho  tiempo  aunque 
S.  M.  no  hul)iesse  revocado  el  dicho  beneplácito,  fuesse  en 
si  ninguno,  no  habiéndose  habido  la  dicha  aprobación,  a 
Sancho  de  Urue,  natural  de  Orduña,  que  ha  servido  en  esta 


180  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


jornada  con  sus  armas  y  caballos  y  fué  uno  de  los  que  pri- 
mero acudieron  a  la  armada  que  con  Lorenzo  de  Aldana  se 
envió,  de  la  escribanía  del  cabildo  de  aquella  ciudad  que 
tiene  anneja  una  del  número,  la  cual  tuvo  Gómez  de  Chá- 
vez,  y  la  vendió  y  renunció  en  un  Juan  de  Herrera  por  dos 
mili  V  trescientos  pesos,  y  se  obligó  el  renunciante  de  traer 
confirmación  dentro  de  tres  años,  la  cual  hasta  ahora  no 
ha  parescido  acá,  y  con  solo  esta  renunciación  y  contracto, 
la  ha  servido  dias  ha  el  dicho  Juan  de  Herrera. 

El  mismo  día  proveí  de  la  forma  y  manera  ya  dicha,  a 
Francisco  Hernández,  natural  de  Medellin,  que  ha  sido  en 
las  cosas  pasadas  servidor  de  S.  M.  y  se  halló  en  levantar 
bandera  en  Guánuco  v  en  Cajamalca,  y  en  esta  jornada  del 
allanamiento  de  Gonzalo  Pizarro  sirvió  como  soldado  en 
sus  armas,  y  de  escribano  en  las  cuentas  de  los  gastos  que 
en  la  guerra  se  han  hecho,  de  una  escribanía  del  número  del  - 
Cuzco,  que  fué  de  un  Francisco  Lazcano  natural  de  Segó- 
yia,  el  cual  padesció  gran  trabajo  y  pérdida  de  toda  su  ha- 
cienda, que  era  en  cuantidad,  por  servir  a  S.  M.;  y  al  fin  se 
halló  con  Diego  Centeno  en  la  batalla  de  Guarina,  donde 
quedó  herido  de  muerte  y  cortado  un  brazo  y  una  pierna; 
y  hallándole  ansi  Francisco  de  Carvajal,  maestre  de  campo 
de  Gonzalo  Pizarro,  le  ahorcó.  Dejó  este  Francisco  de  Laz- 
cano dos  hijos  bastardos,  a  quien  cabria  remediar  en  algo 
al  tiempo  de  la  confirmación  de  mi  provission,  ya  que  S.  M. 
sea  servido  de  hacella,  porque  allende  de  perder  la  vida 
Lazcano  en  servicio  de  S.  M.,  perdió  mas  de  diez  mili  pesos, 
según  lo  que  se  dice;  y  habia  un  año  que  Gonzalo  Pizarro 
habia  privado  desta  escribanía  al  dicho  Lazcano  llamán- 
dole traidor,  porque  no  le  habia  querido  ayudar,  y  provei- 
dola  a  otro  el  cual  la  servia. 

El  mismo  dia  se  proveyó  de  la  mesma  manera  a  Arsencio 
Martínez  de  Asorduy,  natural  de  Oñate,  que  a  su  costa,  con 
armas  y  caballo,  sirvió  bien  en  esta  jornada  bástala  pri- 
sión y  castigo  de  Gonzalo  Pizarro,  de  otra  escribanía  de 
número  de  la  dicha  ciudad,  que  fué  de  un  Diego  Gutiérrez, 
natural  de  Granada,  el  cual  la  habia  renunciado  tres  años 


DOCUMENTOS  ABLATIVOS  A  VALDIVIA  181 

había  en  Juan  de  Bayle  por  mili  y  tantos  pesos,  y  con  solo 
este  título  la  servia  el  dicho  Juan  de  Bayle,  gran  secuaz  de 
Gonzalo  Pizarro,  hasta  que  en  Jaquijaguana  murió  el  día 
de  la  batalla,  ])eleando  de  su  parte. 

Proveyóse  de  la  misma  manera  a  Luis  Sedeño,  natural 
de  Valladolid,queen  estajornada  ha  servido  como  soldado, 
V  con  despachos  necesarios  para  ella,  otra  escribanía  del 
número  de  la  dicha  ciudad,  que  fué  de  Pedro  de  León,  vecino 
del  Cuzco,  que  en  la  de  Guarina  murió  en  servicio  de  S.  M. 
Servíase  esta  escribanía  por  una  renunciación  que  antes  de 
la  batalla  el  dicho  Pedro  de  León  habia  hecho  en  un  Fran- 
cisco de  Talayera,  natural  de  Torquemada,  al  cual  se  la 
daba  por  que  habia  servido  bien  en  esta  jornada  a  S.  M.,  y 
quiso  mas  ir  a  Quito. 

Pagadas  las  libranzas  que  para  los  gastos  de. la  guerra 
contra  Gonzalo  Pizarro  los  oficiales  del  Cuzco  cedieron,  se 
empezaron  a  allegar  dineros  de  los  aprovechamientos  que 
para  ayudar  la  hacienda  de  S.  AL  se  procuraron  hacer  de 
lo  que  estaba  vaco  en  aquella  ciudad,  y  de  los  bienes  de  los 
culpados,  y  de  lo  que  caia  de  los  quintos  de  lo  que  allí  se 
fandia.  Y  pareció  que  era  bien  que  entretanto  que  yo  alU 
estaba,  se  fuese  enviando  a  esta  ciudad  de  Lima  para  que 
aquellos  oficiales  y  correjidor  Lorenzo  de  Aldana,  lo  pusies- 
sen  en    recaudo. 

Y  ansí  en  4  del  dicho  junio  se  enviaron  con  Merlo,  vecino 
de  Lima,  cincuenta  mili  pesos  en  doscientas  barras  de  pla- 
ta, las  cuales  llegaron  aquí  a  buen  recaudo. 

En  2  proveí  otra  escribanía  del  número  de  la  dicha  ciu- 
dad del  Cuzco,  a  Juan  Martínez  Jaimes,  natural  de  Cana- 
rias, que  ha  sido  continuamente  servidor  de  S.  M.  y  seguido 
su  real  voz  contra  Gonzalo  Pizarro  con  Diego  Centeno,  y 
después  del|desbarato  de  Guarina  fué  preso  y  lo  quisieron 
ahorcar,  y  se'tornó  a  huir  y  vino  hasta  juntarse  con  noso- 
tros, y  sirvió  hasta  que  fué  preso  y  castigado  Gonzalo  Pi- 
zarro. Habia  sido  esta  escribanía  de  Martin  Salas,  natural 
de  Dafra,  a  quien  por  ser  servidor  de  S.  M.,  ahorcó  Alonso 
de  Toro,  teniente  de  Gonzalo  Pizarro  en  el  Cuzco,  y  después 


IS'2  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  su  muerte  habíala  servido  Pedro  Núñez  del  Águila,  natu- 
ral de  Sevilla  y  secretario  de  G;)nzalo  Pizarro  y  su  secuaz, 
el  cual  fué  condenado  a  las  galeras,  y  la  tenia  solo  con  el  tí- 
tulo quel  cabildo  del  Cuzco  le  habia  dado. 

Este  dia  recibí  cartas  de  Arequipa  como  habian  el  licen- 
ciado Cerda  correjidor  de  allí  y  el  capitán  Martin  de  Ro- 
bles justiciado  cinco  de  los  de  Pizarro,  y  que  tenian  presos 
otros. 

En  13  de  enviaron  con  Rivera,  vecino  de  Lima,  otras 
doscientas  barras  de  plata,  las  cuales  fueron  y  llegaron  a 
buen  recaudo.  Estos  dias  se  desterró  España  y  fuera  de  es- 
tos reinos,  mucho  número  de  los  de  la  rebelión  de  Gonzalo 
Pizarro,  y  se  azotaron  muchos  dellos. 

En  18  falleció  en  el  Cuzco  el  adelantado  Andagoya  de 
una  calentura,  que  después  de  parcscer  que  estaba  sano  de 
la  quebradura  de  su  pierna,  le  sobrevino.  Que  a  todos  nos 
dio  mucha  pena  por  ser  tan  buen  hombre  y  tan  servidor 
de  vS.  M. 

En  19  se  hizo  justicia  de  un  Francisco  Martin,  natural 
de  los  Hoyos,  sierra  de  Gata,  que  fué  muy  secuaz  de  Gon- 
zalo Pizarro,  y  habia  sido  en  prender  al  visorei,  y  en  guar- 
dalle  en  la  mar  y  dichole  muchas  palabras  desacatadas. 

En  23  se  enviaron  con  Caravantes,  vecino  de  Lima, 
ott-as  doscientas  y  treinta  barras  de  plata;  las  cuales  fueron 
y  llegaron  a  Lima  a  buen  recabdo. 

En  24,  domingo,  dia  de  San  Joan,  pronunció  el  obispo  del 
Cuzco,  después  de  missa  mayor,  la  sentencia  que  con  esta 
envió,  y  se  ejecutó  en  Joan  Coronel,  clérigo  de  missa  y  ca- 
nónigo que  fué  de  Quito,  gran  secuaz  de  Gonzalo  Pizarro  y 
ayo  de  su  hijo,  y  que  habia  hecho  un  libro  que  intituló  De 
Bello  justo  en  favor  y  defensa  de  la  rebelión  de  Gonzalo  Pi- 
zarro, qtieriendo  decir  que  la  guerra  de  su  parte  era  justa 
y  la  que  se  hacia  contra  él  era  injusta.  Es  este  Coronel  a 
quien  envió  Gonzalo  Pizarro  a  sentir  loque  venia  en  el  ejér- 
cito de  S.  M.  cuando  sapo  que  habíamos  pasado  la  puente 
de  Cotabamba,  de  que  tengo  hecha  relación. 

En  25  se  despachó  el  liccnjiado  Ramírez  para  volverse  a 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  183 

SU  audiencia  de  los  Confines,  y  llevó  número  de  pesos  para 
entregar  a  Lorenzo  de  Aldana  que  los  enviase  a  Tierra  Fir- 
me y  allí  a  las  galeras  donde  iban  condenados.  Fueron  en- 
tre ellos  un  Luis  Chávez,  hermano  bastardo  de  Juan  de 
Chávez,  de  Ciudad  Rodrigo,  y  un  Mescua,  natural  de  Oca- 
ña,  caballerizo  que  fué  de  Gonzalo  Pizarro. 

En  23  se  enviaron  con  el  capitán  Juan  Alonso  Palomino 
cuarenta  y  cinco  mili  pesos  en  oro.  Era  mucho  de  ello  bajo, 
y  apenas  reducido  a  buen  oro  llegada  a  quarenta  mili  pe 
50S.  Llegó  a  buen  recaudo. 

Este  dicho  dia  pronunció  el  obispo  del  Cuzco  en  la  igle- 
sia, acabada  la  missa  mayor,  la  sentencia  que  aquí  envió 
y  se  ejecutó  contra  Juan  de  Sosa,  sacerdote  que  fué  mui 
gran  secuaz  de  Gonzalo  Pizarro.  Era  este  Juan  de  Sosa  uno 
que  vino  con  Felipe  Gutiérrez  a  Veragua,  y  que  según  di- 
cen, gastó   en   aquella  jornada  suma  de  dineros. 

En  3  de  julio  se  hizo  justicia  de  Juan  de  la  Torre,  natural 
de  Madrid.  Arrastróse  e  hizose  cuartos,  y  envióse  la  cabe- 
za aponer  en  Lima  con  las  de  Gonzalo  Pizarro  y  Francisco 
de  Carvajal.  Este  se  mostró  mui  servidor  delvisorey;  y  con- 
fiándose del,  le  envió  con  su  hermano  Vela  Nuñez  tras  unos 
que  se  le  ibau  huyendo  al  Cuzco  ajuntarse  con  Gon¿alo  Pi- 
zarro, y  en  el  camino  quiso  concertarse  de  matar  a  Vela 
Nuñez,  e  irse  a  Gonzalo  Pizarro,  como  se  fué  después  que 
vido  que  no  pudo  efectuar  lo  de  la  muerte. 

Y  después  siempre  sirvió  a  Gonzalo  Pizarro,  y  vino  con 
él  a  Lima  donde  le  casó,  y  de  allí  fué  con  él  a  Quito,  y  se 
halló  en  la  batalla  que  contra  el  visorre^^  dio.  Y  después 
della,  por  engaño  sacó  del  monasterio  deSant  Francisco  de 
Quito  a  un  cuñado,  capitán  que  habia  sido  de  la  guarda  del 
visorrcy  y  que  por  miedo  de  (lOnzalo  Pizarro,  después  del 
desbarato,  se  habia  allí  metido,  y  le  entregó  a  Pedro  de 
Puelles,  maestre  de  campo  del  dicho  Gonzalo  Pizarro,  el 
cual  le  ahorcó.  Es  mui  público  que  el  dichojuan  de  la  Torre 
no  solo  hizo  esto  por  complacer  a  Gonzalo  Pizarro,  pero 
también   porque  tenia  que  hacer  con  la  mujer  deste  capitán, 


1&4  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


que  era  hermana   déla  propia  mujer  del    dicho  Juan  de  la 
Torre. 

Y  después  de  vuelto  a  Lima  fué  éste,  como  tengo  hecha 
relación,  el  que  metió  a  Vela  Núñezenque  sehuvesse,  dicien- 
dole  que  el  le  sacaria  en  un  navio;  y  teniéndole  metido  en 
la  cosa,  lo  dijo  a  Gonzalo  f^izarro,  y  entrambos  concertaron 
Cjue  se  pusiesse  adelante  para  que  con  alguna  mas  color  el 
dicho  Gonzalo  Pizarro  pudiesse  matar  a  Vela  Núñez,  como 
se  hizo.  Fué  tan  desacatado  en  palabras  que  trayéndose 
después  de  la  de  Quito,  en  nombre  de  S.  M.  pleito  contra  él 
sobre  un  tesoro  de  mas  de  cuarenta  mili  pesos  que  habia 
hallado,  según  dicen,  dijo  publicamente,  que  traiha  pleito 
con  el  mayor  tal  (ladrón,  sin  duda)  de  Castilla. 

Y  con  estas  palabr¿is  y  obras  agradó  tanto  a  Gonzalo  Pi- 
zarro, que  le  hizo  su  capitán,  y  después  de  la  de  Guarina, 
le  envió  con  jente  a  tomar  el  Cuzco  y  a  recojer  toda  la  jente 
que  hacia  aquella  parte  acudiese,  i  en  el  camino  ahorcó  tres 
hombres  por  ser  servidores  deS.  M.,  y  robó  muchas  hacien- 
das; y  llegado  al  Cuzco  robó  allí  mucho  y  ahorcó  otros 
cuatro  españoles,  y  hizo  cuartos  a  un  cacique  de  los  caña- 
ris,  que  habia  andado  en  servicio  de  S.  M.  con  Diego  Cen- 
teno, habiéndole  sacado  antes  seis  mili  pesos  con  tormen- 
tos, y  recojió  número  déjente  que  iban  huyendo  de  la  Gua- 
rina para  juntarse  conmigo. 

Corrió  continuamente  el   campo  después  que   pasamos  a 
Cotabamba;  y  hablando  con  nuestros  corredores,  dijo  mu 
chas  palabras  graves,  diciendoles  que  se  pasasse    en  a  Gon- 
zalo Pizarro  que  era  buen  principe  y  rey,  i   amenazándoles 
que  si  ansi  no  lo  hiciessen  presto  nos  harían  cuartos. 

E  después  del  desbarate  de  Jaquijaguana,  huyóy  anduvo 
escondido  con  Bobadilla,  hasta  que  con  mucha  dilijencia  y 
dificultad  se  pudo  hallar  en  unos  bohios  de  indios  vestido 
como  indio. 

Fué  tan  pertinaz  en  lo  de  Gonzalo  Pizarro,  que  según  di- 
ciMi,  habiéndosele  denunciado  la  muerte,  digo  que  holgaba 
])adecerla  por  amor  de  Gonzalo  Pizarro. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  \A1.DIV1A  185 

Después  que  Mango  inga  i  hijo  mayor  de  Guaynacaba  ^ 
murió  en  los  Andes  donde  se  habia  huido,  los  indios  que 
allí  se  hallaron,  tomaron  por  inga  a  un  su  hijo  que  ahora 
será  de  13  o  14  años.  Diéronle  por  administrador  a  un  su 
tio,  capitán  antiguo  que  fué  de  su  padre  y  de  su  abuelo 
Guaynacaba;  y  con  él  se  han  estado  en  aquella  parte  de  los 
Andes  que  es  mui  fuerte,  haciendo  daño  al  Cuzco  y  a  Gua- 
manga,  ansi  porque  de  los  indios  destas  dos  ciudades  se 
van  a  estar  con  él  como  también  porque  ellos  salen  \^  los 
llevan  y  aun  ocupan  gran  cantidad  de  coca,  que  es  de  los 
repartimientos  que  en  estos  dos  pueblos  caen;  y  parecién- 
dome  que  seria  de  importancia  que  este  viniesse  sin  rotura 
a  dar  la  obediencia  a  S.  M..  y  a  vivir  fuera  de  aquel  fuerte, 
hablé  a  un  tio  suyo  que  se  dice  Cayatopa  para  que  le  en- 
viasse  dos  criados  suyos  a  persuadille  que  viniese  al  servi- 
cio de  S.  M.  significándole  la  voluntad  que  habia  de  resce- 
bille  y  hacelle  bien,  y  ansi  fueron. 

Y  en  4  de  dicho  julio  volvieron,  y  con  ellos  seis  mensaje- 
ros de  este  nieto  de  Guaynacaba,  con  papagayos  y  gatillos 
y  frutillas  que  me  enviaba,  y  solamente  me  dijeron  quel  inga 
Jayratopa  ^,  nieto  de  Guaynacaba  y  hijo  de  Topa  inga  *, 
les  habia  mandado  venir  a  darme  aquello,  i  a  saber  de  mí 
si  aquellos  criados  de  su  tio  habian  ido  por  mi  mandado  o 
sabiduría,  y  que  estos  mensajeros  él  habia  determinado  de 
enviar  por  las  buenas  nuevas  que  le  daban  de  la  voluntad 
que  yo  tenia  al  bien  de  los  naturales;  y  que  siendo  tal  cual 
le  habian  dicho,  él  y  los  que  con  él  estaban  holgarían  en 
hablar  de  reducirse  a  la  obediencia  de  S.  M.;  y  que  para 
tratarlo  podria  ir  seguramente  quien  yo  enviase. 

Rescibiéronse  estos  mensajeros  y  enviáronse  vestidos  de 
diversadas  colores,  de  camisetas  y  mantas  a  Jayratopa. 
Envié  dos  barriles  de  conserva  y  a  P¿imatopa,  que  es  el 
ayo  y  administrador,  envié  dos  botijas  de  vino, y  envié  con 

1  Bl  inca  Manco.  | 

■2  Huaina  Capac, 
3  Inca  Jaira  Tupac. 
^  Tupac  inca. 


186  BSTUDIOS    HISTÓRICOS 


ellos  a  un  don  Martin,  indio  muy  españolado,  para  que  les 
persuadiesse  la  venida  por  bien,  y  también  les  respresen- 
tasse  que  si  no  venian  por  bien  serian  forzados  a  venir  por 
fuerza. 

En  5  se  hizo  justicia  de  Dionisio  Bobadilla,  natural  de 
tierra  de  Yillalon,  que  como  maestre  de  campo  de  Francis- 
co Carvajal  se  halló  en  la  muerte  v  desbarato  de  Lope  de 
Mendoza,  cuando  en  Pocona  Lope  de  Mendoza  alzó  ban- 
dera por  S.  M.  pensando  divertir  a  Gonzalo  Pizarro.  para 
que  no  fuese  a  Quito  contra  el  visorrey,  y  llevó  la  cabeza 
de  Lope  de  Mendoza  y  la  puso  en  el  rollo  de  Arequipa.  Y 
después  fué  continuamente  sarjento  mayor  de  Gonzalo  Pi- 
zarro; y  desbaratado  Diego  Centeno  en  la  de  Guarina,  por 
mandado  de  Gonzalo  Pizarro  fué  a  los  Charcas  a  pedir  di- 
nero y  jente  contra,  nosotros,  y  ansi  trajo  mucha  plata  y 
cuantidad  déjente  a  Gonzalo  Pizarro  al  Cuzco,  sin  embar- 
go de  muchos  despachos  que  por  muchas  diversas  vias  le 
enviamos,  y  en  especial  uno  con  un  Carreño,'el  cual  nunca 
ha  parescido,  v  creemos  que  lo  mató  él  o  otros  de  Pi- 
zarro. 

Envióse  su  cabeza  a  Arequipa,  y  pússose  en  el  rollo  don- 
de él  habia  puesto  la  de  Lope  de  Mendoza. 

En  7  proveí  de  la  misma  manera  ya  dicha,  una  de  las  es- 
cribanías del  número  de  la  villa  de  la  PlíJta  a  Pedro  Aceve- 
do,  que  ha  servido  en  estas  alteraciones  a  S.  M.,  y  se  halló 
en  la  de  Guarina  y  en  Jaquijaguana  en  su  real  servicio,  y 
ha  servido  y  sirve  de  fiscal  en  las  causas  de  los  culpados  de 
la  rebelión  de  Gonzalo  Pizarro.  Fué  esta  escribanía  de  un 
Alonso  de  Carmona. 

En  9,  en  un  cadalzo,  estando  en  él  los  prelados  y  gran 
número  de  los  vecinos  de  este  reino  y  los  capitanes  con  nm- 
cha  otra  jente  y  el  estandarte  real,  y  los  otros  guiones  con 
la  mas  solemnidad  que  se  puede  hacer,  porque  para  redu- 
cir los  ánimos  de  esta  tierra  al  temor  y  acato  que  deben 
t^ner  pareció  que  convenia  que  ansi  se  hiciesse,  se  pronun- 
ciaron sentencias  habiéndose  antes  substanciado  sus  pro- 
cesos y  hecho  con  las  partes  que  parescieron,  y  en  rebeldía. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  187 

•contra  los  que  no  tuvieron  defensores  contra  las  memorias 
de  Pedro  Oñate,  natural  de  Burgos,  3^  vecino  que  fué  de 
'Quito,  difunto;  de  Juan  Bras,  natural  de  Sevilla,  y  vecino 
que  fué  del  Cuzco;  y  Pedro  Frutos,  natural  de  Roa  y  vecino 
que  fué  de  Quito;  y  Miguel  de  Vidagora,  natural  de  San 
Sebastian,  y  vecino  que  fué  del  Cuzco;  y  de  Francisco  Mar- 
molejo,  natural  de  Sevilla  y  vecino  que  fué  de  Quito;  y  de 
Pedro  Martin  de  Cecilia,  natural  de  don  Benito  de  Estre- 
madura  y  vecino  que  fué  de  Lima;  de  Diego  de  Obando, 
mestizo  natural  de  la  Española  y  vecino  que  fué  de  Quite; 
y  de  Pedro  Fuelles,  natural  de  Sevilla  y  vecino  que  fué  de 
'Quito,  donde  se  mandó  que  sus  casas  fuesen  derribadas  y 
puesto  en  ellas  un  letrero  que  manifestase  su  traición;  y  de 
Gonzalo  Diaz  de  Pineda,  natural  de  Coto  de  üreiía,  vecino 
que  fué  de  Quito;  y  de  Juan  Márquez,  natural  de  Palos,  ve- 
cino que  fué  de  Quito;  y  de  Pedro  Artunez,  natural  de  Sant 
Lucas  de  Barrameda  y  vecino  que  fué  del  Cuzco;  y  de  Fran- 
cisco de  Toro,  no  se  supo  de  donde  era  natural  e  fué  vecino 
de  Quito;  y  de  Hernando  Bachicao,  natural  del  dicho  Sant 
Lucar,  y  vecino  que  fué  del  Cuzco;  de  Juan  Vázquez  de  Ta- 
pia, natural  de  Talavera,  vecino  que  fué  del  Cuzco;  y  de 
Diego  Bonifacio,  natural  de  Burgos  y  vecino  que  fué  de 
Quito;  y  de  Matheo  Ramirez,  natural  de  Granada  y  vecino 
que  fué  de  Quito. 

Todos  estos  se  dieron  por  traidores  por  razón  de  haber 
muerto  en  la  dicha  rebelión,  y  se  confiscaron  todos  sus 
bienes. 

Tratóse  también  contra  las  memorias  de  Francisco  Juá- 
rez, reciño  que  fué  de  Quito,  y  absolvióse  ab  instancia  judi- 
cii,  y  de  Jerónimo  Hermosilia,  vecino  que  fué  de  Quito,  y 
dióse  por  libre,  declarando  haber  gozado  del  perdón  que 
desde  Panamá  envié  con  la  primera  armada,  porque  murió 
viniendo  a  juntarse  conmigo,  y  acudió  a  Rodrigo  de  Sala- 
zar  cuando  mató  a  Pedro  de  Puelles,  y  alzó  l)anderaen  Qui- 
to por  S.  M.;  y  de  Gómez  de  Estacio,  natural  de  Almendral 
y  vecino  de  Guayaquil,  se  absolvió  ab  instancia  judicii. 

Al  tiempo  que  estas  sentencias  se  dieron,  quedaron  pen- 


18S  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


dientes  algunos  otros  procesos  contra  memorias  de  difun- 
tos; y  no  se  aguardó  a  concluillos,  por  haber  yo  de  salir  del 
Cuzco  a  hacer  el  repartimiento  de  lo  que  estaba  vaco  en  la 
tierra;  v  quedaron  para  que  se  concluyessen  y  pronuncias- 
sen  juntamente  con  las  que  contra  los  ausentes  se  habian  de 
pronunciar. 

Este  dicho  dia  con  Montenegro,  vecino  de  Lima,  se  en- 
viaron ciento  veinte  barras  de  plata  y  diez  y  siete  cajonci- 
llos  con  pedazos  de  barras,  los  quince  de  cada  noventa  mar- 
cos el  cajón  y  los  dos  de  a  noventa  y  seis. 

Enviáronse  asímesmo  con  é!  once  cargas  de  arcabuces 
que  se  recojieron,  ansi  por  quitar  las  ocasiones  de  desaso- 
siegos que  con  ellos  podia  haber,  como  por  tenellos  para 
entrada  y  otros  menesteres.  Llegó  todo  a  buen  recaudo. 

La  cosa  que  en  este  negocio  a  que  se  me  mandó  venir, 
mas  he  tenido  después  que  la  fui  entendiendo,  ha  sido  que 
allanado  Gonzalo  Pizarro,  no  se  pudiendo  cumplir  con  los 
que  con  ellos  sirviesen  a  su  sabor,  y  conforme  a  la  costum- 
bre que  en  las  alteraciones  que  en  estos  reinos  ha  habido  e 
se  ha  tenido,  habia  de  resultar  inconvenientes  y  desasosie- 
gos V  desgracias,  especialmente  para  conmigo,  en  que  por 
la  familiar  conversación  que  conmigo  han  tenido  y  por  ha- 
berme ayudado  en  esta  jornada,  tanta  esperanza  cada  uno 
tenia,  porque  a  hacer  el  repartimiento  otro  (majistrado) 
que  de  nuevo  S.  M.  enviara  como  desde  Túmbez lo  supliqué, 
no  hubiera  tanta  amistad  por  no  concurrir  en  él  lo  que  he 
dicho,  y  tenerle  otro  respeto  que  la  mucha  conversación 
cjuita.  Y  estos  inconvenientes  parecían  tan  grandes,  que 
(rónzalo  Pizarro,  estando  preso,  dijo  que  no  queria  ma3'or 
venganza  de  mí  que  verme  encargado  de  tanta  jente. 

Y  por  este  temor  y  por  escusar  la  fatiga  de  los  naturales, 
mas  que  por  el  gasto  que  a  S.  M.  se  podia  recrescer,  dado 
que  también  dé!  tuve  consideración,  puse  tanta  dilijencia  en 
procurar  que  no  viniese  jente  de  la  Nueva-España,  ni  de  Ni- 
caragua, ni  de  Santo  Domingo  ni  del  Nuevo-Reyno.  y  que 
se  despidiese  la  que  venia  de  Popayan  y  mas  de  la  mitad  de 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  189 

la  de  Quito,  que  a  algunos  paresció  que  ponía  en  aventura 
la  cosa,  y  ha  salido  una  de  las  cosas  mas  acertadas. 

E  ansí  lo  es  j  será  el  que  se  ponga  gran  cuidado  que  esta 
tierra  esté  mas  reform^ida  y  mas  descargada  déjente,  no  se 
consienta  venir  a  ella  persona  als^una  que  no  fuesse  merca- 
der, y  que  como  tengo  escrito  para  ello  con  gran  instancia, 
se  provea  en  Tierra-Firme,  Nicaragua  y  la  Nueva-España 
que  no  se  deje  embarcar  hombre,  para  acá  que  no  sea  mer- 
cader o  marinero  de  navio,  y  que  estos  se  pongan  y  asien- 
ten en  el  rejistro,  porque  aquí  se  pueda  pedir  cuenta  dellos, 
y  entender  si  son  verdaderamente  marineros  y  mercaderes; 
porque  so  color  de  marineros  pasan  por  dineros  que  los  dan 
cada  dia  a  los  maestros  de  las  naos  otras  personas,  y  para 
evitar  este  fraude  es  razón  que  se  castigue  con  rigor,  v  no 
hai  que  se  pueda  averiguar  sino  asentando  en  el  rejistro  las 
personas  que  desembarcan. 

Y  si  en  esto  de  la  jente  no  se  pone  remedio,  cada  diíi 
correrá  mas  riesgo  la  paz  y  sosiego  de  esta  tierra,  y  los  na- 
turales se  destruirán  sin  bastar  la  justicia  a  remediallo. 

Así  que  teniendo  estos  inconvenientes  de  la  jente,  y  que  si 
no  se  derramasse  poco  a  poco  se  podia seguir  desiisosiego  y 
algún  motin  en  que  no  solo  hubiese  desacatos,  pero  se  hi- 
€Íesse  mucho  daño  en  la  tierra  y  robos  en  españoles  v  natu- 
rales, especialmente  saliendo  desgraciado  el  repartimiento, 
en  que  era  imposible  caber  de  las  tres  partes  la  una,  me 
pareció  dilatar  lo  mas  que  pudiese  el  repartimiento;  porque 
con  la  dilación  se  cansarian  los  que  menos  razón  tuviessen 
de  aguardar  y  se  irian  poco  a  poco  derramando,  como  se 
hizo,  que  al  tiempo  que  se  vino  a  hacer  ya  en  el  Cuzco  no 
habia  la  mitad,  que  se  habia  ido  tan  poco  a  poco  que  con 
el  recaudo  de  alguaciles  que  en  el  camino  se  hablan  puesto 
se  pudo  obviar  a  los  daños  que  si  ansi  no  se  derramaran 
se  pudieran  hacer.  Y  esa  que  quedaba  parescia  que  estaba 
mui  moderada  en  su  cobdicia  y  pensamientos,  y  aun  tam- 
bién parescia  que  convenia  la  dilación  para  poder  mas 
aprovechar  la  hacienda  real  con  dilatallo;  y  aunque  qui- 


190  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


siera  disferillo  mas,  no  pude  porque  ansí  con  el  deseo  que 
tenían  de  verse  proveídos  los  que  mas  y  menos  aguarda- 
ban como  por  el  mucho  gasto  que  en  el  Cuzco  hacían  y 
faltas  de  mantenimiento  que  había,  y  se  empezaba  a  mor- 
murar que  no  quería  repartir  la  tierra  sino  hacer  con  disi- 
mulación lo  que  las  ordenanzas  antes  de  revocarse  dispo- 
nían, especialmente  como  vían  que  para  S.  M.  se  escojian 
los  aprovechamientos  de  lo  que  estaba  vaco. 

Y  por  esto  junté  a  los  prelados,  jeneral  i,  mariscal  ^  y 
Diego  Centeno,  y  a  otras  personas  granadas;  y  procuré  sa- 
tísfacellas  representándoles  la  necesidad  que  había  habido 
de  dilatarse  lo  del  repartimiento,  y  como  por  entender  en 
las  otras  cosas  que  en  aquella  ciudad  se  habían  despachado 
no  había  sido  posible  entender  en  cosa  que  tanta  desocupa- 
ción requería  como  lo  del  repartimiento,  y  aunque,  pues,. 
S.  M.  para  dalles  la  tierra  había  gastado  tanto  de  su  ha' 
clenda,  y  ellos  de  las  suyas  no  podían  servirle  para  avuda 
délo  gastado,  no  se  les  había  de  hacer  duro  que  de  lo  vaco 
y  que  aun  no  poseían,  se  ayiidasse  en  algo  a  S.  M.,  pues 
ellos  lo  habían  de  gozar  después  toda  su  vida  y  sus  hijos  e 
mujeres,  y  que  yo  estaba  determinado,  ya  que  los  negocios 
tenían  vado,  de  salírme  fuera  de  aquella  ciudad  a  hacer  el 
repartimiento,  y  que  les  rogaba  y  encargaba  que  ni  fuessen 
a  impedirme  ni  permitíessen  que  otros  fuessen,  pues  cuanto 
mas  desocupado  estuvíesse  lo  haría  mejor  y  mas  en  breve. 
Recibiéronlo  alegremente  y  ofreciéronse  a  satisfacer  a  todo 
y  a  cumplir  lo  que  les  decia. 

Y  ansí  en  11  de  dicho  jullio  salí  del  Cuzco  para  hacer  el 
dicho  repartimiento  con  solos  el  obispo  de  Lima,  que  por 
su  entereza  y  buen  entendimiento  y  esperie  icia  que  de  las 
cosas  y  personas  destas  partes  tiene,  píiresció  que  convenia 
hallarse  en  el  repartimiento,  y  Pedro  López,  escribano,  ante 
quien  había  de  pasar  y  que  tenia  el  rejistro  de  los  reparti- 
mientos pasados;  y  aunque  quisiera  que  fueran  también  los 


1  Jeneral  Pedro  de  Hinojosa. 

2  Mariscal  Alonso  de  .\lvarado. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  191 

otros  dos  prelados,  no  podian  por  hallarse  enfermos  en 
aquel  tiempo. 

Dejé  en  el  Cuzco  al  licenciado  Cianea  para  la  administra- 
ción de  justicia  y  determinación  de  las  causas  que  queda- 
ban pendientes  de  los  culpados,  y  al  contador  Cáceres  y  a 
Diego  de  Mora  para  la  cobranza  de  los  bienes  e  beneficio 
dellos  que  allí  quedaban  de  cobrar  y  beneficiar,  los  cuales 
quedaron  con  las  dos  llaves,  y  la  tercera  quedó  al  rejente 
frai  Thomas  deSant  Martin,  provincial  de  la  orden  de  San- 
to Domingo. 

En  13  llegamos  doce  leguas  del  Cuzco,  pasada  la  puente 
de  Apurima,  camino  de  Lima,  y  a  un  asiento  que  se  dice  de 
Gua^aiajeina,  donde  nos  paresció  hacer  el  repartimiento, 
porque  temimos  que  estando  mas  cerca  del  Cuzco  no  se  pu- 
dieran escusar  importunidades,  y  allí  se  empezó  a  entender 
con  toda  dilijencia  mirando  a  que  no  se  diese  causa  de  plei- 
tos con  las  pr(3visiones  como  se  ha  hecho  en  las  pasadas, 
antes  se  quitasen  los  que  habia,  concertando  a  los  que  los 
tenian  con  darles  de  lo  vaco,  y  para  ello  fué  necesario  ver 
todos  los  rejistros  de  las  provisiones  pasadas,  y  a  repartir 
la  tierra  conforme  a  lo  que  cada'  uno  habia  merescido  y  la 
fidelidad  que  en  servicio  de  S.  M.  habia  tenido;  y  para  ello 
se  procuró  entender  lo  que  cada  cosa  era  en  la  tierra  por 
las  relaciones  que  a  los  vecinos  de  los  pueblos  se  hablan  pe- 
dido y  ellos  habian  dado,  v  los  méritos  de  las  personas  por 
la  noticia  y  las  relaciones  que  de  personas  de  crédito  se  ha- 
bian tomado,  que  no  fué  de  poco  trabajo. 

En  14  llegó  a  este  asiento  Arguello,  criado  del  licenciado 
Vaca  de  Castro,  que  venia  a  entender  en  sus  negocios,  y 
habia  arribado  a  la  Buenaventura,  y  ansi  vino  por  la  ciu- 
dad de  Quito.  Y  de  las  cartas  que  de  aquella  ciudad  trajo, 
y  de  lo  que  dijo,  se  entendió  como  sabido  por  un  Lunar,. 
vecino  que  habia  sido  de  Guayacjuil,  y  por  otros  mal  inten- 
cionados y  aficionados  a  la  rebelión  de  Gonzalo  Pizarro, 
cómo  Diego  Centeno  era  desbaratado,  echaron  fama  que 
nosotros  íbamos  también  desbaratados  y  huyendo,  y  que 
concertaron  (|ue  a  11  de  marzo  próximo  pasado,  domingo- 


102  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


cuarto  de  cuaresma,  en  la  iglesia,  estando  el  pueblo  en  mi- 
sa, diessen  en  los  alcaldes  y  los  prendiessen,  y  niatassen  y 
apellidassen  la  voz  de  Gonzalo  Pizarro,  y  hiciessen  lo  raes- 
mo  en  las  personas  que  no  les  acudiessen,  paresciéndoles  que 
en  aqut'l  tiempo  y  lugar  tomarían  el  pueblo  mas  cuidado,  y 
que  teniendo  esto  así  concertado,  uno  de  ellos,  que  era  un 
mestizo,  los  habia  descubierto  a  un  relijioso  de  Santo  Do- 
mingo, el  cual  habia  dado  de  ello  aviso  a  un  alcalde;  y  que 
con  este  aviso  se  habia  prendido  el  Lunar  y  otros,  y  hecho 
de  ellos  justicia. 

Despaché  luego  al  Cuzco  al  licenciado  de  la  Gama  para 
que  se  diese  priessa  en  partirse  e  ir  a  aquella  ciudad,  de  la 
cual  le  dejé  proveído  de  correjidor  sin  saber  esto,  parescién- 
dome  que  ansi  por  estar  tan  apartada  aquella  ciudad  como 
porque  en  ella  entendia  que  hablan  quedado  personas  que 
hablan  andado  con  Gonzalo  Pizarro,  requería  persona  de 
la  esperiencia,  de  la  reputación  y  rigor  del  licenciado  la  Ga- 
ma, y  ansí  luego  vino  y  es  ido  ya.  Y  porque  fucsse  con  mas 
dilijencia,  se  despachó  dende  esta  ciudad  de  Lima  por  la 
mar. 

Sirviéronme  asimismo  comunicarme  la  justicia  y  reji- 
miento  de  Quito  como  luego  otro  dia  que  ajusticiaron 
aquellos,  llegaron  cartas  mias  en  que  desde  Jauja  escrebí  a 
aquella  ciudad  que  nos  partíamos  en  busca  de  Gonzalo  Pi- 
zarro, buenos  y  con  pujanza,  y  que  les  hablan  mucho  áni- 
mo y  alegrado  y  asentado  del  todo  aquella  ciudad,  porque 
como  nos  alejábamos  yendo  hacia  el  Cuzco,  de  los  pueblos 
que  abajo  quedaban,  parescióme  que  para  animallos  con- 
venia servilles  y  así  se  hizo  a  todos  ellos. 

En  6  de  agosto  recibí  cartas  del  licenciado  Cianea  y  del 
contador  Juan  de  Cáceres,  en  que  me  servia  como  ha- 
bia hecho  dilijencia  con  el  dicho  Arguello  para  saber  los 
bienes  que  acá  Vaca  de  Castro  habia  dejado,  y  para  ello 
habían  querido  ver  las  escrituras  que  él  traia,  y  que  sobre 
ello  se  habia  perjurado  negando  las  escrituras  que  después 
en  su  poder  se  hallaron,  que  son  cuyo  traslado  con  esta 
-  envió. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  193 

En  8  recibí  la  lista  que  aquí  vá  de  los  sentenciados  en 
rebeldía,  cuyo  traslado  hice  luego  a  las  justicias  de  todos 
los  pueblos  destos  reinos  y  a  Popayan.  Muchos  de  los  con- 
tenidos en  esta  sentencia  estarán  presos  en  los  Charcas  v 
Arequipa,  donde  se  habian  huido  y  otros  se  han  preso 
después. 

En  dicho  dia  pasaron  por  aquel  asiento  doce  presos,  que 
se  llevaban  a  Lima  para  de  allí  enviarlos  a  Tierra  Firme, 
y  de  allí  a  las  galeras;  y  entre  ellos  iba  un  Almao,  camare- 
ro que  fué  de  Gonzalo  Pizarro,  natural  de  Molina,  y  un 
Hernando  de  Torres,  natural  de  Arcos  cabe  Jerez  de  la 
Frontera,  vecino  que  fué  de  Ar^íquipa,  y  un  Luis  de  Baeza, 
natural  de  Granada,  y  Christóbal  Pizarro,  natural  de  Tru- 
jillo,  hijo  de  un  Orellana. 

En  10  líegaron  los  mensajeros  que  de  nuevo  enviaba  el 
hijo  del  inga  con  el  indio  don  Martin,  i  dijeron  como  los  en- 
viaba a  decir  que  vendría  a  la  audiencia;  que  le  diessen 
para  él  y  para  los  que  con  él  hubiessen  de  venir,  lo  que  se 
incluye  entre  el  pedazo  del  rio  de  Apurima  que  hai  desde  la 
puente  hasta  donde  se  junta  con  Abancay,  que  es  de  diez 
leguas,  y  entre  el  camino  que  hai  hasta  la  de  Abancay,  que 
€S  de  ocho  leguas,  y  entre  el  pedazo  de  rio  que  hai  desde  la 
dicha  puente  de  Abancay  hasta  la  dicha  junta  de  Abancav 
y  Apurima  que  es  de  cuatro  leguas;  y  que  le  habian  de  dar 
lo  que  en  los  Andes  tiene  ocupado  ahora  y  unas  casas  que 
habian  sido  de  su  abuelo  en  el  Cuzco,  y  cierta  heredad  y  el 
solar  de  unas  casas  de  placer  que  en  Jaquijaguana  solia 
tener  su  aVjuelo,  y  que  en  el  pedazo  de  tierra  que  entre  los 
rios  hai,  sólo  hai  quinientos  y  cincuenta  a  seiscientos  in- 
dios de  dos  vecinos,  que  el  uno  es  Hernando  Pizarro. 

Visto  lo  que  importaba  que  éste  viniesse  a  obediencia 
de  S.  M.  se  le  ofreció  este  pedazo  de  tierra  que  para  ellos 
es  mui  buena,  y  h\s  dos  casas  y  heredad  que  pedia,  y  unas 
dos  heredades  que  donde  ellos  están  han  desmontado  y 
hecho  de  coca;  y  no  se  les  dio  allí  lo  que  pedían  ansí  por  ser 
mucho  como  también  porque  parescia  quedando  ellos  se- 
ñores de  aquel  fuerte,  cada  vez  que  quisiesen  se  alzarían;  y 

TOMO    VII  13 


194 


ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


con  este  despacho  y  contentos  se  volvieron.  Y  según  la 
gana  que  don  Martin  dice  que  sintió  en  el  hijo  del  inga  y 
en  su  ayo  y  en  los  demás  de  salir  de  allí,  créese  que  vendrán 
porque  es  tierra  mui  enferma  y  viven  en  ella,  según  don 
Martin  dice,  enfermos. 

Este  dicho  dia  recibí  un  pliego  de  Loyando,  en  que  vi- 
nieron las  bulas  del  arzobispado  de  los  Reyes  al  obispo,  y 
se  le  dieron  con  la  insignia  del  palio  que  con  ellas  venia. 

Acabóse  el  repartimiento  de  hacer,  que  conforme  a  las 
relaciones  que  del  valor  de  los  repartimientos  los  vecinos  y 
personas  que  de  ello  tenian  noticia  dieron,  vale  y  renta  en 
cada  un  año  lo  que  se  proveyó,  un  millón  y  tantos  mili 
pesos  conforme  a  la  estima  que  ahora  tienen,  pudienclo  an- 
dar la  décima  parte  de  indios  en  las  minas,  y  durando  la 
groseza  de  las  minas  de  Potosí,  que  es  mui  grande,  como 
V.  S.  podrá  mandar  ver  por  estas  cartéis  que  aquí  envió 
de  Grabiel  Rojas  y  licenciado  Polo,  que  con  estas  cualida- 
des se  dieron  las  relaciones  del  valor  de  los  repartimien- 
tos. Mejoráronse  muchos  vecinos  de  repartimientos  dán- 
dose los  que  ellos  tenían  a  otros,  y  con  esto  montó  el 
repartimiento  lo  que  digo. 

Y  repartiéronse  sobre  las  personas  a  quien  se  dieron  re- 
partimientos, ciento  y  treinta  mili  pesos;  que  antes  que  les 
diessen  las  cédulas  hablan  de  dar  para  repartir  por  las  per- 
sonas a  quien  no  cupo  repartimiento.  Y  la  distribución  de 
estos  dineros  encomendé  en  el  Cuzco  el  arzobis})"),  jeneral, 
mariscal,  Diego  Centeno  y  provincial  de  los  dominicos, 
porque  tenian  mas  noticia  de  las  personas  y  de  los  que  ha- 
blan servido.  Y  allende  del  repartimiento  de  los  dichos  in- 
dios, montó  a  la  común  tasa  i,  la  encomienda  de  los  ya- 
naconas que  en  Potosí  se  hizo,  y  el  aprovechamiento  de 
ellos  en  cada  un  año,  cuasi  cincuenta  mili  pesos. 

El  repai  timiento  de  Yucay  con  la  coca  de  Avisca,  que  era 
lo  que  el  marqués  tenia  en  el  Cuzco,  que  valdrá  doce  e  tre- 
ce mili  pesos  de  renta,  no  provey  sino  pu>e  un   depositario 


1  Según  la  tasación  corriente. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  195 

que  cojiese  y  aprovechase  la  dicha  coca,  3^  tuviese  cuenta 
de  ]o  que  rentase,  hasta  que  consultado  S.  M.  y  V.  S.  sobre 
si  eran  servidos  que  este  repartimiento  se  proveyese  a  un 
hijo  del  marqués  don  Francisco  Pizarro  que  hubo  en  una 
india,  que  es  ahora  muger  de  un  Betanzos  lengua  ^  y  se  en- 
viase a  mandar  lo  que  S.  M.  era  servido  que  en  ello  se  hi- 
ciese. 

Es  este  niño  de  unos  nueve  o  diez  años;  y  no  queda  del 
marqués  sino  él  y  doña  Francisca,  su  hija,  y  muéstrase  bien 
inclinado  '■^.  No  quedó  lejitimado;  pero  parece  que  mirado 
lo  que  el  padre  sirvió  y  que  siempre  fué  fiel,  cabria  hacérsele 
esta  merced.  A  V.  S.  suplico  que  consultado  con  S.  M.,  se 
envié  a  mandar  lo  que  en   esto  se  deba  hacer. 

Y  en  el  entretanto,  de  lo  que  rentase  este  repartimiento, 
podránse  remediar  dos  hijuelas  que  dejaron  Juan  Pizarro  y 
Gonzalo  Pizarro,  pequeñuelas,  y  enviarse  a  Trujillo  a  una 
su  tia,  con  remedio  para  que  de  lo  que  acá  se  les  diesse, 
se  casen. 

Y  esto  suplico  a  V.  S.  tenga  por  bien,  siquiera  por  habér- 
melas encomendado  Gonzalo  Pizarro,  pues  el  remedio  se 
hace  sin  costa  de  nadie. 

Gonzalo  Pizarro  dejó  un  muchacho  mestizo,  que  será 
ahora  de  11  a  12  años.  Es  tenido  por  mal  inclinado,  y  su 
padre  habló  algunas  veces  en  decir  que  muerto  él,  habia  de 
quedar  en  su  lugar  éste.  Paresceme  que  se  debe  enviar  a 
Castilla,  y  podráse  también  remediar  de  al¿,o  de  lo  qne 
aquel  repartimiento  rentare.  También  es  justo  que  V.  S. 
envié  a  mandar  lo  que  se  deba  hacer  en  esto. 

En  el  repartimiento  reservé  mi  facultad,  en  caso  que 
adelante  algún  repartimiento    paresciese    excesivo,   de  re- 


1  Lenguaraz,  intérprete. 

2  Este  niño,  que  se  llamaba  Gonzal(\  murió  a  la  edad  de  cator- 
ce años.  Doña  Francisca,  que  heredó  los  hienes  de  su  hermano,  pa- 
só a  España  i  se  casó  con  su  lio  Hernand»»  Pizarro.  LosdtscfU'üen- 
tes  de  estos  obtuvieron  en  1631  el  título  de  marques  de  la  Con- 
quista. 


m 


196  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ducirlo  a  lo  comunal  y  de  añadir  a  los  que    constase  ser 
cortos. 

Y  ansí  mesrao  que  porque  a  iglesias  ni  a  monasterios  no 
se  daban  indios,  reserbaba  en  mi  y  en  la  audiencia  facultad 
de  poder  repartir  peonadas  de  indios  para  la  edificación  de 
las  iglesias  y  monasterios,  las  cuales  los  comentarios  fue- 
sen obligados  de  tomar  con  parte  de  sus  tributos. 

Ordenóse  que  en  las  provisiones,  se  amonestasse  que  nin- 
guno llevasse  tributos  inmoderados  con  apercibimiento  que 
si  al  tiempo  de  la  tasa  se  hallasse  haber  llevado  mas  tribu- 
to del  que  se  tasasse,  se  mandaria  tomar  en  cuenta  para  lo 
venidero,  con  mas  la  pena  que  mereciesse  deberse  echar.  Y 
en  las  provisiones  de  corregidores  que  se  hacen,  es  esta  una 
de  las  cosas  de  que  mas  se  amonestan  que  tengan  cuidado 
Y  de  defender  y  amparar  de  toda  molestia  a  los  naturales. 

Y  asimismo,  por  quitar  todos  pleitos,  se  mandó  que  an- 
tes que  se  diesse  la  cédula  de  provisión  a  alguno,  renuncia- 
sse  por  acto  el  cual  se  pusiess^  al  pie  del  rejistro  de  la  pro- 
visión, cualquier  derecho  que  a  la  encomienda  de  otros  in- 
dios tuviesse. 

No  se  confirmó  ni  dio  indio  alguno  que  Gonzalo  Pizarro 
hubiesse  proveido  a  persona  alguna  a  quien  él  los  hubiesse 
dado,  por  que  no  paresciesse  que  se  tenia  por  buena  cc»sa 
que  él  hubiesse  hecho,  y  que  ninguno  pudiesse  decir  que  le 
quedaba  algo  de  su  mano  dado,  que  a  muchas  personas  a 
quien  él  dio  indios,  se  dieron  otros  por  lo  bien  que  en  esta 
jornada  han  servido. 

Desde  el  Cuzco  hasta  los  Charcas  hay  140  leguas,  y  des- 
de Arequipa  a  los  Charcas  las  mesmas;  y  por  estar  tan 
gran  pedazo  de  tierra  sin  pueblo  de  españoles  se  hacen  mu- 
chos robes  y  vejaciones  y  molestias  a  los  naturales;  y  los 
indios  del  medio  tienen  mucho  trabajo  de  venir  a  servir  al 
Cuzco  y  Charcas;  v  por  eso  paresció  cosa  muy  conveniente 
que  en  Chuquiabo  se  hiciese  un  pueblo  de  los  vecinos  ^  a 
quien  se  repartiese  aquello  de  Chuquiabo,  y  los  reparti- 


1  La  actual  ciudad  de  la  Paz. 


1 


DOCUMENTOS    RF3JLATIV0S    A    VALDIVIA  197 

niientos  que  en  el  Cuzco  y  Charcas  servían,  que  estaban 
junto  a  Chuquiabo  apartadlas  de  aquellas  dos  ciudades,  y 
ansí  se  ha  mandaflo  hacer  y  se  intituló  Nuestra  Señora  de 
la  Paz. 

Paresció  que  con  este  repartimiento  debía  volver  al  Cuz- 
co el  arzobispo,  porque  con  su  autoridad  i  respeto  que  to- 
dos le  tenían,  podría  ser  mejor  recibido,  y  que  para  ello  el 
día  de  San  Bartolomé,  antes  de  predicarse  el  repartimien- 
to, predicase  el  propósito  el  rejente,  y  al  fin  del  sermón  le- 
\^ese  una  carta  mía  cuyo  traslado  aquí  envío,  porque  según 
la  codicia  inmoderada  de  esta  tierra  todo  parecía  que  era 
menester  para  obviar  la  des<íracia  de  aquellos  a  quien  no 
cupiese  suerte,  a  lo  menos  no  tan  llena  como  la.  deseaban, 
Y  ansí  en  18  de  dicho  agosto  se  partió  al  Cuzco  el  arzo- 
bispo no  con  poca  congoja  de  las  importunidades  y  pesa- 
dumbres que  creía  que  había  de  recibir,  pero  como  en  todo 
desea  servir  a  S.  M.,  esforzóse  a  la  vuelta. 

Y  escribióse  con  él  al  licenciado  Cianea  que  quedasse  y 
residiesse  allí  hasta  que  aquella  ciudad  se  variasse  de  la 
jente  que  en  ella  había  y  se  sosegasse.  Y  escribióse  a  las 
Charcas  y  Arequipa  amonestando  el  cuidado  que  debían 
tener  del  sosiego  y  quietud  y  de  castigar  cualquier  desa- 
cato o  bullicio  que  en  este  tiempo  se  ofrecíesse. 

Este  mesmo  día  me  partí  para  Lima,  y  no  volví  al  Cuí- 
co, ansí  por  huir  ocasiones  de  no  me  desgraciar  con  algu- 
nos que  con  sobra  de  codicia  se  me  desacatassen  con  pala- 
bras importunas,  como  también  por  entender  en  el  sosie" 
go  de  lo  de  abajo  y  asiento  de  la  audiencia. 

En  28  yendo  en  el  camino  de  Lima,  recibí  cartas  de  como 
los  presos  que  para  las  galeras  Mercadillo  había  llevado  a 
Lima,  los  había  enviado  Lorenzo  de  Aldana  desde  allí  en 
dos  navios,  y  que  se  habían  soltado  de  las  prisiones  e  il^an 
la  vuelta  de  Nicaraguas  escepto  diez  que  habían  saltado 
en  la  costa  del  Perú,  de  las  cuales  dos  se  habían  preso  en 
Trujillo  y  otro  en  Piura  y  otro  en  Guayaquil.  Escribí  lue- 
go a  Nicaragua  y  a  Nueva— España  dando  aviso  de  ello 
para  que  allá  les  prendíessen  \^  castigassen  los  principales. 


198  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


V  los  otros  e'iviasseii  a  España.  Con  estas  cartas  se  partió 
de  Lima  el  licenciado  Karnirez  v  con  determinación  de  ha- 
cer en  ello  lo  que  suele  en  las  cosas  del  servicio  de  S.  M.  Y 
ansi  mismo  escribí  al  licenciado  de  la  Gama  para  que  de 
camino,  en  los  términos  de  Trujillo,  Piura  y  Guayaquil  pu- 
siesse  gran  diligencia  en  haber  los  otros  seis  y  castig¿ir  los 
principales  y  los  otros  tornalles  a  enviar  a  Tierra-Firme. 

Y  ansimismo  escribí  al  correjidor  de  Tierra-Firme  para 
que  tuv^esse  cuidado  si  por  ella  aportasen,  de  hacer  la  mis- 
ma dilijencia. 

En  4  de  setiembre  llegó  a  mí  a  la  Nasca  el  capitán  Alon- 
so de  Mendoza,  que  le  enviaban  el  arzobispo,  jeneral  y  ma- 
riscal V  Diego  Centeno  a  hacerme  saber  como  habia  habido 
una  cierta  manera  de  motín  en  el  Cuzco  de  algunos  a  quien 
no  habia  alcanzado  el  repartimiento,  y  de  otros  que  aun- 
que les  habia  caido  suerte,  no  eran  tan  llena  como  quisie- 
ran; y  que  hablan  hablado  entre  sí  de  poner  las  manos  en 
el  arzoJ)ispo  y  otras  personas,  y  que  se  sospechal^a  que  ha- 
bia sido  muc'ia  parte  del  principio  de  esto  un  Francisco 
Hernández  i,  teniente  de  Benalcazar  en  la  gobernación  de 
Popayan,  que  fué  el  que  según  dicen,  puso  al  adelantado 
en  ajusticiar  a  Jorje  Robledo,  el  cual  fué  capitán  del  viso- 
rrei  en  la  de  Quito,  y  en  ésta  de  Jaquijaguana  lo  fué  tam- 
bién de  a  caballo;  y  en  entrambas  jornadas  sirvió  bien  y 
por  ello,  sin  tener  en  la  gobernación  de  Popayan  cuatro- 
cientos pesos  de  tril^uto,  se  le  dio  en  el  repartimiento  todo 
lo  que  Gonzalo  Pizarro  tenia  en  el  Cuzco,  que  según  la  re. 
lacion  de  ello  hai,  vale  en  coca  once  mili  pesos  aliende  del 
trigo  y  maiz  que  los  indios  dan  tributo.  El  cual  me  dijo  que 
quedaba  preso. 

Parescióme  convenia  que  yo  volviese  a  hacer  castigar  se- 
mejante desasosiego,  y  ansi  me  determiné  en  ello  sin  em- 
bargo que  estaba  65  leguas  del  Cuzco  y  que  Alonso  de 
Mendoza  me  decía  que  no  habia  necesidad. 


1    Francisco  Hernández    Jirón,  caudillo   de   la  formidable  insu- 
rrección del  Cuzco  en  1553,  ejecutado  en  diciembre  de  1554. 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A    VALDIVIA  199 

Estando  en  esta  determinación,  llegó  tin  Marchena  con 
cartas  del  arzobispo  y  de  otros  en  que  me  escribian  como 
estaba  todo  llano  con  haber  justiciado  uno  y  tener  presos 
muchos  otros. 

Despaché  luego  un  mensajero  a  dilijencia  encomendando 
mucho  al  licenciado  Cianea,  el  cual  en  todo  lo  hace  muí 
bien  y  es  de  las  mejores  ayudas  y  mayores  que  he  tenido 
y  tengo,  que  tuviesse  gran  cuidado  y  entero  rigor  para  cas 
tigar  a  los  que  desto  hubiessen  sido  principio;  y  ansi  he  sa- 
bido que  lo  ha  hecho  y  hace  y  que  tiene  preso  a  Francisco 
Hernández,  dado  que  no  se  ha  hallado  en  él  tanta  culpa 
como  se  creyó.  Y  cierto  es  justo  que  S.  M.  haga  merced  al 
Mcenciado  no  solo  por  lo  que  en  esta  jornada  ha  servido 
como  juez  y  letrado  y  hombre  de  guerra  con  sus  armas  y 
caballo,  pero  aun  por  lo  que  en  ella  ha  gastado  por  su  per- 
sona y  casa  y  abrigando  y  manteniendo  soldados  v  jente, 
y  manteniendo  otra  casa-con  su  mujer  en  Tierra-Firme,  de 
que  no  deja  de  estar  alcanzado  y  adeudado.  Y  ansi  yo  a 
S.  M.  suplico  se  las  mande  hacer,  y  a  V.  S.  que  den  al  licen- 
ciado para  ello  favor  y  esme  Dios  testigo  que  esto  digo  sin 
sabiduria  ni  intercesión  suya,  solo  por  lo  que  debo  a  la 
verdad  i  justicia. 

En  6  del  dicho  setiembre,  dos  jornadas  mas  adelante  de 
la  Nasca,  despaché  al  capitán  Alonso  de  Mendoza  con  pro- 
visión de  corrcjidor  de  la  ciudad  de  Nuestra  Señora  de  la 
Paz.  y  para  que  fuesse  a  poblar  el  diclio  *])ueb]o,  hiciesse  a 
los  vecinos  que  estabíin  señalados  quefuessen  a  residir  en  él, 
porque  me  pareció  que  por  ser  persona  tan  dilijentey  de 
rostro  como  es,  era  conveniente  para  el  allanamiento  y  pa- 
cificación de  aquella  tierra. 

En  17  llegué  a  Lima,  donde  recibieron  al  sello  y  a  mi  con 
mucho  regocijo  de  fuegos  y  danzas  y  personas  vestidas  de 
diversas  sedas  que  la  ciudad  dio. 

Metieron  al  sello  debajo  de  un  palio  y  en  un  caballo  bien 
adornado,  el  cual  llevaba  el  correjidor  Lorenzo  de  Aldana 
de  la  rienda.  Iba  él  y  los  alcaldes  yrejidores  y  los  otros  que 
llevaban  el  palio,  vestidos  de  ropas  largas  carmesí  raso.    Y 


200  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


la  jente  que  sacaron  de  guarda  para  el  sello  vestida  de  li- 
brea de  sedas. 

En  18  hice  que  se  nombrassen  personas  para  hacer  las 
cuentas  de  thesorero  Riqlielme,  y  que  se  hiciesse  almoneda 
de  algunos  bienes  que  se  perdia  en  no  se  vender,  porque  se- 
gún se  cree  será  el  alcance,  habrá  necesidad  para  que  S.  M. 
se  pueda  pagar  de  beneficiar  con  cuidado  los  bienes  que  de- 
jó, V  ansi  se  entiende  en  este  negocio. 

Este  dia  recibí  carta  de  Arequipa  de  que  Valdivia  era 
partido  para  Chile  por  tierra  con  ciento  y  veinte  hombres, 
V  que  la  otra  jente  aguardaban  que  los  navios  llegassen  al 
puerto  de  aquella  ciudad  para  embarcarse  en  ellos  e  ir  ])or 
mar. 

En  el  Cuzco  recibí  una  carta  en  cifra;  y  por  no  tener  abe- 
cedario allí  como  ya  hice  relación,  no  la  pude  leer.  Ahora  la 
he  visto,  y  en  ella  se  me  mandaba  que  estorbase  el  casa- 
miento que  a  S.  A.  se  habia  dicho  que  Gonzalo  Pizéirro  que- 
ría hacer  con  su  sobrina  doña  Francisca,  hija  del  marqués, 
y  pues  ya  el  es  muerto,  no  habrá  que  decir  en  esto  mas  de 
que  según  he  sido  informado,  nunca  a  él  le  pasó  por  pensa- 
miento ni  habia  para  que  pasarle,  porque  este  casamiento 
ni  con  los  españoles  ni  con  los  naturales  le  autorizaba,  ni 
habia  parte  para  su  rebelión  porque  las  mujeres  entre  estos 
naturales  nunca  heredan  ni  hacen  de  ellas  caso,  especial- 
mente ésta  que  viene  ya  por  tantas  quiebras. 

También  se  me  mandaba  hiciesse  alguna  fortaleza  o  fuer- 
te en  Panamá;  y  tampoco  desto  me  parcvSce  que  hay  necesi- 
dad no  sólo  porque  ya  cesa  la  que  cuando  se  me  mandó  pa- 
rescia  que  podia  hacer,  pero  aun  también  porque  ninguna 
disposición  hay  en  Panamá  de  lugar  donde  se  pueda  hacer 
fortaleza  que  defienda  tomar  tierra  a  los  navios  que  fueron 
al  Perú,  porque  aunque  se  pueda  hacer  para  defender  que 
no  entren  en  el  puerto  que  está  junto  al  pueblo,  puédese  to- 
mar en  otras  muchas  partes,  que  desde  allí  no  se  puede  im- 
pedir. 

Pero  para  lo  que  toca  a  Tierra-Firme  paresceque  impor- 
taría hacerla  en  el  nombre  de  Dios,  especialmente  si  la  hi- 


DOCUMENTOS    líELATlVOS    A    VALDIVIA  201 

ciessen  en  los  arrecifes  del  puerto  que  haría  tan  fuerte  aquel 
.puerto  y  pueblo,  que  habiendo  allí  artillería  me  paresce  que 
ninguna  armada  seria  parte  para  entrar  en  él  ni  llegar  a  la 
ciudad. 

Y  para  el  Perú  paresce  que  importaría  hacerse  fuerte  en 
esta  ciudad  de  Lima  por  ser  la  escala  principal  de  todas  es- 
tas tierras;  y  aun  sí  se  hiciesse  otras  en  el  Cuzco  o  los 
Charcas  seria  para  total   seguridad  y  pacificación  de  ellas. 

Por  una  cédula  de  S.  A.  me  envía  a  mandar  que  no  ha- 
biendo necesidad  de  la  artillería  que  se  trajo  de  Santo  Do- 
mingo, la  haga  volver  allá.  Aquella  artillería  no  ha  vemdo 
acá  ni  yo  la  he  visto;  pero  como  yo  envié  a  decir  que  no 
passase  lajente  de  Santo  Domingo,  creo  se  quedaría  en  Tie- 
rra Firme.  Yo  escribo  a  los  oficiales  de  allí  que  sí  allí  está 
la  envíen  y  les  envío  para  que  con  mas  cuidado  lo  hagan,  la 
cédula. 

En  esta  ciudad  está  allegado  buen  golpe  de  dinero  que  en 
la  partida  de  que  arriba  he  hecho  relación  se  trajo  del  Cuz- 
co; y  el  arzobispo  e  personas  que  para  entender  en  ello  que- 
daron en  el  Cuzco  enviaron  otra  partida  que  de  restos  que 
de  allí  quedaron  por  cobrar,  se  había  allegado.  Y  de  los 
Charcas  se  traerá  mas  de  otro  tanto  según  lo  que  Grabíel 
de  Rojas  y  el  licenciado  Polo  me  escriben;  y  para  que  desde 
Arequipa  aquí  venga;  se  enviará  dentro  de  veinte  días  un 
navio;  y  desde  la  Nasca  envié  una  provisión  a  Gabriel  de 
Rojas  para  que  los  trajesse  a  embarcar  a  Arequipa,  y  a  los 
vecinos  de  los  Charcas  y  Nuestra  Señora  de  la  Paz  y  Are- 
quipa lo  acompañassen  con  jente  de  a  pié  y  a  caballo  como 
él  les  ordenasse;  y  creo  que  en  todo  enero,  dando  Dios  buen 
aví amiento  a  Grabíel  de  Rojas,  habrá  aquí  seiscientos  mili 
pesos,  allende  de  estar  pagado  todo  lo  que  se  libró  para  la 
gi^erra  fuera  de  esta  ciudad;  y  lo  que  en  ella  está  librado  se 
va  pagando  de  cada  día  de  los  quintos,  sin  que  a  esto  ni  a 
lo  que  mas  se  trajere  se  toque,  que  según  las  cosas  han 
andado  y  el  poco  tiempo  que  para  allegar  a  S.  M.  ha  habí- 
do  después  del  castigo  de  Gonzalo  Pizarro,  no  ha  sido  poca 
hacienda. 


202  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Bien  creo  que  antes  que  se  envíe  por  este  dinero  se  me 
enviará  a  mí  licencia  para  volverme  a  morir  en  mi  natura- 
leza; pero  si  ansí  no  fuesse,  suplico  a  V.  S.  se  tenga  por 
cierto  que  yo  iré  juntamente  con  ello,  y  que  por  ninguna 
cosa  quedaré  acá  porque  me  paresceria  que  ya  se  contem- 
porizaba conmigo,  y  en  esto  no  habrá  en  mí  determina- 
ción ni  mudanza;  v  allende  del  gran  bien  y  merced  que  a  mí 
se  hará  en  enviarme  licencia  para  irme,  conviene  al  servi- 
cio de  Dios  y  de  S.  M.  y  buena  administración  de  justicia 
que  otro  la  administre,  e  no  yo  que  tan  prendado  estoi  en 
opinión  de  los  de  esta  tierra  a  serles  amigo  igual  y  no  juez 
superior.  Y  uor  no  ser  mas  pesado,  creyendo  que  no  hai 
necesidad  de  ello,  sino  que  cuando  esta  llegare  ya  verná  mi 
licencia,  no  inst)  en  pedilla  con  mas  palabras. 

En  esta  ciudad  me  dieron  una  relación  que  con  esta  en- 
vió, cjue  dejó  un  Alonso  Castellanos,  servidor  que  ha  sido 
de  S,  M.  para  que  se  me  diesse,  porque  él  no  me  pudo  aguar- 
dar a  causa  de  tener  necesidad  de  partirse  a  Trujillo,  por  la 
-cual  dice  que  el  monasterio  de  la  Merced  de  esta  ciudad 
pocos  dias  antes  que  allá  viniesse  la  nueva  del  desbarate 
de  Gonzalo  Pizarro,  le  habló  frai  Pedro  Muñoz,  fraile  de  la 
dicha  orden  de  quien  en  las  pasadas  he  hecho  relación,  para, 
que  levantasse  este  pueblo  por  Gonzalo  Pizarro  ofreciéndo- 
se este  fraile  de  matar  a  Lorenzo  de  Aldana,  al  cual  dic) 
aviso  este  Castellanos;  y  por  su  parecer  dio  y  tomó  al  Cas- 
tellanos con  este  fraile  hasta  que  vino  la  nueva  del  desba- 
rate i  castigo  de  Gonzalo  Pizarro. 

Esta  ha  sido  una  orden  en  estremo  perjudicial  a!  servi- 
cio de  Dios  y  de  S.  M.  y  de  mucho  escándalo  para  españo- 
les, y  tengo  creido  que  ansi  lo  será  de  aquí  adelante  o  ha- 
brá poca  enmienda  en  ella,  porque  de  orden  que  tan  suelta 
puede  ser  en  España  ¿qué  se  ha  de  esperar  en  tierra  tan 
libre  de  los  males  como  ésta?  Y  el  comisario  que  acá  vino 
téngole  por  buen  hombre,  pero  de  tan  poco  rostro  que 
temo  será  de  ningún  fruto  o  tan  poco  que  no  será  nada;  y 
cierto  delante  de  Dios  hablo  que  me  parece  seria  gran  ser- 
vicio que  a  Dios  y  a  S.  M.   y  bien  a  la  tierra  se  hará  en  po- 


DOCUMENTOS    RfiLATIVOS    A   VALDIVIA  2-; 3 


blarsus  casas  de  relijiosos  de  San  Francis:o  o  Santo  Do- 
mingo, y  que  se  fuessen  todos  los  que  de  esta  orden  que  en 
estas  partes  están,  a  Bspaña;  y  ansí  muchos  me  lo  han 
hablado,  y  aun  de  parte  de  Trujillo  pedido,  y  dado  sobre 
ello  información  de  graves  cosas.  Nuestro  Señor  etc.  De 
los  Reyes  26  de  septiembre  de  1548.— Bl  licenciado  Pedro 
de  la  Gasea . 


III 


CARTA  DEL  LICEMCIADO  PEDRO  DE  LA  GASCA  AL  CONSEJO  DE 
INDIAS  SOBRE  LAS  ACUSACIONES  HECHAS  A  PEDRO  DE  VAL- 
DIVIA, I  LAS  MEDIDAS  TOMADAS  PARA  LLAMAR  A  LIMA  A 
ESTE  CONQUISTADOR. 

Muy  ilustres  y  mui  magníficos  señorea: 

Después  que  como  he  dado  rel¿icion  a  V.  S.  provei  a 
Pedro  de  Valdivia  de  la  gobernación  y  conquista  de  Chile, 
habiendo  en  él  algunos  descuidos  y  en  especial  que  tenien- 
do jurado  y  hecho  pleito  homenaje  de  no  llevar  indios  ni 
piezas  de  esta  tierra,  sacó  en  los  navios  que  desde  este  puer- 
to llevó  algunos;  y  queriendo  Lorenzo  de  Aldana  visitar 
los  navios  y  sacarlos  indios  que  en  ellos  iban,  no  se  lo 
consintió  y  los  llevó  de  aquí,  aunque  no  tantos  como  al 
Cuzco  me  escribieron. 

Y  yéndose  a  Arequipa,  donde  se  ha  llegado  lajenteque 
con  él  ha  de  ir,  tomó  algunos  presos  que  se  habian  conde- 
nado para  las  galeras  y  se  traian  a  embarcar  a  esta  ciu- 
dad y  los  llevó  consigo  y  en  especial  ¿i  un  Luis  de  Chávez, 
que  es  el  del  que  en  la  relación  jeneral  hago  mención,  pero 
que  le  dio  prestados  ciertos  dineros  que  la  mujer  del  dicho 
Luis  le  habia  dado  para  llevar  a  España. 

Y  juntamente  en  esto  se  me  dio  aviso,  el  cual  recibí  en 
el  camino,  que  en  esta  ciudad   decían  algunos  de  los  que  vi- 


204  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


nieron  de  Cliile  con  Valdivia,  que  al  tiempo  que  de  allá  par- 
tió, por  su  mandado  se  habia  muerto  a  un  Pero  Sancho, 
compañero  suyo,  y  que  por  ello  aquella  tierra  se  decia. 
que  estaña  alterada  e  se  temia  por  cierto  que  siendo  par- 
tes los  que  allá  estaban,  procurarian  de  impedir  la  entra- 
da a  Valdivia  v  que  de  ello  no  podia  resultar  inconve- 
nientes. 

Despaché  desde  el  camino  una  provisión  al  jeneral  Pedro 
de  Hiño  josa  para  que  con  todadilijencia  fuesse  a  Arequipa, 
vcon  to  da  buena  maña  y  cordura  visitasse  los  navios  y  sol- 
tasse  todos  los  indios  que  en  ellos  fuessen  y  no  consintiesse 
que  se  sacasse  alguno. 

Y  que  ansimesmo  procurasse  de  prender  al  dicho  Luis  de 
Chavez,  y  a  los  otros  condenados  y  los  enviasse  a  buen  re- 
caudo aquí  a  Lima. 

Y  que  con  toda  la  disimulación  y  secreto  que  pudiesse  se 
informasse  de  las  cosas  de  Chile  que  me habian dicho,  y  que 
si  hallaba  ser  verdad  procurasse  hacer  volver  aquí  a  Valdi- 
via y  enviar  lajente  porque  se  vaciasse  algo  de  la  que  en 
esta  tierra  sobra,  con  don  Juan  de  Sandoval,  o  con  uno  de 
otros  dos  que  se  le  señalaron  y  para  la  persona  que  envias- 
se se  le  dio  provisión  en  blanco  y  que  si  no  hallare  que  era 
como  se'dice,  disimulasse  y  le  dejasse  ir  su  camino  y  le  avu- 
dasse  a  aviar. 

Anochej24  deste  recibí  carta  del  arzobispo  y  jeneral  de 
como  luego  que  recibió  mi  carta  y  provisiones  se  partió  a 
Arequipa  a  cumplirlo  que  le  escribia.  Parescióme  que  era 
negocio  importante  y  que  de  por  sí  debia  de  hacer  aparte 
relación  del.  Aqui  no  he  hallado  información  que  algo  sea 
délo  que  dicen  de  Chile.— Nuestro  señor  etc.  De  los  Reyes 
25(  de  septiembre  de  1548. 

Nuestro  Señor  conserve  y  aumente  los  muv  ilustres  y 
muy  magníficas  personas  de  V.  S.  a  su  santo  servicio  con 
el  aumento  destado  que  los  suyos  deseamos,  etc. — El  licen- 
ciado Pedro  de  la  Gasea. 


DOCUMNNTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  205 


IV. 


CARTA  DEL  LICENCIADO  PEDRO  DE  LA  GASCA  AL  CONSEfO  DE 
INDIAS  INFORMÁNDOLE  PARTICULARMENTE  ACERCA  DEL 
PROCESO  DE  VALDIVIA,  FECHADA  EN  LOS  RüYES  A  26  DE 
NOVIEMBRE  DE  1548. 


Muy  ilustres  y  muy  magníficos  señores: 

A  14  de  octubre  próximo  pasado  hice  relación  de  lo  que 
hasta  entonces  se  ofrecia  de  qué  hacerla  por  mi  carta  cuya, 
■duplicado  con  esta  vá.  Lo  que  después  acá  hay  de  que  ha- 
cella  es: 

En  20  del  otro  mes  de  octubre  se  enviaron  a  Tierra-F'ir- 
me  ocho  culpados  en  la  rebelión  de  Gonzalo  Pizarro  deste- 
rrados a  España,  y  algunos  de  ellos  a  galeras  y  fueron  en- 
tre ellos  Almao  y  Mescua,  camarero  y  caballerizo  de  Gon- 
zalo Pizarro. 

Este  dia  llegó  por  la  mar  el  jeneral  Pedro  de  Hinojosa 
con  Pedro  de  Valdivia,  al  cual  alcanzó  cuarenta  é  cinco  le- 
guas más  allá  de  Arequipa,  que  son  200  y  tantas  de  esta 
ciudad,  e  porque  él  no  llevaba  mas  de  nueve  hombres  e  Pe- 
dro de  Valdivia  iba  con  el  pié  de  ciento,  fué  con  él  disimu- 
lando las  provisiones  que  llevaba  e  persuadiéndole  que  de- 
bia  volverá  satisfacerme  de  algunas  cosas  que  del  me  habían 
dicho,  e  no  solo  no  lo  hizo,  mas  como  quien  ya  estaba  avi- 
sado de  que  Pedro  de  Hinojosa  llevaba  provisión  para 
mandalle  volver,  le  dijo  que  no  podia  volver  por  ninguna 
cosa,  e  que  de  las  provisiones  de  S.  IVL,  obedeciéndolas, 
cuando  habia  causa  para  ello,  con  todo  acatamiento  se  su- 
plicaba. 

E  otro  dia  Pedro  de  Valdivia  hizo  reseña  de  su  jente,  e 
a  lo  que  se  entendió  fué  por  desanimar  para  que  no  se  pu- 
siesse  el  jeneral  en  ejecutar  la  dicha  provisión. 

Pero  con  determinación  3^  ánimo,    Pero  de   Hinojosa  le 


206  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


tomó  en  su  cámara  poniéndolos  nueve  hombres  que  lle^ 
vaha  a  la  puerta  con  sus  armas  e  arcabuces  las  mechas  en- 
cendidas, e  le  dijo  que  pues  no  había  querido  hacerlo  como 
amigo  le  aconsejaba  de  volver  a  darme  cuenta,  que  lo  ha- 
])ia  de  hacer  en  cumplimiento  de  la  provisión  que  llevaba; 
e  queriéndose  alterar  alguna  de  la  jente  de  Valdivia,  les 
mando  que  nadie  vSe  alterassc  ni  meneasse,  sino  por  vida 
del  rey  que  el  que  lo  tentasse  le  ahorcaria,  e  con  este  de- 
nuedo y  el  concepto  y  respeto  que  todos  tienen  al  jeneral, 
nadie  se  bulló,  e  Valdivia  les  mostró  querer  venir  de  su  vo- 
luntad diciendo  que  él  era  criado  de  S.  M.  e  no  habia  de 
perder  lo  servido,  e  ansi  le  trajo  consigo  en  figura  de  presa 
sin  apartarlo  de  su  lado  dejando  encomendada  la  jente  a 
un  Francisco  de  Ulloa,  e  mandándole  que  siguiesse  su  ca- 
mino con  ella  tras  la  otra  que  iba  delante  metida  en  los 
despoblados  hasta  que  yo  proveyesse  lo  quedebiesse  hacer. 

Llegados,  empecé  a  tomar  información  del  estado  en  qne 
dejó  la  tierra  Valdivia  y  si  salió  de  ella  con  intento  de  ser- 
vir al  rey  o  de  ayudar  a  Gonzalo  Pizarro  e  si  habia  sido 
en  la  muerte  de  Pedro  Sancho,  e  de  las  provisiones  que  dicho 
Pedro  Sancho  tuvo,  e  si  Pedro  de  Valdivia  era  conveniente 
para  la  gobernación  y  conquista  de  Chile,  o  si  de  su  vuelta 
a  ella  se  pudiesse  seguir  algún  inconveniente. 

En  24  llegó  a  este  puerto  de  Lima  la  fragata  que  habia 
llevado  Juan  Jofré  de  Avalos,  y  en  ella  escribia  el  cabildo 
de  la  ciudad  de  Santiago,  que  es  la  principal  de  dos  pue- 
blos de  cristianos  que  en  aquella  provincia  están  pobla- 
dos, encomendándome  que  les  enviasse  por  gobernador  a 
Pedro  de  Valdivia  y  encomendando  mucho  su  persona. 

V  vinieron  o' ras  cartas  en  su  recomendación  e  un  tras- 
lado signado  de  la  provisión  que  tuvo  Pedro  Sancho  para 
descubrir  de  la  otra  parte  del  estrecho  de  Magallanes  y  las 
islas  de  aquella  comarca,  lo  cual  todo  va  con  ésta.  ^ 


1  Esta  provisión  o  nombramientu  fie  Pedro  Sancho  de  Hoz  pa- 
rece definitivamente  perdida;  a  lo  menos  no  la  he  visto  nunca,  a 
pesar  de  haberla  buscado  empeñosamente  en  los  archivos  espa- 
ñoles. 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A    VALDIVIA  207 

E  ansí  mesmo  vinieron  en  la  fragata  algunas  personas 
qne  habian  sido  del  bando  de  Pedro  Sancho  a  quejarse  de 
•  Valdivia  e  pnjcurar  que  no  volviese  a  Chile.  Proseguí  la  in- 
formación que  habia  empezado  a  tomar,  e  recibí  sobre  ella 
los  dichos  de  algunos  que  en  la  fragata  vinieron,  que  enten- 
dí quenotenian  pasión,  a  lo  menos  los  que  menos  la  tenian, 
que  es  la  que  con  ésta  va. 

En  28  del  dicho  octubre  me  dio  uno  de  los  que  habian  ve. 
nido  de  Chile  en  la  fragata  cincuenta  y  siete  capítulos  en 
que  se  contiene  que  Pedro  de  Valdivia  habia  muerto  a  al- 
gunos españoles,  e  tomado  caballos  a  otros,  e  que  cuando 
se  partió  de  Chile  se  habia  abiado  con  dineros  que  algunos 
tenian  embarcados  en  el  navio  en  que  aquel  vino,  para  ve- 
nir a  emplearlo  en  el  Perú,  y  otros  para  venirse  a  España  e 
hecho  desembarcar  a  los  dueños  de  ellos,  e  que  habia  qui- 
tado indios  a  muchas  personas  a  quien  primero  los  habia. 
encomendado,  e  dicho  palabras  en  demostración  de  inobe- 
diencia de  S.  M.  e  que  tenia  una  mujer  desde  que  a  aquella 
tierra  habia  ido,  publicamente  e  dádole  muchos  indios, 
como  parece  por  los  capítulos  que  con  esta  envió. 

Parecióme  se  me  daban  tan  disimuladamente  que  se  po- 
dia  sospechar  que  los  que  habia  sido  en  darlos  querían  ser 
testigos,  e  por  esto  tomé  informíicion  de  los  que  habian 
sido  en  ellos  delatores,  y  parecieron  habia  sido  Antonio  de 
ülloa,  Hernán  Rodiiguez  de  Monroy,  Landa,  Zapata,  Cés- 
pedes, Grabiel  de  la  Cruz,  Tarabajano  e  RaVjdona.  , 

En  30  di  copia  de  los  capítulos  a  Valdivia  para  que  si 
quisiesse  dar  reinterrogatorio  por  donde  se  reinterogassen 
los  testigos,  que  sobre  ellos  se  tomassen,  e  continué  la  in- 
formación que  habia  empezado  a  tomar  antes  que  la  fraga- 
ta llegasse. 

Este  dia  proveí  a  Martin  Oclioa,  homi)re  cuerdo  e  bueno 
a  lo  que  todos  dicen,  e  que  se  halló  en  la  batalla  con  el  vi- 
sorrey,  uno  de  los  doce  (|ue  en  su  guarda  iban,  de  la  con- 
quista que  dicen  del  rio  de  Mira  que  empieza  en  los  térmi^ 
nos  de  Quito,  acabado  el  repartimiento  de  Mira  que  es 
aquella  parte  lo  postrero  de  lo  descubierto,  caminando  has- 


208  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ta  la  bahía  de  Sant  Matheo,  y  a  la  mano  derecha  de  aquel 
camino  hasta  los  términos  de  la  gobernación  de  Popayan 
y  la  costa  abajo  hasta  el  puerto  de  Buenaventura  dejando 
aquel  puerto  para  la  gobernación  de  Popayan  y  a  la  iz- 
quierda hasta  los  términos  de  Puerto  viejo  y  Guayaquil. 

Es  un  pedazo  de  tierra  que  hasta  ahora  no  se  ha  descu- 
bierto, e  adonde  se  cree  que  son  las  minas  de  las  esmeral- 
das. Importaria  para  la  navegación  de  Tierra-Firme  a 
estas  partes,  que  en  esto  se  poblasse  algún  puerto  donde 
los  navios  pudiessen  hacer  escala  e  proveerse,  y  ansi  lleva 
intento  de  hacer. 

Proveyóse  por  justicia  mayor  e  capitán  de  aquella  con- 
quista ad  beneplacítum  de  S.  M.  e  mió  e  de  la  audiencia 
en  su  real  nombre,  porque  allende  de  convenir  tener  tan 
fácil  mano  para  revoearlos  cuando  paresciere  que  no  con- 
vienen para  la  conquista,  es  causa  de  que  con  mas  cuidado 
se  hagan  e  con  mayor  obediencia  hagan  lo  que  deben. 

Provevóse  esta  conquista  para  sacar  jente  de  esta  tierra 
de  la  que  ha  servido  a  S.  M.  en  esta  jornada,  la  cual  ya  em- 
pieza a  ir  entendiendo  que  no  se  les  puede  dar  otro  remedio, 
e  con  lo  que  tiempo  puede  e  con  haberme  esforzado  a  mos- 
trarles alguna  esquiveza  para  que  no  con  tanta  familiari- 
dad me  importunen  sobre  lo  que  no  puedo  ni  tengo  que  da- 
lles, aunque  de  tal  manera  es  esto  que  en  lo  que  cabe  no  les 
dcíjo  de  mostrar  el  amor  grande  que  les  tengo,  como  a  per- 
sonas que  en  esta  jornada  me  han  hecho  buena  compañía  e 
tne  han  amado,  van  ya  mejorando  en  conoscer  el  respeto 
que  a  los  ministros  de  S.  M.  e  temor  a  su  justicia  deben  te- 
ner e  toman  cuidado  de  buscar  su  propio  remedio.  E  ansi 
espero,  placiendo  a  Dios,  que  en  breve  estará  mui  asentado 
e  en  orden,  con  que  se  tenga  buen  cuidado  que  no  entre 
mas  jente  en  esta  tierra  en  estos  dias,  porque  a  entrar  no 
podia  sino  correr  riesgo  el  sosiego  de  ella  y  la  conservación 
de  los  naturales. 

En  1*^  de  noviembre  recibí  carta,  que  el  arzobispo  me  en- 
vió del  camino  viniendo  del  Cuzco  a  esta  ciudad,  en  que  decia 
<:omo  el  hijo  del  inga  habia  enviado  a  un  su  capitán  a  to- 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  209 

mar  la  posesión  de  lo  que  se  le  había  dado,  y  a  hacer  las 
sementeras  e  adrezar  sus  casas  para  venir  él  al  tiempo  de 
cojer  el  maiz,  porque  antes  por  no  padescer  necesidad,  él  y 
los  que  con  él  habían  de  venir,  que  eran  en  número,  no  ve- 
nían antes  de  cojida  la  comida.  E  lo  mesmo  paresce  decir 
Pomatopa,  su  ayo,  en  una  que  al  arzobispo  escribió,  que 
con  esta  envió. 

En  2  presentó  Pedro  de  Valdivia  el  scripto  que  aquí  va, 
procurando  satisfacer  a  los  dichos  capítulos.  Sobre  los 
capítulos  y  este  scripto  tomé  la  información  que  en  este 
pleito  envió. 

En  12  llegó  a  esta  ciudad  el  arzobispo  de  ella,  e  para 
que  estuviesse  mas  a  mano  de  entender  en  el  recaudo  de  la 
hacienda  de  S.  M.  y  ayudar  en  las  cuentas  della  y  los  otros 
negocios,  se  aposentó  en  las  casas  del  marqués  don  Fran- 
cisco Pizarro,  donde  yo  estoi,  e  está  el  oro  y  plata  de  S.  M. 

En  13  llegaron  treinta  mili  pesos  que  desde  el  Cuzco  en- 
vió el  arzobispo  cuatro  a  cinco  dias  antes  que  de  alií  par- 
tiesse,  i  se  recibieron  e  pusieron  con  lo  demás. 

En  15  vimos  estas  .dos  informaciones  el  arzobispo,  jene- 
ral  y  mariscal,  Lorenzo  de  Aldada  e  yo  i,  porque  el  licencia- 

1  Aunque  la  sentencia  absolutoria  de  Valdivia  fué  firmada  sólo 
por  el  presidente  La  Gasea,  se  ve  por  este  pasaje  que  fué  acordada 
por  don  frai  Jerónimo  de  Loayza,  arzobispo  de  Lima,  el  jeneral 
Pedro  de  Hinojosa,  el  mariscal  Alonso  de  Alvarado  i  Lorenzo  de 
Aldana.  Según  la  carta  de  La  Gasea  todos  ellos  estuvieron  confor- 
mes en  la  absolución  de  Valdivia;  pero  éste,  según  se  desprende  de 
otros  documentos,  tenia  desconfianza  de  Hinojosa  i  de  Aldana 
que  algún  tiempo  hablan  sido  parciales  de  Gonzalo  Pizarro. 

El  último  sobre  todo  inspiraba  muchos  recelos  al  gobernador  de 
Chile,  porque  era  pariente  de  Antonio  de  Ulloa,  uno  de  los  acusa- 
dores. No  estará  de  mas  advertir  que  Aldana  habia  sido  parcial 
de  Diego  de  Almagro  el  viejo  en  los  principios  de  las  guerras  civiles 
de  los  conquistadores  del  Perú,  i  que  con  él  habia  hecho  la  campa- 
ña del  descubrimiento  de  Chile  en  1536.  Abandonó  sin  embargo  a 
éste  i  se  plegó  al  partido  de  Francisco  Pizarro;  como  mas  tarde 
abandonó  a  Gonzalo  Pizarro  para  someterse  a  la  autoridad  del 
representante  del  reí. 

TOMO    Vil  14 


210  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


do  Cianea,  aunque  viene  y  acamino  del  Cuzco,  no  ha  llega- 
do, juntamente  con  el  traslado  de  la  provisión  de  Pedro  San" 
cho  e  las  cartas  que  de  Chile  vinieron  en  la  fragata  e  el  po- 
der que  del  cabildo  de  la  ciudad  de  Santiago  el  procurador 
que  en  la  misma  fragata  vino,  trajo  i,  e  pedimento  que  el 
procurador  hizo,  que  todo  aquí  envió. 

Y  considerando  que  Pedro  de  Valdivia  habia  conquista- 
do lo  que  en  aquella  provincia  estaba  de  paz  e  sustentádo- 
lo  e  ha  venido  a  servir  a  S.  M.  sin  embargo  que  Gonzalo 
Pizarro  le  habia  enviado  con'Baptista  a  hacer  ofertas  para 
ganalle  mas'de  voluntad  enviándole  refresco  de  vino  y  con- 
servas e  paños  e  sedas,  como  paresce  por  las  dichas  infor-^ 
maciones; 

E  considerando  cuan  bien  e  con  cuanto  celo  habia  servi- 
do a  S.  M.  e  trabajado  en  esta  jornada,  e  lo  que  habia  gas- 
tado en  ella,  y  (los  gastos  quej  en  la  armada  e  jente  que 
llevó  a  Chile  habia  hecho  e  que  entrambas  estas  dos  cosas 
no  sólo  habia  gastado  lo  que  traia  pero  empeñádose  en 
mucha  cuantidad; 

E  como  no  volviendo  a  la  conquista  ni  podria  pagar  a 
S.  M.  ni  a  los  particulares  lo  que  debia,  e  como  es  la  per- 
sona que  de  las  cosas  de  aquella  tierra  mas  esperiencia  tie- 
ne e  las  otras  cualidades  que  para  esta  conquista  por  las 
Informaciones  parescen  en  él  concurrir,  y  en  especial  que  es 
cuidadoso  de  la  conservación  e  buen  tratamiento  de  los  na- 
turales, que  es  una  de  las  cosas  que  en  los  conquistadores 
mas  paresce  que  deben  mirar; 

E  considerando  como  Pedro  de  Valdivia  ni  mandó  ma- 
tar a  Pedro  Sancho  ni  fué  en  ello,  e  que  el  dicho  Pedro  San- 
cho no  tenia  provisión  alguna  para  poder  pretender  la  con- 
quista de  Chile  que  era  el  artículo  que  en  mas  necesidad  me 
puso  de  hacer  volver  a  Pedro  de  Valdivia  para  informarme 


1  Se  recordará  que  este  procurador  era  Pedro  de  Villagran,  cuya 
representación  al  presidente  La  Gasea,  inédita  i  desconocida  hasta 
ahora,  hemos  publicado  mas  atrás  como  nota  a  la  declaración  del 
mismo  Villagran  en  el  proceso  de  Valdivia. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS   A  VALDIVIA  211 

del  porque  se  me  ofrecía  cuan  recio  fuera  enviar  por  gober- 
nador a  Pedro  de  Valdivia  si  fuera  verdad  que  habia  muer- 
to a  Pedro  Sancho  teniendo  provisiones  de  S.  M.  para  la 
gobernación  de  aquella  provincia,  porque  en  lugar  de  cas- 
tigarle por  haber  muerto  al  gobernador  della  se  le  daba  la 
mesma  gobernación; 

E  considerando  ansimismo  que  los  dineros  que  habia 
tomado  prestados  habían  sido  para  enviar  por  socorro  e 
para  venir  a  servir  en  esta  jornada,  e  que  en  ello  los  había 
gastado,  e  que  los  caballos  que  se  decía  que  habia  tomado 
habían  sido  para  la  guerra,  e  que  los  españoles  que  habia 
muerto  paresce  que  fué  por  tela  de  juicio  e  por  razón  de 
querer  hacer  alborotos  e  levantamientos,  los  cuales  en  es- 
tas tierras  con  mas  rigor  que  no  en  otras  se  deben  castigar 
por  la  frecuencia  que  en  cometellos  hai  e  los  grandes  males 
que  de  ellos  se  han  seguido.  E  que  lo  de  haber  tenido  aque- 
lla mujer  aunque  era  cosa  de  mal  ejemplo,  pero  que  no  era 
causa  para  que  entre  jente  de  guerra  se  pesasse  tanto  que 
por  ello  se  le  debíesse  quitar  la  conquista  e  gobernación; 

Nos  paresció  a  todos  que  se  le  debía  dar  licencia  para 
que  conforme  a  la  provisión  que  en  el  Cuzco  se  le  hizo  de 
gobernador  y  capitán  jeneral  de  las  provincias  de  Chile, 
prosiguesse  su  jornada,  con  que  se  le  mandasse  lo  que  se 
contiene  en  los  capítulos  que  van  en  fin  de  la  segunda  in- 
formación. 

E  que  se  envíasse  a  S.  M.  e  a  Y.  S.  las  probanzas  e  todo 
lo  demás  que  a  esta  cosa  toca  para  que  vistos  si  fuessen 
servidos  de  mandar  otra  cosa,  se  hiciesse,  pues  tan  fácil 
<íra  de  efectuar  que  con  un  juez  que  de  aquí  se  envíasse  se 
haría  y  efectuaría  cualquiera  cosa  que  se  envíasse  a  man- 
dar, e  ansí  se  le  dio  licencia,  e  empezó  a  adrezarse  y  a  alle- 
gar alguna  jente  que  con  él  de  nuevo  quieren  ir  viendo  que 
acá  no  se  pueden  remediar. 

Ha  sido  de  mucho  fruto  la  vuelta  de  Valdivia  porque  con 
haberse  entendido  en  todos  estos  reinos  que  estando  él  tan 
adelante  que  ya  estaba  casi  fuera  de  los  términos  del  Perú» 
le   tornaron  y  en  forma   de  preso   creyéndose  como  se   ha 


212  ÍISTL'DIOS    HIST()KJC08 


creido  que  por  haber  tomado  personas  que  iban  desterra- 
das a  España  por  la  rebelión  de  Gonzalo  Pizarro,  e  porque 
también  llevaba  indios  de  esta  tierra  se  ha  puesto  en  todos 
temor  y  respecto  a  justicia  que  es  de  lo  que  mas  necesidad 
en  esta  tierra  hai  de  fundar,  por  el  poco  que  hasta  aquí  han 
tenido,  e  aun  también  se  juntó  con  esto  la  voz  por  haber 
desobedecido  o  desacatado  el  capitán  Juan  Porcel  el  man- 
damiento que  la  justicia  del  Cuzco  le  envió  para  que  entre- 
gasse  a  un  alguacil  indios,  envié  por  él  e  le  tornaron  preso. 

En  16  rescebí  una  carta  que  con  este  pliego  va  en  que  de 
los  Charcas  los  capitanes  Grabiel  de  Rojas  e  Diego  Centeno 
e  licenciado  Polo  me  escribieron  como  habia  llegado  a  Po- 
cona,*repartimiento  de  Diego  Centeno,  que  es  30  leguas  de 
aquel  asiento  cuatro  hombres  de  los  del  rio  de  la  Plata. 

E  que  lo  que  colcjian  de  lo  que  hasta  entonces  dellos  te- 
nían entendido  era  que  aquella  tierra  era  buena,  e  que 
venian  a  pedirme  socorro  e  persona  que  los  gobernasse,  e 
que  ellos  habian  enviado  con  un  alcalde  de  los  Charcas,  a 
traer  aquellos  cuatro  hombres  e  procurarían  saber  dellos 
todo  lo  que  pasaba  e  me  lo  harían  saber,  e  rogábanme  que 
diesse  aquella  jornada  a  uno  dellos  que  es  Diego  Centeno. 

También  el  licenciado  Carvajal  desde  el  Cuzco  me  escri- 
bió a  dilijencia  pidiéndomela. 

Juntamente  con  la  carta  que  me  escribieron  los  capita- 
nes Grabiel  de  Rojas  e  Diego  Centeno  e  licenciado  Polo,  me 
enviaron  tres  cartas  que  desde  Pocona  envían  a  Diego  Cen- 
teno, una  de  Ñuflo  de  Chávez,  natural  de  Trujíllo,  que  era 
una  de  los  cuatro,  en  que  decía  como  habia  llegado  a  aquel 
su  pueblo  de  Pocona,  e  que  en  breve  seria  con  él  e  le  daría 
la  causa  de  su  venida.  E  la  otra  de  Pedro  de  Aguayo  que 
era  otro  de  los  mesmos  en  que  se  declaraba  e  decía  que  ve. 
nian  a  pedirme  que  les  diesse  quien  les  gobernasse,  porc{ue 
Domingo  de  Irala,  que  era  el  teniente  de  gobernador,  no 
era  tan  respectado  ni  temido  como  con  venia.  La  otra  carta 
era  de  un  Pedro  de  Guevara,  que  Diego  Centeno  tiene  en  el 
beneficio  de  la  coca  de  Popona,  el  cual  en  su  carta  envía  un 
traslado  de  lo  que  con  estos  cuatro  escriben  Domingo  de 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  213 

Irala  e  los  oficiales  reales  que  con  él  vienen,  en  la  cual  ha- 
cen larga  relación  de  su  viaje  e  de  las  cosas  acaecidas  en 
aquellas  provincias,  como  V.  S.  podrá  mandar  ver  por  esta 
carta  que  juntamente  con  las  de  Ñuflo  de  Chávez  e  x^guajo 
envió. 

Lo  que  se  dice  en  la  carta  de  los  del  rio  de  la  Plata  de 
Francisco  de  Mendoza  es  que  Vaca  de  Castro  proveyó  ha- 
cia aquella  parte  una  entrada  en  que  hizo  justicia  mayor 
de  los  pueblos  que  allí  se  poblassen  a  Diego  de  Rojas,  e  ca- 
pitán a  Felipe   Gutiérrez  e  maestre  de  campo  a  un  Heredia. 

Diego  de  Rojas  murió  de  un  flechazo  que  le  dio  en  una  ba- 
talla un  indio  en  la  dicha  entrada,  e  sucedió  en  todo  Felipe 
Gutiérrez,  al  cual  Francisco  de  Mendoza  e  sus  amigos  to- 
maron y  enviaron  preso  al  Perú,  adonde  Gonzalo  Pizarro 
lo  mató. 

E  Francisco  de  Mendoza  se  alzó  con  la  jente,  e  la  llevó 
hasta  llegar  a  la  fortaleza  de  Gaboto,  que  es  en  la  ribera 
del  rio  de  la  Plata,  donde  halló  la  carta  qne  allí  los  del  rio 
de  la  Plata  habian  dejado  cuando  determinaron  de  subir  el 
rio  arriba,  y  en  respuesta  de  aquélla  paresce  que  dejó  él 
otra,  de  q'ue  en  la  suya  hacen  mención  los  del  rio  de  la 
Plata. 

E  queriendo  este  Francisco  de  Mendoza  subir  el  rio  arri- 
ba con  la  jente  que  llevaba,  lo  mató  Heredia,  e  esa  volvió 
con  la  jente  al  Perú,  donde  en  Pocona  se  juntó  con  Lope  de 
Mendoza  que  habia  alzado  bandera  por  S.  M.  e  repartió  al 
dicho  Heredia  e  a  los  que  con  él  venian,  cient  mili  pesos  por 
atraerlos  a  que  le  ayudassen  a  sustentar  la  voz  de  S.  M. 

E  todos  juntos  hubieron  recuentro  con  Francisco  de  Car- 
vajal en  Pocona,  el  cual  le  desbarató  e  ahorcó  e  descabezó 
después  del  encuentro  a  Lope  de  Mendoza  e  a  Heredia,  que 
habian  escapado  mal  heridos  e  a  otros  en  número,  y  en  el 
recuentro  prendió  a  muchos  e  trajo  consigo  a  Lima  para 
que  sirviesen  a  Gonzalo  Pizarro. 

E  desque  estos  salieron  de  la  entrada  de  Rojas,  se  enten- 
dió de  que  lo  del  rio  de  la  Plata  se  podia desde  el  Perú  fácil- 
mente conquistar,  e  ansí  si  yo  no  tuviera  entendido   que 


214  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


S.  M.  tenia  proveída  aquella  gobernación,  la  hubiera   pro- 
veido  e  vaciado  en  ella  toda  la  jente  que  en  esta  tierra  so- 
bra, porque  como  la  jente  de  caballos  es  la  que  hace  al  caso 
para  la  conquista  de  los  indios,  e  de  aquí  podia  ir  mucha  e 
útil,  pensara  que  dentro  de  un   año  estuviera  todo  aquello 
conquistado  e  pacificado,  lo  que  no  se   puede  hacer  desde 
España  a  causa  de  venir  la  jente  que  de  allá  viene  mui  bozal 
para  la  guerra  de  los  indios,  e  no  hecha  a  los  mantenimien- 
tos ni  temple  de  esta   tierra  ni  trabajos  de  ella,  e  no  poder 
llegar  los  caballos   que  son  menester;  e  los  que  llegan  (vie- 
nen) tales  con  la  navegación  tan  larga  como  de  España  al 
rio  de  la  Plata  hai,  que  en  muchos dias  no  son  de  provecho. 
Despachóse  luego  mensajero  con  una  provisión  a  Domin- 
go  Martínez  de   Irala  e  a  los   que  con  él  están,  que  no  sa- 
liessen  a  estos   reinos  sino  que   se  estuviessen  en  su  con- 
quista. 

Y  escribióseles  sobre  ello  lo  inconveniente  que  de  su  en- 
trada acá  había,  por  estar  tan  cargados  estos  reinos  de 
jente  y  en  especial  los  Charcas,  por  donde  habían  de  en- 
trar, y  tan  faltos  de  comida  a  causa  de  lo  que  las  guerras 
pasadas  habían  destruido,  y  en  especial  en  aquella  parte 
donde  continuamente  había  andado  la  jente  que  allí  junto 
el  capitán  Diego  Centeno  e  después  la  de  Gonzalo  Pizarro, 
e  por  haber  impedido  la  dicha  jente  las  sementeras  e  haber 
sido  falto  el  año  pasado  de  frutos,  que  apenas  podia  la  jen- 
te  que  ahora  allí  estaba  mantenerse,  valiendo  como  vale 
veinte  pesos  una  hanega  de  maíz,  e  que  si  de  algo  tuviessen 
necesidad  para  su  proveimiento  e  conquista  lo  enviassen  a 
decir  para  que  se  les  proveyesse. 

En  19  recibí  una  carta  de  don  Pedro  Portocarrero,  en 
que  con  mucha  instancia  me  enviaba  a  pedir  aquella  con- 
quista, e  se  ofrecía  de  gastar  largo  en  ella. 

Paréceme  que  convenia  que  por  el  presente  ni  para  el 
Marañon  ni  rio  de  Plata,  ni  Perú,  ni  Chile  no  viniessé 
mas  jente,  porque  para  todas  estas  partes  hai  ahora  jente 
harta,  e  sí  trae  Sanabria,  el  que  dice  que  viene  proveído 
para  el  rio  de  la  Plata,  mucha  jente,  como  ya  todas  estas 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  215 

provincias  se  comuniquen,  no  hallando  en  el  río  de  la  Pla- 
ta tantas  riquezas  como  querian,  podria  ser  que  se  pasa- 
ssen  por  acá  e  diessen  desasosiego,  especialmente  que  ya 
ninguna  cosa  hai  en  todas  estas  partes  que  no  tenga  con- 
quistador, porque  lo  de  Mira  comprehende,  como  he  dicho, 
todo  lo  que  hai  desde  los  términos  de  Puerto  Viejo,  Guaya- 
quil e  Quito,  hasta  lo  de  Popayan  e  lo  de  Cumaco,  que  hai 
entre  Quito  e  Popayan  e  Marañon,  e  dándose  como  pienso 
dar  la  conquista  que  dicen  del  Macas,  se  da  lo  que  hai  desta 
otra  parte  del  Marañon  hacia  el  rio  de  la  Plata,  e  las  con- 
quistas de  los  Paltas  i  Bracamoros  toman  otro  pedazo  del 
Marañon  e  cabezadas  del  rio  de  la  Plata,  que  según  se  en- 
tiende son  Aporima  i  Abancay  y  Vi  leas  y  Jauja  y  Yucay. 

Y  aun  me  paresce  que  desde  acá,  cuando  algo  sehubiesse 
de  proveer  de  conquista,  se  puede  proveer  con  mas  entera 
noticia  a  causa  de  estar  ya  todo  lo  de  estas  partes  acá  en- 
tendido i  calado,  y  porque  los  que  acá  están,  como  están 
mas  cerca  e  tienen  mas  aparejo  para  hacer  estas  conquis- 
tas, con  mas  facilidad  las  toman  e  piden  menos  cosas, 
como  V.  S.  podrá  mandar  ver  por  la  provisión  de  la  go- 
bernación de  Chile  e  las  que  las  otras  conquistas  se  han 
hecho. 

Lo  que  hasta  ahora  se  ha  entendido  de  la  plata  de  los 
Carcaraes,  que  los  del  rio  de  la  Plata  en  su  carta  dicen  que 
vienen  a  buscar  en  la  de  los  Charcas,  que  en  todas  estas 
partes  debe  mucho  sonar,  i  según  la  grandeza  e  muchedum- 
bre de  ella,  a  lo  que  entiendo,  son  mas  las  nueces  (juel ruido, 
porque  en  solos  dos  meses  me  escribieron  que  habia  habi- 
do en  la  fundición  S.  M.  200,000  pesos  en  Potosí.  Por 
manera  que  conforme  a  ello  entraron  en  aquellos  dos  meses 
en  aquella  fundición  un  millón  de  pesos,  bien  es  verdad  que 
mucha  de  ella  no  estaba  repasada,  a  causa  de  no  haber 
osado  sacarla  a  fundir  por  miedo  que  Gonzalo  Pizarro  o 
Diego  Centeno  no  se  la  tomassen  para  las  guerras. 

Y  el  oro  que  en  su  carta  di>:en  que  tiene  noticia,  que 
está  hacia  el  norte  respecto  de  ellos  a  lo  que  se  entiende, 


216  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


es  en  aquel  pedazo  de  tierra  que  hai  entre  los  dos  ríos  de  la 
Plata  i  Marañon  y  costa  del  Brasil. 

En  20  recibí  carta  del  capitán  Mercadillo,  en  que  me  es- 
cribe que  se  han  descubierto  en  su  conquista  de  los  Paltas, 
minas  de  plata  mui  ricas,  abundantes  de  metal  e  que  corre 
e  responde  a  mucho.  Es  la  primera  nueva,  e  podria  ser  que 
después  ahondando  mas,  desminuesse  o  mostrasse  mas  ri-^ 
queza. 

Ansimismo  ha  escripto  el  adelantado  Benalcazar  que  en 
Calí  e  Pasto  e  Cartílago  se  han  descubierto  de  oro  ricas 
minas. 

Lo  de  los  Charcas,  según  me  escriben  por  las  cartas  que 
aqui  envío,  crece  cada  dia,  e  dando  Dios  buen  viaje  al  capi- 
tán Graljiel  de  Rojas  no  terne  en  mucho  que  para  cuando 
me  fuere  se  lleve  a  S.  M.  del  Perú  tanto  en  esta  vez  como  en 
todas  juntas  cuantas  se  le  ha  llevado  después  que  el  F^erú 
se  ganó,  porque  en  todas  ha  llevado  un  millón  y  cuarenta 
mili  e  novecientos  e  cuarenta  e  tres  pesos,  conforme  a  lo 
que  los  contadores  que  hacen  las  cuentas  del  thesorero  Ri- 
quelme,  han  sacado  en  este  papel  que  aqui  va,  reducido  el 
oro  y  plata  a  los  quilates  de  buen  oro  y  plata. 

Aunque  tengo  por  mui  cierto  cuando  esta  llegare  a  ma- 
nos de  V.  S.  ya  estará  acá  el  visorrey  e  licencia  para  que  3^0 
me  vaya,  pero  todavía  me  parece  que  porque  se  tenga  por 
mejor  dada  e  no  se  me  impute  a  importunidad  haberla  pe- 
dido con  tanta  instancia,  referir  que  aliende  de  las  causas 
que  para  que  se  me  diesse  he  representado,  concurre  que  soi 
costoso  a  S.  M.  harto  mas  que  lo  seria  el  visorr'^y,  porque, 
como  todos  me  han  ayudado  en  esta  cosa,  acuden  en  mi 
posada  a  comer  que  no  es  de  poco  gasto  al  presente  en  esta 
tierra,  y  estoi  obligado  a  tenelles  mesa  larga  so  pena  de  ser 
tenido  por  mal  compañero  e  incurrir  en  mucha  desgracia;  e 
no  se  tenga  esto  por  tan  poco  gasto  que  será  harto  mas 
que  el  salario  que  se  puede  dar  a  un  visorrey,  y  aun  tam- 
bién que  con  este  arrimo  que  tienen  no  se  disponen  muchos 
de  los  que  en  esta  jornada  han  servido,  a  otros  trabajos 
que  en  descubrimiento  seria  bien  que  se  pusiessen. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A   VALDIVIA  217 

No  se  ha  asentado  la  audiencia  por  no  haber  aquí  oidor 
alguno:  asentarse  ha  llegados  que  sean  el  licenciado  Cianea 
Y  otro  oidor  que  ya  creo  debe  venir  de  Panamá  acá,  porque 
según  me  dicen  los  que  de  allá  estos  dias  han  venido,  esta- 
ba en  aquella  ciudad  de  partida  cuando  ellos  salieron.  Por 
aquí  no  hay  de  quien  echar  mano  para  poder  tomar  de 
prestado,  sino  el  doctor  Villalobos,  e  ansi  por  no  estar  con 
mucha  salud  como  por  parescer  que  es  algún  inconveniente 
no  empezar  la  audiencia  con  la  autoridad  que  se  requiere 
para  ser  respectada,  se  aguardará  a  que  al  menos  estos  dos 
oidores  lleguen,  pues  ya  se  va  asentando  la  tierra  e  respec- 
tando e  temiendo  la  justicia,  que  para  que  se  hiciesse,  vien- 
do la  desvergüenza  que  en  la  jen  te  había,  se  deseaba  asen- 
tar aunque  fuera  de  personas  de  emprestado  porque  pare- 
cía que  todavía  (el)  haber  audiencia  ayudaba  al  respecto  y 
acatamiento  de  la  justicia. 

Mucho  me  han  importunado  e  importunan  para  que, 
pues,  Hernand(j  Pízarro  tiene  indios  en  los  Charcas  y  Cuz- 
co e  haí  cédula  de  S.  M.  para  que  en  dos  pueblos  uno  no 
tenga  repartimientos,  que  proveyesse  lo  del  Cuzco,  porque 
lo  de  los  Charcas  es  mas,  y  en  especial  ha  instado  en  ella 
don  Alonso  de  Montemayor,  que  como  sirvió  bien  en  lo  del 
vísorrey  acompañándole  hasta  que  lo  mataron  e  después 
padesció  por  ser  servidor  de  S.  M.  e  lo  desterró  Gonzalo  Pí- 
zarro, e  lo  mataran  sí  no  se  huyera  a  la  Nueva  España  por- 
que ya  habia  enviado  Gonzalo  Pízarro  mandamiento  al  ca- 
pitán que  lo  llevaba  para  que  le  cortase  la  cabeza,  le  quedó 
en  el  repartimiento  sin  suerte  a  causa  de  ni  se  haber  halla- 
do en  el  allanamiento  de  Gonzalo  Pizarro  ni  se  saber  sí  era 
ido  a  España  o  se  quedaba  en  la  Nueva  España  casado  co- 
mo algunos  decian  que  se  quedaba.  Pretende  que  proveyén- 
dose lo  que  Hernar^do  Pízarro  tenía  en  el  Cuzco,  se  le  daría. 
No  lo  he  querido  hacer  por  estar  pendientes  los  negocios 
y  causas  de  Hernando  Pízarro  ante  V.  S.,  dado  que  desto 
no  se  trate  y  aun  también  me  ha  parescído  que  podría  ser 
que  Hernando  Pízarro  tuviese  merced  de  S.  M.  para  que  sin 


218  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


embargo  de  la  cédula  pudiesse  tener  repartimientos  en  dos 
pueblos.  Sobre  esto  mandará  V.  S.  lo  que  fuere  servido. 

En  24  del  dicho  se  partió  desta  ciudad  Pedro  de  Valdivia 
en  proseguimiento  de  su  jornada:  fueron  con  él  algunos 
granados  que  en  el  allanamiento  de  Gonzalo  Pizarro  sirvie- 
ron, de  los  cuales  fué  encargado  para  dalles  de  comer.  Nues- 
tro señor  las  muy  ilustres  y  muy  magníficas  personas  de 
V.  S.  guarde  en  su  santo  servicio  con  el  acrecentamiento 
destado  que  los  suyos  deseamos.  Desta  ciudad  de  los  Re- 
yes, 26  de  noviembre  de  1548. — El  licenciado  Pedro  de  la 
Gasea. 


V 


FRAGMENTOS  RELATIVOS  A  CHILE,  ESTRACTADOS  DE  OTRAS 
CARTAS  DEL  LICENCíADO  PeDRO  DE  LA  GaSCA  AL  CONSEJO 
DE  INDIAS. 

Entre  las  escrituras  que  se  han  visto  hallé  un  conoci- 
miento de  Calderón  de  la  Barca  ^  ,  criado  del  licenciado 
Vaca  de  Castro,  en  que  confiesa  que  todo  lo  que  llevó  a 
Chile  es  del  licenciado,  y  que  por  suyo  lo  ha  de  vender  y 
beneficiar.  Hice  poner  el  orijinal  en  el  arca  de  las  tres  llaves 
i  sacar  dos  traslados  con  reconocimiento  de  las  firmas,  i  el 
uno  dellos  envié  a  Chile  con  provisión  para  los  oficia- 
les de  aquella  provincia  para  que  tomassen  cuenta  al  dicho 
Calderón  de  la  Barca,  y  cobrassen  lo  que  se  hubiesse  hecho 
de  la  hacienda  que  llevó,  y  lo  enviassen  a  los  oficiales  rea- 
les que  aquí  residen  con  fé  de  todos  los  actos  que  sobre 
ellos  se  hubiessen  hecho  para  que  de  aquí  se  remitiesse  a  la 


1  Véase  sobre  este  punto  lo  que  hemos  dicho  en  la  nota  que 
pusimos  al  capítulo  52  de  la  acta  de  acusación  de  Pedro  de  Valdi- 
via, en  el  proceso  de  este  conquistador 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  219 

casa  de  la  contratación,  como  S.  M.  y  V.  S.  lo  han  manda- 
do y  el  otro  traslado  envió  aquí.  (Carea  de  La  Gasea,  fe- 
chada en  los  Reyes  el  17  de  julio  de  1549). 


En  20  de  agosto  (de  1549)  llegó  Francisco  Villagran, 
natural  de  León,  que  en  una  fragata  Valdivia  envió  de  Chi- 
le con  dineros  para  llevar  jente,  porque  dice  que  según  es 
ancha  aquella  tierra,"  y  de  muchos  indios  y  belicosos,  tiene 
necesidad  de  mas  de  la  que  llevó. 

Escribe  como  llegó  al  pueblo  de  Santiago  de  Chile  dia  de 
Corpus  Chripti,  y  que  él  y  la  jente  que  llevaba  habian  lle- 
gado buenos  y  sido  bien  recibidos,  y  que  ansí  habian  halla- 
do a  los  españoles  y  naturales  de  aquel  pueblo  buenos  y 
pacíficos.  Pero  que  en  el  pueblo  de  la  Serena,  que  está  mas 
acá  sesenta  leguas,  habian  quemado  los  naturales  y  muer- 
to en  él  cuarenta  y  tantos  españoles,  y  que  luego  le  habian 
tornado  a  poblar  y  pacificado  los  indios  y  castigado  algu- 
nos de  los  mas  culpados. 

Según  este  Villagran  dice,  dejó  a  Valdivia  aderezándose 
para  ir  a  poblar  un  pueblo  cincuenta  leguas  adelante  de 
Santiago,  la  costa  arriba  hacia  el  Estrecho,  en  una  provin- 
cia de  gran  cuantidad  de  indios  y  ovejas  y  muí  fértil  y  de 
muchas  minas  de  oro,  y  que  en  la  comarca  hai  diversas 
islas  ricas  y  grandes.  Trajo  para  S.  M.  la  carta  de  Valdivia 
que  aquí  envío.  ^ 

Con  Villagran  me  enviaron  los  oficiales  de  Chile  la  me- 
moria simple  que  aquí  envío.  {Carta  de  la  Gasea,  fechada 
en  los  Revés  a  21  de  setiembre  de  1549). 


1  Esta  carta  de  Valdivia  al  rei,  que  lleva  la  fecha  de  9  de  julio 
de  1549,  permanecia  hasta  ahora  desconocida.  La  publicamos  en 
esta  Colección  bajo  el  número  VIL 


220  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


VI. 


CARTA  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA  A  HERNANDO  PIZARRO,  FE- 
CHADA EN  LA  CIUDAD  DE  LA  SERENA  EL  4  DE  SETIEMBRE 
DE   1545. 


Muí  magnífico  señor: 

Después  que  de  V.  S.  me  despedí,  cuando  en  buena  hora 
se  fué  a  España,  no  he  tenido  carta  ninguna,  ni  sabido  de 
Y.  Med.  como  ha  estado,  hasta  agora  año  y  medio  que  me 
vino  socorro  del  Ferú,  a  donde  envié  por  el  a  mi  teniente 
jeneral,  y  me  dijo  supo  de  la  salud  de  V.  M.,  del  señor  Vaca 
de  Castro,  y  en  la  reputación  que  con  nuestro  César  que- 
dada, de  lo  que  yo  me  olgué  de  todo  en  el  corazón  por  el 
amor  que  se  debe  a  V.  Med.;  V.  Med.  me  lo  conocerá,  pues 
esto  como  es  cierto,'  no  se  engaña.  Plegué  a  Dios  hava 
siempre  V.  Med.  aquel  contento  y  descanso  que  ha  menes- 
ter, y  que  S.  M.  le  haya  hecho  \^  le  haga  cada  dia  las  mer- 
cedes que  tan"  señalados  servicios  que  en  estas  partes  a  su 
cesárea  persona  hizo,  merecen  i;  ayudándolas  primero  con 
tan  crecidos  trabajos  a  descubrir,  conquistar  y  poblar,  v 
últimamente  con  su  valor  y  severidad  a  se  las  conservar  y 
librar  de  las  fuerzas  de  los  que  presumian  con  tácitas  ob- 
jeciones hacerlas  a  S.  M.  en  su  deservicio,  queriendo  se  ri- 
zasse  con  ellos  no  la  razón,  que  ninguna  tenian,  pero  que 
los  dejassen  salir  con  las  sinrazones  que  quisieren  hacer  en 
la  tierra.  Y  si  lo  que  un  caballero  y  valeroso  capitán  como 
V.  Med.  hizo  venciéndolos  y  justiciando  la  cabeza  de  los 


1  Casi  es  inútil  recordar  que  cuando  Valdivia  escribió  esta  carta, 
Hernando  Pizarro  estaba  encerrado  en  una  fortaleza  de  España, 
donde  pasó  veinte  años. 


DOCUMENTOS  EELATIVOS  A  VALDIVIA 


tumultos  1,  el  marqués,  mi  señor  de  buena  memoria,  con  la 
autoridad  cesárea  que  tenia,  hobiera  ejecutado  en  los  que 
qiiedaron,  porque  lo  merecian  por  sus  continuas  tramas 
que  públicamente  decían-  querer  cometer,  pudiera  ser  que 
S.  S.  estuviera  como  Y.  Med.  y  yo  deseábamos,  y  sus  hijos 
habian  menester;  y  porque  los  secretos  de  Dios  son  gran- 
des, no  liai  que  decir  en  esto  mas  de  dar  las  gracias  por 
todo  lo  que  hace. 

El  marqués,  mi  señor,  como  V.  Med.  sabe,  me  envió  con 
sus  provisiones  por  su  teniente  jeneral  a  esta  tierra  para 
que  la  poblasse  y  sustentasse  y  descubriesse  otra  y  otras 
adelante  en  nombre  de  S.  M.,  y  por  solo  el  parecer  de  Y. 
Med.,  junto  con  el  deseo  que  yo  tenia  de  servir  a  su  cesárea 
persona,  lo  acepté  contrariándomelo  mis  amigos;  y  por  co- 
nocer el  ánimo  de  Y.  Med.  que  era  emprender  cosas  de  su 
real  servicio,  arduas  que  a  otros  caballeros  que  no  tuviesen 
el  valor  de  éste,  aunque  fueran  de  mui  crecidos  quilates,  les 
parecerían  imposibles,  quise  yo  seguir  éste,  porque  vi  que 
no  podria  dejar  dé  ser  acertado,  y  por  se  me  dar  con  entera 
y  sana  voluntad;  y  por  ésta,  aunque  me  perdiera,  fuera  mas 
satisfacción  para  mi  que  engañarme  por  los  demás.  Y  co- 
mo Y.  Med.  vido,  dispúseme  luego  a  hacer  jente  para  mi 
empresa,  y  llegáronse  mis  amigos;  y  buscando  prestado  de 
mercaderes  y  otras  personas  hallé  hasta  quince  mili  pesos 
en  caballos  y  armas;  y  con  lo  que  yo  tenia  socorrí  a  los 
que  mas  menester  lo  habian,  e  hice  de  ellos  ciento  cin- 
cuenta hombres;  y  en  esto  me  detuve  nueve  meses. 

Por  enero  del  año  de  cuarenta  salí  de  Cuzco  para  seguir 
mi  viaje,  no  con  tanto  aparato  como  era  menester,  pero 
con  el  ánimo  que  sobraba  a  los  trabajos  que  se  podrían  pa- 
sar y  pasaron  por  el  camino;  por  ser  ti  que  Y.  Med.  sabe, 
despoblado  e  con  indios  no  domados,  antes  mui  desvergon- 
zados y  animados  contra  cristianos,  por  creer  que  sus  fuer- 


1  Se  sabe  que  Hernando  Pizarro  fué  el  verdadero  autor  de  !a  eje- 
cución de  Almagro.  A  ella  hace  referencia  Valdivia  en  este  pasaje 
de  su  carta. 


222  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


zas  fueran  cabsa  para  costreñir  los  primeros  que  acá  vinie- 
rDti  a  dar  la  vuelta.  Tardé  eu  el  camino  once  meses;  y  fué 
tanto  tiempo  por  el  trabajo  en  buscar  las  comidas,  que 
nos  las  tenian  escondidas  de  manera  que  el  diablo  no  las 
hallara;  y  con  todo  me  di  tan  buena  maña  que  llegué  con 
la  ayuda  de  Dios  a  este  valle  de  Mapodio,  que  es  doce  le- 
guas mas  adelante  de  Canconcagua,  que  el  adelantado  lla- 
mó el  valle  de  Chile,  sin  perder  sino  dos  o  tres  indios  que 
me  mataron  en  Guacanaras  *,  en  Copayapo,  y  por  el  cami- 
no, y  otros  tantos  caballos  y  algunas  piezas  de  servicio  y 
indios  de  carga;  y  de  estos  fueron  cuarenta,  aunque  en  el 
valle  de  Coquimbo  se  me  huyeron  y  quedaron  por  temer  la 
hambre  de  adelante,  viéndola  que  hasta  allí  habian  pasado 
mas  de  cuatrocientas  piezas  de  yanaconas  y  indios,  y  que- 
dáronnos otras  tantas.  Llegado  a  este  valle  con  mi  jente, 
hice  un  cuerpo  de  los  peones,  y  dejé  con  ellos  todo  el  bagaje 
y  veinte  de  a  caballo;  y  los  demás  repartí  en  cuatro  cua- 
drillas, y  con  ellos  corrí  todo  este  valle  y  tomé  muchos  in- 
dios sin  les  hacer  mal,  y  con  ellos  envié  a  llamar  los  caci- 
ques diciéndoles  que  me  viniessen  de  paz  y  no  temiessen, 


"*  El  señor  Barros  Arana,  en  su  Historia  Jenereil  de  Chile  (Santia- 
go, 1884),  t.  I,  páj.  220,  parte  2^  cap.  IV,  dice  al  hablar  del 
Proceso  de  Valdivia:  "En  esta  edición,  (la  de  1874)  al  hablar  de 
estos  sucesos,  se  ha  cometido  un  error  tipográfico  que  conviene 
esplicar.  Dice  Valdivia  que  llegó  hasta  el  valle  del  Mapocho  "sin 
per;]er  sino  dos  o  tres  indios  que  me  mataron  en  Guacanaras,  en 
Copayapo",  lo  que  hace  creer  que  se  trata  de  un  lugar.  El  manus- 
crito orijinal,  de  que  tomamos  esa  copia,  diceGua9auaras,  esto  es, 
guazavaras,  palabra  americana  con  que  los  indios  de  las  Antillas, 
según  creemos,  designaban  los  ataques  o  batallas,  i  que  los  con- 
quistadores de  Nueva  Granada,  del  Perú  i  de  Chile  usaban  en  el 
mismo  sentido,  como  se  vé  en  muchas  de  sus  relaciones.  El  capi- 
tán don  Bernardo  de  Vargas  Machuca,  soldado  i  vecino  de  Bogo- 
tá, da  a  esta  palabra  la  significación  de  batalla,  en  el  vccabulario 
de  voces  americanas  que  ha  puesto  al  fin  de  su  interesante  libro 
Milicia  i  descripción  de  las  Indias,  Madrid,   1599". 

Nota  del  Recopilador. 


{ 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  223 

porque  les  quería  hacer  saber  la  cabsa  de  mi  venida,  y  sa- 
ber sus  voluntades;  y  diciéndoles  todos  sus  indios  que  éra- 
mos muchos  cristianos.  Y  pensaron  esto  por  el  astucia  que 
tuve  en  repartir  la  jente,  porque  como  los  indios  huian  de 
una  cuadrilla  toparían  con  otra,  y  escapándose  de  aquellas 
con  las  demás,  temieron  éramos  muchos;  y  de  este  temor 
vinieron  los  señores. 

Venidos,  les  dije  como  S.  Al.  me  enviaba  a  poblar  esta  tie- 
rra para  que  sirviesen  con  sus  indios  a  los  cristianos  como 
en  el  Cuzco  lo  hacían  los  indios  y  caciques;  que  supiesen 
habíamos  de  perseverar  para  siempre,  y  que  por  haber 
vuelto  Almagro  le  mandaron  cortar  la  cabeza;  por  tanto, 
que  me  hiciessen  primeramente  casas  para  Santa  María  y 
para  los  cristianos  que  conmigo  venían,  y  para  mí;  y  así 
las  hicieron  con  la  traza  que  les  señalé, y  poblé  esta  ciudad 
en  nombre  de  S.  M.  y  llámela  Santiago  del  Nuevo  Estre- 
mo, a  20  de  febrero  de  mil  quinientos  cuarenta  \^  uno;  y  a 
toda  la  tierra  y  c{ue  demás  he  descubierto  y  descubriré,  la 
Nueva  Estremadura  por  ser  el  marquésde  ella,  y  3^0  su  he- 
chura. 

Por  un  indio  que  tomé  en  el  camino  cuando  venia  acá, 
supe  que  todos  los  señores  de  esta  tierra  estaban  avisados 
de  Mangoínga  1,  con  mensajeros  que  vinieron  delante  de 
mí,  haciéndoles  saber  que  si  querían  que  diéssemos  la  vuel- 
ta como  Almagro,  que  escondiessen  el  oro  porque  como 
nosotros  no  veníamos  a  otra  cosa,  no  hallándolo  haría- 
mos lo  que  él;  y  queasimesmoquemassenlas  comidas,  ropa 
V  lo  que  tenían.  Cumpliéronlo  tan  al  pié  de  la  letra,  que 
las  ovejas  que  tenían  se  comieron  y  arrancaron  todos  los 
algodonales  2,  y  quemaron  la  lana,  no  se  doliendo  de 
sus  propias  carnes,  que  por  solo  que  los  viessemos  no  tener 
nada,  se  quedaron  desnudos  quemando  la  propia  ropa  de 

1  El  inca  Manco,  que  aun  mantenía  la  resistencia  contra  los 
conquistadores  fiel  Perú. 

2  Valdivia  creía  equivocadamente  en  1544  que  el  cultivo  del  al- 
godón se  habla  hecho  en  Chile  como  en  el  Perú. 


224  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ellos;  Y  por  temor  de  las  sementeras  que  dende  a  tres  me« 
ses  1  se  cojiaii,  y  creyendo  éramos  mas  cristianos,  son 
sirvieron  cuatro  o  cinco  meses  bien. 

C(jn  recelo  que  se  habian  de  rebelar  los  indios,  como  de- 
cian  lo  habian  acostumbrado,  pareciéndome  que  estos  no 
podian  ser  menos  siendo  una  la  condición  de  todos,  aten- 
díame velar  mui  bien  y  andar  sobre  aviso  y  encerrar  comi- 
da, \'  metí  toda  la  que  bastaba  para  nos  sostener  dos  años; 
porque  iiabian  grandes  sementeras,  que  es  esta  tierra  fér- 
tilísima de  comidas,  porque  si  algo  hubiese  no  faltase  al 
soldado  dos  comidas,  porque  con  esto  hacen  la  guerra. 

Entre  los  íieros  que  nos  liacian  algunos  indios  que  no 
querian  servirnos,  decian  que  nos  hal)ian  de  matar  a  todos 
como  el  hijo  de  Armero  habia  hecho  a  Lapomocho  en  Pa- 
chacama;  y  por  eso  todos  los  cristianos  se  habian  huido  de 
los  Charcas  y  de  Porco  y  de  toda  la  tierra;  y  atormenta- 
dos ciertos  sobre  ellos  dijeron  que  los  caciques  de  Copaya- 
po  se  lo  habian  enviado  a  decir  a  Michemalongo,  y  que 
ellos  lo  supieron  de  mensajeros  que  les  envió  el  (cacique)  de 
Atacama;  y  tovelo  por  buena  2,  como  lo  fué  por  enton- 
ces, que  aun  no  lo  habian  muerto;  pero  hicieron  dende  aun 
mes,  como  después  supe;  y  esto  debió  de  saberse  por  decir 
tan  desvergonzadamente  a  los  indios  en  las  provincias  del 
Perú  los  de  la  parte  de  el  adelantado  que  lo  habian  de  ha- 
cer; y  ellos,  como  veian  se  fundaban  los  de  esta  parciali- 
dad en  Lima,  entendíanlo  mejor  que  los  servidores  del 
marqués,  mi  señor,  que  haya  gloria,  el  deseo  voluntario 
por  hecho. 

Como  esto  se  supo  por  el  procurador  de  la  ciudad,  hizo 
ciertos  requirimientos  al  cabildo  para  que  me  elijessen  por 
gobernador  en  nombre  de  S.  M.,  y  por  mis  respuestas  se  lo 
contradije;  y  ellos  tornando  a  porfiar,  por  parecerme  con- 
venir al  servicio  de  S.  M,  y  por  conservarle  con  autoridad 
esta  tierra  y  contentar  al  pueblo,  y  como   con  eficacia  y 


1  Es  decir,  f|ue  faltaban  tres  meses  para  la  cosecha. 

2  Noticia  falsa. 


I 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  225 

rum  rum  me  lo  pedían,  lo  aceté  quedándome  la  voluntad 
sana  en  el  servicio  del  marqués,  mi  señor,  y  en  la  mesma 
sujeción  que  de  antes,  lo  aceté  como  parece  por  la  copia  de 
la  elección  que  a  S.  M.  invió  y  V.  Med.  allá  verá. 

Luego  me  porté  al  valle  de  Canconcagua  a  hacer  un  ber- 
gantín, para  avisar  de  todo  al  marqués,  mí  señor;  y  están 
do  haciendo  escolta  con  ocho  de  a  caballo,  a  doce  hombres 
que  entendían  en  él,  me  escribió  el  capitán  Alonso  de  Mon- 
roy  que  ciertos  soldados  de  los  de  la  parte  del  adelantado 
que  conmigo  vinieron,  a  los  cuales  honraba,  que  por  no  te- 
nerlos tan  bien  conocidos  como  V.  Med.  me  fiaba  dellos  mas 
de  lo  que  era  razón,  me  querían  matar.  Como  recibí  la  car- 
ta, que  fué  a  media  noche,  vine  en  dilijencia,  ordenando  a 
los  que  trabajaban  cesassen  hasta  que  3^0  diera  la  vuelta  y 
atendiessen  a  se  guardar,  porque  de  'esta  suerte  no  les  osa- 
rían acometer  los  indios,  teniendo  para  mí  dar  la  vuelta 
otro  día.  Convínome  estar  en  la  ciudad  seis  o  siete;  y  ellos 
no  acordándose  de  lo  que  les  dije,  andaban  de  día  sin  ar- 
mas. Como  los  indios  vieron  sus  descuidos,  dieron  en  ellos 
y  los  mataron.  Y  hecho  esto,  se  me  alzó  la  tierra  con  la  in- 
terpretación de  sus  palabras,  que  significaban  lo  que  las  de 
los  villanos  de  Italia,  cuando  dicen  carne,  carne,  maza,  ma- 
za. Hice  mi  pesquiza,  y  hallé  culpados  a  mas  cantidad;  y 
por  la  necesidad  que  tenía  de  jen  te,  ahorqué  cinco  que  fue- 
ron los  cabezas,  disimulando  con  los  demás,  y  aseguré  los 
ánimos  de  todos.  Confesaron  en  las  disposiciones  que  ve- 
nían concertados  para  me  matar  con  los  que  mandaban  al 
hijo  de  Almagro;  porque  ellos  habían  de  hacer  otro  tanto 
en  el  Perú  por  este  tiempo  en  la  persona  del  marqués,  mi  se- 
ñor, y  de  sus  deudos,  servidores  y  criados;  y  aun  con  todo 
esto  venia  sin  recelo  habiendo  oído  dar  a  V.  Med.  instruc- 
ción a  S.  S.  1  de  como  se  había  de  gobernar  con  esta  jente 
para  no  venir  en  lo  que  vino,  y  tenia  por  mi  la  guardaría, 
y  también  le  enviaba  yo  avisar  deste,  como  le  escribí  des- 
pués, para  que  viniesse  mas  recabdo. 


1  Francisco  Pizarro. 

TOMO    VII  15 


226  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Alzada  la  tierra,  se  juntó  toda  en  dos  partes  para  dar  en 
nosotros.  Salí,  luego  como  lo  supe,  de  esta  ciudad  a  dar  en 
la  mayor  parte  con  noventa  hombres,  dejando  cincuenta, 
los  treinta  de  a  caballo,  con  Alonso  de  Monroy  a  la  guar- 
dia della.  Y  en  tanto  que  yo  hacia  fruto  donde  fui,  viene  la 
otra,  en  que  habia  ocho  o  diez  mil  indios,  y  dan  en  ellos; 
mataron  cuatro  cristianos  y  veinte  y  tres  caballos,  y  que- 
maron toda  la  ciudad  sin  quedar  una  sola  estaca,  y  cuan- 
ta comida  teníamos,  que  nos  quedamos  todos  mas  de  con 
las  armas  e  andrajos  viejos. 

Dióse  tan  buena  maña  con  pelear  todo  el  dia  apesar  que 
el  capitán  y  sus  soldados  estaban  heridos.  Todos  cobraron 
ánimo  al  venir  de  la  noche,  y  desbarataron  e  hicieron  huir 
los  indios  y  mataron  infinidad  de  ellos. 

Hízome  Alonso  de  •  Monroy  saber  a  la  hora  la  victoria 
sangrienta  que  habia  habido  con  pérdida  de  lo  que  tenía- 
mos y  quema  de  la  cibdad  y  comida.  Di  la  vuelta  a  la  hora; 
y  pareciéndome  era  menester  ánimo,  y  no  dormir  en  las  pa- 
jas, todos  los  cristianos  con  ayuda  de  los  anaconcillas,  ree- 
dificamos la  ciudad  de  nuevo;  y  entendí  en  sembrar  y  crear, 
como  en  la  primera  edad,  con  un  poco  de  maiz  que  sacamos 
a  fuerza  de  brazos,  y  dos  almuezas  de  trigo;  y  salvamos 
dos  cochinillas  y  un  porquezuelo  y  una  gallina  y  un  pollo; 
y  en  el  primer  año  se  cojieron  de  trigo  doce  fanegas,  con 
que  hemos  cimentado. 

Luego  se  me  traslujo  el  trabajo  que  habia  de  tener  en 
esta  tierra  por  la  falta  de  herraje,  armas  y  caballos,  y  que 
si  acaso  fuese  verdad  la  muerte  del  marqués,  mi  señor,  que 
por  haberla  la  tierra  tan  mal  infamado  lajente  de  Alma 
gro,  no  venia  ninguna  a  ella  si  no  iba  persona  propia  a 
traerla,  y  que  llevasse  siquiera  cebo  de  manjar  amarillo 
para  moverle  los  ánimos  y  tornarla  a  acreditar,  y  se  per- 
petuasse,  y  porque  en  tanto  se  iban  mis  mensajeros  y  ve- 
nian  tuviesse  con  que  sustentar  la  guerra;  y  no  esperándolo 
hacer  cuando  me  faltasse,  envié  al  capitán  Alonso  de  Mon- 
roy para  escriV)ir  y  dar  cuenta  al  marqués,  mi  señor;  y  dile 
cinco   hombres  que  fuessen  en  su  compañía  en  los  mejores 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  227 

caballos  que  tenia,  que  no  pude  darle  mas,  y  con  seis  o  siete 
mili  pesos  que  tenia  y  me  dieron  los  vasallos  de  S.  M.  que 
hablan  sacado  sus  anaconcillas  en  el  tieanpo  que  estaba  yo 
entendiendo  con  el  bergantín,  porque  allí  estaban  las  minas 
ricas,  y  se  pusieron  algunos  a  escarvar  3^  sacaron  con  pa- 
los. Estos  los  despaché  encomendándolos  a  Dios;  y  porque 
no  fuessen  tan  cargados  con  el  oro  que  el  peligro  de  tan  lar- 
go camino  habian  de  ir  a  noche  y  mesón,  hice  íseis  pares  de 
estriberas  para  los  caballos  y  guarniciones  de  espadas;  y 
de  las  de  hierro  con  otro  poco  que  se  halló  entre  todos  hice 
hacer  a  un  herrero  que  truje  con  su  fragua,  cincuenta  herra- 
duras hechas  y  ochocientos  clavos,  no  quedándonos  otro 
tanto  acá,  porque  como  no  trajéssemos  navio;  fué  poco  lo 
que  pudimos  traer  a  cuestas;  y  con  estos  herraron  sus  ca- 
ballos mui  bien,  y  llevaron  cada  uno  cuatro  herraduras,  y 
cien  clavos,  y  un  herramental  y  fuéronse  diciendo  (yo)  a 
mi  teniente  se  acordasse  del  conflicto  en  que  quedaba. 

Como  se  partió  el  capitán  Alonso  de  Monroycon  sus  com- 
pañeros y  soldados  era  tácita  la  desvergüenza  de  los  indios, 
que  no  quisieron  darse  a  sembrar  sino  a  nos  hacer  la  gue- 
rra; y  con  la  posibilidad  que  tenian  y  con  estos  torcedores, 
viendo  la  poca  posibilidad  nuestra,  pensaron  de  nos  matar 
y  costreñir  a  desamparar  esta  tierra  y  volvernos;  y  así  ve- 
nian  a  nos  matar  a  las  puertas  de  nuestras  casas  los  yana- 
conas y  los  hijos  de  los  cristianos  y  a  arrancarnos  las  se- 
menteras; y  ellos  se  han  mantenido  de  unas  cebolletas  y 
simientes  de  yerbas  y  legumbres,  que  produce  la  tierra  de 
suyo,  como  es  gruesa,  en  mucha  cantidad,  mantenimiento 
para  ellos;  y  seguíannos  tanto  como  los  cuervos  al  cordero 
que  se  quiere  morir;  y  asi  me  convino  hacer  un  fuerte  tan 
grande  como  la  casa  que  tenia  el  marqués,  mi  señor,  en  el 
Cuzco,  cercándolo  de  adobes  de  estado  i  medio  en  alto,  que 
entraron  en  él  mas  de  docientos  mili;  y  a  ellos  y  a  él  hici- 
mos los  cristianos  a  fuerza  de  trazas  sin  descanzar  desde 
que  se  comenzó  hasta  que  se  acabó;  y  cuando  venian  indios 
metíase  la  jente  menuda  y  el  bagaje;  y  quedaba  la  de  a  pié 


228  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


a  la  guardia  y  los  de  a  caballo  salíamos  al  campo  a  alcan- 
zar indios  y  a  guardar  las  sementeras. 

Esto  nos  duró  cerca  de  tres  años  que  pasaron  desde  que 
la  tierra  se  alzó  hasta  que  dio  la  vuelta  mi  teniente  del  Cuz- 
co.  Las  hambres  que  en  los  dos  de  ellos  se  pasaron,  fueron 
insoportables,  y  en  verdad  en  esto  usó  Dios  de  sus  grandes 
misericordias  con  nosotros.    Y  las   piezas  ^  y  hijos  de  cris- 
tianos en  la  mayor  parte  de  sus  padres  se  mantuvieron  con 
las  cebolletas  y  legumbres  dichas  todo  este  tiempo;  que  a  fé 
pocos  comieron   en  él  tortillas;   y  los   que   venian  a  comer 
conmigo   va  tiniamos    cuenta   que   unos   dias  saliamos  a 
dos  tortillas  y  bien  chiquitas,  otros  a  una  y  media;  y  otros 
a  una,  y  los  mas  con  ninguna,  y  como  Dios  proveerá.  Como 
lo  pude,  pasamos;  y  en  lo  que  entendí  en  este  tiempo  fué  en 
hacer  oficios,  que  nunca  deprendimos,  mostrándome  unos 
la  necesidad  que  costriñe  2,  y  otros   me  enseñaba  la  volun- 
tad y  deseo  que  tenia  al  servicio  deS.  M.  y  a  la  propia  hon- 
ra, y  conservación   de  las  personas  que  debajo  de  mi  pro- 
tección estaban;  y  ellos  y  yode  la  de  Dios  y  déla  de  su  cesá- 
rea persona  con  deseo  de   saHr  con   la  intención   que  tenia 
de  servirle.   Y  para  todo  fué  menester  sacar  fuerzas  de  fla- 
quezas, siendo  jumétrico,    alarife  ^,  pastor,  labrador  y  en 
fin  poblador  sustentador  y  descubridor.   Y  por  todo  esto 
no  sé  lo  que  merezco;   pero  por  haberme  sustentado  con 
ciento  y  cincuenta  españoles,  que  son  del  pelo  que  V.  Med. 
sabe,  en  esta  tierra   trabajándolos  a  la  contina  '^  de  noche 
y  dia  sin  se  desnudar  las  armas,  haciendo  los  medios  cuer- 
pos de  guardia  un  dia  y  una  noche  y  los  otros  otra,  cavan- 
do, sembrando,  arando  y  a  las  veces  nocojiendopara  man- 
tenerse ellos  y  sus  piezas  y  hijos,  y  sin  haber  dado  un  papirote 
a  ninguno  ni  díchole  mala  palabra,  sino  fué  a  los  que  ahor- 

1  Los  indios  de  servicio   o  yanaconas,   llamados  comunmente 
por  los  conquistadores  piezas  de  servicio,  o  simplemente  piezas. 

2  Enseñándole  unos  oficios  la  necesidad,  etc. 

3  Teniendo  que  ser    a  la  vez  jéometrá  agrimensor,  para  la  me- 
dida de  los  campos  y  solares,  y  director  de  obras. 

4  Haciéndolos  trabííjar  continuamente. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  229 

qué  por  sus  merecimientos,  y  con  todo  esto  me  aman,  hace 
me  persuadido  merecer  de  S.  M.  las  mercedes  que  le  pido, 
las  cuales  aquí  diré  para  que  V.  Med.,  pues  me  puso  en  esto, 
y  soi  hechura  del  marqués,  mi  señor,  me  favorezca  interpo- 
niendo su  autoridad  con  nuestro  César,  que  bien  cierto  soi 
le  será  dado  entero  crédito  en  lo  que  dijere*  y  pidiere  en  lo 
de  estas  partes. 

Después  que  el  capitán  Alonso  de  Monroy  partió  de  aquí 
por  el  socorro,  le  mataron  los  indios  de  Copayapo  cuatro 
cristianos,  y  al  que  le  quedó  y  a  él  prendieron  y  le  tomaron 
el  oro  y  todos  los   despachos,  que  no  salvó   sino  un  poder 
para  me  obligar   i,  y  como  es  hijodalgo  y  hombre  para 
todo,  y  para  mucho,  y  de  los  que  a  V.  Med.  le  parecen  bien 
y  ama,  a  cabo  de  tres  meses  que  le  tuvieron   preso,  con  un 
cuchillo  que  quitó  a  un  cristiano  de  los  de  Almagro  que  allí 
halló  hecho  indio,  que  éste  fué  la  causa  de  toda  su  pérdida, 
mató  al  cacique  principal  a  puñaladas  y  j^endo  el  Alonroy 
y  su  compañero,  y  aquel  cristiano  y  el  cacique  a  caballo  en 
medio  de  mas  de  docientos  indios  flecheros;  y  salieron  lle- 
vando por  fuerza   aquel  trasformado   cristiano  a  las  pro- 
vincias del  Perú;  y  llegó  a  covuntura  que  halló  al  señor  go- 
bernador Vaca  de  Castro  en  Limatambo,  que  venia  al  Cuz- 
co  con  la  victoria  que  habia   habido   contra  don   Diego  2, 
habiendo  hecho  gran  justicia  contra  los  matadores   del 
marqués,  mi  señor,  y  sus  capitanes,   se  dio  tan  buena  maña 
que  trató  y  pidió  socorro  a  S.  S.;   y  lo  favoreció  con  su  de- 
creto y  autoridad;  y  el  capitán  se  dio  tan  buena  maña  que 
trató  con  Cristóbal  de  Escobar  que  bien  conoce  V.  Med. 
que  favoreció  a  Pedro  deCandia  con  su  hacienda;  y  él  como 
fué  siempre  aficionado  a  las  casas  del   marqués,  mi  señor, 
y  a  las  de  V.  Med.,  y  su  hijo  Alonso  de  Escobar  era  criado 
del  señor  Gonzalo  Pizarro,  la  gastó  toda;  y  con  esto  y  con 
otros  cuatro  o  cinco  mili  pesos  que  le  prestó  un  padre  por- 
tugués que  estaba  en  Porco,  llamado  Gonzalo  Yañes,  hizo 

1  Un  poder  para  contraer  empréstito    en  nombre  de  Valdivia. 

2  De  Almagro  el  joven. 


230  ESTUDIOS   HISTÓRICOS 


setenta  hombres  todos  de  a  caballo,  con  que  vino  a  me 
socorrer,  y  viniendo  por  Arequipa  Lucas  Martinez  Veo^aso, 
vecino  de  ella,  que  como  V.  Med.  sabe,  ha  también  servido 
a  S.  M.,  y  por  hacerle  de  nuevo  este  servicio  tan  señalado 
y  por  haber  sido  servidor  del  marqués,  mi  señor,  y  serlo  de 
V.  Med.,  me  favoreció  con  un  navio  quitándolo  de  trato  de 
sus  minas  de  Tarapacá,  que  no  perdió  poco:  en  el  cual  me 
envió  diez  o  doce  mili  pesos  de  empleo  de  armas,  herraje, 
hierro  y  vino  para  decir  misa,  que  hacia  cuatro  meses  no 
la  oíamos  por  falta  de  él;  y  con  un  amigo  suyo,  que  se  dice 
Diego  Garcia  Villalon,  que  V.  Med.  conoceria  a  la  pasada 
de  Panamá,  me  lo  envió  para  que  hiciesse  de  él  a  mi  volun- 
tad y  lo  gastasse  con  los  soldados  y  se  lo  pagasse  cuando 
quisiesse  y  tuviesse,  y  que  no  le  diesse  por  todo  nada;  que 
de  todas  estas  liberalidades  usó  por  ser  él  el  que  es. 

Este  navio  llegó  por  el  mes  de  setiembre  del  año  de  qui- 
nientos cuarenta  y  tres,  y  el  capitán  Alonso  de  Monroy 
con  toda  la  jente  por  el  diciembre  adelante  ya  que  estába- 
mos en  punto  de  cantar:  A  te  levaba  animam  meam\y  nun- 
ca vimos  mas  indios,  que  todos  se  acojieron  a  la  provincia 
de  los  poromabcaes,  que  comienza  seis  leguas  de  aquí,  de 
la  parte  de  un  rio  caudalosísimo  que  se  llama  Maipo,  entre 
el  cual  y  éste  i  está  esta  ciudad. 

Llegado  el  navio,  supe  como  mataron  al  marqués,  mi 
señor,  que  en  lo  mui  vivo  del  ánimo  lo  sentí;  y  el  capitán 
Alonso  de  Monroy  me  dio  relación  mas  por  entero  de  este 
fránjente,  porque  como  hombre  que  sabia  el  amor  que  tenia 
a  S.  S.  y  lo  que  me  iba  en  ello,  venia  mas  advertido.  Hobe 
tanto  menester  el  consuelo  en  aquella  hora  cuanto  V.  Med. 
tenia  ánimo  como  caballero  para  disimular  tan  gran  pér- 
dida cuando  lo  supiesse,  aunque  el  corazón  no  dejaría  de 
hacer  el  sentimiento  que  era  justo;  y  la  mayor  pena  que 
presumo  tendría  V.  Med.  sería  por  no  hallarse  en  parte 
donde  con  el  valor  de  su  persona  hiciera  la  venganza  en  los 
matadoresjconforme  al  delito;  y  en  verdad  por  lo  mismo  lo 


1  El  Mapuche. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  2ol 

sentí  JO  en  tanto  grado,  y  pues  tal  sentencia  estaba  por 
Dios  ordenada,  a  él  debemos  dar  infinitas  gracias  por  ello; 
y  a  Y.  Med.  y  a  todos  sus  deudos,  servidores  y  criados  que 
fuimos  suyos,  nos  es  tan  gran  consuelo  saber  que  fué  mar- 
tirizado por  servir  a  S.  M.,  a  manos  de  sus  servidores  v 
que  la  fanla  de  sus  hazañas  hechas  en  acrecentamiento  de 
su  real  patrimonio  y  cesárea  autoridad  vivirá  en  la  memo- 
ria de  los  presentes  y  por  venir;  y  saber  que  su  muerte  fué 
tan  bien  vengada  por  el  ilustre  señor  Yaca  de  Castro  cuan- 
to lo  fué  por  Octaviano  la  de  fulio  César;  y  dejado  a  parte 
que  por  el  valor  de  S.  S.  obligaba  a  Y.  Med.  y  a  todos  sus 
servidores  a  tenerle  por  señor  y  padre  por  la  merced  tan 
grande  que  con  ella  se  nos  hizo,  hemos  de  servirle  todos 
con  las  haciendas  y  vidas  mientras  duraren,  hasta  aventu- 
rarlas y  perderlas,  si  fuere  menester,  en  su  servicio  como  yo 
lo  haré. 

También  recibí  una  carta  con  el  capitán  i  del  señor  Gon- 
zalo Pizarro  de  Lima,  que  habia  llegado  a  ella  después  de 
la  batalla  '^  saliendo  perdido  del  descubrimiento  donde 
fué.  Tuve  a  mui  mala  dicha  que  no  se  hubiesse  hallado  pre- 
sente al  tiempo  que  se  hizo  el  castigo  del  delito,  que  aunque 
no  faltaron  vasallos  de  S.  M.  y  amigos,  criados  y  servi- 
dores del  marqués,  mi  señor,  y  de  Y.  Med.  para  ello, 
quisiera  que  como  hermano  tampoco  hubiera  faltado,  por 
ser  cierto  fuera  a  Y.  Med.  gran  contentamiento,  y  el  mesmo 
sintiera  yo  a  la  verdad.  A  S.  M.  escribo  suplicándole  haga 
a  sus  hijos  las  mercedes  de  que  su  padre  era  merecedor, 
porque  no  muera  la  rama  de  las  proezas  que  en  su  cesáreo 
servicio  hizo,  y  es  justo  lo  haga  porque  se  animen  sus  vasa- 
llos a  le  servir,  viendo  que  ya  que  no  pueden  gozar  del  pre- 
mio de  los  que  a  su  real  persona  hacen,  lo  gozarán  sus  hi- 
jos; pues,  el  de  ellos  es  el  principal  amor  por  ser  el  reino  na- 
tivo (sic). 

1  Monroy. 

2  La  batalla  de  las  Chupas,  dada  el  16  de  setiembre  de  1542, 
antes  que  Gonzalo  Pizarro  estuviera  de  vuelta  de  su  penosa  espe- 
dicion  a  los  valles  orientales  del  Perú. 


232  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


También  suplico  en  mis  cartas  al  señor  gobernador  Va- 
ca de  Castro  los  tenga  so  su  protección  y  amparo,  favore- 
ciéndolos con  S.  M.,  y  asi  me  dicen  ha  siempre  mirado  mu- 
cho por  ellos. 

Estando  en  esto,  por  el  abril  adelante,  pareció  otro  na- 
vio por  esta  costa,  que  era  de  cuatro  a  cinco  compañeros 
que  le  compraron  y  cargaron  de  cosas  para  acá;  y  no  acer- 
tando el  puerto,  pasó  a  Maule,  y  no  quisieron  tomar  tie- 
rras, aunque  los  indios  les  hicieron  señas,  porque  se  temie 
ron,  que  no  venian  en  él  mas  que  unos  tres  cristianos  y  un 
negro,  que  los  indios  de  Copayapo  les  hablan  muerto  al  pi 
loto  y  marineros  y  tomado  el  barco  con  engaño;  y  al  fin  co- 
mo era  por  principios  de  invierno,  y  entró  aquel  año  mui 
recio,  dio  en  él  a  través,  y  los  indios  mataron  los  cristianos 
y  robaron  la  ropa  y  quemaron  el  navio,  y  así  lo  supe  de 
unas  indias  queFrancisco  de  Villagran,  servidor  de  V.  Med. 
y  mi  maestre  de  campo  jeneral,  hubo  que  venian  en  el  navio, 
que  le  envié  a  su  seguimento  con  veinte  de  a  caballo  y  llegó 
cuatro  o  cinco  dias  después  de  dado  al  través,  que  por  las 
grandes  lluvias  y  ríos  que  halló  que  pasar,  no  pudo  hacer 
mas  dilijencia. 

A  esta  coyuntura  llegó  el  capitán  Juan  Bautista  de  Pas. 
teñe,  criado  del  marqués,  mi  señor,  y  servidor  de  V.  Med.  con 
su  navio  ''San  Pedro",  que  le  envió  el  señor  gobernador  Va- 
ca de  Castro,  cargado  de  cosas  necesarias,  que  por  contem- 
plación de  S.  S.  un  criado  suyo  llamado  Juan  Calderón  de 
la  Barca,  empleó  su  hacienda  y  vino  acá  en  él;  y  como  nos 
conocíamos  el  capitán  y  yo,  y  por  ser  tan  buen  hombre  de 
la  mar,  tan  honrado  y  de  fidelidad,  y  para  tanto  y  hechura 
del  marqués,  mi  señor,  diciéndome  que  en  todo  me  queria 
hacer  placer,  y  servir  a  S.  M.  en  estas  partes,  porque  ansi 
se  lo  habia  mandado  el  señor  gobernador,  le  hice  mi  tenien- 
te jeneral  en  la  mar. 

Viendo  la  voluntad  del  capitán  Juan  Bautista,  por  prin. 
cipios  de  mes  de  setiembre  adelante  le  di  un  poder  y  le  en- 
tregué un  estandarte  con  las  armas  de  S.  M.,  y  debajo  del 
escudo  imperial,  uno  con  las  mias,  para  que  me  fuese  a  des- 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A   VALDIVIA  233 

cubrir  doscientas  leguas  de  costa  y  tomasse  posesión  en 
nombre  de  S.  M.  por  mí,  y  me  trujesse  lenguas;  y  díle  trein- 
ta hombres,  mui  buenos  soldados  que  fueron  en  su  navio,  y 
el  de  Lucas  Martinez  también  que  acá  tenia  con  jente;  y  así 
fué  y  la  tomó  como  V.  Med.  allá  verá  por  la  fé  que  de  ello 
da  Juan  de  Cárdena,  escribano  mayor  del  juzgado  que  hace 
en  nombre  de  S.  M.,  y  mi  secretario,  hasta  que  venga  poder 
del  mui  magnífico  señor  Juan  de  Sániano,  secretario  mayor 
de  las  Indias  y  del  consejo  de  S.  M.  Hícelo,  porque  él  se  tie- 
ne por  mui  servidor  deS.  M.  y  desea  ocuparse  en  su  servicio 
como  yo,  y  sé  que  dará  mui  buena  cuenta  de  sí  y  de  lo  que 
se  le  encomendare.  Lo  sabe  mui  bien  hacer,  y  es  persona  de 
tan  buena  manera  que  se  holgara  V.  Med.  de  conocerle,  por- 
que tiene  muchas  y  mui  buenas  partes  de  hombre. 

También  envié  a  las  provincias  de  Arauco  por  tierra  a 
Francisco  de  Villagran  para  que  tomasse  lenguas  y  me 
echasse  los  indios  desta  tierra  hacia  acá;  y  desde  entonces 
tengo  un  capitán  con  jente  en  la  provincia  deltatapara  que 
no  los  deje  volver  allá;  y  con  esta  provisión  y  con  estar  ya 
los  indios  mui  cansados,  que  mas  no  pueden,  vienen  a  que. 
rer  servir;  y  ogaño  i  han  sembrado  y  se  les  ha  dado  trigo 
y  maiz  para  que  se  cimienten  y  cojan  para  comer;  y  en  tan- 
to que  esto  hacia,  por  no  fatigar  los  indios  antes  que  se 
asentassen,  con  las  anaconcillas,que  los  hemos  ya  por  fijos, 
procuré  de  sacar  algún  oro  para  tornar  a  enviar  con  estos 
navios  al  Perú  para  que  venga  jente,  y  con  mili  hanegas  de 
comida  que  ahorré  de  la  costa  de  todos,  saqué  en  mazamo- 
rras 2  de  los  indios  hasta  veinte  y  tres  mili  pesos,  y  con  ellos 
envié  al  capitán  Alonso  de  Monroy  y  al  capitán  Juan  Bau- 
tista para  que  el  uno  por  tierra  i  el  otro  por  mar  me  trai- 
gan jente,  armas  y  caballos;  y  llevan  crédito  y  poderes  para 
me  poder  obligar  en  otros  cient  mili  pesos,  porque  esto  y  el 
rascar  no  quieren  sino  en  comenzar,  y  por  responder  al  go- 


1  Este  año. 

2  Cambiando  a  los  indios  la  harina  o   mazamorra  por  oro  de 
los  lavaderos. 


234  ESTUDIOS    niSTÓRICOS 


bernador  Vaca  de  Castro  que  me  escribió  ambas  veces. 

También  envié  en  este  verano  a  poblar  una  ciudad  en  el 
valle  de  Coquimbo,  y  púsele  nombre  la  Serena, que  es  al  me- 
dio del  camino  de  Copayapo  aquí,  porque  con  estar  aquella 
venta  allí  pueden  venir  segurosde  indios.  Dejé  mediadocena 
de  soldados,  y  no  les  faltará  comida  y  doscientos  que  quie- 
ran. Y  el  teniente  que  allí  envié  en  dos  meses  trujo  todos 
los  valles  de  paz,  y  le  sirven.  Está  con  veinte  de  a  caballo, 
y  los  doce  criados  mios  que  los  tengo  en  frontería,  porque 
no  hai  indios;  y  los  demás  vecinos  ternán  a  ciento  v  dos- 
cientos el  que  mas  i,  porque  desde  el  valle  de  Crnconca- 
gua  hasta  Copayapo  no  hai  tres  mil  indios  y  por  eso  pien- 
so que  la  despoblaré  como  el  camino  se  trille,  y  así  lo  escri- 
bo a  S.  M.  De  lo  que  han  de  servir  a  aquellos  valles  será 
de  algún  tributo  a  esta  ciudad,  y  de  tener  en  cada  uno  un 
tanto  para  los  que  pasaren;  y  los  indios  se  holgarán  de 
ello,  que  también  están  cansados  de  la  guerra  que  les  he 
hecho  los  años  pasados. 

Asi  que  pueden  venir  sin  temor  los  que  quisieren,  que 
no  les  faltará  de  comer,  porque  hai  tanto  que  sobra.  De 
aquí  a  tres  meses,  que  es  el  medio  del  verano,  se  cojerán 
en  esta  ciudad  mas  de  doce  mili  hanegas  de  trigo  y  maiz; 
al  tiempo  sin  número  ^  por  que  hai  dos  sementeras,  que 
el  maiz  siembran  por  noviembre  y  se  coje  por  abril  y  ma- 
yo; y  por  este  tiempo  se  siembra  el  trigo,  y  se  coje  para 
noviembre  y  diciembre;  y  de  las  dos  cochinillas  y  el  co- 
chino se  han  dado  tantos  puercos  que  hai  mas  de  ocho 
mili  caberas  en  la  tierra,  y  de  la  gallina  y  pollo  hai  tantos 
como  yerbas,  y  en  invierno  y  verano  se  crian  sin  cuento,^  y 
cómese  de  todo  en  abundancia. 

Sepa  V.  Med.  que  tengo  doscientos  hombres  en  la  tierra, 
que  cada  uno  me  cuesta  puesto  aquí  mas  de  mili  pesos; 
porque  por  lo  que  me  prestaron  los  mercaderes  cuando 


1  Indios  de  repartimiento. 

2  Sin  emplear  un  gran  número  de  trabajadores  a  un  mismo 
tiempo. 


i 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  235 

vine,  pagóse  sesenta  ^  mili  pesos  de  oro;  j  por  lo  que 
trajo  el  capitán  2  así  de  gasto  en  la  jente,  como  del  navio 
de  Lucas  Martínez,  debo  ciento  y  diez  mili  pesos,  y  del  pos- 
trer navio  que  trajo  el  capitán  Juan  Bautista,  me  adeudé 
en  otros  sesenta  mili,  y  desta  ida  que  va  Monroy  me  adeu- 
dará en  otros  cient  mili;  y  de  la  tierra  no  se  ha  habido  mas 
de  los  siete  mili  que  le  tomaron  en  Copayapo,  que  ya  los 
indios  me  los  han  enviado,  y  los  veinte  y  tres  mili  que  ago- 
ra van  y  todo  vuelve  al  Perü  para  gastar  en  beneficio  de 
la  tierra  y  para  su  sustentación.  Se  ha  tomado  y  distri- 
buido entre  los  soldados  porque  han  sustentado  la  tierra, 
3^  la  sustentan,  y  lo  merecen;  y  no  hai  qué  darles  aquí;  y 
sepa  V.  Med.  que  no  tengo  acción  de  quien  cobrar  un  solo 
peso  para  en  descuento  de  toda  esta  suma,  que  todo  se  lo 
he  soltado  i  soltaré  lo  que  mas  les  diere.  Bien  sé  que  dirá 
V.  Med.  que  no  haré  casa  con  palomar,  y  que  soi  un  perdi- 
do. Yo  lo  confieso;  pero  porque  mudar  costumbres  es  a  par 
de  muerte,  con  todas  estas  tachas  me  ha  de  hacer  mili  mer- 
cedes V.  Med. 

Desde  Copayapo  hasta  Maule  hai  ciento  y  treinta  le- 
guas de  largo;  y  por  lo  mas  ancho  veinte  y  cinco,  veinte 
y  quince  y  menos.  Habrá  agora  quince  mili  indios,  porque 
de  la  guerra,  hambres  i  malas  venturas  que  han  pasado, 
se  han  muerto  y  faltan  mas  de  otros  tantos.  Así  que  po- 
drán ser  aquí  en  esta  ciudad  veinte  o  veinte  y  cinco  veci- 
nos; y  por  esto,  y  porque  tengo  de  despoblar  la  Serena, 
porque  no  se  podrá  sustentar,  envió  a  suplicar  a  S.  M.  que 
la  merced  que  fuere  servido  de  me  hacer,  comience  desde 
aquí,  porque  por  esto  he  sustentado  este  pie,  y  por  ser  todo 
esto  un  pedazo  de  tierra  riquísima  de  minas  de  oro,  y  de 
aquí  se  ha  de  comenzar  a  entrar  en  la  tierra  y  buscar  don- 
de dar  de  comer  a  estos  soldados  y  descargar  la  conciencia 
de  S.  M.;  y  le  digo  que  el  peso   de  la  tierra  está  en  que  no 


1  El  manuscrito  es  de  tal  manera  oscuro  en  esta  palabra  que 
no  sé  si  en  efecto  dice  sesenta.   Leido  letra  por  letra  diria  centa. 

2  Monroy. 


236  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


venga  por  el  estrecho  capitán  que  me  perturbe  a  nada, 
hasta  que  yo  envíe  relación  de  toda  la  tierra  con  la  des- 
cripción de  ella;  y  si  estuviesse  alguno  proveido  se  sobre- 
sea porque  dejando  a  parte  que  se  perderán  todos,  vsi  los 
indios  sintieren  alguna  contienda  entre  cristianos,  ya 
V.  Med.  sabe  lo  que  es,  como  bien  acuchillado,  porque  no 
deseo  sino  descubrir  y  poblar  tierras  a  S.  M.  Y  desque 
tenga  noticia  de  mí  y  de  mis  servicios,  déla  a  quien  fuere 
servido,  con  advertir  sea  con  condición  que  la  tal  perso- 
na pague  a  mis  acreedores  lo  que  pareciere  haber  gastado 
en  beneficio  de  la  tierra,  y  por  su  sustentación;  y  con  esto 
vo  quedaré  contento  y  en  calzas  y  en  jubón,  y  con  mis 
íimigos  iré  por  mar  y  por  tierra  a  descubrir  mas  en  ser- 
vicio de  S.  M.  También  le  suplico  me  haga  merced  (de) 
confirmar  lo  hecho  por  su  cabildo;  y  hacérmela  de  nuevo; 
y  esto  pido  porque  conviene  a  su  cesáreo  servicio  tener 
(\^o)  esta  reputación  en  esta  tierra  con  la  jente. 

Así  que  esto  es  lo  que  V.  Med.  ha  de  favorecerme,  para 
que  S.  M.  me  haga  estas  mercedes,  en  tanto  que  yo  envié  a 
dar  cuenta  y  razón  cumplidamente.  El  portador  de  la  carta 
de  S.  M.  y  de  ésta  es  un  caballero  llamado  Antonio  Ulloa, 
natural  de  C  ceres.  Tuvo  nueva  de  sus  debdos,  que  un 
hermano  mayorazgo  se  le  murió  y  quedó  él  con  la  casa  de 
su  padre.  Váse  porque  no  se  pierda  la  memoria  de  ella. 
Quisiera  tener  con  qué  envialle  tan  honrado  y  prospera- 
mente  como  él  merece;  pero  viendo  él  que  no  lo  tengo,  y  mi 
voluntad  que  era  de  darle  mucho,  va  contento  con  lo  poco 
que  lleva.  Ha  servido  mui  bien  a  S.  M.  en  estas  partes.  A 
V.  Aled.  suplico  le  tenga  en  el  lugar  que  merece;  porque  le 
tengo  por  amigo,  por  el  valor  de  su  persona  y  ser  quien  es. 
De  el  podrá  Y.  Med.  saber  todo  lo  que  demás  fuere  servido 
saber  de  mí  y  de  estas  partes;  porque  como  testigo  de 
vista  sabrá  dar  buena  relación. 

Yo  hice  en  el  Perú  conciertos  y  compañías,  a  tiempo 
que  tomé  esta  empresa,  don  Francisco  Martínez  y  Pero 
Sancho  de  Hoz  que  V.  Med.  bien  conoce;  y  Pero  Sancho, 
por  no    poder  cumplir  conmigo,  se  apartó  del  concierto 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  237 

voluntariamente  ^;  y  el  Francisco  Martínez,  desde  que 
vio  los  gastos  y  poco  provecho,  me  rogó  deshiciese  la  com- 
pañía; y  así  se  hizo  no  dejando  de  lo  satisfacer  al  uno  y 
otro  al  presente  en  lo  que  puedo,*  y  en  lo  porvenir  lo  ha- 
ré, de  lo  que  están  bien  confiados  dándome  Dios  salud.  Y 
porque  ellos  enviaron  en  aquel  tiempo  las  escrituras  a  sus 
deudos,  y  habrán  negociado  algo  con  los  señores  del  con- 
sejo de  Indias,  y  sabiendo  agora  que  yo  pido  a  S.  M.  lo  que 
a  V.  Med.  escribo,  quisiessen  estorbar,  no  siendo  avisados 
de  acá,  envío  las  escrituras  de  la  desistion  ^  y  del  deshacer 
de  la  compañía  con  esta  carta.  Suplico  a  Y  Med.  en  este  ca- 
so, sí  fuere  menester,  responda  por  mi  hablando  verbal  y 
(por)  cartas;  y  no  hallándose  en  la  corte,  lo  encomiende  Y. 
Med.  a  algún  servidor  que  entienda  en  ello. 

A  Y.  Med.  suplico  otra  y  muchas  veces  me  tenga  en  el 
lugar  de  un  verdadero  servidor  como  hasta  aquí,  i  que  en 
la  voluntad  de  Y.  Med.  no  conozca  yo  mudanza  del  amor 
que  siempre  me  mostró  y  tenia,  y  sea  servido  de  me  mandar 
escribir  al  Perú  por  la  vía  que  Y.  Med,  enviare  cartas,  en- 
derezando las  mias  a  Lucas  Martínez  Yegaso,  a  Arequiqa, 
que  él  me  las  encaminará  de  allí;  y  pues  sabe  Y.  Med.  la  (sa- 
tisfacción) que  recibiré  con  ellas,  me  haga  tan  señalada  en 
me  hacer  saber  de  la  salud  de  su  mui  magnífica  persona,  y 
de  sus  negocios  y  reputación  en  que  está  con  el  César;  que 
todo  será  para  mí  mui  entero  contentamiento,  y  con  esto 
acabo,  aunque  no  quisiera  en  mil  pliegos  de  papel,  porque 
sé  cuanto  mas  largo  escribiere,  mns  Y.  Med.  se  holgaría 
con  las  mias. 

Si  tuviera  patrimonio  para  vender  y  salir  con  esta  em- 


1  En  su  carta  a  Carlos  V.  firmada  el  mismo  día  que  ésta,  el  4 
de  setiembre  de  1544,  Valdivia,  a  pesar  de  que  refiere  los  mismos 
sucesos,  guarda  completa  reserva  sobre  su  sociedad  con  Pedro 
Sancho  de  Hoz.  A.  Hernando  Pizarro  cuenta  que  Sancho  de  Hoz 
se  separó  voluntariamente  de  la  compañía,  como  Valdivia  quiso 
hacerlo  constar,  pero  este  hecho  no  es  exacto.  Véase  en  el  apéndice 
el  estudio  titulado:  Los  socios  de  Valdivia. 

2  Desistimiento. 


238  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


presa  y  servir  a  S.  M.,  no  solamente  lo  hiciera,  pero  empe- 
ñara la  mujer  para  ello,  pudiendo  la  honra  quedar  satisfe- 
cha. Dígolo  porque  al  presente  no  la  proveo,  para  que 
tenga  el  descanso  y  honra  que  es  razón.  Por  la  necesidad 
en  que  estoi,  solo  le  envió  agora  con  el  señor  Ulloa  quinien- 
tos pesos  para  su  sustentación.  A  V.  Med.  suplico  sea  ser- 
vidor mirar  por  ella  como  por  servidora;  pues  lo  soi  yo,  y 
ambos  una  mesma  cosa  para  su  servicio;  y  la  favorezca  a 
a  sus  necesidades  como  a  V.  Med.  lo  supliqué  cuando  de 
Lima  partió,  y  a  ella  se  lo  mandé  V.  Med.  asi  escrito,  por- 
que le  será  gran  descanso,  y  yo  deg^eo  de  dárselo,  y  para  mí 
no  hai  merced  que  se  le  iguale. 

Porque  mis  cosas  tengan  calor,  que  han  menester,  con 
la  sombra  de  V.  Med.,  me  atreví  a  darle  poder  juntamente 
con  el  señor  Antonio  de  Ulloa  para  que,  hallándose  en  cor- 
te, pida  por  virtud  del  y  de  mi  parte  a  S.  M.  las  mercedes 
que  le  escribo.  A  V.  Med.  mi  señor,  me  dio  avilanteza  a  lo 
hacer. 

Como  tuve  nueva  cierta  de  la  muerte  del  marqués,  mi 
señor,  hice  sus  honras  v  cabo  de  año.  como  me  dio  lugar  la 
posibilidad  que  al  presente  tenia.  Siempre  terne  el  cuidado 
como  soi  obligado,  y  de  en  prevenir  y  ayudar  a  su  ánima 
con  sufrajios.  Dios  le  tenga  en  su  gloria.  Deseara  tener  tan- 
ta facilidad  para  las  hacer  tan  suntuosas  cuanto  los  tro- 
feos de  sus  hazañas  merecian. 

Yo  CvScribo  al  señor  secretario  Sámano,  y  digo  que  si  V. 
Med.  se  halla  en  corte,  me  presentará  a  S.  M.  por  servidor. 
Suplico  a  la  vuestra  lo  haga  y  de  tal  manera  que  me  tenga 
en  el  lugar  de  los  mui  verdaderos. 

También  escribo  al  limo,  y  Rmo.  señor  visorrei  y  carde- 
nal 1  ,  y  al  muy  ilustre  señor  conde  deOsorno  ^  y  muimag- 

1  Don  Francisco  García  de  Loaysa.  jeneral  de  la  orden  de  do- 
minicos, obispo  de  Osma,  arzobispo  de  Sevilla,  cardenal  i  confesor 
de  Carlos  V,  i  presidente  del  consejo  de  Indias. 

'2  Don  García  Manrique,  conde  de  Osorno,  miembro  del  conse- 
jo de  Indias  i  su  presidente  interino  mientras  el  cardenal  Loayza 
estuvo  en  Roma. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  239 

níficos  oidores  del  real  consejo  de  Indias.  No  digo  de  V- 
Med.  que  les  hablará  por  no  atreverme;  pero  digo  en  mis 
cartas  ser  hechura  del  marqués,  mi  señor.  Por  aquí  puede 
V.  Med.  hacerse  encontradizo,  y  en  acharquc  de  trama, 
como  dije,  hacerme  merced  si  fuere  servido.  También  escri- 
bo al  limo,  señor  duque  de  Alba  y  al  mui  ilustre  señor  co" 
mendador  Alonzo  de  Idiaquez.  Puede  V.  Med.  usar  de  la 
cautela  que  con  los  demás.  También  escribo  al  señor  Lope 
de  Idiaquez,  amigo  de  V.  Med.  y  mi  señor,  (para  que)  haga 
todo  como  en  cosas  de  servidor. 

k\]í  envió  a  V.  Med.  el  traslado  de  una  carta  que  escribo 
al  señor  gobernador  Vaca  de  Castro,  y  le  respondo  como 
por  ella  verá  a  ciertas  provisiones  que  me  envió  con  el  ca- 
pitán Monroy  para  que  fuese  su  teniente;  yo  respondo: 
"Noli  me  tanrjere  quia  Cesaris  sum."  Vá  mal  escrita,  y  Cár- 
dena no  la  puede  copiar  porque  es  solo  a  este  despacho. 

Es  el  señor  gobernador  tan  jentil  caballero  y  sabio  y  bá- 
seme mostrado  tan  de  veras  padre,  que  bien  cierto  soi  acep- 
tará mi  disculpa;  pero  podría  ser  que  algún  factor  de  S.  S. 
en  esa  corte  fuera  de  su  comisión  hablasse  algo  por  donde 
fuesse  necesario  saber  lo  que  yo  le  he  escrito,  y  por  eso  lo 
envió. 

Cuando  el  señor  gobernador  despachó  al  capitán  Alonso 
de  Monroy,  el  secretario  de  S.  S.  llamado  Francisco  Paez, 
que  es  ido  a  esa  corte,  le  fué  propicio,  y  encaminó  a  un  her- 
mano suyo  y  otro  amigo  en  ella,  que  se  llaman  Miguel  Paez 
y  Sebastian  de  Ledesma;  dicen  son  criados  del  señor  comen- 
dador ma^'-or  de  León  i;  para  que  hagan  mis  negocios  en 
corte,  y  para  ellos  le  pidió  el  salario,  y  por  virtud  de  un  po- 
der que  llevaba  raio,  les  señaló  mili  pesos  en  cada  un  año; 
y  como  dende  otro  (año)  adelante,  llegó  a  esta  ciudad  el 
capitán  con  el  socorro  y  me  dijo  esto,  viendo  la  poca  ma- 
nera que  tenia  para  despachar  a  S.  Med.  tan  presto  porque 
no  se  multiplicase  por  guarismo  sin  fruto,  revoqué  el  po- 


1  Francisco  de  los   Cobos,    comendador  mayor  de  León,  secre- 
tario de  Carlos  V  i  del  consejo  de  Indias. 


240  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


der.  No  lo  hice  con  cautela,  porque  desta  no  quiero  usar, 
sino  porque  no  corra  tanto  salario,  y  lo  haya  de  pagar  sin 
saber  porqué;  y  así  cuando  ellos  se  hayan  empleado  en  mis 
cosas,  serán  por  mí  satisfechos;  y  esto  quiero  que  sea  vo- 
luntario y  no  forzoso.  A  V.  Med.  suplico  sepa  las  personas 
que  son  y  lo  que  pueden,  j  me  avise  para  que  conforme  a 
ello  yo  provea  a  la  razón,  y  si  la  hai  para  que  satisfaga  en 
todo  o  en  parte;  y  si  fuere  otra  cosa  se  pueda  decir:  Anda 
con  Dios  que  un  pan  me  llevas. 

A  Pero  de  Soria  escribo  a  Porco  que  si  se  ofrecieren  en 
esta  tierra  cosas  que  convengan  al  servicio  de  V.  Med.  me 
lo  haga  saber;  y  si  él  tuviesse  necesidad  para  ellas  de  que 
yo  provea  de  acá  allá,  también,  o  porque  así  se  cumplirá;  y 
que  sepa  está  V.  Med.  en  esta  tierra  en  persona;  y  aunque 
la  suya  i  no  sea  de  tanto  valor,  es  de  tanta  voluntad  para 
emplearse  en  esto  que  ninguna  hai  en  el  mundo  que  me 
pase;  y  lo  que  me  hubiere  de  llegar  ha  de  correr  y  volar 
mas  que  el  pensamiento. 

Somos  a  quince  de  agosto  en  este  puerto  de  Valparaiso 
de  la  ciudad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo;  y  porque  el 
navio  que  envió  abajo  es  menester  echarlo  a  monte  ^,  y 
no  hai  aquí  pez,  y  en  la  ciudad  de  la  Serena  hai  mucha, 
que  es  una  cera  betume  que  nace  en  unas  ramitas  como 
yerba,  que  dicen  es  para  aderezar  navios  mejor  que  cuan- 
ta pez  gruesa  hai,  y  se  deterná  en  esto  diez  o  doce  dias,  me 
embarco  para  allá  por  no  perder  tiempo  y  acabar  entre 
tanto  estos  despachos,  que  seré  con  ayuda  de  Dios  en  ella 
en  dos  (dias). 


Há  diez  dias  que  llegué  a  esta  ciudad  de  la  Serena  y  he 
acabado  mis  despachos,  y  envió  con  la  bendición  de  Dios 
a  los  mensajeros  para  esa  corte  y  para  el  Cuzco.   El  los 


1  Es  decir,  la  de  Valdivia.  El  jiro  dado    a  la  frase  perjudica  a  la 
claridad. 

2  Repararlo,  remontarlo. 


DOCUMENTOS   RELATIVOS    A    VALDIVIA  241 

lleve  a  todos  a  salvamento,  j  esta  carta  a  poder  de  Y.  Med.; 
y  yo  daré  de  aquí  a  ocho  días  la  vuelta  a  la  de  Santiago  a 
donde  dejé  dada  orden  a  mi  maestre  de  campo  tuviera 
presta  la  jente  para  ir  a  poblar  adelante.  Aquí  he  dicho  a 
los  caciques  sirvan  bien  a  los  cristianos  porque  ahora  envió 
por  muchos,  y  si  no  lo  hacen  pagarán  el  pato;  y  como  has- 
ta aquí  no  les  he  mentido,  temen  y  dicen  servirán.  Con  todo 
esto  dejaré  aquí  tal  orden  que  les  hayan  miedo,  aunque 
como  Y.  Med.  sabe,  siempre  que  la  ven  la  cometen.  Y.  Med 
me  eche  su  bendición  y  haga  mili  mercedes,  pues  yo  nunca 
me  he  de  cansar  de  hacerle  servicios.  Y  así  lo  doi  por  fé  y 
testimonio,  firmado  de  mi  propia  mano  v  firma.  Guarde  y 
prospere  nuestro  Señoría  mui  magníficapersonade Y.Med. 
con  el  acrecentamiento  de  estado  que  yo  deseo,  que  bien  se 
me  puede  fiar.  De  esta  ciudad  de  la  Serena  4  de  setiembre 
1545  años. — Pedro  de  Valdivia. 


YII. 


CARTA   DE   PEDRO   DE  VALDIVIA   A    CARLOS     V,     FECHADA    EN 
SANTIAGO  EN  9  DE  JULIO  DE  1549. 

Sacratísimo  et  invictísimo  César. — Habiendo  a  imitación 
de  mis  pasados,  servido  a  Y.  M.  donde  me  he  hallado  y  en 
estas  partes  de  Indias  y  provincias  de  esta  Nueva  Estrema- 
dura,  dicha  antes  Chili,  y  últimamente  en  la  restauración 
de  las  del  Perú  a  su  cesáreo  servicio  en  la  rebelión  de  Gon- 
zalo Pizarro  bajo  la  comisión  del  licenciado  de  la  Gasea, 
presidente  en  la  real  audiencia  de  los  Reyes,  que  por  el  po- 
der que  de  Y.  M.  trajo,  me  dio  la  autoridad  de  su  goberna- 
dor y  capitán  jeneral  en  este  Nuevo  Estremo,  que  solo  la 
deseaba  para  mejor  y  mas  servir.  En  prosecusion  de  mi  de- 
seo, di  la  vuelta  del,  habiendo  gastado  lo  que  de  acá  llevé, 
y  adeudándome  para  traer  jente  y  otras  cosas  necesarias 
TOMO  vil  16 


242  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


para  su  perpetuación,  y  para  ello  me  avió  i  favoreció  el 
presidente,  como  habrá  hecho  relación  de  todo,  y  yo  asi- 
mismo la  di  por  mi  carta  a  V.  M.  desde  la  ciudad  de  los  Re- 
yes. 

Llegado  aquí  hallé  que  los  indios  del  valle  de  Copiapó, 
que  es  la  primera  población  pasado  el  gran  despoblado  de 
Atacama,  que  de  allí  comiensan  los  límites  de  esta  gober- 
nación, V  los  de  los  valles  comarcanos,  estaban  revelados, 
y  en  aquel  valle  y  en  un  pueblo  que  se  decia  la  Serena,  que 
tenia  poblado  cuarenta  leguas  mas  acá,  ala  vista  (del  mar) 
en  un  mui  buen  puerto  que  era  la  mitad  del  camino  entre 
aquel  valle  y  esta  ciudad,  habian  muerto  cuarenta  y  cuatro 
criptianos  y  destruido  el  pueblo  y  quemado, y  los  indios  en 
estremo  desvergonzados. 

Y  como  traia  prosupuesto,  llegado  a  esta  tierra,  conte- 
ner el  valle  de  Copiapó  y  los  comarcanos  de  paz,  y  que  ser- 
vian  en  aquel  pueblo  que  era  seguridad  del  paso  y  distan- 
cia para  que  pudiese  venir  segura  la  jente  que  hai  de  mas 
allá  en  el  Perú  a  servir  aquí  a  V.  M,,  y  la  llave  de  esta  ciu- 
dad de  Santiago,  que  es  la  puerta  para  entrar  en  la  tierra, 
y  porque  ésta  no  se  me  cerrase  para  el  efecto  de  mi  deseo, 
han  sido  en  demasía  los  trabajos  que  he  tenido  hasta  aquí 
y  gastos  que  he  hecho  en  la  sustentación  de  todo;  y  no  ha- 
ber habido  ningún  provecho  particular  y  ha  sido  Dios  ser- 
vido que  torne  a  los  ya  pasados  de  nuevo,  y  para  no  per- 
der tiempo  en  lo  de  adelante  y  que  la  jente  que  ahora  traje 
conmigo  no  destruya  esta  ciudad  que  tanto  importa,  y  que 
de  seguro  con  mi  salida  y  el  camino  abierto,  como  llegué  a 
ella  día  de  Corpus  Chripti,  presentadas  las  provisiones  rea- 
lesen  cabildo,  las  recibieron,  y  a  mi  por  virtud  de  ellas,  por 
gobernador  y  capitán  jeneral  de  Y.  M.;  y  se  pregonaron 
con  el  regocijo,  solecnidad  y  abtoridad  que  se  acostumbra; 
j  ellos  y  todo  el  pueblo  pudieron.  Proveí  a  la  hora  de  ca- 
pitán 3^  jente  que  conquiste  y  castigue  los  indios  y  pueblo,  y 
a  mi  theniente  jeneral  ^  envío  al  Perú  a  que  traiga  jente,  y 


1  Francisco  de  Villagran, 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A    VALDIVIA  243 

con  ella  vaya  a  poblar  este  verano  otro  pueblo  tras  de  la 
cordillera  de  la  nieve,  en  el  paraje  del  de  la  Serena,  que  hai 
disposición  y  naturales  para  que  el  uno  al  otro  se  favorez- 
can; y  yo  en  el  entretanto  emprenderé  lo  de  adelante,  y  po- 
blaré  una  ciudad  donde  comienza  la  grosedad  de  la  jen  te  y 
tierra,  que  yo  la  tengo  bien  vista;  y  en  demanda  de  esta 
mesma  noticia  y  a  la  ventura  han  andado  todos  los  espa- 
ñoles del  Rio  de  la  Plata  y  los  que  han  salido  al  Perú  aho- 
ra de  aquellas  partes.  Y  yo  espero  en  la  buena  (ventura) 
de  V.  M.;  y  con  lumbre  ir  a  cosa  sabida  y  a  la  causa,  con- 
fiado d^  que  nuestro  Señor  quiere  de  V.  M.  por  manos  de 
mí,  su  mas  humilde  vasallo,  recibir  grande  servicio,  perse- 
verando en  trabajar  y  empeñarme  de  nuevo,  me  disporné  a 
ello  para  sustentar  esto  y  lo  demás  durante  la  vida  que 
Dios  fuere  servido  de  me  dar. 

Invictísimo  César.  Bien  me  persuado  que  para  ser  tenido 
de  los  caballeros  que  siguen  su  real  corte  y  caja  poij^razon 
de  presunción  y  honra  por  tocar  a  la  mia  y  a  mi  interese 
particular,  me  convenia  de  presente  posponer  todos  los 
gastos  que  se  me  ofreciesen  y  solo  atender  a  despachar  a 
V.  M.  persona  propia  a  representar  servicios  y  pedir  mer- 
cedes y  enviar  por  mi  mujer  y  casa;  y  pensábalo  hacer  con 
el  oro  que  tenian  sacado  mis  cuadrillas.  En  tanto  que  fui 
al  Perú  a  servir,  porque  no  fuera  necesario  a  no  se  haber 
ofrecido  este  frangente;  pero  por  la  rebelión  de  los  indios 
y  pérdida  del  pueblo,  me  ha  convenido  con  ello  y  con  lo 
demás  que  he  podido  hallar  prestado  entre  amigos,  en- 
viar ahora  al  Perú  a  mi  theniente  para  traer  mas  jente 
y  proveer  a  esta  necesidad  por  convenir  así  a  lá  honra  de 
Y.  M.;  y  con  ahorro  de  su  real  hacienda,  por  estas  dos  co- 
sas tengo  de  posponer  las  propias  toda  la  vida,  teniendo 
delante  los  ojos  la  obligación  con  que  nací  de  cumplir 
primero  con  mi  rei;  y  como  haya  dado  vado  a  esto  que  es 
lo  principal,  atenderé  a  lo  que  me  tocare  como  accesorio, 
a  Y.  M.   suplico   sean  en  este  caso   accetas  i  mis  escusas 


Aceptadas. 


244  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


pues  van  fundadas  solo  en  hacer  lo  que  soi  obligado  en  el 
servicio  de  V.  M.;  porque  aquello  en  que  mas  pudiere  ser- 
vir estimo  ser  mi  mayor  prosperidad  y  camino  de  salva- 
ción, pues  está  en  la  mano  el  poderse  convertir  grandes 
provincias  populatísimas  de  que  nuestro  Señor  será  tan 
servido  y  el  real  patrimonio  de  V.  M.  ampliado,  etc. 

Sacratísimo  César.  Nuestro  Señor  por  largos  tiempos 
guarde  la  sacratísima  persona  de  V.  M.  con  augmento  de 
la  cristiandad  y  monarquía  del  universo.  Desta  ciudad  de 
Santiago  del  Nuevo  Estremo,  nueve  de  julio  mil  quinientos 
cuarenta  y  nueve. — El  mas  humilde  subdito  y  vasallo  de 
V.  M.  que  sus  sacratísimas  manos  besa. — Pedro  de  Val- 
divia. 


VIII. 


Instrucción  de  lo  que  han  de  pedir  y  suplicar  a  s.  m. 
y  a  los  señores  presidentes  y  oidores  de  su  real 
CONSEJO  DE  Indias   en    nombre  de  pedro  de  valdivia, 

GOBERNADOR  E  CAPITÁN  JENERAL  EN  SU  CESÁREO  NOMBRE 
EN  ESTAS  PROVINCIAS  DICHAS  Y  NOMBRADAS  POR  EL  DE 
LA  NUEVA  ESTREMADURA,  COMO  DESCUBRIDOR  Y  PRIMERO 
POBLADOR,  CONQUISTADOR,  REPARTIDOR  E  SUSTENTADOR 
DELLAS,  E  CON  SU  PODER  EL  REVERENDO  PADRE,  BACHI- 
LLER EN  TEOLOJÍA  RODRIGO  GONZÁLEZ,  CLÉRIGO  PRESBÍ- 
TERO, E  ALONSO  DE  AGUILERA,  TENIDO  Y  ESTIMADO  POR 
CABALLERO  FIJODALGO  CUANDO  DIOS  SEA  SERVIDO  DE  LOS 
LLEVAR  EN  SALVAMENTO  A  ESPAÑA  Y  CORTE  DE  S.  M.  Y  LO 
QUE  HAN  DE  HACER  Y  DECIR  AMBOS  JUNTOS  O  EL  QUE  DE 
ELLOS  DOS  SE  PRESENTASE  ANTE  SU  CESÁREO  ACATAMIEN- 
TO Y  DE  LOS  SEÑORES  PRESIDENTES  Y  OIDORES  DE  SU  REAL 
CONSEJO  DE  LAS  INDIAS.    ^ 

Primeramente  dar  vuestras  mercedes  las  cartas    que  lle- 
ven mias  para  S.  M.  y  para  los  dichos  señores  de  su  conse- 


1  Por  un  simple  descuido  se  dijo  en  la  introducción  de  estos  do- 
cumentos que  estas  instrucciones  fueron   hechas  en  1552  para  ser- 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  245 

jo  de  Indias;  v  de  mi  parte  besarles  las  manos  con  aquel 
acatamiento  y  obediencia  y  devoción  e  humildad  que  debo 
al  vasallaje  y  sujeción  con  que  nací  de  vasallo  de  S.  M.;  re- 
presentándolo como  soi  obligado  a  lo  ser.  E  deben  hacerlo 
en  mi  nombre. 

Dar  mis  cartas  particulares  que  van  para  sus  señorias  e 
mercedes  ofreciéndose  a  cada  uno  por  servidor  con  aquella 
afición  e  voluntad  que  yo  a  vuestras  mercedes  lo  he  signifi- 
cado. 

Dar  asimismo  las  cartas  que  llevan  mias  para  los  gran- 
des señores  de  la  corte  de  S.  M.;  besándoles  asimismo  las 
manos  de  S.  S.  S.,  de  mi  parte,  y  representándome  y  ofre- 
ciéndome por  su  servidor,  en  particular  de  S.  S.  suplicán- 
doles a  lo  que  fuere  justo,  me  reciban  en  el  número  de  sus 
servidores  e  criados  de  sus  ilustrísimas  casas. 

Darán  vuestras  mercedes  asimismo  mis  cartas  a  todos 
los  demás  caballeros  e  personas  para  quien  van,  hablando 
a  cada  uno  como  vieren  que  conviene  al  tratamiento,  y  ser 
de  su  persona  de  mi  parte  para  animarlos  a  que  me  conoz- 
can los  que  no  me  conocen,  e  se  sirvan  de  mi  e  me  envien  a 
mandar  como  de  mi  parte  se  les  puede  pedir  por  merced  me 
favorezcan  e  ayuden  en  mis  cosas  como  yo  haré  en  las  su- 
yas en  todo  tiempo;  e  a  los  que  me  conocen  dándoles  la 
cuenta  de  mí  que  querrán  haber,  persuadiéndoles  e  pidién- 
doles por  merced  de  mi  parte  me  amen  con  aquella  volun- 
tad que  yo  los  amo;  y  en  esta  fecha  me  remito  a  las  pru- 
dencias de  vuestras  mercedes  en  lo  demás. 

Han  de  informar  vuestras  mercedes  a  S.  M.  e  a  los  seño- 
ñores  de  su  real  consejo  de  Indias  de  las  cosas  que  aquí  se 
dirán,  atento  que  de  todas  ellas  doi  parte  a  S.  M.  en  mis 
cartas,  y  no  me  alargo  en  la  relación  de  ellas,  aunque  van 
largas  e  prolijas,  conforme  a  lo  que  hai  que  decir  de  tanto 
tiempo  cuanto  ha  que  vine  a  estas  partes    a  servir  a  S.  M. 


vir  a  Alderete  en  su  viaje  a  España.  Son,  como  se  vé,  de  1550;  i  las 
llevó  Alonso  de  Aguilera.  El  clérigo  González  Marmolejo,  que  fué 
después  el  primer  obispo  de  Santiago,  no  hizo  al  fin  el  viaje. 


24í>  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


y  a  que  le  sirvo  treinta  años  ha  en  el  arte  militar    y  traba- 
jos de  la  guerra. 

Hacer  relación  sucintamente  como  serví  a  S.  M.  en  Ita- 
lia en  tiempo  del  Próspero  Colona  e  marqués  de  Pescara 
hasta  que  murió,  en  el  adquerir  el  estado  de  Milán  i  como 
buen  soldado,  por  imitar  a  mis  antepasadOvS  que  se  emplea- 
ron Y  emplean  de  cada  dia  en  lo  mesmo,  y  servir  en  Flan- 
des  quando  S.  M.  estaba  en  Valenciana  e  iba  el  rei  de  Fran- 
cia sobre  ella.  ^ 

Dar  relación  de  como  pasé  a  estas  partes  de  Indias,  año 
de  quinientos  e  treinta  e  cinco,  y  me  hallé  en  el  descubri- 
miento e  conquista  de  Venezuela  un  año. 

Dar  relación  de  como  el  año  adelante  ó^  quinientos  e 
treinta  e  seis  pasé  a  las  provincias  del  Perú  a  la  nueva  que 
por  aquellas  partes  donde  yo  estaba  se  decia  de  la  rebelión 
del  inga,  natural  señor  de  ellas,  con  todos  los  naturales, 
de  su  levantamiento  contra  el  servicio  de  S.  M.  e  aprieto 
en  que  tenian  a  los  cristianos,  que  era  en  término  de  matar 
al  marqués  Pizarro  que  los  gobernaba,  e  a  los  demás  vasa- 
llos de  S.  M.,  vecinos  conquistadores  que  con  él  estaban, 
con  la  gran  guerra  que  les  daban;  y  como  movido  por  ser- 
vir a  S.  M.  en  la  posesión  que  tenia  hecha,  pasé  a  servir  e 
avudar  a  las  defender  o  morir;  e  como  en  llegando  ante  el 
dicho  marqués  Pizarro,  sabiendo  mi  deseo  e  práctica  que 
tenia  de  las  cosas  de  la  guerra,  me  elijió  por  su  maestre  de 
campo  jeneral  en  nombre  de  S.  M.;  y  con  esta  abtoridad 
trabajé  de  las  pacificar  así  de  criptianos  por  las  pasiones 
del  adelantado  don  Diego  de  Almagro,  como  de  los  natura- 
les e  rebelión  suya;  e  como  conquisté  dos  veces  las  provin- 
cias del  Collao  e  los  Charcas,  e  ayudé  a  poblar  la  villa  de 
la  Plata,  en  ellas,  e  traje  de  paz  toda  la  tierra,  la  cual  ha 
servido  hasta  el  dia  de  hoi  e  sirve. 

Informar  y  dar  relación  como  el  dicho  marqués  Pizarro 
en  remuneración  de  los  servicios  que  a  S.  M.  hice    en  térmi- 


1  Años  de  1522  a  1525. 

2  Durante  los  últimos  meses  de  1521. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDITIA  247 

no  de  cuatro  años  que  trabajé,  me  dio  en  depósito  j  enco- 
mienda el  valle  todo  llamado  de  la  Canela,  que  después  que 
vo  le  dejé  le  dio  al  capitán  Peranzures  e  a  su  hermano  Gas- 
par Rodríguez  y  a  Diego  Centeno;  e  Vaca  de  Castro,  cuan- 
do gobernó  aquellas  provincias  del  Perú  a  S.  M.,  dio  en  él 
de  comer  a  tres  conquistadores,  que  faé  a  los  capitanes 
Diego  Centeno,  Lope  de  Mendoza  e  Dionisio  de  Bobadilla, 
el  cual  repartimiento  vale  y  ha  valido  cada  ano  mas  de 
doscientos  mili  castellanos  ^  de  renta.  Y  asimismo  ayudé  a 
descubrir  las  minas  de  plata  en  el  cerro  rico  e  asiento  de 
Porco,  e  hobe  en  él  una  que  ha  valido  mas  de  doscientos 
(mili)  castellanos.  E  decir  como  por  venir  a  servir  a  S.  M. 
en  esta  empresa,  descubrimiento  e  población  dejé  a  los  in- 
dios y  valles  etc.,  asimismo  ^  la  mina  para  que  lo  diesse 
todo  el  marqués  a  otros  conquistadores,  e  cumpliessen  con 
ellas,  sin  haber  un  solo  peso  de  oro  de  intereses  ni  mas  por 
ella. 

Informar  e  dar  relación  como  por  la  vuelta  de  la  provin- 
cia de  Chile  del  adelantado  don  Diego  de  Almagro,  que  a 
ella  vino  con  quinientos  de  a  caballo,  y  se  volvió  al  Perú 
dejándola  desamparada,  quedó  la  tierra  mas  mal  infamada 
de  cuantas  hai  en  las  Indias,  e  que  con  todo  esto  pedí  al 
marqués  Pizarro  que  me  diesse  abtoridad  de  parte  deS.  M. 
para  venir  con  la  jente  de  pie  e  a  caballo  que  yo  pudiesse 
hacer,  a  la  conquistar  e  poblar,  y  descubrir  mas  provincias 
adelante,  a  poblarlas  en  su  real  nombre,  por  cuanto  tenia 
deseo  de  me  emplear  en  la  retauracion  desta  tierra  porque 
sabia  que  se  hacia  mui  grande  servicio  a  S.  M.  ep  ello.  E 
viendo  mi  voluntad,  el  marqués  me  dijo  que  se  espantaba 
como  quería  dejar  lo  que  tenia,  que  era  tan  bien  de  comer 
como  él,  e  aquella  mina,  por  emprender  cosa  de  tanto  tra- 
bajo; e  como  vio  mi  ánimo  e  determinación,  por  una  cédula 
de  S.  M.  dada  en  Monzón  año  de  treinta   y  siete,  refrenda- 


1  El  castellano  equivalía  a  un  peso  de  oro,   esto    es,    tres  pesos 
siete  centavos  de  nuestra  moneda  (de  48  d.) 

2  Como  asimismo. 


248  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


da  de  Francisco  de  los  Cobos,  secretario  de  su  real  consejo 
secreto,  en  que  por  ella  mandaba  al  marqués  enviasse  a 
poblar  e  conquistar  e  gobernar  el  nuevo  Toledo  e  las  pro- 
vincias de  Chile,  de  donde  habia  vuelto  Almagro,  me  man- 
dó viniesse  a  poner  mi  buen  propósito  en  cumplimiento  de- 
11a;  y  así  con  los  despachos  que  me  dio,  y  por  virtud  de  la 
dicha  cédula,  yo  vine  a  servir  a  estas  partes  partiendo  del 
Perú  en  el  mes  de  enero  de  quinientos  cuarenta  años. 

Informar  asimismo  como  para  hacer  esta  jornada,  el 
marqués  Pizarro  no  me  favoreció  ni  con  un  tan  sólo  peso 
de  la  caja  de  S.  M.  ni  suyo,  y  como  a  mi  costa  hice  la  jente 
e  gastos  que  convino  para  la  jornada,  e  adeudé  por  lo  poco 
que  hallé  prestado,  demás  de  lo  cual  presente  yo  tenia,  en 
mas  de  setenta  mili  castellanos. 

Informar  asimismo  de  los  trabajos  que  pasé  en  el  camino 
por  conducir  la  jente  a  estas  provincias  para  hacer  el  fruto 
que  se  ha  hecho  en  ellas,  y  en  servicio  de  Dios  y  de  S.  M., 
siendo  algún  instrumento  para  que  no  pereciessen  españo- 
les, asi  por  los  grandes  despoblados  que  hai  y  falta  de  co- 
mida e  agua,  como  indios  de  nuestro  servicio  e  cargas;  y 
llegados  al  valle  de  Copiapó,  lo  que  trabajé  en  hacer  la 
guerra  a  los  naturales  e  fuertes  que  les  rompí,  y  la  guerra 
que  hice  por  todos  los  valles  adelante,  hasta  que  llegué  al 
valle  del  Mapocho  que  es  cien  leguas  de  Copiapó,  e  fundé 
la  ciudad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo  a  los  veinte  e 
cuatro  de  febrero  del  año  mili  quinientos  e  cuarenta  e  uno^ 
formando  cabildo,  justicia  e  rejimiento. 

Infor,mar  asimismo  como  después  de  nos  haber  servido 
los  naturales  cinco  meses  e  dado  la  obediencia  a  S.  M.  se 
me  rebelaron  quemando  el  buen  bergantin  que  habia  hecho 
hacer  con  harto  trabajo  para  enviar  mensajero  a  S.  M.  a 
darle  cuenta  de  mí  e  de  la  tierra  e  conquista  e  población  de 
la  ciudad,  y  para  solicitar  al  marqués  Pizarro  a  que  me  en- 
viase algún  socorro  déjente  de  a  caballo  e  armas  para  co- 
rrejir  a  los  naturales  a  que  sirviessen,  e  a  poblar  otra  ciu- 
dad mas  adelante. 

Informar  asimismo  como  se  juntó  toda  la  tierra  andan- 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A    VALDIVIA  249 

do  YO  con  ciento  de  a  caballo  a  deshacer  los  fuertes  donde  la 
jente  de  guerra  se  favorecía,  a  quince  o  veinte  leguas  de  la 
ciudad.  Habiendo  dejado  la  guardia  de  ella  al  capitán  Alon- 
so de  Monroy  con  treinta  de  a  caballo  e  veinte  peones,  vi- 
nieron hasta  ocho  mil  indios  de  todos  los  valles  atrás,  e 
dieron  en  la  ciudad  i  quemáronla  toda,  sin  dejar  un  palo 
enhiesto  ^  en  ella,  y  pelearon  todo  un  dia  con  los  cristia- 
nos, y  matáronles  veinte  e  tres  caballos  e  dos  cristianos,  que- 
mándosenos cuanto  teniamos  para  remendar  y  proveer  a 
los  trabajos  de  la  guerra,  no  quedándonos  mas  de  los  andra- 
jos e  ^rmas  que  traiamos  a  cuestas;  y  al  venir  de  la  noche, 
estando  todos  los  cristianos  heridos,  dan  en  los  indios  con 
tanto  ánimo  que  los  desbaratan,  e  huyeron;  e  fueron  ma- 
tando en  el  alcance  toda  aquella  noche;  y  como  lo  supe,  di 
la  vuelta  y  reedificfué  la  ciudad. 

Informar  asimismo  como  despaché,  viendo  el  bergantín 
quemado,  con  cinco  soldados  a  caballo  que  no  le  puede  dar 
mas,  el  capitán  Alonso  de  Monroy,  caballero  hijodalgo, 
por  tierra,  a  las  provincias  del  Perú  a  que  llevasse  los  des- 
pachos de  V.  M.,  e  los  enviasse  de  allí,  y  él  volviesse  con  el 
socorro  que  pudiese  traer,  e  fué  en  grande  aventura  como 
(en)  la  (que)  quedábamos  asimismo  acá;  y  llevaron  todos 
hasta  diez  mili  castellanos,  que  por  el  embarazo  e  porque 
habian  de  ir  a  noche  e  mesón  por  tierra  de  guerra  e  despo- 
blados, hice  hacer  dellos  seis  pares  de  estriberas,  e  los  po- 
mos e  puños  e  cruces  de  las  espadas,  e  así  se  dcv^pidieron  de 
mí  para  su  jornada.  Como  en  el  valle  de  Copiapó  mataron 
los  indios  los  cuatro  con  salirles  de  paz,  e  prendieron  al 
Monroy  e  al  otro  compañero,  tomáronles  el  oro  e  rompie- 
ron los  despachos.  Al  cabo  de  tres  meses  mataron  al  caci- 
que principal,  e  huyeron  en  sendos  caballos  a  las  provincias 
del  Perú.  Llegaron  a  tiempo  que  gobernaba  el  licenciado 
Vaca  de  Castro,  estando  en  la  ochava  de  la  victoria  ^  que 
habia  habido  contra  el  hijo  de  don  Diego   de   Almagro.  Pi- 


1  Un  palo  en  pié. 

2  Ocho  días  después  de  la  victoria. 


250  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


dióle  licencia  e  favor  para  volver  con  el  socorro  (de)  jente 
que  pudiese  hacer.  Diósela  y  el  Monroj  buscó  quien  lefavo- 
reciesse  para  lo  traer:  halló  hasta  ocho  mili  pesos,  con  que 
dio  socorro  de  sesenta  de" a  caballo  que  trajo  consigo  por 
tierra,  e  un  navio  con  hasta  cuatro  mili  pesos  de  empleo  de 
Arequipa;  y  con  media  docena  de  botijas  de  vino  para  de- 
cir misa,  porque  cuando  partfó  podia  quedar  en  la  ciudad 
hasta  una  azumbre,  lo  cual  faltó  cinco  meses  antes  que 
fuesse  de  vuelta,  y  como  me  obligó  a  que  pagasse  yo  acá 
por  la  cantidad  dicha  para  el  socorro  e  pago,  mas  de  se 
tenta  mili  pesos.  Tardó  desde  el  dia  que  partió  hasta  que 
volvió  ante  mí  dos  años  justos. 

Informar  asimismo  el  trabajo  que  pasé  en  estos  dos  años 
en  la  guerra,  e  como  hice  un  cercado  e  fuerte  destado  e  me- 
dio en  alto,  de  mili  y  seiscientos  pies  en  cuadro  que  llevó 
doscientos  mili  adobes  de  a  vara  de  largo  v  un  palmo  de 
alto;  e  que  a  ellos  y  a  el  hicimos  a  fuerza  de  brazos  los  va- 
sallos de  S.  Al.,  e  con  nuestras  armas  a  cuestas,  sin  descan- 
sar unhora  ^  trabajamos  en  él  hasta  que  se  acabó;  y  esto 
a  fin  de  que  seacojiesse  allí  la  jente  menuda,  e  lo  guardas- 
sen  los  peones,  e  los  de  a  caballo  saliésemos  a  los  indios  que 
nos  venian  a  matar  nuestras  piezas  de  servicio  e  hijos  a  las 
puertas  de  nuestras  casas,  según  estaban  tan  desvergonza- 
dos, e  (a)  arrancarnos  nuestras  sementeras;  porque  viendo 
que  nos  dábamos  a  sembrar  temian  que  no  nos  habíamos 
de  volver;  e  por  forzarnos  a  ello,  nos  hacian  grand  guerra 
en  todo;  y  ellos  no  sembraban  manteniéndose  de  ciertas 
cebolletas,  e  otras  legumbres  que  prodúcela  tierra  de  suyo; 
\^  en  estos  trabajos  perseveramos  los  dos  años  dichos,  y  el 
primero  sembramos  hasta  dos  almuezas  de  trigo  que  halla- 
mos buenas  entre  obra  de  media  hanega  que  nos  quemaron 
los  indios,  y  habíamos  traido  para  sementarnos;  y  de  aque- 
llas dos  almuezas  se  corrijieron  aquel  año  doce  hanegas, 
que  parece  lo  quiso  Dios  dar  así.  E  con  aquellas  nos  semen 
tamos.  Cojimos  el  otro  año  al   pie  de  doce  mili;  e  con  una 


1  Una  hora. 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A    VALDIVIA  251 

cochinilla  e  un  porquezuelo,  que  todos  los  demás  nos  ma- 
taron los  indios,  multiplicamos  en  aquellos  dos  años.  B 
una  pollita  e  un  pollo,  questos  salvó  una  dueña  que  con  no- 
sotros estaba  ^  se  ha  multiplicado  gran  cantidad  de  gana- 
do e  gallinas;  y  en  esto  y  en  defendernos  y  en  defender  a  los 
indios  no  dejándolos  estar  seguros  en  parte  ninguna,  en- 
tendí los  dos  años  dichos;  e  (en)  repartir  la  tierra  (a)  oscu- 
ras e  sin  tener  relación,  porque  así  convino  a  la  sustenta- 
ción de  ella  por  aplacar  los  ánimos  de  los  conquistadores, 
dando  cédulas  de  repartimento  a  mas  de  setenta,  porque 
con  aquello  atenderian  a  los  trabajos  que  por  delante 
tenian. 

Informar  asimismo  como  por  el  mes  de  enero  del  año  de 
quinientos  e  cuarenta  e  cuatro  llegó  el  capitán  Alonso  de 
Monroy  de  vuelta  a  la  ciudad  de  Santiago  con  los  vSesenta 
de  (a)  caballo,  e  cuatro  meses  antes  llegó  el  navio  que  des- 
pachó desde  el  Perú. 

Informar  asimismo  como  llegada  esta  jente  salí  a  con- 
quistar la  tierra,  y  contreñí  tanto  a  los  naturales  rom- 
piéndoles todos  los  fuertes  que  tenian,  que  de  puros  cansa- 
dos y  muertos  de  andar  por  las  nieves  e  bosques  como  ali- 
mañas, brutas,  vinieron  a  servir,  e  nos  han  servido  hasta  el 
dia  de  hoi  sin  se  rebelar,  e  vi  la  tierra  toda,  e  declaré  los 
caciques  e  indios  que  habia  que  eran  pocos,  e  de  aquellos 
habíamos  muerto  en  las  guerras  buena  parte. 

Informar  asimismo  como  poblé  luego  la  ciudad  de  la  Se" 
rena  en  un  puerto  de  mar  mui  bueno  e  seguro  en  el  valle 
que  se  dice  de  Coquimbo,  que  es  a  la  mitad  del  camino  de 
entre  la  ciudad  de  Santiago  y  el  valle  de  Copiapó,  a  efecto 
que  pudiessen  venir  sin  riesgo  los  cristianos  a  servir  a 
S.  M.  en  estas  provincias,  de  las  del  Perú,  y  que  los  indios 
no  los  matassen  ni  pereciessen  por  falta  de  comidas;  y  con 


1  Este  hecho  se  refiere  sin  duda  a  Inés  Suarez,  la  única  mujer  es- 
pañola que  habia  entonces  entre  los  conquistadores.  Valdivia  no 
hace  de  ella  otra  reterencia  en  sus  cartas,  i  aun  aquí  mismo  no  la 
nombra. 


252  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


el  trabajo  que  la  sustenté  teniendo  siempre  demás  de  trece 
vecinos  que  eran,  otros  diez  o  doce  soldados  a  la  sustenta- 
ción de  ella,  visitándolos  de  dos  en  dos  meses  con  jente  por 
tierra,  e  con  un  barco  que  hice  hacer  para  este  efecto  en- 
viándoles  siempre  trigo,  gallinas  e  puercos  para  que  crias- 
sen  j  sembrassen  y  se  pudiessen  sustentar. 

Informar  asimismo  como  el  junio  adelante  del  dicho  año 
de  cuarenta  i  cuatro,  vino  al  puerto  de  Valparaiso,  que  es 
el  de  la  ciudad  de  Santiago,  un  navio  que  trajo  el  capitán 
Juan  Bautista  de  Pastene,  suyo,  piloto  mayor  de  esta 
mar  del  sur,  por  los  señores  de  la  real  audiencia  de  Pana- 
má, con  hasta  quince  mili  castellanos  de  empleo  de  Pana- 
má, que  trajo  un  criado  del  licenciado  Vaca  de  Castro,  que 
se  llamaba  Juan  Calderón  de  la  Barca,  e  como  tomé  de 
mercaderías,  armas  e  otras  cosas  necesarias  para  repartir 
entre  los  conquistadores  para  la  sustentación  de  la  tierra, 
al  pié  de  ochenta  mili  castellanos  i. 

Informar  asimismo  que  para  estos  efectos  he  ayudado  a 
soldados  con  armas  e  caballos  que  les  he  dado  en  veces 
mas  de  cincuenta,  hecho  otros  gastos  mui  crecidos  para 
perpetuar  esta  tierra  a  S.  M.,  se  me  ha  perdido  gran  can- 
tidad de  oro  por  enviar  mensajeros  a  S.  M.  y  por  socorro 
a  las  provincias  de  Perú  y  de  todo  ello,  no  ha  cabido  fru- 
to ninguno,  ni  tampoco  han  llegado  mis  despachos  ante 
S.  M.,  y  no  ha  sido  por  falta  mia,  sino  por  la  malicia  de 
alguno  de  los  mensajeros,  como  adelante  se  inñjrmarán, 
pero  por  las  alteraciones  que  ha  habido  en  el  Perú,  e  por 
haberse  quedado  allí  algunos  de  los  mensajeros  que  envia- 
ba a  S.  M.  e  otros  muertos. 

Informar  asimismo  como  vista  la  voluntad  del  piloto  e 
capitán  Juan  Bautista  de  Pastene  y  con  el  celo  que  habia 
venido  al  socorro  de  esta  tierra  con  su  navio  llamado  ''San 
Pedro",  que  fué  por  servir  a  S.  M.  y  se  me  ofreció  de  le  ser- 


1  Este  pasaje  solo  puede  espHcarse  aceptando  que  Calderón  de 
la  Barca  vendía  en  Chile  sus  mercaderias  pidiendo  cinco  o  seis  ve- 
ces el  valor  que  habia  pagado  en  Panamá. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  253 

vir,  y  a  mí  en  su  cesáreo  nombre,  y  le  conocí  por  hombre 
de  valor  y  de  prudencia  y  esperiencia  de  guerra  de  indios  e 
nuevos  descubrimientos,  le  fié  y  di  la  notoriedad  de  mi  lu- 
gar teniente  de  capitán  jeneral  en  la  mar,  y  le  envié  con  su 
navio  y  con  otro  en  conserva  e  jente  la  que  era  menester,  a 
que  me  descubriese  por  la  costa  arriba  del  estrecho  de  Ma- 
gallanes hasta  doscientas  leguas,  e  me  trajesse  lenguas;  y 
envié  en  su  compañía  e  para  que  me  tomase  posesión  de  la 
tierra,  al  capitán  Jerónimo  de  Alderete,  criado  deS.  M.;  e 
a  Juan  de  Cárdena,  escribano  mayor  del  juzgado  desta  go- 
bernación, a  que  se  diesse  testimonio  de  la  posesión  que  se 
tomaba,  e  porque  todos  tres  son  mui  celosos  del  servicio 
de  S.  M.  E  así  se  fueron  e  me  trajeron  lenguas,  e  tomaron 
la  posesión,  como  se  podrá  ver  por  el  treslado  abtorizado 
del  mismo  Juan  de  Cárdena,  que  vuestras  mercedes  llevan, 
diciendo  como  este  descubrimiento  me  causó  otra  cantidad 
de  pesos  de  oro  de  gasto  que  pesó  la  suma  que  por  lo  poder 
hacer  hice  de  mas  de  veinticinco  mili  pesos. 

Informar  asimismo  como  en  viniendo  del  descubrimiento 
dicho  procuré  de  echar  a  las  minas  los  anaconcillase  indios 
de  nuestro  servicio,  porque  los  naturales  atendiessen  a  sem- 
brar, e  los  vasallos  de  S.  M.  les  llevábamos  la  comida  en 
nuestros  caballos  a  las  minas,  que  eran  doce  leguas  de  la 
ciudad;  y  esta  comida  la  sacábamos  de  los  cueros  partien- 
do por  medio  lo  que  teníamos  para  nos  sustentar  a  noso- 
tros y  a  nuestros  hijos,  habiéndolas  sembrado  y  cojido  con 
el  trabajo  de  las  personas;  e  así  aquella  demora,  que  fueron 
hasta  ocho  meses,  con  estas  pececillas  i,  que  fueron  hasta 
cuando  se  sacaron  hasta  setenta  mili  castellanos.  Todos  los 
vasallos  de  S.  M.  me  dieron  e  prestaron  lo  que  era  suyo;  e 
con  ello  e  con  lo  que  yo  tenia  acordé  de  enviar  de  nuevo  con 
él  un  navio  de  los  dos  que  tenia,  mensajero  a  S.  M.  y  otros 
al  Perú  a  que  me  tornassen  a  traer  mas  socorro. 

Informar    asimismo  como  despaché    luego    al   capitán 


1   Piececillas,  diminutivo  de    piezas.  Se  sabe  que  los  conquista- 
dores llamaban  pieza  los  indios  de  servicio  que  echaban  al  trabajo. 


254  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Alonso  de  Monroy  e  al  capitán  e  piloto  Juan  Bautista  de 
Pastene  en  su  navio  para  que  él  uno  por  tierra  y  el  otro 
por  la  mar  me  volviessen  con  socorro  de  jente,  caballos  e 
armas  e  las  demás  cosas  necesarias,  trayéndome  de  esto 
todo  lo  que  pudiessen,  y  envié  a  S.  M.  un  mensajero  que  se 
llamaba  Antonio  de  UUoa,  natural  de  Cáceres,  con  el  cual 
escribí  largo  dando  cuenta  a  S.  M.  ya  los  señores  de  su 
real  consejo  de  Indias,  de  la  conquista  de  esta  tierra  e  po- 
blación de  la  ciudad  de  Santiago  y  descubrimiento  por  mar. 
Entre  ellos  tres  y  otros  dos  mercaderes  repartí  el  oro  que 
digo  se  sacó,  para  que  todos  trajessen  el  recaudo  que  pu- 
diessen a  esta  tierra  para  su  perpetuación  e  para  que  An- 
tonio de  UUoa  pudiesse  ir  a  dar  cuenta  a  S.  M.  de  mí,  y 
presentarle  mis  despachos.  Así  partió  el  navio  a  los  cuatro 
de  setiembre  de  mili  y  quinientos  e  cuarenta  e  cinco  años. 

Informar  como  fui  a  la  ciudad  de  la  Serena  a  despachar 
este  navio  con  los  mensajeros  que  habian  de  ir  a  S.  M.  y  al 
Perú,  e  por  visitar  aquella  ciudad  y  dejar  buen  recaudo  en 
ella,  porque  determinaba  luego  de  vuelta  que  fuese  en  la 
ciudad  de  Santiago,  ir  por  tierra  a  descubrir  donde  pudies- 
se poblar  otra  ciudad.  Y  así  en  llegando,  hice  apercibir  se- 
senta de  (a)  caballo  bien  armados  con  las  lanzas  en  las 
manos  a  la  lijera  e  descubrí  hasta  un  rio  grande  que  se  dice 
Biobio,  que  está  cincuenta  leguas  de  la  ciudad  de  Santiago, 
donde  me  dieron  hasta  ocho  mili  indios,  una  noche,  habién- 
doles dado  guazabaras  1.  Otros  dos  dias  pelearon  mui 
reciamente,  y  estuvieron  fuertes  al  pié  de  dos  horas  en  un  es- 
cuadrón, como  tudescos.  Al  fin  los  rompí,  e  huyeron  e  ma- 
tamos su  capitán  y  hasta  doscientos  indios,  y  ellos  nos  ma- 
taron dos  caballos,  y  hirieron  otros  diez  o  doce  cristianos  y 
caballos.  Y  teniendo  nueva  cierta,  como  los  indios  destapar- 
te del  rio  y  de  aquella,  que  es  gran  cantidad  déjente,  esta- 
ba junta  para  nos  tomar  todos  los  pasos  y  dar  en  noso- 
tros, determiné  de  dar  la  vuelta  porque  a  suceder  algún  re- 
vés, que  no  se  pudiera  escusar  por  ser    pocos  e    los  indios 


1   Ataques  de  guerra.  Los  españoles  trajeron  esta  voz  del  Perú. 


i 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  255 

muchos,  quedaba  en  riesgo  la  ciudad  de  Santiago  (e)  la  de 
la  Serena,  acordé  de  dar  la  vuelta  habiendo  visto  el  sitio  e 
tierra  donde  se  podia  poblar;  y  así  lo  di  a  entender  a  los 
indios  e  que  supiessen  que  no  venia  a  otra  cosa. 

Informar  asimismo  como  vuelto  del  descubrimiento, 
que  tardé  mes  v  medio  en  ir  y  volver,  atendí  a  hacer  sem- 
brar, creyendo  venían  mis  capitanes  presto  con  jente,  y  a 
que  se*sacasse  algún  oro  para  si  me  conviniesse  despachar 
mas  mensajeros.  Luego,  el  mes  de  setiembre,  que  ya  era  un 
año  que  habian  partido,  determiné  a  hacer  a  S.  M.  otro 
mensajero  con  el  duplicado  (de  lo)  que  llevó  Antonio  de 
Ulloa,  e  con  lo  demás  que  habia  que  decir  del  descubrimien- 
to por  la  tierra  próspera  que  habia  hallado,  que  se  llamaba 
Juan  Dávalos,  natural  de  las  Garrovillas,  y  llevó  dineros 
también  para  dar  a  mis  capitanes,  si  los  topasse  con  nece- 
sidad. Topó  al  piloto  Juan  Bautista,  y  no  le  dio  nada  ni 
fué  a  S.  M.,  y  echó  los  despachos  al  mar;  y  aun  me  llevó 
mis  dineros  sin  nunca  mas  verle.  Fué  este  mensajero  en  un 
barco  que  teniamos  hecho  para  pescar  y  nos  sustentar  con 
el  pescado  que  tomábamos  con  el  chinchorro.  Fueron  en  el 
barco  mió  y  de  particulares,  todo  para  beneficio  de  la  tie- 
rra, mas  de  setenta  mili  castellanos.  Todo  se  perdió  y  nunca 
se  hubo  fruto  de  ello  acá. 

Informar  asimismo  como  desde  ahí  a  trece  meses  llegó 
el  capitán  Juan  Bautista  del  Perú,  que  habia  veinticinco 
meses  que  se  habia  partido  de  mí,  y  me  dio  aviso  de  las  re- 
vueltas del  Perú  y  prisión  del  visorei  Blasco  Nuñez  Vela  y 
desbarate  suyo  en  Quito  y  muerte  de  su  persona  por  Gon- 
zalo Pizarro  e  los  suyos,  e  como  el  dicho  Gonzalo  Pizarro 
estaba  alzado  y  rebelado  con  la  tierra  contra  el  servicio 
deS.  M.,ecomo  murió  el  capitán  Alonso  de  Monroy;  e 
Antonio  de  Ulloa,  el  mensajero  que  enviaba  a  S.  M.  habia 
abierto  los  despachos  e  después  de  leidos  y  hecho  burla  de 
ellos  con  otros  mancebos  como  él,  los  rompió  y  se  fué  a 
Quito  a  servir  a  Gonzalo  Pizarro,  y  se  halló  en  la  batalla 
contra  el  visorei,  e  como  por  este  servicio  que  habia  hecho 
a  Gonzalo  Pizarro,  le  pidió  licencia  para  hacerjentey  traer- 


256  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


rae  socorro;  e  desque  sevido  de  esta  parte  de  los  Reyes,  se 
declaró  venia  a  me  matar  e  dar  la  tierra  a  Gonzalo  Pizarro; 
y  a  ello  me  dijieron  le  había  ayudado  y  favorecido  un  Lo- 
renzo de  Aldana,  que  era  a  la  sazón  teniente  e  justicia  ma- 
yor en  los  Reyes  por  Gonzalo  Pizarro,  e  me  tomó  los  dine- 
ros que  llevaba  el  Monroy,  que  murió  allí,  y  los  dio  al 
UUoa,  y  él  los  desperdició  y  gastó  como  se  le  antojó,  sin 
haber  aprovechado  yo  ninguno  de  ello.  Y  me  fué  causa  el 
dicho  Ulloa  de  perder  mas  de  ochenta  mili  castellanos,  y  lo 
peor  la  mala  obra  que  me  hizo  en  no  enviar  los  despachos 
a  S.  M.  Y  llegado  a  Atacama  con  la  jente,  dio  la  vuelta  a 
los  Charcas  a  se  juntar  con  un  Alonso  de  Mendoza,  her- 
mano de  Juan  Dávalos,  que  a  S.  M.  enviaba;  y  no  fué,  que 
era  capitán  de  Gonzalo  Pizarro  en  los  Charcas,  con  volun- 
tad de  ir  ambos  a  Gonzalo  Pizarro  porque  los  habia  envia- 
do a  llamar,  diciendo  tener  necesidad  de  ellos  para  ir  con- 
tra el  presidente  de  La  Gasea  que  estaba  en  Panamá  i 
pasaba  al  Perú  enviado  por  S.  M. 

Informar  asimismo  como  este  Antonio  de  Ulloa  fué  causa 
de  que  matassen  los  indios  del  valle  de  Copiapó  diez  o  doce 
cristianos,  e  pusiessen  en  término  de  matar  otros  tantos, 
que  salieron  bien  heridos  con  pérdida  de  las  haciendas  e 
piezas  de  servicio,  esclavos  e  hijos  e  mas  de  sesenta  cabezas 
de  3^egua;  y  esto  fué  por  quitarles  las  armas  e  buenos  caba- 
llos que  traian,  e  dejarlos  en  Atacama  a  ruego  de  sus  ami- 
gos porque  tenian  voluntad  de  venir  donde  yo  estaba. 
Destas  cosas  y  muchas  mas  fué  causa  el  dicho  Antonio  de 
Ulloa. 

Informar  asimismo  como  sabia  la  desvergüenza  de  Gon- 
zalo Pizarro  contra  el  servicio  de  S.  M.,  llegando  el  navio  que 
traía  el  capitán  e  piloto  Juan  Bautista,  (el)  primero  de  di- 
ciembre del  año  de  cuarenta  y  ocho  al  puerto  de  Valparaíso, 
a  los  diez  de  él  estaba  dentro  para  ir  al  Perú  a  servir  a  S. 
M.  e  buscar  al  presidente  para  le  servir  en  su  cesáreo  nom- 
bre contra  la  rebelión  de  Gonzalo  Pizarro. 

Informar  asimismo  como  desde  allí  proveí  por  mi  tenien- 
te jeneral  al  capitán  Francisco  de  Villagran  y   le  dejé  la 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  257 

guardia  de  esta  tierra  para  que  la  defendiese  e  sustentasse 
en  servicio  de  S.  M.  e  paz  y  justicia  por  cuanto  yo  iba  a 
servir  a  S.  M.  a  las  provincias  del  Perú  a  ser  contra  Gon- 
zalo Pizarro,  e  como  pedí  al  escribano  mayor  del  juzgado 
de  estas  provincias  en  presencia  de  muchos  caballeros  que 
estaban  allí  conmigo  en  la  nao,  que  habian  de  venir  en  mi 
compañia,  y  vecinos  que  habian  entrado  a  se  despedir  de 
mí,  que  me  diesse  fé  e  testimonio  como  yo  dejaba  estas  pro- 
vincias del  Nuevo  Estremo  con  el  mejor  recaudo  que  podia 
para  que  las  sustentasen  en  servicio  de  S.  M.;e  yo  me  hacia 
a  la  vela  en  aquel  navio  llamado  "Santiago"  a  servir  a  S. 
M.  en  las  provincias  del  Perú,  y  (a)  el  caballero  que  en  su 
cesáreo  nombre  venia  a  ella  contra  Gonzalo  Pizarro,  e  los 
que  le  seguian  hasta  la  muerte.  Y  hecho  esto,  diferí  velas 
a  los  trece;  y  en  doce  dias  navegué  hasta  en  parajes  de  Ta- 
rapacá,  que  es  en  Perú,doí>'.cientas  leguas  mas  arriba  de  la 
ciudad  de  los  Rej^es.  Tomé  lengua  en  aquella  costa,  e  supe 
como  Gonzalo  Pizarro  estaba  mui  poderoso  en  el  Cuzco  con 
una  victoria  que  habia  quince  dias  habia  (alcanzado)  en 
aquella  provincia  del  Collao  con  quinientos  hombres  del 
1  capitán  Diego  Centeno,  que  traia  mili  y  doscientos  contra 
él,  y  que  de  Panamá  era  partido  para  el  Perú  el  licenciado 
La  Gasea  con  el  armada  que  era  de  Gonzalo  Pizarro,  que  se 
la  habian  entregado  sus  capitanes. 

Informar  como  sabido  esto  mandé  diferir  velas  con  vo- 
luntad de  no  parar  hasta  verme  con  el  presidente;  y  asi  en 
catorce  dias  llegué  a  la  ciudad  de  los  Reyes.  Antes  de  llegar 
al  puerto,  supe  como  el  presidente  iba  camino  del  Cuzco  con 
la  jen  te  que  le  quiso  seguir  contra  Gonzalo  Pizarro.  Surjí 
en  el  puerto,  e  salí  en  tierra  dejando  la  nao  con  el  armada 
de  S.  M.,  y  fuíme  a  la  ciudad.  Despaché  luego  ^  con  dilijen- 
cia  al  presidente  haciendo  saber  mi  venida  y  suplicándole 
me  replicasse  por  que  no  me  detenia  en  aquella  ciudad  sino 
ocho  o  diez  dias,  que  luego  le  seguiría. 


1  Sobre  el  capitán  Diego  Centeno. 

2  Envié  luego  despachos. 

TOMO    VÍI  17 


258  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Informar  asi  mismo  como  en  diez  días  que  allí  estuve, 
me  proveí  de  armas  e  caballos  para  mi  persona  e  para  los 
jentiles  hombres  que  iban  en  mi  compaña  y  de  otros  pertre- 
chos para  la  guerra;  y  en  estos  y  en  otros  socorros  que  di  a 
los  hombres  para  que  fuessen  a  servir  a  S.  M.,  que  lo  ha- 
bían menester,  gasté  en  los  diez  dias  setenta  mili  castella- 
nos en  oro;  v  así  seguí  tras  el  presidente,  y  le  alcancé  en  el 
valle  de  Andaguailas,  las  cincuenta  leguas  del  Cuzco. 

informar  asimismo  como  llevé  de  estas  partes  para  ser- 
vir a  S.  M.  cien  mili  castellanos  en  oro,  los  sesenta  mili 
mios  e  de  amigos  que  me  los  dieron  de  buena  voluntad,  e 
los  cuarenta  mili  que  tomé  a  particulares,  a  quien  mili  e 
mili  e  quinientos  e  dos  mili,  dejando  orden  a  mi  teniente  a 
quien  quedaron  asimismo  mis  haciendas,  para  que  se  los 
pagassen  poco  a  poco  de  ellas  como  lo  fuessen  sacando  de 
las  minas,  que  sacan  cada  un  año  libre  de  costas  doce  o 
quince  mili  pesos. 

Informar  asimismo  como  llegado  ante  el  presidente  me 
recibió  mui  bien  e  con  mucha  alegria,  e  todos  aquellos  ca- 
balleros e  capitanes  del  ejército  asimismo;  e  dije  al  presi- 
dente como  3^0  venia,  como  supe  la  rebelión  de  Gonzalo  Pi- 
zarro  e  la  venia  de  su  señoría  a  la  tierra,  a  servirle  en  nombre 
de  S.  M.  en  lo  que  fuesse  servido  de  mandar.  Respondióme 
que  mas  se  holgaba  con  mi  persona  en  venir  a  tal  coyuntu- 
ra que  con  ochocientos  hombres,  los  mejores  de  guerra  que 
le  pudieran  llegar.  Yo  le  rendí  las  gracias  e  tuve  en  señala- 
da merced  lo  que  me  hacia. 

Informar  asimismo  como  me  dio  toda  la  autoridad  que 
traía  S.  M,  para  en  los  casos  de  guerra,  poniendo  bajo  de 
mí  mano  todo  el  ejército  de  S.  M.  diciéndome  que  me  daba 
aquel  mando  por  mi  esperiencía  y  prudencia  en  las  cosas 
de  la  guerra,  y  que  ponía  en  mis  manos  la  honra  de  S.  M.; 
e  dijo  a  todos  los  caballeros,  capitanes  e  ájente  de  guerra 
que  les  rogaba  y  pedia  por  merced  de  su  parte,  y  de  la  de 
S.  M.  les  mandaba  y  encargaba  me  obedeciessen  en  lo  que 
les  mandasse  a  todos  en  jeneral  e  a  cada  uno  en  particular 
en  las  cosas  de  la  guerra,  asi  como  le  obedecían  a  él,  que  de 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  259 

aquello  se  servia  mucho  S.  M.;  e  asi  respondieron  todos  que 
lo  harían,  e  yo  besé  las  manos  a  su  señoria  de  parte  de  S. 
M.  por  la  merced  tan  grande  e  confianza  que  hacia  de  mi 
persona  en  su  cesáreo  nombre,  e  dije  que  yo  tomaba  la  hon- 
ra de  S.  M.  sobre  mi  y  la  guardaría  ilesa  o  perdería  la  vida 
sobre  ello. 

Informar  asimismo  como  puse  orden  luego  en  repartir 
los  arcabuceros  en  compañias  por  sí,  e  los  piqueros  e  jente 
de  a  caballo,  e  les  hice  repartir  armas  e  proveer  de  pólvora 
€  mecha,  e  ordené  los  escuadrones  y  el  artillería  donde  ha- 
bia  de  ir  cada  dia,  con  esta  orden  eljeneral  Pedro  de  Hinojo- 
sa  caminaba  con  elcampo,y  el  mariscal  Alor  sode  Al  varado 
e  yo  caminábamos  siempre  delante  corriendo  el  campo,  e 
hacíamos  el  alojamiento,  e  con  esta  orden  llegamos  al  rio 
de  Aporima. 

Informar  asimismo  de  lo  que  serví  en  aquella  jornada 
asi  en  el  trabajo  e  dilijencia  que  puse  en  el  pasar. la  puente 
que  nos  quemaron  los  enemigos  por  no  cumplir  un  vecino 
del  Cuzco  que  estaba  a  hacerla,  lo  cual  mandé  que  fuesse 
que  no  echasse  las  criznejas  de  la  otra  parte  hasta  que  yo 
Uegasse  personalmente. 

Informar  de  como  pasé  e  tomé  el  alto  a  los  enemigos, 
quedando  el  presidente,  Alonso  de  Alvarado,  y  el  jeneral 
Hinojosa  a  hacer  pasar  toda  la  jente,  y  como  llegó  toda 
arriba  e  descansamos  allí  dos  dias,  estando  a  seis  leguas 
de  Gonzalo  Pizarro  y  su  campo. 

Informar  como  el  mariscal  Alonso  de  Alvarado,  e  yo 
íbamos  delante,  recorriendo  el  campo;  y  dende  a  dos  dias 
llegamos  a  vista  de  los  enemigos,  y  toda  aquella  noche  hice 
estar  en  escuadrón  toda  la  jente,  y  los  de  a  caballo  con  las 
riendas  en  las  manos,  renegando  de  mí  e  de  quien  allí  me 
trajo;  e  otro  dia  por  la  mañana  oímos  misa  el  mariscal  y 
yo;  e  dije  al  presidente  que  hiciesse  de  bajar  el  campó  cuan- 
do se  lo  hiciessemos  saber,  y  luego  eché  fuera  todos  los  sar- 
jentos  y  puse  en  orden  todos  los  escuadrones  para  que  mar- 
chassen  asi  como  los  dejaba. 

Informar  como  ftlimos  el  mariscal  y  yo,  e  con  el   artille- 


260  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ria,  e  de  un  acto  puse  cuatro  tiros,  e  yo  los  asesté,  e  con 
ellos  forcé  los  enemigos  (a)  alzar  sus  toldos  y  recojerse  en 
un  fuerte  en  escuadrón.  Enviamos  luego  al  mariscal  e  yo 
a  decir  al  presidente  que  hiciesse  marchar  el  campo  e  que 
yo  prometia  a  su  señoria  de  darse  aquel  día  la  victoria  de 
sus  enemigos  sin  que  muriessen  del  ejército  de  S.  M.  treinta 
hombres,  y  lo  mismo  dije  al  mariscal; y  en  (el)  acto  comien- 
zan a  huirse  los  indios  con  los  toldos  echados  a  una  banda 
de  la  sierra,  e  algunos  cristianos  entre  ellos,  e  fué  tanto  el 
temor  que  hubieron  de  la  artillería,  como  después  dijo 
Francisco  de  Carvajal,  que  no  podia  tenerla  jente  en  orden 
en  escuadrón.  Y  en  esto  hice  bajar  la  artillería  al  bajo  al 
llano,  e  ya  la  jente  de  a  caballo  estaba  allá;  e  yo  bajé  a  pié, 
que  no  podia  ir  a  caballo,  e  mandé  tirar  el  artilleria;  y  con 
esto  comienzan  a  huir  unos  para  nuestro  ejército  y  otros 
a  salvarse  por  otras  partes  de  manera  que  se  contriñó  a 
Gonzalo  Pizarro  a  venirse  a  dar  i  a  un  soldado;  e  asi  se 
prendieron  las  cabezas  e  se  hicieron  justicia  de  ellas  allí  en 
el  valle  de  Jaquijahuana,  Cjue  es  donde  se  representó  la 
batalla. 

Informar  asimismo  como  fui,  estando  ya  preso  Gonzalo 
Pizarro  e  aquellos  capitanes,  (a)  hablar  al  presidente,  y  en 
viéndome  me  dijo:  ''Señor  gobernador,  que  hasta  allí  siem- 
pre me  llamaba  capitán,  vuestra  merced  ha  dado  la  tierra 
a  S.  M."  Yo  le  respondí  que  se  la  habia  dado  Dios,  e  yo 
sirviéndole  como  criado  y  vasallo,  e  que  besaba  las  manos 
a  su  señoria  por  tan  gran  merced  e  favor,  que  de  lo  que  yo 
recibía  entero  contento  era  de  haber  hecho  la  guerra  obli- 
gado, cumpliendo  mi  palabra,  e  ser  la  victoria  sin  pérdida 
ninguna  de  las  vasallos  de  S.  M.  e  que  asi  le  volvía  laabto- 
ridad,  que  en  su  cesáreo  nombre  me  habia  dado,  ilesa.  Res- 
pondióme que  era  verdad  que  yo  habia  cumplido  muí  bien 
lo  que  había  prometido  y  dado  la  tierra  a  S.  M.;  y  el  ma- 
riscal Alonso  de  Alvarado  dijo  a  la  sazón  que  aun  habia 


1  A  entregarse,  a  rendirse. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  261 

hecho  mas  de  lo  que  había  dicho,  de  que  él  era  buen   tes- 
tigo. 

Informar  asimismo  como  vencida  la  batalla,  se  vino  el 
presidente  al  Cuzco  e  vine  en  su  compañía  y  estuve  allí 
hasta  quince  dias.  Pedíle  licencia  para  hacer  jente  y  sacarla 
por  mar  e  tierra  para  esta  gobernación:  diómela;  despaché 
un  capitán  luego  a  que  me  tomasse   las  comidas  en  Ata- 
cama  para  cuando  yo  fuesse  con  la  demás  jente,  e  otros 
dos  a  los  Charcas  e  Arequipa,  e  yo  me  partí  a  los  Reyes  a 
procurar  de  comprar  navios;  e  viendo  el   presidente  la  ne- 
cesidad en  que  estaba,  mandó  a  los   oficiales  de   S.  M.;   me 
vendiessén  un  galeón  y  una  galera   que   habia  de  S.  M.  en 
aquel  puerto,  e  me  lo  fiaron.  Llegué  a  los  Reyes;  diéronme 
los  navios,  hice  escritura  por  ellos  e  por  cierta  comida  que 
me  dieron  en  avios  para  conducir  la  jente  e  armada  a  es- 
tas partes,  de  cantidad  de  treinta  mili  castellanos.  Estuve 
un  mes,  aderase  estos  navios  e  compré  otro  e  salí  en  elloá 
(para  hacer)  mi  viaje  por  esta  costa,  en  aquel  tiempo   tra- 
bajosa de  navegar.  E  por   que   suelen   tardar   las  naos   en 
subir  mucho  hasta  Ataeama,  salté  en   la  Nasca  en   tierra, 
dejando  la  armada   al  capitán  Jerónimo   de   Alderete,  mi 
teniente  jeneral  de  ella,  para   que   la  sobresea.  Yo  me  vine 
por  tierra  a  la  ciudad  de   Arequipa,  donde   hallé   la   jente 
que  tenian  hecha  mis  capitanes;  y  sin   detenerme   mas  de 
diez  dias,  por  no  dar  molestia  a  los  vasallos,  salí  de  ella; 
vínemepara  el  valle  de  Tacana  i  e  Arica,  donde  habia  man- 
dado salir  el  armada. 

Informar 'asimismo  que  llegado  a  Tacana,  me  alcanzó 
ocho  leguas  atrás  el  jeneral  Pedro  de  Hinojosa,  y  le  recibí 
como  servidor  de  S.  M.  e  amigo  mió;  e  demándele  que  a  qué 
era  su  venida.  Respondió  que  se  iba  a  su  casa,  e  le  habia 
escrito  el  presidente  viniesse  donde  yo  estaba,  porque  le 
habian  dicho  que  venia  robando  la  tierra  e  los  naturales  e 
aun  hecho  mui  mal  tratamiento  a  los  vecinos  de  Arequipa. 
Demandando  que  era  lo  que  habia  sabido  (me  dijo)  que  to- 


1  Tacna. 


262  ^  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


do  era  falsedad;  diciéndome  muí  tibiamente  que  me  fuesse 
a  ver  con  el  presidente.  Yo  le  respondí  que  si  sabia  que  hol- 
gada de  ello,  o  me  lo  enviaba  a  mandar  iria  de  mui  buena 
gana,  pero  que  por  lo  que  lo  dejaba  era  por  no  saber  si  lo  te- 
nia a  bien,  atento  que  por  mi  vuelta  se  recrecerían  muchos 
daños,  y  el  principal  era  dejar  la  jente  que  podria  destruir 
aquella  tierra  por  allí,  y  estar  ya  con  ella  al  último  de  lo 
poblado  del  Perú,  y  dilatárseme  un  año  de  poblar  estas 
partes,  v  después  el  largo  y  trabajoso  camino  que  hai  has- 
ta los  Revés,  de  arenales  e  otros  mili  (inconvenientes)  que 
le  puse  por  delante,  que  temia  por  mí  le  pesaría  al  presiden- 
te de  verme  allá,  pudiéndose  escusar  con  no  ir  todos  estos 
daños,  pero  que  no  obstante  que  si  había  mandado  yo  iría. 
Tornóme  a  responder  tibiamente  que  no. 

Informar  asimismo  que  no  sé  a  qué  efecto,  dende  a  tres  o 
cuatro  días,  una  mañana,  poniendo  delante  de  la  puerta  de 
mi  aposento  ocho  arcabuceros,  que  no  traía  en  su  compa- 
ñía mas,  c^n  los  arcabuces  cargados,  entró  él  en  mi  cámara 
e  me  presentó  una  provisión  de  S.  M.  en  la  cual  me  man- 
daba volviesse  a  dar  cuenta  de  las  informaciones  que  ha- 
bían dado  de  mi  ¡iersona,  de  los  malos  tratamientos  y  de- 
safueros que  iba  haciendo  por  tierra. 

Informar  asimismo  que  luego  mandé  ensillar,  e  dije  que 
fuéssemos,  mandando  a  mis  capitanes  que  estaban  allí  con 
cuarenta  de  (a)  caballo  e  otros  tantos  arcabuceros  algo  al- 
terados, que  nadie  se  revolvíesse  porque  ansí  me  convenia, 
como  leal  vasallo  de  S.  M.,  volver  a.  su  mando;  e  ansí  todos 
se  apaciguaron,  e  dentro  de  cuatro  horas  proveí  del  capí  tan 
que  fuesse  con  la  jente  que  llevaba  a  Tacana,  hasta  mi  vuel- 
ta, e  dejar  recibido  en  mí  casa  para  que  me  esperasseallí.  Ve- 
nimos (a)  Arequipa  en  siete  días;  e  supe  que  en  el  puerto  de 
ella  estaba  mi  galera;  y  el  galeón  había  subido  arriba  (ha- 
cia) Arica,  e  la  otra  nao  había  arribado  a  los  Reyes.  Fui- 
monos  a  embarcar  por  llegar  allá  mas  presto  y  escusar  el 
trabajo  de  la  tierra;  y  en  diez  días  me  presenté  ante  el  pre- 
sidente, que  me  recibió  con  mucha  alegría,  y  de  parte  de  S. 
M.  me  tuvo  en  mui  señalado  servicio   la  vuelta  con   tanta 


I 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  26'ó 

presteza  e  obediencia,  diciendo  que  aquella  era  la  señal  de 
la  perfecta  lealtad,  e  mas  me  dijo  que  ya  estaba  informado 
como  eran  falsedades  e  mentiras  las  que  me  hablan  levan- 
tado, e  que  le  pesaba  por  el  trabajo  que  habia  recibido,,  que 
bien  podia  volver  a  hacer  mi  jornada  cuando  quisiesse  ^ 
Estuve  allí  descansando  un  mes,  y  negocié  otras  cosas  que 
me  convenían,  e  despidiéndome  del  presidente  torné  a  mi 
jornada  con  diez  o  doce  jentiles  hombres  por  tierra,  e  dejé 
la  galera  a  mi  capitán  para  que  la  hiciesse  aderezar,  y  se  vi- 
niessen  a  esta  gobernación  con  los  jentileshombres  que  a 
ella  quisiessen  venir. 

Informar  asimismo  como  llegué  a  Arequipa  por  pascua 
de  navidad,  y  me  dio  una  dolencia  de  los  trabajos  y  can- 
sancios del  camino  que  llegué  al  último  de  la  vida.  Fué  Dios 
servido  de  darme  salud  en  ocho  o  diez  dias;  y  no  del  todo 
convalecido,  caminé  para  el  puerto  de  Arica,  donde  hallé  mi 
galeón  e  al  capitán  Jerónimo  de  Alderete  e  alguna  jente 
de  (a)  pié  que  iba  en  mi  demanda,  y  me  esperaba  allí,  por- 
que el  presidente  me  habia  rogado  no  me  estuviesse  por 
aquella  tierra  e  me  fuesse  con  la  mayor  dilijencia  que 
pudiesse  por  razón  que  la  jente  que  andaba  por  allí  deman- 
dada no  hiciessen  d¿iños  con  achaques  de  decir  queveniana 
irse  conmigo,  por  el  peligro  que  corria  la  plata  que. de  S.  M. 
estaba  en  Cliárcas  y  no  se  podia  conducir  a  los  Reyes  hasta 
que  vo  me  partiesse.  A  este  efecto  llegué  a  los  diez  y  ocho 
de  enero  del  año  de  cuarenta  e  nueve  (a)  aquel  puerto;  e 
lo  veinte  e  uno  estaba  hecho  a  la  vela  para  dar  la  vuelta 
a  esta  gobernación. 

Informar  asimismo  como  por  hacer  este  servicio  a  S.  M. 
me  metí  en  el  galeón  dicho  "San  Cristóbal",  que  hacia  agua 
por  tres  o  cuatro  partes,  e  sin  otro  refrijerio,  vino,  ni  re- 
fresco de  cosa  del  inundo  sino   solo  con   maíz,  e  hasta  cua- 


1  Valdivia  guarda  en  estas  instrucciones  como  en  sus  cartas 
al  rei  la  mas  estudiada  reserva  acerca  del  proceso  que  se  le  siguió 
en  Lima  en  noviembre  de  1548:  i  trata  de  hacer  creer  que  su  per- 
manencia de  un  mes  en  esta  ciudad  fué  para  tomar  descanso. 


:264  Í^STUDIOS    HISTÓRICOS 


renta  ovejas  en  sal  con  doscientos  hombres,  teniendo  por 
delante  doscientas  ecincuenta  leguas  de  navegación  que  las 
habíamos  de  navegar  a  la  bolina,  dando  bordos,  ganando 
cada  dia  cuatro  o  cinco  leguas  e  otros  perdiendo  al  doble, 
e  la  navegación  mui  mas  mala,  atento  a  que  corren  mui  re- 
cios sures,  y  cuanto  es  de  buena  yendo  de  esta  gobernación 
para  el  Perú,  tanto  es  trabajosa  de  allá  para  acá  ^.  Fue 
Dios  servido  de  nos  dar  tan  buen  viaje,  que  con  embarcan 
dome  con  la  necesidad  dicha  y  estar  el  navio  tan  mal  acon- 
dicionado, en  dos  meses  e  medio  llegué  al  puerto  de  Val- 
paraíso, que  fué  mui  grande  la  alegría  que  todos  recibie- 
ron con  mi  llegada;  y  dende  a  diez  dias  llegó  la  galera  que 
habia  dejado  en  los  Reyes. 

Informar  asimismo  como  partí  luego  para  la  ciudad  de 
Santiago,  e  presenté  mis  provisiones  al  cabildo,  e  como  me 
recibió,  etodo  el  pueblo  por  gobernador  en  nombre  deS.  M. 
e  se  pregonaron  en  la  plaza  con  todo  el  regocijo  e  solemni- 
dad que  se  pudo,  e  como  me  dio  cuenta  mi  teniente  jeneral 
de  los  trabajos  que  habia  pasado  en  la  sustentación  de  la 
tierra  mientras  yo  falté,  y  aunque  la  hallé  en  servicio  de 
S.  M.  hallé  fecho  mui  gran  daño  en  ella  por  parte  de  los  na- 
turales, porque  hallé  ser  muertos  por  sus  manos  e  rebelión 
mas  de  cuarenta  cristianos  y  otros  tantos  caballos,  e  todos 
los  vecinos  de  la  Serena,  e  la  ciudad  costruida  quemada  3^ 
los  indios  de  aquellos  valles  todos  rebelados. 

Informar  como  envié  un  capitán  a  reedificar  la  dicha  ciu- 
dad, e  tornarla  a  poblar,  e  se  fundó  cabildo,  justicia  e  reji- 
miento,  e  hice  repartimiento  entre  los  vecinos  e  mandé  cas- 


1  Valdivia  no  podia  esplicarseen  1550  las  causas  que  facilitaban 
el  viaje  marítimo  de  Chile  al  Perú,  i  que  dificultaban  la  vuelta;  i 
se  las  esplicaba  por  la  permanencia  de  los  vientos  del  sur.  A  esta 
causa  habria  que  agregar  la  existencia  de  la  corriente  marina  deno- 
minada de  Humboldt,  i  conocida  S0I9  en  nuestro  siglo.  Conviene 
ademas  advertir  que  los  navegantes  no  se  alejaban  de  la  costa;  i 
que  sólo  en  1572  abrió  Juan  Fernández  el  camino  que  alejándose 
mucho  de  tierra,  permitía  acortar  el  viaje  reduciéndolo  a  un  ter- 
cio del  tiempo  que  antes  se  empleaba. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  265 

tigarla  tierra  e  conquistarla,  y  agora  está  asentada  e  sirve. 
Poblóse  a  veinte  e  seis  de  agosto  de  XLIX. 

Informar  asimismo  como  luego  despaché  al  teniente 
Francisco  de  Villagran  con  treinta  y  seis  mili  castellanos 
que  pude  haber  entre  mis  amigos,  que  me  trajesse  de  las 
provincias  del  Perú  algún  socorro  de  jente  e  caballos,  por 
ya  ternian  ^  mas  gana  de  salir  de  él  las  personas  que  no 
tuviessen  allá  que  hacer  para  servir  acá  a  S.  M.,  porque 
yo  truje  poca  jente  atento  que  la  primera  vez  que  partí  co- 
mo no  era  repartida  la  tierra,  e  cada  uno  pensaba  haber 
parte,  no  quisieron  venir  muchos  que  fuera  justo  vinieran. 
La  segunda  que  volví  no  tenian  con  que  salir  por  estar  gas- 
tados, por  esperar  la  que  no  se  les  podia  dar  ni  yo  con  ellos 
gavStar. 

Informar  asimismo  como  desde  ahí  a  un  mes  que  fui 
recibido,  llegaron  mis  capitanes  por  tierra  con  hasta  cien 
hombres  y  otros  tantos  caballos,  habiéndome  perdido  e 
quedádoseles  muertos  otra  tanta  cantidad. 

Informar  asimismo  como  el  dia  de  nuestra  señora  de  se 
tiembre  adelante,  salí  a  hacer  reseña  de  la  jente  que  tenia 
para  mi  conquista,  e  andando  escaramuceando  con  la  jente 
de  (a)  caballo  en  el  campo,  cayó  el  caballo  conmigo  y  me 
quebró  todos  los  dedos  del  pié  derecho,  y  me  hizo  saltar  los 
huesos  del  dedo  pulgar,  e  estuve  tres  meses  en  la  cama.  En 
esto  llegaron  fiestas  de  navidad,  e  viendo  que  se  me  pasas- 
se  el  tiempo  e  si  no  salia  de  allí  a  un  mes  a  la  población  e 
conquista  de  esta  ciudad  de  la  Concepción,  la  habia  de  di- 
latar hasta  otro  año,  determiné  de  ponerme  en  camino, 
aunque  tan  trabajado  que  no  me  podia  tener  a  caballo,  y 
contra  la  voluntad  del  pueblo  salí  en  una  silla  en  indios. 
Vine  así  hasta  pasar  de  los  límites  de  Santiago  e  comienzo 
de  esta  tierra  de  guerra,  que  ya  venia  convalecido  en  algu- 
na manera  e  podia  andar  a  caballo. 

Hacer  relación  como  entrando  en  la  tierra  de  guerra  puse 
en  orden  la  jente  que  traia,  que  eran  hasta  doscientos  de  (a) 


1  Tendria. 


266  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


pié  e  (a)  caballo.  Viniendo  en  la  vanguardia,  dejando  los 
que  eran  menester  para  la  recarga  y  en  medio  todo  nuestro 
bagaje,  en  buena  orden  comencé  a  entrar  por  la  tierra,  e 
yendo  algunas  veces  yo  e  otras  el  capitán  Jerónimo  de  Al- 
derete,  e  otras  mi  maestre  de  campo  y  otros  capitanes,  ca- 
da dia  con  cuarenta  o  cincuenta  de  a  caballo,  corriendo  el 
campo  y  viendo  la  disposición  donde  habíamos  de  asentar 
a  la  noche 

Informar  asimismo  como  me  aparté  de  la  costa  hasta 
quince  o  diez  y  seis  leguas,  e  pasé  un  rio  que  va  tan  ancho 
como  dos  tiros  de  arcabuz,  e  mui  liano  e  seco,  que  daba  a 
los  caballos,  a  los  estribos  ^.  Aquí,  viniendo  mi  maestre  de 
campo  delante,  desbarató  mas  de  dos  mili  indios  eles  tomó 
ganad<3  e  dos  o  tres  caciques. 

Informar  as  mismo  como  no  tengo  descuido  ninguno  en 
lo  que  toca  hacer  requerimiento  a  los  indios  conforme  a  los 
mandamientos  de  S.  M.,  y  haciéndoles  siempre  mensajeros 
como  en  las  reales  instrucciones  me  manda,  e  requiriendo 
antes  que  pelee  con  ellos,  e  todo  lo  que  demás  conviene 
acerca  de  este  caso  hacerse. 

Informar  como  pasado  este  rio,  llegué  a  otro  mui  mayor 
que  se  dice  Biobio,  mui  cenagoso,  ancho  e  hondo,  que  no  se 
puede  pasar  a  caballo;  e  como  allí  nos  salieron  gran  canti- 
dad de  indios,  e  fiándose  en  la  multitud,  pasaron  a  noso- 
tros a  cerca  de  la  orilla,  e  les  dimos  una  mano  e  matamos 
hasta  diez  o  doce  que  no  se  pudo  mas  porque  se  echaron  al 
agua. 

Informar  asimismo  como  subí  otro  dia  rio  arriba,  e  pa- 
recieron gran  multitud  de  indios  por  donde  Íbamos,  e  dio 
el  capitán  Alderete  en  ellos  con  veinte  de  (a)  caballo,  y 
échanse  al  rio  y  él  con  los  caballos  tras  e  líos;  c  como  vi 
esto,  porque  hicieren  espaldas  contra    mucha    cantidad  de 


1  Este  rio,  que  Valdivia  llama  Nibaqueten  i  Niveqiieten,  no  puede 
vSer  otro  que  el  Laja,  aunque  las  noticias  jeográ6cas  que  da  acerca 
de  su  reunión  con  el  Biobio  no  corresponden  perfectamente  con  la 
posición  de  aquél. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  267 

indios  que  parecia  del  otro  lado,  hice  pasar  otros  treinta 
de  a  caballo.  Pelearon  mui  bien  con  los  indios  v  mataron 
muchos  de  ellos,  e  vuélvense  a  la  tarde  con  mas  de  miil  ca- 
bezas de  ganado  de  ovejas  con  que  se  regocijó  el  campo. 

Informar  como  caminé  otras  tres  leguas  rio  arriba  e 
asenté,  e  allí  vinieron  tercera  vez  mucha  cantidad  de  indios 
en  las  pasadas  a  me  defender  el  paso,  e  que  por  allí  aun 
quedaban  encima  los  bastos  a  los  caballos  i.  Pasé  3^0  a 
ellos,  porque  era  pedregal  menudo  con  cincuenta  dea  cal)a- 
11o,  e  díles  una  mui  buena  mano.  Quedaron  tendidos  hartos 
por  aquellos  llanos.  Fui  matando  mas  de  una  legua,  i  di  la 
vuelta  a  mi  real. 

Informar  que  otro  día  torné  a  pasar  el  rio  con  cincuenta 
de  a  caballo  dejando  el  camjDo  de  esta  otra  banda,  e  corri- 
do (algunos)  dias  hacia  la  mar  en  el  paraje  de  Arauco,  don- 
de topé  tanta  población  que  era  grima;  e  di  luego  la  vuelta 
porque  no  me  pareció  estar  mas  de  una  noche  fuera  de  mi 
campo,  porque  no  recibiese  daño  con  mi  ausencia. 

Informar  como  estuve  allí  corriendo  la  tierra  ocho  (lias 
a  un  lado  v  a  otro,  llamando  todos  los  caciques  de  paz  e 
tomando  ganados  para  sustentarnos  donde  hubiéssemos 
de  asentar  el  pueblo. 

Informar  como  torné  a  dar  la  vuelta  e  torné  a  pasar  el 
rio  de  Nibaqueten,  e  fuime  al  de  Biobio  abajo,  que  allí  se 
juntaron  ambos,  cinco  leguas  de  la  mar.  Hasta  que  llegué 
a  ella,  asenté  muchas  leguas  del  rio  Biobio  en  un  valle  ca- 
ve una  lagunas  de  agua  dulce,  para  buscar  allí  la  mejor 
comarca  donde  asentar,  no  descuidándome  en  la  vela  \^ 
guardia  que  nos  convenia,  porque  velábamos  los  medios 
una  noche  y  los  otros  otra.  La  segunda  noche,  vinieron, 
pasada  la  media  de  ella,  sobre  nosotros  tres  escuadrones 
de  indios  que  pasaban  de  veinte  mili,  con  un  tan  grande 
alarido  e  ímpetu  que  parecia  hundirse  la  tierra,  y  comenza- 


1  Quiere  decir  que  en  aquel  paso,  el  rio  era  tan  bajo  que  no  al- 
canzaba a  los  bastos,  nombre  que  se  da  a  cierto  aparejo-albarda 
de  las  caballerías  de  carga. 


268  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ron  a  pelear  con  nosotros  tan  reciamente  que  ha  treinta 
años  que  peleo  con  diversas  naciones,  e  nunca  tal  tesón  he 
visto  en  el  pelear  como  estos  tuvieron  contra  nosotros.  Es- 
tuvieron tan  fuertes,  que  en  espacio  de  tres  horas  no  pude 
romper  un  escuadrón  con  ciento  de  a  caballo.  Era  tanta  la 
flechería  y  artería  de  lanzas  que  no  podian  los  cristianos 
hacer  arrostrar  sus  caballos  contra  los  indios.  E  de  esta 
manera  estábamos  peleando  todo  el  dicho  tiempo  hasta 
que  vi  que  los  caballos  no  podian  meterse  entre  los  indios. 
Arremetí  a  ellos  con  la  jen  te  de  (a)  pié,  e  como  fui  dentro  de 
su  escuadrón,  e  sintieron  las  espadas,  desbaratáronse.  Hi- 
riéronme sesenta  caballos  e  mas,  e  otros  tantos  cristianos, 
e  no  murió  mas  de  un  cristiano,  e  no  a  manos  de  indio  sino 
de  un  soldado  que  disparando  a  uno  un  arcabuz  le  acierto. 
Lo  que  quedó  de  la  noche  e  otro  dia  atendieron  a  curarse, 
e  yo  fui  a  ver  la  comarca  para  asentar,  que  fué  en  la  parte 
donde  los  años  pasados,  cuando  vine  a  descubrir,  habia 
mirado. 

Informar  como  a  los  veintitrés  de  febrero  pasé  allí  el 
campo,  e  hice  un  fuerte  cercado  de  muí  gruesos  árboles,  es- 
pesos, entretejiéndolos  como  seto,  e  haciendo  un  ancho  e 
hondo  foso,  a  la  redonda,  a  la  lengua  del  agua  a  costa  de 
la  mar,  en  un  puerto  e  bahia  el  mejor  que  hai  en  estas  In- 
dias 1.  Tiene  en  un  cabo  un  buen  rio  que  entra  allí  en  la 
mar  de  infinito  número  de  pescado,  de  céfalos,  lampreas, 
merlusas,  lenguados,  e  otros  mili  jéneros  de  ellos  en  estre- 
nio  buenos,  e  de  la  otra  parte  pasa  un  riachuelo  de  muí 
clara  e  linda  agua,  que  corre  todo  el  año.  Aquí  me  puse  por 
ser  mui  buen  sitio,  y  por  aprovecharme  de  la  mar  para  me 
socorrer  de  la  guerra,  y  un  galeoncete  que  traía  de  armada 
el  piloto  capitán  Juan  Bautista  de  Pastene,  al  cual  habia 
dado  orden  me  viniesse  a  buscar  en  el  paraje  de  Biobio,  e 
recorriese  la  costa  hasta  me  hallar. 

Informar  asimismo  como  a  veintitres-de febrero  comencé 
a    hacer  el  fuerte  e  se  acabó  en  veinte  dias,  e  fué  tal  e  tan 


i  La  espaciosa  bahía  de  Talcahuano. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  269 

bueno  que  se  puede  defender  de  franceses,  el  cual  se  hizo  a 
fuerza  de  brazos.  Hízose  por  dar  algún  descanso  a  los  con- 
quistadores en  la  vela  y  por  guardar  nuestros  bagajes,  he- 
ridos y  enfermos,  e  para  poder  salir  a  pelear  cuando  qui- 
siéssemos    y  no  cuando  los  indios  nos  incitassen  a  ello. 

Informar  como  a  tres  de  marzo  del  año  de  quinientos 
cincuenta  entramos  en  el  tuerte  y  repartí  las  estancias.  A 
todos  ordené  las  velas  y  guardias  de  tal  manera  que  podía- 
mos descansar  algunas  noches  cayéndonos  la  vela  de  tres 
en  tres  dias.  Estando  ocupados  en  hacer  nuestras  casillas 
para  nos  meter  e  pasar  el  invierno,  que  comienza  por  abril, 
me  vino  nueva  como  toda  la  tierra  se  juntaba  para  venir 
sobre  nosotros;  y  estos  toros  cada  dia  los  esperábamos, 
viendo  que  po>r  nuestra  ocupación  no  habiamos  podido  sa- 
lir a  buscarlos  a  sus  casas. 

Informar  asimismo  como  un  dia  a  hora  de  vísperas,  se 
presentaron  sobre  nuestro  fuerte  en  unos  cerros  cuatro  es- 
cuadrones, que  habia  cuarenta  mili  indios,  viniendo  a  dar 
socorro  otros  tantos  e  mas.  Salí  a  las  puertas;  e  como  vi 
que  no  se  podian  favorecer  el  un  escuadrón  al  otro,  envié  al 
capitán  Jerónimo  de  Alderete  con  cincuenta  de  (a)  caballo, 
que  venia  un  tiro  de  arcabuz  de  la  una  puerta.  Ellos  con 
determinación  de  ponernos  cerco,  marcharon  para  el  fuerte. 
Acomételos  de  tal  manera  que  luego  dieron  lado;  e  viendo 
los  otros  escuadrones,  estos  dan  a  huir.  Canté  la  victoria 
matándose  hasta  dos  mili  indios  i  rindiéndose  otros  mu- 
chos. Prendiéronse  trecientos  o  cuatrocientos,  a  los  .cuales 
hice  cortar  las  manos  derechas  y  narices,  dándoles  a  enten- 
der que  se  hacia  porque  les  habia'avisado  viniessen  de  paz  e 
me  dijeron  que  así  harian,  e  viniéronme  de  guerra,  e  que  si 
no  servian  así  los  habia  de  tratar  a  todos,  e  porque  esta- 
ban entre  ellos  algunos  caciques  principales,  dije  a  lo  que  ve- 
niamos  para  que  supiessen  e  dijessen  a  sus  vecinos  e  así  los 
licencié. 

Informar  como  luego  hice  recojer  toda  la  comida  de  la 
comarca  y  meterla  dentro  en  el  fuerte. 

Informar  asimismo  de  la  buena  tierra  qués  ésta,  de  buen 


270  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


temple  frutífera  e  abundosa  e  de  sementeras  e  de  mucha 
madera,  e  todo  lo  demás  que  es  menester  e  se  requiere  para 
ser  poblada  e  perpetuada  de  nosotros,  e  con  razón  porque 
parece  tenerla  nuestro  Dios  de  su  mano,  e  servirse  de  noso- 
tros en  la  conquista  y  perpetuación  de  ella,  pues  dicen  los 
indios  naturales  que  el  dia  que  llegaron  a  vista  de  este  fuer- 
te cavó  entre  ellos  un  hombre  viejo  vestido  de  blanco  e  uu 
caballo  blanco  que  les  dijo:  ''Huid  todos  que  os  matarán 
estos  cristianos";  e  así  huyeron;  e  tres  dias  antes  al  pasar 
el  rio  grande  para  acá,  dijeron  haber  caído  del  cielo  una  se- 
ñora mui  hermosa  en  medio  de  ellos,  también  vestida  de 
blanco,  e  que  les  dijo:  ''No  vayáis  a  pelear  con  esos  cristia- 
nos que  son  valientes  e  os  matarán";  e  ida  de  allí  tan  bue- 
na visión,  vino  el  diablo  su  patrón  e  les  dijo  que  se  juntas- 
sen  muchos  e  viniessen  a  nosotros,  que  en  viendo  tantos 
nos  caeríamos  muertos  de  miedo,  e  que  también  él  venia;  y 
con  esto  llegaron  a  vista  de  nuestro  fuerte.  Llaman  a  núes-, 
tros  caballos  huequi,  y  a  nosotros  yuegas,  que  quiere  decir 
ovejas  de  inga.  Hasta  hoi  no  han  hecho  mas  juntas  para 
contra  nosotros. 

Informar  asimismo  como  dende  a  ocho  o  diez  dias  llegó 
a  este  puerto  con  la  galera  e  navio  el  capitán  e  piloto  Juan 
Bautista  de  Pastene.  Luego  le  despaché  a  que  corriesse  la 
costa  de  Arauco,  e  traje  los  navios  cargados  de  comida  e 
hice  pasar  el  rio  grande  al  capitán  Jerónimo  de  Alderete 
'con  cincuenta  de  (a)  caballo,  i  se  pasó  mui  bien,  e  que  fues- 
sen  a  correr  a  Arauco  e  hacer  espaldas  a  la  armada,  e  así 
se  hizo.  Vieron  la  mas  linda  tierra  del  mundo,  todo  lo  mas 
apacible,  e  sitio  para  poblar  una  ciudad  mayor  que  Sevilla. 

Informar  como  topó  una  isla  de  hasta  mili  indios  de  po- 
blason,  e  los  trajeron  de  paz  e  le  sirvieron,  e  cargaron  los 
navios  de  maiz. 

Informar  asimismo  como  dende  a  tres  meses  torné  a  en- 
viar al  dicho  capitán  e  piloto  por  mas  comida  e  a  que  di- 
jesse  a  ios  indios  de  la  tierra,  enviándoles  mensajeros  de  los 
que  tomasse,  que  viniessen  a  servir,  sino  que  los  envia- 
ríamos a  matar;  e  navegó  veinte  leguas  mas  adelante  de  la 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  271 

primera  isla  donde  halló  otra  isla  de  mas  población;  y  car- 
gando los  navios  de  maiz,  dio  la  vuelta;  e  como  llegó  un 
mes  há. 

Informar  asimismo  como  dende  a  ocho  o  diez  dias  torné 
a  enviar  el  armada  por  mas  comida,  e  a  que  diesse  una 
mano  en  la  tierra  firme  e  matassen  algunos  indios  de  no- 
ciie,  porque  lo  contriñessen  a  tener  algún  temor  para  que 
pasando  allá,  vengan  mas  presto  de  paz.. 

Informar  asimismo  como  en  este  tiempo  que  iba  e  venia 
el  armada,  conquisté  yo  toda  esta  tierra  y  términos,  que 
han  de  servir  a  la  ciudad  que  aquí  poblaré,  e  como  todos 
los  caciques  han  venido  de  paz  e  sirven.  He  poblado  e  po- 
blé la  ciudad  en  este  fuerte,  y  formado  cabildo  justicia  e  re- 
jimiento  e  repartido  solares  e  los  caciques  entre  los  vecinos 
que  han  de  ayudar  a  su  sustentación,  e  como  la  titulé  la 
ciudad  de  la  Concebcion,  e  fundé  a  los  cinco  de  octubre  de 
este  presente  año  de  quinientos  e  cincuenta. 

Informar  e  dar  relación  a  S.  M.  e  a  los  señores  de  su  real 
consejo  de  Indias  como  desde  los  trece  de  diciembre  del 
año  de  quinientos  e  cuarenta  y  siete  que  partí  del  puerto  de 
Valparaiso  hasta  que  volví  a  él  por  mayo  de  quinientos  e 
cuarenta  e  nueve,  que  fueron  diez  y  siete  meses,  gasté  en 
servicio  de  S.  M.  en  oro  e  plata  ciento  e  ochenta  e  seis  mili 
e  quinientos  castellanos,  e  gastara  un  millón  si  toviera, 
siendo  menester  como  lo  fué  gastar  aquellos. 

Informar  asimismo  como  después  que  emprendí  esta  jor- 
nada hasta  el  dia  de  hoi,para  sustentación  y  perpetuación, 
no  poniendo  aqui  el  gasto  que  he  hecho  con  mi  persona, 
casas  e  criados,  he  gastado  docientos  e  noventa  y  siete  mili 
castellanos  en  caballos,  armas,  ropas,  herrajes  que  he  re- 
partido a  conquistadores  para  la  sustentación  de  la  tierra, 
y  que  no  tengo  acción  de  mandar  ^  un  solo  peso  de  oro, 
ni  mas  a  ninguno  de  ellos,  ni  escritura,  e  que  como  esté  li- 
bre o  algq  mas  desocupado  de  los  trabajos  de  la  guerra, 
enviaré  probanza  por  donde  quede  esto  claro. 


1  Acción  O  título  para  cobrar. 


272  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ítem,  informar  asimismo  como  me  he  aventurado  a  gas- 
tar e  gastaré,  que  ahora  comienzo  de  nuevo,  por  poblar 
tan  buena  tierra  a  S.  M.,  e  aquesta  ha  sido,  es  y  será  muí 
trabajosa  e  costosa  a  los  conquistadores,  e  a  mí,  porque 
no  se  (ha)  hallado  oro  sobre  la  tierra,  como  en  el  Perú,  pero 
que  poblada,  conquistada,  e  asentada,  como  yo  espero  en 
Dios  de  lo  concluir  cuando  él  fuesse  servido,  será  mui  abun- 
dosa de  todo  lo  que  venimos  a  buscar  a  estas  partes  férti- 
lísimas e  de  contento  asi  los  conquistadores  como  a  todas 
las  personas  que  en  ella  estuviessen;  e  a  mí  principal  inten- 
to es  servir  a  Dios  nuestro  Señor  e  S.  M.  en  poblar  e  perpe- 
tuar tan  buena  cosa. 

Informar  a  S.  M.  como  no  haber  sucedido  las  cosas  en 
el  Perú  de  tan  mala  disistion  después  que  Vaca  de  Castro 
vino  a  las  gobernar,  que  según  la  dilijencia  que  he  tenido  y 
maña  que  me  he  dado  en  hacer  la  guerra  a  los  indios  y  en 
enviar  poco  socorro,  e  lo  que  he  gastado  e  perdídoseme 
por  este  efecto,  hubiera  ^  descubierto,  conquistado  y  po- 
blado hasta  el  estrecho  de  Magallanes  e  mar  del  norte  e 
hoviera  ya  en  esta  tierra  dos  mili  hombres  mas  de  los  que 
hai  para  lo  poder  y  haber  efectuado. 

Certificar  a  S.  M.  e  informar  que  el  fruto  que  de  los  tra- 
bajos que  aqui  significo  que  he  pasado,  servicios  y  gastos 
que  he  hecho,  el  bien  que  he  sentido  es  no  mas  de  la  pacifi- 
cación e  sosiego  de  las  provincias  del  Perú  de  la  rebelión  de 
Gonzalo  Pizarro  y  el  haber  poblado  estas  la  ciudad  de 
Santiago,  la  Serena  y  ésta  de  la  Concebcion  y  tener  qui- 
nientos hombres  en  esta  gobernación. 

Informar  asimismo  como  de  aqui  a  tres  meses,  con  ayu- 
da de  Dios,  con  los  trecientos  hombres  destos  e  los  mejo- 
res caballos  e  yeguas,  dejando  los  demás  para  la  conser- 
vación de  las  ciudades,  me  meteré  en  la  grosedad  de  la 
tierra,  veinte  e  cinco  leguas  de  aqui  ó  treinta  a  poblar  otra 
ciudad. 


1  La  frase  i  la  idea  están  incompletas  en  el  orijinal.  Se  compren- 
derá el  sentido  supliendo  entre  hubiera  i  descubierto  las  palabras 
siguientes:  -.gastado  en  provecho  de  esta  tierra,  habría  n 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  273 

Informar  asimismo  del  tratamiento  que  hasta  el  dia  de 
hoi  he  hecho  e  hago  a  los  naturales,  que  es  conforme  a  los 
mandamientos  de  S.  M.;  e  que  desto  tengo  en  estremo  muí 
gran  cuidado  e  vijilancia  porque  sírvese  de  ello  S,  M.  e  ser 
la  principal  cosa  que  conviene  que  haya  cualquier  buen  go- 
bernador en  descanso  de  la  cesárea  conciencia,  e  que  esto 
doi  a  Dios  por  testigo,  e  la  forma  que  correrá  e  testimonio 
que  darán  las  personas  que  agora  van  e  que  andando  el 
tiempo  fuessen  de  estas  provincias  e  lo  que  vuestras  merce- 
des señores,  dirán  como  tan  buenos  testigos  e  fidedignos. 

ítem  después  de  informado  de  todas  las  cosas  aqui  con- 
tenidas en  esta  relación  e  demás  que  a  vuestras  mercedes 
pareciese. 

Convenir  e  decir  en  respuesta  de  los  que  les  fuesse  pre- 
guntado de  parte  de  S.  M.  e  de  los  señores  de  su  real  con- 
sejo de  Indias  de  mi  parte  suplicarán  mui  humildemente  lo 
que  se  contiene  en  los  capítulos  que  aqui  adelante  se  siguen, 
los  cuales  yo  escribo  con  mi  carta  e  relación  que  vuestras 
mercedes  llevan  e  van  aqui  puestos  al  pié  de  la  letra  para 
que  estén  advertidos  dellos,  porque  platicando  e  deman- 
dando S.  M.  y  los  señores  de  su  consejo  de  Indias,  vean  lo 
que  se  pide  e  lo  que  han  de  responder  i. 

"Sacra  majestad,  en  las  provisiones  que  me  dio  y  merced 
que  me  hizo  por  virtud  de  su  real  poder  que  para  ello  trajo 
el  licenciado  de  La  Gasea,  me  señaló  de  límites  de  goberna- 
ción hasta  cuarenta  e  un  grados  de  norte  sur  costa  ade- 
lante, y  cien  leguas  de  ancho  hueste  leste;  y  porque  de  allí 
al  estrecho  de  Magallanes  es  la  tierra  que  puede  haber  po- 
blada poca,  y  la  persona  a  quien  se  diesse  antes  estorbaria 
que  serviria,  e  yo  lo  voi  toda  poblando  e  repartiendo  a  los 
vasallos  de  Y.  M.  y  conquistadores  de  aquella,  mui  humil- 
demente suplico  sea  servido  de  mandarme  confirmar  lo 
dado,  y  de  nuevo  hacer  merced  de  me  alargar  los   límetes 


1  El  resto  de  estas  instrucciones,  con  la  sola  escepcion  del  último 
acápite,  es  una  copia  literal  de  una  parte  de  la  carta  de  Valdivia 
al  rei  de  15  de  octubre  de  1551. 

TOMO    VII  ]8 


274  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


della  y  que  sean  hasta  el  estrecho  dicho,  la  costa  en  la  ma- 
no e  la  tierra  adentro  hasta  e  la  mar  del  Norte.  Y  la  razón 
jjorque  lo  pido  es  porque  tenemos  noticia  que  la  costa  del 
rio  de  la  Plata  desde  cuaaenta  grados  hasta  la  boca  del 
estrecho,  es  despoblada  y  temo  va  ensangostando  mucho 
la  tierra,  porque  cuando  envié  al  piloto  Juan  Bautista  de 
Pastene,  mi  teniente  jeneral  en  la  mar,  al  descubrimiento 
de  la  costa  hacia  el  estrecho,  rijiéndose  por  las  cartas  de 
marear  que  de  España  tenia  imprimidas,  hallándose  en 
cuarentas  e  un  grados,  estovo  a  punto  de  perderse;  por  do 
se  ve  que  las  cartas  que  se  hacen  en  España  están  erradas 
en  cuanto  al  estrecho  de  Magallanes,  andando  en  su  de- 
manda en  gran  cantidad,  y  porque  no  se  ha  sabido  la  me- 
dulla  cierta,  no  envió  relación  dello  hasta  que  la  haga  co- 
rrer toda,  porque  se  consiga  en  esto  el  error  de  las  dichas 
cartas  para  que  los  navios  que  a  estas  partes  vinieren  en- 
derezados no  vengan  en  peligro  de  perderse.  Y  este  error  no 
consiste,  como  estoi  informado,  en  los  grados  de  norte  sur, 
que  la  demanda  del  dicho  estrecho,  sino  del  leste  hueste. 
Y  no  pido  esta  merced  al  fin  que  otras  personas  de  abar- 
car mucha  tierra,  pues  para  la  mia  siete  pies  le  bastan,  e 
la  que  a  mis  subcesores  lloviere  de  quedar  para  que  en  ellos 
dure  mi  memoria,  será  la  parte  que  V.  M.  se  servirá  de  me 
hacer  merced  por  mis  pequeños  servicios,  que  por  pequeña 
que  sea,  la  estimaré  en  lo  que  debo;  que  solo  por  el  efecto 
que  la  pido  es  para  mas  servir  y  trabajar,  y  como  la  vea  o 
tenga  cierta  relación,  la  enviaré  particular,  e  darla  heaV.  M. 
para  que  si  fuere  servido  partirla  i  darla  en  dos  o  mas  go- 
bernaciones, se  haga. 

Asimismo  suplico  a  V.  M,  sea  servido  de  me  mandar  con- 
firmar la  dicha  gobernación  como  la  tengo  por  mi  vida,  y 
hacerme  merced  de  nuevo  della  por  vida  de  dos  herederos 
subcesive  o  de  las  personas  que  yo  señalare,  para  que  des- 
pués de  mis  dias  la  haj^an  e  tengan  como  yo. 

"Asimismo  suplico  a  V.  M.  sea  servido  de  me  mandar 
confirmar  y   hacer  de  nuevo  merced  del  oficio  de  alguacil 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  275 

mayor  de  la  dicha  gobernación  perpetua  para  mí  y  mis  he- 
rederos. 

''Asimismo  suplico  a  V.  M.,  sea  servido  de  me  hacer  mer- 
ced de  las  escribanías  públicas  y  del  cabildo  de  las  ciuda- 
des, villas  e  lugares  que  yo  poblare  en  esta  gobernación,  y 
si  V.  M.  tiene  hecha  alguna  merced  dellas,  a  aquella  supli- 
co la  mia  siga,  espirando  la  primera. 

"Asimismo,  si  mis  servicios  fueren  aceptos  a  S.  M.  en 
todo  o  en  parte,  pues  la  voluntad  con  que  yo  he  hecho  los 
de  hasta  aqui  y  deseo  hacer  en  lo  porvenir  es  del  mas  hu- 
millde  y  leal  criado  subdito  y  vasallo  de  su  cesárea  perso- 
na que  se  puede  hallar,  a  aquella  mui  humillmente  su])hco 
en  remuneración  dellos,  sea  servido  de  me  haeer  merced  de 
la  ochava  parte  de  la  tierra  que  tengo  conquistada,  pobla- 
da y  descubierta,  descobriré  e  conquistaré  e  poblaré  an- 
dando el  tiempo,  perpetua  para  mi  e  para  mis  descen- 
dientes, y  que  la  pueda  tomar  en  la  parte  que  me  pareciese 
con  el  título  que  Y.  M.  fuere  servido  de  me  hacer  merced 
con  ella. 

Asimismo  suplico  a  V.  M.  por  la  confirmación  de  la  mer 
ced  de  que  pueda  nombrar  tres  rejidores  perpétuosencada 
uno  de  los  pueblos  que  poblaré  en  nombre  de  V.  M.  en  esta 
gobernación,  y  de  nuevo  me  haga  merced  de  que  los  tales 
rejidores  por  mí  nombrados  no  tengan  necesidad  de  ir  por 
la  confirmación  al  consejo  real  de  Indias,  a  causa  de  los 
gastos  que  se  les  podría  recrecer  en  enviar,  y  daño  que  po- 
dían rescebir  en  el  ir  por  largo  e  trabajoso  viaje. 

"Asimismo  suplico  a  Y.  M.,  atento  los  grandes  gastos 
que  en  lo  porvenir  se  me  han  de  recrecer,  porque  no  tengo 
hasta  el  día  de  hoi  diez  mili  pesos  de  provecho,  y  son  mas 
de  cien  mili  por  lo  menos  los  que  gastaré  cada  un  año  para 
me  prevenir  en  algo  para  ellos,  sea  servido  de  me  hacer 
merced  y  dar  licencia  para  que  pueda  meter  en  esta  gober- 
nación hasta  el  número  de  dos  mili  negros  de  España  e  de 
las  islas  del  Cabo  Yerde,  o  de  otras  partes,  libres  de  todos 
derechos,  e  que  nadie  pueda  meter  de  dos  esclavos   arriba 


276  ESTUDIOS    HISTÓKICOS 


en  esta  gobernación  sin  mi  licencia,  hasta  tanto  que  tenga 
cumplida  la  suma  dicha. 

''Asimismo  suplico  a  V.  M.  que  atentos  los  gastos  tan 
escesivos  que  he  hecho  después  que  emprendí  esta  jornada, 
por  el  descubrimiento,  conquista,  población,  sustentación 
y  perpetuación  destas  provincias,  e  los  que  se  me  recrecie- 
ron cuando  fui  a  servir  contra  la  rebelión  de  Gonzalo  Pi- 
zarro,  como  parescc  por  los  capítulos  desta  mi  carta,  sea 
servido  de  me  mandar  hacer  merced  y  suelta  de  las  escri- 
turas mias  que  están  en  las  cajas  eales  de  la  ciudad  de  los 
Re\^es  y  de  la  de  Santiago,  que  son  déla  cantidad  siguiente: 
una  de  cinquenta  mili  pesos  que  3^0  tomé  en  oro  de  caja  de 
V.  M.  de  la  ciudad  de  Santiago  cuando  fui  a  servir  al  Perú 
como  es  dicho,  y  otra  escritura  que  hice  a  los  oficiales  de  la 
ciudad  de  los  Reyes,  del  galeón  y  galera  que  me  vendieron 
de  V.  M.,  y  comida  queme  dieron  en  el  puerto  de  Arica  pa- 
ra proveer  la  jente  que  traje  a  estas  partes,  de  cantidad  de 
treinta  mili  pesos  e  mas  de  treinta  e  ocho  mili  pesos  que 
debo  por  otras  escrituras  a  un  Calderón  de  la  Barca,  cria- 
do que  fué  de  Yaca  de  Castro,  en  el  navio  del  capitán  e  pi- 
loto Juan  Bautista  de  Pastene,  para  remedio  de  la  jente 
que  en  esta  tierra  estaba  sirviendo  a  V.  M.,  como  está  di- 
cho, que  por  haber  sido  de  Yaca  de  Castro  es  3^a  de  Y.  M., 
que  montan  estas  tres  partidas  dichas  ciento  e  diez  y  ocho 
mili  pesos  de  oro:  destos  suplico  a  Y.  M.,  como  tengo  su- 
plicado, me  haga  merced  y  suelta. 

"Asimismo  suplico  a  Y.  M.  sea  servido  se  me  haga  otra 
nueva  merced  de  mandar  sea  secorrido  con  otros  cien  mili 
pesos  de  la  caja  de  Y.  M.  para  ayudarme  en  parte  a  los 
grandes  gastos  que  cada  dia  se  me  ofrecen,  porque  mi  te- 
niente Francisco  de  Yillagran  aun  no  es  vuelto  con  el  so- 
corro porque  le  eavié,  e  ya  despacho  otro  capitán  que  par- 
te con  los  mensajeros  que  llevan  esta  carta,  con  mas  can- 
tidad de  dinero  al  Perú,  a  que  me  haga  mas  jente  y  como 
el  teniente  llegue,  irá  otro,  y  así  a  de  ser  hasta  en  tanto 
que  se  efectúe  mi  buen  deseo  en  el  servicie  de  Y.  M. 

''Asimismo  suplico  a  Y.  M.  que  por  cuanto  esta  tierra  es 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A    VALDIVIA  277 

poderosa  de  jente,  y  belicosa  y  la  población  della  es  a  la 
costa,  que  pasa  la  guardia  de  sus  reales  vasallos,  sea  ser- 
vido de  me  dar  licencia  que  pueda  fundar  tres  o  cuatro  for- 
talezas en  las  partes  que  a  mi  me  pareciese  convenir  desde 
aquí  al  estrecho  de  Magallanes,  e  que  pueda  señalar  a  ca- 
da una  dellas  para  los  edificar  e  sustentar  el  número  de 
materiales  que  me  pareciere,  e  darles  tierras  convenientes 
como  a  los  naturales  para  su  sustentación,  las  cuales  for- 
talezas Y.  M.  sea  servido  de  me  dar  en  tenencia  para  mi  e 
mis  herederos  con  salario  cada  un  año,  cada  fortaleza  de 
uu  cuento  de  maravedis  i. 

"Asimismo  suplico  a  V.  M.  sea  servido,  atento  que  la 
tierra  es  tan  costosa  y  lejos  de  nuestras  Españas,  de  me 
hacer  merced  y  señalar  diez  mili  pesos  de  salario,  y  ayuda 
de  costa  en  cada  un  año". 

Asimismo  escribe  a  S.  M.  haga  merced  a  esta  tierra  y  sus 
vasallos  de  mandar  nombrar  por  obispo  al  padre  bachiller 
Rodrigo  González;  y  el  señor  Alonso  de  Aguilera  tendereis 
a  soHcitar  esto,  que  si  no  es  por  mandárselo  a  S.  M  no  hai 
para  él  lobispado,  atento  que  ne  es  nada  presuntuoso  de 
dignidad,  y  en  esto  diréis  lo  que  sabéis  de  su  integridad  y 
de  lo  que  todos  le  amamos  acá,  por  sus  letras,  predicación 
e  buenavida.  E  desta  ciudad  de  la  Concepecion  a  quince  de 
otubre  de  mili  quinientos  cincuenta  años.  -Pedro  de  Val 
divia,  por  mandado  de  S.  S.  gobernador,  Joan  de  Cárdena. 


IX. 


CARTAS   DE  LOS  CABILDOS  I   OTRAS  EN  RECOMENDACIÓN  DE 

VALDIVIA. 

De  las  muchas  representaciones  que  los  diversos  cabildos 
de  Chile  dirijieron  al  rei  o  a  los  gobernantes  del  Perú  en  fa- 
vor de  Pedro  de  Valdivia,  se  han  publicado  hasta  ahora 
solo  dos:  una  del  cabildo  de  Santiago  que   lleva  la  fe:ha  de 


1  Un  millón  de  maravedis. 


278  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


8  de  diciembre  de  1547  i  ;  i  otra  del  cabildo  de  Valdivia  de 
20  de  julio  de  1552  ^  .  Ambas  piezas  fueron  copiadas  en  los 
archivos  por  el  historiágrafo  donjuán  Bautista  Muñoz;  i 
(le  la  estensa  colección  de  documentos  que  formó  este  erudi- 
to, las  tomaron  los  que  posteriormente  las  han  dado  a  luz. 
Existen  ademas  en  los  archivos  españoles  muchos  otros 
documentos  análogos  en  que  los  diversos  cabildos  de  Chile 
u  otros  funcionarios  recomiendan  a  Valdivia  en  términos 
semejantes;  i  como  no  hai  en  estas  diversas  piezas  noticias 
particulares,  vamos  solo  a  hacer  un  estracto  de  ellas,  i  a 
pubHcar  íntegra  la  que  juzguemos  interesante. 

10  de  agosto  de  1515,  Carta  del  Cabildo  de  Santiago  en 
que  pide  al  emperador  que  ratiHque  el  nombramiento  hecho 
er.  la  persona  de  Pedro  de  Valdivia  para  gobernador  i  capi- 
tán jeneral  de  Chile. 

10  de  agosto  de  1545.  Carta  de  los  tesoreros  sobre  la 
misma  materia  que  la  anterior. 

8  de  diciembre  de  1547.  Carta  del  cabildo  de  Santiago 
publicada  por  Gay. 

10  de  diciembre  de  1547.  Carta  de  Francisco  de  Aguirre 
al  rei  en  que  pide  confirme  a  Valdivia  su  nombramiento  de 
gobernador  de  Chile.  Está  fechada  en  Santiago. 

11  de  diciembre  de  1547.  Carta  de  Diego  Maldonado,  fe- 
chada en  Santiago,  en  que  dice  que  sirvió  con  Almagro,  i 
después  en  el  descubrimiento  del  Rio  de  la  Plata  con  el  ca- 
pitán Diego  de  Rojas.  "Vine  aquí,  agrega,  sabiendo  el  buen 
gol)ierno  de  Valdivia,  en  el  que  suplico  a  V.  M.  le  confirme.'^ 

12  de  diciembre  de  1547.  Carta  de  Francisco  de  Villa- 
gran,  fechada  en  Santiago,  en  que  dice  que  ha  servido  dos 
años  en  el  Perú  i  siete  en  este  Nuevo  Estremo;  repite  la  sú- 
plica de  todos  i  pide  para  sí  mercedes. 

12  de  diciembre  de  1547.  Carta  fechada  en  Santiago,  de 


1  Gay,  Documentos.  Tomo  I,  páj.  76. 

2  Gay,  Documentos.  Tomo  I,  páj.  147.  Esta  última  ademas  se 
halla  publicada  también  como  apéndice  a  la  crónica  de  Góngora 
Marmolejo,  i  por  don  Luis  Torres  de  Mendoza  en  el  IV  tomo  de 
la  Colección  de  documentos  inéditos  de  Indias. 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A   VALDIVIA  279 

Jerónimo  de  Alderete,  Juan  Jufré,  Francisco  Martínez,  Juan 
Fernandez  Alderete,  en  que  dicen:  "Fuimos  nombrados  ofi- 
ciales para  lo  de  la  real  hacienda  por  Valdivia,  electo  go- 
bernador por  el  pueblo  todo,  y  con  justa  razón.  Suplicamos 
lo  confirme  V.  M.  Se  han  habido  aquí  de  quintos  reales  cua- 
renta mil  pesos,  corta  muestra  de  tan  rica  tierra." 
"  En  el  márjen  de  este  documento  en  encuentran  estas  es- 
presivas  palabras  escritas  en  la  secretaría  real:  ''Que  la 
envien." 

15  de  diciembre  de  1547.  Carta  al  rei  del  cabildo  de  la 
Serena  formado  por  Juan  Oliva,  J.  P.  Cisternas,  Juan  Bol- 
ton,  Pedro  Estevan,  Santiago  Pérez,  Agustin  de  la  Serna, 
i  escribano  Ruiz,  en  que  se  encuentran  las  palabras  siguien- 
tes: "Valdivia  vino  a  descubrir,  conquistar  y  poblar  con 
poderes  del  marqués  Pizarro.  Luego  el  cabildo  de  la  ciudad 
de  Santiago  y  demás  conquistadores  unánimes  le  elijieron 
gobernador.  Va  a  dar  cuenta  a  V.  M.  de  lo  que  ha  servido. 
A  sus  trabajos  y  gastos  se  allega  haberse  perdido  tres  veces 
sus  relaciones  para  V.  M.,  y  el  oro  que  enviaba  para  traer 
socorro,  por  las  alteraciones  del  Perú,  lo  que  ha  sido  causa 
de  hacer  é'  esta  jornada  (el  proyectado  viaje  a  Bspaña),  que 
desearíamos  escussase  por  ser  persona  que  con  tanta  cordu- 
ra y  valor  ha  sustentado  esta  tierra.  Suplicamos  se  le  con- 
firme gobernador." 

15  de  octubre  de  1550.  Carta  al  príncipe  don  Felipe  es- 
crita por  el  cabildo  de  la  "ciudad  de  la  Concepción  destas 
partes  de  la  Nueva  Estremadura."  Allí  se  dice:  "Vuestro 
gobernador  Valdivia,  habiendo  servido  en  Nueva  Castilla 
(Perú)  ateniendo  mui  en  bien  de  comer,  pidió  al  marqués 
Pizarro  la  conquista  de  Chile;  y  se  la  dio  por  virtud  de  una 
real  cédula  dada  en  Monzón  en  1537.  Emprendióla  con 
gran  trabajo:  fundó  la  ciudad  de  Santiago  10  leguas  ade- 
lante del  valle  de  Chile,  en  el  sitio  llamado  Mapocho,  de  dó 
Almagro  dio  la  vuelta  al  Perú.  Diéronle  gran  trabajo  los 
naturales  creyendo  echarle  como  Almagro.  Dejaron  de  sem- 
brarcuatroocinco  años,  desampararon  la  tierra  y  se  apar- 
taron de  nosotros  cuanto  mas  lejos  pudieron.  Por  donde 


280  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


nos  convino  arar,  cavar  j  sembrar;  y  así  vuestro  goberna- 
dor dende  a  dos  meses  que  estábamos  en  la  tierra  mandó 
que  todo  hiciéssemoscomo  él,  y  arásemos  y  sembrássemosí 
y  así  fundó  la  dicha  ciudad.  Y  él  mismo  en  persona  fué  a  un 
rio  i  tomó  muchas  acequias  en  las  cuales  estaba  de  dia  y  de 
noche  hasta  las  meter  en  la  ciudad,  y  en  torno  de  ella.  En 
estos  trabajos,  esperando  socorros  para  poblar  dó  agora 
estamos,  vino  nueva  de  la  rebelión  de  Gonzalo  Pizarro;  y  a 
los  diez  y  nueve  dias  de  sabida,  se  embarcó  en  el  puerto  de 
Yalparaiso  para  juntarse  con  Gasea,  que  le  dio  cargo  de 
todo  el  ejercito.  Lo  que  allí  hizo  sabrá  V.  A.  Los  gastos  que 
ha  hecho  en  el  real  servicio  de  suyo  y  de  prestado  pasan 
de  doscientos  veinte  y  cinco  cuentos  i.  Merece  bien  toda 
merced. 

"Vuelto  del  Perú,  ha  fundado  esta  ciudad,  en  cuya  fun- 
dación se  dieron  en  cuarenta  dias  cinco  batallas.  Hizo  un 
fuerte  dentro  de  ocho  dias,  dó  se  tuvo  gran  trabajo  en  las 
velas  y  guardas;  y  lo  hizo  a  la  lengua  del  agua,  en  una  ba- 
hia  guardada  de  todos  tiempos,  donde  pueden  estar  mas  de 
cuatro  mili  naos;  tierra  mui  rica  de  minas  de  oro,  porque 
en  ninguna  parte  se  dá  caba  que  no  se  saque  oro.  Ha  pro- 
inetido  el  gobernador  de  no  consentillo  sacar  hasta  questa 
ciudad  esté  fundada,  y  porque  los  naturales  pierdan  el  te- 
mor. Ha  traido  torla  la  tierra  que  está  repartida  a  esta  ciu- 
dad, de  paz;  y  como  eran  fuertes  y  belicosos  en  la  guerra, 
son  agora  de  dominar  y  buenos  trabajadores,  aunque  por 
agora  no  se  les  de  mas  apremio  de  aquello  que  ellos  quie- 
ren, porque  el  gobernador  no  da  lugar  a  mas.  Hoi  ha  ocho 
dias  hizo  juntar  todos  los  señores  de  la  tierra  que  a  esta 
ciudad  están  repartidos;  y  les  hizo  un  parlamento  en  presen- 
cia de  todo  el  pueblo,  dándoles  a  entender  y  declaráiidohj 
por  los  lenguas  que  él  era  enviado  de  parte  de  V.  A.  a  estos 
reinos  no  para  tomalles  sus  casas,  ni  sus  haciendas,  ni  ga- 
nados, que  tienen  en  gran  cantidad  cantidad  dellos  2,  sino 


1  El  cuento  es  un  millón  de  maravedises. 

2  Guanacos. 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  281 

para  tenellos  en  justicia  en  nombre  de  S.  M.,  y  que  no  se 
matassen'por  las  tierras  unos  a  otros  como  la  tienen  de 
costumbre;  y  dalles  a  entender  y  mostralles  quien  fué  su 
creador;  y  que  así  les  daria  maestros  a  sus  hijos  para  que 
lo  depreudiessen  e  fuessen  criptianos,  y  viniesser  al  verda- 
dero conocimiento.  Ellos  dijeron  que  así  lo  harían,  y  darían 
sus  hijos  para  que  le  fuesen  mostrados  a  sus  amos  a  quie- 
nes estaban  encomendados  en  nombre  de  V.  M. 

"Hemos  tenido  aquí  un  padre  clérigo,  hermano  del  deán 
de  Sevilla,  llamado  bachiller  Rodrigo  González,  que  vino 
con  el  gobernador.  Desde  el  principio  ha  sido  nuestro  con- 
suelo: suplicamos  se  nos  dé  por  obispo:  sus  virtudes,  su  do- 
trina,  el  gran  fruto  en  la  conversión  que  hace,  lo  merecen. 
Va  por  nuesttro  procurador  Alonso  de  Aguilera.  Suplica- 
mos senos  concedan  las  mercedes  que  pida  por  nosotros» 
Estamos  a  tres  mil  leguas:  hemos  padecido  y  muerto  mu- 
chos en  la  conquista  de  la  tierra,  que  es  -tan  abundante  de 
jentes  belicosas  que  se  pasan  y  han  pasado  grandes  riesgos. 
— El  licenciado  de  las  Peñas. — Diego  Díaz. — Don  Antonio 
Beltran.—Don  Cristóbal  de  ¡a  Cueva. — Gaspar  de  las  Ca- 
sas.— Francisco  Rodríguez  Fernández.— Jerónimo  de  Ja  Ve- 
ra.— Antonio  Lozano.''^ 

27  de  setiembre  de  1551.  Carta  al  rei  escrita  en  Concep- 
ción por  los  oficiales  reales  para  recomendar  a  Valdivia. 
Allí  se  dice:  ''Con  Jerónimo  de  Aguilera,  que  partió  de  esta 
gobernación  diez  meses  há,  hicimos  relación  de  lo  en  ella 
sucedido.  Con  él  fué  Estévan  de  Sosa  criado  de  V.  M.  y  con- 
tador desta,  enviado  por  el  gobernador  al  Perú  por  jente  y 
socorro,  y  aun  no  ha  vuelto.  Llevó  once  mil  quinientos  pe- 
sos para  V.  M.  Despachados  los  dichos,  partió  el  goberna- 
dor desta  ciudad  treinta  leguas  adelante  e  pobló  otra  (la 
Imperial)  en  la  ribera  de  un  rio  que  se  llama  Canten,  tierra 
mui  fértil  y  abundosa,  y  mui  mas  poblada  que  esta  comar- 
ca; y  de  ricas  minas  de  oro,  aunque  el  gobernador  ha  man- 
dado que  nadie  lo  saque  hasta  que  las  ciudades  estén  fun- 
dadas. Dejando  en  la  Imperial  hecho  un  fuerte,  volvió  aquí, 
de  dó,  reformada  esta  ciudad  ahora  que  entra    el    verano, 


232  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


irá  a  reformar  la  Imperial,  y  de  ahí  a  poblar  otra  ciudad 
adelante;  y  agora  hace  aparejo  para,  ello  por  ser  llegado  a 
la  tierra  un  capitán  (Francisco  de  Villagran)  que  habia  en- 
viado al  Perú  por  jente,  y  trae  docientos  hombres  y  cua- 
trocientos caballos,  en  que  ha  gastado  mucho,  y  deja  po- 
blado un  pueblo  llamado  el  Barco  la  tierra  adentro  (al 
otro  lado  de  las  cordilleras).  No  va  oro  por  no  haber  lle- 
vador. El  año  que  viene  irá  Jerónimo  de  Alderete  y  lle- 
vará." 

20  de  julio  de  1552.  Carta  del  cabildo  de  Valdivia 
al  rei  recomendando  los  servicios  de  Valdivia,  publicada 
])or  Gav,  y  a  continuación  de  la  crónica  de  Góngora  Mar- 
mol ej  o. 

20  de  julio  de  1552.  Carta  del  cal^ildo  de  Villa  Rica  al  rei 
sobre  el  mismo  asunto.  Publicamos  íntegra  esta  carta  a 
continuación. 

"Sacra  Cesárea  Majestad: 

"Como  a  los  subditos  y  Icciles  vasallos  de  V.  M.  incumbe 
dar  aviso  de  lo  que  al  aumento  de  la  conma  real  toca,  así 
con  la  manifestación  de  lo  poblado  como  de  lo  que  se  puede 
V  de  lo  que  es  necesario  ocurrir  para  la  sustentación  v  am- 
pliación dello  por  el  remedio  especial,  merced  y  socorro,  es- 
te adv untamiento  como  tales,  determinamos  por  esta  aun- 
que sea  fastidiosa,  suplicíir  a  V.  M,  sea  servido  saber  como 
Pedro  de  Valdivia,  gobernador  de  V.  M.  en  este  Nuevo  Es- 
tremo, a  que  pasó  de  los  reinos  de  Castilla  a  los  del  Perú 
diez  y  siete  años  después  de  haber  en  la  guerra  a  V.  M.  ser- 
vido ansí  otro  tanto  en  Italia  e  Hungría,  siguiendo  en  esto 
las  pisadas  de  sus  antepasados  que  en  el  mesmo  servicio  de 
V.  M.  se  ocuparon  y  el  dia  de  hoi  se  ocupan,  y  luego  que  en 
ellos  llegó,  habiéndose  ofrecido  la  alteración  y  el  desasosie- 
go de  don  Diego  de  Almagro  contra  don  Francisco  Pizarro, 
marqués  y  gobernador  por  V.M.en  los  dichos  reinos,  como 
persona  que  tenia  gran  prudencia  y  esperiencia  en  el  arte 
militar,  se  ofreció  incontinenti  al  servicio  de  V.  M.  el  dicho 
marques  contra  el  dicho  don  Diego;  y  conocido  por  él  su 
valor  le  hizo  maese  de  campo  jeneral  del  ejército    que  dicho 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  283 

marqués  tenia  para  defensión  y  recuperación  de  la  patria, 
por  cuya  elección  fué  rejido  e  gobernado  por  el  dicho  Pedro 
de  Valdivia  en  dicho  cargo  el  dicho  ejército,  de  suerte  que 
en  la  batalla  que  se  dio  en  las  Salinas,  junto  al  Cuzco,  por 
el  dicho  marqués  al  dicho  Almagro,  le  desbarató  y  prendió 
con  todo  esfuerzo  y  prudencia  hasta  que  el  dicho  marqués 
como  entendió  que  cumplía  al  servicio  de  V.  M.  castigó  al 
dicho  don  Diego  y  sus  secuaces,  y  quedó  la  tierra  llana  y 
quista;  por  cuyos  méritos  el  dicho  marqués  en  parte  de  re- 
muneración de  los  servicios  que  habia  fecho  a  S.  M.  el  di- 
cho Pedro  de  Valdivia  le  encomendó  unos  indios  en  la  pro- 
vincia de  Charcas,  donde  e.^tan  las  minas  ricas  de  píata 
que  también  por  su  persona  fueron  conquistadas,  descubier- 
tas y  pacificadas,  las  cuales  han  llegado  a  dar  e  dan  de  ren- 
ta en  cada  un  año  a  las  personas  que  agora  las  tienen  mas 
de  docientos  mil  castellanos  de  oro,  y  no  pretendiendo  sino 
el  servicio  de  V.  M.  hizo  dejación  de  los  dichos  indios  que 
eran  de  los  mejores  que  habia  en  los  dichos  reinos  del  Perú, 
sin  interese  ilguno;  y  por  procurar  el  aumento  de  nuestra 
relijion  criptiana  y  de  la  corona  real  pidió  las  entradas, 
descubrimientos  y  conquistas  de  este  Nuevo  Estremo,  en  lo 
cual  el  dicho  don  Diego,  con  quinientos  hombres  de  caba- 
llo, habia  dejado ^    no  se  atreviendo  a  sustentarla, 

V  el  dicho  marqués  viendo  sus  méritos  y  servicios  se  lo  con- 
cedió en  nombre  de  V.  M.;  v  en  efecto,  en  prosecusion  della 
juntó  grandes  sumas  de  pesos  de  oro  que  para  ello  buscó 
prestados,  e  con  ciento  cincuenta  hombres  vino  a  este  reino 
en  la  entrada  del  cual,  como  el  dicho  don  Diego  se  habia 
vuelto,  halló  los  naturales  mui  rebeldes  en  la  obediencia  y 
paz,  y  por  la  mucha  sagacidad  y  prudencia  que  tiene  en  el 
poblar  y  sustentar  para  atraer  a  los  naturales  al  conoci- 
miento de  nuestra  santa  fé  católica,  hizo  el  dominio  de 
V.  M.  en  su  cesáreo  nombre,  fundó  y  pobló  la  ciudad  de 
Santiago  desde  la  cual  con  casi  intolerables  trabajos  con- 
quistó y  pacificó  los  naturales  de  su  comarca  y  los  repartió 


1  Hai  una  palabra  que  uo  se  entiende  en  el  orijinal. 


284  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


como  entendió  convenia  al  servicio  de  V.  M.  E  luego  pobló 
otra  ciudad  llamada  La  Serena,  que  es  el  introito  después 
de  pasado  el  gran  despoblado,  que  llaman  de  Atacama, 
por  ser  mui  conveniente  al  remedio  de  los  socorros  que  vi- 
niessen  por  tierras  a  estos  reinos,  la  cual  así  mesmo  repar- 
tió, como  dicho  es,  e  se  vido  en  muchos  peligros  por  sus- 
tentar las  dichas  dos  ciudades  y  por  estar  sin  jente  para 
ampliar  a  Y.  M.  estas  provincias,  mas  estuvo  algunos  años 
en  la  sustentación  dellas  hasta  que  tuvo  noticias  de  la  re- 
belión de  Gonzalo  Pizarro  en  los  reinos  del  Perú  contra  el 
visorei  de  V.  M.  e  de  la  venida  del  presidente  Pedro  Gasea 
para  el  ajamiento  y  castigo  dellos;  y  pareciéndole  tiempo 
conveniente  y  fructuoso  en  servicio  de  V.  M.  irse  a  buscar 
en  un  navio  que  en  el  puerto  de  la  dicha  ciudad  de  Santia- 
go tenia.  Luego  como  lo  supo,  buscó  y  tomó  prestados 
hasta  noventa  o  cien  mil  castellanos,  e  con  ellos  e  con  has- 
ta ocho  o  diez  hijodalgos,  se  embarcó  en  el  dicho  navio  e 
fué  la  vuelta  del  Perú  en  busca  del  dicho  presidente,  y  cos- 
teando la  ]3rovinc¡a  de  los  dichos  reinos  del  Perú  tuvo  no- 
ticia como  el  dicho  presidente  venia  en  seguimento  de  Gon- 
zalo Pizarro  a  la  ciud¿id  del  Cuzco,  donde  con  su  ejército  y 
sus  secuaces  estaba  esperándole;  y  tomó  el  puerto  de  la 
ciudad  de  los  Reyes,  rlonde  solo  estuvo  ocho  dias proveyén- 
dose de  lo  necesario  para  las  guerras  en  las  cuales  dio  mu- 
chos socorros  a  hijo.sdalgos  y  jentiles  hombres,  soldados 
de  caballos  y  armas  pata  ir  en  seguimento  del  dicho  presi- 
dente a  servir  a  V,  M.  E  habiendo  gastado  los  dichos  no- 
venta o  cien  mili  castellanos  con  sus  armas  y  caballos,  y 
amigos  y  criados  se  fué  a  la  provincia  de  Jauja,  y  alcanzó 
al  canzó  al  dicho  presidente;  y  conociendo  el  valor  de  su 
persona  y  prudencia  y  csperiencia  que  el  dicho  Pedro  de 
Valdivia  tenia  en  la  guerra,  y  entendiendo  su  deseo  en  el 
servicio  de  V.  M.,  luego  le  encargó  todo  el  ejército  de  V. 
M.,  y  mandó  que  todos  le  obedeciesen  \^  cumpliesen 
integramente  lo  que  les  mandasse'  como  hacian  a  su 
persona  propia;  y  el  dicho  gobernador  don  Pedro  de  Valdi- 
via mandó  y  rijió  el  dicho  ejército  de  V.  M.  con  aquella  au- 


DOCUMENTOS    RtSLATlVOfe    A    VALDIVIA  285 

toridad  que  convenia  e  con  la  prudencia  y  sagacidad  nece- 
saria; y  así  puso  buen  orden  y  costumbres  en  los  dichos 
ejércitos;  y  por  su  parecer  y  acuerdo  movió  contra  el  dicho 
Pizarro  y  el  sigo  que  tenia  en  el  valle  de  Jaquijaguana,  jun- 
to al  Cuzco,  sin  poner  dilación  alguna,  porque  a  haberla  se 
pusiera  en  condición  de  perderse  y  desbaratarse,  y  hizo  ha- 
cer puentes  y  aderezar  pasos  para  el  ejército  de  V.  M.  en 
tres  días  en  partes  donde  se  suelen  dilatar  para  los  hacer 
mas  de  dos  meses  con  mucha  mas  cantidad  déjente  con 
que  él  los  hizo;  e  fué  a  ponerse  en  opósito  del  dicho  tirano, 
en  un  carro  alto  que  señoreaba  el  dicho  valle  de  Jaquija- 
guana; y  él  de  allí  tuvo  astucias  y  mañas  como  tirando  el 
dicho  gobernador  desde  arriba  ciertos  tiros  de  ártilleria  en 
el  real  del  dicho  gobernador  Pizarro,  que  abajo  en  el  llano 
en  altos  fuertes  estaban,  y  dando  con  ellos  dentro  en  él  no 
tuvieron  lugar  de  se  ordenar  y  por  ocuparlos  en  se  guar- 
dar de  la'dicha  asistencia,  en  el  entretanto  proveyó  que  el 
ejército  de  Y.  M.  les  tomasse  el  llano;  y  así  se  hizo  sin  la 
cual  astucia  y  aviso  sin  gran  riesgo  se  pudiera  tomar,  por 
ser  difícil  habiendo  jente  en  opósito  de  la  bajada,  e  como 
YÍdo  la  disposición  de  tierras  en  que  estaban  los  rebeldes  e 
como  habia  ya  tomado  el  ejército  de  V.  M.  E  como  por  su 
buen  conocimiento  e  ardid,  e  el  dicho  gobernador  dijo  al 
dicho  presidente  que  prometía  de  hacer  aquel  dia  servicio  a 
V.  M,  sin  perderse  veinte  hombres  de  ejército,  de  desbara- 
tar y  prender  al  dicho  tirano  y  el  sigo;  y  con  esta  promesa 
puso  en  la  talla  la  jente  de  guerra  de  (a)  pié  y  de  (a)  caba- 
llo como  entendió  convenia;  y  se  le  comenzó  a  dar  la  bata- 
lla, y  fueron  desbaratados  sin  riesgo,  como  el  dicho  gober- 
nador prometió  a  los  dichos  tiranos  presos;  y  muerto  el 
dicho  Pizarro  y  sus  secuaces  unidos  como  se  entendió  con- 
venia; y  después  a  pocos  dias  el  dicho  gobernador,  dejando 
quietos  y  pacíficos  en  posesión  de  V.  M.,  los  dichos  reinos 
del  Perú,  trajo  a  esta  gobernación  por  tierra  y  por  mar 
para  la  sustentación  y  ampliación  della  mas  de  docientos 
hombres  con  los  cuales,  y  el  armada  que  por  mar  subió, 
navios  y  bastimentos,  gastó  y  se  ha  adeudado    en    mas  de 


286  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ciento  y  setenta  mili  castellanos  de  oro,  y  ahí    mismo  se  le 
ofrecieron    otros    gastos,  daños  y  pérdidas  en  cantidad.  Y 
luego  como  llegó  en  estas  provincias  con  las  jentes    de  gue- 
rra que  trajo  e  algunas  de  las  que  acá  habia  dejado  en  la- 
sustentacion  de  las  ciudades  de  Santiago  y  La  Serena,   sa- 
lió a  la  conquista  de  la  gubernacion,  hacia  el  estrecho,  y  en 
menos  de  tres  años,  conquistó,  fundó,   pobló,  pacificó  y  re- 
partió las  ciudades  de  la  Concepción  y  la  Imperial  e  ciudad 
de  Valdivia  y  Villa-Rica;  y  en  la  dicha  conquista  ha  tenido 
y  tuvo  e  asi  hubo   trabajos  hallándose  en  todas  las  bata- 
llas, encuentros  que  tuvo   con   los  naturales  que  fueron  en 
cantidad  personalmente;  y  por  su  valor    y    esfuerzo   todos 
ellos  fueron  domados  y  pacificados  con  el  menor  daño  que 
pudo  en  toda  la  jurisdicción  y  término  de  las  demás  ciuda- 
des e  villas,  y  en  su  tratamiento  y  conservación  ha  desear 
gado  la  conciencia  de  V.  M.   guardando  rectamente  la  paz 
a  los  naturales,  no  consintiendo  oprimirlos  ni   traerlos  en 
cadenas  como  en  otras  partes  se  ha  consentido;  y  a  fecho  á 
V.  M.  otros  muchos  y  calificados  servicios  de  que  por  su 
parte  será  dada  cuenta  a  V.  M.;  y  no  contento  con  los   ser- 
vicios   pasados,    agora  de  nuevo  intenta  y   pone  en  efecto 
adeudarse  para  descubrir  a  V.  M.  la  navegación  e  viaje  se- 
guro del  estrecho,  para  venir  a  estos  reinos  de  los  de  Casti- 
lla,  y   a  todas   las  provincias  de  la  mar  del  sur,  y  a  descu- 
brirse otros  mejores  y  mayores  reinos  para  que    la  corona 
real  sea  aumentada,  y  V.  M.  en  ello  reciba  su  servicio  y  de- 
seo; j)ues  él  no  pretende  otra  cosa,   para   cuyo   efecto  tiene 
necesidad  de  la  merced  y  socorro  de  V.  M.;  y  pues  ello    im- 
porta mucho  allende  de  lo    dicho,   para  la  sustentación  de 
estos  reinos  a  causa  de  las  luengas  dilaciones   que  se  pasan 
en  los  socorros  que  a    estos   reinos   vienen   de   los  del  Perú 
por  ser  los  tiempos  contrarios  para  la  navegación  del  mar 
para  acá,  e  mui  peligroso  el  viaje;    y    los  vasallos  de  V.  M. 
recibamos  grandes  trabajos  y  detrimentos,    y   aun  los  que 
residen  en  los  otros  reinos  del  Perú  por  ocasión   de   los  dos 
meses  que  se  pasan  para  les  venir  los   socorros  de   España 
los  reciben.  Así  mesmo  a  V.    M.   humildemente  suplicamos, 


I 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  287 

pues  con  ello  todo  se  remediaria,  nos  haga  merced  de  con- 
ceder al  dicho  gobernador  de  V.  M.  el  descubrimiento  e  na- 
vegación del;  pues  no  es  otro  su  celo  sino  servir  en  ello  a 
V.  M.  Y.M.  considere  ser  ya  el  gobernador  viejcj  e  cansado, 
aunque  no  en  la  voluntad  de  servir  de  nuevo  a  V.  M.  en 
mayores  cosas;  y  le  haga  mercedes  conforme  a  sus  servi- 
cios y  deseos  con  la  concesión  del  estado  y  título  que  V.  M. 
suele  dar  a  los  que  bien  y  lealmente  a  V.  M.  han  servido  y 
sirven,  que  en  ello  nos  hará  V.  M.  a  nosotros  especialísima 
merced. 

"En  estas  provincias  ha  residido  y  reside  el  bachiller  Ro- 
drigo González,  clérigo  presbítero.  Es  persona  de  buena 
doctrina  i  teólogo;  ha  servido  a  V.  M.  en  muchas  conquis- 
tas, favoreciendo  en  ello  no  solo  con  sus  exhortaciones  v 
predicaciones  con  que  ha  fecho  mucho  provecho,  mas  con 
sus  haciendas,  y  en  especial  en  estos  reinos  ha  muchos  años 
que  está  sustentándolos  con  asistencia  de  su  persona  en 
las  conquistas  e  fuera  dellas,  en  compañía  del  gobernador 
de  V.  M.,  y  por  la  sustentación  ha  favorecido  a  muchos 
soldados  en  darles  gratuitamente  armas  y  caballos,  su- 
pliendo a  mili  e  quinientos  e  dos  mili  castellanos,  y  ha  sido 
uno  de  los  principales  instrumentos  después  del  dicho  go- 
bernador por  donde  estos  reinos  se  sustentassen  y  amplias- 
sen,  sirviendo  a  Y.  M.  con  préstamos  al  dicho  gobernador 
para  el  socorro  desta  tierra,  y  unas  veces  con  quince,  otras 
con  veinte  mili  castellanos  de  oro.  A  V.  M.  así  mesmo  su- 
plicamos tenga  memoria  de  sus  muchos  servicios;  y  pues  en 
estos  reinos  no  tenemos  prelado,  nos  haga  V.  M.  merced 
de  nos  le  dar  por  pastor  de  este  reino,  pues  viejo  e  persona 
de  buena  vida  y  letras  y  doctrinas,  celoso  de  justicia  e 
grande  servidor  de  V.  M.  para  las  cosas  tocantes  a  la  sus- 
tentación desta  república. 

'*Elejimos  en  esta  universidad  nuestro  procurador,  a 
quien  dimos  la  instrucción  de  lo  questa  villa  tiene  necesi- 
dad. V.  M.  le  haga  merced.  A  V.  M.  suplicamos  nos  haga 
merced  conceder  lo  que  por  nuestra  parte  fuesse  pedido; 
pues  es  para  servir  a  Y.  M.   i  sustentar  estos  sus  reinos 


288  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ampliándolos.  Nuestro  Señor  la  sacra  cesárea  y  católica 
persona  de  V.  M.  guarde,  conserve  y  aumente  en  su  santo 
servicio  Amen.  Desta  Villa-Rica,  provincia  del  Nuevo  Es- 
tremo, 20  de  julio  de  1552.— Sa.  ce.  a.  m.— Subditos  y  lea- 
les vasallos  de  V.  M.,sus  cesáreas  manos  besan. 

El  cabildo  de  la  Villa— Rica. — Pedro  de  Aguayo. — Fran- 
cisco Dcivíía. —  Hipólito  Camargo.  —  Francisco  Cornejo. — 
Juan  de  Haro.^Juan  de  Vega. — Fernando  Moran'\ 

20  de  setiembre  de  1552.  Carta  del  cabildo  de  la  Impe- 
rial al  rci,  en  que  dice  lo  que  sigue:  ''En  estas  provincias  del 
Nuevo  Estreino,,  llamadas  primero  Chile  y  Arauco,  pobló  el 
gobernador  Valdivia  esta  Imperial  ciudad  sobre  un  gran 
rio  llamado  Canten,  que  nace  de  la  cordillera  nevada,  que 
desde  Quito  siempre  viene  acompañando  esta  costa  de  la 
mar  del  sur,  apartada  della  hacia  el  nacimiento  del  sol 
quince  o  veinte  leguas,  y  corre  éstas  el  rio  hacia  el  ponien- 
te, donde  entra  en  el  mar.  Está  asentada  esta  ciudad  en  la 
ribera  desterio  alaparte  del  norte,  cuatro  leguas  de  la  mar. 
Pueden  entrar  liasta  ellas  navios  pequeños.  Está  en  altura 
de  treinta  y  ocho  tres  cuartos  grados,  entre  la  línea  equis 
noxial  y  el  sur;  próspera  en  número  de  jentes,  con  apacible- 
dias  y  noches;  y  como  tal  señaló  en  ella  cuasi  ochenta  veci- 
nos capitanes  y  conquistadores  desta  tierra  en  treinta  le- 
guas de  lonjitud  y  quince  de  latitud,  que  hai  de  la  mar  a  la 
sierra  dicha."  EH  cabildo  recomienda  encarecidamente  a 
Valdivia,  particularmente  por  sus  servicios  en  las  altera 
ciones  del  Perú  "que  habiendo  inficionado  todas  las  pro- 
vincias, nadie  osó  meter  zizaña  en  esta  (Chile)."  El  cabildo 
suplica  al  reí  que  oiga  al  procurador  de  Chile,  i  recomienda 
como  las  otras  ciudades  al  bachiller  Rodrigo   González.  ^ 


1  Mientras  Valdivia  se  empeñaba  activamente  en  recomendar 
por  sí  mismo  o  por  medio  de  sus  cabildos  al  bachiller  González 
Marmolejo,  a  quien  quería  elevar  a  la  dignidad  de  obispo  de  Chi- 
le, habia  otras  personas  que  informaban  al  rei  en  contra  de  este 
eclesiástico.  En  el  proceso  de  Valdivia  han  podido  verse  las  acusa- 
ciones que  se  le  hacían;  pero  tengo  a  la  vista  dos  cartas  dirijidas 
al  reí  o  al  consejo  de  indias  en  que  se  informa  en  contra  de  él.  Frai 


DOCUMENTOS    RELATIVOS    A    VALDIVIA  289 

Esta  carta  está  firmada  por  Francisco  de  Villagran,  Gaspar 
Orense,  Leonardo  Arce,   don  Miguel  de  Avendaño,  i  Juan 


Francisco  de  Victoria,  relijioso  establecido  en  Lima,  escribe  desde 
esta  ciudad  con  fecha  de  10  de  enero  de  1553  lo  que  sigue:  "El 
bachiller  Kodrigo  González  es  y  ha  sido  siempre  encomendero  y  ha 
hecho  lo  que  todos.  Entienda  ese  consejo  que  no  vienen  a  Indias 
ni  obispos  ni  clérigos  ni  los  mas  de  los  frailes  ni  menos  los  seglares 
a  ser  cristianos  ni  las  casas  de  Dios  tienen  favor  ni  calor". — El 
virrei  del  Perú  don  Andrés  Hurtado  de  Mendoza,  marques  de  Cañe- 
te, dando  cuenta  al  rei  de  los  sucesos  de  Chile  en  carta  de  15  de  se- 
tiembre de  1556,  le  dice  lo  que  sigue:  "Del  obispo  que  V.  M.  tiene 
presentado  para  aquella  provincia,  ques  el  bachiller  Rodrigo  Gon- 
zález, no  tengo  buena  relación,  como  se  verá  por  la  información 
que  envió;  V.  M.  proverá  una  persona  de  buena  vida  y  ejemplo 
para  allí,  porque  en  estas  tierras  nuevas  conviene  mucho  que  sea 
tal." 

1  Kste  célebre  personaje,  que  posteriormente  se  hizo  mui  famo- 
so en  Chile  i  ocupa  mas  de  una  pajina  en  la  historia,  se  hallaba  en 
este  pais  desde  el  año  anterior  solamente.  En  el  archivo  de  Indias 
encontré  un  espediente  tramitado  por  Avendaño  en  1560  para  jus- 
tificar sus  servicios,  de  que  estracto  las  noticias  siguientes. 

Don  Miguel  de  Avendaño  i  Velasco  pasó  a  América  con  el  presi- 
dente la  Gasea  en  154-7,  i  en  compañía  de  su  cuñado  Alonso  de  Al- 
varado.  Sirvió  en  toda  la  campaña  de  la  pacificación  del  Perú,  i 
pretendía  ser  uno  de  los  primeros  que  bajaron  al  valleenla  batalla 
de  Jaquijahuana.  Después  de  estos  sucesos,  i  habiendo  servido  de 
guarda  de  ia  persona  de  Gonzalo  Pizarro,  quedó  al  lado  de  la  Gas- 
ea, i  lo  acompañó  al  Cuzco  durmiendo,  dice,  en  su  misma  cámara. 
Allí  estuvo  para  casarse  con  doña  Francisca  Pizarro,  hija  natural 
del  marqués,  que  poseía  gran  fortuna;  pero  no  verificándose  este 
matrimonio,  i  habiéndose  marchado  la  Gasea  del  Perú,  /Vvendaño 
se  juntó  al  jeneral  Francisco  de  Villagran,  que  habia  ido  al  Perú 
a  buscar  refuerzos  de  jeate  para  Valdivia  en  1549.  Con  este  jefe 
salió  de  los  Charcas,  i  se  ocupó  en  la  conquista  de  las  provincias 
del  otro  lado  de  los  Anrles  hasta  1551.  "Supimos,  dice,  en  la  pro- 
vincia de  Cuyo,  como  el  gobernador  don  Pedro  de  Valdivia  esta- 
ba con  gran  necesidad  de  jente  en  el  descubrimiento  de  Chile;  y  con 
gran  riesgo  de  mi  persona  pasé  la  cordiUera  nevada  descubriéndo- 
la, para  que  Francisco  de  Villagran  pasasse  con  la  demás  jente  a 
socorrer  aquella  tierra,  donde  al  pasar  por  la  mucha  cantidad  de 
nieve  que  habia  se  me  acabaron  de  morir  los  caballos  y  esclavos 
que  me  habían  quedado,  por  cuya  causa  me   torné  a  empeñar  en 

TOMO   vil  19 


290  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  Vera,  Julián  de  Sámano  i  i  Juan  de  Os,  escribano. 
8  de  noviembre  de  1552.  Carta  del  Cabildo  de  la  Serena 
en  que  se  halla  lo  que  sigue:  *'E1  año  pasado  de  551  reci- 
bimos una  del  serenísimo  príncipe  Maximiliano,  rei  de  Bohe- 
mia, en  respuesta  a  otra  nuestra  escrita  a  V.  M.  el  año  de 
47  al  tiempo  quel  gobernador  Pedro  de  Valdivia  fué  a  las 
provincias  del  Perú  a  servir  a  V.  M.  contra  la  rebelión  de 
Gonzalo  Pizarro.  Después  de  escrita  aquella,  por  donde 
V.  M.  terna  noticia  de  nuestros  trabajos  y  de  los  gastos 
que  en  servicio  de  V.  M.  y  sustentación  desta  tierra  se  nos 
han  ofrecido,  v  antes  de  la  vuelta  del  gobernador  a  ella,  los 
naturales  de  las  comarcas  desta  ciudad  se  revelaron,  y  en 
el  valle  de  Copayapo  mataron  treinta  y  dos  criptianos;  y 
después  vinieron  a  ella  y  mataron  todos  los  mas  vecinos 
de  ella;  y  son  tan  belicosos  y  han  hecho  la  guerra  de  suerte 
que  son  mas  de  90  criptianos  los  que  han  muerto  en  comar- 


comprar  caballos."  Llegado  a  Chile,  fué  al  sur,  i  sirvió  en  el  des- 
cubrimiento  y  conquista  de  los  términos  de  las  ciudades  Imperial  i 
Villa-Rica.  El  resto  de  la  vida  de  don  Miguel  de  Avendaño  ilustra- 
do por  muchos  otros  servicios  a  la  causa  real,  está  consignado  en 
casi  todas  las  historias,  si  bien  la  información  a  queme  refiero  con- 
tiene algunos  pormenores  desconocidos.  No  será  demás  agregar 
aquí  que  don  Miguel  de  Avendaño  era  hermano  de  don  Pedro, 
otro  de  los  capitanes  de  la  conquista,  que  murió  asesinado  por 
los  indios  en   1561. 

La  reunión  de  los  dos  apellidos  de  don  Miguel  de  Avendaño  i 
Velasco,  ha  sido  causa  de  que  alguna  vez  se  haj^a  creiuo  que  eran 
dos  capitanes  diferente. 

1  He  visto  una  carta  de  este  Julián  de  Sámano  dirijida  al  rei 
desde  Concepción  con  fecha  de  25  de  octubre  de  1550,  en  que  se 
hallan  las  palabras  que  siguen.  "Doi  cuenta  de  lo  que  he  hecho  co- 
mo criado  de  V.  M.  Vine  con  Gasea,  y  serví  hasta  el  castigo  de 
Pizarro  No  hubo  para  gratificar  a  todos;  y  por  mas  vservir  vine 
con  Valdivia  que  está  en  la  tierra  mas  rica  i  poblada  que  hasta 
agora  se  ha  descubierto;  do  tiene  pobladas  tres  ciudades,  \'  de 
próximo  se  parte  a  poblar.  Espero  será  V.  M.  mui  servido,  espe- 
cialmente si  el  Estrecho  se  navega,  y  no  lo  ha  podido  aducir  a  efec- 
to el  gobernador  por  sus  grandes  gastos.  Valdivia  gobierna  a  es- 
pañoles y  naturales  con  toda  prudencia  y  quietud." 


DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  VALDIVIA  291 

ca  desta  ciudad.  Y  volviendo  el  gobernador  a  esta  gober- 
nación con  la  autoridad  quel  licenciado  Gasea,  presidente 
de  los  reinos  del  Piru,  le  dio  de  parte  de  V.  M.;  la  envió  a 
reedificar  al  capitán  Francisco  de  Aguirre  juntamente  con 
algunos  de  los  que  al  principio  habíamos  sido  en  ella  veci- 
nos. Es  mui  grande  servidor  de  Y.  M.,  y  en  esta  tierra  ha 
servido  tanto  que  ninguno  le  ha  hecho  ventaja  y  pocos 
igualados  con  él;  hase  dado  tan  buena  maña  que  ha  traido 
a  los  naturales  a  la  obediencia  de  Y.  M Queda  de  cami- 
no el  capitán  Francisco  de  Aguirre  para  pasar  tras  de  la 
cordillera  de  la  nieve  que  está  cerca  desta,  donde  vá  por  co- 
misión del  gobernador  para  poder  poblar  otros  pueblos  y 
repartir  los  comarcanos,  porque  todo  lo  prevee  ei  goberna- 
dor con  gran  cuidado  i  dilijencia  como  hombre  que  no  pien- 
sa sino  en  servir  a  Y.  M.:  y  aunque  al  tiempo  que  llegó  del 
Perú  estaba  la  tierra  alborotada  él  la  ha  pacificado," 


■^•«> 


APÉNDICE 

ESTUDIOS  DIVERSOS  SORRE  VALDIVIA 


PEDRO  DE  VALDIVA  ANTES  DE  VENIR  A  CHILE 


En  la  provincia  española  de  Estremadura,  al  sur  del  rio 
Guadiana,  i  al  sur-este  de  la  ciudad  de  Medellin,  patria  de 
Hernán  Cortes,  se  estiende  una  dehesa  que  mide  nueve  le- 
guas cuadradas.  Es  una  llanura  desprovista  de  árboles, 
pero  de  tierras  fértiles  para  los  pastos,  i  que  por  lo  mismo 
alimenta  grandes  masas  de  ganado.  Se  la  conoce  con  el 
nombre  de  dehesa  de  la  Serena,  nacido  sin  duda  de  una  co- 
rrupción de  la  voz  serna,  que  quiere  decir  terreno  apto  pa- 
ra el  cultivo,  o  terreno  mejorado  por  la  industria  del  hom- 
bre. 

En  aquella  llanura  i  en  sus  inmediaciones,  se  levantan 
varios  pueblos,  pobres  i  atrasados  hasta  ahora,  i  que  con- 
servan aun  costumbres  sencillas  i  orijinales.  El  mas  nota- 
ble de  todos  es  Villanueva  de  la  Serena:  el  segundo  es  Cas- 
tuera. 

A  fines  del  siglo  XV  vivia  en  uno  de  esos  pueblos,  en  la 
villa  del  Campanario,  doña  Isabel  Gutiérrez  de  Valdivia, 
señora  de  mui  noble  linaje,  dice  un  antiguo  cronista.  Ha- 
biendo contraido  matrimonio  con  un  hidalgo  portugués 
llamado  Pedro  Oncas  de  Meló,  ambos  esposos  trasladaron 
su  residencia  a  la  vecina  villa  de  Castuera.  Allí  tuvieron  un 
hijo,  al  cual  dieron  el  nombre  de  Pedro.  Este,  según  la  eos- 


296  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


tumbre  de  la  época,  elijió  mas  tarde  entre  todos  los  apelli- 
dos de  sus  mayores,  el  que  mejor  le  plugo,  talvez  el  que  le 
pareció  mas  aristocrático,  el  segundo  de  su  madre,  i  se  lla- 
mó simplemente  Pedro  de  Valdivia  i,  con  que  adquirió  mas 
tarde  una  gran  nombradía  i  con  que  ha  llenado  muchas 
pajinas  de  la  historia  de  la  conquista  de  América. 

Aunque  no  seria  imposible  descubrir  en  los  archivos  pa- 
rroquiales de  su  pueblo  natal  la  fecha  exacta  del  nacimien- 
to de  Pedro  de  Valdivia,  como  se  ha  descubierto  la  de  tan- 
tos otros  personajes  de  su  siglo,  esta  es  una  investigación 
que  no  se  ha  hecho  todavía.  Estamos  reducidos  a  asentar- 
la por  meras  conjeturas;  pero  se  puede  decir,  sin  temor  de 
equivocarse  mucho,  que  el  conquistador  de  Chile  nació  por 
los  años  de  1499  o  de  1500. 

Nada  se  sabe  acerca  de  la  niñez  de  Valdivia  ni  de  la  edu- 
cación que  recibió,  aunque  todo  hace  presumir  que  sus  pa- 
dres cuidaron  de  cultivar  su  intelijencia,  puesto  que  mas 
tarde  dejó  ver  un  espíritu  mas  ilustrado  que  el  de  la  jenera- 
lidad  de  sus  compañeros  de  armas.  Consta  sí  que  en  1521, 
i  cuando  probablemente  contaba  poco  mas  de  veinte  años, 
ya  servia  a  ejemplo  de  sus  mayores,  como  dice  él  mismo, 
en  las  tropas  españolas.  Principiaban  entonces  las  famo- 
sas guerras  a  que  dio  orijen  la  rivalidad  entre  Carlos  V  i 
Francisco  I,  i  las  hostilidades  se  abrieron  a  la  vez  con  di- 
versos pretestos,  en  Navarra  i  en  la  frontera  de  Flándes. 
Valdivia  se  encontraba  en  este  pais  con  los  soldados  que 
acompañaban  al  emperador.   A  su  lado  se  halló  en   Valea- 


1  Anlonio  de  Herrera  (dcc.  VI,  lib.  IV,cap.  1)  hace  a  Valdivia 
natural  de  Villanueva  de  la  Serena;  i  esta  aserción  ha  sido  seguida 
por  algunos  historiadores  posteriores.  El  capitán  Alonso  de  Gón- 
GORA  Marmolejo  {HistOTia  de  Chile,  cap.  XIV)  le  da  por  patria  a 
Castuera.  Sigo  esta  aseveración  no  solo  por  descansar  en  el  testi- 
monio de  un  contemporáneo,  casi  siempre  bien  informado,  sino  por 
constar  de  un  documento  que  la  familia  de  Valdivia  tenia  estable- 
cida su  residencia  en  este  pueblo.  Este  documento  será  publicado 
en  otro  estudio  titulado  Inés  Suárezi  doña  Marina  Ortiz  deGaete, 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  297 

ciennes  cuando  el  reí  de  Francia  trató  de  invadir  los  esta- 
dos de  su  rival  i.  Allí  sirvió  a  las  órdenes  del  conde  Enri- 
que de  Nassau,  jeneral  audaz  i  esperimentado. 

Esa  corta  campaña  tuvo  lugar  en  los  últimos  meses  de 
1521.  La  guerra  prendió  en  seguida  con  mayor  ardor,  i  to- 
mó proporciones  colosales.  Los  primeros  golpes  fueron  di- 
rijidos  sobre  la  Italia,  en  donde  los  franceses  acababan  de 
hacerse  dueno.s  del  Milanesado.  Carlos  V  envió  tropas 
de  España  i  de  Alemania  para  disputárselo,  i  las  puso  bajo 
las  órdenes  de  Próspero  Colonna,  jeneral  italiano,  enveje- 
cido en  el  servicio  militar,  i  que  con  justicia  es  considerado 
uno  de  los  mas  grandes  tácticos  de  su  siglo.  A  sus  órdenes 
combatió  Valdivia  en  la  conquista  de  la  Lombardía,  du- 
rante los  años  de  1522  i  1523,  estudiando  en  esa  escuela  la 
ciencia  de  la  guerra  que  habia  de  serle  tan  útil  en  el  nuevo 
mundo. 

Una  serie  de  triunfos  coronó  los  esfuerzos  de  los  españo- 
les; pero  envanecido  con  su  preponderancia,  i  alentados  so- 
bre todo  por  el  condestable  de  Borbon,  que  acababa  de 
abandonar  el  servicio  de  la  Francia  para  ofrecer  su  espada 
a  los  enemigos  de  su  rei,  acometieron  una  desastrosa  cam- 
paña en  Provenza  de  donde  tuvieron  que  retirarse  casi  en 
completa  fuga. 

Mientras  tanto,  un  ejército  francés  penetraba  en  Lom- 
bardía, ocupaba  a  Milán  e  iba  a  sitiar  a  los  españoles  en 
Pavía. 

Próspero  Colonna  acababa  de  morir;  pero  en  su  reem- 
plazo se  levantaba  un  jeneral,  italiano  también,  i  no  menos 
hábil  que  él,  el  marques  de  Pescara.  Este  reunió  los  restos 
dispersos  del  ejército  imperial,  buscó  su  punto  de  apoj^o  en 
la  formidable  infantería  española,  reuniólos  esfuerzos  que 
le  llegaban  de  varias  partes,  i  al  fin   abrió  la  gloriosa  cam- 


1  En  sus  cartas  al  emperador,  Valdivia  no  habla  de  haber  com- 
batido en  Flándes;  pero  en  las  instrucciones  que  en  1550  dio  a 
Aoruilera,  que  por  encargo  suyo  pasaba  a  España  a  hacer  diversas 
peticiones  a  la  corte,  le  recomienda  que  recuerde  al  rei  sus  servicios, 
i  le  indica  el  hecho  que  dejamos  asentado. 


298  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


paña  de  1525  en  que  obtuvo  el  24  de  febrero  de  ese  año  la 
rendición  del  reí  de  Francia  en  la  famosa  batalla  de  Pavía. 
Valdivia  sirvió  en  toda  esa  guerra  hasta  la  muerte  del 
marques  de  Pescara,  ocurrida  a  fines  de  ese  mismo  año.  Su 
nombre  no  aparece,  sin  embargo,  en  ninguna  de  las  relacio- 
nes ni  documentos  que  nos  han  quedado  de  aquella  memo- 
rable lucha;  sólo  por  el  testimonio  de  uno  de  los  primeros 
historiadores  de  Chile  i,  se  sabe  que  sirvió  en  la  compañía 
que  mandaba  un  capitán  Herrera.  Se  refiere  que  el  mismo 
Valdivia  obtuvo  el  título  de  capitán,  i  que  gozó  de  crédito 
de  buen  soldado. 

Se  ha  contado  también  que  Valdivia  sirvió  mas  tarde  en 
el  saco  de  Roma  i  en  otros  hechos  de  armas  ^;  pero  en  nin- 
guno de  los  documentos  en  que  habla  de  su  carrera  militar 
en  Italia,  dice  que  haya  combatido  en  otra  parte  que  en  el 
Milanesado;  i  aun  en  uno  de  ellos  dice  espresamente  que 
sirvió  en  Italia  hasta  la  muerte  del  marques  de  Pescara. 

Podemos,  pues,  creer  que  Pedro  de  Valdivia  se  separó 
del  servicio  militar  a  fines  de  1525.  Desde  esta  época  hasta 
su  traslación  a  América  hai  un  período  de  diez  años  sobre 
los  cuales  no  tenemos  noticia  alguna.  Parece  que  vivió  en 
Salamanca;  a  lo  menos  allí  contrajo  matrimonio  con  doña 
Marina  Ortiz  de  Gaete,  señora  noble  de  aquella  ciudad,  con 
la  cual  pasó  a  establecerse  en  Castuera,  su  pueblo  natal. 

Vivia  tal  vez  ocupado  en  las  modestas  faenas  de  la  agri- 
cultura, sin  esperanza  de  salir  de  la  condición  oscura  de  un 
pobre  hidalgo  de  provincia,  cuando  fué  a  tentarlo  la  ambi- 
ción de  ser  grande  i  poderoso  en  el  nuevo  mundo.  Se  sabe 
que  la  Estremadura,  mas  que  cualquiera  otra  provincia  de 
España,  suministró  soldados  para  la  conquista  de  Améri- 
ca, i  que  allí  acudian  los  caudillos  que  querían  formar  ban- 
das de  aventureros  para  las  nuevas  espediciones.  En  1534, 
se  anunciaba  una  de  éstas,  revistiendo  de  todos  los  atrac- 
tivos imajinables  el  pais  que  se  pensaba  conquistar. 

1  GÓNGORA  Marmolero,  cap.  III. 

2  CÓRDOBA  Figueroa,  Historia  de  Chile,  lib.  11,  cap.  X. 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  299 

Tratábase  de  la  provincia  de  Paria  en  Venezuela.  El  rei 
habia  dado  en  1530  el  título  de  gobernador  de  ella  a  Diego 
de  Ordaz,  uno  de  los  mas  ilustres  soldados  de  la  conquista 
de  Méjico;  i  éste,  después  de  una  campaña  llena  de  fatigas 
i  de  azares,  habia  esperimentado  la  rebelión  de  los  suyos,  i 
habia  muerto,  probablemente  envenenado,  cuando  volvia 
a  España.  Jerónimo  de  Ortal,  que  habia  sido  el  tesorero  de 
esta  espedicion,  solicitó  i  obtuvo  de  la  corona  el  título  de 
gobernador  de  esa  provincia,  reunia  los  elementos  indispen- 
sables para  marchar  a  su  conquista.  ''Despachadas  las 
cédulas  i  recaudados  desta  merced,  dice  un  antiguo  cronis- 
ta, comenzó  por  toda  España  a  vohir  la  fama  tan  apriessa 
de  las  innumerables  poblaciones  i  riquezas  de  aquella  tie- 
rra, de  apacibles  temples,  agradables  aires,  abundantes 
comidas,  dispuestas  para  toda  sementera  i  granos  de  Es- 
paña, toda  ella  era  un  paraiso  terrenal;  i  finalmente  pin- 
tándola a  todos  i  a  cada  uno  como  la  imájen  viva  que  que- 
ría, vino  a  causar  tal  alboroto  en  todas  las  provincias  de 
España,  que  muchos  dellos  no  reparaban  en  vender  sus  ha- 
ciendas i  desnaturalizarse  de  sus  patrias  i  ciudades  mu- 
dándose con  casas,  hijos  i  mujeres,  tomar  por  patria  ésta 
que  así  les  pintaban"  ^  Habiendo  reunido  ciento  sesenta 
soldados,  Ortal  zarpó  de  Sevilla  con  dos  naves  a  fines  de 
1534  para  acometer  la  proyectada  conquista. 

En  Sevilla  dejó  a  uno  de  sus  capitanes  con  el  encargo  de 
reunir  mas  jente  i  de  marchar  a  juntársele  en  Paria.  Era 
éste  Jerónimo  de  Alderete,  antiguo  soldado  del  ejército  de 
Italia,  amigo  de  Pedro  de  Valdivia,  a  cuyo  lado  hizo  mas 
tarde  la  campaña  de  Chile,  i  que  alcanzó  aquí  puestos  i  ho- 
nores que  no  pudo  conquistarse  en  otros  países.  Sin  duda 
por  instancias  de  Alderete,  i  halagado  con  la  esperanza  de 
labrarse  una  carrera  rápida  i  brillante,  i  una  gran  fortuna, 
Valdivia  se  enroló  en  la  segunda  división   de  las  fuerzas  es- 


1  Frai  Pedro  Simón,  Noticias  historiales  de  Tierra  Firmen  not. 
III,  cap.  XX,  páj.  208.  j 


300  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


pedicionarias.  Componíase  de  ciento  cincuenta  hombres  i, 
a  cuya  cabeza  salió  Alderete  de  Sevilla  en  los  primeros  me- 
ses de  1535. 

La  personalidad  de  Valdivia  desaparece  por  completo 
en  la  historia  de  esta  espedicion.  Buscando  noticias  acerca 
de  su  vida  en  los  documentos  i  relaciones  concernientes  a 
la  espedicion  de  Jerónim.)  de  Ortal,  hemos  hallado  datos 
abundantes  para  la  biografía  de  Alderete,  pero  no  hemos 
podido  encontrar  nada  sobre  el  futuro  jefe  de  la  conquista 
de  Chile.  Consta  sí  que  Valdivia  no  permaneció  mas  que  un 
año  en  Venezuela.  Aquella  lucha  sin  gloria  i  sin  espectati- 
vas  de  fortuna,  las  turbulencias  i  revueltas  de  los  mismos 
españoles,  no  formaban  el  teatro  a  que  aspiraba  su  ambi- 
ción. Por  otra  parte,  en  todos  los  establecimientos  españo- 
les del  nuevo  mundo  se  hablaba  entonces  de  los  grandes  te- 
soros del  Perú  que  habían  enriquecido  a  los  conquistado. 
res,  i  que  atraían  nuevos  aventureros  de  todas  partes. 
Anunciábase  ademas  que  el  inca  Manco,  el  sucesor  de  Ata- 
hualpa,  se  habia  rebelado  en  las  inmediaciones  del  Cuzco, 
i  que  sostenía  una  guerra  cruda  contra  los  españoles,  que 
podía  ser  causa  de  la  pérdida  de  esa  conquista.  Francisco 
Pizarro,  que  permanecía  en  Lima,  no  cesaba  de  pedir  ausi- 
llos  de  hombres  i  de  armas  a  todos  los  establecimientos  es- 
pañoles para  combatir  aquella  formidable  insurrección. 

Valdivia  no  vaciló  en  trasladarse  al  Perú  para  ofrecer  sus 
servicios  a  Pizarro. 

Cuando  llegó  a  Lima,  la  situación  de  los  conquistadores 
era  verdaderamente  alarmante.  Los  hermanos  del  gober- 
nador estaban  sitiados  en  el  Cuzco  por  un  ejército  de  dos- 
cientos mil  combatientes.  Los  diversos  destacamentos  que 
Pizarro  habia  hecho  salir  de  Lima  en  ausilio  de  la  ciudad 
asediada,  habían  sucumbido  a  manos  de  los  indios  rebel- 
des. Con  indecibles  sacrificios,  habia  enviado  un  cuerpo  de 
cuatrocientos  españoles  que  mandaba  Alonso  de  Alvarado, 


1  Doscientos,  dice  Juan  de  Castellanos,  ^/e//as  de  varones  ilus- 
tres de  Indias,  parte  I,  elejía  XI,  canto  I. 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  301 

cuya  suerte  inspiraba  los  mas  fundados  recelos.  Al  mismo 
tiempo,  Pizarro  quedaba  en  Lima  organizando  lin  nuevo 
cuerpo  de  tropas  a  cuya  cabeza  debia  ponerse  él  mismo 
para  marchar  en  socorro  del  Cuzco. 

Al  presentársele  Valdivia  en  la  ciudad  de  Lima,  el  con- 
quistador del  Perú  lo  recibió  con  gran  contento.  El  recien 
llegado  tenia  sobre  los  otros  aventureros  el  prestijio  de  mi- 
litar esperimentado  en  las  guerras  de  Italia.  Dotado  de  los 
vicios  i  virtudes  de  la  gran  mayoría  de  los  conquistadores, 
alegre,  jeneroso,  apasionado  por  el  juego  i  por  las  mujeres, 
violento  i  arrebatado  en  ocasiones.  Valdivia  tenia  grandes 
ventajas  sobre  casi  todos  ellos.  No  solo  liabia  alcanzado 
una  útil  esperiencia  en  el  arte  de  la  guerra,  sino  que  poseia 
una  gran  prudencia  en  el  consejo  i  en  los  negocios  militares, 
notable  seriedad  en  los  asuntos  graves,  penetración  para 
conocer  a  los  hombres  i  audacia  cuando  ésta  era  necesaria. 
Pizarro,  que  a  pesar  de  su  falta  absoluta  de  instrucción, 
habia  adquirido  una  rara  sagacidad,  conoció  luego  el  mé- 
rito de  Valdivia,  i  lo  nombró  maestre  de  campo  de  la  divi- 
sión que  estaba  organizando.  El  título  de  maestre  de  cam- 
po equivalía  al  de  jefe  de  estado  mayor  de  nuestro  tiempo. 
D¿sde  ese  momento,  el  futuro  conquistador  de  Chile  pasó 
a  ser  el  hombre  de  confianza  de  Francisco  Pizarro,  i  el  con- 
sejero obligado  en  todas  las  juntasen  que  éste  quena  oir  la 
opinión  de  sus  oficiales. 

Cuando  ese  cuerpo  de  tropas  hubo  contado  cuatrocien- 
tos cincuenta  hombres  con  los  voluntarios  que  habian  lle- 
gado de  Panamá,  de  Nicaragua  i  de  Tierra  Firme,  Pizarro 
i  Valdivia  salieron  de  Lima  en  marcha  para  el  Cuzco.  No 
habian  andado  mucho  cuando  recibieron  la  noticia  de  que 
Diego  de  Almagro,  de  vuelta  desuespedicion  a  Chile,  habia 
llegado  a  los  alrededores  del  Cuzco,  que  habia  precipitado 
la  retirada  de  los  indios  i  posesionádose  por  último  a  viva 
fuerza  de  esta  ciudad,  apresando  a  los  dos  hermanos  de  Pi- 
zarro. Cuando  aun  no  se  reponían  de  la  sorpresa  que  de- 
bia causarles  esta  noticia,  supieron  que  Alvarado,  después 
de  sufrir  una  bochornosa  derrota,  habia  caido   prisionero 


302  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


en  manos  de  Almagro.  Triste  i  alarmado  por  estas  noticias, 
Pizarro  dio  a  toda  prisa  la  vuelta  a  Lima  para  engrosar 
sus  fuerzas  i  poner  la  ciudad  en  estado  de  defensa,  creyen- 
do que  su  rival  se  dirijiria  pronto  én  contra  de  él.  Valdivia 
no  habia  aprobado  este  movimiento,  porque  creia  que  aun 
era  posible  cortar  la  guerra  civil  haciendo  que  Pizarro  se 
ofreciera  a  arreglar  las  diferencias  en  nombre  de  la  antigua 
amistad  que  lo  habia  ligado  con  Almagro;  pero  como  su 
consejo  no  fué  seguido,  tuvo  que  trasladarse  a  Lima  i  que 
hacer  sus  aprestos  para  una  lucha  próxima,  mucho  mas 
terrible  i  encarnizada  que  la  rebelión  de  los  indíjenas. 

A  pesar  de  esto,  Pizarro  que  no  estaba  preparado  para 
la  guerra  con  su  rival,  abrió  negociaciones  mientras  engro- 
saba sus  fuerzas.  Esas  negociaciones,  llenas  de  peripecias  i 
de  falsías,  que  no  hai  para  qué  referir  en  este  lugar,  arriba- 
ron a  un  arreglo  provisorio,  dejando  la  solución  definitiva 
de  todas  las  dificultades  para  cuando  llegaran  ciertas  pro- 
videncias que  se  hablan  pedido  a  la  corte.  Pizarro  obtuvo 
por  este  medio  la  libertad  de  su  hermano  Hernando,  que 
permanecía  hasta  entonces  en  poder  de  Almagro;  pero 
cuando  Hernando  estuvo  libre,  no  vaciló  en  romper  abier- 
tamente el  pacto,  i  en  declarar  a  sus  capitanes  que  era 
llegado  el  caso  de  comenzar  la  guerra. 

Los  primeros  movimientos  militares  se  efectuaron  en  el 
acto.  Hernando  Pizarro,  que  al  salir  de  la  prisión  habia 
prometido  a  Almagro  no  volver  a  tomar  las  armas,  se  puso 
a  la  cabeza  del  ejército,  llevando  a  su  lado  a  Valdivia  en  el 
rango  de  maestre  de  campo  i  con  el  carácter  de  consejero. 
Sus  tropas  avanzaron  hasta  el  valle  de  Pisco;  pero  allí  se 
presentó  la  primera  dificultad.  Almagro  se  habia  retirado 
hacia  Guamanga  para  cerrar  a  sus  contrarios  el  camino  del 
Cuzco.  En  las  primeras  cadenas  de  los  Andes,  en  unas  as- 
perísimas alturas  denomidadas  sierra  de  Guaitara,  habia 
colocado  un  destacamento,  al  cual,  vistas  las  dificultades 
del  terreno,  era  fácil  defenderse  contra  todo  ataque.  Para 
subir  a  ese  punto  habia  sólo  dos  senderos  escabrosos  i 
cortado  en  varias  partes;  pero  Hernando  Pizarro  i  Valdi- 


ESTUDIOS    DIVEESOS    SOBRE   VALDIVIA  303 

vía  determinaron  ocupar  esas  alturas  a  toda  costa.  De- 
jaron al  pié  de  la  sierra  los  caballos,  que  no  les  habrian 
servido  de  nada  en  aquel  lance;  i  dividiendo  sus  fuerzas 
en  dos  cuerpos  que  debían  mandar  cada  uno  dé  los  jefes, 
emprendieron  durante  la  noch2  el  asalto  de  aquella  formi- 
dable posición.  Valdivia  afianzó  entonces  su  reputación  de 
militar  tan  intrépido  como  hábil.  Salvó  diestramente  las 
cortaduras;  i  aunque  muchos  de  sus  soldados  quedaron 
en  el  camino  rendidos  de  cansancio;  i  aunque  el  frió  inten- 
so de  4a  noche  en  aquellas  alturas  entumecía  las  piernas, 
llegó  a  la  cima  sin  ser  sentido  i  ocupó  el  puesto  que  defen- 
clian  los  almagristas,  antes  que  éstos  hubieran  pensado  en 
oponer  la  menor  resistencia.  Creyéndose  atacados  por  todo 
'el  ejército  de  los  Pizarros,  se  pronunciaron  en  completa 
dispersión,  dejando  a  Valdivia  i  los  suyos  dueños  del 
terreno. 

Algunas  personas  influentes  en  el  campo  del  gobernador 
creyeron  que  todavía  era  posible  arribar  a  un  avenimiento 
que  evitara  los  horrores  de  una  guerra  civil.  Pero  los  Piza- 
rros, envanecidos  cotilas  ventajas  de  su  situación,  i  llenos 
de  orgullo  i  de  odio  contra  sus  rivales,  no  quisieron  oir 
los  consejos  pacíficos.  Pocos  dias  después,  sabiendo  que 
las  tropas  de  Almagro  se  retiraban  hacia  el  Cuzco,  se  acor- 
dó que  Hernando  marchase  ':n  su  persecución  a  la  cabeza 
de  setecientos  soldados.  Valdivia  iba  con  él,  en  el  rango  de 
maestre  de  campo.  El  ejército  siguió  el  camino  de  la  costa 
hasta  el  puerto  de  Nasca,  para  penetrar  en  el  interior  dan- 
do un  rodeo  a  fin  de  burlar  la  vijilancia  del  enemigo  que 
podia  hostilizarlo  en  los  desfiladeros  de  la  sierra. 

Los  dos  ejércitos  llegaron  a  avistarse  en  los  primeros 
dias  de  abril  de  1538.  El  6  de  este  mes  tuvo  lugar  la  famo- 
sa batalla  de  las  Salinas.  Valdivia  sirvió  en  esa  jornada  no 
sólo  dando  la  mas  conveniente  colocación  a  las  tropas  de 
Pizarro,  sino  peleando  denodadamente  i  conquistando  la 
victoria.  Tomaron  él  i  Gonzalo  Pizarro  el  mando  de  la 
infantería,  colocándose  en  el  centro  de  la  línea  que  formaba 
su  ejército,  i  sin  grandes  dificultades  ejecutaron  sus  prime- 


304  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ros  movimientos  para  pasar  un  riachuelo  que  los  separaba 
del  campo  enemigo;  pero  al  atravesar  unos  pantanos  que 
habia  allí  cerca,  el  fuego  de  la  artillería  de  los  almagristas 
introdujo  el  desorden  en  las  primeras  filas.  Valdivia  i  Gon- 
zalo desplegaron  un  gran  valor  en  ese  momento  crítico 
arrojáronse  en  medio  de  sujente,  i  amenazando  a  unos  i 
alentando  a  otros,  reanimaron  a  sus  tropas  hasta  llevar- 
las al  sitio  en  que  podian  sostener  la  pelea  con  ventaja.  Este 
movimiento  fué  decisivo:  el  combate  duró  todavía  mas  de 
ima  hora:  las  caballerías  sostuvieron  un  choque  terrible, 
pero  al  fin,  los  infantes  decidieron  de  la  jornada,  i  el  ejército 
de  Pizarro  quedó  vencedor. 

Una  vez  apoderado  del  Cuzco,  i  establecida  la  autoridad 
de  su  hermano,  Hernando  Pizarro  dispuso  nuevas  conquis- 
tas para  descargar  de  jente  aquella  ciudad.  Retuvo  sin  em- 
bargo a  su  lado  a  Pedro  de  Valdivia  como  un  consejero  que 
podia  serle  mui  útil.  La  historia  ha  referido  muchas  veces 
los  hechos  que  tuvieron  lugar  en  seguida,  i  la  muerte  cruel 
del  infortunado  Almagro;  pero  las  crónicas  i  los  documen- 
tos no  dicen  nada  acerca  de  la  responsabilidad  que  cabe  a 
Valdivia  por  estos  sucesos,  ni  si  él  fué  del  número  de  los 
capitanes  que  estimularan  a  Hernando  Pizarro  a  condenínr 
al  último  suplicio  a  aquel  desventurado  capitán.  Se  sabe 
sí  que  habiéndose  tramado  un  complot  para  libertar  a 
Almagro  por  algunos  de  los  soldados  que  poco  antes  ha- 
bian  salido  del  Cuzco  para  hacer  una  nueva  conquista, 
Valdivia  aconsejó  a  Pizarro  que  marchara  a  su  encuentro 
finjicndo  que  ignoraba  aquella  trama;  pero  que  se  apode- 
rara de  sus  principales  autores  i  los  castigara  para  evitar 
en  tiempo  mayores  males.  Hernando  Pizarro  siguió  este 
consejo,  i  en  consecuencia  mandó  cortar  la  cabeza  a  un 
capitán  que  tenia  la  mayor  culpabilidad  en  aquel  provecto. 

En  esos  momentos  Hernando  Pizarro  se  preparíiba  para 
volverse  a  España,  i  quería  proporcionarse  a  todo  trance 
grandes  cantidades  de  oro  para  hacer  olvidar  en  la  corte 
los  últimos  sucesos  del  Perú,  la  guerra  civil  entre  los  con- 
quistadores, la  condenación  i  muerte  de  Almagro.   Entón- 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  305 

ees  emprendió  una  espedicion  a  las  provincias  del  Collao, 
nombre  que  se  daba  al  territorio  que  se  estiende  en  la  alti- 
planicie boliviana  en  los  alrededores  del  lago  Titicaca.  Lle- 
vando consigo  una  columna  regular  de  tropas  en  que  iban 
su  hermano  Gonzalo  i  Pedro  de  Valdivia,  llegó  hasta  las 
márienes  del  rio  Desaguadero,  donde  los  indijenas  le  opu- 
sieron una  obstinada  resistencia;  pero  echando  un  puente 
sobre  el  rio,  pasó  a  la  rejion  oriental,  i  allí  encomendó  a 
Gonzalo  que  siguiera  la  conquista  de  esos  paises  hasta  lle- 
gar a  los  Charcas,  donde,  según  las  noticias  que  se  le  habian 
comunicado,  existia  una  fabulosa  riqueza  mineral.  Hecho 
esto,  Hernando  Pizarro  dio  la  vuelta  al  Cuzco,  en  compañía 
de  Valdivia. 

Antes  de  mucho,  tuvieron  ambos  que  volver  a  aquel  lu- 
gar. Los  indios  de  Charcas  presentaron  a  Gonzalo  Pizarro 
una  formidable  batalla  en  Cochabamba;  i  aunque  logró 
dispersarlos,  la  resistencia  de  los  indíjenas  parecia  tan  for- 
midable, que  Hernando  a  la  cabeza  de  un  refuerzo  de  solda- 
dos, i  llevando  siempre  consigo  a  Pedro  de  Valdivia,  mar- 
chó de  nuevo  a  socorrerlo.  Los  castellanos  llegaron  enton- 
ces hasta  los  Charcas,  tomaron  posesión  del  rico  mineral  de 
Porco,  i  determinaron  establecerse  allí,  dando  a  los  suyos 
estensos  repartimientos  de  tierra.  Valdivia  obtuvo  una  mi- 
na en  Porco,  i  un  dilatado  valle  denominado  La  Canela, 
concesiones  ambas  que  habrian  podido  enriquecerlo  en  po- 
co tiempo.  En  seguida,  los  dos  hermanos  Pizarro  dieron  la 
vuelta  al  Cuzco,  dejando  el  mando  de  las  tropas  al  capitán 
Diego  de  Rojas. 

Cuando  Francisco  Pizarro  conoció  la  importancia  de  es- 
tos descubrimientos,  despachó  a  los  Charcas  con  un  nuevo 
cuerpo  de  tropas  al  capitán  Pedro  Anzúres,  que  acababa 
de  hacer  otra  penosa  espedicion  por  los  territc>rios inmedia- 
tos. Este  capitán  llevaba  encargo  de  fundar  allí  una  ciudad; 
i  en  efecto,  echó  los  cimientos  de  La  Plata,  llamada  también 
Chuquisaca  por  el  nombre  de  un  pueblo  de  indios  que  habia 
en  ese  lugar,  i  Charcas  por  el  nombre  de  la  provincia.  Val- 
divia, que  habia  servido  eficazmente  en  esta  campaña, 
TOMO  vn  20 


306  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


fué  también  del  número  de  los  primeros  fundadores  de  esta 
ciudad. 

Pero  Valdivia  no  podia  resignarse  a  ser  un  simple  enco- 
mendero cuando  se  sentia  con  ánimo  para  emprender  por 
sí  mismo  nuevas  conquistas.  A  esto  hai  que  agregar  otra 
circunstancia  que  debió  influir  poderosamente  en  su  espíri- 
tu para  determinarlo  a  alejarse  de  aquellos  lugares.  Los 
castellanos  estaban  divididos  por  odios  i  rencores  profun- 
dos, que  dejaban  presumir  que  no  tardarian  en  renacer  las 
disenciones  i  la  guerra  civil.  Los  verdaderos  conquistado- 
res, es  decir,  los  que  habian  acompañado  a  Pizarro  desde 
su  arribo  al  Perú,  miraban  en  menos  a  los  que  sólo  habian 
servido  en  la  lucha  contra  Almagro,  i  que  sin  embar/í^o  ha- 
bian alcanzado  mayores  favores  que  los  que  habian  pasado 
por  tantos  trabajos  en  el  prinier  descubrimiento  i  en  la 
guerra  contra  los  indios.  Valdivia  se  hallaba  en  ese  caso. 
Llegado  al  Perú  en  1536,  su  elevación  era  la  obra  de  la 
protección  con  que  Pizarro  pagaba  sus  servicios  en  la  gue- 
rra civil. 

El  altivo  caballero  no  podia  aceptar  esa  situación.  Sa- 
biendo que  el  gobernador  Pizarro  visitaba  los  pueblos  i  los 
campos  vecinos  al  lago  Titicaca,  se  trasladó  a  esos  luga- 
res en  abril  de  1539  para  pedirle  la  conquista  de  Chile,  que 
no  despertaba  la  ambición  de  nadie,  i  en  que  él  iba  a  ilus- 
trar su  nombre  elevándose  a  la  altura  de  los  mas  grandes 
capitanes  del  nuevo  mundo.  Encontró  a  Pizarro  en  Chu- 
quiabo,  en  el  mismo  sitio  en  que  diez  años  mas  tarde  se  le- 
vantó la  ciudad  de  La  Paz;  i  allí  obtuvo  el  título  de  teniente 
gobernador^de  Chile. 

La  carrera  de  Valdivia  estaba  hecha.  Habia  salido  del 
rango  de  subalterno  i  entraba  en  el  de  jefe. 


II. 

CÓMO  OBTUVO  VALDIVIA  EL  TÍTULO  DE  GOBERNADOR 

DE  CHILE 

Los  historiadores  de  la  conquista  de  América  no  han  fija- 
do suficientemente  la  atención  en  un  hecho  que,  repetido 
muchas  veces,  puede  considerarse  un  rasgo  distintivo  de  la 
ambición  franca  i  resuelta  de  los  capitanes  que  ejecutaron 
aquella  empresa. 

En  1511  la  isla  Española,  centro  de  donde  partian  enton- 
ces las  espediciones  esploradoras  de  los  castellanos,  estaba 
gobernada  por  don  Diego  Colon.  Confió  éste  a  uno  de  sus 
capitanes,  llamado  Diego  de  Velázquez,  el  encargo  de  con- 
quistar la  isla  de  Cuba  i  Velázquez  ejecutó  esta  conquista 
con  gran  fortuna  i  sin  encontrar  dificultades  estraordina- 
rias.  Fundó  luego  seis  ciudades,  repartió  las  tierras  i  los 
indios  entre  sus  compañeros;  i  olvidándose  del  jefe  que  lo 
habia  mandado  a  aquel  pais,  se  dirijió  alrei  para  informar- 
le directamente^de  sus  conquistas  i  de  las  ventajas  que  re- 
sultarían a  la  corona  de  la  posesión  de  aquella  isla.  La 
autoridad  de  su  inmediato  superior  fué  desatendida  de  esta 
manera.  Diego  de  Velázquez,  de  teniente  gobernador  que 
era  por  poder  de  Colon,  pasó  a  ser  gobernador. 


308  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Antes  de  muchos  años,  en  1519,  Diego  de  Velásquez  fué 
víctima  a  su  turno  de  un  acto  semejante  de  rebelión  contra 
su  autoridad.  Hernán  Cortés,  encargado  por  él,  i  sólo  co- 
mo su  teniente,  de  la  esploracion  de  las  costas  mejicanas, 
desembarca  allí,  funda  la  ciudad  de  Vera  Cruz,  establece 
un  a\^untamiento  o  cabildo;  i  haciéndose  nombrar  por  sus 
soldados  capitán  jeneral  i  justicia  mayor  de  la  colonia,  em- 
prende por  su  cuenta  i  riesgo  la  conquista  del  poderoso 
imperio  de  Moctezuma.  Aquella  desobediencia,  ejecutada 
con  ciertas  fórmulas  de  legalidad,  lo  sacaba  de  la  esfera  su- 
balterna para  elevarlo  al  rango  de  jefe. 

El  mismo  Cortés  esperimentó  mas  tarde  los  efectos  de 
este  sistema  de  rebelión.  Uno  de  sus  capitanes  llamado  Cris- 
tóbal de  Olid,  despachado  por  él  en  1521  para  ir  a  poblar 
en  la  provincia  de  Honduras,  fundó  a  su  vez  un  pueblo  con 
el  nombre  de  Triunfo  de  la  Cruz,  creó  un  cabildo  i  se  puso 
en  comunicación  con  la  corte,  como  si  su  autoridad  na- 
ciese de  una  provisión  real.  Menos  feliz  que  muchos  de  los 
otros  capitanes  que  se  revelaban  para  independizarse  de 
sus  jefes,  Olid  fué  asesinado  en  la  provincia  de  su  mando;  i 
Cortés  pudo  reincorporarla  al  territorio  que  le  estaba  so- 
metido. 

Francisco  Hernández  de  Córdoba,  el  conquistador  de  Ni- 
caragua, i  Sebastian  de  Benalcázar,  el  conquistador  de  Qui- 
to, para  no  agregar  mas  que  estos  dos  ejemplos,  fueron 
subalternos  el  primero  de  Pedro  Arias  Dávila,  gobernador 
de  Panamá,  i  el  segundo  de  Francisco  Pizarro,  gobernador 
del  Perú.  Con  fortuna  diferente,  ambos  desobedecieron  a 
sus  jefes;  i  en  vez  de  reducirse  a  ser  simples  tenientes,  qui- 
sieron constituir  un  gobierno  propio,  sin  conocer  otra  de- 
pendencia que  la  del  rei  de  España. 

Un  hombre  de  una  rara  intelijencia  que  fué  testigo,  puede 
decirse  así,  de  estas  frecuentes  rebeliones,  escribia  desde  la 
ciudad  de  Santo  Domingo  al  rei  i  al  consejo  de  Indias  las 
palabras  siguientes:  "Esto  de  capitular  por  sí,  sin  dar  ra- 
zón primero  a  quien  lo  envió,  ni  por  cuyo  mandato  fué,  es 
una  fruta  o  fraude,  que  ha  mucho  que  se  usa.   El  principio 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  309 

de  la  cual  fué  Diego  de  Velázquez,  e  a  él  le  pagaron  en  ella, 
e  así  se  hará  siempre,  porque  es  costumbre  útil  a  unos  e 
raui  perjudicial  a  otros,  e  de  esta  misma  ha  nacido  no  se 
contentar  ningún  gobernador  con  la  tierra  que  le  encomien- 
dan V.  V.  M.  M.  sin  usar  por  toda  la  que  mas  pueden  alie 
gar  o  apropiar.  No  sé  qué  sea  aquesto  que  en  Castilla  con 
un  corregimiento  e  de  una  sola  ciudad  o  villa  hai  pocos  que 
se  den  maña  a  la  gobernar  bien;  e  acá  no  se  contentan  con 
un  reino,  pero  voi  atinando  en  que  la  causa  de  esto  es  no 
poblar  ni  asentar,  sino  disipar  e  destruir  e  pasar  adelante; 
porque  su  fin  no  es  permanecer  en  la  tierra  sino  despoblar- 
la, e  por  esta  causa  hai  tan  poco  cuidado  en  la  conversión 
de  los  indios  e  tan  poca  dilijencia  en  labrar  minas,  sino  en 
andar  e  desollinar  el  oro  que  está  en  poder  de  los  natura- 
les 1." 

Pedro  de  Valdivia  no  se  apartó  de  esta  práctica  casi  cons- 
tante de  los  conquistadores  españoles  del  Nuevo  Mundo. 
Vamos  a  manifestarlo,  señalando  algunos  hechos  que  se 
han  escapado  a  la  investigación  de  los  historiadores  que 
han  referido  la  conquista  de  nuestro  pais. 

El  título  que  Valdivia  traia  del  Perú  al  pisar  el  suelo  que 
queria  conquistar,  era  el  de  teniente  gobernador  de  Chile. 
Este  título  le  habia  sido  conferido  por  Francisco  Pizarro, 
el  cual  se  reservaba  para  sí  el  rango  de  gobernador.  Según 
el  lenguaje  oficial  de  los  conquistadores,  estas  denomina- 
ciones quedan  decir  que  el  pais  que  Valdivia  conquistase 
estaria  sometido  al  gobernante  del  Perú,   cuyo  nombre  de- 


1  Carta  de  Gonzalo  Fernández  de  Oviedo  al  rei  i  al  consejo  de 
Indias,  escrita  en  Santo  Domingo  el  25  de  octubre  de  15vS7,  i  pu- 
blicada en  el  tomo  I,  pajina  522,  de  la  Colección  de  documentos 
inéditos  del  archivo  de  Indias.  Por  un  descuido  de  los  directores 
de  esta  Colección,  esta  carta  ha  sido  reimpresa  en  el  tomo  III, 
páj.  64.  Lo  mismo  sucede  con  otra  carta  del  mismo  Oviedo  de  9 
de  diciembre  de  1537,  impresa  en  el  tomo  I,  páj.  529  i  en  el  tomo 
III,  páj.  70. 


,*<10  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


bia  aparecer  en  todos  los  documentos  públicos,  como  las 
actas  de  toma  de  posesión  del  pais,  la  fundación  de  las  ciu- 
dades, la  creación  de  cabildos  i  los  poderes  e  instrucciones 
para  nuevos  descubrimientos.  El  conquistador  de  Chile  dc- 
bia  someterse  a  estas  prácticas  invariables  para  demostrar 
su  dependencia  del  jefe  inmediato  de  quien  emanaban  sus 
facultades. 

No  lo  hizo  así  sin  embargo.  Al  llegar  al  valle  de  Copiapó, 
creciéndose  va  bastante  alejado  del  gobernador  del  Pcru, 
tomó  posesión  del  territorio  en  nombre  de  S.  M.  i  como  si 
sus  provisiones  fueran  dadas  por  ¡el  rei.  En  el  acta  que  con 
este  motivo  acostumbraban  estender  los  conquistadores 
españoles.  Valdivia  se  guardó  bien  de  mencionar  a  Pizarro, 
"dándonos  a  entender,  dicen  algunos  de  sus  compañeros, 
que  ya  era  gobernador"  - 

Haí)iendo  llegado  al  valle  del  Mapocho,  determinó  echar 
los  cimientos  de  la  ciudad  de  Santiago,  que  debia  ser  el 
asiento  de  su  gobierno.  En  el  acta  de  la  fundación,  tal  co- 
mo ha  llegado  hasta  nosotros.  Valdivia  sc  llama  "teniente 
de  gobernador  i  capitán  jeneral  por  el  mui  ilustre  señor 
don  Francisco  Pizarro,  gobernador  i  capitán  jeneral  en  las 
provincias  del  Perú;"  pero  debe  advertirse  que  esta  acta  no 
es  el  documento  orijinal,  i  que  seguramente  fué  escrita  a 
fines  de  1543  o  a  principios  de  1544,  cuando  Pizarro  habia 
muerto  hacia  mas  de  dos  años,  i  cuando  no  importaba  na- 
da el  dejar  en  el  papel  esta  muestra  de  sumisión,  o  mas  bien 
cuando  ésta  podia  servir  a  Valdivia  para  justificarse  ante 
el- rei  en  caso  que  se  le  acusara  de  rebelde  a  la  autoridad  de 
su  jefe  inmediato. 

Fundada  la  ciudad,  Valdivia  pensó  en  constituir  un  cuer- 


"  Acta  de  acusación  de  Valdivia  en  el  proceso  que  se  le  siguió 
en  Lima  en  1548.  Valdivia  confirmó  este  hecho  en  su  defensa  ma 
nifestando  que  lo  habia  hecho  así  porque  desde  aquel  lugar  comen- 
zaba el  territorio  que  debia  conquistar  según  las  provisiones  que 
le  habia  dado  Pizarro. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  311 

po  municipal.  El  cabildo  no  era  entonces  entre  los  españo- 
les un  cuerpo  encargado  sólo  de  mantener  la  seguridad  i  el 
aseo  de  la  población  en  que  estaba  establecido.  Las  leyes 
i  las  tradiciones  de  las  libertades  municipales  de  la  edad 
media,  aseguraban  a  los  cabildos  cierta  independencia  en 
la  representación  de  los  vecinos.  El  cabildo  nombraba  libre- 
mente cada  año  los  individuos  que  debian  componer  la  cor- 
poración el  año  siguiente;  elejia  los  alcaldes  que  debían  ad- 
ministrar justicia;  i  aun  en  caso  de  muerte  de  un  goberna- 
dor, cuando  no  estaba  designado  el  personaje  que  debia 
reemplazarlo,  el  cabildo  podia  hacer  esta  designación.  Este 
cuerpo,  ademas,  arreglaba  sus  gastos,  levantaba  jente  ar- 
mada; i  en  la  guerra  era  costumbre  que  cada  cuerpo  de  ejér- 
cito enviado  por  las  ciudades,  llevase  en  su  pendón  las  ar- 
mas de  su  cabildo  respectivo.  En  los  casos  mas  graves  que 
se  le  ofrecían,  esta  corporación  convocaba  a  los  vecinos  te- 
nidos por  buenos  hombres  en  la  localidad,  i  resolvía  con 
ellos  en  cabildo  abierto,  tal  era  el  nombre  que  se  daba  a  es- 
tas asambleas,  muchos  negocios  no  previstos  por  las  leyes, 
o  que  estando  en  oposición  con  ellas,  las  circunstancias  del 
momento  exijian  que  no  se  diera  a  éstas  puntual  cumpli- 
miento. Es  cierto  que  poco  a  poco,  i  sobre  todo  después  de 
la  fundación  de  las  audiencias,  se  despojó  a  los  cabildos  de 
muchas  de  sus  atribuciones;  pero  a  mediados  del  siglo  XVI, 
los  ayuntamientos  de  las  ciudades  americanas  se  creian  en 
el  pleno  goce  de  estas  facultades. 

El  cabildo  de  Santiago  fué  instituido  por  Pedro  de  Val- 
divia el  7  de  marzo  de  1541.  Nombró  ese  día  los  alcaldes, 
rejidores,  procurador  i  mayordomo  o  tesorero  de  laciudad. 
En  el  auto  del  conquistador  no  aparece  para  nada  el  nom- 
bre de  Pizarro.  Pero  en  los  nombramientos  de  escribano  i 
de  alguacil,  que  se  han  conservado  en  los  libros  capitula- 
res, Valdivia  se  llama  "teniente  de  gobernador  i  capitán  je- 
neral  en  esta  provincia  del  Nuevo  Estremo  por  el  muí  ilus- 
tre señor  marques  don  Francisco  Pizarro,  gobernador  i  ca- 
pitán jeneral  por  S.  M.  en  las  provincias  del  Perú."  Parece, 


312  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


pues,  que  hasta  entonces  su  pensamiento  de  constituirse  en 
gobernador  no  estaba  perfectamente  determinado,  o  que  a 
lómenos  vacilaba  ante  un  acto  de  rebelión  contra  el  jefe 
c[ue  le  habia  confiado  la  conquista  de  Chile. 

Pero  no  se  pasó  mucho  tiempo  en  esa  situación.  El  10  de 
mavo  de  ese  mismo  año  de  1541,  el  cabildo  celebraba  una 
sesión.  Tratándose  de  "muchas  cosas  cumplideras  al  servi- 
cio de  Dios  i  de  S.  M."  se  dijo  que  por  los  indios  enemigos 
se  sabia  que  el  Perú  era  presa  de  la  guerra  civil  i  que  Piza- 
rro  habia  sido  asesinado  por  los  partidarios  de  Almagro. 
Agregóse  que  convenia  a  los  intereses  de  S.  M.  i  a  la  con- 
servación de  esta  tierra,  Chile,  elejir  a  Pedro  de  Valdivia 
por  gobernador  i  capitán  jeneral  de  esta  provincia  en  noin- 
bre  de  S.  M.  Considerando  los  inconvenientes  que  podian 
resultar  de  no  nombrar  a  Valdivia,  aun  en  el  caso  que  esa 
noticia  no  fuera  cierta,  el  cabildo  acordó  que  el  procurador 
de  ciudad  Antonio  de  Pastrana  "hiciese  un  pedimento  en 
que  por  él  requiriese  a  los  señores  de  este  cabildo  que  elijie- 
sen  al  dicho  señor  teniente  por  gobernador  i  capitán  jeneral 
en  nombre  de  S.M.;  e  así  quedó  acordado  que  para  el  primer 
cabildo  el  dicho  procurador  trajese  el  dicho  pedimento." 

El  procurador  Pastrana  presentó  su  petición  el  31  de 
mayo.  La  historia  ha  referido  con  todos  sus  incidentes  la 
tramitación  de  este  negocio,  las  negativas  de  Valdivia,  las 
repetidas  insistencias  del  cabildo,  i  por  último  la  manera 
como  el  cabildo  i  el  vecindario  aclamaron  a  aquél  por  go- 
bernador, obligándolo  el  10  de  junio  a  aceptar  contra  su 
voluntad  el  puesto  que  se  le  ofrecía.  Pero  los  historiadores 
no  han  fijado  su  atención  en  una  circunstancia  mui  signifi- 
cativa para  apreciar  estos  sucesos.  Pizarro  no  habia  muer- 
to cuando  el  cabildo  de  Santiago,  tomando  por  pretesto 
una  noticia  completamente  falsa,  i  de  oríjen  mui  sospecho- 
so, se  habia  apresurado  a  ajitar  i  a  concluir  el  nombra- 
miento de  Valdivia  en  el  carácter  de  gobernador  de  Chile. 
El  conquistador  del  Perú  fué  asesinado  el  26  de  junio  de 
154-1;  i  la  noticia   verdadera   de  este  acontecimiento  no  vSe 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  313 

supo  en  Chile  hasta  setiembre  de  1543  3. 

En  vista  de  estos  hechos,  i  juzgando  de  ellos  por  los  otros 
antecedentes  que  hemos  señalado,  es  preciso  reconocer  que 
la  creación  del  cabildo  de  Santiago,  i  el  nombramiento  de 
Valdivia  como  gobernador  de  Chile  no  pueden  considerarse 
sino  actos  de  desobediencia  a  la  autoridad  de  Pizarro.  Es 
la  repetición  fiel  de  los  hechos  por  medio  de  los  cuales  Cor- 
tes se  separó  de  la  obediencia  que  debia  a  Diego  de  Velaz- 
quez,  el  gobernador  de  Cuba  *.  Sin  embargo,  la  muerte  de 
Pizarro,  ocurrida  después  del  nombramiento  de  Valdivia 
como  gobernador  de  Chile,  vino  a  disculpar  este  acto  d.e 
rebelión. 

Desde  entonces,  Pedro  de  Valdivia  comenzó  a  usar  el  tí- 
tulo de  "electo  gobernador  i  capitán  jeneral  en  nombre  de 
S.  M.  por  el  cabildo,  justicia  e  rejimiento,  y  por  todo  el 
pueblo  de  esta  ciudad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo  en 
estos  reinos  de  la  Nueva  Estrcmadura."  En  este  carácter 
nombró  a  Alonso  de  Monro}^  su  teniente  de  gobernador  i 
capitán  jeneral;  a  Jerónimo  de  Alderete,  tesorero  real;  a 
Francisco  de  Arteaga,  contador;  a  Juan  Fernández  Alde- 
rete, veedor;  i  a  Francisco  de  Aguirre  factor,  destinos  to- 
dos ellos  mui  importantes  (el  primero  tenia  a  su  cargo  la 
administración  de  justicia,  i  los  otros  tres  la  recaudación  i 
custodia  de  los  derechos  reales),  cuva  provisión  ni  aun  ac- 


'■>  Esta  contradicción  de  fechas  que  resulta  comparando  el  dia 
de  la  muerte  de  Pizarro  con  el  del  nombramiento  de  Valdivia  por 
gobernador  de  Chile  baria  creer  en  un  error  de  copia  en  los  prime- 
ros documento?  del  cabildo  de  Santiago,  i  que  el  nombramiento 
de  Valdivia  fué  hecho  en  1542.  Sin  embargo,  este  conquistador  en 
su  carta  a  Hernando  Pizarro  le  dice  espresamente  que  se  le  dio  ese 
título  en  1511,  antes  de  saberse  la  muerte  del  conquistador  del 
Perú;  i  trata  de  justificar  su  conducta  por  este  acto  ejecutado, 
dice,  a  su  pesar. 

^  De  los  historiadores  que  conozco,  ninguno  ha  tratado  me- 
jor este  punto  de  la  historia  de  Cortes  que  don  Lúeas  Alaman 
en  sus  Disertaciones  sobre  la  historia  de  la  república  mejicana 
(Méjico,  1841).  V.  la  dis.  II,  tomo  1,  pájs.  61  i  62. 


314  KSTUDIOS    HISTÓIIICPS 


cidental  habría  podido  hacer  quizá  sin  consultarla  previa- 
mente con  el  gobernador  Pizarro.  Las  aspiraciones  del  con- 
quistador parecian  satisfechas. 

Esta  forma  usada  por  los  capitanes  españoles  en  el  Nue- 
vo Mundo  cuando  vSe  querían  hacer  nombrar  gobernadores, 
ofrecía  los  mas  serios  peligros  páralos  mismos  favorecidos. 
Los  aventureros  i  soldados  a  (juienes  se  les  reconocía  el  de- 
recho de  elejir  sus  jefes,  comprendian  sin  dificultad  que  jun  - 
to  con  él  tenían  también  el  poder  de  quitar  el  mando  a 
aquellos  a  quienes  acababan  de  conferirlo.  Valdivia  pasó 
por  ese  peligro  dos  mCvSes  después  de  haber  recibido  el  títu- 
lo de  gobernador. 

A  principios  de  agosto  se  hallaba  fuera  de  Santiago,  ocu- 
pado en  un  importante  trabajo.  Habia  idoaMalga-malga, 
cerca  de  la  embocadura  del  rio  Aconcagua,  a  establecer 
unos  lavaderos  de  oro  en  un  terreno  que  se  le  recomendaba 
como  mui  rico,  i  a  disponer  la  construcción  de  un  bergan- 
tín por  medio  del  cual  pensaba  comunicarse  con  el  Perú 
para  proporcionarse  ausilios  de  hombres  i  de  pertrechos. 
Durante  su  ausencia,  algunos  de  los  pobladores  de  Santia- 
go, cansados  de  las  penalidades  de  la  conquista,  i  creyendo 
que  este  pais  no  ofrecía  las  riquezas  minerales  en  que  so- 
ñaban, "comenzaron  a  hablar  de  la  necesidad  de  desampa- 
rarlo i  devolverse  al  Perú.  El  teniente  de  gobernador  Alonso 
de  Monroy,  que  habia  quedado  en  la  ciudad,  dio  precipita- 
damente aviso  a  Valdivia  de  esta  ocurrencia.  Este  jefe  reci- 
bió la  noticia  a  media  noche,  i  en  el  momento  mismo  vSe 
puso  en  marcha  para  Santiago. 

Sin  pérdida  de  tiempo  mandó  que  el  alguacil  mayor  Juan 
Gómez  de  Almagro  sometiera  a  prisión  a  los  autores  prin- 
cipales de  aquellos  alborotos.  Eran  éstos  don  Martin  de 
Sülier,  caballero  noble  de  la  ciudad  de  Córdoba  irejidor  del 
cabildo  de  Santiago;  Antonio  de  Pastrana,  natural  de  Me- 
dina de  Rioseco,  procurador  de  ciudad  (el  mismo  que  habia 
pedido  que  Valdivia  fuese  nombrado  gobernador);  un  yer- 
no de  Pastrana  llamado  Alonso  de  Chinchilla,  natural  de 
Castilla  la  Vieja;  Bartolomé  Márquez,  natural  de  Sevilla; 


ESTUDIOS    DIVERSOS.  SOBRE    VALDIVIA  315 

Juan  de  Bolaños,  natural  de  Estremadura;  un  vizcaíno 
apellidado  Cortreño  u  Ortuño  i  Juan  Vázquez.  Todos  ellos, 
menos  los  dos  últimos  ^,  aparecen  firmados  en  el  acta  de 
la  proclamación  de  Valdivia  como  gobernador  de  Chile, 
estendida  dos  meses  antes. 

Una  vez  presos,  se  mandó  levantar  una  información  an- 
te el  escribano  Juan  Pinel.  Formóse  proceso  sobre  el  delito 
de  cada  uno  de  ellos,  "guardándoles,  dice  Valdivia,  los  tér- 
minos que  el  derecho  en  tal  caso  manda,  e  se  pronunció 
sobre  cada  proceso  su  sentencia,  la  cual  se  ejecutó  en  sus 
personas,  e  se  confiscaron  sus  bienes  para  la  cámara  de 
S.  M.,  e  los  oficiales  de  su  real  hacienda  se  hicieron  cargo 
de  ellos"  ^.  En  virtud  de  esta  sentencia,  fueron  ahorcados 
en  la  plaza  de  Santiago,  Solier,  Pastrana,  Chinchilla,  Már- 
quez, Bolaños  ^  i  Ortuño.  El  verdugo  pregonó  los  crímenes 
de  traición  de  que  se  les  acusaba,  i  sus  bienes  fueron  confis- 
cados. Juan  Vázquez,  que  ya  se  habia  confesado  para  sa- 
lir al  supHcio,  fué  perdonado  por  Valdivia.  Este  ademas, 
quiso  ethar  un  velo  sobre  la  culpabilidad  de. otras  perso- 
nas que  mas  o  menos  hábian  tenido  alc^una  participación 
en  el  proyecto  de  rebelión,  o  a  lo  menos  hablan  simpatiza- 
do con  él. 

Pero,  ¿cuál  fué  el  crimen  de  Solier  i  sus  compañeros?  El 
proceso  seguido  contra  ellos  de  que  habla  Valdivia  en  las 
palabras  que  dejamos  copiadas  mas  arriba,  no  ha  llegado 


5  En  el  proceso  Jde  Valdivia  el  penúltimo  está  nombrado  Cor- 
treño en  un  lugar  i  Ortuño  en  otro.  Su  nombre  no  aparece  en  el 
acta  del  nombramiento  de  Valdivia,  a  menos  que  esté  desfigurado 
en  el  de  Juan  Carreño. 

6  Defensa  de  Valdivia  en  el  proceso  seguido  en  Lima  en  1548. 

7  Los  acusadores  de  Valdivia  nombran  a  Juan  de  Bolaños  entre 
los  individuos  condenados  a  muerte.  En  su  defensa,  el  jefe  con- 
quistador no  niega  este  hecho;  pero  sólo  nombra  a  los  otros  cin- 
co. Bolaños  no  está  tampoco  nombrado  por  el  capitán  Marino  de 
Lovera,  el  único  cronista  que  haya  dado  noticias  algo  estensas 
de  esta  conspiración,  i  que  haya  hecho  la  nómina  de  los  conspira- 
dores. En  su  carta  a  Carlos  V,  Valdivia  no  menciona  mas  que  a 
Solier. 


316  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


hasta  nosotros,  o  permanece  aun  cubierto  por  el  polvo  de 
algún  archivo,  esperando  que  algún  hallazgo  casual  venga 
a  descubrirlo,  como  tantos  otros  documentos  históricos 
que  los  investigadores  de  nuestro  tiempo  han  salvado  del 
olvido.  Por  falta  de  ese  espediente,  estamos  obligados  a 
aceptar  como  verdad  la  versión  que  da  Valdivia  en  su  car- 
ta a  Carlos  V  de  4  de  setiembre  de  1545,  i  la  esplicacion 
que  de  este  hecho  hizo  en  Lima  en  1548,  cuando  fué  proce- 
sado. Refiérese  allí  que  los  autores  de  esa  conspiración  que- 
rian  volver  al  Perú;  i  que  convencidos  de  que  el  goberna- 
dor no  consentiria  jamas  en  ello  habian  resuelto  matarlo. 
Valdivia  agrega  que  al  venir  a  Chile,  los  conspiradores 
habian  convenido  con  los  partidarios  de  Almagro  que  que- 
daban en  el  Perú,  en  dar  el  golpe  al  mismo  tiempo  que  estos 
últimos'  asesinaban  a  Pizarro,  para  desembarazarse  de 
ambos  i  cjuedar  dueños  de  la  tierra.  Los  testigos  que  de- 
clararon en  el  proceso  de  Valdivia  dicen  que  habian  oído 
decir  esto  en  Santiago  como  voz  pública;  i  uno  de  ellos, 
Diego  García  de  Villalon,  refiere  que  el  principal  promotor 
de  la  conspiración  era  Chinchilla,  hombre  vicioso,  liviano  i 
jugador,  que  habia  salido  del  Perú  con  Pedro  Sancho  de 
Hoz,  i  que  desde  allí  traian  el  plan  de  asesinar  a  Valdivia. 
Uno  solo  de  los  antiguos  cronistas  de  Chile,  el  capitán  Pe- 
dro Marino  de   Lovera  ^,  ha  consignado   estos  sucesos  con 


•  ^^Crónica  del  reino  de  Chile,  lib.  I,  cap  XIII.  Como  importa 
conocer  el  orden  cronolójico  de  los  primeros  sucesos  de  la  conquis- 
ta, i  como  este  punto  ha  sido  mui  descuidado  por  los  antiguos 
cronistas,  i  no  se  encuentran  muchos  datos  en  los  mismos  docu- 
mentos,Jme  ha  parecido  útil  fijar  la  fecha  de  estos  acontecimientos. 
Iva  prisión,  proceso  i  muerte  de  Solier,  Pastrana  i  sus  compañe- 
ros, tuvo  lugar  entre  el  8  i  el  10  de  agosto  de  1541,  según  se  colije 
de  los  libros  de  cabildo  en  donde,  sin  embargo,  no  se  halla  una 
sola  palabra  acerca  de  la  conspiración  i  sus  consecuencias.  En  la 
sesión  celebrada  por  el  cabildo  el  7  de  agosto,  asistió  Solier,  como 
rejidor;  en  la  sesión  del  11  de  agosto,  en  que  ya  no  se  ve  el  nombre 
de  ese  caballero,  se  nombró  a  Bartolomé  Flores,  procurador  de 
ciudad,  en  reemplazo  de  Antonio  de  Pastrana,  difunto,  dice  sólo 
ti  acta  de  la  sesión. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  317 

algunos  pormenores  que  si  no  han  sido  referidos  por  Valdi- 
via, no  están  tampoco  en  contradicción  con  la  versión 
de  éste. 

La  terrible  represión  de  estos  conatos  de  alzamiento 
fortificó  de  una  manera  estraordinaria  la  autoridad  de 
Pedro  de  Valdivia.  ''Quedó  con  este  castigo  tan  temido  i 
reputado  por  hombre  de  guerra,  dice  el  cronista  Góngora 
Marmolejo,  que  todos  en  jeneral  i  en  particular  tenian 
cuenta  en  dalle  contento  i  serville  en  todo  lo  que  queria, 
i  así  por  esta  orden  tuvieron  de  alli  adelante"  ^.  En  efecto, 
después  de  estos  sucesos,  i  mientras  Valdivia  estuvo  en 
Chile,  nadie  volvió  a  pensar  en  rebeliones  ni  trastornos. 
La  conspiración  abortada  en  1547,  que  costó  la  vida  de 
Pedro  Sancho  de  Hoz,  fué  concebida  cuando  el  goberna- 
dor se  liabia  embarcado  en  Valparaiso  en  viaje  para  el 
Perú. 

Después  de  haber  afianzado  su  autoridad.  Valdivia  si- 
guió usando  el  título  de  gobernador  electo  de  la  Nueva  Es- 
tremadura.  En  1542  habia  llegado  al  Perú  el  licenciado  Va- 
ca de  Castro  con  el  carácter  de  comisario  rejio,  i  autorizado 
con  amplios  poderes  para  poner  orden  en  los  negocios  de 
este  pais.  Valdivia  esperó  en  vano  que  éste  le  enviara  el  co- 
diciado título  de  gobernador;  pero  parece  que  Vaca  de  Cas- 
tro, al  paso  que  manifestaba  interés  por  la  conquista  de 
Chile,  se  limitó  a  ratificar  al  conquistador  el  nombramien- 
to que  le  habia  dado  Pizarro,  esto  es,  el  de  teniente  de  go- 
birnador,  autorizándolo  sí  para  nombrar  la  persona  que 
debiera  reemplazarlo  en  el  mando  en  caso  de  muerte.  Valdi 
dia  guardó  estos  despachos,  se  abstuvo  de  presentarlos  al 
cabildo,  como  habria  debido  hacerlo,!  siguió  usando  en  to- 
dos los  documentos  el  título  que  le  habia  conferido  el  vecin- 
dario de  Santiago  en  1541.  Poco  mas  tarde,  se  dirijia  al 
reí  para  darle  cuenta  de  sus  conquistas  i  pedirle  le  confirma- 
ra en  el  cargo  de  gobernador. 


Historia  de  Chile,  cap.  III. 


318  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Sólo  en  1548  vio  Valdivia  satisfechos  sus  deseos.  Habien- 
do pasado  al  Perú,  i  habiendo  prestado  allí  importantes 
servicios  a  la  causa  del  reí  para  sofocar  la  rebelión  de  Gon- 
zalo Pizarro,  el  jefe  pacificador,  Pedro  de  la  Gasea,  le  dio 
el  23  de  abril  de  ese  año  el  título  de  gobernador  i  capitán 
jeneral  de  la  provincia  de  Chile.  ''Diósele  esta  gobernación, 
dice  la  Gasea,  por  virtud  del  poder  que  de  S.  M.  tengo;  i 
cupo  dársele  a  él  antes  que  a  otro  por  lo  que  a  S.  M.  sirvió 
en  esta  jornada  (la  pacificación  del  Perú),  i  por  la  noticia 
que  de  Chile  tiene,  i  por  lo  que  en  el  descubrimiento  i  con- 
quista de  aquella  tierra  ha  trabajado".  Sin  aprobar  for- 
malmente la  conducta  del  primer  cabildo  de  Santiago,  el 
real  comisario  confirmó  así  un  nombramiento  que  en  otras 
circunstancias  habria  sido  castigado  como  un  acto  de  re- 
belión. Valdivia  fué,  pues,  mas  feliz  que  muchos  otros  con- 
quistadores, a  quienes  una  acción  semejante  habia  costado 
lina  cruda  persecución  i  a  veces  la  muerte. 


III. 


LOS  SOCIOS  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA: 
FRANCISCO  MARTÍNEZ  I  PEDRO  SANCHO  DE  HOZ 

En  la  segunda  mitad  del  año  de  1538,  Francisco  Pizarro 
visitaba  las  provincias  australes  del  vasto  territorio  que, 
bajo  su  dirección  i  bajo  su  nombre,  un  puñado  de  aventu- 
reros acababa  de  incorporar  a  los  dominios  de  la  corona 
de  Castilla.  Habíalo  llevado  a  aquellos  lugares  el  deseo  de 
acelerar  el  sometimiento  definitivo  de  los  indíjenas,  que  ca- 
pitaneados por  el  último  descendiente  de  los  incas,  oponian 
aun  en  esta  parte  del  pais  una  resistencia  vigorosa  a  la  do- 
minación estranjera.  Tenia  ademas  el  propósito  de  cimen- 
tar sólidamente  su  autoridad  entre  los  mismos  españoles, 
restableciendo  la  tranquilidad  alterada  por  la  reciente  gue- 
rra civil. 

Al  llegar  al  Cuzco,  supo  que  sus  hermanos  Hernando  i 
Gonzalo  Pizarro,  venciendo  todo  jénero  de  obstáculos,  se 
h  abian  internado  en  las  dilatadas  rejiones  que  se  estienden 
hacia  el  sur  en  la  gian  meseta  de  Bolivia.  Pasaron  el  De- 
saguadero, i  trasmontando  ásperas  sierras  en  un  pais  que 
denominaban  el  CoUao,  habian  llegado  a  la  provincia  que 
h  abitaban  los  Charcas,  indios  esforzados  i  guerreros.  En 
aquel   lugar  recojieron  la  noticia  i  las  muestras  de  una 


320  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


asombrosa  riqueza  mineral,  ante  la  cual  eran  nada  todos 
los  tesoros  hallados  hasta  entonces  en  el  Nuevo  Mundo. 
Cuando  se  le  comunicaron  estas  noticias,  Francisco  Piza- 
rro  mandó  que  uno  de  sus  mejores  capitanes,  llamado  Pe- 
dro Anzúres,  se  trasladase  inmediatamente  a  aquel  lugar, 
tomase  el  mando  de  las  tropas  que  allí  habian  dejado  sus 
hermanos  i  fundase  una  ciudad  con  el  nombre  de  La  Plata. 

La  nueva  población  se  aaunciaba  como  un  centro  de  ri- 
quezas prodijiosas,  capaz  de  satisfacer  todos  los  dorados 
ensueños  de  los  codiciosos  conquistadores.  Las  minas  de 
Porco  que  comenzaban  a  esplotarse,  producían  abundantes 
cantidades  de  plata,  i  los  campos  vecinos  a  la  nueva  ciu- 
dad presental)an  un  porvenir  halagüeño  a  la  agricultura. 
Esto  fué  causa  de  diferencias  i  diñcultadesentre  los  mismos 
conquistadores.  Quejábanse  muchos  de  ellos  de  la  manera 
cómo  se  habian  efectuado  los  repartimentos,  i  esperaban 
que  Pizarro  se  acercase  a  esos  lugares  para  reparar  las  in- 
justicias reales  o  imajinarias. 

El  conquistador  del  Perú,  en  efecto,  salió  del  Cuzco  para 
visitar  las  nuevas  conquistas  a  principios  de  1539.  Reco- 
rrió todas  las  márjenes  occidentales  del  lago  Titicaca,  i  lle- 
gó hasta  un  lugar  llamado  Chuquiabo,  donde  diez  años 
mas  tarde  se  echaron  los  cimientos  de  la  ciudad  de  La  Paz. 
Allí  acudieron  los  vecinos  de  La  Plata  a  tratar  de  sus  nego- 
cios i  a  pedir  las  concesiones  a  que  cada  cual  se  creia  me- 
recedor. 

Entre  esos  capitanes  de  la  conquista  se  presentó  tam- 
bién Pedro  de  Valdivia.  No  iba  a  reclamar  como  los  otros 
un  ensanche  en  el  repartimiento  que  le  habia  tocado  en 
suerte.  Sus  servicios  a  la  causa  de  los  Pizarroseran  tan  no- 
torios, que  Hernando  al  separarse  de  esos  lugares  para  vol- 
ver a  España,  lo  habia  dejado  en  posesión  de  una  mina  de 
plata  en  el  mineral  de  Porco  i  de  un  estenso  valle  denomi- 
nado la  Canela,  en  que  mas  tarde  encontraron  colocación 
tres  ilustres  conquistadores.  Valdivia  se  sentia  con  ánimo 
para  empresas  mas  grandes,  i  no  queria  reducirse  a  vivir 
tranquilo  como  uno  de  los  mas  ricos  encomenderos  de  aquel 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VATjDIVIA  321 

país  de  tesoros  prodijiosos.  Pretendía  una  conquista  en  un 
país  lejano,  en  donde  pudiera  adquirir  la  gloria  que  alcan- 
zaron algunos  de  sus  compatriotas,  i  establecer  un  gobier- 
no propio,  alejado  de  la  metrópoli  i  dependiente  sólo  de  la 
autoridad  del  rei,  autoridad  mui  acatada  en  apariencias, 
pero  que  por  la  distancia  habia  llegado  a  hacerse  casi  nula. 

Con  este  pensamiento,  se  presentó  a  Pizarro  a  pedirle  la 
conquista  de  Chile,  cuya  pobreza  mui  proclamada  en  el 
Perú  después  de  la  vuelta  de  Almagro,  no  despertaloala 
codicia  de  nadie.  Sea  que  Pizarro  no  quisiera  alejar  de 
aquel  país  a  un  soldado  valiente  i  entendido,  en  cuya  leal- 
tad tenia  plena  confianza,  sea  que  creyese  que  la  proyecta- 
da conquista  de  Chile  era  una  empresa  que  sólo  habia  de 
producir  desencantos  i  contrariedades  a  Pedro  de  Valdivia, 
se  resistió  cuanto  le  fué  posible  a  acceder  a  su  petición.  Val- 
divia, sin  embargo,  instó  de  nuevo  i  con  tanta  persistencia, 
que  el  gobernador  del  Perú  no  pudo  negarse  a  acordarle  lo 
que  le  pedia.  Autorizado  por  el  rei  de  España  desde  dos 
años  atrás  para  disponer  nuevas  conquistas,  Pizarro  dio  a 
Valdivia  la  autorización  que  solicitaba  con  el  título  de  te- 
niente gobernador  de  las  provincias  de  Chile. 

Entre  los  conquistadores  españoles  del  Nuevo  Mundo, 
este  jénero  de  concesiones  no  importaba  de  ordinario  mas 
gasto  que  el  de  la  hoja  de  papel  en  que  se  estendia  el  título. 
Valdivia  recibió  del  gobernador  del  Perú  sólo  su  nombra- 
miento oficial.  Para  acometer  la  empresa  que  proyectaba, 
no  debia  contar  mas  que  con  sus  propios  recursos,  reali- 
zando al  efecto,  no  las  tierras  que  se  le  habian  dado  en  re- 
partimiento, i  que  no  le  era  permitido  vender,  sino  la  plata 
que  habia  sacado  de  su  mina  i  los  otros  bienes  que  habia 
podido  adquirir.  Con  ellos  se  trasladó  al  Cuzco,  puso  en  la 
puerta  de  su  casa  la  bandera  de  enganche,  i  comenzó  a  reu- 
nir en  torno  de  su  persona  una  compañía  de  animosos 
aventureros,  que  quisieron  acompañarlo  para  compartir 
con  él  las  penalidades  i  los  productos  de  una  campaña  eri- 
zada de  pehgros  que  en  realidad  no  ofrecía  mui  halagüo- 

TOMO    vil  21 


322  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ñas  espectativas.  El  descrédito  en  que  había  caido  la  con- 
quista de  Chile  lo  obligaba  a  pagar  a  título  de  enganche 
una  fuerte  suma  a  cada  uno  de  sus  soldados.  Las  armas  i 
los  caballos,  por  otra  parte,  se  vendian  en  el  Cuzco  a  pre- 
cios enormemente  caros.  Antes  de  mucho  tiempo/  Valdi- 
via habia  gastado  cuanto  poseia,  esto  es,  nueve  mil  pesos 
de  oro  i,  equivalentes  a  cerca  de  veintiocho  mil  pesos  de 
nuestra  moneda,  i  todavía  no  habia  reunido  la  mitad  de 
los  elementos  necesarios  para  llevar  a  cabo  la  empresa  en 
que  soñaba. 

Es  preciso  leer  en  los  escritores  primitivos  de  la  conquis- 
ta, los  precios  a  que  hablan  llegado  en  el  Cuzco  los  artícu- 
los europeos  de  uso  común,  para  comprender  lo  que  debia 
costar  el  equipo  de  una  espedicion.  Uno  de  los  secretarios 
de  Pizarro,  Francisco  Jerez,  refiere  que  él  vio  vender  caba- 
llos por  2,500  pesos  de  oro,  una  botija  de  vino  de  tres  azum- ' 
bres  (poco  mas  de  6  litros)  por  60  pesos,  un  par  de  borce- 
guíes por  30  o  40,  unas  calzas  por  el  mismo  precio,  una 
capa  por  100  i  120  pesos,  una  espada  por  40  i  50  pesos, 
una  cabeza  de  ajo  por  medio  peso,  una  mano  de  papel  por 
10  pesos.  El  mismo  Jerez,  según  cuenta,  compró  algunos 
de  estos  artículos  a  los  precios  que  señala,  agrega  que  pa- 
gó doce  pesos  oro  por  media  onza  de  azafrán  dañado  2.  En 
el  tiempo  en  que  Valdivia  preparaba  su  espedicion,  el  mer- 
cado del  Cuzco  habia  comenzado  a  regularizarse;  pero  to- 
davía tenian  precios  locos  todos  los  objetos  europeos,  por 
la  escasez  que  habia  de  ellos  i  por  la  abundancia  de  las  es- 


1  El  peso  de  oro,  que  era  la  medida  usada  por  los  conquista- 
dores para  contar  las  sumas  de  dinero,  no  era  en  realidad  una  mo- 
neda. Pvqui  valia  exactamente,  según  se  lee  en  Jerez,  Oviedo  i  Herre- 
ra, a  un  castellano,  o  lo  que  es  lo  mismo,  a  tres  pesos  siete  centa- 
vos de  nuestra  moneda  (oro  de  48  á). 

2  Francisco  de  Jerez,  Verdadera  relación  de  la  conquista  del  Pe- 
rú, en  la  pajina  233  del  tomo  III  de  los  Historiadores  primitivos  de 
Jndias,  de  Barcia,  i  en  la  pajina  344  de  la  edición  del  mismo  autor 
que  contiene  el  tomo  XXVI  de  la  Biblioteca  de  autores  españoles 
de  Rivadeneira. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  o23 

pecies  metálicas  halladas  en  los  templos  i  en  los  palacios  de 
los  incas. 

La  campaña  de  Chile  estaba,  pues,  a  punto  de  fracasar 
antes  de  haberse  principiado,  por  la  escasez  de  recursos  del 
futuro  conquistador.  En  esas  circunstancias,  Valdivia  co- 
noció en  el  Cuzco  a  un  comerciante  llamado  Francisco 
Martínez,  que  acababa  de  llegar  de  España  trayendo  ar- 
mas, caballos,  esclavos  i  otros  artículos,  que  tenian  fácil 
i  rápido  espendio  en  los  establecimientos  recien  fundados 
en  el  Nuevo  Mundo.  A  él  se  dirijió  para  pedirle  el  dinero 
que  necesitaba,  enpeñándose  en  interesarlo  en  favor  de  sus 
proyectos.  Se  trataba  de  un  préstamo  a  la  gruesa  ventura 
en  que  el  prestamista  iba  a  arriesgar  sus  capitales  en  una 
empresa  desconocida  i  que  no  podia  inspirar  mucha  con- 
fianza. Martínez  fué  por  esto  mismo  exijente;  i  Valdi- 
via tuvo  que  aceptar  las  condiciones  que  se  le  impusieron. 
El  10  de  octubre  de  1539  celebraron  entre  ambos  un  con- 
trato de  compañía.  Martínez  se  comprometió  a  poner  la 
mitad  de  los  capitales  necesarios  para  la  espedicion.  Aun- 
que todos  los  trabajos  de  la  campaña  iban  a  recaer  sólo 
sobre  Valdivia,  que  era  quien  debía  dirijirla,  se  estipuló  que 
se  repartirían  por  mitades  los  beneficios  que  produjera. 
En  virtud  de  este  compromiso,  que  se  denominó  hermanable 
compañía,  Martínez  integró  la  suma  de  9,000  pesos  de  oro 
en  armas,  caballos,  vestuarios  i  otros  objetos,  según  tasa- 
ción que  él  mismo  quiso  hacer,  i  que  sirvieron  para  com- 
pletar el  equipo  de  la  columna  conquistadora. 

Para  salir  de  este  embarazo,  Valdivia habia  tenido,  pues, 
que  someterse  a  condiciones  mui  desventajosas;  pero  ape- 
nas habia  vencido  esta  dificultad,  se  suscitó  otra  mucho 
mas  grave  todavía.  En  los  primeros  dias  de  diciembre  de 
ese  mismo  año,  cuando  el  futuro  conquistador  de  Chile  se 
disponia  ya  para  emprender  la  marcha,  se  presentó  en  el 
Cuzco  un  personaje  que  se  decia  portador  de  provisiones 
reales  para  llevar  a  cabo  la  conquista  de  ese  país.  Llamá- 
base Pedro  Sancho  de  Hoz;  i  aunque  no  era  desconocido  en 
el  Perú,  nadie  tenia  motivo  para  verlo  llegar  en  pretensión 


124  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  una  empresa  que  exijia  en  el  jefe  intelijencia  i  prestijio. 
Sirviendo  en  la  infantería  de  Pizarro,  habia  hecho  la  prime, 
ra  campaña  de  la  conquista  del  Perú,  habia  asistido  a  la 
captura  de  Atahualpa,  i  se  habia" hallado  en  la  ocupación 
del  Cuzco.  Se  sabe  que  los  soldados  que  hicieron  esa  cam- 
paña obtuvieron  en  Cajamarca  primero  i  en  el  Cuzco  des- 
pués, riquezas  fabulosas  por  la  porción  que  les  correspon- 
dia  en  el  reparto  del  botin  tomado  al  enemigo.  En  la  distri- 
bución del  rescate  del  inca,  que  constituye  una  de  las  mas 
negras  perfidias  de  la  conquista,  pero  que  fué  efectuado  po- 
niendo por  testigo  a  ''Dios,  nuestro  señor,  e  invocando  el 
auxilio  divino".  Pedro  Sancho,  obtuvo  181  marcos  de  pla- 
ta i  4,440  pesos  de  oro.  Dos  años  mas  tarde,  i  después  de 
la  repartición  de  los  tesoros  que  encerraba  el  templo  del  sol 
en  el  Cuzco,  Pedro  Sancho  hacia  fundir  diversas  cantidades 
de  oro  i  plata  para  liquidar  una  fortuna  adquirida  en  poco 
mas  de  cuatro  años,  i  que  se  elevaba,  según  el  cálculo  de  un 
antiguo  cronista  ^,  a  cincuenta  mil  ducados,  equivalentes  a 


3  Marino  dp:  Lobera,  Crónica  del  reino  de  Chile,  lib.  I,  cap. 
XIV.— Fuera  de  este  cronist¿i,  ningún  otro  historiador  de  Chile,  a 
lo  que  recuerdo,  ha  insinuado  el  hecho  de  que  Sancho  de  Hoz  hu- 
biera estado  en  el  Perú  en  los  primeros  tiempos  de  la  conquista. 
Esta  noticia  aparece  confirmada  por  la  carta  de  Valdivia  a  Her- 
nando de  Pizarro,  a  quien  recuerda  el  conquistador  de  Chile  que 
conoce  bien  a  Pedro  Sancho  de  Hoz.  Creo  que  este  persona- 
je no  usó  su  segundo  apellido  sino  después  de  su  vuelta  de  España, 
en  1539,  i  que  antes  se  firmaba  sólo  Pedro  Sancho.  Esto  me  incli- 
na a  pensar  que  fué  el  mismo  quien  sirvió  de  escribano  en  el  repar- 
to del  rescate  de  Atahualpa,  cuya  acta  firmó  con  su  primer  apelli- 
do. Siendo  así,  Sancho  de  Hoz  seria  el  mismo  Pedro  Sancho,  es- 
cribano jeneral  i  secretario  del  gobernador  Pizarro,  que  por  orden 
de  éste  estendió  una  curiosa  relación  histórica  de  la  conquista  del 
Perú  terminada  en  julio  de  1534,  que  constituye  «n  documento  de 
gran  valor.  El  historiador  Prescott,  que  la  ha  tenido  a  la  vista, 
la  recomienda  mucho  en  este  sentido.  El  orijinal  de  esta  relación, 
destinado  al  rei  para  darle  cuenta  déla  conquista,  paree j  perdido; 
pero  existe  una  traducción  italiana  publicada  por  Ramusio  en  sus 
Navigationi  et  viaggi,  vol.  HI,  fol.  397  vuelto  i  siguientes.  Cito  la 
edición  de  Venecia  de  1546,  que  es  la  que  poseo  en  mi  biblioteca. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  325 

veintisiete  mil  pesos  de  nuestra  moneda.  Con  ese  dinero  se 
marchó  a  España  para  llevar  allí  la  vida  descansada  de  los 
grandes  señores. 

En  nuestro  tiempo  no  se  comprende  que  un  hombre  que 
ha  adquirido  una  fortuna  semejante,  tenga  tan  altas  aspi- 
raciones; pero  es  preciso  conocer  el  valor  comercial  o  com- 
parativo del  dinero,  para  formarse  una  idea  de  la  suma  de 
comodidades  que  esa  cantidad  podia  proporcionar  en 
España  en  el  siglo  XVI.  Según  los  prolijos  estudios  del  eru- 
dito Clemencin,  el  numerario  tenia  en  tiempo  de  los  reyes 
católicos  un  valor  comercial  mas  de  cuatro  veces  mayor  al 
que  se  le  daba  al  principio  de  nuestro  siglo.  Pero  esta  di- 
ferencia es  mas  grande  todavía  si  se  aceptan  las  noticias 
trasmitidas  por  uno  de  los  antiguos  cronistas  de  América. 
Cuenta  el  inca  Garcilaso  de  la  Vega  ^,  que  poco  antes  del 
descubrimiento  del  Nuevo  Mundo,  un  caballero  de  Córdoba 
fundó  por  su  testamento  una  fiesta  relijiosa  con  misa  canta- 
da i  sermón,  mandando  que  cada  año  se  diera  al  convento 
de  San  Francisco  treinta  mará  vedis  ^  (que  equivalen  a  doce 
centavos  de  nuestra  moneda),  para  la  comida  de  los  frailes 
el  dia  del  piadoso  aniversario;  i  que  poco  dias  antes  de  la 
conquista  del  Perú,  se  instituyó  un  buen  mayorazgo  en  Es- 
tremadura  en  una  dehesa  o  estancia  que  costó  veinte  mil 
maravedis,  o  lo  que  es  lo  mismo  poco  mas  de  730  pesos.  El 
mismo  Garcilaso  refiere  con  su  candor  habitual  que  cuando 
llegó  por  primera  vez  a  Sevilla  en  1560,  compró  dos  pares 
de  zapatos  a  real  i  medio  cada  uno,  i  que  este  mismo  ar- 
tículo importaba  en  Córdoba,  ciudad  mas  barata  que  Sevi- 
lla, cinco  reales  en  la  época  en   que  escribía  (1613).   Ya  se 


'^  Garcilaso  de  la  Vega,  Comentarios  reales  del  Pera,  parte  IP 
lib.  I,  cap.  VI. 

i5  No  es  posible  decir  con  fijeza  el  valor  del  maravedí,  que  varió 
en  los  diversos  tiempos.  Creo,  sin  embargo,  que  la  estimación  del 
texto  no  se  aleja  mucho  de  la  verdad. 


326  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


comprenderá  si  Pedro  Sancho  tenia  motivos  para  creerse 
rico  con  los  cincuenta  mil  ducados  que  llevaba  del  Perú. 

Desgraciadamente,  la  riqueza  no  le  duró  muchos  años. 
La  perdió  en  menos  tiempo  del  que  habia  empleado  en  ad- 
quirirla. Comenzó  por  instalarse  en  Toledo:  allí  se  casó 
con  una  señora  principal  llamada  doña  Guionar  de  Aragón, 
gastó  con  ella  cuanto  tenia,  i  antes  de  tres  años  habia  pa- 
sado a  engrosar  el  número  mui  considerable  ya  de  los  pre- 
tendientes a  los  títulos  de  conquista  que  el  rei  podia  confe- 
rir en  el  Nuevo  Mundo.  No  existe,  o  a  lo  menos  nunca  he 
podido  ver,  la  provisión  o  título  que  el  rei  le  dio  para  vol- 
ver a  América  en  calidad  de  jefe  de  una  nueva  conquista. 
Se  habla  de  ella  en  muchos  documentos  sin  espresar  clara 
mente  cuál  era  el  pais  que  debia  gobernar.  Sólo  el  pacifica- 
dor del  Perú  Pedro  de  la  Gasea,  en  carta  al  rei  de  26  de 
noviembre  de  1548,  dice  haber  visto  un  ''traslado  de  la 
provincia  que  tuvo  Pedro  Sancho  para  descubrir  de  la  otra 
parte  del  estrecho  de  Magallanes  i  las  de  aquella  comarca  '^ 
En  esa  época  en  que  no  se  tenia  un  conocimiento  cabal  de 
aquellas  rejiones,  el  rei  repartia  gobernaciones  sin  poder  fi- 
jar claramente  sus  límites  i  su  estension.  Así  se  compren- 
derá que  casi  al  mismo  tiempo  la  conquista  de  la  rejion  ve- 
cina al  estrecho  de  Magallanes  se  habia  concedida  poco 
antes  en  la  corte  a  otro  caballero  llamado  Alonso  de  Ca- 
margo. 

Pedro  Sancho  llegó  al  Perú  a  fines  de  1539,  i  se  presentó 
a  Pizarro  en  el  Cuzco,  en  diciembre  de  ese  año.  Talvez  en 
otras  circunstancias,  el  gobernador  no  se  habria  apresura- 
do mucho  para  atender  las  pretensiones  de  ese  caballero; 
mas  en  esos  momentos,  tenia  sobrados  motivos  para  creer 
que  no  gozaba  por  completo  de  la  confianza  del  rei.  La  re- 
ciente guerra  civil,  la  prisión  i  muerte  de  Almagro,  habian 
enturbiado  sus  relaciones  con  la  corte,  i  no  le  era  posible 
desatender  las  órdenes  i  ni  siquiera  los  deseos  del  soberano. 
Como  tampoco  queria  burlar  las  espectativas  de  un  servi- 
dor tan  leal  i  tan  intelijente  como  Valdivia,  no  halló  un 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  327 

arbitrio  mejor  que  reducir  a  ambos  pretendientes  a  acome- 
ter en  compañía  la  empresa  que  meditaban.  Un  dia,  el  28 
de  diciembre  de  1539,  reunió  en  el  comedor  de  su  casa  a 
Valdivia  i  a  Pedro  Sancho,  i  poniéndolos  de  acuerdo,  les 
hizo  firmar  un  contrato  de  sociedad  para  hacer  juntos  la 
conquista  de  Chile.  El  primero,  con  los  recursos  i  las  tro- 
pas que  hablan  reunido,  se  pondría  prontamente  en  mar- 
cha: el  segundo,  es  decir  Pedro  Sancho,  se  le  reuniría  cuatro 
meses  mas  tarde,  debiendo  mientras  tanto  trasladarse  a 
Lima  para  equipar  dos  buques  cargados  de  provisiones, 
que  hablan  de  seguir  a  la  espedicion,  i  ademas  cincuenta 
caballos  o  veguas  i  doscientas  corazas.  Trece  anos  antes, 
Pizarro  habia  celebrado  un  contrato  análogo  en  la  iglesia 
parroquial  de  Panamá,  para  ejecutar  la  conquista  del  Pe- 
rú en  compañía  de  su  mas  íntimo  amigo,  i  esa  sociedad  se 
terminó  en  el  cadalso  ensangrentado  en  que  Almagro  per- 
dió la  vida.  ¿Podia  Pizarro  tener  mucha  confianza  en  que  la 
sociedad  celebradaentre  Valdivia  i  Pedro  Sancho  no  tendría 
un  resultado  semejante? 

Valdivia  comenzó  por  cumplir  puntualmente  aquello  a 
que  se  habia  comprometido,  A  mediados  de  enero  de  1540 
salió  del  Cuzco  en  marcha  para  Chile  a  la  cabeza  de  poco 
mas  de  ciento  cincuenta  hombres.  Algunos  de  éstos  se  re- 
volvieron del  camino  por  diversas  causas,  i  entre  ellos  Fran- 
cisco Martínez  i  un  hermano  suyo  que  en  un  principio  ha- 
bían querido  venir  hasta  Chile  para  recojer  los  provechos 
pecuniarios  de  la  conquista,  pero  que  se  arrepintieron  de  su 
proyecto  cuando  comenzaron  a  esperimentar  las  penalida- 
des de  la  marcha.  En  reemplazo  de  ellos.  Valdivia  incorpo- 
ró en  la  columna  espedicionaria  a  los  soldados  castellanos 
que  bajaban  de  la  altiplanicie  boliviana  hasta  Arequipa  i 
Moquegua  huyendo  de  los  indios  rebelados.  A  esta  circuns- 
tancia debió  el  contar  en  su  ejército  a  tres  de  sus  mejores  i 
mas  fieles  capitanes,  Francisco  de  Villagran,  Francisco  de 
Aguirre  i  Rodrigo  de  Quiroga. 

La  marcha  de  la  columna  espedicionaria  se  hacía  con 
mucha  lentitud.  Atravesaba  un   país  en  que  no  son  abun 


328  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


dantes  los  pastos  ni  las  aguadas,  i  en  que  por  esto  mismo 
era  preciso  dividir  las  tropas  en  pequeños  grupos,  i  en- 
viar a  cada  paso  esploradores  a  fijar  el  rumbo  que  de1)ia 
seguirse.  Sin  que  tal  fuera  la  intención  de  Valdivia,  parecía 
que  se  queria  dar  tiempo  a  que  llegaran  los  auxilios  que 
debian  venir  de  Lima.  Pero  se  pasaron  los  cuatro  meses  fi- 
jados en  la  estipulación,  i  aun  no  se  tenia  noticia  alguna  de 
Pedro  Sancho  de  Hoz.  Valdivia,  creyéndose  ya  desligado 
de  todo  compromiso,  escribió  a  Pizarro  una  carta  en  que  le 
daba  cuenta  de  estos  hechos,  i  le  pedia  que  no  permitiera 
que  su  socio  siguiese  su  marcha  a  Chile  si  no  habia  de  traer 
los  caballos  i  armas  a  que  estaba  obligado  por  el  contrato 
de  sociedad. 

Pero  Sancho  de  Hoz  no  habia  desistido  de  la  empresa,  i 
pretendia  obtener  de  un  modo  u  otro  el  gobierno  de  Chile 
para  reparar  los  quebrantos  de  su  fortuna.  Aunque  sus  tí- 
tulos fueran  mas  autorizados  que  los  de  Valdivia,  puesto 
que  poseia  un  nombramiento  o  provisión  firmada  por  el  reí 
no  contaba  con  mas  recursos  que  los  que  él  mismo  pudiera 
proporcionarse,  empeñando,  como  su  socio,  su  crédito  per- 
sonal. Mucho  menos  sagaz  que  éste,  i  también  mucho  me- 
nos prestijioso,  Pedro  Sancho  no  halló  en  Lima  quien  le 
prestase  el  dinero  que  necesitaba;  o  mas  bien,  lejos  de  en- 
contrar los  recursos  que  buscaba,  sólo  halló  acreedores 
exijentes  que  lo  tuvieron  alas  puertas  de  la  cárcel  para 
hacerse  pago  de  ciertas  pequeñas  cantidades  que  les  adeu- 
daba. En  esa  ciudad  trabó  amistad  con  un  hidalgo  de  Cá- 
ceres,  en  Estremadura,  llamado  Antonio  de  UUoa,  hombre 
de  espíritu  inquieto  i  de  torcidas  inclinaciones,  i  con  otros 
tres  individuos,  dos  de  ellos  apellidados  Guzman  i  el  tercero 
Avalos,  quehabian  pertenecido  al  bando  de  Almagro  i  que 
como  todos  los  individuos  de  esta  parcialidad  se  encontra- 
ban en  la  mayor  miseria.  Todos  ellos  concertaron  un  atre- 
vido golpe  de  mano  que  podia  sacarlos  de  la  pobreza  i  ele- 
varlos a  un  rango  que  no  debian  esperar  en  el  Perú. 

El  plan  consistia  en  alcanzar  a  Valdivia  i  caer  de  impro- 
viso sobre  su  campo.  Allí  Pedro  Sancho  podría  exhibir  sus 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  329 

títulos  a  la  conquista  de  Chile,  apresar  a  Valdivia,  e  impo- 
nerse a  los  soldados  que  lo  acompañaban  para  tomar  ba- 
jo su  mando  i  bajo  su  responsabilidad  la  dirección  de  la 
campaña.  No  parece  probable  que  trajeran  meditado  el 
proyecto  de  asesinar  a  Valdivia,  como  éste  i  los  suyos  se 
empeñaron  en  hacerlo  creer,  sino  en  el  caso  de  no  poder 
conseguir  su  intento  por  otros  medios. 

La  hueste  de  Valdivia  se  hallaba  acampada  a  entradas 
del  desierto  de  Atacama,  una  noche  de  junio  de  1540.  Allí 
llegaron  de  repente  Pedro  Sancho  i  los  cuatro  aventureros 
que  lo  acompañaban;  i  dirijiéndose  a  la  toldería  que  se  les 
señaló  como  alojamiento  de  Valdivia,  penetraron  en  ella 
con  resolución  de  ejecutar  los  planes  que  traian  meditados. 
Encontraron  sólo  a  Inés  Suárez,  a  Luis  de  Toledo  i  otros 
oficiales  que  conversaban  tranquilamente,  pero  no  halla- 
ron al  jefe  que  buscaban.  Valdivia,  en  efecto,  se  habia  ade- 
lantado ese  mismo  dia  hasta  un  pueblo  de  indios  llamado 
Atacama  a  fin  de  preparar  los  forrajes  i  bastimentos  para 
su  tropa.  Avisado  de  lo  que  ocurría  en  su  campo,  volvió  a 
él  el  dia  siguiente;  i  contando  con  la  lealtad  incontrastable 
de  los  suyos,  redujo  a  prisión  a  los  conjurados  para  proce- 
der contra  ellos  con  toda  severidad. 

El  castigo  de  Avalos  i  de  los  dos  Guzmanes  no  ofrecía  la 
menor  dificultad.  Valdivia  los  condenó  a  volverse  al  Perú, 
donde  tendrían  que  llevar  una  vida  de  miserias,  i  en  donde 
se  comprometieron  en  las  maquinaciones  de  los  almagris- 
tas,  pagando  uno  de  ellos  sus  faltas  en  el  último  suplicio. 
Ulloa,  que  era  de  condición  mas  elevada  que  aquellos  aven- 
tureros, consiguió  ganarse  a  Valdivia  con  sus  protestas  de 
fidcHdad  para  lo  futuro,  i  pasó  a  ser  uno  de  los  hombres 
de  confianza  del  conquistador  de  Chile,  a  quien,  sin  em- 
bargo, traicionó  mas  adelante.  Pedro  Sancho  de  Hoz  per- 
maneció preso  cerca  de  dos  meses,  durante  todo  el  tiempo 
que  Valdivia  estuvo  en  Atacama  dando  descanso  a  sus  sol- 
dados i  a  sus  animales  antes  de  emprender  la  travesía  del 
desierto.  Su  custodia  fué  confiada   a  Lope  de  Landa,  uno 


830  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  los  compañeros  de  Valdivia,  quemas  larde,  en  1548,  fué 
uno  de  los  acusadores  del  jefe  conquistador  6. 

Por  mas  que  Sancho  de  Hoz  fuera  el  mas  comprometido 
en  aquel  complot,  Valdivia  se  hallaba  mui  embarazado  para 
castigar  a  unhombre  que  tenia  iguales  títulos  que  é!  para 
la  conquista  de  Chile,  i  que  podia  exhibir  en  su  defensa  una 
provisión  con  la  firma  del  rei  de  España.  Prefirió  dar  otra 
solución  a  su  embarazo,  i  manejando  este  negocio  con  todo 
artificio,  obtuvo  que  el  mismo  Pedro  Sancho,  que  no  que- 
na volver  al  Perú  a  vivir  en  la  miseria  i  ser  objeto  de  las 
burlas  a  que  se  prestaba  su  situación,  pidiera  la  disolución 
de  la  sociedad  celebrada  en  el  Cuzco.  Dos  de  los  mas  fieles 
capitanes  de  Valdivia,  Juan  Bohon  i  Alonso  de  Monroy, 
intervinieron  en  este  negocio.  Representaron  al  jefe  con- 
quistador que  Pedro  Sancho  quería  renunciar  todos  sus 
derechos  a  la  conquista  i  ocupación  de  Chile:  presentando 
al  efecto  un  escrito  en  que  este  desgraciado  aventurero  es- 
ponia  humildemente  que  no  habiendo  podido  cumplir  nin- 
guna de  las  condiciones  a  que  se  habia  comprometido,  re- 
conocía que  sus  poderes  hablan  caducado,  pedia  a  Valdivia 
que  lo  llevase  consigo  bajo  sus  banderas,  que  le  diese  en 
Chile  un  repartimiento  proporcionado  a  su  calidad  i  por 
último,  le  pagase  las  pocas  armas  i  caballos  que  él  i  sus 
compañeros  hablan  traido.  El  jefe  espedicionario  accedió 
a  esta  solicitud,  i  el  12  de  agosto  estendió  un  contrato  for- 
mal ante  el  escribano  del  ejército  en  que  se  estipulaban  las 
referidas  condiciones. 

Ese  contrato,  conservado  cerca  de  tres  siglos  en  los  ar- 
chivos españoles,  ha  sido  publicado  hace  algunos  años.  En 
ninguna  de  sus  cláusulas,  ni  en  la  esposicion  que  lo  prece- 
de, se  deja  ver  que  Sancho  de  Hoz  hubiera  procedido  a  este 
arreglo  compelido  por  la  violencia,  i  ni  siquiera  dominado 
por  ajenas  sujestiones.  Según   la  letra  i  espíritu  del  conve- 


c>  En  una  nota  puesta  en  el  proceso  de  Pedro  de  Valdivia,  en  la 
declaración  de  Lope  de  Landa,  hemos  dado  algunas  noticias  bio- 
gráficas acerca  de  este  personaje. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  331 

nio,  renunciaba  a  sus  derechos  libre  i  espontáneamente,  en 
la  convicción  de  que  esos  derechos  habían  fenecido  por  no 
haber  dado  por  su  parte  cumplimiento  a  sus  compromisos. 
Ha  sido  necesario  sacar  del  polvo  en  que  yacia  sepultado 
el  proceso  seguido  a  Valdivia  en  Lima,  en  1548,  para  des- 
cubrir las  causas  que  produjeron  este  arreglo  tan  franco  i 
espontáneo  al  parecer. 

En  1544  Valdivia  envió  a  la  corte  la  escritura  de  desis- 
timiento firmada  por  Pedro  Sancho  de  Hoz.  Encubriendo 
la  verdad  de  los  hechos,  pretendía  justificar  su  conducta 
con  un  documento  artificiosamente  arreglado  para  disimu- 
lar la  violencia  ejercida  sobre  su  socio.  Pero  temió  que  éste 
hiciera  oír  sus  reclamos  ante  el  reí  o  ante  el  consejo  de  In- 
dias por  medio  de  los  parientes  que  había  dejado  en  Espa- 
ña; i  por  eso  en  su  carta  a  Hernando  Pizarro,  Valdivia  le 
suplica  que  tome  su  defensa  en  caso  que  este  negocio  diera 
lugar  a  embarazos  i  complicaciones.  En  su  carta  al  rei,  es- 
crita el  mismo  día  4  de  setiembre  de  1544,  el  conquistador 
de  Chile  guarda,  sin  embargo,  la  mas  absoluta  reserva 
acerca  de  sus  relaciones  con  Pedro  Sancho. 

Zanjada  así  la  dificultad,  la  columna  espedicionaria  em- 
prendió su  marcha.  Quitáronse  las  prisiones  a  Pedro  San- 
cho, se  le  dio  un  caballo  para  que  siguiera  su  camino,  pero 
no  se  le  permitió  llevar  consigo  ninguna  arma,  i  se  colocó 
a  su  lado  un  centinela  que  vijilara  todos  sus  movimientos. 

Indescribibles  fueron  los  sufrimientos  porque  pasaron 
los  españoles  en  los  primeros  días  de  la  conquista.  A  los  pe^ 
ligros  de  la  guerra  contra  los  indíjenas,  se  unieron  las  cons. 
piraciones  de  los  que  querían  volverse  al  Perú  i  que  fué  nece- 
sario reprimir  con  castigos  terribles.  Vino  luego  el  hambre 
i  la  desnudez.  Un  testigo  caracterizado  que  pasó  por  esos 
sufrimientos  los  ha  contado  con  vivos  colores.  ''Andaban 
muchos  españoles  en  cueros,  dice  Luis  de  Toledo,  porque  no 
tenían  con  que  se  vestir.  No  traían  encima  camisas  ni  otros 
vestidos,  sino  unos  muslos  de  cuero  i  unos  jubones  con  que 
se  cubrían  las  vergüenzas.  Había  españoles  que  no  tenían 
mas  de  una  camiseta  de  lana,  que  era  de  indio,  e  como  to- 


o32  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


dos  cavaban  e  araban,  e  iban  a  cavar  e  arar,  e  por  no  gas 
tarla,  desnudaban  cuando  habían  de  arar  e  cavar"  '^. 

En  1543  estos  padecimientos  comenzaron  a  desaparecer. 
Un  teniente  de  Valdivia,  Alonso  de  Monroy,  consiguió  en 
el  Perú  levantar  nuevos  empréstitos  i  reunir  algunos  sol- 
dados. Indujo  ademas  a  un  vecino  de  Arequipa  llamado 
Lucas  Martínez  Yegazo,  soldado  enriquecido  en  la  con- 
quista, a  enviar  a  Chile  un  navio  cargado  de  armas,  herra- 
je, vestuario  i  los  demás  artículos  que  aquí  eran  indispensa- 
bles. Trajo  este  ausilio  un  caballero  llamado  Diego  García 
de  Villalon,  que  fué  mas  tarde  uno  de  los  mejores  amigos 
de  Valdivia  ^. 

Pero  entonces  se  orijinó  un  nuevo  embarazo.  En  el  mismo 
buque  en  que  llegaron  esos  ausilios,  arribó  a  Valparaíso 
Francisco  Martínez,  aquel  otro  socio  que  Valdivia  habia 
dejado  en  el  Cuzco.  Venia  a  Chile  a  balancear  los  produc- 
tos de  la  empresa  para  que  se  le  pagara  la  mitad  de  ellos, 
como  estaba  estipulado.  El  gobernador  lo  recibió  afable- 
mente, pero  cuando  llegó  el  caso  de  rendir  las  cuentas,  sólo 
habló  de  las  pérdidas  que  la  conquista  habia  producido,  las 
deudas  con  que  se  habia  gravado  i  las  pocas  esperanzas 
que  tenia  de  reponerse  de  estos  quebrantos.  Martínez,  que 
no  habia  visto  esta  espedicion  mas  que  por  su  lado  mer- 
cantil, se  presentó  a  los  alcaldes  del  cabildo  de  Santiago, 
Juan  Dábalos  Jofré  i  Juan  Fernández  Alderete,  con  fecha 
11  de  octubre,  reclamando  la  disolución  de  la  compañía 
celebrada  en  el  Cuzco  i  la  devolución  de  los  9,000  pesos  de 
oro  que  habia  puesto  en  la  empresa.  Valdivia  creyó  contra- 
rio a  su  dignidad  de  gobernador  el  entrar  por  sí  mismo  en 
litijios  de  esta  naturaleza.  Fué  su  camarero  Jerónimo  de 
Alderete  el  que  contestó  la  demanda.  Espuso  que  su  parte, 
es  decir  Valdivia,  habia  gastado   10,000  pesos  oro,  que  de- 


7  Declaración  de  Luis  de  Toledo  en  el  proceso  de  Pedro  de  Val- 
divia. 

8  García  de  Villalon  declaró  también  en  el  proceso  de  Valdivia, 
i  su  declaración  es  una  de  las  mas  favorables  al  conquistador. 


J^.STUDJOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA 


bia  a  sus  soldados  50,000  por  sueldos  atrasados  i  por  oro 
que  les  habia  tomado  en  préstamo,  i  que  estaba  compro- 
metido en  otros  setenta  mil  por  pedidos  de  ropa,  armas, 
herraje,  etc.,  etc.  Alderete  no  se  negaba  a  que  la  sociedad 
siguiese  adelante,  pero  exijia  que  Martínez  contribuyese 
por  su  parte  con  la  mitad  de  la  suma  para  satisfacer  estas 
deudas,  a  fin  de  tener  derecho  a  la  mitad  de  las  utilidades 
futuras  de  la  espedicion.  En  el  caso  de  disolver  la  sociedad, 
Alderete  pedia  en  nombre  de  Valdivia  que  se  nombraran 
arbitros,  que  avaluando  en  su  justo  valor  los  objetos  en- 
tregados en  el  Cuzco  por  Francisco  Martínez,  fijaran  el 
monto  de  la  cantidad  que  debia  devolvérsele. 

Entre  estos  dos  caminos,  los  únicos  que  se  presentaban 
aun  litigante  que jestioníiba  bajo  tan  desfavorables  con- 
diciones, no  habia  lugar  para  la  menor  vacilación,  Martí- 
nez aceptó  el  último  de  los  partidos  que  se  le  proponian. 
De  común  acuerdo  nombraron  arbitros  liquidadores  a  Die- 
go García  de  Villalon,  comerciante  honrado  i  formal  que, 
como  hemos  dicho,  acababa  de  llegar  del  Perú,  i  Alonso 
Galiano,  que  habia  venido  a  Chile  en  el  mismo  buque,  i  que 
estaba  interesado  en  su  cargamento.  La  sentencia  no  se 
hizo  esperar  mucho  tiempo.  Después  de  examinar  prolija- 
mente las  cuentas,  los  jueces  arbitros  declararon  por  reso- 
lución de  10  de  noviembre  de  1543,  que  la  compañía  que- 
daba disuelta,  i  que  Valdivia  debia  pagar  dentro  de  diez 
dias  5,000  pesos  de  buen  oro  en  lugar  de  los  9,000  que  se 
le  cobraban.  El  22  de  noviembre  Martínez  recibió  esta 
suma,  i  poco  después  se  volvió  al  Perú  satisfecho  de  haber 
llegado  a  este  avenimiento,  i  de  dejar  establecidas  en  Chile 
ciertas  relaciones  que  le  permitirian  seguir  comerciando 
con  este  pais  ^. 


9  La  sociedad  celebrada  entre  Pedro  de  Valdivia  i  Francisco 
Martínez  consta  de  dos  espedientes  depositados  en  los  archivos 
de  Indias.  El  primero  son  los  autos  del  juicio  seguido  en  1543  para 
deshacer  la  sociedad,  donde  figura  una  copia  del  contrato  celebra- 
do en  el  Cuzco  en  1539.  El  segundo  es  una  información  de  servi- 
cios de  Bautista  Ventura  Martínez,  hermano  de   Francisco,  levan- 


ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


La  fortuna  volvió  a  sonreír  a  Pedro  de  Valdivia.  Po- 
niendo enjuego  su  incansable  actividad,  desplegando  en 
todas  las  ocasiones  una  voluntad  de  fierro,  asentó  su  do- 
minación en  Chile  i  estirpó  todos  los  jérmenes  de  revuelta 
que  existían  en  la  colonia.  Había  entre  sus  soldados  mu- 
chos que,  por  haber  recibido  agravios  en  sus  personas  o 
perjuicios  en  sus  intereses,  le  profesaban  un  odio  profundo; 
pero  ninguno  de  ellos  se  atrevió  a  levantar  cabeza  después 
que  se  vio  la  dura  severidad  con  que  había  castigado  los 
primeros  conatos  de  revuelta. 

Al  fin,  el  6  de  diciembre  de  154^7,  Valdivia  se  embarcó 
cautelosamente  para  el  Perú,  ajitado  entonces  por  la  re- 
volución que  encabezaba  Gonzalo  Pizarro.  La  historia  ha 
referido  en  diversas  ocasiones  la  reserva  que  puso  para 
ejecutar  este  viaje,  el  espediente  que  empleó  para  llevarse 
el  dinero  de  muchas  personas  que  en  esa  ocasión  querían 
irse  al  Perú,  i  el  nombramiento  que  hizo  en  su  teniente 
Francisco  de  Villagran  para  que  lo  reemplazara  en  el  go- 


tada  en  el  Perú  en  1565.  De  esta  información  aparece  que  los  dos 
hermanos  Martínez  salieron  de  España  en  1537  en  una  armada 
en  que  Blasco  Núñez  Vela  venia  por  el  tesoro  del  reí.  Allí  se  ve  que 
llegaron  al  Perú  el  año  siguiente  de  1538,  trayendo  armas,  caba- 
llos, esclavos  i  otros  objetos  que  pusieron  en  la  sociedad  celebrada 
con  Valdivia,  Dos  de  los  testigos  llamados  a  declarar,  uno  de  los 
cuales  era  Diego  García  de  Villalon,  dijeron  que  ambos  hermanos 
salieron  del  Cuzco  con  el  ejército  de  Valdivia,  i  que  se  habían  de- 
vuelto del  camino.  De  esta  misma  información  aparece  que  Bautis- 
ta Ventura  Martínez  vino  mas  tarde  a  Chile  con  don  García  Hur- 
tado de  Mendoza,  que  desembarcó  con  él  en  la  Serena,  que  fué 
enviado  a  Santiago  a  juntar  las  tropas  necesarias  para  abrir  la 
campaña  en  el  sur,  i  que  pasó  en  seguida  a  Concepción  hallándose 
en  muchos  combates  contra  los  indios  araucanos. 

Valdivia,  en  su  carta  al  reí,  no  habla  de  su  sociedad  con  Fran- 
cisco Martínez;  pero  envió  a  la  corte  los  documentos  por  los  cua- 
les constaba  la  disolución  de  la  compañía.  Como  Martínez,  por 
su  parte,  había  enviado  a  España  los  mismos  documentos,  Valdi- 
via temió  verse  envuelto  en  litijios  i  dificultades,  i  suplicó  a  Her- 
nando Pizarro  que  tomase  su  defensa  en  caso  necesario. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  335 

bierno.  Pero  no  ha  podido  referir  con  toda  exactitud  los 
desastrosos  sucesos  que  se  siguieron  a  su  embarco,  i  que 
Yoi  a  consignar  con  el  ausilio  de  documentos  inéditos  i  des- 
conocidos hasta  ahora. 

La  noticia  del  embarco  de  Valdivia  i  el  nombramiento 
de  Villagran  se  supo  en  Santiago  el  7  de  diciembre.  Sus 
enemigos  alzaron  el  grito  a  los  cielos,  proclamando  la 
alevosía  con  que  el  gobernador  se  habia  apoderado  del  oro 
recojido  con  tanto  afán  i  con  tantos  peligros  por  algunos 
de  sus  subditos.  Villagran,  sin  embargo,  fué  recibido  por 
el  cabildo  en  su  carácter  de  gobernador  sin  resistencia  ni 
dificultad  10. 

Pero  los  descontentos  no  dejaron  de  lamentarse  de  lo  que 
ellos  consideraban  la  mas  inaudita  arbitrariedad,  i  aun  de 
hablar  de  la  necesidad  que  habia  de  levantarse  para  hacer 
llegar  hasta  España  la  noticia  de  los  abusos  que  se  come- 
tian  en  Chile  con  los  buenos  vasallos  del  rei.  Se  llegó  a 
tratar  de  hacer  salir  para  Valparaíso  una  partida  de  trein- 
ta hombres  que  tomaran  por  asalto  el  buque  en  que  esta- 
ba Valdivia,  todavía  fondeado  en  el  puerto,  i  que  le  dieran 
barreno,  para  que  el  gobernador  no  pudiera  irse  con  los 
tesoros  que  habia  recojido  por  el  fraude  i  el  engaño.  Los 
mas  ardorosos  entre  todos  ellos  eran,  según  se  deja  ver  en 
la  información  que  se  levantó  después,  Hernán  Rodríguez 
de  Monro\^  Antonio  Taravajano,  Diego  de  Céspedes,  Anto- 
nio Zapata,  Francisco  Rabdona,  que  mas  tarde  fueron  del 
numero  de  los  acusadores  de  Valdivia,  cuando  se  le  procesó 
en  Lima,  i  ademas  Francisco  Gudiel,  Alonso  de  Escobar, 
Juan  Benítez  i  Martin  de  Valencia. 

Muí  probablemente,  todo  habría  quedado  reducido  a 
simples  conversaciones,  sin  la  actividad  de  un  mancebo  lía- 


lo Según  las  actas  del  cabildo  de  Santiago,  aparece  que  Fran- 
cisco de  Villagran  fué  recibido  gobernador  interino  de  Chile  en  la 
sesión  de  8  de  diciembre.  Sin  embargo,  en  el  proceso  de  Pedro 
Sancho  de  Hoz  iniciado  ese  mismo  día,  se  ve  que  Villagran  habia 
tomado  el  mando  el  día  anterior,  i  que  el  cabildo  habia  reconocido 
su  autoridad. 


336  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


mado  Juan  Romero,  que  vivía  en  la  casa  o  solar  de  Pedro 
Sancho  de  Hoz,  i  que  probablemente  era  su  pariente.  El 
fué  a  hablar  con  Gudiel,  Escobar  i  Taravajano,  i  les  mani- 
festó que  éste  era  el  momento  de  alzarse  contra  el  despotis- 
mo de  Valdivia,  i  de  proclamar  a  Pedro  Sancho,  cuyos  títu- 
los al  gobierno  de  Chile  eran  incontestables;  i  los  tres  lo 
alentaron  a  seguir  en  la  empresa,  asegurándole  que  el  pue- 
blo apoyaría  cualquier  movimiento  revolucionario,  a  causa 
de  la  irritación  que  había  contra  Valdivia, 

Pedro  Sancho  se  hallaba  en  el  campo,  en  un  lugar  deno 
minado  la  Madera  de  Flores,  a  cinco  leguas  de  la  capital. 
Vivía  allí  en  una  especie  de  destierro,  ajeno  a  todo  lo  que  se 
referia  a  la  administración  de  la  colonia,  pero  conservando 
siempre  los  papeles  por  los  cuales  se  le  había  conferido  la 
conquista  i  el  gobierno  de  Chile,  i  aguardando  que  pronto 
hallaría  reparación  de  los  agravios  inferidos  por  Valdivia. 
En  ese  retiro  no  habría  sabido  el  viaje  del  gobernador  ni  la 
designación  de  su  reemplazante,  sin  un  recado  que  le  envió 
Juan  Romero  pidiéndole  que  se  presentara  cuanto  antes  en 
Santiago. 

En  la  mañana  del  8  de  diciembre,  Pedro  Sancho  de  Hoz 
llegaba  a  Santiago.  En  el  acto  aceptó  la  idea  de  un  pro- 
nunciamiento que  lo  pusiese  a  la  c¿ibeza  del  gobierno;  pero 
estaba  tan  seguro  de  su  buen  derecho,  que  creía  que  le  bas- 
taba presentarse  ese  mismo  día  al  cabildo,  exhibir  allí  los 
títulos  de  que  era  poseedor  i  exijir  que  se  le  reconociera  en 
lugar  de  Villagran.  Pedro  Sancho  quería  una  revolución 
pacífica,  sin  derramamiento  de  una  sola  gota  de  sangre, 
sin  aparato  siquiera  de  armas  i  de  tropa.  Faltaba  sólo 
arreglar  las  cosas  para  que  en  el  cabildo  hubiera  una  voz 
que  defendiera  sus  derechos,  i  para  que  el  pueblo  se  pronun- 
ciase en  su  favor.  Romero  se  encargó  de  hacer  estos  prepa- 
rativos. 

Inmediatamente,  Juan  Romero  fué  a  buscar  a  Hernán 
Rodríguez  de  Monroy,  hidalgo  arrogante  que  era  tenido 
por  valentón.  Creía  éste  que  era  imposible  hacer  una  revo- 
lución pacífica,  i  que  el  movimiento  debia  efectuarse  dando 


i 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  337 

muerte  a  Francisco  de  Villagran  i  apresando  a  algunos  de 
sus  parciales,  porque  los  títulos  de  Pedro  Sancho  de  Hoz 
no  eran  suficientes  para  que  se  le  reconociese  como  gober- 
nador. Romero,  para  convencerlo  de  lo  contrario,  fué  a 
buscar  esos  títulos,  i  luego  los  presentó  a  Rodríguez  de 
Monro}^  con  una  carta  que  le  escribía  Pedro  Sancho.  "Por- 
que semejantes  negocios,  decía  esa  carta,  se  han  de  confiar 
i  encomendar  apersonas  servidoras  de  S.  M.  caballeros  co- 
mo vuestra  merced  lo  es,  e  hijosdalgo  que  procuren  el  ser- 
vicio de  su  reí,  me  he  atrevido  a  poner  en  manos  de  vues- 
tra merced,  así  la  persona  como  el  caso,  pues  es  de  tal  cali- 
dad que  no  conviene  que  otra  persona  le  tome  entre  manos, 
sino  vuestra  merced.  Porque  siete  años  há  que  no  hallo  de 
quien  me  fiar  en  cuanto  a  este  caso,  porque  vuestra  merced 
ya  sabe  lo  que  sobre  ello  podia  decir.  Juan  Romero  me  ha 
dicho  lo  que  vuestra  merced  ha  dicho  en  lo  que  toca  a  mis 
provisiones  que  vuestra  merced  quiere  ver  las  que  yo  tengo 
al  presente  i  he  podido  escapar.  Son  las  que  allí  lleva  Juan 
Romero,  las  cuales  me  dejaron  como  cosa  de  que  pensaron 
que  no  me  podia  aprovechar,  que  las  demás  todas  me  las 
tomaron  en  la  primer  prisión,  i  las  del  marques  don  Fran- 
cisco Pizarro.  por  quien  yo  soi  teniente,  i  una  facultad  de 
rei,  que  el  dicho  marques  tenia  para  enviar  a  poblar  esta 
tierra,  por  virtud  de  la  cual  me  envió  a  mí.  Yo  fui  despo- 
vseido  por  fuerza:  mis  poderes  están  en  su  fuerza  porque 
emanaban  del  rei.  Los  demás  que  mandan  son  sin  faculta- 
des." I  después  de  manifestarle  las  razones  que  tenia  para 
rebelarse,  le  agregaba:  "Agora  es  tiempo  en  el  cual  hable 
vuestra  merced  a  todos  esos  caballeros,  i  les  diga  que  el 
tiempo  sin  dar  lugar  a  escándalos  es  éste,  i  que  no  lo  dejen 
pasar  porque  si  pasa  noche  en  medio  no  puede  haber  efecto. 
No  tengo  ni  quiero  otras  armas  para  ofender  ni  defenderme 
sino  es  las  armas  del  rei,  que  es  una  vara  de  dos  palmos,  i 
esos  sellos." 

Romero  vio  también  al  alcalde  Rodrigo  de  Araya.  Este 
se  escusó  de  tomar  parte  en  la  proyectada  revolución  ale- 

TOMO    Vil  ,  22 


3B8  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


gando  los  favores  que  debía  a  Valdivia:  pero  después  de  al- 
gunas vacilaciones,  prometió  que  él  apoyaria  en  el  cabildo 
las  pretensiones  de  Pedro  Sancho  si  habia  otro  miembro  de 
esa  corporación  que  hablara  antes  que  él.  Los  conjurados 
buscaron  todavía  el  apoyo  de  otras  personas,  i  entre  éstas 
el  de  Alonso  de  Córdoba,  rejidor  del  cabildo  de  Santiago,  i 
el  de  Juan  Lobo,  clérigo  secular,  que  gozaba  de  la  reputa- 
ción de  hombre  de  empresa.  Casi  todos  ellos  aceptaron  el 
plan:  sólo  Córdoba  declaró  que  él  no  queria  tomar  parte 
alguna;  i  el  clérigo  Lobo,  sin  declararse  decididamente  en 
contra  del  proyecto,  se  retrajo  un  poco  tomando  por  pre- 
testo  su  carácter  sacerdotal,  como  hombre  que  hubiera 
querido  ver  triunfante  la  revolución  sin  comprometer  mu- 
cho su  persona. 

Pero  el  plan  de  trastornar  el  gobierno  habia  llegado  a 
ser  el  secreto  de  muchos.  Córdoba  i  Juan  Lobo  fueron  a  ver- 
se con  Villagran  poco  después  de  medio  dia  para  que  se 
pusiese  en  guardia  contra  la  conspiración.  Cuando  salian 
de  la  casa  del  gobernador,  encontraron  a  Rodríguez  de 
Monroy.  Al  saber  éste  que  la  trama  habia  sida  denuncia- 
da, se  apresuró  a  presentarse  a  Villagran,  no  para  descar- 
garse de  la  responsabilidad  que  pudiera  caberle,  sino  para 
entregar  infamemente  la  carta  de  Pedro  Sancho.  Todo  que 
daba,  pues,  descubierto,  i  el  castigo  de  los  culpables  no  po- 
día hacerse  esperar. 

Villagran  sabia  por  esperiencia  propia  ii  cómo  los  go- 
bernadores de  la  conquista  de  América  acostumbraban  re- 
])rimir  estas  conspiraciones.  En  el  acto  dio  orden  para  que 
el  aguacil  mayor  de  la  ciudad,  Juan  Gómez,  a  la  cabeza  de 
algunos  soldados  de  confianza,  apresase  a  Pedro  Sancho  i 
a  Juan  Romero,  i  los  encerrase  en  la  casa  de  Francisco 
Aguirre,  situada  en  la  misma  plaza.  Este  inesperado  apri- 
sonamiento  produjo  en  toda  la  ciudad  grande  exitacion; 


ii  En  otro  estudio  sobre  los  antecedentes  de  los  compañeros  de 
Valdivia,  referiré  como  Villagran  habia  estado  a  punto  de  ser  de- 
capitado nueve  años  antes  por  un  proyecto  de  revolución. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  339 

los  vecinos  de  Santiago,  ignorando  lo  que  ocasionaba  este 
estraño  movimiento,  salian  de  sus  casas  i  se  dirijian  a  la 
plaza,  cuando  el  gobernador  mandó  que  su  pariente  Pedro 
de  Villagran  marchase  con  su  partida  de  arcabuceros  i  ce- 
rrase todas  las  bocas-calles  que  dan  entrada  a  dicha  plaza. 

Inmediatamente  se  inició  el  proceso  de  los  reos.  Villagran 
se  trasladó  a  la  casa  que  les  servia  de  prisión,  mandó  ama- 
rrar con  una  soga  las  manos  del  infeliz  Pedro  Sancho;  i 
presentándole  la  prueba  de  su  delito,  le  exijió  su  confesión. 
Sancho  de  Hoz  se  condujo  en  esos  momentos  con  una 
gran  dignidad.  No  reveló  el  nombre  de  ninguno  de  sus  cóm- 
plices, i  se  limitó  a  decir  que  si  sus  faltas  merecian  la  pena 
capital,  se  le  perdonase  al  menos  la  vida  i  se  le  arrojara  a 
una  isla  desierta  para  pasar  sus  últimos  dias  haciendo  pe- 
nitencia por  sus  pecados.  Villagran  fué  inflexible;  no  quiso 
oir  estos  ruegos,  ni  demorar  un  momento  el  castigo.  Dis- 
puso que  en  el  acto  mismo  i  sin  mas  tramitaciones,  Pedro 
Sancho  de  Hoz,  el  socio  de  Valdivia  para  la  conquista  de 
Chile,  fuera  degollado  en  la  sala  que  le  servia  de  prisión. 

La  ejecución  de  esta  sentencia,  o  mas  bien,  de  este  man- 
dato gubernativo,  no  se  hizo  esperar. 

El  alguacil  mayor  Juan  Gómez,  sacó  de  su  cinto  la  espa. 
da  de  la  justicia  real,  la  pasó  a  un  negro  que  habia  sido 
llamado  para  ejecutar  el  fallo,  i  Pedro  Sancho  fué  decapi- 
tado. El  pueblo,  agolpado  en  las  bocas-calles  vecinas  a  la 
plaza,  no  supo  nada  de  lo  que  ocurria  sino  cuando  el  ver- 
dugo paseó  la  cabeza  ensangrentada  del  infeliz  conspira- 
dor, i  cuando  el  pregonero  repitió  con  tono  solemne  en  ca- 
da una  de  las  esquinas  de  la  plaza  las  palabras  siguientes: 
— "Esta  es  la  justicia  que  manda  hacer  S.  M.  i  en  su  real 
nombre  el  magnífico  señor  Francisco  de  Villagran,  teniente 
i  capitán  jeneral  en  nombre  de  S.  M.  i  del  magnífico  señor 
Pedro  de  Valdivia,  electo  gobernador  i  capitán  jeneral  en 
estos  reinos  de  la  Nueva  Estremadura,  a  este  hombre  por 
traidor  i  amotinador  contra  el  real  servicio  de  S.  M.,  man- 
dándole cortar  la  cabeza  por  ello,  porque  a  él  sea  castigo  e 
a  otros  escarmiento.  Quien  tal  hace  que  tal  pague.'' 


840  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


El  mismo  día  se  continuó  la  investigación,  llamándose 
a  declarar  a  todos  los  que  de  al^^una  manera  aparecían 
comprometidos  en  la  conspiración.  Todos  ellos,  con  la  sola 
escepcion  de  Juan  Romero,  defendieron  sus  cabezas  con  dis- 
culpas mas  o  menos  bien  combinadas.  Nadie  habia  aproba- 
do el  plan  de  Pedro  Sancho:  todos  lo  habian  combatido 
franca  i  resueltamente.  Rodríguez  de  Monroy  dijo  que  él 
no  habia  recibido  ningún  agravio  de  Valdivia,  i  que  en  vez 
de  tomar  parte  en  el  complot,  habia  tratado  de  disuadir 
a  los  reos,  manifestándoles  que  Villagran  contaba  con  las. 
simpatías  de  todos  i  que  los  títulos  de  Pedro  Sancho  no 
vahan  nada  12.  El  clérigo  Lobo,  no  queriendo  dejar  en  el 
espediente  la  constancia  de  su  delación,  se  empeñó  en 
declarar  que  él  habia  dado  aviso  a  Villagran  del  plan  de 
los  conspiradores,  negándose  a  revelar  los  nombres  de  és- 
tos a  pesar  de  las  amenazas  que  se  le  hicieron. 

Sólo  Juan  Romero  dijo  todo  lo  que  sabia  sin  escusar  su 
culpabilidad,  i  sin  disimular  la  de  los  otros.  Trasladado  a 
la  cárcel  pública,  prestó  allí  una  estensa  confesión  en  que 
daba  a  conocer  sin  plan  ni  método,  pero  con  abundancia 
de  datos,  todos  los  incidentes  de  la  trama.  Después  de  oí- 
dos estos  informes,  Villagran  se  guardó  para  dar  la  senten- 
cia definitiva  el  dia  siguiente. 

Sea  que  creyese  que  los  únicos  autores  del  aquel  proyec- 
tado movimiento  revolucionario  eran  Pedro  Sancho  i  Juan 
Romero,  sea  que  pensase  que  la  muerte  de  ambos  bastaba 
para  afianzar  su  autoridad  i  para  producir  el  terror,  el  9 
de  diciembre  de  1547  falló  la  causa  definitivamente,  limi- 
tando la  condenación  a  esas  dos  únicas  personas.  *'Por 
cuanto  parece  el  dicho  Juan  Romero  ser  principal  cabsa  del 
alboroto  i  levantamiento  del  dicho  Pero  Sancho,  dice  la 
sentencia,  i  que  dicho  Romero  era  la  principal  persona  que 
movia  e  advertia  a  la  mayor  parte  de  los  españoles  de  esta 
ciudad  a  que  fuesen  en  su  traición  i  diesen  favor  i  ayuda  al 


12  Véase  sobre  este  aventurero  la  noticia  biográfica  que  hemos 
puesto  al  pié  de  su  declaración  en  el  proceso  de  Valdivia. 


B3STUDI0S    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  34l 

dicho  Pero  Sancho  de  Hoz  e  les  traía  e  mostraba  escrituras 
i  sellos  para  que  pareciese  ser  la  cabsa  justa,  siendo  como 
era  tan  en  deservicio  de  Dios  Nuestro  Señor  i  desacato  de 
la  justicia  real  de  S.  M.  i  cabsa  de  tan  grandes  daños  i 
muertes  de  hombres  como  de  fuerza  habia  de  acaecer,  es- 
tando de  una  parte  los  servidores  del  rei  i  favorecedores  de 
su  real  justicia  i  de  la  contraria  losamotinadores  de  tan  feo 
caso,  mando  que  el  dicho  Juan  Romero  muera  por  ello  i  sea 
sacado  por  las  calles  acostumbradas  de  esta  ciudad  con  una 
soga  a  la  garganta,  con  pregonero  público  que  manifieste 
su  delito,  e  llegados  a  la  plaza  pública  de  esta  cibdad,  sea 
ahorcado  hasta  que  rinda  el  ánima  i  muera  naturalmente, 
porque  a  él  sea  castigo  i  a  otros  ejemplo."  La  sentencia  se 
ejecutó  fielmente.  Juan  Romero  fué  ahorcado  el  mismo  dia  9 
en  la  plaza  de  Santiago  como  traidor  al  rei  i  como  procu- 
rador de  alborotos  i  motines. 

Pedro  de  Valdivia  se  hallaba  todavía  en  la  rada  de  Val- 
paraíso cuando  ocurrían  estos  graves  sucesos.  Zarpó  de 
allí  el  dia  13  de  diciembre  ^^  después  de  recibir  la  noticia 
de  la  muerte  de  Pedro  Sancho  de  Hoz;  pero  empeñado  en 
no  dejar  ver  nada  que  pudiera  comprometerlo  cerca  de  los 
delegados  del  rei,  la  guardó  con  la  mayor  reserva,  de  tal 
modo  que  sólo  se  supieron  estas  ocurrencias  en  el  Perú 
cuando  fueron  comunicadas  por  otros  conductos. 

En  el  primer  momento,  se  trató  de  enjuiciar  allí  a  Fran- 
cisco de  Villagran  por  la  muerte  de  un  hombre  que  habia 
obtenido  el  título  de  gobernador  de  Chile;  Dcro  el  olvido 
natural  que  produce  el  trascurso  de  los  tiempos,  i  mas  que 


13  Los  historiadores  que  han  referido  estos  sucesos,  por  no  ha- 
ber podido  conocer  el  proceso  de  Pedro  Sancho  de  Hoz,  han  creido 
que  la  conspiración  de  éste  i  su  muerte  tuvieron  lugar  mientras 
Valdivia  estaba  en  el  Perú.  Suponen  que  este  conquistador  salió 
de  Valparaíso  el  10  de  diciembre  de  1547,  antes  de  la  ejecución  de 
Pedro  Sancho.  Valdivia  zarpó  de  ese  puerto  el  13  de  diciembre,  co- 
mo él  mismo  lo  dice  en  las  instrucciones  que  dio  en  1550  a  Alonso 
de  Aguilera;  i  entonces  no  podía  dejar  de  saber  los  sucesos  que  ha- 
bían ocurrido  en  Santiago  cinco  días  antes. 


342  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


OSO  todavía,  las  revoluciones  i  trastornos  que  tuvieron  lu- 
gar en  aquel  pais,  fueron  causa  de  que  nada  se  intentara 
por  entonces  contra  el  gobernador  interino.  Sólo  un  anti- 
guo cronista  de  la  conquista  de  Chile  ha  referido  el  último 
incidente  de  este  famoso  proceso  por  el  delito  de  conspira- 
ción. ''Después  de  pasados  algunos  años,  dice  Marino  de 
Lobera  i^,  estando  el  capitán  Francisco  de  Villagrari  en  la 
ciudad  de  los  Reyes  del  reino  del  Perú  que  liabia  ido  preso, 
le  puso  demanda  ante  el  presidente  i  oidores  una  hija  de 
Pedro  Sancho  de  la  Hoz  casada  con  Juan  de  la  Voz  Media- 
no, siguiendo  ella,  i  su  marido  con  todo  rigor  la  demanda 
de  la  muerte  de  su  padre.  Mas  como  se  pusiese  en  ello  silen- 
cio por  haber  entrado  personas  graves  de  por  medio,  lo  re- 
muneró Villagran  cuando  volvió  a  este  reino  por  goberna- 
dor del,  dando  a  Juan  de  la  Voz  un  repartimiento  de  indios 
en  encomienda,  con  el  cual  quedó  satisfecho." 

Como  creemos  interesante  para  la  historia  el  proceso  de 
Pedro  Sancho  de  Hoz,  lo  publicamos  íntegro  a  continua- 
ción. 


PROCESO  DE  PEDRO  SANCHO  DE  HOZ  (1547)  ^ 

En  la  cibdad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo  destas  pro- 
vincias de  la  Nueva  Estremadura  a  ocho  dias  del  mes  de 
diciembre,  año  de  mili  e  quinientos  e  cuarenta  y  siete  años 
en  presencia  de  mi  el  escribano  público  y  délos  testigos  de- 


14  Marino  de  Lovera,  Crónica  del  reino  de  Chile,  lib  I,  part.  II, 
cap.  17. 

1  Ofreciéndome  duda  la  interpretación  de  algunos  pasajes  en  la 
copia  de  este  proceso  que  hice  tomar  en  1860  en  el  archivo  de  In- 
dias depositado  en  Sevilla,  la  he  cotejado  escrupulosamente  con 
otra  copia  sacada  algunos  años  mas  tarde  para  don  Benjamín  Vi- 
cuña Mackenna.  Pude  convencerme  entonces  de  que  los  descuidos 
de  lenguaje,  algunas  frases  incompletas  i  sin  sentido,  provenian  del 
orijinal,  con  el  cual  había  comparado  yo  mismo  el  mg,nuscrito  que 
sirve  para  esta  impresión. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  343 

yuso  escriptos,  el  magnífico  señor  Francisco  de  Villagran, 
thcniente  de  capitán  jeneral  en  nombre  de  S.  M.  y  del  mui 
magnífico  señor  Pedro  de  Valdivia  electo  gobernador  y  ca- 
pitán jeneral  en  nombre  de  S.  M.  en  estos  reinos  de  la  Nue- 
va Estremadura  etc.  dijo  que  por  cuanto  hoi  dicho  dia  ha 
venido  a  su  noticia  e  asi  es  que  Pero  Sancho  de  Hoz,  estan- 
te en  esta  dicha  cibdad,  en  desacato  del  servicio  de  Dios 
nuestro  señor  y  en  menosprecio  de  la  real  justicia  de  S.  M. 
anda  y  ha  andado  haciendo  él  y  Juan  Romero  en  su  nom- 
bre junta  déjente  para  que  le  diessen  favor  y  ayuda  para 
le  matar  y  prender  y  a  los  personas  que  como  servidores 
de  S.  M.  le  quisieren  favorecer,  prometiéndoles  dádivas  y 
promesas  para  cuando  hobiesse  efectuado  su  traycion  y 
mal  propósito  como  es  público  y  notorio,  e  parescepor  una 
carta  mesiva  escrita  y  firmada  de  mano  del  dicho  Pero 
Sancho  de  Hoz,  la  cual  el  dicho  señor  theniente  dijo  habér- 
sela dado  Hernán  Rodríguez  de  Monroyquese  la  llevó  Juan 
Romero  por  mandado  del  dicho  Pero  Sancho,  el  thenor  de 
la  cual  dicha  carta  es  el  siguiente: 

''Magnífico  señor:  Porque  semejantes  negocios  se  han 
de  confiar  y  encomendar  a  personas  servidoras  de  S.  M. 
caballero  como  vuestra  merced  lo  es  y  hijosdalgo  que  pro- 
curen el  servicio  de  su  rei,  me  he  atrevido  (a  poner)  en  ma- 
nos de  vuestra  merced  así  la  persuna  como  el  caso,  pues  es 
de  tal  calidad  que  no  conviene  que  otro  le  tome  entre  ma- 
nos sino  vuestra  merced,  porque  siete  años  a  que  no  hallo 
de  quien  me  fiar  en  cuanto  a  este  caso  porque  vuestra  mer- 
ced ya  sabe  lo  que  sobre  ello  podia  decir.  Juan  Romero  me 
ha  dicho  lo  que  vuestra  merced  ha  dicho  a  Araya  en  lo 
que  toca  a  mis  provisiones,  que  vuestra  merced  quiere  ver. 
Las  que  yo  tengo  al  presente  y  he  podido  escapar,  son  las 
que  ahí  lleva  Juan  Romero,  las  cuales  me  dejaron  como 
cosa  de  que  pensaron  que  no  me  podia  aprovechar,  que  las  de- 
mas  todas  me  las  tomaron  en  la  primer  prisión;  y  las  del  mar- 
qués don  Francisco  Pizarro,  porquien  yo  soi  theniente,  y  una 
facultad  del  rei  que  el  dicho  marqués  tenia  para  enviar 
a  poblar  esta  tierra  por  virtud  de  la  cual   me  envió  a  mí. 


34'i  ESTUDIOS    HISTÓKICOS 


Yo  fui  desposeído  por  fuerza;  mis  poderes  están  en  su  fuer 
za,  aunque  se  me  tomaron,  porque  emanaban  del  reí.  Los 
demás  que  mandan  y  han  mandado  son  sin  facultades;  y 
el  poder  del  marqués,  aunque  es  muerto,  es  válido  hasta 
que  S.  M.  provea.  Por  estas  y  por  otras  muchas  cosas  que 
hai  que  decir  y  vuestra  merced  sabe,  estará  vuestra  merced 
advertido  que  si  debajo  de  la  mano  de  Pedro  de  Valdivia 
está  esta  tierra,  S.  M.  no  puede  ser  avisado  de  su  huida, 
ni  en  la  tierra  puede  haber  mas  justicia  de  la  que  hasta 
aquí,  y  que  por  desventura  nuestra  y  por  obra  del  diablo, 
])odia  volver  poderoso  \^  ejecutar  su  instrucción  si  no  se 
diesse  aviso  a  la  tierra  del  Perú  y  a  S.  M.  Y  lo  principal  es 
que  en  la  tierra  haya  justicia  y  sirva  al  rei  por  el  cual  y 
por  su  hacienda  real  somos  obligados  a  morir;  y  yo  me 
ofrezco  a  ello  por  su  real  servicio  como  su  vasallo  y  criado, 
cada  y  cuando  vuestra  merced  diga:  ''agora  es  tiempo;,, 
en  el  cual  hable  vuestr¿i  merced  a  todos  esos  caballeros  y 
les  diga  que  el  tiempo  sin  dar  lugar  a  escándalos  es  este; 
que  no  le  dejen  pasar  porque  si  pasa  noche  en  medio  no 
puede  haber  efecto.  No  tengo  ni  quiero  otras  armas  para 
ofender  ni  defenderme  sino  es  las  armas  del  rei,  que  es  una 
vara  de  dos  palmos,  y  esos  sellos,  por  la  abtoridad  y  vo- 
luntad de  vuestra  merced  y  de  los  que  en  este  caso  se  quie 
rj:i  mostrar  leales  vasallos  de  su  Rei.  Besa  las  manos  de 
vuestra  merced. — Pero  Sancho  de  Hoz.^\ 


E  por  el  dicho  theniente,  vista  la  dicha  carta  del  dicho 
Pero  Sancho  de  Hoz,  e  que  en  el  caso  no  se  sufre  dilación, 
mandó  dar  e  dio  su  mandamiento  para  el  alguacil  mayor 
de  esta  cibdad  que  luego  prenda  los  cuerpos  al  dicho  Pero 
Sancho  de  Hoz  y  Juan  Romero,  el  cual  se  dio  en  forma,  tes- 
tigos Pedro  de  Villagran  y  Gaspar  Orense,  vecinos  desta 
dicha  cibdad. 

E  luego  en  el  dicho  dia,  ocho  del  presente  del  dicho  año, 
trayendo  Juan  Gómez,  alguacil  mayor  desta  cibdad,  preso 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  345 

al  dicho  Pero  Sancho  de  Hoz  a  la  plaza  destadicha  cibdad  a 
donde  estaba  el  dicho  señor  theniente  y  algunos  con  él  ar- 
mados, y  otra  mucha jente  que  por  todas  las  calles  concu- 
rrían con  sus  armas,  los  cuales  el  dicho  theniente  dijo  que 
no  sabia  en  cuyo  favor  venian,  mandó  al  dicho  Juan  Gó- 
mez, alguacil  mayor,  que  metiesse  preso  al  dicho  Pero  San- 
cho de  Hoz  en  las  casas  de  Francisco  de  Aguirre,  vecino  v 
rejidor  desta  cibdad,  que  estaban  allí  junto  a  la  mesma 
plaza;  y  asi  metido  preso  en  la  dicha  casa,  el  dicho  señor 
theniente  mandó  al  maese  del  campo  Pedro  de  Villagran 
guardasse  la  puerta  con  cierta  jente  y  arcabuces  que  allí 
hablan  traido  y  no  dejasse  entrar  a  persona  alguna  por 
cuanto  dijo  temerse  no  entrassen  a  intentar  de  sacarlo. 

Y  luego  el  dicho  señor  theniente  entró  donde  el  dicho  Pe- 
ro Sancho  estaba,  e  le  mandó  atar  las  manos,  e  le  fueron 
atadas  con  una  soga.  E  le  fué  preguntado  por  el  dicho  se- 
ñor theniente  al  dicho  Pero  Sancho  que  le  dijesse  que  per- 
sonas eran  en  su  favor  y  ayuda  de  su  traición,  que  en  qué 
andaba;  v  el  dicho  Pero  Sancho  dijo  que  en  lo  que  él  anda- 
ba era  santo  y  bueno,  y  que  el  no  curaba  de  vidas  ajenas, 
que  pues  le  queria  matar  le  mandasse  echar  en  una  isla  des- 
poblada V  que  allí  haria  penitencia  de  sus  pecados,  que  era 
tanta  muerte  como  matarlo.  Y  el  dicho  señor  theniente  le 
tornó  a  decir  que  quien  eran  los  de  su  bando,  porque  el  no 
queria  saber  por  entonces  otra  cosa  del;  y  el  dicho  Pero 
Sancho  respondió;  "señor,  vuestra  merced  es  caballero,  y 
haga  conmigo  como  tal."  E  luego,  el  dicho  señor  theniente 
mandó  a  mí  el  presente  escribano  hiciesse  un  mandamiento 
para  el  aguacil  mayor  que  presente  estaba,  que  luego  cor- 
tasse  la  cabeza  al  dicho  Pero  Sancho  de  Hoz  por  cuanto  así 
convenia  al  servicio  de  Dios  y  de  S.  M.  por  evitar  escanda- 
lo  j  muertes  de  hombres;  lo  cual  dicho  al  dicho  escribano,  es- 
crebie  se  dio  informe  firmado  del  dicho  señor  theniente,  por 
su  mandado  y  en  cumplimiento  del,  el  dicho  alguacil  mayor 
sacó  su  espada  desenvainada  de  la  cinta,  e  la  dio  a  un 
negro  que  para  ello  se  llamó,  y  cortó  la  cabeza  al  dicho  Pe- 
ro Sancho,  presente  el  dicho  señor  theniente. 


846  ESTUDIOS   HISTÓRICOS 


Y  luego  incontinente  mandó  que  se  sacasse  el  cuerpo  y 
cabeza  del  dicho  Pero  Sancho  de  Hoz  a  la  plaza  pública  de 
esta  cibdad,  con  pregonero  público  que  manifestasse  su  de- 
lito; el  cual  le  sacó  con  voz  de  pregonero  diciendo  en  voz 
alta:  "ésta  es  la  justicia  que  manda  hacer  S.  M.  y  en  su 
real  nombre  el  magnífico  señor  Francisco  de  Yillagran, 
theniente  y  capitán  jeneral  en  nombre  de  S.  M.  y  del  muí 
magnífico  señor  Pedro  de  Valdivia,  electo  gobernador  y 
capitán  jeneral  en  estos  reinos  de  la  Nueva  Estreraadura  a 
este  hombre  por  traidor  y  amotinador  contra  el  real  servi- 
cio de  S.  M.  mandándole  cortar  la  cabeza  por  ello  porque 
a  él  sea  castigo  y  a  otros  escarmiento.  Quien  tal  hace  que 
tal  pague." 


E  luego  en  este  dicho  dia,  ocho  de  diciembre  del  dicho 
año,  el  señor  theniente  para  informar  de  lo  susodicho,  hizo 
parecer  ante  sí  a  Alonso  de  Córdoba,  vecino  rejidor  de  esta 
dicha  cibdad;  el  cual  paresció  le  fué  tomado  e  recibido  jura- 
mento en  forma  debida  de  derecho  por  Dios  y  por  Santa 
Maria  e  por  una  señal  de  cruz  sobre  que  puso  su  mano  de- 
recha, a  la  conclusión  del  cual  dicho  juramento  dijo  si  juro 
e  amen,  e  prometió  de  decir  verdad;  y  siendo  preguntado 
por  el  dicho  señor  theniente  y  conforme  a  la  cabeza  deste 
proceso,  la  cual  le  fué  leida,  que  diga  y  declare  ques  lo  que 
sabe  acerca  del  motin  que  Pero  Sancho  de  Hoz  v  Juan  Ro- 
mero y  Hernán  Rodriguez  de  Monroy  querían  hacer  con- 
tra la  justicia  de  S.  M.;  dijo  que  so  cargo  del  juramento 
que  tiene  hecho  que  lo  que  sabe  deste  caso  es  que  hoi  dicho 
dia  a  horas  de  comer,  estando  este  testigo  en  su  casa,  vino 
a  el  un  indio  del  padre  Juan  Lobo  y  halló  a  Juan  Benitez  a 
la  puerta,  y  dijo  a  este  testigo  que  subiesse  a  lo  alto  de  la 
casa;  y  este  testigo  subió  y  halló  a  Hernán  Rodríguez  de 
Monroy  y  al  padre  Juan  Lobo  y  a  Martin  Valencia;  e  que 
llegado  este  testigo,  le  dijeron  que  tenian  concertado  de 
prender  al  dicho  señor  theniente,  e  alzar  por  gobernador  e 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  347 

capitán  jeneral  a  Pero  Sancho  de  Hoz,  y  que  las  personas 
que  en  este  le  hablaron  a  este  testigo  eran  los   dichos   Her- 
nán Rodríguez  de  Monroy  y  Martin  de   Valencia,   porque 
el  dicho  padre  Lobo  no  estaba  en  ella,  porque  allí  dijo  que 
no  era  servicio  de  Dios  ni  de  S.  M.;  y  que  a  esto  el  dicho 
Hernán  Rodríguez  replicó  que  Pero  Sancho   daria  a  este 
testigo  mui  buenos   indios  y  bien  de  comer,  porque  lo  que 
ellos  querían  efectuar  era  prender  al  dicho  theniente  y  al- 
zarse con  la  tierra,  que  el   dicho   Pero   Sancho   habia   mui 
bien  aparejo,  que  estaba  en  ello  la  justicia;  y  que   este   tes- 
tigo dijo:  "¿qué  justicia?"  y    quel   dicho  Hernán  Rodríguez 
dijo  que  Rodrigo  de  Araya,  alcalde;  y  queste  testigo  dijo: 
*'mui  mal  hecho  es  esto;  que  aver  lo  recibimos   en  cabildo 
al  señor  theniente  en  nombre  de  S.  M.  y   prenderlo   agora 
es  mal  caso;"  y  que  este  testigo   no   se   hallaría   en   lo  que 
ellos  querían  hacer,  sino  era   para   morir   a   par   del  señor 
theniente;  y  con  esto;  este  testigo  se  salió  de  allí  y  dejó  a 
los  dichos  padre  fuan  Lobo  y  Hernán  Rodríguez   de   Mon- 
roy y  Martin  de  Valencia;  y  que  luego  dende  a  un  poco  se 
salió  de  allí  el  dicho  padre  Juan  Lobo,  y  fué  a  casa  des  te 
testigo;  y  hablando  ambos  solos,  acordaron  de  venir  a  ha- 
blar al  dicho  señor  theniente  y  darle  cuenta  de  todo  loque  pa- 
saba; e  que  así  fueron  y  se  lo  dijieron;  e  que  después  desto,  yen- 
do este  testigo  y  el  dicho  padre  Juan  Lobo  por  la  plaza  des  ta 
cibdad,  toparon  con  el  dicho  Hernán  Rodríguez  de  Monroy 
y  les  preguntó  que  donde  iban;  y  queste  testigo  dijo  que 
iban  de  avisar  al  dicho  señor  theniente  de  todo  lo  que   pa- 
saba; y  que  entonces  el  dicho   Hernán  Rodríguez  les    dijo: 
''señores,  dadme  consejo;  ¿qué  haré  que  tengo  una  carta  de 
Pero  Sancho"?  y  que  entonces  el  dicho  padre  Lobo  dijo  que 
lo  dejasse  que  él  era  clérigo   y   que   no   quería   entender  en 
tales  cosas;  y  que  este  testigo  dijo:  ''no  hai  otro  remedio 
sino  que  esa  carta  la  llevamos   al  señor  theniente;"  e  que 
asi  se  la  llevaron  luego  este  testigo  y  el  dicho   Hernán    Ro- 
dríguez de  Monroy. -Fué  preguntado  por  el  dicho  señor  the- 
niente que  so  cargo  del  juramento  que  tiene  hecho,  diga  y 
declare  qué  personas  sabe  o  ha  oído   decir  que  estuviessen 


3-18  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


aparejadas  para  favorecer  las  cosas  del  dicho  Pero  Sancho; 
el  cual  dijo  que  so  cargo  del  dicho  juramento,  que  no  nom- 
braron a  otro  sino  a  el  alcalde  Rodrigo  de  Araya,  y  que 
el  dicho  Hernán  Rodriguez  de  Monroy  habia  dicho  a  este 
testigo  que  habia  mucha  jente  para  ello;  mas  que  no  le  de- 
clararon los  r:onibres;  y  questo  es  lo  que  sabe  deste  caso,  y 
es  verdad  por  el  juramento  que  tiene  hecho,  y  firmólo  de  su 
nombre. — Alonso  de  Córdoba. 


E  lueo^o  en  el  dicho  dia,  ocho  del  dicho  mes  de  diciembre 
del  dicho  año,  el  dicho  señor  theniente  mandó  que  sea  rati- 
ficado el  dicho  Alonso  de  Córdoba  en  su  dicho  y  confision, 
el  cual  paresció  e  le  fué  leído  este  su  dicho  por  mí  el  presente 
escribano,  e  dijo  que  lo  en  él  contenido  es  verdad,  y  en  ello 
se  ratificaba  y  ratificó,  y  lo  firmó  de  su  nombre. — Alonso 
de  Córdoba. 


E  luego  en  el  dicho  dia,  mes  e  año  susodichos,  ante  el  di- 
cho señor  theniente  juró  el  dicho  padre  Juan  Lobo  ^  en 
forma  de  derecho  según  su  orden,  por  mandado  de  su  per- 
lado, y  ]3edimiento  del  dicho  señor  theniente,  e  prometió 
decir  verdad.  E  siendo  preguntado  ques  lo  que  sabe  e  ha 
oído  decir  acerca  del  motin  del  dicho  Pero  Sancho  j  Juan 
Romero,  dijo  que  hoi  dicho  dia  que  se  contaron  ocho  del 
presente,  estando  este  testigo  en  su  posada,  vino  a  él  Her- 
nán Rodríguez  de  Monroy,  y  le  dijo  qujs  agora  tenia  necesi- 
dad deste  testigo  y  demás  amigos,  que  para  estos  tales 
tiempos  eran  los  hombres  como  este  testigo;  porque  Pero 
Sancho  era  gobernador  del  reí  y  porque  toda  la  tierra  era 


1  Juan  Lobo  era  clérigo  secular;  pero,  como  a  los  otros  cléri- 
gos, se  le  daba  el  apodo  de  padre.  Los  cronistas  de  la  conquista 
elojian  mucho  su  valor  en  los  combates,  en  uno  de  los  cuales  murió 
peleando  heroicamente.  Ercilla,  La  Araucana,  cant.  IX,  oct.  76. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  849 

en  ello,  y  un  alcalde  del  reí  para  darle  la  posesión  entraba  en 
ello,  y  que  para  esto  era  menester  el  favordeste  testigo  para 
prender  a  Francisco  de  Villagran;y  que  este  testigo,  viendo 
que  iban  perdidos,  y  en  desacato  del  reí  y  de  su  capitán  y 
justicia,  le  dijo:  "mirad,  señor,  que  quien  quisiesse  abajar  a 
Francisco  de  Villagran  del  estado  en  que  está  tengo  de  morir 
yo  en  la  delantera;"  e  que  luego  el  dicho  Hernán  Rodríguez 
dijo:  ''pues,  señor,  va\^an  a  llamar  a  Alonso  de  Córdoba;" 
y  que  le  llamaron  con  un  muchacho;  y  venido  a  donde 
estaba  este  testigo  y  el  dicho  Hernán  Rodriguez,  se  contó 
el  caso  para  que  le  llamaban;  y  que  oido  por  el  dicho  Alon- 
so de  Córdoba,  le  dijo  al  dicho  Hernán  Rodriguez:  "señor, 
no  consiento  en  eso  porque  vais  perdidos,  y  es  mui  gran 
deservicio  de  Dios  y  del  rey;"  y  que  con  esto  se  fué  cada  uno 
a  su  casa;  y  luego  este  testigo  fué  al  theniente  F'rancisco  de 
Villagran,  y  le  dijo:  "señor,  mui  grande  tumulto  hai  en  el 
pueblo,  y  la  tierra  se  pierde,  mirad  por  vos;"  y  que  el  dicho 
señor  theniente  le  dijo  como  era  lo  que  sabia;  y  este  testigo 
le  dijo:  "un  hombre  acaba  agora  de  llegar  a  mi  casa  dicien- 
do que  este  testigo  le  ayudasse  para  que  le  prendiessen  al 
dicho  señor  theniente,  y  para  hacer  una  información  para 
enviar  al  rei  de  lo  que  pasaba  en  esta  tierra;"  y  que  este 
testigo  le  habia  respondido  que  no  era  su  voluntad  en  ello, 
a  lo  que  entonces  el  dicho  señor  theniente  le  apremió  á  este 
testigo,  y  le  dijo:  "decidme  quien  es  ese  hombre,  sino  daros 
he  de  puñaladas;"  y  que  este  testigo  le  dijo:  "bien  lo  podéis, 
señor,  hacer  de  hecho,  mas  no  de  justicia  porque  yo  no  soi 
obligado  de  mi  oficio  como  clérigo  sino  a  avisaros,  mas 
vuestra  merced  poco  mas  o  menos  bien  puede  pensar  de 
donde  viene  esto;"  é  que  entonces  el  dicho  señor  theniente 
le  dijo  a  este  testigo  que  se  fuessc  a  su  casa  y  que  si  alguna 
cosa  se  recreciesse  quel  y  sus  amigos  lo  hiciessen  como  ser- 
vidores del  rei,  y  que  este  testigo  le  prometió  de  morir  de- 
lante del  su  servicio  de  Dios  y  del  rei;  y  que  salido  que  fué  este 
testigo  de  casa  del  dicho  señor  theniente  para  irse  a  su  casa, 
halló  en  el  camino  al  dicho  Hernán  Rodriguez  de  Monroy 
que  le  iba  a  buscar,  e  que  como  le  vio  salir  de  casa  del  di- 


350  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


cho  señor  theniente,  le  dijo:  ''señor,  sábelo  ya  esto  el  señor 
theniente;"  y  que  este  testigo  le  dijo  que  fuesse  a  decir  la 
verdad  de  todo  lo  que  pasaba  al  dicho  señor  theniente;  e 
quel  dicho  Hernán  Rodriguez  le  dijo:  "pues,  señor,  veis  aquí 
una  carta  que  Pero  Sancho  me  acaba  de  enviar  agora;"  y 
que  este  testigo  le  dijo:  ''pues,  señor,  id  en  casa  del  thenien- 
te, V  enseñadle  esa  carta  y  decidle  la verdaddeloquepasa;" 
V  que  esto  es  lo  que  sabe  y  pasó  deste  caso,  y  es  la  verdad. 
E  siéndole  leido  este  su  dicho  y  confision  por  mí  el  presente 
escribano,  dijo  que  lo  en  él  contenido  es  la  verdad  como  di- 
cho tiene  por  el  juramento  que  tenia  hecho,  y  en  él  se  ratifi- 
caba e  ratificó,  y  lo  firmó  de  su  nombre.— /warz  Lobo. 


Sobre  lo  cual  luego  este  dicho  dia  juró  el  mui  reverendo 
señor  el  bachiller  Rodrigo  González,  vicario  jeneral  en  estas 
provincias,  según  su  orden,  ante  el  dicho  señor  theniente,  y 
prometió  de  decir  verdad;  e  siendo  preguntando  por  el  the- 
nor  de  la  dicha  cabeza  de  proceso,  dijo  que  lo  que  sabe  des- 
te  caso  es  que  hoi  dicho  dia,  que  se  contaron  ocho  del  pre- 
sente, el  padre  Juan  Lobo,  clérigo,  viuo  a  este  testigo  es- 
tando en  la  iglesia  mayor  desta  cibdad,  al  cual  llegó  mui 
escandalizado  j  le  contó  como  venia  de  decir  al  dicho  se- 
ñor theniente  Francisco  de  Villagran  el  alboroto  que  al 
presente  habia  habido  sobre  el  alzamiento  de  Pero  Sanoho; 
y  que  visto  por  este  testigo  lo  que  así  le  dijo,  cree  que  ver- 
daderamente nos  prendiéramos  y  esta  cibdad  no  permane. 
ciera,  y  que  sabe  que  sino  hiera  el  señor  Francisco  de  Villa- 
gran  theniente  al  presente  por  ser  como  es  tan  bien  quisto, 
todos  se  perdieran;  y  la  tierra  se  despoblara  y  que  esto  es 
lo  que  sale  y  es  la  verdad  por  el  juramento  que  tiene  he- 
cho; ysiéndole  leido  este  su  dicho  y  declaración  por  mí  el 
presente  escribano,  a  mí  luego  de  presente,  que  lo  en  él 
contenido  es  la  verdad  etc. — Rodrigo  González,  vicario. 


nSTUDIOS  DIVERSOS  SOBRE  VALDIVIA  351 

E  luego  en  este  dicho  día   mes  e  año  susodicho,  el  dicho 
señor  theniente  fué  a  la  cárcel  pública  desta  dicha  cibdad  a 
donde  estaba  preso,  i  con   prisiones  el  dicho  Juan   Romero 
para  le  tomar  su  dicho,  y  confision:  le  fué  tomado  e  recibido 
juramento  en  forma  debida  de  derecho  por  Dios  y  por  Sanc- 
ta  Maria,  3'  por  una  señal  de  la  cruz  en  que  puso  su   mano 
derecha,  a  la  conclusión  del  cual  dijo  si  juro  e  amen,  e  pro- 
metió decir  verdad.  E   siéndole  preguntado  por  el  dicho  se- 
ñor theniente  e  dicho  que  por  cuanto  Pero  SanchD  de  Hoz 
es  va  muerto  por  mandado  de   la  justicia  en  nombre  de  S. 
M.  porque  era  traidor,  que  queria  amotinar  v  andaba  al- 
borotando los  españoles   que  están  en   esta  gobernación, 
que  por  tanto  pues  él  está  preso  por  haber  andado  en  com- 
pañía Y  jugar  junto  con  el  dicho  Pero  Sancho,   que  diga  la 
verdad  quien  son  las  personas  que  le  habían  de  acodir  1  y 
dar  favor  para  el  dicho  motin  y  alzamiento   contra  el  real 
servicio  de  S.  M.:  al  cual  dijo  que  so  cargo  del  juramento 
que  tiene  hecho,  que  ayer  que  se  contaron  siete  del  presente, 
estando  éste  que  declara  en  casa  de  Pero  Sancho  de  Hoz, 
que  venia  el  dicho  Pero  Sancho  de  la  Madera,  ques  cinco  le- 
guas   desta  dicha  cibdad,  e   que  le  dijo  éste  que  declara 
"va  es  partido    el   gobernador  Pero  de   Valdivia;"   y  con 
el  dicho    Francisco  Gúidiel,   que   Rodrigo  de   Araya  alcal- 
de le  ha   dicho  que  donde  estaba  Pero  Sancho,   que  pe- 
sasse  a  tal  con  él,  que  adonde  andaba,   que  si    era    mo- 
linero, e  que  este  declarante  le  respondió  al  dicho   Gudiel, 
que  que  queria  que  hiciesse  un  hombre   que  estaba  solo  y 
moria  de  hambre  y  no  tenia  quien  le  favoreciesse.  E  que  el 
dicho  Francisco  Gudiel  replicó,   e  le  dijo  que  toda  la  tierra 
estaba  por  él,  y  que  todos  estaban  esperando  quien  toma- 
sse  la  voz  del  rei  para  enviar  y  dar  mandado  al  Perú  como 
se  iba  el  dicho  gobernador  Pedro  de  Valdivia  y  dejaba   ro- 
bada la  tierra  i  que  llenaba  los    quintos   reales;  y   que  este 
"declarante  le  dijo:  ¿qué  queréis  que  se  haga?  que  yo   le  en- 
viaré a  llamar,  que  está  en  la    Madera";  e  que  ya  este  de- 


J     Acudir,  ausiliar. 


352  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


clarante  antes  desto  le  habia  enviado  a  decir  al  dicho  Pero 
Sancho  lo  que  pasa;  e  que  a  este  tiempo  el  dicho  Pero  San- 
cho ya  era  venido,  e  que  este  declarante  no  le  habia  visto; 
e  desde  alli  donde  estaba  platicando  con  el  dicho  Gudiel, 
que  era  en  la  plaza  de  esta  cibdad,  le  vino  a  decir  un 
muchacho  del  dicho  Pero  Sancho  ya  que  era  venido  su 
señor  y  que  este  declarante  fué  allá;  e  quel  dicho  Pe- 
ro le  dijo:  "¿qués  lo  que  hai  acá?"  e  que  le  respondió 
este  que  depone  e  le  dijo  como  era  ido  el  gobernador 
Pero  de  Valdivia  y  que  habia  venido  en  su  nombre  el  señor 
theniente  Francisco  de  Yillagran.  A  (lo)  quel  dicho  Pero 
Sancho  dijo:  "¿pues  qué  es  lo  que  sobre  eso  acá  pasa?"  y 
que  éste  que  depone  le  dijo  como  en  esta  cibdad  estaban  y 
le  habian  hablado  Antonio  Taravajano  ayer  dicho  dia  que 
se  recibió  por  theniente  al  dicho  señor  Francisco  de  Villa - 
gran  (diciéndole)  '*¿dónde  está  Pero  Sancho  de  Hoz,  que 
nunca  ha  tenido  mejor  tiempo  que  agora?"  Y  que  este  que 
depone  le  dijo:  "en  la  ATadera  está."  Y  que  el  dicho  Anto- 
nio Taravajano  dijo:  "pues  decilde  que  se  ponga  de  todo 
vos  V  él,  que  nunca  hará  cosa  buena,  pues  agora  no  se  ha- 
lla aqui."  Y  que  éste  que  depone  le  dijo:  "¿pues,  qué  hai?" 
Y  quel  dicho  Taravajano  replicó  diciendo:  "habéis  de  saber 
questan  en  cabildo,  y  que  el  gobernador  es  ido  y  deja  rob-H- 
da  la  tierra,  y  si  aqui  estuviera  Pero  Sancho  y  pareciera 
en  cabildo  le  recibieran  por  capitán  e  por  gobernador."  E 
que  este  que  depone  replicó  e  dijo:  "¿  qué  queréis  que  haga 
en  esta  tierra,  que  ha  estado  siete  años  esperando  a  que  e] 
rei  provea  en  ella  lo  que  fuere  su  servicio  e  que  agora  por 
apetito  de  tres  meses  que  puede  tardar  el  socorro  y  de  ve- 
nir el  rei  i  ,  y  no  quiere  perderse  que  yo  le  tengo  por  sabio 
y  no  lo  hará."  Y  quel  dicho  Taravajano  replicó  e  dijo: 
"¡por  Dios!  que  si  asi  es  ello  hacen  bien."  Y  queste  decla- 
rante le  dijo  que  lo  que  sentia  de  Pero  Sancho  era  que  con 
un  bastón  en  la  mano  y  con  las  provisiones  en  la  otra,  iría 
al  cabildo  y  requería  como  capitán  y  criado  del  rei    que  le 


1    Decisión  del  rei  o  de  su  delegado  en  el  Perú. 


FSTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  353 

enviasse  a  dar  mandado  al  Perú  como  el  gobernador  se 
iba,  y  que  no  sabia  adonde  iba,  si  se  iba  a  Franeia  o  a  Ita- 
lia; j  que  esto  que  tenia  dicho  este  declarante  lo  comuni- 
caba con  lo  demás  que  aqui  dirá  con  el  dicho  Pero  Sancho 
al  tiempo  que  vino  a  esta  cibdad  de  la  Madera  donde  era 
ido,  e  que  asimismo  le  dijo  el  dicho  Pero  Sancho  a  éste  que 
depone  que  pensaba  tomar  las  provisiones  que  tenia  y  una 
vara  de  justicia  e  ir  con  ella  al  cabildo  desta  cibdad,  y  pe- 
dir que  por  virtud  de  aquellas  provisiones  que  llevaba  en 
la  una  mano  y  en  la  otra  la  dicha  vara,  y  que  dijera  en  el 
cabildo  a  los  que  se  hallassen  que  le  recibiessen,  y  que  se 
enviasse  mandado  por  la  mar  o  por  la  tierra  al  Perú  para 
que  se  tomassen  los  puertos  y  se  supiesse  donde  iba  el  di- 
cho gobernador  Pedrode  Valdivia,  porque  los  que  le  habian 
recebido  eran  obligados  a  pagar  todo  el  daño  y  mal  que 
habia  hecho  en  la  tierra  y  habian  de  dar  cuenta  dello. 

Preguntado  por  el  dicho  señor  theniente  que  fué  lo  que 
demás  de  lo  dicho  le'dijo  el  dicho  Francisco  Gudiel,  dijo 
que  le  habia  dicho  que  haria  Pero  Sancho  de  Hoz,  que  por- 
que no  salia,  pues  tenia  a  Diego  de  Céspedes  y  Antonio 
Zapata  y  a  Rabdona  y  a  Rodrigo  de  Araya  y  a  todo  el 
pueblo.  Preguntado  que  otras  personas  le  han  hablado  al 
dicho  Pero  Sancho  o  a  éste  que  depone  sobre  lo  susodicho, 
dijo  que  Andrés  de  Escobar,  éste  que  depone  fué  a  hablar  con 
él  a  su  casa  del  dicho  Escobar,  ayer  noche,  siete  del  presen- 
te, y  le  dijo:  "¿qué  hai?"  e  que  el  dicho  Escobar  dijo:  "no 
sé;  juro  a  Dios,  ¿adonde  está  Pero  Sancho?"  y  que  este  que 
depone  dijo:  "en  la  Madera  está,  cinco  leguas  desta  cibdad." 
Y  que  el  dicho  Escobar  dijo:  yos  diré  que  han  estado 
treinta  hombres  de  (a)  caballo  para  ir  a  dar  un  barreno  al 
navio  donde  va  el  gobernador  y  darle  un  barreno  para  que 
viniesse  a  tierra." 

Y  quéste  que  depone  le  dijo:  "¿con  quién  habian  de  ir?" 
I  que  le  dijo:  "con  Hernán  Rodriguez  de  Monroy",  y 
que  le  preguntó  asimismo  quién  otro  habrá  de  ir  con  ellos; 
y  que  le  dijb:  "Juan  Benitez  y  Martin  de  Valencia."  Y  que 
dijo  porque  lo  dejaban;  y  quel  dicho  Escobar  dijo:  "no   se; 

TOMO    VII  23 


354  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


creo  que  se  ha  caído."  Y  que  este  que  declara  dijo:  ''¿pues 
porqué  no  van?"  I  que  el  dicho  Escobar  dijo:  "porque 
les  falta  calor  del  rei."  Y  que  de  aqui  resultó  en  ha- 
blar de  Pero  Sancho;  y  que  éste  que  depone  (dijo):  ''pues 
que  remedio  tiene  en  esto  porque  la  voluntad  de  Pero 
Sancho;  yo  se  qué  no  queria  que  fuesse  con  muerte  de 
ningún  hombre  rico  ni  grande,  sino  que  Pero  Sancho  en- 
tre en  cabildo  porque  Araya  dice  por  dicho  de  Gudiel,  que 
como  Pero  Sancho  parezca  en  cabildo  le  recebiran  en  él." 
Y  que  le  dijo:  "pues  me  quiero  ir  a  dormir,"  porque  era 
noche;  y  que  concluyó  con  el  dicho  Escobar  diciéndole  que 
él  hablaria  a  Hernán  Rodríguez  de  Monroy,  pues  era  per- 
sona con  quien  se  podia  comunicar.  Preguntado  que  decla- 
re que  palabras  habló  hoi  dicho  dia  con  el  alcalde  Rodrigo  de 
Araya,  dijo  que  éste  que  declara  (fué)  hoi  dicho  dia  por 
la  mañana  a  casa  de  dicho  alcalde,  e  le  dijo  sobre  otras  ra- 
zones que  qué  le  parecía  destas  cosas  en  que  esta  tierra 
andaba;  y  el  dicho  alcalde  dijo:  "este  hombre  se  ha  ido  y  de- 
ja perdida  la  tierra."  Y  que  lo  decía  por  el  dicho  gobernador 
Pedro  de  Valdivia;  y  que  éste  que  declara  espHcó  e  dijo  que 
su  merced  le  dijesse  que  era  lo  que  le  parecía  de  estas  co- 
sas: "¿qué  se  hará  pues,  señor,  qué  medios  tendrá  para 
que  Pero  Sancho  sea  recibido  v  avise  al  rei  que  este  hom- 
bre lleva  esto?"  E  que  el  dicho  alcalde  dijo  que  como  él 
fuese  llamado,  él  estaba  presto  y  acodiria  a  recibirle;  y  que 
a  este  tiempo  entró  Juan  Gallego,  y  cesó  la  plática;  y  que 
éste  que  declara  luego  como  dejó  de  hablar  con  el  dicho 
alcalde  Rodrigo  de  Araya,  entró  a  hablar  a  Francisco  Gu- 
diel a  donde  estaba  en  la  cama  en  casa  del  dicho  alcalde, 
y  que  asi  como  entró  el  dicho  Gudiel  dijo  a  éste  que  depone: 
"¡por  Dios!  que  estaba  pensando  en  Pero  Sancho."  Y  que 
hubieron  la  plática  del;  y  que  le  preguntó  el  dicho  Gudie,  la  és- 
te que  depone  si  le  había  enviado  a  llamar,  y  que  le  dijo  que 
le  había  escrito  lo  que  pasaba  y  que  no  sabía  si  venia,  e 
que  el  dicho  Gudiel  le  dijo  que  toda  la  tierra  estaba  apa- 
rejada para  recebille,  que  saliesse  a  la  iglesia  y  que  luego  le 
recebírian.   Y  que  éste  que  declara    se    fué  con  esto  a  su 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  355 

posada,  que  es  en  casa  del  dicho  Pero  Sancho,  y  le  dijeron 
que  ya  era  venido,  e  que  se  lo  dijo  un  indio  mochacho,  y 
que  fué  y  le  habló;  y  el  dicho  Pero  Sancho  le  dijo  que  qué 
era  lo  que  habia  entierra;  y  que  éste  que  depone  íe  dijo  co- 
mo era  ido  el  gobernador  Pedro  de  Valdivia  e  llevádose 
toda  la  moneda  de  la  tierra,  e  que  el  dicho  Pero  Sancho 
dijo  que  era  lo  que  se  habia  hecho  sobre  ello  en  Mapocho, 
ques  donde  esta  cibdad  está  fundada;  y  que  le  respondió 
que  habia  recebido  por  theniente  y  capitán  al  dicho  señor 
Francisco  de  ViDagran  en  nombre  de  S.  M.  y  del  dicho  go- 
bernador; y  que  le  preguntó  el  dicho  Pero  Sancho  que  qué 
se  decia  en  el  pueblo;  y  que  le  respondió:  **todos  están  he-* 
chos  una  ascua  y  dicen  que  si  viniesse  aquí  una  voz  del 
rei,  que  todos  salieran  a  ella;  y  que  el  dicho  Pero  Sancho 
dijo  que  con  quien  habia  hablado  éste  que  declara,  y  que 
qué  le  habían  dicho;  e  que  le  respondió  que  le  habia  habla- 
do Gudiel  de  parte  de  Rodrigo  de  Araya;  y  lo  que  le  habia 
pasado  con  el  dicho  Araya  éste  que  declara,  y  con  Andrés 
de  Escobar,  y  con  Antonio  Taravajano,  y  que  le  declaró  lo 
que  aquí  ha  dicho,  ques  lo  que  le  dijeron  los  susodichos,  y 
quel  dicho  Pero  Sancho  replicó  e  dijo  *'¿qué  medio  se  puede 
tener  para  que  saliesse.?"  E  que  éste  que  depone  le  dijo: 
"Gudiel  me  dijo  que  no  era  menester  mas  sino  que  saliesse 
y  Uamasse  al  rei  i,  que  todo  el  pueblo  le  acodiria."  Y  aca- 
bo de  esto,  éste  que  declara  se  quiso  ir  a  ver  misa,  y  el  di- 
cho Pero  Sancho  le  dijo  que  fuese  a  hablar  a  Hernán  Ro- 
driguez  de  Monroy;  y  questo  fué  hoi  dicho  dia  por  la  ma- 
ñana; y  que  fué,  y  salidos  de  misa,  éste  que  declara  apartó 
en  medio  de  la  plaza  al  dicho  Hernán  Rodríguez  y  le  dijo 
que  suplicaba  a  su  merced  que  se  le  diesse  parte  de  las  co- 
sas en  que  andaban  y  le  dijo:  ''señor,  venido  es  Pero  San- 
cho, y  háme  dicho  que  venga  a  hablar  a  vuestra  merced  y 
y  le  diga  quel  quiere  salir  con  unas  provisiones  al  cabildo 
de  esta  cibdad  a  pedir  favor  y  ayuda  por  nue  él  queria  ir 
o  enviar  tras  del  gobernador  Pedro  de  Valdivia  a  dar  man- 


1  Tomase  el  nombre  del  rei. 


356  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


dado  como  se  va."  Y  quel  dicho  Hernán  Rodríguez  le 
dijo:  "¿qué  aparejo  hai  para  eso?"  y  que  respondió  éste 
que  declara  y  le  dijo:  ''señor,  no  hai  otro  aparejo  mas  de 
que  el  alcalde  Rodrigo  de  Araya  estaba  presto  y  apareja, 
do  para  recibillo  en  viendo  que  saliesse  como  llamasse  a 
el  rei,  y  que  el  dicho  Hernán  Rodríguez  dijo  que  no  se  po- 
día efectuar  porque  no  se  sabía  con  quien  se  había  de  ha- 
blar, e  que  éste  que  depone  dijo  que  Pero  Sancho  decía  que 
no  quería  que  muríevSe  hombre  ninguno,  ni  hobiese  altera- 
ción alguna  mas  de  requerir  al  cabildo  que  envíase  tras 
del  gobernador  Pedro  de  Valdivia;  y  que  el  dicho  Hernán 
Rodríguez  dijo  que  no  se  podía  esto  hacer  sino  era  matan- 
do a  Francisco  de  Víllagran  y  a  Pedro  de  Yíllagran  y  pren- 
der a  Francisco  de  Aguírre;  y  que  éste  que  declara  dijo  que 
no  quería  Pero  Sancho  hobiesse  muertes  de  hombres  como 
dicho  tiene,  porque  éste  que  declaro  había  sabido  que  no 
había  necesidad  mas  de  salir,  e  que  luego  seria  recebido; 
y  que  esto  no  lo  hacia  el  dicho  Pero  Sancho  con  intención 
de  vengarse  sino  por  dar  aviso  al  rei  y  que  con  esto  éste 
que  declara  se  apartó  del  dicho  Hernán  Rodríguez;  e  que 
después  desto  éste  que  depone  fué  en  busca  del  dicho  Ro- 
drigo de  Araya,  alcalde,  y  le  halló  que  salía  de  casa  de 
Martin  Domínguez,  y  le  dijo:  "señor  ¿qué  es  lo  que  se  ha  de 
hacer  en  este  caso  de  Pero  Sancho?"  Y  quel  dicho  Rodrigo 
de  Araya  respondí  I  que  era  menester  hombres  que  favore- 
cíessen,  quel  estaba  presto  dó  salir  a  la  voz  de  rei;  e  que 
éste  que  declara  le  dijo  que  no  había,  hombre  que  hablasse 
en  ello  sino  era  el  mismo  alcalde;  y  que  el  dicho  alcalde  le 
dijo  que  no  le  parecía  a  él  bien  hablar  en  ello  porque  era 
criado  del  gobernador  Pedro  de  Valdivia.  E  que  éste  que 
declara  le  dijo  que  era  alcalde  del  reí  y  que  el  dicho  alcalde 
dijo:  "para  eso,  como  se  comience  yo  saldré  con  mí  vara." 
Y  que  le  parecía  que  no  era  menester  sino  que  saliesse  Pero 
Sancho  a  la  iglesia,  y  que  hicíesse  pregonar  con  un  prego- 
nero las  provisiones  del  reí  y  que  todos  saldrían  y  obede- 
cerían lo  que  era  razón;  y  que  yendo  hablando  sobre  esto, 
toparon  en  la  calle  real  al  dicho  Hernán  Rodríguez  de  Mon- 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  357 

roj,  y  se  juntó  con  éste  que  declara  y  con  e)  dicho  alcalde; 
e  que  el  dicho  Hernán  Rodríguez  dijo:  **¿vase  vuestra  mer- 
ced, señor  alcalde?"  E  quel  dicho  alcalde  dijo: .  ''¿manda 
vuestra  merced  alguna  cosa?"  E  quel  dicho  Hernán  Ro- 
dríguez dijo:  "señor,  ha  hablado  a  vuestra  merced  fuan 
Romero?"  Y  quel  dicho  alcalde  dijo:  "¿en  qué  señor?"  E que 
estando  dudando  entre  ellos  quien  empezaría  la  plática, 
éste  que  depone  dijo:  ''señor  alcalde  ¿con  quien  puede  vues- 
tra merced  mejorhablar  que  con  el  señor  Hernán  Rodríguez 
de  Monroy?"  E  quel  dicho  Hernán  Rodríguez  dijo:  "señor, 
aquí  hai  estas  cosas  como  se  ha  de  hacer  esto:  yo  sé  que 
Pero  vSancho  tiene  provisiones  del  reí,  las  cuales  podemos 
ver;  y  sí  vuestra  merced  mete  la  mano  en  esto  que  ha  dicho: 
¿quien  mejor  que  vuestra  merced  que  es  alcalde  del  reí  y  le 
hará  en  ello  rnuí  señalado  servicio?"  E  que  el  dicho  alcal- 
de dijo:  "señor,  a  mi  muí  bien  me  parece  que  se  haga;  mas 
yo  soi  criado  del  gobernador  Pedro  de  Valdivia."  Y  quel 
dicho  Hernán  Rodríguez  dijo:  "señor,  no  sois  sino  alcalde 
del  reí,  y  a  vos  os  conviene  hacer  esto."  Y  quel  dicho  Rodri- 
go de  Araya  dijo  que  el  estaba  presto  y  aparejadojde  salir  a 
la  voz  del  reí;  y  quel  dicho  Hernán  Rodriguen  dijo  questo 
quince  o  veinte  hombres  hijosdalgo  lo  habían  de  hacer,  v 
quel  no  aventuraba  mas  de  salir  allí  cuando  oyesse  la  voz 
que  llamassen  al  reí;  y  quel  dicho  alcalde  dijo  que  asi  lo  ha- 
ría e  quel  dicho  Hernán  retornó  abonar  e  dijo  que  en  ello 
no  había  de  haber  escándalo  ninguno,  mas  de  que  era  me- 
nester prender  al  dicho  señor  theniente,  y  que  no  se  acuer- 
da sí  dijo  también  a  Pedro  de  Villagran,  porque  antes  desto 
el  decho  Hernán  Rodríguez  había  dicho  a  éste  que  declara 
que  tenía  muchos  amigos  el  dicho  señor  theniente,  y  que 
era  menester  prender,  como  ha  dicho,  algunos;  y  que  que- 
dó en  que  lo  ordenasse  el  dicho  Hernán  Rodríguez  y  quel 
saldría  cuando  oyesse  la  voz  del  reí;  y  que  cada  uno  se  fué 
por  su  parte  y  éste  que  declara  se  fué  a  comer;  e  es  que  así 
mismo  quedó  concertado  entre  todos  tres  que  viessen  las 
firmas  y  títulos  que  tenia  el  dicho  Pero  Sancho,  y  luego 
se  ordenaría  lo  que  había  de  hacer;  y  que  después   de  co- 


358  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


mer  éste  que  declara  y  el  dicho  Pero  Sancho  le  dio  una  carta 
mesiva  escrita  de  su  mano  y  firmada  del  dicho  Pero  Sancho 
parael  dicho  Hernán  Rodriguezde  Monroy,y  que  selalleva- 
ssee  diesse  juntamente  con  unas  provisiones  que  éste  que 
declara  sacó  del  seno  e  las  dio  al  dich  o  señor  theniente,  el  cual 
las  recibió  aqui  donde  éste  que  depone  le  fué  tomada  esta  su 
confision;  e  quel  dicho  Hernán  Rodríguez  estaba  en  su  casa 
e  le  metió  adentro  en  secreto,  e  le  dio  la  carta  raesiva  e  pa- 
peles de  provisiones,  y  quel  dicho  Hernán  Rodríguez  abrió 
la  carta  mesiva,  e  la  leyó,  e  asi  mismo  las  provisiones,  y 
leidas  dijo:  *^esta  no  son  sino  para  lo  que  poblasse  y  des. 
cubriesse  Pero  Sancho;"  y  que  éste  que  declara  le  dijo:  ''se- 
ñor, las  que  traia  del  marqués  Pizarro  el  gobernador  Pedro 
de  Valdivia  se  las  tomó  cuando  le  prendió"  ^  y  quel  dicho 
Hernán  Rodríguez  dijo:  "aqui  no  hai  mas  que  hacer  sino 
que  yo  le  hablaré  a  las  personas  que  en  esto  han  de  hablar 
y  no  es  menester  mas  de  ponello  en  efecto,  porque  prendido 
a  Francisco  de  Villagran  no  hai  mas  escándalo."  Y  con 
esto  se  apartaron;  e  que  ido  de  allí  desde  a  poco  rato,  y  le 
prendieron  a  éste  que  declara  y  le  trajeron  preso  a  esta 
cárcel  pública  donde  está;  e  luego  el  dicho  señor  theniente 
dijo  que  mandaba  y  mandó  al  dicho  Juan  Romero  que  se 
letifique  en  esto  su  dicho,  a  la  declaración  de  lo  cual  es- 
taban presentes  por  testigos  Pedro  de  Villagran,  maese  de 
de  campo,  e  Juan  Gomtz,  alguacil  mayor;  y  luego  que  el 
dicho  escribano  leyó  de  verbo  ad  verbun,  este  su  dicho  y 
confision  al  dicho  Juan  Romero  en  su  persona,  y  en  pre- 
sencia del  dicho  señor  theniente  y  testigos,  el  cual  dijo  que 
lo  que  tiene  dicho  es  la  verdad  para  el  juramento  que  tiene 
hecho  e  que  en  ello  se  ratificaba  e  retificó,  y  lo  firmó  de  su 
nombre,— Juan  Romero. 


E  luego  el  dicho  día  mes  e  año  susodichos,  el  dicho  señor 
theniente  para  mas  información  de  lo  susodicho,  hizo  pare- 


1  En  Atacama. 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  359 

cer  ante  sí  a  Hernán  Rodríguez  de  Monroy,  vecino  de  esta 
dicha  ciudad,  delcualtomóerecibió  juramento  en  forma  de- 
bida de  derecho  por  Dios  e  por  Santa  Maria  e  por  una  señal 
de  cruz,  en  que  puso  su  mano  derecha  a  la  confision  del  cual 
dijo:  ''sí  juro  e  amen,"  prometió  de  decir  verdad  de  lo  que 
supiese  y  le  fuese  preguntado.  Y  siendo  pr-eguntado  que  es 
lo  que  sabe  acerca  del  alzamiento  y  motin  que  Pero  Sancho 
de  Hoz  intentó;  el  cual  dijo  que  so  cargo  del  juramento  que 
tiene  hecho  es  verdad  que  hoi  dicho  dia  que  se  cuenta  ocho 
del  presente,  saliendo  de  misa  en  mitad  de  la  plaza  de  esta 
cibdad,  le  apartó  por  la  mano  a  este  testigo  Juan  Romero, 
e  le  dijo:  "señor,  un  mochacho  vuestro  me  ha  tomado  unos 
cascabeles  de  un  halcón;"  y  que  con  esto  le  sacó  de  entre  la 
jente;  y  que  este  testigo  le  dijo:  "señor,  mi  mochacho  nunca 
va  a  caza  ni  sale  de  casa  ¿por  qué  lo  decis?"  Y  que  enton- 
ces le  dijo  el  dicho  Juan  Romero:  "señor,  mire  vuestra  mer- 
ced que  otra  cosa  le  quiero  decir:"  Y  que  este  testigo  le  dijo: 
"¿qué  es  lo  que  me  quiere  decir?"  E  quel  dicho  Romero  dijo: 
"señor,  quiero  que  agora  ques  tiempo  mostréis  vuestro  va- 
lor y  quien  sois;"  y  que  este  testigo  repHcó  e  dijo: ,, ¿por  qué 
me  decis  esto,  señor?"  Y  quel  dicho  Romero  dijo:  "porque, 
señor,  es  venido  Pero  Sancho."  Y  que  este  testigo  dijo:  "¿de 
dónde  es  venido?  ¿era  ido  fuera  de  aquí?"  Y  quel  dicho  Ro- 
mero dijo  que  sí;  y  queste  testigo  le  dijo:  "¿pues  que  queréis, 
señor?"  Y  quel  dicho  Romero  dijo:  "Señor,  mire  vuestra 
merced  que  es  caballero  y  bueno,  y  los  caballeros  han  de 
servir  al  rei;  y  Pero  Sancho  está  aquí  que  es  gobernador 
del  rei  y  capitán  jeneral,  y  halo  de  ser  por  mano  de  vuestra 
merced  que  favoreciéndole,  porque  agora  es  tiempo,  porque 
andan  todos  por  las  calles  bramando  y  pidiendo  justicia  a 
Dios."  E  que  entonces  este  testigo  dijo:  "pues,  señor,  ¿qué 
queréis  que  haga  yo  a  eso?  decisme  esto  por  tentarme?  o 
qué  queréis  de  mí?  porque  yo,  señor,  hagoos  saber  que  no 
estoi  agraviado  en  nada,  ni  tengo  ninguna  queja."  Y  que 
con  esto,  este  testigo  se  fué  h¿' cia  las  casas  del  señor  gober- 
nador Pedro  de  Valdivia  por  apartarse  del  dicho  Romero, 
e  que  desde  ahí  a  poco  rato  yendo  a  comer  este  testigo  con 


360  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


otras  tres  personas  que  comían  con  él  en  su  casa,  estaba  en 
la  puerta  de  su  casa  e  vio  venir  al  dicho  Romero  la  calle 
abajo,  y  el  alcalde  Rodrigo  de  Araya;  y  llegados  cabe  este 
testigo,  el  dicho  Romero  dijo  a  este  testigo:  "He  hablado 
al  señor  alcalde."  Y  que  entonces  este  testigo  dijo  al  alcal- 
de: ''¿qué  ha  dicho  a  vuestra  merced  Romero?"  a  lo  que  el 
dicho  alcalde  dijo:  "háme  dicho  el  señor  Romero  que  ha  ha- 
blado al  señor  Francisco  deVillagran  que  dé  licencia  a  Pero 
Sancho  para  que  pueda  andar  por  el  pueblo,  y  que  este  tes- 
tigo dijo  al  dicho  alcalde  qué  le  parecia  a  vuestra  merced, 
y  que  el  dicho  alcalde  dijo:  "no  sé  nada:  esta  vara  traigo 
por  el  rei,  y  aquí  en  su  servicio  andamos;  yo  criado  soi  del 
gobernador  Pedro  de  Valdivia;  si  Pero  Sancho  quiere  algo 
pida  su  justicia."  Y  que  entonces  este  testigo  dijo  al  dicho 
alcalde:  "señor,  vállase  vuestra  merced  a  comer  que  ya  es 
tarde."  Y  asi  se  fué;  y  que  el  dicho  Juan  Romero  se  quedó 
con  este  testigo  y  le  dijo:  "mire,  señor,  que  todo  el  pueblo 
tiene  confianza  en  vos,  y  si  vos  en  esto  os  metéis  todo  el 
pueblo  os  ha  de  seguir,  porque  todos  por  esas  calles  no  me 
dicen  sino  que  por  qué  no  hace  esto  Pero  Sancho."  Y  que 
este  testigo  dijo:  "señor  Romero,  miradlo  que  hacéis  y  que 
os  reportéis  y  mirad  lo  que  hacéis  que  os  costará  la  vida, 
que  Francisco  de  Villagran  tiene  a  todos  cuantos  buenos 
hai  en  este  pueblo  por  amigos,  y  vos  os  engañáis  que  no 
hallareis  hombre  que  os  acuda  contra  Francisco  de  Villa- 
gran;  y  mirad,  señor,  que  Pero  Sancho  de  Hoz  no  tiene  po- 
deres ni  abtoridad  para  hacerse  señor;  y  que  lo  que  está 
pacífico  no  revuelva,  \^  vuestra  merced  se  vaya  con  Dios, 
que  es  ya  mui  tarde  para  comer,"  y  que  con  esta  se  fué,  y 
este  testigo  hizo  que  entraba  en  su  casa,  y  fué  en  casa  del 
padre  Juan  Lobo  y  le  dijo  lo  que  pasaba  y  es  que  fuesse  lue- 
go en  casa  del  theniente  y  le  avisasse  como  que  sabia  del  y 
lo  hiciesse  como  sacerdote,  porque  no  hubiesse  alboroto,  e 
que  le  dijesse  que  mirasse  por  sí,  quel  pueblo  estaba  alboro- 
tado, y  que  con  esto  se  volvió  a  su  casa  a  comer  y  que  aca- 
bado de  comer  se  fué  este  testigo  a  casa  de  Martin  Domin- 
guez,  que  estaba  enfermo,  y  que  volviendo  de  verle  halló  en 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  361 

SU  casa  este  testigo  al  dicho  Juan  Romero,  y  le  dijo  como 
le  vio:  '^pésame,  señor,  porque  entráis  en  mi  casa,  porque 
os  tienen  por  sospechoso;  si  algo  me  quisiérades  decir  ha- 
blárades  en  la  plaza  y  no  entrárades  acá,  que  meha  pesado 
en  el  alma,"  y  que  entonces  dijo:  "mire  vuestra  merced  que 
le  vá  en  esto  mucha  honra  e  ínteres  en  ver  esto  que  aquí 
traigo  que  son  los  poderes  de  Pero  Sancho."  Y  que  este  tes- 
tigo los  tomó  en  la  mano,  y  dijo:  **para  ver  esto  es  menes- 
ter ocho  dias."  Y  que  entonces  Romero  dijo:  "pues  vea 
vuestra  merced  esta  carta."  Y  que  este  testigo  la  tomó  e  la 
leyó;  y  que  acabada  de  leer  le  dijo  el  dicho  Juan  Romero: 
"déme  vuestra  merced  la  carta;"  y  que  este  testigo  dijo: 
"no,  que  yo  la  guardaré."  Y  quel  dicho  Romero  dijo;  "pues 
quémela  Vuestra  merced."  Y  que  entonces  le  dijo:  "¿pues 
que  le  parece  a  vuestra  merced  de  la  carta?"  Y  que  este  tes- 
tigo le  dijo:  "Paréceme  (que)  esto  seria  tomar  pendencia 
por  unos  dineros."  Y  que  diciendo  esto  se  salió  por  la  puer- 
ta afuera;  y  el  dicho  Juan  Romero  diciéndole  que  le  diesse 
la  carta,  y  que  con  ella  fué  este  testigo  derecho  a  casa  del 
señor  theniente,  y  que  halló  que  estaba  hablando  con  el  di- 
cho Juan  Lobo,  clérigo,  y  que  esperó  que  acabassen  de  ha- 
blar, y  sacó  a  la  plaza  al  dicho  padre  Lobo  e  Alonso  de 
Córdoba  que  allí  estaba,  y  dijo  este  testigo  al  dicho  padre 
Lobo:  "¿ha  hablado  vuestra  merced  con  el  señor  theniente?" 
y  que  dijo  que.sí,  y  que  queria  despachar  para  el  señor  go- 
bernador a  hacelle  saber  lo  que  pasaba;  y  que  entonces  este 
testigo  dijo:  "pues  mas  hai  que  eso,  que  agora  me  acaba  de 
dar  esta  carta  Juan  Romero,  por  ver  que  les  pareciesse  a 
vuestras  mercedes  que  he  de  hacer,"  y  que  entonces  dijo  el 
padre  Juan  Lobo:  "sacerdote  soi,  alia  os  lo  ave;"  y  que  en- 
tónces  dijo  Alonso  de  Córdoba:  "que  hai  que  hacer  sino 
vamos  al  teniente,  y  pongámosle  esta  carta  en  las  manos 
y  sabrá  la  verdad  de  todo."  Y  que  se  fueron  y  se  la  dieron, 
y  que  esto  sabe  de  este  caso  y  es  verdad,  etc. — Hertmn  Ro- 
dríguez de  Monroy. 


362  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


E  luego,  dicho  día  mes  e  año  susodichos,  el  dicho  señor 
theniente  hizo  parescer  ante  sí  a  Rodrigo  de  A  raya,  alcalde 
por  S.  M.  para  le  tomar  su  dicho  y  confision.  Le  fué  toma- 
do juramento  en  la  forma  debida  de  derecho  por  Dios  y  por 
Sancta  Maria  y  por  una  señal  de  cruz  en  que  puso  la  mano 
derecha,  a  confision  del  cual  dijo:  ''si  juro  e  amen";  e  prome- 
tió de  decir  verdad^,  al  cual  le  fué  encargado  que  so  cargo 
del  juramento  que  tiene  hecho,  diga  e  declare  qué  sabe  sobre 
el  motin  y  levantamiento  que  Pero  Sancho  de  Hoz  intentó; 
el  cual  dijo  que  es  verdad  que  Juan  Romero  fué  a  casa  de 
este  testigo  hoi  dicho  dia  de  mañana,  y  le  dijo  que  por  amor 
de  Dios  hablasse  al  señor  theniente;  y  que  este  testigo  le  di- 
jo,— ''¿qué  queréis  que  le  hable?"  Y  que  el  dicho  Juan  Romero 
dijo: — "que  vuestra  mercedle  hable  que  por  servicio  de  Dios, 
que  Pero  Sancho  está  en  la  Madera  de  Flores  como  indio,  que 
le  dé  licencia  que  se  venga  a  esta  cibdad  a  conversar  con 
todos  y  a  ver  misa  ya  estarse  efi  su  casa";  y  que  este  testigo 
le  dijo  que  de  esto  que  él  le  hablaría  al  señor  theniente,  i 
asimismo  le  dijo: — ''Y  yo  os  digo  que  no  queria  entender 
en  negocios  de  Pero  Sancho  porque  soi  justicia  y  parésceme 
feo;  mas  para  en  eso  yo  le  hablaré  en  yendo  a  misa,  y  se  lo 
suplicaré".  Y  que  con  esto  se  fué  el  dicho  Juan  Romero  de 
casa  de  este  testigo;  y  que  después  de  haber  visto  misa,  vinien- 
do este  testigo  de  casa  de  Martin  Domínguez,  en  la  calle  real 
salió  el  dicho  Juan  Romero  a  este  testigo  y  le  dijo:— "señor 
¿háme  hecho  merced  de  hablar  al  señor  theniente?"  Y  que  este 
testigo  le  dijo:— "helo  olvidado;  yo  le  hablaré  agora".  Y  que 
viniéndole  hablando  la  calle  abajo,  llegados  a  la  esquina  de 
Hernán  Rodríguez  de  Monroy,  estaba  allí  el  dicho  Monroy, 
y  que  dijo  este  testigo:— "¿qué  le  pide  Romero?  píde  algún 
pájaro?"  Y  que  este  testigo  le  dijo:  "no  pide  pájaro  sino 
que  viéneme  a  decir  que  le  diga  al  señor  theniente  que  dé 
licencia  a  Pero  Sancho  que  venga  a  su  casa  y  a  ver  misa;  y 
que  el  dicho  Monroy  dijo:-"vuestra  merced  lo  hará  bien". 
Y  que  este  testigo  dijo:— "por  cierto,  señor,  eso  yo  lo  haré 
aunque  me  paresce  feo,  porque  yo  soi  alcalde  por  S.  M.  y 
criado  del  gobernador  mi  señor,  y  por  esta  cabsa  no  queria 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  363 

entender  en  ello".  Y  que  este  testigo  se  iba  y  los  dejaba  jun- 
tos a  los  dichos  Hernán  Rodriguez  y  Juan  Romero,  y  quel 
dicho  Hernán  Rodriguez  dijo:-' 'señor,  venga  vuestra  mer- 
ced acá,  espere,  y  que  este  testigo  dijo:  ''¿qué  manda  vues- 
tra merced?  en  esto  que  le  quieren  decir,  poco  aventura 
vuestra  merced,  que  lo  que  dice  de  no  querer  hablar  al  se- 
ñor theniente  en  lo  que  toca  a  Pero  Sancho  por  ser  alcalde 
y  criado  del  señor  gobernador  Pedro  de  Valdivia,  poco  le 
hace  al  caso  que  Pero  Sancho,  según  dice  Romero,  no  quie- 
re venir  al  pueblo  para  intentar  alguna  bellaqueria  como 
quizá  vuestra  merced  piensa.  Vuestra  merced  sabe  que  tie- 
ne Pero  Sancho  algunas  provisiones  del  rei".  Y  que  este 
testigo  le  dijo:  "Helo  oido  decir,  mas  no  sé  si  las  tiene  o 
sino";  y  que  este  testigo  dijo  contra  el  dicho  Juan  Romero: 
— "mira  Romero,  por  qué  via  me  preguntáis  esto,  sino  pen- 
sáis trayendo  allí  (a)  Pero  Sancho  intentar  alguna  bella- 
queria o  hacella.  Yo  soi  alcalde  de  S.  M.  y  si  en  alguna  ta- 
cañeria  andáis,  son  mui  delicadas  y  sois  mancebo  de  poco 
saber  para  andar  en  ellas,  y  costaros  ha  la  vida  a  vos  y 
Pero  Sancho,  y  quizas  a  mas  de  otros  cuatro".  Y  quel  di- 
cho Juan  Romero  dijo: — "vuestra  merced  es  justicia  del  rei 
y  hará  lo  que  conviene  al  rei".  Y  que  este  testigo  le  dijo: 
"bien  lo  podéis  creer  que  lo  haga.  Donde  yo  viesse  provi- 
siones de  mi  rei  yo  las  favoreceré  y  obedeceré  en  todo  cuan- 
to pudiere;  y  mira  como  andáis  y  con  quien  habláis  y  co- 
municáis". Y  que  luego  dijo  el  dicho  Hernán  Rodriguez: — 
"no  os  puede  más  decir  el  dicho  señor  alcalde,  que  él  os  dirá 
si  lo  entendéis,  que  vuestro  padre  no  os  dirá  mas  porque  él 
dice  que  a  su  rei  ha  de  favorecer  y  que  este  testigo  dijo: 
"así  lo  terció  a  decir;  y  dijo  quedad  con  Dios".  E  que  asi- 
mismo a  este  testigo  le  dijo  estando  todos  tres  juntos  el 
dicho  Juan  Romero  y  el  Hernán  Rodriguez  que  eljdicho  Pero 
Sancho  tenia  provisiones  de  S.  M.  y  era  capitán  del  rei,  y 
que  él  pediría  justicia;  y  que  este  testigo  le  dijo  que  se  la 
haria  como  fuere  en  servicio  de  su  rei;  equel  dicho  Juan  Ro- 
mero dijo:  "pues  esa  queremos".  Y  este  testigo  dijo: — "pues 
quedáis  con  Dios".   Y  se  fué  a  su  casa,  y   que  esto  es  lo  que 


364  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


sabe  de  este  caso  e  pasó  así  por  el  juramento  que  tiene  he. 
cho  y  es  verdad  y  firmólo. — Roarigo  de  Araja. 


E  luego  el  dicho  dia  mes  e  año  susodichos,  vista  por  el 
señor  theniente  la  confision  del  dicho  Juan  Romero  y  su  re- 
tificacion  y  los  dichos  de  los  testigos  tomados  en  la  suma- 
ria^informacion,  mandó  *  ue  todos  los  que  faltan  por  retifi- 
car  sean  retificados  cadr  no  de  ellos  por  sí  secreta  y  apar- 
tadamente, como  si  fue.  fcii  tomados  dichos  y  jurados  y  la 
plenaria  información.  T(  stigos,  Gaspar  Orense  q  Pedro  de 
Villagran,  vecinos  de  est;:  cibdad.  (A  continuación  se  hallan 
las  ratificaciones  de  Hernán  Rodriguez  de  Monroy  y  de  Ro- 
drigo de  Araya). 


E  después  de  lo  vSusodicho,  en  esta  dicha  cibdad  de  San- 
tiago a  nueve  dias  de  dicho  mes  de  diciembre  del  dicho  año, 
visto  por  el  dicho  señor  theniente  jeneral  la  confision  del  di- 
cho Juan  Romero  y  su  retificacion  y  los  dichos  de  Hernán 
Rodriguez  de  Monroy  y  de  Rodrigo  de  Araya,  alcalde  por 
S.  M.  y  de  los  demás  todos  que  en  este  proceso  están  toma- 
dos e  retificados  e  todos  demás  que  ver  se  debia,  etc. 

Fallo  que  debo  de  mandar  y  mando  que  por  cuanto  pa- 
resce  el  dicho  Juan  Romero  ser  principal  cabsa  del  alboro- 
to y  levantamiento  del  dicho  Pero  Sancho,  y  quel  dicho 
Romero  era  la  principal  persona  que  movia  e  advertia  a  la 
mayor  parte  de  los  españoles  de  esta  cibdad  a  que  fuessen 
en  su  traición  y  diessen  favor  y  ayuda  al  dicho  Pero  San- 
cho de  Hoz  e  les  traia  e  mostraba  escrituras  y  sellos  para 
que  paresciese  ser  su  cabsa  justa,  siendo  como  era  tan  en 
deservicio  de  Dios  nuestro  señor,  y  en  desacato  de  la  justi- 
cia real  de  S.  M.  y  cabsa  de  tan  grandes  daños  y  muertes 
de  hombres  como  de  fuerza  habia  de  acahecer  estando  de 
una  parte  los  servidores  del  rei  y  favorecedores  de  su  real 
justicia,  y  de  la  contraría  los  amotinadores    de  tan  feo  ca- 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  385 

SO,  mando  que  el  dicho  Juan  Romero  muera  por  ello  y  sea 
sacado  por  las  calles  acostumbradas  de  esta  cibdad  coi- 
una  soga  a  la  garganta,  con  pregonero  público  que  mand 
fieste  su  delito,  e  llegados  a  la  plaza  pública  desta  cibdal- 
sea  ahorcado  hasta  que  rinda  el  ánima  j  muera  naturan 
mente,  porque  a  él  sea  castigo  y  a  otros  ejemplo;  y  asi  lo 
pronuncio  y  mando  por  esta  mi  sentencia  definitiva  juzgan- 
do en  estos  escritos  y  por  ellos. — Francisco  de  Villagran. 


Dada  y  pronunciada  fué  esta  dicha  sentencia  por  el  dicho 
señor  Francisco  de  Villagran,  theniente  y  capitán  jeneral 
en  esta  dicha  cibdad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo  en 
nueve  dias  del  mes  de  diciembre  del  dicho  año  de  mili  e  qui- 
nientos e  cuarenta  y  siete  años,  estando  en  abdiencia  públi- 
ca en  haz  de  mucha  jente,  siendo  testigos  Juan  Gómez,  al- 
guacil mayor,  e  Gaspar  Orense,  e  Pedro  de  Villagran  e 
Juan  Viero  vecinos  y  estantes  en  esta  dicha  cibdad. 

E  yo  Luis  de  Cartajena,  escribano  público  y  del  consejo 
desta  dicha  cibdad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo,  fui 
presente  a  lo  que  dicho  es,  y  de  mí  se  hace  mención  de 
mandamiento  del  dicho  señor  theniente  y  capitán  jeneral 
que  aquí  ñrmó  su  nombre.  Saqué  y  escribí  este  proceso  del 
orijinal  que  en  mi  poder  queda  según  que  ante  mí  pasó;  e 
por  ende  fice  este  mío  signo  a  tal. — Francisco  de  Villagran. 
— Luis  de  Cartajena^  escribano  público  i  del  consejo.  (Hai 
un  signo.) 


IV. 

INÉS  SÜÁREZ  I  DOÍÍA  MARINA  DÉ  GAETE. 

Parece  incuestionable  que  la  primera  mujer  europea  que 
pisó  el  suelo  chileno,  fué  una  joven  española  llamada  Inés 
Suárez.  En  los  momentos  en  que  Pedro  de  Valdivia  organi- 
zaba en  el  Cuzco  la  columna  espedicionaria  con  que  iba  a 
emprender  la  conquista  de  Chile,  esa  joven  sohcitó  permiso 
del  gobernador  del  Perú,  Francisco  Pizarro,  para  pasar  a 
este  país. 

¿Qué  podia  inspirar  a  Inés  Suárez  el  pensamiento  de  se- 
guir a  los  conquistadores  de  Chile  i  de  compartir  con  ellos 
todas  las  penalidades  de  una  larga  campaña?  La  historia 
no  habria  podido  decirlo  sin  el  hallazgo  casi  reciente  de  al- 
gunos documentos  del  mas  alto  interés.  Inés  Suárez  estaba 
ligada  a  Valdivia  por  los  vínculos  del  amor,  i  venia  a  su 
lado  para  confortarlo  en  sus  sufrimientos,  i  para  hacerle 
menos  pesados  los  afanes  de  la  guerra  i  las  privaciones 
consiguientes  a  la  ocupación  de  un  pais  en  que  sólo  vivian 
indios  bárbaros  i  desprovistos  de  todas  las  comodidades 
de  la  vida  civilizada.  Durante  la  marcha,  Inés  Suárez  se 
hospedaba  en  la  misma  tienda  que  Valdivia:  en  la  naciente 
ciudad  de  Santiago  vivia  en  la  misma  casa,  comia  en  la 
misma  mesa,  i  lo  que  es  mas,  tomaba  alguna  parte  en  la 
dirección  de  los  negocios  de  gobierno. 

Un  antiguo  cronista,  don  Pedro  Marino  de  Lobera,  ha- 
blando de  Inés  Suárez,  "mujer  de  mucha  cristiandad  i  edi- 


368  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ficacion  de  nuestros  soldados,"  dice  que  era  natural  de  Pla- 
cencia  i  casada  en  Málaga.  Pero  debe  advertirse  que  en  Es 
paña  hai  dos  villas  o  aldeas  que  se  llaman  Placencia,  una 
en  la  provincia  de  Guipúzcoa,  i  otra  en  la  de  Vizcaya;  i  tres 
Plasencias,  dos  en  Aragón,  i  la  tercera  en  Estreniadura,  en 
la  provincia  de  Cáceres.  Esta  última,  que  es  la  mas  impor- 
tante de  todas  las  que  llevan  el  mismo  nombre,  parece  ha- 
ber sido  la  patria  de  Inés  Suárez.  Probablemente,  pasó  és- 
ta a  América  con  su  marido,  soldado  oscuro  sin  duda  de  la 
conquista  del  í'erú;  pero  parece  que  en  1539,  cuando  Val- 
divia organizaba  la  columna  espedicionaria  que  trajo  a 
Chile,  Inés  Suáre,z  habia  enviudado;  i  pudo  venir  a  este 
país  con  permiso  espreso  de  Francisco  Pizarro  i  en  el  mo- 
desto rango  de  sirvienta  del  jefe  conquistador. 

En  el  estudio  anterior  hemos  referido  que  Inés  Suárez 
se  hallaba  en  la  tienda  de  Valdivia,  a  entradas  del  desierto 
de  Atacama,  cuando  Pedro  Sancho  de  Hoz  i  sus  cómplices 
cayeron  sobre  este  lugar  para  quitar  a  ese  jefe  el  mando  de 
las  tropas  espedicionarias.  El  mismo  cronista  que  hemos 
citado  mas  arriba  nos  refiere  otro  hecho  ocurrido  durante  la 
marcha  al  través  del  desierto.  "Estando  el  ejército,  dice,  en 
cierto  paraje  a  punto  de  perecer  por  falta  de  agua,  congo- 
jándose una  señora  que  iba  con  el  jeneral  llamada  doña 
Inés  Suárez,  mandó  a  un  indio  cabar  la  tierra  en  el  asiento 
donde  ella  estaba,  i  habiendo  ahondado  cosa  de  una  vara, 
salió  al  punto  el  agua  tan  en  abundancia  que  todo  el  ejér- 
cito se  satisfizo,  dando  gracias  a  Dios  por  tal  misericordia. 
I  no  paró  en  esto  su  munificencia,  porque  hasta  hoi  conser- 
va el  manantial  para  toda  jente,  lo  cual  testifica  ser  el  agua 
de  la  mejor  que  han  bebido  la  del  jaguei  de  doña  Inés,  que 
así  se  le  quedó  por  nombre."  Hasta  hoi  existe  en  el  desierto 
de  Atacama,  a  la  latitud  de  26°  un  pozo  o  vertiente  que  lleva 
el  nombre  de  doña  Inés,  i  que  produce  todavía  un  poco  de 
agua  1.  Es  probable  quesea  el  mismo  a  que  se  refiere  el  cro- 

1  Véase  Fhilippi,  Viaje  al  desierto  de  Atacama,  páj.  85,  i  mapa 
que  acompaña  a  esta  obra. 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  369 

nista,  aunque  seguramente  éste,  arrastrado  por  la  pasión 
de  lo  ttiaravillovSo  que  dominaba  a  los  conquistadores  espa- 
ñoles, haya  exajerado  la  importancia  del  trabajo  mandado 
hacer  por  vertiente  Inés  Suárez,  la  cual  quizá  no  hizo  otra 
cosa  que  descubrir  una  natural. 

Mas  adelante,  en  agosto  de  1541,  la  recien  fundada  ciu- 
dad de  Santiago  fué  embestida  con  singular  furor  por  los 
indios  comarcanos  unidos  a  los  de  Aconcagua,  que  manda- 
ba el  jefe  o  cacique  de  esta  última  rejion  llamado  Michima- 
lonco.  Proponíase  entre  otras  cosas  libertar  a  algunos  caci- 
ques que  los  españoles  retenian  prisioneros  en  sus  acanto- 
namientos. Pedro  de  Valdivia  se  hallaba  en  las  márjenes 
del  Cachapoal,  a  donde  habia  ido  a  castigar  a  los  natura- 
les rebelados.  El  ataque  de  los  indios  puso  a  los  defensores 
de  la  ciudad  en  las  mayores  estremidades.  Sus  habitacio- 
nes fueron  quemadas,  i  no  les  quedaba  mas  que  el  recinto 
de  la  plaza  para  defenderse  contra  las  bandas  innumerables 
de  indios  que  los  asaltaban  por  todas  partes.  En  ese  ins- 
tante de  suprema  desesperación,  Inés  Suárez  concibió  un 
proyecto  que  revela  la  enerjía  de  su  alma:  degollar  a  los  in- 
dios prisioneros  i  arrojar  sus  cabezas  a  los  asaltantes  para 
aterrorizarlos. 

Algunos  soldados  vacilaban  ante  un  acto  que  podia  pro- 
ducir las  mas  fatales  consecuencias;  pero  ella  tomó  un  sable 
e  incitando  a  sus  compañeros  con  la  palabra  i  con  la  ac- 
ción, ejecutó  su  plan.  Movidos  por  un  sentimiento  de  pavor 
ante  aquel  rasgo  de  inhumana  desesperación,  los  salvajes 
comenzaron  a  retirarse  en  desorden.  Eos  sitiados  salieron 
de  sus  trincheras,  i  acabaron  la  derrota  i  dispersión  de  sus 
enemigos. 

Eos  antiguos  cronistas  cuentan  que  en  los  diferentes 
combates  que  fué  preciso  sostener  contra  los  indios  rebela- 
dos para  defender  la  ciudad,  Inés  Suárez  vestia  cota  de  ma- 
lla, animaba  a  los  soldados  con  su  palabra  i  con  su  ejemplo, 
i  peleaba  junto  con  ellos  i  curaba  a  los  heridos  para  que 
volvieran  pronto  a  la  refriega.  Después  de  una  de  esas  ba- 
tallas, los  indios  referían  que  hablan   visto  una  mujer  que 

TOMO    VII  24 


ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


peleaba  denodadamente  contra  ellos.  Los  españoles,  empe- 
ñados en  ver  en  todas  partes  la  protección  maravillosa  del 
cielo  en  favor  de  la  conquista,  proclamaron  que  era  la  vír- 
jen  María  que  liabia  bajado  a  la  tierra  a  combatir  al  lado 
de  los  sostenedores  de  la  fe  cristiana. 

Suspendida  la  guerra  con  los  indíjenas,  Inés  Suárez  pres- 
tó a  la  naciente  colonia  otra  clase  de  servicios.  De  un  do- 
cumento que  tenemos  a  la  vista  '^,  se  desprende  que  ella  fué 
quien  salvó  en  el  incendio  de  la  ciudad  dos  aves  caseras,  una 
polla  i  un  pollo,  que  bajo  sus  cuidados  se  propagaron  con 
rapidez,  como  se  propagaron  igualmente  otros  animales 
domésticos  salvados  de  aquella  catástrofe. 

Estos  servicios  militares  i  domésticos,  así  como  las  aten- 
ciones que  prestaba  a  los  heridos  i  a  los  enfermos,  i  la  devo- 
ción ferviente  de  una  española  del  siglo  XVI,  granjearon  a 
Inés  Suárez  consideraciones  a  que  casi  no  podia  aspirar  la 
oscura  manceba  del  conquistador  Pedro  de  Valdivia.   Los 
mas  encumbrados  personajes  de  la  ciudad  la  colmaban  de 
atenciones   i   solicitaban   humildemente  su   protección.    El 
clérigo  Rodrigo  González  Marmolejo,  que  después  fué  obis- 
po de  Santiago,  le  enseñaba   a  leer.  Jerónimo  de  Alderete, 
rejidor  del  cabildo  i  tesorero  real,  la  sacaba   a  paseo,  dán- 
dole la  mano,  como  si  fuera  una  encumbrada  dama.  Los  con- 
quistadores no  se  sorprendieron  cuando  Valdivia,  queriendo 
pagar  los  servicios   prestados   por  Inés   Suárez,   le   hizo  un 
repartimiento  de  tierras  i  de  indios  tan  considerable  como 
el  que  habia  dado  a  sus  mas  distinguidos  capitanes. 

Parece  que  Inés  Suárez  era  una  mujer  sagaz  e  intelijente. 
Comprendiendo  que  las  concesiones  que  Valdivia  le  habia 
hecho  podian  ser  revocadas  por  otro  mandatario,  quiso 
obtener  la  sanción  real.  En  1548,  mientras  Pedro  de  Valdi- 
via se  hallaba  en  el  Perú,  ocupado  en  combatir  contra  Gon- 
zalo Pizarro,  ella  hizo  levantar  en  Santiago  una  informa- 
ción i  probanza  de  sus  servicios  en   que   declararon  ''todos 


Instrucciones  dadas  por  Valdivia  a  Alonso  de  Aguilera. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  371 


los  hombres  buenos  del  pueblo"  ^.  Este  espediente,  que  des- 
graciadamente parece  perdido,  fué  causa  de  que  el  rei  con- 
firmara a  Inés  Suárez  en  el  goce  de  las  concesiones  que 
Valdivia  le  liabia  hecho: 

Cuando  algunos  soldados  de  Valdivia  promovieron  a  és- 
te un  proceso  en  el  Perú,  por  los  hechos  de  su  gobierno  en 
Chile,  acusaron  a  Inés  Suárez  de  toda  clase  de  faltas.  Era 
ésta  según  decían,  una  mujer  codiciosa,  que  pedia  a  su 
amante  tierras  e  indios  en  mayor  proporción  de  la  que  co- 
rrespondía a  los  mismos  conquistadores,  i  que  solicitaba 
de  él  favores  i  concesiones  para  los  que  le  daban  dinero. 
Era,  ademas,  intrigante  i  vengativa:  ejercia  sobre  Valdivia 
un  predominio  absoluto,  i  se  aprovechaba  del  poder  de  és- 
te para  castigar  a  los  que  la  habian  injuriado  o  murmura- 
ban de  ella.  Hacia  gala  de  la  vida  escandalosa  que  lleva- 
ba, de  tal  modo  que,  lejos  de  ocultar  o  disimular  sus  rela- 
ciones con  el  gobernador,  hablaba  de  ellas  a  todo  el  que 
queria  pagarle  para  obtener  alguna  gracia  de  Valdivia,  i 
amenazaba  con  su  valimiento  a  los  que  no  le  rendinn  ho- 
menaje. Los  rejidores  del  cabildo  consultaban  con  ella  sus 
acuerdos,  i  era  ella  quien  influía  en  la  elección  de  capitula- 
res para  dar  colocación  a  sus  amigos  i  servidores. 

Sin  embargo  parece  que  nada  de  esto  era  exacto,  Inés 
Suárez,  dejando  a  un  lado  sus  relaciones  amorosas  con 
Valdivia,  era  una  buena  mujer,  sufrida  en  los  trabajos  i  en 
las  penalidades  de  la  campaña,  caritativa  i  servicial.  Soco- 
rría a  los  enfermos,  curaba  los  heridos,  ayudaba  a  todos 
los  que  necesitaban  su  apoyo  i  su  protección.  Aunque  oscu- 
ra por  su  nacimiento  i  por  su  educación,  pues  ni  siquiera 
sabia  leer,  poseía  un  corazón  noble  i  jeneroso. 

Diego  García  Villalon,  uno  de  los  testigos  que  declararon 
en  el  proceso  de  Valdivia,  se  espresa  en  estos  términos:  '*La 
dicha  Inés  Suárez  es  mujer  muí  socorrida,  e  hace  por  todos, 
e  es  muí  quista  de  todos:  e  fuera  de  la  conversación  que  con 


3  Declaración  de  Gregorio  de  Castañeda  en  el  proceso   de  Valdi- 
via, art.  39. 


ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


el   dicho   Pero  de  Valdivia  tiene,  es    mujer  honrada,  e  de 
quien  nunca  se  sintió  otra  cosa."  Otro  testigo,  Diego  Gar- 
cía de  Cáceres,  es  mas  esplícito  todavía:  no  se  contenta  con 
reconocer  su  caridad,  sino   que  ensalza  su  devoción.   Hé 
aquí  sus  propias  palabras:  "Nunca  este  testigo  ha  oido  de 
cir  que  las  justicias  i  cabildos  hiciesen   lo  que  ella  les  man- 
dase,  antes  este  testigo   tiene   a  la   dicha  Inés  Suárez  por 
mujer  cuerda  y  caritativa;   porque   durante  el  tiempo  que 
este  testigo  la  conoce  le  ha  visto  hacer  mucho  bien  a  espa- 
ñoles e  curarlos  en  sus  enfermedades  e  darles  de  lo  que  ella 
tenia,  e  algunos  a  quien  ella  hizo  bien  están  en  esta  ciudad 
(Lima),  a  la  cual  ha  visto   asimesmo  fundar  ermitas    en  la 
dicha  provincia  de  Chile,  e  adornar  los  altares  dellas  de  lo 
que   allí  tenia."   Era  cierto   que    Valdivia   le  habia  hecho 
un  repartimiento  de  tierras  i  de  indios  como  a    los   demás 
soldados  de  la  conquista;  pero   Inés  Suárez  empleaba  sus 
recursos  en  ausiliar  a  sus  compatriotas   pobres  i  en  cons- 
truir ermitas,  cuvos  altares  adornaba    i  cuyos  santos  ves- 
tia.  Ella  fué  quien    fundó   la  iglesia  de   nuestra  señora  de 
Monserrate,  al  pié  del  cerro  Blanco,  conocida  ahora  con  el 
nombre  de  la  Viñita,  a  la  cual  dotó  Valdivia  con    un   buen 
lote  de  tierras   ^.   Sus   riquezas    sirvieron   también  para  la 
fundación  de  la.  iglesia  i  convento  de  la  Merced. 

Las  relaciones  de  Pedro  de  Valdivia  con  Inés  Suárez  que- 
daron perfectamente  reconocidas  i  comprobadas  en  el  jui- 
cio que  siguió  a  aquelen  la  ciudad  de  Lima  el  presidente  Pe- 
dro de  la  Gasea.  Pero,  este  personaje,  eclesiástico  de  una 
gran  probidad  i  de  una  acrisolada  virtud,  estaba  por  esto 
mismo  dispuesto  a  mirar  con  induljencia  los  pecados  i  las 
debilidades  de  los  otros.  Son  de  ordinario  los  grandes  hi- 
pócritas los  que  muestran  alto  horror  a  las  faltas  de  sus  se- 
mejantes, i  los  que  se  empeñan  en  castigarlas  con  el  escán- 
dalo. La  Gasea,    por  su  sentencia  de  19  de  noviembre  de 


i  En  1558,  Inés  Suárez  i  su  esposo  Rodrigo  de  Quiroga  hicieron 
donación  de  esta  ermita  i  de  sus  tierras  a  los  padres  dominicos, 
instituyendo  allí  una  capellanía. 


ESTUDIOS    DIVEESOS    SOBRE   VALDIVIA  373 

1548,  al  paso  que  absolvía  a  Valdivia  de  las  otras  acusa- 
ciones, le  mandó  que  se  separara  de  Inés  Suárez,  que  la  ca- 
sara en  Chile,  o  que  la  enviara  a  España. 

Forzoso  fué  al  jefe  conquistador  romper  las  relaciones 
ilícitas  que  habia  mantenido  con  esa  mujer  durante  mas  de 
ocho  años.  Pero  Inés  Suárez  habia  llegado  a  ser  uno  de  los 
mejores  partidos  de  una  ciudad  en  que  debian  sermui  raras 
las  mujeres  españolas  en  1549.  No  sólo  contaba  con  el  ca- 
riño i  la  estimación  de  muchas  jentes  sino  que  poseía  una 
de  las  fortunas  mas  considerables  de  la  colonia.  Rodrigo 
de  Quiroga,  capitán  mui  considerado  por  Valdivia,  i  gober- 
nador de  Chile  algunos  años  mas  tarde,  contrajo  matrimo- 
nio con  Inés  de  Suárez,  constituyendo  un  hogar  que  mere- 
ció el  respeto  de  todo  el  reducido  vecindario  de  Santiago. 
Inés  Suárez  fué,  según  parece,  una  excelente  esposa,  i  ha  de- 
jado en  la  historia  el  recuerdo  de  su  heroísmo  i  de  sus  virtu- 
des, que  han  encomiado  sobre  manera  algunos  cronistas. 
Todo  hace  creer  que  no  tuvo  hijos  de  este  enlace  ^.  En  1560, 
Rodrigo  de  Quiroga  levantaba  en  Santiago  una  informa- 
ción de  sus  servicios  para  pedir  que  el  reí  le  permitiese  legar 
sus  bienes  a  una  hija  natural  nacida  en  Santiago,  lo  que  al 
fin  le  fué  acordado.  Esta  hija  fué  doña  Isabel  de  Quiroga, 
esposa  primero  del  capitán  don  Pedro  de  Avendaño,  i  des- 
pués del  maestre  de  campo  Martin  Ruíz  de  Gamboa. 


5  En  1579,  siendo  gobernador  de  Chile  Rodrigo  de  Quiroga,  ser- 
via en  el  ejército  de  Arauco  un  joven  capitán  del  mismo  nombre  i 
apellido.  Habiendo  reprendido  o  castigado  con  aspereza  a  dos  sol- 
dados españoles,  éstos  determinaron  vengarse  dándole  muerte,  i 
lo  hicieron  descargando  sobre  él  sus  arcabuces  una  mañana,  duran- 
te un  ataque  de  sorpresa  que  dieron  los  indios  sobre  el  campo  es- 
pañol. Al  principio  se  creyó  que  la  muerte  del  capitán  Quiroga  era 
la  obra  de  la  casualidad;  pero  no  tardó  en  descubrirse  todo,  i  los 
dos  soldados  fueron  ejecutados  sin  piedad.  El  joven  Rodrigo  de 
Quiroga  no  era,  como  podría  creerse,  hijo  del  gobernador,  sino  su 
sobrino.  Habia  venido  de  España  a  buscar  la  protección  de  su  tío. 
(Carta  de  Martin  Ruiz  de  Gamboa  al  virrei  del  Perú  de  1^  de  abril 
de  1579,  Ms  — Id.  al  mismo  de  Lorenzo  Bernal  de  Mercado,  de  15 
de  junio  de  1579,  Ms.) 


374  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Pedro  de  Valdivia,  resuelto  ya  a  establecerse  definitiva- 
mente en  el  pais  c[ue  habia  conquistado,  se  acordó  entonces 
de  su  esposa  lejítima  doña  Marina  Ortiz  de  Gaete,  que  ha- 
bia quedado  en  una  aldea  de  Estremadura,  en  Castuera, 
cuando  él  pasó  a  América  en  1535;  i  no  pensó  mas  que  en 
hacerla  venir  a  Chile  para  fundar  ciquí  una  familia.  De  los 
documentos  que  tenemos  a  la  vista  aparece  que  aun  en  la 
época  en  que  parecia  mas  desligado  de  los  recuerdos  de  fa- 
milia, Valdivia  habia  atendido  a  su  esposa,  enviándole 
ausilios  pecuniarios  o  recomendándola  al  rei  i  a  las  perso- 
nas a  quienes  creia  con  valimiento  en  la  corte.  En  medio  de 
las  angustias  de  los  primeros,  dias  de  la  conquista,  cuando 
el  gobernador  de  Chile  envió  al  Perú  a  Alonso  de  Monroy 
i  Juan  Bautista  Pastene  en  busca  de  socorro,  en  setiembre 
de  1545,  les  entregó  mil  i  tantos  pesos  de  oro  para  que  los 
hicieran  llegar  a  España,  a  manos  de  doña  Marina,  según 
dice  un  contemporáneo  ^,  o  solo  quinientos,  según  espresa 
el  mismo  Valdivia  ^.  En  su  carta  a  Hernando  Pizarro,  el 
gobernador  de  Chile  le  hacia  la  siguiente  petición:  *'A  V. 
Merced  suplico  sea  servido  mirar  por  ella  (doña  Marina) 
como  servidora,  pues  yo  lo  soi,  y  ambos  una  mesma  cosa 
para  su  servicio;  y  la  favorezca  en  sus  necesidades  como  a 
V.  Merced  lo  supliqué  cuando  de  Lima  partió,  por  que  le 
será  gran  descanso  y  yo  deseo  de  dárselo,  y  para  mí  no  hai 
merced  que  se  le  iguale".  En  su  carta  al  rei  de  9  de  julio  de 
1549,  Valdivia  le  informa  que  los  gastos  hechos  en  la  con- 
quista de  Chile  i  en  la  pacificación  del  Perú,  no  le  hablan 
permitido  hacer  venir  a  su  esposa,  como  lo  tenia  proyec- 
tado. 

A  pesar  de  estas  manifestaciones.  Valdivia  no  pensó  seria- 
mente en  establecer  su  familia  en  Chile  sino  desde  1549,  esto 


6  Declaración  de  Diego  García  de  Villalon  en  el  proceso  de  Val- 
divia, art.  21. 

7  '*Solo  le  envió  ahora  con  el  señor  (Antonio  de)  Ulloa,  quinien- 
tos pesos  para  su  sustentación",  dice  Valdivia  en  su  carta  a  Her- 
nando Pizarro  de  4  de  setiembre  de  1545. 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  375 

es,  después  de  su  vuelta  del  Perú.  Con  el  objeto  de  enaltecer 
el  prestijio  de  su  esposa,  i  talvez  con  el  pensamiento  de  ha- 
cerse olvidar  sus  infidelidades,  el  conquistador  ordenó  que 
se  diera  el  nombre  de  Santa  Marina  de  Gaete  a  un  pueblo 
que  había  mandado  fundar  en  el  sitio  en  que  hoi  se  levanta 
la  ciudad  de  Osorno. 

Por  ese  tiempo.  Valdivia  habia  resuelto  enviar  a  España 
un  emisario  de  toda  su  confianza.  Era  éste  Jerónimo  de  Al- 
derete,  el  mas  leal  i  decidido  de  todos  sus  servidores.  Pro- 
veyósele  de  memoriales  de  los  cabildos  de  Santiago,  Li  Se- 
rena, Concepción,  Imperial,  Valdivia  i  Villarrica,  en  que  se 
recomendaban  encarecidamente  los  servicios  prestados  al 
rei  por  el  gobernador  de  Chile.  Para  éste  debía  pedir  ade- 
mas Alderete,  el  hábito  i  la  cruz  de  caballero  de  la  orden  de 
Santiago;  el  título  de  marques  o  de  conde,  la  estension  de 
los  límites  de  su  gobierno  hasta  el  estrecho  de  Magallanes, 
esto  es,  mucho  mas  allá  de  los  límites  fijados  por  el  nom- 
bramiento que  en  su  favor  habia  hecho  el  presidente  del 
Perú  Pedro  de  la  Gasea;  i  el  sueldo  de  diez  mil  pesos  anua- 
les pagados  por  cuenta  del  rei,  en  lugar  de  los  dos  mil  que 
hasta  entonces  habia  percibido.  Alderete  llevaba  también 
el  encargo  de  traer  o  de  enviar  a  Chile  a  la  esposa  de  Val- 
divia con  las  personas  de  su  familia  que  quisieran  acompa- 
ñarla. 

En  un  principio.  Valdivia  habia  querido  que  Alderete 
hiciera  su  viaje  a  España  por  el  estrecho  de  Magallanes; 
pero  fueron  tales  las  dificultades  que  se  suscitaron,  que 
cambiando  de  determinación,  resolvió,  que  pasara  al 
Perú,  para  que  desde  allí  siguiera  su  camino  para  Panamá, 
como  se  hacia  entonces  por  todos  los  que  a  estas  rejiones 
venian  de  Europa,  i  por  los  que  de  aquí  quedan  volver  al 
viejo  mundo.  Alderete  zarpó  de  Valparaíso  en  octubre  de 
1552. 

Este  viaje  se  emprendió  bajo  los  mas  favorables  auspicios. 
Todo  hace  creer  que  el  rei  iba  a  conceder  por  entero  lo  que 
se  le  pedia  en  nombre  de  Pedro  de  Valdivia;  que  éste  seria 
hecho  conde  o  marques  i  caballero  del  hábito  de  Santiago, 


376  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


que  se  le  daria  el  gobierno  de  las  rejiones  que  se  estendian 
al  sur  de^Chile  hasta  el  estrecho  de  Magallanes,  i  que  se  le 
mandarla  pagar  el  sueldo  anual  de  diez  mil  pesos.  Pero  en- 
tre los  conquistadores  españoles  del  nuevo  mundo,  las  ma- 
las pasiones,  las  rivalidades,  los  odios,  las  intrigas,  jermi- 
naban  con  rara  facilidad,  i  crecían  i  se  desarrollaban  como 
en  un  terreno  bien  preparado.  Por  el  mismo  buque  en  que 
Alderete  marchaba  a  Panamá,  se  enviaron  a  España  algu- 
nas cartas  i  documentos  contra  Valdivia  i  sus  compañeros, 
El  licenciado  Juan  Fernández,  que  hacia  las  veces  de  fiscal 
suplente  de  la  audiencia  de  Lima,  gobernador  entonces  del 
Perú  por  muerte  del  virrei  don  Antonio  de  Mendoza,  escri- 
l)ia  al  consejo  de  Indias  con  fecha  11  de  marzo  de  1553, 
para  darle  cuenta  del  estado  del  gobierno  en  el  Perú,  i  agre- 
gaba: ''Va  un  memorial  que  se  me  dio  contra  Valdivia, 
gobernador  de  Chile,  del  cual  ha  parecido  no  tratarlo  aquí 
sino  enviarlo  a  V.  S."  Por  mas  dilijencias  que  yo  haya  he- 
cho para  encontrar  en  los  archivos  españoles  este  merho- 
rial,  no  he  podido  verlo  nunca;  pero  supongo  que  sea  una 
acusación  semejante  a  la  que  contra  el  mismo  Valdivia  fué 
presentada  a  la  Gasea  en  1548,  i  que  sirvió  de  auto  cabeza 
de  proceso  contra  el  conquistador  de  Chile. 

Un  relljioso,  que  se  firma  frai  Francisco  de  Victoria,  es- 
cribía también  al  consejo  desde  Lima,  con  fecha.de  10  de 
enero  de  1553.  Habla  en  su  carta  de  la  gran  necesidad  que 
habla  de  enviar  pronto  un  buen  virrei  al  Perú,  porque  al 
presente,  dice,  va  muí  mal  con  cuatro  gobernadores  (los 
miembros  de  la  audiencia,  que  gobernaba  accidentalmen- 
te.) Previene  que  no  se  crea  a  los  que  iban  de  Chile  a  la  cor- 
te con  dinero,  i  mucho  menos  a  las  cartas  que  llevaban, 
porque  todas  eran  escritas  a  sabor  del  gobernador;  que 
por  dos  personas  recien  llegadas  de  Chile,  i  que  se  hablan 
hecho  frailes,  i  otros  que  se  han  confesado,  consta  decía, 
que  allí  no  hai  cristianidad  ni  caridad,  i  suben  al  cielo  las 
abominaciones.  Cada  encomendero  echaba  a  las  minas  o 
lavaderos  de  oro  a  sus  indios,  hombres  i  mujeres,  gran- 
des i  chicos,  sin  darles  ningún  descanso,  ni  mas  comida  en 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  377 

ocho  meses  del  año  que  trabajaban,  que  un  cuartillo  de  maíz 
por  día;  i  el  que  no  trae  la  cantidad  de  oro  a  que  está  obli- 
gado, recibe  palos  i  azotes,  i  si  alguno  esconde  algún  grano, 
es  castigado  con  cortarle  narices  i  orejas,  poniéndolas  cla- 
vadas en  un  palo.  Por  lo  que  respecta  al  bachiller  Rodrigo 
González  Marmolejo,  para  quien  Valdivia  pedia  el  puesto 
de  obispo  de  Chile,  frai  Francisco  de  Victoria  no  era  me- 
nos severo  ^ . 

Como  contrapeso  de  estas  acusaciones,  marcharon  tam- 
bién con  Alderete  otras  cartas  que  debian  producir  un  re- 
sultado opuesto  al  que  se  proponian  los  enemigos  de  Val- 
divia. Alvaro  de  Sosa,  jefe  de  flota,  que  se  hallaba  en  el 
puerto  de  Nombre  de  Dios  cuando  Alderete  atravesó  el  its- 
mo  de  Panamá,  escribió  al  rei  con  fecha  15  de  mayo  de 
1553  anunciándole  los  tesoros  que  iban  a  España.  "Llevan 
a  V.  M.  en  esta  flota,  decia,  393,086  pesos,  5  tomines,  3 
granos  en  oro,  y  mas  7,707  marcos  plata  en  128  barras 
por  ensa^^ar.  Entre  ellos  van  70  y  tantos  mil  pesos  de  oro 
que  vinieron  de  Chile,  que  pienso  ser  el  primer  dinero  de 
allí  ^  ,  con  los  que  va  un  jeneral  de  aquella  provincia  para 
negociar  por  ella. 


8  Véanse  acerca  de  esto  los  documentos  reunidos  bajo  el  niím. 
IX  i  las  notas  que  les  hemos  puesto. 

9  Aunque  estas  noticias  concernientes  al  viaje  de  Alderete  son 
en  cierto  modo  estrañas  al  asunto  de  que  se  trata  en  este  estudio, 
no  hemos  querido  omitirlas  por  estar  basadas  en  documentos  iné- 
ditos i  desconocidos.  Por  esta  misma  razón  se  nos  permitirá  que 
demos  algunas  noticias  sobre  el  oro  de  Chile. 

Es  sabido  que  nuestro  suelo  no  ofrece  grande  abundancia  de  oro. 
Los  conquistadores  españoles,  sin  embargo,  haciendo  jtrabajar  a 
los  indios,  a  quienes  no  pagaban  salario  alguno  i  a  quienes  daban 
sólo  un  miserable  alimento,  consiguieron  estraer  de  los  lavaderos 
algunas  cantidades  que  parecen  mui  considerables,  i  de  cuya  efec- 
tividad dudaríamos  si  no  hubiera  documentos  que  comprueban  el 
hecho.  De  esas  cantidades,  el  quinto  correspondia  a  la  corona.  Pa- 
ra que  se  comprendan  mejor  las  noticias  que  damos  en  seguida,  ad- 
vertiremos que  el  rico  metal   se  contaba  por  pesos  de  oro,    cuyo 


378  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Cuando  Alderete  llegó  a  España,  el  insigne  frai  Bartolo- 
mé de  las  Casas,  elevado  entonces  al  rango  de  obispo  de 
Chiapas,  cuya  palabra  era  mui  respetada  en  todos  los  ne- 
gocios del  nuevo  mundo,  se  hallaba  en  Sevilla.  Desde  allí 
escribió  una  carta  al  consejo  de  Indias  con  fecha  25  de  oc- 
tubre de  1553,  en  que  se  hallan  estas  líneas  al  anunciar  el 
arribo  de  la  flota:  "Viene  por  procurador  de  Chile  el  jeneral 
Alderete,  uno  de  los  que  vinieron  de  Chile  al  Perú  contra 
Gonzalo  Pizarro,  antiguo  allá,  y  fiel  vsiempre;"  i  pasaba  en 
seguida  a  recomendar  las  representaciones  de  los  conquis- 
tadores V  gobernantes  de  este  pais. 

Las  noticias  que  comunicaba  Alderete  acerca  de  Chile  i 
la  vista  del  oro  que  llevaba,  alentaron  a  muchas  personas 
a  venir  a  establecerse  aquí.  Doña  Marina   Ortiz  de   Gaete, 


valor,  como  hemos  dicho,  equivalía  a  tres  pesos  siete  centavos  de 
nuestra  moneda. 

Los  tesoreros  reales  de  Santiago,  Jerónimo  de  Alderete,  Juan 
Jufré  o  Jofré,  F'rancisco  Martínez  i  Juan  Rodríguez  Alderete,  escri- 
bían al  reí  en  estos  términos  el  12  de  diciembre  de  1547:  "Fuimos 
nombrados  oficíales  para  lo  de  la  real  hacienda  por  Valdivia,  elec 
to  gobernador  por  el  pueblo  todo  i  con  justa  razón.  Suplicamos 
lo  confirme  V.  M.  Se  han  habido  aquí  de  quintos  reales  40,000  pe 
sos  de  oro,  corta  maestra  de  tan  rica  tierra".  El  reí  puso  al  mar 
jen  de  esta  nota  las  palabras  siguientes:  Que  la  envíen,  lo  que  de 
bía  servir  en  la  secretaría  de  Indias  para  la  contestación  que  ha 
bia  de  darse.  Este  oro,  sin  embargo,  no  marchó  a  España 
fué  gastado  en  gran  parte  por  Valdivia  en  la  pacificación  del  Pe- 
rú i  en  sus  aprestos  para  traer  a  Chile  otro  cuerpo  ausilíar  con 
que  adelantar  la  conquista. 

Con  fecha  de  15  de  febrero  de  1551,  la  audiencia  de  Lima,  com- 
puesta del  licenciado  Cianea,  el  doctor  Bravo  de  Saravia  i  el  li- 
cenciado Fernando  de  Santillan,  escribian  al  reí  lo  que  sigue: 
"Después  ^e  partido  Gasea,  han  venido  dos  navios  de  Chile  con 
buena  copia  de  oro:  en  el  postrero  vinieron  11,000  i  tantos  pesos 
que  es  el  primer  dinero  que  se  ha  visto  de  aquella  provincia  para 
S_M.  Piden  jentes  i  caballos  para  lo  de  adelante,  de  que  se  tiene 
gran  noticia,  i  los  indios  mui  belicosos:  dase  favor  por  desaguar 
jente,  i  han  ido  por  mar  i  tierra  300  hombres."  Parece,  sin  embar- 
go, que  este  oro  no  marchó  a  España  sino  cuando  Alderete,  jun- 
tándolo con  el  qtie  llevaba  consigo,  le  condujo  en  1553. 


PSTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  379 

la  esposa  de  Valdivia,  al  saber  la  prosperidad  i  grandeza 
de  su  marido,  que  la  llamaba  a  su  lado  para  honrarla  con 
el  título  i  rango  de  gobernadora  de  un  pais  que  parecía 
muí  rico,  no  vaciló  en  ponerse  en  viaje,  aun  sin  esperar  a 
Alderete,  que  estaba  obligado  a  demorarse  en  la  corte  pa- 
ra el  despacho  de  todos  los  negocios  que  en  Chile  se  le  ha- 
bían encomendado. 

Doña  Marina  no  podía  embarcarse  para  el  nuevo  mundo 
sin  obtener  un  permiso  real.  Lo  solicitó  en  efecto;  i  el  prín- 
cipe don  Felipe,  que  tenia  a  su  cargo  el  gobierno  por  ausen- 
cia de  su  padre  Carlos  V,  dio  en  Valladolid  el  19  enero 
de  1554,  la  siguiente  provisión:  "lü  príncipe:  por  la  presen- 
te doi  licencia  i  facultad  a  vos,  doña  Marina  Ortiz  de  Gae- 
te,  mujer  del  gobernador  don  Pedro  Valdiva,  para  que 
destos  reinos  i  señoríos  podáis  pasar  y  paséis  a  la  pro- 
vincia de  Chile,  donde  al  presente  reside  el  dicho  vuestro 
marido  hasta  con  cantidad  de  tres  mil  pesos  de  oro  en  jo- 
yas de  oro  y  plata  labrada  para  servicio  de  vuestra  per- 
sona y  casa,  pagando  los  derechos  que  dello  se  debieren  a 
S.  M.  sin  que  en  ello  os  sea  puesto  embargo  ni  impedimen- 
to alguno"  10,  . 


10  Dos  meses  antes,  en  27  de  noviembre  de  1553,  el  príncipe  ha- 
bía dado  un  permiso  análogo  a  doña  María  de  Torres,  esposa  de 
Francisco  de  Aguirre,  para  pasar  a  Chile  a  juntarse  con  su  ma- 
rido, con  dos  hijas  doncellas  i  un  hijo,  eximiéndola  del  derecho  de 
almojarifazgo  por  los  objetos  que  traía,  hasta  la  suma  de  1,500 
ducados.  Con  la  misma  fecha  concedió  permiso  a  la  referida  doña 
María  para  ^-raer  hasta  la  cantidad  de  1,500  pesos  en  joyas  de 
oro  labrado,  cadenas,  botones  i  otras  cosas  de  ella  i  de  sus  hijas; 
pagando  sólo  los  derechos    que  por  ello  debieran. 

Permisos  análogos  a  éste  se  siguieron  dando  en  la  corte  a  todas 
las  mujeres  que  solicitaban  venir  a  América  a  juntarse  con  sus  ma- 
ridos, hasta  que  la  princesa  doña  Juana,  rejenta  accidental  de 
España  por  ausencia  del  príncipe  don  Felipe,  dirijió  desde  Valla- 
dolid, con  fecha  de  17  de  julio  de  1555,  una  real  orden  a  los  oficia- 
les reales  de  Sevilla,  en  que  se  encuentran  estas  palabras:  *'Las 
mujeres  que  teniendo  en  Indias  sus  maridos  soliciten  pasar  allá, 
dejadlas  que  pasen  dando  seguras  informaciones,  no  obstante  la 
prohibición  jeneral,  i  aunque  no  muestren  licencia  nuestra." 


380  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Algunos  parientes  de  doña  Marina  quisieron  acompa- 
ñarla en  este  viaje,  confiados  en  que  encontrarian  en  Chile 
una  posición  mucho  mas  ventajosa  que  la  que  tenian  en  su 
provincia  natal.  Pvutre  éstos  se  contaba  su  hermana  doña 
Catalina  Ortiz  de  Gaete,  señora  viuda  que  venia  a  estable- 
cerse en  este  pais  con  cuatro  hijos  i  dos  hijas.  A  su  paso 
por  Sevilla,  la  familia  de  Valdivia  tuvo  ocasión  de  conocer 
a  san  Francisco  de  Borja,  que  en  esa  época  recorria  las 
provincias  de  Andalucía  buscando  prosélitos  para  la  orden 
de  jesuitas  que  acababa  de  fundar  san  Ignacio  de  Loyola. 
Los  jesuitas  Rivadeneyra  i  Cienfuegos,  grandes  compilado- 
res de  los  milagros  atribuidos  a  aquel  santo,  refieren  un 
prodijio  efectuado  en  esa  ciudad  por  su  intervención.  Es- 
tando la  familia  de  Valdivia  o\^endo  la  misa  que  decia  san 
Francisco  de  Borja,  doña  Catalina  Miranda,  sobrina  de 
doña  Marina,  observó  que  cuando  el  santo  volvia  la  cara 
al  pueblo,  su  rostro  aparecia  rodeado  por  una  aureola  de 
luz  que  alumbraba  como  el  sol  cuando  disipa  las  nubes 
que  lo  envuelven.  La  joven,  poseída  por  esta  visión,  no  cesó 
de  pedir  a  Dios  que  favoreciera  el  país  en  que  ella  iba  a  es- 
tablecerse, haciendo  que  la  Compañía  estendiera  hasta  él 
sus  conquistas  espirituales  para  combatir  el  poder  del 
demonio. 

La  familia  de  Valdivia  se  embarcó  en  Cádiz  a  principios 
de  1554.  En  el  libro  de  pasajeros  salidos  de  ese  puerto  para 
el  nuevo  mundo  desde  1553  hasta  1557,  se  encuentra  la  si- 
guiente partida,  sin  espresar  la  fecha.  *'Doña  Marina  Ortiz 
de  Gaete,  vecina  de  Castuera,  natural  de  Salamanca,  mujer 
de  don  Pedro  de  Valdivia,  gobernador  de  Chile,  hija  de 
Francisco  Ortiz  i  de  Leonor  Gutiérrez.  Le  despachó  para  el 
Perú,  a  donde  su  marido  está,  para  hacer  vida  maridable 
con  él  en  las  naos  del  maestre  Juan  de  Mondragón  n,  con 
varios  deudos  i  criados." 


11  Por  via  de  nota,  haremos  constar  aquí  una  coincidencia  refe- 
rente a  esta  nave. — Cuando  se  supo  en  Santiago  la  muerte  de  Pe- 
dro de  Valdivia,  el  cabildo  acordó  en  sesión   de  26  de  febrero  de 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  ^  381 

Al  desembarcar  en  la  costa  de  Tierra-Firme,  supo  doña 
Marina  que  su  esposo  habia  sucumbido  en  Chile  batallan- 
do contra  los  araucanos,  en  los  primeros  días  de  1554.  Sus 
esperanzas  de  grandeza  se  desvanecieron  como  el  humo  al 
recibir  tan  fatal  noticia.  En  la  incertidumbre  acerca  de  su 
situación  futura,  sin  saber  lo  que  se  le  esperaba,  i  si  le  con- 
vendría mas  volverse  a  España,  la  desventurada  viuda  re 
solvió  dirijirse  al  rei  para  pedirle  su  protección  en  pago  de 
los  servicios  de  su  marido,  i  aguardar  la  resolución  real 
para  no  presentarse  en  Chile  vsin  una  orden  que  la  ampa- 
rase. 

No  se  engañaba  doña  Marina  cuando  creia  que  en  la 
corte  se  apreciaban  los  servicios  que  Valdivia  habia  pres- 
tado a  la  corona. 

La  princesa  doña  Juana,  rejente  accidental  del  reino,  dio 
en  Valladolid  el  26  de  diciembre  de  1556  la  siguiente  real 
cédula: 

**El  Rei.  Nuestro  gobernador  ques  o  fuere  de  las  provin- 
cias de  Chile.  Por  parte  de  doña  Marina  Ortiz  de  Gaete, 
mujer  lejí tima  que  fué  de  don  Pedro  de  Valdivia,  nuestro 
gobernador  que  ha  sido  de  esas  provincias,  me  ha  sido  he- 
cha relación  de  que  ya  era  notorio  lo  mucho  i  bien  que  el 
dicho  don  Pedro  de  Valdivia  su  marido  nos  habia  servido 
en  la  tierra,  y  como  la  habia  él  conquistado  e  poblado,  y 
que  en  continuación  de  la  dicha  conquista  le  habian  muer- 


1554,  que  se  despachara  a  Gaspar  Orense,  como  comisionado  del 
reino  de  Chile,  para  pedir  a  la  audiencia  de  Lima  que  nombrase  a 
Francisco  de  Villagran  gobernador  interino  de  este  país.  Orense 
debia  en  seguida  pasar  a  España  a  solicitar  del  rei  la  confirma, 
cion  de  este  nombramiento.  El  comisionado  del  cabildo  de  Santia- 
go no  alcanzó  a  llegar  a  la  metrópoli.  En  el  archivo  de  Indias  de" 
positado  en  Sevilla,  encontré  una  "lista  o  relación  de  las  personas 
que  se  ahogaron  en  el  naufrajio  de  la  nave  de  que  venia  por  maes- 
tre Juan  de  IMondragon,  y  señor  y  capitán  Cosme  Buitrón,  que  se 
perdió  en  la  costa  de  Sara  en  enero  de  1555."  Allí  se  encuentra 
esta  línea:  "Gaspar  Orense,  natural  de  Burgos,  que  diz  que  venia 
por  procurador  de  Chile." 


)82  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


to  los  indios  della,   \^  que  antes  que  él  muriese  envió  por 
ella  a  estos  reinos  para  hacer  vida  maridable  los  dos;  y  que 
ella  cumpliendo  la  voluntad  del  dicho  su   marido  se  partió 
de  estos  reinos  para  esa  tierra;  y  que  llegada  a  la  provincia 
de  Tierra-Firme  supo  como  el  dicho  don  Pedro  de  Valdivia 
su  marido,  era  fallecido  e  que  por  no  haber  dejado  hijos  le- 
jítimos  subceda  ella  en  los   indios  que   él  tenia  conforme  a 
lo  que  por   nos  estaba  proveido  y  mandado  cerca  de  la  di- 
cha subcesion,  y  me  fué  suplicado  que  no  embargante  que- 
11a  no  hubiese  hallado  en  esa   tierra  al   tiempo  que  el  dicho 
su  marido  falleció,  pues  iba  a  residir  a  ella,  mandase  que 
se  le  diese  el  dicho  repartimiento  con   todo   lo  que   hubiese 
rentado  desde  el  dia  que  el  dicho  don  Pedro   de   Valdivia 
fálleselo  hasta  que  se  le  diese  la  posesión  de  él,  pues  confor- 
me a  lo  que  por  nos  estaba  proveido  y  mandado   cerca  de 
dicha  subcesion  le  pertenecia,o  como  la  nuestra  merced  fue- 
se, E  vo,  acatando  lo  susodicho  y  lo  que  el  dichodon  Pedro 
de  Valdivia  nos  sirvió,  habido   por   bien;   por  ende  yo  vos 
mando  que  luego  que  esta  veáis  yendo  a  esa  tierra  la  dicha 
doña  Marina  Ortiz  de  Gaete  le  deis  v  encomendéis  el  repar- 
timiento de  indios  que  en  ella  tenia  el  dicho  don  Pedro  de 
Valdivia  su  marido  e  dejó  al  tiempo  que  fallesció  para  que 
lo  tenga  conforme  a  lo  que  por  nos  está  mandado  cerca  de 
la  dicha  subcesion  no  embargante  que  no   estuviere  en  esa 
tierra   la  dicha  doña   Marina   Ortiz  al  tiempo  que  el  dicho 
don  Pedro  de  Valdivia  fallesció,   hasta  que  se  le  dé  la  pose- 
sión. Fecha  en  la  villa  de  Valladolid  a  veinte  y  seis  dias  de] 
mes   de   diciembre   de  mili  e  quinientos  e  cincuenta  y  seis 
años.— La  princesa.  Por  mandado  de  S.    M.,  su  alteza  en 
su  nombre.— Francisco  de  Leáesma.'' 

La  viuda  de  Valdivia  llegó  a  Chile  cuando  estaba  gober- 
nando en  este  pais  don  García  Hurtado  de  Mendoza.  Este 
se  habia  "apoderado  de  hecho  (copio  las  palabras  testua" 
les  de  una  real  cédula  de  Felipe  II  dada  el  27  de  agosto  d^ 
1560)  con  los  dichos  indios,  chácaras,  e  asientos  e  están 
cias  que  el  dicho  don  Pedro,  su  marido,  la  habia  dejado, 
que  eran  los  lebos  de   Andalien,    Arauco,  Talcahuano,  Ye 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  383 


quelpangue,  Avana,  Pentguereva,  Millarape,  Llavapé  que 
dice  e  otros  contenidos  e  declarados  en  la  provisión  de  en- 
comienda, diciendo  quel  marques  de  Cañete,  su  padre, 
nuestVo  visorrei  que  a  la  sazón  era  en  las  provincias  del 
Perú,  se  los  habia  encomendado,  y  que  aunque  el  dicho  don 
García  habia  sido  requerido  con  la  dicha  nuestra  cédula 
(la  que  dejamos  copiada)  para  que  cumpliese  con  la  dicha 
doña  Marina,  no  lo  habia  querido  ni  quiso  hacer;  antes 
por  le  hacer  daño,  habia  dado  orden  que  el  factor  y  fiscal  y 
justicia  por  él  puestas  en  la  ciudad  de  Concebicion  que  con- 
tradijesen el  cumplimiento  della." 

Viéndose  despojada  de  esta  suerte  de  lo  que  ella  conside- 
raba su  propiedad,  creyéndose  con  razón  amparada  con  la 
real  cédula  de  1556,  doña  Marina  apeló  ante  la  audiencia 
de  Lima  de  aquel  acto  de  arbitrariedad  del  gobernador  de 
Chile,  don  García  Hurtado  de  Mendoza,  por  el  cual  se  le 
despojaba  de  los  repartimientos  que  le  correspondian.  Tam- 
poco halló  justicia  allí;  pero,  habiendo  dirijido  su  repre- 
sentación al  rei,  éste  resolvió  con  fecha  27  de  mayo  de 
1560,  mandando  que  se  entregaran  a  doña  Marina  los  bie- 
nes referidos  sin  escusa  ni  demora.  Sin  duda  en  la  corte  se 
consideró  raui  grande  i  evidente  la  injusticia  que  se  hacia  a 
la  infeliz  viuda  del  conquistador  de  Chile,  i  probablemente 
se  tenia  fresco  el  recuerdo  de  los  servicios  de  éste,  cuando 
la  reclamación  a  que  nos  referimos  tuvo  un  despacho  tan 
pronto  en  las  secretarías  del  rei,  en  un  tiempo  en  que  sólo 
el  viaje  de  Chile  a  España  solia  ocupar  cerca  de  un  año,  i 
en  ocasiones  mucho  mas. 

La  decisión  real  era  tan  terminante  i  perentoria  que  no 
podia  dejar  de  ser  obedecida.  Doña  Marina  Ortiz  de  Gaete 
fué  puesca  en  posesión  de  las  tierras  i  de  los  indios  que  for- 
maban el  repartimiento  i  la  encomienda  de  su  marido.  Esta- 
bleció su  residencia  en  Concepción,  donde  Valdivia  habia 
pretendido  fijar  el  asiento  de  su  gobierno;  i  los  sobrinos 
que  la  habian  acompañado  desde  España  tomaron  servi- 
cio en  el  ejército  que  sostenía  la  guerra  contra  los  arauca- 
nos. La  viuda  del  gobernador  pudo  creerse  colocada  no  en 


384  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


aquella  grandeza  en  que  habia  soñado  al  embarcarse  en 
Cádiz,  pero  sí  en  una  situación  favorable.  Esta  era  de  pros- 
peridad no  fué  de  larga  duración.  Apenas  liabia  entrado  en 
posesión  de  sus  bienes,  ocurrieron  gravísimos  sucesos  que 
la  redujeron  de  nuevo  a  la  pobreza  i  casi  podria  decirse  a 
la  miseria.  Los  indios  araucanos,  sometidos  un  momento 
bajo  el  gobierno  de  don  García,  se  sublevaron  de  nuevo 
después  que  tomó  el  mando  Francisco  de  Villagran;  se  po- 
sesionaron de  todos  sus  campos  arrojando  a  los  encomen- 
deros españoles,  i  fueron  a  hostilizar  a  los  conquistadores 
al  rededor  de  los  fuertes  que  éstos  habian  construido  para 
su  defensa. 

Tenemos  a  la  vista  un  documento  inédito  que  nos  da  a  co- 
nocer la  situación  en  que  por  entonces  se  halló  doña  Mari- 
na. Los  oficiales  reales  de  Santiago,  Pedro  de  Villegas,  Rui 
Díaz  de  Vargas  i  Miguel  Marin,  dirijiéndose  al  rei  en  3  de 
setiembre  de  1564,  se  empeñan  en  descargarse  de  la  acusa- 
ción de  remisos  en  el  cumplimiento  de  sus  deberes  por  no 
haber  cobrado  de  diversas  personas  la  suma  de  298,668 
pesos  que,  según  los  informcí?  del  contador  Juan  de  Herre- 
ra, se  adeudaban  a  la  corona.  Allí  se  encuentran  los  dos 
pasajes  siguientes:  "Ea  lo  que  toca  a  los  cien  mili  pesos  que 
el  gobernador  Valdivia  debia,  se  le  tomaron  todos  los  bie- 
nes que  tenia,  así  esclavos  como  ganados,  casas,  heredades, 
y  se  vendieron  por  de  V.  A.;  y  el  valor  de  ello,  así  escrituras 
como  dineros,  se  han  metido  en  la  real  caja;  y  de  lo  que  en 
esta  ciudad  se  ha  cobrado,  se  toma  cuenta  al  albacea  de  lo 
que  habia  vendido  fiado  y  lo  que  estaba  en  buenas  ditas.  Y 
en  lo  demás,  por  estar  la  tierra  de  guerra,  y  los  vasallos 
de  V.  A.  tan  fatigados  y  alcanzados,  no  se  han  podido  co- 
brar; y  no  parece  el  dicho  gobernador  deber  tanto  por  es- 
tos libros;  y  en  las  otras  ciudades  destas  provincias  están 
haciendo  cobranza  de  ello,  y  por  este  respecto  no  se  podrá 
verificar  tan  presto."  Por  este  fragmento  se  ve  que  la  coro 
na,  o  el  fisco,  como  se  diria  en  nuestro  tiempo,  se  habia 
echado  sobre  los  bienes  dejados  por  Valdivia  para  pagar- 
se del  importe  de  los  impuestos  que  el  rei  habia   dejado   de 


y 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  385 

percibir,  í  que  el  gobernador  había  gastado  en  adelantar 
la  conquista;  si  bien  una  parte  de  esos  bienes  fué  devuelta 
a  doña  Marina  en  virtud  de  la  real  cédula  que  dejamos  co- 
piada. Con  la  misma  tirantez,  los  oficiales  reales  cobraban 
a  la  infeliz  viuda  de  Valdivia  la  devolución  de  una  pequeña 
cantidad  que  se  le  habia  adelantado.  En  la  carta  referida 
decian  al  rei  lo  que  sigue  sobre  este  particular:  "En  los  dos 
mili  pesos  de  doña  Marina,  por  haber  estado  los  naturales 
tan  de  guerra,  y  estar  pobre,  no  se  ha  podido  cobrar  nada 
porque  no  tiene  de  que   poder  pagar." 

Vamos  a  ver  cuál  fué  la  suerte  de  doña  Marina,  esplicada 
por  ella  misma  en  una  petición  que  dirijió  al  rei  desde  Con- 
cepción en  ese  mismo  año  de  1564  (sin  espresar  dia  ni  mes), 
para  pedirle  que  se  conduela  de  sus  desgracias.  Al  trascri- 
bir este  documento,  no  alteraremos  en  nada  la  defectuosa 
construcción  de  las  frases,  i  sólo  cambiaremos  la  ortogra- 
fía, lo  que  es  indispensable  hacer  cada  vez  que  se  copian  do- 
cumentos inéditos  de  esa  época,  aun  de  los  que  salian  de 
las  secretarías  de  gobierno,  o  del  retrete  de  grandes  litera- 
tos; tan  poco  caso  se  hacia  entonces  de  las  cuestiones  orto- 
gráficas. 

"El  gobernador  mi  señor  (Valdivia)  conquistó  este  reino 
de  Chile  y  pobló  siete  pueblos  a  su  costa,  y  después  de  ha- 
berle sustentado  quince  años  le  mataron  los  indios;  y  por 
cédula  y  mandato  de  V.  M.  sucedí  yo  en  sus  repartimien. 
tos.  Y  como  don  García  de  Mendoza  dejase  esta  tierra  en 
paz  y  quieta,  con  el  movimiento  y  proveimiento  de  Fran- 
cisco de  Villagran  fué  nuestro  señor  servido  por  nuestros 
pecados  la  provincia  de  Tucapel  se  reveló  y  alteró  y  comar- 
ca, en  la  conquista  de  la  cual  dentro  de  cinco  meses  perdí 
cinco  sobrinos  que  tenia  por  hijos;  y  visto  lo  mucho  que 
esta  tierra  me  cuesta  y  yo  ser  mujer  y  no  tener  sucesor,  que- 
rria  V.  M.  fuese  servido  de  cuatro  o  cinco  mili  indios  los 
mejores  de  esta  tierra,  V.  M.  los  tome  en  su  cabeza  y  me 
haga  la  merced  de  darme  una  congrua  sustentación,  confor- 
me a  la  calidad  de  mi  persona,  casa  y  lo  que  dejo,  en  esa 
TOMO   vil  25 


386  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


tierra  (España),  provincia  de  Pirú  o  ésta,  en  vuestra  ha- 
cienda real  para  que  3^0  me  sustente  en  estos  pocos  dias  que 
me  quedan,  pues  que  tan  caro  me  han  costado,  y  mis  dias 
ser  de  cincuenta  i  cinco  arriba,  los  (siendo  V.  M.  servido) 
acabar  con  menos  provecho,  menos  zozobra  y  cuidado  de 
sustentar  indios,  y  pues  el  portador  es  el  licenciado  Calde- 
rón, sobrino  del  gobernador  mi  señor  (Valdivia),  que  sea  en 
gloria,  que  dará  larga  relación  y  lleva  todo  mi  poder,  etc. — 
Doña  María  Ortíz  de  Gaete.^^ 

A  pesar  de  ser  tan  fundada  esta  sííplica,  la  pobre  viuda 
del  conquistador  de  Chile  no  alcanzó  lo  que  pedia.  Elreimui 
ocupado  en  los  negocios  de  Europa,  comenzaba  a  olvidar 
los  servicios  de  sus  vasallos  de  América.  Cansada  de  espe- 
rar una  resolución,  aprovechó  el  viaje  a  España  de  otro  so- 
brino de  su  finado  esposo  para  recomendarle  la  jestion  de 
sus  negocios. 

Este  sobrino  era  el  capitán  Pedro  de  Aranda  Valdivia. 
El  cabildo  de  la  ciudad  de  Angol,  dirijiéndose  al  rei  con  fe^ 
cha  de  28  de  febrero  de"  1571,  le  decia  sobre  éste  i  sobre  su 
viaje  las  palabras  siguientes:  "El  capitán  Pedro  de  Aranda 
Valdivia,  movido  con  celo  de  servir  a  Nuestro  Señor  Dios  \^ 
a  V.  M.  y  representar  los  servicios  de  los  vasallos  que  en 
este  reino  tiene,  va  a  la  corte  de  nuestra  parte  a  besar  a 
V.  M.  los  pies.  Es  conquistador  deste  reino  y  tal  persona 
en  casta  y  servicios,  y  en  lo  demás  que  V.  M.  le  podrá  dar 
entero  crédito  en  lo  que  de  parte  de  este  reino  tratare. "i- 

Presentóse  el  capitán  Aranda  al  consejo  de  Indias  en  re- 

12  Deudo  de  este  capitán,  i  probablemente  su  hijo  o  su  sobrino, 
era  el  jesuita  Martin  de  Aranda,  asesinado  por  los  indios  arauca- 
nos en  diciembre  de  1612  junto  con  otros  dos  padres,  a  todos  los 
cuales  denominan  mártires  los  historiadores  de  la  Compañía.  Uno 
de  éstos,  el  padre  Alonso  de  Ovalle,  refiere  esta  muerte  con  todos 
los  caracteres  de  milagrosa.  «Yo  he  oído  contar,  agrega,  que  el  pa- 
dre Martin  de  Aranda  habló  con  los  indios  después  de  arrancado 
el  corazón.» 

El  capitán  Pedro  de  Aranda  Valdivia  tuvo  otro  hermano  capi- 
tán, llamado  Hernando,  que  se  ilustró  en  la  guerra  de  Arauco. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  387 

presentación  de  doña  Marina,  reclamando  lo  mismo  que 
ella  habia  pedido  en  su  solicitud.  El  licenciado  Calderón 
hacia  jestiones  análogas  en  la  misma  época  sin  fruto  algu- 
no. Otro  personaje  que  se  firma  Alonso  de  Herrera,  tomó 
también  la  representación  de  doña  Marina,  i  pedia  para 
ella  '*se  le  dé  cédula  de  recomendación  dirijida  al  goberna- 
dor que  al  presente  es  o  fuere  de  las  dichas  provincias  de 
Chile  para  que,  teniendo  consideración  a  los  servicios  del 
dicho  su  marido  y  a  la  necesidad  que  ella  tiene  y  padece,  le 
dé  de  comer  con  que  se  pueda  sustentar  conforme  a  la  cali- 
dad de  su  persona,  que  en  ello  V.  A.,  descargará  su  real  con- 
ciencia y  ella  recibirá  merced." 

Este  mismo  Alonso  de  Herrera  tomó  también  la  repre- 
sentación de  doña  Catalina  Ortiz,  la  cuñada  de  Valdivia, 
que  vivia  en  Chile  en  estado  de  viudez.  En  nombre  de  ella 
hizo  al  rei  la  siguiente  petición:  ''La  dicha  mi  parte  pasó  a 
las  provincias  de  Chile  al  principio  de  su  descubrimiento, 
en  compañía  de  doña  Marina  Ortiz  de  Gaete,  su  hermana, 
llevando  consigo  cuatro  hijos  y  dos  hijas,  para  lo  cual  ven- 
dió y  gastó  su  hacienda  y  lejítimas  de  sus  hijos.  Los  tres 
dellos  por  ser  de  suficiente  edad,  sirvieron  a  V.  A.  muchos 
años  en  la  sustentación  de  aquel  reino  y  en  sujetar  a  vues- 
tro real  servicio  a  los  indios  naturales,  por  lo  cual  a  los  dos 
que  fueron  Francisco  de  Figueroa  y  Juan  de  Villalobos  se 
les  dieron  indios  de  repartimiento,  y  fueron  brevemente 
muertos  por  los  naturales  de  aquel  reino,  y  por  no  dejar 
subcesor  se  pusieron  luego  en  vuestra  real  corona.  El  terce- 
ro, que  se  llamó  Lorenzo  Suárez  de  Figueroa,  le  mataron  los 
indios  en  Mareguano,  al  tiempo  que  mataron  al  hijo  del 
gobernador  Francisco  de  Villagran  y  a  otros  muchos  sol- 
dados, sin  habérsele  dado  indios  de  repartimiento  ni  dejar 
ningún  jénero  de  hacienda  ninguno  de  sus  hijos  con  que  la 
dicha  su  madre  se  pudiese  sustentar."  En  vista  de  estos  an- 
tecedentes. Herrera  pide  cédula  para  que  el  gobernador  de 
Chile  gratifique  a  la  referida  doña  Catalina,  i  le  dé  de  comer 
conforme  a  la  calidad  de  su  persona. 

Estas  solicitudes  se  repitieron    durante  dos  largos  años 


,'^88  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


sin  resultado  alguno.  Los  servicios  de  Valdivia  parecian 
haber  caido  en  olvido;  i  la  pobreza  en  que  se  hallaba  su 
desventurada  viuda  no  despertábala  compasión,  ya  que 
no  los  sentimientos  de  justicia,  de  los  miembros  del  consejo 
de  Indias.  Al  fin,  este  cuerpo  puso  al  pié  de  una  de  las  soli- 
citudes la  providencia  siguiente: 

"Que  en  España  no  hai  disposición  de  darle  la  recompen- 
sa que  pide,  y  que  vSe  le  dé  cédula  para  que  el  gobernador  de 
Chile  dé  a  doña  Marina  Ortiz  de  Gaete  competente  recom- 
pensa a  contento  de  doña  Marina,  en  lo  mas  pacífico  de 
aquella  tierra  vaco  o  que  vacare;  y  dada,  reparta  los  in- 
dios de  Arauco  y  los  demás  que  tiene  doña  Marina  que  fue- 
ren de  su  marido  entre  las  personas  que  mas  hubieren  ser. 
vido  para  que  los  tengan  y  mantengan  conforme  a  las  or- 
denanzas.— En  Madrid  a  9  de  junio  de  1573.— El  licenciado 
Araya — Ante  mí,  Balmaceda.^- 

¿Entró  doña  Marina  Ortiz  de  Gaete  en  posesión  de  esta 
gracia?  ¿Alcanzó  a  gozar  los  beneficios  que  debian  repor- 
tarle los  grandes  servicios  de  su  marido?  ¿Murió  antes  que 
hubiese  tenido  noticia  de  esta  concesión? 

Tres  cuerpos  de  autos  concernientes  a  este  negocio,  depo- 
sitados ahora  en  el  archivo  de  Indias  de  Sevilla,  dejan  sin 
resolver  estas  dudas;  pero  he  tenido  a  la  vista  otro  docu- 
mento en  que  está  esplicado  el  desenlace  de  estas  jestiones. 
Tocó  cumplir  aquella  real  disposición  a  Rodrigo  de  Quiro. 
ga,  uno  de  los  capitanes  de  la  conquista  a  quien  Valdivia 
hubiera  favorecido  mas  decididamente,  i  que  ahora  ocupa 
ba  el  alto  puesto  de  gobernador  de  Chile.  Pero  sea  que  hu- 
biera olvidado  los  servicios  que  debia  al  marido  de  doña 
Marina,  o  que  ésta  fuera  demasiado  intransijente  en  sus 
exijencias,  no  pudieron  entenderse  entre  ambos.  En  carta 
de  Rodrigo  de  Quiroga,  de  28  de  enero  de  1578,  que  conser- 
vo inédita,  decía  al  rei  estas  palabras:  ''Podria  vSer  que  an- 
te el  acatamiento  de  V.  M.  se  querelle  de  mí  doña  Marina 
diciendo  que  no  he  cumplido  la  cédula  que  V.  M.  le  mandó 
dar  para  que,  dejando  ella  el  repartimiento  de  Arauco,  se  le 
diese  otra  tanta  renta  como  la  que  tiene,  en  otra  parte.  Y 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  389 

para  que  V.  M.  sepa  la  verdad,  oso  decir  que  doña  Marina 
no  tiene  todo  el  repartimiento  que  dejó  el  gobernador  Val- 
divia, su  marido,  porque  ha  hecho  dejación  de  mucha  par- 
te del,  que  se  ha  dado  y  encomenado  a  parientes  suyos,  y  lo 
que  al  presente  tiene  está  de  guerra,  y  no  le  da  renta  algu- 
na; V  sin  embargo  desto,  le  daba  yo  en  términos  de  esta 
ciudad' de  Santiago  ciertos  indios  que  andan  en  la  labor  de 
las  minas  de  oro,  i  no  los  quiso." 

Probablemente,  doña  Marina,  anciana  de  mas   de  sesen 
ta  i  nueve  años  en  esa  fecha,  murió  antes  de  mucho  tiempo 
pobre  i  desamparada,  como  habia  vivido  los   iiltimos  vein 
te  años  de  su  vida  ^^.  Por  su  triste  contraste  de  la  fortuna 
ella,  la  mujer  lejítima  del  conquistador  de  Chile,  relaciona 
da  con  muchas  personas  que  hicieron  valer  sus  derechos  en 
la  corte,  i  que  mereció  mas  de  una  vez  la  recomendación  del 
rei,  vivió  sin  poder  conseguir  la  recompensa  a  quelahacian 
acreedora  los  servicios  de  su  marido,  mientras  Inés  Suárez, 
la  mujer  oscura  i  sin  relaciones  de  familia,  la  amante  ilejítima 
deValdivia  ocupaba  el  mas  alto  rango  en  la  colonia,  despo- 
sada como  estaba  con  un   caballero   respetable   que  murió 
de  sempeñando  el  cargo  de  gobernador  de    Chile. 

De  todos  los  parientes  que  acompañaron  a  doña  Marina 
Ortiz  de  Gaete  en  su  viaje  desde  España,  quien  le  sobrevi- 
vió mas  largo  tiempo  fué  su  sobrina  doña  Catalina  de  Mi- 
randa, aquella  joven  que,  oyendo  en  Sevilla  la  misa  que  de- 
cia  san  Francisco  de  Borja,  vio  el  rostro  de  éste  inundado 
por  una  luz  sobrenatural,  uno  de  esos  rayos,  dice  el  jesuita 
Cienfuegos  en  la  vida  del  referido  santo  (lib.  IV,  cap.  XII), 
**habia  vuelto  en  ceniza  todos  sus  deseos  de  la  tierra;  y  ba- 
ñada en  llanto  y  en  fuego  habia  prometido  no  cometer  cul- 


is El  cronista  Córdoba  de  Figueroa,  después  de  referir  que  doña 
Marina  sobrevivió  muchos  años  a  Valdivia,  dice  que  esa  señora 
instituyó  en  el  convento  de  franciscanos  de  Concepción  un  aniver- 
sario de  misas  por  el  alma  de  su  marido,  de  que  no  habia  memo- 
ria en  la  época  en  que  Córdoba  escribia.  Hist.  de  Chile,  lib.  II. 
cap.  X. 


3yO  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


pa  alguna  grave  y  rendirse  primero  a  la  muerte  que  a  los 
asaltos  del  infierno,  y  habiendo  pasado  cuarenta  y  cuatro 
años  después  de  este  suceso,  habia  guardado  inviolable- 
mente su  pureza  y  su  voto.  Desde  entonces,  añade,  rezaba 
cada  dia  cinco  veces  el  Padre  nuestro  y  el  ave  María  por  la 
Cora{3añía  de  Jesús,  y  rogaba  a  Nuestro  Señor  que  no  la 
Herrase  al  sepulcro  sin  el  consuelo' de  ver  a  los  jesuitas  en 
Chile."  Los  deseos  de  doña  Catalina  se  cumplieron:  vivia 
aun  en  1598,  cinco  años  después  de  haberse  establecido  los 
jesuitas  en  nuestro  pais,  i  alcanzó  a  confesarse  con  el  padre 
Luis  de  Valdivia,  a  quien  refirió  este  milagro,  junto  con 
otras  revehíciones  del  cielo  no  menos  sorprendentes.  El  pa- 
dre Valdivia  consignó  mas  tarde  estos  milagros  en  uno  de 
sus  escritos. 

No  terminaremos  este  estudio,  sin  embargo,  sin  recordar 
a  otro  pariente  de  Valdivia  de  quien  habla,  entre  otros  his- 
toriadores, el  cronista  Marino  de  Lobera  en  el  capítulo 
XXXIX  de  la  parte  II  (pájs.  141  i  142)  de  su  Crónica  del 
reino  de  Chile.  Dice  allí  que,  habiendo  el  gobernador  re- 
partido los  indios  de  los  alrededores  de  Valdivia,  dio  una 
encomienda  "de  mas  de  quince  mil  indios  a  un  cuñado  suyo 
que  acababa  de  llegar  de  España,  llamado  Diego  Nieto  de 
Gaete,  el  cual  era  hermano  de  su  mujer  doña  Marina  Ortiz 
de  Gaete".  Este  hecho  podria  hacer  creer  que  esta  señora 
habia  llegado  a  Chile  en  vida  de  Valdivia;  pero  poco  mas 
adelante  i  en  el  mismo  capítulo  agrega:  "No  mucho  después 
de  su  llegada  (a  Santiago)  despachó  a  su  teniente  Jerónimo 
de  Alderete  para  España,  y  con  él  a  su  cuñado  Diego  Nieto 
de  Gaete,  para  que  le  trajesen  a  su  mujer  y  con  ella  a  la 
mujer  e  hijos  del  mismo  Diego  Nieto,  y  a  sus  nietos  que  vi- 
niesen a  gozar  de  lo  que  con  tanto  sudor  habia  ganado  ." 

Nieto  de  Gaete,  que  fué  uno  de  los  primeros  pobladores 
de  Valdivia,  i  su  esposa  doña  Leonor  Cervantes,  instituye- 
ron allí,  según  un  documento  auténtico  que  tuvo  a  la  vista 
el  cronista  Córdoba  F'igueroa,  unas  capellanías  en  su  pro- 
pia casa  en  favor  de  los  conventos  de  Sin  Francisco  i  la 
Merced  (V.  Córdoba  Figueroa,   lib.  II,  cap.    III   páj.  61,  i 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  391 

Olivares,  íí/síor/a  OV/7,  líb.  II,  cap.  XIV,  páj.  136).  Ha- 
hiendo  trasladado  mas  tarde  su  residencia  a  Osorno,  cuan- 
do don  García  Hurtado  de  Mendoza  repobló  esta  ciudad 
en  1558,  Nieto  de  Gaete  fué  uno  de  sus  vecinos  mas  acau- 
dalados. Por  su  testamento,  otorgado  en  febrero  de  1578, 
dejó  a  su  familia  una  fortuna  considerable  a  pesar  de  ha- 
ber dispuesto  que  de  sus  bienes  sacaran  susalbaceas  veinti- 
siete mil  pesos  de  buen  oro  para  repartir  entre  tres  mil  in- 
dios que  tenia  en  encomienda,  cuya  cantidad  de  dinero  es 
estimada  en  cincuenta  i  cuatro  mil  pesos  por  el  cronista 
Córdoba  de  Figueroa  (lib.  II,  cap.  XXI,  páj.  109).  Olivares, 
que  ha  tomado  esta  noticia  para  su  historia  civil  (lib.  III, 
cap.  VI,  páj.  201)  le  ha  dado  sin  embargo  una  mala  inteli- 
jencia,  suponiendo  que  los  legados  del  cuñado  de  Valdivia 
montaron  a  ochenta  i  un  mil  pesos,  de  los  cuales  cincuenta 
i  cuatro  mil  fueron  destinados  a  objetos  piadosos. 


LOS  COMPAÑEROS  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA. 

Algunos  de  los  historiadores  nacionales  ha  exajerado 
mucho  la  importancia  de  los  corapañcos  de  Valdivia. 
Se  ha  creido  hallar  la  prueba  de  su  superioridad  sobre 
el  común  de  los  conquistadores  de  América  en  el  hecho  de 
que  los  ciento  cincuenta  hombres  que  componian  la  hues- 
te de  Valdivia,  noventa  firmaron  el  acta  por  la  cual  en  10 
de  junio  de  1541  pidieron  que  se  nombrase  a  ese  caudillo 
gobernador  de  Chile.  Debe  advertirse  aquí  que  hai  en  esta 
opinión  un  error  de  hecho,  porque,  según  espresa  esa  mis- 
ma acta,  'Mos  que  no  stibian  firmar  rogaron  a  los  que  lo  sa- 
bian  firmasen  por  ellos". 

Hemos  querido  recojer  algunas  noticias  relativas  a  los 
compañeros  de  Valdivia  antes  de  venir  a  Chile,  hemos  com- 
pulsado muchos  documentos  i  leido  atentamente  las  cróni- 
cas de  la  conquista  del  Perú  o  de  otros  pueblos  americanos 
en  que  debieron  servir,  i  sólo  hemos  hallado  uno  que  otro 
dato  referente  a  algunos  de  ellos.  Otros  eran  completa- 
mente desconocidos;  i  entre  ellos  figuran  varios  de  los  per- 
sonajes mas  caracterizados  de  los  primeros  dias  de  la  con- 
quista, como  Pedro  Gómez,  el  primer  maestre  de  campo  de 
Valdivia,  Juan  Bohon.  el  primer  fundador  de  La  Serena, 
Alonso  de  Monroy,  etc. 

Las  notas  siguientes  se  refieren  a  aquellos  capitanes  o 
soldados  de  Valdivia  acerca  de  los  cuales  hemos  hallado 


394  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


en  los  documentos  o  en  las  crónicas  algunas  noticias  ante, 
riores  a  su  venida  a  Chile.  Son  simples  apuntes  que  podrán 
servir  a  los  que  deseen  estudiar  prolijamente  la  historia  de 
la  conquistM  de  Chile. 

Jerónimo  de  Alderete. 

De  todos  los  compañeros  de  Valdivia  era  Jerónimo  de  Al- 
derete, el  que  tenia  un  nombre  mas  ilustre  en  1540  Nacido 
en  la  ciudad  de  Olmedo,  en  Castilla  la  Vieja,  abrazó  muí 
joven  la  carrera  de  las  armas.  Soldado  en  las  guerras  de 
Italia,  habia  adquirido  en  ellas  una  grande  esperiencia  en 
el  arte  militar.  En  1534  se  hallaba  en  España,  cuando  Je- 
rónimo de  Ortal,  que  acababa  de  recibir  el  título  de  gober- 
nador déla  provincia  de  Paria,  alistaba  jen  te  para  hacer 
la  conquista  de  este  pais.  A  fines  de  ese  año,  Ortal  se  em 
barco  parael  Nuevo  Mundo, dejando  en  España  al  capitán 
Alderete  para  que  le  siguiese  con  la  jente  que  pudiera  jun- 
tar. Al  fin,  éste  partió  para  América  a  principios  de  1535 
llevando  consigo  150  soldados  (en  cuyo  número,  como 
hemos  dicho  en  otra  parte,  iba  el  mismo  Valdivia)  municio- 
nes i  otros  pertrechos  para  la  jornada.  Alderete  desembar- 
có en  la  pequeña  isla  de  Cubagua,  a  donde  fué  a  reunírselc 
el  gobernador  Ortal.  De  allí  se  trasladaron  a  la  isla  de  la 
Trinidad,  situada  cerca  de  la  embocadura  del  rio  Orinoco,  i 
en   seguida   desembarcaron  en  tierra  firme. 

Ortal  habia  despachado  anteriormente  una  parte  de  sus 
tropas  a  recorrer  el  interior  del  pais.  Hallándose  allí  sin  la 
jente  necesaria  para  abrir  en  forma  la  campaña,  los  espedi- 
cionarios  no  querian  otra  cosa  que  hacer  esclavos  a  los  in- 
dios para  venderlos  en  las  colonias  españolas,  aprovechán- 
dose de  un  permiso  que  el  rei  habia  concedido  a  Ortal  para 
hacer  este  negocio.  Un  capitán  llamado  Agustín  Delgado, 
que  habia  hecho  este  mismo  tráfico  en  la  costa  de  África, 
acometió  la  empresa  con  cincuenta  hombres;  pero  cuando 
los  compañeros  de  Ortal  creian  no  tener  que  luchar  mas 
que  con  los  indios,  llegó   a  aquellos  lugares  otro  capitán, 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  395 

Antonio  Sedeño,  que  habla  espedicionado  allí  mismo,  i  que 
pretendía  ahora  el  gobierno  de  la  Trinidad  i  los  territorios 
adyacentes. 

En  medio  de  las  angustias  de  esta  situación,  estallaron 
en  el  mismo  campo  de  Ortal  las  disensiones  entre  sus  pro- 
pios subalternos,  a  quienes  queria  contener  para  regulari- 
zar el  orden  en  su  campo.  Los  soldados  se  sublevaron  con- 
tra su  jefe,  lo  depusieron  del  mando  obligándolo  a  volverse 
atrás  con  algunos  de  los  suyos,  i  dieron  el  mando  a  Jeróni- 
mo de  Alderete  i  a  otro  capitán  nombrado  Martin  Nieto. 

Alderete  i  Nieto  ejecutaron  entonces,  a  la  cabeza  de  sólo 
60  hombres,  una  de  las  espediciones  mas  atrevidas  de  que 
fué  teatro  el  Nuevo  Mundo  en  los  dias  mas  heroicos  de  la 
conquista.  Atravesando  en  toda  su  estension  los  terribles 
llanos  que  se  estienden  al  norte  del  Orinoco,  llegaron  hasta 
las  inmediaciones  de  Tocuyo,  donde  se  hallaba  un  capitán 
llamado  Martínez,  con  la  jente  que  bajo  las  órdenes  de  uno 
de  los  mas  audaces  esploradores  de  Venezuela,  Nicolás  Fe- 
derman,  estaba  en  marcha  para  el  interior  de  ese  pais.  Es- 
te aventurero  atrajo  a  sus  banderas  a  los  soldados  de  Alde- 
rete i  de  Nieto;  pero  estos  capitanes  se  escusaron  de  seguirlo 
en  su  emprc^sa;  i  acompañados  de  una  pequeña  escolta,  se 
pusieron  en  marcha  para  Coro,  i  allí  se  embarcaron  poco 
mas  tarde  para  Santo  Domingo.  Nieto  murió  en  esa  isla 
antes  de  mucho  tiempo  i. 

Alderete  no  quiso  detenerse  en  Santo  Domingo.  Las  no- 
ticias que  allí  llegaban  del  Perú  atraían  mucha  jente  de- 
seosa de  hacer  fortuna  en  un  pais  que  se  creia  cuajado  de 
riquezas,  i  que  en  esos  instantes,  a  causa  del  levantamiento 
de  los  indíjenas,  necesitaba  auslliares  españoles  para  la  con- 


1  Para  los  que  quisieran  estudiar  mas  detenidamente  la  vida  de 
Alderete  antes  de  venir  a  Chile,  diremos  aquí  que  estas  noticias  es- 
tán consignadas  con  mucha  mas  estension  en  Juan  de  Castella- 
nos, Elejías  de  varones  ilustres  de  Indias,  part.  1^,  elejías  X  i  XI; 
en  frai  Pedro  Simón,  Noticias  historiales  de  la.  conquista  de  Tierra 
Firme,  not.  III  i  IV,  i  en  Oviedo  i  Baños,  Historia  de  la  conquista 
de  Venezuela,  part.  I,  lib   II,  cap.  II. 


396  '  KSTUDIOS    HISTÓRICOS 


sumacion  de  la  conquista.  Alderete  pasó  al  Perú  en  1537;  i 
después  de  haber  servido  allí  en  el  ejército  de  los  Pizarros 
durante  la  guerra  civil  contra  Diego  de  Almagro  el  viejo, 
se  alistó  en  la  hueste   de   Valdivia,  i  vino  a  Chile  en  1540. 

Hemos  señalado  en  el  estudio  anterior  algunos  hechos 
desconocidos  referentes  al  viaje  de  este  capitán  a  España 
como  emisario  de  V^aldivia.  Alderete  llegó  a  España  en  oc- 
tubre de  1553,  i  en  los  primeros  dias  del  año  siguiente,  se 
presentó  en  Valladolid  ante  el  príncipe  don  Felipe,  que  es- 
taba encargado  por  su  padre  de  la  rejencia  del  reino.  En  esa 
ciudad  estendió  un  poder  el  H  de  enero  de  1554  a  favor  de 
un  caballero  de  Sevilla  para  que  recibiera  en  esa  ciudad  el 
oro  que  traia  de  Chile  i  que  habia  rejistrado  en  Nombre  de 
Dios,  así  como  cualesquiera  otra  otras  partidas  que  en  su 
riombre  viniesen  de  las  Indias  -.  Desde  entonces  comenzó  a 
ocuparse  en  el  desempeño  de  su  misión. 

Vamos  ahora  a  consignar  aquí  ciertas  noticias  sobre  el 
resultado  de  las  jestiones  hechas  por  Alderete  en  la  cor- 
te, tomándolas  principalmente  del  libro  Rejistro  de  provi- 
siones reales  para  Chile  (1553  -1571),  que  se  conserva  iné- 
dito en  el  archivo  de  Indias  de  Sevilla. 

En  virtud  de  las  representaciones  de  Jerónimo  de  Aldere- 
te acerca  de  la  escasez  i  carestía  de  herramientas  para  el 
laboreo  de  las  minas  en  Chile,  falta  de  jen  te  i  otras  causas, 
el  príncipe  don  Felipe,  rejente  del  reino,  dispuso  por  cédula 
dada  en  Vaíladolid  el  21  de  febrero  de  1554,  i  dirijida  a  los 


-  Se  ha  escrito  en  diversas  ocasiones  que  cuando  Alderete  llegó 
a  España,  el  príncipe  don  Felipe  se  hallaba  en  Inglaterra,  a  donde 
habia  ido  a  celebrar  su  matrimonio  con  la  reina  María  Tudor.  De 
los  documentos  aparece  que  Alderete  se  hallaba  en  Valladolid  en 
enero  de  1554,  i  se  sabe  que  Felipe  no  salió  de  allí  en  viaje  para 
Inglaterra  sino  en  julio  si<juiente.  El  emisario  de  Valdivia  comenzó 
a  tratar  los  asuntos  de  Chile  en  la  capital  de  la  monarquía,  Valla- 
dolid; pero,  según  se  desprende  de  un  pasaje  de  Ercilla  (^raí7cana, 
canto  XII,  oc.  8  i  9),  testigo  de  estos  hechos,  pasó  a  Londres  en 
la  comitiva  del  príncipe  i  allí  se  le  confirió  el  gobierno  de  Chile,  cu- 
yo nombramiento  le  dio  en  Valladolid  la  princesa  doña  Juana. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  397 

oficiales  reales,  que  por  cinco  años  sólo  se  pagara  al  reí 
diezmos  de  oro,  es  decir,  la  décima  parte  del  oro  que  se  sa- 
case de  los  lavaderos,  en  lugar  del  quinto  que  debía  pagar- 
se según  la  lei.  ''E  cumplido  los  dichos  cinco  años,  dice  la 
cédula,  se  pagará  el  noveno,  e  así  descendiendo  en  cada  un 
año  hasta  llegar  al  quinto:  pero  del  oro  que  hobiere  de  res- 
cate e  cabalgadas  ^  o  en  otra  cualquier  manera  desde  luego 
habéis  de  cobrar  el  quinto  de  todo  ello,  e  si  hobiere  oro  de 
sepulturas  hobeis  de  cobrar  el  cuarto." 

Con  autorización  del  presidente  l^a  Gasea,  Valdivia  ha- 
bia  nombrado  en  cada  pueblo  de  Chile  tres  rejidores  por 
dos  años  i  medio.  EvStos  encomendaron  a  Alderete  que  so- 
licitase del  rei  confirmación  a  perpetuidad  de  dichos  cargos 
sin  necesidad  de  presentarse  en  la  corte  ni  de  nombrar  co- 
misionados especiales  para  ello.  El  príncipe,  por  cédula  es- 
pedida en  Valladolid  el  9  de  marzo  de  1554,  concedió  a  los 
interesados  hasta  cuatro  años  para  hacer  sus  jestiones; 
pero  se  negó  a  acceder  a  lo  que  se  le  pedia. 

El  mismo  dia  9  de  marzo  de  1554,  el  rei,  a  solicitud  de 
Alderete,  mandó  a  estender  los  títulos  de  ciudad  para  los 
pueblos  de  Valdivia,  Imperial  i  Villarrica,  i  con  fecha  de  18 
del  mismo  mes  i  año,  les  despachó  el  privilejio  de  armas. 

El  príncipe  don  Felipe  espidió  el  propio  dia  la  siguiente 
real  cédula  sobre  pago  de  deudas:  "El  príncipe.  Goberna- 
dor i  oficiales  que  agora  son  o  fueren  de  aquí  adelante  en 
la  provincia  de  Chile  y  otros  jueces  y  justicia  de  ellas  a 
quienes  esta  mi  cédula  fuere  mostrada.  El  capitán  Jeróni- 
mo de  Alderete,  en  nombre  de  los  consejos,  justicias,  rejido- 
res, caballeros,  escuderos,  oficiales  y  homes  buenos  de  las 
cibdades  y  villas  de  dicha  provincia  me  ha  hecho  relación 
que  a  causa  de  ser  nuevamente  conquistada  y  poblada  esa 
tierra,  los  vecinos  de  ella  están  necesitados  y  adeudados,  3' 
por  ello  les  han  hecho  y  hacen  muchas  molestias  y  ejecucio- 
nes vendiéndoles   sus   armas,   caballos,  y  esclavos  y  camas 


3  Dábase  por  estension  este  nombre  al  despojo  o  presa  que  se 
hacia  en  las  cabalgadas,  o  correrías,  en  las  tierras  del  enemigo. 


398  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


en  que  duermen;  y  me  suplicó  y  pidió  por  merced  que  por 
ser  tierra  nuevamente  ganada  j  conquistada  y  tan  apar- 
tada de  los  puertos  por  donde  pasan  las  mercaderías  y 
donde  se  venden  a  subidos  precios,  mandasse  que  por  las 
dichas  deudas  no  se  pudiesse  hacer  ejecución  alguna  en  las 
dichas  armas,  caballos,  ni  esclavos,  ni  en  casas  ni  en  ca- 
mas; por  lo  que  vos  mando  que  por  el  tiempo  que  nuestra 
majestad  y  voluntad  fuesse  no  consintáis  ni  deis  lugar  que 
por  las  deudas  que  se  contrajessen  de  aquí  adelante  entre 
los  vecinos  y  moradores  desa  dicha  provincia  se  hagan  eje- 
cuciones algunas  en  sus  personas,  armas  ni  caballos,  ni  en 
sus  casas  ni  camas  en  que  dormieren,  ni  en  tres  esclavos  de 
su  servicio,  lo  cual  no  haced  y  cumplid,  teniendo  los  dichos 
vecinos  otros  bienes  en  que  se  pueda  hacer  la  dicha  ejecu- 
ción, en  las  dichas  sus  personas,  armas  y  caballos.  Valla- 
dolid,  18  de  marzo  de  1554." 

Por  otra  real  cédula  dada  en  Valladolid  el  9  de  abril  de 
1554,  el  príncipe  don  Felipe  atendió  a  otras  de  las  necesi- 
dades que  le  señalaba  Alderete.  En  vista  de  las  representa- 
ciones hechas  por  Iñigo  Lúpez  de  Mondragon  en  nombre 
del  consejo,  justicia  i  rejidores  de  la  ciudad  de  Concepción, 
el  príncipe,  sabedor  de  cuan  costosas  eras  las  apelaciones 
que  aquellos  vecinos  hacian  en  todos  sus  litijios  ante  la 
audiencia  de  Lima  por  no  existir  un  tribunal  análogo  en 
Chile,  mandó  para  evitar  gastos  que  los  cabildos  pudieran 
conocer  en  las  apelaciones  de  los  pleitos  entre  españoles 
siempre  que  el  litijio  recayera  sobre  valores  que  no  excedie- 
ren de  300  pesos  de  oro. 

Con  fecha  21  de  abril  del  mismo  año,  el  príncipe,  después 
de  oir  los  informes  de  Alderete,  espidió  dos  resoluciones. 
Por  una  de  ellas  dispuso  que  la  elección  de  alcaldes  i  rejido. 
rcs  de  los  cabildos  se  hiciera  siempre  en  vecinos  del  mismo 
pueblo.  Por  la  otra,  declaró  que,  sabiendo  que  el  goberna- 
dor de  Chile  negaba  de  ordinario  el  permiso  que  pedian  al- 
gunos vecinos  encomenden  s  para  pasar  a  España,  manda- 
ba que  en  adelante  se  les  permitiese  hacer  viajes  de  tres 
años  cada  vez  que  lo  solicitaran,  sin  que  por  eso  perdieran 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  399 


SUS  encomiendas  i  repartimientos.  Pocos  días  después,  el 
10  de  mayo  de  1554,  el  príncipe,  que  había  recibido  las 
cartas  de  Valdivia  que  llevó  Alderete,  escribió  a  aquél  una 
corta  carta  manifestándole  su  aprobación  por  todo  lo  he- 
cho en  la  conquista  de  Chile,  i  recomendándole  que  emplea- 
ra siempre  el  mismo  celo  en  su  servicio  i  en  la  difusión  de 
la  fe  e  instrucción  relijiosa;  i  que  atendiera  i  cuidara  a  los 
indios. 

Alderete,  como  se  sabe,  llevó  a  España  el  primer  oro  que 
allí  se  recibió  de  Chile.  Ese  oro  sirvió  para  aumentar  los 
valiosos  presentes  que  el  príncipe  don  FeHpe  hizo  a  la  reina 
María  de  Inglaterra  con  quien  celebró  matrimonio  en  ese 
mismo  año.  Los  historiadores  refieren  que  el  espectáculo 
que  mas  alegró  a  los  ciudadanos  de  Londres  en  las  fiestas 
que  tuvieron  lugar  con  motivo  de  aquel  matrimonio,  fué 
una  inmensa  cantidad  de  barras  de  plata  i  oro  que  Felipe 
mandó  pasear  por  la  ciudad  hasta  la  Torre,  donde  debian 
ser  depositadas  en  las  arcas  reales  *.  El  oro  de  Chile  tuvo, 
pues,  el  honor  de  haber  figurido  en  aquella  solemne  cere- 
monia. 

Parece  que  Alderete  pasó  a  Inglaterra  en  la  comitiva  del 
príncipe,  a  lo  menos,  allí  se  hallaba  cuando  llegó  a  la  corte 
la  noticia  de  la  muerte  de  Pedro  de  Valdivia.  Felipe  resol- 
vió en  el  momento  afianzar  la  conquista  de  Chile,  que  se  le 
pintaba  como  uno  de  los  paises  riías  ricos  de  América,  dan- 
do para  ello  el  gobierno  a  Jerónimo  de  Alderete,  cuyos  ser 
vicios  i  cuyo  carácter  eran  justamente  estimados.  Después 
de  haberle  manifestado  su  voluntad,  lo  despachó  a  España 
para  que  allí  se  le  estendieran  sus  títulos,  y  para  que  hicie- 
se su  aprestos  de  viaje. 

Durante  la  ausencia  del  príncipe,  tuvo  la  rejencia  de  Es- 
paña su  hermana  doña  Juana,  viuda  det  rei  de  Portugal. 
Esta  princesa  continuó  entendiendo  en  la  administración 
de  los  negocios  de  América,  oyendo  las  representaciones  de 
Alderete  i  dispensando  a  éste  la  misma  confianza.  En  31  de 


4  Prescott,  Philip  II,  book  I,  chap.  IV. 


400  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


marzo  de  1555,  doña  Juana  espidió  dos  reales  cédulas  con- 
cernientes a  ese  caballero,  a  quien  se  acababa  de  agraciar 
con  la  cruz  de  la  orden  de  Santiago.  *'Por  hacer  bien  y  mer- 
ced  a  vos  el  capitán  Jerónimo  de  Alderete,  caballero  de  la 
orden  de  Santiago,  dice  una  de  ellas,  acatando  los  muchos, 
buenos  y  leales  servicios  que  nos  habéis  fecho  y  los  que  es- 
peramos que  nos  liareis  de  aquí  adelante,  en  alguna  en- 
mienda '"^  y  remuneración  de  ellos,  nuestra  majestad  y  vo- 
luntad es  que  agora  y  de  aquí  adelante  para  en  toda  vues- 
tra vida  seáis  nuestro  adelantado  de  la  provincia  de  Chile, 
llamada  la  Nueva  Estremadura,  etc."  Por  la  otra,  le  con- 
cede permiso  para  pasar  a  Chile  ''llevando  consigo  a  su 
mujer  ^  y  llevar  las  mujeres  que  hobiere  menester  para  su 
servicio  y  veinte  criados,  llevando  ante  vosotros  (oficiales 
reales  de  Sevilla)  información  hecha  en  su  tierra  ante  la 
justicia  della  y  con  aprobación  de  la  dicha  justicia  de 
cómo  los  veinte  criados,  ni  ellos  ni  las  dichas  mujeres  son 
délos  prohibidos  a  pasar  a  aquellas  provincias,  y  délas 
señas  de  sus  personas;  y  ansimismo  le  dejéis  y  consintáis 
lleve  consigo  a  la  dicha  provincia  de  Chile  ocho  hombres 
casados,  llevando  consigo  a  sus  mujeres,  lo  cual  ansí  hase 
de  cumplir  sin  que  en  ello  le  pongáis  impedimento  alguno". 
Con  la  misma  fecha  se  le  concedió  permiso  para  sacar  jo- 
3'as  de  oro  i  plata  sin  restricción  alguna.  Otro  permiso 
para  traer  las  armas  que  hubiere  menester  para  la  defensa 
de  su  persona.  I  por  fin,  otro  por  el  cual  se  le  eximia  del 
pago  del  derecho  de  almojarifazgo  por  el  valor  de  1,000 
pesos  de  oro, 

Dos  meses  después  se  despachó  un  nuevo  título  en  favor 
de  Alderete.  La  princesa  doña  Juana  por  cédula  dada  en 
Valladolid  el  29  de  mayo   de  1555  le  dio  el  cargo  de  gober- 


^  Remuneración  o  premio. 

<»  No  es,  pues,  exacto  lo  que  se  ha  escrito  alguna  vez  que  Alde- 
rete pasase  a  Chile  con  su  esposa  en  1540.  Doña  Esperanza  de 
Rueda,  así  se  llamaba  esa  señora,  no  salió  de  España  sino  en  1555, 
con  muchas  personas  de  su  familia. 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE   VALDIVIA  401 

nador  de  Chile,  ampliando  su  gobernación  hasta  el  Estre- 
cho de  Magallanes.  Por  otra  cédula  espedida  el  mismo  dia, 
le  encargó  que  llegando  a  Chile  enviase  a  tomar  razón  de 
la  tierra  del  otro  lado  del  estrecho  7.  Desde  de  ese  dia, 
Alderete  comenzó  a  gozar  de  las  prerrogativas  i  honores 
de  gobernador.  Así  se  ve  por  otra  real  cédula  de  31  de 
marzo  en  que,  en  vista  de  las  frecuentes  solicitudes  de  algu- 
nos conquistadores  para  obtener  el  cargo  de  rejidores  per- 
petuos en  los  pueblos  de  Chile  i  de  las  gracias  que  en  este 
sentido  pensaba  hacer  Valdivia,  la  princesa  pide  informe  a 
Alderete  sobre  si  convenia  o  no  la  perpetuidad  en  dichos 
cargos.  Por  otra  real  cédula  de  4  de  abril  del  mismo  año, 
la  princesa  recomienda  a  Alderete  que  tome  ciertas  medi- 
das para  obtener  el  mejor  beneficio  de  las  minas  ^. 

Alderete  se  embarcó  en  San  Lúcar  de  Barrameda  el  15 
de  octubre  de  1555,  Acompañábalo  su  mujer,  doña  Espe- 
ranza de  Rueda,  con  comitiva  de  deudos  i  criados,  i  su  her- 
mano Francisco  Mercado.  Venia  con  él  don  Alonso  de  Er- 
cilla,  el  célebre  cantor  de  ha  Araucana^  atraido  por  la 
esperanza  de  ilustrar  su  nombre  en  las  guerras  del  Nuevo 
Mundo.  La  nave  que  los  conducia  i  de  que  era  maestre  o 
capitán  un  tal  Diego  Martin,  formaba  parte  de  la  flota  que 
conducia  a  América  a  don  Andrés  Hurtado  de  Mendoza, 
que  acababa  de  ser  nombrado  virei  del  Perú. 

Después  de  muchos  dias  de  navegación,  la  flota  esperi- 
mentó  una  recia  tormenta.  La  nave  del  capitán  Diego  Mar- 
tin sufrió  tales  averías  que  se  vio  obligado  volver  a  Cádiz 
a  repararse  ^.  La  princesa  doña  Juana,  que  refiere  este  he- 


7  Esta  cédula,  conservada  en  el  archivo  del  cabildo  de  Santiago, 
fué  dada  a  luz  por  don  Miguel  Luis  Amunátegui  en  los  Títulos  de 
la  República  de  Chile  a  la  soberanía  de  la  estremidad  austral  del 
continente  americano,  páj.  27,  Santiago,  1853. 

8  Esta  real  cédula  ha  sido  publicada  íntegra  por  don  Luis  To- 
rres DE  Mendoza,  en  la  páj.  346  del  tomo  VII  de  la  Colección  de 
documentos  inéditos  del  archivo  de  Indias,  Madrid,  1867. 

9  El  inca  Garcilaso  de  la  Vega,  en  la  segunda  parte  de  sus 
Comentarios  reales  del  Pera,  lib.  VII,  cap.  III,  refiere  que  la  nave 

TOMO    VII  26 


402  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


cho  en  su  real  cédula  de  24  de  noviembre  de  1555  dirijida  a 
los  oficiales  reales  de  Tierra  Firme,  encargó  a  estos  funcio- 
narios que,  cuando  Alderete  pasase  por  esa  provincia,  le 
diesen  2,000  pesos  de  oro  para  ausiliarlo  en  su  viaje  e  in- 
demnizarlo por  el  valor  de  los  gastos  hechos  en  Cádiz. 

Repuesto  de  este  quebranto,  Alderete  emprendió  de  nue- 
vo su  viaje.  En  la  provincia  de  Panamá,  fué  oportunamen- 
te socorrido  por  el  virrei,  marques  de  Cañete,  que  se  habia 
demorado  allí  para  atender  diversos  asuntos  administrati- 
vos. Al  fin,  ambos  funcionarios,  el  virrei  del  Perú  i  el  gober- 
nador de  Chile,  se  embarcaron  en  Panamá  para  seguir  su 
viaje  al  sur;  pero,  después  de  haber  navegado  las  primeras 
seis  leguas,  cuando  se  hallaba  en  frente  de  la  pequeña  isla 
de  Taboga,  Alderete  falleció  ^o.  Su  muerte  debió  tener  lugar 
en  los  primeros  dias  de  abril  de  1556. 

Después  del  fallecimiento  de  Alderete,  sus  deudos  recu- 
rrieron a  la  corte  pidiendo  gracias  i  favores  en  atención  de 
los  servicios  prestados  por  aquél  en  la  conquista  de  Chile. 
Las  providencias  dictadas  por  el  rei,  o  mas  propiamente 
por  la  princesa  doña  Juana,  rejente  del  reino,  sirven  para 


en  que  navegaba  Alderete  se  incendió  en  alta  mar  por  un  descuido 
de  una  cuñada  de  éste,  que,  por  mostrarse  mui  devota,  tenia  luz 
encendida  en  su  cámara  para  rezar,  i  agrega  que  en  este  incendio 
perecieron  muchas  personas  i  un  hijo  de  Alderete.  En  los  docu- 
mentos que  he  tenido  a  la  vista,  no  he  encontrado  esta  noticia  ni 
tampoco  habla  de  ella  Diego  Fernández  en  su  Historia  del  Perú, 
que  refiere  el  viaje  de  Alderete  en  el  cap.  III,  libro  II,  parte  11.  La 
relación  de  éste,  que  es  un  escritor  contemporáneo  i  mui  bien 
informado  de  lo  que  escribe,  está  perfectamente  de  acuerdo  con  la 
real  cédula  de  24  de  noviembre  de  1555,  que  nos  sirve  de  guia  en 
este  punto,  i  que  tampoco  habla  del  incendio  de  la  nave. 

10  El  marques  de  Cañete  refirió  al  rei  todos  los  incidentes  de 
este  viaje  y  la  muerte  de  Alderete  en  carta  escrita  en  Trujillo  el  25 
de  mayo  de  1556.  Desgraciadamente  no  he  podido  ver  nunca  esta 
carta,  aunque  conservo  copia  de  otras  escritas  por  el  mismo  fun- 
cionario, en  una  de  las  cuales,  de  15  de  setiembre  del  mismo  año, 
hace  referencia  a  los  mismos  hechos. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  403 

rectificar  los  errores  en  que  han  caido  algunos  cronistas  al 
hablar  de  los  descendientes  de  este  conquistador. 

Por  cédula  de  29  de  octubre  de  1556,  la  princesa  reco- 
mienda al  gobernador  de  Chile,  cualquiera  que  fuese,  que 
atienda  a  Francisco  Mercado,  vecino  i  natural  de  Olmedo, 
que  pasaba  a  este  pais  con  su  hermano  Jerónimo  de  Alde- 
rete,  fallecido  en  Taboga,  en  atención  a  los  servicios  pres- 
tados por  éste. 

Con  la  misma  fecha  manda  que  los  oficiales  reales  de 
Chile  paguen  a  la  viuda  de  Alderete  los  sueldos  íntegros 
que  correspondian  a  su  marido  hasta  el  dia  de  su  muerte. 

Por  otra  cédula  de  la  misma  fecha,  la  princesa  autoriza 
a  doña  Esperanza  Rueda,  viuda  de  Alderete,  para  que,  por 
no  haber  dejado  éste  hijos  lejítimos,  tome  ella  sus  reparti- 
mientos de  indios  i  demás  bienes.  Doña  Esperanza  se  casó 
t;n  Chile  en  segundas  nupcias  con  un  vecino  de  Concepción 
llamado  Bernabé  Mejía. 

Por  otra  cédula  de  23  de  marzo  de  1558,  la  princesa  re- 
comienda al  gobernador  de  Chile  que  ayude  i  favorezca  con 
cargos  i  destinos,  en  virtud  de  los  servicios  de  su  padre,  a 
Diego  de  Alderete,  hijo  natural  del  adelantado  Jerónimo  de 
Alderete.  Ese  personaje,  mas  conocido  con  el  nombre  de 
Diego  Maso  de  Alderete,  era  casado  con  una  hermana  de 
la  mujer  de  Francisco  de  Villagran.  En  Chile  sirvió  en  la 
guerra;  obtuvo  el  título  de  correjidor  de  Castro  en  Chiloé, 
i  se  ilustró  en  una  espedicion  de  reconocimiento  que  hizo 
en  los  archipiélagos  del  sur  (véase  Marino  de  Luyera, 
lib.  III,  cap.  XIII). 

De  este  hijo  debia  provenir  la  descendencia  de  Alderete 
que  a  principios  del  siglo  XYIII  residia  en  Chiloé,  según 
cuenta  el  cronista  Córdoba  i  Figüeroa,  Historia  de  Chile, 
lib.  II,  cap.  XV. 

En  una  información  de  servicios  formada  en  años  atrás 
por  don  José  de  Villegas,  vecino  de  Mendoza,  he  encon- 
trado algunas  noticias  referentes  a  otro  hermano  de  Je- 
rónimo de  Alderete  llamado  Alonso  Mercado.  Se  dice  allí 
que,  después  de  haber  servido  en  la  conquista  del  Perú, 


404  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


pasó  a  Chile  con  Valdivia,  fué  poblador  de  la  Serena,  i 
murió  en  un  combate  con  los  indios  comarcanos,  cuando 
esa  ciudad  fué  destruida  en  1548.  Una  hija  suya,  llamada 
doña  Beatriz,  se  casó  con  el  capitán  Alonso  de  Reinoso, 
hijo  del  maestre  de  campo  del  mismo  nombre;  i  de  ellos 
nació  doña  María  de  Reinoso,  madre  de  don  José  de  Vi- 
llegas. 

Francisco  de  Villagraii. 

El  capitán  Francisco  de  Villagran,  que  tanto  figuró  en 
la  conquista  de  Chile  i  que  llegó  a  ser  gobernador  de  este 
pais,  era  un  bastardo  de  ilustre  familia  nacido  en  la  ciudad 
de  Astorga,  en  la  provincia  de  León,  por  los  años  de  1507. 
Su  padre  fué  un  caballero,  comendador  de  la  orden  de  San 
Juan,  llamado  Alvaro  de  Sarria,  apellido  ilustre  en  Galicia 
i  en  las  otras  provincias  del  norte  de  España  i.  Su  madre 
fué  una  señora  principal,  hija  de  un  hidalgo  noble,  llamada 
Ana  de  Villagran  2  .  El  hijo  de  ésta  tomó  el  nombre  de  Vi. 
llagran,  i  usó  sus  armas,  que  eran  un  escudo  de  plata  con 
una  águila  negra,  rodeado  con  un  borde  jaquelado  de  plata 
i  azul.  Los  otros  Villagranes  que  sirvieron  en  la  conquista 
de  Chile  eran  sus  parientes  por  el  lado  de  su  madre. 

Sus   primeros  servicios  en  la  conquista  de  América  nos 
son  completamente  desconocidos  ^  .  Se  sabe  sí  que  en  1538, 


1  Véase  Piferrer,  Nobiliario  de  los  reinos  i  señoríos  de  Españüy 
tomo  III,  páj.  51  i  siguiente. 

2  A  las  razones  que  hemos  dado  en  otra  parte  para  probar  que  es- 
te apellido  debe  escribirse  así  i  no  Villagra,  debemos  agregar  aquí 
que  su  oríjen  proviene  el  pueblo  de  Villagran,  en  Castilla  la  Vieja, 
como  se  lee  en  Piferrer,  obra  citada,  tomo  V,  pajina  139. 

3  Kn  carta  de  PVancisco  de  Villagran  al  reí  escrita  en  Santiago 
el  12  de  diciembre  de  1547,  en  que  recomienda  encarecidamente  a 
Valdivia  i  pide  para  sí  mercedes  en  atención  a  sus  servicios,  dice 
sólo  que  ha  servido  dos  años  en  el  Perú  i  siete  en  este  Nuevo  Es- 
tremo. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  405 

después  de  la  derrota  de  Almagro  en  la  jornada  de  las  Sa- 
linas, se  hallaba  en  el  Cuzco,  cuando  Hernando  Pizarro 
confió  a  Pedro  de  Candía  la  conquista  de  la  provincia  de 
Ambaya.  Este  aventurero,  que  habia  amontonado  una  for- 
tuda  colosal,  la  gastó  casi  por  completo  en  formar  una 
columna  espedicionaria  con  que  penetrar  al  otro  lado  de 
los  Andes.  En  ella  dio  a  Francisco  de  Villagran  el  rango  de 
capitán. 

Esa  campaña  fué  enteramente  infructuosa.  Los  castella- 
nos pasaron  en  la  sierra  las  mayores  penalidades  que  es 
posible  concebir;  i  desesperando  que  la  empresa  pudiera 
darles  mejores  resultados,  comenzaron  algunos  de  ellos  a 
hablar  de  un  proyecto  de  sublevación  que  podria  cambiar 
su  fortuna.  Un  capitán  llamado  Alonso  de  Mesa,  natural 
de  Canarias,  concibió  el  plan  de  volver  al  Cuzco  a  pretesto 
de  dar  cuenta  del  resultado  de  la  espedicion,  apresar  a  Her- 
nando Pizarro  i  dar  libertad  a  Almagro,  que  aun  permane- 
cia  preso,  en  la  confianza  de  que  al  lado  de  éste  su  situación 
mejoraría  notablemente.  Villagran  entró  en  este  proyecto, 
así  como  algunos  otros  soldados  i  oficiales  de  la  columna 
espedicionaria.  Dos  de  éstos,  creciéndose  descubiertos  por 
una  carta  que  habian  escrito  al  Cuzco,  se  apresuraron  a 
comunicarlo  todo  a  Hernando  Pizarro,  denunciando  al 
efecto  a  los  capitanes  Mesa  i  Villagran,  que  eran  los  cabe- 
zas del  complot.  La  consecuencia  de  este  denuncio  fué  que 
Hernando  acelerase  la  ejecución  de  Almagro,  i  que  saliendo 
del  Cuzco  a  la  cabeza  de  una  columna  respetable,  se  presen- 
tase en  actitud  de  amigo  en  el  campo  de  Candia,  i  luego 
apresase  a  Mesa  i  Villagran.  El  primero  fué  ejecutado  allí 
mismo  después  de  un  corto  interrogatorio;  i  cuando  se  iba 
a  ejecutar  la  sentencia  en  el  segundo,  o  mejor  dicho  la  or- 
den de  Hernando,  intercedieron  por  él  Gonzalo  Pizarro  i 
otros  caballeros,  i  obtuvieron  al  fin  que  se  le  perdonase  la 
vida.  Francisco  de  Villagran  fué  condenado  a  destierro 
fuera  del  Cuzco,  i  en  consecuencia,  tuvo  que  salir  a  campa- 
ña con  el  capitán  Pedro  Anzúres,  que  se  dirijia  a  conquis- 
tar las  rejiones  que  hoi  forman  el  territorio  boliviaao. 


406  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Después  de  un  año  de  penosas  campañas,   Francisco   de 
Villagran,   derrotado  en    algunos  combates  por  los  indios 
chunchos  de  la  altiplanicie,  muerto  de  hambre  i  de  cansan- 
cio, bajaba  de  la  sierra  con  algunos  soldados  para  buscar 
su  salvación  en  las  tierras  bajas  de  Arica  i  Tarapacá.  Aquí 
encontró  a  principios  de  1540   a  Pedro  de  Valdivia,    que  a 
la  cabeza  de  un  puñado  de  aventureros  marchaba  resuelta- 
mente hacia  Chile.  Villagran  se  incorporó  en  esta  hueste  en 
el  rango  de  capitán.  Su  valor  i  su  constancia  le  abrieron  el 
camino  para  llegar  antes  de  mucho  tiempo  a  los  mas  altos 
puestos.  Han  cometido  un  error  los  historiadores  de  Chile 
que  han  dicho  que  Villagran  salió  del  Cuzco  con  Valdivia,  i 
que  traia  el    título  de  maestre    de  campo   o  jefe  de  estado 
mayor  de  la  columna  espedicionaria.   El  primer  maestre  de 
campo  de  Valdivia  fué  Pedro  Gómez,  soldado  oscuro,  que 
no  adquirió  en  Chile  una  celebridad  correspondiente  al  ran 
go  en  que  vino  del  Perú. 

Todos  los  historiadores  de  la  conquista  han  referido  los 
servicios  que  Villagran  prestó  al  lado  de  Valdivia,  i  la  ma- 
nera cómo  desempeñó  el  gobierno  interino  cuando  ese  jefe 
pasó  al  Perú  en  1547  ^.  Cuando  Valdivia  volvió  de  ese  pais, 
Villagran  fué  enviado  a  él  para  reunir  un  nuevo  cuerpo  de 
ausiliares.  Los  cronistas  Góngorá  Marmolejo  (cap.  VIII)  i 
Marino  de  Lotera  (caps.  XXIX  i  XXX  Hb.  I)  han  conta- 
do con  grande  acopio  de  datos  ios    trabajos  que    pasó  ese 


4  El  cronista GÓNGOK A  Marmolejo  {Historia  de  C/?/7e,  cap.  VIII), 
refiere  que  durante  este  interinato,  Villagran  tuvo  deseos  de  con- 
servar en  sus  manos  el  gobierno  de  Chile,  i  que  al  efecto,  cuando 
fué  enviado  al  Perú  su  deudo  Pedro  de  Villagran,  llevaba  dos  in- 
formaciones: una  en  favor  i  otra  en  contra  de  Valdivia,  con  encar- 
go de  hacer  uso  de  ellas  según  hallase  el  estado  favorable  o  adver- 
so de  los  negocios  de  éste.  Pedro  de  Villagran,  encontrando  las 
cosas  bien  dispuestas  para  Valdivia,  no  se  atrevió  a  hacer  uso  de 
la  acusación  que  llevaba  contra  él.  No  parece  infundada  esta  acu- 
sación cuando  se  leen  las  cartas  del  cabildo  de  Santiago  que  lleva- 
ba el  mismo  Pedro  de  Villagran,  en  una  de  las  cuales  se  pedia  a 
Francisco  de  Villagran  por  gobernador  de  Chile.  Véase  el  acta  de 
la  sesión  de  10  de  setiembre  de  1548. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  407 

capitán.  Se  conoce  también  el  modo  como  llegó  a  tomar  el 
mando  de  Chile  después  de  la  muerte  de  Valdivia,  i  las 
ocurrencias  del  resto  de  su  vida;  pero  talvez  se  juzgarán 
interesantes  las  noticias  siguientes  que  son  ignoradas  o  po- 
co conocidas. 

« 

En  febrero  de  1554  las  ciudades  de  Santiago,  la  Serena, 
Concepción,  Villarrica  e  Imperial,  acordaron  dirijirse  al  rei 
dándole  cuenta  de  la  derrota  i  muerte  de  Valdivia,  i  pidién- 
dole se  sirviese  nombrar  en  su  reemplazo  a  Francisco  de 
Villagran.  Este  mismo  se  dirijió  al  monarca  con  el  propio 
objeto  representándole  sus  servicios.  El  ájente  designado 
para  llevar  a  España  estas  peticiones  fué  Gaspar  Orense, 
el  cual,  como  hemos  dicho  en  otra  parte,  pereció  en  un 
naufrajio,  si  bien  se  salvó  la  correspondencia  que  llevaba. 
Desde  luego,  la  princesa  doña  Juana,  rejente  del  reino,  des- 
pachó el  31  de  marzo  de  1555  una  real  cédula  por  la  cual 
conferia  a  Villagran  el  título  de  mariscal,  mandando  'aguar- 
darle todas  las  distinciones  y  preminencias  e  informando 
al  príncipe  don  Felipe  y  demás  magnates,  infantes,  prela- 
dos, duques,  marqueses,  condes,  ricos  homes,  maestres  de 
las  órdenes,  priores,  comendadores  i  sub-comendadores, 
alcaldes  de  los  castillos  e  casas  fuertes  y  llanas  e  a  los  de 
nuestro  consejo,  presidentes  e  oidores  de  las  nuestras  au- 
diencias e  a  los  nuestros  visoreyes,  gobernadores,  capitanes 
jenerales  e  otros  ministros."  Pero  el  monarca  dispuso  que 
Alderete  fuese  el  gobernador  de  Chile;  i  por  eso,  el  29  de 
mayo  de  1555,  el  mismo  día  que  firmaba  el  nombramiento 
de  éste,  la  prineesa^doña  Juana  escribió  a  Francisco  de  Vi- 
llagran una  carta  mui  lisonjera  en  que  aprobaba  su  con- 
ducta durante  el  tiempo  que  habia  gobernado  en  Chile  i  k 
ofrecia  tener  memoria  de  sus  servicios  para  recompensar- 
lo en  lo  que  pidiera.  Decíale  allí  mismo  que,  habiendo  nom- 
brado antes  a  Alderete  para  el  gobierno  de  Chile,  no  habia 
podido  hacerle  esta  merced,  pero  que  le  enviaba  el  título  de 
mariscal.  Esta  misma  contestación  se  dio  a  los  cabildos 
que  habia  recomendado  Villagran. 
La  corte  recordó  esta  promesa  tres  años  mas  tarde.  Por 


408  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


cédula  espedida  en  Bruselas  el   20  de  diciembre  de  1558,  el 
príncipe,  coronado  ya  reí  con  el  nombre  de  Felipe  II,  nom- 
bró a  Villagran  gobernador  de  Chile   ^ 
El  gobierno  de  Villagran  fué  calamitoso.  Los  araucanos, 


5  Son  curiosos  los  dos  documentos  que   siguen    relativos    a  este 
nombramiento: 

Título   de  gobernador   <le   Chile   a   Francisco 
de    Villagran. 

"Don  Felipe,  etc.,  por  cuanto  por  fin  i  muerte  de  Pedro  de 
Valdivia  nuestro  gobernador  i  capitán  jeneral  del  Nuevo  Estremo 
y  provincias  de  Chile,  Nos  proveímos  déla  dicha  gobernación  al 
adelantado  don  Jerónimo  de  Alderete,  y  yendo  a  servir  el  dicho 
cargo  falleció,  y  por  su  fallecimiento  el  marqués  de  Cañete,  nuestro 
visorrei  de  las  provincias  del  Perú,  proveyó  de  la  dicha  goberna- 
ción a  don  García  de  Mendoza,  su  hijo,  y  ahora  por  algunas  cau- 
sas cumplideras  a  nuestro  servicio  enviamos  a  mandar  al  dicho 
don  García  de  Mendoza  que  se  venga  a  estos  reinos,  y  conviene 
proveer  de  la  dicha  gobernación  persona  tal  cual  convenga  para 
el  dicho  cargo,  por  ende  aceptando  lo  que  vos  el  mariscal  Fran- 
cisco de  Villagran  nos  habéis  servido  y  entendido  que  así  cumple 
a  nuestro  servicio  y  buena  gobernación  de  la  dicha  tierra  y  admi- 
nistración y  ejecución  de  la  nuestra  justicia  en  ella,  tenemos  por 
bien  que  por  el  tiempo  que  nuestra  merced  y  voluntad  fuese,  o 
hasta  tanto  que  por  Nos  otra  cosa  se  provea;  tengáis  la  goberna- 
ción y  capitanía  jeneral  del  dicho  Nuevo  Estremo  y  provincias  de 
Chile,  y  que  hagáis  y  tengáis  la  nuestra  justicia  civil  y  criminal 
en  todas  las  ciudades,  villas  y  lugares  que  en  las  dichas  provin- 
cias hai  pobladas  y  que  se  poblaren  con  los  oficios  de  justicias 
que  en  ellas  hubiere,  y  por  esta  nuestra  carta  mandamos  a  los 
nuestros  consejos,  justicias,  rejidores,  caballeros  y  escuderos  ofi- 
ciales y  homes  buenos  de  todas  las  ciudades,  villas  y  lugares  que 
en  las  dichas  tierras  hai  y  hubiere  y  se  poblare,  y  a  los  nuestros 
oficiales  y  capitanes  y  veedores  y  otras  personas  que  en  ellas  resi- 
dieren, y  a  cada  uno  de  ellos  que  luego  que  con  ellas  fueren  reque- 
ridos, sin  otra  larga  ni  tardanza  alguna  sin  no  mas  requerir  ni 
consultar  ni  a  pesar  ni  atender  a  otra  carta  segunda  ni  tercera 
juicios  tomen  y  reciban  de  vos  el  dicho  mariscal  Francisco  de  Vi- 
llagran y  de  vuestros  lugartenientes  los  cuales  podáis  poner  y  los 
quitar  i  admover  cada  (vez)  que  quisiereis  y  por  bien  tuvierais 
el  juramento  y  solemnidad  que  en  tal  caso  se  requiere  y  debéis  ha- 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  409 


sometidos  un  momento  por  clon  García  Hurtado  de  Men- 
doza, se  rebelaron  inmediatamente.  El  nuevo  gobernador, 
valiente  sin  duda  como  soldado,  carecia  de  las  dotes  nece- 
sarios para  el  mando   superior;   i  en  los  dos   años  que  lo 


cer,  el  cual  hánse  hecho,  vos  halláis,  recibáis  por  nuestro  gober- 
nador capitán  jeneral  y  justicias  délas  dichas  tierras  y  provin- 
cias y  ^os  deben  y  consientan  libremente  usar  3^  ejercer  los  dichos 
oficios  y  cumplir  y  ejecutar  en  nuestras  justicias  en  ellas  por  vos 
y  por  los  dichos  vuestros  lugartenientes  que  en  los  dichos  oficios 
de  gobernador  y  capitán  jeneral  y  alguacilazgos  y  otros  oficios  a 
la  dicha  gobernación  anexos  y  concernientes,  podáis  poner  y  pon- 
gáis los  cuales  podáis  quitar  y  admover  cada  y  cuando  viereis 
que  a  nuestro  servicio  y  a  la  ejecución  de  nuestra  justicia  cumplan 
y  poner  y  subrogar  otros  en  su  lugar  y  oir  librar  y  determinar 
todos  pleitos  y  causas  así  civiles  como  criminales  que  en  las  di- 
chas tierras  3^^  provincias  y  pueblos  de  ellas,  así  entre  la  jente  que 
la  fuesen  a  poblar  como  entre  los  naturales  de  ella  hubieren  y  na- 
cieren y  podáis  llevar  y  llevéis  vos.  Y  los  dichos  otros  alcaldes  y 
lugartenientes  los  derechos  a  los  dichos  oficios  anexos  y  pertene- 
cientes y  hacer  cualesquiera  pesquisasen  los  dichos  casos  de  dichas 
premisas  y  todas  las  otras  cosas  a  los  dichos  oficios  anexas  y 
concernientes  que  vos  vuestros  tenientes  en  lo  que  a  nuestro  ser- 
vicio y  ejecución  de  nuestra  justicia  y  población  y  gobierno  de  las 
dichas  tierras  y  provincias  y  pueblos  viereis  que  convenga;  y  para 
usar  y  ejercer  los  dichos  oficios  y  cumplir  y  ejecutar  la  vuestra  jus- 
ticia todos  sean  conformes  con  vos,  con  sus  personas  y  jentes  y 
os  den  y  hagan  dar  todo  el  favor  y  ayuda  que  les  pidiereis  y  me- 
nester hubiereis,  y  en  todo  os  acepten  y  obedezcan  y  cumplan 
vuestros  mandamientos  y  de  vuestros  lugartenientes,  y  que  en 
ello  ni  en  parte  de  ello  embargo  ni  contradicción  alguna  vos  os 
no  pongan  ni  consientan  poner,  que  Nos  por  la  presente  os  recibi- 
mos y  habemos  por  recibido  á  los  dichos  oficios  y  al  uso  y  ejercicio 
de  ellos  y  os  damos  poder  y  facultad  para  los  usar  y  ejercer  y 
cumplir  y  ejecutar  la  nuestra  justicia  en  las  dichas  tierras  y  pro- 
vincias y  en  las  ciudades,  villas  y  lugares  de  ellas  y  sus  términos 
por  vos  y  por  vuestros  lugartenientes,  como  dicho  es,  caso  que 
por  ellos  o  por  algunos  de  ellos  a  ellos  no  se  hayan  recibido,  y  por 
esta  nuestra  carta  mandamos  al  dicho  don  García  de  Mendoza  y 
otras  cualesquiera  personas  que  tienen  o  tuvieren  las  earas  de  la 
nuestra  justicia  en  los  pueblos  de  las  dichas  tierras  y  provincias 
que  luego  que  vos  el  dicho  Francisco  de  Villagran  fueren  re- 
queridos os  la  xlen  y  entreguen  y  no  usen  mas  de  ella  sin    nuestra 


410  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ejerció,  las  tropas  españolas  esperimentaron  todo  jénero 
de  desgracias.  Sus  contemporáneos  le  atribulan  por  com- 
pleto la  responsabilidad  de  estos  contratiempos,  i  no  vaci- 
laron en  dirijirse  al  rei  para  hacer  a  aquel  gobernante  las 
mas  graves  acusaciones,  como  vamos  a  verlo. 


licencia  y  especialmente  so  las  penas  en  que  caen  e  incurren  las 
personas  privadas  que  usan  de  oficios  públicos  y  reales  para  que 
no  tienen  poder  ni  facultad,  que  Nos  por  la  presente  los  suspende- 
mos y  habernos  por  suspendidos.  Y  otrosí  que  las  penas  pertene- 
cientes a  nuestra  cámara  y  fisco  en  que  vos  y  vuestros  alcaldes  y 
lugartenientes  condenareis  las  ejecutéis  y  hagáis  ejecutar  y  dar  y 
entregar  al  dicho  tesorero  de  Ja  dicha  tierra.  Y  otrosí  es  nuestra 
merced  que  si  vos  el  dicho  mariscal  Francisco  de  Villagran  en- 
tendiereis ser  cumplidera  a  nuestro  servicio  y  a  la  ejecución  de  la 
nuestra  justicia  que  cualesquiera  personas  de  las  que  ahora  están 
o  estuvieren  de  las  dichas  tierras  y  provincias  salgan  y  no  entren 
mas  en  ellas  y  se  vengan  a  presentar  ante  Nos  que  vos  les  podréis 
mandar  de  nuestra  parte  y  los  hagáis  de  ello  salir  conforme  a  la 
prgamática  que  sobre  esto  habla,  dando  a  la  persona  que  así  de- 
terminareis la  causa  porque  la  desterráis,  y  si  os  pareciere  que 
conviene  que  sea  secreta  dársela  deis  cerrada  y  sellada  y  vos  por 
otra  parte  enviareis  otra  tal  por  manera  que  seamos  informado 
de  ello,  pero  habéis  de  estar  advertido  que  cuando  huVjiereis  de  ci- 
tar a  alguno  no  sea  sin  muí  grave  causa.  Y  otrosí  es  nuestra  mer- 
ced que  las  penas  pertenecientes  a  nuestra  cámara  y  fisco  la  ejecu- 
téis y  hagáis  ejecutar  y  dar  y  entregar  al  dicho  nuestro  tesorero 
de  la  dicha  tierra.  Y  otrosí  tenemos  por  bien  ampliar  y  estender 
la  dicha  gobernación  de  Chile  de  como  la  tenia  el  dicho  Pedro  de 
Valdivia  otras  ciento  y  setenta  leguas  poco  mas  o  menos  que  son 
desde  los  confines  de  la  gobernación  que  tenia  el  dicho  Pedro  de 
Valdivia  hasta  el  estrecho  de  Magallanes,  no  siendo  en  perjuicio 
de  los  límites  de  otra  gobernación,  para  que  vos  el  dicho  Fran- 
cisco de  Villagran  y  las  personas  y  relijiosos  que  fuesen  en  vuestra 
compañía  podáis  poblar  y  pueblen  la  dicha  tierra  y  habitar  y  mo- 
rar y  contratar  en  ella  persuadiendo  siempre  sin  premio  ni  fuerza 
a  los  naturales  de  ella  que  reciban  nuestra  fe  y  relijion  cristiana  y 
se  sujeten  en  cuanto  a  lo  espiritual  a  la  obediencia  de  la  Iglesia 
Romana,  y  en  cuanto  a  lo  temporal  por  la  via  y  medios  que  en 
cuanto  ha  lugar  a  nuestra  señoría  y  dominio  real,  conservando  a 
los  habitantes  en  las  dichas  tierras  y  provincias  en  la  posesión  y 
señorío  de  todos  sus  bienes,    derechos  y  acciones   que  justamente 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  411 

Juan  de  Bastidas  escribía  al  rei  desde  la  ciudad  de 
Concepción,  i  con  fecha  10  de  mayo  de  1563,  la  siguien- 
te carta:  "Los  vasallos  de  Y.  M.  que  residimos  en  par- 
tes tan  remotas  y  separadas  del  socorro  y  amparo  de 
V.  M.  no  podemos  dejar  de  ocurrir  y  dar  cuenta  a  Y.  M. 


le  pertenecen  o  pertenecieron  sin  les  hacer  ninguna  opresión  y 
agravio  conforme  a  la  orden  que  tenemos  dada  para  poblar  por 
mar  o  por  tierra  que  os  será  entregada,  para  lo  cual  todo  lo  que 
dicho  es  y  para  usar  y  ejercer  los  dichos  oficios  de  nuestro  gober- 
nador y  capitán  jeneral  de  las  dichas  tierras  y  provincias  de  Chile 
que  así  tenian  en  gobernación  el  dicho  Pedro  de  Valdivia  y  al  pre- 
sente tiene  el  dicho  don  García  de  Mendoza,  lo  que  así  os  damos 
de  nuevo  en  gobernación  hasta  el  dicho  estrecho  de  Magallanes  y 
cumplir  y  ejecutar  la  nuestra  justicia  en  todo  ello  os  damos  poder 
cumplido  por  esta  nuestra  carta  con  todas  sus  incidencias  y  de- 
pendencias y  emerjencias,  anexidades  y  conexidades;  y  es  nuestra 
merced  y  mandamos  que  hagáis  y  llevéis  de  salario  en  cada  un 
año  con  los  dichos  oficios  todo  el  tiempo  que  los  tuviereis  dos  mil 
pesos  de  oro  de  minas,  lo  cual  mandamos  a  los  oficiales  de  la  di- 
cha tierra  que  os  den  y  paguen  de  las  rentas  y  provechos  que  en 
cualquier  manera  tuviéremos  en  ella  durante  el  tiempo  que  tuvie- 
rais la  dicha  gobernación,  y  no  la  habiendo  en  el  dicho  tiempo  no 
seamos  obligados  a  cosa  de  ello  y  que  tomen  vuestra  carta  de  pa- 
go con  la  cual  y  con  el  traslado  de  ésta  nuestra  provisión  signado 
de  escribano  público  mandamos  que  le  sean  recibidos  y  pasados 
en  cuenta  y  los  unos  y  los  otros  no  hagáis  ni  hagan  ende  al  por 
alguna  manera  so  pena  de  la  nuestra  merced  y  de  mil  castellanos 
para  la  nuestra  cámara  a  cada  uno  que  lo  contrario  hiciere.  Dado 
en  Bruselas  a  veinte  de  diciembre  de  mil  y  quinientos  cincuenta  y 
ocho.— Yo  EL  REL— Yo  Fvancisco  de  Eraso,  secretario  de  su  ma- 
jestad real  la  hice  escribir  por  su  mandado.— Librada  del  licen- 
ciado Briviesca. — Licenciado  don  Juan  Sarmiento,  el  doctor  Vaz- 
queZf  el  licenciado  Villa  Gómez.— V^\  Licenciado  Agreda^' 

Instrucciones  a  Villagran 

Yo  EL  REI.  -  Loque  vos  el  mariscal  Francisco  de  Villagran  nues- 
tro gobernador  de  las  provincias  de  Chile  habéis  de  hacer  en  ser- 
vicio de  Dios  nuestro  señor  y  nuestro  bien  de  aquella  tierra  por 
virtud  de  los  despachos  que  de  Nos  lleváis  y  de  esta  instrucción  es 
lo  siguiente: 

"Primeramente  porque  Nos  nos  tenemos  siempre  por  obligados 


4l2  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  nuestros  trabajos  como   a  nuestro   rei  y   señor  natu- 
ral  para  que  vistos  los    agravios  i  excesos  que  por  Fran 
cisco    de    Villagran,    gobernador  de  estas    provincias    de 
Chile  V  sus  ministros  se  hacen,  como  por  los  capítulos  que 


a  dar  órdenes  como  los  naturales  de  aquellas  provincias  conozcan 
a  Dios  nuestro  señor  y  le  sirvan  y  dejen  la  inñdelidad  y  error  en 
que  han  estado  para  que  su  santo  nombre  sea  en  todo  el  mundo 
conocido  y  ensalzado  y  los  dichos  naturales  puedan  conseguir 
el  fruto  grande  de  su  sacratísima  redención,  os  mando  que  ten- 
gáis muí  especial  cuidado  de  la  conversión  y  cristiandad  de 
los  dichos  indios  y  que  sean  bien  doctrinados  y  enseñados  en 
las  cosas  de  nuestra  santa  fe  católica  y  leí  evanjélica  y  que  para 
esto  os  informéis  si  hai  ministros  suficientes  que  les  enseñen  la  di- 
cha doctrina  y  los  bauticen  y  administren  los  otros  sacramentos 
de  la  santa  madre  Iglesia  de  que  tuviesen  halúiidad  y  suficiencia 
para  los  recibir,  y  si  en  esto  hubiere  falta  alguna  en  tanto  que  va 
prelado  avisar  nos  habéis  de  ello  y  de  que  conviniere  proveerse  y 
entre  tanto  vos  proveeréis  en  ello  lo  que  viereis  que  mas  convenga 
porque  por  falta  de  doctrina  y  ministro  que  se  lo  enseñen  los  di- 
chos indios  no  reciban  daño  y  perjuicio  en  sus  ánimas  y  concien- 
cias, lo  cual  haréis  y  empleareis  con  toda  dilijencia  y  cuidado  co- 
mo de  VOS  se  confia  con  que  descargamos  nuestra  conciencia  real 
y  encargamos  la  vuestra  y  para  ello  procurareis  de  llevar  algunos 
relijiosos  de  la  orden  de  San  Francisco. 

"Otro  sí;  porque  los  indios  naturales  de  aquellas  provincias  re 
ciben  mucho  daño  y  perjuicio  en  sus  vidas  por  las  inmoderadas 
cargas  que  les  echan  llevándolos  de  unas  partes  a  otras  y  para  re- 
medio de  esto  conviene  que  se  abran  caminos  y  se  hagan  puentes 
con  viavidad  para  que  las  recuas  puedan  ir  libremente  a  todas 
partes.  Luego  como  llegareis  a  aquella  tierra  daréis  orden  como 
así  se  efectúe  y  se  abran  los  caminos  y  se  hagan  puentes  donde  no 
los  hubieren  por  la  orden  contenida  en  una  cédula  qtie  con  esta 
se  os  entregue,  porque  nuestra  determinada  voluntad  es  que  dan- 
do orden  en  lo  susodicho  por  ninguna  via  de  los  dichos  indios  por- 
que ce?en  tantas  muertes  y  daños  como  por  esta  causa  les  pueden 
recrecer  3^  para  ejecución  de  los  susodichos  veré  yo  otra  cédula  que 
cerca  de  ello  mandamos  dar  que  también  se  os  entregará,  hacerla 
cumplir  y  ejecutar  como  en  ella  se  contiene. 

"Y  porque  por  las  nuevas  leyes  y  por  nuestras  cédulas  y  provi- 
siones está  mandado  que  se  tasen  los  tributos  que  los  indios  han 
de  dar  y  nuestra  voluntad  es  que  lo  que  cerca  de  esto  por  Nos  está 
mandado  se  guarde  y  cumpla  y  ejecute    terne    yo    cuidado  de  que 


ESTUDIOS    DIVEESOS    SOBRE   VALDIVIA  413 

con  ésta  a  V,  M.  envío  se  entenderá,  mando  proveer  el  re- 
medio que  mas  al  servicio  de  V.  M.  convenga.  Suplico  a 
V.  M.  los  mande  ver  por  ques  lo  que  ha  pasado  al  pié  de  la 
letra;  y  no  los  haber  enviado  antes  ha  sido  la  causa  t<"- 
ner  cerrados  Jos  caminos  de  mar  y  tierra  y  gran  cui- 
dado que  nadie  avisasse  a  V.  M.  de  lo  que  pasaba.  In 
víolos  al  fiscal  que  V.  M.  en  el  audiencia  real  de  los  reyes 
tiene,  con  harto  temor,  porque  al  ser  entendido  no  paga- 
ría con  menos  que  la  cabeza.  Pero  visto  que  cuando  Fran- 
cisco de  Villagran  entró  a  gobernar  esta  tierra  la  halló  muí 
quieta,  pacífica  i  rica  y  que  agora  por  su  causa  se  han  des- 
poblado cuatro  ciudades  y  una  casa  fuerte  y  muerto  mu- 
chos españoles  y  naturales  en  la  guerra  y  que  finalmente 
está  mui  perdida,  me  he  atrevido  a  la  pena  que  me  viniere. 
Nuestro  señor  guarde  los  dias  de  V.  M.,  Conciption,  a  10 
de  mayo  de  1563.— /oa/i  de  Bastídas^\ 


así  se  haga  y  con  la  presente  os  mando  entregar  una  provisión 
nuestra  en  que  se  da  la  orden  que  cerca  de  esto  se  ha  de  tener, 
proveeréis  que  se  cumpla  en  todo  y  por  todo  como  en  ella  se  con- 
tiene. 

"Otro  sí:  terncis  especial  cuidado  en  guardar  y  cumplir  los  ca- 
pítulos de  correjidores  y  especialmente  los  que  hablan  y  disponen 
cerca  de  los  pecados  públicos  y  entenderéis  en  el  castigo  de  ellos 
con  toda  dilijencia  y  cuidado  porque  Dios  nuestro  señor  será  mui 
servido  de  ello,  como  son  blasfemos,  hechiceros,  alcahuetes,  aman- 
cebados públicos,  usureros  y  juegos  y  tableros  públicos  y  otros  se- 
mejantes; y  en  ellos  pondréis  la  dilijencia  que  de  vos  confiamos 
porque  se  evite  tanto  daño.  Como  veréis,  por  una  nuestra  cédula 
que  con  esta  se  os  entrega,  se  os  ordena  y  manda  que  llegado  a 
aquellas  tierras  enviéis  algunos  navios  a  tomar  noticia  y  rela- 
ción de  la  tierra  que  hai  de  la  otra  parte  del  estrecho,  terneis  cui- 
dado de  entender  y  de  avisarnos  de  las  nuevas  que  trajeren  las 
personas  que  enviareis  a  ello. 

"Ytem:  terneis  mui  gran  cuidado  de  que  haya  todo  buen  recau- 
do en  nuestra  hacienda,  quintas  y  diezmos  a  Nos  pertenecientes  en 
aquellas  provincias;  y  aquellos  nuestros  oficiales  de  ellas  no  vayan 
de  continuo  enviando  lo  que  hubiereis  nuestro  como  les  está  man- 
dado por  sus  instrucciones;  y  veréis  como  los  dichos  nuestros  ofi- 
ciales usan  sus  oficios  y  daréis   orden  como    hagan  lo  que  deben  y 


414  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


En  el  archivo  de  Indias,  donde  tomé  copia  de  esta  carta, 
no  hallé  los  documentos  a  que  ella  se  refiere. 

El  cabildo  de  Cañete,  en  carta  escrita  al  rei  desde  Con- 
cepción, el  27  de  agosto  de  1563  (Villagran  habia  muerto 
en  julio  del  mismo  año),  le  da  cuenta  mui  sumaria  del  go- 
bierno de  don  García  Hurtado  de  Mendoza  i  de  las  ven- 
tajas que  alcanzó  sobre  los  araucanos,  ''de  todo  lo  cual, 
agrega,  como  personas  a  cuyo  cargo  estaba  aquella  re 
pública,  (Cañete),  habemos  informado  a  V.  M.,  tomando 
ánimo  y  atrevimiento  a  ello  por  el  celo  que  al  servicio 
de  V.  M.  siempre  hemos  tenido,  demás  que  esa  república 
estaba  fundada  en  la  parte  donde  solo  de  ella  pendia  la 
seguridad  de  este  reino  para  que  los  naturales  no  se  re- 
rebelasen,  porque  caso  puesto  que  todos  jeneralmente  da- 
ban sus  a\^udas,   todo  se  venia  a  resumir  en  que  en  nin- 


son  obligados  y  cumplan  en  todo  las  instrucciones  que  les  están 
dadas  y  proveeréis  como  en  todo  nuestra  hacienda  sea  aumentada 
y  que  haya  todos  los  aprovechamientos  justos  que  ser  puedan. 

**Y  porque  somos  informados  que  muchos  de  los  indios  de 
aquellas  provincias  no  tienen  policía  en  su  república  ni  saben  que 
cosa  es,  daréis  orden  como  la  tengan  y  que  haya  entre  ellos  quien 
sepa  repartir  los  tributos  que  han  de  dar  y  que  se  tenga  caja  de 
ello  o  tres  llaves  donde  se  recojan  y  que  tengan  gobernador,  alcal- 
des y  oficiales  entre  ellos^  y  que  se  tomen  cuenta  a  sus  tiempos  a 
los  que  tuvieron  cargos  de  recojer  los  tributos  y  que  se  quiten  de 
sus  tiánguez  *  y  mercados  sus  contrataciones  ilícitas  y  usurarias 
y  proveáis  que  que  no  saben  entre  sí  los  unos  a  los  otros  dándoles 
en  todo  una  orden  e  manera  de  vivir. 

*'Y  que  por  un  capítulo  de  las  nuevas  leyes  está  proveído  y 
mandado  que  no  haya  ni  se  consienta  haber  traspasos  de  pueblos 
de  indios  ni  por  vía  de  venta,  ni  compra  ni  donación  ni  por  otro 
título  ni  causa  ni  debajo  de  cualquier  color  que  sea,  verlo  habéis 
y  mandarlo  habéis  guardar,  cumplir  y  ejecutar  como  en  él  se 
contiene. 

"En  lo  cual  entenderéis  con  el  cuidado  y  dilijencia  que  de  vos 
confiamos.  Fecha  en  Bruselas  a  veinte  días  del  mes  de  diciembre 
de  mil  y  quinientos  y  cincuenta  y  ocho  años. —Yo  el  reí.— Por 
mandado  de  su  majestad Francisco  de  Eraso.'^ 


'•'  Voz  mejicana  que  significa  mercado. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  415 

guna  parte  de  este  reino  se  intentaban  las  cosas  sino  era 
en  esta  provincia  de  Tucapel,  como  se  entendia  claro  por 
esperiencia,  i  para  dar  cuenta  a  Y.  M.  de  lo  sucedido 
nuevamente.  Entrando  en  el  gobierno  de  este  reino  el 
mariscal  Francisco  de  Villagran  por  mandado  de  Y.  M., 
los  naturales  de  esta  provincia  de  Tucapel,  usando  de  su 
ruin  inclinación,  se  tornaron  a  rebelar  de  nuevo.  Y  llega- 
do allá  el  gobernador  con  jente,  después  de  haber  estado 
algunos  dias  en  esta  provincia,  se  salió  dejando  en  ella 
a  su  hijo  Pedro  de  Yillagran  y  a  su  maestre  de  campo. 
Duró  la  guerra  de  estos  naturales  un  año,  con  muerte 
de  algunos  españoles;  y  a  esta  sazón  en  la  comarca  de 
Arauco  andaban  rebelados  alguna  parte  de  los  naturales 
de  ella.  Y  yéndose  dicho  Pedro  de  Yillagran  a  la  pacifica- 
ción della  a  un  fuerte  donde  estaban  los  indios,  le  mata- 
ron con  otros  cuarenta  españoles.  Y  visto  por  el  gober- 
nador Francisco  de  Yillagran,  questaba  en  la  casa  de 
Arauco,  nos  envió  a  mandar  levantáramos  nuestra  repú- 
bHca  (la  ciudad)  y  la  jente  que  en  ella  estaba,  y  nos  jun- 
tásemos con  él;  lo  cual  contradijimos  dándole  las  causas 
por  donde  no  lo  debia  hacer,  sino  que  importaba  mas 
sustentara  nuestra  república;  y  para  el  efeto  le  envia- 
mos de  nuestra  parte  personas  que  le  informasen.  Nostan- 
te  todo  lo  cual  mandó  segunda  vez  se  pusiese  en  efeto; 
enviando  recaudo  para  levantar  por  fuerza  y  contra  nues- 
tra voluntad,  haciéndonos  dejar  nuestra  cibdad,  lo  cual 
se  hizo  después  de  haber  hecho  todo  lo  que  a  nos  fué  posi-' 
ble,  y  éramos  obligado  del  pleito  homenaje  que  tenemos 
hecho  como  súditos  de  Y.  M.,  porque  demás  desto  nos  mo- 
lia  ver  lo  mucho  que  habia  costado  así  a  la  real  hacienda 
como  a  la  de  particulares  y  muchas  muertes  despañoles  y 
estar  poblada  en  parte  mui  cómoda  ques  llave  de  toda  esta 
gobernación,  a  donde  por  el  sustento  della  se  hablan  pasa- 
do grandes  y  excesivos  trabajos  y  gastos  por  sostenerla.  Y 
al  tiempo  que  por  fuerza  nos  hacia  levantar  esta  cibdad, 
los  naturales  desta  comárcalos  traíamos  cansados  y  do- 
mados y  daban  ya    la  paz,  porque  con  la  guerra  del  año 


416  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


anterior  estaban  faltos  de  bastimentos,  y  la  pura  necesi- 
dad les  traia  a  dar  dominio,  y  mediante  el  buen  trata- 
miento que  con  ellos  pensábamos  tener,  vinieran  a  conocer 
cuanto  mas  provechoso  les  era  estar  de  paz  y  quietos, 
etc,  etc."  Después  de  referir  sumariamente  el  alzamiento  de 
los  indios  de  Arauco,  la  muerte  de  Villagran  y  sucesión  en 
el  gobierno  de  "su  hermano  Ped  o  de  Villagran,"  acaba  por 
pedir  empeñosamente  al  rei  que  nombre  de  nuevo  goberna- 
dor de  Chile  a  don  García  Hurtado  de  Mendoza. 

Antonio  González,  vecino  de  Santiago,  escribe  el  rei  des- 
de esta  ciudad  el  15  de  setiembre  de  1563,  i  le  dice  lo  que 
sigue:  "Por  ser  vasallo  de  un  tan  alto  y  poderosíssimo  rei 
y  señor  y  que  tantas  mercedes  hace  y  ha  hecho  a  sus'vasa- 
llos,  tengo  atrevimiento  a  dar  cuenta  de  la  necesidad  que 
este  reino  al  presente  tiene  de  quien  en  vuestro  real  nombre 
le  gobierne  y  sustente  porque  totalmente  ha  venido  a  per- 
dición dende  que  don  García  de  Mendoza  la  dejó,  y  Fran- 
cisco de  Villagran  le  tomó  en  sí  corriendo  todos  los  estan- 
tes V  vecinos  que  en  él  estamos  su  desgraciada  fortuna;  y 
ansí  han  muerto  en  su  tiempo  casi  cien  españoles."  (Protes- 
ta decir  verdad  i  sigue)  "Venga  a  él  don  Garcia  de  Mendo- 
za porque  demás  de  su  buena  fortuna  y  esperiencia  de  esta 
tierra,  los  que  en  el  reino  vivimos  le  seguiremos  con  gran 
voluntad,  y  este  reino  se  restaurará  e  V.  M.  será  mui  ser- 
vido." 

Francisco  de  Ulloa,  capitán  que  habia  venido  del  Perú 
en  1549  con  refuerzo  de  tropas  para  Valdivia,  i  que  en 
Chile  se  habia  ilustrado  por  sus  servicios  en  la  conquista, 
escribia  al  rei  lo  que  sigue  con  fecha  11  de  agosto  de  1563: 
"Luego  que  el  gobernador  Francisco  de  Villagran  entró  en 
este  reino,  y  fué  entendido  por  los  naturales,  estando  en 
toda  la  paz  y  quietud  que  lo  dejó  don  García  de  Mendoza 
sirviendo  a  sus  encomenderos,  como  los  del  Perú,  se  comen- 
zaron a  convocar  y  juntar  en  sus  concilios  y  tratar  que 
pues  Villagran  era  venido,  que  no  hubiesen  (paz)  porque  ya 
ellos  sabían  como  peleaba  y  como  los  habia  de  matar  a  to- 
dos por  habelle  vencido  y  hecho  despoblar  la  tierra.  Y  an^i 


ESTUDIOS    MVBRSOS    SOBRE   VALDIVIA  417 


como  lo  platicaron  lo  pusieron  por  obra;  y  una  provincia 
que  se  dice  Puren  hicieron  principio  con  matar  a  un  caba- 
llero que  se  decia  don  Pedro  de  Avendaño  con  los  demás 
que  con  él  estaban;  lo  cual  sabido  por  el  Yillagran  en  la 
ciudad  de  la  Serena  se  fué  a  la  de  Santiago  a  holgarse  y  re- 
galarse en  lugar  de  remediar  con  brevedad  la  que  dello  re- 
sultó, pareciéndole  por  mejor  gastar  el  tiempo  en  fiestas  y 
regocijos  que  allí  tuvo,  que  en  el  campo  aplacando  un  fuego 
que  se  ardia.  Lo  que  visto  por  los  naturales  la  remisión 
que  en  esto  tuvo,  se  desvengonzaron  muchos  de  los  demás 
a  sus  levantamientos.  Sabido  por  el  Yillagran  en  la  cibdad 
de  Santiago,  a  do  estaba  con  todos  los  soldados  y  vecinos 
que  como  a  nuevo  gobernador  le  habian  ido  a  recibir, 
vino  con  doscientos  y  veinte  hombres  a  la  ciudad  de  Cañe- 
te, que  estaba  fundada  en  el  estado  que  es  la  fuerza  de  todo 
evSte  reino,  que  allí  fundó  el  gobernador  don  García  de  Men- 
doza para  la  seguridad  de  todo.  Y  a  cabo  de  quince  dias 
que  allí  estuvo,  se  fué  sin  hacer  ningún  efeto  ni  probar  otra 
cosa  mas  que  mandar  por  acto  en  el  cabildo  que  le  quita- 
sen el  nombre  de  Cañete  y  la  llamasen  de  Tucapel,  deján- 
dola toda  de  guerra,  como  la  provincia  de  Puren,  de  do  se 
comenzó  el  daño,  questá  a  cinco  o  seis  leguas  de  allí  que 
con  tal  calidad  en  ocho  dias  lo  pudiera  castigar,  se  fué  a 
la  cibdad  de  los  Infantes  (Angol),  a  quien  también  quitó  el 
nombre  y  mandó  llamar  de  los  Confines,,  ques  once  leguas 
de  allí,  llevando  consigo  casi  toda  la  jente,  dejando  para 
el  reparo  de  lo  mas  importante  su  hijo,  muchacho  de  poca 
edat  y  habilidad,  que  se  dio  tan  buena  maña  que  le  mata- 
ron parte  de  la  jente  que  le  quedó.  Y  con  ver  esto  y  que  el 
padre  se  fué  a  Yaldivia  a  unas  minas  que  andaban  buscan- 
do, que  don  García  allí  descubrió,  tomaron  ocasión  los  in- 
dios de  poner  por  obra  lo  que  allí  habian  platicado,  y 
poco  a  poco  se  fueron  alzando,  visto  el  descuido  que  el  go- 
bernador tuvo.  Los  vecinos  de  Cañete  y  de  los  Infantes  y 
la  Concebicion  le  enviaron  mensajeros  dándole  cuenta  del 
estado  en  que  la  tierra  estaba  para  que  viniera  a  poner  el 
remedio  que  convenia;  y  a  cabo  de  muchos  dias  que  fué  im- 

TOMO    VJI  27 


418  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


portunado,  salió  por  la  mar  para  Arauco,  y  por  un  poco 
de  tiempo  que  tuvo  contrario,  mudó  propósito;  y  con  solo 
veinte  y  ocho  o  treinta  hombres,  subió  a  las  provincias  de 
Ancud,  arriba  de  la  ciudad  de  Osorno,  ques  lo  postrero  des- 
te  reino,  que  don  García  pobló,  a  do  se  dio  tan  buena  maña 
con  subir  lo  demás,  porque  en  el  punto  donde  paró  dio  con 
el  navio  en  que  iba  al  través  en  un  rio  como  el  de  Sevilla 
donde  estuvieron  a  punto  de  perderse,  a  do  a  cabo  de  siete 
dias  vinieron  una  noche  sobre  sí  corta  cantidad  de  indios 
y  pelearon  con  los  que  con  él  estaban  que  fué  ventura  no 
matarlos  a  todos,  y  ansí  le  mataron  un  soldado  con  cier- 
tos indios.  Fué  Dios  servido  escaparle.  De  ahí,  entendido 
que  toda  aquella  comarca  se  ardia,  mandó  harto  inconsi- 
deradamente hacer  la  guerra  por  muchas  partes,  que  me- 
jor y  con  mas  fuerza  anduviera  toda  junta;  y  por  capitán 
de  casi  noventa  hombres  a  su  hijo;  y  enviólo  a  una  provin- 
cia que  se  dice  Mareguano,  a  do  le  mataron  con  la  mitad 
delajente  y  muchos  indios  amigos,  y  los  demás  salieron 
huyendo  y  heridos  y  sin  armas,  donde  se  perdió  gran  suma 
de  caballos  y  armas  y  fué  causa  que  se  perdiese  este  reino, 
como  al  presente  lo  está  si  Dios  no  lo  sustenta  y  V.  M.  no 
nos  envía  a  toda  brevedad  otro  don  García.  Sabido  el  des- 
barate de  Marco  Gregorio  y  la  muerte  de  su  hijo,  luego  a 
la  hora,  envió  a  despoblar  la  cibdad  de  Cañete,  y  la  des- 
pobló por  fuerza  contra  la  voluntad  de  todos  los  vecinos, 
y  se  vino  a  la  ciudad  de  la  Concebicion  dejando  en  la  casa 
de  Arauco  hasta  ochenta  hombres;  y  vistos  por  los  indios 
estos  malos  sucesos  y  se  haber  salido  el  gobernador  desta 
casa  y  fuerza  de  a  caballo;  acordaron  los  demás  de  alzarse 
y  juntarse  con  los  indios  de  guerra,  y  todos  juntos  pusie 
ron  tiro  a  la  casa  de  Arauco,  y  se  dieron  tan  buena  maña 
que  le  hiceron  doce  portillos  y  les  ganaron  una  pieza  de 
artillería  y  mataron  cuarenta  españoles  y  tuvieron  casi  ga- 
nada la  fuerza;  y  al  cabo  de  siete  dias  alzó  el  cerco,  y  al 
cabo  de  quince  volvieron  a  poner  otro  con  mayor  pujanza, 
y  los  tuvieron  cercados  casi  cuarenta  dias,  en  que  los  pu- 
sieron en  el  mayor  aprieto  que  jamas  se  ha  visto  en  Indias. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  419 

Y  al  cabo  deste  tiempo  alzaron  el  cerco  e  hicieron  otras 
correrías  donde  mataron  algunos  españoles  y  robaron 
grandes  haciendas  y  ganados.  Estando  la  tierra  en  este 
estado  vino  de  los  indios  diaguitas  Gregorio  de  Castañe- 
da 6,  a  quien  Villagran  liabia  enviado  a  gobernar  aquellas 
provincias,  con  nueva  que  había  despoblado  las  ciudades, 
la  una  que  se  llamaba  Córdoba,  y  la  otra  Londres  y  Ca- 
ñete, que  don  García  de  Mendoza  habia  mandado  poblar  e 
sustentado,  las  cuales  se  despoblaron  con  muerte  de  trein- 
ta hombres  y  de  muchas  mujeres  y  niños,  y  indios  amigos 
y  del  vecindario.  Estando  las  cosas  de  esta  manera  y  toda 
la  mayor  parte  de  la  gobernación  de  guerra,  el  Francisco  de 
Villagran  gobernador,  a  los  veintidós  de  julio  murió;  y  por 
virtud  de  una  provisión  que  los  comisarios  que  S.  M.  envió 
al  Perú  le  enviaron  para  nombrar  gobernador  en  su  testa- 
mento, fué  nombrado  Pedro  de  Villagran,  su  jeneral,  que  de 
presente  asiste  al  gobierno,  que  porbuen  principio  despobló 
luego  la  casa  y  fuerte  de  Arauco  en  coyuntura  bien  incon- 
siderada, de  do  podria  resultar  harto  daño,  que  no  es  poco 
inconveniente  sea  nombrado  Villagran  paradla  pacifica- 
ción de  la  tierra  por  la  enemistad  que  los  naturales  tienen 
con  él".  üUoa  termina  su  carta  pidiendo  al  rei  se  sirva  con- 
siderar estos  hechos  para  nombrar  un  gobernador  que  pon. 
ga  término  al  mal  estado  de  Chile. 

Juan  Godines,  capitán  mui  reputado  en  la  conquista  de 
Chile,  que  habia  servido  en  ella  desde  1536,  escribe  al  rei 
desde  Santiago  con  fecha  8  de  setiembre  de  1563  lo  que 
sigue  7:  ''Tomo  este  atrevimiento  confiado  se  me  ha  de  dar 
crédito  por  ser  caballero  natural  de  Ubeda,  y  haber  venido 
con  el  adelantado  don  Diego  de  Almagro  y  haber  servido 
en  la  pacificación  del   Perú  cuando  se  alzó  el  inga  y  haber- 


6  Testigo,  como  se  recordará,  en  el  proceso  de  Valdivia. 

7  Esta  carta,  como  se  ve,  contiene  noticias  biográficas  del  ca- 
pitán Juan  Godines. 

Bste  conquistador  vivia  aun  en  1597.  Su  nombre  aparece  en- 
tonces entre  los  encomenderos  de  Santiago  que  hicieron  un  valioso 
donativo  para  sostener  la  guerra. 


420  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


me  hallado  v  servido  en  dos  batallas  en  vuestro  real  servi- 
cio, haber  descubierto  la  gobernación  de  los  Mojos  con  un 
capitán  llamado  Pedro  de  Candia,  y  salir  perdido,  y  descu- 
brir los  Juries  con  Diego  de  Rojas,  haber  venido  con  Pedro 
de    Valdivia  a  poblar  y  conquistar  esta  tierra,   por  el  gran 
trabajo  que  he  pasado  viendo   que  este  reino  está  en  punto 
de  perderse  si   V.    A.  con  brevedad   no  envia  quien   dé  "con- 
tento  a  los  vasallos  que  vivimos  en  esta  tierra.  Cuando 
vino  don  Garcia  Hurtado  de  Mendoza  estaba  la  tierra  toda 
de  guerra:  cuatro  ciudades  pobladas,  todo  lo  mas  rebelado. 
Con   buen  recaudo  i  ventura  conquistó  y  pobló  la  Concebí- 
cion  y  Confines,  y  Tucapel,   la  Villarrica  y  Osorno.  Y  ansí 
estaba  tan  asentado  el  reino  que  una  mujer  lo  andaba  todo 
por  ser  bien  quisto  don  Garcia  i  mirar  por  el  bien  de  los  na- 
turales; y  ansi  vino  en  compañía  de  don  Garcia  Hurtado  de 
Mendoza    vuestro  oidor   Hernando  de  Santillan,  que  puso 
orden  en  la  tierra  para  bien  de  los  naturales,  donde  vos  ha 
resultado  un  gran  bien  por  la  orden  que  dio,  y  ansí  viven  en 
policía;  y  todo  se  atribuye  a  la  obra  de  vuestro  gobernador, 
por  que  su  vida  y  fama  y  ejemplo  fué  de  relijioso.  Sintió  la 
tierra  lo  que  perdió,  y  ansi   ha  ido  y  vá  consumiéndose  y 
acabándose  vuestros  vasallos.  Ha  dos  años  que  no  tenemos 
otro  oficio  sino   rogar  por  muertos.   Aun  a  vuestra  corona 
real  aumentó  don   Garcia  Hurtado  de  Mendoza,  que  él  po- 
bló la  ciudad  de  Cuyo,  y  en  los  Juries  cuatro   pueblos.  Ten. 
go  por  cierto  hubiera  descubierto  otro  nuevo  reino   por  es- 
tar esta  tierra  cerca  del  estrecho  y  haber  gran  noticia  por 
mar  y  por  tierra.  Y  ansí  digo  y  aviso  a  V.  A.  mande  a  don 
Garcia  que  os  venga  a  servir  y  reparar  esta  tierra  por  es- 
tar bien  con  él  los  naturales."  Después  de  repetir  el  estado 
de  pobreza  i  de  necesidad  en  que  se  halla  Chile,  i  creyendo 
que  talvez  no  pudiese  volver  don  Garcia  Hurtado  de  Men- 
doza, Juan  Godines  recomienda  a  Hernando  de   Santillan. 
*'Es  buen  cristiano,   dice,  celoso  en   vuestro  real  servicio, 
padre  de  los  naturales  j  recto  juez.    Ninguno  puede  venir 
que  haga  lo  que  él,  habiendo  en  qué  serviros." 

En  una  carta  escrita  al  rei  por  los  oficiales  reales  de  San- 


KSTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  421 

tiago  con  fecha  3  de  setiembre  de  1564,  se  encuentran  las 
noticias  siguientes  sobre  el  estado  de  pobreza  en  que  quedó 
la  familia  de  Villagran.  ''Por  lo  que  respecta  a  los  cinco 
mili  pesos  del  gobernador  Francisco  de  Villagran,  él  quedó 
tan  pobre  que  quedó  a  deber  mas  de  ciento  cincuenta  mili 
pesos  a  particulares,  y  su  mujer  padece  mucha  necesidad; 
y  unos  pocos  bienes  que  quedaron  se  hizo  ejecución  en  ellos 
por  parte  de  V.  A.  por  dos  mili  pesos;  y  ha  habido  otras 
personas  que  se  han  opuesto  a  ella  y  pretenden  tener  mejor 
derecho.   Sigúese  la  justicia." 

Los  deudos  de  Villagran  que  vinieron  a  Chile  son  los  si 
guientes:  Doña  Cándida  Montesa,  su  esposa,  que  pasó  a 
América  en  1559,  i  que  vino  a  Chile  en  1561,  cuando  su 
marido  llegó  a  este  pais  con  el  nombramiento  real  de  go- 
bernador. Esta  señora  trajo  consigo  a  su  hijo  Pedro  de  Vi- 
llagran, joven  inesperto,  a  quien  el  gobernador  dio  impru- 
dentemente mando  de  tropa,  i  que  murió  en  el  combate  de 
la  cuesta  de  Mariguenu.  En  algunos  documentos  he  encon- 
trado referencia  de  un  Alvaro  de  Villagran,  que  parece  ser 
hijo  segundo  del  gobernador. 

El  otro  Pedro  de  Villagran,  que  reemplazó  a  Francisco 
€n  el  gobierno  de  Chile,  era  primo  suyo  (algunos  dicen  her- 
mano), nacido  en  Colmenar  de  Arenas,  en  la  provincia  de 
Salamanca,  donde  su  padre,  hombre  bien  nacido  i  de  respe- 
to, según  dice  un  antiguo  cronista,  desempeñaba  el  oficio 
de  escribano.  Este  Pedro  de  Villagran  pasó  a  Chile  con 
Valdivia,  desempeñó  varios  cargos  públicos;  i  siendo  miem- 
bro del  cabildo  de  Santiago,  fué  enviado  al  Perú  como  fe- 
presentante  de  esta  corporación.  De  vuelta  a  este  pais,  sir- 
vió a  las  órdenes  de  Valdivia,  que  le  hizo  capitán  de  la  ciu- 
dad de  la  Imperial.  Durante  el  gobierno  de  don  García 
Hurtado  de  Mendoza,  Pedro  de  Villagran  se  retiró  al  Perú, 
i  se  casó  en  el  Cuzco  con  una  señora  rica  llamada  doña 
Beatriz  de  San  tillan.  Cuando  su  primo  fué  nombrado  go- 
bernador de  Chile,  volvió  con  él  a  este  pais,  sirvió  de  nue- 
vo en  la  guerra  de  Arauco,  i  quedó  por  fin  gobernando  in- 
terinamente en  1563.  Los  antio^uos  cronistas  han  referido 


422  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


muí  estensamente  la  historia  de  su  administración  i  el  tris- 
te fin  que  tuvo  su  gobierno. 

Gabriel  de  Villagran,  que  sirvió  mucho  tiempo  en  la  gue- 
rra de  Chile,  i  que  como  capitán  adquirió  en  ella  cierto  re- 
nombre, era  tio  materno  del  gobernador,  i  salió  con  éste 
del  Perú  en  1550. 


Juan  Bautista  Pastene. 

El  capitán  Juan  Bautista  Pastene,  que  sirvió  tan  eficaz- 
mente a  la  conquista  de  Chile  i  que  se  ilustró  por  algunos 
descubrimientos  jeográficos  en  nuestra  costa,  era  jenoves 
de  nacimiento.  Ni  en  los  documentos  que  he  compulsado, 
ni  en  las  crónicas  de  la  conquista  he  hallado  noticia  algu- 
na relativa  a  los  primeros  años  de  su  vida.  El  padre  Alon- 
so de  OvALLE,  que,  como  veremos  mas  adelante,  era  bis- 
nieto de  Pastene,  dice  sólo  de  una  antiquísima  e  ilustre 
familia  de  Jénova,  estinguida  a  la  época  en  que  escribió, 
pero  en  cuyos  archivos  se  veia  que  muchos  de  sus  antepa- 
sados no  sólo  estaban  inscritos  en  los  hbros  de  la  nobleza 
sino  entre  los  senadores  i  ancianos  (Histórica  relación  del 
reino  de  Chile,  libro  V,  cap.  IX). 

A  falta  de  noticias  mas  circunstanciadas,  vamos  a  pu- 
blicar dos  antiguos  documentos  inéditos  que  conservamos 
en  nuestro  poder.  Es  el  primero  la  autorización  que  dio 
Vaca  de  Castro  a  Pastene  para  venir  a  Chile.  Hela  aquí: 

*'E1  licenciado  Cristóbal  Vaca  de  Castro,  caballero  de  la 
orden  de  Santiago,  del  consejo  de  SS.  MM.,  gobernador  e 
capitán  jeneral  en  estos  reinos  e  provincias  de  la  Nueva 
Castilla  y  Nuevo  Reino  de  Toledo  llamado  Perú,  por  S.  M. 
Por  cuanto  es  público  e  notorio  e  parece  por  ciertas  cartas 
y  despachos  que  me  han  venido  de  España,  el  rei  de  Fran- 
cia continuando  su  dañada  ambición  y  ánimo  de  querer 
usurpar  a  S.  M.  del  emperador  e  rei  don  Carlos,  mi  señor, 
sus  reinos  y  señorías  habiéndoles  hecho  muchos  y   señala- 


ESTUDIOS   DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  423 

dos  beneficios  ansí  el  tiempo  que  estuvo  preso  en  su  poder 
como  después,  por  conservar  con  él  la  paz,  la  cual  S.  M. 
como  cristianísimo  principal  siempre  la  ha  procurado  y  de- 
seado por  el  daño  que  de  lo  contrario  venia  a  toda  la  cris 
tiandad  yunque  por  el  dicho  rei  de  Francia  han  sido  pues- 
tos muchos  estorbos,  porel  caudal,  las  jornadas  y  empresas 
que  S.  M.  ha  tomado  en  servicio  de  Dios  y  acrecentamiento 
de  su  santa  fé  católica,  agora  con  mui  gran  invidia  y  mal- 
dad, e  por  que  S.  M.  no  pudiese  seguir  tan  sanctas  y  justas 
empresas  como  ha  tenido,  sin  causa  alguna  ha  levantado 
la  tregua  e  paz  que  entre  S.  M.  y  él  se  asentaron  en  justi- 
cia. Y  con  diabólico  pensamiento  de  querer  destruir  la  cris 
tiandad  por  mar  e  por  tierra  e  por  las  partes  de  Perpiñan 
e  Italia  y  Flandes;  y  el  delfín  y  otros  sus  capitanes  tenian 
juntos  mui  gruesos  ejércitos  e  mui  juntos  de  los  que  S.  M. 
tiene  juntos  para  la  defensa  de  sus  reinos,  para  romper  y 
dar  batalla,  para  lo  cual  vaiestá  S.  M.  en  persona  y  todos 
los  grandes  y  caballeros  de  sus  reinos.  Ademas  de  todo  el 
dicho  rei  de  Francia,  como  miembro  apartado  de  nuestra 
relijion  cristiana,  visto  que  sus  fuerzas  no  bastan  para  tan 
malos  e  inicos  deseos,  se  ha  confederado  con  el  pésimo  tur- 
co, enemigo  de  nuestra  santa  fé  catóHca,  para  le  dar  entra- 
da por  sus  reinos  en  la  cristiandad;  lo  cual  es  tan  pésimo  y 
dañado  pensamiento  cuanto  es  notorio;  aunque  se  ha  de 
tener  mui  firme  la  confianza  que  Dios  nuestro  señor  por  su 
misericordia  y  por  cobrar  el  daño  que  al  universo  de  la 
cristiandad  podria  suceder  de  tan  malvados  pensamientos, 
y  como  en  cosa  en  que  tanta  razón  e  justicia  hai  será  servi- 
do de  dar  victoria  a  S.  M.  de  tan  tiranos  e  malvados  ene- 
migos con  tan  santa  e  justa  empresa  como  defiende. 
Entretanto  que  dura  la  guerra  y  se  sabe  del  a  victoria  que 
Dios  será  servido  de  dar  a  S.  M.,  e  por  que  podria  suceder 
de  querer  venir  a  usurpar  o  dañificar  estas  provincias  e 
reinos  aun  con  ayuda  de  nuestro  señor  le  saldria  tan  en 
blanco  como  hasta  aquí  todos  sus  vanos  pensamientos.  Al 
servicio  de  Dios  y  de  S.  M.  y  bien  de  estas  provincias  coi- 
viene  prevenir  y  probar  a  los  daños,  males  e  inconvenien- 


424  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


tes  que  de  ello  podrían  suceder  evenir.  Y  conviene  que  haya 
toda  guarda  e  buen  recabdo  en  estas  provincias.  Yo  tengo 
mandado e  probado  quen  todas  estas  provincias  haya  buen 
recabdo  y  estén  apercibidos,  e  tengan  armas  y  caballos  e 
ansí  mismo  que  un  navio  va^^a  a  las  provincias  de  Chile, 
donde  está  poblando  e  conquistando  el  capitán  Pedro  de 
Valdivia,  mi  lugar  theniente  dellas,  a  le  dar  avisso  de  todo 
lo  susodicho,  e  a  llevar  socorro  de  armas  y  municiones,  pa- 
ra que  si  por  el  estrecho  viniesen  algunos  navios  de  france- 
ses o  contrarios,  estén  sobre  aviso  e  no  les  tomen  desaper- 
cibidos, e  ansi  mesmo  para  que  traigan  el  oro  e  la  plata 
quen  las  dichas  provincias  hobiere  perteneciente  a  S.  M.  y 
lo  que  mas  se  pudiere  haber,  para  que  con  lo  que  hobiere  en 
estas  provincias  se  envié  a  S.  M.  para  socorro  e  aj^uda  de 
los  mui  grandes  gastos  quen  la  dicha  guerra  hace.  E  por- 
que lo  susodicho  haga  mejor  efeto  conviene  que  una  per- 
sona que  sea  servidor  de  S.  M.,  hábil  y  despiriencia,  vaya 
por  capitán  del  dicho  navio,  para  que  con  la  persona  que 
yo  enviare  se  le  entregue  el  oro  e  la  plata  que  ansi  hobiere 
perteneciente  a  S.  M.  e  que  ande  la  costa  desde  la  ciudad 
de  Arequipa  a  la  dicha  provincia  de  Chile,  e  sea  ansimismo 
capitán  de  los  navios  que  hai  e  hobiere  en  la  dicha  costa. 
E  confiando  de  vos  Joan  Baptista  Pastene  que  sois  tal  per- 
sona que  bien  e  fiel  y  lealmente  guardareis  el  servicio  de  S. 
M.  e  haréis  todo  lo  que  por  mí  en  su  nombre  vos  fuere 
mandado;  por  la  presente,  en  nombre  de  S.  M.  vos  elijo  y 
nombro  capitán  del  dicho  navio  y  de  los  mas  que  hobieren 
ahí  o  fueren  a  las  dichas  provincias  de  Chile,  e  para  que  co 
mo  tal  capitán  vais  allí  para  el  efecto  susodicho,  e  visitéis 
c  guardéis  la  costa  en  los  límites  susodichos,  e  vos  doi  po- 
der e  facultad  cumplida  para  que  podáis  usar  y  ejercer  el 
dicho  oficio  de  cargo  de  capitán  e  todas  las  otras  cosas  e 
casos  anexos  e  pertenecientes.  E  mando  a  los  maestres  e 
contramaestres,  pilotos  y  marineros  del  dicho  navio  en  que 
vos  ansi  fueredes  y  de  los  que  hubieren  ido  y  fueren  a  las 
dichas  provincias,  e  a  otra  cualesquiera  personas  que  en  los 
dichos  navios  fueren,  que  vos  hayan  y  tengan  por  capitán 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  425 


de  ellas  e  usen  con  vos  el  dicho  oficio  e  cargo  en  todas  las 
cosas  e  casos  a  él  anexos  y  conexos,  y  que  os  obedezcan  y 
cumplan  vuestros  mandamientos  so  las  penas  que  les  pu- 
siéredes  o  enviardes  a  poner,  las  cuales  yo  les  pongo  y  he 
por  puestas,  e  las  podáis  ejecutar  en  los  rebeldes  e  inobe- 
dientes fueren,,  y  en  sus  bienes;  e  que  vos  guarden  y  hagan 
guardar  todas  las  preminencias,  libertades  y  distinciones 
que  por  razón  del  dicho  cargo  debáis  haber  y  usar.  E  que 
en  ello  ni  dentro  dello  embargo  ni  contrario  alguno  vos 
non  proponga  ni  consienta  poner.  E  yo  por  la  presente  vos 
relevo  y  hice  por  recibido  al  uso  y  ejercicio  del  dicho  oficio, 
e  vos  doi  poder  cumplido  para  lo  usar  y  ejercer  con  todas 
sus  incidencias  y  dependencias,  anexidades  e  conexidades; 
lo  cuales  mando  que  ansi  hagan  e  cumplan  so  pena  de  des- 
tierro perpetuo  de  todos  estos  reinos eperdimento  de  todos 
sus  bienes  para  la  cámara  y  fisco  de  S.  M,;  en  la  cual  pena 
doi  condenado  a  cada  uno  que  lo  contrario  hiciere.  Fecha 
en  la  ciudad  del  Cuzco  a  diez  dias  del  mes  de  abril  de  mili 
quinientos  e  cuarenta  y  tres  años. — El  licenciado  Vaca  de 
Castro. ^^ 

El  otro  documento  es  el  título  de  encomienda  dado  por 
Pedro  de  Valdivia  al  capitán  Juan  Bautista  Pastene,  pieza 
desconocida  que  contiene  una  reseña  de  los  servicios  presta- 
dos en  la  conquista  de  Chile  por  ese  capitán  i  puede  servir 
de  muestra  de  los  documentos  de  esta  clase.  Es  como  sigue: 

"Don  Pedro  de  Valdivia  i,  gobernador  y  capitán  jeneral 
por  S.  M.  en  esta  gobernación  de  la  Nueva  Estremadura." 
Por  cuanto  vos  el  capitán  Juan  Bautista  Pastene,  mi  te- 
niente jeneral  en  la  mar  vinistes  la  socorro  de  estas  pro- 
vincias siete  años  há  con  un  navio  vuestro  en  el  cual  trajis- 
tes  armas  y  otras  mercaderías  necesarias  para  la  guerra,  y 
sustentación  de  los  vasallos  de  S.  M.,  y  llegado  a  esta  ciu- 
dad de  Santiago  os  ofrecistes  de  me  servir  en  su   cesáreo 


1  Valdivia  comenzó  a  darse  el  título  de  don  desde  su  vuelta 
del  Perií  en  1549,  cuando  tenia  su  nombramiento  de  gobernador 
d€  Chile  confirmado  por  el  presidente  La  Gasea. 


426  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


nombre  en  todo  aquello  que  os  mandase,  y  por  vuestra 
buena  fama  y  haber  servido  a  S.  M.  muchos  años  en  la  pro- 
vincia del  Perú  y  mar  del  sur  bajo  la  comisión  del  marques 
don  Francisco  Pizarro,  de  buena  memoria,  y  del  goberna- 
dor Vaca  de  Castro,  y  por  vuestra  prudencia,  práctica  i  es- 
periencia  que  teniades  de  las  cosas  de  la  mar,  os  hice  mi 
theniente  jeneral  en  ella  y  en  nombre  de  S.  M.  y  mió  y  os 
envié  con  mi  poder  a  descubrir  por  esta  costa  del  sur  hacia 
el  estrecho  de  Magallanes  y  descubristes  los  límites  que  me 
están  señalados  por  S.  M.  de  gobernación  que  es  hasta  el 
paraje  que  yo  os  mandé  y  di  comisión  que  navegasedes  2  y 
me  trajistes  lenguas  por  donde  me  informé  de  la  tierra  que 
liabia,  y  de  vuelta  que  volvistes  del  dicho  descubrimiento 
os  envié  a  las  provincias  del  Perú  a  traer  jen  te  y  armas  y 
cosas  necesarias  para  la  guerra  y  entretenimiento  de  la  vi- 
da para  ir  a  poblar  adelante;  y  llegado  a  ellas  vistes  como 
Gonzalo  Pizarro  estaba  rebelado  contra  el  servicio  de  S. 
M.  y  oistes  que  habia  muerto  el  visorei  Blasco  Núñez  Vela 
y  diste  la  vuelta  por  convenir  tanto  al  servicio  de  S.  M.  y 
pacificación  de  estas  provincias  que  yo  estuviese  advertido. 
Y  por  lo  efectuar  así,  pasastes  grande  trabajos  y  riesgo  de 
vuestra  persona  y  heciste  mui  crecidos  gastos.  Y  como  me 
distes  la  nueva,  me  partí  a  la  hora  por  servir  a  S.  M.  para 
el  reducir  el  Perú  a  su  servicio  y  destruir  a  los  rebelados.  Y 
en  tanto  que  yo  fui  os  dejé  así  mismo  por  mi  theniente  je- 
neral en  la  mar;  y  después  de  vuelto  os  torné  a  confirmar 
el  oficio  de  ser  en  vuestra  persona  mui  bien  empleado  y  ha- 
ber mui  servido  a  S.  M.  y  a  mí  en  su  nombre  en  él  con  el 
autoridad  que  se  requiere,  y  me  habéis  siempre  dado  mui 
buena  cuenta,  y  sé  que  la  daréis  en  lo  porvenir  de  todo 
aquello  que  de  parte  de  S.  M.  os  encargue  y  mandare.  Y  en 


2  Como  se  recordará,  el  límite  fijado  a  la  gobernación  de  Valdi- 
via por  La  Gasea  era  el  grado  41. 

El  conquistador  de  Chile,  que  aspiraba  a  gobernar  hasta  el 
estrecho  de  Magallanes,  empleaba  los  subterfujios  que  se  ven  en 
el  testo  de  esta  escritura  para  no  revelar  la  limitación  de  sus  po- 
deres. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  427 

la  sustentación  de  esta  ciudad  j  provincia  habéis  hecho  lo 
que  sois  obligado  sustentando  vuestra  persona  y  casa  con 
aquella  honra  y  autoridad  que  la  suelen  sustentar  las  per- 
sonas nobles  y  de  honra  como  vos  lo  sois,  teniendo  armas 
y  caballos,  e  allegando   a  ella  los  vasallos  de  S.  M.  y  ani- 
mándolos a  que  se  empleen  en   su  cesáreo  servicio  como 
buenos  y  leales.  Y  demás  y  allende  por  mas  servir  a  S.  M. 
os  habéis  casado  y  avecindado  en  esta  tierra  y  deseáis  la 
perpetuación  de  ella,   y  sois  mui  buen  republicano  y  mui 
cuidadoso  en  las  cosas  de  la  guerra,  así  a  las  tocantes  a  la 
tierra  como  en  el  mar,  e  sois  persona  que  podéis  mucho  ser- 
vir en  ellas  a  S.  M.  por  vuestra  gran  dilijencia,  prática  y 
esperiencia.  Y  todo  aquello  que  por  mí  os  ha  sido  encarga- 
do y  mandado  tocante  a  su  cesáreo  servicio,  como  tan  celoso 
que  soi  del,  lo  habéis  hecho  con  toda  voluntad,  fidelidad  y 
obras  como  mui  leal  subdito  y  vasallo  suyo.  Por  tanto,  y 
hasta  que  S.  M.  o  yo  en  su  nombre  os  dé  la  parte  en  esta 
gobernación  que  merecen   vuestros  servicios,  en  parte   de 
remuneración  dellos  y  hasta  que  su  real  voluntad  sea,  por 
la  presente  de  nuevo  y  por  virtud  del  poder  que  de  S.  M. 
como  su  gobernador  y  capitán  jeneral  en  esta  gobernación 
por  sus  reales  provisiones  para  ello  tengo,  confirmo  y  de 
nuevo  encomiendo  en  vos  el  dicho  capitán  Juan  Bautista 
Pastene  los  caciques  con  sus  indios  que  aquí  irán  espresa- 
dos, los  cuales  tenia  depositados  en  vuestra  persona  y  con- 
firmé por  el  removimiento  que  hice  de  vecinos  en  CvSta  dicha 
ciudad  a  once  de  julio  de  quinientos  y  cuarenta  y  seis,  y  de- 
posité a  cinco  de  noviembre  de  quinientos  y  cuarenta  y  sie- 
te, que  son  el  cacique  llamado  Maluenpangue  y  sus  herede- 
ros con  todos  sus  indios  y  principales  sujetos  que  tienen  su 
asiento  en  los  promaucaes  y   se  llaman  Taguataguas,   y 
el  cacique  llamado  Joan  Darongo  con  todos  sus  principales 
indios  y  sujetos  que  tienen  su  tierra  y  asiento  en  este  valle  de 
Mapocho,  a  la  sierra  de  esta  y  la  del  rio  Maipo,  con  tanto 
que  no  tengáis  derecho  ninguno  a  cacique  ni  principal  ni  a 
sus  indios  que  estuviere  nombrado  en  cédula  de  otro  vecino, 
entiéndese  de  las  que  mandé  dar  cuando  el  removimiento  se 


428  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


hizo,  aunque  parezca  ser  sujeto  a  alguno  de  estos  caciques 
vuestros.  Los  cuales  dichos  caciques  y  principales  con  to- 
dos sus  indios  y  sujetos  los  encomiendo  en  nombre  de  S.  M. 
para  que  os  sirváis  dellos  conforme  a  los  mandamientos  y 
ordenanzas  reales  con  tanto  que  seáis  obligado  a  tener 
armas  y  caballo,  y  aderezar  los  caminos  y  puentes  reales 
que  cayeren  en  los  términos  de  los  dichos  vuestros  caciques 
e  indios  o  cerca  dellos,  donde  os  fuere  mandado  por  la 
justicia  o  cupiere  en  suerte  e  a  dejar  a  los  caciques  princi- 
p:des  sus  mujeres  e  hijos  \^  los  otros  indios  de  su  servicio,  y 
a  dotrinarlos  en  las  cosas  de  nuestra  santa  fé  católica;  e 
habiendo  relijiosos  en  la  ciudad,  traer  ante  ellos  los  hijos 
de  los  caciques  para  que  sean  ansi  mismo  instruidos  en  las 
cosas  de  nuestra  relijion  cristiana.  E  si  ansi  no  lo  hiciéredes, 
cargue  sobre  vuestra  persona  o  conciencia  y  no  sobre  la  de 
S.  M.  ni  mia  que  en  su  real  nombre  vos  los  encomiendo.  Y 
mando  a  todas  y  cualesquier  justicia  de  esta  ciudad  de 
Santiago  y  su  i  términos  que  luego  como  esta  mi  cédula  les 
fuere  mostrada,  os  metan  en  la  posesión  de  los  dichos 
caciques,  principales  e  indios,  e  os  amparen  en  la  que  hasta 
aqui  teníades  y  en  el  derecho  e  propiedad  dellos  so  pena  de 
dos  mili  pesos  de  oro  aplicados  para  la  cámara  y  fisco  de 
S.  M.  En  fé  de  lo  cual  os  mandé  dar  la  presente  firmada 
de  mi  nombre  v  refrendada  por  Juan  de  Cárdena,  escribano 
mayor  del  juzgado  por  S.  M.  En  esta  mi  gobernación  que 
fué  fecha  en  esta  dicha  ciudad  de  Santiago  del  Nuevo  Estre- 
mo a  primero  del  mes  de  agosto  de  mili  y  quinientos  y 
cuarenta  y  nueve  años. — Pedro  de  Valdivia. — Por  mandado 
del  señor  gobernador, /iía/2  de  Cárdena. 

"En  la  ciudad  de  Santiago  del  Nuevo  Estremo,  destas 
provincias  de  la  Nueva  Estremadura,  miércoles  trece  dias 
del  mes  de  noviembre,  año  de  mili  e  quinientos  cuarenta 
y  nueve  años,  ante  el  magnífico  señor  Joan  Fernandez 
Alderete,  alcalde  ordinario  por  S.  M.  y  en  presencia  de  mí 
el  escribano  publico  y  de  cabildo  yuso  escripto,  el  capitán 
Joan  Bautista  de  Pastene,  vecino  desta  dicha  ciudad,  pre- 
sentó la  cédula  de  encomienda  de  indios  en  esta  escritura 


ESTUDIOS    DIVERSOS  SOBRE    VALDIVIA  429 

presente  contenida,  firmada  del  nombre  del  muí  ilustre  se- 
ñor don   Pedro  de  Valdivia,  gobernador,  e  refrendada  de 
Joan  de  Cárdena,  por  virtud  de  la  cual  pidió  al  dicho  señor 
alcalde  le  mandase  dar  y  diesse  la  posesión  de  los  caciques 
e  indios  e  principales  en  ella  contenidos;   e  para  la  tomar 
trajo  allí  de  presente  un   hijo  de  Joan   Darongo,   cacique 
contenido  en  la  dicha  cédula,   por  nombre  Navi,  heredero 
que  dijo  ser  del  dicho  Joan  Darongo,  y  otro  indio  principal 
de  los   Taguataguas,   por  nombre  Putalaoquen,  heredero 
que  dijo  ser  de  Maluenpangue,   señor  de  los  indios  Tagua- 
taguas,  los  cuales  siendo  preguntados  por  lengua  de  Anto- 
nio, indio  natural  desta  tierra,  con  quien  se  entendian, 
dijeron  ser  los  aquí  contenidos,  y  nombrarse  asi.   E  por  el 
dicho  señor  alcalde,  vista  la  dicha  cédula  y  lo  en  ella  conte- 
nido,  dijo  que  le  daba  y  dio  la  posesión  de  los  dichos  caci- 
ques,  principales  e  indios  y  en  todos  los  demás  contenidos 
en  la  dicha  cédula  en  los  susodichos  al  dicho  capitán  Joan 
Bautista  de  Pastene,  según  y  de  la  forma  y  manera  que  los 
tiene  encomendados,   la  cual  dicha  posesión  le  fué  dada,  v 
él  tomó   real   actual,   vel   casi,   y  conforme  a  derecho  y  en 
señal  de  posesión  los  tomó  a  los  dichos  indios  por  las  ma- 
nos y  los  mandó  ir  a  su  posada.  E  lo  pidió  así  por  testimo- 
nio, a  lo  cual  fueron  presentes  por  testigos  Diego  Patino  y 
Pedro   Llanos  y  Alonso   Hidalgo,  estantes  en  esta  dicha 
cibdad;  y  el  dicho  señor  alcalde  lo  firmó  aquí  de  su  nombre. 
Juan  Fernandez  Alderete. — E  yo  Luis  deCartajena,  escriba- 
no  público  y  del  cabildo  de  esta  ciudad  de  Santiago  del 
Nuevo  Estremo,  que  fui  presente  en  uno  con  dichos  testigos 
a  lo  que  dicho  es,  a  ver  dar  y  tomar  esta  dicha  posesión,  lo 
escrebí  según  ante  mí  pasó,  e  por  ende  fice  aquí  este  mió 
signo  que  es   a  tal  (lugar  del  signo  del  escribano)  en  testi- 
monio de  verdad.   Luis  de  Cartajena,  escribano  público  y 
de  cabildo." 

Conservo  ademas  en  mi  poder  otro  documento  mucho 
menos  importante  relativo  a  este  personaje.  Es  una  breve 
carta  de  la  audiencia  de  Lima,  escrita  en  15  de  febrero  de 
1556.  Hela  aquí: 


430  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


''Capitán  Joan  Bautista  de  Pastene,  vecino  de  la  ciudad 
de  Santiago.  Por  cartas  vuestras  y  particulares  se  ha  en- 
tendido el  buen  celo  y  cuidado  con  que  habéis  servido  en  lo 
que  se  ha  ofrecido  siempre  a  S.  M.  Encárgaseos  que  lo  con- 
tinuéis en  lo  demás  que  se  ofreciere  como  de  vuestra  perso- 
na se  confia.  De  los  Re^^es  a  quince  de  febrero  de  mili  y 
quinientos  v  cincuenta  y  seis  años.-  El  doctor  Bravo  de 
Snravia. — El  licenciado  Fernando  de  Santillan. — El  licen- 
ciado Altamirano. — El  licenciado  Mercado  de  PcñaJosa. — 
Por  mandato  de  estos  señores  oidores,  Pedro  de  Aven- 
daño.'' 

He  tenido  a  la  vista  una  estensa  información  de  servi- 
cios levantada  en  Santiago  en  1593,  i  renovada  algunos 
años  mas  tarde  por  el  licenciado  Francisco  Pastene,  para 
obtener  de  la  corte  una  plaza  de  oidor  u  otro  puesto  judi- 
cial. En  esta  información,  en  que  declaran  los  hombres  mas 
importantes  de  la  colonia,  como  el  mariscal  Martin  Ruiz 
de  Gamboa,  el  capitán  Nicolás  de  Quiroga,  el  capitán  Gas- 
par de  la  Barrera,  el  capitán  Juan  de  Ahumada,  el  capitán 
Alonso  Alvarez  de  Berrios,  los  provinciales  de  las  órdenes 
relijiosas  i  en  entre  ellos  el  padre  rector  del  colejio  máximo 
de  jesuitas,  Luis  de  Valdivia,  aparecen  certificados  con  nu- 
merosos testimonios  los  servicios  del  capitán  Juan  Bautis- 
ta Pastene,  padre  del  solicitante,  que  son. los  mismos  indi- 
cados en  la  cédula  de  encomienda  dada  por  Pedro  de  Val- 
divia. De  esta  información  resultan  los  hechos  siguientes: 
El  capitán  Juan  Bautista  de  Pastene  se  casó  en  Santiago 
al  poco  tiempo  de  haber  llegado  a  este  pais;  pero  tanto  el 
solicitante  como  los  testigos  que  hizo  examinar  i  los  docu- 
mentos que  presentó  guardan  el  mas  estudiado  silencio 
sobre  el  nombre  de  su  esposa.   *  ¿Seria  ésta  una  espa- 


*  El  señor  Barros  Arana  ha  consignado  la  siguiente  adverten- 
cia acerca  de  este  particular,  al  final  de  sus  Estudios  sobre  Pedro 
de  Valdivia  y  sus  compañeros: 

"En  la  pajina  365  (de  la  edición  de  1874)  de  este  libro  hemos  di- 
cho que  en  el  espediente  seguido  por  el  licenciado  Francisco  Paste- 
ne para  probar  la  nobleza  dé  su  familia  i  los  servicios  suyos,  de  su 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  431 

ñola  de  oríjen  oscuro?  ¿Seria  una  mujer  de  la  raza  indí- 
jena?  El  silencio  observado  en  la  información  nos  induce  a 
creer  como  probable  cualquiera  de  estas  dos  hipótesis. 

El  capitán  Juan  Bautista  Pastene  tuvo  de  lejítimo  ma- 
trimonio cinco  hijos  cuyas  condiciones  i  servicios  están 
estensamente^splicados  en  la  información.  El  mayor  de 
ellos  era  el  capitán  Tomas  de  Pastene,  que  abrazó  mui  joven 
el  servicio  militar  (mas  o  menos  por  el  año  de  1563);  el 
segundo  fué  el  capitán  Pedro  de  Pastene,  militar  también 
desde  el  año  de  1576  (mas  o  menos)  i  correjidor  de  la  ciu- 
dad de  Villarrica;  el  tercero,  Juan  Pastene,  se  hizo  relijioso 
de  San  Francisco,  i  en  1593  era  guardián  del  convento  de 
Valdivia;  el  cuarto  fué  el  licenciado  don  Francisco  de  Pas- 
tene, nacido  en  Santiago  el  año  de  1556,  que  hizo  sus  estu- 
dias en  Lima  hasta  obtener  el  título  de  abogado  en  1588; 
que,  siendo  clérigo  de  órdenes  menores,  fué  provisor  del 
obispado  de  Santiago  por  nombramiento  del  obispo  don 
frai  Diego  de  Medellin;  que,  desempeñando  este  cargo,  salió 
a  la  cabeza  de  todos  los  clérigos  de  esta  ciudad  a  repeler  la 
invasión  del  corsario  ingles  Cavendish,  que  habia  desem- 
barcado en  el  puerto  de  Quintero;  que,  habiendo  abando- 
nado la  carrera  sacerdotal,  se  casó  con  doña  Catahna 
Justiniano,  en  quien  tuvo  varios  hijos  que  se  distinguieron 
en  la  carrera  de  las  armas;  que  fué  alcalde  ordinario  de  esta 
ciudad  i  teniente  de  correjidor  de  ella,  en  cuyo  cargo  previ- 
no una  rebelión  de  los  indíjenas;  que  habiendo  pasado  el 


padre  i  de  sus  hermanos,  no  se  nombra  ni  una  sola  vez  a  su  ma- 
dre, la  esposa  del  almirante  Pastene.  Esta  omisión,  sumamente 
rara  en  los  documentos  de  esta  clase,  es  incomprensible.  Después 
de  escrita  e  impresa  esa  pajina,  he  podido  saber  por  otros  papeles 
que  la  esposa  de  Juan  Bautista  Pastene  se  apellidaba  Balcázal, 
que  pertenecia  a  una  familia  española  establecida  en  Canarias,  que 
pasó  del  Perú  a  Chile  en  1543,  en  el  mismo  buque  que  mandaba 
Juan  Bautista,  i  que  en  este  pais  se  caí;ó  mui  poco  tiempo  después 
de  su  arribo.  Así  se  comprende  que  el  hijo  mayor  de  este  matri- 
monio, Tomas  Pastene,  sirviese  en  la  guerra  contra  los  araucanos 
el  año  de  1563. n 


432  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


licenciado  Vizcarra  a  desempeñar  el  cargo  de  gobernador 
por  muerte  de  don  Martin  García  Oñez  de  Loyola,  el  lícen» 
ciado  Pastene  desempeñó  interinamente  el  destino  de  te- 
niente jeneral,  o  juez  superior  de  la  colonia;  i  por  último, 
que  después  de  la  fundación  de  la  real  audiencia  de  Chile, 
sirvió  por  algún  tiempo  el  cargo  fiscal  i  luego  el  de  juez  ma- 
yor del  juzgado  de  bienes  de  difuntos.  El  otro  hijo  de  Juan 
Bautista  Pastene  fué  una  señora  que  casó  con  don  Diego 
de  Morales,  vecino  de  la  ciudad  de  la  Serena,  la  cual  habia 
ya  fallecido  en  1593. 

Esta  simple  enumeración  revela  que  no  es  exacto  que 
don  Francisco  Rodríguez  del  Manzano  i  Ovalle,  padre  del 
historiador  Alonso  de  Ovalle,  se  hubiera  casado,  como  se 
ha  escrito  muchas  veces,  con  una  hija  de  Juan  Bautista 
Pastene.  La  madre  del  historiador  Ovalle  no  era  hija  sino 
nieta  de  ese  capitán,  probablemente  hija  del  capitán  Tomas 
Pastene. 


Rodrigo  de  Qniroga. 

Sobre  la  biografía  de  este  personaje  hemos  dado  algunas 
noticias  en  el  estudio  titulado  Inés  Suárez  i  doña  Marina 
Ortiz  de  Gaete.  Aquí  vamos  sólo  a  reunir  algunos  datos,  en 
su  ma\'or  parte  desconocidos  hasta  ahora. 

Rodrigo  de  Quiroga  nació  en  Sober,  pequeña  villa  de  Ga- 
licia. Eran  sus  padres  Hernando  de  Camba  i  María  López 
de  Sober.  Tomó  sin  duda  el  apellido  de  Quiroga  de  algún 
pariente  suyo.  Mui  joven  aun  pasó  a  América,  i  llegó  al 
Perú,  según  parece,  en  1536.  Allí  entró  a  servir  en  una  com- 
pañía de  setenta  jinetes  que  bajo  el  mando  de  Pedro  de 
Lerma  hizo  salir  de  Lima  Francisco  Pizarro,  para  auxiliar 
el  Cuzco,  sitiado  entonces  por  el  inca  Manco,  o  mas  bien 
para  combatir  un  ejército  peruano  que  este  jefe  habia  he- 
cho marchar  contra  aquella  ciudad.  En  el  ejército  de  los 
Pizarros  sirvió  durante  toda  a  guerra  civil  contra  Alma- 
gro; i  después  de  la  batalla  de  las  Salinas,  fué  incorporado 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  433 

en  la  columna  del  capitán  Pedro  de  Candía  en  su  penosa 
espedicion  a  la  sierra  que  poblaban  los  indios. chunchos. 
Hizo  una  nueva  campaña  a  las  rejiones  de  los  Charcas  con 
el  capitán  Pedro  de  Anzures,  a  quien  acompañó  en  la  fun- 
dación de  la  ciudad  de  la  Plata;  i  bajo  las  órdenes  del  capi- 
tán Diego  de  Rojas,  hizo  una  escursion  para  penetrar  en  la 
tierra  de  los  chunchos  i  mojos.  De  vuelta  de  estas  correrías, 
i  habiendo  sufrido  algunos  descalabros,  Quiroga  bajaba  a 
Atacama  cuando  encontró  allí  las  fuerzas  espedicionarias 
que  venian  a  Chile  con  Pedro  de  Valdivia  en  1540.  Juntóse 
a  ellas;  i  al  lado  de  este  jefe,  hizo  la  carrera  que  lo  elevó 
mas  tarde  a  los  mas  altos  puestos  i  que  le  ha  asegurado 
un  lugar  en  la  historia. 

No  es  esta  la  ocasión  de  referir  los  hechos  concernientes 
a  la  vida  de  Quiroga  durante  el  tiempo  que  sirvió  en  Chile 
i  que  ocupó  el  gobierno  de  este  pais.  Sus  cartas  al  rei  i  al- 
gunos otros  documentos  inéditos  que  tenemos  a  la  vista, 
nos  permitirian  rectificar  las  equivocaciones  en  que  ha  in- 
currido la  jeneralidad  de  los  historiadores;  pero  esto  mismo 
nos  llevaria  demasiado  lejos  del  objeto  que  tienen  estos 
apuntes.  Daremos  si  algunas  noticias  sobre  los  parientes 
que  Rodrigo  de  Quiroga  tuvo  en  Chile. 

En  otro  estudio  hemos  hablado  de  su  hija  doña  Isabel  i 
de  su  sobrino,  el  capitán  Rodrigo  de  Quiroga,  muerto  por 
unos  soldados  españoles  en  1579.  En  un  papel  anónimo, 
de  1579,  remitido  al  virrei  del  Perú  i  conservado  en  el  ar- 
chivo de  Indias  con  el  título  de  Memoria  de  lo  que  el  go- 
bernador Rodrigo  de  Quiroga  ha  dado  de  provechos  de  la 
tierra  i  a  quien  lo  ha  dado,  se  acusa  a  este  mandatario  de] 
mas  escandaloso  favoritismo,  porque,  según  dice,  repartía 
los  indios  entre  sus  deudos  i  parciales  mas  adictos,  jente 
baja  en  lo  jeneral  i  que  no  había  servido  en  la  guerra.  ''Lue- 
go como  entró  (al  gobierno)  dio  a  su  sobrino  don  Bernar- 
do mili  indios  en  la  Imperial,  por  dejación  de  doña  Espe- 
ranza, mujer  de  sesenta  años,  y  acabada  su  vida  quedaban 
vacos.  A  Pablo  Benito,  un  mercader  recien  llegado  de  Es- 
paña,  otro  repartimiento  que  es  de  la  propia  doña  Espe- 

TOMO    VII  ^^ 


434  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ranza,  y  los  casó  con  dos  nietas  suyas,  habiendo  sido  muí 
importunado  de  soldados  que  han  servido  al  rei  y  hijosdal- 
go los  hiciese  en  ellos  en  pagos  de  sus  servicios,  y  no  quiso; 
y  los  dichos  no  vieron  jamas  guerra." 

A  pesar  de  estas  acusaciones  i  de  la  noticia  consigna- 
da alguna  vez.  de  que  Quiro^a  trataba  a  sus  indios  con 
una  gran  crueldad,  este  conquistador  goza  en  la  historia 
de  una  de  las  reputaciones  mas  envidiables  entre  sus  com- 
pañeros. Se  le  pinta  de  ordinario  modesto,  prudente,  vale- 
roso i  justiciero. 


Francisco  de  A guirre. 

El  capitán  Francisco  de  Aguirre  era  entre  los  compañe- 
ros de  Valdivia  uno  de  los  que  con  mas  Icjítimos  títulos 
podia  blasonar  de  la  nobleza  de  su  cuna,  porque  en  reali- 
dad era  hijo  de  un  hidalgo  de  Talavera  de  la  Reina,  en 
Castilla  la  Nueva.  Su  familia  poseia  allí  algunas  comodi- 
dades, de  manera  que  Aguirre  no  salió  de  su  casa,  como 
tantos  otros  aventureros,  obligado  por  la  pobreza,  sino 
inducido  por  el  pensamiento  de  adquirirse  un  nombre  en  el 
Nuevo  Mundo. 

Se  ha  escrito  alguna  vez  que  Francisco  de  Aguirre  co- 
menzó su  carrera  militar  en  las  guerras  de  Italia.  En  los 
documentos  que  he  podido  consultar  no  encuentro  confir- 
mada esta  noticia.  Consta  sí,  que  pasó  al  Perú  en  1533,  i 
que  sirvió  en  la  conquista  i  pacificación  de  este  pais,  en  las 
guerras  civiles  de  los  conquistadores  i  en  el  descubrimiento 
i  población  de  los  Charcas  hasta  el  año  de  1540.  Entonces 
se  juntó  con  algunos  otros  compañeros  a  Pedro  de  \'aldi- 
via,  que  venia  en  viaje  para  Chile,  en  cuya  conquista  se 
ilustró  por  su  valor  indomable,  por  su  lealtad  i  por  las  do- 
tes de  su  intelijencia.  Fué  uno  de  los  capitanes  mas  fieles  a 
Valdivia  i  de  los  que  mejores  servicios  le  prestaron  hasta 
fines  de  1552,  en  que,  hallándose  desempeñando  el  cargo 
de  correjidor  de  la  ciudad  de  la  Serena  (que  él  mismo  habia 
repoblado  cuatro   años  antes),  salió  a  recorrer  con  jente  i 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  435 


armas  los  establecimientos  españoles  que  se  habian  funda- 
do al  oriente  de  la  cordillera.  El  cabildo  del  pueblo  de  San- 
tiago del  Estero,  dirijiéndose  al  rei,  le  daba  cuenta  de  sus 
penalidades  anteriores  i  de  los  servicios  prestados  por 
Aguirre,  en  los  términos  siguientes: 

^'Ha  cuatro  anos  que  andamos  trabajando  y  muriendo 
sin  tener  un  solo  dia  de  descanso.  Ahora,  cuando  ya  no  te- 
niendo remedio  alguno  pura  nuestra  subsistencia,  íbamos 
a  despoblar,  ha  venido  el  capitán  Francisco  de  Aguirre  con 
jente,  armas  y  todo  lo  necesario  para  sustentarnos,  ha- 
biendo en  ello  gastado  mas  de  cuarenta  mili  pesos,  con  pro- 
visión del  gobernador  don  Pedro  de  Valdivia,  en  que  le 
nombra  por  jeneral  y  que  tenga  su  gobierno  en  la  cibdad 
d^la  Serena  y  ésta,  y  lo  demás  que  poblare  desta  parte  de 
la  cordillera  de  nieve,  que  el  gobernador,  como  tan  aparta- 
do de  do  reside,  no  puede  sustentar.  Hémosle  recibido,  y 
suplicamos  a  V.  M.  le  confirme  en  ello,  pues  ningún  otro 
podia  servir  tan  bien  y  tan  a  nuestro  contento  etc.  etc. 
Santiago  del  Estero,  diciembre  23  de  1553.  Diego  Torres. 
— Francisco  de  Valdenebro. — Miguel  de  Ardiles. — Lope 
Maldonado. — Alonso  de  Villadiego. — Pedro  Alos.— Julián 
Sedeño. — Blas  de  Rosales. — Escribano  Pero  Diez  Figueroa.^^ 

Francisco  de  Aguirre  volvió  a  Chile  llamado  por  sus  ami- 
gos, para  reclamar  el  gobierno  de  este  pais  después  de  la 
muerte  de  Valdivia.  Ya  de  antemano  habia  llamado  a  su 
esposa  doña  María  de  Torres  i  a  sus  hijos,  quepermanecian 
en  España,  en  la  ciudad  de  Talavera.  Reuniéronse  en  1555, 
i  se  establecieron  en  la  Serena,  donde  Aguirre  habia  pensa- 
do fijar  su  residencia.  Su  hijo  mayor,  Hernando,  habia  ve- 
nido a  Chile  algunos  años  antes,  i  por  entonces  acompañó 
a  su  padre  en  sus  dilijencias  para  obtener  el  gobierno  de  la 
colonia. 

La  historia  ha  referido  estos  sucesos  con  grande  acopio 
de  pormenores,  así  como  el  arribo  de  don  García  Hurtado 
de  Mendoza,  en  calidad  de  gobernador,  la  prisión  de  Agui- 
rre i  su  destierro  al  Perú,  i  por  último  su  nombramiento  en 
1561  para   terminar  la  conquista  del   Tucuman.   Los  dos 


4;^6  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


documentos  que  siguen  darán  a  conocer  muchos  pormeno- 
res sobre  estos  sucesos,  los  últimos  de  la  vida  del  ilustre 
conquistador. 

Carta  de  Francisco  de  Agnirre  a  don  Francisco  de  Toledo, 
virrei  del  Perú,  escrita  enjujai  el  8  de  diciembre  de  1569. 

"Muí  excelente  señor: 

"Por  otra  que  luego  supe  la  buena  venida  de  V.  E.  tengo 
escrita,  di  a  V.  E.  la  enhorabuena  de  ella  y  cuenta  en  jene- 
ral  de  mis  trabajos.  Esta  escribo  del  camino,  que  por  ser 
importuna  no  quisiera  escribir  por  no  dar  fastidio  a  V.  E. 
recien  llegado,  mas  no  lo  puedo  escusar,  y  así  V.  E.,  pUi^s 
le  envia  nuestro  señor  para  que  en  lugar  de  nuestro  reí  que 
tan  lejos  tenemos,  deshaga  los  agravios  que  a  sus  vasallos 
se  hacen,  no  creo  les  recibirá  y  quiero  tomar  el  cuento  de 
atrás,  aunque  V.  E.  me  perdone. 

Pasan  de  treinta  y  seis  años  los  que  ha  que  vine  a  este 
reino,  y  no  desnudo  como  otros  suelen  venir,  sino  con  ra- 
zonable casa  de  escudero  y  muchos  arreos  y  armas  y  algu- 
gunos  criados  y  amigos.  Fui  en  pacificar  3^  poblar  y  ayudar 
a  conquistar  la  mayor  parte  del  reino  del  Perú  desde  Chu- 
cuito  adelante,  y  me  hallé  en  la  conquista  de  todo  lo  prin- 
cipal de  Chili  y  en  todas  las  guerras  y  mas  señaladas  gua- 
zabaras  que  los  indios  nos  dieron  y  en  el  descubrimiento  y 
pacificación  de  esta  pobre  gobernación  de  Tucuman  de  que 
S.  M.  me  ha  hecho  merced;  y  estándola  gobernando,  me  fué 
forzado  salir  de  ella  porque  me  enviaron  a  llamar  los  de 
Chili,  muerto  el  gobernador  Valdivia,  para  que  los  gober- 
nase por  nombramiento  que  al  tiempo  de  su  muerte  me 
hizo;  y  como  Francisco  de  Villagran  también  pretendiese 
aquella  gobernación,  el  marqués  de  Cañete  envió  por  gober- 
nadora su  hijo  don  Garcia  de  Mendoza,  el  cual  nos  envió  a 
Lima  y  como  S.  M.  hiciese  merced  de  la  gobernación  de  Chili 
a  Francisco  de  Villagran,  determiné  de  me  recojer  a  mi  casa 
en  Copiapó,  y  habiendo  estado  en  ella  descansando  solo 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  437 

siete  meses,  que  nunca  otro  tanto  tiempo  he  tenido  sosiego 
ni  descanso  en  o^tas  partes,    vino   por   visorei   del    Perú  el 
conde  de  Nieva  ^  mui  antiguo  señor,   el  cual  me  envió  a  mi 
casa  una  provisión  de  gobernador  de  Tucuman,  y  me  escri- 
bió que  en  aceptalla  hacia  mui  gran  servicio  a  S.    M.  sobre 
los  (servicios)  hechos;  y  aunque  se   me  hizo   de   mar  dejar 
mi  sosiego,  pero  con  todo  eso,  como  nunca  fui  perezoso  en 
hacer  lo  que  me  ha  mandado  mi  rei  y  lo  que  ha  convenido 
a  su  real  servicio,  determiné  de  lo   aceptar  y  comenzar  de 
nuevo  a  trabajar;  i  con  mis  hijos  y  la  jente  que  pude  allegar, 
entré  en  Tucuman,  que  estaba  la  ma^^or  parte   della   alza- 
da y  rebelados  los  indios  diaguistas  por  el   mal   gobierno 
que  tuvo  un  teniente  de  don  García  que  se   llamaba  Juan 
Pérez  Zorita,  que  por  haber  hecho  muchos  pueblos  habien- 
do poca  jente  española,  ios  indios  se  atrevieron   a   alzar,  y 
mataron  muchos  de  ellos.  No  quedó  sirio  solo  el   pueblo   de 
Santiago  del  Estero;  y  los  que  estaban  recojidos  en   él   se 
querían  salir  porque  no   les   entraba   socorro   de  ninguna 
parte  de  vestidos,  yerro,  plomo  y   pólvora,   que   es   lo   que 
mas  han  menester.  Y  como  yo  entré,  sosegaron  con  el  soco- 
rro que  les  hice,  en  que   aquella  vez  y   otra  gasté   mas  de 
ochenta  mili  castellanos  y  perdí  un  hijo   lejítimo  en   una 
guazabara  que  le  dieron  los  indios,  y  a  mí  me  hirieron  que- 
riendo pasar  por  la  tierra  de  guerra  para  venir  a  esta   au- 
diencia de  los  Charcas  a  dar  cuenta  al  presidente  y  oidores 
della,  y  a  meter  mas  jente;  y  corno  no  me  acudió   a  tiempo 
un  capitán  a  quien  yo  habia  mandado   que   me  aguardase 
con  alguna  jente  en  Salta,  me  fué  forzado  retirarme  a  San- 
tiago; y  como  en  la  audiencia  de  los  Charcas  no  se  tuviese 
noticia  de  mí  en  mas  de  un  año,  trataron  de  entrar  por  go 
bernador  de  esta  gobernación  a  un  ]^víartin   de  Almendras 
y  queriendo  yo  concluillo  con  él,  llegó  antes  que  se  efectúa 
se,  un  criado  mió  con  cartas  mías  para  el    audiencia,  y  en 
vié  también  un  capitán   para  que  hiciese  alguna  jente;  y 


1    Don  Diego  Acevedo  i  Zúñiga,   conde   de  Nieva,  que   tomó  el 
mando  del  virreinato  en  1561. 


4  38  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


ansí  que  lo  hubieron  y  vieron  mis  cartas  todo  el  pueblo  lo 
contradijo  y  también  el  fiscal  y  se  ofrecian  en  mi  nombre 
a  pagar  lo  que  el  Martin  de  Almendras  había  comenzado 
a  gastar  y  que  entregase  lajente  a  mi  capitán  por  evitar 
los  daños  y  desasociegos  que  dello  podian  suceder  por  no 
estar  mi  provisión  revocada.  Todavía  forzó  el  presidente 
de  los  Charcas  que  el  Martin  de  Almendras  fuese,  y  ayudó- 
le al  licenciado  Haro,  por  sus  fines  e  intereses  de  cosas  que 
habia  dado  al  presidente,  y  el  Martin  de  Almendras  le  habia 
comprado  de  pólvora  y  arcabuces  y  otras  cosas  que  le  encar- 
gó que  según  su  mujer  dice,  serian  cinco  mili  pesos,  de  lo  cuar 
se  anda  quejando  publicamente,  y  ti  licenciado  Haro,  por 
se  quedal  a  vivir  en  casa  de  Pedro  de  Castro  en  que  ahora 
vive,  quel  queria  que  fuese  de  otra  entrada  como  fué  estan- 
do también  vivo  el  gobernador  della,  y  después  del  contra- 
dicho hizo  mas  de  cien  soldados  y  entró  en  la  gobernación 
que  yo  gobernaba  en  nombre  de  S.  M.  yes  público  que  le 
dijeron  ambos  que  me  matase  y  prendiese;  y  quísolo  efec- 
tuar en  el  camino  mandando  a  su  maese  de  campo  que 
fuese  a  ello  con  treinta  hombres  porque  no  fuese  sentido,  y 
quiso  Dios  que  se  volvió  por  no  acertar  el  camino,  de  lo 
cual  hizo  el  Martin  de  Almendras  gran  sentimiento,  y  como 
llevaba  tan  mala  intención  le  atajó  Dios  los  pasos,  y  mu- 
rió él  solo  en  el  camino  a  manos  de  indios,  y  su  maese  de 
decampo  recojió  luego  la  jente  y  escribió  a  la  audiencia 
si  pasada  adelante  o  se  volveria;  y  no  le  quiso  responder 
el  presidente.  Y  a  esta  cabsa  metió  la  jente  que  traia,  que 
no  debiera,  y  como  sabian  la  voluntad  del  presidente  y 
Haro,  desde  luego  comenzaron  a  urdir  un  motin  para  me 
prender  o  matar.  Y  envié  yo  a  veinte  hombres  a  Cal- 
chaguí,  indios  alzados  y  de  guerra  para  que  si  alguna  jente 
me  trajese  el  capitán  que  habia  enviado,  la  amparase  y 
guiase.  Ellos  se  alzaron  en  el  camino  y  prendieron  al  ca« 
pitan  que  yo  enviaba  y  le  llevaron  preso  a  la  audiencia  de 
los  Charcas,  y  aunque  fueron  presos  algunos  dellos,  espe- 
cialmente un  Berzocano,  que  fué  el  principal  en  el  motin 
por  el  odio  que  el  presidente  me  tenia,  y   siempre  tiene,  le 


ESTUDIOS    DIVERSOS  SOBRE    VALDIVIA  439 

soltó  él  sólo,  como  ordinariamente  lo  hace,  sin  parecer  de 
los  oidores;  y  concertó  con  mi  capitán  que  los  llevase  y  me 
escribió  que  perdonase  al  Berzocana.  Yo  le  perdoné  por  su 
mandado,  al  cual  mandó  de  palabra  el  presidente  según   él 

mismo  lo  publicó  después  que  me  prendió;  y  en  llegando 

1  determiné  de  enviar  a  mi  hijo  Hernando  de  Aguirre  la 
castigar  y  poblar  a  Calchagui  por  se  haber  los  indios  al- 
zado y  muerto  muchos  españoles;  y  como  la  tierra  estaba 
repartida  a  otros,  hacíaseles  de  mal  a  los  soldados  de  ir 
aella  y  publicaban  que  se  habían  de  salir  y  matar  al  ca-a 
pitan  si  lo  impidiese,  de  lo  cual  me  avisaron  frailes.  Por 
esta  causa  determiné  mandar  derrota  y  irme  con  ciento  v 
veinte  hombres  mui  bien  armados,  que  no  se  hará  otra 
tanta  jente  con  treinta  mili  castellanos,  a  una  noticia  (de 
tierra)  que  yo  tenia  de  tiempos  antiguos,  la  mejor  y  mas 
rica  de  cuantas  yo  he  visto;  que  está  entre  la  cordillera  de 
Chili  y  el  rio  de  la  Plata,  a  poblar  allí  un  pueblo  en  medio 
de  dos  rios  que  entran  en  el  rio  de  la  Plata,  adonde 
pretendía  poblar  un  puerto  en  el  mismo  rio  que  en- 
tra en  la  mar  del  norte  por  do  se  pudiesen  ir  a  Es- 
paña sin  peligro  de  corsarios,  y  en  treinta  y  cuarenta 
dias,  así  los  de  esta  gobernación  de  Tucuman  como 
los  del  Paraguay,  los  de  Chili  y  del  Perú,  cosa  que  tan- 
to S.  M.  ha  deseado,  y  aun  mandado  a  la  audiencia  de 
los  Charcas  que  lo  haga  por  espresa  provisión  que  para 
ello  he  visto.  Y  estando  ya  mui  cerca  de  la  parte  a  donde 
habia  de  poblar,  determinaron  algunos  de  los  que  entraron 
con  Martin  de  Almendras  de  me  prender;  y  una  noche  se 
conjuraron  catorce,  y  nombraron  por  jeneral  a  un  Jerónimo 
Holguin,  y  hicieron  otros  capitanes,  y  convocaron  por 
fuerza  a  otros,  y  me  prendieron  a  mí  y  a  mis  hijos  y 
amigos;  y  echáronme  unos  grillos  com^  a  traidor,  y  nos 
hicieron  mili  oprobios.  Preguntándoles  yo  que  por  qué  y 
por  cuyo  mandado,  dijieron  que  el  presidente  se  los  habia 
mandado;  y  viendo  que  en  decir  esto  habían  errado,  dijeron 


1    No  se  entiende  el  orijinal. 


440  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  ahí  a  poco  rato  que  por  la  Inquisición,  sin  haber  tal 
mandamiento  de  hombre  humano,  ni  aun  pensamiento  dello, 
sino  que  lo  debían  de  tener  urdido  y  tramado  con  un  clé- 
rigo que  trajeron,  que  pretendía  ser  vicario  por  una  pro- 
visión del  obispo  que  tenia  revocada  y  dada  la  provisión  a 
otro,  por  que  yo  no  quise  admitirle  a  él  sino  a  un...  ^  que 
tenia  nueva  provisión;  y  preso  me  volvieron  a  mi  y  a  mis 
hijos  V  criados  a  Santiago  del  Estero,  de  donde  habíamos 
salido,  y  me  llevaron  y  metieron  tan  ignominiosamente  que 
tengo  vergüenza  de  decillo.  Alzáronse  con  Santiago  del  Es- 
tero, y  quitaron  por  fuerza  de  arma  las  varas  (de  rejidores) 
a  los  que  las  tenían,  y  diéronlas  a  los  que  ellos  quisieron. 
Robáronme  a  mí  y  a  mis  hijos  y  criados  cuanto  teníamos, 
V  quitaron  al  verdadero  vicario  y  pusieron  tiránicamente  a 
otro  que  se  dice  Julián  Nuñez,  hombre  que  ya  otra  vez  ha- 
bía revuelto  aquella  misma  tierra,  y  procedió  contra  mí 
por  la  Inquisición,  andando  con  quince  arcabuceros  de  casa 
en  casa  preguntando  por  un  interrogatorio  a  los  testigos 
que  me  habían  prendido  y  sido  mis  enemigos.  Dieron  en 
el  camino  garrote  a  un  español  sin  le  dejar  confesar.  Dieron 
y  quitaron  indios,  hicierónme  insultos  no  oídos,  y  trajerón- 
me  preso  con  grillos  hasta  la  cibdad  de  la  Plata;  y  pudíen- 
do  en  el  camino  matallos,  no  lo  quise  hacer  diciendo  que 
iba  al  reí  y  al  obispo,  que  ellos  me  harían  justicia  y  los  cas- 
tigarían conforme  a  sus  maldades.  Y  avínome  al  revés  de 
lo  que  pensaba,  porque  ellos  se  pasearon  y  triunfaron,  y  a 
mí  me  prendieron,  y  fué  el  consultor  y  solicitador  contra 
mi  el  presidente  y  Haro.  Y  pensando  yo  que  aquello  se  aca- 
bara en  una  hora,  me  hicieron  detener  cerca  de  tres  años,  y 
gastar  mas  de  treinta  mili  pesos,  y  aun  procuraron  que 
nadie  me  prestare  ni  me  fiase,  para  que  me  muriese,  y  pro- 
curaron de  vengarse  de  mí  por  mano  ajena,  dando  favores 
a  Jerónimo  de  Holguin,  y  a  los  demás  queme  prendieron,, 
y  a  sus  aliados  acompañándose  de  ellos.  Nunca  salía  de  sus. 


•''  Xo    ee  entiende  el  orijinal.   Parece  decir  Payan.  Talvez  sea  un 
nombre  propio. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  441 

casas,  aconsejándoles  lo  que  habían  de  hacer;  y  como  me 
habían  de  perseguir;  y  enviaron  a  llamar  a  un  Juan  Pérez 
Zorita,  teniente  que  había  sido  en  Tucuman,  el  mayor  ami- 
go que  tenían  los  que  me  prendieron,  de  enviarle  al  castigo 
de  sus  amigos,  que  a  mí  me  había  prendido,  y  porque  hobo 
pareceres  diversos  en  el  audiencia,  los  remitieron  al  señor 
gobernador  Castro,  el  cual  escribió  que  no  convenia  enviar 
al  Zorita,  que  enviasen  a  Diego  Pacheco,  correjidor  que  era 
de  Potosí;  y  entretanto  que  vino  la  respuesta  de  esto,  el 
presidente,  en  presencia  del  obispo  de  los  Charcas,  persua" 
dio  y  mandó  a  Juan  Pérez  Zorita  que  se  fuese  y  entrase  en 
Tucuman,  quél  le  enviaría  las  provisiones  allá,  y  se  apode- 
rase de  la  tierra,  pues  eran  sus  amigos  Heredia  y  Berzoca- 
no,  que  eran  los  principales  después  de  Holguín  en  mí  pri- 
sión, y  estaban  alzados  en  un  pueblo  que  de  su  propia 
autoridad  hicieron;  y  con  ocho  o  diez  hombres  se  fué,  y  en- 
tró por  Chili  en  Tucuman.  Y  cuando  llegó,  halló  ahorcados 
al  Heredia  y  a  Berzocano,  por  un  teniente  mío,  y  pacífica 
la  tierra,  y  publicó  que  traía  provisiím  de  gobernador  y 
envió  diversas  cartas  a  los  cabildos  y  personas  particula- 
res, las  cuales  todas  se  pusieron  en  el  proceso  que  contra  él 
se  hizo,  y  están  por  él  reconocidas  ante  la  audiencia  de  los 
Charcas.  Y  así  en  llegando,  se  comenzaron  algunos  a  alte, 
rar;  y  el  teniente  determinó  de  le  sacar  de  la  tierra  y  llevar 
preso  a  la  real  audiencia;  y  le  llevó;  al  cual  en  llegando 
prendieron;  y  pasados  tres  días,  por  mandado  del  presiden- 
te y  de  su  mujer  y  del  licenciado  Haro.  el  alcaide  le  dejó 
andar  suelto,  y  se  iba  y  venia  de  dia  y  de  noche  en  casa  de 
ambos  a  dos;  y  allí  se  hacían  las  consultas  contra  mí;  3^  a  los 
quesalieronde  Tucumanyme  trajeron  preso,  les  procuraban 
hacer  mis  enemigos  y  amigos  del  Zorita,  y  publicaban  ban- 
dos sin  averíos  ni  ocasión  para  ello,  solo  a  efecto  de  hacer 
mal,  y  con  cuantas  molestias  me  hicieron,  nunca  hombre 
de  mi  casa  echó  mano  a  la  espada,  porque  se  lo  mandé  yo 
y  entendí  que  no  deseaban  otra  cosa  sino  que  me  deman- 
•  dase  y  para  ello  rae  daban  grandes  ocasiones  para  me  des- 
truir; y  al  fin  me  guardó  Dios  mí  entendimiento  y  tuve  la 


442  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


paciencia  que  todo  el  mundo  ha  visto  y  entendido.  Jueces 
que  esto  hacen  y  lo  que  luego  diré,  vea  Y.  E.  si  son  jueces  o 
tiranos,  si  desean  servir  al  rei  o  alterar  la  tierra,  pues  no 
podré  contar  a  V.  E.  por  mas  memoria  que  tenga,  la  déci- 
ma parte  de  las  exorbitancias  que  estos  dos  jueces  han  he- 
cho contra  mí  y  yo   he   sufrido.    Procuraron  también  con 
todas  sus  fuerzas  quel  obispo  me  inhabilitase  o  me  deste. 
rrase  de  Tucuman,  y  trataron  con  don  Gabriel  Panlagua, 
que  pretendiese  la  gobernación,  ya  que  no  pudieron  darla  a 
Juan  Pérez  Zorita;  y  según  fama  la  envió  a  pedir  al  señor 
gobernador  Castro  todo  por  me  echar  a  mí  dell.  Y  para  este 
efecto  dejaron  salir  de  la  cárcel  a  Jerónimo   Holguin,  que  es 
eljeneral  que  se  hizo   por   su  propia  abtoridad   parame 
prender;  y  aunque  le  envió  a  pedimento  del  fiscal  un  algua- 
cil por  él,   le   mandó  el  presidente   que  no  le  siguiese,  y  asi 
pareció  porque  el  alguacil  se  volvió   otro   dia  diciendo  que 
se  le  habia  cansado  un  caballo   sin  haber  caminado  tres  le- 
guas. Finalmente,  él  se  fué  por  sus  jornadas  a  Lima,  y  vol- 
vió y  estuvo  preso  y  le  condenaron  a  muerte  a  él  y  a  otros; 
y  favoreciéndole  el  don  Gabriel  por  mandado  del  presiden- 
te,  importunó  al  obispo  que  le  diese  cosas  del  proceso  que 
decían   que  habia  en  él,  solo   por  me  infamar,  y  al  fin  por 
pura  importunidad,  porque  decian  que  si  no  lo  daba,  decia 
el  presidente  y  Haro  que  le  condenarian  a  muerte,  y  de  otra 
manera  no.  El  obispo  les  dio  la  sentencia  y  la  consultación 
sin  hacer  el  pleito   mas  que  un   libro  de  Amadis,  todo  con 
dañada  intención,  y  a  efecto  de  me  infamar;  y  para  el   vol- 
ver a  ver  en  revista  el  pleito,  trataron  de  enviar  al  licencia- 
do Recalde,   oidor  juez  sin   pasión,   a  cierta  comisión  sin 
haber  causado  ni  ocasionado  para  le  enviar;  y  el  fiscal  lo 
impidió,  contra  el  cual  permitieron  dar  peticiones  injurio- 
sas y  muchos  mas  contra  mí,  y  pusieron  en  el  proceso  la  in- 
formación  quel   mismo   Holguin  y  su  teniente    Heredia  hi- 
cieron contra  mí,   teniéndome  tiránicamente  preso,  y  con 
los  mismos  que  me  prendieron  para  su  descargo.   Háse  pu- 
blicado que  por  no   le  osar  absolver,  le  han  de  remitir  en 
discordia  a  la  audiencia   de   los  Reyes,  y  para  que  vaya  en 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  443 

SU  seguimiento  le  han  de  dar  en  fiado  que  lo  mesmo  se  hace 
en  todos  los  negocios  que  publican  los  votos  y  los  comuni- 
can con  las  partes  a  quien  favoreseti  y  dan  trazas  como  se 
haga  lo  quellos  quieren,  que  no  hai  otras  leyes  mas  de  su 
voluntad.  También  se  ha  publicado  que  don  Gabriel  Pania. 
gua  ha  de  ir  en  nombre  de  la  ciudad  de  la  Plata  a  besar  las 
manos  de  V.  E.,  y  llevar  todas  cuantas  maldades  los  dos 
jueces  han  pensado  y  forjado  contra  mí  para  pretender  la 
gobernación;  y  para  abonallos  y  para  ganar  su  amistad  les 
ha  prestado  el  presidente  siete  mili  castellanos,  y  es  fama  que 
tiene  mas  de  sesenta  mili  pesos  sin  estos,  ganados  en  ocho  o 
nueve  años  que  ha  que  es  presi  lente,  y  ha  pagado  cuatro 
mili  pesos  que  trajo  de  deuda  de  Guatimala,  donde  fué  antes 
oidor. 

"Suplico  a  V.  E.  no  sean  contra  mí  admitidas  sus  razo- 
nes, sin  que  sea  3-0  oido  primero.  Quena,  por  no  ser  prolijo, 
pasar  por  otra  invención  que  conmigo  han  usado,  mas  to- 
davía me  parece  que  conviene  que  V.  E.  lo  sepa. 

"Estando  despachado  por  el  obispo  y  no  teniendo  mas 
que  esperar,  habrá  un  año  que  pedí  en  esta  audiencia  para 
me  ir  a  mi  gobernación  que  tenia  por  dos  títulos  del  virrey 
conde  de  Nieva  y  del  señor  gobernador  Castro,  y  aun  por 
provisión  desta  real  audiencia,  y  ofrecíme  a  mi  costa  poblar 
dos  pueblos,  uno  el  que  iba  a  poblar  cuando  me  prendieron 
y  el  otro  en  Salta,  junto  a  Calchagui,  para  sosegar  todos 
los  indios  que  andan  alterados  en  esta  provincia  y  en  la  de 
los  Charcas,  que  me  costará  mas  de  treinta  mili  castella- 
nos; y  para  ello  no  queria  otra  ayuda  mas  de  que  no  me 
desfavoreciesen,  que  harta  jente  para  ello  sino  me  la  des- 
viasen; y  lo  mesmo  pidieron  los  procuradores  de  Tucuman, 
lo  cual  no  solo  no  quisieron  proveer,  antes  remitiéndolo  al 
señor  gobernador  Castro  me  mandaron  que  no  entrase  ni 
usase  de  la  jurisdicción  en  Tucuman  hasta  que  el  goberna- 
dor o  S.  M.  otra  cosa  mandasen.  Yo  no  quise  suphcar  del 
auto,  y  tomáronme  las  provisiones  y  no  me  las  quisieron 
volver.  Visto  este  desafuero,  como  no  tuviese  yo  qué  gas- 
tar, queria  me  ir  a  mi  casa,  y  escribieron   al  obispo  que  me 


444  ESTUDIOS    HISTÓBICOS 


detuviese  y  diese  por  ninguna  la  sentencia  que  sus  jueces 
habian  dado  contra  mí.  El  obispo  lo  hizo  así;  y  me  detuvie- 
ron  en  esto  mas  de  ocho  meses,  pensando  que  me  muriera. 
Finalmente,  el  obispo  vino  y  mandó  guardar  la  primera 
sentencia;  salíme  luego  de  Chuquisaca  a  esperar  si  antes 
que  viniesen  las  aguas  me  venia  la  provisión  de  España, 
para  si  no  viniese  irme  desde  los  Chichas  a  mi  casa,  que  se 
parte  el  camino  para  ambas  partes.  Antes  desto  habian 
prevenido  al  presidente  y  Haro  que  entrasen  con  cartas  su- 
yas seis  hombres  desta  gobernación  que  habian  hecho  mis 
enemigos  para  que  no  me  recibiesenis  entrase,  me  prendie- 
sen v  matasen  y  iban  publicando  que  era  hereje  y  que  me 
habian  de  quemar  y  otras  cosas  de  este  jaez,  para  me  re- 
volver con  toda  la  tierra,  lo  cual  pudieran  escusar  si  vian 
que  no  con  venia  que  yo  entrase,  que  yo  obedeciera  lo  que  se 
me  mandara,  mas  viendo  que  no  lo  podia  hacer,  importu" 
naban  al  obispo  que  lo  hiciese,  y  por  otra  parte  deseaban 
que  entrase  sin  licencia  para  publicar  que  era  traidor  e 
inobediente,  para  que  después  de  entrado  me  prendiesen  o 
matasen  para  que  se  dijese  que  era  verdad  lo  que  siempre 
han  escrito  de  mí,  que  no  convenia  que  yo  entrase  en  esta 
tierra,  porque  los  enemigos  que  en  ella  tenia  me  prenderian 
matarian  o  se  saldrian  y  despoblarian  la  tierra,  obra  por 
cierto  no  de  hombres  sino  del  demonio;  y  por  otra  parte  se 
dieron  prisa  a  despachar  los  negocios  que  fueron  en  mi  pri- 
sión, ya  algunos  los  desterraron  y  a  otros  mandaron  ser" 
vir  un  año  en  Calchagui  a  su  costa,  para  que  entrasen  como 
entraron  delante  de  mí  a  lo  mesmo  que  los  primeros.  Y  uno 
de  ellos  publicó  que  el  presidente  lehabia  dicho  que  si  habia 
alguno  en  Tucuman  que  me  diese  de  puñaladas,  y  sobre 
ello  se  hizo  proceso  contra  él  y  con  estas  cartas  y  preven- 
ciones, un  Méndez,  criado  del  licenciado  Haro,  habia  tra- 
tado con  ádce  o  trece  hombres  que  son  los  que  luego  diré, 
que  topé  en  el  camino,  que  me  prendiesen  o  matasen,  según 
supe  de  los  que  con  ellos  salieron.  Y  porque  entendió  el  pre- 
sidente cfue  no  podia  ya  detenerme  mas  en  los  Chichas,  y 
que  no  venian  mis  despachos  de  Lima  ni  de  España,  trató 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  445 

con  el  encomendero  de  Atacama  que  escribiese  a  los  indios 
otra  invención  mas  diabólica  que  las  pasadas,  que  diz  que 
el  me  habia  preso,  y  de  de  ahi  a  tres  horas  habían  venidq 
a  la  cárcel  trescientos  hombres  y  me  habian  sacado  y  lleva- 
do por  ahi;  y  que  si  fuese  por  sus  pueblos  alzasen  las  comi- 
das y  me  matasen  si  pudiesen;  y  esta  nueva  se  publicó  en 
ChiH,  cosa  que  ni  pasó  aun  por  el  pensamiento,  cuanto 
mas  de  hecho.  Solo  fué  hecho  a  efecto  que  pensaba  que  me 
iria  por  allí  a  mi  casa,  porque  tardaban  las  provisiones,  y 
yo  habia  escrito  que  si  no  llegaban  por  agosto,  me  iria  a 
mi  casa  para  que  yendo  por  allí  no  me  pudiese  escapar,  o 
porque  los  indios  yendo  descuidado  o  solo  con  seis  o  siete 
criados  mios,  me  matasen,  o  no  hallando  comida  muriese 
de  hambre,  porque  son  doscientas  leguas  de  despoblado  y 
solo  Atacama  en  medio.  Finalmente,  húbolo  Dios  mejor, 
que  mis  provisiones  de  España  me  llegaron  en  fin  de  agos- 
to; y  con  treinta  y  cinco  hombres  que  se  vinieron  conmigo 
me  entré  en  esta  gobernación,  y  ayer  topé  con  Luis  Chas- 
co, theniente  de  Diego  Pacheco  que  venia  con  veinte  hom- 
bres que  traian  ropa  de  la  tierra  para  vender;  y  entre  ellos 
venian  doce  o  trece  soldados  de  los  que  se  hallaron  en  mi 
prisión.  Yo  los  recibí  con  buenas  palabras,  perdonándoles 
lo  pasado,  y  luego  fui  avisado  que  habian  tratado  de  me 
prender,  y  que  aun  ahora  hacian  corrillos;  y  quien  me  lo 
dijo  lo  sabe  Luis  Chasco,  y  después  de  los  haber  desarma- 
do, porque  no  intentasen  alguna  desvergüenza  de  las  que 
suelen,  les  desterró  mi  theniente,  y  no  les  volví  las  armas 
por  temerme  de  alguna  traición,  y  porque  de  tierra  de  gue- 
rra como  ésta  no  se  acostumbra  dejar  a  ninguno  sacar 
armas.  A  los  que  no  eran  de  esta  liga,  se  las  volví;  y  cierto 
entiendo  que  fué  permisión  de  Dios  que  estos  saliesen,  por- 
que cierto  si  ellos  quedasen  en  ella  la  revolvieron,  y  acá  no 
quedan  seis  hombres  que  me  traigan  enemistad  de  doscien- 
tos y  veinte  que  hai  en  la  tierra.  Y  mediante  Dios,  cuando 
ésta  llegue  a  V.  E  yo  la  terne  tan  sosegada  como  está  esa. 
Esa  jente  suplico  a  V.  E.  (que)  no  me  vuelva  a  ella,  porque 
harán  mucho  mal,  i  acá  no  tienen  méritos  mas  de  haber- 


446  I^STUDIOS    HISTÓRICOS 


me  a  mí  preso.  Bien    sé  que    habrá  en  los    Charcas  mucha 
grita  porque  los  semejantes  tiranos  han  hallado  en  ella 
allí  socorro  y  favor.  Bien  sé  también  que  el   presidente  o 
Haro  harán  información  contra    mí,  y  que  tomarán    por 
testigos  estos  mismos  que  yo  desterré,  que  no  faltará  quien 
les  perduada  que  digan   mas   de   lo   que  vieron  y  oyeron,  y 
cualquiera  dellos  que  tome  la  información  le  tengo  por  tan 
sospechoso  como  a  los  que  me  prendieron,  \^  que  no  toma- 
rán por  testigos  a  dos  relijiosos  que  van  con  ellos  ni  a  los 
demás  que  van  a   sus   negocios  y   mercaderías,   sino  a  los 
desterrados  y  tiranos  que  me  prendieron.  Yo  procuraré,  si 
algunos  quedasen  de  los  culpados,   de  les  perdonar  y  hacer 
buen  tratamiento,  y  tener  a  todos  los  que  acá    quedan  so- 
bre mis  ojos  y  en  todo  hacer  lo  que  siempre  he   hecho,   que 
es  servir  a  S.  M.  hasta  la  muerte,  como  V.  E.   verá  y  oirá, 
Suplico  a  V.  E.  como  a  señor  mió  tan    cristianísimo,  si  por 
ventura  allá  llegasen  algunas  invenciones  de  las  questos  jue- 
ces suelen  inventar  contra    mí,  o  algunas  quejas,  que  como 
benignísimos  señor  guarde  el  un  oido  para  mí  informándo- 
se de  personas  sin  pasión,  y  acordándose  que  yo  soi  de  casa 
de  V,  E.,  y  mas  antiguo  que  otro,  y  que   estoi  martirizado 
por  servicio  de  mi  rei,  y  en  su  servicio    he  gastado  mas  de 
trescientos  mili  castellanos,  y  estoi   adeudado,  que  no  pue- 
do salir  de  deudas  en  mi  vida  y  ía  mucha  sangre  que  he  de- 
rramado en  servicio  de  la  real  corona  sin  jamas  haber  ofen- 
dido en  hecho  ni  en   pensamiento,   como  otros   que  tienen 
mejor  de  comer  que  yo,  y  que  me    ha  costado  la  muerte  de 
un  hijo  mió  y  de  un  hermano  y  sobrinos  y  deudos  que  han 
muerto  todos  peleando  en  esta  tierra  en  servicio  de  S.  E.; 
y  no  es  justo  por  tan    buen  servicio  que  al  fin   de  mis  dias 
haya  mal    galardón  por  información  falsa  y  de    personas 
apasionadas.  Antes  V.  E.  me  haga  mercedes  porque  otros 
se  animen  a  mejor  servir  a  S.  M.  y  me  sea  V.   E.   favora- 
ble con  S.  M.   para  que  me  confirme   la  merced   desta  go- 
bernación por  mi  vida,   que    es  ya  poco,  y  de  Hernando 
de  Aguirre,  mi  hijo  mayor,  que  ha  mucho  tiempo  estado 
en  esta  tierra  y  servido  mui    bien  en  ella  y  tiene    mucha  es- 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  447 

periencia  del  gobierno  della,  con  título  de  adelantado,  para 
mí  y  mi  hijo,  pues  tanto  me  cuesta,  y  porque  entiendo  que 
V.  E.  rae  lo  hará,  quedo  en  estos  campos  rogando  a  nues- 
tro señor  la  vida  y  estado  de  V.  E.  guarde  y  aumente  por 
muchos  años  con  la  prosperidad  que  los  que  somos  de  ca- 
sa de  V.  E.  deseamos.— De  Xuxuy,  ocho  de  octubre  de  mili 
quinientos  sesenta  y  nueve. 

"Envío  juntamente  con  ésta  uno  que  me  enviaron  de  Tu- 
cuman.  Suplico  a  V.  E.  la  mande  hacer  leer  toda  para  que 
se  vea  la  amistad  que  me  tiene  el  presidente  de  los  Charcas, 
y  tengo  otras  diez  de  otras  personas  que  dicen  lo  mismo. 
SupHco  a  V.  E.  la  mande  entregar  al  que  viniese  a  visitar 
la  audiencia  de  los  Charcas  para  que  lo  averigüe  y  casti- 
gue.— Mui  Exte.  señor,  besa  pies  y  manos  a  V.  E.  su  mas 
servidor  y  criado,  Francisco  de  Aguirre. 

A  hjuracion  de  Francisco  de  Aguirre. 

(19  de  abril  de  1569). 

"Por  cuanto  yo  Francisco  de  Aguirre,  gobernador  de  las 
provincias  de  Tucuman,  fui  acusado   por  el  Santo  Oficio  de 
la  Inquisición  ordinaria  ante  Y.  S.  R.  de  ciertas  proposicio- 
ces  que  algunas  de  ellas  son  heréticas,  otras  erróneas,  otras 
escandalosas  y  mal  sonantes,   las  cuales   yo   dije  y  afirme 
no   con   ánimo    de   ofender    a    Dios   nuestro   señor,   ni  yo 
contra   los   mandamientos  de  la  Santa  Madre  Iglesia  o 
fé  católica,  sino  con  ignorancia,  las  cuales  me  fueron  man- 
dadas abjurar  todas  las  de  levi  por  los  jueces  delegados  a 
quien  V.  S.  R.  cometió  este  dicho  negocio,   e  por  cuanto  en 
la  forma  de  abjuración  que  ante  los  dichos  jueces  hice  no  se 
guardó  la  orden   de  derecho  en  el  abjurarlas  ni  las  abjuré 
todas,  según  las  tengo  confesadas,  como  por  el  dicho  auto 
se  me  mandó  que  yo  consentí,  lo  cual  no    fué  por  mi  culpa 
sino  por  no  dármela    los  dichos  jueces,  por  tanto,  en  cum- 
plimiento del  dicho  auto  e  como  hijo  que  soi  de  obediencia 
a  la  santa  madre  Iglesia,  a  cuya  corrección  yo  me  he  some- 


448  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


tido,  y  someto  e  a  la  de  V.  S.  R.  en  su  nombre,  como  cató" 
lico  y  fiel  cristiano  que  soi,  parezco  ante  Y.  S.  R.  como  ante 
Inquisidor  ordinario,  e  poniendo  la  mano  derecha  sobre  es- 
ta cruz  e  crucifijo  e  sobre  los  sagrados  Evanjelios,  adjuro 
de  levi  e  declaro  las  dichas  proposiciones  que  en  mi  confe- 
sión tengo  confesadas  en  la  manera  siguiente: 

"Primeramente  digo  que  dije  y  confieso  haber  dicho  que 
con  solo  la  fé  me  pienso  salvar,  lo  cual  sabe  a  herejía  mani- 
fiesta, y  es  proposición  escandalosa  dicha  como  suena;  y 
en  este  sentido  lo  abjuro  de  levi  como  tal  proposición,  y  di- 
go que  la  entendí,  que  lo  diré  y  después  acá  y  agora  siendo 
la  fé  acompañada  con  obras  y  guardando  los  mandamien- 
tos de  Dios  nuestro  señor,  y  mediante  los  merecimientos  de 
su  pasión. 

"Iten,  confieso  que  dije  delante  de  muchas  personas  que 
no  tubiesen  pena  por  no  oir  misa,  que  bastaba  la  contri- 
ción en  su  corazón,  y  encomendarse  a  Dios  en  su  corazón, 
lo  cual  abjuro  de  levi  en  el  sentido  que  enjendró  escándalo; 
y  confieso  que  es  verdad  que  habiendo  sacerdote  con  quien 
confesarse  vocalmente,  y  de  haber  de  oir  misa  en  los  dias 
que  la  Iglesia  lo  manda  es  necesario   oir  misa  y  confesarse. 

"Iten,  digo  i  confieso  que  dije  que  vo  era  vicario  jeneral 
en  aquellas  provincias  en  lo  espiritual  y  temporal,  lo  cu.'d 
es  error  3' herejía  como  suena,  y  en  este  sentido  lo  abjuro 
de  levi,  y  digo  y  confieso  que  el  Sumo  Pontífice  es  vicario 
jeneral  en  lo  espiritual,  de  Cristo  nuestro  señor,  a  quien  to- 
dos hemos  de  obedecer  y  estamos  sujetos,  y  haber  yo  di- 
cho lo  contrario  fué  por  inadvertencia  v  con  poca  conside- 
ración. 

'*Iten,  confieso  que  dije  que  yo  dispensaba  con  los  indios 
para  que  pudiesen  trabajar  los  domingos  i  fiestas  de  guar- 
dar, y  les  absolvia  de  la  culpa.  Digo  que  esto  es  error  ma- 
nifiesto y  herejía;  y  en  este  sentido  lo  abjuro  de  levi  y  con- 
fieso que  haberlo  dicho  y  hecho  fué  escándalo;  y  que  lo  dije 
inconsideradamente,  y  entiendo  que  no  les  puedo  yo  absol- 
ver ni  dispensar  por  no  tener  poder  para  ello;  y  que  algu- 
nos dias  les    hice    trabajar    para    sacar  una  acequia  de 


ESTUDIOS    DIVBESOS     SOBRE   VALDIVIA  440 


agua  para  sus  sementeras,  y  algunas  fiestas  trabajaron  en 
mi  casa. 

"Iten,  confieso  que  dije  que  ningún  clérigo  de  los  que  es- 
taban en  aquella  gobernación  habia  tenido  poder  para  ad- 
ministrar los  sacramentos,  ni  habia  valido  lo  que  habia 
hecho,  sino  un  clérigo  que  yo  habia  proveido,  lo  que  al  de- 
cirlo es  error  notable  y  herejía  que  como  tal  la  abjuro  de 
levi,  y  digo  que  lo  dije  sin  consideración  alguna,  y  confieso 
que  los  sacerdotes  proveídos  por  sus  pelados  tienen  autori- 
dad para  lo  susodicho  y  los  demás  no. 

"Iten,  confieso  que  dije  que  no  habia  otro  papa  ni  obis- 
po sino  yo.  Digo  que  esta  proposición  así  dicha  es  herética; 
y  me  hice  mas  sospechoso  de  levi  en  ella  por  haber  dado  un 
mandamiento  y  pregón  para  que  nadie  hablase  al  vicario; 
y  confieso  que  no  pude  dar  el  dicho  mandamiento  ni  pre- 
gón, e  abjuro  de  levi  por  tal  la  dicha  proposición,  y  en- 
tiendo que  ni   soi   papa  ni   obispo,   ni  tengo  autoridad  de 

ninguno  de  ellos,  sino i  que  le  dije  con  enojo  que  tenia 

con  dicho  vicario,  e  porque  los  que  estaban  debajo  de  mi 
gobernación  me  temiesen  y  respetasen. 

"Iten,  confieso  haber  mandado  que  el  padre  Francisco 
Hidalgo,  vicario  que  era  a  la  sazón  en  aquella  goberna- 
ción, no  le  llamasen  vicario,  y  que  no  consentía  que  el  di- 
cho vicario  administrase  sacramentos  sin  mi  licencia,  y 
que  algunas  veces  daba  la  dicha  licencia  y  otras  no.  Con- 
fieso haberlo  hecho  i  ser  error  e  manifiesto,  y  por  haber  di- 
cho las  proposiciones  antes  de  esta,  me  hice  mas  sospecho- 
so de  levi,  y  en  este  sentido  lo  abjuro  de  levi,  y  digo  que 
no  lo  mandé  porque  no  sintiese  que  siendo  el  dicho  vicario 
proveido  por  su  prelado  no  fuese  vicario  sino  porque  esta- 
ba enojado  y  mal  con  él. 

Iten,  confieso  haber  dicho  que  las  escomuniones  eran  te- 
mibles para  los  hombrecillos;  pero  no  para  mí.  Confieso 
ser  error  manifiesto  y  herejía;  y  me  hice  sospechoso  de  esto 


1  Faltan  algunas  palabras  por  rotura  del  orijinal. 

TOMO    VII  29 


450  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


de  levi,  porque  me  dejé  estar  escomulgado  casi  dos  años 
por  haber  puesto  las  manos  en  un  clérigo;  y  que  no  tenía 
la  consagración  en  nada,  aunque  yo  entendia  que  no  esta- 
ba escomulgado  por  no  haber  habido  efusión  de  sangre. 

Iten,  asimismo  que  dije  que  no  se  fuesen  a  absolver  los  que 
estaban  escomulgados,  y  haber  castigado  por  ello  a  algu- 
nas personas.  Iten,  asimismo  haber  dicho  al  dicho  vicario 
que  dijese  misa,  y  no  dijese,  que  porque  yo  estaba  escomul- 
gado no  la  decia  y  que  se  dejase  de  pedirme  que  me  absol- 
viese porque  no  habia  ningún  escomulgado  sino  el  señor 
vicario,  y  así  no  me  quise  absolver  por  espacio  del  dicho 
tiempo.  Digo  que  todo  lo  susodicho  es  verdad;  y  que  lo  di- 
je e  hice  por  lo  cual  me  hice  mas  sospechoso  de  levi  en  aque- 
lla proposición  que  dije  que  las  escomuniones  eran  terribles 
para  los  hombrecillos  y  no  para  mí,  y  en  este  sentido  lo  ab- 
juro de  levi. 

''Iten,  confieso  haber  dicho  que  cuando  en  una  república 
un  herrero  y  un  clérigo  que  se  lloviese  de  desterrar  el  uno 
dellos,  que  antes  descerraria  al  sacerdote  que  no  al  herrero, 
por  ser  el  sacerdote  menos  provechoso  a  la  república,  lo 
cual  es  proposición  injuriosa  al  estado  sacerdotal,  y  escan- 
dalosa y  que  sabe  a  herejía,  y  en  el  sentido  que  causó  es- 
cándalo y  tiene  el  sabor  dicho,  la  abjuro  de  levi,  lo  cual  dije 
por  el  odio  particular  que  tenia  con  el  padre  Hidalgo. 

*'Iten,  confieso  haber  dicho  que  ningún  relijioso  que  no 
fuesse  casado  podia  dejar  de  estar  amancebado  o  cometer 
otros  delitos  mas  feos.  Digo  que  esta  proposición  es  inju- 
riosa al  estado  de  relijion  y  castidad,  y  como  suena,  heréti- 
ca y  en  tal  sentido  la  abjuro  de  levi,  y  entiendo  que  los  reli- 
jiosos  y  clérigos  no  pueden  ser  casados,  y  que  pueden  vivir 
sin  ser  amancebados  ni  cometer  los  demás  delitos  dichos. 

''Iten,  confieso  haber  comido  carne  en  dias  prohibidos 
por  necesidad  que  tenia,  y  diciéndome  algunas  personas 
que  para  que  lo  comía  en  dias  prohibidos,  dije  que  no  vivía 
yo  en  leí  de  tantos  achaques.  Confieso  haberlo  dicho,  y  que 
fueron  palabras  escandalosas  y  que  saben  a  herejía;  y  en 
este  sentido  lo  abjuro  de  levi,  y  entiendo  que  no  se  puede 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  451 

comer  carne  en  los  días  prohibidos  por  la  Iglesia  sin  nece- 
sidad: y  digo  haber  dicho  las  dichas  palabras  por  que  la  lei 
de  Cristo  que  yo  tengo,  no  puede  ser  achacosa  siendo  como 
es  tan  justa,  santa  y  buena. 

''Iten,  confieso  haber  dicho  que  se  hace  mas  servicio  a 
Dios  en  hacer  mestizos  que  el  pecado  que  en  ello  se  hace;  y 
es  proposición  mui  escandalosa;  y  que  sabe  a  herejía;  y  en 
este  sentido  la  abjuro  de  levi,  pero  no  lo  dije  con  intención 
del  cargo  que  se  me  hace,  porqué  bien  entiendo  que  cual, 
quiera  fornicación  fuera  de  matrimonio  es  pecado  mortal. 

"Iten,  confieso  que  dije  que  el  cielo  y  la  tierra  faltarían^ 
pero  mis  palabras  no  podian  faltar,  lo  cual  es  blasfemia  he- 
rética; y  confieso  haberlo  dicho  con  arrogancia  hablando 
con  los  indios  preciando  de  hombre  de  mi  palabra  y  que  los 
indios  cre^^esen  que  la  cumplida. 

*'Iten,  confieso  haber  dicho  que  no  fiasen  mucho  en  rezar 
que  yo  conocí  un  hombre  que  rezaba  mucho  y  se  fué  al  in- 
fierno; y  otro  renegador  que  se  fué  al  cielo, la  cuales  propo- 
sición que  oféndelos  oidos  cristianos  y  temeraria, pues  bien 
entiendo  que  es  santa  y  virtuosa  cosa  el  rezar  y  que  el  re- 
negar y  blasfemar  de  Dios  es  gran  maldad  y  gran  ofensa  de 
Dios,  y  así  lo  declaro  y  confieso. 

"Las  cuales  dichas  proposiciones  que  ansí  dije  y  tengo 
abjuradas  de  levi,  e  declaradas  en  las  cuales  me  he  someti- 
do y  agora  de  nuevo  me  someto  a  la  corrección  de  la  santa 
madre  Iglesia  e  las  que  sontra  nuestra  santa  fé  católica  y 
determinación  de  la  Iglesia,  las  revoco  e  abjuro  de  levi,  e 
prometo  la  obediencia  e  juro  por  esta  cruz  e  crucifijo  e  san- 
tos cuatro  evanjelios  que  con  mi  mano  derecha  toco,  de  no 
ir  ri  venir  contra  ella  ni  tener  las  dichas  proposiciones  ni 
alguna  dellas  agora  ni  en  ninguu  tiempo,  e  sabiendo  que 
hai  algunas  personas  que  las  tenga  e  otras  algunas  las  ma- 
nifestaré a  la  santa  madre  Iglesia  e  a  sus  jueces  e  que  cum- 
pliré cualquier  penitencia  que  por  lo  que  de  este  proceso 
contra  mi  resulta  me  fuere  puesta  según  y  como  lo  tengo 
prometido  y  jurado  ante  los  jueces  comisarios  de  V.  S.  R. — 


452  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Francisco  de  Aguirre. — Frai  Dominicas  ^.  Episcopus  de  la 
Plata. — Ante  mí,  Juan  de  Sosa,  notario  apostólico. 

"En  la  dicha  ciudad  de  la  Plata  el  dicho  dia,  primero  día 
del  mes  de  abril  de  mil  e  quinientos  e  sesenta  e  nueve  años 
ante  V.  S.  R.  y  en  presencia  de  los  dichos  consultores  en  au- 
diencia y  juzgado  y  secreto,  pareció  presente  el  dicho  Fran- 
cisco de  Aguirre,  e  juró  e  abjuró  las  proposiciones  arriba 
contenidas  según  y  como  en  ellas  y  en  cada  una  dellas  se 
contiene,  que  por  mí  el  dicho  notario  y  secretario  le  fueron 
leidas,  diciendo  el  dicho  Francisco  de  Aguirre  en  cada  una 
de  las  dichas  proposiciones  como  en  ellas  se  contiene,  que 
así  lo  juraba,  decia  e  abjuraba  de  levi  e  declaraba,  e  luego 
incontinente  en  presencia  de  los  dichos  señores  consultores, 
y  en  presencia  de  mí  el  dicho  notario  y  secretario  de  S.  S. 
R.  absolvió  al  dicho  Francisco  de  Aguirre  de  cualquier  es- 
comunion  y  censura  en  que  hobiere  incurrido  por  las  cosas 
contenidas  en  este  proceso,  como  juez  inquisidor  ordinario, 
la  cual  absolución  S.  S.  R.  hizo  en  forma,  estando  el  dicho 
Francisco  de  Aguirre  hincado  de  rodrillas  y  ante  mi  Juan 
de  Sosa,  notario  apostólico. 

"E  yo  Juan  de  Sosa,  notario  apostólico,  secretario  de  S. 
S.  R.  e  del  Santo  Oficio  de  la  Inquisición  ordinaria  de  este 
obispado  ante  quien  lo  susodicho  pasó,  de  mandamiento 
de  S.  S.  R.  lo  escribí  en  la  dicha  ciudad  de  la  Plata  cuatro 
días  del  mes  de  junio  de  mili  e  quinientos  e  sesenta  e  nueve 
años,  lo  cual  iba  cierto  e  verdadero,  y  en  fé  dello  fice  mi 
signo  acostumbrado.— i^ra/  Dominicus,  Episcopus  de  la 
Plata. — Es  testimonio  de  verdad,  Juan  de  Sosa,  notario 
apostólico."  (Hai  el  signo  de  notario.) 

Según  el  testimonio  del  mismo  notario  apostólico,  asis- 
tieron a  esta  abjuración  el  licenciado  Rabanal,  fiscal  de  la 
real  audiencia  de  Charcas  i  los  RR.  padre  frai  Francisco  de 
la  Cruz,  prior  del  convento    de  Santo    Domingo  i  frai  Luis 


1  Don  Frai  Domingo  de  Santo  Tomas,  antiguo  dominicano  que 
habia  servido  en  el  ejército  real  en  la  conquista  i  en  las  guerras  ci- 
viles del  Perú. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  453 


López  del  convento  de  San  Agustín,  i  el  licenciado  Pedro  de 
Herrera,  abogado  en  dicha  audiencia. 


Pedro  Gómez. 

Hemos  visto  al  comenzar  estos  apuntos  que  ni  en  los  do- 
cumentos coetáneos  de  la  conquista  ni  en  los  antiguos  cro- 
nistas se  halla  indicación  biográfica  alguna  referente  a  Pe- 
dro Gómez,  el  maestre  de  campo  de  Valdivia. 

Sin  embargo,  en  una  información  de  servicios  hecha  por 
el  maestre  de  campo  don  Diego  de  Flores  en  1610,  se  en- 
cuentran algunas  noticias  e  indicaciones  acerca  de  la  vida 
de  Pedro  Gómez,  bisabuelo  de  la  esposa  del  capitán  que 
deseaba  certificar  sus  servicios.  De  e|ta  información  estrac- 
tamos  principalmente  los  hechos  que  siguen: 

Pedro  Gómez,  natural  del  pueblo  de  Don  Benito,  en  Es- 
tremad ura,  comenzó  su  carrera  militar  en  Méjico,  en  cuya 
conquista  i  pacificación  sirvió  algunos  años.  Parece  que 
vino  al  Perú  en  1533  o  34,  probablemente  en  la  columna 
espedicionaria  que  trajo  el  adelantado  Pedro  de  Alvarado. 
En  este  último  pais  prestó  sus  servicios  en  las  campañas 
contra  los  indíjenas;  e  incorporado  a  las  tropas  de  don 
Diego  de  Almagro,  hizo  con  éste  la  espedicion  a  Chile  en 
1535  i  1536. 

De  vuelta  de  esta  campaña,  Pedro  Gómez  sirvió  de  nue- 
vo contra  los  indios  rebeldes,  i  se  vio  reducido,  como  todos 
los  españoles  residentes  en  el  Perú,  a  tomar  parte  en  la 
guerra  civil,  enrolándose  probablemente  en  el  bando  ven- 
cido, el  de  Almagro. 

En  1539,  cuando  Valdivia  preparaba  su  hueste  para  con- 
quistar a  Chile,  tomó  a  su  servicio  a  Pedro  Gómez,  dándo- 
le el  título  de  maestre  de  campo.  Quizá  la  razón  que  Valdi- 
via tuvo  para  dar  un  puesto  tan  elevado  a  Pedro  Gómez 
no  fué  el  mérito  de  este  capitán,  sino  la  circunstancia  de 
que  habia  hecho  con  Almagro  la  primera  espedicion  a  Chile, 


454  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


i  de  que,  por  lo  tanto,  poseía  conocimientos  prácticos  que 
convenia  utilizar. 

Aunque  la  formación  a  que  nos  referimos  habla  en  globo 
de  los  grandes  servicios  prestados  por  Pedro  Gómez  en  la 
conquista  de  Chile,  no  hallamos  en  las  fuentes  históricas 
qué  justifique  esta  aseveración.  Solo  sabemos  que  desempe- 
ñó el  cargo  de  maestre  de  campo  durante  la  marcha,  i  que 
se  batió  como  subalterno  en  los  reñidos  combates  que  los 
españoles  sostuvieron  con  los  indios  poco  después  de  funda- 
de  Santiago.  Su  nombre  aparece  en  el  acta  que  los  vecinos 
de  esta  ciudad  estendieron  para  pedir  a  Valdivia  que  acep- 
tase el  gobierno  de  la  colonia.  Fué  rejidor  del  cabildo  en 
1546,  1547  i  1548  i  alcalde  ordinario  en  1549, 1550  i  1553. 
El  año  siguiente,  el  11  de  enero,  firmó  como  vecino  el  nom- 
bramiento de  Quiroga  hecho  por  el  cabildo  para  goberna- 
dor de  Chile.  Pedro  Gómez  figuró  en  segundo  término  en 
las  disenciones  que  se  siguieron  a  este  nombramiento 
hasta  la  venida  de  don  García  Hurtado  de  Mendoza;  no 
como  militar,  sino  como  vecino  encomendero  de  Santiago. 
Vivia  aun  a  fines  de  1556. 

Este  capitán  dejó  un  hijo,  cuyo  nombre  no  consta  de  los 
documentos  que  tenemos  a  la  vista,  i  cuatro  hijas,  una  de 
las  cuales,  doña  Francisca,  contrajo  matrimonio  con  el  ca- 
pitán Jerónimo  de  Molina,  que  se  ilustró  en  las  guerras 
subsiguientes  de  Chile.  Esta  señora  fué  la  suegra  del  maes- 
tre de  campo  don  Diego  de  Flores, cuyo  nombre  ocupa  mas 
de  tma  pajina  de  nuestra  historia.  La  esposa  de  éste  se  lla- 
maba doña  Melchora  Paragués  de  Molina. 


Cuando  Valdivia  volvió  del  Perú  en  1548,  trajo  consigo 
o  hizo  venir  poco  después,  entre  otros  muchos  soldados, 
algunos  que  se  ilustraron  posteriormente  en  la  prosecución 
de  la  guerra  de  la  conquista  i  pacificación  de  Chile.  Vamos 
a  consignar  algunas  noticias  acerca  de  los  principales. 

El  capitán  Alonso  de  Reinoso,  tan   afamado    bajo  el  go- 


ESTUDIOS    DIVERSOS     SOBRE    VALDIVIA  455 


bierno  de  García  Hurtado  de  Mendoza,  llegó  a  Chile  afines 
de  1551,  con  un  refuerzo  de  tropas  que  traia  del  Perú  Fran- 
cisco de  Villagran.  Era  Reinoso  natural  de  la  villa  de  Ma- 
queda,  en  Castilla  la  Nueva.  En  1535,  pasó  al  Nuevo  Mun- 
do i  sirvió  doce  años  en  la  conquista  de  América  Central 
con  el  adelantado  Montejo,  i  mas  tarde,  bajo  las  órdenes 
de  Pedro  de  Alvarado,  batallando  mucho  contra  los  indios, 
haciendo  penosísimas  marchas,  i  ayudando  a  poblar  diver- 
sas ciudades  i  villas.  En  ese  teatro,  Reinoso  aprendió  no 
sólo  a  combatir  a  los  indíjenas  sino  a  tratarlos  con  una 
dureza  injustificable.  Hallábase  allí  en  1547  cuando  supo 
que  el  licenciado  Pedro  de  La  Gasea  habia  venido  de  Espa- 
ña a  pacificar  al  Perú,  dominado  entonces  por  Gonzalo  Pi- 
zarro.  Abandonando  las  comodidades  que  habia  sabido 
procurarse,  se  trasladó  a  Panamá,  se  juntó  allí  con  La 
Gasea,  e  hizo  con  él  toda  la  campaña  pacificadora  hasta 
la  batalla  de  Jaquijahuana.  Hallábase  en  Charcas  en  1550 
cuando  pasó  por  allí  Francisco  de  Villagran  buscando  sol- 
dados que  quisieran  servir  en  ausilio  de  los  conquistadores 
de  Chile.  Reunió  cerca  de  doscientos  hombres,  i  entre  ellos 
se  alistó  Reinoso  con  el  título  de  capitán;  pero  luego  obtu 
vo  el  cargo  de  maestre  de  campo  de  la  división.  Era  enton- 
ces hombre  entrado  en  años,  pero  de  una  grande  actividad 
i  de  un  espíritu  resuelto,  audaz  i  emprendedor.  Después  de 
servir  con  Villagran  en  la  conquista  de  las  provincias  del 
norte  de  la  actual  República  Arjentina,  pasó  a  Chile  i  se 
juntó  con  Valdivia  a  fines  de  1551.  Reinoso  no  sirvió  mas 
que  dos  años  bajo  las  órdenes  de  aquel  caudillo;  i  entonces 
no  alcanzó  a  adquirir  la  gran  nombradía  que  se  conquistó 
mas  tarde,  particularmente  bajo  el  gobierno  de  don  García 
Hurtado  de  Mendoza  i. 

Mucho  mas  famoso  que  el  anterior  fué  otro  capitán  que 
vino  a  Chile  en  esa  época.  Queremos  hablar  de  Lorenzo  Ber- 


1  Estas  noticias  han  sido  estractadas  de  la  información  que  un 
bisnieto  suyo,  don  José  de  Yillec^as  i  Reinoso,  vecino  de  la  ciudad 
de  Mendoza,  hizo  levantar  en  Chile  a    principios    del    siglo   XVII 


456  ESTUDIOS    HIS'IÓKICOS 


nal  de  Mercado,  soldado  de  un  valor  incontrastable  i  do 
tado  ademas  de  una  distinguida  intelijencia  militar.  Naci- 
do en  la  pequeña  aldea  de  Cantalapiedra,  a  poca  distancia 
de  Salamanca,  pasó  al  Perú  por  los  años  de  1543  con  un 
hermano  suyo  llamado  Juan,  que  también  sirvió  en  Chile 
en  los  años  posteriores.  Los  documentos  que  tenemos  a  la 
vista  no  nos  indican  qué  papel  desempeñó  Lorenzo  Bernal 
en  las  guerras  civiles  del  Perú;  pero  sí  revelan  que  vino  a 
Chile  en  1549,  con  el  refuerzo  que  sacó  de  ese  pais  el  mismo 
Pedro  de  Valdivia.  Dos  años  mas  tarde  fué  hecho  capitán» 
1  luego  maestre  de  campo,  cargos  que  desempeñó  lucida- 
mente i  por  largos  años.  "Todo  el  cual  tiempo,  decia  él  mis- 
mo ál  rei  en  1569,  he  servido  a  V.  M.,  como  es  notorio,  con 
mis  armas  i  caballos  y  criados  a  mi  costa  en  todas  las  gue- 
rras que  a  Y.  M.  se  han  ofrecido  en  el  Perú  y  en  este  reino, 
sirviendo  siempre  con  toda  la  fidelidad  y  lealtad,  y  de  18 
años  a  esta  parte,  siendo  capitán  y  maestre  de  campo  de 
los  vuestros  gobernadores  y  real  audiencia  deste  reino,  y 
en  todo  este  tiempo  he  servido  a  V.  M. en  mas  de  100  bata- 
llas y  escaramuzas  que  con  los  naturales  deste  reino  he  te- 
nido, y  en  todas  por  la  bondad  de  Dios  me  ha  hecho  mer- 
ced de  dar  victoria  en  nombre  de  V.  M."    ^. 


Compañeros  de  armas  de  estos  capitanes  fueron  los  Ruices 
de  Gamboa  i  los  Avendaños  y  Velasco,  cinco  diferentes  ca- 
balleros que  los  historiadores  han  confundido  muchas  veces 
incurriendo  en  numerosos  errores  de  detalle.  Los  documen- 
tos orijinales  que  hemos  consultado,   nos  permiten  consig- 


para  probar  los  servicios  de  sus  mayores  i  pedir  un  premio  corres- 
pondiente a  ellos.  En  esta  información  hai  mu?has  otras  noticias 
sobre  la  vida  posterior  de  aquel  capitán,  que  han  sido  consignadas 
por  los  historiadores 

1  Constan  estos  hechos  de  una  estensa  relación  de  sus  servicios 
escrita  por  el  mismo  Lorenzo  Bernal  de  Mercado  con  fecha  31  de 
mayo  de  1569,  i  dirijida  al  rei. 


ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE    VALDIVIA  457 

nar  en  este  apéndice  algunas  noticias  mas  exactas  acerca 
de  todos  ellos.  Helas  aquí: 

Alonso  de  Al  varado,  uno  de  los  mas  famosos  capitanes 
de  las  guerras  civiles  de  los  conquistadores  del  Perú,  pasó 
a  España  después  de  la  pacificación  de  ese  pais  por  Yaca 
de  Castro.  El  rei  premió  sus  servicios  con  el  título  de  ma- 
riscal; i  como  llevaba  una  regular  fortuna  i  un  crédito  bien 
asentado,  contrajo  matrimonio  en  la  corte  con  doña  Ana 
de  Avendaño  i  Velasco,  hija  de  don  Martin  Ruiz  de  Aven- 
daño,  caballero  noble  de  Vizcaya.  Habiendo  vuelto  al  Perú 
en  1547,  al  lado  del  presidente  La  Gasea,  Alvarado  trajo 
consigo  tres  cuñados,  don  Martin,  don  Pedro  i  don  Miguel 
de  Avendaño;  i  dos  primos  de  su  mujer,  Martin  i  Lope  Ruiz 
Gamboa.  Estos  cinco  caballeros,  después  de  pelear  en  el 
Perú  contra  Gonzalo  Pizarro,  pasaron  a  Chile  en  la  forma 
siguiente: 

Don  Martin  de  Avendaño  vino  a  Chile  en  1551,  con  un 
refuerzo  de  tropas  que  enviaba  del  Perú  el  virrei  don  Anto- 
nio de  Mendoza.  Valdivia,  grande  amigo  de  Alvarado,  co- 
mo se  sabe,  agasajó  por  todos  medios  al  recien  venido  i  lo 
llevó  consigo  al  sur  para  que  le  sirviese  en  la  continuación 
de  la  conquista.  Quiso  darle  un  valioso  repartimiento  (de 
treinta  mil  indios,  según  un  antiguo  cronista);  pero  Aven- 
daño,  cre^^endo  que  la  pobreza  de  Chile  no  correspondia  a 
su  ambición  ni  al  lustre  de  su  nombre,  se  volvió  al  Perú, 
donde  tuvo  en  breve  ocasión  de  prestar  sus  servicios  contra 
el  caudillo  rebelde  Francisco  Hernández  Jirón. 


Don  Pedro  de  Avendaño  vino  a  Chile  con  Francisco  de 
Villagran  a  fines  de  1551.  Habia  salido  de  los  Charcas  con 
<íste  capitán  en  1550,  i  después  de  servir  a  sus  órdenes  en 
la  conquista  de  Tucuman,  pasó  las  cordilleras  i  vino  a  pe- 
lear contra  los  araucanos  bajo  el  gobierno  de  Valdivia  i  de 
sus  sucesores,  ilustrándose  entre  otros  hechos  por  la  cap- 
tura del  famoso  Cauoolican.  En  Chile  se  casó  con  doña 


458  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 


Isabel  de  Quiroga,  hija  natural  de  Rodrigo  de  Quiroga,  i 
obtuvo  una  valiosa  encomienda  cerca  de  Puren.  Como  se 
hubiera  hecho  odiar  de  los  indios  por  las  crueldades  que 
ejerció,  fué  asesinado  allí  por  sus  propios  encomendados 
en  1561. 


Don  Miguel  de  Avendaño  i  Velasco,  mas  comunmente 
llamado  don  Miguel  de  Velasco,  lo  que  ha  dado  oríjen  a 
que-se  le  crea  que  hubo  dos  personajes  distintos,  era  tam- 
bién hermano  de  los  anteriores,  i  vino  también  a  Chile  con 
Francisco  de  Villagran.  Valdivia  lo  colmó  de  distinciones, 
lo  hizo  alguacil  mayor  de  la  gobernación  por  nombramien- 
to de  4?  de  diciembre  de  1551,  facultándolo  para  asistir  con 
voz  i  voto  a  todos  los  cabildos  que  existian  en  Chile,  lo  que 
dio  lugar  a  la  resistencia  puesta  por  algunos  rejidores  de 
Santiago,  sobre  la  cual,  sin  embargo,  pasó  Valdivia  hacien- 
do ejecutar  su  voluntad  i.  Don  Miguel  de  Avi^ndaño,  como 
hemos  tenido  ocasión  de  recordarlo  en  una  nota  puesta  a 
los  documentos  reunidos  bajo  el  número  IX,  fué  uno  de  los 
soldados  mas  ilustres  de  la  guerra  de  Arauco  bajo  los  go- 
biernos de  Hurtado  de  Mendoza,  Villagran  i  Bravo  dé 
Saravia. 


Con  don  Martin  de  Avendaño  vinieron  dos  primos  su- 
yos, Martin  i  Lope  Ruiz  de  Gamboa,  que  se  enrolaron  en  el 
ejército  de  Valdivia  i  quedaron  sirviendo  en  Chile  el  resto 
de  sus  dias.  El  segundo  murió  heroicamente  en  un  combate 
que  tuvo  con  los  indios  que  sitiaban  la  plaza  de  Arauco  en 
1562.  El  primero,  Martin  Ruiz  de  Gamboa,  recorrió  todos 


1   Véanse  sobre  este  punto  las  actas  del  Cabildo  de  Santiago  de 
1°  de  junio  i  31  de  diciembre  de  1551. 


BlSrUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   VALDIVIA  459 

los  grados  de  la  milicia,  se  ilustró  en  mil  combates,  con- 
quistó a  Chiloé  bajo  el  gobierno  de  su  suegro  Rodrigo  de 
Quiroga,  i  por  muerte  de  éste  ocupó  el  gobierno  de  Chile. 
Ya  hemos  dicho  que  este  capitán  contrajo  matrimonio  con 
doña  Isabel  de  Quiroga,  la  viuda  de  don  Pedro  de  Aven- 
daño. 


» 


Por  esta  época  llegaron  a  Chile  dos  soldados  que  esta- 
ban destinados  a  ilustrar  sus  nombres,  mas  que  por  sus 
servicios  militares,  por  haber  referido  como  testigos  ocula- 
res la  historia  de  la  conquista.  Son  éstos  los  capitanes  don 
Pedro  Marino  de  Lovera  i  Alonso  de  Góngora  Marmolejo. 

El  primero,  natural  de  Pontevedra,  en  Galicia,  vino  a 
Chile  en  1551,  en  la  columna  ausiliar  que  bajo  el  mando  de 
don  Martin  de  Avendaño  envió  a  estepais  el  virrei  del  Perú 
don  Antonio  de  Mendoza.  El  mismo  Marino  de  Lovera  ha 
consignado  en  su  crónica  muchas  noticias  acerca  de  su  per- 
sona i  de  su  familia,  las  que  fueron  ampliadas  por  el  jesuita 
Bartolomé  de  Escobar  i. 


Alonso  de  Góngora  Marmolejo,  natural  de  Carmona,  en 
Andalucía,  vino  a  Chile,  según  creemos,  con  el  cuerpo  de 
ausiliares  que  en  1549  trajo  Pedro  de  Valdivia  del  Perú.  En 
todo  su  libro  no  habla  de  sí  mismo  mas  que  para  decir  que 


1  El  padre  Bartolomé  de  Escobar,  hijo  de  una  ilustre  familia  de 
Andalucía,  nació  en  Sevilla  el  año  de  1561.  En  esa  ciudad  tomó  el 
hábito  de  la  Compañía  el  año  de  1580;  i  recien  ordenado  pasó  al 
Perú,  donde  gozó  de  muchas  consideraciones  bajo  el  gobierno  de 
don  García  Hurtado  de  Mendoza.  En  Lima,  ademas  de  revisar  i  de 
dar  una  nueva  redacción  a  la  crónica  de  la  conquista  de  Chile  de 
Marino  de  Lovera,  escribió  tres  obras  latinas  sobre  liturjia  i  cien- 
cias eclesiásticas  que  fueron  publicadas  en  Europa,-  i  una  colección 
de  sermones  sobre  la  concepción  de  la  Vírjen  escritos  en  castellano 
e  impresos  en  Lisboa  en  1622.  El  padre  Escobar  murió  en  Lima  el 
3  de  abril  de  1624. 


4G0  ESTUDIOS    HISTÓRICOS 

es  testigo  de  vista  de  lo  que  refiere,  i  para  quejarse  de  paso 
de  que  sus  servicios  no  fueron  premiados.  Góngora  Mar- 
molejo  terminó  su  libro  en  Santiago  el  16  de  diciembre  de 
1575.  En  el  estudio  de  los  antiguos  documentos  he  podi- 
do descubrir  que  murió  pocos  dias  después.  El  gobernador 
Rodrigo  de  Quiroga  le  confió  el  cargo  de  juez  pesquisador 
de  hechiceros  indíjenas,  encargándole  que  recorriera  todo 
el  pais,  castigando  severamente  a  los  culpables  de  este 
crimen.  En  23  de  enero  de  1576,  Rodrigo  de  Quiroga  espi- 
dió nuevo  nombramiento  en  favor  del  capitán  Pedro  de 
Lisperguer,  alemán  de  Worms  ''por  cuanto,  dice,  el  capitán 
Alonso  de  Góngora,  que  nombró  por  capitán  i  juez  de  co 
misión  para  el  castigo  de  los  hechiceros  de  los  indios,  es  fa- 
llecido desta  presente  vida,  y  conviene  proveer  otra  perso- 
na que  vaya  a  hacer  dicho  castigo." 


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IISrOTCE   DEL    TOMO    VII 


Pájs. 

ntroduccion 1 

Proceso  de  Pedro  de  Valdivia 27 

Acta  de  acusación  (24  de  octubre  de  1548) 27 

Noticia  biográfica  referente    a   Juan  Calderón  de  la  Barca 

(nota) 37 

Declaración  de  Hernán  Rodríguez  de  Monroy 39 

Noticia  biográfica  sobre  este  aventurero  (nota) 39 

Declaración  de  Gabriel  de  la  Cruz 40 

Noticia  biográfica  sobre  Cruz  (nota) 40 

Declaración  de  Antonio  Taravajano 41 

Noticia  biográfica  acerca  de  Taravajano  (nota) 41 

Declaración  de  Lope  de  Landa 43 

Noticia  biográfica  acerca  de  Lope  de  Landa  (nota) 43 

Declaración  de  Diego  de  Céspedes 44 

Noticia  biográfica  referente  a  Céspedes  (nota) 44 

Declaración  de  Francisco  Rabdona 45 

Noticia  biográfica  sobre  Rabdona  (nota) 45 

Declaración  de  Antonio  Zapata 46 

Noticia  biográfica  referente  a  Zapata  (nota) 46 

Noticia  biográfica  referente  a  Antonio  deUlloa  (nota) 47 

Providencia    del  Presidente   La  Gasea,   29  de  octubre  de 

1548 , 47 

Notificación  a  Valdivia,  30  de  octubre  de  1548 48 


46 '3  ÍNDICE 


Páj8. 


Defensa  de  Valdivia,  2  de  noviembre  de  1548 49 

Declaración  de  Luis  de  Toledo 70 

Noticia  biográfica  referente  a  Toledo  (nota) ,  70 

Declaración  de  Gregorio  de  Castañeda 86 

Noticia  biográfica  referente  a  Castañeda  (nota) 86 

Declaración  de  Diego  García  de  Villalon 99 

Noticia  biográfica  referente  a  García  de  Villalon  (nota)....  99 

Declaración  de  Diego  García  de  Cáceres 115 

Noticia  referente  a  García  de  Cáceres  (nota) 115 

Declaración  (2^)  de  Hernán  Rodríguez  de  Monroy 133 

Declaración  (2^)  de  Lope  de  Landa 134 

Declaración  de  Pedro  de  Villagran 135 

Noticia  referente  a  Villagran  (nota) 135 

Sentencia  de  La  Gasea,  de  19  de  noviembre  de  1548 138 

DOCUMENTOS  RELATIVOS  A  PEDRO  DE  VALDIVIA. 


Relación  del  licenciado  Pedro  de  La  Gasea  al  Consejo  de 
Indias  sobre  la  campaña  de  pacificación  del  Perú,  Cuzco, 
7  de  mayo  de  1548 143 


II. 


Relación  del  mismo  sobre  los  asuntos  del  Perú,  Lima,  25 

de  setiembre  de  1548 175 


III. 


Carta  de  La  Gasea  al  Consejo  de  Indias  sobre  las  acusacio- 
nes hechas  a  Pedro  de  Valdivia  i  las  medidas  tomadas 
para  llamar  a  Lima  a  este  conquistador,  Lima,  25  de  se- 
tiembre de  1548 203 


ÍNDICE  463 

Pájs. 
IV. 

Carta  del  mismo,  acerca  del  proceso  de  Valdivia,   26  de  no- 
viembre .de  1548 205 

V. 

Fragmentos  relativos  a  Chile  estractados  de  otras  cartas  de 

La  Gasea  al  Consejo  de  Indias 218 

VI 

Carta  de  Pedro  de  Valdivia  a  Hernando  Pizarro,  La  Sere- 
na, 4  de  setiembre  de  1545 220 


VIL 


Carta  de  Pedro  de  Valdivia  a  Carlos  V,  Santiago,  9  de  julio 

de  1549 241 


VIIL 


Introducción  de  lo  que  han  de  pedir  al  rei  en  nombre  de  Pe- 
dro de  Valdivia  sus  emisarios  Rodrigo  González  de  Mar- 
molejo  i  Alonso  de  Aguilera,  Concepción,  15  octubre  de 
1550 244 


IX. 


Cartas  de  los  cabildos  i  otros  en  recomendación  de  Val- 
divia     277 


464  ÍNDICE 


Pájs. 

APÉNDICE. 

ESTUDIOS    DIVERSOS    SOBRE   PEDRO   DE   VALDIVIA. 
I. 

Pedro  DE  Valdivia  antes  de  venir  a  Chile 295 

II 

Cómo  obtuvo  Valdivia  el  título  de  Gobernador  de  Chile 307 

III. 

Los  SOCIOS  de  Pedro  de  Valdivia:    Francisco   Martínez  i  Pe- 
dro Sancho  de  Hoz 319 

Proceso  de  Pedro  Sancho  de  Hoz 342 

IV. 

Inks  Suárez  i  doña  Marina  Ortiz  de  Gaete 367 

V. 

LOS  COMPAÑEROS  DE  PEDRO  DE  VALDIVIA 

Jerónimo  de  Alderete 394 

Francisco  de  Villagran 404 

Su    título  de  Gobernador  de  Chile  (nota) 408 

Instrucciones  a  Villagran,  30  de  diciembre  de  1558  (nota)....  411 

Juan  Bautista  Pastene 422 

Autorización  que  dio  Vaca  de  Castro  a  Pastene  para    venir 

a  Chile 422 

Título  de  encomienda  dado  por  Valdivia  a  Pastene 425 

Rodrigo  de  Quiroga 432 

Francisco   de    Aguirre.  Carta  a  don  Francisco  de    Toledo, 
virreidel  Perú,  Jujui,8  de  diciembre  de  1569.  Abjuración 

de  Francisco  de  Aguirre,  1^  de  abril  de  1569 452 

Pedro  Gómez 453 


ÍNDICE  465 


Pájs. 


Alonso  de  Reinóse 454 

Lorenzo  Bernal  de  Mercado 455 

Don  Martin  de  Avendaño 456 

Don  Pedro  de  Avendaño 457 

Don  Miguel  de  Avendaño 458 

Don  Martin  Ruiz  de  Gamboa 458 

Don  Pedro  Marino  de  Lovera 459 

Alonso  de  Góngora  Marmolejo 459 


IMN 


UNIVERSITY  OF  CALIFORNIA  IvIBRARY